UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID
FACULTAD DE FILOLOGÍA
Departamento de Lengua Española y Teoría de la Literatura
y Literatura Comparada
TESIS DOCTORAL
Mucho de "mi coraçón" y de "mi alma" y de "mis entrañas":
tratamientos nominales en las relaciones amorosas en el siglo XVI
MEMORIA PARA OPTAR AL GRADO DE DOCTOR
PRESENTADA POR
Nuur Hamad Zahonero
Directores
Silvia Iglesias Recuero
Eugenio Bustos Gisbert
Madrid, 2016
© Nuur Hamad Zahonero, 2015
TESIS DOCTORAL
Mucho de “mi coraçón” y de “mi alma” y de “mis entrañas”:
tratamientos nominales en las relaciones amorosas en el siglo XVI
Nuur Hamad Zahonero
Bajo la dirección de los doctores
Silvia Iglesias Recuero
Eugenio Bustos Gisbert
Madrid, 2015
UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID
FACULTAD DE FILOLOGÍA
UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID
FACULTAD DE FILOLOGÍA
DEPARTAMENTO DE LENGUA ESPAÑOLA Y TEORÍA DE LA LITERATURA Y
LITERATURA COMPARADA
TESIS DOCTORAL
Mucho de “mi coraçón” y de “mi alma” y de “mis entrañas”:
tratamientos nominales en las relaciones amorosas en el siglo XVI
MEMORIA PARA OPTAR AL GRADO DE DOCTOR
PRESENTADA POR
Nuur Hamad Zahonero
Bajo la dirección de los doctores
Silvia Iglesias Recuero
Eugenio Bustos Gisbert
Madrid, 2015
La imagen de la cubierta corresponde con la xilografía del argumento del Auto I de La Celestina
burgalesa, que representa la escena de Calisto y Melibea en el huerto. Se ha tomado del trabajo de
Mercedes Fernández Valladares “Biblioiconografía y literatura popular impresa: la ilustración de los
pliegos sueltos burgaleses (o de babuines y estampas celestinescas)” (Fernández Valladares 2012). En
este trabajo realiza una reconstrucción exhaustiva de los usos y apariciones de una serie de estampas.
Entre otras rastrea la aparición de esta xilografía, con doce ocurrencias después de la primera edición
de La Celestina en Burgos, una de las cuales será la portada de la Égloga de Plácida y Vitoriano (c. 1518-
1520?) del taller de Alonso de Melgar.
AGRADECIMIENTOS
Quiero comenzar expresando mi agradecimiento a mis directores de tesis. A Eugenio por sus
clases, en las que me enseñó a leer la bibliografía de forma crítica y me hizo fascinarme por los
problemas teóricos del estudio filológico. Por motivarme desde muy pronto a seguir este
camino y ayudarme a ir avanzando en él incluyéndome en proyectos y orientándome en las
prácticas docentes, todo ello desde la cercanía personal y preocupándose no sólo por la
alumna, sino también por la persona. A Silvia por descubrirme la Pragmática y mostrarme su
forma de mirar y reflexionar sobre la lengua. Por animarme a embarcarme en el doctorado y
por la paciencia y cariño desde los que me ha guiado a lo largo del camino, animándome no
sólo con la tesis sino a enfrentarme a otros retos, siempre infundiéndome confianza, y por
implicarse tanto en este trabajo aportando su lucidez, creatividad y conocimiento con tanta
generosidad. He tenido la suerte de poder contar con dos maestros de los que espero haber
aprendido a trabajar con rigor y exactitud, a la vez que con libertad y creatividad.
He podido realizar esta investigación gracias a la concesión de la beca de Formación de
Profesorado Universitario, formando parte durante estos años del Instituto Universitario
Menéndez Pidal. Mi gratitud a los miembros del Instituto, especialmente a Ana, Conso y
Mercedes por todo su cariño y disponibilidad. También a Álvaro Alonso, por sus motivantes
clases de literatura y su entusiamo filológico contagioso. Le debo gratitud a Javier Rodríguez
Molina, que me prestó muy generosamente su tiempo (y sus textos) cuando andaba fijando el
corpus, y a Ana Vian, que me guió hacia el mundo dialógico, aunque al final hayan quedado
otros textos para la investigación. Gracias también a mi primer maestro, Jose, que me prestó
un fin de semana el Lapesa, haciendo que me interesase irremediablemente por la Historia de
la lengua. A Ramón Santiago Lacuesta, que nos enseñó en sus clases el trabajo diacrónico con
un rigor filológico exquisito.
Este trabajo debe mucho a la estancia en la École Normale Supérieure de Lyon. Gracias a
Véronique Traverso por acogerme en el laboratorio como a una más, implicándome en todas
las actividades, lo que me permitió empaparme no sólo de Lingüística interaccional y Análisis
de la Conversación, sino de una forma de trabajar y de hacer investigación admirable. Gracias
a Cathèrine Kerbrat-Orecchioni por toda la ayuda bibliográfica, y por enseñarme que “Très
distinguèe Madame” era un tratamiento quizá excesivo para los correos electrónicos. También
por su acogida a los compañeros del laboratorio, Anna Claudia y Biagio, y a Insaf y Mădălina.
Debo también agradecimiento a los profesores que han accedido a evaluar este trabajo: Álvaro
Alonso, Eva Stoll, Maria Ángeles García Aranda y Mónica Castillo Lluch.
No puedo olvidarme de los compañeros del doctorado. A Sang Yoon, co-fundandor de las a
veces muy necesarias té-rapias. A Ana por sus preguntas imposibles sobre Historia de la
lengua. A María C., compañera de fatigas. A los compañeros “viva filol” Clara, Guillermo,
Germán, Mikel y Sara, con los que hemos compartido inquietudes, nervios, descansos y
burocracias. Y a la siempre sonriente Líen.
i
Gracias también a todos los amigos que han estado animándome durante el doctorado, y que
han seguido de cerca mis avances. A Diego, por estar presente desde la distancia. Mil y una
gracias a María D. y a Eleonora, tutoras suplentes, por su paciencia infinita y sus buenos
consejos.
Muchas gracias a mi familia. A mi madre por estar siempre pendiente y animándome desde su
entusiamo y su confianza en mí, por sus tuppers, y por las visitas a domicilio. A mi padre por no
dejar de preguntarme en los últimos cuatro años si ya soy doctora. Al consejero lingüístico
oficial Jose, aunque no haya seguido ni uno de sus consejos. A mis hermanos y cuñados, que
han traído a Selma, Laura y Maja, a las que últimamente he podido dedicar menos tiempo del
que hubiera querido, como a Lara e Inés, y que han sido una alegría enorme en los descansos.
A Leyla, que finalmente se ha aprendido que la tesis no iba sobre La Celestina.
También a Aris, mi coach personal, por empujarme siempre a superarme, por su apoyo
constante y paciente, y por haber aceptado que en los últimos tiempos yo no haya sido yo,
sino la tesis y yo.
También a los 40 personajes del corpus, que ya son un poco míos, y que me han hecho pasar
muy buenos ratos.
ii
ÍNDICE
ÍNDICE III
ÍNDICE DE TABLAS Y GRÁFICAS VII
ABREVIATURAS XI
RESUMEN/SUMMARY XIII
1 INTRODUCCIÓN 1
1.1. OBJETIVOS 1
1.2. ANTECEDENTES DE LA INVESTIGACIÓN 4
1.2.1 Tratamientos nominales 4
1.2.1.1 Estudios generales sobre los tratamientos 4
1.2.1.2 Estudios específicos del español y del español de la época 6
1.3. METODOLOGÍA 11
1.3.1 General: Problemas metodológicos y de las fuentes 11
1.3.2 Metodología y definición del objeto de estudio 15
1.3.2.1 Definición del objeto de estudio, cuestiones terminológicas y funciones 18
1.3.2.1.1 Definición de los tratamientos nominales 18
1.3.2.1.2 Cuestiones terminológicas 20
1.3.2.1.3 Funciones de los tratamientos nominales 22
1.3.3 Unidad de estudio: la intervención 25
1.3.4 Tipología categorías 28
1.3.5 Concepto de afectividad 29
1.3.6 Ejes de la relación interpersonal 32
1.3.7 Lematización 33
1.3.8 Base de datos 34
1.4. CORPUS 39
1.5. ESTRUCTURA 44
2. ESTUDIO SOCIOLINGÜÍSTICO 49
2.1. ORIGEN SOCIAL 51
2.1.1. Los grupos sociales 51
2.1.1.1 Los tratamientos en los diferentes grupos sociales 57
2.1.1.1.1 Nivel alto 66
2.1.1.1.1.1 Altos 66
2.1.1.1.1.2 Altos: el patricio urbano y la cortesana 75
2.1.1.1.2 Bajos 76
iii
2.1.1.1.2.1 No dependientes 76
2.1.1.1.2.2 Dependientes 81
2.1.1.1.2.3 El mundo de la marginalidad 88
2.1.1.1.3 Alto-bajo 94
2.1.1.2 Demostración de las diferencias sociolingüísticas 96
2.1.1.2.1 Motivo del disfraz: El caso de Don Duardos 97
2.1.1.2.2 Las diferencias sociales de los criados en la Segunda Celestina y su reflejo en el
empleo de tratamientos 104
2.1.1.2.3 Las “retóricas elevadas” del noble frente a las “badajadas” del mozo de espuelas:
mucho de “mi coraçón” y de “mi alma” y de “mis entrañas” quando escribieres 110
2.2. SEXO 114
2.2.1. Hombre 117
2.2.2. Mujer 123
2.3. CRUZANDO VARIABLES: ORIGEN SOCIAL/SEXO 130
3. ESTUDIO DE LA SITUACIÓN AMOROSA 141
3.1. PRESENTACIÓN GENERAL DE LAS PAREJAS: SUS HISTORIAS CONVERSACIONALES 142
3.1.1. Égloga de Plácida y Vitoriano, Juan del Encina, 1513 144
3.1.1.1 Vitoriano-Plácida 145
3.1.1.2 Vitoriano-Flugencia 146
3.1.2. Penitencia de amor 149
3.2.1.1. Darino y Finoya 150
3.1.3. Comedia Himenea 152
3.1.3.1. Himeneo y Febea 153
3.1.3.2. Boreas y Doresta 154
3.1.3.3. Turpedio y Doresta 154
3.1.4. Tragicomedia de Don Duardos 155
3.1.4.1. Duardos-Flérida /Julián (Duardos)-Flérida 155
3.1.4.2. Juliâo-Costança Roiz 157
3.1.4.3. Camilote-Maimonda 158
3.1.5. Segunda Celestina 160
3.1.5.1. Felides-Polandria 160
3.1.5.2. Sigeril-Poncia 162
3.1.5.3. Pandulfo-Quincia 163
3.1.5.4. Zambrán-Boruca 165
3.1.5.5. Pandulfo-Palana 166
3.1.5.6. Areúsa-Centurio 168
3.1.5.7. Areúsa-Sosia 169
3.1.5.8. Areúsa-Grajales 169
3.1.5.9. Elicia-Crito 170
3.1.5.10. Elicia-Tristán 171
3.1.5.11. Elicia-Barrada 172
3.1.6. Pasos 172
3.1.6.1. Toruvio-Águeda de Toruégano 173
3.1.6.2. Martín-Bárbara 173
3.1.6.3. Estudiante-Bárbara 174
iv
3.1.6.4. Sigüença-Sebastiana 175
3.2. SITUACIÓN AMOROSA 176
3.2.1. La situación amorosa en este corpus 178
3.2.1.1. Los tratamientos preferidos según la situación amorosa 182
3.2.1.1.1. Personajes con evolución de la situación amorosa 186
3.2.1.1.1.1. Desconocidos 186
3.2.1.1.1.2. Cortejo 187
3.2.1.1.1.3. Matrimonio clandestino 192
3.2.1.1.1.4. Relación sexual 195
3.2.1.1.2. Matrimonio consolidado 198
3.2.1.1.3. Relación adúltera 202
3.2.1.1.4. Ámbito de la prostitución 203
3.2.1.1.4.1. Cortesana 204
3.2.1.1.4.2. Prostituta y rufián 205
3.2.1.1.4.3. Amor mercenario 208
3.2.1.2. Ejemplo: La evolución de Pandulfo y Quincia 211
3.2.1.3. Comparación de un personaje con dos parejas diferentes 227
3.2.1.3.1. Vitoriano: amor verdadero/amor fingido 227
3.2.1.3.2. Pandulfo: estratégico/prostituta 231
3.2.1.3.3. Bárbara: marido/amante 235
3.2.1.3.4. Doresta: cortejo exitoso/cortejo fallido 239
4. ESTUDIO PRAGMÁTICO/DISCURSIVO 243
4.1. ACTOS RITUALES 245
4.1.1. Saludos e inicios de la conversación 252
4.1.1.1. Formulación de los saludos 255
4.1.1.2. Los tratamientos en relación con los saludos 261
4.1.1.2.1. Secuencias de inicio de las interacciones sin formulación de saludo 267
4.1.1.2.2. Presencia de tratamientos en los inicios de las interacciones 268
4.1.1.2.3. Descripción por actos ilocutivos 279
4.1.1.2.3.1. Análisis detallado de algunos de los valores ilocutivos: 285
4.1.1.2.3.1.1. Llamadas de atención. 285
4.1.1.2.3.1.2. Secuencias amorosas (declaraciones y alabanzas) 287
4.1.1.2.3.1.3. Peticiones y órdenes 289
4.1.1.2.3.1.4. Reproches 291
4.1.1.2.3.2. Cambios de interlocutor 292
4.1.2. Despedidas 292
4.1.2.1. Formulación de las despedidas: 293
4.1.2.2. Los tratamientos en relación con las despedidas 297
4.1.2.2.1. Descripción de la elección de los tratamientos según el origen social de los
hablantes 301
4.1.2.2.2. Clasificación de la formulación de despedidas por grupos sociales y sexo 305
4.1.2.2.3. Descripción de las secuencias y otros valores en las despedidas 309
4.2. LAS SECUENCIAS AMOROSAS 315
4.2.1. Secuencias amorosas 322
4.2.2. Los tratamientos en las secuencias amorosas 324
v
4.2.3. Las declaraciones amorosas 333
4.2.3.1. Tratamientos asociados a las declaraciones 336
4.2.4. Alabanzas 337
4.2.4.1. Los tratamientos en relación a las alabanzas 339
4.2.5. Otras formas de expresión amorosa en estas secuencias 339
4.3. LAS PETICIONES 341
4.3.1. Peticiones 347
4.3.1.1. Relación de las peticiones y los tratamientos 356
4.3.2. Órdenes 364
4.3.2.1. Relación de las órdenes y los tratamientos 371
4.3.3. Peticiones comprometidas 375
4.3.3.1. Relación de las peticiones comprometidas y los tratamientos 379
4.3.4. Proposiciones indecorosas 381
4.3.4.1. Relación de las proposiciones indecorosas y los tratamientos 389
4.3.5. Otras peticiones 393
4.3.5.1. Peticiones encubiertas/manipuladoras. 393
4.3.5.2. Peticiones “falsas” 395
4.4. COMPARACIÓN DE LOS TRATAMIENTOS EN LAS DIFERENTES SECUENCIAS 396
5. CAPÍTULO RECOPILATORIO: GLOSARIO DE ALGUNOS TRATAMIENTOS
REPRESENTATIVOS 405
5.1. GLOSARIO DE BASES LÉXICAS 406
5.1.1. Tratamientos deferenciales 406
5.1.1.1 SEÑOR 406
5.1.1.2 GENTIL HOMBRE 412
5.1.1.3 CABALLERO 414
5.1.2. Tratamientos de pertenencia de grupo 416
5.1.2.1 AMIGO 416
5.1.3. Tratamientos de implicación afectiva 420
5.1.3.1 Tratamientos de implicación afectiva positiva 420
5.1.3.1.1 ALMA 420
5.1.3.1.2 ENTRAÑAS 424
5.1.3.1.3 DIOSA 427
5.1.3.1.4 ROSA 429
5.1.3.1.5 CORDERO 431
5.1.3.2 Tratamientos de implicación afectiva negativa 432
5.1.3.2.1 TRAIDOR 432
6. CONCLUSIONES/CONCLUSIONS 435
BIBLIOGRAFÍA 451
ANEXO. BASE DE DATOS ARCHIVO ADJUNTO
vi
ÍNDICE DE TABLAS Y GRÁFICAS
TABLAS
Tabla 1. Parejas por nivel social 56
Tabla 2. Lemas empleados en el grupo alto. 67
Tabla 3. Lemas empleados en el grupo social alto-cortesana 75
Tabla 4. Lemas empleados en el grupo social no dependiente 77
Tabla 5. Lemas empleados en el grupo social dependiente 82
Tabla 6. Lemas empleados en el grupo social marginal 89
Tabla 7. Presencia de tratamientos según grupo social marginal (desglosado) 92
Tabla 8. Afectividad de tratamientos según grupo social marginal (desglosado) 92
Tabla 9. Afectividad de tratamientos según grupo social marginal (desglosado). Afectividad léxica 93
Tabla 10. Lemas empleados en el grupo social 94
Tabla 11. Tratamientos nominales entre Duardos y Flérida según la situación comunicativa 98
Tabla 12. Tratamientos nominales entre los criados de la Segunda Celestina 105
Tabla 13. Lemas empleados por hombres 118
Tabla 14. Porcentaje de frecuencia de aparición de los lemas empleados por hombres 119
Tabla 15. Lemas empleados por mujeres 124
Tabla 16. Porcentaje de frecuencia de aparición de los lemas empleados por mujeres 125
Tabla 17. Elecciones léxicas agrupadas según el contexto social y sexual 139
Tabla 18. Presencia de intervenciones según la situación amorosa 179
Tabla 19. Presencia de intervenciones según situación amorosa 180
Tabla 20. Grupos de situación amorosa a los que cada una de las parejas 182
Tabla 21. . Lemas empleados en el grupo de desconocidos 186
Tabla 22. Lemas empleados en el grupo amoroso de cortejo 188
Tabla 23. Lemas empleados en el grupo amoroso de matrimonios clandestinos 193
Tabla 24. Lemas empleados en el grupo amoroso de relación sexual 196
Tabla 25. Lemas empleados en el grupo amoroso de matrimonios consolidados 198
Tabla 26. Lemas empleados en el grupo de desconocidos 202
Tabla 27. Lemas empleados en el grupo de prostitución cortesana-patricio urbano 204
Tabla 28 . Lemas empleados en el grupo de prostitución prostituta-rufián 205
Tabla 29. Lemas empleados en el grupo de prostitución de amor mercenario 208
Tabla 30. Tratamientos entre Pandulfo y quincia. Cena II 214
Tabla 31. Tratamientos entre Pandulfo y quincia. Cena VI 217
Tabla 32. Tratamientos entre Pandulfo y quincia. Cena XI 219
Tabla 33. Tratamientos entre Pandulfo y quincia. Cena XVI 220
Tabla 34. Tratamientos entre Pandulfo y quincia. Cena XXVII 221
Tabla 35.Tratamientos de Vitoriano con Plácida y Flugencia. Amor verdadero/amor fingido 228
Tabla 36. Tratamientos de Pandulfo con Quincia y Palana. Estratégico/prostituta 232
Tabla 37. Tratamientos de Bárbara con Marín y el estudiante. Marido/amante 236
Tabla 38. Tratamientos de Doresta con Boreas y Turpedio. Cortejo exitoso/cortejo fallido 239
Tabla 39. La expresión del saludo en Guevara 256
Tabla 40. La expresión del saludo en Torquemada 257
Tabla 41. Los tratamientos en relación con los saludos 261
Tabla 42. Los tratamientos en relación con los inicios de las interacciones 268
Tabla 43. Elección léxica de los tratamientos en los inicios de la interacción 273
Tabla 44. Elección léxica de los tratamientos en los inicios de la interacción según el origen social 277
vii
Tabla 45. Posiciones preferidas del tratamiento los inicios de la interacción 279
Tabla 46. Tratamientos empleados en los inicios de la interacción según sus valores ilocutivos 281
Tabla 47. Características de los tratamientos en los inicios de la interacción según sus valores ilocutivos
282
Tabla 48. La formulación de las despedidas 293
Tabla 49. Los tratamientos en relación con las despedidas 297
Tabla 50. Clasificación de la formulación de despedidas por grupos sociales 302
Tabla 51. Cruce de los parámetros de sexo y origen social 306
Tabla 52. Los tratamientos en relación con las secuencias amorosas 324
Tabla 53. Número de declaraciones amorosas por obras 335
Tabla 54. Los tratamientos en relación con las declaraciones 336
Tabla 55. Los tratamientos en relación con las alabanzas 339
Tabla 56. Estrategias de formulación de las peticiones de Blum-Kulka et alii (1989) 347
Tabla 57. Los tratamientos en relación con las peticiones 356
Tabla 58. Elección léxica de los tratamientos en las peticiones según el origen social 361
Tabla 59. Los tratamientos en relación con las órdenes 371
Tabla 60. Elección léxica de los tratamientos en las órdenes según el origen social 373
Tabla 61. Los tratamientos en relación con las peticiones comprometidas 379
Tabla 62. Elección léxica de los tratamientos en las peticiones comprometidas según el origen social 381
Tabla 63. Enunciados de apoyo y modificadores en las proposiciones indecorosas 385
Tabla 64. Los tratamientos en relación con las peticiones indecorosas 389
Tabla 65. Elección léxica de los tratamientos en las proposiciones indecorosas según el origen social 392
Tabla 66. Comparación del léxico empleado en los tratamientos nominales en las diferentes secuencias
según el origen social 400
Tabla 67. Lemas que contienen SEÑOR según el origen social y el sexo 409
GRÁFICAS
Gráfica 1. Presencia de intervenciones según grupo social 57
Gráfica 2. Presencia de intervenciones según grupo social (desglosado) 58
Gráfica 3. Presencia de tratamientos según grupo social 59
Gráfica 4. Afectividad de tratamientos según grupo social 59
Gráfica 5. Rasgos de afectividad de los tratamientos según el origen social 61
Gráfica 6. Afectividad de tratamientos según grupo social. Afectividad léxica 62
Gráfica 7. Presencia de tratamientos según grupo social (desglosado) 63
Gráfica 8. Afectividad de tratamientos según grupo social (desglosado) 64
Gráfica 9. Afectividad de tratamientos según grupo social 65
Gráfica 10. Rasgos de afectividad de los tratamientos según el origen social (desglosado) 66
Gráfica 11. Presencia de tratamientos entre Duardos y Flérida según las diferentes escenas 102
Gráfica 12. Afectividad de los tratamientos según las diferentes escenas entre Duardos y Flérida 103
Gráfica 13. Las diferencias entre los criados en la Segunda Celestina: presencia de tratamientos 107
Gráfica 14. Las diferencias sociales en los tratamientos de los criados en la Segunda Celestina:
afectividad en los tratamientos 108
Gráfica 15. Presencia de tratamientos por parejas entre los criados en la Segunda Celestina 109
Gráfica 16. Afectividad de los tratamientos por parejas entre los criados en la Segunda Celestina 109
Gráfica 17. Afectividad de los tratamientos por parejas entre los criados en la Segunda Celestina.
Afectividad léxica 110
Gráfica 18. Presencia de intervenciones según sexo 114
viii
Gráfica 19. Presencia de tratamientos según sexo 115
Gráfica 20. Afectividad de tratamientos según sexo 115
Gráfica 21. Afectividad de los lemas según sexo. Afectividad léxica 116
Gráfica 22. Rasgos de afectividad de los tratamientos según el sexo 116
Gráfica 23. Presencia de lemas en los tratamientos producidos por hombres 119
Gráfica 24. Presencia de lemas en los tratamientos producidos por mujeres 125
Gráfica 25. Presencia de tratamientos según sexo y origen social ordenados por sexo 130
Gráfica 26. Afectividad de los tratamientos según sexo y origen social ordenados por sexo 131
Gráfica 27. Afectividad léxica de los tratamientos según sexo y origen social ordenados por sexo.
Afectividad léxica 132
Gráfica 28. Presencia de tratamientos según sexo y origen social ordenados por nivel social 133
Gráfica 29. Afectividad de tratamientos según sexo y origen social ordenados por nivel social 134
Gráfica 30. Afectividad de tratamientos según sexo y origen social ordenados por nivel social.
Afectividad léxica 135
Gráfica 31. Presencia de tratamientos según sexo y origen social. Grupo marginal desglosado 136
Gráfica 32. Afectividad de tratamientos según sexo y origen social. Grupo marginal desglosado 136
Gráfica 33. Presencia de tratamientos según sexo y origen social. Grupo marginal desglosado 137
Gráfica 34. Presencia de tratamientos según la situación amorosa 183
Gráfica 35. Afectividad de tratamientos según la situación amorosa 184
Gráfica 36. Afectividad de tratamientos según la situación amorosa. Afectividad léxica 185
Gráfica 37. Evolución por escenas entre Pandulto y Quincia: presencia de tratamientos 222
Gráfica 38. Evolución por escenas de los tratamientos entre Pandulfo y Quincia: afectividad de los
tratamientos 223
Gráfica 39. Evolución por escenas entre Pandulfo y Quincia: rasgos afectivos de los tratamientos 224
Gráfica 40. Evolución por situación amorosa entre Pandulto y Quincia: presencia de tratamientos 225
Gráfica 41. Evolución por situación amorosa de los tratamientos entre Pandulfo y Quincia: afectividad de
los tratamientos 225
Gráfica 42. Afectividad de tratamientos entre Pandulfo y Quincia según la situación amorosa.
Afectividad léxica 226
Gráfica 43. Comparación Vitoriano con Plácida y Flugencia: presencia de tratamientos 228
Gráfica 44. Comparación Vitoriano con Plácida y Flugencia: Afectividad de los tratamientos 229
Gráfica 45. Comparación Vitoriano con Plácida y Flugencia: rasgos de afectividad de los tratamientos 230
Gráfica 46. Comparación Pandulfo con Quincia y Palana: presencia de tratamientos 233
Gráfica 47. Comparación Pandulfo con Quincia y Palana: afectividad de los tratamientos 233
Gráfica 48. Comparación Pandulfo con Quincia y Palana: rasgos de afectividad de los tratamientos 234
Gráfica 49. Comparación Bárbara con Martín y el Estudiante: presencia de tratamientos 236
Gráfica 50. Comparación Bárbara con Martín y el Estudiante: afectividad de los tratamientos 237
Gráfica 51. Comparación Bárbara con Marín y el Estudiante: rasgos de afectividad de los tratamientos
238
Gráfica 52. Comparación Doresta con Boreas y Turpedio: presencia de tratamientos 240
Gráfica 53. Comparación Doresta con Boreas y Turpedio: afectividad de los tratamientos 241
Gráfica 54. Comparación Doresta con Boreas y Turpedio: rasgos de afectividad de los tratamientos 241
Gráfica 55. Presencia de tratamientos en los saludos 262
Gráfica 56. Afectividad de los tratamientos en los saludos 263
Gráfica 57. Rasgos de afectividad de los tratamientos afectivos en los saludos 264
Gráfica 58. Presencia de tratamientos en los inicios de la interacción 269
Gráfica 59. Afectividad de los tratamientos en los inicios de la interacción 273
Gráfica 60. Rasgos de afectividad de los tratamientos afectivos en los inicios de la interacción 274
Gráfica 61. Presencia de tratamientos en los inicios de la interacción según grupo social 275
Gráfica 62. Afectividad de los tratamientos en los inicios de la interacción según grupo social 275
ix
Gráfica 63. Rasgos de afectividad de los tratamientos afectivos en los inicios de la interacción según el
origen social 276
Gráfica 64. Presencia de tratamientos en las despedidas 297
Gráfica 65. Afectividad de los tratamientos en las despedidas 298
Gráfica 66. Rasgos de afectividad de los tratamientos afectivos en las despedidas 299
Gráfica 67. Presencia de tratamientos en las secuencias amorosas 324
Gráfica 68. Afectividad de los tratamientos en en las secuencias amorosas 325
Gráfica 69. Rasgos de afectividad de los tratamientos afectivos en las secuencias amorosas 325
Gráfica 70. Presencia de intervenciones en las secuencias amorosas 327
Gráfica 71. Presencia de tratamientos en las secuencias amorosas según el grupo social 328
Gráfica 72. Afectividad de los tratamientos en las secuencias amorosas según el grupo social 329
Gráfica 73. Presencia de tratamientos en las peticiones 357
Gráfica 74. Afectividad de los tratamientos en las peticiones 357
Gráfica 75. Rasgos de afectividad de los tratamientos en las peticiones 358
Gráfica 76. Presencia de tratamientos en las órdenes 371
Gráfica 77. Afectividad de los tratamientos en las órdenes 372
Gráfica 78. Rasgos de afectividad de los tratamientos afectivos en las órdenes 373
Gráfica 79. Presencia de tratamientos en las peticiones comprometidas 379
Gráfica 80. Afectividad de los tratamientos en las peticiones comprometidas 380
Gráfica 81. Rasgos de afectividad de los tratamientos afectivos en las peticiones comprometidas 380
Gráfica 82. Presencia de tratamientos en las peticiones indecorosas 389
Gráfica 83. Afectividad de los tratamientos en las peticiones indecorosas 390
Gráfica 84. Rasgos de afectividad de los tratamientos afectivos en las peticiones indecorosas 390
Gráfica 85. Afectividad de los tratamientos en las proposiciones indecorosas según grupo social 391
Gráfica 86. Presencia de tratamientos en los diferentes tipos de secuencias 396
Gráfica 87. Afectividad de los tratamientos en los diferentes tipos de secuencias 398
Gráfica 88. Rasgos de afectividad de los tratamientos afectivos en los diferentes tipos de secuencias 399
x
ABREVIATURAS
ALTO Grupo social de nivel alto
ALTO Cort Grupo social de nivel alto: cortesana y patricio urbano
ALTO-BAJO Grupo social asimétrico
Autoridades 1726 RAE (1726): Diccionario de la lengua castellana, en que se explica […]
Autoridades 1734 RAE (1734): Diccionario de la lengua castellana, en que se explica […]
Autoridades 1770 RAE (1770): Diccionario de la lengua castellana compuesto por la […]
Academia Usual 1803 RAE (1803): Diccionario de la lengua castellana compuesto por la […]
BAJO No Dep Grupo social bajo no dependiente
BAJO Dep Grupo social bajo dependiente (criados)
BAJO Marg Grupo social bajo marginal
Casas 1570 Casas (1570): Vocabulario de las dos lenguas toscana y castellana
Comenius 1661 Comenius (1661): Janua linguarum reserata quinquelinguis
CN Complemento del nombre
Covarrubias 1611a Covarrubias (1611a): Tesoro de la lengua castellana o española
Covarrubias 1611b Covarrubias (1611b): Tesoro de la lengua castellana […]
CORDE Corpus Diacrónico del Español
CREA Corpus de Referencia del Español Actual
DRAE Diccionario de la Real Academia Española (Diccionario de la lengua
española)
DUA o Duardos Tragicomedia de Don Duardos
HIM o Himenea Comedia Himenea
Landuc 1562 Landucci (1562): Dictionarum lingua toscanae.
NP Nombre propio
NTLLE Nuevo Tesoro Lexicográfico de la lengua española
NTLE Nuevo Tesoro Lexicográfico del español
xi
Palencia 1490 Fernández de Palencia (1940): Universal vocabulario en latín y romance
PASOS Pasos
PLA o Égloga Égloga de Plácida y Vitoriano
PEN o Penitencia Penitencia de amor
RAE Real Academia Española
Salas 1645 Salas (1945): Thesavrus hispanolatinvs strivsqve lingvae dives opvm.
SEG CELES Segunda Celestina
xii
RESUMEN
Este trabajo de investigación doctoral se centra en el estudio de los tratamientos nominales.
Su título, “Mucho de «mi coraçón» y de «mi alma» y de «mis entrañas»: tratamientos
nominales en las relaciones amorosas en el siglo XVI”, contiene una cita de una de las obras del
corpus que es significativa de parte del trabajo que se ha realizado. En ella uno de los
personajes de la Segunda Celestina, el mozo de espuelas Pandulfo aconseja a su amo Felides
sobre cómo tratar a las mujeres para “alcançar muger” y “concluir sus amores”. A su juicio,
debe dejarse de “retóricas elevadas” ya que las mujeres no tienen capacidad para entenderlas.
Además le propone los tratamientos nominales que debe utilizar cuando le escriba cartas. Este
comentario metapragmático es de gran interés, sobre todo al contrastarlo con lo que ocurre
en la realidad: Felides no hará caso a su criado y le escribirá una carta en que encabezará con
señora mía a Polandria, en la que despertará el interés de la joven. Este tratamiento, el único
que utiliza en la carta, es deferencial pero también contiene una implicación afectiva: la forma
de respeto SEÑOR (que ya de por sí remite a un ambiente de vasallaje típico del amor cortés en
el que la mujer es la señora y el que declara su amor se considera su vasallo), se combina con
el posesivo, por lo que además es “su señora” y lo introduce de lleno en el ámbito de la
afectividad.
Por otra parte Pandulfo, con la intención de ayudar a su amo, escribe una nueva carta
haciéndose pasar por él en la que pone en práctica los consejos que le ha dado, y entre otras
cosas, añade varios tratamientos nominales: Señora de mis entrañas y amores de mi alma; mi
alma (2); señora mía; coraçón y entrañas. Además de la cantidad de apelativos en
comparación con la carta de Felides a pesar de ser más corta, las designaciones que emplea
tienden a la afectividad empleando formas que aluden al amor (la misma base léxica AMOR,
pero también CORAZÓN, ENTRAÑAS y ALMA). La destinataria de la carta desde un primer momento
en su lectura se da cuenta de que las palabras que ha recibido, las que denomina “badajadas”
y que considera una “gran necedad”, no pueden ser de su pretendiente, pues están escritas
“en la lengua de Pandulfo, o de otros tales moços de espuelas como él”. La frecuencia
exagerada de los tratamientos nominales y su elección contribuye con toda seguridad a la
reacción de Polandria: se trata de un ejemplo de la distribución sociolingüística de estas
formas, que además se corresponde no sólo con los usos que ha propuesto el criado, sino
también con las tendencias de utilización de los apelativos en este corpus, donde los
personajes presentan diferencias de frecuencia de utilización y de tipo de designación
empleadas según su procedencia social.
Observar la distribución sociolingüística de los tratamientos nominales que se dirigen los
personajes que tienen una relación amorosa es uno de los objetivos de este trabajo de
investigación, no sólo con respecto a las diferencias sociales, sino también de sexo y en
relación a la familiaridad, solidaridad y poder. Por otro lado este estudio atiende a los
diferentes usos apelativos según la situación amorosa de los personajes, y, desde una
perspectiva pragmático-discursiva, persigue describir a qué tipo de secuencias se asocian las
designaciones en este corpus y qué funciones tienen, tanto estratégicas de la cortesía como de
organización de la conversación.
xiii
La intención es investigar la frecuencia de utilización de las designaciones y analizar el tipo de
categoría utilizada según cada una de las variables que interesan, intentando determinar sus
funciones a nivel discursivo y relacional, pero también pragmático tomando el tratamiento
como un elemento más de la cortesía. Con él se espera determinar cuándo y cómo se emplean
las designaciones al interlocutor, es decir, qué parámetros sociales y discursivos intervienen en
su selección y uso en el español del siglo XVI, al menos con respecto a las relaciones amorosas.
La época elegida, el siglo XVI, refleja un momento en el que el peso del honor y la importancia
de las jerarquías en las relaciones sociales son especialmente relevantes en la sociedad. Lo
esperable es que los tratamientos por su estrecha relación con lo social reflejen estos
aspectos. Ya Lapesa (2000c:319) hablaba de una puntillosidad castellana al respecto, y la
aparición de pragmáticas reales que regulan los usos de las formas de tratarse da muestra de
ello.
El corpus se ha basado en textos dramáticos por tratarse de un contexto óptimo para los
objetivos de este trabajo, pues muestra interacciones dialogadas de personajes de grupos
sociales diversos y con diferentes tipos de relación entre ellos en múltiples situaciones. Los
textos analizados son la Égloga de Plácida y Vitoriano de Juan del Encina, la Penitencia de
amor, Pedro Manuel Ximénez de Urrea, la Comedia Himenea, Bartolomé de Torres Naharro, la
Tragicomedia de Don Duardos de Gil Vicente, la Segunda Celestina de Feliciano de Silva y por
último los Pasos de Lope de Rueda. Se trata de un corpus heterogéneo en varios sentidos,
pero precisamente las diferencias que presentan dan la oportunidad de realizar alguna
reflexión con respecto a una posible influencia de la métrica o del formato de recepción y
público para el que se conciben en relación a los tratamientos, además de las variedades
achacables al género discursivo o al estilo propio del autor.
El análisis se ha elaborado tomando como base algunos conceptos del Análisis de la
Conversación como la organización de las interacciones por secuencias (Schegloff 1990) y se ha
realizado a través de la observación detallada del proceso conversacional desde presupuestos
sociolingüísticos, teniendo en cuenta las variables social y sexual y atendiendo también a
parámetros como la familiaridad y la solidaridad. También se ha realizado un análisis
pragmático en determinados tipos de secuencias sobre las estrategias de la cortesía según la
formulación de diferentes actos de habla y otros elementos que lo acompañan como los
enunciados de apoyo y otros modificadores (Blum-Kulka House y Kasper 1989), todo ello con
especial atención sobre el uso de los tratamientos nominales. El interés es determinar si su
presencia, y en tal caso, el tipo de designación elegida, se ven influidos por todas estas
cuestiones. Se trata de una propuesta metodológica que se sirve de herramientas de varias
disciplinas para acercarse a los tratamientos nominales de manera global y tanto desde una
perspectiva cualitativa como la cuantitativa.
La hipótesis de partida es que la frecuencia de uso de los tratamientos y el tipo de apelativo
empleado se rigen según unas normas sociales en las que los parámetros de origen social y
sexo influyen, así como variables como la familiaridad y la solidaridad según el tipo de relación
entre los interlocutores.
Lapesa (2000c) hablaba para épocas anteriores, de una ceremoniosidad por parte de los
nobles frente al estado llano. La tesis parte de la hipótesis de que existe una diferencia
xiv
sociolingüística entre los usos de los tratamientos nominales entre grupos de procedencia
social elevada y aquellos de baja condición que tiene que ver con la afectividad y la
emotividad, en la línea de Elias (2012), que propone que los estratos superiores se rigen por
un “control de los afectos” y de Muir (2001), que habla de la cortesía como represión de las
emociones. Por ello una parte del trabajo se centra en la observación de la afectividad de los
tratamientos nominales.
Se ha partido de la idea del cortejo como persuasión, que requerirá mucho trabajo persuasorio
en la época, pues las mujeres tenderán a rechazar a sus pretendientes para proteger su honra.
Se ha presupuesto que los tratamientos funcionarán como una estrategia del cortejo, por lo
que se prevén diferencias en los usos apelativos en relación con diferentes situaciones
amorosas, por ejemplo en las parejas que evolucionan desde el cortejo hasta el matrimonio
y/o hasta la relación sexual, matrimonios consolidados y también otras formas no
convencionales como el adulterio o la prostitución. Otro de los objetivos de la investigación ha
sido determinar si en las relaciones amorosas fingidas, especialmente en aquellas con carácter
lucrativo, son las prostitutas las encargadas del cortejo, con la idea de que si es así, emplearán
usos apelativos estratégicos que se asemejen a los de los hombres del resto del corpus en
situación de cortejo.
En cuanto a cuestiones pragmáticas, se han presupuesto también diferencias con respecto al
tipo de acto de habla y a la secuencia en que las designaciones al interlocutor pueden
aparecer, principalmente porque cumplen una función reforzadora del acto ilocutivo y se
utilizan como elementos estratégicos. Para ello se han investigado secuencias de diferentes
tipos para determinar las funciones de los apelativos en cada uno de los casos y también su
frecuencia de empleo, así como los tipos de formas utilizadas y su nivel de afectividad. Las
secuencias analizadas son los actos rituales de inicio y cierre de la interacción, los saludos y las
despedidas, las secuencias amorosas y las peticiones. De los actos rituales se han elegido
precisamente saludos y despedidas por dos motivos: por un lado por su valor social, ya que se
trata de momentos complicados de la conversación en los que se cree que se necesitan
estrategias reforzadoras de la relación social, pero también por la importancia del tratamiento
en estos contextos por su función organizadora del discurso de selección del destinatario. Para
las secuencias amorosas, aquellas en las que los personajes declaran su amor y alaban a sus
parejas, se esperaba también un alto empleo de formas de implicación emocional y
designaciones amorosas por su propia naturaleza afectiva. En el último de los contextos, el de
las secuencias de petición, con la previsión de que las formas asociadas a este acto de habla se
utilicen de forma estratégica en un doble sentido: para minimizar la imposición que conllevan,
pero también como formas de acercamiento con finalidad persuasiva.
Además de todas estas cuestiones con relevancia en cuanto a los interlocutores, se espera que
también las haya en cuanto al género discursivo con incidencia sobre la recepción de los textos
ficcionales en una segunda dimensión extratextual, es decir, en la comunicación que se
establece entre el autor de los textos y los receptores.
El análisis de los datos prueba algunas de las hipótesis y muestra la necesidad de matizar
algunas otras. Se confirma la hipótesis de que se dan diferencias en los usos de las
designaciones con respecto a las variables analizadas. Los parámetros sociolingüísticos se han
xv
mostrado como el factor decisivo especialmente en relación al tipo de categorías empleadas
para crear los apelativos. De todos ellos es el sexo el que muestra más diferencias, lo que
parece lógico por el tipo de contexto estudiado: la elección de los tratamientos de hombres y
mujeres están marcados por los papeles asignados tradicionalmente a cada uno de ellos en el
amor, siguiendo el esquema en que ellos cortejan y ellas típicamente rechazan y se muestran
esquivas por la citada necesidad de guardar la honra.
Estas diferencias confirman a los tratamientos nominales como estrategia relacionada con el
cortejo, pues los usos de los hombres difieren de los de las mujeres tanto en frecuencia como
en categoría e implicación emocional, siendo los de los hombres más numerosos, más
afectivos y empleando categorías más afectuosas para tratar a sus parejas en un intento, se
entiende, de acercamiento y persuasión amorosa.
El trabajo muestra la preocupación de los grupos sociales elevados por la imagen, en los que lo
esperable y adecuado es que se recurra a estas construcciones que expresan respeto, como
señala Iglesias Recuero (2010:387). Se valida también la hipótesis de que se dan diferencias en
la implicación afectiva que expresan los tratamientos entre los estamentos: los de procedencia
elevada se sirven con preferencia de formas deferenciales y la emotividad y afectividad en los
usos apelativos se restringe, mientras que en personajes de origen social bajo se recurre con
mayor frecuencia a formas emotivas y solidarias. Estos últimos también recurren con asiduidad
a la deferencia en el trato amoroso, quizá en parte por la asimetría jerárquica del código cortés
en la que el pretendiente se presenta como vasallo ante su amada, su señora.
Se corrobora también la situación amorosa como variable determinante, bajo la que subyacen
en muchos casos por un lado cuestiones de confianza y familiaridad, y de otro lado de poder.
También se establecen diferencias entre los tratamientos de matrimonios consolidados, que
parecen emplear formas menos afectuosas que los que se encuentran en situación de cortejo
o que acaban de llegar el matrimonio de forma clandestina o/y consiguen a la relación carnal.
Parece desmentirse la hipótesis de que las prostitutas sean las encargadas del cortejo. Son sus
clientes los que emplean los mismos tratamientos (y comportamientos) que se dan en
situaciones de cortejo convencional. Sin embargo, sí se aprecia en algunas de las relaciones
prostibularias que son ellas las que mueven los hilos de la relación y promueven el cortejo o la
proposición sexual, pero nunca lo hacen de forma explícita. Se advierte que sí hacen uso del
tratamiento estratégico y para ello emplean formas de carácter amoroso y solidario, pero no
con fines amorosos como se esperaba, sino persuasivos con otros objetivos. Además, sus usos
no se asemejan a los de los hombres en situación de cortejo como se preveía.
Por otro lado, el estudio discursivo ha demostrado que las cuestiones organizativas influyen de
forma muy marcada en el uso de los tratamientos. Por ejemplo, en algunas secuencias la
frecuencia de utilización de las designaciones al interlocutor es especialmente sensible a la
organización discursiva: en los inicios de la interacción, los tratamientos cumplen una función
de selección del destinatario que se hace necesaria para identificar al interlocutor apelado. En
algunas ocasiones estas designaciones parecen funcionar a nivel intertextual como marcador
de cambio de escenas.
xvi
Sin embargo, aunque los tratamientos empleados en las diferentes secuencias sí responden a
divergencias léxicas y de afectividad en relación a estrategias de la persuasión, no lo hacen de
forma tan marcada como se esperaba. Una de las diferencias observadas entre secuencias
tiene que ver con la petición, en la que el carácter deferencial o de implicación emocional del
tratamiento parece constituir un acercamiento con finalidad persuasiva para el cumplimiento
de la acción proyectada, frente a las órdenes, en las que su cumplimiento se asume y en un
principio no necesitan de estas estrategias para convencer al interlocutor. Aunque estas
últimas muestran índices de implicación afectiva similares a los otros tipos de peticiones, se ha
visto que esa afectividad es fundamentalmente léxica, en parte por la presencia de insultos,
pues las órdenes se dan en varias ocasiones en una situación de enfado. En ellas, además, casi
no se hace uso del posesivo, marca de implicación afectiva porsitiva. La mayor presencia de
formas afectuosas en las peticiones frente a la de las órdenes parece probar la función
estratégica de los usos afectivos del tratamiento nominal.
La aportación de esta tesis se dirige hacia un mayor conocimiento teórico de los tratamientos
nominales y de sus funciones tanto discursivas como relacionales y pragmáticas, es decir, a
nivel de organización de la interacción pero también como reforzadores de la relación social y
como estrategias de la cortesía. Esta investigación, además, constituye una propuesta
metodológica para el análisis de los tratamientos.
La descripción de los empleos que se dan en este corpus concreto permite hacerse una idea de
los usos esperables, al menos para textos similares y para el ámbito estudiado. Además
reflexiona sobre diferentes tipos de relación amorosa y se plantea cómo éstas se concebían en
la época a través del estudio del tratamiento nominal.
Se espera que este trabajo ayude a conocer mejor las relaciones sociales en la época, con una
utilidad específica: para una mayor comprensión de los textos gracias a la posibilidad de
reconocer usos no habituales o adecuados para un tipo de emisor o receptor concreto y/o
para una determinada situación, es decir, para establecer qué formas son las esperables y
adecuadas en determinados contextos situacionales o sociales. Saber esto ayudará a captar los
usos irónicos, lúdicos, paródicos, y hará posible la valoración de interpretaciones sociales y
mensajes implícitos (Ervin-Tripp 1972) que se desprenden de los usos inadecuados, por lo que
tendrá una aplicación práctica para los interesados en la literatura y la sociedad de la época.
Este trabajo forma parte de un proyecto personal de mayor alcance que se interesa por el
tratamiento nominal desde un punto de vista global para el que sienta las bases metodológicas
y teóricas. Se trata del primer escalón hacia un estudio en el mismo sentido pero ampliado a
otros ámbitos relacionales (como el familiar, laboral y de amistad) y al que se añadirá una
revisión léxico-semántica exhaustiva. Su objetivo es alcanzar un mayor conocimiento de los
tratamientos nominales en relación con su origen y evolución en el español, poniendo todo
ello en relación con aspectos sociohistóricos.
xvii
SUMMARY
This investigation deals with the analysis of the forms of nominal address. Its title, “Mucho de
«mi coraçón» y de «mi alma» y de «mis entrañas»: tratamientos nominales en las relaciones
amorosas en el siglo XVI” (“A lot of ‘My Heart,’ ‘My Soul’ and ‘My Entrails’: Nominal Address in
Romantic Relationships in the XVI Century”), includes a quote from one of the pieces of the
corpus that reflects part of the work done in this thesis. These words belong to one of the
characters in the Segunda Celestina, a stable boy named Pandulfo. He uses them to give advice
to his master Felides about how to treat women in order to “alcançar muger” and “concluir sus
amores” (win her and consummate the relationship). In Pandulfo’s opinion he should avoid
“retóricas elevadas” (`elevated rhetoric´) because women lack the ability to understand it. He
also suggests the forms of address that he should employ when writing letters to his Lady. This
metapragmatic remark is of great interest, especially when compared with what actually
happens: Felides does not follow his servant’s advice and instead writes a letter to Polandria
with the heading señora mía (My Lady). With this letter he gains the lady’s attention. This form
of address - the only one used in the letter - is deferential but also entails an affective
implication: it contains the form of respect ‘Lady,’ (which recalls an atmosphere of servitude
typical of courtly love in which the woman is the Lady and the one declaring his love her
vassal) and the possessive ‘my’ as well. The inclusion of the possessive leads to the meaning of
her being “his Lady”, and turns the expression into the world of affectivity.
On the other hand Pandulfo writes another letter to Polandria impersonating his master
Felides, with the intention of helping him. He puts his own recommendations into practice in
this letter, including the use of the suggested address forms: ‘Señora de mis entrañas y amores
de mi alma’ (‘Lady of my entrails and love of my soul’); ‘mi alma’ (´my soul´) (2); ‘señora mía’
(My lady); ‘coraçón’ (`heart´) and ‘entrañas’ (`entrails´). Apart from the number of terms used
in this letter in comparison to Felides´ - even though this one is longer - the forms that he
employs tend to affectivity and to the use of nouns that refer to love (love, heart, entrails and
soul). The letter’s recipient realizes that the author cannot be her suitor when she reads the
heading, as she considers its words to be “badajadas” and a “gran necedad” (`rubbish’ and ‘a
great deal of nonsense´), written “en la lengua de Pandulfo, o de otros tales moços de espuelas
como él” (`in the language of Pandulfo, or other stable boys like him´). The exaggerated
frequency of use of nominal address terms and their lexical choice surely contributes to
Polandria´s reaction. This is an example of the sociolinguistic distribution of the nominal terms
of address. Not only does it correspond to Pandulfo´s advice, but to the tendencies of usage in
this corpus as well: the characters show differences on the frequency of use and the lexical
choices employed, according to their social origin.
One of the aims of this investigation is observing the sociolinguistic distribution of the nominal
forms of address exchanged by the corpus’ characters who are engaged in a romantic
relationship - not only regarding their social origin but according to sex and the dimensions of
familiarity, solidarity and power as well. This thesis also examines the usage of the terms of
address regarding the situation of the romantic relationship between the characters, as well as
from a pragmatic and discursive perspective, with the objective of establishing which types of
xviii
sequences the different terms are associated with, and which functions they cover, both as a
strategy that seeks politeness and regarding the organisation of conversation.
The aim is to examine the frequency of the terms’ employment and to analyse the type of
category used in each of the studied dimensions, in order to establish their functions in
discourse and relationships, as well as from a pragmatic perspective: considering the terms of
address as an element of politeness. The aim is to determine when and how they are used,
defining the social and discursive parameters that are involved in the selection and use of the
terms of address in XVI Century Spanish, at least regarding romantic relationships.
The period chosen for the analysis, the XVI Century, reflects a society in which honour and the
importance of hierarchies are especially relevant. It is expected that terms of address reflect
those concepts because of their close connection to social aspects. Lapesa (2000c:319)
discussed the punctiliousness of Castilians regarding honour and hierarchy. The existence of
Royal Laws, which regulated terms’ use, is proof of their importance.
The corpus consists of dramatic pieces, which is an ideal context for this investigation’s
objectives. It shows the conversational interactions between characters belonging to diverse
social groups and with different types of relationships between them. The chosen texts are
Égloga de Plácida y Vitoriano by Juan del Encina, Penitencia de amor by Pedro Manuel Ximénez
de Urrea, Comedia Himenea by Bartolomé de Torres Naharro, Tragicomedia de Don Duardos
by Gil Vicente, Segunda Celestina by Feliciano de Silva and Pasos by Lope de Rueda. It is a
heterogeneous corpus. But it is precisely this range that allows us to reflect on the possible
correspondence between the plays’ meter and the format of reception– whether conceived to
be read or dramatized - or intended audience and the terms of address used, as well as
between the varieties attributable to the discursive genre or the authors’ personal style.
The analysis has been developed employing some concepts from Discourse Analysis, such as
the organisation of sequential interaction (Schegloff 1990), and has been carried out
examining in detail conversational processes from a sociolinguistic perspective, keeping in
mind social and gender variables, as well as parameters such as Familiarity and Solidarity. The
thesis also entails a pragmatic study, which concentrates on given sequences about politeness
strategies according to the formulation of the speech acts and related elements like supportive
moves and other modifiers (Blum-Kulka House y Kasper 1989), with especial attention to terms
of address. This work provides a methodological proposal that employs different tools from
various fields for the study of terms of address in a comprehensive way and from both
qualitative and quantitative perspectives.
The initial hypothesis is that the frequency of use of terms of address and the type of noun
chosen depend on social norms affected by social origin and gender, as well as by familiarity
and solidarity between the interlocutors.
Lapesa (2000c) discussed a ceremoniousness of the noble class and the third state. This
investigation assumes the hypothesis that there is a sociolinguistic difference in the use of
nominal address forms between groups belonging to different social origins. Those coming
from a higher level and those who have lower social status express affection and emotions
differently, in the vein of Elias (2012), who suggests that the upper social strata are governed
xix
by control of affections, and Muir (2001), who explains politeness as a repression of emotions.
For this reason part of the study focuses on observing the emotional implication of nominal
forms of address.
This work also assumes courtship as persuasion. In this sense courting requires a great deal of
persuasive effort in this era due to women’s tendency to turn their suitors down in order to
protect their virtue. The assumption is that terms of address will serve as a courtship strategy.
It is expected that this will lead to diverse use of terms according to the type of romantic
relationship in question (couples who evolve from courtship to marriage or to sexual
consummation, established marriages, or non-conventional forms of love such as adulterous
affairs or prostitution). One of this investigation’s aims is to determine whether the prostitute
assumes the “responsible for courting” role in simulated romantic relationships, especially
those that involve lucrative interests. If that were the case, we would expect to find that they
employ strategic terms resembling those used by men in other romantic contexts.
As for pragmatic aspects, the expectation is that there will be differences according to the type
of speech acts and the sequence in which the terms appear, mainly because of their function
of reinforcing the illocutive act and because they are used as strategic elements. The
investigation has focused on several sequences in order to establish the terms’ functions in
each situation, as well as their frequency of appearance, the types of terms used and their
level of affectivity. The analysed sequences are the ritual acts of opening and closing
interactions corresponding to greeting and parting acts, the sequences that entail a
declaration of love (“love sequences”) and requests. From ritual acts, greetings and parting
sequences were chosen for two reasons: First, because of their social meaning being
conflictive for social rapport because they are associated with moments in which reinforcing
strategies for rapport are essential. Second, because the terms of address that appear in these
contexts have an important function of organising the discourse and selecting the recipient.
The “love sequences,” those in which the characters express their love or praise their partners,
were expected to contain a large number of terms of emotional implication due to their
affective nature. As for the last context, the request sequences, the expectation was that the
forms associated with this speech act would be also used in a strategic fashion with a double
motivation: to minimize the imposition entailed in their nature, and as means of approach with
persuasive intention.
In addition to all these aspects with relevance for the interactions’ participants, it is expected
that the discursive genre will also be influential, as the fictional texts are received in an extra-
textual dimension (the communication established between the plays’ author and the
recipients).
Data analysis proves some of the hypotheses and demonstrates the necessity of re-examining
others. The hypothesis of the differences in the use of terms connected to the variables
examined is validated. The sociolinguistic parameters prove to be decisive, especially with
regard to the categories employed in the construction of the nominal forms of address.
Gender is the factor that reveals the most differences. This appears normal due to the context
of this research: love. The choice of terms that men and women make is determined by their
traditionally-assigned roles in love. It follows the pattern of men courting and women rejecting
xx
their suitors and remaining distant because of the aforementioned need to protect their
virtue.
These differences verify the terms of address as a strategy linked to courtship, as men’s and
women’s use differ both in frequency of appearance and the choice of categories, and in the
more or less affectionate lexical fields they use to address their partner. This usage appears to
be due to an attempt towards approach and romantic persuasion.
This thesis shows the upper social strata’s concern for face. In this social context, deferential
formulae are expected and adequate, as Iglesias Recuero (2010:387) points out. The
hypothesis of the differences related to affective implication of the terms depending on social
origin are validated as well: characters in the upper groups tend to employ deferential forms,
restricting emotion and affectivity, whereas those belonging to a lower social condition recur
regularly to emotive and solidarity terms. The latter also frequently employ terms of respect in
romantic rapport, perhaps owing to the asymmetrical hierarchy relative to courtly love, where
the suitor introduces himself as his Lady´s vassal. Romantic situation is also confirmed as a
decisive variable, oftentimes underpinned by familiarity and sometimes by power. There are
also differences in the use of terms of address between those in established marriages and the
couples who have just married clandestinely and/or consummated their relationship.
The hypothesis that prostitutes were responsible for courtship in brothel contexts seems to be
refuted. It is their clients who employ the same terms of address (and behaviour) that men use
in conventional courtship situations. Nevertheless the prostitutes can sometimes be seen to
pull strings in this kind of rapport to foster courtship or sexual proposals, but they rarely do so
explicitly. They do use the terms of address related to love or solidarity strategically, however
not with the expected intentions but rather connected to persuasion towards other goals.
Furthermore, their use of the terms does not resemble men’s in courtship situations as
expected.
On the other hand, the discursive analysis has demonstrated that organisational aspects have
a strong influence on the use of terms of address. For example, in some of the sequences,
frequency of appearance of terms is sensitive to discursive organisation: in interaction
openings, terms of address fulfil a function of selection of the addressee, which is necessary in
order to identify the interlocutor being addressed. On some occasions these forms seem to
have another extra-textual function as an indicator of the change of scene.
Nevertheless, although the forms of address employed in the different sequences do show
lexical and affective divergence related to persuasive strategies, this difference is not as
pronounced as expected. One of the observed differences between sequences has to do with
requests. In them deferential terms or forms of affective implication seem to operate as a
strategy with a persuasive goal towards the fulfilment of the projected action. Orders, on the
other hand, imply the accomplishment of the projected action and will not therefore need
strategies to persuade the recipient of the order. The data show that although a similar
number of forms with affective implication exist, this affectivity lies on lexical items, partly due
to the negative affectivity of insults, as the orders belong in many cases to contexts of
arguments. The possessive, a mark of positive affective implication, is hardly present in orders.
xxi
The higher number of affectionate requests in comparison to orders seems to prove the
strategic function of the affective uses of the terms of address.
The contribution of this thesis aims towards a greater theoretical knowledge of forms of
nominal address and their functions, both discursive and relational and pragmatic, meaning at
an organisational level but also as reinforcers of social rapport and as strategies of politeness.
This work establishes a methodological proposal for the analysis of terms of address.
The description of the uses of these forms in this specific corpus provides an idea of the
expectable uses, at least for similar texts and contexts. It also reflects on the different types of
romantic rapport and considers how these were conceived in the XVI Century, through the
analysis of nominal address.
This work aims to allow one to form an impression of social rapport in the studied period with
a specific utility: to better understand the texts by being able to identify non habitual or
inadequate uses for a specific speaker or recipient and a specific situation, that is, to establish
what forms to expect as adequate in certain social or situational contexts. This information will
help to understand ironic, ludic or burlesque uses and will allow for assessing the social
interpretation and implicit messages (Ervin-Tripp 1972) that are deduced from inadequate
uses. This will have a practical utility for those interested in the literature and society of this
epoch.
This research is part of a personal project with a larger scope about the terms of nominal
address from a comprehensive perspective, for which it lays the methodological and
theoretical foundations. It is the first step towards a study in the same vein but broadened to
include other spheres of rapport (family, friendship, work). It will include an extensive lexical
and semantic study. Its aim is to gain broader knowledge of the nominal forms of address in
relation to their origin and evolution in Spanish, establishing a connection with socio-historic
aspects.
xxii
1 INTRODUCCIÓN1
1.1. OBJETIVOS
El objetivo de esta tesis es analizar el estudio de los tratamientos nominales. La hipótesis de
partida es que el tipo de apelativo utilizado y su frecuencia de uso depende de una serie
normas sociales así como de la pragmática de los usos comunicativos.
El corpus en el que se basa la investigación está formado por obras dramáticas del s. XVI, de
entre los años 1513 y 1570, la mayoría de ellas del primer tercio del siglo. De las obras se
examinarán las interacciones que se dan en el ámbito amoroso con el fin de analizar los usos
de los tratamientos de acuerdo a un conjunto de variables.
La tesis parte de la convicción de que el cambio social se refleja en la lengua. Es indudable que
los tratamientos están íntimamente ligados a cuestiones sociohistóricas, pues explicitan las
formas de relación entre los individuos de una sociedad determinada. La época elegida
constituye un momento clave para las relaciones sociales: se trata de una sociedad que otorga
mucho peso al honor y las jerarquías, y precisamente los tratamientos son una forma de
representarlo. Prueba de ello es que algo más tarde se publica una pragmática por la que se
regula el uso de los tratamientos (1586), que refleja la susceptibilidad de esta sociedad de la
que hablaba Lapesa (2000c:319).
Se ha restringido el análisis al ámbito amoroso ya que la naturaleza cualitativa de la
investigación requería un corpus limitado para poder abarcar en profundidad el estudio de
todas las interacciones del contexto elegido. Estudiar varios ámbitos relacionales, por ejemplo
la amistad, las relaciones familiares o laborales, y restringir el número de obras estudiadas no
interesaba a la investigación. Contar con varias obras permite de un lado registrar formas que
son comunes a todas y poder asegurar por ello que se trata de fórmulas presentes y
relativamente frecuentes en la época, evitando el sesgo de posibles preferencias estilísticas o
dialectales del autor o de género. De otro lado, la diversidad de las obras permite tener en
cuenta otras cuestiones que se cree que podrían afectar a la selección de los tratamientos
nominales, por ejemplo la presencia en las obras de las corrientes amorosas de la época o
razones que conciernen al formato de recepción y el tipo de receptores pretendidos de las
obras.
El interés por este campo concreto frente a otros como el de las relaciones familiares o
laborales tiene que ver con las estrategias de persuasión relacionadas con los procesos de
cortejo. Además, resultará interesante comparar los usos de grupos que traban relaciones de
amor “convencional”, frente a otros que se involucran en un fingimiento amoroso por razones
lucrativas: la prostitución. En este sentido, se espera que observar las diferencias de uso de
unos y otros grupos llevará a una mejor comprensión de la concepción social de las cuestiones
amorosas en la época.
1 Este trabajo se ha realizado gracias a la beca y contrato de Formación de Profesorado Universitario,
con contrato asociado durante los primeros tres años de la ayuda al proyecto de investigación
concedido por el MICYT, en la Convocatoria I +D 2009 CONCEPTUALIZACION, IDEOLOGIA Y DISCURSO EN
LOS CAMBIOS SEMANTICOS Y LEXICOS DEL ESPAÑOL EN LA TRANSICION DEL SIGLO XV AL XVI (1470-
1550), con número de referencia: FFI2009-14079.
1
El estudio pretende abordar el tema de análisis desde una perspectiva cualitativa con la
intención de realizar una descripción de qué ocurre en las interacciones del corpus para
comprender cada caso particular. Esto permitirá extraer conclusiones de los usos asociados a
determinadas situaciones comunicativas. Este estudio cualitativo está complementado por un
estudio cuantitativo gracias al que se podrán establecer patrones y frecuencias de uso de
determinados tratamientos, y analizar de grado de influencia de determinados factores.
El presente trabajo no tiene la intención de ser un estudio global de estas formas en la época
ni pretende sacar conclusiones generales definitivas. Se trata de una propuesta metodológica
cuyo objetivo es probar que existe un conjunto de variables que inciden en la elección y uso de
los tratamientos nominales. Se parte de la hipótesis de que las variables sociolingüísticas de
origen social, sexo y familiaridad son determinantes en este sentido, pero también su empleo
está vinculado con el tipo de secuencia en el que aparecen y y con las estrategias
comunicativas de los hablantes.
Hay un tercer aspecto que puede afectar a la presencia de tratamientos en este corpus
concreto. Una obra teatral implica una doble dimensión comunicativa: aquella que se da entre
los personajes dentro de la obra, y otra en relación con el receptor extratextual de la misma.
Esta doble dimensión se explicita en una de las obras del corpus, precisamente a través de
tratamientos nominales, en la Égloga de Plácida y Vitoriano, de Juan del Encina, en el
momento en el que Gil Cestero termina la presentación de la obra para el público y abre paso
a la acción:
“Mandad callar y escuchar, / estad atentos, señores [=público], /que ya vienen, / si al
entrar no los detienen. / ¡Venid, venid, amadores [=personajes]!” (pág. 292)
El estudio se fijará en una posible relación entre la presencia de tratamientos y la facilitación
de la comprensión para el receptor de la obra, no solo por su función en la caracterización de
los personajes sino también como mecanismo de identificación de los personajes implicados
en las interacciones, como posible “estímulo comunicativo” (Bustos Tovar 1996:283 y
1998:424) que ayude al receptor de la obra a participar en la situación dramática, como se
propone en Bustos Tovar 1998:430 y ss.2
Junto al análisis de factores sociales, relacionales o comunicativos, la investigación tiene un
interés teórico en tanto que reflexión sobre las funciones organizativas y discursivas de estos
elementos lingüísticos.
Por otra parte, se espera que este trabajo facilite una descripción de qué usos nominales son
esperables en determinadas ocasiones, al menos para este corpus y obras de similar temática.
Con esta finalidad se aportará un glosario de tratamientos al finalizar el análisis donde
quedarán recogidos los diferentes usos según las variables estudiadas de los términos más
relevantes.
2 En este trabajo propone que los vocativos tienen funciones en el plano escénico entre los
interlocutores, pero también desempeñan una “función identificadora en el plano teatral, es decir,
sirven no sólo para poner en contacto a los personajes, sino también para que el público identifique
inmediatamente su condición social y personal” (1998:430).
2
Este trabajo comenzó con una serie de hipótesis de partida. La primera de ellas se basa en la
certeza de que hay una relación entre lo social y lo lingüístico, lo que se hace especialmente
evidente en relación con los tratamientos. Esta hipótesis considera la posibilidad de que haya
diferencias de uso debidas a la adscripción social de hablantes y destinatarios que afectarán a
los usos apelativos de los grupos de origen social más alto frente a los de grupos menos
favorecidos.
Por otro lado, pero en la misma dirección, se parte de la hipótesis de que el sistema de cortesía
para los grupos altos presenta diferencias debidas a cuestiones de decoro o cortesía: ésta
surge siempre en los ambientes nobiliares y cortesanos, con un fuerte carácter represivo de la
expresión de emociones y sentimientos, como han propuesto Elias (2012) y Muir (2001),3 por
lo que también debe influir en la selección de los tratamientos. Se espera que este sistema de
cortesía más represivo en cuanto a la emotividad para los grupos altos, se traduzca en una
menor afectividad en los tratamientos empleados por los personajes de dichos grupos, frente
a los usos de grupos no privilegiados, que se espera que produzcan tratamientos menos
restrictivos y más emotivos.
Otra de las hipótesis que se ha considerado desde un primer momento se corresponde con la
idea de que los procesos de cortejo implican un complicado trabajo de persuasión,
especialmente en estas épocas en las que las mujeres debían rechazar las pretensiones
amorosas masculinas para salvaguardar su honra, por lo que los hombres necesitaban
desarrollar una compleja retórica persuasiva para alcanzar sus objetivos. Así, y con la sospecha
de que determinados tratamientos pueden funcionar como una estrategia en este sentido, se
espera que haya una diferencia en los usos asociados al cortejo, y que ello puede verse
reflejado en la afectividad de los tratamientos. De esta forma, los tratamientos intercambiados
entre parejas en una situación de cortejo, por ejemplo, tenderían más a la afectividad quelos
utilizados por parejas casadas, en las que ya existe compromiso y estabilidad, puesto que,
según nuestra hipótesis, los tratamientos afectivos funcionarían como una estrategia
persuasiva que apela a la cercanía de los interlocutores, o al menos intenta crearla, y que tiene
como finalidad poner al receptor en buena disposición para con el emisor del tratamiento.
Por la misma razón, se ha considerado interesante desde un primer momento estudiar las
relaciones amorosas “fingidas”, esto es, aquellas que pertenecen al ámbito de la prostitución,
con el objetivo de observar si en estos casos son las mujeres las que son más afectivas en su
trato con los clientes, o, al menos, son más afectivas que las mujeres de las parejas
“convencionales”. Al fin y al cabo, se trata de relaciones con ánimo de lucro, y las prostitutas
son las primeras interesadas en que se lleven a término. Por esto esperamos que, como
“encargadas del cortejo”, asuman el papel que parecen ocupar tradicionalmente los hombres
en otros contextos.
3 Elias habla de un “control de los afectos” en la sociedad cortesana y Muir de la cortesía como represión
de las emociones.
3
1.2. ANTECEDENTES DE LA INVESTIGACIÓN
1.2.1 Tratamientos nominales
En este apartado se repasarán brevemente algunos de los trabajos dedicados a los
tratamientos que han sido de especial utilidad para este trabajo. Primero se señalarán trabajos
de naturaleza teórica o programática, para, a continuación centrarse en los trabajos
específicos sobre el español, y, en concreto, sobre la época que abarca esta investigación. En
ningún caso se ha querido realizar una revisión exhaustiva, pues los trabajos sobre este tema
son incalculables. El propósito es realizar una pequeña revisión de los antecedentes de la
investigación y situar este trabajo dentro de una línea de investigación.
1.2.1.1 Estudios generales sobre los tratamientos
El estudio de Brown y Gilman (1960) es pionero en el análisis de los tratamientos pronominales
desde una perspectiva sociolingüística, enfocado sobre los pronombres familiares o corteses
(T/V). El estudio sienta las bases sobre el eje Poder/Solidaridad y cambia la perspectiva de los
estudios posteriores con estas dos variables, por lo que se ha seguido en numerosos trabajos
sobre los tratamientos tanto pronominales como nominales. En Brown y Ford (1961) el foco
del estudio recae en las formas nominales en el inglés americano.
Ervin-Tripp (1972a, 1972b) hace una propuesta de los mecanismos de selección de distribución
de las fórmulas de tratamiento nominales según una serie de parámetros sociolingüísticos. Se
trata de un intento de encontrar las reglas que rigen los usos de los tratamientos nominales
desde una perspectiva sociolingüística. Propone reglas de alternancia (1972a) y añade las
reglas de coocurrencia (en 1972b). Estas reglas constituyen ejes sociolingüísticos análogos a los
conceptos de paradigmático y sintagmático: las reglas de alternancia tienen que ver con la
elección entre formas de hablar (por cuestiones sociales y situacionales), y las segundas se
fijan en la coocurrencia de variedades de habla diferentes.
Zwicky (1974) hace un estudio con el foco en la “sintaxis interna y externa” en el que se
preocupa por cuestiones conceptuales y terminológicas, y analiza los vocativos según la
sintaxis con relación a las funciones que cumplen y a su posición y también reflexiona sobre su
relación con parámetros sociolingüísticos.4 Se trata de un trabajo importante porque, además
de las cuestiones gramaticales, inicia la reflexión sobre las funciones de los tratamientos, así
como de otras cuestiones como la relación entre la función y la posición de los mismos, y la
función y las categorías léxicas, lo que, en cierta manera, recoge Leech.
4 En los últimos años se ha desarrollado también un interés sobre la sintaxis de los tratamientos en la
gramática generativa hacia la “periferia izquierda”. Hay trabajos que se acercan a los vocativos desde
esta perspectiva como los de Hill (2007, 2013), en los que se preocupa de la estructura interna de los
sintagmas vocativos y el mecanismo mediante el cual se integra en la oración. Por otro lado, el volumen
colectivo que coordinan Sonnenhauser y Noel Aziz Hanna (2013) hace una aproximación al objeto de
estudio desde perspectivas diversas y conceptos teóricos divergentes (2013:1), incluyendo estudios
sobre el vocativo en diferentes lenguas.
4
La publicación de Braun (1988) es el primer gran estudio general y de carácter intrelingüístico.
Se trata de la descripción de un proyecto de investigación5, y, según advierte, no un estado de
la cuestión6. Su interés es describir el uso de las formas de tratamiento nominales, y se
preocupa por cuestiones teóricas relacionadas con su uso a través del análisis de estas formas
en varias lenguas con el método del cuestionario y con informantes individuales. Este volumen
ofrece conclusiones terminológicas, conceptuales y metodológicas, además de sobre el uso de
estas formas y la cuestión de la universalidad, que considera que son pocos y triviales para los
tratamientos.
Leech (1999) se interesa por el significado de los vocativos, sus funciones sociales y sobre su
posición, asociada a las diferentes funciones.
El trabajo de Détrie (2006) se encuadra en la praxemática. Su objetivo es definir y analizar la
sintaxis de los “apóstrofes” (apostrophes), y su función enunciativa y textual a través de un
corpus heterogéneo. Se fija en la morfología de los apóstrofes y su función en las relaciones.
Kerbrat-Orecchioni dirige una publicación colectiva (2010a) de trabajos que se aproximan a los
tratamientos nominales en diferentes tipos de interacción (familiar, laboral, escolar,
institucional, mediática),7 todas ellas interacciones reales registradas con el fin de estudiar el
funcionamiento real de estas formas. Se trata de un estudio global, que va desde las categorías
léxicas y construcciones sintácticas al análisis detallado de sus funciones discursivas,
pragmáticas e interrelacionales. Esta publicación tendrá una continuación en la que el foco
está sobre estas formas desde una perspectiva intercultural. Presenta las grandes líneas de
este proyecto colectivo en (2010b) cuyo producto se publicará cuatro años después (2014) con
trabajos comparativos con otras lenguas, dos de ellos sobre el español, Castillo Lluch (2014),
dedicado a las formas señor/señora en los dos contextos institucionales (llamadas de
información sobre horarios y venta de billetes de tren y debates políticos), sobre las que ya
había trabajado en (2009), y Miranda Reyes (2014) sobre los tratamientos en la conversación
entre jóvenes.
En cuanto a trabajos sobre la perspectiva diacrónica, se encuentra el volumen colectivo que
coordinan Taavitsainen y Jucker (2002), en el que se incluyen trabajos sobre varias lenguas y
con distintos tipos de documentación sobre tratamientos pronominales, nominales o la
coocurrencia de unos y otros. Uno de los trabajos estudia las formas pronominales del español
en las cartas de Indias (Bentivoglio 2002). Se centran en los tratamientos pronominales y su
relación con los nominales los trabajos de Busse (2002) y Mazzon (2002) quienes toman como
corpus las obras de Shakespeare. El último de ellos se centra en las relaciones matrimoniales y
también dedica un apartado al lenguaje del cortejo.
5 En el proyecto de la Universidad de Kiel, “Reflection of social structure in natural language: address
behaviour”, bajo la dirección de Werner Winter en 1980, se analizaron los tratamientos en casi 30
lenguas diferentes.
6 Algo que ya habían hecho previamente en Braun, Kohz y Schubert (1986).
7 Esta investigadora ya había dedicado unas páginas a los tratamientos en el tomo de Les interactions
verbales que trata de las relaciones interpersonales en 1992:45-55, específicamente sobre las formas
nominales en 1992:52-55.
5
Shiina también se ha dedicado a la investigación de los vocativos en inglés. Estudia como este
trabajo obras dramáticas, en su caso del siglo XVII y XVIII, para analizar las funciones
pragmáticas de los vocativos en relación a su posición en el enunciado en un trabajo dividido
en dos partes: en 2007a se centra sobre las interpersonales y conversacionales y en 2007b se
ocupa de aspectos dramáticos y de las funciones ilocutivas.
Dedica también un artículo en el mismo sentido cuyos intereses están directamente
relacionado con los de este trabajo: las relaciones matrimoniales. En él, Shiina 2003, trata los
usos en las relaciones matrimoniales en el mismo periodo, y realiza un trabajo cuantitativo
pero también cualitativo sobre cuestiones sociolingüísticas, pragmáticas como propuesta de
modelo de estudio para los vocativos.
Existen dos tesis doctorales en el ámbito francés dirigidas por Michèle Perret sobre siglo XV:
Lagorgette (1998)8 se centra en los apelativos y Lehmann (2003) sobre las relaciones
sociales.Lehmann (2011) también publica un trabajo sobre tratamientos de contenido social en
francés antiguo y medio, y Lagorgette ha seguido trabajando sobre tratamientos con intereses
pragmáticos, relacionales e incluso terminológicos, y se ha especializado sobre las formas
axiológicas tanto en sincronía como desde una perspectiva diacrónica.
1.2.1.2 Estudios específicos del español y del español de la época
Los trabajos en torno a los tratamientos nominales sobre el español se han interesado también
especialmente en cuestiones sociolingüísticas, pero igualmente ha habido acercamientos
pragmáticos y con interés sobre su sintaxis o morfolología.
Mauro Fernández (2006) ofrece una bibliografía sobre las fórmulas de tratamiento en español,
y Medina Morales (2010) un análisis sobre los trabajos sobre tratamientos en el mundo
hispánico que clasifica según la metodología que han seguido. En este trabajo Medina Morales
indica que los estudios sobre los tratamientos nominales son muy escasos, según señala,
probablemente por su complejidad frente a los pronominales (2010:44).
El interés sobre las formas de tratamiento se traduce en varias investigaciones, proyectos de
investigación9 y coloquios como el específico sobre los tratamientos, “Formas y fórmulas de
tratamiento en el mundo hispanohablante”, en la Universidad de Graz en 2006 del que resulta
la publicación Formas y fórmulas de tratamiento en el mundo hispánico (Hummel, Kluge y
Vázquez Laslop 2010). Si bien la bibliografía sobre las formas pronominales es mucho más
abundante, no dejan de existir estudios sobre los tratamientos nominales. Este apartado se
dedicará especialmente a los trabajos sobre estos últimos.
8 El resumen de la tesis está publicado en Lagorgette (2000).
9 Por ejemplo los del “Grupo de investigaciones historicolingüísticas y dialectales” de la Universidad de
Granada dirigido por Miguel Calderón Campos: “Evolución de las fórmulas de tratamiento en el español
de andalucía (1812-1936)” entre 2003 y 2006, “Documentos para la historia de los tratamientos en
español (s. XVIII): edición y análisis (DhisTraEs XVIII)” del Ministerio de Ciencia e Innovación, entre 2011
y 2013 y su segunda parte “Documentos para la historia de los tratamientos en español. Edición y
análisis. II parte”, todos ellos dirigidos dirigido por Mª Teresa García Godoy.
6
En el plano sincrónico, podemos destacar a Haverkate (1978) que se acerca a los vocativos
fijándose en sus valores ilocutivos. La publicación de Bañón (1993) se interesa sobre los tipos
de vocativo, sus funciones y la posición en el enunciado, además desde una perspectiva socio-
comunicativa.
Fontanella de Weinberg (1999) dedica en su capítulo sobre los sistemas pronominales en el
mundo hispánico unas páginas a la relación entre su objeto de estudio y las formas nominales,
sin las que, en su opinión, no se puede tener una visión de conjunto de las formas
pronominales. Alonso-Cortés 1999a, en la misma publicación que el trabajo precedente, y
1999b, que reproduce una versión casi idéntica del trabajo, presenta una perspectiva global
del vocativo, enumerando sus funciones y su relación con actos de habla y cortesía, propone
una tipología de categorías léxicas, y hace una caracterización fonológica y sintáctica de esta
construcción.
Hay numerosos estudios en torno a estas formas de tratamiento con diferentes focos. Por
ejemplo, Edeso Natalías (2005) y Carmona Yanes (2013) se preocupan por los valores
discursivos de estas formas, en un corpus literario del s. XX y en la prensa del siglo XVIII
respectivamente.
Por otra parte, Edeso Natalías (2004) se preocupa por su distribución morfosintáctica, y
Castellano Ascencio (2011) sobre la morfología de los tratamientos en el habla de Medellín. De
gramaticalización de los vocativos que han perdido su significado nocional se ocupa Díaz Pérez
(1997), que utiliza como corpus una serie de películas de Almodóvar.
Varias de las investigaciones sobre el tratamiento se centran en el habla juvenil: Borrego Nieto,
Gómez Asencio y Pérez Bowie (1978)10 sobre las formas pronominales, Alba de Diego y
Sánchez Lobato (1980) atendiendo al tratamiento pronominal y nominal, y sobre el nominal
Bañón Hernández (2004), Enajas (2004), Montero Curiel (2011). Jørgersen (2008), Jorgensen y
Martínez (2010) y Choi (2013) se interesan por la función de los tratamientos (términos de
parentesco y otros términos afectivos) como marcadores del discurso en el habla de jóvenes
hispanohablantes. Por otro lado el ya citado trabajo de León Miranda (2014) se ocupa de los
tratamientos en los jóvenes desde la comparación de los usos entre el francés y el español.
Otros trabajos se han concentrado en el insulto.11 Por ejemplo, Estrada y Ramírez Gelbes
(2003) diferencian las formas insultivas de las insultativas, es decir, de aquellas que parten de
una base léxica insultante pero pueden perder su carácter de insulto, a partir de su análisis de
boludo en Buenos Aires; asimismo, se preocupan de su distribución pragmática.
También se ha trabajado sobre las fórmulas nominales en relación a contextos amorosos,
como en Rigatuso (1993) en Buenos Aires con un corpus diacrónico, y el ya citado de Enajas
(2004) sobre el habla juvenil en Almería.12
10 Ápud Iglesias Recuero (2001).
11 También en Kerbrat-Orecchioni (2010a) hay un estudio de Dominique Lagorgette sobre los insultos en
un programa televisivo.
12 Burgos Trujillo (inéd.) investiga sobre los vocativos de cariño en Colombia desde un enfoque
discursivo y pragmático.
7
Los contextos institucionales tampoco se escapan al estudio de los apelativos: Cuenca (2013)
trata el vocativo en la entrevista política.
En cuanto a las investigaciones que se han ocupado de los tratamientos desde una perspectiva
diacrónica, hay numerosos estudios sobre las formas pronominales, así como sobre formas
específicas del tipo vuestra merced. Hammermüller (2010:509) propone un término para
referirse a las formas nominales aposicionales, las que este trabajo estudia y que llama
“apelemas”, para diferenciarlas de las “actanciales”, como vuestra merced.
Por ello aquí sólo se citarán los trabajos fundacionales y algunas líneas de investigación, para
pasar a los específicos sobre tratamientos nominales desde la diacronía, más específicamente
trabajos relacionados con el ámbito en el que se mueve esta investigación.
Ya Keniston (1937:41-48) se fijó en los tratamientos y describió sus usos en relación con el tipo
de relación jerárquica o de confianza con el interlocutor, además de señalar cuestiones de
estilo o usos asociados a determinados contextos.
El trabajo de Lapesa (2000c) sistematiza la evolución de los tratamientos en español. Además
de registrar y datar los usos de tú, vos, usted, vuestra merced y otras formas similares en el
español peninsular y americano, así como de otras personas gramaticales, hace una
enumeración de “otras designaciones al interlocutor”.
Líbano Zumalacárregui (1991) hace una revisión de los tratamientos pronominales y los que
ella denomina nominales como vuestra señoría, vuestra alteza, etc., y se fija en la
concordancia en la interlocución y las formas verbales entre los siglos XII y XVII con un corpus
variado.
Eberenz (2000) dedica en su estudio sobre el s. XV unas páginas al estudio de los tratamientos
pronominales y nominales señalando usos sociolingüísticos y discursivos de las formas.
Calderón Campos, uno de los investigadores que se ha interesado sobre las formas de
tratamiento en diacronía en el español peninsular, dedica un trabajo a las fórmulas de
tratamiento en cartas de comienzos del siglo XVI y en el que relaciona el uso de la forma
nominal señor con una necesidad de refuerzo de vos para igualarse con la forma vuestra
merced.13 También ha trabajado sobre textos no literarios (2000, 2006, 2009) y literarios
específicamente sobre los elementos nominales (2001, 2010), así como del sistema
pronominal desde una perspectiva sincrónica junto con Medina Morales (2010).
Los primeros trabajos sobre tratamientos en el español en América también son de Fontanella
de Weinberg (1970) y Lapesa (2000b). Sigue el estudio de la evolución de los tratamientos en
el español bonaerense Rigatuso, tema de su tesis doctoral y de numerosos artículos dedicados
a diferentes épocas. También Rojas Mayer escribe varios artículos sobre voseo en español
americano diacrónico y específicamente sobre tratamientos en español argentino.
13 En el mismo volumen, León Murray (2002), que realizó su tesis doctoral sobre la forma vos en español
peninsular desde un punto de vista sociolingüístico, hace una revisión de la extinción del voseo
peninsular.
8
Hay varias investigaciones a lo largo de la historia del español, con diversas aproximaciones
metodológicas y que se basan en fuentes diferentes para el estudio de los tratamientos
nominales: desde fuentes documentales no literarias (por ejemplo Calderón Campos 2000,
2006, 2009), gramáticas (Salvador Plans 1996) y literarias. Este estudio se va a limitar a
nombrar algunas de las que coinciden en intereses y época con el presente trabajo de
investigación.
El trabajo de Rígano es una de ellas: es autora de varios estudios sobre formas nominales de
tratamiento y cortesía, empezando por tesis doctoral sobre Análisis sociolingüístico del estilo
cortés en el español peninsular (siglos XII a XVII) en la que examina la cortesía en tres ejes:
relaciones vasallo-señor, las amorosas y de amistad. Se señalan aquí, de sus numerosos
trabajos en torno a estos temas, los que más interesan a esta investigación. En Rígano 2000
estudia las fórmulas de tratamiento y cortesía en el contexto amoroso en el siglo XVI en las
novelas de caballería. Aquí clasifica las formas según la relación de pareja de los personajes en
cuatro etapas: primer encuentro, declaración, noviazgo y matrimonio. La conclusión es que la
formalidad se conserva en todas las etapas, siendo la del noviazgo la que cuenta con fórmulas
de mayor intimidad. Por otra parte señala que la relación siempre es asimétrica, sin embargo
hasta el matrimonio es la mujer la que detenta un mayor poder, frente a las relaciones
matrimoniales en la que la jerarquía se invierte.
En Rígano 2006a pone el foco de interés en las relaciones de poder y cortesía en un período
anterior, entre el XIV y el XV, con especial interés sobre el campo léxico que se configura en
torno a la forma señor. Rígano 2006b estudia otro campo clave en el léxico cortés: el del
casamiento. Lo hace en tres etapas diferenciadas (siglos XII-XIII, XIX-XV y XVI-XVII) y advierte en
ellas diferencias en el léxico que relaciona con diferentes percepciones ideológicas del
matrimonio.
Moreno González realizó su tesis doctoral (2003) en torno a la cortesía verbal en el siglo de
Oro. En ella analiza los tratamientos en un corpus teatral desde una perspectiva
sociolingüística, en la que para la descripción de se sirve de los conceptos clásicos de Brown y
Gilman, Brown y Levinson y también de Robin Lakoff y la escuela japonesa (Ide y Hill). También
se interesa por cuestiones pragmáticas y analiza varios actos de habla. En 2002 describe parte
de su trabajo, que retoma en 2010 explicándolo como aproximación metodológica al estudio
de los tratamientos.
Pedroviejo Esteruelas (2003) estudia las formas pronominales y nominales en los Pasos, y en
(2012) en los entremeses del siglo XVII con el fin de mostrar el sistema de tratamientos en los
personajes literarios del momento (2012:156-57).
Medina Morales (2004) hace una aproximación sociolingüística de los tratamientos nominales
en un corpus de novela picaresca según las variables de edad, sexo y clase social, clasificando
las formas según el tipo de relación simétrica o asimétrica, y relacionando las diferentes
categorías de tratamientos nominales con el pronombre con el que concurren.
Hammermüller (2010) estudiará tratamientos pronominales y los apelemas, en su
terminología, en el español medieval y hasta el siglo XVI con la ayuda de documentaciones e
interpretaciones ya existentes.
9
Varios trabajos específicos de tratamientos nominales coinciden en fechas y tipo de corpus con
este trabajo. De Miguel Martínez (1979) se fija en los apelativos que recibe Celestina por parte
de sus colaboradores y de sus clientes. A través del estudio pretende llegar a conclusiones
sobre la caracterización de los personajes en cuanto a su calidad humana, y hacer una revisión
de las actitudes aduladoras o insultantes que reflejan. También sobre La Celestina Barrio de la
Rosa (2003-2004) se centra en los términos familiares como formas de tratamiento.
Sobre la primera de las continuaciones de La Celestina, la Segunda Celestina de Feliciano de
Silva tratan los trabajos de Herrero Ruiz de Loizaga (1999), que estudia la cortesía en los
tratamientos tanto pronominales como nominales de esta obra, y Navarro Gala (2004), que se
limita a las formas pronominales. Herrero Ruiz de Loizaga plantea la relación entre la tradición
textual y la situación comunicativa concreta: las tradiciones discursivas afectan al uso de los
tratamientos pronominales en la tendencia al tuteo por influencia del humanismo latinizante
de la comedia celestinesca. Sin embargo, a veces pesa más la situación comunicativa y se
abandona el tuteo a favor del voseo en determinadas situaciones.14 Las diferencias sociales en
los usos pronominales que se borran por esta tendencia al tuteo propia de la comedia
celestinesca, pero sí se marcan en cuanto a los vocativos, para los que además del nivel social
observa una influencia de la situación y del estado de ánimo.
El trabajo de Bañón (2001) sobre los apelativos en el siglo de Oro se basa en parte en obras
teatrales. En su trabajo se interesa por apelativos que responden a variables como la edad o la
prodecencia rural, así como a tipos de relación como el dominio laboral o de las funciones
asociadas de la apelación y persuasividad o de expresión de familiaridad. Dedica un apartado a
la forma señor, y también se preocupa por los insultos.
Pountain (2009) basa su estudio sobre la variación de formas de tratamiento en el siglo XVI en
obras dramáticas; además, defiende en su artículo la utilidad de este tipo de fuentes para
analizar el cambio lingüístico en el siglo XVI. Sus fuentes coindicen con uno de los autores
utilizados en este corpus, Lope de Rueda, aunque las obras en uno y otro trabajo no coinciden.
Clasifica las formas según el tipo de relación entre los personajes, y se interesa por otros
factores que atañen a la variación de las formas, incluyendo entre otras cosas cambios en los
personajes, en la relación entre los interlocutores o en cuanto al diseño de audiencia cuando
hay terceros presentes, además de motivaciones asociadas a la actitud, entre las que examina
los insultos y las alabanzas (en sentido recto o irónicas).
King (2010) estudia los tratamientos pronominales y nominales en los siglos XVI y XVII en
fuentes literarias, en concreto varios pasos de Lope de Rueda, dos de los cuales coinciden con
piezas estudiadas en este trabajo, y entremeses de Cervantes. El autor incluye en su estudio
cartas de emigrantes a Indias con el fin de corroborar los resultados de las fuentes ficcionales.
Herrero Ruiz de Loizaga trata el insulto en el género celestinesco (2007) y en las obras
dialogadas de los siglos XVI y XVII (2013)15 en los que presenta un panonara de los usos de los
14 Esto lo ejemplifica en otras obras (1999:222) y específicamente y con mayor detalle en la Segunda
Celestina (1999:222-26).
