281 LA TRADUCCIÓN DEL LIBRO DE JOB, DE FRAY LUIS DE LEÓN a biografía de fray Luis de León (ca. 1527-1591) resulta bien conocida en sus aspectos básicos. En la formación intelectual confluyen tres vías: la agustiniana, la salmantina y la alcalaína, esto es, filosofía, teología escolástica, santos padres, principalmente San Agustín, lenguas clásicas y bíblicas y otras ciencias humanas. Cada una de ellas aporta sus propias peculiaridades que forjan la personalidad de fray Luis de León, siendo un rasgo de no menor importancia su faceta de traductor e intérprete bíblico. Ésta no puede comprenderse en sus justos términos sin enmarcarla dentro del momento histórico en el que vive y del proceso formativo al que se vio sometido el propio fray Luis de León. Una influencia decisiva tendrá, pues, la Orden de San Agustín, las Universidades de Salamanca y Alcalá, centro universitario en el que realizó un curso de Biblia, y amplió la formación humana y literaria. Rafael Lazcano • «Me parece que el traducir de una lengua en otra, como no sea de las reinas de las lenguas, griega y latina, es como quien mira los tapices flamencos por el revés, que auque se vean las figuras son llenas de hilos que las oscurecen, y no se ven con • Rafael Lazcano es licenciado en Teología moral y en Filosofía y Ciencias de la Educación (Sección Filosofía). RELIGIÓN Y CULTURA, LIII (2007), 281-322 L ESTUDIOS 1 Edición de Francisco Rico, Ed. Crítica, Barcelona 1998, p. 1144. lisura y tez de la haz; y el traducir de lenguas fáciles ni arguye ingenio ni elocución, como no le arguye el que traslada ni el que copia un papel de otro papel» (CERVANTES, M. de, Don Quijote de La Mancha, II parte, cap. 62) 1. I. INTRODUCCIÓN Los riesgos de la traducción apuntados por Cervantes son evidentes. No puede convertirse en un ejercicio mecánico, pues traducir es trans- portar, llevar el pensamiento de un sistema lingüístico a otro; el inter- cambio cultural con otras esferas lingüísticas; el verter y transferir un contenido mental a una lengua y cultura diferente. El traductor que traslada se sitúa, pues, en dos mundos diferentes, el del texto y el suyo propio. Los testimonios directos o indirectos de la actividad traductora se remontan a varios milenios antes de Jesucristo. En las relaciones sociales, políticas y económicas entre los pueblos mediterráneo y mesopotámico tuvo lugar el comienzo de la labor traductora. Se trata- ba, en efecto, de una traducción oral, es decir, lo que modernamente se entiende como interpretación. Esta transferencia lingüística entre las diferentes naciones que componían esos cuadros de civilización se vio enriquecida en el imperio sumerio-acadio con la actividad de traduc- ción poética. En Egipto, según Herodoto, existió la casta de los dragomanes o tra- ductores, testimonio de cuya actividad de interpretación la encontra- mos en el pasaje del Génesis en el que José, ministro del Faraón, se dirige a sus hermanos mediante intérprete (Gn. 42, 23). También en el Cartago púnico se registran traductores, cuyo distintivo de sus capaci- dades plurilingües era la cabeza rapada y el tatuaje de un loro. Más llamativo fue la traducción de la Biblia al griego denominada de los Septuaginta, versión de setenta traductores judíos, que, en representación de las doce tribus de Israel, reunidos en la solitaria isla 282 LA TRADUCCIÓN DEL LIBRO DE JOB, DE FRAY LUIS DE LEÓN 283 de Faros (Egipto) por Tolomeo, redactaron un único texto después de haber trabajado por grupos. Fue el primer trabajo de traducción prepa- rado en equipo. Por su parte, el nieto de Ben Sirach tradujo el Eclesiás- tico del hebreo al griego cuando comenzó a residir en Egipto, en tiem- po del rey Evergetes, «para uso de aquellos que, en el extranjero, quie- ren ser amigos del saber y conformar sus costumbres a una vida de acuerdo con la Ley» (Ecl., prólogo, v. 34). Este judío de la diáspora fue consciente de su tarea y misión de traductor, pues no siempre existe una correspondencia exacta a la hora de emprender la tarea de traducir a otra lengua. El Imperio Romano favoreció la traducción por motivos culturales. Libio Andrónico tradujo la Odisea de Homero, y Cicerón los discursos de Demóstenes y Esquines, Enio las tragedias de Eurípides, etc. Sobre el método y el valor de la traducción se expresaron Cicerón, Horacio, Terencio, Plinio, y Quintiliano. Sin embargo, el autor de mayor peso en cuanto a la traducción se refiere la encontramos en San Jerónimo (347- 420), padre de la Iglesia y eremita en Belén, quien a finales del siglo IV dedicó treinta años de su vida a traducir la Biblia según el texto hebreo premasorético al latín, entonces lengua vernácula, edición conocida como la Vulgata 2. En diferentes cartas o prólogos a sus tra- ducciones manifiesta su manera de traducir, y como traductor bíblico fue consciente de las dificultades de su oficio, por lo que en el prólogo a Job no duda en asemejar la traducción al intento de apresar con las manos una anguila, «quanto fortius presseris, tanto citius elabitur». La traducción medieval, llevada a cabo desde diferentes partes del continente europeo, Fulda, Aquisgrán e Inglaterra iniciará la recupera- ción de la antigüedad y abandono de la época de las invasiones e inicio de la civilización occidental. Beda el Venerable tradujo el evangelio de San Juan; Alfredo el Grande la Historia universal de Paulo Orosio. Importante fue la participación de España a partir del siglo XII con el grupo de traductores de Toledo y que tiene su apogeo hacia mediados del siglo XIII con la intervención del Alfonso X el Sabio. La Escuela de 2 Cf. CANTERA ORTIZ DE URBINA, J., «Antiguas versiones latinas de la Biblia y su repercusión en las traducciones al español», en BUENO GARCÍA, A. (ed.), La traducción en los monasterios (Serie: Lingüística y Filología), Secretariado de Publicaciones e Inter- cambio Editorial de la Universidad de Valladolid, Valladolid 2004, pp. 43-61. RAFAEL LAZCANO 284 LA TRADUCCIÓN DEL LIBRO DE JOB, DE FRAY LUIS DE LEÓN 3 Cf. GARGATAGLI, M., «La historia de la escuela de traductores de Toledo», en Qua- derns. Revista de Tradució 4 (1999) 9-13. 4 Cf. TELLECHEA, J. I., «Bible et théologie en ‘langue vulgaire’: discussion á propos du ‘catechisme’ de Carranza», en REDONDO, A. (ed.), L’humanisme dans les lettres espag- noles, Libraire J. Vrin, París 1979, pp. 219-231. Traductores de Toledo, predecesora en varios siglos a las italianas del Renacimiento, pasa al latín obras de Avicena, Aristóteles, Hipócrates, Tolomeo, Galeno, y a lengua romance la Biblia, conocida como Biblia Alfonsina. Las traducciones, en la segunda fase de la Escuela de Tra- ductores de Toledo, no se harán al latín, sino al castellano, con lo que la lengua romance propiciará el desarrollo de temas científicos, tarea hasta entonces reservada sólo al latín. Una larga lista de traductores, como Gerardo de Cremona, Domingo Gundisalvo, Abraham Alfaquí, con sus conocimientos lingüísticos y su formación científica impulsa- ron el desarrollo científico e intelectual de España 3. Desde entonces no han cesado los traductores españoles. En efecto, una de las cuestiones más importantes tratadas por el círculo literario salmantino tenía que ver con la traducción, pero no sólo de un lengua- je a otro, sino de una concepción de la realidad, al modo latino, a otra diferente como era la del traductor y la del lector castellano. El caste- llano necesitaba ser elevado a la altura del latín. Un paso decisivo dio Antonio Nebrija (1445-1522) cuando abordó el tema de la lengua nacional en su Arte de la lengua castellana (1492). Pero pronto los estudios y traducciones de textos sagrados se contemplaron como una amenaza a la política de la Corona. Tanto es así que en 1497 la Inqui- sición prohibía nuevas versiones castellanas del texto bíblico hebreo, al tiempo que se procedía a la quema de las versiones existentes 4. El Pinciano (1478-1553), sobrenombre de Hernán Núñez de Guz- mán, sucesor de Demetrio Ducas en la cátedra de griego en la Univer- sidad de Alcalá a partir de 1519 y también sucesor de Nebrija en la cátedra de griego de la Universidad de Salamanca en 1523, tradujo a Séneca, Plinio y Pomponio Mela. La Vita Christi, del cartujo Ludolfo de Sajonia (1314-1378), fue traducida al castellano por Ambrosio de Montesino, y editada en Alcalá en 1502-1503; la traducción del Enchiridion o Manual del Caballero cristiano, de Erasmo de Rótterdam (1466-1536), fue realizada por el arcediano de Alcor (1525), siendo 285 RAFAEL LAZCANO 5 La lengua hebrea se consideraba lengua santa e inspirada, en la que la menor tilde y el orden de palabras encierra misterios ocultos («por alguna razón particular y secre- ta», dice fray Luis), y con posibilidades lingüísticas apreciables al menos en tres planos diferentes: semántica, fónico y gráfico. Cf. PEREA SILLER, F. J., «Hebraísmo y motivación lingüística en fray Luis de León», en FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ, M.; GARCÍA GONDAR, F., y VÁZQUEZ VEIGA, N. (eds.), Actas del I Congreso Internacional de la Sociedad Española de Historiografía Lingüística (18-21 de febrero de 1997), Arco/Libros y Centro Ramón Piñeiro, Madrid 1999, pp. 537-546; PEREA SILLER, F. J., Fray Luis de León y la lengua perfecta. Lingüística, cábala y hermenéutica en «De los nombres de Cristo». prólogo de María Luisa Calero Vaquera, Ed. Camino, Córdoba 1998, pp. 33-54. 6 Cf. FERNÁNDEZ MARCOS, N., y FERNÁNDEZ TEJERO, E., «Biblismo y erasmismos en la España del siglo XVI», en El Erasmismo en España, Sociedad Menéndez Pelayo, San- tander 1986, pp. 97-108. adaptada a las circunstancias españolas, comenzando desde su mismo título: «miles» (soldado) por «caballero». II. PANORAMA DEL BIBLISMO ESPAÑOL Antes de acercarnos a fray Luis de León, traductor y comentarista del libro de Job, se requiere ubicar su obra en el contexto de la tradición bíblica, teológica y literaria de su época renacentista. Para ello tene- mos que remontarnos a los siglos XII y XIII, época en la que se produce el asentamiento de las bases del método de aproximación a la Biblia, llevado con singular aplomo a lo largo del siglo XVI. En efecto, el culti- vo de la gramática y filología hebrea 5 y su aplicación a la poesía sagra- da y profana durante aquellos siglos se inclina más hacia la interpreta- ción literal del texto que por la traducción hecha desde el sentido ale- górico del texto. A partir del siglo XV se constata un mayor auge de los estudios bíblicos que confluirán en la preparación de traducciones a lenguas vulgares de la Península, al castellano, catalán, portugués y valenciano, roturando el camino hacia la renovación producida en el siglo siguiente, cuya manifestación más importante tendrá lugar con la publicación de la Biblia Políglota Complutense, primer texto crítico de las Escrituras, editado en 1520, y elaborado por un equipo de hebraís- tas: Alfonso de Zamora, Pablo Coronel y Alonso de Alcalá 6. En adelante el estudioso de la Biblia tendrá a su disposición las fuentes primeras para la interpretación escrituraria: el texto caldeo, el hebreo y el griego de los Setenta, así como las correspondientes tra- 7 El motor de esta renovación será Lorenzo Valla y su obra Elegantiarum linguae lati- nae libri VI. Cf. RICO, F., Nebrija frente a los bárbaros, Publicaciones de la Universidad de Salamanca, Salamanca, pp. 22-27. 8 Cf. LAZCANO, R., Generales de la Orden de San Agustín. Biografías - Documentación - Retratos, Institutum Historicum Augustinianum, Roma 1995, pp. 102-111, con abun- dante bibliografía. 9 Cf. LAZCANO, R., Agustinos españoles escritores de María (Col. Mariología, 2) Ed. Revista Agustiniana, Guadarrama (Madrid) 2005, pp. 133-136. 