UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIOLOGÍA Departamento de Economía Aplicada V TESIS DOCTORAL TRABAJO, UTILIDAD Y VERDAD: LA INFLUENCIA DE LAS TÉCNICAS Y TECNOLOGÍAS DE INVESTIGACIÓN OPERATIVA EN LA CONFORMACIÓN DE LOS PRECIOS COMERCIALES Y SU IMPACTO EN LAS TEORÍAS DEL VALOR. UN ANÁLISIS COMPARADO DESDE LA TEORÍA DEL CIERRE CATEGORIAL MEMORIA PARA OPTAR AL GRADO DE DOCTOR PRESENTADA POR Santiago Javier Armesilla Conde Director Diego Guerrero Jiménez Madrid, 20014 ISBN: 978-84-697-0593-8 © Santiago Armesilla Conde, 2014 UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIOLOGÍA Departamento de Economía Aplicada V TRABAJO, UTILIDAD Y VERDAD: LA INFLUENCIA DE LAS TÉCNICAS Y TECNOLOGÍAS DE INVESTIGACIÓN OPERATIVA EN LA CONFORMACIÓN DE LOS PRECIOS COMERCIALES Y SU IMPACTO EN LAS TEORÍAS DEL VALOR. UN ANÁLISIS COMPARADO DESDE LA TEORÍA DEL CIERRE CATEGORIAL MEMORIA PARA OPTAR AL GRADO DE DOCTOR PRESENTADA POR Santiago Javier Armesilla Conde Bajo la dirección del Doctor: Diego Guerrero Jiménez Madrid, 2013 santiagoarmesilla@gmail.com Texto tecleado ISBN-10: 84-697-0593-8 ISBN-13: 978-84-697-0593-3 Índice. Índice. (3) Introducción. (9) Capítulo I. Ciencia y Razón en la Economía Política. Planteamiento de nuestro marco teórico elemental. (17) 1. El surgimiento de las ciencias a partir de las técnicas y las tecnologías: el surgimiento de la Economía Política. (17) a) El surgimiento histórico de las ciencias. (17) b) Las instituciones científicas y tecnológicas. (19) c) El surgimiento de la Economía Política. (20) 2. Relación de la Economía Política con las técnicas y las tecnologías. (24) a) Cómo funciona la Razón económica desde la TCC (Teoría del Cierre Categorial). (24) b) Razón económica, cálculo del coste de producción e investigación operativa. (31) Capítulo II. La investigación operativa en el campo económico, conformación histórica e influencia presente. (35) 1. Las instituciones tecnológicas en la conformación del campo económico. Marco gnoseológico e histórico preliminar. (35) 2. Relación técnica-manufactura y tecnología-maquinaria. Estudio de estas relaciones a nivel gnoseológico e histórico. (39) a) La relación técnica-manufactura. (40) b) La relación tecnología-maquinaria. (48) c) La importancia del reloj como institución tecnológica decisiva del campo económico. (54) d) La ordenación técnica del tiempo y de las operaciones institucionalizadas de los sujetos. (62) e) Tiempo e instituciones del campo económico: influencia en el nacimiento de la investigación operativa. (68) 3. La investigación operativa: definición y desarrollo. (73) a) Reloj, ordenador y tiempo. (83) Capítulo III. Función de utilidad e investigación operativa. Relación entre las técnicas y tecnologías aplicadas al campo económico y la teoría de la utilidad marginal. (89) 1. El origen no tecnológico de la función de utilidad. (89) a) Optimalidad paretiana y programación. (90) Índice 4 b) Problemas de conciliación entre la función de utilidad y la investigación operativa. (101) c) Relación entre precios comerciales, función de utilidad y tecnologías de planificación. (102) 2. Función de utilidad, oferta y demanda y precios comerciales. (103) a) La función de utilidad y la teoría de los precios comerciales: teoría de la utilidad marginal. (103) b) Antecedentes históricos de la teoría de la utilidad marginal. (104) c) La "revolución marginalista" de 1871 y la evolución posterior de la teoría de la utilidad marginal. (114) c.1. Utilidad cardinal. (115) c.1.1 Utilidad marginal decreciente. (126) c.1.2. Utilidad marginal del dinero. (126) c.1.3. La deducción de la curva de demanda individual a partir de la utilidad cardinal. (129) c.1.4. Utilidad marginal y precio comercial. (129) c.1.5. Sobre la ley de demanda. (130) c.2. Utilidad ordinal. (132) c.2.1. Sobre la elasticidad de sustitución. (134) c.2.2. Elección óptima del consumidor. (135) c.2.3. ¿Qué ocurre con las curvas de indiferencia si hay otros bienes? (136) c.2.4. Curva de renta-consumo. (138) c.2.5. Efecto precio: Efecto sustitución y efecto renta. (139) c.3. Teoría de la preferencia revelada. (141) c.3.1. Curva de demanda individual y curva de mercado: sobre las expectativas. (142) c.4. Teoría general axiomática de la elección. (144) c.5. Deducción de curvas de demanda partiendo de los métodos cardinal, ordinal y de preferencia revelada. (146) c.6. Intentos históricos de demostración cuantitativa de la utilidad marginal. (147) c.7. Críticas a la teoría de la utilidad marginal y a sus intentos de medición. (148) c. 8. Problemas de la teoría de la conducta del consumidor. (154) d) No es necesaria la función de utilidad para hallar la curva de demanda. (155) Capítulo IV. Investigación operativa y teoría del valor-trabajo. (159) 1. La teoría del valor-trabajo: breve historia. (159) a) La teoría del valor-trabajo antes de Marx, en los clásicos y hasta Ricardo. (159) b) La teoría del valor-trabajo en Marx. (165) c) La teoría del valor-trabajo después de Marx. (170) d) Cooperación, manufactura, maquinaria y tiempo en la teoría del valor-trabajo de Marx. (171) 2. Curvas de costes y teoría del valor-trabajo. (172) a) Costes fijos, variables y totales. (176) Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad 5 b) Costes medios. (177) c) Costes marginales. (177) d) Planificación y curvas de costes. (180) d.1. Transformación de costes de producción a precios de producción. (182) d.2. Costes de producción, precios de producción y precios comerciales. (188) d.3. Curvas de coste y curvas de oferta. (193) 3. La teoría del valor-trabajo en Isaac Ílich Rubin. (194) a) La Economía Política según Isaac Ílich Rubin. (195) b) El circularismo económico en Rubin: el fetichismo de la mercancía. (196) c) Dialéctica de empresas, clases y Estados y otras instituciones económicas en Rubin. Las relaciones de producción y su recurrencia. (198) d) Las formas sociales que adoptan las relaciones de producción según Rubin. (205) e) La identidad del valor-trabajo según la línea teórica Marx-Rubin. (209) f) Oferta y demanda en Marx y en Rubin. (216) f.1. Distribución proporcional del trabajo y valor. (219) f.2. Volumen de la producción y valor. (222) f.3. Ecuación de oferta y demanda en Rubin: curvas de demanda y oferta. (225) f.4. Distribución y equilibrio del capital en Rubin. (231) f.5. Distribución del trabajo y del capital. (233) g) El precio de producción en la economía capitalista. (233) g.1. Precios de producción y valor-trabajo. (237) g.2. El trabajo productivo. (238) h) Planificación y curvas de coste. (240) i) Planificación, costes y precios de producción. (241) 4. El origen tecnológico de la teoría del valor-trabajo. (241) Capítulo V. Cientificidad de las teorías del valor desde las tecnologías de investigación operativa. (247) 1. Aplicaciones tecnológicas de la teoría de la utilidad marginal: psicoeconomía y neuroeconomía aplicadas tecnológicamente. (247) a) La imposibilidad de cierre científico en la psicoeconomía. La utilidad marginal como psicoeconomía aplicada. (253) b) Marginalismo vs. utilitarismo: la imposibilidad de cierre tecnológico de una Economía Política utilitarista. (261) 2. La Economía Política como construcción histórica: sus principios y modos. (264) a) El análisis del lenguaje económico tecnológico-materialista. (271) b) Construcciones de este tipo de economía: objetuales y proposicionales. (282) c) La reconstrucción del concepto de categoría en Economía Política: el valor como categoría económica. (284) d) El valor de uso como categoría económica. (292) Índice 6 d.1. La utilidad marginal no puede ser una categoría económica, sino una idea extraeconómica. (297) e) Principios y modos de la Economía Política. (299) f) Sobre el método científico en una economía cerrada tecnológicamente. (303) g) Verdad e identidad en las teorías del valor. (303) g.1. Las franjas de verdad de las teorías del valor. (309) h) El concepto de teoría. (311) i) El cierre tecnológico de la teoría del valor-trabajo, partiendo de las tecnologías de investigación operativa. (312) 3. Dialéctica de la Economía Política y su medio extraeconómico: tecnológico, político e institucional. (330) a) Dialéctica de la Economía Política consigo misma. (331) b) Dialéctica de la Economía Política con otras ciencias, naturales y humanas. (333) c) Dialéctica de la Economía Política con su medio extraeconómico y extracientífico. (334) d) Clasificación de la Economía Política en el conjunto de las ciencias tras este reordenamiento teórico y tecnológico. (336) Capítulo VI. Sobre la crítica del materialismo filosófico al materialismo dialéctico y al materialismo histórico marxistas: la propuesta de "vuelta del revés de Marx". (339) 1. Consideraciones previas desde las coordenadas del materialismo filosófico: la “vuelta del revés de Marx”. (339) a) Implantación gnóstica e implantación política de la conciencia filosófica. (340) b) La "vuelta del revés " de Hegel por parte de Marx desde el materialismo filosófico. (360) c) Principios básicos de la "vuelta del revés de Marx" desde el materialismo filosófico. (381) c.1. La ruptura del monismo del materialismo dialéctico e histórico por el materialismo filosófico y su ontología pluralista de la realidad material. (383) c.2. Alienación e individuo flotante. (396) c.3. Base y superestructura, conceptos conjugados. (399) c.4. Lucha de clases como motor de la Historia y dialéctica de clases y de Estados. (414) c.5. Acerca del comunismo como fin de la historia. Comunismo y socialismo. (419) 2. La Economía como Política. (431) a) Sobre las categorías de las “ciencias políticas”. (432) b) Capas y ramas del poder político, espacio gnoseológico y espacio antropológico. (433) b.1. Ramas del poder político. (440) b.1.1. Rama operativa. (440) b.1.2. Rama estructurativa. (440) b.1.3. Rama determinativa. (440) Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad 7 b.2. Capas del poder político. (440) b.2.1. Capa conjuntiva. (441) b.2.2. Capa basal. (442) b.2.3. Capa cortical. (444) c) Vectores ascendentes y descendentes de la sociedad política. (445) d) Tipología de sociedades políticas. (446) e) Sociedades políticas y Economía Política. (447) Capítulo VII. La "vuelta del revés" de la Economía Política de Marx: propuesta de una teoría circularista-sintética del valor-trabajo (TCSVT). (449) 1. La idea de producción. (449) 2. Producción, distribución, intercambio, cambio y consumo. Relaciones de producción. (464) a) La idea de valor. El valor como identidad sintética esquemática. (473) b) Oferta y demanda. (475) c) La teoría del valor-trabajo y el plusvalor. (477) d) Plusvalor y Estado. Tributación y valor. Estado y propiedad privada. (480) e) Microeconomía y macroeconomía. (494) f) Las clases de trabajadores y la dialéctica de Estados. (496) g) Sobre el dinero. (506) h) Rotación recurrente y circularidad de los valores económicos. (509) 3. Acerca de la tabla de las categorías de la Economía Política de Gustavo Bueno. Cuatridimensionalidad. Rotación recurrente y dialéctica de Estados. (510) 4. Teoría circularista-sintética del valor-trabajo (TCSVT): a modo de resumen. (514) Conclusiones. (517) Apéndice al Capítulo II. Descripción y análisis de diversas metodologías de investigación operativa. (i) 1. La programación lineal: definición y orígenes. (i) a) Fundamentos y aplicación matemática de la programación lineal. (ii) b) Métodos de resolución simples: método gráfico, método Simplex y otros modelos y situaciones especiales. (v) c) Programación lineal entera. (x) d) Sobre la localización de servicios: modelos de cobertura, de localización P-Mediano, etc. (xxii) d.1. Problema de Localización de Servicios con Cobertura (PLSC). (xxiii) d.2. Modelo de localización P-Mediano (MPML). (xxvi) d.3. Modelo de Localización de Plantas con Capacidad, o MLPC. (xxvii) Índice 8 2. La programación no lineal. (xxix) a) Programación multiobjetivo. (xxix) a.1. El método de la restricción. (xxx) a.2. El método de los pesos. (xxx) b) Tecnologías de gestión y administración de proyectos CPM y PERT. (xxxi) b.1. Representación gráfica de proyectos. (xxxiv) b.2. Las metodologías CPM. (xlii) b.3. El diagrama de Gantt. (xlv) b.4. Las metodologías PERT. (xlvi) b.5. La planificación de recursos Tiempo-Coste. (xlix) b.6. Modelos de transporte. (l) c) Gestión de inventarios. (l) d) Programación dinámica. (lxv) e) Programación estocástica. (lxviii) Labour, Utility and Truth: the influence of the techniques and technologies of operational research in the conformation of commercial prices and their impact on the value theories. A coomparative analysis from the Theory of Categorial Closure. (lxxi) Bibliografía. (xciii) Índice de Figuras. (cvii) Introducción. Juan Ramón Rallo: “Böhm-Bawerk solía poner un ejemplo bastante ilustrativo. Imaginemos una locomotora que tiene cuatro vagones. ¿Por qué se mueven los vagones? Porque la locomotora se mueve. Ahora bien, muchos podrían decir, ¿por qué se mueve el cuarto vagón? Aparentemente porque se mueve el tercero; es decir, estarían explicando los precios (cuarto vagón) en función de los costes (primer, segundo y tercer vagón) y no de la utilidad (locomotora). No obstante, el problema sigue en pie. ¿Por qué se mueve el tercer vagón? Porque se mueve el segundo. ¿Y por qué se mueve el segundo? Porque se mueve el primero. Pero, ¿por qué se mueve el primero? Aquí los defensores de la teoría del precio-coste no tienen respuesta; la locomotora mueve el primer vagón que a su vez mueve a los restantes. La utilidad es el determinante último de los precios.” Diego Guerrero: Habrá que rebautizar a la teoría utilitarista del valor como teoría “ferrocarrilera”. El tren se mueve porque los trabajadores lo hacen moverse, y lo hacen con la ayuda de medios de producción que también construyeron y pusieron y ponen en movimiento otros trabajadores. Teoría laboral pura. (Guerrero, 2005). La discusión acerca de cómo se conforman los precios de las mercancías, discusión tanto académica como mundana y que involucra tanto lo académico como lo mundano como trataremos de mostrar en esta investigación, podría parecer una discusión resuelta a tenor de una mera observación de campo al nivel de la pragmática académica que rige en la inmensa mayoría de facultades y departamentos universitarios de Economía Política del nuestro presente. Situación que, en principio, se remontaría en sus inicios al último tercio del siglo XIX con la llamada "revolución marginalista" que trataremos en esta investigación, y que tiene una evolución con ciertos altibajos hasta su asentamiento definitivo como "paradigma" dominante en microeconomía tras la caída de la Unión Soviética en 1991 y hasta hoy día (aunque ya era dominante mucho antes). No obstante, y esto es algo que afecta a dicha discusión, si algo han demostrado históricamente las movedizas arenas de las "ciencias humanas" es que la apariencia de consenso normativo académico acerca de una determinada cuestión no implica su verdad material, pues las verdades científicas en las "ciencias humanas", si son estrictamente científicas, ya las convierte en "ciencias naturales" o "formales", y si no las convierte en "ciencias naturales" o "formales", entonces el grado de verdad científica en las "ciencias humanas" tendrá que dilucidarse siguiendo rigurosas metodologías de investigación que necesariamente han de desbordar el campo propio en que dichas verdades son conformadas y discutidas. Y es aquí donde el status questionis acerca de la verdad científica de las teorías del valor económico se presenta con mayor claridad: la discusión acerca de qué conforma verdaderamente los precios de las mercancías que los sujetos producen, distribuyen, intercambian, cambian y consumen en el campo económico ha desbordado históricamente el campo de la Economía Política en general y de la microeconomía en particular desde incluso antes del nacimiento de la Economía Política como disciplina del conocimiento. Ya los filósofos antiguos desde Platón y Aristóteles se preguntaban acerca del valor de las cosas que los hombres fabricaban, de la estima que los hombres tenían acerca de esas mismas cosas y de la utilidad que dichas cosas podrían tener en el marco de unas sociedades humanas cada vez más complejas, como eran las Polis Introducción 10 griegas de su tiempo. Estas preguntas intentaron ser contestadas por multitud de filósofos posteriores a los dos grandes pensadores griegos, desde la escolástica medieval pasando por los iniciadores de la Modernidad filosófica y la Ilustración hasta sus críticos contemporáneos, y desde las escuelas más racionalistas a las más irracionalistas, desde las escuelas más idealistas y subjetivistas a las más materialistas. El análisis de las cosas y de su valor económico, y de cómo ese valor económico influye en la utilidad social (cultural, política) y personal (antropológica) de esas cosas, sigue siendo hoy día obligadamente enfocado desde una perspectiva interdisciplinar, en tanto que los filósofos siguen preguntándose por ello, influyendo a los economistas y estos a los primeros, incluso haciendo que muchos filósofos evolucionen hasta convertirse en economistas (Marx sería el caso más característico) o que muchos economistas hagan estrictamente Filosofía a veces sin afirmarlo categóricamente (von Mises y su teoría de la acción humana). Hoy día, muchos economistas contemporáneos siguen tratando de dilucidar esta cuestión: qué conforma los precios de las mercancías. Pero no solo ellos lo tratan de dilucidar, aún teniendo en cuenta el dominio académico neoclásico actual, sino que siguen siendo los filósofos y profesores de Filosofía, pero también politólogos, sociólogos, antropólogos, historiadores, ingenieros y otros profesionales los que discuten, o aportan a la discusión, conceptos e ideas diversos que ayudan a tratar un tema mucho más rico de lo que aparentemente podría parecer. Pues el dilucidar qué conforma los precios comerciales es, necesariamente a nuestro juicio, un debate interdisciplinar más allá de lo económico-político, y el posicionarse por una de las dos teorías que tratan de explicar esta conformación (la teoría del valor-trabajo y la teoría de la utilidad marginal) conlleva al mismo tiempo posicionarse, en muy alto grado, por concepciones acerca de las ideas de sociedad, de cultura, de ciencia, de hombre, de Mundo, del Estado, de la forma de organización social más estable y efectiva, e incluso más justa (conlleva un posicionamiento ético y moral distinto). Todo ello implica tener en cuenta no solo las relaciones económicas entre las personas, sino también las relaciones que la Economía Política tiene con las tecnologías, las ciencias, las técnicas, la cultura y la Historia, así como con la Filosofía. Una forma introductoria de ejemplificar este enfoque holístico de la cuestión puede verse mediante la lectura de la nota citada que antecede a esta breve introducción. En ella, dos economistas de prestigio enfrentados en esta cuestión acerca de la conformación de los precios comerciales, el representante de la Escuela Austriaca Juan Ramón Rallo y el marxiano Diego Guerrero (director de nuestra investigación) exponen, utilizando términos propios de la Ingeniería como son los objetos conformados durante la Revolución Industrial (los ferrocarriles y las locomotoras), cómo cada uno entiende no solo cómo se conforman los precios, sino qué es exactamente el motor básico, o uno de los motores básicos, que ayudan a mover las sociedades políticas complejas, si la organización de los deseos y necesidades humanas o si la organización ambos tipos de organizaciones se entrecruzarán mutuamente influyéndose recíprocamente siendo prácticamente lo mismo (la idea de composibilidad que trataremos en el primer capítulo de Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad 11 nuestra investigación), lo cierto es que en la explicación de Rallo subyace una concepción filosófica del Mundo diametralmente opuesta a la de Guerrero, influyendo ambas de manera necesaria y esencial a las dos teorías del valor antitéticas que cada uno defiende. Y la clave en la discusión, a nuestro juicio, estriba en lo siguiente: Rallo tiene en cuenta la tecnología industrial que utiliza como ejemplo (citando a Eugene von Böhm-Bawerk) para defender su teoría del valor solo en sentido tangencial, centrándolo todo en el individuo entendido como sujeto de necesidades subjetivas; Guerrero, por su parte, sí tiene en cuenta esa tecnología conformada por sujetos organizados para producirla y ponerla en funcionamiento, al mismo tiempo que esa misma tecnología pone en funcionamiento la sociedad misma de sujetos que la conforman, pues sin esa tecnología esos sujetos no serían lo que son, obreros (entre otras cosas que a la vez son). Obreros cuyas necesidades en sentido económico son objetivas, concretas e históricas. Esta discusión entre ambos la leí en el año 2005, cuando ya estaba interesado en estas cuestiones, embebido en lecturas de diversos foros de Internet y portales de discusión política, filosófica y económica tanto liberales como marxistas. A medida que fui avanzando de cursos en la carrera de Ciencias Políticas y de la Administración que acabé en la Universidad Complutense de Madrid, mi interés por las teorías del valor, por su impacto teórico en otras "ciencias humanas" (particularmente en la Teoría Política), fue in crescendo, pues entendía que la fascinación personal que sentía hacia esta cuestión iba más allá de un gusto personal mío, y que desbordaba incluso el campo inicial de discusión donde se enmarcaba, el económico. En lo que sí coincidían ambos enfoques microeconómicos enfrentados era en una cuestión filosófica de calado: tanto el enfoque margiutilitarista (así lo llamamos en esta investigación) como el del valor-trabajo estudiaban la cuestión desde la relación sujeto-objeto propia de la Epistemología, rama de la Filosofía que tradicionalmente ha servido de base a diversas filosofías de la ciencia históricamente desarrolladas como el teoreticismo, el adecuacionismo o el descripcionismo (Bueno, 1992-93). Sin embargo, al comprobar los factores que una teoría del valor tenía más en cuenta frente a otra (en el margiutilitarismo, la relación dialéctica utilitarista placer-dolor y su influencia sobre los precios y las mercancías frente a la influencia tecnológica en la conformación del valor económico independientemente de esa relación dialéctica utilitarista en la teoría del valor-trabajo), y el entender que la resolución distaba de ser fácil a tenor de que ambos enfoques compartían un paradigma epistemológico de relación dialéctica bimembre sujeto-objeto, entendí que quizás otro enfoque filosófico distinto podría ayudar a dilucidar la discusión. Fue entonces cuando en el año 2006, por motivos no del todo ajenos a este debate, conocí la obra filosófica de Gustavo Bueno, padre del llamado por él materialismo filosófico, cuyos parámetros de análisis he tomado como guía de esta investigación en buena medida por la novedad de su enfoque filosófico de la ciencia, la teoría del cierre categorial, un enfoque que define como gnoseológico y circularista y no epistemológico, pues Bueno entiende que si bien el enfoque epistemológico tiene su razón de ser y su utilidad, es insuficiente para tratar la, para él, cuestión esencial de toda Introducción 12 disciplina científica, incluidas las "ciencias humanas", a saber, la cuestión de dilucidar como se conforman las verdades científicas. La gnoseología materialista y circularista de Gustavo Bueno, frente a la epistemología tradicional, es trimembre, y tiene en cuenta tres factores, coherentes con su sistema materialista: la materia que analiza una disciplina científica concreta, la forma en que es analizada y tratada esa materia y la verdad resultante de esa conformación que es siempre histórica al tiempo que objetiva. Materia, forma y verdad son los pilares de análisis fundamentales de la teoría del cierre categorial, o lo que es lo mismo, del materialismo gnoseológico circularista de Gustavo Bueno. La razón por la que elegí este enfoque para tratar la cuestión de las teorías del valor es por ver hasta dónde podría dar de sí un análisis desde los pilares gnoseológicos circularistas de materia, forma y verdad en ambas teorías del valor, a tenor de que una, la teoría de la utilidad marginal, es filosóficamente una teoría idealista y subjetivista del valor, y la teoría del valor-trabajo es una teoría materialista del valor. De esta manera, tratando de ser fiel a la metodología materialista de análisis de Gustavo Bueno basado en el análisis de las operaciones quirúrgicas que pueden conllevar a concatenaciones objetivas en forma de campos gnoseológicos concretos, he tratado de desarrollar esta investigación siguiendo un método que es tan materialista como dialéctico y escolástico, de descripción de los hechos de base tanto ontológica como gnoseológica que fundamentan este análisis gnoseológico circularista, como son las técnicas y tecnologías de racionalización de las relaciones de producción que históricamente han ayudado a la conformación del campo económico, así como un análisis escolástico de los fundamentos teóricos de ambas teorías del valor. Estas metodologías de análisis que han influido enormemente en el propio Bueno permiten un análisis de la cuestión claramente interdisciplinar, tanto económico-político como filosófico, así como histórico, antropológico, sociológico y politológico. Por ello, la estructuración de los capítulos se ha dividido en siete: El primero está dedicado a la explicación de como surgen, según el materialismo gnoseológico circularista, las ciencias categoriales a partir de operaciones racionalizadas e institucionalizadas previas en forma de técnicas y tecnologías, centrando el análisis en la Economía Política. El segundo se trata de una profundización en esta cuestión tratando de rastrear históricamente cómo estas técnicas y estas tecnologías han influido en un factor fundamental en el proceso de desarrollo económico de las sociedades humanas como es la racionalización del tiempo económico, siendo las técnicas y tecnologías contemporáneas de investigación operativa el, a nuestro juicio, punto de inflexión esencial de esta racionalización y conformación gnoseológica, mediante un proceso de conformación histórica que entendemos hay que tener en cuenta para comprehender el campo económico en particular y el Mundo en que vivimos en general. De ahí que, además, presentemos un extenso apéndice a este capítulo donde exponemos, para dar mayor rigor lógico y expositivo a nuestro análisis, diversas técnicas concretas de investigación operativa Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad 13 utilizadas en nuestro presente en multitud de campos diversos concatenados y esencialmente entretejidos con el campo económico, marco principal de nuestro análisis, y donde están insertas todas estas tecnologías. Si estos dos primeros capítulos estudian la materia y la forma (conjugadas siempre ambas) en que las técnicas y tecnologías influyen en los precios comerciales y en los valores mercantiles que los preceden, los dos capítulos siguientes estudian de la manera que hemos entendido más rigurosa (histórica y gnoseológicamente) la influencia de estas técnicas y tecnologías que ayudan a conformar el campo económico y sus elementos fundamentales más básicos sobre ambas teorías del valor, el tercero dedicado a la teoría margiutilitarista y el cuarto a la del valor-trabajo, tratando de exponer el nacimiento y evolución de ambas teorías y su relación con el enfoque gnoseológico circularista de conformación del campo económico. El quinto supone ya el análisis comparativo gnoseológico de ambas teorías del valor desde la teoría del cierre categorial, habiendo tomado en cuenta todo lo expuesto en los capítulos precedentes, siendo este capítulo donde tratamos de demostrar nuestra hipótesis de partida: tanto la teoría de la utilidad marginal como la teoría del valor-trabajo no son meras teorías de los precios comerciales, sino que son también teorías filosóficas que entienden el Mundo y al hombre de modos completamente antitéticos, pues la primera, como ya dijimos, es idealista y subjetivista y la segunda es materialista, añadiendo a todo esto además que la primera no tiene un origen tecnológico relacionado con la investigación operativa y sus antecedentes históricos mientras que la segunda sí lo tiene, por lo que el enfoque gnoseológico de la teoría del cierre categorial obligará, a nuestro juicio, a tomar partido por la segunda en lo que a grados de verdad científica se refiere. Por ello, en el capítulo quinto trataremos de explicar qué es la teoría del cierre categorial y su relación con el campo económico que analizamos en nuestra investigación. Los capítulos sexto y séptimo, por su parte, una vez analizado todo lo anterior, tratan de explorar los fundamentos no ya solo gnoseológicos, sino también ontológicos, que están detrás de la teoría del valor-trabajo desde las coordenadas del materialismo filosófico de Gustavo Bueno, lo que conlleva un análisis desde este materialismo del materialismo histórico y el materialismo dialéctico de Marx y Engels que esencialmente están relacionados con la versión de la teoría del valor-trabajo que estos filósofos alemanes han defendido y que siguen defendiendo muchos de sus seguidores y discípulos posteriores desde posiciones más o menos marxianas. Este análisis crítico de la ontología marxista relacionada con la idea de valor-trabajo que tiene el propio Marx es necesario para, al final, tratar de organizar la que, a nuestro juicio, podría ser una propuesta de "vuelta del revés de Marx" desde las coordenadas buenianas, y de manera particular de la Economía Política y de la teoría del valor económico de Marx vista desde el prisma del materialismo filosófico, con consecuencias ontológicas, gnoseológicas, antropológicas y políticas que entendemos interesantes para poder desarrollar ulteriores investigaciones siguiendo esta línea de análisis que, creemos, podríamos haber abierto con nuestra investigación. Introducción 14 Es necesario indicar que en nuestra tesis hemos elegido, a la hora de presentar las citas bibliográficas, el modelo Harvard de citas combinado junto con el modelo tradicional de notas a pie de página, en las que indicaremos ideas que entendemos pueden ser interesantes para comprender el marco de nuestra investigación y que podrían ayudar a investigaciones posteriores tanto propias como ajenas relacionadas en mayor o menor grado con el tema tratado aquí. Además, hemos utilizado un método de llaves para indicar cuándo determinadas ideas desarrolladas o presentadas a lo largo de nuestra investigación están desarrolladas en otras partes de la misma, entretejiendo (estimamos) los conceptos e ideas que analizamos y presentamos en el más puro estilo de la idea de symploké materialista que Bueno toma de Platón, como entretejimiento, conexión y/o desconexión de ideas y conceptos presentadas en nuestra investigación, por lo que tratamos así de mostrar cómo determinados puntos de la investigación se tocan con otros de manera esencial y necesaria (por ejemplo, y siguiendo la gradualidad comprensiva que este tipo de entretejimientos requieren, se presentará entre llaves de la siguiente manera: {Capítulo III, 2. c), c.2., c.2.1.}, indicando que, si por ejemplo estamos hablando de la idea de elasticidad de la relación marginal de sustitución en otro capítulo que no sea el tercero, remitimos a ese punto para ver la relación de lo que estamos tratando en ese capítulo con el punto concreto en que tratamos esta cuestión en el ya mencionado capítulo tercero. Es obligado terminar esta exposición introductoria de esta tesis doctoral con mis más sinceros agradecimientos a personas que han estado desde el primer momento apoyando esta investigación de diversas maneras, tanto en lo académico y profesional como en lo personal, mostrando con ello mi más sincero agradecimiento a todos ellos y mi más sentida emoción por formar parte de lo que, considero, ha sido para mí un grato y emocionante viaje personal e intelectual que empecé ya en la carrera interesándome por estos temas y acabé al terminar la redacción de esta tesis doctoral, con los consecuentes accidentes geográfico-vitales que todos encontramos en este tipo de travesías tan tortuosas y, al mismo tiempo, tan intensas. En primer lugar a mi tutor, Diego Guerrero, por aceptar el guiarme en este trayecto, apareciendo siempre en el momento justo y con la ayuda más oportuna, con paciencia, inteligencia y contundencia al mismo tiempo. Considero a Guerrero, junto con Rolando Astarita, como uno de los mejores economistas marxistas del mundo de habla hispana del presente, y el que haya accedido a ser mi director para mí ha supuesto una gran responsabilidad y un inmenso honor. Así pues, mi gratitud hacia mi director va en primer lugar, pues ha sido una pieza crucial en todo este rompecabezas en que nos hemos visto envueltos. También he de dar las gracias al actual Director del Departamento de Economía Aplicada V de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid, Federico Soto, por haber creído en mí desde el primer curso de carrera en que nos conocimos y en donde me impartió Economía Política, tomando yo contacto por primera vez con los vericuetos de esta importante disciplina del conocimiento que tanta influencia tiene sobre la Sociología y la Politología, influencia no siempre debidamente reconocida a mi juicio por estas dos disciplinas. Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad 15 Por su apoyo, por sus consejos y, sobre todo, por ser tan buena persona, mil gracias siempre. Gratitud extendida al resto de miembros del Departamento, de manera especial a Cristina García, fantástica economista y una persona excelente, a Antonio González Temprano, José-Omar de León Navéiro, Juan Ángel Martín Fernández, José Antonio Moral Santín, Julio Argüelles Álvarez, Belén Sesmilo Peña y el resto, por sus consejos en materia académica y profesional (como la administración de la complicada base de datos de ACINCO), por su apoyo y por ser un plantel de grandes economistas y profesores de un Departamento que, estimo, merece más crédito del que ya tiene. También merecen un espacio entre estos agradecimientos profesores de dicha facultad como Juan Maldonado, Jorge Verstrynge, Rafael Bañón, Gema Sánchez Medero, Mateo Ballester, Susana Mensaque, Miguel Ángel Ruiz de Azúa y muchos otros que con sus consejos tanto académicos como su apoyo personal y su amistad me han servido de mucho en este trayecto. Merecen una especial consideración mis profesores compañeros del Euro-Mediterranean University Institute (EMUI), en especial José Carmelo Lisón y Román Reyes, gente de la que no paro de aprender nunca, también del significado de la palabra generosidad. Quiero también dedicar un espacio a profesores y doctores de esta y otras facultades de la Complutense y de otras universidades tanto españolas como de fuera de España, por haber pasado por el camino que yo iba haciendo al andar, siempre en el momento justo, como son: Juan Pablo Mateo Tomé, Carlos Fernández Liria, Juan Bautista Fuentes Ortega, Fernando Muñoz, Marco Díaz Marsá, María José Callejo, Francisco Robles, José Luis Villacañas, Patricio Peñalver, José Andrés Fernández Leost, Vicente Caballero de la Torre, Carlos Berzosa, Pablo Huerga, Alberto Hidalgo Tuñón, Luis Carlos Martín Jiménez, Paul Cockshott de la Universidad de Glasgow, Duncan Foley de la New School of Social Research de Nueva York, el ya nombrado Rolando Astarita de la Universidad Nacional de Quilmes en Argentina, Michael Perelman de la Universidad Estatal de California, Jorge Antonio Montemayor Aldrete de la Universidad Nacional Autónoma de México, Ruslan Khaitkulov, Youli Olsevich y Oleg Ananin del Instituto de Economía de la Academia de Ciencias de Rusia, entre muchos otros. A todos ellos, mil gracias, pues su paso por mi camino andado ha sido, en cada caso, siempre esencial. Esta tesis doctoral también está dedicada a todos aquellos que, en mayor o menor grado, han pasado por Izquierda Hispánica. Una asociación cultural que iniciamos en 2010 y que ya antes, desde el 2007, funcionaba como blog de Internet. Durante todos estos años hemos hecho cosas muy importantes todos juntos, y hemos todos en IH de tener en cuenta que nuestro trabajo no será en vano, pues somos la verdadera "vanguardia" de esa parte del conjunto del saber cuyo papel es la trituración, no solo filosófica, sino sobre todo política de la Realidad que nos rodea. Toda mi gratitud, mi camaradería y mi amistad para: José Ramón Esquinas, Enrique Esquinas, Juan Miguel Valdera, Juana Laura Clavijo, José Monforte, Agustín Lozano, Héctor Ortega, Daniel Hurtado, Julián Sánchez, Eduardo Álvarez, Beatriz Vallina, Josep María Viola, Raúl Muniente, David Balaguer, Daniel Cerezo, Cesar Amaya, Roberto García-Patrón, José Luis Pozo, Manuel Introducción 16 Llanes, Javier Porcel, Diego Cibrián, Javier Álvarez, Eliseo Inostroza, Carlos Alberto Henríquez Ballesteros, Vicente Silva, Camilo Milo, Eduardo Graff, Guillermo Espinosa y Bettina García (mi amiga, mi compañera, mi consejera, mi amor, mi novia y la persona que más apoyo desinteresado me ha brindado durante estos últimos dos años: gracias por absolutamente todo lo que tenga que ver contigo, te quiero :(). Todos vosotros sois parte esencial de esta tesis doctoral, y también de todo lo que venga después de ella. A vosotros, muchísimas gracias, seguid siempre como os he conocido, pues mi evolución personal se debe, en buena medida, a vosotros. También he de mencionar a diversos amigos y personas que han estado ahí de alguna o de otra manera durante este tiempo (algunos no siguen ahí, otros sí), y cuyo apoyo ha sido siempre gratificante en el trayecto de este viaje, poniendo un importante granito de arena en la terminación del mismo: Lucía Muñoz, Raquel Lía, Silvia Jiménez, Noelia Rujas, Diego Vega, Vicente Serrano, Guillermo Muñoz, Guillermo Capilla, Gonzalo Villanueva, Guillermo Ortiz, Sergio Hernández, Miguel Navarro Sans, Oscar Cano, Raúl Ortega, Rebeca Ribera, María José López, Laura Hojas, Sergio Vicente Burguillo, Carlos González Sánchez, Leonardo Luis Orozco, Hugo Fernández de la Felguera, Julio Monleón, Lorella Pasquier, Yurlen Rondón, Neurín Suárez, Thaylor Ruiz, Abigaíl Pérez, Irama Herrera, Juan Quintana, Ana Hoyos, Consuelo Isurza, Constantina Kostami, Patricia Criado, Patricia Alonso, Juan Carlos y José Luis Sánchez, Pablo Romero, Alerce Fernández, Borja Menéndez, Guillermo Pérez Álvarez, Fernando López Laso, José Ovidio Álvarez Rozada, Ana Estebaranz, Eguiar Lizundia, Rober Ruiz García, Leo González Hevia, Juan Ponte, David Díaz de Sonseca, Carlos Blanco Torres, Andrei Anghelof y su maravillosa madre Natalia (que nos alojaron en Prospekt Mira, en Moscú, a Bettina y a mí, cuando rendimos nuestro particular homenaje a Isaac Ílich Rubin, a cuya memoria va dedicada también esta investigación), Costán Sequeiros, Jorge Marrón, Gonzalo García, María Luisa Pariboni, Yasmín Abudawod, y a muchos otros que olvido. A todos, gracias. Como mención especial, han de estar aquí, además del ya citado Rubin, el propio Gustavo Bueno Martínez. Sin su Filosofía, yo no podría haber hecho esta tesis doctoral. A él, gratitud y honor. Y por supuesto, y para acabar, he de dar gracias a mi familia. Mis cuñados Federico García y Conchita Matías y al Titi Bonito. Mi tío Juan Antonio Cano, mi tía Ana Armesilla, mi prima Ana Cano, mi sobrina recién nacida Natalia Caño que ha traído frescura y alegría a nuestras vidas, a mi abuela Ana Conde Pernía (como homenaje póstumo a una vida marcada por un siglo XX sin duda inolvidable), a mi padre Ramón Carbelo, que pasó con toda la fuerza que le caracteriza una neumonía el año pasado que casi le cuesta la vida, y que ahora encara con la firmeza propia de una gran personalidad como la suya. Y por supuesto a mi madre, María Josefa Armesilla. Sin ella, nada bueno hubiese sido posible en mi vida. A ella, amor incondicional, gratitud eterna y reconocimiento al mayor ejemplo vital, de trabajo y de principios políticos que he tenido nunca. A ella, desde luego, va dedicada este trabajo de investigación. Capítulo I. Ciencia y Razón en la Economía Política. Planteamiento de nuestro marco teórico elemental. 1. El surgimiento de las ciencias a partir de las técn icas y las tecnologías: el surgimiento de la Economía Política . Nuestra premisa de partida es la siguiente: las distintas disciplinas científicas conformadas históricamente han surgido y surgen de técnicas y tecnologías previamente desarrolladas, de las de las cuales no derivan forzosamente, pero sí de manera necesaria. Esta premisa requiere definir qué entendemos por ciencia tanto en sentido histórico como en sentido lógico-material, gnoseológico y no epistemológico. La Teoría del Cierre Categorial (TCC, a partir de ahora) del materialismo filosófico de Gustavo Bueno será la teoría de la ciencia que nos sirva de marco teórico de nuestro análisis. Ahora resumiremos sus premisas históricas fundamentales (Bueno, 1992-93: 21). La idea de ciencia no ha tenido el mismo significado en cada época histórica. Nosotros nos centraremos en la definición de ciencia que puede derivarse de su desarrollo histórico efectivo, un desarrollo inequívocamente moderno, pues es en las edades Moderna y Contemporánea cuando las distintas disciplinas científicas categoriales han tomado cuerpo, han conformado sus propios campos particulares. La idea de ciencia, en principio, designaría cada uno de los elementos conformantes, en sentido moderno, de cada uno de los campos de las distintas ciencias. Este sentido histórico de la conformación de las ciencias, no obstante, tendrá que desechar toda teoría que intente derivar las ciencias categoriales de una idea (filosófica) previa de ciencia, aun teniendo en cuenta las relaciones dialécticas entre ciencias y Filosofía. Realmente, cualquier definición de ciencia tiene de partir de las ciencias realmente existentes ya en marcha, y no al revés. La Geometría, una de las primeras disciplinas científicas históricas, (no moderna en sentido histórico, pero sí ya una ciencia formal concreta y con un campo de acción determinado) ya existía previamente a la definición de ciencia en general, y de Geometría en particular, de filósofos clásicos como Platón o Aristóteles (Íbid.: 23). a) El surgimiento histórico de las ciencias. Pero aún existiendo la Geometría como ciencia formal ya en la Antigüedad, resulta anacrónico aplicar la idea de ciencia en sentido moderno en la Edad Antigua. Si acaso, se podría decir que había “células gnoseológicas” (Íbid.: 25) formándose en campos diversos, habiendo por ejemplo células gnoseológicas en la Antigüedad que darían lugar con posterioridad a la Física (con figuras como Arquímedes o Eratóstenes), o la Astronomía geométrica. El Diccionario de la Capítulo I: Ciencia y Razón en la Economía Política 18 Real Academia de la Lengua Española define gnoseología como "teoría del conocimiento" en sentido filosófico, confundiéndolo con la epistemología. Sin embargo, la epistemología y la gnoseología no son lo mismo. Mientras la primera estudia las relaciones entre sujeto y objeto en el proceso durante el cual se adquiere conocimiento (de ahí que sea más apropiado llamar a esta "teoría del conocimiento"), teniendo un fundamento psicologista y dual, la gnoseología se opondría, reconstruyéndola críticamente, a una teoría del conocimiento psicologista como la teoría epistemológica, pero también se opondría, reconstruyéndolas críticamente también, a otras teorías del conocimiento de índole sociológica, lógico-formal o histórica. La idea básica, en definitiva, que gira en torno a esta exposición inicial acerca del surgimiento de las ciencias es la siguiente: que la tesis de la conformación histórica de las distintas disciplinas científicas en las edades Moderna y Contemporánea es indisociable de una tesis gnoseológica sobre la idea de ciencia en sentido moderno, en la que la relación entre el sujeto y el objeto esté referida a un tercero: la Verdad como identidad (científica), tercer elemento que, para la TCC, permite distinguir la gnoseología de la epistemología (Íbid.: 25). Cómo se llega a esa verdad en las ciencias en general, y en la Economía Política en particular, según la TCC, es lo que pretendemos explicar, en general, en esta investigación. La Geometría, conformada en la Antigüedad, es una ciencia formal, como el resto de las disciplinas que funcionan bajo el concepto amplio de Matemáticas, mientras que las “ciencias naturales” (las ciencias en stricto sensu), serían las disciplinas que se fueron conformando históricamente en las edades Moderna y Contemporánea. Aun siendo anacrónico el tratar de hablar de la idea de ciencia en sentido moderno en la Antigüedad, sí es posible analizar las ciencias formales surgidas en esa Antigüedad desde una idea moderna, gnoseológica, de ciencia, pues el origen de la Geometría es también tecnológico, pues concretamente tendría su origen en las técnicas y tecnologías aplicadas por los agrimensores o los albañiles, y esto permite cuadrar su origen con nuestra teoría del origen de las disciplinas científicas. El siguiente párrafo explica perfectamente lo que queremos decir: La teoría del cierre categorial supone que las ciencias categoriales no proceden de la filosofía, sino de las tecnologías (categoriales), a la vez que dan lugar al desarrollo de las nuevas tecnologías ("la Revolución científica y técnica"). La ciencia geométrica procede de las tecnologías de agrimensores o de albañiles; la ciencia química procede de las tecnologías de metalúrgicos o de tintoreros; la ciencia lingüística procede de las tecnologías de los escribas o de los traductores. [...] acaso podría decirse que la filosofía de nuestra tradición (helénica), a diferencia de las filosofías de tradiciones distintas (india, china), está en gran parte moldeada por la Geometría, por cuanto quiere ser una "Geometría de las Ideas" (de las Ideas que cruzan las categorías y se abren camino a través de ellas). Que los "primeros filósofos" (Tales, Pitágoras, Anaxágoras, Platón...) fueran grandes geómetras no tiene que significar tanto que la Geometría brote de la Filosofía sino más bien lo recíproco. Y propiamente yo diría que no brota ninguna de la otra. La filosofía y las ciencias tienen fuentes distintas, pero son fuentes llamadas a confluir (a veces turbulentamente) y al confluir se modifican mutuamente (Bueno, [1978a] 2011: 2). Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad 19 Cuando la Física, gracias a Newton, se constituyó como ciencia en sentido nuevo, Geometría de Euclides mediante, aunque aplicada a entidades en sentido temporal, fue posible entonces pensar y definir una nueva idea de ciencia, y empezar a preguntarse, en un sentido también nuevo, por la naturaleza de la ciencia. No en vano, a partir de Newton pudieron constituirse ciencias irreductibles a su Mecánica, como la Química, la Termodinámica y las Geometrías no euclidianas. En sentido dialéctico, se podría afirmar que las ciencias procederían, como ya hemos dicho, de las técnicas y tecnologías y todas ellas darían lugar a su vez, también en sentido dialéctico, a nuevas tecnologías y a nuevas disciplinas científicas, lo que se ha llamado la “revolución científica y técnica” (Íbid.: 2). Al darle a la idea de ciencia un sentido histórico y gnoseológico, esta misma idea de ciencia, como otras (la idea de cultura, la idea de Estado, la idea de Dios), no puede tomarse como eterna, anterior a los hombres y a las sociedades humanas, menos aún a las sociedades políticas, los Estados. La idea de ciencia, por contra, tiene una historia y un momento relativamente reciente de cristalización. b) Las instituciones científicas y tecnológicas. Definir las ciencias como construcciones históricas implica verlas como instituciones culturales suprasubjetivas, constituidas y conformadas históricamente por componentes muy heterogéneos. Las ciencias destacan por su pluralidad, apareciendo cada una de ellas “limitada” por otras disciplinas del conocimiento y por otras ciencias. Hablamos aquí de disciplinas del conocimiento para referirnos a los saberes no científicos que, sin ser ciencias, pueden, de manera regular, constituirse como fuente protocientífica desde la que poder organizar cada una de las ciencias, aunque podrían también, en ocasiones, ser un bloqueo a su constitución. Estos saberes protocientíficos, junto con cada una de las ciencias, sirven de límite para conocer y reconocer la finitud necesaria del campo de cada una de las ciencias categoriales. En ocasiones, entre ellas se dan incompatibilidades que impiden conocer una determinada zona de la realidad; en otras, unas son una ayuda indispensable a la hora de constituir un campo determinado del conocimiento. Las ciencias son instituciones, o conjuntos complejos de instituciones, históricas, al igual que cada uno de sus componentes personales y materiales (Bueno, 2005a: 3-52) (una balanza, un telescopio, una probeta, serían también instituciones1). También serían instituciones los mismos científicos (también serían, en terminología materialista, sujetos operatorios), sus obras y los sujetos (gnoseológicos) que operan con objetos (otras instituciones) que les permiten realizar experimentos. Pero siempre serían instituciones propias del campo categorial, cerrado, pero no 1 Del mismo modo existen instituciones fuera de cada campo científico, como por ejemplo una composición musical o una obra de arquitectura, e incluyendo cada uno de los elementos o partes formales de cada uno de estos ejemplos (desde una corchea hasta un instrumento musical –violonchelo-, desde una ventana a una columna con estrías de aristas vivas en un templo romano). Capítulo I: Ciencia y Razón en la Economía Política 20 estanco, de cada una de las disciplinas científicas, como son instituciones propias de la arquitectura los obreros, arquitectos o inquilinos que habitan una casa. Al ser suprasubjetivas, las instituciones científicas actúan y se desarrollan por encima del sujeto individual, de su voluntad, aun cuando el conocimiento científico siempre lo es respecto a ese sujeto individual, pues es él quien conoce, oye, ve, recuerda y razona, algo que no puede hacer el sujeto social, que también es suprasubjetivo2. Las ciencias históricas son configuraciones resultado del ensamblaje (construcción, producción) de múltiples componentes de manera sui géneris, posible únicamente mediante la labor de sujetos que operan en el campo propio de cada ciencia partiendo de una materia dada y gracias a determinadas tecnologías. Esta idea de ensamblaje, construcción o producción, permite ver la relación dialéctica entre técnicas, ciencias y tecnologías por medio del trabajo humano organizado. Mediante las tecnologías, y desde las prácticas de las que proceden y en las que se desenvuelven, las ciencias van delimitando sus campos categoriales propios. Pero ello no permite considerar a las ciencias como meras tecnologías, a pesar de la sofisticación de determinadas tecnologías, cada vez más complejas, aplicadas a algunos campos científicos. Sencillamente, y para evitar cualquier tipo de confusión, hay que entender que las ciencias, provenientes de técnicas y tecnologías, se conforman y desarrollan en un terreno metatecnológico, esencial-ideal, que les es propio. No es lo mismo afirmar que las ciencias proceden de técnicas y tecnologías que decir que son técnicas y/o tecnologías. En definitiva, la idea de producción (ensamblaje, construcción) aplicada al análisis de la conformación de las ciencias permite recuperar términos como explicar o predecir. La predicción científica sería una característica pensada hacia el futuro (un horizonte temporal), que inmediatamente habrá que retrotraer hacia el pasado (una “retrodicción”). La predicción y la retrodicción constituirían así una unidad que permitiría regresar a la idea de producción que actuaría englobando a la predicción y a la retrodicción. c) El surgimiento de la Economía Política. ¿Se produjo en la Economía Política un proceso similar de surgimiento? La Economía Política, al no ser en sí misma una ciencia categorial dada como los son las ciencias formales y las naturales, algo que le ocurre a todas las llamadas "ciencias humanas" {Capítulo V, 2. i)}, no tiene un origen única y exclusivamente tecnológico. La Economía Política como disciplina, surge en el siglo XVII, al tiempo que la Metafísica de Malebranche, Leibniz o Descartes, produciéndose en 2 Esto tampoco ocurre extracientíficamente, pues una obra musical no es simplemente el conjunto de emociones que sienten los instrumentistas o el público que escucha la sinfonía, pues el tejido sonoro envuelve estructuralmente a aquellos que constituyen su realidad desde su génesis. Lo mismo ocurre con una lengua, pues esta no puede reducirse exclusivamente al habla o a los términos de su comunicación, aunque solo a través del habla se genere, pues su estructura desborda los procesos de su génesis. Una lengua determinada construye, ensambla y compone, al tiempo que comunica y expresa. Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad 21 cierto sentido una inversión teológica de esa misma Metafísica o “conversión al mundo”, en virtud de la cual la Teología de la época se transforma en Mecánica y en Economía Política (Bueno, 1972a: 18). La constitución de las diversas ciencias particulares, ligadas al lenguaje escrito, recibió una influencia decisiva del proceso (técnico) de diferenciación entre clases de especialistas profesionales (artesanos, ingenieros, especialistas en religión, etc.), que se produjo al mismo tiempo que lo hacía el proceso moderno de división en clases sociales, complicándolo mucho en sentido lógico-formal pero sin llegar a confundirse con él. Este proceso culminó en la Edad Moderna en el comienzo de la constitución de diversas disciplinas del conocimiento hasta la actualidad, dando lugar a una pluralidad de ciencias particulares, relativamente autónomas unas de otras, entre las que hay una relación categorial que no se reduce ya solo a algo gramatical, al lenguaje escrito. La pluralidad efectiva de las ciencias particulares sirve de criterio para establecer una clasificación de categorías ontológicas para cada una de las ciencias y para cada disciplina particular, incluída la Economía Política (Íbid.: 20). De esta forma, las categorías científicas comienzan a ser el espacio mismo del entendimiento humano, durante o con posterioridad al proceso mismo de constitución histórico-cultural de las ciencias mismas y de sus categorías. Al constituirse una nueva categoría científica es cuando se da el proceso llamado “cierre categorial” (Íbid.: 20-21). Y este proceso es histórico, institucional, sociológico, antropológico y, por otra parte, también lógico-material (no solo lógico-formal) y gnoseológico. Todas las ciencias particulares, y esto también es una evidencia de su origen técnico, proceden de los oficios artesanos diferenciados (también la conformación de clases sociales a que nos hemos referido en el párrafo anterior). Las categorías científicas se desarrollan partiendo de una tradición gremial propia (Íbid.: 26)3. El proceso de cierre de esas ciencias se da cuando se establece un sistema operativo de relaciones que, en origen, tiene potencia para poder conducir a nuevos términos dentro de ese mismo sistema o campo. Durante el curso de este proceso se producen desconexiones con otros campos. Dichas desconexiones no son principios de cierre, sino sus resultados, ejercidos explícita o implícitamente. Se trata de un mecanismo dialéctico por el cual se constituye (e instituye) una categoría racional nueva. La realidad positiva de las cosas es la que permite la separación misma de esas cosas. La Economía Política hasta finales del siglo XIX y principios del siglo XX, y sin contar con su conformación teórica durante la Edad Moderna en pleno mercantilismo con William Petty o Quesnay4 como figuras preeminentes, fue desarrollada sobre todo por filósofos, y no solo por los ya nombrados Descartes, Leibniz y Malebranche. Los términos de esta disciplina fueron manejados por “filósofos profesionales” (Íbid.: 33) como Platón, Aristóteles, Santo Tomás de 3 “[...] el proceso de constitución categorial de la ciencia moderna no procede, esencialmente, de un corte epistemológico” (Bueno 1972a: 26). 4 En la importancia de Petty y Quesnay insiste mucho Carlos Marx en su obra más importante, El Capital ([1867] 1999). Capítulo I: Ciencia y Razón en la Economía Política 22 Aquino, Nicolás de Oresme, Luis de Molina, Juan de Mariana, Francisco Suárez, David Hume, Adam Smith (creador de una influyente teoría de los sentimientos morales), John Stuart Mill, Carlos Marx o William Stanley Jevons, entre otros. Es de común acuerdo que el nacimiento de los economistas profesionales se produce con la sistematización e institucionalización académica de la disciplina que desarrolló, entre otros, el británico Alfred Marshall, que con su obra Principios de Economía ([1890] 2005) establece las bases de la Economía Política contemporánea y de su corriente mayoritaria: la neoclásica (Méndez Ibisate, 2003). Si perforamos esta envoltura filosófica conformativa que recubre la Economía Política, nos encontramos con un origen tecnológico-institucional, desarrollado paralelamente al desarrollo de esa envoltura filosófica, pero no después. Un desarrollo paralelo a las interpretaciones que sobre los actos económicos de las sociedades políticas han hecho algunos filósofos. Ya Joseph Alois Schumpeter supo ver esto con claridad (Schumpeter, [1954] 2012), pues la Economía Política no podía conformarse ni desarrollarse prescindiendo de una viva tradición de banqueros, contables, mercaderes, memorialistas, regentes políticos o aficionados a su estudio que, gradualmente, fueron cerrando el campo económico, si no totalmente, si al menos en regiones parciales del mismo (Bueno, 1972a: 34) {Capítulo V, 2. i)}. Sin embargo, dicho cierre se produce en un campo cuyos términos llevan aderezados, por todas partes, ideas extraeconómicas. La Razón económica actual, y desde su nacimiento, está compuesta de términos propios de la Economía Política, pero también de la Psicología, de la Moral, de la Política, de las ciencias y de la tecnología {Capítulo V, 3. a), b) y c)}. Estas adherencias en ciertos momentos han actuado, como ya dijimos, como mecanismos de bloqueo de la Razón económica en sentido categorial. Sin embargo, al mismo tiempo, estas adherencias hacen posible discernir los momentos en que se producen los cortes entre dichas adherencias y las categorías propiamente económicas (Íbid.: 34). La Razón económica académica, la de los teóricos de la Economía Política, tiene una estrecha conexión, por tanto, con lo que se podría llamar Razón económica técnica o “mundana” (Íbid.: 35), la de los sujetos que depositan su dinero en un banco, la de los que invierten un capital en bolsa o en una empresa, o la de los que operan con medios de producción para producir mercancías, los trabajadores productores. Mientras la Razón económica mundana se manifiesta en sus operaciones técnicas dentro del campo económico, la de los académicos lo hace mediante la escritura de libros o artículos económicos, con un lenguaje cada vez más cerrado (en nuestros términos), que también forma parte del campo económico que entre todos conforman. El análisis económico no es más que el que hace uso del lenguaje de los economistas. Lenguaje cerrado en sus términos, relatores y operadores {Capítulo V, 2. a)} (ver FIGURA 5.1.), igual que ocurre en otras disciplinas como la Física, la Geometría, etc. Pero también los analistas económicos analizan acciones, ceremonias e instituciones propias del campo económico (como son la moneda, el trueque, el intercambio de bienes y servicios en el mercado, el Estado mismo, etc). La realidad Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad 23 objeto de la Economía Política es una realidad objeto racional, cultural, producida por seres racionales (los seres humanos, las personas que viven en sociedades políticas avanzadas), y lo hacen de manera racional, organizada, institucionalizada, mediante metodologías que permiten conformar un lenguaje económico, unos símbolos, unas instituciones que a su vez permiten conformar dichas metodologías y que, en esencia, son propiamente económicas, como pueda serlo el dinero (un signo y, al mismo tiempo, una variable económica indispensable en todo sistema económico complejo). La Economía Política académica podría ser considerada como un metalenguaje, por lo que cuando nos disponemos a analizar la realización de la Razón económica en el cierre categorial de la misma, en esta Economía académica nos encontramos con un lenguaje de segundo orden respecto a otros lenguajes y metalenguajes. Por ejemplo: en un Tratado académico de Economía, una variable x que designe monedas no es una moneda, pero una moneda sí es una variable; el Tratado académico antedicho es, al tiempo, un bien económico que puede comprarse en el mercado y cuya lectura tras su compra es un acto de consumo del mismo. Si la Economía Política académica está dialécticamente conectada con la Economía Política mundana, y desde la Academia económica se intentan refutar unas teorías económicas a otras, y parejo a esto está el intento de refutación de realidades económicas (realidades mundanas desde la Academia), no obstante, esas realidades económicas mundanas (técnicas, políticas) solo pueden ser refutadas realmente por otras realidades económicas mundanas (técnicas, políticas), y no ya tanto por teorías (Íbid.: 37)5, aunque estas teorías sirvan, en parte, de engranaje ideológico de diversas realidades económicas mundanas técnicas y políticas. En definitiva, si el cierre categorial de la Razón económica existe, se daría o bien entre un campo de términos meramente lingüísticos (términos como producción, cambio, demanda, oferta, etc.), o bien se daría como un proceso cuyos términos son los sujetos reales o las comunidades de sujetos productores y consumidores, las monedas, las fábricas, las herramientas de trabajo, las mercancías, etc (las instituciones propias del campo económico), o en ambos casos al tiempo. La Economía Política académica tendría entonces el papel, en parte, de una gramática con variables que, en los libros económicos, fuesen metavariables de variables de la Economía Política mundana, de la economía real, pues tanto el economista como el ciudadano de a pie suelen manejar, referidos al campo económico, los mismos términos. Las grandes obras teóricas de la Economía Política están intercaladas continuamente, en su génesis y en sus efectos, con la práctica real de los sistemas económicos. Esto se fundamentaría en que los términos del lenguaje económico académico no pueden tener autonomía sintáctica, ya que la Economía Política no es una ciencia formal, ni tampoco una ciencia natural, sino una disciplina del conocimiento, muy 5 “El Capital no quiere refutar solo el concepto de mercancía de Malthus o de Ricardo, sino la propia ‘encarnación’ de ese concepto en el trabajo asalariado: pero la ‘refutación’ del trabajo asalariado o, en general, la refutación del capitalismo, no puede hacerla un libro como El Capital sino la propia práctica del socialismo –al cual, sin duda, El Capital ha contribuido a instaurar, pero que, a la vez, solamente mediante él puede llegar a confirmarse o falsarse” (Bueno, 1972a: 37). Capítulo I: Ciencia y Razón en la Economía Política 24 tecnológica, que podría definirse como una ciencia “real” (Íbid.: 38). Los términos hacen siempre referencia a la realidad económica, la cual es ya en sí misma un lenguaje más o menos categorizado producto de la razón. 2. Relación de la Economía Política con las técnica s y las tecnologías. a) Cómo funciona la Razón económica desde la TCC (Teoría del Cierre Categorial). Definir la Economía Política de manera rigurosa necesita de la determinación estructural del cierre categorial de la Razón económica, esto es, una teoría sobre la especificidad del campo económico como campo propio de esa misma Razón. A las categorías propias de la Economía Política han de incorporarse las estructuras propias del lenguaje científico. Por ello, toda organización conceptual de la disciplina ha de pertenecer a la dialéctica de la propia categoría económica mundana, real, o bien porque como fenómeno y realidad se resuelve en ella, o bien porque considera el fenómeno como una apariencia que el lenguaje económico ha de transformar y absorber. El cierre de la Economía Política, en las partes de la disciplina que correspondan, ha de venir combinado siempre de manera específica en su campo propio. El circuito de las relaciones de producción {Capítulo VII, 2.}, con su retroalimentación es, en rigor, un concepto tecnológico general, “extraeconómico” (Íbid.: 37), e incluso biológico, aplicable, por ejemplo, a circuitos de retroalimentación en sociedades de insectos o de otros seres vivos. Esto no es óbice para que muchos consideren este circuito como suficiente para referirse al campo económico, pero la categoricidad racional económica y sus características deben pertenecerle de manera exclusiva. Poner en la producción o en la conducta racional del sujeto consumidor la esencia de la categoricidad económica (homo oeconomicus) supone un error desde nuestra perspectiva, pues se trata de ideas y conceptos también "extraeconómicos", aunque tengan su importancia en Economía Política. La producción puede ser realizada fuera del campo económico cuando se trata de objetos que no son mercancías; por su parte, la conducta racional del consumidor se extiende a todo tipo de conducta inteligente individual, aunque no sea económica, lo que no equivale a afirmar como cierta la teoría del homo oeconomicus. Para explicar el funcionamiento de la Razón económica resulta insuficiente determinar notas específicas diferenciales de la Economía Política. Se hace obligatoria una determinación que permita comprender el nexo de unión entre categorías económicas diferentes y su propia naturaleza histórica, y a la vez comprehender un desarrollo histórico dialéctico interno de las categorías económicas que contenga componentes intra y extraeconómicos como puntos límite. La realidad humana haciéndose dentro del campo económico es lo que permite la realización de la Razón económica. El homo oeconimicus psicologista o esencialista de muchos economistas Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad 25 tendría que transformarse aquí en un sujeto realizado en la misma realidad económica, pues la racionalidad humana no es "previa" a la Razón económica. Las instituciones propias del campo económico son reales, y tienen una funcionalidad propia dentro de este campo. El dinero, por ejemplo, no es una institución realizada gracias a una inteligencia racional previa (no existe el dinero previamente a la existencia del dinero), sino que esa racionalidad consiste dentro del campo económico en, en principio, haber creado el dinero mismo. La constitución de la Razón económica, constitución moderna, ha de permitir la asunción y reinterpretación retrospectiva de las sociedades humanas desarrolladas previas al nacimiento del campo económico (homínidos, bárbaros, grupos humanos varios previos a la constitución del Estado), y entender su naturaleza como social y animal al mismo tiempo. Decimos esto porque a partir de esas sociedades humanas, y hasta hoy, se fue conformando históricamente la racionalidad económica a través de las relaciones entre estos sujetos entre sí y dentro de un medio que les servía de fuente de energía. En el marco de esta realidad humana se daban dos tipos de relaciones, según terminología materialista: unas relaciones entre los sujetos con su medio natural, tanto a nivel individual como social, llamadas relaciones radiales {Capítulo VI 2. b)} (FIGURA 6.2.), y unas relaciones entre los sujetos entre sí a través de sí mismos y de instituciones propiamente humanas, construidas, creadas, llamadas circulares {Capítulo VI 2. b)} (FIGURA 6.2.) (Bueno, 1978: 57-96). El ciclo producción-distribución-intercambio-cambio-consumo de las relaciones de producción puede darse en las relaciones radiales de los sujetos con la naturaleza { Capítulo VI 2. b)} (FIGURA 6.2.), así como la conducta racional entendida desde la praxeología de von Mises (1949). Pero como no queremos tener únicamente definiciones extraeconómicas, la categoría económica necesita ser pensada también dentro de las relaciones circulares. Expresiones como “producción del hombre por el hombre” o “actividad humana orientada a la satisfacción de sus necesidades” son, a nuestro juicio, “extraeconómicas”. Categorías con componentes circulares { Capítulo VI 2. b)} (FIGURA 6.2.) son, por ejemplo, intercambio comercial o moneda, cuya combinación permite la circulación de bienes (poco hay más circular que esto). Los principios del cierre del campo económico estarían ya presentes en el Tableau de Quesnay, pues en su sentido circular esta obra presenta a una clase, los productores, intercambiando bienes con otra clase, la “clase estéril”, los consumidores. También en el capítulo XXI de El Capital de Marx podemos observar este cierre, cuando Marx presenta la tabla de la reproducción simple del capital, pues conceptos como valor de cambio, valor de uso, valor-trabajo y mercancía son conceptos circulares y no radiales ([1867] 1999: 476-487). Presentar las relaciones circulares como componentes esenciales de la categoría económica no excluye las relaciones radiales, pues las primeras se dan por mediación de las segundas (Íbid.: 10)6 {Capítulo 6 “Los valores de uso, levita, lienzo, etc., o lo que es lo mismo, las mercancías consideradas como objetos corpóreos, son combinaciones de dos elementos: la materia, que suministra la naturaleza, y el trabajo. Si descontamos el conjunto de trabajos útiles contenidos en la levita, en el lienzo, etc., quedará siempre un substrato material, que es el que la naturaleza ofrece al hombre sin Capítulo I: Ciencia y Razón en la Economía Política 26 VI 2. b)} (FIGURA 6.2.). Ahora bien, a partir de las relaciones radiales no podemos alcanzar los contenidos específicos de la Economía Política, pero a partir de las relaciones circulares sí podemos intercalar relaciones radiales para construir productos relativos (mercancías), por lo que es necesario adoptar la perspectiva circular (circularista) para dar con la fórmula de la naturaleza exclusiva del cierre categorial económico. Con todo, la perspectiva circular todavía nos coloca ante un horizonte demasiado genérico. Es evidente que en las relaciones circulares se dan relaciones entre sujetos, individuales o enclasados (clasificados) según un orden lógico, y que mantienen entre sí relaciones de intercambio, y no solo de intercambio (Marx, [1857-58a] 2008: 22-23)7. Reducir toda la Economía Política al intercambio (a la asignación de recursos escasos mediante el intercambio de mercancías) elimina otros momentos esenciales de la misma, como la distribución, la producción o el consumo. Si a eso unimos que los términos propios del campo económico, especialmente los sujetos, clases de sujetos y clases de clases de sujetos que realizan intercambios entre sí, y las relaciones entre ellos no están completamente definidos a este nivel de circularidad tan general, entonces no nos queda otra que desechar, dándola por hecha, la definición de esos sujetos como sujetos de necesidades, (definición también extraeconómica, pues se trataría de una noción genérica en sentido biológico inoperante desde nuestras coordenadas). Las necesidades de los sujetos económicos son históricas, y están por encima de las meras necesidades de subsistencia. Y son históricas porque están mediadas por los bienes culturales, incluidos los alimentos elaborados e injeridos bio-culturalmente, que hacen que los sujetos que consumen estos bienes no puedan ser independientes de esos bienes que producen y consumen. Los sujetos que actúan en el campo económico no son meros sujetos biológicos, ni tampoco psicológicos: son sujetos históricos cultural y racionalmente determinables. Como la racionalidad no es nada al margen de esas relaciones circulares de los sujetos entre sí a través de cosas que esos mismos sujetos producen, definir la racionalidad (también económica) como una propiedad general de todo ser humano nos pondría delante otra vez de una determinación extraeconómica. Las relaciones humanas en el campo económico son relaciones racionales, culturales, de comunicación, dadas de un modo específico, económico; son relaciones simétricas, transitivas y reflexivas (Rubin, [1924] 1974: 49)8. Luego la racionalidad propia del campo económico es aquella que permitiría que se den en él relaciones entre sujetos en sentido circular establecidas por intervención de la mano de éste. En su producción, el hombre solo puede proceder como procede la misma naturaleza, es decir, haciendo que la materia cambie de forma” (Marx, [1867] 1999: 10) 7 “Como en general en toda ciencia histórica, social, al observar el desarrollo de las categorías económicas hay que tener siempre en cuenta que el sujeto –la moderna sociedad burguesa en este caso- es algo dado tanto en la realidad como en la mente, y que las categorías expresan, por lo tanto, formas de ser, determinaciones de existencia, a menudo simples aspectos, de esta sociedad determinada, de este sujeto” [...] “también en el método teórico [de la Economía Política] es necesario que el sujeto, la sociedad, esté siempre presente en la representación como premisa” (Marx, [1857-58ª] 2008: 22-23). 8 “[...] la economía política no es una ciencia de las relaciones entre las cosas, como pensaban los economistas vulgares, ni de las relaciones entre las personas y las cosas, como afirmaba la teoría de la utilidad marginal, sino de las relaciones entre las personas en el proceso de la producción” (Rubin, [1924] 1974: 49) Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad 27 la mediación de mercancías, de bienes y servicios, y de otras instituciones propias de dicho campo y conformadoras en, y a través de, dicho campo. La estructura matricial de las relaciones entre los sujetos a través de los bienes en el campo económico puede representarse en esta tabla {Capítulo V, 2. a)}: [FIGURA 1.1. Tabla de las categorías de la Economía Política de Gustavo Bueno (1972a: 47) 9 .] En la tabla puede verse cómo los sujetos dentro del campo económico, representados por los números 1,2,3,4,...,n, y enclasados en las clases sociales (o clases de clases, de productores, consumidores, etc.) A,B, etc., dentro del Estado E, se relacionan entre sí (relaciones de producción) circularmente, a través de los bienes producidos y consumidos por ellos mismos representados por las letras a,b,c,d,..., m, agrupados a su vez en clases de bienes I, II, etc. clasificación de la que se encarga la merceología {Capítulo V, 4} (FIGURAS 4.27, 4.28 y 4.29), y que representan la riqueza nacional o producto nacional e interior bruto a través de la letra R, todo ello motor productivo de la sociedad política, las fuerzas de producción. El dinero D sirve como bien, como institución, que permite la circularidad de estas relaciones, las cuales oscilan entre la demanda y la oferta que dentro del campo económico permite el intercambio de bienes y servicios 9 La tabla puede encontrarse, además de una extensísima explicación de la misma en Bueno (1972a: 47-62). Capítulo I: Ciencia y Razón en la Economía Política 28 (siempre que estos servicios, por motivos histórico-sociológicos puedan hacerse equivalentes a un bien) (Íbid.: 51). Las fuerzas de producción permiten las relaciones de producción, y al mismo tiempo forman parte de ellas mismas, pues las mercancías que permiten la producción de otras mercancías son al mismo tiempo productos históricos cuya existencia influye en el comportamiento de productores y consumidores incluso independientemente de la voluntad de estos. Se puede resumir el funcionamiento social de la racionalidad económica, plasmada en la FIGURA 1.1., con esta cita de Isaac Ílich Rubin: La división social del trabajo une a todos los productores de mercancías en un sistema unificado que recibe el nombre de economía nacional, en un ‘organismo productivo’ cuyas partes se hallan mutuamente relacionadas y condicionadas. ¿Cómo surge esa conexión? Por el intercambio, por el mercado, donde las mercancías de cada productor individual aparecen en forma despersonalizada como ejemplares separados de un tipo determinado de mercancías, independientemente de quién las produjo, o dónde, o en qué condiciones específicas. Las mercancías, los productos de los productores individuales de mercancías, circulan y son evaluadas en el mercado. Las conexiones e interacciones reales entre las empresas individuales –que podríamos llamar independientes y autónomas- surgen de la comparación del valor de los bienes y de su intercambio. En el mercado, la sociedad regula los productos del trabajo, las mercancías, es decir las cosas. De este modo, la comunidad regula indirectamente la actividad laboral de los hombres, ya que la circulación de los bienes en el mercado, el ascenso y caída de sus precios, originan cambios en la distribución de la actividad laboral de los productores de mercancías separados, provoca su entrada en ciertas ramas de la producción, o su salida de ellas, determina la redistribución de las fuerzas productivas de la sociedad (Rubin, [1924] 1974: 55- 56) {Capítulo VI, 2. b)} (FIGURA 6.3.). Lo cierto es que no pueden tomarse los sistemas económicos como algo no material, pues tomarlo como algo ideal o metafísico (“capitalismo inmaterial”, etc.) equivaldría sencillamente a negar la existencia misma de sistemas económicos. Los sistemas económicos dados dentro de la categoría económica son materialidades atributivas, esto es, sus variables no pueden aislarse de su campo propio; una empresa no puede separarse del resto de empresas de su entorno, ni tampoco puede aislarse la conducta de un grupo de consumidores de la conducta de un grupo de productores. Cada uno de los elementos de la FIGURA 1.1. no puede reiterarse en su contexto, que es simultáneo; un conjunto de empresas no es una empresa (Ongay, 2008: 10)10, un conjunto de Estados que comercian entre sí no es un Estado (Bueno, 2005b: 328-341). En todo caso, si en los sistemas económicos hay algún tipo de reiteración, está ha de permitir la recurrencia del propio sistema, la circularidad de sus relaciones de producción. La reiteración aparece en la perspectiva de la sucesión en el tiempo (reproducción simple, reproducción ampliada, tiempo de trabajo socialmente necesario, demanda y oferta, etc.). Los modelos que construye la Razón económica académica son analogías casi metafóricas, aparentemente “externas”, respecto de la Razón económica mundana, pero la Razón económica académica no podrá construir modelos “internos” de experimentación como puede hacerse en las ciencias naturales porque no puede realizar ningún tipo de experimentación constructiva (Bueno, 10 Una explicación rigurosa de la dialéctica interempresarial desde una perspectiva circularista gnoseológica, definiendo las empresas como “instituciones calientes de rimo ampliado” propias de la cultura objetiva antropológica, puede encontrarse en Ongay (2008: 10). Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad 29 1972a: 66). Esto incluye los propios modelos matemáticos de la Economía Política, los cuales funcionan de manera muy distinta a otros modelos matemáticos de otras ciencias categoriales. Los modelos de la Economía Política suelen ser analogías históricas parciales o modelos abstractos de equilibrio que representan una situación dada en el tiempo, sin perjuicio de la necesidad para la propia disciplina, de construir modelos matemáticos. Si la Razón económica busca la recurrencia presente y/o futura de un sistema económico determinado, ha de moverse de manera esencial ante problemas de composibilidad de factores tanto abundantes como escasos, debido a la evidencia de situaciones de inconmensurabilidad o incompatibilidad que, si se producen, bloquearían la propia recurrencia del sistema económico (Íbid.: 67)11. Estas situaciones pertenecen cada vez más a un campo dotado de unicidad material que se desarrolla históricamente en el curso del tiempo histórico (la situación de globalización o de mercados universales donde se producen intercambios continuos de bienes y servicios a través de diversas dialécticas institucionales, empezando por los mismos Estados). Por todo ello: La Razón económica académica no puede aspirar nunca a construir cierres categoriales tan rigurosos como la Física o la Biología; la cientificidad de la Economía Política es muy precaria –no por ello menos urgente- y la Razón económica tiene siempre tanto de ‘prudencia’ como de ‘ciencia’ (Íbid.: 67). La Economía Política, en tanto ciencia “real”, y en la medida en que diversos espacios de la misma puedan estar categorialmente cerrados, ha de distinguirse de la Economía como práctica, como técnica que no se mantiene de manera estricta en el cierre categorial, pues la Economía como ciencia no mantiene las referencias ‘idiográficas’ (Bueno, 2006a: 2) consustanciales a la misma como técnica. Aunque no hay ciencias idiográficas, sí hay verdades idiográficas, que son las que tienen como referencia un aquí y un ahora del continuo espacio-tiempo considerado como centro de coordenadas anclado en el sujeto individual corpóreo (el llamado Ego), y que constituye el principal volumen de los contenidos del saber mundano y práctico (Bueno, 1972a: 68). En Matemáticas, el momento puramente científico es el momento de la exposición de teoremas, definiciones, etc., mientras que el momento idiográfico es el momento de los problemas. Las ciencias cerradas categorialmente no contienen proposiciones idiográficas, lo que no significa que los contenidos de una ciencia siempre deban ser universalizados. Para que haya cierre en una disciplina el contenido idiográfico ha de poder ser incorporado al ámbito categorial que le es propio, el cual ha de ser decontextualizado del aquí y del ahora. El cierre categorial de una ciencia no parte de la deducción únicamente. El procedimiento más fértil de toda construcción científica es la configuración gnoseológica, tal y como la hemos descrito antes, que ha de atenerse a la estricta materialidad categorial en todo momento, no siendo nunca ni subjetiva 11 “[...] los problemas derivados de la escasez se reducen cómodamente a un caso particular del problema de la incomposibilidad” (Bueno, 1972a: 67). Capítulo I: Ciencia y Razón en la Economía Política 30 ni gratuita. Es una construcción objetiva que ofrece el material de la próxima deducción, y que permite, además, incorporar contenidos no idiográficos a la misma. El régimen particular de funcionamiento de la Economía Política es aplicado a contenidos idiográficos, y la determinación de estos es la forma ordinaria de la Razón económica práctica, mundana, aún en sus fases independientes o anteriores a la construcción científica. Esto multiplica el avance de estos procedimientos, pero no los constituye. La rotación recurrente aplicada a los bienes materiales del campo económico, permite reexponer la distinción fundamental entre dos sectores insertos en el seno mismo de la producción: el sector de los medios de producción (Sector I de la FIGURA 1.1.) y el de los medios de consumo (Sector II de la FIGURA 1.1.). Las categorías de la FIGURA 1.1. han de interrelacionarse de tal modo que la rotación recurrente de instituciones propias del campo económico permita la permanencia y estabilidad en el tiempo de dicho campo. Todo lo que no esté contemplado ahí son adherencias “extraeconómicas”. Por ello, y teniendo en cuenta que tanto los bienes de producción como los bienes de consumo son consumidos físicamente, el esquema de la rotación recurrente permite construir una distinción entre ambos tipos de bienes. La producción hace referencia a bienes culturales desconectados de necesidades previas y de supuestos fines. Bienes culturales económicos son aquellos que se desprenden de los sujetos que los producen12, no siendo todos objetos de producción para el mercado. Pero los que lo son entran dentro de un concepto de bienes, de mercancías, de medios de producción y/o consumo que se mantienen dentro de la perspectiva general de la idea de recurrencia por la que se define la Razón económica. A partir de uno o varios medios de producción pueden producirse diversos bienes culturales, pues esos medios de producción también son bienes culturales (toda mercancía, bien o servicio, es un producto cultural). Esto es posible dentro del campo económico debido a una legalidad interna bien clara. La circulación de los bienes posibilita que unos bienes permitan producir otros bienes que se venden o transfieren a otros sujetos enclasados que los utilicen para producir a su vez otros bienes, y así continuamente, hasta los bienes de consumo (Íbid.: 78)13. Y no ya por su escasez, sino porque esos bienes deben ser producidos para que haya rotación recurrente (Íbid.: 86-88). Podemos resumir esto último en estas palabras de Marx acerca de la circulación general de mercancías: En la fórmula general, el producto P se considera como un objeto material distinto de los elementos del capital productivo, como un objeto que lleva una existencia aparte del proceso de producción, una forma útil distinta de las de los elementos de producción. Y así ocurre siempre, cuando el resultado del proceso de producción es un objeto, incluso cuando una parte del producto vuelve a entrar como elemento en el nuevo proceso de producción. […] el trigo utilizado como simiente sirve 12 Gustavo Bueno llama “módulos” a los sujetos actuantes en el campo económico. 13 “[...] un bien de producción puede consumirse total o parcialmente al realizarse (distinción entre capital fijo y circulante), pero este consumo debe entenderse en un sentido formalmente físico y no económico” (Íbid.: 78). Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad 31 para su propia producción, pero el producto es exclusivamente trigo; presenta, por tanto, una forma distinta de la de los otros elementos empleados: la fuerza de trabajo, los instrumentos, el abono (Marx, [1883] 1999: 50)14. b) Razón económica, cálculo del coste de producción e investigación operativa. Si el núcleo de la racionalidad económica reside en la composición de términos abundantes o escasos que integran el proceso productivo (Marx, [1894] 1999: 325)15, el cual ha de ser recurrente, la Razón económica incluye la gestión y distribución de lo producido –su administración-, y también su producción planificada. Todos los sistemas económicos que han existido han planificado su producción, y si mientras la administración económica ha consistido en la composibilidad de composiciones alternativas de recursos, incompatibles entre sí en el tiempo, también esencialmente ha de incluir la determinación matemática de la producción, esto es, las metodologías cuantitativas de toma de decisiones, la programación lineal (Bueno, 1972a: 88)16, la estocástica y otras modulaciones de la investigación operativa. Esta Razón económica de la programación de la producción es alternativa y está conjugada con la de la administración. Es dialéctica, y está en la base de la Razón económica, pues la programación de la producción equivale al cálculo econométrico de cuánto dinero se va a gastar en producir cosas concretas que el sistema necesita para su recurrencia y cuánto tiempo se va a tardar en ello. Se ha de tener el capital disponible para llevar a cabo la producción de algo, los medios tecnológicos a mano y ver qué vías son las más óptimas para llegar al objetivo que se quiere conseguir en el menor tiempo y con el menor coste. Este es, en realidad, el primer paso para que exista la rotación recurrente en un sistema económico. Si el trabajo organizado socialmente, como relación de producción, en el campo económico, es el bombeo de sangre de todo sistema económico complejo, el que crea valores de uso que han de consumir los sujetos enclasados en clases de consumidores (o de productores que han de hacerse con valores de uso necesarios para producir a su vez otras mercancías), la programación y cálculo cuantitativo de la producción es lo que permite ordenar, administrar y evolucionar en el tiempo a ese bombeo de sangre, el cual no es otra cosa que la producción tecnológico-cultural de valores de uso, que permiten, plasmados en las mercancías, que los sujetos se relacionen entre sí a través de dichas mercancías en el campo económico, y que se relacionen de manera racional dentro de ese campo. 14 En esa misma página, Marx cita al ruso A. Chuprov, y su obra Economía ferroviaria (1875: 69-70), en donde este autor es incluso más explícito en la explicación de este punto: “El fabricante puede empezar produciendo artículos, para luego buscar consumidores (su producto, una vez que sale del proceso de producción como producto terminado, entra en la circulación como una mercancía desgajada de aquél)”. 15 “La verdadera ciencia de la Economía Política comienza allí donde el estudio teórico se desplaza del proceso de circulación al proceso de producción” (Marx, [1894] 1999: 325). 16 “[...] la Razón económica, la Administración, incluye esencialmente la opción alternativa que se determina matemáticamente en los métodos de programación lineal” (Bueno, 1972a: 88). Capítulo I: Ciencia y Razón en la Economía Política 32 Estudiar el comienzo tecnológico de la rotación recurrente (Marx, [1894] 1999: 45)17, el cálculo del coste de producción y las metodologías tecnológicas que permiten este cálculo supone la institucionalización del cálculo del tiempo de trabajo socialmente necesario para que la rotación recurrente pueda darse, y supone además, al mismo tiempo, la programación y la administración del trabajo humano dentro del campo categorial de la Economía Política, lo que rompería, por el mero hecho de darse, con la distinción entre naturaleza y cultura en dicho campo y la conjugación de las relaciones circulares y radiales en el marco de la Economía Política (Bueno, 1972b: 463- 470). La idea de producción dentro del campo económico ha sido analizada por la mayor parte de los grandes economistas de la Historia, así como por los más importantes filósofos que han tratado de analizar la Economía Política desde la propia Filosofía. Sin embargo, el análisis de la idea de producción económica que nosotros vamos a realizar de aquí en adelante necesariamente afecta a ideas como consumo, demanda, y a la propia Economía Política como ciencia “real”, cultural, que es. Los procesos económicos, no en vano, son recurrentes gracias a la producción económica institucionalizada de bienes y valores, incluido el dinero, que sirve de institución esencial para la rotación de, y entretejimiento entre, las otras instituciones producidas y consumidas. Y esto no es más que un reflejo de la recurrencia, no ya del sistema económico y de la Razón económica misma, sino de la propia recurrencia del ser humano como especie, inserto y absorbido en el proceso general de evolución cósmica de la materia (Íbid.: 469-470)18. Pero que la Economía Política sea una disciplina idiográfica, como antes hemos adelantado y según la distinción clásica de Guillermo Windelband entre ciencias nomotéticas e idiográficas, debido a que estudia sucesos cambiantes (frente a las ciencias nomotéticas, que estudian leyes lógicas, que buscan estudiar procesos invariables y causales), lo muestra perfectamente la organización institucional de las categorías de la FIGURA 1.1., y de manera particular en la fase de la producción. El cálculo del coste de producción de toda mercancía cuenta con tres elementos fundamentales: la fuerza de trabajo o mano de obra, la materia sobre la que va a trabajar esa mano de obra y los gastos de producción o fabricación, que incluyen los instrumentos de producción. La organización o administración del trabajo parte, esencialmente, del gasto de producción del que se 17 “[...] el proceso de la producción capitalista considerado en conjunto representa la unidad del proceso mismo de producción y del proceso de circulación” (Marx, [1894] 1999: 45). 18 “La evolución cósmica contiene, en su proceso interno, la aparición de los cuerpos humanos, que, a su vez, se absorben en el proceso general. Cuando este proceso es analizado a la escala de los cuerpos humanos, de suerte que desde la interioridad de esos mismos cuerpos se planea la recurrencia del proceso mantenido a esa escala, entonces aparece el proceso evolutivo mismo en la forma de Producción. La Idea de producción comienza ahora a ser una idea filosófica central –y no solo un concepto categorial de la Economía Política-. La Idea de producción es así el verdadero nervio del materialismo histórico, como alternativa genuina de la actividad del Espíritu del idealismo alemán (o del Espíritu como actividad). Producción no es solo fabricación (que reduce la idea a M1), ni tampoco creación poética (que se reduce a M2). Es necesario apelar a M3 para llevar adelante la Idea de Producción –a contenidos M3 que nos presentan precisamente, como unidades ideales, a nuestros cuerpos. Solo en este sentido recuperamos la profundidad de la evidencia de Spinoza: ‘el cuerpo es la Idea mediante la cual el alma se piensa a sí misma’. La objetivación del propio cuerpo es el proceso mediante el cual, y en el curso mismo de corrientes que lo desbordan (como figuras inconscientes), se realiza la producción. Marx ha sido quien ha introducido esta idea en Filosofía. Al ligar –ya en los Manuscritos- la idea de objetivación (Vergegenstänlichung) – procedente de la filosofía clásica alemana- con la Idea de fabricación –procedente de la Economía Política, que, a su vez, interfería aquí con la Tecnología-, Marx ha situado la idea de producción al nivel de los principios mismos de la Antropología filosófica. Marx ha usado ulteriormente, según las variaciones más insospechadas, la Idea de Producción, pero no la ha expuesto académicamente. El análisis de la Idea de Producción es una de las tareas abiertas a la filosofía materialista del futuro” (Bueno, 1972b: 469-470). La explicación de las ideas de M1, M2 y M3 se realizan en el Capítulo VI de nuestra investigación {Capítulo VI, 1. c), c.1.}. Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad 33 parte, en el que se tienen en cuenta varios precios de producción adicionales al coste de producción: el coste primario, suma del precio de la fuerza de trabajo más la materia prima de la que se parte en el proceso productivo; el coste de producción en sí, suma del coste anterior más los gastos de fabricación directos e indirectos; más luego hay que añadir otros gastos como los costes de distribución, que afectan a los ingresos obtenidos en un tiempo determinado y que incluyen los gastos de venta, de administración y los gastos financieros de operación compra- venta. Se llega así al coste total sumando costes de producción y distribución, previo al precio comercial producto de la conjunción de la demanda y la oferta. El cálculo de los costes de producción y distribución en toda empresa (y también por parte del Estado) se realiza gracias a la contabilidad. El gasto total de todo el proceso se calcula en varios estratos, clasificados en torno al objetivo que los originó y que conformaron su coste. En ese gasto entran el coste de materiales utilizados, los costes inherentes del proceso productivo, el coste de los salarios a pagar a los sujetos que se implican en el proceso (la conjunción de estos dos últimos es el coste de elaboración del producto), los gastos de venta, de administración, financieros, los conceptos que integran los costes de distribución de los ingresos mensuales, trimestrales, anuales, etc. Todos estos gastos han de recuperarse gracias a los ingresos conseguidos durante y después del proceso de producción. Estos procesos racionalizados e institucionalizados no son aleatorios ni espontáneos, y obedecen a una planificación y organización de las relaciones de producción a niveles micro y macroeconómicos cada vez más complejos, desarrollados en sistemas económicos avanzados. El control, organización, asignación de recursos y de operaciones que requieren estos procesos necesitan de una organización racional, tecnológica y científica muy evolucionada aplicable a cualquier campo, propiamente económico o no, pudiendo desarrollarse dentro de la Razón económica. Y esta organización racional del trabajo y de los recursos e instituciones económicas se conoce como investigación operativa, la cual, muestra claramente que los modelos de la misma aplicados al campo económico son modelos análogos de momentos históricos parciales o modelos abstractos de equilibrio de situaciones temporales dadas. No en vano, la investigación operativa permite: La estructuración de una situación de la vida real como un modelo matemático, logrando una abstracción de los elementos esenciales para que pueda buscarse una solución que concuerde con los objetivos del tomador de decisiones [el director de la planificación, nota nuestra]. Esto implica tomar en cuenta el problema dentro del contexto del sistema completo (Martín, 2003: 4). La investigación operativa, o investigación de operaciones, además de ser una rama de las Matemáticas que hace uso de algoritmos, estadísticas o modelos matemáticos para realizar procesos de toma de decisiones, podría definirse como la institucionalización dentro del campo logístico y económico (aunque no se cierra a él solo) de metodologías tecnológicas cuantitativas Capítulo I: Ciencia y Razón en la Economía Política 34 de control y planificación de organizaciones, entrando aquí también el control de las relaciones de producción en un proyecto productivo determinado o en la propia dialéctica de una institución empresarial. La investigación operativa tiene su propia metodología de funcionamiento, pero también se basa en el análisis estructural de las soluciones dichas y el desarrollo de procedimientos sistemáticos para poder llegar a ella, además del desarrollo de una solución que incluya una teoría matemática si fuese necesaria, que o bien que permita comparar los cursos de acción opcionales para escoger el más óptimo para llegar al resultado esperado o bien lleve al valor óptimo de medida del resultado esperado. En lo que concierne al coste de producción, estas metodologías se utilizan constantemente, y forman parte de las relaciones de producción que permiten la recurrencia de los sistemas económicos complejos tal y como hoy se desarrollan. La investigación operativa es una herramienta utilizada en todas las relaciones de producción, en cada campo específico de ellas (industrial, administrativo, de consumo, etc.). La mejora en la eficiencia de muchas organizaciones empresariales se ha debido en buena parte a la aplicación de la investigación operativa al campo de las relaciones de producción. La dialéctica del campo económico con campos tecnológicos y científicos (los cuales, están conformados por instituciones producidas en el campo económico como mercancías) {Capítulo V, 3. a), b) y c)}, ha permitido el avance de la investigación operativa hasta alcanzar desarrollos tremendamente complejos y eficientes. Las aplicaciones son tan numerosas que su éxito ha implicado grandes inversiones monetarias al tiempo que cambios en la organización misma de la planificación de la economía. Aunque la investigación operativa ha desarrollado procedimientos cada vez más complejos, el más simple de todos ellos, la programación lineal -ya nombrado- sigue siendo la herramienta básica más utilizada. Otras metodologías de investigación operativa, en lo que respecta a su aplicación en el campo económico ejemplifican la combinación entre los avances tecnológicos más innovadores y la planificación económica a diversos niveles. Capítulo II. La investigación operativa en el campo económico, conformación histórica e influencia presente. 1. Las instituciones tecnológicas en la conformació n del campo económico. Marco gnoseológico e histórico prelimina r. La necesidad de incorporar dialécticamente, en el campo económico, las instituciones creadas desde el inicio de la manipulación de herramientas de los primeros homínidos hasta las tecnologías más sofisticadas de la actualidad, tal y como hemos tratado de analizar en el Capítulo I { Capítulo I, 2. a)}, acerca del funcionamiento de la Razón económica, nos permite entender cómo las tecnologías institucionalizadas del campo económico actual surgen también necesariamente de las técnicas históricamente desarrolladas encaminadas a la producción, distribución, intercambio, cambio y consumo de bienes y servicios ya desde la conformación de las sociedades humanas más primitivas hasta llegar a las actuales sociedades políticas complejas. Esta primera aclaración es necesaria, pues no debe confundirse tampoco tecnología con técnica. La técnica podría definirse como un conjunto de procedimientos bien definidos y transmisibles a otros sujetos, destinados a producir ciertos resultados que se consideran útiles no ya a nivel individual sino sobre todo colectivo, social. La técnica, o técnicas, a diferencia de las tecnologías, no presuponen la existencia de ciencias categoriales previamente dadas. De hecho, la racionalidad humana, desarrollada a medida que se desarrollaban técnicas diversas que permitieron un progreso institucionalizado que pudiese dar lugar a una evolución colectiva de la especie humana, permitió a su vez la conformación de diversos grupos humanos (familias, tribus, clanes) que, a su vez, entretejidos, dieron lugar posteriormente a sociedades políticas complejas que se apropiaron de un territorio determinado, constituyeron un Estado y repartieron la propiedad de la tierra, y otras propiedades, manteniendo esa apropiación originaria mediante la institucionalización del poder político {Capítulo VI, 1. c), c.4.}. La técnica permitió la producción de instituciones no solo políticas (la diversidad de instituciones conformadas y conformadoras del espacio antropológico es ingente), y la racionalidad institucional fue lo que definitivamente separó a los animales humanos del resto de animales (Bueno, 2005a: 4)1. En el mismo origen del conocimiento científico hallamos las técnicas, empleadas por los sujetos operatorios (los sujetos que operan racionalmente con su Mundo-entorno conociéndolo, aprehendiéndolo y conformándolo) para ampliar y cerrar categorialmente ese mismo 1 “[...] la racionalidad, como diferencia especifica del hombre, se manifiesta, precisamente (por no decir exclusivamente), a través de las instituciones, en el sentido en el que en este ensayo recibe este término” (Bueno, 2005a: 4). De hecho, Aristóteles definió al hombre como un ciudadano miembro de una polis. Una polis es un conjunto también complejo de instituciones, y aunque esta definición valía para el hombre de la Antigüedad clásica, esa misma polis estaba conformada por numerosos instrumentos fruto del trabajo humano institucionalizado. En la Edad Contemporánea, el político estadounidense Benjamín Franklin definió al hombre como un ser por naturaleza fabricante de instrumentos. Teniendo en cuenta que las ciudades modernas y los Estados modernos a mayor escala son herederas de esas polis, ambas definiciones acaban valiendo para toda época histórica en tanto que se toman los instrumentos, incluidos los que formaban parte de la polis (también las mismas construcciones arquitectónicas), como instituciones. Capítulo II: La investigación operativa en el campo económico 36 conocimiento. Las técnicas se sitúan en el momento anterior a la constitución de una ciencia, mientras que las tecnologías, aunque de ellas surgen necesariamente, pero no forzosamente (insistimos), las ciencias categoriales y permiten mucho más amplios desarrollos, presuponen ciencias categoriales ya dadas para organizarse y desarrollarse. Un ejemplo: mientras el carro de cien piezas es un producto de la técnica, el tren de alta velocidad es producto de tecnologías apoyadas científicamente (Bueno, 1992-93: 1441). La aplicación de las técnicas y de las tecnologías a la construcción científica apoya la concepción circularista del materialismo filosófico de la conformación de las disciplinas científicas {Capítulo I, 1. a)} { Capítulo V, 2. a)} { Capítulo VI, 2. b)} { Capítulo VII, 4.