Los restos del naufra- gio que llegan a la pla- ya pueden ser inter- pretados como basura o como reliquias, se- gúnquiénespereen la arena. Si es un augur, leerá la disposición de los pecios y decidirá sobre los días futuros; si es, por el contrario, un chamarilero, remo- veráenbuscade joyas, apartando maderas y cuerpos hinchados para olvidarlos casi al instante. Victoria Acebo y Ángel Alonso ganaron en 2001, apenas reba- sada la treintena, el concurso para la reali- zación del Centro de las Artes de La Coruña, en la BahíadeRiazor.Suéxitosebasó enaunardosprogramasmuydi- ferentes, un conservatorio de danzayunmuseo, mediante un concepto potente y sofisticado: dos edificios encajados en un únicovolumen“comosiameses unidos por la espalda”, en sus propiaspalabras.Lasolución lle- gó de la mano de unos prismas colosales que partían del cuerpo central para invadir el vacío de un contenedor cúbico de vidrio refringente. Mientras que el in- terior de las cajas estaba desti- nadoa lassalasdelconservatorio, convistasa laciudad, fuera,enel negativo espacial de los cuer- posdehormigónyprotegidopor la envolvente, se daba forma a un oxímoron: un museo espec- tacular y ensimismado. El proyecto establecía tam- bién maridajes arquitectónicos que lo dotaban de una merecida relevancia cultural. Por un lado, compartía intenciones espacia- les (la idea de una superestruc- tura que alojase otras en su in- terior) y rasgos formales (su en- volvente opal y hexaédrica) con una propuesta mítica: el con- curso de Rem Koolhaas para la BibliotecadeFrancia (1989).En segundo orden, matizaba la re- tórica técnica del Movimiento Moderno mediante una cons- trucción transparente y velada por ladistorsióndesupielvítrea. Las artes diplomáticas de Ace- bo y Alonso consiguieron el equilibrio entre una arquitectu- ra objetiva (de idea clara, for- malizaciónrotundaysólidospla- tónicos) y la ambigüedad y sugerencia promovidas por los detractores del positivismo. Se aceptó el acuerdo con aplauso unánime y la propuesta se con- virtió de inmediato en objeto de culto. ¿Qué podía fallar? Hanpasadoonceaños.Elpa- sado 4 de mayo se inauguró en este edificio el MUNCYT, la sede del Museo Nacional de la Cienciay laTecnología.Losava- tares burocráticos han colocado hoy aviones y máquinas de va- por donde antes se imaginaron bailarinas. Como si hubieran sido invitadosa lacenadeElÁn- gel Exterminador, Acebo y Alon- so quedaron retenidos en el es- pacio que ellos mismos habían creado, aguardando pacientes laseñaldeunpoderig- noto.Frentealasvoces que apuntan al arqui- tecto como culpable delosexcesospasados, no sería mala cosa per- catarse de cuántas ve- ces la necedad políti- ca ha secuestrado a la arquitectura para sus propios intereses. El MUNCYT su- pone un rotundo acto de afirmación, al tiem- po que la inversión de un ciclo natural; una larga travesía culmina- da con un final opti- mista que muestra a unos ciudadanos apo- derándose al fin de su museo. Al igual que la idea original se apro- vechabadelhazyelenvésde las superficies para hacer convivir dos usos diferentes, la propia construcción une para siempre al edificio y su relato. La pre- gunta de si todo el periplo de- bería importarnos o si la arqui- tectura se ha beneficiado en algo es, en realidad, absurda. Porque la arquitectura tiene tiempos lentos, no siempre en sincronía con la realidad. Como un actor que se hubiera con- fundido de obra, su salida al es- cenario provoca una mezcla de estupor y dislocación, aunque el texto que declame sea mejor que el programa previsto. Co- nocemos bien el caso contrario; desde la Ciudad de la Cultura, en Santiago, a la Plaza de la En- carnación, en Sevilla, nuestra geografía está plagada de pro- yectos devorados por sus cir- cunstancias que han devenido en edificios falaces. La diferen- cia es que aquí y pese a todo, el proceso se ha convertidoenme- moria, pero nunca en excusa. INMA E. MALUENDA/ENRIQUE ENCABO 3 2 E L C U L T U R A L 1 5 - 6 - 2 0 1 2 A R T E A R Q U I T E C T U R A La del MUNCYT ha sido una larga travesía culminada con un final optimista que mues- tra a unos ciudadanos apo- derándose al fin de su museo Inseparables La reciente apertura del Museo Nacional de la Ciencia y la Tecnología en La Coruña, de Acebo y Alonso, es una bue- na oportunidad para reflexionar sobre la variable natu- raleza del letargo y lo tardío, la discutible administración de la arquitectura pública y el peso oculto del tiempo. Pag 32 ok.qxd 08/06/2012 19:36 PÆgina 32