UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIOLOGÍA Departamento de Economía Aplicada V TESIS DOCTORAL Diálogo entre feminismo y marxismo a partir de la segunda ola feminista y alternativas actuales desde la economía social feminista MEMORIA PARA OPTAR AL GRADO DE DOCTOR PRESENTADA POR Alicia Rius Buitrago Directoras Paloma de Villota Gil- Escoin Concha Roldán Panader Madrid, 2016 © Alicia Rius Buitrago, 2015 UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIOLOGÍA DEPARTAMENTO DE ECONOMÍA APLICADA V DIÁLOGO ENTRE FEMINISMO Y MARXISMO A PARTIR DE LA SEGUNDA OLA FEMINISTA Y ALTERNATIVAS ACTUALES DESDE LA ECONOMÍA SOCIAL FEMINISTA MEMORIA PARA PRESENTAR AL GRADO DE DOCTORA DE Alicia Rius Buitrago Bajo la dirección de la Catedrática de Economía Aplicada: Paloma de Villota Gil-Escoin Y de la Profesora de Investigación del Instituto de Filosofía del CSIC: Concha Roldán Panadero Madrid, Junio de 2015 UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIOLOGÍA DEPARTAMENTO DE ECONOMÍA APLICADA V DIÁLOGO ENTRE FEMINISMO Y MARXISMO A PARTIR DE LA SEGUNDA OLA FEMINISTA Y ALTERNATIVAS ACTUALES DESDE LA ECONOMÍA SOCIAL FEMINISTA Elaborada por: ALICIA RIUS BUITRAGO Dirigida por: PALOMA DE VILLOTA GIL-ESCOIN CONCHA ROLDÁN PANADERO Madrid, Junio de 2015 Agradecimientos A mi abuela Lola, gracias por sostener mi vida tanto y tan bien. A Mariola Rius Buitrago, mi madre. Sin nuestra historia no habría abrazado el feminismo con tanta pasión y con tantas ganas de transformar la historia, mi historia. A Nekane Rius, por la suerte de haber experimentado, desde que nací, la posibilidad de ser dos. Este hecho ha sido uno de los aprendizajes más valiosos en mi vida y ella una de sus protagonistas más admirables. Gracias por el empeño en luchar hasta la victoria y por tu confianza en mí, siempre. A todas las mujeres que me habéis amadrinado en la vida. Sois muchas pero, con especial cariño, agradecimiento y emoción, a Aurora Cuadrado. A Marisa Castro y a todas las mujeres que lucharon en el feminismo clandestino durante la dictadura y después de la transición por una España más justa y con derechos reproductivos para las mujeres y equidad para las disidencias sexuales. A todas las entidades a las que he pertenecido y pertenezco, que han alimentado la reflexión y la creación de conocimiento conjunto: a IMC, Tejedoras, Entredós, Dríadas, Tangente, Red de Economía Feminista. Y también a las que no pertenezco pero de las que soy parte, especialmente a Heliconia e Idealoga. A las compañeras de Doctorado, con mención especial a Dolores Fernández de Sevilla, que ha puesto tanto tiempo, empeño y sabiduría en este trabajo. También a Cristina Mateos y a Camila Esguerra, por vuestro apoyo en estos últimos esfuerzos conjuntos. Gracias a las compañeras de profesión y militancia, por empeñaros en llevar día a día a vuestras prácticas, los planteamientos y reflexiones emancipadoras, a veces en los contextos institucionales más hostiles, y tratar de hacerlo con bienestar y con gracia. A Amelia Gimeno, María Naredo, Arantza Burgos, Verónica Bordón, Montse Vega e Itxaso Sasiain. Y a Lola Aparicio, Mónica Buckley, Ana Álvarez y Gema Izquierdo, gracias por esto y por mucho más. Gracias a Creative Commons y a todas las licencias cedidas que me han permitido leer y usar muchos de los textos necesarios para este trabajo, sin pagarlos. Especialmente quiero agradecer a Traficantes de sueños, tanto por sus publicaciones como por los cursos y espacios de reflexión facilitados, y por su apuesta política. Gracias a todas las que vienen detrás, por su frescura. Deseo que sigamos conspirando conjunta e inter-generacionalmente por una sociedad hecha a la medida de la vida. Especialmente a Marina Han Bing, a la que admiro mucho. Gracias a Elisa Iglesias y a Purificación Pliego, por los ánimos para terminar este trabajo y por las reflexiones compartidas. Y también al apoyo y el cariño enviados desde Ecuador y Reino Unido, de Carmen Vega y Clemen Carrasco. A Tamara Martín Frade, por trazar conmigo nuestros primeros pasos como mujeres comunistas y a Eliane Colin y Manu Blanc, por continuarlos. A Antonio Cámara, por haberme contagiado su visión y vivencia del ecologismo social y del cooperativismo, tan necesarios para este trabajo. Y por la escucha y los cuidados, tan necesarios para mi bienestar y felicidad. Gracias a la tribu por vuestro cariño y por mandar discretas señales de humo durante mi encierro. A Mayte Seguin, Sandra Salsón, David Maroto y Diego Delgado… y a Rita, Manel e Iría. Gracias a Rosa de los Santos, Marta de Lara, Alida Moi y Marcela Martínez, por todas las luchas compartidas durante este tiempo y por el regalo de vuestra amistad. Este trabajo tiene una deuda y un agradecimiento especial hacia todas las mujeres entrevistadas y hacia todas aquellas que habéis compartido vuestra experiencia conmigo. A todas las mujeres que hacéis el esfuerzo de militar, investigar y escribir, os debo mucho. Especialmente, por cercanía, cariño y admiración, a Maria G. Zambrano, a Marta Malo, Débora Ávila, Sira del Río, Amaia Pérez y Yayo Herrero. Gracias a Concha Roldán, por su posicionamiento tanto de clase como feminista. He disfrutado mucho con ella, dentro y fuera de contextos académicos. Gracias por los ánimos y la generosidad a la hora de compartir conocimiento. Y a las tres personas responsables de los dos hitos que me llevaron a terminar este trabajo, Maria G. Navarro, a la que apenas conocía antes, y Alida Moi y Enrique Caputo. A estos últimos siento que, agradeciéndoselo, este reconocimiento se hace extensivo hasta un pasado infinito y conecta con una persona vital, Daisaku Ikeda, que ha inspirado a miles de personas hacia su propia realización. Me considero afortunada de pertenecer a esa saga. ÍNDICE Índice _______________________________________________________________ 9 Planteamiento _______________________________________________________ 13 Capítulo I Diálogo entre feminismo y marxismo ____________________________ 19 Introducción ______________________________________________________________ 19 1.1. Origen de la relación marxismo-mujer e influencias marxistas en el feminismo _____ 20 Revolución Rusa y la cuestión femenina ______________________________________________ 25 1.2. División sexual del trabajo como origen material de la discriminación de las mujeres 29 1.3. Puntos de encuentro en el feminismo socialista ______________________________ 39 1.4. Problemas planteados y derivas feministas y marxistas ________________________ 41 1.5. Teoría del punto de vista feminista_________________________________________ 44 1.6. Diferencias: de hermana a extranjera_______________________________________ 50 Capítulo II El reflejo del feminismo en las políticas dirigidas a la igualdad de oportunidades en la cooperación al desarrollo _____________________________ 55 Introducción ______________________________________________________________ 55 2.1. Evolución de los enfoques dirigidos a superar las desigualdades de género a través de políticas de cooperación al desarrollo __________________________________________ 56 Etapas del enfoque MED___________________________________________________________ 63 a.- Enfoque de Igualdad ________________________________________________________ 63 b.- Estrategia anti-pobreza ______________________________________________________ 64 c.- Enfoque de Eficiencia económica ______________________________________________ 64 2.2. Cambio de enfoque: de las políticas dirigidas a mujeres a las políticas dirigidas al cambio de estructuras ______________________________________________________ 67 Enfoque de Empoderamiento. ______________________________________________________ 72 ¿Pero debemos hablar de poder o de empoderamiento? Reflexionemos un poco en torno a la idea de poder. _______________________________________________________________________ 73 Dimensiones del empoderamiento _______________________________________________ 78 2.3. Medidas que acompañan la puesta en marcha de Políticas de Igualdad ___________ 79 2.4. Cuadro resumen de las etapas y enfoques dirigidos a la Igualdad de Oportunidades y a la Equidad ________________________________________________________________ 81 2.5. Con género de dudas: ¿podemos reconocer las relaciones patriarcales en las sociedades capitalistas actuales? ______________________________________________ 86 Capítulo III Del trabajo doméstico a la sostenibilidad de la vida. Ética y democracia feministas dentro de la economía ________________________________________ 89 Introducción ______________________________________________________________ 89 3.1 El enfoque de las capacidades; algunas coordenadas éticas dentro del desarrollo económico________________________________________________________________ 91 3.2. Propuestas ecofeministas _______________________________________________ 100 3.3. Democracia radical ____________________________________________________ 108 3.4. Economía social. Historia y escala internacional _____________________________ 110 3.5. La economía social en España ____________________________________________ 115 Principio de Equidad _____________________________________________________________ 116 Principio de Trabajo _____________________________________________________________ 116 Principio de Sostenibilidad medioambiental __________________________________________ 117 Principio de Cooperación _________________________________________________________ 117 Principio “sin fines lucrativos” _____________________________________________________ 117 Principio de compromiso con el entorno _____________________________________________ 118 Capítulo IV Estudio de caso: Cooperativas de trabajo asociado pertenecientes a la Red de economía social feminista de Madrid ______________________________ 121 Introducción _____________________________________________________________ 121 4.1. Acercándonos a la realidad laboral de las mujeres en España __________________ 123 4.2. Acercamiento a la economía social con mirada feminista ______________________ 127 4.3. Estudio de caso _______________________________________________________ 130 4.4. Metodología utilizada __________________________________________________ 134 4.5. Selección de las personas participantes. ___________________________________ 137 Entrevistas _____________________________________________________________________ 137 Grupo de discusión ______________________________________________________________ 138 Guión de la entrevista ____________________________________________________________ 138 4.6. Resultados ___________________________________________________________ 139 Personas entrevistadas ___________________________________________________________ 139 A. Qué es la economía social y cómo llegaste a ella ____________________________________ 141 A.1. Definición_______________________________________________________________ 141 A.2. Canales para llegar _______________________________________________________ 143 Itinerarios de llegada a la Economía Social ________________________________________ 145 A.3. Ideas y reflexiones previas que te llevaron a la economía social ___________________ 145 A.4. ¿Cómo llegas a ella? ______________________________________________________ 146 A.5. Mi proyecto laboral como proyecto de transformación social _____________________ 148 A.6. Mi vida y la de las otras, cómo mejorarlas _____________________________________ 149 A.7. Y cómo cambiar de posición ________________________________________________ 150 A.8. Focos de tensión _________________________________________________________ 151 B. Definición de la vida que merece la pena ser vivida.__________________________________ 153 B.1. Introducción de la idea a través del concepto del Sumak Kawsay __________________ 153 B.2. Resultados del grupo de discusión acerca de la idea de vida que merece la pena ser vivida ___________________________________________________________________________ 154 B.3. Gráfico de la idea de vida que merece la pena ser vivida _________________________ 156 C. Qué factores de esta vida se cumplen en la tuya y cuáles no ___________________________ 156 C.1.Qué se cumple en mi vida __________________________________________________ 156 C.2.Y qué no se cumple________________________________________________________ 158 C.3. Evaluación desde la experiencia. ____________________________________________ 159 D. Estrategias para que esta vida se cumpla y obstáculos para conseguirla _________________ 163 D.1.Medidas puestas en marcha ________________________________________________ 163 D.2. ¿Qué nos falta? Estrategias que proponemos __________________________________ 165 E. Sinergias entre economía social y los feminismos ____________________________________ 168 E.1. ¿Sirve la economía social a los intereses del feminismo? ¿Cómo? __________________ 169 E.2. ¿Qué le falta a la economía social por aprender todavía del feminismo? ____________ 170 F. Conclusiones _________________________________________________________________ 174 4.7. Reflexiones finales en torno al estudio de caso ______________________________ 182 Desenlace __________________________________________________________ 187 Bibliografía ________________________________________________________ 193 Anexo I Guión de la entrevista _________________________________________ 209 Anexo II Carta de principios de RIPESS _________________________________ 211 Anexo III Carta de principios de REAS __________________________________ 217 Anexo IV Resumen en Inglés __________________________________________ 233 PLANTEAMIENTO 13 PLANTEAMIENTO El presente trabajo surge del intercambio entre la labor realizada tanto en organismos públicos como por parte de iniciativas privadas, dirigidas al cambio a favor de la igualdad de oportunidades, en el seno de empresas feministas y de economía social, y del interés por las teorías y las discusiones en el ámbito de los feminismos. Dicho interés parte de la convicción epistemológica de que teoría y práctica se complementan y enriquecen mutuamente1. Esto, que es válido tanto para la ciencia como para la filosofía y la política en general, resulta crucial, a nuestro entender, en el desarrollo de la teoría feminista, por su clara vocación de transformación en la práctica, por estar encarnada en las realidades que co-habitan en cada mujer que se siente feminista, y por la necesidad de dialogar entre nuestras ideas y la manera de plasmarlas, de cara a corroborar o falsar nuestras hipótesis, y seguir avanzando. Este diálogo entre teoría y práctica continúa dando su pleno sentido al ya clásico lema del feminismo: lo personal es político. La consigna, surgida de uno de los textos fundamentales de la segunda ola del feminismo, el libro Política Sexual de Kate Millet, pone de relieve que las consecuencias de la discriminación de las mujeres no deben quedarse en el interior de los hogares, sino trascender a la esfera de lo público. El motivo de ello es que existe un continuum entre lo que ocurre en “la paz de nuestras casas” y lo que ocurre en la sociedad, que conecta ambos espacios y hace que se sostengan mutuamente. Si ese continuum se pone de manifiesto, se transforma lo privado en político, rompiendo la intimidad de nuestros hogares y politizándolos; de este modo, los problemas resultantes se pueden abordar desde una dimensión más amplia. El ejemplo más paradigmático de la aplicación de esta consigna feminista es el fenómeno de la violencia de género y su abordaje2. La violencia contra las mujeres pasó 1 Cf. I. Kant, Über den Gemeinspruch: ‘Das mag in der Theorie richtig sein, taugt aber nicht fur die Praxis’, Ak. VIII, 275-277; cf. I. Kant, Teoría y práctica –ed. cast. Roberto R. Aramayo (1986)-, Madrid, Tecnos, pp. 4-6; cf. Lorenzo Peña y Roberto R. Aramayo (2006), “A propósito de Theoria cum Praxi”, en Valores e historia en la Europa del Siglo XXI (Col. TcP), Plaza y Valdés, pp. 449-452. 2 Otros ejemplos los podemos encontrar en las propuestas surgidas de la teoría queer en torno a la transformación del modo de relacionarnos sexualmente como apuesta política. PLANTEAMIENTO 14 de ser un problema entendido como un “asunto doméstico” a trascender a la esfera pública gracias a los movimientos feministas; en el momento en que cruzó el umbral de la impunidad hogareña, se exigió su parte de responsabilidad a los poderes públicos para garantizar la protección de las mujeres3. El hecho de politizar lo personal ha permitido al feminismo visibilizar muchas de las exclusiones de las mujeres naturalizadas en la sociedad, tales como la división sexual del trabajo o la explotación y el control sexual de las mujeres; a partir de su traslado a la esfera pública, se han elaborado leyes, medidas, campañas y proyectos de investigación e intervención que tratan de evitar su dinámica de perpetuación. El presente trabajo pretende ser una modesta contribución al vínculo entre teoría y práctica, que permita seguir reflexionando, y con ello desafiando, la inequidad así como poniendo en valor los avances conseguidos gracias a las reflexiones y luchas feministas. Su punto de partida a nivel teórico se encuentra en el análisis de las relaciones de poder heredado del feminismo marxista, cuya reflexión sugiere que, para analizar la explotación de las mujeres en las sociedades contemporáneas, es necesaria la comprensión de la relación entre patriarcado y capitalismo. La construcción cultural que en torno al sexo se hace en cada sociedad, construcción cambiante y adaptativa cuya tendencia es supeditar a las mujeres (junto con “los otros”) a los intereses de los varones normativos, es necesaria pero no suficiente para explicar, de manera aislada, la subordinación que las mujeres encuentran, a nivel interno y externo, en las sociedades actuales y en las democracias desarrolladas. La complicidad entre el patriarcado y el capitalismo resulta necesaria para entenderla. 3 En España, el punto de inflexión de esta ruptura entre la esfera pública y la privada de la violencia de género fue el caso de Ana Orantes, cuyo asesinato en 1997, tras una aparición televisiva, desató el estallido feminista en las calles exigiendo una ley integral, que abordara el problema de forma específica. Sobre esto, se puede leer “La construcción mediática de la violencia contra las mujeres desde la Teoría del Enfoque”, de María Rosa Berganza Conde (Universidad de Navarra, 2003; disponible en Internet), o “La voz ignorada. Ana Orantes y el fin de la impunidad”, de Nuria Varela (editorial EnDebate, libro electrónico, 2012). PLANTEAMIENTO 15 Tanto los feminismos como las distintas corrientes marxistas han buscado la posibilidad de transformar, tanto a través de sus análisis teóricos como de sus propuestas, las condiciones materiales de vida de los colectivos explotados e invisibilizados. A través de este diálogo se rescatan algunos de los elementos que han hecho posible avanzar hacia un cambio de posición -y no sólo de situación- en la vida de las mujeres. Por situación entendemos los aspectos materiales y prácticos que se requieren para un adecuado nivel de vida. La posición, en cambio, hace referencia a la ubicación social y económica en que se encuentran las mujeres en relación con los hombres. Desde la perspectiva influida por el feminismo marxista se buscan las posibilidades de transformación de los sistemas de producción y relación, para que las mujeres y los colectivos oprimidos ocupen en ellos posiciones de pleno derecho. Los debates en torno a los orígenes de la discriminación de las mujeres que se han producido en este diálogo han tenido su correlato en las medidas llevadas a cabo para corregir las desigualdades. Por ello, el segundo capítulo de la tesis aborda el desarrollo de estas medidas, las cuales han tenido su máximo exponente y reflexión en el ámbito internacional, en organizaciones bilaterales y multilaterales, donde se ha favorecido la puesta en marcha de medidas y posibilitado espacios para la reflexión. Este intercambio Sur-Norte, no exento de conflicto, ha ido recogiendo las propuestas de las organizaciones de base, las cuales han formulado conceptos que hoy en día resultan esenciales para entender las políticas de Equidad. En este escenario internacional de políticas de desarrollo, el último de los Enfoques bajo el que se engloban estas medidas, el enfoque de las Capacidades, está resultando especialmente útil para la incorporación de las demandas feministas. En él se centra el tercer capítulo, así como en las sinergias surgidas con otros planteamientos sensibles al cambio de estructuras. Tanto el enfoque de Capacidades como los aportes del ecofeminismo y las apuestas por la democracia feminista actuales, aportan algunas claves que posibilitan un cambio, no solo de lógica, sino de sistema. Las actuales propuestas se dirigen a superar el análisis de género centrado en el trabajo doméstico y la división sexual del trabajo, y dan un salto cualitativo hacia el concepto de sostenibilidad de la vida, tratando de poner en el centro de las actividades económicas, sociales, políticas y culturales unas vidas dignas de ser vividas. PLANTEAMIENTO 16 El cuarto y último capítulo nos acerca al marco desde el que algunas de estas propuestas se están llevando ya a cabo: la economía social feminista. La economía social es un ámbito económico relativamente desconocido. Esto puede deberse a que resulta relativamente reciente (las primeras cooperativas modernas se fundan en el siglo XIX), o bien a que los Estados no suelen separar las cuentas nacionales entre la economía procedente del primer y segundo sector (Estado y empresas privadas) y las empresas del tercer sector (economía social). También puede deberse a la confusión que hay entre diversos términos utilizados para referirse a las empresas que lo integran, tales como organizaciones sin ánimo de lucro, economía social o tercer sector. Sin embargo, a pesar de su falta de visibilidad, es un sector con un peso importante en Europa, tanto en materia de trabajo generado como de condiciones de empleo. Además, recoge y desarrolla su actividad bajo muchos de los principios que podrían dar respuesta a este cambio de estructuras: Equidad, Trabajo (tanto remunerado como no remunerado), Sostenibilidad medioambiental y Cooperación, entre otros. Nos parece por ello un marco adecuado para centrar el estudio de caso en el que se enmarca el capítulo. La hipótesis que considera necesario mantener el marco planteado por el feminismo marxista y el feminismo radical -la transformación de las condiciones materiales de vida de las mujeres y de las ideologías y valores que perpetúan la discriminación- trata de esbozar propuestas coherentes a las situaciones de las mujeres. El ámbito que nos parece más adecuado para responder a muchas de las demandas planteadas es el de la Economía social. El estudio de caso trata de acercar esta hipótesis a la práctica, basada como hemos comentado anteriormente en la epistemología de Theoria cum praxi, indagando en esta última parte del trabajo en empresas lideradas por mujeres feministas, en el ámbito de la economía social. A través de este intercambio, queremos comprobar si en la práctica se cumplen los principios que la rigen, qué mecanismos se están poniendo en marcha para ello y qué desafíos siguen existiendo en lo laboral y personal para su bienestar y satisfacción. La aportación original que supone a los trabajos ya realizados consiste en recoger algunos hilos lanzados por el diálogo entre feminismo y marxismo, como marco en el que se deben integrar las respuestas dirigidas a superar la discriminación de las PLANTEAMIENTO 17 mujeres, y traerlos hasta hoy para enlazar con ellos propuestas actuales, que den respuesta a sus desafíos y que planteen nuevos cabos sueltos. La economía social feminista nos ha parecido el punto de llegada hacia donde se dirigen, en el contexto actual, las posibles propuestas, y el nuevo punto de partida del que podrán arrancar otros desafíos. PLANTEAMIENTO 18 CAPITULO I: DIÁLOGO ENTRE FEMINISMO Y MARXISMO 19 CAPÍTULO I DIÁLOGO ENTRE FEMINISMO Y MARXISMO INTRODUCCIÓN La primera parte de este estudio dirige su interés hacia la conjunción entre feminismo y marxismo. El motivo de entrecruzar estas dos corrientes de pensamiento es múltiple: en primer lugar, para facilitar la comprensión de los feminismos actuales, es necesario acudir a este diálogo, no exento de conflicto. Durante la denominada segunda ola del feminismo, el pensamiento marxista tuvo una gran influencia en las autoras que impulsaron las nuevas corrientes feministas, así como en las propuestas surgidas de ellas, las cuales hemos querido rescatar por su pertinencia en la base de este estudio: desde Kate Millet, Gayle Rubin o Simone de Beauvoir acerca de la creación del concepto de género, pasando por Shulamith Firestone, Juliet Mitchell o Heidi Hartmann, tratando de dilucidar quién era el enemigo principal (si capitalismo o patriarcado), incluyendo a las autoras que realizan la crítica feminista a la ciencia y proponen el Punto de Vista Feminista, como Sandra Harding o Jane Flax, avanzando hacia las autoras que incluyen en la corriente principal de desarrollo la perspectiva feminista, como Maxime Molyneux, Magdalena León o Jo Rowlands, hasta llegar a la ruptura del sujeto mujer con autoras como Adrienne Rich, Audreu Lorde, Bell Hooks o, más adelante, Donna Haraway y Teresa de Lauretis. Incluso las que tratan de hacer una lectura del marxismo en clave más humanista como Raya Dunayevskaya, o las actuales corrientes de Economía Feminista en autoras como Lourdes Benería, Antonella Picchio, Cristina Carrasco o Amaia Pérez Orozco. Así, todo este variado recorrido de corrientes y autoras que en la actualidad han influido en el modo en que se abordan los problemas y se diseñan las políticas dirigidas a favorecer la equidad, han tenido en común raíces e influencias marxistas. Por otra parte, también nos resulta interesante este diálogo marxista-feminista por el interés que han mostrado sus autoras en identificar los orígenes materiales de la explotación de las mujeres. Para desarticular un sistema es necesario conocer sus CAPITULO I: DIÁLOGO ENTRE FEMINISMO Y MARXISMO 20 orígenes y dirigirse a los lugares donde hunde sus raíces. En la medida en que se avanza hacia una comprensión más profunda de la discriminación, que permita desarticular el complejo entramado de dinámicas que generan desigualdad, esta comprensión vendrá acompañada de cambios concretos que transformen las condiciones de vida de las mujeres. Y viceversa, lo mismo4. Unido a esto, el tercero de los motivos que ha suscitado el interés en esta relación viene derivado del compromiso que tanto el marxismo como el feminismo tienen en la transformación de las condiciones de vida de los colectivos oprimidos. 1.1. ORIGEN DE LA RELACIÓN MARXISMO-MUJER E INFLUENCIAS MARXISTAS EN EL FEMINISMO “Hablamos de opciones, claro está, en un sentido metafórico, ya que, en la medida en la que haya podido haber algún margen de opción -cuestión sumamente compleja y difícil de determinar- se ha tratado de opciones de determinadas clases sociales de determinadas sociedades y, en gran parte, de individuos de determinado género dentro de esas clases, y no de “opciones” de la especie” (Amorós, 1985). Adquirir conciencia de clase es, o debería ser, algo relativamente sencillo, a razón de lo evidente que resulta la afirmación hecha por Celia Amorós de que no todo el mundo accede a las mismas oportunidades. Sin embargo, resulta asimismo evidente que esta conciencia no debe ser tan obvia pues, si así fuera, la gran masa de personas que pertenecen a la clase social proletaria -aunque el término ya resulte inapropiado- o explotada, obtendría una identidad común de esta conciencia, y es obvio que no sucede. Con la conciencia de género ocurre algo parecido. Nacer mujer no hace consciente de la discriminación por motivos de género; por ello, muchos de los esfuerzos feministas se han dirigido y se dirigen a sensibilizar sobre las causas y 4 Sobre la capacidad de influencia de las prácticas sociales en el sistema de creencias, y viceversa, es interesante la teoría de la psiquiatra Jean Shinoda Bolen (1999) descrita en El millonésimo círculo (Barcelona, Kairós). CAPITULO I: DIÁLOGO ENTRE FEMINISMO Y MARXISMO 21 consecuencias de esta discriminación y, con ello, a tratar de articular un sujeto político. Resulta paradójico intentar hacer ver a una persona atravesada de estas múltiples discriminaciones, que lo está. Esto ocurre, entre otras razones, porque todo el mundo se considera normal y rara vez nos cuestionamos la normalidad desde una perspectiva crítica. Tenemos normativizada, y por ello normalizada, la discriminación. Sin embargo, el proceso de construcción de la identidad se ve atravesado por ejes de poder/opresión que definen, en función de diversos factores como la clase social, el género, la raza, la opción sexual, la edad y la diversidad funcional, el lugar respecto al privilegio en que nos encontramos como sujetos. Igual que ocurrió con el marxismo, que iluminó un lugar que hasta entonces no tenía nombre -la opresión de la clase subordinada-, en base al trabajo asalariado, la perspectiva feminista, como teoría crítica, ha permitido a muchas mujeres hacerse conscientes de las situaciones de explotación en que nos colocan las relaciones sexo- género, nombrarlas, identificarse a sí mismas como sujetos políticos y articular diversas luchas. La definición de sujeto a la que atiende esta primera parte del trabajo toma su base de la elaborada por el feminismo materialista a partir del final de la década de los setenta. La clase social y el género cultural son dos categorías básicas que constituyen el punto de partida del análisis que realizamos, a las que más adelante se van incorporando otras diferencias necesarias para entender la importancia de las identidades situadas. Identificar las causas de opresión de las mujeres constituye la base de cualquier estimación de lo que habría que cambiarse para crear una sociedad sin jerarquías ni exclusión por motivos de género, clase, opción sexual, etnia o funcionalidad. A partir de aquí, haremos referencia a algunos de los debates que, en el seno del feminismo marxista y del feminismo radical, se sostuvieron durante la segunda ola del movimiento feminista, en la medida en que nos han sido útiles para definir nuestro propio sujeto de emancipación. El feminismo materialista ha tratado de desarrollar de manera radical –esto es, yendo a la raíz-, tanto en su forma de análisis como en las diversas propuestas políticas que le han sucedido, el proyecto de igualdad de oportunidades entre sexos. Sin embargo, la relación entre el feminismo y el materialismo histórico (como modelo de CAPITULO I: DIÁLOGO ENTRE FEMINISMO Y MARXISMO 22 conocimiento), así como del feminismo con el comunismo (medidas concretas puestas en marcha en la práctica política), no ha estado ni está exenta de conflicto, en la teoría ni en la práctica, especialmente a partir de los años 70. Sin embargo, como señalaremos a continuación, el materialismo histórico ofreció al feminismo un método que le ha permitido (y, aun hoy, le sigue permitiendo) desarrollar algunos de sus postulados cruciales. La idea de que los sistemas de conocimiento no son ideológicamente neutrales ya había sido desarrollada por el marxismo para el conflicto de clases y es retomada por el feminismo para el conflicto de género y también para las críticas que, desde el feminismo, se vierten sobre el marxismo. Quizás esta frase de Heidi Hartmann (1979) pueda dar cuenta de uno de los aspectos principales de dicho conflicto: “El “matrimonio” entre marxismo y feminismo ha sido como el matrimonio según el derecho consuetudinario inglés: marxismo y feminismo son una sola cosa, y esta cosa es el marxismo”. Esta frase da cuenta de las tensiones que le sobrevendrán al marxismo a partir de la segunda ola, con ciertas corrientes feministas. Sin embargo, además de la utilidad del método marxista, como más adelante veremos, es crucial la sensibilidad que el comunismo y el socialismo en su práctica, y en las bases y fundamentos de los mismos, muestran hacia lo que se conoce como la cuestión femenina. En sus escritos, tanto Marx como Engels, desde el comienzo del análisis materialista de la historia, comparten la preocupación sobre la situación de la mujer como problema derivado de la organización social que el capitalismo ha impuesto. En un famoso fragmento del libro El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, Engels (1884) señala la división del trabajo de la siguiente manera: “Según la teoría materialista el factor decisivo de la historia es, a fin de cuentas, la producción y reproducción de la vida inmediata. Pero esta producción y reproducción son de dos clases. De una parte, la producción de medios de existencia, de productos alimenticios, de ropa, de vivienda y de los instrumentos que para producir todo esto se necesitan. De otra parte, la producción del hombre mismo, la continuación de la especie. El orden social en el que viven los hombres en una época o en un país dados, está condicionado por estas dos especies de producción: por el grado de desarrollo del trabajo, por una parte, y de la familia, de otro”. CAPITULO I: DIÁLOGO ENTRE FEMINISMO Y MARXISMO 23 La desigualdad, en su análisis, no se sitúa en la división de estas esferas denominadas productiva y reproductiva, pues no se sobreentiende que en ella haya roles asignados al sexo. El problema entre estas tareas, ambas consideradas productivas, deriva de la organización que el capitalismo establece, empezando por la división de esferas, privada y pública, en que se desarrollarán a partir de entonces. Engels sitúa en esta misma obra (1884) la subordinación de las mujeres como resultado de la propiedad privada. Tanto Marx como Engels consideran que la propiedad privada, sumada al modo de producción capitalista y a la construcción de la familia como unidad garante del orden social, mantienen la desigualdad en las relaciones entre mujeres y hombres. Pero este problema es una consecuencia derivada del problema fundamental: la desigualdad entre clases sociales. Anteriormente al capitalismo, argumentan, las relaciones que se daban dentro de la familia eran de cooperación y armonía entre los miembros. La institución familiar fundada con la creación del nuevo estado liberal, según ellos, acompañada de sus mandatos (monogamia, doble moral, patrilinealidad) y sometida completamente a la relación de propiedad, la cual establece la división de espacios productivos, es la que dota al capitalismo de una estructura social que fundamenta la desigualdad entre sexos. Friedrich Engels había escrito en 1844 La cuestión de la clase obrera en Inglaterra, donde describe y muestra su preocupación por la salud de las mujeres, por sus condiciones laborales e, incluso, por las agresiones sexuales por parte de los propietarios de las fábricas hacia ellas, lo que a veces provocaba la intimidación de las mujeres, su renuncia al empleo o la presión hacia el ejercicio de la prostitución. Asimismo, en 1845, Karl Marx escribe: “los progresos sociales y los cambios de período se operan en razón directa del progreso de las mujeres hacia la libertad, y las decadencias de orden social se operan en razón del decrecimiento de la libertad de las mujeres... porque aquí, en la relación de hombres y mujeres, del débil y el fuerte, la victoria de la naturaleza humana sobre la brutalidad es más evidente” (Marx, 1981 [1845]). Tanto el marxismo del siglo XIX como de principios del XX tendió a subordinar la cuestión de la mujer a la revolución social, entendiendo que era una consecuencia de la instauración del liberalismo capitalista, y que, al conseguir la igualdad de clase, se CAPITULO I: DIÁLOGO ENTRE FEMINISMO Y MARXISMO 24 conquistaría la igualdad entre sexos. El análisis marxista se centró en la dimensión social de la explotación de las mujeres5, así como en la constitución de la familia burguesa como esfera donde se articula esta explotación. A pesar de las consecuencias negativas que la implantación del capitalismo tiene para las mujeres, el proceso de industrialización hace prever a los teóricos marxistas que la participación de las mujeres en el trabajo remunerado, a través de las fábricas, supondrá la igualdad entre la clase obrera. Marx estaba de acuerdo con la incorporación de las mujeres a la producción, pues veía en este cambio un paso hacia el progreso de su participación social y política, si bien en otras condiciones. Aunque el proceso de industrialización favorece la incorporación de las mujeres al ámbito productivo-salarial, también lo es que escinde los espacios de producción- reproducción (fábrica-hogar), haciendo a las mujeres vivir en el vaivén entre la producción y la reproducción6. La división de espacios que deriva de la revolución industrial fragmenta el trabajo realizado en los hogares -no importa si se trata de productivo o reproductivo- y el trabajo gremial. Del primero las mujeres siguen siendo las principales responsables mientras que en el segundo se instaura, paulatinamente, una distinción de tareas y de sectores en los que se encuentran las mujeres, caracterizados por la inferioridad de valoración social y condiciones laborales con respecto al realizado por los hombres. El proceso de industrialización no sólo afecta a las esferas donde se realizan las distintas tareas, sino a la concepción en sí del trabajo. Debido a la división entre hogar y fábrica, acompañada de la división sexual del trabajo, comienza la ceguera que conlleva considerar trabajo solo a aquellas tareas que se realizan en el ámbito público, lo que excluye a las mujeres de la esfera de la producción social legitimada. A partir de este momento, tanto el capitalismo como el marxismo ponen el foco de atención en la esfera del trabajo que se intercambia en el mercado por dinero. Este es uno de los puntos en que el marxismo clásico se muestra insuficiente a las demandas 5 Muchas de las consecuencias de esta situación de explotación específica de las mujeres son descritas por Engels (1845), quien hace referencia tanto a su estado de salud (deformidades en huesos, abortos, partos en condiciones insalubres) como a su estatus social más vulnerable (acoso sexual, prostitución). 6 Las tareas de reproducción normalmente se definen, en este momento histórico, como trabajos (domésticos) dedicados a la subsistencia directa de la familia y a los cuidados asistenciales. CAPITULO I: DIÁLOGO ENTRE FEMINISMO Y MARXISMO 25 feministas posteriores. El análisis clásico marxista se muestra ciego a la productividad de los hogares, en sentido literal, que se establece gracias a la dependencia que el capitalismo tiene de ellos. A pesar de las críticas que realiza al sistema capitalista, mantiene escindida la importancia (o, lo que es lo mismo, no se establece relación) entre lo público y monetizado, y lo privado y no monetizado. Más adelante, en cambio, la revisión feminista del marxismo centrará su análisis en la importancia que el trabajo reproductivo tiene en la esfera productiva. REVOLUCIÓN RUSA Y LA CUESTIÓN FEMENINA Como señala Inessa Armand, la primera dirigente del departamento de la Mujer en la Revolución Rusa, “si la liberación de la mujer es impensable sin el comunismo, el comunismo es también impensable sin la liberación de la mujer” (citado en Smith, 2013). Durante la puesta en marcha de la Revolución Rusa, la incorporación de las mujeres a las fábricas es una realidad. Desde la visión compartida con el socialismo marxista de que la explotación de las mujeres viene derivada de la organización capitalista de producción y familia, las líderes políticas Clara Zetkin y Alejandra Kollontai interpretan la cuestión de la mujer como parte de ese doble juego en el que el varón burgués somete a la mujer a su tiranía. Zetkin, una de las líderes del feminismo marxista más destacada por centrar la mayor parte de su reflexión y militancia alrededor de la cuestión femenina, acepta la combinación de capitalismo y patriarcado, y moviliza a las mujeres en grupos autónomos. Sin embargo, contempla “la lucha de sexos” y las reivindicaciones surgidas de este planteamiento, como la lucha por el sufragio femenino, como parte de la ideología burguesa. Al igual que en el plan trazado por Engels, existe en ellas una confianza en que con el fin de la propiedad privada y el establecimiento de un régimen socialista, la igualdad de las mujeres será un hecho. Para ello, con la instauración del régimen comunista, se esforzaron en crear recursos comunitarios que permitieran a las mujeres disponer de más tiempo para la participación política. Al mismo tiempo, cuestionaron algunos de los valores en los que se basaba la familia tradicional burguesa, como la monogamia, y se adoptaron medidas tales como el CAPITULO I: DIÁLOGO ENTRE FEMINISMO Y MARXISMO 26 derecho al aborto, libre y gratuito, y al divorcio en total libertad. La siguiente afirmación de Trotski en el libro La mujer y la familia, da cuenta de las medidas puestas en marcha para favorecer la igualdad real entre mujeres y hombres de clase obrera y también de la creencia, compartida por Marx y Engels, en las relaciones anteriores al capitalismo como aquellas donde se daba la satisfacción mutua: “La revolución hizo un esfuerzo heroico por destruir el llamado núcleo familiar, esa arcaica y estancada institución en la que la mujer de clase trabajadora lleva a cabo trabajos de esclavo desde la infancia hasta la muerte... La completa absorción de las tareas domésticas por instituciones de la sociedad socialista, uniendo todas las generaciones en solidaridad y ayuda mutua, tenía que llevar a la mujer, y con ella a la pareja de enamorados, a una real liberación de unas cadenas de mil años de antigüedad” (citado en Clará, 2003). Tanto Alejandra Kollontai como Clara Zetkin impulsaron Congresos y Conferencias Nacionales de mujeres, así como Comisiones de mujeres dentro del partido, con el fin fomentar la participación de las mujeres en las esferas públicas, hecho que provocaría que la igualdad fuera, más allá del reconocimiento de derechos, una posibilidad real a través de la unión de las mujeres. Parafraseando la famosa frase atribuida a Flora Tristán: “proletarios del mundo, uníos”, Kollontai y Zetkin trataron de unir a las mujeres proletarias, enfocadas en luchar, junto con los hombres de su clase, contra el capital. Ya entonces observaron que los obstáculos que impedían la plena participación de las mujeres en asuntos relacionados con sus vidas, iban más allá del reconocimiento de la igualdad legal y de los recursos destinados a la conciliación. Ya en 1907, Zetkin y Rosa Luxemburgo organizan la primera Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, en la que formulan las que van a ser demandas clásicas del feminismo socialista: salario igual a trabajo igual, igualdad de oportunidades, ayudas estatales a la crianza y derecho al voto. Con respecto a este último, continúan viéndolo como un derecho social -que favorecerá la igualdad real de oportunidades- y no un derecho individual. Es decir, frente a los derechos individuales, emanados de la concepción liberal surgida de la Ilustración, tales como el derecho a la libertad individual y a la libertad de expresión, se CAPITULO I: DIÁLOGO ENTRE FEMINISMO Y MARXISMO 27 priorizan los derechos sociales tales como el derecho al trabajo, a la educación o a la salud. Por ello, las feministas socialistas no establecen alianzas con el movimiento sufragista, pues ven en él un movimiento burgués en oposición a los intereses de la clase proletaria. Temen que, en el caso de crecer su fuerza y de atraer para sí la militancia de mujeres proletarias, las propuestas reformistas socialdemócratas triunfen sobre las propuestas transformadoras del marxismo. Aunque las socialistas apoyaron tácticamente al movimiento sufragista (proponen que todas las campañas electorales incluyan la exigencia del voto para las mujeres), se sentían desligadas de este movimiento al que acusaban de olvidar la situación derivada de la clase, de las mujeres proletarias. Esto se recoge perfectamente en la frase de Kollontai: “sin embargo, en sus demandas de igualdad política nuestras feministas son como sus hermanas extranjeras, los amplios horizontes abiertos por el aprendizaje socialdemócrata permanecen ajenos e incomprensibles para ellas. Las feministas buscan la igualdad en el marco de la sociedad de clases existente, de ninguna manera atacan la base de esta sociedad. Luchan por privilegios para ellas mismas, sin poner en entredicho las prerrogativas y privilegios existentes. No acusamos a las representantes del movimiento de mujeres burgués de no entender el asunto, su visión de las cosas mana inevitablemente de su posición de clase” (Kollontai, 1907; citado en Ruiz, 2011). Los Zhenotdel, o Departamentos de mujer dependientes del Comité central, editaron revistas dirigidas a las mujeres y trataron con ello de crear un sujeto político colectivo, que rompiera con los roles sociales establecidos para las mujeres. Algunas de las medidas que propusieron y que fueron llevadas a cabo consistían en la asunción, por parte del Estado, de tareas referentes a los cuidados sociales. Por entonces, Alejandra Kollontai ya consideraba que la división y la distribución del trabajo por sexos constituía el obstáculo principal para la consecución de la igualdad. Una de sus aportaciones en lo referente al cambio de modelo en la relación entre mujeres y hombres fue la conocida como teoría del vaso de agua, a través de la que animaba a las mujeres a hacer su propia revolución sexual, estableciendo encuentros amorosos de manera tan sencilla y natural como “beberse un vaso de agua”. Kollontai pensaba que había que transformar las estructuras, no sólo económicas, sino también sociales y mentales, para favorecer la igualdad. En este sentido, las relaciones sexuales formaban parte de esa revolución cultural que se había propuesto hacer, y que después sería retomada y CAPITULO I: DIÁLOGO ENTRE FEMINISMO Y MARXISMO 28 ampliada por el feminismo radical de la segunda ola. Frente a la doble moral, la desigualdad y la propiedad en el matrimonio, ella proponía relaciones de equidad entre mujeres y hombres basadas en la solidaridad y el compañerismo. A pesar de que, en líneas generales, las grandes líderes feministas estaban alineadas con los intereses del partido y, por ende, del comunismo y socialismo decimonónicos, si existió en ellas la convicción acerca de la necesidad de introducir cambios en el matrimonio, tanto en la esfera legal como personal. Esta posición les llevó a fuertes desavenencias con Lenin, quien veía en ello una reivindicación de interés menor. “Huelga decir”, señalaría Kate Millet más adelante, “que la subordinación de las mujeres no representa tan sólo un hecho económico o político, sino todo un fenómeno social y psicológico”. En este sentido, concluye que “era necesaria una revolución para cambiar el sistema económico, pero no suficiente para liberar a la mujer” (Millet, 1969). Como ocurre tantas veces, cuando el desarrollo de la Rusia revolucionaria fue complicándose, debido en parte al comunismo de guerra, y las condiciones para las mujeres empeoraron (el desempleo creció, perjudicándolas especialmente), la aparición del estalinismo significó una vuelta atrás en sus derechos. Entre otras medidas, se premió a las familias numerosas, se prohibió la homosexualidad en 1934, el aborto en 1936 y se persiguió la promiscuidad y el adulterio. Los procesos revolucionarios comunistas reconocieron la igualdad de derechos entre mujeres y hombres, y facilitaron, a través del aparato estatal, la incorporación de la mujer al empleo y la disminución de cargas familiares. Sin embargo, como señala Montserrat Galcerán (2006), el reconocimiento de derechos sociales, no de derechos naturales (ilustrados), si bien permite romper socialmente la dependencia y supone un esfuerzo necesario, no es suficiente para la autonomía de las mujeres. A pesar de las medidas adoptadas en la Rusia revolucionaria, que cuestionaron muchos de los cimientos en los que se basaba la dominación de las mujeres, cimientos tales como la división sexual del trabajo o la construcción social de la idea de la familia y de las relaciones, no hay una tensión entre el feminismo y el marxismo, pues existe un CAPITULO I: DIÁLOGO ENTRE FEMINISMO Y MARXISMO 29 interés unitario y elevado al de género, que es superar la desigualdad de clase. Decir esto es afirmar que no hay una tensión, hasta el momento, explícita entre mujeres y hombres marxistas, pues se ve en ella la amenaza, constantemente señalada por Lenin y por las líderes socialistas, de que la conocida como lucha de sexos divida a la clase obrera. En cambio, sí comienza a haber una tensión manifiesta entre el feminismo igualitario y el marxista, debido al interés desigual que unas y otras muestran al factor clase social, secundario para unas y prioritario para otras. El diálogo entre feminismo y marxismo se hace especialmente intenso a partir de los años 70, con la llegada de la segunda ola del feminismo y, con ella, la renuncia de ciertas corrientes procedentes del marxismo a supeditar los intereses de las mujeres a los de la clase social. 1.2. DIVISIÓN SEXUAL DEL TRABAJO COMO ORIGEN MATERIAL DE LA DISCRIMINACIÓN DE LAS MUJERES En los círculos radicales marxistas de los años 60 las personas que participaban, en su mayoría hombres, continuaban con la visión de que definir la desigualdad que afectaba a las mujeres era de interés mucho menor al esfuerzo de definir la desigualdad derivada de la clase. Tras la consecución del acceso de las mujeres al voto -una de las principales reivindicaciones surgidas del movimiento de mujeres a escala internacional- y los cambios que trajo consigo, se produjo una aparente calma en el movimiento feminista. La consecución de este derecho supuso la apariencia de una sociedad legalmente casi- igualitaria (De Miguel, 2002). Ante esta apariencia de tranquilidad, que poco más tarde desembocaría en la irrupción de una nueva ola feminista, Silvia Federici recuerda que los primeros síntomas de malestar se detectaron en las voces de las mujeres negras, quienes empezaron a manifestar el descontento frente a su rol de trabajadoras no asalariadas (Federici, 2013). Aunque gran parte de los textos que hacen referencia a esta época dan cuenta del CAPITULO I: DIÁLOGO ENTRE FEMINISMO Y MARXISMO 30 superventas The Feminine Mystique7 (1963) de la autora norteamericana Betty Friedan, como origen del “malestar que no tiene nombre”8, fueron realmente las welfare mothers (madres dependientes de subsidios), mujeres que recibían ayudas por hijos dependientes a su cargo, quienes mostraron su malestar ante la vulnerabilidad a la que se enfrentaban. Estas mujeres señalaron la animadversión que existía contra ellas por solicitar ayudas para realizar un trabajo de cuidados, mientras eran concebidas como parásitos sociales. Aunque la lucha de las welfare mothers fue de la mano del movimiento por los derechos civiles y políticos de las minorías afrodescendientes en Estados Unidos, y se consideró, dentro de esta, minoritaria, consiguió dar voz a algunas de las paradojas a las que se enfrentaban las amas de casa; tales como el hecho de que se pagara un salario superior a las personas que cuidaban de otras criaturas frente a las que cuidaban de las suyas propias. Tanto los artículos surgidos al respecto como el movimiento de mujeres en este momento dan cuenta de que la familia está dejando de ser considerada un espacio de consumo y pasa en cambio a ser percibida como espacio de producción. En este momento, el temor a que la lucha de las mujeres divida la lucha de clases empieza a ser interpretado como la resistencia, mostrada por parte de los varones, a reconocer que sus prácticas y creencias también reproducen opresión y explotación sobre sus pares, las mujeres. O, dicho con otras palabras, empieza a no darse por supuesto que quienes luchan por la emancipación de la clase obrera, incluyan en ella, con igualdad de condiciones, a las mujeres. Esto lo resume Auguste Bebel en la siguiente expresión: “no se crea que todos los socialistas sean emancipadores de la mujer; los hay para quienes la mujer emancipada es tan antipática como el socialismo para los capitalistas” (Bebel, 1980 [1883])9. 7 Sobre una crítica a la interpretación de los problemas de las mujeres, presente en The Feminine Mystique, ver Hooks (1984). 8 Un antecedente peculiar del feminismo emancipador de las mujeres que se rebelan sobre el trabajo doméstico lo encontramos en la singular vida y obra de Charlotte Perkins Gilman (1860-1935), quien en 1890 escribe un cuento autobiográfico llamado The yellow wallpaper (El empapelado amarillo), como muestra a la reacción de rechazo al rol materno y doméstico que en un momento de su vida le tocó vivir, y a las consecuencias sobre su salud. El cuento también contiene una crítica al abordaje que la medicina hace de estos malestares sin nombre. 9 Podemos encontrar ejemplos recientes de ello en los nuevos partidos de izquierda. Algunas de las noticias que se hacen eco de esta situación son: El Diario, 27 de enero de 2015: “Syriza forma gobierno sin ninguna mujer al frente de sus 12 ministros”; El Mundo, 28 de enero de 1015: “La igualdad de género, CAPITULO I: DIÁLOGO ENTRE FEMINISMO Y MARXISMO 31 El hecho de que la exclusión de las mujeres no sea un fenómeno exclusivo del capitalismo, sino que forme parte de una dialéctica más amplia de poder, empieza a ser señalado por diversas autoras. Este hecho también se traduce en tensiones dentro de los partidos y corrientes marxistas. Como señala Federici, “en el nombre de la “lucha de clases” y del “interés unitario de la clase trabajadora”, la izquierda siempre ha seleccionado a determinados sectores de la clase obrera como sujetos revolucionarios y ha condenado a otros a un rol meramente solidario en las luchas que estos sectores llevaban a cabo” (Federici y Cox, 1974). Sin embargo, no es extraño que a través del método de análisis marxista se desarrollaran, en la segunda ola del feminismo, muchas perspectivas que permitieron un marco de reflexión sobre el origen y las consecuencias de la explotación de las mujeres. El marxismo, como teoría, permite la comprensión del desarrollo de la sociedad clasista, del proceso de acumulación en las sociedades capitalistas, de la reproducción de algunos mecanismos de dominación/ sumisión y de las tensiones inherentes a este sistema, de sus contradicciones y luchas. Ofrece, por tanto, una epistemología adecuada para incorporar los conflictos de género. Como señala Rubin, “no hay ninguna teoría en la historia que explique la opresión de las mujeres –en su infinita variedad y monótona similitud, a través de las culturas y en toda la historia- con nada semejante a la fuerza explicatoria de la teoría marxista a la opresión de clase. Por eso no es nada sorprendente que haya habido muchos intentos de aplicar el análisis marxista a la cuestión de las mujeres” (Rubin, 1975). A partir de los años 70, en la denominada segunda ola del feminismo comienzan a formularse los conceptos de género y patriarcado dentro de los movimientos de mujeres, así como en las diversas corrientes feministas, y se plantea la relación de este sistema de género con el capitalismo. El concepto de ‘clase obrera’ pierde fuerza, al referirse a una agrupación intergenérica que no da fe de la realidad de la discriminación de las mujeres, al tiempo que la adquiere la de ‘mujeres’ (a pesar de que con el tiempo también pierda fuerza por no considerarse un sujeto unitario y remitir en cambio a un grupo interracial, interclasista y con múltiples diversidades). una laguna en el discurso de los hermanos Syriza y Podemos”; El Plural, 4 de abril de 2015: “El reto pendiente de Podemos con la Igualdad. Solo presenta dos candidatas en las próximas elecciones autonómicas”. CAPITULO I: DIÁLOGO ENTRE FEMINISMO Y MARXISMO 32 Diversas teorías convergentes elaboran su definición de lo que se conoce como sistema patriarcal: la desigualdad entre mujeres y hombres se construye en base a narraciones culturales acerca de lo que conlleva “ser mujer” (Rubin, 1975)10. Estas narraciones tienen implicaciones en distintos campos, como la asignación cultural que se da al hecho biológico de nacer mujer u hombre, en las esferas políticas, sociales y psicológicas (Beauvoir, 1968); la sexualidad como mecanismo de opresión en todos los ámbitos (Millet, 1969; Firestone, 1973); o el modelo de trabajo (Delphy, 1970; Dalla Costa, 1971). A finales de la década de los setenta y principios de los ochenta, existe una búsqueda del origen material de la explotación de las mujeres que centra su atención en la división sexual del trabajo. Atraídas por el método materialista de la historia, que supo captar la explotación de la clase trabajadora a través del trabajo asalariado, las feministas tratan de definir cuál es la práctica que extrae la plusvalía femenina a través de la enajenación de su trabajo. Para el materialismo histórico una idea fundamental es la de la transformación del mundo a través del trabajo. Sobre todo en las sociedades con un modo de producción capitalista, las y los trabajadores enajenan y alienan su trabajo, el cual se convierte en mercancía que se compra y se vende. Para el materialismo, entender estos métodos de producción y las relaciones que determinan, es entender las sociedades. El método materialista ofrece una posibilidad sumamente útil, que consiste en su proceso de doble vía: los cambios en las condiciones materiales derivan en cambios históricos, así como el mundo material y lo que hacen los seres humanos con él tiene la capacidad de explicar las sociedades. Las demás actividades humanas y los productos generados por ellas -Constituciones de los Estados, leyes, obras culturales-, están supeditados a los modos de producción. El materialismo, por tanto, es un método para entender la naturaleza humana en su relación concreta con el mundo y los cambios que tienen lugar en este. Estos cambios son de naturaleza dialéctica en el sentido de que en las sociedades se producen conflictos que se resuelven por medio de 10 “Sistema de sexo-género es el conjunto de disposiciones por el que una sociedad transforma la sexualidad biológica en productos de la actividad humana, y en el cual se satisfacen estas necesidades humanas transformadas”: esta es la definición tomada de Gayle Rubin (1975), en una sinonimia sexo- género típica de los años setenta. Diez años más tarde, en un trabajo también muy influyente (en Vance, Carole S. (comp.) (1989), Placer y peligro, explorando la sexualidad femenina, Madrid, Ediciones Talasa) se sostenía la necesidad de elaborar una teoría y una política del sexo independientes de la crítica feminista al género. CAPITULO I: DIÁLOGO ENTRE FEMINISMO Y MARXISMO 33 transformaciones estructurales. La dialéctica en este caso no es sin embargo una dialéctica hegeliana, que conciba el espíritu como principio de la realidad; la dialéctica materialista emancipa y establece la primacía de la materia sobre las ideas y el mundo espiritual11. En su modo de análisis, las ideas tienen un origen material. El materialismo dialéctico supera la visión dualista de materia y espíritu y establece las relaciones humanas como fuente para mediar entre estas dos realidades. Desde este punto de vista, que trata de captar el origen de la desigualdad en el mundo material, el debate sobre el trabajo doméstico que llevaron a cabo feministas socialistas de procedencia italiana, inglesa y norteamericana, principalmente, cuestionó el modo habitual de abordar la opresión de las mujeres por parte de la tradición marxista y socialista. Principalmente, estas autoras señalaron que la teoría del valor no tomaba en consideración el valor del trabajo de reproducción y cuidados. En 1962, el artículo publicado por Margaret Benston, “La economía política de la liberación de las mujeres”, revela que el trabajo realizado por las mujeres en las casas es “productivo” en el sentido marxista. El hilo argumental del artículo es que sin este trabajo las y los trabajadores no podrían reproducirse, y sin trabajadoras/es el capital no se produce. Esto supone la idea principal que defiende, a partir de ahora, que el trabajo doméstico sostiene el capitalismo y, por tanto, que es otra categoría de trabajo productivo. En 1972 Mariarosa Dalla Costa defiende esta idea de que el trabajo de reproducción es trabajo productivo pues, aunque no se desarrolle bajo el mando capitalista, produce la mercancía ‘fuerza de trabajo’ que es esencial para el sistema. Como señala en este escrito: “nos concentraremos en la posición12 de la mujer de clase obrera, pero esto no implica que ella sea la única explotada. Es más bien para confirmar que el papel del ama de casa de clase obrera, el cual creemos que ha sido indispensable para la producción capitalista, es el determinante para la posición de todas las demás 11 Vid. Marx, C., Tesis sobre Feuerbach, en C. Marx y F. Engels (1976), Obras Escogidas I:10. Editorial Progreso, Moscú: “los filósofos no han hecho otra cosa que interpretar el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo”. 