15 Este trabajo aparece en un volumen dedicado al insulto en la época: Los poderes de la palabra: el
improperio en la cultura hispánica del Siglo de Oro (Pérez Salazar, Tabernero Sala y Usunáriz Garayoa
2013), que me ha facilitado Francisco Javier Herrero Ruiz de Loizaga.
10
insultos, su modo de inserción, el tipo de relaciones en los que son susceptibles de usarse y
desde un punto de vista léxico los dominios significativos más recurrentes en los insultos de los
corpus que investiga.
1.3. METODOLOGÍA
1.3.1 General: Problemas metodológicos y de las fuentes
El trabajo en diacronía siempre se encuentra con problemas intrínsecos en relación con las
fuentes documentales, mucho más cuando se estudian temas relacionados con el discurso
oral, pues, evidentemente aquellas son siempre escritas. Así debe tiene que tomar las fuentes
escritas como un testimonio aproximado de sus afirmaciones sobre la oralidad.16 Para
Osterreicher (2004:731) este “constituye un reto general para el estudio diacrónico de
cualquier lengua”.
Los investigadores se muestran más o menos escépticos en cuanto a la fiabilidad de los textos
como reflejo real de la lengua hablada en épocas anteriores.17 Sin embargo, numerosos
estudios han mostrado que hay ciertos tipos de textos en los que se puede presumir un
acercamiento al lenguaje hablado (Oesterreicher 1998). Todos suelen coincidir en que es
necesario tener ciertas reservas en el uso de determinadas fuentes, como ejemplifican
Taavitsainen y Jucker (2002:8) con respecto al análisis de tratamientos en manuscritos
medievales, pues los pronominales son construcciones lingüísticas que pueden verse afectadas
por la mano del copista.
Estos mismos autores reflexionan sobre la validez de textos teatrales como representación del
lenguaje hablado coloquial. Si bien se trata de una fuente útil para la investigación en
Pragmática histórica, su ventaja se basa en que presenta interacciones entre interlocutores de
diferente procedencia social y diferentes tipos de relación entre ellos. El interés reside en
cómo el dramaturgo representa estas interacciones (2002:8-9). En efecto, como ellos mismos
apuntan, no nos podemos dejar llevar por la idea intuitiva de que los buenos dramaturgos
harán una representación fiel del lenguaje de la época (2002:8), y debemos tener presente que
el acceso al teatro, o a otros tipos de fuentes también útiles para los estudios de este tipo
como cartas privadas, muestras de discurso referido (ficcional o a través de actas de procesos,
etc.), no dan acceso directo al lenguaje como se usaba en la época, pues lo que representan es
una muestra de reglas sociolingüísticas o principios pragmáticos asociados a una comunidad
de habla determinada de un tiempo concreto. Por ello, para Taavitsainen y Jucker las
generalizaciones al respecto no deberían tomarse como válidas, y sólo se pueden tener en
cuenta como aproximaciones. Pero su reflexión no es totalmente pesimista: si bien no se
16 “The pragmatician has to rely on written records as approximate evidence of his or her claims on
spoken language” (Jacobs y Jucker 1995:7). Estos autores afirman en la introducción a este estudio
sobre pragmática histórica del inglés que los textos de ficción medievales tendían a ser más realistas que
los actuales: “literary history has shown that texts from the Middle Ages tend to be more realistic tan
today´s fictional works” (Jacobs y Jucker 1995:7).
17 Por ejemplo, Mazzon (2002:239) considera que los textos literarios no reflejan fidedignamente el
comportamiento lingüístico de la comunidad. Pero ver Oesterreicher (2004) para un análisis detallado
de las relaciones oralidad-escrituralidad en los siglos XVI y XVII.
11
pueden presentar estos datos como generalización más allá de los contextos en los que fueron
concebidos, sí funcionan como muestras de intenciones y estrategias pragmáticas en la
comunicación (2002:10).
También Bustos Tovar (1996,1998 y 2001) se preocupa por la representación literaria de la
conversación en esta época y por las diferencias entre la oralidad real y la oralidad literaria en
obras dialogadas: el discurso está configurado con elementos de la lengua viva, pero se
construye al servicio de una situación escénica (1996:289) y tiene muy en cuenta el “tropo
comunicativo” que se da en el teatro, es decir, en existencia de un alocutario pasivo, el
público, que es destinatario en un segundo plano de la interlocución escénica (1996:283 y
1998:424). La construcción del diálogo dramático depende de este receptor indirecto: la
propiedad del diálogo teatral18 reside en que los personajes no hablan “según la naturaleza de
los personajes, sino como el espectador espera que hable ese personaje” (1996:284).19 Para
ello el autor tiene que “literaturizar el diálogo”, de manera que éste sea “teatralmente eficaz”.
Iglesias Recuero (2001:259) apunta una serie de dificultades del estudio histórico en cuanto a
la historia de la evolución de los tratamientos pronominales en el ámbito hispánico, y señala,
entre otras cosas, la necesidad de realizar estudios interpretativos, no sólo documentales, que
“pongan en relación los usos de tratamientos con otros indicios de contextualización
discernibles en el texto y que determinen codificaciones propias de los tipos o géneros
discursivos, así como la evolución social de los distintos tipos de relaciones interpersonales
que están envueltas”. En esta línea se sitúa esta investigación.
Esta autora advierte también de la dificultad de emplear ciertos géneros discursivos en la
investigación, por ejemplo, las fuentes documentales literarias, y especialmente en los géneros
teatrales y otros géneros dialogados, donde los usos pronominales no siempre coinciden entre
sí o con respecto a fuentes no literarias.20
Con respecto a esto, Ly (2001:9 y ss.) propone que existe una “poética de la interlocución o de
la interferencia”, en la que se cruzan el código lingüístico, el sociolingüístico que hace
referencia a los usos contemporáneos y el literario, poético y dramático, divergente con las
formas contemporáneas a las obras. Los códigos, asociados a valores pertenecientes a épocas,
capas sociales y géneros diferentes, se superponen. De esta manera, por ejemplo, el tuteo en
la literatura abarca en “todas las épocas, todas las situaciones, todas las capas sociales y socio-
dramáticas” la función de tratamiento familiar. Esta intereferencia está ligada con el “diálogo
transtextual”, según su término, establecido entre “la voz dramatúrgica y el público-receptor”
(2001:14).21
18 El cual no se debe identificar con la conversación (2001:192). Sobre los rasgos diferenciadores de una
y otra, ver 1996:283-85, 1998:423 y 426 y 2001:197-98.
19 También trata este asunto en 1998:425 y ss.
20 Algo que ya señaló Lapesa (2000c:324) y que retoma, por ejemplo, Sáez Rivera con respecto al teatro
del siglo XVIII (2012:2376) y Pedroviejo Esteruelas (2012:156-57) para los entremeses del s. XVII. Para el
inglés Busse (2002:216) también se refiere a este tipo de condicionantes dramáticos en su trabajo sobre
los tratamientos en la producción de Shakespeare, y Shiina (2007b) los estudia con respecto al
tratamiento nominal.
21 Varios investigadores se fijan en la relación entre los textos dramáticos y sus receptores entre otros
Kerbrat-Orecchioni 1984, 1996 y Arellano 1999.
12
Iglesias Recuero (2010:372-74), en un trabajo sobre cortesía en textos dramáticos, retoma la
reflexión sobre las restricciones que conllevan fuentes de ficción, que difícilmente se pueden
considerar una representación fiel de las interacciones reales contemporáneas. Además del
sesgo de la “selección y estilización literaria” presente en toda ficción literaria, hay que tener
en cuenta la influencia del género literario y la intención del autor, y no olvidar que lo que
encontramos en los textos es una interpretación del autor en la que entran en juego además
convenciones artísticas.22 A pesar de ello la autora ofrece una serie de observaciones por las
que considera este tipo de fuentes adecuadas para la investigación, siempre que se traten con
“prudencia filológica e histórica”, y se tengan en cuenta no como reflejo fiel de la realidad sino
como “modelos estilizados o estereotipados de las normas sociales”. La primera de las ideas
atañe a la recepción explícita o implícita de la interpretación por parte del autor de situaciones
y contextos. En este sentido la autora alude a la cortesía como uno de los mecanismos básicos
para caracterizar a los personajes, los cuales siguen (o no) las normas predominantes en la
sociedad. Además, los textos literarios parten de una ideología social y la reflejan23, y
muestran una gran variedad de situaciones y grupos sociales en interacción. El receptor de la
obra asiste a las negociaciones de estos personajes, como ocurre en las interacciones reales.
Moreno González (2003) defiende la validez de su investigación doctoral que estudia la
cortesía verbal en textos dramáticos del español clásico desde una perspectiva pragmática y
sociolingüística. Su idea es que los dramaturgos, como observadores del mundo que los rodea,
reflejan con mayor o menor exactitud la sociedad de la que forman parte.24 Además, para ella,
que los preceptistas literarios defendiesen la necesidad de cumplir un “decoro estamental” por
el que los autores debían adecuar las formas de hablar de sus personajes a su procedencia
social, justifica el uso de textos literarios para hacer sociolingüística histórica.25 También el
hecho de que el público comprenda las obras es señal de que reflejan lo que está ocurriendo
en la época.
Sin embargo, la propia investigadora señala que es necesario tener en cuenta la
“manipulación” por parte del autor y su propio dialecto (2003:82), pero recuerda a este
respecto que otro tipo de trabajos que no se enfrentan a la limitación histórica también se
basan en datos indirectos o manipulados. Como ejemplo de ello alude a la reflexión de
Suzanne Romaine, que también considera las fuentes diacrónicas como válidas para el estudio
22 Algo que también se comenta en Bustos Gisbert e Iglesias Recuero (2003) precisamente en relación al
estudio de formas pronominales desde una perspectiva diacrónica: “Al pretender trazar la historia de los
tratamientos –como en general la historia de la lengua- nos movemos entre dificultades metodológicas
ya en el momento mismo de establecer el corpus, pues de la lengua utilizada en épocas anteriores tan
sólo nos quedan discursos individuales sometidos a la doble «selección lingüística» del género y del
autor”. Los autores apuntan en nota que es lo que también sucede hoy en día en cuanto a la lengua
escrita o hablada, lo que es un escollo metodológico del Análisis del discurso.
23 Incluso pueden hacer que pervivan, por ejemplo, la cortesía caballeresca a través de la novela de
caballerías (Iglesias Recuero 2010:374)
24 Bañón también opina que los autores son observadores de “los usos lingüísticos y su correlación con
determinados factores sociales” (2001:2), y Busse (2002:216) señala que Shakespeare explota el
conocimiento de los usos de la época en su teatro: “Shakespeare must have been well aware of the
social conventions of the day, and he surely exploited them skillfully for dramatic purposes”.
25 En este sentido Moreno González considera a los personajes sus “informantes”, aunque señala que el
informante es realmente el autor a través de los personajes que cumplen con este decoro (2003:98).
Romaine habla de los textos como sus informantes (1985:107).
13
(1985:122): la sociolingüista compara la documentación histórica con las entrevistas orales en
las que también se dan problemas de reconstrucción parecidos, pues los dos porporcionan un
tipo de información indirecta. En el caso de las entrevistas la limitación tiene que ver con la
paradoja del observador26, pues no son un ejemplo de cómo el hablante se comporta en otras
situaciones, ya que la entrevista tiene un grado de formalidad inherente.
La Sociolingüística se ha preocupado por este tipo de limitaciones de la Sociolingüística
histórica. Labov (1994:44-45), por ejemplo, pone en duda la validez de las fuentes diacrónicas
en las que algunas de las limitaciones de los datos no pueden compensarse. Señala que los
documentos históricos sobreviven al azar,27 y corren el peligro de no mostrar el lenguaje de
quien lo escribió.28 Entre otras limitaciones29 apunta a lo poco que sabemos de la posición
social de los autores, y señala que, si bien “conocemos lo que se escribía, no sabemos nada de
lo que se entendía” (1994:45).
Queda claro que debido a la conservación azarosa, no tenemos representación de todos los
extractos sociales ni estilos: Milroy (1992:45) afirma que el hecho de que se hayan conservado
de forma accidental hace que lo que ha llegado no sea representativo del todo, estando
algunos estilos, variedades o épocas muy representados y otros poco o nada. En la misma línea
Eberenz (2000:87-88), que estudia los tratamientos en el s. XV, se refiere al hecho de que no
todos los grupos aparecen en la documentación tanto administrativa como la literaria
igualmente representados, lo que impide trazar un cuadro exhaustivo de los usos que estudia,
además de que los textos sólo ofrecen un reflejo parcial de la interacción verbal. También
Bustos Gisbert e Iglesias Recuero (2003:279) señalan en su trabajo sobre los tratamientos en la
novela realista ciertas limitaciones con respecto a su trabajo, que son válidas también para
éste: no todas las clases aparecen representadas con el mismo detalle, ni todas relaciones
sociales o tipos discursivos de forma igual.
Queda también la duda sobre la representatividad de las muestras que sí se han conservado:
¿se trata de la representación de todo un grupo social o estamos ante el idiolecto particular
del informante? O, como se preguntaba Labov, ¿estamos ante un lenguaje artificial que nunca
llegó a existir como nos ha llegado?
En esta investigación se parte de la convicción de que lo que nos ha llegado es una selección.
Para este corpus concreto de textos ficcionales se trata de la imitación de una oralidad que
además ha pasado por los filtros literarios, dramáticos y discursivos que algunos investigadores
han apuntado. Precisamente para evitar un posible sesgo idiolectal, esta investigación se basa
en varios textos de diferentes autores. Aunque el corpus es limitado y esta investigación no
26 Para profundizar sobre este concepto ver Labov (1972).
27 En cuanto a la cuestión del azar, que también apunta Milroy (1992:45), Romaine (1985:107) explica
que para ella toda la documentación lingüística podría considerarse azarosa. Esto lo dice en relación a la
selección de informantes, random sampling, que considera poco realista.
28 Se refiere a “los esfuerzos por reproducir un dialecto normativo que nunca fue la lengua de ningún
hablante”, pero también a los cambios que pudieron producir los copistas.
29 Como cuestiones que afectaban directamente al tipo de trabajo en el que se interesaba: la ausencia
de registros fonéticos y la imposibilidad de llevar a cabo experimentos controlados. Además se refiere a
la sola presencia de testimonios positivos, por lo que la agramaticalidad sólo puede inferirse de los
huecos en la distribución, lo que constituye un método ineficaz por la probabilidad de que esos huecos
se deban al resultado del azar.
14
puede ni quiere describir de forma definitiva los usos de la época que estudia, valorar los usos
de seis “idiolectos” al menos ayudará a encontrar patrones que se repiten.
En cuanto a la comprensión de los textos de época de la que hablaba Labov, y la dificultad que
puede constituir la falta de conocimiento y riesgo de aplicar conocimientos del hoy para juzgar
el ayer30, este tipo de problemática se intentará paliar recurriendo a documentos de la época
e informaciones lexicográficas relevantes, a través de los cuales se extraerán ideas sobre la
conciencia lingüística y pragmática contemporánea a los textos estudiados. También se
consultarán estudios sobre la época para conocer mejor el contexto sociohistórico en el que
nacen.
Romaine (1985:124) precisamente alude a la importancia del estudio sobre los tratamientos
pronominales, pues son especialmente susceptibles al cambio según mudanzas sociales o
ideológicas. Por ello dan pistas sobre la relación entre la jerarquía de la procedencia social (que
ella llama clase social), y la lengua. En este sentido el trabajo se nutrirá de informaciones
contextuales para comprender mejor los textos y los usos en los que se fija la investigación,
pero se espera que también el estudio de los tratamientos (en este caso nominales), ayude a
entender mejor las relaciones (del ámbito amoroso) en la época.
Busse (2002), que estudia la correlación entre los tratamientos pronominales y nominales en la
obra de Shakespeare, encuentra una fuerte correspondencia según las categorías y funciones y
presencia o no de you: “some of the pronoun choices may have been made for the sake of
rhyme and metre, the requirements of genre, plot or a particular scene, to achieve a certain
dramatic effect” (2002:216). De hecho su artículo muestra que los usos pronominales no son
predecibles, ya que hay factores “on the micro level analysis” además de las relaciones
interpersonales que hay que tener en cuenta (2002:216). Este trabajo también se fijará en el
análisis a este nivel para delimitar los usos según varias consideraciones.
Aunque los textos planteen una serie de limitaciones, que se espera contrarrestar con esa
“prudencia filológica” planteada por Iglesias Recuero, se entiende que, como plantea Lloyd en
su estudio sobre la investigación sociolingüística en la Edad Media hablando de los escépticos
que creen que nunca tendremos la documentación y datos necesarios para probar las
hipótesis definitivamente, “we have to live with this sort of uncertainty” (1992:207).
1.3.2 Metodología y definición del objeto de estudio
La metodología seguida constó de una primera fase de documentación de los trabajos en
torno a los problemas que interesaban a este trabajo, así como a la selección del corpus. Se
realizaron calas en el corpus, incluyendo otros tipos de textos ficcionales y no ficcionales como
los diálogos y las cartas de Indias, que finalmente se desecharon para esta investigación.
30 Que apuntan Milroy (1992:46-47): la interpretación está a veces ligada a asunciones teóricas que
pueden resultar dudosas o a posiciones ideológicas, por lo que a veces el problema no es tanto de los
datos sino de cómo los interpretamos, y Romaine (1985:124), que advierte del riesgo de relacionar
jerarquías sociales actuales y su relación con rasgos lingüísticos y utilizar esa relación con el pasado.
15
Gracias a estos primeros análisis se decidió qué elementos relacionados con el uso de los
tratamientos o su ausencia serían objeto de atención.
En ese momento se realizó una primera versión de una base de datos en la que almacenar
todos los datos clasificados para su posterior análisis. A raíz de este análisis se escribió un
estudio preliminar que sirvió para terminar de configurar los puntos de interés y enfoques que
más interesaban a este trabajo.
Gracias a una estancia de investigación en la École Normale Supérieur de Lyon, en el
Laboratoire ICAR, con especialistas en Lingüística interaccional y Análisis de la Conversación, se
incorporaron nuevos enfoques y herramientas aplicables a esta investigación.
En este momento se determinaron las variables de estudio definitivas y se realizó la extracción
de datos, almacenamiento en la base de datos y análisis de las interacciones del corpus. El
proceso de trabajo consistió en la revisión de todas las interacciones que interesaban, es decir,
aquellas que se diesen entre personajes entre los que hubiera o fuese a haber una relación
amorosa de los tipos que se han indicado.
La metodología seguida ha sido la siguiente: se han dividido las interacciones en
intervenciones, y para cada una de ellas se ha realizado una ficha en la que se albergan
informaciones de varios tipos referentes a los interlocutores y su relación en el momento
preciso de la interacción, así como informaciones de tipo sociolingüístico y pragmático.
También se ha registrado el texto al que pertenece y a qué momento de la obra corresponde la
intervención registrada, y, por supuesto, la información fundamental para este estudio: la
presencia o ausencia de tratamientos en cada una de las intervenciones, así como una serie de
informaciones relacionadas con su uso.
De esta forma se han extraído todas las designaciones al interlocutor que aparecen en las
interacciones entre los personajes que se dan en un contexto amoroso. Aparecen tratamientos
como señora, alma mía, mis entrañas, gentil hombre, amigo y hermano. . Se han analizado
tanto cuando se emplean como formas apelativas no argumentales o actanciales, por ejemplo:
FLÉRIDA: Julián, ve tú ahora / y cógeme una mançana. → DUARDOS: Lo que yo digo: /
discordia queréis, señora. (pág. 248),
como algunas que, aunque con valor apelativo, aparecen insertas en el enunciado
concordando en tercera persona31:
TORUVIO: Sí... , ¿carguilla de leña le paresce a la señora? Juro al cielo de Dios que éramos
yo y vuestro ahijado a cargalla y no podíamos (pág. 178).
También se han tenido en cuenta para el análisis los casos de ausencia de tratamientos (Ø), es
decir, aquellos en los que no hay tratamientos en una intervención,32 como en las siguientes:
31 En francés se refieren a este fenómeno como iloiement (Kerbrat-Orecchioni 1992:46, 2010:13-4).
32 Ervin-Tripp (1992a:228) también utiliza el morfo cero para los casos de “no-naming”: son las “zero
forms” o Ø, que muchas veces implican que no hay un tratamiento disponible para la situación concreta.
En la bibliografía también se ha denominado “apelativo cero”, appellatif zero, (Kerbrat-Orecchioni
1992:55), y se justifica en francés, según explica Reyes Miranda (2010) a partir de la reflexión de
16
FLÉRIDA (J): Anda, vete agasajar / con tus padres y hermanos, / por los cuales / holgaré de
te amparar. Ø / →DUARDOS (Julián): Beso vuessas altas manos / divinales. Ø / FLÉRIDA
(J): Vete con la bendición / a comer cebolla cruda, / tu manjar. Ø (pág. 215)
Se considera tan importante estudiar los tratamientos como sus ausencias precisamente para
ayudar a comprender cuáles son los parámetros sociales y discursivos que pueden intervenir
en la decisión de usarlos.
En las interacciones el destinatario puede estar presente o no, como en los casos de
interacciones in absentia. También se dan tratamientos indirectos, en los que el destinatario
final en escena no es el aparente, sino un tercero.33
El estudio también se ha fijado en cómo se presentan los personajes ante otros, colocándose
ante el interlocutor en un determinado papel con respecto al destinatario, por ejemplo: «De ti
servidor soy», de Darino a Finoya en la Penitencia de amor (pág. 38). Se trata de casos de
autocategorización, o de categorización del destinatario, siempre en relación a un
determinado papel en el que se colocan, el uno con respecto al otro. El estudio de estas
«posiciones relativas» en la terminología de Traverso34, puede darnos más información sobre
cómo se evalúan determinados tipos de relaciones y qué grado de confianza y familiaridad se
puede esperar de los diferentes tipos de relación en esta época.
El análisis de los usos de estos tratamientos se hará teniendo en cuenta diferentes disciplinas o
modos de trabajo. Por una parte, se intentará comprender su función en la interacción y los
factores que intervienen en la selección de un tratamiento determinado, los cuales también
están asociados a factores sociolingüísticos, y pragmáticos, tanto relacionales como
discursivos. Además abordaremos la relación de los actos de habla con las formas
pronominales con las que aparecen.
De otra parte, herramientas del análisis de la conversación ayudarán a analizar la posible
función de estos usos en relación al momento en el que se emiten (especialmente aquellos
asociados al inicio y final), con respecto a los turnos de habla35, y sobre todo desde una
perspectiva secuencial, en la que los hablantes construyen la conversación con unos objetivos
determinados y con las reglas y restricciones propias de cada momento de la conversación.
Sin embargo, éste no es un trabajo que siga los parámetros del Análisis de la conversación
manera estricta, pues este enfoque trabaja únicamente sobre la conversación como fuente sin
conceptos preconstruidos o que no puedan derivarse de la interacción misma: se trata de un
método inductivo y que parte exclusivamente de los datos para extraer conclusiones (Traverso
Kerbrat-Orecchioni, en situaciones de ambigüedad relacional o la imposibilidad de encontrar un
tratamiento adecuado. En este trabajo las ausencias marcadas con el morfo cero (Ø) se utilizan siempre
que una intervención no cuenta con un tratamiento sin suponer ninguna restricción conceptual u
omisión intencionada.
33 En el epígrafe 4.3.5.
34 Traverso (1999: 98-99): “L'emploi des termes d'adresse renseigne tout autant sur les destinataires que
sur les locuteurs (appeler un médecin “ Docteur ” renseigne tout autant sur le statut du destinataire,
que sur la façon dont le producteur de ce terme se situe lui-même par rapport au médecin et, plus
globalement, sur I'importance qu'il accorde aux catégories sociales)”.
35 Clayman (2012): sobre el tratamiento en relación a la organización de los turnos.
17
1999:22) y en sus versiones más puristas, no tiene en cuenta ningún dato ajeno a ella para su
análisis.36 Sin embargo lo que pretende este trabajo es acercarse a los textos desde la
Pragmática y el Análisis de la conversación, y contrastar los datos obtenidos con informaciones
sobre la situación comunicativa y datos sociolingüísticos clásicos como la edad, el origen social,
cuestiones de jerarquía y de distancia o familiaridad y del tipo de relación amorosa que une a
los participantes para ayudar a comprender los usos (o la ausencia de uso) de los tratamientos.
1.3.2.1 Definición del objeto de estudio, cuestiones terminológicas y funciones
1.3.2.1.1 Definición de los tratamientos nominales
Los tratamientos nominales son las “designaciones al interlocutor” en expresión de Lapesa
(2000c) en forma de sintagma nominal que se dan en el discurso para dirigirse al destinatario.
Sintagmas como señor o caballero, pueden aparecer como referenciales en los textos,
aludiendo a una persona, es decir, con valor delocutivo. Cuando estos mismos sintagmas se
utilizan para apelar a un interlocutor, es decir, con valor alocutivo, los llamamos tratamientos
nominales.37
En este estudio se dejan de lado formas del tipo vuestra merced, 38 que oscilan en su evolución
desde formas nominales a pronominales.39 Aunque comienza como forma nominal raramente
tuvo un uso apelativo o vocativo como tal, pues tiene un desarrollo rápido a tratamiento
pronominal.
Los tratamientos nominales forman una categoría abierta, en la que casi cualquier sintagma
nominal con valor referencial puede funcionar como tal.40
36 Sobre la problemática de introducir estas variables en el análisis de los textos existe un debate entre
Schegloff y Billig que está recogido en Discourse and Society y que introduce Van Dijk (1999)
37 Entre otros, Kerbrat-Orecchioni (2010a:10). Zwicky hace diferencia entre los sintagmas nominales
referenciales y vocativos, aunque los segundos no dejan de ser referenciales (1974: 787). También
Levinson (1983:70).
38 Hammermüller (2010:509), de hecho, como ya se ha visto propone el término “apelemas” para los
que en este trabajo se llaman “tratamientos nominales” para evitar la confusión con los del tipo vuestra
merced, a los que en muchas ocasiones se refiere en la bibliografía como tratamientos nominales.
39 Sobre esta problemática se remite a Eberenz (2000: 108-12). Numerosos trabajos se centran en el
estudio de estas formas, entre los que destacamos Lapesa (2000c), Líbano Zumalacárregui (1991),
Calderón Campos (2000, 2006), Pedroviejo Esteruelas (2003,2012), Álvarez Muro y Carrera de la Red
(2004), Carrera de la Red (2006) y Castillo Matthieu 1982 ápud Iglesias Recuero (2001) Para un estudio
sobre el cambio de significado que posibilitó el cambio gramatical posterior, el origen pragmático de la
forma y la convivencia con otras formas Iglesias Recuero (2008). También trata Koch (2008) la evolución
de vuestra merced como ejemplo para demostrar el papel de las tradiciones discursivas en los procesos
de cambio lingüístico.
40 “n'importe queI syntagme nominal susceptible de désigner un étre auquel on est susceptible de
s'adresser peut en príncipe fonctionner comme une forme d'adresse”, Kerbrat-Orecchioni (2010a: 10).
Sin embargo hay casos en los que una forma no se suele utilizar o no funciona como tratamiento, como
en el ejemplo de nieto (grandson) que propone Braun (1988:11) y los ejemplos de Zwicky (1974: 789-
94).
18
Estas formas se pueden presentar de diversas maneras, ya sea en combinación con la segunda
persona, la forma más habitual, o con la tercera,41 en su uso vocativo (Señor, ¿qué le sirvo?) o
con integración sintáctica de la designación (¿Querrá el caballero beber algo?).42 Las formas
combinadas con la tercera persona, llamada iloiement43 en francés o “terceras personas
perifrásticas” para Leech (1998:109), a pesar de su aspecto delocutivo, también se utilizan para
apelar al interlocutor, por lo que los consideramos tratamientos en el mismo rango que
aquellos combinados con la segunda persona. Kerbrat-Orecchioni recuerda que no hay que
confundir estos casos con los de delocución in praesentia, en los que hablamos de una tercera
persona, que a pesar de estar presente, está excluida del circuito de interlocución44.
Para los casos en los que el hablante de dirige a una persona que no está presente, en este
trabajo se hablará para estos casos de interlocuciones in absentia, y se señalarán en los
ejemplos seguido del nombre del interlocutor como “in abs.”. La bibliografía también se ha
referido a estas situaciones como de deixis am phantasma.45
Otras veces el hablante se dirige aparentemente a una persona, pero el destinatario real es un
tercero: se trata de un caso de tratamiento indirecto. En nuestra documentación, aparece una
escena completa entre dos personajes cuyo destinatario final es un tercer personaje que saben
que está escondida y los escucha.
El teatro en sí mismo tiene una función parecida que ya se ha comentado, la de la doble
dimensión en la que se produce un “tropo comunicativo”: los personajes se comunican entre
sí, pero el autor, a través de la situación que plantea entre los personajes, se está
comunicando con el receptor de la obra.46
41 De los que hablan para el español en diacronía Lapesa (2000c:332 y ss.), Calderón Campos y García
Godoy (2009).
42 En la bibliografía se caracteriza a los tratamientos como formas no integradas en la sintaxis y la
entonación. Sin embargo Kerbrat-Orecchioni defiende que salvo cuando funciona de forma autónoma,
el tratamiento está ligado a un enunciado particular y sólo de forma excepcional tiene una dislocación
entonativa. Esta característica invalidaría, además, los tratamientos en tercera persona que están
incluidos en este estudio.
43 En francés, se refieren a este fenómeno como iloiement, que hace referencia al pronombre de tercera
persona il. Kerbrat-Orecchioni, 1992:466 y 2010: 13-4. Hamermüller (2010:510) habla del término
“tratamiento indirecto” como generalizado en la bibliografía desde Svennung, y lo explica
históricamente como él y ella y sus formas de plural como su origen en “referencia anafórica a
tratamientos nominales o apelemas” (2010:514).
44 Sobre la delocución in praesentia: “une personne présente est à tous égards traitée comme une tierce
personne, c'est-á-dire exclue du circuit de I'interlocution” Kerbrat-Orecchioni (2010a: 14)
45 Término de Neveu, tomado de Kerbrat-Orecchioni (2010a: 27), que habla tanto de la alocución in
praesentia como de la deixis am phantasma. Keniston (1937:43) habla de “notional address” para los
discursos imaginados (frecuente en apartes), en situaciones imaginadas o en frases dirigidas a un oyente
o lector imaginario.
46 Kerbrat-Orecchioni (1984 y 1996) propone un modelo de comunicación que se da en el teatro:
asistimos a la comunicación entre los personajes, pero también entre el autor y el público a través de la
situación propuesta. Bustos Tovar (1996:283-85) habla de un “alocutario no escénico” para el que dirige
la globalidad del diálogo teatral; el público. Moreno González (2013:103) se refiere a este tipo de
comunicación como “interacción interna y externa”. Nadine Ly (2001) hace referencia a esta situación
en su estudio precisamente sobre los tratamientos. Arellano, al que cita Ly en su trabajo, habla de la
construcción de la obra condicionada por el receptor (público y lector del Siglo de Oro) (1999:8): “la
construcción de una determinada pieza dramática se rige por convenciones ordenadas según ciertos
19
Desde este punto de vista, será interesante proponer una función que cumplen los
tratamientos nominales en el teatro con respecto al público. Aunque con probabilidad la
profusión de tratamientos en estas obras no tenga una intención directa por parte del autor
con esta función específica, sí parece un mecanismo de ayuda al lector para identificar a los
personajes que interactúan en las obras. Se sabe que los tratamientos se utilizan con mayor
frecuencia en textos de recepción oral, ya que se crea una necesidad de concretar la identidad
del destinatario, llegando a responder estos tratamientos a una cierta imposición situacional.47
En este sentido, el uso de estas formas podría ser particularmente importante en obras que
están concebidas para ser leídas, y resultaría interesante comprobar si en ellas se da una
mayor frecuencia de tratamientos con respecto a las que se escriben con intención de ser
representadas.48
A lo largo del estudio, se ha detectado una mayor frecuencia general de tratamientos en
escenas en las que aparecen más de dos personajes, y en especial en aquellos momentos en
los que se pasa de un interlocutor a otro, como se estudiará más adelante.
1.3.2.1.2 Cuestiones terminológicas
Para referirse al objeto de estudio de esta investigación, lo que aquí se ha optado por llamar
“tratamientos nominales”, la bibliografía cuenta con varios términos cercanos.49 Cada uno de
ellos remite a una escuela o enfoque diferente50 o incide sobre un matiz particular o restringe
códigos, asumidos tanto por el emisor (dramaturgo y compañía teatral) como por el receptor (público y
lector del Siglo de Oro). Estos códigos específicos de cada una de las especies dramáticas que pudieran
distinguirse (tema de investigación aún pendiente) funcionan como orientadores de la interpretación y
sentido de las obras dramáticas”. En este libro propone una interpretación del teatro del Siglo de Oro
teniendo en cuenta las convenciones y códigos compartidos por autores y receptores de las obras. La
propuesta es reconstruir estos códigos “en una doble vertiente: códigos convencionales de la
producción dramática (distintos en cada género) y culturales (ideológicos, históricos, sociales, míticos)
que están en la base de la valoración de los personajes y sus actuaciones en el escenario” (1999:9).
Otros trabajos que hacen referencia sobre la cooperación autor-lector son Watts (1981) y Brönnimann
Egger (1991) ápud Jacobs y Jucker (1995), y en el ámbito hispánico Vian Herrero (1987 y 1987) para el
diálogo renacentista, donde habla de la relación entre autor y lector en que siempre está presente en
los diálogos “si se entiende éste como modelo reducido de toda comunicación literaria” (1988:178).
47 Traverso demuestra la necesidad de precisar quién es el destinatario en las interacciones radiofónicas:
«L'usage des termes d'adresse, et précisément des noms d'adresse, est en partie lié au fait qu'il s'agit
d'une communication radiodiffusée, dans laquelle, l'image étant absente, il faut sans cesse préciser qui
est l'interlocuteur» (2006: 127).
48 Otro caso de tratamiento nominal para el receptor es el que se emplea en casos de discurso referido
como en “El otro día estaba con el rector y le dije: «Mira, rector, creo que…»”, en el que la forma no
reproduce la usada en la interacción real, sino que se ha modificado para el receptor.
49 Emplean el término forms of address (Ervin-Tripp 1972a y b), terms of address o adress terms (Braun
1988, Taavitsainen y Jucker 2002), y formes nominales d´adresse Kerbrat-Orecchioni (1992, 2010, 2014).
En los trabajos sobre el español se sirven de tratamiento, fórmula de tratamiento, tratamiento o forma
nominal Rígano (2000,2006), Calderón Campos (1999, 2001, 2000, 2010) [en esta última elementos
nominales] y Medina Morales (2004, 2010). Utiliza el término apelativo De Miguel Martínez (1979) y
Hammermüller (2010) apelema. Prefieren vocativo Zwicky (1974), Bañón (1993), Haverkate (1984),
Herrero Ruiz de Loizaga (1999), Leech (1999), Moreno González (2002 y 2003), Hill (2007 y 2013) y
Sonnenhauser y Noel Aziz Hanna (2013).
50 Lagorgette (2006:38) y Détrie (2006: 12).
20
el fenómeno que estudia: vocativos, designaciones al interlocutor, apóstrofes, apelativos,
interpelaciones y tratamientos nominales son algunos de ellos. Dominique Lagorgette (2006)
dedica un artículo al problema terminológico51 en el que revisa los términos según los
enfoques de los estudios que las utilizan.
Vocativo remite, además de a un caso gramatical, a una función enunciativa. Algunos autores
reniegan de este término por haberse acabado el sistema de declinaciones (Détrie 2012:12). Se
utiliza con frecuencia en estudios más antiguos o/y centrados en cuestiones sintácticas (por
ejemplo Zwicky 1974, Bañón 1993, Haverkate 1984, Leech 1999, Hill 2007 y 2013 y
Sonnenhauser y Noel Aziz Hanna 2013).
Leech advierte que los términos vocative y terms of address se pueden confundir con facilidad.
Para él un term of address es un mecanismo que usamos para referirnos al destinatario de un
enunciado. El vocativo es un tipo de term, y lo describe como constituyente nominal no
completamente integrado en el enunciado (1999: 107).
La cuestión de la integración ocupa un lugar importante en la bibliografía cuando se quieren
definir estas formas, por ejemplo, en cuanto a la sintaxis: muchos comparten la idea de que no
cumple ninguna de las funciones sintácticas básicas (entre otros Bañón 1993:11 y Zwicky
1974:787). Ésta es una de las razones por las que desechamos este término, pues excluiría las
formas en tercera persona, como ya se ha comentado.
El término apóstrofe, que se utiliza en la bibliografía francesa, pertenece a la tradición
gramatical (Lagorgette 1998: 58), más específicamente a la retórica (Détrie 2006: 16 y
Lagorgette 2002: 41).52
El término apelativo tampoco parece adecuado por su ambigüedad, ya que puede referirse
tanto a los tratamientos que se dan en el enunciado dirigidos a una segunda persona, como a
aquellos que son meramente designativos, es decir, abarca tanto a los sintagmas que sólo
nombran como a los que además interpelan (Lagorgette 2006: 42). En este sentido, Zwicky
había diferenciado entre sintagmas referenciales y sintagmas vocativos, siendo el segundo el
que necesariamente refiere al destinatario del enunciado.53
Schegloff (1968), también hace una revisión de los términos address y summon (1968:1080-
81).
El último término, tratamiento nominal (terms/forms of address y formes nominales d´adresse)
es el más difundido en los estudios pragmáticos y discursivos (Lagorgette 2006: 42). Term of
51 También en Détrie (2006: 12 y ss.) y Kerbrat-Orecchioni (2010a:13) se presentan y comentan
diferentes términos.
52 Détrie se inclina por este término por varios motivos porque permite definir un análisis más global y le
parece adecuado por su papel como figura retórica y por su potencialidad semántica (2006: 17).
53 “Compare the underlined forms:
(1) Jacquie, your grammar leaks.
(2) I'm going to tell Jacquie that her grammar leaks.
A vocative NP necessarily refers to the addressee of its sentence, while a referential NP may so refer
(but, as in (2), doesn't necessarily do so).” (Zwicky 1974: 797).
21
address es una denominación también criticada por su ambigüedad pues engloba también a
los tratamientos pronominales.54
En este trabajo será este término el utilizado, pero también se emplearán indistintamente los
términos designación y apelativo como sinónimos.
1.3.2.1.3 Funciones de los tratamientos nominales
Tradicionalmente se habla de dos funciones de los tratamientos. La primera de ellas está
relacionada con la organización del discurso en la que los tratamientos tienen un papel clave
para llamar la atención del interlocutor y para organizar los turnos de habla ya que estas
formas seleccionan al destinatario. Esta función tiene que ver con la deixis personal y la labor
de interpelar.
Por otro lado, hay acuerdo en que los tratamientos también tienen una función social: ayudan
a crear, mantener y renegociar las relaciones sociales. En este caso estaríamos en el ámbito de
la deixis social.
Leech mantiene que entre personas que no necesitan ni identificarse ni mantener las
relaciones, puesto que está clara la relación de los participantes, no se usan los vocativos.55
Justifica la existencia de esta función social aportando ejemplos en los que las funciones de
llamar la atención e identificar al destinatario no se pueden aplicar, por tanto sólo se da la
función social. Sin embargo, estas funciones no tienen por qué se excluyentes; de hecho, lo
más natural y frecuente es que se den varias funciones a la vez.
Kerbrat-Orecchioni (2010a: 356) habla de “potentes relacionemas”56 que marcan un cierto tipo
de relación interpersonal, que pueden confirmar o consolidar e incluso reconfigurar, y
construyen a la vez la identidad textual del interlocutor remarcando una u otra faceta
identitaria.
Algunos investigadores también se fijan en una tercera función, la de reforzar el valor
pragmático o ilocutivo.57 La aparición de un tratamiento puede ejercer una presión sobre el
receptor del tratamiento, ya que le impone una obligación de reaccionar (2010: 27-28). Según
el contenido pragmático del enunciado, la naturaleza del tratamiento y factores contextuales
54 Détrie (2006:16) decide no utilizar este término porque la forma adresse parece construir la idea de
un coenunciador presente.
55 Leech (1999:117): “vocatives are not used among associates where neither their adressee-identifying
role nor their relationship-maintenance role is felt to be necessary”. En el mismo sentido Traverso
(1999:56) habla de los actos rituales, formas también muy relacionadas con cuestiones sociales y de
cortesía de las que se puede prescindir en situaciones informales o de confianza: “Les routines
conversationnelles constituent de bons indicateurs relationnels. Selon la proximité des interlocuteurs, et
le caractère plus ou moins formel de leurs échanges, elles peuvent ainsi etre négligées”.
56 “puissants «relationèmes»”.Sería interesante comprobar si la cercanía o confianza pueden implicar un
bajo uso de tratamientos nominales.
57 Entre otros Haverkate (1978:47), Bañón (1993: 26-27), Kerbrat-Orecchioni (2010a: 355), Détrie
(2006:92).
22
el valor se modulará en un sentido u otro; de esta manera pueden adquirir numerosos valores
en el discurso, según los actos de habla con los que se encuentren asociados.58
En cuanto a estos factores que afectan a la cortesía, los tratamientos pueden tender a la
cortesía positiva en contextos halagadores, por ejemplo como estrategia persuasiva en una
petición, pero también pueden afectar a la cortesía negativa como forma de rebajar la
imposición que tal acto de habla supone. En este sentido será esperable encontrar
determinados valores asociados a tipos de secuencias concretas, por ejemplo, en las
peticiones.
Estas formas a través de los potenciales valores relacionados con la cortesía pueden contribuir
a la consolidación de la díada hablante-destinatario en dos sentidos contrarios, “pour le
meilleur et pour le pire” (2010: 356).
En la bibliografía varios autores hacen referencia a la dificultad de la elección del
tratamiento.59 Y es que estas formas cuando no se utilizan conforme a lo aceptado
socialmente son susceptibles de dar lugar a interpretaciones sociales no deseables.
En este sentido Kerbrat-Orecchioni (1992) afirma que el uso de un tratamiento nominal
apropiado condiciona la aceptabilidad social de un enunciado, y pone a estas formas al mismo
nivel que las reglas gramaticales, en el sentido de que forman parte de la competencia
comunicativa (1992:129-30).
Además del refuerzo pragmático, algunos autores han visto en los tratamientos una función de
emocional,60 o funciones lúdicas.61
La polivalencia funcional de estas formas es clara, pues pueden tener varias funciones a la vez,
e incluso a veces, como señala Kerbrat-Orecchioni, éstas pueden estar dirigidas a diferentes
receptores (2010:362).
En este sentido encontramos algunas funciones que cumplen para el destinatario extratextual
en la doble dimensión comentada: el receptor de las obras literarias. Para ellos los
tratamientos pueden funcionar en un doble sentido. De un lado ayudan a caracterizar a los
personajes, de la misma manera que los tratamientos en la conversación real caracterizan a las
personas. Bañón (1993), por ejemplo, afirma que con su emisión se categoriza al alocutario, y
numerosos estudios explican que un tratamiento nunca puede ser neutro.62 También Bustos
58 Kerbrat-Orecchioni (2010a:28).
59 Zwicky, por ejemplo, dice que en ciertas ocasiones es mejor prescindir de él (1974:797), y Ervin-Tripp
aconseja a los extranjeros retener algo de acento si las reglas sociolingüísticas no se controlan bien por
el riesgo de insultar u ofender a través de los tratamientos (1972:238).
60 Leech (1999:108-9) ejemplifica la función emotiva con un padre que riñe a su hijo por tener la música
alta con un tratamiento: “Egon!”. También habla del refuerzo emocional Kerbrat-Orecchioni (2010a).
Haverkate señala la capacidad del vocativo para “expresar la actitud emocional del hablante frente al
oyente” (1980:374).
61 Traverso (2006:114) y Kerbrat-Orecchioni (1992). Por ejemplo a través de utilizar tratamientos en
principio no adecuados para el receptor, como el de llamar a una niña pequeña con tratamientos
deferenciales o el apellido, como en “Doña Selma” o “Señora Laura”.
62 Relacionalmente (Kerbrat-Orecchioni 2010a: 28), Leech (1999: 108), o afectivamente (Zwicky 1974:
796): “vocative NPs in Englisb are almost never neutral: they express attttude, politeness, formality.
23
Gisbert e Iglesias Recuero (2003:279) se refieren a los diálogos como forma de caracterización
ajustada de ambientes y personajes, y aluden a las evaluaciones metalingüísticas de los
personajes literarios sobre las formas de tratamiento como una manera de reconstruir el
sistema de normas de una sociedad. Iglesias Recuero (2010:373) propone también la cortesía
como un recurso para caracterizar a los personajes.
Los trabajos de De Miguel Martínez (1979) y Schiina (2007b) estudian las designaciones
también como forma de caracterización en los textos dramáticos.63
Los tratamientos, además, aportan información sobre el destinatario, pero también sobre la
relación que tiene con el emisor y lo que éste último piensa de él.64 En este sentido su empleo
en las obras literarias puede llevarnos a comprender mejor muchos aspectos de los
interlocutores, de su relación o de la situación que protagonizan: Schiina (2007b) confirma que
los vocativos ayudan a construir identidades de los personajes en las obras dramáticas y
manipulan sus relaciones. También resultaría interesante tener en cuenta las evaluaciones de
destinatarios cuando se dan, como proponen Bustos Gisbert e Iglesias Recuero (2003:279)65
para conocer mejor los usos de los tratamientos, su distribución social o cuestiones
relacionadas con la interpretación social de los mismos y para la caracterización de los
personajes.
Una segunda función que cumplen los tratamientos con respecto al receptor de las obras es la
que se relaciona con el reconocimiento de personajes. Se ha observado que en contextos
radiofónicos el empleo de los tratamientos se hace más frecuente66: obviamente el hecho de
que se prescinda de la imagen hace que sea necesario precisar una y otra vez quién es el
destinatario. En este sentido sería interesante proponer una función de reconocimiento de
status, intimacy, or a role relationship, and most of them mark the speaker […]there is virtually no
affectively neutral vocative”
63 “the playwrights chose appropriate vocative forms to construct the identities of the characters and
manipulate the relationships between them.” (Shiina 2007b:29).
64 “elles [los tratamientos nominales] spécifient certaines propriétés de la personne qu´elles désignent,
et la catégorisent du même coup” (Kerbrat-Orecchioni 2010a: 14).
Sobre la cantidad de información que puede aportar un tratamiento, nos habla Zwicky, que sostiene
que los tratamientos nunca son formas neutras: «Now referential NPs [Noun Phrases] convey
information about various properties of the person referred to, and a fair number of nouns mark the
speaker as belonging to a subculture, social class, or geographical dialect. Sorne referential NPs indicate
attitude, politeness, formality, status, intimacy, or a particular role relation between the speaker and
the person referred too. What is unexpected is that vocative NPs in English are almost never neutral:
they express attitude, politeness, formality, status, intimacy, or a role relationship, and most of them
mark the speaker” (Zwicky 1974: 796), e incluso sobre aquellos que producen el tratamiento y sus
opiniones con respecto al discurso “Another striking characteristic of vocatives is the extent to which
they provide information about the speaker and his opinions about the discourse” (Zwicky 1974:795).
65 Algo que aplican en su estudio sobre la novela realista gracias a que los narradores realistas ofrecen
reacciones en “comentarios metalingüísticos sobre la adecuación o inadecuación de una determinada
forma de tratamiento en cierta interacción, lo que nos permite reconstruir el sistema de normas que
regulaban los usos sociales” (2003:279). Traverso 2006 también se preocupa por la evaluación de los
tratamientos nominales por parte de sus destinatarios en su trabajo sobre las formas de tratamiento en
Damasco.
66 Traverso (2006:127) en cuanto a interacciones radiofónicas.
24
personajes para textos que hubieran tenido una intención de difusión mediante la lectura
pública,67 (especialmente si éstas se realizaran a una sola voz).
Lo que sí queda claro es que en momentos en los que hay más de dos personajes involucrados
en la conversación, hay una mayor presencia de uso de tratamientos, como advierten otros
trabajos.68 De esta manera también puede constituir una ayuda al receptor de la obra para
identificar a los participantes de la conversación, además de, por supuesto, para los propios
integrantes de la conversación a los que se selecciona (o no) a través de tratamientos.
En este sentido cumplen también una función organizativa: los tratamientos nominales
cumplen una función apelativa y de selección el destinatario. También se ha hablado de una
tercera función que señala el paso de una secuencia o una actividad a otra: el “rol
demarcativo” (Kerbrat-Orecchioni 2010a: 354). En este sentido se encontrarán tratamientos en
relación a las secuencias de inicio de las interacciones, especialmente en algunos que abren no
sólo la interacción sino que marcan un cambio de escena.
Kerbrat-Orecchioni (2010a) afirma que la elección de las formas obedece a reglas
relativamente restrictivas y habla de lo problemático de la elección de los mismos, además de
la dificultad a la que se enfrenta el lingüista al analizarlos. Se trata, en efecto, de una tarea
delicada, en gran parte porque se trata de formas muy sensibles al contexto, y que esta autora
llama por ello “formas camaleón” (2010a:365).
En este sentido esta investigación se propone descubrir en los usos estudiados parámetros que
ayuden a conocer algo más el empleo de estas formas en la época y contexto elegidos.
1.3.3 Unidad de estudio: la intervención
Esta investigación se interesa por analizar los momentos en los que los hablantes recurren a
los tratamientos nominales en sus interacciones. Para ello el interés es analizar tanto aquellos
momentos de la interacción en los que aparecen estas formas, como aquellos en que lo lo
hacen, es decir, tanto la presencia de tratamientos como su ausencia (Ø).
Para establecer esta distinción se requería encontrar una unidad delimitadora de las
interacciones que reflejase esos momentos susceptibles de aparición de los tratamientos en
las producciones verbales dirigidas a otra persona.69 Cualquier cambio en la situación
comunicativa como un cambio de interlocutor o de actividad en un mismo turno de habla, así
como una renegociación a nivel relacional de los participantes, puede afectar a la decisión de
utilizar o no un tratamiento, y, en su caso, a la elección del mismo. Por ello se ha considerado
67 Como se puede pensar para algunos de los textos con los que se trabaja en este corpus, como se ha
barajado sobre textos de género celestinesco (Baranda Leturio y Vian 2007:470 y 474). Canet (1993:31)
afirma que la mayoría de las comedias humanísticas estaban pensadas para la lectura o recitación.
68 Por ejemplo en las interacciones entre Sebastiana y Sigüença, de los Pasos de Lope de Rueda, en la
Sigüença, emplea muchos más apelativos cuando Estepa está presente (43% de presencia de
tratamientos frente a 5% cuando están solos).
69 En este corpus se han obviado las intervenciones dirigidas a varias personas, ya que se interesa sólo
por las relaciones amorosas.
25
fundamental partir de un concepto que delimitara las interacciones y que representase una
unidad mínima en este sentido como herramienta de análisis para este trabajo.
Se valoraron en un primer momento varias unidades de estudio, por ejemplo, el turno del
Análisis de la conversación70. Se trata de una unidad que incluye toda la producción verbal de
un hablante hasta que otro comienza otro turno. Estas unidades pueden constar desde una
sola palabra a una sucesión de enunciados,71 y que regulan la conversación (Sacks, Schegloff y
Jefferson 1974:696).
Para un corpus dramático como el del presente trabajo los turnos equivaldrían con los
parlamentos o réplicas, lo que resultaría ventajoso para el trabajo de análisis por tratarse de
unidades perfectamente reconocibles. Sin embargo no se trata de una unidad válida, ya que si
bien siempre que hay cambio de hablante hay un cambio de turno72, no siempre a lo largo de
todo un turno se mantienen las mismas intenciones y situación comunicativa. Así, dentro de la
noción de turno son posibles alteraciones de diverso tipo, por ejemplo, en cuanto a los
participantes, que pueden renegocian su relación, o puede producirse un cambio de
intenciones o comenzar una nueva actividad, incluso dentro de un mismo turno se puede
cambiar de destinatario, cosa que ocurre en ciertos momentos en este corpus.
También se desecharon otros conceptos como el de “episodio” del que habla Ervin-Tripp
(1972b)73 y se revisó la C-Unit (Communication Unit) de la que habla Leech (1999:108).
Finalmente se optó por trabajar con la noción de intervención. Se trata de una unidad que
puede contener un solo acto de habla o varios, y es la noción mínima de la comunicación para
Searle74. También se trata de la unidad mínima para la Escuela de Ginebra y la Lingüística
interaccional, pero en este contexto se ha descrito en un sentido más enfocado a la interacción
y más preocupado por el análisis de los actos de habla en su contexto y no de forma aislada
como se le ha criticado a Searle. En este sentido es en el que se aplicará en este trabajo. Este
término corresponde con la noción de movimiento (move) (1990:225) de otras escuelas.
70 Para un repaso rápido del concepto de turno para el Análisis conversacional ver Traverso
(1999:30.32). Un análisis más detallado del sistema de turnos de habla en la lingüística interaccional lo
ofrece Kerbrat (1990:159-192) Para el estudio de la organización conversacional a partir de turnos ver la
propuesta de Harvey Sacks, Emanuel A. Schegloff y Gail Jefferson (1974).
71 Incluso en la conversación natural pueden darse ejemplos de enunciados que gramaticalmente no
están completos pero sí lo están interaccionalmente, como apunta y ejemplifica Traverso (1999:31) y
también Schegloff (1986:1076): “Notice that I do not mean to identify a "turn" necessarily with any
syntactic or grammatical unit or combination of units, nor with any activity. In the former case, it should
be clear that a turn may contain anything from a single "mm" (or less) to a string of complex sentences.”
72 Incluso en los casos de coenunciación se considera que se constituyen de dos turnos de habla en el
que el segundo es continuación sintáctica de la primera (Jeanneret 2001:81).
73 “Watson and Potter (1962) used the term episode as a unit of analysis, which can terminate whenever
there is a change in the major participants, the role system of the participants, the focus of the
attention. This term, rather than topic, was chosen to differentiate cases where a similar apparent topic
might be within a person´s own experience, part of an ongoing activity, or an abstract referential
category, as in discussion” (1972:247).
74 “More precisely, the production or issuance of a sentence token under certain conditions is a speech
act, and speech acts […] are the basic or minimal units of linguistic communication” (1969:16).
26
La Escuela de Ginebra propone una estructura jerarquizada para delimitar las diferentes
unidades que componen la conversación.75 Este trabajo sigue la línea de Kerbrat-Orecchioni
(1990:210 y ss.), que a su vez se nutre de Roulet y la citada escuela.76
Las intervenciones en principio están emitidas por un solo hablante,77 y se definen en relación
a los intercambios (échanges). Aunque las intervenciones pueden coincidir con turnos de
habla, no se confunden con ellos. Los turnos no presentan dificultades a la hora de
delimitarlos: abarcan toda la producción verbal de un hablante hasta que otro toma la palabra.
Una intervención puede coincidir con un turno, de manera que el cambio de turno coincide
con un cambio de intervención. Pero las intervenciones también pueden sucederse en un
mismo turno, de manera que un cambio de intervención no siempre coincidirá con un cambio
de turno.
Las intervenciones, como se señalaba, se componen de actos de habla, ambas unidades
monológicas78 de la interacción. Este modelo jerarquizado se preocupa también por las
estructuras dialógicas. De ellas el intercambio es la unidad más pequeña, y se compone, según
la define Traverso, de, como mínimo, dos intervenciones emitidas por dos locutores
diferentes. Se trata de la unidad fundamental de la interacción en análisis de la conversación.79
En un nivel superior, las secuencias se componen uno o varios intercambios relacionados
temática o pragmáticamente.80 Schegloff (1990) propone las secuencias como unidad para
estructurar la conversación (en detrimento de los temas como base estructuradora). La
organización interna de las conversaciones se basa entonces en secuencias, que dotan a las
conversaciones de una coherencia a nivel de organización. En este trabajo se estudiarán las
intervenciones con respecto a las secuencias en que se dan de acuerdo con este
planteamiento.
Volviendo al modelo jerárquico, la interacción, la unidad de rango superior, corresponde a
todo lo que ocurre desde que los participantes de la interacción se ponen en contacto hasta
que se separan. (Traverso 1999: 38).
Además, todo ello está dentro de una “historia conversacional” entre los participantes. Este
término que se toma de Kerbrat-Orecchioni,81 se refiere a la suma de todas las interacciones
que hayan protagonizado dos hablantes, o, como en el caso de este trabajo, los personajes
dramáticos.
75 La propuesta de partida sale de la Escuela de Birmingham, con Sinclair y Coulthard (1975) según
Traverso (1999:35) y Kerbrat-Orecchioni (1990:211), donde proponen trabajos para seguir la evolución
del modelo.
76 En esta publicación se detiene a definir los conceptos y a explicar precisiones terminológicas.
77 Traverso (1999:36) y Kerbrat-Orecchioni (1990:225). Quizá una coenunciación de dos hablantes
diferentes sí pueda tomarse como una intervención que conste de dos turnos de habla, como se ha
señalado anteriormente.
78 Es decir, producidas por un solo hablante en oposición a las dialógicas, en las que hay dos o más
interlocutores.
79 Traverso 1999:37 y Kerbrat-Orecchioni 2001:61
80 Traverso (1999:38) y de manera más extensa Kerbrat-Orecchioni (1990: 218 y ss.), donde aporta
términos análogos a la secuencia.
81 Y que ella atribuye a Golopentia.
27
Para esta investigación se tendrá en cuenta la intervención como unidad de análisis, bajo la
que se encuentran los actos de habla como unidades de nivel inferior, y que está inserta en
intercambios que forman parte de secuencias. Las secuencias componen las interacciones, que
se analizarán bajo esta perspectiva interaccional, y que se considerarán siempre como parte de
una la “historia conversacional” de los personajes estudiados.
1.3.4 Tipología categorías
Muchos investigadores se han preocupado por proponer una tipología para las categorías de
tratamientos nominales. Por citar algunos, Dominique Lagorgette (1981),82 Braun (1988),
Blum-Kulka, House y Kasper (1989), Kerbrat-Orecchioni (1992 y 2010), Alonso Cortés (1999),
Fontanella de Weinberg (1999),83 Taavitsainen y Jucker (2002) y Busse (2002).
La mayoría de las propuestas coinciden en las categorías, aunque en ocasiones con diferentes
términos. Suelen contener los nombres propios, a veces haciendo diferencias entre el nombre
de pila (Fontanella de Weinberg 1999 y Kerbrat-Orecchioni 2010a), diminutivos (Kerbrat-
Orecchioni 2010) e hipocorísticos (Fontanella de Weinberg 1999), los apellidos (Fontanella de
Weinberg 1999) e incluso apodos (Blum-Kulka, House y Kasper 1989 y Kerbrat-Orecchioni
2010a).
También suelen tener en cuenta la relación del interlocutor con otra persona (Braun 1988), ya
sea como relaciones familiares o parentesco (Braun 1988, Fontanella de Weinberg,
Taavitsainen y Jucker 2002) o más en general, relacionales (Lagorgette 1981, Braun 1988),
relacionales afectivos (Kerbrat-Orecchioni 2010a), o específicos de la amistad como los de
amistad, cordialidad y afecto en la categoría de las formas sociales que propone Fontanella de
Weinberg.
Otra categoría recurrente es la de los términos ocupacionales (Lagorgette 1981, Braun 1988),
sociales ocupacionales (Fontanella de Weinberg 1999) o de oficio o función (Kerbrat-
Orecchioni 2010a). Taavitsainen y Jucker (2002) reconocen una subclase para los rangos
militares.
Por otro lado suelen constar como categorías los títulos (Lagorgette 1981), que Kerbrat-
Orecchioni (2010a) divide entre los heredados de tipo nobiliario y los otorgados, y honoríficos
(Fontanella de Weinberg 1999), o títulos deferenciales “titles of respect” (Busse 2002). Algunas
de las propuestas extraen de los títulos “señor” y crean con él una categoría independiente
(Braun 1988, Kerbrat-Orecchioni 2010a).
Varias de las propuestas incorporan los apelativos cariñosos (Braun 1988), sociales de
amistad/cordialidad/afecto84 (Fontanella de Weinberg 1999), afectivos positivos (Kerbrat-
Orecchioni 2010a), de afectividad/cariño endearment (Busse 2002 y Blum-Kulka, House y
Kasper 1989) y algunos de ellos también en sentido negativo, más hacia el insulto o la burla:
82 En su tesis doctoral, también resumida en (2000).
83 Es una adaptación de la propuesta de Rigatuso (1994).
84 Fontanella de Weinberg incluye como una sola categoría lo que otros han considerado dos: los
relacionales (afectivos) y los apelativos cariñosos.
28
axiológicos negativos (Lagorgette 1981), insultos, terms of abuse, (Taavitsainen y Jucker 2002),
afectivos negativos (Kerbrat-Orecchioni 2010a), de burla (Busse 2002).
Otras categorías son las sociales generales, de Fontanella de Weinberg (1999), en las que
incluye formas como señor y joven y títulos como caballero, sustantivos abstractos que se
refieren a una cualidad abstracta del interlocutor (Braun 1988), o bien los “labels”, que hacen
referencia a una característica temporal del destinatario (Kerbrat-Orecchioni 2010a).
Para este trabajo de investigación se encontrarán nombres propios, y apellidos en contadas
ocasiones, y los títulos, en los que se incluyen los muy frecuentes señor y señora. También
aparecerán ocupaciones o tratamientos que hagan referencia a una posición social, y
tratamientos de implicación emocional: por un lado formas positivas, como expresión de
afecto o de solidaridad, y por otro de evaluación negativa como los insultos. También se darán
tratamientos relacionales, tanto de parentesco como de amistad.85
Se considera que estas categorías son descriptivas, por lo que se deben tomar como etiquetas
que describen a los tratamientos, pero no se trata de categorías discretas, pues se podrán
encontrar tratamientos que encajen en más de una de ellas, como señala Kerbrat-Orecchioni
(2010a:345).
1.3.5 Concepto de afectividad
Si bien todos los tratamientos pueden desempeñar la función organizativa de selección del
destinatario, hay una serie de categorías léxicas que tienden a emplearse más en este tipo de
función.86 De esta manera, formas nominales de referencia unívoca, como las construidas con
el nombre propio,87 cumplen intrínsecamente este tipo de función, igual que otras que de
naturaleza relacional de parentesco como MARIDO o MUJER (en el sentido de `cónyuge´), cuya
referencia es unívoca. Estas formas de parentesco se pueden emplear en sentido no literal
como alusión a una cierta familiaridad (basada en el conocimiento mutuo o la solidaridad)
entre los personajes.
Otras formas de tratamiento tienden más a la expresión de deferencialidad, por ejemplo
designaciones como caballero o incluso señor que, a pesar de ser muy frecuente y utilizado en
numerosos contextos en las interacciones de la época, mantiene esa característica de
expresión de respeto.
Ciertas formas remiten a un universo de lo emocional, como los tratamientos con significado
relacional que implican amistad, amigo, o familia, hermano, pero también apelativos
cariñosos, como amor, o evaluativos negativos como los insultos, malvado, o los positivos
como los elogiosos, preciosa.
85 Los de amistad no se utilizan en sentido recto en este contexto amoroso, y en algunos casos también
los de parentesco.
86 Kerbrat-Orecchioni afirma que las categorías, a priori, se asocian a un tipo de relación o función.
87 Kerbrat-Orecchioni (2010a:352-53) habla del nombre propio con función de selección, frente a los
afectivos que instauran un tipo de relación interpersonal.
29
Para esta investigación se ha elegido observar con detalle una propiedad que afecta a las
relaciones. La elección de este rasgo, además, tiene que ver con el tipo de interacciones
estudiadas. Se trata de la implicación emocional del hablante con respecto al interlocutor, lo
que se refleja, entre otras cosas, en su forma de designar al interlocutor. De esta propiedad
lingüística habla Kerbrat-Orecchioni (1986) en relación a los adjetivos afectivos y evaluativos
axiológicos. Estos dos tipos de adjetivos tienen afinidades en cuanto a los mecanismos
psicológicos de participación emocional y (des)valorización (1986:112). En este mismo sentido
entendemos que algunos tratamientos nominales transmiten una evaluación subjetiva que
expresa esa implicación emocional en forma de afectividad.
Spencer-Oatey habla de la implicación interaccional (interactional involvement): “the extent to
which we associate with other people or dissociate from them” y de la implicación afectiva
affective involvement o detachment: “the extent to which we share concerns, feelings and
interests” (2008:16). En ambos casos son aspectos relacionados con la noción de asociación
(association), uno de los “principios de interacción sociopragmática” fundamentales que
propone para las interacciones.88
Esta implicación afectiva o emocional se manifiesta en lo que en este trabajo se ha llamado
“afectividad”, y puede expresarse en dos sentidos opuestos: como evaluación subjetiva
positiva o negativa.
Así, por lo general, los tratamientos deferenciales que aluden a ocupaciones, posiciones
sociales o términos relacionales, como criado,89 caballero o hermano, siempre que estos se
utilicen en un sentido denotativo, se considerarán no marcados afectivamente, es decir, sin
implicación emocional expresa. También aquellos principalmente referenciales, como el
nombre propio, entrarán dentro de esta clasificación.
Por otro lado, los tratamientos construidos con bases léxicas que evoquen de una forma u otra
una implicación emocional, serán considerados como marcados afectivamente. De esta
manera, las designaciones amigo o amor, y también traydor o deslavado, formarán parte del
grupo de las formas afectivas.
Kerbrat-Orecchioni expone que el valor afectivo de los adjetivos con implicación emocional
puede ser inherente al adjetivo o derivar de un significante prosódico, tipográfico o
88 Estos principios (los sociopragmatic interactional principles) planteados en Spencer-Oatey y Jiang
(2003), guían o influyen en uso del lenguaje o su interpetación: son “socioculturally-based principles,
scalar in nature, that guide or influence people´s productive and interpretive use of language”
(2003:1635). Las autoras también apuntan que hay normas o preferencias que tienen que ver con la
aplicación de los principios, los cuales si no se ponen en práctica de la forma en que se espera, pueden
derivar en juicios de valor más o menos fuertes (2003:1635). Los principios sociopragmáticos
interaccionales más importantes son el de equidad, por el que los hablantes esperan ser tratados
justamente y con consideración y que se relacionan con el equilibrio de las nociones de coste-beneficio
y de la autonomía-imposición, y el principio de asociación, que está relacionado con los citados
implicación o desapego interaccional y afectivo (2008:16). Estos principios dependen del tipo de relación
entre los interlocutores, de normas socioculturales y preferencias personales.
89 En este corpus no se dan tratamientos ocupacionales en sentido literal, por lo que se toma un ejemplo
que aporta Bañón que (2001:79) en el que se utiliza criada como tratamiento en el Siglo de Oro.
30
sintáctico.90 En este mismo sentido entendemos que los tratamientos nominales pueden
implicar una afectividad intrínseca a su base léxica o cargarse de afectividad a través de
modificadores como el posesivo y/o complementos del nombre. Para el primero de los casos
se llamará en este trabajo de afectividad léxica, y para la modificación a través del posesivo o
de complementos del nombre de afectividad sintáctica.
Formarán, por tanto, parte de esta clasificación afectiva los tratamientos en principio
construidos a base de formas no marcadas afectivamente que incorporen elementos
modificadores como adjetivos, complementos del nombre o posesivos, pues se consideran una
marca de implicación emocional. Así, el tratamiento señora se catalogará como marcado
afectivamente cuando aparezca bajo la forma señora hermosa, señora de mi alma o señora
mía. También se considerarán marcados afectivamente los tratamientos que se refieran a
ocupaciones o posiciones sociales que en casos concretos se emplean de forma metafórica,
como guerrera troyana. Este tipo de empleo también se considerará afectivo. Otro ejemplo de
uso afectivo es la utilización de hermano como tratamiento en las relaciones no fraternales.
Asimismo la recursividad se considerará un rasgo de afectividad, de tal manera que si aparece
una combinación de tratamientos, se considerará que ha elevado su grado de afectividad.
Según lo explicado, esta afectividad puede partir de las bases léxicas que se utilizan para
construir los tratamientos (afectividad léxica), y también a partir de la combinación con
elementos que elevan el grado de afectividad a formas no marcadas afectivamente (la
afectividad sintáctica), pero también a través de usos afectivos por identificaciones
metafóricas; la “afectividad metafórica”.
La afectividad léxica es decisiva para la clasificación de los tratamientos. Sin embargo, la
sintáctica también juega un papel muy importante, especialmente en el contexto aquí
estudiado, ya que el posesivo tiene una clara implicación personal con el destinatario y
conlleva la expresión de afecto.
La clasificación de las categorías según su nivel de afectividad quedaría de la siguiente manera:
los nombres propios, títulos y ocupaciones serían categorías en principio no marcadas
afectivamente, mientras que las categorías de implicación emocional (o desapego) sí se
considerarían marcadas afectivamente. Los tratamientos de categorías relacionales hacen
referencia a la relación entre el hablante y el interlocutor, por lo que en ese sentido tienden
más hacia la referencia objetiva siempre que se utilicen en sentido recto. Sin embargo, los
términos que indican relaciones de familiaridad y amistad suelen contener connotaciones
afectivas, que naturalmente pasan a primer plano en los casos en los que se utilizan con
significados metafóricos, no literales.
A esta afectividad de origen léxico hay que sumar, como se ha visto, las construcciones
nominales más complejas en las que pueden aparecer éstas u otras bases léxicas y que pueden
modificar radicalmente el sentido de afectividad de los tratamientos.
Por tanto se parte de que existe un continuum de afectividad que expresa un mayor o menor
grado de implicación afectiva en los tratamientos. Así, señora, mi señora, señora hermosa,
90 Con la derivación tipográfica se refiere al empleo de exclamaciones. La sintáctica se refiere a la
anteposición del adjetivo que carga de afectividad al sustantivo al que acompaña (1986:112).
31
señora de mi alma, alma mía o señora de mi alma y de mi corazón constituyen una escala de
implicación emocional.
1.3.6 Ejes de la relación interpersonal
Para el análisis de las relaciones este trabajo sigue a Kerbrat-Orecchioni (1992). En su trabajo
explica los tres ejes de las relaciones interpersonales, el horizontal, que tiene que ver con la
distancia interpersonal, el vertical relacionado con el poder,91 y un tercero que ella llama de
“conflicto vs. consenso”, que remite a la afectividad.92
En cuanto a este último eje relacional Spencer-Oatey (2008:32) habla de cuatro tipos de
orientación de la relación (rapport orientation): en los dos polos se encuentan las categorías
que implican una voluntad de mejora de la relación de armonía (rapport enhancement)93 y la
que va en sentido contrario, que va hacia el empeoramiento de la misma (rapport challenge).
Considera dos categorías intermedias: la que llama rapport maintenance, en la que prima el
interés por mantener o proteger la armonía en la relación, y la que define como rapport
neglect, que consiste en la falta de interés o preocupación por la calidad de las relaciones
entre los interlocutores.94
Se aplican aquí estas ideas sobre las relaciones a las categorías con las que se va a trabajar en
esta investigación. Así, a priori los tratamientos no afectivos, recordemos, las categorías del
nombre propio, título y ocupación, serían adecuadas tanto en el eje vertical como muestra de
deferencialidad y respeto, como también en el horizontal, para contextos de distancia. Serían
lo que la cortesía protocolaria consideraría adecuado95 y las formas esperables entre los
personajes de origen social elevado.96
De otro lado, las formas afectivas positivas o negativas, serían las adecuadas para situaciones
en las que no considere necesaria la deferencialidad, y en cuanto al eje horizontal, en
situaciones de familiaridad y confianza. Estos tratamientos de acercamiento tienen una doble
función, como expresión de cariño, pero también como estrategia de persuasión.
91 Para una revisión sobre los términos poder y distancia, ver Spencer-Oatey (1996).
92 La investigadora prefiere evitar el término afectividad por tratarse de actitudes discursivas y no de
estados psicológicos. En su trabajo sobre los tratamientos propone categorías adecuadas o esperables
para los diferentes ejes (2010a:29). En el eje horizontal, los nombres propios, diminutivos y términos
afectivos corresponderían a una familiaridad, los términos relacionales y de pertenencia de grupo a la
solidaridad, y otros del tipo “colega” (mon pote), a la informalidad. El eje vertical impondría un trato
asimétrico en las situaciones de jerarquía y de igualdad en las de simetría. El tercer eje, de
consenso/conflicto, lo considera muy delicado pero también muy importante, sobre todo en cuanto a la
cortesía.
93 Para esta categoría precisamente pone el ejemplo del comienzo de una relación romántica (2008:32),
lo que aquí se verá en varias de las parejas.
94 Esta falta de interés puede deberse a que toda la atención esté puesta en otra tarea (por ejemplo en
momentos de emergencia, o por desinterés en la relación por algún motivo) (2008:32-33).
95 Según la escuela japonesa Ide y Hill (Hill et alii 1986 e Ide 1989), las formas apropiadas para ocasiones
en las que se aplica el discernment.
96 Muir (2001) y Elias (2012) consideran la cortesía (de los estamentos altos) como una represión de la
emotividad y un “control de los afectos”.
32
Los tratamientos relacionales, quedarían, como se ha visto, a caballo entre los dos grupos.
Hay una serie de usos que afectan a los dos ejes: por ejemplo, el respecto y afectividad que se
mezclan en formas como señora mía o mi Dios, que Kerbrat-Orecchioni denomina de
“deferencia íntima”, o la familiaridad y respeto que expresan los apelativos del tipo SEÑOR+NP
como en señora Polandria.
Otra posibilidad es utilizar una forma en un principio deferencial en un contexto en el que no
parece adecuado, con intención lúdica, no documentada en este corpus,97 o con finalidad
sarcástica o hiriente como los ejemplos del corpus en los que Pandulfo llama a su prostituta
dama o dueña.
Hay otra función documentada en varias ocasiones en el corpus: la camaradería. Se
encuentran una serie de términos afiliativos que buscan reforzar el eje de la solidaridad a
través de estos apelativos que son marca de pertenencia de grupo, como por ejemplo amigo o
hermano.
1.3.7 Lematización
Se ha considerado necesario lematizar los tratamientos que aparecen, así como agrupar las
categorías como el nombre propio (a partir de ahora NP), y el apellido (APELL), con el fin de
facilitar el análisis cuantitativo, algo que se hace necesario por la cantidad de datos recogidos y
por el interés de extraer conclusiones generales en cuanto a la utilización de ciertas bases
léxicas. Esto permite realizar un trabajo comparativo y estadístico de los parámetros que se
repiten en la utilización de determinadas nociones recurrentes en la creación de tratamientos
nominales.
Estas lematizaciones se representarán con la base léxica en versalitas. Por ejemplo,
tratamientos que contienen las formas nominales señor y amor aparecen en los textos con
mucha frecuencia bajo diferentes formatos: con posesivos, en plural o singular, con
complementos del nombre, en coordinación con otras bases léxicas. Así, ocurrencias como
señor, señora, señora hermosa, milagrosa señora, mi señora, señora mía, señor mío, señor
Crito y señora de mis entrañas, señora de mi alma, mi señora y mis amores o por otra parte mis
amores; mi amor; amores de mi alma; amores, despecho de la vida; mi señora y mis amores;
Costança Roiz, amor mío se pueden agrupar bajo los lemas SEÑOR y AMOR respectivamente,
además de bajo ALMA, ENTRAÑAS, DESPECHO>VIDA y el NP y APELL, en momentos que interesen
para el análisis.
Esta lematización se ha realizado con el fin indicado, pero no quiere decir que en el análisis se
dejen de lado las ocurrencias tal y como aparecen en los textos.98 De hecho, la investigación
considerará el grado de afectividad de los sintagmas en los que aparecen, como se ha visto
acompañados de modificadores como el posesivo o los CN.
97 Traverso (2006:114) y Kerbrat-Orecchioni “décalages” lúdicos. Braun (1988:48) también pone un
ejemplo del uso del pronombre deferencial en contextos familiares con carácter lúdico.
98 Es decir, las “entradas” según aparecen registradas en la base de datos.
33
Con cierta frecuencia las bases léxicas aparecen combinadas,
amores de mi alma
señor Pandulfo
señora, vida mía
Flugencia mía, mi señora y mi deseo
causadora deste vil oficio, triste, que escogí.
La combinación, como se observa, se construye a través de modificadores como los
complementos del nombre (CN), de la aposición identificativa o especificativa o la explicativa,
mediante la coordinación copulativa o incluso con el desarrollo de los tratamientos a través,
por ejemplo, de complementos que incluso contienen oraciones subordinadas.
Para cada uno de los casos se ha empleado un sistema de notación que también facilitará la
agrupación de tratamientos para su análisis.99
> amores de mi alma AMOR>ALMA Complementos del nombre
- señor Pandulfo SEÑOR-NP Aposición
identificativa/especificativa
+ señora, vida mía
SEÑORA+VIDA Aposición explicativa
& Flugencia mía, mi señora y mi
deseo
NP+SEÑOR&DESEO Coordinación con la
conjunción copulativa
… causadora deste vil oficio, triste,
que escogí
CAUSADORA… Desarrollo de los
tratamientos
Se aportan, a modo de ejemplo, otras ocurrencias en las que se da más de una combinación y
su lematización:
Costança Roiz, amor mío: NP-APELL+AMOR
señora de mis entrañas y de mi vida: SEÑOR>ENTRAÑAS&VIDA
mi alma y mi señora, mi coraçón y mi vida, vida deste que te llora:
ALMA&SEÑORA+CORAZÓN&VIDA+VIDA…
1.3.8 Base de datos
Al principio de la investigación se decidió realizar una base de datos que recogiera
electrónicamente las intervenciones estudiadas y todas y cada una de las informaciones
asociadas a ellas y a la presencia y uso de tratamientos nominales que se consideraron
99 Si bien este trabajo no se detiene con detalle en las cuestiones relacionadas con la morfosintaxis de la
combinación de los tratamientos, se ha querido hacer esta distinción de notación con el fin de facilitar
futuros trabajos a este respecto, y para posibles interesados en la morfología de los tratamientos que se
acerquen a este trabajo.
34
relevantes para la investigación. La recogida de datos se ha realizado con el programa Access,
de Microsoft, a través de un sistema similar al de los ficheros tradicionales en el que cada
“ficha” corresponde a una intervención en la que se da o no un tratamiento. Cada una de ellas,
en la terminología de la herramienta, “registro”, está identificada y encabezada por un número
que identifica a las intervenciones estudiadas. Estos registros se visualizan como filas. A cada
uno de ellos le corresponden una serie de informaciones agrupadas por campos, que se
muestran en columnas. Las informaciones que se han vertido en la base están relacionadas de
una parte con el tratamiento empleado, en su caso, en la intervención, y aportan datos como
la ocurrencia del tratamiento, su lematización, la afectividad del tratamiento y los rasgos que
incluyen esa afectividad, así como la posición en la que aparecen dentro de la intervención, lo
que podría estar relacionado con la función de los tratamientos. De otro lado se aportan
informaciones con respecto a la intervención: quiénes son los participantes y a qué grupos
sociolingüísticos pertenecen, el contexto en el que se dan las intervenciones, tanto desde una
perspectiva relacional, haciendo referencia a la situación amorosa entre los participantes en el
momento de la intervención, como dentro del texto en el que se dan. Además, se relaciona
cada intervención con aspectos pragmáticos, como a qué tipo de acto de habla y/o secuencia
pertenecen, o qué tratamiento pronominal expresa cada uno de ellos, además de con
cuestiones discursivas relacionadas con la organización de las interacciones, si se asocia la
intervención al inicio de la interacción o a un cambio en la selección del destinatario, por
ejemplo.
La base de datos ha sufrido varios cambios a lo largo de la investigación. Estos cambios han
afectado a su estructura con la ampliación de los campos que se han ido considerando
pertinentes, en parte gracias a aquella primera aproximación al orden sistematizado del
análisis de las intervenciones recogidas en las primeras bases de datos. También se ha
modificado el contenido, ya que un mayor conocimiento de la Lingüística interaccional y del
Análisis de la conversación ha exigido una revisión de los primeros análisis realizados a los
textos. Gracias a las nuevas herramientas de estas disciplinas y a su forma de acercarse a las
interacciones, se ha elaborado un nuevo análisis con observaciones más finas.
La utilidad de la base de datos es indiscutible en cuanto al almacenamiento de los datos ya
interpretados, que funciona como se señalaba a la manera de un fichero tradicional. Ya sólo en
este sentido se trata de una herramienta muy cómoda para recuperar los datos con rapidez.
Además, muestra los entresijos del trabajo realizado, lo que otorga una mayor transparencia a
la investigación y a la metodología empleada. En este sentido constituye un reflejo ordenado
del análisis cualitativo.
La elaboración de esta base de datos ha resultado clave para realizar el análisis cuantitativo,
pues permite tratar de forma cuantitativa los datos recogidos. La herramienta Access no sólo
posibilita la cuantificación de los usos de determinadas variantes o variables, sino que cruza
datos de diferentes campos, de forma que se pueden realizar con facilidad estadísticas a partir
de las que extraer reflexiones en cuanto a una gran variedad de cuestiones. Gracias a su
manejo, y siempre a partir de la interpretación que constituye el análisis realizado, se ha
podido responder a determinadas preguntas de investigación de tipo generalista.
35
La herramienta permite el análisis cuantitativo de los campos, es de decir, de diferentes tipos
de informaciones que se hallan en ella. De especial utilidad a este respecto es la posibilidad del
cruce y análisis de dos o más variables. Un ejemplo básico es el de poder cruzar los campos de
origen social con el de la afectividad de los tratamientos. Gracias a esto se han registrado de
forma cuantitativa las divergencias en la frecuencia de uso de tratamientos marcados
afectivamente por parte de los diferentes conjuntos de personajes según su procedencia
social. De la misma manera, se ha podido analizar esta misma cuestión con respecto al sexo de
los participantes en cada una de las intervenciones estudiadas, o, más allá de las variables
puramente sociolingüísticas, en relación a las diferentes obras en las que aparecen, o no, los
tratamientos nominales. Pero también ha permitido observar determinadas preferencias de
los usos nominales asociados a una obra determinada, o, de igual manera, ha permitido
establecer qué rasgos de afectividad prefieren unos y otros grupos sociales, así como qué tipo
de bases léxicas parecen asociarse con determinados actos de habla.
Las posibilidades de trabajo con la base de datos en este sentido son enormes, y ofrecen
opciones que no se han explotado en esta investigación. En cualquier caso están disponibles
para futuras investigaciones. De esta manera la base de datos ha constituido una herramienta
esencial en la metodología de trabajo, como se apuntaba, como punto de referencia de los
datos recogidos e interpretados, pero también como base del estudio cuantitativo.
A continuación se detallan y explican los campos que aparecen en la tabla sobre la que se
articula esta base de datos:
Id: corresponde al número asignado a cada una de las intervenciones. Se trata de la base que
estructura la tabla y agrupa todas las informaciones recogidas con respecto a una
intervención.100
Entrada: bajo esta columna se registran todas las ocurrencias de tratamientos, tal como
aparecen en el corpus, o su ausencia, aquí representadas como 0, lo que en el resto del trabajo
se tratará como Ø.
Lema: en este campo se aportarán las bases léxicas que conforman los tratamientos según los
procesos de lematización descritos en el anterior apartado (1.3.7).
HAB-DEST: en este campo se detallan los participantes de la interacción. Aparece en primer
lugar el personaje que produce la intervención, el hablante, y en segundo el destinatario de la
misma.
Interacción detalle: se reserva este campo para cualquier indicación sobre la interacción con
respecto a los participantes y el formato de participación en la interacción de los mismos. Por
ejemplo, es el lugar donde se indica si las interacciones se han dirigido in absentia (in abs.), por
medio de una carta o del discurso referido, en tercera persona (3p) o con un destinatario
100 Es en este campo en el que se ha aplicado la clave principal de Access. Una clave principal es un
campo que presenta valores únicos, y se suelen utilizar para hacer referencia a registros enteros, es
decir, a las filas de la tabla, que en este caso corresponden a cada una de las intervenciones.
Normalmente las tablas deben tener una clave principal que permita identificar inequívocamente cada
registro, para este caso, cada intervención. Para esta identificación unívoca, se ha establecido en el
diseño de la base la opción “autonumeración” de llenado automático numérico.
36
intencionado pero indirecto. Con respecto al hablante, éste será el lugar en el que se detalle la
apariencia de uno de los personajes del corpus que gracias al motivo del disfraz aparece como
“hortelano”, “noble desconocido” y “príncipe”.
Origen social: Esta columna da cuenta de las diferentes procedencias de cada uno de los
personajes. Se dividen en tres categorías ALTO, BAJO y ALTO-BAJO para la única pareja
asimétrica del corpus. El nivel alto cuenta con la etiqueta “ALTO Cort” que define a la relación
entre uno de los personajes del patricidado urbano con una cortesana. Los grupos de menor
consideración social se dividen en “BAJO No Dep”, “BAJO Dep”, “BAJO Ruf” y “BAJO Client”.
Estas agrupaciones, que equivalen a las etiquetas de no dependientes, dependientes, rufianes
y clientes, que se definirán en el capítulo sociolingüístico. Los valores son discretos, por los que
por el diseño de la base de datos, sólo se puede elegir uno de los valores por cada
intervención.
Or soc MARG agrupado: Esta columna repite las informaciones del campo precedente
agrupando por interés de la investigación a los grupos marginales de origen social bajo, las
relaciones entre prostituta y rufián y prostituta y cliente.
Sexo: de nuevo bajo esta columna encontramos valores fijos excluyentes: “hombre” y “mujer”.
PAREJA: se ha añadido este campo para la revisión cuantitativa de algunos de los aspectos
asociados a los tratamientos por parejas. En este campo siempre aparecerán las parejas
enunciadas comenzando por el hombre, con sus primeras tres letras, seguidas de la mujer, a
excepción de los casos de la prostitución, en los que las prostitutas aparecen antes que sus
clientes, por considerarse que en estos casos son ellas las encargadas del cortejo.
Situación amorosa: este campo recoge las etiquetas que responden a la situación amorosa de
las parejas. “Desc” (desconocidos), “Cortejo”, “Relación sexual” y “Matrimonio clandestino”
reflejan las situaciones amorosas de ciertos personajes que evolucionan en su relación. Por
otro lado, se reflejan las parejas con un compromiso afianzado, “Matrimonio consolidado”, y la
etiqueta “Amantes” representa las relaciones adúlteras. Un último grupo de etiquetas se
refiere a las relaciones asociadas al ámbito de la prostitución, ya sea de proxenetismo, “Prost-
rufián”, entre prostitutas y clientes de ámbito bajo, “Amor mercenario”, o asociado a niveles
sociales altos, bajo la etiqueta “Cortesana”. En este campo los valores no son excluyentes,
pues hay casos en los que coinciden más de una etiqueta para describir la situación amorosa
de las parejas, por ejemplo, en momentos en los que una pareja se ha casado
clandestinamente y que ha llegado a consumar su matrimonio con una relación física:
“Matrimonio clandestino; relación sexual”.
Acto de habla: bajo esta etiqueta se agrupan numerosos actos de habla que intentan definir las
secuencias relacionadas con cada una de las intervenciones. En este caso nuevamente se trata
de valores no discretos, pues una intervención puede contar con más de un acto. Además, a
veces la explicación de un solo acto se realiza con dos, por ejemplo un rechazo de petición, que
en la tabla aparece por orden alfabético, por tanto, como “petición; rechaza (→)”. En las
ocasiones en las que hay riesgo de confusión, se explicita en el campo “Acto de habla
desarrollado”.
37
Acto de habla desarrollado: se ha incluido este campo para terminar de definir o explicar
alguno de los actos de habla representados en el campo precedente.
Organización conversación: este campo recoge informaciones relevantes sobre la organización
de las intervenciones en formato de lista de valores. Estos valores indican “INICIO”, “CAMBIO
TURNO”, “CAMBIO ACTO”, “CONTINUACIÓN” y la etiqueta “Insiste”.101
Posición: se refiere a la posición del tratamiento nominal dentro de la intervención. Las
posibilidades de elección son “inicial”, si es al principio de la intervención “central” o “final”.
También se han considerado “INICIAL absoluta”, para tratamientos que se sitúan como primer
elemento de la intervención y “FINAL absoluta” para los que cierran la intervención.
Pronombre: bajo esta columna se eligen los valores tú, vos y 3p (tercera persona) asociados a
la intervención registrada.
Afectividad trat: aquí se registra la posible afectividad de los tratamientos, en oposición a la
afectividad léxica representada en “Afectividad lema”. Para este campo se ha establecido una
serie de valores fijos en un campo de búsqueda de elección excluyente según el cual se pueden
elegir las opciones “Afectivo” y “No afectivo”, según las consideraciones explicadas en el
apartado 1.3.5. Para las intervenciones en las que no hay tratamiento (Ø) se ha dejado el
campo en blanco.
Afectivo por: este campo también ofrece una serie de valores de búsqueda fijos. A diferencia
del campo precedente, la elección no es excluyente, es decir, se permite la selección de más
de un valor para cada intervención. Los valores en esta columna corresponden con los que se
han considerado en este trabajo como rasgos de afectividad de los tratamientos, es decir,
“Lema”, “CN”, “Posesivo”, “Más de un trat” y “Usado afect”. En ellos se registra si se trata de
afectividad léxica, si viene otorgada por la presencia de modificadores como el complemento
del nombre, CN, o el posesivo. También registrará si en la intervención aparece más de un
tratamiento y si se trata de una base léxica en un principio no marcada afectivamente pero
que en la intervención concreta se usa afectivamente.
CN, Posesivo y Afectividad lema: por comodidad en el análisis, se ha decidido explicitar como
campos independientes los dos rasgos de afectividad que corresponden con los modificadores
y la afectividad léxica. En los dos primeros aparecen en la tabla como presencia o ausencia, con
los valores excluyentes sí/no, y en el tercero de los casos se registran los valores excluyentes
“Afectivo”, “No afectivo”. Cuando este tercer campo está en blanco, de nuevo representa al
101 Aunque su operatividad en el presente trabajo ha sido escasa. A través de ella se describe si la
intervención registrada corresponde con el inicio de la interacción, lo cual parece afectar a la presencia
de tratamientos, o si se da un cambio de destinatario (¿CAMBIAR NOMBRE A CAMBIO DE DEST?), en
cuyo caso los hablantes tienden a seleccionar al nuevo destinatario con un tratamiento. También se
registran los casos en los que se da un cambio de acto de habla en la misma intervención
(¿problemático?). Las etiquetas “CONTINUACIÓN” se han empleado para marcar tratamientos asociados
con turnos largos en los que aparece el apelativo como una llamada de atención o como un vocativo “de
continuación”, en el sentido de Lagorgette (1981) de “mantenimiento del contacto”. A través de él el
hablante apela a su interlocutor para que continúe concentrando su atención en él y se asegura del
mantenimiento de la comunicación, a la vez que refuerza su relación.
38
que se ha denominado el tratamiento cero y que en este trabajo aparece representado como
Ø.