10 Cf. DOMÍNGUEZ REBOIRAS, F., Gaspar de Grajal (1530-1575). Frühneuzeitliche Bibelwissenschaft im Streite mit Univrsität und Inquisition. (Reformationsgeschichtliche Sudien un Text 140). Aschendorff Verlag. Münster 1998, LIV - 744 pp. 11 Cf. PINTA LLORENTE, M. de la, Proceso criminal contra el hebraísta salmantino Mar- tín Martínez de Cantalapiedra. Edición y estudio, CSIC, Madrid 1946, CXLVII, 424 pp. ducciones latinas interlineales, más la traducción latina de la Vulgata. Este retorno a las fuentes, es decir, a las diversas versiones de la Biblia, a los Padres de la Iglesia, a la elocuencia (retórica, gramática y filología) 7, desembocará en la renovación a que se somete la teología durante el siglo XVI. Frente a la teología especulativa de los escolásti- cos comienza a practicarse una teología positiva, que intentará mover el corazón y el intelecto, como hiciera en su día el propio San Agustín (354-430). Se trata, pues, de dejar a un lado las categorías metafísicas y someter la teología a un análisis racional, con la incorporación de los studia humanitatis. Fue Egidio de Viterbo (1469-1532) 8 quien dio un nuevo impulso a los estudios bíblicos dentro de la Orden Agustiniana, insertándolos en las corrientes del humanismo de la Academia Florentina, e incorporan- do las lenguas clásicas y orientales al quehacer de los comentaristas de la Sagrada Escritura. A través de Dionisio Vázquez (1479-1539) se incorporó su magisterio en la Universidad de Alcalá, continuado por Cipriano de la Huerga (ca. 1514-1560), maestro de fray Luis de León. Otros actores principales del biblismo español del siglo XVI fueron, por un lado, los ya mencionados Nebrija y Erasmo, quien conseguirá engarzar el método filológico con la reforma espiritual; y, por la otra parte, encontramos a un nutrido grupo de hebraístas: Alonso de Gudiel (1526-1573) 9, Gaspar de Grajal (1530-1575) 10 y Martínez de Canta- lapiedra (1518-1579) 11. A su vez, Juan de Valdés (1509-1541) esta- bleció en su Diálogo de la doctrina cristiana (1529) la necesidad y legitimidad de la lengua castellana popular para tratar todos los temas, incluida la traducción de la Biblia del hebreo al castellano, y que, a su juicio, la reforma espiritual sólo podría alcanzarse a través de la lengua 286 LA TRADUCCIÓN DEL LIBRO DE JOB, DE FRAY LUIS DE LEÓN 12 Cf. VALDÉS, J. de, Diálogo de doctrina crhistiana y El Salterio traducido del hebreo en romance castellano, introducción de Domingo Ricart, Universidad Nacional Autóno- ma de México, México 1964. 13 Cf. FERNÁNDEZ MARCOS - FERNÁNDEZ TEJERO, pp. 15-25. 14 Los judíos y cristianos entendían cuatro sentidos en las Escrituras Veterotestamen- tarias: el pesat o literal, el midras o alegórico, el sechel o tropológico y la cábala o místi- co. Los exégetas judíos preferían el sentido literal, y fray Luis de León opta porque todos los sentidos se sustenten en el literal. 287 romance y no desde el latín 12. Otros biblistas reformadores ya se habían manifestado en el mismo sentido, bien directa o indirectamente, como el Cardenal Jiménez de Cisneros (1436-1517), Erasmo y el humanista Juan Luis Vives (1492-1540). Desde esta perspectiva, la Vulgata debía revisarse con criterios filológicos, aunque sobre ella reposase el peso de la tradición de los últimos mil años, y en cuya traducción se asentaba la filosofía, la teología y el derecho de Occidente 13. Con estos antecedentes la lectura y acercamiento a la Biblia será a través del análisis filológico, de igual modo como se trataba ya a otros textos clásicos. Este fue un paso decisivo en la traducción y comenta- rio de la Biblia. Se precisa, para evitar errores, un completo cotejo y análisis de los diferentes códices hasta conseguir un texto bíblico pro- ducto del rigor metodológico de gramáticos y filólogos. La aplicación del análisis científico de la lengua a la Biblia supone el abandono y derrumbamiento del pensamiento teológico y bíblico medieval, asenta- do sobre un texto fijo y estable de la Sagrada Escritura y que la tradi- ción medieval había impuesto como único modelo interpretativo de texto revelado, el alegórico, centrado exclusivamente en los sentidos morales y espirituales para dar paso a un verdadero renacimiento de la teología, ahora en manos de lingüistas y filólogos, por lo que va cobran- do fuerza la interpretación literal, perdiendo fuerza los otros tres senti- dos o métodos de aproximación al texto sagrado 14. Estos dos modos de aproximarse a la Biblia traerán como conse- cuencia el enfrentamiento entre fray Luis de León, Gaspar de Grajal y Martín Martínez de Cantalapiedra con sus adversarios salmantinos y los elementos más conservadores de la Iglesia. Tras la celebración del Concilio de Trento (1545-1563), que recomendaba la no traducción al romance de textos sagrados, el ambiente de tolerancia intelectual que favoreció la formación humanística de los teólogos se vio frenada con el endurecimiento doctrinal y político. En 1558 quedó establecida la RAFAEL LAZCANO 15 «Establece y declara que esta misma antigua y Vulgata edición que está aprobada por el largo uso de tantos siglos en la Iglesia misma sea tenida por auténtica en las públi- cas lecciones, disputaciones, predicaciones y exposiciones, y que nadie, por cualquier pretexto, sea osado o presuma rechazarla»: DENZINGER, edición castellana de la 38 ale- mana, Ed. Herder, Barcelona 1999, p. 483, núm. 1506. Cf. MUÑOZ IGLESIAS, S., «El decreto tridentino sobre la Vulgata y su interpretación por los teólogos del siglo XVI». En Estudios Bíblicos 5 (1946) 137-169. 16 Cf. REINHARDT, K., Bibelkommentare spanischer Autoren (1500-1700), 2 vols, CSIC, Madrid 1990 y 1999, 281 y 428 pp., respect. 17 Sobre la biografía: BLANCO GARCÍA, F., Fray Luis de León. Estudio biográfico del insigne poeta agustino. Obra póstuma, Hnos. Sáenz de Jubera, Madrid 1904; FITZMAURI- CE-KELLY, J., Fray Luis de León. A Biographical fragment. (Hispanic notes and mono- graphs 1). University Press, H. Milford, Oxford 1921; BELL, A. F. G., Luis de León. Un estudio del Renacimiento español, prólogo de Celso García, Ed. Araluce, Barcelona 1927; VOSSLER, K., Fray Luis de León, Traducción directa del alemán por Carlos Clave- ría (Col. Austral 565), Ed. Espasa-Calpe, Buenos Aires 1946; DOMÍNGUEZ BERRUETA, M., Fray Luis de León, prólogo del P. Félix García, Biblioteca Nueva, Madrid 1952; GUY, A., Fray Luis de León (Col. Hombres Inquietos 6), Traducción de Alberto J. Vaccaro, Edit. Columba, Buenos Aires 1963; LORENZO, P. de, Fray Luis de León. (Su vida. sus mejores censura sobre las obras impresas en España y las importadas del extranjero. Un año más tarde (1559) salió el Índice, de Fernando de Valdés, prohibiendo poseer, leer, imprimir, copiar y divulgar la Sagrada Escritura completa o parcialmente en lengua vulgar, con el fin de sal- vaguardar la ortodoxia y los males derivados del protestantismo. Todo ello porque las autoridades eclesiásticas no veían con buenos ojos la traducción de la Biblia hebrea y griega de nuevo al latín, y todavía mayor era el recelo que mostraban cuando se trataba de versiones en lengua vulgar. La versión canónica, la Vulgata, aprobada por Trento en 1546 (8 de abril, sesión, IV, canon II), era el texto oficial de la Iglesia católica latina 15. Sin embargo, y a pesar del temor ante la actuación de la Inquisición española, los estudios y comentarios bíblicos en el siglo XVI no escasean, según se desprende del inventario realizado por Rein- hardt, quien reseña doscientos dos (202) autores que, de una forma u otra, tradujeron y/o comentaron la Sagrada Escritura 16. III. FRAY LUIS DE LEÓN, FORMACIÓN DE UN TRADUCTOR La biografía de fray Luis de León (ca. 1527-1591) resulta bien conoci- da en sus aspectos básicos 17. Un rasgo de no menor importancia es su faceta de traductor. Ésta no puede comprenderse en sus justos términos 288 LA TRADUCCIÓN DEL LIBRO DE JOB, DE FRAY LUIS DE LEÓN páginas. Su época.), Nuevas Editoriales Unidad, Madrid 1964; LAZCANO, R., Fray Luis de León, un hombre singular (Col. Perfiles, 1), Ed. Revista Agustiniana, Madrid 1991; VIÑAS ROMÁN, T., Fray Luis de León. El hombre, el poeta, el amigo, el místico, Ed. Dipu- tación de Salamanca, Salamanca 1991; BARRIENTOS GARCÍA, J., Fray Luis de León y la Universidad de Salamanca (Col. Biblioteca «La Ciudad de Dios», I. Libros 64), Edicio- nes Escurialenses, San Lorenzo de El Escorial 1996; JIMÉNEZ LOZANO, J., Fray Luis de León, Ed. Omega, Barcelona 2001; FERNÁNDEZ ÁLVAREZ, M., El Fraile y la Inquisición, 2.ª ed. Corregida, Ed. Espasa Calpe, Madrid 2002. 18 Cf. ÁLVAREZ TURIENZO, S., «Salamanca, Alcalá, Toledo. “Lugares” mentales de fray Luis de León», en La Ciudad de Dios, 204 (1991) 519-544. 19 Aparte el prestigio intelectual de algunos frailes sensibles a la nueva mentalidad, como Dinisio Vázquez, Alonso de Córdoba, Santo Tomás de Villanueva, etc., el convento San Agustín de Salamanca se significaba por agrupar a personalidades de prestigio. A su vez, la provincia de Castilla, en el capítulo provincial de 1541, celebrado en Dueñas (Palencia), con la asistencia del general de la Orden, Jerónimo Seripando, estableció incrementar la dedicación al estudio y a la observancia. Cf. ÁLVAREZ GUTIÉRREZ, L., «Pri- meros pasos hacia la promoción de los estudios superiores en la Congregación/Provincia de Castilla a principios del siglo XVI», en Revista Agustiniana, 33 (1992) 871-919. 20 San Juan de Sahagún fue autor de unos comentarios bíblicos, y según su biógrafo Agustín Antolinez, catedrático de Prima de Sagrada Escritura, el vicario general, Juan de Alarcón, impartía clases de Teología y Sagrada Escritura en los conventos que visitaba; Dionisio Vázquez, primer catedrático de Biblia en la Universidad de Alcalá de Henares (1532), introdujo por vez primera el modo de predicación literal en España, inauguran- do caminos nuevos en la predicación, impregnada de dulzura y suavidad, pedagógica- mente sencilla, bíblica y directa. Cf. ANTOLÍNEZ, A., Vida de S. Ioan de Sahún, Salaman- ca 1605; SEVILLA, J. de, «Vida del Santo fray Juan de Sahagún, Prior del Convento de 289 si no viene enmarcada dentro del momento histórico señalado en el apartado anterior y del proceso formativo al que se vio sometido el pro- pio fray Luis de León. Una influencia decisiva tendrá, pues, la Orden de San Agustín, las Universidades de Salamanca y Alcalá, centro uni- versitario en el que realizó un curso de Biblia y amplió la formación humanística y literaria 18. En octubre de 1542 llegó a Salamanca a estudiar una de las carre- ras de mayor prestigio de la Universidad salmantina, como era la de Cánones, y en enero o febrero del año siguiente ya había decidido ingresar en una Orden religiosa particularmente interesada por la for- mación intelectual de sus miembros, como era la Orden de San Agus- tín 19. Ésta contaba además con una tradición de espiritualidad bíblica de gran calado, mentalidad que iba formándose en la época, y repre- sentada por San Juan de Sahagún (ca. 1430-1479), Juan de Alarcón (1362-1449) y el ya citado Dionisio Vázquez 20. RAFAEL LAZCANO A los cuatro o cinco meses de llegar a Salamanca vistió fray Luis de León el hábito agustiniano en el convento San Agustín de esta ciudad. Un año más tarde, tras la finalización del noviciado, el 29 de enero de 1544, profesó en la vida religiosa en la Orden de San Agustín. Su for- mación se orientará hacia la Teología y la Sagrada Escritura. En el cita- do convento agustino cursó los estudios de Artes (1544-1546), y en la Universidad de Salamanca los de Teología (1546-1551). Entre sus maestros figuran Juan de Guevara (1518-1600), Diego Covarrubias (1512-1577), Melchor Cano (1509-1560), Domingo de Soto (1495- 1560) 21 y Mancio del Corpus Christi (ca. 1500-1576). Durante los cuatro años siguientes continuó su formación teológica, combinando el estudio con la docencia en diferentes colegios de la provincia de Casti- lla, bien en Soria, Alcalá o Salamanca. Su entusiasmo por las lenguas le llevó a dominar con habilidad el latín, griego y hebreo. La práctica de la traducción figuraba en el estudio de las artes del trivium, cuyo objetivo era descubrir el estilo sobrio de los maestros romanos con ejercicios escolares que elevasen el nivel del latín ecle- siástico y, por otra parte, tomar conciencia de lo que era un buen escri- bir en castellano. La traducción latina, en esta etapa de formación, no significaba otra cosa que una selección cuidadosa de los vocablos cas- tellanos que mejor se ajustasen al texto latino. 290 LA TRADUCCIÓN DEL LIBRO DE JOB, DE FRAY LUIS DE LEÓN Salamanca», en HERRERA, T., Historia del Convento de Salamanca, Imp. Gregorio Rodrí- guez, Madrid 1652, pp. 57-78; BORDONS-TORRENTS, P., «Estudios sobre las notas bíblicas de San Juan de Sahagún», en Archivo Agustiniano, 43 (1935) 26-34; 161-172; sobre Vázquez: BELTRÁN DE HEREDIA, V., «Catedráticos de Sagrada Escritura en la Universidad de Alcalá durante el siglo XVI», en La Ciencia Tomista, 18 (1918) 143-145; STÖHR, J., «Neuaufgefundene bibelerkläurungen des ersten Exegeten der Universität von Alcalá, Dionysius Vászquez (1479-1539)», en Augustinianiana, 37 (1987) 279-316; LLIN CHÁ- FER, A., «Dionisio Vázquez (1479-1539), hermeneuta bíblico de la España del siglo XVI», en Actas del VI Simposio de Teología histórica, Valencia 1990, 359-378; MOROCHO GAYO, G., «Un maestro erasmista, fray Dionisio Vázquez», en «Humanismo y filología poligráfica en Cipriano de la Huerga. Su encuentro con Fray Luis de León», en La Ciu- dad de Dios, 204 (1991) 875-886; LLIN CHAFER, A., «Dionisio Vázquez, precursor del Siglo de Oro español», en La Ciudad de Dios, 205 (1992) 161-178; traducción inglesa en Augustinian Heritage, 38 (1992) 81-98. 21 Estos dos maestros de fray Luis, Domingo de Soto y Melchor Cano, rechazan la tra- ducción de la Biblia a lengua vulgar, incluso Cano se mostrará más radical, ya que la misma lectura de la Biblia «era peligrosa para los ignorantes y para las mujeres, e inclu- so para los que supieran latín»: SÁNCHEZ CARO, p. 79. 