12 La cursiva es nuestra, para apuntar el debate entre situación y posición de las mujeres en la sociedad, que abordamos posteriormente. CAPITULO I: DIÁLOGO ENTRE FEMINISMO Y MARXISMO 34 mujeres. Todo análisis de las mujeres como una casta debe partir del análisis de las mujeres de la clase obrera. Con el fin de considerar al ama de casa como central, fue necesario en primer lugar analizar brevemente cómo ha creado el capitalismo la familia moderna y el papel del ama de casa en ella” (Dalla Costa, 1972)13. Entre sus muchas propuestas, está la de deshacer la distinción entre esferas “privadas” y “públicas” o “reproductivas” y “productivas”, y pensar en formas de huelga de trabajo o de pago del mismo. Gracias a la campaña “Salarios para las amas de casa”, impulsada internacionalmente por feministas norteamericanas, inglesas e italianas, principalmente, se produjo un intenso debate que refleja, en sus consecuencias, algunas de las rupturas que empiezan a surgir entre los movimientos autónomos de mujeres y los partidos de izquierda14. Este debate puso de manifiesto dos hechos a un tiempo. Uno, que la división sexual del trabajo, que confinaba a las mujeres al trabajo doméstico y al ámbito de lo privado, creaba las condiciones materiales para su explotación. Dos, las limitaciones que el análisis marxista mostraba en torno a las categorías de trabajo, en general, y a las causas de la explotación de las mujeres, en particular. El marxismo reconoce que los salarios son la base de la explotación de la clase obrera, pero la auténtica brecha está entre quienes los tienen y quienes no los tienen (Federici, 1975). Además, la teoría del valor marxista no tiene en consideración que el trabajo reproductivo es necesario para el “valor fuerza de trabajo”. La teoría del valor de Marx argumenta que lo que la persona trabajadora vende, a través de un contrato, es su capacidad para trabajar o “fuerza de trabajo”, y no su trabajo en sí. El salario paga el valor que cuesta reproducir esta fuerza de trabajo. Este valor “fuerza de trabajo” es siempre inferior a las mercancías que produce, en unidad de tiempo, ya que la diferencia 13 Sobre los mecanismos que moldearon la actual organización de la familia y la distribución del trabajo, es pertinente el texto de Silvia Federici (2010), Calibán y la bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación primitiva, Madrid, Traficantes de Sueños; que se centra en la documentación de dos estrategias: la expropiación de tierras y recursos comunales por parte de los Nuevos Estados burgueses, que contribuyó a fragmentar la división e individualización de esferas de trabajo, y la persecución de los saberes femeninos de distintas ramas, a través del máximo exponente de la “caza de brujas” durante los siglos XVI y XVII, en Europa, que culminó con el modelo de ciencia hegemónico masculino. Federici señala que la irrupción del capitalismo marcó uno de los períodos más sangrientos de la historia de Europa debido tanto a la caza de brujas, como a la colonización del nuevo mundo y el comienzo del comercio de esclavos. 14 Este debate, conocido como el enfrentamiento entre “feministas políticas” y “feministas radicales” tuvo su correlato en España entre “autónomas” y “políticas”, durante las II Jornadas Feministas, celebradas en Granada en 1979. CAPITULO I: DIÁLOGO ENTRE FEMINISMO Y MARXISMO 35 entre el salario de la persona trabajadora y las mercancías que produce es lo que genera la plusvalía que obtiene el patrón. Esto constituye la base del beneficio capitalista. Pero en este punto concreto, la teoría marxista pone la atención en el valor del trabajo - masculino o femenino- de producir mercancías, y deja en un punto ciego el trabajo- básicamente femenino- de reproducir la fuerza de trabajo. Se produce la identificación de trabajo con trabajo asalariado, que continúa su vigencia hasta hoy, dejando fuera de la categoría trabajo el que se realiza dentro de los hogares. Primero Benston (1969) y luego Dalla Costa y James (1972), “abrieron el camino para una reinterpretación de la historia del capitalismo y de la lucha de clases desde un punto de vista feminista” (Federici, 2010), que dará lugar a una campaña que exige medidas políticas para superar la discriminación de las mujeres, tales como dotar a las mujeres de recursos propios (salarios) que contribuyan a reconocer y remunerar las aportaciones realizadas por estas en el desarrollo de las sociedades. De la propuesta de salarios surgen posturas enfrentadas en el seno del feminismo. Por una parte, en el propio feminismo socialista existe un sector de mujeres que confía en que reconocer salarios al trabajo doméstico hará que se rompa la brecha entre trabajo productivo y reproductivo (Dalla Costa, Federici, 1974). Por otra, hay quienes ven en lo doméstico un trabajo alienado y sospechan que retribuirlo confinará a las mujeres en él, y no equiparará las condiciones entre trabajo fuera y dentro del hogar (Lopate, 1974). Además de estas dos visiones en relación a la remuneración del trabajo doméstico, las tensiones entre autónomas y políticas se hacen evidentes en el debate que trata de desentrañar cuál es la relación entre capitalismo y patriarcado o, dicho de otra manera, quién es el enemigo principal (término usado por Christine Delphy, 1970, para definirlo). Por enemigo principal se entiende el beneficiario último de las ventajas del trabajo doméstico. En torno a este debate surgen diversas posturas. Por una parte, la conocida como “lógica del capital”, en la que el feminismo marxista unitario defiende que la producción de la fuerza de trabajo que sostienen las mujeres, de manera gratuita, beneficia al capitalismo. Es el capitalismo y no el hombre particular quien se aprovecha de esta mano de obra reproductora, la cual es necesaria CAPITULO I: DIÁLOGO ENTRE FEMINISMO Y MARXISMO 36 para él, pero gratuita, por lo que genera una plusvalía añadida al beneficio obtenido de las y los trabajadores. El beneficiario último del trabajo doméstico es el capital y, por tanto, el origen de la subordinación de las mujeres se encuentra en el capitalismo. Por otra parte, el feminismo radical remarca la independencia y primacía del patriarcado con respecto al capitalismo y, con ello, hace necesaria una lucha de las mujeres como un movimiento aparte de la lucha de clases. El feminismo radical se desvincula de la tradición materialista de la historia afirmando que el origen del patriarcado no se encuentra en la formación del capitalismo, sino que la opresión de las mujeres ha estado presente en cualquier organización social y lugar, y se adapta a cada sociedad concreta con especificidades que deben desvelarse con ayuda del feminismo. Las mujeres conforman una clase social propia, en relación a su posición dentro de la sociedad y a las relaciones basadas en la gratuidad y exclusividad que caracterizan el trabajo doméstico. Dicho de otra manera, el género es una forma de clase. El interior de los hogares, lejos de ser percibido como un espacio de cooperación donde reina la paz, es analizado como un lugar donde se originan dialécticas de poder y numerosos conflictos. Christine Delphy elabora una teoría detallada del contrato matrimonial en el que explica que la mujer entra, a un tiempo, en una posición de dependencia y en una relación de producción con el marido que, sea como sea esta relación, no cambia la posición que la mujer ocupa dentro de ella. Delphy señaló una cuestión que sigue siendo fundamental en el abordaje que se hace, desde las políticas públicas, a la desigualdad de las mujeres, y va en relación a la adscripción de la mujer a la clase social del marido, como si ella detentara esa posición con independencia del vínculo que tiene con él. Esta asimilación de la mujer a la posición social que ocupa el marido es falsa, se encuentra en alianza con el sistema patriarcal, y enmascara la vulnerabilidad real en la que se encuentran muchas mujeres, supuestamente de “clase media” pero sin ingresos reales ni recursos propios que les permitan generarlos -lo que Amaia Pérez Orozco (2014) denomina más adelante, la “pobreza oculta de la dependencia”-. El hogar, según las feministas radicales, es el origen de la explotación organizada de las mujeres. La aportación principal del feminismo radical es, y sigue CAPITULO I: DIÁLOGO ENTRE FEMINISMO Y MARXISMO 37 siendo, la renuncia a subordinar los intereses de género a los de clase ni a ningún otro. Además, según la visión radical feminista, transformar las estructuras de opresión va directamente ligado a la necesidad de transformarse a una misma, estableciendo un vínculo entre lo individual y lo social, o lo personal y lo político. “No hay que olvidar, en efecto, que modificar cualitativamente el modo de vida, equivale a transformar la personalidad, lo cual supone una liberación de la humanidad respecto de la tiranía ejercida por las castas económicas, raciales y sexuales, y por la adecuación a los estereotipos de naturaleza sexual” (Millet, 1969, p. 609). Para el feminismo radical no habrá cambio social sin una revolución cultural que lo preceda. Para ellas, el origen de la discriminación no se encuentra sólo en las relaciones materiales en las que entramos los seres humanos, sino en ideologías, creencias, abordajes psicológicos y en todo tipo de construcciones simbólicas del mundo, que están presentes tanto en hombres como en mujeres. Sin tratarse en ningún caso de una concepción determinista de la historia, que nos configuraría como seres biológicos, predestinados a ser diferentes, tampoco es exclusivamente materialista. Algunas feministas radicales, en un intento de desvincularse de la dialéctica marxista, se sienten atraídas por el psicoanálisis, por la construcción afectiva y subjetiva del mundo, y no sólo por las relaciones de producción. Algunas de las críticas que se han vertido sobre el feminismo radical es que da demasiada importancia a la dimensión psicológica del patriarcado; que le hace ser “ciego a la historia”. Por ejemplo, Shulamith Firestone (1973) en La dialéctica del sexo, proyectaría las características de lo femenino y lo masculino haciéndolas extensivas a toda la historia por igual. Frente a estas dos posturas -lógica del capital y lógica del patriarcado-, la posición que trata de poner fin al debate es la Teoría de los Sistemas Duales. En ella se reconoce la existencia de dos sistemas y se afirma que ni la discriminación de las mujeres es consecuencia del capitalismo, ni la explotación de clases deriva del patriarcado. Estos dos sistemas, con muchas conexiones e intereses en común, son independientes. CAPITULO I: DIÁLOGO ENTRE FEMINISMO Y MARXISMO 38 Juliet Mitchell, Gayle Rubin y Heidi Hartmann son, probablemente, las autoras que más desarrollan la línea que afirma que las cuestiones feministas y el método marxista pueden combinarse en beneficio mutuo. La propuesta que mantienen es que hay que estudiar los dos sistemas por separado y ver de qué manera interactúan. En palabras de Gayle Rubin, “explicar la utilidad de las mujeres para el capitalismo es una cosa, y sostener que esa utilidad explica la génesis de la opresión de las mujeres es otra muy distinta” (Rubin, 1969). El patriarcado no es solamente una estructura psíquica, sino social y económica (Hartmann, 1979). La ideología sexista, afirma la autora, ha asumido una forma particularmente capitalista que ilustra cómo las relaciones patriarcales apuntalan el capitalismo. Dicho de otra manera, el patriarcado concede al capitalismo una forma de organización social de la que éste carece, pero que le resulta especialmente útil. Esta es la razón que explicaría por qué la independencia económica en las mujeres no va automáticamente acompañada de autonomía emocional. Podemos distinguir entre dos sistemas entrecruzados: el sistema capitalista, basado en la explotación de la fuerza de trabajo ajena, la extracción de plusvalía en beneficio del capital, y el sistema patriarcal, que coloca a las mujeres en una posición de subordinación y dependencia de los varones, les asigna el trabajo no pagado y crea con ello una ventaja para la apropiación capitalista y un privilegio para el varón en concreto. Diversas autoras han tratado de examinar el vínculo o los puentes que se podían tender de uno a otro sistema. En general, proponen una superación analítica, utilizando cierta dualidad de métodos y teorías: se valen del feminismo radical para analizar el patriarcado y del análisis marxista para analizar el capitalismo. Las críticas que se vierten a estas teorías tienen que ver con la dificultad para distinguir con claridad cada uno de los dos sistemas, ya que no deja claro cómo interseccionan y se redoblan. Otras autoras han tratado de superar la Teoría de los Sistemas Duales, como Iris Young y Cristina Carlsson, avanzando hacia una “teoría total” que englobe ambos. Más recientemente, Anna G. Jónnasdótir elabora una teoría que denomina “teoría de los sistemas duales relativos”. En su opinión, los análisis del patriarcado contemporáneo han llegado a un punto sin salida en relación con el capitalismo contemporáneo. En sociedades democráticas avanzadas, donde la igualdad está reconocida de manera CAPITULO I: DIÁLOGO ENTRE FEMINISMO Y MARXISMO 39 formal, no se puede situar la explotación de las mujeres en las condiciones económicas de las mismas. Jónnasdótir propone la idea de que el amor, organizado socialmente (amor como práctica socio-sexual), cubre una “fisura potencial” existente en la concepción materialista de la historia. La autora asume la sexualidad y el amor, en vez de la economía y el trabajo, como origen material de la explotación actual de las mujeres. Los hombres, señala, pueden apropiarse continuamente de la fuerza vital y de la capacidad de las mujeres en una medida significativamente mayor de la que devuelven: “si el capital es la acumulación de trabajo alienado, la autoridad masculina es la acumulación de amor alienado” (Jónnasdótir, 1993). Esta definición de lo que supone la relación entre capitalismo y patriarcado es lo que Carmen Magallón, volviendo al juego de palabras marxista, denomina “plusvalía emocional de las mujeres” (Magallón, 1990, p. 10). La explotación emocional de las mujeres, realizada en beneficio de los hombres, equivaldría a la explotación económica de las mismas, realizada en beneficio del capitalismo. 1.3. PUNTOS DE ENCUENTRO EN EL FEMINISMO SOCIALISTA A pesar de las diversas experiencias y corrientes dentro del feminismo socialista, existen algunas premisas compartidas, expuestas por Milagros Rivera (1994). La primera hace referencia a que las causas últimas de la opresión de las mujeres son materiales y no ideológicas y se concretan en las relaciones de producción y reproducción en que entramos las mujeres. Por tanto, el patriarcado no es un sistema ideológico ni psicológico (como defenderán algunas autoras del feminismo radical), aunque afecte a estos dos niveles, sino un sistema que crea y re-crea, de distintas maneras, en cada momento social, la vida material, define lo que consideramos real, y construye mecanismos para designar quién controla y cómo se controla esa vida material. CAPITULO I: DIÁLOGO ENTRE FEMINISMO Y MARXISMO 40 La segunda se centra en que la experiencia histórica de las mujeres ha estado marcada por desigualdades estructurales, por explotaciones específicas con formas y contenidos que varían en las distintas épocas. Estas relaciones asimétricas son denominadas explotación, y no subordinación ni exclusión. Esta premisa ha llevado a considerar a algunas feministas materialistas que las mujeres constituyen una especie de clase social (Delphy, 1970), una clase en función de la expropiación organizada de la sexualidad femenina (Mackinnon, 1982; Rodrigáñez, 1996), o una clase social y económica explotada por los hombres en virtud de su posición en el trabajo doméstico, la sexualidad y la reproducción (Firestone, 1976; Jónnasdótir, 1991). La tercera es lo que Rivera denomina la “precariedad del estatuto de originalidad de la experiencia personal”. Tanto el materialismo, en su interés por el sujeto colectivo, como el postmodernismo, en su interés por la política de los discursos, niegan la importancia del sujeto. El feminismo materialista entiende que la experiencia individual de ser mujer está condicionada social y económicamente. Algunas autoras de origen materialista han destacado la necesidad del estatuto de originalidad y singularidad de cada mujer dentro del colectivo “mujeres”. Esta falta de individualidad a la que Celia Amorós se refiere hablando de “las idénticas”, es lo que hace entrar en crisis a distintas corrientes del feminismo (Amorós, 1987). Se hace necesario definir, más allá de ser mujer, las diferencias que existen dentro de este sujeto colectivo, así como la necesidad de derechos individuales. Además, María Encarna Sanahuja señala otro punto más de encuentro en estos diálogos del materialismo feminista: la categoría de “producción” marxista no tiene en cuenta muchas actividades realizadas por las mujeres, ni tampoco la reproducción biológica a cargo de estas. En este sentido, se intenta desplazar el paradigma de la producción de bienes (Seyla Benhabib y Drucilla Cornell, 1990) y se introduce la reproducción como concepto que define ciertas actividades femeninas. En esta línea, Edholm, Harris y Young (1977)15 distinguen tres niveles de reproducción: 1. La biológica, que se refiere a la procreación y el desarrollo físico de los seres humanos. 15 Citado en Benería, (1981 [1979]), “Producción, reproducción y división sexual del trabajo”, Revista Mientras Tanto, nº6, p.47-84. CAPITULO I: DIÁLOGO ENTRE FEMINISMO Y MARXISMO 41 2. La fuerza de trabajo, que es el proceso por el cual esos seres humanos se convierten en trabajadoras/es. La escolarización, por ejemplo, es importante en la reproducción de esta fuerza. 3. La social, que se concreta en la transmisión del acceso y control de los recursos económicos de una generación a otra. En la sociedad de clases requiere una identificación diferenciada para cada uno de los sujetos que conforman las distintas clases. Los puntos de vista comunes del materialismo feminista destacan la desigualdad entre mujeres y hombres como producto de desigualdades de carácter social, no físico ni biológico. De hecho, la diferenciación anterior entre las tareas reproductivas tuvo su importancia al señalar que sólo hay un aspecto innegablemente femenino en la reproducción biológica, y es el parto. El resto de tareas reproductivas son asignadas socialmente. Poco a poco comienza a desgranarse que estas desigualdades no sólo se concretan en los modos de producción, sino en los beneficios que obtienen los hombres particulares que se relacionan con ellas. Expresándolo a través de una pregunta formulada por Amaia Pérez Orozco (2014), “¿cómo mostrar que la maldad empresarial y el privilegio masculino están íntimamente conectados?”. 1.4. PROBLEMAS PLANTEADOS Y DERIVAS FEMINISTAS Y MARXISTAS Del diálogo entre feminismo y marxismo a partir de los años setenta se extrae, posteriormente, la superación de algunas de sus categorías de análisis. Por una parte, se hace una relectura de los problemas planteados por el marxismo, en cuanto a las relaciones de trabajo como eje central del análisis materialista. En el sistema actual de trabajo, lo que se define como trabajo ha sido, hasta la fecha, poco permeado por el análisis de la economía feminista, y hunde sus raíces en la perspectiva hegemónica de la economía neoclásica. En este sentido, trabajo es lo que genera salario a la persona que trabaja, plusvalía a la empresa y reconocimiento de agente legitimado para la lucha social a quienes lo ejercen. CAPITULO I: DIÁLOGO ENTRE FEMINISMO Y MARXISMO 42 La campaña “Salarios para las amas de casa” provocó una fuerte reacción social, incluso en las filas de la izquierda, porque la petición de salario para el trabajo doméstico/reproductivo exigía su inmediato reconocimiento. Al mismo tiempo, puso de manifiesto que el principal escollo de desigualdad no estaba entre quienes cobraban un salario y quienes se beneficiaban de que otros lo hicieran -tal como planteaba el análisis marxista-, sino entre quienes se encontraban dentro del mercado formal de trabajo y quiénes no. Desveló, asimismo, que las categorías marxistas de trabajo se mostraban insuficientes para dar cuenta de los trabajos realizados en el ámbito de la producción y, sobre todo, en el ámbito reproductivo. Esta corriente, en la cual se incluye el feminismo socialista, cada vez se separa más de los postulados marxistas clásicos. En palabras de Montserrat Galcerán, “esto significa, no sólo que el análisis feminista ha puesto al descubierto algunos de los huecos teóricos del análisis de Marx, sino que debe extenderse al propio concepto de trabajo asalariado y al conjunto del sistema como sistema de producción-reproducción. Podríamos decir que la crítica feminista ha sido solo un primer paso en una puesta en cuestión más amplia que ha hecho tambalearse una tradición laborista afianzada desde hace largo tiempo, haciendo aflorar, no sólo las bolsas de “trabajo doméstico” sino todas aquellas formas de trabajo no asalariado que conviven con la forma estándar de trabajo asalariado y refuerzan la dinámica de explotación” (Galcerán, 2012). Autoras feministas como Raya Dunayevskaya tratan de conciliar ambas corrientes y reencontrar puentes entre el marxismo clásico, las luchas sociales y el feminismo del siglo XX, sin abandonar los postulados marxistas. Dunayevskaya enfatizó el aspecto humanista del marxismo, considerando que no se le había dado la suficiente importancia, por la tendencia a centrarse en su vertiente de análisis económico. Trata de rescatar al primer Marx, el Marx filósofo, incluso político, frente al segundo Marx, el Marx científico o Marx de teorema16. Uno de los temas esenciales en su escritura es la inseparabilidad entre pensamiento revolucionario y acción. Su empeño estuvo en actualizar a Marx y encontrar en sus fuentes un nuevo amanecer para el pensamiento revolucionario, como señala en su texto Rosa Luxemburgo: “solo seres 16 Así lo denomina Francisco José Martínez en “Epistemología marxista”, en Nómada, Revista crítica de ciencias sociales y jurídicas, 28 de noviembre de 2002. CAPITULO I: DIÁLOGO ENTRE FEMINISMO Y MARXISMO 43 humanos vivos pueden recrear la dialéctica revolucionaria de manera siempre nueva” (Dunayevskaya, 1985). El humanismo marxista responde a las necesidades de la época de Dunayevskaya: las de los países en vías de desarrollo, las de las mujeres militantes y las personas trabajadoras. Critica a los postmarxistas, quienes, según ella, se han centrado en ciertas partes de la teoría marxista como si fueran un todo, y se han dejado fuera aspectos fundamentales para la época actual, como las mujeres y los países del Sur global. Interpreta que el posmodernismo, al igual que el postmarxismo, han oscurecido la dialéctica histórica y que, a costa de afirmar que la realidad es múltiple y fragmentada, ha disuelto al sujeto revolucionario -temor, por otra parte, compartido por muchas corrientes feministas actuales-. Presta especial atención a la realidad de Latinoamérica y a la intervención de Estados Unidos en diversos procesos: el derrocamiento de Allende en Chile, la implantación de la dictadura pinochetista, los movimientos contrarrevolucionarios iniciados por Carter contra revolucionarios nicaragüenses, la invasión de Panamá, el apoyo a los militares derechistas en la guerra de El Salvador... A la intervención del imperialismo norteamericano en América Latina dedica muchos de sus escritos. Su intento de hacer una relectura de Marx, actualizando sus escritos, sin salirse de la disciplina marxista, es admirable; así como su postura militante. Ella propone “un movimiento desde la praxis que es, en sí mismo, una teoría” para el contexto latinoamericano (Gogol, 2011). Por otra parte, el feminismo radical, que se inicia desde posturas cercanas al marxismo, se desvincula, como corriente, de él, intentando adoptar tanto una epistemología propia como un abordaje del patriarcado distinto, no sólo desde las relaciones de producción y reproducción en las que entramos hombres y mujeres, sino desde todo un sistema de relaciones humanas en el que entran, de manera especial, los niveles afectivo, explicativo, descriptivo, valorativo e ideológico de la realidad. En este cambio de postura resulta especialmente relevante la crítica al sujeto por parte del posmodernismo y la dialéctica que eso genera dentro del feminismo. El feminismo de la segunda ola deriva de postulados humanistas e ilustrados, y, en consonancia con ello, sitúa como eje de sus reivindicaciones políticas a un sujeto fuerte de derechos. La llegada de la tercera ola coincide, en el tiempo, con el desarrollo de las CAPITULO I: DIÁLOGO ENTRE FEMINISMO Y MARXISMO 44 teorías postmodernas del sujeto. Muchos colectivos de mujeres lesbianas, negras, chicanas, etc. le reprochan al movimiento feminista de corte más liberal la inclusión de un sesgo en su delimitación del sujeto político: un sujeto invariablemente constituido por mujeres burguesas, blancas y heterosexuales. Tal y como Judith Butler se encarga de poner de manifiesto, toda reificación de un sujeto político es normativa y, como tal, genera exclusiones. Las teorías postmodernas del sujeto abogan, en consonancia con las teorizaciones de Butler, por un sujeto fragmentario, precario e inestable: “requerir el sujeto significa clausurar el dominio de lo político, y esa clausura, analíticamente instalada como una característica esencial de lo político, refuerza los límites del dominio de lo político de tal forma que dicho refuerzo es mantenido a salvo del escrutinio político” (Butler, 1995, p. 36). Desde las filas del movimiento feminista anterior esto genera, sin embargo, dudas y malestar: “la teoría feminista contemporánea actúa desde una concepción del sujeto como construcción fungible constituida por la lucha y el conflicto de identidades que compiten entre sí, mientras que la actual política del estado de bienestar redistribucionista fomenta el enfrentamiento entre grupos divergentes, algunos de los cuales mantienen un solapamiento entre sus miembros, por un conjunto de recursos escasos” (Benhabib, 1995, p. 38). 1.5. TEORÍA DEL PUNTO DE VISTA FEMINISTA El marxismo desvela una visión de la ciencia que parte de la base de que el conocimiento no es neutral, sino que ha derivado en una herramienta al servicio de los grupos de poder privilegiados. Dependiendo del momento histórico en que nos encontremos, el discurso científico de la clase dominante puede negar su sesgo hasta el punto de confundirse con la objetividad, tratando así de ocultar u obscurecer su dominación. Desde la Ilustración, la supuesta objetividad científica está en manos de la clase burguesa privilegiada, quien ha definido tanto el objeto científico como el método: “Las ciencias físicas constituyen el origen de esta filosofía positivista, excesivamente empirista. Parece que su objeto social y el carácter paradigmático de sus métodos impiden la reflexión crítica sobre las influencias sociales de sus sistemas conceptuales” (Harding, 1996, p. 31). CAPITULO I: DIÁLOGO ENTRE FEMINISMO Y MARXISMO 45 La epistemología, como ciencia del conocimiento, se ocupa de ver cómo interactúan las circunstancias históricas, sociológicas y psicológicas que llevan a la obtención del conocimiento, así como los criterios a través de los cuales se invalida o legitima este conocimiento. Durante el Renacimiento (momento en el que comienza la epistemología a desarrollarse como disciplina), la ciencia aparece como conocimiento, análisis y síntesis de los fenómenos. La revolución científica se encargó de dotar de un método válido a la ciencia para validar el conocimiento que esta extrajera. Desde entonces, la ciencia ha devenido en un intento de dar por verdadera, universal y objetiva la visión de quienes elaboran teoría científica a través de dichos métodos. Es decir, se erige como verdadero su “punto de vista”, cuando en realidad es particular y subjetivo. El materialismo histórico se asocia a un realismo epistemológico cuyas premisas son las siguientes: por una parte, la materia es independiente del sujeto; por otra, es deber de la ciencia desvelar lo que hay detrás de las apariencias materiales (la esencia y las conexiones entre la materia). Sin embargo, tenemos varios sesgos: por una parte, las limitaciones de los sentidos; por otra, cuestiones más culturales como el método científico o el lenguaje. Sobre la concepción de utilidad de la ciencia, esta mantiene para el marxismo una relación recíproca con la práctica, la cual permite comprobar su validez, de una parte, y mejorar la misma, de otra -pues ese es su objetivo: transformar las condiciones materiales-. Para el marxismo, el conocimiento es siempre contextualizado, sometido a determinaciones y creencias. La ciencia marxista, a diferencia de otras corrientes de corte sociológico, procura ser consciente del punto de vista desde el que trata de conocer. Para esta ciencia es indispensable tomar partido. Solo si existiera una sociedad sin desigualdad por motivos de clase, etnia o género, sería posible una visión sin rasgos de dominación, imparcial y puramente científica. La pregunta en base a esta afirmación es, si la ciencia privilegia el punto de vista de personas que ocupan determinadas posiciones en la realidad, ¿cuál es el punto de vista más adecuado para hacer ciencia? (Pérez Orozco, 1996). Ha habido varias corrientes marxistas que han respondido a esta pregunta, pero la propuesta de Georg Lukács, postura por otro lado divergente a la disciplina marxista CAPITULO I: DIÁLOGO ENTRE FEMINISMO Y MARXISMO 46 ortodoxa17, es la que más sirve a los intereses de la crítica feminista a la ciencia. En ella se explica que, si la ciencia debe servir a los intereses de la humanidad, el punto de vista más válido es aquel que se acerque lo más posible a esa “totalidad” o “interés general”. Siguiendo la deriva propuesta por la dialéctica hegeliana (la sucesión histórica de tesis, antítesis y síntesis), sería el proletariado la fuerza capaz de captar la realidad tal cual es, por su condición de objeto. Así, el punto de vista feminista tiene su origen en la dialéctica hegeliana del amo y el esclavo y en la elaboración que de esta teoría hacen Marx, Engels y Lukács. Esta propuesta sostiene que la posición dominante de los hombres en la vida social, científica y política se traduce en un conocimiento parcial y perverso, mientras que la posición subyugada de las mujeres ofrece la posibilidad de elaborar un conocimiento más completo y menos dañino. La teoría lukacsiana dice que es la clase obrera, por su posición, la que debe privilegiar su punto de vista en la ciencia. Siguiendo este hilo argumental, el marxismo, que es la teoría del conocimiento que más sirve a la clase obrera, es, por ello, la más objetiva. La teoría del punto de vista feminista, desarrollada sobre todo en Estados Unidos y Canadá por Dorothy Smith, Nancy Hartsock, Sandra Harding, Jane Flax y otras, es el resultado de invertir la teoría lukacsiana de la “conciencia de clase privilegiada” y sustituir “clase” por “mujeres”. El análisis de estas feministas consistía en sus inicios en sobreponer feminismo y marxismo, de manera que el marxismo apenas fuera reconocible. Esta teoría surge en los años setenta, principios de la década de los ochenta, y está muy influida en sus orígenes por el pensamiento feminista radical y la epistemología marxista. Las mujeres, en sí, constituyen una clase social en función de su posición en todos los estratos de la sociedad. Por tanto, es su punto de vista en la ciencia y el conocimiento que de ella se extraiga, lo que debe privilegiarse. 17 Su obra resulta condenada en el V Congreso de la Internacional Comunista y le vale la expulsión del Consejo del Partido Comunista húngaro. CAPITULO I: DIÁLOGO ENTRE FEMINISMO Y MARXISMO 47 ¿Qué puede aportar el punto de vista feminista a la ciencia? Partimos de la teoría de los sujetos escindidos, es decir, de las diferencias entre hombres y mujeres que, según la corriente feminista que lo explique, se deben, bien a la división sexual del trabajo, bien a formas diferentes de conocer el mundo en base a estructuras mentales y psíquicas distintas (derivadas de su experiencia, es decir, de origen materialista y no biologicista). Según la construcción que sirve de base a este sistema de conocimiento, las dicotomías o pares de opuestos se han sucedido a lo largo de la historia, identificándose con lo femenino y lo masculino: naturaleza frente a cultura, privado frente a público, reproducción frente a producción, o razón frente a emociones. Ante este binomio constante, privilegiar el punto de vista feminista o de las mujeres (con respecto a esto las explicaciones varían) permite tener una visión que recupera el trabajo artesano frente al industrializado, las emociones frente a la razón pura, etc. La necesidad de una ciencia feminista es cada vez más urgente en la medida en que la ciencia creada por los varones se separa irreversiblemente de las necesidades reales de las mujeres y, por ende, de la vida. El punto de vista feminista hace posible unir “mano, cerebro y corazón” (Harding, 1996). Esta es una característica del trabajo realizado por mujeres, quienes han simultaneado tareas de cuidado, de estudio en base a la experiencia, y de práctica; es decir, realizan tareas mentales, manuales y emocionales. Una epistemología feminista no puede basarse en lo que hacen las mujeres científicas en los laboratorios, pues en ellos se las obliga a trabajar a la manera de sus pares varones, con el resultado de que, por una parte, se les niega entrar en los sistemas de producción científica y, por otro, se las invita a negarse a sí mismas como mujeres (Rose, 1983). Una epistemología feminista debe por el contrario basarse en las prácticas del movimiento de mujeres, por ser la corriente que permite confluir el conocimiento objetivo y subjetivo que dará lugar al nuevo saber. Las formas de organización del movimiento de mujeres se han opuesto a la división de actividades mentales, manuales y de cuidados, rompiendo así con la lógica del modo de producción capitalista. Por otro lado, la experiencia de las mujeres en cuanto a la reproducción de la especie, pone de manifiesto los límites del análisis marxista en cuanto a las categorías de producción y reproducción. En opinión de algunas autoras (Hartsock, 1984), producir un ser humano es una experiencia que nada tiene que ver con producir un CAPITULO I: DIÁLOGO ENTRE FEMINISMO Y MARXISMO 48 objeto, pues representa una unidad con la naturaleza que va más allá del intercambio proletario con la misma. En la ciencia basada en la epistemología feminista se constata una auténtica capacidad de transformación social que supera las posibilidades encontradas por Lukács en la clase obrera, ya que la auténtica oposición al sometimiento de la ciencia burguesa no está en el punto de vista del proletariado (por ser una experiencia de varones, igualmente), sino en la ciencia que narre las experiencias de las mujeres. La necesidad de trascender las dicotomías de la ciencia es una cuestión central en la Teoría del Punto de Vista Feminista. Algunas de sus propuestas hacen confluir tendencias incompatibles hasta la fecha (investigadora/ agente activa de la investigación, que deriva en la ruptura universalismo/ localización); por ello, algunas de estas experiencias se consideran “narraciones no autorizadas” por la “objetividad masculina”. Tanto para el feminismo radical como para el marxista la razón derivada de la Ilustración no es la única forma de conocimiento. Ambas corrientes reconocen que las mujeres poseen experiencias vitales de las que extraen conocimientos inaprensibles para el modelo científico elaborado por los hombres. Sin embargo, ¿cuál es el sujeto con capacidad para legitimar este punto de vista? ¿Todas las mujeres? ¿Algunas? Y, si es así, ¿quiénes? Para Harding este punto de vista es el resultado de un proceso de lucha política. En el ámbito académico se da cuando hay una comunidad de mujeres feministas y científicas. Es decir, el punto de vista no es un privilegio por el hecho de ser mujer, sino el resultado de un proceso de toma de conciencia: “el feminismo y el movimiento de la mujer aportan la teoría y la motivación para la investigación y la lucha política que pueden transformar la perspectiva de las mujeres en un “punto de vista” -un fundamento, moral y científicamente preferible, para nuestras interpretaciones y explicaciones de la naturaleza y de la vida social-“ (Harding, 1996, p. 24). Esta explicación resulta satisfactoria, al menos en parte, pues rompe la unidad del sujeto “mujeres”. Sin embargo, no consigue superar la brecha de las dicotomías que se superponen: frente a la ciencia realizada por los sujetos varones, privilegiamos el CAPITULO I: DIÁLOGO ENTRE FEMINISMO Y MARXISMO 49 punto de vista de las mujeres con conciencia de serlo. No deja de haber en ello un intento de búsqueda de universalidad liberadora. Por otra parte, la misma dicotomía sexo-género, tan fundamental en el pensamiento feminista, parece duplicar la dicotomía naturaleza-cultura. Se corre el riesgo de que, por tratar de superar los viejos sistemas dicotómicos, lo que hagamos sea desplazarlos a nuevas (y a veces no tan nuevas) categorías duales. Por otra, privilegiar el punto de vista del sujeto oprimido, sea este un sujeto de clase o un sujeto feminista, no hace sino establecer como válido el punto de vista de una identidad, sea esta la que sea, y volviendo a discriminar las posiciones marginales y periféricas de los sistemas (tal como le ocurrió al propio Lukács). En el siguiente fragmento de Bell Hooks (Hooks, 198418), encontramos un nuevo intento de superar el punto de vista del sujeto unitario mujer por una nueva perspectiva que incorpore, en este caso, diferencias de raza, resultando por ello más liberador. Sin embargo, vuelve a caer en el mismo deseo de encontrar un punto de vista supuestamente válido para superar los esquemas opresores para el que no exista un “otro dominado”: “Las mujeres sin “otro” institucionalizado al que puedan discriminar, explotar u oprimir tienen una experiencia vivida que reta directamente la estructura social de la clase dominante racista, clasista y sexista, y su ideología concomitante. Esta experiencia vivida puede dar forma a nuestra conciencia de manera que nuestra visión del mundo difiera de la de aquellos que tienen cierto grado de privilegio-por muy relativo que éste pueda llegar a ser en el sistema existente. Es esencial para el futuro de las luchas feministas que las mujeres negras reconozcamos el punto esencial de ventaja que nuestra marginalidad nos otorga y hagamos uso de esa perspectiva para criticar la hegemonía racista, clasista y sexista así como para imaginar y crear una contra- hegemonía.” Este debate abierto entre quién es el sujeto que debe privilegiarse para hacer ciencia, se va a enriquecer con las identidades femeninas fragmentadas. Con ellas, la teoría del punto de vista se complejiza pero también se hace eco de los avances en las posiciones feministas. Rosi Braidotti (2000), por ejemplo, trata de superar los dualismos planteados por el patriarcado, pero también los relativismos planteados por el 18 Hooks, Bell (1984) “Mujeres negras: dar forma a la teoría feminista”, en VV.AA. (2004), Otras inapropiables. Feminismos desde la frontera, Madrid, Traficantes de sueños. CAPITULO I: DIÁLOGO ENTRE FEMINISMO Y MARXISMO 50 postmodernismo, a través del sujeto nomade, dotado de una conciencia crítica y una posición epistemológica en movimiento, capaz de asumir lo contingente de sus posturas y enunciados. 1.6. DIFERENCIAS: DE HERMANA A EXTRANJERA “Y aun así son precisamente las diferencias internas a cada una de nosotras, si tomamos conciencia de ellas, si las admitimos y las aceptamos, las que nos permiten entender y aceptar las diferencias internas a las otras mujeres y así, quizás, perseguir un proyecto político común de conocimiento e intervención en el mundo (…). En este sentido me parece necesario revalorizar las diferencias que existen entre nosotras y en nosotras, y dejar de pensarlas como obstáculo para entenderlas como estímulo de una renovada creatividad personal y política” (De Lauretis, 2000). La segunda ola de feminismo percibe la diferencia como diferencia sexual entre hombres y mujeres, de lo que se deriva una desigualdad social construida en base a la misma, a través de dispositivos, tanto capitalistas como patriarcales, que jerarquizan estas diferencias, otorgándoles valoraciones asimétricas. Es en base a la diferencia, por tanto, sobre lo que se construye la desigualdad, y de ahí la exclusión. Estos dispositivos consisten en mecanismos muy simples de oposiciones binarias: hombre/mujer, público/doméstico, productivo/reproductivo. Sin embargo, al desarrollarse el feminismo entre mujeres de distintos países, culturas, clases sociales, generaciones, diversidades funcionales y opciones sexuales, la diferencia mujer-hombre ha dejado de ser considerada como la categoría central de la desigualdad, poniéndose de manifiesto los cruces que existen entre otras variables sociológicas y que inciden en cómo se percibe cada una como sujeto sexuado (y generado). En un primer momento se trata de aglutinar en torno a la política de la identidad las voces de mujeres periféricas. El concepto ‘política de identidad’ surgió en 1977 del Combahee River Collective, un grupo de mujeres feministas y negras. Frente a la identidad propuesta por las mujeres blancas, este colectivo reivindicaba su propia identidad material como mujeres negras. A pesar de denominar como “política de CAPITULO I: DIÁLOGO ENTRE FEMINISMO Y MARXISMO 51 identidad” a sus propias vivencias y expresiones, este colectivo, perteneciente a la corriente marxista negra, desafió por primera vez el esencialismo de la identidad definida como norma, de la mujer blanca. Adrienne Rich encuentra la razón de esta política en la necesidad pretérita de visibilización del sujeto unitario mujer, con intereses comunes: “concediendo autoridad a la experiencia de las mujeres como aquello que se ha minusvalorado, distorsionado, destruido, este movimiento tuvo que considerar el hecho de que, al otro lado del silencio la experiencia de las mujeres es enormemente diferente” (Rich, 2005). La base del feminismo construido sobre el binomio igualdad-diferencia había sido necesaria en las luchas anteriores, pero ahora tenía que reconsiderar su falsa oposición, su necesaria complementariedad y el desafío de un nuevo escenario. La experiencia de ser mujer pasa a ser percibida como un relato de experiencias múltiples, y el género como una categoría sobre las que se reescriben otras, situándonos en nuestra variada geografía corporal y vital. Las experiencias están, por tanto, mediatizadas por nuestra propia localización (Rich, 1985). La teoría de la localización implica un reconocimiento de las múltiples diferencias que existen entre las mujeres. Con el paso de los años 80 a los 90 asistimos al inicio de la tercera ola del feminismo, que surge como respuesta a las debilidades de la etapa anterior y quiere poner de relieve que no existe un único modelo de mujer. Se desarrolla un debate general, que amplía y profundiza el concepto de género, impulsado por textos teóricos importantes como La tecnología del género, de Teresa de Lauretis (1987), El género en disputa, de Judith Butler (1990) o Ciencia, cyborgs y mujeres. La reinvención de la naturaleza, de Donna Haraway (1991). Los conceptos de género como tecnología y como acto performativo, desarrollados a través de los dos primeros textos, o la reflexión sobre el sujeto como cyborg, en el tercero, permite superar los análisis anteriores, concentrados en el sistema sexo-género de la primera Gayle Rubin, y articular el debate en torno al feminismo como una teoría general de la sociedad, donde entran en juego dimensiones de subjetividad, componentes de producción cultural (el cine como narración, por ejemplo) y experiencias concretas y encarnadas. CAPITULO I: DIÁLOGO ENTRE FEMINISMO Y MARXISMO 52 La mujer deja de ser un sujeto identitario para pasar a ser un sujeto múltiple y en constante construcción. Esta visión implica concebirse a una misma a través de representaciones culturales concretas, en diálogo con las contradicciones y las experiencias propias como la raza, la opción sexual y la religión. Por otra parte, el género deja de limitarse a un binarismo sexual -hombre en oposición a mujer-, y tanto los roles sexuales como la identificación genérica amplían su marco, no solo al sexo biológico sino al ámbito de producción y reproducción social, a la estructura económica, la ideología, y a todo aquello que influye en la creación de las identidades. Este nuevo giro del feminismo va más allá del binarismo en que se sitúa el feminismo radical y socialista, aunque mantiene conexiones, sobre todo a nivel ideológico, con el marxismo. Haraway, en el prefacio de su libro (1991) se reconoce socialista y en el “Manifiesto para cyborgs” se identifica con el grupo de los oprimidos, con un propósito revolucionario. Para esa categoría de oprimidos tiene reservada una acepción mucho más amplia que la de “mujeres” o “desposeídos de los medios de producción”. En un capitalismo heteropatriarcal y racista, los desposeídos son todas aquellas personas que, desde los discursos oficiales acerca del poder y sus rasgos, son definidas como los otros. En su artículo “Género” (2003), sostiene que Marx y Engels nos proporcionan elementos teóricos decisivos para, posteriormente, politizar y elaborar el concepto (género), pero también ofrecen límites. Aparece la sexualidad como dispositivo biopolítico de poder/ saber, desde el que se dan multitud de construcciones subjetivas y se articulan dinámicas de sujeción/ resistencia. Por ejemplo, Judith Butler nos dice que las prácticas queer efectúan una “reconversión de la abyección en acción política” (Butler, 1993, p. 20). Una política que quiere dar legitimidad a cuerpos abyectos, excluidos del ámbito social -es decir, homosexuales, bisexuales y transexuales-, y transformarlos en cuerpos que cuentan, cuerpos reconocidos socialmente como “vidas preciosas y dignas de apoyo” (Butler, 1993). Estos planteamientos cuestionan si puede haber un punto de vista epistemológicamente feminista cuando cada vez más mujeres hacen suyas identidades CAPITULO I: DIÁLOGO ENTRE FEMINISMO Y MARXISMO 53 fragmentarias. La insistencia en estas identidades situadas y complejas señala la importancia de las diferencias en la política de las mujeres, diferencias que parecían diluidas en el “punto de vista feminista”. Como señala Harding, “podemos resumir provisionalmente los resultados diciendo que las tensiones que reprimimos, ocultamos y pasamos por alto durante mucho tiempo son las peligrosas” (Harding, 1996, p. 210). Al fragmentarse la identidad del sujeto y, en consecuencia, las unidades identitarias políticas, la revolución social debe ser repensada... ¿Desde dónde se articularán ahora las luchas? Gayartri Chakravorti Spivac (1987) sugiere el concepto de “esencialismo estratégico” como una forma de cohesionar un sujeto mujeres con fines de articulación política, que permita avanzar dentro del programa feminista. Se trata de una identidad coyuntural, contingente y construida con un propósito común, que posibilita formular demandas y hacer a las mujeres no solo receptoras de sus resultados, sino agentes activos de lucha política. De este modo, la teoría del punto de vista feminista seguirá constituyendo una perspectiva válida, quedando condicionada esa validez, eso sí, a que su perspectiva esté situada y localizada; a que recoja de forma efectiva la realidad de la diferencia, de la rica y diversa heterogeneidad dentro del sujeto mujer. Y al mismo tiempo, la inclusión de la pluralidad dentro de la concepción del sujeto político no debería impedir, de acuerdo con Spivac, la formulación de demandas y reivindicaciones fuertes y concretas. CAPITULO I: DIÁLOGO ENTRE FEMINISMO Y MARXISMO 54 CAPITULO II: EL REFLEJO DEL FEMINISMO EN LA POLÍTICAS DIRIGIDAS AL DESARROLLO 55 CAPÍTULO II EL REFLEJO DEL FEMINISMO EN LAS POLÍTICAS DIRIGIDAS A LA IGUALDAD DE OPORTUNIDADES EN LA COOPERACIÓN AL DESARROLLO INTRODUCCIÓN A continuación vamos a hacer un breve recorrido por el avance en las medidas destinadas a promocionar la igualdad de oportunidades en las políticas dirigidas al desarrollo en el ámbito internacional. En ellas se puede observar el intento de plasmar, en acciones, los avances surgidos del movimiento y de la teoría feminista. Más allá de definir la realidad, las ciencias políticas (en concreto, las variables explicativas, de comportamiento político) habían dedicado poco esfuerzo a definir el problema de la diferencia de participación de las mujeres en la vida política, económica y social. En un primer momento, cuando las políticas de desarrollo se impulsan, tras la Segunda Guerra Mundial, las mujeres permanecen invisibles de los planes y programas puestos en marcha. Más adelante, a partir de 1970, fecha en la que se publica el texto de la economista danesa Ester Boserup19 sobre la invisibilidad de las mujeres como sujetos de desarrollo y la importancia de contemplarlas como destinatarias de los planes, comienzan a ponerse en marcha acciones dirigidas a ellas como sujetos. A partir de este momento, las políticas públicas se dirigen a atender, con mayor o menor acierto, los desafíos que el movimiento de mujeres lanza. En ellas, las concepciones sobre mujer y desarrollo se han dividido en dos categorías: Mujer y desarrollo (MED) y Género en desarrollo (GED). La primera comprendería los 19 La mujer y el desarrollo económico (1993 [1970]). CAPITULO II: EL REFLEJO DEL FEMINISMO EN LA POLÍTICAS DIRIGIDAS AL DESARROLLO 56 programas implementados hasta los años ochenta, centrados en las mujeres como grupo meta y que se desarrollan a través de los enfoques de Igualdad, Antipobreza y Eficiencia. En la segunda categoría se incluirían todos aquellos programas y proyectos que parten del género como categoría básica de análisis y tienen como objetivo transformar las relaciones de poder entre mujeres y hombres, y que se desarrollan a través de los enfoques de Empoderamiento y Equidad. A partir de los años 90 la ruptura del sujeto mujer como categoría e identidad básica, tiene importantes contribuciones tanto en los enfoques como en lo que respecta a las medidas públicas de equidad, gracias a los grupos de mujeres del Sur global, quienes defienden su posición como sujetos activos de desarrollo. 2.1. EVOLUCIÓN DE LOS ENFOQUES DIRIGIDOS A SUPERAR LAS DESIGUALDADES DE GÉNERO A TRAVÉS DE POLÍTICAS DE COOPERACIÓN AL DESARROLLO “Contra el poder como dominación sobre los otros, el pensamiento y las prácticas de organización feministas expresan la posibilidad de un poder como provisión de energía para los otros, así como para el yo, y de potenciación recíproca” (Harding, 1996). La idea de desarrollo surge de una corriente inglesa paralela a la Ilustración, durante la Revolución Industrial de los siglos XVIII y XIX, que veía la industrialización como un proceso beneficioso socialmente20. Durante los años 50 y 60, coincidiendo con la Segunda Guerra Mundial, junto a los procesos de descolonización, el concepto de desarrollo cobra un nuevo impulso, vinculado esta vez a los procesos de modernización. Su enfoque teórico se enmarca dentro de la economía clásica y de las perspectivas sociológicas funcionalistas, las 20 Como concepto, se encuentra implícito en las dos grandes obras económicas de los siglos XVIII y XIX, La riqueza de las Naciones (1776) de Adam Smith, y El Capital (1867) de Karl Marx, que darán lugar a los dos grandes paradigmas económicos. Ambas consideran el desarrollo como proceso estrictamente económico y, aunque postulan distintas vías, coinciden en que puede ser llevado a cabo en todo el mundo. CAPITULO II: EL REFLEJO DEL FEMINISMO EN LA POLÍTICAS DIRIGIDAS AL DESARROLLO 57 cuales postulan que la desigualdad en la riqueza a escala mundial se explica por la diferente implantación de desarrollo tecnológico en las sociedades. En base a este diagnóstico, la ciencia económica empieza a preguntarse por las razones del atraso de los países denominados tercermundistas, y las medidas para superarlo. Sus recomendaciones, al igual que en la corriente surgida durante la revolución industrial, tiene que ver con el fomento de la industrialización y la urbanización. Paralelamente, el modo de producción de estos países debe transformarse, pasando de un modelo basado en la subsistencia a uno basado en los sectores capitalistas modernos, a través de la transferencia de patrones no sólo tecnológicos, sino también económicos y políticos. Desde entonces hasta ahora, esta manera de concebir el desarrollo ha dado lugar a diversas tensiones, de las que han surgido distintos modelos y planteamientos económicos, políticos, sociales y hasta vitales. En lo que a desarrollo y género se refiere, es inútil hacer un recorrido por los enfoques que se han sucedido en relación a ambos conceptos, sin hacer mención a la Organización de Naciones Unidas como escenario, directo e indirecto, de debate y reflexión. En primer lugar, por el reconocimiento paulatino que han tenido, en su marco, los derechos humanos de las mujeres. Como señala Raquel Osborne, en el recorrido por el reconocimiento de estos derechos se pueden distinguir tres fases (en Amorós, 2002). La primera es la Declaración misma de los Derechos Humanos21, donde muchas de las reivindicaciones del movimiento ilustrado de mujeres y del sufragismo se ven satisfechas. En la segunda, se afirma a través de diversos tratados la igualdad entre hombres y mujeres. Y la tercera supone un avance real en el reconocimiento tanto de la desigualdad como de la necesidad de corregirla. Esta tiene lugar durante el Decenio por la Mujer a partir de 1975, declarado Año Internacional de Lucha por las Mujeres. Durante este decenio, en concreto en 1979, Naciones Unidas aprueba la Convención para la Eliminación de todas las formas de discriminación contra la Mujer (CEDAW) donde, por primera vez, se hacen explícitos lo que se conoce como derechos humanos 21 Fueron las personas delegadas de India, República Dominicana y Dinamarca las artífices del logro de que la Declaración se expresara en un lenguaje neutro y se reconocieran explícitamente los derechos de las mujeres. CAPITULO II: EL REFLEJO DEL FEMINISMO EN LA POLÍTICAS DIRIGIDAS AL DESARROLLO 58 de las mujeres, especificándose tanto los ámbitos donde se produce violencia contra las mujeres (político, civil, social, económico y cultural), como las obligaciones de los Estados contractuales de corregir la discriminación. Esta Convención entra en vigor en 1981 y ha sido posteriormente revisada a través del Comité creado para este fin, y discutida en las Conferencias Mundiales sobre la Mujer, celebradas de forma periódica bajo el auspicio de Naciones Unidas (en 1980, 1985 y 1995). En segundo lugar, el hecho de que el desarrollo implique la comunicación entre países donantes y receptores, ha permitido una dialéctica constante, en cuyo proceso se observan mecanismos de impulso y resistencia. El desarrollo basa sus esfuerzos en tratar de paliar las desigualdades entre países, implantando diversos modelos económicos, en su mayoría reflejo de los países del Norte. Pero no es necesario recurrir a la relación Norte-Sur globales para referirse a las tensiones que esto genera. En Europa, a raíz de la crisis económica y democrática -y civilizatoria también, como señala el movimiento de ecologismo social- que atraviesa nuestro continente, se han reabierto debates que reflejan estas tensiones entre dos modos de ver el desarrollo y la economía22. Paralelamente al surgimiento del desarrollo como concepto, los procesos de descolonización han permitido reflexiones acerca tanto de los fines y metas que tiene el desarrollo, como de los medios para alcanzarlos. Durante sus inicios, los planes de desarrollo contemplaban a los agentes y comunidades que llevaban a cabo las tareas encaminadas al progreso de los países, como agentes, por defecto, masculinos. La población destinataria no aparecía desagregada por sexo en ellos, ni las mujeres eran descritas específicamente como agentes sociales. El enfoque bajo el cual se llevan a cabo las primeras medidas de desarrollo es el conocido como enfoque de bienestar, vigente entre los años 1950 y 1970. 