Ppal1, Ppal2, Ppal3, Ppal4, Ppal5 y Comb1, Comb2: aquí se recogen las bases léxicas
identificando si se dan como lema principal (Ppal) o como complemento (Comb) según el
orden de aparición.102
Texto: este campo hace referencia al texto en el que aparecen las interacciones estudiadas.
“PLA”, “PEN”, “HIM”, “DUA”, “SEG CELES” y “PASOS” son las abreviaturas para la Égloga de
Plácida y Vitoriano de Juan del Encina, la Penitencia de amor de Pedro Manuel de Urrea, la
Comedia Himenea de Bartolomé de Torres Naharro, la Tragicomedia de Don Duardos de Gil
Vicente, la Segunda Celestina de Feliciano de Silva y los Pasos de Lope de Rueda, las obras que
constituyen el corpus de esta investigación.
Situación: se ha reservado esta columna para situar las intervenciones en las escenas en las
que aparecen. Es especialmente útil para parejas que tienen varios encuentros tanto para
situar las intervenciones en un contexto como para hacer comparaciones entre los usos de
unas y otras escenas.
Observaciones: en esta columna se incluyen las anotaciones con respecto a diferentes
cuestiones, por ejemplo, contextuales, pero también comentarios y explicaciones de interés
para el análisis.
1.4. CORPUS
El corpus lo constituyen obras dramáticas del s. XVI, en especial del primer tercio, pero
también con representación en el segundo. El carácter dialogado de este género aporta un
contexto ideal para el estudio de los tratamientos, especialmente útil para analizar diferencias
sociales y relacionales por la cantidad de personajes y situaciones que interactúan entre sí.
Como se ha visto, varios estudiosos defienden la validez de textos de ficción, y en concreto del
teatro, para la reflexión pragmática, como ya se ha señalado. Hay varios trabajos basados en
textos de este tipo y de épocas cercanas a la de este trabajo.103
La mayoría de los investigadores que defienden esta postura aluden a la necesidad de tener
una prudencia filológica, contrastar con informaciones contextuales, etc. Kerbrat-Orecchioni
está de acuerdo con esta postura:104 nunca hay que olvidar las características inherentes al
102 Este campo no se ha explotado en esta investigación, como se ha comentado, pero está preparado
para futuras investigaciones.
103 Enfocados sobre (des)cortesía y tratamientos y/o actos de habla en el español, se recuerdan algunos
de los ya citados: Ly (1981, 2001), Herrero Ruiz de Loizaga (1999, 2007, 2013), Moreno González (2002,
2003, 2010), Navarro Gala (2004), Iglesias Recuero (2010), Bañón (2001) que basa parte de su corpus en
textos dramáticos y extranjeros, Busse (2002), Mazzon (2002).
104 «ce type particulier de corpus [el teatro] peut venir alimenter utilement la réflexion pragmatique»
(Kerbrat-Orecchioni, 1984: 47).
39
tipo de texto con el que trabajamos, por lo que no se puede tomar el teatro como reflejo del
habla ordinaria. Sin embargo, en la medida en que estos textos constituyen una simulación de
las conversaciones, son una fuente de materiales para el análisis de ciertos hechos
pertinentes.105 De hecho, a veces las simulaciones de una interacción constituyen un
elemento fiable del referente al que imitan precisamente porque se basan en un modelo ideal
del mismo.106
Los textos elegidos para este trabajo de investigación son los siguientes:107
- Égloga de Plácida y Vitoriano, Juan del Encina, 1513
- Penitencia de amor, Pedro Manuel Ximénez de Urrea, 1514
- Comedia Himenea, Bartolomé de Torres Naharro, 1517108
- Tragicomedia de Don Duardos, Gil Vicente, ¿1522?109
- Segunda Celestina, Feliciano de Silva, 1534
- Pasos, Lope de Rueda, 1967-70110
105 «On ne parle pas au théâtre (ni non plus du reste dans le roman) comme dans la vie. Mais, dans la
mesure où la littérature tend à la conversation ordinaire une sorte de miroir grossissant dans lequel
viennent se condenser, avec une simplicité, une évidence, une intelligibilité accrues, certains des faits
pertinents, l´analyse conyersationnelle peut tirer avantage de ces inconvénients mêmes, et trouver dans
ce type de corpus abondante matière à réflexion - le tout étant bien sûr de ne pas y chercher ce qu'on
saurait y trouver (par exemple : des indications précises sur le fonctionnement des salutations, ou sur la
façon dont se négocient les tours de parole) ; c'est-á-dire : de ne pas prendre la simulation pour l'objet
simulé, ni la carte pour le territoire» (Kerbrat-Orecchioni 1996: 48), también, casi textualmente, en
Kerbrat-Orecchioni, 1984: 61.]].
106 Como defiende Durrer (1998) para la imitación de modelos amorosos fingidos.
107 Las ediciones utilizadas para ello son:
ENCINA, Juan del (2008): Égloga de Plácida y Vitoriano, en Teatro Completo, edición de Miguel Ángel
PÉREZ PRIEGO, Madrid, Cátedra, págs. 286-371.
RUEDA, Lope de (2007), Pasos, introducción y notas de Fernando GONZÁLEZ Ollé y texto establecido
por Vicente TUSÓN, Madrid, Cátedra.
SILVA, Feliciano de (1988): Segunda Celestina, edición de Consolación BARANDA LETURIO, Madrid,
Cátedra.
TORRES NAHARRO, Bartolomé de (1990): Comedia Himenea, en Comedias, edición de D. W.
MCPHEETERS, Madrid, Castalia, págs. 182-237.
VICENTE, Gil (1996): Tragicomedia de Don Duardos, edición de Manuel CALDERÓN y estudio preliminar
de Stephen RECKERT, Crítica, Barcelona.
XIMÉNEZ DE URREA, Pedro Manuel (1996): Penitencia de amor, ed. de Domingo YNDURÁIN, Madrid,
Akal.
108 Se aporta la fecha de publicación de la Propalladia en Nápoles, la princeps de las obras reunidas de
Torres Naharro, aunque quizá hubiera circulado de forma suelta como ocurrió con algunas de ellas,
como avisa su autor en el prólogo, sin su permiso, Pérez Priego (2005:19). Gillet y Lihani la datan en
1516, según Julio Vélez en su edición del Teatro completo (en Torres Naharro 2013:529).
109 Calderón, en la edición de Crítica con la que se ha trabajado, la data entre 1521 y 1525 (pág. 187). La
crítica posterior parece estar de acuerdo en fecharla “hacia 1522”. López Castro en su edición de la
Tragicomedia (en Vicente 1996:16 y 21), y Pérez Priego en Teatro renacentista (2005:37).
110 Se estudian sólo los pasos en los que se encuentran relaciones que interesan a este estudio: el 3º y 7º
de El Deleitoso, publicado por Timoneda en 1567, y que Fernández Moratín titula Cornudo y contento y
Las aceitunas, y El rufián cobarde, el 5º del Registro de representantes (1570).
40
Como se observa, se trata de un corpus heterogéneo. Ni siquiera la adscripción de todos los
textos al género dramático es netamente clara (Baranda Leturio y Vian Herrero 2007: 469 y
ss.)111. Las obras se adscriben a diferentes corrientes o tradiciones literarias, se han concebido
para receptores diferentes, e incluso su formato de recepción es divergente. Además mezclan
prosa y verso e incluso pueden mostrar variaciones de tipo dialectológico por las diferentes
muy diversas procedencias geográficas de los autores,112 lo cual es especialmente acusado en
el caso del portugués Gil Vicente por no ser el castellano su lengua nativa.
Sin embargo, esta heterogeneidad está lejos de haber sido casual por un descuido en la
elección: cada una de ellas se han elegido con plena consciencia de que se trata de obras de
complicada comparabilidad, lo cual no parece un problema siempre que se tengan en cuenta
las divergencias.
En análisis se centra en las relaciones amorosas, por lo que el “género celestinesco” es una
muy valiosa fuente para esta investigación, pues el desarrollo argumental de sus obras se basa
en cuestiones amorosas y muestra las relaciones entre los personajes de alta condición social
pero también las de los criados, lo que permite comparar los usos de unas y otras parejas.
Además, en el caso de la Segunda Celestina se abre un mundo asociado a los amores fingidos
de la prostitución, lo que también permite observar y comparar los usos que hacen los
personajes de ámbito lupanario con los de otros ámbitos. En esta obra en concreto hay tres
parejas de criados que traban relaciones amorosas, y corresponden, dentro de su grupo social
a diferentes escalas, por lo que se posibilita también la comparación de usos nominales entre
personajes de un mismo ámbito y en una misma obra, pero con ciertas diferencias sociales y
personales.113
La Égloga de Plácida y Vitoriano tiene interés porque presenta una relación prostibularia de
otro tipo: la de una prostituta que se relaciona con un patricio urbano. Gracias a esta obra el
corpus cuenta un ejemplo de relaciones entre un personaje de nivel alto y una cortesana.
Además, el personaje de Plácida rompe con los esquemas tradicionales del amor: ella es la que
siente, padece y desespera, hasta el punto que toma la decisión de quitarse la vida. Este papel
es propio de los hombres, y Plácida es una de las primeras mujeres que toma este rol
normalmente asociado al galán.114 La obra gira en torno al amor verdadero de los
protagonistas, y se establece un contrapunto en la interacción con la cortesana. Esta refleja,
además de un amor fingido, una diferente relación en términos de familiaridad y confianza con
el protagonista. Se muestran, por tanto, las interacciones entre un mismo personaje y dos
mujeres a las que les une a Vitoriano una relación totalmente diferente, por lo que será
interesante observar las formas de trato que intercambia con una y con otra. Se trata de una
111 En este trabajo se alude al “lugar ambiguo” que ocupan entre los géneros literarios del siglo XVI, a
camino entre la novela y el teatro, y se explica con detalle las razones por las que estas obras no se
pueden adscribir a uno ni otro género.
112 Juan del Encina: leonés, Pedro Manuel Ximénez de Urrea: aragonés, Bartolomé Torres Naharro:
nacido en Badajoz, Gil Vicente: Portugal, Silva: Ciudad Rodrigo, Lope de Rueda: andaluz.
113 Esta diferencia social entre criados no es infrecuente en el género celestinesco, según apuntan
Baranda Leturio y Vian Herrero (2007:434)
114 Heugas (1987). En efecto, el papel de la dama, explicado en Rodado Ruiz para el amor cortés
(2000:109-29), es muy limitado: “la dama casi nunca dice nada” (2000:109).
41
obra que parte de una tradición pastoril pero intenta innovar.115 Otra de las novedades es sin
duda la inclusión del personaje de Plácida, que adopta un papel que generalmente tienen los
hombres (Heugas 1987).
La Penitencia de amor, otra de las obras de género celestinesco, es una imitación en prosa.116
Se trata de la primera de las imitaciones en prosa de la Celestina, de muy pronta aparición
después de su publicación. En esta obra no hay doble trama amorosa, pues, aunque se
anuncian amores con las criadas de la otra casa, no se ven en escena.
En la Comedia Himenea sí. Asimismo, en esta obra además de ver a los personajes de nivel
social superior actuar hay un personaje, en este caso femenino, que se relaciona con dos
masculinos, aunque con uno de ellos el proceso de cortejo se trunca rápidamente. El éxito
editorial de la Propalladia, con numerosas ediciones, y la consideración de la crítica como una
de las mejores obras de Torres Naharro justifica también su inclusión en este corpus.
La Tragicomedia de Don Duardos es una obra muy rica en cuanto a los usos nominales, y tiene
una ventaja indiscutible que ha hecho que se incluya en este corpus, incluso con el riesgo que
supone que esté escrita por un autor no nativo.117 Se trata del motivo del disfraz, el cual
permite analizar los usos del mismo personaje con su amada en diferentes situaciones
sociales: el protagonista como noble frente a su amada, pero también simulando un origen
social bien distinto como hortelano. Bajo esta apariencia se relacionará con ella, y también se
dirigirá a ella en varios soliloquios, donde se podrá observar a un personaje que se libera de las
constricciones sociales y relacionales y habla con ella de manera más libre, lo que se cree que
se reflejará también en sus usos de tratamientos nominales.
Además, esta obra muestra interacciones de dos parejas más. De un lado presenta la parodia
del caballero salvaje a través de la muestra de palabras de amor cortés en un contexto al que
no pertenece este código, donde radica parte de la comicidad de las escenas que protagonizan
Camilote y Maimonda. Por otro lado se representa el amor cotidiano del matrimonio a través
de los hortelanos Juliâo y Costança.
Los Pasos de Lope de Rueda forman parte de este corpus a pesar de la lejanía, empezando por
la cronológica, de esta obra frente al resto del corpus. Interesa fundamentalmente porque,
como ha señalado Bustos Tovar, se trata del “testimonio más importante de incorporación del
diálogo conversacional al diálogo literario” (2001:205). Según este autor, esta obra tuvo tanto
115 Pérez Priego (1991:296) con respecto a la inclusión del mundo prostibulario en su opinión por la
moda que desata la Celestina, que le hace renovar al final de su carrera dramática sentir la “necesidad
de renovar el monótono mundo pastoril de la égloga”. También en (1994:125).
116 Para un análisis detallado de los conceptos de imitación y del de continuación, en el que se encuadra
la Segunda Celestina, ver Baranda Leturio y Vian Herrero (2007). En las imitaciones se reproduce alguna
de las características o formales, y en las continuaciones “se continúan o prolongan la historia y los
personajes del modelo o sus sucesores” (2007:439).
117 No deja de tratarse de un autor que escribe en castellano y que está en todos los manuales de
historia literaria de la época.
42
éxito porque “consigue crear el tipo de diálogo dramático “apropiado” a los personajes”
(1996:277). También se ha hablado de su lenguaje más cercano a lo espontáneo.118
Por otro lado, una de las diferencias clave entre estas escenas breves en las que se encuentran
personajes más tipificados frente a otros muy desarrollados y caracterizados en otras obras, se
muestra como una ventaja al poder comparar los usos de unos y otros personajes construidos
de forma tan diferente, y cuya función con respecto al texto del que salen también difiere. La
finalidad de estas pequeñas obras es la comicidad, y el receptor intencionado nada tiene que
ver, por ejemplo, con el de la Tragicomedia de don Duardos. A pesar de que las dos obras
parecen concebidas para ser representadas (en todo caso los Pasos),119 el público al que se
orientan es muy diferente, como también lo es su finalidad. En este sentido, la intención
moralizadora de Duardos, según Sellers,120 se aleja de la voluntad cómica y de entretenimiento
de los Pasos.
Otra divergencia muy marcada de los Pasos, en parte relacionada con su intención cómica,
pero también por tratarse de un teatro popular, por tanto, de tradición muy diferente a las
demás obras del corpus, es que en ésta el concepto del amor está muy alejado del literario y
romántico.
El formato de recepción para el que las diferentes obras estaban concebidas también interesa
en el trabajo en relación con la función de los tratamientos con respecto a la doble dimensión
de la que se ha hablado: el tratamiento nominal podría tener una función con respecto al
receptor de las obras como mecanismo para facilitar el reconocimiento de los personajes que
participan en las diferentes interacciones. Esto sería de especial utilidad en textos concebidos
para ser leídos en lecturas dramatizadas, aunque también para la lectura y para la
representación. Si bien sería difícil afirmar que los autores incluían estos tratamientos de
forma intencionada con este fin, se considera esta cuestión interesante como reflexión. Para
las obras de género celestinesco han discutido el formato de recepción, entre otros, Baranda
Leturio y Vian Herrero (2007:470 y ss.). Las investigadoras señalan que la divulgación de los
géneros dramáticos en la primera mitad de siglo se debe fundamentalmente a la lectura y
ponen como ejemplo el éxito editorial de la Propalladia de Torres Naharro,
independientemente del número de veces que se representase en la Península y citan a
Villalobos, que no consideraba necesaria la representación, “hacer una farsa”, de una comedia,
118 Justificando el empleo de esta obra como su corpus, King señala que los Pasos tienen la ventaja de
que “hacen hincapié en la expresión del lenguaje cotidiano de las clases medias y baja” (King 2010:537)
Cita al respecto a Moreno González (2002:21-22) y a Pedroviejo Esteruelas (2003:párr. 3).
119 Pérez Priego en su edición de la obra junto a otras de Teatro renacentista, señala que quizá la
Tragicomedia de Don Duardos no fue concebida para ser representada (2005:37), pero Calderón (en
Vicente 1996: XLVI) da por hecho que sí y habla de la datación de la primera representación. Por otro
lado sobre la Penitencia de amor Rohland de Langbehn (2012:10) duda de que esta obra se concibiese
para ser representada, como propone Canet como posibilidad para la comedia humanística, aunque
según él en algunos casos se representó pero en su mayoría estaban pensadas para la lectura o
recitación (1993:30-31). La autora no encuentra suficientes indicios para la hipótesis de que la
Penitencia se concibiese para la representación y propone que quizá estuviese destinada a la lectura a
una sola voz.
120 Habla de una denuncia del deterioro de la sociedad para incitar a la reflexión a los cortesanos que la
vieran representada (Álvarez Sellers 2013) en cuanto al episodio de Camilote.
43
sino una alternativa más (2007: 478-79).121 En cuanto al género celestinesco explican que
tienen constancia de que se representase la Hispaniola, pero no de las demás (2007:477), y
que algunas de las obras de este género sí estarían concebidas para una lectura dramatizada
(2007:470) y serían susceptibles de una lectura en público (2007:474). Perez Priego considera
que la Égloga seguramente se representó (Pérez Priego 1991:294). Por otro lado, Lope de
Rueda concibió sus pasos para la representación teatral (Bustos Tovar 1998:427).
Otra de las diferencias atañe a la forma de los textos: algunas de ellas presentan las tramas en
prosa y otras en verso. Si bien algunos investigadores excluyen los textos líricos como fuente
porque sus convenciones formales condicionan la forma lingüística (Eberenz 2000:16), aquí
precisamente se ha querido valorar estos condicionantes. En la bibliografía se ha planteado la
cuestión de la métrica como posible factor decisivo en cuanto a la elección de los tratamientos
pronominales (Sáez Rivera,122 Hamad Zahonero123 o Busse124 para el inglés). Este corpus
registra algún cambio pronominal también condicionado por métrica, por ejemplo, en las
cartas en verso que Darino envía a Finoya. Será interesante valorar la posibilidad de que la
métrica pueda afectar también a los apelativos nominales.
En el corpus, en varias ocasiones, los tratamientos nominales del corpus parecen haber sido
elegidos por cuestiones métricas (tigre, por ejemplo, aunque precisamente es dudoso si se
trata de una designación o no). Sin embargo, los resultados que obtenemos al comparar los
usos diferentes entre el Duardos hortelano y el noble parecen permitirnos concluir que las
diferencias sociales en cuanto al uso de los tratamientos son reales, al margen de otro tipo de
consideraciones, como las preferencias estilísticas del autor o de la métrica, como se señalaba
más arriba. Por lo tanto, parece que aunque la métrica en ocasiones pueda afectar a la
elección de los tratamientos, es sólo uno más de los aspectos que influyen en ello. Por este
motivo, sí se consideran apropiadas las fuentes en verso.
Por todos estos motivos, se considera esta heterogeneidad en varios aspectos de las obras que
constituyen el corpus como una ventaja, ya que permitirán extraer reflexiones del análisis y
comparación de unos y otros precisamente con el foco puesto en estas divergencias.
1.5. ESTRUCTURA
La estructura de este trabajo muestra el análisis que se ha realizado partiendo de las
cuestiones más generales para ir descendiendo a cuestiones específicas; de análisis más
cuantitativo a uno más cualitativo, pero sin obviar en ningún momento ninguno de los dos
enfoques y siempre interrelacionándolos.
121 Además, hasta el último tercio de siglo no había sitios destinados a la representación. Baranda
Leturio y Vian Herrero marcan el hito en 1565 (2007:475-76).
122 Sáez Rivera (2012:2376): “entrecruzamiento de características textuales como la dramaturgia en
verso o en prosa (el verso parece favorecer el empleo de vos, pero no se restringe a tal modo literario,
algo ya señalado por Lapesa 2000c:324)”.
123 2012: 2224 y 2227.
124 Busse (2002:216): “some of the pronoun choices may have been made for the sake of the rhyme and
metre, the requirements os genre, plot or a particular scene, to achieve a certain dramattic effect”
44
Los resultados cualitativos de, por ejemplo, el estudio según variables sociolingüísticas, son
más generalistas, y permiten una perspectiva global que da cuenta de una serie de variables
fijas que tienen mucha importancia en la configuración de la comunicación. Este tipo de
estudios tienen la ventaja de tener una mayor aplicabilidad. Sin embargo, para una
comprensión de la interacción lingüística es necesario considerar en todo momento una serie
de aspectos que son imprescindibles para comprender las interacciones comunicativas. Para
ello, es necesario considerar las intenciones de los hablantes y las estrategias comunicativas
que desarrollan en un equilibrio entre su intento para cumplirlas y que ello afecte a las
relaciones interpersonales. El estudio lingüístico desde esta perspectiva tiene un profundo
interés, y es esencial para hacerse una idea global de los intercambios comunicativos.
El primero de los capítulos de este trabajo adopta una perspectiva más cercana a la
variacionista en la que se estudia la relación directa entre las diferentes elecciones de los
tratamientos según variables sociolingüísticas de los participantes de las interacciones
estudiadas. Se han elegido los parámetros clásicos de origen social y sexo para estructurar el
análisis, dejando en un segundo plano otros como la edad, que en este contexto amoroso no
se trata de una variable relevante.
Este primer capítulo permitirá observar las marcadas diferencias que se dan en este ámbito
concreto de las relaciones amorosas con respecto a la frecuencia de utilización de
tratamientos, así como la elección de qué tratamientos dirigirán a sus interlocutores y el grado
de afectividad de los mismos que prefieren unos y otros conjuntos de personajes. Se
observarán diferencias significativas en los usos que prefieren los diferentes grupos sociales, y,
especialmente debido al contexto elegido, el amoroso, se encontrará una diferencia
fundamental en los usos de los hombres frente a los de las mujeres. También se cruzarán las
dos variables con el fin de analizar si hay diferencias al respecto. Este capítulo también añadirá
una serie de apartados que pretenden demostrar la validez de estas variables en relación al
objeto de estudio, aportando ejemplos de los usos de personajes de diversa adscripción social
que pertenezcan a una misma obra. Con esto se pretende evitar el potencial sesgo por la falta
de comparabilidad perfecta, por ejemplo, por las posibles preferencias estilísticas de los
autores o usos asociados a funciones concretas, y se podrá comprobar que realmente en el
corpus existen diferencias asociadas con el origen social.
Otra variable sociolingüística fundamental de las relaciones interpersonales es la distancia
entre los participantes en la interacción. La elección de los tratamientos por supuesto tiene
mucho que ver con la familiaridad que los personajes tengan entre sí. Sin embargo, ésta es una
variable que se reflejará en el análisis que se ofrece en el siguiente capítulo.
Si bien el foco del capítulo anterior son las variables sociolingüísticas de sexo y origen social, el
segundo capítulo se acerca al estudio de los usos de los tratamientos desde una perspectiva
diferente: la de la situación amorosa de cada una de las parejas de personajes que completan
este corpus de las relaciones amorosas. En este sentido observaremos diferentes tipos de
relación, por ejemplo, jóvenes que se encuentran por primera vez y que siguen una evolución
en su proceso amoroso hasta llegar al casamiento, frente a parejas casadas, que no cambian su
estado a lo largo de la obra, para los que se puede suponer de una lado una familiaridad e
incluso también una jerarquía, y, de otro, la ausencia de la necesidad de persuasión que
45
conlleva un proceso de cortejo que se observa en otras parejas. Se han considerado también
las relaciones en el ámbito de la prostitución por considerar que se trata de relaciones de amor
fingidas.
Para una mejor comprensión de las interacciones descritas y de los usos de cada una de las
parejas estudiadas, se ofrece un repaso de la “historia conversacional”125, es decir, el conjunto
de todas las interacciones de los personajes que tienen o tendrán una relación amorosa de
cualquier tipo. De la misma manera que se han agrupado los tratamientos utilizados en
diferentes contextos sociales, se agruparán según los contextos amorosos. Así se determinará
si estos, y la implicación que suponen sobre cuestiones como la familiaridad o la voluntad de
cortejo, y por tanto, de posibles usos estratégicos de los tratamientos asociados a ello, influyen
en la elección y uso de las designaciones dirigidas al interlocutor.
Como muestra del trabajo que se ha realizado se mostrará en detalle la evolución en la
relación de una de parejas y los usos del tratamiento nominal que van haciendo a cada
momento. Se ha elegido una pareja con mucha presencia en el corpus (un 17% de las
intervenciones de este corpus las protagonizan ellos). Además de relacionarse en varias
escenas, pasan por varios estados amorosos. Además de las estrategias de cortejo, esta pareja
muestra mecanismos de claro interés estratégico. Por razones de espacio es imposible hacerlo
mismo con todas las parejas, pero ésta se presenta como muestra de cómo se ha trabajado.
También, de la misma forma que se ha hecho en el capítulo dedicado a las diferencias
sociolingüísticas, se analizarán los usos de varios personajes que traban relaciones amorosas
de diferente tipo con más de un personaje con el fin de constatar que la situación amorosa
realmente cuenta como una variable significativa para este corpus.
El último capítulo de análisis, el tercero, pretende desarrollar un estudio pragmático discursivo
sobre determinadas secuencias para estudiar la formulación de ciertos actos de habla
asociados a ellas y su relación con los tratamientos nominales. Por supuesto aquí se atenderá
también a las diferencias sociolingüísticas y de situación amorosa.
En este capítulo se observarán especialmente las funciones organizativas, de valor social y
relacional, y comunicativas asociadas a estrategias de la cortesía en relación de nuevo a la
afectividad en los tratamientos nominales. También se hará referencia a la posición preferida
de los mismos con respecto a la función que cumplen.
El análisis se detiene en tres tipos de secuencias: abrirán el capítulo los actos rituales, de
mucha importancia para las relaciones sociales, de las que dependen pero a las que también
influyen. El análisis se centra en los saludos y las despedidas, secuencias de máxima
importancia en la gestión de las interacciones, pues las abren y cierran. Los tratamientos
tienen una función organizativa de selección evidente especialmente en los inicios de las
interacciones, y tanto en los saludos como en las despedidas, el tratamiento comporta un
significado social importante para la gestión de las relaciones personales.
125 Término tomado de Kerbrat-Orecchioni (1990,1998).
46
El segundo de los contextos estudiados no podía faltar en un estudio centrado en el ámbito
amoroso: se trata de las secuencias amorosas, en las que los personajes formulan
declaraciones de amor o dirigen alabanzas a sus parejas.
El tercer tipo de secuencias que analizará esta investigación es el de las peticiones. Se trata de
un acto de habla muy estudiado desde la cortesía, pues muchas veces se acompaña de
estrategias compensatorias que minimizan la imposición que suponen para el interlocutor, o
de estrategias persuasivas, que buscan crear una disposición positiva del interlocutor con la
finalidad de asegurar el cumplimiento de sus peticiones. Se han observado por separado otros
tipos de petición con características diferentes: las órdenes, las que se han llamado peticiones
comprometidas, cuyo cumplimiento supone un mayor riesgo para el destinatario, y las
proposiciones indecorosas, un tipo de petición comprometida de contenido sexual. Además se
analizarán brevemente peticiones de información y un breve apartado que se ocupa de otras
peticiones que se han denominado encubiertas/manipuladoras y “falsas”.
Para finalizar, y como compendio de los análisis hasta aquí propuestos, el último de los
capítulos presenta un glosario de tratamientos. Se trata de una recopilación de todos los datos
extraídos del análisis sobre cada uno de los tratamientos del corpus. Se ofrecerán los datos
cuantitativos con respecto a los aspectos sociolingüísticos y de situación amorosa de cada uno
de ellos, y se aportarán los datos sobre la relación de estos tratamientos con determinados
actos de habla, lo que llevará a la reflexión sobre qué tipo de funciones se asocian a cada una
de estas formas en el corpus. Además se aportarán algunas informaciones lexicográficas de
interés y otras documentaciones de la época. También se hará referencia a observaciones de
estudios sobre tratamientos o sobre imágenes amorosas con intención de contextualizarlas en
una tradición o concepción amorosa, todo ello con el objetivo de encuadrar los tratamientos
del corpus en un contexto tanto social como amoroso y comunicativo.
47
48
2. ESTUDIO SOCIOLINGÜÍSTICO
La elección de un determinado tratamiento nominal depende de varios factores como la
situación comunicativa, el acto al que acompaña y el grado de confianza de los interlocutores.
La posición social y el sexo de hablantes e interlocutores es una de las variables más
determinantes a la hora de elegir un tratamiento.
El objetivo de este apartado es detenerse en los tratamientos que los personajes emplean
según el grupo social y sexo al que pertenecen con la intención de analizar las diferencias
sociolingüísticas que afectan a la elección y uso de los mismos. Se entiende que estos dos
parámetros clásicos de la sociolingüística serán claves para prever qué tratamientos nos
podemos encontrar en boca de una mujer noble hacia su enamorado o de un criado de baja
condición hacia la mujer que pretende. La hipótesis de partida es que la elección que hagan
unos y otros grupos será diferentes, especialmente entre los grupos altos, los nobles y el
patriciado urbano126, y los grupos clasificados como bajos, entre los que se cuentan diferentes
conjuntos de personajes. De entre ellos, uno de los grupos que se espera que se diferencie del
resto es el ámbito de la prostitución;127 previsiblemente se regirá por patrones diferentes en
su comportamiento lingüístico, ya que los procesos amorosos y de cortejo que se dan en esta
esfera concreta son muy diferentes a los demás.
Se ha basado el estudio cuantitativo en dos variables, el origen social y el sexo, dejando por
ahora de lado otras posibles y que también son pertinentes en cuanto al uso de tratamientos
nominales como la distancia entre los interlocutores128. Esta variable, que sí se verá reflejada
en el siguiente capítulo en relación a la situación amorosa, también se tratará en éste para
explicar situaciones de uso determinadas.
Se entiende la distancia en una doble vertiente, en el sentido de presencia o ausencia de
familiaridad, pero también como expresión de solidaridad en contextos, por ejemplo, de
refuerzo de la solidaridad de grupo a través de estrategias marcadas como de pertenencia de
grupo.129
En cuanto a la dimensión vertical, las parejas que se estudian están normalmente en situación
de igualdad social, pero se verán también ejemplificada en una de las parejas la jerarquía que
126 Se toma este término de “patriciado o aristocracia urbana” que utiliza Ladero Quesada (1990:99)
para definir la condición social de Calisto y Melibea de La Celestina.
127 En otros estudios sobre tratamientos también se incluye la prostitución en las relaciones amorosas.
Pedroviejo Esteruelas 2012:165 incluye “las relaciones entre damas, rameras y alcahuetas y sus clientes
(no se ha tenido en cuenta la pertenencia a diferentes clases sociales) y las relaciones entre novios” bajo
la etiqueta amantes.
128 Dejamos de lado también otra de las variables clásicas de la sociolingüística, la edad, por no parecer
un rasgo pertinente en las situaciones estudiadas.
129 Sobre el concepto de distancia ver Spencer-Oatey (1996). Sobre estos aspectos en relación con el uso
de tratamientos ver Kerbrat-Orecchioni (2010a). En cuanto a los tratamientos como una forma de
pertenencia de grupo, Brown y Levinson (1987:107 y ss.) hablan de los tratamientos que comportan una
pertenencia de grupo como uno de los marcadores in group. El uso de los marcadores de pertenencia de
grupo son la cuarta de las estrategias de cortesía positiva que proponen (1987:102).
49
se va a traducir en tratos nominales asimétricos relacionados con el poder y la ausencia de
poder.
Hay un tercer eje en las relaciones interpersonales no tan fácilmente cuantificable relacionado
con la situación comunicativa, las intenciones y las estrategias discursivas.130 Estos aspectos
también se tratarán en el análisis que se irán desarrollando en relación a ejemplos concretos.
Zwicky (1974) se acerca al tema desde una perspectiva teórica. El autor considera que no
existen los tratamientos neutros; siempre implican una serie de informaciones asociadas, y
están marcados sociolingüísticamente. Un vocativo, según el investigador, expresa actitud,
cortesía, formalidad, estatus, familiaridad, habla del rol en la relación de los participantes y
sobre todo marca al hablante. Pueden dar información sobre sí mismo, sus opiniones, el
discurso, sobre el destinatario… Según esto podemos esperar una serie de informaciones
relacionadas con las variables sociolingüísticas que se pueden extraer observando el uso de los
tratamientos. Se espera que el análisis de este capítulo permita identificar algunas de estas
informaciones asociadas al origen social y el sexo de los participantes de la interacción. La
intención es hacernos una idea de los tratamientos esperables en determinados contextos
sociolingüísticos.
Ervin Tripp (1972) se preocupa por los tratamientos también de manera teórica: hay una serie
de reglas que describen la elección e interpretación de los tratamientos en relación a varios
parámetros: estatus, jerarquía, familiaridad y edad. Según la combinación de los mismos
podemos describir qué tratamiento es el adecuado, o en sus palabras, no marcado. Por otro
lado, no seguir estas reglas rompiendo con lo esperable, puede dar lugar a “interpretaciones
sociales”. De esta manera, el no seguir las reglas para un contexto determinado puede ser
significativo, ya que puede implicar un mensaje.131 Por ejemplo, un cambio en el tratamiento
se podría interpretar como un cambio en la identidad percibida del destinatario o su relación
con el hablante.132
En este mismo sentido Kerbrat-Orecchioni (1992:129-30) indica que los tratamientos influyen
en la aceptabilidad social de un enunciado. De la misma manera que hay reglas gramaticales
que determinan la aceptabilidad, el uso de un tratamiento adecuado forma parte de la
competencia comunicativa de los hablantes.
Por ello se considera muy interesante conocer cuáles eran los usos habituales en la época con
el fin de saber qué era lo esperable y aceptable en determinados contextos; para este trabajo
130 Este tercer eje se ha abordado desde diferentes perspectivas. Kerbrat-Orecchioni (2010a) lo llama de
conflicto/consenso. Relacionado con cuestiones asociadas a este tercer aspecto de lo intrepersonal
están “el aspecto volitivo” de la escuela japonesa (Hill, Ide y otros 1986, Ide 1989), que consiste en
mostrar afecto, solidaridad o algún tipo de emoción en oposición a lo socialmente adecuado. Medina
Morales en su clasificación metodológica de los estudios sobre tratamientos en español habla de
“actitudes, creencias, psicología” que se han añadido a otros aspectos tradicionalmente estudiados.
Otros investigadores hablan más conceptos asociados a las relaciones interpersonales: Bravo 2009:
“afiliación (y autonomía)”, Placencia: “términos afiliativos”), Bañón (2001): axiologización negativa,
dominio familiar real/cofamiliaridad/pseudofamiliaridad y persuasividad.
131 Para Ervin-Tripp (1972:236): “When there is an agreement about the normal address form to alters of
specified statuses, then any deviation is a message”.
132 Ervin-Tripp (1972:237).
50
los esperables en un ámbito amoroso según cuestiones sociolingüísticas y según la situación
amorosa. Se espera con ello conseguir extraer una idea de qué es lo apropiado socialmente133
para cada caso, y con esta información se podrá, entre otras cosas, identificar en la literatura
situaciones que sí están marcadas y pueden tener una interpretación social.
En este capítulo se pretende realizar estudio de tipo variacionista que relacione directamente
cuestiones sociales con lingüísticas; básicamente ver quién usa qué con quién. La ventaja de
este tipo de trabajos es que sus conclusiones de tipo generalista tienen un carácter de
aplicabilidad mayor. Aquí se toman los datos en sentido global para observar y dar cuenta de
estas diferencias, pero siendo muy conscientes de que los usos lingüísticos, y, en particular, los
usos de este objeto de estudio, están muy ligados a la situación comunicativa, por lo que en
ningún caso hay que perderlos de vista. Esto requiere un estudio discursivo e interaccional
que se irá introduciendo a lo largo de los análisis.
Se ha realizado una reducción de los grupos según diferencias sociales relevantes, pero se da
un problema de cuantificación si se es estricto, pues las muestras para cada grupo no son
siempre equivalentes en número. Sin embargo, ha sido la elección del corpus la que ha fijado
el número de parejas por cada variable, pues se parte de seis obras en las que se analizan
todas y cada una de las relaciones que interesan a este estudio. Por ello la presencia de tipos
de relación y tipos de personajes depende de su representación en el corpus. La variable del
sexo sí es exacta, la social no. Pero encontramos diferencias de uso relevantes que interesa
describir, por lo que se considerarán todos los grupos a pesar de las diferencias de las
muestras.
2.1. ORIGEN SOCIAL
2.1.1. Los grupos sociales
Los personajes estudiados se han agrupado por parejas dentro de tres grandes conjuntos: el
nivel más alto, en el que están se encuentran personajes nobles y del patriciado urbano, el
bajo, que agrupa a diferentes grupos sociales, y el asimétrico, en el que se da una relación
entre dos personajes de orígenes diferentes. Los subgrupos de nivel bajo se han clasificado
como no dependientes, dependientes (esta denominación se refiere a los criados como
“dependientes” de los grupos sociales elevados) y marginales, donde encontramos personajes
pertenecientes al ámbito de la prostitución. Otro pequeño grupo lo conforma una pareja que
incluye a uno de los personajes del patriciado urbano con una mujer que parecer ser una
cortesana.
Los grupos no son perfectamente homogéneos por su origen social. En el nivel más alto
(ALTO), por ejemplo, junto a Himeneo y Febea, hermana de un marqués, y las parejas Darino y
133 El comportamiento socialmente adecuado (politic behaviour) de Watts, que define como “linguistic
or non-linguistic behaviour, which the participants construct as being appropriateto the ongoing social
interaction” (2005:20) o el discernment de la escuela japonesa, Hill et alii (1986) y Ide (1989), que sería
aplicar la convención, la norma prescrita socialmente, con una relación unívoca entre la forma y la
función: una forma sería la adecuada para una situación determinada. Braun (1988:63) hace referencia a
la confusión posible entre adecuación y cortesía en la forma politeness y propone reservarla para el
significado adecuación (y utilizar respect o distance para la expresión de cortesía como distancia).
51
Finoya, Felides y Polandria y Vitoriano y Plácida, los personajes Duardos y Flérida sobresalen
por su origen, estando en la cúspide de esta pirámide social: él es príncipe de Inglaterra y ella
es la hija del emperador Palmerín de Constantinopla.
El nivel de representación de cada uno de los grupos tampoco es uniforme: hay grupos que
cuentan con mayor número de interacciones, como se verá más adelante. Dentro de cada
grupo, tampoco es exacto el número de parejas que lo conforman, como ya se ha comentado,
por partir de un corpus en el que se han tenido en cuenta todas las parejas que tienen algún
tipo de relación amorosa.
Este trabajo no pretender realizar un estudio sociolingüístico exhaustivo, para el cual sería
necesario tener un número más compensado de muestras por variable.134 La intención es
realizar una descripción sociolingüística de los usos de tratamientos nominales de los
personajes del corpus que están relacionados de alguna manera con el ámbito amoroso, pues,
como se verá, se aprecian marcadas diferencias en ellos, especialmente en lo que respecta a la
variable sexo, pero también se aprecia una distribución social. Por ello este capítulo debe
tomarse como una aproximación sociolingüística que se interesa por determinados
fenómenos, y no un intento de realizar un estudio sociolingüístico comprensivo.
Se considera, además, esta falta de homogeneidad provocada por la inclusión como corpus de
varias obras diferentes entre sí no presenta por tanto un problema, sino una excusa para
indagar más cuestiones relacionadas con los tratamientos, a saber: si se dan diferencias entre
las obras que se puedan deber a preferencias del autor, el modo de recepción de la recepción
de la obra pretendida por el autor, o con la métrica.135
El nivel con mayor número de parejas es el bajo, con dieciocho parejas frente a las seis del
nivel alto. Éstas están agrupadas en subgrupos que representan a muy diferentes conjuntos de
personajes; de un lado figuras de ambientes urbanos y rústicos así como criados, de otro el
mundo de la marginalidad representado por prostitutas con sus rufianes y clientes.
El primero de los subgrupos englobados para la categoría de nivel social bajo se ha etiquetado
como de personajes no dependientes (BAJO No dep) en contraposición a los personajes
dependientes de los de las capas más altas, los criados. En esta categoría aúna personajes
urbanos con personajes rústicos. Toruvio y Águeda de Toruégano, de los Pasos, junto a
Costança y Juliâo, de la Tragicomedia de Don Duardos, son los representantes de los rústicos;
se trata de dos matrimonios de hortelanos. Los personajes de Camilote y Maimonda, también
de la Tragicomedia, son personajes paródicos: Camilote es un “caballero salvaje” (cavaleiro
salvagem) y Maimonda su amada. Como representantes del ámbito urbano está el matrimonio
compuesto por el personaje cómico de Martín del paso El cornudo contento, un simple, y su
134 Algunos han sugerido treinta muestras por variable. Sin embargo, Romaine (1982-5:111-4) defiende
que con los datos lingüísticos no se puede aplicar estrictamente, ya que, por ejemplo, hay ciertos datos
poco dependientes del estilo y más asociados a cuestiones lingüísticas, pero hay otros, como el léxico,
que tienen más condicionantes que lo lingüístico, por lo que los muestreos deben ser diferentes de los
que tiene una probabilidad de ocurrencia independiente.
135 Como ya se ha señalado con más detalle en la introducción en el apartado que explica el corpus
(epígrafe 1.4).
52
esposa Bárbara, que se ríe de él y que tiene también tiene relaciones (adúlteras) con el
estudiante Gerónimo.136
El grupo social de los dependientes (BAJO Dep) se ha desligado de los anteriores en el sentido
de que tienen una dependencia mucho mayor que los personajes anteriores con respecto a los
de alto estrato social. No sólo trabajan para ellos, también viven con ellos en sus casas y se
ocupan de sus asuntos personales. En la literatura, además, se ven muchas veces relaciones
estrechas amo-criado137 en las que los personajes empleados tienen el papel de confidente de
sus superiores, a los que aconsejan y advierten138 y por los que incluso se ponen en peligro.
Es frecuente en la ficción la contraposición la figura del criado leal con el criado desleal.
Moreno González (2003) clasifica a los criados como fieles y nuevos en cuanto a la relación de
mayor o menor familiaridad con sus amos. Baranda Leturio y Vian Herrero (2007:434): también
señalan los tipos de criados según su fidelidad en el género celestinesco. Aquí se ha querido
clasificar a los criados por su mayor o menor cercanía a los amos no tanto por el tipo de
relaciones que establecen con ellos, sino poniendo el foco en la cercanía en los usos
lingüísticos que presentan unos y otros. Esta cercanía, que por supuesto se basa en una
cuestión social (no es lo mismo socialmente un criado principal que acompaña más de cerca al
amo que uno que trabaja en las caballerizas), parece reflejarse en los usos lingüísticos más o
menos similares a los de los amos.
Los criados de este corpus, representantes del grupo social de los dependientes, aparecen en
dos obras, la Comedia Himenea y la Segunda Celestina. Los criados de la primera obra que
tienen algún tipo de relación amorosa son Boreas y Turpedio; ambos traban amores con la
misma criada, Doresta.
La Segunda Celestina es muy útil en cuanto a esta diferenciación social, pues, en ella además
los criados que representan diferentes niveles sociales traban relaciones amorosas con sus
iguales: hay tres parejas de criados muy diferentes en muchos aspectos entre sí.139 Además de
ser superiores en cuanto a sabiduría y moralidad, en el caso de Poncia, que es el paradigma de
moralidad de la obra, incluso por encima de los nobles140, también son superiores a nivel
social: Sigeril y Poncia son personajes más cercanos a sus amos, no sólo en cuanto a fidelidad,
sino como veremos también en cuanto a sus usos lingüísticos, al menos en lo que respecta a la
utilización de los tratamientos nominales, e incluso estéticos, como veremos más adelante.
136 Se ha decidido no separar estos dos grupos porque la separación respondería también a una
separación por obras, precisamente dos obras muy diferentes entre sí, lo que enmascararía los
resultados.
137 Por ejemplo Busse (2002:207) alude a poca distancia entre “mistress” y “confidante” en cuanto a
Julieta y su “nurse”. También aquí se observa poca distancia, por ejemplo, entre Polandria y Poncia.
138 Iglesias Recuero (2010: 378) se refiere a las advertencias por parte de los criados hacia sus amos en
relación a la “figura tradicional del criado como miembro de la familia y por tanto vinculada
afectivamente a su amo en la búsqueda de la honra y la dignidad del señor y de la casa a la que sirve y
de la que también es representante”
139 La bibliografía ha señalado estas diferencias en relación con cuestiones literarias (Baranda Leturio:
1988) y lingüísticas, relacionadas con la cortesía (Navarro Gala: 2003), y en general la presencia en el
género celestinesco de criados de diferentes grados sociales y de diferente caracterización en cuanto a
su fidelidad al amo (Baranda Leturio y Vian Herrero 2007:434).
140 Baranda Leturio (en Silva 1988:65-66).
53
De nivel social inferior con respecto a esta primera pareja son los personajes dependientes
Pandulfo y Quincia. Pandulfo es mozo de espuelas en la casa de Felides, y Quincia es una moza
de cántaro141 en la casa de Polandria cuya caracterización la sitúa por debajo de Poncia. La
comparación entre una y otra pareja de criados es muy obvia: pensemos sólo en los
comentarios sobre las cartas de Felides a Polandria, y la que Pandulfo escribe en nombre de su
amo142, o sobre la moralidad con respecto a la gestión del matrimonio y de la espera para
consumarlo de Poncia y Sigeril frente a Quincia y Pandulfo. Pues bien, estas parejas, como se
comprobará en las próximas páginas, también se diferencian en la elección de los tratamientos
amorosos. Por debajo de ellos hay otra pareja de menor nivel: los negros Zambrán y Boruca. Se
diferencian del resto desde su lenguaje: Feliciano de Silvia los caracteriza a través del habla de
negros143, y según veremos también hacen un uso diferente de los tratamientos nominales.
En la obra no se deja claro si Zambrán y Boruca son personas libres o esclavos144, pero como
negros en la época sabemos que pertenecen a un grupo marginal que representa una de las
escalas más bajas. Se ha decidido agrupar a Zambrán y Boruca según su faceta de criados y no
como parte del ámbito de la marginalidad ya que interesa comparar sus usos con los de los
criados de mayor estimación social. Se sabe que Zambrán se relaciona también con una de las
prostitutas de la obra, pero sólo asistimos a algunas de las interacciones que intercambia con
Boruca. Se trata, por tanto, de un personaje que roza la marginalidad no sólo por su posición
en la escala social sino por sus tratos con el ámbito de la prostitución, como ocurre con
Pandulfo en esta obra y el lacayo Sigüença del paso de El rufián cobarde.
Se ha decidido analizar en este trabajo también las relaciones que se dan en el ámbito de la
prostitución. Si bien no se trata de amor real, o, al menos, convencional, entendemos que los
procesos de cortejo que se fingen en estos ámbitos pueden asemejarse a los de aquellos de los
demás personajes que estudiamos. Además, es probable que precisamente su modelo de
imitación del proceso amoroso se base en el del amor convencional145, y en todo caso, este
141 En Academia Usual 1803 se definen las tareas de la moza de cántaro: “la criada que se tiene en casa
con la obligación de traer agua, y de ocuparse de otras haciendas domésticas”. Tomado del NTLLE.
142 Esto se comentará más adelante como demostración de las diferencias sociolingüísticas en el
epígrafe 2.1.1.2.3. Con respecto a esta carta se ve una diferencia clara en cuanto a la evaluación de los
usos amorosos de Felides y Pandulfo: Poncia es más cercana en este sentido a su ama que Quincia, la
moza de cántaro.
143 Para estudios sobre el habla de negros ver Salvador Plans (2004). También Baranda Leturio (1989)
para una perspectiva literaria y lingüística de las hablas de los negros.
144 Baranda Leturio (en Silva 1988:63).
145 El hecho de que se trate de relaciones fingidas puede ser representativo ya que se finge sobre un
modelo, por lo que los comportamientos con bastante probabilidad reflejen una convención amorosa
determinada. Sobre el fingimiento en las relaciones amorosas habla Durrer (1998:63), que contrapone
las “relaciones sinceras” a las propias de un, como dice, “corpus libertino”: “En effet, paradoxalement,
c´est dans le discours libertin et plus largement dans les paroles des seductuers que l´on rencontrera les
réalisations les plus exemplaires de la déclaration d´amour et du script de la rélation amoureuse.
De otro lado, pero igualmente pertinente para este estudio, Kerbrat-Orecchioni (1984:47) habla sobre la
validez de la ficción literaria en el análisis conversacional también por ese intento de representación de
la realidad que precisamente por ello funciona como un espejo de ésta, aunque, especifica, siempre
teniendo en cuenta ciertas precauciones: “Certes, on ne parle pas au théâtre, ni dans le roman, comme
dans la vie. Mais, dans la mesure où la littérature tend à la conversation ordinaire une sorte de miroir
grossissant dans lequel viennent se condenser, avec une simplicité, une évidence, une intelligibilité
accrues, certains des faits pertinents, l´analyse conyersationnelle peut tirer avantage de ces
54
fingimiento hace interesante el análisis de este grupo también como punto de comparación a
los amores convencionales representados. Este grupo marginal, que hemos etiquetado como
BAJO Marg, aglutina dos grupos diferenciados: de un lado las prostitutas libres que se
relacionan con sus rufianes, y de otro, las prostitutas que trabajan bajo la protección de una
madama. Como veremos, las prostitutas parecen interactuar de forma diferente con sus
rufianes, con los que además de un interés laboral económico o/y de protección les une una
dependencia amorosa/sexual, y con los clientes, por lo que nos fijaremos en las diferencias
entre estos dos grupos. Además, se trata de mujeres diferentes y que no trabajan de la misma
forma.146
En la relación de estas mujeres con sus clientes, en efecto, se observan unos procesos de
cortejo similares a los de otros ámbitos. Si bien estas similitudes no aparecen representadas en
todas las parejas con este tipo de relación en el corpus, se entiende que esto puede ser así por
influencia de otro tipo de parámetros. Por ejemplo, el grado de confianza es esencial a la hora
de trabar relaciones de cualquier tipo, por lo que será interesante considerar si este parámetro
tiene reflejo real en los tratamientos nominales que se dirigen entre ellos. Esto se verá en el
apartado que los estudia en relación a la situación amorosa de las parejas (3.2.1.1).
La relación amorosa asimétrica (ALTO-BAJO) sólo aparece representada en un caso. El que en
una pareja de diferentes orígenes sociales triunfe el amor es algo impensable en la época. De
hecho, en la Tragicomedia de don Duardos la atracción de la noble por el hortelano la
posibilitan dos mecanismos sin los que el decoro de la época no habría permitido presentar
esta trama: el primero, el recurso del filtro amoroso que Julián da a beber a Flérida en uno de
sus encuentros en el pomar. De otro lado, el receptor de la obra sabe que tras el disfraz se
esconde un noble; es más, un príncipe. Alguien de esa categoría sí es digno y capaz de sentir el
amor, de sentirlo así, y de expresarlo de tal manera, hacia la hija del emperador, pero nunca
un hortelano. Por ello, además de por la forma de hablar, Flérida sospecha que su identidad
aparente no concuerda con lo que parece mostrar por sus palabras.147
La siguiente tabla recoge todas las parejas agrupadas por nivel social:
inconvénients mêmes, et trouver dans ce type de corpus abondante matière à réflexion - le tout étant
bien sûr de ne pas prendre la simulation pour l'objet simulé, ni la carte pour le territoire”, idea que
también desarrolla en 1996: 48.
146 Hay numerosos estudios sobre la prostitución en la época. Fernández Álvarez le dedica unas páginas
a la ramera (1989, 2002). Algunos de los que se citan en este trabajo son: Menjot (1994), García Herrero
(1996), Molina Molina (1998, 2008), Moreno Mengíbar y Vázquez García (1997), Vivas Moreno y Arias
González (1998). Varios autores se preocupan por la prostitución en La Celestina: Heugas (1973) estudia
el inframundo celestinesco, Maravall (1976) se ha preocupado por describir el mundo subalterno en
esta obra, Ladero Quesada (1990) también se centra en el mundo de la marginalidad y Lacarra dedica
varios trabajos al mundo de la prostitución en esta obra, así como Abril Sánchez (2003) y Asenjo
González (2008).
147 En varias ocasiones Flérida y otros personajes se plantean dudas sobre el origen de este personaje,
especialmente cuando está bajo la apariencia de Julián disfrazado de hortelano pero su habla no
concuerda con su supuesto nivel social: “Deves hablar como vistes/o vestir como respondes” (pág. 215).
Tanto la protagonista de la Tragicomedia como Artada se maravillan de que una persona de baja
condición sienta ese amor. “Luego sospecho yo/que no llega ahí villano” (pág. 250) dice Flérida, y Artada
en el mismo sentido le ha dicho a Julián/Duardos: “¿Cómo? ¿Señora tan alta cabe en vuesso coraçon?”
(pág. 241).
55
Tabla 1. Parejas por nivel social
- ALTO
Duardos-Flérida Príncipe de Inglaterra e hija del
Emperador
Himeneo-Febea Patriciado urbano. Febea es hermana
de un marqués
Darino-Finoya Patriciado urbano
Felides-Polandria Patriciado urbano
Vitoriano-Plácida Patriciado urbano
- ALTO (Cortesana)
Vitoriano-Flugencia Patricio urbano y cortesana148
- DESIGUAL: ALTO/BAJO
Julián (Duardos)-Flérida Hortelano-noble (Hija del Emperador)
- BAJO
No dependientes: Hortelanos/Rústicos/Personajes urbanos
Toruvio-Águeda de Toruégano Hortelanos
148 La adscripción de Flugencia la realizamos por su oficio y no por su linaje,
siguiendo a Abril-Sánchez (2003:8) que explica que son el comportamiento y el
vestido los que marcan el tipo de prostitución que ejercen las mujeres, por lo que
el origen social de cortesana podría ser cualquiera: “Vestimenta y la conducta, y
no su linaje, crearán las categorías de puta vieja, prostituta pública, cortesana,
puta joven y prostituta privada”
Costança-Juliâo Hortelanos
Camilote-Maimonda Rústico/Caballero salvaje
Martín-Bárbara Simple y su esposa
Estudiante-Bárbara Estudiante
Dependientes: Criados
Sigeril-Poncia Criados (principales)
Boreas-Doresta Criados
Turpedio-Doresta Criados
Pandulfo-Quincia Criados (inferiores). Mozo de
espuelas y moza de cántaro
Zambrán-Boruca Criados (negros)
Ámbito Marginal
Pandulfo-Palana Rufián-prostituta
Sigüença-Sebastiana Rufián-prostituta
Areúsa-Centurio Prostituta-cliente
Areúsa-Sosia Prostituta-cliente
Areúsa-Grajales Prostituta-cliente
Elicia-Crito Prostituta-cliente
Elicia-Tristán Prostituta-cliente
Elicia-Barrada Prostituta-cliente
56
2.1.1.1 Los tratamientos en los diferentes grupos sociales
El objetivo de este apartado es analizar la presencia y afectividad de los tratamientos
nominales agrupados por el origen social de los personajes que los producen, así como las
elecciones léxicas que hace cada uno de los grupos a través de los lemas que aparecen en unos
y otros contextos sociolingüísticos.
Estos contextos estudiados, divididos en nivel social alto, bajo y la relación asimétrica
alto/bajo, tienen muy diferente representación en el corpus:
Gráfica 1. Presencia de intervenciones según grupo social
Los personajes de origen social bajo tienen mayor representación,149 sus interacciones
amorosas suponen aproximadamente dos tercios (62%) frente a los de origen social alto que
tienen casi un tercio (33%).
El 5% restante representa la única relación amorosa asimétrica del corpus que une a una
princesa con un hortelano, Flérida y Duardos/Julián de la Tragicomedia de Don Duardos. Esta
asimetría sólo se da en apariencia para el personaje femenino, pues el receptor de la obra sabe
que el hortelano es un personaje de muy alta cuna disfrazado. Sin embargo, está justificada la
clasificación como de relación asimétrica, pues, si bien los personajes comentan que habla y
actúa como un noble, esta pareja presenta diferencias a la hora de utilizar los tratamientos
pronominales cuando está disfrazado y cuando no: como noble recibe vos de Flérida, pero
cuando está bajo la apariencia de Julián, la princesa le tutea. Por ello, podemos pensar que los
tratamientos nominales que se intercambien en las diferentes situaciones, también serán
diferentes, como se probará más adelante. Además, Flérida piensa que se trata de una relación
asimétrica, al menos hasta que surgen las sospechas al respecto.
149 También en la realidad “el común” era el grupo más numeroso, aunque aquí engrosa el porcentaje en
gran medida el mundo de la marginalidad en un porcentaje mucho más alto que el de la realidad.
ALTO
33%
ALTO-BAJO
5%
BAJO
62%
Presencia de intervenciones según grupo
social
ALTO ALTO-BAJO BAJO
57
Si analizamos la representación en el corpus de los diferentes subgrupos, vemos la presencia
de los subgrupos en el corpus es algo más equilibrada:
Gráfica 2. Presencia de intervenciones según grupo social (desglosado)
Los grupos sociales correspondientes a nobles y patriciado urbano (ALTO) y criados (BAJO Dep)
son los que más representación tienen en el corpus, junto al grupo que hemos denominado
marginal (BAJO Marg) bajo el que se agrupan los personajes del ámbito del amor
mercenario150, es decir, a las prostitutas, tanto aquellas que se relacionan con sus clientes
como las que lo hacen con sus proxenetas. Menor representación tiene el grupo social BAJO
No dep que engloba a personajes urbanos y rústicos, que llamamos no dependientes en
oposición a los criados, dependientes de los de las clases más altas. La agrupación ALTO-BAJO,
como ya hemos señalado, la configura la única relación amorosa asimétrica que se da, la de
Flérida con el hortelano Julián. El último de los grupos en términos de representación en el
corpus lo constituye también una sola pareja formada por uno de los personajes
pertenecientes al patriciado urbano que interacciona con una prostituta, pero se trata de otro
tipo de prostituta: es una cortesana, una meretrice onesta, que, a diferencia de sus
compañeras clasificadas en el grupo marginal, se relaciona con un personaje de un estamento
alto. Por ello hemos preferido separar las interacciones entre estos dos personajes en el grupo
ALTO Cort, que representa este otro tipo de amor mercenario, en este caso, amor de
cortesana.
Hay que recordar que se han analizado todas las relaciones amorosas presentes en cada una
de las obras del corpus, por lo que no se trata muestras homogéneas y perfectamente
comparables para el análisis, como se buscaría para un trabajo sociolingüístico. Sin embargo, a
pesar de esta falta de comparabilidad perfecta, se entiende que un análisis desde la
150 Término tomado de Baranda Leturio que hace referencia al hecho de que “su finalidad inmediata es
el lucro” (Silva 1988:71-2).
ALTO
29%
ALTO Cort
4%
ALTO-BAJO
5%
BAJO No dep
8%
BAJO Dep
26%
BAJO Marg
28%
Presencia de intervenciones según grupo social (desglosado)
ALTO ALTO Cort ALTO-BAJO BAJO No dep BAJO Dep BAJO Marg
58
perspectiva sociolingüística enriquecerá esta investigación, pues la producción de tratamientos
está íntimamente ligada con cuestiones sociolingüísticas, como tratará de probar este capítulo.
Al analizar las interacciones enfrentando aquellas que pertenecen a personajes de nivel alto
con los de nivel bajo y las que se dan en el corpus en una situación de asimetría (alto/bajo),
comprobamos que la presencia de tratamientos en las interacciones de los diferentes grupos
está muy igualada: en aproximadamente un tercio de las interacciones en sus relaciones
amorosas los personajes incluyen un tratamiento.
Gráfica 3. Presencia de tratamientos según grupo social
De los tratamientos utilizados en el corpus, se encuentran divergencias en cuanto a la creación
de los mismos según si están marcados afectivamente o no151:
Gráfica 4. Afectividad de tratamientos según grupo social
151 Hay que recordar que se catalogan como tratamientos marcados afectivamente aquellos que o bien
se forman a partir de (o se combinan con) un lema de los que hemos denominado afectivo, o bien se
complementan con posesivos o complementos del nombre dotando a la construcción de afectividad.
ALTO
ALTO-BAJO
BAJO
36%
35%
36%
64% 65% 64%
Presencia de tratamientos según grupo
social
Tratamientos Ø
ALTO
ALTO-BAJO
BAJO
44%
33% 44%
56% 67%
56%
Afectividad de tratamientos según grupo
social
Afectivo No afectivo
59
Los niveles alto y bajo tienen muy similares porcentajes de afectividad en los tratamientos. El
nivel que menos afectividad presenta en los tratamientos elegidos es en el que hay una
asimetría en el eje vertical. Esto podría explicar el menor nivel de afectividad en comparación
con los grupos en los que las relaciones de pareja son simétricas. Sin embargo, será necesario
investigar el comportamiento de cada uno de los subgrupos para extraer conclusiones más
ricas.
Antes de hacerlo se revisarán con más detalle los tratamientos que utilizan estos tres grupos,
ya que intuitivamente parece haber una mayor diferencia entre los personajes de los niveles
sociales altos y de los bajos que lo que los datos representan. Esto se debe sin ninguna duda al
grado de afectividad de los tratamientos, que se han clasificado en el análisis como marcados o
no marcados afectivamente, pero por supuesto se trata de etiquetas que recogen niveles de
afectividad muy diferentes. Así, no es lo mismo señora que mi señora o señora hermosa, que
se han considerado afectivos frente al primer caso no afectivo, pero su nivel de afectividad es
diferente al de entrañas o amores de mi alma.
Como se explicaba en el apartado metodológico152, hay varios elementos que afectan a la
presencia o afectividad en los tratamientos: evidentemente el lema en el que se basa es
decisivo, pero también afectan los modificadores que se le añaden, entre ellos especialmente
el posesivo por tratarse de un elemento muy característico de la afectividad amorosa, además
de otras estrategias como el uso afectivo de una forma no marcado o la combinación de más
de un tratamiento.
El siguiente gráfico muestra algunos de los rasgos de afectividad con los que se construyen los
tratamientos afectivos153 en relación a los diferentes grupos de origen social:
152 Bajo el epígrafe 1.3.5
153 Las series expuestas en los gráficos que muestran los rasgos afectivos a lo largo de todo este trabajo
se refieren a porcentajes sobre el total de tratamientos afectivos y no sobre el total de tratamientos o
de intrevenciones, pues lo que interesa es observar cómo se construye la afectividad según diferentes
parámetros y situaciones.
60
Gráfica 5. Rasgos de afectividad de los tratamientos según el origen social
La diferencia proporcionalmente inversa del porcentaje de lemas afectivos y de lemas usados
afectivamente entre los estratos altos y bajos se debe a que los nobles y el patriciado urbano
eligen en muchos casos el lema SEÑOR para sus tratamientos, que reconvierten en afectivos con
el posesivo que constituye una marca amorosa, y, por tanto, afectiva. En el caso de las capas
sociales bajas el nivel la baja frecuencia de lemas usados afectivamente está correlacionada
con la alta frecuencia de lemas afectivos: se debe a que eligen lemas de por sí afectivos,
muchas veces combinados con SEÑOR, y que también incluyen otros de los rasgos de
afectividad, por lo que sus tratamientos parecen tener un alto grado de afectividad.
Los usos afectivos del nivel asimétrico son similares a los del grupo de origen social elevado,
pero se diferencian de éste y el otro grupo en cuanto al empleo del complemento del nombre,
siendo el grupo que más los utiliza.
A la luz de estas consideraciones, parece interesante observar la distribución de la elección de
lemas marcados afectivamente en los diferentes grupos:
ALTO
ALTO-BAJO
BAJO
7%
24%
13%
19%
18%
36%
31%
29%
14%
36%
29% 32%
Rasgos de afectividad de los tratamientos según el origen social
CN Lema Usado afect Posesivo
61
Gráfica 6. Afectividad de tratamientos según grupo social. Afectividad léxica
En efecto, el gráfico muestra que la elección de las bases léxicas en la creación de tratamientos
parece estar influida por la variable sociolingüística del origen social.
El grupo de más alto nivel social utiliza un menor porcentaje de tratamientos de lemas
afectivos en sus interacciones. Los personajes del nivel inferior, sin embargo utilizan un
promedio de más del doble de aquél de los nobles. Parece claro que sí hay una distribución
sociolingüística en la creación de los mismos: los nobles responden a unas formas de expresión
menos marcadas afectivamente, quizá más cercanas a un decoro propio de las capas altas en
la línea del “control del afecto” de Elias (2013), que puede ser la forma adecuada para este
grupo social. También Lapesa se refiere a la ceremoniosidad de los nobles, aunque habla de
otra época.154
Sorprendentemente los datos muestran que el nivel asimétrico supera el promedio de
afectividad en los lemas de los niveles altos. Habrá que observar este hecho con más
detenimiento y, teniendo en cuenta que esta categoría sólo incluye a una pareja que
interactúa en diferentes estados sociales gracias al motivo del disfraz.155
Tendría sentido que Duardos bajo el disfraz de Julián adoptase los usos esperables de un
hortelano. Sin embargo los personajes con los que interactúa comentan la inadecuación de su
forma de hablar (y de actuar y sentir) con su apariencia de hortelano, por lo que los
tratamientos que elige podrían formar parte de esos usos elevados que llaman la atención a
Flérida y Artada.
154 Se refiere a una ceremoniosidad nobiliaria frente al discurso de la gente llana hablando de las
diferencias de usos pronominales (tú/vos) con respecto a los fueros municipales en épocas anteriores a
las aquí estudiadas (Lapesa 2000c:316).
155 Ver apartado de descripción de los tratamientos en el nivel alto/bajo y las diferencias entre estos
personajes a través del caso del disfraz (epígrafe 2.1.1.2.1): como se verá, además de las diferencias
sociales influyen en las diferencias de usos cuestiones relacionadas con la situación amorosa que viven
en cada momento y si los tratamientos se realizan con el interlocutor presente o in absentia.
ALTO
ALTO-BAJO
BAJO
19% 29% 35%
81%
71%
65%
Afectividad de tratamientos según grupo social
Afectividad léxica
Afectivo No afectivo
62
Sin embargo, en una época (y una obra) en la que las relaciones asimétricas se consideraban
imposibles y eran ilícitas, parecería extraño que el decoro literario permitiese una afectividad
tan alta, al menos en comparación con parejas de origen social alto entre las que los amores sí
eran posibles pero en las que el nivel de marcación afectiva es mucho menor.
En este sentido debemos tener también en cuenta que la Tragicomedia de Don Duardos
presenta un nivel de afectividad de los tratamientos utilizados superior al promedio
general, 156 sólo superado por la Égloga de Plácida y Vitoriano.
Antes de pasar a estudiar con profundidad la producción de tratamientos nominales de los
diferentes grupos, será interesante revisar rápidamente cuáles son las tendencias de uso de los
diferentes subgrupos.
Si se investigan los diferentes niveles sociales atendiendo a los subgrupos, se descubren
divergencias significativas. La presencia de tratamientos sí es relativamente homogénea entre
los diferentes grupos de personajes, pero los datos no son tan uniformes como al estudiar los
tres grandes conjuntos.
Gráfica 7. Presencia de tratamientos según grupo social (desglosado)
La presencia de tratamientos es de un 36% de promedio. La frecuencia de utilización de
tratamientos en las interacciones de los diferentes grupos es relativamente homogénea, con
un margen de diferencia de tres o cuatro puntos por arriba y por abajo. El ámbito de la
marginalidad, que corresponde con la prostitución en las clases bajas, y el grupo de la
prostitución a alto nivel entre el patricio urbano y la cortesana, coinciden en ser los que más se
separan del promedio a la baja.
156 Los porcentajes de afectividad de los tratamientos de cada una de las obras estudiadas son: Duardos
49%, Himenea 35%, Pasos 15%, Penitencia 37%, Plácida y Vitoriano 47% y la Segunda Celestina 47%.
ALTO
ALTO Cort ALTO-BAJO BAJO No
dep BAJO Dep
BAJO Marg
37%
31% 35% 38% 39%
32%
63% 69% 65% 62% 61% 68%
Presencia de tratamientos según grupo social (desglosado)
Tratamientos Ø
63
Por otro lado, el grupo de criados es el que cuenta con un mayor porcentaje de interacciones
con designaciones al interlocutor.
En cuanto a la afectividad de los tratamientos entre unos y otros grupos sí se aprecian algunos
cambios más notables:
Gráfica 8. Afectividad de tratamientos según grupo social (desglosado)
Los criados obtienen el mayor porcentaje de tratamientos marcados afectivamente del corpus,
superando ampliamente el promedio general (44%). Por debajo, y con un nivel similar de
afectividad entre ellos, los personajes rústicos y villanos no dependientes utilizan un
porcentaje muy similar al de aquellos de las clases más altas (43% y 46% respectivamente).
Los niveles más bajos de frecuencia de afectividad en las designaciones corresponden a los
grupos asociados con la prostitución, tanto los de nivel alto como bajo, así como el nivel
asimétrico.
El grupo social que aúna a nobles y patriciado urbano se muestra como el segundo grupo con
mayor nivel de afectividad entre los conjuntos de personajes. Sin embargo, al poner la mirada
en el la elección de lemas marcados o no marcados afectivamente para crear los tratamientos,
observamos que se trata del grupo que menos lemas de los considerados afectivos utiliza en
sus interacciones amorosas:
ALTO
ALTO Cort
ALTO-BAJO BAJO No
dep BAJO Dep
BAJO Marg
46%
19% 33% 43% 54%
34%
54%
81%
67%
57%
46%
66%
Afectividad de tratamientos según grupo social (desglosado)
Afectivo No afectivo
64
Gráfica 9. Afectividad de tratamientos según grupo social
La distribución de la afectividad de los lemas se presenta según la variable de origen social
como un continuum gradual desde los grupos más altos, que presentan un nivel de afectividad
léxica menor, a los grupos bajos, con unos porcentajes que doblan a las de los primeros. En
ambos casos, los grupos del ámbito de la prostitución presentan porcentajes menores a los del
grupo en el que están insertos, el nivel alto y el bajo. El nivel asimétrico se encuentra
precisamente en la mitad entre los usos de los grupos que tienen por encima y por debajo,
quizá porque Duardos oscila entre los usos más formales/corteses en el sentido de respeto
deferencial que le debe a una persona de nivel social superior, pero que coincide con la línea
los de los grupos altos, y en un momento dado, en el cuarto encuentro en el pomar después de
que Flérida haya tomado el bebedizo, se vuelve muy afectivo en sus tratamientos.
Los grupos de la prostitución no cumplen el aumento de la afectividad léxica de los
tratamientos según baja el nivel social de los personajes. Será interesante abordar sus usos
con más detalle para reflexionar a qué se debe que estos grupos rompan esta tendencia.
Empezaremos el análisis de las elecciones lemáticas de cada uno de los grupos para investigar
más en detalle los rasgos de afectividad que prefieren unos y otros grupos con el fin de
continuar con la reflexión sobre la distribución sociolingüística de los tratamientos nominales.
Antes de ello se repasarán los rasgos de afectividad en los diferentes grupos sociales a través
de la siguiente la gráfica:
ALTO
ALTO Cort ALTO-BAJO BAJO No
dep BAJO Dep
BAJO Marg
20%
13% 29% 30% 44%
28%
80% 88%
71% 70%
56% 72%
Afectividad de tratamientos según grupo social
Afectivo No afectivo
65
Gráfica 10. Rasgos de afectividad de los tratamientos según el origen social (desglosado)
El posesivo es el recurso más utilizado en todos los niveles, y está algo más presente en los
niveles altos. En los bajos es especialmente alta la afectividad léxica, que aumenta según
disminuye la posición social de los grupos. Lo que menos aparece en todos los casos es el
complemento del nombre, que curiosamente se da en un porcentaje elevado precisamente en
el nivel asimétrico.
2.1.1.1.1 Nivel alto
2.1.1.1.1.1 Altos
El primero de los grupos a estudiar es el de los personajes de nivel superior: los nobles y el
patriciado urbano. Se trata de las interacciones entre Duardos y Flérida, Himeneo y Febea,
Darino y Finoya, Felides y Polandria y Vitoriano y Plácida.
Estos personajes optan por incorporar a sus interacciones tratamientos en el 36% de las
ocasiones. Registran una alta frecuencia de tratamientos afectivos con un porcentaje del 45%,
sólo superado por el conjunto de los criados. Sin embargo, la elección de tratamientos de
lemas afectivos es la menor de todos los grupos; sólo un 17%, desviándose con un gran
margen del promedio general.
7% 13%
24%
10% 15%
11%
18% 25%
18%
31% 34%
45% 33%
13%
29%
12% 15%
12%
36% 38%
29% 36% 34%
26%
Rasgos de afectividad de los tratamientos según el origen social
(desglosado)
CN Lema Usado afect Posesivo
66
Lema
Total
Ocurr.157 ALTO
0 903 264
SEÑOR 272 92
NP 30 17
SEÑOR-NP 25 7
TRAIDOR 5 4
DIOS 5 3
ALMA 12 2
CABALLERO 3 2
MALVADO 2 2
NP+SEÑOR 5 2
BIEN 1 1
MUJER 1 1
PRECIOSA 1 1
TIGRE 1 1
ALEGRÍA 1 1
ALMA&SEÑORA+CORAZÓN&VIDA+VIDA 1 1
AMOR 21 1
CAUSADORA… 1 1
CORAZÓN>ALMA 1 1
CRUEL 1 1
DESAMORADO 1 1
ENAMORADO 1 1
GENTIL HOMBRE 7 1
HIDALGO 1 1
IMPORTUNO+VELLACO 1 1
INFANTA 1 1
MALDITO 1 1
MÁRTIR 1 1
MATADORA 1 1
MUJER 6 1
NP+DIOS 1 1
ROSA>MUNDO 1 1
VELLACO+DESCOMEDIDO 1 1
VELLACO+DESVERGONZADO+TRAIDOR 1 1
Tabla 2. Lemas empleados en el grupo alto.
En efecto, este grupo elige fundamentalmente lemas no marcados afectivamente en la
creación de tratamientos. De la nómina de lemas no afectivos que producen en sus
interacciones encontramos fundamentalmente SEÑOR y NP, presentes, como se irá viendo en el
análisis, en todos los grupos, pero también títulos: tratamientos de categorías referentes a la
posición social como CABALLERO, HIDALGO e INFANTA, que, como es natural, sólo se dan entre los
157 En esta columna incluimos el número de ocurrencias del lema correspondiente en todo el corpus, lo
que permitirá al lector comprobar si se trata de un lema muy presente en otros grupos, o, por el
contrario, se trata de lemas de ocurrencia única en cada grupo.
67
grupos más altos precisamente porque se refieren a posiciones sociales altas. También se da
otro que alude a una categoría cercana a este tipo, DIOS, pero obviamente está utilizada con
sentido metafórico afectivo pues se dirige a una mujer. Aparecen también los lemas en
principio no marcados afectivamente HOMBRE y MUJER.
Sin embargo, conviene observar los tratamientos tal como aparecen para hacernos una idea
real de lo que estas clases utilizaban entre sí en este corpus, y lo que permitirá analizar por
ejemplo el nivel de afectividad final de los tratamientos teniendo en cuenta otros rasgos que
influyen en ello. Se presenta este análisis agrupando estos tratamientos por lemas. Los
porcentajes que se ofrecen están calculados por el número de tratamientos que se dan en este
grupo y no del número total de interacciones, es decir, se obvian para la cuenta las ausencias
de tratamiento (Ø).
El primero en comentar es de más frecuente aparición, SEÑOR, que se da en un 66% de todos
los tratamientos de este grupo. Este lema se da fundamentalmente sin combinación con otros
(59%): señora (42), señora mía (19), mi señora (13), señor (17) y señor mío. Cuando se combina
lo hace con el NP en un 2%, ya sea como en aposición identificativa o especificativa, SEÑOR-NP,
o explicativa, NP+SEÑOR: señor Felides (4), mi señora Polandria (3) y Plácida, mi señora (2).
Esta base léxica, que sin duda alguna es el tratamiento por excelencia en la época,158 es de por
sí deferencial, pues hace referencia a un título cuyo uso pone de manifiesto una consideración
social por parte del hablante hacia su interlocutor. Si bien se puede pensar que probablemente
se haya borrado parte este significado159 precisamente por su altísima frecuencia (aunque no
en la época), se cree que no deja de ser un tratamiento que expresa respeto por el
destinatario. Lo que se ha borrado, por la generalización de su uso entre las distintas capas
sociales, es la restricción de ser dirigido solo a las capas altas, como ocurría en la Edad Media.
Esto es precisamente lo que lo hace un buen candidato para que sea un tratamiento muy
extendido, pues se trata de un tratamiento básico que muestra respeto y deferencia hacia el
destinatario,160 por lo que sirve para un gran número de situaciones y al que se puede acudir
en una infinidad de contextos: se trata del tratamiento canónico, pero no deja de ser
respetuoso en todos los contextos sociales.161 Esta forma se ha asociado al mundo de la
afectividad amorosa, como explica Iglesias Recuero (2002:161) para la lírica tradicional, la
formas señora participan “a la vez, de una condición cercana al título, pero al mismo tiempo,
debido a su uso en la literatura de carácter cortés, un término connotado en la relación
amorosa”.
En un buen porcentaje, más de un tercio del total, SEÑOR se complementa con posesivos. Esto
hace que la implicación afectiva del tratamiento aumente en un grado muy alto; de hecho, en
158 No sólo en este trabajo, otros también apuntan a la frecuencia de uso del mismo, por ejemplo Bañón
(2001).
159 Que “en su origen es signo de sumisión, real o simbólica” (Iglesias Recuero 2010:378).
160 El hecho de que llegado un momento en el que vos pierda su valor deferencial y tenga que unirse a
señor para expresarla es un ejemplo de ello Calderón Campos (2000:483).
161 Kerbrat-Orecchioni (1992:130) se refiere a los equivalentes para el francés monsieur/madame como
el “appellatif passe-partout”.
68
este trabajo se considera que convierte a los tratamientos en afectivos. Además, la presencia
del posesivo es un rasgo característico del ámbito estudiado, el amoroso.162
Los tratamientos basados en este lema se destinan tanto a mujeres como a hombres, sin
embargo, la mayoría de ellos están dirigidos a mujeres.163 Además, son ellas las que reciben
más tratamientos con el posesivo ya sea antepuesto, mi señora (13) o pospuesto señora mía
(19),164 frente a una sola ocurrencia cuyo receptor será un hombre: señor mío.165
El siguiente término más frecuente a la hora de crear designaciones al interlocutor es el NP con
un 17% de presencia en este grupo social. Lo más habitual es que aparezca sólo y sin
complementación (11%), pero también añade el posesivo en alguna ocurrencia: Darino (8),
Vitoriano (3), Vitoriano mío (3), Plácida (2), Flérida, Finoya y Mi Vitoriano. Se trata de una
forma que cuando se da en el corpus en un tratamiento modificado con posesivo, el posesivo
normalmente está asociado a la forma con la que se combina el NP,166 y en muy pocos casos
sobre el NP.167 Al modificar al NP queda una forma muy afectiva propia del ámbito amoroso, y
nada extraña que precisamente sea Plácida la que realice este tratamiento, pues se trata de
una mujer muy con unos usos muy afectivos.168
Ya hemos visto los ejemplos en combinación con SEÑOR: señor Felides (4), mi señora Polandria
(3) y Plácida, mi señora (2), y se da también en combinación con un nuevo lema, DIOS: Flérida,
diesa mía.
Los posesivos que aparecen en estos tratamientos siempre están asociados a los lemas
combinados, y sólo al NP en el estamento más alto en boca de Plácida.169 Esta mujer recurre
162 Felides en un momento en el que se quiere despedir de Polandria y de su criada utiliza con su amada
señora mía y con la criada señora sin el posesivo:
FELIDES: […] señora mía, Dios quede contigo, y tú vayas comigo hasta mañana, y contigo, señora
Poncia →POLANDRIA: Señor mío, y contigo vaya, que comigo quedas. (pág. 458).
163 Como se verá unas páginas más adelante en la distribución de los tratamientos según la variable sexo
(2.2.1), sin embargo los hombres en el corpus emplean el lema SEÑOR en un porcentaje de 70% frente a
las mujeres, cuyo índice de frecuencia es mayor (86%).
164 Varios estudios sobre el XV (Eberenz 2000) y el XVI (Keniston 1937 y Pountain 2012) coinciden en
señalar la preferencia por las formas pospuestas (salvo en casos en los que la sintaxis empuje a la
anteposición, como en formas con dos sustantivos en aposición, como indica Pountain). Las formas
antepuestas (átonas), parecen constituir una moda pasajera presente en las capas más altas que no
llega a cobrar popularidad (Pountain 2012:1071).
165 Nótese en esto cómo se refleja en ello la concepción de la época del matrimonio: la que mujer es “del
marido” pero no al revés.
166 Lo más frecuente es que la combinación sea con SEÑOR, pero también AMOR, DIOSA, ESTRELLA, VIDA y
SECRETO.
167 Estas ocurrencias son: Mi Julián y mi Sosia, además de las aquí citadas, y están en boca de una
hortelana y una prostituta. Pountain (2012:1067) señala que la forma átona (antepuesta) se asocia
mayoritariamente a nombres propios como en estos ejemplos. También hay una ocurrencia de mi
Vitoriano y otras con posposición: Vitoriano mío y Flugencia mía, mi señora y mi deseo creo.
168 También lo es la hortelana Costança de Roiz con su marido y la prostituta Areúsa con Sosia, al que
lanza tratamientos especialmente lisonjeros y acercadores como se verá más adelante.
169 Sí lo hacen en otros grupos clasificados como bajos: mi Julián de los personajes no dependientes y mi
Sosia en el ámbito de la marginalidad.La anteposición del posesivo en el XVI parece clasificarse como
propia de los personajes de mayor categoría social (Pountain 2012:1071); sin embargo, parece
preferirse en los usos con NP mayoritariamente, aunque también indica queespecialmente en los
personajes de capa social alta (Pountain 2012:1067).
69
en varias ocasiones al NP, y lo hace con preferencia por la inclusión de posesivos en él, sea
antepuesto o pospuesto. Como veremos más adelante, la pareja Vitoriano-Plácida tienen un
nivel de confianza desde el principio de la obra más alto que el de las demás parejas. Esta
familiaridad, además de la situación de tensión dramática que viven estos personajes,170
contribuirá a la afectividad de los tratamientos que utilizan.171
El lema DIOS es el siguiente en número de aparición en este grupo social (3%). Además del ya
comentado combinado con SEÑOR, se dan tres ocurrencias: mi Dios (2), diosa mía, preciosa
diesa mía172. La identificación metafórica de la amada (siempre está dirigido a una mujer) de
este tratamiento hace que el tratamiento adquiera una connotación afectiva. Los tratamientos
que se dan con esta base léxica tienen en todos los casos rasgos que aumentan su grado de
afectividad: desde el muy frecuente posesivo (ante y pospuesto), a la complementación con un
adjetivo positivo, sin olvidar el menos frecuente de los recursos de afectividad: la combinación
con más de un lema. Se trata también de una forma de la intimidad, pues emplearla fuera de
ella podría llevar a acusaciones de herejía.
Esta base léxica aparecerá en otro contexto, pero el que la usa es siempre el mismo personaje:
Duardos como noble y como hortelano en la relación asimétrica con Flérida. De nuevo estamos
ante un ejemplo del amor cortés, la elevación de la dama, en este caso a una superioridad
celestial. El personaje construye esta imagen de la amada como ser divino a partir de varias
estrategias. 173
ALMA (3%) se da en tratamientos tanto por sí solo, mi alma y my alma, como en combinación
con otros lemas como en el tratamiento mi alma y mi señora, mi coraçón y mi vida, vida deste
170 Schiina (2007b) estudia el uso de vocativos en escenas de mucha tensión dramática.
171 Otra variable a tener en cuenta es, por supuesto, la pluma de Gil Vicente. En efecto, en la
comparación de las diferentes obras, se registran usos diferentes tanto en cuanto a la presencia de
tratamientos como a la afectividad de los mismos que bien se pueden deber simplemente a este tipo de
preferencias de los autores. De todas las obras, la Égloga de Plácida y Vitoriano, a la que pertenecen
estos personajes, es una de las que registra un porcentaje de uso de los tratamientos y de la afectividad
de los mismos en las interacciones amorosas más elevado, con porcentajes exactos a los de la Segunda
Celestina, obras que sólo supera estos respectos la Tragicomedia de Don Duardos.
Presencia de tratamientos en las interacciones en el ámbito amoroso en las diferentes obras: Duardos
(42%), Himenea (21%), Pasos (29%), Penitencia (25%), Plácida y Vitoriano (40%) y Segunda Celestina
(40%).
172 Se da en otros grupos pero siempre es el mismo personaje, el príncipe Duardos, que interactúa en
algunas escenas disfrazado de hortelano.
173 Además de los tratamientos metafóricos en los que la identifica con una diosa, hay categorizaciones
de la amada como “Soy suyo; ella es mi señora/ y mi dios” (pág. 242) en palabras de Duardos a Artada, o
“No sé qué viene hablando/la mayor diesa del mundo/entre sí” (pág. 247). También Artada dice que
Flérida es diesa “Ante que mas ruegos gaste, /descobrid a aquella diesa/si sois rey” (pág. 243), y él
contesta no sólo confirmándolo, sino ensalzándola incluso más allá: “Flanqueza se espera della,/como
diesa imperial,/milagrosa.” (pág. 243) Sobre la hipérbole sagrada en el amor cortés ver Rodado Ruiz
(2000:115:120). La famosísima divinización de Melibea por parte de Calisto, que se había visto como
una prueba del laicismo humanístico la han puesto en duda varios trabajos según anotan los editores de
la obra en Rojas (2012:730). Estos señalan que se trata de un tópico de la literatura amorosa medieval
(2012:27). León Hebreo explica “las razones de la superioridad del amado sobre el amante” (1986:407 y
ss.). En la tradición la visión feudal amorosa con el amante vasallo y la amada señora es muy frecuente.
Aparici (1968:164-65) explica que se trata de una tradición cortés que llega desde la lírica provenzal al
Siglo de Oro.
70
que te llora y como complemento de otra base léxica afectiva y relacionada con el ámbito
amoroso, CORAZÓN: coraçón de mi alma. El identificar al ser amado como la propia alma implica
de por sí una intimidad e implicación emocional muy afectiva, y está íntimamente relacionado
con el concepto amoroso174. Este tratamiento sólo está en boca de hombres en este grupo
social. Además de tratarse de una base léxica de contenido afectivo, siempre se da
acompañada de otros rasgos de afectividad: el posesivo en las cuatro ocurrencias, forma parte
del complemento del nombre de una de ellas y en otra es el lema principal de un tratamiento
que se construye con varias bases léxicas. Por tanto, el nivel de afectividad asociado a este
tratamiento es especialmente alto.
MUJER aparece en dos ocasiones (1%) incluido en sintagmas complejos: Primor de las mugeres,
muestra de su excelencia la mayor y, de otro lado, muger tan sabia quanto gentil, tan discreta
quanto virtuosa. Se trata de tratamientos que se asocian con secuencias con alto contenido
afectivo, pues están relacionadas con momentos de alabanza y declaración amorosa,
respectivamente. En el segundo de los casos, además, el tratamiento se produce in absentia,
es decir, en situación de ausencia de la destinataria, lo que parece aumentar el nivel de
afectividad, familiaridad e intimidad con el que los personajes se relacionan, especialmente en
este contexto social particular en el que el decoro y el protocolo dictan una contención en la
que este tratamiento no se supondría como adecuado.
Los insultos también forman parte de los tratamientos que los personajes que se encuentran
en el nivel social superior dirigen a sus parejas. TRAIDOR (3%), VELLACO (2%) y MALVADO (1%) son
los que se repiten, pero también se dan DESCOMEDIDO, DESVERGONZADO, IMPORTUNO, y MALDITO
(0,3% cada uno de ellos), normalmente combinados entre sí.
TRAIDOR, MALVADO, CRUEL y MALDITO serán los únicos que aparezcan por sí solos, traydor (3) y
traidor, malvado (2), cruel y maldito, frente a los insultos importuno, vellaco; vellaco,
descomedido y vellaco, desvergonçado, traydor.
Estos insultos siempre aparecen en boca de una mujer: traydor (3), malvado (2), maldito,
malvado y los combinados importuno, vellaco; vellaco, descomedido y vellaco, desvergonçado,
traydor están todos dirigidos a Darino. Como se verá, a pesar de las negativas de Finoya, el
noble de la Penitencia de amor persiste en su intento de cortejarla, y llegado el momento en el
que ella le abre su puerta, la fuerza a mantener relaciones sexuales, lo que provoca que Finoya
le insulte repetidamente.175 Esto responde al decoro esperable en una mujer, ya que éstas son
las encargadas de mantener la honra por los dos.176
174 Aparici (1968:134) “El XVI busca el amor puro que tiene su sede en el alma […] Esta exaltación del
amor puro no sólo aparece en Platón y los platónicos, sino en cualquier teoría amorosa que pretenda
elevar el amor más allá de la pura materia”.
175 El primer insulto se lo dirige en el segundo encuentro y todos los demás después del encuentro
sexual forzado.
176 Como señala Baranda Leturio (Silva 1998:65) en el prólogo de la Segunda Celestina. También Ruiz
Pérez considera con respecto a la honra en el matrimonio que “al hombre le corresponde defenderla,
pero la depositaria es la mujer” (2005:52). En este sentido Luna Díaz (2011:13) afirma que la sociedad
renacentista “consideraba a la mujer inferior al hombre y, en consecuencia, relacionaba la conducta de
aquélla con la honra de éste” y cita a uno de los personajes de El Cortesano que comenta que se había
legislado en prejuicio de la mujer en cuanto a los deslices amorosos y señala la diferencia moral que se
71
De otro tipo es el de Plácida, que reprende a su amado por haberla abandonado con traidor,
además de dirigirse a él como desamorado en esa misma línea. Ella misma en otra ocasión le
dedicará el tratamiento contrario, mi dulce enamorado en invocaciones a Vitoriano in absentia
asociadas a preguntas en una secuencia en la que le reprocha el haberla abandonado. Traidor,
también dirigida in absentia, se asocia a un reproche cuando está a punto de matarse, que casi
se convierte en una acusación en la que implica que Vitoriano ha olvidado su puñal
intencionadamente para que ella se quite la vida.
Hay una serie de bases léxicas que sólo aparecen una vez en este grupo social, es decir, con
representación de un porcentaje del 0,6%, algunas de ellas de forma única en el corpus, como
las recién comentadas ENAMORADO y DESAMORADO.