291 En Toledo, poco antes de recibir la ordenación sacerdotal, compuso al menos la primera redacción de la poesía titulada Profecía del Tajo, inspirada en el horaciano Nerei vaticinium 22. Fray Luis, en tiempo de ocio, practica su afición preferida, la poesía. A partir del Renacimien- to todo poeta que se precie intenta llenar sus horas de descanso con la imitación de obras clásicas, en donde encuentra su fuente de inspira- ción, o también acudiendo a la traducción de obras clásicas. En esta época Virgilio, Horacio y los poetas toscanos acaparan la atención de Fray Luis. También intentará traducir algunos Salmos. Pronto compren- dió que la traducción es de hecho un ejercicio de comprensión más profundo que el simple análisis filológico de un texto. Trasladar, a dife- rencia de traducir, requiere un ejercicio esencialmente de fidelidad y creatividad. Esta vocación traductora llegará a adquirir en fray Luis verdadera categoría de género literario, forjadora de estilo y de singu- lar personalidad. Los cursos de 1552-53 hasta el de 1554-55 aparece matriculado en la Facultad de Teología de Salamanca como estudiante-sacerdote. El curso 1556-57 estudió Biblia y las lenguas semitas en la Universidad de Alcalá de Henares (Madrid) con el maestro Cipriano de la Huerga, catedrático de Sagrada Escritura, desde 1551 hasta su muerte 23. Tuvo como compañero de promoción a Benito Arias Montano (1527-1598), coordinador y principal autor de la Biblia Políglota (1568-1572), impresa en Amberes por el tipógrafo holandés Cristóbal Plantino 24. En 22 Cf. Poesías completas. Obras propias en castellano y latín y traducciones e imitaciones latinas, griegas, bíblico-hebreas y romances, Edición Cristóbal Cuevas (Col. Nueva Biblioteca de Erudición y crítica 14), Ed. Castalia, Madrid 1998, pp. 113-117. Sobre esta poesía puede leerse el estudio de MÁRQUEZ VILLANUEVA, F., «Trasfondos de “La pro- fecía del Tajo”. Goticismo y profetismo», en GARCÍA DE LA CONCHA, V., y SAN JOSÉ LERA, J. (eds.), pp. 423-440. 23 Cf. FERNÁNDEZ DE CASTRO, E. F., «Fr. Cipriano de la Huerga, maestro de fray Luis de León. Notas bio-bibliográficas», en Revista Española de Estudios Bíblicos, 3 (1928) 267-278; ASENSIO, E., «Cipriano de la Huerga, maestro de fray Luis de León», en Home- naje a Pedro Sáinz Rodríguez. III. Estudios históricos, Fundación Universitaria Española, Madrid 1986, pp. 57-72; MOROCHO GAYO, G., «Humanismo y filología poligráfica en Cipriano de la Huerga. Su encuentro con fray Luis de León», en La Ciudad de Dios, 204 (1991) 863-914. 24 Cf. CANTERA BURGOS, F., «Arias Montano y fray Luis de León», en Boletín de la Biblioteca Menéndez Pelayo, 22 (1946) 299-338; LÓPEZ DE TORO, J., «Fray Luis de León y Benito Arias Montano», en Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, 61/2 (1955) 531- 548; de nuevo editado por ÁLVAREZ TURIENZO, S. (ed.), Escritos sobre fray Luis de León. RAFAEL LAZCANO Alcalá descubrió fray Luis nuevas y profundas enseñanzas con relación a la Universidad de Salamanca, y no sólo de enfoque metodológico, en sintonía con el humanismo y la nueva mentalidad. La incorporación de la crítica textual, el conocimiento de las lenguas bíblicas, el uso de la retórica y la distinción entre los diversos géneros de comentarios bíbli- cos: Isagoge, Concordia, Scholia, Harmonia, Syllegmata, Parapahrase, Explanaciones, Enarrationes, etc., son algunas de las características de su etapa complutense 25. Este nuevo programa de estudios alcalaínos aplicado al encuentro de fray Luis con la Biblia reportará amplitud de miras filológicas y exe- géticas. Por entonces, año 1557, tuvo lugar el famoso «Discurso de Dueñas», pieza oratoria de indudable calidad literaria y de crítica reli- giosa 26. Vuelto a Salamanca continuó todavía con el estudio de la Teo- logía en la Universidad hasta que consiguió por esta Universidad los grados de licenciado (7 de mayo de 1560) y maestro en Teología (30 de junio de 1560). 292 LA TRADUCCIÓN DEL LIBRO DE JOB, DE FRAY LUIS DE LEÓN El teólogo y maestro de espiritualidad. (Serie Humanidades 15), Ediciones Diputación de Salamanca, Salamanca 1993, pp. 111-132; FERNÁNDEZ TEJERO, E., «Cipriano de la Huerga, Luis de León y Benito Arias Montano. Tres hombres, tres talantes», en GÓMEZ CANSECO, L. (ed.), Anatomía del Humanismo. Benito Arias Montano, 1598-1998. Home- naje al P. Melquíades Andrés, Actas del Simposio Internacional celebrado en la Universi- dad de Huelva del 4 al 6 de Noviembre de 1998 (Bibliotheca Montaniana), Servicio de Publicaciones, Universidad de Huelva, Huelva 1998, pp. 181-199. 25 «El maestro Cipriano recurre a la exégesis filológica de los alejandrinos y a las ale- gorías de los PP. de la Iglesia griega, los cuales practicaban en los comentarios bíblicos una hermenéutica de base aristotélica sin recurrir a exageraciones del alegorismo de la escuela de Alejandría, formuladas a partir de presupuestos neopitagóricos y neoplatóni- cos. Asimismo acuden a las obras de San Jerónimo y San Agustín, que entre los PP. de la Iglesia latina, son los que conceden mayor importancia al sentido literal. La exégesis de Cipriano representa un equilibrio entre alegorismo y literalismo»: MOROCHO GAYO, G., «Humanismo y filología poligráfica en Cipriano de la Huerga. Su encuentro con fray Luis de León», en La Ciudad de Dios, 204 (1991) 588. 26 Cf. «Discours pronuncé par Luis de León au Chapitre de Dueñas (15 mai 1557). Reedité par A. Coster», en Revue Hispanique, 50 (1920) 1-60; «Discurso pronunciado en Dueñas», en Obra mística de Fray Luis de León, traducción, notas, comentario, por José María Becerra Hiraldo, Universidad de Granada, Granada 1986, pp. 24-52; GIRÓN NEGRÓN, L. M., «El discurso de fray Luis de León al capítulo de Dueñas (mayo, 1557)», en MALCOLM GAYLORD, M., y MÁRQUEZ VILLANUEVA, F. (eds.), San Juan de la Cruz and Fray Luis de León. A commemorative international Symposium, November 14-16, 1991, Hilles Library at Harvard University, Juan de la Cuesta, Newark (Delaware) 1996, pp. 109-127. 27 Fray Luis de León nunca llama a sus estudios exegéticos comentario, sino «exposi- ción», y en latín «expositio o explanatio». La razón de ello hay que buscarla en que el comentario busca la explicación del texto bíblico desde un sistema hermenéutico exte- rior al texto, subordinando el propio texto a criterios que le son ajenos (Santos Padres, San Agustín, Santo Tomás, Nuevo Testamento, etc.). Los humanistas y gramáticos optan por paráfrasis, centrándose en la corrección de toda traducción defectuosa en aplicación del latín clásico hasta conseguir los mejores textos. Ni paráfrasis ni comentario, sino exposición, elige fray Luis para títulos de sus obras de carácter bíblico. Lo primero será considerar el texto en su totalidad, luego establecer su estructura desde el mismo texto y desplegar todos los posibles sentidos que el propio texto admite sin forzar la traducción ni el significado de las palabras. Cf. MORÓN ARROYO, C., «Espesor de la letra. La herme- néutica de fray Luis de León», en GARCÍA DE LA CONCHA, V., y SAN JOSÉ LERA, J. (eds.), pp. 308-309. 28 «Mis cátedras tenían nombre de teología escolástica, y en cualquier ocasión que se me ofreció, fue Sagrada Escritura lo que leía en ello», dice fray Luis en la toma de pose- sión de su cátedra de Biblia (28 de noviembre de 1579). Texto reproducido por Eugenio ASENSIO, E., «Fray Luis de León y la Biblia», en Edad de Oro, 4 (1985) 21. 293 RAFAEL LAZCANO Si la reforma de Erasmo ponía especial énfasis en el bien espiri- tual que los fieles recibían del conocimiento de la Biblia, para lo cual eran imprescindibles las traducciones y las declaraciones de la Biblia en romance, también la Orden de San Agustín se esforzaba por la incorporación y adaptación del romance a los escritos bíblicos y literatura espiritual. De nuevo apuntamos algunos nombres. El varias veces mencionado Dionisio Vázquez, Alonso de Orozco (1500-1591), Pedro Malón de Chaide (1530-1589) y Pedro de Vega († ca. 1621), quienes redactan obras en castellano para que quien no conociera el latín se aprovechase de las cosas divinas. Se intentaba que la Biblia, o alguna parte de la misma, fuese accesible al creyente mediante una traducción correcta y que los libros sagrados contasen con una pará- frasis, exposición y comentario elaborado por especialistas en Filolo- gía, Exégesis y Teología 27. Estas dos actividades, la traducción y la exégesis, como hemos visto, se sentían vinculadas en la tradición agustiniana. Las primeras incursiones de fray Luis en la problemática de la exége- sis del texto bíblico tuvieron lugar en la cátedra de Santo Tomás (1561- 1565), y principalmente en el curso De fide enseñado durante varios años en la Universidad salmantina 28. Fue entonces cuando trazó su posi- ción ante los dictados del concilio de Trento con varias proposiciones que posteriormente sometió a las autoridades inquisitoriales durante su 29 Cf. THOMPSON, C. P., La lucha de las lenguas. Fray Luis de León y el Siglo de Oro en España, Ed. Junta de Castilla y León, Valladolid 1995, pp. 53-57; Proceso inquisitorial de fray Luis de León. Edición, introducción y notas de Ángel Alcalá, Junta de Castilla y León, Valladolid 1991, pp. XXVI-XXVIII. 30 Cf. MUÑOZ IGLESIAS, S., «El decreto tridentito sobre la Vulgata y su interpretación por los teólogos del siglo XVI», en Estudios Bíblicos, 5 (1946) 137-169. 31Cf. ÁLVAREZ TURIENZO, S., «San Agustín entre las autoridades inspiradoras del pen- samiento de Fray Luis de León», en Augustinus, 25 (1980) 227-260; RUIZ, J., «El agus- tinismo de fray Luis de León», en Ciencia Tomista, 119 (1992) 3-28. 32 Cf. ASENSIO, art. cit., p. 21. 294 LA TRADUCCIÓN DEL LIBRO DE JOB, DE FRAY LUIS DE LEÓN proceso 29. Pero como se sentía seguro en los principios de traducción, emprendió por entonces la atrevida empresa de traducción y explanación del Cantar de los Cantares, y que llevó a cabo a petición de la religiosa Isabel de Osorio, no obstante lo dictado por el concilio de Trento 30, optando por la lectura y traducción literal del poema bíblico. IV. FRAY LUIS DE LEÓN, CATEDRÁTICO DE BIBLIA (1579) En la formación intelectual de fray Luis de León concluyen tres vías: la agustiniana, la salmantina y la alcalaína, esto es, Filosofía, Teología escolástica, santos PP., principalmente San Agustín 31, lenguas clásicas y bíblicas y otras ciencias humanas. Cada una de ellas aporta sus pro- pias peculiaridades, que forjan la personalidad de fray Luis de León, traductor e intérprete bíblico. El mismo fray Luis así nos lo expresa en la plática de su lección a la oposición a la cátedra de Biblia, tenida el 28 de noviembre de 1579: «Y porque deseaba entender las letras divinas y sabía que para esto era necesa- rio, con la noticia de la teología escolástica y con la lección de los santos padres, el conocimiento de las lenguas y de la historia, y de las demás letras humanas, y con ellas también la elocuencia, no comencé a aprender los principios de la gra- mática griega o hebraica seis meses ha, sino desde mi primera edad me apliqué al estudio de todo esto que he dicho.» 32 En efecto, la afición de fray Luis por la Sagrada Escritura fue de siempre. Nada más recibir el grado de maestro en Teología, 30 de junio de 1560, opositará a la sustitución de cátedra de Biblia con otros seis 33 Cf. DOMÍNGUEZ REBOIRAS, o.c., pp. 383-387. 34 Proceso inquisitorial de fray Luis de León, Edición, introducción y notas de Ángel Alcalá, Junta de Castilla y León, Valladolid 1991, p. 57. 35 Obras Completas, ed. Félix García, vol. I, pp. 246-247. 36 Obras Completas, ed. Félix García, vol. II, pp. 89. 295 RAFAEL LAZCANO candidatos, hecho que tuvo lugar el 18 de julio del mismo año, aunque en esta ocasión salió elegido Gaspar de Grajal 33. Ante la Inquisición, el 17 de abril de 1572, cuando se encontraba preso en Valladolid, confiesa tener una Biblia: «... entre mis libros que es una Biblia hebrea y caldea con los comentos de los hebreos en su lengua y escritos de la letra que ellos usan que llaman provençal.» 