22 Hay muestras recientes de estas tensiones entre donantes y receptores en el seno de la Unión Europea que recuerdan a las que ha habido en el escenario de la cooperación al desarrollo. A modo de ejemplos: “Portugal sale del rescate con algunas luces y bastantes sombras” (El Mundo, 17 de mayo de 2014), “Así salió Irlanda del pozo: ajuste de caballo y capital extranjero” (ABC, 7 de Noviembre de 2014), “La izquierda espera la derrota de la troika en España tras el giro en Grecia” (Público, 26 de enero de 2015), “Grecia rechaza cooperar con la troika y pedir una prórroga del rescate” (El País, 30 de enero de 2015), “Hambre oculta tras el milagro británico” (El País, 26 de abril de 2015). CAPITULO II: EL REFLEJO DEL FEMINISMO EN LA POLÍTICAS DIRIGIDAS AL DESARROLLO 59 Durante el primer decenio para el desarrollo, nombrado por Naciones Unidas entre los años 1960 y 1970, los organismos multilaterales trataron de canalizar inversiones que permitieran incrementar la producción, o incluso las realizaron ellos mismos23. En este momento la idea de desarrollo se entiende como sinónimo de crecimiento económico y este como sinónimo del incremento del Producto Interior Bruto de los países. Sin embargo, a pesar de que la mayoría de países en esta etapa logró un crecimiento de la renta per cápita, este desarrollo económico no fue acompañado de procesos sostenibles de industrialización y, lo que es más importante, tampoco se reflejó en una ampliación de la democracia política y social. Los resultados señalaban que en algunos países, a pesar de haber conseguido aumentos sostenidos del producto interior bruto, disminuían los ingresos per cápita, aumentaban el desempleo y los niveles de pobreza (Vara, 2006; Ortiz, 2007). Esto se debía, en parte, a que el crecimiento demográfico de estos países era superior a su crecimiento económico. Y en parte, a que los resultados esperados de goteo hacia abajo (trickle down), no se habían cumplido. El enfoque de bienestar tenía confianza en que el mercado regularía la redistribución de la riqueza, con un mecanismo que fuera permeando en los estratos sociales más bajos. Sin embargo esta confianza, muy basada en la idea de la regulación a través de una mano invisible que propuso Adam Smith, no logró cumplirse sin medidas políticas que favorecieran esta distribución equitativa. Otras consecuencias no deseadas fueron que el descuido del sector agrícola y el éxodo masivo del campesinado a las ciudades mostraron la debilidad de las urbes para atender el incremento de sus nuevos pobladores. En concreto, se crearon bolsas de pobreza en barrios periféricos, con servicios y suministros insuficientes para atender sus asentamientos. Por otro lado, el descuido de la agricultura en favor de la industrialización, supuso en algunos países una debilidad en la competitividad de la venta de cereales, o la necesidad de tener que importar alimentos cuando antes se abastecían a sí mismos. A pesar del sugerente nombre de enfoque de bienestar vigente, no se relaciona aquí el bienestar con el estado de bienestar humano. Esto obedece a una confusión 23 Así, Norteamérica desplazó muchas plantas industriales del sector automovilístico y químico a distintos países de Latinoamérica, produciendo una sensación de dinamismo económico. CAPITULO II: EL REFLEJO DEL FEMINISMO EN LA POLÍTICAS DIRIGIDAS AL DESARROLLO 60 permanente en las políticas dirigidas al desarrollo, en que se ha entendido de manera continuada el bienestar como resultado deseable del esfuerzo humano, como bienestarismo, que refiere a las relaciones que se basan en el suministro público de servicios, y que resultan permanentemente vigiladas y estigmatizadas24. El concepto de bienestar que este enfoque impulsa tiene que ver con la idea de bienestarismo, es decir, con la confianza en el crecimiento económico, por una parte, y -debido a la carga financiera que debería soportar el Estado- en que los servicios que el Estado tiene que abastecer deben estar vigilados para no generar dependencia. Esta vigilancia guarda relación con un modelo de desarrollo que Amartya Sen (2001) denomina BLAST (blood, sweat and tears/ sangre, sudor y lágrimas) y que se basa en el principio del sacrificio necesario. Como el autor señala, esta postura, centrada en la acumulación de capital, no constituye un error en sí misma (especialmente cuando empieza a relacionarse el capital con “capital humano”); sin embargo, puede degenerar en lo que denomina “explosión de acumulación”, que se relaciona con el paulatino desinterés por el bienestar humano y la calidad de vida. De acuerdo con este enfoque BLAST, “dar prioridad a medidas distributivas o equitativas en las etapas del desarrollo constituye un craso error” (Sen, 2001, p. 69). No obstante, hay ejemplos como Corea del Sur o Taiwan que demuestran cómo son compatibles las políticas de desarrollo económico con el aumento de medidas sociales. La combinación entre ambas ha dado como resultado, en ambos casos, un crecimiento económico rápido y una mayor igualdad social. Durante esta etapa de crecimiento acelerado, en general las mujeres fueron contempladas por los programas dirigidos al bienestar en tanto que madres de familia y transmisoras de valores (Moser, 1995; Murguialday, 2000). Las necesidades que se atienden en ellas son las vinculadas a su rol materno (salud materno-infantil, planificación familiar y provisión de alimentos, entre otras). “Dentro de los objetivos de crecimiento económico, el binomio madre/hijo, no las mujeres, es identificado como la unidad que debe ser impactada por la cooperación, y su objetivo explícito se encuentra 24 Un ejemplo de este bienestarismo estigmatizante lo encontramos en las mujeres perceptoras de rentas mínimas, o en las welfare mothers que mencionamos en el capítulo anterior. Sobre esta polémica en torno a la falsa polarización entre bienestarismo/ eficiencia se puede consultar el artículo de Naila Kabeer (1998). CAPITULO II: EL REFLEJO DEL FEMINISMO EN LA POLÍTICAS DIRIGIDAS AL DESARROLLO 61 en enseñar a las madres cómo criar a futuros trabajadores sanos y productivos” (Murguialday, 2005). De este modo, el crecimiento económico de los países va en relación al modelo de familia, el cual aprovechando, pero también perpetuando, la división sexual del trabajo, es capaz de dar un soporte necesario a la mercantilización de los países. Entre las estrategias dirigidas a aprovechar a las mujeres para el crecimiento de los países, está la que se puede resumir en la frase “educar a una mujer es educar a una familia”. De esta manera, las mujeres se convierten en transmisoras de diversas medidas y planes de educación en higiene, sanidad y maternidad. La relación que se da entre las mujeres y estas primeras medidas es la siguiente: Mujeres/ Reproducción/ Bienestar (Kabeer, 1998). Este enfoque parte de tres supuestos básicos: 1/ que las mujeres son receptoras pasivas del desarrollo, 2/ que su rol más importante es la maternidad, y 3/ que su mejor contribución al desarrollo se encuentra en la crianza de sus hijas/os (Moser, 1991). En este momento, los derechos vinculados a las mujeres son derechos sociales, cuya unidad de análisis básica está en la familia. Las mujeres no se contemplan como individuos con derechos, ni existen medidas que garanticen su autonomía ni sus derechos individuales. La teoría económica dominante en lo referente a políticas de desarrollo, a partir de los años 70, es la del Capital Humano. Esta teoría señala la importancia de la educación como inversión racional que los individuos hacen para mejorar su nivel de vida. La educación tiene beneficios sociales derivados, como por ejemplo la mejora en la salud, el aumento de la igualdad y la reducción de la pobreza. La importancia del capital humano y, en concreto, del desarrollo de las habilidades y de la capacidad productiva de la población, contribuyó a humanizar la concepción del desarrollo y a motivarlo directa e indirectamente. Directamente, afectando a las libertades humanas, al bienestar y a la calidad de vida. Indirectamente, estimulando la productividad y aumentando el crecimiento económico. En este marco de apuesta por el capital humano, la economista Ester Boserup reflexiona y denuncia que las mujeres habían pasado desapercibidas tanto a los planificadores de políticas como a los países donde se había implantado el Enfoque de Bienestar y que, a consecuencia de esto, se había invisibilizado su papel productivo. Esta idea, reflejada en su libro La mujer y el desarrollo económico (1993 [1970]), da un CAPITULO II: EL REFLEJO DEL FEMINISMO EN LA POLÍTICAS DIRIGIDAS AL DESARROLLO 62 giro al diseño de los programas de desarrollo y genera una serie de reflexiones que influyen en la atención que, posteriormente, se prestará a las mujeres por parte de las instituciones multilaterales y bilaterales, y por sus propios gobiernos. Los estudios de Boserup reflejan que la división sexual del trabajo no es uniforme en el mundo, y que en numerosos países de África las mujeres se encargan de planificar y llevar a cabo tareas agrarias y ganaderas. Esto desafía la concepción de las mujeres como encargadas de la reproducción, teoría que complementa con ejemplos como el del sudeste asiático, donde son los hombres los encargados de las tareas domésticas. Por último, denuncia que las acciones dirigidas a la modernización de los medios de producción han tenido un efecto perverso en las mujeres, quienes se quedan fuera de los trabajos productivos no sólo por los prejuicios que existen contra ellas en sus sociedades, sino debido a la falta de cualificación que les impide incorporarse a los mismos. Boserup impulsa, junto con otras feministas liberales como Bina Agarwal y Carmen Diana Deere, el primer enfoque con el que se abordan las necesidades de las mujeres como grupo meta del desarrollo, que se conoce, abreviadamente, como W.I.D. o M.E.D. (Mujeres en el Desarrollo). Los objetivos del enfoque M.E.D., a través de sus tres principales aproximaciones, se centran tanto en aspectos legales como educativos, corrigiendo la discriminación directa sobre las mujeres. En el marco legal, se instaba a los organismos internacionales a que promulgasen leyes que favorecieran la igualdad de oportunidades y a que llevaran a cabo políticas redistributivas que compensasen a las mujeres de la discriminación en que se encontraban. En el marco educativo, el acceso a la escolarización por igual de niñas y niños favorecería su futura incorporación al mercado de trabajo formal en condiciones más equitativas. El resto lo regularía el mercado, hacia el que existe en este enfoque una confianza plena. Las impulsoras de este modelo de desarrollo eran, en su mayoría, trabajadoras de organismos internacionales, feministas liberales y académicas del primer mundo, las cuales, a pesar de las revisiones críticas realizadas por autoras posteriores, llevaron a cabo una labor que tuvo un enorme impacto en favor de la visibilización de las aportaciones de las mujeres y en la denuncia del menosprecio hacia las mismas. Entre sus logros se encuentra que, en 1973, el Congreso de Estados Unidos aprobara la enmienda Percy a la Ley de Cooperación de Estados Unidos, que reconocía CAPITULO II: EL REFLEJO DEL FEMINISMO EN LA POLÍTICAS DIRIGIDAS AL DESARROLLO 63 de forma explícita la necesidad de incorporar a las mujeres en los esfuerzos dirigidos al desarrollo. La problemática de las mujeres debía ser incorporada en todas las fases de los proyectos, desde el diagnóstico y la planificación, hasta la evaluación de los mismos. El avance frente a las anteriores estrategias consistió, primero, en la aparición de las mujeres como sujetos meta en la planificación. En segundo lugar, en señalar la importancia de la participación de las mujeres en el ámbito productivo. En este punto, se trataba de desafiar la división sexual del trabajo a través de estrategias que incorporasen a las mujeres al ámbito del empleo formal. ETAPAS DEL ENFOQUE MED A.- ENFOQUE DE IGUALDAD Durante la primera mitad de los años 70 se desarrolla la primera aproximación al enfoque M.E.D., conocida como Enfoque de Igualdad, aunque autoras como Naila Kabeer prefieren denominarlo Enfoque de Igualdad de Oportunidades, ya que se centra mucho en aspectos que conducen a la igualdad formal (como el empleo) y poco en cuestiones que conduzcan a la equidad. Las primeras medidas van dirigidas a incorporar a las mujeres a las actividades remuneradas, a mejorar las condiciones laborales de las mismas, así como su productividad dentro y fuera de las casas. En muchos países, el avance de estas estrategias se frenó por la falta de confianza y las resistencias de las agencias y de los propios países receptores. La Primera Conferencia en el marco de Naciones Unidas sobre la situación de las mujeres se celebra en México D.F. en 1975; se hizo coincidir con el Año Mundial de las Mujeres, nombrado por Naciones Unidas. Cinco meses después de este evento, a instancias de la Conferencia, se proclama el Decenio de Naciones Unidas para la Mujer (1976-1985)25. 25 Recogido en “Las Cuatro Conferencias Mundiales sobre la Mujer” (disponible en www.un.org/spanish/conferences/Beijing2001.htm). CAPITULO II: EL REFLEJO DEL FEMINISMO EN LA POLÍTICAS DIRIGIDAS AL DESARROLLO 64 Durante esta década se hace un esfuerzo importante por documentar la situación de las mujeres en el mundo. “A partir de los años ochenta el esfuerzo por aumentar la visibilidad del trabajo de las mujeres se centró en los problemas de su contabilización estadística. Se encontró que las estadísticas oficiales excluían el trabajo reproductivo no remunerado, tanto de las cuentas de renta nacional como de las estadísticas sobre la población activa” (Benería, 2006). Para contrarrestar estas deficiencias, varios actores implicados trataron de contabilizar, por un lado, las aportaciones que el trabajo reproductivo supone en las cuentas de los países. Por otro, se empieza a hablar entonces del fenómeno conocido como feminización de la pobreza (De Villota, 2005), en el que convergen altas tasas de analfabetismo femenino, desnutrición, muerte por parto y dificultad de acceso al empleo. Se introdujeron dos nuevas aproximaciones, enmarcadas dentro del enfoque MED, para intentar mejorar esta situación que, por orden cronológico, son: B.- ESTRATEGIA ANTI-POBREZA Considerado por muchas la “versión suave” del enfoque de Igualdad, la estrategia antipobreza es adoptada en respuesta a las resistencias que mostraron los países a tratar de impulsar la estrategia de Igualdad. Se lleva a cabo por el impulso de feministas marxistas y estructuralistas y consiste en el desarrollo de acciones dirigidas a superar la pobreza. La exclusión de las mujeres es entendida como consecuencia del subdesarrollo de sus países y no de un sistema desigual de género. Partiendo de esa consideración, se trata de argumentar que la incorporación de las mujeres al terreno productivo no resulta beneficiosa sólo para ellas sino también para el conjunto de sus países. Las medidas puestas en marcha para facilitar el acceso a los ámbitos que generan ingresos (mercado formal e informal de trabajo) son la capacitación, la formación y la puesta en marcha de pequeños proyectos productivos. C.- ENFOQUE DE EFICIENCIA ECONÓMICA Este enfoque fomenta la participación de las mujeres más pobres (grupo meta) en distintos sectores. Se pone en marcha a partir de los años 80 y algunas de sus propuestas se mantienen en la actualidad. Aunque en su plano teórico destaca la capacidad de las mujeres para gestionar y ser eficaces en las tareas, en la dimensión CAPITULO II: EL REFLEJO DEL FEMINISMO EN LA POLÍTICAS DIRIGIDAS AL DESARROLLO 65 práctica coincidió con los planes de ajuste estructural impulsados por el Fondo Monetario Internacional para afrontar la deuda externa. Como resultado, las mujeres sirvieron de contrafuerte a la situación de pobreza de sus familias; por ello, estas medidas han sido tachadas de utilitaristas por muchas autoras, pues aprovecharon la capacidad de las mujeres para cubrir, con su trabajo, la reducción de recursos públicos y de prestaciones sociales. Las estrategias planteadas consistían en organizar a las mujeres en cooperativas o microempresas de cara a mejorar sus ingresos económicos y satisfacer sus necesidades prácticas y las de su comunidad. Las mujeres, organizadas en cooperativas, continúan dando respuesta a necesidades sociales. Esta postura tampoco postula el reconocimiento de derechos propios para las mujeres, sino vinculados al desarrollo económico de sus países. Según resalta Naila Kabeer (1998), una de sus principales debilidades consistió en resaltar la capacidad de agencia económica en las mujeres, equiparándola a la de los hombres, sin tener en cuenta las desigualdades que representa el reparto genérico del trabajo. Los análisis realizados con posterioridad pusieron de manifiesto los puntos a mejorar en las diversas aproximaciones de los enfoque MED, señalando que las mujeres lograron a través de estas medidas aumentar la renta familiar pero, por el contrario, su posición en la toma de decisiones no varió sustancialmente, y algunas de sus condiciones de vida (tiempo para sí o percepción de la salud, por ejemplo) empeoraron. Como hemos comentado anteriormente, parte de estas tensiones se ha producido porque la polaridad entre el desarrollo económico y la visión del desarrollo centrado en el bienestar de las personas, continúa vigente a escala global. “Si en las prioridades del desarrollo hubiera que dar el mismo valor a la producción de recursos materiales y a la vida y bienestar humanos, el suministro de servicios de bienestar se consideraría complementario a las metas del desarrollo, no antitético a ellas” (Kabeer, 1998). Por otra parte, los empleos generados para las mujeres, bajo este enfoque, estuvieron centrados en actividades tradicionalmente femeninas: artesanía, alimentación y textil, por lo que tampoco ampliaron los horizontes vitales de las mujeres ni tuvieron como meta superar la brecha de conocimientos y empleo en que se encontraban. El rol CAPITULO II: EL REFLEJO DEL FEMINISMO EN LA POLÍTICAS DIRIGIDAS AL DESARROLLO 66 productivo en que se insertaban tenía que ver con sectores altamente feminizados y, por tanto, con peores condiciones laborales. Por último, no se implementaron durante la puesta en marcha de estas medidas, acciones dirigidas a aliviar a las mujeres de su rol reproductivo. La doble carga de trabajo no se percibía como eje del problema sobre el que pivotan el desigual reparto del trabajo formal y la diferencia de participación. La planificación de estrategias sobre la base de la igualdad formal, y no sobre la base de la justicia social, hace que el reparto genérico del trabajo solo sea relevante en cuanto al obstáculo que supone para incorporar a las mujeres en el mercado de trabajo. Esta insistencia en la igualdad se basa en la creencia de que el problema de las mujeres para acceder al mercado formal de trabajo reside en superar las barreras al empleo tales como el acceso a la educación para competir con los hombres; no hay en ella una revisión respecto a que las barreras al empleo también están en el propio diseño del trabajo, el cual ha sido perfilado por y para el sujeto hegemónico, y supeditado a que hay otras que realizan las tareas de sostenimiento de la vida. A pesar de que el enfoque M.E.D. ayudó a superar la identificación entre mujeres/ reproducción/ bienestarismo, contemplado por el Primer Decenio dedicado al desarrollo, poniendo también de manifiesto la resistencia de muchos Estados a fomentar la igualdad a través de medidas, la nueva relación entre mujeres/ producción/ eficiencia resultó igualmente reducida, tanto en el marco del análisis como en la respuesta a la exclusión de las mujeres. En este momento se pone la mirada únicamente en el espacio público, sin reparar en la magnitud e importancia de las relaciones de poder que se generan dentro del ámbito privado y que se reflejan fuera, estableciendo un continuum entre lo personal y lo político. No obstante las críticas realizadas posteriormente, en base al rendimiento que varios agentes (básicamente Estado y Mercado) obtuvieron de la participación de las mujeres durante los planes de ajuste estructural, los enfoques de mujer en desarrollo permitieron pasar de una preocupación centrada en el rol de la mujer (enfoque de bienestar) a una comprensión de la desigualdad centrada en el acceso al empleo de las mujeres (enfoque de igualdad). CAPITULO II: EL REFLEJO DEL FEMINISMO EN LA POLÍTICAS DIRIGIDAS AL DESARROLLO 67 2.2. CAMBIO DE ENFOQUE: DE LAS POLÍTICAS DIRIGIDAS A MUJERES A LAS POLÍTICAS DIRIGIDAS AL CAMBIO DE ESTRUCTURAS A finales de los años 80 se genera, gracias al esfuerzo de las feministas socialistas, un nuevo enfoque en las políticas de desarrollo. Estas autoras se hacen eco de las reflexiones surgidas del diálogo entre marxismo y feminismo, y las incorporan a la corriente del desarrollo. El origen de estas reflexiones se encuentra en el año 1978, en la Conferencia de Sussex, donde asisten sesenta mujeres con el fin de debatir el impacto que los proyectos de desarrollo estaban teniendo sobre la vida de las mujeres. Resultan especialmente relevantes para ello las aportaciones de Máxime Molyneux, Carolyn Moser, Lourdes Benería o Kate Young, en las que se ha basado Magdalena León para elaborar su fondo documental26. La publicación de Sobre el matrimonio y el mercado es un resumen que Kate Young hace de este evento como compiladora (Young, 1981). En este encuentro reflexionan sobre la importancia de incorporar el concepto de clase, y no sólo el de sexo, en el escenario de debate de las políticas públicas de igualdad. Es necesario retomar la división sexual del trabajo como elemento fundante de la discriminación de las mujeres, pero no sólo. En el seno de la Conferencia se discuten mecanismos de control sobre los cuerpos de las mujeres en amplias zonas del mundo: desde la circuncisión genital femenina, al castigo por adulterio o el control del Estado sobre la natalidad. En este análisis entran en juego el papel de la ideología y de la religión como elementos sociales clave en la racionalización de la posición subordinada de las mujeres (Benería, 1979). Frente a esta racionalización de la subordinación, de la que las propias agencias se hacen eco, surgen nuevos enfoques y conceptos. El enfoque de empoderamiento emerge como alternativa al enfoque M.E.D. Considerado a la vez como una herramienta, se acuña en el seno de los DAWN (Development Alternatives with Women for a New Era), compuesto por organizaciones 26 León, Magdalena “El Empoderamiento de las mujeres y la importancia de la relación entre género y propiedad”. Publicación para las Jornadas Generando Desarrollo, Vitoria-Gastéiz, 2002 (disponible en fondo documental de Emakunde). CAPITULO II: EL REFLEJO DEL FEMINISMO EN LA POLÍTICAS DIRIGIDAS AL DESARROLLO 68 de mujeres académicas del Sur y del Norte27 para tratar de favorecer el aumento del control por parte de las mujeres sobre la agenda política y sobre las decisiones que afectan a sus vidas. En este proyecto, un grupo de mujeres de diferentes países se reunieron en 1984 en Bangladere, India, para hablar del impacto de los programas de ajuste estructural y, más adelante, de los programas de desarrollo llevados a cabo hasta ese momento, dirigidos a población de escasos recursos y, más concretamente, a las mujeres. Desde su nacimiento, el proyecto DAWN tuvo como finalidad trabajar desde y para las mujeres del tercer mundo, en el seno de debates sobre el neo-colonialismo, el subdesarrollo y los intercambios desiguales entre Norte y Sur. Estas asociaciones de mujeres plantean un modelo propio de desarrollo y ponen en escena sus propuestas en la III Conferencia para el Adelanto de la Mujer, convocada por Naciones Unidas y celebrada en Nairobi a mediados de los años 80. Muchas de estas reflexiones son de tradición marxista y ponen de manifiesto el hogar como espacio donde más se produce y reproduce la desigualdad. A través de sus trabajos de campo en Perú, Honduras, Nicaragua o México, estas mujeres plantean que la desigualdad y la discriminación que sufren las mujeres no constituye una cuestión solo de mujeres, sino de relaciones injustas que se combaten dirigiendo los esfuerzos a lograr un cambio de estructuras. En este momento se van a plantear muchas de las cuestiones referentes a la desigualdad de las mujeres que serán atendidas en las décadas siguientes, uno de cuyos ejes se encuentra en la tensión entre los conceptos de reforma o transformación, y que enlaza con el debate anteriormente planteado entre un cambio de situación o de posición para las mujeres. La socióloga paquistaní Máxime Molyneux, realiza un análisis y una discusión sobre los textos de Cristine Delphy en lo referente al trabajo doméstico, que ayuda a introducir avances en los nuevos enfoques de políticas dirigidas al desarrollo. El análisis de Molyneux sobre los intereses de las mujeres ha demostrado ser particularmente útil para esbozar una política de transformación que ayude a mejorar la posición de las mujeres, partiendo de sus necesidades cotidianas. La autora analiza el concepto de 27 DAWN es una red de mujeres activistas y estudiosas de la situación económica del Sur que se dedican a la investigación y al análisis feminista del medio ambiente mundial, y se han comprometido a trabajar para la justicia económica, la justicia de género y la democracia. Trabajan a nivel mundial y regional en África, Asia, el Caribe, América Latina y el Pacífico. CAPITULO II: EL REFLEJO DEL FEMINISMO EN LA POLÍTICAS DIRIGIDAS AL DESARROLLO 69 “intereses de las mujeres” y ve en él un ente escurridizo. Por una parte, los intereses de las mujeres son a menudo ignorados por los organismos con poder para darles respuesta. En palabras de Kabeer, esto se resume en que “hay una extraordinaria similitud en la manera en que las normas y las prácticas burocráticas reconstruyen activamente la jerarquía de género” (Kabeer, 1998, p. 103)28. Por otra, los intereses de las mujeres no son homogéneos. Un reconocimiento de las diferencias, no sólo entre mujeres y hombres, sino entre las propias mujeres, vuelve el concepto de “intereses de las mujeres” sumamente discutible. Su valiosa aportación consiste en analizar la realidad de las mujeres conforme a dos categorías básicas (Molyneux, 1985 y 2005): 1) Necesidades prácticas 2) Intereses estratégicos Esta división resulta fundamental para comprender el paso del enfoque M.E.D. al enfoque G.E.D. (Género en el desarrollo), y también para comprender el salto cualitativo que supone el enfoque de Empoderamiento en las políticas dirigidas a las mujeres, teniendo en cuenta la diversidad de aspectos que las caracterizan: “una teoría de los intereses que tenga una aplicación en el debate sobre la capacidad de las mujeres para luchar por el cambio social y beneficiarse de él, debe comenzar por reconocer la diferencia en lugar de asumir la homogeneidad” (Molyneux, 1985). Las necesidades prácticas se entienden como todas aquellas cuya satisfacción implica una mejora en el bienestar de vida de las mujeres: acceso a la educación, al empleo formal, a la mejora en el empleo, a una vivienda digna, a mejoras a la atención en salud, etc. Por su facilidad para ser visibilizadas y tenidas en cuenta, suelen ser las que presentan una voluntad de atención prioritaria y, por ello, su abordaje puede ser 28 Sobre esta reflexión, también tenemos ejemplos cercanos en el estado español acerca de cómo se han elitizado los criterios para acceder a subvenciones provientes de instituciones públicas por parte de asociaciones de mujeres, o cómo se imponen criterios que están lejos de los intereses de las mismas. Algunos artículos referidos al tema son: “El gobierno dificulta que las asociaciones de mujeres reciban subvenciones” (ACAI (Asociación de Clínicas Acreditadas para la Interrupción del Embarazo), 29 de julio de 2013); “La paridad que enfada a las feministas” (El País, 26 de junio de 2013); o “El Instituto de la Mujer da la máxima subvención a una asociación presidida por una diputada del PP” (Wordpress, 31 de enero de 2014). CAPITULO II: EL REFLEJO DEL FEMINISMO EN LA POLÍTICAS DIRIGIDAS AL DESARROLLO 70 material e inmediato pues, de forma resumida, implica recursos tangibles. Quizás por constituir la parte más evidente de la discriminación, coincide con las necesidades que muchas mujeres sienten como suyas y también con los aspectos que han sido incorporados a la agenda de los anteriores enfoques de igualdad. Aún hoy, hay quien relaciona la lucha contra la discriminación de las mujeres con la atención a las necesidades prácticas de las mismas. Su identificación con las necesidades de las mujeres hace que muchos países desarrollados extraigan la conclusión de que la discriminación contra las mujeres no existe, pues estas pueden acceder a los recursos, formalmente, en igualdad de condiciones. Este planteamiento comporta dos confusiones: la primera, la identificación de la discriminación visible con toda la discriminación existente. Recordemos que muchas de las prácticas de discriminación están naturalizadas y, por ello, invisibilizadas y basadas en convicciones profundamente arraigadas, que llevan a hombres y mujeres a actuar en base a una desigualdad que adquieren junto con la percepción de su identidad e individualidad29. La segunda confusión, extensión de la primera, se centra en identificar la igualdad formal con la real. Los derechos no dan acceso de por sí a los recursos, si no se eliminan los obstáculos que impiden la participación y la negociación30. El análisis de necesidades que propone Molyneux contempla una nueva dimensión de las mismas que debe ser garantizada en los programas de desarrollo para evitar que la discriminación hacia las mujeres se perpetúe: los intereses estratégicos de género. Los intereses estratégicos de género derivan del análisis de la subordinación de las mujeres y de la formulación de alternativas. Son aquellas estrategias que permiten mejorar la posición de subordinación de los grupos y minorías oprimidas, aumentando la capacidad de control y poder sobre sus vidas; es decir, implican una meta estratégica 29 Sobre la naturalización de la discriminación contra las mujeres, es interesante la mirada que algunos hombres masculinistas realizan sobre la construcción de su masculinidad dominante. Véase al respecto, Bonino, Luís (2011); y Lorente, Miguel (2014). Ambos han contribuido a romper la lógica del privilegio masculino en su propia revisión de la masculinidad. Preferimos el término de masculinista o pro-feminista para referirnos a los hombres que se suman a la lucha por la equidad, en lugar del término hombre feminista, pues asociamos el feminismo a una toma de conciencia de las personas que se sienten mujeres, derivada de esta experiencia de ser mujer. Los hombres masculinistas reflexionan sobre su experiencia de ser hombre, con objetivos que se suman a la lucha por la equidad. 30 Artículo 3.2 de la Constitución española. CAPITULO II: EL REFLEJO DEL FEMINISMO EN LA POLÍTICAS DIRIGIDAS AL DESARROLLO 71 como puede ser la emancipación de las mujeres o la equidad de género. Para atender los intereses estratégicos de género es necesario romper con las visiones que justifican la desigualdad, ya se base esta justificación en el determinismo biológico ordenado de manera divina o escogido voluntariamente31. El análisis de los intereses estratégicos descubre las relaciones desiguales de poder que existen, no sólo en el ámbito público, sino -y de manera particular- en el ámbito privado. Es decir, los intereses estratégicos parten de la aplicación de la perspectiva de género en el análisis social, no sólo en una dimensión descriptiva (porcentaje de mujeres y hombres) sino también explicativa. Los intereses estratégicos de género no sólo se hacen eco del acceso y control de los recursos por parte de mujeres y hombres, sino también de los mecanismos que permiten/ dificultan ese control y acceso: valoración social de los procesos de producción y reproducción, percepción de la discriminación, grado de corresponsabilidad, uso del lenguaje, valores y creencias. Este tipo de intereses son más escurridizos y, para identificarse, se basan en procesos de concienciación feminista32 que pongan de manifiesto los conflictos, ya que “cuando no hay evidencia de conflicto, se supone que hay consenso” (Kabeer, 1998, p. 123). La idea de que los intereses estratégicos no son transparentes, incluso para las propias mujeres implicadas en procesos de cambio, plantea, según muchas autoras, el peligro de una “falsa conciencia” que impida objetivar los mismos con parámetros parecidos a las necesidades prácticas. Sin embargo, hay otras razones por las cuales la falta de transparencia en cuanto a los intereses estratégicos no tiene por qué suponer una falsa conciencia. En algunos casos se debe a que la falta de conocimiento de otras opciones vitales impide analizar con perspectiva la propia posición. En este caso, después de vivir distintos tipos de prácticas, es posible evaluar los intereses previos. 31 Esta última alusión a la desigualdad como elección racional ha sido muy utilizada por sectores de la derecha ideológica para justificar que la desigualdad entre hombres y mujeres se debía al diferente rendimiento de unas y otros, elegido de manera voluntaria. Esta explicación en base a la meritocracia trata de confundir acerca de la igualdad formal, ocultando el sexismo real que se reproduce tanto en los sistemas educativos, como ideológicos y laborales, y que deriva en la discriminación. 32 Aunque el término utilizado por Paulo Freire se tradujo en América Latina como concientización preferimos usar concienciación, pues nos suena más parecido al proceso de toma de conciencia. CAPITULO II: EL REFLEJO DEL FEMINISMO EN LA POLÍTICAS DIRIGIDAS AL DESARROLLO 72 En este momento surge un nuevo enfoque económico, en materia de desarrollo, impulsado por el economista hindú Amartya Sen, que más adelante desarrollaremos con detalle, y que es conocido como enfoque de capacidades. La teoría que lo sostiene está basada en la idea del bienestar social y no individual; este enfoque ayuda a cuestionar los vacíos existentes en los anteriores enfoques de desarrollo, al tiempo que favorece la incorporación de la visión de género y la atención a las necesidades estratégicas de las mujeres. ENFOQUE DE EMPODERAMIENTO. El texto más citado en relación al enfoque de empoderamiento es el preparado por Gita Sen y Karen Grown para la III Conferencia de Naciones Unidas para el Adelanto de la Mujer, celebrada en Nairobi33. En este documento el empoderamiento aparece como una estrategia impulsada por el movimiento de mujeres del Sur destinada a transformar poco a poco en realidades los deseos que las mujeres tienen sobre sus vidas. El documento enfatiza la capacidad de agencia y organización de las mujeres y la consolidación de los procesos democráticos en sus países de origen. Señala que la riqueza y la creatividad de las organizaciones de mujeres son la esperanza real de una política dirigida a la transformación: “es fácil desalentarse cuando se piensa en las mejoras concretas en la posición económica y social de las mujeres. Parece que han sido tan escasas como los recursos que las agencias y los gobiernos les han dirigido. Pero contemplemos nuestras experiencias de otra manera. Ahora sabemos, por nuestra propia investigación, cuán profundamente inculcada está y hasta dónde se remonta históricamente la subordinación de las mujeres. Lo que hemos logrado hacer en los últimos años es forjar redes y movimientos mundiales que no habían existido hasta ahora, transformar esa subordinación y, en el proceso, romper también otras estructuras opresivas” (Sen y Grown, 1998, p. 15). 33 Traducido por el programa de Estudios Interdisciplinares de Estudios de la Mujer, del Colegio de México, con el título Desarrollo, crisis y enfoques alternativos: perspectivas de la mujer en el tercer mundo, México, El Colegio de México- PIEM, 1998. CAPITULO II: EL REFLEJO DEL FEMINISMO EN LA POLÍTICAS DIRIGIDAS AL DESARROLLO 73 La pregunta entonces era: ¿puede el enfoque de empoderamiento convertir lo práctico en estratégico? Las dos propuestas clave del enfoque G.E.D. son dirigir los esfuerzos al cambio de estructuras de género, y hacerlo a través del empoderamiento como estrategia. Las líneas de trabajo que se contemplan para atender las necesidades estratégicas de género son conciencia, participación y organización, que se relacionan, correlativamente, con los tres tipos de poder que Jo Rowlands (1995) describe en relación al empoderamiento: conciencia, que tiene que ver con el poder desde y conecta con la esfera individual de las mujeres, con el sentido del yo, con la auto confianza, y con la capacidad de desarticular la opresión interiorizada. Por otro lado, la participación, donde se incorpora la esfera del poder con y la dimensión relacional. Aquí el poder está referido a la capacidad de negociar, de transformar la naturaleza de las relaciones y las decisiones que salen de ella. Y por último, la organización, como parte del poder para en la que la dimensión colectiva entra en juego para sumar voluntades de cambio y conseguir un impacto mayor del que se obtendría individualmente. ¿PERO DEBEMOS HABLAR DE PODER O DE EMPODERAMIENTO? REFLEXIONEMOS UN POCO EN TORNO A LA IDEA DE PODER. El concepto de poder y la dinámica de sus relaciones han sido trabajados por diversos autores y autoras con anterioridad, aunque la incorporación de las relaciones de género dentro de sus análisis es aún reciente y marginal. Como antecedentes podemos destacar los trabajos de Foucault (1973 y 1980), Gramsci (1971) y Freire (1986). Foucault define el poder como un entramado de relaciones sociales que permea todos los ámbitos de la sociedad, desde nuestra intimidad (sexualidad) hasta los niveles estatales (leyes, instituciones). Entiende el poder como algo dinámico y presente en todas las relaciones. Su concepto de poder supera la noción de “poder sobre” y el estatismo asociado a este, del poder como algo que se tiene. Gramsci señaló la importancia de los mecanismos que nos permiten participar en las instituciones y, por otra parte, desarrolla la idea de cómo los Estados usan las instituciones culturales para CAPITULO II: EL REFLEJO DEL FEMINISMO EN LA POLÍTICAS DIRIGIDAS AL DESARROLLO 74 mantener su hegemonía. Hegemonía, para Gramsci, es el poder adicional del que goza el grupo dominante para poder mantener su dominación, haciendo coincidir sus intereses con el interés general; se diferencia por tanto de la idea de dominación como un poder impuesto y garantizado por la coerción. Freire, por su parte, desarrolló un trabajo sobre los procesos de toma de conciencia que sirvió de marco a los movimientos de educación popular latinoamericana. La educación es aquí un proceso de toma de conciencia crítica, y de expansión de la libertad por parte de los diferentes grupos, a través de lo que él mismo denominó alfabetización crítica emancipadora. En América Latina las discusiones sobre el término ‘poder’ en el marco de la mujer, el género y el desarrollo, se encontraron con el renacer del movimiento feminista. Desde las organizaciones del Sur se plantea que, además del género, hay otros factores que inciden en la exclusión y que marcan la forma en la que se vive el género: clase social, etnia o país34. El empoderamiento, como concepto, es una forma de subvertir la manera de ejercer el poder, transformándolo en favor de quienes ocupan posiciones subordinadas. Como estrategia, para ser eficaz, debe construirse sobre estas diferencias, ser capaz de visibilizarlas y valerse de ellas para facilitar el desarrollo de estrategias integradas que permitan superar las desigualdades, cualesquiera que sean, de las mujeres que las sufren. En el seno de este debate tiene lugar la celebración del III Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe, celebrado en Taxco, México, en 1987. Las mujeres allí reunidas se proponen revisar algunos de los mitos del feminismo, uno de los cuales, fuertemente arraigado y que primero sale a la luz, es el que se resume en el tópico de “a las feministas no nos interesa el poder”35. 34 Lo que posteriormente se ha denominado “interseccionalidad”, término incorporado por Angela Davis en los círculos feministas afroamericanos, en los años 70, alude a las múltiples categorías que, cruzadas con la de género, producen y perpetúan la discriminación: procedencia rural o urbana, opción sexual, clase social y origen geográfico. 35 Otros de los mitos discutidos son: ‘las feministas hacemos política de otra manera, diferente y mejor que los hombres’; ‘todas las mujeres somos iguales’; ‘hay una unidad natural por el hecho de ser mujeres’; ‘el feminismo es una política de las mujeres para las mujeres’; ‘cualquier pequeño grupo es el conjunto del movimiento’; ‘los espacios de mujeres son en sí mismos garantía de un proceso positivo’ (citado en Vargas, Virginia, “La construcción del Internacionalismo feminista regional”, artículo realizado en el año 2000, inédito). CAPITULO II: EL REFLEJO DEL FEMINISMO EN LA POLÍTICAS DIRIGIDAS AL DESARROLLO 75 Con esta afirmación se comienza a trabajar la idea de “poder”, inicialmente identificado con determinados usos que se hacen del mismo. Sus características son muy similares a las del poder basado en relaciones de carácter dicotómico y jerárquico. Desde esta concepción, la idea de poder está asociada a un determinado uso del poder, considerado de “suma cero” o “poder sobre”, en el que el aumento de poder de una persona o grupo, conlleva la pérdida o disminución de poder de otras personas o grupos. Al reconocer el poder sobre, se abría la posibilidad de oponer resistencia o de ser capaces de transformarlo, disminuyendo así su sentido victimizante y superando, de paso, la idealización que había sobre la práctica feminista como sistema de relaciones en las que no existe dominación36 (citado en León, 2002). Rowlands afirma que el reconocimiento del poder por parte de las mujeres condiciona su existencia en un doble sentido: es fuente de opresión en su abuso y fuente de emancipación en su uso (Rowlands, 1995). Lukes (1974) ofrece un análisis de las relaciones de poder que, por su similitud con el debate planteado, resultan de utilidad. Su noción de poder es tridimensional y en él cabe la posibilidad de resistencia. Define poder sobre como un poder basado en la dominación explícita o implícita, entendiéndolo como la habilidad para hacer que una persona actúe en contra de sus deseos e intereses. Este tipo de poder se da en las dinámicas de relación interpersonal y se refleja en las dinámicas de la sociedad hacia las instituciones, donde los procedimientos tácitamente aceptados por estas señalan algunos asuntos como ajenos al ámbito ciudadano de toma de decisiones, mientras reconocen otros como decidibles y, con ello, favorecen o excluyen a individuos o grupos37. Deriva, por tanto, en la capacidad de poder de definir la agenda política en el ámbito público, o de 36 Sobre la reflexión acerca del conflicto entre las relaciones feministas y el poder, y las dificultades de negarlo, nos resultó muy útil la lectura de La tiranía de la falta de estructuras, de Jo Freeman, publicado por el Forum de Política Feminista (disponible en http://www.jofreeman.com/). 37 Un ejemplo de esta exclusión por demarcación está en la puesta en marcha de la Ley Orgánica de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género en la que, cuando una mujer inmigrante indocumentada cursa una denuncia por violencia de género, automáticamente se le incoa un expediente de expulsión. Este hecho pareció pasar desapercibido a quienes diseñaron la Ley pero, a pesar de las denuncias y los informes de Amnistía Internacional, diez años después ninguna institución se ha decidido a subsanar el error. En su extremo opuesto, un caso de discriminación por inclusión está en la propuesta de reforma de la ley de plazos propuesta por el Ministerio de Justicia del gobierno actual, en contra de los intereses y deseos de las mujeres y de la ciudadanía en general. CAPITULO II: EL REFLEJO DEL FEMINISMO EN LA POLÍTICAS DIRIGIDAS AL DESARROLLO 76 designar y delimitar lo que es conflictivo y lo que no38. Para Lukes la capacidad del poder de estructurar y definir la realidad puede hacer que el poder parezca estático. Bien por impotencia o bien por la incapacidad de construir alternativas, los grupos privados de poder pueden sentirse impotentes. Esta es una reflexión interesante pues parece que las ideas de poder y conflicto van íntimamente ligadas, de lo que fácilmente se deduce que cuando no hay conflicto, es que hay consenso. Sin embargo, cuando se realiza un análisis del poder masculino, observamos que gran parte de la dominación está naturalizada y silenciada. De hecho, sigue siendo un desafío detectar y desarticular el entramado de dominación masculina. Por lo que comprobamos que poder y conflicto no están necesariamente vinculados. A esta reflexión se suma el poder que las instituciones, como reflejo de intereses y creencias, juegan en relación al poder y a su perpetuación. Como señala Kabeer (1997) “no es preciso practicar la discriminación abierta ni fraguar conspiraciones patriarcales cuando se puede asegurar el privilegio masculino por medio de un empleo rutinario de los procedimientos institucionales”39. Por lo tanto, hay un vacío en el que los conflictos derivados del ejercicio de poder no se expresan, porque puede no existir conciencia de dicho conflicto, ni de los intereses de las personas implicadas en él. Lukes propone seguir a Bourdieu en su concepto de violencia simbólica y en cómo los procesos de poder llevan a su internalización. Frente a ello, la tercera de las interpretaciones sobre el poder en Lukes es la que reconoce que los conflictos pueden ser suprimidos, no sólo en la arena de la toma de decisiones social y política, sino en la conciencia de las personas involucradas. Las relaciones de poder se mantienen porque las personas implicadas, con independencia de la posición que ocupen, aceptan la realidad. Este aspecto se relaciona con el tipo de poder que Jo Rowlands y otras interpretaciones feministas del poder definen como poder desde. El concepto de empoderamiento está arraigado en la idea de poder y en su opuesto, la falta de él, reconociendo que su ausencia no es posible pues, en la realidad, hasta los que tienen poco poder son capaces de resistir internamente (concepto de 38 Luís Bonino define este micromachismo como “la capacidad masculina de definir la realidad”. 39 Citada en León, Magdalena (Comp.) (1997), Poder y Empoderamiento de las Mujeres, Santafé de Bogotá, Tercer Mundo Editores, U.N. de Educación a Distancia. CAPITULO II: EL REFLEJO DEL FEMINISMO EN LA POLÍTICAS DIRIGIDAS AL DESARROLLO 77 resiliencia) y externamente (transformando sus condiciones de vida). Basadas en esta idea de poder como capacidad que se adquiere, las propuestas del GED se inspiran en la idea del empoderamiento como proceso. Para Lukes el concepto de poder es radical cuando se define como potentia o poder desde/ conciencia: es el que cada persona tiene para ponerse metas, sentirse capaz de conseguirlas y encaminar su vida hacia modelos con los que se sienta identificada. Este ámbito del poder enfatiza además el hecho de que las relaciones de poder pueden desarticularse en la esfera de la conciencia individual. Para el desarrollo de este tipo de poder es necesario que se ofrezcan un mínimo de garantías básicas por parte del Estado, como el derecho individual de libertad, seguridad e igualdad. De la misma manera, son cruciales los derechos de segunda generación como el acceso a la educación y a la información. En ese sentido, el feminismo se apoya en la corriente de educación popular que se inicia en Brasil en los 60 y contagia toda América Latina. El enfoque de empoderamiento nace muy vinculado a la educación como análisis crítico de la realidad. No obstante, el acceso a la educación no se considera, en sí, un elemento emancipador, pues el sistema educativo hegemónico tiene un papel reproductor de las relaciones de poder y consiste, demasiado a menudo, en la asimilación acrítica de contenidos; este tipo de educación, además, ejerce un “poder sobre”, al establecer una jerarquía en los conocimientos y saberes. Lola Cendales y otras autoras que desarrollan la corriente de educación popular, apuestan por una metodología40 que contenga y desarrolle los objetivos de poder desde y que rompa la brecha entre el lugar de extracción y de generación de conocimientos (Cendales y Torres, 1992). El concepto de poder con/ participación se refiere al poder que establece alianzas entre personas, con intención de que sus diversos intereses se vean representados. Esta es la dimensión más colectiva del empoderamiento y se basa en 40 En dicha metodología cabe destacar la herramienta, ampliamente desarrollada por Cendales, conocida como “sistematización de experiencias”, destinada a evaluar un proceso por parte del grupo que ha participado en él. En este sistema de evaluación, el lugar de extracción y de elaboración de conocimiento es casi idéntico. CAPITULO II: EL REFLEJO DEL FEMINISMO EN LA POLÍTICAS DIRIGIDAS AL DESARROLLO 78 estrategias como la participación social y la incidencia política, condiciones necesarias para la gobernabilidad de los países democráticos. En este sentido, se hace especialmente importante la capacidad de agencia de las mujeres. Aquí el Estado tiene que reconocer unas garantías mínimas en el ejercicio de derechos de las mujeres que les permitan participar social y políticamente. La idea de poder para/ organización se refiere por su parte a la posibilidad de elegir una agenda propia por parte de las mujeres, que establecen prioridades no sólo en los fines que encuentran en el desarrollo, sino también en su manera de llevar a cabo estos fines, en definitiva, en la elección de los medios. Para ello, es necesaria la influencia de los colectivos de mujeres. Definimos ‘influencia’ como efecto o poder que puede existir, y ‘autoridad’ como reconocimiento manifiesto y poder legítimo; es la segunda la que permite hacer explícitas las aportaciones que las mujeres feministas pueden realizar a la construcción de los nuevos modelos económicos. El desarrollo de estos tipos de poder y, en consecuencia, del empoderamiento, tiene un recorrido desde lo personal hasta lo político; desde la esfera más íntima, la de los deseos propios, hasta la esfera pública, donde algunos de estos se articulan. Pero el empoderamiento no se centra exclusivamente, aunque sí de forma principal, en el aumento de poder por parte de los grupos oprimidos. Hay otro aspecto importante que se relaciona con este y que nos remite a categorías marxistas de análisis: el valor. La valoración de lo que es importante, tanto en el nivel de los conocimientos como en el de las habilidades, ha sido designada por sujetos pertenecientes a los grupos de poder. Por tanto, lo que recibe valoración social tiene a su vez un sesgo etnocéntrico y androcéntrico importante que el empoderamiento de los grupos de mujeres trata de deshacer y rehacer de manera diversa. En este aspecto, la visibilización y valoración de los aprendizajes, conocimientos y aportaciones realizadas por las mujeres ocupa un lugar central en su empoderamiento, pues sólo a través de ellas se desarrolla la autoafirmación necesaria que vincula la autoestima con la vindicación de derechos. DIMENSIONES DEL EMPODERAMIENTO CAPITULO II: EL REFLEJO DEL FEMINISMO EN LA POLÍTICAS DIRIGIDAS AL DESARROLLO 79 Las discusiones sobre las dimensiones que contiene el término empoderamiento son frecuentes a lo largo de la evolución del término. Diferentes autoras como Marcela Lagarde (2001), Magdalena León (1997) o Virginia Vargas (2002), han reflexionado sobre su uso y sentido. El proceso de empoderamiento, como ya hemos visto, conlleva un aspecto individual que implica la realización de un análisis o reflexión, un cambio de creencias que involucra aspectos emocionales y corporales, y que toma como punto de partida las circunstancias de cada mujer. Es la dimensión que coincide con el tipo de poder desde, en el que las propias mujeres establecen las prioridades y deseos que tienen en sus vidas. Esta dimensión individual influye en otra más próxima, o de entorno cercano (Rowlands, 1997), a la cual pueden pertenecer la familia, los grupos de iguales y el entorno laboral. Para que el proceso de empoderamiento sea sostenible, sin embargo, tiene que articularse también en la dimensión colectiva, entendiendo por ella la participación en grupos y la creación de redes. 2.3. MEDIDAS QUE ACOMPAÑAN LA PUESTA EN MARCHA DE POLÍTICAS DE IGUALDAD El enfoque M.E.D. consiguió introducir la legitimidad de las acciones positivas sobre determinadas mujeres como población diana, de cara a combatir su discriminación. Las primeras medidas dirigidas a las mujeres consistían en tratar de paliar, a través de acciones correctoras, la exclusión, principalmente, en tres ámbitos: el educativo, el laboral y el de la participación (Osborne en Amorós, 1995). Las acciones positivas siempre han estado rodeadas de polémica, ya que se trata de establecer cuotas que privilegien a un colectivo discriminado, sobre otros, de cara a compensar su desigualdad, tanto en el punto de partida como en el de llegada. Por este motivo, estas acciones tienen carácter temporal, ya que su duración tiene sentido en CAPITULO II: EL REFLEJO DEL FEMINISMO EN LA POLÍTICAS DIRIGIDAS AL DESARROLLO 80 tanto en cuanto la discriminación se mantiene, y pierden su sentido en el momento en que esta desaparece. A través de medidas de acción positiva se ha facilitado el acceso de las mujeres a microcréditos, cursos de formación y capacitación y, de manera más puntual, a vivienda, empleo y a la mejora en su participación en sindicatos y partidos políticos. Las necesidades prácticas de las mujeres siguen estando en el centro de estas medidas. En este sentido, el enfoque de empoderamiento tampoco ha ignorado la relación que existe entre el acceso y control de los recursos y el aumento de las capacidades41. Como señala Magdalena León, la propiedad favorece el poder de negociación de la mujer no sólo en el hogar sino en la comunidad y en la sociedad (León, 2002). Para ello, es importante lo que denomina posición de resguardo o fall-back position (término prestado de Amartya Sen y que Lourdes Benería traduce como posición de repliegue). Esta posición de resguardo se beneficia de factores como la propiedad y control de los bienes económicos, el acceso al empleo u otras modalidades de generación de ingresos, el acceso a recursos comunales, al apoyo social externo, así como al apoyo estatal. La diferencia cualitativa entre las acciones positivas y el enfoque de empoderamiento es que este último trata de organizar a las mujeres en torno a sus necesidades prácticas -vivienda, empleo, sanidad, educación-, pero abordándolas de manera estratégica: poniendo en el centro sus reflexiones e intereses en torno al género, de cara a transformar su posición y no solo mejorar su situación. Por ello, el enfoque de empoderamiento es una herramienta viva al servicio de los intereses de grupos concretos de mujeres. Como recuerda el texto de Sen y Grown, “el feminismo no puede ser monolítico en sus temas, metas y estrategias, puesto que constituye la expresión política de las preocupaciones e intereses de las mujeres de diferentes regiones, clases, nacionalidades y trasfondos étnicos” (Sen y Grow, 1998, 41 Recientemente se ha publicado un artículo (El País, 8 de mayo de 2015) con el nombre de “Una oportunidad para la igualdad de género”. En él se hace una revisión de la Conferencia de Beijing, veinte años después, donde se comenta que, a pesar de los logros, para alcanzar la equidad hay que seguir apoyando medidas. En concreto, dice, “en la práctica, esto significa apoyar una serie de medidas, incluidas las que dan a las mujeres un acceso equitativo a la tierra, el crédito y los bienes; garantizar la igualdad de remuneración y mayores protecciones laborales; crear empleos, medios de vida, habilidades y programas empresariales que estén abiertos a las mujeres; y establecer medidas de protección social como los beneficios de maternidad, seguro de desempleo y seguro médico”. CAPITULO II: EL REFLEJO DEL FEMINISMO EN LA POLÍTICAS DIRIGIDAS AL DESARROLLO 81 p.15). Lo que aporta es la diversidad de miradas dentro de las mujeres; lo que reivindica es un feminismo tercermundista en el que elementos como la clase, la raza y la nacionalidad estén aparejados al hecho de ser mujeres. En la IV Conferencia Mundial de Mujeres, en Beijing, en 1995, se evidencia de manera especial la necesidad de trasladar el centro de atención de las mujeres al género. Se pone de manifiesto el aislamiento que sufren los programas de atención a las mujeres, y la escasa permeabilidad que estos tienen en otras esferas de la política: medio ambiente, planificación urbanística, medidas de desarrollo económico, educativo, etc. Se hace evidente la urgencia de incorporar las aportaciones de las mujeres a todas estas esferas, y para llevarlo a cabo se crea una Plataforma de Acción. Los Estados que forman parte de la Conferencia, entre ellos España, se comprometen a introducir la dimensión de género no sólo en sus instituciones y en todas las esferas de la política, sino también, de forma transversal, en todas las fases de los programas y proyectos: diagnóstico, planificación, ejecución y evaluación. Para llevar a cabo esta incorporación de la perspectiva de género surge una herramienta conocida como mainstreaming de género, que pretende incorporar las políticas dirigidas a la igualdad entre mujeres y hombres a la corriente principal de desarrollo. El mainstreaming trata de corregir la supuesta neutralidad de género de las políticas, afirmando que “ninguna política es neutra al género”. Si no se tiene en cuenta esta perspectiva, los condicionantes que de hecho el género impone en el acceso y control de los recursos, y la desigualdad que estos generan, tienden a perpetuarse. 