Forman parte de estos tratamientos de uso único entre personajes de escala social elevada
CABALLERO, HIDALGO e INFANTA, que hacen referencia a títulos, por lo que muestran deferencia al
interlocutor. GENTIL HOMBRE, también tratamiento destinado a mostrar un respeto deferente
será de este grupo de tratamientos el único que se dé en otros grupos sociales. De ellos, como
es lógico ya que hacen referencia a posiciones sociales altas, los tres primeros sólo se dan en
contextos sociales elevados177. Sin embargo GENTIL HOMBRE es un tratamiento que es más
frecuente en los grupos bajos que en el estrato social que estudiamos aquí.178
La expresión de la deferencialidad entre estos personajes es característica de su preocupación
por la imagen, se trata del comportamiento esperable, adecuado y definitorio de los miembros
de las capas aristocráticas, lo que se muestra también en la elección de formas que indiquen
respeto.179
También los lemas afectivos ALEGRÍA, ROSA, PRECIOSA y BIEN, (mi alegría, preciosa, rosa del mundo
y mayor de los bienes) se intercambian entre personajes nobles y patricios urbanos. De todos
ellos sólo se repite ROSA en el corpus fuera de este contexto social.180
El lema AMOR, también con una sola ocurrencia en este contexto social, pero que se repetirá
con frecuencia en los demás contextos, se lo dirige Plácida a Vitoriano, igual que TIGRE.181
le achaca a uno y otro al respecto: no es “deshonra ni tacha vivir deshonestamente ” para ellos mientras
que para las mujeres es “una vergüenza tan recia y una infamia tan extrema”. Además, mientras que la
reputación del hombre depende de su rango, sus hechos y su valor a la mujer se la juzga por su
recogimiento, virtud y recato sexual (2011:35), y su destino más honorable sería en el matrimonio o en
la vida monacal (2011:24).
177 Caballero de la cortesana Flugencia al miembro del patriciado urbano Vitoriano.
178 De hecho de los grupos bajos este tratamiento está presente en los subgrupos de menor
consideración social: en boca de la moza de cántaro Quincia dos veces y en el ámbito marginal entre la
prostituta Elicia y su cliente el despensero Barrada (4).
179 Iglesias Recuero (2010:382). Sin embargo otros trabajos como el de Moreno González (2002:41 y ss.)
defienden que esta preocupación e importancia del trato se dan en las clases medias (en su
terminología) por una cuestión de inseguridad lingüística y por su posibilidad de movilidad social, frente
a los grupos superiores e inferiores. La importancia de la face en la época que estudia para esta autora
reside en los privilegios asociados a la pertenencia de grupo: “One´s face was extremely important
because it was related to significant things, like having success to certain offices paid by the Crown, to
the University, to the church hierarchy, etc.” (2002:41)
180 Nos referimos a rosa pura en boca del caballero salvaje Camilote hacia su amada Maimonda.
72
Los rasgos de afectividad en los tratamientos en este grupo social se deben en la mayoría de
los casos a la modificación a través del posesivo: se da en 51/155, de los cuales sólo cinco de
ellos pertenecen a mujeres. Las mujeres que los realizan son, además, Plácida, mi dulce
enamorado, mi Vitoriano y Vitoriano mío, mi amor, menos el último todos in absentia, y
Polandria, señor mío, tratamiento que le dirigirá a Felides después de haberse casado
secretamente.
En cuanto a la modificación a través del complemento del nombre, ésta tiene menor impacto
en los tratamientos, 13/155, de los que tres los produce una mujer. De nuevo una de ellas es
Plácida, mi dulce enamorado, en uno de sus soliloquios, y Flérida, hidalgo estrangero y noble
cavallero al principio de la obra, cuando se sabe muy poco del misterioso Duardos, por lo que
estos tratamientos ayudan modificados ayudan en la caracterización del personaje.
Otro de los rasgos de afectividad, el más importante, es el relativo a la afectividad de la base
léxica elegida. En este contexto el nivel de afectividad es de 24 tratamientos en 155
ocurrencias. En este caso son las mujeres las que mayor porcentaje al respecto registran: 14 de
todos los tratamientos los elaboran ellas. Esto tiene que ver con dos hechos: por una parte,
muchos de ellos son insultos que Finoya dirige a Darino al forzarla a tener relaciones sexuales:
importuno, vellaco; maldito; malvado (2); traydor (3); vellaco, descomedido y vellaco,
desvergonçado, traydor. De otro lado hay varias formas negativas pero con un sentido
diferente: cruel; desamorado; traidor son tratamientos que Plácida dirige a Vitoriano resentida
por su separación. Éste es un claro ejemplo del personaje nuevo que representa esta mujer:
ella adopta un papel, de desdichada de amores, que normalmente tiene el hombre, como
señala Heugas (1987). También de su cosecha son el curioso tigre, y los amorosos mi amor y mi
dulce enamorado.
Al poner el foco en los tratamientos según las parejas que los han formulado, se ve que casi
todos los tratamientos marcados afectivamente pertenecen a Darino y Finoya, a Duardos y
Flérida y a Vitoriano y Plácida. En el caso de Darino y Finoya son principalmente los insultos de
Finoya comentados los que elevan el número de afectividad, con sólo algunos tratamientos
afectivos que le dirige Darino, my alma, coraçón de mi alma y mujer tan sabia quanto gentil,
tan discreta quanto virtuosa, frente a numerosos señora que sólo en algunas ocasiones
acompaña del posesivo.
Duardos al comienzo de la obra se intercambia tres tratamientos con Flérida, todos ellos
deferenciales: señora, por su parte y de ella recibe dos tratamientos marca de posición social
que lo caracterizan: hidalgo estrangero y noble cavallero. En la última escena, ya vestido de
príncipe, aumenta la afectividad en sus tratamientos: señora y alta infanta, que se refiere a la
posición social de su interlocutora, alta infanta, y de otro lado los afectivos señora mía, cuando
la relación ya tiene un compromiso, van a partir juntos, mi alegría, en un momento en el que
necesita ser cercano con su amada y el usado afectivamente mi Dios.
181 Un tratamiento que quizá responda más a cuestiones métricas. No es raro este motivo en referencia
a la crueldad de la dama, igual que el áspid. Esta imagen la comenta Manero Sorolla (1990:261-67):
según la autora ya estaba presente en la lírica castellana medieval, y prevalece en la lírica castellana.
73
De otro lado se encuentran los tratamientos que le dirige a Flérida cuando ella no está
presente en sus soliloquios: junto a los no marcados afectivamente señora (4) y Flérida,
Duardos la trata de diosa, rosa y con tratamientos desarrollados, la mayoría de ellos con
posesivos: diosa mía; causadora deste vil oficio, triste, que escogí; primor de las mugeres,
muestra de su excelencia la mayor; Flérida, diesa mía; preciosa diesa mía y rosa del mundo.
Los personajes de la Comedia Himenea utilizan pocos tratamientos, 20%, en sus interacciones.
Al hacerlo sólo eligen en una ocasión un tratamiento marcado afectivamente, mayor de los
bienes, con el que Himeneo designa a Febea. Por su parte Febea emplea sólo tres
tratamientos, pero siempre varía el lema con el que los forma: caballero, gentil hombre y
señor.
Felides y Polandria son los que más tratamientos utilizarán en sus interacciones (en 66% de
ellas). Sin embargo, la afectividad de los mismos es nula, como lo es la creatividad a la hora de
formarlos, ya que siempre lo construyen con las mismas formas: ambos utilizarán SEÑOR, que
Felides suele preferir acompañado del posesivo, en todos los casos y sólo a veces combinado
con el NP.
Vitoriano y Plácida son muy afectivos en sus interacciones con tratamientos (55%); hay que
tener en cuenta que durante todo el desarrollo de la obra los personajes viven una alta tensión
dramática que se manifiesta también en el uso de designaciones pasionales entre los que se
encuentran traidor, desamorado y cruel, pero también varios de lemas no afectivos que
utilizan con el posesivo dotándoles de un mayor grado de afectividad, Plácida, mi señora (2) y
los NP con posesivos mi Vitoriano y Vitoriano mío, y otros con más afectivos como preciosa,
tigre, mi alma, mi amor, mi dulce enamorado y el más elaborado mi alma y mi señora, mi
coraçón y mi vida, vida deste que te llora, así como mártir de amor perdida, por mi mal
sacrificada182 y matadora deste siervo que te adora y(a) sin merced se cativa. De las mujeres de
alto nivel social es Plácida la que más tratamientos marcados afectivamente utiliza;183 se
confirma también por sus usos que se trata de un personaje único, pues los tratamientos
nominales que emplea en ningún caso son los habituales para una dama y están más cercanos
a los de los hombres que a sus congéneres femeninos.
De todas maneras hay que tener en cuenta que la mayoría de estos tratamientos que se
clasifican como más propios del galán enamorado y despechados se producen in absentia de
su interlocutor. Esta situación se acerca a la poesía en la que tampoco hay interacción cara a
cara, por lo que la contención debida al decoro desaparece. Esto parece reforzar la idea de que
la expresión lingüística del afecto en los estamentos altos se reprime.
182 Esta designación revela una vez más los rasgos de galán que tiene el personaje de Plácida, pues
habitualmente ser “mártir de amor” es algo a lo que pueden llegar los hombres, como señala Rodado
Ruiz (2000:133).
183 Presencia de tratamientos marcados afectivamente: Febea (0%), Finoya (53%), Flérida (0%), Plácida
(64%) y Polandria (5%). También sobresale frente a sus compañeras de grupo social en cuanto a la
presencia de tratamientos en sus interacciones: Febea (11%), Finoya (17%), Flérida (22%), Plácida (48%)
y Polandria (7%).
74
Dentro de este grupo, por tanto, hay personajes que son poco afectivos en la formación de los
tratamientos que dirigen a sus seres amados en contraposición a otros que registran elevados
usos de lemas y/o de otros rasgos afectivos en sus designaciones del ámbito amoroso.
El grupo de personajes de origen social alto prefiere los tratamientos de lemas no marcados
afectivamente, pero en muchas ocasiones les añaden rasgos o combinan con otros lemas con
los que los tratamientos formados adquieren afectividad: la afectividad, por tanto, se logra
principalmente mediante medios sintácticos. La nómina de lemas no sería muy variada de no
ser por los varios insultos que se dan, una muestra de expresión afectiva negativa
(descortesía). Todos ellos están dirigidos a hombres, lo cual es natural debido el contexto
amoroso en el que nos encontramos: por lo general los hombres pretenden a las mujeres y
ellas, por cuestiones de decoro, deben rechazarlos. El caso de Plácida es el contrario: esta
pareja tiene una relación más consolidada que el resto de personajes, que se conocen en el
transcurso de la obra, mientras que los personajes de la Égloga de Plácida y Vitoriano lo que
hacen al comenzar la obra es separarse. Precisamente los insultos dirigidos a Vitoriano, como
se ha visto, se formulan a causa de esta separación. La pobreza léxica, sin contar con los
insultos, es muy marcada: se reduce casi exclusivamente las formas SEÑOR y NP y a la
modificación a través del posesivo.
Por otro lado la ausencia de interacción cara a cara en Plácida y Vitoriano y de Duardos a
Flérida parece demostrar que hay una restricción de la afectividad en este grupo que
desaparece cuando el interlocutor no está presente y liberan su emotividad.
2.1.1.1.1.2 Altos: el patricio urbano y la cortesana
En este grupo sólo se cuenta con las interacciones de Vitoriano y Flugencia, de la Égloga de
Plácida y Vitoriano. La presencia de tratamientos entre ellos es la más baja frente a los demás
grupos sociales, así como el nivel de afectividad.
Lema Total Ocurr. ALTO Cort
0 903 35
SEÑOR 272 11
SEÑOR-NP 25 2
CABALLERO 3 1
NP+SEÑOR&DESEO 1 1
NP+VIDA 1 1
Tabla 3. Lemas empleados en el grupo social alto-cortesana
Entre estos personajes la presencia del lema SEÑOR es muy alta (la mayor de todos los grupos):
en un 88% de los tratamientos aparece, o bien sólo (69%), señora (7) y señor (4), o combinado
con el NP, SEÑOR-NP (13%), mi señora Flugencia y señor Vitoriano, y NP+SEÑOR&DESEO (6%),
Flugencia mía, mi señora y mi deseo.
75
El NP, que constituye el 25% de los tratamientos, se da además de en las combinaciones
citadas con SEÑOR, en las que otorga al título de una mayor cercanía, con el lema VIDA:
Flugencia, vida mía. También aparece en este grupo el título CABALLERO, que hace referencia a
la posición social de este patricio y funciona como una forma de deferencia.
En general en este grupo la tendencia es hacia los usos no afectivos, pues entre esta pareja el
nivel de presencia de tratamientos afectivos es de 19%, lo que se observa desde la preferencia
por lemas de tipo no afectivo, pero también en la presencia casi mínima de otros rasgos como
la inclusión de posesivos o de complemento del nombre, que sólo se dan en tres de los
tratamientos, todos ellos dirigidos a la cortesana. El primero y de mayor grado de afectividad,
Flugencia mía, mi señora y mi deseo, se da en el saludo y los otros dos en situaciones en las
que se entiende que puede haber un acercamiento estratégico, pues se asocian a una petición
indecorosa184 velada, mi señora Flugencia, y como reacción a una afirmación de Flugencia
sobre los amores que tiene con Plácida, Flugencia, vida mía. Aquí Vitoriano intenta convencer
a su interlocutora, como sabemos, falsamente, de que sus amores ya pasaron, lo que hace
acompañando su explicación con el tratamiento.
Hay que destacar que se trata de la primera interacción entre los personajes, por lo que los
interlocutores no tienen confianza. Además, los visos de afectividad amorosa que se
vislumbran por parte de Vitoriano no dejan de ser fingidos, lo que quizá afecte en su
creación.185
2.1.1.1.2 Bajos
Dadas las diferencias sustanciales en los usos de los diferentes subgrupos sociales bajos tanto
en cuanto a la presencia de tratamientos como, y especialmente, en la afectividad de los
mismos, se considera oportuno estudiar por separado también los lemas que prefiere cada
uno de los conjuntos de personajes: los no dependientes, los dependientes y en el mundo de
la marginalidad.
2.1.1.1.2.1 No dependientes
Hay que recordar que bajo la etiqueta de no dependientes se agrupa a personajes rústicos,
como los matrimonios de hortelanos de la Tragicomedia de Don Duardos y del paso de Las
aceitunas, Costança Roiz y Juliâo y Toruvio y Águeda de Toruégano, así como Camilote y
Maimonda, de Don Duardos.
184 En el capítulo de los actos de habla se estudiarán con detalle este tipo de peticiones que se han
llamado indecorosas en las que uno de los personajes realiza una petición de tipo sexual a su pareja.
185 No necesariamente hacia la falta de afectividad, porque coincide con Turpedio en elaborar un
tratamiento marcadamente desarrollado y afectuoso para el inicio de su conversación para Doresta, a la
que también este personaje parece acercarse con intención de cortejo fingido. Nos referimos a señora
de mis secretos, por tanto la muy hermosa Doresta y Flugencia mía, mi señora y mi deseo. Nótese que
en ambos casos se combinan SEÑOR, el NP y una base léxica relacionada con el ámbito de lo amoroso,
DESEO y SECRETO, que alude a una intimidad.
76
Como representación del ambiente urbano, y como tercer matrimonio del corpus, están el
simple del paso del Cornudo y contento y su esposa, Martín y Bárbara, y también se observará
la relación adúltera de la última con el estudiante Gerónimo.
Este grupo social presenta una utilización de tratamientos nominales en un 39%, un porcentaje
algo superior al promedio, y que sólo los personajes dependientes, los criados, superarán
ligeramente. La afectividad en sus designaciones se muestra en un 43% de los tratamientos, lo
que sitúa a este grupo cerca del promedio general.
Lema Total Ocurr. BAJO No dep
0 903 71
SEÑOR 272 11
MARIDO 6 6
MUJER 6 4
SEÑOR-NP 25 2
NP 30 2
ALMA 12 2
AMOR 21 2
NP-APELL 3 3
SEÑORA-MUJER 2 2
TRAIDOR 5 1
NP+SEÑOR 5 1
CORDERO 1 1
ESMERALDA 1 1
MUJER>CORAZÓN 1 1
NP+ESTRELLA 1 1
NP+FLOR 1 1
NP-APELL+AMOR 1 1
ROSA 1 1
SEÑOR+VIDA 1 1
SEÑOR-MARIDO 1 1
Tabla 4. Lemas empleados en el grupo social no dependiente
El lema SEÑOR es el que más se repite, pero se da en un porcentaje menor que en los grupos
hasta ahora estudiados. Por sí solo ocupa el 25% de las ocurrencias, pero se da en combinación
con el NP: SEÑOR-NP (5%), señora Bárbara y señor Gerónimo, y NP+SEÑOR (2%), Maimonda, mi
señora, y con los lemas MUJER (5%), señora muger (2), y MARIDO (2%), mi señor marido. Fuera de
esta combinación, también son pocos los casos en los que se da sin posesivo: señora (5), señor
(2), señora mía, señor mío y la señora.
Casi todos los que incorporan el posesivo pertenecen a una obra particularmente afectiva en
sus tratamientos, la Tragicomedia de Don Duardos. También de esta obra sale el SEÑOR
combinado con una forma afectiva SEÑOR+VIDA (2%): señora, vida mía.
77
El tratamiento la señora es uno de los pocos casos de designación combinada con tercera
persona186. Se lo dirige Toruvio, del paso de Las aceitunas, a su esposa Águeda de Toruégano,
en respuesta a un reproche de su mujer, molesto por el comentario de su mujer, con esta
forma distanciadora.
El NP tiene también un alto porcentaje de frecuencia (20%). Por sí solo únicamente en una
ocurrencia: Mi Julián, pero también combinada con SEÑOR, en los tratamientos que ya se han
comentado, y una variedad de bases léxicas como el apellido (APELL) Águeda de Toruégano,
Costança Roiz y Costança Roiz amada, AMOR, ESTRELLA, y FLOR, formando los tratamientos
Maimonda, estrela mía; Maimonda, frol del mundo y Costança Roiz, amor mío.
Se trata de una base léxica que en principio no se ha clasificado como afectiva, a pesar de ser
algo más familiar que otros lemas como los ocupacionales o los títulos, pero con el que se
podría presuponer una cierta implicación afectiva. En este sentido parece lógico que
personajes casados entre sí utilicen estas formas. Además, como se ve, en este grupo el NP se
presta a combinarse con lemas afectivos y/o a complementarse o a coordinarse con más
tratamientos. Mi Julián será uno de los pocos NP del corpus que se posesivice.
El apellido (7%) nunca aparece por sí sólo, siempre le precede el NP. Los únicos apellidos que
encontramos en el corpus coinciden con mujeres casadas a las que interpelan sus maridos.187
Otra base léxica de uso frecuente aquí es MUJER (16%) con el significado de cónyuge, presente
por sí sola en el 9% de ocurrencias de tratamientos en este grupo, muger (2) y combinada con
SEÑOR y CORAZÓN: señora muger (2) y muger de mi coraçón, todos ellos de los maridos del
corpus a sus esposas de este grupo. La variante masculina, MARIDO, se da con mayor frecuencia
(14%), preferentemente por sí solo marido (6) o combinado con SEÑOR, señor marido. Las
designaciones de este tipo abundan especialmente entre los dos matrimonios de los Pasos.
Toruvio y Águeda de Toruégano intercambian muger (2) y marido (6) y de Martín a Bárbara
muger (2), señora muger. La gran presencia de este tipo de tratamientos que indican el papel
del destinatario con respecto al interlocutor en las escenas de Lope de Rueda, y el hecho de
que casi sean los únicos que los personajes se dirigen, podría tener que ver con que en ellas los
personajes están más tipificados. De hecho, especialmente en el paso de Las aceitunas, donde
siempre hay más de dos personajes en escena, y constantemente cambian de destinatario,
estos tratamientos aparecen en muchas ocasiones en cambios de turno o en el mismo tuno en
cambios de destinatario con esta función de selección. Por lo tanto, parece que en este paso
los tratamientos son fundamentalmente funcionales.188
186 Sobre designaciones combinadas con tercera persona en español Lapesa (2000c:332 y ss.), Calderón
Campos y García Godoy (2009). También se ocupa del iloiement Kerbrat-Orecchioni, 1992: tomo II, p 46
y 2010: 13-4 y de las “terceras personas perifrásticas” Leech (1998:109).
187 Ha estudiado los apellidos en la documentación medieval Simón Parra en su tesis doctoral (2008).
Según este trabajo a partir del siglo IX se empiezan a documentar nombres de pila acompañados del
nombre del padre en genitivo o tras filius, entre el XIII y el XV se extiende la costumbre de heredar un
segundo nombre, y comenta que según Dolç (1960) a partir del XVI se extiende la costumbre de emplear
dos apellidos “gracias a la organización del estado civil”.
188 También los dirigidos a la hija, el NP y MUCHACHA por parte de sus padres, mochacha (5) y ¡Mochacha!
¡Mencigüela!, a los que ella llama madre (2) y padre (8), y con el vecino Aloxa, a veces señor (3), pero
también señor vezino, y él a su vez responde vecinos a la familia, igual que él para Águeda, señora
78
Sin embargo, sin perjuicio de la hipótesis de la funcionalidad en los Pasos, estas formas
parecen frecuentes en la época, pues se encuentran en boca de otros personajes casados en
otros textos literarios, como por ejemplo en La Celestina entre Pleberio y Alisa,189 padres de
Melibea, por tanto de origen social elevado, y fuera del género dramático en la Segunda parte
del Quijote entre Sancho y su mujer,190 y también Pountain (2000:285) señala estas formas
(señor) marido/(señora) muger, pero se trata también de un corpus de Lope de Rueda.191
Los hortelanos de Don Duardos, muy cariñosos entre sí, prefieren la combinación con SEÑOR: mi
señor marido y señora muger, que la mujer incluso modifica con el posesivo. Este es un
tratamiento, como se acaba de ver, también utiliza Martín con su esposa infiel, a la que
también dirigirá esta forma combinada con una base léxica afectiva: muger de mi coraçón, con
el que se refuerza su caracterización como ingenuo y muy enamorado de una mujer que le
engaña y de la que sólo recibirá un insulto.
La Tragicomedia de Don Duardos, obra en general con un promedio mayor de presencia de
tratamientos y de afectividad en ellos, se diferencia a este respecto de los Pasos, en la que los
tratamientos del ámbito amoroso son escasos y por lo general poco afectivos, como muestran
los usos de sus personajes.192 En esta obra sólo en dos ocasiones uno de sus personajes de
origen social no dependiente se dirige a su esposa como álima mía y muger de mi coraçón, y
de ella recibe el insulto don traidor.
Las bases léxicas propias del ámbito amoroso, la misma AMOR, y la muy relacionada con este
contexto, ALMA, se dan con una misma frecuencia (5%): mi amor (2) y Costança Roiz, amor mío,
una vez más en boca de personajes de la Tragicomedia, en este caso del enamorado hortelano
a su mujer. También del mismo persona es mi alma, y de otro esposo caracterizado como muy
enamorado, Martín del paso del Cornudo y contento, álima mía.
Otros lemas con menor presencia (2%), de una sola ocurrencia en este contexto social, son el
insulto TRAIDOR, y los lemas CORDERO, ESMERALDA y ROSA. ESTRELLA, CORAZÓN y FLOR aparecen en
combinación con otras bases léxicas no afectivas, NP, MUJER y NP respectivamente, así como el
no marcado afectivamente MARIDO.
Don traidor es un insulto que Bárbara le dedica a su marido en una secuencia de reproche. La
presencia de don funciona como agravante para el peso del insulto (Javier Herrero 2007,
vezina. Aloxa para la niña utiliza rapaza, como los mochacha de sus padres, tratamientos que apelan a la
edad de la interlocutora, en el mismo sentido que hija, que curiosamente sólo lo utiliza con Mencigüela
Aloxa en sentido figurado y no hacen uso de él sus padres.
189 En la escena 7, auto XII, se depiertan por ruido en la habitación de Melibea: Señora muger y Señor.
En la Escena 1, Auto XVI, en el que hablan sobre casar a Melibea: Alisa, amiga; señora muger, y Mi señor
Pleberio, señor Pleberio. En el auto XXI, sobre la muerte de Melibea: señor Pleberio y noble muger.
190 En el Capítulo V, en una discusión sobre los planes de futuro de Sancho para su hija: marido (7),
Sancho (5), hermano (2), marido mío, Sancho amigo frente a Teresa (5), mujer (3) y mujer mía (2).
También los insultos: boba, bestia y mujer de Barrabás, animalia, mentecata e ignorante.
191 También aparecen estudiados los tratamientos en las relaciones conyugales en los Pasos en el
trabajo de Pedroviejo Esteruelas (2003).
192 Las diferencias en la afectividad de los tratamientos por obras son muy marcadas entre Duardos
(49%) y los Pasos (15%). Si sólo tenemos en cuenta el nivel social que estamos estudiando los
porcentajes son, respectivamente: 62%, y 17%.
79
2009), que aparece en otros tratamientos en el corpus, dentro y fuera del ámbito amoroso.193
Se trata de un uso sarcástico del título don; la mezcla de esta forma deferencial con el insulto,
que se da con relativa frecuencia en la época.
Llama la atención el tratamiento mi corderito que la hortelana Costança Roiz dirige a su
marido. Además de lo llamativo de la base léxica, siendo uno de los pocos de este tipo de
identificación del amado con un animal, es también el único en el corpus que incluye un
diminutivo. Ya se ha visto que esta pareja es altamente afectiva en sus tratamientos y en las
palabras que se dirigen. Estos personajes, como se verá, representan un tipo de amor
matrimonial muy efusivo.194 En efecto, este tratamiento de carácter muy afectivo no parece
asociado a algún acto de habla o secuencia que requiera especialmente de estrategias de
persuasividad; simplemente se trata de una forma más de llamar a su marido que tiene la
hortelana.
El caballero salvaje195 será el que dirija a su amada designaciones muy afectivas concordes con
su pasión exaltada: mi esmeralda acompañando a una alabanza y en llamadas de atención rosa
pura y las combinadas con el NP Maimonda, estrela mía196 y Maimonda, frol del mundo. Se
trata de un personaje paródico, como se verá. Estas formas son parte de la parodia que
193 La inclusión de don/doña refuerza el insulto por su sentido irónico. Lapesa (2000c:393) habla de este
elemento asociado a formas insultantes y aporta algunos ejemplos. En el corpus lo encontramos en
insultos que producen Boruca, Palana, Bárbara y Turpedio: don veliaco, don rufianazo, don traidor y
doña puerca escopetera. Todos ellos se emiten en un contexto de enfado en los que la criada, la
prostituta, la esposa adúltera y el criado están contradiciendo, expresando malos deseos, reprochando o
amenazando a sus parejas respectivamente. Herrero Ruiz de Loizaga estudia esta forma asociada a los
insultos en (1999:235) para la Segunda Celestina, (2007:157) en un trabajo sobre el insulto en la
comedia celestinesca señala este uso de don paralelo al también reforzador del insulto so en el español
moderno, el cual procede de señor. En un trabajo posterior aporta un ejemplo de este último
acompañando a un insulto a finales del XVI (2013:158). En contextos no amorosos del corpus se
registran varios usos de este uso irónico de don. En la Segunda Celestina encontramos varios insultos
con don/doña: don panfarrón, don vellacazo, don rapaz en una disputa entre criados, doña puerca suzia,
doña puerca, bagassa, doña bagassa, doña puta, entre prostitutas, doña borracha de la Celestina a
Palana, doña puerca de Polandria a Quincia, don jarro entre el paje Albacín y Grajales, doña vieja in
absentia en un aparte de Elicia a Celestina. En los Pasos estudiados se encuentran de Estepa a
Sebastiana doña bruta, andrajo de paramento y don ladrón de Estepa a Sigüença. Don ladrón concurre
con vos, sin embargo vellaco con tú y ladrón açotado también En los demás pasos hay un gran número
de ejemplos de insultos acompañados de don. La generosa paliza: el amo Dalagón al paje Periquillo don
vellaco goloso y al paje Guillemillo don rapaz. De Los criados del amo Salzedo al paje Luquitas don rapaz
(pegándole y con vos, aunque también villano de Salzedo al simple Alameda, con el que cambia de tú a
vos). En Pagar y no pagar del ladrón Samadel al simple Cevadón don villano, con el que tiene trato
asimétrico vuestra merced-tú en situación de enfado. Celdrán Gomáriz (1995) explica que “Con retintín
empezó a darse este tratamiento de respeto a quien a todas luces no lo merecía, con la intención de
hacer mofa” (1995:83), y analiza el cambio: “Se llegó a tal extremo en el uso de los tratamientos que se
devaluaron. […] Y tal ha sido la profusión y abuso que lo que nació para distinguir acabó siendo
insultante” (1995:84).
194 Al contrario que la tónica general que rechazaba las relaciones matrimoniales efusivas, se da una
corriente que defiende que los casados deben ser muy cariñosos entre sí, según señalan Moreno
Mengíbar y Vázquez García (1997:40).
195 Se trata de un tipo de juglar que da espectáculos de lucha y que habla grandilocuentemente. Para
una explicación más detallada de la figura del caballero salvaje ver la definición que se hace en la
presentación de la historia conversacional de Camilote y Maimonda, en el epígrafe 2.1.5.3.
196 Lusismo por estrella, según nota del editor.
80
supone: el amor cortés entre estos personajes resulta ridículo, especialmente en
contraposición con el amor puro de los protagonistas.
Se trata de un grupo con bastante frecuencia de afectividad en sus tratamientos, tanto por las
elecciones léxicas como por la posesivización de sus designaciones. Sin embargo, se ha de
puntualizar que, como se ha visto, son los personajes pertenecientes a Don Duardos los que
aumentan en mayor medida la nómina de tratamientos afectivos frente a lo de los Pasos que
prefieren formas con menor grado de afectividad.
2.1.1.1.2.2 Dependientes
A este grupo pertenecen los criados de la Comedia Himenea, Doresta emparejada con Boreas y
con Turpedio, y los de la Segunda Celestina, Sigeril y Poncia, Pandulfo y Quincia y Zambrán y
Boruca.
El porcentaje de presencia de tratamientos en este grupo es el más alto (40%), superando
levemente al de los personajes no dependientes. En cuanto al de cantidad porcentual de
tratamientos marcados afectivamente este grupo se desvía del promedio a la alza llegando al
44%.
Lema Total Ocurr. BAJO Dep
0 903 228
SEÑOR 272 74
AMOR 21 9
HERMANO 9 8
OJOS 7 6
SEÑOR-NP 25 5
ALMA 12 4
AMIGO 7 4
SEÑOR>ALMA 5 4
AMOR>ALMA 3 3
ÁNGEL 3 3
CORAZÓN 3 3
DESPECHO>VIDA 4 3
SEÑOR>ENTRAÑAS 4 3
ENTRAÑAS 3 2
GENTIL HOMBRE 7 2
NP+SEÑOR 5 2
VELLACO 2 2
VIDA 4 2
¿?ROSTRO/FLOR 1 1
ÁNGEL+DESPECHO>VIDA 1 1
DESPECHO>VIDA+SEÑORA 1 1
81
GALÁN 2 1
NP 30 1
PERLA>ORO 1 1
PUERCA 1 1
SEÑOR>CORAZÓN 1 1
SEÑOR>ENTRAÑAS&VIDA 1 1
SEÑOR>SECRETO+…NP 1 1
Tabla 5. Lemas empleados en el grupo social dependiente
En este grupo social también el lema con más presencia en los tratamientos es SEÑOR (62%).
Aparece en la mitad de las interacciones con tratamientos por sí solo (50%): señor (32), señora
(30), señora mía (8), señor mío (2), señora hermosa (2). Son tanto hombres como mujeres los
que se sirven de esta base léxica para crear tratamientos, pero son los hombres los que más
introducen posesivos o complementos en ellos.
Si nos fijamos en qué personajes eligen el tratamiento señor sin complementación,
combinación o posesivos, vemos que los señora de este grupo se reparten entre Sigeril (14),
Pandulfo (10), Boreas (5) y Turpedio (1). En la dirección contraria, de mujeres a hombres, es
Quincia la que produce la mayoría (30), frente a Doresta que emite uno para Turpedio y otro
para Boreas. También los señora hermosa y señor mío corresponden a Pandulfo y Quincia.
Señora mía, sin embargo, sólo corresponde en tres ocasiones a esta pareja, formando también
parte de la nómina de tratamientos elaborados por Boreas (2) y Sigeril (4).
En el 12% restante de ocurrencias de SEÑOR en los tratamientos que produce este conjunto de
personajes se combina con diferentes lemas: el NP y DESPECHO>VIDA y como lema principal de
ALMA, ENTRAÑAS, CORAZÓN y SECRETO.
Aquellos tratamientos con combinación con el NP, en aposición explicativa o especificativa,
algo más cercanos por la inclusión de este elemento, sí están en boca tanto de hombres como
de mujeres: SEÑOR-NP (3%), mi señora Poncia, señor Pandulfo, señor Sigeril, señora Doresta,
señora Quincia y NP+SEÑOR (1%), Doresta, señora mía y Pandulfo, señor. De todos ellos, son los
que reciben mujeres los únicos que incluyen posesivos.
También es para una mujer la designación con SEÑOR que se combina con DESPECHO>VIDA,
despecho de la vida, señora, en este caso sin posesivo pero afectivo por la naturaleza del lema
que le acompaña.
Otras formas que contienen SEÑOR como lema principal se complementan con otros que
convierten a los tratamientos en formas afectivas y cercanas: SEÑOR>ALMA (3%) señora de mi
alma (4), SEÑOR>ENTRAÑAS (2%), señora de mis entrañas (3), SEÑOR>CORAZÓN (1%) xeñora de mi
coraçón y SEÑOR>ENTRAÑAS&VIDA (1%) señora de mis entrañas y de mi vida. También de estos
tratamientos la mayoría los produce Pandulfo: señora de mi alma, Pandulfo (3) y Sigeril (1),
señora de mis entrañas Pandulfo (2) y Sigeril (1) y señora de mis entrañas y de mi vida,
Pandulfo.
82
La pareja que forman Pandulfo y Quincia es una de las que mayor porcentaje de tratamientos
utiliza en sus interacciones197. De aquellas intervenciones que incluyen tratamientos, un alto
porcentaje lo constituyen aquellas que están marcadas afectivamente198. Hay que tener en
cuenta que el nivel de representación en el corpus de esta pareja, es decir, el número de
intervenciones que intercambian es muy superior al resto de personajes,199 por lo que también
hay una mayor posibilidad de variación.
Otra de las ocurrencias de señor en este grupo social es señora de mis secretos, por tanto la
muy hermosa Doresta, que incluye el lema SECRETO200 como complemento del nombre, y se
combina con el NP. Se trata de un tratamiento complejo, que añade el complemento hermosa,
además está cuantificado, y al que se añade un posesivo. El grado de afectividad de este
tratamiento es muy elevado. Sin embargo, y curiosamente, lo produce uno de los criados
menos afectivo habitualmente en sus interacciones con la criada con la que tiene un breve
encuentro de cortejo. Se trata de un momento breve porque enseguida los personajes pasan a
discutir (lo que propiciará la aparición del último de los tres tratamientos que le dirige).201
AMOR es el siguiente lema en cantidad de aparición en los tratamientos de este grupo: se da en
un 8% de las interacciones que incluyen una designación. En la mayoría de ellas se da como
lema único (6%), amores míos (6), amores (3), pero también en la estructura AMOR>ALMA,
amores de mi alma (3). Una vez más los protagonistas de estos tratamientos son el mozo de
espuelas y la moza de cántaro la Segunda Celestina. Nótese que en este grupo social este lema
siempre aparece en plural. Como veremos adelante, parece tratarse de un rasgo
sociolingüístico, pues en el corpus estudiado sólo aparece en plural asociado a orígenes
sociales bajos202.
ALMA se da en un porcentaje similar: 7%. Aparece con mayor frecuencia asociado a otros lemas
como CN, SEÑOR>ALMA (3%), señora de mi alma (4), y el recién comentado AMOR>ALMA (2%),
amores de mi alma (3), que por sí sólo (3%), mi alma (3) y alma mía. De nuevo casi todos ellos
los recibirá Quincia; sólo uno de los señora de mi alma está dedicado a Poncia. Tanto éste
197 La presencia entre el resto de personajes de este grupo es la siguiente: Turpedio-Doresta (14%),
Boreas-Doresta (31%), Zambrán-Boruca (33%), Pandulfo y Quincia (41%) y Sigeril-Poncia (49%).
198 Estos personajes cuentan con una presencia de tratamientos de carácter afectivo de un 58% frente a
las parejas de criados del mismo subgrupo Boreas-Doresta (27%), Sigeril-Poncia (38%), Turpedio-Doresta
(50%) y Zambrán-Boruca, cuyos tratamientos son todos afectivos (100%).
199 Las interacciones de Pandulfo y Quincia constituyen el 17% del total de interacciones del corpus. Con
esta alta cifra sólo compiten los personajes de clase alta Darino y Finoya. Los demás personajes tienen
un porcentaje de presencia que varía entre el 7% y el 0,4%. Las parejas de origen social no dependiente
que estamos estudiando en este apartado están presentes en los siguientes porcentajes de frecuencia:
Sigeril-Poncia (3%), Boreas-Doresta (3%), Turpedio-Doresta (2%) y Zambrán-Boruca (1%).
200 Recordemos que el secreto es una exigencia en el amor cortés (Rodado Ruiz 2000:132-33).
201 Adelantamos la disminución de la afectividad en los tratamientos a lo largo de la interacción de estos
personajes aquí, pero se tratará esta cuestión más adelante en este mismo apartado y en el capítulo que
se ocupa de la situación amorosa (3.2.1.1.1.2). El primero de los tratamientos es el muy afectivo señora
de mis secretos, por tanto la muy hermosa Doresta. El siguiente que le dirige a Doresta es uno mucho
más escueto: señora. Para terminar, al final de la conversación, con ambos personajes enfadados, será
el insulto doña puerca escopetera.
202 En este grupo social son los personajes de más baja escala, Pandulfo y Zambrán, los que lo utilizan en
plural, y fuera de este grupo sólo se da en el ámbito de la prostitución. Sin embargo, en singular sí
aparece en todos los estratos, por lo que no parece estar marcado socialmente. En la lírica tradicional
aparece tanto en singular como plural (Iglesias Recuero 2002:161).
83
como el anterior, son lemas con alto grado de afectividad en su propia naturaleza, y se
complementan en muchas de las situaciones (en ALMA en todas) con el posesivo. Se trata
precisamente de dos bases léxicas relacionadas de manera muy evidente con el ámbito
amoroso y con el universo de lo afectivo.
El NP, una forma que dista de esta afectividad, aunque expresa una cercanía que otras bases
léxicas que se han considerado igualmente no marcadas afectivamente, por ejemplo las que
hacen referencia a ocupaciones o títulos. Este elemento se encuentra en un 6% de los
tratamientos que este grupo social emplea. Lo menos habitual es encontrarlo por si solo (1%),
Boreas. Aparecerá con más frecuencia asociado a otros lemas, como hemos visto, SEÑOR-NP
(3%), NP+SEÑOR (1%) y SEÑOR>SECRETO+…NP.
Las designaciones construidas a través del lema HERMANO, en principio formarían parte de la
categoría de tratamientos que hacen referencia a una relación de parentesco, lo cual de por sí
implica una cercanía y familiaridad determinada, pero en un principio no implicarían una
afectividad en el empleo en los usos entre hermanos. Sin embargo, en las construcciones en
las que las encontramos aquí, entre dos criados entre los que se está fraguando una relación
amorosa, la relación no es fraternal, por lo que estamos ante un uso afectivo de esta forma.
Los tratamientos hermana (4), hermana mía y hermano, hermano mío y mi hermano
papienco203 se los intercambian Pandulfo y Quincia. Tres de ellos se dan en situación de
cortejo; cuatro después de casados y consumado (a la fuerza) su matrimonio. Parece que este
uso no literal se debe a una forma de solidaridad entre los hablantes, más específicamente una
forma de marcar la pertenencia de grupo entre ellos. Fuera de este contexto, y en el ámbito
amoroso, solamente se da en un caso que implica al mismo personaje masculino con la
prostituta Palana.204 Esta vez este tratamiento de familiaridad lo emplean de forma recíproca
los dos miembros de la pareja, y desde la primera cena, pero en el caso de Quincia hacia
Pandulfo en esa primera escena es un insulto: mi hermano papienco. Será en las últimas
escenas en las que estos personajes interaccionan que encontremos las otras dos ocurrencias
con posesivo, con los personajes ya casados y con su matrimonio consumado.
VIDA es otro de los tratamientos que aparecen con mayor frecuencia como combinaciones de
otros que por sí solos (1%). De esta manera se encuentra en la forma de mi vida (2) en boca de
Pandulfo. Aparece también en combinación con SEÑOR>ENTRAÑAS, señora de mis entrañas y de
mi vida, y con cierta frecuencia (3%) con la fórmula DESPECHO>VIDA se repite en varias
ocasiones por parte del mismo criado y con diferentes combinaciones (con ÁNGEL y SEÑOR) y
con tratamientos complejos: despecho de la vida (2); despecho de la vida que bivo; mi ángel,
203 La editora del texto explica: “según I. Monk […] indocumentado; presumiblemente lo mismo que
papenco, sinónimo de papanatas: «hombre crédulo o demasiado cándido y fácil de engañar»” (pág.
126).
204 En efecto parece tratarse de un tratamiento que marca pertenencia de grupo, pues se utiliza en el
corpus también fuera del ámbito amoroso en muchas ocasiones, por ejemplo, entre criados, entre
prostitutas, entre los despenseros, etc. También de Polandria y Poncia hacia Filínides, pero de él las dos
reciben señora. Destacamos como ejemplo por su valor ilustrativo de la función de acercamiento
estratégico que tiene en los varios tratamientos con esta base léxica que Pandulfo dirige al negro
Zambrán al que tiene miedo.
84
despecho de la vida que vivo y despecho de la vida, señora. Todas ellas son formas de alto
contenido afectivo y amoroso.
El tratamiento AMIGO que forma el 3% de los que se intercambian en este contexto social, tiene
la particularidad de que sólo se da en una dirección: de mujer a hombre. Encontramos cuatros
amigo, dos en boca de Poncia y dos de Quincia, que dirigen a sus parejas. En el resto del
corpus en el ámbito amoroso se dan otros seis tratamientos con AMIGO, y en todos ellos son
hombres los que lo reciben.205 Parece que esta designación tiene una restricción de uso,
probablemente por el significado de concubina o ligado a la prostitución que parece tener
según diccionarios de la época.206
CORAZÓN (3%) concurre como complemento de SEÑOR, xeñora de mi coraçón, y por sí solo (2%),
mi coraçón (3). Se trata de otro de los lemas evidentemente relacionados con el ámbito
amoroso. Es de por sí afectuoso y aparece en todas sus ocurrencias con el posesivo. Pandulfo
le dedica a Quincia dos mi coraçón y otros será para Boruca, la que también recibe xeñora de
mi coraçón. Todos estos tratamientos con alto grado de afectividad se encuentran asociadas a
secuencias de declaración amorosas (3) y a una petición de información, lo que puede explicar
la afectividad en los cuatro casos.
ENTRAÑAS, un lema relacionado con el anterior en el sentido de que ambos se refieren a partes
internas del cuerpo, y por lo tanto, ligados con el ámbito de una intimidad e implicación
emocional muy marcada,207 a diferencia de CORAZÓN parece propio de las clases más bajas, al
menos en este corpus, ya que sólo se da en dos ocasiones más fuera de este contexto social
entre personajes marginales. En este grupo se da por sí solo en dos ocasiones (1%), entrañas y
mex entrañas, y combinado con señor: señora de mis entrañas (3) y señora de mis entrañas y
de mi vida.
Esta base léxica se da en varios de los casos asociada a secuencias de declaración amorosa, y
en dos ocasiones en cartas destinadas a Poncia y a Boruca. No aparece como tratamiento en
este corpus de mano de Pandulfo, pero este personaje lo recomienda a su amo Felides como
adecuado en las cartas amorosas208. Este tratamiento está escrito de mano de Sigeril, pero
todas las demás ocurrencias son de Pandulfo o Zambrán, es decir, los personajes de inferior
205 En el corpus, fuera del contexto amoroso encontramos amiga en tratamientos en la Segunda
Celestina entre Celestina y Zenara amiga, y de Polandria a Poncia Poncia, amiga fiel cuando le aconseja
sobre lo que debe hacer. También amigo, entre Suplicio y Vitoriano, entre otros.
206 Ver el capítulo recopilatorio (5) donde se estudiará este asunto con más detalle.
207 En relación al corazón y otros órganos internos asociados a emociones, Dworkin (2006:73) “Como se
ve en la historia del esp. corazón (y sus cognados romances, además del ing. heart) la evolución
semática de las partes internas del cuerpo puede reflejar asociaciones de emociones o rasgos del
comportamiento humano a tribuido a tales órganos”. Recuerda también que en rumano la palabra para
corzón, inimă, representa una evolución metonímica de del latín ANIMA `alma´, precisamente dos formas
que en la tradición amorosa se relacionan con el lugar donde se deposita el amor. Sharifian, Dirven, Yu y
Niemeyer (2008) hacen una revisión de la conceptualización de órganos internos en diferentes lenguas.
208 Ver apartado que explica esta recomendación y compara dos cartas que recibe Polandria, una escrita
por Felides y otra por Pandulfo haciéndose pasar por Felides precisamente por pretender ayudar a su
amo poniendo en práctica los consejos que éste ha desoído convencido de que le ayudarán en su
intento de conquista de la joven (epígrafe 2.1.1.2.3).
85
condición de todos los de este grupo. Esto parece indicar que efectivamente se trata de un
lema marcado socialmente.209
GENTIL HOMBRE será una forma que utilice Quincia para dirigirse a Pandulfo en las despedidas.
Esta forma de deferencia se da en otros contextos, tanto altos (1) como bajos (6), incluyendo
los dos tratamientos que recibe el mozo de espuelas.
En este contexto social no se dan muchos insultos. La forma VELLACO (1%) es una de ellas, que
se formaliza como veliaco y don veliaco. Ambos tratamientos se los dirige la negra Boruca a su
pretendiente Zambrán. El otro insulto producido en el grupo de los personajes dependientes
es el de doña puerca escopetera que Turpedio dedica a Doresta en un momento de enfado.
Aquí se encuentra de nuevo el elemento sarcástico de don/doña que refuerza el valor negativo
que ya se ha comentado. Doña puerca escopetera es uno de los únicos tratamientos
insultantes que un hombre dirige a una mujer en este corpus.210 En las relaciones amorosas es
muy habitual que las mujeres insulten a los hombres que las requieren de amores y que
intentan propasarse, pues son ellas las que tienen la obligación moral de detenerlos para
proteger su honra.211 Estos insultos cumplen con el decoro y son incluso necesarios. Sin
embargo, que un hombre se lo dirija a una mujer sí sale fuera de lo común: lo que ocurre en
este caso concreto es que la relación entre estos criados se basa en que Turpedio, criado del
hermano de Febea, ha querido cortejarla probablemente con la intención de acercarse a la
casa de la joven para saber más sobre las relaciones que su amo y él sospechan que tiene con
Himeneo. Sin embargo, aunque ella sí tiene afición por él, como nos revelará Febea al final de
la obra, probablemente él no tenga ningún interés real por ella. Además, su interacción se da
después de la que la criada tiene con Boreas, por el que también tenía afecto, y con el que ya
ha quedado en verse. Quizá precisamente esto explique la evolución en la conversación (y en
los usos nominales) entre estos criados: Turpedio se acerca con actitud lisonjera empleando
uno de los tratamientos más afectivos y elaborados del corpus, señora de mis secretos, por
tanto la muy hermosa Doresta212, después le dirigirá otro que dista mucho de la afectividad del
primero, señora, y el tercero será el insulto comentado. En este sentido, el insulto ni siquiera
se da en una situación de amor fingida: la relación entre los dos se ha renegociado, y de una
situación de cortejo (aunque ésta fuera fingida), se ha pasado a una pelea abierta. Por ello, en
términos estrictos este tratamiento no pertenece al ámbito amoroso.213
209 Se trata de una forma presente en la lírica popular tradicional y actual, como demuestra el flamenco
actual.
210 Hay insultos sin acompañamiento de tratamiento nominal en boca de Pandulfo hacia Palana,
Centurio a Areúsa y Crito a Elicia.
211 Como ya se ha comentado en el apartado de descripción de los usos de personajes de nivel alto
(2.1.1.1.1.1).
212 Hablaremos más adelante sobre las relaciones amorosas fingidas, que muchas veces pueden mostrar
comportamientos y usos como reflejo fiel de lo esperable en situaciones reales parecidas precisamente
por el intento de emularlas. En este tratamiento enormemente afectivo parece haber un intento por
parte del emisor de crear una intimidad y acercamiento con la criada de Febea con una finalidad
estratégica.
213 Sin embargo, no se ha mantenido en el corpus, como tampoco hemos extraído el resto de la
conversación, por un motivo: la decisión con respecto a qué parejas se analizan se ha tomado con
respecto a las parejas que mantenga, hayan mantenido o mantendrán en el futuro una relación
86
De una sola ocurrencia son también: rostro hecho de flores, perla de oro y galán. La alusión a la
belleza de la amada es muy habitual en el ideario amoroso de todos los tiempos, de la misma
manera que la identificación con la naturaleza. En perla de oro, además se combinan la
cualidad de rareza y unicidad con el del valor del metal precioso. Ambas imágenes son muy
frecuentes en el ámbito amoroso en descripciones de la belleza de la amada.214 Estos dos
tratamientos se dirigen a Quincia.
El tratamiento galán se lo dirige Doresta a Boreas en su encuentro en la Comedia Himenea.
Este tratamiento forma parte del universo de los enamorados. Covarrubias explica esta
asociación como que se llama así al “que anda vestido de gala, y se precia de gentil hombre: y
porque los enamorados de ordinario andan muy apuestos para aficionar a sus damas, ellas los
llaman sus galanes y comunmente dezimos, Fulano es galan de tal dama”215.
La forma sólo se repite una vez más en el corpus en este contexto amoroso, y lo hace entre
personajes de bajo calado social pertenecientes al ámbito marginal. En efecto Bañón asocia
galán al lenguaje de germanías (2001:11), por lo que habría que revisar más textos para
comprobar si este tratamiento está adquiriendo una marca social. Los contextos en los que
parece darse, están asociados en un caso a una explicación y a un reproche en el otro,
contexto en el que también se dará DAMA. Alonso Miguel (2007:22) se refiere al vocativo dama
como un “viejo término cancioneril” que aparece en los sonetos amorosos con menor
frecuencia que otros que cita, como el nombre propio, señora o señora mía o pastora, por
supuesto sin estas connotaciones.216
Al observar estos datos teniendo en cuenta qué personajes han intercambiado cada uno de
estos tratamientos, se ve que no todos son igual de creativos y afectivos en cuanto al empleo
de estas formas. Por ejemplo, Boreas y Doresta utilizan pocos tratamientos en sus
interacciones, y los prefieren no marcados afectivamente, siempre SEÑOR o NP salvo un caso en
el que Doresta se dirige a Boreas como galán. Estos personajes tampoco suelen añadir otros
rasgos afectivos a sus designaciones, sólo él se sirve del posesivo y en un porcentaje bajo.
Los criados Sigeril y Poncia utilizan un mayor número de tratamientos, pero en sus elecciones
siguen un esquema parecido al de los criados de la Comedia Himenea: preferentemente lemas
no afectivos (SEÑOR y algún NP), pero también algún tratamiento como el que hemos
considerado de pertenencia de grupo, amigo (2), o combinados con SEÑOR, señora de mis
entrañas y señora de mi alma, estas dos últimas ocurrencias en una carta. Son los únicos
ejemplos de complementación en tratamientos por parte de esta pareja, entre quienes
también son escasos los posesivos como ocurría con Boreas y Doresta.
amorosa. Por ello, esta pareja tiene que formar parte de los personajes estudiados. Además, sirve como
punto de comparación con otras relaciones del corpus.
214 Manero Sorolla (1990:469 y ss.) analiza esta imagen en el petrarquismo y dice que también se da
fuera de esta corriente en relación a partes del cuerpo de la amada. Alonso Miguel dedica un artículo a
“perlas y rubíes”, en el que comenta que en el s. XV. estas imágenes, incluso por separado, eran poco
frecuentes (2010:27).
215 Covarrubias 1611a, tomado de NTLLE.
216 Se trata de un estudio que se ocupa de la segunda persona en los sonetos de amor en el que se
refiere a algunas de las formas que se emplean en estas composiciones para apelar a la amada.
87
Turpedio y Doresta no coinciden en sus usos con la pareja que forma esta misma criada con
Boreas. En cuanto a presencia de tratamientos en sus interacciones doblan el porcentaje (14%
frente a 31%), y también son muy diferentes las elecciones en cuanto a afectividad: los pocos
tratamientos que se dirigen incluyen formas muy marcadas afectivamente como los opuestos
señora de mis secretos, por tanto la muy hermosa Doresta y el posterior doña puerca
escopetera, reflejo el cambio de actitud que hemos reflejado desde un intento de cortejo de
Turpedio a Doresta hasta un enfrentamiento verbal fuerte.
Nada tienen que ver las dos parejas restantes de la Segunda Celestina. Zambrán y Boruca, en
las pocas interacciones que se dirigen, utilizan siempre tratamientos afectivos: de él a ella
tratamientos cariñosos (también por carta) xeñora de mi coraçón, mex entrañax y mi coraçón,
y por parte de ella los insultos veliaco y don veliaco. Pandulfo y Quincia, entre los que
podemos contar numerosas interacciones, elaboran muchos tratamientos y con una presencia
de afectividad muy alta, como se ha ido viendo, fundamentalmente en las designaciones que
crea Pandulfo, tanto en la elección de los lemas (entre otros DESPECHO, ENTRAÑAS, ALMA, VIDA,
PERLA, ÁNGEL, CORAZÓN, AMOR y AMIGO por parte de Quincia) como en cuanto a otros rasgos de
afectividad como el posesivo, el complemento del nombre e incluso con combinaciones de
lemas en muchos casos.
Los datos muestran que las elecciones de estos personajes contrastan con las de los
personajes de niveles sociales altos. Esto parece reflejar que la cortesía de los estamentos
altos se basa en un sistema más represivo en la expresión de los sentimientos217 frente a la
libertad de los estamos más bajos. En este sentido se relacionan los conceptos de la escuela
japonesa de discernimiento más propio de los grupos superiores, que tienden a guardar más
un decoro, una cortesía218 (no olvidemos la relación de esta palabra con la corte, por tanto,
asociada a los grupos más altos), frente al aspecto volitivo, que se hace presente con más
frecuencia entre los grupos de estratos bajos, lo que no es raro pues estos últimos suelen
tender a la solidaridad en sus relaciones mientras los de grupos superiores a la
deferencialidad.
2.1.1.1.2.3 El mundo de la marginalidad219
En el corpus hay con cuatro personajes que pertenecen al mundo de la marginalidad. Se trata
de cuatro prostitutas, dos de ellas, Areúsa y Elicia, que trabajan con Celestina de la Segunda
Celestina, y otras dos que trabajan bajo la protección de un hombre, su proxeneta. Se trata de
Palana de la Segunda Celestina, cuyo rufián es el criado Pandulfo que también traba relaciones
con Quincia, una criada, y Sebastiana del paso de El rufián cobarde. Las prostitutas en la
Segunda Celestina se emparejarán cada una de ellas con tres clientes: Areúsa con Centurio,
Sosia y Grajales y Elicia con Crito, Tristán y Barrada.
217 En la línea de la cortesía como represión de la emotividad como en Edward Muir (2001) y Elias (2012)
para la sociedad cortesana como “control de los afectos”.
218 El discernimiento se asocia, en este sentido, al politic behaviour de Watts (2005), es decir, al
comportamiento apropiado socialmente. Explicado en nota en la parte introductoria del capítulo bajo el
epígrafe 2.
219 Se toma también este término de Ladero Quesada (1990:115).
88
La presencia de tratamientos en este grupo es de las más bajas, con un 32%, y sólo supera al
grupo de prostitución cortesana. La afectividad, sin embargo, se diferencia más de este grupo,
contando con un 34% de tratamientos catalogados como afectivos, y con un porcentaje del
28% de tratamientos de lemas marcados afectivamente.
Lema Total Ocurr. BAJO Marg
0 903 260
SEÑOR 272 73
SEÑOR-NP 25 9
AMOR 21 9
NP 30 6
GENTIL HOMBRE 7 4
ALMA 12 3
AMIGO 7 3
DESGRACIADO 3 3
AMIGO-NP 2 2
MUJER 6 1
HERMANO 9 1
OJOS 7 1
SEÑOR>ALMA 5 1
DESPECHO>VIDA 4 1
SEÑOR>ENTRAÑAS 4 1
ENTRAÑAS 3 1
VIDA 4 1
GALÁN 2 1
AMOR+NP 1 1
AMOR+DESPECHO>VIDA 1 1
DAMA 1 1
DESLAVADO 1 1
DESPECHO>CONDICIÓN 1 1
DUEÑA 1 1
NP+AMIGO 1 1
PESAR>TAL 1 1
RUFIÁN 1 1
Tabla 6. Lemas empleados en el grupo social marginal
Este grupo no se diferencia del resto en cuanto a SEÑOR como el lema más presente en los
tratamientos que sus personajes intercambian. Aparece por sí solo, como de costumbre, en la
mayoría de sus ocurrencias (54%). De dan en los textos con forma de señora (56), señor (16),
señora mía (2), señor mío y señora hermosa. La diferencia entre hombres y mujeres es
evidente: ellos se sirven de estos tratamientos muchas más veces.220 En este contexto el nivel
220 Esta diferencia no cuenta sólo para los usos con SEÑOR, sino para todos los tratamientos nominales:
en el grupo marginal los hombres tienen una presencia de tratamientos del 36% frente al 17% de las
mujeres.
89
de complementación y de inclusión de posesivos en las designaciones no parece muy alto, por
lo que parece que la marcación amorosa no es muy habitual.
La complementación de SEÑOR con otros lemas es relativamente frecuente con el NP (7%) y
mucho menos con formas más afectivas y relacionadas con el ámbito del amor como ALMA
(1%) y ENTRAÑAS (1%). Las formas señor-NP son señora Sebastiana (3), señor Sigüença (2), señor
Tristán (2), señora Elicia y señor Crito.
De otro lado, señora de mi alma como señora de mis entrañas, formas relacionadas con el
ámbito amoroso, se dan fuera de este contexto en cuatro y tres ocasiones respectivamente,
todas ellas en el ámbito de los criados.
El NP, presente en el 19% de los tratamientos del ámbito marginal, forma el 4% de ellos:
Centurio (2), Sebastiana, mi Sosia, Sigüença y Pandulfo. Aquí se encuentra uno de los pocos NP
sin combinación que incluyen un posesivo. Sin duda estamos ante una estrategia de Areúsa
que crea un tratamiento cercano para predisponer a su favor a su interlocutor al que le está
formulando una petición.
Este elemento se combina además de con el mencionado SEÑOR, con la forma de pertenencia
grupal AMIGO en un porcentaje del 2%: como AMIGO-NP, amigo Sigüença y amigo Sosia y
NP+AMIGO, Sosia, amigo y con uno de los lemas por excelencia del ámbito amoroso, AMOR (1%),
en la estructura AMOR+NP mi amor, Sosia.
Estos dos lemas se repiten en otros tratamientos. Por su parte, AMOR es la base léxica única del
7% de las ocurrencias: amores míos (3), mi amor (3), amores, amores míos y amor. Esta base
léxica también concurre con la estructura DESPECHO>VIDA, amores, despecho de la vida. Se da
una mayor frecuencia del lema en plural, tal y como habíamos observado en otras clases
sociales bajas.
En este caso la distribución de uso entre hombres y mujeres es similar: ambos sexos los
utilizan. En sus combinaciones aquella que se combinaba con un lema afectivo y relacionado
con lo amoroso, amores, despecho de la vida, está en boca de un hombre, y el combinado con
un lema en principio no marcado afectivamente, el NP, aunque se trata también de una forma
marcada afectivamente, mi amor, Sosia lo produce una mujer.
Por otro lado, la forma que parece expresar pertenencia de grupo, AMIGO, se da como base
léxica única en un porcentaje del 2% en este grupo, en los tratamientos amigo (3) que Palana
dirige a Pandulfo tanto en momentos en los que predomina la cortesía positiva, como asociado
a una secuencia de declaración amorosa, como en respuesta a amenazas.
Gentil hombre (4) es el tratamiento que Elicia dirige a Barrada en diversas situaciones (en
saludos, rechazos de órdenes y reproches). Constituyen el 3% del total de tratamientos de este
grupo, y se da en tres ocasiones más en este corpus en boca de la criada Quincia y de Febea,
de estrato social alto. Con él no tiene confianza, ni quiere tenerla: Celestina la empuja a que
entable una relación con él y ella intenta resistirse. Quizá recurre a esta forma deferencial por
la falta de confianza, quizá incluso se trate de un distanciamiento para con él, que por otra
parte, no es muy afectivo en los tratamientos que le dedica: todos ellos se basan en el
deferencial señora, y un solo caso recurre al posesivo, señora mía, o al complemento del
90
nombre, señora hermosa, para formular tratamientos amorosos. Precisamente el señora
hermosa acompaña al saludo que le devolverá la prostituta con un gentil hombre.
En este contextos también las mujeres insultan a los hombres. DESGRACIADO (2%) se repite en
tres tratamientos: desgraciado (2) y el desgraciadazo de Areúsa a Centurio y a Grajales. En el
último se observa también el único sufijo de este tipo del corpus.
Deslavado, también por parte de Areúsa hacia Grajales asociado a un reproche.
Pandulfo recibe de Palana rufián, un tratamiento que define su papel con respecto a ella, pero
que aquí es insultivo. En este caso los personajes discuten durante casi toda la escena que
comparten, y ella recibirá de él durante su pelea el tratamiento negativo pesar de tal y el
segundo insulto del corpus dirigido a un personaje femenino: mala muger.
En el corpus hay otros lemas de una sola ocurrencia en este grupo: DESPECHO>CONDICIÓN, DUEÑA
y DAMA. El primero de ellos, despecho de la condición, va dirigido a Areúsa de parte de
Centurio.
Dueña y dama están en boca de Pandulfo, que se los dirige a Palana en situación de una
pregunta y como reacción a un reproche: ella se ha quejado de que la trata como a una
esclava, y él en respuesta le llama dama.221 Bañón (2001:17) asocia esta base léxica al
“estereotipo de persuasión amorosa”, pero recuerda que este término era uno de los términos
ambiguos para denominar a una prostituta. Quizá Pandulfo juega con el doble uso amoroso
como réplica categorial a GALÁN de forma más o menos burlesca, como décalage lúdico,222 y en
el sentido de prostituta. De ser así, ambos personajes se estarían insultando por su
designación casi referencial: mala muger, dama y rufián.223
También merece la pena aislar a los personajes del ámbito de la prostitución para analizar de
un lado a unas prostitutas que se relacionan con sus rufianes, y, de otro, a otras en sus
relaciones con los clientes para comprobar si se dan diferencias sustanciales.
En efecto, como muestra el siguiente gráfico, unos y otros grupos muestran un
comportamiento muy diferente en cuanto a la inclusión (o no) de tratamientos nominales en
sus interacciones:
221 Se dan fuera del ámbito amoroso ocurrencias burlescas de este tratamiento de Pandulfo sobre
Poncia “¿Quiere también filosofías como su señora, la dama?” (pág. 406). También Areúsa sobre Palana
“será la dama Palana” (pág. 232)
222 Traverso (2006:114) y Kerbrat-Orecchioni.
223 Herrero Ruiz de Loizaga (2013:168) apunta mala mujer como sinónimo de prostituta en su estudio
sobre los insultos en ls obras dialogadas. En (2013:169) cita rufián en el dominio para crear insultos de
las profesiones deshonrosas.
91
Tabla 7. Presencia de tratamientos según grupo social marginal (desglosado)
Las prostitutas con sus clientes tienen unos usos en cuanto a frecuencia de utilización de los
tratamientos más cercanos a los del promedio. Aquellas que se relacionan con sus rufianes
registran una utilización mucho más baja de estas designaciones al interlocutor. En cuanto a la
afectividad de los tratamientos, también la diferencia es muy marcada:
Tabla 8. Afectividad de tratamientos según grupo social marginal (desglosado)
En efecto, los tratamientos entre las prostitutas con sus clientes muestran un porcentaje de
tratamientos marcados con afectividad muy bajo, el más bajo en comparación al resto de
grupos,224 frente a aquellas que tratan con sus proxenetas, que se alejan enormemente del
promedio. Los usos de los tratamientos nominales cambian radicalmente en este grupo: la
presencia es de un 25%, el porcentaje más bajo y que más se aleja de la media general, y la
224 Recordemos: ALTO (45%), ALTO Cort (30%), ALTO-BAJO (33%), BAJO No Dep (43%) Y BAJO Dep (54%).
BAJO Ruf
BAJO Client
25% 35%
75%
65%
Presencia de tratamientos según grupo social
marginal (desglosado)
Tratamientos Ø
BAJO Ruf
BAJO Client
69%
24%
31%
76%
Afectividad de tratamientos según grupo
social marginal (desglosado)
Afectivo No afectivo
92
afectividad en los tratamientos está muy presente, en un 69% de los casos, llegando a doblar la
media y alejándose de los usos de los demás grupos de personajes. Por tanto, se trata del
grupo que menos tratamientos utiliza, pero sin embargo también el que más afectivos los
produce.
La elección de lemas es también muy diferenciada entre uno y otro grupos:
Tabla 9. Afectividad de tratamientos según grupo social marginal (desglosado). Afectividad léxica
De hecho, estos valores con respecto a las elecciones léxicas en los tratamientos acercan a
grupos tan alejados socialmente como la prostitución (con los clientes) con el grupo de nobles
y patricios urbanos.225 En este sentido habrá que ver cuáles son las razones para que esto sea
así. Además, estos usos parecidos se basan sólo en las elecciones léxicas, para los que el grupo
de nivel superior registra un porcentaje de tratamientos con lemas afectivos del 20% y el de
origen social inferior un 18%, pero no es así en cuanto al porcentaje definitivo de afectividad
en los tratamientos, es decir, una vez que se añade a las bases léxicas rasgos que los
convierten en marcados afectivamente. En este sentido los personajes clasificados como altos
presentan un 45% de afectividad frente al 24% de las prostitutas y sus clientes. Estas
diferencias de uso también tendrán que ser revisadas más a fondo.
Quizá en este sentido podamos pensar en los usos más protocolarios y “dados” y menos
afectuosos de los nobles, que siguen la norma convencional (de restricción de la emotividad),
frente a una ausencia de cariño o de la necesidad de expresión afectuosa en los que traban un
tipo de “amor” con interés comercial. Quizá una hipótesis a barajar sea que ambos grupos se
basan en un código amoroso compartido, pero por razones diferentes: en el ámbito de la
prostitución el código amoroso que se finge puede ser precisamente el mismo de los
225 La presencia de lemas marcados afectivamente en los tratamientos en los diferentes grupos sociales
tienen los siguientes porcentajes: ALTO (20%), ALTO Cort (13%), ALTO-BAJO (29%), BAJO No Dep (30%) Y
BAJO Dep (44%).
BAJO Ruf
BAJO Client
62%
18%
38%
82%
Afectividad de tratamientos según grupo
social marginal (desglosado).
Afectividad léxica
Afectivo No afectivo
93
personajes de elevada condición social, lo que explicaría el parecido de los usos en el ámbito
social más alto y el de la prostitución.
El grupo de las prostitutas con los clientes rompe la tendencia que hemos ido viendo de
aumento de afectividad en correlación con la disminución de la consideración social de los
grupos. Habrá que investigar con más detenimiento los usos de las prostitutas de diferente
tipo en sus relaciones con clientes y rufianes, lo que haremos en el siguiente capítulo, además
de indagar en estas similitudes por un lado y diferencias por otro con el grupo de prostitutas y
sus clientes y los nobles y patricios urbanos.
2.1.1.1.3 Alto-bajo226
Esta categoría social sólo la representan las interacciones de una de las parejas. Se trata de los
protagonistas de la Tragicomedia Don Duardos cuando el hombre aparece bajo el disfraz de un
hortelano sin que su interlocutora sepa su verdadero origen social, aunque en varias ocasiones
sospeche que se trate de alguien más elevado de lo que parece por sus vestimentas. En estas
interacciones la presencia de tratamientos es del 35%, es decir, muy cercano al promedio
general. En cuanto a la afectividad de los tratamientos que aparecen, estos registran un 33%,
el más bajo de los tres grandes grupos sociales.
Sin embargo, en cuanto a la elección de lemas marcados afectivamente, el porcentaje sitúa a
estos personajes por encima del nivel social superior (19%) y pero por debajo de los de nivel
bajo (35%).
Lema Total Ocurr. ALTO-BAJO
0 903 45
SEÑOR 272 11
NP 30 5
DIOS 5 2
ALMA 12 1
GUERRERA 1 1
HOMBRE 8 1
PRINCESA 1 1
REINA 1 1
VIDA 4 1
Tabla 10. Lemas empleados en el grupo social
Una vez más el lema más empleado para crear tratamientos es SEÑOR, que construye el 46% de
los que estos personajes se intercambian. Sin embargo, en este caso la distribución sexual es
muy clara: sólo se encuentran en una dirección, del hombre a la mujer, o lo que es lo mismo,
226 No hay que olvida que la situación de este contexto es especial, pues el receptor de la obra sí sabe
que los personajes sí pertenecen a una misma escala social.
94
del personaje de menos escala social a su superior. En este sentido podemos observar también
que, frente al uso más frecuente de las designaciones que hace Julián/Duardos para dirigir a
Flérida (47%), la infanta incluye muchas menos veces tratamientos en sus interacciones con el
hortelano (sólo en un 19% de ellas). En este caso parece tratarse de un reflejo no sólo de
diferencias de orden sexual, como veremos que se dan en este mismo sentido en el apartado
dedicado a la distribución sexual, sino de una jerarquía social e incluso laboral, pues el
supuesto hortelano trabaja en los jardines de la hija del emperador. Por ello, es habitual de un
lado la ausencia de tratamiento hacia la persona empleada, y de otro lo es el que las
designaciones que se intercambien sean el NP del superior al inferior y SEÑOR del inferior al
superior. En este sentido, los intercambios señora-Julián, son los esperables para este tipo de
relación, así como la frecuencia de cada uno de ellos, señora (10) y Julián (5). Así, el 21% de
ocurrencias con NP son todas referidas al hortelano y ninguna a Flérida, una de las diferencias
más claras de este grupo frente a los de contextos sociales simétricos en los que señor y NP se
encuentran en las dos direcciones, tanto de hombre a mujer como de mujer a hombre.
Sin embargo, debido a que esta obra literaria introduce otro aspecto en la relación entre estos
personajes, el amor, vamos a encontrar una serie de tratamientos que no corresponden con lo
habitual o incluso adecuado en este tipo de relación asimétrica laboral. Nos referimos a los
tratamientos con bases léxicas como DIOS, ALMA, VIDA, GUERRERA, REINA y PRINCESA.
Todos ellos remiten al ámbito de lo afectivo, o bien por su propia naturaleza afectiva, como
ALMA y VIDA, o por su uso afectivo como es el caso de DIOS y REINA. También lo es el tratamiento
que se basa en PRINCESA, ya que, a pesar de tratarse de una designación adecuada por ser
Flérida una princesa real (es la hija del emperador), el tratamiento es milagrosa princesa
divinal, lo que remite a un contexto celestial con el que el personaje juega en diversas
ocasiones, como hemos visto, tanto bajo el disfraz como sin él. Diesa mía y reina serena entran
también en este universo de lo amoroso, en el que es habitual que el amante se ponga en
situación de inferioridad con respecto a su amada.
En los tratamientos que la pareja Duardos-Flérida se intercambia cuando el príncipe está
disfrazado de noble se ha observado una inclinación por las formas que designan títulos, lo que
responde a una voluntad deferencial hacia la interlocutora.
La implicación afectiva de los tratamientos como alma mía (2) o vida mía, también es evidente,
como su relación con el contexto amoroso.
El en principio no afectivo lema GUERRERA por tratarse de una ocupación también está usado en
sentido afectivo, ya que con mi guerrera troyana relaciona metafóricamente a su amada con
el conocido mito.
Los rasgos afectivos en estos tratamientos como la inclusión de posesivos o de complementos
del nombre se asocian en todos los casos a los tratamientos ya afectivos aumentando su nivel
de cercanía y familiaridad. Llama mucho la atención este alto grado de acercamiento,
especialmente en un tipo de relación asimétrica, lo que nos ha llevado a observar en qué
momentos se dan este tipo de tratamientos. En efecto, y como se verá más adelante con más
95
detalle227, el momento en que se dan todos ellos prueba que se deben a un cambio en la
situación amorosa, pues todos los afectivos se dan en el cuarto encuentro en el pomar,
momento en el que a Flérida ya le han administrado el bebedizo amoroso y que corresponde
también con el momento en el que abre su corazón y declara su amor de forma más abierta a
su amada.
Es también en este cuarto encuentro cuando Flérida deja por primera y única vez el NP hacia
Julián/Duardos y utiliza el tratamiento hombre para dirigirse a él, quizá ya enfadada y
desesperada por saber la verdadera identidad de Julián:
FLÉRIDA: ¡Oh, hombre! ¿No me dirás, /pues que me quieres servir, /quién tú eres?
/Dímelo a mí no más; /ya sola te lo quiero oir, /si quisieres. / (pág. 251)
No se debe olvidar que realmente se trata de un noble disfrazado, que además levanta
sospechas por su forma de hablar, por lo que podríamos pensar que el personaje tampoco se
termina de adecuar a los usos propios de la condición que finge tener en cuanto a
tratamientos nominales. Sin embargo, además de por las cuestiones concernientes a los
cambios en la situación amorosa por los que pasan, los usos de esta pareja se muestran muy
diferentes al compararlos según la adscripción social supuesta de los personajes en cada
momento. Esto es así desde el tratamiento pronominal, pero también en el nominal, como se
describe en el apartado siguiente en el que se demostrarán estas diferencias sociolingüísticas.
2.1.1.2 Demostración de las diferencias sociolingüísticas
Comprendiendo que las diferencias de elección de tratamiento pueden deberse a las
preferencias estilísticas de los autores, se compararán los usos de algunos personajes en la
misma obra con diferente origen social para comprobar que sí se dan diferencias
sociolingüísticas en el empleo de los tratamientos nominales. Para ello se han elegido dos
obras en las que los datos al respecto son elocuentes. En el primero de los casos la
Tragicomedia de don Duardos nos brinda a un personaje protagonista que con el recurso del
disfraz ofrece un ejemplo de relación simétrica y otro de asimétrica, así como una tercera
forma de relacionarse con su amada Flérida a través de los soliloquios; es decir, los casos de
deixis in absentia. Se comprobará que en las diferentes situaciones el uso de tratamientos,
incluido el tratamiento pronominal cambia, lo que prueba que van parejos como
representación lingüística de una relación social.
De otro lado es interesante comparar las parejas de criados de la Segunda Celestina, que,
como hemos dicho, tienen una caracterización y tratamiento en la obra muy diferente: Sigeril y
Poncia, criados superiores y más cercanos a sus amos, Pandulfo y Quincia, como inferiores, y
227 En el siguiente apartado de la demostración de las diferencias sociolingüísticas (2.1.1.2).
96
Zambrán y Palana, los negros, son los más bajos en la escala social, lo cual no sólo se refleja en
su habla sino en su comportamiento.228
Las diferencias en el empleo de los tratamientos nominales no se limitan a razones
sociolingüísticas, sino también a condicionamientos pragmáticos, como veremos en el cuarto
capítulo, y al momento que cada pareja está viviendo. Por ello en el próximo apartado se
dedicarán unas páginas a la situación amorosa de cada una de las parejas y se estudiarán los
tratamientos agrupados por las diferentes situaciones amorosas en las que se producen con el
fin de determinar si existen tales diferencias.
2.1.1.2.1 Motivo del disfraz: El caso de Don Duardos
En la Tragicomedia de Don Duardos aparece el motivo del disfraz: Duardos, príncipe de
Inglaterra, llega a la corte del emperador Palmerín de Constantinopla. Por consejo de Olimba,
se viste en “paños viles” y se hace pasar por hortelano para acceder a Flérida, hija del
emperador e intentar enamorarla sin que influya en ello su posición social. El disfraz permite
analizar un poco más allá los usos en cuanto a tratamientos que se dirigen entre sí la pareja
protagonista: podemos comparar las interacciones en las que Duardos se comporta como
noble (al principio de la obra, como noble no identificado, y al final, vestido como príncipe229) y
en las que actúa como hortelano, haciéndose llamar Julián. También analizaremos los
momentos en los que Duardos se dirige a Flérida in absentia, es decir, cuando ella no está
presente.
228 Nos referimos a la caracterización de los personajes por su moralidad, por ejemplo en su
comportamiento cercano a lo marginal con sus visitas a la prostituta Palana o su simpleza, que se
muestra en la carta que escribe a su amada aquejándose de males de amor. Frente a la de Felides,
repleta de abstracciones, Zambrán se refiere a problemas bien lejanos a los abstractos, pues enumera
los males físicos que le provoca el amor como la falta de sueño o de hambre. A este respecto Baranda
Leturio (Silva 1988:69) habla de una “degradación formal” en las cuatro cartas que escriben Felides,
Sigeril, Pandulfo haciéndose pasar por su amo y Zambrán. También Navarro Gala (2002 y 2004a) ha
estudiado las cartas en la Segunda Celestina, y en este trabajo se compararán las cartas que recibe
Polandria, una de Felides y otra de Pandulfo haciéndose pasar por su amo también para probar
diferencias sociolingüísticas en los usos de los tratamientos. (2.1.1.2.3).
229 En este momento también cambia la situación amorosa, pues Flérida ya está enamorada y a lo largo
de la escena se cierra el compromiso entre los protagonistas con la decisión de la infanta de partir con
él. Este cambio en la situación amorosa comienza a hacerse patente en el último encuentro en el pomar.
97
Se observa en las tablas que hay divergencias entre las diferentes situaciones: cuando Duardos
se disfraza de Julián, los tratamientos nominales al dirigirse a Flérida son más ricos que cuando
se presenta ante ella como el noble que es. Como ya se ha comentado, en un primer
momento, en la corte no se presenta, pero se caracteriza como perteneciente a un estamento
alto, en lo que reparan los propios personajes con los que interactúa: de él dice el emperador
que parece más que caballero por sus razonamientos. En esta situación llama a Flérida señora
y recibe de ella tratamientos que se basan en su estatus social elevado y su condición de
extranjero: hidalgo estrangero y noble cavallero. Más tarde, también en el contexto de la corte
y vestido de príncipe, le dirige más tratamientos: señora y señora mía. Sale de ese esquema en
un momento en el que se muestra más cercano a ella llamándola mi alegría en un intento por
tranquilizarla, pues está llorando despidiéndose de los suyos ya que ha decidido partir con él.
Hay que tener en cuenta que en este segundo momento en la corte además de la citada
intención tranquilizadora, ha cambiado la variable de la distancia frente a un primer momento
PRÍNCIPE
DUARDOS FLÉRIDA
Ø (4)
señora mía (3)
señora
alta infanta
mi alegría
mi Dios
Ø (3)
11 3
NOBLE (no identificado)
DUARDOS FLÉRIDA
Ø
señora
hidalgo estrangero
noble caballero
2 2
HORTELANO
DUARDOS FLÉRIDA
Ø (20)
señora (10)
milagrosa señora
mi dios
diesa mía
milagrosa princesa
divinal
reina serena
vida mía
alma mía
mi guerrera troyana
Ø (25)
Julián (5)
hombre
39 31
IN ABSENTIA
DUARDOS FLÉRIDA
Ø (4)
señora (5)
Flérida
Flérida, diesa mía
preciosa diesa mía
diosa mía
rosa del mundo
causadora deste vil oficio, triste, que
escogí
primor de las mujeres, muestra de su
[excelencia la mayor
-
16 -
Tabla 11. Tratamientos nominales entre Duardos y Flérida según la situación comunicativa
98
en la corte donde los personajes eran desconocidos el uno para el otro. También influye su
situación amorosa, pues ahora no sólo están enamorados sino que ya tienen un compromiso:
ella se va a ir con él. Esto explica también la posesivización de ese tratamiento basado en el
lema en principio no marcado afectivamente SEÑOR, que reconvierte la designación en marcada
afectivamente: señora mía.
El Duardos en apariencia de hortelano, es decir, como Julián, es mucho más creativo y
productivo en cuanto al uso de tratamientos. Junto al tratamiento por excelencia, señora (4),
aparecen numerosos designativos marcados afectivamente de superioridad terrenal o
celestial, de intimidad y contextuales: milagrosa señora, reina serena, milagrosa princesa
divinal, vida mía y alma mía, además de mi guerrera troyana, en referencia a la mitología pues
Flérida le acaba de pedir una manzana. Esta profusión de tratamientos se da sólo en el cuarto y
último encuentro en el pomar, pues en los primeros encuentros es más frecuente la ausencia
de tratamiento y los pocos tratamientos que se dan en comparación con aquellos del cuarto
encuentro, son también no marcados afectivamente.230 Aquí Julián declara su amor
abiertamente a una Flérida que ya ha tomado el filtro amoroso y tiene sentimientos hacia el
supuesto hortelano. La declaración del amor se ha estudiado como determinante a la hora de
cambiar el tratamiento pronominal (Moreno González 2002:35) y también los tratamientos
nominales (Rígano 2000:145). Aquí, además, se da una renegociación de los papeles de los
interlocutores después de que Flérida haya tomado el filtro y Julián/Duardos declare
abiertamente su amor: ya no son infanta y empleado, sino dos enamorados.231
Esto prueba una vez más que el contexto, en este caso, la situación amorosa y el tipo de
relación que tengan en términos de poder, además de los actos de habla implicados y las
intenciones de los hablantes, como se verá más adelante, influyen en la frecuencia y elección
de los tratamientos.
De otro lado, el protagonista masculino siempre utiliza la forma tú en los momentos en los que
se dirige a su amada in absentia. Resulta muy significativo este cambio de tratamiento
pronominal: cuando Flérida está presente siempre la trata de vos. Sin embargo, en los casos en
los que no está, y sólo en estos casos, la tutea. Esto hace pensar que en los soliloquios la
relación que se establece con el destinatario es más íntima y quizá incluso más libre en el
sentido que no debe responder a un protocolo por lo que no se da el límite que el decoro de la
cortesía (de la corte) impone a su expresión. Se rompe con los protocolos sociales que
dictarían el uso de un voseo más respetuoso pero también más distanciador al saber que el
destinatario no recibirá las palabras enviadas “in absentia”.232
230 En las 18 interacciones que le dirige entre el primer y tercer encuentro emplea en 6 momentos
señora y en 12 no incluye un tratamiento.
231 Moreno González (2002:35) aporta un ejemplo parecido en cuanto al uso pronominal de El castigo
sin venganza en que Federico trata de vos a Casandra y recibe de ella vos por sus diferencias sociales
(aunque en su caso ambos pertenecen a estamentos altos, el nivel de Casandra es superior, lo que
refleja Federico tratándola de vuestra alteza o vos) hasta que declara su amor abiertamente y pasan al
tuteo recíproco. En el caso de Duardos y Flérida el cambio fundamental es del hombre a la mujer y en
cuanto a los tratamientos nominales y no pronominales hasta que Duardos recupere su vestido de
noble, momento en el que volverán a vosearse recírpocamente.
232 Este uso íntimo del tratamiento pronominal tú recuerda al tuteo celestial sugerido en Hamad
Zahonero (2012:2226-7). Eberenz (2000:98-99) afirma que en las interacciones con Dios en el corpus del
99
De la misma manera, cuando está a solas en los distintos soliloquios y se dirige a Flérida in
absentia, los tratamientos que utiliza se caracterizan por ser más frecuentes, más creativos y
más marcados afectivamente. El nivel de presencia de tratamientos en esta situación es del
75%, lo que supera el promedio general de este personaje hacia su amada, y la afectividad de
estos tratamientos de los soliloquios es mucho mayor a la de los momentos en los que ella
está presente.233 En este contexto le dirige los tratamientos no marcados afectivamente
señora (5) y el en principio tampoco marcado afectivamente NP Flérida, pero que supone un
acercamiento más familiar a su interlocutora con respecto a señora, y que en algún momento
combina con un lema usado afectivamente DIOS y con posesivo, Flérida, diesa mía, lo que eleva
radicalmente el nivel de afectividad del tratamiento. Los otros tratamientos que emplea no
sólo se crean a base de lemas de por sí afectivos, como ROSA, están usados afectivamente
como DIOS, o se trata de tratamientos complejos, sino que además todos ellos aparecen o bien
complementados o con posesivos: rosa del mundo, diosa mía, preciosa diesa mía y los
desarrollados primor de las mugeres, muestra de su excelencia la mayor y causadora deste vil
oficio, triste, que escogí.
Estas diferencias con respecto a los usos de tratamientos nominales y pronominales del
personaje constituyen una muestra de que ejerce una influencia real el que el interlocutor esté
presente, además de la de los parámetros sociolingüísticos, como si Duardos con Flérida in
absentia se dejara llevar, y sin embargo el vestido de noble encorsetase su forma de hablar.
Por lo general, tanto el Duardos hortelano como el de los soliloquios son más imaginativos y
creativos que el Duardos de la corte, al menos el de la primera escena. A pesar de que esta
primera interacción es corta, creemos que en ella se refleja lo que se ha comprobado en el
análisis de los tratamientos según el origen social de los personajes: que efectivamente la
corte y el estatus social de los cortesanos exige unos usos más protocolarios y contenidos,
donde el nivel de afectividad es mucho menor que en otros ámbitos sociales. Sin embargo, hay
que tener en cuenta que también es muy importante el nivel de confianza y familiaridad que
va a aumentando conforme avanza su situación amorosa, por los que en la escena final hay un
aumento de presencia en los tratamientos pero sobre todo en la afectividad de los mismos.
Los usos de Flérida también varían según la apariencia de pertenencia social de su interlocutor,
tanto en cuanto a los tratamientos nominales como a los pronominales: trata de vos al
Duardos de la corte y le dirige tratamientos, pero tutea al Julián/Duardos de la huerta y casi no
se sirve de designaciones del interlocutor para dirigirse a él. La frecuencia de tratamientos en
los diferentes encuentros en situación asimétrica es menor a la del personaje masculino, y las
pocas designaciones con las que trata a su interlocutor son poco variadas y no marcadas
s. XV que estudia siempre se utiliza el tuteo. Ver también Keniston (1937:43) La relación con el tuteo
celestial se hace aquí como sugerencia del parámetro de intimidad que parece darse en los dos casos,
pero también Duardos eleva a Flérida en numerosas ocasiones a nivel divino por varios tratamientos
(diesa mía, mi dios, milagrosa princesa divinal).
233 El promedio general de afectividad en los tratamientos de Duardos a Flérida es de 34%. La media de
presencia de afectividad en los tratamientos en los momentos en los que está Flérida presente es de
23% frente a un 50% en los dirigidos in absentia. En cuanto a la presencia de tratamientos el nivel de
frecuencia con Flérida delante es de 44%, por tanto el margen de diferencia hasta el 75% de los
soliloquios es notable.
100
afectivamente. Estas designaciones se basan en el NP utilizando el nombre de hortelano de
Duardos, Julián (5), y en un caso en el último encuentro en el pomar el tratamiento hombre. En
este momento Duardos/Julián, que insiste en no responder a las preguntas de Flérida sobre su
origen, está declarando su amor. El tratamiento se encuentra en el comienzo de una nueva
petición de que revele su identidad, justo después de haberse dirigido a Artada, por lo que la
presencia de tratamiento tiene aquí la función de marcar el cambio de interlocutor y selección
del destinatario. El tratamiento, que no se vuelve a dar en el corpus, y que le dirige como
exclamación es el único de los que elige Flérida en esta situación de asimetría diferente del
NP.234
Hay que tener en cuenta que lo que tenemos es un caso de jerarquía en la que la infanta se
dirige (o cree dirigirse) a uno de sus empleados,235 por lo que la frecuencia de tratamientos es
menor y el uso repetido del NP es el habitual de ese contexto.236 En este mismo sentido se
explica el tuteo de Flérida a Julián/Duardos, pues su interlocutor es supuestamente de
condición social inferior. Se trata, de hecho, de la única excepción al voseo en el plano
amoroso en la obra.237
De esta manera, los resultados que obtenemos al comparar los usos diferentes que emplean el
Duardos hortelano y el noble parecen permitirnos concluir que las diferencias sociales en
cuanto al uso de los tratamientos son reales, al margen de otro tipo de consideraciones, como
por ejemplo las preferencias estilísticas del autor o de la métrica. Además, se de trata de un
muy claro de la presión del decoro social que, además, es más elevada y restrictiva en las
capas más altas de la sociedad. Con sus usos Duardos ejemplifica a la perfección la teoría de la
cortesía que propone la escuela japonesa (Ide, Hill y discípulos)238 con las diferencias entre el
discernimiento, en la que el protocolo social es el que marca la forma adecuada, y el aspecto
volitivo, que se deja ver en momentos en los que no ella está presente, por lo que tampoco
tiene la presión de la adecuación.
234 Bañón (2001:22) habla de la apelación hombre en contextos recriminatorios.
El CORDE aporta varias ocurrencias de hombre como tratamiento en una búsqueda entre 1499 y 1564,
la mayoría de ellas complementadas: hombre honrrado, hombre desuenturado, hombre miserable,
hombre maluado, hombre de poco valor, hombre peruerso, hombre fingido, hombre desesperado y
hombre de bajo suelo. Sólo en un caso de los Pasos de Lope de Rueda aparece por sí solo, también en
contexto exclamativo.
235 Álvarez Sellers (2013:50) considera que Flérida no se lo termina de creer, “nunca se involucrará en la
mentira”. Sin embargo, las formas que utiliza para tratar con él son diferentes, por lo que si seguimos
esta idea habría que suponer que actúa con él como inferior pero sin creerlo.
236 Se ha estudiado en otros trabajos las formas de tratamiento en relaciones asimétricas laborales en la
época y la conclusión es que lo habitual o no marcado era que las personas en situación de inferioridad
recibieran trato del nombre de pila por parte de sus señores, a los que les correspondía el trato señor-
señora (Iglesias Recuero 2010:378) Esta situación es la que parece darse también en el corpus de este
trabajo en las relaciones aquí no estudiadas entre amo y criado.
Bañón Hernández (2001:74-84) dedica un apartado en su estudio sobre tratamientos en el siglo de Oro
al dominio laboral con respecto a los tratamientos.
237 En el resto de interacciones del ámbito amoroso, en las que el nivel social en las parejas es simétrico,
los personajes siempre emplean el vos.
238 Para ampliar sobre la teoría del discernimiento y el aspecto volicional ver Hill et alii (1986) y Ide
(1989). Esta teoría de la cortesía se ha aplicado a trabajos sobre tratamientos en diacronía en el español
de mano de Moreno González (2002, 2003, 2010).