34 La Biblia es para fray Luis de León la cumbre de todo conocimiento teológico al que puede aspirar el ser humano, pues la Palabra de Dios posee todo lo necesario y conveniente para la vida. Fray Luis se acerca a la Escritura para «presentar a Vmd. esta imagen que he dicho, labra- da por Dios y ponérsela delante de la vista y señalarle con las palabras como con el dedo, cuando en mí fuere, sus hermosas figuras con todas sus perfecciones, y hacer que vea claro lo que grandísimo artificio el saber y mano de Dios puso en ella encubierto» 35. Fue partidario de la vulgarización de la Biblia, es decir, de la traducción a una lengua romance de la Sagrada Escritura, y exposición a «la letra», es decir, literal, de su contenido una vez efectuado el correspondiente análisis filológico del texto para luego contrastarlo con otros autores clásicos, antiguos y modernos, en búsqueda de otros sentidos con qué enrique- cer la exposición. Desde esta perspectiva la actividad intelectual que emprende fray Luis con la traducción y exposición del libro de Job no es otra que la búsqueda y proclamación de la verdad, comunicada a través de la fide- lidad a los textos sagrados: «Si el disputar te fuese enojoso, el averiguar la verdad y el no consentir que nadie encarcele y aprisione es sancto y honesto, y por la misma causa debido y necesario» (Job, 4, 2) 36. Tras su puesta en libertad después del período de cárcel en Vallado- lid, fray Luis renunció a su cátedra de Durando que poseía antes del proceso para ocupar una de Teología escolástica en enero de 1577, al año siguiente, en el mes de agosto, consiguió la de Filosofía moral, y el 6 de diciembre de 1579 obtuvo la cátedra de Sagrada Escritura. Este hecho, sin embargo, no significa que hasta entonces fray Luis no 37 Sobre las ediciones: LAZCANO, Fray Luis de León. Bibliografía, pp. 231-234. 38 Cf. LAZCANO, Fray Luis de León. Bibliografía, pp. 237-240. 39 Cf. LAZCANO, Fray Luis de León. Bibliografía, p. 233, núm. 683. 40 Cf. LAZCANO, Fray Luis de León. Bibliografía, pp. 187-188. 41 Cf. LAZCANO, Fray Luis de León. Bibliografía, pp. 177-186. 42 Sobre las ediciones del libro de Job véase LAZCANO, Fray Luis de León. Bibliogra- fía, pp. 210-214. 296 LA TRADUCCIÓN DEL LIBRO DE JOB, DE FRAY LUIS DE LEÓN hubiese dedicado tiempo a traducir y exponer la Biblia. En 1561 había traducido El Cantar de los Cantares, diez años más tarde iniciará su versión latina y exposición, y, poco después, dará comienzo a la tra- ducción de Job, como el mismo fray Luis confiesa a la Inquisición en 1572. En todo caso, a partir de la consecución de la cátedra de Biblia comienza la época de madurez exegética de fray Luis de León. En latín concluye y publica la exposición del Cantar de Cantares (Salamanca, 1580) 37, del Salmo 26 (Salamanca 1582) 38, en una sola obra apareció la exposición del profeta Abdías y la epístola a los Gálatas (Salamanca, 1589) 39. Como obras póstumas tenemos la exposición al Salmo Misese- re mei [Salmo 50] (Salamanca 1607) 40 y las editadas en el siglo XVIII, escritas en castellano, completan la producción literaria de fray Luis traductor y exegeta de la Biblia. Nos referimos a Traducción literal y declaración del libro de los Cantares de Salomón (Salamanca 1798) 41, y a la Exposición del libro de Job (Madrid 1779) 42. V. EXPOSICIÓN DEL LIBRO DE JOB 1. Job, libro sapiencial Los sabios de Israel, sucesores de los antiguos profetas, son quienes aconsejan al pueblo de Israel de una nueva forma. Ellos son quienes ofrecen sentencias, consejos y reflexiones de hondo calado humano y espiritual. Estos dirigentes religiosos tienen como misión el inculcar al pueblo elegido la verdadera sabiduría de Dios. La literatura bíblica sapiencial se encuentra en los siete libros denominados Sapienciales desde el concilio de Trento: Job, Salmos, Proverbios, Eclesiastés, Can- tar de los Cantares, Sabiduría y Eclesiástico; y se expresa en la combi- nación ternaria del género dramático, didáctico y lírico. 43 Libro de Job, ed. Javier San José, vol. II, p. 625. 44 Un hebreo que vivió entre el 1000 y el 800 a.d.J., es decir, del tiempo de David y Salomón, o cien años más tarde, escribió la historia popular de un Job paciente (1-2, 13; 42, 7-17); luego un poeta anónimo del siglo VI o V a.d.J. compuso la disputa entre Job y sus amigos (3-27, 29-31), junto con los discursos de Dios (38-41); y otro poeta posterior escribió la intervención de Elihú (32-37). Cf. SCHÖKEL, A., y SICRE DÍAZ, J. L., Job. Comentario teológico y literario, Ed. Cristiandad, Madrid 1983, pp. 13-83. 297 RAFAEL LAZCANO La literatura sapiencial nos enseña un modo de vivir, de juzgar y de ver la presencia de Dios en los aconteceres de cada día. La sabiduría práctica aparece definida en el libro de Job como el «temor de Dios»: «Y dijo al hombre: “Mira, el temor del Señor es la sabiduría, huir del mal, la inteligencia”» (Job, 28, 28). Fray Luis de León comenta que en esa norma sapiencial se encuen- tra «tu escuela, aquí está tu enseñanza; tu saber y tu doctrina es hazer y conozer sólo esto» 43. Veamos, pues, cuál es la sabiduría de la histo- ria de Job. El autor de Job 44 demuestra conocer bien el idioma hebreo, además de ser un viajero incansable, conocedor de casi todo el Medio Oriente. El libro está lleno de descripciones maravillosas de diversos países de su época: la vida nómada del desierto con sus caravanas, las gacelas hundiéndose en la arena, las costumbres del avestruz, los chacales, etc. También escribe sobre las minas del Sinaí, conoce el autor las ciu- dades de Palestina, el lujo faraónico, etc. Aun así, lo que más le intere- sa son otro tipo de cuestiones. La obra consta de cuarenta y dos capítulos, casi todo en verso, cin- cuenta páginas de texto hebreo y cerca de un millar de versos largos, que pueden dividirse en tres partes diferenciadas, tanto por la forma literaria como por el contenido. Los dos primeros capítulos, escritos en prosa, a modo de exordio o introducción motivada, ofrecen un perfil biográfico de Job. La siguiente parte la forman los diálogos y ocupan los siguientes cuarenta capítulos. Su redacción está en forma poética y dialogada, con la intervención de sus amigos Elifaz, Bildad y Sofar. Éstos intentan convencerle de su culpabilidad, pues Dios, por ser jus- to, sólo puede castigar a los pecadores, y si Job ha sido castigado por Dios, luego resulta que Job es pecador. Sin embargo, Job sigue defen- 45 En la Biblia figura Job como ejemplo de justicia y santidad (Ez, 14,14-20), y de invicta paciencia (Tob, 2,12-15), aunque habitaba en tierras de Us, país de frontera con Edom y Arabia, Job no pertenece al pueblo de Israel, sino a los «hijos de Oriente» (Job, 1,3). 298 LA TRADUCCIÓN DEL LIBRO DE JOB, DE FRAY LUIS DE LEÓN diendo su inocencia, planta cara a Dios, como queriendo pedir cuenta a Dios y una explicación convincente. A partir del capítulo 32, con la aparición de un nuevo personaje, Elihú, que se presenta de improviso y desaparece sin rastro, pero la discusión alcanza nuevas dimensiones. Elihú hace de árbitro entre Job y sus tres amigos. Censura a los acusa- dores de Job porque no han sabido defender la justicia divina, y critica a Job por su osada exigencia de conocer los misteriosos e insondables planes de Dios. Las calamidades vienen consideradas como oportuni- dad para la esperaza. Y, por último, la tercera parte o epílogo, escrito en prosa, forma parte del capítulo 42, donde Dios habla con Job para que acepte sus designios (fe) y así restablecerle su salud, sus hijos y su hacienda. El protagonista de la historia es Job 45, anticonformista y provoca- dor, un hombre piadoso, recto y sencillo, pero que sufre y no sabe por qué. Soporta con resignación la pérdida de los bienes, los hijos y la salud. Además de sentirse acosado y perseguido por la desgracia y la enfermedad, padece la ocultación de Dios. Pero Job no aguanta impasi- ble la situación hasta calmar la angustia, sino que habla, se queja y se pregunta por su situación. Job, en efecto, se presenta como un hombre insatisfecho, disconforme y obstinado, y por esto mismo quiere dar solución a un problema, y éste no son los bienes ni los hijos que ha per- dido, sino ¿por qué realmente padece todo esto? ¿Por qué él, que ha sido un hombre íntegro, justo y religioso, apartado de todo mal, sufre tanta ignominia? Su vida aparece como un combate continuo, sufri- miento y pasión por la búsqueda de la sabiduría con su propio lengua- je en medio de la soledad, el abandono y el dolor. Sus amigos y conoci- dos intentan herirle en lo más profundo de su espíritu, acusándole del pecado que él nunca cometió, recordándole la doctrina tradicional de la retribución. Y Dios, mientras tanto, permanece callado como si fue- se impotente para evitar el mal y la injusticia. En esta tesitura la angustia y el sufrimiento sumergen a Job entre la fe y la duda, llegando incluso a desearse la muerte como la mejor salida a su calamitosa vida. 46 Los comentaristas de la época patrística, tan prolijos en algunos textos bíblicos, manifiestan una discreción llamativa sobre Job. Cuando lo citan, tan solo nombran algu- nos versículos. Job apenas es comentado durante los primeros siglos. Su nombre sale citado en Justino de Roma, Clemente de Alejandría, Cipriano de Cartago, Evagrio Pónti- co, Atanasio de Alejandría, Hilario de Poitiers, Juan Crisóstomo y Dídimo el Ciego, que comentó hasta el capítulo 16, 1. Dos excepciones, Orígenes, con unas 300 citas aproxi- madamente, y San Agustín, que comentó algunos enunciados de Job en su obra Anota- ciones al libro de Job. Cf. SAN AGUSTÍN, Escritos bíblicos (5.º). Anotaciones al libro de Job. La concordia de los evangelistas, introducción y notas de Pío de Luis, Traducción de José Cosgaya y Pío de Luis. (BAC normal 521), Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid 1992, pp. 12-167. 47 REINHARDT, vol. I, p. 173. 299 RAFAEL LAZCANO A Job no le interesa la justicia de Dios, que premia a los buenos y cas- tiga a los malos, y que defienden sus amigos. «Vuestros avisos son pro- verbios polvorientos, vuestras máximas son de arcilla» (Job 13,13). Su propia experiencia desmonta el argumento, y, por ello, apela a un juicio con Dios mismo en el que se exponga la justicia del hombre. Por probar su inocencia está dispuesto a tener este pleito frente a Dios, y entonces Dios le encaminará hacia su misterio, mostrándose no como un Dios fácil, con esquemas sabidos y bien encasillado en la tradición, sino como un Dios imprevisible, difícil y misterioso. Job cambia el modo de pensar y actuar. Sólo en este estado el mundo fluye de otro modo que implica la máxima apertura a lo sobrenatural, y a Job le permite ser, existir, con la posibilidad de insertarse en un nuevo horizonte vital. El libro de Job ha sido calificado como la joya más preciada de la lite- ratura veterotestamentaria. Su valor sapiencial reside en lo que expresa su sentido literal, que comienza en lo humano, donde los elementos dra- máticos de la existencia son lugar teológico de la revelación de Dios. 2. Título Con el título de Exposición del libro de Job, fray Luis de León traduce y comenta el libro de Job 46. Otros autores habían usado idéntico título, aunque en latín, a modo del elaborado por San Gregorio Magno, Expo- sitio in librum Iob o Moralia (ca. 595), y Santo Tomás de Aquino, Expo- sitio in librum S. Iob; o un comentario, como San Alberto Magno, Comentarii in Iob. Ya en el siglo XVI encontramos varios autores espa- ñoles que comentan el libro de Job, como Juan Gallo 47: Commentaria 48 Cf. Cf. BUJANDA, J. M. de, Index de l’Inquisition espagnole, 1551, 1554, 1559. Cen- tre d’Études de la Renaissance. Canadá 1984, vol. v, pp. 502-503; REINHARDT, vol. I, p. 151. Las Lecciones de Job las tradujo Fernando de Jarava (Amberes 1540; Amberes 1550). Cf. REINHARDT, vol. I, p. 229. 49 Cf. SAN JOSÉ LERA, J., «Fray Diego de Zúñiga y fray Luis de León frente al libro de Job», en La Ciudad de Dios, 204 (1991) 967-983; ID., «Fray Diego de Zúñiga, OSA, “In Iob comentaría”, 1584», en La Ciudad de Dios, 212 (1999) 149-183. 50 Cf. REINHARDT, vol. I, p. 15 51 Cf. REINHARDT, vol. II, p. 176. 52 Cf. REINHARDT, vol. II, p. 201. 53 Cf. REINHARDT , vol. II, p. 273. 54 Cf. REINHARDT, vol. II, p. 291. 55 Cf. REINHARDT, I, 123. 56 Sobre el comentario al libro de Job, de Fray Luis de León y de Cipriano de la Huer- ga, remitimos al estudio de ASENSIO, E., «Cipriano de la Huerga, maestro de Fray Luis de León», en Homenaje a Pedro Sainz Rodríguez. III. Estudios históricos, Fundación Univer- sitaria Española, Madrid 1986, pp. 57-72. 300 LA TRADUCCIÓN DEL LIBRO DE JOB, DE FRAY LUIS DE LEÓN in Job, cap. 1-3; las Lecciones de Job, obra que puede ser de Garci Sán- chez de Badajoz o de Antonio de Espinosa 48; Francisco de Orantes (Dorantes) es el autor de los Commentaria super Job (1576); Cipriano de la Huerga, maestro de Fray Luis en Alcalá, redactó los famosos Commentaria in librum Iob (Alcalá 1582); Diego de Zúñiga, In Iob commenaria (Toledo 1584) 49; Luis de Alcázar, Commentarius in Job (1588) 50; Martín Pedraza, Commentaria in libum Job 51; Constantino Ponce de la Fuente, Commentaria in Job 52; Esteban Salazar, Commen- tarius in Job 53; Pedro Sánchez Ciruelo, Interpretatio librorum Job 54; y la traducción de Jeroni Conques, Llibre de Job 55. De Cipriano de la Huerga, verdadero impulsor del análisis lingüísti- co y exegético del texto sagrado, tomó fray Luis su inspiración para acometer también como él la traducción y exposición del libro de Job. Sin embargo, a diferencia de los anteriores autores, que habían segui- do la Vulgata, fray Luis emprende un nuevo camino: la traducción y exégesis desde el texto «hebreo arcaico» a la lengua vulgar, cuando se utilizaba el castellano casi exclusivamente para obras de espirituali- dad 56. Este reto le supuso a fray Luis dedicar toda su vida a la Sagra- da Escritura. Fray Luis traduce el texto bíblico y expone su contenido en castellano para conocimiento, instrucción y saber teológico, que es el fin de la exégesis del texto sagrado. Si complicada era la labor filoló- gica, tanto o más podía resultar la interpretación del sufrimiento de Job ante la justicia de Dios (Job, 2, 28). 