2.4. CUADRO RESUMEN DE LAS ETAPAS Y ENFOQUES DIRIGIDOS A LA IGUALDAD DE OPORTUNIDADES Y A LA EQUIDAD CUADRO RESUMEN DE LAS ETAPAS Y ENFOQUES DIRIGIDOS A LA IGUALDAD DE OPORTUNIDADES Y A LA EQUIDAD 82 Enfoque Visión Estrategias y misión Medidas Bienestar 1950-1970 Las mujeres son vistas como beneficiarias pasivas del desarrollo: los proyectos les benefician automáticamente al beneficiar a los hombres. Este enfoque sigue presente en proyectos de ayuda humanitaria, donde apenas se visibilizan las necesidades particulares de las mujeres. La relación que establece con las mujeres es a través de su rol reproductivo, utilizando la siguiente ecuación:  Mujeres  Reproducción  Bienestar Busca satisfacer necesidades prácticas asociadas al rol reproductivo de las mujeres, a través de la provisión de alimentos, de medidas dirigidas a la salud materno-infantil y a la planificación familiar. Programas de nutrición, higiene y planificación sexual. CUADRO RESUMEN DE LAS ETAPAS Y ENFOQUES DIRIGIDOS A LA IGUALDAD DE OPORTUNIDADES Y A LA EQUIDAD 83 Igualdad 1975-85 Primer enfoque MED, popularizado por las feministas liberales durante la Década de la Mujer. Las mujeres son vistas como activas participantes del desarrollo y han de lograr igualdad de oportunidades en el acceso a la educación y al trabajo. La visión con la que trabaja es la que establece el vínculo:  Mujeres  Producción  Eficiencia Uno de sus mayores logros es introducir la Enmienda de la Ley Percy. Reconoce su triple rol y busca satisfacer intereses y su autonomía económica y política, a través de la inserción en el mercado formal de trabajo, así como la reducción de su desigualdad respecto a los hombres en los ámbitos públicos. Las resistencias de gobiernos y agencias hicieron fracasar su puesta en práctica. Acciones positivas dirigidas a mujeres pobres. CUADRO RESUMEN DE LAS ETAPAS Y ENFOQUES DIRIGIDOS A LA IGUALDAD DE OPORTUNIDADES Y A LA EQUIDAD 84 Antipobreza A partir de los años 70 Segundo enfoque MED, versión suave del enfoque de la igualdad, adoptada en los años 70 por impulso de las feministas marxistas y estructuralistas. La pobreza de las mujeres es vista como consecuencia del subdesarrollo, no de la subordinación de género. Pretende promover la productividad de las mujeres pobres; reconoce su rol productivo y busca satisfacer sus necesidades prácticas de género relacionadas con la obtención de ingresos, mediante la puesta en marcha de pequeños proyectos productivos, cooperativos, en los ámbitos tradicionales de trabajo femenino. Se ponen en marcha políticas redistributivas vinculadas al crecimiento económico. Fomento de cooperativas de mujeres, proyectos productivos en sectores feminizados. Eficiencia Posterior a los años 80 Tercer enfoque MED, adoptado durante la crisis de la deuda y las políticas de ajuste estructural en los años 80, en el marco del pensamiento neoliberal. Actualmente es el más popular. Su propósito es hacer más eficientes las políticas de desarrollo mediante la contribución económica de las mujeres. Busca satisfacer sus necesidades prácticas de género asociadas a su rol de madres, amas de casa y utilizando para ello el trabajo femenino no pagado. Una versión actual de este enfoque propone invertir en las mujeres, dados los altos retornos sociales de las inversiones en capital físico y humano femenino. Proyectos de gestión del bienestar comunitario: comedores sociales, centros de cuidados. CUADRO RESUMEN DE LAS ETAPAS Y ENFOQUES DIRIGIDOS A LA IGUALDAD DE OPORTUNIDADES Y A LA EQUIDAD 85 Empoderamiento A partir de 1985 Primer enfoque GED, articulado por las mujeres del Sur y las feministas socialistas, desde mediados de los años 80. Su objetivo es empoderar a las mujeres a través del acceso a recursos y a mayores niveles de autonomía. Las mujeres son oprimidas no sólo por los hombres sino por las prácticas coloniales y post-coloniales. Reconoce su triple rol (productivo, reproductivo y comunitario) y busca satisfacer los intereses estratégicos de las mujeres, mediante su organización y movilización a partir de sus necesidades prácticas. La revalorización del valor de sus aportaciones y la revisión del término poder resultan cruciales entre las estrategias. Medidas dirigidas al empoderamiento: creación de redes, apropiación de proyectos productivos transformadores, revisión crítica de la división sexual del trabajo. Equidad A partir de 1995 Actual enfoque GED, presente desde la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer (Beijing, 1995), donde emergió con fuerza. Su visión trata de transformar a la sociedad en su conjunto, a través de una mirada integradora que contemple el género de manera central. Plantea que la igualdad entre mujeres y hombres es un derecho humano. Enfatiza el logro del acceso y control de los recursos y el poder como una cuestión de justicia y equidad indispensable e indisociable del desarrollo humano sostenible. Mainstreaming de género, enfoque de empoderamiento y acciones positivas. CAPITULO III: DEL TRABAJO DOMÉSTICO A LA SOSTENIBILIDAD DE LA VIDA 86 2.5. CON GÉNERO DE DUDAS: ¿PODEMOS RECONOCER LAS RELACIONES PATRIARCALES EN LAS SOCIEDADES CAPITALISTAS ACTUALES? La manera de definir la realidad no es neutral. Tanto el análisis con perspectiva de género (ser capaz de identificar cómo afectan, de manera diferenciada, determinados problemas a mujeres y a hombres, y dentro de estas categorías, quiénes son los sujetos más vulnerables), como la incorporación de medidas con enfoque de género (tratar de responder a este análisis con propuestas que sean efectivas y no resulten excluyentes) facilitan herramientas que son tanto descriptivas como propositivas. Al tiempo que la búsqueda sobre los orígenes de la discriminación, en términos materialistas, ha dado sus frutos en forma de categorías diversas de análisis y herramientas analíticas, las propuestas sobre cómo actuar frente a esta discriminación parecen cada vez más enfrentadas. Con el desarrollo de una economía capitalista a escala global, y la desaparición del bloque del Este, las políticas dirigidas a la igualdad de oportunidades se han destinado a resolver, en su mayoría, los problemas derivados del sistema, no a cuestionar el sistema en sí, ni a incorporar análisis periféricos. Nos encontramos ante nuevos y viejos problemas. Por una parte, el reduccionismo de la sociedad de mercado, y con él la idea de trabajo asalariado, no puede dar cuenta de toda la actividad en torno a la producción y la reproducción social42. Los límites impuestos entre estas categorías, productiva y reproductiva, y dentro de la productiva, entre la remunerada y la no remunerada, distorsionan la realidad o, al menos, se muestran incapaces de reflejarla. Sumado a esto, el trabajo asalariado como única fuente de renta es un límite impuesto que impide a muchas “otras” el acceso a ingresos. Galcerán (2006) lo define así: “La cadena del trabajo (trabajo asalariado-renta-producción y reproducción social), ha saltado, encontrándonos con formas de trabajo sin pago, con formas de renta sin 42 Es lo que Amaia Pérez Orozco (2014), cogiendo prestado el término de Antonella Picchio, denomina estrabismo productivista. CAPITULO III: DEL TRABAJO DOMÉSTICO A LA SOSTENIBILIDAD DE LA VIDA 87 trabajo entre las capas pobres de la población en sociedades que tiene dificultades para garantizar su mantenimiento y su reproducción. En consecuencia, tenemos que empezar a pensar en nuevas formas de trabajo y de renta, siguiendo una senda que las feministas empezaron a desbrozar”. Las tareas reproductivas, por ejemplo, ya no se refieren en nuestros entornos urbanos al trabajo realizado en el ámbito doméstico, dedicado exclusivamente a la subsistencia y asistencia familiar. En la biopolítica los límites de este trabajo se extienden al conjunto de la sociedad, rebasando la familia, en formas no solo ni principalmente de gratuidad, sino puramente empresariales y también de servicios sociales. La complejidad en el reconocimiento de las relaciones patriarcales resulta cada vez más cierta en sociedades donde la desigualdad formal es cada vez más marginal, ya que ni la ley ni las normas oficiales prescriben, de manera evidente, la subordinación de las mujeres. Si bien es cierto que el sexismo continúa vigente en los modelos de masculinidad y feminidad que los medios difunden y que las continuas crisis económicas agudizan, es difícil identificar más allá de pactos concretos, las bases de la desigualdad. Esto se debe a la naturalización de las prácticas de opresión, por una parte, y por otra a la ginopia o invisibilización constante de las aportaciones de las mujeres. Las relaciones de poder entre mujeres y hombres continúan siendo asimétricas, de manera cada vez más escurridiza e invisible. Por citar tan solo un ejemplo, el último informe de la OCDE sobre rendimiento escolar Pisa in focus 201543, que mide las habilidades de chicos y chicas de quince años, revela que los chicos tienden a sacar peores resultados en las materias de PISA44; sin embargo las chicas tienen menos confianza en sí mismas. En otras palabras, los mejores resultados no aseguran una mayor confianza en sí mismas por parte de las chicas. Los obstáculos derivados de la socialización de género se muestran en un nivel cada vez más profundo y consecuentemente menos visible. En nuestras sociedades existen garantías tanto legales como políticas e ideológicas para la igualdad. Sin 43 http://www.oecd.org/pisa/pisaproducts/pisainfocus/PIF-49%20%28esp%29.pdf 44 Aunque es considerado un sistema objetivo de comparación, la formulación del PISA (Programme for International Student Assessment), en la que se basan los sucesivos informes, ha recibido muchas críticas, pues es un sistema meramente cuantitativo y basado en pruebas parecidas a exámenes. CAPITULO III: DEL TRABAJO DOMÉSTICO A LA SOSTENIBILIDAD DE LA VIDA 88 embargo, el sexismo actualiza, a niveles internos, la desigualdad heredada entre mujeres y hombres, que toma forma en lo que Rousseau denomina “contrato social” y Carole Pateman (1988) “contrato sexual”. Al referirse a ello, Victoria Sendón dice: “sexismo, que en definitiva no es más que un síntoma de una realidad que lo desborda: el patriarcado, pues el patriarcado constituye todo un sistema de dominación y de representación política, económica y religiosa, cuyas bases lógicas, epistemológicas, ontológicas y éticas no han sido cuestionadas” (Sendón de León, 2007). Victoria Sau nos ofrece su visión acerca de ese sexismo: “Conjunto de todos y cada uno de los métodos empleados en el seno del patriarcado para mantener en situación de inferioridad, subordinación y explotación al sexo dominado: el femenino. El sexismo abarca todos los ámbitos de la vida y las relaciones humanas, de modo que es imposible hacer una relación, no exhaustiva, sino ni tan siquiera aproximada de sus formas de expresión y puntos de incidencia” (Sau, 2000). Dentro de este complejo entramado cuyas manifestaciones más evidentes quizá son la división del trabajo por sexos y la represión de la sexualidad femenina como formas de control social, nos adentramos en el capítulo siguiente, partiendo del último enfoque propuesto para superar las brechas de género: el enfoque de equidad. En respuesta a la pregunta anteriormente planteada y que cierra este capítulo (¿podemos reconocer las relaciones patriarcales en las sociedades capitalistas actuales?), tal vez tenga más sentido partir de la sugerente propuesta del enfoque de capacidades elaborado por Amartya Sen, que trata de definir cómo queremos que sea la vida que vivimos y cuáles queremos que sean las coordenadas de esa vida. Desde este marco de desarrollo tal vez sea posible poner en marcha relaciones y experiencias laborales, económicas y sociales de acuerdo a nuestros deseos. Lo contrario no deja de ser una respuesta reactiva a las brechas que tanto el capitalismo como el patriarcado abren en cascada, de forma constante, sobre la vida, por la pirámide de las exclusiones. Por ello, el siguiente capítulo trata de rescatar algunas de esas propuestas que, queremos, sirvan de marco para la vida. CAPITULO III: DEL TRABAJO DOMÉSTICO A LA SOSTENIBILIDAD DE LA VIDA 89 CAPÍTULO III DEL TRABAJO DOMÉSTICO A LA SOSTENIBILIDAD DE LA VIDA. ÉTICA Y DEMOCRACIA FEMINISTAS DENTRO DE LA ECONOMÍA INTRODUCCIÓN Han pasado algunas décadas desde que la división entre trabajo productivo y trabajo reproductivo ocupara la primera línea de reflexión en el entorno feminista, académico y militante, sin que muchos de sus desafíos estén resueltos. No obstante, estos debates han conseguido articular análisis y propuestas, así como avanzar en la definición de términos. Actualmente, por ejemplo, quizás tenga más sentido hablar de trabajo remunerado y no remunerado (Benería, 1981), que de trabajo productivo y reproductivo. Una de las razones es que en la medida en que la economía se mercantiliza y aumenta el ingreso de la familias, el trabajo reproductivo que generan se convierte en remunerado y, en la medida en que el trabajo reproductivo se remunera, se desdibujan algunos límites entre trabajo productivo y reproductivo, al tiempo que se mantienen otros como su feminización y las difíciles condiciones laborales en las que se realiza. Inversamente, a medida que la economía se contrae como efecto de las crisis del sistema económico, las sociedades tienden a la “privatización de la supervivencia” (Benería, 2008), expresión que se refiere al esfuerzo de las mujeres por compensar la pérdida de recursos públicos que atiendan a los cuidados, y de condiciones materiales que permitan adquirirlos de manera privada. Estos movimientos hacen fluctuar a las clases medias amplias, entre el “dentro” y el “fuera” del sistema laboral. Este movimiento pendular “dentro”-“fuera” también desdibuja constantemente los límites entre los espacios donde se producen el trabajo productivo y el trabajo reproductivo. Ahondando en la ambigüedad y apertura de los límites entre ambas esferas, el término “reproductivo”, en estos momentos, tampoco da cuenta de los nuevos modelos CAPITULO III: DEL TRABAJO DOMÉSTICO A LA SOSTENIBILIDAD DE LA VIDA 90 familiares, pues existen cada vez más familias sin hijas ni hijos que dedican sus tareas domésticas al mantenimiento de la vida pero no a la reproducción de la especie. Así, en el actual contexto de crisis (crisis no solo económica, también energética, de recursos, de desgaste de las propuestas políticas y de alimentos) surgen nuevos límites y desafíos a la hora de definir la realidad y elaborar propuestas. Quizás tenga sentido traer al debate la reflexión de Montserrat Galcerán, en torno a la tesis de Rosa Luxemburg, quien centra su preocupación en la reproducción no como mecanismo para garantizar la vida, sino como “reproducción del sistema/ sociedad capitalista”. Luxembug ya anticipó en su libro La acumulación del capital45 (1912) que el sistema capitalista necesita un contingente de personas y espacios “no capitalistas” que lo sostengan, a los que subyuga y que le garantizan la reproducción de su mano de obra. En este proceso de dependencia del capitalismo hacia esferas no- capitalistas, tanto en las sociedades periféricas como en las internas (de desarrollo capitalista), encontramos trabajo femenino desvalorizado. Da igual que sea productivo (remunerado), reproductivo (remunerado) o, sencillamente, no remunerado: “las jerarquías sexuales siempre están al servicio de un proyecto de dominación que sólo puede sustentarse a sí mismo a través de la división, constantemente renovada, de aquellos a quienes intenta gobernar” (Federici, 2010). El proceso de globalización económica, por ejemplo, ha ido aparejado a la pérdida de peso de los Estados como reguladores de los procesos económicos y protectores del bienestar social, lo que está generando sus propias exclusiones y subordinaciones. En relación a esto, las preguntas que los feminismos de corte anti- capitalista se formulan acerca de la posibilidad de crear alternativas económicas y laborales, en contextos urbanos, capitalistas y en el interior de los sistemas democráticos, cada vez son más numerosas y variadas. Las propuestas que recogemos a continuación no dejan al margen esta tesis de Rosa Luxemburg. Más bien al contrario; parten del presupuesto de que la vigilancia es 45 La acumulación del capital (1912) (disponible en http://grupgerminal.org/?q=system/files/LA+ACUMULACI%C3%93N+DEL+CAPITAL.pdf). CAPITULO III: DEL TRABAJO DOMÉSTICO A LA SOSTENIBILIDAD DE LA VIDA 91 necesaria para no fortalecer ambos sistemas, pues la tendencia (tanto ideológica como práctica) es que ambas esferas se perpetúen. Así, esta tercera parte del trabajo se centrará en las propuestas elaboradas por diversas autoras que resultan útiles para establecer un marco en el que el desarrollo de las demandas feministas sea posible. Partiremos para ello del abordaje que distintas autoras realizan del enfoque de las capacidades, propuesto por Amartya Sen. Más adelante nos acercaremos a las propuestas surgidas del ecofeminismo y, por último, a la idea de democracia feminista y al marco de la economía social. Tanto unas como otras constituyen puntos fuertes de anclaje para el estudio de caso que planteamos al final del trabajo, en el que se incardinan, de manera real, las experiencias laborales de mujeres feministas que, consideramos, pueden constituir una alternativa real a algunos de los desafíos planteados en este trabajo. 3.1 EL ENFOQUE DE LAS CAPACIDADES; ALGUNAS COORDENADAS ÉTICAS DENTRO DEL DESARROLLO ECONÓMICO El enfoque de las capacidades propuesto por Amartya Sen contempla una visión socioeconómica que integra el trabajo productivo y reproductivo (o el monetizado y el no monetizado). Es introducido por el PNUD en su primer informe sobre desarrollo humano, en 199046, que trata, como expone en su introducción, “sobre las personas y cómo el desarrollo amplía sus oportunidades. Va más allá del PNB47, la riqueza, los ingresos, la producción de artículos y la acumulación del capital. El acceso al ingreso puede ser una de las opciones del ser humano, pero no constituye la suma total de su actividad. El desarrollo humano es un proceso, mediante el cual, se ofrece a las personas, mayores oportunidades”. Como queda plasmado en el texto, según este enfoque el desarrollo de los países no tiene que ver, exclusivamente, con los mercados ni con el crecimiento del PIB, sino más bien con la capacidad de transformar las expectativas de futuro de las personas. El 46 Disponible en http://hdr.undp.org/sites/default/files/hdr_1990_es_completo_nostats.pdf 47 Producto Nacional Bruto; el equivalente al Producto Interior Bruto. CAPITULO III: DEL TRABAJO DOMÉSTICO A LA SOSTENIBILIDAD DE LA VIDA 92 concepto de capacidad se relaciona con las formas de participación política que tiene la ciudadanía, tanto a nivel individual como grupal. El enfoque de las capacidades de Sen comienza a adquirir forma a finales de los años 70, como resultado de diversos intereses propios y coetáneos a él, entre ellos los procedentes del ámbito académico y del movimiento feminista. Constituye, seguramente, su mayor aportación. A través del mismo ha relacionado la economía con la ética (o lo normativo y positivo), cruzando esta débil y ficticia frontera, y ha generado debates sobre diversos aspectos que en principio nada tenían que ver con la idea de desarrollo de los países. El concepto de ‘capacidad’ tiene que ver con una concepción propia de los principios éticos de igualdad y libertad en la que prepondera este último. Con respecto a la igualdad, la idea de que los seres humanos son profundamente diferentes entre sí va aparejada a la idea de que la igualdad en un aspecto, conlleva la diferencia en otro (Sen, 1995). Por ello Sen plantea que la igualdad, como meta, está alejada de una realidad en la que los seres humanos son profundamente diferentes, y propone que el desafío debería estar circunscrito a dicha diferencia. Como señala Rosario Carvajal, “la diferencia entre la igualdad orientada a necesidades y la orientada a capacidades radica nuevamente en que la primera no considera la diversidad humana y, por tanto, no tiene en cuenta que la gente tiene necesidades muy distintas (no sólo las que procuran el propio beneficio)” (Carvajal Muñoz, 2014). Por otro lado, con respecto al principio de libertad, como él mismo señala (Sen, 1997 y 2000), contiene tanto el fin primordial como el instrumento principal del desarrollo, por lo que adquiere a un tiempo un papel constitutivo e instrumental en su propuesta. Entre las libertades fundamentales (algunas de ellas expresadas en forma de libertades negativas) se encuentran el poder evitar la desnutrición, la inanición, la morbilidad y la mortalidad prematura. Pero también libertades positivas como poder leer, escribir y calcular, la participación política y la libertad de expresión. En las visiones más rígidas del desarrollo, las ligadas al crecimiento del PIB y al desarrollo de la industrialización, cabe formularse la pregunta de si las libertades favorecen o no el CAPITULO III: DEL TRABAJO DOMÉSTICO A LA SOSTENIBILIDAD DE LA VIDA 93 propio desarrollo48. En cambio para el enfoque basado en las necesidades, esa pregunta está sencillamente mal formulada, pues las libertades tales como la participación política o la capacidad de disenso son constitutivas del propio desarrollo. Algunas de las libertades instrumentales, es decir, que contribuyen al desarrollo de la libertad general que cada persona tiene para vivir como le gustaría, son: 1) las libertades políticas: tales como elegir a los gobernantes, los principios con que se debe gobernar, poder criticar a las autoridades e investigarlas, 2) los servicios económicos: que se refieren a la posibilidad de producir, consumir o realizar intercambios49, 3) las oportunidades sociales: se refieren a los sistemas de sanidad, educación y servicios sociales, que suponen la base para la participación tanto política como económica de una sociedad, 4) las garantías de transparencia: hacen referencia a la confianza necesaria para que se produzcan relaciones de intercambio a través de mecanismos como la divulgación de información, y 5) la seguridad protectora: son todos los mecanismos, como las prestaciones por desempleo o las rentas mínimas, que evitan que la población caiga en desamparo o en miseria cuando su situación cambia. Todas estas libertades interactúan unas con otras, provocando efectos de expansión cuando alguna de ellas se amplía. Sen hace referencia al conocido como “milagro asiático”, que no fue ningún milagro ya que, como recuerda, Japón tenía un índice de alfabetización más alto que Europa. Fue precisamente este desarrollo de los recursos humanos, vinculado a la creación de oportunidades sociales, lo que contribuyó a su desarrollo económico, y no al revés. La libertad, sin embargo, plantea problemas o limitaciones internas y externas. Las externas son las impuestas por los Estados, por ejemplo, en el traslado de responsabilidades que han sido públicas hacia la ciudadanía, especialmente a las 48 Para recurrir de nuevo a ejemplos cercanos que pueden contribuir a iluminar esta idea del desarrollo y su relación con las libertades, se pueden consultar los siguientes artículos: “El PP aprueba su ley mordaza en solitario y entre propuestas” (El País, 11 de diciembre de 2014), “Movimientos sociales, jueces y partidos denuncian en el Congreso los recortes de la ‘ley mordaza’” (El Mundo, 27 de Marzo de 2015), “¿De qué presume Rajoy? España sobrevive a pesar de sus gobernantes” (elEconomista.es, 25 de febrero de 2015). 49 En lo referente a los derechos económicos, Sen señala que en la relación entre renta nacional y riqueza, de una parte, y derechos económicos individuales y familiares, de otra, son importantes no solo las consideraciones agregadas, sino las distributivas (la forma en que se distribuyen estas rentas). Dicho de otra manera, los buenos resultados a nivel macroeconómico en un país, no tienen por qué revertir en un mayor bienestar individual y colectivo de la ciudadanía. CAPITULO III: DEL TRABAJO DOMÉSTICO A LA SOSTENIBILIDAD DE LA VIDA 94 mujeres; ya que este trasvase restringe su libertad. Otro ejemplo de restricción externa es la educación en la creencia en la independencia e individualidad como rasgos constitutivos de los sujetos50. Las restricciones internas, en el caso de las mujeres, aluden al hecho de haber interiorizado los estrechos márgenes de desarrollo personal que las distintas sociedades les han impuesto. Es lo que Sen denomina “ilusiones objetivas”, que hace referencia a las restricciones cognitivas que interiorizamos. Sen pone como ejemplo de estas limitaciones internas a algunas mujeres de castas bajas de India, que son incapaces de tomar contacto con sus propias necesidades, pues la individualidad es una característica que no consta en la noción que tienen de sí mismas, ni es constitutiva de su identidad. Sin embargo, como diría Hegel, la individualidad es sustantiva para el reconocimiento. Algunas de sus propuestas para mejorar la respuesta político-democrática a los problemas de inequidad en la población, desde el enfoque de las capacidades, radican en un ejercicio de mejora de los cauces de participación, de forma que tiendan a un “gobierno por discusión”, es decir, a ampliar los márgenes de participación y reconocimiento social de las diferencias. La principal aportación de Sen consiste en que, enfocándose en las capacidades, logra mostrar y de hecho respeta la diversidad humana. Además, supera la visión del desarrollo basado en una economía próspera. La economista catalana Lourdes Benería dice que la importancia del enfoque de capacidades radica en que se centra en dos aspectos fundamentales. El primero tiene que ver con el “hacer”; es decir, con la manera efectiva en que manejamos nuestras vidas y las posibilidades que tenemos para hacerlo. Y el segundo, con el “ser” o la capacidad de buscar objetivos más amplios; de extender las expectativas de vida, individual y colectivamente. “En este sentido”, dice Benería, “se trata no sólo de eliminar la pobreza sino de buscar la “libertad positiva”, la que permite hacer y construir, soñar y conseguir lo que se sueña, es decir, potenciar el desarrollo humano” (Benería, 2006). Algunas de las críticas que se han vertido sobre Sen han ido dirigidas a su carácter individualista, que, argumentan, no toma demasiado en consideración el 50 Sobre la construcción de esta falsa idea de independencia, basada en la negación de las propias necesidades de los hombres, y en su satisfacción por parte de las mujeres, el libro de Almudena Hernando (2012) refleja algunos ejemplos desde la antropología. CAPITULO III: DEL TRABAJO DOMÉSTICO A LA SOSTENIBILIDAD DE LA VIDA 95 concepto colectivo de bienestar e instrumentaliza las relaciones y acuerdos sociales en favor del bienestar personal. En relación a esta crítica, la economista belga Ingrid Robeyns explica que el individualismo de Sen es un individualismo ético, que pone en el centro de su preocupación a la persona, sin olvidar que dentro de su análisis también menciona las limitaciones y posibilidades que puede tener la interacción con otras y otros, así como con las estructuras sociales (Robeyns, 2005). Robeyns remarca la importancia del individualismo ético presente en la obra de Sen, pero no aclara cómo debe entenderse el mismo. Lo distingue del individualismo ontológico, para el que sólo existen personas individuales, y del individualismo metodológico, para el que todo se explica en relación a las personas analizadas individualmente. Para las mujeres acceder a una noción de individualidad y, con ella, a la toma de contacto con las propias metas y deseos (poder desde) ha sido constitutiva de la conquista de los derechos propios y del avance feminista para afianzarlos. Robeyns defiende la idea de individualidad en las mujeres, ya que permite construir relaciones de interdependencia basadas en la justicia social. La idea de las capacidades surge de la combinación de teorías como el liberalismo de John Rawls, con influencia de la ética kantiana y referencias aristotélicas y marxistas. En ella existe una idea del bien común, suficientemente amplia como para incluir en ella las diferencias y la diversidad humana. Quizás este sea el desafío más complejo de Sen, que trata por un lado de establecer un concepto de justicia global, y por otro, uno de libertad cultural. Otra de las críticas en relación a las capacidades se dirige a que estas no están suficientemente definidas (Benería, 2008). La filósofa norteamericana Martha Nussbaum, ha sido una de las autoras que han tachado a Sen de no ser lo suficientemente concreto en su definición (Nussbaum, 2002). Tanto Nussbaum como Robeyns han colaborado con Amartya Sen en diversos proyectos de investigación sobre ética y capacidades, y ambas han podido profundizar y detallar las capacidades funcionales centrales. Para Nussbaum, es necesario introducir en el enfoque de Sen una referencia normativa más fuerte, de manera que el desarrollo pueda evaluarse en relación a su contribución con la idea de ‘buena vida’. En su opinión, la correcta organización política es aquella que se basa en la idea del “bien” para el ser humano. La organización CAPITULO III: DEL TRABAJO DOMÉSTICO A LA SOSTENIBILIDAD DE LA VIDA 96 política está, por tanto, en conexión con criterios éticos. La teoría de las capacidades humanas se encuentra en íntima relación con la idea de “bien vivir”, que debe suponer el cimiento sobre el que se construya la vida social y política de los países, así como, en base a la misma, la evaluación de las instituciones políticas y el desarrollo de la vida organizativa de los países, encargados de velar por garantizar ese “buen vivir”. Al igual que Amartya Sen, Nussbaum considera que para medir el desarrollo de un país es necesario contar previamente con un listado de capacidades que se consideren centrales. Su idea de democracia comprende un gobierno de corte social y no liberal, que garantice no sólo un conjunto de derechos -básicamente asociados a la idea de libertad-, sino también el acceso a bienes básicos. En relación a las condiciones que deben darse para que los seres humanos sean capaces de definir con independencia su idea de buen vivir, mantiene que para pensar y desear bien se requieren condiciones educativas, sociales y materiales. En medio de todo esto, la tarea de la persona filósofa, dedicada al bien común, es la de definir cuáles son esos bienes básicos que se requieren. La tarea de Nussbaum se ha centrado en desarrollar un feminismo universalista, o una serie de capacidades que permitan establecer unos mínimos desde los que cada ser humano se expanda hacia sus propios deseos. Su universalismo ha provocado críticas; ha sido tachada de esencialista por parte de varias corrientes de pensamiento, entre ellas algunas feministas. La crítica de Nussbaum al relativismo cultural es explícita, contra argumentando tres de las principales posturas que se esgrimen para defender el relativismo. El primer argumento defiende la cultura propia de un país como un conjunto de valores estáticos que deben ser preservados como lo propio frente a injerencias externas. En relación a este argumento, la autora sostiene que las culturas son dinámicas y las personas son prestatarias de las mismas, y en tanto que prestatarias, pueden redefinir ciertas lógicas y tradiciones. El segundo argumento enfatiza la riqueza de la diversidad; argumento que para Nussbaum sería válido a condición de que no dañe a las personas. El tercero define como paternalista la opinión sobre prácticas y culturas diferentes. Sobre esto, el contra argumento de Nussbaum se centra en señalar que las CAPITULO III: DEL TRABAJO DOMÉSTICO A LA SOSTENIBILIDAD DE LA VIDA 97 elecciones acerca de la propia cultura exigen respeto siempre que se produzcan en condiciones de libertad y que esta libertad permita desarrollar un pensamiento propio. En relación a las críticas que la tachan de esencialista, para definir su síntesis de las capacidades humanas Nussbaum trata de hacer una selección no etnocéntrica, estudiando lo que en muchos momentos las culturas han definido como “lo humano”. En estos relatos acerca de la humanidad de las diversas sociedades hay muchas similitudes, en vista de las que se puede obtener una teoría que no resulte adscrita a una cultura en concreto, sino que por el contrario constituya una base para una sintonía transcultural. Nussbaum define como capacidades lo que las personas son realmente capaces de hacer y de ser; aquellos funcionamientos que son factibles para una persona: 1. Vida: El concepto de vida abarca tanto el desarrollo de la misma, sin que esta sea interrumpida prematuramente y pudiendo llegar al final. También contempla el concepto de dignidad de la vida. 2. Salud: Se refiere a la capacidad de gozar de una salud adecuada, que incluya la salud reproductiva, la alimentación y la vivienda digna. 3. Integridad corporal: Capacidad de moverse libremente y de que los límites físicos propios sean soberanos, es decir, que se respeten. Implica estar a salvo de agresiones sexuales, abusos infantiles y violencia de género. También incluye la satisfacción sexual y la elección en materia de reproducción. 4. Sentidos, imaginación y pensamiento: Capacidad de pensar, imaginar, y de hacerlo de manera humana. Estas capacidades incluyen, aunque no se limitan a, la alfabetización y el acceso a nociones básicas de matemáticas y conocimientos generales. Incluyen igualmente la capacidad de elección para participar en actos religiosos, culturales y sociales, que sean protegidos por la libertad de expresión. 5. Emociones: Posibilidad de desarrollarse afectivamente sin trabas como miedos, ansiedades, abusos o negligencias. Es la capacidad de amar, sentir dolor, ira justificada, añoranza y agradecimiento. Defender esto implica desarrollar formas de vínculo y asociación entre personas, que favorezcan sus capacidades. CAPITULO III: DEL TRABAJO DOMÉSTICO A LA SOSTENIBILIDAD DE LA VIDA 98 6. Razón práctica: Se define como la capacidad de crear una idea de bien y desarrollar la capacidad crítica para planificar la vida. En ella es fundamental la libertad de conciencia. La concepción de Nussbaum acerca de la razón práctica es que es fundante de otras capacidades, pues puede definir hasta qué punto es óptimo que estas se desarrollen. 7. Afiliación/ sociabilidad: Esta capacidad conjuga dos aspectos. Por una parte, la capacidad de formar comunidad con otros seres humanos, de vincularse con ellos y sentir preocupación, manifestarla, así como comprometerse con formas concretas de interactuación. Por otra, parte de la autoestima y la no humillación hacia una misma, y se refiere a la capacidad de reconocer al resto de personas como semejantes. Este segundo aspecto al menos implica la no discriminación por motivos de raza, sexo, opción sexual, religión, etc. En cuanto al primero, implicaría el reconocimiento de libertades como la de asamblea o la libertad de discurso político. 8. Relación con otras especies y con la naturaleza: Capacidad de vivir en la naturaleza y respetar las especies y la naturaleza en general. 9. Capacidad de jugar: Esta remite a la capacidad de reír, disfrutar y llevar a cabo actividades de ocio. 10. Control sobre el entorno de cada una/o: En el plano político, se trata de formar parte de la toma de decisiones sobre las políticas que gobiernan nuestras vidas. Esto implica libertad de expresión y de asociación. Y en el plano material, ser capaz de acceder a propiedades (tierras y bienes inmuebles), no solo de manera formal sino efectiva, y en igualdad de acceso con el resto. En el empleo, tener derecho a él en igualdad de condiciones, así como estar a salvo de registros y embargos injustificados. Para Nussbaum, las dos capacidades que son fundantes con respecto al resto son la capacidad de razón práctica y la de filiación, ya que en base a estas se organizan las demás, así como se crea en los seres humanos la capacidad de búsqueda de lo humano y significativo de la propia existencia. Sin embargo, todas ellas son esenciales e irrenunciables, y no se puede tratar de compensar la ausencia de unas con abundancia de otras. CAPITULO III: DEL TRABAJO DOMÉSTICO A LA SOSTENIBILIDAD DE LA VIDA 99 La economista belga Ingrid Robeyns ha tratado también de concretar las capacidades del enfoque de Sen, con la intención de establecer un marco dentro del cual elaborar políticas públicas. Se centró en especificar las condiciones de igualdad en sociedades económicas postindustriales y occidentales, después de un muestreo en el que distintas personas y grupos definieron sus prioridades, se compararon y discutieron los resultados hasta seleccionar catorce capacidades. Entre ellas se encuentran el poder trabajar en el mercado laboral remunerado, la libertad de movimiento, o el disfrute de tiempo de ocio. Pero también aparece el cuidado y el trabajo no remunerado, y la autonomía sobre el uso del tiempo, esencial para el logro de bienestar en la vida de las mujeres. Como señala Paloma de Villota (2011), esto supone un avance en el modo de concebir el bienestar y el desarrollo de los países, ya que hasta hace muy poco tiempo los países occidentales omitían el cuidado en los indicadores sobre el nivel de vida. Como señala De Villota, en muchos países europeos la individualización o personificación de los derechos sociales aún sigue siendo un desafío para el bienestar de las mujeres, ya que es común su consideración dentro de los derechos familiares. Esta diferencia es trascendental en el ámbito de las políticas públicas y en la configuración del modelo social nórdico51. Por último, tenemos la definición de la economista italiana Antonella Picchio (2003), que define el bienestar como “un proceso de reproducción social que requiere bienes y productos materiales y servicios personales remunerados (provistos por el estado o por el mercado) y trabajo no remunerado (en el hogar o en la comunidad). Este proceso tiene lugar dentro de un contexto institucional que incluye familias, organismos estatales, empresas, mercados y comunidades”; este modelo nos acerca a las aproximaciones que la economía feminista está realizando en torno a la idea de buena vida. Tanto Nussbaum como Robeyns tratan de establecer criterios válidos sobre las capacidades, teniendo en cuenta diversas poblaciones y momentos históricos, para que los resultados no resulten etnocéntricos. Ambas contemplan el género, y por ende su dimensión social, a la hora de definir las capacidades. Nussbaum trata de tenerlo en 51 Esta idea nos remite a la idea, planteado ya por Christine Delphy, de que adscribir a la mujer a la situación social del marido, ya sea por renta o a través del “salario familiar”, oculta la pobreza individual en que se encuentran muchas mujeres. CAPITULO III: DEL TRABAJO DOMÉSTICO A LA SOSTENIBILIDAD DE LA VIDA 100 cuenta, sobre todo, en cuanto a garantizar una vida libre de violencias, de abusos, y en la que la salud de las mujeres se pueda desarrollar en todas sus dimensiones, incluida la decisión sobre su vida reproductiva. Robeyns da un paso más y contempla el trabajo reproductivo, la decisión sobre el uso del tiempo y los cuidados dentro de las capacidades que las personas han de desarrollar. Por último, Picchio aborda la cuestión de los agentes que tienen que garantizar la puesta en marcha de estas capacidades, que van desde el individuo, hasta el Estado, pasando por la comunidad. Como marco de desarrollo, el enfoque de las capacidades y el desarrollo de todas las especificidades a las que nos hemos referido, ha ampliado el ángulo de medición de desarrollo de los países, desplazando el índice de desarrollo humano desde la disposición de recursos (con la renta per cápita en el centro de los mismos) a la noción de bienestar, la cual contempla seguridad, acceso a diversos bienes y recursos (entre los cuales se incluyen tiempo y espacio), reparto justo de tareas, etc. Esto supone un salto cualitativo en la concepción misma del bienestar humano, incorporando en él la equidad. El desplazar algunos criterios que afectan directamente a la vida de las mujeres -como la sostenibilidad de la vida- hacia la comunidad y la sociedad, supone un paso importante en la concepción misma del desarrollo de las sociedades. La propuesta de poner la vida en el centro del desarrollo humano, incluido el desarrollo económico, no sólo trasciende el debate sobre el trabajo doméstico, sino que pone las bases para un nuevo modelo de organización social basado en una ética feminista. El mantenimiento de la vida y el reparto justo de las tareas y los recursos que para ello se necesitan -tiempos, espacios, recursos monetarios, seguridad y confianza- están en el corazón de esta idea, reinterpretada desde el feminismo, de las capacidades. 3.2. PROPUESTAS ECOFEMINISTAS En su artículo “sostenibilidad, equidad y crecimiento, una perspectiva feminista”52 Antonella Picchio propone analizar el sistema económico desde una perspectiva holística. Algo, por otra parte, poco común en los debates académicos sobre 52 En Dubois, Alfonso, Milán, Juan Luís y Roca, Jordi (coord.) (2001), Capitalismo, desigualdades y degradación ambiental, VII Jornadas de economía crítica, Barcelona, Ed. Icaria, pp.51-71. CAPITULO III: DEL TRABAJO DOMÉSTICO A LA SOSTENIBILIDAD DE LA VIDA 101 economía. En oposición a la visión neoclásica donde “el trabajo se con vierte en una mercancía esterilizada y todo lo relacionado con el cuerpo, las emociones, las expectativas, las tensiones y las relaciones de poder se deja al margen para que lo analicen los sensibleros y los herejes” (Picchio, 2001), ella propone la economía feminista para que surjan nuevos sujetos, aspectos y formas de lucha, encaminadas a un sistema equitativo y sostenible y no a la destrucción masiva de personas y de naturaleza. El marco en que han de desarrollarse las anteriores propuestas de expansión de las capacidades humanas tiene en cuenta criterios como el medio vivo, ignorado, al igual que otros aspectos, por el análisis económico dominante. Por ejemplo, la sostenibilidad medioambiental como medio y como fin es esencial para un cambio de paradigma que pase de los valores de una autosuficiencia enmascarada (pues, en realidad, esta autosuficiencia se basa en la dependencia del trabajo de cuidados invisibilizado) a otros basados en la interdependencia. Poner la vida en el centro, en sentido amplio, es la premisa compartida tanto por el ecologismo social como por el ecofeminismo y la economía feminista. Aunque ya fue apuntada por Nussbaum como “la capacidad de vivir en un entorno natural, y respetar otras especies y la naturaleza en general” (Nussbaum, 2002), vamos a detenernos de nuevo aquí. ¿A qué nos referimos cuando hablamos de ecofeminismo? Desde sus inicios el ecofeminismo ha pasado por diferentes y, a veces, divergentes posturas. Como corriente, surge a partir del feminismo socialista y radical, durante los años 70, estableciendo un diálogo entre el ecologismo y el feminismo. En él, se aborda la relación de los seres humanos con la naturaleza, trasladando la idea de la explotación, por parte de lo masculino dominante, al resto de seres subalternos. Así, a partir de una peculiar revisión del desarrollo de las ciencias modernas y del capitalismo, se construyen propuestas que rescatan el cuerpo, al resto de seres vivos no humanos y la territorialidad como elementos constitutivos de la idea de desarrollo sostenible. De esta mirada se extrae una crítica sobre las visiones del desarrollo, que han sido fuertemente antropocéntricas además de androcéntricas. No han sido solo los varones quienes han contado con privilegios en el desarrollo histórico de las sociedades, sino también lo humano en comparación con el resto de seres vivos. Atendiendo al CAPITULO III: DEL TRABAJO DOMÉSTICO A LA SOSTENIBILIDAD DE LA VIDA 102 análisis del ecofeminismo, existen unas primeras dicotomías a las que se presta atención desde la ecología feminista y son las que marcan la relación entre naturaleza/ cultura, mujer/hombre, estableciendo entre ellas un isomorfismo. En un primer momento, el llamado ecologismo clásico acepta y defiende esta asimilación de la mujer a la naturaleza, defendiendo que las mujeres tienen, como característica derivada de su experiencia, una ética particular que las hace más sensibles a la conservación de la naturaleza. En esta corriente clásica se incluyen posturas tanto del feminismo de la diferencia como de corrientes espirituales (Mary Daly, 1978) vinculadas al feminismo. Así, Vandana Shiva, una de las voces más reconocidas e influyentes dentro del ecofeminismo, identifica el “principio femenino” (dentro de la cosmovisión hindú a la que pertenece) como fuente de vida y de desarrollo sustentable. Dentro de estas cosmovisiones religiosas se encuentran también corrientes de la teología de la liberación, como la de la teóloga brasileña Yvone Gebara, que ha vinculado la justicia social a la ecojusticia y a la defensa de las poblaciones más vulnerables, como las indígenas. Estas posturas convergen al plantear que la dominación que se da en la sociedad patriarcal se sustenta en las relaciones socio-económicas de la sociedad industrial, que han llevado a la degradación del planeta. Las mujeres son contempladas como las agentes de cambio hacia otra cultura posible, encargadas de restaurar una relación armoniosa entre el medioambiente y la sociedad. Esta primera corriente ha sido criticada, dentro y fuera del feminismo, tanto por su esencialismo como por la identificación directa que realiza entre mujer y naturaleza53. Sin embargo, ha tenido una fuerte repercusión en la práctica política, consiguiendo movilizar grupos de mujeres en torno a la defensa natural y el pacifismo. Frente a la ontología patriarcal, que realiza combinaciones binarias para explicar y organizar el mundo en función de pares de opuestos, jerarquizados, esta corriente opone una ontología feminista que contemple el mundo como un todo orgánico, interconectado y variable. 53 Por ejemplo, Celia Amorós en el artículo “¿Hay un ecofeminismo crítico?” (El País, 31 de marzo de 2012) se pregunta por la naturaleza de la relación entre ecologismo y feminismo, implícita en el propio termino, señalando que “una vez más nos topamos con la ecuación mujer=madre naturaleza. Falsa ecuación donde las haya: las mujeres pertenecemos de pleno derecho al ámbito de la humano”. CAPITULO III: DEL TRABAJO DOMÉSTICO A LA SOSTENIBILIDAD DE LA VIDA 103 No obstante, otro ecofeminismo, de corte constructivista, afirma que esta relación que las mujeres tienen con la naturaleza no viene derivada de su esencia femenina, sino de la socialización de género. El contacto que las mujeres tienen con la naturaleza viene dado, en muchas sociedades, por la división sexual del trabajo, que asigna a las mujeres tareas que se desarrollan en el medio natural (Agarwal, 1998). El ambientalismo feminista y materialista de Agarwal cuestiona la relación que se ha establecido entre feminismo y ecologismo por varias razones: 1) por ubicar las fuentes de dominación de la naturaleza y de las mujeres en la ideología y no en las relaciones materiales, 2) por asumir a la mujer como sujeto unitario sin considerar las relaciones de clase, raza, casta, etc., que las atraviesan y diferencian, 3) por considerar la relación de las mujeres con la naturaleza como parte de una conexión biológica. Cuestiones todas que apuntan a una retroalimentación entre las personas y las sociedades que crean, y viceversa. En términos de acción, llevaría a luchar contra los grupos de poder, de cara no solo a acabar con la división sexual del trabajo y la concentración de propiedad en las manos de unos pocos hombres -ligada a la lucha feminista-, sino también a transformar la relación de todas las personas con la naturaleza, los medios de producción y los medios de apropiación de los recursos naturales y comunales -ligada a la lucha ambientalista-. La óptica ecofeminista constructivista identifica y analiza los mitos del crecimiento y el desarrollo. La evolución de la ciencia moderna fue posible cuando el cosmos dejó de ser considerado un organismo y se convirtió en una máquina (Merchant, 1999): “así, la naturaleza queda reducida a una red mensurable, organizada por leyes geométricas y aritméticas. Siendo la naturaleza simple y previsible, la ilusión de trascender, de aproximarse a Dios, se alcanza separándose y sometiendo la materia susceptible de ser dominada, a través de la razón” (Herrero, 2013). La fantasía de dominación de la naturaleza ha estado presente, desde el siglo XVII, en las ciencias modernas, en especial en la física (Riechmann, 2009). Esta fantasía se basa en tratar de transmitir que la naturaleza tiene un carácter previsible, parecido a una maquinaria, cuyos mecanismos, una vez descubiertos, permiten anticipar las consecuencias. María Mies (1997) señala que, desde la Ilustración, las nociones de libertad, igualdad y emancipación del hombre blanco, han estado vinculadas directamente a la explotación CAPITULO III: DEL TRABAJO DOMÉSTICO A LA SOSTENIBILIDAD DE LA VIDA 104 de la naturaleza y de los pueblos y territorios foráneos (Mies, 1997). Para las mujeres, argumenta, esta idea de igualdad y libertad no se ha cumplido, pues el ideal ilustrado no puede hacerse extensivo a todas las mujeres del mundo. El sistema económico basado en la extracción de recursos naturales no puede garantizar la extensión del nivel de vida de las mujeres occidentales, de clase media, a escala global. A medida que el desarrollo científico y tecnológico ha permitido alimentar la fantasía de dominación de la naturaleza, se ha fortalecido la fe en la razón, separándola de las emociones. Esta otra dicotomía (razón/emociones) se asienta en realidad en la idea de la individualidad como proceso emancipador de las emociones (Hernando, 2012). Hernando explica que en las sociedades premodernas el ser humano encontraba la amenaza en la naturaleza, pues se la percibía como una fuerza superior, incomprensible e ingobernable. En cambio, la seguridad se encontraba en la comunidad y en el vínculo con ella. Sin el sentimiento de pertenencia a la comunidad, los seres humanos eran incapaces de sobrevivir. Frente a ello, en las sociedades modernas se extiende la idea, apoyada por el desarrollo de la física moderna y el resto de las ciencias, de que lo masculino dominante somete a la naturaleza. Si bien en las sociedades premodernas tanto las mujeres como los hombres se constituyen sobre la base de vínculos relacionales e interdependientes con la naturaleza, el capitalismo implanta la idea de una sociedad individualista en la que la división del trabajo y de los espacios para desarrollarlo imponen a las mujeres y a los otros (quienes no tienen poder sobre el mundo) la tarea de mantener los vínculos. A partir de este momento, la amenaza se desplaza hacia esos otros seres humanos. Hernando denomina estas creencias como “fantasías de individualidad” en las que las relaciones se construyen bajo la convicción de que los seres humanos pueden desarrollarse al margen de la comunidad, lo mismo que la razón puede construirse al margen de la emoción. Tanto la ciencia moderna como el desarrollo del capitalismo fomentan una visión en torno a la individualidad del ser humano. Sin embargo, Alicia Puleo recuerda que no conviene simplificar las posiciones que la ciencia moderna tuvo frente a la naturaleza (Puleo, 2011). Dentro de los círculos radicales ingleses, en el siglo XIX, por ejemplo, se desarrolló una especial sensibilidad con la naturaleza y con los animales. Las mujeres destacaron en ellos su rechazo a asimilar la ecuación animal-máquina y se CAPITULO III: DEL TRABAJO DOMÉSTICO A LA SOSTENIBILIDAD DE LA VIDA 105 opusieron a la vivisección de los animales, encontrando en algunas de sus posturas lo que se puede considerar como antecedentes del ecofeminismo de corte esencialista. Jimena Rodríguez Carreño explica cómo el movimiento antivivisección se opuso a esta práctica (abrir animales todavía vivos, sin el uso de anestesia, para observar sus funciones biológicas) como una expresión más de lo que consideraban un vicio masculino: la crueldad (Rodríguez Carreño, 2006). A pesar de ser un movimiento poco conocido, cuyas reivindicaciones no tendrían ningún punto en común con el feminismo decimonónico (en plena vorágine de la lucha por el voto), la autora observa que este movimiento redefine los conceptos clave de la teoría feminista. Las líderes antiviviseccionistas inglesas como Frances Power Cobb defendían una mayor presencia de la mujer en la esfera pública, pero no lo hacían apelando a la extensión de los derechos individuales de las mujeres (no veían en ellos un fin), sino como medio para el verdadero objetivo que unía a su sexo: la reforma moral de la sociedad. Para ello eran necesarias las virtudes naturales que acompañan al sexo femenino, según Cobb: la compasión, la pureza y la capacidad para el cuidado. Defender los derechos del individuo, y de la mujer con respecto al hombre, suponía sin embargo difuminar la diferencia moral en la que se fundamentaba su movimiento. Mientras el sufragismo se empeñó en la inclusión de ‘lo femenino’ en la categoría de ‘humano’, para desvincularlo de la irracionalidad y la animalidad a la que estuvo condenado, las líderes antiviviseccionistas reclamaban esa identificación para luchar contra los excesos y abusos de la ciencia masculina. Hay que señalar que el momento álgido del antiviviseccionismo coincide con la consolidación de la Fisiología como disciplina científica y con el desarrollo de la ciencia experimental. Debido a su gran carga esencialista, sus postulados se vieron vencidos por el fuerte movimiento feminista por la igualdad. Sin embargo, está presente como germen de muchas luchas feministas posteriores, tales como el cuestionamiento de la neutralidad de la ciencia o la ideología de género, presente ya en ella. En este movimiento se encuentran también imbricaciones con los ecofeminismos de los años 60 y 70. De nuevo nos encontramos frente a las dicotomías y jerarquías propias de los diversos sistemas de dominación: naturaleza frente a cultura, razón frente a emoción, independencia frente a dependencia, ciencia frente a saberes tradicionales. CAPITULO III: DEL TRABAJO DOMÉSTICO A LA SOSTENIBILIDAD DE LA VIDA 106 Otro rasgo de este pensamiento dual sería la escisión -presente de manera especial en el pensamiento occidental, y sobre la que se fundamenta la dominación de la naturaleza por el hombre-, que se produce entre cuerpo y mente (Herrero, 2013), relacionando lo auténticamente humano con la capacidad de pensar. El cuerpo y la mayoría de los procesos a él asociados -enfermedad, vejez, muerte- intentan mantenerse invisibles. En esta estrategia de vivir de espaldas al cuerpo, el capitalismo juega un importante papel. Los cuerpos son vistos como mercancías, negando sus límites, al igual que se propone hacer con la naturaleza. Y si se niega el cuerpo, también se niega el trabajo de quienes se ocupan de ellos. Así, el sistema económico capitalista y el dispositivo cultural que lo sostiene se han desarrollado a espaldas de dos rasgos naturales básicos: la interdependencia de los seres humanos y la ecodependencia del medio natural. Por supuesto, esta relación extractiva (de explotación) de la naturaleza y de los cuidados invisibilizados, aumenta las brechas de desigualdad en las relaciones entre el Norte y el Sur global: para que el crecimiento capitalista siga su carrera se somete a un expolio de recursos naturales a muchos países del Sur, así como para mantener el ideal de individualismo social se somete a explotación a quienes ocupan las posiciones de cuidadoras/es, pertenecientes a posiciones subordinadas, tanto en el caso de lo local, como en el del Sur global. El sistema capitalista ha sido voraz con la vida del planeta y esto se puede observar, por ejemplo, en el hecho de que, como reacción a la crisis, los sectores especuladores estén desviando sus capitales hacia los cultivos de alimentos, provocando que los precios de estos, así como los de otras materias primas básicas, varíen. El resultado es la inflación de los precios y el aumento aún mayor de la pobreza: “Nuestro planeta se ha convertido en un laboratorio sometido a todo tipo de experimentos destinados a hacer crecer los beneficios de diversos sectores económicos” (Herrero y otros, 2011). Tanto el ecologismo social como el ecofeminismo coinciden en su visión de la crisis como resultado de un proceso multifactorial que ha provocado un progresivo cambio de sistema. El cambio, tanto para unas como para otras, resulta irreversible. Lo único que tendríamos que preguntarnos es si queremos gobernar ese cambio con criterios de justicia, o queremos que se gobierne -como hasta ahora- con criterios de mercado (Herrero, 2013, Pérez Orozco, 2014). La consolidación de sistemas CAPITULO III: DEL TRABAJO DOMÉSTICO A LA SOSTENIBILIDAD DE LA VIDA 107 alternativos, basados en valores de cooperación y no de dominio, requiere revisar muchos de los mitos, como los señalados por Hernando, que la cultura de la dominación ha instalado en nuestras sociedades, empezando por el mito de la independencia. Una de las realidades de las que se plantea partir para este cambio de paradigma es la condición de vulnerabilidad humana, que permite pensar un sistema interdependiente, de buen trato, que permita resolver en común la vida. Así, la idea de “comunidad solidaria” o “comunidad cuidadora” está muy presente en las apuestas sobre los nuevos modelos de organización social que se postulan. Como señala Picchio (Picchio, 2003), pero también Pérez Orozco (Pérez Orozco, 2014), ha sido importante romper la polaridad entre Estado e individuo para ser capaces de perfilar en el horizonte una sociedad donde la vida pueda estar en el centro, y en la que la construcción en común de esa vida cobre importancia. La propuesta ética del ecofeminismo está basada en una concepción de ‘lo humano’ que supera el antropocentrismo e inserta a las personas en su contexto natural, junto con el resto de seres vivos, sin establecer relaciones extractivas con él. Este modelo de desarrollo basado en la idea de vulnerabilidad e interdependencia se enfrenta radicalmente al ideal de homo economicus, el cual se define por ser invulnerable e independiente. El ecofeminismo también cuestiona la idea de “producción”, como lo hiciera el feminismo marxista, encontrando límites en su definición. Desde su enfoque, la naturaleza es la única que produce materia, mientras que los seres humanos y no humanos la transforman. Manuel Naredo hace un recorrido por las distintas concepciones acerca de la producción y la riqueza que se han dado, en el ámbito de la economía, desde el siglo XVIII (Naredo, 2006). Relata cómo la primera escuela que definió los conceptos de producción y crecimiento fue la Fisiocracia54. Tanto la idea de producción como la de crecimiento estaban definidas a escala de la naturaleza, permitiendo que el ciclo natural recuperara su capacidad reproductiva. El metabolismo económico estaba equilibrado entre lo que producía y el tiempo necesario para que la naturaleza lo reprodujera. De ese paradigma, basado en el valor de uso de los bienes naturales, se pasa a otro basado en el 54 Para un revisión crítica de la Fisocracia, consultar Antonella Picchio (2001). CAPITULO III: DEL TRABAJO DOMÉSTICO A LA SOSTENIBILIDAD DE LA VIDA 108 precio o valor de intercambio, donde se pierde la medida de la naturaleza. Naredo también revisa la idea de crecimiento, teniendo en cuenta las capacidades finitas del planeta. Como el capitalismo se ha desarrollado sin apenas tener en cuenta los límites del planeta, la única forma de recuperar (si es que se puede) el equilibrio en el mismo, es a través de la conciencia/experiencia de que somos un cuerpo (parte de la naturaleza) y que necesitamos decrecer como sociedad (ajustarnos a nuestras necesidades reales). En este sentido, el ecofeminismo lleva a cabo la recuperación del cuerpo con un contenido filosófico y desarrolla la importancia de la territorialidad, del vínculo con el espacio concreto, como manera de oponerse al capitalismo global, y como alternativa para desarrollar sociedades sostenibles. El cuerpo es el encardinamiento de nuestra propia localización, el territorio de la existencia y lo que nos conecta, como seres finitos, con los límites que nos da el planeta. “Sólo se podrá salir de una forma digna de esta crisis planteando otras preguntas: cómo debemos habitar la tierra; qué mantiene vivas a las personas y, por tanto, qué debemos conservar; cuáles son las necesidades que hay que satisfacer para todas: cómo se distribuyen los bienes y el tiempo de trabajo; quiénes y cómo toman las decisiones...” (Herrero, 2013). 3.3. DEMOCRACIA RADICAL En relación a la pregunta planteada por Herrero en torno a cómo gobernar el cambio, y prestando especial atención a la equidad y a la justicia social, llegamos a Nancy Fraser. En Iustitia Interrupta, Fraser parte de la hipótesis de que se está considerando a las mujeres desde la desigualdad y no desde la diferencia (Fraser, 1997). La democracia radical que ella propone -democracia como espacio de negociación- tiene una acción doble: luchar contra la desigualdad y hacer valer la diferencia. Lo primero pasa por una redistribución en lo económico y por un nuevo orden político y económico, que permita descentrar las normas androcéntricas. Para lo segundo, propone un cambio de valores y la revalorización de aspectos que han estado menospreciados, como los aprendidos históricamente por las mujeres. En todo ello cobra una importancia especial la valoración de los grupos y la eliminación de las desigualdades. CAPITULO III: DEL TRABAJO DOMÉSTICO A LA SOSTENIBILIDAD DE LA VIDA 109 Ella reconoce tres tipos de colectividades: las clases explotadas, para las que sería necesaria una política redistributiva (ya que se trata de una injusticia más arraigada a lo económico); las sexualidades menospreciadas, para las que serían necesarias políticas de reconocimiento; y, por último, las colectividades bivalentes, que son aquellas en las que se mezclan el género, la raza y la clase social. Las mujeres pertenecen al tercer grupo de personas excluidas, ya que sobre ellas se ha ejercido tanto una explotación laboral basada en la división sexual del trabajo, como una injusticia cultural basada en el androcentrismo y el sexismo cultural. De acuerdo con María Jesús Izquierdo (Izquierdo, 2001), el sexismo no es una cuestión que ataña exclusivamente a la mujer; existen carencias tanto en quienes se reconocen como hombres como en quienes se reconocen como mujeres. Sin embargo, para Fraser sí se puede construir un sujeto común ‘mujeres’, como elemento con capacidad de negociación. Como hemos observado en el capítulo segundo, no todas las propuestas dirigidas a mejorar la situación de discriminación de las mujeres están de acuerdo con la necesidad de transformar el sistema económico que sostiene muchas de estas desigualdades. Por ello, al introducir este punto nos gustaría diferenciar brevemente lo que Antonella Picchio denomina la ‘economía de género’ (Picchio, 2009), de lo que se considera por muchas autoras una ‘economía feminista’. La denominada economía de género consiste en observar a las mujeres desde dentro de un sistema teórico dado, tratando de insertarlas, a través de medidas, en ese sistema. Se basa en la idea comparativa de igualdad con el hombre, solo que, por las características del propio sistema, la equidad en él resulta impracticable. La economía feminista en cambio es una matriz basada en el conflicto, que observa la complejidad de tiempos, emociones, diferencias entre hombres y mujeres, así como entre las propias mujeres. El desafío de la economía feminista está en tener presente el análisis de la economía a nivel micro (los cuerpos, la vida, los hogares), sin dejar de conectarlo con el nivel macro. En este sentido, es importante señalar que la economía feminista respeta dos criterios éticos irrenunciables: el estatuto de universalidad y el de singularidad. CAPITULO III: DEL TRABAJO DOMÉSTICO A LA SOSTENIBILIDAD DE LA VIDA 110 El enfoque establecido por Nancy Fraser en su obra Escalas de Justicia55 supera su visión anterior. Fraser reconoce el error de haber planteado la justicia en términos bidimensionales que tenían en cuenta solo la posición económica y la valoración social; ahora incluye una nueva dimensión que es la autonomía en la participación política (Fraser, 2008). Tanto para uno como para otra, las fronteras de los actuales Estados democráticos liberales han colapsado y se muestran incapaces de dar respuesta a las necesidades de reconocimiento de la diferencia. En la era de la globalización de la justicia es necesario que los niveles micro y macro estén por tanto mucho mejor conectados. 3.4. ECONOMÍA SOCIAL. HISTORIA Y ESCALA INTERNACIONAL Preguntándonos por las posibles fórmulas que pueden dar cabida a los deseos e intereses, tanto prácticos como estratégicos, de los feminismos hasta ahora planteados llegamos a la economía social como marco desde donde se puede responder tanto a la creación de empleo como al desarrollo de las capacidades. Para comprender sus posibilidades, vamos a hacer un pequeño recorrido por sus antecedentes y por los principios actuales que la guían. La economía social y solidaria tiene sus inicios en los movimientos ideológicos del siglo XIX, entre los que se encuentran la tradición social-cristiana y el socialismo y el anarquismo. El concepto de ‘economía social’ aparece por primera vez en 1830 a través del economista liberal francés Charles Donoyer, conocido, a través de su publicación Nouveau Traité D'économie Sociale, por ser uno de los primeros estudiosos del ciclo económico. Entre los fundamentos que se han desarrollado posteriormente para definirla, está la auto-organización de la clase obrera en estructuras laborales cooperativas, las entidades de ahorro y crédito, las mutualidades de seguros, etc., de cara a dar respuesta a las necesidades de la población que no son satisfechas ni por el Estado ni por el mercado. Surge, de hecho, como respuesta a los elevados costes humanos y sociales de la revolución industrial. 