101
En efecto, al agrupar los usos de cada uno de los personajes agrupados por el momento en el
que aparecen en la obra, lo que nos permite diferenciar las diversas situaciones
sociolingüísticas a nivel de origen social y de poder en el eje vertical, también podemos
apreciar cuestiones ligadas con la distancia de los primeros momentos de la obra y la
familiaridad que los personajes van construyendo, y cuyo punto de inflexión se sitúa asociado
al filtro amoroso que bebe Flérida. En el siguiente gráfico aparecen la presencia de
tratamientos y la afectividad de los que están en boca de uno y otro con diferenciación de
aquellos que se dan en las diferentes escenas. La primera de ellas, corte I, hace referencia al
primer encuentro de los protagonistas, momento en el que la relación entre los personajes es
simétrica, pues ambos están caracterizados como nobles y los personajes se acaban de
conocer, por lo que entre ellos no hay todavía una familiaridad.
Los sucesivos encuentros en el pomar se intercalan con los soliloquios de Duardos. En los
encuentros contamos con la interacción supuestamente asimétrica de los personajes, que a
nivel del eje horizontal evolucionan en la variable distancia/familiaridad, desde el primero de
los encuentros (pomar I), momento en el que parten de ser, otra vez supuestamente,
desconocidos, hasta el cuarto (pomar IV), después de haber tomado el filtro, en el que los
personajes han adquirido una mayor confianza y familiaridad: de hecho, ahora ambos están
enamorados. Por otro lado, los soliloquios se caracterizan por la total libertad para expresarse
del protagonista, que no se ve influido, por ejemplo, por cuestiones de decoro, lo que le
permite dirigirse a ella con una intimidad mucho mayor.
La escena final, etiquetada como corte II, vuelve a mostrar a los personajes en situación
simétrica, pero esta vez la familiaridad entre ellos es mucho mayor, pues se han declarado
(más o menos abiertamente) enamorados el uno del otro, e incluso Flérida dejará su casa para
irse con él.
Gráfica 11. Presencia de tratamientos entre Duardos y Flérida según las diferentes escenas
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Duardos-Flérida
Flérida-Duardos
50% 64%
0%
42% 50% 60% 67%
100%
75%
100% 100%
0% 11% 20%
50%
20%
50%
36%
100%
58% 50%
40% 33%
0%
25%
0% 0%
100%
89%
80%
50%
80%
Presencia de tratamientos entre Duardos y Flérida según las
diferentes escenas
Tratamientos Ø
102
En cuanto a la presencia de tratamientos se aprecia sobre todo una diferencia entre el
personaje masculino y el femenino. A este respecto se cumple lo que se verá más adelante en
el apartado que estudia la variable sexo (2.2): que los hombres en general producen más
tratamientos que las mujeres.239 Los momentos en los que la interlocutora no está presente,
en las interacciones in absentia, también se aumenta notablemente la presencia de las
designaciones apelativas. En esta situación parece natural que el hablante invoque
repetidamente a su amada, especialmente por el contenido pasional de estos soliloquios en
los que el personaje presenta su sufrimiento de amor. Como se puede observar en el siguiente
gráfico, la afectividad de los tratamientos acompaña a estos momentos dramáticos, pues,
durante los soliloquios, la frecuencia de afectividad en ellos se eleva de forma notoria:
Gráfica 12. Afectividad de los tratamientos según las diferentes escenas entre Duardos y Flérida
Una vez más la variable sexo es la más llamativa, esta vez por la ausencia total de afectividad
en los tratamientos de la hija del emperador. En cuanto a los tratamientos de Duardos,
además de la comentada afectividad de los tratamientos in absentia que a Flérida nunca le
llegarán, es interesante observar cómo la afectividad fuera de estos contextos se observa en
dos situaciones señaladas: el último de los encuentros en el pomar y la escena final, en las que
se entiende que la variable del origen social no cuenta tanto como el cambio en la situación
amorosa, pues los personajes ya están enamorados, y los tipos de secuencias en las que se dan
estas interacciones. Por ejemplo, en el pomar muchos de esos tratamientos afectivos están
asociados a declaraciones de amor240 y la escena final, dramática de por sí, incluye momentos
en los que refuerza la implicación emocional e intimidad con Flérida a través del tratamiento
mi dios, en una petición de que le corresponda a su amor por su persona y no su condición
239 Aunque esto depende también de la situación comunicativa y de la intención.
240 Sobre los tratamientos asociados a declaraciones amorosas ver epígrafe 4.2.3.1.
co
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co
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I
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III
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I
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II
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III
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IV
Duardos-Flérida
Flérida-Duardos
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71%
0% 0% 0%
67%
33%
100%
67%
0% 0% 0% 0% 0% 0% 0%
100%
29%
0%
100% 100%
33%
67%
0%
33%
100% 100%
0%
100% 100% 100% 100%
Afectividad de tratamientos según las diferentes escenas
Afectivo No afectivo
103
social, y mi alegría en un momento en el que quiere alegrar a su amada, que está llorando por
separarse de los suyos.
Por todo ello se prueba que las diferencias sociolingüísticas de sexo y origen social son
variables que influyen en la elección de los tratamientos, pero también lo hacen variables
como la distancia y la familiaridad, que en este trabajo de investigación se reflejan en el
capítulo en el que se estudia la situación amorosa de los personajes.241
2.1.1.2.2 Las diferencias sociales de los criados en la Segunda Celestina y su reflejo en
el empleo de tratamientos
Las tres parejas de criados de la obra de Feliciano de Silva representan capas diferentes dentro
del mismo grupo:242 Sigeril y Poncia son más cercanos a sus amos Felides y Polandria mientras
que Pandulfo, mozo de espuelas de Felides, y Quincia, moza de cántaro, representan un nivel
social más bajo. De otro lado, los criados negros Zambrán y Boruca encarnan a una minoría
marginal que viene marcada incluso por sus usos lingüísticos.243
En la Segunda Celestina la forma de expresión de los personajes sirve para diferenciarlos
socialmente y caracterizarlos.244 En este apartado se comparará el uso que hace cada una de
las parejas de los tratamientos nominales para determinar si estas diferencias sociales que se
pueden apreciar en las formas de expresión y la caracterización de los personajes245 también
son visibles en la frecuencia de uso de los tratamientos nominales, así como en su elección,
posesivización y complementación.
En las siguientes tablas se presentan los tratamientos nominales que cada uno de los
personajes dirige a su pareja:
241 Estará reflejada no como variable como tal pero sí en relación a la evolución de la situación amorosa.
242 Baranda Leturio (en Silva 1988: 65) los clasifica como criados principales, inferiores y negros,
clasificación que retoma Navarro Gala (2004).
243 Estos personajes utilizan la llamada “habla de negros” ya comentada.
244 Baranda Leturio (en Silva 1988: 89).
245 La diferencia más evidente es la de Poncia, personaje que a pesar de su corta edad es muy sabia
(según sabemos por Sigeril “eres muy niña para tanta doctrina” p. 456) y representa el modelo moral
incluso frente a los personajes nobles (Baranda Leturio en Silva 1988:65-66), que se dejan llevar por las
pasiones. Otro ejemplo se observa en el contraste entre Pandulfo y Quincia como incapaces de
comprender y valorar la estética poética/epistolar propuesta por Felides, frente a los criados Sigeril y
Poncia que sí las valoran como lo hacen sus amos, como veremos en el siguiente epígrafe. También
presentan diferencias de comportamiento: Pandulfo y Quincia son inferiores en comportamiento a
Sigeril y Poncia. Sin embargo, creemos que a pesar de haber claras diferencias entre Sigeril y Pandulfo y
Zambrán, la superioridad del personaje en el plano moral probablemente se deba a Poncia y no a
Sigeril.245 Así lo manifiesta Baranda Leturio (en Silva 1988:65) en el prólogo de su edición, donde explica
que la moralidad reside en los personajes femeninos “porque se supone que son ellas las que tienen la
obligación moral de resistir el asedio de sus enamorados”.
104
Pandulfo y Quincia aparecen representados en mayor medida y con mucha diferencia que las
otras dos parejas, que sólo comparten escena (o se escriben cartas) en dos o tres ocasiones en
la obra.246 A pesar de que se registran muchas más intervenciones de la pareja de mozo de
espuelas y la moza de cántaro, las muestras de Sigeril y Poncia y Zambrán y Boruca, a pesar de
ser reducidas, dan muestra de diferencias que merecen ser comentadas.
La primera de las parejas, la más cercana a los nobles, se sirve de lemas menos marcados
afectivamente: Sigeril basa todos sus tratamientos en el lema SEÑOR (21), y sólo en dos
ocasiones introduce un complemento del nombre afectivo en ellos, ALMA y ENTRAÑAS, señora de
mis entrañas y señora de mi alma. Los dos tratamientos se da en un contexto determinado,
una carta. Como veremos tratamientos de este tipo los utilizará Zambrán en una carta a
Boruca (xeñora de mi coraçón, mi coraçón y mex entrañax). Se trata precisamente de las bases
246 Pandulfo y Quincia son la pareja con más presencia en el corpus, representando un 17% de las
interacciones. Sigeril y Poncia un 3% y Zambrán y Boruca sólo un 1%.
PANDULFO QUINCIA
Ø (63)
señora (10)
amores míos (6)
hermana (4)
mis ojos (5)
amores (3)
amores de mi alma (3)
mi alma (3)
mi ángel (3)
señora de mi alma (3)
señora mía (3)
mi coraçon (2)
mi vida (2)
señora de mis entrañas (2)
señora hermosa (2)
alma mía
despecho de la vida
despecho de la vida que bivo
despecho de la vida, señora
entrañas
hermana mía
mi ángel, despecho de la vida que vivo
mi ojos
perla de oro
rostro hecho de flores
señora de mis entrañas y de mi vida
señora Quincia
Ø (82)
señor (30)
amigo (2)
gentil hombre (2)
señor mío (2)
mi hermano papienco
hermano
hermano mío
Pandulfo, señor
señor Pandulfo
127 123
SIGERIL PONCIA
Ø (8)
señor (14)
señora mía (4)
mi señora Poncia
señora de mi alma
señora de mis entrañas
Ø (17)
amigo (2)
señor Sigeril
29 6
ZAMBRÁN BORUCA
Ø (7)
mi coraçón
mex entrañas
xeñora de mi coraçón
Ø (3)
don veliaco
veliaco
10 5
Tabla 12. Tratamientos nominales entre los criados de la Segunda Celestina
105
léxicas que propone Pandulfo como tratamientos adecuados para una carta amorosa a una
mujer: “mucho de «mi coraçón» y de «mi alma» y de «mis entrañas» quando escrivieres.”
(pág. 222).
Poncia, por su parte, contesta al criado de Felides normalmente sin tratamiento (17 Ø). Sólo
los utiliza en tres ocasiones, en las que lo llama señor Sigeril y se sirve del tratamiento de
marca de pertenencia de grupo amigo en dos ocasiones.
En el primero de ellos este tratamiento está asociado a la preparación al rechazo de una
petición que Sigeril le acaba de formular: le pide licencia para expresarle su pena (de amor), y
Poncia le contesta “Paréceme, amigo, que antes que recibas la licencia la has tomado.” (pág.
452). En este caso este tratamiento que expresa un cierto acercamiento a través de la
solidaridad de grupo, puede entenderse como estrategia de minimización por una parte del
reproche que constituye su respuesta, así como de la negativa que está a punto de llegar. En
esta misma escena, unos parlamentos después, se encuentra el segundo amigo. En este
momento de la interacción los personajes hablan de la posibilidad de “alcanzarla”. Esto sólo
será posible, le anuncia Poncia, “con limpieza y dineros […] que no por diablos y amores” (pág.
454), es decir, según explica a Sigeril “Pues entiende que con tener dineros para te poder casar
conmigo quedaré con mi limpieza y tú con tu remedio, que de otra suerte no podrás” (pág.
454). De aquí sigue una serie de largas explicaciones por parte de Poncia, en defensa de su
honra y sobre lo que debe hacer para casarse. Sigeril contesta burlonamente “Señora, si
pensara que para predicar me llamavas no viniera a tu sermón, porque eres muy niña para
tanta doctrina”. Esta respuesta suscita un “sermón” más largo aún que comienza con este
tratamiento, por tanto, de nuevo se da en una situación de acercamiento irónico.
Serán estos dos amigos los que hagan reducir el porcentaje de tratamientos no marcados
afectivamente y que los afectivos superen a los de Sigeril, pero hemos de recordar que en 85%
de los casos la criada de Polandria no utiliza tratamiento alguno, por lo que los dos sólo amigos
concurren con el tercer y último tratamiento que le dirige, señor Sigeril, después de casados.
Pandulfo y Quincia, ampliamente representados en la obra, tienen más oportunidades para
mostrarnos sus usos al emplear los tratamientos. En las alrededor de 125 intervenciones por
parte de cada uno de ellos, Pandulfo elige aportar un tratamiento la mitad de las veces,
mientras que Quincia sólo en un tercio. De ellos es Pandulfo el que emplea tratamientos más
afectivos, no sólo por los lemas elegidos, sino por la complementación y la posesivización.
La parodia grotesca que protagonizan Zambrán y Boruca se construye con muy pocas
interacciones. Los tratamientos que se dan en éstas están, además, ligados a dos situaciones
concretas. En el caso de Zambrán los mi coraçón, mex entrañas y xeñora de mi coraçón que
emite están presentes en el contexto epistolar, igual que Sigeril que sólo dirige tratamientos
afectivos a Poncia en la carta que escribe. La escritura parece influir en el empleo de los
tratamientos, y de estos tratamientos tan afectivos precisamente, que parecen seguir el
modelo que propondrá Pandulfo y que veremos ejemplificado en el siguiente apartado. Todas
las interacciones en las que Boruca está presente carecen de tratamiento. Por su lado, Boruca
106
sólo se dirige a Zambrán cinco veces, y las dos en las que emplea tratamientos además le está
pegando y esos tratamientos son insultos: veliaco y don veliaco.247
En este gráfico podemos observar los porcentajes de frecuencia de tratamientos de los por
personajes:
Gráfica 13. Las diferencias entre los criados en la Segunda Celestina: presencia de tratamientos
En él comprobamos que se cumplen las diferencias con respecto al sexo: los hombres en
general son mucho más generosos en el uso de tratamientos que las mujeres (de su mismo
grupo social). Estas diferencias de sexo son más acusadas entre los criados de mayor nivel, y
registran el mayor porcentaje de presencia de tratamientos en sus interacciones por parte del
personaje masculino, y el menor por parte de la criada, pero se van haciendo menos marcadas
conforme baja la escala social de los personajes: entre Pandulfo y Quincia aún la frecuencia de
uso es visible entre los dos, y con Zambrán y Boruca se borran las diferencias a este respecto.
En cuanto a la afectividad de los tratamientos observamos que los de los hombres van en
aumento:
247Ver nota que trata estos usos de don bajo el epígrafe 2.1.1.1.2.1.
Si
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PAN-QUI
ZAM-BOR
72%
15%
51%
32% 40% 40%
28%
85%
49%
68%
60% 60%
Las diferencias entre los criados en la Segunda Celestina:
presencia de tratamientos
Tratamientos Ø
107
Gráfica 14. Las diferencias sociales en los tratamientos de los criados en la Segunda Celestina: afectividad en los
tratamientos
La progresión de afectividad está en correlación inversa con la disminución del estrato social
en cuanto a los hombres. Con respecto a las mujeres, el gráfico no parece responder a la
misma tendencia. Sin embargo, hay que tener en cuenta que tanto en el caso como de Poncia
como en el de Boruca, el etiquetado de afectivo esconde dos situaciones diferentes a la de la
afectividad amorosa de algunos de los tratamientos de Quincia.
Para empezar, hay que tener en cuenta que para Poncia lo habitual es no utilizar tratamientos
en sus interacciones con Sigeril (no lo hace en el 85% de ellas). De los tres que utiliza, dos de
ellos responden más que a una afectividad, a una marcación de pertenencia de grupo, amigo
(2). Ninguno de ellos, como tampoco el otro de los tratamientos, señor Sigeril, incluyen otros
rasgos de afectividad.
Por otro lado, Boruca muestra un elevadísimo porcentaje de afectividad, pero de las dos veces
que se dirige a Zambrán con un tratamiento, las dos afectivas con función valorativa negativa,
pues los tratamientos corresponden con insultos. De hecho, tanto veliaco como don veliaco
aparecen en el momento en que este personaje está pegando a criado negro.
Si se tienen en cuenta los datos agrupando las parejas por su diferencia social, encontramos
una tendencia hacia la menor presencia de tratamientos:
Si
ge
ril
-P
on
ci
a
Po
nc
ia
-S
ig
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Bo
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-Z
am
br
án
SIG-PON
PAN-QUI
ZAM-BOR
33%
67% 83%
18%
100% 100%
67%
33%
17%
82%
0%
0%
Las diferencias sociales en los tratamientos de los criados en la
Segunda Celestina: afectividad en los tratamientos
Afectivo No afectivo
108
Gráfica 15. Presencia de tratamientos por parejas entre los criados en la Segunda Celestina
En cuanto a la afectividad de los tratamientos que eligen estos personajes encontramos una
tendencia a la inversa, es decir, los criados de mayor escala utilizan más tratamientos pero son
menos afectivos, mientras que los de estrato más bajo se sirven de menos, pero tienen mayor
grado de afectividad:
Gráfica 16. Afectividad de los tratamientos por parejas entre los criados en la Segunda Celestina
SIG-PON
PAN-QUI
ZAM-BOR
49%
42%
40%
51% 58% 60%
Presencia de tratamientos por parejas
Tratamientos 0
SIG-PON
PAN-QUI
ZAM-BOR
38% 57%
100% 63%
41%
0%
Afectividad de los tratamientos por parejas
Afectivo No afectivo
109
Ésta es la tendencia que venimos observando hacia la afectividad en los personajes de nivel
social inferior, que aquí se cumple rigurosamente, y que también se cumple en cuanto a la
afectividad de los lemas, como muestra la siguiente gráfica, con unas diferencias más
acusadas:
Gráfica 17. Afectividad de los tratamientos por parejas entre los criados en la Segunda Celestina. Afectividad léxica
Estos datos aportan una prueba más de que las diferencias sociolingüísticas parecen darse,
pues se cumple la tendencia a la baja de hombres y a la alza de mujeres según baja su
condición social con respecto a la elección de lemas.248
2.1.1.2.3 Las “retóricas elevadas” del noble frente a las “badajadas” del mozo de
espuelas: mucho de “mi coraçón” y de “mi alma” y de “mis entrañas” quando escribieres
La Segunda Celestina nos brinda otro buen ejemplo de las diferencias sociolingüísticas en
relación al empleo de tratamientos nominales. En esta obra Polandria recibe dos cartas
supuestamente de Felides, pero sólo la primera de ellas la ha escrito realmente él. La segunda
se trata de un ardid de Pandulfo que decide ayudar a su amo a conquistar a Polandria con sus
conocimientos sobre las mujeres, en los que confía sobre los de Felides. La reacción de ella a
esta segunda carta es prueba de que los discursos de uno y otro son diferentes y reconocibles,
y se considera que también los tratamientos juegan una parte en ello.249
En la cena XII Pandulfo llega para traer nuevas informaciones a Felides sobre sus avances en la
intermediación amorosa entre su amo y amada: que ya ha dado la carta a Quincia para que se
la entregue a Polandria. Lo encuentra trovando un romance y comenta con Sigeril: “Por el
248 Excepto en los grupos asociados a la prostitución.
249 Navarro Gala (2002 y 2004b) estudia las cartas en la Segunda Celestina.
SIG-PON
PAN-QUI
ZAM-BOR
17%
50%
100%
83%
50%
0%
Afectividad de los tratamientos por parejas
Afectividad léxica
Afectivo No afectivo
110
Corpus Domini, esto haze a estos cavalleros jamás alcançar muger, que todo el tiempo se les
va en elevaciones” (pág. 219). También se lo dice directamente a su amo: “Es tan posible [que
Polandria haya leído ya sus palabras], cuanto imposible entender ella las razones de la carta, si
llevan las elevaciones del romance” (pág. 221). Felides bromea burlonamente con que debería
hacerle su secretario, y Pandulfo, indiferente a los comentarios, aconseja a su señor sobre la
forma adecuada para alcançar muger, ya que si sigue tal como está haciendo, “cargado de
comparaciones y envelesamientos”, no acabará de concluir sus amores (pág.222).
Entre otras cosas, como comportarse con ella con “buena osadía y desemboltura”, le
recomienda que se deje de retóricas, puesto que las mujeres no tienen la capacidad para
entenderlas, y le aconseja incluso cómo debe tratarla cuando le escriba cartas:
PANDULFO (a Felides): […] Da la diablo, señor, tal estilo, que yo que he tratado con
mugeres toda mi vida sé cómo se han de seguir y alcançar; que no de balde dize el
proverbio que quien las sabe, las tañe, como yo he tañido esta noche a Quincia, que
queda, por cierto, tocada de manera que hará otra música que tu romance en latín,
tocado en la vihuela con sus comparationes. Engáñate, señor, por mí, y mucho de “mi
coraçón” y de “mi alma” y de “mis entrañas” quando escrivieres, y mucho de la buena
osadía y desemboltura quando estés con ella; y déxate dessas trónicas, porque las
mugeres son algo empachadas, y si nosotros no las desembolvemos assí nos estaremos
hechos como ellas, dueñas, hasta el día del juizio. (pág. 222)250
Pandulfo se muestra muy seguro del éxito de su estrategia: “Esto es lo hecho, y lo por hazer
será alcançalla, si tú con tus retóricas no dañas mi filosofía natural” (pág. 224).
Aunque Felides se muestra convencido y le dice “d´hoy más yo quiero seguir tu parescer”, y
más adelante en la cena XXI incluso le promete encomendarle la escritura de la siguiente
carta251, en cuanto se va para hacer nuevos recados, Felides comenta con Sigeril lo hablado
con el mozo de espuelas, del que dice que nada se puede creer y llama “vellaco” y
“panfarrón”. Felides muestra a Sigeril unos versos que ha compuesto para su amada y el criado
los alaba. Se trata de una composición elevada y retórica, precisamente lo que Pandulfo
criticaría, como los personajes comentan:
FELIDES: No dirá esso aquel borracho de Pandulfo; mas ¿qué cosa es un necio que no
entiende las cosas? Bien librados quedaran Virgilio y Homero, con otros tales, si se usara
la retórica del burdel que Pandulfo tiene aprendida.→ SIGERIL: Dalo al diablo, señor, que
es un majadero […]” (pág. 225)
250 La editora del texto explica en nota algunas de las palabras: las trónicas: `retórica´, empachadas: “el
corto y atajado, que no acierta a hazer la cosa” (que toma de Covarrubias), y desembolverse es
“desmandarse el que antes estaba encogido y atado” y desembuelto “el liberal atrevido y libre”
(también tomado del lexicógrafo toledano).
251 El mozo de espuelas le reprocha haber seguido adelante con Celestina olvidándose de los “viejos
terceros”, y en ese momento retoma Felides el tema de los consejos de Pandulfo y dice:
FELIDES: ¿Cómo que te olvidaré? Por cierto, Pandulfo, tal no haré yo, ni aun tengo olvidadas las
razones que me avisaste para escribir → PANDULFO: Pues búrlate tú, señor, que yo te prometo
que no yerres si tomaras mi consejo. (pág. 336)
A lo que Felides contesta “Yo te prometo que si otra carta escrivo te la encomiende a ti” (pág. 336)
111
Efectivamente Felides hace bien en desoír los consejos de Pandulfo: de las dos cartas que
Polandria recibe es la primera, la que realmente ha escrito Felides, la que consigue despertar
su interés por el noble252. La segunda es una carta que ha escrito Pandulfo haciéndose pasar
por su amo, según cuenta a Sigeril, “para ver si aprovechara más mi germanía que su filosofía”
(pág. 358). Polandria se da cuenta enseguida de que esta segunda carta no la ha podido
escribir su pretendiente.
Los textos que cada uno de ellos escribe son los siguientes:
CARTA ESCRITA POR FELIDES
CARTA ESCRITA POR PANDULFO
FELIDES (carta):“Señora mía, tu merecer y
mi atrevimiento te darán a conoscer la pena
que a tu causa passo pues mi osadía osa lo
que tu valor niega; mas ni el fuego de tu
vista puede dexar de quemar, ni el
conoscimiento de tu hermosura de ponerlo
en mis entrañas y coraçón, con tanta fuerça
cuanta Dios para poder matar te puso, y con
tan poco poder de mi parte cuanto yo tengo
para estorvar de no morir, habiendo mirado
tu beldad, si en la fuerça della no templas,
en la razón de matar, la que yo tengo para
morir. Lo cual te suplico, no por no morir,
pues no dexo de conocer la gloria que sería
recebir la muerte de tales manos, mas para
sostener en la vida la gloria de tal muerte,
con padecella contino en ella, acompaña, da
de tantas muertes como contino por tu
causa passo, con las cuales quedo
aguardando, con la licencia de llamarme
tuyo, el previllejo253 para no acabar, que de
otra suerte se niega, si de tus hermosas
manos no se permite; las cuales besando mil
vezes, acabo hasta que acabe en servicio mi
obligación” (pág. 252)
“Señora de mis entrañas y amores de mi
alma. Ahí te embío mi coraçón pintado en
essa carta, atravesado, como lo verás, con
esas saetas, que tal me tienes tú a mí el mío,
mi alma.
Y señora mía, tú eres la que mis entrañas
puedes sanallas, y pues tu beldad me hirió,
sáneme tu piedad. ¡Ay, coraçón, que me
muero!, ¡ay, entrañas, que me fino!, ¡ay, mi
alma, que me matas!, como lo dize essa
copla:
Eres tan hecha de flores
Y de perlas y açucenas,
que me pones mil dolores,
me me ponen más temores
que me han de matar tus penas.
Linda dama en perfección,
Sabida entre las discretas,
Ves ahí mi coraçón
Como está tan sin razón,
Passado con tres saetas.” (pág.
365)
Los tratamientos nominales de una y otra carta muestran evidentes diferencias de elección de
tratamientos entre uno y otro personaje. Felides sólo se sirve de un tratamiento, señora mía,
al comienzo de su carta. Se trata del tratamiento típico del amor cortés: por una parte muestra
252 “si yo no viera la carta de Felides haviendo visto su hermosura, no desseara el coraçón lo que la
razón aborrece ” (pág. 289)
253 La editora anota que previllejo es una variante de “privilegio” (pág. 252)
112
deferencia, pero por otra parte está relacionado con la tradición cortés y además cargado de
afectividad por el posesivo que dota a la forma SEÑOR, en un principio no marcada, de
implicación afectiva, y la convierte en una forma típicamente amorosa.
De otro lado, la carta que Pandulfo escribe comienza ya con un tratamiento muy diferente,
acorde con los consejos que el mozo de espuelas había dado a su señor: señora de mis
entrañas y amores de mi alma. Sólo tras la lectura del encabezamiento tanto Polandria como
Poncia reaccionan. Poncia exclama “Oxte mi asno” y Polandria “Ora, yo me maravillo de tan
gran necedad” (pág. 365) y calificará las razones dadas en ella de “badajadas”. La carta sigue
con cuatro tratamientos más: mi alma (2), señora mía y coraçón. Todas estas designaciones
son altamente afectivas, desde la elección de lemas de por sí marcados afectivamente como
ENTRAÑAS, AMOR, ALMA y CORAZÓN, pero también por la inclusión de posesivos y complementos
del nombre en los tratamientos, y la designación compleja con la que abre la carta.
Esta diferencia no sólo se hace evidente en la comparación de las cartas y de los comentarios
de los personajes masculinos, sino también a través de las reacciones a la lectura de las cartas.
De esta manera, la estructura amo-criado principal-criado inferior que hemos visto con Felides,
Sigeril y Pandulfo con sus correspondientes parejas (y compañeras de grupo social) Polandria,
Poncia y Quincia: Polandria y Poncia están a otro nivel con respecto a Quincia. La última en la
carta de Felides, que Poncia había alabado254, decía no entender nada, y ahora Polandria le
pregunta si ésta la entiende: no sólo la entiende, sino que le parecen mejores: “aun me
parecen otras razones que las retóricas del otro día” (pág. 365).255
Polandria considera que las razones de la carta están escritas “en la lengua de Pandulfo, o de
otros tales moços de espuelas como él” (pág. 365).256 Estas razones dan la pista de que el autor
de la segunda pertenezca a una condición social baja, pero se entiende que el uso de estos
tratamientos, por su frecuencia y sus marcados rasgos de afectividad, es también una marca
social evidente que se corresponde no sólo por los consejos de Pandulfo, sino con los
resultados del análisis por parámetros sociolingüísticos de los tratamientos nominales en el
corpus.
También Pandulfo habla de otra lengua para referirse a la de los niveles superiores y la propia:
“pienso que éstas y estos cavallerotes que tienen otra lengua sobre sí, que no deven entender
la nuestra, pues que mofan de ella”, y llama a Polandria y Poncia burlonamente “sus altezas”
(pág. 406). De la primera duda que le gusten “las filosofías” y dice que sólo se hace “muy duela
y muy sabia” con ellas, y la segunda, a la que llama “la duquesa” y “la dama”, tampoco se
queda sin burla. La separación social de Pandulfo y Quincia con sus amos y los criados más
254 Poncia comenta la carta después de que Polandria la haya leído en voz alta: “Por mi vida, señora,
sentidas razones tiene, y con el son que tú le has dado, así goze, que me ha puesto devoción”, con una
reacción muy diferente a la de Quincia, que dice “Assí goze yo, no entiendo más palabra que si no la
hubieras leído” (pág. 252)
255 Esto también lo comenta con el propio Pandulfo unas escenas más tarde al hablarle del episodio de la
carta: “yo vi la carta del otro día y la de ayer, que no era sino gloria oír la postrera cuanto enhado la
primera” [Enhado: forma en desuso, `enfado´, DRAE, consulta abril 2015]
256 También la letra es diferente entre una y otra carta, como ha percibido Polandria; una nueva pista de
que Felides no ha podido escribir la segunda. La caligrafía de cada uno también merece un comentario
diferenciador: la de la primera carta siendo letra “de galán y muy sueltamente escrita” frente a la
segunda que “parescía de rapaz aprendiz” (págs. 366-7).
113
cercanos a ellos es muy clara, y, una vez más, los tratamientos se prueban como un
mecanismo más de caracterización de estas diferencias.
2.2. SEXO
Las diferencias en cuanto a uso de tratamientos en el ámbito amoroso es evidente ante el
parámetro sexo: se aprecian marcadas diferencias al comparar las designaciones que reciben
las mujeres y aquellas que reciben los hombres.
El nivel de representación en el corpus es ligeramente superior para los hombres. Los hombres
parecen ser más productivos que las mujeres en este contexto amoroso. Una parte de la
diferencia se puede explicar por la mayor cantidad de interacciones in absentia y por escrito
que dirigen los hombres en comparación con las mujeres257, aunque quizá influya también que
ellos son los “encargados” del cortejo y por ello elaboren más intervenciones en su afán por
enamorarlas.
Gráfica 18. Presencia de intervenciones según sexo
En sus interacciones los hombres y las mujeres en el ámbito amoroso se sirven de diferente
porcentaje de tratamientos a la hora de tratar con el sexo opuesto:
257 Hay alrededor de un centenar de interacciones de diferencia. Por otro lado, 64 interacciones
dirigidas in absentia o por escrito corresponden a hombres y frente a sólo 24 de mujeres.
53% 47%
Presencia de intervenciones según sexo
Hombre Mujer
114
Gráfica 19. Presencia de tratamientos según sexo
Gráfica 20. Afectividad de tratamientos según sexo
Hombre
Mujer
44%
28%
56%
72%
Presencia de tratamientos según sexo
Tratamientos Ø
Hombre
Mujer
49%
33%
51%
67%
Afectividad de tratamientos según sexo
Afectivo No afectivo
115
Gráfica 21. Afectividad de los lemas según sexo. Afectividad léxica
Los hombres utilizan más tratamientos que las mujeres. Si bien los hombres son más afectivos
a la hora de crear las designaciones que dirigirán a sus amadas, las diferencias de sexo en este
sentido son menores si se pone el foco sólo en la afectividad de las bases léxicas. Por tanto,
parece que los hombres utilizan más rasgos de afectividad a la hora de crear tratamientos que
destinarán a sus parejas.
Gráfica 22. Rasgos de afectividad de los tratamientos según el sexo
Hombre
Mujer
31%
27%
69% 73%
Afectividad de los lemas según sexo.
Afectividad léxica
Afectivo No afectivo
Hombre
Mujer
14%
2%
22%
13%
24%
51% 35%
26%
Rasgos de afectividad de los tratamientos según el sexo
CN Usado afect Lema Posesivo
116
En efecto los hombres se sirven de más rasgos de afectividad en los tratamientos que dirigen a
las mujeres, y ellas, sin embargo, se basan más en la afectividad léxica.258
Será interesante analizar los lemas de los que se sirven cada uno de los grupos, con lo que
intentaremos analizar si hay alguna explicación que responda a estas diferencias, y nos
permitirá considerar, además de la afectividad, otras cuestiones como la creatividad de unos y
otros grupos de personajes.
2.2.1. Hombre
En la siguiente tabla están presentados, de la misma manera que se hecho con los grupos
según su origen social, todos los lemas que producen los personajes de sexo masculino en el
ámbito amoroso en este corpus.
258 Se ha de recordar que estos porcentajes se han obtenido con respecto a las formas afectivas y no a
todas las intervenciones.
117
Lema
Total
ocurr. Hombre
0 903 425
SEÑOR 272 195
AMOR 21 13
SEÑOR-NP 25 12
ALMA 12 11
OJOS 7 7
HERMANO 9 6
MUJER 6 6
NP 31 6
DIOS 5 5
SEÑOR>ALMA 5 5
DESPECHO>VIDA 4 4
NP+SEÑOR 5 4
SEÑOR>ENTRAÑAS 4 4
VIDA 4 4
AMOR>ALMA 3 3
ÁNGEL 3 3
CORAZÓN 3 3
ENTRAÑAS 3 2
NP-APELL 2 2
SEÑORA-MUJER 2 2
BIEN 1 1
MUJER(PRIMOR…) 1 1
SEÑOR>SECRETO+
NP 1 1
PRECIOSA 1 1
ROSTRO/FLOR 1 1
0- 5 1
ALEGRÍA 1 1
ALMA&SEÑORA+C
ORAZÓN&VIDA+VI
DA 1 1
AMOR+DESPECHO
>VIDA 1 1
ÁNGEL+DESPECHO
>VIDA 1 1
CAUSADORA… 1 1
CORAZÓN>ALMA 1 1
DAMA 1 1
DESPECHO>CONDI
CIÓN 1 1
DESPECHO>VIDA+
SEÑORA 1 1
DUEÑA 1 1
ESMERALDA 1 1
GUERRERA 1 1
INFANTA 1 1
MÁRTIR… 1 1
MATADORA 1 1
MUJER>CORAZÓN 1 1
NP+DIOS 1 1
NP+ESTRELLA 1 1
NP+FLOR 1 1
NP+SEÑOR&DESE
O 1 1
NP+VIDA 1 1
NP-APELL+AMOR 1 1
PERLA>ORO 1 1
PESAR>TAL 1 1
PRINCESA 1 1
PUERCA 1 1
REY 1 1
ROSA 1 1
ROSA>MUNDO 1 1
SEÑOR+VIDA 1 1
SEÑOR>CORAZÓN 1 1
SEÑOR>ENTRAÑAS
&VIDA 1 1
Tabla 13. Lemas empleados por hombres
Los hombres emiten un porcentaje algo mayor de tratamientos marcados afectivamente que
las mujeres, pero sobre todo, cuentan con una gran nómina de bases léxicas, especialmente en
bases léxicas que aparecerán combinados con SEÑOR, DESPECHO, MUJER y CORAZÓN.
Los lemas que aparecen en producidos por hombres son: ALEGRÍA, ALMA, AMOR, ÁNGEL, APELL,
BIEN, CAUSADORA…, CORAZÓN, DAMA, DESEO, DESPECHO>CONDICIÓN, DESPECHO>VIDA, DIOS, DUEÑA,
ENTRAÑAS, ESMERALDA, ESTRELLA, FLOR, GUERRERA, HERMANO, INFANTA, MÁRTIR…, MATADORA…, MUJER,
NP, OJOS, PERLA, PESAR, PRECIOSA, PRINCESA, PUERCA, REY, ROSTRO/FLOR, ROSA, SECRETO, SEÑOR, VIDA.
El siguiente gráfico refleja la frecuencia de aparición de cada una de estas bases léxicas259:
259 Sólo se incluye la etiqueta de aquellos que se repiten al menos en una ocasión en este contexto.
118
Gráfica 23. Presencia de lemas en los tratamientos producidos por hombres
SEÑOR 229 69%
NP 31 9%
ALMA 21 6%
AMOR 18 5%
VIDA 15 4%
MUJER 10 3%
DESPECHO 8 2%
CORAZÓN 7 2%
ENTRAÑAS 7 2%
OJOS 7 2%
DIOS 6 2%
HERMANO 6 2%
ÁNGEL 4 1%
APELL 3 0,9%
FLOR 2 0,6%
ROSA 2 0,6%
BIEN 1 0,3%
PRECIOSA 1 0,3%
ROSTRO 1 0,3%
SECRETO 1 0,3%
DESPECHO>
CONDICIÓN 1 0,3%
ALEGRÍA 1 0,3%
CAUSADORA… 1 0,3%
DAMA 1 0,3%
DESEO 1 0,3%
DUEÑA 1 0,3%
ESMERALDA 1 0,3%
ESTRELLA 1 0,3%
GUERRERA 1 0,3%
INFANTA 1 0,3%
MÁRTIR… 1 0,3%
MATADORA… 1 0,3%
PERLA 1 0,3%
PESAR/TAL 1 0,3%
PRINCESA 1 0,3%
PUERCA 1 0,3%
REINA 1 0,3%
Tabla 14. Porcentaje de frecuencia de aparición de los lemas empleados por hombres
SEÑOR
NP
ALMA
AMOR
VIDA
MUJER
DESPECHO
CORAZÓN
ENTRAÑAS
OJOS
DIOS HERMANO
ÁNGEL
APELL
FLOR
ROSA
Presencia de lemas en los tratamientos producidos por hombres
SEÑOR NP ALMA AMOR
VIDA MUJER DESPECHO CORAZÓN
ENTRAÑAS OJOS DIOS HERMANO
ÁNGEL APELL FLOR ROSA
ALEGRÍA CAUSADORA… DAMA DESEO
DUEÑA ESMERALDA ESTRELLA GUERRERA
INFANTA MÁRTIR… MATADORA… PERLA
PESAR/TAL PRINCESA PUERCA REY
119
Las diferencias de presencia de las 38 formas en los tratamientos que producen los hombres
son muy marcadas: SEÑOR ocupa más de dos tercios del total.260 Este lema en principio no
marcado afectivamente es un perfecto candidato para los tratamientos corteses, ya que
implica una deferencia que hereda de su categoría de título, pero a la vez su significado de
sumisión parece haberse borrado un poco, por lo que es apropiado para un gran número de
contextos. Precisamente el ámbito amoroso para esta dirección, de hombres a mujeres, es un
contexto ideal, ya que la imagen del vasallaje amoroso en el que se posicionan los amantes con
frecuencia hacia la amada, su señora, aquí sí con clara asociación al concepto de sumisión y
posesión. En efecto, se da en casi el 70% de los utilizados por personajes masculinos. De las
designaciones en las que se da, en un 85% aparece sin combinación con otros lemas, como
señora (147), pero también complementado y con posesivos: señora mía (30), mi señora (13),
señora hermosa (3), milagrosa señora (1). Estos últimos se corresponden claramente con ese
contexto amoroso: el posesivo los acerca mucho más a ese contexto amoroso, como también
los complementos que aluden a la belleza y excelencia de la dama destinataria de las
designaciones.
El posesivo asociado a esta base léxica se prefiere en posposición. En las dos posiciones se
asocia con secuencias típicamente amorosas, como las declaraciones de amor o las
proposiciones indecorosas. Parece haber una distribución sociolingüística de origen social: los
señora mía con el posesivo pospuesto están fundamentalmente en boca de los personajes de
origen social alto, pero hay varias ocurrencias asociadas a otros contextos sociales. En el caso
de mi señora las ocurrencias en otros contextos son mucho más restringidas.261
En el 15% restante de tratamientos con SEÑOR, esa base léxica se combina tanto con lemas no
marcados afectivamente, NP (16), MUJER (2) y APELL (2), como afectivos, ENTRAÑAS (6), ALMA (5),
CORAZÓN (2), VIDA (2), SECRETO.
Aquellos que se combinan con mujer, señora muger (2), se corresponden con una función de
marcación del rol de la destinataria con respecto al hablante, en los Pasos, que se caracterizan
por el uso de los tratamientos con esta función, y en la Tragicomedia de don Duardos como
marca de cambio de turno entre los habitualmente más afectivos entre sí Juliâo y Costança
Roiz.
El NP (y con él, el APELL) forma una combinación algo más cercana por la familiaridad que
supone el nombre de pila. Sin embargo se ha observado un empleo asociado en varias
ocasiones al inicio de la interacción por su evidente función organizativa de selección del
destinatario que más tiene que ver con un valor funcional que con una supuesta familiaridad.
Esta combinación aparece en todas las clases sociales.
260 Hay que tener en cuenta que para los porcentajes contamos la presencia de los tratamientos en base
a las interacciones totales del grupo estudiado, en este caso, de los hombres. Como hay varios que están
combinados, la suma de todos los personajes será más de 100%.
261 La distribución de las formas antepuestas a vocativos se ha señalado como un uso de moda durante
un tiempo asociado a grupos altos. Ver notas al respecto en el apartado descriptivo de los tratamientos
en el grupo social alto (2.1.1.1.1.1).
120
La combinación SEÑOR>ENTRAÑAS, sin embargo, sí se restringe a los estratos sociales inferiores.
Todas estas combinaciones con ALMA, VIDA, CORAZÓN y SECRETO hacen referencia a un contexto
amoroso.
El NP, además de los comentados en combinación con esta forma, se da en varios tratamientos
(combinado en el 81% de sus ocurrencias). Prefiere la combinación con SEÑOR, pero también
concurre con el lema de pertenencia de grupo AMIGO (3), entre personajes pertenecientes al
ámbito de la prostitución, y los afectivos DIOS, ESTRELLA, FLOR, VIDA, SEÑOR>SECRETO y SEÑOR>DESEO
de una única ocurrencia. Pero esta forma también se da en el 19% de sus ocurrencias por sí
solo. De estas designaciones interesa comentar que en muy pocos casos en el tratamiento
basado solo en el NP se incluye un posesivo, y ninguno de estos casos se dirige a una mujer.
Otros lemas en un principio no marcados afectivamente son MUJER (10), HERMANO (6), DAMA,
DUEÑA e INFANTA, PRINCESA y REINA. INFANTA (0,3%) y PRINCESA (0,3%) son títulos que hacen
referencia a la posición real de Flérida, sin embargo, la segunda base léxica como milagrosa
princesa divinal, adquiere afectividad porque aquí alude a un ambiente divino propio del
imaginario cortés de posicionar a la dama en un nivel superior, elemento al que recurre
Duardos en varias ocasiones. Esto hace que se añada afectividad al uso referencial del
tratamiento, que sí es el único presente en alta infanta.
Otro título que no corresponde con su posición real es REINA, así como la ocupación GUERRERA,
que está usada metafóricamente hacia el mismo personaje, Flérida, que para Duardos será
reina serena y mi guerrera troyana.
Relacionados con ese contexto celestial del que gusta Duardos, se vale de DIOS (2%) para crear
mi Dios (2), diesa mía, diosa mía, preciosa diesa mía y Flérida, diesa mía. Pandulfo utiliza con
Quincia el también relacionado con este contexto ÁNGEL (1%): mi ángel (3) y mi ángel,
despecho de la vida que vivo.
El lema MUJER (3%) aparece en los tratamientos con dos significados: el de esposa en muger (4),
señora muger (2) y muger de mi coraçón, en boca de los casados Martín, Toruvio y Juliâo, y por
otra parte, en el contexto de fuera del matrimonio, como persona femenina a la que añaden
valorativos negativos, como Pandulfo hacia Palana mala muger, y los positivos de Duardos y
Darino Primor de las mugeres, muestra de su excelencia la mayor y muger tan sabia quanto
gentil, tan discreta quanto virtuosa, que funcionan como alabanzas, algo también muy típico
del contexto amoroso.
DAMA (0,3%) y DUEÑA (0,3%): los utiliza Pandulfo usados de forma marcada, dueña en situación
de enfado y el segundo y dama es una de las formas de referirse a las prostitutas que utiliza
como reacción a un reproche.
121
HERMANO (2%) se usa también de forma marcada, pero no en el sentido de afectividad
amorosa, sino como marcador de pertenencia de grupo. Es Pandulfo el único de los hombres
que utiliza esta forma in group,262 y lo hace con Quincia y Palana.
Relacionados con el tema del amor están los muy recuentes ALMA (6%), AMOR (5%), VIDA (4%).
Algo menos CORAZÓN (2%), ENTRAÑAS (2%), OJOS (2%). Como partes muy relacionadas con el
amor, como lugar donde se alberga o a través del que se transmite, CORAZÓN y OJOS,263 pero
también como partes propias de intimidad y cercanía, igual que ALMA pero en sentido
espiritual, y VIDA. Todos ellos incluyen el posesivo en muchas de sus ocurrencias; en este caso
no sólo se trata de una marca amorosa y afectuosa, con ellos están identificando a su amada
con partes de su ser.
Parece darse en este tipo de tratamientos una restricción de género. OJOS, CORAZÓN y VIDA,
tratamientos repetidos en boca de hombres, nunca se dan en la dirección contraria. ALMA y
ENTRAÑAS, según se verá, sí, pero asociados a una situación muy concreta.
ALMA se da tanto como lema principal como combinado a partes iguales: mi alma (7) y my
alma, alma mía (2), álima mía y el combinado y muy elaborado tratamiento mi alma y mi
señora, mi coraçón y mi vida, vida deste que te llora. Como complemento de otros lemas
aparece junto a SEÑOR, AMOR y ALMA: SEÑOR>ALMA, señora de mi alma (5), AMOR>ALMA, amores
de mi alma (3), y CORAZÓN>ALMA, coraçón de mi alma. Estas formas se dan en todos los
contextos sociales.
AMOR también está presente en todos los contextos, pero sí presenta una diferencia social y
sexual: el plural amores míos (10), amores (4), amores de mi alma (3) y amores, despecho de la
vida, sólo está en boca de los personajes de más baja escala social y asociado a hombres salvo
en un caso, de Palana a Pandulfo264, mientras que en singular sólo una vez lo produce uno de
los hombres del corpus, Costança Roiz, amor mío.265
En relación con conceptos asociados de alguna manera a lo amoroso se dan DESEO, SECRETO,
ALEGRÍA. DESPECHO>CONDICIÓN, todos ellos de una sola ocurrencia (0,3%). También asociados a
este ámbito como identificación con imágenes de la belleza de la amada asociadas a la
naturaleza encontramos FLOR (0,6%), ROSA (0,6%) y los de una sola ocurrencia, por tanto con
presencia del 0,3%, ESMERALDA, ESTRELLA, PERLA>ORO.
Los hombres son más dados a construir tratamientos más elaborados que las mujeres. Algunos
de los ejemplos con bases léxicas hasta ahora no comentadas son MÁRTIR…, CAUSADORA…,
MATADORA…, con los que construyen mártir de amor perdida, por mi mal sacrificada; causadora
deste vil oficio, triste, que escogí y matadora deste siervo que te adora y(a) sin merced se
262 Brown y Levinson (1987:107) nombran brother y sister precisamente como ejemplo de los
tratamientos con marcación de pertenencia de grupo. El uso de los marcadores in group es una de las
estrategias de la cortesía positiva que proponen.
263 Existe una teoría medieval que explicaba que una sustancia emanaba de los ojos y llegaba al corazón
(Aparici 1968:141). Ver nota en el apartado de declaraciones amorosas en 4.2.3.
264 Precisamente este personaje se comporta en sus usos de forma diferente a las demás mujeres,
incluso a las demás del ámbito de la prostitución, utilizando tratamientos en principio asociados en este
corpus a los hombres como ENTRAÑAS y ALMA.
265 Este tratamiento nominal también aparece en la lírica tradicional.
122
cativa. Estas formas remiten al sufrimiento por amor con tópicos como la muerte, que en el
primer caso no es metafórica, pues hace referencia a la suicidada por amores Plácida, y el
dolor y la tristeza, y también el vasallaje por amor y adoración por la amada.
En el sentido contrario, los hombres en este corpus en muy raras ocasiones insultan a sus
damas, al contrario que ellas. Sólo lo hacen dos personajes por razones muy claras: el primero
de ellos, el criado Turpedio, se ha acercado a cortejar a Doresta fingidamente con un interés
diferente al amoroso. Durante su interacción los personajes se enfadan y el insulto doña
puerca escopetera lo emite cuando ya ha perdido todo interés en seguir con el cortejo fingido.
El segundo, mala muger, que Pandulfo dirige a Palana, se asocia a una orden en una situación
de enfado en respuesta a un reproche del que se quiere defender haciéndose el ofendido.
Entre estos personajes, además de la relación dependencia amorosa y sexual, les une una
relación laboral que, en parte, es precisamente el motivo del reproche (que Pandulfo no está
cumpliendo su parte del trato como protector de la prostituta). Estos personajes
constantemente renegocian su papel durante su interacción; este insulto forma parte de este
universo laboral y no del amoroso. Pandulfo tiene otro tratamiento valorativo negativo para
Palana, pesar de tal, que le lanza nada más comenzar la interacción, en un parlamento en el
que precisamente le informa de que está furioso, y que marca el tono de la mayor parte de la
escena.
Muchos de los tratamientos que los hombres dirigen a sus amadas incluyen posesivos, en más
de un tercio de las ocurrencias, mis ojos, vida mía, mi Dios, amores de mi alma, y es frecuente
que tengan complementos del nombre más o menos elaborados, por ejemplo, señora
hermosa, rostro hecho de flores; señora de mis secretos, por tanto la muy hermosa Doresta y
primor de las mugeres, muestra de su excelencia la mayor, aunque la presencia de estos
complementos se reduce a aproximadamente el 14%.
Se observa una diferencia en cuanto a la anteposición y la posposición del posesivo: se prefiere
en el corpus la forma antepuesta. Quizá el alto porcentaje de presencia de anteposición en
boca de los hombres se relacione más estrechamente con el ámbito amoroso y afectivo
relacionado con el amor cortés.
Sería interesante revisar otros contextos no amorosos para observar el uso del posesivo:
parece darse, por ejemplo, en contextos de amistad, pero de forma menos frecuente que en el
contexto amoroso.
2.2.2. Mujer
La siguiente tabla muestra los lemas de los que se sirven las mujeres para crear las
designaciones que dirigirán a sus seres amados.
123
Lema
Total
Ocurr. Mujer
0 903 478
SEÑOR 272 77
NP 31 25
SEÑOR-NP 25 13
AMOR 21 8
GENTIL HOMBRE 7 7
AMIGO 7 7
MARIDO 6 6
TRAIDOR 5 5
HERMANO 9 3
CABALLERO 3 3
DESGRACIADO 3 3
AMIGO-NP 2 2
GALÁN 2 2
MALVADO 2 2
VELLACO 2 2
ALMA 12 1
NP+SEÑOR 5 1
ENTRAÑAS 3 1
AMOR+NP 1 1
CORDERO 1 1
CRUEL 1 1
DESAMORADO 1 1
DESLAVADO 1 1
ENAMORADO 1 1
HIDALGO 1 1
HOMBRE 1 1
IMPORTUNO+
VELLACO 1 1
MALDITO 1 1
NP+AMIGO 1 1
RUFIÁN 1 1
SEÑOR-MARIDO 1 1
TIGRE 1 1
VELLACO+
DESCOMEDIDO 1 1
VELLACO+
DESVERGONZADO+
TRAIDOR 1 1
Tabla 15. Lemas empleados por mujeres
Visiblemente la nómina de lemas y combinaciones de lemas es mucho menor en comparación
con la de los hombres. Las mujeres se sirven de menos bases léxicas (26), y tienden a utilizar
menos formas combinadas.
124
Gráfica 24. Presencia de lemas en los tratamientos producidos por mujeres
SEÑOR 92 50%
NP 43 23%
AMIGO 10 5%
AMOR 9 5%
MARIDO 7 4%
GENTIL HOMBRE 7 4%
TRAIDOR 6 3%
VELLACO 5 3%
HERMANO 3 2%
CABALLERO 3 2%
DESGRACIADO 3 2%
GALÁN 2 1%
MALVADO 2 1%
HOMBRE 1 1%
ALMA 1 1%
CORDERO 1 1%
CRUEL 1 1%
ENTRAÑAS 1 1%
DESAMORADO 1 1%
DESLAVADO 1 1%
ENAMORADO 1 1%
HIDALGO 1 1%
MALDITO 1 1%
RUFIÁN 1 1%
IMPORTUNO 1 1%
DESCOMEDIDO 1 1%
DESVERGONZADO 1 1%
Tabla 16. Porcentaje de frecuencia de aparición de los lemas empleados por mujeres
SEÑOR
NP
AMIGO
AMOR
MARIDO
GENTIL HOMBRE
TRAIDOR
VELLACO
HERMANO
CABALLERO
DESGRACIADO
GALÁN
MALVADO
Presencia de lemas en los tratamientos producidos por mujeres
SEÑOR NP AMIGO AMOR
MARIDO GENTIL HOMBRE TRAIDOR VELLACO
HERMANO CABALLERO DESGRACIADO GALÁN
MALVADO HOMBRE ALMA CORDERO
CRUEL ENTRAÑAS DESAMORADO DESLAVADO
ENAMORADO HIDALGO MALDITO RUFIÁN
IMPORTUNO DESCOMEDIDO DESVERGONZADO
125
La base SEÑOR ocupa la mitad de los tratamientos que las mujeres dirigen a hombres en el
contexto amoroso. De ellos aparece por sí solo en el 86% de sus ocurrencias, un porcentaje
muy parecido al de los hombres. Sin embargo, ellas son mucho menos dadas a incluir
posesivos en ellos señor (72) frente a señor mío (5). No se dan ocurrencias de posesivos
antepuestos, como sí ocurría en el caso de los hombres. Parece este uso asociado a contextos
amorosos que no se dan por parte de las mujeres.
Las ocurrencias con posesivo pospuesto se dan en su gran mayoría en contextos
matrimoniales, lo que por una parte las coloca de lleno en el ámbito afectivo-amoroso, pero
que también nos puede hacer pensar en la relación de posesión que implicaba el
matrimonio.266 También un posesivo en uno de los combinados, mi señor marido, por parte de
Costança Roiz, por tanto también en el ámbito del matrimonio.
Este lema se combina con el NP en SEÑOR-NP (7%) y NP+SEÑOR (1%) en todos los niveles
sociales, y concurre con MARIDO, como hemos visto, en una ocasión. Tanto el NP, que se
caracteriza por implicar una cierta familiaridad para con los destinatarios del mismo, tienen
fundamentalmente un valor organizativo, que se prueba en que varios de ellos están en
posiciones en los que parecen cumplir la función de selección del destinatario. En efecto, con
el NP, que es de referencia unívoca, o un lema como MARIDO, con el que se informa de la
función pero que también sólo puede hacer referencia a una persona concreta, queda claro
para todos los participantes de la interacción267 a qué personaje se dirigen las palabras que
acompañan al tratamiento.
El NP será el siguiente lema en frecuencia de aparición en tratamientos creados por mujeres
(23%). Por sí solo se da en algo más de la mitad de sus ocurrencias, y aparece en todos los
grupos sociales pero con cierta preferencia en el nivel superior. Esta forma se modifica con el
posesivo en tres ocasiones, algo que nunca hacen los hombres. Aparece tanto antepuesto, mi
Julián y mi Sosia, como pospuesto, en el Vitoriano mío que emite Plácida, en una invocación in
absentia antes de suicidarse. (“¡O Vitoriano mío!, / no mío, mas que lo fueste […]” pág. 329)
En el caso de los hortelanos, que de por sí son muy afectivos el uno con el otro, aparece mi
Julián en respuesta a una llamada de atención (también con tratamiento afectivo; Costança
Roiz amada) con la que abre la primera escena en la que aparecen. En este sentido también
aquí podemos ver el valor organizativo de ambos tratamientos, que marcan el comienzo de la
escena y seleccionan (y presentan al receptor de la obra en esta doble dimensión), a los
participantes de la interacción.
Algo parecido sucede en el caso de Areúsa y Sosia. Se trata del comienzo de su interacción,
que se da cuando aparece el personaje de Sosia por la calle y Areúsa se propone hacerle venir
para sonsacarle ciertas informaciones. El hecho de que este tratamiento se dé en el inicio de la
conversación puede favorecer la aparición del NP en el mismo sentido que la situación
anterior. Además incluye un posesivo que se podría interpretar quizá como un uso
266 Pensemos en este caso en el ejemplo de Quincia que dice después de casados y consumado el
matrimonio se pone a su servicio y le expresa explícitamente esta nueva relación de posesión: “ya sabes
que soy tuya” (pág. 264)
267 Nos referimos aquí no sólo a los personajes de la obra sino al receptor de la misma que forma parte
de esta situación comunicativa, y que es incluso el destinatario final de todo lo que sucede en las obras.
126
engatusador por parte de la prostituta a la vez que minimizador, pues por una parte le está
invitando a subir, pero a la vez que le está reprochando que no haya ido antes a visitarla.
Además de las comentadas combinaciones con SEÑOR, concurre con AMIGO y AMOR, en todos los
casos en contextos asociados con la marginalidad. De las ocurrencias de estas combinaciones,
tres de ellas serán para Sosia, asociadas a secuencias de petición y de petición de información
y por otra parte a un nuevo reproche. El otro de los casos, amigo Sigüença, es de parte de la
prostituta de los Pasos a su rufián.
Ambas prostitutas utilizan el tratamiento de pertenencia de grupo con sus interlocutores, y
Areúsa se sirve también del lema amoroso (tanto asociado al NP como por sí solo) como parte
de su estrategia persuasiva.
Precisamente estas dos bases léxicas son las siguientes en presencia en el corpus en boca de
personajes femeninos, cada una de ellas en un porcentaje del 5%: amigo Sigüença, amigo
Sosia, Sosia y Sosia, amigo, y por otro lado mi amor (6), amor, amores míos y mi amor, Sosia.
De ellos AMIGO es el que menos rasgos afectivos añade a los tratamientos en los que aparece
frente a la alta frecuencia de posesivos con AMOR, quizá porque este último está muy
relacionado con el ámbito amoroso mientras que el otro remite a una pertenencia grupal
entre los interlocutores. Se observa que aparece en una de las ocurrencias el lema amoroso en
plural, cuando en este corpus parece restingirse a los hombres. La emisora de este tratamiento
es Palana, que, como hemos visto, muchas veces se separa en sus usos de sus congéneres,
coincidiendo con los de los hombres.
HERMANO (2%), que en este contexto no hace referencia a una relación fraternal, parece
responder a un uso acercador en el mismo sentido de AMIGO, es decir, como de pertenencia de
grupo. En este corpus se repite en varios tratamientos, sin embargo, todos se dan entre los
mismos interlocutores, Pandulfo y Quincia. La moza de cántaro le dirigirá al mozo de espuelas
tres, dos de ellos complementados y/o con posesivo: hermano, hermano mío, mi hermano
papienco.
También MARIDO (4%) se repite en varios tratamientos, pero prefiere la forma sin combinación
ni complementos o posesivos: marido (6) frente a un mi señor marido, el último de la esposa
hortelana de la Tragicomedia de don Duardos hacia su marido, obra en la que se hace un uso
del tratamiento mucho más afectivo que en los Pasos, donde se dan las demás ocurrencias de
este lema, en los que prima lo funcional. Aquí Águeda selecciona a su destinatario de entre los
dos interlocutores que tiene (su marido y su hija) haciendo referencia al papel que tiene con
respecto a ella, y también por lo que define al personaje Toruvio en esta obra en la que los
personajes tipo priman sobre los caracterizados. Además, la pareja de los Pasos protagoniza en
el paso una situación de enfado frente al matrimonio de Don Duardos, que representa el amor
afectuoso entre los esposos, lo que se refleja en los tratamientos que eligen unos y otros
personajes.
En el corpus las mujeres eligen varios tratamientos deferentes hacia sus parejas. GENTIL HOMBRE
(4%) es la que más se repite, frente a las dos ocurrencias de CABALLERO (1%), caballero (2) y
noble caballero, y las de una sola HIDALGO, hidalgo estrangero. La primera de las construcciones
se da en varios contextos sociales, especialmente en ambientes bajos, aunque también una
127
vez entre nobles. Las que hacen referencia a títulos y posiciones sociales obviamente sólo se
dan en los niveles más altos.
HOMBRE (1%) se da en el contexto asimétrico, de Flérida hacia su empleado en un momento en
el que está desesperada porque no le contesta a las preguntas sobre su identidad, y GALÁN
(1%), propio del universo amoroso, entre Doresta a Boreas.
Entre los tratamientos dirigidos a los hombres se encuentran varios insultos, lo que constituye
una de las grandes diferencias entre hombres y mujeres. Ellos casi no insultan a sus parejas, y
cuando lo hacen es en contextos muy determinados (casi podríamos decir que ajenos a la
relación amorosa, en la que sería impensable insultar a la dama), y por el contrario ellas
dedican un buen porcentaje de los tratamientos que emiten en el contexto amoroso a los
insultos, que en este caso sí pertenecen al universo de lo amoroso. Esta diferencia entre sexos
radica en la posición ante el cortejo de los dos grupos. Los hombres son los encargados del
cortejo y las mujeres se defienden ante ellos por miedo a perder la honra. De hecho, varios de
los tratamientos se dan en situaciones en los que los hombres están propasándose con sus
amadas y las mujeres se intentan zafar.
Es, de hecho, en relación a los insultos como las mujeres aumentan la nómina de lemas, y, por
tanto, el índice de creatividad léxica que registra este grupo: 12 de las 26 bases léxicas con las
que construyen sus tratamientos son insultos, es decir, casi la mitad. De todas maneras se ha
de recordar que los tratamientos insultantes ocupan un 13% de los tratamientos, frente a, por
ejemplo, a los deferenciales que suponen el 53% del total.
De los insultos que emiten los más frecuentes son TRAIDOR (3%), VELLACO (3%), DESGRACIADO (2%)
y MALVADO (1%). DESLAVADO, MALDITO, IMPORTUNO, DESCOMEDIDO y DESVERGONZADO tienen una sola
ocurrencia. Los tratamientos insultivos son: traidor (3), traydor, don traidor, don veliaco,
veliaco, desgraciado (2), el desgraciadazo, malvado (2), desamorado, deslavado, maldito y los
combinados importuno, vellaco; vellaco, descomedido; vellaco, desvergonçado, traydor.
Observamos que el desgraciadazo, además del distanciamiento que supone la formulación en
3ªp, el sufijo –azo refuerza el valor despectivo. Se trata de uno de los pocos aumentativos que
se dan en el corpus. En el mismo sentido opera don en don traidor y don veliaco. Los dos
elementos se combinan en don rufianazo, insulto que le dedica Palana a Pandulfo, su rufián. La
elección de la base léxica aquí también es despectiva y distanciadora, aunque hace referencia
a su posición real con respecto a ella, este tratamiento siempre resulta insultante, y además le
aleja del aspecto amoroso que les une.
Por otro lado los valorativos negativos CRUEL, DESAMORADO (y su contrario ENAMORADO), todos
ellos dirigidos a Vitoriano también aparecen son de una única ocurrencia, así como el
valorativo mi hermano papienco de Quincia a Pandulfo. Los dos primeros pertenecen al ámbito
amoroso también, pero desde una perspectiva diferente: junto a una tercera forma de este
tipo, traidor, lo que reprochan es que haya un distanciamiento amoroso con ella, al contrario
que el resto de los insultos de las mujeres.
Se da en este caso también una distribución sociolingüística: la mayoría de insultos provienen
del estrato social más elevado, aunque hay alguna ocurrencia hacia un personaje no
128
dependiente y varias a criados, así como alguno más dirigido a hombres en el ámbito de la
marginación. Esto tiene que ver con el decoro del que ya se ha hablado: son especialmente las
mujeres de mayor rango social las que están especialmente obligadas a mantener un
determinado decoro, pues atentaría de forma más grave contra el decoro literario que se
dejasen llevar fácilmente por las pasiones amorosas.
Por otro lado, y volviendo a los tratamientos afectuosos, el lema CORDERO aparece como mi
corderito, el único del corpus que tenga diminutivo. En este caso se trata de la enamorada
hortelana Costança Roiz que dedica este cariñoso tratamiento a su marido. Hay que tener en
cuenta que la Tragicomedia de Don Duardos, y esta pareja en concreto, son especialmente
afectivas en sus tratamientos nominales.268
De los lemas no insultantes con una sola ocurrencia CORDERO, CABALLERO, ENTRAÑAS, ALMA,
ENAMORADO, DESAMORADO e HIDALGO269, todos ellos, salvo ENTRAÑAS y ALMA, no se dan en boca de
hombres. Precisamente ENTRAÑAS es un lema formador de tratamientos que se repite en boca
de varios personajes pero todos ellos provienen de la misma obra, la Segunda Celestina. Se
trata de una designación que sólo se da en los niveles más bajos sociales: los estratos
inferiores del grupo dependiente con los criados Pandulfo y Zambrán, y en el ámbito de la
prostitución. Un entrañas mías y un mi alma que Palana, prostituta, dedica a su rufián
Pandulfo son las únicas ocurrencias de estas bases léxicas que produce una mujer.270
Los tratamientos de lemas no marcados afectivamente ocupan el 84%271 de las interacciones
con designación a interlocutores masculinos, y están formados a partir de los lemas SEÑOR,
GENTIL HOMBRE, MARIDO, CABALLERO, HIDALGO y HOMBRE, además del no marcado NP.
Las mujeres eligen menos tratamientos directamente relacionados con el amor: el discurso
amoroso está sobre todo en boca de los hombres, que parecen ser los que promueven los
procesos de cortejo, y las mujeres las que los intentan bloquear.
En los tratamientos que emiten las mujeres encontramos menos rasgos afectivos en
comparación con los hombres. Muy pocas son las designaciones que se complementan, sólo
dos: mi dulce enamorado y mi hermano papienco. Es mucho menor la frecuencia de
combinación de lemas, el posesivo se utiliza en un porcentaje considerablemente más bajo, y
la nómina de tratamientos de naturaleza no marcada afectivamente de los que se hace un uso
afectivo se reduce a HERMANO, que remite a un contexto de pertenencia de grupo, como AMIGO.
Por todo ello, se puede afirmar que los hombres son mucho más afectivos en el contexto
amoroso, además de creativos, pues eligen entre un mayor número de bases léxicas para crear
268 Esta pareja cuenta con un porcentaje de afectividad del 77%, superando con gran margen el
promedio (del 44%) y sólo superados por Pandulfo y Palana (95%) y Zambrán y Boruca (100%). Por otro
lado, la Tragicomedia de Don Duardos es la segunda obra con más tratamientos marcados
afectivamente con un 49% de promedio frente al 36% general.
269 Tampoco emiten los hombres, por supuesto, los que hacen referencia obligatoria a destinatarios
masculinos GENTIL HOMBRE, MARIDO, GALÁN y HOMBRE.
270 Como se verá más adelante los usos de esta mujer se diferencian de los de otras mujeres del corpus,
incluso de aquellos de sus compañeras de profesión.
271 El porcentaje disminuiría hasta el 73% si se cuentan los tratamientos en que aparecen, pero asciende
a 84% al contar según la presencia de lemas, es decir, contando los combinados como una ocurrencia
aparte.
129
los tratamientos. En el caso de las mujeres este número es bastante más reducido, y varios de
los que aumentan la nómina de bases léxicas, son insultos. Estos insultos tienen que ver,
además, con una de las principales diferencias en los usos nominales entre sexos en el
contexto amoroso estudiado, y que responde a la diferencia de sexo en cuanto al papel que la
mujer y el hombre tienen en cuanto al cortejo.
Busse (2002), en su estudio sobre la correlación entre usos nominales y pronominales en las
obras de Shakespeare encuentra que hay pocos términos afectuosos en su corpus. Love es el
más numeroso y varía el pronombre con el que concurre. Sobre todo lo usan los hombres. En
este trabajo se cita un trabajo de Stoll (1989) en el que también se encuentra que las mujeres
utilizan menos tratamientos emocionalmente positivos o negativos y menos NP, al contrario
que en este trabajo. Ella atribuye esto a los papeles marginales de las mujeres en el teatro, y
de forma más general, en la sociedad que estudia, la sociedad isabelina. Sin embargo, en este
contexto amoroso en el que se fija este trabajo parece que estas diferencias de sexo en el uso
de los tratamientos tienen mucho que ver con los papeles que juegan el hombre y la mujer con
respecto al amor.
Queda por analizar si estas marcadas diferencias den los usos con respecto al origen social y
sexo de los interlocutores se mantienen al cruzar las dos variables.
2.3. CRUZANDO VARIABLES: ORIGEN SOCIAL/SEXO
Resulta interesante cruzar las variables de sexo y origen social para analizar el uso de los
tratamientos recalcando las diferencias de personajes masculinos y femeninos dentro de cada
grupo.
Gráfica 25. Presencia de tratamientos según sexo y origen social ordenados por sexo
AL
TO
AL
TO
C
or
t
AL
TO
-B
AJ
O
BA
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o
de
p
BA
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D
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AJ
O
BA
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N
o
de
p
BA
JO
D
ep
BA
JO
M
ar
g
Hombre
Mujer
42% 38% 47% 40% 51% 41%
30% 24% 19% 35%
26% 23%
58% 62% 53% 60% 49% 59% 70% 76% 81%
65% 74% 77%
Presencia de tratamientos según sexo y origen social
Tratamientos Ø
130
El grupo que muestra más diferencias es, como es natural, el asimétrico. El hombre utiliza
mucho el tratamiento en sus interacciones, mientras que la mujer, la que está en este caso en
situación de poder, presenta unos niveles de uso mucho más bajos. Esta parece ser la
tendencia en las relaciones de este tipo.272
En los grupos de la prostitución, tanto el de extracción social alta y el de baja, los hombres y las
mujeres presentan valores parecidos en cuanto a frecuencia de uso del tratamiento en las
intervenciones.
En los grupos de origen bajo no dependiente y dependiente parece darse una tendencia de los
hombres a aumentar su producción de tratamientos y las mujeres a la baja según disminuye su
condición social. Por otro lado, el grupo más alto parte de una presencia del tratamiento
elevado.
Gráfica 26. Afectividad de los tratamientos según sexo y origen social ordenados por sexo
Una vez más los hombres de prostitución coinciden, pero no así las mujeres, que presentan
opciones opuestas: la cortesana no muestra nada de afectividad en sus tratamientos, mientras
que las prostitutas que ejercen su oficio con clientes de nivel bajo muestran el nivel más alto
de afectividad entre las mujeres.
Por otro lado la diferencia asimétrica también se muestra claramente en cuanto a la
afectividad: la mujer, de nivel superior, no dirige ni un tratamiento de naturaleza afectiva a su
interlocutor, mientras que él es llamativamente afectivo. Esto no responde a lo habitual: en
este sentido no se cumple el decoro que la apariencia de hortelano requeriría sobre el
272 Al menos en las obras de este corpus, y según parece mostrar la bibliografía en cuanto a otras, los
criados suelen utilizar el tratamiento deferencial señor/señora hacia sus amos y de vuelta reciben menos
tratamientos y por lo general, salvo en excepciones que muchas veces tienen una explicación
estratégica, utilizan para ello el NP.
AL
TO
AL
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C
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t
AL
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de
p
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p
BA
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ep
BA
JO
M
ar
g
Hombre
Mujer
53%
30% 44% 44% 68%
27% 32%
0% 0%
41%
25% 47%
47% 70% 56% 56%
32%
73% 68%
100% 100%
59% 75% 53%
Afectividad de los tratamientos según sexo y origen social
Afectivo No afectivo
131
personaje disfrazado. Sin embargo, se debe recordar que sí lo cumple hasta el cuarto
encuentro en el pomar, antes sólo utiliza las formas propias para dirigirse a su superior,
señora, hasta que ella se toma el filtro amoroso y él despliega un gran número de formas
amorosas hacia ella. Aquí se ha renegociado la relación entre ellos, ya no son superior e
inferior, la barrera de la jerarquía se rompe y ahora les unen los sentimientos amorosos.
Continúa la tendencia a la alza en hombres y a la baja en mujeres entre personajes no
dependientes y dependientes en cuanto a la afectividad.
Por otro lado los de origen elevado: la diferencia entre hombre y mujeres es más marcada que
en los demás contextos simétricos, tanto en cuanto a frecuencia como en cuanto a afectividad.
Gráfica 27. Afectividad léxica de los tratamientos según sexo y origen social ordenados por sexo. Afectividad léxica
Al observar la afectividad léxica se observan dos hechos llamativos en cuanto a los personajes
de nivel superior. Los hombres muestran una diferencia mucho más marcada con respecto al
gráfico anterior, lo que muestra que la afectividad de los tratamientos en su caso se construye
en gran medida por medios sintácticos, fundamentalmente a través del posesivo. También las
mujeres muestran unos valores llamativos de afectividad léxica que debe a dos cuestiones: en
primer lugar, la alta presencia de insultos que las mujeres, y en particular Finoya, dedica a su
pareja cuando éste intenta sobrepasarse con ella. Por otro lado los tratamientos de Plácida, un
personaje femenino que se comporta como lo hacen tradicionalmente los masculinos en
cuanto al amor: ella la despechada, papel que normalmente asumen los hombres, y de ella
parten tratamientos afectivos en dos sentidos, los amorosos y los valorativos negativos que
están relacionados con el despecho. Además se trata de un personaje cuyas intervenciones
fundamentalmente se producen in absentia, lo que se ha visto que influye en la liberación de
las restricciones afectivas que parecen imperar en los niveles sociales superiores.
AL
TO
AL
TO
C
or
t
AL
TO
-B
AJ
O
BA
JO
N
o
de
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AJ
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N
o
de
p
BA
JO
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ep
BA
JO
M
ar
g
Hombre
Mujer
16% 20% 39% 33%
56%
20% 28%
0% 0%
24%
20% 39%
84% 80%
61% 67%
44%
80% 72%
100% 100%
76% 80%
61%
Afectividad léxica de los tratamientos según sexo y origen social.
Afectividad social
Léxico afectivo Léxico no afectivo
132
Conviene echar un vistazo a los gráficos reordenando la información de forma que queden
agrupados los grupos por nivel social con el objetivo de observar las diferencias de uso en
cuanto a sexo dentro de cada grupo:
Gráfica 28. Presencia de tratamientos según sexo y origen social ordenados por nivel social
Con este repaso se comprueba que los hombres siempre utilizan más tratamientos en sus
intervenciones que las mujeres en todas las capas sociales. La mayor diferencia de frecuencia
corresponde, como parece lógico, al grupo asimétrico. En el sentido contrario, parecen los
personajes no dependientes los que valores más cercanos presentan entre hombre y mujer:
Águeda de Toruégano y Costança Roiz presentan ambas un alto grado de presencia de
designaciones, aunque por motivos diferentes.273
273 En el paso de Las aceitunas hay siempre más de dos personajes en escena y hay un cambio constante
de destinatario, por lo que aquí el tratamiento tiene una importante función en la selección del
destinatario, lo que hace que Águeda de Toruégano recurre al tratamiento en la mitad de sus
intervenciones. Costança Roiz forma parte de una obra en la que la presencia de tratamientos entre las
parejas amorosas es alta, y se trata de un personaje especialmente productivo y afectivo en cuanto a los
tratamientos que dirige a su marido.
Ho
m
br
e
M
uj
er
Ho
m
br
e
M
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Ho
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Ho
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Ho
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e
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er
Ho
m
br
e
M
uj
erALTO
ALTO Cort
ALTO-BAJO
BAJO No dep
BAJO Dep
BAJO Marg
42%
30% 38%
24%
47%
19%
40% 35% 51%
26% 41%
23%
58% 70% 62% 76%
53%
81%
60% 65%
49%
74%
59%
77%
Presencia de tratamientos según sexo y origen social
Tratamientos Ø
133
Gráfica 29. Afectividad de tratamientos según sexo y origen social ordenados por nivel social
En los grupos altos las diferencias de afectividad entre el hombre y la mujer son las más
acusadas, así como en el grupo asimétrico, con la excepción de los insultos de Finoya y del
personaje femenino de la Égloga de Plácida y Vitoriano.
También en cuanto a la afectividad los no dependientes son los más cercanos.274 Lo más
llamativo es que en el mundo de la marginalidad la tendencia en cuanto a la afectividad se
invierte: las mujeres son más afectivas que los hombres. En otros trabajos se planteó que las
prostitutas pudieran emplear usos parecidos a los de los hombres del resto del corpus como
estrategia de cortejo, considerándolas las “encargadas del cortejo” (Hamad Zahonero 2015).
Sin embargo, sería necesario investigar más este punto para esclarecer el porqué de esta
diferencia y probar o refutar esta idea. Por ello se considera oportuno desglosar el grupo
marginal, pues ya se ha visto que no se comportan igual las prostitutas que se relacionan con
sus proxenetas y las que vemos interactuar con sus clientes tienen comportamientos
diferentes.
274 En este sentido hay que recordar que en la esposa del matrimonio de hortelanos es particularmente
afectiva, lo que quizá influya en este resultado.
Ho
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M
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53%
32% 30%
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44%
0%
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68%
25% 27% 47%
47%
68% 70%
100%
56%
100%
56% 59%
32%
75%
73%
53%
Afectividad de tratamientos según sexo y origen social
Afectivo No afectivo
134
Gráfica 30. Afectividad de tratamientos según sexo y origen social ordenados por nivel social. Afectividad léxica
Al revisar lo mismo poniendo el foco sólo en la afectividad léxica se evidencia que las mujeres
del grupo alto y del marginal son las que más lemas afectivos utilizan en sus interacciones
amorosas, como se ha comentado ya por los insultos y la afectividad particular de Plácida. Sin
embargo, queda sin despejar la duda en cuanto a las prostitutas. ¿Son todas ellas más
afectivas? ¿La afectividad responde realmente a que son ellas las encargadas del cortejo?
Para seguir ahondando se propone revisar estos mismos datos desglosando el grupo de
prostitutas:
Ho
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24%
56%
20% 20%
39%
84%
72% 80%
100%
61%
100%
67% 76%
44%
80% 80%
61%
Afectividad léxica de los tratamientos según sexo y origen social.
Afectividad léxica
Lemas afectivos Lemas no afectivos
135
Gráfica 31. Presencia de tratamientos según sexo y origen social. Grupo marginal desglosado
Gráfica 32. Afectividad de tratamientos según sexo y origen social. Grupo marginal desglosado
En efecto en la agrupación de las prostitutas que tratan con clientes y las que tratan con sus
proxenetas en enmascaraba un hecho: en el caso de aquellas que tratan con los rufianes tanto
en la producción como en la afectividad no hay grandes diferencias entre el hombre y mujer.
Por otro lado, en la relación con los clientes la frecuencia de tratamientos mantiene la
tendencia habitual en la que ellos producen más tratamientos, sin embargo, la afectividad de
las mujeres es más alta, siendo el único grupo en el que ellas superan en afectividad los
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26% 25% 25%
48%
23%
58% 70% 62% 76%
53%
81%
60% 65%
49%
74% 75% 75%
52%
77%
Presencia de tratamientos según sexo y origen social
Tratamientos Ø
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ALTO Cort ALTO-BAJO BAJO No
dep BAJO Dep
BAJO Ruf
BAJO Client
53%
32% 30%
0%
44%
0%
44% 41%
68%
25%
73%
64%
16%
39%
47%
68% 70%
100%
56%
100%
56% 59%
32%
75%
27%
36%
84%
61%
Afectividad de tratamientos según sexo y origen social
Afectivo No afectivo
136
tratamientos de los hombres. ¿Se trata de una afectividad léxica o sintáctica, es decir, son las
bases léxicas las afectivas o los modificadores u otros usos los que hacen afectivos a sus
tratamientos?
Gráfica 33. Presencia de tratamientos según sexo y origen social. Grupo marginal desglosado
El gráfico demuestra que en gran medida la afectividad corresponde a una afectividad léxica.
En el grupo con los rufianes la afectividad léxica es muy similar entre hombres y mujeres,
igualq ue ocurría con la frecuencia de tratamientos.
Llama la atención cómo la diferencia de la afectividad léxica entre hombre y mujeres del grupo
social más elevado y el inferior se asemeja, especialmente porque se trata de usos similares en
tendencia inversa a la habitual. Sin embargo parece que se trata de motivos diferentes. Como
ya se ha comentado, en las mujeres de alto origen social hay un elevado uso de afectividad
negativa, los insultos. Se trata de una descortesía explicable porque se dan en situaciones
extremas para las mujeres: ante una posible pérdida de la honra, algo que en la época es de
vital importancia para las mujeres. Por otro lado, si bien algunas de las prostitutas también
recurren a los insultos, la afectividad positiva se da con finalidad estratégica empleando dos
tipos de formas: por un lado los tratamientos afectuosos, y por otro los de marcación de grupo
que buscan una cercanía. Esta estrategia parece deberse no tanto a una cuestión de cortejo,
sino con la finalidad de conseguir dinero o información más que relaciones sexuales. Areúsa y
Sosia son un ejemplo claro de estos tratamientos afectivos y de pertenencia de grupo con clara
intención persuasiva.
Por lo tanto con el análisis de estos gráficos se ha visto que hay una tendencia de los hombres,
al menos aquellos de los grupos bajos en sus realiciones amorosas convencionales, a aumentar
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BAJO BAJO No
dep BAJO Dep BAJO Ruf BAJO
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20%
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100%
61%
100%
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44%
80%
40% 36%
89%
70%
Afectividad de tratamientos según sexo y origen social.
Afectividad léxica
Lemas afectivos Lemas no afectivos
137
la frecuencia y afectividad de los tratamientos que dirigen a sus mujeres, y en el sentido
contrario se da la situación inversa. Además, las diferencias entre los hombres y las mujeres
están más marcadas en los niveles sociales más altos y tienden a acercarse en los grupos bajos,
como ya se veía en la comparación de los usos entre los criados de diferente nivel social de la
Segunda Celestina.
Ante la prostitución los usos de los clientes son parecidos, pero los de las prostitutas difieren
según la procedencia social de los hombres. En el caso de la cortesana la afectividad es nula
frente a los usos relativamente afectivos de su potencial cliente, mientras que las que tratan
con hombres de origen social bajo presentan usos más afectivos que ellos.
En la relación de las prostitutas con rufianes, los usos similares en cuanto a frecuencia y
afectividad dentre los sexos parecen responder a un tipo de relación más simétrica. Esto
parece mostrar que, si bien se trata de personajes de diferente procedencia (recordemos que
los hombres tienen una doble vida: son un lacayo y un mozo de espuelas, pero pertenecen al
ámbito de la prostitución por este acuerdo que mantienen con las prostitutas), la relación que
tienen parece más igualitaria. Quizá también su relación esté menos influida por las leyes del
amor cortés en los que la mujer se sitúa por encima del hombre y desdeña los amores del
hombre que la corteja. Si esta hipótesis fuera cierta, explicaría los usos más similares entre los
miembros de las parejas, especialmente entre Palana y Pandulfo. De todas maneras también
hay que tener en cuenta que su escena es en gran parte una discusión, y que la posición
jerárquica imaginable entre los dos, que sería la de Pandulfo en posición de superioridad
frente a Palana porque ella trabaja para él, se ve bloqueada por la prostituta que hace frente a
su rufián por no cumplir su parte del acuerdo.
En la siguiente tabla se muestran las elecciones léxicas agrupadas según el contexto social y
sexual en el que aparecen275:
Hombres Mujeres
Alto ALEGRÍA, ALMA, AMOR, BIEN,
CAUSADORA, CORAZÓN, INFANTA,
MÁRTIR, MATADORA, MUJER, NP,
PRECIOSA, ROSA, SECRETO, SEÑOR, VIDA,
AMOR, CABALLERO, CRUEL, DESAMORADO,
DESCOMEDIDO, DESVERGONZADO, ENAMORADO,
GENTIL HOMBRE, HIDALGO, HOMBRE, IMPORTUNO,
MALDITO, MALVADO, NP, SEÑOR, TIGRE , TRAIDOR,
VELLACO
Bajo ALMA, AMOR, ÁNGEL, CORAZÓN, DAMA,
DESEO, DESPECHO, DUEÑA, DAMA,
ENTRAÑAS, ESMERALDA, ESTRELLA, FLOR,
HERMANO, MUJER, NP, OJOS, PERLA,
PESAR, PUERCA, ROSA, ROSTRO, SEÑOR,
AMIGO, AMOR, CORDERO, DESLAVADO,
DESGRACIADO, ENTRAÑAS, GALÁN, GENTIL HOMBRE,
HERMANO, MARIDO, NP, RUFIÁN, SEÑOR, TRAIDOR,
VELLACO
275 Se subrayan las formas que sólo se dan en el contexto sociolilingüístico en que aparecen.
138
VIDA
Alto-
bajo
ALMA, DIOSA, GUERRERA, PRINCESA,
REINA, SEÑOR, VIDA
NP, HOMBRE
Tabla 17. Elecciones léxicas agrupadas según el contexto social y sexual
Los hombres se sirven de una nómina más variada a la hora de crear tratamientos,276 sólo
superada por las mujeres en el ámbito social superior.
Las formas deferenciales aparecen en todos los contextos salvo, naturalmente, en el
asimétrico por parte de la mujer, que es la que tiene el poder. Por esta relación de poder
precisamente, el contexto asimétrico masculino es el único que no tiene representación del
NP.
Los tratamientos amorosos directos (del tipo AMOR, ALMA, CORAZÓN, ENTRAÑAS…) aparecen en
todos los contextos, salvo el asimétrico femenino. Los producen especialmente los hombres,
pero algunas mujeres también se sirven de ellos en algún momento (AMOR, GALÁN y ENTRAÑAS).
Los amorosos indirectos sólo los utilizan los hombres: por ejemplo los usos afectivos de DIOSA y
GUERRERA y los metafóricos referentes a la belleza en elementos de la naturaleza, ESMERALDA,
ESTRELLA, FLOR, ROSA, PERLA o abstractos, como ALEGRÍA y BIEN, y relacionados con el amor, DESEO,
o la intimidad amorosa, SECRETO.
En cuanto a la afectividad negativa, los insultos, propios de la descortesía, (TRAIDOR,
DESVERGONZADO, IMPORTUNO), siempre los formulan las mujeres, salvo en un caso concreto en el
que se ha renegociado la relación en una de las parejas y el hombre insulta con la base léxica
PUERCA a la mujer con la que ya se ha dado por finalizado el proceso de cortejo sin éxito. Los
insultos se utilizan mayoritariamente en situaciones en las que las mujeres que defienden su
honra, por tanto, también están muy relacionados con el ámbito amoroso. Gracias a ellos la
variedad léxica de las mujeres aumenta considerablemente, pues casi la mitad de los lemas
son insultos. De otro lado los valorativos negativos que aluden a un despecho amoroso sí se
dan en ambos contextos, por parte de mujeres, por ejemplo DESAMORADO, y los desarrollados
CAUSADORA… y MATADORA… por parte de los hombres, en ambos casos en el grupo social
superior.
De igual manera los tratamientos ocupacionales se dan siempre en los grupos altos y en el
asimétrico en la dirección de inferior a superior (INFANTA, PRINCESA, CABALLERO, HIDALGO), aunque
hay alguno deferencial como GENTIL HOMBRE que se da también, y de hecho con mayor
frecuencia, en el estamento bajo.
De otro lado AMIGO y HERMANO son formas que marcan la pertenencia de grupo en los grupos
de origen social bajo,277 por lo que sólo se dan en estos contextos en situación amorosa.278 El
276 Según los niveles alto, bajo y asimétrico: hombres: 16-24-7 y mujeres: 18-15-2 respectivamente.
277 Pero no así en épocas anteriores, según Bustos Gisbert (en prensa).
139
primero de ellos sólo se da en dirección de mujer a hombre en el ámbito amoroso, lo que hace
pensar en un posible intento de evitar esta forma por la connotación que tiene en la época
esta forma como `concubina´,279 aunque se trata de una forma que sí se da, por ejemplo, en la
Celestina de Pleberio a Alisa, y que registra hacia las mujeres también Rígano (2000) en las
relaciones amorosas en la novela de caballería, además de en la lírica.
278 Aunque se documenten algunos casos en relaciones asimétricas en este mismo corpus como
acercamiento de los superiores a los inferiores
279 Aunque es una forma que sí se da, por ejemplo, en la Celestina de Pleberio a Alisa, y que registra
también Rígano (2000) en las relaciones amorosas en la novela de caballería, además de con frecuencia
en la lírica.
140
3. ESTUDIO DE LA SITUACIÓN AMOROSA
En el corpus aparecen numerosas parejas representadas. Consideramos como pareja cada una
de los pares de personajes que mantienen o mantendrán una relación amorosa de cualquier
tipo, desde el momento en que dos personajes que trabarán una relación de este tipo se
conocen, pasando por el proceso de cortejo, bodas clandestinas o los matrimonios ya
consolidados. El trabajo trata la relación amorosa en un sentido amplio: pretende abarcar
desde los amores verdaderos hasta los fingidos por diversos motivos, los correspondidos y los
no correspondidos, los adúlteros e incluso un tipo de relación en la que se finge el amor entre
los personajes involucrados: la prostitución. Precisamente esta diversidad de contextos
amorosos permitirá evaluar los usos de los tratamientos nominales en unos y otros tipos de
pareja.
Dentro de cada una de ellas, la situación amorosa de los personajes puede evolucionar.
Encontramos en el corpus parejas ya consolidadas, como los hortelanos de la Tragicomedia de
Don Duardos Julián/Juliao y Costança Roiz o los matrimonios de los Pasos Toruvio y Águeda de
Toruégano y Martín y Bárbara, pero también otras en las que el receptor de la obra ve
evolucionar desde que se ven por primera vez hasta que se enamoran y parten juntos como
Duardos y Flérida. A veces vemos a los personajes en el proceso del cortejo, y asistimos a sus
votos de matrimonio (más o menos clandestinos) y a la consumación de su matrimonio como
con Pandulfo y Quincia de la Segunda Celestina, o bien a la relación sexual sin haberse casado,
como Darino y Finoya de la Penitencia de amor.
Cada una de las parejas tiene una historia conversacional propia. Se entiende el término
“historia conversacional” como el conjunto de todas las interacciones de las parejas desde el
momento del primer encuentro280. En este epígrafe se presentará cada una de ellas y se
describirán esta historia conversacional, con atención sobre la evolución de la situación
amorosa en cada uno de los casos. De esta manera, queda como punto de referencia para este
trabajo, ya que se parte de ella para el análisis de las interacciones.