}, pues: [...] la concepción circularista se nos muestra internamente asociada a los instrumentos (aparatos) con los cuales estos fenómenos comienzan a girar en torbellino: la concepción circularista del movimiento de la materia fenoménica es solidaria de los motores de ese movimiento, las ciencias proceden de las tecnologías, y esta tesis nos invitará, junto con otras, a llevar adelante un cambio decisivo en la interpretación del significado gnoseológico de los aparatos científicos (Bueno, 1992-93: 95). Por su parte, la tecnología podría definirse como el estudio de procedimientos técnicos referidos a sus relaciones con el desarrollo de la Civilización y de las sociedades políticas modernas y contemporáneas que, digamos, la integran. Muchas instituciones desarrolladas en este tipo de sociedades se han construido en base a técnicas, pero la mayoría, las más complejas y sofisticadas, se han producido en base a tecnologías que presuponían ciencias categoriales previas o paralelas a su existencia. Volvamos a poner otro ejemplo: mientras un canto rodado es producto de la técnica, un misil atómico necesita de teoremas y principios científicos, particularmente de la Física y su Ley de la Gravedad. Esto significa que las instituciones y su racionalización, dentro de un campo categorial dado, suponen una racionalización institucional objetiva, pues las instituciones son categorías antropológicas objetuales e históricas, y no, por tanto, categorías zoológicas, etológicas o psicológico-subjetivas. Los objetos naturales, con los que se relacionan los sujetos en las relaciones radiales, no son instituciones económicas propias de las relaciones circulares mientras no entren esos objetos naturales dentro de esas relaciones circulares económicas , pudiendo entrar en esas relaciones circulares, por ejemplo, convirtiéndose en mercancías (la fruta recogida en el campo, los animales intercambiados en el comercio de mascotas, etc.), pues las mercancías son instituciones, producidas y consumidas mediante ceremonias institucionalizadas (también instituciones) dentro del campo económico (en concreto, dentro de las relaciones de producción), cuyo funcionamiento ejerce una norma cultural sobre los sujetos que las conforman y, a su vez, sobre el resto de sujetos enclasados dentro de la sociedad política que forma también parte, mediante conjugación institucional, con el campo económico Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad 37 (Bueno, 2005a: 26)2. Para poder ser consideradas instituciones, y esto da cuenta del carácter circular de las mercancías en el campo económico, estas deben ser recurrentes, deben reponerse en el tiempo y ser transmisibles a las siguientes generaciones mediante su repetición constante, aprovechando las técnicas, tecnologías y ciencias que posibilitan su recurrencia (Íbid.: 21-29). La categoría institución puede definirse mediante seis características (Íbid.: 21-29): 1) su estructura hilemórfica, pues se trata de totalidades corpóreas en las que puede distinguirse una materia y una forma; 2) son unidades culturales morfológicas de orden sistático (Bueno, 1992-93: 511)3, estructuras corpóreas observables, aunque lleven incorporados elementos ilusorios; 3) son recurrentes, recurrencia que implica el reconocimiento de instituciones elementales, dándose su recurrencia además porque las instituciones existen y coexisten con otras, no todas con todas, pero sí insertadas dentro de complejos de instituciones (como el Estado o los mercados), sin perjuicio de que estos complejos de instituciones no pueden jamás ser considerados como instituciones totales, ni tampoco pueden ser consideradas como instituciones ningún conjunto de instituciones o subinstituciones tomadas al azar, luego deben estar racionalizadas dentro de conjuntos complejos, forzosamente antropológicos, sociales e históricos; 4) las instituciones son racionales, pues si el hombre es un animal racional, a diferencia de la racionalidad de los simios u otros animales, es porque lo es a través de instituciones (solo a través de ellas es posible la racionalidad propiamente humana, que es racionalidad institucionalizada); 5) las instituciones son normativas, tienen respetabilidad (lo que las emparenta con la universalidad lógica o formal, oponiéndose así a la singularidad concreta), y la tienen por ser repetibles, lo que también implica considerarlas como normativas, pues la repetibilidad cabe únicamente si la forma repetible actúa como modelo formal (las instituciones, por ser estructuras racionales multiplicables, alcanzan así su condición de normas, las mantiene iguales a sí mismas y, al entrar en composición con otras instituciones, se germina su variación; las mercancías son, por tanto, normativas, tienen respetabilidad por ser repetibles, adquiriendo y dando al mismo tiempo normatividad a su repetición, la cual evoluciona y hace evolucionar al proceso productivo mismo y a las relaciones de producción); y 6) las instituciones tienen una condición axiológica, son valores o contravalores, luego no son neutras, y no son puestas en valor como bienes con susceptibilidad de recibir valores sobreañadidos desde 2 “[...] la institución no se constituye en el momento de su génesis poética (suponiendo que la poiesis pueda traducirse por creación y no simplemente, al modo aristotélico, como inteligencia técnica), sino en el momento en el cual los demiurgos han sido segregados de su obra y ésta está ejerciendo, a través de su corporeidad culturalmente conformada la función de norma sobre otros sujetos conductuales. Esto es ya suficiente para reconocer su condición de institución objetual, porque los sujetos que se someten a su norma lo han de hacer a través de su estructura corpórea, y en modo alguno por comunicación telepática con los demiurgos, aunque estos sean humanos” (Íbid.: 26). 3 “[...] un todo es siempre resultado de una totalización (como operación tecnológica) y una parte es el resultado de una descomposición o desintegración (por ejemplo, un despedazamiento” (Bueno, 1992-93: 511). Una mercancía sería, además, un “todo efectivo [...] en tanto nos sea dado en función de sus partes formales” (Íbid.: 536), las cuales pueden ser mercancías que, anteriormente, durante el proceso de producción, han ido conformando el bien final, o los bienes intermedios, en un entretejimiento de las relaciones de producción más que interesante. Las partes formales de una mercancía están a su vez conformadas por partes materiales, las cuales no quedan suprimidas aún destruidas las partes formales, salvo desintegración material. En todo caso, la TCC define las totalidades sistáticas como “totalidades (estructurales o procesuales)” (Íbid.: 545), que, al igual que las totalidades sistemáticas, son llevadas a cabo según modi sciendi diversos, pero siendo ambas construcciones de tipo gnoseológico. Las totalidades sistáticas son totalidades de primer orden, de las que parten las totalidades sistemáticas (Íbid.: 547). Las primeras quedan referidas de Capítulo II: La investigación operativa en el campo económico 38 un mundo ideal. Todas estas características permiten ver las mercancías como lo que son: instituciones. Las instituciones, las mercancías (sean estas medios de producción o medios de consumo), al ser objetivas, objetuales, históricas, no son categorías psicológicas. Las mercancías no son “producto de la mente” (Mises, 1949), el valor no es algo “subjetivo” y la utilidad, y la comparación de la misma a nivel interpersonal, tampoco {Capítulo V, 1. b)}. Las categorías psicológicas han impregnado el campo de la Economía Política hasta el punto de, en buena medida, desdibujarlo y dejar a la disciplina en un estado que no la permite sobrepasar las propias operaciones de los sujetos en su campo, ni siquiera, teóricamente, a las propias instituciones económicas producidas y conformadas por esos sujetos económicos. Si la Razón económica se limitase realmente a esto (los motivos gnoseológicos, ontológicos o ideológicos que la han llevado a ello, sin perjuicio de los grandes avances que muchos economistas defensores de estas perspectivas han realizado en la disciplina, son dispares, y habría que analizarlos en más de una investigación), jamás podría verse la Economía Política como lo hacemos nosotros: como una ciencia “real”, cultural, institucional. Todos los bienes y servicios que circulan en el campo económico son instituciones producto de las técnicas y las tecnologías, y muchos de ellos son, al mismo tiempo, medios de producción (otros lo son de consumo), los cuales permiten a su vez producir nuevos bienes. Estos medios de producción son instituciones tecnológicas cuyo valor de uso, cuya funcionalidad, sirve en distintas ramas productivas en labores concretas. Sin estos medios de producción tecnológica, los sectores más competitivos de la industria de cualquier sociedad política (los basados en Investigación+Desarrollo+innovación -I+D+i-, de manera primordial sectores productivos especializados en alta y media tecnología civil y militar), no podrían conformarse, desarrollarse y ser recurrentes, pues para ello necesitan una constante evolución interna, ayudada por elementos externos al campo económico (científico, tecnológico, logístico, etc.). El desarrollo de tecnología propia por parte de una sociedad política concreta (partiendo de tecnología ajena en principio, si no se dispone de medios propios para desarrollarla) permite explotar políticas económicas de I+D+i en sectores propios de las relaciones circulares, y también para ejercer soberanía económico-política sobre los recursos naturales, sobre todo de fuentes energéticas de primer orden mundial como el petróleo o la energía nuclear, aunque no solamente. La aplicación de instituciones técnicas, científicas y tecnológicas en el campo económico es el motor, nervio y lubricante de la sociedad política, pues la investigación operativa se desarrolla a escala de Estados ya que, sin perjuicio de las necesarias relaciones comerciales entre ellos a través de las instituciones económico-tecnológicas que desarrollan unos y otros, estos desarrollos se producen a diferentes escalas según cada Estado y su nivel de desarrollo, pues las técnicas y tecnologías manera inmediata al plano fenoménico, y físico, M1 { Capítulo VI, 1. c), c.1.}. Un planeta, en sí mismo, es una totalidad sistática, mientras que la órbita elíptica que describe alrededor de una estrella, es una totalidad sistemática. Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad 39 aplicadas al campo económico determinan, en parte, qué Estados dominan en la dialéctica entre ellos y qué Estados tienen mayor dependencia de otros, y a la inversa {Capítulo V, 3. c)} { Capítulo VI, 1. c), c.4.}. 2. Relación técnica-manufactura y tecnología-maquin aria. Estudio de estas relaciones a nivel gnoseológico e histórico. En la evolución de las instituciones técnicas y tecnológicas en su aplicación al campo económico podemos establecer una doble relación entre técnica y manufactura y entre tecnología y maquinaria, viendo los puntos en que se interconecta esta doble relación y los puntos en que se separan, puntos siempre históricos y culturales dentro de las relaciones radiales del espacio antropológico. Pues si seguimos el desarrollo planteado hasta ahora tenemos que decir que el período de la manufactura coincide con el desarrollo de técnicas que preceden a las primeras ciencias categoriales modernas, mientras que el período de la maquinaria y la gran industria (período en el que todavía estamos inmersos, ya desde la Primera Revolución Industrial) coincide con el desarrollo de tecnologías que permiten la conformación de nuevas disciplinas científicas y de nuevas tecnologías, pero partiendo ya de ciencias categoriales dadas. Todo esto, como decimos, sin perjuicio de la interconexión en ciertos momentos entre técnica-manufactura y tecnología-maquinaria. Tanto una relación binaria como otra tienen algo en común: permiten la institucionalización racional, aplicada al campo económico-productivo, del trabajo humano, haciéndolo pasar de potencia a acto, a acción (Marx, [1867] 1999: 130). La manufactura y la maquinaria han permitido a las sociedades políticas avanzadas producir bienes aptos para la satisfacción de necesidades de todo tipo, necesidades que, insistimos, son culturales, históricas. La producción de bienes históricos y culturales por medio de la manufactura y la maquinaria, sin fijarnos en la forma social concreta que revista esa producción, es algo común a todas las sociedades políticas avanzadas desde el surgimiento del Estado, y es algo que se ha dado antes y después del surgimiento del sistema económico capitalista4. 4 “[...] lo que el capitalista hace que el obrero fabrique es un determinado valor de uso, un artículo determinado. La producción de valores de uso u objetos útiles no cambia de carácter, de un modo general, por el hecho de que se efectúe para el capitalista y bajo su control” (Marx, [1867] 1999: 130). También esta cita de Gustavo Bueno sirve para ejemplificar en qué consiste la producción de bienes en el sistema económico capitalista: “[...] el capitalismo, considerado como un proceso material real –y no como un proceso representado en fórmulas en un papel– consiste ante todo en producir mercancías determinadas e intercambiables, y si es posible producir de nuevo otras mercancías susceptibles de ser vendidas, y con el riesgo de no venderlas; lo que supone conflictos, agotamiento de materias primas, competencia a muerte entre productores, superproducción de mercancías, luchas entre los trabajadores y los capitalistas, de los trabajadores entre sí y de los capitalistas entre sí. En suma, el capitalismo no es un sistema destinado a producir por producir de nuevo, como superficialmente pueden llegar a pensar los profesores; es un sistema destinado ante todo a producir y a producir obras (ferrocarriles, autopistas, rascacielos) que jamás habrían podido históricamente ser construidas por otro sistema. Y si la reproducción recurrente capitalista funciona es porque el proceso material de los ciclos funciona también. Y si el incremento del ciclo ampliado es tan notable, es porque con el sistema capitalista las poblaciones humanas han progresado (no decimos si para bien o para mal) y han aumentado en dos siglos desde mil millones hasta casi siete mil millones de individuos. El capitalismo, si es un sistema absurdo, será en todo caso tan absurdo como el sistema del crecimiento demográfico en plaga de la humanidad o de otras especies” (Bueno, 2007: 2). En todo caso, en el esclavismo o en el feudalismo, la técnica permitió también producir obras que no podían haberse construido anteriormente a la existencia de los mismos. Las pirámides de Egipto o los templos grecorromanos no pudieron ser construidos en etapas de desarrollo humano anteriores al esclavismo, y lo mismo pasa con las catedrales góticas con respecto al feudalismo, las cuales eran impensables en tiempos de la esclavitud antigua. Y también la tecnología Capítulo II: La investigación operativa en el campo económico 40 a) La relación técnica-manufactura. La forma en que los sujetos han ido confeccionando las instituciones propias de la técnica se gesta en las relaciones radiales de estos mismos sujetos y sus operaciones sobre la naturaleza, pues en un momento determinado de desarrollo de las primeras sociedades humanas, el ser humano: […] pone en acción las fuerzas naturales que forman su corporeidad, los brazos y las piernas, la cabeza y la mano, para de ese modo asimilarse bajo una forma útil para su propia vida, las materias que la naturaleza le brinda. Y a la par que de ese modo actúa sobre la naturaleza exterior a él y la transforma, transforma su propia naturaleza, desarrollando las potencias que dormitan en él y sometiendo el juego de sus fuerzas a su propia disciplina (Marx, [1867] 1999: 130). Las primeras formas de trabajo de institucionalización primitiva, en parte instintiva, (Íbid.: 130), de relación plena con la naturaleza, se dio a una escala tal que la distinción entre cultura y naturaleza, a pesar de existir, se llegó a convertir en una disyunción ficticia debido al propio desarrollo de la racionalidad institucional propiamente humana, pues el trabajo animal no produce instituciones propiamente dichas (aunque ciertos animales, por ejemplo simios, tienen cultura y, por tanto, instituciones) y no dejan de ser acciones puramente instintivas (Íbid.: 130)5. El desarrollo primitivo de la técnica es precisamente lo que separa la racionalidad operatoria humana de la racionalidad animal, y a mayor complejidad mayor separación. La técnica permitió y permite la conformación de instituciones que, mediante la organización social del trabajo humano, produce el progreso técnico, científico y tecnológico. En el proceso de esa socialización antigua tuvo relación con ciertas disciplinas científicas formales, pues muchas construcciones arquitectónicas hubieran sido imposibles sin el uso de la Geometría (el Partenón de Atenas es un ejemplo antiguo, mientras que muchos templos religiosos medievales –catedrales, mezquitas- también valdrían como ejemplos medievales de la aplicación tecnológica de la Geometría a la Arquitectura). 5 “Una araña ejecuta operaciones que semejan a las manipulaciones del tejedor, y la construcción de los panales de las abejas podría avergonzar, por su perfección, a más de un maestro de obras. Pero, hay algo en que el peor maestro de obras aventaja, desde luego, a la mejor abeja, y es el hecho de que, antes de ejecutar la construcción, la proyecta en su cerebro. Al final del proceso de trabajo, brota un resultado que antes de comenzar el proceso existía ya en la mente del obrero; es decir, un resultado que tenía ya una existencia ideal. El obrero no se limita a hacer cambiar de forma la materia que le brinda la naturaleza, sino que, al mismo tiempo, realiza en ella su fin, fin que él sabe que rige como una ley las modalidades de su actuación y al que tiene necesariamente que supeditar su voluntad. Y esta supeditación no constituye un acto aislado. Mientras permanezca trabajando, además de esforzar los órganos que trabajan, el obrero ha de aportar esa voluntad consciente del fin a que llamamos atención, atención que deberá ser tanto más reconcentrada cuanto menos atractivo sea el trabajo, por su carácter o por su ejecución, para quien lo realiza, es decir, cuanto menos disfrute de él el obrero como de un juego de sus fuerzas físicas y espirituales”, (Marx, [1867] 1999: 130-131). En todo caso, y esto supone un paso de tránsito entre la técnica y la tecnología también, no basta con que el sujeto proyecte “en su cerebro” una obra para realizarla. Ha de proyectarla también en otras instituciones racionalizadas, como planos, equipos de trabajo, dibujos técnicos, prototipos, y diversos ensayos de toda clase. Luego la racionalidad operatoria no es ideal, pues pensar que es ideal supone un reduccionismo idealista de la racionalidad humana la cual, insistimos, es operatoria, institucional, cultural, antropológico y social. Precisamente, esta racionalidad operatoria institucional permite desarrollar técnicas y tecnologías que difuminan la distinción entre el “reino de la naturaleza” y el “reino de la cultura”. Sustancializar la naturaleza sería elevarla a la categoría de mito oscuro y confuso, que no sería otra cosa que: “[...] suponer que la Naturaleza (la Madre Naturaleza) no fuera otra cosa sino la naturaleza de las naturalezas (complexio omnium sustantiarum), es decir, según algunos, un sistema cerrado sometido al segundo principio de la Termodinámica. Nuestro sistema económico globalizado (globalizado y por tanto ecologista) sería sólo un subsistema abierto dentro del sistema cerrado de la Naturaleza, y, por tanto, en cuanto sistema abierto, sería reversible, dentro de una Naturaleza irreversible; un sistema reversible dentro de ciertos intervalos del tiempo, siempre que se observen los acuerdos de Kioto y la ecuación de Ehrlich, que iguala el impacto sobre la Tierra al producto del consumo, de la tecnología y de la población. Pero el Reino de la Naturaleza es en realidad una multitud de naturalezas enfrentadas entre sí, en la lucha por la vida, del mismo modo a como el Reino de la Cultura se descompone en una multitud de esferas e instituciones culturales; por lo que tanto la salvación o la condenación de la Naturaleza como la salvación o la condenación de la Cultura no habría por qué entenderlas como salvación o condenación de Reinos, sino a lo sumo, como salvación o condenación de determinadas naturalezas, o de determinadas instituciones culturales frente a otras, y sin que haya posibilidad siquiera de establecer una línea divisoria radical entre los valores (o contravalores) dados en la Naturaleza y los valores o contravalores dados en la Cultura, porque ambos tipos de valores o contravalores forman todos ellos parte de la Realidad material” (Bueno, 2001b: 40). La sustancialización del otro reino, el de la cultura, como mito oscuro y confuso, ya fue criticada en Bueno (1996a). Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad 41 técnica intervienen factores muy simples que se combinan: el objeto de trabajo (la materia), el propio trabajo socialmente organizado (la forma en que esa materia se manipula) y los medios de trabajo (las instituciones o medios de producción que permiten la manipulación de esa materia). A todos ellos habría que añadir los resultados socialmente útiles de esas manipulaciones, producto de la conjunción y organización social de los elementos antedichos: los objetos útiles que servirán para consumo humano o para volver, retroalimentándolo, al sistema productivo para continuar con las operaciones que, organizadas institucionalmente, permiten su recurrencia. Las materias primas serían objetos reales (materia) que, mediante la técnica o la tecnología, han sido “arrancados” a la naturaleza y filtrados por un trabajo institucionalizado, que ha permitido su ingreso y recurrencia en las relaciones circulares propias de la Economía Política. No todo objeto de trabajo es materia prima (cosa de la que da cuenta el propio avance tecnológico de las sociedades políticas; en tanto no está inserta en las relaciones circulares del espacio antropológico, no pueden siquiera considerarse materia prima), pero sí toda materia prima es objeto de trabajo, pues mediante el trabajo institucionalizado la materia prima sufre una necesaria transformación técnica. El papel de la técnica y la tecnología en el desarrollo de los medios de producción, de las instituciones entretejidas y organizadas que permiten la interposición de operaciones entre sujetos económicos y sus objetos de trabajo circulantes en el campo económico es muy importante: El hombre se sirve de las cualidades mecánicas, físicas y químicas de las cosas para utilizarlas, conforme al fin perseguido, como instrumentos de actuación sobre estas cosas. El objeto que el obrero empuña directamente –si prescindimos de los víveres aptos para ser consumidos sin más manipulación, de la fruta, por ejemplo, en cuyo caso los instrumentos de trabajo son sus propios órganos corporales- no es el objeto sobre que trabaja, sino el instrumento de trabajo. De este modo, los productos de la naturaleza se convierten directamente en órganos de la actividad del obrero, órganos que él incorpora a sus propios órganos corporales, prolongando así, a pesar de la Biblia, su estatura natural. La tierra es su despensa primitiva y es, al mismo tiempo, su primitivo arsenal de instrumentos de trabajo (Íbid.: 131- 132). El desarrollo de las relaciones de producción que permiten dar el paso de las relaciones antropológicas radiales a las circulares ha de darse a una escala institucional tal que ya las herramientas de trabajo construidas por los sujetos permitan la recurrencia de esas mismas herramientas y la creación de nuevas herramientas a partir de ellas, haciendo que la explotación de la naturaleza para la creación de nuevas instituciones pueda ser indirecta. El desarrollo de las relaciones de producción, y de las fuerzas productivas que forman parte de ellas, reclama instrumentos de trabajo ya fabricados, reclaman una técnica. Los objetos construidos a partir de elementos materiales naturales sin vida, y también el dominio sobre los animales durante la conformación de la agricultura y la ganadería respectivamente permitieron convertir a estos animales en herramientas, en instituciones propias del campo económico (Íbid.: 132)6. 6 “En las cuevas humanas más antiguas se descubren instrumentos y armas de piedra. Y en los orígenes de la historia humana, los animales domesticados, es decir, adaptados, transformados ya por el trabajo, desempeñan un papel primordial como instrumentos de Capítulo II: La investigación operativa en el campo económico 42 Los vestigios de instituciones fruto del trabajo humano de épocas prepolíticas sirven para apreciar antiguas formaciones económicas ya extintas o cuyo estudio es competencia de la Arqueología y la Antropología. Pero sin estas formaciones económicas preexistentes no se habría podido dar la dialéctica histórica que conformara el actual campo económico complejo, lo que no equivale a decir que ya hubiese campo económico en aquellas etapas de desarrollo social humano. Lo que distinguiría unas épocas económicas de otras sería lo que se hace, cómo se hace, y en qué proporciones de recurrencia se hace7. Las instituciones del campo económico serían, además de un barómetro que indica el desarrollo de las relaciones de producción, el exponente de las condiciones sociales en que operan los sujetos socializados en dicho campo. Dentro de este campo, las instituciones que conformarían el sistema óseo y muscular de la producción (Ibid.: 132) serían las instituciones técnicas y tecnológicas (mecánicas), las cuales pautan las características esenciales de cada época histórico- social de producción más que las instituciones no mecánicas que también forman parte de las relaciones de producción (la conformación de la ciencia química permitió la fabricación de instituciones no propiamente mecánicas que, sin embargo, sirven como elementos necesarios para la producción tecnológica en sectores industriales productivos de la industria pesada donde la Química es necesaria -probetas, tubos de ensayo, etc.-). La evolución de la técnica permitió producir objetos de utilidad social e histórica, valores de uso cuyo medio para conformarlos era la necesaria organización racional e institucional del trabajo humano, transformando objetos preexistentes con arreglo a ese valor de uso perseguido (los valores de uso no nacen de la nada). Y esta es la clave de bóveda de toda la producción en el campo económico en toda época histórica. La materia natural, dentro ya de las relaciones circulares, sería manipulada en una forma social determinada, al igual que muchos otros objetos no naturales pero que sirvieron como materia productiva. El resultado de ello, la verdad resultante de este proceso, sería el bien producido, un valor de uso social e histórico que, sin embargo, no se redujo, ni se reduce, a su mera condición de útil económico {Capítulo IV, 1. a)}. Los productos resultantes de la técnica son, además de resultados del proceso de trabajo, condiciones de existencia de este, y su incorporación al proceso de trabajo dentro del campo económico (algunos bienes producidos son consumidos luego como bienes de producción, lo que posibilita la recurrencia del proceso productivo) (Marx, [1885] 1999: 140-162) es el único medio trabajo, al lado de la piedra y la madera talladas, los huesos y las conchas [en este punto Marx anota en la p. 132 cómo la domesticación de los animales tuvo una importancia decisiva en el origen de la cultura, acotación nuestra]. El uso y la fabricación de medios de trabajo, aunque en germen se presenten ya en ciertas especies animales, caracterizan el proceso de trabajo específicamente humano, razón por la cual Franklin define al hombre como a toolmaking animal, o sea como un animal que fabrica instrumentos” (Marx, [1867] 1999: 132); “Un buey, considerado como ganado de labor, es capital fijo. Si se le mata para comerlo, ya no actúa como medio de trabajo y deja de ser, por tanto, capital fijo” (Marx, [1885] 1999: 142). La conformación de la cultura humana (Bueno, 1996a), fue también estudiada en su expresión religiosa mediante los cambios en las relaciones entre humanos y animales (Bueno, 1986). 7 “Toda forma social relacionada con los productos del trabajo en la sociedad capitalista (el dinero, el capital, la ganancia, la renta, etc.), aparece como el resultado de un largo proceso histórico y social a través de la constante repetición y sedimentación de relaciones productivas del mismo tipo. Cuando un tipo dado de relaciones de producción entre las personas es aún raro y excepcional en una Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad 43 que permite realizar y conservar como valores de uso anteriores productos del trabajo humano. Un mismo producto puede servir al mismo tiempo de materia prima y de medio de trabajo en el mismo proceso de producción, existiendo también artículos intermedios, productos bajo forma de materias primas. Este tipo de productos fruto de la racionalidad institucionalizada dentro del campo económico, y fruto de la conformación de las relaciones circulares a través de la técnica, es fruto de un proceso de cooperación social que no podría darse sin esos mismos productos. Sin racionalidad institucionalizada no es posible la cooperación social entre sujetos en el marco del campo económico. Por ello las herramientas y máquinas han de prestar servicio al proceso de trabajo, para la propia recurrencia del sistema económico. Una herramienta que no prestase ese servicio sería inútil para el proceso, y caería bajo la “acción destructora del intercambio natural de mercancías” (Marx, [1867] 1999: 135). El trabajo cooperativo dentro del campo económico permite devorar productos para crear otros nuevos, de ahí la recurrencia. El trabajo también desgasta productos (medios de producción, capital constante, etc.) para producir nuevos productos. Por eso, la institucionalización racional del trabajo humano requiere su socialización, para que haya recurrencia del sistema económico, produciendo objetos históricos socialmente útiles, mediante la asimilación de materias naturales e institucionales dentro de las relaciones radiales al servicio de las necesidades humanas históricas, circulares. Ya las primeras sociedades humanas fabricaron herramientas dividiéndose las tareas cada uno de sus miembros. A medida que las relaciones de producción se conformaban y complejizaban al igual que las mismas instituciones que conformaban, más complejas también se fueron haciendo las operaciones encaminadas a desarrollar las mismas instituciones que ayudaban a conformar la sociedad política y su recurrencia, pues la recurrencia económica de cada sociedad humana, y luego de cada sociedad política, era y es indisociable de la recurrencia de sus campos económicos particulares, siendo estos económico-políticos. La técnica permitió el surgimiento de la artesanía, de los instrumentos de caza, de los instrumentos para la ganadería, la agricultura y la pesca, entre otros. La combinación social de trabajos individuales permitió el surgimiento de relaciones de producción radiales que permitieron a sujetos de una misma sociedad humana relacionarse entre sí a través de las instituciones que producían. El entretejimiento entre el campo económico y otros campos antropológicos diversos posibilitó que sociedades humanas diversas se unificaran dentro de un territorio determinado, dando lugar al Estado como conjunto complejo de instituciones, entre ellas también las económicas. En este conjunto complejo, con un territorio apropiado para sí, comienza el reparto de la propiedad y de las tareas que dentro de ese territorio van a llevarse a cabo a nivel del campo económico en conformación. La división del trabajo, posibilitada por la técnica, las ciencias y las sociedad, no puede imponer un carácter social diferente y permanente a los productos del trabajo que existen en ella” (Rubin, [1924] 1974: 71). Capítulo II: La investigación operativa en el campo económico 44 tecnologías que fueron conformándose, permitió reunir y coordinar, dentro de una misma sociedad, a varios sujetos con arreglo a planes y programas en el mismo proceso de producción o en procesos de producción distintos pero enlazados entre sí. Así surge la cooperación, la cual ya existía antes en las sociedades humanas preestatales, pero que alcanza en aquellas su evolución más notoria {Capítulo VI, 2. c), c.4.}. La cooperación, sin la cual serían imposibles los grandes logros técnicos y tecnológicos, no es otra cosa que la racionalidad de técnicas institucionalizadas con el fin de llevar a cabo proyectos útiles para una sociedad humana o política, o para buena parte de la misma. La cooperación no solo potenció la productividad de cada sujeto que en ella participaba, sino que permitió crear fuerzas productivas nuevas, que solo podían ser posibles mediante la institucionalización del trabajo colectivo, llevando necesariamente aparejado todo ello una profundización de los lazos sociales entre los sujetos. Esta cooperación institucionalizada ha permitido que los objetos sobre los que recae el trabajo humano socializado pasen por varias fases del proceso de su conformación hasta llegar a la sociedad de manera útil. Cuanto más desarrollada esté una sociedad política, por más fases pasarán sus productos más elaborados, los cuales serán cada vez más complejos, con implicaciones tecnológicas de primera magnitud. En cada fase de la producción de una institución se van perfilando diversas partes locales o formales de la institución final resultante. La diversa combinación coordinada de sujetos en procesos de trabajo cada vez más complejos permitió la distribución de operaciones que acortaban el tiempo de trabajo socialmente necesario para la fabricación de mercancías totales. La evolución técnica de la producción de instituciones, fruto de la cooperación en los procesos de producción de las mismas, fue ya imperante en los primeros pueblos cazadores. La caza fue una de las primeras formas de cooperación, y la caza de hombres –la guerra- una de las primeras formas de caza (Íbid.: 269). La cooperación ha sido y es ya identificable en las comunidades primitivas previas al surgimiento del Estado, y es un hecho social identificable ya en los Estados esclavista, luego feudal, capitalista y socialista (en las sociedades socialistas realmente existentes), si bien la forma social en que se ha dado esta cooperación, y la racionalidad institucional en que se ha movido, han cambiado en cada época histórica y con cada sistema económico. El sistema de cooperación en el trabajo cambia siempre que cambian la técnica y la tecnología con que ese trabajo opera. Los propios modos de cooperación, al ser ceremonias institucionalizadas en el proceso productivo, se modifican, permanecen o dejan de existir en función de los cambios técnicos y tecnológicos de las instituciones actuantes dentro de las relaciones de producción, con lo que pueden cambiarse unas formas de producción por otras, conviviendo en el mismo tiempo histórico formas más simples y formas más complejas de cooperación. Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad 45 La división del trabajo en que se basa la cooperación cobró forma básica y clásica en la manufactura (Íbid.: 272). El progreso técnico que durante milenios hizo progresar a las sociedades políticas cobró especial importancia en la conformación del campo económico a través de los trabajos manuales y artesanos, si bien la aplicación de ciertas técnicas a la producción de instituciones posibilitó la evolución tecnológica y científica que dura hasta hoy día. En el momento en que en un mismo centro de trabajo se reúnen varios sujetos de oficios independientes bajo un único mando, un producto determinado tiene necesariamente que pasar por sus manos hasta ser terminado (Íbid.: 272). Debido a la cada vez mayor especialización y especificación de cada trabajo individual dentro del proceso productivo, los profesionales especializados dentro de un mismo centro de trabajo experimentan cómo la órbita de acción del trabajo se restringe cada vez más, producto a su vez de la propia evolución técnica, tecnológica y científica. De la combinación de oficios independientes en la cooperación simple, base de la manufactura (algo que todavía pervive), se va pasando a una división de la producción en operaciones especiales diversas que integran ese proceso de producción simple. Cada una de estas operaciones se erige en función exclusiva de un sujeto o sujetos concretos, acabando estas operaciones siendo ejecutadas por la colectividad conformada durante el proceso productivo por sujetos parciales. Pero la manufactura también nació, y evolucionó, a partir de sujetos que se reunían en un mismo centro de trabajo de manera simultánea para realizar todos el mismo trabajo o uno análogo. De esta manera, cada artesano, asistido por uno o más oficiales (no más de tres), fabricaba la mercancía completamente, ejecutando todas las operaciones necesarias para fabricarla, trabajando lo mismo que trabajaba anteriormente en su taller. Sí sobrevenían causas externas a la división del trabajo en el taller que modificaban el proceso productivo de cooperación, entonces no les quedaba más remedio que utilizar de otra manera la concentración de trabajadores en el local y su simultaneidad operatoria. Para adaptarse a esos cambios institucionales (tecnológicos, científicos, políticos, legales, etc.), se cambiaba la división del trabajo. Las operaciones se desglosaban de uno a más operarios, se aíslaban y separaban en el espacio, y cada sujeto, cada oficial de taller, se ocupaba de cada operación concreta manteniéndose todos en régimen de cooperación, fabricando la mercancía concreta que tuviesen que fabricar. Esta distribución del trabajo, que obedeció a una coyuntura determinada de las relaciones de producción, se volvió recurrente, proporcionando mayores ventajas a nivel de productividad a aquellos que mejor la aplicaban, cristalizando poco a poco en un sistema determinado de producción que permitía profundizar en la división del trabajo. Así, la institución mercancía se volvía producto social dentro y a merced de una colectividad de artesanos, cada uno de ellos especializado en una operación parcial distinta. El progreso que determinadas sociedades políticas sufrieron mediante la cada vez mayor complejidad de estas técnicas manufactureras Capítulo II: La investigación operativa en el campo económico 46 permitió su "universalización" cuando artesanos de sociedades políticas distintas trabajaban en distintos talleres sobre las mismas mercancías, algo que se mantiene en la actualidad (Íbid.: 273)8. Luego es doble el origen y derivación de la manufactura del artesanado, es decir, de la técnica. Por una parte, la manufactura brotaría de la combinación de diversos oficios independientes que dejan de serlo cuando se convertían en varias operaciones parciales entrelazadas del proceso de producción de un mismo bien, llevando la división del trabajo a un proceso de producción cada vez más heterogéneo. Por otra, surgiría de la cooperación de artesanos afines, al atomizarse su oficio individual en diversas operaciones que lo integraban, aislando luego estas operaciones independizándolas unas de otras hasta que cada una de ellas se transformaba en función exclusiva y específica de un solo operario o de muy pocos, combinando oficios antes separados. Cualquiera de los dos puntos de partida de la manufactura lleva al mismo punto final: el ser un mecanismo de producción cuyo nexo son las operaciones de los sujetos o módulos productores, cumpliendo una función propia de toda relación de producción circular (se trata de relaciones entre sujetos insertos en el campo económico a través de instituciones propias de dicho campo). La manufactura trajo consigo la descomposición del oficio manual en diversas operaciones parciales que antes lo integraban, evolucionando así, de manera diversa, las técnicas artesanales hacia las formas diversas de la manufactura. Pero la técnica manufacturera todavía conservó, y conserva (dejando aparte la consideración de si sus operaciones son más complejas o más simples) su carácter manual, pues el oficio manual es la base de la manufactura y de toda operación técnica. Todo proceso parcial recorrido por un producto en el proceso total de producción requiere, al menos, trabajo parcialmente manual. Esto hace que la fuerza de trabajo se convierta en órgano vitalicio de esa función y que el trabajador manual acabe asimilando una función cada vez más parcial. Se trataría de una modalidad especial de cooperación cuyas ventajas se derivarían de su carácter general. El sujeto operatorio que, dentro de la cadena de producción manufacturera, se ve obligado a ejecutar una misma operación manual simple de manera continua para permitir la recurrencia del proceso productivo, limita su trabajo realizándolo en menos tiempo que el antiguo artesano del que surge. La manufactura y su evolución técnica permitieron producir más instituciones en menos tiempo, potenciando así la fuerza productiva del trabajo racionalizado institucionalmente. Ello permitió el perfeccionamiento del trabajo parcial, el cual se hizo cada vez más independiente como tal respecto de otras funciones exclusivas de diversos trabajadores, aunque todas 8 “Las mismas operaciones que en la industria papelera alemana se empalmaban en el trabajo continuo e indistinto del fabricante gremial de papel, en la manufactura papelera holandesa se desglosan, para formar otras tantas operaciones parciales coordinadas de muchos obreros en régimen de cooperación. El fabricante gremial de agujas de Nüremberg es el elemento básico de la manufactura inglesa de agujas. Pero mientras que aquel ejecuta, unas tras otras, 20 operaciones distintas, una más o una menos, aquí concurren 20 operarios, cada uno de los cuales tiene a su cargo una de esas 20 operaciones, que luego, sobre la base de la experiencia, se descomponen y ramifican todavía más, para asignarse, como otras tantas funciones exclusivas, a operarios diferentes” (Marx, [1867] 1999: 273). Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad 47 organizadas racionalmente para asegurar la consecución de un proyecto dentro del campo económico. La repetición constante de operaciones concretas, las mismas todo el rato, y la concentración de los sujetos operatorios en esas mismas operaciones concretas recurrentes, consigue el efecto deseado: mínimo desgaste de fuerzas y optimización de recursos. Además, como conjunto complejo de instituciones que es, la producción manufacturera ha sido transmisible de generación en generación (varias generaciones pueden trabajar al unísono en la manufactura de una misma clase de productos), consolidando técnicas al tiempo que cambiaban y evolucionaban, perfeccionándose en algunos casos, mediante la evolución de la técnica hacia la ciencia y la tecnología (Diodoro Sículo, [s.a.] 2001: 177)9. La manufactura permitió, además, la elemental pluralidad y diferenciación de las diferentes industrias que podemos encontrarnos dentro del campo económico, cuya evolución y selección, junto con su pluralidad, son prueba de hecho de la Razón económica. El cambio constante de lugar de trabajo y de herramientas utilizadas en el proceso productivo es condición necesaria para la sucesiva ejecución de procesos parciales diversos que exige la producción de cualquier institución del campo económico. Las posibles lagunas del proceso productivo manufacturero se cubren cuando el sujeto operatorio realiza, durante toda la jornada, la misma operación de manera repetida, necesaria y recurrente, disminuyendo consecuentemente los cambios de operaciones por parte de un mismo sujeto. A mayor intensidad de trabajo reduciendo gasto de fuerza de trabajo en un espacio de tiempo concreto, mayor productividad y mayor disminución de empleo improductivo de fuerza de trabajo. El rendimiento del trabajo no depende exclusivamente de la pericia del sujeto operatorio (que también es importante), sino que depende sobre todo de la perfección de las herramientas empleadas en el proceso productivo. Luego la Razón económica se perfeccionará a medida que se perfeccionen las instituciones técnicas, científicas y tecnológicas que se empleen en el campo económico para mejorar y asegurar su recurrencia. Una herramienta –institución- puede servir para ejecutar operaciones diversas en el mismo proceso de trabajo. Sin embargo, tan pronto como las diversas operaciones de un mismo proceso de trabajo se desglosen, cada operación parcial del proceso productivo adquirirá una forma específica y exclusiva en manos de un operario especializado, por lo que las herramientas empleadas para fines diversos se desplazarán de unas operaciones a otras, en mayor o menor grado. Esta diferenciación entre instituciones que sirven de instrumentos de trabajo, 9 En las sociedades políticas antiguas, el desarrollo de la manufactura permitió la consecución de proyectos arquitectónicos de una magnitud impresionante todavía hoy. El desarrollo de la técnica fue parejo a ello, y posibilitó una organización social compleja que tuvo una recurrencia en el tiempo considerable: “También las artes alcanzan [...] en Egipto un alto grado de perfección. En este país, los artesanos no pueden mezclarse en los negocios de otra clase de ciudadanos, sino que tienen que limitarse a desempeñar la profesión que la ley asigna hereditariamente a su linaje [...] En otros pueblos, encontramos que los industriales pueden consagrar su atención a muchos objetos [...] Tan pronto se dedican a la agricultura como se entregan a los negocios comerciales, si es que no abrazan dos o tres artes a la vez. En los Estados libres, intervienen las más de las veces en asambleas populares [...] En Egipto no ocurre nada de esto; aquí, el artesano que se mezcle en los negocios del Estado o simultanee varias artes incurre en graves penas. Gracias a esto, nada puede distraerle del celo de su profesión [...] Además, como tienen muchas reglas heredadas de sus antepasados, se preocupan celosamente de descubrir nuevos provechos” (Diodoro Sículo,[s.a.] 2001: 177). Capítulo II: La investigación operativa en el campo económico 48 adquiriendo así algunos de ellos formas fijas especiales para cada operación aplicada concreta, conlleva la especialización de instituciones dentro del proceso económico recurrente, en este caso productivo. Así, los instrumentos de trabajo adquieren eficacia plena únicamente cuando son controlados por operarios parciales muy especializados. La especialización del trabajo es consecuencia de la evolución técnica y tecnológica de las instituciones a través de las que se relacionan los sujetos dentro del campo económico (Marx, [1867] 1999: 276)10. Y esto, unido al progreso científico, permite crear las condiciones materiales para la conformación y empleo de instituciones evolucionadas a partir del desarrollo de la técnica y las ciencias categoriales en desarrollo, y la dialéctica de estas y aquellas con, dentro y fuera, del campo económico, permitiría el surgimiento de esas instituciones nuevas, tecnológicas, combinación de instrumentos simples (sujeto operatorio y herramienta técnica) hacia nuevos instrumentos complejos: la maquinaria { Capítulo V, 3. b)} { Capítulo V, 3. c)}. Marx, a su vez, distinguió dos tipos de manufactura (Íbid.: 276)11 que permitieron crear las bases para el desarrollo de la maquinaria (Íbid.: 277-285). Este doble carácter, según él, responde a la naturaleza de los trabajos que se realizan durante el proceso productivo. Por un lado estaría la manufactura heterogénea (cuando el objeto fabricado es fruto de un conjunto puramente mecánico de productos parciales fabricados de manera independiente), y por otro la manufactura orgánica (cuando el objeto fabricado resulta de una serie de operaciones sucesivas y procesos enlazados entre sí). b) La relación tecnología-maquinaria. Si la manufactura fue una combinación de oficios, a su vez varias manufacturas pudieron combinarse entre sí. La combinación de manufacturas supuso muchas ventajas productivas, pero no conformaron una verdadera unidad técnica por sí mismas hasta que no se transformaron en industria maquinizada (Íbid.: 282). Fue en el periodo manufacturero cuando la reducción del tiempo de trabajo socialmente necesario para producir cualquier mercancía se convirtió en “principio consciente” (Íbid.: 282) de todo el proceso de producción, comenzando así a desarrollarse y emplearse máquinas, primero para ciertos procesos primarios simples, susceptibles de ser ejecutados con gran despliegue de fuerzas y en masa. 10 La especialización técnica institucional permite la producción de instituciones análogas (con una determinada conexión interna pero con diferentes significados), como ya Marx señaló: “Solamente en Birmingham se producen unas 500 variedades de martillos, entre los cuales hay muchos que se destinan, no ya a un proceso especial de producción, sino a una operación determinada dentro de este proceso. El período manufacturero simplifica, perfecciona y multiplica los instrumentos de trabajo, adaptándolos a las funciones especiales y exclusivas de las operaciones parciales” ([1867] 1999: 276) 11 En lo que a la manufactura orgánica se refiere, Marx la define como su forma más perfecta, produciendo bienes que recorren toda una serie de fases y procesos graduales, pasando por las manos de numerosos operarios especializados. La manufactura orgánica aglutina oficios que antes estaban dispersos, acortando distancias geográficas entre las diversas fases de la producción de un bien. El tiempo que este bien tarda en pasar de una a otra fase se reduce paralelamente a la reducción del trabajo invertido en las operaciones que intervienen en su conformación. El carácter cooperativo de la manufactura supone además un aumento de la fuerza productiva. Y es posible esta cooperación porque la división del trabajo necesita forzosamente del aislamiento entre sus diversas fases, y cobran existencia de manera independiente, las cuales se cohesionan mediante el transporte continuo del bien fabricado de una mano y de un proceso a otro. Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad 49 La forma más elemental de máquina nace con el Imperio Romano, se trata del molino de agua. Durante las épocas del artesanado nacen grandes invenciones como la brújula, la imprenta, la pólvora y el reloj automático. Aunque en la Edad Moderna la maquinaria desempeña un papel secundario todavía en el campo económico, su empleo esporádico cobró gran importancia en el transcurso del siglo XVII, ya que ofrecía a los grandes matemáticos de la época un punto de apoyo real y un estímulo práctico que permitiría el estudio de la mecánica posterior. La maquinaria desarrollada específicamente durante este período mayoritariamente manufacturero fue la que, fruto de la combinación de operaciones parciales de obreros, conformó al “obrero colectivo”. Las operaciones diversas, ejecutadas por turno por el productor de un determinado bien, articuladas y enlazadas en el conjunto del proceso de trabajo, exigían diversas actividades por su parte. Al desglosar estas operaciones, se aislaban y adquirían independencia, recomponiendo la clasificación de los trabajadores durante el proceso productivo, redistribuyéndolos y agrupándolos de acuerdo a sus principales cualidades (la cualificación de su fuerza de trabajo). La manufactura permitió el desarrollo de diversas cualidades aplicadas a funciones concretas y específicas del proceso de producción. Gracias a la manufactura nacen puestos de trabajo como el de los obreros especializados o el de los peones, o el de obreros expertos e inexpertos, impensables en tiempos en que el artesanado dominaba el panorama productivo. La manufactura posibilitó una forma de división del trabajo social que conllevaba una diferenciación de los instrumentos de trabajo, diferenciándose a su vez, y cada vez más, las industrias que los producían. Esto fue aún más notorio en la producción de maquinaria. Las formas de la manufactura cambiaron al producirse una revolución en los instrumentos de trabajo. Es por esto que Marx se atreve a afirmar, siguiendo nuestros postulados en la investigación acerca del origen técnico y tecnológico de las disciplinas científicas, que la Economía Política “no aparece como verdadera ciencia hasta el período de la manufactura” (Íbid.: 297)12. Los productos de la división manufacturera produjeron, a su vez, maquinaria. Y las máquinas ponen fin a la actividad manual artesana como principio que norma la producción económico- social. Con ello se transforma radicalmente la base técnica que servía de apoyo a la adhesión de por vida de un operario a una función parcial del proceso de producción, al tiempo que así se derribaban los últimos diques que se oponían al dominio del capitalismo como sistema económico. La maquinaria desarrollada y empleada en sistemas económicos como el capitalista es un medio para crear valor económico, valores de uso para la sociedad, en menor tiempo y con menor 12 De hecho, el nacimiento de la Economía Política contemporánea, para Marx, es parejo al nacimiento del capitalismo moderno, y el capitalismo moderno se empezaría a conformar en los inicios de la manufactura típicamente capitalista: “[...] el moderno régimen de producción, en su primer periodo, el periodo de la manufactura, solo se desarrolló allí donde se habían gestado ya las condiciones propicias dentro de la Edad Media” (Marx, [1894] 1999: 321). Capítulo II: La investigación operativa en el campo económico 50 coste, organizando la producción siguiendo una racionalidad institucional que, dentro del campo económico, permita la recurrencia del sistema y su progresivo mejoramiento. Toda máquina contiene componentes mecánicos simples combinados de diversas formas, siendo necesaria la toma en consideración del elemento histórico que permite conformar la máquina como institución tecnológica. Las máquinas que funcionan como instituciones propias del campo económico tienen, según Marx, tres componentes (Íbid.: 303): un mecanismo de movimiento, un mecanismo de transmisión y una máquina de trabajo o máquina-herramienta. El mecanismo tiene como fuerza propulsora a la máquina motriz, la cual puede engendrar su propia fuerza motriz como en su tiempo hicieron la máquina electro-magnética, la máquina de aire caliente o la máquina de vapor. También hay máquinas que pueden recibir su impulso de una fuerza natural que esté dispuesta para el efecto, como la rueda hidráulica del salto del agua. La máquina es una institución que, a su vez, está compuesta y funciona mecánicamente mediante la conjugación racional de diversas instituciones que la conforman (ruedas dentadas, volantes, ejes, cables, fustes, etc.), que regulan su movimiento, lo hacen cambiar de forma si es necesario, haciendo que la máquina-herramienta realice un movimiento que la permita modelar el objeto trabajado. De la máquina-herramienta parte para Marx la Primera Revolución Industrial del siglo XVIII (Íbid.: 304), y de aquí parte la transformación (todavía constante) de la industria manual, de la técnica manufacturera a la industria mecanizada, es decir,a la tecnología maquinizada. Las herramientas que conforman la máquina tienen su origen en centros manufactureros de trabajo. Los talleres manuales antiguos y medievales construyeron instituciones que más tarde se incorporaron al cuerpo ya de las primeras máquinas de trabajo, instituciones tecnológicas por excelencia dentro del campo económico. No obstante, el cuerpo de la máquina de trabajo está ya fabricado gracias al empleo de la maquinaria, de la tecnología. En Inglaterra, ya a mediados del siglo XIX, empezaron a fabricarse máquinas mediante herramientas acopladas a máquinas de trabajo, y no por los mismos fabricantes que producían dichas máquinas. El desarrollo tecnológico permitió la fabricación de máquinas destinadas a fabricar herramientas mecánicas de todo tipo. La máquina-herramienta es una institución, un mecanismo, que al transmitírsele el movimiento adecuado ejecuta las mismas operaciones que antes ejecutaba el obrero, y lo hace con herramientas distintas a las del obrero, aunque en muchos casos surgen dialécticamente de aquellas. Que la fuerza motriz que llega a la máquina provenga de las operaciones de sujetos humanos o de otras máquinas, en principio, no parece importante. Pero la clave que convierte la institución herramienta en institución máquina-herramienta es que ésta pase de ser instrumento de trabajo directo del hombre a pieza de un mecanismo institucional tecnológico. Esta diferencia salta a la vista, aún cuando el sujeto operatorio siga siendo el motor primordial de la máquina- herramienta. El número de instituciones que son instrumentos de trabajo con que un sujeto operatorio puede trabajar al mismo tiempo se circunscribe al número de instrumentos naturales de Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad 51 producción con que cuenta (el número de sus propios órganos físicos). El número de herramientas con que simultáneamente puede funcionar una misma máquina de trabajo salta desde el inicio la barrera orgánica que se levanta ante el trabajo manual del sujeto operatorio. Por ejemplo, la máquina-herramienta obligó a revolucionar la máquina de vapor. Es entonces cuando el hombre se convierte en fuerza motriz sobre esa máquina-herramienta, dejando de ser el músculo humano factor obligado en el trabajo, y lo sustituye el aire, el agua, el vapor, la electricidad, la energía nuclear, etc., mediante la aplicación de las ciencias al campo de la producción técnica en el campo económico. Todas las máquinas que luchan por imponerse (las cuales no son incompatibles en muchos casos con el empleo a pequeña escala de la manufactura), se fabrican para ser movidas por sujetos operatorios o por una fuerza mecánica "radial". La máquina que arranca de la Primera Revolución Industrial sustituyó al obrero que solo manejaba una herramienta mediante un mecanismo que operaba con una masa de herramientas parecidas o iguales al mismo tiempo, y que es movida por una única fuerza motriz, independientemente de la forma que esta adopte. La máquina-herramienta se conformaría mediante instrumentos diversos unidos y puestos en movimiento por un único motor. A su vez, la máquina-herramienta sería el elemento simple de la producción maquinizada. Cuando se amplía el volumen de la máquina de trabajo y se multiplica el número de herramientas con que simultáneamente opera se hace imprescindible un mecanismo motor con mayor potencia, y al mismo tiempo, que exija una fuerza motriz con mayor potencia que la fuerza humana para dominar y vencer su propia resistencia, pues esta no permite conseguir movimientos continuos y uniformes. Cuando el sujeto operatorio interviene exclusivamente como fuerza motriz y ha dejado su puesto anterior a una máquina instrumental, entonces nada podrá oponerse a que sea a su vez sustituido por otra fuerza motriz mayor: las fuerzas naturales (radiales) aplicadas institucionalmente en el campo de diversas ciencias categoriales en su conexión dialéctica con el campo económico. La máquina doble de vapor de James Watt, la segunda que fabricó, fue la que introdujo el primer motor cuya fuerza motriz es engendrada en su seno mismo, siendo alimentada con carbón y agua, y su potencia era controlable por el sujeto operatorio. Brindaba un medio de locomoción utilizable en ciudades y no exclusivamente en el campo, al igual que la rueda hidráulica permitía la concentración de la producción en centros urbanos en vez de dispersarla por dicho campo. De hecho, la aplicación de la maquinaria, de la tecnología, al campo económico, trajo consigo también la reorganización de la vida social, sobre todo de las ciudades: En los orígenes de la manufactura textil, la situación de la fábrica dependía de la proximidad de un río que tuviese caída suficiente para mover una rueda hidráulica; y, si bien la construcción de molinos de agua marca el ocaso del sistema de la industria casera, estos molinos, que debían estar situados necesariamente en las orillas de los ríos, y que no pocas veces quedaban muy alejados los unos de los otros, representaban más bien una parte de un sistema rural que de un sistema urbano; hubo de introducirse la fuerza de vapor, sustituyendo a la fuerza hidráulica, para que las fábricas se Capítulo II: La investigación operativa en el campo económico 52 concentrasen en las ciudades y en los centros en que abundaban el carbón y el agua, como elementos necesarios para producir el vapor. La máquina de vapor es la madre de las ciudades industriales (Marx, [1867] 1999: 308). La tecnología, la maquinaria, permitió el dejar de supeditar la producción económica al ámbito local geográfico. La máquina de vapor, ya desde su patente oficial en 1784, no aparece como un invento con fines muy específicos, lo cual resultó un beneficio para la producción en masa en el sistema capitalista incipiente. Más bien supuso ser un agente general de la Gran Industria durante la Primera Revolución Industrial, incluso en décadas posteriores (influyó en la conformación del primer martillo de vapor y de la primera máquina de vapor aplicada a la navegación). La máquina permitió emancipar las fuerzas productivas radiales de la aplicación de la fuerza humana directa, una vez que las herramientas se convirtieron en instrumentos parte de aparatos mecánicos. Permitió desgajar aún más los bienes producidos y sus valores asociados de uso y de coste de producción de los sujetos operatorios que los conformaban y conforman. La máquina- herramienta se convirtió en un elemento más del proceso de producción con base en la maquinaria organizada institucionalmente, y dejó con ello de ser una institución aislada como ocurría con las primeras máquinas de la Antigüedad. La racionalidad institucional de la producción maquinizada permitió la producción, al mismo tiempo, de mercancías y de valores asociados a ellas a partir de máquinas accionadas desde una fuerza motriz que era otra máquina. La multiplicación de máquinas de trabajo accionadas de manera simultánea hizo que creciera la máquina motriz y se desarrollasen mecanismos de transmisión cada vez más complejos y voluminosos, que fueron reduciéndose con el tiempo en según qué ámbitos, o deslocalizándose en según qué otros ámbitos. Es entonces cuando se separan dos tipos de organización de la producción maquinizada: la cooperación de máquinas semejantes en un mismo proceso de trabajo, y el sistema de maquinaria. En el primer caso, todo el trabajo es ejecutado por una misma máquina, que trabaja con herramientas diversas combinadas, ejecutando todo el proceso que en la manufactura antes se descomponía en varias fases graduales. Este tipo de máquina puede ser una adaptación mecánica de una técnica compleja o la combinación de varios instrumentos simples que tenían vida independiente pero que estaban combinados en el proceso manufacturero. En el taller basado en la maquinaria sigue habiendo cooperación simple de fuerza de trabajo a través de instituciones propias del proceso de producción, en un conglomerado de máquinas de trabajo diversas a nivel local funcionando para un fin semejante y al mismo tiempo. Se da una unidad técnica, ya que todas las máquinas uniformes dentro de un mismo taller reciben homogénea y simultáneamente su impulso a partir de un motor común a todas ellas, mediante un mecanismo de transmisión que, en parte, es común también a todas ellas, además de tener que partir de él correas especiales de transmisión para cada una de las máquinas entretejidas. Y si muchas herramientas pueden conformar una única máquina de trabajo, varias máquinas de trabajo Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad 53 pueden funcionar como “órganos armónicos del mismo mecanismo motor” (Marx, [1867] 1999: 309). Pero para darse un sistema (Bueno, 1992-93: 505) de maquinaria verdadero, se necesita que el objeto sobre el que se trabaja recorra diversos procesos parciales articulados entre sí como otras tantas etapas y, a su vez, ejecutados por una cadena diferente de máquinas, aunque relacionadas unas con otras de manera mutua y complementaria. La máquina toma su punto de partida del instrumento de trabajo. En el proceso de trabajo partiendo de maquinaria se articulan procesos parciales en un todo complejo resuelto mediante la aplicación tecnológica de diversas ciencias (Química, Física, Mecánica, etc.). Cada máquina parcial suministra materias primas a la que inmediatamente le sigue, y ya que todas ellas trabajan al mismo tiempo el producto se encuentra recorriendo constantemente diversas fases del proceso de fabricación, al tiempo que pasa de una fase a otra de la producción. La maquinaria aplicada al proceso productivo, con su constante funcionamiento de máquinas parciales en régimen de cooperación crea una determinada proporción entre su volumen, su número y su velocidad. La combinación de máquinas o de sistemas de maquinaria en el proceso productivo se perfecciona en tanto su proceso total es más continuo y hay menos interrupciones del mismo, permitiendo que la materia trabajada en el proceso pase de su primera a su última fase y que la intervención manual sea lo mínima posible, y la del mecanismo mismo, por contra, lo mayor posible en todas las fases del proceso productivo. Mientras en la técnica-manufactura el aislamiento de procesos diferenciados es debido a la misma división del trabajo, en la tecnología-maquinaria desarrollada impera el principio de recurrencia-continuidad de los procesos específicos de producción. Cuando en un proceso productivo cualquiera un conjunto de éstas máquinas, ya tenga su base en máquinas iguales o en máquinas distintas cooperando entre sí, es impulsado por un motor que no reciba su fuerza motriz de otra fuerza motriz, este conjunto de máquinas que funcionan al unísono es definido por Marx como un “gran autómata” (Marx, [1867] 1999: 311). Aunque ciertas máquinas instrumentales requieran operaciones manuales, el conjunto entero de la maquinaria puede funcionar movido por una fuerza motriz que no sea la de los sujetos operatorios (vapor, electricidad, energía nuclear, fotovoltaica, etc.). Incluso ciertas partes de las máquinas han de ser manipuladas como si fuesen herramientas. Pero en el momento en que la máquina pueda ejecutar sin ayuda del sujeto operatorio todos los movimientos necesarios para conformar la materia producida, sin perjuicio de que estos mismos sujetos operatorios intervengan de vez en cuando en el proceso, tendremos un conjunto complejo de instituciones-máquina que funciona colectivamente, no obstando que pueda perfeccionarse en sus detalles durante el proceso productivo. La industria maquinizada, como gran autómata que es, al menos por analogía, adquiere su más perfecta fisonomía cuando un conjunto de máquinas funciona impulsado por una máquina central. En este momento la máquina simple es sustituida por un conjunto complejo de instituciones tecnológicas que abarrotan todo un centro de trabajo interconectado, en Capítulo II: La investigación operativa en el campo económico 54 determinados procesos productivos, con otros centros de trabajo también abarrotados de máquinas. La gran industria pudo superar los obstáculos que limitaban su desarrollo hasta que las máquinas no pudieron funcionar sin necesidad de operaciones manuales, dependiendo entonces de la fuerza física y la pericia de los operarios. El desarrollo de la tecnología, de la maquinaria, hizo nacer nuevas categorías (clases) de trabajadores, de empresas, y la gran industria se volvió institucionalmente incompatible, en general, con su base manual y técnica-manufacturera. La revolución del régimen de producción de una rama industrial arrastra consigo a otras13. Aunque algunas industrias queden aisladas debido a la división social del trabajo, haciendo que cada una produzca una mercancía independientemente del resto, sin embargo se muestran entrelazadas como tantas otras fases dentro de un proceso de carácter general. La tecnología permitió, como dijimos, la producción de máquinas por medio de máquinas, y esto se convirtió en el medio característico de producción de la gran industria, adueñándose la maquinaria con ello de la producción de máquina-herramientas. En el siglo XIX, con el desarrollo de la máquina de vapor aplicada a los ferrocarriles y a los barcos, la tecnología permitió la producción de máquinas monstruosas empleadas en la construcción de grandes mecanismos motores. Así se creó una base tecnológica que permitió un desarrollo industrial sucesivo, en dos siglos, incomparable en la historia anterior. La existencia de una máquina motriz, que permitió el producir máquinas a partir de máquinas, también posibilitó activar un gran conjunto complejo de instituciones tecnológicas. No obstante, en la institución tecnológica de la máquina reaparece constantemente, a pesar de lo señalado acerca de la red productiva de máquinas, el antiguo instrumento manual. La clave, sin embargo, que señala la diferencia entre la herramienta y la máquina, entre la técnica y la tecnología, entre la manufactura y la maquinaria es, como dijimos antes, que la fuerza humana es sustituida por las restantes fuerzas de la naturaleza, por la aplicación científica y consciente de las ciencias naturales al campo económico, formando estas aplicaciones parte de las relaciones de producción propias de este cambio. La tecnología funciona siempre como trabajo directamente socializado, como trabajo colectivo. El carácter cooperativo del proceso de trabajo se impone así como necesidad técnica debido a la naturaleza propia del instrumento de trabajo tecnológico, es decir, de la máquina y la red (local, nacional e internacional) de máquinas. c) La importancia del reloj como institución tecnológica decisiva del campo económico. La máquina y la red de máquinas, así como la herramienta y el trabajo manufacturado institucionalizado, realizan una labor concreta durante el proceso de trabajo, y por ello la 13 Esto, por analogía, tiene que ver con la idea de coste marginal en microeconomía, pues el coste marginal es el incremento del coste cuando se incrementa la producción de una unidad, esto es, el incremento del coste total que supone la producción adicional de la Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad 55 maquinaria (y la manufactura también hoy día) es absorbida íntegramente y siempre por el proceso de trabajo y, de un modo solo parcial, por el proceso de valorización, de producción de valor económico básico, de costes de producción. Es claro que la maquinaria actúa no solo como elemento “creador” de valor, sino sobre todo como elemento “creador” de producto. Entre estos dos elementos hay una diferencia, que aumenta a medida que aumenta el período de tiempo durante el cual la maquinaria presta servicio reiterado en el proceso productivo del trabajo social. Durante este proceso, el instrumento-máquina de trabajo es completamente absorbido, pues se desgasta y llega un momento en que deja de funcionar. La máquina se desgasta mucho después que la herramienta, debido a sus más sólidos materiales, y además aquella funciona siguiendo leyes rigurosamente científicas y, por esto, permite una mayor economía en el desgaste de sus elementos y de sus medios de consumo, además de que su campo productivo es incomparablemente mayor que el de la herramienta. El desgaste de la herramienta y, sobre todo, de la máquina, en el proceso productivo nacido y en curso hoy desde la Primera Revolución Industrial, se mide y gradúa al tiempo en que se calculan los valores de los costes y precios de producción que se producen durante este proceso. El cálculo del tiempo de desgaste de la máquina y del valor producido gracias a ella, se mide históricamente, y la institución-máquina que permite esta medición es el reloj, presente de una u otra forma en todo centro de trabajo institucionalizado y organizado tecnológicamente. Y si está presente desde entonces, es porque el reloj es otra máquina más, cada vez más perfeccionada y compleja, capaz de adaptarse a los propios avances tecnológico-históricos de los procesos productivos y combinarse con otras instituciones tecnológicas. Para Marx, el reloj cumplía un papel fundamental en el sistema económico capitalista: Después de releer mis extractos tecnológico-históricos he llegado a la conclusión de que, prescindiendo de las invenciones de la pólvora, el compás y la imprenta –tres premisas necesarias para el desarrollo de la burguesía-, las dos bases materiales que dentro de la manufactura prepararon el advenimiento de la industria mecánica desde el siglo XVI hasta mediados del XVIII, es decir, durante el período que va desde la manufactura desarrollada a base del artesanado hasta la verdadera gran industria, fueron el reloj y el molino (empezando por el molino de trigo, movido por agua), inventos ambos transmitidos ya por la Antigüedad (el molino hidráulico fue importado por Roma del Asia Menor en tiempos de Julio César). El reloj es el primer mecanismo automático aplicado a fines prácticos; toda la teoría sobre la producción de un movimiento igual arranca del reloj. Este mecanismo se basa a su vez, por la naturaleza misma de la cosa, en la combinación del artesanado semiartístico y la teoría directa. Cardanus, por ejemplo, escribió (y hasta hoy dio recetas prácticas) sobre la construcción de relojes. Los escritores alemanes del siglo XVI llaman a la relojería “oficio sabio” (no artesano) y, tomando como base esta rama mecánica, podría demostrarse de qué manera tan completamente distinta se plantea la relación entre la sabiduría y la práctica a base del artesanado y a base, por ejemplo, de la gran industria. Asimismo es evidente que en el siglo XVIII fue el reloj el que sugirió la primera idea de aplicar a la producción mecanismos automáticos (movidos, concretamente, por resortes). Puede probarse históricamente que los experimentos de Vaucanson en este terreno estimularon extraordinariamente la imaginación de los inventores ingleses (Marx, [1867] 1999: 670). unidad de una determinada mercancía. Al incrementarse la producción de una unidad de un bien, este incremento arrastra la producción de otros bienes de industrias del mismo sector productivo. Capítulo II: La investigación operativa en el campo económico 56 El reloj, como institución esencial del mundo moderno, supone mucho más que una máquina que mide la marcha de los segundos, minutos, horas, etc. Es, ante todo, un medio de sincronizar las operaciones institucionalizadas de los sujetos (Landes, 2007). Y es, ante todo, un producto más de los elaborados en el entretejimiento del campo económico siguiendo históricamente los patrones de división de trabajo (teniendo en cuenta la dialéctica de clases y de Estados {Capítulo VI, 1. c), c.4.}) que siguen el resto de productos del trabajo14. La evolución del reloj como institución es pareja en el tiempo a la evolución de la técnica y la manufactura hacia la tecnología y la maquinaria. Los relojes actuales son, al tiempo que relojes, teléfonos móviles, microordenadores, radiorreceptores, televisores, etc. Muchos de ellos reciben en tiempo real la señal de grandes centros de cronometría astronómica, siendo las desviaciones las propias del tiempo (tomado como el período que va de un acontecimiento anterior a otro posterior) que tarde en llegar la señal del cronómetro astronómico a, por ejemplo, un reloj de pulsera, siendo además este tiempo de una fracción de segundo minúscula (la señal viaja desde el cronómetro astronómico a un reloj de pulsera a la velocidad de la luz). La evolución de los relojes, pareja a la evolución de los procesos tecnológico-productivos, se nota también en la disponibilidad en el mercado de relojes-máquina cada vez más precisos a precios cada vez más asequibles, lo que implica que los sujetos operatorios estén cada vez más pendientes del tiempo, debido a la necesidad de prontitud y presteza imprescindibles para la estabilidad, recurrencia y funcionalidad del sistema económico. El ahorro de tiempo ha supuesto un requisito imprescindible para la mejora de los instrumentos técnicos de trabajo. La aparición de la tecnología y las ciencias ha supuesto una modificación de las pautas, normas y ceremonias sociales contemporáneas, y la evolución del reloj como medidor del tiempo ha marcado también la evolución de esas pautas, normas y ceremonias. Hasta tal punto que también se ha modificado sensiblemente (y no deja en cierto sentido de modificarse) la estructura social de los grupos humanos actuantes en las sociedades políticas contemporáneas nacidas tras la Primera Revolución Industrial. Esto ha tenido un gran impacto en el nacimiento y desarrollo, como veremos luego, de la investigación operativa: En el área de Los Ángeles, una de las zonas más congestionadas de América, los ricos pueden pagar por el privilegio de viajar por autopistas privadas que les suponen un ahorro de entre media y una hora en los desplazamientos matutinos y vespertinos. Según mis cálculos, la población de Los Ángeles malgasta unas cuarenta horas al mes –el equivalente a una semana de trabajo- yendo y viniendo a la oficina. Si a esto añadimos el gasto innecesario de combustible convertido en humo y polución, nos damos cuenta de que la congestión viaria es una auténtica maldición. No nos extrañe, pues, que en Los Ángeles los científicos, que anteriormente se afanaron en la carrera espacial o en la bomba atómica (que no son, desde luego, minucias), trabajen ahora diseñando modelos de tráfico con la esperanza de reducir el perjuicio físico y social de este despilfarro de tiempo. Parece más importante un viaje agradable que ganar la batalla espacial (Íbid: XX). 14 “Los relojes, como cualquier otro artículo manufacturado, asumen los patrones de la globalización contemporánea: buscar donde sea la mano de obra para abandonarla en cuanto se hace demasiado buena y demasiado costosa”; “[...] otros países han sabido fabricar relojes baratos de calidad semejante con un coste laboral inferior” (Landes, 2007: XVIII) Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad 57 Lo cierto es que todo este ahorro de tiempo tiene una funcionalidad muy concreta: la de acortar las pérdidas de tiempo del proceso productivo, y en general de permitir la recurrencia y estabilidad de las relaciones de producción dadas en una sociedad política concreta, pero también a nivel mundial. Los avances tecnológico-institucionales modifican la organización social del trabajo, del ocio y de las mismas clases sociales, al mismo tiempo que modifican las conciencias, las ideologías dominantes de cada sociedad política y las relaciones humanas dentro del eje circular del espacio antropológico. Y en estas modificaciones el reloj juega un papel esencial. Para el común de las personas, la medición del tiempo y la disponibilidad de estándares para poder hacerlo, ha supuesto un cambio revolucionario en las pautas de conducta, lo que ha supuesto también una renovación de debates filosóficos acerca del significado, uso y percepción del tiempo. Debate que, en rigor, no puede dejar de tener en cuenta los avances de la tecnología y las ciencias en este sentido15. No en vano, los científicos son los que más presente tienen el tiempo en sus investigaciones, pues para desarrollarlas necesitan de precisos medidores de tiempo, asumiendo por tanto las restricciones del tiempo físico en nuestra dimensión. Lo cierto es que los relojes, como medidores de tiempo, son la institución esencial del campo económico. Los relojes, en cualquier campo operatorio-gnoseológico {Capítulo V, 2.}, adoptarían la función de ser relatores físicos (como los termómetros o las balanzas), soporte de las relaciones establecidas entre los términos del campo gnoseológico de una disciplina científica determinada, relaciones entre términos establecidas a través de operaciones realizadas por los propios sujetos gnoseológicos, que pueden ser o bien de separar cuerpos –operaciones analíticas-, o bien de aproximarlos –operaciones sintéticas- (Bueno, 1992-93: 115-120) {Capítulo V, 2. a)}. Y en el campo propio de la Economía Política, los relojes son relatores soporte de las relaciones entre los términos operados en este campo mediante la aproximación o separación de cuerpos, de bienes, durante el proceso productivo y la creación de valor. {Capítulo V, 2. a)}. Los relojes son, además, también mercancías que se producen, distribuyen, intercambian, cambian y consumen en el campo económico. Por lo tanto, cuanto más trabajo tengan detrás más caros serán (Landes, 2007: XXIV)16. La medición del tiempo constituye uno de los factores esenciales del desarrollo de la civilización, y más concretamente en sus fases más avanzadas de desarrollo desde la ampliación del mercado mundial debido al Descubrimiento de América en 1492 y el recubrimiento de toda la tierra emergida, lo que conllevó el perfeccionamiento de los medios de transporte para conllevar tales empresas, al tiempo que se necesitaba acortar el tiempo de producción de los elementos técnicos y tecnológicos más diversos a la hora de competir entre 15 Para comprender el sentido que damos a la filosofía en nuestra investigación, con respecto a los llamados “saberes de primer grado” (tecnológicos, científicos, políticos, incluso religiosos), y tomando la filosofía como “saber de segundo grado”, cuyo objetivo sería la crítica, clasificación y reconstrucción (el des-hacer) de un mapamundi diamérico de los saberes de primer grado del pasado, del presente y tratar de atisbar en la medida de lo posible los del porvenir, ver Bueno (2010a), y también Bueno (1970). 16 “[...] los relojes firmados (independientemente de quienes los firme) cuestan mucho más que los demás”, (Landes, 2007: XXIV) Lo que Landes no explica es que o bien los relojes firmados valen más que el resto debido a la especulación en subasta por ellos, o bien detrás de la firma hay un proceso de trabajo muy costoso y prolongado que lleva a que esos relojes sean más caros. Capítulo II: La investigación operativa en el campo económico 58 sí las diversas potencias imperialistas universales de la Edad Moderna. La clave es la fabricación del reloj mecánico, que permitió sentar las bases del progresivo perfeccionamiento y abaratamiento del coste de producción de esos elementos técnicos y tecnológicos. Un proceso paralelo a la configuración del campo económico tal y como hoy lo conocemos, y desarrollado parejamente a los avances en Navegación, Astronomía, Mecánica y Matemáticas, con su impacto en el folclore de diversas sociedades y en sus instituciones filosóficas y religiosas. La vida en ciudades modernas necesita una ordenación y medición del tiempo del que disponen los sujetos para realizar sus acciones cotidianas, desde cuándo y cuánto trabajar hasta cuándo y cuánto dormir o comer. El período exacto en que deben realizar esas acciones (y/o en que las hacen), se define en años, meses, días, horas, minutos, segundos. Las citas puntuales con cada una de estas actividades o ceremonias están determinadas por puntos en una escala espacio- temporal cuya medición se realiza mediante instituciones tecnológicas cada vez más precisas. Los elementos diversos que conforman las interacciones personales y sociales de los sujetos en una sociedad determinada avanzada tecnológicamente han hecho que estos sujetos y clases de sujetos, y las sociedades políticas en general, aprehendan un lenguaje común, desde la escuela y el hogar, para la medición del tiempo, establecido a partir de los relojes y la clasificación y re-ordenación del tiempo establecida a partir de ellos. Sin el lenguaje establecido mediante los relojes, sin el acceso de la población a instrumentos precisos que ubiquen temporalmente nuestras actividades, y sin el conocimiento generalizado de la población de este lenguaje sería imposible concebir la civilización tal y como la conocemos, así como tampoco sería concebible la vida moderna en ciudades (Bueno, 1992-93: 110-113)17. El conocimiento del tiempo, ordenado en el campo económico, conlleva una disciplina horaria, una obediencia, que se traslada a otros ámbitos no económicos de la vida de los sujetos (Landes 2007: 2). Las indicaciones del reloj se convierten en órdenes conjugadas con otras instituciones (laborales, administrativas, etc.), y las respuestas que demos a estas las interiorizamos siguiendo unas pautas sociales de conducta establecidas que, si se ignoran, corremos el riesgo de ser rechazados por las instituciones laborales -o de otro tipo- de la sociedad política en que estamos inmersos. La puntualidad se convierte en virtud, reprobándose el retraso, y cuando éste último se reitera en demasiadas ocasiones es causa de rechazo social (en el caso del trabajo, es causa de despido). Por ello, desde la escuela infantil se nos inculca socialmente la puntualidad como virtud. Los horarios de diversas instituciones (familia, escuela) afectan, educan y modifican las pautas de comportamiento de los sujetos desde niños. Las horas de despertarse, desayunar, ir al colegio, comer, merendar, estudiar o acostarse son reconocidas por el niño en el momento en que este aprende de una u otra manera el lenguaje de los relojes, que previamente han de conocer sus padres y los otros sujetos que operan en las instituciones donde el niño se 17 También, en lo que respecta a la idea de ciudad desde el materialismo filosófico, ver Bueno (1991a). Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad 59 desarrolla. De ahí que los actos privados que realice un miembro de la familia, si repercuten en el tiempo de los demás, acaban por mostrar una dialéctica de tiempos personales, condicionados socialmente, que no puede dejar de tomarse en cuenta. Pues el precio por llegar tarde a algo es alto, tanto si es ocio como si es una obligación, pues el retraso se paga (cuesta dinero). De ahí que haya un margen de tolerancia, cuyo control requiere el contraste de nuestro reloj (no ya interno, interiorizado, sino con nuestro reloj de pulsera, de pared o de correa, con el de, por ejemplo, la radio, la televisión, Internet, o con el reloj de pulsera de otros sujeto). La medición mundana del tiempo es algo socializado gracias al abaratamiento del coste de producción de relojes personales y sociales (de medios institucionales de masas como la televisión o la radio), vendidos a nivel mundial. Esta medición mundana del tiempo bastaría para organizar el trabajo socialmente institucionalizado de un campo económico complejo (Cockshott & Cottrell, 1993). Pero, sin embargo, las horas, minutos y segundos no bastan para la medición de determinados objetivos. La medición del tiempo en una sociedad política cada vez más compleja requiere relojes, no ya más manejables y baratos para cada sujeto, sino también relojes cada vez más precisos y complejos desarrollados ex profeso para diversos campos tecnológicos y científicos. Ya en el siglo XV los primeros astrónomos modernos y observadores del cielo necesitaron de la medición del tiempo no ya en segundos, sino en fracciones de segundo como coordinada de situación de los cuerpos celestes. En el momento en que los indicadores de la esfera del reloj no servían una información precisa suficiente, empezaron a contar los dientes de las ruedas en movimiento, y cuanto más grandes eran estas ruedas, el número de sus dientes era mayor, lo que hacía más propicias las divisiones obtenidas por los astrónomos para sus fines. La Astronomía requirió desde entonces instrumentos cronométricos cada vez más precisos, siendo el modelo de todos ellos el regulador de los observatorios. En el siglo XVII se inventó el reloj pendular, con lo que el margen de error de los relojes desde entonces era menor a un minuto por día. En el siglo XIX, los relojes de observatorio astronómico tendrían un margen de error diario menor que una fracción de segundo, reduciéndose a una centésima de segundo, o menos, a finales de siglo. Con la introducción en el siglo XX de, primero, los reguladores de cuarzo y, después, los relojes atómicos, los científicos dejaron de depender de mediciones celestes, estableciendo como unidad básica temporal el segundo, definido desde entonces como una enorme cantidad de más de nueve mil millones de rapidísimas oscilaciones. La construcción de estos relojes cada vez más complejos fue posible debido a los avances científicos y tecnológicos aplicados a la producción de instituciones medidoras del tiempo aplicables a campos categoriales de todo tipo. Los relojes son mercancías que, para producirlas, es necesario medir el tiempo que se tarda en hacerlas, es decir, son necesarios relojes. Capítulo II: La investigación operativa en el campo económico 60 La medición del tiempo puede hacerse ahora con suma precisión, incluso en fracciones pequeñas de segundos18, aunque necesitando todavía medidores de tiempo capaces de asegurar una exactitud más o menos de manera indefinida, un día tras otro (para la medición de actividades concretas, los sujetos a veces hacen uso de cronógrafos o cronoscopios, los cuales suelen estar conectados a disparadores eléctricos o fotoeléctricos, sincronizados con una cámara registradora del movimiento y duración de una fracción de segundo), aunque tampoco es necesario que en todas las actividades humanas el reloj sea milimétricamente preciso (tampoco en determinar el horario de trabajo de unos obreros), pero sí ha de ser susceptible de poder ser parado por alguien. La medición del tiempo -medición convencional, determinada hoy día por los observatorios nacionales de países occidentales como el Observatorio Naval de Washington en Estados Unidos o el Real Observatorio de Greenwich en el Reino Unido, cuyos resultados se coordinan por la Oficina Internacional de la Hora en París, Francia (Delgado, 2002: 2)- a través de la institución reloj y su socialización en determinados campos de las diversas sociedades políticas, ha impregnado nuestras actividades a diversos niveles, laborales y privados, como señalábamos más arriba. La invención del reloj mecánico en la Europa de la Baja Edad Media (siglo XII), es contemporánea al nacimiento de las primeras formas de disposición y usufructo de la propiedad privada sobre una cantidad ahorrada de dinero (capital) como herramienta de producción, esto es, las primeras formas de economía capitalista en las ciudades-Estado del norte de la actual Italia, en la zona del río Po y sus afluentes, además de ciudades del Estado Borgoñón perteneciente a Francia (la actual Holanda). Estos primeros relojes se colocaban en lo alto de campanarios, iglesias y catedrales, además de en instituciones laicas como torres de ayuntamientos, emulando así a las campanas que tradicionalmente se situaban en estos lugares altos, permitiendo que el grueso de la población de un pueblo o ciudad pudiese escuchar las señales horarias. Esto poco a poco fue extendiéndose a otras ciudades de diversos Estados del continente europeo (Landes, 2007: 65)19. Los primeros relojes mecánicos se ajustaron siguiendo el cálculo del tiempo de relojes solares anteriores y de meridianas. Además, la fabricación de relojes mecánicos permitió cambiar, en el contexto comercial de estas ciudades, la señalización horaria de la Alta Edad Media, basada en las horas canónicas, a una señalización basada en el llamado “tiempo civil”. El reloj mecánico fue un invento decisivo, comparable al de la imprenta de tipos móviles (Íbid.: 8). Tuvo implicaciones revolucionarias a nivel antropológico, pues permitió nuevas formas de organización social, política, tecnológico-institucional e incluso personal. La influencia mucho mayor de los relojes mecánicos respecto de sus predecesores estriba en su potencial tecnológico 18 Por ejemplo, la pretensión de conseguir mediciones cada vez más precisas, cantidades como las de masa, fuerza magnética y voltaje no se miden hoy día con métodos convencionales, sino que se reducen a una determinada frecuencia para después calibrarlas. 19 “De repente, los relojes llaman la atención porque cuestan dinero. Los cabildos de las catedrales los mencionan en sus cuentas; especifican sus reparaciones; pagan para que los cuiden y mantengan en buen estado; contratan a toda clase de especialistas para cambiar las ruedas, pintar las esferas, esculpir figuras de madera. Hace su aparición una profesión nueva, la de relojero o horlogeur. No hallamos nada comparable en el período anterior. El desaparecido erudito británico C. F. C. Beeson sostiene, y creo que con razón, que en ello pueden verse los signos de un invento nuevo” (Landes, 2007: 65). Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad 61 sin precedentes. Se trataba de un aparato mecánico que al principio funcionaba con un peso, pero los relojeros ya en el siglo XIV consiguieron impulsarlo mediante un resorte espiral, lo que permitió que en unidades posteriores el reloj mecánico pudiese reducirse de tamaño y convertirse en un aparato portátil, tanto dentro del hogar como fabricando ya relojes personales de bolsillo en aquella época. En el siglo XVII Christian Huygens inventó el reloj de péndulo. En 1868 se creó el primer reloj mecánico de pulsera. Lo que está claro es que el poder consultar el tiempo en cualquier instante supuso uno de los grandes avances tecnológicos y sociales de la Historia. La posibilidad de utilizar un reloj de manera cada vez más amplia a nivel personal y privado permitió el conocimiento por todos los sujetos de los horarios establecidos en las instituciones administrativas y de trabajo en los que ellos se movían en las ciudades. Los relojes privados servían para saber en qué momento del día se encontraba cada uno de los sujetos que los poseían, y a través de relojes públicos (políticos, de centros de trabajo), las instituciones de mayor importancia convocaban a un sujeto o a un grupo de sujetos con una finalidad u otra. Y una sociedad política, y por extensión una civilización, atenta al paso del tiempo y a su medición, está también atenta a su propio rendimiento y productividad. El tiempo, algo uniforme, continuo y unidireccional, es medido con precisión por instituciones que no son, en absoluto, uniformes, continuas y unidireccionales (Íbid.: 450)20. Pero el mantenimiento de un ritmo preciso de medición por parte de los relojes ha constituido un éxito tecnológico claro, debido a la generación de compases continuados y a la cuenta de sus repeticiones mediante la suma de una serie de partes discretas e iguales (el inicio del principio digital como combinación de dispositivos diseñados para transmitir, generar, almacenar o procesar información lógica o cantidades físicas representadas en formato digital, que pueden solo tomar valores discretos). A medida que ese compás fue haciéndose más rápido, la medición fue haciéndose más exacta y las partes más pequeñas21. Pero la base del primer reloj mecánico (Íbid.: 12)22, el principio oscilatorio-digital, ha servido para todos los relojes posteriores. El reloj y la medición del tiempo que permitió sirvieron de catalizador en el uso del saber al servicio del poder político y de la creación y distribución de la riqueza en una sociedad política. La navegación y el comercio, anterior y posterior a los logros geográficos que ella permitió (con los consiguientes logros políticos, científicos y tecnológicos), dependieron de una precisa medición del tiempo. También, y cada vez con mayor dependencia, la investigación científica avanzó gracias a los avances paralelos en la medición del tiempo, a los desarrollos cada vez más 20 Nota 7 de la Introducción. 21 Hoy día existen relojes de precisión en los cuales se utilizan cristales de cuarzo con más de cien mil vibraciones por segundo. El medidor de tiempo más preciso del mundo hoy día es el reloj atómico de los observatorios nacionales, que consta de un oscilador de cristal de cuarzo con una frecuencia de 2,5 megaciclos por segundo controlado mediante un resonador de radiación atómica de cesio, el cual vibra a 9.192.631.770±20 ciclos por segundo. 22 “Entre los primeros se encontraba la rueda cargada de mercurio descrita en 1276 por el rey Alfonso X de Castilla en sus Libros del Saber de Astronomía” (Íbid.: 12). Pero también “las primeras menciones inequívocas de relojes mecánicos, esto es: el reloj de torre con esfera astronómica construido por Roger Stoke para la catedral de Norwich (1321-1325); el mecanismo astronómico extremadamente complicado que Richard de Wallingford intentó construir en Saint Albans hacia 1330 y que necesitó treinta años para concluir; y, más tarde, el reloj astronómico de Giovanni de’ Dondi, la maravilla de su época, que fue acabado en 1364” (Íbid.: 61). Capítulo II: La investigación operativa en el campo económico 62 complejos del trabajo racionalizado e institucionalizado en torno a las instituciones medidoras del tiempo. Todo estudio relacionado con un cambio, un proceso o un movimiento tenía necesidad de una medición de tiempo en el denominador. Tras siete siglos, el reloj mecánico fue sustituido por el reloj-cronómetro de estado sólido que usa controladores de cristal de cuarzo. Y aunque siguen fabricándose relojes mecánicos, son más usados los de cuarzo, los cuales, además, son superiores en términos de precisión y coste. La industria de la fabricación de relojes es una de las más importantes de la rama manufacturera de la producción, ahora combinada con tecnologías productivas de alta precisión. Además, ha ejercido una enorme influencia en el resto de industrias de manufacturación. El reloj ha modelado, más que muchas otras instituciones, el carácter del trabajo socialmente institucionalizado, influyendo la rama de la producción de relojes a otras industrias en torno a la ventaja de la división del trabajo (Íbid.: 15). d) La ordenación técnica del tiempo y de las operaciones institucionalizadas de los sujetos. La invención del reloj fue crucial para emprender la construcción de grandes proyectos. Si bien todo gran proyecto técnico y tecnológico ha requerido siempre de una racional administración del tiempo y de los recursos, la institución del reloj tuvo un impacto económico considerable hasta hacer posible la administración de tiempo y recursos de manera que hubiese una adaptación conjugada entre el desarrollo de la técnica manufacturera a la hora de construir relojes y a la hora también de emprender grandes proyectos técnicos y tecnológicos. La misma industria del reloj, ya desde los primeros relojes mecánicos de campanario se vio afectada por esta conjugación (Íbid.: 229-240). Y necesariamente, esta conjugación solo pudo darse por dos factores antropológico-culturales decisivos: uno, la concentración de los principales intercambios comerciales y profesionales (y con ello, de nacientes capitales), en las ciudades más importantes de los Estados medievales cristianos, y dos, la conjugación de esta base económica con una estructura ideológica cristiana-católica (Íbid.: 68-69)23. La Iglesia Católica desarrolló una 23 “El cristianismo, y sobre todo el cristianismo monástico, es en este aspecto diferente a las dos religiones antes citadas [se refiere a judaísmo e Islam]. Los primeros cristianos no tenían liturgia codificada; la nueva fe no constituía todavía una Iglesia. El uso variaba de un lugar a otro, y la plegaria era una cuestión de oportunidad y de obligación. Sin embargo, como los nazarenos eran todavía judíos, organizaron sus prácticas sobre la antigua fe, con las recitaciones de la mañana y de la noche (Deuteronomio, VI, 7: Cuando te acuestes y cuando te levantes) o su triple oficio (Daniel, VI, 10: Tres veces al día se pone de rodillas)” (Íbid.: 68-69). Landes añade más tarde: “Durante cientos de años no hubo reglas, solamente práctica. Las reglas llegaron con la vida monástica, con la formación de un clero regular (es decir, de un clero sometido a una regula o regla), cuya vocación era rezar y rezar a menudo, y con ello salvar a la multitud de fieles cuyas obligaciones en el mundo o su simple inconsecuencia impedían entregarse enteramente al servicio de Dios. El innovador en este caso fue Pacomio, en el Alto Egipto, a comienzos del siglo IV d.C. Frente al individualismo propio de los eremitas, su nueva orden estableció una distribución minuciosamente regulada de la jornada: oración en común, trabajo, comida, sueño. Allí vemos ejecutada por primera vez la práctica de un oficio propiamente dicho, recitado diariamente, en nombre de la Iglesia, publicum officium, y fijado a unas horas determinadas. Entre los servicios estaban las vigilias, el officium nocturnum, que más tarde se confundió con los maitines y que lleva su nombre. Desde Egipto, la práctica se extendió a Palestina, Siria, Mesopotamia y Europa. Sin embargo, las reglas variaban, eran todavía un tanteo. Es posible que las prescripciones temporales, por ejemplo, fueran menos estrictas en las Iglesias orientales, donde los signos naturales seguían desempeñando un papel importante. Fue en Occidente, con la regla de San Benito, donde el nuevo orden de los oficios tuvo su primera concreción completa y detallada: seis (más tarde siete) servicios diurnos (laudes, prima, tercia, sexta, nonas, vísperas y completas) y uno nocturno (vigilias, más tarde maitines). Como su nombre indica, casi todos eran designados y fijados según las horas del reloj. De ahí precisamente el término de horas canónicas, que acabó siendo sinónimo del propio oficio: se recitaban las horas. Esto ocurría hacia el año 530. En los siglos siguientes, las otras órdenes adoptaron la regla benedictina, especialmente las grandes casas agrupadas en torno a las basílicas del Vaticano y de Letrán; con ello aseguraban la normalización de las horas canónicas en toda la cristiandad occidental” (Íbid.: 70-71). Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad 63 profunda preocupación intelectual por la administración del tiempo y de los días, no ya solo para la oración en los templos y monasterios, sino para la administración racional de las actividades humanas diarias. En la oración era perentoria la puntualidad, y tras los benedictinos, fueron los agustinos y los cistercienses las órdenes monacales que más se preocuparon por esta administración racional de los horarios sociales humanos. Las horas de oración eran consideradas un hermoso regalo de Dios a los hombres, y por ello era necesario utilizar y ordenar ese tiempo de oración, aprovechando la libertad dada por el Dios católico a los hombres para elegir, mediante las obras primero y la fe después, el camino a la Salvación. Se dividieron los días y las noches en intervalos irregulares definidos por puntos temporales que nadie debía saltarse. En los maitenes, oficios religiosos colectivos, el retraso de algunos obligaba a abreviarlos. Eran obligatorios, y en ellos las oraciones se recitaban en voz alta. La suma de voces en la oración, organizada con rigidez y de manera racional a diario, conformaba una disciplina religiosa y artística que tuvo su impacto posterior en la parte laica de las sociedades políticas de la Alta Edad Media. El cumplimiento de ceremonias de oración tan exigentes necesitaba de vigilia (o por turnos de sueño) que avisara del comienzo de las oraciones por la mañana. Estas vigilancias, propias de la época romana del cristianismo, pasaron a mejor vida con la caída del Imperio Romano de Occidente y el final de los centinelas nocturnos. La Iglesia Católica aprendió a desarrollar aparatos técnicos mecánicos que sustituían a estos centinelas, y esto llevó a que las vigilias pasaran a la Historia también en los conventos, y hubiese unas horas fijas de sueño para todos. Textos como De temporibus, de Isidoro de Sevilla (año 615), corroboran los avances en la administración de las horas del día llevada a cabo por la Iglesia Católica. Varios monasterios (como Auxerre en Francia) se convirtieron en centros importantes de estudio, a través de tablas y planos, de la división racional del tiempo diario para las liturgias, y esto tuvo su importancia en la naciente astronomía. Fueron monjes de aquella época los que desarrollaron técnicas rudimentarias, pero eficaces, que permitían calcular que el día tenía 24 horas (creando la horología, o estudio del cálculo de las secuencias cambiantes de luz y oscuridad en los días del año, y con ello de las horas del día). El papa Silvestre II, al que se le atribuye la invención del péndulo y de uno de los primeros relojes mecánicos con ruedas dentadas, daba estas instrucciones técnicas para calcular las horas del día: Utilizad una clepsidra, y recoged el agua del día y de la noche por separado; luego las volvéis a juntar, y si la suma es de veinticuatro horas (equinocciales), sabréis que estáis en lo cierto (Lattin, 1961: 189)24. El reparto de las tareas de oración en el día y su organización institucional conllevó, por extensión, la organización de otras operaciones dentro de los conventos además del rezo. La 24 Carta nº 161. Capítulo II: La investigación operativa en el campo económico 64 extensión a esas operaciones de la división racional de los días obedecía al principio laborare est orare. Se empezaron a establecer penas y penitencias ante los rezagados no ya solo en la oración, sino en cualquier otra tarea: trabajo, estudio, y también horas de desayuno, comida, cena y de dormir. Los primeros relojes que utilizaban estos monjes, minuteros que funcionaban durante horas y accionaban campanas automáticas golpeadas por pequeños martillos que se movían en vaivenes, no sonaban para todos ellos, sino para el campanero, encargado de despertar al resto desde el campanario. Así pues, las operaciones estaban marcadas, de inicio a fin, por instituciones técnicas, desde relojes mecánicos primitivos a campanarios (Íbid.: 81)25. Estas órdenes monacales, en algunos casos como ocurre con la orden de los cistercienses, se constituyeron como influyentes empresas espirituales, pero también económicas. Los cistercienses poseían la agricultura más avanzada de la Europa cristiana, y sus minas y talleres obtenían grandes rendimientos económicos. Los cistercienses empezaron a emplear fuerza de trabajo de alquiler y, debido a la necesidad de reducir costes, siempre que les fue posible hicieron uso de materias primas o de instrumentos que les permitían ahorrar tiempo y costes de trabajo, como por ejemplo al construir sus fábricas cerca de ríos y así aprovechar bien la energía hidráulica. Relojes y campanarios, por tanto, se convirtieron en instituciones indispensables de trabajo para ellos. La extensión por toda la Europa cristiana de esta orden religiosa, entre otras, hizo extender, como si de modernas empresas transnacionales se tratara, sus modos de trabajo y su organización del tiempo dedicado a las actividades diarias. Al principio utilizaban relojes hidráulicos de sonería para marcar el tiempo de dichas actividades, y ya en las ciudades donde los cistercienses se asentaban empezaban a desarrollarse gremios de artesanos que, haciendo uso del trabajo manufacturero, empezaban a especializarse en la construcción de estas instituciones técnicas para esta orden. No en vano, el clero monástico se convirtió en el primer campo de consumidores de la incipiente industria relojera. Pero esta demanda y oferta pronto se extendió a otros ámbitos (cortes reales, episcopados, cortes ducales o patriciados burgueses en ascenso en diversos centros urbanos). El impulso comercial que la Iglesia Católica proporcionó a la industria relojera la siguió de manera importante la naciente burguesía medieval, que podía poner capital en las ciudades y así concentrar la producción manufacturera en ellas, convirtiéndose en focos de distribución y consumo de toda clase de productos, haciendo del comercio entre ciudades dentro de un mismo Estado una de las fuentes necesarias de homogenización cultural de las sociedades políticas medievales, lo que permitía también iniciar empresas comerciales con otras sociedades políticas 25 Las campanas llamaban al trabajo eficaz y productivo. Las órdenes monásticas de los siglos XI y XII impusieron la estricta puntualidad necesaria para la eficiencia en el trabajo, que en todo sistema económico racional es imperativa: “Las campanas pequeñas repicaban con insistencia durante los oficios y las comidas, llamando la atención de los participantes e indicando el comienzo de una nueva oración, ceremonia o actividad. Todo esto formaba parte de un proceso más amplio de despersonalización, de desindividuación”, (Landes, 2007: 81). Para entender, desde las coordenadas del materialismo filosófico, lo que Landes llama “desindividuación” como “ortograma”, ver (García Sierra, 2000: 297). De hecho, un ortograma ha de tomarse como una materia formalizada que tiene la capacidad de actuar como molde activo o programa de conformación de unos determinados materiales dados y también conformados. Actúa, por tanto, como un dispositivo regulador de secuencias operatorias verbales, perceptivas o musculares. Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad 65 de su entorno que seguían procesos técnico-económicos similares y paralelos. La burguesía, convertida en patriciado urbano, y en colaboración con la Monarquía, consiguió crear centros de trabajo manufacturero de importancia en diversos oficios, no solo el relojero. El asentamiento militar urbano que se desarrolló entretejido con estos procesos gracias a la producción cercana, y en mayor medida, a la producción manufacturera de equipamientos militares y de armas, dio a los municipios con incipiente industria manufacturera un poder económico y político considerable. La organización de las tareas diarias de los habitantes de las ciudades tuvo, por tanto, que organizarse igual que en los conventos católicos. El conjunto complejo de instituciones que se concentraba en las ciudades necesitaba de una organización del trabajo que, inspirada por la organización del trabajo católica en los monasterios, distaba mucho de la tradicional organización de las tareas del campo hecha por los campesinos, guiada por los cambios meteorológicos más que por los técnico-tecnológicos y políticos (basados en la horología). Y ello, a pesar de que las ciudades medievales vivían en un entorno que podríamos llamar “semi-rural”, aunque las instituciones típicamente urbanas no llegaron completamente a penetrar en el entorno rural hasta el siglo XIX, con el desarrollo de los ferrocarriles (Primera Revolución Industrial) y los tendidos eléctricos y telefónicos (Segunda Revolución Industrial). El municipio urbano fue el imitador y heredero de los monasterios católicos, debido al avance de la manufactura relojera y de otras industrias manufactureras, y facilitado políticamente por el ortograma cristiano-católico de separación de Iglesia y Estado, pues esta ideología del poder dual (poder político y poder religioso, “ciudad terrenal” y “ciudad de Dios” de San Agustín), permitía que una invención clerical pudiese ser a asumida por los laicos para sus propios desarrollos, algo imposible de separar en el mundo musulmán, donde el minarete desde el que el imam llama a la oración no puede segregarse de su origen religioso como en el mundo cristiano-católico, pues en el Islam, Estado y religión son la misma cosa. La sociedad civil cristiana (los fieles de la Iglesia de Roma), pudo sin embargo utilizar instituciones tecnológicas de origen clerical para usos no religiosos. La campana, tanto en la Iglesia como en los edificios del poder no religioso, se tocaba para señalar cuándo comenzaba el trabajo, cuándo se paraba para comer, cuándo acababa la jornada de trabajo, la apertura y cierre de puertas de la ciudad, las reuniones en asamblea, las urgencias, las reuniones de consejos, el final de los servicios de bebidas, la hora de limpieza de las calles, el toque de queda, etc. Cada ciudad, cada municipio, y por extensión cada sociedad política, establecía sus toques de campana según sus circunstancias, idiosincrasias y configuraciones institucionales. El avance de la manufactura llevó al desarrollo cada vez mayor de esas mismas ciudades, pero también a la creación de ciudades nuevas, y también de nuevas órdenes religiosas, con el avance y vanguardia cisterciense, entre otras órdenes, en cabeza. Esto llevó a una multiplicación de las tareas técnicas a realizar y de la necesidad de ordenar el tiempo de todas ellas. Se multiplicaba la producción de relojes, de campanas y, en consecuencia, de toques de campana. La multiplicación Capítulo II: La investigación operativa en el campo económico 66 de instituciones técnicas y tecnológicas reguladoras del tiempo de trabajo y otras actividades humanas socializadas requirió una medición cada vez más exacta del tiempo de esas actividades, lo que unido al crecimiento poblacional requería la intervención política en la ordenación de la vida diaria de los sujetos de una sociedad política. La demarcación del tiempo de trabajo buscando la rentabilidad empresarial y la prosperidad del poder político municipal, así como del propio comercio, empezó a gestarse en la primera industria medieval importante: la textil. La industria textil fue la primera en lanzarse a la producción cada vez a mayor escala y a la exportación, dejando cada vez más de lado el taller artesano tradicional y recurriendo a la contratación, como los cistercienses, de fuerza de trabajo dispersa. Nacen entonces las primeras formas de proletariado y, también, las primeras formas de trabajo a domicilio (antecedente de los hoy día llamados “autónomos”). La administración del tiempo de trabajo, y la división del trabajo manufacturero, ya se dejaba notar en las primeras fábricas de la industria textil, y los relojes y campanas marcarían el ritmo de trabajo al que deberían adaptarse los sujetos operatorios en el naciente campo económico manufacturero tecnificado (Íbid.: 87)26. La importancia de la regulación del tiempo de trabajo era tal que, en muchísimos casos, el jornal de pago del trabajo del obrero estaba delimitado por las señales horarias, las cuales eran señaladas por un reloj propiedad del mismo patrono que contrataba a ese obrero o grupo de obreros (Íbid.: 88)27. Para minimizar problemas en los burgos en torno a los horarios de trabajo de los obreros y las operaciones que debían realizar, el poder político empezaría ya a tratar de regular los horarios de todos los súbditos del Estado feudal medieval. En 1370, Carlos V de Francia decretó, para afianzar el poder real al tiempo que trataba de regular las horas del día de todos los parisinos que poseyesen relojes mecánicos, que los ajustaran siguiendo la hora del reloj del palacio real de I’Ile de la Cité. Todos, el poder político y sus súbditos, seguían en realidad a la Iglesia Católica, la cual conformó patrones de seguimiento de las horas temporales cambiantes según la estación del año, la salida y la puesta de sol y, sobre todo, como señalamos más arriba, los oficios litúrgicos. Esta conformación horaria condicionaba hasta los horarios de las administraciones reales, el pago de deudas (antes del atardecer en Lieja, por ejemplo), el momento de pedir limosna o el paro de carpinteros parisinos los sábados al son de la campana de la catedral de Nuestra Señora de París, tocando a nonas. 26 “Allí donde había una industria textil, habría campanas para el trabajo. En otros lugares, los artesanos podían hacer la jornada de trabajo tradicional, desde la salida hasta la puesta del sol, pero en Bruselas se oía la joufvrouwenclocke al alba, otra campana de trabajo (llamada werckclocke) un poco después, una drabclocke por la tarde para los tejedores y los retorcedores, entre otros, y una lesteclocke para los tapiceros, los zapateros y los hojalateros. A veces eran campanas públicas, instaladas por las autoridades municipales en un campanario de Iglesia tal vez alquilado, o en un campanario erigido a tal efecto” (Landes, 2007: 87) 27 “El patrono quería un jornal de trabajo completo por el salario que pagaba, y el trabajador no quería trabajar más tiempo que el que le pagaban. La cuestión que se planteaba era: ¿cómo sabía el trabajador –y, realmente, cómo podía saber- si el tiempo que se marcaba era un tiempo justo? ¿Podía fiarse de las campanas municipales, teniendo en cuenta que el consejo de la ciudad estaba dominado por los representantes de los patronos?” (Íbid.: 88). Estas vicisitudes de la jornada de trabajo están tratadas ya de manera exhaustiva en Marx ([1867] 1999: 177-241). Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad 67 Hacia los siglos XII y XIII el desarrollo de la manufactura va parejo a un importante desarrollo del comercio. Junto con la técnica manufacturera y la medición y control del tiempo de actividad de los sujetos operatorios en el trabajo diario, comienza a desarrollarse la técnica de la contabilidad. El manejo de los números árabes permitió elaborar cuentas del patrimonio de un taller, de una ciudad y de un municipio. Nacieron los primeros libros contables, en los que de manera más o menos precisa se daba cuenta del número y valor de piezas para ejércitos, tesoros y construcciones arquitectónicas. Aunque ya se inició la contabilidad patrimonial en la Antigua Roma, en la Edad Media fue necesario recuperar (casi empezando de cero) esta técnica que, aplicando la aritmética a su desarrollo y funciones, debía dejar constancia en forma de valor y de bienes materiales de los logros técnicos de la Alta Edad Media (Marx, [1867] 1999: 608)28. En los siglos XVI y XVII, debido a la expansión del comercio tras el Descubrimiento de América, pudo crearse un nuevo mercado mundial que ejerció una influencia predominante sobre el colapso del Antiguo Régimen producido en Europa, pero sobre la base de este mismo régimen de producción ya ensayado en la Alta Edad Media. La industria, relacionada con los avances en la manufactura y la maquinaria, revoluciona el comercio. El nuevo dominio comercial en aquel momento estaba vinculado al mayor o menor predominio de las condiciones de la gran industria naciente. Lo que está claro es que la producción de relojes domésticos expandió tanto la manufactura como la clasificación de las horas del día a niveles mayores que con la referencia de los relojes clericales y públicos anteriores. Con la expansión urbana, los relojes individuales tenían que producirse, y así saber sus poseedores en qué momento debían empezar a trabajar, pues vivían demasiado lejos del centro de la ciudad, y por tanto del reloj principal del municipio, aunque tenían que sincronizar su reloj personal con el gran reloj público que indicaba el comienzo y final de las actividades basales en el campo económico {Capítulo VI, 2. b), b.2., b.2.2.}. Al tiempo, el reloj individual y de hogar permitió a la gente organizar sus actividades domésticas diarias, siguiendo el patrón iniciado por el poder político, y antes por las órdenes monacales católicas. El desarrollo del comercio y de los transportes fue también determinante para la masificación de la manufactura de relojes individuales y de hogar. Cuando la manufactura permitió, partiendo de la técnica, el nacimiento de las ciencias categoriales modernas, la tecnología empezó a desarrollar, además de formas más complejas de reloj, también medios de transporte más rápidos, cuya extensión (en particular el ferrocarril y el tranvía ya en el siglo XIX, extendiendo las formas de vida urbana al campo), permitía homogenizar no solo las comunicaciones internas del Estado, de 28 “La estructura económica de la sociedad capitalista brotó de la estructura económica de la sociedad feudal. Al disolverse esta, salieron a la superficie los elementos necesarios para la formación de aquella”, (Marx, [1867] 1999: 608). “Max Weber puso, como es sabido, como origen histórico de estas instituciones capitalistas [se refiere a las instituciones calientes de ciclo ampliado, las empresas], al protestantismo. Pero es muy dudoso que fuese el protestantismo quien condujo directamente a la empresa capitalista, porque ésta sería más bien una resultancia cuasi mecánica. Considerando el caso desde la perspectiva del Sistema de las Instituciones de la época moderna, cabe formar una hipótesis distinta acerca del origen de la empresa capitalista: directamente, la empresa capitalista sería la heredera de instituciones políticas tales como las instituciones feudales que el Estado moderno habría ido Capítulo II: La investigación operativa en el campo económico 68 sus municipios, y no solo las comunicaciones con otros Estados, sino también sincronizar la producción, el trabajo, la distribución y el consumo dentro del campo económico de una sociedad política. Además, con el auge del imperialismo colonial del siglo XIX y del XX, los usos horarios pudieron imponerse a escala universal, teniendo esos usos horarios como base histórica el momento en que las ciudades altomedievales empezaron a organizar las actividades diarias de sus habitantes cada una siguiendo sus propias pautas, según las prioridades económicas y políticas de cada una. Progresivamente, el poder del Estado medieval fue evolucionando hacia el absolutismo, y de ahí al Estado burgués actual, dándose una progresiva homogenización de los usos horarios (Landes, 2007: 348)29 y del trabajo de los súbditos reales, más tarde ciudadanos de naciones políticas. El universalismo capitalista terminó por homogenizar mundialmente, en mayor o menor grado, esos usos horarios (el planeta se divide en franjas horarias, siguiendo la rotación del planeta alrededor del Sol), pero en todas las sociedades políticas del presente se produce, se distribuye, se intercambia, se cambia y se consume lo producido, al tiempo que se madruga para ir a trabajar o se producen rotaciones en la ordenación de las actividades laborales de los sujetos de cada sociedad política. Con el aumento considerable de la población mundial en los últimos doscientos años, y actualmente con la globalización del modo de vida americano a escala casi universal, con todos los problemas, conflictos y choques institucionales que esto conlleva (Bueno, 2005a), también la organización del tiempo de trabajo, y por extensión de las actividades diarias de los sujetos –también de sus ocios- se ha casi homogenizado, universalizado (Marx, [1867] 1999: 607-649). Así pues, de esta forma se completaba un proceso histórico técnico y tecnológico de organización racional de las actividades productivas institucionalizadas en el campo de la Economía Política, entretejido con otros campos técnicos, científicos y tecnológicos {Capítulo V, 3. c)}, y cubriendo diversas etapas de evolución del sistema económico capitalista, nacido por influencia de la organización del trabajo, de las actividades comerciales y de la ganancia de los Estados comerciales altomedievales, siguiendo el ejemplo de las actividades económicas de las órdenes monacales católicas benedictinas, agustinas y, sobre todo, cistercienses. e) Tiempo e instituciones del campo económico: influencia en el nacimiento de la investigación operativa. La manufactura, la acumulación de capital en los inicios de la Alta Edad Media y el comercio entre ciudades medievales trajo consigo la aparición de fuerza de trabajo libre a contratar en las ciudades, para la industria textil y para la manufactura de otros negocios o talleres, entre ellos la relojería. Se imponía una administración racional de esa fuerza de trabajo para acometer tareas reabsorbiendo en diferentes grados. Si el Estado y los feudos en él incluidos tienden a ampliar su territorio, ¿por qué no las empresas?” (Bueno, 2005a: 36). 29 “La unificación de la hora realzó considerablemente el valor de la medición del tiempo, ya que eliminó cualquier tipo de confusión y de pretexto para la imprecisión, a la vez que permitía una organización más eficaz de la actividad” (Landes, 2007: 348). Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad 69 productivas en un tiempo determinado, ya también clasificado y definido, como hemos visto más arriba. Se acometió la construcción de los primeros relojes de torre, la cual era bastante compleja, pues eran instituciones voluminosas y pesadas, talladas muy burdamente. Se requería, para ponerlos a funcionar, pesos muy pesados. La construcción de los mismos seguía el mismo procedimiento de división de las tareas que requería cualquier edificio. Se creaban equipos de trabajo, que eran llevados al lugar donde había de construirse el reloj. La parte fundamental de las operaciones se realizaba en el taller, incluida la forja. Como además del reloj había que construir el edificio donde el reloj se iba a colocar, la finalización del proyecto tardaba meses en conseguirse, por lo que la fuerza de trabajo tenía que ser pagada, más que en dinero, en especias, como comida y alojamiento (algunos obreros venían ya del campo a trabajar en las ciudades). Los que dirigían el proyecto eran el maestro relojero (o artesano, o arquitecto, según lo que se iba a fabricar, el "tomador de decisiones"), y sus más estrechos colaboradores. Ellos elegían, según las funciones necesarias en cada momento para completar el proyecto, a una cantidad de obreros y artesanos variable: albañiles, caldereros, herreros, artesanos familiarizados con el rodaje y diversas técnicas manufactureras, mecánicos (la mayoría de ellos eran monjes católicos dedicados a la explotación minera y la metalurgia), técnicos conocedores de la energía hidráulica, carpinteros, etc. Todos estos profesionales eran reunidos para la consecución del proyecto, y al acabarlo dejaba de existir el equipo profesional configurado. Algunos se especializaban tanto que eran solicitados por contratadores para nuevos proyectos. Eran los primeros obreros y artesanos especializados, los cuales, cuando no había grandes proyectos que construir, se dedicaban a realizar pequeñas reparaciones en sus talleres urbanos, dedicados a técnicas que tenían que ver con los proyectos para los que eran contratados. Cómo se acometían esos proyectos en lo que a gastos se refiere lo recogieron notarios y contables de la época en diversos libros. Uno de los más antiguos conservados es de Ramón Sans, notario de la Corona de Aragón que recogió la forma en que se administraban recursos financieros y logísticos para acometer un proyecto de construcción de un reloj de torre (Landes, 2007: 230- 237) en Perpiñán, encargado por el rey Pedro IV de Aragón. El encargo se recibía en una fecha determinada (en este caso el 13 de enero de 1356), se reunía el material necesario de construcción y a los obreros imprescindibles para acometer el proyecto, la alimentación y alojamiento necesarios, el pago de mano de obra extranjera, equipo de taller y aprovisionamiento de materias primas, pago de todas las facturas, salarios y sueldo y registro contable de los gastos. Todo ello para acometer un proyecto que duraría nueve meses en su consecución. En el proyecto, se contaba que una parte del capital era sueldo obligado para al maestro relojero, Antonio Bonelli, plomberius del papa Inocencio VI en Aviñón. Bonelli trajo a su propio equipo de trabajo desde la sede papal (provisional hasta la reentrada del papado en Roma), y también herramientas de trabajo especiales. Las dimensiones del proyecto obligaron a acondicionar una parte del castillo Capítulo II: La investigación operativa en el campo económico 70 donde se alojaban como un taller, donde Bonelli mandó construir tres hornos fundidores e instalar muelas y yunques. La plantilla de obreros de Bonelli constaba de cien personas. Los artesanos y tenderos locales proporcionaban a Bonelli el material necesario, en ocasiones importado, para construir sus piezas. Para izar el reloj a la torre se construyó una cabria móvil para transportarlo y luego una grúa y un torno de mano para izarlo. Todo el proceso benefició a la ciudad de Perpiñán, pues creció la contratación de mano de obra y la venta de alimentos, y con ello el comercio, además de expandir su superficie urbana. Los retoques del reloj (construcción del armazón de campana, colocación de las cuerdas, fijación correcta del martillo de campana y ajuste del reloj y sonería), duraron meses, y resultó ser un gasto adicional que también fue registrado. Aunque este tipo de movilización de recursos tiene sus antecedentes en el Mundo Antiguo, su administración a través de la aritmética contable, la movilización de mano de obra y, lo más importante, la gestión del tiempo de trabajo y su redefinición paralela nos hace ver que los orígenes altomedievales de las técnicas racionales de gestión de proyectos generaron las primeras formas de relaciones de producción propias de la economía de mercado capitalista, impulsadas, insistimos, por instituciones religiosas y laicas de las sociedades políticas de cultura católica. La división del trabajo manufacturera, y el avance de siglos de la técnica y, más tarde, de la tecnología (ciencia mediante), no quitaba que cualquier obra productiva (ya fuese un proyecto concreto, ya fuese la producción industrial de mercancías, que vendría después) necesitara de trabajo colectivo de un equipo, el cual debía estar organizado racionalmente a nivel de recursos y tiempo, conceptos conjugados {Capítulo VI, 1. c), c.3.} durante el proceso de producción. Avanzada la Edad Media, ya casi entrando en la Edad Moderna, el comercio internacional y la dialéctica de Estados imperialistas, junto con el progresivo perfeccionamiento de las técnicas manufactureras, la reducción de tamaño de antiguos aparatos productivos, la incorporación de herramientas a nuevas (y, en algunos casos, monstruosas máquinas) y una administración del tiempo y las actividades diarias de los hombres cada vez más minuciosa, benefició a la colaboración entre gremios profesionales. Era obvio que la administración del tiempo de trabajo de equipos colectivos para la consecución de proyectos cada vez sería más compleja y perfeccionista, acorde con el perfeccionamiento de las técnicas productivas de bienes y servicios dentro del campo económico en desarrollo. Además, la especialización de la fuerza de trabajo dentro de los mismos gremios prefiguraba la disposición de las tareas operativas en las fábricas contemporáneas. Una misma industria pudo ir ramificándose en otras diversas, conectadas entre sí -los herreros realizaban funciones operativas no solo para industrias relojeras, sino también para la fundición de cañones (Marx, [1885] 1999: 223)30. 30 “[...] esta especial facilidad de comunicaciones y la rotación acelerada del capital que lleva consigo (en la medida en que se halla condicionada por el tiempo de rotación) determina, a la inversa, una concentración acelerada del centro de producción, de un lado, y de otro de su mercado. Al acelerarse así la concentración de masas de hombres y de capital en determinados puntos, avanza la concentración de estas masas de capital en pocas manos” (Marx, [1885] 1999: 223). Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad 71 El surgimiento de las corporaciones empresariales también fue progresivo, impulsado por las novedosas técnicas de producción y administración y clasificación del tiempo de las operaciones realizadas en el campo económico. Estas corporaciones nacieron de cofradías creadas para la defensa de un terreno económico propio que se ayudaban económica y comercialmente entre ellas para la defensa y ataque frente a otros intrusos económicos. Comenzaron a exigir a sus talleres que, además de garantizar a los consumidores y contratistas la calidad de lo que producían, sacasen al mercado únicamente los bienes de fabricación propia. Al tiempo, trataban de impedir que otros profesionales de otros oficios produjesen y vendiesen productos reservados en principio a esas cofradías unidas. También impedían a sus talleres vender productos importados, aunque fuesen de mayor calidad que los suyos. Aunque esto chocase con la idea de “libre competencia” de la teoría económica liberal-capitalista, lo cierto es que estas actuaciones “proteccionistas”, a nivel de lo que podría denominarse instituciones empresariales en conformación, surgían debido al desarrollo de la técnica manufacturera y la división del trabajo, por lo que la dialéctica entre instituciones empresariales tiene también una fundamentación técnica y tecnológica. Además, fue el Estado quien más tarde estableció, por ley, la ficción de la “libre competencia”, mientras que las primeras cofradías empresariales no tenían otro remedio que actuar de esta manera si querían conservar su recurrencia institucional comercial. Algo que todavía, y a pesar de la ley, sigue ocurriendo, pues ninguna empresa comercializa y produce bienes que produce otra empresa (Sony no produce televisores Phillips, aunque ambos producen televisores). Y el espionaje industrial constituye además un delito. La división del trabajo, la administración de las tareas propias de las relaciones de producción y la administración del tiempo fueron factores clave que impidieron el enquistamiento de la producción y de la innovación tecnológicas debido a la competencia entre cofradías empresariales, todo ello unido a la intervención política y al comercio. Este proteccionismo fue necesario para proteger la técnica y tecnología ya institucionalizadas en cada cofradía, permitía a cada cofradía distinguirse del resto, que eran su competencia directa. Y aunque la burguesía acabó formalmente con los gremios, la evolución de estos ya conducía a una configuración de las instituciones empresariales que permanece en parte en la actualidad. Cada cofradía tenía que perfilar su propia nematología31 empresarial, y aunque dos cofradías que produjesen el mismo producto compraran herramientas de trabajo al mismo distribuidor, y contratasen en ocasiones la misma mano de obra (nunca al mismo tiempo), las cofradías empezaron a comercializar, especialización mediante, multitud de productos que se fuesen identificando con ellas mismas (textiles, relojeros, etc.). El crecimiento de estas corporaciones fue parejo al desarrollo técnico-productivo, y permitió a las más competitivas ofrecer productos más baratos, producidos con menor coste y en menor 31 Una nematología es una doctrina caracterizada por organizar nebulosas ideológicas, contenidos ideológicos poco sistematizados. Las nematologías son especulaciones ideológicas organizadas alrededor de instituciones religiosas, militares, políticas o económicas, etc. Capítulo II: La investigación operativa en el campo económico 72 tiempo. Los productos de cada corporación, de cada empresa, empezaban a distinguirse unos de otros (de otras empresas del mismo sector), por un número legal, el número de serie, que identificaba un bien determinado con su fabricante, aunque abundaron y abundan las falsificaciones. Aparte del número de serie, se colocaban en las mercancías producidas firmas secretas para identificar al fabricante, cosa que sigue ocurriendo. El contrabando, y las empresas de “marcas blancas” empezaron también a surgir, y se producían mercancías que, falsamente, decíanse ser las mismas, o proceder del mismo lugar donde se producían las originales. También comenzaba a especularse, subiendo el precio comercial de los bienes por encima de sus precios de producción para así ganar más dinero con la venta. Esto, aunque sigue dándose, fue racionalizándose progresivamente, en parte debido a la conformación del campo económico cada vez más complejo y a la ecualización (ecuación) entre demanda y oferta que sentaba las bases de los precios comerciales, al menos de cara al consumo directo de bienes primarios {Capítulo III, 2. c), c.2., c.2.6.}. Empezaron también a surgir los intermediarios, que proporcionaban materias primas, bienes y servicios (por ejemplo, transporte) a empresas de un mismo campo industrial y comercial en competencia. Esto último es también producto de la evolución técnico-tecnológica de las relaciones de producción y del movimiento en ellas de bienes y servicios, incluyendo aquí la división del trabajo. La configuración histórica del campo económico ha sido posible mediante la combinación de las mejoras técnicas en la manufactura y en la tecnología posteriores, que llevó al desarrollo de la maquinaria y la gran industria, ciencias aplicadas mediante, en un proceso donde tuvo una influencia decisiva la clasificación y administración del tiempo diario de trabajo y la clasificación de las horas del día, y la planificación económica y política de las instituciones y obras a realizar, más el propio desarrollo histórico de estas técnicas, de estas tecnologías y de las ciencias, dentro de sus campos gnoseológicos propios. Además, los instrumentos técnicos, tecnológicos y científicos son también mercancías, y la planificación del trabajo ha sido la clave del desarrollo económico-político de los Estados (y de las técnicas, tecnologías y ciencias señaladas), llegando con el tiempo, y vía dialéctica de Estados {Capítulo VI, 1. c), c.4.}, a una homogenización de las metodologías de trabajo y de ahorro de tiempo de trabajo en la práctica totalidad de instituciones empresariales y administraciones públicas. Las bases de la investigación operativa, como disciplina tecnológica de administración de recursos productivos, distributivos y de servicios, son histórico-institucionales, y obedecen a esta progresiva racionalización del tiempo de trabajo socialmente institucionalizado32. 32 “Grandes proyectos han existido desde el inicio de las civilizaciones en nuestro planeta. Cuando pensamos en la construcción de las pirámides egipcias o mayas, de los templos romanos o de las catedrales góticas, en enviar astronautas a la Luna, en conocer planetas inexplorados hasta hoy en día, en descubrir el secreto del genoma humano, etc., nos vienen a la cabeza miles de personas trabajando en innúmeras tareas y actividades durante años, e incluso siglos, coordinando las actividades con un único fin: el conseguir acabar una obra maestra. En general, los proyectos suelen ser grandes y caros. Construir un hospital, desarrollar un nuevo medicamento, realizar una campaña masiva de vacunación en África son proyectos que necesitan una buena coordinación y utilización de los recursos disponibles para obtener una eficiencia en términos de tiempo y de coste. Completar estos proyectos en un periodo determinado y cumpliendo las expectativas presupuestarias no es tarea fácil. Si, por ejemplo, falla el suministro de un material determinado en una Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad 73 3. La investigación operativa: definición y desarro llo. La producción en el sistema económico capitalista (y en todo sistema económico planificado racional y recurrentemente), pudo ya encargarse casi en su totalidad de ejecutar obras que exigían y exigen un relativamente largo periodo de trabajo para llevarlas a cabo, pudiendo ser ejecutadas a una gran escala partiendo del momento en el cual la concentración de capital es bastante considerable. Al tiempo, el desarrollo del sistema crediticio brindó al empresario capitalista un recurso cómodo que le permitió emplear y arriesgar, aparte de su capital propio, el capital ajeno. El progreso técnico, científico y tecnológico, además de la cooperación cada vez más compleja del trabajo socialmente institucionalizado, acortaron el tiempo del período de trabajo (tiempo que se tarda en completar un proyecto) al tiempo que se controlaba la jornada de trabajo (tiempo diario, semanal o mensual de horas de trabajo computadas por los trabajadores) en los actos coherentes, entretejidos, de la producción. El empleo de maquinaria y el desarrollo de la gran industria acortó el tiempo y plazos de producción de construcción de grandes proyectos arquitectónicos y de alta ingeniería en general, pero también de producción en gran escala de diversos medios de consumo (en el campo, el tiempo necesario para la conversión del trigo maduro en trigo preparado para la venta se acortó gracias al empleo y desarrollo de máquinas segadoras y trilladoras). La construcción de barcos de vapor en el siglo XIX y el progresivo desarrollo de buques de acero permitió el acortamiento del tiempo de rotación del capital invertido en la construcción de barcos. Pero el acortamiento del tiempo de trabajo y del tiempo de rotación del capital circulante exigió un mayor desembolso del capital fijo. La organización del trabajo cooperativo empleado en la construcción de las líneas de ferrocarril permitió en poco tiempo acortar las comunicaciones entre las ciudades dentro de una misma nación política desarrollada y entre naciones colindantes, al tiempo que permitió ahondar en la unidad territorial de determinados conjuntos complejos de instituciones adscritos a territorios determinados (gracias a la construcción del ferrocarril en la India por parte del Imperio Británico se pusieron las bases institucionales comerciales de la futura unidad del Estado indio). Poner en movimiento grandes ejércitos industriales de trabajadores permitió abordar la construcción ferrocarrilera por varios lugares del Estado al mismo tiempo. En todos estos casos de trabajo cooperativo socialmente institucionalizado, el tiempo de trabajo se acorta en la medida en que aumenta el capital invertido. Bajo el mando del empresario capitalista se ponen en movimiento más fuerza de trabajo y más medios de producción gracias a esta planificación racional del trabajo colectivo (Marx, [1885] 1999: 208-209). fecha concreta, el proyecto puede sufrir retrasos que implican un aumento considerable del coste. Una buena gestión y administración del proyecto es crucial. Normalmente los proyectos están divididos en muchas tareas, dependientes entre ellas. En muchos casos no podemos empezar una tarea sin haber finalizado otra. Es posible que en grandes proyectos existan muchísimas actividades interdependientes, por lo que los administradores tienen que encontrar métodos y mecanismos para poder gestionar eficientemente ellas” (Serra de la Figuera, 2000: 113). Capítulo II: La investigación operativa en el campo económico 74 La aceleración del tiempo de trabajo va unida en casi todas las ocasiones al aumento de desembolso de capital para un plazo más corto, por lo que mientras se acorta el plazo de desembolso la masa de capital que necesariamente ha de desembolsarse aumenta. Si prescindimos de la masa de capital social realmente existente, todo lo dicho dependerá del grado en que estén dispersos o reunidos los medios de producción y de subsistencia en manos de capitalistas individuales, y también de la disponibilidad de los mismos. El proceso de racionalización de la organización del trabajo también dependió en su desarrollo de las proporciones en que se fue desenvolviendo la concentración de capital. En la medida en que aceleró y fomentó la concentración del capital en determinadas manos, el crédito también contribuyó a acortar el tiempo de trabajo y de rotación de toda clase de capital. Las bases de la planificación racional del trabajo humano en sociedades políticas avanzadas estaba ya hecha, y el nacimiento de una disciplina tecnológica encargada del estudio de esa planificación también: de ahí el nacimiento en el siglo XX de la investigación operativa. La investigación operativa es definida normalmente (Martín, 2003) como la aplicación del método científico a la asignación de recursos o actividades de manera eficaz en el campo de la gestión y organización de sistemas complejos. Esta definición no puede entenderse, a nuestro juicio, sin el desarrollo previo de técnicas y tecnologías históricas que llevaron a la constitución de la investigación operativa a mediados del siglo pasado. Resulta dificultoso hablar de método científico en abstracto desde las coordenadas del materialismo filosófico, pues éste no es aplicable a todas las disciplinas científicas y no científicas por igual, pues cada método científico depende de los contextos determinantes o armaduras reticulares a partir de los cuales se construyen los teoremas científicos (proposiciones demostrables, concepto tomado de las ciencias formales matemáticas {Capítulo V, 2. f)}). Los contextos determinantes son los puntos de arranque de las verdades científicas {Capítulo V, 2. e)}, y cada disciplina científica tiene sus propios contextos determinantes, sus propios teoremas y sus propias verdades (Íbid.: 1)33. En todo caso, la aplicación de metodología “científica” a la investigación operativa, así como técnica y tecnológica, se hace por analogía. Sin embargo, no puede negarse que la metodología homologada de la investigación operativa es siempre la misma en cada contexto de asignación de recursos y toma de decisiones: observación y descripción del proceso operativo, formulación de una solución a un problema de asignación planteado, diseño de un dispositivo experimental y control de variables con el fin de probar la hipótesis de partida y la plasmación de los resultados obtenidos en gráficas y tablas de datos (Íbid.: 1). 33 “¿Qué queda entonces para la tradicional teoría formal de los métodos científicos? A veces no otra cosa sino una manera de encubrir un método material (y no formal) muy determinado, cuya generalidad quiere hacerse pasar por formalismo” (Bueno, 1992-93: 143- 145). Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad 75 Los primeros desarrollos de la investigación operativa se dieron durante la Segunda Guerra Mundial en el Reino Unido, cuando el gobierno británico trató de estudiar, junto a varios científicos de diversas especialidades contratados para ello, acerca de cómo solventar los problemas tácticos y estratégicos relativos a la guerra con el Eje Alemania-Italia-Japón. El origen del nombre de la disciplina (“Operations Research” en inglés, también denominado “Decisión Science” o “Management Science”, aunque nosotros preferimos la primera denominación por ser la más usada y la que está más acorde con nuestra definición de la disciplina como tecnológica más que científica), se debe a que el equipo conformado estaba encargado de planificar e investigar operaciones militares. El éxito operativo y bélico de estas investigaciones llevó al gobierno estadounidense a realizar estudios similares. En Estados Unidos desarrollaron operaciones aún más complejas, planteando problemas logísticos acerca de la planificación de minas en la guerra en el mar y en la efectiva utilización del equipo electrónico de la época. Cuando acabó la guerra en 1945, y una vez que el proceso de acumulación de capital post-bélico pudo ampliarse debido también a la creación de riqueza durante la Segunda Guerra Mundial, con unos mercados universalmente abiertos a un nivel mucho mayor que en 1939, los grandes empresarios industriales, motivados por el éxito obtenido en las operaciones militares por el desarrollo de estas tecnologías, pudieron aplicarlas para resolver los problemas derivados del aumento de tamaño y complejidad de la nueva gran industria. Estados Unidos tomó entonces a mediados del siglo XX el liderazgo mundial en el desarrollo de la investigación operativa. En 1947 el matemático estadounidense George Dantzig desarrolló el método Símplex de programación lineal, método acreditado como pionero de la investigación operativa. A partir de este momento, las nuevas técnicas de investigación operativa se desarrollaron en una dialéctica constante académica-mundana, científico-industrial. El desarrollo de la computadora digital fue clave en el desarrollo de la investigación operativa, ya que sus capacidades inmensas de velocidad de cómputo, almacenamiento y recuperación de información, permitieron a los sujetos que operaban con ellas, y que dirigían proyectos, el hacerlo rápida y de manera muy precisa. De no ser por las computadoras digitales, no hubiese podido la investigación operativa llegar a los actuales niveles de complejas computaciones. La investigación operativa sigue aplicándose al campo militar, pero también es aplicada por instituciones financieras, hospitales, bibliotecas, en proyectos de planificación urbana, en arquitectura, en ingenieras varias, en el desarrollo de sistemas de transportes y de comercialización, etc. La investigación operativa estudia, en términos generales, las operaciones humanas organizadas en distintos campos económicos y logísticos. En los últimos años, el tamaño y complejidad de las organizaciones empresariales ha crecido considerablemente, y la organización de las mismas requiere una estrategia racional, institucional. Según la propia experiencia organizacional, una decisión errónea repercute en la estructura de la organización y en su política organizacional, pudiendo costar años reparar el error, aunque la empresa siga funcionando, Capítulo II: La investigación operativa en el campo económico 76 incluso teniendo beneficios (Marx, [1885] 1999: 205)34. Las decisiones operacionales en las empresas deben tomarse en situaciones de mayor rapidez cada vez, pues las rotaciones del capital son cada vez más aceleradas y masivas, y el hecho de posponer una acción organizacional puede dar ventajas a empresas de la competencia, lo que requiere reinversiones de capital previamente no tomadas en cuenta durante la elaboración del plan operativo para lograr la consecución del proyecto (Íbid.: 155)35. Pero la investigación operativa no es una disciplina que haya que enfocar en sentido psicologista, en materia solo de “toma de decisiones” por parte de actores económicos en contextos de asignación de recursos. Sin negar la funcionalidad de esa toma de decisiones, lo cierto es que la investigación operativa hace referencia a la organización del trabajo socialmente institucionalizado dentro del campo económico como conjunto de recursos disponibles por parte de una institución empresarial de cara a su propia recurrencia y a la recurrencia del propio mercado en que está insertada. En esta disciplina organizacional, la toma de decisiones no es lo principal; la toma de decisiones está determinada por la propia racionalidad económica del trabajo socialmente institucionalizado, y si se cometen errores durante la asignación de recursos y de operaciones, es porque la investigación operativa no es una ciencia en sí, sino una metodología tecnológica que, y esto es lo que le confiere racionalidad, trata de aplicar metodologías propias de las ciencias formales matemáticas a un campo propio de las ciencias reales culturales como es el de la Economía Política. Y de esta dificultad gnoseológica deriva la dificultad que en ocasiones se presenta a los sujetos que dentro de la investigación operativa se encargan de organizar la logística de la misma en los proyectos pertinentes. Y ni siquiera la idea de interdisciplinariedad vale, aunque se use, para explicar la organización del trabajo siguiendo el método de la investigación operativa. Lo cierto es que los productos y proyectos terminados tras una asignación racional de los recursos y de la tecnología disponible, además del capital, son producidos durante un período de trabajo razonable en el que es necesario poner en movimiento todo tipo de recursos materiales, tanto de capital fijo como variable, incluido el capital variable de la fuerza de trabajo experta en diversas ramas productivas y logísticas (Íbid.: 204-205)36. 34 “[...] las interrupciones y las perturbaciones que se dan en el proceso social de producción, a consecuencia por ejemplo de la crisis, repercuten de muy distinto modo sobre los productos del trabajo de carácter discreto y sobre aquellos que exigen para su producción un período más largo y coherente” (Marx, [1885] 1999: 205); “Otra cosa sucede cuando se trata de la construcción de barcos, edificios, ferrocarriles, etc. Aquí, no se interrumpe solamente el trabajo, se interrumpe un acto coherente de producción. Si la obra no se continúa, resultará que se han invertido inútilmente los medios de producción y el trabajo empleados ya en ella. Y aún cuando se reanude al cabo de algún tiempo, siempre se producirá entre tanto un cierto deterioro” (Íbid.: 205). 35 “Las verdaderas reparaciones o arreglos requieren inversión de capital y trabajo que no están incluidos en el capital primitivamente desembolsado y que, por tanto, no pueden ser repuestos y cubiertos, por lo menos no siempre, mediante la reposición gradual de valor del capital fijo” (Íbid.: 155). 36 “Esta gran jornada de trabajo, formada por la sucesión coordinada de varias jornadas de trabajo más o menos numerosas, es lo que yo llamo un período de trabajo” [...] “número de jornadas de trabajo coherentes que una determinada rama industrial exige para suministrar un producto elaborado. En estos casos, el producto de cada jornada de trabajo es simplemente un producto parcial que sigue elaborándose día tras día y que solo adquiere su forma definitiva, como valor de uso determinado, al llegar al final del período de trabajo más o menos largo” (Íbid. 204-205). Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad 77 Una organización que requiere la aplicación de investigación operativa es una institución empresarial, que funciona por analogía como un sistema (Bueno, 2000a), formada a su vez por un conjunto complejo de instituciones racionalmente organizadas, y que entra en contacto con otras organizaciones e instituciones antes, durante y después de su funcionamiento. Las interacciones institucionales de las que se ocupa la investigación operativa son controlables en parte (las hay incontrolables). Algunas que son incontrolables no afectan al funcionamiento recurrente de la organización, y por ello la investigación operativa no las tiene en cuenta. La economía de mercado pletórico (Bueno, 2004a) ha permitido que la investigación operativa sea una disciplina dedicada también a mejorar la competitividad, efectividad y eficacia de las organizaciones, con vistas a convertirse estas en punteras en sus respectivas ramas de producción, a ser líderes de sus respectivos sectores. Los métodos que mejor permitan el intercambio de información entre los diversos sectores de la organización (y con respecto a instituciones ajenas a ella) han de encaminarse a la consecución de un objetivo específico, y con ello, a la mejora de las relaciones de producción dentro de la propia organización. La especialización tecnológica y científica se ha convertido en clave en el proceso productivo y de formación de la fuerza de trabajo, pues toda rama científica y tecnológica necesita especialización para poder ser recurrente, y esa especialización está condicionada por la propia organización del campo económico en dialéctica con los campos propios de cada disciplina científica {Capítulo V, 3. b)}. Luego en las empresas la resolución de problemas necesita de expertos en diversas ciencias y tecnologías para que la aplicación de la investigación operativa sea óptima, pues ésta es el marco común de comunicación de diversos especialistas científicos y técnicos (desde economistas a químicos, pasando por ingenieros, peritos o especialistas en derecho mercantil, entre otros). El modelo que construye la investigación operativa que sirve después para que la organización implemente sus operaciones con vistas a terminar su proyecto es un modelo matemático. Un modelo ha de tener en cuenta las maneras en que se opera con los términos y relaciones dentro de campos científicos objetivos y específicos. Junto con las clasificaciones, las definiciones y las demostraciones, los modelos constituyen uno de los modos gnoseológicos de las ciencias categoriales (Bueno, 1992-93: 141-143). El modelo matemático de la investigación operativa ha de ser aplicable a una metodología tecnológica concreta, y ha de ser fiel a las interacciones institucionales de las empresas. Pero no solo eso, pues la investigación operativa sirve también para posibilitar y facilitar la administración práctica de la empresa. Una implementación exitosa de la investigación operativa ha de permitir en el futuro aplicar esas mismas metodologías a problemas similares. Cada problema a resolver mediante la investigación operativa ha de ser contextualizado dentro de las relaciones propias de la totalidad del sistema productivo en que se desarrolle. Así pues, las soluciones obtenidas de la aplicación de la investigación operativa en las organizaciones han de concluir en diversos modelos matemáticos propios de esta disciplina Capítulo II: La investigación operativa en el campo económico 78 tecnológica aplicables a diversos contextos. Y estos modelos matemáticos son ciertos, aún siendo idiográficos, pues son aplicados y aplicables recurrentemente en diversos tipos de aplicaciones metodológicas de la investigación operativa (con las modificaciones pertinentes), dando lugar a esquemas de identidad gnoseológica (Bueno, 2006a: 2) repetidos y repetibles. El modelo matemático trata de responder a la cuestión de elección de valores de las variables de decisión, para poder optimizar la función objetivo, la cual está sujeta a las restricciones señaladas anteriormente. En la investigación operativa podemos encontrar diversos modelos y conjuntos de modelos tecnológicos, dependiendo del tipo de programación de objetivos y operaciones que se trate. Los modelos surgen de la formación de relaciones o predicados a partir de términos (Bueno, 1992-93: 141-143). Se trata de configuraciones o “armaduras” que establecen relaciones que se definen a partir de términos del campo propio de cada disciplina científica. Un ejemplo de modelo es un contexto determinante (“armaduras” gnoseológicas), a partir de las cuales pueden determinarse identidades sintéticas {Capítulo V, 2. c)}. Existen diversos tipos de modelos (Íbid.: 141): los metros (modelos isológicos atributivos; el sistema solar es el modelo-metro de los planetas respecto de sus satélites o de otros sistemas solares de otras galaxias); los paradigmas (modelos isológicos distributivos; la tangente a la curva es paradigma de la velocidad de un cuerpo móvil); los prototipos (modelos heterológico- atributivos; la vértebra de Oken es el prototipo del cráneo de todos los seres vivos vertebrados); y los cánones (modelos heterológico-distributivos; la fórmula de MacLaurin para el cálculo de integrales, a partir de las fórmulas de Euler para aproximar integrales por medio de sumas finitas o, al revés, para evaluar series tanto infinitas como finitas mediante la resolución de integrales, es el canon de las funciones polinómicas). Los modelos matemáticos de investigación operativa, por ejemplo en la programación lineal, son modelos en los cuales las funciones matemáticas que aparecen son funciones matemáticas lineales, tanto en la función objetivo como en las funciones restricciones. De hecho, pueden construirse modelos específicos de programación lineal ajustados a problemas de tipo diverso. Los cánones lineales, estocásticos o heurísticos de la investigación operativa son segregados { Capítulo V, 2. c)} de diversas ciencias categoriales cerradas, especialmente de las ciencias formales matemáticas. Su aplicabilidad constante en materia económica muestra su racionalidad, pues funcionan. La aplicación de cánones segregados de las matemáticas por parte de la investigación operativa permite formular y describir problemas de manera más concisa que si se hiciese mediante el lenguaje verbal. Ayuda a la comprensión de los problemas organizacionales y revela las relaciones importantes entre el principio y el fin de los proyectos, sus causas y sus efectos, y permite saber qué datos adicionales son los más importantes para añadir al resto de datos ya preseleccionados, además de facilitar el estudio simultáneo de las interrelaciones en el desarrollo de las operaciones respecto al proyecto considerado y tener un canon que permita dar una base para el control de todo el proceso de principio a fin. Este canon matemático, además, permite Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad 79 utilizar en el futuro técnicas matemáticas cada vez más complejas junto con las computadoras, como por ejemplo paquetes de programas de investigación operativa (software). La investigación operativa, para poder desarrollarse óptimamente, deberá seguir estos pasos: a) Describir los objetivos a completar para optimizar un proyecto, identificar las variables implicadas en ello, controlables o no controlables y determinar las restricciones del proceso, teniendo en cuenta las posibles alternativas a seguir y las restricciones que impedirían llegar a una conclusión adecuada. Esta primera fase se denomina, dentro de la disciplina, formulación y definición del problema. b) En una segunda fase, la de construcción del modelo, del canon, los sujetos encargados de la investigación operativa se encargan de establecer el modelo que seguirán para llevar a cabo la organización de las operaciones. Este modelo deberá permitir establecer relaciones entre las variables de decisión y los parámetros y restricciones del campo donde deberán operar. Dichos parámetros podrán obtenerse partiendo de datos transmitidos o estimados por métodos estadísticos. Por ello, llegados a este punto es importante determinar si el canon a seguir será determinístico, probabilístico o heurístico (que son las tres géneros de canon de investigación operativa, subdivididos a su vez en varias especies cada uno). Los modelos pueden ser, a su vez, matemáticos, de simulación o heurísticos, según la complejidad que requieran los cálculos matemáticos. La siguiente tabla de géneros y especies resume los tipos de canon de investigación operativa existentes: [FIGURA 2.1. Tabla de géneros y especies de canon de investigación operativa. Elaboración propia a partir de Martín (2000: 5).] c) Una vez que se ha adoptado uno de estos cánones, se procede a la derivación de una solución matemática empleando diversos métodos y técnicas para la obtención de ecuaciones. En la solución del modelo se ha de tener en cuenta que las soluciones obtenidas matemáticamente son idiográficas y han de ceñirse a los problemas planteados durante la consecución del proyecto. Han de realizarse para ello los llamados análisis de sensibilidad, o sea, comprobar el comportamiento del modelo ante cambios en especificaciones y parámetros del proyecto a Capítulo II: La investigación operativa en el campo económico 80 organizar. Los parámetros no son necesariamente precisos, por lo que pueden estar equivocadas las restricciones. d) La validación del modelo, que es la fase siguiente, necesita de determinación acerca de si dicho modelo es capaz de predecir el comportamiento del campo operativo de manera certera. La forma más común de validación consiste en su comparación con análisis de datos anteriores y cotejar ambos, observando si se reproducen situaciones anteriores en la nueva aplicación del modelo-canon. No es seguro el que en el futuro el comportamiento del campo operativo repita comportamientos pasados, por lo que a la organización no le queda más que estar atenta a dichos cambios y así poder ajustar el modelo de manera adecuada. e) La fase o paso final, una vez obtenida la solución o soluciones del modelo, será la interpretación de los resultados y establecer conclusiones y cursos de acción para implementar el modelo-canon en el campo operativo. El modelo, si es actualizado, revisado y documentado, podrá ser útil para aplicaciones futuras. Así pues, se podría decir que la investigación operativa construye modelos-canon siguiendo un proceso dialéctico operatorio circular de progressus y regressus. Se parte en él de unas determinadas posiciones, las propias del campo económico operatorio en que se encuentra la organización previa del modelo-canon, se llega a otras distintas (en regressus), la formulación del modelo-canon escogido para después retornar a los puntos de partida, reconstruyéndolos en la medida de lo posible (en progressus), aplicándolo al campo operativo y, así, poder concluir el proyecto organizativo. La determinación concreta del sentido de los términos utilizados en este caso de la investigación operativa (términos constitutivos del campo gnoseológico propio de la Economía Política como partes formales suyas, como los elementos químicos son términos de la Química clásica), muestra que ninguna disciplina científica puede darse como constituida en torno a un único término, por lo que encontraremos términos simples y complejos, agrupados a su vez en partes formales propias de la disciplina, codeterminados a partir de relaciones y operaciones. Los mismos modelos-cánones sirven también como relaciones entre los términos (acciones a llevar a cabo, también implicadas en el modelo-canon), y las operaciones forman parte de la aplicación, en progressus, del modelo-canon operativo. Los términos propios de la investigación operativa son los mismos del campo de la Economía Política, pues la investigación operativa es una herramienta aplicada al campo económico en dialéctica constante con otras disciplinas científicas y tecnológicas. Y esos términos son, en buena medida, instituciones diversas (maquinaria, herramientas manufactureras, materias primas, bienes, etc.), también fuerza de trabajo, a las que van asociadas determinados valores económicos (costes de producción y precios de producción intermedios, entre otros valores). La distinción progressus / regressus de Gustavo Bueno aplicada a la investigación operativa en el campo económico permite analizar el comportamiento de los diversos componentes de un plan operativo dado con el fin de optimizar su desempeño (en sentido competitivo y recurrente) Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad 81 (García Sierra, 2000: 261). Los modelos-canon sirven de referencia para llevar a cabo las operaciones de los sujetos en el campo de aplicación de dicho modelo operativo. Los modelos más importantes de la investigación operativa son los matemático-simbólicos, empleados para representar varias variables decisionales operativas. Las matemáticas avanzadas aplicadas en programas muy sofisticados de cálculo y computación (en computadoras que sirven de relatores del campo operativo) son un conjunto de herramientas esenciales para la investigación operativa. Un modelo-canon operativo ha de comprender tres conjuntos principales de elementos: a) Variables y parámetros de decisión: las variables de decisión son incógnitas o decisiones que se determinan cuando el modelo se resuelve. Por su parte, los parámetros son valores conocidos que pueden ser determinísticos y probabilísticos, y que relacionan variables de decisión con restricciones y funciones objetivo. b) Restricciones: tienen como objeto tener en consideración las limitaciones técnicas, tecnológicas, económicas y de otra clase a la hora de llevar a cabo el proyecto operativo dentro de la organización. El modelo-canon ha de incluir restricciones implícitas o explícitas que restrinjan, valga la redundancia, las distintas variables decisorias a rango de valores factibles. c) Funciones objetivo: definen la medida de efectividad del proyecto organizativo como si se tratase de una función matemática de las variables de decisión. La conclusión de la aplicación del canon operativo es que la solución más óptima será la que produzca el mejor valor de la función objetivo, siempre sujeta a restricciones. La investigación operativa tiene una función organizativa esencial: posibilitar la solución más óptima o mejor a un problema objeto de estudio. No solo se utiliza para tratar de mejorar el funcionamiento de las organizaciones empresariales, sino también para optimizar y establecer los mejores cursos de acción posible en esas mismas organizaciones a proyectos concretos o ramas generales de sus actividades. Estos cursos de acción están relacionados con unos núcleos y unos cuerpos, pudiendo identificarse también las organizaciones no solo con el concepto de sistemas, sino también como esencias genéricas (Íbid.: 56). Una esencia genérica tiene la forma de un sistema, la cual solo puede expresarse en el desarrollo de sus partes más heterogéneas e incluso opuestas entre sí (incluidas las especies dentro de su género, lo cual entronca con la dialéctica institucional intra e interorganizacional), incluyendo las fases en las que la esencia de la investigación operativa aplicada a las organizaciones desaparece, se anula, y se transforma en su propia negación {Capítulo I, 2. b)}. Los propios modelos-canon aplicados en investigación operativa son también esencias genéricas37. Las esencias genéricas comportan estos tres momentos: a) Núcleo: Es el momento inicial, a partir del cual la esencia genérica se organiza como sistema. Es el germen, el “género generador”, del cual fluye la esencia de la organización y de los 37 Aristóteles los llamaría “géneros porfirianos”, pues aún partiendo de un género común, resultan en especies distintas. Capítulo II: La investigación operativa en el campo económico 82 modelos-canon aplicados a ella, confiere la condición de partes del sistema organizativo incluso a las partes que se hayan alejado sustancialmente del núcleo (debido a las necesarias interrelaciones de recurrencia que necesita la organización para completar un proyecto). El núcleo de las organizaciones y de los modelos no surge de la nada –nada surge de la nada-, sino que surge, a su tiempo, de un género radical, una raíz institucional, técnica, tecnológica, científica e histórica, que no se incorpora a la esencia genérica, sino que comenzará a ser des-estructurado mediante las operaciones de los sujetos del campo operativo-económico para dar lugar al núcleo mediante un proceso de anamórfosis o reconstrucción de diversas partes anteriores en un todo resultante (Íbid.: 94). En relación a su raíz, el núcleo de la organización desempeña una diferencia específica con esta (el género radical del núcleo de la investigación operativa es la propia logística militar de que hablamos más arriba38, y los modelos-canon serían las funciones lineales y no lineales de la geometría y la aritmética). Y el núcleo material corpóreo de toda organización son los desarrollos histórico-institucionales de las técnicas y tecnologías desarrolladas y aplicadas dentro del campo económico. b) Cuerpo: Es la segunda fase o momento de las organizaciones y de los modelos-canon. El núcleo no existe aislado en el desarrollo de la investigación operativa. Al pertenecer el núcleo a un contorno exterior que lo configura, y que permite al tiempo mantener la unidad de la organización, incluso hasta el momento en que el núcleo de la organización se transforma llegando a desvanecerse, este contorno exterior es el que sirve de fundamento de estabilidad de la organización como sistema y de la variación del núcleo dentro de ella. Así pues, el cuerpo de las organizaciones y de los modelos podría definirse como el conjunto de determinaciones de la organización que proceden de fuera del núcleo del sistema, y que lo envuelven de manera constante a medida que van apareciendo, creciendo y acumulándose en sucesivas capas. Dado genéricamente en medio de variaciones homólogas y/o análogas a otras organizaciones, el cuerpo de estas se desarrolla dialécticamente, manteniendo las determinaciones que la organización y el modelo reciben en cada punto o momento de su desarrollo, y de los desarrollos específicos de sus proyectos concatenados entre sí recurrente, interior y exteriormente. c) Curso: Es la fase o momento final. Es un conjunto de fases que, teniendo en cuenta al núcleo y al cuerpo que lo recubre de manera “invariable”, surgen de la variación interna del núcleo en razón de su medio, por lo que las organizaciones evolucionan, investigación operativa mediante, siguiendo un proceso de metamorfosis, dando lugar a un conjunto de fases o especificaciones en sentido evolutivo de la organización. El límite del curso de las aplicaciones de investigación operativa a las organizaciones es la eliminación total y absoluta de su núcleo y de su 38 Aunque no falta quien afirma que el género radical del núcleo de la investigación operativa está en las tecnologías de radio- localización, aplicadas civilmente antes de su aplicación en la Segunda Guerra Mundial. También algunos afirman, anacrónicamente, que su origen está en el siglo III a.C., cuando Arquímedes presentó una solución matemática al bloqueo naval de Siracusa. Más sentido tiene ver la raíz, aún anecdótica, en aplicaciones matemático-militares en experimentos de Edison o, ya en el siglo XX, de W. Lanchester, en Inglaterra, y sus cálculos de relaciones matemáticas acerca de la potencia balística de las fuerzas enemigas en el campo de batalla, las cuales ayudaban a determinar el posible resultado de una batalla si era tomado en cuenta el tiempo. Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad 83 cuerpo –el fin de la aplicación operativa en el caso de los proyectos de aplicación de los cánones o el fin de las organizaciones empresariales en el otro caso-. Estos tres momentos constituyen un mínimum de las organizaciones entendidas como sistemas (como esencias genéricas). Núcleo, cuerpo y curso son esenciales dentro de las esencias genéricas, sean organizaciones o sean modelos-canon de investigación operativa, y el desarrollo de estos sistemas es esencial en sus determinaciones específicas. Esta teoría de la esencia genérica es aplicable a diversos campos categoriales (Íbid.: 56)39. El curso exitoso de la investigación operativa ha permitido que existan hasta la actualidad diversas áreas de aplicación de la misma. La investigación operativa es aplicable a la coordinación y conducción de operaciones diversas dentro de una organización (sea esta industrial, militar, sanitaria, financiera, gubernamental, etc.). La gama de aplicación es abundantemente amplia, pues todas las grandes empresas transnacionales, y también otras organizaciones más modestas, cuentan con sus propios grupos de investigación de operaciones, de toda clase: telecomunicaciones, computación, electricidad, electrónica, alimentaria, minera, metalúrgica, papelera, petrolífera, de transporte (Marx, [1885] 1999: 132-135), etc. Varias metodologías de investigación operativa se han aplicado con notable éxito. La programación lineal, por ejemplo, ha servido para resolver problemas de asignación de personal en una obra o servicio, en mezcla de materiales, en distribución y transporte, en carteras de inversión, etc. La programación dinámica, por su parte, se ha aplicado satisfactoriamente en la planificación de gastos de comercialización, en planificación de la producción o en estrategia de ventas. La teoría o gestión de colas se ha aplicado a la hora de descongestionar el tráfico urbano, la determinación del nivel de la fuerza de trabajo, la programación del tráfico aéreo, el diseño de presas, también a la programación de la producción o la administración de hospitales. La teoría de juegos es también un modelo-canon de investigación operativa, aplicado con éxito, así como la simulación o la teoría de inventarios. La herramienta que permite esta aplicabilidad constante y cada vez mayor es el ordenador (Martín, 2000: 7-10). a) Reloj, ordenador y tiempo. Es en la investigación operativa, entre otras aplicaciones del campo económico, donde se produce la conjugación esencial en Economía Política entre ordenadores y relojes. La incorporación del reloj al campo económico no fue una incorporación extraña, hasta el punto de que la palabra incorporación no sería totalmente adecuada al caso. Más bien, el reloj conformó en buena medida la aparición del campo propio de la Economía Política. Pero el reloj pudo adaptarse 39 “Si las cónicas son una esencia genérica del campo matemático, su núcleo podría ponerse en la intersección del plano secante y la superficie del cono (ambos son componentes o elementos del núcleo); el cuerpo de esa esencia genérica estaría constituido por el conjunto de funciones polinómicas (con sus parámetros) que convienen a las líneas de intersección respecto de sistemas exteriores de coordenadas; el curso de esta esencia es el conjunto de las especies (elipse, hipérbola, etc.) que van apareciendo, y, entre las cuales, figurarán la recta y el punto como curvas degeneradas (en las cuales el núcleo desaparece)” (García Sierra, 2000: 56). Capítulo II: La investigación operativa en el campo económico 84 a los cambios técnicos y tecnológicos que dentro y fuera del campo económico habían ayudado a desarrollar hasta el punto de incorporarse a otras instituciones tecnológicas como parte de ellas, a “fraccionarse” y fusionarse con máquinas diversas, incluidos los ordenadores y computadoras de toda clase que son utilizados en los procesos propios de las relaciones de producción. Se puede decir que el reloj, o mejor dicho, la transformación del reloj en reloj-computadora, en reloj- máquina productiva, etc., lo convierten en una institución operatoria formalizada en el eje sintáctico del espacio antropológico (Bueno, 2005a: 34). Los ordenadores y los programas de software se han convertido en los nuevos administradores del tiempo en las relaciones de producción, pero siempre desde una incorporación del reloj a su propia funcionalidad. Se puede decir que determinadas máquinas y determinados programas informáticos dependen del reloj para desarrollar sus cometidos (en realidad, toda computadora tiene esa dependencia). La dialéctica entre técnica, ciencia y tecnología en el campo económico ha dado lugar a esa dependencia (Íbid.: 35). El ordenador y el software de programación lineal (y otros aplicados en investigación operativa), serían instituciones calientes (Íbid.: 35) respecto al reloj, pues le englobarían debido también a su propio metabolismo, combinable a su vez con el metabolismo tecnológico y científico de aquellas (Íbid.: 35)40. La novedad de este tipo de instituciones dentro del conjunto del material cultural reside en que, a través de ellas, se establece un entretejimiento institucional que es interno a ellas mismas, en virtud también de procesos internos de su entretejimiento institucional mismo (en este caso, un entretejimiento institucional cuyos procesos son propios del proceso de conformación del campo económico). Las instituciones calientes implican, en principio, una expansión de la misma institución, aunque esta pueda darse a escala de instituciones sistáticas singulares o de instituciones sistemáticas, sean géneros o especies. La distinción esencial habría entonces que establecerla entre la expansión de instituciones a escala del género o de la especie, por un lado, y a escala de las singularidades individuales, por otro. Aunque la expansión de una institución a escala numérica o singular podría incluso no darse, en caso de que la institución permaneciese estacionaria en su metabolismo, al tiempo que la expansión sea positiva a escala de especie o clase41. Encontramos también instituciones calientes de ciclo ampliado (Íbid.: 36), como las empresas (Ongay, 2008: 2). Son aquellas que poseen una estructura que “les impulsa hacia una expansión orientada a la ampliación o crecimiento de la estructura misma de su singularidad; ampliación que 40 La diferencia entre instituciones frías y calientes está explicado también en el citado artículo de Gustavo Bueno sobre las instituciones (2005a: 35). 41 Interesante en este sentido es también el concepto de Antiguo dado desde la gnoseología materialista de la teoría del cierre categorial: “Los componentes actuales, pero heredados, de la cultura occidental, son clasificables en tres grupos: arcaicos, antiguos y basales. Son componentes antiguos aquellos que surgen en las sociedades preestatales y que, aun siendo funcionalmente actuales, son sustituibles en varias circunstancias por otros modernos. La rueda del carro que coexiste con la del automóvil es un ejemplo de este tipo. En los cuerpos de las ciencias más modernas cabe delimitar componentes antiguos (espejos, balanzas, ruedas, tornos, sin contar Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad 85 determina no solo un crecimiento cuantitativo o vegetativo de esa singularidad, sino también una transformación de la misma categoría específica” (García Sierra, 2000: 36). Este tipo de instituciones son típicas del campo político y económico (el terreno de las instituciones industriales y/o comerciales, de las empresas). La dialéctica de clases y de Estados muestra cómo los Estados son también conjuntos complejos de instituciones calientes de ciclo ampliado, tendentes a la expansión (en forma de Imperios), y que pueden perdurar durante mucho tiempo como instituciones de tipo estacionario debido, entre otras cosas, a la estabilidad interna de su dialéctica de clases y a la presión de otros Estados, también tendentes a dicha expansión, no ya solo territorial sino también de influencia dentro y fuera de su territorio (Estados ejemplaristas). Pero es en el mundo empresarial donde encontramos los ejemplos más claros de instituciones calientes de ciclo ampliado, tanto en las empresas de tipo industrial como de tipo mercantil. Aunque la empresa antigua o medieval era de tipo estacionario, las técnicas y tecnologías que ayudaron a desarrollar permitieron la ampliación progresiva de los propios ciclos y recurrencias que empezaron a desarrollarse hasta el presente. La empresa capitalista se definirá por su orientación ampliativa, la cual se determinaría debido a que los excedentes que pueda producir la empresa estacionaria se reinvierten en la propia institución empresarial, en vez de aplicarse en principio a otras instituciones, aunque al final acaba haciéndolo en buena parte debido a los impuestos que tiene que pagar al Estado, aunque eso ayuda muchísimo a la ampliación de sus ciclos y a la recurrencia tanto de las empresas como de las economías nacional e internacional. Esto da lugar a una realimentación positiva que puede llegar a ser acumulativa y recurrente (a una autocatálisis42). La empresa capitalista transformó el orden social antiguo y medieval de manera revolucionaria. La Edad Moderna y la Edad Contemporánea no pueden entenderse sin este tipo de transformación, pues estas edades han estado orientadas a multiplicar hasta la plétora actual las instituciones personales singulares, teniendo con ello que barrer fronteras de clase, aboliendo la esclavitud y la servidumbre, y también fronteras internacionales, segregando esas instituciones del ámbito familiar, eclesiástico o político, dando lugar por medio del reconocimiento personal del sufragio universal a las sociedades políticas democráticas del presente. Y aunque esto afectó, por pura dialéctica de Estados, a las sociedades políticas teocráticas orientales, fueron las sociedades cristianas occidentales las que más profundamente vivieron este proceso. muchos contenidos míticos, analogías, metáforas, etc)” (Bueno, 1992-93: 1387) La expansión de las instituciones significa también su inclusión espacio-temporal en otras, inclusión dada también a nivel tecnológico. 42 Desde las coordenadas del materialismo filosófico, la autocatálisis, término que originariamente viene de la Química, haría referencia a las instituciones dinámicas humanas, como las empresas lucrativas, en el campo de las instituciones económicas y políticas. La idea de catálisis definiría a los procesos de expansión o sostenimiento que son propios de sistemas con capacidad para producir algunos elementos catalizadores necesarios para su recurrencia continuada en el tiempo. Es la cinética química de las reacciones, cuando aumenta la llamada velocidad de reacción, debido a alguna sustancia o catalizador no interviniente en la reacción, (o también cuando es frenada, en la llamada autocatálisis negativa). El catalizador no solo hace aumentar la velocidad, sino que puede producir el germen de la recurrencia de la reacción, esto es, el proceso de catalizar la ulterior descomposición de las sustancias reaccionantes. La autocatálisis se produce, entonces, cuando es la propia reacción la que produce su propio catalizador (los procesos autocatalíticos no son procesos lineales). Capítulo II: La investigación operativa en el campo económico 86 La extensión de la categoría de institución a los dominios propios de la economía (Íbid.: 43) permite distinguir al menos cuatro fases para identificar un ciclo institucional típico del campo económico. Estas fases serían (Íbid.: 43): a) Periodo de organización inicial. b) Fase de función eficaz. c) Fase de estancamiento y formalismo. d) Periodo de desorganización resuelta mediante la división de la institución o su reorganización en una siguiente etapa. Estas fases conformarían un curso dialéctico de evolución de las instituciones del campo económico, incluidas las instituciones técnicas y tecnológicas. El reloj habría pasado por esas cuatro fases en el marco de las relaciones de producción (también, a su escala particular, las computadoras y los programas informáticos de desarrollo de programación en investigación de operaciones), incluida la fase d), en la que el reloj como institución, o bien se divide (en tanto las partes materiales del mismo, sus elementos institucionales como mercancías, tanto estancados como evolucionados, son intercambiados en el mercado de la producción de relojes) o bien se reorganiza, siendo una forma de reorganización su incorporación como elemento esencial de programas de software y computadoras. Esto es posible porque el proceso y evolución de las relaciones de producción permitió que la categoría de institución desbordara sus campos originales jurídico, doctrinal y político, y alcanzara el campo gnoseológico para poder posteriormente extenderse a otros campos. Y el material antropológico, como producto histórico también de la evolución de las relaciones económicas de producción, incluido el material gnoseológico, está conectado a la categoría de institución por el concepto de racionalidad, ya que sin racionalidad operatoria no habrían podido desarrollarse tecnologías de administración del tiempo como las actuales (incluyendo el reloj digital), evolucionadas de tecnologías y técnicas desarrolladas anteriormente. Y es que no necesariamente las instituciones tecnológica y científicamente más avanzadas tienen por qué prescindir de instituciones tecnológicas, científicas y técnicas anteriores a ella, sino que en muchos caso se nutrirán y se nutren de las mismas, como la maquinaria lo hizo de la manufactura. Es aquí cuando se plantea la importancia de la teoría antropológica de las instituciones del materialismo filosófico aplicado al surgimiento de las ciencias positivas, vistas como las instituciones y conjunto de instituciones más genuinas de la Civilización (incluyendo los grandes proyectos militares llevados a cabo siguiendo procedimientos de investigación operativa). Las instituciones técnicas, tecnológicas y científicas más avanzadas se distribuirían dentro del llamado espacio gnoseológico {Capítulo V, 2. a)}. Las ciencias, como instituciones o conjuntos complejos de instituciones, y las tecnologías también como tales, en nuestra época son, al mismo tiempo que instituciones de campos científicos y tecnológicos concretos, empresas planeadas y programadas a largo plazo, a las que pertenecen diversos tipos de industrias, tanto editoriales (revistas científicas, Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad 87 libros divulgativos, etc.), como industrias tecnológicas productoras de diversos aparatos (ordenadores, radiotelescopios, edificios específicos para el desarrollo científico-industrial), universidades, fundaciones, grupos de investigación, etc. En definitiva, una serie de instituciones muy complejas constituidas por multitud de partes que, al mismo tiempo, son instituciones, o mejor dicho, complejos de instituciones entretejidas (Íbid.: 51)43. Los lenguajes de programación informática son lenguajes, o sistemas lingüísticos, abiertos, operatorios, que constan de variables transferibles de manera recurrente, al igual que los sistemas económicos reales, que son siempre abiertos en sus variables, característica efectiva de toda economía real44. La trabazón dialéctica entre los avances tecnológicos en investigación operativa y la propia economía contribuyen a una organización del tiempo cada vez más compleja y dinámica. En este Capítulo II hemos analizado el entretejimiento histórico entre la investigación operativa y el campo económico desde sus prolegómenos técnico-manufactureros hasta la actualidad, y hemos hablado de algunos géneros y especies concretas de investigación operativa, como los señalados en la FIGURA 2.1. Para tratar de algunos modelos concretos de investigación operativa hemos seleccionado algunos de los más característicos para explicarlos esquemáticamente en el Apéndice al Capítulo II que aparece al final de nuestra investigación. 43 Además, “[…] la institución actual de la ciencia en los siglos XX y XXI, es un resultado histórico de otras instituciones científicas [cursivas nuestras], pero de estructura menos compleja y no siempre bien diferenciada de terceras instituciones, eclesiásticas, políticas o artesanales, tales como la ciencia de la escuela de Alejandría, desde el siglo III antes de Cristo, y antes aún la ciencia del Liceo de Atenas, de la Academia Platónica o de la Escuela de Mileto”, (García Sierra, 2000: 51). 44 El lenguaje de programación ALGOL, aunque no tuvo éxito comercial, sí influyó en sistemas de programación posteriores. En ALGOL, los nombres o identificadores (también llamados instrucciones de afectación), convierten a ciertos signos en variables (controladas, identificadas, etc.). Cuando estas variables se realizan, determinan la transferencia del signo variable a otros lugares del Capítulo II: La investigación operativa en el campo económico 88 programa, a veces de modo indefinido. Algo parecido ocurre con programas similares, como el Formula Translating System, o Fortran. Al respecto, ver Bueno (1972a: 126-128), nota 64. Capítulo III. Función de utilidad e investigación operativa. Relación entre las técnicas y tecnologías aplicadas al campo económico y la teoría de la utilidad marginal. 1. El origen no tecnológico de la función de utilid ad. Una vez hemos explicado cómo surgen, desde las coordenadas en que nosotros nos movemos, las disciplinas científicas a partir de tecnologías, estudiando de manera particular el surgimiento de la Economía Política como disciplina del conocimiento a partir de técnicas y tecnologías determinadas {Capítulo I, 1.}, y una vez que hemos analizado la aplicación de las técnicas y tecnologías de la investigación operativa al campo de la Economía Política desde el surgimiento mismo de estas tecnologías {Capítulo II, 3.}, tenemos que estudiar las relaciones entre las técnicas y tecnologías previamente analizadas y las teorías del valor más importantes que la teoría económica ha elaborado: la teoría del valor-trabajo y la teoría de la utilidad marginal. Empezaremos por esta última para dar mayor coherencia a nuestra exposición, no sin antes advertir que la explicación de ambas teorías ha de llevarnos finalmente a una comparativa entre la representación (idio)gráfica de las curvas de demanda y oferta que se derivan de ambas teorías del valor, y la relación que estas representaciones tienen con los antedichos fundamentos tecnológicos de la moderna teoría económica {Capítulo V}. De la teoría de la utilidad marginal derivaría la función de utilidad, la cual, según la economía neoclásica (la dominante en lo que a la elaboración de la teoría económica se refiere, aunque no es la única en defender esto, pues otras escuelas no consideradas neoclásicas como la Escuela Austriaca también lo defienden), es necesaria para hallar la curva de demanda, lo que equivale a decir que la utilidad conduce a la ley de la demanda y, por ello, determina los precios comerciales. Este capítulo tratará de mostrar si, desde las bases que hemos asentado en los dos capítulos precedentes, es realmente así. La función de utilidad, explicada de manera sencilla, es una función real que trata de medir la “utilidad” o “satisfacción” que el consumidor de un bien obtiene al adquirir ese bien. Para calcularla se parte de la modelización matemática de la conducta de un consumidor llamado “racional” (o “perfectamente racional”) mediante las llamadas funciones de utilidad convexa, dando lugar a la llamada curva de demanda decreciente. Es decir, la curva de demanda existirá, partiendo de la función de utilidad, cuando esta exista para un consumidor racional, dándose unos supuestos matemáticos previos. La explicación de la función de utilidad tiene su origen en la teoría de la utilidad marginal, pero no en ningún fundamento histórico técnico ni tecnológico. Sin embargo, su desarrollo ha permitido la construcción de complejos modelos matemáticos en teoría económica y economía Capítulo III: Función de utilidad e investigación operativa 90 aplicada que tienen una vigencia y una pujanza teórica incuestionables, permitiendo aplicaciones prácticas en la economía real que no pueden negarse, pero que, sin embargo, tienen un fundamento aparente más psicológico y psicologista que técnico-tecnológico, aunque no solo psicológico y psicologista, como veremos. ¿Cómo influye esto a nivel del funcionamiento de la Razón económica, y cómo influye, a su vez, en la cientificidad de las teorías del valor? a) Optimalidad paretiana y programación. Sin embargo, existen teorías económicas como la eficiencia u optimalidad paretiana que, a día de hoy, tiene aplicaciones en Ingeniería1 relacionadas con la investigación operativa, la toma de decisiones, los análisis coste-beneficio y, de manera particular, con la programación multiobjetivo. La aplicación múltiple de la optimalidad paretiana en el campo de la investigación operativa, teniendo en cuenta que se trata de una teoría relacionada con la de la utilidad marginal, y por tanto también con la función de utilidad, nos permite entrar de lleno ya en el estudio de las relaciones entre las ideas de utilidad y satisfacción con la tecnología aplicada al campo económico y, lo que es más importante, estudiar la racionalidad de dicha relación. Vilfredo Pareto, ingeniero en sus inicios, elaboró sus más importantes teorías económicas y sociológicas (la misma optimalidad, la distribución paretiana, en buena medida la llamada “economía del bienestar” etc.), muy influido por Walras (Schumpeter, [1954] 2012: 941), hasta que desechó la teoría del valor de éste y elaboró su idea propia acerca de la misma influido por Fisher y Edgeworth (Íbid.: 941). La teoría de Pareto de la optimalidad o eficiencia es incluida por los neoclásicos en la llamada economía “normativa”. Estos la conciben como una teoría no neutral en sentido valorativo, construida sobre proposiciones estrictamente positivas alejadas de todo juicio subjetivo (Guerrero, 2008: 61), valoraciones ya presentes en los economistas neoclásicos anglosajones del siglo XIX como Marshall o Jevons (impulsores del cambio de nombre de la disciplina de Economía Política a, simplemente, Económicas). El óptimo de Pareto podría definirse de la siguiente manera: dada una asignación inicial de bienes entre un conjunto de sujetos, el óptimo se dará cuando un cambio hacia una nueva asignación que mejore la situación de uno de los sujetos no empeore la situación del resto de esos sujetos del conjunto2. El óptimo paretiano (o de Edgeworth-Pareto), fue llamado por el italiano “máximo de ofelimidad” 3. Ya él utilizó la palabra “óptimo”, pero en el sentido de eficiencia, ya que una asignación de recursos óptimo-paretiana será buena, a su juicio, de manera limitada, pues 1 Además de otras disciplinas como la Sociología, por ejemplo. También se aplica a la teoría de juegos, la cual, como dijimos en el capítulo anterior, también se aplica en la investigación operativa. 2 “Los recursos se asignan eficientemente (en el sentido de Pareto) cuando no es posible mejorar el bienestar de ninguna persona sin empeorar el de ninguna otra" (Fischer, Dombusch & Schmalansee, 1989: 222). 3 “Comenzaremos por definir un término del que conviene servirse para evitar dilatarse. Diremos que los miembros de una colectividad disfrutan del máximo de ofelimidad en una determinada posición cuando es imposible encontrar un medio de alejarse muy poco de esta posición, de modo que la ofelimidad de la que disfruta cada uno de los individuos de esta colectividad aumenta o disminuye. Es decir, que cualquier pequeño desplazamiento desde esta posición tiene necesariamente por efecto aumentar la ofelimidad de la que gozan algunos individuos y disminuir la que disfrutan otros: es agradable para unos y desagradable para los otros [...]” (Pareto, [1906] 1991, 354). La expresión “óptimo de Pareto” no aparece por primera vez hasta Little (1957). Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad 91 no todos los sujetos pueden “mejorar”. Incluso la mejora podría resultar a su juicio no óptima. Con el tiempo la expresión óptimo-paretiana, o pareto-óptima, fue sustituyéndose por pareto- eficiente. El óptimo de Pareto es una teoría esencial para entender la moderna economía del bienestar. Una de las razones fundamentales de ello es el entronque directo que la optimalidad paretiana tiene con la construcción teórico-idiográfica de Walras acerca de la superioridad de la “economía de mercado capitalista”. Para Walras, al igual que para Pareto: La producción en un mercado regido por la libre competencia es una operación mediante la cual los servicios pueden combinarse y convertirse en productos de tal naturaleza y en las cantidades necesarias para proporcionar la mayor satisfacción posible de las necesidades, dentro de los límites de la doble condición de que tanto para cada servicio como para cada producto solo hay un precio en el mercado, aquel para el cual la oferta y la demanda son iguales, y de que el precio de venta de los productos sea igual al coste unitario de los servicios empleados en su producción (Walras, [1874] 1952: 100). Pareto dice lo mismo con otras palabras: La libre competencia determina los coeficientes de producción de forma que se asegura el máximo de ofelimidad (Pareto, [1906] 1991: 355). El óptimo paretiano, a nuestro juicio, no serviría para analizar la inmensa mayoría de las situaciones posibles en el campo económico real, en las que unos sujetos ganan y otros pierden. Por ello, no deja de ser un supuesto matemático-idiográfico manejable a nivel lógico, pero que no permite el estudio de casi el 100% de los casos reales del campo económico. El óptimo paretiano aplicado a la investigación operativa se resume en que, si como hemos dicho, el óptimo se da al llegar a situaciones en que no es posible beneficiar a más módulos del campo económico (o a uno solo) en una determinada situación o actividad sin perjudicar al resto, a nivel de aplicaciones técnicas significará que las sucesivas mejoras en el desarrollo de un proyecto llevarán a una mejor asignación en la que ninguna mejora paretiana sea ya posible. El óptimo paretiano se basa claramente en criterios utilitaristas subjetivistas, es decir: si algo produce o genera provecho, bienestar o satisfacción, sin perjudicar a terceros, ello provocará un proceso natural de optimización hasta llegar a un punto óptimo. La relación del óptimo paretiano con la teoría de la utilidad marginal es clara4, pero también con la teoría de la mano invisible de Adam Smith (Guerrero, 2008: 64-72). Si la oferta de cada sector se adapta a la llamada demanda 4 Adelantamos aquí una idea que, hoy día, es poco tratada entre los economistas, los politólogos o los filósofos interesados en la Economía Política en general, y en las teorías del valor en particular: la defensa o el tomar partido por la teoría de la utilidad marginal o por la teoría del valor-trabajo no conlleva una toma de partido por un sistema económico capitalista o socialista, sean estos cuales sean. Un defensor de la teoría utilitarista del valor puede ser partidario de una economía socialista, mientras que un partidario de la teoría del valor-trabajo puede ser partidario de una economía de mercado pletórico capitalista. Como ahora estamos hablando de Pareto y sus óptimos, baste de momento, para no desarrollar este asunto ahora, que este economista italiano aseguraba que “[…] la economía pura no nos ofrece un criterio verdaderamente decisivo para elegir entre una organización de la sociedad basada en la propiedad privada y una organización socialista. No se puede resolver este problema sin tener en cuenta otras características de los fenómenos” (Pareto, [1906] 1991: 364). Incluso la optimalidad paretiana podría alcanzarse en sistemas económicos socialistas, si un Estado que sigue este tipo de economías las lleva a su equilibrio con mayor solidez que sistemas económicos basados en la propiedad privada de tipo capitalista. Capítulo III: Función de utilidad e investigación operativa 92 “efectiva”, o “demanda realmente existente”, de un bien determinado, algo que pasa tanto si la demanda aumenta como si disminuye, las ecuaciones de equilibrio general tanto de Pareto como de Walras serían la matematización compleja de la mano invisible smithiana. La relación que pueda existir entre la demanda “efectiva” o de mercado y la optimalidad paretiana podría ser otra si la demanda óptima de mercancías se diese en un sistema económico socialista específico. Otra de las claves es que las conclusiones paretianas, enmarcadas en la tradición neoclásica de la Economía Política, son resultado de análisis propios del llamado individualismo metodológico. La eficiencia paretiana, a pesar de Pareto y debido a sus seguidores, niega que pueda definirse un óptimo social que no descarte que cualquier sujeto pierda lo más mínimo respecto a una posición anterior, descartando la posibilidad de que un solo sujeto se vea perjudicado. En los entornos de optimización con objetivos múltiples, por ejemplo, el óptimo de Pareto se podría definir de la siguiente manera: si tenemos un problema P de programación multiobjetivo, una solución S1 será pareto-óptima cuando no exista otra solución S2 que permita una mejora en un objetivo sin empeorar en otro. Pero si la consecución de objetivos en proyectos siguiendo una programación multiobjetivo (y de cualquier otra clase) depende realmente más del cumplimiento de etapas en el proyecto y de una correcta operacionalidad en las acciones teniendo en cuenta recursos constantes y variables, ¿qué sentido real tiene la optimalidad basada en criterios utilitaristas y subjetivistas en el desarrollo y aplicación de complejas tecnologías de gestión y planificación de proyectos? El criterio paretiano formulado según los neoclásicos es un conjunto de afirmaciones meramente formales que pueden darse en cualquier sistema de distribución, que además no aclara acerca de los efectos que un cambio en las relaciones de distribución ejerce sobre el bienestar. Algunos autores, como Mátyás (1985) crítican el óptimo paretiano por falta de contenido empírico, prefiriendo las comparaciones entre grupos o clases sociales a las comparaciones entre sujetos (individuos) propias del óptimo de Pareto y del individualismo metodológico. De hecho, los criterios de eficiencia y optimalidad han evolucionado mucho con el tiempo. En la economía del bienestar de Alfred Marshall o de Pigou la comparación se realizaba entre ricos y pobres, teniendo como base las nociones cardinalistas de Jeremías Bentham. En base a esto, estos autores defendían un mayor igualitarismo, pues la utilidad marginal de una moneda en curso gastada por un sujeto pobre sería, al parecer, mayor que la gastada por un sujeto rico. Esto muestra la poca solidez de las teorías que asocian la utilidad marginal con la defensa de sistemas económicos capitalistas. Aunque no solo ocurre con estos autores como veremos más adelante. Resulta problemático a nuestro juicio, desde las coordenadas en que se mueve nuestra investigación, y por muchas aplicaciones que ello tenga en ingeniería o en economía aplicada (en investigación operativa, campo donde los otros dos convergen), tener como fundamento del desarrollo de estas tecnologías a las comparaciones interpersonales de utilidad, como también ocurre en la optimalidad paretiana en el consumo. Y lo decimos porque estas comparaciones Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad 93 interpersonales de utilidad no son necesarias para llegar a resultados óptimos en la consecución de proyectos productivos, distributivos o de consumo (así como tampoco en proyectos de asignación o en gestión de inventarios) implementados mediante tecnologías de investigación operativa. La eficiencia paretiana, relacionada con la tradición walrasiana que en buena medida sigue, no es que ya desborde las categorías económicas, sino que tiene claros componentes extraeconómicos. En ella se mezclan, como ocurre en otras teorías invasivas por parte de la Economía Política como el homo oeconomicus (y decimos invasivas porque invaden a otras disciplinas del conocimiento tratando de explicar el Mundo simplemente desde coordenadas económicas –economicismo-, y siempre de las mismas corrientes teóricas), ideas de la Psicología con la Antropología, e incluso con la Filosofía, particularmente con la ética y la moral, y también con la Política. ¿Es por tanto la optimalidad paretiana un concepto económico puro? Si acciones o cosas fuera del campo económico se consideran desde ese campo, teniendo como marco teórico la eficiencia paretiana, walrasiana, etc., acciones malas en sentido ético o moral se verán simplemente como puros bienes económicos. Walras lo deja muy claro: Necesario, útil, agradable y superfluo significa, para nosotros, tan solo más o menos útil. No constituye aquí ninguna ventaja tener en cuenta la moralidad o inmoralidad del deseo al que responde la cosa útil, y que es capaz de satisfacer. El que una sustancia sea buscada por un médico para curar una enfermedad, o por un asesino para envenenar a su familia es un problema muy importante desde otros puntos de vista, pero del todo indiferente desde el nuestro. La sustancia es útil, para nosotros, en ambos casos, e incluso puede serlo más en el segundo que en el primero (Walras, [1874] 1952: 155). Ciertamente, la producción de bienes económicos, o la consecución de los proyectos industriales, productivos, distributivos, etc., a nivel puramente tecnológico-económico, no puede, en teoría, entrar en disquisiciones éticas o morales, independientemente de los fines y medios en que estén envueltos, y de los planes y programas en que se enmarquen sus desarrollos, sobre todo a nivel de Política Económica. Pero ni siquiera tras aclarar esto importa la eficiencia de la construcción de bienes, proyectos económicos, como también son una bomba atómica o los misiles de largo alcance, en sentido de utilidad subjetiva, pues los valores de uso de los bienes, incluidos los proyectos productivos a gran escala, son objetivos, históricos, temporales y concretos {Capítulo IV, 1. a)}. Y pueden satisfacer tanto como perjudicar, pero no es la Economía Política, ni la Política Económica -repetimos, en teoría- las disciplinas en las que ha de dirimirse si la construcción de una bomba atómica permite una eficiencia tal que su producción beneficie a un sujeto sin perjudicar al resto. Pues la Economía Política, ni a nivel micro ni a nivel macro, tiene que ver con la satisfacción de necesidades, y menos aún con la optimalidad derivada de esa plena, y falsa, satisfacción {Capítulo V, 1. b)} { Capítulo VII, 2.}. El óptimo paretiano se alcanzaría, según esto, tanto en la producción como en el consumo, y tanto si la producción es de un reactor nuclear como si es de bombas de racimo, en tanto ambos productos funcionen de la manera más eficiente posible. Pongamos el caso de las drogas duras, de las armas o de películas de pornografía infantil o snuff movies, también mercancías producidas distribuidas y consumidas Capítulo III: Función de utilidad e investigación operativa 94 en las sociedades de mercado pletórico capitalista. Si hubiese un cambio en la demanda “relativa” de todos estos bienes, el sistema económico en que se produjesen estos cambios en la demanda llegaría a una situación en que la oferta de mercenarios de guerra, de traficantes, de asesinos a sueldo o sicarios, de pedófilos o de sádicos degenerados seguiría fiel al movimiento de la demanda de dichos "bienes", tras el ajuste instantáneo que, en mayor o menor grado, teóricamente cabría esperar. Sin embargo, y a pesar de Walras o de Pareto, el peso relativo en el producto nacional bruto (PNB) y en el producto interior bruto (PIB) de dichas mercancías socialmente “nocivas” es relevante analíticamente a la hora de juzgar los resultados económicos de toda sociedad política desarrollada o en desarrollo. En todo caso, la racionalidad del óptimo paretiano residiría en considerar que las condiciones de optimalidad serían requerimientos técnicos simples sin implicaciones éticas, morales o ideológicas, pudiendo ser aplicables a sistemas capitalistas, socialistas, mixtos, etc. Y de ahí su éxito adaptativo. La racionalidad, por tanto, sería técnica y tecnológica. La irracionalidad sería nematológica, pues el óptimo paretiano no es ajeno a los juicios de valor propios de las teorías margiutilitaristas del valor que toman al “individuo” como unidad de análisis, a la utilidad marginal como fundamento último de la eficiencia y a la tecnología desde la que se llega a la optimalidad como un simple medio de satisfacción de necesidades individuales, las cuales, al llegar a ese óptimo, quedarían todas satisfechas. Así, el óptimo de Pareto estaría muy relacionado también con la idea de competencia perfecta. Pero sobre todo tiene que ver con la llamada, como dijimos más arriba, economía del bienestar, y sus implicaciones político-económicas. El desarrollo de la investigación operativa estará también relacionado con la economía del bienestar, pues en ella también se trata de decidir qué forma de estructura organizativa es mejor que otra, teniendo como fundamento económico la más óptima asignación de bienes, capitales, recursos, etc5. Pero si una función de bienestar social permite escoger entre situaciones en las que unos individuos “mejoran” y otros “empeoran”, entonces en esta misma apreciación encontramos un juicio extraeconómico, más propio de la ética y de la moral que de la Economía Política (y más particularmente de las franjas del campo económico que más relacionadas están con la tecnología). Si el único juicio de valor utilizado para trabajar con funciones de bienestar social es el juicio paretiano, entonces este solo podría presentar un orden de preferencias de una pequeña proporción de situaciones alternativas posibles (lo que relaciona la optimalidad paretiana con la utilidad ordinal, que luego veremos). Lo que lleva, además, a juicios de valor no respecto a las preferencias subjetivas de los sujetos, sino acerca de la distribución de la renta, y en el caso de los proyectos realizados a través de la programación multiobjetivo, sobre el peso de las tareas llevadas a cabo en los nódulos o 5 En relación a lo antedicho respecto a las optimalidades y el progresivo abandono de percepciones individualistas y subjetivistas sobre las mismas, Athanasios Asimakópulos señala que “[...] un aumento del consumo de alcohol y drogas podría aumentar la utilidad individual pero no el bienestar social” (Asimakópulos, 1983: 398). Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad 95 actividades de un plan de trabajo de un proyecto. No en vano, para saber si se ha producido una mejora o un empeoramiento, o bien hay que preguntar a los sujetos (los cuales pueden mentir), o bien el observador externo, en este caso el economista o el encargado de la gestión de proyectos, toma la decisión. La eficiencia en la producción implica tres condiciones cuya formulación supone funciones de producción siempre en sentido neoclásico, inputs y outputs perfectamente divisibles y ausencia de externalidades en la producción. Las condiciones serían las siguientes: a) La relación marginal de transformación entre dos mercancías ha de ser la misma para todas las empresas productoras de ambas mercancías. Lo que algebraicamente se expresa como sigue: b) La relación entre los productos marginales de dos factores de la producción, las relaciones marginales de sustitución técnica empleadas en producir dos mercancías, ha de ser siempre la misma en la producción de ambos bienes, lo que se expresa algebraicamente como sigue: c) La productividad marginal de cualquier factor productivo dedicado a la producción de un bien –la relación marginal de transformación de ese factor en la mercancía- ha de ser la misma para todas las empresas que produzcan ese bien y utilicen ese factor, algo que se expresa algebraicamente como sigue: La optimalidad de Pareto, expresada en eficiencia en el intercambio de mercancías, se ilustra mediante una caja de Edgeworth (de ahí que se hable actualmente de óptimo de Pareto- Edgeworth, como dijimos más arriba): ( ) ( )BXYAXY RMTRMT = ( ) ( )YvvXvv RMTSRMTS 2121 = ( ) ( )BXvAXv RMTRMT 11 = Capítulo III: Función de utilidad e investigación operativa 96 [FIGURA 3.1. Caja de Edgeworth6] El modelo gráfico de la caja de Edgeworth reduce el análisis del equilibrio general siempre a dos productos, dos consumidores, dos insumos y dos empresas, quitando la atención de todo lo que sea ajeno al modelo 2x2x2x2. Si, por ejemplo, a una esquina de la caja de Edgeworth se colocase, para el consumo, a un solo consumidor rico, y a otro a un consumidor compuesto (un colectivo de consumidores con mucho menor nivel de renta), se haría evidente que un movimiento a lo largo de la curva de contrato por el que la resultante asignación de bienes se acercase al consumidor rico supondría un “deterioro” de su bienestar, mientras que un alejamiento al mismo tiempo de los consumidores pobres equivale a un “beneficio” de su bienestar. Sin embargo, no es posible saber si una forma de distribución del ingreso es mejor que otras. La optimalidad paretiana carece de una perspectiva dinámica que permita ir más allá de la estática comparativa y sus limitaciones. Ese ir más allá sería necesario para ver la aplicabilidad o no de la optimalidad paretiana a la investigación operativa. Entran aquí en juego las divergencias entre la eficiencia paretiana y la llamada eficiencia técnica. Uno de los rasgos característicos de las teorías económicas neoclásicas es la ausencia casi completa de una verdadera perspectiva dinámica (histórico-temporal) que posibilite ir más allá del campo limitado de análisis propio de la estática comparativa, lo que da lugar a insuficiencias y defectos, como el que puede observarse en el tratamiento convencional de la comparación entre una situación de monopolio y una situación de competencia perfecta. Por ejemplo, en un análisis de equilibrio parcial, no es cierto que el monopolio produzca necesariamente, y a un precio más alto, menos que la competencia perfecta. Puede ocurrir justo lo contrario, si suponemos que los costes de producción no son los mismos, sino inferiores, en cada una de estas dos situaciones. Puede observarse esto en la siguiente gráfica: 6 Gráfica simple de la caja de Edgeworth, extraída de: http://www.eumed.net/cursecon/dic/ce1.htm. Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad 97 [FIGURA 3.2. Comparación entre competencia perfecta y monopolio. Pm es el precio de monopolio, Pcp el precio de competencia perfecta y Qm y Qcp son las cantidades que corresponden a cada uno de los dos tipos de empresa (Guerrero, 2008: 76).] La cuestión es que en la propia economía real el concepto de eficiencia neoclásica en general, y la paretiana en particular, se ponen en entredicho, no ya solo por el propio desarrollo real de las aplicaciones técnicas, científicas y tecnológicas dentro del campo económico productivo, sino también por el monopolio y por la propia dialéctica de clases y de Estados. Si partiésemos en nuestro análisis no de la “sociedad” (esto es, de una sociedad política abstracta sin ejemplos concretos, como flotando en el aire), sino de varias sociedades políticas con sus respectivas fronteras de posibilidades de producción, esto es, de diversos Estados, si cada uno de ellos tuviese la misma cantidad de recursos pero niveles distintos de productividad y de desarrollo estaría en condiciones de poder obtener un producto máximo muy diferente, y eso es lo que ocurre en la realidad. Idiográficamente puede representarse esto como sigue: [FIGURA 3.3. Comparación entre las fronteras de posibilidades de dos sociedades políticas distintas. (FA) es la Frontera de posibilidades de producción de la sociedad política A, y (FB) es la Frontera de posibilidades de producción de la sociedad política B (Íbid.: 77).] Podría suceder que una sociedad política rica y productiva –Frontera de Posibilidades de Producción de la sociedad política A, (FA)- que, a pesar de ello, fuese ineficiente en términos de optimalidad paretiana, que despilfarre sus recursos, sin embargo sea mucho más eficiente en Capítulo III: Función de utilidad e investigación operativa 98 términos dinámicos y reales que otra sociedad política de referencia en este caso –Frontera de Posibilidades de Producción de la sociedad política B, (FB)-. Pues si tenemos en cuenta la FIGURA 3.3., el punto P situado al nordeste de cualquiera de los puntos “eficientes” de la frontera B, muestra que la sociedad política A puede producir simultáneamente más cantidad de x e y que la sociedad política B. Algo que puede representarse en las siguientes cajas de Edgeworth: [FIGURA 3.4. Cajas de Edgeworth comparando dos sociedades políticas y sus puntos de eficiencia (Íbid.: 78).] La caja de Edgeworth se utiliza para derivar la frontera de posibilidades de la producción, tanto para ésta como para el consumo. Las isocuantas en la FIGURA 3.4. representan cantidades absolutas de producción bastante más pequeñas en la caja izquierda respecto de la caja derecha. El punto P de la derecha (ver FIGURA 3.3.), sin ser un óptimo paretiano, es superior al punto R a la izquierda, que sí lo es, pues el par de productos (15,20) es muy superior al par (1'5,20). Luego tanto por la metodología de las cajas de Edgeworth como por la metodología de la representación comparativa de dos fronteras de posibilidad de dos sociedades políticas, se demuestra lo mismo: que la eficiencia paretiana frente a la eficiencia técnica se pone en entredicho mediante ejemplos reales de la economía real, ejemplos de primer grado, técnicos, como es el caso del monopolio. Incluso si construyésemos una caja de Edgeworth para el consumo, la dialéctica de Estados ha de tenerse en cuenta. Pues puede construirse una situación en que cada uno de los consumidores, que están fuera de la curva de contrato (en el punto R), y que corresponden al nivel productivo de la sociedad política A (igual que antes), pudiese consumir más que los dos consumidores juntos de la sociedad política B (también igual que antes), los cuales sí están incluidos en su curva de contrato en el punto S: Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad 99 [FIGURA 3.5. Caja de Edgeworth para el consumo. (C1A) es el Consumidor 1 para la sociedad política A, (C2A) es el Consumidor 2 para la sociedad política A, (C1B) es el Consumidor 1 para la sociedad política B y (C2B) es el Consumidor 2 para la sociedad política B (Íbid.: 79)7.] Para la optimalidad paretiana, el sistema económico capitalista (realmente existente, se considere post-capitalista incluso) resulta ser, según sus modelos teóricos, una mezcla de producción mercantil simple, en la que los agentes suelen ser pequeños productores, comerciantes y consumidores al mismo tiempo, y de economía planificada encubierta, en la que la “mano invisible” de Adam Smith es sustituido por un “subastador” walrasiano centralizador del sistema económico. De hecho, dicho subastador no es más que el Estado, lo que lleva a la conclusión de que la optimalidad paretiana solo puede realizarse si el Estado pone en movimiento una organización muy precisa y centralizada de los intercambios comerciales (Guerrien, 1999). Además, partiendo del teorema de Coase, si se quisiese llegar a concluir que deberían organizarse los mercados y los derechos de propiedad para poder solucionar los problemas de las externalidades, se admitiría entonces que alguien tendría que encargarse de hacerlo (una institución o un conjunto complejo de instituciones determinadas), igual que con el resto de bienes. En conclusión, si la optimalidad paretiana, como primer teorema de la llamada economía del bienestar, se usa para poder justificar a nivel de Economía Política teórica un sistema económico determinado, parece que abogaría más, según lo dicho, por un sistema económico centralizado y cercano a la planificación más que por uno descentralizado, aunque solo lo insinúe. Esto último fue anticipado ya por Oskar Morgenstern (1972: 67-83), al criticar los fundamentos teóricos de la programación lineal en el sentido de su relación con la optimalidad paretiana. Para Morgenstern, la programación lineal reemplaza los supuestos de relaciones continuas por otros de relaciones discontinuas, lo que permite introducir desigualdades en las ecuaciones junto a las igualdades, teniendo entonces la programación lineal que aspirar exclusivamente a ser más realista que otras metodologías siempre que exista una condición básica para Morgenstern, la existencia de una autoridad central de la cual dependa en exclusiva el resultado. Esa autoridad 7 Sin embargo, las cajas de Edgeworth, a día de hoy, no han podido ser capaces de acoger a figuras como el empresario, el trabajador, el rentista, el autónomo, el capitalista financiero, etc. Capítulo III: Función de utilidad e investigación operativa 100 institucional ha de poseer un total y absoluto control de todas las variables. Si no existiese ese control centralizado total, si los resultados dependiesen de decisiones tomadas por personas diversas sin organización institucionalizada de las operaciones (que es lo que ocurre en la teoría de juegos, también aplicada a la investigación operativa), la programación lineal no proporcionaría una respuesta completa. Por eso, la economía de competencia perfecta, relacionada con la optimalidad paretiana, hace referencia a una sociedad mítica, irreal, tanto en su versión matemática sofisticada como en su versión gráfica intuitiva. Para Morgenstern, el sistema de competencia perfecta walrasiano resulta absurdo porque no explica la formación de los precios, simplemente los da por hechos, y porque obvia el factor tiempo, aceptando ficticios ajustes infinitamente rápidos respecto a las variaciones. Una teoría de la competencia que no tiene en cuenta el tiempo, la cooperación o los antagonismos característicos del campo económico, no está conectada con la realidad, y es como teorizar sobre el Sistema Solar sin tener en cuenta la gravitación universal. En cuanto a la relación del lenguaje matemático con la verdad científica, la optimalidad paretiana y la economía del bienestar que de ella se deriva, son uno de los tantos ejemplos de matematicismo de que está aquejada la Economía Política, si entendemos por matematicismo la hipermatematización de todos los constructos teóricos de la teoría económica dominante. Sin negar la importancia necesaria de las Matemáticas, el Álgebra o la Geometría en la Economía Política, parece ser que todo programa de investigación de esta disciplina está determinado, no ya solo por consideraciones extraeconómicas y extracientíficas {Capítulo V, 3. b)} { Capítulo V, 3. c)}, sino por la construcción de supuestos, realistas e idealistas, de tipo matemático que solo son requeridos en tanto permitan un tratamiento más conveniente, adecuado y cómodo de determinadas teorías. La gran debilidad de la optimalidad paretiana consiste en que sus condiciones no son generales a la realidad económica, pues además parten de supuestos extraeconómicos, psicologistas, como dijimos más arriba. No en vano, la Economía Política teórica ha ido sustituyendo progresivamente la optimalidad paretiana por la optimalidad de Nash en supuestos económicos donde antes se utilizaba la de Pareto. Sin embargo, una revisión crítica de la optimalidad de Nash desborda los límites de esta investigación, por lo que se deja para futuros estudios8. 8 Tanto el óptimo o equilibrio de Nash como el óptimo paretiano tienen aplicaciones en la teoría de juegos. Pero al centrarnos en esta investigación en las relaciones entre la investigación operativa (como rama de las Matemáticas aplicadas en el campo económico, sobre todo en materia industrial, productiva, pero también en la distribución y el consumo) y el campo económico, lo cierto es que todavía el óptimo paretiano es más utilizado en investigación operativa que el óptimo de Nash. La teoría de juegos tiene su aplicabilidad en investigación operativa, cierto, y el óptimo de Nash tiene la ventaja de ser aplicado en casos de competencia imperfecta, más realistas que los de competencia perfecta paretiana. Pero al haber tratado la eficiencia técnica frente a la paretiana (y con eficiencia técnica referimos tanto a la especificidad de la investigación operativa aplicada al campo económico como la dialéctica entre instituciones diversas, clases y Estados), la eficiencia de Nash queda en un segundo plano respecto al núcleo técnico-tecnológico de nuestra investigación (la teoría de juegos desborda el campo de la investigación operativa, aunque esté entretejido con él, y por ello no se ha tratado en profundidad). No obstante, para los que quieran conocer críticas desde el campo económico a la optimalidad de Nash, se recomienda consultar a Guerrien (1998: 149-156). Sin embargo, sobre las relaciones entre programación y óptimo de Nash en casos concretos, existen investigaciones que tratan de adaptar el asunto, y puede consultarse como ejemplo el trabajo de investigación de Luis Alexis Rademacher Estay (2002). En todo caso, otra crítica importante al equilibrio de Nash (también llamado “de Cournot- Nash), la realiza Méndez Ibisate (2003: 75): “[...] el supuesto de Cournot-Nash, basado en que cada empresa considera fijo el Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad 101 b) Problemas de conciliación entre la función de utilidad y la investigación operativa. El principal problema de conciliación entre la función de utilidad, y la utilidad marginal por extensión, y la investigación operativa es el de la medición o modelización matemática de la satisfacción de los consumidores respecto de los procedimientos técnicos y tecnológicos de programación de proyectos, por un lado, y las propias técnicas y tecnologías de la economía real. Ya hemos mostrado en el punto anterior cómo la optimalidad paretiana, la teoría relacionada con la función de utilidad que más relación tiene con la investigación operativa, no se ajusta a la inmensa mayoría de los casos de la economía real, pues no tiene en cuenta el entretejimiento institucional que se produce en el campo económico en y entre sociedades políticas diversas. Más allá de la satisfacción de productores o consumidores (prosumidores), etológica, a la hora de realizar con éxito un proyecto o de adquirir un producto, lo cierto es que las relaciones económicas entre las personas están mediadas a través de objetos, producidos, distribuidos, intercambiados, cambiados y consumidos por esas mismas personas, desbordando por completo la voluntad de las mismas, la cual ha de adaptarse a esa realidad económica y a la existencia misma de esos objetos (los bienes) y las instituciones económicas diversas realmente existentes, si no quiere vivir alejado del Mundo que le rodea. Una exitosa modelización matemática, si no tiene los "pies en la tierra", por muy lógica que sea, no es que ya sea meramente idiográfica, es que se trata de una modelización que se encuentra más fuera que dentro de un campo científico determinado. Tomemos como ejemplo la famosa ecuación de Drake, desarrollada por el SETI (Search of Extra-Terrestrial Intelligence). Según Frank Drake, la fórmula sirve para realizar un cálculo estimado de las posibles civilizaciones extraterrestres avanzadas que puedan habitar la Vía Lactea, teniendo en cuenta la posibilidad de que estas civilizaciones extraterrestres puedan emitir señales de radio que se puedan detectar. La fórmula ha sido aceptada como primera estimación teórica acerca de una cuestión sin duda interesante. Pero el consenso científico gremial acerca de un asunto determinado, así como su matematización y su tratamiento en publicaciones del gremio científico de turno, no permite admitir, a nuestro juicio, que el ejemplo que exponemos en este párrafo, la ecuación de Drake, sea realmente científico. El planteamiento de dicha ecuación, más allá de la imposibilidad de conseguir una solución numérica concreta a la misma por el total desconocimiento de muchos de sus parámetros (como el lapso de tiempo en que una civilización extraterrestre pueda existir, o la fracción de planetas con posibilidades para la vida en los que pueda existir una civilización inteligente y tecnologizada), que permitiría resultados tan dispares - de una sola a millones de civilizaciones-, es absolutamente extracientífico, desborda los campos comportamiento de su rival, parece inaplicable a muchas situaciones relativas a un mercado formado por un grupo pequeño de empresas. [...] el oligopolista deberá interesarse no solo en cómo reaccionarán los compradores de sus productos ante determinados cambios que realice o ante nuevas estrategias que aplique, sino que, además debe anticipar cómo reaccionará cada uno de los pocos vendedores rivales”. Es decir, que Nash tampoco tuvo en cuenta elementos dinámicos, histórico-temporales, de la economía real en su idea de equilibrio u óptimo económico. Capítulo III: Función de utilidad e investigación operativa 102 astrofísicos, astrobiológicos, y se trata más bien de una cuestión filosófica. El carácter filosófico de la ecuación, sin negar la importancia del asunto, muestra que esa fórmula maneja más bien ideas en vez de conceptos científicos, y que se trata también de un postulado pseudocientífico, del mismo nivel que podría serlo el calcular cuántos demonios habitan el Infierno, si un teólogo especializado en demonología y con profundos conocimientos lógico-matemáticos y de demografía se atreviese a realizar tal estimación. La función de utilidad, relacionada con la idea misma de utilidad, en ese sentido, desborda completamente el campo tecnológico y productivo, y técnico, en que se mueve la economía real, sin negar, claro esta, que hay ramas de la Economía Política que estudian el comportamiento de los consumidores en el mercado a la hora de adquirir sus productos. Estudios que, sin embargo, podrían también dirigirse hacia el análisis de productores y otros módulos económicos. El otro gran problema estriba en pensar, desde una teoría utilitarista del valor, que las tecnologías y técnicas productivas (el campo de la oferta) son meros medios para satisfacer las necesidades sociales (el campo de la demanda), suponiendo que la demanda determine la oferta en sentido margiutilitarista y que las necesidades de los sujetos hayan determinado la aparición de tecnologías y técnicas determinadas para satisfacer esas necesidades, y no al revés9. c) Relación entre precios comerciales, función de utilidad y tecnologías de planificación. Los factores dinámicos del campo económico a nivel institucional, técnico y tecnológico, determinan la realidad económica, alejando de la misma a toda explicación estática de las variables económicas por muy coherentes que estas sean. Esto es importante tenerlo en cuenta, pues para determinar los precios comerciales de los bienes y servicios que en el mercado se producen, distribuyen y consumen, la economía neoclásica recurre a la función de utilidad para 9 “Las ciencias positivas, en cuanto cuerpos científicos, son, según esto, entidades objetivas supraindividuales, en un sentido no muy diferente a como también decimos que es objetiva una sinfonía que está sonando en la sala de conciertos y que en modo alguno puede reducirse a las sensaciones o sentimientos de quienes la escuchan. Más aún, los sentimientos producidos por la sinfonía pueden ser irrelevantes, y aun ridículos, considerados desde el punto de vista de la estructura musical: quien resume la impresión subjetiva recibida en el concierto diciendo que es relajante está reduciendo en realidad la sinfonía a la condición de sedante farmacológico, cuya eficacia podía ser mucho mayor. Mutatis mutandis: tampoco una ciencia puede ser reducida a los actos de conocimiento de los científicos que la cultivan, ni siquiera a la conjunción de los actos de conocimiento de todos los miembros de la comunidad científica correspondiente. Las ciencias son instituciones suprasubjetivas (tampoco meramente sociales), que están incluso por encima de la voluntad de los científicos y que pueden anteceder incluso a los investigadores que se han educado en ellas” (Bueno, 1995: 42). Antes (40-41), en referencia a las concepciones subjetualistas de las ciencias, Gustavo Bueno afirma: “Las respuestas de este primer tipo se basan, en todo caso, en poner como núcleo de cualquier cuerpo científico dado, al conjunto de los pensamientos o de las proposiciones fundamentales que, en torno a un campo dado, habrán sido formuladas por los científicos, en tanto los pensamientos o proposiciones fundamentales de ese conjunto mantienen una unidad lógica sistemática entre sus partes. Cabría decir que, para este primer tipo de respuestas, el núcleo de las ciencias reside en la mente o en cerebro de los sujetos, de los científicos. A lo sumo, el núcleo de la ciencia se hará residir en las comunidades científicas. La ciencia es conocimiento (si bien el conocimiento es una idea que sólo tiene sentido en cuanto es actividad o estado de un sujeto individual). Es obvio que las concepciones subjetualistas de la ciencia no tienen por qué ignorar los componentes objetuales de los cuerpos científicos (tales como objetos, aparatos, libros, laboratorios); sólo que todos estos contenidos serán interpretados como instrumentos, referencias o soportes (una metáfora ininteligible, salvo que se hipostatice el contenido mental cognoscitivo) del conocimiento subjetivo. Por ejemplo, un microscopio será interpretado como un instrumento capaz de ampliar la capacidad resolutiva del ojo, como una prolongación del ojo; lo que nos permitirá hablar de interpretación reduccionista del aparato respecto del sujeto que lo utiliza. Sobre todo, la decisión de situar el núcleo subjetual (mental, cerebral) de las ciencias en el ámbito del sujeto conllevará la segregación del cuerpo de la ciencia respecto de los contenidos del campo (de los objetos); en el límite se concluirá que una ciencia podrá subsistir aun cuando los objetos a los que intencionalmente van referidas sus proposiciones hayan desaparecido". Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad 103 explicar la conformación de la curva de demanda. Pero si en esta investigación estamos tratando de asentar las bases gnoseológicas de la Economía Política teniendo en cuenta las técnicas y tecnologías que han ayudado a conformar el campo económico, más las nuevas que van surgiendo entretejidas con este mismo campo y que lo influyen también, y teniendo en cuenta que los precios comerciales son producto de la conjunción entre oferta y demanda, ¿es necesario recurrir a la función de utilidad, cuyo fundamento no es tecnológico? Para responder a esta pregunta, es necesario plantear la cuestión siguiendo una metodología escolástica en lo que resta de capítulo, pues necesitamos analizar la teoría de la utilidad marginal, de la que bebe la función de utilidad: su definición, su evolución histórica y sus variaciones, sus intentos de cuantificación y sus críticas más reseñables. 2. Función de utilidad, oferta y demanda y precios comerciales. a) La función de utilidad y la teoría de los precios comerciales: teoría de la utilidad marginal. Para poder entender cómo, según la teoría microeconómica neoclásica, los precios comerciales se forman a partir de la influencia recíproca entre demanda y oferta partiendo de la función de utilidad, esto es, partiendo de este tipo de función que consigue formar una curva de demanda decreciente, es necesario explicar qué es la teoría de la utilidad marginal y cómo explica los precios. La teoría de la utilidad marginal (Grenznutzen10 en alemán, expresión atribuida al economista austríaco Friedrich von Wieser) que para resumir nombraremos a partir de ahora como TUM, es la teoría del valor dominante en la mayoría de las facultades de económicas del mundo “occidental”. Podemos dar una definición exacta de utilidad marginal si entendemos el valor como utilidad, como valor subjetivo. La utilidad determinaría directamente el valor, quedando el trabajo como un determinante indirecto, y la utilidad variará dependiendo de la cantidad de mercancía que haya en poder de un consumidor. El fundamento básico de la TUM es el que sigue: la utilidad individual de la última unidad adicional consumida de un bien determinado determina la demanda individual de ese bien y, junto con la influencia de la oferta, determina los precios de mercado de ese bien. El grado de utilidad variará con la cantidad de mercancía que se consuma, por lo que a medida que aumente la cantidad de la mercancía consumida disminuirá su utilidad, lo que quiere decir que la utilidad marginal será decreciente. Cuanto más se consuma de un bien, menor será la utilidad marginal del consumidor individual y, por tanto, menor será su precio de mercado. Aún 10 Presentamos aquí, a modo de glosario histórico, algunas de las denominaciones que ha recibido: rareté de Walras, special utility de Lloyd, utilidad final o grado final de utilidad de Jevons, utilidad del último átomo de Gossen, specific utility de J.B. Clark, fractional utility de Wicksted o ophélimité élémentaire de Vilfredo Pareto. Todas estas denominaciones y teorías tienen en común el estudio de las relaciones entre el valor económico y las necesidades o deseos y la utilidad. Puede consultarse la historia del término, desarrollado por la Escuela Austriaca, en Wakolbinger (2005). Capítulo III: Función de utilidad e investigación operativa 104 con esta bajada de precio, el grado de deseo de unidades adicionales disminuirá de manera continuada cuando permanezcan inalterados los gustos de los consumidores, algo que en muchos análisis es un supuesto básico, aunque pueden satisfacerse todos los deseos de bienes. Por lo tanto, los supuestos básicos de la utilidad marginal decreciente son gustos inalterados y cantidades constantes de los otros bienes. Para poder analizar más en profundidad qué es la TUM, más allá de la definición dada, debemos estudiar su evolución histórica desde sus inicios. b) Antecedentes históricos de la teoría de la utilidad marginal. La idea de utilidad asociada a los bienes económicos ya está presente para algunos autores en Aristóteles (Meikle, 2009)11. Para Aristóteles había un valor intrínseco en los bienes, que muchos identificaron con la metafísica (Schumpeter, [1954] 2012: 96-99) y que pasa a los escolásticos, si bien Santo Tomás de Aquino refiere a la utilidad social de los bienes como el condicionante último de los precios “justos” de los bienes12 {Capítulo IV, 1. a)}. Sin embargo, es a partir de la Edad Moderna y del nacimiento del mercantilismo, marco en el que se desarrollan las relaciones de producción {Capítulo I, 1. c)}, cuando las teorías del valor utilitarista y laboral o del trabajo empiezan a configurarse. Por ello, nuestro análisis en este capítulo empezará realmente, al igual que en el capítulo siguiente con la teoría del valor-trabajo, con los desarrollos de la teoría utilitarista del valor en los inicios de la conformación del campo económico explicada en el capítulo precedente, por una cuestión de coherencia expositiva. Sin embargo, es necesario dar unas breves pinceladas históricas del origen ya antiguo de la idea de utilidad en campos más antiguos que el de la Economía Política13. Por ello, necesariamente tendremos que hablar aquí no ya de los primeros esbozos de la idea de utilidad, sino de las primeras aproximaciones históricas a la idea de utilidad marginal y a los precursores modernos y contemporáneos de la misma. No pretendemos ahora dar una mera descripción histórico-doxográfica de lo que es la teoría de la utilidad marginal, ni tampoco pretendemos hacer lo mismo con la teoría del valor-trabajo. Ahora bien, es necesario tener en cuenta la cronología histórico-evolutiva de ambas teorías para 11 Desborda los límites de nuestro estudio dilucidar hasta qué punto está prefigurada la idea de utilidad, y aún más, de utilidad marginal, en el filósofo heleno. Resumiremos, en todo caso, nuestro parecer al respecto, remitiendo al juicio que sobre esta cuestión establece Joseph Alois Schumpeter, según el cual Aristóteles “rechazó las doctrinas basadas en el criterio placer-dolor, que ganaban terreno por entonces en la interpretación del comportamiento. Pero aunque no dio una definición utilitarista de la felicidad, puso este último concepto en el centro de su filosofía social” ([1954] 2012: 94, nota 8). Sin embargo, aunque esto de la felicidad fuese así (Bueno, 2005d: 33-34), aunque en la obra general de Gustavo Bueno está desarrollada una crítica a la idea de felicidad en Aristóteles desde las coordenadas del materialismo filosófico que chocan con la concepción que de la misma ofrece Schumpeter, lo cierto es que Aristóteles no entendió jamás la utilidad de los objetos en el mismo sendido que corrientes filosóficas utilitaristas, asociación que solo puede efectuarse anacrónicamente, y siempre desde posiciones, precisamente, utilitaristas. Remitimos también, como no podía ser de otra manera, al propio Aristóteles (Política, Edición Príncipe, Zaragoza 1509 –Libro Primero, Capítulos III, “De la adquisición de los bienes”, y IV, “ Consideración práctica sobre la adquisición de los bienes”-). De hecho, Aristóteles nunca habla en esta obra del placer y del dolor. 12 Puede encontrarse una exposición filosófica interesante de este proceso de asimilación de las ideas de valor y utilidad de Aristóteles a Santo Tomás en Arendt ([1958] 2005). Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad 105 enmarcarla en el contexto mismo del surgimiento de las disciplinas científicas a partir de técnicas y tecnologías previas. Solo así podremos evidenciar la relación de ambas teorías del valor con el marco histórico y técnico-tecnológico que ya hemos referido en los dos capítulos anteriores. Lo cierto es que la teoría de la utilidad marginal (TUM) no surge de la nada, como hemos evidenciado más arriba en referencia a la idea de utilidad, pero tampoco en los inicios de la construcción del campo de la Economía Política suponía una teoría ajena al mismo, si bien para la economía clásica era la teoría del valor-trabajo la dominante. Además, al mismo tiempo, la teoría del valor-trabajo (TVT a partir de ahora) explicaba la formación de los precios de manera consistente. Sin embargo, antes de la publicación en 1776 de La Riqueza de las Naciones de Adam Smith ([1776] 1980), la teoría del valor dominante era la utilitarista o subjetiva (Schumpeter, [1954] 2012: 351)14, lo que equivaldría a ver una cierta oscilación histórica en el campo económico en la dominancia de ambas teorías del valor. Antes de 1871, fecha que supone para la mayoría de los economistas teóricos la del inicio de la llamada “Revolución Marginalista”, ya hay economistas que empiezan a trabajar en la idea de utilidad aplicada a los bienes económicos. Para algunos autores (Méndez Ibisate, 2003: 35), aunque los primeros teóricos de la TUM no hicieron apenas uso de las matemáticas, esta teoría sí permitió el desarrollo de la microeconomía dominante actual, la cual hace bastante uso de herramientas matemáticas como el cálculo infinitesimal (esencial en la TUM), el Álgebra, la Geometría o el análisis gráfico, llegando a identificarse el uso del lenguaje matemático con la adopción del actual enfoque microeconómico. Uno de los pioneros de la TUM fue el suizo, nacido en los Países Bajos, Daniel Bernoulli. En 1783, Bernoulli trata de resolver un problema de elección en situación de incertidumbre desarrollando la idea de “esperanza moral” (Íbid.: 36), con la que trata de sustituir la esperanza matemática utilizada hasta entonces para resolver problemas de riesgo o azar, y entendida como la suma de productos de probabilidades por los precios (Bernoulli, [1738] 1998). La “esperanza” o “expectativa moral” sería, según Bernouilli, la suma de los productos de las probabilidades multiplicado por las utilidades individuales de cada sujeto15. La idea de “esperanza moral” que Bernoulli desarrolla se resume en la toma en cuenta de la disminución de la (en términos actuales) utilidad marginal del dinero, por lo que cada incremento nuevo e igual de ganancia proporcionaría 13 Sobre estas cuestiones existe abundante bibliografía desde puntos de vista muy diversos. Remitimos a Arendt ([1958] 2005) o al mismo de Schumpeter ([1954] 2012) para una ampliación de todo ello a nivel filosófico y doxográfico desde la Antigüedad Clásica hasta el Renacimiento, pasando por la Escolástica medieval. 14 “La teoría siguió dominando en el continente [se refiere a la Europa continental, excluyendo al Reino Unido] incluso después de 1776, de modo que hay una línea continua de desarrollo desde Galiano hasta J. B. Say, Quesnay, Beccaria, Turgot, Verri, Condillac y otras luminarias menores contribuyeron a asentarla cada vez más firmemente. Todos ellos relacionaron directamente el precio y el mecanismo de los precios con lo que entendían ser la finalidad fundamental de la actividad económica, a saber, la satisfacción de las necesidades” (Íbid.: 351). Y añade “Para todos ellos, además, el fenómeno del precio arraiga en el cálculo del placer y del dolor, exactamente igual que para Jevons más tarde: desde este punto de vista eran benthamistas avant la lettre, y aún más radicalmente de lo que lo serían los partidarios de Bentham entre los economistas ingleses. Estos autores fueron, pues, no solo precursores de los ‘subjetivistas’ de la segunda mitad del siglo XIX, sino también quienes sellaron la desgraciada alianza de la teoría del valor con el utilitarismo que iba a resultar tan embarazosa cien años más tarde” (Íbid.: 351). 15 Bernoulli no fue el primero en proponer esta solución. Diez años antes (Méndez Ibisate, 2004: 3), el también suizo Gabriel Cramer propuso una solución similar a un problema planteado, curiosamente, por el primo de Daniel Bernoulli, Nicolás Bernoulli. Capítulo III: Función de utilidad e investigación operativa 106 una satisfacción inversamente proporcional a la riqueza que el sujeto posea (Méndez Ibisate: 2003: 41). Bernoulli haría uso de una idea de utilidad llamada logarítmica que, sin embargo, no llegó a resolver la llamada paradoja de la esperanza matemática16. No en vano, Alfred Marshall, economista británico que más en serio tomó la idea de utilidad marginal del dinero que Bernoulli trató de teorizar, no pudo evitar criticar la idea de “esperanza moral” del suizo (Marshall, [1890] 2005: 936-937)17. Tras Bernoulli, otros como Beccaria relacionan el valor con la escasez y la utilidad, y trata al mismo tiempo de realizar el primer intento de representación de la curva de demanda18. Beccaria es el primero que postula la “simetría”19 entre demanda y oferta cuando observa que la razón de cambio resulta indeterminada cuando se da un trueque aislado entre dos módulos del campo económico, por lo que la determinación del precio comercial, a su juicio, resultaría de la competición a través del “regateo del mercado”, por lo que las fluctuaciones de los precios comerciales conducirían finalmente a un precio en el que la cantidad demandada y la ofrecida fuesen la misma (la llamada “situación de equilibrio” entre demanda y oferta). Ya en el siglo XIX, y en el Reino Unido, empiezan algunos autores a enfrentarse a la teoría del valor-trabajo dominante en la Escuela Clásica de economía. William Forster Lloyd, un autor que podría encuadrarse entre los teóricos socialistas utilitaristas20, es de los primeros en relacionar la TUM con el valor económico de los bienes, al distinguir entre utilidad marginal y utilidad total de manera más clara que Beccaria, Bernoulli y, en general, cualquier otro autor teórico económico anterior a Jevons, aunque nunca utilizó el concepto de utilidad para derivar funciones de demanda21, ni analizó ni aplicó el principio de marginalidad ni sus condiciones a la oferta económica. Otros como Samuel Mountifort Longfield22 atacaron directamente la TVT desde la 16 También llamada “paradoja de San Petersburgo”, generalizada ya en el siglo XX por Karl Menger, hijo del fundador de la Escuela Austríaca de Economía, Carl Menger (Íbid.: 42-43). 17 Marshall utiliza el término “ingreso”en vez de “riqueza”, haciendo notar las dificultades que la idea de riqueza lleva asociadas a la idea de utilidad (Íbid.: 42). 18 Si el precio en dinero es p, q es la cantidad y c una constante, según Beccaria y Verri pq=c (Schumpeter, [1954] 2012: 356, nota 44). 19 Simetría en el sentido de que en los dibujos de las curvas de demanda y oferta ambas tienden a infinito {Capítulo IV, 3. f), f.3.}. 20 “[...] resulta interesante su análisis de la forma en que los procedimientos de la economía británica contemporánea y su funcionamiento condenan a los trabajadores no cualificados a la pobreza.” [...] “[...] en contra del maltusianismo que bullía y triunfaba en esa época, defendió las leyes de pobres y los principios sobre los que se fundaban, así como que el socorro de pobres era un asunto de justicia social más que de caridad individual.” [...] “En sus lecciones de 1836, Lloyd construye un modelo de la economía británica que demuestra, según él, que la situación de los trabajadores no cualificados es semejante a la de los esclavos. Observa que la sociedad británica de la época se divide progresivamente en dos clases que se excluyen mutuamente, al tiempo que el grado de concentración de la propiedad y del control del capital en la nación es creciente. Bajo tales circunstancias, los trabajadores no cualificados se ven obligados a dar cantidades crecientes de su capacidad laboral a fin de obtener un salario de subsistencia” (Méndez Ibisate, 2003: 44- 45). 21 Muchos economistas precursores de las teorías margiutilitaristas utilizarían funciones de demanda sin derivarlas de funciones de utilidad, como por ejemplo Cournot. 22 Longfield también podría ser calificado como socialista, si bien para él, y al igual que para Senior, la asistencia a personas sanas y “robustas” debería quedar limitada a la mera subsistencia, aunque siempre desde una consideración optimista y progresiva acerca del creciente incremento de los salarios y de la productividad, y una disminución de los beneficios, contradiciendo a Malthus. Sin embargo, no dejó nunca de defender numerosas intervenciones estatales en la economía, sobre todo en materia asistencial (gastos “sociales”). “[...] apoyó asistencia pública muy generosa para aquellas personas que, por razón de edad o discapacidad, tuviesen dificultades para valerse por sí mismas; hasta el punto de llegar a proponer pensiones no contributivas para los ancianos. Y volvió a defender esta propuesta en 1872, cuando trató el asunto de las interferencias del Estado en la distribución de la riqueza. Además, abogó por la enseñanza pública gratuita, la creación de dispensarios y hospitales públicos de libre acceso, sin que se precisase demostrar bajos ingresos, así como una regulación pública sobre las condiciones de los hospitales y de habitabilidad de las viviendas”, (Íbid.:. 47- 48). Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad 107 perspectiva ricardiana de la misma. Para Longfield, al contrario que para David Ricardo, la determinación del valor en el mercado se debía a la conjunción entre demanda y oferta basada en el análisis de la utilidad, sin negar la importancia del coste de producción, pero enfatizando la importancia de la idea de utilidad marginal decreciente –tampoco utilizó nunca estos términos- en el lado de la demanda. Longfield se refirió a los precios comerciales como cantidades que el comprador estaría dispuesto a pagar con una demanda menos intensa. También aplicaría esta idea a los salarios, pues según él la tasa de salario dependería de la última unidad de trabajo menos eficiente aplicada a la producción de una cantidad dada de una mercancía. Otro británico a destacar es Richard Jennings23. Jennings fue uno de los primeros autores en aplicar a la Economía Política ideas propias de la Fisiología y de la Psicología. Su definición de la Economía Política como “ciencia” de las relaciones de la “naturaleza humana y los objetos intercambiables” (Méndez Ibisate, 2003: 49)24 interesa en tanto interpreta el consumo como la parte que contemplaba el efecto de objetos “externos” sobre el ser humano y, de modo inverso, interpreta la producción como la parte que contemplaba los efectos del ser humano sobre los objetos externos. Hay cierta circularidad en esta idea de la Economía Política que Jennings defendía, si bien Jennings no llega a definir cómo discurre esa circularidad y en qué sentido se desarrolla25 {Capítulo VII, 4.}. Sin embargo, su idea de circularidad está asociada a la idea de utilidad marginal. Y probablemente ahí esté el gran problema para Jennings y para esta teoría en general. Otros como William Edward Hearn, muy influido por Frederic Bastiat y Herbert Spencer (Íbid.: 50), sostenían que el precio de todo servicio, determinado por la cuantía de demanda y oferta, oscila alrededor del mínimo coste productivo, estableciéndose el límite superior cuando el consumidor iguala el deseo de un determinado servicio con el sacrificio que se necesita para producirlo de manera directa, o para obtenerlo por cualquier otro medio26. Para otro de los precursores británicos de la TUM, William Whewell, economista, matemático y filósofo, y de gran influencia en John Stuart Mill (Íbid.: 51), las teorías margiutilitaristas del valor tenían que estar apoyadas por un coherente armazón matemático, por lo que su importancia reside sobre todo en haber sido el primero en proponer la sustitución de herramientas analíticas aritméticas en Economía Política por las algebraicas, pues consideraba que la aplicación de metodologías matemáticas estrictas a la Economía Política simplificaría muchos de sus postulados, los 23 “La teoría de la utilidad marginal se asocia habitualmente al ‘triunvirato’ Jevons-Menger-Walras. Algunos autores han señalado que esta selección de autores es arbitraria […] podría haberse escogido también un triunvirato alternativo, como Dupuit, Gossen y Jennings […]. Los que adoptan esta posición no caen en la cuenta de que la ‘revolución’ de la utilidad marginal no fue tan importante por lo que aportó sino por lo que intentó derribar. Y en su lucha contra la teoría laboral del valor, los tres autores de la década de 1870 se llevan la palma”, (Guerrero, 2008: 107). 24 Mencionar también que las críticas de Jennings al laissez-faire del mercado capitalista, su defensa del establecimiento de un Ministerio de Economía Pública para el ajuste de impuestos, que permita la instauración de un impuesto discriminatorio que favorezca el trabajo de las mujeres y su “emancipación” del trabajo doméstico, le sitúa en el campo, ya tratado en varias notas de este capítulo hasta ahora, de los margiutilitaristas socialistas. Curioso que los defensores en el campo teórico económico del sistema económico capitalista de la época, la Escuela Clásica, sean más procapitalistas y, al mismo tiempo, defensores de la teoría del valor-trabajo. Ya decimos que el punto de inflexión de esta tendencia se sitúa en las décadas de 1860-70, como iremos viendo. 25 Es interesante, no obstante, ver cómo esta misma idea está presente, en mayor o menor grado, en muchos economistas en los inicios de la disciplina, independientemente de la escuela a la que pertenezcan y la teoría del valor que defiendan. Capítulo III: Función de utilidad e investigación operativa 108 sistematizaría y clarificaría, y pensaba que ello evitaría extraer falsas conclusiones acerca de los supuestos que se realizaran27. Influyó en la modelización matemática de la futura TUM, sobre todo, en el modelo de la misma elaborado por el francés León Walras. El análisis de la función de demanda, junto con el de la de oferta, ambas influyentes por igual (“simetría”) en los precios comerciales, fue decisivo en el siglo XIX para el nacimiento del llamado análisis marginal de los precios. Autores como los austríacos Rudolf Auspitz28 y Richard Lieben siguieron esa senda, también siguiendo a Hear en su aplicación de las Matemáticas al análisis económico, e influyendo en la conformación de la microeconomía contemporánea. Auspitz y Lieben, primos y colaboradores, en su obra conjunta de 1889 Investigaciones sobre la teoría del precio29, afirman que para una cantidad de una determinada mercancía, la llamada “curva de satisfacción total” (o curva de demanda) indicaría la cantidad máxima de dinero que el consumidor estaría dispuesto a pagar a cambio de dicha cantidad de mercancía antes de quedarse sin ella. Por su parte, la llamada “curva de coste total” (o curva de oferta) sería la mínima cantidad de dinero que el productor o vendedor estaría dispuesto a ofrecer para cada cantidad dada de mercancía antes de cerrar de manera definitiva. Como vemos, y como suele ser habitual, el análisis de los fenómenos del campo económico en Auspitz y Lieben, así como el resto de análisis que sobre la TUM existen, pecan de quedarse en ciertos fenómenos de dicho campo sin tener en cuenta la circularidad y recurrencia del proceso económico en su conjunto, pues desde el momento en que se planifican la producción, distribución, intercambio, cambio y consumo de las mercancías, todos estos procesos han de tenerse en cuenta si una teoría del valor pretende totalizar la realidad económica sin pecar de tener lagunas que, o bien puede ser por los ejemplos concretos que se proponen para explicar dichos fenómenos económicos, o bien porque directamente no se tienen en cuenta determinados factores dinámicos de los procesos recurrentes del campo económico, lo que lleva a centrar el análisis en diversos procesos más “visibles” y comprensibles para según qué análisis30. Auspitz y Lieben influyeron con sus ideas en la versión de la TUM que 26 No obstante, algunos autores como Méndez Ibisate (2003: 50), no le incluyen propiamente entre los defensores de la TUM, pues consideran que su teoría de los precios tiene más relación con De Quincey o John Stuart Mill que con Jennings o Jevons. 27 Utilizaría el lenguaje matemático, por ejemplo, para criticar la idea ricardiana de que un alza en los precios de las mercancías por una subida de salarios tendría efectos sobre los salarios, generando un proceso de acción-reacción en cadena y sin límites. También hizo lo mismo para criticar a Ricardo su idea de cuantificación del capital fijo –la maquinaria- y para calcular el efecto sustitución entre maquinaria y trabajo. 28 Auspitz fue también político en el Imperio Austríaco y, entre otras cosas, ayudó a instaurar la progresividad tributaria sobre la renta en el Estado imperial austríaco, y luchó contra el sistema de cárteles del país. Antes de dedicarse a la política ejerció de filántropo, siendo dueño de una de las primeras refinerías austriacas del azúcar, y llegó a donar los beneficios extraordinarios que obtenía como resultado del cártel a un fondo de pensiones para sus propios empleados. Otro margiutilitarista de ideas socialistas. 29 Citada por Méndez Ibisate (2003: 56). 30 Sirva de momento, como comentario al respecto, la siguiente cita, en referencia a una tabla de evolución de precios mercantiles reales en el tiempo en España entre 1976 y 1991, incluida en el diario El País, en su edición conmemorativa de su 25º aniversario (Guerrero, 2008: 12-13): “[...] téngase en cuenta que los 40 ejemplos de El País son bienes de consumo, seguramente seleccionados por el periódico por su mayor proximidad con su consumidor-lector tipo. Si se eligieran bienes de naturaleza distinta, por ejemplo una tonelada de ácido sulfúrico y un submarino, la ventaja de la TLV [se refiere a la teoría del valor-trabajo, en sus siglas “anglosajonizadas” como ‘teoría laboral del valor’] sobre la TUV [se refiere a la TUM, en sus siglas como ‘teoría utilitarista del valor’] sería aún más clara. No habría problemas, porque se conocen las técnicas de producción, para calcular la cantidad de trabajo respectivo que requiere reproducir esas dos mercancías. Pero aún está por ver cómo computarían los neoclásicos la utilidad de los consumidores, o su variación, en relación con esas dos mismas mercancías. La TLV es por tanto general, mientras que la TUV, incluso si no padeciera de los problemas lógicos y empíricos señalados, no podría aspirar sino a una vigencia solo parcial (en realidad, minoritaria): los bienes de consumo” (Íbid.: 14, nota 4). Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad 109 elaboró Alfred Marshall, si bien estos autores austriacos no llegaron a conocer los escritos inéditos sobre la TUM que el propio Marshall elaboró para unos seminarios en Cambridge y que circularon privadamente en 1879, llegando a manos incluso de Jevons y Francis Edgeworth. Por lo que podría decirse que Marshall, Auspitz y Lieben fueron contemporáneos no solo en sentido histórico, sino también teórico-económico, sobre todo en lo concerniente a la idea de utilidad marginal del dinero. Entre los economistas más destacados de la llamada “economía marginalista” está el francés Antoine-Augustin Cournot. Pionero de la aplicación del cálculo diferencial a la Economía Política (Cournot, [1838] 1969), influyó notablemente en Walras y Marshall, y en toda la microeconomía contemporánea. Cournot sostenía que la Economía Política era una disciplina social compleja susceptible de ser abordada plenamente desde el lenguaje matemático. Para Cournot, la cantidad demandada de una mercancía estaba en función de su precio. Aunque en la actualidad se toman otras variables para analizar la demanda (los ingresos y riqueza de los consumidores, los precios de otras mercancías, los gustos) tomadas todas ellas como variables constantes, al trazar la curva de demanda individual o agregada para una determinada mercancía, se ha de tener en cuenta, según Cournot, la alteración del precio de dicha mercancía, pues ello produce un cambio en la cantidad demandada del bien, lo que queda representado como un movimiento a lo largo de la curva de demanda. Si se moviese cualquier otra variable distinta del precio, se produciría un movimiento de toda la demanda, lo que provocaría un desplazamiento completo de la curva. Cournot identificaría así la importancia del análisis de las condiciones constantes (ceteris paribus31) como “ley de la demanda”, llamada hoy día función de demanda. Mientras que la idea de “variación en la demanda” en Cournot es el equivalente hoy día de una variación en la cantidad demandada. No obstante, Cournot siempre rechazó la idea de utilidad como fundamento de la función de demanda, presentando ésta como continua respecto al precio comercial, y con pendiente negativa: ( ) 0' 200.000 (II) 3 -> 300.000 (III) 3’50 -> 400.000 (IV) Cada uno de ellos corresponde a un determinado nivel de producción, y por extensión, a un determinado nivel de la técnica de producción. Ahora, la oferta en el diagrama 3 se efectuaría solo si el precio llega a 2’50. En este caso, la oferta sería igual a II (200.000) –la cantidad sobre la ordenada que es una proyección de la letra A-. Si el precio es de 3, la oferta a aumentaría a III (letra C), y si el precio es 3’50, la oferta aumentaría a IV (letra B). La curva ACB es, en Rubin, la curva de la oferta. El punto de intersección de esta curva de oferta con la curva de demanda en el punto C determinaría el volumen real de la oferta y el correspondiente valor o centro de fluctuaciones de los precios. Si la curva de demanda se desplaza hacia arriba ligeramente, debido a un aumento de la demanda, cortaría entonces a la curva de oferta en el punto B. La relación entre las curvas de demanda y oferta formulada por la economía neoclásica y otros, representada en el diagrama 1 (FIGURA 4.17), existirá si tenemos en consideración el precio medio y el volumen medio de la demanda y la oferta solo dentro de los límites estrechos de las fluctuaciones de los precios comprendidos entre 2’50 y 3’50, establecidos mediante las técnicas productivas en empresas con diferentes niveles de productividad y mediante las relaciones cuantitativas entre esas empresas. Es decir, por el nivel medio de la técnica en la rama Capítulo IV: Investigación operativa y teoría del valor trabajo 230 de la producción considerada. Dentro únicamente de estos estrechos límites la oferta tendrá la forma de una curva en ascenso. Todo punto de esa curva mostraría la cantidad de producción y su precio correspondiente. Solo dentro de tales límites estrechos los cambios en la curva de demanda que desplazan el punto de intersección de esta con la curva de oferta modificarían el volumen de la producción. Tales cambios influirían en las condiciones técnicas medias en las que se produce la masa de valor. Pero la influencia de la demanda sobre el valor tendrá lugar solo si se producen cambios en las condiciones técnicas de producción y se halla restringido a límites estrechos que dependen de la estructura técnica de la rama considerada. Por todo ello, el precio no puede ser mayor de 3’50. Si fuese mayor ello provocaría una tendencia a un ilimitado crecimiento de la oferta, la cual superaría en bastante cantidad a la demanda. Pero la curva de demanda no puede extenderse más allá de C. La curva de demanda intercepta la proyección que pasa por el punto B, correspondiente al precio medio de 3’50. Si el volumen de la producción aumentase, por ejemplo, a IV (700.000), debido a un incremento de la demanda, el valor y el precio medio seguirían siendo de 3’50, como antes. Más precisamente, el precio sería ligeramente mayor a 3’50 y tendería a ese valor “desde arriba”, ya que según la suposición de Rubin, si el precio es de 3’50, la cantidad de producción sería solo de 400.000. En resumidas cuentas, las diferencias entre el diagrama 1 de las dos curvas de demanda y oferta según los neoclásicos, y el diagrama 3 de las dos curvas de oferta y demanda según Rubin, serían las siguientes: 1. En el diagrama 1 (FIGURA 4.17), las dos curvas de oferta y demanda no están reguladas por las condiciones de la producción. Su intersección podría producirse en cualquier punto, dependiendo solo de la dirección de tales curvas. El punto de intersección podría establecerse por la competencia en “cualquier nivel”. Todo cambio en la demanda modificaría directamente el precio, idéntico al valor. Por su parte, en el diagrama 3 (FIGURA 4.19), la oferta no tendría la forma de una curva que permita, de antemano, un número infinito de puntos de intersección. 2. Por contra, la curva de oferta en el diagrama 3 (FIGURA 4.19) es un corto segmento A-C- B determinado por las condiciones técnicas de producción. La competencia estaría regulada de antemano por las condiciones de producción, las cuales establecerían los límites de los cambios del valor o precios medios. El valor, establecido dentro de estos límites, correspondería exactamente a las condiciones de producción que acompañan al volumen dado de la producción. La demanda no podría directamente y sin límite influir en el valor. Solo podría hacerlo por medio de cambios en las condiciones técnicas de producción, y dentro de estrechos límites, determinados también por estas condiciones técnicas. La demanda, por tanto, solo podría desplazarse hasta un cierto límite, pautado por la longitud de la curva de oferta, la cual no es infinitamente elástica ni mucho menos. El dibujo final de las curvas de demanda y oferta, siguiendo la teoría de Rubin, quedaría tal que así: Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad 231 [FIGURA 4.20. Dibujo final de las curvas de demanda y oferta, siguiendo la teoría de Rubin.] f.4. Distribución y equilibrio del capital en Rubin. El intercambio de dos bienes realizado en el campo económico a su valor-trabajo significa que existe equilibrio entre dos ramas diferentes de la producción. Los cambios en el valor-trabajo de un bien destruyen este equilibrio del trabajo y, por tanto, provocan una transferencia del mismo de una rama a otra de la producción, efectuándose una redistribución de las fuerzas productivas. Cambios en el poder productivo del trabajo darán como resultado aumentos o disminuciones en los valores de las mercancías. Al mismo tiempo, los cambios en el valor originarán una nueva distribución del trabajo entre la rama productiva considerada y otras ramas. La productividad del trabajo influirá en la distribución del trabajo social mediante el valor-trabajo. Esta relación causal más o menos directa entre el valor-trabajo de los bienes y la distribución del trabajo social supondrá que los cambios en el valor-trabajo de los bienes afectarán directamente a los productores, a los organizadores de la producción, provocando su transferencia de una a otra rama y, consecuentemente, la redistribución del trabajo. La distribución del capital regulará la distribución del trabajo en el capitalismo, y también en los diversos modelos económicos socialistas. En la economía mercantil simple esta distribución se expresa en la famosa fórmula de Marx35 M-D-M', o también M = c + (v + p)². La distribución en la economía capitalista compleja se expresaría, según Marx, así: D-M- D'. La distribución del capital entre esferas diferentes de la producción dependería de la tasa de aumento del capital que se de en ellas. La tasa de aumento del capital estaría determinada por la relación entre D (el capital invertido) y el incremento del capital. En la economía capitalista el valor de la mercancía para el capitalista se representa en la siguiente fórmula: M = (c + v) + p. 35 La relación de símbolos es la que sigue, en las fórmulas de esta página y las siguientes dentro del apartado sobre “Distribución y equilibrio del capital”: M: valor de la mercancía; D: dinero; c: capital constante; v: capital variable; k: capital total; p: plusvalor o plusvalía; p’: tasa del plusvalor; g: ganancia: g’: tasa general media de ganancia o ganancia media; ΔD: incremento del dinero; G: ganancia; 1G : ganancia 1; K: capital; 1K : capital 1. Capítulo IV: Investigación operativa y teoría del valor trabajo 232 Teniendo esto en cuenta, el capital total sería el resultado del capital invertido (los gastos de producción): k = (c + v). Y, consecuentemente, para Marx, Rubin y otros marxistas, p = g. En definitiva: M = (c + v) + p → M = k + g. El valor de la mercancía sería igual al coste de producción más la ganancia. Pero el capitalista no está interesado en la cantidad absoluta de la ganancia. Lo que le interesa es la relación entre la ganancia y el capital invertido, la tasa de ganancia: p’ = g / k, siendo p’ el grado de valorización de todo el capital desembolsado. La distribución de k dependerá, para Rubin, de su tasa de aumento en esferas diversas de la producción, luego p’ es el regulador de la distribución del capital. Por su parte, la tasa general de la ganancia es la tendencia a la igualación de p’ en todas las ramas industriales por medio de la transferencia de capital de ramas de la producción con bajas tasas de plusvalor a ramas con elevadas tasas del mismo. Esta transferencia se produciría porque el equilibrio completo entre diversas esferas de la producción no existiría, lo que provocaría la transferencia de capitales que iguale las tasas de plusvalor y establezca el equilibrio entre ramas productivas en una nivelación constante de las constantes desigualdades. Esto haría que los capitales luchen por una mayor tasa de plusvalor cada vez. Por ello, la competencia entre capitalistas es constante (también entre capitalistas y obreros, entre obreros entre sí y, teniendo en cuenta la idea de las clases dominantes en cada uno de los Estados, también es constante la competencia entre Estados {Capítulo VI, 1. c), c.4.}). La tasa media de ganancia la obtendrían los capitalistas que trabajen en condiciones medias socialmente necesarias en las ramas productivas en que estén. El capitalista obtendrá su ganancia del precio de venta de su mercancía, siendo su excedente la tasa general media de ganancia -la tasa general media de ganancia o ganancia media será también el precio de venta de la mercancía menos los costes de producción-: ' 11 gKGKG == La tasa general media de ganancia será proporcional a la magnitud del capital invertido tras el reembolso o pago de los gastos de producción. El precio de producción será el precio de venta de los artículos, el cual incluirá los gastos de producción. El precio de producción rendirá una ganancia media sobre el capital total invertido. El valor-trabajo sería el equilibrio del trabajo entre diferentes esferas de la producción, mientras que el precio de producción sería el equilibrio del capital invertido en las diferentes esferas de la producción. El precio de producción condicionará la oferta, la reproducción de mercancías de toda esfera especial de producción, lo que supondrá una condición de equilibrio de las diversas esferas de la producción en la economía capitalista. Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad 233 f.5. Distribución del trabajo y del capital. Los precios de producción de los bienes serán proporcionales a los capitales con los que se producen esos mismos bienes. La igualación de dos bienes en el mercado producida en diferentes ramas de la producción supondrá la igualdad de dos capitales: La igualación en el mercado de mercancías producidas con capitales iguales indica una igualación de las mercancías producidas con cantidades desiguales de trabajo. Capitales iguales con diferentes composiciones orgánicas aplican diferentes cantidades de trabajo. (Íbid.: 285) La igualdad de capitales supondría la desigualdad de trabajo. También influyen en esta desigualdad las diferencias en el período de rotación de la parte variable del capital cuando afectase a la masa de ganancia que el mismo capital se podría apropiar y realizar en un determinado tiempo. La cantidad de trabajo vivo actuante dependería de la magnitud del capital variable y del número de rotaciones. Para Rubin, el análisis de los precios de producción y la distribución del capital presupondrían la TVT. El precio de producción y la distribución de capitales conducirían al valor-trabajo y a la distribución del trabajo. Al mismo tiempo estarían incluidos de manera paralela en una teoría general del equilibrio del sistema económico capitalista. Se produciría el siguiente puente: Distribución de capitales → Distribución del trabajo / Precio de producción → Valor-Trabajo g) El precio de producción en la economía capitalista. El coste de producción sería la suma del capital constante más el variable, esto es, CP = cc + cv. Por su parte, el precio de producción sería la suma del coste de producción más la ganancia media: PP = CP + g’. Hay determinadas condiciones que originarían cambios en el precio de producción y en la ganancia media. En estas condiciones, si no cambia la ganancia media, el precio comercial cambiaría al cambiar el coste de producción. El coste de producción cambiaría cuando la cambiasen la cantidad relativa de medios de producción y el trabajo social medio necesario para la producción. Esto ocurriría, dados precios constantes, cuando cambiase la productividad del trabajo en la esfera considerada de la producción. También cambiaría cuando los precios medios de producción se alterasen, lo que presupondría cambios en la productividad del trabajo en ramas que producirían esos medios de producción si permaneciesen constantes las cantidades relativas de bienes de producción y de fuerza de trabajo. Los costes de producción se modificarían debido a cambios en la productividad del trabajo, como hemos señalado antes, y por consiguiente, debido a cambios en el valor-trabajo. Capítulo IV: Investigación operativa y teoría del valor trabajo 234 Marx brindó una fórmula teórica sobre la desviación de los precios de producción respecto al valor-trabajo. También teorizó sobre la desviación de la distribución del trabajo respecto a la distribución de capitales, y estableció una relación entre ambos procesos por medio del concepto de composición orgánica del capital. Lo que significa que el precio de producción tendrá que ver con la distribución de capitales y con la distribución del trabajo social. No está de más recordar que la TVT estudia, por una parte, la magnitud del valor, reguladora de la distribución cuantitativa del trabajo social entre ramas individuales de la producción, y, por otra, la forma del valor. El trabajo, en sí mismo, no da valor al producto. Sólo el trabajo que es organizado en determinada forma social da valor a los bienes producidos (racionalización institucional del trabajo en el campo económico). En el capitalismo, el valor es dado a las mercancías a través de productores individuales de las mismas, los cuales, no obstante, actúan organizados colectivamente, racionalmente, a través de diversas instituciones como las empresas {Capítulo II, 2. d)}, a través de la dialéctica de clases y, a nivel supranacional, a través de la dialéctica de Estados {Capítulo VI, 1. c), c.4.}. El trabajo no sería una propiedad del producto del trabajo, sino una forma o una función social que el producto del trabajo desempeñaría como vínculo entre productores de mercancías: sería el mediador de relaciones de producción entre módulos productores y consumidores en el campo económico. El valor no caracterizaría las cosas, sino a las relaciones humanas en que se producen las cosas, particularmente las cosas producidas en el campo gnoseológico de la economía: los bienes {Capítulo V, 2. g)}. Por su parte, el valor sería una relación de producción entre productores autónomos, según Rubin, y asumiría la forma de una propiedad de las cosas y se vincularía con la distribución del trabajo social. El valor sería la expresión de las relaciones cosificadas de producción entre sujetos del campo económico {Capítulo V, 2. g)}. Ya que el precio de producción puede diferir del valor del bien, el precio de coste de un bien en que vaya incluido el precio de producción de otro podría ser superior o inferior a la parte de su valor total formada por el valor de los medios de producción empleados para producir ese bien. Cuando en una esfera especial de la producción el precio de producción del bien se equipara al valor de los medios de producción empleados para producirlo, entonces siempre cabría la posibilidad de error. Sin embargo, el hecho de que las expresiones cuantitativas de series diferentes de fenómenos diverjan no eliminaría la existencia de una relación causal entre ellas, ni tampoco autorizaría a negar que los cambios en una de las series de fenómenos dependan de cambios en la otra serie. La teoría de la ganancia fue construida para el análisis de las relaciones mutuas entre los ingresos de los capitalistas individuales y sus grupos. Su elaboración se debe a Marx, y la desarrolló basándose en su teoría del plusvalor, en la que analizó las relaciones entre el ingreso de la clase capitalista y el de los trabajadores asalariados. La fórmula del plusvalor que Rubin sugiere es la siguiente: Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad 235 P = M – c – v = M – (e + v) = M - k Según Rubin, el plusvalor aparecería debido a que el trabajo gastado por los obreros en el proceso de producción es mayor que el trabajo necesario para la producción de su fondo de subsistencia, siendo el valor de su fuerza de trabajo igual a su salario, siguiendo con ello completamente a Marx. El plusvalor aumentaría siempre que aumentase el trabajo gastado en la producción, disminuyendo al mismo tiempo el trabajo necesario para la producción del llamado fondo de subsistencia del obrero. El trabajo excedente no sería una propiedad de los bienes para Rubin, sino que sería una representación, manifestación o expresión de los bienes en el plusvalor. Los cambios en la magnitud del plusvalor dependerían, entonces, de los cambios en la cantidad de trabajo excedente. Cambios que, a su vez, dependerían de la forma y magnitud del valor. El trabajo excedente dependería, por tanto, de su relación con el trabajo social medio necesario pagado (la tasa de plusvalor), y de la cantidad de capital variable (trabajo vivo) activado, si tomamos en cuenta la tasa de plusvalor como establecida. El valor excedente dependería entonces del trabajo excedente. Las ganancias no serían proporcionales a las masas de trabajo activadas. El plusvalor no representaría un precio original en dinero, sino solo tiempo de trabajo cristalizado. Según Marx y Rubin, el proceso de igualación de las tasas de ganancia se realizaría por medio de la transferencia de capitales de una rama de la producción a otra, y no por la transferencia de plusvalores. Si el valor no es una sustancia que fluya de un módulo a otro, sino solo una relación social entre personas representada, fijada y expresada en los bienes, la concepción del desborde del valor de una rama de la producción a otra no resultaría de la TVT de Marx, sino que la contradice como fenómeno social. La tasa media de ganancia es la ganancia calculada de manera porcentual, obtenida en aquella esfera de composición social media en que la ganancia coincidiría con el plusvalor. La magnitud del plusvalor determinaría el monto de la tasa media de ganancia, y a su vez, esta estaría determinada por la relación de la masa total de plusvalor (p), producida en una sociedad política determinada, con el capital social total (K): g’ = p / K Según Rubin, diferentes tasas de ganancia son imposibles, ya que esto provocaría un movimiento de capitales de una a otra rama de la producción, hasta que tuviesen todas la misma tasa de ganancia. La distribución de la masa anterior de plusvalor entre diferentes esferas y diferentes capitalistas particulares ahora sería proporcional a los capitales invertidos en las diversas ramas. La distribución del plusvalor se modificaría. Sin embargo, el valor total de fondo permanecería igual para el consumo y la reproducción ampliados. Capítulo IV: Investigación operativa y teoría del valor trabajo 236 La dialéctica entre capitalistas permite la venta de artículos según su valor-trabajo, pero es según el precio de producción de los bienes a través de donde estos capitalistas realizarían su tasa de ganancia: […] la formación de una tasa general media de ganancia refleja una redistribución de la anterior masa total del plusvalor entre los capitalistas. La proporción de esta plusvalía con respecto al capital social determina el nivel de la tasa media de ganancia. (Íbid.: 301) La tasa media de ganancia estaría cuantitativamente determinada por la relación entre el capital social total y la masa total de plusvalor, derivando de esta la magnitud de la tasa media de ganancia. A su vez, también determinará la tasa general media de ganancia la composición orgánica de los capitales en distintas esferas de la producción y sus distintas cuotas de ganancia y la distribución del capital total de la sociedad entre distintas esferas, la magnitud relativa del capital invertido en cada esfera especial de la producción, en base a una cuota especial de ganancia, multiplicado por la parte relativa de la masa del capital total de la sociedad que absorbe cada esfera especial de producción. La masa total de plusvalor y la relación de ésta respecto al capital social total, como determinantes de la tasa media de ganancia, serían magnitudes nada sospechosas desde la TVT, que al mismo tiempo reflejarían fenómenos reales del sistema económico: las masas vivas de trabajo y el capital social. Por tanto, según Marx, tasas diferentes de ganancia en esferas diferentes no sirven como necesarios eslabones intermedios para una teoría de la tasa media de ganancia. La distribución del capital no sería proporcional a la distribución del trabajo. Las diferentes tasas de ganancia representarían expresiones numéricas de esta relación entre el capital en cada rama de la producción y el llamado trabajo excedente. Para Rubin, la magnitud del capital en cada rama y la composición orgánica del capital también en ramas diferentes determinarían la masa total de trabajo excedente y el plusvalor en las ramas particulares y, en general, en toda la economía. La ganancia no sería proporcional al plusvalor, pues estaría determinada por la tasa media de ganancia, por la relación entre plusvalor total y capital social total. Cambios en la tasa media de ganancia resultarían o bien de la tasa de plusvalor o bien del capital. En los dos casos, son cambios provocados, en última instancia, por cambios en la productividad del trabajo y, por consiguiente, por cambios en el valor de ciertos artículos. Los cambios en los costes de producción y en las tasas medias de ganancia estarían causados por cambios en la productividad del trabajo (PP = CP + g’). Las variaciones en los precios de producción estarían causados, en último análisis, por cambios en la productividad del trabajo y en el valor-trabajo de algunos artículos, en su coste de producción. Si se produce, además, un cambio en la ganancia media, este se daría por cambios en la productividad de otras esferas de la producción. Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad 237 Las relaciones causales entre precio de producción, productividad y valor-trabajo serían las siguientes: Productividad del trabajo – valor abstracto – valor – costes de producción + ganancia media – precio de producción g.1. Precios de producción y valor-trabajo. La TVT estudia, según Rubin, las relaciones de producción entre productores de bienes, entre capitalistas y obreros (la teoría del capital) y entre capitalistas industriales en las diferentes ramas de la producción, la teoría del precio de producción, desarrollada en el tomo III de El Capital. El valor-trabajo de las mercancías no coincidiría cuantitativamente con los precios de producción, los cuales serían la suma de los gastos de producción y la ganancia media: La magnitud de los gastos de producción y la ganancia media, así como sus cambios, se explican por los cambios en la productividad del trabajo y en el valor-trabajo de las mercancías. (Íbid.: 277) La tasa media de ganancia y el precio de producción serían los reguladores de la distribución del capital entre diversas ramas de la producción. Mediante la distribución de capitales también se regula de manera indirecta la distribución del trabajo social entre diferentes ramas de la producción. El capitalismo sería un sistema económico de capitales y trabajo distribuidos en equilibrio dinámico, algo que ocurriría en toda economía basada en la división del trabajo. La composición orgánica del capital será, para Marx y Rubin, el eslabón entre el proceso visible de distribución de capitales y el proceso “invisible” de distribución del trabajo. Si se conociera la distribución de un determinado capital entre capital constante y capital variable y, al mismo tiempo, se conociese la tasa de plusvalor, podría determinarse fácilmente la cantidad de trabajo que pondrá en acción ese capital y se podría pasar de la distribución del capital a la distribución del trabajo. En el tomo III de El Capital, Marx expone su teoría del precio de producción (PP), valor que sería regulador de la distribución del trabajo, derivado de la producción del valor-trabajo. Al mismo tiempo, la distribución del capital conduciría a la distribución del trabajo social. En la economía mercantil simple el esquema circular sería el siguiente: Capítulo IV: Investigación operativa y teoría del valor trabajo 238 Productividad del trabajo | Trabajo abstracto | Valor | Distribución del trabajo social En la economía capitalista compleja el esquema cambiaría: Productividad del trabajo | Trabajo abstracto | Valor | Precio de producción | Distribución del capital | Distribución del trabajo social Según Rubin, no hay incompatibilidades entre el tomo I y el tomo III de El Capital de Marx. La teoría del precio de producción del tomo III de El Capital de Marx se basaría en la teoría del coste de producción del tomo I, y la incluiría como uno de sus componentes. Mientras la teoría del coste de producción habla de las relaciones entre productores de mercancías, la teoría del precio de producción tratará de tres tipos de relaciones de producción básicas, que al mismo tiempo serían tres dimensiones de la economía capitalista: entre productores de mercancías, entre capitalistas y obreros y entre grupos particulares de capitalistas industriales. La teoría sobre la economía capitalista no puede, ni debe, reducirse únicamente a la TVT, afirma Rubin. Pero sí ha de presuponerla. g.2. El trabajo productivo. El trabajo productivo sería el trabajo social incorporado al sistema social de producción (dando igual si este trabajo es físico o intelectual). Produce riqueza material, valor-trabajo y plusvalor, y principalmente se desarrolla y sostiene en la capa basal de las sociedades políticas. El trabajo productivo se encuentra en la fase de producción del capital. Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad 239 El trabajo improductivo, por su parte, sería el trabajo social no incorporado al sistema social de producción, pero existente, y mantenido gracias a las relaciones de producción existentes, las cuales serían resultantes y actuantes del capitalismo. Es el trabajo contratado y empleado en la fase de circulación del capital o “metamorfosis formal” del valor, empleado sobre todo en la fase de formación de los precios comerciales y en algunos trabajos que se relacionan con los precios de producción. Rubin señala además varias profesiones (ejecutantes, artistas, actores, profesores, médicos, curas, militares, etc.) cuyos trabajadores realizan servicios que no asumen forma objetiva, pues no adoptarían una existencia propia diferente de quienes los prestan. En estos trabajos la producción no se separa del mismo acto de creación. El trabajo productivo incluiría el trabajo que, a pesar de que no está encarnado en bienes materiales, estaría organizado sobre principios capitalistas. Es decir, produciría también riqueza material. Es el trabajo empleado en las funciones reales de la producción. Para Rubin, el trabajo que produce riqueza material no sería trabajo productivo si no estuviese organizado sobre principios capitalistas. Hay según Marx tres fases en el capital: KD – KP – KM 1. KD: Trabajo improductivo (vendedores y compradores, traspasadores del derecho de propiedad de un bien, capital dinero). 2. KP: Capital productivo, el que emplearía a los llamados proletarios. También a los obreros empleados en procesos complementarios de la producción desarrollados durante el proceso circulatorio del capital. KP sería el proceso de producción de capital. Solamente el trabajo alquilado en esta fase sería trabajo productivo, que produce, por tanto, valor36. 3. KM: Trabajo improductivo del capital mercancías, que se da en el proceso de circulación del capital. Todos los gastos del proceso de circulación que simplemente responderían a un cambio de la forma del bien no añadirían ningún valor a este bien, pero sí influirían en los cambios del precio de producción y del precio comercial. El proceso de producción mismo también incluye muchas funciones improductivas. La atención de Marx a este respecto se dirigió hacia otro aspecto de los fenómenos. Rubin señala que: […] podemos lamentar que haya elegido el término ‘productivo’ para su enfoque de las diferencias entre el trabajo contratado por el capital en la fase de la producción y el contratado en la fase de la circulación. El término ‘productivo’ tiene un significado diferente en la ciencia económica (Íbid.: 331). Rubin sugiere, por contra, el término “trabajo de producción” en vez de “trabajo 36 Un payaso no sería un trabajador productivo mientras no esté contratado por el capital productivo. Capítulo IV: Investigación operativa y teoría del valor trabajo 240 productivo”. h) Planificación y curvas de coste. La influencia de las curvas de coste sobre las curvas de oferta -que vimos más arriba- conlleva la influencia de estas mismas curvas sobre la planificación de las operaciones de las empresas, e inversamente, la planificación de las operaciones en las empresas influye sobre la forma que adoptarán las curvas de coste de dichas empresas. Esto ocurre, entre otros muchos factores, mediante las llamadas curvas de planificación, o curvas de coste a largo plazo, siendo un destacado ejemplo de las mismas las llamadas curvas de coste promedio a largo plazo (CPLP). El largo plazo es denominado en muchas ocasiones horizonte de planificación. Estas curvas mostrarían el coste unitario mínimo para obtener cada nivel del producto en el momento en que puede construirse cualquier planta a cualquier escala. Las CPLP conforman una curva tangente a todas las curvas de coste promedio a corto plazo que representarían los tamaños alternos de una planta que podría construir una compañía a largo plazo. Podemos ver un ejemplo gráfico aquí: [FIGURA 4.21. Gráfica de las curvas de coste promedio a medio y a largo plazo.] El coste promedio a largo plazo igualaría el coste variable promedio a largo plazo, ya que, a este largo plazo, todos los costes son variables. Por ello, los costes fijos a largo plazo son igual a cero. La CPLP representaría, además, los distintos costes medios que podrían alcanzarse en la etapa de planificación de operaciones de la empresa. La CPLP sería envolvente de las curvas de coste promedio a corto plazo. Otro tipo de curvas de planificación serían las curvas de coste marginal a largo plazo, las cuales también influirían en la planificación de operaciones, pues, como vimos, medirían la variación en el coste total a largo plazo ante un cambio en una unidad de mercancía producida e interceptaría a la curva de planificación en su punto mínimo. Mostraría el lugar geométrico donde se mostrarían los puntos que representarían la cantidad mínima en la que Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad 241 aumentarían los costes totales debido a la expansión del ritmo de producción. Costes marginales a corto y largo plazo serán iguales cuando sean iguales los costes medios a corto y largo plazo. El tercer tipo de curvas de planificación serían las curvas de coste total a largo plazo, que pueden obtenerse mediante la multiplicación del producto por el coste promedio a largo plazo para ese nivel del producto. Al trazar los valores de las curvas de coste total a largo plazo (CTLP) para diversos niveles del producto y al unir esos puntos, obtendríamos su dibujo geométrico, que mostraría los costes totales mínimos de producción para cada uno de los niveles del producto para cuando sea posible construir cualquier escala de planta que sea necesaria y viable. i) Planificación, costes y precios de producción. La planificación a partir de costes y precios de producción requerirá, como es obvio, después de todo lo dicho en este capítulo, de la planificación de estos mismos costes y precios de producción. Ya vimos más arriba cómo se planificaban los costes de producción, y cómo se pasaba de estos costes a los precios de producción. La forma en que la teoría económica marxista ha encarado en la práctica estas cuestiones está tratada en muchas obras que explican cómo funcionó o funciona la planificación económica y su relación con los costes y precios de producción en las economías del llamado “socialismo real” (Kaser, 1970: 167-188). El coste de producción era el elemento constitutivo fundamental del precio al que las empresas estatales soviéticas, por ejemplo, vendían su producción. Al basar los precios de producción y los comerciales en el coste de producción, la Unión Soviética, sobre todo tras la llegada al poder de Nikita Jrushchov, realizaba la planificación económica, en teoría, en base a esos mismos costes y precios de producción, pero necesariamente también los costes y precios de producción tenían que conformarse en base a la propia planificación de las operaciones propias de las relaciones de producción del campo económico soviético. Igual ocurre, por mucho que algunos no lo puedan ver, en los campos económicos de las naciones llamadas “capitalistas”, pues la planificación económica es tan capitalista como socialista. 4. El origen tecnológico de la teoría del valor-tra bajo. Como hemos ido viendo a lo largo de este capítulo, el origen de la TVT, en la línea analítica que hemos recorrido, no está en “la mente humana”, o en la “voluntad divina”. Desde Aristóteles, la idea de que el valor de las cosas es un valor social para la comunidad fruto de las operaciones manuales destinadas a satisfacer esas necesidades comunitarias, nunca individuales, y que esas operaciones han de conformar un valor mínimo no injusto, que permita esa misma satisfacción, comporta un componente técnico evidente, pues la satisfacción de necesidades sociales es una cuestión económica, política, técnica. Y la producción de cosas que satisfagan esas necesidades Capítulo IV: Investigación operativa y teoría del valor trabajo 242 sociales, comunitarias, y en esto están en la misma línea Aristóteles, los escolásticos, la economía clásica y la marxiana, es una cuestión técnica, objetiva, y no meramente subjetiva. En el caso de Marx, el origen tecnológico de la TVT está muy claro, en la sección primera del Tomo I de El Capital, llamada Mercancía y dinero (Marx, [1867] 1999: 3-102). El capítulo 1, La Mercancía, lo deja bastante claro desde el primer momento: La riqueza de las sociedades en que impera el régimen capitalista de producción se nos aparece como un 'inmenso arsenal de mercancías' y la mercancía como su forma elemental. Por eso, nuestra investigación arranca del análisis de la mercancía (Íbid.: 3). Marx trata la mercancía como un objeto apto para la satisfacción de necesidades humanas (Íbid.: 3), de cualquier tipo que sean estas necesidades, no interesándole en ningún momento el carácter de las mismas, si brotan “del estómago o de la fantasía” (Íbid.: 3). Ni tampoco le interesa si esas necesidades se satisfacen directamente (como medio de vida, como producto de consumo básico, como producto de consumo directo), o indirectamente (como máquina, como medio de producción, etc.). El aspecto cualitativo y cuantitativo es, para Marx, un hecho histórico, como la invención de medidas (cursiva de Marx) sociales para expresar la cantidad de objetos útiles para la sociedad. Incluso la utilidad de los objetos, su valor de uso, no es algo que flote en el aire. Sino que se requiere una disciplina técnica que tenga en consideración las cualidades materiales de la mercancía y que no pueda existir sin ellas. Unas cualidades que presuponen unas cantidades determinadas, una cantidad determinada. El estudio técnico de las cualidades cualitativas de las mercancías, de sus valores de uso, es la merceología. La merceología estudiaría la clasificación de las mercancías, ya sea su origen vegetal, animal o mineral, o bien por su función social, y siempre de acuerdo al Sistema Armonizado de Descripción y Codificación de Mercancías (SADCM), hoy día institucionalizado, racionalizado y homologado internacionalmente desde 1988 gracias a la Organización Mundial de Aduanas (OMA), como anotamos más arriba. En este sistema se basan la amplia mayoría de tasas arancelarias del Mundo37. La Organización Mundial de Aduanas tiene su sede en Bruselas, Bélgica. Se dedica a estudiar las mercancías, desarrolla técnicas aduaneras y mantiene actualizado el SADCM. Tiene 159 miembros activos, todos Estados con sede en la ONU. 195 Estados y sociedades políticas diversas utilizan su nomenclatura. Los criterios que permiten la catalogación de bienes según el SADCM serían su origen, su grado de elaboración, su uso, sus aplicaciones y su importancia comercial a nivel mundial. Incluye todos los bienes, además de las patentes, siempre que sean bienes muebles y tangibles. Todos se identifican con un código numérico común de seis dígitos. También se utiliza para el diseño de reglas de origen, el registro estadístico, la identificación de productos que han de cumplir normas de calidad y de bienes sujetos al pago de cuotas 37 Los ejemplos del SADCM aquí expuestos están extraídos de la siguiente dirección de Internet: http://www.camaras.org/guias/arancel/guia_arancel_cap01_002.html. Una más extensa explicación de este sistema puede encontrarse en Witker (1999: 123-141). Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad 243 compensatorias. La OMA está totalmente relacionada con la Organización Mundial del Comercio. Antes de la existencia del SADCM, hacia la década de 1980 existían hasta 15 sistemas distintos de codificación de las mercancías, en base a los distintos sistemas de clasificación existentes hasta ese momento. Esto suponía trabas para el comercio internacional, pues los mismos productos se codificaban de distinta manera, creando inseguridad arancelaria, siendo imposible establecer estadísticas fiables de las mercancías que entraban en un Estado. Paralelamente al hundimiento de la Unión Soviética, la Organización Mundial de Aduanas tuteló la constitución del Consejo de Cooperación Aduanera de Bruselas, con el objetivo de conformar una nueva nomenclatura universal para las mercancías, dando lugar al Convenio Internacional del SADCM. El SADCM se estructura en forma de árbol. Sistematizado de manera progresiva, parte de las materias primas (animales, vegetales y minerales), avanzando en la clasificación de las mercancías según su estado de elaboración y de los materiales que las constituyen, y también según su grado de elaboración en función de su destino como valor de uso. La codificación sistemática del SADCM sigue los siguientes caractéres: a) Capítulo: son los dos primeros dígitos de clasificación. Hay 97 capítulos (del 01 al 97), reservando el 77 a futuros usos. Los 97 capítulos se agrupan en 21 (XXI) secciones. Por ejemplo, la sección I corresponde a Animales vivos y productos del reino animal. Esta sección agrupa los capítulos Animales vivos (el 01), Carne y despojos comestibles (el 02), Pescados y crustáceos, moluscos y demás vertebrados acuáticos (el 03), Leche y productos lácteos, huevos de ave, miel natural, productos comestibles de origen animal no expresados ni comprendidos en otra parte (el 04) y Resto de productos de origen animal no expresados ni comprendidos en otra parte (el 05). b) Partida: son los dos siguientes dígitos de clasificación. Cada capítulo se subdivide en partidas, habiendo 99 en total (de la 01 a la 99). Por ejemplo, el capítulo Gomas, resinas y demás jugos y extractos vegetales (el 13) tiene solo dos partidas, la 1301 (goma laca, gomas, resinas, gomorresinas y oleorresinas -bálsamos-) y la 1302 (jugos y extractos vegetales, materias pécticas, pectinatos y pectatos, agaragar y demás mucílagos y espesativos derivados de los vegetales, incluso modificados). Otros capítulos, como el de Reactores nucleares, calderas, máquinas, aparatos y artefactos mecánicos, partes de estas máquinas y aparatos (el 84), tiene hasta 87 partidas (es decir, se estructuraría del 8401 al 8487). Capítulo IV: Investigación operativa y teoría del valor trabajo 244 [FIGURA 4.22. Ejemplo de Códigos y Partidas en el SADCM] c) Subpartida del SADCM: cada partida se subdivide, a su vez, en otros dos dígitos, quinto y sexto. Por ejemplo, si se siguen los códigos y partidas de la FIGURA 4.22, pueden formularse las subdivisiones que siguen: [FIGURA 4.23. Subdivisiones de los Códigos y Partidas en el SADCM -I-] Por su parte, la partida 1302 se subdividiría como sigue: [FIGURA 4.24. Subdivisiones de los Códigos y Partidas en el SADCM -y II-] Los códigos con seis dígitos se denominan Código del Sistema Armonizado. Frente a la idea de que el valor de cambio es algo casual y relativo, Marx defiende que este Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad 245 valor de cambio no es sino una expresión de un contenido diferenciable, igual a todas las mercancías, su forma de manifestación. Este algo común no es una propiedad meramente geométrica, física ni química, ni ninguna otra propiedad natural de las mercancías tratada por el SADCM. Las propiedades materiales de las cosas solo interesarán para Marx cuando esas cosas sean útiles socialmente. Pero si nos abstraemos de ese valor de uso, si consideramos el valor de cambio de las mercancías, las mercancías solo se distinguirán entre sí por la cantidad de ese mismo valor que tienen, cuya base no es sino que todas las mercancías son productos del trabajo humano “abstracto”. Trabajo humano organizado, racionalizado institucionalmente y socializado en el campo económico, creador de valor económico como bombeo de sangre de las sociedades políticas que interactúan dialécticamente entre sí en el Mundo, unas veces de manera amistosa, otras en absoluto. Trabajo determinado por el tiempo socialmente necesario para la producción de bienes determinados, cuya sola existencia, cuya sola producción, determinaría las mismas necesidades sociales de que luego se nutre. Cuanto mayor sea la capacidad productiva de ese trabajo, menor será el tiempo de trabajo necesario para la producción de mercancías, y tanto menor la cantidad de trabajo concreto cristalizado en ellas y tanto más reducido su coste de producción. Capítulo IV: Investigación operativa y teoría del valor trabajo 246 Capítulo V. Cientificidad de las teorías del valor desde las tecnologías de investigación operativa. La idea de ciencia expuesta en el Capítulo I es la norma de análisis que seguiremos en este capítulo, pero esta vez teniendo en cuenta todo lo expuesto en los Capítulos II, III y IV acerca del desarrollo técnico, tecnológico y científico que ha ayudado a conformar el campo económico y la relación de este desarrollo con las teorías del valor expuestas. Si, como afirmamos en el Capítulo I, las ciencias surgen de las técnicas y tecnologías, y el surgimiento de disciplinas como la Economía Política también se debe al desarrollo de diversas técnicas y tecnologías (desarrollo de diversas ciencias mediante), para estudiar el grado de cientificidad (o grado de verdad científica) comparado entre la teoría de la utilidad marginal y la teoría del valor-trabajo, tenemos que profundizar en la relación que ambas mantienen con las técnicas y tecnologías que han influido e influyen en la conformación del campo económico. La Economía Política, aunque no lo parezca, es una disciplina en constante evolución, la cual depende en gran medida de otras disciplinas tanto tecnológicas, de primer grado, como de segundo grado (filosóficas)1. Y aunque ciertamente su cierre categorial completo nunca será posible, como explicaremos en este capítulo, sí cabe, no obstante, la posibilidad de que haya áreas de esta disciplina en las que el cierre sí se de, o áreas que estén más cerca del cierre que otras. En nuestro caso, al tratar de analizar comparativamente las teorías del valor más importantes (la teoría del valor-trabajo, TVT, y la teoría de la utilidad marginal, TUM), y de hacerlo desde la teoría del cierre categorial (TCC), no podemos sino hacerlo teniendo en cuenta esa conformación técnica-tecnológica del campo económico en el que, se supone, se desarrollan ambas teorías. Estudiaremos ahora, por tanto, la relación de las últimas aplicaciones tecnológicas con la evolución de la investigación operativa y las implicaciones filosóficas que ambas teorías tienen con respecto a estos desarrollos técnicos y tecnológicos. 1. Aplicaciones tecnológicas de la teoría de la utilidad marginal: psicoeconomía y neuroeconomía aplicadas tecnológica mente. En el campo económico, dos de los más recientes intentos de aplicación tecnológica a la explicación del comportamiento de los consumidores en el mercado y a sus gustos, y con ello de los precios, según la línea teórica seguida por la TUM, son los realizados por la psicoeconomía y la neuroeconomía, ambas relacionadas como veremos. El estudio de estas dos construcciones teóricas muestra la cada vez mayor hibridación o conjugación de conceptos de la Economía Política y de la Psicología gracias al cada vez mayor desarrollo de las redes de comunicación e información (Caballero, 2010: 14). 1 El materialismo filosófico entiende que la filosofía es un saber de segundo grado, analítico, reflexivo y crítico, mientras que los saberes de primer grado serán saberes aplicados, como los saberes técnicos, científicos, tecnológicos (médicos, políticos, económicos, etc.). Estas ideas pueden encontrarse más pormenorizadas en Bueno (1970). Capítulo V: Cientificidad de las teorías del valor 248 Esta influencia mutua o conjugación entre lo económico y lo psicológico, por ejemplo en la psicoeconomía (también llamada Economía Conductual), puede estudiarse de diversas maneras. Por ejemplo, si de lo que se trata es de estudiar a los sujetos como miembros de organizaciones complejas en el campo económico, en las que los sujetos están insertos pero siempre por debajo de diversas instituciones públicas o privadas, nacionales o internacionales, así como del propio Estado o de otros Estados, que puedan tomar parte en la animación de la recurrencia en que consisten los fenómenos del campo económico, entonces las investigaciones psicoeconómicas adoptarían una perspectiva organizacional e industrial, hasta llegar al llamado paradigma estratégico. La psicología, hasta llegar a la psicología industrial (Brown, 1992), estaría entretejida con la teoría de juegos siempre que haya más de un agente decisor para encontrar componentes psicológicos de explicación de conducta que salvarían las dificultades de la misma teoría de juegos. Es lo que se llama Economía Psicológica o psicoeconomía, en la que el sustantivo miente la totalidad de referencia, siendo la totalidad una realidad económica como es la organización institucional económica. Otra forma de enfocar la psicoeconomía sería desde la perspectiva del sujeto como totalidad entre cuyas partes atributivas encontraríamos operaciones con objetos que tienen valor económico. Serían investigaciones psicológicas en tanto, contrariamente a la idea tradicional del homo oeconomicus, las adherencias emocionales de las experiencias adquieren más valor económico que el que pueda proporcionar el mercado mediante el consumo (pero también mediante la producción y distribución de las mercancías). La psicoeconomía estudiaría, supuestamente, la representación confusa que los sujetos construyen, desde su propia percepción, de la realidad económica que los envuelve, tratando de determinar sesgos conductuales de las operaciones de los módulos en el campo económico (como ocurre, en buena medida, con la teoría de la preferencia revelada {Capítulo III, 2. c), c.3.} y la teoría general axiomática de la elección { Capítulo III, 2. c), c.4.}), mediante la detección de inercias en el comportamiento debidas al aprendizaje. En la actualidad, este tipo de investigaciones psicoeconómicas estudian el consumo, la inversión y la supuesta relación psicológica entre ambas. El homo oeconomicus aquí es sustituido por el homo psicologicus, entretejiéndose la teoría de la decisión paramétrica, determinista y estocástica con la psicología de la decisión económica (Smith, 1991; Dichter, 1969; Frank, 2005). Otra vía de enfoque de la psicoeconomía es la que se da desde la perspectiva del módulo económico, sea una persona o una corporación empresarial, cuyas decisiones se dan en situaciones estratégicas en las que el número de agentes decisores se desconoce y, en los parámetros de la globalización económica actual (Bueno, 2005b), se acota un sector del campo económico aislando al resto. Es el estudio de las operaciones de gestión del capital-riesgo en el seno de un mercado de valores. El estudio de estas cuestiones se ha realizado mediante la elaboración de modelos de redes neuronales aplicados a la predicción financiera (Martín, 2004: Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad 249 341-385). Es entonces cuando aparece la neuroconomía, consistente en la interpretación de estados cerebrales testados en laboratorio que, se estima, son el correlato fisicalista de determinadas emociones que los sujetos manifiestan, y que estarían implicadas directamente con la toma de decisiones de los inversionistas, de los consumidores, de los productores, de los gestores de planificación de proyectos, etc. Una última vía de enfoque consistiría en la respuesta que provocan los cambios en el marketing, incluyendo factores psicológicos en relación con las motivaciones de los agentes económicos. Es un campo que estudian con rigor grandes compañías a la hora de proyectar su oferta económica. Aquí la investigación está situada en la perspectiva de la organización frente al inversor o al consumidor, admitiendo la posibilidad de recurrir a los aportes de la psicoeconomía para tratar de predecir la conducta de los sujetos del campo económico, tratando por ejemplo de romper la línea de comunicación entre cliente y organización mediante el establecimiento de un circuito retroalimentado en el cual se aporten inputs de información en tiempo real, por ejemplo, a través de Internet, mediante modelos distintos de e-webs (Winsor, 2004). Para no quedar desactualizados, los oferentes han de tener la posibilidad de customizar constantemente la oferta. La interacción con los consumidores y potenciales clientes ha de ser constante y total, haciendo uso de Internet y otras tecnologías de comunicación de masas, así como de la búsqueda de tendencias de toda clase a pie de calle (los llamados en inglés "cool hunters" o "cazadores de tendencias"). Factores psicoeconómicos son introducidos ya contemporáneamente al desarrollo histórico de la TUM y su ascenso al olimpo de las teorías económicas en 1871. En pleno siglo XX surgen nuevas ideas psicoeconómicas, debida y complejamente matematizadas, como la tasa de interés, cuyo estímulo se debería al descenso del gasto y al empleo, produciendo a su vez inflación. El desarrollo de la microeconomía neoclásica estaría, por tanto, muy ligado a la psicoeconomía, dando lugar a la misma. La misma idea de propensión al consumo se relaciona con ella, pues se supone que sin cambios en dicha propensión no podría aumentar la ocupación de puestos de trabajo. Estas ideas, propias de Keynes ([1936] 1998), muestran cómo el eminente economista británico ejercita ideas propias de una psicoeconomía conductista, al igual que Samuelson y sus seguidores con la teoría de la preferencia revelada {Capítulo III, 2. c), c.3.}. Keynes no tendría en cuenta variables intervinientes al entender que la conducta es predecible y modificable si cambia la situación a estimular manteniéndose en la exterioridad de los sujetos físicos, aunque este argumento todavía está muy lejos de la idea del eficiente homo oeconomicus neoclásico. El análisis psicológico de los sujetos en el campo económico se tomó como necesario para ampliar el estudio del comportamiento de estos módulos. Así lo piensa, por ejemplo, George Katona (1975)2, quien afirma que la causa de las grandes crisis económicas son fenómenos 2 Un resumen de sus ideas puede encontrarse en Denegri (2010). Capítulo V: Cientificidad de las teorías del valor 250 microeconómicos a escala ampliada, cuya aparición causa la distaxia (desorden) en la recurrencia de un sistema económico, como ocurriría con el espoleo del consumo familiar. Habría, según Katona, variables intervinientes que producirían en los sujetos un cierto grado de representación de la situación económica que afectaría a su consumo y a esa misma situación económica. Por ello, cambios en la política fiscal, en la oferta de dinero, en la tasa de interés o en el control de precios provocarían, en principio, como si de teoría del caos se tratase (Llaugel, s. a.), al intervenir de manera inesperada variables psicológicas. Tras la crisis del petróleo de 1973, escuelas económicas claramente subjetivistas y margiutilitaristas como la Austriaca o la Escuela de Chicago de Milton Friedman atraen de nuevo el interés dentro y fuera de la disciplina económica. La Escuela Austriaca, por ejemplo, relanza ideas suyas como la teoría de la restricción, según la cual, esta no vendría impuesta por la realidad física externa a los sujetos, sino por limitaciones que los mismos sujetos experimentarían debido a la falta de información disponible para solucionar situaciones. La relación evidente entre la TUM en su versión cardinal y teorías psicológicas como las de Weber-Fechner {Capítulo III, 2. c), c.7.} vuelve a la palestra con la teoría austriaca de la restricción. No en vano, Friedrich August von Hayek escribió un libro al respecto sobre la percepción y la sensación en sentido cognitivista, El orden sensorial ([1952] 2004), obra en la que el austriaco teoriza acerca de las diferencias cualitativas en términos de diferencias de efectos cognitivos, tratando de mostrar los límites de los sujetos en su comprensión de sí mismos y de su propia conducta, algo que para Hayek sería aplicable a su conducta en el mercado. Por su parte, la Escuela de Chicago entendería que el efecto del control monetario es mecánico, sin importar cuestiones referentes al agente preferidor. El Estado sería visto como un estabilizador del nivel de precios que controlaría la cantidad de moneda en circulación. Así, teóricamente, se evitaría una deficitaria balanza de pagos siendo la causa de la desocupación la devaluación monetaria, pudiendo ser evitada mediante la atracción de inversión extranjera, aunque los beneficios económicos no se quedarían en el Estado receptor de esas empresas, entendiendo que la apropiación de esos beneficios sería “proteccionismo”, algo indeseable para los monetaristas de Chicago. Sin embargo, lo que puede ser un libre comercio aparente no sería más que una verdadera política económica proteccionista e intervencionista, como ocurrió durante la era Reagan de 1980-1988 en Estados Unidos, con una ocupación laboral segura debido a la inversión económica en el desarrollo de tecnología militar. Lo mismo ocurrió en los primeros años de la era Thatcher en el Reino Unido antes y durante la Guerra de las Malvinas en 19823. La TUM pudo renovarse, por tanto, gracias a las teorías psicoeconómicas. La idea de 3 “Los tratamientos prácticos, en efecto, a partir de un cierto nivel, no tienen lugar nunca con independencia de los tratamientos teóricos, y más fácil es encontrar tratamientos teóricos que se hayan desvinculado enteramente de los tratamientos prácticos, que recíprocamente. […] la distinción entre tratamientos teóricos y prácticos podría reexponerse como una distinción dada en el ámbito de los tratamientos prácticos, como si fuesen dos fases de un mismo proceso operatorio, no como dos tipos de práctica”, Bueno (2000b: 12-13). Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad 251 preferencia temporal, según la cual la valoración que los sujetos hacen de los bienes es más positiva hacia los bienes presentes que hacia los futuros, aún admitiendo que las preferencias se modularán según la situación presente o la edad, contradiciendo a la teoría general axiomática de la elección {Capítulo III, 2. c), c.4.}, supone afirmar que las psiques individuales de los sujetos operarían como conmutadores de la recurrencia económica, y a afirmar también que detrás de toda toma de decisión, inclusive económica, no puede haber medición posible, no pudiendo la Economía Política ser ni matematizable ni predictiva {Capítulo III, 2. c), c.2.}. Las implicaciones de esta afirmación van más allá, como vimos en el Capítulo III, de la construcción del campo económico y, también, más allá de la Psicología {Capítulo III, 2. c), c.7.}. Pero también tienen una clara implicación política, pues el progresivo desmantelamiento histórico de industrias nacionales en muchas sociedades políticas, paralelo a la evolución de la política económica de las transnacionales, da cuenta de que tras la crisis petrolífera de 1973 muchos Estados perderían mucha capacidad de control sobre las actividades de muchas instituciones económicas, quedando así a merced de la política internacional de Estados más fuertes, a cuyo “servicio” actuarían esas instituciones económicas, sin negar la dialéctica que con ellas mismas estos Estados tendrían (Bueno, 2005b). Este sería el núcleo proléptico del Consenso de Washington (Klein, 2007). En la década de 1990 se produce una revolución tecnológica y científica que permite la reducción de costes en la circulación internacional de información, reduciéndose los costes de transacción de los mismos, revolución pareja a la teorización que Francis Fukuyama hace de la idea de globalización como fin de la Historia (1992), unida a una progresiva desregulación financiera que permitiría la libre circulación de capitales y mercancías conllevando cambios estructurales en la configuración de los mercados nacionales e internacionales. Esto permitió una influencia académica mayor de las teorías microeconómicas sobre las macroeconómicas que la recíproca, favoreciendo supuestamente la recurrencia del campo económico (Marx, [1894] 1999: 136-313). Nos referimos de nuevo a una influencia no ya solo estrictamente económica, sino también ideológica, filosófica. La neuroeconomía, según esto, sería un rizar el rizo de la psicoeconomía, pues trataría de estudiar las decisiones de los sujetos en el campo económico basándose no solo en comportamientos eficientes y racionales, sino también en decisiones inesperadas e irracionales, estudiando las fluctuaciones neuronales que desembocarían, entre otras cosas, en la matematización mediante ecuaciones de esas decisiones. Es decir, proyectaría las decisiones económicas a escala internacional a partir de conexiones neuronales cerebrales. La neuroeconomía buscaría relaciones entre las mercancías producidas, distribuidas, intercambiadas, cambiadas y consumidas, las supuestas leyes que estudian la toma de decisiones no racionales en el consumo de esas mismas mercancías y el funcionamiento de determinadas áreas del cerebro Capítulo V: Cientificidad de las teorías del valor 252 humano4. La economía experimental, como dijimos más arriba, apoyaba sus teorías en experimentos de laboratorio, sometiendo a varios voluntarios a una serie de ejercicios centrados en la confianza y el riesgo. Ya no se trataba de observar el comportamiento del sujeto, en sentido conductista como ocurre en la teoría de la preferencia revelada {Capítulo III, 2. c), c.3.}, sino en el uso de tecnologías de resonancia magnética para observar qué zonas del cerebro se activaban en los sujetos experimentales durante los ejercicios5. Uno de esos ejercicios era el de los 10 dólares, consistente en un jugador A con 10 dólares y uno o varios jugadores B que podrían o no aceptar una determinada cantidad de esos 10 dólares que el jugador A les diese. La mayoría de jugadores B rechazaba la oferta de dinero si era de menos de 3 dólares, quedándose sin dinero. Al rechazar el dinero del jugador A le penalizaban, prefiriendo así perderlo todo antes que ganar un poco tratando así de evitar el sentirse estafados o timados. Al aceptar el dinero, las resonancias magnéticas mostraban cómo se activaba la zona del cerebro que soportaría el llamado pensamiento deliberativo. Cuando rechazaban la oferta se activaba la zona del cerebro que vigilaría los estados del cuerpo, tanto del gusto como del disgusto, situada en el circuito frontal del cerebro, llamada ínsula (Blakeslee, 2003). Supuestamente, a mayor fuerza de esa activación de la ínsula, más rápidamente era rechazado el dinero. Esto, aparentemente, contradice las teorías de la elección racional y la idea de homo oeconomicus clásica, pues la teoría económica ligada a estas ideas afirmaría, por contra al experimento, que los jugadores B deberían haber aceptado parte del dinero ofrecido un poco antes que rechazarlo todo, ya que estas teorías ligadas a estas ideas entenderían que es más racional tener un poco a no tener nada. Sin embargo, aquí se da una confusión evidente entre racionalidad e irracionalidad, que lleva a entender que las emociones son siempre irracionales, cuando no es así, como veremos más adelante. En resumen, estos experimentos, supuestamente, permitirían a los economistas cuantificar la contribución de las emociones y deliberaciones en la toma de decisiones económicas, con lo que la neuroeconomía permitiría el regreso, una vez más, a la teoría de la utilidad marginal en su versión cardinalista {Capítulo III, 2. c), c.1.