55 En este libro plantea la disensión entre los paradigmas de igualdad y diferencia en los feminismos actuales, así como las medidas que el Estado tiene que abordar para alcanzar una igualdad real. CAPITULO III: DEL TRABAJO DOMÉSTICO A LA SOSTENIBILIDAD DE LA VIDA 111 A lo largo de sus casi dos siglos de historia, lo que se considera economía social ha pasado por diversas fases. En sus inicios hay un claro contenido político, que a partir de la Segunda Guerra Mundial, en plena época de desarrollo fordista y crecimiento acelerado, fue cediendo terreno a la competitividad y eficiencia -en lugar de la cooperación y la solidaridad- (Jubeto, Guridi y Fernández-Villa, 2014). Para encontrarse de nuevo, como efecto de la crisis y de los planes de ajuste estructural de los años 80, con los valores originarios del modelo cooperativo como una estructura capaz de generar empleo cuando el Estado muestra sus carencias para hacerlo. De hecho, dos de los momentos en los que más impulso ha tenido este modelo laboral ha sido en la década de los 80 del siglo XX, acompañando a los planes de ajuste estructural en América Latina, Asia y África; y en la actualidad, a los planes de austeridad europeos. Al tratarse de estructuras laborales diversas -fundaciones, asociaciones, cooperativas-, es difícil encontrar una definición cerrada de lo que son las empresas que se engloban en el marco de la economía social. Además, “la delimitación científica de esta economía, que no se corresponde con la economía pública (primer sector institucional), ni con la economía capitalista tradicional (segundo sector), se halla exenta de consenso entre la comunidad científica” (Chaves y Monzón, 2011). ¿Es este el motivo de que la economía social sea una esfera oculta en los informes económicos de España, y un modelo de empleo poco conocido entre la población? Por una parte, la contabilidad nacional de los países está basada en el modelo que se consolidó a mediados del siglo XX para captar las contribuciones económicas en torno a la realidad bipolar institucional que tiene en cuenta al sector público y al sector privado capitalista. Lógicamente (este es uno de los desafíos con los que se encuentra actualmente el sistema de contabilidad de la economía social56), en este marco es difícil cuantificar un Tercer Sector que no encaja ni en el institucional ni en el privado capitalista. En cuanto a la segunda parte de la pregunta, el desconocimiento acerca de la economía social como modelo laboral, se debe en parte a la confusión con otros 56 La Comisión Europea ha creado varios manuales para la elaboración e incorporación de estadísticas en las cuentas nacionales, del sector no lucrativo. Así, el primer manual, en 2003, se centraba en asociaciones y fundaciones, principalmente. El segundo, en 2011, se centraba en cooperativas, mutuas y otras empresas similares. CAPITULO III: DEL TRABAJO DOMÉSTICO A LA SOSTENIBILIDAD DE LA VIDA 112 términos similares como ‘empresas sin ánimo de lucro’ y ‘Tercer Sector’57. Por citar brevemente la polémica, derivada en parte de la primera pregunta (por qué no se cuantifican las aportaciones de lo que se llama ‘Tercer Sector’, frente al binomio sector público/privado capitalista), se denomina ‘Tercer Sector’ a aquel que reside entre los dos principales sectores económicos. No parece haber acuerdo, sin embargo, en la definición de este sector por parte de la comunidad científica. Más bien son las distintas leyes que regulan el campo de acción, las que definen en cada lugar lo que incluye el mismo. Por otra parte, tampoco parece haber acuerdo en lo que se denomina como “sector asociativo” o “non profit organizations/ organizaciones sin ánimo de lucro. A este respecto, Chaves y Monzón hacen un recorrido por dos enfoques en pugna que tratan de dar respuesta a esta división en la actualidad. Por una parte, el de origen francés, que engloba al sector asociativo dentro de un marco más grande que denomina economía social (término que, como vimos anteriormente, se acuña en Francia en el siglo XIX). Además del sector asociativo, formarían parte de la economía social otras estructuras laborales como cooperativas, mutuas o fundaciones. Se trata de un uso más extendido en Europa, Latinoamérica, Asia y África (Chaves y Monzón, 2012). Por otra, a finales del siglo XX se ha abierto paso el término de origen anglosajón de ‘sector no lucrativo’, que identifica a un gran grupo de organizaciones no lucrativas (non profit organizations, NPO, en Estados Unidos/ voluntary sector, en Gran Bretaña), cuyo rasgo definitorio más claro es que sus organizaciones no reparten beneficios entre las personas socias. Casi todas las entidades pertenecientes a este sector tienen la forma jurídica de asociación o fundación, aunque pueden contemplar otras formas distintas. Junto a estos dos términos, con puntos de confluencia entre sí pero que refieren a realidades distintas, se utiliza otra expresión para referirse, indistintamente, a uno y otro: ‘Tercer Sector’58. De manera algo genérica, podemos decir que el Tercer Sector se encuentra entre el modelo de desarrollo privado, ofreciendo servicios, y el Estado, contratando con él y, 57 Sobre las diferencias entre estas tres categorías similares, hay mucho escrito. Acerca de estas fronteras difusas, nos resultaron interesantes el artículo de Chaves y Monzón (2001), el de Monzón (2006, 1995), y el de Chaves (1996). 58 Este término lo popularizó un estudio encargado a la Fundación Rockefeller, en 1973, sobre la importancia del sector no lucrativo. En Europa el término ‘Tercer Sector’ se refiere a un ámbito que se encuentra entre lo público y lo privado-capitalista, y que se identifica con el de la economía social. CAPITULO III: DEL TRABAJO DOMÉSTICO A LA SOSTENIBILIDAD DE LA VIDA 113 en ocasiones, recibiendo incentivos a través de subvenciones. Sus acciones están dirigidas a la ciudadanía, a quien presta sus servicios, de quien pueden recibir donaciones y en quien revierten parte de sus ganancias. En su interior se rige por criterios de democracia y justicia, tanto en la toma de decisiones, como en la distribución de recursos y en el reparto de ganancias. Desde tiempos más recientes, en concreto en las tres últimas décadas, la economía social trata de definirse a sí misma en los lugares en los que se encuentra implantada. Tal como la conocemos ahora, tiene su origen en el Comité Nacional de Enlace de las Actividades de Mutualidades, Cooperativas y Asociaciones (CNLAMCA) de Francia, que en 1980 redacta la Charté de l'économie sociale (Carta de Economía Social) y establece como principios de esta economía:  Primacía de la persona y del objetivo social por encima del capital.  Adhesión voluntaria y abierta.  Control democrático abierto, ejercido por sus miembros, en el caso de las organizaciones que están compuestas por ellos.  Combinación de los intereses de los miembros-usuarios/as con el interés general.  Defensa y aplicación de los principios de solidaridad y responsabilidad.  Autonomía de gestión e independencia de los poderes públicos.  Utilización de la mayoría de los excedentes para la consecución de objetivos a favor del desarrollo sostenible, los servicios de interés para los miembros y el interés general. En esta misma Carta la organización definió la economía social como “el conjunto de organizaciones que no pertenecen al sector público, funcionan de manera democrática con igualdad de derechos y obligaciones entre sus socios y que practican un régimen particular de propiedad y distribución de los beneficios, empleando los excedentes para ampliar la entidad y mejorar los servicios prestados a sus socios y a la sociedad” (Chaves y Monzón, 2012). CAPITULO III: DEL TRABAJO DOMÉSTICO A LA SOSTENIBILIDAD DE LA VIDA 114 La delimitación más frecuente de la economía social, por parte de sus socias y socios, ha sido realizada en la Carta de Principios de la Economía Social, elaborada por la Conferencia Europea Permanente de Cooperativas, Mutualidades, Asociaciones y Fundaciones (CEF-CEMAF), el 20 de junio de 2001. Esta carta refrenda los siete principios referidos anteriormente, con la novedad de que además recibe, dentro de la economía social, a las fundaciones que, como es sabido, no tienen socias/os. También supone un marco identitario, a nivel internacional, la creación en 2001, en Québec, Canadá, de la Red Intercontinental de Promoción de la Economía Social y Solidaria (RIPESS), en cuyo preámbulo59 se hace mención explícita a la importancia del desarrollo de las capacidades humanas para transformar el mundo. En sus principios se establecen referencias a un total de once valores, el noveno de los cuales establece la importancia de la igualdad, equidad y justicia, definiendo vagamente lo que, desde la óptica feminista, se puede aportar a estos términos. La visibilidad e importancia de la economía social se ha visto refrendada, en muchos países, a través de su reconocimiento jurídico y político. Francia fue el primer país de la Unión Europea en reconocer jurídicamente la economía social a través de un decreto de 1981 que regulaba la creación de una delegación interministerial dedicada a la economía social (DIES). En Bélgica, el Comité Valón de Economía Social definía esta como parte de la economía de las organizaciones privadas, con cuatro características específicas: 1) el objetivo de servir a las y los socios y a la comunidad, no de generar beneficios, 2) la gestión autónoma, 3) un procedimiento interno democrático para la toma de decisiones, y 4) la prevalencia de los individuos y el trabajo por encima del capital, en la distribución de ingresos. A nivel europeo, en 1989 la Unión Europea patrocinó la primera Conferencia dedicada a la economía social, que se ha repetido con una periodicidad más o menos bianual, y ha sido acogida en multitud de países, entre ellos España (Sevilla, 1995; Toledo, 2010). La Comisión Europea creó también, en 1990, una Unidad de Economía Social, perteneciente a la Dirección General de Política de Empresa, Comercio, Turismo y Economía Social. 59 Anexo II. CAPITULO III: DEL TRABAJO DOMÉSTICO A LA SOSTENIBILIDAD DE LA VIDA 115 Desde entonces, su interés por este ámbito de empleo ha ido en aumento, reconociendo en 2009, a través de un informe, a la economía social como interlocutora y como actor clave para lograr los objetivos de desarrollo propuestos en el Tratado de Lisboa. El sector de la economía social se encuentra en constante crecimiento desde 1980. Uno de los principales estudios, llevado a cabo por el CIRIEC para la Comisión Europea (CIRIEC, 2000), señala la creciente importancia de las cooperativas, las mutuas y las asociaciones para la creación, el mantenimiento y la corrección de graves desequilibrios económicos y sociales en los países. En el ámbito cooperativo, la economía social actualmente emplea en la Unión Europea a más de 4,7 millones de personas, y cuenta con 108 millones de socias/os60 (Chaves y Monzón, 2012). En el ámbito asociativo, empleaba en 2010 a 8,6 millones de personas, y solo en este ámbito se concentra más del 4% del PIB de la Unión Europea. Como señalan los autores del Informe 2012, “más allá de su importancia cuantitativa, en los últimos decenios la economía social no solo ha afirmado su capacidad de contribuir eficazmente a la resolución de los nuevos problemas sociales, sino que también ha reforzado su posición como institución necesaria para la estabilidad y la sostenibilidad del crecimiento económico, la distribución más equitativa de la renta y la riqueza, el ajuste entre los servicios y las necesidades, la valorización de la actividad económica al servicio de las necesidades sociales, la corrección de los desequilibrios del mercado laboral y, en resumen, la profundización y el fortalecimiento de la democracia económica”. 3.5. LA ECONOMÍA SOCIAL EN ESPAÑA Recordemos que la jerarquía representa la ontología del patriarcado y del capitalismo; frente a ella, la horizontalidad y la democracia económica propuesta por la economía social representan unas ideas fuerza hacia otros modelos de producción en los que se puede desarrollar la economía feminista. 60 Lamentablemente, no hay datos desagregados por sexo. CAPITULO III: DEL TRABAJO DOMÉSTICO A LA SOSTENIBILIDAD DE LA VIDA 116 En España se crea en 1995 la Red de Economía Alternativa y Solidaria (REAS, red de redes). La carta de REAS61 establece los seis principios de la economía social y solidaria, el primero de los cuales está dedicado íntegramente al concepto de equidad. Con respecto a los principios recogidos en RIPESS, seis años más tarde, REAS hace referencias concretas a las aportaciones feministas de conceptos como equidad y trabajo. Los principios que la rigen, resumidos a grandes rasgos, son: PRINCIPIO DE EQUIDAD Es el principio ético que reconoce a las personas con igual dignidad, con independencia de cualquier diferencia entre ellas. La dignidad impide someter a relaciones de explotación a las personas. También se refiere a los derechos y posibilidades, para satisfacer los intereses respectivos, de manera equitativa. Por último, hace mención al reconocimiento y el respeto a la diferencia. Con respecto a la equidad, desarrolla compromisos explícitos tales como la igualdad de oportunidades, y menciona que, más allá de la paridad, la igualdad de oportunidades se concreta en el desarrollo de las capacidades de manera equitativa. PRINCIPIO DE TRABAJO La definición del trabajo engloba las actividades de participación en la vida económica y también en la comunidad. Tiene como objetivo desarrollar capacidades en la población y satisfacer sus verdaderas necesidades. Para ello trata de recuperar la dimensión humana, económica, política y cultural de nuestras actividades. El trabajo es más que un empleo u ocupación, ya que no tiene por qué estar necesariamente remunerado. Este apartado tiene mención explícita a aquellas actividades, dirigidas a los cuidados y realizadas fundamentalmente por mujeres, sin las cuales el resto no sería posible. También reconoce la falta de valoración y la inequidad en el reparto que tienen estas tareas. Para ello trata de favorecer un modelo de empresa coherente a estos valores. 61 Red de redes de Economía Alternativa y Solidaria. Se adjunta en Anexo III. CAPITULO III: DEL TRABAJO DOMÉSTICO A LA SOSTENIBILIDAD DE LA VIDA 117 PRINCIPIO DE SOSTENIBILIDAD MEDIOAMBIENTAL La economía social considera que toda la actividad económica y productiva tiene relación con la naturaleza. Por ello, la relación con ella y el reconocimiento de sus derechos están en la base de las actividades realizadas en este ámbito. En base a esta relación de respeto, el compromiso de la economía solidaria es reducir al mínimo el impacto ambiental (huella ecológica) de sus actividades, así como existe un compromiso por el decrecimiento, el consumo responsable, la soberanía alimentaria, la producción limpia, la ordenación del territorio y todo tipo de iniciativas que fomenten el cuidado y la sostenibilidad del ecosistema. También se compromete con la recuperación y mejora de lo ya deteriorado. PRINCIPIO DE COOPERACIÓN El funcionamiento de las entidades pertenecientes a la economía social pretende sustituir la competitividad por la cooperación y la colaboración entre personas y entidades, tanto dentro como fuera de este ámbito. El objetivo es contribuir a un desarrollo social armónico, basado en valores como la confianza, la igualdad, la corresponsabilidad, el respeto y las relaciones comerciales justas. La economía social está basada en la democracia y la participación y quiere fomentar organizaciones que garanticen tanto la máxima horizontalidad entre miembros como la máxima autonomía de cada persona. En este proceso es muy importante el aprendizaje y el trabajo cooperativo entre personas y organizaciones. PRINCIPIO “SIN FINES LUCRATIVOS” El modelo de economía que se practica y propone tiene como fin el desarrollo integral de las personas, a nivel individual y colectivo, y como medio la gestión de proyectos económicamente viables, cuyos beneficios se reinvierten y redistribuyen. La no lucratividad se refleja también en el balance de resultados, donde no se miden solo ni principalmente por criterios económicos, sino también humanos, medioambientales, sociales y culturales. Se entiende que los beneficios van CAPITULO III: DEL TRABAJO DOMÉSTICO A LA SOSTENIBILIDAD DE LA VIDA 118 destinados al objeto social de los proyectos, así como al apoyo a otras iniciativas solidarias de interés general. PRINCIPIO DE COMPROMISO CON EL ENTORNO Se concreta en la apuesta por un desarrollo local, sostenible y comunitario del territorio. Esto implica la participación en redes más amplias, que permitan dar forma al tejido social y a las múltiples necesidades. La colaboración es un camino para favorecer experiencias solidarias concretas, que puedan generar procesos de transformación capaces de generar un cambio de las estructuras que generan opresión, desigualdad y dominación. Esta búsqueda de experiencias lleva a articular redes en dimensiones más amplias que permitan transitar entre lo micro y lo macro, lo local y lo global. En 2011, España se convirtió en el primer país europeo en promulgar una ley que regulara la economía social. La Ley 5/2011, de 29 de marzo, de Economía Social, define la misma como el conjunto de actividades económicas o empresariales que en el ámbito privado llevan a cabo aquellas entidades que, de conformidad con los anteriores principios, persiguen el interés económico general. El total de socios pertenecientes a la Confederación Española de Empresas de Economía Social (CEPES) -la cual no incluye a asociaciones ni a fundaciones62- era de 2.564.96463 en 2012, lo que supone que uno de cada seis trabajos pertenece a la economía social. Asimismo cuenta con más de 15 millones de personas asociadas (el 32% de la población), lo que supone que una/o de cada tres españolas/es pertenece a una entidad de economía social. En España hay sin embargo pocos estudios sobre la mujer dentro de la economía social. El más reciente, de 2004, solo recoge los datos de las mujeres pertenecientes a 62 Según el artículo de Chaves y Monzón (2001), solo los empleos surgidos en el marco del sector asociativo suponen en Europa las dos terceras partes del empleo surgido en la economía social. El resto pertenece al sector cooperativo y mutualístico. Esto podría significar que el número total de personas empleadas en la economía social, en España, puede ser tres veces superior al expuesto. 63 Datos procedentes del Ministerio de Empleo y Seguridad Social. CAPITULO III: DEL TRABAJO DOMÉSTICO A LA SOSTENIBILIDAD DE LA VIDA 119 las cooperativas de trabajo asociado, recogidos por el Departamento de la Mujer de COCETA (Confederación Española de Cooperativas de Trabajo Asociado), creado en 1997. En el ámbito del cooperativismo las mujeres tienen un peso específico muy importante, ya que constituyen el 48% de las personas asociadas. Sobre el perfil de las mujeres cooperativistas, la media de edad estaba en 2004 en 37 años, destacando el pico de edad en que más cooperativistas mujeres hay entre los 30 y 35 años. Resulta además de interés que la media de hijas/os es de 1,2, coincidiendo con la media española (1,28). A pesar de la estadística, en números absolutos hay más de un 40% de mujeres cooperativistas que no tienen hijas ni hijos. El modelo familiar es en realidad diverso dentro del colectivo. En cuanto al nivel de estudios, casi la mitad (48%) han realizado estudios superiores, y uno/a de cada tres han terminado bachillerato. Los sectores productivos en que más representación de mujeres hay, coinciden con los tradicionalmente segregados: educación, servicios sociales, sanidad, textil, servicios empresariales y otras ramas del sector servicios. El estudio estaba orientado a conocer la realidad de las mujeres asociadas para dirigir planes de acción que subsanaran, en la medida de lo posible, las dificultades encontradas por ellas. La evolución en España de las pautas de consumo y de la estructura económica ha ofrecido de hecho un escenario de posibilidades para la creación de propuestas, especialmente en el sector terciario (servicios), que por sus características ha favorecido la incorporación de las mujeres. CAPITULO III: DEL TRABAJO DOMÉSTICO A LA SOSTENIBILIDAD DE LA VIDA 120 CAPITULO IV: ESTUDIO DE CASO: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO FEMINISTAS 121 CAPÍTULO IV ESTUDIO DE CASO: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO PERTENECIENTES A LA RED DE ECONOMÍA SOCIAL FEMINISTA DE MADRID INTRODUCCIÓN Paralelamente al vaivén capitalista, que transita oscilando entre épocas de bonanza y de crisis, más allá de los permisos que el sistema concede, hay experiencias laborales de mujeres, desarrolladas de forma colectiva, que surgen y se mantienen como alternativas a la organización y los fines del mainstream o sistema dominante laboral y empresarial. La economía social y la articulación de mujeres en torno a cooperativas de trabajo asociado ha sido, desde las propuestas del enfoque MED hasta las actuales medidas, incentivadas por la Unión Europea para los Estados miembros64 como una recomendación recurrente en épocas de ajuste para dar respuesta tanto a las necesidades de ingresos de las mujeres, como a las necesidades de abastecimiento, servicios y suministros por parte de la población ante las inhibiciones de los Estados. En ese sentido, la economía social, por su capacidad de moverse entre el sector público y el privado, resulta tan estratégica como útil para cubrir demandas sociales y necesidades de ingreso de las mujeres. A pesar de las resistencias que este planteamiento pueda suscitar, por la instrumentalización de las mujeres para cubrir déficit públicos, así como por su perpetuación (en la mayoría de los casos) en sectores altamente feminizados, la economía social ofrece un marco de desarrollo laboral que ha demostrado, como veremos más adelante, ser más resistente al mantenimiento del empleo que otros 64 Entre las más recientes, podemos destacar los Fondos EEAgrants que en el último año se han dirigido, en España, a la creación y fomento de cooperativas de mujeres. CAPITULO IV: ESTUDIO DE CASO: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO FEMINISTAS 122 modelos de empresa, así como favorecer estructuras democráticas y mejorar algunas de las brechas laborales que afectan a las mujeres en el mercado de trabajo remunerado. En esta última parte del estudio vamos a tratar de recoger las aportaciones y reflexiones surgidas desde las experiencias de cooperativas de trabajo asociado, compuestas por mujeres feministas, en la ciudad de Madrid, con objeto de acercarnos a su realidad laboral y conocer así de qué manera interactúan, en la práctica, la economía social y el feminismo. Como ha quedado esbozado en los capítulos anteriores, las demandas de la economía feminista actual se enmarcan dentro de una ética que tiene en cuenta el desarrollo, y sus metas (el qué), se encaminan a la expansión no sólo económica, sino fundamentalmente de las capacidades humanas, cobrando especial interés, dentro de estas, la cuestión de la equidad. En esta idea de desarrollo también cobra importancia el cómo, ligado a propuestas de democracia real, participativa y redistributiva. Responde también a sensibilidades medioambientales, cercanas al ecologismo social y al ecofeminismo, en las que el desarrollo del sistema social y económico respete los límites del planeta, de los seres vivos y de las personas que habitan en él, y permita a su vez crear una conciencia basada en la interdependencia, como medio para favorecer el buen trato a escala global. Desde estas coordenadas en que nos hemos situado, la economía social parece un entorno aliado con la economía feminista para el desarrollo profesional y para el empoderamiento laboral de las mujeres. El estudio de caso pretende acercarnos a las realidades de mujeres feministas que se encuentran insertas en proyectos laborales colectivos, con el fin de conocer si estas prácticas están logrando superar algunas de las brechas que han sido señaladas a lo largo de este trabajo, y cuáles. Nos interesa saber cómo han llegado a ellos, cómo definen la economía social y cómo se encuentran en ella. Para ello, hemos empezado por elaborar la noción, construida en colectivo, de lo que entraña para ellas el buen vivir o la vida que merece la pena ser vivida. Posteriormente, a través de las entrevistas realizadas, se ha podido reflexionar acercar de las alianzas y obstáculos que tienen para alcanzar esta vida. Por último, se les ha invitado a que analicen si el entorno cooperativo les parece adecuado para llevar a cabo los objetivos de equidad real, y cómo; de cara a compartir estrategias que estén permitiendo avanzar, en la práctica, hacia las metas planteadas. CAPITULO IV: ESTUDIO DE CASO: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO FEMINISTAS 123 Norberto Bobbio señalaba que hay dos formas de transformar la realidad que no pasan por el poder político. Una de ellas supone un cambio de costumbres (aparejado a un cambio de ideas, creencias y condiciones económicas) que lleve a un cambio de acciones. La otra se debe al progreso técnico. En cuanto al cambio de costumbres, Bobbio se muestra convencido de que la única revolución de nuestro tiempo, en los países económicamente desarrollados, ha sido la revolución feminista, por el cambio de costumbres que ha supuesto su irrupción en el mundo de la acción y el pensamiento político (Bobbio, 1987). Siguiendo este planteamiento, y convencidas también de ello, trataremos de plasmar algunos de los avances de esta transformación. 4.1. ACERCÁNDONOS A LA REALIDAD LABORAL DE LAS MUJERES EN ESPAÑA A pesar de los esfuerzos llevados a cabo por las instituciones encargadas de velar por la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres, en las últimas décadas el fenómeno de la desigualdad aumenta en España, puede que como efecto de la crisis, pero sobre todo, como efecto de las medidas destinadas a superarla. En febrero de 2015 se ha publicado el último informe, con motivo del Día Europeo por la Igualdad Salarial, sobre la realidad de las mujeres trabajadoras en España. Este informe, elaborado por la UGT a partir de datos de Eurostat, ha hecho una comparativa desde el año 2008 hasta el 2015, en cuanto a condiciones laborales de las mujeres en España. El informe señala que la brecha salarial de las mujeres ha aumentado, pasando a ser uno de los países de Europa que más diferencia salarial refleja entre mujeres y hombres. Además, España está a la cabeza de los países que más empleos temporales tienen reservados a las mujeres, como reflejan los gráficos extraídos del mencionado informe. CAPITULO IV: ESTUDIO DE CASO: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO FEMINISTAS 124 Hemos de tener en cuenta, también, que durante la crisis las mujeres han perdido en España menos empleos que los hombres, lo que a primera vista podría colocarlas en una situación de ventaja, ya que los sectores donde se emplean, de manera mayoritaria, no han resultado ser tan vulnerables al desempleo. Sin embargo, a pesar de esta victoria pírrica, las mujeres han visto empeorar sus condiciones laborales por debajo de las de sus pares varones. Esto refleja, una vez más, la alianza entre capitalismo y patriarcado. En líneas generales, según el último informe de Foro Económico Mundial, España está en el puesto 29 del ranking de países con mayor brecha de género, habiendo estado entre los diez primeros en 2007, hace tan solo ocho años65. Esta situación recuerda, por muchos motivos, a lo ocurrido durante los planes de ajuste estructural impuestos por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, 65 Datos disponibles en http://www.datosmacro.com/demografia/indice-brecha-genero-global CAPITULO IV: ESTUDIO DE CASO: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO FEMINISTAS 125 en las décadas de los 80 y 90, y que brevemente hemos repasado durante los enfoques de Mujer y Desarrollo. Europa está sometida ahora a los criterios de los planes de austeridad impuestos por el Banco Central Europeo. Esta situación ha tenido unos efectos dramáticos sobre la vida y el bienestar de las clases medias y bajas y, de manera especial, sobre las vidas de las mujeres, quienes recogen, con su trabajo, los servicios que el Estado deja de prestar a la sostenibilidad de la vida66. A los efectos de estas medidas tomadas en el seno de organizaciones internacionales, Lourdes Benería y Carmen Sarasúa (El País, 2011) proponen denominarlos “crímenes económicos contra la humanidad”, en mención al artículo publicado en Businessweek el 20 de marzo de 2009, con el título "Wall Street’s Economic Crimes Against Humanity". En él, Shoshana Zuboff, antigua profesora de la Harvard Business School, sostenía que la no asunción de responsabilidad ante las acciones y los efectos de las mismas, por parte de los mandatarios políticos y económicos de los países, ejemplifica lo que Hannah Arendt denominó "la banalidad del mal" y que ella también llama el "narcisismo institucionalizado" en nuestras sociedades. Las tres autoras proponen crear esta nueva definición de delito, que responsabilice y juzgue a los Estados e instituciones que provocan situaciones de indefensión, pobreza y desesperación en la población más vulnerable. Si nos centramos en la realidad económica y laboral de las mujeres, algunos de los efectos de este sistema patriarcal reforzado por la crisis, como comentábamos, se pueden resumir en distintos tipos de discriminaciones: Discriminaciones Verticales: o techo de cristal (glass ceiling barriers): las mujeres acceden a menos puestos de responsabilidad en el mercado laboral, a pesar de sus cada vez más altas cualificaciones formales. Discriminaciones horizontales: o política de tierra arrasada (Amorós, 1991). Los sectores de empleo donde se concentran mujeres o donde aparecen más mujeres (sectores que normalmente tienen que ver con tareas dedicadas a sostener la vida, pero 66 Un buen ejemplo de ello es la suspensión en los pagos de la conocida como Ley de Dependencia, aprobada en 2007 y en suspensión desde 2011. Esta ley daba cobertura a las necesidades de personas mayores, discapacitadas o dependientes, y a sus familias. Tras unos años de intentos de crear un sistema de cuidados universal y equitativo, hemos vuelto al mismo punto: privatizar en las familias, con sus limitados medios y recursos, un problema de magnitud social. Sobre esto, “La ley de dependencia, una oportunidad perdida” (ElDiario.es, 1 de enero de 2015). CAPITULO IV: ESTUDIO DE CASO: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO FEMINISTAS 126 no solo) se devalúan y pierden condiciones laborales. Esto, en un marco filosófico más amplio, se explica por la pérdida de valor y significado de los derechos a los que los grupos previamente excluidos logran acceder. Una vez que esto ocurre, los derechos en sí pierden valor. Esto ocurre, por ejemplo, con el derecho al trabajo remunerado: “hemos llegado al trabajo (remunerado) cuando ya no hay tal, sino solo derecho a buscarlo o a crearlo en el marco de un mercado laboral fuertemente precarizado y discriminatorio; cuando empleo ya no significa la seguridad financiera que conllevaba antes (ni inmediata ni diferida a través de las prestaciones públicas)” (Pérez Orozco, 2014). Discriminación trasversal o salarial: o brecha entre el salario de mujeres y hombres por desempeñar el mismo trabajo. Discriminaciones en el uso del espacio y del tiempo: dentro de la pobreza y la escasez de recursos que muchas mujeres soportan, no sólo están las derivadas de la falta de recursos monetarios o de las escasas oportunidades laborales, sino también de la falta de tiempo propio y de espacios para sí. Esta dificultad en el acceso a recursos básicos es una consecuencia de la división sexual del trabajo y de la múltiple jornada (personal, laboral, familiar y comunitaria) que las mujeres soportan y que dificulta el acceso al tiempo y el espacio para sí mismas. Discriminación en el valor del trabajo: como señala Antonio Machado, “todo necio confunde valor y precio”. Las categorías actuales de trabajo muestran sus límites para dar cuenta de todas las tareas realizadas por las mujeres, y del valor que estas comportan. La concepción que actualmente tenemos del trabajo encaja con el modelo capitalista en el que el sujeto que se legitima dentro de la lucha social (y que se engloba, de manera amplia, dentro de sindicatos, patronal y Estado) es un sujeto con empleo remunerado. A pesar de los esfuerzos de la economía feminista por cuantificar el volumen de trabajo realizado por las mujeres gratuitamente en sus hogares, ningún indicador económico oficial da cuenta de las tareas de cuidado. Este hecho, sumado a la falta de derechos laborales que lo acompaña, deriva en la falta de reconocimiento de gran parte del trabajo realizado por las mujeres, lo que conlleva la construcción de una auto imagen negativa de muchas mujeres en el terreno laboral. Esta asignación de valor desigual, y sus consecuencias, es lo que mantiene la discriminación salarial. CAPITULO IV: ESTUDIO DE CASO: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO FEMINISTAS 127 La economía social, como hemos visto en el capítulo anterior, está construida sobre unos valores que colocan a las personas en el centro, de acuerdo con algunos de los principios de la economía feminista de corte anticapitalista. Las preguntas que cabe realizarse en este apartado, y que tratarán de responderse a través del estudio de caso, son: ¿es la economía social el ámbito donde las necesidades de las mujeres feministas pueden ser satisfechas?, ¿cómo se están construyendo los modelos laborales y económicos que se vislumbran como alternativas?, ¿qué mirada tienen las mujeres feministas que se encuentran insertas en estos modelos, sobre ellos?, ¿están permitiendo, según la definición que ellas mismas hacen de sus capacidades, expandirlas?, ¿qué estrategias han encontrado? 4.2. ACERCAMIENTO A LA ECONOMÍA SOCIAL CON MIRADA FEMINISTA Proponemos un acercamiento a la economía social, y no a otras estructuras como asociaciones, fundaciones, sociedades laborales, etc., a través de las cooperativas de trabajo asociado, por dos razones que expuso Paloma Arroyo, Directora Nacional de la Confederación de Cooperativas de Trabajo Asociado (COCETA), durante la entrevista realizada para este trabajo. Una es de carácter cuantitativo: la economía social en España está compuesta de 45.000 empresas en España, de las cuales 17.000 son cooperativas de trabajo asociado, y casi 22.000 son cooperativas en general. Es decir, casi la mitad de la economía social española está compuesta por cooperativas de trabajo, de enseñanza o de consumo. La otra es de carácter cualitativo. Como señala Arroyo, “la economía social es una forma de articular la economía y la sociedad en base a un tipo de empresas que tienen de la democracia participativa, de otra forma de organizar la economía, su base. (...) Toda nuestra filosofía ha pasado a toda la economía social, hemos empapado de los principios cooperativos que se establecieron en Rochdale67, en el siglo XIX, lo que llamamos ahora economía social”. 67 Para el movimiento cooperativo internacional esta es la primera cooperativa considerada moderna. Constituida en el año 1844 en la localidad inglesa de Rochdale, por un grupo de personas obreras - veintisiete hombres y una mujer-, a partir de ella se instaura una nueva forma de producción y distribución de artículos de consumo, que luego se extendería a diversas actividades económicas. CAPITULO IV: ESTUDIO DE CASO: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO FEMINISTAS 128 Eligiendo, por tanto, como marco las cooperativas de trabajo asociado en España, podemos observar que las mujeres insertas en ellas suponen un 48,45% del total de socias trabajadoras en 201268, frente al 47,85% que suponen las mujeres contratadas en régimen general el mismo año. Este aumento de un punto de las mujeres presentes en cooperativas, frente al régimen general, podría indicar una mayor idoneidad del entorno cooperativo en cuanto a la participación de las mujeres (sensibilidad, como hemos visto, presente en sus principios reguladores). También podría revelar una mayor disposición en las mujeres a participar en proyectos emprendedores, que en otros ámbitos. Por ejemplo, las mujeres en alta a través del régimen de autónomas representan el 34,63%. Por otro lado, del total de personas contratadas por cuenta ajena, es difícil calcular quiénes son empleadoras y empleadas, ya que la EPA, como ocurre con otras encuestas de medición de población activa a nivel europeo, no refleja claramente quiénes de estas personas pertenecen al llamado tercer sector69. Las mujeres en las cooperativas suponen un 45,70% frente al 47,85% de mujeres contratadas en régimen general. En las condiciones laborales, el tipo de contrato revela que del total de mujeres contratadas en las cooperativas, el 70,10% de ellas tienen contratos indefinidos, frente al 40,4% del total de mujeres contratadas de manera indefinida por cuenta ajena. Esto muestra la tendencia a contratar de manera más estable en el entorno de la economía social. De entre las mujeres contratadas a tiempo indefinido en las cooperativas, el 70% son socias y el 14% no socias. El porcentaje de mujeres no socias es menor porque, dentro del cooperativismo, la tendencia que existe es que las personas que son trabajadoras terminen siendo socias y participen en los procesos de toma de decisiones. Otro aspecto revela que, dentro de las cooperativas, el 70,30% de las mujeres tiene contratos a tiempo completo, frente al 47,7% de mujeres en la misma situación, en el régimen general. Sobre la discriminación salarial, aunque no hay cifras, los principios de la economía social regulan que las personas socias cobran lo mismo por el mismo trabajo. 68 Datos recogidos del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, a través del Instituto de la Mujer (Mujeres en cifras). No existen datos actualizados disponibles a partir de 2012. 69 Tal como viene recogido en el último informe de la Encuesta de Población Activa (EPA), realizada por el Instituto Nacional de Estadística, “el empleo en el sector privado comprende personas asalariadas del sector privado, trabajadoras/es independientes y empresarias/os sin empleadas/os, miembros de cooperativas, ayudas familiares y otras situaciones profesionales (el uso del lenguaje no sexista es nuestro; el original viene expresado en masculino plural). CAPITULO IV: ESTUDIO DE CASO: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO FEMINISTAS 129 De hecho, es una garantía para la igualdad salarial la democracia interna de las organizaciones, ya que son las mismas personas socias quienes se asignan los recursos para salario y otros fines. La Carta que regula la Economía Social y Solidaria70, acerca del primer principio regulador, la Equidad, señala que “para la cuestión de la Igualdad de Oportunidades no es suficiente la cuestión de paridad en los puestos, sino que es necesario promover el desarrollo de las capacidades de las personas de manera equitativa. Esto supone desarrollar actuaciones que compensen la diversidad de desventajas sociales para que muchas personas tengan realmente las mismas posibilidades. Un elemento básico es la remuneración económica: a igual trabajo, igual remuneración”. Por otro lado, en lo referente a la promoción y responsabilidad de las mujeres dentro de las estructuras cooperativas, según datos ofrecidos por la Confederación Española de Cooperativas de Trabajo Asociado (COCETA), del total de puestos de responsabilidad y representación en las empresas cooperativas, el 39% son ocupados por mujeres. Frente a estos datos, un informe recientemente elaborado sobre la realidad de las mujeres en empresas españolas71 revela que un 22% de los cargos directivos están ocupados por mujeres. Por lo tanto, podríamos decir que el techo de cristal sigue existiendo en el ámbito cooperativo, ya que la diferencia entre el número de mujeres pertenecientes a las cooperativas, un 45,70%, y el número de mujeres en puestos de responsabilidad y representación, un 39%, no es proporcional; si bien podemos señalar que es un techo más alto que en el ámbito de trabajo por cuenta ajena. Debido a que muchas cooperativas tienen un número de trabajadoras y trabajadores que no les obliga a contemplar planes de igualdad72, la promoción de sus socias se debe al resultado de procesos de democracia interna, no al establecimiento de listas cremallera ni de un sistema de cuotas. Paloma Arroyo recuerda que este es el resultado de un trabajo de fondo, de sensibilización, que se ha ido haciendo a lo largo de muchos años: “Nosotras 70 Anexo II, p. 3 (disponible en http://www.economiasolidaria.org/files/CARTA_ECONOMIA_SOLIDARIA_REAS.pdf). 71 Women in Bussiness 2014 es parte del International Bussiness Report, informe que la auditoría Grant Thornton reliza desde 1992 para conocer las tendencias de las empresas. La muestra se realiza sobre cuarenta y cinco países (disponible en http://www.grantthornton.es/publicaciones/estudios/Grant- Thornton-estudio-Mujeres-directivas-2014.pdf). 72 Las empresas obligadas por la Ley Orgánica 3/2007 para la igualdad efectiva de mujeres y hombres a establecer planes de igualdad en sus plantillas son aquellas de más de 250 trabajadoras/es. CAPITULO IV: ESTUDIO DE CASO: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO FEMINISTAS 130 empezamos en el año 97 a visibilizar el tema de la mujer, creamos un departamento de la mujer, y lo creamos dentro de la propia estructura confederal, no como algo aislado, trabajándolo, teniéndolo presente, de manera transversal el tema de género”. Puede que, gracias al esfuerzo continuado, plasmado en más de tres informes sobre la situación de la mujer en las cooperativas de trabajo asociado, se haya conseguido avanzar en la representación que hoy tienen. Paloma recuerda que cuando llegó, hace veintiséis años, a dirigir la Confederación Estatal, había muy pocas mujeres a nivel autonómico en puestos de dirección, frente a la cuarta parte de mujeres que ocupa hoy en día el Consejo rector de COCETA. Por último, el número de hijas e hijos entre las mujeres cooperativistas, según datos de COCETA, se sitúa en 1,2; es decir, por debajo de la media europea, que está en 1,5. Esto se debe, sin duda, a multitud de factores como la opción personal, la edad, o las dificultades para llevar adelante la idea. En el estudio realizado, sin embargo, el grado de satisfacción de las mujeres con la conciliación es alto. Casi el 80% se consideran bien o muy bien conciliadas. En este primer acercamiento, a través de los datos de los que disponemos, vemos que algunas de las discriminaciones que las mujeres enfrentan en el mercado de trabajo son mejoradas en el ámbito de la economía social cooperativa. 4.3. ESTUDIO DE CASO Con objeto de conocer más y mejor esta realidad, esta última parte de nuestro trabajo permite un acercamiento a la economía social por dentro, a través del estudio de la experiencia de mujeres feministas, socias de cooperativas y trabajadoras. Esta toma de contacto con su realidad nos permite, primero, dar cuenta de un extrañamiento frente a otra realidad empresarial. Cuando se piensa en una persona empresaria, desde las concepciones marxistas hasta las capitalistas, la imagen que se nos viene a la cabeza consiste en alguien prioritariamente varón, con estudios universitarios, que posee una idea brillante y la tenacidad para llevarla a cabo, posiblemente solo o en compañía de otra persona también brillante que supone un valor añadido. Esto tiene que ver con la imagen del modelo emprendedor y de la empresa que los medios difunden. CAPITULO IV: ESTUDIO DE CASO: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO FEMINISTAS 131 Frente a este modo idealizado y enmarcado en el modelo de autosuficiencia patriarcal, existen no obstante otros paradigmas, ya que como señala Juan Antonio Pedreño Frutos, “la economía social es un tipo de actividad empresarial que con frecuencia atrae a grupos que tradicionalmente no se atreverían a fundar una empresa. La actividad empresarial colectiva les permite gestionar los recursos y compartir los riesgos. Ello genera una seguridad que aumenta la tendencia al riesgo potenciando la creación de empresas colectivas” (Pedreño Frutos, 2013). Otra diferencia tiene que ver con la motivación. Frente a la visión tradicional a la que nos hemos referido, en la que la persona empresaria pondría en el centro de la motivación la acumulación de dinero, las empresas cooperativas ponen en el centro la creación de los puestos de trabajo, así como las necesidades de las personas. A esta motivación, en el caso de las mujeres en España, hay que señalar una evolución que Paloma Arroyo mencionaba como efecto de la emancipación de las mujeres y de sus proyectos de vida propios, por una parte, y de la mejora en las competencias y cualificaciones, por otra: “las que llevan aquí muchos más años, veteranas, que llevan a lo mejor treinta años al frente de una cooperativa, te comentan que surgió, a lo mejor, porque el marido se quedó en el paro, y no había tampoco prestaciones, no había ninguna salida laboral, y entonces fueron las mujeres las que tiraron hacia adelante. También estamos viendo que, a pesar de que se esté creando en el sector servicios que normalmente abona el campo que hace la mujer, que es cuidado de las personas, o educación, también vamos entrando en otros campos y tenemos cooperativas de mujeres arqueólogas, oceanógrafas, o sea va ampliándose en un estrato más profesional, más intelectual, tenemos muchas cooperativas de mujeres abogadas”. Nuestro acercamiento a la realidad de la economía social nos permite afirmar que la evolución de las mujeres en el ámbito cooperativo, como en el resto de ámbitos laborales en el Estado español, durante los últimos treinta años, ha sido cuantiosa en todos los aspectos. Sin embargo, la mirada y el acercamiento que nos proponemos llevar a cabo sobre esta realidad de mujeres en la economía social va más allá del concepto de igualdad, que establece como modelo normativo al varón trabajador. Dicho con otras palabras, este acercamiento pretende tener en cuenta los deseos de las propias mujeres en su definición de trabajo y no las definiciones preestablecidas de trabajo, a las que las mujeres nos tenemos que igualar. Desde ese otro lugar, no está en juego la integración, CAPITULO IV: ESTUDIO DE CASO: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO FEMINISTAS 132 sino la transformación. Nuestro interés se centra en conocer las estrategias que las mujeres han puesto en marcha para favorecer el principio de equidad, presente en los principios reguladores de la economía social, así como conocer sus sensaciones, los desafíos que tiene el feminismo en este ámbito y los avances y alianzas que ha encontrado. Como ocurre en otras narraciones publicadas recientemente, en torno a la maternidad (Fernández Pujana, 2014), los vínculos amorosos (Esteban, 2011), o el amor subversivo (documental Un mismo cielo, de Laura Latorre y Miriam Herrero, 2014), recoger las experiencias de mujeres feministas nos permite rescatar genealogías de lo cotidiano, poner el foco de atención en el “punto de vista” feminista, por una parte, y recoger prácticas subversivas, acercarnos a otras formas de hacer posibles, por otra. Esta doble mirada que transita entre el cuestionamiento y la elaboración de propuestas permite captar el dinamismo en el que se desarrollan las prácticas feministas, así como los desafíos que suponen para las mujeres que las llevan a cabo. También forma parte de lo que Marta Malo define como “investigaciones situadas” o “investigaciones militantes” por su intento de desbloquear estas dos categorías: de una parte, el uso tradicional del saber, que permanece en lugares privilegiados y alejados de la práctica; y por otra, del uso tradicional de la militancia, que parece encapsulado en determinadas expresiones como manifestaciones o huelgas (Malo, 2004). Este tipo de investigación situada busca que el conocimiento y el pensar común se pongan al servicio de la transformación social colectiva. Además, haciendo referencia a la relación entre poder y ética, si partimos de nuevo del enunciado de que el saber no es neutro, entonces asumimos que está atravesado de luchas, pugnas, intereses y conflictos materiales. Quienes se encuentran en la posición de enunciación, quienes tienen el poder de decir, tienen que hacerse responsables de ese decir y pensar cómo podría desarrollarse un saber que pueda elaborarse en colectivo para los otros y las otras, no individual ni restrictivo. El sujeto colectivo al que vamos a atender en esta parte son entidades de mujeres que se unieron para poner en marcha diversos proyectos en el marco de la economía social, con intención de crear alternativas sostenibles a los sistemas laborales conocidos CAPITULO IV: ESTUDIO DE CASO: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO FEMINISTAS 133 por ellas, y de paso tratar de favorecer un cambio, material y de creencias, en favor de un sistema económico más justo y responsable. Objetivo: Analizar los discursos de mujeres feministas que se encuentran en el interior de cooperativas de trabajo asociado, para conocer los avances y desafíos, desde la práctica, que fortalezcan la equidad real. Objetivo específico 1: Contribuir a definir lo que las mujeres feministas que se encuentran en la economía social madrileña entienden por ‘economía social’. Objetivo específico 2: Construir con ellas una idea de buena vida e identificar, a través de sus relatos, las fortalezas y debilidades de sus prácticas en torno a esta idea. Objetivo específico 3: Conocer la valoración que hacen del entorno de la economía social. Hipótesis: La economía social supone un marco adecuado para atender la necesidad básica de empleo de mujeres, favoreciendo a su vez la atención a los intereses estratégicos de género, a través de un cambio de posición de las mismas; pero su puesta en marcha se encuentra con obstáculos y nuevos desafíos que es necesario descubrir y atender. Hipótesis específica 1: Los recorridos personales y laborales de las mujeres están vinculados, reflejando un continuum feminista entre lo personal y lo político. Hipótesis específica 2: Los valores recogidos en el marco de la economía solidaria, en los que se recoge su idea de la buena vida, genera tensiones, y en ocasiones, contradicciones con su propia vida que es necesario nombrar. Hipótesis específica 3: Las mujeres feministas insertas en la economía social han llevado a cabo estrategias para mejorar tanto su situación como la posición global de las mujeres, que conviene rescatar para el común. CAPITULO IV: ESTUDIO DE CASO: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO FEMINISTAS 134 4.4. METODOLOGÍA UTILIZADA La metodología de investigación propuesta trata de ser feminista en el sentido de cubrir vacíos de información en torno a problemas planteados, en cuyo centro se encuentren las mujeres como sujeto y sus intereses como colectivo. El punto de incardinación de la investigación feminista se encuentra en el análisis y punto de vista que las mujeres feministas, individualmente o en colectivo, plantean. Por otra parte, nuestra metodología también se propone un acercamiento a los temas que se plantean, de la mano de sus protagonistas, lo cual implica tratar de evitar mostrar a las mujeres como víctimas pasivas o meros objetos de la investigación. Es más, una investigación feminista tiene, en cierto modo, que revertir el orden de la imagen social de las mujeres; tiene que ser capaz de devolver matices y enfoques inesperados, sin entrar en idealizaciones sobre las posiciones que ocupan las mujeres. Por último, tiene que tratar de establecer una relación horizontal entre la persona que realiza el estudio y las protagonistas que participan en él. De ahí, como señala Patricia Castañeda, que la investigación feminista tenga que ser contextual en varios sentidos (Castañeda, 2008): (a) Porque intenta responder a las necesidades que plantea la vida de las mujeres en una circunstancia específica. (b) Porque plantea problemas de investigación que solo pueden ser abordados en sus mutuas y múltiples determinaciones. (c) Porque coloca a quien investiga en un contexto compartido con el/la sujeto de estudio. En este último sentido, es importante definir el vínculo entre la persona que realiza la investigación y las personas a quienes se dirige, de cara a mostrar las relaciones y micropolíticas de poder que pueda haber entre ellas. La entrevista en profundidad nos ha parecido la técnica más favorable para obtener y analizar los discursos de las participantes, y también para establecer con ellas una relación adecuada persona observadora-persona participante. CAPITULO IV: ESTUDIO DE CASO: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO FEMINISTAS 135 La entrevista en profundidad o entrevista cualitativa como método de investigación responde a toda una literatura metodológica en expansión sobre la realización sistemática de investigación mediante entrevistas. En su estudio sobre la transición desde la entrevista individual a la sociedad entrevista, Jaber F. Gubrium, y James A. Holstein (2002) definen la entrevista no sólo como una técnica de recogida de datos, sino además como una parte esencial de nuestra sociedad y nuestra cultura. Esta sociedad entrevista se configura, según los autores, a partir de tres condiciones elementales: una subjetividad individual con competencia narrativa, una tecnología confesional y unos medios de comunicación de masas. Esto es, las propiedades confesionales de la entrevista no sólo construyen subjetividades, sino que también profundizan y amplían las verdades experienciales de los sujetos, a través de su difusión en los medios de comunicación. Tomaremos como referencia la entrevista focalizada (focuse interview) de Merton y Kendall (1946), basada en los siguientes criterios: 1. Las entrevistadas han sido expuestas a una situación concreta; 2. La entrevistadora ha estudiado previamente esa situación, analizando el contenido y desarrollando hipótesis sobre el significado y efectos de esa situación; 3. El guión de la entrevista se ha elaborado a partir de esas hipótesis; y 4. La entrevista se centra en las experiencias subjetivas y objetivas de las personas expuestas a esa situación. Por último, el resultado de las entrevistas y sus conclusiones serán validadas con las participantes, mostrando los disensos y consensos que haya entre ellas. En cuanto a la situación concreta, la economía social feminista en sus distintas variantes será la experiencia común compartida por las distintas informantes. El estudio previo nos permitirá establecer algunas áreas de reflexión para el análisis posterior. Además, se ha tenido en cuenta otra técnica conocida como grupo de discusión para la elaboración de la noción común de buena vida. Esta técnica pertenece también a la metodología de investigación participante y cualitativa. Según la definición de Mª Paz Sandín, un grupo de discusión es “una técnica cualitativa que recurre a una entrevista realizada a todo un grupo de personas para recopilar información relevante sobre el problema de investigación” (Sandín, 2003). Lo que busca es que las personas participantes intercambien opiniones con el fin de conocer su punto de vista sobre el CAPITULO IV: ESTUDIO DE CASO: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO FEMINISTAS 136 tema propuesto, con la intención de extraer y validar con el grupo mismo las conclusiones. Los factores importantes para la preparación del grupo de discusión han sido: -El número de participantes: se recomienda que sean entre 5 y 10. -La figura de la moderadora: quien tiene que orientar la discusión hacia el tema propuesto. Una vez comenzada la discusión, la persona moderadora tendrá que formular preguntas abiertas, recoger datos y observar atentamente la comunicación verbal y no verbal. En el caso de que el grupo sea grande, puede ser indicado que la persona que modera no sea la misma que anota y observa. -El tiempo: este factor no puede estar predeterminado, pero es importante que no resulte excesivo ni abusivo. Comparte con la entrevista en profundidad determinadas características como la relevancia concedida no sólo a las personas participantes, sino a la propia persona investigadora; la importancia del conocimiento de las personas participantes, de su mundo subjetivo, y de la capacidad de hacerlo emerger. Para su formación y desarrollo, el primer paso es delimitar el tema que se va a debatir. Esto nos ayuda a definir, a su vez, las características de las personas participantes, puesto que se tratará de personas que tengan una vinculación directa con él. El segundo paso es la elección del espacio. Es importante que sea un lugar con poco ruido, que la distribución de la sala se haga acorde a los objetivos de facilitar la comunicación entre las personas y la horizontalidad en la comunicación. En este sentido, los objetivos tienen que estar contemplados en la disposición del espacio: evitar tarimas, disposición de filas entre participantes, etc. Para favorecer una comunicación horizontal, la creación de un círculo de sillas, sin objetos por medio, facilita que las personas puedan verse y escucharse por igual. El producto que vamos a obtener, tanto en las entrevistas en profundidad como en el grupo de discusión, es el discurso que se ha anotado o recogido en vídeo o grabadora. CAPITULO IV: ESTUDIO DE CASO: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO FEMINISTAS 137 4.5. SELECCIÓN DE LAS PERSONAS PARTICIPANTES. ENTREVISTAS Se ha seleccionado un total de cinco mujeres para realizar las entrevistas en profundidad. Para el diseño del muestreo de las mujeres a quienes se ha seleccionado, se han tenido en cuenta los siguientes factores: -Edad: Se ha buscado mujeres pertenecientes a diferentes tramos de edad, entre 30 y 60 años. La mayoría de las mujeres entrevistadas pertenecen al tramo de mujeres entre 30 y 50, por ser el más numeroso y porque es el que contempla el mayor número de mujeres feministas participantes en cooperativas. -Diversidad de procedencia: Para la muestra nos parecía un criterio relevante que hubiera mujeres de procedencias distintas (rurales y urbanas), así como de países diversos. -Actividad laboral perteneciente a la economía solidaria: Todas las personas entrevistadas trabajan de manera directa en cooperativas de trabajo asociado, y dos de ellas, además, en temas sociales donde se incorpora la intervención feminista o el enfoque de empoderamiento. -Diversidad de opciones sexuales: Aunque en la entrevista no se especifica la opción sexual, nos parecía importante incluir la diversidad en este aspecto, para tener en cuenta las percepciones del ámbito laboral cooperativo que tienen las mujeres con opciones distintas. -Hijas/os y no hijas/os: En las muestra se han tenido en cuenta que participaran, más o menos en igual proporción (3 y 2) mujeres con y sin hijos, para poder reflejar situaciones referentes a la conciliación, reajuste de tareas, promoción, etc. -Actividades laborales diversas: Para la muestra se han buscado tanto mujeres con actividades laborales feminizadas (promoción laboral de cooperativas de empleo doméstico, enseñanza, intervención social), como aquellas que desempeñan actividades laborales masculinizadas (sector informático, comunicación). CAPITULO IV: ESTUDIO DE CASO: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO FEMINISTAS 138 -Actividad militante feminista: Todas las mujeres, excepto una, pertenecen a la red de economía social feminista, y todas ellas se reconocen como feministas. Este aspecto de que las mujeres se autoidentificaran como feministas, en conciencia y en sus prácticas (de ahí la importancia de que participen en la Red de Economía Feminista), ha resultado fundamental en su discurso, pues constantemente se vincula esta visión a los diversos temas que se les propone analizar. Las entrevistas se realizaron desde noviembre de 2014 a mayo de 2015, siguiendo el guión que se adjunta en el Anexo I, que sirvió de orientación a las mismas, y dejando espacios de libertad para que las personas entrevistadas expresaran su opinión sobre las cuestiones planteadas y otros aspectos. GRUPO DE DISCUSIÓN Para el grupo de discusión en torno a la idea de buena vida, se propuso el marco de un Congreso Internacional de economía social y solidaria, celebrado en Zaragoza en noviembre de 2014. En él, solicitamos un espacio para dinamizar un taller que sentara las bases de lo que las entidades de mujeres, dentro de la economía social, definen como vida que merece la pena ser vivida. Un equipo de tres personas recogimos y sistematizamos las conclusiones, de cara a compartirlas posteriormente en entrevistas, y a validarlas. Los criterios para participar en el taller eran el interés en la economía social y en las experiencias de las mujeres dentro de ella. Participaron 25 personas. Aunque el número está por encima de lo que se considera óptimo en un grupo de discusión, resultaban una oportunidad y un escenario sumamente apropiados. En el Congreso se dieron cita cientos de personas procedentes de diversos países, con el tiempo suficiente para reflexionar y debatir acerca del tema propuesto, y con experiencias y referentes muy diversos. GUIÓN DE LA ENTREVISTA El guión de la entrevista (Anexo I), se ha estructurado en torno a los siguientes temas: CAPITULO IV: ESTUDIO DE CASO: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO FEMINISTAS 139 1. Cómo defines la economía social y cómo llegaste a ella. 2. Definición de vida que merece la pena ser vivida y validación de la misma. 