La situación amorosa será evaluada en relación a los tratamientos nominales: cada una de las
intervenciones, y por tanto, de los tratamientos y de las ausencias de tratamientos en ellas, se
ha clasificado según la situación de la pareja en el momento de la intervención. Esto permitirá
agrupar los tratamientos y las ausencias de los mismos según las diferentes situaciones y
observar si determinados momentos en las relaciones amorosas favorecen un tipo
determinado de tratamiento; por ejemplo, que los tratamientos utilizados durante el proceso
de cortejo tengan una carga afectiva mayor a otros momentos dada la afectividad propia de la
situación así como el carácter persuasivo del cortejo, que podría llevar a utilizar tratamientos
280 El análisis se realiza sobre las intervenciones que aparecen representadas en las obras, por lo que se
aplicará este término a todas las interacciones a las que asistimos como receptores de la obra, es decir,
el primer encuentro en escena y no según la definición de Kerbrat-Orecchioni (1998), para quien este
término abarca desde el primer encuentro hasta la separación de los amantes, sea por la muerte de uno
de ellos o no: “dans l' ensemble d' une «histoire conversationnelle» (laquelle commence avec la
première rencontre, et s'achève avec la séparation définitive, qu 'elle soit ou non due a la mort de l'un
et/ou l'autre des protagonistes).” (Kerbrat-Orecchioni 1998:34). Kerbrat-Orecchioni (1990:218) atribuye
este término a Golopentia, como ya se ha comentado.
141
que estimulen una cercanía o intimidad, además de los cumplidos y alabanzas asociados al
momento del cortejo.
El objetivo de este capítulo es analizar los tratamientos nominales desde esta perspectiva. En
un primer momento se describirán los contextos que se tendrán en cuenta (desconocidos,
cortejo, relación sexual, matrimonio consolidado, matrimonio clandestino, amantes, amor
mercenario281, y la relación prostituta-rufián) y se describirá detalladamente la situación
amorosa de cada una de las parejas estudiadas, así como su evolución cuando la haya. Con
estas bases se analizarán los tratamientos nominales clasificados según la situación amorosa
en la que han sido emitidos, y se reflexionará sobre si realmente los cambios en la situación
amorosa afectan a la elección y uso de estos.
Como prueba de que se trata de verdaderos condicionantes en el uso de los tratamientos
nominales, se examinará con mayor detalle el uso de los tratamientos en una misma pareja a
lo largo de su proceso amoroso en las distintas etapas de su relación para dictaminar si
realmente la situación amorosa influye en la elección de estas formas. Por otro lado, se
estudiarán los tratamientos que eligen varios personajes que traban amores con más de una
persona, de forma que se observarán los usos del Vitoriano de Juan del Encina con Plácida, su
amor verdadero, y con Flugencia, la cortesana con la que tiene “amores fingidos” y comprobar
que las diferencias amorosas tienen un reflejo en el empleo de los tratamientos tanto
nominales como pronominales. Se compararán los usos de Pandulfo de la Segunda Celestina
cuando se relaciona de forma estratégica con Quincia frente a la relación que tiene con la
prostituta Palana, a la que supuestamente protege a cambio de dinero y de servicios
sexuales.También se observarán las formas de tratarse de Bárbara del paso de El cornudo y
contento con su marido Martín y con su amante el estudiante Gerónimo, de la criada de la
Comedia Himenea Doresta con Boreas y Turpedio.
3.1. PRESENTACIÓN GENERAL DE LAS PAREJAS: SUS HISTORIAS CONVERSACIONALES
En este epígrafe se ofrece una descripción de la historia conversacional de las parejas que
conforman este corpus. Parece necesario desarrollar estas historias de los personajes, ya que
se trata de la base de los análisis que se han realizado en este trabajo.
En la siguiente tabla están presentadas agrupadas por las obras a las que pertenecen,
siguiendo un orden cronológico, y con información sobre su situación social. En las
descripciones daremos cuenta de la situación amorosa que tienen y de la evolución de la
misma en su caso, así como cualquier otra información relevante sobre su relación y un
pequeño comentario sobre los usos de los tratamientos nominales de las parejas.
En la tabla las parejas se enuncian comenzando por el integrante masculino salvo en el caso de
las prostitutas con sus clientes, ya que se entiende que en estos casos, si bien de forma
disimulada, el cortejo corre de su mano.
281 Se adopta el término de amor mercenario de la editora de la Segunda Celestina Consolación Baranda.
Ella se refiere con este término también a las relaciones de la prostituta Palana con el proxeneta
Pandulfo, pero aquí se restringe este término para las relaciones de Elicia y Areúsa.
142
- Égloga de Plácida y Vitoriano, Juan del Encina, 1513
Vitoriano-Plácida ALTA. Patriciado urbano
Vitoriano-Flugencia ALTA. Patricio urbano y cortesana
- Penitencia de amor, Pedro Manuel de Urrea, 1514
Darino-Finoya ALTA. Patriciado urbano
- Comedia Himenea, Bartolomé de Torres Naharro, 1517
Himeneo-Febea ALTA. Patriciado urbano
Boreas-Doresta BAJA. Criados
Turpedio-Doresta BAJA. Criados
- Tragicomedia de Don Duardos, Gil Vicente, 1522
Duardos-Flérida ALTA. Nobles
Julián (Duardos)-Flérida DESIGUAL. Hortelano-noble
Costança-Juliâo BAJA. Hortelanos
Camilote-Maimonda BAJA. Caballero salvaje y su amada
- Segunda Celestina, Feliciano de Silva, 1534
Felides-Polandria ALTA. Patriciado urbano
Sigeril-Poncia BAJA. Criados (superiores)
Pandulfo-Quincia BAJA. Criados (inferiores)
Zambrán-Boruca BAJA. Criados (negros)
Pandulfo-Palana BAJA. Rufián-prostituta
Areúsa-Centurio BAJA. Prostituta-cliente/rufián
Areúsa-Sosia BAJA. Prostituta-cliente
143
Areúsa-Grajales BAJA. Prostituta-cliente
Elicia-Crito BAJA. Prostituta-cliente
Elicia-Tristán BAJA. Prostituta-cliente
Elicia-Barrada BAJA. Prostituta-cliente
- Pasos Lope de Rueda, 1967-70
Toruvio-Águeda de Toruégano BAJA. Hortelanos
Martín-Bárbara BAJA. Simple y esposa
Estudiante-Bárbara BAJA. Estudiante y mujer casada
Sigüença-Sebastiana BAJA. Rufián-prostituta
3.1.1. Égloga de Plácida y Vitoriano, Juan del Encina, 1513
La obra de Juan del Encina es especialmente interesante porque da la posibilidad de conocer a
un mismo personaje que corteja a dos mujeres. Una de ellas, su amor verdadero, y otra con la
que traba amores por consejo de su amigo Suplicio para olvidar los problemas que tiene con la
primera, que no es otra sino una prostituta de alto nivel: la cortesana Flugencia. Ya en el
argumento se nos avisa de las diferencias amorosas con una y otra: “Vitoriano finge pendencia
de nuevos amores con una señora llamada Flugencia, la qual assimismo le responde
fingidamente” (pág. 288). A lo largo de la obra los diálogos y la acción lo confirman: en
numerosas escenas, tanto en boca del protagonista,
VITORIANO: […] ay tanta diferencia / como del sol a la luna / entre Plácida y Flugencia, /
aunque es de gran excelencia / Flugencia más que ninguna. (pág. 303)
como la propia Flugencia, que sabe de la firmeza de los amores de Vitoriano hacia Plácida:
FLUGENCIA: “Vos, señor, tenéis amores / con quien yo ni nadie iguala: / los mayores, los
mejores, / los de más altos primores, / de más fermosura y gala. […] (pág. 307).
“No hay quien con Plácida iguale” (pág. 306), confiesa Vitoriano, que sospecha que no se
puede desenamorar: “Contra razón creo yo / que es imposible soltarse / la fe que una vez se
prendió” (302) y “no creas / que jamás salir tú veas / la fe que una vez entró” (pág. 314)
Compara su amor por Plácida con el de famosos amadores y dice que de sus dolores “son muy
mayores / que quantos ellos sufrieron; / ni su fe / qual la mía nunca fue, / ni tal amiga
tuvieron.” (pág. 302)
144
Aunque ha accedido a seguir el consejo de su amigo y presentarse ante Flugencia e incluso
requebrarla y fingir pasión, sabe que su amor verdadero no cambiará: “no que mi fe se tuerça
/ ni se mude mi affición” (pág 305).
Y así ocurre al terminar de la obra, como adelanta el argumento: los amantes quedarán
“reintegrados y confirmados por muy verdaderos” (pág. 288).
3.1.1.1 Vitoriano-Plácida
Los personajes protagonistas son presentados como dama y galán en el introito. Sin embargo,
no se trata de los típicos galán que corteja y dama que desdeña los amores propuestos: aquí
Plácida adopta el papel que suele tener el galán (Heugas 1987). Los papeles están invertidos, la
dama asume el papel de amante dolida y desesperada que solía interpretar el galán.
Sabemos por la propia Plácida que es de origen social elevado, pues en el soliloquio que abre
la acción dice que tiene dinero y poder:
PLÁCIDA: “No tengo dicha en cosa / siendo rica y poderosa / y de tal emparentada” (pág.
296)282
La obra comienza con la separación de los enamorados Vitoriano y Plácida tras una discusión.
Plácida, “desesperada de amor” (pág. 290), decide irse al monte a dar fin a su vida. Por su
parte Vitoriano, también muy afligido por su mal de amor, decide escuchar los consejos de su
amigo Suplicio, quien piensa que “un muy atorado clavo / con otro se saca” (pág. 301) y le da
la idea de que comience nuevos amores con la cortesana Flugencia. Vitoriano sabe que su
amor por Plácida nunca se apagará, lo que repite en varias ocasiones. Encina muestra a un
personaje muy enamorado:
VITORIANO: “[…] mi fe / sin Plácida no reposa. / en mirar sus perfeciones / se despiden mis
enojos, / he por buenas mis passiones. / ¡O, qué rostro y qué faciones, qué garganta,
boca y ojos! / ¡Y qué pechos / tan perfetos, tan bien hechos / que me ponen mil antojos!
/ ¡O, qué glorioso mirar, qué lindeza en el reír, /qué gentil aire en el andar, / qué discreta
en el hablar! / ¡Y quán prima en el vestir, / quán humana, / quán generosa y quán llana,
/ no ay quien lo pueda decir! / Dentro en mí contemplo en ella, / siempre con ella me
suelo, / no puedo partirme della. / Si en placer está muy bella, tan hermosa está con
ceño. / ¡Qué franqueza! / Para según su grandeza / todo el mundo es muy pequeño.”
(pág. 314-15).
Vitoriano irá en su búsqueda, y al encontrarla muerta precisamente con el puñal que él mismo
olvidó, quiere darse muerte también. Primero Suplicio le detendrá, pero al ausentarse,
Vitoriano decide matarse. En ese momento aparece Venus, que pedirá a Mercurio que resucite
a Plácida.
282 La protagonista también hace referencia a los palacios que deja cuando se marcha: “Yo me vo.
Quedaos a Dios, / palacios de mi consuelo” (pág. 297). Sin embargo parece arriesgado tomarlo como
una pista más de su nivel social, ya que algunos trabajos advierten de que los términos casa y palacio
conviven como sinónimos: Morreale (1958-59:257) explica cómo López Estrada habla de ello en relación
a la Diana.
145
Las interacciones dialogadas entre estos dos personajes son pocas: en la mayoría de los casos
lo que encontramos son soliloquios en los que la dama y el galán se dirigen el uno al otro in
absentia. El único encuentro cara a cara que el receptor de la obra presencia es el dramático
momento en que Plácida resucita y los amantes se reencuentran.
Ambos personajes muestran un alto índice de presencia de tratamientos y de afectividad en
sus elecciones de tratamientos. Entre ellos se dirigen tratamientos formados con bases léxicas
no marcadas afectivamente, pero que sí implican una cercanía como el NP, Plácida, mi señora
o Vitoriano, y que además en algunos casos modifican con el posesivo, Mi Vitoriano, lo que los
convierte en formas afectivas. Con frecuencia se sirven de tratamientos marcados
afectivamente como mi dulce enamorado o mi alma, e incluso los tratamientos elaborados y
afectuosos y dramáticos de Vitoriano: mártir de amor perdida, por mi mal sacrificada; mi alma
y mi señora, mi coraçón y mi vida, vida deste que te llora y matadora deste siervo que te adora
y(a) sin merced se cativa.
La afectividad en los usos de estos personajes tiene que ver mucho con los momentos
pasionales que viven y en la obra tienen una función evidente de aumentar la tensión
dramática. Sin embargo, no hay que olvidar que esta pareja cuenta con una familiaridad desde
el principio que otros personajes del corpus no tienen puesto que acaban de conocerse. Entre
Plácida y Vitoriano no hay una relación de compromiso matrimonial, sin embargo se
encuentran en una situación de cortejo bastante establecida. Por ello los tratamientos que se
dirigen se tienen que observar sin olvidar que la relación de los personajes es de un alto grado
de confianza e intimidad.
3.1.1.2 Vitoriano-Flugencia
El personaje de Flugencia parece tratarse de una prostituta, pero de diferente naturaleza a las
otras que aparecen en el corpus. Se trata de una cortesana, como muestran varios indicios.
Se trata de una mujer de la que se dice que suele quedarse en la ventana283. Aunque los
documentos lexicográficos de una época posterior no impliquen la connotación
prostibularia,284 otros que cita Álvarez Martínez (1992) sobre la figura de “moza ventanera” en
un pasaje del Coloquio de los perros sí parecen hacerlo.285 Además, en la bibliografía sobre la
283 “No será gran maravilla / que por una ventanilla / la puedas ver y hablar, / que acaece, / quando
nadie no parece, / allí estarse a refrescar” (pág. 304). Además es de noche.
284 Covarrubias (1611): “Hazer ventana, es costumbre de algunas ciudades que a ciertas horas de la
tarde las damas están a las ventanas, y las passean los galanes.”
“la muger que está de ordinario en la ventana”, que también dice que “las donzellas, porque no han de
ser callegeras, ni ventaneras”) (sus cursivas), según se cita en Autoridades (1739). De este diccionario
tenermos que “se aplica à la que freqüentemente esta à la ventana”. El DRAE actual (versión 22ª)
mantiene una acepción de ventanera como “Dicho de una mujer ociosa: Muy aficionada a asomarse a la
ventana para ver y ser vista.”
285 Álvarez Martínez (1992:64): “Desde otro punto de vista, debemos señalar el hecho de que es la mujer
hermosa quien, desde una ventana, llama la atención de Berganza, lo cual permite al lector sospechar
de la profesión de tal “dama.” Son muy comunes los refranes de la época que motejan a tales mujeres
de prostitutas. Así el Maestro Correas2 recoge éstos: “Moza que se asoma a la ventana kada rrato,
kiérese vende[r] barato.” (559.a); “Moza ventanera, o puta o pedera.” (559.a); “Muxer en ventana, o
puta o enamorada. [La puta es komún, i haze a todos ventana; la enamorada es afizionada de uno i
asómase a vezes por verle si pasa].” (563.a); “Muxer ventanera, uvas de karrera.” (563.b), es decir, está
146
prostitución en la España moderna algunos investigadores apuntan a que se trataba de una
forma de ofrecerse para las meretrices de cierta escala social.286
Pero sobre todo, se trata de una dama que, como dice el editor del texto Pérez Priego,
“mantiene sospechosas relaciones con la celestinesca Eritea” (pág. 76)287, a la que llama
“comadre mía” y con la que comenta su faceta de deshacer virgos. En este momento, además,
la alcahueta le dice “Esto bien lo sabéis vos” (pág. 311), y con la que afirma que no hará por
Vitoriano si no cobra de él: “venga paga / si quiere que por él haga” (pág. 313). Además, se
habla de otro hombre con el que Flugencia está tratando y para el que Eritea ha preparado
hechizos.288
Vitoriano parece saber que está tratando con una prostituta, aunque las formas de hablar
sobre ella mantengan su oficio velado a través de la utilización de un código amoroso
“convencional”, de la misma manera que veremos que ocurre con otras prostitutas en el
corpus. Por ejemplo observamos cómo Vitoriano y Suplicio hacen referencia al “servicio” en el
sentido del obsequio289 que se suele hacer a la amada, tanto en el introito:
“Y aconséjale Suplicio / que siga nuevos amores / de Flugencia y su servicio” (pág. 291),
como en la conversación entre los amigos:
VITORIANO: […] Para más presto avella, / ¿qué remedio puede haver? → SUPLICIO: El
servicio (pág. 304).
Además los personajes hablan de Flugencia como una “muger de pro”, a pesar de que la
aceptación social de las cortesanas era peor que la de la prostitución de burdel,290 lo que debe
al alcance de cualquiera. Sebastián de Horozco también recoge y glosa el refrán: Moza ventanera / puta
y parlera / Ay otra señal muy cierta / de ser liviana la moça / estar puesta y descubierta / en la
ventana o la puerta / y que con todos retoça. / Y lo que de ello se espera / es lo que dice el refrán /
que la moça ventanera / a de ser puta y parlera / con quantos vienen y van.”
286 Fernández Sobremazas (2006:3): “la forma en que la meretriz se ofrecía variaba según su posición
social y sobre todo su lugar de ejercicio. Así, algunas iban por la calle provocativamente, otras utilizaban
la forma de bailar en las fiestas como medio de atracción, dejaban la ventana abierta mientras se
aseaban”.
287 Pérez Priego tiene claro que ambos personajes forman parte del ambiente prostibulario.
288 “ERITEA: ¿Y cómo os va con aquél / a quien dimos los hechizos?” (pág. 313)
289 Léxico que se refleja en época posterior en el diccionario de Autoridades (1739): “Se llama asimismo
el obsequio, que se hace en beneficio del igual, ò el amigo”, que se suele utilizar en el lenguaje amoroso,
quizá incluso en el sentido de culto a la amada, otra imagen muy presente en el imaginario amoroso: “Se
usa también por el rendimiento y culto, que se debe à Dios, en el exercicio de los que pertenece à su
gloria”. Alonso Miguel (2002:72) explica que los términos abstractos son los habituales del cancionero
de finales del siglo XV, donde todavía la descripción de la naturaleza y de la mujer aún no han aparecido:
están muy presentes en estos textos los términos relacionados con la concepción feudal del amor
(“servir” más que “amar”, y “galardón”). Rígano (2000:148) se refiere al léxico del tipo galardón y
servicio como formas heredadas del lenguaje vasallático que impregna las relaciones sociales de
diferentes tipos, entre ellos el amoroso, en el “estilo cortés”. Para ello sigue la hipótesis de McIntosh
(1986) (que explica en 2000:141) de que el origen del estilo cortés se remonta a las relaciones feudales
vasallo-señor que configuran la forma cortés de las relaciones hijo-padre, enamorado-dama y hombre-
Dios. Algunas de estas dinámicas discursivas y léxico heredado aún se conservan en el estilo cortés
según Rígano (2000:141).
290 Fernández Sobremazas (2006:3): “la aceptación social de aquellas mujeres de más alto rango que
buscaban a través de las relaciones sexuales normalmente en el mismo hombre un acomodo económico
147
responder a la convención de alabar a la mujer que se corteja, pues se entiende que tanto
Vitoriano como Suplicio saben que se trata de una prostituta.
Vitoriano piensa que Flugencia es hermosa y cree que puede haberse fijado en él (pág. 304).
Decide ir a requebrarla por consejo de Suplicio, quien le aconseja que finja “tormento y
pasión” como “penado amante” (pág. 305). Se trata de una criatura linda y hermosa (pág.
304), y Vitoriano accede a cumplir la propuesta de Suplicio por ser ésta “muger tan bella”. El
protagonista le jura que “mill requiebros le diga” (pág. 305) y más tarde le confirmará que ha
hecho todo lo acordado, aunque sin el efecto deseado para sí, pues no ha dejado de querer a
Plácida.
En el breve encuentro que presenciamos los personajes dialogan. Vitoriano, como ha
prometido a su amigo, se acerca a la ventana en la que Flugencia probablemente espera a
algún cliente, aunque con probabilidad eufemísticamente se diga que está “a refrescar” (pág.
304).
En su interacción Vitoriano requiebra a Flugencia y se muestra apasionado. Flugencia le acusa
de burlarse de él: no cree sus palabras, pues sabe de sus amores con Plácida. Vitoriano asegura
que eso pasó, hasta que ambos se declaran amor fingido:
VITORIANO: […] vuestro amor me prendió. →FLUGENCIA: Y a mí el vuestro me venció.
(pág. 308)
En ese momento el galán pide que la cortesana le abra la puerta, pero ella se niega y le
manifiesta su deseo de marcharse.291 Finalmente los personajes se despiden. A pesar de que
Vitoriano afirma, como se ha comentado, que Flugencia es “muger de pro” (pág. 314), a él no
le “agrada cosa” (pág.314), pues su corazón está ocupado por los amores a Plácida.
Entre ellos los tratamientos son mucho más protocolarios en comparación con los que
intercambiaba Vitoriano con Plácida. Entre ellos sólo Vitoriano dirige a Flugencia un
tratamiento con afectividad léxica: Flugencia mía, mi señora y mi deseo. El resto se basan en el
lema SEÑOR por sí solo o en combinación con el NP, y el tratamiento caballero, que alude a la
posición social del protagonista.
En una de las intervenciones Flugencia le dedica el tratamiento señor Vitoriano al personaje
masculino y él reacciona:
VITORIANO (F): ¿Tan presto desconocéis / con vuestro querer esquivo? Ø →FLUGENCIA:
¡O, señor Vitoriano!→ VITORIANO (F): ¿Todos van, señora, así tratados de vuestra
mano? → FLUGENCIA: A vos tengo por hermano, / siempre os quise mas que a mí; / mas
era todavía peor que la que se tenía en las propias mancebas, ya que producían un adulterio estable que
ponía en peligro la unión familiar, base de la sociedad” Cita un refrán que recoge Molina Molina (1988):
“Aléjate de las cortesanas / Si no quieres perder todo lo que tienes. / Son prostitutas como las demás,
/Pero se venden más caras.”
291 Como se verá en las interacciones de las prostitutas que se relacionan con personajes de origen bajo,
también alguna fingirá, al menos las primeras veces, una intención de proteger su honra, por ejemplo
Elicia con Barrada, aunque en ese caso ella rechaza tener relaciones con él porque está enamorada de
Albacín y le parece que Barrada es viejo para ella.
148
los otros,/ assí como a bravos potros / los suelen domar aquí. Ø (vv. 564-8) →
VITORIANO (F): Brava oveja sois, señora. (v.565)
Habría que pensar si esa reacción se debe al tratamiento nominal. Quizá en ese SEÑOR+NP hay
un rasgo de confianza o amoroso por el que Vitoriano responde. Como se verá, se trata de una
relación muy típica de los tratamientos matrimoniales, en los que se combina deferencia y
familiaridad. ¿Se trata en este caso de una reacción a la familiaridad?
Por otro lado, en la interacción el protagonista se autocategoriza frente a Flugencia como su
vasallo y siervo y la coloca a ella en el papel de señora, como es habitual en la tradición del
amor cortés. Incluso la sitúa en la posición relativa de diosa de amor.292 Quizá más llamativo es
que ella lo sitúa a él como a un hermano una forma que al menos como tratamiento nominal
se suele dar entre estamentos bajos como marcador de pertenencia de grupo.
FLUGENCIA: A vos tengo por hermano, / siempre os quise más que a mí […] (pág. 307)
Quizá aquí se pueda entender un reflejo de la posición social real de la cortesana al utilizar una
forma propia de ambientes bajos293, o simplemente que se trate de una forma de
acercamiento cortés, de igual manera que Febea y Darino hacen con los criados Boreas y
Eliso.294
3.1.2. Penitencia de amor
En la obra de Pedro Manuel de Urrea sólo encontramos una pareja que interactúa: la de los
protagonistas, los nobles Darino y Finoya. Hay un criado que dice que su criado y él trabarán
relaciones con las doncellas de casa de Finoya, pero no se llega a ver esas interacciones, ni se
tiene noticia de si han ocurrido.
292 Vitoriano se presenta como siervo de la belleza de Flugencia,
FLUGENCIA: ¿Quién sois vos? / ¡Descortés venís, par Dios! / VITORIANO: Siervo de vuestra belleza.
/FLUGENCIA: ¿Siervo mío? / VITORIANO: Sí, por cierto. / De vuestra merced captivo, / penado,
vencido y muerto, / el morir trayo encubierto / en esta vida que bivo. (vv.550-7)
y captivo de su beldad,
VITORIANO: Bien sabéis / que captivo me tenéis, / preso de vuestra beldad. (vv- 581-2).
Para él ella es su dios de amor:
VITORIANO: Mas dádmela vos a mí, / que vos sois mi dios de amor. (vv. 633-4).
293 Aunque el tipo de prostituta no depende de su origen social, sino de su vestido y comportamiento,
como explica Abril-Sánchez (2003:8): “Vestimenta y la conducta, y no su linaje, crearán las categorías de
puta vieja, prostituta pública, cortesana, puta joven y prostituta privada”, por lo que quizá no se podría
asumir que Flugencia provenga de un ambiente social bajo, y que estos ejemplos de posición relativa
HERMANO contenga la implicación de pertenencia de grupo que sí parece tener utilizado como
tratamiento.
294 Boreas y Eliso se autocategorizan como sus servidores y Febea los responde categorizándolos de
hermanos (pág. 235). También Himeneo, contento tras su visita a Febea, promete a sus criados amor de
hermano y no señor (pág. 207), y así los trata hermanos, hermanos míos (pág. 206), mis hermanos, tú
Boreas y tú Eliso (pág. 221).
149
3.2.1.1. Darino y Finoya
Pedro Manuel de Urrea presenta a Darino como un caballero, hijo de Galmano y Volisa, que va
a ver a Finoya, una “muy gentil dama, hija de Nertano y de Solona” que vive en un “castillo y
casa fuerte en muy gentil asentamiento puesto”. El patricio urbano Darino, desde que llega a la
fortaleza de Finoya, le declara su amor y da comienzo al cortejo con el que la conquistaráElla
rechaza sus palabras y le acusa de querer burlarse de ella a la manera de los cortesanos, que
burlan para luego tener qué contar295. Por ello le pide que la deje y se vaya.
Darino, de vuelta a casa con sus criados Renedo y Angis, recibe consejo de estos, que le instan
a que le escriba una carta. En esta obra los criados, a pesar de dar por supuesta su inferioridad
con respecto a los nobles296, tienen gran peso: utilizan argumentos de autoridad, y hacen
hacer al personaje de Darino. El noble admite que está enamorado. Los criados acuerdan que
le entregarán la carta y que acordarán relaciones con las doncellas de Finoya como suele
ocurrir en las obras celestinescas, aunque en esta obra no lleguen al receptor.
Se empieza a sí la relación epistolar que irá dibujando la insistencia de Darino y la doble cara
de Finoya, que rechaza al joven pero mantiene la correspondencia con él. La primera carta que
escribe no la llegará a leer Finoya, pues la rasga ante Renedo, el que será el encargado de
entregar las cartas entre los personajes. Según ha escrito en la carta, sólo que la haya recibido
y tomado en las manos, aunque para rasgarla, es una alegría. Los criados vuelven a aconsejar a
Darino que escriba a su amada con la excusa de disculparse. A esta segunda carta, en la que el
protagonista vuelve a declarar su amor, la joven Finoya a pesar de declarar hastío decide
responder con la intención de que ceje “en su loco acometimiento” (pág. 86) y para que no ose
volver a escribirle. En ella ordena, advierte y reprocha al caballero; como luego le transmitirá
Renedo a Darino, esta carta ha sido “más scripta con huego297 que con tinta” (pág. 88).
A pesar de ello, los criados le aconsejan que escriba de nuevo. Finoya una vez más expresa su
negativa a responder “al desdichado de Darino”, y dice “No puede mi mano tomar la pluma
para escrevir a un tan desventurado ombre como esse Darino” (pág. 92). Sin embargo, quiere
invitarle a acercarse a su ventana para decirle en persona “lo que él mereçe oýr” (pág. 92).
Renedo convence a Finoya para que lo ponga por escrito, por lo que el noble recibe una
primera carta de Finoya. En ella la joven reprocha a Darino y expresa su enojo, incluso
amenaza con mandar castigarlo, pero también le pide que vaya ante ella, con la contradicción
que le caracteriza. Darino duda si cumplir con esta petición, pero los criados saben que un
encuentro como éste es sólo la antesala de lo que vendrá, es decir, del cumplimiento del
deseo de Darino:
295 “Tus lisongeras razones, Darino, son de hombre cortesano, que se aprecian por sí mismos burlar de
nosotras para después tener qué contar” (pág. 73). Esta práctica entre los hombres la señala Luna Díaz
2011:26.
296 “Y en estos casos de amores, como tú, señor, mejor sabes, que as leýdo más que yo y de tu propio
ingenio eres más bivo por el linaje, que siempre la mayor sangre haze más bivo el ingenio, aunque
algunos de baxa manera en cosas de bellaquería pueden ser más despiertos” (pág. 76)
297 huego, `fuego´.
150
ANGIS: Pues que tú vayas298, señor, hablar con Finoya, acabado es el fin desto. No quedará
en tan poco, yo te digo de cierto, que pues que aora viene a palabras que después verná
a obras, que ya dizen que quien osa decir osará hazer. En tu mano está la onrra de
Finoya. […] Yo tengo, señor, por tan cierto cumplido del todo tu deseo como tu mismo lo
desseas (pág. 94).
Efectivamente Angis tiene razón, pero ese deseo no se cumplirá en este encuentro en el que él
seguirá declarando su amor a Finoya y ella mostrando actitud de rechazo: “ni quiero que seas
mi servidor”299.
En él le reprocha, insulta (malvado), ordena que se vaya e incluso le acusa de tener
(secretamente300) intenciones ilícitas: “tú dizes que no te podría pagar tus servicios con todos
los tesoros, ¿con qué quieres que te pague, con mi persona?” (pág. 97) y lo rechaza “Entiende
en buscar tu remedio, que de mí nunca lo abrás” (pág. 98).
Los criados evalúan el encuentro: en efecto, Finoya le ha hablado con enojo, pero piensan que,
a pesar de ello, las cosas evolucionan favorablemente para el deseo de Darino. Con la idea de
que “seguidores vençen”, el noble vuelve a escribir una carta en la que sigue con el cortejo
declarándole su amor. Al entregársela Finoya le dice a Renedo que le “contentó su prática de
cavallero” (pág. 103) y el criado le asegura que la única intención de su señor es hablar. Finoya
acepta que vuelva a su ventana, aunque le parece una deshonestidad, y así se lo dice en la
carta, en la que le advierte que no debe de ir alegre porque no piensa darle placer; sólo lo
recibirá para despedirse. Como los criados dicen, “Esto de Finoya no tiene medio; ayer nos
amenazó y oy nos convida” (pág. 106); la contradicción de Finoya continúa.
En este encuentro ella al principio se muestra muy distanciada y distanciadora. Se le cae el
abanico, y Darino se lo queda en contra de su voluntad. Es en ese momento cuando le pide
entrar: ella se lo niega, pero le pide cita para el día siguiente y ella acepta.
Ya los criados ven el asunto hecho; Renedo comenta “Ya son abiertas las puertas de tu cárcel”
(pág. 109) con un doble sentido premonitorio y le dice “ponerte as dentro de la camara y aun
de Finoya” (pág. 110). Angis repite que trabarán conoçimiento con las donzellas, aunque
siguen sin mostrar esas andanzas en escena.
En el último encuentro Darino entra en contra de la voluntad de Finoya, al menos de palabra,
en su cámara, estando ella, como nos dice “quasi desnuda”301. Finoya se intenta escabullir,
amenaza con gritar, pero sus esfuerzos, o esfuerzos pretendidos, son en vano: él la fuerza (y le
298 El editor anota pues que tú vayas `una vez que tú vayas´.
299 “que yo no tengo de tener otros servidores syno aquellos que mi padre tiene pagados, que me sirven
con otra manera de amo: que tú hazes: ellos dessean mi onrra y tú mi mengua; ellos procuran servirme
y tu enojarme.” (pág. 97)
300 “Tú eres el mayor enemigo que yo tengo, porque vienes cubierto y el daño que se haze secreto es
mayor quel público” (pág. 96)
301 Otra prueba más de que no parece molestarle tanto como dice, que parece sobreactuar en su
reacción, de la misma manera que se verá hacer a Elicia con Barrada.
151
intenta convencer de que luego todo es huelgo y alegría).302 El protagonista, con esto, ha
llegado “al cabo de su desseo”, según confesará a sus criados.
Ella está triste y avergonzada, pero acepta la petición de que vuelva a encontrarse con ella,
pues al fin y al cabo, ya es suya: “Ya por tuya me tienes” (pág. 114).303
La segunda vez que Darino entra a la cámara de Finoya aumentan los tratamientos afectivos.
De un lado, porque Darino abre la escena con uno de los muy pocos tratamientos cariñosos
que dirige a su amada, coraçón de mi alma. Del otro, de parte de Finoya lo que abunda es el
insulto: importuno, vellaco, traydor, malvado, vellaco, desvergonçado, traydor y vellaco,
descomedido. Se siente muy desdichada y avergonzada. Por una parte se culpa ¿cómo he
salido tan perversa?, pero por otra, ella es víctima: “Mas, triste, que yo no e errado, que
forçada e sido”.
En este encuentro son sorprendidos y Nertano resuelve mandar a los amantes a la cárcel: cada
uno de ellos irá a una torre con sus criados y doncellas, pues a su hija no puede matarla y a
Darino no quiere hacerlo para que sufra más. Darino ofrece su muerte por la liberación de
Finoya, pero la decisión de Nertano es que harán creer que ella ha muerto y que él se ha ido
por no soportar el dolor de la muerte de su amada.
Los tratamientos entre estos personajes, aparte de los comentados, suelen ser de naturaleza
no afectiva. Finoya, además de los repetidos insultos, sólo designará a su Darino con el NP.
Darino preferirá referirse a ella con señora, que en algunas ocasiones modifica con un posesivo
a lo largo de su historia conversacional. Estos casos de afectividad sintáctica y tres
tratamientos en los que se da también afectividad léxica son los únicos acercamientos a Finoya
a través del tratamiento. El primero en el inicio de su relación que constituye una alabanza,
muger tan sabia quanto gentil, tan discreta quanto virtuosa, y los otros dos en situación de
inicio del cuarto y quinto encuentro asociados a llamadas de atención previas a la petición de
que Finoya abra la puerta, por lo tanto, probablemente con intención persuasiva. My alma lo
produce justo antes de irrumpir en su habitación para forzarla, y coraçón de mi alma con el
agravante de que será el encuentro que sigue a la violación.
Salvo este último ejemplo, los tratamientos después del encuentro sexual no parecen cambiar
sustancialmente de Darino a Finoya, pero sí lo hacen en el sentido contrario con los numerosos
insultos que el personaje masculino recibe de la protagonista.
3.1.3. Comedia Himenea
La Comedia Himenea recupera el esquema típicamente celestinesco de presentar las tramas
amorosas de los criados de forma paralela a la presentación a la de sus amos. En esta comedia
el receptor presencia los procesos amorosos de los nobles Himeneo y Febea, pero también las
interacciones de contenido amoroso de Boreas, criado de Himeneo, y Doresta, criada de
302 Se repite una escena parecida entre Pandulfo y Quincia tras su encuentro sexual no consentido.
303 También se reproducirá una afirmación parecida con otra pareja, de nuevo de Quincia a Pandulfo,
después de la relación sexual (y en el caso de los personajes de la Segunda Celestina con el casamiento
clandestino celebrado).
152
Febea. De otro lado, Doresta interactúa con otro criado de la casa de su hermano el Marqués,
Turpedio, al que también tiene afición. Sin embargo, en este caso el interés amoroso no
prospera, pues enseguida discuten.
3.1.3.1. Himeneo y Febea
En el introito y argumento se explica que Himeneo es “un caballero / gentil hombre natural” y
Febea una “dama” y “doncella” por la que Himeneo pena de noche y de día (pág. 187-8). Se
trata de miembros del patriciado urbano, aunque Febea está emparentada con la nobleza: su
hermano (y protector) es marqués.
La jornada primera comienza con una declaración amorosa in absentia de este caballero a su
dama, de la que se ha enamorado a primera vista y que ya es su señora (“de mí sois ya
señora”, pág. 191). Sabemos por Turpedio cuando habla con el Marqués que Himeneo da
serenatas a Febea. El hermano de la dama está al cuidado de ella, por lo que está atento de las
idas y venidas de Himeneo. En un momento en el que se va, Himeneo llega y se acerca a la
celosía a hablar con su amada: será el único momento en el que estos personajes interactúen.
En su conversación ella muestra buena disposición. Himeneo realiza una petición de contenido
amoroso de forma indirecta, y sabemos por la reacción de ella que es indecorosa. Él inisiste y
le pide que le abra la puerta por la noche; después de varias negativas, Febea acaba
aceptando. Por otro lado el Marqués y Turpedio llegan justo para verlo marchar y acuerdan
esperarlos la noche siguiente con la promesa de que los matarán si ocurre algo ilícito.
Será en la cuarta jornada cuando los amantes se vuelvan a encontrar. El Marqués y Turpedio
irrumpen con la idea de matarlo, pero Himeneo escapa. Febea está dispuesta a morir, y
declara ante todos los presentes su amor por Himeneo y se encomienda a la muerte por su
falta, aunque no ha habido pérdida de la honra (a su pesar muere sin haber gozado y “nunca
hice traición” pág. 230). Todo está dispuesto para quitar la vida a Febea, pero en ese momento
llega Himeneo y pide la mano de su amada; los amantes son iguales socialmente, por lo que la
boda es posible, y el hermano está de acuerdo, con lo que convienen que se casarán.
Los pocos tratamientos que intercambian, pues se trata de una pareja que emplea poco estas
formas (17%), son no afectivos. La pareja registra un 38% de afectividad en los tratamientos;
11% de afectividad léxica, que responde al único tratamiento marcado afectivamente en
cuanto al léxico que se da entre ellos y que Himeneo dedica a Febea: mayor de mis bienes,
pero también a través de la modificación con posesivo: señora mía (2). El resto de
tratamientos son todos no afectivos: hacia Febea sólo señora, y por parte de ella, su uso es
más creativo pues emplea tres lemas diferentes, caballero, gentil hombre y señor.
Al final de la obra Febea propone que se case también a su Doresta “con uno d´estos galanes”
(pág. 235): el asunto está entre Boreas y Turpedio, a los que “tiene afición”. Es momento de
ver los amores que tiene con uno y otro.
153
3.1.3.2. Boreas y Doresta
También al comienzo de la obra hay una presentación de Doresta, la criada de Febea, y de
Boreas, servidor lisonjero, frente al leal Eliso.304 Boreas se declara enamorado de ella, y explica
que aunque nunca han hablado, cree que por verle “pena y muere” (pág. 195). De ella
sabremos al final de la obra por Febea, como se ha visto, que tiene interés por él.
En la interacción que protagonizan, también la única de estos personajes en la obra, Doresta
está desconfiada; no quiere que Boreas se burle de ella. Primero se muestra esquiva y altiva
“no me falta quien me quiere” (pág. 215) y luego compasiva. Le pide que le abra la puerta a la
vez que se la abre a Himeneo, a lo que en un principio se niega, pero que enseguida acepta “de
buena gana”. Durante toda esta interacción ha estado Eliso presente para aprender a
requebrar con el consentimiento de Boreas: Eliso halaga las dotes de cortejo de Boreas y le
confirma lo que ya hemos visto, que Doresta está “a su servicio”. La de estos personajes es una
muestra de cortejo bien llevado a cabo, según el éxito del encuentro y las alabanzas de Eliso al
respecto.
Entre ellos los tratamientos son muy poco afectivos305, mantienen la distancia del galanteo
amoroso cortés: una vez más aparecen el lema SEÑOR y el NP como formadores de todos los
tratamientos señora (5); señora Doresta; señora mía; Doresta, señora mía; Boreas y señor, de
los que sólo dos incluyen el posesivo convirtiendo el tratamiento en marcado afectivamente.
De otro lado, uno de los que Doresta dirige al criado de Himeneo remite al universo amoroso:
galán.
3.1.3.3. Turpedio y Doresta
A Turpedio se le caracteriza como “osado, / muy discreto y bien criado” (pág. 188). Al principio
de la interacción parece que empieza un proceso de cortejo con Doresta, pero rápidamente la
interacción cambia de tono: ella le pide que se vaya y él le acusa de estar esperando a “algún
enamoradillo”, a lo que ella le responde probando que es verdad: “más hombre que vos en
todo”. A partir de este momento la conversación de convierte en una sucesión de amenazas e
insultos.306 Más adelante, cuando se propone buscar un marido para la criada, su señora Febea
declara que Doresta tiene afición por Turpedio y por Boreas, a lo que Turpedio responde que
él no la quiere.
Estos personajes también son parcos en el uso de tratamientos en sus interacciones en
comparación con otras parejas307. La evolución de sus usos es llamativa: el hombre comienza
304 Es frecuente en el teatro del siglo de Oro la contraposición de criados según el esquema de criado
leal-criado desleal. Sobre caracterización de uno y otro como leal/desleal Eliso se niega a recibir las
prendas que solicita para los dos Boreas como pago por su ayuda con Febea por ser leal y honrado
(págs. 206-7). También prueba su lealtad en págs. 211-12 y 222.
305 Sólo un 9%, lo que se aleja mucho del promedio.
306 Julio Vélez (en Torres Naharro 2013:531), editor de la edición de Teatro completo de Torres Naharro
en Cátedra sostiene que el desinterés parte de Doresta por ser Turpedio demasiado joven para ella. Si
bien esto puede afectar, y además le llama muchacho y rapaz, Doresta se encuentra con Turpedio
después del encuentro con Boreas, con el que la interacción amorosa parece haber tenido más éxito,
pues queda con él que le abrirá la puerta más tarde, y probablemente haya perdido el interés que le
atribuye Febea al final de la obra por el criado del Marqués.
307 Un 14% dentro de un promedio general de uso en el 36% de las intervenciones estudiadas.
154
con un tratamiento muy afectivo cuando saluda a Doresta, señora de mis secretos, por tanto la
muy hermosa señora Doresta, y después de esto cada uno de los personajes le dirigirá al otro
un tratamiento no marcado afectivamente, señora y señor, hasta el final de la escena, con los
personajes enfadados, cuando Turpedio elige insultar a su interlocutora con un doña puerca
escopetera.
3.1.4. Tragicomedia de Don Duardos
En la Tragicomedia hay tres parejas: los protagonistas, los nobles Duardos y Flérida, que
también interactúan en una relación asimétrica al disfrazarse el príncipe de hortelano, los
hortelanos Costança Roiz y Juliâo, que acogen a Duardos mientras está bajo apariencia del
hortelano Julián, y los rústicos Camilote y Maimonda.
3.1.4.1. Duardos-Flérida /Julián (Duardos)-Flérida
La pareja protagonista de la Tragicomedia de Don Duardos es una de las que tienen una mayor
presencia en el corpus308: a lo largo de la obra interactúan en diferentes escenas, y el
protagonista masculino se presentará con diferente apariencia. En la primera de las escenas el
príncipe don Duardos aparece ante la corte del emperador Palmerín, entre los que se
encuentra Flérida, sin revelar su identidad. De él sólo se deduce que es “más que cavallero”
por sus palabras. Este “esforçado venturero” y “noble cavallero” ha venido por una cuestión de
ética caballeresca309: viene a reparar la ofensa a Gridonia, que quedó agraviada con la muerte
de Perequín a manos de Primaleón. Cuando nuestro protagonista comienza el combate contra
Primaleón, Flérida acude a separarlos a petición de su padre. Ésta será la primera interacción
de esta pareja. Tras ella uno de los personajes ya comenta que debe ser Duardos si no es
Amadís (“el Donzel del Mar”, pág. 191), y de Flérida sabremos por otro personaje que es muy
bella310.
Duardos confiesa a Olimba que se ha enamorado de Flérida. Será ella la que le aconseje que se
disfrace: “cúmpleos mudar la vida / y el nombre y el estado / y el vestido” y que le ofrezca el
filtro de amor.
Antes del primer encuentro en el pomar, con el príncipe don Duardos “vestido de paños viles”
y ya convertido en el hortelano Julián, Flérida muestra buena disposición por los caballeros
andantes en general y en particular por el “grande cavallero” que “herió a Primaleón”, el cual,
“según su manera, gran señor […] devía ser” (pág. 210).
308 Entre ellos hemos recogido 103 intervenciones, que corresponden a un 7% del total.
309 “La ética caballeresca de don Duardos ya empezaba a ser algo anacrónico a principios del siglo XVI”,
según anota Manuel Calderón (pág. 189).
310 Nos referimos a la escena entre Camilote y Don Robusto (pág. 200 y ss.). De hecho, la belleza de
Flérida frente a la de Maimonda, defendida por Camilote, será el motivo del comienzo de los combates
entre ellos y varios caballeros más hasta el triunfo de Don Duardos, que coronará a Flérida como la más
bella.
155
Los personajes se encontrarán cuatro veces en esta situación asimétrica. Desde el primer
encuentro surgirá el problema de la “vil figura” frente a la “señora tan altíssima en linage”
(págs. 211-2) así como las dudas sobre la condición social del supuesto hortelano, “Deves
hablar como vistes / o vestir como respondes”. En efecto, Don Duardos disfrazado de Julián no
parece guardar el decoro que le corresponde como supuesto hortelano.
En el segundo encuentro Flérida bebe el filtro amoroso: “¡Oh, qué agua tan sabrosa! / Toda se
m'aposentó / nel coraçón.” (pág. 224). De inmediato se perciben los efectos del filtro: el
interés de Flérida ha aumentado; entre otras cosas, por ejemplo, expresa que sentiría pesar si
Julián se partiese.
Los signos del amor se desprenden de lo que los personajes comentan con terceros o de los
soliloquios de Duardos: él no quiere comer, no descansa, y el “coraçón se le abrasa” (pág. 230).
Ella confiesa su amor a Artada (pág. 228) y llora tras el tercer encuentro. Flérida está
enamorada, lo que contenta a Duardos, pero por ello mismo está sufriendo, lo que le
atormenta.311 Esto le pone en una situación de contradicción típica de los enamorados.
En el cuarto soliloquio (el tercero, según la acotación), Duardos se muestra desesperado por la
decisión de Flérida de no volver a la huerta. La infanta decide enviar a Artada a hablar con
Duardos con la intención de descubrir quién es el misterioso hortelano. Él sigue sin revelar su
identidad312. En el cuarto encuentro, en el que tampoco se descubrirá, el hortelano Julián
declara su amor abiertamente a Flérida y le lanza una serie de peticiones amorosas. Cuando
ella vuelve a solicitar que le diga quién es, él accede a contestar, y le convoca a una cita
nocturna para hacerlo.313
Entretanto, Camilote ha matado a don Robusto y otros caballeros en el desafío por la belleza
de Maimonda. Duardos se arma y se enfrenta a Camilote. Amandria lleva las noticias de la
muerte de Camilote a Flérida: lo ha matado un “príncipe estrangero” de estatura “Del cuerpo
de Julián y ansí hermoso” (pág. 253-4). Dicen de él que es el Cavallero del Can, el nombre de
guerra de Duardos. En ese momento Flérida reconoce que sus sentimientos crecen: “Y cada
vez este caso es más profundo, / que ahora lo quiero más que de primero” (pág. 254).
Después de la manifestación de su amor, aparece don Duardos vestido de príncipe y con la
guirnalda de Maimonda y declara el suyo: “Yo a vos amo y no más” (pág. 256), pero no por su
estrato social sino por sus cualidades. Flérida confirma su amor de manera indirecta, y
Duardos, que está a punto de partir, la invita a irse con él. Ella acepta (de nuevo
indirectamente y se declara otra vez indirectamente) y se van juntos.
Los tratamientos utilizados en unos y otros momentos de su interacción tienen diferencias
obvias como se ha visto visto en el apartado de demostración de las diferencias
sociolingüísticas que se ocupa de estos personajes,314 empezando por el pronominal: en las
311 “La copa me echó en medio / de un placer que me desplaze / y descontenta. / Pues ahora ¿qué
remedio? / Que lo que me satisface / me atormenta.” (pág. 235).
312 No quiere descubirse, pues “Quien tiene amor verdadero / no pregunta / ni por alto ni por baxo/ ni
igual ni mediano. / Sepa, pues, / que el amor que aquí me traxo, / aunque yo fuesse villano, / él no lo
es.” (pág. 243)
313 Ellas comentarán que será el príncipe de Normandía o incluso de nivel superior.
314 Apartado 2.1.1.2.1.
156
interacciones en las que los personajes se encuentran en igualdad social como nobles se
vosean, mientras que en el contexto de situación asimétrica con Duardos disfrazado de
hortelano, Flérida le tutea mientras que recibe voseo. Duardos sólo emplea el tú para dirigirse
a Flérida cuando ésta no está presente, en las interacciones que le dirige in absentia.
Los tratamientos nominales elegidos en unos y otros momentos también parecen diferir:
cuando el protagonista actúa como hortelano sus tratamientos son más afectivos que cuando
aparece como noble. Sin embargo la diferencia está en el cuarto encuentro: hasta entonces,
también Julián, el Duardos hortelano, utiliza para dirigirse a la infanta el tratamiento nominal
señora, sin siquiera acompañarlo de posesivos o complementos del nombre, por tanto, sólo
usos no marcados afectivamente. Sin embargo, en el último de sus encuentros bajo el disfraz
de Julián, emplea una gran variedad de tratamientos afectivos: el contextual mi guerrera
troyana, vida mía, diesa mía, reina serena, alma mía, mi Dios, milagrosa señora y milagrosa
princesa divinal, además de cuatro ocurrencias de señora. Este momento coincide además de
con un mayor acercamiento de los personajes, que ya se han visto varias veces, y cuyo amor es
ya evidente. En esta escena Duardos declara su amor en varias ocasiones y le dirige peticiones
amorosas a su interlocutora.
Los usos afectivos del tratamiento nominal se repiten sólo cuando el príncipe habla a Flérida
am phantasma en sus soliloquios, en los que declara su amor reiteradamente: además de
cinco señora y el NP Flérida, el protagonista utiliza las designaciones diosa mía, causadora
deste vil oficio, triste, que escogí, primor de las mujeres, muestra de su excelencia la mayor,
diesa mía, preciosa diesa mía y rosa del mundo.
3.1.4.2. Juliâo-Costança Roiz
Los hortelanos Costança Roiz y Juliâo son un matrimonio que trabaja en las tierras de Flérida.
Duardos, cuando decide disfrazarse, les pide que le acojan y que lo presenten como hijo que
acaba de volver del extranjero a cambio de recibir un tesoro.
Las interacciones entre esta pareja son escenas familiares o declaraciones amorosas entre
ellos. En la primera, una conversación entre ellos sobre el huerto introduce al lector en el
ambiente hortelano: comentan entre ellos y con sus hijos los trabajos que hacen. Antes de
abrir la puerta a Duardos, mantienen una conversación Costança y Juliâo de ensalzamiento a la
naturaleza, en la que Juliâo ya aprovecha para lanzar una alabanza a su esposa.
Asistimos a una segunda escena entre los hortelanos después del primer encuentro entre
Flérida y Duardos en apariencia de su supuesto hijo Julián, cuando llegada la noche se
despiden de él para irse a dormir. En este momento Juliâo le canta una canción a Costança.
Esta pareja es un ejemplo de amor conyugal muy afectuoso: se hablan con cariño, se expresan
sus sentimientos amorosos y los tratamientos que se dirigen entre ellos son también muy
afectivos. Entre ellos destaca el mi corderito con el que Costança designa a su marido. Se trata
del único tratamiento de todo el corpus de interacciones amorosas que se expresa con
diminutivo.
157
Se ha catalogado a estos personajes como cómicos junto a Maimonda y Camilote.315 De otro
lado se ha dicho de ellos que representan también en la obra al amor cotidiano real frente al
amor ideal de Camilote y Maimonda, siendo el de los protagonistas un equilibrio entre el amor
idealista y el realista de unos y otros.316
En cualquier caso, quizá esta intensidad en los afectos de Juliâo y Costança Roiz tenga que ver
con la corriente que defendía la efusividad en el matrimonio.317
3.1.4.3. Camilote-Maimonda
La Tragicomedia presenta a Camilote como un “cavaleiro salvagem” y a Maimonda como “sua
dama”. La figura del caballero salvaje que define López Ríos (1997) como un tipo de juglares
cuya función principal era ofrecer espectáculos de lucha. El nombre de caballero, según el
investigador, se tomó por analogía con los caballeros que “se retaban y luchaban, pero no
tenían ni su categoría social, ni su código de honor y exhibían rudos modales”. Una de las
características de este tipo social, al parecer habitual en las cortes de reyes y poderosos, es el
habla grandilocuente y la vanidad (1997:261). En Camilote, sin embargo, según López Ríos no
se encuentra un reflejo del caballero salvaje, sino una parodia con fin cómico: Camilote es
ridiculizado por su engreimiento, vanidad y afición a las pendencias (1997:267).
Camilote y Maimonda son personajes paródicos, como confirma la bibliografía318. La parodia
comienza en la acotación que presenta a los personajes, que describe a la dama como “o
cume de toda fealdade”. Las primeras palabras de la escena son tratamientos nominales que
dirige el rústico a su amada: Maimonda, estrela mía, Maimonda, frol del mundo y rosa pura.
Como vemos, desde el primer momento se muestra el carácter hiperbólico en las palabras del
enamorado. Su parte de la interacción es una consecución de alabanzas y declaraciones
amorosas a esta “muchacha de cuarenta años” (pág. 146) que además de vieja es fea. El efecto
cómico también está en la respuesta de Maimonda a estas alabanzas: en vez de seguir la
convención social de rechazar el cumplido o al menos minimizar su valor, la amada de
315 Pág. 192.
316 En Vicente 1996:56.
317 Moreno Mengíbar y Vázquez García (1997:40):“En contraposición al modelo familiar dominante en la
época, que desconfiaba de las efusiones amorosas entre esposos y las censuraba, estos autores habrían
propuesto un ideal familiar fundado en el amor hacia la mujer”. Se refieren con “estos autores” a
algunos de los que escribieron en los siglos XVI y XVII en contra de las mancebías de origen converso
entre los que citan a Luis Vives, Fray Luis de León, Sebastián de Horozco, González Fernández de Oviedo
o el Padre Mariana.
318 En general la crítica los acepta como personajes cómicos. Manuel Calderón en la edición del texto
señala el contraste entre estos personajes y los protagonistas: se trata de “personajes cómicos cuyas
actitudes grotescas, lenguaje rústico y nombres burlescos contrastan con el carácter cortesano y
refinado de los protagonistas” (pág. 192), Álvarez Sellers los denomina “el reflejo grotesco de Don
Duardos y Flérida” (2013:51). Dámaso Alonso (1933), ha visto incluso en estos personajes un precedente
de Don Quijote y Dulcinea.
158
Camilote no sólo los acepta sino a veces “solicita” estos cumplidos e incluso llega a ensalzarse
a sí misma.319
La situación se complica cuando va ante Palmerín a presentarla y declara que pondrá una
guirnalda sobre “la más hermosa que nación en la vida humana hasta aquí” (pág. 202),
desafiando a cualquiera que diga que hay otra dama que merezca la guirnalda, y, por tanto,
que supere en belleza a Maimonda. Don Robusto, que sale en defensa de la belleza de Flérida
sobre la de Maimonda, será el primero de los caballeros en morir en manos de Camilote, hasta
que llega don Duardos y pone fin al desafío coronando a la hija de Palmerín como la más
hermosa.
Los tratamientos que dirige a su amada son marcados afectivamente. Además de los ya
comentados, la trata como mi esmeralda y de los no afectivos léxicamente señora (4), señora
mía y Maimonda, mi señora, algunos de ellos presentan también afectividad sintáctica a través
el posesivo.
Camilote es un “cumplidor impecable de las leyes de la Caballería e incluso del amor cortés”,
en palabras de Reckert (pág. XIX), el autor del estudio preliminar de la edición que se maneja
en este trabajo, “es decir, del mismo código de convenciones sociales y eróticas (de la misma
vía) por la que se orienta la subcultura a la que también pertenece el propio Don Duardos”, a
pesar de su caracterización como rústico. El propio emperador comenta este desajuste social
como un “milagro de amores” obra de Cupido, pues ha dado a los “rústicos pastores” su “amor
encendido” como a los de su condición social.
Esto entronca directamente con uno de los temas principales de la obra: el sentimiento
amoroso elevado propio de las capas superiores choca en boca de un personaje de nivel
inferior, lo que hace maravillarse a Palmerín aquí, pero también sospechar a Flérida y Artada
de la condición social real del hortelano Julián.
La función principal de este episodio es la comicidad, pero varios especialistas también han
visto un significado más profundo.320
319 Sobre ello se profundizará en el capítulo pragmático-discursivo en relación al estudio de las
secuencias amorosas (4.2.4).
320 López Ríos también considera a Camilote y Maimonda como contraste a la relación de la pareja
protagonista (1997:267-68) y cita varios estudios en los que se les considera como representación de “la
subjetivación, de la humanización del fenómeno amoroso” (Hermenegildo 1994:51-52 ápud López Ríos),
y como “profanación de la «virtud, verdad y santidad del amor» que afecta no sólo a ellos mismos, sino
también al mundo cortesano en que viven” (Zimic 1981:90 ápud López Ríos); por ello Duardos lo tiene
que matar antes de unirse a Flérida (1981:92 ápud López Ríos). Álvarez Sellers (2013:51): La pareja de
hortelanos, “que traducen su amor aplicándolo al mundo cotidiano que conocen”, y el caballero salvaje
y su amada son la muestra de que “los patrones del amor cortés han quedado desfasados, y las
relaciones sentimentales no pueden circunscribirse a una pareja perfecta como la de Don Duardos y
Flérida”, pareja de los libros de caballerías anacrónica. (Incluso cree que sin el contrapunto de las otras
dos parejas los protagonistas hubiesen podido resultar paródicos). La comicidad, según Álvarez Sellers,
es fuente de entretenimiento pero a la vez sirve “para denunciar el deterioro de una sociedad que
estaba dejando de ser la de los tiempos gloriosos de D. Manuel I y progresivamente iba siendo invadida
por caballeros salvajes […]” (29013:51-52).
159
3.1.5. Segunda Celestina
En la Segunda Celestina se encuentran once parejas asociadas a diferentes ámbitos amorosos y
adscripciones sociales.321 Por un lado se da la frecuente intriga paralela en las continuaciones
celestinescas y que seguirá en el teatro del s. XVII entre los amores de los protagonistas de
procedencia social alta, Felides y Polandria, y los de sus criados Sigeril y Poncia, Pandulfo y
Quincia y Zambrán y Boruca. Por otro lado, y también como característica de las
continuaciones (Baranda Leturio y Vian Herrero 2007), se introduce y amplía el universo de la
prostitución. De un lado se representará una interacción entre el rufián Pandulfo y Palana, la
prostituta a la que protege, y de otro las relaciones de Areúsa y Elicia con varios clientes.
3.1.5.1. Felides-Polandria
La pareja en torno a la cual gira la trama principal es la de Felides y Polandria. Se trata de dos
personas de estamento alto.
Hasta la cena XIV no habrá más contacto entre estos personajes que el visual a través de la
ventana de Polandria, cuando Sigeril se pasea por debajo, y de las músicas que le dan. Aquí
Felides se dirigirá a Polandria a través de una carta en la que le declara su amor. La joven llama
“loco, segundo Calisto” a su enamorado tras leerla322 frente a Poncia, que ha tenido buena
reacción a la carta, y a Quincia.
En el primer encuentro de los personajes, en la cena XXXI, se desposarán. Al comienzo de la
cena Felides canta para Polandria: el recibimiento del canto es bueno, Polandria tiene en
buena consideración a su amado. Poncia sale a por él para ver si “se concierta con él lo que
queremos”, que es que se casen secretamente.323 Antes de que los amantes se vean, Poncia
explica las condiciones para que puedan llegar a hablar: Felides tendrá que prometer “el
comedimiento que a su honra se debe”. Se propone que se den la mano como símbolo de
casamiento y accede, por lo que Poncia los casa en presencia de Sigeril.
La interacción entre Felides y Polandria comienza una vez estos se han casado. En cuanto se
quedan solos él le pide un beso por la reja, pero ella le pide “súfrete esta noche […] que
mañana en la noche yo buscaré manera para me salir para ti a ese jardín” (pág. 451), y
entonces no se resistirá.
En la cena XXXX se producirá el encuentro. En cuanto se quedan solos tras desposar a Sigeril y
Poncia, Felides se abalanza sobre Polandria y ella trata de rechazarlo sin éxito. Polandria le
reprocha la afrenta y él le suplica perdón; ya no hay remedio, pero deben mantenerlo en
secreto. Acuerdan que Felides pedirá la mano a su madre y que quedará entre ellos que
321 Las once parejas que cita Baranda Leturio (en Silva1988:66) no corresponden con las mismas que se
tratan aquí: ella no cuenta como la relación las de Sosia y Tristán con Areúsa y Elicia, que aquí sí se
registran porque hay un requerimiento de amores y un emplazamiento a futuro para cumplirlo. Cuenta
sin embargo al pastor Filínides con Acais y a Elicia con Albaicín, de los que se habla en el texto, pero que
no aparecen aquí por no darse interacciones entre ellos.
322 A lo que Poncia responde “y más agora, señora, que tenemos a Celestina” (pág. 253).
323 Como han hablado previamente en la cena XXVI, porque en público su madre no querrá, por
cuestiones de linaje (pág. 389). Más adelante Polandria explicará a Felides que su padre dejó explicado
en su testamento lo relativo al casamiento de su hija.
160
Felides ha tomado “la prenda que hasta ser velados no se permite en verdadera doncella”
(pág. 575).324
Los tratamientos que se dirigen por las dos partes se basan siempre en SEÑOR, que en algunas
ocasiones se combina con el NP. Los tratamientos de Felides tienden más a añadir el posesivo,
sólo en cuatro tratamientos no modifica a la base léxica, señora (4), pero en todo el resto sí
aparece el posesivo: mi señora (11), señora mía (7), mi señora Polandria (3). Los que recibe de
parte de Polandria son léxicamente iguales, pero el nivel de modificación con posesivo es
mucho inferior; sólo se utiliza en una ocasión en sus interacciones señor mío una vez están
casados al final de su conversación. Los tratamientos que le dirige son: señor (16), señor Felides
(4) y el comentado señor mío.
El nivel de uso de tratamientos es uno de los más altos del corpus: se sirven de él en 66% de
las intervenciones que intercambian; cuando la media de utilización de formas nominales es
del 36% y sólo les superan en porcentaje Elicia y Tristán.
Es interesante observar también las posiciones relativas entre estos personajes. Como es
común en el corpus, y en la tradición discursiva amorosa, Felides categoriza a Polandria como
su señora y se coloca a sí mismo en la posición de vasallo. También recurre a la deificación de
la amada.325 Sin embargo, lo primero que pide Polandria una vez están casados es que la trate
como a compañera:
POLANDRIA: […] no tratándome como a Dios, pues más estimo yo, como tu esposa, ser
tratada como compañera, habiendo defendido mi limpieza, que por la vía de señora ser
adorada como a Dios, pues ni a Dios se le ha de hazer tal injuria, ni a mí se me debía con
nombre de señora tal sujeción→ FELIDES: […] como esposo, aceto las mercedes que
como compañera me puedes participar para mi remedio y tu limpieza, y en todo lo
demás no quiero quitarte el señorío que para te servir contino reconocí, para gloria tuya
y de mis pensamientos […] en lo demás contino quiero conocer tu señorío […] (pág. 448)
Después Felides declarará contento que el desenlace amoroso le ha cambiado recurriendo a
varios tópicos amorosos:
FELIDES: ¿Mudas?; iy qué mudas tienen y han tenido!, pues me mudaron de cautivo a
libre326, de pena a gloria, de esclavo a señor, de infierno a paraíso, de no ser a ser , y de
muerte a tener vida, y vida segura de toda muerte. (pág. 458)
324 Sobre la velación, la ceremonia litúrgica del matrimonio, ver Luna Díaz (2011:14).
325 Las intervenciones de Felides a Polandria en las que se explicitan estas posiciones relativas son:
FELIDES: Por cierto, la consideración de mis palabras. y aquellos cometas que con más
resplandescientes llamas corren por mi coraçón en la espera del alma donde se encienden, con lo
que más se desespera del bien de mi señora […]” (pág. 440).
FELIDES: […] El mandamiento de mi Dios y mi señora me notifica, qu'el complimiento de
mi parte lo obedecerá lo que, como vasallo, devo al tributo de su valor y hermosura. […] (pág.
445).
FELIDES: Déxame, señora, adorar a mi Dios antes que lo reciba […] (pág. 446).
326 Unas páginas antes deja esta imagen del amor (en este caso carnal) no correspondido como prisión:
FELIDES: […] te suplico de tu hermosa boca, como a esposo, por esta rexa me hagas merced; pues
como cosa fresca y corriendo sangre, que es la color de sus labios, tras la red desta rexa o, por
mejor dezir, de mis prisiones, la tengo ya comprada con el precio que con pena pusiste a mi dolor
(pág. 451).
161
El tópico de la transformación de los amantes en uno es también recurrente en estas
escenas.327
3.1.5.2. Sigeril-Poncia
Sigeril y Poncia son los criados principales de Felides y Polandria, y, por tanto, los más
allegados a sus amos.
En la cena XIV en la que aparecen Felides y Sigeril ante la ventana de Polandria, las mujeres
comentan también sobre el criado, del que hablan como el “requebrado” y “enamorado” de
Poncia; ésta se refiere a él como “gentil hombre” y habla de él como “mal pesar” y “mi duelo”.
En este momento Poncia cuenta a Polandria cómo en la iglesia le dijo “mil boverías”. Será el
primer momento en que se vea a Sigeril dirigirse a Poncia, aunque en discurso referido: se
trata de una secuencia amorosa en la que la alaba y muestra su interés amoroso por ella, pero
la criada explica que tras escucharle se fue “y dexéle por majadero” (pág. 247).
Más tarde, en la cena XVIII, Poncia recibirá una carta que irán comentando según leen
Polandria y Poncia en la que Sigeril le muestra sus amores y le pide una cita.El primer
encuentro en escena entre ellos será en la cena XXXI, en la que sus amos se desposan. Estos
personajes se apartan juntos y Sigeril aprovecha para demostrarle su amor. Poncia le explica
que sólo “con limpieza y dineros me has de alcançar”. Aunque él sigue insistiendo, Poncia se
mantendrá firme. En la cena XXXX se concierta su casamiento, y Poncia, a pesar de ello, no
consiente los amores de Sigeril, a diferencia de su ama, hasta que se casen públicamente,
“hasta que conmigo te veles” (pág. 573).
Estos personajes no son muy creativos en los tratamientos que utilizan. Sigeril suele crear
todos sus tratamientos en torno a la base SEÑOR: señora (14), señora mía (4), mi señora Poncia
y también señora de mis entrañas y señora de mi alma. Como se ve, fundamentalmente se
dirige a ella con el deferencial señora, que en algunas ocasiones modifica con posesivos y otras
bases léxicas que constituyen tratamientos afectuosos propios del ámbito amoroso. Es de
señalar que los más afectivos de los tratamientos, los que están combinados con bases
afectivas, señora de mis entrañas y señora de mi alma son los que están presentes junto al
también afectivo señora mía en la carta que el personaje le envía a su amada.328
327 Entre otros, en:
FELIDES: ¡Oh, mi señora!, con la gloria del bien que en los braços tengo, estoy tan enajenado, para
más en ti estar convertido, que no me siento para sentir el bien que tengo, tanto, que
milagrosamente tengo vida, teniendo más razón para teneIla que hasta aquí por estar ya con mi
alma, de quien cantina he sido desamparado; y en la hermosura que agora veo, en ella conozco
que estoy en gloria, si no me desengañasse deste engaño la falta que para gozar de entera gloria
rescibo, con acordarme que tengo de estar tan presto apartado del alma, y en mi posada con sólo
el cuerpo. (pág. 568) → POLANDRIA: Señor Felides, no sé qué te responder, porque me parece que
estoy hecha Sosia, criado de Anfitreón, cuando Mercurio le hizo entender que era otro él; assí, yo
soy otro tú, y pues tú hablas como tal tú, yo no tengo qué responder (pág. 568-69).
328 También Zambrán utiliza este tipo de términos más afectivos en su carta a Boruca, igual que Pandulfo
en la carta que escribe a Polandria haciéndose pasar por Felides, además de ser los tratamientos que
recomienda para la escritura de cartas a mujeres (2.1.1.2.3).
162
Por otro lado Poncia es muy parca en el uso de tratamientos: casi no utiliza, sólo en un 15%.
Los utilizados son amigo (2), en momentos en los que parece poder tomarse como un uso
irónico más que de acercamiento, y una vez concertado su matrimonio, le dirige el deferencial
pero familiar señor Sigeril, precisamente en el mismo momento en el que él le dirigirá el único
tratamiento del mismo tipo, pero en su caso modificado por el posesivo: mi señora Poncia.329
La afectividad léxica de los tratamientos de esta pareja sólo llega al 17%, pero asciende a 38%
de afectividad general de los tratamientos. Se trata de una pareja que, independientemente
de que quizá aún no tengan entre ellos mucha confianza, parece regirse por modelos
represivos de la emoción más cercanos a los de sus amos que a otros compañeros de
profesión, como por ejemplo Pandulfo y Quincia. Esto tiene sentido de forma doble: de un
lado se trata de criados de mayor nivel social, pero también, son personajes que están más
cercanos en todos los aspectos a sus amos, lo que parece reflejarse también en la
caracterización, por ejemplo en sus formas de hablar al menos con respecto a los usos de los
tratamientos nominales.
El criado también ensalzará a su amada como ángel:
SIGERIL: […] yo por ángel te tengo (pág. 453).
3.1.5.3. Pandulfo-Quincia
Pandulfo, mozo de espuelas de la casa de Felides, y Quincia, criada de la casa de Polandria, son
la segunda pareja de criados de esta obra que traban relaciones amorosas. Al comienzo de la
segunda cena, en el que tendrán su primer encuentro, Pandulfo explica en el monólogo que va
a ver a Quincia: se hace el encontradizo con Quincia en las cercanías de su casa de camino a la
fuente con la intención de ir moldeando su discurso según su reacción, como manifiesta en su
parlamento330. Al principio ella no le devuelve la palabra, y, cuando lo hace, no lo hace de
buena gana: Pandulfo recibe amenazas, insultos y órdenes de que se vaya. Él no ceja en sus
intentos y le pide licencia para ir por la noche a “darle una música”. Interrumpe su
conversación la llegada del negro Zambrán, tras la cual Pandulfo aprovecha para fanfarronear
sobre su fingida valentía. En este momento le dice que Quincia “tú eres la que yo ando a
buscar para mi condición” (pág. 131).
Después del encuentro Pandulfo se va contento porque ya la da “por alcançada”. Espera
impresionarla con la serenata y dejarla “muerta de amores”. Por su parte, sabemos que
Quincia está interesada en él, o al menos tiene mejor consideración de él que Polandria, pues
más adelante, al ver huir a uno de los músicos en la serenata, negará ante la noble que el
cobarde pueda ser Pandulfo, pues es “el más fiero hombre” que hay en la ciudad (pág. 147).331
329 A este respecto Rígano 2000:159 señala que la fórmula amigo desaparece una vez se casan
públicamente (aunque aquí sólo se trata de matrimonio de palabra).
330 “dezirle dos parolas a manera de levada, y como las tomare ansí procederé” (pág. 123).
331 Aunque más tarde sabremos que ella sí sabe que fue Pandulfo el hombre que huyó (pág. 248).
163
En la sexta cena Pandulfo se acerca de nuevo a la fuente para borrar “la mala estimación” de la
noche anterior. En su monólogo comparte sus intenciones con claridad332: quiere hacer “de un
tiro dos cuchilladas”, es decir, utilizarla en la intermediación entre Felides y Polandria, pero
también sacar provecho propio, pues la ve “hermosa y boçal333”, “no sabría salirme de
mandado” y podría ganar dinero con ella convirtiéndola en prostituta y sacando beneficio de
ello. En este encuentro sigue la actitud de cortejo: alaba y adula a Quincia. Esta vez le pide
acercarse a su casa, en este caso para hablarle de algo “ruégote que me hagas merced de oír
esto noche ciertas palabras que a mí me cumplen y te cumple dezirte” (pág. 161). Este tercer
encuentro tiene lugar en la cena XI, en la que Pandulfo “se desposa con ella, y han efeto sus
amores” (pág. 207). Al llegar declara su amor a Quincia, se proponen matrimonio (en secreto,
por tanto, a yuras), y para aplacar los temores de Quincia, Pandulfo le promete que no le va a
burlar y se casan.334 Él le pide que le abra la puerta y una vez dentro ella le pide a él que no le
afrente, pero sin éxito. Ella está desesperada por su pérdida de virginidad y le pide que se
vaya. Finalmente se tranquiliza y Pandulfo aprovecha para realizar una petición comprometida
para Quincia: entregarle una carta a Polandria de parte de Felides. Pandulfo, cuando se va, se
muestra muy contento. Más adelante dirá ante Sigeril y Felides que se ha casado con ella por
haberle quitado la virginidad: “hízome tanta conciencia que me desposé con ella, por no le ser
en cargo” (pág. 223). Pero sabemos por su monólogo que le gusta físicamente, de la que dice
que es una joya, y está contento porque podrá disfrutar de ella carnalmente “sin ofender a
dios”. Además, se observa un cambio en la actitud de Pandulfo: es optimista en cuanto a sacar
provecho a la intermediación entre los amos, pero ahora piensa en repartir los beneficios por
la mitad con Quincia por ser su esposa.
Los personajes vuelven a encontrarse en la cena XVI. En ella, Pandulfo se acerca para saber
sobre la carta. Quincia en un principio no le devuelve la palabra, pues está avergonzada y
enfadada por lo que ha pasado la noche anterior. Su actitud es de reproche, pero también le
dice en esta escena “ya sabes que soy tuya” 335 (pág. 264) y le manifiesta que tenía “desseo de
te ver” (pág. 265).
El último encuentro de esta pareja, en el que de nuevo Pandulfo quiere interesarse por la
nueva carta que ha enviado a Polandria, esta vez escrita por él haciéndose pasar por Felides.
En esta cena, la XXVII, Quincia le cuenta con detalle la reacción de Polandria y Poncia, a las que
le han parecido “badajadas” lo que dice la carta, y la criada tiene un episodio de celos con
Poncia, que Pandulfo apacigua declarando “más quiero a tu çapato que a ella y todo su linaje”
(pág. 407).
332 Ya lo ha dejado caer en el monólogo final de la segunda cena y volverá sobre ello ante la propia
Quincia, que se ofende.
333 Boçal quiere decir “el negro que no sabe otra lengua que la suya”. La editora del texto explica que en
este contexto debe querer decir `inexperta´.
334 En efecto parece una forma no poco frecuente de conseguir relaciones sexuales por parte de los
hombres. Luna Díaz señala el peligro de las solteras ya que se trataba de una sociedad donde “la fama
del hombre se granjeaba a base de hazañas amorosas con mujeres que no fueran la propia” (2011:26).
335 Una vez que ya los personajes ya han tenido la primera relación sexual, que además no es
consentida, como la de Finoya y Darino, Quincia reaccionará como la de la protagonista de la Penitencia
de amor, que le dice a Darino “Ya por tuya me tienes” (pág. 114).
164
Los tratamientos que se dirigen, que se revisarán con más detalle en el apartado XXX, superan
a la media de presencia en las intervenciones y de afectividad, tanto léxica como sintáctica.336
3.1.5.4. Zambrán-Boruca
Zambrán y Boruca representan a los personajes de estrato social más bajo fuera del ámbito de
la prostitución. Son negros: como recuerda la editora del texto Consolación Baranda en el
prólogo, no se dice de ellos sin son esclavos o libres (pág. 63), sólo que Zambrán es el “negro
de Paltrana” (recordemos, la casa de de Quincia)337, y “Boruca, la negra de Astibón”.
Antes de su encuentro en la cena VI, sabemos de esta pareja por las palabras de Quincia y
Boruca. La criada de la casa de Paltrana explica que Zambrán es para la negra de Astibón
“mucho su enamorado”, lo que nos confirmará ella misma más tarde: “Extar mucho me
namorado Zambrán” (pág. 132).
La negra explica que Zambrán se le abalanzó para besarla y ella huyó. Antes de irse pide a
Quincia que salude de su parte a Zambrán, hacia el que a pesar de sus faltas tiene buen
pensamiento: “Encomendarme a Zambrán, que gualá estar bon hejo, aunque travexo y
veliaco” (pág. 133).
En cuanto Boruca vuelve a ver a Quincia le pregunta si transmitió las encomiendas y se
interesa por la reacción de Zambrán. La criada le cuenta que se alegró338, pero que le reprochó
que estuviera “muy veliaca” y el hecho de “no querer a él mucho”. Boruca se defiende y le
pide que le devuelva los reproches, que él es el verdadero vellaco, pues sabe que ha visitado a
la prostituta Palana.
En ese momento llega Zambrán y Boruca quiere huir. En su encuentro se reprochan
mutuamente (que ella quiera huir y que él haya estado con Palana), él le declara su amor sobre
el de todas, por lo que no debe estar celosa, y la intenta abrazar, pero ella no se deja. Le pedirá
perdón y le avisa de que irá esa noche a su casa, lo que acepta en un primer momento, porque
“vox pagar a me”, pero en cuanto se va le dirá a Quincia que le diga que no vaya, que estaba
burlando.
En esta misma escena Quincia llama a Pandulfo para que le lea la carta que le ha escrito
Zambrán. En ella el negro declara su amor y cuenta sus penas y sufrimientos (no puede comer,
ha dejado de dormir, y está triste)339. Ella la va comentando según se la leen: se burla (ella sí
336 Se dirigen tratamientos en el 41% de sus intervenciones, y de ellos, el 58% son afectivos, superando a
la media en varios puntos (44%), de los cuales casi la mayoría, el 50%, se deben a la afectividad léxica
(cuya media no supera el 30%).
337 Zambrán y Quincia pertenecen a la misma casa, por lo que no es extraño que el negro la proteja
frente a Pandulfo. Además, Quincia se convertirá en la intermediaria entre los negros.
338 Y lo hace en su propia forma de hablar, pues, cuando habla con Boruca, transforma su manera de
hablar al lenguaje de los negros: “Sí decir, y hogar mucho” (pág. 162)
339 Las diferencias en las cartas de Felides o Pandulfo haciéndose pasar por él, Sigeril y Zambrán,
presentan diferencias y similitudes que se comentan en el prólogo de la obra que ofrece la editora
Baranda Leturio, y en trabajos de Navarro Gala (2002 y 2004b). En este trabajo también se han
comparado las cartas dirigidas a Polandria en el apartado de la demostración de las diferencias
sociolingüísticas bajo el epígrafe 2.1.1.2.3, que trata las “retóricas elevadas” del noble frente a las
165
puede dormir), dice que miente (pues sabe de sus relaciones con Palana). Con xenora de mi
coraçón abre la carta, y sigue con mex entrañas en una explicación del amor que siente hacia
ella. Le hace una petición en relación a sus sentimientos amorosos, que no le haga más mal, y
esta petición la acompaña de otro tratamiento de implicación afectiva: mi coraçón.
En la carta también la trata de tú, pero en dos ocasiones de vuestra merced, o en su
pronunciación adecuada al habla de los negros, voxa merxé. Estos tratamientos aparecen en
una petición y una despedida ceremoniosa, tras pedirle la mano. La petición viene además
acompañada de mi coraçón y de una justificación de la petición que es una declaración de
amor (se lo pide por “extar tuyo todox”), y vuestra merced precisamente aparece en un
juramento “por vida de voxa merxé”. Sólo Zambrán y Boruca utilizan esta forma de
tratamiento, que emplearán entre sí y con Pandulto y Quincia.
En cuanto a la petición de matrimonio en la carta Boruca afirma que está bien escrita pero que
no quiere nada de él: “Gualá, estar ben excrita, max a me no se me dar nada máx de para
burlar y paxar tempo, que extar un bovo Zambrán. Dexer, hermana Quincia, que dexar dextax
boveríax y dexar amore conex, que no aprovecha nada” (pág. 164).
Entre estos personajes hay pocas interacciones, pero con las que contamos no tienen más
tratamientos nominales que los insultos de la mujer: veliaco y don veliaco. De Zambrán a
Boruca, sin embargo, sí encontramos tratamientos cuando se dirige a ella por carta: xeñora de
mi coraçón, mex entrañas y mi coraçón. Como se observa, estos personajes sólo se
intercambian tratamientos afectivos, incluso en lo referido a la afectividad de las bases léxicas,
cuya media está en aproximadamente 30%. Además, son los únicos personajes que utilizan el
vuestra merced.
Como se ha visto una de las formas de caracterización de estos personajes es a través de su
forma de hablar: el habla de negros.340 Sin embargo, según la editora de la obra, aquí no
supone ninguna inferioridad moral.341
3.1.5.5. Pandulfo-Palana
De Palana sabemos que es vieja y fea.342 Ella misma dice que lleva treinta años en la mancebía
y Pandulfo nos confirma que es “más vieja que Sarra” (pág. 158). Pandulfo no la tiene en
mucha consideración: nos dice que tiene mal aliento, que es borracha, dice de sus piernas que
son dos “cañahejas llenas de vello que para barbas serían ásperas” (pág. 217). Además, es
demasiado astuta (“matrera”).
Pandulfo, después del episodio de la serenata, va “a pedir cuenta a su ramera”. Pandulfo está
enfadado, pues acaba de oír que Polandria sabe que es él el que ha huido como un cobarde, y
“badajadas” del mozo de espuelas. Sobre la gradación de la absracción de Felides a la corporeización
del sufrimiento de amores de Zambrán ver nota en 2.1.1.2.
340 Para estas cuestiones ver los estudios ya citados en 2.1.1 de Salvador Plans (2004) y Baranda Leturio
(1989).
341 Igual que en el caso del pastor Filínides, que por otro lado se expresa con rusticismos pero desarrolla
un paradigma del amor que deslumbra a Polandria y Poncia (Baranda Leturio en Silva 1988:89).
342 La editora del texto, Baranda Leturio, señala los momentos (cenas XXII y XXIII) en los que se dice que
está calva, una de las consecuencias dela sífilis.
166
en el monólogo ya ha avisado que sus enojos habrán de quebrar en Palana si no le da buena
cuenta. Al llegar avisa a Palana de su mal humor; “vengo dado al enemigo” (pág. 150). Durante
casi toda la escena el mozo de espuelas discute con la prostituta, y no será hasta el final
cuando hagan las paces. Pandulfo le pide a Palana dinero, y Palana se queja de que no haya
cumplido su papel de protector vengándola ante Botafes y su prostituta. Él promete que la
vengará con su aire fanfarrón, pero ella, que ya lo conoce, le advierte de que no trabajará para
él si desatiende sus deberes para con ella. Pandulfo le pide dinero con la excusa de arreglar el
problema con Botafes, pero ella se excusa ante él (y se niega en un aparte). Finalmente le da
dos reales, lo que le dice que ha ganado en el día, lo que a él le parece poco. Palana también le
reprocha que se vea con Quincia, información que le ha dado Zambrán, de lo que también se
excusa y justifica Pandulfo. Finalmente cierran la escena con la sugerencia por parte de los dos
de acostarse y dejar los enojos.
Esta pareja no es especialmente productiva de tratamientos (29% entre los dos), pero cuando
los utilizan estos casi siempre están marcados afectivamente. De hecho, son una de las parejas
con mayor porcentaje tanto de afectividad léxica (85%), como general (95%). Estos
tratamientos no siempre indican afectuosidad: de un lado están aquellos que suponen un
insulto: pesar de tal, mala muger y don rufianazo, propios de la situación de enfado de la
escena. Pero también hay tratamientos amorosos estratégicos, como los de Pandulfo cuando
intenta tranquilizar el lloro de Palana, amores, despecho de la vida, o despecho de la vida en un
momento en el que responde a sus reproches fingiendo que no sabía que había desatendido
sus necesidades. Palana le dirigirá los tratamientos afectivos amigo y mi alma cuando le ofrece
dos reales diciendo que es todo lo que ha cobrado en el día; quizá su afectividad está
intentando aplacar el posible enfado de Pandulfo por lo poco que está dispuesta a darle.
También al final de la escena se intercambian los tratamientos amores míos y entrañas mías en
el momento en el que deciden dejar de pelear y tener un encuentro sexual.
Algo muy característico de esta pareja es que Palana, a diferencia de las demás mujeres, e
incluso de las demás prostitutas, utiliza tratamientos muy afectivos, algunos de los cuales
aparecen en pocas ocasiones en boca de mujeres o ninguna vez, como es el caso de ENTRAÑAS y
ALMA.
Estos personajes también cambian el tratamiento pronominal: en su interacción Palana
comienza contestando con vos a Pandulfo, que la tutea. Cuando crece su enfado, él cambia
también al vos, en un momento en el que la amenaza, pero vuelve rápidamente al tú para
tranquilizarla porque Palana se ha puesto a llorar. Al cabo de unos parlamentos también
Palana pasará al tuteo.
En esta pareja también se encuentra una posición relativa pero utilizada en un sentido
contrario al habitual, para hacer un reproche. De esta manera la categorización como ángel no
es para la amada, sino para el propio Pandulfo:
PANDULFO: […] Yo soy contigo como un ángel y tú andas comigo con dos hazes. Ø (pág.
153).
167
3.1.5.6. Areúsa-Centurio
La percepción que Areúsa tiene de Centurio no es buena. De él dice que es un “desuellacaras
dervengonçado” (pág. 227), y borracho, pasa su vida en las “tabernas y bodegones” (pág. 228).
También sabemos de él que no es agradable físicamente: tiene una cicatriz en la cara y los ojos
tan separados que parece “que quiere espantar niños” (pág. 228).
Si bien era claramente rufián en La Celestina, en la Segunda se sabe de él que protege a las
prostitutas343 (tras el episodio de la pelea de Celestina y Elicia con Palana se ofrece, aunque
falsamente, a vengarlas, cena XXXV). Sin embargo no se explicita que éstas, o en concreto
Areúsa, que es con la que se acuesta, destine parte de sus ganancias a Centurio. Es más, lo que
sabemos es que es Centurio el que invita a comer a las tres (cena XIII), por lo que lo se tratará
aquí como un cliente más.344
En la cena XIII se van a juntar a la mesa Centurio, Elicia, Areúsa y Celestina. Durante toda la
escena Areúsa se muestra con una actitud negativa hacia Centurio. Incluso antes de que llegue
ya quiere empezar a comer, pues llega tarde, pero Celestina no lo permite puesto que ha sido
Centurio el que ha procurado la comida.
Desde que llega, Areúsa comienza con reproches, ironías e insultos velados hacia Centurio.
Además, cuando él intenta acercarse a ella, lo rechaza y sólo consigue contacto con ella
porque Celestina y Elicia la obligan. También le hará reproches por celos, por lo que llorará y
Centurio tendrá que tranquilizarla (en lo que también interviene Celestina). Al final de la
escena Centurio sugiere que vayan “a una cámara a passar la siesta” (pág. 245). Ella se niega a
esta proposición indecorosa y se intenta zafar; sin embargo, se deja coger aunque diga que es
porque la tomó “descuidada”, por lo que parece que estamos una vez más ante un fingimiento
que se repite en otros contextos con las prostitutas, y a veces con otros personajes como
Finoya.
En la cena XXIII Areúsa alaba a Felides, lo que provoca los celos de Centurio. Areúsa lo
tranquilizará declarando su amor por él, aunque sea feo. En esta escena vuelven a interactuar
esta vez Palana intercediendo por Celestina: Centurio ha dicho que irá a pegar a Palana para
vengar la escaramuza que han tenido con ella, y Celestina no quiere, así que se acerca a él para
pedirle que no lo haga.345
En sus intervenciones Centurio es el que más tratamientos y más afectivos utiliza: ojos míos, mi
alma, señora de mis entrañas, señora de mi alma y despecho de la condición frente a los no
marcados afectivamente señora (5). La mayoría de estos tratamientos afectivos corresponden
343 Tanto las prostitutas clandestinas como las públicas que trabajaban en un burdel legal regentado por
una “madre” o “padre” tenían proxenetas que se encargaban de su protección a cambio de parte de las
ganancias (Molina Molina 2008:150).
344 En el prólogo Baranda Leturio parece referirse en general a los que tratan con las prostitutas como
ruafianes. En el texto muchas veces se habla de Centurio como rufián: Areúsa le llama “rufianazo,
vellaco, panfarrón” (pág. 388), “aquel rufianazo” (pág. 512), Celestina “rufianzao, gesto del diablo de
Centurio” (pág. 178), Sosia hablando de Centurio “el rufianazo de los dos reveses por las quixadas”.
También se habla de Paldulfo como “rufianazo” en dos ocasiones, y de Crito (Palana le dice a Elicia:
“¿vuestro rufián, Crito?”, pág. 344).
345 Aunque el personaje, que es fanfarrón como su amigo Pandulfo, luego manifestará en el soliloquio
que no pensaba hacer nada.
168
a la primera cena en la que interactúan, que corresponden con el ataque continuo de Areúsa,
que por su parte le dirigirá sólo tres tratamientos, el NP, Centurio, y dos insultos: desgraciado
asociado a una orden y el desgraciadazo, que concurre con la tercera persona, lo que aumenta
la distancia que ya supone el insulto.346
3.1.5.7. Areúsa-Sosia
En la cena XXV Sosia y Tristán, criados de Calisto, pasan por la calle y Areúsa llama a Sosia para
preguntarle sobre la verdad de la muerte de Calisto: si es cierto lo que afirma Centurio de que
lo mató o cayó solo, como ella imagina, para dejarlo por el despensero Grajales.
El comienzo de la interacción ya es muy significativo en relación a los tratamientos nominales:
Sosia saluda a Areúsa con el besamanos, el saludo propio de los grupos de origen social
elevado, lo que acompaña con señora, y de ella recibe el primero de los tratamientos
afectuosos y cercanos que le dirigirá en su interacción, mi Sosia, y que funcionan como parte
de su estrategia embaucadora para conseguir de él la información que pretende.
La estrategia es acercarse a él con reproches por “tenerlas olvidadas”, e incluso le pone en su
boca que la ha echado de menos.347 Le pregunta hasta que obtiene la información que quiere
con respecto a la muerte de Calisto; en efecto murió de un golpe en la cabeza al caerse y no a
manos de Centurio.
La prostituta le agradece la información y, como agradecimiento, le hace una proposición
indecorosa velada para más adelante, a la que Sosia accede.