}. Estos experimentos son limitados siempre a pocos 4 Así definirían muchos economistas la neuroeconomía: “Trust pervades human societies. Trust is indispensable in friendship, love, families and organizations, and plays a key role in economic exchange and politics. In the absence of trust among trading partners, market transactions break down. In the absence of trust in a country's institutions and leaders, political legitimacy breaks down. Much recent evidence indicates that trust contributes to economic, political and social success. Little is known, however, about the biological basis of trust among humans. Here we show that intranasal administration of oxytocin, a neuropeptide that plays a key role in social attachment and affiliation in non-human mammals, causes a substantial increase in trust among humans, thereby greatly increasing the benefits from social interactions. We also show that the effect of oxytocin on trust is not due to a general increase in the readiness to bear risks. On the contrary, oxytocin specifically affects an individual's willingness to accept social risks arising through interpersonal interactions. These results concur with animal research suggesting an essential role for oxytocin as a biological basis of prosocial approach behaviour” (Kosfeld et al., 2005: 673-676). 5 El profesor de neurociencia cognitiva Jonathan D. Cohen, de la Universidad de Princeton, desarrolló el llamado juego del ultimatum, para estudiar las bases neuronales de la toma de decisiones económicas. Pueden consultarse sus conclusiones en Sanfey et al. (2003: 1755-1758). El resumen, o abstract, de este artículo es similar a la cita de la nota ateriorior: “The nascent field of neuroeconomics seeks to ground economic decisionmaking in the biological substrate of the brain. We used functional magnetic resonance imaging of Ultimatum Game players to investigate neural substrates of cognitive and emotional processes involved in economic decision-making. In this game, two players split a sum of money; one player proposes a division and the other can accept or reject this. We scanned players as they responded to fair and unfair proposals. Unfair offers elicited activity in brain areas related to both emotion (anterior insula) and cognition (dorsolateral prefrontal cortex). Further, significantly heightened activity in anterior insula for rejected unfair offers suggests an important role for emotions in decision-making”. Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad 253 sujetos y grupos reducidos en laboratorio. No obstante, la pretensión de hacer experimentos a una escala mayor, que supuestamente explicarían el funcionamiento de economías nacionales y mercados enteros, están en proceso de preparación. Se habla incluso de conectar muchos cerebros humanos a escáneres unidos a través de Internet mientras juegan a uno de estos juegos económicos en línea. Algo así como la teoría de juegos del comportamiento a escala masiva (Camerer, 2005). Incluso se habla de estudiar multitud de cerebros que, actuando en Bolsa, influirían en la formación y destrucción de una burbuja financiera, o por qué un inversor sigue gastando dinero aún bajando la bolsa. Este tipo de misterios los pretende “resolver” la neuroeconomía. a) La imposibilidad de cierre científico en la psicoeconomía. La utilidad marginal como psicoeconomía aplicada. Si la neuroeconomía, relacionada con la psicoeconomía, pone en entredicho las teorías relativas a la racionalidad de los agentes económicos, es plausible que estas teorías tengan un concepto de racionalidad confuso y oscuro, asimilando racionalidad con aumento del consumo o de la renta o dinero disponible. Pero, al mismo tiempo, la neuroeconomía, al entender que las emociones son una cosa y las decisiones racionales otra, sigue dando verosimilitud empírica a las teorías de la elección racional y otras derivadas del margiutilitarismo económico, pues entienden que no aceptar el poco dinero del experimento de los 10 dólares supone guiarse por lo emocional en contraposición a lo racional. Si tradicionalmente, en filosofía, se entendía que era irracional todo aquello que no podía tener explicación, ni siquiera desde la idea de mito6, mientras que la idea moderna de lo irracional 6 “[...] utilizamos el término mito no ya en sentido vulgar del mero flatus vocis (sentido que viene a recoger el DRAE en su acepción 4: Persona o cosa a las que se atribuyen cualidades o excelencias que no tienen, o bien una realidad de la que carecen), sino en su sentido más filosófico, que, sin perjuicio de dar por supuesta su irrealidad, sin embargo cree poder atribuir a los mitos algún tipo de logos, alguna razón de ser, en función de sus servicios prácticos (políticos, didácticos, ideológicos, gnoseológicos...). […] Y si el mito es ya un logos, se debe a que el mito es, ante todo, una construcción lingüística, y por tanto una construcción sometida al logos, o lógica, del lenguaje. Ésta es la razón por la cual ni los babuinos ni los chimpancés pueden fabricar mitos, es decir, la razón por la cual carecen de fantasía mitopoiética (aunque tengan, sin duda, alucinaciones o pseudopercepciones capaces de producirles terror). El mito es una construcción lingüística, que presupone ya un lenguaje de palabras de primer orden, llamémosle prosaico. Un lenguaje gramaticalizado que lleva adelante funciones expresivas y apelativas en las cuales están embebidas, sin duda, ciertas funciones representativas; invenciones protomíticas, como las que pueden atribuirse al mero hecho de expresar el movimiento con consonantes vibrantes, o señalar apelativamente a lo que es grande con palabras que contienen la vocal a, y a lo que es pequeño con palabras que contienen la vocal i. […] El mito compone una representación sobreañadida al campo real, al cual ha de ir referido directa o indirectamente; por ello el mito aparece con ese coeficiente de meta-realidad (ya sea inferior, ya sea superior a la realidad) en virtud del cual quien cuenta el mito puede saber, aunque no siempre lo advierta, que no está moviéndose en el terreno inmediato y perentorio al que se refiere el lenguaje prosaico de primer orden. […] la primera acepción del término mito es la de algo inventado, o sobreañadido a lo que aparece en el primer plano de la evidencia; lo que no significa que el contenido representado por el mito haya de ser falso o engañoso, porque podría encerrar una verdad arcana más profunda, revelada al rapsoda. Mito es pues, sencillamente, un relato representativo que no tiene evidencia inmediata, que supone una reelaboración de las evidencias inmediatas y que, por tanto, se distancia de ellas. Mito no se opone por tanto a logos cuanto a realidad inmediata; y por ello mito es ya, en cierto modo, un concepto crítico, porque se distancia de todo aquello que se presenta con evidencia inmediata, propia, por ejemplo, de las descripciones de un testigo de vista o de la expresión de proyectos, planes o programas propuestos para ser ejecutados (aunque sean utópicos). Por ello, la expresión de oráculo que, en trance, pronuncia la pitonisa inspirada, tampoco es un mito, precisamente porque carece de ese coeficiente crítico de distanciación. […] otra cosa es la función de los mitos en tanto que ellos asumen el papel de interpretación del mundo. Nos encontramos entonces con las funciones explicativas o interpretativas de los mitos, con sus funciones pragmáticas. Y es aquí donde conviene establecer tres efectos generales, muy diferentes, atribuibles a los mitos: 1) El efecto de los mitos luminosos, esclarecedores (como pueda serlo el mito de la caverna de Platón). 2) El efecto de los mitos oscurantistas y confusionarios. Es el efecto de aquellos mitos que en lugar de contribuir a una explicación científica o filosófica del campo, o a una forma de conducta práctica viable, distorsionan el campo y estorban esa explicación o la bloquean” (Bueno, 2003a: 12-15). Capítulo V: Cientificidad de las teorías del valor 254 estaría relacionada con todo aquello que no puede ser conocido, estando más allá de la experiencia7 (idea frente a la cual los racionalistas deberían teóricamente mantener una posición escéptica), la posición que frente a lo irracional ha de mantener el materialismo filosófico no puede ser escéptica, sea esta irracionalidad de carácter religioso, gnóstico, ideológico-político, esotérico o teórico-científico. Pues no puede aceptarse idea irracional alguna sin su correspondiente crítica. Irracional, desde las coordenadas del materialismo filosófico, será todo aquello que sostenga la existencia de fuentes de revelación ajenas a la propia estructura del Mundo y accesibles solo a un reducido número de personas. Y si en esto consistiría lo irracional, lo racional no sería únicamente lo que está ligado a operaciones de la mente, sino todo aquello que caracterizaría a las técnicas y tecnologías, incluido el lenguaje, más todos los medios técnicos, científicos y tecnológicos que permitirían la transformación del Mundo. Si la racionalidad es, eminentemente, operatoria, será propia de todos los seres humanos, y esto dicho contra la idea exclusivista de saberes solo disponibles a unas esferas sociales cerradas y privilegiadas por el conocimiento de esos mismos saberes que estima que los que no los conocen no podrían alcanzarlos jamás. Pero, sin embargo, es en el Mundo, y no fuera de él, donde se da la oposicion entre las ideas de lo racional y de lo irracional. Una oposición que, de manera tradicional, ha servido, desde Aristóteles, para distinguir a los hombres (racionales) de los animales (irracionales). Y al mismo tiempo para distinguir lo emocional de lo racional, lo artístico de lo científico (letras y ciencias), etc. Distinciones que girarían en torno a la distinción clásica y todavía presente en nuestras sociedades entre Razón e irracionalidad. Pero esta distinción no puede interpretarse, de ningún modo, en sentido dicotómico, maniqueo. Pues en realidad no suele haber separación entre lo racional y lo irracional, habiendo estados intermedios, como aquello que es arracional (una piedra no es ni racional ni irracional, sino arracional). La oposición entre lo racional y lo irracional siempre irá referida a sujetos dotados de conducta, vivientes, animales y humanos. Y si lo racional y lo irracional tiene que ver con la conducta de seres vivos animales, es muy discutible establecer una línea divisoria dicotómica entre animales racionales e irracionales, o entre hombres racionales e irracionales, lo que no significa que todas las ideas humanas sean igual de racionales, como hemos explicado más arriba. La etología ha demostrado que los animales tienen razón, son raciomorfos. Tienen conductas no irracionales (un ejemplo claro se da en los chimpancés de Köhler, que se apoyaban en cajones para coger unos plátanos que estaban muy alto (García Olmedo, 2000). La propia conducta de insectos como las termitas al construir termiteras, las hormigas al hacer lo propio con los hormigueros o las abejas al construir panales, no puede alegremente calificarse como irracional, pues la explicación de por qué construyen termiteras o hormigueros es antes por cuestiones mecánicas que irracionales. 7 Como el noúmeno kantiano, realidad inteligible e incognoscible contrapuesta a la sensible, a la experiencia, imposible de conocerse. También designa a la cosa en sí. Hablamos de algo que pertenece al ámbito de la metafísica. Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad 255 El tratamiento dicotómico de la ideas de racionalidad e irracionalidad implica, habitualmente, el pensar que lo irracional es previo a lo racional en la conducta de los animales, y particularmente en la humana. Es un error pensar que antes de lo racional estaba lo irracional y que lo racional surge de lo irracional. Sin embargo, lo que realmente ocurriría es que lo irracional está dado en un fondo de racionalidad. De algún modo, lo irracional sería la negación de lo racional. El surgimiento de los números irracionales, por ejemplo, se dio mediante operaciones matemáticas realizadas por los pitagóricos sobre los números racionales, llegando, partiendo de los números racionales, a números que ni eran enteros ni racionales. Los números irracionales poseen infinitas cifras decimales no periódicas, siendo imposible expresarlos como fracciones. Al principio, los pitagóricos los llamaron números inconmensurables, existiendo dos tipos de los mismos: los algebraicos y los trascendentes. El más famoso de los números irracionales es el número π. El surgimiento de los números irracionales, su esquema operatorio, sería aplicable análogamente como modelo a multitud de situaciones en las que también surgen, a partir de operaciones racionales, ideas o construcciones teóricas irracionales. La idea de racionalidad no es unívoca, y no flota en el aire. No puede separarse de los materiales a los que se aplica. La racionalidad estaría esencialmente unida a los contenidos que utiliza, a los materiales de que trata. La racionalidad no es solo extraer conclusiones de principios, sino que puede encontrarse también en los propios principios que se manejan. Habría entonces principios racionales y principios irracionales que se opondrían a otras racionalidades. Sería necesario vincular siempre la racionalidad a un material categorial concreto. No habría una racionalidad abstracta general, sino racionalidades específicas aplicadas a campos concretos mediante operaciones concretas. Habría que hablar, y de hecho se habla, de racionalidad química, racionalidad biológica, racionalidad política o racionalidad económica {Capítulo I, 2. a)}. Y estas racionalidades específicas, como prototipos de conducta frente a otras, obligan a un replanteamiento de la idea de racionalidad humana. Por su parte, el materialismo filosófico replantea la racionalidad humana, distinguiéndola de la de los animales, basándose en un hecho positivo: los hombres, en la evolución, han llegado a dominar al resto de seres vivos, incluidos los animales, y no al revés. La idea central de la racionalidad humana consistiría, en vez de en razones abstractas, conductuales, raciomorfas o subjetivas, en las características de las materias sobre las que tratan los hombres. Estas materias serían las instituciones que los mismos hombres construyen dentro de, y conformando al mismo tiempo, campos concretos de operaciones (Bueno, 2005a)8. La constitución de instituciones de diversa índole, siempre históricas, conformaría lo típico de la racionalidad humana. Pero esto no garantiza de ninguna manera la paz ni la armonía entre los hombres (tampoco la paz es lo racional ni la guerra lo irracional), sino que esta idea de Capítulo V: Cientificidad de las teorías del valor 256 racionalidad humana no garantizaría en absoluto la paz universal. Más bien sería la fuente del conflicto entre instituciones lo que está en la base de muchos tipos de conflictos, incluida la guerra. Las instituciones tendrían seis características acumulativas (Íbid.: 21-29): 1) Una estructura hilemórfica, pues se trata de totalidades corpóreas en las que puede distinguirse una materia y una forma inconmensurables entre sí. Las instituciones son un orden impuesto de alguna manera a una materia dada. La estructura de una institución, su forma normativa, no recoge íntegramente la materia institucionalizada. No son eternas y el conflicto entre ellas estaría involucrado en el conflicto entre los componentes de cada institución (por ejemplo, el “conflicto” dialéctico de toda mercancía o servicio, pensados como institución, entre sus partes conformantes -otras mercancías que, mediante operaciones laborales, quedan incorporadas a la institución-mercancía final-). Las instituciones no agotan la materia que organizan, pues esta siempre desbordaría la forma institucional. 2) Las instituciones son unidades culturales morfológicas de orden sistático. Esto querría decir que son estructuras corpóreas observables que contienen, aunque sea interpretativamente, componentes de pertinentes instituciones elementales (aquellas que no estarían compuestas, en principio, de otras instituciones, como puedan ser las llamadas materias primas, las partes materiales y no formales de toda mercancía), a partir de las cuales el resto de instituciones se definirán como complejas, constituidas partiendo de un ensamblamiento o concatenación sistática (Bueno, 1992-93: 939-953) de instituciones elementales o complejas diversas. Así ocurre con la inclusión de técnicas manufactureras en tecnologías industriales {Capítulo II, 2.} 3) Las instituciones son desarrollos de una recurrencia cuyo primer paso sería el cumplir con la definición de institución elemental. Si las instituciones existen, entonces coexisten entre sí, pues existir es coexistir, lo que no significa que el conjunto de todas las instituciones conforme una institución total, pues esto negaría la dialéctica, al igual que no serían una institución varias de ellas tomadas al azar. Pero sí hay conjuntos complejos de instituciones concatenadas entre sí de manera sinecoide, por ejemplo el Estado, al cual se incorporan muchas otras instituciones en el curso de su evolución histórica. Mercados diversos serían también conjuntos complejos de instituciones, y una empresa, siendo una institución, también sería un conjunto complejo de instituciones (al poseer bienes de equipo, mercancías, ceremonias de producción, distribución, intercambio, cambio y consumo, dinero, plantas, etc.), aunque habría muchos más ejemplos. 4) Las instituciones son racionales. Esta es la característica de mayor alcance de todas pues si, parafraseando a Aristóteles, el hombre es un animal racional, como dijimos más arriba, lo será de manera característica a través de las instituciones, y la racionalidad humana tendrá lugar a través de las instituciones. Esto no significa que todo lo humano sea racional, pues hay procesos y componentes humanos que no son racionales. La racionalidad atribuida a los hombres a través de las instituciones implica, sin duda, a otro nivel, un desarrollo cerebral determinado, al que Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad 257 también contribuye desde luego. La racionalidad humana se constituiría no solo respecto a la arracionalidad biológica de otros seres vivos, sino también respecto a la racionalidad zoológica (la llamada conducta raciomorfa) de muchos animales (Brunswick, 1955: 108-109). En una perspectiva evolucionista histórica habrá que decir que el desarrollo de conductas raciomorfas en los primeros homínidos alcanzaría la racionalidad específicamente humana en función de las instituciones que hubiesen ido forjando y no en función del desarrollo cerebral, del bipedismo o de la evolución de sus manos únicamente. Pues este tipo de desarrollos biológicos podrían haber alcanzado estadios de racionalidad cogenérica con otras especies de primates. Esto, la influencia de las instituciones en la evolución de la racionalidad humana, es lo que permitiría pasar de la antropología zoológica a la antropología cultural humana (Engels, 1876). No se trataría ya solo de una cuestión de manejar las manos para fabricar utensilios también a partir de otros utensilios, ni de hacerlo en un ámbito social de grupo, como ocurre con otros grupos de animales, como los insectos señalados más arriba. Se trataría de ámbitos en los que las instituciones pueden considerarse y confrontarse. Mediante la consolidación, desarrollo, confrontación y complicación de las instituciones, los sujetos humanos han podido adquirir no ya racionalidad, sino racionalidad humana9. 5), Derivada de la anterior, encontramos que las instituciones poseen normatividad, la cual requiere de racionalidad (en función de transformaciones idénticas) y, por tanto, de repetibilidad. Esta repetibilidad estaría muy emparentada con la universalidad lógica y formal, opuesta a la singularidad concreta, que no ha de confundirse con la ubicuidad. En tanto una institución implica su repetibilidad será normativa sin tener que llegar a ser preceptiva, pues la repetibilidad es posible solo si la forma repetible actúa a título de modelo formal. Determinadas instituciones, como un álbum discográfico solo son posibles si preexisten las instituciones casa discográfica, fábrica de cedés, estudio de grabación, músicos, instrumentos, composiciones musicales, etc. Las instituciones, las mercancías, por su condición de estructuras racionales multiplicables, alcanzarían así la condición de normas. La finalidad interna de las instituciones sería lo que las mantiene iguales entre sí, constituyendo de paso el germen de su posible variación al entrar en composición con otras instituciones, como ocurre con las mercancías en el campo económico de las relaciones de producción. La norma sería, además, inmanente a cada institución, pues toda institución contiene en sí misma su propia norma. 6) Las instituciones son axiológicas, en tanto son tanto valores como contravalores, no neutras, salvo en casos concretas que requieren análisis y explicación aparte, pues una institución 9 “[...] el materialismo filosófico incorpora ampliamente, y aún se apoya en ellas, las conclusiones de los etólogos que reconocen la racionalidad de la conducta de tantos vertebrados, en cuanto sujetos capaces, por su musculatura estriada y por sus palancas esqueléticas, de manipular operatoriamente cuerpos sólidos, o bien, el reconocimiento del carácter raciomorfo de la conducta estigmérgica de invertebrados (insectos sociales, sobre todo), o de la conducta lingüística de cefalópodos (como calamares o pulpos). La cuestión filosófica habrá que desplazarla del terreno de la oposición entre animales irracionales y animales racionales, al terreno de la distinción entre una racionalidad zoológica (animal) según diversas líneas de racionalidad operatoria (transformadora) y una racionalidad humana. Y una vez aceptado ese desplazamiento, el criterio más positivo para esta diferenciación no lo pondremos tanto en la gradación de la complejidad operatoria (porque este criterio no permite determinar una divisoria objetiva clara), sino precisamente en las instituciones” (Bueno, 2005a: 24-25). Capítulo V: Cientificidad de las teorías del valor 258 postergada podría ser “puesta en valor” en un momento y lugar oportunos, como ocurre con una empresa que trata de cotizar de nuevo en Bolsa. La condición axiológica de las instituciones se fundamentaría también partiendo de la inmanencia del mundo institucional. No es que las instituciones sean susceptibles de recibir valores sobreañadidos, procedentes de “otro mundo ideal”. La naturaleza conflictiva del mundo de las instituciones, en lo que a su dimensión axiológica se refiere, aparecerá cuando una institución sea opuesta e incompatible, o aliada y compatible, con otras tomadas como referencia. Los valores económicos, en tanto instituciones, serían, en cierto sentido, “marginales", pues son valores de una variable cuyo incremento negativo o positivo estaría determinado por el arrastre de los incrementos de variables de otras funciones que, al ser cuantificadas, se podrían analizar mediante una función derivada generadora de la variación que mediría el ritmo de crecimiento o decrecimiento de la función dada. Poner en valor una institución, un bien o un servicio que funcione como mercancía, no sería otra cosa que poner este bien en conexión con un plan económico que pudiese reducir su precio en un tiempo breve, pues encarecerlo (salvo que se trate, por ejemplo, de bienes cuyo precio comercial es producto de la especulación como las obras de arte, los solares o los servicios de los esclavos) supondría un riesgo para los productores. Aquí estriba el razonamiento que permitiría entender la influencia del coste marginal en la producción de mercancías. Lo que ha de quedar claro es que las instituciones están entretejidas en un mismo campo, en este caso económico, en una situación no armónica. Y esta situación no armónica evita pensar que todas las instituciones, incluidas todas las mercancías, que son instituciones, no son compatibles entre sí totalmente, teniendo unas valores positivos y otras negativos. Si fuesen todos positivos, las mercancías carecerían de valor de cambio, y no habría dialéctica conflictiva en el mercado. La racionalidad humana aparecerá a través de la institucionalización de ciertas operaciones zoológicas racionales, siendo la institucionalización un criterio antropológico positivo objetivo no meramente subjetual, anatómico, fisiológico o psicológico. Así puede sostenerse la idea de que el hombre es un animal racional siempre que la racionalidad específica diferenciada sea sobreentendida como racionalidad institucionalizada. Esta racionalidad será, por tanto, un proceso dialéctico en el que se darían transformaciones idénticas (que nunca dejan de ser transformaciones reales) que se desarrollarían en tres fases dialécticas10: 1. Fase de posición operatoria de partes, que implica una composición y una descomposición o destrucción de partes compuestas respecto a terceras partes. 2. Fase de contraposición con el medio entorno o con partes del dintorno. 3. Fase de recomposición controlada de las partes contrapuestas, también llamada resolución en la totalidad inicial. Cuando una institución se vuelve imposible, esto es, cuando por ejemplo hablamos de 10 Estas fases serán importantes en desarrollos posteriores acerca de los principios y modos de la Economía Política. De momento, solo los apuntamos. Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad 259 objetos imposibles, inexistentes en la realidad, se diría que esas instituciones se transforman, en realidad, en no instituciones, es decir, en cosas irracionales en el sentido que damos a la irracionalidad como cosas o ideas ajenas a la estructura real del Mundo. Sin embargo, y esto es importantísimo, la irracionalidad resultará de la racionalidad conculcada por estas cosas, estas no instituciones. Ninguna institución se constituye en el momento de su llamada “génesis poética”, y no nos referimos a su nacimiento técnico, sino al momento en que diversos demiurgos forjadores de esas instituciones han sido segregados de sus obras, ejerciendo estas normatividad a través de su corporeidad culturalmente conformada sobre otros sujetos conductuales. Toda institución, toda mercancía, es objetual, pues los sujetos se someten siempre a la norma de la mercancía a través de su estructura corpórea, y nunca mediante comunicación telepática con los demiurgos, aún siendo estos humanos. Algo así ocurre con la neuroeconomía en particular y con la psicoeconomía en general, emparentando ambas con pseudociencias como la frenología que, sin embargo, mediante teorías como la de la utilidad marginal, vuelven a cobrar una importante vitalidad11. Lo cierto es que la racionalidad institucional tal como la definimos implicaría el reconocer cierta clase de racionalidad a cualquier institución objetual o subjetual. La racionalidad de las instituciones objetivas, corpóreas e históricas, extrasomáticas en lenguaje materialista (Bueno, 1996a), se manifestará en la concatenación de sus partes involucradas con la racionalidad conductual de los sujetos que las producen y usan. La racionalidad de las instituciones, también como productos del campo económico, tiene que ver con la identidad que mantienen en sus transformaciones, pudiéndose dar en diferentes modos y estados dependientes del alcance de la identidad comprometida en las transformaciones sucesivas que sufra. Cabe entonces interpretar el resultado del experimento, o juego, de los 10 dólares, no en el sentido habitual de los neuroeconomistas. Si según la teoría del homo oeconomicus del sujeto económico racional un consumidor racional querrá tener poco dinero antes que no tener nada, entonces los neuroeconomistas entenderán como ya hemos dicho que el rechazo de los jugadores B a tener parte de los 10 dólares que les ofrece el jugador A si es poco dinero es un rechazo irracional, emocional, proyectando desde las áreas del cerebro activadas según qué estímulos reciban los sujetos y en relación a las emociones que éstas, que estiman irracionales, serían el motor económico tanto del consumo de mercancías como de los grandes movimientos de capitales, e incluso para ellos explicaría la lucha por los recursos naturales y la hegemonía geopolítico-económica sobre los mismos. De lo micro se proyecta hacia lo macro, y la utilidad marginal cobra un nuevo empuje supuestamente empírico. Sin embargo, si afirmamos que lo 11 Aunque la frenología es hoy considerada una pseudociencia, para muchos es también una protociencia, en tanto que ha contribuido a la medicina en cuanto a la identificación de áreas cerebrales que albergarían funciones localizadas de manera específica. Esta influencia se nota de manera especial en la neurocirugía y en las técnicas de registros cerebrales que, tras la Segunda Guerra Mundial, permitieron el desarrollo de la cirugía cerebral como medicina de guerra. Camino abierto ya en el siglo XIX por Emile du Boys- Reymond y su descubrimiento de la naturaleza electromagnética del impulso nervioso. Capítulo V: Cientificidad de las teorías del valor 260 irracional sea aquello que, como idea, está totalmente desconectada de la realidad operatoria del Mundo, de su estructura en constante evolución debido a las operaciones que los sujetos, organizados institucional y racionalmente, hacen sobre el Mundo mismo, no podemos afirmar, primero, que las emociones sean irracionales; segundo, que el rechazo al dinero de los jugadores B sea irracional (ya, implícitamente, la neuroeconomía pone en solfa la teoría del comportamiento económico racional neoclásico o austriaco); y tercero, habrá que decir entonces que la persecución del fraude, como ceremonia institucionalizada, será racional en tanto que trata de resolver problemas también de asignación de recursos económicos. Y los jugadores B actúan racionalmente en tanto entienden que para ellos es un engaño recibir del jugador A menos de 3 dólares de un total de 10. Y esto lleva a la conclusión de que lo irracional aquí, lo que está realmente fuera de la propia estructura del Mundo, sea pensar que las emociones son irracionales y mueven la economía mundial. Entonces los fundamentos básicos, las ideas, de la neuroeconomía y la psicoeconomía, sin perjuicio de la racionalidad operatorio-técnica y tecnológica de sus instrumentos de laboratorio, colocarían a éstas más cerca de la magia que de las ciencias. Y la magia sería siempre, siguiendo nuestro análisis, incluso si usa instrumentos de laboratorio o avanzadísimas computadoras, irracional12. Lo que conlleva que sea imposible cerrar, en el sentido de la TCC, siquiera tecnológicamente, ni la neuroeconomía ni la psicoeconomía. Pues el cierre categorial de la magia es imposible. Y eso nos lleva a la siguiente pregunta, que sigue necesariamente a todo lo dicho en este capítulo y en capítulos anteriores: ¿sería la TUM una explicación mágica de la formación de los precios comerciales? No en tanto la TUM intenta explicar “lo maravilloso”, la formación de los precios. Pero sí lo sería en tanto, como ocurre con la psicoeconomía o con la neuroeconomía, trata de explicar “teóricamente” no ya solo la formación de los precios, sino que trata de mostrar técnicamente como se conforman estos precios comerciales mediante impulsos cerebrales relacionados con el placer o el dolor13. En resumen, aún habiendo en su configuración instituciones que funcionan siguiendo procedimientos técnicos y tecnológicos racionales, como puedan ser los aparatos para realizar resonancias magnéticas entre otros, la neuroeconomía está envuelta de una nematología 12 “[...] el mago, como hemos dicho, no procede ajustándose a pautas racionales o científicas, sino precisamente a pautas anticientíficas. Él despliega una praxis a través de la cual pretende desencadenar efectos enteramente irracionales, como puedan serlo el que algunas piedras agitadas en su bolsa produzcan la lluvia; y cuando sus procedimientos funcionan, es decir, cuando el público acepta la conexión irracional que se le presenta –y que excluye la posibilidad de aplicar aquí un criterio de causalidad, aunque fuera el criterio binario de Hume– entonces la institución se consolida, y el mago y su público quedan estúpidamente satisfechos en la convicción de que han dominado o controlado la Naturaleza. Por eso mismo el científico que se limita a establecer conexiones empíricas y se satisface con ellas no rebasa en mucho el nivel del mago” (Bueno, 2009a: 2). 13 “En cuanto a la magia nos limitaremos a decir que la consideramos antes como una actividad que como una teoría, porque la magia no intenta explicar lo maravilloso, sino hacerlo. La magia es una praxis de disergia, la que ejerció Apolonio de Tiana al hacerse presente al mismo tiempo en Atenas y en Metaponto. O la que, siglos más tarde, habría sido ejercida por Cagliostro cuando salió simultáneamente por las cuatro puertas de Basilea montado en cuatro coches tirados por caballos blancos. El mago, entonces, ¿es un impostor? No necesariamente. El mago, o el chamán (el pastequeiro, el brujo, el curandero), tienen virtudes operatorias, especialmente de carácter médico, porque su pueblo o su clientela lo quiere así. Es de recordar aquí la célebre historia de un hechicero, Quesalid, un individuo kwakiutl que, según cuenta Boas, había sido sumamente escéptico en su juventud ante los brujos de su tribu, hasta el punto de que se puso en manos de uno de ellos para poder descifrar el secreto de sus trucos; pero cuando empezó a practicarlos advirtió que surtían efecto en el público que le rodeaba, lo que hizo que se fuese convirtiendo poco a poco en mago y llegase a ser uno de los más eminentes hechiceros de su tribu. Con frecuencia los fenómenos de la magia y del milagro intersectan. Lo que nos invita a pensar que su distinción es antes teológica que empírica” (Íbid.: 2). Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad 261 (ideología, sistema de ideas, cosmovisión) más mágica que empírica. Las explicaciones irracionales del Mundo o de ciertas áreas del mismo, al mismo tiempo que se sitúan fuera de la estructura de ese mismo Mundo, se construyen y desarrollan dentro de ese mismo Mundo, por lo que es inevitable, en toda explicación mágica de fenómenos reales, hacer uso de elementos propios de la racionalidad institucional humana (lo que ya ocurre cuando la Astrología hace uso de instrumentos técnicos propios de la Geometría euclídea, de la Estadística y de la Astronomía), la cual, además, en dialéctica consigo misma y con la racionalidad zoológica, produce también ideas irracionales como resultado de las operaciones con, y en, el ámbito de esas mismas instituciones, entrando a su vez en dialéctica la irracionalidad con las racionalidades tanto zoológica como humana institucional. b) Marginalismo vs. utilitarismo: la imposibilidad de cierre tecnológico de una Economía Política utilitarista. Si es imposible el cierre científico de la TUM y sus derivados (más adelante veremos las franjas de verdad gnoseológica según la TCC), también es imposible su cierre tecnológico. La idea de utilidad marginal, como la derivada matemática de la utilidad total de la última unidad de mercancía consumida de un conjunto de mercancías idénticas (la utilidad asociada a la última unidad de mercancía consumida), por mucha coherencia matemática que se la aplique, carece de todo sentido no ya científico, sino técnico y tecnológico. Se trata de una teoría filosófica idealista basada en una idea que, nos atreveríamos a decir, es extraeconómica, pues trata de explicar la formación de los precios comerciales en base a algo que podríamos calificar de mágico en el peor sentido de la palabra: la aplicación del cálculo infinitesimal a la satisfacción que nos produce consumir un bien, a la vez que se afirma que ese es el motor que mueve todos los movimientos económicos. Ya dijimos más arriba que la irracionalidad surge de la dialéctica de operaciones realizadas en, y entre, instituciones, cuya conformación es siempre racional. En el caso de las Matemáticas, si los números son también instituciones, los números irracionales o inconmensurables representarían el ejemplo más claro de surgimiento de la irracionalidad a partir de la racionalidad. Los números irracionales son imposibles de cuantificar, pues tienen, como ya dijimos antes, infinitas cifras decimales sin forma periódica o patrón en ellas. No es posible conocer dichos números. Sin embargo, los matemáticos y otros científicos pueden trabajar con ellos tomando solo parte de sus cifras. Y es obvio que los economistas trabajan con fórmulas lógico-idiográficas que representan cálculos de la utilidad marginal. Pero resulta que el marginalismo en economía va más allá de la idea de utilidad marginal. Como vimos en el Capítulo III y en el Capítulo IV, en la conformación de los precios de producción influyen los costes previos, y hablamos también entonces de los costes marginales. La relación entre coste marginal y precios comerciales queda, en ocasiones, en segundo plano debido a la importancia que en la microeconomía neoclásica Capítulo V: Cientificidad de las teorías del valor 262 adquirió la TUM. Pero el coste marginal, que es variable, y mide la tasa de variación del coste dividida entre la variación de la producción, resulta ser la derivada de la función de coste total respecto de una cantidad de producción dada. Y es el incremento que sufre el coste total al incrementarse la producción en una unidad de mercancía, según un análisis dinámico en el que se tengan en cuenta los cambios técnico-tecnológicos del proceso de producción, el que permite que los costes marginales puedan incrementare al tiempo que, de manera inversa, descienden los costes totales de la producción. El ejemplo de la relación entre la utilidad marginal y los costes marginales muestra cómo en toda idea irracional, ilógica, hay componentes racionales que la dan coherencia. En la TUM hay componentes racionales, como puedan ser la idea de elección de las mercancías en un mercado dado o los procedimientos técnicos de matematización marginalista. Pero una cosa es ser marginalista y otra es ser utilitarista, y algo distinto es la hibridación de ambas cosas, lo que llamamos margiutilitarismo. El caso es que la Economía Política puede asumir perfectamente el legado marginalista pero desechando la influencia filosófica utilitarista que, junto a la influencia de la Psicología, conforma las nematologías que envuelven al campo económico actual (Guerrero, 2008: 123-124)14. La TUM sería insostenible también por otras cuestiones: a) Un adecuado tratamiento matemático de la utilidad requeriría un imposible, en especial para el tratamiento de la propiedad de continuidad, y es el supuesto ridículo del conocimiento perfecto presente y futuro, por parte del consumidor, tanto de los precios comerciales como de la totalidad del entorno económico, natural y social de una sociedad política determinada. b) La deducción de la demanda decreciente como función del precio comercial no requiere en absoluto de la función de utilidad {Capítulo III, 2. d)}, pues hoy día bastaría el efecto precio, la suma de los efectos sustitución y renta para la obtención geométrica de curvas de demanda, partiendo únicamente del concepto de bien económico y sin recurrir a la utilidad marginal (Johnson, 1958). c) Los valores o precios obtenidos tras una construcción lógico-idiográfica margiutilitarista tendrían una validez temporal y serían distintos para cualquier otro par de instantes elegidos, lo que conllevaría que, desde un punto de vista precisamente margiutilitarista, se carecería de 14 Según Diego Guerrero, hay un ejemplo claro de economía marginalista sin rasgos utilitaristas en Cournot: “[...] lo más interesante de su aportación es sin duda su capítulo 4, dedicado a 'La ley de la demanda'. En vez de recurrir a una teoría utilitarista en cualquiera de sus variantes, Cournot vuelve a inspirarse en la tradición de la economía clásica, que él transforma, usando su inclinación matematica, en un 'axioma', o 'si se quiere, solo emplearemos una hipótesis: que cada hombre intenta extraer el máximo valor posible de sus bienes o de su trabajo'. […] En esta tradición, encuentra base suficiente para dar por supuesto que 'por lo común, un bien es tanto más demandado cuanto menos caro es'. […] Una vez establecida sin más la 'ley de la demanda', no se olvida de señalar que son posibles las excepciones, pues en algunos 'objetos de fantasía y de lujo' podría ocurrir lo mismo que en el caso de los diamantes ya invocados antes: 'Si se consiguiera obtener con poco gasto la cristalización del carbono, y vender por un franco el diamante que hoy vale mil, no sería extraño que los diamantes dejaran de usarse como alhaja y de constituir un artículo comercial. En este caso, un descenso vertical del precio casi reduciría la demanda a cero'. […] El estudio de la 'ley de la demanda o de las ventas' conduce a Cournot a hacer un análisis matemático y geométrico de la curva de demanda, de los ingresos totales y marginales, y de la elasticidad (aunque no llame a ésta por su nombre), que si bien él dejó originalmente para notas al final del texto ahora encontramos intercalados en el grueso de su exposición. Así la explicación que ofrece para su 'figura 1' […] sigue siendo básicamente la que se ofrece hoy en día para explicar por qué la elasticidad unitaria de la demanda significa el ingreso total máximo de la empresa” (Guerrero, 2008: 123-124). Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad 263 cualquier medio para la determinación de cuál conjunto de precios resultantes, siendo estos infinitos, podría considerarse como conjunto de precios estables o normales del sistema configurado. d) Toda construcción neoclásica de la demanda es superflua si se piensa que las curvas de demanda y oferta, a la hora de determinar los precios de equilibrio, son simétricas, es decir, de igual longitud y elasticidad, cuando, si seguimos el razonamiento de Rubin {Capítulo IV, 3, f), f.3.}, hay una asimetría, pues la elasticidad de la curva de oferta está limitada entre un precio de producción mínimo y otro máximo que en ningún caso se pueden sobrepasar salvo cambios técnicos y tecnológicos importantes en la producción, a una escala histórica determinada (pues son las condiciones de producción y oferta las que, determinadas por las técnicas utilizadas y las estructuras de costes resultantes, determinan en realidad el nivel normal de los precios, colaborando la demanda con la oferta únicamente para fijar la cantidad de producto de equilibrio correspondiente al precio de equilibrio determinado solamente para la oferta a largo plazo), y siempre sin llegar a la elasticidad de la curva de oferta, es decir, siempre sin llegar a la simetría propia de las curvas de demanda y oferta en los dibujos de las mismas según la teoría económica neoclásica. e) Al no poder estar al mismo nivel la demanda y la oferta, como dijimos anteriormente, es imposible sostener la llamada soberanía del consumidor, como materialización concreta y subjetiva de una supuesta libertad de elección, cuando en realidad se trataría de una libertad para elegir bienes en el mercado, tan limitada como la misma oferta (García Sierra, 2000: 314-315). f) Tanto si se defiende o se critica el sistema economico capitalista, tanto el actual como otros modelos del pasado, y tanto si se defiende o se critican los diversos sistemas económicos socialistas que han existido o que existen todavía, y tanto si se quieren postular a nivel teórico nuevos modelos de sistemas económicos, capitalistas, socialistas, mixtos, etc., la dialéctica conflictiva entre TUM y TVT debe ser superada en tanto la Economía Política pueda reconstruir su campo, teniendo como base el tiempo histórico y los avances técnicos, tecnológicos y científicos que lo conforman intra y extraeconómicamente, pudiendo así abandonar teorías mágicas en favor de otras no alejadas de la estructura del Mundo. Ciertamente, la utilización de herramientas como el cálculo diferencial han permitido en la economía neoclásica desbordar la Psicología para configurar la microeconomía en particular y la Economía Política en general tal y como ahora la conocemos. Sin embargo, ese desbordamiento se debió a una previa influencia creciente de la Psicología en otras disciplinas, en particular la Economía Política, cuando previa al desarrollo contemporáneo de la TUM ésta disciplina no tenía tantos elementos psicologistas como tiene ahora. Ya dijimos en el Capítulo III, y hemos reiterado en este último también, que la TUM es sobre todo una teoría que tiene implicaciones extraeconómicas claras, no ya solo psicológicas, sino filosóficas {Capítulo III, 2. c), c.7.}. Al relacionar el contexto psicológico del placer y del dolor con la compra como categoría circular del Capítulo V: Cientificidad de las teorías del valor 264 campo económico, los margiutilitaristas desde Jevons consiguieron desbordar su campo de origen. Pero ese desbordamiento se ve limitado cuando se tiene en cuenta que las necesidades -siempre históricas y concretas, subjetuales y no meramente subjetivas-, la demanda, están creadas circularmente por la oferta (Bueno, 1972a: 107-108). Además, como explicamos en el Capítulo III, las correcciones de Marshall a Jevons en torno a la derivada de la utilidad marginal, transformándola en coeficiente diferencial y dando mucho mayor peso al precio en dinero objetivo, esencial para comprender luego el efecto precio, posibilitaron que no fuese necesario el conocimiento de la utilidad total o absoluta para comparar utilidades, pero siempre teniendo en cuenta que la comparación de utilidades, en microeconomía, es imposible porque es imposible cuantificar utilidades y porque las utilidades que se intentan comparar siempre son pocas { Capítulo III, 2. c), c.1., c.1.2.}. Es imposible comparar las utilidades marginales de todos los sujetos de una sociedad política, y es imposible comparar la derivada de la satisfacción del consumo de bienes de todos los sujetos de una sociedad política dada, tampoco entre dos sujetos. En realidad, no hay corte epistemológico alguno en el surgimiento de la TUM partiendo de ideas psicológicas, y se vuelve a recaer en el idealismo filosófico, y en el psicologismo filosófico, por mucha matematización que tengan estas teorías15. Pues nos encontramos, claramente, con ideas irracionales “tan irracionales como pueda serlo sin ir más lejos, el proceso presupuesto según el cual de la chistera del mago emerge realmente ex nihilo, una paloma volando” (Ongay, 2008: 2). 2. La Economía Política como construcción histórica : sus principios y modos. Como avanzamos en el Capítulo I {Capítulo I, 1. c)}, la Economía Política como disciplina del conocimiento diferenciada del resto surge históricamente, al igual que otras disciplinas sean “ciencias humanas” como esta o “ciencias naturales”, partiendo, e in medias res, de las técnicas mercantiles, productoras (manufactureras), políticas, jurídicas, bancarias, contables, bélicas, pero también científicas (influidas por otras ciencias o disciplinas), y tecnológicas, surgiendo gracias a la existencia de otras ciencias {Capítulo I, 1. b)}, lo que permitió el paso de la manufactura a la maquinaria {Capítulo II, 2.}. Esto permite analizar la Economía Política como una construcción 15 Un ejemplo de esto lo encontramos en las ideas que, sobre economía, maneja uno de los más importantes representantes de la Escuela Austriaca a nivel internacional, el español Jesús Huerta de Soto, lo que podemos comprobar citándole: “[...] la producción no es un hecho físico, natural y externo, sino que al contrario es un fenómeno intelectual y espiritual” (Huerta de Soto, 2012: 19). O bien: “Otro elemento esencial de la metodología de la Escuela Austríaca es su concepción puramente subjetiva de los costes. Muchos autores consideran que esta idea puede incorporarse sin mucha dificultad dentro del paradigma dominante neoclásico. Sin embargo, los teóricos neoclásicos tan sólo incorporan de forma retórica el carácter subjetivo de los costes y al final, aunque mencionen la importancia del concepto de coste de oportunidad siempre lo incluyen en sus modelos de una manera objetivizada. Para los austríacos, coste es el valor subjetivo que el actor da a aquellos fines a los que renuncia cuando decide seguir y emprender un determinado curso de acción. Es decir, no existen costes objetivos, sino que éstos continuamente deberán ser descubiertos en cada circunstancia mediante la perspicacia empresarial de cada actor. En efecto, puede ser que pasen desapercibidas muchas posibilidades alternativas que, una vez descubiertas empresarialmente cambien radicalmente la concepción subjetiva de los costes por parte del actor. No existen, por tanto, costes objetivos que tiendan a determinar el valor de los fines, sino que la realidad es justo la contraria: los costes como valores subjetivos se asumen (y, por tanto, vienen determinados) en función del valor subjetivo que los fines que realmente se persiguen (bienes finales de consumo) tienen para el actor” (Íbid.: 25-26). Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad 265 histórica, racionalizada gracias a la existencia de instituciones, propias o ajenas a la construcción del campo económico del que parten, cuya existencia ha de tener en cuenta también, como también señalamos al inicio de esta investigación, la idea misma de producción, tanto de cosas y clases de cosas como de sujetos y clases de sujetos, en tanto que las relaciones de producción del campo económico, y precisamente mediante la producción de cosas, permiten también la producción de sujetos, de personas, cuya personalidad estaría totalmente influida por esas mismas cosas que producen, ya sea su personalidad respecto a gustos personales o como si hablamos de personalidad jurídica, política, productora o estética {Capítulo I, 2. b)}. Es decir, la idea de persona es cultural y es bastante reciente, y no puede entenderse sin entender, a su vez, la idea de producción en un sentido amplio más allá de los objetos que esas mismas personas producen { Capítulo VII, 1.}. Pues en el contexto del campo económico y en dialéctica constante con otros campos concatenados a él (jurídico, biológico, político, etc.), las personas producen objetos, y la producción de objetos, a su vez, construye y produce personas. Pero no producen objetos de manera aislada, “individualizada”, pues la “unidad humana”, en tanto entidad específica, es el grupo y no el individuo (Bueno, 1980). Ya en sus comienzos, el grupo humano, lejos de la idea de animal desvalido e inerme que pueda pensarse, empezó a manifestarse como una máquina poderosa de transformación de la realidad, de destrucción y depredación frente a las naturalezas particulares y a las coaliciones o enfrentamientos entre las distintas naturalezas, lo cual tiene también su contrapartida generadora. El garrote o la piedra pulida, que los homínidos prehumanos utilizaban ampliamente podían únicamente desarrollar todo su alcance en el grupo, en la caza cooperativa o en el mantenimiento del fuego, entre otras actividades (Engels, 1876). Las técnicas y tecnologías cada vez más complejas que han ido desarrollándose hasta el presente, no serían tanto habilidades o atributos desplegados por los hombres debido a su voluntad de poder en sentido nietzscheano, voluntad propia de supuestos sujetos previamente dados a ellas, aún en un supuesto estado de desvalimiento como dijimos en el párrafo anterior. Lo cierto es que estos sujetos “previos” al desarrollo de estas técnicas no eran propiamente humanos, sino que estas técnicas fueron realmente las que “hicieron al ser humano”, al hombre, tanto o más como se dice que el “hombre” hizo tales técnicas. Parafraseando a Engels, “el fuego hizo al hombre” (Bueno, 2000b: 196). Se diría por tanto que la poiésis, en sentido filosófico clásico griego, regulada por la téchne, la técnica (aunque posteriormente ligada a las artes literarias, que también son técnicas en realidad), no es sinónimo de creación ex nihilo en sentido teológico. La poiésis sería creación partiendo de las “naturalezas” en ejercicio, materiales previos realmente existentes. La poiésis, siempre que no se considere la idea de producción únicamente solo como fabricación de cosas, es producción realizada por sujetos operatorios humanos preexistentes, dentro del campo económico o solo indirectamente relacionado con él. Aquí producción, como dijimos, se entenderá también, Capítulo V: Cientificidad de las teorías del valor 266 además de esto, como confirmación de esos mismos sujetos operatorios productores (Íbid.: 197)16. La producción técnica y tecnológica, en su sentido más amplio, sería el proceso por el que ha tenido lugar la neogénesis (Íbid.: 197) humana. No han sido propiamente los individuos humanos los inventores de las técnicas o de las tecnologías, sino los grupos humanos formados por dichos individuos. Grupos y sujetos moldeados en y por esos grupos serían los verdaderos creadores de esos productos supraindividuales (Íbid.: 197)17. En su sentido más amplio, la producción de ingenios técnicos y tecnológicos como poiésis, no sería tampoco mimética de las distintas naturalezas específicas que actúan dentro de la Naturaleza en general. La producción humana, sin perjuicio de la amplia utilización de la imitación de las naturalezas del mundo entorno de los sujetos humanos, habría de comenzar con un momento analítico, destructor o triturador de las mismas naturalezas que serían tomadas como modelos. La producción, o poiésis, humana, será un proceso que empezaría mediante la destrucción de las naturalezas que se encuentran en la Naturaleza, proceso dado a escalas diferentes. Entre las técnicas y tecnologías que pertenecen a estas escalas podríamos encontrar, en un orden primero, aquellas técnicas primitivas de caza que destruirían (matarían) a los animales hasta su nivel molecular, para llegar a ser asimilado -comido, digerido- por los grupos humanos que lo cazaban-, y también encontraríamos la cerámica primitiva-, pero también encontraríamos recientes tecnologías como la producción de bombas atómicas o misiles balísticos. Las técnicas y tecnologías de guerra, consideradas en ocasiones como locomotoras del progreso técnico y tecnológico (la guerra, la violencia, como partera de la historia, que dirían Marx y Engels), conformarían ese “momento destructivo” de la poiésis o producción humana (Íbid.: 198) {Capítulo VII, 1.}. Sin embargo, no toda producción estaría orientada hacia la obtención de “partes moleculares” de las naturalezas, que implicasen la destrucción de morfologías naturales o artificiales dadas en el punto de partida de esas producciones, pues habría también tecnologías de segundo orden, que no llegasen a destruir morfologías naturales constituyentes de sus materiales de partida. Sin embargo, estas técnicas y tecnologías de segundo orden sí descompondrían las partes formales de estas naturalezas, bien para sustituirlas por otras (técnicas de reparación de máquinas, de restauración de obras de arte, o de trasplante de órganos, entre otras), bien para componer partiendo de estas partes formales nuevas morfologías (composición de diversas mercancías o servicios, partiendo de otras mercancías o servicios que compondrían la mercancía final, sea un automóvil, una casa o una obra musical) {Capítulo VII, 1. f)}. Además, habría un orden que respetaría en mayor o menor medida el dintorno de las 16 “[...] que las técnicas desplegadas por los grupos homínidos hayan sido la fuente de la propia hominización o transformación de los homínidos en hombres, tampoco constituye un proceso concebido ad hoc para explicar la evolución humana. La abeja melífera (Apis melifera), no fue solo el insecto que, en virtud de ciertas disposiciones suyas, a las que hubiera que reconocer algo de divino (como dice Virgilio, en el libro IV de sus Geórgicas: Esse apibus partem divinae mentis...), llegó a construir panales admirables: la abeja misma fue un resultado de esos panales" (Bueno, 2000a: 197). 17 “Y esto nos permite descubrir el fondo racional de las etiologías míticas que atribuyen a seres sobrenaturales la invención de los ingenios técnicos o tecnológicos. […] que los mitos reconocerán como obras de personas sobrehumanas (como puedan serlo Orfeo o Prometeo)” (Íbid.: 197) Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad 267 morfologías de partida, destruyendo, eso sí, las conexiones que estas naturalezas de partida mantendrían con otras de su entorno, alterando de manera profunda el estado originario de cosas e incluso, a largo plazo, las mismas morfologías conservadas. Así ocurriría con las técnicas de plantación de cereales u hortalizas, o con las técnicas de domesticación de animales para la ganadería o, inclusive, para los zoológicos o para su venta como mascotas. Lo mismo valdría para las diversas técnicas y tecnologías hidráulicas encaminadas al abastecimiento de agua para diversos campos (Vélez, 2012). También en las distintas técnicas y tecnologías eólicas y, en general, las desarrolladas en torno a las llamadas energías renovables. Tendríamos que concluir que toda mercancía, como institución económica, en dialéctica con campos extraeconómicos, así como toda institución en general, es un producto histórico y social, no solo por los efectos que su existencia produce, sino incluso por su estructura misma esencialmente tecno-institucional. Y la Economía Política, como producto histórico, ha de estudiar el surgimiento y desarrollo de estas instituciones, así como las relaciones dentro del campo económico entre sujetos diversos enclasados en grupos diversos en ese mismo campo, y en dialéctica con otros, relacionados a través de estas mismas cosas, mercancías, instituciones, que les conforman como sujetos y como grupos. La Economía Política, como cualquier otra ciencia “natural” o “social”, en tanto que institución cultural históricamente constituida, producida, es plural, y está limitada e intercalada por otros saberes científicos y no científicos (filosóficos -mundanos o académicos-, técnicos, tecnológicos, políticos, religiosos, etc.). Estos saberes no científicos constituyen en buena medida la fuente protocientífica desde la que toda ciencia se organiza, aunque puedan también, en ocasiones, desempeñar un papel de bloqueo o muralla frente a esa construcción de un campo científico. Otras ciencias, respecto a la Economía Política, en ocasiones, serán un auxilio indispensable para su desarrollo, aún solo porque toda institución científica, en el presente, se produce también como mercancía en el campo económico, aunque también puede haber una incompatibilidad evidente entre una determinada ciencia y la Economía Política. En todo caso, estos saberes científicos y no científicos, es decir, las relaciones de la Economía Política con la “exterioridad” de su contexto cultural, serán las referencias únicas que servirán para conocer la finitud de su campo particular. Así pues, nuestro punto de vista para comprender la construcción de la Economía Política como disciplina es histórico-cultural e institucional, materialista. Las instituciones económico- políticas, así como en el resto de ciencias, son suprasubjetivas, (con)formadas por componentes heterogéneos materiales y personales, pues la Economía Política no consta solo de libros, clases, curvas de demanda y oferta, sino también de los hombres que la construyeron (Bueno, 1992-93: 98)18. El conocimiento se da siempre respecto al sujeto, pues es el sujeto individual quien conoce, 18 “[...] una ciudad, como institución, no solo consta de casas, calles, etc., sino también de hombres que la hicieron o que la habitan” (Bueno, 1992-93: 98). Capítulo V: Cientificidad de las teorías del valor 268 oye, ve, recuerda, razona. El grupo social no recuerda, ni ve, ni oye, ni razona. Hablamos, por tanto, de características individuales, subjetuales (no subjetivas). Sin embargo, estas características se organizan, racionalizan e institucionalizan en la conformación, y gracias a la conformación, de un campo determinado. La Economía Política, como el resto de disciplinas científicas, sería una construcción, una configuración resultado del ensamblaje, sui generis, de una multitud de componentes, realizado por esos mismos sujetos pero no de manera individual(ista) ni espontánea. La idea de construcción mantiene la relación de la Economía Política con las técnicas y tecnologías de las cuales procede, y con otras ciencias, de manera que en buena medida esta relación la permite desenvolverse {Capítulo I, 1. b)}. No significa que haya que reducir la Economía Política, como otras ciencias, a una mera tecnología, aún siendo muy sofisticada, pues el terreno de la Economía Política es metatecnológico, esencial-ideal. La idea de construcción-producción permite ver a la Economía Política como una disciplina con supuestas atribuciones entendidas como conocimientos, como funciones de explicación y predicción de determinadas características de la realidad. Pero la predicción es una característica pensada en un horizonte temporal futuro que habría necesariamente que ampliar hacia el pasado (retrodicción) para luego unir pretérito, presente y porvenir en muchas ocasiones. La unidad entre predicción y retrodicción permite regresar a la idea de construcción-producción que englobaría a las otras dos, pues la predicción y la retrodicción son la construcción operatoria de contenidos de un campo categorial dado mantenedor de relaciones temporales con otros campos dados { Capítulo VII, 1.}. Esto permitiría ver el campo económico en sus partes materiales y formales, lo que desde las coordenadas del materialismo filosófico se denominaría materialismo gnoseológico (Íbid.: 99- 110). En esta clasificación gnoseológica los materiales habrán de ser conocidos, en su morfología, como algo manipulado, operado en el sentido de operaciones “quirúrgicas”, careciendo de importancia en sentido gnoseológico la morfología que corresponde a un objeto dado con anterioridad a su re-presentación especulativa por el sujeto. Y en relación a este mismo sujeto no podrá reducirse a su concepción individual, sino que habrá que comprenderlo en el contexto supraindividual propio del campo económico. Los materiales conformados por la Economía Política no resultarían, por tanto, de operaciones de sujetos individuales, sino de operaciones racionalizadas institucionalmente mediante la cooperación entre sujetos no ya únicamente en sentido sociológico, sino también, y sobre todo, histórico, determinado por la concatenación necesaria de generaciones para registrar fenómenos económicos cuya escala desborda los límites de la vida individual. Además, los materiales organizados y los sujetos organizadores de esas clases de materiales del campo económico no conforman clases meramente disyuntas, pues entre los materiales organizados de la Economía Política encontramos también a los propios sujetos operatorios, y éstos, aún dados en intersección, tenderían a disociarse ya que la organización de materiales, siendo efecto genético de los sujetos operatorios, tenderá de manera estructural a Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad 269 segregarlos de sus líneas sistemáticas. La Economía Política, como construcción objetiva de materiales organizados, no puede entenderse como un mero conocimiento especulativo del interior de las conciencias, de los entendimientos o de los cráneos de los economistas o de los mismos sujetos económicos. La Economía Política ha de pensarse como conjunto de configuraciones materiales reales, no meramente mentales, trabadas entre sí, como una construcción arquitectónica que no puede reducirse meramente a los planos mentales del arquitecto. Consistiría, por tanto, en sus mismas composiciones objetivas. Nuestra visión de lo que es la Economía Política y de la acción humana en el campo económico no es mentalista-idealista o subjetivista, sino materialista, como así lo es de todas las ciencias tanto “humanas” como “naturales” o “formales”. Esta visión materialista de la ciencia (el materialismo gnoseológico), podría sonar extravagante a muchos economistas de tradición margiutilitarista idealista, sobre todo a los seguidores del individualismo metodológico, pues la visión materialista de la Economía Política (que podríamos llamar materialismo económico-político) implicaría, en cierta manera, la inserción en el seno del organismo económico de los objetos reales mismos de referencia de ese organismo. El materialismo económico-político, en relación al materialismo gnoseológico, podrá así librarse de toda concepción de la ciencia como re-presentación especulativa de la realidad, y también de la idea de verdad científica como adecuación de la ciencia a la realidad, o de la realidad a la ciencia (Íbid.: 21-96). Los contenidos de la Economía Política, como los de cualquier otra ciencia, son producto de la industria humana, y son a su vez contenidos (y resultado) de la Economía Política misma. Por lo que la Economía Política no podría seguir existiendo si sus contenidos, si el Mundo, desapareciese {Capítulo VI, 1. c), c.5.}. No trataría esta concepción materialista de la Economía Política de conferir conceptualidad a la realidad, frente al mentalismo económico-político actual, que trataría de conferir, en muchos casos como en el de la TUM, realidad a las ideas que maneja. El materialismo económico-político no postularía la incorporación integral de todo objeto real a su campo, como si la Economía Política reabsorbiese en sus mallas toda la realidad (no compartimos la idea de que "todo es economía", no compartimos el economismo). Por contra, el materialismo económico-político, que tendría una relación directa con el análisis de las categorías económicas desde la teoría del cierre categorial (TCC), establecería que únicamente un porción determinada de la realidad sería asimilada y asimilable en su campo y no de manera uniforme, como veremos más adelante. La Economía Política, como otras disciplinas, sería un organizador parcial de un material que la desborda constantemente. Así podríamos distinguir las partes formales de las partes materiales de la Economía Política. Las partes formales serían aquellas cuya forma dependería de la forma del todo, del campo económico, bien porque lo reproducen o conservan a modo “fractal” (homeomérico, diría Gustavo Bueno) u holomérico (por ejemplo, los trabajadores de una planta, que reproducen la figura del Capítulo V: Cientificidad de las teorías del valor 270 organismo productivo mismo de la planta), bien porque la figura de las partes formales no podría ser concebida más que como algo determinado por la figura del todo aún no asemejándose a él. Las partes materiales serían aquellas que no dependerían, según su figura, de la forma del todo siendo casi siempre genéricas-anteriores al todo (por ejemplo, los elementos químicos de las materias primas utilizadas en la producción, o el territorio sobre el que se construyen redes de carretera y transporte para mejorar la circulación económica de bienes o de dinero). Las partes formales del campo económico implicarían la “presencia” de ese mismo campo, pues partes y campo se (con)formarían in medias res en su seno o en el curso de su (des)composición. Toda ciencia sería un complejo procesual, o totalidad atributiva procesual, constructiva, según el materialismo gnoseológico (TCC). Partes materiales de toda ciencia serían tanto las proposiciones en sentido sintáctico y semántico de la disciplina, los programas estadísticos y contables de ordenador o los constructos matemáticos de la disciplina, partes mínimas de la misma que no podrían existir fuera de ella. Estos constructos que en las ciencias naturales y formales se llamarán teoremas se descompondrían, a su vez, en términos, relaciones y operaciones, siendo estas partes, además, partes materiales de la disciplina, pues también hay proposiciones, relaciones y términos en contextos distintos de la Economía Política. Los límites de esos teoremas, como unidad gnoseológica de toda ciencia desde la TCC, resultarían dados como líneas diferenciadas por diversos motivos en el conjunto del proceso de construcción gnoseológica en marcha de un campo científico determinado, es decir, como partes formales suyas de relevancia especial. La sistematización de teoremas constituirá el campo de toda ciencia categorialmente cerrada. La relación de los teoremas con la verdad científica, según la TCC, y en relación al campo económico, la veremos más adelante. Se dan, y pueden darse, en el proceso de construcción de un campo científico, y a su vez, de sus partes formales, niveles distintos de construcción que, al cristalizar, se diferenciarían según sus partes formales propias, las cuales estarían entretejidas o intersectadas muchas veces con otras partes formales dadas a otros niveles a propósito de partes materiales determinables. La Economía Política tendría un campo propio constituido por diversas clases de términos y relaciones a niveles semánticos diferentes (esencial, fenoménico o fisicalista). El concepto de campo, respecto a una ciencia, tendría mucho de concepto-límite retrospectivo, pues no podría darse a priori, de modo global, ni podría establecer teoremas (también llamados identidades sintéticas sistemáticas en la TCC, como veremos más adelante) entre los términos del campo categorial tomado este en su generalidad. Lo cierto es que los teoremas se establecerán no en el ámbito indeterminado del campo de referencia, sino en el ámbito de las armaduras o contextos determinantes configurados, artificiosamente a veces, en el seno del mismo campo. La Economía Política, cuyo campo es hoy día difícil de cerrar, deberá construir contextos determinantes que, aún edificados exclusivamente con términos y relaciones del campo, se dispondrían de manera artificiosa mediante esquemas materiales de identidad (identidades Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad 271 sintéticas esquemáticas, que definiremos más adelante). Más que partir de su campo, la Economía Política partiría de los contextos determinantes configurados dentro de su campo en permanente dialéctica con él y en el que habrán, por decirlo de alguna manera, de reabsorberse. El campo categorial económica será el conjunto de contextos determinantes de dicho campo entretejidos entre sí de manera artificiosa. Siendo múltiples, los contextos determinantes podrán mantener relaciones mutuas muy diversas entre sí (de exterioridad, de intersección, de inclusión, etc.). Esos contextos determinantes podrán transformarse en otras en ocasiones, pues el desarrollo de toda ciencia tendrá mucho que ver con el desarrollo de nuevos contextos determinantes en un campo dado. Muchos dispositivos “mundanos”, tecnológicos, podrían desempeñar el papel de contextos determinantes protocolizados en un campo categorial. Los aparatos, si funcionan como relatores científicos, cuando no funcionan exclusivamente como operadores, serán contextos determinantes o dispositivos montados en el campo categorial de referencia (Íbid.: 108)19. a) El análisis del lenguaje económico tecnológico-materialista. La naturaleza suprasubjetiva de la Economía Política y la dimensión intrínsecamente social de los sujetos del campo económico hace que la Economía Política, como toda ciencia, como construcción cultural que es, tenga un lenguaje propio y particular, constitutivo de la misma. El lenguaje económico permite la conexión intersubjetiva entre módulos del campo económico, pudiendo analizar a estos módulos como algo más que agregados de sujetos, de individuos o de mentes. Si puede considerarse la Economía Política como un lenguaje, será de manera análoga a cómo los lenguajes pueden entenderse como científicos. La Economía Política incluye internamente, y de manera necesaria más allá de analogías, un lenguaje propio, pero no puede reducirse a mero lenguaje. El lenguaje económico sería entonces un conjunto de símbolos relacionados originariamente a realidades exteriores a ese mismo lenguaje. El lenguaje económico ha de remitir a cosas, y no solo a otro lenguaje, ni a “pensamientos” o “imágenes mentales”, al igual que ocurre en el resto de ciencias “humanas”, “naturales” o “formales” con sus lenguajes particulares. Tampoco a “significados”. Debido a que, inicialmente, las cosas son “cuerpos” configurados desde un determinado nivel morfológico por la técnica o la tecnología, o por la praxis entre sujetos -sus operaciones-, los lenguajes humanos serían indisociables, en inicio, de las prácticas y técnicas y tecnologías humanas desarrolladas en el campo económico (Íbid.: 111)20. El propio lenguaje es una tecnología en sí mismo. Un lenguaje con avanzado grado de gramaticalidad sería, analógicamente, algo muy parecido a una protociencia. Si tomamos al 19 “[...] la diferencia central entre el concepto de armadura y el concepto de paradigma es una diferencia gnoseológica significativa que, desde las coordenadas del espacio gnoseológico, podría formularse diciendo que, mientras el concepto de armadura se dibuja originariamente en el eje semántico, el concepto de paradigma se dibuja originariamente en el eje pragmático. Esto no significa que el concepto de armadura no tenga connotaciones pragmáticas, o que el concepto de paradigma no deba tener connotaciones semánticas; significa que el concepto de armadura (o contexto determinante) está dibujado en una perspectiva originariamente semántica, y el de paradigma en una perspectiva originariamente pragmática” (Íbid.: 108). 20 “[...] el homo loquens es indisociable del homo faber” (Íbid.: 111). Capítulo V: Cientificidad de las teorías del valor 272 lenguaje como hilo conductor con capacidad de guía en el análisis de la Economía Política no apelaríamos únicamente a una parte componente de la misma utilizada como puerta de entrada a la morfología total de la disciplina, sino, tomando una totalidad, a ella misma aplicable a otra totalidad cuya afinidad con la primera se daría por supuesta. El propio lenguaje económico se tomaría como hilo conductor analizado a una escala proporcionada en que se configurarían los conjuntos de identidades sintéticas que constituyen toda ciencia. Para que esto sea posible, se tendrá que mantener la distinción entre los componentes personales subjetivos y otros materiales del propio lenguaje económico. La TCC, para desarrollar su teoría de los ejes y sectores del espacio gnoseológico (Íbid.: 113-126), esenciales para entender la teoría de la ciencia del materialismo filosófico, toma como referencia las teorías de las dimensiones lingüísticas de Karl Bühler y, sobre todo, el semiótico y filósofo estadounidense Charles Morris ([1971] 1985). Este último autor distingue en los símbolos lingüísticos tres tipos de contextos: un contexto sintáctico (de relación de unos signos con otros), un contexto semántico (de relación entre signos y significados), y un contexto pragmático (de relación de los signos con los sujetos que los utilizan). La teoría de los ejes y sectores del espacio gnoseológico de la TCC permite, según Gustavo Bueno, lograr aproximar el análisis gnoseológico a situaciones reales en las que una relación entre dos componentes siempre estará mediada por un tercer componente. Esto guiará la determinación de las dimensiones de un espacio gnoseológico que, aplicado al análisis de la Economía Política en el contexto de nuestra investigación (y sin querer ser excesivamente prolijos para no desbordar los límites de la misma), permitiría, a nuestro juicio, determinar los tipos de figuras que podrían ser adscritas a las partes formales del campo económico. Los ejes de un espacio dado, en tanto sean inmanentes a ese mismo espacio y no puedan ser asimilados a una red externa arrojada desde fuera del campo, estarán necesariamente constituidos por los mismos “puntos” constituyentes del espacio. Los ejes habrán de ser mutuamente independientes en sentido esencial, pero no existencial, y su independencia estará representada por las relaciones homogéneas entre los términos de cada una de las clases establecidas. Y las relaciones entre dos términos, como dijimos antes, se darán mediando terceros términos también en sentido existencial. Así se construye un sistema de nueve situaciones, marcos de nueve figuras gnoseológicas que, consideradas de tres en tres, y polarizadas sobre cada uno de los tres ejes homogéneos, definidos por su “máxima saturación” en factores característicos, darán lugar a tres líneas de horizonte puras distintas: una línea sintáctica, una línea semántica y una línea pragmática. Estas líneas de horizontes, determinaciones abstractas, se manifiestan desde composiciones mediadas por el resto de términos del sistema que, no obstante, son capaces de resolver en una misma línea de horizontes interpretando una misma situación estructural como genéticamente procedente de tres distintas fuentes. En cada una de estas líneas, o ejes del espacio gnoseológico, se obtendrán tres situaciones a las que corresponderán tres figuras gnoseológicas correspondientes, habiendo en cada eje tres figuras diferenciadas: Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad 273 1. A las situaciones definidas en el eje sintáctico corresponderán las figuras gnoseológicas de los términos, las operaciones y las relaciones. 2. A las situaciones definidas en el eje semántico corresponderán las figuras gnoseológicas de los referenciales, los fenómenos y las esencias o estructuras. 3. A las situaciones definidas en el eje pragmático corresponderán las figuras gnoseológicas de las normas, los dialogismos y los autologismos. Gráficamente, los ejes del espacio gnoseológico, las figuras gnoseológicas propias de cada uno de esos ejes y las interrelaciones entre todas y todos ellos, siempre en una clara relación con el llamado, también desde las coordenadas del materialismo filosófico, espacio antropológico (Bueno, 1978: 57-69) {Capítulo VI, 2. b)}, puede representarse como sigue: [FIGURA 5.1. Ejes del espacio gnoseológico de la TCC (Bueno, 1992-93: 116) 21 ] Situaciones 1: Las situaciones del eje sintáctico nos ponen delante de las figuras gnoseológicas de los términos, las operaciones y las relaciones. a) Los términos de toda ciencia son constitutivos de su campo como partes formales del mismo. En Economía Política, y en relación con la FIGURA 1.1. {Capítulo I, 2. a)}, los términos siempre son dados junto a otros. Si toda disciplina científica tiene, más que un objeto, un campo, y en ese campo hay partes formales y materiales, el campo de la Economía Política tendrá multitud de términos simples y complejos, codeterminados a través de operaciones y relaciones. A 21 Las relaciones de este mapa gnoseológico del espacio gnoseológico con el espacio antropológico o el espacio político, además de la teoría antropológica de las instituciones, están tratadas en Bueno (2012a: 2). Capítulo V: Cientificidad de las teorías del valor 274 su vez, estos mismos términos deberán pertenecer a clases diversas que habrán de figurar como tales en dicho campo económico, pues si hubiese una única clase de términos, aún con múltiples elementos, las operaciones y las relaciones con esa única clase quedarían reducidas hasta ser imposible cualquier “sistema de operaciones”. Todo campo gnoseológico, por tanto, constará de multitud de términos enclasados en un mínimo de dos clases diferentes. El campo económico, como todo campo gnoseológico, habrá de constar necesariamente de términos corpóreos, fisicalísticos, que pertenecerán al primer género de las materialidades ontológico-especiales (Bueno, 1972b: 292) {Capítulo VI, 1. c), c.1.}. Si los términos no fuesen así, no serían posibles las operaciones, pues no caben “ciencias” de espíritus puros ni de “ondas puras”. A su vez, los términos de un campo, delimitados entre sí y frente a otros, han de estar definidos, deben tener un nombre o darse a través de un nombre o de un símbolo. Todo término ontológicamente real no puede entrar como parte formal de un campo científico “en estado desnudo”. Por motivos pragmáticos, ha de estar denominado frente a otros. No significa esto que los términos de un campo sean meros símbolos, sino que han de darse a través de ellos según una nomenclatura definicional que dependa de las definiciones reales mismas, lo que implica operaciones manuales y no solo lingüísticas. Han de darse a través de símbolos porque, además, solo así podrán ser reproducidos, identificados. Los términos se nos dan en la situación 1 a través de productos relativos que pasan por objetos reales. Pues si tiene sentido gnoseológico la distinción entre “objetos reales” y “objetos de conocimiento” el más obvio será el que implican las definiciones que hemos dado más arriba. En Economía Política, como indicamos antes, los términos, en tanto parte de las categorías económicas de la FIGURA 1.1. -categorías como demanda, oferta, intercambio, producción, distribución, consumo, reproducción, redistribución, etc.-, aparecen, como esas mismas categorías, engranadas entre sí a escala siempre de la Razón económica. Escala determinada por las constantes que figuran en las cabeceras de las tablas, siendo la variable originaria D, la moneda. Encontramos enclasados por ejemplo a los sujetos corpóreos como unidades átomas de consumo, o de producción, al mismo tiempo trabajadores y ciudadanos de diversas sociedades políticas de esta manera: {1, 2, 3, …, n}. También encontramos enclasados a los bienes culturales, pues toda unidad económica es cultural: {a, b, c, …, m} (Bueno, 1972a: 48)22. Habría, por tanto, un tipo 0 de términos del campo económico, que serían los propios sujetos corpóreos (átomos económicos), con capacidad para mantener relaciones reflexivas que, en el lenguaje económico, se traduciría por mantener de alguna manera, consigo mismos, relaciones, “cálculos”, análogas a los que puedan mantener con términos no subjetuales (como las mercancías). Sin negar las necesidades biológicas de estos sujetos -se reconocen relaciones enclasadas entre términos subjetuales, módulos, en sentido de reproducción demográfica 22 “[...] (tampoco la Economía [Política] considera como bienes económicos sub-unidades o unidades superiores: el planeta Tierra, hoy por hoy -no tan clara es la posición de la Luna- o una galaxia)” (Bueno, 1972a: 48). Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad 275 estudiadas por la Economía Política-, no pueden reducirse estas necesidades a la mera reproducción biológica, ni tampoco a las necesidades individuales psicológicas. Pues, como hemos insistido en varias partes de nuestra investigación, las necesidades de los módulos económicos son siempre necesidades históricas (valores de uso), siendo incluso una de esas necesidades históricas (que a su vez las determinaría) los grupos o clases sociales que, dentro de las categorías económicas, clasificarían a los distintos módulos económicos de una sociedad política. Las necesidades estarían definidas por los bienes o mercancías dados, enclasados también según sus valores de uso (algo que realizaría la disciplina de la merceología {Capítulo IV, 4.}). Así pues, los términos subjetuales i, módulos, estarían determinados en función de los términos no subjetuales, mercancías, como clase formada por ellos, de esta manera (Íbid.: 49): [ ]mjcbai ∪∪∪∪∪= KK Esta definición de un término i cualquiera se correspondería con el concepto económico de consumidor: sujeto de necesidades alternativas, más allá de necesidades biológicas o psicológicas que no se agotan en la perspectiva económica, respecto a los bienes culturales de referencia, a su contenido concreto, su valor de uso. Y cuando un módulo consumidor retira un bien del mercado generará la necesidad de su reposición, esto es, de la producción. El tipo 1, siguiendo la FIGURA 1.1., representaría las clases lógicas de términos que pueden construirse a partir del tipo 0 arriba explicado. Se trataría de clases de módulos en sentido económico. Habría clases de productores y clases de consumidores, clases de trabajadores, de empresarios, de parados, de ricos y de pobres, siempre en relación a los bienes como términos que permiten que estos módulos y clases de módulos se relacionen, mediante su producción, reproducción, distribución, redistribución y consumo. Las clases de módulos estarían definidas por la relación a la cantidad y calidad de términos no subjetuales -bienes de producción o de consumo-, que poseerían o a que tendrían acceso. Tendríamos así las clases sociales, pero habría otras categorías económico-políticas que las determinarían {Capítulo VI, 1. c), c.4.}. Y así llegaríamos al tipo t de la FIGURA 1.1., donde encontramos al Estado (E) como categoría, como unidad política última, en la matriz, de la Economía Política. El Estado sería un término de relaciones de orden superior con significado económico. Sin negar las estructuras institucionales interestatales, como el FMI o el Banco Mundial, o como la Unión Europea, etc., sin embargo estas estructuras económico-políticas interestatales están todavía “mediadas” por las unidades políticas que son los Estados. Y los Estados, en última instancia, determinarían también la relación que los sujetos mantendrían con los bienes en su territorio, producidos en ese territorio o no, distribuyendo la propiedad y permitiendo la conformación y desarrollo de las clases sociales ya desde su constitución. Como dijimos, las mercancías {a, b, c, ...j..., m} son también términos dados en la FIGURA Capítulo V: Cientificidad de las teorías del valor 276 1.1. Las mercancías se dan en un contexto circular, pues han de ser vistas como soportes de cambio comercial sin el cual no puede entenderse el valor de uso como categoría económica. Incluso el concepto de servicio solo puede, a través de los bienes físicos, quedar articulado a los demás contenidos del cierre económico. Un servicio tendrá significado económico por motivos sociológico-históricos cuando llega a hacerse equivalente a un bien, pudiendo ser evaluado por una determinada cantidad de dinero. Por su parte, los servicios permutables por mercancías, como los ofrecidos por determinados profesionales, articulados en el proceso económico, pueden considerarse como trabajo productivo de bienes. En todo caso, los bienes, las mercancías, serían los términos formales de la producción en sentido económico. Aún cuando el concepto de producción en sentido económico se extiende a la reproducción de módulos o a la reproducción de relaciones sociales (lo que significa que el concepto de praxis no se agota en la categoría económica), la noción de producción perdería su sentido económico si se superpone al concepto de praxis. Para que esto no ocurra, el concepto de producción económica debe considerar los bienes físicos como objetivamente “segregables” de los módulos, en tanto se relacionan simétricamente. Si se define la producción económica como producción de bienes destinados al consumo, en un proceso intercalado por la producción de bienes intermedios, de producción o de equipo -el capital constante-, la producción de módulos productores, distribuidores y consumidores -el capital variable-, no podría ser tomada como tal pues los consumidores son producto del consumo y no al revés, al igual que los productores no pueden ser producidos { Capítulo VII, 1.}. Retomando la idea de fetichismo de la mercancía en Marx y en Rubin, diremos que, al mismo tiempo que se “cierra” económicamente la recurrencia del trabajo, este es cosificado {Capítulo IV, 3. e)}. Cierre dado, por ejemplo, al calcular las necesidades alimenticias de una población. El cierre económico a través de los bienes determinará, de algún modo, el corte de la categoría económica respecto a las categorías biológicas o psicológicas. Este corte tiene una realidad objetiva, histórica: la subcoordinación de la reproducción biológica con los imperativos económicos de los Estados (y aquí entra la gestión político-económica de los alimentos o del ganado). La Razón económica tendrá sentido económico cuando la producción o reproducción de bienes permita la recurrencia del sistema económico {Capítulo VII, 1.}. Por otra parte, todo bien es soporte de un valor de cambio, pero también de unos precios intermedios de producción y de unos costes de producción. Y todo bien es un ejemplar concreto. Si definimos todo bien j respecto a los sujetos que puedan tenerle asignado, bien en la producción o en el consumo, obtenemos: [ ]nij ∪∪∪∪∪∪= KK321 lo que nos permite definir el bien como soporte de valor de cambio, de precios y costes. Un bien económico es un término que puede quedar asignado a uno o varios módulos, y los bienes Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad 277 individuales están agrupados en clases de bienes con significación económica, valores de uso homologados gracias a la Organización Mundial de Aduanas {Capítulo IV, 4.} y, a su vez, determinado según la sociedad política que se tome como referencia, habiendo bienes de producción, bienes de consumo, etc. Una clasificación ontológica que atiende al mismo proceso de producción como proceso “cerrado” que liga unos bienes económicos con otros. Encontramos también en la FIGURA 1.1. la letra R, símbolo de la riqueza nacional, del nivel de riqueza de una sociedad política (Producto Nacional Bruto, Producto Interior Bruto, etc.), correspondiente, por tanto, a la letra E que representa al Estado. Y si la renta depende de los bienes producidos, y los bienes son soporte de valores, los valores (costes de producción, precios de producción y precios comerciales) son términos del campo económico. b) Cuando los términos se relacionan entre sí a través de un sujeto corpóreo (módulo), con capacidad de manipulación sobre los mismos, y no por una “mente”, podremos pensar en la figura gnoseológica de las operaciones. Las operaciones son, originariamente, manuales, quirúrgicas, pudiendo clasificarse en dos clases: las operaciones analíticas -que separan cuerpos-, y las operaciones sintéticas -que aproximan cuerpos-. Operaciones serán, por tanto, transformaciones de uno o varios objetos experimentadas por la determinación de sujetos operatorios, y no como consecuencia de la acción de otros objetos. La transformación tiene como objetivo permitir configurar otros términos, más complejos o más simples, pero siempre del mismo “nivel” de los términos que ya constituyen el campo. Un término que entra en relación con otros sujetos operatorios, que a su vez tiene conexiones con otros sujetos operatorios, y que se transformará en otro término de su misma clase en contexto con los sujetos operatorios con los que conectan los primeros sujetos. Esto permite ver cómo se conforman componentes internos a toda ciencia, contenidos instrumentales que podrían quedar reducidos en otras teorías de la ciencia a meras “metáforas epistemológicas” o a meras prolongaciones de los órganos sensoriales (Bueno, 1992- 93: 119). Los programas informáticos de análisis económico, así como los bienes de producción en tanto operadores que transforman conjuntos de fenómenos económicos dados en otros conjuntos de fenómenos, juntando o separando términos estableciendo una serie determinada de relaciones, entrarían dentro de esta categoría gnoseológica. Se trataría de instrumentos con leyes de transformación particulares racionalmente asumibles por las disciplinas que los traten, en este caso la Economía Política (Íbid.: 119)23. Las operaciones económicas están en la base del cierre del campo económico. Las entidades económicas, los términos del campo económico, están en un constante movimiento que puede también ser descrito utilizando ideas extraeconómicas (filosóficas, políticas) o circumeconómicas. Sin embargo, la constitución del cierre categorial de la Economía Política se dará en términos de 23 En referencia a nuestra crítica a la TUM en su aplicación neuroeconómica, citamos a Gustavo Bueno: “[...] un instrumento que actuase como “caja negra” estricta sería un instrumento mágico, no podría jamás ser un instrumento científico, aun cuando “prolongase” nuestra sensibilidad ordinaria” (Bueno, 1992-93: 119). Capítulo V: Cientificidad de las teorías del valor 278 la matriz central de la FIGURA 1.1., en la forma de curso, ciclo o rotación recurrente (Bueno, 1972a: 58), en virtud de la cual los módulos generan bienes y los bienes generan módulos. Esta rotación global, que a su vez comprende una infinidad de rotaciones regionales, es un proceso sistemático de recurrencia representada por los propios módulos contenidos en ella. Es decir, el cierre de la Economía Política se dará a través de las relaciones entre términos relacionados a través de operaciones analíticas y sintéticas realizadas por los módulos del campo económico, en un proceso de rotación recurrente tan real como conceptual que resulta ser una de las más eminentes acepciones del concepto de producción en sentido económico. Las relaciones de producción que Marx ya trató en El Capital o Rubin en su Ensayo sobre la teoría marxista del valor pueden analogarse a esta idea de rotación recurrente. Toda forma social del proceso de producción ha de ser necesariamente un proceso continuo que ha de recorrer de manera periódica y repetida las mismas fases. No hay sociedad política que pueda dejar de producir ni de consumir. Todo proceso de producción es un proceso de reproducción. Si la matriz representada en la FIGURA 1.1. puede considerarse como un corte abstracto del proceso de rotación recurrente, cobrará el aspecto de una función cuyos valores serán sus diferentes momentos, dependientes de la composición de factores. Estos valores podrían servir para redefinir la idea de modo de producción para dejar de ser, en Economía Política, un mero complejo estructural, pasando a ser una configuración o concepto histórico que incluya el tiempo como dimensión. Así se entenderá que todo bien ofrecido a los módulos, incluidos los bienes productivos, deberán ser repuestos en el mismo momento en que son ofertados al igual que sus valores asociados. Lo mismo pasa con los módulos, pues si uno desaparece la recurrencia deberá asegurarse remplazando los módulos desaparecidos por otros nuevos. Para Gustavo Bueno, la intersección entre relaciones de producción y fuerzas productivas dan lugar al modo de producción (Íbid.: 59-60). Los módulos, desde la perspectiva de la rotación recurrente, no son simples consumidores sino también productores, pues jji =∩ . Cada módulo se identificaría no solamente con un bien ji ∩ como consumidor, sino también como productor de ese mismo bien, al menos virtualmente. La presencia de los módulos en el proceso de producción es el fundamento más profundo del concepto de valor económico en tanto que valor mensurado por el trabajo de los módulos racionalmente institucionalizados en dicho campo. Aún inconsciente, la mensuración es objetiva. El concepto de trabajo socialmente necesario es una resultante social en cada modo de producción. Los módulos serían los componentes del proceso económico con capacidad de mantener relaciones de reciprocidad simétrica, transitiva y reflexiva, en cuyo espacio puede existir únicamente valor de cambio, y por tanto, valor. Las conexiones entre los módulos se dan a través de las cosas que producen en el campo económico, y son ellos, como productores y Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad 279 consumidores al mismo tiempo (prosumidores24), por su trabajo (en tanto su conexión con la producción se da a través del trabajo racionalizado e institucionalizado en el campo económico), la fuente y medida del valor. La rotación recurrente, como contenido del cierre de la Economía Política, es un movimiento que incluye, necesariamente, el tiempo. El tiempo es un componente esencial de la Razón económica categorial y del cierre económico. Y aunque el tiempo económico está entretejido con el tiempo cronológico-astronómico, no son necesariamente lo mismo. El tiempo es lo que nos permite observar las variaciones dentro del modo de producción que se producen en las operaciones económicas, siendo la operación básica la conjunción que, en el proceso de producción de toda mercancía, se da entre operaciones analíticas y sintéticas en las que se acercan y separan cuerpos (bienes, materias primas) con valor económico para producir nuevas mercancías o servicios mercantilizados, los cuales conllevan nuevos valores que variarán según cambios, sobre todo, en el proceso técnico-tecnológico-productivo. Pues las operaciones analíticas y sintéticas también acercan y separan valores, costes y precios de producción que tienen los cuerpos con que operan los módulos prosumidores en el campo económico. Y esto permite la aparición de nuevos términos del campo: las operaciones entre bienes producen nuevos bienes. Y las operaciones entre bienes conllevan la formación de nuevos valores, nuevos costes, nuevos precios de producción y nuevos precios de cambio, pues todo bien económico tiene un valor objetivo. Y si los valores son términos del campo económico, entonces las operaciones analíticas y sintéticas que en el tiempo se realizan con ellos conllevan la conformación de nuevos valores, nuevos términos, del campo económico. Luego las operaciones con costes-precios dan lugar a nuevos costes-precios, produciéndose un cierre evidente, lo que nos lleva a afirmar que hay un cierre en la base gnoseológico-tecnológica de la teoría del valor-trabajo. c) Por su parte, las relaciones, dentro también de la situación 1, la del eje sintáctico del espacio gnoseológico, tienen significado gnoseológico, y no solo ontológico, cuando se establecen entre objetos definidos por la mediación de otros objetos definidos y no de manera inmediata a través de objetos. Las relaciones gnoseológicas formarán por tanto parte del tercer género de la materialidad ontológico-especial (Bueno, 1972b: 302) {Capítulo VI, 1. c), c.1.}. Las relaciones establecidas entre los términos del campo económico son funcionales (ideales), repetibles, universales y abstractas. Soportes de estas relaciones serían no solo los símbolos matemático- algebraicos y sus soportes, relatores simbólicos al fin y al cabo), sino también relatores físicos (programas de contabilidad en los que se relatan valores expresados en dinero, siendo la moneda una forma particular de relator económico, por ejemplo). Para poder distinguir las relaciones de las operaciones, sin negar las semejanzas entre ambas, pues ambas generan contenidos nuevos (términos del campo partiendo de términos anteriores), hemos de poder utilizar el siguiente 24 El término prosumidor (prosumer en inglés), productor y consumidor al mismo tiempo, puede encontrarse en McLuhan & Nevitt (1972: 4). Fue, sin embargo, popularizado por Alvin Toffler en su famoso libro La tercera ola (1981). Capítulo V: Cientificidad de las teorías del valor 280 criterio: [...] las operaciones determinan términos del mismo nivel lógico que los términos originantes; las relaciones determinan estructuras que desbordan el nivel de los términos (y que, por ello habrán de ir asociadas a proposiciones) (Bueno, 1992-93: 120). Lo que engarza con lo que en el Capítulo IV hablábamos acerca de la concepción en Marx y en Rubin de las relaciones de producción, pues están desbordan el nivel de los términos, sean éstos módulos o mercancías {Capítulo IV, 3. c)}. Y esto aún cuando módulos y mercancías ayuden a conformar esas mismas relaciones cuya base, según Marx y Rubin, era la de un conjunto de relaciones económico-sociológico-históricas entre módulos a través de mercancías (instituciones, valores) en el campo económico de una sociedad política dada. Situaciones 2: Las situaciones del eje semántico nos ponen delante de las figuras gnoseológicas de los referenciales, los fenómenos y las esencias o estructuras. a) Este tipo de situaciones de tipo 2 muestran que en todo campo científico deben haber objetos fisicalistas, sin perjuicio de que queden recortados por coordenadas, marcas o símbolos. Serían imposibles las operaciones si en el campo de una ciencia determinada no figurasen objetos fisicalistas. Por ello, los referenciales son exigidos también en la conformación y dentro de un campo científico, no ya solo por motivos ontológicos (“solo lo corpóreo es real” -la distancia entre dos cuerpos es tan real como esos mismos cuerpos, pero no es corpórea-), o epistemológicos (“solo lo corpóreo es cognoscible” -remitimos a lo dicho sobre la distancia, aunque valdría para un sentimiento, tan real y cognoscible como un cuerpo o una distancia-), sino, sobre todo, por motivos gnoseológicos (“solo lo que es corpóreo es operable”) (Íbid.: 120). Así pues, los referenciales serían los contenidos corpóreos del cuerpo de las ciencias. En la Economía Política serían referenciales todas las instituciones económicas, incluidas las mercancías mismas y el dinero. b) Los objetos del campo económico se ofrecen en un contexto, ante sujetos corpóreos, dándose como fenómenos, como objetos apotéticos25 sobre los que las operaciones de aproximación y separación tienen sentido. Esto fenómenos definen la morfología y textura de los objetos dados en función de sujetos operatorios, y reproducidos ante sujetos operatorios que 25 “Término que sirve para designar la posición fenomenológica (o locus apparens) característica de los objetos (terminativos, no motivos) que percibimos en nuestro mundo entorno en tanto se nos ofrecen a distancia, con evacuación de las cosas interpuestas (que, sin embargo, hay que admitir para dar cuenta de las cadenas causales, supuesto el rechazo de las acciones a distancia). Son apotéticas las conductas de acecho de los animales, la captación de los comportamientos de otros sujetos, los planes, proyectos o fines, los símbolos, etc. Apotético es correlativo de paratético […], lo que está en contacto. El par de conceptos apotético/paratético ha sido propuesto principalmente para sustituir al par de conceptos dentro/fuera, tal como fue tradicionalmente utilizado en Teoría del conocimiento o en Psicología (conocimiento interior, mental, introspectivo; frente a las realidades exteriores, físicas, etc.), sustitución que permite, por ejemplo, evitar el planteamiento de los insolubles problemas de la supuesta “proyección” de las imágenes o conceptos formados dentro (del cerebro, del entendimiento, del cogito, etc.) hacia la pantalla de la realidad fuera de nosotros (el concepto, en cuanto vinculado a la percepción, más que estar dentro, es apotético). No hay que confundir lo apotético con lo distal, en el sentido fisiológico (cuyo opuesto es proximal) que sigue actuando en la obra de E. Brunswik. Distales (respecto de la corteza cerebral) son, por ejemplo, las terminaciones nerviosas de las extremidades; pero no son apotéticas; también son distales las fuentes de los estímulos ópticos (motivos), acústicos o eléctricos (enviados por un emisor a los electrodos implantados en el cerebro de un animal de experimentación) sin ser apotéticos” (Bueno, 1992-93: 1387-1388) Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad 281 ocupan posiciones distintas. Fenómenos económicos son todos aquellos devenidos en el campo económico en el tiempo, son toda actividad socioeconómica histórica (producción, distribución, intercambio, cambio, consumo, redistribución, trabajo, transacciones comerciales, firmas de contratos, compra y venta de acciones, lucha por recursos energéticos, pero también fraudes, paro, pobreza o crisis económicas, entre otros fenómenos). c) Las esencias o estructuras del campo económico, por su parte, serían resultado de la eliminación por neutralización de los sujetos operatorios en la medida en que ello sea posible. Todas las esencias serían estructuras, pero no todas las estructuras son esencias, pudiendo distinguirse estructuras fenoménicas de estructuras esenciales. Por ejemplo, los bienes resultado de la producción, resultado a su vez de la neutralización de las operaciones de los sujetos productores (neutralización de las operaciones necesaria en tanto permite la recurrencia de la cadena productiva y del propio campo económico, pues al producir un bien se ha de seguir produciendo ese mismo u otros bienes distintos para asegurar tanto consumo como producción), serían esencias, al igual que los valores -precios- asociados a esos bienes finales. Todas las estructuras -instituciones- económicas cuyo funcionamiento histórico, social y cultural se desarrolla por encima de la voluntad de los sujetos operatorios serían esencias económicas. Situación 3: Las situaciones del eje pragmático nos ponen delante de las figuras gnoseológicas de las normas, los dialogismos y los autologismos. a) En toda ciencia, y también en Economía Política, hay normas que, en general, los objetos definidos en cada campo imponen a los sujetos y viceversa. Las normas han de ser lógicas, han de ver con la coherencia del sujeto y, por ello, con la veracidad en las descripciones (Íbid.: 121)26. Y han de tener en cuenta todos los elementos de los ejes del espacio gnoseológico para tener esa lógica interna y veraz. b) Los sujetos intervinientes en toda construcción científica, debido a las relaciones que entre sí tienen a través de los objetos del campo sobre los que operan, determinarán figuras llamadas dialogismos, que tendrán relación con todo aquello que tenga que ver con las explicaciones, debates, comunicaciones (o incomunicaciones) entre los diferentes grupos -o escuelas- de la llamada “comunidad científica” o “comunidad académica”. También tendrán relación con la transmisión de la disciplina mediante la enseñanza en tanto esta tenga que ver con el proceso mismo de desarrollo de una disciplina sin agotarse en la mera exposición doxográfica de la misma. c) En tanto los sujetos se relacionan “consigo mismos”, como sujetos lógico-corpóreos, ellos determinarían importantes figuras del proceso científico llamadas autologismos. Estos han de ser entendidos no ya en su obvio momento psicológico, sino sobretodo lógico, pues no se trataría solo de meras experiencias autobiográficas de, en nuestro caso, los economistas, sino de sus 26 “[...] al menos en la esfera gnoseológica pragmática, el Bien y la Verdad coinciden” (Íbid.: 121). Capítulo V: Cientificidad de las teorías del valor 282 experiencias en tanto dan lugar a intervenciones que ocupan un puesto destacado en la construcción del interior del campo económico. Aportes como el uso del álgebra matricial, del cálculo diferencial o de la misma investigación operativa en el campo de la Economía Política podrían entenderse como autologismos {Apéndice al Capítulo II}. Hemos de aclarar que el carácter abstracto de todas estas figuras gnoseológicas se deriva del también carácter abstracto de los ejes del espacio gnoseológico, y son abstractos por relación a los contenidos concretos que permiten constituir las ciencias y las teorías científicas en relación también a los propios contenidos de la teoría general o especial de las ciencias. Se trata de contenidos insertables en más de un eje y en más de una figura gnoseológica no siempre en similares proporciones, lo que invalida el principio de simplicidad en la TCC. Las disciplinas científicas, incluidas las “ciencias humanas” o “sociales” no se volverán cada vez más simples, pues la complejidad de los fenómenos que cada teoría científica alumbra permitirá introducir multiplicidad y variedad de características. Las relaciones entre la estructura y los fenómenos del campo, el contexto de sus conexiones, será el eje sobre el que girará toda teoría científica. La estructura de la Economía Política debería permitir la definición semántica misma de su estructura o esencia como coordinación de fenómenos y referencias en cuanto se convierte esta coordinación en prohibitiva de eventuales degeneraciones o desviaciones gratuitas sin contrapartida fenoménica. Una teoría económica que multiplique entes sin necesidad, sin “contrapartida empírica”, no es ya falsa, sino “falsa teoría” científica, esto es, no sería ciencia. Los fenómenos no serían “verificadores” o “falsadores” de la verdad, sino los contenidos mismos de su textura, la materia misma de su campo. En todo caso, toda disciplina científica elegirá para su campo no la teoría más compleja o la más simple, sino la menos “gratuita” o “especulativa”, en caso de serlo. El principio de simplicidad, por tanto, perderá su sentido en tanto, supuestamente, hubiese que elegir entre dos teorías a la hora de explicar los “mismos fenómenos”. b) Construcciones de este tipo de economía: objetuales y proposicionales. De todas las figuras que hemos delimitado en el espacio gnoseológico solamente cuatro de ellas pueden aspirar a la pretensión de objetividad material segregable del sujeto, de sus operaciones: en el eje sintático, los términos y las relaciones, y en el eje semántico, las esencias o estructuras y los referenciales. El resto (los fenómenos en el eje semántico, las operaciones en el eje sintáctico, y las figuras del eje pragmático: normas, dialogismos y autologismos) son indisociables de la perspectiva subjetual-personal. Perspectiva que, precisamente, habrá de ser neutralizada en los procesos de cierre categorial. La objetividad de toda construcción científica, desde las coordenadas del espacio gnoseológico, se deberá definir no como un mero “trascender del sujeto operatorio” o de su “subjetividad”, sino como una neutralización o segregación de los componentes subjetuales (fenómenos y autologismos) que, sin embargo, son ineludibles en el Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad 283 mismo proceso de construcción operatoria. La única posibilidad de alcance de objetividad de estas construcciones es el cierre categorial. Únicamente cuando una construcción comienza a cerrarse, según la identidad sintética, pueden quedar neutralizadas las operaciones subjetivas. Solo en ese momento podrán imponerse los nexos de unión entre los términos y sus relaciones a terceros en el campo gnoseológico que sea de modo circular con segregación del sujeto. Sin embargo, todo proceso constructivo que pueda dar lugar a cierres categoriales, es complejo, y ha de analizarse, primero, distinguiendo dos niveles distintos de esos procesos de construcción gnoseológica: el nivel de las llamadas construcciones objetuales y el de las llamadas construcciones proposicionales. Las construcciones objetuales son resultado de operaciones en sentido estricto: pues mediante ellas van apareciendo en el campo nuevos términos partiendo de otros del mismo tipo, a veces muy complejos, otras veces muy simples. Por su parte, las construcciones proposicionales son resultado de las relaciones, establecidas entre términos, formulando una proposición, acto que ocurriría siempre que estableciésemos una relación, si toda relación es un predicado y todo predicado n-adico (Íbid.: 127) es una relación respecto de la cual los términos ejercerían el papel de “sujetos” de las relaciones, no operatorios. Citando al propio Bueno: 7, 5 y 12 serán términos; + será la operación, = será la relación predicado. El 'juicio' 7+5=12 resultará ser una construcción objetual con términos, una operación con los términos 7, 5, que determina un nuevo término, 12, mas una construcción proposicional mediante la que se establece una relación (o predicado) de igualdad o coordinación biunívoca (que es una relación sintética) entre 7+5 y 12 (Íbid.: 128) 27. 