3. Qué factores de esta vida se cumplen en la tuya y cuáles no. 4. Qué políticas o medidas hacen falta para desarrollar este ideal. 5. Alianzas entre economía social y feminismos. En el caso de las entrevistas en profundidad, están grabadas y transcritas a través del sistema VOICE BASE, de transcripción automática. Las entrevistas fueron revisadas para completar lo que el sistema no había identificado o corregir, en su caso, lo que se había identificado mal. En el caso del grupo de discusión, se contó con el apoyo de dos personas, quienes anotaron y sistematizaron posteriormente la información obtenida. 4.6. RESULTADOS “La solidaridad tiene más posibilidades de ser efectiva cuando está construida de abajo a arriba en respuesta a necesidades y prioridades localmente identificadas” (Kabeer, 1998). PERSONAS ENTREVISTADAS Mujeres entrevistadas A. K. (m. 1) Rango de edad: 30-40 Procedencia): Extra comunitaria, (Uruguay) Socia/ trabajadora en una entidad de economía social desde hace seis años. Sector de trabajo: comunicación y ámbito digital. Militante en la economía solidaria y en redes de economía feminista. Emprendió su empresa hace seis años. Relación con la entrevistadora: de confianza. R. M. Socia/trabajadora en una entidad de economía social desde hace tres años. CAPITULO IV: ESTUDIO DE CASO: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO FEMINISTAS 140 (m. 2) Rango de edad: 30-40 Procedencia: España (Madrid) Sector de trabajo: enseñanza de idiomas. Militante en movimientos ecologistas. Militante en redes de economía feminista. Emprendió su empresa hace tres años. Relación con la entrevistadora: conocida. M. M. (m. 3) Rango edad: 30-40 Procedencia: España (Madrid) Socia/trabajadora de entidad de economía social desde hace siete años. Sector laboral: comunicación, información y políticas de igualdad entre mujeres y hombres. Militante en movimientos feministas. Emprendió su empresa hace ocho años. Relación con la entrevistadora: de confianza. E. O. (m. 4) Rango edad: 40-50 Procedencia: España (Asturias) Socia/ trabajadora de diversas entidades de economía social desde hace quince años. Sector laboral: intervención social-comunitaria. Militante en movimientos por la diversidad sexual y familiar. Militante en economía social. Perteneciente a la Red de economía feminista. Emprendió su empresa hace doce años. Relación con la entrevistadora: han coincidido dos veces. P. A. (m. 5) Rango de edad: 50-60 Procedencia: España (Madrid) Directora de una entidad de economía social con representación estatal. Organización de lobby para fomento, difusión y promoción de modelos de empresas cooperativas. Representa un sector de la economía social desde hace veintiséis años. Relación con la entrevistadora: no se conocen. CAPITULO IV: ESTUDIO DE CASO: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO FEMINISTAS 141 Las variables de selección de las muestras han conformado un grupo de mujeres variado. Además de los criterios descritos para su selección, queríamos tener representadas a mujeres que estuvieran en distintos tramos de la experiencia cooperativa. En este sentido, hay un amplio margen entre la que se incorporó más recientemente, hace tres años, y la más veterana, con veintiséis años de experiencia. La mirada feminista que las mujeres tienen, en los cuatro primeros casos, atraviesa su vida y va más allá de ser una seña de identidad. Esta conciencia las ha llevado a participar y a militar en organizaciones feministas, y les ha aportado una óptica que ellas consideran esencial para ver el mundo. En el caso de la quinta mujer, esta conciencia llegó del devenir de ser una de las pocas mujeres en órganos de representación cooperativa, cuando comenzó su andadura en el ámbito de la economía social; no ha pertenecido a ninguna organización feminista, pero la defensa por la equidad está presente en sus discursos. Todas las mujeres entrevistadas han mostrado, sin dificultad, una gran capacidad de discusión sobre el tema que se les planteaba, lo que denota que está presente en su vida de manera cotidiana y que, a su alrededor, hay construido un discurso al respecto. Tenían reflexiones previas sobre lo que significaba la economía social, pero en algunos casos no habían profundizado sobre cómo la economía social puede fortalecer los intereses del feminismo, lo que durante las entrevistas dio pie a momentos de reflexión. La situación socioeconómica que presentan es media. Viven en distintas zonas de Madrid y no refieren situaciones de emergencia económica. A. QUÉ ES LA ECONOMÍA SOCIAL Y CÓMO LLEGASTE A ELLA A.1. DEFINICIÓN En la definición de lo que es para ellas la economía social, las mujeres reflejan varios hechos. Por una parte, se refieren a ella como la manera en que se organiza la actividad económica, acorde a las necesidades de las personas. Las mujeres refieren en CAPITULO IV: ESTUDIO DE CASO: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO FEMINISTAS 142 ella una distribución y asignación de los recursos, y lo hacen, en ocasiones, identificándola con la organización de una casa, lo que da una imagen de cercanía y manejo de este modo de disponer las actividades en torno a necesidades y recursos. Esta asignación se relaciona con criterios de racionalidad, eficiencia y solidaridad. Pero también hace referencia al hecho de que la economía social tiene como objeto colocar, en el centro de su actividad, a las personas: Es la organización de las personas, la gestión de la vida, la gestión de los recursos, o sea como que la economía entendida como un sistema que es necesario para que las personas nos organicemos, es decir, es como la gestión de nuestra casa pero es una economía cuyo fin tendría que ser o es que las personas tengamos nuestras necesidades satisfechas y no como la economía normal, la economía capitalista, la economía así como se conoce a nivel general que es, o sea que, que es basada en el beneficio, en el crecimiento continuo. La economía social yo la entiendo como un medio para poder vivir, para poder vivir bien y para poder cumplir otros objetivos de transformación social o de trabajar por una sociedad sostenible, solidaria, justa. (m. 3) Desde ahí entiendo yo el tema del trabajo cooperativo, el que sea en el marco de la economía social y solidaria a mí desde luego donde he aprendido más todo esto es desde la propia práctica y desde la coordinación con otros. Cuando comenzamos a montar REAS en Madrid, a mí es lo que me hizo cambiar [...] Qué es esto de la economía social, y qué esto de poner en el centro a las personas, qué es esto de que de verdad lo social entre en la economía y no al contrario, ¿no? Porque como todo se prostituye un poco, ¿no? Desde las prácticas hasta las palabras pues para mí algo que me deja muy claro que esto de la economía social, es que lo social que entre en la economía significa que ante decisiones económicas puras y duras, se tenga en cuenta valores sociales para tomarlas. Si lo comparamos con el sistema económico capitalista habitual que funciona, en el que vivimos, cuando se tienen que tomar decisiones económicas, lo mismo da una mesa, que una persona, todos terminamos siendo asientos contables, ¿no? Si hay que restar se resta de la misma manera, pues aquí es al contrario, se priman valores sociales para tomar esas decisiones, y no es lo mismo, y no somos asientos contables. Eso es poner en el centro a la persona, ¿no? (m. 4) Además, en su definición, recurren a vínculos entre economía y sentimientos, como “economía con corazón”: La preponderancia, la primacía de la persona sobre el capital, la estructura democrática, otra forma de distribuir los beneficios, tener una cohesión social, una solidaridad, son principios cooperativos, que hemos transferido también a la economía social. […] Es otra forma de hacer economía, otra forma de hacer empresa, algunas instancias también dicen la economía con el corazón. Básicamente, y vuelvo a la raíz que es el CAPITULO IV: ESTUDIO DE CASO: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO FEMINISTAS 143 cooperativismo, es tener a la persona como protagonista, saber cuáles son sus necesidades, cómo satisfacerlas, no ya desde el punto solo de trabajo, en el caso que das un empleo, que es lo más importante, ahora mismo pero en todas las épocas, es lo que dignifica a la persona, ¿no? Un empleo que además tenga una remuneración acorde, pero también dar respuesta a la necesidad de una vivienda o a la necesidad de tener unos determinados productos a un precio inferior o a un precio ya consensuado por los socios como son las cooperativas de consumo, o tener una banca, unas entidades financieras, en las que también prime más la persona, o la rentabilidad social, que el beneficio de unos pocos, y entonces ahí están las cooperativas de crédito. (m. 5) En las definiciones se destacan de ella características como su capacidad integradora. En el caso al que nos referimos, la mujer recurre a su propia experiencia como mujer inmigrante, que ha obtenido la posibilidad de integrarse en trabajos profesionales, más fácilmente, en este sector de la economía que en otros: La economía social es aquella que tiene, al menos para mí, la que integra mayor diversidad de personas pero con todos sus valores añadidos, no es lo mismo que en otros tipos de economía donde las personas, con esa diversidad, ni pueden acceder a determinados puestos, o en muchas ocasiones lo hacen discriminadas y explotadas. Dentro de la economía social todas esas diversidades se integran y las jerarquías también, dentro de lo que es... el trabajo pues no está planteado así, es más horizontal, donde las personas, como por ejemplo mi caso, inmigrante, mujer, podemos acceder a otros puestos así más a nivel profesional, que no sucede en otros ámbitos de la economía. (m.1) A.2. CANALES PARA LLEGAR ¿Cómo llegaron estas mujeres a la economía social? Para comprender cómo llegaron las mujeres entrevistadas a emplearse a través de la fórmula cooperativa, si fue un proceso inspirado por otras (conocieron a otras mujeres feministas o a personas militantes con las que compartían valores, con trayectorias coherentes, quienes les mostraron las posibilidades que ofrece la economía social), deducido por ellas mismas (buscaron un modelo de empresa acorde a sus valores y principios), o fue a través de la profesionalización (entraron a trabajar al ámbito cooperativo por adecuación de perfil, sin conocer del todo el ámbito), la primera parte de la entrevista trataba de indagar en el hecho de sus propias trayectorias vitales, y en el vinculo entre sus planteamientos e ideas y la elección de este ámbito laboral. CAPITULO IV: ESTUDIO DE CASO: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO FEMINISTAS 144 En el caso de las mujeres con trayectoria inspirada, los ámbitos en que tomaron contacto con la economía social fueron asociaciones -a las que llegan una vez terminados sus estudios universitarios-, movimientos militantes, autogestionados, y relaciones de amistad vinculadas a valores compartidos. En muchos casos se encontraban preguntándose por su futuro laboral inmediato. En el caso de la trayectoria deducida, también cobra importancia el factor amistad en la búsqueda de procesos coherentes y la experiencia previa de trabajo. En los dos casos en que la cooperativa se deduce, como fórmula coherente, existía una experiencia previa de trabajo con el equipo con el que se emprende. En el caso de la mujer que llega a trabajar en el ámbito cooperativo a través de su profesionalización, existía una experiencia previa en el ámbito empresarial a través de su formación jurídica. CAPITULO IV: ESTUDIO DE CASO: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO FEMINISTAS 145 ITINERARIOS DE LLEGADA A LA ECONOMÍA SOCIAL En todos los casos, las mujeres entrevistadas, con posterioridad a participar en el ámbito cooperativo, encuentran una confluencia entre militancia y empleo. Militancia dirigida a promocionar y dar respuesta a las necesidades de la economía social, y también orientada a las mujeres dentro de ella. Esto puede ser un reflejo de que la forma de trabajar en el modelo cooperativo ha vinculado sus posicionamientos e ideas con los valores de la economía social, de manera coherente. A.3. IDEAS Y REFLEXIONES PREVIAS QUE TE LLEVARON A LA ECONOMÍA SOCIAL En el análisis de los discursos hemos buscado las características que llevaron a las mujeres a identificar la economía social como un terreno fértil para poner en marcha sus proyectos laborales. Entre estas características, tiene presencia un pensamiento CAPITULO IV: ESTUDIO DE CASO: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO FEMINISTAS 146 crítico anterior a constituir su proyecto laboral, en la mayoría de los casos por la participación en colectivos y organizaciones. Entre las características que se desatacan como atractivas cuando se acercan a la economía social, tienen preponderancia la autogestión, la horizontalidad, la democracia interna, las redes de apoyo y las sinergias con otras sensibilidades como el ecologismo social. También está presente el deseo de incorporar a los valores con los que otras cooperativas trabajan, el del feminismo. Valores previos: Por el BAH73, donde aprendí un montón de miradas críticas, medioambientales, de género, mirada ecofeminista, centrada en el procomún, donde existe mucha participación en red, de generar saberes colectivos, y aprendí la importancia de los proyectos autogestionados y el descubrimiento de qué era eso de poder autoabastecerse. (m. 2) Fuimos dos las que montamos Pandora, con el apoyo de otras amigas, pero fuimos dos las que lo iniciamos. Ella había trabajado con otra cooperativa, entonces venía con la experiencia y dijo: tenemos que crear nuestro proyecto y que nuestro proyecto sea feminista. (m. 3) Surge del desarrollo de los programas de ocio nocturno alternativo que empezamos a poner en marcha en Gijón en el 97, que surgió de un movimiento juvenil, JOCE, la juventud obrera y que a raíz de esos programas de ocio nocturno, que consistían en que los jóvenes se organizaran y crearan su propio ocio en las noches de los fines de semana como alternativa al ocio habitual consumista en el que si no tienes dinero no te lo puedes pasar bien, entonces lo que ideamos fue este proyecto, que consiste en que los jóvenes del barrio organizaran actividades para ellos mismos utilizando los espacios públicos del barrio. (m. 4) La gente se siente atraída por la economía social por la ética. (m. 5) A.4. ¿CÓMO LLEGAS A ELLA? El factor oportunidad es muy importante en la creación de las cooperativas de trabajo asociado que se han analizado. Bien porque un grupo de personas se queda en situación de desempleo a la vez, procedentes de otro proyecto, o de distintos; bien porque se tienen objetivos comunes con otras personas en cuanto a valores o formas de 73 Siglas que corresponden al colectivo Bajo el Asfalto está la Huerta, cooperativa agroecológica madrileña de consumo responsable. CAPITULO IV: ESTUDIO DE CASO: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO FEMINISTAS 147 trabajar. También está presente el factor descarte, es decir, porque se sabe lo que no se quiere y, gracias a ello, se confluye en algo común: Venía de un trabajo en una Fundación y también en agencias de comunicación bastante grandes. La Fundación no era tan grande pero ahí pude desarrollar un trabajo más social, digamos, y en las agencias era comunicación también pero otro rollo más complejo, digamos, de sobrellevar. Entonces me despiden de esos lugares porque se acabó el trabajo por la Fundación y en otro por recortes y quedamos varias personas en paro, un chico, una chica y yo, y nos apasionaba mucho todo el tema de las tecnologías, bueno, del software libre y estábamos muy asociados al Patio74 y a raíz de eso empezamos a apuntarnos y empezamos a hacer algo de emprendimiento, más a nivel nuestro, nos encargaron varias páginas web y pensamos, vamos a hacerlo y a raíz de darle el nombre empezamos a pensar, bueno, qué valores queremos darle. Como estábamos en el software libre pensamos que teníamos que seguir por allí y empezamos a hacer toda una lista de opciones y a pensar, bueno, si tiramos por el software libre no vamos a ser una S.L, ni vamos a ser autónomos, somos varios, fue todo un poco que una cosa llevó a la otra. (m. 1) Yo llegue a ella a través de gente compañera, amiga y activista. Yo siempre he tenido inquietudes sociales, siempre me he dedicado al ámbito social, vengo de profesión periodista, pero bueno me he dedicado mucho a la investigación, he ido mucho a la cooperación, entonces en un momento dado que no tenía muy definido mi camino, tenía claro a qué cosas no quería dedicarme y algunas a las que sí, por contacto con gente de los movimientos sociales en realidad, conocí que estaban dando salidas a sus inquietudes vitales, inquietudes sociales, a través de proyectos de auto gestión y de autoempleo (...) Estuve un año de freelance, o de autónoma, o bueno aunque no estaba en régimen de autónoma pero vamos hacía muchas cositas de las que hago ahora, pero las hacía sola, entonces sí que tenía esa inquietud de bueno, me quiero dirigir a esto, entonces estaba como picando pero no le había dado forma. Hasta que me llega la oportunidad por vía de S. de lo que tú estás haciendo y lo que yo estoy haciendo vamos a hacerlo en conjunto, y vamos a aliarnos con toda esta gente que ya conoces y que se están organizando. (m. 3) A raíz del desarrollo de este proyecto, algunas de las personas que comenzamos con él y que trabajábamos en él dijimos, sobre todo cuando comenzó a extenderse por el resto de España, dijimos, si esto queremos que sea nuestro trabajo vamos a montar una empresa que lo gestione, y ese fue el motivo de montar la cooperativa. Nos preguntamos, pero qué montamos, ¿otra asociación? Pues no, porque las asociaciones viven de subvenciones, y las asociaciones tienen unos objetivos y nosotros queremos vivir de esto y que sea nuestro trabajo, queremos tener otra cosa, y desde ahí esa diferencia nos supuso una reflexión, a mí 74 Patio Maravillas: Centro Social Autogestionado madrileño, que ha ido variando su ubicación en función de los sucesivos desalojos por parte del Ayuntamiento. CAPITULO IV: ESTUDIO DE CASO: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO FEMINISTAS 148 por lo menos es lo que más me ha asentado, el decir “si es tu trabajo y quieres vivir de ello, una empresa” y cotiza a la Seguridad Social y aporta a la bolsa común. (m. 4) A.5. MI PROYECTO LABORAL COMO PROYECTO DE TRANSFORMACIÓN SOCIAL En lo referente a la transformación social, hay un vínculo claro en la relación entre lo personal y lo político. Por una parte están presentes las referencias a que el modelo cooperativo, basado en la equidad en el trabajo y en la horizontalidad, ha conllevado procesos de desarrollo personal propios y de equipo, ante los conflictos surgidos. De aquí podríamos deducir que hay que transformar lo personal para que se lleguen a materializar los valores sociales, pero también a la inversa: los valores personales se transforman gracias al trabajo social y colectivo. Por otra, se habla de la transformación política referida a actos cotidianos como la manera de construir el trabajo y el entorno (siempre en colectivo), la manera de relacionarnos con las personas, la importancia de construir referentes diferentes de mujeres y de familias diversas. En los relatos, el desarrollo de los distintos proyectos laborales está indisolublemente ligado a la detección de necesidades en los colectivos con los que se trabaja, así como en la atención a las necesidades personales a las que las mujeres se enfrentan. El continuum personal-político se materializa en procesos constantes, que han generado redes de reflexión y apoyo de ámbito regional y nacional. Un ejemplo de ello es el proyecto dirigido a mejorar las condiciones laborales de empleo doméstico. Otra de las cosas positivas, para las que nos mola y nos pone, es el trabajo de funcionamiento de grupos, para las que hacemos apuesta por lo común, para las que venimos de la militancia en otros grupos, pues al final tu proyecto se termina convirtiendo en tu militancia vital de alguna manera, entonces bueno esto implica tanto las experiencias más positivas como las más negativas. ¿Por qué? Porque de alguna manera esto implica adentrarse en los lugares más oscuros de una misma. (m. 2) Y luego en la cooperativa de familias igual, surgió también de una necesidad muy vital de mi familia, que es diversa. Tienes que ir superando muchas etapas en tu proceso de familia y crianza y ves que hay muchas situaciones que no están resueltas, entonces te planteas que si esto a nivel profesional hubiera alguien que le diera respuesta, pues estarías dispuesta hasta a pagar por ello, no, y desde ahí, dijimos, vamos a idear una nueva empresa, CAPITULO IV: ESTUDIO DE CASO: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO FEMINISTAS 149 que trabaje tanto con las familias, como con los profesionales que trabajan con familias, con realidades diversas, para poder atender estas necesidades diferentes, tener esa otra mirada, más amplia, que no solamente de la discapacidad y punto, sino que está todo muy mezclado. (m. 4) Se destaca también, en este proceso de doble vía de atención a las necesidades, el ámbito cooperativo como un espacio más sensible a atender las demandas de las personas que lo integran, por el rasgo de horizontalidad que existe en ellas: Las leyes son las mismas, lo suyo es negociar, y esa flexibilidad de negociar con tus compañeros y compañeras, oye pues yo puedo hacer esto por este tema durante un tiempo y, bueno, y luego te vuelves a reintegrar, no la tienes normalmente en la empresa, y no la tienes porque tú normalmente estás buscando en una cooperativa de trabajo, porque tú estás buscando un salario que te permita vivir, pero aparte de que te permita vivir, es que ese salario que te permita realizarte como persona y no estés totalmente esclavizada solo a un horario, y esta es una de las virtudes que tiene la cooperativa de trabajo. (m. 5) A.6. MI VIDA Y LA DE LAS OTRAS, CÓMO MEJORARLAS Los relatos sobre el desarrollo del proyecto laboral propio están constantemente entrelazados con los relatos de otros proyectos a los que se apoya. La motivación dirigida al bienestar propio no puede ser desvinculada del resto de grupos de mujeres. Para ello, la participación no sólo a través de un proyecto laboral colectivo, sino de otras redes y proyectos comunes, y de relaciones de inter-cooperación entre ellas, ha hecho posible multiplicar los efectos, la visibilización y la consolidación de sus proyectos. Esto pone de manifiesto un nivel de conciencia profundo en la importancia de la red como soporte personal, laboral y social. El grupo es un elemento clave al que las mujeres se refieren de diversas maneras y que, en general, produce más seguridad, más confianza en una misma, y la sensación de aumento de las capacidades. Nosotras podemos tener mucha seguridad, pero si no tenemos una red de apoyo estamos más inseguras, si sos solo la única que piensa eso, manifestándote, no logras encontrar el sostén para lograr esa seguridad, no sé si lo sé explicar. Yo, por ejemplo, con el equipo todo de mujeres siento que si yo no estoy segura para tomar una decisión, bueno que también va muy ligado a lo colectivo, si la inseguridad que tengo la digo en el grupo y tomamos la decisión entre las tres y cuando yo tengo que validar esa decisión, me siento como que no soy solo yo, que lo decidimos tres personas, ¿no? (m. 1) CAPITULO IV: ESTUDIO DE CASO: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO FEMINISTAS 150 El proyecto se llama Crea Red Empleo, vimos una realidad muy clara entre ellas: que aun estando desempleadas tenían pequeños ingresos porque la inmensa mayoría le “echaban horas” y nos dio también en identificar en la realidad esta situación de empleadas de hogar por horas y analizar un poco más en profundidad su situación y ver que las condiciones laborales del trabajo del hogar estaba muy por debajo de las generales y del régimen general, porque entonces no era ni 2011 cuando salió el Real Decreto de empleo del hogar y ante esa realidad lo que vimos es la posibilidad de: vamos a promover cooperativas de empleadas de hogar para que directamente pasen de una situación de economía sumergida a tener las mismas condiciones que en el régimen general, buenas o malas, pero por lo menos cotizar en el régimen general y pasar a tener desempleo, pasar a tener vacaciones, a bajas laborales y tener estas condiciones que de la otra manera ninguna de estas condiciones podían tener, y pasar de empleadas a facturar. Entonces ahí promovimos lo que conocíamos y lo entendíamos que nos estaba resultando o por lo menos en lo que yo he creído siempre: el empleo cooperativo. Además, es una realidad de mujeres que vitalmente su situación laboral, sobre todo las que están internas, es de un continuo aislamiento, o sea, están solas en las casas, quitando el día que libran, el día y medio, y entendíamos que claro, por eso está también tan desmembrado el sector, vamos, no existe sector como tal [...] En Madrid creo que se han promovido unas cuatro ó cinco, creo que quedan tres funcionando, y luego el modelo, al ser conocido fuera, nos llamaron de algunos sitios como Bilbao para replicarlo, y también constituyeron como tres, yo creo que también continúan. Y eso ha sido como hace dos ó tres años. (m. 4) A.7. Y CÓMO CAMBIAR DE POSICIÓN Lo que se persigue con los proyectos de economía social con enfoque feminista, en último caso, es cambiar la posición de las mujeres. Las estrategias para hacerlo varían según el sector de actividad al que se dedican, aunque hay elementos clave, como hemos citado antes. El objetivo de todas las mujeres entrevistadas es fortalecer a otros grupos de mujeres que vienen detrás. Hay cooperativas que, para ello, establecen relaciones de inter-cooperación a través de asesorías, o constituyen redes de apoyo a la consolidación de otras cooperativas recién iniciadas. Estos esfuerzos se están consolidando, actualmente, gracias a la creación de la Red de Economía Social Feminista de Madrid, que aglutina entidades que comienzan su andadura junto a otras más veteranas. La Red favorece la visibilización, la reflexión, la difusión y la comunicación entre ellas, y de cara a sus proyectos. CAPITULO IV: ESTUDIO DE CASO: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO FEMINISTAS 151 Lo que contaba antes de las ayudas que solemos dar a las cooperativas que recién se crean, intentar hacerlo en colectivos feministas. Nosotras solemos trabajar fomentando ese feminismo. Igualmente, nuestro ámbito de actuación en muy masculino, el 80% por ciento son hombres, luego no es tan así, hay mucho trabajo femenino invisible pero, por decirlo de alguna manera, los protagonistas son hombres. Sin embargo hay muchas mujeres en la base del iceberg y, o porque no tienen grandes proyectos, o porque trabajan en grandes empresas y ocupan puestos más abajo, no se las ve. (m. 1) Por otro lado, las cooperativas que se dedican a la intervención social feminista tratan de hacerlo a través de la creación de proyectos que atiendan las necesidades estratégicas de género, para favorecer este cambio de posición. Es muy empoderador, es muy placentero y muy bonito el trabajar entre mujeres [...], muchos de los proyectos que hacemos son con mujeres, porque [para] mí el feminismo, la relación entre mujeres, es transformadora, es transgresora, subversiva.[...] Cuando trabajas con un grupo de mujeres y ves que les ha cambiado su proceso vital... la vida no sé yo, pero su proyecto vital ha sido importante para ellas, se han empoderado, sus vidas han cambiado, en procesos complicados, cuando has trabajado, has levantado ampollas, pues es bonito. Nosotras hemos hecho muchos materiales, hemos investigado, y descubrir prácticas feministas donde antes no estaban es algo que me parece muy bonito. O sea, llevar el feminismo a la práctica y descubrir prácticas feministas en la educación, en la economía, en el desarrollo comunitario, desarrollo de las organizaciones, pues eso a mí me parece muy bonito, es uno de mis intereses mayores vitales, que te sientes que apoyas en eso. (m. 3) Ahí estamos, estamos todavía, ahora nos planteamos que para realmente trabajar y crear sector, porque en todo este proceso también hemos colaborado con otras entidades haciendo más investigación sobre el tema del empleo doméstico, ha venido el Decreto de la OIT, etcétera, etcétera, que está haciendo que la realidad cambie un poco. Ahora lo que estamos planteándonos es trabajar para producir realmente un cambio de la realidad. Con las mujeres seguimos creando cooperativas para que ellas gestionen su propio empleo, y con empleadores y empleadoras vamos a trabajar para que esto, que es un trabajo, hasta que no se considere que es un trabajo no podemos dar nada por supuesto, esto es como el feminismo, ¿sabes? (m. 4) A.8. FOCOS DE TENSIÓN En sus relatos y experiencias también están presentes los sinsabores y contradicciones que sienten y viven, centrados fundamentalmente en dos focos de tensión. Uno, el que viene derivado de las condiciones laborales impuestas por los CAPITULO IV: ESTUDIO DE CASO: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO FEMINISTAS 152 clientes y por el mercado de trabajo, en el contexto español actual: precios, temáticas que hay que trabajar, reducción de presupuestos públicos en sectores de empleo en los que se trabaja: A veces te sientes que repites lo mismo, y a veces te sientes que no avanzas, y a veces te sientes como un poco encorsetada por la situación, ¿no? Pero a nivel de creatividad, a nivel de relación, a nivel de, pues poder decidir tú con amigas o con gente, aunque no sea amiga, gente que es afín, que se cree, que ve un poco el mundo como lo ves tú, pues eso me parece que no tiene precio. (m. 3) Otro de los focos viene derivado de la propia experiencia de ser empresaria. En este aspecto, se refieren a momentos como el de negociar con el propio equipo o con clientes, o ser conscientes de que están en el lugar de la empresaria, con el que no se sienten identificadas, en general: Por un lado, está que hay que sacar para adelante el negocio, pero por otro lado está que lo estás haciendo en colectivo, y que eso es un hándicap también, porque a veces, pues si hubiera la persona que dice lo que hay que hacer o dejar de hacer, pues te da poca opción a discutir, asumes o no asumes, pero el trabajo en equipo implica eso, es difícil. (m. 3) Yo vengo del movimiento obrero, me sigo considerando obrera, parece que pasabas al otro bando, a ser empresario y a ser casi que patronal, pues ese ejercicio personal también lo he tenido que hacer, y lo he hecho sobre todo desde las coordinaciones y el trabajo en red, porque al principio parece que te cuesta, menos mal que existe lo de las cooperativas, porque cuando tú lees los principios y ves las formas de hacer y demás dices, esto es lo que quiero yo, queremos vivir de esto y que sea nuestro trabajo. (m. 4) A pesar de ello, los discursos sobre los focos de tensión, derivados de poner en marcha y mantener sus cooperativas, terminan con una lectura positiva, no impostada. Tanto en estos momentos como en los posteriores, cuando se habla de los aspectos más difíciles de la experiencia, el tono de voz, las palabras y las referencias a los sentimientos, a veces explícitas, transmiten el mensaje de que estas tensiones y sinsabores forman parte del proceso que han elegido y de la propia responsabilidad en ello. CAPITULO IV: ESTUDIO DE CASO: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO FEMINISTAS 153 B. DEFINICIÓN DE LA VIDA QUE MERECE LA PENA SER VIVIDA. B.1. INTRODUCCIÓN DE LA IDEA A TRAVÉS DEL CONCEPTO DEL SUMAK KAWSAY No obstante los esfuerzos por definir las capacidades universales realizados por Nussbaum, Picchio o Robeyns, se han llevado a cabo diversos intentos de definir las capacidades o metas de desarrollo a nivel local75 que describen lo que cada comunidad, colectivo y grupo humano define como metas, y que en función de las mismas, evalúan los logros y los obstáculos para la consecución de sus objetivos. Actualmente, al menos dos países han entrado en esta labor de definir lo que significa buena vida para sus habitantes, ya que este concepto aparece reconocido en su Constitución: Ecuador y Bolivia76. En la República de Ecuador este proceso de refundación del Estado trata de poner a las personas en el centro, ha consistido en un proceso en el que están participando multitud de movimientos sociales, movimientos indígenas y agrupaciones. El Sumak Kawsay, incorporado en la Constitución ecuatoriana en 2008 y traducido como buen vivir, es un concepto planteado por los pueblos indígenas como símbolo de resistencia a la modernidad y reencuentro con su cosmovisión y manera de desarrollarse. Se plantea, por tanto, como propuesta contra hegemónica que favorece el logro de una vida con sentido. Verónica Andino, trabajadora en el ámbito de la economía social ecuatoriana y participante en el primer Congreso Internacional de Economía Social, compartió la definición elaborada para concretar el término Sumak Kawsay77. Para su definición, había realizado diversos talleres, en grupos, donde las personas pertenecientes a organizaciones de economía social y solidaria trabajaron para acordar unos principios básicos de lo que entraña este buen vivir. En su particular definición, hay tres criterios que son necesarios para lograr la buena vida para el colectivo, partiendo de sus prácticas laborales: 75 El curso, recientemente celebrado en Traficantes de Sueños (Madrid, abril-mayo de 2015) con el nombre de “El capital contra la vida”, invitaba a realizar una aportación común sobre las características de una buena vida y los medios para llevarla a cabo. 76 También contamos con el trabajo de Ana Fascioli realizado entre 2007 y 2009 en Uruguay, “Justicia social en clave de capacidades y reconocimiento” (2011), y las aproximaciones a las capacidades en España realizada por Amaia Pérez Orozco a través del concepto de vida que merece la pena ser vivida, en el libro Subversión feminista de la Economía (2014). 77 Verónica Andino, Comunicación presentada en el I Congreso Internacional de Economía Social y Solidaria (Zaragoza, 26 y 27 de noviembre de 2014). CAPITULO IV: ESTUDIO DE CASO: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO FEMINISTAS 154 -Respiración: entorno natural, calma, intercambio con el medio vivo. -Alimentación: se refiere tanto al derecho negativo (no pasar hambre), como al derecho a estar bien alimentado/a y a ser consciente de lo que se come. -Crianza: derecho a integrar la crianza en la vida, no como una realidad escindida. Como ella misma reflexionó durante el Congreso, de forma simultánea se preguntaban cómo desarrollar entornos laborales que respetaran los principios establecidos, reconociendo que no lo sabían. Por el momento se han centrado en buscar un espacio de trabajo, en mitad de Quito, que recoja estas necesidades y, aunque aún no lo han encontrado, su idea es que se trate de una gran cocina capaz de albergar tanto a las asambleas como a las criaturas. B.2. RESULTADOS DEL GRUPO DE DISCUSIÓN ACERCA DE LA IDEA DE VIDA QUE MERECE LA PENA SER VIVIDA La idea de vida que merece la pena ser vivida (Pérez Orozco, 2014) ha sido desarrollada por la economía feminista en lugar de la noción más común de buena vida o buen vivir. Nosotras preferimos adoptar esta noción de vida que merece la pena ser vivida, pues define con claridad la intención del ejercicio. En ese mismo Congreso, tras la inspiradora conferencia de Verónica Andino, tuvo lugar el desarrollo del grupo de discusión para definir un concepto de vida que merece la pena ser vivida, que hemos elaborado para esta investigación. Durante el mismo, cada participante dispuso de cinco minutos para pensar, de manera individual, en las características que tenía para ellas y ellos (participaron dos hombres de un total de 25 personas) la vida que merece la pena ser vivida. Posteriormente, se compartieron con el grupo las características, definiéndolas un poco más detenidamente, y tratando de consensuar una idea común y de integrar las diferencias. CAPITULO IV: ESTUDIO DE CASO: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO FEMINISTAS 155 Una vez definida la idea, para organizar las características de esta vida, hicimos uso de dos términos adoptados del lenguaje informático o de programación: precondiciones y postcondiciones. Las precondiciones definen lo que necesita el código para funcionar. Son las condiciones que garantizan que el código se comporte correctamente. En este sentido, las precondiciones de esta vida eran aquellos mínimos en los que las mujeres se apoyan para avanzar hacia el desarrollo de condiciones más elevadas. Entre unas y otras, se encuentra la importancia del cómo del proceso. El desarrollo es tan fundamental para lograr avanzar hacia las postcondiciones como para disfrutar mientras se camina. La idea de desarrollo es un fin en sí mismo, no un medio; en este sentido, no se puede dar de cualquier forma y tiene condiciones, a su vez, que permiten avanzar y no estancarse ni retroceder. Las postcondiciones, por último, en informática se definen como aquellas características que el código devuelve si funciona. Es lo que cabe esperar cuando se programa algo y se hace correctamente. Si las precondiciones están bien definidas, las postcondiciones son las condiciones que se cumplirán como valores de retorno. Estos términos nos resultaron útiles para desarrollar una idea de proceso y de desarrollo que estableciera distintas características espacio-temporales entre los inicios de una vida que merece la pena ser vivida, y las metas. Además, se incluyen las condiciones del propio proceso. Todo ello teniendo en cuenta que hay características que deben ser cumplidas desde el inicio (en relación directa a las necesidades básicas), y otras que son consecuencia del desarrollo en las condiciones definidas. Sin embargo, el concepto de vida que merece la pena ser vivida lo abarca todo, de principio a fin, y no se centra solo en la meta. CAPITULO IV: ESTUDIO DE CASO: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO FEMINISTAS 156 B.3. GRÁFICO DE LA IDEA DE VIDA QUE MERECE LA PENA SER VIVIDA C. QUÉ FACTORES DE ESTA VIDA SE CUMPLEN EN LA TUYA Y CUÁLES NO C.1.QUÉ SE CUMPLE EN MI VIDA A través de esta segunda parte de las entrevistas, se trataba de reajustar, primero, este concepto de vida que habíamos definido en común, para que cada mujer entrevistada pudiera contemplar en él su meta. No todas las mujeres entrevistadas habían participado en el grupo de discusión, por lo que fue importante añadir o especificar mejor qué entendía cada una por esa vida aunque, en general, la idea gozó de buena acogida. Muchas de ellas convinieron que la idea de “vivir en conexión con la naturaleza” había formado parte de sus idealizaciones en el pasado, algunas incluso lo habían probado, pero no resulto ser lo esperado. Concretaron, por lo tanto, esta idea como “un CAPITULO IV: ESTUDIO DE CASO: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO FEMINISTAS 157 modo de vida acorde con las necesidades de las personas y del planeta, que permita la sostenibilidad”; un “modo de vida consciente de las consecuencias de nuestros actos”. Teniendo en cuenta que, en el caso de las mujeres entrevistadas, su proyecto laboral se estructura como un medio para su desarrollo vital con el que tratan de alcanzar, en lo posible, esta vida, la reflexión que propusimos intentaba poner en valor si este proyecto estaba contribuyendo a trazar el camino hacia esa vida, si lo obstaculizaba y cómo. En sus relatos, las mujeres refieren sentirse satisfechas, en general, con las precondiciones del proyecto, y con el proceso. En este momento de su desarrollo, sienten que tienen las bases asentadas, si bien no todas son conscientes de que avanzan. Las mujeres refieren aspectos comunes que están firmemente consolidados y que tienen que ver, principalmente, con: la construcción colectiva de la vida, la familia afectiva y elegida, el trabajo desde el placer y el hecho de poder cubrir las necesidades. Los dos equipos son increíbles, como hermanos y hermanas, pero más allá de eso, o sea, como que hay mucho entendimiento, mucha empatía, yo también la tengo con ellos y ellas. (m. 1) Creo que vivo en red, vivo de manera consciente, vivo haciendo lo que quiero hacer, elijo todo lo que hago dentro de lo que este sistema te deja elegir, ¿no? Que es poco, pero bueno, siendo consciente de todo lo que te limita, yo creo que elegimos trabajo, relaciones, espacios […] Elijo trabajar en lo que me gusta, o en lo que quiero, relativamente también porque hay veces que hay trabajos que te vienen y hay que hacerlos, y hay otras que queremos hacer cosas y no podemos. El cuidado creo que lo tenemos o lo tengo bastante presente con mis compis, con mis compañeras de oficina, de co-working, o sea que somos una pequeña familia. (m. 3) Pero hay otras que sí se dan, como son aspectos de la conciliación, aspectos, en el sentido de, necesito un día para lo que sea, examen, médicos, ha venido mi hermana a visitarme que vive no sé dónde, ese tipo de cosas te puedes organizar y hacer y se resuelven. A ese nivel yo desde luego, [en] nuestras cooperativas eso sí lo tenemos resuelto de alguna manera, pero claro, las jornadas laborales… (m. 4) CAPITULO IV: ESTUDIO DE CASO: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO FEMINISTAS 158 C.2.Y QUÉ NO SE CUMPLE En su mayor parte, lo que no se cumple tiene que ver con las condiciones impuestas por el mercado en cuanto a precios y volumen de trabajo. Esto deriva en falta de tiempo, dificultades en la conciliación y obstáculos para mantener el vínculo con amigas que se encuentran fuera del circuito de economía social. También hay referencias a la precariedad, en términos económicos, a la que les han sometido la bajada de precios en los concursos públicos. Como estos proyectos requieren tanto esfuerzo, una de las cosas más difíciles ha sido estar al margen de mi red de apoyo... No nos da tiempo a encontrarnos, el año pasado me hizo consciente de eso y estaba súper triste pero el estar consciente te hace poner atención de cuidar tus plantitas, tus afectos... Estoy tan adicta al trabajo, por el deseo de hacer esto sostenible, que te pones a las doce de la noche a trabajar, se te va la olla. (m. 2) Lo que no se cumple, has dicho el tiempo... pues tener tiempo para hacer todo lo que quieres, o sea, una cooperativa es muy exigente y aunque nosotras nos hemos limitado muchísimo el tiempo de trabajo, hemos conseguido mejorar bastante en relación a cuando empezamos, pues cuando empezamos echamos los restos […] Lo de las necesidades cubiertas, a nivel económico, monetario, está cubierto relativamente, yo creo que tenemos un salario muy bajo, a mí me gustaría cobrar más, o sea no estar haciendo cuentas en casa. No es que estemos apuradísimas, pero me parece que sí, que la cooperativa yo aspiro a que me dé una respuesta más estable económicamente. (m. 3) Yo creo que hay cosas que sí se dan y otras que no se dan, y menos ahora, en esta última etapa. Cuando tres tienen que sacar el trabajo de seis, es imposible que se dé ni la quinta parte de lo que has planteado. (m. 4) También se mencionan dificultades que tienen relación con el propio sector en el que te empleas, y que dificultan alcanzar los objetivos: Yo hice la cooperativa para poder acceder a otros trabajos y para poder trabajar desde otros lugares del mundo […] Como la brecha digital es muy importante, hay mucho analfabetismo digital, pues el 70% de la población necesita todavía esa parte presencial y eso a mí es lo que no me permite llegar al objetivo que realmente quiero que es no estar siempre presente para trabajar, sino irme a Uruguay cada, al menos, seis meses, o a Inglaterra o a Holanda donde está también parte de la familia. Entonces me gustaría poder deslocalizarme más pero eso todavía no lo he llegado a... O sea, sé que es posible, pero con esto de las reuniones o los talleres que doy, que son casi todos presenciales... no lo consigo. Estoy trabajando en esa brecha precisamente para conseguirlo. (m. 1) CAPITULO IV: ESTUDIO DE CASO: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO FEMINISTAS 159 C.3. EVALUACIÓN DESDE LA EXPERIENCIA. Qué aspectos son los que más valoras En las narraciones sobre los aprendizajes obtenidos desde la experiencia y los aspectos que más se valoran, aparece el empoderamiento descrito en sus tres niveles:  Por una parte, se hace referencia al aumento de las propias capacidades, como la capacidad de soñar, de ser más ambiciosa y de tener menos miedo, vinculada al poder desde.  Por otra, se destaca el aspecto fundamental de la construcción colectiva del empleo, del ocio y, en lo posible, de la vida. El grupo multiplica, facilita y hace posible la consecución de los logros. La interconexión entre la primera dimensión del empoderamiento y la segunda es indisoluble en los discursos analizados: existe conciencia de que, sin la construcción colectiva, una no podría aumentar sus capacidades.  Por último, las metas, hacia dónde dirigimos los esfuerzos. En este sentido, sus proyectos laborales cooperativos tienen el objetivo de transformar la realidad social hacia un modelo más justo y más sostenible. Además de todo esto, la sensación de placer, la sensualidad y el bienestar están presentes en sus relatos, en los procesos que describen (la capacidad de soñar en común, la felicidad de compartir) y en los fines (sentir que avanzas y construyes un modelo de empleo y un modo de vida ligado a tus valores). Vincular el trabajo con el placer, como algunas de ellas explicitan durante el diálogo, es algo central en sus vidas. Los más positivos son el equipo humano, los distintos equipos humanos porque yo, la gente con la que empecé la cooperativa, ya no están; pero siguen estando, no en el día a día, pero siguen estando, siguen colaborando de vez en cuando, y el equipo humano actual, los dos equipos, son increíbles, como hermanos y hermanas, pero más allá de eso, o sea, como que hay mucho entendimiento, mucha empatía. (m. 1) Pues las más positivas y los factores de apoyo creo que vienen de, que es un poco al hilo de lo primero, hacer en común, hacer con otras personas, eso es como que no tiene precio, o sea, porque de haber vivido la experiencia de estar sola, ostras, es cómo sacas de ti todas las voces que están ahí dentro, los fantasmas, y desaparecen, se esfuman básicamente. Empiezas a hacer en común, tienes más fuerza, te motivas, te da alegría, tienes ganas de hacer CAPITULO IV: ESTUDIO DE CASO: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO FEMINISTAS 160 cosas [...], y empiezas a soñar, empiezas a tener más ambición, pero ambición profesional, como a encontrarle sentido a cosas […] Luego la red, las redes de apoyo. Como que las personas amigas de la economía social empiezan a compartir sus recetas, las asesorías, las hojas de horas, el cómo lo hacen, sus recetas. (m. 2) Pues es muy, muy satisfactoria por un lado, es algo que me creo mucho, que me da muchas alegrías, que me da mucho placer [...] Yo creo que tiene muchísimos beneficios en cuanto a lo que te aporta a nivel personal, a nivel relacional, a nivel profesional, a nivel de soñar lo que quieres hacer y poder trabajar en eso. O sea hay una tensión siempre entre lo que tú quieres hacer y lo que puedes hacer y la cooperativa te permite, o este tipo de cooperativas, además, que trabajamos mucho en red, te permite soñar “bueno, pues ahora queremos hacer cuentos, porque ahora nos parece que faltan los cuentos no sexistas”, eh... y entonces lo sueñas, vamos para alante y lo haces y es precioso. (m. 3) Lo que más valoro es tener la oportunidad de hacer lo que crees que tiene sentido hacer, sobre todo en el campo de lo social, porque, si nos dedicáramos a producir tomates, pues bueno, haces tomates, más buenos, menos buenos, más ricos, pero en el campo de la intervención social, el tener claro, o el poder decidir en ocasiones, oye, ante esto yo actuaría así, vamos a intentar hacerlo así, aunque te toque a veces hacer trabajos para comer y otros para crecer, pero el poder decidir. (m.4) Cuáles son los aspectos más difíciles A lo largo de sus trayectorias cooperativas, las situaciones y condiciones de empleo en que desarrollan sus actividades han variado. Como efecto de la crisis, las mujeres dicen tener que trabajar más para poder cobrar lo mismo o menos. Esto obstaculiza la capacidad de gestionar y de disponer de su tiempo. En general, las referencias al cansancio y a la necesidad de fomentar las redes de cuidado entre ellas, han sido frecuentes. También se menciona el hecho de que su militancia, en favor de la economía social, del feminismo o de otras causas, se mezcla con su propio trabajo; esto implica que parte de sus servicios son intercambiados de manera voluntaria con otros proyectos, lo que conlleva una mayor carga horaria y de trabajo. En este sentido, también se señala la dificultad que, en algún momento, han tenido para poner límites a uno y otro, por esa sensación de que “está todo mezclado y es algo que me creo”. Por otro lado, en el contexto actual, algunas de sus cooperativas no pueden competir en precios con otras empresas mayores. Al respecto, en las entrevistas se citan muchos ejemplos acerca de cómo los concursos públicos han fomentado que el único CAPITULO IV: ESTUDIO DE CASO: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO FEMINISTAS 161 criterio a tener en cuenta sea la oferta económica, desplazando del mercado los criterios técnicos y, con ellos, a las cooperativas y empresas solidarias. En este sentido, hacen referencia a la lucha por incorporar cláusulas sociales o preferencias, en los contratos con la administración, para contratar con empresas de economía social. Sin embargo, a pesar de este cambio coyuntural en las condiciones de trabajo, se observa en el discurso la fortaleza que conlleva un proyecto colectivo. Esto forma parte de su posición de resguardo. Por una parte, la identidad común, alrededor de la cooperativa, mejora su posición en la negociación de las condiciones con clientes, con respecto a la que hubieran tenido estando solas. Por otro lado, el hecho de poder compartir los errores que se cometen, derivados del propio cansancio y de la incertidumbre, tiene como efecto la mejora en el bienestar. Lo menos positivo es que los momentos en que hay mayor presión por el tema económico, no te llega, no tienes porque hay pocos proyectos, o sea, al contrario, hay mucho trabajo pero con poco precio, que cobramos poco, se produce ahí como una inestabilidad que parece grande, por la inseguridad que tienes, la carga laboral que es bestial, porque bueno supongo que no todas las cooperativas serán igual pero nosotras en todos los trabajos que tenemos no podemos cobrar millones como puede hacer Fujitsu u otras empresas, tratamos de encontrar precios asequibles para la gente pero en esos precios asequibles va una carga de trabajo muy grande nuestra que no es pagada, lo hacemos un poco por fomento de la economía solidaria. […] Entonces en esos momentos de inestabilidad económica pues está muy bien la red de apoyo y en esa inestabilidad cometes muchos errores, generalmente, entonces cuando vienen momentos mejores digamos a nivel económico vas superando esos errores. (m. 1) Los obstáculos o lo más negativo creo que pasa por la incertidumbre económica, ¿no? Y que aunque haya personas súper generosas que compartan sus recetas contigo, no hay una receta única, tu receta te la tienes que cocinar tú, te pasan los ingredientes pero luego tú tienes que ver cómo te los mezclas. (m. 2) Yo cambiaría, yo mejoraría pues, por ejemplo, poder desconectar, poder descansar, no tener que estar preocupada porque se cierre el año o no, no tener que estar peleándome porque me paguen algo, lo justo, por algo que estoy realizando, no tener que defender que lo que yo estoy haciendo es profesional y no es voluntariado, esas cosas son las que yo cambiaría, que son la parte sobre todo de sostenimiento económico de la cooperativa […] Que se dignifique nuestro trabajo y que socialmente se tenga en cuenta que lo que hacemos es importante, [que] se dote de recursos económicos a los colegios que nos quieren contratar. (m. 3) CAPITULO IV: ESTUDIO DE CASO: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO FEMINISTAS 162 En las reflexiones están presentes que algunas de las dificultades han sobrevenido de constituir un proyecto laboral colectivo, de lo que se deduce que el hecho de trabajar en equipo es central. En este sentido, regular las relaciones laborales desde el inicio y, de manera especial, los conocimientos en cuanto a la gestión de equipos y a la regulación de conflictos, es tan importante como necesario cuando se forma parte de un proyecto basado en la cooperación. La experiencia en la cooperativa les ha servido para ver, como oportunidad de aprendizaje, algunos aspectos que en principio les resultaron negativos. Los estatutos que en principio pues son más complicaditos porque los principios… En el sentido de que la base sobre la que tú estás constituyendo una cooperativa es la persona, y vuelvo al inicio, es muy difícil que una cooperativa de trabajo, dos cooperativas tengan los mismos estatutos, sin embargo tú vas a la S.L., tú puedes coger cien S.L que todas están constituidas con los fines prácticamente igual, pones el capital social, pones esto, pones lo otro, y se acabó, ya no necesitas más. Sin embargo en una cooperativa tú estás regulando esas relaciones, es donde lo regulas más allá de la legislación, tú estás regulando qué tipo de servicio vas a dar, qué tipo de prestación, cómo te comprometes tú, tu estatuto como trabajador también lo estás regulando, existen modelos de estatutos, por supuesto, pero siempre tienes que analizarlo a la luz de las personas que van a constituir esa cooperativa y que ese ya es el primer o el segundo proceso de negociación, porque el primero es decidir constituirte, y el siguiente ver cómo te constituyes, con esos estatutos que son tu carta de identidad como empresa y como sociedad, ¿no? (m. 5) Y lo más difícil, por lo menos en las cooperativas yo creo que hay que cuidar muchísimo, muchísimo el proceso de los equipos de trabajo, las personas, porque es un proceso colectivo. Entonces es muy complicado, no nos enseñan en ningún sitio a trabajar en equipo y eso, aprenderlo sobre la marcha, pues no te queda otra, pero... O sea, es difícil, pues en todas las experiencias cooperativas hay conflictos de los equipos que se resuelven, que no se resuelven, pero que es una constante. (m. 4) A nosotras, en el tiempo que llevamos, pues nos ha surgido un conflicto, entonces yo soy parte de ese conflicto, soy parte conflictuada, entonces bueno, por un lado, es un obstáculo, es una cuestión negativa pero por otro lado si entiendes el funcionamiento de los grupos y entiendes que los conflictos son parte de los colectivos, son parte de la vida, pues el ver cómo gestionarlo se convierte en parte de lo más positivo porque en realidad no quiere decir que en otras experiencias, o si no estuvieras aquí, que tuvieras con esa persona y con otra, no es que no hubiera conflicto sino que no tendríais oportunidad de aprender a gestionarlos de manera sana y, en realidad, desagravar los conflictos como lugares dramáticos que nadie quiere. (m. 2) CAPITULO IV: ESTUDIO DE CASO: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO FEMINISTAS 163 D. ESTRATEGIAS PARA QUE ESTA VIDA SE CUMPLA Y OBSTÁCULOS PARA CONSEGUIRLA Esta parte consistía en tratar de dar respuesta a las preguntas: ¿cómo se van convirtiendo en realidades las desesidades78 que las mujeres tienen sobre sus vidas?, ¿qué medidas han puesto en marcha para ello?, ¿cuáles faltan? La reflexión sobre ello sirvió de espacio para que rememoraran lo que han sido capaces de articular y también para que se preguntaran cómo responder a lo que todavía falta. D.1.MEDIDAS PUESTAS EN MARCHA Los relatos sobre las estrategias puestas en marcha para avanzar hacia esta vida, con bienestar, contemplan medidas para atender necesidades de todo tipo. Por una parte, ante la necesidad de acceder a crédito, diversas entidades tomaron la iniciativa de constituir Coop57, una cooperativa financiera en la que las entidades socias ponen dinero en concepto de fondo rotatorio entre ellas, para ser prestado de nuevo a las entidades socias de manera solidaria. Por otra, ante el deseo de promocionar el comercio justo, y de conectar para ello entidades que respetaran criterios éticos, medioambientales y democráticos, y personas consumidoras, se ideó y puso en marcha el Mercado Social, constituido en Madrid y en otras regiones de España. Por último, está presente en todos los relatos la importancia que las asesorías dirigidas a cooperativas han tenido para ellas, bien porque las ofrecían, bien porque las han solicitado en algún momento. Han sido procesos, todos ellos, en que las mujeres entrevistadas han participado activamente a través de sus entidades o también a través de grupos o lobbies. 