57 Proceso inquisitorial de fray Luis de León, edición, introducción y notas de Ángel Alcalá, Junta de Castilla y León, Valladolid 1991, p. 49. 58 José Ramón Alcántara Mejía sostiene que un borrador de la Exposición lo «pudo haber comenzado antes de la prisión», concretamente «durante el tiempo en que fue par- te de la comisión para dictaminar sobre la Biblia de Vatablo [de diciembre de 1569 has- ta comienzos de 1571], continuando hasta los primeros años de su encarcelamiento, cuando quizá ya había avanzado cuando menos hasta el capítulo III», pero que pudiera alargarse «cuanto menos hasta el capítulo XX si no que hasta el XXXIII, durante su encarcelamiento»: ALCÁNTARA, p. 116. Otros, por el contrario, retrasan la fecha en la que comenzase a escribir en la cárcel la Exposición del libro de Job, y fijan el comienzo de la obra en 1578 ó 1579, como indica el editor de la edición príncipe, y Javier San José Lera, último editor de la Exposición del libro de Job: vol. I, p. 44. Cf. NAVARRO, A., «En torno a la Exposición del “Libro de Job”, de Fray Luis de León», en GARCÍA DE LA CON- CHA, V. (ed.), Academia Literaria Renacentista. I. Fray Luis de León, Ed. Universidad de Salamanca, Salamanca 1981, pp. 225-244. 301 RAFAEL LAZCANO Bajo el título Exposición del libro de Job, de fray Luis de León, se esconde toda una ardua tarea de estudio e investigación científica sobre textos bíblicos y su verdadera interpretación. A esta labor de filó- logo y hermeneuta bíblico se deben añadir cuantiosas lecturas y estu- dio de autores, resumen de opiniones y exposición de nuevas indaga- ciones del texto bíblico. 3. Composición La última obra escrita por fray Luis de León es Exposición del libro de Job, pues la finalizó pocos meses antes de su fallecimiento. Las prime- ras noticias nos han llegado por el mismo autor cuando declaró el 17 de abril de 1572, en la audiencia de Valladolid, en presencia de los inquisidores Diego González y Francisco Raliego. Fray Luis confiesa que «tenía el texto del libro de Job en romançe y que e tenido intento de hazer sobre él en romançe una declaración» 57. Es decir, confirma explícitamente que tiene pensado la redacción, en un futuro no muy lejano, de una «declaración» del libro de Job, e implícitamente sostie- ne que ya tiene algún texto traducido en castellano del libro de Job. La conclusión de la obra fue el 8 de marzo de 1591 58. Sólo disponemos de la datación exacta y lugar de terminación de los capítulos 33 al 42, tal y como fray Luis de León dejó escrito en el borrador de la Exposición del libro de Job. Según esto, los treinta y dos 59 Esta fecha hace inviable la tesis de comienzo de la obra sostenida por Javier San José, pues en año y medio resulta inalcanzable la preparación de los treinta y dos capí- tulos de la Exposición del libro de Job, más aún conociendo su apretada agenda: GONZÁ- LEZ VELASCO, M., «Cronología de fray Luis de León», en La Ciudad de Dios, 214 (1991) 376-380. 60 Fue Ana de Jesús quien proporcionó a fray Luis en 1587 el manuscrito de la Vida, de Santa Teresa, entonces en posesión de la Inquisición, junto a las restantes obras de la Santa de Ávila. Las Carmelitas, por mediación de Ana de Jesús, confiaron a fray Luis la edición, y a un procesado por la Inquisición le entregan la protección de una orden toda- vía bajo sospecha. En esta tesitura de persecución injusta, Ana de Jesús alentaría a fray Luis para que retomase el proyecto y cerrarse la elaboración de la Exposición del libro de Job. Sobre este asunto véase: TORRES, C., Ana de Jesús. Cartas (1590-1621). Religiosi- dad y vida cotidiana en la clausura femenina del Siglo de Oro (Col. Estudios Filológicos 259), Ed. Universidad de Salamanca, Salamanca 1995, pp. 39-40. 61 Cf. GONZÁLEZ VELASCO, M., «Cronología de fray Luis de León», en La Ciudad de Dios, 214 (1991) 380-404. 62 Un día antes, el 5 de enero, fray Luis se siente debilitado y enfermo. El día 11 acu- de a reconocimiento médico y le descubren «una lupia o escrescencia carnosa encima de la cadera, cerca de la región del riñón derecho, la cual es grande y de mala calidad», cuyos primeros síntomas se remontan a enero de 1578. Cf. MARTÍNEZ GARCÍA, A., «Las enfermedades de fray Luis de León», en Revista Agustiniana, 39 (1998) 253-320: 306. capítulos primeros están concluidos en noviembre de 1580 59. Este mismo año termina el capítulo 33 (30 de noviembre); el 34 en Vallado- lid (10 de diciembre); el 35 en Valladolid (13 de diciembre). Luego interrumpirá la preparación de la obra durante diez años. La década de los ochenta está ocupado con la cátedra de Biblia, con lecturas del Antiguo y Nuevo Testamento; la preparación del Tractatus de sensibus Sacrae Scripturae (1581); la edición De los nombres de Cristo y La Per- fecta casada (Salamanca 1583); y la participación en numerosos actos y conclusiones de la Universidad, y en gestionar asuntos de la propia Universidad como diputado de la misma y representante en la Corte de Madrid. También se dedicó a editar las obras de Santa Teresa de Jesús (1587-1588) 60; la redacción de Forma de vivir (1588-1589), la publi- cación del comentario In Abdiam (1589), etc. 61 Fue en 1590 cuando concluyó en Madrid los capítulos 36 a 40: el capítulo 36 (27 de octubre); el 37 (29 de noviembre); el capítulo 38 (14 de diciembre), y el resto al año siguiente, 1591: el capítulo 39, el 6 de enero 62; el 40, el día primero de febrero, y los dos últimos en Salamanca, el 19 de febrero y el 8 de marzo, respectivamente. Una par- te de la Exposición del libro de Job la comenzó a pasar a limpio el pro- pio fray Luis de León, concretamente hasta el folio 222 del manuscrito 302 LA TRADUCCIÓN DEL LIBRO DE JOB, DE FRAY LUIS DE LEÓN 63 Libro de Job, ed. Javier San José, vol. I, pp. 70-71. Cf. VELA, S., 1919, pp. 132-133. 64 Cf. HABIB ARKIN, A., La influencia de la exégesis hebrea en los comentarios bíblicos de fray Luis de León, Ed. CSIC, Madrid 1966, p. 5; sobre el libro de Job, pp. 65-182. 65 Cf. VIDAL, M., Agustinos de Salamanca. Historia del observantíssimo convento de San Augustín N. P. de dicha ciudad, Imp. Eugenio García de Honorato, Madrid 1751, vol. I, 382. 66 VELA, S., 1919, pp. 140-141. 303 RAFAEL LAZCANO autógrafo, número 219 de la Biblioteca Universitaria de Salamanca, y el resto lo haría algún copista 63. La Exposición del libro de Job resulta ser la obra más extensa y elabo- rada de los escritos bíblicos, fruto de sus continuos estudios y descubri- mientos lingüísticos, haciéndose su final interminable. El libro de Job, por lo tanto, ocupó a fray Luis toda la vida. En él se encuentra la mayor perfección traductora y exegética del maestro salmantino. La compresión del libro de Job desde la propia lengua le exigió a fray Luis de León un gran esfuerzo, desde la curiosidad del hebreo hasta el viaje hacia la cul- tura hebrea 64. El vehículo de ese viaje fue la traducción de Job. 4. EDICIÓN Después de la muerte de fray Luis, ocurrida el 23 de agosto de 1591, el convento San Agustín de Salamanca determinó el 18 de junio de 1592 la publicación del manuscrito Exposición del libro de Job del maestro León, entonces en poder de Basilio Ponce de León (1570-1629) 65. Al año siguiente el sucesor en la cátedra de Biblia de fray Luis, el maes- tro Juan Alonso de Curiel, redactó un parecer favorable a la publica- ción en respuesta a la solicitud de licencia para la impresión 66, recibi- do en Madrid el 15 de enero de 1594 y el Consejo Real pidió le envia- sen el citado libro de fray Luis para ser examinado por la Inquisición, dado que los Índices, de Valdés de 1551 y 1559, y en los de Quiroga de 1583 y 1584, «se prohiben en qualquier lengua vulgar todas las Biblias sagradas y cada parte de Nuevo y Viejo Testamento, aunque en las traductiones y versiones no aya error alguno, y el intérprete o intér- pretes sean catholicos, y por quitar toda dudda y escrúpulos se declara ser partes de la Biblia prohibidas en lengua vulgar qualquiera libro de ella entero aunque sea pequeño» 67. Como todavía en 1609 no había salido la aprobación de la publica- ción del libro de Job, Ana de Jesús (1545-1621), carmelita descalza, sucesora de Santa Teresa de Jesús (1515-1582) en la Reforma carmeli- ta, amiga de fray Luis y destinataria de la obra, sabedora de la impor- tancia del escrito luisiano, comenzó a preocuparse por su impresión desde Bruselas, donde se encontraba esta fundadora de conventos car- melitas. Ante todo deseaba su pronta publicación, en la que mediará para encontrar una solución a los problemas financieros derivados de su edición en Bruselas 68. A pesar de los esfuerzos y diligencias de Ana de Jesús, el manuscri- to continuará en poder de la Inquisición hasta la solicitud del manus- crito hecha por el agustino Benito de Aste (ca. 1609-1689) 69, y su pos- 304 LA TRADUCCIÓN DEL LIBRO DE JOB, DE FRAY LUIS DE LEÓN 67 «Regla V del Índice de 1583», en Index de l’Inquisition Espagnole, 1583, 1584. Par J. M. de Bujanda. Centre d’Études de la Renaissance. Ed. de l’Université de Sher- brooke. Québec (Canadá) 1993, p. 51. El Índice de 1559 resulta ser el más duro en las prohibiciones, al afectar la retirada de libros y prohibición de obras de piedad con citas bíblicas en lengua vulgar. Cf. Index V, ed. J. M. de Bujanda, pp. 547, 604-605. 68 «El de Job deseo se ynprima luego, q(ue) de Madrid me an prometido prestarán doçicentos ducados a la M(adre) P(riora) de ay. Quede pa(ra) ello con condiçión q(ue), en estando ynpreso, se los buelvan en libros o en dineros. Suplico a V(uestra) P(aterni- da)d lo diga al P(adr)e M(aestr)o fr(ay) Basilio [Ponce de León]»: Carta de Ana de Jesús a fray Diego de Guevara, agustino, en TORRES, Concepción, Ana de Jesús. Cartas (1590- 1621). Religiosidad y vida cotidiana en la clausura femenina del Siglo de Oro. (Col. Estudios filológicos 259). Ed. Universidad de Salamanca. Salamanca 1995, p. 94. La misma cuestión aparece en varias cartas siguientes. La fechada en Bruselas, a 21 de ene- ro de 1612, ibídem, pp. 95-96; en 1615 (25 de noviembre), donde Ana de Jesús por mediación del agustino Diego de Guevara manifiesta su deseo de «enprimir el libro de santo Job, qu(e) enviándomele a con las lizençias y aprobación que tiene para imprimir- le, le aré imprimir sin que se mude una letra. Que muy bien sacan aquí las impresiones españolas y es lástima se esté tanto tiempo escondido ese tesoro», ibidem, p. 98; al año siguiente, 1616, 2 de marzo, cuando pide a Basilio Ponce de León le comunique «Si quieren se inprima aquí, escríbemele luego que aremos baya de buena letra y papel. Y el P(adr)e fr(ay) Andrés de Soto de la orden de san Francisco, confesor de su Alteza de la Infanta nuestra señora, se a ofrecido a mirar se aga muy bien la inpresión para que el libro benga siguro. (...) Será menester abisarme de qué tamaño quieren el libro y lo demás que fuese menester, para que se aga a gusto del M(aestr)o P(adr)e fr(ay Basilio de León, que en el alma tengo sienpre a su tío», ibídem, p. 99. 69 Cf. LAZCANO, R., Agustinos españoles escritores de María (Col. Mariología, 2), Ed. Revista Agustiniana, Guadarrama (Madrid) 2005, pp. 39-40. 70 Cf. Catálogo de manuscritos de la Biblioteca Universitaria de Salamanca. I. Manuscritos 1-1679bis (Col. Obras de Referencia, 12), Ed. Universidad de Salamanca, Salamanca 1997, pp. 179-180. En la guerra de la independencia el manuscrito salman- ticense fue a parar a Granada, donde lo adquirió el magistrado Mauricio Barodad y Béjar, quien lo regaló a la Biblioteca Universitaria de Salamanca: Cf. URBINA, J., Reseña bio- gráfica y bibliográfica del Maestro FR. Luis de León, Imp. Diego Vázquez, Salamanca 1858, pp.19-20. En 1855 ya se encontraba en Salamanca, según consta en el Catálogo de libros manuscritos que se conservan en la Biblioteca de la Universidad de Salamanca (Imp. José de Atienza, Salamanca 1855), p. 42. 71 La edición princeps, sin embargo, se realizó de una esmerada copia que sacó Fran- cisco Méndez (1725-1803) del manuscrito salmanticense, hoy desaparecida, y que sería la que revisaron los censores, pues en éste no aparecen incluidas las correcciones man- dadas hacer por los censores. SANTIAGO VELA, G. de, Ensayo de una Biblioteca Ibero- Americana de la Orden de San Agustín. Obra basada en el Catálogo bio-bibliográfico agustiniano de Bonifacio Moral, Imp. del Asilo de Huérfanos del Sagrado Corazón de Jesús, Madrid 1920, vol. V, p. 390. 