Casi todos los tratamientos de Areúsa a Sosia se basan en AMIGO o AMOR, mi amor (3), amor, mi
amor, Sosia y Sosia, amigo y amigo Sosia, reforzando la intimidad y afectuosidad; el único que
no es de base léxica afectiva es el NP, pero lo modifica con el posesivo: mi Sosia. Es clara la
voluntad estratégica y embaucadora de Areúsa. De vuelta todos los tratamientos nominales
que recibe se basan en señor, señora (22), y sólo uno de ellos aparece con el posesivo: señora
mía, que acompaña al cumplimiento de la petición.348
3.1.5.8. Areúsa-Grajales
Grajales es el criado y despensero del Arcediano, por lo que tendrá la aprobación de Celestina,
pues sabe que podrá proveer bien y aportar beneficios. En la cena XXIX va con dos perdices
para conocer a Celestina y comer con ellas. En la cena XXXV se repite la reunión para comer,
esta vez con Barrada al que han traído para Elicia. Desde que llega Grajales empieza con
peticiones indecorosas eufemísticas. Enseguida se comprueba la confianza e intimidad de
Areúsa y Grajales, que contrasta con la nueva pareja Elicia y Barrada. Cuando estos están a
346 Del final de su relación sabemos por Areúsa, que le cuenta a Elicia que quiere “dalle con la puerta en
los ojos” (pág. 388) en al final de la cena XXV, después de haber sabido que Centurio mentía con
respecto a la muerte de Calisto: no sólo no lo había matado él, ni siquiera estuvo en el “repiquete de
broquel”, es decir, el combate de espadas en el que se hace ruido pero sin intención de herir, que tuvo
lugar antes de que Calisto cayese). En la cena XXXIV sabremos por la prostituta que ha terminado su
relación con el fanfarrón: “le embié a decir que se fuesse a la malaventura” (pág. 478-79).
347 Como se comentará en 3.2.2.
348 El posesivo pospuesto a SEÑOR aparece en mayor número de ocasiones en personajes de origen social
alto, como se ha comentado (2.1.1.1.1.1).
169
solas, Areúsa y Grajales los acechan y van comentando el proceder de uno y otro. En este
contexto también se encuentran muestras de confianza, como el hecho de que Areúsa riña a
Grajales sucesivas veces.
En la siguiente cena Barrada ha subido para intentar de nuevo tener relaciones con Elicia, y
Areúsa y Grajales vuelven a espiarles y se van superponiendo los diálogos de la nueva pareja y
los comentarios al respecto de los dos acechadores. En esta situación se reprochan uno a otro
las actitudes y formas de hacer de sus amigos. En otra de las escenitas intercaladas Grajales
intenta acercarse a ella sexualmente y Areúsa lo rechaza para que puedan seguir espiando.
Después surgirá un momento de celos de parte de Areúsa y seguirán comentando el proceder
de Elicia y Barrada. Finalmente aparece en la casa Centurio y Grajales querrá salir a enfrentarse
con él, pero le detiene Areúsa.
Estos personajes son parcos en tratamientos (21%), y tampoco son afectivos en los que utilizan
(25%). De hecho, todos ellos son no marcados afectivamente excepto dos insultos que recibirá
Grajales: desgraciado y deslavado. Todos los demás se basan en SEÑOR y no se combinan con
ninguna otra base léxica ni se modifican de manera alguna: señora (5), señor. Quizá la
confianza que ya tienen hace que no necesiten utilizar tratamientos como estrategia de
cortejo, como parece suceder en otras parejas.
3.1.5.9. Elicia-Crito
Elicia aparece caracterizada como menos práctica y más sentimental, como señala Baranda
Leturio349, y también en boca de Celestina varias veces350, frente a Areúsa, más desenvuelta.
Sin embargo, en este capítulo protagoniza junto a Celestina (aunque empujada por ella) una
estrategia de manipulación para conseguir dinero de Crito, del que se hablará como pobre del
que poco se puede sacar, como de Albaicín, por lo que Celestina prefiere que Elicia se deshaga
de ellos.
Antes de comenzar la breve pero complicada interacción entre Elicia y Crito, Celestina y Elicia
acuerdan hablar fingiendo que no saben que él está escondido con el fin de que escuche todo
lo que dicen (pág. 306). Entre las dos construyen toda una conversación cuyo destinatario
verdadero es Crito, para que éste quede con la idea de que Celestina está muy enfadada con
él. Una vez juntos, Elicia se preocupa de llevar la conversación hacia sus intereses: que le
pregunte por qué está enfadada Celestina con Crito para poder responder que porque no le da
dinero, con lo que consigue que le dé dos doblas.
Se abre una nueva secuencia en la interacción en la que Crito sugiere “holgar un poquito” y
Elicia primero lo rechaza pero inmediatamente le insiste en que se quede y le reprocha por
haber sido esquivo en otras ocasiones. Él, como dice en un aparte, se quiere ir, aunque finja lo
contrario. Ambos se despiden hartos el uno del otro, pero en sus palabras expresan lo
contrario.
349 En Silva 1988:73.
350 En la pág. 481, por ejemplo, le pone como modelo a su prima Areúsa, que a diferencia de ella no se
pierde con cuestiones sentimentales.
170
En las intervenciones de estos personajes lo habitual es que no se den muchos tratamientos
(sólo en un 21%). De ellas el nivel de afectividad de los tratamientos ronda el tercio de las
intervenciones; sólo un 22% si se atiende exclusivamente a la afectividad léxica y 33% de
afectividad del tratamiento. A pesar de que ella es la que tiene intenciones estratégicas, se
dirigirá a él con tratamientos de bases léxicas no marcadas afectivamente, señor (4), señor
Crito y señor mío, sólo uno de ellos considerado afectivo por la inclusión del posesivo. Este
señor mío se lo exclama al principio de la interacción, cuando acaba de empezar a entretejer su
parte de la red manipuladora que le están tendiendo. Los tratamientos del personaje
masculino son más afectivos: señora, amores y mi alma. Los que incluyen lemas afectivos se
utilizan como petición de información y al final como despedida.
Esta interacción se retomará al hilo de las peticiones encubiertas/manipuladoras en el
apartado correspondiente (4.3.5.1).
3.1.5.10. Elicia-Tristán
La relación entre Elicia y Tristán no está catalogada en el prólogo de Baranda Leturio,
probablemente porque lo que se ve en escena es el momento en que estos dos personajes se
conocen. Su breve interacción, la más breve del corpus,351 tiene lugar cuando mientras Sosia,
también criado de Calisto y con el que iba por la calle, es interpelado por Areúsa para hablar.
Mientras lo hacen Elicia se queda entreteniéndolo. De él se sabe que es muy joven, ya que
dicen que es “bien avisado para tan niño” (pág. 380).
Elicia y Tristán mantienen una interacción de muy pocas intervenciones en las que
eufemísticamente se proponen amoríos entre ellos. “Suplícote que te sirvas de mí”, “el desseo
que de servirte tengo”, “de mí y cuanto tengo puesdes disponer a voluntad” y “no voy con
tanta libertad cuanta truxe cuando aquí vine” son los requerimientos amorosos velados de
Tristán, a los que Elicia responde positivamente: “yo soy la que he ganado en conoscerte”,
“tenme por tu servidora” y especialmente “allá en mi casa te quiero responder a esso [al deseo
de servirla]”, que aplazan por haber acabado la conversación de Sosia y Areúsa. En efecto Elicia
explicitará que todo ello se trataba de insinuaciones eróticas como explica a Areúsa: “¡Oh,
prima, cuán avisado mochacho es aquel Tristán! Y burla burlando, por mi vida, que me requirió
de amores […]” (pág. 388).
En las pocas intervenciones que intercambian utilizarán tratamientos en un gran porcentaje,
80%, y todos ellos se basan en SEÑOR y el NP: señor Tristán (2), señora y señora Elicia. Si bien se
ha considerado en otros momentos la posibilidad de que el tratamiento SEÑOR+NP respondiese
a una voluntad deferencial pero también a una familiaridad, aquí en todo caso podremos
suponer un intento de crear familiaridad a través del tratamiento y no pensar en una
familiaridad establecida entre los personajes, pues estos se acaban de conocer.
Además, Elicia se sirve de una de las posiciones relativas que en este corpus habitualmente
utilizan los hombres para sus amadas, autocategorizándose como servidores de ellas. Aquí es
Elicia la que se presenta como servidora de Tristán:
ELICIA: […] tenme por tu servidora […] (pág. 387).
351 Que constituye sólo un 0,4% de todas las intervenciones estudiadas.
171
3.1.5.11. Elicia-Barrada
Antes de que llegue Barrada, Elicia ha llorado porque Celestina quiere que deje al paje Albacín,
que es pobre y no aporta beneficio, y tome a Barrada (pág. 483-84). Celestina le aconseja una y
otra vez sobre el oficio, pero ella es excesivamente sentimental y no atiende a cuestiones
prácticas como Areúsa, más experimentada, que le aconseja al respecto que se quede con los
dos de forma que pueda “pelar del uno para emplumar la cabeça del otro”. A ella no le gusta
Barrada: “me muero de vergüença de Barrada, que me paresce ya mayor” (pág. 488).
Cuando llega se saludan formalmente y él le pide que baje, pero ella se niega y se muestra
esquiva a sus intentos de acercarse a ella. Barrada no conseguirá abrazarla hasta que intercede
Celestina, a través de la que interactuarán indirectamente estos personajes. Se dan un buen
número de referencias sexuales eufemísticas, a lo que Elicia reprocha y se sigue zafando,
mientras que Barrada insiste y Celestina trata de ayudar en ese sentido pidiéndole que no sea
“espantadiza”. Finalmente Celestina manda a Elicia a un recado al piso de arriba y
seguidamente a Barrada para que siga con sus intentos.
En la cena XXXV sigue la misma dinámica: Barrada intenta acercarse y Elicia se sigue zafando.
Barrada le explica que Areúsa le dijo de su parte que quería tener su amistad y que lo quería
mucho, a lo que Elicia contesta que lo quiere, pero “como a señor y hermano”.352 Él muestra
su interés de que lo quiera como a enamorado. A pesar de que ella contesta que quizá ocurra
con el tiempo, él se abalanza de nuevo, lo que provoca una discusión a gritos por la que viene
Celestina a apaciguar.
Entre estos personajes la tasa de tratamientos en sus intervenciones es el 53%, por tanto,
supera la media. Sin embargo, es principalmente Barrada el que sube el porcentaje, ya que se
sirve de tratamientos en un 81% de las intervenciones que dirige a Elicia, mientras que ella
sólo lo hace con él en un 30%. Los tratamientos de ambos son fundamentalmente
deferenciales, con una mínima afectividad sintáctica de parte de Barrada, que modifica dos de
sus tratamientos, uno a través del posesivo y el otro de un complemento del nombre: señora
mía y señora hermosa, frente a 19 señora, quedando la afectividad de los tratamientos en un
6%, uno de los porcentajes de afectividad más bajos del corpus.353
3.1.6. Pasos
En los Pasos de Lope de Rueda se encuentran varios personajes que interactúan en el ámbito
amoroso: dos matrimonios, Toruvio y Águeda de Toruégano de Las aceitunas, y Martín y
Bárbara del Cornudo y contento, y también vemos a Bárbara relacionarse con su amante
352 Lo mismo que le dice Flugencia a Vitoriano.
ELICIA: Quererte bien sí quiero, por cierto, mas de buena parte, como a señor y hermano. Ø →
BARRADA: Pues, señora, yo como a enamorado quiero que me quieras (pág. 510).
353 Porcentaje que sólo supera a los de Elicia y Tristán, de la misma obra, que tienen una muy corta
interacción en la que acaban de conocerse, y dos de las parejas de los Pasos (el matrimonio de Las
aceitunas y los adúlteros de Cornudo y contento) la obra que menor uso de tratamientos afectivos hace
con diferencia: Pasos (15%), Himenea (35%), Penitencia (37%), Plácida (47%), Seg Celes (47%) y Duardos
(49%).
172
Gerónimo el estudiante, los que representan a la única pareja de adúlteros del corpus. En el
paso de El rufián cobarde vemos reflejado el ámbito de la prostitución con la prostituta
Sebastiana y el rufián Sigüença.
3.1.6.1. Toruvio-Águeda de Toruégano
El paso de Las aceitunas arranca con tono negativo de Toruvio hacia su mujer mientras habla
consigo mismo llegando a casa: “¿qué os terná aparejado de comer la señora de mi mujer?
¡Assí mala ravia la mate!” e irrumpe en su casa llamando a gritos a Águeda y a Mencigüela, su
hija, la cual estará presente en toda la escena.
Su mujer no está, y él sigue dando muestras de su enfado: “Malas madexillas vengan por ella”.
Inmediatamente llega Águeda y ese tono se mantiene a lo largo de la conversación (entre ellos
y con su hija, que también participa en la interacción). Se trata de una discusión en la que los
personajes continuamente se contradicen mutuamente, se reprochan, se mandan callar e
incluso se amenazan.
En la interacción entre los miembros del matrimonio la presencia de tratamientos es algo
superior a la media354, en torno al 45% de las intervenciones están acompañadas por
tratamientos. En este sentido, hay que recordar que en la escena en todo momento son más
de dos personajes (tres, y al final con la venida del vecino Aloxa, cuatro) por lo que se dan
varios casos de tratamiento que podemos atribuir a la necesidad de seleccionar al destinatario,
precisamente en una pieza en la que los cambios de destinatario son constantes. Los
personajes se vosean, y los tratamientos nominales que intercambian son en todos los casos
no marcados afectivamente, ni siquiera a través del muy frecuente posesivo, pues aquí parece
darse una utilización del tratamiento principalmente funcional y organizativo. De hecho, lo que
se da es un caso de NP y el resto los tratamientos de marido, mujer y la señora: tampoco hay
un interés caracterizador de los personajes, sólo interesa mostrarlos como personajes tipo. De
esta forma los tratamientos ayudan al reconocimiento de los personajes, es decir, de ayuda a
la identificación de quién se dirige a quién en cada momento, pero no cumplen la función de
caracterización (y de contribución a la atmósfera de tensión dramática, como en La Égloga de
Plácida y Vitoriano) que se da en otras obras.355
3.1.6.2. Martín-Bárbara
En el paso de Cornudo y contento el simple Martín de Villalba se esfuerza por ayudar a su
mujer Bárbara que supuestamente ha enfermado. El médico Lucio explica que Martín es un
animal al que “le ha hecho encreyente su mujer qu´está enferma, y ella házelo por darse el
354 El promedio de utilización del tratamiento en las interacciones amorosas de este corpus es de 36%, y
específicamente en los Pasos, algo menor: 29%.
355 No se ha tomado como forma de tratamiento nominal “¡Oíslo!” (pág. 177), por la duda de si el
proceso de sustantivación del que habla la bibliografía ya estaría en marcha. La forma “Oíslo” la ha
comentado Lapesa en (2000c: 317), donde explica que la utilizaban maridos autoritarios en contextos
de irritación, y que la forma llegó a sustantivarse con el significado de `mujer´. Se trata también en otros
artículos, por ejemplo en Gillet (1940), Spitzer (1948), Skubic (2006).
“Oíslo” está registrada en el DRAE actual (22ª edición) como “Persona querida y estimada,
principalmente la mujer respecto del marido” (consulta en línea, mayo de 2015).
173
buen tiempo con un estudiante” (pág.137-8) que sabremos que es el estudiante Gerónimo. El
médico le sigue el juego para ganarse los pollos que le va dando a cambio de las consultas
médicas que le pide constantemente.
Bárbara, con ayuda del propio amante, engaña abiertamente al iluso Martín: el estudiante le
hace creer que están “unidos en una misma carne” (pág. 140-1) por matrimonio, por lo que lo
que él haga repercutirá sobre la salud de Bárbara. Así hacen, por ejemplo, que se beba una
purga que supuestamente hará mejorar a su mujer y que le hace pasar toda la noche con
dolores de estómago, o le convencen de que Bárbara se tendrá que ausentar nueve días para
“tener unas novenas” (pág. 145), es decir, rezar a una santa de la que es devota. Martín nada
sospecha, pues sólo desea el bien de su mujer, de la que parece estar muy enamorado.
Entre los esposos hay una breve interacción en presencia de Gerónimo en la que Bárbara,
después de reprocharle llorando e insultándole (“don traidor”) que no la haya reconocido por
la calle, le presenta el engaño de las novenas. Es el mismo Martín el que le pregunta si en esos
nueve días no pasará por casa y ella ve la oportunidad para decirle que no. Además, le dice que
le beneficiará más su ejercicio devoto si él ayuna y no se alimenta más que de pan y agua. El
simple no sólo lo acepta, sino que se declara muy contento e incluso le propone al estudiante
que le aconseje que amplíe a un décimo día las novenas (“que las haga dezenas”, pág. 146) si
va a ser provechoso para su esposa.
Es decir, se trata de una conversación en la que Bárbara manipula a su marido y va tejiendo su
plan de engaño, mientras que él se muestra solícito a hacer lo que ella le diga. Martín le dirige
a su esposa varios tratamientos muger y señora mujer que recuerdan a los tratamientos
funcionales de los otros esposos de los Pasos Águeda y Toruvio, pero también los afectivos
álima mía y muger de mi coraçón, con los que Lope de Rueda contribuye a construir un
personaje completamente ingenuo y ajeno al engaño que su mujer lleva a cabo (con ayuda del
estudiante y con el médico compinchado), por la que está dispuesto a creerse y hacer
cualquier cosa.
Entre los esposos el uso pronominal es asimétrico: Martín se dirige a Bárbara con tú356,
mientras que ella vosea a su marido.
Otro mecanismo de comicidad que muestra la ingenuidad de Martín ante lo evidente podría
ser el hecho de que Lope de Rueda haga que Martín se refiera Gerónimo, el amante de su
esposa, como el “primo de mi muger” y lo trate en varias ocasiones con esta designación, pues
primo podría tener el significado de amante, como explica el anotador del texto.357
3.1.6.3. Estudiante-Bárbara
El estudiante, que para Martín es “el mejor ensalmador” (pág. 139) y “muy letrudo” (pág. 140),
tiene una más breve aún interacción con su amante Bárbara, la esposa del simple de este paso.
En ella podemos observar cómo los amantes se vosean a pesar de estar a solas. En su breve
356 A diferencia de los esposos de Las aceitunas, cuyo voseo es recíproco, probablemente por la
situación de enfado.
357 Fernando Ollé: “No sé si ya debe sobreentenderse aquí el significado de `galán´, `amante´ que la
palabra [primo] tendrá después.” (pág. 139).
174
interacción Bárbara tranquiliza a Gerónimo, que teme que hayan sido descubiertos por el
marido de Bárbara, pero ésta le explica a su amante que mentirá como suele, y él se lo creerá,
pues su marido es ingenuo y que hace cualquier cosa que ella le pide.
En esta breve interacción cada uno de los amantes dirige un tratamiento al otro siguiendo el
mismo esquema: señora Bárbara y señor Gerónimo, ambos en el inicio del primer turno de
cada uno de ellos en la interacción. Se trata, por tanto, de un tratamiento organizativo que
marca el comienzo de escena y al seleccionar al destinatario advierte al receptor de la obra de
quiénes están hablando. Tanto el trato pronominal como el nominal es recíprocamente no
afectivo.
3.1.6.4. Sigüença-Sebastiana
En el paso de El rufián cobarde interactúan la prostituta Sebastiana y su rufián Sigüença. En la
caracterización de los personajes al comienzo de la obra presenta tanto a Sigüença como a
Estepa como lacayos358, pero ambos aparecen aquí en relación a dos prostitutas a las que
protegen, por tanto, como rufianes, igual que Pandulfo con Palana.
En la escena la “mundana” le cuenta a su protector la discusión que tuvo con una “piltraca”
cuyo rufián es Estepa, el tercer personaje de este paso. Durante la conversación le surgen
preguntas a Sebastiana sobre cuestiones que ha oído sobre él en torno a su condición de
ladrón y su pasado en galeras, pero a ellas contesta Sigüença disfrazando la realidad con
medias mentiras. La conversación entre ellos básicamente repite la estructura de la pregunta
de la prostituta y la respuesta de Sigüença hasta que llega un tercer personaje, Estepa. En este
momento se produce un cambio y la actitud fanfarrona de Sigüença muda a su verdadera
naturaleza cobarde que da título al paso.
Se observa un cambio en la frecuencia de utilización de los tratamientos entre la prostituta y
su rufián. En las interacciones previas a la llegada de Estepa los personajes se dirigen pocos
tratamientos. Sin embargo, en cuanto el rufián enemigo aparece, se disparan los usos de
tratamientos: por supuesto el aumento de los personajes en escena influye en esto, como
ocurre en otros pasos y en otras obras.
Los tratamientos que se dirigen son, como en las demás parejas de los Pasos,
fundamentalmente no afectivos, prefiriendo el lema señor, el NP o combinaciones de ambos.
Aquí en un caso Sebastiana designa a su rufián con un tratamiento más afectivo: amigo
Sigüença. Como veremos, esta designación nunca aparece en su versión femenina en el corpus
en el ámbito amoroso, probablemente por tener una connotación negativa. Sin embargo, sí se
da una categorización en tercera persona de parte de Estepa, que llama a Sebastiana “vuestra
amiga” con respecto a Sigüença.359
En cuanto a los tratamientos pronominales entre ellos suele predominar tú todo salvo en un
vos aislado (pág. 205).
358 Lacayo aparece en Covarrubias como “moço de espuelas que va delante del señor quando va a
cauallo” (consultado en el NTLLE).
359 Ver la forma AMIGO en glosario de tratamientos en el capítulo 5.
175
3.2. SITUACIÓN AMOROSA
La situación amorosa de cada pareja en los diferentes momentos de interacción se ha definido
a través de unas etiquetas que describen esas situaciones. De un lado, los procesos amorosos
de “amor convencional”: desde el momento en el que aún no se conocen (“desconocidos”), el
proceso de cortejo, cuando llegan a la relación sexual o/y al matrimonio clandestino, y de otro
lado personajes que ya están casados o situaciones como el adulterio (bajo la etiqueta
“amantes”). También se analizan otras en las que hay un interés comercial, las del ámbito de la
prostitución: lo que llamaremos el “amor mercenario”, en el que las prostitutas y sus clientes
fingen un proceso amoroso de cortejo, o “cortesana” si la relación es con un personaje de alto
nivel social, pero también observaremos la relación de las prostitutas con sus rufianes.
Estas etiquetas descriptivas que se proponen permitirán analizar si la situación amorosa en la
que se encuentran las parejas define también el empleo del tratamiento nominal. La hipótesis
de la que se parte es que en el cortejo, por ejemplo, puede tener la función de recurso
persuasivo y acercador, y que se utiliza como vía para la declaración amorosa y la alabanza.360
Por otro lado, se entiende que la intimidad y confianza de un matrimonio no es la misma que
se puede esperar de personajes que están en situación de cortejo, por ejemplo. También
haber mantenido relaciones sexuales puede marcar un cambio tanto en la relación de la pareja
como en su forma de relacionarse.
Las etiquetas propuestas tienen una intención puramente descriptiva para definir la relación
de los personajes de este corpus y de los diferentes momentos por los que pasan. No se trata
de categorías discretas y estancas; en muchos casos más de una etiqueta es necesaria para
definir la situación de las parejas. Además se corresponden con categorías diferentes, como se
ha visto: conocimiento del interlocutor, proceso amoroso, distinción en el ámbito de la
prostitución o de situación de adulterio. Se trata, por tanto, de una herramienta que se utiliza
porque facilita el análisis.
La primera de ellas, “desconocidos”, corresponde a las primeras interacciones entre los
miembros de la pareja mientras no saben quién es su interlocutor, con el que posteriormente
entablarán una relación amorosa de algún tipo.
La etiqueta “cortejo” representa este momento del proceso amoroso. En ellos los personajes
(generalmente los hombres) declaran su amor de forma más o menos directa, lanzan
cumplidos y alabanzas a su ser amado y suelen intentar un acercamiento físico.
La etiqueta de la “relación sexual”, que se esperaba que marcase un hito en la pareja en
términos de confianza e intimidad, en muchas ocasiones es marca de enfado y acusaciones, ya
que lo más habitual es que el encuentro sexual sea más o menos forzado. Hay que precisar que
esta etiqueta sólo se emplea para los personajes que tienen una evolución de la situación
amorosa y no para los que pertenecen a los demás grupos (matrimonios ya consolidados,
360 Como se estudiará más adelante en capítulo de estudio pragmático en torno a las secuencias
amorosas, en 4.2.
176
amantes adúlteros y ámbito de la prostitución, en los que se asume la relación sexual, pero
ésta no marca una diferencia)361.
Las etiquetas de matrimonio consolidado las utilizamos para las tres parejas que el receptor de
la obra ya conoce casadas: se trata de Juliâo y Costança Roiz de la Tragicomedia de Don
Duardos o de Toruvio y Águeda de Toruégano y Martín y Bárbara de los Pasos. Para ellos se
asume una confianza y un tipo de relación muy diferente a los de los personajes en proceso de
cortejo.
Diferenciamos estos matrimonios consolidados de los clandestinos, a los que los personajes
llegan en escena, y que generalmente son una artimaña para poder acceder a la relación
sexual,362 como en el caso de los personajes de la Segunda Celestina Polandria y Felides y de
Quincia y Pandulfo, aunque no siempre con ese fin, como Poncia y Sigeril que se casan pero
entre ellos no habrá encuentro sexual por decisión de la criada hasta que no se lleve a cabo la
boda pública.
Hasta el Concilio de Trento según el Decreto Tametsi de 1564 (en la sesión XXIV), el
matrimonio este tipo de matrimonio a yuras, es decir, clandestino, secreto u oculto, se
admitía363 aunque no gozaba del mismo reconocimiento social que el canónico (in facie
Ecclesiae).364 Sin embargo, este tipo de unión podía ser motivo para desheredar a una hija.365
Este tipo de uniones parecían relativamente frecuentes, según la bibliografía.366
El vínculo del matrimonio canónico debía seguir el siguiente proceso: después de la promesa
de matrimonio o palabra de matrimonio o de futuro, se debía celebrar un desposorio a ley y
bendición ante la comunidad. Tras ello, y generalmente, en otra fecha a la unión legal, se
celebraba la velación o bendición nupcial. (Luna Díaz 2011:12-14).
361 Sí se aprecia una diferencia en el trato de prostitutas y clientes entre los que ya han tenido relaciones
sexuales y muestran cierta confianza y los que no.
362 Aunque hasta que el casamiento no sea público no se deberían tener relaciones, como señalan
algunos de los personajes del corpus, por ejemplo Polandria: “y no haver tomado tú de mí la prenda que
hasta ser velados no se permite en verdadera honestidad de donzella” (pág. 575). Poncia impone a
Sigeril esperar al matrimonio público para tener relaciones sexuales en conformidad con la moralidad de
la época: “déxame, por Dios, que me traes muerta, que maldita la cosa que te aprovecha, que yo te doy
fe que hasta que comigo te veles que es escusado” (pág. 573)
363 “Para la Iglesia el matrimonio es, en sí mismo, un contrato consensual que existe, ipso facto, desde el
momento en que las partes expresan libremente que quieren contraerlo” (2004:205). Sin embargo
señala que la Iglesia siempre deseó de que ese consentimiento se rodease de ceremonias, de un lado
para subrayar el carácter religioso, pero por otro para evitar problemas como el concubinato, bigamia,
etc… (2004:206)
364 Luna Díaz (2011:8 y 16). En este tipo de matrimonio generalmente no se contaba con el
consentimiento de los padres y consistía en el vínculo a través del consentimiento mutuo. La Iglesia los
prohibía por no guardar la ceremonia requerida aunque reconocía su validez siempre que los
contrayentes hubieran manifestado su consentimiento.
365 Campo Guinea (2004:209) aporta un documento legal navarro de 1556 en el que señala que se puede
desheredar a las hijas que se casen clandestinamente.
366 Luna Díaz (2011:16). Campo Guinea afirma que la actividad procesal prueba que se daban
matrimonios clandestinos (2004:220).
177
La importancia de la institución matrimonial es evidente, pues asegura el orden social.367 Para
la Iglesia porque puede dar lugar a graves pecados y para las familias forma parte de su
estrategia social y económica, necesario ejercer control sobre él (Campo Guinea 2004:220-21).
3.2.1. La situación amorosa en este corpus
Como se ha visto, algunas de las parejas no evolucionan en cuanto a su situación amorosa, por
ejemplo, el caso de los tres matrimonios consolidados en los que no se altera su estado de
principio a fin de la obra en que aparecen. En cambio hay parejas en las que asistimos a
cambios en su relación. Se han considerado, por tanto, los tratamientos agrupados en las
siguientes categorías: evolución de la situación amorosa, que comprende las etapas de
desconocidos, cortejo, matrimonio clandestino y relación sexual, por otra parte los
matrimonios consolidados, las relaciones adúlteras y el ámbito de la prostitución, que
comprende tanto el trato entre las prostitutas y sus clientes de mayor o menor escala social
como el de otras prostitutas con sus rufianes. Cada una de las intervenciones estudiadas se ha
etiquetado según estas categorías.368
De la misma manera que con respecto a otras variables como el origen social, la
representación en el corpus de estas diferentes situaciones amorosas no es homogénea, ya
que parte de las ocurrencias de cada una de las categorías en un corpus cerrado. En este
gráfico podemos observar el porcentaje de las intervenciones producidas en unas y otras
situaciones:
367 Campo Guinea 2004:220. La misma autora asegura en otra publicación que “El matrimonio permite la
correcta reproducción del sistema social por lo que es un tema que interesa a la sociedad en su
conjunto.” (1995:85)
368 Sin embargo, al no tratarse de categorías discretas y al corresponder algunas de las situaciones a más
de estas etiquetas propuestas, a la hora de agruparlas podemos encontrar una misma ocurrencia, es
decir, la referencia a un mismo tratamiento nominal, bajo dos categorías diferentes.
178
Tabla 18. Presencia de intervenciones según la situación amorosa
La gran mayoría de interacciones en contextos amorosos del corpus se dan en una situación de
cortejo (39%). Esto tiene su explicación en dos hechos. El primero parte se relaciona con el
género: varias de las obras estudiadas pertenecen a la tradición celestinesca que precisamente
se centra en los amoríos de nobles y de criados, por lo que los procesos de cortejo forman
parte del eje argumental de estas obras. En segundo lugar, el decoro ideológico y literario hace
que un proceso amoroso deba aparentar ser largo y dificultoso por cuestiones de la honra
femenina, especialmente en las capas sociales más altas.369 De esta manera, por ejemplo, que
unos personajes lleguen a la relación sexual fácilmente supondría una falta mayor contra los
principios morales que si al hombre le cuesta conseguir su cometido.
En el corpus hay una buena representación del ámbito de la prostitución: de un lado en la
relación de las prostitutas con sus clientes, un 17% en cuanto a las relaciones con personajes
de estamento bajo, y en aquellas de una cortesana con un patricio urbano un 3%. Por otro lado
otro tipo de prostitutas con sus protectores alcanzan el 7% de las intervenciones estudiadas.
Los matrimonios consolidados tienen menos presencia en cuanto a número de intervenciones
en el corpus que aquellos que se realizan de manera clandestina (4% frente a 13%). Hay
también una buena muestra de interacciones entre personajes que han consumado su
relación (15%): para esta categoría no contamos a las parejas del ámbito de la prostitución ni a
los matrimonios consolidados, por lo tanto, sólo recoge a parejas que han tenido relaciones
sexuales previas al matrimonio o inmediatamente después de haberse casado
clandestinamente.
369 Iglesias Recuero (1998:392-93).
Amantes
1%
Amor mercenario
17%
Cortejo
39%
Cortesana
3%
Desconocidos
1%
Matrimonio
clandestino
13%
Matrimonio
consolidado
4%
Prostituta-rufián
7%
Relación sexual
15%
Presencia de intervenciones según la situación amorosa
Amantes Amor mercenario Cortejo
Cortesana Desconocidos Matrimonio clandestino
Matrimonio consolidado Prostituta-rufián Relación sexual
179
Se da una mínima representación del trato entre personajes que tienen una relación adúltera
(la breve interacción entre el estudiante Gerónimo y Bárbara), y alguna muestra de las
primeras intervenciones entre algunos de los personajes antes de conocerse; en ambos casos
no superan el 1%. A pesar de tratarse de categorías escasamente representadas, se
presentarán aquí los datos relativos al uso de los tratamientos nominales en sus interacciones
con interés descriptivo. Pese a las grandes diferencias de representación de unas y otras
etiquetas, se cree que esta aproximación es también interesante para observar los datos y
reflexionar sobre los usos de los tratamientos en unas y otras formas. Sin embargo, sería
conveniente realizar un estudio más extenso con suficientes muestras370 para poder sacar
conclusiones más afinadas.371
Al agrupar las categorías según el ámbito en el que aparecen, de un lado los jóvenes que se
cortejan con su evolución amorosa, por otro los matrimonios consolidados y las relaciones
adúlteras, y por último en el ámbito de la prostitución, podemos hacernos una idea de la
representación que tiene cada uno de estos conjuntos o etapas dentro de su grupo.
Tabla 19. Presencia de intervenciones según situación amorosa
370 Se ha hablado en la bibliografía sobre la cantidad de muestras necesaria para un estudio
sociolingüístico. Ver nota al respecto en epígrafe 2.1.1.
371 En este sentido, este apartado debe tomarse como una mera descripción de una serie da datos
recogidos con una pequeña reflexión al respecto.
De
sc
on
oc
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os
Co
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ej
o
M
at
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on
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c
la
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o
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Evolución en la situación amorosa
Matrimonio consolidadoRelaciones adúlteras
Ámbito de la prostitución
1%
39%
13% 15%
4%
1% 3%
17%
7%
Presencia de intervenciones según situación amorosa
Intervenciones
180
Según muestra el gráfico, en el ámbito de la prostitución es la relación con los clientes la que
está más representada. De otro lado, en el caso de los personajes cuya relación amorosa
evoluciona, presentan la mayoría de intervenciones en el proceso de cortejo, por las razones
ya explicadas.
Nos enfrentamos, por tanto, a muestras desiguales en cuanto a número, pero también
diferencias según las particularidades de cada obra, empezando por las preferencias estilísticas
de cada autor. Sin embargo, se ha considerado interesante analizar los usos de los
tratamientos nominales en relación a estas agrupaciones, y a la afectividad de los tratamientos
y los lemas empleados por grupos, porque este trabajo descriptivo permitirá una reflexión al
respecto.
Una de las aportaciones más interesantes de este capítulo es observar las divergencias en el
empleo de los tratamientos que utiliza una misma pareja en diferentes situaciones, como se
verá ejemplificado con mayor detalle entre Pandulfo y Quincia, o con un mismo personaje
interactuando con otros dos en contextos amorosos divergentes con la finalidad de observar si
realmente la situación amorosa es una variable pertinente en cuanto a los usos de los
tratamientos nominales. No hay que olvidar otras posibles variables que parecen influir en la
elección de los tratamientos, como la obra, por posibles diferencias estilísticas de género,
autor, la frecuencia de uso según los personajes en escena, etc. Precisamente por ello resulta
muy útil la comparación de los usos de personajes concretos entre los que cambia su situación
amorosa o que entablan relaciones de diferente tipo con dos personas, para validar o refutar
la hipótesis que la situación amorosa también influye en el uso de los tratamientos nominales.
Por último, y antes de comenzar con el análisis del uso de tratamientos en las diferentes
situaciones amorosas, se aporta una tabla en la que se observan los grupos a los que
pertenece cada una de las parejas del corpus y las situaciones amorosas por las que pasan las
parejas en caso de que se dé en ellas una evolución en su relación amorosa.
Parejas que evolucionan en su
relación amorosa
Matrimonios
consolidados
Relaciones
adúlteras
Ámbito
de la prostitución
PAREJA Desconoc. Cortejo Matr.
Cland.
Relación
sexual Matr. cons. Amantes Cortesana Prost.-
ruf.
Amor
mercenario
BOR-DOR
X
CAM-MAI
X
DAR-FIN
X
X
DUA-FLÉ X X
FEL-POL
X X X
HIM-FEB X X
PAN-QUI
X X X
SIG-PON
X X
TUR-DOR
X
VIT-PLÁ
X
ZAM-BOR
X
181
JUL-COS
X
MAR-BÁR
X
TOR-ÁG
X
EST-BÁR
X
VIT-FLU
X
PAN-PAL
X
SIG-SEB
X
ARE-CEN
X
ARE-GRA
X
ARE-SOS
X
ELI-BAR
X
ELI-CRI
X
ELI-TRI
X
Tabla 20. Grupos de situación amorosa a los que cada una de las parejas
3.2.1.1. Los tratamientos preferidos según la situación amorosa
La hipótesis de partida es que en situaciones de cortejo “convencional” se den más
tratamientos y que los elegidos sean más afectivos precisamente por una necesidad de
acercamiento y de creación de una afectividad e intimidad entre los miembros de la pareja en
los primeros momentos de la relación. De la misma manera, considerando que las relaciones
prostibularias, al menos aquellas con clientes, parecen fingir un proceso de cortejo,372 se
entiende que el funcionamiento debería ser igual al supuesto que se propone. De la misma
manera, cabría pensar que los amantes en relaciones adúlteras tengan una confianza e
intimidad que se muestre en el uso de los tratamientos, al menos en la afectividad de los
mismos. Siguiendo esta lógica, los matrimonios consolidados, si bien pueden ser ejemplo de
afectividad y cariño, y que esto se refleje en sus usos de tratamientos nominales, podrían no
necesariamente necesitar ese tratamiento al menos de forma estratégica, como se cree que
puede suceder en situaciones de cortejo.
Sin embargo, los datos aquí obtenidos muestran una realidad algo diferente:
372 Aunque también en las relaciones entre prostitutas y sus proxenetas se puede asumir una relación de
dependencia amorosa o de fingimiento de una dependencia amorosa por interés de las dos partes.
182
Gráfica 34. Presencia de tratamientos según la situación amorosa
La gráfica muestra que los matrimonios consolidados son los que más se sirven del tratamiento
en sus interacciones en este corpus, alcanzando un 46% que supera el promedio general de
frecuencia de tratamientos en las intervenciones que está en torno al 36%. Le siguen los
personajes que están en una situación amorosa que evoluciona, que utilizan los tratamientos
en una media del 38%, pero que a partir del momento del casamiento clandestino, elevan su
uso hasta un 50%. En contra de lo esperado, las situaciones de cortejo son en las que se
emplean menos tratamientos. En general, el porcentaje de tratamientos empleado en las
situaciones en las que se ha celebrado una boda clandestina y después de haber tenido una
relación sexual, es muy similar y son porcentajes cercanos el promedio general. Aquellas en
las que los amantes aún interactúan como desconocidos presentan el nivel más bajo en cuanto
a la situación amorosa en evolución y uno de los niveles más bajos en general. Quizá esto se
deba en parte a la dificultad de encontrar una designación adecuada en determinadas
situaciones, por ejemplo si no se controlan bien todas las variables, como se ha señalado en la
bibliografía, 373 lo que puede suceder con los desconocidos.
373Zwicky (1974:797) recomienda para los casos dudosos precisamente con desconocidos evitar el
tratamiento nominal. Ervin-Tripp (1992a:228) alude a la ausencia de tratamiento (“formas cero” o Ø)
para casos en los que no hay un tratamiento disponible para la situación concreta. Kerbrat-Orecchioni
(1992:55) habla del “apelativo cero” para estas situaciones.
De
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rio
Pr
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ut
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ru
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n
Evolución en la situación amorosa
Matrimonio consolidadoRelaciones adúlteras
Ámbito de la prostitución
31% 35%
50%
38% 46%
25% 31% 35%
25%
69% 65%
50%
62%
54%
75%
69%
65%
75%
Presencia de tratamientos según la situación amorosa
Tratamientos Ø
183
En el ámbito de la prostitución la frecuencia de uso en las intervenciones es el 33%. En las
relaciones de las prostitutas con clientes, se registra un porcentaje de utilización del
tratamiento nominal similar al del cortejo (35%), siendo algo menor en el caso de la relación
de una prostituta cortesana con un patricio urbano (31%). Sin embargo, en el trato de las
prostitutas con sus rufianes, el uso de tratamientos baja considerablemente: sólo los emplean
en el 25% de las interacciones. Este porcentaje coincide con el de los representantes de las
relaciones adúlteras. Quizá para estos dos casos se pueda atribuir una confianza o/y una
ausencia de necesidad de la cortesía que incidan en la frecuencia de uso de estas formas.
Es interesante revisar también la afectividad de estos tratamientos en los diferentes grupos:
Gráfica 35. Afectividad de tratamientos según la situación amorosa
En el ámbito de la prostitución, si bien los tratamientos entre las prostitutas y sus clientes
eran más frecuentes que con los rufianes, el grado de afectividad de los que utilizan con los
proxenetas (69%) supera en mucho a los de estas mujeres con sus clientes (19% y 24% según al
nivel social de los clientes). Se trata del grupo que crea los tratamientos más afectivos. Éste es
el único en el que la presencia de afectividad en los tratamientos supera a los no marcados
afectivamente, y presenta una gran una diferencia con respecto a la media: en sus
interacciones aumenta el porcentaje promedio de la afectividad en los tratamientos (36%)
hasta casi el doble.
El siguiente grupo en grado de afectividad es en el conjunto de situaciones que presentan una
evolución: la afectividad aumenta de forma gradual desde la situación de menor confianza,
De
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na
rio
Pr
os
tit
ut
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ru
fiá
n
Evolución en la situación amorosa
Matrimonio consolidadoRelaciones adúlteras
Ámbito de la prostitución
20%
48% 50% 52%
45%
0%
19% 24%
69%
80%
52% 50% 48% 55%
100%
81% 76%
31%
Afectividad de tratamientos según la situación amorosa
Afectivo No afectivo
184
durante el cortejo (48%), y a partir del casamiento clandestino (50%) y algo más en el caso que
representa las intervenciones después de la relación sexual (52%). En la situación de
desconocidos, se prefiere para los pocos tratamientos que se dan las formas no afectivas, con
una gran diferencia con respecto a las demás situaciones de este grupo (20%). Sin duda la
variable de la familiaridad, aquí nula, probablemente tenga mucho que ver con el hecho de
que se prefieran tratamientos deferenciales corteses sobre los afectuosos.
Parece también extraña la ausencia de afectividad en el trato entre los personajes adúlteros.
En cualquier caso habría que revisar los usos de esta situación con más ejemplos, puesto que
en este corpus el número de interacciones en situación de adulterio es muy bajo y sólo se da
en una pareja, precisamente de los Pasos, la obra que menos índice de afectividad registra en
sus intervenciones con tratamientos nominales.
Gráfica 36. Afectividad de tratamientos según la situación amorosa. Afectividad léxica
Al observar la afectividad de los tratamientos sólo desde un punto de vista léxico, las
diferencias entre unos y otros grupos son similares; como es habitual los niveles de afectividad
bajan sin los modificadores que afectan a la afectividad sintáctica. La única diferencia
reseñable es con respecto a la situación a partir de la relación sexual: la afectividad léxica se
eleva por encima del grupo de tratamientos en situación de cortejo y de matrimonio
clandestino de forma más acusada que en el anterior gráfico que reflejaba la afectividad
general de los tratamientos. Esta diferencia podría deberse al aumento de formas afectivas
De
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tin
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er
ce
na
rio
Pr
os
tit
ut
a-
ru
fiá
n
Evolución en la situación amorosa
Matrimonio consolidadoRelaciones adúlteras
Ámbito de la prostitución
17% 32%
27% 41%
31%
0% 13% 18%
62%
83%
68% 73%
59% 69%
100%
87% 82%
38%
Afectividad de tratamientos según la situación amorosa.
Afectividad léxica
Léxico afectivo Lexico no afectivo
185
negativas en este contexto, ya que las relaciones sexuales en este corpus no suelen ser
consentidas, lo que provoca una serie de insultos por parte de las mujeres.
En el siguiente apartado se estudiarán todos los grupos a partir de los lemas que aparecen
para cada una de las situaciones propuestas. 374
3.2.1.1.1. Personajes con evolución de la situación amorosa
3.2.1.1.1.1. Desconocidos
En este grupo contamos con las primeras interacciones de dos parejas de nobles: Duardos y
Flérida375 y de otro lado Himeneo y Febea hasta que Himeneo se identifica.376
Es una de las situaciones en las que menos se recurre a tratamientos, sólo en un 25% de las
intervenciones, y de ellas sólo en un 20% de los casos el tratamiento empleado está marcado
afectivamente.
Se trata de una categoría que tiene poca representación en el corpus, pero la descripción de
los usos asociados a esta situación nos sirve de contraste con la evolución posterior en la
forma de tratarse de los personajes.
Lema Total de int.377 Desconocidos
0 997 10
SEÑOR 315 2
GENTIL HOMBRE 8 1
CABALLERO 3 1
BIEN 2 1
HIDALGO 1 1
Tabla 21. . Lemas empleados en el grupo de desconocidos
374 Hay que tener en cuenta que a algunas de las interacciones le corresponden más de una etiqueta
porque una nueva situación se suma a la anterior sin borrarla, por ejemplo, en el caso de una pareja
tenga relaciones sexuales después de haberse casado clandestinamente, como ocurre con Pandulfo y
Quincia y Felides y Polandria, lo que hace que una misma ocurrencia puede aparecer estudiada en dos
contextos diferentes. También ocurre con algunas intervenciones clasificadas como en situación de
cortejo y desconocidos con Himeneo y Febea.
375 Aunque entre estos personajes Duardos no se llega a identificar hasta el final, se cuentan sólo las
primeras intervenciones en la corte en la que los personajes se ven por primera vez.
376 En el corpus hay otro ejemplo de una interacción en la que uno de los personajes no ha reconocido a
su interlocutor, que acaba de llamar a la puerta, pero no se ha contado aquí por no tratarse de
desconocidos: son Palana y su rufián Pandulfo. En esa única intervención, Palana no dirige ningún
tratamiento a su interlocutor, pues está tras la puerta y no tiene ni siquiera la información de si se trata
de un hombre o una mujer, con el que podría haber construido un tratamiento no marcado como señor
o señora.
377 Esta columna hace referencia al total de intervenciones en el corpus en las que aparece cada uno de
los lemas que se enumeran. En la siguiente columna se registra cuántos de ellos se dan en la situación
amorosa que se analiza en cada apartado.
186
En esta categoría en un 69% de los casos se prescinde de tratamiento. Para el 38% de casos
restantes los tratamientos preferidos se construyen a base de lemas no marcados
afectivamente que se corresponden con formas deferenciales: SEÑOR, CABALLERO, HIDALGO y
GENTIL HOMBRE. Sólo uno de ellos corresponde con un lema afectivo, BIEN. Este tratamiento lo
usa Himeneo hacia Febea en un momento en el que no se ha identificado ante ella, pero él sí
sabe quién es su interlocutora.
3.2.1.1.1.2. Cortejo
En este apartado estudiaremos a las parejas que están en situación de cortejo en algún
momento en el corpus. La nómina de parejas cuenta con todos los nobles, los criados y, de los
que hemos llamado no dependientes, aquellos que no están ya casados o mantienen una
relación adúltera, es decir: Boreas-Doresta, Camilote-Maimonda, Darino-Finoya, Duardos-
Flérida, Felides-Polandria, Himeneo-Febea, Pandulfo-Quincia, Sigeril-Poncia, Turperdio-
Doresta, Vitoriano-Plácida y Zambrán y Boruca.
La hipótesis de que el momento del cortejo es aquél que más tratamientos tiene y el que
cuenta con más tratamientos afectivos no se cumple: del grupo de los personajes que entablan
una relación amorosa que tiene una evolución, la situación amorosa del cortejo es
precisamente la que menor número de tratamientos registra (sin contar las situaciones en las
que los miembros de la pareja aún no se conocen). El 35% de las intervenciones contienen
uno, frente al 38% en los que han tenido relaciones sexuales, y el 50% de los matrimonios
clandestinos. En cuanto al nivel de afectividad de los tratamientos, el 48% de los que se utilizan
en este contexto incluyen un tratamiento marcado afectivamente, superando
significativamente el promedio (36%), pero ligeramente inferior a los dos contextos que le
siguen en la evolución amorosa.
Lema Total de Id Cortejo
0 997 401
SEÑOR 315 111
NP 30 22
DIOSA 5 5
NP+SEÑOR 5 5
ALMA 15 4
HERMANO 13 4
AMIGO 7 4
GENTIL HOMBRE 8 3
SEÑOR>ALMA 6 3
VIDA 4 3
AMOR 28 2
SEÑOR-NP 26 2
OJOS 11 2
DESPECHO>VIDA 5 2
SEÑOR>ENTRAÑAS 5 2
CORAZÓN 4 2
187
VELLACO 2 2
CABALLERO 3 1
BIEN 2 1
MUJER 6 1
AMOR>ALMA 5 1
ÁNGEL 5 1
TRAIDOR 5 1
ENTRAÑAS 4 1
GALÁN 2 1
MALVADO 2 1
MUJER 1 1
PRECIOSA 1 1
ROSTRO/FLOR 1 1
TIGRE 1 1
ALEGRÍA 1 1
ALMA&SEÑORA+CORAZÓN&VIDA+VIDA 1 1
ÁNGEL+DESPECHO>VIDA 1 1
CAUSADORA… 1 1
CRUEL 1 1
DESAMORADO 1 1
DESPECHO>VIDA+SEÑORA 1 1
ENAMORADO 1 1
ESMERALDA 1 1
GUERRERA 1 1
HOMBRE 1 1
INFANTA 1 1
MÁRTIR 1 1
MATADORA 1 1
NP+DIOSA 1 1
NP+ESTRELLA 1 1
NP+FLOR 1 1
PERLA>ORO 1 1
PRINCESA 1 1
PUERCA 1 1
REINA 1 1
ROSA 1 1
ROSA>MUNDO 1 1
SEÑOR>CORAZÓN 1 1
SEÑOR>ENTRAÑAS&VIDA 1 1
SEÑOR>SECRETO+…NP 1 1
Tabla 22. Lemas empleados en el grupo amoroso de cortejo
La frecuencia de tratamientos en las intervenciones es algo menor de la de la relación sexual y
el matrimonio clandestino, pero se trata de una categoría que incluye muchas más
188
intervenciones, es la que más reflejo tiene en el corpus,378 y en la que están implicadas un
mayor número de parejas. Por ello la nómina de tratamientos es muy alta. También lo es la
variedad de bases léxicas utilizadas, una cuarentena, y el número de combinaciones que van
formando: ALEGRÍA, ALMA, AMIGO, AMOR, ÁNGEL, BIEN, CABALLERO, CAUSADORA…, CORAZÓN, CRUEL,
DESAMORADO, DESEO, DESPECHO, DIOSA, ENAMORADO, ENTRAÑAS, ESMERALDA, ESTRELLA, FLOR, GALÁN,
GUERRERA, HERMANO, HOMBRE, INFANTA, MALVADO, MÁRTIR…, MATADORA…, MUJER, MUNDO, NP, OJOS,
PERLA, PRECIOSA, PRINCESA, PUERCA, REINA, ROSA, SECRETO, SEÑOR, TRAIDOR, TIGRE, VELLACO y VIDA.
Los tratamientos de léxico no marcado afectivamente que se dan en esta situación amorosa de
cortejo se construyen con los lemas SEÑOR, GENTIL HOMBRE, CABALLERO, INFANTA, todos ellos
deferenciales, y MUJER. Los que sí lo están son mucho más variados, pero son menos
numerosos.
Hay que tener en cuenta que más de la mitad de los tratamientos se forman a partir de SEÑOR
(59%), y sólo en un 8% está combinado a veces con el NP (NP+SEÑOR 2%, SEÑOR-NP 1%) y otras
con bases afectivas (SEÑOR>ALMA 1,4%, SEÑOR>ENTRAÑAS 0,9% y con una sola ocurrencia, es
decir, un porcentaje del 0,5%, ALMA&SEÑORA+CORAZÓN&VIDA+VIDA, DESPECHO>VIDA+SEÑORA,
SEÑOR>CORAZÓN, SEÑOR>ENTRAÑAS&VIDA y SEÑOR>SECRETO+…NP). De las ocurrencias de SEÑOR los
hombres son responsables de señora (69), señora mía (21), mi señora (1), además de las
formas combinadas, que con el NP se dan en 7 tratamientos. Como vemos se prefiere el
posesivo pospuesto, que esté presente en un buen número de estos tratamientos, a diferencia
de los que recibirán de las mujeres con el mismo lema.
La diferencia de uso entre los amorosos señora mía se da especialmente en contextos de
cortejo (23) y también en matrimonios clandestinos (6), tres de ellos tras la relación sexual, y
nunca en matrimonios consolidados. Mi señora, por otro lado, sí parece tener una asociación
con el matrimonio, ya sea clandestino (15) o consolidado (1), aunque se da también en
situación de cortejo (5) e incluso dirigido a la cortesana del corpus (2).
Ellas sólo se sirven de esta base léxica 16 veces y en ningún caso la complementan: señor (15),
y sólo en un caso se combina con el NP. Esta última forma se emplea en el 15% de los
tratamientos en intervenciones de cortejo, en su mayoría sin combinación (10%), pero
también en combinación con SEÑOR, además de otras bases de tipo afectivo, todas ellas con
una sola ocurrencia (0,5%): NP+DIOSA NP+ESTRELLA NP+FLOR y SEÑOR>SECRETO+…NP. Se trata de
una forma que emplean ligeramente más las mujeres en este contexto amoroso, y, en general,
en el corpus.
ALMA y VIDA son bases léxicas que forman varios tratamientos, con una presencia en el cortejo
de 4% cada una. Aparecen en numerosas combinaciones, SEÑOR>ALMA (1,4%), AMOR>ALMA y
ALMA&SEÑORA+CORAZÓN&VIDA+VIDA, DESPECHO>VIDA, ÁNGEL+DESPECHO>VIDA, DESPECHO>VIDA+SEÑORA,
SEÑOR>ENTRAÑAS&VIDA (0,5% cada una), pero también sin combinación ALMA (2%), mi alma (2),
alma mía, my alma, y VIDA (1,4%), mi vida (2), vida mía.
378 39% de todas las intervenciones del corpus pertenecen a situaciones de cortejo frente al 17% del
amor mercenario, 15% de la relación sexual, 13% del matrimonio clandestino, 7% en prostitutas y
rufianes, 4% a matrimonios consolidados, 3% en la prostitución con una cortesana y 1% en el contexto
de desconocidos.
189
DIOSA se repite en varios tratamientos (3%), mi Dios (2), diesa mía, diosa mía y preciosa diesa
mía, en un caso acompañado del NP: NP+DIOSA.
Hay varias bases léxicas con representación en los tratamientos de la fase de cortejo de un 2%.
Se trata de CORAZÓN, HERMANO, AMIGO, y la combinación DESPECHO>VIDA. Algo menos, entre un
1,4% y 0,9% son las de AMOR, ENTRAÑAS, OJOS, MUJER, ÁNGEL y FLOR.
De ocurrencia única (y un porcentaje de 0,5%), están las formas deferenciales CABALLERO e
INFANTA, el perteneciente al léxico amoroso GALÁN, tratamientos relativos al amor, ENAMORADO y
DESAMORADO, y los amorosos basados en cosas positivas, ALEGRÍA y PRECIOSA, y ESMERALDA, PERLA,
ROSA, así como TIGRE. También la designación celestial ÁNGEL, así como ocupaciones o títulos
ficticios, GUERRERA y REINA, y una base léxica que hace referencia a la intimidad amorosa,
SECRETO. También el tratamiento complejo CAUSADORA… remite al universo amoroso y el
sufrimiento que éste acarrea, causadora deste vil oficio, triste, que escogí. Por otro lado hay
una serie de tratamientos negativos, MALVADO, CRUEL y TRAIDOR, como reproche a amores no
correspondidos, y el insulto PUERCA, que se incluye aquí pero que en el momento de emplearse
los miembros de esa pareja ya han dejado de cortejarse.
El empleo del posesivo en este contexto está muy marcado: de los 62 tratamientos con
posesivo (de los 217 que se registran en el cortejo), sólo cuatro de ellos lo producen mujeres,
mi amor, mi dulce enamorado, mi Vitoriano y mi hermano papienco. El último se lo dirige
Quincia a Pandulfo, y en los tres primeros se trata de Plácida en los tres primeros,
precisamente un personaje que asume un papel de despechada y desesperada de amores que
tradicionalmente ocupan los personajes masculinos y se comporta en sus usos nominales de
forma parecida a los hombres. Por ello se puede concluir que en el proceso de cortejo al
menos, los posesivos son una cosa de hombres, algo normal, pues su uso se relaciona con una
alta connotación amorosa y habitualmente los procesos de cortejo están iniciados y llevados a
cabo por los hombres.
También se aprecia una gran diferencia en cuanto al sexo con respecto a los complementos del
nombre, que de los 35 que se dan en situación de cortejo sólo dos de ellos pertenecen a
mujeres, y, además, de los usos afectivos de los tratamientos, al empleo de lemas afectivos. De
los 51 tratamientos registrados con base léxica marcada afectivamente, sólo 13 de ellos
corresponden a mujeres. Se basan en las formas AMOR, ENAMORADO, DESAMORADO, GALÁN, AMIGO,
VELLACO, CRUEL, MALVADO y TRAIDOR. AMIGO un marcador de pertenencia grupal, pero las cuatro
primeras sí parten del contexto amoroso, y las cuatro últimas también, aunque en sentido
contrario, pues corresponden con tratamientos afectivos negativos e insultos.
Si se compara el empleo de tratamientos de cada una de las parejas en estado de cortejo,
comprobamos que la presencia de tratamientos es quizá más homogénea que en otros casos:
la desviación de la media es menor en comparación con otras situaciones. De este modo,
estando el promedio de presencia de tratamientos 36%, en este contexto concreto las parejas
oscilan entre el 14% y el 51%, con una media en torno al 35%.
Turpedio y Doresta son los personajes que menos tratamientos se dirigen entre sí; hay que
tener en cuenta que se trata de una pareja que rápidamente pierde el interés de cortejo, y
pasa a la pelea y al insulto, lo que por otra parte explica la alta tasa de afectividad en los
190
tratamientos; de los pocos que se dirigen uno es uno muy cariñoso al principio de la
conversación y otro hacia el final, en plena discusión.
Los siguientes personajes con porcentajes bajos de empleo del tratamiento en las
interacciones de parejas en la fase de cortejo están por debajo del 30%: se trata de Himeneo y
Febea (20%), Felides y Polandria (25%) y Darino y Finoya (26%). Todos ellos comparten una
característica: son de origen social alto. La otra pareja de nobles del corpus, Duardos y Flérida,
tienen unos usos muy diferentes (43%, pero, de hecho, los usos del comienzo y final de la obra,
en los que los personajes interactúan como nobles, presentan un 56% de tratamientos, de los
cuales sólo el 20% son afectivos, frente al 35% del general de estos personajes en situación de
cortejo). Esta pareja, junto a Plácida y Vitoriano, Sigeril y Poncia y Pandulfo y Quincia, son los
personajes que más tratamientos se dirigen entre sí en situación de cortejo (51%, 48% y 45%
respectivamente).
Al fijarse en la cantidad de tratamientos nominales marcados afectivamente en cuanto al
léxico que elige cada una de las parejas, también se encuentran resultados muy diversos:
desde la completa ausencia de los mismos entre Felides y Polandria, al caso contrario
protagonizado por Zambrán y Boruca, que sólo se tratan con tratamientos afectivos. Ambas
parejas son representantes, por cierto, del origen más alto y más bajo respectivamente de los
personajes de la Segunda Celestina sin contar con el ámbito de la prostitución. Este ejemplo
refleja el uso sociolingüístico general que coincide con esta tendencia de mayor aparición de
afectividad en las capas más bajas y menor en las altas, aunque, por supuesto, las diferencias
normalmente no son tan extremas.
Los nobles Darino y Finoya e Himeneo y Febea también muestran niveles de afectividad léxica
bajos (5% y 11% de elección de tratamientos marcados afectivamente), igual que los criados
Boreas y Doresta (9%), Vitoriano y Flugencia (13%) y Sigeril y Poncia (19%). Los índices más
cercanos al promedio los representan Camilote y Maimonda y Duardos y Flérida (31% y 35%),
ambas parejas de la Tragicomedia de don Duardos, que es de las obras con mayor presencia de
afectividad en los tratamientos,379 y los que superan la media pero sin llegar al extremo que
ocupan Zambrán y Boruca: Pandulfo y Quincia, Turpedio y Doresta y Vitoriano y Plácida (49%,
50% y 55%). De estas parejas hemos de recordar que el criado de la Segunda Celestina es uno
de los personajes más productivo y creativo en su elección de tratamientos, con preferencia
por los tratamientos marcados afectivamente, Vitoriano y Plácida también superan la media
general, así como en general la obra a la que pertenecen, y Turpedio y Doresta, como se acaba
de comentar, presentan un índice alto porque de pocos tratamientos uno es muy cariñoso y
otro es un insulto.
La variedad y afectividad aquí registrada parece corresponderse con la que Bañón (2001:45)
supone para el “galanteo amoroso”.
379 La Tragicomedia de Don Duardos registra una elección de tratamientos se léxico afectivo del 35%,
sólo superada por la Égloga de Plácida y Vitoriano (36%). De las demás, también la Segunda Celestina
tiene índices de afectividad altos (32%). Menos uso de tratamientos afectivos encontramos en la
Penitencia de amor (19%), la Comedia Himenea (17%) y los Pasos (15%).
191
También Rígano (2000:145-52) asocia una mayor intimidad (y menor formalidad) tras la
declaración380 y en el periodo del noviazgo en las novelas de caballerías del siglo XVI. En estas
etapas, por ejemplo, se emplean la designación íntima amigo/amiga, siempre que no haya
terceros presentes ante los que los enamorados quieran esconder su relación,381 y formas
amorosas construidas con sustantivos abstractos “que exaltan la figura femenina” y
“manifiestan un alto tenor de efusividad” del tipo alegría mía.
Por otro lado, Mazzon (2002:237-38) señala que, en las pocas muestras que ofrece su corpus
en el estudio sobre los tratamientos en la obra de Shakespeare, ha visto un equilibrio entre la
cortesía y la intimidad en el lenguaje del cortejo. Encuentra que los textos que analiza tienden
a la formalidad, también debido a que se trata de personajes de alto nivel social, y pone el
ejemplo entre Hamlet y Ofelia: “She dutifully calls him my lord, he calls her lady or, poetically,
nymph” (2002:238).
Rígano (2000:159) señala que las damas tienen el poder hasta el matrimonio público y
emplean tratamientos más afectivos y solidarios y reciben formas más formales del
enamorado. En este corpus las mujeres sí reciben tratamientos deferenciales, pero, en cambio,
también mucho amorosos y en muy pocos casos producen tratamientos afectivos y solidarios.
Se confirma la humildad del hombre a las mujeres y el trato deferencial como el imperante,382
pero no la intimidad y afecto marcada de ellas a ellos (2000:151). En cuanto al trato asimétrico
sí se observa esa voluntad de colocarse metafóricamente en una posición de inferioridad hacia
la amada, pero esa asimetría parece formar parte del código amoroso y no una representación
del poder real de las mujeres, como parece sugerir Rígano para su corpus (2000:143-44).
Para una época posterior, el siglo XIX, Calderón Campos (2001:14 y ss.) señala el cambio en el
tratamiento pronominal de usted al tú de intimidad amorosa generalizado en el paso del
cortejo al noviazgo consolidado tanto en las clases sociales altas y bajas como en las relaciones
asimétricas.
3.2.1.1.1.3. Matrimonio clandestino
En el corpus hay tres parejas que se casan clandestinamente, es decir, no de forma pública.
Todas ellas son personajes de la Segunda Celestina, los nobles Felides y Polandria, y dos
parejas formadas por criados de las casas de estos nobles, Sigeril y Poncia y Pandulfo y Quincia.
En este contexto el uso de tratamientos se eleva a la mitad de las interacciones, por tanto, su
frecuencia es mayor que en otro tipo de situaciones. De las intervenciones que incluyen
tratamientos, en la mitad de ellas (50%) el tratamiento está marcado afectivamente, de los
que el 27% se debe a afectividad sólo léxica.
380 Cita a Rigatuso (1993:262) que establece que a partir de la declaración se produce un cambio en el
trato hacia la intimidad y que Moreno González (2002:35) registra en el paso del trato pronominal vos al
de intimidad tú tras la declaración amorosa y comienzo de una relación sentimental.
381 Algo que también señala Moreno González (2002:34-35) para el tratamiento pronominal tú o vos en
parejas de enamorados con o sin terceros presentes, y King (2010:544) en cuanto a las formas
pronominales.
382 También para Rígano en la fase de noviazgo (2002:143).
192
Lema Total de Id Matrimonio clandestino
0 997 105
SEÑOR 315 65
SEÑOR-NP 26 10
AMOR 28 8
HERMANO 13 4
OJOS 11 4
ALMA 15 3
AMOR>ALMA 5 2
ÁNGEL 5 2
SEÑOR>ALMA 6 1
DESPECHO>VIDA 5 1
SEÑOR>ENTRAÑAS 5 1
CORAZÓN 4 1
ENTRAÑAS 4 1
Tabla 23. Lemas empleados en el grupo amoroso de matrimonios clandestinos
Como es habitual, de los tratamientos elegidos, la base léxica más frecuente es SEÑOR, que
aparece en el 75% de los que se dan en esta situación amorosa. Muchas de sus ocurrencias se
construyen sólo con este lema: señor (37), mi señora (11), señora (8), señora mía (6) y señor
mío (3).
Se combina con el NP (10%) creando tratamientos deferenciales con cierto nivel de
familiaridad, SEÑOR-NP, señor Felides (4), mi señora Polandria (3), señor Pandulfo, mi señora
Poncia y señor Sigeril), y también con bases afectivas: SEÑOR>ALMA, señora de mi alma y
SEÑOR>ALMA, señora de mis entrañas.383
La base léxica AMOR es la siguiente en frecuencia a partir del casamiento clandestino de los
personajes. Aparece principalmente por sí sola (8%), siempre en plural con o sin posesivo,
amores míos (6) y amores (2) y también con el complemento ALMA, amores de mi alma (2).
Esta base que junto a AMOR aparece como complemento se da en el 6% de los tratamientos en
los matrimonios clandestinos, acompañando también a SEÑOR, en SEÑOR>ALMA, señora de mi
alma, y también por sí sola (3%): mi alma (2) y álima mía.
383 Se han valorado las formas con combinación de SEÑOR y NP como muestra de familiaridad y jerarquía
que serían propias de los matrimonios como una “deferencialidad familiar”. Es por ejemplo el
tratamiento que le dirige Poncia a Sigeril, señor Sigeril, justo después de casarse ( y el único además de
dos amigo medio irónicos). Estas formas son habituales también en otros contextos, incluso entre dos
personajes que se acaban de conocer: Señora Elicia y señor Tristán (2), para los que no se puede atribuir
confianza ni familiaridad.
193
HERMANO es otra de las formas que se repetirán (4%): hermana (2), hermana mía y hermano
mío, con igual frecuencia que OJOS, que siempre se dará modificado por el posesivo y en plural:
mis ojos (4).
ÁNGEL y ENTRAÑAS coinciden en porcentaje de aparición (2%) en esta situación amorosa: mi
ángel (2) y entrañas, que también aparece según se ha visto como complemento de la base
SEÑOR, señora de mis entrañas.
CORAZÓN será el último de los lemas que formen un tratamiento en este contexto (1%): mi
coraçón.
La inclusión del posesivo, que se asocia precisamente al ámbito amoroso, en estos casos
también es muy frecuente, especialmente de hombres a mujeres, convirtiendo un buen
número de los tratamientos de base léxica deferencial en afectivos y cercanos: mi señora (11),
señora mía (6), mi señora Polandria (3) y mi señora Poncia. En dirección contraria, sin
embargo, sólo se registran tres: un señor mío para Felides y dos para Pandulfo y un hermano
mío también dirigido al criado.
Los tratamientos afectivos léxicamente, muestran una cierta variedad lemática, aunque son
más escasos en frecuencia de aparición. Se construyen a base de los lemas AMOR, HERMANO,
OJOS, ALMA, ÁNGEL, ENTRAÑAS, CORAZÓN, DESPECHO>VIDA y combinaciones de algunos de entre ellos
y SEÑOR. En total ocupan el 27% de las intervenciones que se dan en este contexto. En una
aproximación más cercana se descubre que todos los tratamientos construidos a base de
lemas marcados afectivamente parten de una sola pareja, la de los criados. Además, de ellos,
es el hombre el que produce casi todos, siendo la única excepción el hermano mío con el que
Quincia designa a Pandulfo. De hecho, el lema que emplea no es de por sí afectivo, pero aquí
se considera de esta forma por tratarse de un uso afectivo de este tratamiento de naturaleza
no marcada al no tratarse de una relación familiar verdadera. Se trata de un tratamiento que
se caracteriza más que por la afectuosidad por ser marca de pertenencia de grupo entre las
clases bajas.
Las parejas de Felides y Polandria y sus criados principales, por tanto, sólo registran afectividad
de tipo sintáctico a través del uso del posesivo, y basan los tratamientos que utilizan en este
contexto tras su unión matrimonial sólo a través de SEÑOR y el NP. Felides y Polandria, en
concreto, no se dirigen ni un solo tratamiento afectivo léxicamente en toda su historia
conversacional, correspondiendo el 47% de la afectividad en sus tratamientos en todos los
casos a la modificación con posesivo.
Esta diferencia, parte de un motivo sociolingüístico, pues los primeros pertenecen al
estamento superior y Sigeril y Poncia son sus criados de nivel superior socialmente, además de
más allegados, lo que parece que hace que sus usos en cuanto al tratamiento nominal se
asemejen a los de los nobles. Pero además, puede suponer un acercamiento estratégico que
en el caso de Pandulfo que tiene objetivos concretos para con Quincia.384
384 La mayoría de las interacciones que se registran en este apartado entre ellos dos se sitúan en un
momento posterior a la relación sexual y también después de la aceptación de la petición
comprometida, lo que también podría afectar en el uso del tratamiento. En cualquier caso, hay una
194
Rígano (2002:153) observa que en las novelas de caballerías el trato de los personajes durante
el noviazgo se mantiene hasta que el matrimonio se ha hecho público: lo único que cambia es
que la relación ya no tiene connotación ilícita. En este corpus se aprecia un incremento de la
afectividad con respecto a la etapa de cortejo que quizá tenga influencia en el hecho de que en
varios de los casos el matrimonio clandestino venga acompañado de la relación sexual.
También se observa que algunas de las mujeres comienzan a emplear señor mío hacia sus
maridos con el que expresan la nueva situación matrimonial y reflejan una cierta aceptación de
la sumisión que conlleva.385
Rígano (2000) explica que al hacer público el matrimonio es cuando se da el cambio de trato
de vuelta hacia las formas deferenciales previas a la declaración amorosa y a la fase de
noviazgo, y los casados se intercambian la forma SEÑOR y títulos ocupacionales. Las formas
afectuosas y efusivas de fases previas, como AMIGO, se dejan de emplear. En este corpus
ninguno de los matrimonios clandestinos llegan a hacerse públicos, por lo que no es posible
comprobar esta tendencia.
Esta fase de publicación del matrimonio es la que marca también, para Rígano, la inversión
jerárquica en la pareja: el hombre con el matrimonio pasa a tener el poder y la mujer a situarse
en un plano de sumisión. En este trabajo y para este corpus se entiende que tal inversión
parece darse más en el plano simbólico y no real, pues el supuesto vasallaje e inferioridad del
hombre durante el cortejo parece expresarse como parte de una convención que se refleja en
la formalidad y los usos lingüísticos rebajadores del enamorado y ensalzadores de la posición
de la amada, pero no parecen representar una realidad.
3.2.1.1.1.4. Relación sexual
Son tres las parejas pertenecientes a este grupo que llegan a tener una relación sexual, antes o
después de casarse: se trata de los nobles Darino y Finoya y Felides y Polandria y los criados de
baja condición Pandulfo y Quincia. De ellos, sólo Darino y Finoya mantendrán relaciones
previas al matrimonio.386
En este contexto se utiliza tratamientos en el 38% de las intervenciones, de las cuales más de
la mitad son afectivas (52%), siendo el porcentaje más elevado del grupo de interacciones que
diferencia en los usos del tratamiento nominal, como se señalará en el epígrafe que estudia con detalle
su evolución amorosa (3.2.1.2).
385 Además de los comentados “ya soy tuya” (tras el matrimonio y consumación o tras la relación sexual
que también implicaba una unión por el principio del coniunctio corporum) y estos usos que parecen
aludir a la aceptación en este corpus, Rígano (2002:157) alude a otro ejemplo en el que la recién
casada, una vez hecho público el matrimonio, le pide al hombre el cambio de trato a vos (con el que le
mostrará su amor) pues ya no es necesaria tanta cortesía y le expresa que servirá a la voluntad del
marido “con aquella obediencia que mujer á su marido deve” (2000:157). Esto recuerda a la petición de
Polandria a Felides una vez casados, aunque ellos todavía en secreto, de que la trate como a compañera.
386 Hay que recordar que esta etiqueta sólo se ha aplicado a los personajes cuya relación amorosa
evoluciona, y que ni los matrimonios casados, la pareja de adúlteros o los que pertenecen a un
ambiente prostibulario se han tenido en cuenta, a pesar de que en todos los casos se suponga que los
personajes mantienen relaciones sexuales.
195
corresponden a una evolución en la situación amorosa, de los que el 41% se trata de
afectividad léxica.
Lema Total de Id Relación sexual
0 997 146
SEÑOR 315 50
AMOR 28 7
HERMANO 13 4
OJOS 11 4
ALMA 15 3
TRAIDOR 5 3
AMOR>ALMA 5 2
ÁNGEL 5 2
SEÑOR-NP 26 1
SEÑOR>ALMA 6 1
DESPECHO>VIDA 5 1
SEÑOR>ENTRAÑAS 5 1
CORAZÓN 4 1
ENTRAÑAS 4 1
NP 30 1
MALVADO 2 1
CORAZÓN>ALMA 1 1
IMPORTUNO+VELLACO 1 1
MALDITO 1 1
VELLACO+DESCOMEDIDO 1 1
VELLACO+DESVERGONZADO+TRAIDOR 1 1
Tabla 24. Lemas empleados en el grupo amoroso de relación sexual
Este contexto comparte muchos tratamientos con el anterior, ya que en varios casos
precisamente de llega al matrimonio como forma de acceder a la relación sexual.
En la bibliografía se ha señalado que se trata de un momento crucial que suscita el uso de
formas no empleadas antes de la relación sexual ni cuando el matrimonio se hace público,387 lo
que quizá tenga que ver con el aumento de la afectividad, que, como se verá, tiene dos formas
diferenciadas: la positiva y la negativa.
En este corpus en los tres casos, las mujeres intentan evitar, o al menos eso muestran con sus
palabras, el encuentro sexual y ruegan que no se las afrente, aunque sin éxito para ninguna de
ellas. A estas situaciones se corresponden los varios insultos que se registran: TRAIDOR (5%),
VELLACO (3%), MALVADO, IMPORTUNO, DESCOMEDIDO y DESVERGONZADO, cada uno ellos con presencia
de un 1%, se dan en en los tratamientos traydor (3), maldito y malvado y los combinados
importuno, vellaco; vellaco, descomedido y vellaco, desvergonçado, traydor.
387 Rígano (2000:162).
196
SEÑOR baja su frecuencia de aparición con respecto a la situación del matrimonio clandestino
(57%), especialmente en su combinación con el NP, que en este contexto sólo se da una vez:
SEÑOR-NP (1%), señor Felides frente a las diez registradas en el apartado precedente. Es
llamativo también el bajo uso de las formas con NP en comparación con su uso en las demás
situaciones amorosas. Quizá esta diferencia se deba a que se trata de un tratamiento que
habitualmente usan más las mujeres,388 y como implica una cierta familiaridad quizá aquí las
mujeres no recurren a estas formas por estar enfadadas por la pérdida de su virginidad y
honra.
Se repiten las combinaciones de SEÑOR con ALMA y ENTRAÑAS, y como base léxica única se da en
los tratamientos: señor (29), señora (11), mi señora (6), señora mía (3) y señor mío (1), de
nuevo en mayor medida como tratamiento deferencia no afectivo, pero con una cierta
presencia de afectividad amorosa a través de los posesivos, preferentemente dirigidos a
mujeres y con mayor tendencia a la anteposición.
Con respecto a los tratamientos de bases afectivas, se repiten aquellos basados en AMOR (10%),
HERMANO (5%), OJOS (5%), ÁNGEL (2%), ENTRAÑAS (2%) y DESPECHO>VIDA (1%). También se repiten
los construidos con ALMA (8%) y CORAZÓN (2%), y en este contexto se añade un nuevo
tratamiento que surge de la combinación de ambos: CORAZÓN>ALMA, coraçón de mi alma.
De los tratamientos comentados de base léxica no afectiva (SEÑOR y NP), la mayoría los
producen hombres de posición social elevada o mujeres, sólo en un caso Pandulfo se designa a
Quincia con un señora sin combinación léxica afectiva. Sin embargo, Pandulfo en la mayoría de
sus usos y Finoya en todos ellos se caracterizarán en este contexto por el uso exclusivo de
bases afectivas; en el primero de los casos de contenido amoroso o de implicación afectiva, y
en el caso de la mujer, negativos. La forma coraçón de mi alma corresponde también a Darino.
En efecto el nivel de afectividad y de variedad de tratamientos lo aumentan la pareja de
criados y, en menor medida, Finoya y Darino; Felides y Polandria siempre forman sus
tratamientos con el lema SEÑOR, y, de aparecer combinado, sólo lo hace con el NP. En el caso
de los otros personajes de nivel alto, Darino dirige pocos tratamientos de base afectiva a
Finoya en el desarrollo de la obra; sólo el 9% de las designaciones que su amada recibe de él.
De ellas, sólo una se corresponde con la situación amorosa que compete aquí: coraçón de mi
alma. De esta pareja, como se ha visto, es ella la que aporta una mayor nómina de
tratamientos marcados afectivamente: sólo uno de los tratamientos que le dirige a Darino una
vez éste la ha forzado corresponde a una forma no marcada afectivamente: el NP Darino. El
resto se corresponde con todos los insultos registrados en este apartado, que corresponden
con un 9% de los tratamientos de este contexto. Este ejemplo constituye uno de los más
visibles de cómo cambia el trato con el cambio en la relación de pareja. Se trata de una
cuestión contextual, porque no consiente con el encuentro sexual, lo que explica la profusión
de insultos.
El resto de tratamientos marcados afectivamente corresponden a los criados Pandulfo y
Quincia. Entre ellos se dirigirán tratamientos como amores (2), amores míos, hermana (2),
388 Esta forma se da en el 23% de los tratamientos en boca de mujeres frente a un uso del 9% en los que
crean los hombres.
197
hermana mía y hermano, mis ojos (4), mi alma y alma mía, amores de mi alma (2), mi ángel
(2), despecho de la vida, entrañas, señora de mis entrañas, señora de mi alma y mi coraçón. Sin
embargo, como se ha especificado en el apartado anterior, todos los tratamientos con
excepción de uno sólo están en boca de Pandulfo. Quincia sólo le tratará como hermano mío
una vez después de haber mantenido relaciones sexuales en una de las pocas ocasiones en las
que se sirve de un tratamiento marcador de pertenencia de grupo con Pandulfo.
Los resultados de este grupo indican la importancia de aspectos sociolingüísticos y del decoro
literario en la utilización de los tratamientos además de la situación amorosa. Así, Felides y
Polandria y Pandulfo y Quincia, encontrándose en la misma situación, responden de forma
muy diferente; se entiende que por cuestiones de usos lingüísticos asociados a su origen social.
De otro lado, el hecho de que Finoya intente defender su honra, además de con negativas, con
insultos, recuerda la importancia de proteger el decoro femenino, especialmente en personas
(y personajes) de orígenes sociales altos.
3.2.1.1.2. Matrimonio consolidado
En el corpus vemos interactuar a tres matrimonios casados. Se trata de Juliâo y Costança Roiz
de la Tragicomedia de Don Duardos, y de dos parejas de los Pasos de Lope de Rueda: Martín y
Bárbara, protagonistas del paso Cornudo y contento, y Toruvio y Águeda de Toruégano, de Las
aceitunas.
Entre los matrimonios la presencia de tratamientos en sus interacciones es alta, llegando casi a
la mitad de las mismas (46%). De ellas, los tratamientos marcados afectivamente ocupan el
45% de las ocurrencias, de los cuales el 31% corresponde a afectividad léxica.
Lema Total de Id Matrimonio consolidado
0 997 34
MARIDO 6 6
MUJER 6 4
NP-APELL 3 3
SEÑOR 315 3
ALMA 15 2
AMOR 28 2
SEÑORA-MUJER 2 2
CORDERO 1 1
MUJER>CORAZÓN 1 1
NP 30 1
NP-
APELL+AMOR 1 1
SEÑOR+VIDA 1 1
SEÑOR-MARIDO 1 1
TRAIDOR 5 1
Tabla 25. Lemas empleados en el grupo amoroso de matrimonios consolidados
198
En este contexto llama la atención la baja frecuencia de tratamientos formados con el lema
SEÑOR en comparación a otras situaciones. Aquí aparece en un 24%, a veces solo (10%): la
señora389, señora y señor mío, y otras combinado con bases léxicas no afectivas SEÑORA-MUJER
(7%) y SEÑOR-MARIDO (3%), señora muger (2) y señor marido, pero también VIDA (3%): señora,
vida mía. El nivel tan bajo de estas formas habitualmente mucho más recurrentes se debe en
gran parte a la utilización aquí de otras fórmulas que destacan la relación entre los cónyuges:
MARIDO y MUJER. Se trata de las designaciones más numerosas de este contexto; juntas alcanzan
el 46% de las intervenciones que incluyen tratamientos. Se dan preferentemente sin
combinación MARIDO (21%), marido (6) y MUJER (14%), muger (4), pero también en las formas
combinadas con señor comentadas y en un caso como base léxica principal de una
combinación afectiva (3%): muger de mi coraçón.
El NP también se repite en este contexto con frecuencia (17%): mi Julián, con apellidos (10%),
Águeda de Toruégano, Costança Roiz y Costança Roiz, amada, y también combinado con un
lema afectivo NP-APELL+AMOR, Costança Roiz, amor mío. Este contexto conyugal es el único en
el que aparecen los apellidos en este corpus, siempre referidos a las esposas.
El resto de tratamientos con léxico afectivo se construyen a base de lemas como AMOR, ALMA,
CORDERO, CORAZÓN y VIDA, además del insulto TRAIDOR. De ellas sólo se repiten AMOR (10%), que
en este contexto aparece en singular mi amor (2) y en la combinación ya vista Costança Roiz,
amor mío, y ALMA (7%), álima mía y mi alma. El resto de bases léxicas cuentan con una
presencia del 3% cada una y se materializan como: mi corderito, muger de mi coraçón, don
traidor y señora, vida mía. Como se observa toda la nómina de tratamientos marcados
afectivamente en una situación de matrimonio consolidado están modificados, modificación
que también afecta a alguna base en un principio no afectiva que se complementa (Costança
Roiz amada). También el insulto se modifica a través de la inclusión de don, un título aquí
usado sarcásticamente con la intención contraria de las demás modificaciones, el
distanciamiento: don traidor.
Muchos de los tratamientos incluyen posesivos: mi amor (2), mi alma, álima mía, mujer de mi
coraçón, Costança Roiz, amor mío, mi señor marido, señor mío y mi corderito. Éste último es
además el único del corpus que tiene un diminutivo, y llama especialmente la atención porque
lo produce una mujer, que son habitualmente menos afectuosas en el trato con sus parejas.
En este contextos los usos modificados los dirigen tanto hombres como mujeres. Éstas son
particularmente afectuosas en comparación con otros contextos, tanto en la elección de las
formas como en cuanto al uso de posesivos, que en este contexto incluso supera al de los
hombres.
Al observar estos datos teniendo en cuenta quién los produce, se ve que casi todos los
tratamientos afectivos salen de las bocas de los personajes de la Tragicomedia o y alguno
también de la pareja del paso del Cornudo y contento. En el caso de Martín y Bárbara, está el
insulto de Bárbara en contraposición a los afectuosos tratamientos que dedica a su esposa
Martín: álima mía y mujer de mi coraçón. Juliâo y Costança son personajes que no sólo
389 Se trata de uno de los escasos ejemplos en el corpus de tratamiento nominal combinado con la
tercera persona.
199
producen muchos tratamientos, exactamente en la mitad de sus interacciones, sino que su
nivel de afectividad también supera el promedio, siendo una de las parejas más afectivas del
corpus tanto a nivel léxico como sintáctico (77% de afectividad en los tratamientos, y 46% de
tratamientos con léxicas afectivas frente a los promedios de 44% y 30% respectivamente).
Sin embargo, Águeda de Toruégano y su marido Toruvio, una pareja que supera el promedio
de utilización de tratamientos en sus interacciones (45% frente al 36% del promedio general),
no se dirigen ni un solo tratamiento marcado afectivamente. Sus tratamientos están más
ligados a seleccionar al destinatario, algo especialmente importante en escenas como la que
protagonizan, pues a lo largo de todo el paso comparten escena con uno o dos personajes
más, pero también para caracterizar como tipos sociales: son, sobre todo, el marido y la mujer.
En cuanto al tratamiento pronominal estos matrimonios se vosean recíprocamente a
excepción de Martín y Bárbara, cuyo trato es asimétrico. En este sentido Busse (2002) comenta
el “marriage pronoun” que propone Finkaenstaedt (1963), para quien se da tratamiento
asimétrico en los matrimonios en el XVI y XVII que refleja la semántica de poder en relaciones
desiguales, aunque sus datos no parecer confirmar esta propuesta. Si bien él no saca
conclusiones generales al respecto por la escasez de muestras sí hace observaciones en cuanto
al uso pronominal: la mujer siempre dirige el trato deferencial you, pero de vuelta el
pronombre está condicionado por factores pragmáticos (2002:201). Este predominio de you en
el inglés de Shakespeare por parte de la esposa también lo comenta Mazzon (2002:228), que
lo interpreta como una forma deferencial de parte del “subordinado”.
Por otro lado, entre los matrimonios presentes en las obras de Shakespeare, los equivalentes
en inglés a marido y mujer, son mucho menos frecuentes que otros términos relacionales de
parentesco como sister, brother y cousin (Busse 2002:208-9).
Bañón, por otra parte, comenta que no eran infrecuentes los usos afectivos propios del cortejo
en matrimonios,390 como se ven en Juliâo y Costança Roiz y, en menor medida, con Martín
hacia Bárbara, y aporta un buen número de ejemplos de tratamientos de naturaleza afectiva
tanto léxica como sintácticamente (2001:45).
Rígano (2000), al contrario, observa en su corpus que el único tratamiento en la época de
matrimonio en la novela de caballería es el formal, señor, “que adquiere una marcada
connotación de formalidad y respeto” (2000:159).
Pedroviejo Esteruelas (2012:165) también apunta para el siglo posterior que entre cónyuges
los vocativos empleados son señora, mujer y señora mujer y señor y marido,391 todas ellas
formas de respeto o de explicitación de la relación entre los personajes, por tanto,
tratamientos muy funcionales y de nula implicación afectiva.
390 “A pesar de todo, los apelativos entre matrimonios presentes en los textos literarios mantenía a
veces la apariencia del galanteo amoroso” (Bañón 2001:45).
391 Recordamos que este autor también estudia las formas nominales y pronominales en una de las
obras de este corpus, los Pasos (Pedroviejo Esteruelas 2003).
200
Iglesias Recuero392 ha observado que en obras, por ejemplo en La ilustre fregona y La gitanilla
de Cervantes hay una división social en la distribución de los tratamientos nominales entre
casados: marido y mujer son los apelativos que emplean los personajes de menor condición
social, frente a los de niveles altos, que intercambian las formas señor/a. Las diferencias en la
afectividad propias de los personajes humildes frente a la contención emocional de los de
mayor escala,393 hacen pensar en la posibilidad de que estas formas marido/mujer pudieran
haber tenido en la época una implicación afectiva similar a la que se asume actualmente para
hermano/a o hijo/a en sus sentidos rectos.394 Si esto fuera así, la interpretación de marido y
mujer debería revisarse en estos y otros contextos, y reflejaría la voluntad deferencial de los
nobles frente a la expresión de implicación emocional de los personajes no privilegiados. De
todas maneras, en este corpus las ocurrencias se dan en dos contextos situacionales claros:
entre Toruvio y Águeda en situación de enfado, para los que la hipótesis del tratamiento con
valor funcional parece aplicarse, y de Martín a Bárbara y Costança a Juliâo. Precisamente se
trata de dos de los personajes casados que se muestran afectuosos y enamorados de sus
parejas en este corpus, como ya se ha comentado. También lo son los tratamientos que
emplean, mujer de mi coraçón y mi señor marido, respectivamente, aparecen modificados
sintácticamente de forma que se pueden considerar de implicación afectiva. En cuanto a la
distribución sociolingüística, este corpus no presenta matrimonios de la nobleza o del
patriciado urbano, por lo que no es posible contrastar esta observación.
En cuanto a los tratamientos pronominales, Moreno González (2002:26 y ss.) para su corpus de
teatro de los Siglos de Oro establece que se dan diferencias de distribución sociolingüística:
mientras que los personajes urbanos de clase media (urban middle class, en su terminología)
emplearían vos acompañado del apelativo señor/señora, los grupos de origen social bajo se
tutearían igual que los de origen superior.395 En cuanto a los tratamientos pronominales señala
que este tipo de relación forma parte de la díada de poder, pero que es susceptible de cambios
hacia la forma de intimidad tú por el aspecto volicional.
También King (2010:542) comenta los tratamientos pronominales entre esposos en el siglo de
Oro: voseo habitual, pero a veces los maridos tutean a la mujer.
Hay que tener en cuenta que al parecer había dos corrientes divergentes en cuanto a la
efusividad en las relaciones familiares396, como señalan Moreno Mengíbar y Vázquez García
(1997:46), de las cuales en la dominante se “desconfiaba de las efusiones amorosas entre
esposos y las censuraba”, y se propuso un nuevo ideal de familia que se fundaba en el amor
hacia la mujer. La efusividad del matrimonio de hortelanos se podría corresponderse con esta
segunda opción.
392 En comunicación personal.
393 Como este trabajo muestra en el capítulo de estudio sociolingüístico (2).
394 Precisamente esta implicación afectiva contenida en los usos rectos de los tratamientos de
parentesco parece ser lo que ha facilitado que actualmente se empleen formas como hijo/a en ciertas
variedades del español como apelación afectuosa, habiendo perdido todo el contenido jerárquico que sí
tiene el uso recto (Iglesias Recuero, en comunicación personal).
395 La autora explica estas diferencias como una tendencia hacia la hipercorrección en el
comportamiento de grupos sociales con “inseguridad lingüística” (2002:27).
396 Ferreras 2008 ha estudiado el concepto del “amor conyugal” en los diálogos del XVI (2008:398-404).
201
Por otro lado también habría que considerar la cuestión de los matrimonios a los que no se
había llegado por amor y que eran muy habituales en la época: los matrimonios
concertados,397 en los que no se esperaría una afectividad amorosa entre los cónyuges.398
3.2.1.1.3. Relación adúltera
El adulterio era una práctica generalizada en la época según Luna Díaz (2011:36),399 que
probablemente tuviera que ver con los matrimonios concertados,400 algo también muy
habitual entonces.401
A pesar de la poca representación de las relaciones adúlteras en nuestro corpus, pues sólo
tenemos una pareja en esta situación, y además, se trata de una pareja que cuenta con una
muy breve interacción (corresponden al 0,56% del total de intervenciones con cuatro por
personaje), al menos para comentar esta situación amorosa por la reflexión de este tipo de
relación y de qué tratamientos cabría esperar.