78 Término de uso común en la economía feminista, desde que se introdujo por los grupos de mujeres de base de Latinoamérica. Trata de fundir los términos “necesidad” y “deseo” en un mismo vocablo que dé cuenta de la importancia de hacer una economía basada no sólo en las necesidades, sino también en los deseos que las mujeres tenemos sobre nuestras vidas. En palabras de Gina Vargas (2002), nos invita a pensar, no sólo en lo posible, sino también en lo deseable. CAPITULO IV: ESTUDIO DE CASO: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO FEMINISTAS 164 Por ejemplo, Coop57 es una herramienta financiera a nuestro servicio que funciona y está en marcha porque la necesitamos, esa es una cosa, pero la hemos tenido que montar. (m.4) Para mí, desde luego, es una alternativa el tema de la economía social y las cooperativas, pero la realidad y cómo está montado el negocio del mercado laboral tiene muchas dificultades, por eso creo que en paralelo, y de ahí surge todo, también el Mercado Social. Cuando empezamos a idear aquel Mercado Social es porque empezamos, venga, entre nosotras hacemos negocios pero, o hacemos un mercado y lo hacemos a lo grande también. Tenemos que seguir desarrollándonos aunque sea en paralelo y de alguna manera mostrar que esto es posible. (m. 4) La asesoría tiene que ayudar no solamente en el tema del proceso de constitución, de unos estatutos, sino lo que es toda orientación en si el mercado que has elegido es realmente el idóneo, si el producto que quieres fabricar o el servicio que quieres dar es realmente el idóneo, y todo ello lógicamente desde una perspectiva puramente empresarial, con unos planes de viabilidad, con unos planes de empresa, y además ellas también pueden ayudar a ser el intermediador, a ser el mediador con entidades financieras con las que normalmente se trabaja desde la economía social, por ejemplo Caja Mar, Caja Laboral, Laboral Kutxa, o el banco cooperativo, esto sin olvidar lo que llamamos la banca ética, que tenemos un Coop57, o tenemos un Fiare. El Coop57, lanzado desde el propio movimiento de cooperativas, teniendo a las propias organizaciones cooperativas detrás, supone todo un aval. (m. 5) Otro de los elementos importantes para ellas ha sido la puesta en marcha de medidas internas, que les ha permitido facilitar la conciliación o adaptarse a sus propias necesidades y ciclos vitales: Entonces lo que hemos ido haciendo con la cooperativa Abierto ha sido un poco ir adaptándonos a la realidad nuestra vital como mujeres, al principio jóvenes y luego que vamos cumpliendo años, entonces hemos ido adaptándonos a ir trabajando en el marco de la intervención social que es donde nos situamos en nuestras cooperativas, pues también ir proponiendo alternativas que puedan ser negocios para resolver, pues situaciones de la realidad, interviniendo socialmente para mejorarlas, sobre todo situaciones problemáticas, y ahí hemos ido desarrollando proyectos en torno a hacer más pequeña la brecha digital, sobre todo con mujeres mayores de..., mediana edad se les llama, no, ¿o qué?, pero que no tienen acceso a las tecnologías, por no estar formadas para ello y por no tener en aquellos momentos acceso a los equipos, entonces comenzamos a desarrollar muchos proyectos de alfabetización digital, continuamos con ello, para la población general, pero específicamente, también muy orientados a la mujer, a manejar las tecnologías y a beneficiarse de lo que esto te aporta, y luego también en el tema de la inserción laboral de mujeres. (m. 4) CAPITULO IV: ESTUDIO DE CASO: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO FEMINISTAS 165 Y eso implica cambiar los horarios, tanto para hombres como para mujeres, porque hay muchos hombres que te dicen “a mí me encantaría ir a buscar a mis hijos al colegio y no puedo”. Y esa conciliación, esa educación a la ciudadanía, es necesaria. (m. 5) D.2. ¿QUÉ NOS FALTA? ESTRATEGIAS QUE PROPONEMOS Ante esta pregunta han surgido propuestas de todo tipo, no sólo dirigidas a superar los obstáculos que les impiden el fortalecimiento de sus organizaciones, sino también, en general, a la mejora de la posición social. En este sentido, destacan propuestas como la renta básica, la incorporación de cláusulas sociales en los concursos públicos79 o la apuesta por recursos comunes que puedan ser gestionados por la sociedad. Desde los criterios de sostenibilidad ecofeminista, también ha estado muy presente en los relatos la idea de fortalecer la territorialidad de los proyectos, con medidas dirigidas al fortalecimiento del desarrollo local. Desde lo local, si te pones a analizar, nosotras y todo el conjunto de la economía solidaria estamos apostando justamente por Madrid básicamente, ¿no? Y favorecen a empresas que no son de acá, a nivel fiscal, a través de contratos, licitaciones... y habría mucho que cambiar. Para mí sería, o sea, prioritario y lógico y hasta racional... es que es muy lógico, es decir, si tu empresa que está luchando y apostando por la economía local, esa es la que tiene que tener los beneficios… que son esos mismos ciudadanos los que le están dando al Estado, y no el Estado favorecer a otras empresas que se van… Son todo razonamientos [...] A nivel más general falta mucho camino. Por ejemplo, el tema de la conciliación. Yo no tengo hijos ni hijas, pero si tuviese, ¿no? creo que sería muy difícil conciliar todo el tema familiar. (m. 1) Bueno... Que los recursos estén bien repartidos, que los recursos vayan para la sociedad civil y no para que cuatro o cinco personas, eh, pues se enriquezcan acumulando los recursos y los impuestos, los recursos comunes, los recursos de uso común que se han privatizado… Pues no, que los recursos comunes estén a disposición del común, eh, a nivel económico, a nivel [de] ayudas. (m. 2) 79 Las cláusulas sociales son condiciones en las que se definen fines sociales para la contratación pública. A través de esta medida se propone que, además de criterios técnicos y económicos, a la hora de valorar las propuestas, se tengan en cuenta otros principios de carácter social, ético y solidario. El gobierno de Navarra ya ha introducido estas cláusulas en su contratación, en el año 2015. CAPITULO IV: ESTUDIO DE CASO: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO FEMINISTAS 166 La renta básica, no sé, un salario digno para todas las personas, me parece una apuesta institucional para que todas las personas recibieran un salario digno. Me parece apoyo suficiente y no tener que pelearte por tu salario, me parece que es como la gran lucha y que no está nada resuelta.[...] Políticas de conciliación, sí, o sea yo me imagino tener todas las vacaciones que tienen mis hijos en el cole, me encantaría[...] Y que la reducción de jornada, que es un derecho, vaya acompañada de un apoyo económico; si no, ¿qué reducción de jornada? (m. 3) Lo de las cláusulas sociales me parece que está claro, esas administraciones publicas que tienen dinero de todo el mundo y se lo están dando a estos asquerosos que encima a los dos años lo duplican aunque se lo hayan licitado a […] Y no pasa nada. Y nosotros cuando conseguimos una licitación nos están aquí exigiendo más de lo que nos han dado, pues evidentemente más justicia económica ahí es preciso; o sea, es la vía, cláusulas sociales, buenas negociaciones. (m. 4) Otras medidas propuestas iban dirigidas a romper la concentración de mujeres en determinados sectores, por ejemplo, rompiendo la brecha digital, y en otros casos para las mujeres que trabajan en los sectores más vulnerados, como es el caso del empleo doméstico: Queda mucho por hacer, igual es una desigualdad que se produce mucho en este ámbito, a nivel analógico, luego a nivel digital que es un ámbito bastante nuevo, que no se conoce. (m. 1) Lo totalmente revolucionario sería, pues eso, vamos a poner patas arriba este asunto, que es que está en nuestras manos. Pero claro, o los sindicatos… Para mí los sindicatos es que me tratan de loca, porque en un simposium que tenían que estaba también el presidente de la OIT de aquí de España (...), porque estábamos hablando del tema de la OIT y yo les planteaba: oye, desde dentro de los sindicatos y demás que tenéis la estructura, a lo mejor podemos montar una patronal concienciada, con las propias personas que sois empleadoras de empleo doméstico... Por poco menos que me apedrean. (m. 4) Y otras que tendrían que ver con cambiarle el valor a las cosas: Las posibilidades de trabajo que tenemos no son iguales a las del resto, no sé si me explico; yo siento que trabajo un montón pero que las condiciones de trabajo en muchas ocasiones terminan siendo… Los mejores trabajos se los dan a empresas grandes… y ahí hay una estigmatización, al menos en nuestro sector, y es que a nosotras no nos ven como freakies, por ser mujer, mayor de treinta o de cuarenta, no sos tan freaky como un chaval recién salido y de veinte años... No tenemos tanto acceso a las mismas oportunidades que CAPITULO IV: ESTUDIO DE CASO: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO FEMINISTAS 167 esos hombres que hicieron una empresa hace seis meses, y nosotras llevamos seis años. (m. 1) Eso me lleva muy a lo teórico pero se me hace como muy importante, como que creo que estamos totalmente castradas y castrados de referencias de personajes poderosas políticas, artísticas, pensadoras, músicas, de todo tipo. (m. 2) A la vez es un poco, es bastante duro, es duro por la situación coyuntural, por la situación de crisis, porque el sector social no está nada fácil, porque el sector de igualdad de oportunidades, de feminismo, no está nada fácil, creo que tenemos un sector que está bastante devaluado, bastante infravalorado, si yo lo comparo con otras cooperativas que hacen otros trabajos y veo que nuestro trabajo está muy mal pagado, creo que no es casualidad, creo que es causa directa, consecuencia directa del patriarcado, entones es duro porque es mucha lucha, pero bueno es tu proyecto y quieres que salga adelante. (m. 3) Cuando a mi casa viene el fontanero y no tengo problema en pagarle bien pagado, ¿no? Pues con el resto de servicios igual, si viene una mujer a hacerme una limpieza profunda de la cocina, o si viene a hacerme la comida, ¿cuál es la diferencia? Que son mujeres. Y frente a eso hasta a las feministas nos entra no sé qué, porque esto te lo digo, de verdad de la buena, que con las feministas también nos hemos planteado a veces, que yo soy feminista, que habría que hacer un trabajo. (m. 4) O cambiar los estereotipos sobre las mujeres basados en la cosificación de sus cuerpos y en la construcción de un imaginario social que las contempla siempre disponibles, a todos los niveles. Estas propuestas tienen que ver con deshacer la construcción simbólica y material de las relaciones, en la que se asienta la asimetría entre mujeres y hombres: Pues a mí me gustaría que se acabara la pornografía heterosexual masculina, también, me parece que hace bastante daño, con respecto a los referentes también que tenemos entre nosotras, es de una violencia brutal, tan grande con respecto a nuestro aspecto físico, nuestra sexualidad, nuestra objetualidad, como cuerpos y seres con el tipo de prácticas, lo que son, lo que no son, cómo tienes que ser, es brutal cómo está súper establecido [...] Que por un lado se acabe con el porno heterosexual masculino y se acabe con la idea del amor romántico, ¡por favor! Que se trabaje más el afecto de a pie, real, y no en una ficción. (m. 2) Y ahí es donde está realmente el ponerlo, ya no es tanto decir: la empresa que no tenga un tanto por ciento de mujeres será multada o será tal, no. Tampoco con un sistema de multa o de castigo o de penas se ha probado que puedas conseguir nada, sobre todo en el ámbito social. Es una labor de impregnarlo y que determinados roles, determinados programas de televisión, o determinadas series no salgan. (m. 5) CAPITULO IV: ESTUDIO DE CASO: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO FEMINISTAS 168 O con el funcionamiento interno de sus cooperativas, adaptándola a sus propios procesos vitales y a las necesidades que van surgiendo: […] Si tú no eres cuidada, no eres sostenible, por lo cual no vas a poder hacer una actividad productiva que te genere... Si no dinamizamos momentos del corazón en el grupo no te quiero ni contar lo mal que vas a currar, peta en algún momento; gestión emocional, gestión de conflicto. (m. 2) Y por último, propuestas que desde el cooperativismo se pueden extrapolar a la sociedad para fortalecer la democracia: En estos momentos yo creo que algunos de los peligros que tiene nuestra democracia es no saber de qué te responsabilizas siendo ciudadano de una democracia. (…) Y yo recordaba cuando estudias griego y estudias la polis, la polis es la ciudad y la política son todos los asuntos que conciernen a la ciudad, de tal manera que yo considero que, desde ese punto de vista, toda la ciudadanía somos políticos, entonces claro discrepo de esa, de esa aseveración, ¿no? Al revés, el problema ahora es que la ciudadanía realmente no se está involucrando o comienza a hacerlo en lo que significan los asuntos de tu ciudad, de tu país, de tu Comunidad Autónoma, y todos en esa medida tenemos que ser polis, políticos, y de ahí por eso surgió la democracia, porque se reunían para debatir qué había. Entonces, en este contexto, las empresas de economía social tienen un plus de responsabilidad, o sea, ante el hecho de que mucha gente no quiera asumir responsabilidades. (m. 5) E. SINERGIAS ENTRE ECONOMÍA SOCIAL Y LOS FEMINISMOS Aquí nos adentramos en el último apartado de la entrevista. En él, tratamos de aproximarnos a la relación, primero en la práctica y luego de manera teórica, que las mujeres entrevistadas han establecido, como feministas, con los diversos espacios de la economía social. El objetivo está en conocer hasta qué punto, de cerca, existe una relación compleja entre ambos, si han sentido resistencias hacia la doble militancia, o si, por el contrario, existen metas en común que hacen que se fortalezcan mutuamente. Nos interesaba, fundamentalmente, saber cómo se sienten las mujeres feministas que participan en espacios de economía social, y si consideran que el ámbito en el que desarrollan sus actividades es el adecuado para expandir sus capacidades hacia el modelo de vida que ellas defienden. CAPITULO IV: ESTUDIO DE CASO: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO FEMINISTAS 169 E.1. ¿SIRVE LA ECONOMÍA SOCIAL A LOS INTERESES DEL FEMINISMO? ¿CÓMO? En torno a esta pregunta, la respuesta es unánime. Más bien produce perplejidad la reflexión acerca de cómo se podría ser ecologista, o estar en la economía social, y no ser feminista. La relación que existe entre ambas, en cuanto a valores, es confluyente. Para las mujeres entrevistadas, la economía social está configurada para dar respuesta a sus intereses y los de otras mujeres en cuanto a equidad, sostenibilidad medioambiental y bienestar. Sin embargo, en la práctica, aparecen referidas resistencias dentro del ámbito, hacia el feminismo, que tienen que ver con la percepción de que la discriminación por sexo no es tan importante como otras discriminaciones, o con la falta de conciencia acerca de que, sin equidad, no hay justicia social. Si, por lo mismo, por la lógica de la coherencia, que si llegamos del software libre a la cooperativa, como forma horizontal, eh, igualdad, democracia, por coherencia, en este mundo todo es muy relativo y cuando empiezas a entender de una forma así de lógica la desigualdad entre mujeres y hombres ya empieza a cambiar tu chip y a hacerlo todo en coherencia con eso, ¿no? (m. 1) O sea es que hay veces que me pasa, de pensar cómo puedes ser ecologista y no ser feminista. Tengo una sensación de que todo tuviera que converger, o sea, si de verdad nos ponemos a hacer una lectura crítica pues hay que hacerla de todo... Chicos, este es un espacio sin racismo, pero también sin sexismo. (m. 2) Sí, teóricamente la economía social se dispone de tal manera que cabe perfectamente el feminismo ahí dentro, debería la economía social desarrollarse en términos y con criterios feministas, para ser totalmente social, desde mi concepción feminista es evidente que economía social significa eso, pero para mucha gente no, frente a todas las desigualdades que hay que superar parece que la desigualdad entre hombres y mujeres está superada, porque hay muchas empresarias. Pero yo creo que en la teoría son sinérgicos, y se retroalimentan y se necesitan. (m. 3) Cuando empezó, vamos empezó, cuando se empezó a hablar más del tema de la economía feminista, a mí al principio me costó un poco, el encontrar diferencias, porque cuando se definió economía feminista yo entendía, pues es que eso es la economía social y solidaria, como yo la entiendo claro, daba la casualidad de que soy una mujer y soy feminista, que a lo mejor también era por eso. Yo creo que sí, de hecho, está claro que es una necesidad y que se empiece a contemplar, y que se empiece a desarrollar porque se está organizando y haciendo visible. Las catalanas ya han hecho su feria, están organizadas, nosotras ya estamos en ello, ¿eso por qué? Porque no está, las cosas cuando se organizan son para dar respuesta, CAPITULO IV: ESTUDIO DE CASO: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO FEMINISTAS 170 cuando se organizan desde la base, es porque la necesidad sentida si no se resuelve así, no se resuelve. (m. 4) Las respuestas que las mujeres dan acerca de la inclusión del feminismo en la economía social refieren a dos niveles distintos. Por un lado, a que desde el marco teórico la economía social se dispone de tal manera que alberga algunos de los intereses de las mujeres feministas, como la equidad, la inclusión del trabajo de cuidados dentro de la categoría de trabajo o la importancia de la sostenibilidad medioambiental y el compromiso con el entorno. Por otro, a la importancia de establecer redes entre ellas para promover que estos cambios se cumplan, más allá del papel y de los discursos. E.2. ¿QUÉ LE FALTA A LA ECONOMÍA SOCIAL POR APRENDER TODAVÍA DEL FEMINISMO? Son muchas las aportaciones que las mujeres hicieron a este debate acerca de qué puede aprender la economía social del feminismo. Muchas de ellas partían de reconocer la ginopia, traducida como la imposibilidad de ver lo femenino o la invisibilización de la experiencia femenina dentro de la economía social. El ser feminista en espacios mixtos pues no se comprende, incluso con tus propios compañeros. [...] En la Asamblea del grupo cooperativo de hace dos años, cuando hubo un ejercicio y había que poner cosas importantes para no sé qué, y entonces se puso “poner la vida en el centro, cuidados, no sé qué” y jajaja, cuidados, como el chascarrillo, entonces dije “uy”, te quedas helada, “cooperativas, súper”. Bueno, o sea que como que hay cosas que tenemos súper asumidas y no es que todo el mundo lo tenga que tener asumido, yo tampoco lo tengo asumido, yo no conozco muchas cosas que tiene asumida la gente y yo tengo que aprender pero no me mofo de ellas, o no las desprecio, que son desprecios a veces hasta inconscientes. Y en asambleas, ¿no? Yo creo que en asambleas y en espacios mixtos, que no sé si es por ser feminista o el ser feminista te da conciencia de eso, que si eres mujer no feminista te pasa igual, pero te cuesta hablar, si hablas a veces te callan, a nada que hables un poco lo notas. (m. 3) El principal desafío para ellas, en el ámbito de las cooperativas, está en pasar a la práctica lo que parece que se conoce de manera teórica. Esto tiene que ver, en espacios mixtos, con el uso que se hace de la palabra, con el tipo de liderazgos que se fomentan, y con lo que muchas de las mujeres entrevistadas han definido como CAPITULO IV: ESTUDIO DE CASO: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO FEMINISTAS 171 micromachismos80, y que se refiere a la persistencia de una desigualdad sutil en el reparto de tareas, en función del sexo, a la visibilización mayor de las aportaciones masculinas y a la ridiculización, por ejemplo, del lenguaje inclusivo. Lo que le falta aprender a la economía social del feminismo es la práctica, el aspecto que se produce igual en una pareja. Tu pareja puede decir que es feminista pero a nivel práctico ves que no… y eso se extrapola a todo... Tus compañeros te pueden decir que son feministas pero a nivel práctico hablan más que vos, hacen diferentes tareas. Subrayar eso, que falta más práctica de feminismo en las cooperativas, no solo en las que son de mujeres sino en las que son mixtas, o solo de hombres. (m. 1) Que fuera todo el mundo más consciente de dónde estamos con respecto al machismo y a los micromachismos, y últimamente mucho más con respecto a los micromachismos, yo estoy bastante cansada de estar señalando continuamente cosas que en los espacios emocionales íntimos, ya sea de pareja, o ya sea de amistades o, ya sea de, quiero decir, en los círculos afectivos, eh, y prepárate tú cuando además no es el círculo afectivo sino que compartes espacios profesionales, como que la mirada crítica estuviera más, fuera más compartida porque de verdad que ahorraría mucho desgaste energético a las que tenemos esa mirada crítica. (m. 2) Pues en la práctica la economía social como conjunto de personas que están innovando, que están aprendiendo, que están arriesgando, tiene que atreverse a desaprender las fórmulas que tenemos, que son patriarcales, tanto mujeres como hombres, y tiene que aprender nuevas fórmulas sociales, aunque no solo, de escucha. (m. 3) Y a considerar trabajos y trabajos, ¿no? Porque pues el tema por ejemplo de los cuidados, es que está todo organizado de una forma que nos toca y nos toca, y no lo cuestiona nadie, ni los de izquierda ni los de derecha […] El tema de, bueno, no sé si decir liderazgos… Sigue habiendo mucho macho alfa en todos los sitios, porque eso está clarísimo. Y esa perspectiva más feminista incluso en la construcción de los planes de trabajo, en la construcción de los presupuestos, si no la damos las mujeres no está, ¿no? (m. 4) A las nuevas generaciones les queda por aprender la igualdad, no solamente la familia, sino la educación, (...). Esa igualdad de que puedes acceder a los mismos puestos y que eso se convierta en una realidad, que no se te corte por una maternidad. El otro día leí un artículo en el que se vuelve a denunciar que en las empresas se están llevando la tasa de natalidad porque cuando consigues un trabajo no puedes quedarte embarazada porque sabes que inmediatamente conlleva el despido. Esto se daba en los años 80, o sea esto se daba en 80 En alusión a las categorías definidas por Luís Bonino, a las que se ha hecho mención más arriba, que tratan de retratar la violencia cotidiana y naturalizada contra las mujeres. CAPITULO IV: ESTUDIO DE CASO: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO FEMINISTAS 172 los años 80, o bien te hacían la vida imposible, o... Porque de esos he llevado yo muchísimos en empresas textiles, o tal, eso se llevaba, pero que ahora, en 2015, tengamos que asistir, es que realmente hemos dado un paso atrás como ciudadanía. (m. 5) En los aspectos señalados como puntos de mejora dentro de la economía social, también se aprecian diversidad de propuestas entre las propias mujeres, debidas en parte a la diferencia de sensibilidades feministas, y a la adscripción a distintas corrientes. Mientras la mayoría de ellas señala aspectos que tienen que ver, no solo con la igualdad sino con la equidad, es decir, con el reconocimiento y la valorización de la diferencia, hay discursos que enfatizan la igualdad como meta, sin que haya un cuestionamiento de que esa igualdad se fundamente en el modelo construido por el sujeto hegemónico masculino. Reflexiones y autocríticas Por último, y al hilo de los aspectos que es necesario aprender para que la economía social sea feminista en la práctica, también surgieron algunas reflexiones acerca de lo que ellas mismas necesitan repensar y reflexionar para favorecerlo. En este sentido, había dos zonas de conflicto. Una, perteneciente al ámbito personal, acerca de las habilidades que es necesario adquirir para asumir liderazgos y representación en espacios mixtos. Otra, perteneciente al ámbito social, sobre si los proyectos que están impulsando perpetúan roles tradicionales en las mujeres o están incorporando nuevos valores. Finalmente, hay un matiz general que se proponía como reflexión general, y era repensar en común sobre las categorías de trabajo y los modelos de empleo, para generar, en la medida de lo posible, trabajos que permitan poner la vida en el centro. También, eso es como algo nuestro, es algo que nosotras tenemos que cambiar... Que nosotras también en esa identidad nuestra que tenemos de hacer todo de otra manera tenemos que aprender a participar de otras maneras, ocupar esos espacios y eso también es responsabilidad nuestra. (m. 3) Incluso nosotras mismas, que decíamos, pero a ver, que estamos favoreciendo lo mismo de siempre para las mujeres, pues también hemos tenido que hacer ahí nuestro debate y nuestra reflexión, ¿no? Por un lado, que el empleo del hogar tal cual está concebido hay que acabar con ello, porque es un trabajo, pero para que se dignifique realmente hay que acabar con él, y hay que hablar de servicios a domicilio, y de que no es lo mismo ir a limpiar, que ir a cuidar, que ir a cuidar de los niños pequeños y educarles, entonces, que son un montón de CAPITULO IV: ESTUDIO DE CASO: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO FEMINISTAS 173 profesiones, y con lo otro estamos hablando de un empoderamiento y unas posibilidades de creatividad que no es solo costura, sino que estamos hablando de diseño, de hacer lo que a mí me gustaría, de poner en el mercado lo que no nos meten, sino de valorizar realmente el coste de lo que supone hacer una prenda en condiciones dignas y que además eso permite algunos elementos de [...] Que nos tenemos que inventar otro modelo, que es horarios, espacios y... Porque esto lo puedo hacer en casa... No sé, tenemos que darle ahí una vuelta muy gorda. (m. 4) CONCLUSIONES DE LOS LOGROS ALCANZADOS Y LOS DESAFÍOS PENDIENTES CON RESPECTO A LA VIDA QUE MERECE LA PENA SER VIVIDA Logros Desafíos Internos Ampliación de las propias expectativas en el proceso laboral vinculado a la idea de ser más ambiciosa con las metas. Pasar la teoría a la práctica: necesidad de más sensibilidad en torno a cuestiones feministas como uso inclusivo del lenguaje. Construcción colectiva de la vida. Revisión de su masculinidad por parte de los hombres: importancia de descubrir y desactivar los micromachismos. Posición de resguardo: creación de una sensación de pertenencia y de una identidad común en torno al empleo, ruptura con la familia normativa, generación de bienes comunes. Seguir profundizando en el significado de poner la vida en el centro, y sobre todo en cómo hacerlo: reparto de tareas, de espacios y tiempos, de visibilidad, de valoración. Externos Cambio de posición: creación de redes, trabajo entre mujeres, capacidad de liderazgo, democracia interna, participación, responsabilidad, intercooperación. Apoyos institucionales a las tareas de cuidados, permeables a las demandas sociales: servicios de cuidados infantiles coeducativos, remuneración adecuada de estas tareas. Cuidados en el centro: medidas para compensar el exceso de trabajo, para abordar los problemas de manera subjetiva, Fortalecimiento de la economía social: cláusulas sociales en concursos públicos, mayor demanda de empresas sociales CAPITULO IV: ESTUDIO DE CASO: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO FEMINISTAS 174 para mejorar el trabajo y el ambiente de equipo, para integrar las diferencias. para suministro de servicios, promoción de la economía social y solidaria. Construcción de un trabajo militante81: por mí y por las otras mujeres. Creación de proyectos dirigidos a mejorar las respuestas a las necesidades de las familias diversas, de trabajadoras de empleo doméstico, y a superar la brecha digital. Territorialidad: fomento y apoyo a empresas sociales en base a criterios de proximidad, sostenibilidad y conocimiento del entorno. Creación de herramientas de fortalecimiento: Coop57 (entidad financiera cooperativa), Mercado Social. Conciliación: mejora en las medidas de corresponsabilidad real. Igualdad de permisos de paternidad y maternidad (no excluyentes), reducción de jornada sin reducción de salario, ampliación del concepto de familia a personas de la comunidad. Medidas internas de Conciliación: flexibilidad horaria, posibilidad de trabajo desde casa, reconocimiento de la familia como un vínculo extenso y complejo, no necesariamente consanguíneo. Favorecer referentes positivos y de buen trato: terminando con la pornografía heterosexual masculina, visibilizando a las mujeres en todos los ámbitos. F. CONCLUSIONES “Nuestro poder no provendrá nunca del reconocimiento que otros hagan de nuestra posición dentro del ciclo productivo, sino de nuestra capacidad para oponernos a él” (Cox y Federici, 197882). 81 Término utilizado por Sandra Salsón en su trabajo Significados del trabajo en la Economía social y solidaria, realizado en 2014. 82 “Conspirando desde la cocina” (http://www.sinpermiso.info/articulos/ficheros/10federic.pdf). CAPITULO IV: ESTUDIO DE CASO: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO FEMINISTAS 175 El término “conflictos cooperativos” propuesto por Amartya Sen y utilizado también por Lourdes Benería, resulta útil para acercarnos a las conclusiones que la economía social supone para las metas de un feminismo de corte anticapitalista y con sensibilidad ecofeminista. Aunque este término hace referencia a las tensiones surgidas dentro de las unidades domésticas, puede ser de aplicación en unidades de producción cooperativas, donde se dan elementos parecidos a los que constituyen las familias: trabajo, emociones, relaciones, luchas. Las prácticas, dentro de la economía social, de proyectos feministas, y las tensiones que en ellos se producen -tensiones no sólo procedentes de algunas contradicciones internas, sino de las condiciones externas-, dan cuenta de que los cambios necesarios para incorporar la transformación feminista que permita un mundo hecho a la medida de la vida, no se producen sin conflicto. Sin embargo, de aquí la utilidad del término: hay conflictos que se pueden resolver de manera cooperativa. Frente al modelo de “armonía”, procedente de la economía neoclásica, que supone que el resultado de la división sexual del trabajo se basa en preferencias personales y en criterios racionales, y el procedente de la revisión feminista de izquierdas, basado en el “conflicto” y gracias a la cual se empezó a politizar la estructura familiar como origen de las relaciones de poder asimétricas, el enfoque propuesto por Sen de “conflictos cooperativos” parece útil para hacer referencia a las tensiones que se derivan de las desigualdades sociales de género, pero también a la cooperación entre sus miembros de cara a superarlos. Asumir la posición de armonía supone reconocer como legítimas las desigualdades derivadas de la socialización de género, y contribuir a su perpetuación, pues, si se producen de manera voluntaria, ¿qué margen tenemos para cuestionarlos? Por otro lado, asumir el conflicto de género como una lucha polarizada entre mujeres y hombres nos puede conducir a un análisis del poder maniqueo, que genere una visión uniforme y victimista de la posición de las mujeres, y que invisibilice las diferencias entre ellas. Si bien es cierto que, desde el interior de los hogares hasta el último rincón de la esfera pública, las consecuencias de la división sexual del trabajo continúan vigentes, también lo es que hay espacios que se encuentran más liberados de esta dominación y que, además, cooperan para superarla. Esto nos lleva al trabajo de Jane Humphries (1977), quien inicia esta visión de conflicto cooperativo en el seno del marxismo. Humphries estudia las unidades CAPITULO IV: ESTUDIO DE CASO: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO FEMINISTAS 176 familiares de clase obrera en la Inglaterra del siglo XIX, y descubre en ellas, no la estructura social complementaria al desarrollo del capitalismo, tal como lo interpretaban las marxistas funcionalistas, sino unidades de resistencia a este desarrollo. La solidaridad de las familias que estudia la autora se debe a la cooperación necesaria para llevar adelante la vida, pero también a la ideología que les permite tratar de oponerse al capitalismo. Intentando dar el salto de la unidad de análisis situada en la familia a la unidad de análisis situada en la comunidad, esta reflexión nos es de mucha utilidad, pues en ese mismo momento y lugar (la Inglaterra del siglo XIX), con el mismo espíritu de superar el daño que la revolución industrial está haciendo al mantenimiento de la vida, se sitúa la fundación de la primera cooperativa moderna, tal como las entendemos ahora. La sociedad de los probos pioneros de Rochdale, como se la conoce, trató de dar respuesta al encarecimiento desmedido de los artículos que las mismas personas que la fundaron producían, y así, poco a poco, fue estableciendo un sistema distinto de producción y distribución de productos básicos. No es casual que en épocas de crisis económicas, carestía de los productos básicos y amenazas directas a la vida, se erijan modelos cooperativos como fórmula de superar las dificultades. Pasó en la Inglaterra del siglo XIX, en Asia, Latinoamérica y África en el siglo XX, como resultado de los planes de ajuste estructural, y está pasando en Europa en el siglo XXI, como modo de responder a la crisis creada por el sistema de acumulación capitalista. Sin embargo, más allá de la visión práctica que hay sin duda en la solidaridad humana y en la cooperación entre personas (posibilidad de generar ingresos y de crear recursos de uso común, por ejemplo), hemos querido enfatizar la visión estratégica que, en concreto para las demandas feministas, se encuentra en el seno de la economía social y solidaria (centrada en un cambio de paradigma que sustituya al de competición por recursos escasos, por ejemplo).. Tanto por su organización interna -basada en el grupo, que crea comunidad, que permite diseñar empleos flexibles y adaptados a las necesidades-, como por su impacto en la sociedad -la economía social nos devuelve modelos de empleo militante, liderados por mujeres, cuyo objetivo no se centra en el empleo propio sino en caminar hacia un cambio de estructuras-. Por ello, el análisis ha tratado de profundizar en las experiencias de las mujeres que lo están llevando a cabo, abstrayéndonos en lo posible de la situación coyuntural en CAPITULO IV: ESTUDIO DE CASO: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO FEMINISTAS 177 que se encuentran, pues vemos en este contexto una capacidad de transformación que va más allá de las crisis, y que debe seguir fortaleciéndose una vez que se pasen. Por otra parte, un análisis feminista de la economía social implica no sólo considerar las bases sobre las que se construyen las experiencias laborales, y la igualdad formal que reconocen, sino adentrarnos en las experiencias y el bienestar derivadas de ellas, así como en los retos y malestares. Aquí nos encontramos con muchos avances con respecto al mercado tradicional de trabajo por cuenta ajena: mayor promoción de las mujeres aunque siga existiendo techo de cristal, mejores condiciones laborales (mayor proporción de contratos indefinidos, flexibilidad horaria) y mayor conciliación. Pero también apreciamos algunas de las trabas que, de manera parecida, se reproducen fuera: falta de sensibilidad sobre la importancia crucial de continuar el avance hacia la equidad, liderazgos construidos sobre características masculinas, reparto de roles y tareas sexuadas. Como recuerda Pérez Orozco, “en la medida en que no haya un cuestionamiento de la construcción sexuada de las identidades (autosuficiencia masculinizada frente a inmolación feminizada) ni de la valoración ni de la organización sexuada de las tareas, las formas colectivas replicarán la división sexual del trabajo” (Pérez Orozco, 2014). En este sentido, el principal reto de la economía social, desde la visión feminista, consiste en ampliar la percepción de la discriminación para poder oponerse a ella y en atreverse a cambiarla. Por ello, en los relatos recogidos en este estudio de caso, ha sido tan importante la consideración de las situaciones particulares de las mujeres relatoras, como la creación de redes y de vigilancia feminista relativas a la posición de género de las mujeres en este contexto. Nos parece importante señalar la creencia en que las experiencias relatadas por las mujeres, si fueran replicadas y ampliadas, multiplicadas por más y más personas, cada vez con mayor diversidad, podrían suponer un elemento transformador de la realidad social y económica de las mismas, ya que están encaminadas a dar un salto conceptual de un modelo económico y empresarial basado en valores tradicionalmente masculinos (competitividad, ambición, derroche), a otro basado en la ayuda, la sostenibilidad, la colaboración y la inter-cooperación. CAPITULO IV: ESTUDIO DE CASO: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO FEMINISTAS 178 Siguiendo el hilo lanzado por Kate Millet, que une inevitablemente lo personal y lo político, los desafíos que existen en la vida de las mujeres cooperativistas persisten en el modelo cooperativo y también en el modelo social. Sin embargo, no queremos perder de vista la importancia de la micropolítica y las pequeñas prácticas para desarticular los diversos sistemas de opresión. La creatividad de los proyectos relatados, ante las necesidades que las mujeres han encontrado, da cuenta de que la construcción de sistemas alternativos es posible, más allá de los permisos que el sistema dominante conceda. En sus estudios sobre empoderamiento en el ámbito laboral, Magdalena León y Diana Deere (2000) se preguntan acerca de esta tensión entre las posiciones de cooperación y de conflicto. En este sentido, ambas enfatizan la importancia de la relación con los medios de producción y el acceso a la propiedad. La posición de resguardo (fall back position) se puede resumir, según ellas, en: 1) Propiedad y control de los bienes económicos, 2) Acceso a empleo u otras modalidades de generación de ingresos, 3) Acceso a recursos comunales, 4) Acceso a sistemas tradicionales de apoyo externo (comunidad, familia), 5) Acceso a apoyo estatal. Estos factores influyen en la capacidad de negociación en el hogar y en la sensación de seguridad y confianza necesarias para el bienestar. En el caso de las mujeres entrevistadas, esta posición se encuentra definida tanto en la red, por el grupo y por la familia no sólo consanguínea sino elegida, como en la autonomía económica que el grupo les permite, así como en el concepto de propiedad privada compartida, o generación de beneficios comunales que, de alguna manera, subvierte también la concepción capitalista de la propiedad privada. Por otro lado, el punto de vista feminista nos ha llevado a narraciones donde las manos, el cerebro y el corazón no aparecían como realidades escindidas. Eso, en sí, ya parece una pequeña respuesta, local y situada, a la gran pregunta acerca de cómo poner la vida en el centro de nuestro sistema laboral, económico, personal y social. En los discursos de las mujeres se encontraban, constantemente entrelazados, abordajes objetivos y subjetivos de la realidad, así como referencias a estados emocionales concretos frente a lo laboral. Esto se puede deber a muchos motivos, entre los que destacamos que existe en ellas una concepción artesanal del trabajo, un control del proceso, y una reflexión de sus prácticas que va en contra de la alienación capitalista, como definió Marx, de seccionar el trabajo en partes o de repetir siempre lo mismo. CAPITULO IV: ESTUDIO DE CASO: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO FEMINISTAS 179 Esta sensación de ciclo productivo, controlado por ellas, las hace conscientes de la responsabilidad que una tiene ante los aspectos de mejora del proceso y también ante los resultados. Además, este abordaje de la realidad, desde el punto de vista feminista, nos ha devuelto la importancia del placer en el ámbito laboral, y el bienestar, no como meta, sino necesariamente como parte del proceso. El recorrido por las trayectorias empresariales y laborales de estas mujeres nos remite a lo que Sen (2001) denomina la postura GALA del desarrollo. Frente al concepto de BLAST (blood, sweat and tears/ sangre, sudor y lágrimas), el concepto de GALA (del inglés getting by, with a little assistence) hace referencia a una idea del desarrollo como proceso agradable y acompañado. Un proceso donde los derechos civiles y políticos, basados en el fortalecimiento de la democracia y en la redistribución de la riqueza, sean del todo compatibles con el desarrollo económico. El modelo que propone la economía social favorece directa (a través de los principios en lo que se basa y de la democracia de sus organizaciones) e indirectamente (mediante una revisión crítica de la realidad, que genera pensamientos y discurso) un camino para alcanzar una sociedad compuesta por personas responsables hacia sus deberes como ciudadanía. Esto se refleja en las experiencias de las mujeres entrevistadas, en las que la coherencia vital entre cómo se vive y cómo se piensa les hace ser constantemente propositivas ante los desafíos con los que se encuentran. No hay en ellas un discurso culpabilizador ni victimista frente a la realidad que habitan como mujeres. Todas tienen la sensación de haber elegido su camino, y la responsabilidad de seguir vigilando y mejorando la posición de las mujeres en el entorno laboral y social. Sujeto legitimado en la lucha social del trabajo de cuidados Tras el recorrido realizado por la alianza marxista feminista en torno a la división del trabajo por sexos, hay un tema central que parece no estar resuelto: ¿qué hacemos con el trabajo doméstico? Lo llamamos doméstico, o trabajo de cuidados, porque aún no se han inventado otros términos que recojan todas las actividades que se quedan al margen del mercado legitimado de trabajo. Estas tareas son todas la que, se realicen dentro o fuera de los hogares, de manera remunerada o no, están dirigidas a CAPITULO IV: ESTUDIO DE CASO: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO FEMINISTAS 180 sostener la vida y a posibilitar las condiciones para que ese trabajo legitimado se produzca. Desde los enfoque feministas, cualquier propuesta destinada a superar la invisibilidad y la falta de reconocimiento de todos los trabajos que conlleva la sostenibilidad de la vida, tiene que tener como protagonistas a las mujeres. Durante el estudio de caso, se han rescatado algunas iniciativas llevadas a cabo para mejorar este desafío constante en la lucha por la equidad y la justicia social. Una tiene que ver con fortalecer el sector del empleo doméstico. En este sentido, se han llevado a cabo varias propuestas. La primera va dirigida a la creación de cooperativas de mujeres empleadas en el sector, que les permita mejorar su situación a través de la cotización en el régimen general, y mejorar su posición a través de su legitimación como sujetos en la negociación colectiva de sus condiciones. Esta iniciativa se ha llevado de cabo desde antes de 2011 y cuenta con el apoyo, en Madrid, de diversas cooperativas y espacios de discusión feministas como Territorio doméstico, Sendas de cuidados, Abierto hasta el amanecer o Pachamama. Paralelamente a la creación de cooperativas, se está llevando a cabo una labor de sensibilización de las personas empleadoras, con estrategias como sustituir, en el lenguaje, los términos menos valorados (trabajo doméstico) por otros que den cuenta de la profesionalización que se requiere en este campo (servicios de asistencia a domicilio). Esta sensibilización también conllevaría informar acerca de las condiciones en que debe realizarse el trabajo, así como de los marcos legales que amparan a las trabajadoras. En el centro del problema está la necesidad de seguir dándole una vuelta a la categoría de trabajo, a qué se incluye en él y cómo, a cómo redistribuimos las tareas y a cómo diseñamos el empleo, de cara no sólo a superar los estrechos márgenes analíticos de los que el mercado de trabajo dispone, sino a conseguir poner la vida en el centro. Esto nos lleva a otra de las reflexiones en torno a este dilema no resuelto: ¿se puede hacer esto sin la intervención de instituciones públicas que favorezcan medidas? Las experiencias desde la economía social feminista dan cuenta de que los modelos basados en democracia interna favorecen la atención a las necesidades. Esto no implica, sin embargo, que quienes lo hacen dejen de ser mujeres, ni que lo hagan de una manera gratuita. En nuestra opinión, el apoyo del Estado es necesario pero siempre que CAPITULO IV: ESTUDIO DE CASO: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO FEMINISTAS 181 fortalezca las propuestas realizadas por las organizaciones de mujeres de base. Por poner un ejemplo, los servicios de cuidados infantiles que el estado subvenciona tienen que realizarse en determinados recursos, públicos y privados, que no concuerdan en muchos casos con los deseos de madres y padres. Las mujeres entrevistadas nos relataron iniciativas que han conseguido poner en marcha para responder a las necesidades colectivas de cuidados infantiles, pero sin ayudas públicas para ello. En este sentido, los apoyos estatales deberían ser flexibles a las propuestas locales. Tanto desde las alianzas feministas como desde las prácticas cooperativas estudiadas se ha podido corroborar cómo se está fortaleciendo un modelo de construcción colectiva de la vida, tan necesario para superar la autosuficiencia en la que se basa tanto la explotación medioambiental como la humana, y desde donde es posible articular respuestas y demandas. Una muestra de ello es la creación de la Red de Economía Social Feminista, que responde a la necesidad, sentida por diversas organizaciones, de crear alianzas comunes que no subordinen los intereses de las mujeres y que sigan visibilizando las necesidades que el mercado de trabajo tiene para lograr poner la vida en el centro. La economía social sí parece ser para las mujeres feministas que participan en ella un ámbito donde poder satisfacer sus intereses vitales y laborales, precisamente porque ambos se mezclan y existe en ellas una sensación de que, al tiempo que generan un medio de vida, están contribuyendo a un cambio en la posición social de las mujeres; por otro, porque a través de sus proyectos satisfacen las necesidades estratégicas de género presentes en su entorno. Como señalaba una de las mujeres entrevistadas: Hace poco había una charla en REAS Euskadi sobre si la economía, si las entidades de economía social y solidaria podían poner la vida en el centro y, a pesar de todo el cuestionamiento, a mí me preguntaron cuál es tu trabajo ideal y a mí me sale decir: es Pandora, pero con otras condiciones. (m. 3) Por ello, la propuesta desde la economía social feminista va encaminada a dos frentes. Por una parte, dirigida al exterior, a ser capaz de acoger, integrar y mejorar las condiciones de vida de todas las mujeres en situaciones vulnerables, tratando de ser un ámbito cada vez más inclusivo que realice la labor de “efecto llamada” a otras mujeres. CAPITULO IV: ESTUDIO DE CASO: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO FEMINISTAS 182 Y eso también forma parte de los objetivos, el conseguir integrar a todas las personas. (m. 2) Por otra, en lo interno, fortalecer los principios en lo que se apoya, como la equidad, a través de las labores de vigilancia y desarrollo de estrategias que permitan mayor coherencia interna. Todo esto con el objetivo de fortalecer la economía social como forma de crear trabajo, comunidad y democracia real, consiguiendo poner la vida en el centro. 4.7. REFLEXIONES FINALES EN TORNO AL ESTUDIO DE CASO Las últimas décadas del siglo XX han sido fundamentales para señalar la importancia del ámbito doméstico como el lugar donde se producen, y reproducen, dinámicas de perpetuación en la subordinación de las mujeres. La división del trabajo por sexos surge, tal como la conocemos ahora, con la instauración del sistema liberal capitalista, pero se mantiene en confluencia con el patriarcado. Gracias al diálogo entre marxismo y feminismo, desde la década de los 70, se consiguió permear el análisis tradicional marxista sobre la importancia de la desigualdad de género y de las relaciones CAPITULO IV: ESTUDIO DE CASO: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO FEMINISTAS 183 de poder dentro de la propia unidad doméstica. De aquí surge la propuesta de análisis y politización del trabajo doméstico, enfocado por una parte como obstáculo principal y como origen material de la discriminación de las mujeres, y por otra, como contribución principal al sostenimiento de la vida y de las sociedades. Tanto uno como otro enfoque realizan la tarea de cuantificar el volumen de trabajo realizado en los hogares y su importancia, tanto en términos económicos como sociales. En muchos de estos análisis, las propuestas se centraban en instar al Estado y a los gobiernos a que respondieran con medidas que mejoraran la situación de las mujeres en el mercado de trabajo. En algunos casos, se ponía el énfasis en igualar a las mujeres al modelo de trabajador hegemónico masculino. En otros, en articular medidas que redistribuyeran la riqueza y remuneraran las tareas de cuidados. Sin embargo, muchas de estas medidas igualitarias de género han seguido contemplando las metas del desarrollo de las mujeres con lo que Antonella Picchio denomina estrabismo productivista, es decir, enfocándose en aquellas áreas que el sistema capitalista neoliberal ilumina como productivas y legitimadas. Es a partir de la década de los 80 y 90 cuando la economía feminista da un paso más allá y propone descolocar el marco de análisis y transformar (en vez de reformar) el mercado de trabajo, poniendo como eje de la actividad económica la vida de las personas. Esto supone plantear un nuevo escenario para favorecer una vida sostenible y digna de ser vivida. Y supone desafiar los límites impuestos por el pensamiento hegemónico, tanto sociológico como económico, entre lo que se define como posible y lo que parece simplemente deseable. La política feminista se basa, sobre todo, en el deseo como motor de cambio, y este planteamiento es lo que le hace capaz de superar estas dicotomías impuestas. En este giro de cambiar las lógicas, la preocupación por lo que se conocía como crisis de los cuidados, derivada del problema del trabajo doméstico, ha dado paso a la preocupación por crear un sistema (o muchos) que sean capaces de poner en el centro la sostenibilidad de la vida. Si el trabajo de cuidados es un tema periférico al desarrollo económico capitalista, el cual constantemente, tanto en sus análisis como en sus medidas y reformas, niega su importancia, las respuestas que se obtengan de él irán dirigidas a corregir los “fallos del sistema”, no a cuestionar que sea el propio sistema quien los cree. En este sentido, cualquier sistema que se postule como alternativo debe contemplar como central el cuidado de la vida, y acompañar cualquier medida que CAPITULO IV: ESTUDIO DE CASO: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO FEMINISTAS 184 ponga en marcha de la pregunta: ¿se ha conseguido superar la división sexual del trabajo? En el terreno de las medidas llevadas a cabo para superar las desigualdades - medidas muy recientes en el tiempo, con menos de un siglo de historia- hay dos aportaciones relevantes. Por un lado, el enfoque de empoderamiento, que señala la importancia de transformar las relaciones de poder y los mecanismos de opresión, provengan del género, la clase, la raza, la diversidad sexual o funcional. Este enfoque fue capaz de matizar que las posiciones de negociación de mujeres y hombres no son las mismas, frente a las explicaciones liberales que basan las decisiones humanas en la racionalidad y la libertad. El enfoque de empoderamiento va un paso más allá de la igualdad como meta, y propone medidas dirigidas a la equidad para las cuales es necesario transformar tanto las relaciones materiales como los sistemas ideológicos que sirven de base para la jerarquización y exclusión de las diferencias. Por otra, el enfoque de las capacidades sitúa la meta del desarrollo en la ampliación de expectativas vitales de las personas, más allá de la generación de ingresos. El enfoque de las capacidades ayuda a integrar, de manera práctica, disciplinas distintas como la ética y la economía. Para el desarrollo de las sociedades es necesario, en primer lugar, que se respeten los límites de la libertad individual a través de las garantías que ofrecen los Estados democráticos. Pero derechos sociales y económicos no sólo no son excluyentes, sino que son necesariamente complementarios. En el enfoque de las capacidades la economía feminista ha lanzado el desafío, recogido por muchas autoras, de definir estas capacidades o metas para tratar de evitar universales y, también, para establecer el compromiso de conseguirlas. Ambas aportaciones han sido sumamente importantes para ampliar los marcos establecidos dentro de las políticas dirigidas a superar las brechas de género e, incluso, dentro de los límites aceptados como posibles por el pensamiento económico feminista. En este amplio marco de creación de propuestas y de búsqueda de sistemas reales que las articulen, respetando la democracia, la libertad, la redistribución de la riqueza y el cuidado al medio vivo, la economía social aparece como un terreno en el que es posible poner en marcha proyectos laborales feministas. CAPITULO IV: ESTUDIO DE CASO: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO FEMINISTAS 185 A través del acercamiento que este trabajo ha permitido a las realidades de mujeres feministas insertas en cooperativas de trabajo asociado, hemos podido confirmar la teoría expuesta en el artículo de Rosario Alonso y Josefa Fonbuena, sobre la ética de la justicia y la ética de los cuidados. En él, se plantea la diferencia entre la ética masculina, universalista y ahistórica, y la ética feminista, que aporta la realidad de las diferencias (Alonso y Fonbuena, 2006). Haciendo referencia a los modelos de desarrollo de la conducta moral descritos por Lawrence Kohlberg y Carol Gilligan - asumiendo el primero la descripción de la ética de la justicia, y la segunda la incorporación de la perspectiva de género en este modelo, conocida como ética de los cuidados-, llegamos a la definición de Seyla Benhabib, que afirma que “la contextualidad, narratividad y especificidad del juicio moral de las mujeres no es un signo de debilidad ni de deficiencia, sino una manifestación de una visión de la madurez moral que considera al otro como algo inmerso en una red de relaciones con los otros” (Benhabib, 1990). ¿Qué quiere decir esto en referencia a nuestro estudio de caso? Lo que Benhabib señala es que la ética de los cuidados debe ser tan universalizable como la ética de la justicia. En efecto, si no se interioriza la ética de los cuidados, no se podrán concretar en acciones los ideales que tanto las mujeres feministas como la economía social tienen para la sociedad. En este sentido, podemos constatar que las mujeres entrevistadas no han hecho referencia a los valores éticos de la economía social como algo estático, universal y separado de factores contextuales y relacionales. Más bien, han narrado cómo esos ideales se van encarnando en todas las relaciones que han sido capaces de construir, con otras personas, en el contexto de la economía social. Esta manera de construir la ética hace concretar de manera directa las acciones y los ideales que tenemos para nuestras vidas. Pero además, es necesario legitimar esta ética del cuidado que permita una equidad real de las mujeres dentro de los sistemas alternativos. Por ello, en nuestra opinión, sigue siendo necesario el punto de vista feminista que, de manera local y situada, dé cuenta de cuáles siguen siendo los desafíos. En palabras de Sira del Río y Amaia Pérez Orozco, “estamos creando otra forma de ver la realidad y afirmamos que, si no se nos escucha igual que nosotras escuchamos, esos otros mundos por los que peleamos no son tan/verdaderamente posibles” (Del Río y Pérez Orozco, 2002). CAPITULO IV: ESTUDIO DE CASO: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO FEMINISTAS 186 Esta es la razón por la que el feminismo sigue siendo necesario para la economía social y para un cambio civilizatorio es general83 . En palabras de REAS Euskadi: la economía será solidaria solo si es feminista. 83 En referencia a esta reflexión, recomendamos la ponencia, elaborada por Hortensia Serrano y Camino Pérez, “¿Por qué es necesario seguir siendo feminista? Que no nos cuenten cuentos chinos”, pronunciada en el marco de la Jornada Emakume Internazionalistak, en enero de 2013 (disponible en http://www.feministas.org/por-que-es-necesario-seguir-siendo.html). DESENLACE 187 DESENLACE Con el fin de recopilar de manera ordenada los logros obtenidos de la presente investigación, es importante ir de nuevo al motivo y a la hipótesis del estudio. Gracias al intercambio entre feminismo y marxismo recogemos dos testigos lanzados por ambos. Por una parte, la importancia de trasformar las relaciones de producción, de manera que se puedan integrar en ellas las tareas asignadas a la reproducción, que suponen el principal escollo en la vida laboral de las mujeres y el nicho más precario de empleo cuando se remuneran. Por otra, trazar un plan en función de los deseos e intereses de las propias mujeres que participan en él. El estudio hace un recorrido por algunas medidas articuladas tanto en el plano político (medidas llevadas a cabo por los Estados y organismos multilaterales), como en el plano social (medidas propuestas por organizaciones de mujeres) para superar las barreras que impiden alcanzar la equidad y el bienestar. Indagando sobre las coordenadas que recogemos en este recorrido para esbozar alternativas de sistemas basados en el empoderamiento y la equidad, se desvela la economía social y solidaria como una apuesta capaz de responder a muchos de los desafíos del feminismo anti capitalista, tanto en el plano de las necesidades materiales, como en el de las necesidades ideológicas y estratégicas. En una primera aproximación, el recorrido por las empresas de economía social, y en concreto por las cooperativas de trabajo asociado, nos muestra unos datos que responden a la hipótesis planteada y que, de manera resumida, son los siguientes. En el plano material, las mujeres ocupan en las cooperativas posiciones de ventaja con respecto al mercado de trabajo externo: igualdad salarial con respecto a los hombres, ya sean socias o trabajadoras de estas empresas, mayor porcentaje de mujeres en cargos de representatividad y responsabilidad, facilidades en la conciliación y mejora en las condiciones de trabajo tales como mayor porcentaje de mujeres contratadas por tiempo indefinido y jornada completa. DESENLACE 188 En el plano ideológico, los principios que rigen la economía social y solidaria en España han sido permeados por la economía feminista, incorporando en cada uno de ellos referencias a la importancia del trabajo no remunerado, del reparto equitativo de responsabilidades, y a la vida como centro sobre el que pivota la actividad humana. Conviene señalar que la sensibilidad presente en las empresas cooperativas hacia los principios de equidad permite los logros anteriormente mencionados en la dimensión material, sin ayuda de planes de igualdad ni otras medidas adicionales, como pudieran ser las listas paritarias. Así, la economía social se enmarca en una serie de ideas fuerza que, si son extrapoladas a la sociedad, pueden fortalecer la democracia en equidad y ciudadanía activa. Para adentrarnos en la experiencia de definir, más en profundidad, cómo es la economía social por dentro y qué niveles de bienestar permite a las mujeres, apostamos por la epistemología del punto de vista feminista y decidimos mirar a través de los ojos de mujeres feministas insertas en cooperativas de trabajo asociado. Con la ayuda de las mujeres entrevistadas hemos podido elaborar una noción colectiva de buen vivir, en base a la cual se han evaluado los logros y se han diseñado algunos mecanismos que permitirían seguir creando las condiciones de posibilidad que nos dirijan hacia esa vida. La mirada de estas mujeres nos ha permitido situarnos en un mapa parcial y orientarnos hacia dónde y cómo seguir avanzando. Ha sido a través del estudio cuando se han podido corporeizar muchos de los logros antes descritos, así como desvelar algunos de los retos aún pendientes. En este cierre se quieren apuntar una serie de ideas que, en forma de cabos sueltos, se plantean para futuros debates conjuntos. Sobre el trabajo asalariado… Uno de los logros de este trabajo ha sido rescatar y visibilizar otro sistema de trabajo posible que, además de responder a la satisfacción propia de las necesidades básicas a través de un salario, permite articular modos de resistencia a los sistemas dominantes de empleo, muy precarizados para las mujeres. Las experiencias narradas por las mujeres nos han dado cuenta de su bienestar, a pesar de las restricciones externas, y del logro de algunos de sus objetivos vitales a través de esta forma de empleo, tales como trabajar en lo que quieren y organizarlo de la manera que mejor consideran, diseñar sus jornadas en DESENLACE 189 la medida de sus posibilidades, contribuir a la justicia social a través de sus acciones, y trabajar de forma colectiva y democrática. Gracias a este trabajo cooperativo, han establecido además formas de trabajo inter cooperativo, creando redes y consiguiendo articular demandas de mejora para las mujeres insertas en la economía social. Sus relatos muestran la posibilidad de vivir el trabajo desde el placer, y de hacer del trabajo una realidad no escindida de su militancia. Sin embargo, este sistema alternativo no ha conseguido superar la división sexual del trabajo dentro del mismo, ni los problemas que esta plantea. Por una parte, en espacios mixtos continúa habiendo división de tareas por sexo, una minusvaloración de las aportaciones femeninas y ciertas resistencias a las demandas feministas. Por otra, el trabajo de los cuidados sigue estando, en su mayoría, en manos de las mujeres, invisibilizado y no remunerado. El hecho de que sean empresas que facilitan la conciliación no supera el sesgo de que quienes más concilian siguen siendo las mujeres. Esto nos lleva a la necesidad de seguir pensando en torno a la idea de trabajo en general, de categorías de trabajo nuevas, capaces de superar viejos límites, y de formas creativas de darles respuesta. También nos remite a la imposibilidad de articular respuestas privadas en torno a problemas sociales, pretendiendo que resuelvan fallos estructurales. En relación a la cuestión del trabajo doméstico, es necesaria la complicidad y la imaginación de Estado, personas individuales y empresas para superar una barrera profundamente arraigada. Y también nos lleva a la necesidad de seguir reflexionando conjuntamente en torno a cómo incorporamos los roles que nos significan socialmente como mujeres y hombres, de cara a poder superar los límites interiorizados y los castigos autoimpuestos al salirnos de la norma. Sobre el trabajo doméstico… Sobre el trabajo doméstico, nos hemos acercado a diversas propuestas que, en el marco de la economía social y de la militancia feminista, se han tratado de articular a través de grupos como SEDOAC (Servicio doméstico activo), Territorio doméstico y cooperativas como Sendas de cuidados o Abierto hasta el Amanecer. Estos grupos se DESENLACE 190 centran en la labor de denunciar que las condiciones del sector están muy por debajo de las condiciones generales de empleo84. También han realizado labores de lobby en el Estado y en la OIT, tratando de que España firmara el articulo 189 de la OIT. Si bien nuestro país se amparaba en que la ley 1620/2011 incorporaba en España mejoras en las condiciones laborales de este sector de empleo, la crisis ha traído de nuevo condiciones abusivas de contrato y situaciones cercanas a la esclavitud. En general, compartimos la visión de que el trabajo doméstico, tal como está concebido, se tiene que transformar de manera que incorpore diversos cambios a los diferentes agentes:  Las personas que reparten las tareas. Cuando hablamos de trabajo doméstico estamos hablando de una carga de trabajo y responsabilidades soportada fundamentalmente por mujeres. Luego la primera medida sería reconfigurar este trabajo, de manera que se distribuyan tareas y se facilite el reparto de forma equitativa.  