72 Cf. SANTIAGO VELA, G. de, o.c., vol. V, pp. 462 y 468. 73 Cf. MESTRE, A., «El redescubrimiento de fray Luis de León en el siglo XVIII», en Bulletin Hispanique, 83 (1981) 5-64. 305 RAFAEL LAZCANO terior traslado a la biblioteca del Convento de San Felipe el Real de Madrid con anterioridad a la muerte del Inquisidor general Diego de Arce y Reinoso, ocurrida el 16 de julio de 1665. Un siglo más tarde, hacia 1760, el manuscrito viajará hasta el Convento San Agustín de Salamanca por iniciativa de Manuel Vidal (1697-1765) con intención de publicarlo, pero sin conseguirlo, y llegada la exclaustración el manuscrito pasará a la Universidad de Salamanca 70. Transcurrida una década y media comenzó la tramitación de la censura, que fue encarga- da a Antonio Carlos Martínez y Manuel Aguilar, capellanes de la Capi- lla de San Isidoro, por acuerdo del Consejo Real de fecha 14 de marzo de 1776. Por su parte, el catedrático de Filosofía moral en la Universi- dad Salmantina, el agustino Pedro Madariaga (†1797), solicitó el 17 de abril de 1777 al inquisidor general y obispo de Salamanca, Felipe Bel- trán, declarase si había inconveniente en que dicha obra saliese publi- cada. El 4 de julio de este mismo año se decretó que la obra fuese devuelta para que se incluyeran las propuestas de los censores, entre- gándose la obra con algunas correcciones el día 27 del mismo mes y año. Y, por fin, el 18 de agosto de 1777 consiguió la licencia para su impresión la Exposición de libro de Job, de fray Luis de León 71. El libro salió impreso en Madrid, en los talleres tipográficos de Pedro Marín, el año 1779, una vez preparado el texto por el historiador Antolín Merino (1745-1830) 72 y el poeta Diego Tadeo González (1732-1794) 73, tam- 74 Sobre las ediciones: LAZCANO, Fray Luis de León. Bibliografía, pp. 210-214 75 «Algunos dijeron que ni hubo Job ni pasó en hecho de verdad esta historia, sino que es parábola ordenada por Dios y escrita por sus profetas para dechado de paciencia perfecta. Mas esto es falso y condenado y, en cierta manera, injurioso a la verdad de la divina Escritura» (Job, 1, 1), en Obras Completas, ed. Félix García, vol. II, p. 35. 306 LA TRADUCCIÓN DEL LIBRO DE JOB, DE FRAY LUIS DE LEÓN bién conocido como Delio, añadió veinticuatro argumentos que encabe- zan la traducción y completó no pocas traducciones en tercetos 74. 5. Job, autobiografía espiritual de fray Luis Existe entre los estudiosos de fray Luis la idea que supone el carácter autobiográfico de la Exposición de libro de Job. En este sentido, el libro de Job sería el reflejo del drama vivido por fray Luis de León durante el proceso inquisitorial y encarcelamiento padecido en Valladolid. Y Job sería un ejemplo de su propia vivencia, con alusiones patentes, sobre todo en la primera parte de la Exposición. Sin embargo, no se puede ocultar que fray Luis sentía especial predilección por la Sagrada Escri- tura y que una «declaración» del libro de Job ya figuraba entre sus pla- nes antes de iniciado el proceso inquisitorial en 1572. Si Job experimentó el silencio de Dios, también fray Luis parece pudo suponer a raíz de la persecución y odio de que fue objeto por par- te de sus adversarios, que Dios permanecía lejano e indiferente en la adversidad y desdicha del inocente. Job y fray Luis padecieron angus- tia, soledad y abandono a causa de la ignorancia y necedad de algunos, y la envidia y la maldad de otros. Encontrándose así, el estado de áni- mo no parece ilógico que fray Luis de León eligiese para consuelo en la adversidad la lectura de algunos libros de la Sagrada Escritura. Comentó el Salmo 26, y seguramente reflexionaría en más de una oca- sión sobre la figura de Job. La ocasión era propicia cuando la vida le mostraba su lado más duro, triste y amargo. En esta situación fray Luis de León se siente capacitado para comprender la situación de Job, de quien afirma su historicidad en oposición al uso alegórico del persona- je bíblico 75, como hombre experimentado en el dolor, según manifiesta al menos implícitamente el capítulo 2, 1: «Persúadome yo que los que de estas palabras se asombran y les buscan salida, nunca hicieron experiencia de lo que la adversidad se siente ni de lo que duele el 76 Obras Completas, ed. Félix García, vol. II, pp. 65-66. 77 Obras Completas, ed. Félix García, vol. II, pp. 470. 78 Designan esta realidad anímica varios textos de Job: 3, 7 a y 10; 7,3; 7, 11 b; 7, 14; 7,15 b; 9, 34 b; 12, 6-10; 13, 25 a; 16, 6 a; 18, 11 a; 20, 22 a; 23, 15; 30, 15 a; etc., etc. 79 ALONSO SCHÖKEL, A., p. 355. 80 «El principio y como fundamento de todos los bienes es que se conozca cada uno a sí mismo» (Job 40, 1), en Obras Completas, ed. Félix García, vol. II, p. 658. Cf. CAO MARTÍNEZ, R., «El conocimiento de sí en fray Luis de León», en Revista Agustiniana, 39 (1998) 85-128. Las menciones a los textos de Job comienzan en la página 98. 307 RAFAEL LAZCANO trabajo; que si la hubieran hecho, ella misma les enseñara que no se encuentra con la paciencia que el puesto en desventura y herido sienta lo que le duele, y publique lo que siente con palabras y señas.» 76 Esta experiencia de padecimiento del mal y abandono se encuentra plasmada en otros textos, como el que sigue: «Aunque es cierto, Señor, que tengo de morir, porque con esa condición nacemos todos según tu antigua y justa sentencia, pero estos males que envías sobre mí, aunque son mortales, no quieres Tú, para acrecentar mi tormento, que me sean de muerte; no son dolores que, acabando el sujeto, dan fin a sí mismos, sino males que por secreta orden tuya, con poder deshacer una peña, me rehacen a mí. Y si vencidas de tan grave mal desfallecen mis fuerzas, y si caen, rendidas a las des- venturas, Tú salvarás, esto es, Tú las sustentas, para que mi padecer no fenezca» (Job, 30, 24) 77. En plena madurez intelectual fray Luis no sólo perfecciona sus cua- lidades de traductor y de exégeta, sino que alcanza su cumbre la vida más íntima, nunca ajena a la adversidad, la envidia y la persecución, a los dolores, amarguras y decepciones. La figura y profecía de Job refle- ja la propia de fray Luis. En el fondo del alma, sufrimiento y angustia. Dos términos que designan el estado de ánimo de Job y de fray Luis 78. Aguijoneado, en efecto, por las espuelas de la vida, fray Luis nos legó con la traducción y exposición del libro de Job «una obra maestra de nuestra literatura y de nuestra exégesis» 79, en una sutil y quebradiza combinación de leguaje y vida, de esfuerzo filológico y autoconoci- miento 80. 81 ÁLVAREZ DE MIRANDA, p. 25. 82 ALONSO SCHÖKEL, p. 335. 83 Obras Completas, ed. Félix García, vol. II, p. 28. VI. TRADUCCIÓN DEL LIBRO DE JOB 1. La «majestad» de la poesía hebrea Una de las características generales de la poesía hebrea es la riqueza expresiva a través de metáforas, la acumulación enfática de expresiones semejantes, la personalización de las cosas, y también la pobreza de recursos analíticos. Álvarez Miranda lo explica así: «Desde el punto de vista de la expresión, lo que caracteriza al hebreo es la escasa aptitud para la matización y el análisis del pensamiento. Su sintaxis es pobre en formas de coordinación y hasta en conjunciones que no sean las mera- mente copulativas. Consecuencia de esta penuria es que las proposicio- nes de tipo subordinado, tan usuales en nuestras lenguas, sean más escasas en el hebreo, y sobre todo que posean un valor muchas veces impresivo. La yuxtaposición, en cambio, domina en su estructura sin- táctica, pero semejante procedimiento constructivo se presta poco a la articulación lógica de los períodos y a su matización.» 81 La poesía del libro de Job se presenta particularmente rica, concisa y expresiva, con la particularidad de que «ningún libro de la Escritura tiene tantas palabras que salga una sola vez en toda la Biblia (...); a ello se añade la concisión de la frase, la fórmula elíptica, la riqueza y variedad de las imágenes» 82. No basta, pues, con el conocimiento de la lengua de origen y la de destino para ser buen traductor, se exige la comprensión globalizada de la obra en su contexto y la expresión dies- tra de la traducción. Fray Luis plantea la traducción de Job desde una voluntad de estilo muy precisa, y declarada en la dedicatoria: «Hago tres cosas: una, traslado el texto del libro por sus palabras, conservando, cuando es posible, en ellas el sentido latino y el aire hebreo, que tiene su cierta majestad; otra, declaro en cada capítulo más extendidamente lo que se dice; la tercera, póngole en verso, imitando muchos santos y antiguos que en otros libros sagrados lo hicieron y pretendiendo por esa manera aficionar algunos al conoci- miento de la Sagrada Escritura, en que mucha parte de nuestro bien consiste, a lo que yo juzgo.» 83 308 LA TRADUCCIÓN DEL LIBRO DE JOB, DE FRAY LUIS DE LEÓN 84 Obras Completas, ed. Félix García, vol. II, p. 175. 85 Cf. MORÓN ARROYO, C., «Lorenzo Valla: nuevo discurso del método», en Homenaje a Pedro Sainz Rodríguez. III. Estudios históricos, Fundación Universitaria Española, Madrid 1986, pp. 319-334. 309 RAFAEL LAZCANO La «majestad» del hebreo, en fin, le llevará a reconocer que: «Es ordinario en las lenguas, como ésta es, cortas y breves, callar mucho de lo que conviene que se diga, y por lo poco que se dice, como por señas, dar a entender lo que se calla, librando la sentencia entera en el entendimiento de los que oyen y como remitiéndose a ellos. Ansí callan los verbos muchas veces; ansí se refieren, sin haberlo dicho a lo que se refieren, ansí ponen palabras que significan la cuali- dad de una cosa antes de nombrar lo que califican; y quieren que por la cualidad expresada entendamos el sujeto a quien la cualidad le conviene» (Job, 8, 16) 84. La traducción del libro de Job constituyó, pues, un verdadero desafío para el poeta fray Luis. Y para ello se requiere la fijación del texto ori- ginal. Se trata de establecer el texto bíblico genuino, que se obtendrá por la comparación de las dos versiones, la Vulgata, en ocasiones tam- bién la de los Setenta, y la versión hebrea. Es muy probable que el tex- to hebreo usado para la traducción no se encontrase bien conservado, por lo que el trabajo se ha de acrecentar hasta consultar toda una biblio- teca de manuscritos y obras con opiniones, conjeturas, más o menos plausibles. Fray Luis quiere saber qué dicen los versos originales del libro de Job, para después ocuparse de su traducción y exposición. 2. Método de traducción: literalismo bíblico Fue Lorenzo Valla quien puso de manifiesto la importancia de la tra- ducción cuando aplicó al Nuevo Testamento el método lingüístico y propuso nuevas traducciones, con introducción de matices hasta entonces no conocidos 85, y, sin embargo, la labor de traducción de la Biblia había contado con dificultades al estar sometida a control políti- co y eclesial para evitar la herejía. Si en Italia, Francia y los País Bajos se toleraban las traducciones hechas por hombres doctos y católicos, y en Alemania se permitía una nueva traducción deferente de la de Lute- ro, en España se optó por la prohibición rigurosa de las traducciones 86 Esta situación de privilegio hacia la Vulgata prevaleció en España hasta el 20 de diciembre de 1782, cuando el inquisidor general Felipe Beltrán, obispo de Salamanca, firmó el edicto de aceptación en España del decreto de la Congregación del Índice, publicado hacía 25 años, concretamente el 13 de julio de 1757, con aprobación de Bene- dicto XIV, por el que se concedía permiso para traducir la Biblia a las lenguas vulgares. 87 Obras Completas, Ed. Félix García, vol. I, p. 72. 88 Obras Completas, Ed. Félix García, vol. I, pp. 74-75. Cf. CAO MARTÍNEZ, R., «”El que traslada ha de ser fiel y cabal...”. Observaciones sobre algunos textos citados por de la Escritura en lengua vulgar. Sólo la Vulgata, toda la Vulgata y nada más que la Vulgata 86. Pero fray Luis no desiste de su empeño de biblista. La traslación, traducción y explicación de lo traducido forman un todo en el oficio de exégeta salmantino. Como era frecuente en los humanistas, fray Luis de León cuenta con su propio método de traducción de textos bíblicos, y lo expresa con toda clarividencia en «Prólogo» a la Exposición del Cantar de Cantares: «Solamente trabajé en declarar la corteza de la letra, así llanamente, como si en este Libro no hubiera otro mayor secreto del que muestran aquellas palabras des- nudas (...), que será solamente declarar el sonido de ellas, y aquello en que está la fuerza de la comparación y del requiebro.» 