7+5=12 es una operación cerrada en el campo de los números naturales N, porque 12 es un elemento del campo N igual que 5 y 7. En este sentido, la TVT supondrá que el valor es una construcción objetual en tanto que la consecución de nuevos valores asociados a bienes determinados durante el proceso productivo supone, además de la producción de nuevos bienes (términos del mismo campo económico), la conformación de nuevos valores, nuevos costes y nuevos precios. Y valores y precios son también términos del campo económico. Habría entonces, según la interpretación de la TVT desde la TCC, una doble construcción, objetual operatoria y proposicional resultado de las relaciones entre términos de valor económico en el proceso de producción de bienes, plasmada tanto a nivel primogenérico (corpóreo) como terciogenérico (de 27 En la misma página se recoge esta aclaratoria nota 52 sobre la idea de cierre categorial: “La idea de tomar el concepto lógico- matemático de cierre como criterio para caracterizar una teoría científica aparece, de vez en cuando -y lo extraño sería, al menos desde nuestras coordenadas, que no hubiera aparecido nunca-, si bien circunscrita al plano proposicional, en el cual cierre equivale, más o menos, a construibilidad de proposiciones dentro del círculo constituido por un sistema dado de axiomas. Dado un sistema de axiomas -cuya unidad, por cierto, no se explica en el plano proposicional- las proposiciones que de él brotan y las que vuelven a resultar de su composición con las anteriores, pueden considerarse como términos construidos a partir de otros datos y que, por ser recombinables con otros anteriores, se mantienen en el interior -en la inmanencia- del círculo constructivo. W. Elser, por ejemplo, utiliza este criterio para distinguir las teorías científicas del estilo de la Geometría euclídea (tales como la Teoría de la probabilidad, la Mecánica clásica o la Física cuántica) de las teorías científicas del estilo de la Biología: aquellas serían más potentes, por ser teorías cerradas, mientras que en las teorías abiertas la capacidad constructiva (de proposiciones predictivas, etc.) sería mucho menor. La Mecánica celeste es el prototipo de un sistema cerrado de teoría abstracta, en el cual, con base en las leyes de Newton, se hacen predicciones precisas partiendo de un número limitado de observaciones astronómicas” (Íbid.: 128). Capítulo V: Cientificidad de las teorías del valor 284 valor, sin perjuicio de la plasmación de ese valor en materia primogenérica como es el dinero). Con la TUM es imposible ningún tipo de construcción objetual porque, además de partir de un concepto irracional mágico -la aplicación del cálculo infinitesimal a la idea subjetiva de satisfacción-, la utilidad marginal no puede ser ni término, ni relación, ni mucho menos operación del campo económico. Tampoco es una estructura o esencia, ni un referencial ni un fenómeno. Solo tendría sentido gnoseológico al nivel del eje pragmático, pero entrando, si seguimos el análisis gnoseológico de la TCC, entre las teorías gratuitas y especulativas que habría que desechar como “falsas teorías” dentro del campo de la Economía Política. La construcción objetual, operatoria, de bienes y valores que estudia y defiende la TVT, en principio, permitiría advertir, por tanto, también una construcción proposicional. Y no es tan evidente que, en sentido lógico-gramatical, una construcción proposicional implique siempre una construcción objetual. La primera presupone la segunda, y no al revés. En la TUM, una posible construcción proposicional se ve negada en el momento en que la idea de utilidad marginal se entiende como mágica e irracional, negando cualquier tipo de lógica real, objetual, a la misma. Sin perjuicio de las conexiones existentes entre construcciones objetuales y proposicionales, ambas implican diferentes ritmos y una independencia considerable la una de la otra en sus cursos operatorios. c) La reconstrucción del concepto de categoría en Economía Política: el valor como categoría económica. La reconstrucción que de la idea de categoría se realiza desde la TCC es una reconstrucción gnoseológica. La idea de categoría estará así relacionada con los procesos constructivos objetuales y proposicionales que son el núcleo activo mismo de toda ciencia categorial. Estos procesos alcanzan su estatutos científico cuando determinan una proposición que expresa una relación de identidad sintética, esto es, de cierre. Será cerrado un proceso constructivo objetual, al igual que una operación, cuando los términos de-terminados por las operaciones resultantes pertenezcan, como hemos dicho más arriba, a la misma clase que los términos de origen. Las construcciones científicas implican diversos tipos de operaciones, cuyo sistema ha de llamarse cerrado respecto del campo de términos que se va construyendo, aún segregándose de las operaciones por las que tiene lugar el proceso de construcción mismo no ya solo de un cierre tecnológico, un curso de construcción objetual, sino también de un cierre proposicional establecido por medio de identidades sintéticas entre términos obtenidos partiendo de diferentes construcciones objetuales. Dado un proceso constructivo objetual que ha permitido, en un campo gnoseológico determinado, la aparición de nuevos y nuevos términos iguales a los de origen, la inmanencia de estos nuevos términos respecto de su campo se denotará porque entre los nuevos términos surgidos en diversas direcciones hay, más allá de su aparente desmembramiento o diversidad, Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad 285 relaciones de todo tipo y, en su límite, identidades sintéticas, llamadas así porque enlazarían términos diferenciados mutuamente independientes en la apariencia de los fenómenos. Esto puede verse muy claro con el ejemplo del teorema de Pitágoras. Para llegar a él, Euclides logró fijar una relación de identidad muy clara: “la igualdad entre la suma de los cuadrados construidos sobre los catetos y el cuadrado construido sobre la hipotenusa del triángulo rectángulo dado” (Íbid.: 130). Se trata de una relación de identidad sintética, que es el predicado de una proposición que se establece a través de varios cursos de construcciones objetuales hasta culminar el teorema. Por medio de la relación de identidad sintética que establece entre los términos del campo en que se conforma, el teorema de Pitágoras (identidad sintética sistemática) cierra categorialmente su campo y organiza en torno suyo una indeterminada cantidad de contenidos dispersos. La TCC hace consistir las verdades científicas en las identidades sintéticas. En el ejemplo del párrafo anterior, la “verdad” del teorema de Pitágoras será la identidad sintética misma que predica su enunciado. Pero no todos los cursos constructivos de una ciencia tienen necesariamente que resolverse en identidades sintéticas, pues muchos de esos cursos acaban constituyendo importantes componentes de los cuerpos de las disciplinas científicas. Metafóricamente podríamos decir que muchos de esos componentes acaban convirtiéndose en parte de los hilos del tejido de todo campo científico, siendo los nudos que atan esos hilos las verdades científicas estrictas, esto es, las identidades sintéticas. En el momento en que una construcción objetual y proposicional se propaga por un campo científico de manera cerrada, segregará también todos los contenidos no formales de ese campo que queden marginados del proceso de cierre y no son incorporados al proceso de construcción de la identidad sintética. Un campo de contenidos científicos determinados se va conformando por “propagación” de núcleos de cristalización y por entretejimiento de esos mismos núcleos. Este campo posee una concatenación particular, propia, y solo podrán trazarse sus límites propios “desde dentro” del mismo campo resultado de una misma trabazón mutua de las partes, dejando fuera a las partes no trabadas, las cuales acabarán por determinar la escala de los términos- unidades que resultan funcionar de manera efectiva como tales en el proceso de construcción, no estando dados previamente a los procesos de construcción sin que por ello, al ser dibujados, se muestren con un menos acusado recorte. Estos “espacios de inmanencia” a que nos referimos, que van conformando los procesos de construcción cerrada, objetual y proposicional, no tienen límites precisos preestablecidos sin que por ello su cierre, y su inmanencia resultante, sean menores. Este cierre o inmanencia no es sinónimo de limitación, de clausura de la verdad de ese campo científico. Por contra, es la condición necesaria para la apertura plena del campo ante nuestros propósitos racionalizadores, de manera ilimitada en ocasiones (Íbid.: 132-133)28. Los “espacios de 28 “El cierre químico, el de la Química clásica-, representado por la tabla periódica, excluye cualquier vacua pretensión de proseguir el descubrimiento de nuevos elementos de modo indefinido. Sabemos que por encima de un determinado número, que se estima en 173, es imposible encontrar nuevos elementos; pero este cierre, lejos de constituir una traba para el desarrollo de la Química, constituye el principio de su soberanía, del dominio indefinido en su campo, en el que un ilimitado número de compuestos químicos nuevos, que ni Capítulo V: Cientificidad de las teorías del valor 286 inmanencia” son espacios, o recintos arquitectónicos clasificatorios de un campo gnoseológico determinado. Podría decirse que hay “tantas categorías como ciencias” (Íbid.: 133), siendo estas el hilo conductor que guía en la determinación de los diversos campos categoriales. Por ello podremos hablar de categorías físicas, químicas, biológicas, mecánicas, pero también psicológicas, politológicas o económicas, al tiempo que se reconoce la existencia de categorías subordinadas a unas categorías principales en cada disciplina (subcategorías). En el campo de la Economía Política además de las ya dichas más arriba, y siguiendo la FIGURA 1.1., podemos citar, como componentes abstractos vectoriales respecto de su resultante, de la rotación recurrente económica, a categorías como la demanda efectiva, sea esta individual, colectiva o sectorial, etc. La demanda está en relación con el consumo, el cual aparece en la relación de los módulos a los bienes. También encontramos el concepto de oferta efectiva como categoría económica, siendo esta la relación de bienes presentes en el mercado (o, generalmente, en el aparato de distribución) a los módulos considerados de manera individual o sectorial. Y también encontramos el concepto de intercambio económico, tanto interindividual como a nivel de flujos intersectoriales. Así, en la FIGURA 1.1., un bien 1a o 2b sería permutable por otro bien 5e o 9i , etc. Sin embargo, no tendría sentido intercambiar 1a por 2a o por 1000a pues, parafraseando a Marx, nadie cambia levitas por levitas iguales, y aún menos por levitas desiguales. Tampoco tendría sentido intercambiar 1a por 1b , en tanto que ni siquiera ahí habría intercambio. El intercambio económico, entendido como parte del proceso de movimiento productivo recurrente tal y como lo hemos definido, permitiría la obtención de criterios que posibilitarían diferenciar los intercambios económicos de los no económicos (domésticos o pre-económicos). Un intercambio carecería de sentido económico completo cuando los módulos que intercambian no figuran como tales módulos, o porque las cosas que intercambien no contribuyan de manera formal a la generación de nuevos bienes, esto es, a la producción. Y de ahí la importancia del concepto de valor económico como categoría del campo de la Economía Política. Sin valor económico, sin costes ni precios (tampoco sin rentas) y sin dinero no puede haber recurrencia económica ni consumo en sentido económico, y sin consumo en sentido económico (mediante la compra de bienes), no habría tampoco producción (ni relaciones de producción). Los términos de la matriz de la FIGURA 1.1., en tanto son cuantificables, objetivos y producto de operaciones en el campo económico, permiten establecer relaciones estocásticas, funcionales, de todo tipo, sobre las que pueden construirse modelos económicos o teorías económicas. De manera paralela a la Razón física (de la Física como ciencia), la Razón económica y su evolución dependerán de la determinación de variables desconocidas hasta llegar a una situación en que se encuentre la Razón física. No obstante, las diferencias entre ambas razones estarían en la naturaleza de ambas, pues siquiera se han dado en la Naturaleza, ha sido abierto a la industria” (Íbid.: 132-133). Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad 287 en la Física encontraríamos materialidades cuantitativas físicas y en la Economía Política materialidades cuantitativas históricas (Bueno, 1972a: 64)29. Los sistemas económicos en el ámbito de la categorías económicas serían materialidades atributivas, en el sentido de que sus variables no son aislables como las variables físicas, pues no podemos neutralizar o separar a una empresa del resto de empresas de su entorno, ni tampoco las conductas de un grupo de consumidores de las de un grupo de productores (Íbid.: 66). Además, los sistemas económicos no son “reiterativos en un contexto simultáneo” (Íbid.: 66), es decir, el conjunto de los Estados comerciales cerrados (de las sociedades políticas con mercado en nuestro Planeta), no es un Estado, ni el conjunto de empresas es una empresa, ni el conjunto de prosumidores es un prosumidor. Las semejanzas entre los distintos sistemas económicos son abstractas en sentido lógico. Por consiguiente, la Razón económica no permite la construcción de “modelos internos”, no se pueden realizar experimentos en sentido constructivo, por lo que sus modelos serán siempre “externos”, siendo casi metafóricos y funcionando de manera distinta a los modelos físicos. Las analogías económicas serán históricas y los modelos abstractos, hoy día de equilibrio, aunque cada vez son más comunes los modelos dinámicos que tienen en cuenta el tiempo histórico y la evolución productiva técnica y tecnológica {Capítulo IV, 2.}. El concepto de valor económico, como categoría, tiene una relación muy estrecha con la idea de rotación recurrente sistemática del campo económico. Esto es así porque, si busca la recurrencia de un sistema económico actual, o futuro, de referencia, la Razón económica se moverá esencialmente ante problemas de composibilidad de factores, abundantes o escasos, pero siempre objetivos. La composibilidad de factores, en relación a la rotación recurrente, tendrá que ver para Gustavo Bueno con la evidencia de situaciones de inconmensurabilidad o incompatibilidad de factores (figuras gnoseológico-económicas antes referidas, además de muchas otras que aparecen en la FIGURA 1.1.) que, de darse, impedirían la recurrencia del sistema económico (Íbid.: 67)30 {Capítulo I, 2. a)}. Este tipo de situaciones se dan, cada vez con mayor importancia, en una materialidad dotada de unicidad física como es el Planeta Tierra y las relaciones económicas entre las diversas sociedades políticas del mismo (y sería esto extensible afuera de nuestra atmósfera, en el Espacio, en tanto diversas sociedades políticas tengan capacidad para ampliar el campo de sus modos, fuerzas y relaciones de producción a territorios en la Luna o en otros planetas, manteniendo las categorías económicas pero introduciendo nuevos elementos en la composibilidad y recurrencia, lo que obligaría a tomar más en serio si cabe los análisis económicos dinámicos y la relación entre las categorías económicas y las técnicas y tecnologías y de las ciencias con quienes entran en dialéctica, pudiendo llegarse a hablar de una especie de exoeconomía), dando lugar a unas relaciones económico-políticas y político- 29 Sobre la relación entre las materialidades físicas y las económicas ver Mirowski (1989). 30 “Los problemas derivados de la escasez se reducen cómodamente a un caso particular del problema de la incomposibilidad” (Bueno, 1972a: 67). Capítulo V: Cientificidad de las teorías del valor 288 económicas internacionales desarrolladas objetivamente, históricamente, en el curso del tiempo. La Razón económica académica tendrá por tanto que estar en contacto constante con la Razón económica mundana {Capítulo I, 2. a)}, pero siempre teniendo en cuenta que la cientificidad de la Economía Política es mucho más precaria que en ciencias como la Física, la Química o la Biología, puesto que en Economía Política no hay teoremas (identidades sintéticas sistemáticas), lo que no quiere decir que su estudio sea menos importante y menos necesario, pues la Razón económica es tanto científica como política. El cierre categorial de las categorías económicas, y particularmente en la TVT, requiere que las fórmulas lógico-idiográficas con que se representan sus contenidos se incorporen al ámbito categorial -no que se conviertan en nomotéticas-, lo que significa que no por ser idiográficas las fórmulas lógico-matemáticas de representación de contenidos de un campo categorial determinado sean menos propensas al cierre, menos “científicas” Bueno, 2012b: 2)31. Las 31 Reproducimos, por su interés, la cita extensa del punto que, en este artículo, Bueno dedica al estudio de la relación de las fórmulas nomotéticas e idiográficas en las ciencias “naturales”, “formales” y “humanas” o “sociales” y las conexiones de ello con las ideas de unidad e identidad en sentido gnoseológico: “Windelband y Rickert pretendieron resolver la cuestión distinguiendo dos tipos de ciencias, las ciencias nomotéticas y las ciencias idiográficas. Pero con ello rompieron la unidad de la idea de ciencia y, sobre todo, no explicaron las abundantes presencias idiográficas constatables no sólo en las ciencias históricas culturales, sino también en las ciencias naturales. Desde los supuestos que hemos establecido a propósito de los enclasamientos de los términos interconectados podríamos plantear el dilema nomotético/idiográfico de otro modo. En efecto, las clases mismas pueden ser distributivas (con relaciones diairológicas entre sus términos) y atributivas (con relaciones sinalógicas entre ellas). Ambos tipos de clases tienen estructuras análogas. Por ejemplo, las cadenas de inclusión entre las clases o totalidades Շ (A ⊂ B ⊂ C ⊂ D...) –utilizadas sobre todo en las clasificaciones porfirianas– son análogas a las cadenas de inserción entre clases o totalidades T atributivas (a ⊂ b ⊂ c) –utilizadas en las clasificaciones plotinianas y particularmente en la Teoría de la Evolución, cuando organiza su campo guiada por la idea de los phyla–. La mejor ilustración de la involucración de los todos Շ y T nos la ofrecen los círculos de Euler, en los cuales los círculos o esferas englobados en otros círculos o esferas representan a la vez relaciones lógicas de inclusión y relaciones geométricas (o topológicas) de inserción. Rickert contraponía, en un ejemplo célebre por su brillantez, la ciencia nomotética de la Embriología de Wolff (en la que la sucesión de las fases de un embrión de pollo se repetían una y otra vez en los diversos pollos individuales) y la ciencia idiográfica de la Historia de los Papas del Renacimiento de Ranke, en la que se establecía una serie irrepetible de individuos que Rickert no detalla, pero que podemos enumerar en su individualidad determinada no ya tanto por criterios ontológicos- sustanciales, sino por criterios gnoseológicos, como pueda serlo el ordinal que ocupan en la serie numérica canónica (reconocida hoy por el Vaticano), serie que no se corresponde exactamente con otras series ordinales también utilizadas por la Iglesia romana en el pasado: Inocencio VIII (con el número 213) y Alejandro VI (número 214) en el siglo XV; Pío III (número 215), Julio II (número 216), León X (número 217), Adriano VI (número 218), Clemente VII (número 219), Pablo III (número 220), Julio III (número 221), Marcelo II (número 222), Pablo IV (número 223), Pío IV (número 224), San Pío V (número 225), Gregorio XIII (número 226), Sixto V (número 227)... Ahora bien, ¿hasta qué punto puede asegurarse que, en estas sucesiones, los papas, individualizados por su número ordinal, figuran como términos individuales (al menos en el sentido de los 'individuos absolutos' tales como el hombre volante de Avicena o el ave Fénix en sus sucesivas apariciones)? Por de pronto hay que reconocer a cada uno de esos nombres ordenados que está ya enclasado en la clase P de los Papas, es decir, que no figura en ellos como individuo absoluto, sino como individuo de una clase (x ⊂ P). Además la clase es atributiva. El 'conjunto de los papas del Renacimiento' constituye una totalidad atributiva joreomática, en la que cada elemento debe desaparecer para que otro aparezca como elemento de la clase (la misma regla a la que se sometía el ave Fénix, con la diferencia de que las apariciones del ave Fénix no envolvían diferencia de sustancia, sino que suponían identidad sustancial entre el cuerpo del ave viva, sus cenizas y el nuevo elemento viviente que renacía de ellas, mientras que a los papas del Renacimiento se les reconoce una identidad sustancial interindividual). Por otra parte cada elemento 'arrastra', como séquito histórico, multitud de materiales que habrán de ser incorporados a la serie (colegios cardenalicios, templos, encíclicas, conexiones con emperadores o reyes...). En ningún caso estamos ante una sucesión de individuos discretos, mutuamente aislados diairológicamente; estamos ante una totalidad 'en evolución', en la cual los términos –los papas– han de ser mencionados repetidamente una y otra vez por los historiadores o arqueólogos, a cargo de los cuales corre la tarea de integrar las partes del material asociado (esqueletos, retratos, concilios, encíclicas, guerras) con los diversos papas correspondientes, es decir, estableciendo conexiones ramificadas que coexisten con las relaciones sinalógicas que se van abriendo. No hablamos, en efecto, de los papas como individuos absolutos, sino como miembros de una Iglesia o de un Estado. Ocurre en la historia de los papas como ocurre en la geografía política: un monumento idiográfico (como pueda serlo El Escorial), asentado en Castilla, no es sólo el individuo idiográfico hic et nunc; a su vez ha de 'repetirse' una vez como monumento asentado también en España, y otra vez en Europa occidental, y otras veces en Europa, en Eurasia, etc. El Escorial deja de ser idiográfico-irrepetible, porque se repite de hecho no sólo en las cabezas de los hombres, sino en contextos diferentes, en clases atributivas que se integran las unas en las otras. Estas cadenas, a su vez, en tanto constatamos su paralelismo o sus diversificaciones con otras cadenas, dan lugar a relaciones nuevas entre clases diferentes. Las propias cadenas históricamente establecidas nos servirán de criterio y guía para insertar a cada papa en un puesto de la serie que irá evolucionando desde unos primeros eslabones hacia otros eslabones futuros. La sucesión histórica de los papas del Renacimiento no es, por ello, más idiográfica de lo que pueda serlo la sucesión de una serie de esqueletos científicamente ordenados cronológicamente en un museo antropológico. La diferencia es que cada eslabón de la cadena de los papas se presenta como un elemento único, y cada esqueleto suponemos que tiene otros muchos esqueletos clónicos; pero esta diferencia no es esencial cuando nos interesamos por el Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad 289 configuraciones gnoseológicas, más allá de criterios deductivos, y más allá de fórmulas nomotéticas o idiográficas, son los procedimientos más fértiles de construcción científica. Configuraciones que han de atenerse siempre a la materialidad categorial estricta, pues toda construcción categorial, toda configuración gnoseológica, es una construcción objetiva y no una construcción gratuita o subjetiva. Que sea objetiva posibilita que pueda ofrecer el material de próximas deducciones, como puedan ser los modelos económicos al margen de sus configuraciones lógicas. Los modelos económicos, matemático-lógicos, deben expresar configuraciones objetivas, objetuales, históricas, reales. La Economía Política funciona, más que en un sentido puro, en un sentido, sobre todo, aplicado especialmente a contenidos idiográficos. Determinar estos contenidos idiográficos es la forma en que suele funcionar la razón práctica mundana antes incluso, o de manera independiente, a la construcción científica. La Econometría, por ejemplo, muy relacionada con la investigación operativa y con la determinación de los costes de producción (por ende, con la TVT en general), realiza predicciones partiendo de modelos estadísticos que manejan parámetros idiográficos, y aún siendo importantes sus predicciones ellas no aproximan la Econometría a la Ciencia Económica más de lo que la Meteorología se aproxima a la Astronomía, a pesar de la utilidad objetiva de la primera. ¿Cómo relacionar de manera lógica (sin descontar el fundamento objetual, real, histórico) el valor con la idea de categoría gnoseológica? Es decir, ¿cómo relacionar el valor económico en la TVT con la idea de cierre categorial en sentido lógico-idiográfico? (Bueno, 2010b: 2). Se dice que los bienes son soporte de valores, pero que bienes y valores, aún siendo conceptos conjugados, serían cosas distintas. Sin embargo, en el contexto de las categorías del campo económico, un bien lleva necesariamente asociado un valor, y también un valor de uso, como veremos en el siguiente punto. Concentrándonos en el valor en sí, diremos que el valor económico de los bienes, desde sus costes iniciales al precio comercial final, son valores objetivos de verdad cuya objetividad relacional se aplica a los valores científicos que podrían ser considerados valores objetivos de verdad. Si en lógica se simboliza la verdad por el número 1 y la falsedad por el número 0, y retomamos el ejemplo de la suma 7+5=12, al ser esta suma un juicio verdadero se podrá decir que 7+5=12 es soporte de un valor de verdad [7+5=12]=1. Mientras que el soporte de 7+5=13 será negativo, [7+5=13]=0. Si tomásemos la teoría del valor como un soporte que se sobreañade desde fuera a otro soporte dado previamente se interpretaría la relación 7+5=12 como neutra, como una secuencia de signos que no es verdadera ni falsa. Sin embargo, una teoría del valor que fuese relacional interpretará el valor veritativo de la secuencia como su predicado interno, siendo el signo = un predicado de relación que establecerá la identidad sintética entre 7+5 y el resultado 12, pues 12, repetimos, es un término igual a 7 y 5, perteneciente al mismo campo que estos. Se trata de una identidad objetiva establecida a través del sujeto encadenamiento histórico, que no es propiamente ni idiográfico ni nomotético, sino ambas cosas a la vez” (Bueno, 2012b: 2). Capítulo V: Cientificidad de las teorías del valor 290 operatorio que, tras llegar al 12, quedará segregado de la operación. Se dirá que la identidad a la que hemos llegado será alfaoperatoria, o α-operatoria, término que luego explicaremos. En definitiva, no puede haber separación entre el soporte 7+5=12 y su valoración lógica [7+5=12]=1, la cual es constitutiva e interna al propio soporte en relación al contexto aritmético y a sus reglas propias de formación. Lo que equivale a decir que “siente más cinco es igual a 12” es lo mismo que “siete más cinco es igual a doce es verdad”. Con lo que no hay soportes previos a las valoraciones. El soporte de la valoración es el propio soporte valorado y no una realidad abstracta anterior a la valoración. Lo mismo cabe decir de los valores de los bienes. Estos no son previos a los bienes, sino que son constitutivos de los propios bienes. Y la conformación de valores, al igual que de sus bienes correlativos, es operatoria, objetiva, histórica, y se produce de tal manera que, cuando se conforma un valor determinado (un bien determinado) este es segregado de las operaciones de los sujetos que los conforman (los trabajadores productivos) para que estos puedan seguir trabajando produciendo valor similar o distinto de ese mismo bien o de otros (en tanto esos trabajadores consigan otro puesto de trabajo productivo, pero siempre teniendo en cuenta que los bienes y valores nuevos que puedan producir serán intercambiables por los bienes y valores que ellos antes producían o que producen otros trabajadores productivos). La segregación o neutralización de las operaciones de los trabajadores productivos, además de ser consustancial a la conformación de valores económicos de verdad, es indispensable para asegurar tanto la composibilidad de factores en el campo económico como la rotación sistemática recurrente de la economía. Diremos que la identidad del valor económico es, también, α- operatoria. Luego explicaremos de qué manera, pero diremos, como antes hemos enunciado, que el valor de verdad de una teoría científica (de la Física, por ejemplo), puede ser más elevado que el valor de otra (económica en este caso), aún cuando su conocimiento o apreciación social sea bastante menor. Los valores son categoriales, pertenecen a categorías diversas cuya jerarquía dependerá del ámbito categorial que sea. De esta manera, habrá jerarquías en los valores económicos al igual que en los estéticos, pero no habrá jerarquía entre valores económicos y estéticos (Bueno, 2005b: 2)32. No pueden definirse los valores (tampoco los valores de uso) al margen de la idea de sujeto operatorio. No puede hablarse de evolución de los valores salvo en intervalos de carácter tecnológico. El concepto categorial de valor económico estaría en función del sujeto operatorio y de las acciones que, en el campo económico, este realizaría también en dialéctica con contextos extraeconómicos, como el de la Naturaleza, siempre en dialéctica con la acción económico- política. Si la materialización o fabricación de los bienes son M1, y las acciones que llevan a esa materialización están coordinadas por M2, el valor resultante, producido, será M3, aún plasmado 32 “Cabrá sin embargo introducir criterios externos de jerarquía intercategorial según su universalidad, por ejemplo. Desde este punto de vista a los valores lógicos (verdadero/falso) podría dárseles una jerarqúia categorial superior, por su universalidad, a la de otras categorías” (Bueno, 2005b: 2). Habría por tanto un entretejimiento entre valores, pero no todos los valores estarían conectados con todos los valores. Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad 291 en dinero M1 {Capítulo VI, 1. c), c.1.}. Luego hay un evidente entretejimiento de materialidades en las relaciones, medios y modos de producción. Si el valor (V) está en función (f) del sujeto operatorio (S) y la Naturaleza que le rodea (N), ello significa que al mismo tiempo estaría en función de las acciones que ese sujeto operatorio realiza dando lugar a bienes (b). Hablamos de elementos que están conjugados en el conjunto de relaciones, medios y modos de producción dados en el campo económico. Luego el soporte de valoración lógico-idiográfico, en tanto identidad sintética, podría expresarse así: ( ) ( )bSfVNSfV ∧=⇒∧= Si el sujeto operatorio S se interpreta en sentido económico como módulo (z ), reformularíamos lo de arriba así: ( ) ( )bzfVNzfV ∧=⇒∧= lo que equivale a decir que el valor es equivalente e igual al bien en tanto son conceptos conjugados: ( )[ ] ( )[ ]{ } [ ]bVVNzfbbNzfV ≅=∧∧=⇔∧∧= todo esto siempre en un contexto de rotación sistemática recurrente en el que actúan más módulos y circulan más bienes y valores, dando lugar al conjunto de la riqueza, R, de una sociedad política: [ ] [ ] [ ] [ ]nbVbVbVbVR ≅∪≅∪≅∪≅= K321 y teniendo en cuenta que esos bienes/valores están clasificados según conjuntos o clases de bienes diferencias por sus valores de uso, podemos construir lo que sigue: [ ] [ ] [ ] [ ]{ } [ ] [ ] [ ] [ ]{ } [ ] [ ] [ ] [ ]{ } [ ] [ ] [ ] [ ]{ }Nn IIIn IIn In bVbVbVbV bVbVbVbV bVbVbVbV bVbVbVbVR ≅∪≅∪≅∪≅ ≅∪≅∪≅∪≅ ≅∪≅∪≅∪≅ ≅∪≅∪≅∪≅= KUK UKKU UKU UK 321 321 321 321 pues [ ]bV ≅ sería la mercancía, en la que se conjugan el objeto físico producido y el valor económico conjugado con él durante el proceso de producción, cuyo desarrollo se da tras la Capítulo V: Cientificidad de las teorías del valor 292 neutralización de las operaciones productivas que llevan a la conformación de esos bienes y esos valores, ya que sin neutralización de esas operaciones no habría rotación recurrente, ni composibilidad de factores ni riqueza. Estas fórmulas lógico-idiográficas sobre el valor han de ponerse en correspondencia con la FIGURA 1.1. {Capítulo I, 2. a)} d) El valor de uso como categoría económica. Concebir el valor de uso como una categoría económica conlleva definir ese valor de uso, no como un valor subjetivo, psicológico, sino objetivo, histórico, suprasubjetivo y suprasubjetual. Conviene estudiar gnoseológicamente (filosóficamente) la relación entre bienes y valores, y en buena medida, enmarcar este estudio no ya solo en el campo económico, sino también extraeconómico, en la muy tratada en filosofía “teoría de los valores” o Axiología (Martín Jiménez, 2010b: 1)33. Tanto el valor de uso como el coste de producción son valores, ambos tienen identidad (Íbid.: 1)34. Ya vimos en el capítulo anterior la relación entre la utilidad social, objetiva, de los bienes, y su justo precio en los escolásticos (Bueno, 2010a: 2)35 {Capítulo IV, 1. a)}. Sin embargo, esta idea sigue presente en la teoría económica marxiana, en tanto que todo lo que se encuentra en el mundo entorno de las personas, y en concreto en el campo económico, está delimitado y nombrado en tanto “coeficiente axiológico” que hace posible delimitar cualquier objeto. Aun siendo posible despojar un objeto de todo tipo de valor, analizándolo de manera neutra, sin embargo ningún objeto dado está al margen de todo valor, pues ese objeto procede de su segregación respecto de otras regiones del llamado reino de los valores, fuera del cual no podría existir ningún objeto. Pero los objetos neutros se corresponden con las metodologías que hemos llamado α-operatorias, en concreto también con los valores (costes, precios de producción, etc.), segregables de las operaciones que los han conformado. Sin embargo, ¿hasta qué punto es neutro un valor de uso? La concepción psicologista o subjetivista (idealista) de los valores de uso o utilidades de los 33 En el marco de nuestra investigación, es especialmente reseñable este párrafo del artículo de Martín Jiménez (2010b: 1): “[...] lo cierto es que asistimos a un intento de sistematización del terreno normativo (el deber ser) que a causa de la multiplicidad de instituciones nuevas que confluyen de modo conflictivo, no sólo en guerras y revoluciones, sino en modos de vida y de producción insospechadas hasta entonces, ofrecen a ojos de las cátedras de filosofía y teología alemanas especiales dificultades, pues teniendo que asumir inexcusablemente los resultados de las nuevas ciencias (especialmente las naturales) y apoyándose en ellas, como Lotze se apoyaba en la validez o valor de los principios de las ciencias, permiten efectuar una inflexión que arrastre elementos propios del terreno en que se levanta, de modo que los valores económicos (que tendían a anegar en la universalidad de su campo a todos los bienes) pasen a ocupar posiciones inferiores en las escalas de valores, o elementos de otras categorías en principio ajenas a estas, caso de los llamados valores vitales, etc”. También destacamos este otro párrafo, donde Martín Jiménez utiliza la misma fórmula lógico- idiográfica para referirse a la relación entre el valor, el sujeto operatorio y el bien que hemos utilizado antes nosotros (2010: 1): “La viabilidad de la misma viene dada desde el momento en que entendemos el estímulo (vinculado a la idea tradicional del conocer), de modo que desde V= f (s, b) podemos convertir la función en una relación, y el sujeto (los sujetos) sean los capaces de responder semánticamente a los bienes, que tengan la capacidad de serlo para los sujetos, en tanto que estímulos; y así ocurre, cuando se hace preciso el papel del sujeto para que se constituya algo en un bien (o paralelamente en el reconocimiento de un valor)”. Hay que subrayar que la Axiología nace en torno a problemas epistemológicos en torno a la Economía Política. 34 “[...] entre el valor y lo valorado hay identidad (ambos son valores), son dependientes (uno se da como valor en función del otro) y hay aplicación transferida (el valor fundamental que inicia la serie es el fundamento significativo del valor concreto)” (Íbid.: 1). 35 “[...] la sigilación fue utilizada por los escolásticos (Gilberto de la Porrée) para dar cuenta de la conexión entre el universal ante rem y la materia que lo recibía como predicado (dentro de la llamada teoría platónica de los universales" (Bueno, 2010b: 2). Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad 293 bienes entenderá que esos valores son meras proyecciones de nuestras vivencias o sentimientos, expresadas como juicios de valor sobre dichos bienes. Una casa tendrá alto valor estético si, desde esta teoría subjetivista del valor, su aspecto nos produce satisfacción. La casa será hermosa si nos agrada verla. No obstante, el subjetivismo de los valores se ha de enfrentar con el hecho de que los valores de uso de una casa, de un automóvil, de una camiseta o de un puente colgante son objetivos, concretos, históricos. La belleza de un edificio no ha de reducirse a la satisfacción que nos pueda producir contemplarla, pues la belleza del edificio no hace referencia a nuestros sentimientos, sino al edificio mismo. La belleza del edificio, como la funcionalidad del automóvil, como el estilismo de una prenda de ropa, son tan objetivos como su propia existencia corpórea. Y las líneas y disposiciones que determinan estas características, en el campo económico las realiza, sobre todo, la merceología {Capítulo IV, 4.}. Si nadie pudiese contemplar un bien económico, si acaso un animal (sujeto operatorio sin capacidad para construir un campo tan complejo como el económico), ciertamente el valor de uso de los bienes no existiría, o desaparecería. Pero eso no quiere decir que los valores de uso solo sean accesibles a sujetos dotados de algún tipo de cualidad especial, pues tan “apreciable” es la madera, como materia prima, para el leñador o para el comprador de muebles de madera, como para el castor. Con lo que queremos decir que los valores de uso predicados de los bienes no son sobreañadidos por los sujetos que los valoran. Estos valores de uso, en realidad, son constitutivos de los propios bienes en cuanto tales, pero no son propiedades absolutas de ellos mismos, aún pudiendo ser constitutivos suyos en cuanto tales bienes. El valor de uso, como evidencia de la existencia de algo, coexistirá con otras realidades existentes. Los valores de uso irán siempre referidos a objetos reales disociados, por abstracción, de otros objetos coexistentes, incluido el valor en sentido económico. Los sujetos pondremos en valor los bienes cuando nuestros juicios de valor vayan referidos al bien coexistente con otros bienes u objetos, es decir, a través nuestra. El valor de uso de los bienes surge por la conexión de esos bienes con otros, que incluso pueden ser constitutivos suyos, a través de los cuales se puede influir sobre varios módulos. Se ponen en valor -de uso- las mercancías cuando salen al mercado, cuando coexisten con otros bienes ofrecidos también en el mercado. Las relaciones entre los bienes y los sujetos que los compran (los “demandan”) conformarían un sistema de relaciones objetivas, siendo la estructura característica de cada mercancía o grupo de mercancías lo que se ajusta objetivamente con determinadas reacciones de los módulos, los cuales siempre pertenecen a unos grupos o clases de módulos en el campo económico-político. El valor de uso de los bienes reside en la relación, según su morfología, pero no en sentido absoluto, entre los bienes y los módulos en el campo económico. El valor de uso es término de una relación a los módulos capaces de reaccionar ajustándose operatoriamente ante los bienes de manera constitutiva propia a dichos bienes cuanto tales. El valor de uso sería un término, una categoría del campo económico. Esto implica que el valor de uso, como categoría económica, tiene una implicación muy Capítulo V: Cientificidad de las teorías del valor 294 particular con la idea de “libertad de” valoración de un bien por parte de los consumidores. Esta libertad puede interpretarse como inmune a la influencia de los valores de uso mismos, y aún a los valores de verdad. Pero también podría interpretarse como “libertad para” las valoraciones, la libertad para poder valorar los bienes en el mercado. Interpretaremos que la liberad para valorar un bien ha de atenerse, si no se sufre de esquizofrenia o delirios similares que nos alejen de la realidad, o si no se sigue un idealismo filosófico subjetivista e individualista que roce el solipsismo, al hecho de que esa misma libertad para valorar bienes ha de tener en cuenta los hechos objetivos que en el campo económico se desarrollan, la producción de valores de uso incluida. Es imposible dejar de lado las valoraciones de los consumidores cuando estas van referidas a los valores de verdad. Y respecto a estos valores lógicos terciogenéricos referidos en el punto anterior, no hay neutralidad de valoración, pues son lo que son de manera objetiva como hemos explicado más arriba. La libertad de valoración, además, ha de admitir un principio de reconocimiento de los valores de uso como hechos dados. No hay neutralidad valorativa que valga en la comprensión de los valores de uso, como la existencia de la Organización Mundial de Aduanas y de su Sistema Armonizado de Designación y Codificación de Mercancías (SACDM) así lo prueban, pues en toda valoración hay una categoricidad, una jerarquía y una polaridad de valores, además de una pluralidad de los mismos que puede entenderse tanto intercategorial como intracategorialmente {Capítulo IV, 4.}. La conciencia, propia de todo sujeto operatorio humano, permite a los módulos en el campo económico conocer los valores (y contravalores) de uso de los bienes. Los juicios de satisfacción o insatisfacción que los bienes puedan producir, sean cuales sean, no son arbitrarios sino válidos objetivamente. Los valores de uso son, además, categorías culturales, y su estudio requiere una investigación no solo económica, sino también antropológico-cultural. La satisfacción o insatisfacción que nos puedan producir los bienes no procede solo de ellos mismos, sino de la capacidad objetiva que esos mismos bienes soportan para estimular a los módulos que tienden o no hacia ellos. Pero esto no permite reducirlos a mera subjetividad, como si “el hombre fuese la medida de todas las cosas”, no son meros contenidos segundogenéricos. Los bienes son entidades físicas, corpóreas, primogenéricas, y los valores asociados a ellos, tanto el valor en sí como el valor de uso, se pueden identificar con proporciones terciogenéricas que los bienes mantengan con la dinámica de los módulos económicos y no solo con la satisfacción o insatisfacción segundogenéricas de dichas proporciones. Dicho de otra manera, desde las coordenadas del materialismo filosófico: los valores de uso no serían M2, sino M3 al igual que el valor-trabajo en sí (costes, precios de producción), aún plasmado este en dinero (M1), y aquellos en bienes corpóreos M1 {Capítulo VI, 1. c), c.1.}. Los valores de uso son suprapsicológicos, pero no independientes de los sujetos del campo económico. Hacen relación a los sujetos a los que satisface o desagrada, pero son objetivos. Son funcionales. Que los valores de uso sean objetivos no significa que sean universales, y ahí entra la Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad 295 intracategoricidad, jerarquía, etc., de la merceología en tanto los valores de uso son culturales, así como los bienes, y no será igual el valor de uso de un producto culinario conformado en una sociedad política occidental de raíz cristiana que el valor de uso de la comida kosher judía o halal islámica, por no hablar de prendas de vestir, edificaciones religiosas (iglesias, sinagogas, mezquitas) o volantes para vehículos (si son para vehículos producidos para el mercado anglosajón de la Commonwealth o para el resto del Mundo). Los bienes y valores de uso son tan distintos como los sujetos mismos cada uno con distintos valores vitales, estéticos, éticos, morales, religiosos, etc., que en ningún caso son subjetivos. La competencia misma y la oferta y la demanda provocan la jerarquización de los valores de uso, al menos a nivel comercial, de distintos bienes. Jerarquía que variaría, en principio, si las categorías de análisis no fuesen económicas sino de otra índole (filosóficas, por ejemplo, para valorar un libro de Gustavo Bueno frente a otro de Dan Brown; musicales para valorar un disco de una filarmónica interpretando piezas de Bach frente a un sencillo de King África; etc.). El valor categorial puede ser más elevado en una cosa que en otra, aunque la aceptación popular de la segunda sea mayor que la de la primera. Los valores de uso son categoriales y su jerarquización es intracategorial económica. Y no pueden definirse, tampoco sus características, al margen de los sujetos operatorios, módulos, del campo económico. Los valores de uso son también segregables de las operaciones de los sujetos que los configuran, y ello permite que entren en comparación, competencia e influencia con otros valores de uso, por lo que habría un entretejimiento entre valores de uso, no estando todos conectados con todos. El valor de uso implica originariamente al bien, y no únicamente sentimientos de satisfacción o insatisfacción, de placer o de dolor. No puede reducirse el valor de uso a los deseos o sentimientos psicológicos de los módulos, a nivel individual o colectivo, pero tampoco al bien empírico, pues los valores de uso se constituyen en función de los módulos en sentido suprasubjetual, objetivo e histórico, como hemos dicho ya varias veces. Los valores de uso son independientes de los sujetos psicológicos. Su configuración desborda a los sujetos como momentáneos, pues los sujetos han de poder contrastar los valores de uso con otros valores de uso de otros bienes, más allá del agrado o desagrado que les proporcionen. Solo así, por encima de condiciones empíricas, los sujetos aprueban o desaprueban los bienes en circulación. Podría diferenciarse entre un tratamiento de los valores de uso clasificados en sentido atributivo o distributivo, en sentido abierto o cerrado, inmanente o trascendental a los módulos o a otros valores de uso asociados a bienes tomados como clases unitarias, globales, en tanto se entienda que los valores de uso surgen de la intersección de las clases de módulos y las clases de bienes, o se superponen a ellos. Todo bien es una institución, son bienes institucionalizados (Martín Jiménez, 2010b: 1), surgida de la co-determinación entre módulos y bienes en el campo económico. A través de los módulos, en el proceso de producción, se enlazan las “partes” de los bienes (otros bienes anteriores, materias primas o simples partes complementarias de un producto Capítulo V: Cientificidad de las teorías del valor 296 que, a su vez, son bienes en el mercado productivo interindustria, siendo, por tanto, también instituciones), y se enlazan a través de los módulos como sujetos activos del campo económico, enclasados según criterios económicos (pero también en sentido extraeconómico-cultural) cuyas acciones se sistematizan y coordinan mediante los bienes. Ello implica la jerarquización de categorías de bienes y valores de uso, y de sujetos y clases de sujetos, al tiempo que implica también el enfrentamiento incluso conflictivo entre clases de bienes, de valores de uso y de sujetos. Los valores, tanto de uso como de cambio, como los valores que se encuentran entre el coste de producción y el precio comercial, se dan a través de instituciones tanto económicas como extraeconómicas, en las cuales se insertan desde un principio las operaciones evaluativas, las cuales serán segregadas cuando se constituya el ser de los valores de uso, es decir, serán neutralizadas, neutralizándose también las valoraciones humanas al igual que las operaciones que conforman los valores de verdad, los cuales son, además de identidades sintéticas, instituciones (Íbid.: 1)36. El valor de uso de un bien está inserto y llega al conjunto de instituciones o contexto determinante donde se inserta. El hecho que muchos economistas siempre esgrimen, sobre todo neoclásicos y austríacos, de que “los bienes valen porque los apreciamos” (el mismo Carl Menger, dicho en sentido subjetivo {Capítulo III, 2. c), c.1.}) será verdad cuando la apreciación de los módulos hacia los bienes derive del carácter objetivo de la confluencia y conflicto entre instituciones, al menos de dos: el sujeto corpóreo y sus proyectos vitales individuales y la institución en que está inserto, y también al contrario, cuando el bien es la propia institución personal desde otras que la determinan, como la institución familiar, el Estado o la plataforma política interestatal en que se encuentre. Al mismo tiempo, el elemento objetivo según el cual “se aprecia un bien porque vale” debe ser asumido por un sujeto activo, presente, si no quiere perder su identidad como tal bien concreto, o lo que es lo mismo, las operaciones evaluativas pragmáticas o físicas. De esta manera los valores, también los de uso, quedarán como resultancia funcional entre rectificaciones objetivas causales de las evaluaciones sobre conflictos o fracturas de las normas (composibilidad), o esquemas de identidad institucional, donde los módulos económicos actúan también como sujetos extraeconómicos (Íbid.: 1)37. Así pues, los valores de uso se dan en función de sujetos dados en grupos o clases, desde 36 Citando a Martín Jiménez (2010b: 1): “De modo que hay que entender toda valoración en el marco de alguna institución, y al contrario toda institución dándose desde las valoraciones, de modo que los valores formales (los sentimientos, los deseos, los intereses y demás fenómenos subjetivos) están coordinados con los valores materiales (los contenidos normativos –el deber ser– en que consisten las instituciones), y al margen de las cuales los valores formales serían meros epifenómenos; pues sólo a través del individuo corpóreo y la persona como institución adquieren su figura (las puestas en valor del sujeto unitario de Müller-Freienfels sobre las del 'sujeto momentáneo')”. 37 De nuevo Martín Jiménez (Íbid.: 1): “[...] los valores resultantes de la función derivarán del conflicto intra-institucional e interinstitucional, que a su vez actúan circularmente sobre la propia institución, y no podemos llevarlo a planos superiores genéricos (lisológicos) al clasificarlos como valores espirituales, valores morales o valores útiles, si no es de la mano de alguna ciencia efectiva, que delimite el campo, como sea la Psicología, la Sociología, la Historia o la Economía [Política] por poner algunos ejemplos, y siempre en su relación funcional; por ejemplo afrontar el tratamiento de los valores estéticos in genere, al margen de los parámetros pertinentes (sujetos e instituciones) o siquiera tratarlos como una unidad independiente al margen de la música o la arquitectura, como categorías específicas (morfológicas), no tendría mayor sentido; mucho menos lo tiene establecer escalas jerárquicas omni-abarcantes como las que encontramos habitualmente en Axiología”. Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad 297 donde se ejercen los valores formales (de uso), y también desde las instituciones en cuyos cursos normativos se integran estos sujetos y en cuyo conflicto se entenderán los valores de uso como efectos de las funciones de instituciones diversas en dicho campo económico. La figura del consumidor se verá asímismo no como sujeto de preferencias y rechazo de determinados valores de uso desde su propia subjetividad, sino sobretodo como modo en que confluyen normativas diversas, inconmensurables a veces y enfrentadas entre sí, obligando con ello a los sujetos a enclasarlas en concatenaciones de planes y programas, proyectos, de índole diversa, tanto económica como extraeconómicamente. Esto puede dar lugar a problemas de bloque institucional, o lo que es lo mismo, a problemas en la composibilidad de factores en el campo económico (Íbid.: 1)38, pudiendo en ocasiones los bienes, por olvido, ruina o desaparición de la propia institución del campo económico, conllevar el final de las operaciones causales que conforman sus valores. Los valores de uso implican una materia y una forma en los bienes, al igual que el valor, siendo tanto el valor como el valor de uso las verdades gnoseológicas derivadas de la serie de operaciones que ayudan a conformar dichos valores en el campo económico. En definitiva: En este sentido, los valores no son más que el resultado funcional, en el que toman su lugar las normas desde instituciones, que como bienes (órdenes de cosas) individuales, implican las operaciones prácticas evaluativas de los sujetos para mantener esos esquemas de identidad o destruirlos, aquellas en torno a las cuales entendemos su racionalidad y la racionalidad del propio mundo (Íbid.: 1). d.1. La utilidad marginal no puede ser una categoría económica, sino una idea extraeconómica. Teniendo en cuenta todo lo expuesto más arriba y en capítulos precedentes negaremos a la utilidad marginal su condición de categoría económica, de norma o de término del campo económico desde las coordenadas del materialismo gnoseológico de la TCC. Aún cuando sea utilizada profusamente en teoría económica, y teniendo en cuenta todo lo dicho al respecto de la misma en este capítulo y en el Capítulo III, nuestra conclusión sería que la TUM es no solo una pretendida teoría económica sobre la formación de los precios comerciales, sino sobre todo una teoría sobre las relaciones y acciones humanas de clara influencia utilitarista en lo filosófico, además de individualista -el individualismo metodológico de Hayek-, psicologista -las teorías frenológicas decimonónicas entre otras {Capítulo III, 2. c), c.7.}- que, con el instrumental matemático propio de la Economía Política -particularmente del cálculo diferencial, infinitesimal, el álgebra matricial y la Geometría, etc.-, pretende demostrar que todo ser humano, e incluso todo ser vivo, se mueve, económica y extraeconómicamente, con el fin de maximizar su satisfacción personal evitando la insatisfacción, mejorando así a su grupo social, su sociedad y a todas las demás personas. Afirmar, además, que la última unidad total de utilidad de la última unidad de un 38 Martín Jiménez (Íbid.: 1): “Acciones valorativas que no cabe reducirlas al plano mental o a los aspectos formales, psicológicos, aunque sean indispensables, pues en cuanto persona ya ejerce de modelo causal (de norma) para otras personas”. Capítulo V: Cientificidad de las teorías del valor 298 bien determinado de una serie de bienes iguales determinará el precio comercial de todos los demás en sentido infinitesimal-marginal, siendo la última unidad la más barata, no es otra cosa, siguiendo los razonamientos expuestos en esta investigación, que aplicar el lenguaje lógico- matemático a contenidos propios de la mente humana subjetiva, convirtiendo con ello en "producto de la mente" toda producción humana en el campo económico. Consideramos imposible un cierre, siquiera tecnológico, de la teoría de la utilidad marginal, calificándola como mágica en el peor sentido de la palabra, irracional y pseudoempírica, al mismo nivel en que puedan estar las teorías astrológicas. La teoría de la utilidad marginal, al considerar los bienes como productos no materiales sino “mentales” (en sus versiones más subjetivistas), considera en realidad que los bienes no son segregables de las operaciones de los sujetos, que califica como "mentales", centrando todo el peso en el grado último de satisfacción que esos bienes proporcionan a los individuos tomados como unidad de análisis. De esta premisa parte toda la microeconomía moderna, y también proyecciones macroeconómicas de toda clase. La TUM en todas sus variantes (cardinal, ordinal, teoría de la preferencia revelada, teoría general axiomática de la elección {Capítulo III, 2. c)}), no rebasa en ningún momento el supuesto instante en que los consumidores proyectan sus valores hacia los bienes, modificando mediante esa proyección mental (bien sea en sentido psicologista radical, bien sea a través de su conducta en el mercado o en el campo de la Administración) los precios de esos mismos bienes. Esta teoría mágica no puede, desde nuestras coordenadas gnoseológicas, ser una teoría económica. La tomaremos más bien como una teoría extraeconómica, falaz, más filosófica que otra cosa, y siempre dentro de una escuela filosófica de cuño idealista, cuyo uso de un imponente aparato matemático la transforma en una teoría falsa, una idea falsa alejada de toda realidad empírica. Y solo la idea de utilidad marginal del dinero de Marshall, si se sustituye esta idea por el concepto de efecto precio (efecto sustitución más efecto renta), permite la construcción geométrica de la curva de demanda sin necesidad de recurrir a la función de utilidad marginal {Capítulo III, 2. c), c.1., c.1.2.} { Capítulo III, 2. c), c.2., c.2.5.}. Es decir, en sus propias construcciones teóricas, vueltas del revés, encontramos la salida materialista a su teorización económico-idealista. La idea de teoría, en Filosofía, es indisociable de su valor de verdad, y por mediación de la verdad es como las teorías interfieren con la parte de la realidad a que hacen referencia, interfiriendo también con la idea de praxis en tanto proceso real cuya relación con la verdad es esencial, además de con el error (Bueno, 1975: 11). Pero si la refutación empírica de la TUM puede parecer imposible no se debe a su carácter de verdad, sino al contrario, a que se trata de una teoría extraeconómica, pseudocientífica, imposible de refutar. A diferencia de todo saber científico categorial, las ideas pseucocientíficas no admiten refutación lógico-operatoria (Shermer, 2001). Por ello, y sin negar la crítica que desde la propia Economía Política se hace a la TUM (particularmente desde los partidarios de la TVT, o de otras teorías económicas mixtas como el Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad 299 mutualismo), estimamos que la crítica a la idea de utilidad marginal ha de ser también, y especialmente, ontológica y gnoseológica. Esto es, filosófica. Y así lo hemos tratado de hacer en nuestra investigación. e) Principios y modos de la Economía Política. La revisión que desde la TCC se puede hacer de todo el aparato teórico económico, tanto a nivel micro como macro, así como de la Economía Aplicada, conlleva una reformulación desde una perspectiva no mentalista proposicionalista sino gnoseológico-materialista de las diferencias entre principios y modos como configuraciones gnoseológicas en el campo de la Economía Política. El fundamento de nuestra distinción será la estructura objetiva atribuida desde la TCC a todo campo gnoseológico, y en ningún caso a supuestas estructuras de la actividad de la mente que los genera (juicios, raciocinios, conceptos, etc.). Todo campo gnoseológico es una totalidad de términos pertenecientes a clases diversas entre los que median determinadas relaciones. Toda construcción científica, objetual y proposicional, no podría desenvolverse solo en el terreno del campo así definido, sino que deberá contar con ciertas configuraciones anómalas del campo, los contextos determinantes o armaduras de que hablamos más arriba. Estas configuraciones anómalas, estos relieves, no son sobreañadidos al campo gnoseológico, pues los contextos determinantes se conforman con los mismos términos del campo y no con otros que procedan del exterior, sin excluir del todo moldes eventualmente exógenos. Estos relieves o contextos determinantes son inmanentes al campo de referencia, desde una perspectiva semántica. Si el campo económico consta de términos como los bienes, relaciones como las relaciones de producción, etc., figuras como los sistemas económicos, los productivos (taylorismo, toyotismo, fordismo, postfordismo, estajanovismo -modos de producción varios-), políticas económicas concretas (planes quinquenales, consenso de Washington, Estado de bienestar), sistemas de venta (al por mayor, por Internet, etc.)., todos ellos podrían desempeñar el papel de contextos determinantes de la Economía Política, los cuales son inmanentes al campo en tanto se resuelven en nuevos términos y relaciones del campo económico. Los contextos determinantes del campo económico contienen esquemas materiales de identidad (identidades sintéticas esquemáticas), cuya función es la de ser intermediarios para la determinación de identidades sintéticas sistemáticas, relaciones necesarias entre términos del campo que, al margen de todo contexto determinante, serían imposibles de establecer. En el campo económico los contextos determinantes serán, además, contextos determinados, en tanto que estos son propios también de los campos tecnológicos. Los contextos determinados están formados por configuraciones desde las cuales se pueden establecer identidades sintéticas constitutivas de las verdades científicas. Estos contextos determinados no solo están constituidos por términos y relaciones, sino también por esquemas de identidad. En el momento en que todas estas configuraciones establecen Capítulo V: Cientificidad de las teorías del valor 300 identidades sintéticas, los contextos determinados darán lugar a contextos determinantes. Estos criterios contextuales son necesarios, esenciales, pues ninguna disciplina, tampoco la Economía Política, puede sobrepasar el nivel de producción tecnológica de su época. Sin embargo es necesario determinar los cauces por los que estos criterios alcanzan significado gnoseológico. De hecho, las máquinas, los programas de ordenador de contabilidad o finanzas, o los signos, puntos y rectas en investigación operativa, todos ellos son al mismo tiempo términos y relatores del campo económico y, por ello, partes formales de la Economía Política. Los procesos de conformación de estos elementos del campo conllevan de manera positiva una incorporación de los mismos a la propia doctrina económica. Por otra parte, la TCC definirá como teoremas a las construcciones complejas con partes proposicional y objetual que, por el intermedio de los contextos determinantes dados, establecen relaciones verdaderas entre los términos del campo. El campo de la Economía Política será, en definitiva, el conjunto de contextos determinantes del mismo. Toda disciplina científica es un conjunto indefinido de teoremas que se van entretejiendo unos con otros, reformulándose y sistematizándose en la inmanencia de su campo, que a su vez es ilimitado. Las vías por las que se construyen contextos determinantes son diversas. A la vez, son diversas las normas constitutivas que conforman los términos y las relaciones del campo en cuya inmanencia se configuran las armaduras a través de las operaciones de los sujetos del campo gnoseológico que sea. Los principios definen un campo amorfo respecto de los contextos determinantes. Contextos determinantes y teoremas, aunque se sometan a los principios, no se derivan deductivamente de ellos. Los principios de la Economía Política, en su caso, serán constitutivos de los términos y de las relaciones dados en el campo semántico en tanto es campo operatorio. Unos principios serán genéricos y otros específicos. Los principios pueden únicamente explicitarse dados algunos contextos determinantes pertinentes, y en las ciencias categorialmente cerradas es en los teoremas, por tanto, y a través de operaciones, como podrán ejercitarse los principios y, de esta manera, cobrar forma. Los principios podrán darse en dos ejes del espacio gnoseológico. En el caso de la Economía Política un principio sería, por ejemplo, la sustituibilidad (movilidad laboral) de sujetos operatorios en el marco de los modos de producción para asegurar la recurrencia del mismo. Se establecen los principios en los ejes sintáctico y pragmático del espacio gnoseológico, habiendo por tanto principios sintácticos y pragmáticos que envolverán oblicuamente, al tiempo que desbordarán, los contextos determinantes dados en el eje semántico de dicho espacio. Los modos, por su parte, son vías para la construcción de configuraciones objetivas, y se establecen desde el eje sintáctico. Para determinar los modos hay que tener en cuenta las maneras de operar con los términos y las relaciones que se dan en el campo económico, los llamados Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad 301 functores39 y sus diversos tipos. Habría “cuatro tipo de functores: functores predicativos (los que, algebraicamente, forman predicados o relaciones a partir de términos, por ejemplo: '<' en 'a). Si es acotada, la representación gráfica de la región factible es un polígono convexo con un número de lados igual o menor que el número de restricciones, excepto cuando haya restricciones redundantes (Íbid.: 13-15). Es necesario destacar que en la programación lineal todas las funciones son lineales, tanto en las objetivo como en las restricciones. Estas últimas consisten en la suma de variables multiplicadas por sus parámetros respectivos, siendo esta función mayor, igual o menor que un recurso determinado. Y aunque se desconozca su valor, a priori, el objetivo es también lineal. Si el objetivo y una o más restricciones no fuesen lineales, entonces habría que introducir métodos de programación no lineal, más complejos en su resolución cuya optimalidad no está garantizada siempre. Desde la programación lineal se consideran las variables de decisión como continuas. Esta característica no ofrece problemas desde un punto de vista matemático de obtención de soluciones. Pero en muchas situaciones, la interpretación económica de la solución de un problema de programación lineal deja de tener sentido cuando obtenemos fracciones en las variables (Serra de la Figuera, 2002: 11)3. Si se quieren obtener, en problemas que así lo requieran, soluciones enteras, entonces se utiliza programación lineal entera. Los modelos de programación lineal, además, obligan a considerar que hay un único objetivo a optimizar (maximizar o minimizar). A veces se han de resolver problemas con más de un objetivo a optimizar, por lo que en estos casos se utiliza la programación multicriterio o multiobjetivo (Íbid.: 11)4. Además, hay que señalar también que en la programación lineal se utilizan parámetros en la construcción del modelo que son conocidos con exactitud (son determinísticos). Pero pueden darse situaciones en las que uno o más parámetros puedan tener componentes estocásticos, con 3 “Por ejemplo, si estamos asignando trabajadores a tareas, no tiene sentido un resultado que en un momento determinado asigne 3,4 trabajadores a una determinada tarea. Por otro lado [...], si uno opta por redondear al entero más próximo se puede cometer un grave error” (Serra de la Figuera, 2002: 11). 4 “Por ejemplo, por un lado podemos querer maximizar la cobertura de un determinado servicio sanitario, mientras que por el otro queremos reducir los costes generales. Ambos objetivos son conflictivos, en el sentido de que aumentar la cobertura significaría un aumento en la necesidad de recursos con el consecuente incremento de costes en el sistema” (Íbid.: 11). Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad v una variabilidad que pueda, en algunos casos, representarse por una distribución estadística. Cuando esto ocurre, habrá que sustituir la programación lineal por la programación estocástica5. Los problemas de programación lineal siguen diversas fases en su resolución. Estas fases serían las siguientes: a) Definición de variables ( ).,...,, 21 nxxx b) Establecimiento de función objetivo. c) Establecimiento de restricciones. d) Resolución del problema y análisis de la solución o de las posible soluciones Hay varios tipos de solución a problemas de programación lineal. Pongamos un ejemplo formulado matricialmente (Martín, 2003: 18): 0≥ = = X bAX XczMin T st Las soluciones posibles serían: a) Solución factible: La que cumple bAX = y 0≥X . b) Solución básica: La que resulta al hacer ( )mn − variables iguales a 0 de bAX = . Cada una de las submatrices de A con determinante invertible diferente a cero, y formadas al seleccionar m columnas de A se llaman matrices básicas o de base. Si una de esas matrices es B, entonces se dice que es una matriz básica factible siempre que el vector que resulta de multiplicar su inversa por el vector b tiene todas sus componentes iguales o mayores que cero. c) Solución factible básica: la que es solución básica y cumple 0≥X . En este tipo de soluciones todas las variables resultantes son no negativas. d) Solución factible básica no degenerada: la que es solución factible básica y tiene m variables ix positivas, o lo que es lo mismo, que son positivas todas las variables básicas. e) Solución factible mínima: la que hace mínimo z, y además es factible. b) Métodos de resolución simples: método gráfico, método Simplex y otros modelos y situaciones especiales. Gracias a la aplicación matemática a la resolución de problemas de composibilidad de factores en las organizaciones (investigación operativa), la programación lineal permite llegar a soluciones satisfactorias a estos problemas organizacionales sin excesiva dificultad. Algunos de los métodos de programación lineal más utilizados, por su sencillez y por ser aplicables a problemas no muy complejos, son el método Simplex y el método gráfico. Este último se utiliza para problemas con dos variables, y con él se pretende dar una visión geométrica del problema que la organización quiere resolver. Sin ser exacto, el método gráfico resulta aproximativo, y resulta útil para entender las propiedades matemáticas que tiene la programación lineal. El procedimiento a seguir en la resolución de problemas organizacionales mediante el método gráfico sigue estos pasos (Íbid.: 21): 1) Dibujar una gráfica de cada una de las restricciones sobre el mismo cuadrante no negativo. 2) Convertir en igualdades las desigualdades y representar las rectas que representen estas ecuaciones. 3) Escoger cualquier punto de ensayo que no sea perteneciente a la recta. 4) Evaluar el primer miembro de la expresión, sustituir el punto de ensayo en el primer miembro de la desigualdad y obtener el valor numérico. 5) Determinar si el punto de ensayo satisface la desigualdad. 5 De la que también hablaremos más tarde. Apéndice al Capítulo II vi 6) Tras esta determinación, podrán darse dos casos: el de punto factible, cuando satisfaga la desigualdad original –como consecuencia, satisfarán también la desigualdad todos los puntos que estén del mismo lado que el punto de ensayo-; y el de punto no factible, el caso contrario. 7) El siguiente paso es localizar la región de las soluciones factibles, llamada región factible. 8) Después, dibujar una recta arbitraria de la función objetivo, que pase por el origen para después obtener su pendiente. 9) Determinar la dirección descendente o ascendente de la recta de la función objetivo. 10) Luego determinar, una vez dada la pendiente de la función objetivo y habiendo tenido en cuenta si se trata de un problema de optimización, el vértice del conjunto factible que se encuentre sobre la recta que representa a la función objetivo. 11) La solución al problema se alcanza cuando la dan, en el vértice de conjunción factible, los valores de la variable de decisión. El valor óptimo de la función objetivo puede obtenerse entonces al sustituir los valores óptimos de las variables de decisión en la función objetivo. Las soluciones de un problema de programación lineal tienen propiedades diversas. Es un método de sencilla aplicación para encontrar soluciones óptimas a problemas de programación lineal, aunque solo puede usarse cuando el problema tiene solo dos variables de decisión. La mayoría de problemas de programación lineal aplicados tienen muchas más variables (hasta millones), por lo que utilizar el método gráfico se vuelve inviable. Esto llevó a que fuese progresivamente sustituido por el método Simplex, primer método formal (Serra de la Figuera, 2002: 32) para encontrar soluciones óptimas. Fue desarrollado por George Bernard Dantzig, matemático estadounidense que en 1947 desarrolló esta metodología de resolución de problemas de programación lineal mediante soluciones numéricas. Sufrió mejoras y perfeccionamientos posteriores, pero su base ha permanecido constante, lo que le ha permitido convertirse en el método más utilizado dentro de la programación lineal. El método Simplex se basa en buena medida en la forma en que se encontraban soluciones con el método gráfico. Lo primero que se hace en ambos modelos es formar un conjunto convexo con las restricciones que el modelo especifica. Luego se dibuja la función objetivo fuera del conjunto convexo dando al propio objetivo un valor arbitrario, desplazándose esta función de forma paralela hasta encontrarse con un punto extremo. Puede dar un valor arbitrario porque su pendiente es constante. Todo ello permite ver la función objetivo lineal sea esta la que sea, por lo que la solución se encontrará en un punto extremo como mínimo, porque raramente pueden existir situaciones en que haya más de una óptima solución, pero ello no quita para que siempre haya un punto extremo que dé el valor óptimo. Este hecho reduce bastante el espectro posible de soluciones, pues se limita la búsqueda del elemento óptimo a los puntos extremos, aun habiendo muchos de estos en el problema. Ello obligaba a encontrar un método para reducir el número de soluciones factibles que podrían ser óptimas. Esto llevó a Dantzig a darse cuenta de lo siguiente: a) El conjunto que forman las restricciones es convexo. b) La solución ocurre siempre en un punto extremo. c) Ese punto extremo tiene siempre dos puntos extremos adyacentes como mínimo. Un punto extremo A es adyacente a otro B si entre ellos no existe un tercero. A partir de estos problemas, Dantzig desarrolló las siguientes cuestiones: 1) Encontrar una solución inicial factible en uno de los puntos extremos del conjunto convexo y calcular después el valor de la función objetivo. 2) Examinar un punto extremo adyacente al encontrado en la etapa 1 y calcular el valor nuevo de la función objetivo. Cuando este valor mejore el objetivo, se guardará la nueva solución y se repetirá el proceso en la etapa 2. Si esto no ocurre, se guardará la nueva solución y se volverá a examinar otro punto extremo. 3) Cuando no exista ningún extremo adyacente que mejore la solución nos hallaremos en la llamada regla de parada, es decir, se habrá hallado el óptimo. La conclusión es que se va de un punto extremo a otro adyacente, siempre que sea posible mejorar la solución, hasta que podamos llegar a un punto en que no exista ningún otro punto extremo cercano al que nos encontramos. Esa será la solución óptima. Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad vii Dantzig desarrolló un método matemático que permitía efectuar todas estas operaciones para encontrar valores de los puntos extremos adyacentes. Este método funciona de la siguiente manera: Los programas lineales se componen de una función objetivo a optimizar, unas variables llamadas estructurales y un conjunto de restricciones. En función de la dirección de la desigualdad, existen varios tipos de restricciones. Cualquier programa lineal con restricciones de desigualdad se puede transformar en un problema lineal con todas las restricciones que tienen forma de igualdad sin que la naturaleza matemática del problema se altere. Este tipo de transformaciones se llaman forma canónica o aumentada de un programa lineal. Al tener n variables y n restricciones con desigualdad, si escribimos la forma canónica del problema lineal obtendremos m nuevas variables de exceso o de holgura (un total de m + n variables y de m restricciones). Luego el conjunto de restricciones formarán un conjunto de ecuaciones lineales con más variables que ecuaciones, por lo que existen soluciones infinitas del sistema y habrá que escoger de entre ellas una que optimice el valor de la función objetivo. Pero si se tiene un programa lineal con n variables, m restricciones con desigualdad y r restricciones con igualdad, se obtienen m + n variables y m + r restricciones con igualdad en la forma canónica. Para que el problema sea factible, el número de restricciones no puede ser mayor que el número de variables. La solución aumentada es la resolución del problema de programación lineal siguiendo la forma canónica. Por su parte, la solución básica factible es una solución aumentada en un punto extremo. Las soluciones básicas tienen diversas propiedades algebraicas. Si se tienen varias variables estructurales y varias variables de holgura, que suman un conjunto de variables y varias restricciones con igualdad o ecuaciones, encontramos entonces dos vías para encontrar soluciones. Para obtener una determinada solución, podemos fijar a priori dos variables para poder determinar un sistema con tres ecuaciones y tres variables que tendrá una solución única. En el método Simplex se fija siempre el valor de dos variables básicas en cero, denominando al resto de variables no básicas. La solución básica de este sistema de ecuaciones es factible si todas las variables básicas son no-negativas (Íbid.: 35)6. El número de variables no básicas de una solución básica es igual siempre a los grados de libertad que posibilite el sistema de ecuaciones canónico para operar. El número de restricciones funcionales es, asimismo, igual al número de variables básicas. Las soluciones factibles en un punto extremo tienen las siguientes propiedades: a) Si existe una única solución óptima esta tendrá que ser de manera obligatoria una solución factible en un punto extremo –solución básica factible, que diríamos-. En el caso de que haya varias soluciones óptimas tendrá que haber, como mínimo, dos soluciones factibles en puntos extremos adyacentes. En este caso, existen soluciones factibles finitas en puntos extremos. b) Si en un punto extremo, una solución es igual o mejor que todas las restantes soluciones de los puntos extremos adyacentes, esta solución será una solución óptima, igual o mejor que todas las otras soluciones en todos los demás puntos extremos. ¿Cómo se realizan los pasos para llegar a una solución óptima según el método Simplex de programación lineal? Hay un paso inicial, consistente en seleccionar la solución básica factible inicial, un paso iterativo consistente en buscar una solución básica factible adyacente, es decir, un traslado a una solución factible en un punto extremo. Una manera fácil de encontrar una solución básica factible consiste en igualar las variables estructurales del modelo a cero. Ello permite deducir la solución básica factible de manera rápida, pues cada una de las ecuaciones tiene una variable básica única con un coeficiente asociado a ella igual a a+1. Esta variable no aparece en ninguna otra ecuación del sistema. Al cambiar el conjunto de variables, Simplex utiliza un método llamado eliminación de Gauss, un algoritmo que coloca ecuaciones de manera conveniente con el fin de obtener soluciones básicas factibles subsecuentes. De esta manera, colocando una variable básica por ecuación teniendo como coeficiente +1, se llega mediante un procedimiento funcional a la denominada forma apropiada de eliminación gausiana. 6 “[...] dos soluciones básicas son adyacentes si todas, menos una de sus variables no-básicas, son las mismas. Entonces, pasar de una solución básica factible a una adyacente implica el cambio del estado básico de una variable a uno no básico, y viceversa” (Íbid.: 35). Apéndice al Capítulo II viii En lo que respecta al paso iterativo, en cada iteración Simplex se mueve partiendo de una solución básica factible a otra, que es adyacente, capaz de mejorar el objetivo. Se convierte así una variable no-básica o variable básica entrante, en una variable básica saliente, que a su vez puede convertirse en variable no-básica. Esto permite identificar la nueva solución básica factible. El criterio para elegir la variable básica entrante consiste, en primer lugar, en la existencia de un conjunto de n variables no básicas actuales, que pueden convertirse en variable básica entrante. La variable escogida como variable básica entrante pasará a tener un valor positivo, cuando antes tenía un valor neutro cero. Esto supone una mejora en el objetivo, algo requerido por Simplex, por lo que el aumento de valor de la variable básica entrante hace necesario que la tasa de cambio sea positiva. Para identificar la variable básica saliente, hay que tener claro que las soluciones factibles han de cumplir las restricciones funcionales y las de no-negatividad de todas las variables (también de las variables de holgura). Cuando se haya escogido la variable que entre en la base, la variable de salida de la base será la que antes llegue a cero. La variable escogida será la variable básica actual con cuota superior más pequeña. Para identificar la nueva solución básica factible de manera convincente, hay que identificar las variables entrantes y salientes de la base, incluyendo la variable básica entrante y su valor. También es necesario conocer el nuevo valor del resto de variables básicas. El método Simplex calcula esos valores haciendo uso de la forma más adecuada de eliminación de Gauss del paso inicial, en la que cada ecuación tiene solo una variable básica con coeficiente +1, la cual aparece en una única ecuación. El objetivo es encontrar una nueva forma apropiada tras el cambio de base, y para ello se han de realizar dos operaciones algebraicas utilizadas normalmente para la resolución de sistemas de ecuaciones lineales, como son la multiplicación o división de una ecuación por una constante distinta de cero, y la suma o resta de un múltiple de una ecuación por otra. Estas operaciones solo implicarían la multiplicación de cosas iguales por una constante (la multiplicación de dos lados de la ecuación), y la suma de cosas iguales con cosas iguales. La solución cumplirá un determinado sistema de ecuaciones, también después de la transformación. Los pasos del método Simplex pueden resumirse en introducir variables de holgura para obtener la forma canónica del programa, encontrar una solución inicial de un punto extremo para después realizar la prueba de optimalidad y, en caso de no encontrarnos en el óptimo, determinar la variable básica entrante seleccionando la variable no-básica que haga aumentar el valor del objetivo de manera más rápida, al tiempo que aumenta su valor; determinar la variable saliente que alcanza el valor cero de manera más rápida mientras aumentamos la variable entrante; determinar la nueva solución básica factible al conocer la variable básica que sale de la base (partiendo del conjunto actual de ecuaciones, se aíslan las variables básicas y las variables Z en términos de las variables no-básicas mediante el método de eliminación de Gauss, se igualan las variables no-básicas a cero, siendo cada variable básica igual, junto con Z, al nuevo lado derecho de la ecuación que aparece con coeficiente +1. Finalmente, si la nueva solución resulta óptima, se examinan los coeficientes de las variables no básicas que se encuentran en el objetivo, estando todos en el óptimo si todos los coeficientes de los mismos son negativos. Si uno solo de los coeficientes asociados a las variables básicas es positivo, entonces habrá que encontrar una nueva solución inicial de un punto extremo, realizar la prueba de optimalidad y continuar el proceso hasta el final. Lo cierto es que todo problema de programación lineal se puede reducir a la búsqueda de mínimos en un conjunto finito de puntos, lo que se llama soluciones básicas factibles. El esfuerzo de cálculo para encontrar todas las soluciones básicas de un programa lineal es bastante grande, y solo es sencillo en problemas que tienen pocas variables de decisión. De hecho, Simplex se basa en localizar una solución básica inicial para pasar después de una solución básica a otra hasta dar con la solución óptima. Los problemas lineales alcanzan tal magnitud en su aspecto computacional que resulta impensable su tratamiento siguiendo el modelo Simplex manualmente, dado que aparecen en la mayor parte de las situaciones reales de las empresas. Y aunque el uso de computadoras en Simplex es común, suele no resultar muy económico pues se calculan y almacenan muchos ceros, lo que a una computadora le cuesta mucho reconocer (por mucho que el sujeto que opera con el Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad ix método Simplex sepa que todo número multiplicado por cero es igual a cero), y empieza a realizar operaciones innecesarias, lo que supone pérdidas de tiempo en la aplicación de este método. Pero, ¿es siempre posible conseguir partir de una primera solución extrema a la que asociábamos una base canónica? Al introducir variables de holgura necesarias para poder escribir el problema de forma estándar, se obtiene ya la base canónica. Es en ese momento cuando el método Simplex puede aplicarse de manera directa. Pero esto no ocurre en la mayoría de los casos, por lo que habrá que recurrir a métodos que sí conduzcan a ello. Para poder partir de una base canónica, se necesitan variables artificiales, que permiten construir un problema artificial conveniente para utilizar Simplex7. Existen varios métodos para determinar la base inicial. El método M, o método de penalización, consiste en modificar la función objetivo para imponer una penalización enorme sobre las variables artificiales en caso de adquirir valores superiores a cero. Las iteraciones de Simplex fuerzan entonces a que las variables artificiales desaparezcan volviéndose a cero, una tras otra, hasta que queden fuera de la solución. El método Simplex puede también utilizarse con problemas de minimización, existiendo restricciones tanto con igualdad como con desigualdad. En el caso de las restricciones con igualdad estas tienen un problema básico, que es obtener una solución básica factible inicial. En el caso de los problemas de minimización (es decir, minimización del objetivo, costes, por ejemplo), lo que resulta más sencillo es multiplicar el objetivo por –1. Otra manera consistiría en seleccionar la variable no-básica entrante que permita reducir el valor del objetivo en mayor grado. En el caso de las variables no acotadas, es necesario cambiar el modelo porque las variables pueden coger valores negativos en algunas formulaciones (pues Simplex no utiliza variables negativas nunca, solo positivas o que sean iguales a cero). Pueden darse situaciones de carácter especial utilizando Simplex, que se darán en cuanto se escoja la variable no-básica entrante y en el criterio se produzca un empate. El método Simplex ha de enfrentarse a este tipo de situaciones con éxito, como también tiene que lidiar con, por ejemplo, que existan problemas sin solución, o que la solución sea infinita. Si hay empate en la variable entrante, esto es, dos variables con el coeficiente más grande, en valor absoluto, igual en la ecuación cero, habrá que escoger, para entrar en la base, una de las dos soluciones de manera arbitraria. Si el empate se da en la variable saliente, esto es, si se da entre dos o más variables básicas tras examinar el criterio de salida, entonces todas las variables alcanzarán el valor cero en el mismo momento al aumentar el valor de la variable entrante. En ese momento, las variables básicas no escogidas como salientes de la base tendrán también valor cero en la solución (son soluciones degeneradas). En el caso de que una de estas variables continúe con valor cero hasta ser seleccionada como variable saliente en una posterior iteración, entonces la variable no-básica entrante quedará con valor cero, y no cambiará el valor del objetivo. Si Z quedara igual, Simplex entraría en un ciclo que, en vez de permitir mejorar el objetivo en cada una de las iteraciones, le llevaría a repetir de manera periódica las mismas soluciones, no cambiando para aumentar el valor del objetivo. Actualmente se han podido desarrollar programas informáticos lineales con ciclos infinitos, pero este tipo de situaciones son casi imposibles en la realidad, ya que los empates suelen romperse arbitrariamente. Puede darse el caso también de que Z no esté acotado, es decir, que no haya variable saliente. En estas circunstancias, ninguno de los cocientes que se calculan de cara a seleccionar la base tiene valor positivo. A medida que aumentábamos el valor de la variable no-básica entrante, como mínimo nos encontrábamos una variable básica que disminuía hasta alcanzar un valor cero que automáticamente determinaba el valor nuevo de la variable entrante. A medida que aumente el valor de la variable entrante, pueden darse situaciones en que todas las variables básicas no cambien o aumenten también de valor. Esto significa que el problema tiene una solución infinita, pues no hay restricción alguna que acote el objetivo. También hay casos de soluciones óptimas múltiples. En todo problema de programación lineal con este tipo de soluciones (que además cuentan con una región factible acotada), al menos 7 Las variables artificiales no son lo mismo que las variables de holgura. Las primeras se introducen para facilitar el comienzo de Simplex, y las segundas se introducen para convertir en igualdades las desigualdades. Las variables de holgura, configuradas junto con las variables artificiales necesarias, permiten llegar a la base canónica inicial. Apéndice al Capítulo II x encontramos dos soluciones factibles óptimas en los vértices. Toda solución óptima es, al tiempo, una combinación lineal convexa de soluciones factibles, óptimas y básicas. Simplex se detiene de manera automática cuando encuentra una solución factible básica óptima, y cuando la encuentra, puede detectar otras si existen, mediante la observación de algún vector existente tal que no pertenezca a la base, pero que indique que existe multiplicidad de óptimos. Existen también derivaciones de Simplex más eficientes, como el llamado Simplex revisado, siguiendo esta línea. En la actualidad, los programas informáticos enfocados a la resolución de programación lineal siguiendo el método Simplex son abundantes, incluso los que resuelven con miles de restricciones y variables. Incluso programas de hojas de cálculo como Microsoft Excel incorporan métodos de resolución de programas lineales. La resolución de problemas siguiendo instrumentos informáticos –programas- mediante Simplex requiere las siguientes características: a) Si el programa informático requiere que todas las variables utilizadas sean no negativas, todas serán colocadas para cumplir esa condición. Antes de introducir todos los datos pertinentes en el programa, habrá que hacer todas las modificaciones necesarias previas. b) En tanto que todos los recursos constantes aparecerán a la derecha, todas las variables de las restricciones habrán de aparecer en el primer miembro. c) En la columna de las llamadas variables de holgura vendrán los resultados de esas variables por restricción, indicando las que tengan valor cero que el recurso ha sido totalmente consumido. Al finalizar Simplex, el número de variables positivas, de decisión más holgura, habrán de ser iguales al número de restricciones, ya que si no, el problema dará lugar a una solución degenerada. La presentación de la salida dependerá del programa que se utilice8. c) Programación lineal entera. Pasamos ahora a hablar de la programación lineal entera (o PLE). La PLE surgió partiendo de la metodología utilizada para resolver problemas de programación lineal. El método de planos de corte fue el primer algoritmo finito de PLE, creado por R. Gomory (Martín, 2003: 75). Un problema de PLE es un problema de programación lineal que tiene algunas o todas las variables, como números enteros no negativos. Su objetivo es encontrar el valor de la función objetivo siguiente: ( ) nnxcxcxczMinMax +++= ...2211 Esta función objetivo se encuentra sujeta a una serie de restricciones, que son: ( ) ( ) ( ) ( ) enterox njx bxaxamxa bxaxaxa bxaxaxa j j mnmnm nn nn ,...,2,10 ,,... ... ,,... ,,... 2211 22222111 11212111 =≥ =≥≤+++ =≥≤+++ =≥≤+++ En el momento en que se nos presenta la resolución de un problema de PLE, este se resuelve igual que un problema de programación lineal estándar. Si sus soluciones son enteras, entonces son soluciones propias de PLE. La solución óptima verificable en cualquier problema de programación lineal entera es: ( ) ( )PLEZPLz opop ≥ 8 En su libro, Quintín Martín (2003: 43), utiliza el programa Linear Interactive Discrete Optimizer, LINDO. Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad xi La PLE ha avanzado mucho desde sus inicios, si bien la eficacia en el cómputo sigue siendo complicada y poco eficaz, debido a los errores de redondeo que se cometen en las iteraciones sucesivas, acumuladas en el cómputo realizado mediante ordenador. Un problema de programación lineal obtenido tras omitir todas las restricciones variables 0-1, además de las restricciones enteras, se llama relajación de programación lineal para PLE. Un problema de PLE en el que únicamente algunas de las variables sean números enteros se llama programación entera mixta. Un problema de PLE en el que todas las variables tomen valores cero o uno se llamará programación entera 0-1 o, más comúnmente, programación lineal binaria consistente básicamente en determinar en si hay que hacer o no hacer un determinado paso en una línea del proceso de programación (Serra de la Figuera, 2002: 59)9. Pueden darse formas más relajadas (Martín, 2003: 76) que la PLE, como puede ser la relajación de programación lineal para la programación mixta, cuya región factible para cualquier PLE ha de estar incluida en la región factible de la correspondiente relajación de programación lineal. En ocasiones, cuando se plantea un problema de programación matemática, pueden presentarse enunciados con la condición “o bien”, en que haya que escoger una u otra. Puede formularse así (Íbid.: 76-77): ( ) 0,...,, 21 ≤nxxxf o bien ( ) 0,...,, 21 ≤nxxxg Para poder implementar esta condición, se toma una variable binaria 0-1 y un valor M lo bastante grande como para cumplir las restricciones ( ) Mxxxf n ≤,...,, 21 y ( ) Mxxxg n ≤,...,, 21 , además del resto de restricciones del problema: ( ) Myxxxf n ≤,...,, 21 o bien ( ) ( ) 1,0 1,...,, 21 = −≤ y yMxxxg n Si y es igual a cero se cumple la restricción ( ) 0,...,, 21 ≤nxxxf . No sabemos si puede cumplirse la restricción ( ) Mxxxg n ≤,...,, 21 . Para y=1, puede cumplirse la restricción ( ) Mxxxf n ≤,...,, 21 , mientras que se cumple totalmente la restricción ( ) 0,...,, 21 ≤nxxxg . En otras ocasiones, pueden darse restricciones de tipo condicional (“si entonces”). En ellas se intenta asegurar la satisfacción de la restricción ( ) 0,...,, 21 ≥nxxxg si se satisface 0),...,,( 21 >nxxxf . Para poder implementar el caso anterior, al tomar un valor grande M, se introduce una variable binaria 0-1, cambiando los signos en las desigualdades, dando los siguientes resultados: ( ) ( ) ( ) 1,0 ,...,, 1,...,, 21 21 = ≤− −≤ y Myxxxg yMxxxf n n 9 “Este tipo de problemas es muy común en la toma de decisiones, en donde muchas veces tenemos que decidir si, por ejemplo, tenemos que construir un nuevo centro, si tenemos que invertir en un nuevo departamento, o si tenemos que modificar una estrategia de planificación de un servicio” (Serra de la Figuera, 2002: 59). Apéndice al Capítulo II xii Para ( ) 0,...,, 21 >nxxxf , y=0, y obtenemos: ( ) ( ) 0,...,, ,...,, 21 21 ≤− ≤ n n xxxg Mxxxf Y para ( ) 0,...,, 21 >nxxxf , y=0, obtenemos: ( ) ( ) Mxxxg xxxf n n ≤− ≤ ,...,, 0,...,, 21 21 Si ( ) 0,...,, 21 >nxxxf no se satisface, ( )nx j ,...,2,11= no tienen entonces restricciones y son posibles tanto 0),...,,( 21 λ λ , e introducimos una variable de holgura tal que kh , se obtiene la siguiente restricción      =+      ∑ = λλ α k kj n j kj x hw 1 con lo que el plano de corte que se incluya en las restricciones será el siguiente      =+      ∑ = λλ α k kj n j kj x hw 1 con lo que el plano de corte que habrá de incluirse en las restricciones será ( )      +−      =∑ = λλ α k j n j kj k x wh 1 por lo que observamos que al construir el plano de corte las soluciones enteras del problema verificarán dicha restricción. Otro tipo de algoritmo utilizado en PLE es el algoritmo de ramificación (o bifurcación) y acotamiento (branch and bound algorithm, en inglés; las siglas en español son ABA). ABA, con forma de raíces de árbol, se basa en el método Simplex para la obtención de soluciones enteras. ABA aplica inicialmente Simplex para obtener una solución inicial. Si la solución obtenida al final del algoritmo Simplex permite ver que todas las variables específicas y enteras tienen valores enteros, entonces el óptimo se obtiene y no hace falta seguir. Si así no ocurre, se aplica ABA. En cada iteración de ABA se escoge una variable que presenta una solución no-entera para después dividir el problema en dos sub-problemas, añadiendo en cada uno una nueva restricción que acote esta variable, en un caso, por un valor entero superior, y en otro, por su valor inferior entero. Los dos sub-problemas se resuelven por Simplex, para luego verificar si la solución obtenida es entera. Si así no ocurre, el sub-problema se vuelve a bifurcar y se procede hasta encontrar una solución entera. En todas las ramificaciones de ABA se realiza este procedimiento, más sencillo de lo que parece (Serra de la Figuera, 2002: 61)11. 11 Ejemplo de ramificación o árbol de ABA (lo reproducimos con los números del ejemplo) en Serra de la Figuera (2002: 61): Apéndice al Capítulo II xvi Si un problema de PLE se resuelve mediante la relajación de un problema de programación lineal estándar, obteniendo una solución en la que todas las variables son números enteros, la solución óptima de la relajación de programación lineal será al mismo tiempo la solución entera de PLE. ABA también se utiliza para resolver problemas de PLE binaria (Íbid.: 62)12. Las bifurcaciones se realizan siempre partiendo del programa que más cerca esté del valor óptimo. Si existen varios valores para poder continuar las bifurcaciones, entonces se selecciona aquel valor más pequeño si se va a minimizar la función objetivo o el más grande si esta función [FIGURA A.2. Ejemplo de ramificación o árbol de ABA.] 12 Aquí mostramos un gráfico de ABA llamado de espacio de solución de los sub-problemas (Íbid.: 62): [FIGURA A.3. Gráfico ABA de espacio de solución de los sub-programas. (Íbid.: 62)] Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad xvii va a maximizarse. Las restricciones adicionales son agregadas una a una. Si una primera aproximación incluye más de una variable que sea no entera, entonces se imponen las nuevas restricciones a la variable que más lejos esté de ser un número entero. Si hay empate, se seleccionará una de las variables de manera arbitraria. Al final, un programa de PLE o de programación lineal estándar puede tener más de una solución óptima. En ocasiones puede aplicarse la PLE a la función lineal por trozos, haciendo uso de la PLE binaria para así modelar problemas de optimización en que intervienen funciones lineales por trozos, por ejemplo: [FIGURA A.4. Representación gráfica de un problema de optimización PLE con funciones lineales por trozos. (Martín, 2003: 87)] Si una función lineal a trozos, ( )xf , tiene n puntos de ruptura nxxx ,...,, 21 , entonces para algún ( ))1,...,2,1 −= nkk , 1+≤≤ kk xxx , se pude formar la siguiente combinación lineal: ( ) ( ) ( ) ( ) ( ) ( ) ( ) zxfxf xfxfxf xxx i n i i kkkk kkkk == −+= −+= ∑ = + + 1 1 1 1 1 α αα αα Si tenemos ( )xf con n puntos de ruptura se puede plantear el problema en el campo de la PLE como sigue ( ) ( )i n i ii n i i st xfxfxx ∑∑ == =⇒= 21 αα 1 1 =∑ = n i iα Al introducir la variable binaria 0-1, ( )1,0=iy , obtenemos Apéndice al Capítulo II xviii 323 212 11 1 1 1 yy yy y y n i i +≤ +≤ ≤ =∑ − = α α α ... ∑∑ − == − −−− ≤ ≤ +≤ 1 11 1 121 2 n i i n i i nn nnn y y yy α α α La programación lineal se extiende a tipos de problemas muy diversos, lo que muestra el variado y amplio campo de aplicación del mismo. Existen tres tipos de problemas muy comunes que hacen uso de la programación lineal: el problema de transporte, de asignación y de trasbordo. Por abreviar la exposición, hablaremos solo del problema del transporte13. El modelo de transporte es un método de solución especial de programación lineal (en este caso PLE). Estos problemas pueden resolverse utilizando el método Simplex también, pero existen metodologías más sencillas de resolución, que permiten aprovechar determinadas características de los problemas. La aplicación de la programación lineal a la resolución de problemas de transporte se entiende porque la industria del transporte desempeña un papel importantísimo en la Economía Política, debido a su influencia en un número ingente de decisiones administrativas (Marx, [1885] 1999: 132-135). La supervivencia de una empresa puede depender en muchos casos de la disponibilidad de transporte. Supongamos (Martín, 2003: 89-91) que un industrial posee una fábrica de tres plantas en las que se produce la misma mercancía. A su vez, estas plantas mandan la mercancía a cuatro almacenes. Cada una de las plantas puede mandar mercancías a todos los almacenes. Sin embargo, el coste de transporte varía según las distintas combinaciones, con lo que resulta un problema determinar la cantidad que cada planta ha de mandar a cada almacén para minimizar los costes totales de transporte. La manera más sencilla de reconocer un problema de transporte es su análisis de un origen a un destino, de una fuente productiva a un usuario de ese producto, que le llega en un determinado espacio de tiempo. Al conocer el origen y el destino de la mercancía, las capacidades de gestión del envío de las mercancías y los costes del transporte y trayectoria, es posible hallar una combinación que permita minimizar los costes y maximizar las ganancias. El número ingente de combinaciones posibles resulta ser la mayor dificultad en este tipo de problemas. Los problemas de transporte pueden formularse como un problema de programación lineal aplicando metodología Simplex. Esto mostraría que los problemas de transporte tienen características matemáticas particulares. Al considerar un conjunto de lugares de origen (m) y destino (n) podemos elaborar una tabla como la siguiente: 13 Brevemente indicaremos que el problema de asignación es un problema de transporte ampliado (o balanceado, según expresión de Quintín Martín (2003: 92), aunque sirve también para asignar funciones a tareas que mejoren la eficiencia de un sistema productivo, mientras que el problema de trasbordo es otro caso más general del problema de transporte. Se recomienda consultar la bibliografía aquí referenciada para tener más información acerca de estos casos. Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad xix [FIGURA A.5. Tabla Simplex representando un problema de transporte. (Íbid.: 63)] Una vez realizada la tabla, se realizan los siguientes pasos para formular un problema de transporte. Estos son: a) Definir las variables: b) Formular el problema de transporte. El paso a), de definición de variables, puede establecerse así: =jx Número de unidades que se desea transportar de la oferta (origen i-ésimo) a la demanda (destino j-ésimo). =ijc Coste de envió de una unidad de la oferta a la demanda. El paso b puede formularse así: ij m i n j ij st xczMin ∑∑ = = = 1 1 oferta i n j ij axi ≤∑ =1 : demanda j m i ij bxj ≥∑ =1 : ( )njmijixij KK ,2,1;,,2,1,,0 ==∀≥ Partiendo de este planteamiento lógico-idiográfico podemos deducir tres situaciones: Situación 1: Las ofertas son iguales a las demandas, lo que se llama problema balanceado. Es el caso al que se suele siempre tender. Aba n j j m i i ==∑∑ == 11 Situación 2: Las ofertas son mayores que las demandas. ∑∑ == ≥ n j j m i i ba 11 Para lograr que el problema pueda convertirse en un problema de la situación 1, se creará un destino ficticio, siendo para el origen de la oferta: Apéndice al Capítulo II xx 0 1 1 i n j ij xxa +=∑ = La oferta total quedaría como sigue: ∑∑∑∑ == == +== m i i m i n j ij m i xxaA 1 0 1 11 1 Operando con esta expresión obtenemos: ∑∑∑ === −== n j j m i m i i babx 11 10 1 0 Aquí, 0ix es el número de unidades que se desean transportar desde la oferta hasta el destino ficticio 0b . Situación 3: Las demandas son mayores que las ofertas. ∑∑ == ≤ n j j m i i ba 11 Aquí, generamos una oferta ficticia, 0a . La demanda o destino j-ésimo será j m i ijj xxb 0 1 +=∑ = , donde el número de unidades que se desean transportar desde la oferta ficticia hasta la demanda es jx0 . Así: ∑∑∑∑ == == += n j j m j m i ij n j j xxb 1 0 1 11 De esta forma, la oferta ficticia será: ∑∑∑ === −== m i i n j j n j j abax 11 0 1 0 Hay que tener además en cuenta que todo problema de transporte admite una única solución factible acotada, que puede demostrarse considerando la situación 1, pues en realidad todos los casos se reducen a esta situación. Si definimos la variable así: A ba x ji ij = La oferta será: i i n j j i n j ji aA A a b A a A ba === ∑∑ == 11 Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad xxi Y la demanda será: j i m i j j m i ji bA A b a A b A ba === ∑∑ == 11 Por lo que habrá una solución factible acotada que será: { }jiij bax ,min≤ Existen también diversas metodologías para encontrar soluciones factibles en Simplex, siguiendo diversos pasos utilizando programas apropiados de software para ello (Íbid.: 91-92)14. Los problemas de transporte son parte de los problemas de circulación de las mercancías, del capital-mercancías y del capital circulante en general. La clasificación de las mercancías de cara a su transporte (SADCM {Capítulo IV, 4.}), además de su embalaje, son asuntos importantes para la programación lineal en particular y la investigación operativa en general. Pero también para analizar la base gnoseológica de las teorías del valor. El problema de transporte, junto con el de trasbordo y el de asignación, demuestran que la totalidad de los gastos de circulación no añaden ningún valor adicional a las mercancías, si responden simplemente a un cambio de ámbito15 de la mercancía, esto es, dado según el ámbito productivo o distributivo donde la mercancía se encuentre circulando, junto con su valor adicional. Este cambio de ámbito se da siempre dentro del campo económico hasta su venta final al consumidor. La minimización de los gastos de transporte se hace en orden a realizar el valor del producto y el producto mismo como producto con un valor de uso social e histórico. La recuperación de los gastos de transporte deriva en buena medida del capital sobrante gastado en la producción, distribución y mantenimiento de las mercancías transportadas, incluidos los vehículos si pertenecen a la empresa o son pagados a una empresa arrendada dedicada a su traslado a otros lugares. Dentro del ciclo circular del capital, el cambio de ámbito de las mercancías dentro del campo económico se opera mediante el cambio también de la distribución del trabajo social y, por supuesto, del cambio constante de las relaciones de producción. Esto determina también el cambio de lugar físico de las mercancías (incluidas las dedicadas a la producción de otras mercancías), y su desplazamiento de un lugar geográfico a otro, aunque cabe la posibilidad de la circulación del capital-mercancías sin desplazamiento físico de las mercancías mismas (distribución por encargo, cuando se paga por adelantado el precio de una mercancía antes de obtenerla físicamente) e incluso sin intercambio directo de las mismas16. La industria del transporte, y su optimización mediante la investigación operativa, aparecen dentro de la producción capitalista como causa de los gastos de circulación. Pero las masas de productos circulantes no aumentan debido a su transporte. Aunque los viajes que una mercancía determinada sufra puedan hacerla cambiar respecto de su salida de la fábrica o del centro de distribución o aduana preceptivo (debido a que se deteriore o se rompa, etc., siendo esto en ocasiones algo inevitable), el valor de uso de las cosas solo se realiza realmente con su consumo, lo que conlleva su circulación y su venta. Ello supone, como hemos dicho, un proceso adicional de producción e innovación en la industria del transporte. El capital productivo invertido en el transporte añade a las mercancías valor adicional a los productos, a veces mediante transferencia de valor de los medios de transporte, otras mediante la adición de valor determinado por el trabajo de transporte. 14 También puede formularse el problema de transporte siguiendo un modelo más complejo de red (ver subapartado b.2.1 de esta investigación para ver la representación gráfica en red de modelos de programación dinámica muy complejos como CPM y PERT, cuya aplicación es similar a la realizada para los modelos de redes de transporte; también abordamos, en relación a esto, la gestión de inventarios). 15 Marx lo llamaba “cambio de forma” ([1885] 1999: 132). 16 Hubo sociedades políticas en que esto ocurría, pero no porque existiese algún tipo de pago por adelantado de mercancías, sino porque la producción, distribución y consumo no tenía unas connotaciones típicas del desarrollo capitalista, ni tampoco socialista, en gran medida por carecer de adelantos técnicos y tecnológicos decisivos como la rueda o el crédito: “[...] entre los incas, por ejemplo, la industria del transporte llegó a adquirir gran importancia, a pesar de que en aquellos pueblos el producto social no circulaba como mercancía ni se distribuía tampoco por medio del trueque” (Íbid.: 133). Apéndice al Capítulo II xxii No solo se minimizan costes de transporte de mercancías de su ámbito de producción a su ámbito de consumo, sino también, y de manera muy importante, entre diversos centros de producción, siempre tratando también de maximizar las ganancias derivadas de esos transportes. Todo ello, teniendo en cuenta que el transporte es siempre un transporte concreto de unos bienes concretos, mediante unos medios de transporte concretos, históricos, que permiten su circulación dentro y fuera de las fronteras de un Estado. Son los mismos fenómenos a escalas distintas. Pero ninguna de las mercancías, destinadas a producir de nuevo o al consumo, realiza su valor de uso histórico hasta que no se realiza su circulación y transporte. La investigación operativa aplicada al transporte permite observar que cuanto menor es la cantidad de trabajo aplicado a la circulación y transporte de la mercancía para una distancia dada (un origen u oferta i-ésima y un destino o demanda j-ésima-), mayor será la productividad del trabajo, y al revés. Por lo que la magnitud absoluta de valor que añade el transporte a las mercancías está en razón inversa a la productividad de la industria del transporte, siempre que no varíen el resto de circunstancias, y en razón directa a las distancias que las mercancías habrán de recorrer. La investigación operativa aplicada a los problemas del transporte permiten desarrollar procedimientos que hagan disminuir los gastos del mismo para cada mercancía, de manera paralela, y entretejida con, el desarrollo de adelantos en los mismos medios de transporte y comunicación y mediante la concentración (o magnitud a escala) del transporte en determinadas manos, a través de unas determinadas instituciones. Esto hace aumentar el trabajo aplicado a estas industrias del transporte de mercancías, transformando en mercancías la mayor parte de los productos del trabajo social producidos en el campo económico y a través de la sustitución histórica progresiva de los mercados nacionales por la apertura de otros mercados mediante el comercio internacional. La circulación de mercancías en el campo económico mediante la evolución de la industria del transporte han permitido establecer esta industria como una rama independiente de la producción, por lo que supone una base especial de inversión del capital productivo, al tiempo que supone la continuación del proceso productivo dentro del campo económico, continuación inherente al proceso de circulación, al tiempo que está dedicado a este también. d) Sobre la localización de servicios: modelos de cobertura, de localización P-Mediano, etc.- Otro problema de aplicación de PLE es el de localización de servicios, sobre todo en planificación urbana (Serra de la Figuera, 2002: 68)17. Los planificadores han de resolver problemas de ubicación de servicios, localización de centros de atención que minimicen el tiempo de desplazamiento de los usuarios, la localización de almacenes para optimizar la distribución de productos, etc. Este tipo de cuestiones han sido muy estudiadas en el último cuarto del siglo XX y hasta ahora. La cuestión es la resolución de problemas relacionados con el diseño y reconfiguración de servicios de todo tipo, sobre todo de servicios públicos, lo que muestra que la investigación operativa se utiliza para la racionalización de la planificación de servicios públicos, en tanto que ellos también forman parte de las relaciones de producción que conforman el campo económico en una sociedad política determinada. La velocidad de reacción ante una llamada, por parte de un servicio de emergencia, o la habilidad del personal sanitario para lidiar con determinadas situaciones son aspectos a tener en cuenta por los planificadores (programadores de operaciones) en el ámbito de la localización de servicios. La localización de servidores (garajes de ambulancias, parques de bomberos, comisarías, etc.), influye mucho en la eficacia de los servicios públicos (aunque también se aplica a comercios privados, fábricas, industrias varias tanto privadas como públicas, etc.). La clave es que la localización de servicios permita su operabilidad de manera recurrente, permanente. La ubicación de estos servicios, si bien no es nunca definitiva, sí habrá de ser recurrente durante un largo periodo de tiempo, lo que influirá a la hora de evaluar la eficiencia de la oferta de esos servicios. Hacia la década de 1960, la investigación operativa amplió su ámbito de aplicación hasta ser utilizada y desarrollada en el campo de la localización de servicios en zonas urbanas, en regiones 17 Serra de la Figuera pone un ejemplo en su libro (2002: 67-75) de localización de servicios sanitarios. Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad xxiii geográficas no urbanizadas e incluso en mayores amplitudes geo-espaciales. Estos modelos permiten optimizar uno o varios objetivos, según los recursos disponibles (siempre limitados), y en base a criterios de cobertura y/o atención. Existen varias categorías de modelos de resolución de problemas de localización de servicios. d.1. Problema de Localización de Servicios con Cobertura (PLSC). Consiste en responder a la pregunta de cuántos centros como mínimo son necesarios para prestar eficientemente un servicio y dónde hay que localizarlos para cubrir a toda la población dentro de una distancia estándar (D). Si suponemos una red de transporte (Íbid.: 68-72) con m nódulos o áreas con una población determinada cada uno, conectados, entretejidos entre sí por varias calles, carreteras, etc. (lo que se llama en el argot de la especialidad, “arcos”), cada uno de ellos con una distancia o tiempo asociado de desplazamiento, se localizarán los servicios de manera exclusiva en los nódulos, es decir, solo esos nódulos en red optan a la obtención de una localización de servicios, al tiempo que se sabe que son necesarios esos servicios en esos nódulos, en esas zonas. En ocasiones no es posible localizar los servicios en los nódulos candidatos a tenerlos (debido a que existan edificios previamente de interés cultural, económico o político, o porque existan terrenos impracticables para la construcción en ellos). Por ello, en la planificación se opta por distinguir los nódulos que requieren un servicio de los nódulos que optan a recibirlo. Supongamos una gráfica nodal con zonas candidatas a recibir servicios en su localización: [FIGURA A.6. Gráfico nodal urbano con zonas candidatas a recibir servicios en su localización (Íbid.: 69).] Los nódulos en la gráfica están representados por los círculos, indicándose en los vectores que unen a los nódulos la distancia que hay entre ellos (en kilómetros). Hay que decir que en el materialismo filosófico los nódulos serían configuraciones activas de referencia, corpóreas y tetradimensionales. En principio, la pequeñez asociada al concepto de nódulo –en sentido etimológico-, puede relativizarse y extenderse si tomamos como término de comparación las dimensiones del universo físico. Así, por ejemplo, se dirá que una molécula de calcio puede definirse como nódulo. También una galaxia o un planeta son nódulos. Nódulo es un término con capacidad para designar un concepto de manera muy general, como las palabras bulto o cosa, y puede, en principio, aplicarse tanto a organismos como a agregados, a configuraciones compactas fuertemente cohesionadas y duraderas, también a configuraciones efímeras, a configuraciones individualizadas y estables con límites precisos y solución de continuidad, o a configuraciones Apéndice al Capítulo II xxiv como las correspondientes al campo gravitatorio de un cuerpo masivo del Universo, las cuales tienen límites borrosos. Una configuración reconocida como tal, activa o pasiva, será por tanto un nódulo, pues mantiene un nivel objetivo de interacción diferencial que permite la consideración de su unidad perceptual molar o de bulto desde una unidad no meramente subjetiva, sino sobre todo objetiva, como es el caso de los nódulos de localización de servicios de la FIGURA A.6. Cabe distinguir en un nódulo un entorno, un contorno y un dintorno. El entorno será el conjunto de entidades que, sin llegar a pertenecer propiamente al nódulo en sí, mantienen interacciones constitutivas con él (más en sentido molecular que molar), y significativas en cada caso. El entorno no será solamente el envolvimiento exterior del nódulo, ni tampoco solo el lugar espacio-temporal donde se encuentre, puesto que el entorno podrá traspasar al nódulo, e incluso “atravesarlo”, como el campo gravitatorio de la Tierra traspasa el cuerpo de todo ser vivo. El entorno además puede ser nodular, esto es, estar constituido por nódulos que son del mismo orden que el nódulo de referencia (como la ciudad sería el entorno ondular del resto de servicios nodales de la FIGURA A.6.), aunque también puede darse el caso de que el entorno sea indeterminado. La mayor dificultad aquí estriba en la compatibilidad o no entre la continuidad activa constitutiva que el entorno mantiene con el dintorno del nódulo, con la discontinuidad con el nódulo, que establece el contorno. El contorno será la frontera entre el entorno y el dintorno. No es solo la superficie envolvente del cuerpo o del lugar que este ocupa, sino también sus fronteras espaciales internas (como la superficie que separa el aire que entra en los pulmones como una fase más del aire atmosférico), así como las fronteras temporales (las líneas divisorias establecidas entre el embrión y la placenta en el momento en que aquel se desprende de ésta). El contorno del nódulo en nuestra gráfica serán tanto las fronteras urbanas como las fronteras históricas antes y después de la elección de esa ubicación geográfica del nódulo y del posterior desarrollo y construcción del servicio en cuestión. El dintorno de un nódulo será el conjunto de entidades que están englobadas en el mismo nódulo. Las distinciones de entorno, contorno y dintorno, para referirnos a los nódulos, suponen una generalización de las distinciones referidas de manera habitual a figuras planas, pero aplicadas ahora a figuras espacio-temporales (tetradimensionales) como ámbito de interacciones causales entre sus componentes, que permita advertir diferencias entre el nivel de esas interacciones no siempre recíprocas y las interacciones mantenidas con terceras entidades corpóreas. Volviendo al mapa, es necesario aclarar que la matriz de distancias entre todos los pares de nódulos de la red es fundamental en los modelos de localización, y se obtiene calculando el camino más corto para cada par de nódulos, esto es, la distancia más corta que los une. Para cada nódulo sería necesario conocer las ubicaciones potenciales donde el nódulo estaría cubierto dentro de la distancia estándar D si se construyese un centro en dicho nódulo. En este cuadro se indican las ubicaciones potenciales de cobertura para cada nódulo en la gráfica: [FIGURA A.7. Tabla de ubicaciones potenciales de cobertura para cada nódulo de la FIGURA A.6. (Íbid.: 69)] Si ubicásemos un centro en el nódulo 10, quedarían cubiertos los nódulos 1, 8, 10, 11 y 14, pues 10 estaría incluido en el conjunto de ubicaciones potenciales de cada uno de los nódulos de Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad xxv su entorno. Si quisiéramos expresar esto en fórmulas lógico-idiográficas, definiríamos la variable binaria jx que indicará, si es igual a 1, que se abre un centro en el nódulo j, y si es igual a 0 no se abrirá en ese nódulo ningún centro. Habría proporcionalmente tantas variables como ubicaciones potenciales, lo que permite formular modelos. Escribamos la siguiente restricción para el nódulo 10: 14111081 xxxxx ++++ 1 Esta indica que una de las cinco variables, como mínimo, será igual a 1, por lo que para cubrir el nódulo 10 habrá que abrir un centro en 1, en 8, en 10, en 11 o en 14. Definamos un conjunto de ubicaciones potenciales que cubran el nódulo i (llamémosle in ), dentro de la distancia estándar D. Tendremos { }( )Ddjn iji = , por lo que para nódulo i obtendremos la siguiente restricción: 1 1 ≥∑ =Nj jx 20,,1K=i Cada nódulo quedará cubierto gracias a este conjunto de restricciones. Ahora se formulará el objetivo. Si se quieren ahorrar costes, se reducirá el número de centros a ubicar en los nódulos, por lo que se tratará pocos jx sean igual a 1. Formularemos el objetivo así: ∑ = = 20 1j jxMinZ Al definir m como el número total de nódulos de demanda, y a n como el número total de ubicaciones en las que podría construirse un centro, la formulación final de PLSC quedaría así: ∑ = = n j jxMinZ 1 s.a. 1 1 ≥∑ =Nj jx mi ,,1K= ( )1,0=jx nj ,,1K= Puede usarse el módulo Solver de Microsoft Excel para resolver el problema haciendo uso de distancias estándar distintas. Un cuadro resultante de resultados para diferentes coberturas sería este: [FIGURA A.8. Cuadro resultante de resultados para diferentes coberturas. Ver FIGURAS A.6. y A.7. (Íbid.: 70)] Apéndice al Capítulo II xxvi Este problema puede dar lugar a bastantes soluciones alternativas óptimas. Un problema de PLSC, y esto es muy importante en nuestra exposición, puede modificarse para minimizar presupuestos. Si cada nódulo tiene asociado un coste fijo de apertura jf , se podrá reformular el objetivo del problema así: ∑ = = 20 1j jj xfMinZ Esta fórmula muestra una minimización de costes de apertura de centros, lo que hace improbable que surjan soluciones óptimas alternativas. Resulta determinante la fijación de la distancia estándar D, hay que ser cuidadoso al determinarla para que los resultados sean óptimos. Si se diese el caso de que no hubiese presupuesto para ubicar en los nódulos seleccionados los centros mínimos que se querían construir, habría que colocar los centros tratando de dar la máxima cobertura a la población. Cuando ocurren este tipo de situaciones se da lo que se llama Problema de Localización con Cobertura Máxima (PLCM), una extensión del PLSC (Íbid.: 70- 71). d.2. Modelo de localización P-Mediano (MPML). El principal fin de este modelo es minimizar la distancia media entre los nódulos que no obtendrán centro de servicios y lo demandan y los que sí lo tendrán. Se trata de saber dónde serán ubicados p centros para minimizar la distancia media entre estos y los nódulos que no tendrán esos centros. Es necesario conocer la matriz de las distancias y la demanda generada de cada uno de los nódulos, teniendo en cuenta que en este caso no se utilizará una distancia estándar. Tendremos las siguientes variables de modelo: 1=ijx , si el nódulo i es atendido por el centro del nódulo j. En caso de no ser así, será igual a 0. La otra variable será 1=ijw , si un centro lo ubicamos en el nódulo j, siendo igual a 0 en caso contrario. Una vez obtenidas las variables pasaríamos a definir las restricciones. Un nódulo de demanda ha de estar adscrito a un único centro (la reorganización de los servicios urbanos, algo que también forma parte de las relaciones de producción del campo económico, pero entroncando con campos políticos, científicos, etc., depende también, como se ve, de las aplicaciones de la investigación operativa). Para que esto sea posible, para cada nódulo i la suma de las ijx respecto a 1 índice j ha de ser igual a 1. Puede expresarse esto así: ∑ = = n j ijx 1 1 mi ,,1L= El nódulo i no se podrá asignar al nódulo j si en j no existe ya un centro. Teniendo en cuenta que la variable jw nos indica si hay o no un centro en j, tendremos: jij wx ≤ mi ,,1L= nj ,,1L= Si en j no hay ningún centro, entonces jw es igual a 0. Esto conlleva que ningún nódulo sin centro que demande cobertura podrá ser asignado a j. Todas las variables ijx serán igual a 0. Solo quedará fijar el número de centros que se abrirán en total, por lo que se añadirá al modelo la siguiente restricción: Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad xxvii ∑ = = n j j pw 1 Terminaremos por formular el objetivo de la distancia media, siendo la distancia total iji da entre la población en i y el centro en j. Al sumar iji da para todas las i, obtendremos toda la demanda asignada a j, para luego sumar para todas las j, y obtener la distancia total para la totalidad sistemática de la red de centros. Siendo el objetivo: ∑∑ = = = m i n j ijiji xdaMinZ 1 1 al obtener el valor de Z lo dividimos entre la población total del sistema y así obtener la distancia media entre los centros y los nódulos sin centros, quedando la formulación del problema P- mediano como sigue: ∑∑ = = = m i n j ijiji xdaMinZ 1 1 s.a. ∑ = = n j ijx 1 1 mi ,,1L= jij wx ≤ mi ,,1L= nj ,,1L= ∑ = = n j j pw 1 Esta formulación tiene muchas restricciones y muchas variables, las cuales pueden reducirse aunque el modelo suele ser bastante grande. Para las reducciones suelen emplearse métodos heurísticos. d.3. Modelo de Localización de Plantas con Capacidad, o MLPC. Con este modelo se trata de saber cuántos centros se necesitan y dónde ubicarlos minimizando costes totales del servicio y sin exceder sus capacidades. Para poder formar este tipo de modelos se necesitan estos parámetros: - ia , la demanda del nódulo i. - ijd , la distancia entre el nódulo i y el nódulo j. - jf , el coste de apertura de un centro en el nódulo j. - ijc , el coste de transporte por unidad de distancia y de demanda. - jc , la capacidad de un centro ubicado en el nódulo j. También son necesarias las variables siguientes: - ijx , la población de i atendida en el centro del nódulo j. Apéndice al Capítulo II xxviii - 1=jw , si ubicamos el centro en j. En caso contrario, 0=jw . Ya definidas las variables y los parámetros, se formulan las restricciones. Teniendo en cuenta que no se puede exceder la capacidad de cada centro, la población asignada a cada centro potencial j se formulará de la siguiente manera: ∑ = ≤ m i jij cx 1 nj ,,1L= También habrá que atender a la población de cada uno de los nódulos: ∑ = = n j ij ax 1 1 mi ,,1L= Para finalizar, un nódulo i no podrá ser atendido por j si no hay centro en j, algo que puede expresarse en términos lógico-idiográficos así: ∑ = = m i jij mwx 1 nj ,,1L= siendo m el parámetro de valor más elevado; si jw es igual a 0, entonces todas las ijx también lo serán. Si las ijx son igual a 1, entonces las variables ijx podrán tomar cualquier valor, pues carecerán de cualquier clase de cota superior. Queda solo definir el objetivo. Teniendo ya los costes fijos, y teniendo que minimizar los costes de transporte o distribución (costes cuya función juega un papel opuesto en relación al número de centros a ubicar), está claro que el coste de transporte será menor cuantos más centros se abran, pues se reducirán las distancias entre nódulos con centros, pero los costes fijos para construir los centros aumentarán de manera considerable. El modelo que construyamos habrá de permitir la minimización de los costes totales mediante la construcción de los centros suficientes que aseguren esa minimización. Por ello, el objetivo se definirá así: ∑ ∑∑ = = = += n j m i n j ijijijjj xdcwfMinZ 1 1 1 Los costes de apertura se reflejan en el primer término de la derecha de la ecuación. Los costes totales de transporte quedan reflejados en el segundo término. Esto permite formular el modelo de la siguiente manera: ∑ ∑∑ = = = += n j m i n j ijijijjj xdcwfMinZ 1 1 1 s.a. ∑ = ≤ m i jij cx 1 nj ,,1L= ∑ = = n j ij ax 1 1 mi ,,1L= Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad xxix ∑ = = m i jij mwx 1 nj ,,1L= 0≥ijx ; ( )1,0=jw mi ,,1L= nj ,,1L= Al final tenemos el desarrollo de una metodología aplicable a problemas de PLE mixta, con variables enteras y continuas. Esta metodología es muy utilizada para la ubicación de plantas de producción y depósitos de distribución. Hay que tener en cuenta que en los modelos de programación lineal los coeficientes de las funciones objetivo, de las restricciones y de las variables se dan como datos de entrada o, en ocasiones, como parámetros fijos del modelo. En los problemas reales los datos son aproximados, no exactos, lo que lleva a la cuestión de estudiar la variabilidad de la solución óptima de un problema de programación lineal si modificamos los coeficientes del modelo, lo que puede dirimirse aplicando el análisis post-óptimo (Martín, 2003: 101-127). 2. La programación no lineal. Dentro de la investigación operativa, la programación no lineal se ocupa de la optimización de problemas que incumplen las condiciones de linealidad en las restricciones o en la función objetivo. Una forma de expresar idiográficamente una función de programación no lineal sería la siguiente (Íbid.: 129): Si queremos encontrar los valores de las siguientes variables ( )nxxx ,,, 21 L procederemos como sigue: ( ) ( ) ( )( ) ( )( ) ( )( ) ix bxxxg bxxxg bxxxg xxxfzMax mnm n n n st ∀≥ ≥=≤ ≥=≤ ≥=≤ = ,0 ,,,,, ,,,,, ,,,,, ,,,min 1 21 2212 1211 21 L L L L L La programación no lineal (PNL) hace mucho uso de las funciones cóncavas y convexas, pues estas representan un papel esencial en la teoría de la optimización de recursos, ya que permiten la posibilidad de garantizar la “globalidad de los óptimos locales” (Íbid.: 129). Existen diversos tipos de programación no lineal18, pero todos ellos tienen en cuenta las funciones convexas y cóncavas en tanto representan un papel esencial en la teoría de la optimización porque pueden garantizar la “globalidad de los óptimos locales”. Nosotros hablaremos aquí de algunos de los métodos de programación no lineal más representativos. a) Programación multiobjetivo. Cuando dentro del campo de la investigación operativa existe más de un objetivo a maximizar o minimizar en un problema (por ejemplo, minimización de costes y maximización de cobertura de determinados servicios al mismo tiempo; si hablamos de empresas, minimización de servicios, maximización de ganancias, maximización de cuotas de mercado, minimización de costes de stocks, etc.), entonces se hace uso de la programación multiobjetivo. Es imposible optimizar al tiempo todos los objetivos de un problema, pues entre ellos siempre existe un cierto grado de 18 Algunos tipos de programación no lineal no los trataremos aquí (como la teoría de juegos aplicada a la investigación operativa, la gestión de colas o la aplicación de redes neuronales artificiales y algoritmos genéticos al campo de la investigación operativa). Remitimos a la bibliografía seleccionada en nuestra investigación para ahondar en el conocimiento de este tipo de metodologías. Apéndice al Capítulo II xxx conflicto, en vez de tratar de determinar un óptimo19 no existente, la programación multiobjetivo trata de encontrar un conjunto eficiente de soluciones (Serra de la Figuera, 2002: 82-84)20. Para generar las soluciones no-inferiores de un problema multiobjetivo, se pueden seguir dos vías: a.1. El método de la restricción. Consiste en transformar el problema multiobjetivo en un problema con un único objetivo a maximizar o a minimizar. Esto permite utilizar métodos básicos de programación lineal como Simplex. Salvo uno, todos los objetivos del problema son introducidos en el conjunto de restricciones fijando de manera arbitraria una restricción por cada objetivo a la derecha de aquellas. La solución de este nuevo problema da también una solución eficiente. De lo que se trata, por tanto, es de encontrar el adecuado número de problemas lineales a resolver (Íbid.: 84- 87). a.2. El método de los pesos. Es similar al anterior, pues permite generar los puntos eficientes del espacio de objetivos. Permite transformar el programa multiobjetivo en otro con un objetivo único que permita utilizar Simplex y poder generar soluciones eficientes, formando un único objetivo mediante la suma de dos objetivos ponderados del modelo, cada uno con su peso relativo. Estos pesos relativos se van modificando para poder obtener puntos eficientes, resolviendo el problema en cada modificación mediante el nuevo objetivo resultante (Íbid.: 87-88)21. La realidad de la investigación operativa en lo que a programación multiobjetivo se refiere nos muestra que, en toda aplicación real de este tipo, siempre hay más de dos objetivos a conseguir completar. Para este tipo de problemas siguen siendo válidos los métodos de los pesos y de la restricción, pero debido al aumento exponencial del número de combinaciones, estos métodos dejan de ser lo eficientes que se desearía (Íbid.: 89)22. Métodos como el de la programación por metas posibilitan la definición de prioridades entre objetivos diferentes, lo que permite eliminar combinaciones diferentes de problemas que deben ser solucionados. Los teóricos de la programación multiobjetivo siempre recomiendan que haya una interacción grande entre problema y decisor. Este último tiene que escoger una solución única entre muchas, y que sea eficiente. La representación del espacio de decisiones es otro de los problemas de la programación multiobjetivo. Mientras que en los problemas bi-objetivos la representación de espacios de decisiones puede realizarse en gráficos cartesianos (Íbid.: 88)23, en problemas ya con tres 19 La programación multiobjetivo adopta para sí la teoría del óptimo paretiano {Capítulo III, 1.}. 20 Se dan relaciones entre la programación multiobjetivo y las funciones cóncavas y convexas (el espacio de decisiones sería el conjunto convexo). 21 Este método tiene problemas adicionales, como tratar de fijar valores relativos de los pesos, pues suelen ser diferentes las unidades de los objetivos. Si hay que maximizar al tiempo los beneficios que da la cobertura sanitaria de la población en un área determinada, y al tiempo hay que maximizar ese mismo grado de cobertura, la relación de estas unidades han de reflejar los pesos relativos que apliquemos. Serra de la Figuera pone un ejemplo matemático-gráfico en su obra (Íbid.:. 87-88). 22 “Por ejemplo, si utilizamos el método de los pesos en una formulación con cuatro objetivos tendremos que definir cuatro pesos y asignarles muchas combinaciones de valores diferentes. Lo mismo sucede con el método de la restricción” (Íbid.: 89). 23 Un ejemplo en Serra de la Figuera: Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad xxxi objetivos (o más), para poder realizar gráficos cartesianos habría que definir gráficos en tres dimensiones, volviéndolo todo más complejo, por lo que ya no es factible la representación cartesiana con más de tres objetivos. No obstante, hay otro tipo de representaciones que permitirían mostrar el espacio de objetivos (Íbid.: 89)24. b) Tecnologías de gestión y administración de proyectos CPM y PERT. En las últimas décadas han surgido multitud de empresas dedicadas a la realización de actividades complejas que necesitan de medios eficaces para programar y planificar estas actividades. El desarrollo de las Matemáticas junto con los cada vez más complejos avances en Informática, tanto en hardware como en software, permitieron la potenciación de los métodos CPM y PERT, los cuales han permitido un tremendo aumento de la productividad en el campo económico. Las metodologías CPM y PERT son dos de las más complejas aplicaciones de resolución de proyectos en la PNL, dentro de la investigación operativa. Los proyectos desarrollados a partir de CPM y PERT pueden definirse como una serie de tareas relacionadas entre sí porque su consecución han de permitir cumplir un objetivo del campo operativo, teniendo en cuenta que se trata de un objetivo a cumplir en un largo periodo de tiempo. Las llamadas tecnologías de gestión y administración de proyectos, por tanto, consisten en planificar, dirigir y controlar los recursos disponibles (materiales productivos, capital disponible, equipo y herramientas de trabajo, personal, tiempo de trabajo, duración del proyecto, etc.), con vistas a [FIGURA A.9. Representación gráfica de espacios de decisiones en gráfico cartesiano. (Íbid.: 88)] 24 [FIGURA A.10. Representación gráfica de espacios de objetivos. (Íbid.: 89)] Apéndice al Capítulo II xxxii cumplirlo exitosamente. La primera fase de la gestión y planificación de proyectos es la (en inglés) statement of work, o declaración del trabajo (DDT), una declaración por escrito de las intenciones del proyecto a desarrollar, más la agenda prevista para el inicio y la finalización del proyecto, especificando en ocasiones las milestones o etapas del proyecto, el presupuesto del mismo y los datos técnicos de los costes, entre otras cosas. Cada subdivisión determinada del proyecto se denomina actividad o tarea, realizada por cada unidad o grupo de trabajo en un tiempo que normalmente suele ser de meses. Cada subdivisión de tareas se denomina sub-tareas, y esta nueva subdivisión obedece a que, en ocasiones, conviene dividir tareas en porciones más significativas. Esto denota que los proyectos tienen una estructura jerarquizada de tareas y subtareas: [FIGURA A.11. Representación simple de tareas y subtareas. (Íbid.: 114)] A cada tarea se le asocian unos determinados atributos, que permiten facilitar la perfecta definición de cada una de las tareas, en el marco de la planificación y gestión de proyectos. Los atributos pueden ser los siguientes: 1.- Atributos de identificación: 1.a. Código: es el conjunto de caracteres alfanuméricos que permiten la identificación de cada actividad. 1.b. Designación: es la descripción breve de cada actividad. 1.c. Ejecutor: tiene la función de identificar la persona o grupo de trabajo. 2.- Atributos temporales: 2.a. Duración de la tarea: es el número de períodos que se prevén desarrollar siguiendo una previa asignación de recursos. 2.b. Fechas previstas: las fechas espacio-temporales en que se fijan las terminaciones e inicios de determinadas tareas y sub-tareas del proyecto, incluyendo por supuesto la fecha de inicio y de final del proyecto entero. 2.c. Fechas reales: las fechas espacio-temporales en que, debido al control sobre el proyecto, fijan las terminaciones e inicios de las tareas y sub-tareas del proyecto una vez que ya se van realizando dichas tareas y sub-tareas. Aquí también se plasma el grado de finalización de una tarea, medido en función del porcentaje del trabajo ya realizado sobre el total del trabajo previsto. 3.- Atributos de necesidades de recursos: 3.a. Tipo de recurso: es el atributo cualificativo que determina los elementos necesarios para cada actividad. 3.b. Cantidad de recurso: es el atributo cuantitativo que establece las unidades necesarias de cada recurso. Los grupos de actividades combinadas que se pueden asignar a un único grupo o unidad de trabajo o de organización se les llama paquetes de trabajo (o work packages, en inglés). En estos paquetes se determina la descripción de tareas a llevar a cabo, cuándo han de iniciarse y finalizarse dichas tareas, el presupuesto disponible para ello, las medidas sobre rendimiento y eventos o etapas específicas que han de ser alcanzadas. La producción de prototipos, el testeo de maquinaria o la puesta en marcha de campañas de mercado son ejemplos concretos donde se especifican y desarrollan estos paquetes. Las tecnologías de gestión y planificación de proyectos tienen dos funciones básicas: a) El establecimiento de un calendario de realización de tareas, con fecha de inicio y de fin de todas ellas. Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad xxxiii b) El establecimiento de una asignación de recursos a las tareas a realizar, lo que ha de permitir escoger una modalidad que permita llevar a cabo cada una de las operaciones del proyecto teniendo en cuenta los recursos disponibles. En definitiva, las tecnologías de gestión y planificación de proyectos, principalmente sus dos variantes más utilizadas, la Critical Path Method (siglas CPM en inglés), y la Program Evaluation and Review Tecnique (siglas PERT en inglés), pretenden resolver las mismas cuestiones. No en vano, son métodos muy similares, y ambos nacieron casi al mismo tiempo, durante la década de 1950, en los comienzos de la Guerra Fría. La metodología CPM fue diseñado por la empresa manufacturera estadounidense Remington Rand (una de las empresas pioneras en la fabricación de computadoras, también conocida por la fabricación de armas de fuego, que cesó sus actividades en 1955) y por la corporación DuPont, también estadounidense (especializada en la industria química, desarrolladora de materiales como el Tyvek, el Nomex, el Kevlar, el Plexiglás, el Nylon, el Neopreno o el Vespel, además de ser muy competitiva en el desarrollo de biomateriales químicos a partir del petróleo, se caracteriza también por registrar como marcas sus propios productos, y sigue todavía activa). Por su parte, la metodología PERT se desarrolló a finales de la década citada con el objetivo de la construcción del misil Polaris (misil balístico SLBM, basado en submarinos, con dos etapas de combustible sólido que incluían armamento nuclear, desarrollado por la empresa californiana Lockheed Corporation –hoy Lockheed Martin, la empresa contratista de guerra más grande, por ingresos, del Mundo, siendo el 95% de los mismos provenientes del Departamento de Defensa de los Estados Unidos- para la Armada de los Estados Unidos de Norteamérica, pues llegaron a participar en el proyecto más de 250 contratistas primarios y cerca de 9000 subcontratistas). Las cuestiones, en conclusión, que pretenden resolver ambas metodologías, son las siguientes: 1.- La fecha de finalización de todo el proyecto. 2.- La variabilidad esperada de dicha fecha de finalización. 3.- Las fechas programadas de inicio y fin de cada tarea y de cada sub-tarea. 4.- Señalar con claridad qué tareas y qué sub-tareas son críticas, es decir, han de finalizarse exactamente en el mismo momento en que fueron programados sus finales. Esto ha de permitir llegar sin problemas a la meta final preestablecida del proyecto a desarrollar. 5.- Señalar las posibles demoras de tareas y sub-tareas que no sean críticas en el sentido del punto anterior, tratando de evitar posibles retrasos de fechas de conclusión del proyecto. 6.- Los controles a ejercer en el flujo de recursos económicos (de financiación) para las diversas tareas y sub-tareas que deberán realizarse durante el desarrollo del proyecto25. Los proyectos se definirán como conjuntos de operaciones entretejidas en las que cada una de ellas requiera recursos y tiempo, siguiendo un esquema similar al que sigue: [FIGURA A.12. Esquema de operaciones entretejidas de un proyecto. (Martín, 2003: 236)] 25 En definitiva, las tecnologías de gestión y planificación de proyectos, sirven de modelo tecnológico concreto de la parte de la composición del capital que Marx llamó composición técnica del capital: “El primero de estos factores tiene una basta técnica y debe considerarse, en una determinada fase de desarrollo de la capacidad productiva, como un factor dado. […] A una determinada cantidad de medios de producción corresponde un determinado número de obreros y, por tanto, a una determinada cantidad de trabajo ya materializado en los medios de producción corresponde una determinada cantidad de trabajo vivo. Esta proporción varía mucho según las distintas esferas de producción, y a veces entre las distintas ramas de una misma industria, aunque puede darse también el caso de que, por azar, sea la misma, o aproximadamente la misma, en ramas industriales muy diferentes. Este factor es la composición técnica del capital y constituye la verdadera base de su composición orgánica” (Marx, [1894] 1999: 152-153). Apéndice al Capítulo II xxxiv b.1. Representación gráfica de proyectos. La representación gráfica de proyectos elaborados desde las tecnologías de investigación operativa permite analizar estos proyectos de manera eficiente, identificando así las actividades críticas y simplificando al tiempo las tareas de control y actualización de la evolución del proyecto. La representación gráfica se realiza a través de grafos o redes. La llamada teoría de grafos, en el campo de la PNL que estamos tratando ahora, tiene un amplio campo de aplicación, como puede ser en modelos de transporte, de asignación, de trasbordo, de flujo óptimo, en el problema del camino más corto, en la gestión de inventarios o en los ya citados CPM y PERT. Los grafos proporcionan algoritmos eficientes que permiten la resolución de problemas en campos distintos de distintas disciplinas científicas, y puede medirse dicha eficacia en función del tiempo de ejecución de su propia complejidad y, también, en función de la capacidad requerida de almacenamiento. Es decir, su complejidad depende del número de ( )nf operaciones elementales y de la dimensión que tenga el problema n. Los grafos pueden definirse de las siguientes maneras (Íbid.: 191-192), si contamos con que un grafo G es un conjunto triple ( ) ( ) ( )( )GIGAGV ;; , siendo ( )GV el conjunto de los vértices, ( )GA el conjunto de los arcos o aristas, e ( )GI la relación de incidencia a la que a cada arista ( )GAa∈ se le asocian dos vértices denominados como extremos de a, los grafos suelen dibujarse permitiendo que cada vértice sea representado mediante un punto en el plano, y que cada arista sea representada por una curva que une los representantes de sus respectivos extremos, obteniendo lo siguiente (Íbid.: 191-192): ( ){ } ( ) ( ){ }VVjiAjiVjiAjiG ×∈∈=∈∈= ,;,,;, [FIGURA A.13. Nódulos unidos por aristas o arcos. (Íbid.: 191-192)] siendo el arco una arista con orientación. Queda entonces definido lo siguiente: a) El orden del grafo: ( ) nGo = es el número de vértices o nódulos que tiene. b) El tamaño del grafo ( ) mGt = es el número de arcos o aristas que tiene. c) Dado un vértice i, su grado de incidencia es el número de extremos que tiene denotado por ( )ig . d) El grado de incidencia de salida: ( )ig+ es el número de extremos que salen de i. e) El grado de incidencia de llegada: ( )ig− es el número de extremos cuyo destino es i. f) Finalmente, el grado de incidencia: ( ) ( ) ( )igigig −+ += . Existen dos modalidades básicas de grafo. Los grafos no dirigidos, de arista o no orientados, son los que cuyos vértices están unidos por aristas: Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad xxxv [FIGURA A.14. Grafo de arista o no orientado. (Íbid.: 192)] siendo los vértices o nódulos cada una de las incógnitas x con subíndices, y las aristas 21xx , 43xx y 65xx ., siendo los nódulos, las incógnitas con subíndices correspondientes, los vértices de cada arista. Esto nos permite obtener las siguientes partes del grafo: a) La cadena, o secuencia de aristas consecutiva o alternativa de aristas y vértices, por ejemplo 7621 xxxx . b) La longitud de una cadena o el número de aristas que la componen (en el ejemplo del punto a), serían tres aristas, luego su longitud será 3. c) El ciclo o cadena que empieza y acaba en el mismo vértice ( 1621 xxxx ). d) Y finalmente, el bucle o ciclo de una arista (11xx ). La otra modalidad de grafo importante son los grafos orientados o dirigidos. Este tipo de grafos son aquellos en cuyos vértices están unidos por arcos: [FIGURA A.15. Grafo orientado o dirigido. (Íbid.: 193)] Los elementos de este grafo son: a) Los vértices: { }654321 ,,,,, xxxxxx . b) Los arcos: 21xx , 32xx , …, siendo 1x y 2x los extremos del arco 21xx , extremo inicial y final respectivamente. Y mediante la combinación de ambos, podemos encontrar lo siguiente: c) Los arcos y vértices adyacentes, consistentes los primeros cuando ambos arcos tienen un vértice común, y los segundos cuando dos vértices están unidos por un arco o arista. d) El camino, que sería la secuencia de arcos consecutivos o la secuencia alternativa de arcos y vértices ( 321 xxx , por ejemplo). e) El camino elemental, dado cuando pase solo una vez por los vértices porque tenga que pasar. f) El camino simple, dado cuando pase solo una vez por los arcos porque tenga que pasar. g) La cadena, o longitud de un camino, que sería el número de arcos que componen un camino. Apéndice al Capítulo II xxxvi h) El circuito, o camino que comience y acabe en el mismo vértice. i) El bucle, que sería el circuito con un solo arco. j) Y, por último, el diámetro de un grafo, que es la longitud del mayor camino existente en el grafo. Estas modalidades de grafos pueden permitir, a partir de ellos, la clasificación de diversos tipos de grafos en base a los siguientes criterios: 1.- Dependiendo del número de segmentos de vértices y segmentos que tengan los grafos, éstos pueden clasificarse en infinitos o finitos. Los grafos infinitos se dan cuando el número de vértices o de arcos son infinitos, y los grafos finitos cuando ambos elementos son finitos. 2.- Dependiendo de la situación relativa del grafo, y del número de arcos que contengan, los grafos pueden clasificarse en grafos espaciales y grafos planos. Los grafos espaciales se dan cuando los arcos se cruzan sin cortarse. Por su parte, los grafos planos se dan cuando dos aristas se pueden cortar en un vértice únicamente, como puede verse en el siguiente dibujo: [FIGURA A.16. Esquema simple de grafo plano. (Íbid.: 194)] La representación gráfica de estos grafos se llama mapas (Bueno, 2012a: 2). Los mapas de grafos permiten dividir el plano en varias partes, que son llamadas regiones, estando delimitada cada una de ellas, si el mapa es conexo, por un ciclo (Íbid.: 194-203)26. Los grafos permiten realizar cálculos de camino o caminos de coste mínimo. Esto supone la representación gráfica del ahorro de costes en el proceso de producción, distribución y consumo de los distintos bienes producidos en el campo económico. Cuando un problema de optimización puede resolverse mediante su descomposición en etapas, el coste asociado a una solución será la suma de costes de las etapas necesarias para concluir el proyecto. Existe un principio de programación dinámica no lineal elaborado por el matemático Richard Bellman (principio de Bellman), consistente en que “todo procedimiento óptimo sólo puede estar formado por subprocedimientos óptimos” (Íbid.: 204). Graficamente el principio de Bellman se representa como sigue: [FIGURA A.17. Representación gráfica del principio de Bellman. (Íbid.: 204)] 26 A partir de estas clasificaciones básicas de los grafos, pueden establecerse diversos tipos muy variados de los mismos. Hay muchos tipos (incluidas las representaciones matriciales que pueden asociarse a ellos y los algoritmos de búsqueda de caminos, como los de Hamilton). Remitimos a la obra ya citada de Quintín Martín para ver una explicación detallada de los mismos (2003: 194-203). Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad xxxvii Si para ir de x a z el camino óptimo pasa por u y v, línea llena que representa un coste mínimo total ( )zxc , : ( ) ( ) ( ) ( )zvcvucuxczxc ,,,, ++= entonces el camino óptimo para ir de u a v sería el coste ( )vuc , , el de la línea llena, y no el que pasa por w, el de la línea discontinua, cuyo coste sería el siguiente: ( ) ( ) ( )vucvwcwuc ,,, ≥+ Si no fuera así, pasar de x a z sería más barato haciéndolo por w. Esto permite a Bellman formular la siguiente ecuación: suponiendo que hay un grafo valorado { }CAVG ,,= , estando, en una etapa del mismo, los costes de transiciones de un vértice a otro, se representa con ( )yxc , el coste o valor del arco o arista que va del vértice x al y. Para cada par de puntos del grafo denotaremos el valor o coste óptimo de los caminos o cadenas que unen los vértices x e y con ( )yxV , , que será el valor o coste de la solución óptima que pasa del vértice x al y. Si quisiéramos pasar con un mínimo coste de un vértice inicial 1x a otro final Cx , denotando con ( )xV el coste óptimo de alcanzar, partiendo de x, el estado final con Fx , es decir, con ( ) ( )FxxVxV ,= , siendo x un vértice arbitrario del grafo, entonces la función llamada de retorno optimal, esto es, con ( )xV , satisface la ecuación de recurrencia siguiente ( ) ( ) ( ){ }yVyxcxV += .min , con ( ) 0=FxV Si para ir de x a Fx , lo óptimo es pasar en la etapa siguiente por *y , según el principio de Bellman se tendrá lo siguiente: ( ) ( ) ( ) ( ) ( )yVyxcyVyxcxV +<+= ,, ** para cualquier estado, y con la condición de que pueda alcanzarse en una etapa desde x, deduciéndose entonces la recurrencia que se establece en la ecuación anterior a esta, pues ( ) 0=FxV . Esto nos permite obtener la siguiente gráfica: [FIGURA A.18. Gráfica Bellman representando ( ) 0=FxV . (Íbid.: 204)] Apéndice al Capítulo II xxxviii La ecuación de Bellman ( ) ( ) ( ){ }yVyxcxV += .min , con ( ) 0=FxV , por recurrencia hacia atrás, permite calcular el valor de la función optimal de retorno ( )xV en cada uno de los vértices del grafo. Si partiendo de un vértice x podemos obtener otro vértice y, en el que se satisfaga ( ) ( ) ( )yVyxcxV += , , la arista xy o el arco xy formará parte del camino óptimo o la cadena que una x con el vértice final Fx , según si el grafo esté o no orientado. La aplicación de las formulas de recurrencia de la programación dinámica de Bellman, permite obtener una solución global que alcance un vértice determinado partiendo de otro cualquiera27. Esta demostración del principio de Bellman muestra que este principio, aplicado a la PNL gráfica en CPM y PERT, es coherente con la idea de identidad sintética {Capítulo V, 2. c)}. Las verdades científicas consistirán, desde la TCC, precisamente en las identidades sintéticas. Eso sí, no todo curso constructivo de una ciencia en marcha se resuelve en identidades sintéticas sistemáticas, teoremas, pues Martín define al principio de Bellman como "teorema" (Íbid.: 204). Existen muchos cursos constructivos que, sin resolverse en teoremas, constituyen a su vez importantes contenidos de los cuerpos y organismos de las ciencias28. Teniendo esto en cuenta, puede reformularse el principio de Bellman de la siguiente manera: “Partiendo de términos óptimos previos, y mediante operaciones concretas en el campo de la construcción de grafos en la gestión y planificación de proyectos en programación dinámica, se puede llegar a un nuevo término óptimo”. Sin embargo, no podemos llamar teorema al principio de Bellman, como hace Quintín Martín. Únicamente podemos señalar, como hipótesis, que las operaciones que permiten relacionar términos en los campos de las ciencias categoriales, y que dan lugar a teoremas como partes formales de cada una de las teorías científicas, son análogas a las operaciones que dan lugar a términos óptimos, partiendo de otros similares según el principio de Bellman, siendo el primer analogado en ambos casos los sujetos operantes entre términos (también entre instituciones, económico-tecnológicas en el caso del principio de Bellman). Con esto queremos decir que las operaciones y las relaciones entre operaciones que llevan a la conformación del principio de Bellman como parte formal mínima de las metodologías de gestión y planificación de proyectos, y esta a su vez parte formal de la PNL (y esta, asímismo, parte a su vez de la investigación operativa, siendo la investigación operativa, aplicada al campo de la Economía Política, parte formal de la economía productiva), son todas tan racionales como las operaciones y las relaciones entre operaciones que dan lugar a los teoremas científicos. Sin embargo, ni la investigación operativa es una ciencia, ni el principio de Bellman, desde la TCC, es un teorema. Se trata más bien de un esquema de identidad tecnológico o una serie de tecnologías institucionalizadas, muy racionales, aplicadas al campo de la Economía Política, que tampoco es una ciencia categorial en el sentido de la TCC, lo que no excluye su racionalidad ni la distinción de diversas franjas de verdad dentro del campo económico {Capítulo V, 2. i)}. Los grafos no son otra cosa que redes, y estas redes no son más que modelos de representación gráfica de un conjunto de nódulos conectados por arcos, estando estos representados por los nódulos con que están asociados. 27 El principio de Bellman puede dar lugar a otros principios sistemáticos basados en sus fórmulas de recurrencia, como el Algoritmo de Bellman y Kalaba. Existen también otros tipos de algoritmos con funcionalidades similares, como los Algoritmos de ruta más corta (de Floyd o de Dijkstra), los árboles (grafos con un único nódulo desde el que se puede acceder al resto de nódulos, teniendo cada uno de ellos un único predecesor excepto el primero que no tiene ninguno), el Algoritmo de Kruskal o el de Solin. Aquí solo los anotamos. Remitimos a la obra de Quintín Martín para una detallada explicación de ellos. También tengamos en cuenta que el principio de Bellman es una parte formal más de la programación dinámica, la cual está más detalladamente explicada en Martin (2003: 315-339). 28 “Los hilos de una red necesitan anudarse de vez en cuando para que la red permanezca trabada, pero esto no significa que los hilos sean una sucesión de nudos continuos (los nudos del tejido científico son las verdades, las identidades sintéticas)” (Bueno, 1992-93: 131). Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad xxxix [FIGURA A.19. Grafo en red orientado o dirigido. Ver FIGURA A.15. (Íbid.: 115)] En este ejemplo de grafo o red (Serra de la Figuera, 2002: 115), podemos distinguir un conjunto de nódulos y un conjunto de arcos. El conjunto N de nódulos es { }5,4,3,2,1=N . Por su parte, el conjunto A de arcos es ( ) ( ) ( ) ( ) ( ) ( ) ( ){ }5,3,2,5,4,5;4,2,3,2,3,1,2,1=A . La secuencia de arcos conectados es el camino entre dos nódulos, coincidiendo en este camino el nódulo final de un arco con el nódulo inicial del siguiente arco29. Por su parte, el camino o secuencia en que coinciden los extremos se llama circuito o ciclo30. Los proyectos pueden representarse de dos formas: a) ANA: redes de representación de actividades por los arcos de la red. Son las más utilizadas y se caracterizan también porque la definición de las relaciones de precedencia se hacen a partir del orden de los arcos, porque los sucesos se representan en los nódulos, porque el nódulo inicial representa el inicio del proyecto y el nódulo final representa su final. b) ANN: redes de representación de actividades en los nódulos. Se caracterizan también porque las relaciones de precedencia se definen por los arcos y porque los sucesos son actividades de nula duración. Las redes ANA siguen unas determinadas convenciones de representación gráfica: [FIGURA A.20. Red ANA. Ver FIGURAS A.15. y A.21. (Serra de la Figuera, 2002: 116)] Las actividades que se representan en el mismo camino y que, de alguna manera, son dependientes entre sí, se denominan actividades secuenciales. [FIGURA A.21. Red ANA de actividades secuenciales. Ver FIGURAS A.15., A.20. y A.22. (Íbid.: 116)] Las actividades que se encuentran en caminos diferentes y que, por tanto, son independientes, se denominan actividades paralelas. Las redes ANA han de dibujarse siempre de izquierda a derecha del grafo. La numeración de acciones, por consiguiente, se realiza en este mismo sentido mientras las actividades proyectivas se van desplazando hacia la derecha. Cada actividad se representa por un arco solamente, ya que resulta imposible lógicamente tener actividades con los mismos sucesos de principio a fin. 29 Un camino posible entre los dos nódulos 1 y 4 sería ( ) ( ) ( ) ( )4,5,5,3,3,2;2,1 . 30 Ejemplo: ( ) ( ) ( )2,5,5,3,3,2 . Apéndice al Capítulo II xl La construcción de redes sigue unas fases determinadas, y las actividades se añaden al proyecto-red una a una. En el caso de proyectos grandes, resulta más sencillo empezar a construir el grafo desde el final del proyecto, retrocediendo hasta el principio. Mientras se va construyendo la red, a veces será imprescindible introducir actividades ficticias, que respeten las relaciones de precedencia de manera correcta y eviten que dos actividades compartan el mismo nódulo de salida y de llegada. Las actividades ficticias no consumen recurso alguno y su duración es igual a cero31. Ellas permiten en las redes en que aparezcan que se mantenga el mismo resultado de relación de precedencia, pues las actividades ficticias no utilizan recursos ni tienen coste temporal. El evitar que dos actividades tuviesen el mismo nódulo de origen y de destino permite determinar actividades críticas para ejecución satisfactoria de un proyecto. Una vez construida la red, toca verificar si se han representado todas las actividades (operaciones institucionalizadas) del proyecto, si todas las relaciones de precedencia están también representadas, si la redes no tienen relaciones de precedencia que no existen y si hay unos únicos nódulos de inicio y de finalización del proyecto. Para terminar, se enumeran los nódulos de la red, asociando a casa suceso un valor determinado. Si tuviésemos la siguiente tabla de un proyecto: [FIGURA A.22. Tabla ejemplo de proyecto para elaborar red ANA. Ver FIGURA A.23. (Íbid.: 119)] entonces obtenemos la siguiente red ANA: [FIGURA A.23. Red ANA basada en la tabla de la FIGURA A.22. (Íbid.: 120)] 31 Serra de la Figuera, en su obra ya citada, desarrolla dos casos en los que hay que introducir actividades ficticias en el grafo del proyecto: cuando hay que representar correctamente las relaciones de precedencia, y cuando es necesario evitar que dos actividades tengan el mismo nódulo de origen y de destino (2002:117-118). Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad xli Esta red ANA puede transformarse gráficamente en una red ANN, como hemos mencionado más arriba32. La configuración en red del proyecto de ejemplo que hemos desarrollado en su versión ANN sería la siguiente, estando las relaciones de precedencia definidas por los arcos en vez de por el orden de los arcos, y estando las actividades representadas en los nódulos –además de prescindir en la red ANN de actividad ficticia alguna-: 32 El proyecto final al que se llega siguiendo un grafo o red ANA y otro ANN, sabiendo que el primero puede transformarse en el segundo, nos muestra cómo a partir de dos cursos operatorios distintos se puede llegar a la misma verdad, en este caso la identidad sintética del bien o proyecto terminado y coste o valor asociado. Algo ya explorado por Gustavo Bueno en la FIGURA A.26 de confrontación de los pasos que se siguen por dos cursos operatorios completamente heterogéneos que, sin embargo, conducen al mismo resultado, 2rS π= , esto es, el teorema de área del círculo en la Geometría euclidiana (Bueno, 1992-93: 164-172). Tengamos, por prudencia, en cuenta que en el gráfico que presentamos en esta nota se muestran dos cursos operatorios de una ciencia formal cerrada, que posibilitan llegar a una identidad sintética sistemática, pero que en investigación operativa las identidades sintéticas, al igual que en toda la Economía Política, son esquemáticas (ver nuestra explicación de más arriba sobre el principio de Bellman): [FIGURA A.25. Cuadro de confrontación de pasos seguidos por dos cursos operatorios heterogéneos que conducen al mismo resultado: 2rS π= . (Íbid.: 172)] Apéndice al Capítulo II xlii [FIGURA A.24. Transformación gráfica de la red ANA de la FIGURA A.23. en una red ANN. (Íbid.: 120)] b.2. Las metodologías CPM. El Critical Path Method (en español, Método de la Ruta Crítica) o CPM es una metodología simple que posibilita la gestión de cada una de las actividades de un proyecto. Se desarrolló en la década de los cincuenta del siglo XX. La compañía Dupont, en 1957, y con la finalidad de mejorar las metodologías de planificación de proyectos, encargaron estas mejoras a los ingenieros M. Walken y J. Kelly. CPM permite determinar para cada actividad unos tiempos de inicio, finalización y existencia de holguras temporales que permitan determinar el nivel crítico de importancia para terminar un proyecto económico (productivo) determinado en el menor tiempo posible. Es decir, los tiempos de las actividades en CPM son determinísticos. Los objetivos básicos de las metodologías CPM son la determinación de la duración mínima del proyecto, las fechas de inicio de cada una de las operaciones y actividades que componen el proyecto, la identificación de las actividades críticas (aquellas que se han de realizar exactamente en el mismo intervalo de tiempo que es igual a su duración) y la determinación de posibles atrasos que sufran dichas actividades sin afectar en demasía a la duración misma del proyecto. La relación tiempo-coste en CPM establece una diferencia entre ambos. Las rutas críticas empleadas en CPM tienen las siguientes propiedades: a) Una red de un proyecto determinado tiene siempre una ruta crítica, y en ocasiones más de una. b) Todas las operaciones con holgura mayor que 0 pueden estar en una ruta crítica. c) Todos los sucesos que tengan holguras 0 deberán estar en una ruta crítica. Por el contrario, ningún suceso que tenga holgura mayor que 0 podrá estar en una ruta crítica. d) Una trayectoria a través de la red tal que sus sucesos tengan holgura 0 no será crítica necesariamente, pues una o más actividades sobre esa trayectoria podrían tener holgura mayor que 0. Las redes ANA, arriba explicadas, son la base de las metodologías CPM. Las redes ANA aplicadas a estas metodologías permiten presentar las hipótesis siguientes: se trata de metodologías deterministas, pues las actividades de los proyectos tienen una duración conocida de antemano (contemplando los retrasos posibles) y determinada; todas las actividades han de ser ejecutadas; estas no pueden repetirse; y no hay restricciones significativas de recursos utilizados. CPM permita determinar el momento más avanzado y el más retardado en realizar cada operación del proyecto. Los valores asociados a estos momentos se utilizarán con posterioridad para el cálculo de las fechas de inicio, de final, de mayor avance y de mayor retardo de cada operación. Todo ello siguiendo las siguientes fases: a) Análisis temporal de los sucesos: En primer lugar se realiza la dotación (Íbid.: 120), que puede ser como sigue: ji, = sucesos ( 1=i sería el inicio del proyecto, y nj = el final del proyecto). ( )ji , = actividad u operación. ijt = el tiempo que dura la actividad ji, . iE = momento más avanzado posible para poder realizar el nódulo i , siempre y cuando no haya habido retrasos en las operaciones anteriores. Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad xliii iL = momento más retardado posible para poder realizar el nódulo i , siempre y cuando la duración mínima del proyecto no se vea afectada. La metodología CPM puede desarrollarse de la siguiente manera: Calculando jE para cada nódulo j , siendo: 01 =E Para ( ){ }ijijij tEEnj +== ,max,,,2K Siendo la duración mínima del proyecto = nE . Después se calcula jL para cada nódulo j , siendo: nn EL = Para ( ){ }ijjjii tLLni −=−= ,min,2,,1K Sabiendo que 0=iL y que ijij ELt −= . El último paso es el cálculo del margen iF para cada uno de los sucesos i . Esto quiere decir que ha de calcularse el retraso que puede sufrir cada operación sin modificar apenas la duración mínima del proyecto ( iii ELF −= , sabiendo que los elementos críticos tienen un margen nulo). A veces los proyectos pueden tener fecha de finalización fijada de antemano, que necesariamente no tiene por qué coincidir con la fecha de finalización esperada más temprana (Íbid.: 121)33. b) Análisis temporal de las actividades: Se calculan las fechas siguientes para cada actividad ( )ji , : iE = FIA, Fecha de Inicio más Avanzada. ijj tL − = FIR, Fecha de Inicio más Retardada. iji tE + = FFA, Fecha de Finalización más Avanzada. jL = FFR, Fecha de Finalización más Retardada. ijij tEL −− = ( )ji . , margen total de la actividad. Las actividades que tienen un margen total de actividad igual a cero son las llamadas actividades u operaciones críticas. El camino más largo entre el origen (1) y el final (n) es el llamado camino crítico, el cual está compuesto por operaciones críticas, por lo que tiene el margen mínimo total. Puede haber más de un camino crítico en una sola red. Por ejemplo: 33 Hay que hacer notar que los sucesos críticos y su duración suelen representarse en tablas como la que sigue: [FIGURA A.26. Tabla ejemplo de sucesos críticos y su duración. (Íbid.: 122)] Apéndice al Capítulo II xliv [FIGURA A.27. Tabla ejemplo de actividades para gráfico CPM de la FIGURA A.28. (Íbid.: 122)] Los proyectos no podrán realizarse nunca en menos tiempo que el tiempo de ejecución mínima del proyecto. Esta tabla permite el análisis de las operaciones de manera separada, individualizada. El camino crítico, formado por operaciones con margen nulo, es el siguiente: A C D H K L Este camino crítico se representará gráficamente de la siguiente manera: [FIGURA A.28. Representagión gráfico de metodología CPM. (Íbid.: 123)] c) Análisis más detallado de los márgenes: ¿Cómo se analiza el margen total de cada una de las operaciones ( )ji , ? Puede analizarse siguiendo estos pasos (Íbid.: 123): Margen total = ijii tEL −− El margen total representa el atraso máximo permitido al ejecutar una operación del proyecto sin que afecte a la duración total del mismo. Las operaciones anteriores, se supone, comenzarán lo más pronto posible, mientras que las operaciones posteriores se iniciarán lo más tarde posible. Margen de seguridad = ijij tLL −− El margen de seguridad es el máximo atraso permitido para ejecutar una actividad sin imposición de restricciones temporales de las operaciones precedentes, pudiendo acabar estas lo Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad xlv más tarde posible, empezando las posteriores lo más tarde posible -Margen libre = ijij tEE −− -. El margen libre representa el máximo atraso permitido en la duración de una actividad u operación sin imposición de restricciones temporales en las operaciones posteriores. Las precedentes finalizan lo más pronto posible, mientras que las posteriores pueden empezar también lo más pronto posible -Margen independiente = Actividad F ( )( )5,3arco -. El margen independiente representa el máximo atraso que una actividad pueda sufrir sin que esto afecte a las actividades u operaciones anteriores ni a las posteriores. Aquí, las operaciones anteriores pueden acabar lo más tarde posible y las posteriores pueden iniciarse lo más pronto posible sin afectar considerablemente al proyecto. b.3. El diagrama de Gantt. El diagrama o gráfica de Gantt es una representación sencilla de las actividades u operaciones que han de llevarse a cabo para completar un proyecto. El diagrama se compone de un eje de abscisas que representa la escala de tiempo y de un eje de ordenadas que representa las operaciones del proyecto. Todas estas han de comenzarse en su fecha de inicio más avanzada (supuestamente), aunque no es obligatorio34. El diagrama de Gantt puede construirse tanto con CPM como con PERT, una vez finalizados ambos. El tiempo que dure cada operación y los márgenes se representan gráficamente como una barra horizontal. A medida que avance la ejecución del proyecto se modificarán las configuraciones de cada una de las barras para indicar el estado en que se encuentran, por ejemplo modificando su color35. [FIGURA A.29. Ejemplo de diagrama de Gantt. (Íbid.: 124)] A pesar de sus relaciones, tanto CPM como PERT tienen diferencias respecto al diagrama o método de Gantt. PERT y CPM separan los procesos de planificación de los procesos de programación de manera nítida, pues amba consisten en el análisis de actividades que 34 Las operaciones podrían iniciarse lo más tarde posible. 35 Existen numerosos programas informáticos para realizar estos diagramas, tanto de pago (Microsoft Excel de Microsoft Office, Microsoft Project) como del llamado Software Libre (OpenProj, Gantt Project, KMKey, etc.). Apéndice al Capítulo II xlvi intervendrán en el proyecto, así como el orden en que estas se realizarán. En CPM, además, la programación consiste en la estimación de la duración de las tareas con el mínimo de recursos (el tiempo y coste están directamente relacionados en el proyecto). En Gantt, por el contrario, la planificación y la programación se realizan al unísono. La longitud de la barra que representa cada tarea indica las unidades de tiempo. Si un proyecto requiriese cinco actividades u operaciones y se retrasase sería difícil discernir qué tarea o tareas deberían acelerarse, y lo que es peor, no se sabría cuánto más costaría tal aceleración. La longitud de la barra se representaría así: [FIGURA A.30. Representación de la longitud de la barra temporal de tareas en el diagrama de Gantt. (Íbid.: 124)] b.4. Las metodologías PERT. Las metodologías PERT (Program Evaluation and Review Technique, en español, Técnica de Evaluación y Revisión de Programas) nacen en Estados Unidos, desarrollados en primer lugar por la Marina de dicha nación, a partir del submarino atómico Polaris, en colaboración con las empresas Hamilton y House 8002 Allen. La eficacia de la aplicación de estas metodologías al proyecto Polaris fue tal que el proyecto fue terminado dos años antes de lo previsto. PERT ayuda en la planificación y el control, lo que implica mucha optimización directa. En ocasiones el objetivo primario es la determinación de la probabilidad de cumplir con fechas de entrega específicas. Además, PERT también permite identificar las operaciones que pueden convertirse en “cuellos de botella”, y señala en qué puntos deberá realizarse un mayor esfuerzo para no tener retrasos en la consecución del proyecto. También permite la evaluación del efecto de un cambio posible en la asignación de recursos de las operaciones menos críticas a aquellas que se hayan identificado como “cuellos de botella”. Permite también la evaluación del efecto que supone desviarse de lo programado respecto a las actividades del proyecto. Todos los sistemas PERT emplean redes de proyectos que permiten la visualización gráfica de las interrelaciones entre sus elementos, representación que muestra todas las relaciones de precedencia con respecto al orden en que deben realizarse las tareas. Las metodologías PERT son similares a las CPM, con la diferencia importante de que las metodologías PERT manejan tiempos aleatorios de las operaciones, respecto a los tiempos de CPM que son, como dijimos, determinísticos, aunque PERT también permite la determinación de las tareas u operaciones de los proyectos en sentido determinístico. PERT, además, estima la duración de cada una de las operaciones de un proyecto considerando un nivel de coste determinado. El PERT, en origen, tenía tres características: la estimación más probable (m) es la estimación más realista de la moda de la distribución de la probabilidad para el tiempo que dure la operación, la estimación optimista (a) ha de ser el tiempo posible pero poco probable de estimación de la cota inferior de distribución de la probabilidad, y la estimación pesimista (b) es la estimación poco probable basada en que toda la operación vaya mal (estimación de la cota superior de distribución de la probabilidad). Para calcular y operar el tiempo mínimo de duración del proyecto es necesario conocer el valor esperado y la varianza de cada una de las actividades u operaciones. Es de suponer, además, que la dispersión del valor a más optimista y el valor b más pesimista será de hasta 6 desviaciones estándar ( abó −=6 ). Por lo que la varianza en el tiempo de cada actividad del proyecto será: Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad xlvii ( )[ ]22 61 abó −= Las colas de muchas distribuciones de probabilidad estarían a 3 desviaciones estándar de la media, por lo que las colas estarían a 6 desviaciones estándar. Esto sirve de base para la suposición del párrafo anterior. También sería necesario saber el tipo de distribución de la probabilidad que sigue el tiempo de las operaciones. Se asumirá por regla general que los tiempos seguirán una distribución llamada beta, la cual tiene un tipo de distribución con un rango entre dos valores determinados a y b, representando la variabilidad dentro de ese rango, adquiriendo el rango la siguiente forma: [FIGURA A.31. Representación gráfica de la variabilidad dentro del rango a-b en metodología PERT. (Íbid.: 125)] A partir de aquí, puede obtenerse el tiempo esperado de cada operación como sigue: ( )[ ]bamt ,5,0231 += Para calcular el tiempo mínimo esperado del proyecto y la probabilidad de que finalice en una determinada fecha es necesario que se cumplan las siguientes condiciones: a) Los tiempos de las operaciones han de ser variables estadísticamente aleatorias e independientes, y en ellos el punto de distribución del tiempo de cada operación no debe influir en el punto de su distribución en que se desarrollarán los tiempos de otras operaciones o actividades. b) La ruta crítica siempre requerirá un tiempo mayor total que otra trayectoria cualquiera. c) La distribución de probabilidad del tiempo de duración del proyecto será una distribución normal, en sentido aproximado. La distribución de probabilidad de una suma de muchas variables aleatorias e independientes es normal, aproximadamente, siempre bajo una gama amplia de condiciones. Esto se conoce en Matemáticas como Teorema del Límite Central. En el momento en que se conozca el tiempo esperado para cada una de las operaciones, éste se utilizará en una metodología CPM que permita obtener el camino crítico (también las actividades críticas del proyecto). También habrá de obtenerse la varianza del tiempo medio mínimo mediante la suma de las varianzas de las actividades críticas. Si hay varios caminos críticos, se escogerá el que tenga la mayor varianza total. Podremos saber qué probabilidades hay de que un proyecto se realice en una fecha D, si buscamos la desviación y la media estándares basándonos en la tabla de actividades de distribución normal. Si hubiese una variable aleatoria normal Z, calcularemos como sigue, permitiendo la consulta del valor de probabilidad que correspondería en una tabla de la normal36: ( ) óMDK −= ¿Cómo suelen representarse gráficamente los proyectos siguiendo metodologías PERT? De una manera muy similar a CPM, aunque existen variaciones. Una manera común de hacerlo es como sigue: 36 En las páginas 126 y 127 del libro de Serra de la Figuera se explica, mediante un ejemplo, el desarrollo de una metodología PERT aplicada a un proyecto concreto. Apéndice al Capítulo II xlviii [FIGURA A.32. Representación gráfica de un nódulo o tarea en metodología PERT. (Barrantes, 2009)] En cada punto ha de aparecer el nombre de la tarea a realizar (arriba), el tiempo de duración de la tarea (en horas, en el círculo central D), el margen libre (ML) o margen de tiempo del que dispone una tarea para completarse sin retrasar las siguientes, el margen total (MT) o margen de tiempo de que dispone una tarea sin retraso de tiempo –pudiendo coincidir o no con el margen libre-, la fecha más pronta de inicio del proyecto (FPi), la fecha más tarde de inicio (FTi) –FPi y FTi pueden coincidir en una tarea crítica-, la fecha más pronta de finalización del proyecto (FPf) y la fecha más tardía de finalización del proyecto (FTf) –ambas también pueden coincidir en una tarea crítica. Las tareas críticas cuyo margen total es cero, y el camino crítico como trayecto que une las tareas críticas, así como la duración del proyecto (la suma de los tiempos de las tareas del camino crítico), aparecen también en los gráficos PERT37. [FIGURA A.33. Representación gráfica de red PERT. Ver FIGURAS A.15., A.21., A.22. y A.23. (Íbid.)] En el circuito PERT las operaciones tienen que comunicar el inicio del proyecto con el final, teniendo en cuenta que cada tarea o grupos de tareas se agrupan en niveles distintos del proyecto. Todos los arcos llevan la misma dirección, y no hay nunca retrocesos. Los nudos se enumeran de arriba abajo y de izquierda a derecha, y el último es siempre el de numeración mayor. Esto último ejemplifica cómo la metodología PERT de gestión de proyectos permite la construcción 37 Ver nota anterior. Los proyectos PERT y CPM también pueden representarse así: [FIGURA A.34. Representación gráfica alternativa de red PERT. Ver FIGURAS A.15., A.21., A.22., A.23. y A.33. (Martín, 2003: 236)] Siendo iES el tiempo más temprano de comienzo de la actividad i, iLS el tiempo más tardío de comienzo de la actividad i, ijt la duración de la actividad u operación y TF, en inglés “Time Free” el tiempo de holgura (Martín, 2003: 236-239). Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad xlix operatoria de productos teniendo en cuenta elementos similares hacia un resultado final (en tiempo) que necesariamente se compone de los mismos elementos de las anteriores. b.5. La planificación de recursos Tiempo-Coste. PERT y CPM permiten la gestión del tiempo relacionado con la ejecución de cada una de las operaciones de los proyectos a realizar en el campo económico o de las organizaciones. No obstante, en ocasiones, los tiempos de duración de las operaciones se ven afectados por la cantidad de recursos empleados en su ejecución. En consecuencia, se da un intercambio entre el tiempo de ejecución del proyecto y el coste que conlleva su realización. Supongamos (Serra de la Figuera, 2002: 128-129) que la relación entre ambos es lineal, algo que podría representarse de la siguiente manera: [FIGURA A.35. Representación gráfica simple de planificación de recursos tiempo-coste. (Íbid.: 129)] ¿Qué tiempos convendría elegir para cada actividad para terminar el proyecto en el tiempo deseado y con el mínimo coste? Es necesario conocer, de cada operación, la siguiente información: nT , o tiempo de ejecución normal. nC , o coste de ejecución normal. aT , o tiempo de ejecución acelerada. aC , o coste de ejecución acelerada. La relación [ ] [ ]nana TTCC −− representa la pendiente de la recta del gráfico anterior, o la reducción del coste al incrementar el tiempo de ejecución en una unidad (el coste marginal del tiempo), relación necesaria para conocer las actividades críticas, pues estas determinan el tiempo mínimo de ejecución del proyecto. Si se diera un retraso pequeño en alguna esto, inevitablemente, provocaría un aumento del tiempo de ejecución. Si ocurriese al revés, es decir, si se pusieran más recursos en las actividades críticas, puede que su tiempo de ejecución se reduzca y así terminar el proyecto en menor tiempo. Por regla general, primero se realiza el CPM con los tiempos normales de las operaciones para así obtener el camino crítico, la duración mínima del proyecto y el coste total normal. Tras la obtención de estos datos, el paso siguiente será fijar un objetivo de reducción del tiempo de ejecución del proyecto. Si solo existiera un único camino crítico, se escogería la actividad del camino crítico que tuviese el coste marginal más pequeño para así acelerarla. Si hubiese más de un camino crítico que permitiera la aceleración de la finalización del proyecto, se reduciría el Apéndice al Capítulo II l camino hacia la actividad con el menor coste marginal hasta que se consiguiese el objetivo de la reducción del tiempo de la actividad u operación, teniendo cuidado porque esto podría suponer la aparición de nuevos caminos críticos. Lo que ha de quedar claro respecto a las metodologías CPM y PERT (que pueden utilizarse combinadas o de manera separada para un mismo proyecto, obteniendo el mismo resultado teniendo en cuenta el tiempo de que se dispone, los medios y recursos a utilizar y el capital disponible para ello), es que son metodologías de programación relativamente sencillas en su aplicación, y adecuadas para grandes proyectos. Permiten la obtención de mucha e importante información para la planificación y control de los proyectos organizacionales y dentro del campo económico. Por su aplicación a situaciones reales (es decir, utilizando los recursos disponibles), CPM y PERT son, como tecnologías que son de gestión y planificación de proyectos dentro de la investigación operativa, unas de las más importantes metodologías cuantitativas en la economía productiva e industrial, así como en el sector servicios o en la formación profesional. La gerencia de los proyectos, gracias a CPM y PERT, puede adquirir la siguiente información: qué tareas se realizarán en primer lugar, cuándo adquirir los materiales, cómo programar la utilización de equipos, cómo realizar la programación del avance de actividades, cuántas y cuáles operaciones realizar en cada determinado momento del proyecto, determinar cuál es la situación del proyecto que se encuentra en marcha en relación a la fecha esperada de su finalización, determinar cuáles son las actividades críticas (si una se retrasara se retrasaría la finalización del proyecto) y determinar cuáles son las operaciones o actividades críticas y sus holguras. La obtención fácil de diferentes escenarios de un proyecto y su actualización en tiempo real durante su ejecución es una de las principales razones del éxito tecnológico de estas metodologías. Algunos de los programas de software más utilizados y de más éxito en la aplicación de CPM y PERT son Microsoft Project y Superproject. b.6. Modelos de transporte. Los llamados modelos de transporte entran dentro de los modelos de red representados en grafos. CPM y PERT también son modelos de red. Los modelos de transporte parten de la consideración de diversos nódulos o lugares de origen y otros nódulos o lugares de destino, entre los cuales se realizará el transporte determinado. Se colocarán sobre las aristas o arcos dos valores en caso de que la red sea valuada (Ccij , ), en donde el primer argumento sea el coste por unidad para ir del nódulo i-ésimo al j-ésimo, y en donde el segundo tenga la capacidad del arco. Las hipótesis fijadas para la resolución de modelos de transporte son la independencia de los arcos entre sí y que la red sea acumulativa (Martín, 2003: 219-223)38. c) Gestión de inventarios. La gestión o control de inventarios (o stocks) tiene una función muy concreta: cumplir a tiempo con la demanda mediante el mantenimiento frecuente, por parte de las empresas de existencias a la espera de su venta. El inventario de los productos es razonable porque asegura la recurrencia de las operaciones productivas y circulatorias en el campo económico. Los inventarios, tradicionalmente, han sido considerados por la industria y el comercio como algo necesario, pues si hay poca reserva de mercancías esto costaría interrupciones costosas en la recurrencia del sistema económico, pero si hay exceso de reservas se podría arruinar la ventaja competitiva y el margen de ganancia de cualquier negocio. En la formulación y solución de un modelo de inventario es muy importante que pueda determinarse la demanda por tiempo de unidad de una mercancía, es decir, conocerse con cierto grado de certidumbre. Puede también que 38 De la p. 223 a la 231 se describen más modelos de redes que, por razones de espacio, no trataremos aquí (como el problema del camino más corto entre un nódulo de origen y otro de destino, los problemas de flujo máximo de redes, los problemas de flujo compatible con coste mínimo y los problemas de flujo óptimo en una red de transporte). Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad li la demanda sea probabilística, por lo que será descrita por medio de una distribución de probabilidades. En la mayoría de situaciones, los inventarios implican un importante número de mercancías que varían en sus precios y valores desde los más baratos a los más caros. El problema más importante sería el cuándo y el cuánto ordenar unos bienes de un inventario. Los inventarios están compuestos por elementos que se almacenan para su venta u otros posibles usos posteriores. El objetivo de la gestión de inventarios consistiría en la optimización de recursos, hacer que los clientes reciban los pedidos que han realizado. Los sistemas de inventarios surgirían de las diferencias entre la localización de la demanda y el tiempo para su abastecimiento. Los inventarios han de asegurar que los clientes sepan que los oferentes contienen tantas unidades de una mercancía como se hayan demandado, no debiendo quedar nunca fuera de existencia. Esto ocurre en el caso de productos básicos como el pan, los huevos o la leche, en comercios minoristas. Al representar “capital inmovilizado”, los inventarios cuestan dinero. Toda cantidad de mercancías contenidas en un inventario comienza en un nivel alto, reduciéndose a medida que las unidades de las mercancías se van comercializando. Cuando baja de manera considerable, se coloca una orden que, al recibirse, hace incrementar el inventario, repitiéndose esto constantemente asegurando la recurrencia y circularidad de valores y mercancías. La cantidad de mercancías en inventario se controla con el tiempo y la cantidad de cada una de las órdenes, que no son otra cosa que un control sobre la cantidad de reabastecimiento. Por ello, lo más importante en lo que concierne a la gestión de inventarios es cuánto y cuándo ordenar nuevas remesas de mercancías. Podemos encontrar los siguientes tipos de inventarios: de materias primas, de productos en proceso de producción, de productos terminados, almacenes, cajas de banco, depósito de agua, bolsas de trabajo (incluido el SEPE39), etc. La generación del stock o inventario puede representarse gráficamente como sigue: [FIGURA A.36. Representación gráfica de un nódulo de gestión de inventarios. Ver FIGURAS A.15., A.21., A.22., A.23., A.33. y A.34. (Martín, 2003: 250)] Las definiciones de inventario son diversas (Íbid.: 250). Todas convergen en que el objetivo de la gestión de inventarios es la de determinar las reglas que pueden ser aplicadas para la reducción al mínimo de los costes de mantenimiento de existencia, cumpliendo con las demandas y contratos que permitirán la circulación de mercancías. Los inventarios permiten la independencia de las etapas productivas, el aprovechamiento de descuentos al comprar grandes cantidades de productos, el evitar la especulación o el atender de manera oportuna a los clientes cuando estos requieran un determinado bien. Los costes que genera el tener inventarios son varios, desde el coste de oportunidad hasta la depreciación de mercancías o el tener productos obsoletos, pasando por el inventariado de edificios y terrenos, de sueldos de trabajadores y costes de almacén, de seguros o de robos y de desperdicios, siempre en tantos por ciento. Los costes totales de inventarios son los de pedido, compra, desabastecimiento y de mantenimiento de inventarios en almacén. Los inventarios permiten evitar la escasez de mercancías cuando el tiempo de entrega de un proveedor es incierto. También permiten 39 SEPE: Servicio Público de Empleo Estatal en España, antiguo INEM. Apéndice al Capítulo II lii aprovechar las economías a escala, en las que con grandes pedidos pueden obtenerse los suministros a un precio menor, ahorrando costes administrativos y esfuerzos innecesarios. Además, mantienen un flujo continuo de trabajo en un medio de producción con multitud de etapas. Todo ello cuando se trata de inventarios grandes. Sin embargo, si tuviésemos mercancías inactivas del inventario que inmovilizaran capitales invertibles en otras cosas, o si las mercancías fuesen perecederas, en caso, repetimos, de inventarios grandes, parte de estas mercancías podrían perderse. Es entonces cuando el control de inventarios es necesario, pues sirve de ayuda para saber cuándo reabastecer los inventarios y cuántos artículos deberían ordenarse. Todo ello permite la determinación de cuál es la mejor forma de administrar un inventario mediante un análisis matemático adecuado, desde hace tiempo realizado gracias a complejos programas de software. A partir de estos programas se puede administrar la cantidad de mercancías del inventario y la demanda que hay de los mismos. Las demandas que pueden tratar de calcular estos programas de software aplicados a la gestión de inventarios son la demanda dependiente (cuando hay dos o más artículos, la demanda de uno sí afecta a la demanda de los otros) y la demanda independiente (cuando hay dos o más artículos, la demanda de uno no afecta a la demanda de los otros). La demanda independiente, a su vez, puede subdividirse en demanda determinística (la demanda de un artículo por período que se conoce con certeza), y la demanda probabilística (la demanda de un artículo por período que está sujeta a una cantidad significativa de variabilidad e incertidumbre). Un ejemplo de demanda determinística sería cuando en un proceso automatizado un brazo mecánico pega seis plantas de zapato a cada minuto. Los artículos en inventario serían las plantas de zapato, el brazo mecánico sería el cliente y la demanda determinística sería de seis plantas por minuto. Un ejemplo, por otra parte, de demanda llamada probabilística, sería cuando en un hospital fuese imposible determinar cuántos tipos de pacientes entrarán al hospital la semana próxima, con lo que los suministros médicos tendrían destinatarios inciertos. En caso de desabastecimientos, también llamados faltantes, estos ocurren cuando el inventario disponible es insuficiente respecto a la demanda. El mantenimiento de los niveles de inventario es una cuestión crítica si se permiten desabastecimientos, pues si las mercancías no están en tienda, entonces el cliente puede ir a otro sitio, lo que se considera una venta perdida. En una fábrica, por el contrario, si no hay materia prima, la demanda continuará hasta el próximo pedido (esto se llama pedido no surtido). El tiempo de anticipación es el tiempo entre el pedido de un bien y la llegada de estos bienes enviados por el proveedor. Estos tiempos de anticipación pueden ser determinísticos o probabilísticos. Los determinísticos son aquellos en los que se conoce en cuánto tiempo se tardarán en recibir los bienes. Los probabilísticos son, por su parte, aquellos en los que el tiempo de entrega parece ser incierto. Pueden haber descuentos por cantidad, pues en la política de pedidos pueden influir el tamaño del pedido, ya que cuantos más artículos se ordenen menor será su coste. Esto supondrá beneficios siempre que el ordenar grandes cantidades de bienes suponga un ahorro si lo comparamos con los gastos adicionales que significa manejar grandes inventarios. Respecto a la política de pedidos, esta ha de servir para determinar cuándo y como reabastecer los inventarios. Los artículos pueden pedirse en intervalos de tiempos fijos. Si la cantidad a ordenar es determinada por el nivel de inventario en el momento en que se coloca el pedido, entonces la cantidad pedida no será constante. Y por ello, será obligado hacer una revisión periódica con intervalos fijos de tiempo para poder determinar cuánto se deberá ordenar en el inventario. El pedido de un número fijo de artículos se dará cuando el inventario llegue a un nivel determinado previamente, que se llamará punto de nuevos pedidos. La cantidad de mercancías pedidas será constante, pero podrá variar el intervalo entre los pedidos (lo que también se llama revisión continua). Una constante revisión del nivel del inventario se hace necesaria para determinar cuándo hacer el pedido. Para poder determinar una óptima política de inventarios es necesaria la identificación de las características individualizadas de un sistema de inventarios. Por ello, luego habrá que estimar y comprender los componentes diversos de coste del sistema de inventarios. El coste de un sistema de inventarios se subdivide en diversos costes, y los costes son, también, precios. Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad liii El coste de organización o de pedidos, pC , es el coste fijo asociado al reabastecimiento de inventarios. Es independiente de las unidades producidas o pedidas. Al colocar un pedido, pC , puede llegarse a incluir los llamados tiempos burocráticos, necesarios para preparar los pedidos. Si se preparase una máquina (Íbid.: 253) para producir pintura de color verde, después de producir pintura marrón, podrían requerirse dos horas de trabajo para limpiar la máquina y cargar el material que se necesita para la producción. pC incluirá el coste de fuerza de trabajo y de oportunidad. El coste de compra, C, es el coste directo de compra por unidad de mercancía. Si una tienda de ordenadores realiza un pedido de 6 unidades de una computadora determinada a un fabricante, cada computadora podría tener un coste de 250 euros. El coste total de compra sería igual al producto del coste por unidad multiplicado por el número de unidades: 15006250 =⋅=⋅QC El coste podría darse en función del número de unidades pequeñas, si por ejemplo se realizase un pedido superior a 24 ordenadores portátiles cuyo coste fuese de 150 euros. El coste total de compra sería: Q Q ⋅ ⋅ 150 250 sí 24 24 > ≤ Q Q El coste de mantenimiento o conservación, mC , es el coste para cada mercancía en inventario por período de tiempo. Por regla general es proporcional al nivel positivo de inventario. Puede contener costes de almacenamiento y costes de oportunidad. Los costes de almacenamiento están compuestos por gastos generales de almacén, de seguro, de requerimiento de manejo especial, de objetos rotos, robo, etc. La estimación del coste de almacenamiento de una mercancía determinada como fracción de su coste unitario es una práctica habitual en contabilidad. El coste de oportunidad del dinero comprometido para inventario siempre podría haberse utilizado para otros gastos. La suma de las fracciones usadas para calcular los costes de almacenamiento y oportunidad se llama tasa de transferencia (i). El coste de conservación total por período y unidad de mercancía en inventario es igual a la tasa de transferencia multiplicada por el coste de unidad: CiCc ⋅= Por último, el coste por desabastecimiento, dC , es el coste en el momento en que la demanda no se cumple. Estos costes constan de un coste explícito, asociado con cada unidad de déficit, y un coste implícito, asociado a la pérdida de clientela en caso de no entregar los pedidos a tiempo, lo que influirá en pedidos futuros. Los modelos de inventario tienen como objetivo, como ya dijimos, responder a la pregunta de qué cantidad de mercancías deben pedirse y cuándo han de pedirse. Es importante, para saber la cantidad de artículos a pedir, que esta debe ordenarse cada vez que se haga un pedido, pudiendo variar con el tiempo según la situación considerara (es la llamada cantidad de pedido). En torno al cuándo pedir los artículos, depende del tipo de sistema de inventario disponible. Si el inventario requiere una revisión periódica semanal, mensual, etc., los nuevos pedidos coincidirán con el momento en que se realice cada revisión, coincidiendo con el inicio de nuevos pedidos. Si la revisión fuese continua, los nuevos periodos se colocarían en el momento en que el nivel del inventario sea inferior a un nivel especificado previamente (llamado nivel de reabastecimiento o punto de reorden). El punto y cantidad de un nuevo periodo se determinan minimizando el coste del inventario total expresado como función de estas dos variables. Los cuatro tipos de costes referidos no son incluidos de manera obligatoria en los modelos de inventarios, pues algunos costes pueden ser ínfimos por una cuestión logístico-matemática (que haga que la función de coste total sea excesivamente compleja). Hemos de añadir, además, que una demanda Apéndice al Capítulo II liv determinística puede ser dinámica (si la tasa de consumo es conocida con certeza pero variando de un periodo a otro) o estática (si la tasa de consumo es constante en el tiempo). Existen en la gestión de inventarios diversos modelos de aplicación de la misma. Los modelos de cantidad económica de lote, EQQ, representan una generalidad de situaciones y son el punto de partida para otros más complejos. Suelen aplicarse cuando la cantidad total que se pide, Q, se recibe toda ella en el mismo momento. El pedido se hace por periodo T. Hay tres tipos de modelos EQQ: el clásico, el modelo EQQ con descuentos por cantidad y el modelo EQQ de artículos con restricciones de almacenamiento. El modelo EQQ clásico parte de las siguientes hipótesis: a) La demanda es determinística y es realizada a una frecuencia constante. b) Al hacer un pedido de cualquier tamaño Q, se incurre en un coste de pedido pC . c) El tiempo de entrega para cada pedido es igual a 0. d) Los desabastecimientos no son permitidos. e) Es necesario conocer el coste de mantenimiento anual ( mC ). f) También es necesario conocer, hasta donde se pueda, la demanda anual constante de artículos del inventario (D). Este modelo, también llamado de cantidad de pedidos económicos, es el más sencillo de aplicar de todos. Se trata de un modelo matemático utilizado como base para la administración de inventarios en los que el tiempo de anticipación y la demanda de pedidos son determinísticos, no permitiendo desabastecimientos y, al mismo tiempo, reemplazando el inventario por lotes. Puede representarse gráficamente como sigue: [FIGURA A.37. Representación gráfica de los puntos en el tiempo de recibo de pedidos. (Íbid.: 255)] El nivel de reabastecimiento es el nivel de inventario a que se llega que ha de permitir realizar el pedido antes de que los gestores del inventario se queden sin productos. En muchas ocasiones no es imprescindible recibir un pedido nuevo en el momento en que este se pide, ya que puede darse un tiempo de anticipación o entrega positivo ( at ), entre el momento en que se realiza el pedido y el momento en que este es recibido, ocurriendo el punto de reabastecimiento o reorden cuando el nivel del inventario desciende a R unidades de la mercancía. Se sigue la siguiente notación (Íbid.: 256): at : Tiempo de realización del pedido para evitar quedarse sin inventario. Q: Tamaño económico del lote pedido en total de unidades. T: Tiempo para consumir el inventario máximo y tiempo entre pedidos de lotes. D: Demanda anual constante del producto. pC : Coste de pedido. mC : Coste de mantenimiento. C: Coste por unidad de producto. Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad lv maxI : Inventario máximo. I : Inventario promedio. R: Nivel de reabastecimiento o punto de reorden. N: Número de pedidos. CAT: Coste Anual Total. Esta notación puede estudiarse para dos casos específicos: el caso del modelo con reabastecimiento instantáneo sin desabastecimientos permitidos y el caso del modelo con reabastecimiento instantáneo con desabastecimientos permitidos. El modelo con reabastecimiento instantáneo sin desabastecimientos permitidos se establecería como sigue: el Coste Anual Total sería igual a la suma del coste de pedido más el coste de mantenimiento más el coste de compra: CD Q C Q D CCAT mp ++= 2 En estos modelos se suele calcular el valor óptimo de Q, T, N y CAT. Para calcular *Q (óptimo), hay que derivar CAT respecto de Q e igualar a 0: m p m pm p C DC Q C DC Q C Q D CCAT Q 22 0 2 0 2 2 ±=⇒=⇒=+−⇒= ∂ ∂ Tomando la raíz positiva, ya que el pedido no puede ser negativo, la política del inventario óptimo en este modelo sería la que sigue (Íbid.: 256): m p C DC Q 2 * = , m p DC C D Q T 2* * == , p m C DC Q D T N 2 1 * * == CD DCC DC CDC CD C DCC C DC DC CAT pm p mp m pm m p p ++=++= 42 2 22 * La representación gráfica de este modelo sería la que sigue: [FIGURA A.38. Representación gráfica del modelo CAT final. (Íbid.: 257)] En cuanto al modelo con reabastecimiento instantáneo con desabastecimientos permitidos, si a la notación anterior añadimos lo que sigue: Apéndice al Capítulo II lvi maxI : Inventario máximo (Q-S). 1t : Tiempo durante el que hay inventario disponible. 2t : Tiempo durante el que se permiten desabastecimientos. S: Número de desabastecimientos por pedido. entonces la política seguida para este modelo será realizar un pedido de Q unidades en el momento en que el inventario descienda hasta 0. La representación gráfica de esto sería: [FIGURA A.39. Representación gráfica de un modelo con reabastecimiento instantáneo con desabastecimientos permitidos. (Íbid.: 257)] El periodo de pedido entre el recibo de los pedidos vendrá dado por la suma del tiempo durante el que hay inventario disponible y el tiempo durante el que se permiten desabastecimientos: 21 ttT += El coste anual total será igual al coste de pedido más el coste de mantenimiento, más el coste de desabastecimiento más el coste de compra: CDt S Ct SQ CNCCAT dmp ++−+= 21 22 Tendríamos, por semejanza de triángulos: ( )SQ Q T t t SQ T Q −=⇒ −= 1 1 Q S Tt T Q t S =⇒= 2 2 De las dos expresiones anteriores se obtendría CAT, siguiendo: ( ) CDTN Q S CTN Q SQ C Q D CCAT dmp ++−+= 22 22 Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad lvii Al multiplicarse los sumandos tercero y cuarto por TN=1, porque está referido a un año, tendremos: ( ) CD Q S C Q SQ C Q D CCAT dmp ++−+= 22 22 El objetivo será entonces obtener las expresiones para *Q , *S , *T y *N : ( ) ( )dmdmmdm CCSSCSCQC Q S CC Q SQ CAT S +=+=⇒=+−−⇒= ∂ ∂ 0 2 2 2 2 0 Tenemos, operando, una relación entre S y Q: Q CC C S dm m + = ( ) ( ) 0 4 2 4 222 0 2 2 2 2 2 =−−−−+−⇒= ∂ ∂ Q S C Q SQQSQ C Q D CCAT S dmp Al sustituir el valor de S en la expresión anterior, obtenemos al operar lo siguiente: ( ) dm pdm CC DCCC Q + = 2 * Al sustituir el valor de *Q en Q CC C S dm m + = , tenemos: ( ) dm pdm dm m dm m CC DCCC CC C Q CC C S + + = + = 2 * Al sustituir en T y en N, obtenemos: ( ) DCC CCC D Q T dm pdm + == 2* * ( ) pdm dm CCC DCC T N + == 2 1 * * Al final, podemos calcular el Coste Anual Total así: CD CC C DCCCAT dm d pm + + = 2* Apéndice al Capítulo II lviii Hemos supuesto que el coste anual de compra no dependía del tamaño del pedido, aunque en el campo económico real esto no es posible. Por ello existen también los modelos EQQ con descuentos por cantidad. La formulación de estos modelos sigue las mismas pautas que los antes mencionados. El Coste Anual Total es igual al coste de pedido más el de mantenimiento y más el de compra. CD Q C Q D CCAT mp ++= 2 El procedimiento anteriormente seguido para calcular los valores óptimos de Q, T, N y CAT no vale aquí, por lo que hay que seguir otros procedimientos. con kCCC >>> L10 . El coste de almacenamiento pasará de mC a wCCm + , en donde w resulte ser un factor de ponderación. Entonces la función de coste será la siguiente: Si ( ) ( )QCATQCAT ii 1+> , entonces 0≥Q . Sin embargo, según el intervalo [ ]1, +jj bb se definirá solo una de estas funciones, la cual en su intervalo de definición es convexa. Por lo tanto, el mínimo global se encontrara o bien evaluado al inicio del intervalo y no como extremo derecho del anterior intervalo (ib ), o bien en un * iQ si 1 * 1 +≤≤ ii bQb . Los algoritmos resultantes serán: * jQ , calculado tal que jj bQ ≥* , hacia atrás desde j. Después se comparará ( )* jj QCAT con ( ) ( )K,, 2211 ++++ jjjj bCATbCAT , y se almacenará el mínimo. Trataremos ahora el modelo EQQ de artículos con restricciones de almacenamiento. En este tipo de modelos pueden presentarse dos casos distintos, representados gráficamente como sigue: Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad lix Caso 1 [FIGURA A.40. Caso 1 de modelo EQQ de artículos con restricciones de almacenamiento. (Íbid.: 270)] Caso 2 [FIGURA A.41. Caso 2 de modelo EQQ de artículos con restricciones de almacenamiento. (Íbid.: 270)] Si observamos estas figuras veremos que pueden presentar resultados no factibles: maxQ : Volumen disponible. Si ⇒> max * QQ Tenemos restricciones de capacidad. Si ⇒≤ max * QQ No tenemos restricciones de capacidad. Si desarrollamos el modelo para dos productos tenemos que el Coste Anual Total es igual a la suma del coste de pedir más el mantenimiento, más la compra, más las restricciones de volumen: iQkWDCQ C Q D CCAT i iii i i iii mi i i i pi ∀+++= ∑∑ ∑∑ == == , 2 2 1 2 1 2 1 2 1 Apéndice al Capítulo II lx Denotando así: K: Volumen del que se dispone. iW : Coste por unidad / año (el alquiler). iK : Volumen de la unidad. Este modelo se estudia bajo modelos con y sin restricciones. En el modelo sin restricciones, se deriva la expresión anterior respecto a Q y, al igualar a 0, obtenemos: 0 22 =++−= ∂ ∂ ii mi i i pi i KW C Q D CCAT Q Si no hay restricciones para cada mercancía el * iQ se determinará de manera independiente: iimi ipi i KWC DC Q 2 2 * + = En el modelo con restricciones, operando también con la misma expresión CAT, y contando con la restricción de volumen, tenemos lo siguiente: ∑ ∑∑∑ = === +++= 2 1 2 1 1 2 1 2 1 2 i i iiiii i mi i i i pi QkWDCQ C Q D CCAT teniendo como restricción ∑= ≤ 2 1i ii KQK . Al haber restricciones en el volumen, se hace uso de los multiplicadores de Lagrange40. La resolución del problema requiere la formación de la función lagrangiana que permita operar de la siguiente manera: ( ) ∑ ∑ = =       −+      +++= 2 1 2 1 21 2 ,, i i iiiiiii i mi i i pi kQKDCQKW Q C Q D CQQL λλ 0 2 0 111 1 2 1 1 1 1 =+++−⇒= ∂ ∂ KKW C Q D CpL Q m λ ( ) 111 11* 1 2 2 KWC DC Q m p λ++ = 0 2 0 222 2 2 2 2 2 2 =+++−⇒= ∂ ∂ KKW C Q D CpL Q m λ ( ) 222 22* 2 2 2 KWC DC Q m p λ++ = 00 2211 =−+⇒= ∂ ∂ KQKQKL λ 40 Muy utilizados en los problemas de optimización, pues permiten encontrar los máximos y mínimos de funciones de diversas variables que están sujetas a restricciones. Se reducen los problemas restringidos con n variables a problemas sin restricciones de n+k variables, siendo k equivalente al número de restricciones, cuyas ecuaciones pueden resolverse así de manera más sencilla. Las nuevas variables, una para cada restricción, son los multiplicadores de Lagrange. Los puntos donde la función tiene un extremo condicionado con k restricciones, se encuentran entre los puntos estacionarios de una función nueva sin restricciones, la cual está construida como una combinación lineal de la función. Los coeficientes de las funciones implicadas en las restricciones son multiplicadores. Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad lxi De esta forma, obtenemos un sistema de tres ecuaciones con tres incógnitas, teniendo que calcular primeramente λ, obteniendo las soluciones siguiendo el método de ensayo y error. Para poder determinar la demanda constante de productos, la gestión de inventarios recurre a la suposición de haber recibido diversas y sucesivas demandas durante determinados periodos de tiempo, calculando su coeficiente de variación. Si este es menos del 20%, la hipótesis de la demanda constante podrá utilizarse. Si no, se hará uso de la programación dinámica. La gestión de inventarios también puede utilizarse para los casos de producción conjunta de lotes de artículos utilizando la misma maquinaria. Suponiendo que se reciban las mercancías o artículos para inventario a una tasa constante con el tiempo, al tiempo que se consumen las unidades de cada mercancía, pueden producirse lotes de un solo producto o de varios. En el caso de lotes de producción de un solo producto, podría representarse gráficamente como sigue: [FIGURA A.42. Representación gráfica de lotes de producción de un solo producto. (Íbid.: 263)] Siendo: p: Tasa de producción constante. d: Tasa de demanda diaria constante. * iD : Demanda anual del producto i-ésimo. pt : Tiempo de producción para un lote de artículos. T: Tiempo entre el inicio de los lotes de producción. La formulación del modelo sería el cálculo del Coste Anual Total igual a la suma del coste de pedido más el de mantenimiento más el de compra. Siguiendo el mismo tipo de operaciones anteriores, obtenemos: ( ) ( ) ( ) 01 2 1 22 2 2 max max max =      −+−= ∂ ∂ +      −+=+−+= =⇒= −=−=⇒=− ++= p dC Q D CCAT Q CD p d Q C Q D CCDdp p Q C Q D CCAT p Q t t Q p dp p Q dptI t I dp CD I C Q D CCAT m p m pmp p p p p mp Al operar se llega a la solución óptima para Q, N, T y para CAT, de esta manera: Apéndice al Capítulo II lxii ( ) CD p d C DC dp p Cp d DCC CAT p d DC C N T C p d DC Q D N p d C DC Q m pm pm m p p m m p +       − −+       − =       − ==       − ==       − = 1 2 22 1 1 21 , 2 1 , 1 2 * * * * ** En el caso de la producción de varios lotes (n lotes), se puede representar gráficamente así: [FIGURA A.43. Representación gráfica de producción de varios lotes. Ver FIGURA A.43. (Íbid.: 264)] Calculamos como sigue: ∑∑∑ === ++= n i ii n i mi i i n i pi DC I C Q D CCAT 1 max 11 2 Podemos obtener la siguiente expresión: ∑∑∑ === +      −+= n i ii i i n i m i i n i pi DC p d Q C Q D CCAT 1 1 1 1 1 1 2 Ya que el número común de lotes de producción es ii QDN = , entonces la expresión anterior quedaría de manera siguiente, lo que permitiría obtener el *CAT : Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad lxiii ( )       − ==       − = =      −−= ∂ ∂ +      −+= ∑ ∑ ∑ ∑ ∑∑ ∑∑∑ = = = = == === i i n i mi i n i pi iin i pi i i n i imi i i i n i mi n i pi n i ii n i i i imi n i pi p d C DC NDQ C p d DC N p d DC N C N CAT DC p d DC N CNCAT 1 2 2 1 01 2 1 1 2 1 1 1** 1 1* 1 2 1 111 Otro modelo de gestión de inventarios es el modelo de inventario con demanda aleatoria. Si la variable de la demanda, D, es una variable aleatoria, podemos considerar dos casos, el discreto y el continuo. En el caso discreto, si tenemos una variable D aleatoria con función de densidad f(d), y una función de distribución acumulativa F(d), el coste esperado se podrá calcular así: [ ] ( )∑ = = n i ii dfdqdCE 1 , Esto podrá representarse gráficamente de la misma manera: [FIGURA A.44. Representación gráfica de modelo de inventario con demanda aleatoria. Ver FIGURAS A.42. y A.43. (Íbid.: 269)] Ahora necesitaríamos encontrar un q que satisfaga [ ] [ ] 01 ≥−+ qCEqCE . Dependiendo de la situación en que nos encontremos, se pueden presentar los siguientes casos: a) Que al pedir una unidad más de un artículo, esto es, q+1, se incurra en un coste de sobreabastecimiento (esto es, que qd ≤ ), lo que llamaremos 0C . Se expresaría algebraicamente así: [ ] ( ) ( )11 0 ++≤=+ qCqDPCqCE Apéndice al Capítulo II lxiv b) Que al pedir q unidades se incurra en un coste de desabastecimiento (esto es, que qd ≥ ), lo que llamaremos uC . Se expresaría algebraicamente así: [ ] ( ) ( )[ ] CqqDPCCqqDPCqCE uu +≤−=++≥= 11 Al restar las expresiones anteriores obtenemos lo siguiente: [ ] [ ] ( )( ) [ ] ( ) ( ) ( ) u u uuuu CC CC qF CCqFCCCCCCqDPqCEqCE + − ≥ ≥−++=+−+≤=−+ 0 * 00 01 De la expresión ( )*qF deducimos que CCu ≥ . Aquí hay que buscar la cantidad óptima *q . Por su parte, en el caso continuo, el cálculo de la cantidad esperada sería como sigue: [ ] ( ) ( )[ ] ( ) [ ] ( ) ( ) ( ) ( ) ( ) ( ) ( ) ( ) ( ) ( )[ ] ( ) ( ) ( )[ ] ( ) u u uuuu uu u q q q uu u CC CC qFCCqFCCqFCCqFCC qxPCqxPCCqxPCqxPCC dxxfCdxxfCC dxxfCdxxfCdxxfCdxxfCCCCE q xfqxCxqCCqqdCE + − =⇒=++−=+−+= =≤−−≤+=≥−≤+= =−+= =−+=++= ∂ ∂ −+−+= ∫∫ ∫ ∫ ∫∫ ∫ ∞ ∞ ∞∞ ∞ 0 * 00 00 000 0 0 00 0 0 0 0 1 , Por tanto, de la expresión ( )*qF se puede deducir, de la misma manera que en el caso discreto, que CCu ≥ . Y es ahí donde hay que buscar la cantidad óptima *q . También existe el llamado inventario de seguridad, el cual puede representarse gráficamente como sigue: [FIGURA A.45. Representación gráfica de inventario de seguridad. Ver FIGURAS A.42., A.43. y A.44. (Íbid.: 271)] Para estimar la fórmula del inventario de seguridad se calcula el rango ( minmax DDR −= ), se estima la varianza ( ( )22 6R=σ ) y se toman ±3 desviaciones típicas de una variable aleatoria con distribución N(0,1). Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad lxv Denotando el tiempo de entrega del producto (Et ), y la variabilidad del inventario ( ( )222 6RS == σσ ), se estimará el inventario de seguridad como sigue: ( ) EE tRRtSS 362 == Otro tipo de modelo de gestión de inventarios es el modelo de inventario probabilístico discreto. En este modelo tampoco se permite el desabastecimiento, hay un coste de material constante C, un coste de pedido pC , un coste de mantenimiento mC , una demanda (la probabilidad de que una unidad concreta de un producto sea pedida en un periodo de tiempo [ ]dttt +, es ( )dtodt +µ ; el que sea demandada una mercancía es independiente de que se demande cualquier otra, pues la probabilidad de que se hagan dos pedidos en [ ]dttt +, es o(dt)), y una política (cuando el nivel de inventario haya descendido hasta s, entonces se pide Q y se eleva el nivel hasta s+Q=S. El Coste Anual Total resulta de la suma del coste de pedido, más el de mantenimiento más el de compra, estableciendo mediante esta suma el modelo. En estado estacionario se representa de la siguiente manera: [FIGURA A.46. Representación gráfica de modelo de inventario probabilístico discreto en estado estacionario. Ver FIGURAS A.42., A.43., A.44. y A.45. Ver FIGURAS A.15., A.21., A.22., A.23., A.35., A.36. y A.37. (Íbid.: 272)] 41 Otro modelo es el modelo de inventario con revisión periódica. Si hay un nivel de inventario iY en un instante it determinado justo antes de realizar un pedido, y el nivel de inventario positivo y-z es negativo, se definirá este modelo de inventario conociendo la demanda de artículos de cada periodo pero no como está distribuida en un inicio en el inventario, pues tiene una demanda td durante un periodo t-ésimo, y hay varios tipos de desabastecimientos permitidos (el coste por unidad negativa de inventario al final del periodo de tiempo t-ésimo). Hay además un coste de material de almacenimiento por unidad de inventario positivo al final del periodo t- ésimo, y una política de determinación de la cantidad pedida al inicio del periodo t-ésimo a un coste total mínimo (Íbid.: 274-275). El último tipo de modelo de inventario es el de pedidos conjuntos. Tiene un coste de pedido, no permite ciertos tipos de desabastecimiento, tiene una demanda durante un periodo t-ésimo, un coste de almacenamiento y una cantidad progresiva de artículos a pedir. No se permite la escasez, por lo que la solución óptima se obtiene de entre los pedidos demandados durante varios periodos al inicio de un grupo de los mismos (Íbid.: 276). d) Programación dinámica. Las metodologías de optimización dinámica, o programación dinámica, fueron desarrolladas por el matemático aplicado estadounidense Richard Bellman en 1957. Desde ese año, la programación dinámica se ha utilizado primordialmente en el planteamiento de modelos llamados de macroeconomía dinámica. Estas metodologías son unas técnicas matemáticas aplicadas tecnológicamente y utilizadas para la solución de problemas matemáticos seleccionados. La programación dinámica proporciona procedimientos sistemáticos que permiten la maximización 41 Un ejemplo del mismo lo tenemos desarrollado en la obra citada en Martín (2003: 272-274). Apéndice al Capítulo II lxvi de la efectividad total de las organizaciones que la aplican, cuando se descompone un problema en etapas, las cuales pueden completarse mediante una o más formas o estados, enlazando cada etapa mediante cálculos recursivos. Las etapas pueden definirse como la parte del problema de programación dinámica que posee un conjunto de alternativas mutuamente excluyentes, de las que la mejor alternativa será señalada. Por su parte, los estados pueden definirse como las condiciones distintas posibles en las cuales puede encontrarse el sistema en cada etapa del problema, el reflejo de la condición de las restricciones que enlazan las diversas etapas. Es, por tanto, la ligazón entre etapas, y su número puede ser finito o (idealmente) infinito. Si cada etapa se optimiza de manera separada, el resultado es factible automáticamente para el problema completo, el cual puede dividirse en etapas, y en cada una de ellas habrá un número de estados asociados. Lo que en una etapa se realice transforma el estado actual en el estado de la siguiente etapa. Esto afecta a las posibles decisiones que puedan tomarse en ella. Dentro de la programación dinámica un problema clásico es el denominado problema de la mochila, el cual es un tipo particular de programación entera con una única restricción (Íbid.: 315-316). La programación dinámica no tiene una formulación matemática estándar para todos los casos, su enfoque es de tipo general para la solución de problemas. Las ecuaciones específicas utilizadas han de desarrollarse para poder representar cada situación de manera individualizada. De manera habitual el problema se resuelve por etapas, y en cada una de ellas interviene únicamente una variable de optimización. El principio de optimalidad es la teoría unificadora fundamental de la programación lineal. Básicamente indica el modo de resolver de manera adecuada un problema descompuesto en etapas haciendo uso de cálculos recursivos. Una política óptima será aquella en que, con independencia de las decisiones tomadas para alcanzar un estado particular en una etapa particular, las restantes decisiones constituyan una política óptima que haga abandonar ese estado. Desde el punto de partida al punto final, la trayectoria final tiene la propiedad de que ha de ser la óptima desde el punto de partida hasta un punto intermedio para cualquier punto intermedio. El desarrollo de todo problema de programación dinámica necesita de un cierto grado de creatividad y un buen conocimiento de la estructura general de los problemas de programación dinámica, que permita reconocer cuándo y cómo puede resolverse un problema mediante estos procedimientos. Es necesario indicar las principales características de los problemas de programación dinámica para poder reconocer situaciones en que puedan formularse: a) Los problemas de programación dinámica pueden dividirse en etapas que requieran una política de decisión en cada una de ellas. b) Ha de haber en cada etapa un número determinado de estados asociados a ella. c) El efecto de la política de los gerentes en cada etapa será transformar el actual estado en otro asociado en la etapa siguiente, pudiendo hacerse esto de acuerdo a una función de distribución de probabilidad. Los problemas de programación dinámica pueden interpretarse en términos de redes, y cada nódulo de la red puede corresponder a un estado, estando la red formada por columnas de nódulos, correspondiendo cada columna a una etapa. El flujo que salga de un nódulo puede únicamente ir a un nódulo a su derecha en la siguiente columna, en otro estado. El valor que se asigne a cada rama que una dos nódulos puede interpretarse como contribución a la función objetivo que se obtenga si se pasa por esos estados. El problema será entonces encontrar la ruta con el mínimo valor asociado, o bien con el máximo valor asociado. El procedimiento de solución se diseñará para poder encontrar una política óptima para el problema en su totalidad, que permita adoptar soluciones óptimas en cada etapa para cada uno de los posibles estados. Las tablas de cálculos de cada etapa serán útiles para casos en los que haya un estado determinado que no esté en la ruta óptima, tratando de conseguir la ruta óptima partiendo de ese estado en que se está. Dado el estado actual, la política óptima para las restantes etapas será independiente de la política que se adopte en anteriores etapas, lo que se llama principio de optimalidad para la programación dinámica o propiedad markoviana. La solución comienza cuando se encuentra la política óptima para la última etapa, algo que suele ser trivial, resolviendo el problema de atrás hacia delante. Además, se dispone de una relación recursiva que permite identificar la política Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad lxvii óptima para la etapa n, dada la política óptima para la etapa n+1. La forma de la relación recursiva es distinta de un problema a otro. En los problemas de programación dinámica tenemos: nx : La variable de decisión en la etapa n. ( )nn xsf , : El valor de la función objetivo dado que el sistema está en el estado s de la etapa n. Entonces se toma la decisión nx . ( )sfn * : El valor óptimo de ( )nn xsf , sobre todas las nx posibles. Hay dos formas de plantear la fórmula de recursividad en los problemas de programación dinámica: la recursividad de retroceso y la recursividad de avance. En la recursividad de retroceso el problema se resuelve partiendo de la última hacia la primera etapa, siguiendo el recorrido inverso en la recursividad de avance. La relación recursiva tendrá siempre una de estas dos formas: a) ( ) ( )[ ]nnn xsfsf ,max* = , el máximo tomado sobre todas las nx . b) ( ) ( )[ ]nnn xsfsf ,max* = , el mínimo tomado sobre todas las nx . Las formulaciones de avance y retroceso son equivalentes en términos de cálculo. No obstante, existen situaciones en las que se daría alguna diferencia, según la formulación que se utilice, en la eficiencia del cálculo. Las etapas, en este caso, se designan en base al estricto orden cronológico de los periodos que ellas representan y, por tanto, la eficiencia de los cálculos dependerá de si se utilizan fórmulas de retroceso o de avance. La programación dinámica puede estudiarse en el campo de la llamada programación dinámica probabilística o de la programación dinámica determinística, siendo más habitual esta última (Íbid.: 318-321). La formulación básica de la programación dinámica en el campo económico es la siguiente: ( ) ( ) ( ) 0 0 ,2,1,0, , 1 0 1 1 0 ≥ ≥ =∀≤ += + + + = ∑ t t T ttrT Ttt T t t st u y librey dadoy Ttuygy yZuyfVMax K Los problemas de programación dinámica pueden desarrollarse en tiempos discretos o en tiempos continuos. La programación dinámica en tiempos continuos involucra el conocimiento de ecuaciones diferenciales parciales. Los elementos de la formulación de encima de este párrafo son los mismos que los que componen el control óptimo. Las variables tt yeu ,, son, respectivamente, variables de control y estado. La función ( )⋅g es la ecuación de movimiento o transición. La función ( )⋅f es la función de retorno, equivalente a la función intermedia. V es la función funcional objetiva. En programación dinámica, si un mismo problema se puede plantear mediante programación dinámica y también mediante control óptimo, no obstante, se da una especie de especialización. En los problemas en los cuales el tiempo sea continuo y las variables sean determinísticas se empleará usualmente la técnica de control óptimo, mientras que en los que el tiempo sea discreto y las variables estocásticas, la técnica empleada será la de la programación dinámica. Además, mientras que en el control óptimo se puede obtener una solución analítica de una forma sencilla para las variables analizadas, en la programación dinámica pueden obtenerse, partiendo de condiciones de primer orden del problema de programación dinámica, características cualitativas sobre el proceso de optimización intertemporal. Únicamente bajo formas funcionales específicas de la ecuación de movimiento y de la función de retorno pueden obtenerse soluciones analíticas bastante simples para la formulación anterior. Si ocurriese al revés, las trayectorias de las Apéndice al Capítulo II lxviii variables de control y de estado pueden obtenerse partiendo de métodos computacionales o numéricos. En programación lineal, las variables de control óptimas son de circuito cerrado (en inglés, closed-loop control). Dependen de la variable de estado ty y, al tiempo, de la variable temporal t. Mientras que en el caso de control óptimo, las variables de control son de circuito abierto (en inglés, open-loop control). Estas variables últimas dependen en exclusiva del tiempo. La estrategia para determinar el valor del control óptimo para un valor dado de la variable de estado se llama función de política (policy function, en inglés), representándose mediante la función ( )tt yhu = . Mediante esta función se puede resolver la formulación de arriba (Íbid.: 322- 335). e) Programación estocástica. Finalizamos este Apéndice dedicado al análisis y clasificación de la investigación operativa aplicada al campo económico con la programación estocástica (Cerdá & Moreno, 2004: 3-19). Este tipo de programación trata sobre problemas de programación matemática en los que aparecen elementos estocásticos. Mientras en programación lineal todos los coeficientes o datos son conocidos, en programación estocástica dichos datos (o uno de ellos exclusivamente) se desconocen, aunque pueda estimarse su distribución de probabilidad. La programación estocástica trata de ofrecer soluciones para problemas formulados conectados con sistemas estocásticos, en los cuales el problema numérico que resulta, y que ha de ser resuelto, es un problema de programación matemática compleja. Este tipo de problemas, además, mediante el estudio de las propiedades estadísticas de valor óptimo aleatorio o de otras variables aleatorias que pueden encontrarse en el problema, o bien mediante reformulación del problema en otro de decisión en el que se tiene en cuenta la llamada distribución de probabilidad conjunta de parámetros, presenta variables llamadas “aleatorias”. Llamadas así por falta de fiabilidad en la recogida de datos, por errores de medición, porque se esperan eventos futuros en el proyecto (operaciones o actividades diversas) que son desconocidos, etc. Los inicios de la programación estocástica se remontan a 1955 (prácticamente, la mayoría de metodologías de programación lineal se desarrollan en los primeros años de la Guerra Fría), con los trabajos de matemáticos como E. M. L. Beale o el citado George Dantzig, así como el premio Nobel, Harry Markowitz (desarrollando aplicaciones interesantes a los problemas de selección de carteras). Michael Demptser organizó en Oxford, Reino Unido, la primera conferencia internacional sobre programación estocástica en 1974. La segunda fue en Köszeg, Hungría, y la organizó Andra Prekopa en 1981, poniendo además en marcha en aquel mismo año y a raíz de esta conferencia el COSP (Committee of Stochastic Programming), rama de la Mathematical Programming Society. El COSP organizó las conferencias sucesivas sobre la materia, organizadas en Berlín, Alemania, en 2001, y Tucson, Arizona, en 200442. Los problemas de programación estocástica suelen tener la siguiente formulación: ( ),,min 0 ξ vv xg x sujeto a ( ) , ,,2,1,0, Dx mixgi ∈ =≤ K vv ξ El conjunto ξ v ,nRD ⊂ es un vector aleatorio que se define sobre un conjunto sRD ⊂ . Al estar dados una familia de eventos F, formada por subconjuntos de E con una distribución de probabilidad P, que se define sobre F, para cada EA ⊂ es FA∈ , siendo la probabilidad ( )AP conocida. Se supone además que las funciones ( ) ixRExgi ,,:, ∀→⋅v son variables aleatorias cuya distribución de probabilidad P resulta independiente del vector de variables de decisión x. 42 Pueden consultarse sus actividades en: http://stoprog.org/. Dependiente: http://www.mathprog.org/ Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad lxix En el problema formulado (PE) para cada realización ξ del vector ξ v aleatorio se obtiene un problema determinístico. El vector Dx∈ es factible para una realización de un vector aleatorio, y sin embargo no serlo para otra realización. Para una realización 1ξ el vector factible es ( ) ( )12 0 11 0 ,, ξξ xgxg < . Para otra realización 2ξ del vector aleatorio ξ v , el vector es ( ) ( )21 0 22 0 ,, ξξ xgxg < . Existen dos modelos fundamentales de programación estocástica: a) Modelos “wait and see” (esperar y ver, en español). Son modelos de programación estocástica pasiva, que se basan en suponer que existe, por parte de los decisores implementadores del modelo, la capacidad de espera a la realización de variables “aleatorias” en el sentido de este tipo de programación con restricciones probabilísticas y función objetivo aleatoria (Íbid.: 5-19), con información plena de esta realización, convirtiendo así el problema en determinístico, pudiendo encontrar el valor óptimo de las variables de decisión mediante técnicas comunes de programación matemática determinística. Interesará conocer, por consiguiente, la distribución de probabilidad del valor objetivo óptimo –o si acaso, algunos de sus momentos, como la varianza o el valor esperado, previamente al conocimiento de la realización de las variables no determinísticas; este tipo de problemas se denominan problemas de distribución-. b) Modelos “here and now” (aquí y ahora, en inglés). Son modelos de programación estocástica pasiva. Aquí no se conoce la realización de las variables aleatorias, pero esto no afecta a su distribución de probabilidad. Apéndice al Capítulo II lxx Labor, Utility and Truth: the influence of the techniques and technologies of operational research in the conformation of commercial prices and their impact on the value theories. A coomparative analysis from the Theory of Categorical Closure. 1. Introduction. The discussion about how to make up the prices of the goods, discussion both academic as well as mundane and that involves both academics as mundane, it might seem a resolved discussion on the basis of a mere observation of the economic field at the level of pragmatic academics that governs in the vast majority of Colleges and University departments of Political Economy of our present. Situation which, in principle, climbed up in the beginning to the last third of the XIXth century with the so-called "marginalist revolution" that has evolved with certain downs until its final settlement as "paradigm" in dominant microeconomics after the fall of the Soviet Union in 1991 and until today. However, if anything has been historically demonstrated in the quicksand-like "human sciences" fields is that the appearance of academic policy consensus about a given issue does not imply its material truth, because the scientific truths in the "human sciences", if they are strictly scientific, already makes them "natural sciences" or "formal sciences", and if not make them "natural" or "formal sciences", then the degree of scientific truth in the "human sciences" will have to be clarified by following rigorous research methodologies that necessarily have overwhelm their own field in that these truths are formed and discussed. And it is here where the status quaestionis about the scientific truth of the theories of economic value is presented with greater clarity: the discussion about what constitutes truly the prices of the goods that people produced, distributed, exchanged, changed, and consumed in the economic field has overflowed historically the proper field of Political Economy in general and the microeconomics field in particular since even before the birth of the Political Economy as a discipline of knowledge. Ancient philosophers like Plato and Aristotle were wondering about the value of the things that men manufactured, of the estimation that men had about the same things and the usefulness of these things could be in the framework of increasingly complex human societies, as were the Greek Polis of its time. These questions have attempted to be answered by a multitude of philosophers after the two great Greek thinkers, from the medieval scholasticism to the pioneers of the philosophical modernity and the Enlightenment through to its contemporary critics, and from the more rationalistic to the more irrationalist philosophical schools, and from the more idealistic and subjectivistic to the more materialistic schools. The analysis of things and Labour, Utility and Truth - English abstract lxxii their economic value, and how their economic value influences the social (cultural, political) utility and (anthropological) staff of those things, remains today necessarily focused from an interdisciplinary perspective, in both the philosophers were still wondering why, influencing in the economists and the latter to the former, even doing that many philosophers would evolve to become economists (Marx would be the most characteristic case) or that many economists do so strictly Philosophy sometimes without stating it, forcefully (von Mises and his theory of human action). Today, many contemporary economists are still trying to answer this question: what makes up the prices of the goods. But not only them are trying to elucidate it, even taking into account the current neoclassical academic domain, but which remain the philosophers and teachers of philosophy, but also political scientists, sociologists, anthropologists, historians, engineers and other professionals to discuss, or bring to the discussion, various concepts and ideas that help to deal with a topic much vast than what apparently it might seem. Because to elucidate what makes commercial prices is necessarily, from our point of view, an interdisciplinary debate that goes beyond Political Economy, and to take part by one of the two theories that attempt to explain this conformation (the theory of labor-value and the theory of marginal utility) at the same time involves positioning, to a very high degree, by conceptions about the ideas of society, culture, science, the idea of man, of the world, of the State, about the stablest and effectiveness form of social and political organization, and even the fairest (involves a different ethical and moral positioning). All of this means to take into account not only the economic relations between the people, but also the relations that Political Economy has with techniques, science, technology, culture and History, as well as with Philosophy. Until now, both theories of value in Political Economy, the margiutilitarist approach (theory of marginal utility) and the labor-value theory tried to explore the subject of the value of goods and services from the own subject-object relations called Epistemology, a branch of Philosophy that has traditionally served as a basis to various philosophies of science historically developed as the theoreticism (Karl Popper), the adecuationism (structuralist philosophy of science) or the descriptionism (Vienna Circle) (Bueno: 1992-93). However, to check the factors that a theory of value had more in mind compared to another (in the margiutilitarism, the dialectical utilitarian pleasure-pain relation and his influence on the prices and the goods; in the theory of work-value, the technological influence in the shaping of the economic value regardless of this utilitarian dialectical relation), and to understand that the resolution was far from being easy on the basis that these three approaches shared a epistemological paradigm of dialectical twofold subject- object relation, it could be possible to understood that perhaps another different philosophical approach could help to elucidate the discussion. So we decided to choose as a theoretical tool of analysis in this case, and as an alternative to Epistemology, the Theory of Categorical Closure, one of the most important contributions of the philosophical work of spanish philosopher Gustavo Bueno, father of the so-called by him philosophical materialism, whose parameters of analysis i Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad lxxiii have taken as a guide for this PhD research, specially because of the novelty of his philosophical approach to science as an alternative to Epistemology, that can be read on his recent english- translated book Sciences as categorical closures ([1995] 2013). Bueno understands that while the epistemological approach has its raison d'être and its usefulness, is inadequate to deal with the question of elucidating how are conforming scientific truths, an essential question for any scientific discipline, including the "human or social sciences". The materialistic and circularistic gnoseology of Gustavo Bueno, compared to the traditional subject-object Epistemology, takes into account three factors, consistent with its materialistic system: he matter which analyze a specific scientific discipline, the manner (form) in which the matter is analyzed and discussed the and the truth resulting from this conformation that is always objective and historic. Matter, form and truth are the pillars of fundamental analysis of the theory of the categorical closure (TCC from now), or what is the same, of the gnoseological circularistic materialism of the philosophical materialism of Gustavo Bueno. The reason to choose this approach to address the issue of the theories of value is by seeing how far can be developed an analysis from the gnoseological circularistic pilars of matter, form and truth in both theories of value, on the basis of that the theory of marginal utility (TMU) is a philosophically idealist and subjectivist theory of value, and the theory of labor-value (TLV) is a materialist theory of the value. In this way, trying to be faithful to the methodology of materialist analysis of Gustavo Good based on the analysis of surgical operations which can lead to objective linkages in the form of specific gnoseologic fields, we have tried to develop this research by a method that is so materialistic as dialectical and scholastic, of description of the facts of both ontological and gnoseological basis that underlie this gnoseological circularistic analysis, as are the techniques and technologies of rationalizacion of the relations of production that historically have helped to the formation of the economic field, as well as an analysis of the theoretical underpinnings of both theories of value. These methodologies of analysis which have greatly influenced in Gustavo Bueno allow an analysis of the issue clearly interdisciplinary, both economic and political and philosophical, as well as historical, anthropological, sociological and political. 2. Science and Reason in Political Economy. The emergence of sciences from the techniques and technologies: the emergence of Political Economy. Our starting premise is as follows: the various scientific disciplines historically developed have emerged and are emerging from previously developed techniques and technologies, of whom do not derive from necessarily, but if so required. This premise requires to define what we Labour, Utility and Truth - English abstract lxxiv understand by science, both in a historical as in logical-material sense, in a gnoseological sense, not only epistemological. The idea of science has not had the same meaning in each historical era. We will focus on the definition of science that can be derived from its effectove historical development, an unequivocally modern development, because it is in the Modern and Contemporary Ages when scientific disciplines have taken its categorical body, when it have formed their own particular fields. The idea of science, in its modern sense, would designate each of the elements to stand of each of the fields in the various sciences. This sense of history of the formation of the sciences, however, will have to discard any theory that tries to derive the categorical sciences of a pre- scientific (philosophical) idea, even taking into account the dialectical relations between science and Philosophy. Actually, any definition of science has to come from the actually existing already sciences in progress, and not other way around. Geometry, one of the first historical scientific disciplines, (not modern in a historical sense, but already yet a formal science with a determined and specific field of action) already existed prior to the definition of science in general, and Geometry in particular, of classical philosophers as Plato or Aristotle (Íbid.: 23). But even with the Geometry conformed as formal science already in Antiquity, it is anachronistic to apply the idea of science in the modern sense in the Ancient Age. If anything, we could say that he had "familiarization with pre-scientific cells" (ibid. : 25) forming in various fields, for example having familiarization with cells in antiquity that would place subsequent to the physical (with figures such as Eratosthenes Archimedes or), or Geometrical Astronomy. We have said that the thesis of the historic formation of the various scientific disciplines in the Modern and Contemporary Ages is inseparable from a gnoseoligical thesis on the idea of science in the modern sense, in which the relationship between the subject and the object is referred to a third part: Truth, as scientific identity, the third element that, for the TCC, allows us to distinguish gnoseology of epistemology (Íbid. : 25). How to get to that truth in science in general, and in the Political Economy in particular, according to the TCC, is what we attempt to explain, in general, in this research. The theory of the categorical closure assumes that the categorical sciences do not come from the Philosophy, but of the (categorical) techniques and technologies, at the same time that give rise to the development of new technologies ( "the scientific and technical revolution" ). The philosophy of our Hellenic tradition, in contrast to the philosophies of different traditions (India, China), is largely shaped by the Geometry, by how much it wants to be a "Geometry of Ideas" (of the ideas that cross the categories and open up the road through them). That the "first philosophers" (such, Pythagoras, Anaxagoras, Plato ... ) were great geometers does not have to mean both that Geometry is the outbreak of Philosophy but rather the reciprocal. And as I would say that it springs from any of the other. Philosophy and sciences have different sources, but Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad lxxv sources called to converge (sometimes with turbulences) and its converge could change each other (Íbid.: 2). Even being anachronistic attempting to talk of the idea of science in the modern sense applying it in ancient times, it is possible to analyze the formal sciences such as Geometry having arisen in this age from a modern, gnoseological, idea of science, because the source of the Geometry is also technological, which specifically would have its origin in the techniques and technologies used by the surveyors or the masons, and this allows to square its origin with our theory of the origin of the scientific disciplines. When Physics, thanks to Newton, was constituted as a science in a new meaning, through and thanks to Euclid's Geometry, although applied to entities in terms of time, it was possible then to think and define a new idea of science, and begin to wonder, in a sense also new, by the nature of sciences. Not in vain, from Newton irreducible sciences could only be set to its mechanical, such as Chemistry, Thermodynamics and Non-Euclidean Geometries. In dialectical sense, one could argue that the sciences would emerged, as we have already said, of the techniques and technologies and all of them would give rise to its time, also in dialectical sense, to new technologies and new scientific disciplines, what has been called the "scientific and technical revolution" (Íbid.: 2). The idea of science has a history and a relatively recent time of crystallization. The sciences are institutions, or complex sets of institutions, historically developed, as well as each of their components and personal materials (Bueno, 2005a: 3-52) (a balance, a telescope, a test piece, would also institutions). Institutions also would be the same scientists (operative subject, also in materialistic terminology), their scientific works and the gnoseological subjects that operate with objects (other institutions) that allow them to perform experiments. But always be institutions of its own categorical closed but not sealed field of each of the scientific disciplines, such as architecture institutions are the workers, architects or renters who inhabit a home. Because of being suprasubjectives, scientific institutions act and develop over the individual subject, of its willingness, even when scientific knowledge is always related to the individual subject, because it is the one who knows, sees, hears, recalls and have reasonable carachteristics, something that you cannot be made by a social subject, which also is suprasubjective. In short, the idea of production (assembly, construction) applied to the analysis of the formation of science allows to retrieve terms like explain or predict. The scientific prediction would be a feature intended toward the future (a horizon), which immediately will have to revert to the past (a "retrodiction" ). The prediction and the retrodiction would be a unit that would return to the idea of production that would act encompassing prediction and retrodiction. Labour, Utility and Truth - English abstract lxxvi The Political Economy, not being itself a given categorical science as are the formal and the natural sciences, something that happens to all the so-called "social or human sciences", does not have a single origin and technological exclusively. The constitution of the various special sciences, linked to the written language, received a decisive influence of the (technical) process of differentiation between classes of professional specialists (craftsmen, engineers, specialists in religion, etc. ), that occurred at the same time that the modern process of division into social classes, complexing political societies a lot in logical and formal meaning, but without arriving to be confused with it. This process culminated in the Modern Age with the beginning of the constitution of various disciplines of knowledge up to the present, giving rise to a plurality of particular sciences, relatively autonomous of each other, among which a categorial relations which may not be reduced to something already only grammar, and written language. In this way, the categories are beginning to be the scientific space itself of the human understanding, during or after the process of constitution of the historical- cultural sciences themselves and their categories. When a new category is scientificly established, the process is called "close categorial" (Íbid.: 20-21). And this process is a historical, institutional, sociological, anthropological and, on the other hand, also logical-material (not only logical- formal) and gnoseological process. All the special sciences, and this is also an evidence of its technical origin come from the craft trades differentiated (also the formation of social classes). Scientific categories are developed based on a tradition own guild (Íbid. : 26). The process of closure of these sciences is done when establishing an operating system of relationships that, in origin, has power to lead to new terms within the same system or field. During the course of this process disconnections will occur with other fields. These disconnections are not principles of closure, but their results, exercised explicitly or implicitly. This is a dialectical mechanism by which it is set up (and creates) a rational new category. The positive reality of things is that it allows the separation of these things. The Political Economy until the end of the XIXth century and the beginning of the XXth century, and without its theoretical formation during the Modern Age in full mercantilism with William Petty or Quesnay as preeminent figures, was developed especially by philosophers, and not only by those already appointed Descartes, Leibniz and Malebranche. The terms of this discipline were handled by "professional philosophers" (Íbid. : 33) such as Plato, Aristotle, St. Thomas Aquinas, Nicolas Oresme, Luis de Molina, Juan de Mariana, Francisco Suárez, David Hume, Adam Smith (creator of an influential theory of moral sentiments), John Stuart Mill, Karl Marx or William Stanley Jevons, among others. It is agreed that the birth of professional economists occurs with the systematization and institutionalization of the academic discipline that development, among others, the British Alfred Marshall, that with his work Principles of Economics ([1890] 2005) laid the foundations of contemporary political economy and of its mainstream: the neoclassical (Méndez Ibisate, 2003). Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad lxxvii If we perforate the philosophical wrap that covers Political Economy, we could find a technological-institutional origin, developed in parallel with the development of such philosophical wrap, but not after. A parallel development to the interpretations that acts on the economic policies of the companies have done some philosophers. Joseph Alois Schumpeter already was able to see this with clarity (Schumpeter, [1954] 2012), since Political Economy could not be satisfied nor develop regardless of a living tradition of bankers, accountants, merchants, amanuenses, regents or political amateurs to his study that, gradually, they were closing the economic field, if not entirely, if at least partial in regions of the same (Bueno, 1972a: 34). However, the closure occurs in a field whose terms carry spiced, by all parts, ideas that go beyond economic problems. The current economic reason, and since its birth, is composed of terms of the Political Economy, but also of Psychology, moral, politics, science and technology. These adhesions at certain moments have acted, as we said earlier, such as locking mechanisms on the economic Reason in a categorical sense. However, at the same time, these adhesions make it possible to discern the times in which they occur the slices between the adhesions and the actual economic categories (Íbid.: 34). To define rigorously the Political Economy it is needed of the structural determination of the closing of the categorical economic Reason, because this is a theory about the specificity of the economic field as own field of this Reason. For the own categories of Political Economy have incorporated into the structures of scientific language. Because of this reason, any conceptual organization of the discipline has to belong to the dialectic of the mundane, real, economic category itself, or well because as a phenomenon and reality is resolved on it, or because it believes the phenomenon as a appearance that the economic language has to transform and to absorb. The closure of Political Economy, of its correspondent parts, has always come combined in a specific manner in their own field. The closure of Political Economy, the parts of the discipline that correspond, has always come combined in a specific manner in their own field. The human reality becoming within the economic field is what allows the realization of the economic reason. The psychologistic or essentialist theory of the homo oeconimicus of many economists would have to be transformed in a subject here done in the same economic reality, because the human rationality is not "prior" to the economic reason. The own institutions on the economic field are real, and have its proper functionality within this field. The money, for example, is not an institution carried out thanks to a prior rational intelligence (there is no money prior to the existence of money), but that rationality consist, principally, have created money itself. The academic economic Reason cannot never aspire to build categorical closures as rigorous as Physics or Biology; the scientificity of the Political Economy is very precarious -not at all less urgent - and the economic reason has always both of 'prudence' and 'science'. All economic Labour, Utility and Truth - English abstract lxxviii systems that have existed have planned their production, and while the economic administration has been in the composibility of alternative composition resources, mutually incompatible in the time, also essentially has to include the mathematical determination of the production, that is, the quantitative methods of decision-making, the linear programming (Bueno, 1972a: 88), the stochastic programming and other modulations of the operational research. This economic reason of the programming of the economic production schedule is alternative and needs to be combined with the Reason of the economic administration. The production schedule is equivalent to the econometric estimate of how much money you spend in produce concrete things that the system needs to its recurrence and how long it will take to do this. It has to have the capital available to carry out the production of something, the technological means to hand and see which paths are the most optimal to reach the goal that you want to achieve in the shortest time and at the lowest cost. This is, in reality, the first step in that there is rotation in a recurrent economic system. If socially organized labor in the economic field, as a relation of production, is the pumping of blood of any complex economic system, which creates use values that have to consume the in-classes of consumers subjects (or producers that have to be done with usage values necessary to produce at the same time other goods), the programming and quantitative estimation of the production is what allows to sort, manage, and evolve in time to this pumping of blood, which is nothing else than the technological and cultural production of use values, which allow, embodied in the goods, that the subject can interact with others through these goods in the economic field and which relate in a rational manner within that field. The calculation of the costs of production and distribution in any company (and also by the State) is performed thanks to Accounting. The total cost of the entire process is calculated in several layers, classified around the goal that the originated and that shaped its cost. In this spending enter the cost of materials used, the inherent costs of the production process, the cost of wages to pay the subjects that are involved in the process (the conjunction of these two last is the cost of preparation of the product), selling expenses, administration expenses, also financial expenses, the concepts that make up the distribution costs of income monthly, quarterly, yearly, etc. All of these costs have to recover thanks to the revenue earned during and after the production process. These streamlined and institutionalized processes are not random or spontaneous, and result from a planning and organization of the relations of production to increasingly complex micro and macroeconomic levels, developed in advanced economic systems. The control, organization, resource allocation, and operations that require these processes require a rational technological and scientific organization evolved very applicable to any field, proper economic or not, may develop within the economic reason. And this rational organization of labor and economic resources and institutions is known as operations research, which, clearly shows that Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad lxxix the models of the same applied to the economic field are similar models of historical moments or partial equilibrium models abstract temporary situations given. Operational research, in addition to being a branch of Mathematics that makes use of algorithms, statistical or mathematical models for decision-making processes, could be defined as the institutionalization within the logistics field and economic (although does not close to the only) of quantitative technological planning methodologies and control of organizations, entering here also the control of the relations of production in a determined productive project or in the dialectics of a business institution. 3. Operational research in the economic field, its historic formation and present influence. The need to dialectically incorporate, in the economic field, the institutions created since the start of the manipulation of tools of the first hominids to the most sophisticated technologies of the present, allows us to understand how the technologies of the current institutionalized economic field also necessarily arise from the historically developed techniques aimed at the production, distribution, exchange, change and consumption of goods and services since the formation of the most primitive human societies until arriving at the present political societies complex. This first clarification is necessary, therefore should not be confused with technical technology. Technique could be defined as a set of well-defined and communicable procedures to other subjects, intended to produce certain results which are deemed to be useful not only at the individual level but above all collective, social. The technique, or techniques, unlike the technologies, does not presuppose the existence of categorial sciences previously given. In fact, the human rationality, developed to measure that was developed many techniques which allowed a institutionalized progress that could give rise to a collective evolution of the human species, allowed its time the formation of various human groups (families, tribes, clans) which, in turn, interwoven, subsequently gave rise to political societies complex that was appropriated for a certain territory, formed a State and distributed the land ownership, and other properties, while maintaining such misappropriation originating through the institutionalization of political power. The technique allowed for the production of not only political institutions (the diversity of institutions conformed and roles of the anthropological space is huge), and the institutional rationality was what definitely separated the human animals of the rest of the animals (Bueno, 2005a: 4). As we have already stated, in the same source of scientific knowledge we found the techniques. Labour, Utility and Truth - English abstract lxxx Technology could be defined as the study of technical procedures relating to its relations with the development of civilization and modern political societies and contemporary, that, say, integrate it. Many institutions developed in this type of societies have been built on the basis of techniques, but the majority, the more complex and sophisticated, have been produced based on technologies that presupposed sciences prior categorical or parallel to its existence. An example: while the carriage of a hundred pieces is a product of the technique, the high-speed train is a product of scientifically supported technologies (Bueno, 1992-93, 1441). All the goods and services circulating in the economic field are institutions product of the techniques and technologies, and many of them are, at the same time, the means of production (others are consumption), which in turn produce new goods. These means of production are technological institutions whose use value functionality served in different branches of production in particular tasks. Without these means of production the technology, its most competitive sectors of the industry of any political society (primary productive sectors specialized in high and media civil and military technology), could not settle, develop and be recurrent, because for that they need a constant internal developments, aided by external elements to the economic field (scientific, technological, logistical, etc. ). In the evolution of the technical and technological institutions in its application to the economic field we can set up a dual relation between technique and manufacturing and between technology and machinery, seeing the points in that it is interconnected this dual relation and the points that are separated, always points within historical and cultural relations. If we continue the development raised up to now we have to say that the period of manufacturing coincides with the development of techniques that precede the first categorical modern sciences, while the period of the machinery and large industry (the period in which we are still engaged, already from the First Industrial Revolution) coincides with the development of technologies that enable the creation of new scientific disciplines and new technologies, but based on sciences of categorial already given. The machine itself and the network of machines, as well as the tool and the institutionalized manufactured labor, carried out a concrete work during the working process, and therefore the machinery (and also the manufacturing today) is absorbed in full and always by the process of work and, in a way only partial, of the valorisation process, production of basic economic value, in terms of production costs. It is clear that the machinery acts not only as an element "creator" of value, but particularly as an element "creator" of products. Between these two elements there is a difference, that grows as more period of time during which the machinery reiterated serves in the productive process of social work. During this process, the instrument-working machine is completely absorbed, because it wears down and there comes a time when that stops working. The tool wear and, above all, of the machine, in the productive process and ongoing born today since the First Industrial Revolution, is measured and graded to the time in which the values are calculated in costs and prices of production that occur during this process. The calculation of the Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad lxxxi time of wear and tear on the machine and of the value produced thanks to it, is historically measured, and the institution-machine that allows this measurement is the clock, present in one form or another in every center of institutionalized work organized and technologically. The evolution of the clock as an institution is even in the time to the evolution of the technical and manufacturing toward technology and machinery. The clocks are at the same time watches, mobile phones, computers, radios, televisions, etc. The time-saving course has a prerequisite for the improvement of the technical tools of work. The advent of technology and science has been a modification of the guidelines, standards and contemporary social ceremonies, and the evolution of the clock as time meter has also marked the evolution of these standards, norms and ceremonies. To such an extent that has also changed significantly the social structure of the active human groups in the contemporary political societies born after the First Industrial Revolution. This has had a great impact on the birth and development of the operational research. Production in the capitalist economic system (and in any rational and planned economic system), could already be almost in its entirety of run works requiring (and requires) a relatively long period of work to implement them, and may be executed on a large scale starting from the moment in which the concentration of capital is quite considerable. At the same time, the development of the credit system gave the capitalist entrepreneur a convenient resource that allowed him to employ and risking, apart from its own capital, the borrowed capital. The foundations of rational planning of human work in advanced political societies was already made, and the birth of a technological discipline for the study of such planning will also: hence the birth in the XXth century of operational research. The first developments of the operational research took place during the Second World War in the United Kingdom, when the British government tried to study, together with several scientists from various specialties contracted to do this, about how to resolve the strategic and tactical problems relating to the war with the Axis Germany-Italy-Japan. The origin of the name of the discipline, is due to the fact that the team was charged with planning and investigate military operations. The operational success of these war investigations led to the US government to carry out similar studies. When the war were finished in 1945, and once the post-war capital accumulation process could also be expanded due to the creation of welfare-State during the Second World War, with a few markets universally open to a much higher level than in 1939, the large industrialists, motivated by the success of military operations by the development of these technologies could be applied to solve the problems associated with the increased size and complexity of the new large-scale industry. United States then took in the mid-twentieth century the world leadership in the development of operational research. In 1947 the American mathematician George Danzig developed the Simplex method of linear programming, method credited as a pioneer of operational research. Labour, Utility and Truth - English abstract lxxxii Operational research studies, in general terms, the human operations organized in different economic and logistical fields. In recent years, the size and complexity of business organizations has grown considerably, and the organization of the same requires a rational, institutional, strategy. Operational research refers to the organization of socially institutionalized work within the economic field as a set of resources available on the part of a business institution in the face of its own recurrence, and the recurrence of the market itself that is inserted. In this organizational discipline, decision-making is not the main thing; decision-making is determined by the economic rationality of own work socially institutionalized, and if mistakes were made during the allocation of resources and operations, is because the operational research is not a science in itself, but a technological methodology that, and this is what confers rationality, it seeks to implement methodologies of the formal mathematic sciences to an own field of the real cultural sciences as is Political Economy. Several operational research methodologies have been applied with remarkable success. Linear programming, for example, has served to resolve problems concerning the allocation of staff in a work or service, a mixture of materials, in distribution and transportation, in investment portfolios, etc. Dynamic programming, for its part, has been successfully implemented in the planning of marketing expenditures in production planning or sales strategy. The theory or queue management has been applied to the hour of urban traffic congestion, the determination of the level of the labor force, the programming of air traffic, the design of dams, also to the production schedule or the administration of hospitals. Game theory is also a canon of operational research, applied with success, as well as the simulation or the theory of inventories. The tool that enables this applicability constant and growing is the computer (Martin, 2000: 7-10). It is in operational research, among other applications of the economic field, where the conjugation occurs in essential political economy between computers and watches. Software have become the new managers of the time in the relations of production, but always from the incorporation of the clock to its own functionality. We can say that certain machines and certain computer programs depend on the clock to develop their committed. The dialectic between engineering, science and technology in the economic field has given rise to this interdependence. Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad lxxxiii 4. Operational research in the economic field, its historic formation and present influence. Utility function and operational research. Relation between techniques and technologies applied on the economic field and the theory of marginal utility. Once we have explained how arise, since the coordinates in which we move, the scientific disciplines from techniques and technologies, studying in a particular way the emergence of Political Economy as a discipline of knowledge from certain techniques and technologies and once we have analyzed the implementation of the techniques and technologies of the operational research to the field of Political Economy since the emergence of these technologies, we need to discuss the relations between the techniques and technologies previously analyzed and the theories more important of value that the economic theory has been developed: the theory of labor-value (TLV) and the theory of marginal utility (TMU). In the theory of marginal utility would derive the utility function, which, according to the neoclassical and "Austrian" economics, it is necessary to find the demand curve, which is equivalent to saying that the utility leads to the law of demand and, therefore, determines the trade prices. Now we will attempt to show whether, from the databases that we have settled in the two preceding chapters, it is really well. The utility function, explained in simple way, is a real function that tries to measure the "usefulness" or "satisfaction" that the consumer of a good gets to acquire it. To calculate it is part of the mathematical modeling of the behavior of a consumer called "rational" (or "perfectly rational") through the so-called convex utility functions, giving rise to the call of declining demand curve. That is to say, the demand curve will exist, based on the utility function, when it is there to a rational consumer, giving some previous mathematical assumptions. The explanation of the utility function has its origin in the theory of marginal utility, but not on any technical or technological historical basis. However, its development has allowed the construction of complex mathematical models in economic theory and applied economics that have an unquestionable force and a theoretical strength, allowing practical applications in the real economy that cannot be denied, but that, however, have a apparent basis more psychological than technical and psychologistic-technological, but not only. How does this at the level of the operation of the economic reason, and how, in turn, influences the scientificity of the theories of value? Max Weber makes a criticism of the TMU from sociological foundations, with clear implications in the economic field, but going beyond that field (Weber: [1908] 1975: 21-36). Weber analyzed the relations between the TMU and experimental psychology, especially the theory of Weber-Fechner. According to Lange or critically Brentanno, Weber sees the connections between this psychological theory and the ideas of Bernoulli about the relations Labour, Utility and Truth - English abstract lxxxiv between the relative evaluation staff of a sum of money and the absolute level of wealth of its owner, receiver, or user. For Weber, Lange realized the relations of this psychological theory and the political life, something that has implications for the modern theory of rational choice. But Weber denies that the theory of Weber-Fechner is the basis of the TUM. On the contrary, and without denying the obvious connection between the two theories, while the stimuli for Fechner, according to Max Weber, were directly and quantitatively measurable, Bernoulli in the increase of a sum of money (an event "external" to the subject - the income effect- recognized by Marshall, as well as which are external to the subject the stimuli in the theory Weber-Fechner) could correspond with these stimuli, but the connection of this idea of Bernoulli, which pervades the whole subsequent development of the TMU, with psychological ideas set, for Weber, in another way. The key, for Weber, in which, according to the ontological framework of the TMU, and this is something that would happen in any economic theory "subjective" by value - quotes of the own Weber (Íbid. : 28) - do not give external stimuli, which is what would be the theory Weber- Fechner , but "needs". What happens to the TMU is that this is not only of external stimuli to the consumer who does not refuse, but how those stimuli need to be satisfied by the consumption, and even as those needs need cause a reaction that causes external stimuli that satiates. And this goes beyond the experimental stimuli that Weber-Fechner and carried out with weights in the hands of gnoseological experimental subjects. And is that the requirements referred to the margiutilitarist theory of value are in competition with other needs of many more consumers who are, in the economic field, looking for saciate it through ceremonial acts of consumption of goods (need to maximize its usefulness). And the resolution of these situations does not require psychological methodologies, as Schumpeter claimed. As a mere reflection, what the TMU would argue, it will be something totally independent of the theory of Weber-Fechner is true or not, or whether it is applicable to some or all of the cases in which there is relations between stimulus and need. The TMU, for Weber, is about human action from the beginning to the end of life as following a commercial calculation, that addresses the needs and individual goods available (or which have to be produced or exchanged) for our satisfaction as if they were joint or mathematically calculable amounts in a continuous process of accounting. The TMU would treat the subject as if they were economic agents that, steadily, manage a business or a company, trying to direct his own life as the object of his company, controlled according to certain calculations. The perspective that envelops the commercial accounting would be, to Max Weber, the starting point for the TUM, which would be the "psyche" of all the subjects conceived as wholes isolated (regardless of their commercial relations between if) as "merchant's soul", The perspective that envelops the commercial accounting would be, to Max Weber, the starting point for the TUM, which would be the "psyche" of all the subjects conceived as wholes isolated (regardless of their commercial relations between fis) as "merchant's soul", that can evaluate, quantitative and Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad lxxxv qualitatively, the "intensity" of their needs as well as the means available for their satisfaction. This would be, for Weber, the strictly theoretical basis of the theory of marginal utility, which would then no much longer to see with the procedures of certain psychological theories, and this without denying its obvious relations. Then if for Weber the TMU is a theory that, even based on "unreal"precepts, at the same time did not come out of nowhere, its same emergence has necessarily to interact with a few historical, epochal, foundation from which the TMU emerges and develops, which are none other but the of the era of industrial capitalism, in its successive revolutions to the present. This does not deny that the implications of the TMU with Psychology are obvious and decisive, which does not convert, according to Weber, to TMU in Psychology, but in something different, in a holistic theory about human behavior within and outside the economic field, taking as the basis also the description, in principle, the behavior of the own economists accounting techniques in commercial actions. We would say for our part, and following the analysis of Max Weber, that the TMU will require not only a strict economic analysis (critical or not), nor psychological or sociological or anthropological, which were not denied because they are interesting and necessary. The TMU will require urgently, a philosophical analysis, since the theory of marginal utility would be first and foremost a philosophical theory of human action, but postulated by economists of various schools. The TMU is a theory of man and the World. The TMU is philosophy. As regards the purely economic field, Cournot didn't connect the demand function with the utility, because he considers it to be a very controversial idea in its relation with the Political Economy. Not in vain, there is a traditional criticism within the economic sphere to the relationship between demand and utility (Guerrero, 2008: 115-129). That the marginal utility is not required to find the demand is implicitly corroborated by Milton Friedman when he asserts that "the declining marginal utility gives a negative slope on the demand curve, but the fact that the demand curve has this tilt does not require that the marginal utility will be declining" (Friedman, 1982: 60). We see in its contention a disconnection between demand and marginal utility, even though it refers to the stages of the convex total utility, with S- shaped form similar to the production functions. It can be calculated the possible quantity demanded on the basis of objective elements of analysis as are the price effect (substitution effect more income effect - the money that the consumer can pay for a good x- ), much more typical of the field that the economic variable infinitesimal least of the last degree of satisfaction that is obtained after the consumption of the last unit total for the particular goods. Labour, Utility and Truth - English abstract lxxxvi 5. Operational research and the theory of labor-value. This theory of value, specifically in its immutably version (and particularly in the theoretical line that follows the Soviet economist Isaaj Illich Rubin), implies a theory not only economic, but also a philosophical as the TUM but of opposite sign (materialist). The Marx-Rubin theoretical line, enables us to frame the line theoretical-analytical that goes from Aristotle to Rubin, passing by the scholastics, the classical economy and Marx, among others, in a version of the TVT that goes beyond being a mere theory on commercial prices or, more narrowly, on production costs. The theory of labor-value (TLV) in this version allows to see this theory as a materialist ontology and a gnoseology of capitalism, also valid for any economic system developed and complex (Armesilla, 2012). The following brief explanation of the line that follows Rubin on Marx and his TVT the rely in its most important work, Essays on Marxist theory of value ( [1924] 1974). For Rubin, there is a conceptual relation between the economic theory of Marx and his sociological theory (Rubin called), historical materialism. Based on Hilferding, Rubin says that the theory of historical materialism and the TLV had the same starting point, that is, the work as a core element of human society, whose development finally determines the entire development of the society (Ibid. : 47). The labor activity of the subjects in the economic field is in a constant change, sometimes faster and sometimes slower, and this character will be different according to the concrete historical moment. This process of change and development of labor activities, for Rubin, implies changes of two types: in the means of production and the technical methods by which man acts on the nature, i.e. , changes in the productive forces of society policy occur, in correspondence with these changes, others in the structure of the relations of production between the subjects, between the participants in the social process of production. The formations or economic types of economies differ in the nature of the relations of production between the subjects. The theoretical Political Economy will be, for all these reasons, the analysis of a defined socio-economic formation (specifically of the commercial capitalist economy), which for Rubin represents the union of the material and technical process support and the social forms that produces and at the same time it produce, that is, the totality of the relations of production between the people. The specific activities of the people in the process of material- technical production presuppose specific relations of production between them, and vice versa. The ultimate goal of the Political Economy is to understand the capitalist economy as a whole, as a specific system of productive forces and production relations among people. But to address this final goal, the Political Economy must do the foremost distinction, by abstraction, of two different aspects of the capitalist economic system: the technical and socio-economic, the technical process of material production and its social form, the material productive forces and the social relations of production. Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad lxxxvii For Rubin, the theory of historical materialism of Marx and his economic theory revolve around a basic problem: the relations between the productive forces and production relations. The object of both "science" (so says Rubin) is the same: the changes in the relations of production dependent on the development of the productive forces. Starting from a concrete sociological assumption, the concrete structure of a social economy, the Political Economy gives us before all the characteristics of this form of economic and social relations of production that are specific to it. Marx, according to Rubin, gives us these characteristics in his "theory of the fetishism of the commodity", which could be called more exactly according to the russian author "general theory of the relations of production in the commercial capitalist economy " (Íbid.: 50). For Rubin, the theory of fetishism of the commodity is the basis for all the marxist economic system, and in particular in its TLV. Marx saw human relations underlying the relations between things, revealing the illusion in human consciousness originated in a market economy that assigns characteristics to things that have their origin in the social relations that are established by the men among themselves in the process of production. The relations of production and consumption are not, for Marx, relations between things, but relations between subjects through things produced by these same subjects. To think that they are relations between things is equivalent to give things features born out of the relations of production, and there was born the commodity fetishism. The mysterious features before that is not explained on the basis of relations between the producers, are commonly assigned to the natural essence of the goods. But as well as the fetishist assigns characteristics to your fetish that does not arise from its nature, so also the bourgeois economist deemed the merchandise as a sensory thing with extrasensory owns properties (as is the case for many margiutilitarists). The theory of fetishism of the commodity is transformed by Rubin into a general theory of the relations of production of the commercial economy, a propedeutic of Political Economy (Rubin, [1924] 1974: 54). The producers of goods are owners of things, and have an impact on the market to the extent that they meddle or removed in the goods, and thus experience the influence and pressure on the market. There is a relationship between the movement of the use values and the values with the dialectic of States that Rubin characterized as well: The interaction and mutual influence of the labor activity of the individual producers of goods is carried exclusively through things, through the products of their labor that appear on the market. The expansion of cropland in the remote Argentina or in Canada, can lead to a decrease in agricultural production in Europe in one way only: decreasing the price of agricultural products on the market. Similarly, the expansion of large-scale production ruins to the craftsman, makes it impossible to continue its previous production and leads the field to the city, to the factory (Íbid. : 56). The relations of production, according to Marx, are expressed in a series of social forms of increasing complexity, these being the social ways to acquire things. This connection between a Labour, Utility and Truth - English abstract lxxxviii given type of relation of production between people and the corresponding function or social form of things can be discerned in all economic categories. For Rubin, the demand is equal to the product of the amount of buyers (price effect) multiplied by the average amount of goods that each one of them purchase (substitution effect). The volume of demand would be determined by the present, historical,needs but also by the amount of income or by the ability to pay for the consumer and, of course, also by the commercial price of the goods. 6. The "turn the other way around" of the Political Economy of Marx: proposal of a Synthetic-Circularist Theory of Labor-Value (SCTLV). This revisited version of TLV we are proposing would be a philosophical and economic theory that defines the economic value, as we already said, as an outline of identity, as a result of operations carried out by subject producers called by Gustavo Bueno modules, and that circulates in the field of the relations of production in a micro and macroeconomic context respectively of dialectic of classes and of a dialectic of States. Set the value (or values: production costs, prices of production, prices and also commercial use values, all of them woven into the goods themselves) as diagrams of identity is essential to understand, from the coordinates of our research, the economic reason. We do this based in the TCC of Gustavo Bueno and their triple relation matter- form-truth. TCC is the name that receives the theory of science featured of philosophical materialism, its gnoseology. According to this theory, the scientific truth is first and foremost a truth built (verum est factum), an exercise, rather than a value or a propositional representation. It is a material truth understood as an objective account of identity between synthetic materials content. The scientific truths as synthetic identities are reached by means of processes of construction closed to network, in the form of a given circle processual, a multiplicity of material terms thus constituting a given field gnoseological. These closures are operative. In them have place the confluence of a multiplicity of operative courses that allows to segregate or neutralize the subjectual components (the operations of the operative subject) and establish the synthetic identities, what constitutes the basis of objectivity of scientific knowledge. The theory of the categorial closure is characterized by sticking to the already established positive sciences (Mathematics, Physics, Biology, Thermodynamics) to the extent that these sciences are independent of each other without prejudice to their eventual involvements. It is also characterized by considering each science as delimiting a category of reality irreducible to the other categories. A science is maintained in the immanence of that category, which is not constituted by the object but also by multiple objects or terms that remain between if defined Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad lxxxix relations and are composed or dispersed through operations capable of giving rise to other terms of the category based on precedents. The close precisely refers to this capacity of operations to determine objects that still belong to the category and enlarge it, and to the extent that this closure is establishing linkages between objects that establishes the limits of a categorial unit is called "categorial closure". And also TCC is characterized by not understanding science as mental or symbolic representations of the reality that they could adapt to this reality, or at least have an impact on it for practical, technological, purposes. The science, itself, are not even "knowledge of a external reality to them", but rather a reconstruction of reality itself that culminates in the times in which it is a synthetic identity between some courses of its developments, through which the synthetic identity can define scientific truth. Therefore the truth of the science is not preaching of science in general, but every one of his theorems. And, of course, a science cannot be considered, without further and exclusively, as a set of truths, since many of its contents are neither true nor false, but purely interlayers. For example: the truth of the theorem of Pythagoras (in a right angled triangle the square of the hypotenuse is equal to the sum of the squares of the sides) is not in the alleged adequacy of the triangles with empirical assumptions triangles ideals that rate pegs in a uranic sky or in the minds of geometry treatises; its truth is in the very identity between the sum of the areas of the squares of the sides and the area of the square of the hypotenuse. TCC understands as a main analogue of the truth to the scientific truth the synthetic identity, product of organized operations according to the form of the categorical closure (although not all synthetic identity is strictly speaking a truth). In opposition to the falsehood, Truth presupposes a course operative within a category already defined: it is not an absolute truth. For TCC, any identity is synthetic and material. The analytical identity must be understood as a limiting case of the synthetic identity, this is: as the result of a surgical algorithmic synthesis by establishing a conjunction of units between the parts of a complex totality that, at the limit, would reach a full merger. From a gnoseological perspective, this is, considering the manner in which we construct the scientific truths, we will distinguish between the schematic synthetic identities (or identity diagrams) and the systematic synthetic identities (or theorems). Schematic identities are configurations resulting from the operations of the gnoseological subject. For example, the circumference drawn with the help of a compass. Systematic identities, on the other hand, are constructed synthetic identities that require the intertwining of schematic identities that are, according to the theory of the categorial closure, the scientific truths to be confluences of various operative courses. These are precisely the confluences which allow the neutralization of the operations and the establishment of scientific theorems. The methodology is the analysis of the investigative techniques of each particular science. As this study can be carried out by each scientific guild does not go beyond their respective fields, the methodology should not be confused with the gnoseology understood as philosophical theory of science. However, this does not preclude the gnoseology can be interested by the methodology Labour, Utility and Truth - English abstract xc of the science and incorporate it as a material more than its reflection. In social or human sciences we can distinguis two different types of gnoseological methodologies. Beta-operative Methodologies procedures are those sciences in whose operative field appears the subject. In the case of the methodology of the so-called human sciences. The history would have to characterize it as discipline beta-operative by working with relics and stories left by pasts human subjects. Methodologies Beta1-operative are features of the scientific disciplines that regressus in its operations toward structures or essences determinants not overflow the operative field, but stop in some way of determining what can be formed in the same area. In the generic mode (I-beta1) the determinations as it will be through objects or technical or technological artifacts, in turn produced by operations (verum factum est: the matching of truth and fact); in the specific way (II- beta1) the determination of the operations would be constituted" should be changed by other operations, such is the case of the "game theory" or the psychological disciplines of operant conditioning. beta2-operative Methodologies are characteristic of the human and ethological disciplines, called by some "practical practices"; they are disciplines that, instead of starting the regressus toward structures determinants or essences, are kept in line with its progressus as constructions of technical or prudential phenomena (laws, arts, and so on). Alpha-surgical Methodologies procedures themselves are those of the sciences (natural or human) that allow the neutralization of the initial operations of the operative subject, in order to carry out connections between their terms to the margin of the originating operative links. The opposition between alpha-beta surgical and postoperative methodologies was formulated to give an account of the distinction between the natural sciences and social ethological sciences, but extends to the technologies involved, given the continuity that we take for alleged between the sciences and technologies. A technology for the manufacture of ceramic vases is α-operative, because it is assumed that the clay, the fire, and so on do not act as operative subjects; a technology of hunting the harassment is beta-operative, because it is applied in a field in which contained animals which, it is assumed, operative act as subjects. Α1-operative feature of a methodology that, mainly as an effect of a regressus from operations that have been identified prior constructs, manages to establish links between the terms as if they were offered independently of any operative link. Α2-operative feature of a methodology, not already in the line of the regressus toward connections prior to any operation, but based on these, and in progressus, reaches to determine enclosures contexts able to establish links, not structures or operative processes treaties between the terms. The links, certain structures or processes, or are generic to the natural and human fields, and in this case we are talking about methodologies I- alpha-2, or are specific to the human fields, and in this case we are talking about methodologies II-alpha-2. Our SCTLV would be a philosophical and economic theory that defines the economic value, as we already said, as an outline of identity, as a result of operations carried out by subject Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad xci producers called by Gustavo Bueno modules, and that circulates in the field of the relations of production in a micro- and macroeconomic context respectively of dialectic of classes and of a dialectic of States. Set the value (or values: production costs, prices of production, prices and also commercial use values, all of them woven into the goods themselves) as diagrams of identity is essential to understand, from the coordinates of our doctoral thesis, the economic Reason. The value is not a a1 theorem, a systematic synthetic identity that would be the foundation of the TCC in what to close scientific terms, but a schema of identity II-a2, as we said earlier, whose close technological cannot be understood separate from the TCC that underlies a theory defined by Good as circularist and opposite, as we have already noted in the introduction, to other different theories of science. At the same time, the SCTLV is a political and philosophical materialist and circularist economic theory that would come from the "turn the other way around" of TLV of Karl Marx without denying completely, but being reinterpreted from a political economic materialism cachet of pluralist philosophical without which it could not be understood. The SCTLV would understand that economic values are schematic synthetic identities produced by and for the men of the same political society and, and for, the men of other political societies. The SCTLV is opposed to the aforementioned TMU, which would be considered as a idealistic and irrational philosophical construct, out of the real world of the economic phenomena as it tries to explain them from postulates that does not allow to connect these phenomena with the operations of, and from the economic field that own them are. In essence, for the SCTLV, the TMU would be nothing other than the application of the infinitesimal calculus to the idea of last satisfaction that can provide the last unit of an economic good consumed of a stock of equal goods. The SCTLV would take into account all the latest technical, technological and scientific advances that allow the creation of diagrams of identity in less time and with less cost, so The SCTLV defend the fact that the development and shaping of the economic field, and of economic values in particular, will be necessarily from techniques and technologies used massively productive in that field in conformation to, in turn, shape the values, being the techniques and technologies of operational research the ultimate foundation more complex of the rationale and technical nuclear technology. The SCTLV would argue that the offer would have as the core its cost of production, while the demand would have as its core, and as we have already said, the price effect conjunction of the substitution effect more than the income effect, calling the unnecessary function of marginal utility to build geometric drawing of the demand curve. Also, SCTLV means that the categories of Political Economy are necessarily in dialectic with categories of other technical technological, scientific, sociological and anthropological and policies disciplines, while also influenced by philosophical ideas. To understand the value as a schematic synthetic identity that is, in turn, the core on the circling all the other values associated with the goods, SCTLV denies the economic divisibility of value and surplus value, claiming that the surplus value that Marx defined in the Labour, Utility and Truth - English abstract xcii capital as a source of exploitation of the proletariat cannot be separated from really of value itself, even admitting that there is a difference between the wage paid to the proletarian and the value produced by this. SCTLV will argue that the economic Reason will not have its basis in the allocation of scarce resources to the satisfaction of social and economic needs, but this economic reason really is based on the rationality of the composibility of factors in the economic field that allows the rotation of the recurrent categories political-economic. For that composibility of factors has a weight that allow us to understand the actual operation of economic relations and policies of our world, the SCTLV has to take into account the dialectic of classes and States which has allowed and allows the rotation and the recurrent composibilidad, because without dialectics of classes would not microeconomics, and without dialectics of States would not macroeconomics, and there would be no macroeconomics without microeconomics, and without both would not be relations of production or modes of production. Without State, in addition, it would not have public property or private property, nor economics nor, therefore, economic Reason. SCTLV would vindicate the concept of Political Economy vis-à-vis "economic science" or "economics" as the name of the discipline, because the economic Reason is especially Reason of States and of social classes, flatly denying the possibility that there could be economic Reason in a human society without classes and states. The values of use also are identity diagrams that will be classified according to the Harmonized Commodity Description and Coding System (HS) developed from the World Customs Organization. Value, production, reproduction and movement are essential terms within the SCTLV. Bibliografía. ALCHIAN, Armen C. (1953), The meaning of utility measurement, American Economic Review, pp. 26-50. AQUINO, Santo Tomás de (1265-1274), Summa Teológica, Buenos Aires: Página personal de Hernán J. González. 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(FA) es la Frontera de posibilidades de producción de la sociedad política A, y (FB) es la Frontera de posibilidades de producción de la sociedad política B (Íbid.: 77).] (97) [FIGURA 3.4. Cajas de Edgeworth comparando dos sociedades políticas y sus puntos de eficiencia (Íbid.: 78).] (98) [FIGURA 3.5. Caja de Edgeworth para el consumo. (C1A) es el Consumidor 1 para la sociedad política A, (C2A) es el Consumidor 2 para la sociedad política A, (C1B) es el Consumidor 1 para la sociedad política B y (C2B) es el Consumidor 2 para la sociedad política B (Íbid.: 79)] (99) [FIGURA 3.6. Dibujo de Cournot de la variable dependiente en la ordenada OY y la variable independiente en la abscisa OX. La curva de demanda va del punto a al b, el rectánculo de precio-candidad representa el gasto o ingreso total asociado al precio -Onq-. Actualmente se dibujan al revés, desde Marshall (Méndez Ibisate, 2003: 68).] (110) [FIGURA 3.7. Dibujo de Dupuit sobre la relación entre la idea de utilidad marginal y la curva de demanda. Sobre la línea OP se construyen las longitudes Op, Op', Op'', que representan precios distintos de un artículo. Las verticales pn, p'n', p''n'', etc., representan el número de artículos consumidos a esos precios siendo posible la construcción de la curva Nnn'n''P, llamada curva de consumo (Íbid.: 92).] (112) [FIGURA 3.8. Curvas lineales de utilidad marginal según Gossen. La actividad concreta ie se incrementa debido a la disminución en la utilidad de la unidad marginal de recursos debido al incremento en la cantidad de recursos utilizados para dicha actividad (Íbid.: 113).] (113) [FIGURA 3.9. Curva de utilidad según Gossen (Íbid. 117).] (113) [FIGURA 3.10. Curva de utilidad marginal según Gossen (Íbid.: 117).] (113) [FIGURA 3.11. Grado final de utilidad según Jevons (Méndez Ibisate, 2003: 167).] (121) [FIGURA 3.12. Relación marginal de sustitución decreciente (Asimakópulos, 1983: 103).] (134) [FIGURA 3.13. Curvas de indiferencia para A bienes perfectamente sustitutivos (Íbid.: 104).] (135) Índice de Figuras cviii [FIGURA 3.14. Curvas de indiferencia para B bienes perfectamente complementarios en un período específico (Íbid.: 105).] (135) [FIGURA 3.15. Curvas de indiferencia de un sujeto más la recta de balance en un período específico (Íbid.: 107).] (136) [FIGURA 3.16. Curvas de indiferencia individuales entre el dinero gastado en el resto de bienes en un período específico y el bien X. (Íbid: 110)] (137) [FIGURA 3.17. Posiciones de equilibrio alternativas para un sujeto, que corresponden a diferentes precios en el periodo específico (Íbid.: 111).] (137) [FIGURA 3.18. Curva de demanda individual para el bien X en un período específico. Los datos son los mismos que los de la figura 3.17 (Íbid.: 113).] (138) [FIGURA 3.19. Curva de renta-consumo individual en un período específico (Íbid.: 115).] (138) [FIGURA 3.20. Representación del método de la diferencia en el coste para la estimación de los efectos sustitución (ES) y renta (ER), dentro del efecto precio (EP). (Íbid.: 117)] (139) [FIGURA 3.21. Rectas de balance y puntos representando precios y ventas alternativas y la elección del sujeto. (Asimakópulos, 1983: 119)] (142) [FIGURA 3.22. Efecto furgón de cola. (Íbid.: 120)] (143) [FIGURA 3.23. Efecto snob. (Íbid.: 121)] (143) [FIGURA 3.24. Representación gráfica tradicional de las curvas de demanda y oferta. Elaboración propia a partir de: http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/7/7a/Supply-and-demand.svg] (146) Capítulo IV. (159) [FIGURA 4.1. Esquema del valor simple, sin precio de producción. Elaboración propia.] (163) [FIGURA 4.2. Esquema del valor, siguiendo a Marx, incluyendo los precios de producción. Elaboración propia.] (169) [FIGURA 4.3. Gráfica de la curva decreciente de costes fijos medios.] (176) [FIGURA 4.4. Gráfica de la curva creciente de costes variables medios.] (177) [FIGURA 4.5. Gráfica de la curva de costes medios.] (177) [FIGURA 4.6. En la parte decreciente de los costes variables medios, los costes marginales estarían por debajo de los costes variables medios] (178) [FIGURA 4.7. En la parte creciente de los costes variables medios, los costes marginales estarían por encima de los costes variables medios.] (178) [FIGURA 4.8. La curva de costes medios a largo plazo está por debajo de la curva de costes medios a corto plazo salvo en el punto donde ambas son tangentes.] (179) [FIGURA 4.9. Curva de coste total medio a largo plazo, envolvente de diversas curvas de coste total medio a corto plazo.] (179) [FIGURA 4.10. Los costes marginales a largo plazo para niveles de producción y son iguales a los costes marginales a corto plazo correspondientes al tamaño óptimo de Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad cix planta para producir y; FIGURA 4.11. Curva de coste marginal hallada tras la localización de la curva de costes medios a corto plazo para cada nivel de y.] (180) [FIGURA 4.12. Esquema gráfico microeconómico. Elaboración propia, incluyendo el gráfico de la FIGURA 4.2.] (181) [FIGURA 4.13. Cuadro elaborado por Diego Guerrero, siguiendo a Marx, de relación entre precios y valores (Íbid.: 148).] (191) [FIGURA 4.14. Curva del coste marginal.] (194) [FIGURA 4.15. Cuadro, elaboración propia, simplificado de la tabla de las categorías de la Economía Política de Gustavo Bueno (FIGURA 1.1.)]. (212) [FIGURA 4.16. Curvas de demanda y oferta con una cantidad demandada menor que 3.] (226) [FIGURA 4.17. Diagrama 1 de Rubin.] (226) [FIGURA 4.18. Diagrama 2 de Rubin.] (228) [FIGURA 4.19. Diagrama 3 de Rubin.] (229) [FIGURA 4.20. Dibujo final de las curvas de demanda y oferta, siguiendo la teoría de Rubin.] (231) [FIGURA 4.21. Gráfica de las curvas de coste promedio a medio y a largo plazo.] (240) [FIGURA 4.22. Ejemplo de Códigos y Partidas en el SADCM] (244) [FIGURA 4.23. Subdivisiones de los Códigos y Partidas en el SADCM -I-] (244) [FIGURA 4.24. Subdivisiones de los Códigos y Partidas en el SADCM -y II-] (244) Capítulo V. (247) [FIGURA 5.1. Ejes del espacio gnoseológico de la TCC (Bueno, 1992-93: 116)] (273) [FIGURA 5.2. Cuadro de situaciones gnoseológicas internas a las “ciencias humanas” (Íbid.: 211)] (317) [FIGURA 5.3. Reelaboración propia a partir del cuadro sinóptico, similar al de la FIGURA 5.2., con ejemplos de situaciones gnoseológicas en distintas “ciencias humanas”, elaborado por Gustavo Bueno (1978c: 44).] (330) Capítulo VI. (342) [FIGURA 6.1. Tabla de criterios de la idea de implantación de la Filosofía según los planos diamérico y metamérico y en sentido interno o externo. (Íbid.: 240)] (342) [FIGURA 6.2. Ejes del espacio antropológico. El círculo externo con los puntos H representan al eje circular, el círculo interno con los puntos N al eje radial, y los puntos intermedios A representan entretejidos con los otros dos círculos al eje angular. Cada diagrama I y II hace referencia a movimientos de intensión y extensión en las relaciones entre los términos de cada eje (Íbid.: 62-63).] (436) [FIGURA 6.3. Capas y ramas del poder político (Bueno, 1991b: 324).] (439) Índice de Figuras cx Capítulo VII. (449) [FIGURA 7.1. Hipercubo cuadrimensional, elaboración propia, contando el tiempo, que proyecta la tabla de las categorías de la Economía Política de Gustavo Bueno (FIGURA 1.1.) presentada en el Capítulo I. Hemos dejado en blanco la representación del hipercubo para una mejor visualización del mismo. Remitimos al Capítulo I para una explicación de la FIGURA 1.1. y de las categorías contenidas en ella {Capítulo I, 2. a)}] (512) [FIGURA 7.2. Del hipercubo de la FIGURA 7.1. podemos conformar este otro, también de elaboración propia, y de mayor dimensión y complejidad, reproduciendo a su vez la FIGURA 1.1. {Capítulo I, 2. a)}] (513) Apéndice al Capítulo II. (i) [FIGURA A.1. Representación gráfica de regiones factibles acotadas en programación lineal (Martín, 2003: 15)] (iv) [FIGURA A.2. Ejemplo de ramificación o árbol de ABA.] (xvi) [FIGURA A.3. Gráfico ABA de espacio de solución de los sub-programas. (Íbid.: 62)] (xvi) [FIGURA A.4. Representación gráfica de un problema de optimización PLE con funciones lineales por trozos. (Martín, 2003: 87)] (xvii) [FIGURA A.5. Tabla Simplex representando un problema de transporte. (Íbid.: 63)] (xix) [FIGURA A.6. Gráfico nodal urbano con zonas candidatas a recibir servicios en su localización (Íbid.: 69).] (xxiii) [FIGURA A.7. Tabla de ubicaciones potenciales de cobertura para cada nódulo de la FIGURA A.6. (Íbid.: 69)] (xxiv) [FIGURA A.8. Cuadro resultante de resultados para diferentes coberturas. Ver FIGURAS A.6. y A.7. (Íbid.: 70)] (xxv) [FIGURA A.9. Representación gráfica de espacios de decisiones en gráfico cartesiano. (Íbid.: 88)] (xxi) [FIGURA A.10. Representación gráfica de espacios de objetivos. (Íbid.: 89)] (xxi) [FIGURA A.11. Representación simple de tareas y subtareas. (Íbid.: 114)] (xxii) [FIGURA A.12. Esquema de operaciones entretejidas de un proyecto. (Martín, 2003: 236)] (xxiii) [FIGURA A.13. Nódulos unidos por aristas o arcos. (Íbid.: 191-192)] (xxiv) [FIGURA A.14. Grafo de arista o no orientado. (Íbid.: 192)] (xxxv) [FIGURA A.15. Grafo orientado o dirigido. (Íbid.: 193)] (xxxv) [FIGURA A.16. Esquema simple de grafo plano. (Íbid.: 194)] (xxxvi) [FIGURA A.17. Representación gráfica del principio de Bellman. (Íbid.: 204)] (xxxvi) [FIGURA A.18. Gráfica Bellman representando ( ) 0=FxV . (Íbid.: 204)] (xxxvii) [FIGURA A.19. Grafo en red orientado o dirigido. Ver FIGURA A.15. (Íbid.: 115)] (xxxix) Santiago Armesilla: Trabajo, utilidad y verdad cxi [FIGURA A.20. Red ANA. Ver FIGURAS A.15. y A.21. (Serra de la Figuera, 2002: 116)] (xxxix) [FIGURA A.21. Red ANA de actividades secuenciales. Ver FIGURAS A.15., A.20. y A.22. (Íbid.: 116)] (xxxix) [FIGURA A.22. Tabla ejemplo de proyecto para elaborar red ANA. Ver FIGURA A.23. (Íbid.: 119)] (xl) [FIGURA A.23. Red ANA basada en la tabla de la FIGURA A.22. (Íbid.: 120)] (xl) [FIGURA A.24. Transformación gráfica de la red ANA de la FIGURA A.23. en una red ANN. (Íbid.: 120)] (xlii) [FIGURA A.25. Cuadro de confrontación de pasos seguidos por dos cursos operatorios heterogéneos que conducen al mismo resultado: 2rS π= . (Íbid.: 172)] (xli) [FIGURA A.26. Tabla ejemplo de sucesos críticos y su duración. (Íbid.: 122)] (xliii) [FIGURA A.27. Tabla ejemplo de actividades para gráfico CPM de la FIGURA A.28. (Íbid.: 122)] (xliv) [FIGURA A.28. Representagión gráfico de metodología CPM. (Íbid.: 123)] (xliv) [FIGURA A.29. Ejemplo de diagrama de Gantt. (Íbid.: 124)] (xlv) [FIGURA A.30. Representación de la longitud de la barra temporal de tareas en el diagrama de Gantt. (Íbid.: 124)] (xlvi) [FIGURA A.31. Representación gráfica de la variabilidad dentro del rango a-b en metodología PERT. (Íbid.: 125)] (xlvii) [FIGURA A.32. Representación gráfica de un nódulo o tarea en metodología PERT. (Barrantes, 2009)] (xlviii) [FIGURA A.33. Representación gráfica de red PERT. Ver FIGURAS A.15., A.21., A.22. y A.23. (Íbid.)] (xlviii) [FIGURA A.34. Representación gráfica alternativa de red PERT. Ver FIGURAS A.15., A.21., A.22., A.23. y A.33. (Martín, 2003: 236)] (xlviii) [FIGURA A.35. Representación gráfica simple de planificación de recursos tiempo-coste. (Íbid.: 129)] (xlix) [FIGURA A.36. Representación gráfica de un nódulo de gestión de inventarios. Ver FIGURAS A.15., A.21., A.22., A.23., A.33. y A.34. (Martín, 2003: 250)] (li) [FIGURA A.37. Representación gráfica de los puntos en el tiempo de recibo de pedidos. (Íbid.: 255)] (liv) [FIGURA A.38. Representación gráfica del modelo CAT final. (Íbid.: 257)] (lv) [FIGURA A.39. Representación gráfica de un modelo con reabastecimiento instantáneo con desabastecimientos permitidos. (Íbid.: 257)] (lvi) [FIGURA A.40. Caso 1 de modelo EQQ de artículos con restricciones de almacenamiento. (Íbid.: 270)] (lix) [FIGURA A.41. Caso 2 de modelo EQQ de artículos con restricciones de almacenamiento. (Íbid.: 270)] (lix) [FIGURA A.42. Representación gráfica de lotes de producción de un solo producto. (Íbid.: 263)] (lxi) [FIGURA A.43. Representación gráfica de producción de varios lotes. Ver FIGURA A.43. (Íbid.: 264)] (lxii) [FIGURA A.44. Representación gráfica de modelo de inventario con demanda aleatoria. Ver FIGURAS A.42. y A.43. (Íbid.: 269)] (lxiii) Índice de Figuras cxii [FIGURA A.45. Representación gráfica de inventario de seguridad. Ver FIGURAS A.42., A.43. y A.44. (Íbid.: 271)] (lxiv) [FIGURA A.46. Representación gráfica de modelo de inventario probabilístico discreto en estado estacionario. Ver FIGURAS A.42., A.43., A.44. y A.45. Ver FIGURAS A.15., A.21., A.22., A.23., A.35., A.36. y A.37. (Íbid.: 272)] (lxv) 1 - Portada 2 -Índice 3 - Introducción 4 - Capítulo I - Ciencia y Razón en la Economía Política. Plan… 5 - Capítulo II - La investigación operativa en el campo econó… 6 - Capítulo III - Función de utilidad e investigación operati… 7 - Capítulo IV - Investigación operativa y teoría del valor t… 8 - Capítulo V - Cientificidad de las teorías del valor desde … 9 - Capítulo VI - La vuelta del revés de Marx del materialismo… 10 - Capítulo VII - La teoría circularista-sintética del valor-… 11 - Conclusiones 12 - Apéndice al Capítulo II - Descripción y análisis de divers… 13 - Ressume in English 14 - Bibliografía 15 - Índice de Figuras