Las personas que realizan el trabajo. La propuesta es profesionalizar e individualizar las tareas. Por otra parte, está la apuesta por que se organicen en forma de cooperativas profesionales para ofrecer los servicios de cuidado.  El Estado. Debe ser capaz de responder a las necesidades de atención a la dependencia, favoreciendo respuestas diversas ante los cuidados y garantizando salarios dignos a quienes los realizan.  La comunidad. Tiene la capacidad de organizarse para atender a los cuidados de proximidad. Esta propuesta abunda en la idea de construcción colectiva de la vida y de fomento de una ciudadanía responsable. A lo largo del recorrido realizado en el presente trabajo nos resulta importante rescatar la idea un salario para las mujeres que se dedican a las tareas domésticas de su propia casa. Queremos insistir en la demanda tanto de la campaña Salarios para el trabajo doméstico, como en las contradicciones que pusieron de manifiesto las welfare mothers, quienes destaparon la paradoja de cobrar un salario por cuidar a las criaturas de otras mujeres, y ser sometidas a juicio si cobraban un subsidio para cuidar a sus propias 84 En relación a las condiciones del trabajo doméstico, últimamente se ha escrito “Cansadas de ser la ‘chacha’” (eldiario.es, 9 de junio de 2015). DESENLACE 191 criaturas. Para transformar la concepción social del valor del trabajo doméstico, nos parece necesario que se le asigne un precio y un salario85. También se recogen propuestas elaboradas por las mujeres entrevistadas, como la reducción de la jornada de trabajo o la renta básica para todas las personas. Sobre la importancia del Estado como agente… A pesar de las numerosas críticas feministas vertidas sobre el Estado de bienestar por no haber sido capaz, ni en las épocas de máximo esplendor, de posibilitar una vida digna para todas las personas, es necesario reivindicar el papel del Estado como agente que responda a las necesidades articuladas socialmente. Al papel del Estado es insustituible en la redistribución de la riqueza y en la protección a las personas más vulnerables. Asimismo, es el encargado de garantizar la satisfacción de necesidades básicas como vivienda, sanidad, educación y cuidados. Por ello, se le debe exigir atención a las demandas articuladas desde las bases sociales, con independencia de que sean mayoritarias o minoritarias. Asimismo, la inclusión de miradas y propuestas feministas desde dentro del Estado (la conocida como femocracia), y su diálogo con las organizaciones de base de mujeres también es condición sine qua non para que los intereses de género no se disipen en nombre del interés general. Como se recoge en las conclusiones generales, es importante que el Estado sea sensible a la ética de los cuidados (atendiendo a circunstancias particulares), y no sólo a la ética de la justicia (que atiende a criterios generales). Para ello, es necesario el punto de vista feminista. Sobre la complejidad de poner la vida en el centro… Cuando nos planteamos, desde las diversas crisis apuntadas en este trabajo, responder al sistema hegemónico con un nuevo orden que ponga la vida de las personas en el centro, la primera duda que nos surge es ¿cómo hacerlo? El presente trabajo ofrece pistas de hacia dónde caminan los feminismos de corte anti capitalista y post colonial, centrándose -eso es cierto- en el mercado de trabajo alternativo. Creemos que es uno de 85 La Asociación feminista vasca Mujeres Imperfectas ha realizado una estimación de los que debería pagarse a las amas de casa, recogida en “Cuidar a los hijos, cocinar, limpiar…cuál es el valor real del trabajo doméstico?” (laSexta.com, 3 de junio de 2015). DESENLACE 192 nuestros logros acercarnos a él y afirmar que es posible. Pero si se trata de responder de una forma más general a la pregunta, la respuesta debe incorporar derechos de tercera y cuarta generación, y no sólo al trabajo. El derecho a vivir en un medioambiente sano, el derecho a no trabajar, el derecho a no cuidar, el derecho a la paz… En en este punto es necesario volver la mirada a la idea de vida digna que se estructura en las distintas partes del trabajo con muchos puntos de confluencia, y partir de ella como de una guía que nos permita orientarnos en el camino. Sin tratar de cerrar el trabajo de manera maniquea, lo que sacamos como conclusión de estas propuestas alternativas de vida frente a los sistemas hegemónicos, es que no sólo es importante la idea de vida digna como meta, sino también como proceso. De ello sí dan testimonio las mujeres entrevistadas, en cuyos discursos se entrelaza con normalidad la sensación de placer tanto en la vida como en el trabajo. Y eso podría dar como cierre la pregunta sobre la que se articulará este nuevo orden: ¿me produce bienestar mientras lo persigo? 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Producción, reproducción, deseo, consumo, Madrid, Tierra de nadie Ediciones. Young, Kate (1981), Of Marriage and the Market, Londres, CSE books. 208 ANEXO I: GUIÓN DE LA ENTREVISTA 209 ANEXO I GUIÓN DE LA ENTREVISTA 210 ANEXO II: CARTA DE PRINCIPIOS DE RIPESS 211 ANEXO II CARTA DE PRINCIPIOS DE RIPESS 212 Región Latinoamérica Carta de Principios Preámbulo Considerando que la economía social y solidaria está basada en valores humanos y principios de solidaridad, que propugnan el reconocimiento de la otra persona como fundamento de la acción humana y eje de la renovación de la política, la economía y la sociedad; y que incluye al conjunto de actividades y organizaciones de carácter comunitario, asociativo, cooperativo, mutualista y demás formas colectivas creadas para responder a las necesidades de empleo y de bienestar de los pueblos, así como a movimientos ciudadanos orientados a democratizar y transformar la economía; Afirmando nuestro compromiso por trabajar juntos en la consecución de los objetivos de la RIPESS Región Latinoamérica, conforme a su misión; Definiendo la presente carta como la expresión de un pacto social y ético que vincula a los diferentes miembros de la RIPESS en Latinoamérica; Las organizaciones, redes nacionales y regionales agrupadas en la Red Intercontinental de Promoción de la Economía Social y Solidaria (RIPESS) Región Latinoamérica, luego de un debate colectivo en el Taller de Desarrollo Institucional realizado en la ciudad de Lima, en noviembre de 2007, en el marco de Lima + 10, adoptamos la presente Carta de Principios: Nuestras convicciones RIPESS Región Latinoamérica está convencida de que el desarrollo de las capacidades humanas es fundamental para transformar el mundo, y que esto es posible a través de acciones colectivas estructuradas en redes de solidaridad, y mediante la producción y el intercambio de conocimientos y recursos. RIPESS Región Latinoamérica cree que la economía debe permitir a hombres y mujeres satisfacer sus necesidades y ambiciones, cuidando que las generaciones futuras puedan satisfacer las suyas. Nuestros valores • Humanismo Colocamos al ser humano, su dignidad, su cultura, su desarrollo y su plenitud en el centro de nuestra acción, y, en ese sentido, estamos comprometidos en la construcción y valorización de proyectos que refuercen la capacidad de realización individual y colectiva de la persona humana, así como su bienestar. En esta perspectiva, promovemos el respeto irrestricto y el ejercicio pleno de la integralidad de derechos humanos, civiles, políticos, económicos, sociales, Región Latinoamérica culturales y medio ambientales, recogidos en las diversas cartas e instrumentos internacionales de derechos humanos. • Democracia Consideramos el mundo, las sociedades, los entornos de trabajo y de vida y las organizaciones como proyectos a construir participativamente, a partir del respeto al derecho de las personas y de los pueblos a decidir sobre su propio desarrollo personal y social. Asumimos la política como un espacio de relación horizontal de personas y colectivos sociales en la búsqueda del interés común, y promovemos una democracia participativa, basada en la participación ciudadana en las decisiones de política de la esfera estatal en todos sus niveles. • Solidaridad Destacamos la solidaridad como un elemento que nos permite reconocernos en el otro y preocuparnos por su bienestar, así como movilizar recursos y establecer relaciones con otros colectivos y movimientos sociales, propendiendo al tejido de una gran red de personas y organizaciones orientadas a construir un mundo más justo, democrático e igualitario. • Inclusividad Somos una red abierta al conjunto de prácticas de solidaridad en la economía, provenientes de cualquier realidad y sector, y en esa perspectiva establecemos diálogos basados en el respeto a las diferencias ideológicas y la búsqueda de consensos. • Subsidiariedad Reconocemos y valoramos las capacidades y saberes de las personas y colectivos sociales para resolver sus problemas y decidir sobre sus proyectos. En nuestra intervención, buscamos afirmar el desarrollo desde las bases, promoviendo su organización y asociación para enfrentar problemas comunes y realizar proyectos mayores. • Diversidad Promovemos el respeto a la diversidad étnica, cultural y de identidad sexual, así como la diversidad de emprendimientos para responder de mejor manera a las distintas realidades existentes. Animamos la diversidad de actores de la economía social y solidaria, para que todos los segmentos participantes se encuentren representados y puedan defender sus intereses, especialmente las mujeres y los grupos sociales marginados por el sistema actual. • Creatividad Fomentamos la innovación y la originalidad de conceptos y discursos a fin de favorecer la construcción de prácticas y experiencias creativas y críticas, que aporten en mayor y mejor medida al cambio social. 2 Región Latinoamérica • Desarrollo sustentable Afirmamos nuestra voluntad de trabajar por el desarrollo sustentable, protegiendo el medio ambiente y la biodiversidad, cuestionando el actual modelo neoliberal de crecimiento económico que pone en riesgo la vida sobre el planeta, y promoviendo una relación armónica hombre –naturaleza y espíritu – cuerpo, donde los recursos que nos brinda la naturaleza sean utilizados racionalmente para satisfacer las necesidades de las personas, respetando el equilibrio de los ecosistemas. • Igualdad, equidad y justicia para todos y todas Inscribimos nuestra acción en la lucha contra todas las formas de discriminación y dominación. Particularmente, afirmamos que la discriminación y la opresión a las mujeres, a los niños y jóvenes, a los pueblos originarios, a los pobres, a personas con discapacidad, entre otras, deben ser erradicadas. • Respeto e integración entre los países y los pueblos Nos oponemos a todo tipo de dominación económica, política y cultural de los países del Norte sobre los países del Sur y levantamos como alternativa una integración basada en la cooperación y complementación de los países del Sur, aspirando a la globalización de la solidaridad. • Una economía plural y solidaria Frente a un modelo económico neoliberal excluyente, que defiende el lucro como única motivación del quehacer económico, planteamos la validez y la acción a favor de una economía plural y solidaria, donde co-existan lógicas de acumulación, redistribución y reciprocidad, expresadas en un mercado justo y democrático, un Estado participativo, y una sociedad solidaria. MISIÓN Es misión de RIPESS construir y promover la economía social y solidaria, incorporando la dimensión social y ética en la actividad económica. Esto consiste en producir, intercambiar y consumir bienes y servicios que correspondan con las necesidades económicas y sociales de la comunidad local e internacional y el establecimiento de relaciones armoniosas entre los concurrentes en la acción económica. Esta economía social y solidaria revalora el papel del trabajo sobre el capital. Tiene como finalidad la satisfacción de las necesidades de las personas y de la colectividad por encima del lucro o las utilidades financieras. 3 Región Latinoamérica Las unidades económicas solidarias están basadas en un modo de toma de decisiones democráticas y en una gestión participativa y transparente, que permite asegurar una apropiación colectiva de los resultados de la actividad, y una motivación y aporte sostenidos que contribuyen a su éxito. Su contribución se evalúa por su incidencia sobre el desarrollo local, nacional e internacional, particularmente por la creación de ocupación permanente, el desarrollo de la oferta de nuevos servicios, la mejora de la calidad de vida, el aporte a la equidad de género, la protección del medio ambiente y la creación de riquezas en condiciones éticas. OBJETIVOS • Promover los principios, valores y prácticas, así como la conexión en red de los actores de la economía social y solidaria en los ámbitos locales, nacionales, regionales y mundiales. • Reforzar las dinámicas de intercambio y el diálogo entre las diferentes maneras de pensar la economía social y solidaria. • Promover las iniciativas económicas creativas desde una perspectiva de desarrollo interno y autocentrado de nuestras sociedades, en crítica al modelo neoliberal y su sistema de dominación colonial. • Defender la diversidad intercultural, la democracia y la participación popular en el desarrollo integral de la comunidad. • Promover la formación y el desarrollo de las empresas con finalidad social. • Incidir positivamente en el cambio de las políticas públicas a favor de los sectores populares y sociales, tanto en los países como en los organismos multilaterales e instituciones internacionales, para un reparto más equitativo de recursos y oportunidades. 4 ANEXO III: CARTA DE PRINCIPIOS DE REAS 217 ANEXO III CARTA DE PRINCIPIOS DE REAS 218 “Carta de Principios de la Economía Solidaria” REAS – Red de Redes – Mayo 2011 1 CARTA DE LA ECONOMÍA SOLIDARIA La economía solidaria, es un enfoque de la actividad económica que tiene en cuenta a las personas, el medio ambiente y el desarrollo sostenible y sustentable, como referencia prioritaria, por encima de otros intereses. La economía solidaria en sus formas más diversas es una manera de vivir que abarca la integralidad de las personas y designa la subordinación de la economía a su verdadera finalidad: proveer de manera sostenible las bases materiales para el desarrollo personal, social y ambiental del ser humano. La referencia de la economía solidaria es cada sujeto y las comunidades creadas desde las iniciativas sociales, por lo que no se la identifica según los beneficios materiales de una iniciativa, sino que se define en función de la calidad de vida y el bienestar de sus miembros y de toda la sociedad como sistema global. La economía solidaria, en el marco de la tradición de la economía social, pretende incorporar a la gestión de la actividad económica, los valores universales que deben regir la sociedad y las relaciones entre toda la ciudadanía: equidad, justicia, fraternidad económica, solidaridad social y democracia directa. Y en tanto que una nueva forma de producir, de consumir y de distribuir, se propone como una alternativa viable y sostenible para la satisfacción de las necesidades individuales y globales y aspira a consolidarse como un instrumento de transformación social. Las organizaciones que participamos en el movimiento de la economía solidaria en general y en REAS - Red de Redes en particular, compartimos, para el desarrollo de nuestra misión, los siguientes ejes transversales: ▫ La autonomía como principio de libertad y ejercicio de la corresponsabilidad. ▫ La autogestión como metodología que respeta, implica, educa, iguala las oportunidades y posibilita el empoderamiento. ▫ La cultura liberadora como base de pensamientos creativos, científicos y alternativos que nos ayuden a buscar, investigar y encontrar nuevas formas de convivir, producir, disfrutar, consumir y organizar la política y la economía al servicio de todas las personas. ▫ El desarrollo de las personas en todas sus dimensiones y capacidades: físicas, psíquicas, espirituales, estéticas, artísticas, sensibles, relacionales…en armonía con la naturaleza, por encima de cualquier crecimiento desequilibrado económico, financiero, bélico, consumista, transgénico y anómalo como el que se está propugnando en nombre de un desarrollo “ficticio”. ▫ La compenetración con la Naturaleza ▫ La solidaridad humana y económica como principio de nuestras relaciones locales, nacionales e internacionales. “Carta de Principios de la Economía Solidaria” REAS – Red de Redes – Mayo 2011 2 LOS 6 PRINCIPIOS DE LA CARTA DE LA ECONOMIA SOLIDARIA DE REAS 1. PRINCIPIO DE EQUIDAD � Consideramos que la equidad introduce un principio ético o de justicia en la igualdad. Es un valor que reconoce a todas las personas como sujetos de igual dignidad, y protege su derecho a no estar sometidas a relaciones basadas en la dominación sea cual sea su condición social, género, edad, etnia, origen, capacidad, etc. � Una sociedad más justa es aquella en la que todas las personas se reconocen mutuamente como iguales en derechos y posibilidades, y tiene en cuenta las diferencias existentes entre las personas y los grupos. Por ello debe satisfacer de manera equitativa los intereses respectivos de todas las personas. � La igualdad es un objetivo social esencial allí donde su ausencia trae consigo un déficit de dignidad. Cuando se vincula con el reconocimiento y respeto a la diferencia, lo denominamos “equidad”. DESDE ESTA CONCEPCIÓN DE LA EQUIDAD, LA ECONOMÍA SOLIDARIA DEFIENDE: - El reconocimiento mutuo de las diferencias y la diversidad desde la igualdad de derechos. - El justo valor de los recursos libres de especulaciones financieras, y su justa distribución. - La igualdad de oportunidades para todas las personas y la necesidad de generar condiciones que la promueven de manera efectiva. - El derecho a la participación en todos los ámbitos de nuestra vida cultural, social, económica, política, etc. - El derecho a la información accesible, clara y frecuente para poder participar y tomar decisiones en todos los aspectos que nos conciernen como personas. - La transparencia informativa como requisito para poder conocer, opinar y participar con conocimiento de la realidad y tomar las medidas oportunas que convengan al bien común, tanto en nuestras organizaciones como en todos los estamentos de la sociedad. - La solidaridad organizada, para paliar la falta de fraternidad o de justicia. - El compromiso con las personas y comunidades empobrecidas. “Carta de Principios de la Economía Solidaria” REAS – Red de Redes – Mayo 2011 3 ALGUNAS OBSERVACIONES SOBRE LA EQUIDAD: ▫ Para la igualdad de oportunidades no es suficiente la cuestión de paridad en los puestos, sino que es necesario promover el desarrollo de las capacidades de todas las personas de manera equitativa. Esto supone desarrollar actuaciones que compensen la diversidad de desventajas sociales para que muchas personas tengan realmente las mismas posibilidades. Un elemento básico es la paridad económica: a igual trabajo, igual remuneración. ▫ Para la participación es necesario promover el acceso a todas las personas implicadas en la organización, poniendo todos los medios y creando cauces de accesibilidad que motiven la responsabilidad y el proceso de empoderamiento. ▫ Sobre la transparencia es preciso también comunicar al entorno nuestros objetivos y resultados, asegurando instrumentos de comunicación adecuados para que llegue la información a los colectivos preferentes. ▫ Para verificar como se están practicando la participación, la transparencia, la información y en definitiva la igualdad de oportunidades, es necesario realizar análisis permanentes. “Carta de Principios de la Economía Solidaria” REAS – Red de Redes – Mayo 2011 4 2. PRINCIPIO DE TRABAJO: � Consideramos que el trabajo es un elemento clave en la calidad de vida de las personas, de la comunidad y de las relaciones económicas entre la ciudadanía, los pueblos y los Estados. Por ello desde REAS situamos la concepción del trabajo en un contexto social e institucional amplio de participación en la economía y en la comunidad. � Afirmamos la importancia de recuperar la dimensión humana, social, política, económica y cultural del trabajo que permita el desarrollo de las capacidades de las personas, produciendo bienes y servicios, para satisfacer las verdaderas necesidades de la población (nuestras, de nuestro entorno inmediato y de la comunidad en general). Por eso para nosotros el trabajo es mucho más que un empleo o una ocupación. � Constatamos que estas actividades las podemos ejercitar individual o colectivamente, y pueden ser remuneradas o no (trabajo voluntario) y la persona trabajadora pueda estar contratada o asumir la responsabilidad última de la producción de bienes o servicios (autoempleo). � Dentro de esta dimensión social hay que destacar que sin la aportación del trabajo llevado a cabo en el ámbito del cuidado a las personas, fundamentalmente realizado por las mujeres, nuestra sociedad no podría sostenerse. Trabajo que aún no está suficientemente reconocido por la sociedad ni repartido equitativamente. DESDE ESTA CONCEPCIÓN DEL TRABAJO, LA ECONOMÍA SOLIDARIA DEFIENDE: - Recuperar la dimensión humana del trabajo. Las personas son las protagonistas principales de la economía solidaria, y como tales deben crecer a través del desarrollo de sus capacidades: de iniciativa y creatividad, de pensar, de comunicación, de gestión, de trabajo en equipo, de asumir riesgos, de investigar… Es también un factor de inclusión e integración social y un pilar de la autoestima de la persona relacionado con todas las dimensiones de su vida. - La dimensión social del trabajo: que significa poner nuestras capacidades al servicio de las necesidades de la comunidad y de la población en general. Incluyendo y teniendo en cuenta todas las formas de actividades como por ejemplo el trabajo doméstico o las tareas en el ámbito del cuidado a las personas. - Las dimensiones políticas del trabajo: a) El derecho de todas las personas a tener pleno acceso a las oportunidades sociales de obtención de recursos; los derechos fundamentales del trabajo y el diálogo social. b) El derecho a participar en la planificación de lo que hay que producir para satisfacer las necesidades de la población comenzando por la más cercana y no tanto enfocada al mercado indefinido y globalizado. c) Participación de las personas trabajadoras y de la sociedad civil en la propiedad de los medios de producción y en la toma de decisiones relevantes, estando el capital social de las empresas al servicio de las necesidades sociales a las que se pretenda responder. - Las dimensiones económicas del trabajo: a) Condiciones laborales dignas que cubran las necesidades económicas de las personas y empleo de calidad. b) Establecer formas consensuadas y justas de valoración del intercambio en las relaciones comerciales y productivas. Básicamente relaciones de cooperación y no de competitividad. “Carta de Principios de la Economía Solidaria” REAS – Red de Redes – Mayo 2011 5 ALGUNAS OBSERVACIONES SOBRE EL TRABAJO: • De la dimensión social del trabajo se desprende la necesidad de establecer medios y mecanismos para detectar las necesidades de la población y producir aquellos bienes y servicios que son socialmente útiles… De ahí emana el deber y el derecho de trabajar, ya que es la forma de dar sentido a nuestras capacidades y ser reconocido por la sociedad. • Si queremos conseguir unas relaciones económicas justas es necesario fomentar un modelo de empresa coherente con todas las dimensiones anteriores, que es bastante diferente del modelo convencional que rige mayoritariamente en la actualidad. • Estas empresas, para conseguir sus objetivos sociales y económicos, tendrán que tener: ▫ Un funcionamiento autogestionario, si nó, no tendrán la libertad de planificar y decidir, ni contarán con el apoyo de todas las personas que las integran... ▫ Un funcionamiento transparente, que asegure una buena comunicación para que la información llegue a todo el mundo… ▫ Un funcionamiento participativo y con asambleas abiertas a todas las personas socias y trabajadoras donde se consulta a todas sobre las decisiones relevantes a tomar. • Las empresas de economía solidaria quieren ser: ▫ Una escuela de capacitación profesional en los diversos oficios y profesiones, ▫ Una experiencia práctica de participación democrática responsable, estimulándola constantemente, ▫ Una oportunidad para el ejercicio de asumir responsabilidades y riesgos, ▫ Un ejemplo de equidad en igualdad de oportunidades, donde se facilita el acceso a cargos responsables y donde las diferencias de remuneración económicas son mínimas, equitativas y debidamente justificadas, ▫ Un aprendizaje de eficiencia en la planificación y la gestión, ▫ Un espacio donde generar trabajo estable y de calidad donde se eviten los horarios excesivos y los riesgos de accidentes, ▫ Un marco idóneo para acoger e integrar a personas con dificultades acumuladas, ▫ Un compromiso práctico con el desarrollo local de su territorio, ▫ Un laboratorio de experiencias de fraternidad económica ▫ Un foco de esperanza realista que permita vislumbrar que otra economía es posible. - La dimensión cultural del trabajo. Distinguimos entre trabajo y empleo, ya que este último término solo hace referencia a la forma jurídica de un contrato por cuenta ajena. Mientras que trabajo habla de su función humana, social, política y económica independientemente de su forma jurídica o administrativa. - La dimensión ambiental, que implica la responsabilidad de producir bienes y servicios de forma sostenible. “Carta de Principios de la Economía Solidaria” REAS – Red de Redes – Mayo 2011 6 3. PRINCIPIO DE SOSTENIBILIDAD AMBIENTAL: � Consideramos que toda nuestra actividad productiva y económica está relacionada con la naturaleza, por ello nuestra alianza con ella y el reconocimiento de sus derechos es nuestro punto de partida. � Creemos que nuestra buena relación con la Naturaleza es una fuente de riqueza económica, y de buena salud para todos. De ahí la necesidad fundamental de integrar la sostenibilidad ambiental en todas nuestras acciones, evaluando nuestro impacto ambiental (huella ecológica) de manera permanente. � Queremos reducir significativamente la huella ecológica humana en todas nuestras actividades, avanzando hacia formas sostenibles y equitativas de producción y consumo, y promoviendo una ética de la suficiencia y de la austeridad. DESDE ESTA CONCEPCIÓN DE SOSTENIBILIDAD AMBIENTAL, LA ECONOMÍA SOLIDARIA DEFIENDE: � El consumo responsable como actitud coherente con un doble criterio ético de equidad social y de sostenibilidad ambiental: tener en cuenta las implicaciones económicas y sociales de las prácticas y hábitos de consumo. � La soberanía alimentaría: derecho de cada territorio a definir sus políticas agropecuarias y de alimentación y conservar sus variedades locales y sus razas autóctonas. � La conservación de las especies y territorios protegiendo la biodiversidad natural necesaria para el equilibrio de nuestro planeta y la obligada solidaridad con las generaciones siguientes. � El decrecimiento: el uso racional de los recursos: agua, energía, materiales… lo que significa desarrollar una economía que no lleve en su misma esencia la necesidad de crecer indefinidamente. � La producción limpia, que supone utilizar energías renovables, bioconstrucción, agroecología,… y la necesidad de prevenir la contaminación y de medir el impacto ambiental en nuestras actividades económicas (especialmente la emisiones de CO2). � La necesidad imperiosa de promover prácticas e iniciativas responsables con el medio ambiente (reducción, reutilización, y reciclaje de residuos, turismo responsable, energías limpias, etc.) y fomentar la educación ambiental y la investigación y el estudio de la Naturaleza para aprender de ella. � La ordenación del territorio que tenga en cuenta la distribución proporcional adecuada entre población y espacio para soportar la agricultura y la ganadería suficientes, los servicios de saneamiento, los transportes necesarios no contaminantes, etc. La planificación urbanística sin masificaciones, con modelos de construcción para la habitabilidad, la seguridad, la calidad, la convivencia vecinal y el respeto al descanso. Donde coexista de manera equilibrada lo rural y lo urbano… “Carta de Principios de la Economía Solidaria” REAS – Red de Redes – Mayo 2011 7 ALGUNAS OBSERVACIONES SOBRE LA SOSTENIBILIDAD AMBIENTAL � Consumir de manera responsable no es tan solo satisfacer una necesidad o deseo, sino que al hacerlo estamos favoreciendo procesos que tienen implicaciones positivas de carácter económico (redes de distribución del mercado social, financiación alternativa, banca ética,), social (equilibrio Norte-Sur, inclusión social, condiciones laborales dignas, desarrollo local…) y de sostenibilidad medioambiental (reducir contaminación, evitar agotamiento de recursos, evitar costes medioambientales innecesarios...) � El consumo responsable consiste en tener en cuenta estas repercusiones en el momento de elegir entre las distintas opciones que ofrece el mercado ya que al hacerlo colaboramos en todos los procesos que hacen posible el bien o servicio consumido: la energía que se consume en su producción, los recursos naturales que hacen falta para su producción, la mano de obra requerida (si ha sido justamente remunerada), y el residuo que genera una vez que su vida útil se ha agotado. � Dado el grado de deterioro ambiental producido es necesaria la recuperación, mejora y restauración de lo ya deteriorado y la compensación de las emisiones vertidas a modo de justicia ambiental. � Necesitamos implementar iniciativas de economía basada en la ecología que tenga en cuenta en su viabilidad y sostenibilidad: la medición de los costes del impacto medioambiental, la recuperación del deterioro (justicia ambiental), la influencia en la salud de las personas, y la selección de los proveedores que cumplan estos principios. � Somos conscientes de que nuestro objetivo de preservación ecológica y apoyo al medio ambiente sólo será posible cumplirlo si se dan, de manera efectiva, una serie de transformaciones económicas y sociales. Por ello es necesario hacer visibles estos planteamientos y experiencias positivas para presionar política, social y económicamente hacia estos cambios. “Carta de Principios de la Economía Solidaria” REAS – Red de Redes – Mayo 2011 8 . 4. PRINCIPIO DE COOPERACIÓN: � Queremos favorecer la cooperación en lugar de la competencia, dentro y fuera de nuestras organizaciones vinculadas a la Red, buscando la colaboración con otras entidades y organismos públicos y privados… � Pretendemos construir colectivamente un modelo de sociedad basándonos en el desarrollo local armónico, las relaciones comerciales justas, la igualdad, la confianza, la corresponsabilidad, la transparencia, el respeto… � Partimos de que la Economía Solidaria está basada en una ética participativa y democrática, que quiere fomentar el aprendizaje y el trabajo cooperativo entre personas y organizaciones, mediante procesos de colaboración, de toma de decisiones conjuntas, de asunción compartida de responsabilidades y deberes, que garanticen la máxima horizontalidad posible a la vez que respeten la autonomía de cada una, sin generar dependencias. � Entendemos que estos procesos de cooperación deben extenderse a todos los ámbitos: local, regional o autonómico, estatal e internacional y deben normalmente articularse en Redes donde se vivan y se fomente esos valores … DESDE ESTA CONCEPCIÓN DE LA COOPERACIÓN LA ECONOMÍA SOLIDARIA DEFIENDE: � El fomento de la cultura de la cooperación promoviendo empresas cooperativas y un modelo de redes horizontales, participativas, democráticas, de confianza… � La necesidad de articular las relaciones en red, que se caractericen por la misma cultura y valores de cooperación que pretendemos fomentar en la sociedad… � Redes para generar sinergias: - Socializar información de nuestras prácticas y enriquecernos mutuamente - Compartir conocimientos donde aprender y crecer. - Compartir los recursos de las organizaciones, los espacios físicos o bienes materiales. - Complementarnos y unir esfuerzos como parte de un todo. � Redes que respetan la autonomía de las entidades y promueven su fortalecimiento. “Carta de Principios de la Economía Solidaria” REAS – Red de Redes – Mayo 2011 9 ALGUNAS OBSERVACIONES SOBRE LA COOPERACIÓN: � No podemos construir solos otros modelos de sociedad porque somos parte de un todo y aislados no somos suficientes. � La confianza se genera en base a los hechos. Si alguien pone en común sus informaciones, conocimientos, experiencias, preocupaciones, fracasos, etc., invita a las demás entidades y personas a realizar lo mismo y se crea la costumbre de relaciones de confianza y transparentes. � Las redes son espacios de desarrollo y crecimiento mutuo, por eso se valora el beneficio que la organización obtiene y lo que la organización aporta a estas redes con su participación activa. � La cooperación en nuestras Redes son tanto hacia dentro, mejorando permanentemente las relaciones entre nuestras entidades, colaborando en proyectos conjuntos y co-creando iniciativas comunes, como hacia fuera con otras entidades participando en eventos, proyectos o en causas comunes, buscando tener una incidencia política significativa en el entorno. � Para el fortalecimiento de las redes es necesario favorecer el autoconsumo de nuestros productos y servicios. En casos de entidades especializadas, de las redes, no es positivo competir con ellas, antes al contrario beneficiarnos de sus servicios, ya que normalmente saben más sobre ese producto determinado. “Carta de Principios de la Economía Solidaria” REAS – Red de Redes – Mayo 2011 10 5. PRINCIPIO “SIN FINES LUCRATIVOS”: � El modelo económico que practicamos y perseguimos tiene como finalidad el desarrollo integral, colectivo e individual de las personas, y como medio, la gestión eficiente de proyectos económicamente viables, sostenibles e integralmente rentables, cuyos beneficios se reinvierten y redistribuyen. � Esta “no – lucratividad”, está íntimamente unida a nuestra forma de medir los balances de resultados, que tienen en cuenta no solo los aspectos económicos, si no también los humanos, sociales, medioambientales, culturales y participativos y el resultado final es el beneficio integral. � Se entiende por ello que nuestras actividades destinan los posibles beneficios a la mejora o ampliación del objeto social de los proyectos así como al apoyo de otras iniciativas solidarias de interés general, participando de esta manera en la construcción de un modelo social más humano, solidario y equitativo. DESDE ESTA CONCEPCIÓN DE NO TENER FINES LUCRATIVOS, LA ECONOMÍA SOLIDARIA DEFIENDE: � La Reinversión de los posibles beneficios en la propia sostenibilidad de la iniciativa económica o mediante el apoyo a proyectos sociales, a nuevas iniciativas solidarias o a programas de cooperación al desarrollo, entre otros. � La Redistribución de la riqueza que generamos. Los resultados deben estar al servicio de la sociedad y no al servicio de la acumulación privada del capital. Lo justo es socializar los beneficios, evitando así la existencia de posiciones dominantes interesadas en apropiarse de los excedentes económicos. � La Autonomía e independencia política e ideológica y de decisión con respecto a las posibles fuentes de financiación externa. El hecho de desarrollar acciones subvencionadas por la administración, no significa que no se pueda mantener la independencia política. � La Transparencia y gestión democrática para que se pueda verificar la buena reinversión y redistribución de las riquezas generadas al servicio de la comunidad. � La sostenibilidad económica basada en la rentabilidad integral que tiene en cuenta tanto los resultados positivos económicos, como los sociales y ambientales. Este criterio es el punto de partida de cualquier iniciativa productiva que se ponga en marcha para que aporte los beneficios deseables sin perjudicar a ninguna otra dimensión, ni a otros colectivos productores o consumidores. � La utilización de la financiación ética en los flujos económicos de la entidad. “Carta de Principios de la Economía Solidaria” REAS – Red de Redes – Mayo 2011 11 ALGUNAS OBSERVACIONES SOBRE EL NO TENER FINES LUCRATIVOS: � Dado que el obtener beneficios económicos no es el último fin de nuestras actividades, sino la sostenibilidad y la respuesta a las verdaderas necesidades de las personas, es importante revisar nuestras aplicaciones prácticas a la hora de fijar: jornadas de trabajo con horarios adecuados, sin horas extras, salarios a niveles justos, crear empleo o repartir empleo, condiciones de trabajo, etc. � Para realizar las reinversiones y las redistribuciones de los posibles beneficios generados, es importante plantearse quiénes son aquellos o aquellas con las que vamos a compartir el principio de transparencia y participación democrática, con el fin de garantizar que haya más personas o colectivos que puedan opinar sobre las prioridades. � Los mismos principios que rigen para nuestras entidades, rigen para las personas que las conformamos y debemos plantearnos dónde están situados nuestros ahorros con el fin de favorecer más el reparto equitativo de los beneficios en toda la sociedad. � La autonomía y la sostenibilidad exigen estar muy atentos a que los porcentajes de ingresos vía subvenciones, donaciones, cuotas de usuarios y afiliados y facturación, sean los adecuados respecto al total de ingresos. “Carta de Principios de la Economía Solidaria” REAS – Red de Redes – Mayo 2011 12 6.- PRINCIPIO DE COMPROMISO CON EL ENTORNO: � Nuestro compromiso con el entorno se concreta en la participación en el desarrollo local sostenible y comunitario del territorio. � Nuestras organizaciones están plenamente integradas en el territorio y entorno social en el que desarrollan sus actividades, lo que exige la implicación en redes y la cooperación con otras organizaciones del tejido social y económico cercano, dentro del mismo ámbito geográfico. � Entendemos esta colaboración como un camino, para que experiencias positivas y solidarias concretas puedan generar procesos de transformación de las estructuras generadoras de desigualdad, dominación y exclusión. � Nuestro compromiso en el ámbito local nos aboca a articularnos en dimensiones más amplias para buscar soluciones más globales, interpretando la necesidad de transitar continuamente entre lo micro y lo macro, lo local y lo global. DESDE ESTA CONCEPCIÓN DEL COMPROMISO Y COOPERACIÓN CON NUESTRO ENTORNO, LA ECONOMÍA SOLIDARIA DEFIENDE: � La búsqueda de respuestas a las necesidades de la población a partir de planes de desarrollo local comunitario y sostenible con la participación de la población consciente y organizada. � Que la participación normal en esos planes de desarrollo local sea a través de la implicación en redes, en interrelación con los diversos movimientos sociales que abordan múltiples problemáticas, así como con los diferentes colectivos que promueven posiciones económicas críticas (ecologistas, feministas,...) � Redes con estrategias de transformación, con impacto social para influir en el diseño y desarrollo de dinámicas sociales y políticas. � Redes de acción común solidaria, de información rigurosa y comunicación transparente, de participación responsable y democrática, de búsqueda de soluciones a temáticas especificas y también transversales sobre lo global del territorio… � Planes de desarrollo local y Redes que se planteen articulaciones más amplias para contribuir a la generación de alternativas globales, partiendo de lo local. “Piensa global y actúa local”. “Carta de Principios de la Economía Solidaria” REAS – Red de Redes – Mayo 2011 13 Tras esta carta REAS – Red de Redes se compromete a: � Utilizar y mejorar las herramientas en el ámbito de REAS que ayuden a medir/valorar los impactos para prevenirlos y corregir los errores. Conviene elaborar indicadores para medir. Entendemos que la Auditoria Social es la herramienta metodológica que REAS tiene para verificar su coherencia. � Necesidad de intercambiar las buenas prácticas que se desarrollen en las diversas iniciativas de cada territorio, para aprender unas de otras y avanzar todas. ALGUNAS OBSERVACIONES SOBRE EL COMPROMISO CON EL ENTORNO � Visibilizar nuestro compromiso con el entorno se concreta en el impacto social de nuestra actuación con el desarrollo local. Por ello son las otras entidades del entorno y la población cercana quienes tienen que visibilizar y reconocer lo que hacemos y valorar nuestro impacto. � Tenemos que partir de un compromiso con las alternativas socio-económicas activas del entorno (entidades y colectivos específicos sobre el ahorro, el comercio justo, el desarrollo, etc.), favoreciendo la creación del tejido social y estimulando y fortaleciendo el existente. � Es importante un análisis del contexto donde convivimos para saber, por un lado las verdaderas necesidades existentes y que entidades y personas están comprometidas con ellas, y por otro lado saber qué prioridades de colaboración establecer, y conocer con quienes se cuenta y con quienes no, para esta tarea de compromiso y búsqueda de respuestas transformadoras. � En esos procesos de trabajo común con otras entidades y colectivos es muy importante la tolerancia con la diversidad, de manera a desarrollar estrategias de sumar para fortalecer las redes. 232 ANEXO IV: RESUMEN EN INGLÉS 233 ANEXO IV RESUMEN EN INGLÉS ANEXO IV: RESUMEN EN INGLÉS 234 ANEXO IV: RESUMEN EN INGLÉS Name of the doctoral thesis: Dialogue between Feminism and Marxism from the Second Feminist Wave and Current Alternatives from the Feminist Social Economy. Author: Alicia Rius Buitrago Keywords: Feminism, Marxism, Social Economy, Ecofeminism, Radical democracy, Development, Empowerment, Capacities Introduction This thesis aims to retrieve propositions drawn up since the 1970’s in academic, militant and political spheres in a reference framework of feminism of Marxist origin. The theoretical structure of the thesis touches on several of the different debates established from the second wave up to the present day. Ever since radical feminism emerged, the refusal to subordinate women’s interests to any other cause has generated a multitude of reflections and analyses which warrant highlighting. As an example, the effort made by certain feminist theoreticians since that time to identify the point of origin of discrimination against women has led us to consider the division of labor by sex or the exploitation of women’s bodies as part of this origin. To this are added, through different feminist currents, other differences that must be taken into account when addressing the process of overcoming all types of discrimination. Some of the other proposals come from feminists of color, Chicana, multiracial, lesbian and trans feminists, manifesting the multiple differences found in the subject “woman” and the need to increase the complexity of the definition of problems and discriminations they face, and, from there, to craft proposals and struggles that integrate and do not exclude. A side effect of this interesting debate about identities is the complexity of constructing “women’s” battles and, for decades, its main asset has been and is still the creation of politics of location, responding to the interests of women who have been previously defined and named. From here on, this reflection guides us to re-examine how international policies have attempted to impact on the challenges that feminisms have launched, by boosting measures that favor conditions of women’s starting point and destination. Standing out among these measures are affirmative action, gender mainstreaming and the empowerment approach, in different areas (labor, sex and reproduction, affection and ANEXO IV: RESUMEN EN INGLÉS recreation, etc.), all of them aimed at making principles of non-discrimination effective in states of law. Lastly, we come to the cardinal points of current transformational feminist proposals; among them the capability approach and the ethics of care, critical ecofeminism and radical democracy which are the bedrock of this study. For the case study we have chosen a framework of social economy, and within this, the Madrid Feminist Economy Network, in an effort to respond to many of the demands posed by feminist economy. By examining the Social Economy of Madrid from a gender perspective, and through in-depth interviews of five women cooperative members, we have attempted to decipher the present day challenges to equity that these women face and the measures they are taking to overcome them. This study hopes to be a small step in advancing an economic model which places life and care at its center, and favors the development of a society based on equity, environmental sustainability and real democracy. Goals of the research Objective: Analyze the discourse of feminist women who are in associated work cooperatives, to find out the advances and challenges, from a practical perspective, that strengthen real equity. Specific objective 1: Contribute to the definition of what feminist women in the Madrid Social Economy understand to be ‘social economy’. Specific objective 2: Construct with them an idea of good life and identify, through their narratives, the strengths and weaknesses of their practices with regard to this idea. Specific objective 3: Learn their assessment of the social economy environment. Hypothesis: The social economy is a suitable framework to meet women’s basic need for employment while in turn favoring attention to strategic interests of gender, ANEXO IV: RESUMEN EN INGLÉS through women’s changing position; yet the act of putting it into practice leads to obstacles and new challenges that must be discovered and dealt with. Specific hypothesis 1: Women’s personal and employment backgrounds are intertwined, reflecting a feminist continuum between what is personal and what is political. Specific hypothesis 2: The values brought together in the framework of solidarity economy, which includes their idea of good life, causes tension and, occasionally, contradictions within their own lives that must necessarily be named. Specific hypothesis 3: Feminist women within the social economy have carried out strategies to improve both their situation and women’s position overall. These should be documented in order to create common knowledge. Some questions and conclusions In order to gather the achievements obtained in the current research together in an orderly manner, it is important to return to the motive and hypothesis of this study. Thanks to the exchange between Marxism and Feminism, we take up both their torches. One is the importance of transforming production relationships in such a way that they include those tasks assigned to reproduction, the primary stumbling block in women’s work lives and the most precarious employment niche, when women receive remuneration. And the other is to draw up a plan according to the wishes and interests of the women who participate in it. The study covers some measures laid out both in the political sphere (measures carried out by the State and multilateral organs) and in the social sphere (measures proposed by women’s organizations) to overcome those barriers that prevent the attainment of equity and wellbeing. Examining the positions we have gathered in this research to identify alternative systems based on empowerment and equity, the social and solidarity economy is revealed as a proposition that is able to respond to many of anti-capitalist feminism’s challenges, in both the area of material needs as well as ideological and strategic ones. ANEXO IV: RESUMEN EN INGLÉS Initial study of social economy businesses, and specifically associated work cooperatives shows data that responds to the hypothesis we have posed and which, briefly, are as follows. Materially, women in cooperatives hold positions that are advantageous when compared to the outside labor market: equal salary to men, regardless of whether the women are members or workers of the company, a higher percentage of women in positions of representation and responsibility, facilities to achieve work-life balance and improved working conditions such as a greater percentage of women with permanent, full-time contracts. Ideologically, the principles regulating the social and solidarity economy in Spain have been permeated by feminist economy, incorporating references to the importance of unremunerated work, the fair distribution of responsibilities, and life as the point around which human activity is centered. It warrants mention that the sensitivity present in cooperative businesses towards principles of equality allow for the aforementioned achievements, without the aid of equity plans or other additional measures, such as parity lists. Thus, social economy is framed within a set of central tenets which, if extrapolated to society, may strengthen democracy’s equity and active citizenry. To enter further into the experience of defining, more in-depth, what social economy is on the inside and what levels of wellbeing it allows women, we chose the epistemology of the feminist point of view and decided to look through the eyes of feminist women inserted in associated work cooperatives. With the help of the women we interviewed, we have been able to draw up a collective notion of good living, which is the basis on which achievements have been evaluated and mechanisms have been designed that allow for further creation of the conditions that make it possible for us to move towards that life. The perspective of these women has allowed us to position ourselves on a partial map and guide ourselves towards where and how to continue advancing. It has been through this study that we have been able to embody many of the previously described achievements, as well as uncover the challenges that still remain. In closing we want to pose a set of ideas that, in the guise of odds and ends can be the basis for future debates. ANEXO IV: RESUMEN EN INGLÉS Regarding salaried work… One of the achievements of this study is to have recovered and made visible another possible system of working that, in addition to meeting basic needs by means of a satisfactory salary, the construction of the means of resistance against the dominant, and for women, very precarious, systems of employment. These women have narrated experiences that show us their wellbeing, in spite of external restrictions, and via this form of employment, their achievement of certain life-related objectives, such as working at what they want and organizing their work as they see fit, designing their own schedules inasmuch as possible, contributing to social justice through their actions, and working collectively and democratically. Thanks to this cooperative work, inter-cooperative ways of working have also been established, creating networks and managing to construct demands for improvement for women working in the social economy. Their narratives show that it is possible to experience work as pleasure, and to make work a reality that is not decoupled from militancy. However, this alternative system has not been able to move beyond its own division of work by sex nor the problems that it poses. In male/female workspaces, labor continues to be divided by sex, female contributions are still undervalued and there is a certain resistance to feminist demands. Additionally, the work of care giving, for the most part, remains in the hands of women, invisible and unpaid. The fact that these are businesses that facilitate work-life balance does not overcome the bias that women are the ones who do the most balancing. This brings us to the need to continue thinking about the idea of work in general, about new categories of work capable of surpassing old limits and about creative forms of response. We also adhere to the impossibility of constructing private responses to social problems, attempting to resolve structural faults. Regarding the issue of domestic work, the involvement and imagination of the State, of individual people and of companies are needed to overcome such a deeply entrenched barrier. It brings us as well to the need for us all to continue reflecting on how we embody the roles that identify us socially as women and men, in order to overcome ANEXO IV: RESUMEN EN INGLÉS these internalized limits and the punishments we impose on ourselves when we step out of the norm. Regarding domestic work… Regarding domestic work, we have taken a close look at different propositions that, within the framework of the social economy and of feminist militancy, different groups such as SEDOAC (Active Domestic Service), Territorio doméstico (Domestic Territory) and cooperatives such as Sendas de cuidados (Pathways of Care) or Abierto hasta el Amanecer (Open Til Dawn) have attempted to build. These groups center their work on reporting the fact that conditions in the sector are far inferior to general labor conditions. They have also lobbied the State and the ILT in an effort to get Spain to sign article 189 of the ILT. Although our country took recourse in the fact that law 1620/2011 incorporated improvements in labor conditions in this employment sector in Spain, the crisis has brought about new conditions of contract abuse and situations that verge on slavery. In general, we share the viewpoint that domestic work, as it is understood, must be transformed so as to incorporate various changes in the different agents: • Those who divide the tasks. When we talk about domestic labor, we are talking about work and responsibilities that are fundamentally borne by women. Thus the first measure would be to reconfigure this labor in such a way that tasks are distributed, and equal distribution is facilitated. • Those who do the work. The proposition is to professionalize and individualize these tasks. Additionally, there is a trend towards organization in professional cooperatives to offer care giving services. • The State. It must be able to respond to the need for care of dependants, favoring diverse responses for citizens, and guaranteeing decent salaries for those who carry them out. • The community. It has the organizational capacity to handle proximity care. This proposition coincides with the idea of collective construction of life and the promotion of responsible citizenry. ANEXO IV: RESUMEN EN INGLÉS Throughout the present study it was important to us to revive the idea of a salary for women who dedicate themselves to domestic labor in their own homes. We would like to insist on the demand both in the Salaries for Domestic Work campaign and the contradictions brought to light by “welfare mothers”, who revealed the paradox of being paid a salary for taking care of other women’s children, yet being subject to judgment if they received a subsidy for taking care of their own. To transform the social concept of the value of domestic labor, it seems necessary to us that it be assigned a price and a salary. Propositions were also gathered from the women we interviewed, such as a reduction in the workday or a basic income for all people. Regarding the importance of the State as an agent… Despite numerous feminist criticisms heaped on the welfare state for being incapable, even in eras of maximum splendor, to make a decent life possible for all people, it is necessary to defend the role of the State as an agent that responds to socially constructed needs. There is no substitute for the role of the State in the redistribution of wealth and the protection of those most vulnerable. Likewise, it is responsible for guaranteeing basic needs, such as housing, healthcare, education and care. Therefore, we must require its attention to demands constructed by the social base whether it is a majority or minority. Likewise, the inclusion of feminist viewpoints and propositions from within the State (what’s known as Femocracy), and its dialogue with women-based organizations is sine qua non for interests of gender to not be dissipated in the name of general interest. As the general conclusions state, it is important that the State be sensitive to the ethic of care (which pays attention to particular circumstances), and not only the ethic of justice (which pays attention to general criteria). To this end, a feminist point of view is necessary. Regarding the complexity of placing life at the center… When we consider, from the diverse crises touched on in this paper, responding to the hegemonic system with a new order that places people’s lives in its center, the ANEXO IV: RESUMEN EN INGLÉS first doubt to assail us is “How do we do it?” This study offers clues to the direction that anti-capitalistic and post-colonial feminisms are taking, centering on –it is true- the alternative labor market. We believe that one of our achievements is to have taken a closer look and to state that it is possible. But if it means answering the question more generally, then the response must include third and fourth generation rights, and not only the right to work. The right to live in a healthy environment, the right to not work, the right to not give care, the right to peace… At this point we must turn our gaze once again to the idea of a decent life which is structured on different parts of parts with many points of convergence, and set off from there, as from a guide that permits us to find our way. Without attempting to end the paper in a Manichean way, in black and white, our conclusion to these alternative propositions for life in the face of hegemonic systems is that not only is the idea of a decent life important as a goal, it is important as a process as well. The women we interviewed bear witness to this; in their discourse the sensation of pleasure is intertwined with both their lives and their work, with all normality. And this could bring us to a close with the question on which this new order will be constructed, “Does it produce my wellbeing as I am pursuing it?” Tesis Alicia Rius Buitrago PORTADA AGRADECIMIENTOS ÍNDICE PLANTEAMIENTO CAPÍTULO I DIÁLOGO ENTRE FEMINISMO Y MARXISMO CAPÍTULO II EL REFLEJO DEL FEMINISMO EN LASPOLÍTICAS DIRIGIDAS A LA IGUALDAD DEOPORTUNIDADES EN LA COOPERACIÓN ALDESARROLLO CAPÍTULO III DEL TRABAJO DOMÉSTICO A LASOSTENIBILIDAD DE LA VIDA CAPÍTULO IV ESTUDIO DE CASO DESENLACE BIBLIOGRAFÍA ANEXOS