87 «Lo que yo hago con esto son dos cosas: la una volver en nuestra lengua palabra por palabra el texto de este libro; en la segunda, declaro con brevedad no cada palabra por sí, sino los pasos donde se ofrece alguna oscuridad en la letra, a fin que quede claro su sentido así en la corteza y sobrehaz, poniendo al principio el capítulo todo entero, y después de él su declaración. Acerca de lo primero procu- raré conformarme cuanto más pude con el original hebreo, cotejando conjunta- mente todas las traducciones griegas y latinas que de él hay, que son muchas, y pretendí que respondiese esta interpretación con el original, no sólo en las sen- tencias y palabras, sino aun en el concierto y aire de ellas, imitando sus figuras y maneras de hablar cuanto es posible a nuestra lengua, que, a la verdad, responde con la hebrea en muchas cosas. (...) El que traslada ha de ser fiel y cabal y, si fuere posible, contar las palabras para dar otras tantas, y no más ni menos, de la misma cualidad y condición y variedad de significaciones que las originales tiene, sin limitarlas a su propio sentido y parecer, para que los que leyeren la traducción puedan entender toda la variedad de sentidos a que da ocasión el original, si se leyese, y queden libres para esco- ger de ellos el que mejor les pareciere. El extenderse diciendo, y el declarar copiosamente la razón que se entiende, y el guardar la sentencia que más agrada, jugar con las palabras añadiendo y quitando a nuestra voluntad, eso quédese para el que declara, cuyo propio oficio es.» 88 310 LA TRADUCCIÓN DEL LIBRO DE JOB, DE FRAY LUIS DE LEÓN fray Luis de León», en Revista Agustiniana, 32 (1991) 989-1028, especialmente las páginas 109-119. 89 Obras Completas, Ed. Félix García, vol. I, p. 74. 90 Cf. CAMINERO, J., «La idiosincrasia de la transducción literaria de fray Luis de León», en Revista Agustiniana, 39 (1998) 26-27. 311 RAFAEL LAZCANO El sistema gramatical del castellano bíblico señala el respeto al orden de las palabras, pero sobre todo resalta la liberalidad de la tra- ducción, método que practica fray Luis de León, si bien es consciente de las dificultades que entraña este estilo de traducción, según indica en el prólogo de la Exposición del Cantar de Cantares: «Procuré conformarme cuanto pude con el original hebreo, cotejando juntamente todas las traducciones griegas y latinas, que de él hay, que son muchas y preten- dí que respondiese esta interpretación con el original, no sólo en las sentencias y palabras, sino aun en el concierto y aire de ellas, imitando sus figuras y maneras de hablar cuanto es posible a nuestra lengua, que, a la verdad, responde con la hebrea en muchas cosas. De donde podrá ser que algunos no se contenten tanto, y les parezca que en algunas partes la razón queda corta y dicha muy a la vizcaí- na, y muy a lo viejo, y que no hace corra el hilo del decir, pudiéndolo hacer muy fácilmente con mudar algunas palabras y añadir otras.» 89 La expresión «muy a la vizcaína» viene a indicar una traducción arcaica 90, deficiente en palabras y sintaxis, y, por lo tanto, incorrecta y sin fluidez, «muy a lo viejo» y sin «que corra el hilo del decir». Estas son algunas de las dificultades que ofrece el método de traducción al «castellano bíblico», y que fray Luis conoce, pero que acepta como tra- dición impuesta por los romanceamientos medievales de la Biblia y porque fuera también el habla popular, y no solamente el lenguaje cul- to de los intelectuales. Desde la fidelidad a la letra original de la Sagrada Escritura intentará plasmar en la traducción del libro de Job el «castellano bíblico» creando un campo lingüístico autónomo, diferente del habitual en la prosa literaria castellana del siglo XVI. Fray Luis desea acudir al texto hebreo, examinar sus palabras, pres- tar atención a las grafías y pronunciación, a sus valores sintácticos y expresivos, en sintonía con el contexto histórico-cultural y el carácter objetivo de los términos, con el fin de extraer todas sus posibilidades lingüísticas. El trabajo del traductor fray Luis comienza, pues, con la revisión de los textos originales y el cotejo del mayor número posible 91 Cf. GONZÁLEZ NOVALÍN, J. L., «Inquisición y censura de Biblias en el Siglo de Oro. La Biblia de Vatablo y el proceso de fray Luis de León», en GARCÍA DE LA CONCHA, V., y SAN JOSÉ LERA, J. (eds.), pp. 125-144. 92 Obras Completas, Ed. Félix García, vol. II, p. 678. 93 Cf. SABUGAL, S., «Exégesis y hermenéutica bíblica de fray Luis de León», en VIÑAS ROMÁN, T. (Coord.), Fray Luis de León. IV Centenario (1591-1991). Congreso Interdisci- plinar. Madrid, 16-19 de Octubre 1991. Actas (Col. Biblioteca «La Ciudad de Dios». I. Libros 51), Ed. Escurialenses, El Escorial-Madrid 1992, p. 118, nota 5. 94 Cantar de Cantares, 5,15; edición de José Manuel Blecua, Ed. Gredos, Madrid 1994, p. 186. 95 Cf. HABIB ARKIN, pp. 21, 34, etc. 96 IDEM, p. 187. El método Pesat, «simple», consiste en la exposición literal del texto desde su genuino significado. 97 Cf. HABIB ARKIN, A., La influencia de la exégesis hebrea en los comentarios bíblicos de fray Luis de León, Ed. CSIC, Madrid 1966; FERNÁNDEZ MARCOS, N., y FERNÁNDEZ TEJERO, E., Biblia y humanismo. Textos, talantes y controversias del siglo XVI español (Col. Monografías 69), Fundación Universitaria Española, Madrid 1997. de versiones de la Biblia distintas de la Vulgata, como la del dominico italiano Santes Pagnini (1470-1551), Antiguo y Nuevo Testamento en latín (Lyon 1527; Colonia 1541; Lyon 1542; Ginebra 1557), y la del filólogo francés Francisco Vatablo († 1547) 91. Fray Luis está al corrien- te de las diferentes versiones de la Biblia. Así, comentando el capítulo 41, 25, del libro de Job dice fray Luis: «Todo lo sublime verá él, rey sobre todos los hijos de soberbia. (...) Por donde algunos intérpretes latinos trasladan sobre todos los monstruos marinos. Los griegos dicen: ; todos los que moran las aguas. Y el que traslada en caldeo: sobre todos los hijos de los montes.» 92 Una y otra vez da muestras fray Luis de estar familiarizado con la lengua hebrea y la producción exegética judía 93, y muy al corriente de los escritos hebreos, como de la producción literaria del rabí Abraham ibn ’Ezra (1092-1167) 94, uno de los más prestigiosos intérpretes de la Sagrada Escritura después de Rasí (1040-1105) 95. «La mayoría de las definiciones y traducciones de fray Luis de León no son ni de origen católico medieval ni midrásico..., sino que parecen provenir directa- mente de los comentarios hebreos de la Alta Edad Media, de tendencia literal y pesática.» 96 En efecto, la obra bíblica de Fray Luis de León depende en gran medida de la tradición cultural semita, y en particular de la tradición rabínica 97. 312 LA TRADUCCIÓN DEL LIBRO DE JOB, DE FRAY LUIS DE LEÓN 98 Cf. Job, 2, 7; 7, 6; etc.: Cf. BUSTOS, E. de, «Algunas observaciones semiológicas y semánticas en torno a Fray Luis de León», en GARCÍA DE LA CONCHA, V. (ed.), Academia Literaria Renacentista. I. Fray Luis de León, Ed. Universidad de Salamanca, Salamanca 1981, pp. 106-107. 99 Obras Completas, ed. Félix García, vol. II, p. 58. 313 RAFAEL LAZCANO Por otro lado, nos encontramos con que los humanistas se muestran interesados en resaltar la condición histórica del texto y la aplicación de un método racional, basado en la crítica filológica del texto. La razón y la filología se unen para ir al encuentro de la traducción y explicación de la Biblia con el propósito de ayudar al lector a com- prender la Sagrada Escritura. La aplicación del método de crítica textual en el libro de Job llevará a fray Luis al uso de la declaración parafrástica de los sentidos de vocablos, necesaria incluso cuando la traducción se presenta ceñida al original, consiguiendo de este modo una ampliación y documentación de la misma traducción. De esta capacidad evocadora de la palabra pueden incluso surgir complejas asociaciones semánticas difíciles de traducir de hacerse literalmente, lo que «desembocaría en una “razón no acabada”» 98. En todo caso, la riqueza del lenguaje hebreo y la con- sulta de diferentes versiones de la Biblia, según se desprende de su análisis literal, le permiten decidir el vocablo más adecuado a cada contexto en los casos de sinonimia, sin reparar si ésta es propia del hebreo o del castellano. Así, por ejemplo, fray Luis prefiere «varón» u «hombre justo» a la traducción más frecuente de «hombre» (Job 1, 1); o entre «asir» y «agarrar» (Job, 2, 3.9); entre «parlar» y «hablar» (Job, 2,10): «Y digo parlar porque la palabra original, según la fuerza de su orden y puntos, es hablar no como quiera, sino hablar mucho o como si dijésemos rehablar; que viene muy bien para lo que se habla sin aten- ción y sin tiento, y para lo que ni la razón lo mide ni la consideración lo modera. Porque todo lo que ansí se habla, aunque parezca poco y aun- que en palabras lo sea, es demasiado y muy largo; y el hablar sin con- siderar, siempre es mucho hablar.» 99 También es sabedor fray Luis que la declaración del significado de cada término empleado, en ocasiones, carece de luminosidad suficien- te para la oportuna explanación, razón que le hará volver al original y emplearse en el análisis a fin de detectar diferentes sentidos escondi- dos en el lenguaje bíblico, cuyo pluralismo textual está dado por la 100 En 1572 había declarado fray Luis ante la Inquisición, siguiendo a San Agustín y Santo Tomás de Aquino, que «un mismo paso de la Escritura y un mismo psalmo puede tener dos y más sentidos literales diferentes unos de otros», en Proceso inquisitorial de fray Luis de León, edición, introducción y notas de Ángel Alcalá, Junta de Castilla y León, Valladolid 1991, p. 55. Esta defensa de los múltiples sentidos literales la trae tam- bién en la «Introducción» a La perfecta casada: «Y así como la divinidad es juntamente una perfección sola y muchas perfecciones diversas, una en sencillez y muchas en valor y eminencia, así la Sagrada Escritura por unas mismas palabras dice muchas y diferen- tes razones; y como lo enseñan los santos, en la sencillez de una misma sentencia encie- rra gran preñez de sentidos. Y como en Dios todo lo que hay es bueno, así en su Escritu- ra todos los sentidos que puso en ella el Espíritu Santo son verdaderos. Por manera que el seguir él un sentido, no es desechar el otro; ni menos el que en estas Sagradas Letras, entre muchos y verdaderos entendimientos que tiene, descubre uno de ellos y le declara, no por eso ha de ser tenido por hombre que deshecha los otros entendimientos», en Obras Completas, Ed. Félix García, vol. I, 253-254. 101 Obras Completas, Ed. Félix García, vol. II, p. 651. naturaleza del lenguaje mismo 100. Veamos un párrafo clarividente de lo que decimos. Se encuentra en la Exposición del libro de Job, 33, 27, y dice así: «Mas veamos cada palabra, porque hay en algunas de ellas oscuridad. Y contem- plará sobre hombres, esto es, mirará cuando se juntaren algunos hombres, para confesalles esta misericordia de Dios. Pero lo que decimos contemplará, y en el original se dice por esta palabra iasar, podemos, porque la palabra lo admite, tras- ladar de esta manera: Y rectificará sobre hombres, esto es, justificará la causa de Dios, cuando se le ofreciere hablar con los hombres; conviene a saber, con lo que se sigue (en que confiesa su culpa y justifica el castigo de Dios) y derechaza per- vertí. Las palabras del texto son éstas:[vaiasar hahaviti], que harán este sentido también, y derechamente fue dado por malo. Y lo que se sigue, y no igualdad a mi, esto es, que fue su pena menor que su culpa (porque la palabra [sava] signi- fica no sólo igualdad, sino también promesa o placer) tómase en dos otras mane- ras. Una, y no promesa a mí, que es decir, serví a la maldad y no me pagó ni res- pondió el mundo a mi servicio, conforme prometía al principio; que es la misma verdad, que los vicios debajo de grandes promesas dan malas pagas. Otra, que viene casi con ésta y no placer a mí; porque ninguna cosa saca menos el pecador del pecado, que es el deleite y contento que piensa, y de cuya esperanza movido le sigue; antes su verdadero frutito es desgusto y tormento.» 101 Aunque fray Luis aboga por el literalismo de la traducción de la Sagrada Escritura, por una traducción que se asemeje en la medida de lo posible «al palabra por palabra» planteada en términos de eficacia 314 LA TRADUCCIÓN DEL LIBRO DE JOB, DE FRAY LUIS DE LEÓN 102Cf. CAO MARTÍNEZ, R., «Retórica y exégesis en la Exposición del libro de Job de fray Luis de León», en Letras de Deusto, 21/50 (1991) 151-176; Libro de Job, Ed. Javier San José, vol. I, pp. 96-118. 103 «Ansí como el paladar tiene el gusto para el comer, esto es, tiene por oficio, gus- tando, escoger o desechar lo que se debe comer, ansí el oído atento es el que tiene el jui- cio y el gusto de las palabras, y el que diferencia en ellas lo elegante y lo rudo» (Job, 34,3), en Obras Completas, Ed. Félix García, vol. II, p. 538. 104 Son pocos los versos que cita de autores clásicos, pero cuando lo hace, previa labor de selección, se aprecia la altura de su nivel poético. He aquí la lista de poetas griegos (Homero, Sileno, Píndaro, Eurípides, Hesíodo, Opiano y quizá también a Antífanes) y prositas helenos (Arriano, Alejandro de Tralles, Pablo de Egina, Galeno, Aecio, Epicteto, Tales de Mileto, Erasmo de Adagio, Platón y Aristóteles); poetas latinos (Virgilio, Horario, Claudiano, Propercio, Ausonio, Quinto Lutacio Cátulo) y prosistas (Plinio y Cicerón): Cf. RUIZ PÉREZ, Á., «Citas poéticas en Fray Luis de León», en NIETO IBÁÑEZ, J. M. (ed.), Humanismo y tradición clásica en España y América, Universidad de León, León 2002, pp. 65-66, 75-81; SCHWARTZ, L., «Las traducciones de textos griegos de fray Luis de León y su contexto humanista», en GARCÍA DE LA CONCHA, V., y SAN JOSÉ LERA, J., eds., p. 533. 105 Si grandes son las dificultades de traducir, no son menores el comentario y la explicación. Una vez captado el conjunto de la historia del libro se han de precisar los detalles sin perder el hilo dramático de la discusión; evaluar la coherencia de una pre- gunta o la incoherencia de una respuesta, o viceversa. Además, el traductor fray Luis de León tuvo que tener muy presente el fondo hebreo en el que se sitúa la narración, las alu- siones mitológicas, las intenciones del autor, la teología y espiritualidad del libro. 315 RAFAEL LAZCANO expresiva, una y otra vez se da cuenta de la imposibilidad de traducir ciertos rasgos semánticos propios del término original, razón por la que se emplea en precisar su traducción a lo largo de la exposición. En efecto, en la Exposición del libro de Job se encuentran ampliaciones, añadidos, supresiones, cambios en la sintaxis y toda una serie de figu- ras retóricas (de sonido, de argumentación, de ritmo, de armonía, de pensamiento, etc.) 102, establecidas de forma lógica entre la traducción y la exposición, que procuran transmitir orden en la composición, cla- ridad en la expresión y belleza fónica y rítmica 103. El resultado final se sitúa en la plasmación de una difícil fidelidad al texto bíblico y la creación de un complejo estilo literario propio, de amplios recursos idiomáticos y fuerza semántica. En efecto, fray Luis se atiene al texto bíblico evitando todo servilismo textual, lo que le lle- va a una reorganización de frases, multiplicación de nexos entre las palabras a través de figuras verbales, así como de la incorporación de nuevos materiales que responden al nacimiento de una poesía y prosa atenta al valor de las palabras y a la integración de todas las dimensio- nes de la realidad bíblica, clásica 104, exegética y literaria 105. Todo ello 106 «La traducción interlineal es un caso extremo de traducción literal. (...) El ideal de la traducción interlineal es mantener el número de las palabras en el mismo orden del original, haciendo que a cada palabra original responda siempre la misma palabra en la versión. La traducción interlineal es típicamente “palabra por palabra”»: ALONSO SCHÖ- KEL, p. 353. 107 Cf. o.c., vol. I, pp. 53-56, 63-64. da muestras de una alta competencia filológica y teológica, dialéctica y retórica, pero sobre todo lingüística y literaria, capaz de penetrar en la oscuridad del libro de Job, sin necesidad de recurrir a la tutela de la Vulgata. 3. Procedimientos lingüísticos Arriba hemos escuchado de fray Luis el interés por la conservación del «aire hebreo» en la traducción castellana del texto de Job, usando la técnica de la traducción interlineal 106 o palabra hebrea por palabra castellana, lo que da pie a manifestar sus peculiaridades estilísticas y procedimientos lingüísticos de traducción. Algunos recursos sintácticos han sido indicados con acierto por Javier San José Lera. Este autor señala e ilustra con textos las figuras literarias, como la hipérbole, la personificación, el zeugma, el hipérba- ton, la sinécdoque, la comparación, las elipsis verbales, la sinonimia, la polisemia, la supresión de presentadores de los sustantivos, los paralelismos, la traducción mediante un participio de presente, lo que en castellano se expresaría con más claridad mediante una oración de relativo, la colocación de varios sustantivos con funciones de oraciones completas y la construcción polisintética repetitiva 107. En cuanto al empleo de las formas verbales en la traducción del libro de Job se producen ciertas dificultades por la falta de correspon- dencia entre los tiempos del hebreo y los del castellano. El propio fray Luis conocía este problema, y nos advierte de las dificultades de la tra- ducción, incorporando el análisis gramatical en el comentario exegéti- co que ofrece del texto traducido. Un ejemplo: «¡Perezca el día en que yo naciera! Por lo que decimos aquí perezca, y en los versos que se siguen, sea, busque, res- plandezca, enturbie, more y asombre, que son palabras de tiempo presente, y en el 316 LA TRADUCCIÓN DEL LIBRO DE JOB, DE FRAY LUIS DE LEÓN 108 Obras Completas, Ed. Félix García, vol. II, p. 68. Cf. Job 7, 2; 11, 11; 13, 25; 33, 23; etc. 109 ALONSO SCHÖKEL, p. 339. Cf. CAMINERO, La razón filológica, pp. 11-15. 110 Ibidem, p. 341. 111 Sobre el conocimiento y aprovechamiento de fray Luis de la tradición traductora de los judíos españoles y su «sorprendente coincidencia de expresión» en la traducción del libro de Job, véase Biblia traducida del hebreo al castellano por Rabí Mosé Arragel de Guadalfajara (1422-1433?) y ubicada por el Duque de Berwick y de Alba, 1920, 2 vols.; Biblia medieval romanceada judío cristiana. Versión del Antiguo testamento en el siglo XIV, sobre los textos hebreos y latinos, Edición y estudio introductorio de José Llamas, CSIC, Madrid 1950 y 1955, 2 vols. 317 RAFAEL LAZCANO original son de futuro, habemos de entender que habla de cosa pasada, como si dijera, pereciera, fuera, buscara, resplandeciera, enturbiara, morara, asombrara, porque el hilo de lo que dice lo pide, y es propio de la lengua original de este libro con las palabras de por venir significar, o lo presente o lo pasado, lo que es más conforme al propósito, pues para el día que ya pasó y no ha de ser más, y para el que no quisiera haber venido a la vida, más a pelo es desear que pereciera, esto es, que no viniera este día antes que fuese, que desear que perezca lo que ya tuvo fin y no tornará a ser otra vez» (Job, 3, 2) 108. «Gran problema, señala Alonso Schökel, el de los tiempos verbales. Las dos formas básicas, qatal y yiqtol, y las complementarias, weqatal- ti y wayyiqtol, no tienen correspondencia temporal en nuestras len- guas. A veces vale la distinción de acción perfecta y acción no termi- nada; la acción no terminada puede referirse al pasado, al presente y al futuro; a veces tiene valor modal. Muchas veces no acertamos a descu- brir o a reproducir el matiz original. En este punto la traducción de fray Luis es, con frecuencia, desconcertante.» 109 Este mismo autor señala pequeños errores de traducción de fray Luis, como en el juramento de inocencia cuando reproduce una serie de condicionamientos sin ora- ción principal y la falta de concordancia verbal, deficiencias atribuidas a las limitaciones que padecían «los estudios de la época» y «al carác- ter de la traducción interlineal» 110. También se encuentran en la Exposición del libro de Job formas ver- bales arcaizantes en sus diferentes modalidades, y el empleo del futu- ro analítico. No son estas las únicas opciones arcaizantes de fray Luis, existen otras que recorren esta obra exegética de fray Luis de León. Además de arcaísmos emplea fray Luis neologismos, cultismos, latinis- mos, vocablos de la tradición judeo-española 111 y de romanceamientos 112 Cf. SAN JOSÉ, J., o. c., vol. I, pp. 57-61. 113 ALONSO SCHÖKEL, p. 341. Sobre la exhibición que fray Luis hace de su dominio del lenguaje jurídico remitimos a Caminero, La razón filológica, pp. 51-80. medievales 112. Estos sectores léxicos encierran en fray Luis de León una intencionalidad concreta cifrada en aumentar la fuerza expresiva, la antigüedad de la lengua original y su conexión con el castellano de tradición medieval. El resultado de estas opciones sintácticas recurrentes en fray Luis intentan la confección de una obra que refleje la valía del castellano y la belleza del texto sagrado. Fray Luis, una vez más, se muestra «maes- tro del lenguaje, que nos sorprende con estupendos aciertos. La fuerza inmediata del original parece resonar en las palabras avaras y precisas de la versión» 113. VII. EPÍLOGO La Biblia es un texto importante para la salvación del hombre expresa- do en forma literaria, entrelazándose el simbolismo religioso y la gramá- tica («el arte de la lengua», en expresión luisiana). Desde la traducción de la Biblia por San Jerónimo el sentido literal se fue descuidando en beneficio de los valores morales y alegóricos, aunque no completamen- te, pues la tradición exegética hebrea del medioevo ofrece muestras de una clara apuesta por el estudio sistematizado del texto sagrado. El hebreo, lengua de pocas palabras, cortas razones y diversidad de sentido («preñez de sentidos», según fray Luis de León), requiere la capacidad de un docto en filología para acometer la traducción. El hebraísta fray Luis afrontó el libro de Job con sobrados conocimientos gramaticales, fase principal y previa a la investigación del sentido lite- ral y la exposición o explicación de la obra revelada en su conjunto y de cada uno de sus capítulos en particular. Esta doble faceta, de tra- ducción y exposición, se complementan en la labor exegética de fray Luis. Con esta tarea estaba buscando dar satisfacción a las necesida- des existenciales, a las razones para vivir, la ratio vivendi. La propia vida de fray Luis está marcada por el dolor del justo, y quiere encontrar la luz donde parece imposible encontrarla. A Job, como a fray Luis, les queda la fe y la esperanza; fe y esperanza que en los momentos críticos 318 LA TRADUCCIÓN DEL LIBRO DE JOB, DE FRAY LUIS DE LEÓN 114 La doctrina cristiana, I, 1, 1. 115 Libro de Job, Ed. Javier San José, vol. I, p. 68. 319 RAFAEL LAZCANO viene de Dios, del mismo Dios que parece se oculta en las situaciones límite de la vida. Fray Luis ha intentado también hacer realidad la enseñanza de San Agustín: «El estudio de la Sagrada Escritura, dice el Obispo de Hipo- na, debe ir ordenado a dos cosas: al modo de hallar aquellas cosas que han de ser entendidas y al modo de proponer las cosas ya entendi- das.» 114 Esta doble posibilidad de acercase al texto revelado, según la letra y según el sentido, manteniéndose respetuoso y fiel al texto tradu- cido o interpretando los diversos sentidos que posee la lengua bíblica, es la que estructura el oficio de traductor y de exegética de fray Luis de León, hasta conseguir que la Exposición del libro de Job sea «una de las prosas más hermosas del renacimiento español» 115. En efecto, de prin- cipio a fin, fray Luis exhibe de mil maneras diferentes su habilidad lin- güística y dialéctica, su destreza exegética y retórica. Pero además del carácter literario en cuanto ejercicio de traducción del texto y puesta en escena de la naturaleza literaria del sagrado texto, representa un singular esfuerzo hermenéutico de comprensión e interpretación, que se inicia con el acto de traducir, que lleva a su vez a la creación de nue- vos textos que conforman la obra toda del maestro salmantino. El libro de Job, hoy igual que ayer, sigue siendo un libro fresco, abierto y vital. El desconocido autor (autores) de este libro plasmó de forma incomparable su visión de un alma en atenta espera ante el fenó- meno del exceso de mal en el mundo. Job se enfrentó a un silencio casi absoluto de Dios con angustia y espanto, de cuya oscuridad interior alcanzó su verdadero sentido en el capítulo 28 al introducirse en el ámbito de la Creación, que trasciende todos los planteamientos huma- nos, con la posterior confesión de Dios: «Te conocía sólo de oídas, aho- ra te han visto mis ojos» (Job, 42,5). ABREVIATURAS ALCÁNTARA = ALCÁNTARA MEJÍA, J. R., La escondida senda: Poética y hermenéutica en la obra castellana de fray Luis de León (Col. Acta Salmanticensia, estudios Filológicos 297), Ediciones Universidad de Salamanca, Salamanca 2002, 305 pp. ALONSO SCHÖKEL = ALONSO SCHÖKEL, L., y ZURRO, E., «Fray Luis de León», en La traducción bíblica: Lingüística y estilística (Col. Biblia y Lenguaje), Ed. Cristiandad, Madrid 1977, pp. 324-352, principalmente el apartado «La traducción del libro de Job», pp. 334-338. ÁLVAREZ DE MIRANDA = ÁLVAREZ DE MIRANDA, Á., «El Libro de Job, comentado por Fray Luis de León», en Revista de Educación, Madrid 10 (1955) 22-25. CAMINERO, La razón filológica = CAMINERO, J., La razón filológica en la obra de Fray Luis de León (Col. Problemática Literaria 4), Publi- caciones de la Universidad de Deusto - Edition Reichenberger. Bil- bao-Kassel 1990, 194 pp. FERNÁNDEZ MARCOS, y FERNÁNDEZ TEJERO = FERNÁNDEZ MARCOS, N., y FERNÁNDEZ TEJERO, E., Biblia y humanismo. 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