Lema Total de Id Amantes
0 997 6
SEÑOR-NP 26 2
Tabla 26. Lemas empleados en el grupo de desconocidos
Como vemos, los personajes se dirigen muy pocas interacciones, de las cuales sólo en un
cuarto de ellas deciden añadir un tratamiento: uno por miembro de la pareja siguiendo el
mismo esquema, SEÑOR-NP: señora Bárbara y señor Gerónimo. Se caracterizan estos
tratamientos por combinar la deferencialidad y la confianza que permite el uso del NP. Es
arriesgado intentar extraer conclusiones con unas muestras tan limitadas, sin embargo parece
extraño que entre los personajes que mantienen una relación adúltera el tratamiento entre
ellos mantenga la deferencialidad incluso no habiendo terceros presentes, lo que seguramente
llevaría a esconder su confianza e intimidad.402 En esta época esconder su relación era
397 Sobre los matrimonios concertados en Navarra ver Campo Guinea (1995), que señala que era una
práctica habitual (1995:71), como también señala Díaz Luna (2011:15 y 33). A pesar de que el “reiteró la
importancia del consentimiento individual, presente ya en la tradición medieval” (1995:71), en la
práctica lo habitual es que la decisión paterna imperase: “La tónica es de aceptación total del sistema de
estrategias de la patria potestad” (1995:80). De hecho, en la opinión de la investigadora, la voluntad de
los cónyuges contaba poco: “Que el matrimonio en esta época no es un acto que concierna únicamente
a los dos contrayentes es algo sabido y sobradamente demostrado. Puede decirse incluso que son éstos
últimos los que interpretan el papel más secundario y pasivo” (1995:81).
398 Ruiz Pérez (2005:52) habla de una “oposición genérica entre el amor y el matrimonio”, además de
entre el personaje literario y la esposa en la realidad.
399 Sobre la concepción del adulterio en los diálogos del s. XVI consultar Ferreras (2008:404-408).
400 Luna Díaz (2011:32).
401 Campo Guinea (1995: 71) y Luna Díaz (2011:15 y 33). Sobre los matrimonios concertados ver Campo
Guinea (1995).
402 Dan ejemplos de cambios en la forma de tratarse por presencia de terceros en relaciones ilícitas (por
no haber llegado al matrimonio aún, pero no perseguidas como en este ejemplo de adulterio) Moreno
202
especialmente importante, ya que se consideraba un delito grave y estaba fuertemente
perseguido tanto moral como judicialmente.403 Además, se penalizaba especialmente cuando
la adúltera era la mujer,404 como en este caso.
Quizá se deba precisamente a que la confianza que tienen hace que no necesiten
tratamientos, en una reinterpretación de lo que asumen algunos investigadores que los
tratamientos son menos necesarios cuando no se necesita mantener la relación social.405
En cualquier caso, será necesario estudiar más muestras de las relaciones adúlteras, por la
escasez en este corpus. Además, el único ejemplo lo aporta la obra de menor profusión de
tratamientos marcados afectivamente en las relaciones amorosas, los Pasos, lo que quizá
también influya aquí.
3.2.1.1.4. Ámbito de la prostitución
En el ámbito de la prostitución distinguimos dos tipos de relaciones, la de las prostitutas con
sus clientes y la que mantienen con sus rufianes. Se ha decidido separar estos dos tipos en
grupos diferentes, ya que ejercen además un tipo de prostitución diferente.406 Por ejemplo
Baranda Leturio407 indica sobre las prostitutas de la Segunda Celestina que Palana ejercía la
prostitución pública en una “botica” o burdel y contaba con los servicios de Pandulfo como
protector, mientras que Elicia y Areúsa ejercían el mismo oficio de forma encubierta.
Pero se han clasificado por separado especialmente porque la relación de unos y otros es
diferente. A todas las parejas les une un interés económico y en todas ellas se fingen amores
entre los miembros, pero la unión de unas y otras es diferente. En el caso de las prostitutas
con sus proxenetas se trata de una relación por un lado jerárquica, pues las prostitutas ganan
dinero para el rufián que supuestamente debe protegerlas y, por lo tanto, se establece entre
González (2002:34-35) en ejemplos del teatro del Siglo de Oro en los que se cambia el trato pronominal
a vos escondiendo el tuteo de intimidad que emplean los enamorados a solas y Rígano (2000:147) para
los tratamientos nominales de las relaciones amorosas de las novelas de caballerías en las que formas
de expresión de intimidad como amigo se reservan para los encuentros a solas o con personas que
saben de su relación, pero se cambia a designaciones formales como SEÑOR u ocupacionales para
esconderla.
403 Molina Molina (2008:146). Luna Díaz señala que era considerado un “delito grave por la ley civil”
(2011:18).
404 Luna Díaz (2011:33).
405 Para Leech los vocativos no se usan entre personas que no necesitan identificarse ni mantener las
relaciones: “vocatives are not used among associates where neither their adressee-identifying role nor
their relationship-maintenance role is felt to be necessary” (1999:117). De forma parecida Traverso
(1999:56) habla de la posibilidad de prescindir de los actos rituales en situaciones informales o de
confianza: “Les routines conversationnelles constituent de bons indicateurs relationnels. Selon la
proximité des interlocuteurs, et le caractère plus ou moins formel de leurs échanges, elles peuvent ainsi
etre négligées”, como se ha comentado en la introducción.
406 Por ejemplo Baranda Leturio (en Silva 1998:72) indica sobre las prostitutas de la Segunda Celestina
que Palana ejercía la prostitución pública en una “botica” o burdel y contaba con los servicios de
Pandulfo como protector, mientras que Elicia y Areúsa ejercían el mismo oficio de forma encubierta.
407 En Silva 1998:72.
203
ellos una dependencia que habitualmente se complementa con una relación amorosa408 que
podía fingirse por miedo o interés. Sin embargo entre ellos quizá lo que se encuentra es una
relación combinación de simetría y asimetría en la relación, en términos de familiaridad y
confianza y a la vez jerarquía.
Se presentarán por separado los datos de la prostituta que comienza relaciones con un
personaje de procedencia social alta, por tanto, se trata de una cortesana, de los casos en los
que los clientes son de origen social bajo.409
3.2.1.1.4.1. Cortesana
Se trata de un contexto con representación de una sola pareja: Vitoriano y Flugencia, de la
Égloga de Plácida y Vitoriano. Vitoriano es un patricio urbano y Flugencia una cortesana a la
que se acerca a requerir de amores, aunque lo hace fingidamente, no sólo porque se trate de
una prostituta, sino porque no tiene intención de llevar a cabo la relación con ella. Sin
embargo, promete a su amigo cortejarla con pasión, por lo que tenemos una prueba
supuestamente real de cómo sería la interacción con una cortesana.
Entre ellos el nivel de utilización del tratamiento en las intervenciones es menor al promedio,
31%, y tampoco son muy afectivos en sus usos (19%, de los que un 13% se debe a afectividad
léxica).
Lema Total de Id Cortesana
0 997 35
SEÑOR 315 11
SEÑOR-NP 26 2
CABALLERO 3 1
NP+SEÑOR&DESEO 1 1
NP+VIDA 1 1
Tabla 27. Lemas empleados en el grupo de prostitución cortesana-patricio urbano
Estos personajes prefieren intercambiar los usos deferenciales. Todos los rasgos afectivos
presentes en los tratamientos (complementación, posesivos y combinación con lemas
afectivos) dependen de Vitoriano.410
408 Molina Molina (2008:150) habla de frecuentes lazos afectivos basados en el concubinato entre la
prostituta y el proxeneta.
409 Sobre el origen social de los clientes de las mancebías sevillanas en Moreno Mengíbar y Vázquez
García (1997:40): “este excedente de población soltera, clientela potencial de la mancebía, pertenecía
en general al estado llano: domésticos que se empleaban al servicio de las familias nobles o de los
numerosos comerciantes extranjeros de la ciudad; artesanos, como los carpinteros y calafeteros que
abundaban en Sevilla por el continuo trabajo de reparación y construcción en los muelles; marineros y
soldados que venían en las naos foráneas estacionadas en la ciudad; campesinos, ganaderos, pastores
que trabajaban en las haciendas de viñas y olivares del hinterland urbano”.
204
3.2.1.1.4.2. Prostituta y rufián
En el corpus aparecen dos prostitutas que vemos relacionarse con los hombres que las
protegen a cambio de recibir una parte de sus ganancias, y de encuentros sexuales. Se trata de
Palana, de la Segunda Celestina, y su protector Pandulfo, y de Sebastiana y Sigüença, del paso
de El rufián cobarde.
Los tratamientos de estas dos parejas se caracterizan de un lado por su baja utilización, sólo en
un 25% de las interacciones entre estas dos parejas, y de otro, por el número de tratamientos
marcados afectivamente que se dirigen: exactamente un 69% de las designaciones entre ellos
son afectivas, lo que supone el doble de frecuencia en la afectividad en comparación con el
promedio general del corpus, de las que el 62% corresponden a afectividad léxica.
Lema Total de Id Prostituta-rufián
0 997 88
SEÑOR-NP 26 5
AMOR 28 4
NP 30 3
AMIGO 7 3
SEÑOR 315 1
HERMANO 13 1
ALMA 15 1
DESPECHO>VIDA 5 1
ENTRAÑAS 4 1
MUJER 6 1
VIDA 4 1
GALÁN 2 1
AMIGO-NP 2 1
AMOR+DESPECHO>VIDA 1 1
DAMA 1 1
DUEÑA 1 1
PESAR>TAL 1 1
RUFIÁN 1 1
Tabla 28 . Lemas empleados en el grupo de prostitución prostituta-rufián
Llama la atención el bajo uso del lema SEÑOR entre estos personajes, que normalmente ocupa
más del doble de los tratamientos utilizados por la mayoría de los grupos restantes. Aquí, sin
410 Para una descripción más detallada de estas formas se remite al apartado que estudia los
tratamientos en las relaciones entre el patricio urbano y la cortesana, bajo el epígrafe 2.1.1.1.1.2.
205
embargo, aparece en varias ocasiones en combinación con el NP, SEÑOR-NP (17%), señora
Sebastiana (3) y señor Sigüença, y sólo una vez por sí solo (3%), señor, constituyendo un 21%
de los tratamientos en las interacciones de este tipo, por tanto, con una aparición incluso
menor que entre parejas casadas.411
El NP será la forma más recurrente (31%), además de en combinación con SEÑOR, por sí solo
(10%), Pandulfo, Sebastiana y Sigüença y combinado con la base léxica amigo, AMIGO-NP, en
amigo Sigüença. Éste será otro de los lemas que se repitan en este contexto (14%), bajo la
forma sin modificación ni combinación (10%) amigo (3).
Algo más numeroso es el lema AMOR (17%), que se prefiere en este contexto en plural y con el
posesivo en amores míos (4), y también en compañía de otras bases AMOR+DESPECHO>VIDA (3%):
amores, despecho de la vida.
VIDA también se repite en tres tratamientos, sólo en uno de ellos como lema principal (3%),
vida, y en los casos restantes en la forma DESPECHO>VIDA, en combinación con AMOR (3%) o sin
ella (3%) pero con complementación: amores, despecho de la vida y despecho de la vida que
vivo.
También parten de bases léxicas no afectivas DAMA, DUEÑA y GALÁN, cada uno de ellos con una
frecuencia del 3% (dama, dueña, galán), pero que aquí parecen tener un uso afectivo irónico o
lisonjero.
Otras formas de una sola aparición son las que se basan en los lemas, todos ellos marcados
afectivamente, los afectuosos ALMA y ENTRAÑAS (mi alma y entrañas mías), los descalificativos
RUFIÁN, MUJER y PESAR (don rufianazo, mala muger y pesar de tal), y el usado afectivamente
HERMANO412. También el calificativo RUFIÁN, que aquí designa la realidad de la posición relativa
que tiene con Pandulfo, pero que tiene el objetivo de ser insultante, además está modificado
con el título aquí irónico don (don rufianazo). De la misma manera MUJER, tratamiento que por
lo general consideraríamos no marcado, y que en este caso también modificado, mala muger,
también es un insulto, y por tanto considerado de uso marcado. Como se observa, estos
personajes se dirigen varios insultos; su interacción en la obra es fundamentalmente una
discusión acalorada.
En este contexto, como se observa, la afectividad léxica es lo más habitual. Lo curioso es que
las mujeres aquí hacen uso igualmente de formas afectivas, no sólo por los insultos, como en
otros contextos, y alguna forma de pertenencia de grupo, como AMIGO, sino través de léxico
afectuoso, que generalmente se reserva para los hombres, en AMOR e incluso en formas como
ALMA y ENTRAÑAS, que en este corpus amoroso tienen una única ocurrencia en boca de una
mujer.
En cuanto a los posesivos que acompañan a los tratamientos su empleo según la variable sexo
parece igualado: tres por parte de un hombre, amores míos (3), y otros tantos en boca de una
411 En las que además se explicaba el bajo uso porque recurrían a otras formas de explicitación de su
relación, MARIDO y MUJER.
412 De nuevo el lema HERMANO de naturaleza no marcada se utiliza aquí como afectivo, pues tampoco se
trata de una relación de parentesco real.
206
mujer, mi alma, amores míos y entrañas mías. Sin embargo para la complementación en este
contexto amoroso se cumple la tendencia general: los hombres son los que la utilizan
preferentemente para modificar sus tratamientos.
Al revisar las ocurrencias en detalle con la intención de averiguar quién las ha producido, se
descubre que los personajes de los Pasos son responsables de casi todos los tratamientos con
bases léxicas no afectivas, señora Sebastiana (3), señor Sigüença (2), Sigüença, Sebastiana y
señor, mientras que sólo uno contiene un lema marcado afectivamente, AMIGO, de marca de
pertenencia grupal: amigo Sigüença.
A la inversa, Pandulfo y Palana producen casi toda la nómina de tratamientos con afectividad
léxica que se realizan en esta situación de prostituta-rufián sin casi rastro de lemas no
marcados afectivamente: amores míos (3), amigo (3), pesar de tal, amores, despecho de la
vida, despecho de la vida que vivo, mala muger, hermana y vida, son los que produce el rufián,
además de los no marcados pero marcados en su uso dama y dueña; y en boca de la prostituta
amigo (3), galán, don rufianazo, amores míos, mi alma y entrañas mías además del NP
Pandulfo.
Con esto se ve no sólo que la diferencia entre los personajes de una y otra obra es muy
significativa, sino también una particularidad de la prostituta de la Segunda Celestina: su
afectividad y los tratamientos que utiliza se asemejan más a los de los hombres que a los de
Sebastiana o de sus homólogas Areúsa y Elicia.
Así, los porcentajes reseñados como característicos del grupo son el promedio de dos parejas
que se comportan de forma muy diferente con respecto al empleo de tratamientos, algo que
se ve en la frecuencia de uso de los mismos (29% de Pandulfo y Palana frente a 19% de
Sigüença y Palana), pero especialmente en la elección del tipo de lemas con los que los forman
(95% de elección de lemas marcados afectivamente por parte de los personajes de la Segunda
Celestina frente a un 11% de la prostituta y el rufián de los Pasos). Esto, una vez más, muestra
que la necesidad de ser muy cautelosos a la hora de hacer generalizaciones de este tipo, pues
se revela que además de parámetros como la situación amorosa que estamos estudiando en
estos apartados, la situación concreta de los personajes en las escenas en las que aparecen
(por ejemplo el enfado de Pandulfo y Palana, pero también la intención persuasiva e los
intentos de tranquilizar al interlocutor) y las obras en las que aparecen también, por tanto, el
género discursivo y la pluma del autor, pueden determinar el tipo de uso y función que tienen
los tratamientos. En este sentido los diferentes autores pueden tener diferencias estilísticas,
regionales o incluso cronológicas a pesar de diferenciarse en pocos años, pues como se ha
comprobado, algunas modas lingüísticas pueden cambiar rápido,413 pero también de género,
pues el tipo de teatro de los Pasos, que busca más bien personajes tipo, hace que se elijan una
serie de tratamientos (por ejemplo funcionales y marcadores del rol como en Las aceitunas), o
el hecho de ser más de dos en escena marca los tratamientos (como ocurre con Sigüença y
Sebastiana cuando Estepa está presente). Por eso es estos momentos el NP es un tratamiento
que predomina, porque es el que determina unívocamente al interlocutor seleccionado.
413 Como se ejemplifica en el capítulo de los actos rituales en 4.1.1.1 con el besamanos frente a otras
fórmulas de saludo.
207
3.2.1.1.4.3. Amor mercenario
También en el ámbito de la prostitución, pero poniendo el foco en las relaciones de las
prostitutas con sus clientes, en este apartado se observarán las interacciones entre las dos
prostitutas de la Segunda Celestina, Areúsa y Elicia, en sus relaciones con Centurio, Grajales y
Sosia y Barrada, Crito y Tristán respectivamente.
Este grupo, cuyo promedio de presencia del tratamiento en sus interacciones es muy cercano a
la media (35%), se caracteriza por la baja frecuencia de tratamientos marcados afectivamente
en sus interacciones (24% de los que 18% se construyen con léxico afectivo). De todos los
grupos, a excepción del caso particular de los amantes, sólo presentan un porcentaje similar
los personajes que en sus primeras intervenciones interactúan como desconocidos y la otra
relación prostibularia con clientes, la de la cortesana y el patricio urbano.
Lema Total de Id
Amor
mercenario
0 997 172
SEÑOR 315 72
AMOR 28 5
SEÑOR-NP 26 4
GENTIL HOMBRE 8 4
NP 31 3
DESGRACIADO 3 3
ALMA 15 2
AMIGO-NP 2 1
OJOS 11 1
SEÑOR>ALMA 6 1
SEÑOR>ENTRAÑAS 5 1
AMOR+NP 1 1
DESLAVADO 1 1
DESPECHO>CONDICIÓN 1 1
NP+AMIGO 1 1
Tabla 29. Lemas empleados en el grupo de prostitución de amor mercenario
Una vez más el lema más utilizado para la creación de tratamientos es SEÑOR, en este caso el
77%, el porcentaje más elevado de los grupos estudiados junto con la situación de prostitución
con un personaje de nivel alto. También se da combinado con el NP, SEÑOR-NP (4%): señor
Tristán (2), señor Crito, señora Elicia y con los lemas afectivos ALMA y ENTRAÑAS: señora de mi
alma y señora de mis entrañas. Sin combinación se registran las ocurrencias: señora (53), señor
(15), señora mía (2), señor mío y señora hermosa.414
414 Que se dirigen a los siguientes personajes:
208
El NP además de con SEÑOR se da en varios tratamientos como base léxica única, Centurio (2) y
mi Sosia, además de con las formas AMIGO (2%), AMIGO-NP y NP+AMIGO y AMOR (1%), AMOR+NP:
amigo Sosia; Sosia, amigo y mi amor Sosia.
La siguiente base léxica más recurrente es precisamente AMOR (6%), que en el resto de
ocurrencias de entre estos personajes se da por sí sola (5%) combinando el plural y el singular
y con el posesivo en varias de las ocurrencias: mi amor (3), amores y amor.
El tratamiento deferente GENTIL HOMBRE (4%) también se da hacia los clientes de prostitutas. De
hecho, será en este contexto donde más se emplee esta designación, que se da sin
modificación alguna ni combinación: gentil hombre (4).
Se da en este contexto también el tratamiento amoroso ALMA (3%), mi alma (2), y en la
combinación con SEÑOR ya citada.
El marcador de pertenencia grupal AMIGO aparece sólo asociado al NP en los ejemplos que se
han señalado.
Otras bases léxicas de una sola ocurrencia (1%) que se dan en esta situación son OJOS, ojos
míos, DESPECHO>CONDICIÓN, despecho de la condición, y ENTRAÑAS, que ya se ha visto asociado a
SEÑOR, y los insultos: DESGRACIADO (3%), desgraciado (2), y el desgraciadazo, 415 y DESLAVADO,
deslavado.
En general es un contexto en el que se prefieren los tratamientos no afectivos ni léxica ni
sintácticamente, y en los casos en los que se da, tanto la elección léxica como la
complementación por posesivos parece igualada entre los dos sexos, incluso en el léxico
superada por las mujeres gracias a los insultos. Sin embargo es necesario revisar los datos por
parejas, porque no en todas las relaciones se da afectividad en los tratamientos ni en todas
ellas esta afectividad se da en la misma dirección.
En efecto, se trata de un grupo poco homogéneo: entre Areúsa y Centurio y Grajales y, por
otro lado, Elicia y Crito no utilizan muchos tratamientos en sus interacciones. Sin embargo, la
primera en sus relaciones con Sosia y la segunda con Barrada y Tristán doblan e incluso
triplican416 el porcentaje de tratamientos que intercambian con ellos y otros personajes. La
elección de los tratamientos tampoco es igual entre unas y otras parejas. Areúsa y Centurio
son los que eligen tratamientos más afectivos, seguidos de la misma prostituta con los otros
dos clientes con los que trata y de Elicia con Crito. En sus relaciones con Barrada y Tristán,
ninguno de los personajes produce un tratamiento de léxico afectivo.
- señora: a Areúsa de parte de Sosia (22), Centurio (5) y Grajales (5) y a Elicia de parte de Barrada
(19), Crito (1) y Tristán (1).
- señora mía: a Areúsa de parte de Sosia y a Elicia de parte de Barrada.
- señora hermosa: a Elicia de parte de Barrada.
- señor: De parte de Areúsa a Grajales (1) y de parte de Elicia a Barrada (10) y a Crito (4).
- señor mío: de parte de Elicia a Crito.
415 Otro de los tratamientos que se dirigen en tercera persona, de nuevo con intención distanciadora,
aquí acompañando a un insulto que además incorpora un sufijo aumentativo.
416 Porcentajes de presencia de tratamientos: Areúsa y Centurio (22%), Areúsa y Grajales (21%), Areúsa y
Sosia (46%), Elicia y Crito (21%), Elicia y Barrada (53%) y Elicia y Tristán (80%).
209
Entre Areúsa y Centurio es él el que aporta tratamientos afectivos (ojos míos, mi alma, señora
de mis entrañas, señora de mi alma y despecho de la condición), ella sólo un insulto
(desgraciado). Con Sosia sin embargo es ella: AMIGO, AMOR (en singular) y el NP, a veces
combinados, y en la mayoría de los casos con posesivo por una cuestión estratégica: de él
quiere conseguir información sobre la muerte de Calisto y se ayuda de los tratamientos para
convencerlo de que hable. Él sin embargo sólo se sirve del tratamiento no marcado señora
(22), al que una vez le añade un posesivo: señora mía. En sus interacciones con Grajales los
únicos afectivos son dos insultos de Areúsa (desgraciado y deslavado), todos los demás
tratamientos entre ellos son señor/señora sin siquiera modificarlos.
Elicia en general se sirve de más tratamientos con sus clientes, con los que además tiene
menor relación de confianza que Areúsa, por ejemplo, pero los tratamientos usados son
menos afectivos que los que ésta dirige a sus compañeros. Con Crito, por ejemplo, son pocos
los tratamientos que se dirigen entre ellos. De todos, los más afectivos están en boca del
cliente, amores y mi alma, y pero la prostituta también le dirige la forma amorosa señor mío.
Tanto con Tristán como con Barrada sus tratamientos son siempre no marcados
afectivamente. Con el primero los escasísimos tratamientos que se dirigen entre sí en una
también breve interacción se forman con el lema SEÑOR, a veces en combinación con el NP
(señora, señora Elicia, señor Tristán). Con Barrada la interacción es más larga y hay más
ocasiones susceptibles de empleo de tratamientos. La elección de los mismos también se basa
en el lema SEÑOR, uno de ellos adjetivado, señora hermosa, el NP, y otro tratamiento
deferencia, gentil hombre. De ellos dos es el hombre el que es más propenso a servirse de este
tipo de formas en un trato con la prostituta.
Parece desmentirse la hipótesis de que las prostitutas se asemejen en sus usos con respecto a
los tratamientos a los de los hombres:417 así es en cuanto a la prostituta Palana con su
proxeneta, como se ha visto, pero en las relaciones con clientes parece haber una situación
más compleja en la que las formas dependen mucho del tipo de relación que tengan, según la
confianza y familiaridad, y según los personajes.
Algunos de los usos coinciden con los de los personajes de nivel superior, por ejemplo,
Barrada: sus usos son deferenciales y en algún caso añade el posesivo acercándose en mayor
medida al discurso amoroso cortés. Esto hace pensar que el fingimiento de proceso amoroso
que se da entre este tipo de amor mercenario se basa en el mismo modelo que el que siguen
las capas sociales superiores. También se aleja de la idea de Felides de las “retóricas del
burdel” (refiriéndose a las formas de Pandulfo, que acaba de aconsejar precisamente sobre los
tratamientos que debe usar con su amada418).
Sin embargo, otros como Centurio se acercan más a esa “retórica de burdel” de la que habla
Felides (y de la que es ejemplo Pandulfo), con usos amorosos más variados creativos y con
gran afectividad léxica y sintáctica.
417 Hamad Zahonero (2015:1438).
418 Polandria también rechaza estas formas cuando recibe una carta supuestamente de Felides pero que
ha escrito Pandulfo haciéndose pasar por su amo, como se ha visto.
210
3.2.1.2. Ejemplo: La evolución de Pandulfo y Quincia
Como demostración de que el uso de tratamientos presenta diferencias en relación a la
situación amorosa que una pareja vive, hemos elegido una de las que más presencia tiene en
el corpus y que además pasa por una evolución en su relación amorosa: Pandulfo y Quincia.
Los personajes recorren el proceso de estar en una situación de cortejo a estar casados de
forma clandestina, momento en el que consuman su matrimonio con un encuentro sexual no
consentido, pero que dará validez a ese matrimonio,419 lo que determinará que a partir de
cierto punto la mujer se declare con respecto a Pandulfo como “suya” y lo que también
provocará un cambio en el comportamiento de ella, pero también en la actitud de él.
De esta manera, se podrá observar los tratamientos que se dirigen en las diferentes escenas
teniendo en cuenta estos hitos de cambio en el estado de su relación, pero también otros
aspectos, como las intenciones de Pandulfo de conseguir favores comprometidos que ayuden
a su amo Felides a conseguir los amores de Polandria.
Pandulfo es de los personajes más productivos en cuanto a tratamientos nominales de este
corpus.420 Además de señora, utiliza con Quincia amores míos, mis ojos, señora de mis
entrañas, alma mía, ángel. Entre ellos se llaman en varias ocasiones hermano/hermana,
tratamiento que sólo utilizan estos dos personajes en este corpus que recoge las relaciones
amorosas421. Por su parte, Quincia usa un abanico menor de posibilidades en la creación de
tratamientos que dirigirá a Pandulfo: sus creaciones se basan en combinaciones de señor, y
algún amigo, además del citado hermano.
Lo que llama la atención en el caso de Pandulfo y Quincia es la diferencia que hay entre unas
escenas y otras en cuanto a los tratamientos nominales: cuando Pandulfo corteja a Quincia y
quiere algo de ella, la frecuencia de tratamientos es mucho mayor. Según si Pandulfo está
intentando cortejar a Quincia y llevar a cabo sus intenciones con respecto a favores en la
intermediación entre su amo Felides y Polandria, o ya ha conseguido lo que quiere, se da una
frecuencia muy diferente de tratamientos. Al principio, ella se muestra reticente con el mozo
de espuelas y él emplea muchos y variados tratamientos en el momento de cortejarla.
También cuando se está disculpando hace uso de más tratamientos en comparación con otros
momentos. En la escena XVI, en la que Quincia «ya es suya», en palabras de ella, la aparición
de tratamientos es menos frecuente, y en la escena XXVII, la última en la que los personajes
interactúan, hay pocos tratamientos por parte de Pandulfo. En este momento ya ha acabado el
proceso de cortejo, así que una posible conclusión es que exista realmente un tratamiento
amoroso estratégico «de cortejo». Es evidente también cómo algunos tratamientos parecen
querer obtener una cercanía que le resulta muy útil al hablante cuando quiere algo del
interlocutor: por ejemplo, Pandulfo utiliza mis ojos para tranquilizar a una Quincia enfadada, o
419 Luna Díaz señala que si después de la promesa de matrimonio hay una relación carnal, “se solía
tener para la mentalidad popular verdadero valor de matrimonio” (2011:13).
420 Este personaje supera la media con un porcentaje de 51% de intervenciones en las que se da un
tratamiento.
421 Se ha observado que en la mayoría de las situaciones en las que aparece este tratamiento, se trata de
momentos relativamente emotivos. Un ejemplo es, entre otros, una ocurrencia de hermana en una
situación de enfado como intento de acercamiento a Quincia, a la que además Pandulfo está
requiriendo de amores.
211
señora y amores cuando le dirige peticiones indecorosas o mis amores y mi coraçón cuando
pone en peligro la honra de su amada. En este sentido, tanto los tratamientos emitidos en
momentos más enfocados al cortejo como aquellos en los que la intención principal de
Pandulfo es convencer a Quincia de que le haga recados en la intermediación de los amores de
su amo Felides y Polandria, la joven de la casa de Paltrana donde trabaja Quincia, parecen
tener una función persuasiva. Con ellos Pandulfo parece intentar acercarse a Quincia y ganar
su favor para que finalmente le conceda tanto los favores amorosos como los laborales.
Estudiemos con más detalle los tratamientos escena a escena:
Cena II
Pandulfo se hace el encontradizo con Quincia en las cercanías de su casa de camino a la
fuente. Decide ir a hablar con ella con la intención de cortejarla e ir moldeando su discurso
según su reacción, como nos descubre en su parlamento422.
La secuencia de cortejo comienza con el saludo de Pandulfo acompañado de un tratamiento
lisonjero, señora hermosa. El saludo pasa a ser mucho más largo de lo habitual, pues ella no se
lo devuelve y se ve obligado a insistir llamándole la atención con diversas estrategias, una de
ellas la interpelación a través de los tratamientos423: le pregunta, le pide una y otra vez su
atención con reproches, con alabanzas y llegando a insultar indirectamente. Todas ellas las
“viste” con tratamientos nominales, que además de la función apelativa, refuerzan el valor
ilocutivo, y tienen una función relacional que apela a la cortesía positiva:
señora, mi ángel, despecho de la vida que bivo, despecho de la vida, señora, señora,
señora mía, señora, hermana, señora, rostro hecho de flores.
De ella no recibe más que negativas e insultos, incluso amenazas y repetidas peticiones de que
se aleje. De todos estos turnos, sólo uno incluye un tratamiento nominal con el que le insulta y
muestra su enfado: mi hermano papienco. En este momento Quincia se dirige a Pandulfo con
422 “dezirle dos parolas a manera de levada, y como las tomare ansí procederé” (pág. 123)
423 Estos summons son los “calls” en la terminología de Zwicky (1974:787), “attention-getting devices”
(Haverkate 1984:68), “vocativo de apelación pura” (Alonso Cortés 1999:4038). Schegloff explica los
summons de la siguiente manera: “We now see that the summons is a particularly powerful way of
generating a conversational interaction. We have seen that it requires, in a strong way, that an answer
be returned to it.” Y explica el ejemplo que aporta: “Summoner: Bill? [A summons item; obligates other
to answer under penalty of being found absent, insane, insolent, condescending, etc. Moreover, by
virtue of orientation to properties of answer items, i.e., their character as questions, provides for user's
future obligation to answer, and thereby to have another turn to talk. Thus, preliminary or prefatory
character, establishing and ensuring availability of other to interact.
Summoned: What? [Answers summons, there by establishing availability to interact further. Ensures
there will be further interaction by employing a question item, which demands further talk or activity by
summoner.]” (1968 1091). Estos summons son los “calls” en la terminología de Zwicky (1974:787),
“attention-getting devices” (Haverkate 1984:68), “vocative de apelación pura” (Alonso Cortés
1999:4038).
212
voseo. Las únicas veces que lo hace es en contexto de enfado (veréis vos),424 o en situaciones
de sorpresa (mirá vos).425
Aparece Zambrán, el criado negro de la casa de Polandria y Quincia se apresura a ordenarle a
Pandulfo que se vaya para que no los descubra hablando. Esta petición la realiza con un
tratamiento, esta vez de mayor implicación emocional, amigo, que nos muestra cómo el uso
de estos tratamientos puede ser utilizado estratégicamente cuando se tiene alguna intención
persuasiva.
Él inserta una secuencia de petición: quiere permiso de Quincia para acercarse por la noche a
“darle una música”. La primera petición la acompaña de señora. Ella responde que haga lo que
quiera, más atenta a que no les descubra Zambrán que a la petición. Él continúa perfilando los
detalles del encuentro con la inserción de una secuencia en la que suplica a Quincia que le
proponga la hora del encuentro.426 Para ello utiliza varios tratamientos muy cercanos e
íntimos, en los que vemos cómo intenta reforzar la petición y forzar la respuesta (positiva) de
su interlocutora acercándose a ella con una estrategia persuasiva: mi ojos, mi alma, mi
coraçón.
Después del encuentro con Zambrán, Pandulfo vuelve a hablar con Quincia para que no piense
que se ha acobardado tras el encuentro con el criado negro. Se vuelve a abrir otra
conversación entre los dos en la que Pandulfo sigue con su estrategia de cortejo, en este caso
con tono fanfarrón y jactándose de su (fingida) valentía ante Zambrán, y alabando y adulando
a Quincia. Comienza con un saludo, hermana, que sirve para llamar la atención de Quincia y
marcar el fin de su soliloquio e inicio de la interacción con ella, que el lector ya imagina porque
en acotación explica que acaba de aparecer ante él y sabe que se va a dirigir a ella.427 Además,
con este tratamiento implica una cercanía, pues es relacional de parentesco fingido.
Inmediatamente le habla de su enfrentamiento con Zambrán y de cómo estuvo a punto de
herirlo, otra vez mostrando su carácter bravucón. Quincia le aconseja asustada que “por su
vida” no mantenga esa actitud, pues Zambrán puede resultar peligroso. Acompaña su
intervención con un amigo que junto a por tu vida refuerza el valor ilocutivo a la vez que
supone un acercamiento, como lo es el hecho de que se preocupe por su integridad física.
424 Moreno González (2002:39-40) registra el cambio por efando de tú a vos en enamorados como
estrategia distanciadora.
425 “Veréis vos”: QUINCIA: Veréis vos el rufianazo, con qué se viene el desgraciado (pág. 126), QUINCIA:
No seas tú malcriado, no seré yo descortés. Veréis vos, mi hermano papienco, bendígamelo Dios, no lo
hocen puercos. ¡Harracá mi necio! (pág. 126), QUINCIA: Veréis vos el desgraciado, con ésta me quieren a
mí en mi casa, sin que te vaya a demandar prestada la tuya. (pág. 126).
“Mirá vos”: QUINCIA: Mirá vos, tales cuales ellas son con ellas me sostengo. Escuchá, escuchá. (pág.
127).
426 Este tipo de secuencias a través de las que los personajes requieren información sobre la petición,
son típicamente “pre-segundas” (como sucede en Schegloff 1990: 64 y 66), cuando aparecen
estableciendo las condiciones para la petición, en este caso la hora de la cita, pero también son
comunes como post-expansión para aclarar los detalles de una petición ya aceptada, como se da más
tarde entre Pandulfo y Quincia en la escena XVI.
427 Se trata de una acotación enunciativa: “Hela aquí donde viene” (pág. 130). Para una una revisión de
los tipos de acotación ver Vian Herrero (1988:179-81).
213
Pandulfo sigue con sus alardeos ante Quincia, aunque al lector le muestra su verdadero yo
cobarde en sus apartes. En seguida reconduce la conversación con intención de ganársela: le
pide que sea más blanda con él y le dirige alabanzas, aderezadas con tratamientos como mi
vida o perla de oro. La define como sabia y apela a su boca, essa boquita (cuya formulación en
diminutivo también supone un acercamiento) que quiere besar y de la que salen palabras que
le son dulces a Pandulfo. Quincia le contesta con ironía y gracia, y después le pide que se vaya,
de nuevo por miedo a encontrarse con Zambrán. Pandulfo retoma el alardeo sobre su actitud
con Zambrán y le dirige un señora de mis entrañas y amores de mi alma. Ella contesta sin
tratamientos salvo en la despedida (gentil hombre), un acto de habla en el que los mismos no
son infrecuentes428, como veremos en el apartado correspondiente 4.1.2.2; en este caso será
ella la que no reciba tratamiento.
Hemos visto en esta escena a un Pandulfo conquistador y embaucador, que alaba
constantemente a Quincia y la requiere de amores, y lo hace dirigiéndole muchos y muy
variados tratamientos (en el 74% de los casos), y a una Quincia que en un principio está reacia
incluso a dirigirle la palabra, pero que poco a poco se muestra más cercana e incluso acepta
que Pandulfo se acerque a cantarle por la noche. En sus interacciones con Pandulfo responde
preferentemente sin tratamientos (la presencia de tratamientos es sólo de un 20%).
En esta escena también se encuentra una posición relativa, en la que Pandulfo se categoriza
como su servidor, aunque en este caso con el uso del plural se trata de una forma más
despersonalizada:
PANDULFO: Señora, no seáis descortés con vuestros servidores (pág. 126).
CENA II429 → tratamiento → Ø ← tratamiento ← Ø
Pandulfo-Quincia señora hermosa
señora (6)
mi ángel, despecho de la vida que vivo
despecho de la vida, señora
señora mía
hermana
rostro hecho de flores
mi ojos
mi alma
mi coraçón
---
hermana
mi vida
perla de oro (2)
señora de mis entrañas
amores de mi alma
3
---
2
mi hermano papienco
amigo
---
amigo
gentil hombre
11
---
6
20 5 4 17
Tabla 30. Tratamientos entre Pandulfo y quincia. Cena II
428 El porcentaje de presencia de tratamientos en despedidas es de 42%, por lo que supera al promedio
(37%) en unos puntos. Sin embargo, si contamos las despedidas como secuencia completa y no por
interacción dentro de la secuencia, es decir,
FEBEA: Id con Dios. Ø / HIMENEO: Señora, quede con vos. (vv. 184-7, pág. 206),
como conjunto y no cada uno de los turnos por separado, el porcentaje se eleva, pues es muy frecuente
que al menos una parte de la despedida, lo que llamaría el Análisis de la Conversación uno de los
miembros del par, tiende a incluir un tratamiento.
429 La separación indica el momento de interrupción cuando aparece Zambrán
214
Cena VI
En la cena IV va Pandulfo a “hacerle una música” con otros criados. Cuando se acerca un
alguacil, huye cobardemente. Quincia, que lo ha visto, duda de que sea Pandulfo, pues lo tiene
por fiero. Polandria sí cree que ha sido él y le advierte sobre lo cobardes que son los
fanfarrones como Pandulfo. La discusión se cierra sin que quede claro si el cobarde era él o no.
Éste, que ha oído esta conversación, decide volver al día siguiente a la fuente a encontrarse
con Quincia con el fin de borrar “la mala estimación” de la noche pasada, después de haber
pasado la noche con Palana (a la que llama puerca y de la que dice que es vieja, ruin, prostituta
astuta y borracha, además de tener mal aliento). Aquí confiesa ante el lector que Quincia le
parece una “gentil moça” y “hermosa”, pero también “boçal”430, por lo que no le será difícil
conseguir sus intenciones: medrar a su costa.
En esta escena, Pandulfo se presenta ante Quincia con dos intenciones: hacer creer que no fue
él el cobarde de la noche anterior y concertar una nueva cita. Todo ello lo hace sin dejar el
tono laudatorio con el que pretende conquistarla y acercarla tanto en cuanto a sus objetivos
“laborales” como a los amorosos.
Comienza la interacción de cortejo con una secuencia de saludo, que marca el inicio del
encuentro y abre el tratamiento Señora Quincia, que parece implicar deferencial y quizá
también familiaridad. Pandulfo pasa directamente a desplegar su cortejo estratégico lisonjero
con un cumplido que alaba la forma de llevar el cántaro de agua de Quincia. Una vez más
Quincia no completa la secuencia de saludo, reaccionando directamente al movimiento de
alabanza y acusándole de burlarse de ella. Él insiste y amplía su cumplido reforzándolo con un
juramento “Juro por tu vida y mía”, pero ella vuelve a rechazar el cumplido. Él cierra la
secuencia de cumplido con un tratamiento que refuerza un acercamiento a ella, mi ángel, y
reorienta la conversación hacia el primero de sus propósitos, hablar de la música de la noche
pasada para limpiar (falsamente) su honor. Quincia responde con un agradecimiento por la
música y él aprovecha para fingir su enfado con respecto a la noche anterior. Ella pregunta por
qué, utilizando en cada uno de estos tres turnos el tratamiento señor/señora. Pandulfo, que
está fingiendo estar enfadado, utiliza en este momento un tratamiento más afectado,
despecho de la vida que bivo, para introducir su explicación sobre la noche pasada, en la que
acusa al mozo de caballos Barañón de haber sido el cobarde que huye en lugar de él. En cada
uno de los siguientes turnos que Pandulfo utiliza para atribuir la huida a Barañón y exculparse
se sirve de un tratamiento: señora de mi alma, despecho de la vida, mi vida, mi alma. Hay una
secuencia inserta en la que Pandulfo pregunta si Polandria oyó la música, y es en éste turno en
el que se dirige a Quincia con un tratamiento más neutro, el muy recurrente señora. Cuando
vuelve a tratar el tema de su exculpación, recupera el tono afligido, en el que suplica a Quincia
que desengañe a Polandria de que él era el cobarde, y se sirve de tratamientos más marcados
como mi vida y mi alma.
Pandulfo introduce el segundo propósito del encuentro: una petición para volverse a ver. Ésta
la abre con una secuencia preliminar que constituye una proyección de la acción (action
430 La editora Baranda Leturio remite a Covarrubias, “negro que no sabe más lengua que la suya”, y
señala que aquí significa inexperta.
215
projection431) del tipo preliminar al preliminar (prepre432), que justifica su interés por la
petición que está a punto de dirigirle: el amor que siente hacia ella. Esta secuencia
preparatoria es una declaración de amor, que acompaña con un cumplido, comparando a
Quincia con perlas preciosas, y le expresa su voluntad de hacerle saber lo que siente por ella y
de que ella no sea “tan desamorada” con él. Ella contesta positivamente: “por cierto,
hermano, bien te quiero yo”, con uno de los pocos tratamientos que utiliza Quincia con
Pandulfo en esta escena.
Él responde tratándola también de hermana, y aprovecha la respuesta favorable para
introducir su petición: que acepte verlo esa noche para oír ciertas palabras que le quiere decir
con el fin de que conozca más su voluntad. Ella realiza una serie de inserciones preparando
una respuesta negativa: la primera desmonta las condiciones de la petición, pues no ve
necesario esperar a la noche para oír esas palabras, también alega que no le gustaría que se
propasase (“No querría que te atreviesses a lo vedado”), y le pide que se marche porque se
acerca Boruca. Él insiste en que le dé una respuesta, y en este momento le dirige el único
tratamiento hasta este momento de esta secuencia, mi alma. Ella le deniega esta subpetición
aplazando la respuesta. Pandulfo vuelve a insistir y no ceja hasta que Quincia acepta, parece
que más que por convencimiento, para que se vaya. Después de la aceptación hay una corta
post-expansión en la que se fijan las condiciones de la petición; el lugar y la hora del
encuentro. En toda esta segunda parte de la conversación la frecuencia de tratamientos de
Pandulfo a Quincia es mucho menor en comparación a las demás conversaciones hasta este
momento, solamente hermano y como respuesta hermana, y en dos ocasiones en contextos
de pregunta Pandulfo mi alma, con estructuras similares, ambos en posición final (“¿Qué me
respondes a esto, mi alma?” y “Pues ¿a qué hora, mi alma?”). Esto resulta extraño porque se
trata de una secuencia de petición en la que podríamos esperar que Pandulfo recurriese a
tratamientos estratégicos para convencer a Quincia, como vemos que hace en otros
momentos con ella.433
Después de la interrupción de Boruca, la pareja retoma la conversación para despedirse. Esta
secuencia de despedida la inicia Pandulfo, con un tratamiento que reintroduce en la
conversación a Quincia y la selecciona como destinataria de sus palabras, pues Boruca aún está
presente, a la vez que la alaba: señora hermosa. Se trata de una secuencia preliminar de la
despedida en la que pregunta si necesita que haga algo más por ella y por Boruca. Ella
responde que no, e introduce el movimiento de despedida tratándole de señor y deseándole
que vaya con Dios. Él responde sin tratamiento, y ella termina de cerrar la secuencia de
despedida434 con otro tratamiento, gentil hombre, eligiendo la misma forma que ya ha
431 Schegloff: “action projection” son los ejemplos de tipo “Can I ask you a question?” y “Let me tell you
something”, que se utilizan como anuncio de lo que va a venir, o bien porque se trata de una cuestión
delicada y constituye la forma de advertirlo, o como “prepes”, el preliminar a los preliminares. (1990:61)
432 Schegloff denomina “prepres” (preliminaries to preliminaries) a uno de los tipos de preliminares: no
constituyen una precondición estratégica a la petición, pero preparan el terreno secuencialmente para
ello, aportando una “historia para la petición” (1990:61 y 62)
433 Ver la evolución de la relación amorosa de estos personajes en 3.1.5.3, y con el apartado de análisis
de los tratamientos asociados a las peticiones 4.3.1.1.
434 Se trata de una despedida en tres partes, no frecuente entre estos personajes, pero sí en otros de la
Segunda Celestina y en los Pasos.
216
utilizado anteriormente con Pandulfo para despedirse. Éste último tratamiento es una
construcción fija que las mujeres utilizan en el corpus con cierta frecuencia.435
CENA VI436 → tratamiento → Ø ← tratamiento ← Ø
Pandulfo-Quincia señora Quincia
mi ángel
señora (2)
despecho de la vida que bivo
señora de mi alma
despecho de la vida
mi vida
mi alma (3)
hermana
---
señora hermosa
8
---
1
señor (2)
hermano
---
señor
gentil hombre
16
---
0
13 9 5 16
Tabla 31. Tratamientos entre Pandulfo y quincia. Cena VI
Cena XI
En esta escena Pandulfo y Quincia se encuentran por la noche, se desposan y él entra en su
cámara y la fuerza a acostarse con él. Luego le pide que entregue una carta de Felides a
Polandria. Al principio ella se niega, pero la acaba convenciendo. Pandulfo se marcha contento
de haber conseguido su pretensión.
En este caso es Quincia la que inicia la interacción, con el tratamiento con el que se dirigirá a él
durante toda la escena: señor. La función de este primer tratamiento es la de llamar la
atención del destinatario. Él contesta, según dice, “desesperado” pues temía que no
apareciese, con un tratamiento afectivo, tanto por las bases léxicas elegidas, la
complementación y el uso del posesivo, además de la repetición de lemas: señora de mis
entrañas y de mi vida.
Pandulfo expresa su miedo en un aparte, y cuando Quincia le pregunta qué dice, aprovecha
para fanfarronear. En estos turnos los personajes no incluyen tratamientos.
Quincia es la que inicia la secuencia en la que invita a Pandulfo a contar lo que ha venido a
decir. El par adyacente en respuesta a la petición constituye una declaración amorosa, que
Pandulfo acompaña de un Señora mía. Quincia le ruega que se deje ese tema, pues ya está
prometida, pero no le dice con quién, y Pandulfo aprovecha esto último para introducir una
nueva fanfarronería con el afectivo despecho de la vida, pero también para hacer una
propuesta indirecta437 de matrimonio acompañada de señora de mi alma. Ella se muestra
receptiva, y en sus parlamentos responde en casi todos con el tratamiento deferencia y no
marcado afectivamente señor.
Pandulfo inicia una secuencia de petición: quiere que le abra la puerta para que se desposen.
La petición la realiza con un tratamiento marcado afectivamente, “ábreme, amores, y darnos
435 En el corpus registramos siete ocurrencias en el ámbito amoroso de gentil hombre en dos obras, la
Segunda Celestina (6) y la Comedia Himenea (1), en boca de la prostituta Elicia con Barrada, de la criada
Quincia con Pandulfo y de la noble Febea a Himeneo. En el 43% de los casos, la construcción GENTIL
HOMBRE acompaña a actos rituales de saludo y despedida.
436 La separación indica el momento de interrupción de Boruca.
437 PANDULFO: […] Sabe, señora de mi alma, que no te conviene tomar otro esposo si no es a mó, si
quieres gozalle, por vida tuya. (pág. 211).
217
hemos las manos”. Quincia se muestra esquiva y desconfiada, y él le jura que no la burlará, y
sigue pidiendo que abra la puerta. De tres peticiones, dos de ellas las acompaña Pandulfo con
los tratamientos amores y mis ojos. De los cuatro juramentos, sólo uno aparece con el
tratamiento nominal señora mía. Quincia sólo en una de las réplicas le dirige un señor a
Pandulfo.
Quincia no accede a abrir la puerta, y propone que se den las manos (como símbolo de
casamiento) entre las rejas. En caso de que esto hicieren y que Pandulfo no haga nada en
contra de la voluntad de Quincia, entonces abrirá la puerta. Finalmente se dan las manos y
pronuncian los votos matrimoniales y Quincia se va a comprobar que todos duermen antes de
abrir la puerta a Pandulfo. A partir de este momento, la pareja cambia su estatus de cortejo a
ser un matrimonio (clandestino).
Reinicia la interacción de nuevo Quincia llamando la atención de su esposo: le trata de señor y
con su nombre propio, señor Pandulfo, que se ha barajado como característico de las
relaciones matrimoniales por su dualidad entre la deferencia y la familiaridad. Comienza una
secuencia de petición de información, que encabeza con otro señor. Él contesta de la misma
manera, con un señora en el inicio de la respuesta. Se cierra la secuencia con una expansión en
la que Quincia le dice que creía que había huido del susto, y él lo niega.
Ella, temerosa, le ruega que se fije que nadie lo ve entrar y él la tranquiliza acompañando su
parlamento con el tratamiento afectivo amores.
Una vez dentro, Pandulfo trata de acostarse con Quincia y ella intenta resistirse sin éxito y
suplica que la deje “Señor mío, por tu vida que aunque sea tu esposa, que fasta otra noche no
me afruentes” e incluso amenaza con gritar “cata que daré bozes”. Pandulfo en esta secuencia
utiliza muchos tratamientos mi alma, amores míos (2), mis ojos, amores de mi alma.
Los nuevos esposos entran en una disputa en la que Quincia suplica que se vaya y la deje
insistentemente y le reprocha; sólo en la primera de estas súplicas y acompañando a un
reproche dirige señor a Pandulfo. Él no se va y tampoco cambia su comportamiento, pero le
pide que le perdone y se disculpa, todo ello acompañado con el mismo tipo de tratamientos
“pasionales”: entrañas, mis ojos, mi alma, alma mía. Sin embargo, acaba consintiendo en que
se quede.
Pandulfo inicia una nueva secuencia en la que presenta una nueva petición a Quincia: quiere
que le entregue una carta de Felides a Polandria. Nuevamente ella rechaza la petición, pero
acaba dejándose convencer. Pandulfo se lo agradece y se despide. Quincia le pide que se
quede más, pero finalmente le deja irse. En esta última parte, los tratamientos que se dirigen
son más escasos. Por parte de Pandulfo tenemos: Amores míos en la secuencia preliminar de
petición que constituye un action projection que alerta sobre la futura petición (“Amores míos,
¿quiéresme fazer una merced […]?”) -sin embargo en la petición no hay tratamiento-, señora
en el agradecimiento a la aceptación de su petición, mis ojos aceptando la petición de Quincia
de que no se marche y amores de mi alma en la despedida. Quincia le dirige a Pandulfo señor
en tres ocasiones: el primer rechazo de la petición, una petición de que la deje y en la
despedida. Cada vez Quincia hace más uso del tratamiento deferencias, y aquí por primera vez
218
le añade un posesivo, lo que aumenta la afectividad. Quincia poco a poco va cayendo en las
redes de Pandulfo, lo que también se ve a través de los tratamientos.
CENA XI438 → tratamiento → Ø ← tratamiento ← Ø
Pandulfo-Quincia señora de mis entrañas y de mi vida
señora mía (2)
señora de mi alma
amores
mis ojos
---
señora
amores
---
mi alma (2)
amores míos (3)
señora
mis ojos (3)
amores de mi alma (2)
entrañas
alma mía
8
---
2
---
7
señor (6)
Pandulfo, señor
---
señor Pandulfo
señor (2)
señor mío
---
señor (6)
11
---
2
---
13
21 17 17 26
Tabla 32. Tratamientos entre Pandulfo y quincia. Cena XI
Cena XVI
Pandulfo se acerca a la fuente a ver a Quincia con el propósito de que le cuente qué ocurrió
con la carta de Felides que le había pedido que entregara a Polandria. En un principio Quincia
se muestra esquiva y no le dirige la palabra. Se declara avergonzada por lo que pasó la anterior
noche, pero finalmente consiente en hablar con él e incluso volverse a citar, pues “ya es suya”.
Después hablan sobre la carta y la reacción de Polandria al leerla.
Durante las primeras interacciones y hasta que Quincia se ablanda, Pandulfo recurre a varios
tratamientos en su intento de acercarse a ella. Señora de mi alma es el que elige para iniciar la
conversación. Cuando ella no le responde, le pregunta por qué no le habla y utiliza amores
míos. Insiste en que le hable y acompaña esta petición con otro tratamiento, mi ángel.
Por fin Quincia responde con la petición de que no le hable, y lo hace con un señor mío, forma
que empieza a aparecer en las intervenciones de Quincia a partir de que los personajes están
casados. Se trata de una forma que en el corpus casi siempre se asocia a matrimonios.439
Pandulfo repite el mi ángel insertado esta vez en una pregunta que inquiere sobre el motivo
de no querer hablar: siente vergüenza. Como acercamiento el mozo de espuelas le dedica un
nuevo tratamiento afectivo: despecho de la condición.
Pandulfo anuncia su intención de ir a verla esa noche y acompaña su anuncio con un señora de
mis entrañas inserto. Ella insiste en que no quiere hablar con él y él responde con dos
tratamientos en un mismo turno: “¡Oh despecho de la vida!, ¿y cómo es esso, amores míos?”.
Ella le reprocha (acompañando su reproche con señor), pero acabará accediendo, pues, como
438 La separación indica el momento en el que se desposan, y por tanto, pasan de ser una pareja en
situación de cortejo a un matrimonio clandestino.
439 Se da por lo general en matrimonios clandestinos, algo menos en matrimonios consolidados, y
también tiene una presencia menor en la prostitución con clientes de origen social bajo.
219
decíamos, “ya es suya”, a lo que Pandulfo responde con una declaración amorosa a la que
añade el afectivo mi coracón.
Una vez solucionado, Pandulfo inicia una nueva secuencia de petición de información sobre la
carta. Quincia le explica detalladamente cómo se dio todo y él va comentando según ella
cuenta. En este intercambio de turnos no se dan muchos tratamientos, siendo Quincia más
productiva que Pandulfo, lo cual es excepcional hasta ahora. Ella utiliza en cuatro ocasiones
tratamientos de continuación de la explicación, con función de mantener la comunicación y a
la vez reforzar la relación, señor en tres ocasiones y hermano mío. También se despide de él
con un señor. Él se sirve de tres tratamientos, mis ojos, agradeciendo un acercamiento de
Quincia, que admite haber tenido ganas de verlo. Estos tratamientos con SEÑOR empiezan a
darse en la segunda interacción e irá ganando terreno a lo largo de la evolución de estos
personajes a otras formas léxicas.
En otro momento Pandulfo insta a Quincia que siga contando lo ocurrido con Polandria y
Poncia al leer la carta, a pesar del juramento que ha hecho a Polandria de no contarlo.
Pandulfo le “absuelve” de su juramento, por tanto el tratamiento que utiliza, amores míos,
puede tener una función estratégica de persuasión.
El otro tratamiento que utiliza en esta escena es amores inserto en un movimiento en el que
anima a Quincia a que siga desarrollando la explicación, en un acto que cuenta como petición
de información.
CENA XVI → tratamiento → Ø ← tratamiento ← Ø
Pandulfo-Quincia señora de mi alma
amores míos (3)
mi ángel (2)
señora de mis entrañas
despecho de la vida
mi coraçón
mis ojos
amores
18
señor mío
señor (5)
hermano mío
13
11 18 7 13
Tabla 33. Tratamientos entre Pandulfo y quincia. Cena XVI
Cena XXVII
En esta escena Pandulfo va a la fuente a preguntar a Quincia sobre la carta. Quincia le cuenta
las burlas que han tenido al respecto, lo que causa el enfado de Pandulfo, y terminan
concertando una nueva cita para unos días después.
En toda la interacción llama la atención el bajo uso de tratamientos por parte de Pandulfo. Esta
es la primera vez que este personaje es tan parco en tratamientos con Quincia. Sólo utiliza los
tratamientos hermana mía para llamar la atención de la destinataria e iniciar la conversación, y
hermana sin posesivo en dos ocasiones en las que apela a Quincia durante una explicación, al
poco de comenzarla.
En todos los demás turnos de habla, Pandulfo no utiliza tratamiento (14Ø), lo que constituye
una excepción. Esta diferencia en el trato puede ser por enfado, pero también, y con mucha
probabilidad, porque ya “la tiene”. Ella ya ha confirmado que “es suya”, como se ha visto, y ha
conseguido todo lo que quiere de ella. Además, los ahora esposos siguen citándose y ella
ahora no pone objeción, de manera que Pandulfo no tiene que insistir y ni siquiera parece
220
necesitar ese acercamiento estratégico que le proporcionaban los tratamientos. Otra prueba
de la disposición de Quincia hacia Pandulfo es que ella incluso se muestra de acuerdo en
aceptar una petición antes de saber de qué se trata.
Por su parte, Quincia casi iguala el número de veces que se dirige a Pandulfo con tratamiento
(8) que sin él (9). En todos los casos se trata de señor, y coincide en 4 casos con preguntas, en
tres casos como petición de información, y en una de ellas como reproche pues se ha
enfadado por un comentario de Pandulfo que le ha provocado celos. En toda la interacción
sólo hay una quinta pregunta que no se acompaña de tratamiento. Los otros tres casos de
tratamiento se dan en momentos en los que o bien realiza peticiones o rechaza peticiones de
Pandulfo:
QUINCIA: Ay, señor, por tu vida, que no me mandes más llevar estas cartas […] (pág. 405)
QUINCIA: Por Dios, señor, de aquí a tres o cuatro días no es possible, que no estoy para
ello [no está para citarse de nuevo] (pág. 409)
o bien expresa rechazo a lo que Pandulfo ha dicho: “Ay, señor, no digas esso […]” (pág. 408).
El último señor acompaña a la despedida, pero en este caso aparece inserto: “Contigo, señor,
vaya [Dios]”
Pandulfo también recurre a la autocategorización como servidor propia del contexto amoroso:
“Señora, no seáis descortés con vuestros servidores (pág. 126) y “que no tienes otro mayor
servidor que yo en este mundo (pág. 126).
Si se agrupan los resultados del análisis de los tratamientos nominales y los volcamos a una
gráfica podemos hacer una estimación de lo que ocurre en las diferentes escenas:
CENA XXVII → tratamiento → Ø ← tratamiento ← Ø
Pandulfo-Quincia hermana mía
hermana (2)
13
señor (8)
10
3 13 8 10
Tabla 34. Tratamientos entre Pandulfo y quincia. Cena XXVII
221
Gráfica 37. Evolución por escenas entre Pandulto y Quincia: presencia de tratamientos
El gráfico presenta visualmente las diferencias entre unas y otras escenas y nos permite ver
una progresión de disminución de la presencia de tratamientos de forma gradual pero
acusada, pues parte de una utilización de estas designaciones del 80% para reducir la cantidad
hasta un cuarto: 19%. Parece que nuestro personaje masculino parte de una necesidad de
utilización del tratamiento muy elevada, pero poco a poco la va perdiendo hasta llegar, una
vez que su interlocutora ya es su esposa y se ha mostrado dispuesta a realizar por él acciones
comprometidas.
Sin embargo, la presencia de tratamientos nominales en las interacciones de Quincia tienen
exactamente la progresión contraria: sus designaciones van en aumento, en lo que quizá
debamos entender una progresión pareja de la intimidad y de su afecto hacia el mozo de
espuelas. Esto parece tener sentido: con los desconocidos se utilizan menos tratamientos.
También se puede identificar con la diferencia de confianza e intimidad entre Vitoriano y sus
dos amadas, como veremos, que hace que los usos sean diferentes tanto en frecuencia como
en afectividad.
En la cena XI observamos un aumento por parte de Quincia, quizá por ser precisamente una
escena en la que se suceden sus peticiones para que no la burle, no la fuerce y posteriormente
para que se vaya.
La revisión de los tratamientos según la afectividad es también muy llamativa entre un
personaje y otro:
II VI XI XVI XXVII II VI XI XVI XXVII
Pandulfo-Quincia
Quincia-Pandulfo
80%
50% 55%
38%
19%
14% 14%
40%
35% 44%
20%
50% 45%
62%
81% 86% 81%
60% 65%
56%
Evolución por escenas entre Pandulto y Quincia: presencia de
tratamientos
Tratamientos Ø
222
Gráfica 38. Evolución por escenas de los tratamientos entre Pandulfo y Quincia: afectividad de los tratamientos
Si bien los tratamientos de Pandulfo disminuían progresivamente, su afectividad va en
aumento. De los pocos tratamientos marcados afectivamente que Quincia dirige a Pandulfo,
varios de ellos son de pertenencia de grupo, los basados en HERMANO y AMIGO, y sólo son
propios del contexto amoroso los señor mío que emplea en las cenas XI y XVI. Los que recibe
de parte de Pandulfo son, en cambio, fundamentalmente amorosos, como se ha visto, con una
variedad de bases léxicas y combinaciones de las mismas, que además modifica con posesivos
en la mayoría de los casos y a veces también con complementos del nombre.
Si se pone el foco en los rasgos de afectividad de los tratamientos, no sólo a través de la
elección léxica, sino también según la complementación de los mismos y el uso de posesivos,
una vez más observamos una importante diferencia entre los usos del hombre y de la mujer
que se aprecia con un solo vistazo:
II VI XI XVI XXVII II VI XI XVI XXVII
Pandulfo-Quincia
Quincia-Pandulfo
70% 67%
90% 100% 100% 100%
0% 6%
29%
0%
30% 33%
10%
0% 0% 0%
100% 94%
71%
100%
Evolución por escenas de los tratamientos entre Pandulfo y Quincia:
afectividad de los tratamientos
Afectivo No afectivo
223
Gráfica 39. Evolución por escenas entre Pandulfo y Quincia: rasgos afectivos de los tratamientos
En las primeras escenas Pandulfo utilizaba mayor número de tratamientos, pero en las últimas
dirige proporcionalmente muchas menos interacciones con tratamientos a Quincia, pero los
tratamientos que elige están siempre marcados afectivamente. Pandulfo suele acompañar con
posesivos sus designaciones: en torno a la mitad de tratamientos que utiliza (52%). La
complementación de los tratamientos es menos frecuente, sólo en aproximadamente un
quinto de las ocurrencias de tratamientos (21%).
En cuanto a Quincia a pesar de ser la vez que menos tratamientos utiliza en sus interacciones,
es en la cena II la que más lemas marcados elige: amigo (2) y mi hermano papienco440. Se trata
en todos los casos de formas de pertenencia de grupo: en las primeras escenas, hasta que va
cogiendo confianza, lo trata como a un compañero. Poco a poco va dejando estos marcadores
in group y va optando por formas referenciales.
También es en esta escena en la que más rasgos de afectividad presenta: este último
tratamiento añade un posesivo y un complemento del nombre. Como vemos en el gráfico,
Quincia no es muy profusa en ninguno de estos rasgos, a diferencia de Pandulfo, que suele
emplear lemas afectivos fundamentalmente, el posesivo con bastante frecuencia y en
ocasiones el complemento del nombre. La criada recurre al posesivo en contadas ocasiones
(que suponen un 10% del total de interacciones con tratamiento). Sólo en cuatro tratamientos
añadirá uno: el citado mi hermano papienco, señor mío (2) y hermano mío.
440 Recordemos que el lema HERMANO se ha considerado de uso afectivo si el parentesco no es real, como
en este caso.
II VI XI XVI XXVII II VI XI XVI XXVII
PANDULFO
QUINCIA
25% 23%
19% 27%
0%
25%
0% 0% 0% 0%
40%
31%
76% 82%
33%
25%
0% 6%
29%
0%
60%
54% 52%
100% 100%
75%
20%
0%
14%
0%
Evolución por escenas entre Pandulfo y Quincia: rasgos afectivos
de los tratamientos
CN Posesivos Lemas afectivos
224
Es interesante también revisar los datos con respecto no sólo a la evolución del argumento,
sino fijándonos en las etiquetas de situación amorosa que corresponden a cada interacción. De
esta manera, haciendo una búsqueda de las interacciones entre Pandulfo y Quincia según la
situación en cada uno de los momentos en los que se dirigen la palabra, se muestra la
diferencia entre los usos relativos a las etapas por las que pasan:
Gráfica 40. Evolución por situación amorosa entre Pandulto y Quincia: presencia de tratamientos
Gráfica 41. Evolución por situación amorosa de los tratamientos entre Pandulfo y Quincia: afectividad de los
tratamientos
Cortejo
Matrimonio
clandestino
Relación
sexual Cortejo
Matrimonio
clandestino Relación
sexual
Pandulfo-Quincia
Quincia-Pandulfo
63%
41% 42%
25%
38%
37%
38%
59% 58%
75%
62% 63%
Evolución por situación amorosa entre Pandulto y Quincia:
presencia de tratamientos
Tratamientos Ø
Cortejo
Matrimonio
clandestino
Relación
sexual Cortejo
Matrimonio
clandestino Relación
sexual
Pandulfo-Quincia
Quincia-Pandulfo
74%
93% 96%
29%
12%
10%
26%
7% 4%
71%
88% 90%
Evolución por situación amorosa de los tratamientos entre
Pandulfo y Quincia: afectividad de los tratamientos
Afectivo No afectivo
225
Gráfica 42. Afectividad de tratamientos entre Pandulfo y Quincia según la situación amorosa. Afectividad léxica
Se debe tener en cuenta que, si bien están separados los datos que corresponden a
matrimonio clandestino y a relación sexual, en muchos de los casos se refieren a las mismas
interacciones. Recordemos que muy poco después de casarse esta pareja tiene su primer
encuentro físico, por lo que las interacciones registradas bajo matrimonio clandestino son las
mismas que las de relación sexual con la suma de unas pocas interacciones previas al
momento en que Pandulfo fuerza a Quincia. Es por ello que los datos de una y otra columna
son casi idénticos, por lo que lo verdaderamente interesante en este caso es comparar la
situación de cortejo con las otras situaciones.
En este sentido observamos también la diferencia entre el hombre y la mujer: Pandulfo se
sirve de un mayor número de tratamientos en la situación de cortejo, pero los que utiliza
corresponden en menos ocasiones a tratamientos marcados afectivamente que los que
vendrán después. En sentido contrario Quincia en un primer momento del cortejo se muestra
más esquiva y utiliza menos tratamientos, pero a la vez que aumenta la frecuencia de
designaciones a Pandulfo cuando avanzan en su relación, el porcentaje de tratamientos
afectivos de utiliza disminuye.
Cortejo
Matrimonio
clandestino
Relación
sexual Cortejo
Matrimonio
clandestino Relación
sexual
Pandulfo-Quincia
Quincia-Pandulfo
60%
93% 96%
25%
4%
5%
40%
7%
4%
75%
96% 95%
Afectividad de tratamientos entre Pandulfo y Quincia según la
situación amorosa. Afectividad léxica
Lemas afectivos Lemas no afectivos
226
3.2.1.3. Comparación de un personaje con dos parejas diferentes
3.2.1.3.1. Vitoriano: amor verdadero/amor fingido
En la Égloga de Plácida y Vitoriano, Vitoriano interactúa con su amada verdadera, Plácida, pero
también con la cortesana Flugencia, con la que traba amores fingidos441, siguiendo el consejo
de su amigo Suplicio para olvidar a Plácida con la que se ha peleado.
El análisis que sigue se trata de una comparación entre un caso de amores “convencionales” y
otro en el contexto de la prostitución, lo que se espera que afecte al uso de los tratamientos
que se dirigen entre ellos. Hay otra variable muy importante a tener en cuenta en relación a
estas dos parejas: la confianza e intimidad. Vitoriano y Plácida, a diferencia de las otras parejas
en fase de cortejo, representan una situación de amorosa mucho más establecida. En las otras
parejas el argumento parte del comienzo de las relaciones de los personajes. Aquí, sin
embargo, parten de una relación ya consolidada, en la que de hecho, tienen problemas, lo que
constituye el desencadenante de la separación de los amantes y del suicidio de la protagonista.
Sin embargo con Flugencia es la primera vez que se acerca a requerirla de amores: se trata del
inicio del cortejo, por lo que los rasgos asociados a la implicación emocional y la confianza no
son esperables entre ellos.
También se da una diferencia más que se deriva de la diferencia del momento amoroso que
vive una y otra pareja: con Flugencia tiene una interacción que sigue los procesos del cortejo,
aunque sea de forma fingida. Las interacciones de la otra pareja tienen un alto contenido
dramático y pasional: han discutido y se han separado. Su relación está al límite, hasta el punto
que Plácida llega a suicidarse y Vitoriano está decidido a acabar de igual manera con su vida
cuando la ve muerta. Por este motivo, lo esperable es que en su trato se refleje esta tensión
dramática. Además, muchas de las interacciones entre ellos son in absentia, lo que se ha visto
que favorece la intimidad y cercanía en las intervenciones dirigidas en situación de ausencia
del amado.
Al comparar los tratamientos dirigidos a una y a otra, se observa que desde la elección de los
pronominales hay una diferencia: con Plácida se trata de tú, mientras que con Flugencia se
intercambian vos. En este sentido, trabajos como el de Moreno González (2002) muestran
cambios en el trato pronominal cuando los enamorados pasan a tener una relación
sentimental, momento en el que dejan atrás el voseo formal y pasan al tú de intimidad.
También Rígano (2000:145) comenta las diferencias apelativas tras la declaración amorosa, de
igual forma que Rigatuso señala un trato de mayor intimidad (1993:262).
En el mismo sentido de implicación emocional e intimidad, y como reflejo de una relación
sentimental ya consolidada, con Plácida utiliza un mayor porcentaje de tratamientos
nominales que con Flugencia, estos son más creativos, variados y afectivos, como se
comprueba en la siguiente tabla:
441 Se explica en el argumento de la obra: “Vitoriano finge pendencia de nuevos amores con una señora
llamada Flugencia, la qual assimismo le responde fingidamente” (pág. 288).
227
Vitoriano-Plácida
Ø (7)
Plácida (2)
Plácida, mi señora (2)
mi alma
mi alma y mi señora, mi coraçon y mi vida, vida deste que te llora
mártir de amor perdida, por mi mal sacrificada
matadora deste siervo que te adora y(a) sin merced se cativa
preciosa
16
Ø (12)
Vitoriano (3)
Mi Vitoriano
Vitoriano mío
mi amor
mi dulce enamorado
desamorado
traidor
cruel
tigre
23
Vitoriano-Flugencia
Ø (16)
señora (7)
Flugencia, vida mía
Flugencia mía, mi señora y mi desseo
mi señora Flugencia
26
Ø (19)
cavallero
señor (5)
señor Vitoriano
25
Tabla 35.Tratamientos de Vitoriano con Plácida y Flugencia. Amor verdadero/amor fingido
Al traducir estos datos a porcentajes queda claro que el trato con una y otra mujer son muy
diferentes en términos de frecuencia de tratamientos y afectividad de los mismos:
Gráfica 43. Comparación Vitoriano con Plácida y Flugencia: presencia de tratamientos
Vitoriano-
Plácida Plácida-
Vitoriano Vitoriano-
Flugencia Flugencia-
Vitoriano
56%
48%
38%
24%
44% 52% 62% 76%
Comparación Vitoriano con Plácida y Flugencia: presencia de
tratamientos
Tratamientos Ø
228
Gráfica 44. Comparación Vitoriano con Plácida y Flugencia: Afectividad de los tratamientos
El 56% de las veces que Vitoriano se dirige a Plácida, lo hace con un tratamiento, mientras que
con Flugencia sólo lo hace en el 38% de las intevenciones. También Plácida produce más
tratamientos con Vitoriano que Plácida; 48% frente a 24% respectivamente. Los tratamientos
de Vitoriano y Plácida se caracterizan por su afectividad en las dos direcciones. Llama la
atención la afectividad en la mujer, que normalmente se diferencia mucho del hombre en este
sentido utilizando unos tratamientos menos marcados afectivamente; hay que recordar que
Plácida no es un personaje femenino habitual.442
Con Flugencia Vitoriano emplea formas mucho menos afectivas; el porcentaje disminuye a más
de la mitad, y de la cortesana al personaje masculino la afectividad es nula.
La comparación de los rasgos de afectividad de los tratamientos en la relación con una y con
otra evidencia lo mismo:
442 Heugas (1987).
Vitoriano-
Plácida Plácida-
Vitoriano Vitoriano-
Flugencia Flugencia-
Vitoriano
78%
64%
30%
0%
22% 36%
70%
100%
Comparación Vitoriano con Plácida y Flugencia: Afectividad de los
tratamientos
Afectivo No afectivo
229
Gráfica 45. Comparación Vitoriano con Plácida y Flugencia: rasgos de afectividad de los tratamientos
En un vistazo al gráfico queda claro que las interacciones con Plácida son mucho más ricas en
cuanto a los tratamientos. De los que utilizan, los de estos amantes son más afectivos tanto en
la elección del tratamiento como en la complementación y el uso de los posesivos. Hacia
Flugencia sus formas son mucho menos afectivas, y de la parte del personaje femenino los
rasgos de afectividad son nulos.
Como es habitual, también se diferencian los usos de las mujeres con respecto al del hombre:
Vitoriano además de ser más productivo en comparación con cada una de las mujeres, los que
crea son de mayor afectividad. Con Plácida esta diferencia no es tan marcada como en otras
parejas.
Durante toda la obra Plácida y Vitoriano viven una situación muy pasional, pues creen que se
han perdido el uno al otro definitivamente, y se lamentan por ello: él le dirige a su amada
tratamientos emotivos, y ella a él varios tratamientos afectivos negativos relacionados con su
sufrimiento por la separación. Después la enamorada resucita, por lo que se crea otro
momento de mucha afectividad. Vitoriano se dirige a Plácida por su nombre y como alma,
corazón y vida, además de algún tratamiento complejo y emotivo como matadora deste siervo
que te adora y(a) sin merced se cativa. De su amada recibe los tratamientos amor, cavallero y
enamorado, pero también desamorado, traidor y cruel, además de tratarlo por su nombre en
varias ocasiones.
Estas diferencias en la afectividad de tratamientos no sólo se basan en el dramatismo de los
momentos que viven y que con ella tiene ya una relación de confianza e intimidad. Además,
los amores con Plácida son reales, y no fingidos como con Flugencia.
Con la cortesana los tratamientos están menos marcados afectivamente: se dirige a ella por su
nombre, en la mayoría de los casos sin complementación ni posesivos, salvo en dos en los que
combina el nombre propio con lemas como mi señora y mi desseo o vida mía, en el saludo y en
un momento en el que parece tener intención estratégica, pues le está tranquilizando sobre
VITORIANO PLÁCIDA
VITORIANO
FLUGENCIA
33%
9%
10%
0%
44%
36%
30%
0%
56% 55%
20%
0%
Comparación Vitoriano con Plácida y Flugencia: rasgos de
afectividad de los tratamientos
CN Posesivos Lemas afectivos
230
sus amores supuestamente ya pasados con Plácida, y un tercero en el que a las formas no
marcadas SEÑOR y NP les acompaña un posesivo: mi señora Flugencia. Este personaje se dirige
a Vitoriano en la mayoría de los casos sin tratamiento, y cuando lo hace, elige siempre SEÑOR,
una vez combinado con su nombre a excepción de una otra en la que lo llama cavallero.
Se demuestra con este pequeño ejemplo que la elección y uso de los tratamientos están
determinados por el tipo de relación de los interlocutores, además de por la situación que
viven. Los tratamientos entre los personajes que rompen su pareja y que lloran por la pérdida
del amado son muy pasionales, lo que se entiende por el dramatismo del momento, pero a su
vez, estas formas ayudan a aportar dramatismo a las escenas.
3.2.1.3.2. Pandulfo: estratégico/prostituta
En este apartado se retoma a los personajes de Feliciano de Silva Pandulfo y Quincia, esta vez
para comparar los usos de tratamientos que Pandulfo dirige a la criada y los que dirige a
Palana, prostituta a la que protege y con la que tiene relaciones sexuales. Por tanto de nuevo
se va a realizar una comparación entre una relación con una mujer y una prostituta, aunque en
este caso el personaje masculino tiene intereses económicos en las dos.443
443 En un primer momento, de hecho, se plantea tornar a Quincia en prostituta (pág. 132), pero aquí la
referencia al interés económico se hace por la intención que tiene en que le ayude en su intermediación
entre Felides y Polandria. Además tiene un interés sexual por ella.
231
Pandulfo-Quincia
Ø (63)
señora (10)
amores míos (6)
mis ojos (5)
hermana (4)
amores (3)
amores de mi alma (3)
mi alma (3)
señora de mi alma (3)
señora mía (3)
despecho de la vida (2)
mi coraçón (2)
mi vida (2)
señora de mis entrañas (2)
señora hermosa (2)
alma mía
despecho de la vida que bivo
despecho de la vida, señora
entrañas
hermana mía
mi ángel, despecho de la vida
mi ojos
perla de oro
rostro hecho flores
señora de mis entrañas y de mi vida
señora Quincia
127
Ø (82)
señor (30)
amigo (2)
gentil hombre (2)
señor mío (2)
hermano
hermano mío
mi hermano papienco
Pandulfo, señor
señor Pandulfo
123
Pandulfo-Palana
Ø (16)
amores míos (23)
amores, despecho de la vida
dama
despecho de la vida que bivo
dueña
hermana
mala muger
pesar de tal
vida
34
Ø (27)
amigo (3)
amores míos
don rufianazo
entrañas mías
galán
mi alma
Pandulfo
36
Tabla 36. Tratamientos de Pandulfo con Quincia y Palana. Estratégico/prostituta
La frecuencia de tratamientos ya muestra diferencias en los usos de una y otra pareja:
232
Gráfica 46. Comparación Pandulfo con Quincia y Palana: presencia de tratamientos
Pandulfo siempre supera en frecuencia a las mujeres, como suele ocurrir en todas las parejas.
Sin embargo con Quincia la diferencia es más marcada. Además, los tratamientos que
intercambia con la prostituta son menos en comparación con la moza de cántaro. También la
afectividad de los tratamientos presenta divergencias:
Gráfica 47. Comparación Pandulfo con Quincia y Palana: afectividad de los tratamientos
Al comparar los tratamientos entre una y otra pareja, lo primero que salta a la vista es que las
las habituales diferencias de género no son tan marcadas en el caso de Palana: hay que
Pandulfo-
Quincia Quincia-
Pandulfo Pandulfo-
Palana Palana-
Pandulfo
51%
32%
32%
25%
49%
68%
68% 75%
Comparación Pandulfo con Quincia y Palana: presencia de
tratamientos
Tratamientos Ø
Pandulfo-
Quincia Quincia-
Pandulfo Pandulfo-
Palana Palana-
Pandulfo
83%
18%
100%
89% 17%
82%
0% 11%
Comparación Pandulfo con Quincia y Palana: afectividad de los
tratamientos
Afectivo No afectivo
233
recordar que Palana es, junto con Plácida, el personaje femenino que menos se comporta
como tal, en vista, por ejemplo, del uso de tratamientos muy marcados afectivamente que
ninguna otra mujer en el corpus utiliza, como ENTRAÑAS y ALMA. En cualquier caso no deja de ser
el hombre en los dos casos el más afectivo en sus dos relaciones.
En cuanto a los rasgos afectivos que emplea cada uno de los personajes, encontramos la
misma tendencia con una nueva salvedad:
Gráfica 48. Comparación Pandulfo con Quincia y Palana: rasgos de afectividad de los tratamientos
Con Pandulfo se observa en la gráfica cómo los rasgos afectivos de los tratamientos de Palana
a Pandulfo son mucho más elevados que aquellos que Quincia crea para Pandulfo,
especialmente en cuanto a la naturaleza afectiva de los lemas, que elige en un 78% de las
interacciones en las que emplea tratamientos, frente al 17% de la criada. En cuanto a los
rasgos afectivos modificadores de las designaciones, se cumplen las progresiones habituales
entre Quincia y Pandulfo: los posesivos son más frecuentes que los complementos del nombre,
y se dan más en boca de los hombres.
Sin embargo, entre Palana y Pandulfo no se cumple la tendencia: la prostituta recurre más a la
afectividad léxica que su rufián e incluso el porcentaje de utilización de posesivos es más
elevado que el de él, como una muestra más de su estilo cercano al de los hombres. No utiliza
complementos del nombre, pero sí modifica con un sufijo aumentativo y el uso irónico de don
el insulto que le dirige: don rufianazo.
En comparación Pandulfo utiliza un mayor porcentaje de tratamientos en sus interacciones
con Quincia, pero los tratamientos utilizados con Palana son en más ocasiones de naturaleza
afectiva, aunque otro de los rasgos de afectividad, la inclusión del posesivo en la designación,
se dobla en aquellos que dirige a Quincia. Quizá con Quincia haya establecido una relación de
naturaleza más estratégica, pero quizá también se trata de una relación más típica del ámbito
amoroso frente a la que mantiene con Palana, que es una relación laboral, aunque en ella
PANDULFO QUINCIA
PANDULFO
PALANA
28%
2%
27%
0%
53%
10% 27% 33%
78%
17%
73% 78%
Comparación Pandulfo con Quincia y Palana: rasgos de
afectividad de los tratamientos
CN Posesivos Lemas afectivos
234
encontremos rasgos de lo amoroso; no sólo por los encuentros sexuales, sino, por ejemplo,
por el episodio de celos de Palana, precisamente hacia Quincia.
Pandulfo es uno de los personajes del corpus que más lemas afectivos utiliza en sus relaciones
amorosas; con Quincia ya emplea un número elevado de tratamientos afectivos con respecto a
la media general del corpus, pero este porcentaje se dispara con Palana. Esto no sólo se debe a
los insultos que le dedica (hay que recordar que casi toda la escena entre esta prostituta y su
rufián es una discusión), sino también porque no aparece ni una vez el omnipresente trato no
marcado pero a la vez deferente, y propio del ámbito amoroso cortés, especialmente cuando
aparece con posesivo: SEÑOR. Los únicos tratamientos de léxico no marcado que Pandulfo
dirige a la prostituta son dueña y dama, y se trata de usos que sí están marcados, frente a los
numerosos tratamientos basados en SEÑOR con los que designa a Quincia: señora (10), señora
mía (3), señora hermosa (2) y señora Quincia.
De esta comparación se puede interpretar que Pandulfo y Quincia en sus formas de tratarse se
rigen por los supuestos generales de las relaciones de amor convencional, con el hombre como
encargado del cortejo y la mujer (más o menos) esquiva, y en las que hemos visto que lo
habitual es que el hombre se ponga en posición inferior a la mujer y sobre todo enaltezca la
posición de su amada siguiendo un esquema típicamente cortés. Además, las formas amorosas
podrían también verse influidas con una intención estratégica con Quincia. En cambio, entre
Pandulfo y Palana se dan unos empleos del tratamiento más igualados; se trata de una
relación entre casi iguales, un mozo de espuelas, uno de los niveles más bajos sociales, que se
relaciona habitualmente con el ámbito de la marginalidad y pasa a formar parte de él por su
papel de rufián, y una prostituta. Entre ellos, además de la conexión sexual, y podemos
imaginar que amorosa por parte de Palana por los celos que siente, hay una relación
económica en la que Pandulfo es supuestamente el que podría estar en posición superior al ser
el proxeneta.
Sin embargo Palana no se inclina ante él tan fácilmente y le exige y planta cara, por lo que su
relación es casi de iguales. Este tipo de relación es, precisamente, lo que parece reflejarse en el
análisis de los tratamientos que intercambian.
3.2.1.3.3. Bárbara: marido/amante
En el paso del Cornudo y contento Bárbara se relaciona con su marido Martín de Villalba y
también con su amante el estudiante Gerónimo. A pesar de tratarse de interacciones muy
breves, especialmente la de los amantes, que intercambian sólo ocho intervenciones, se
aprecian diferencias en el uso de los tratamientos. La primera de ellas, que no se ve afectada
por la cantidad reducida de la muestra, afecta al sistema pronominal de estas parejas: frente al
tratamiento asimétrico de los esposos con tuteo por parte de Martín y voseo de Bárbara hacia
su marido, los amantes adúlteros se dirigen recíprocamente el vos.
Si nos fijamos en los tratamientos nominales, también se observan diferencias entre los
elegidos por una y otra pareja:
235
Martín-Bárbara
Ø (4)
muger (2)
álima mía
muger de mi coraçón
señora muger
9
Ø (5)
don traidor
6
Estudiante -Bárbara
Ø (3)
señora Bárbara
4
Ø (3)
señor Gerónimo
4
Tabla 37. Tratamientos de Bárbara con Marín y el estudiante. Marido/amante
Los amantes intercambian cuatro turnos cada uno, y en ambos casos sólo emplean un
tratamiento en uno de ellos, por tanto, en el 25% de los casos. Bárbara y su marido ofrecen
una muestra algo mayor. En ella Bárbara sólo utiliza una designación al interlocutor, lo que
supone un 17% del total de intervenciones que dirige a su marido. Sin embargo, Martín es
notablemente más productivo: más de la mitad de sus interacciones están acompañadas por
un tratamiento nominal (56%):
Gráfica 49. Comparación Bárbara con Martín y el Estudiante: presencia de tratamientos
El tipo de tratamientos elegidos por una y otra pareja también se diferencian entre sí:
Martín-Bárbara
Bárbara-Martín
Estudiante-
Bárbara Bárbara-
Estudiante
56%
17%
25%
25%
44%
83%
75% 75%
Comparación Bárbara con Martín y el Estudiante: presencia de
tratamientos
Tratamientos Ø
236
Gráfica 50. Comparación Bárbara con Martín y el Estudiante: afectividad de los tratamientos
La diferencia de afectividad en el matrimonio y la pareja adúltera también se ve marcada en
este gráfico. Martín es cariñoso con su mujer y recibe de ella un insulto, que corresponde con
el porcentaje total, ya que es el único tratamiento que le dirige Bárbara a su marido.
De otro lado, igual que los amantes coinciden en la frecuencia, coincidirán también en la
afectividad. Es más, el tipo de tratamiento que ambos eligen es el mismo: SEÑOR-NP.
Los rasgos de afectividad son los siguientes:444
444 Se recuerda que los porcentajes aquí mostrados (y en general en todas las gráficas que muestran los
rasgos de afectividad en los tratamientos), se refieren a porcentajes sobre el total de tratamientos
afectivos y no sobre el total de tratamientos o de intervenciones, como se ha explicado en 2.1.1.1.
Martín-Bárbara
Bárbara-Martín
Estudiante-
Bárbara Bárbara-
Estudiante
40%
100%
0%
0%
60%
0%
100% 100%
Comparación Bárbara con Martín y el Estudiante: afectividad de
los tratamientos
Afectivo No afectivo
237
Gráfica 51. Comparación Bárbara con Marín y el Estudiante: rasgos de afectividad de los tratamientos
Este gráfico revela que la afectividad en los tratamientos de Martín hacia su esposa se debe a
una combinación de los rasgos: emplea léxico afectivo y propio del ámbito amoroso en su
construcción y lo modifica con el posesivo y a través del complemento del nombre. Por otro
lado Bárbara en el único tratamiento que le dirige emplea una forma de afectividad negativa.
Mientras que ambos amantes eligen un tratamiento no marcado afectivamente que se basa en
el mismo esquema de SEÑOR+NP (señora Bárbara y señor Gerónimo), tanto Bárbara como
Martín tienen elecciones divergentes entre sí. En el caso de Bárbara el único tratamiento que
le dirige es el insulto don traidor y Martín combina los tratamientos no marcados
afectivamente muger y señora muger que recuerdan a los usos funcionales y marcadores de la
posición relativa del matrimonio del paso de Las aceitunas, con los tratamientos amorosos
álima mía y muger de mi coraçón. Con ellos Lope de Rueda contribuye a marcar la diferencia
entre una Bárbara manipuladora y mentirosa que engaña descaradamente a su marido frente
a un Martín no sólo ingenuo e incapaz de descubrir los evidentes ardides de su mujer, sino
muy enamorado y cariñoso y afectivo con ella.
Por otro lado, el hecho de que los tratamientos de Bárbara y Gerónimo se sitúen al principio
del primer turno de cada uno de los hablantes al abrir su conversación, puede indicar que su
presencia puede deberse a motivos funcionales y organizativos: se trata de un cambio de
escena y locutores, y, a pesar de estar advertidos por la acotación para los receptores de la
obra, y por el cambio de personajes en escena en la representación, el tratamiento ayuda a
marcar este cambio de escena y sitúa con mayor claridad a los integrantes de esta nueva
conversación que se abre.
MARTÍN BÁRBARA
ESTUDIANTE
BÁRBARA
20%
0%
0%
0%
60%
0%
0% 0%
60%
100%
0% 0%
Comparación Bárbara con Marín y el Estudiante: rasgos de
afectividad de los tratamientos
CN Posesivos Lemas afectivos
238
3.2.1.3.4. Doresta: cortejo exitoso/cortejo fallido
Doresta protagoniza una doble interacción amorosa: de un lado con el criado de Himeneo y
por otro con el criado del Marqués, hermano de su señora. Ésta, como nos confirmará la
propia Febea al final de la obra, tiene afición por los dos criados. Turpedio se acerca a la criada,
posiblemente con interés estratégico para sacar información relativa a Febea. Sin embargo,
muy pronto en su interacción el cortejo pasa a ser una discusión entre los miembros de la
pareja.
Boreas, sin embargo, está enamorado de la criada, según explica a su compañero Eliso, es más,
cree que ella también se ha fijado en él: “yo confío / que es su querer cual el mío” (pág. 196).
Su comportamiento es el típico del enamorado: alaba su belleza y su condición gentil, y dice
que sólo con verla cumple su deseo. Al hablar con ella declara su amor repetidamente, pues
Doresta teme que él se esté burlando de ella y él la intenta convencer de sus sentimientos.
Con Turpedio es diferente, pues en un principio de su interacción sí que parece intentar un
acercamiento amoroso (de hecho el tratamiento que utiliza para abrir la interacción es más
afectivo que los de Boreas).445 Sin embargo, pronto comienzan a discutir y lo que protagonizan
es una consecución de amenazas e insultos, en la que incluso hay un cambio de tratamiento
pronominal: del voseo típico de las relaciones amorosas (el tratamiento que emplean tanto los
protagonistas nobles como los criados Boreas y Doresta) pasan a tutearse en un momento de
enfado446.
La siguiente tabla muestra los usos de una y otra pareja:
Boreas-Doresta
Ø (10)
Doresta, señora mía
señora Doresta
señora (5)
señora mía
18
Ø (16)
Boreas
galán
señor
19
Turpedio-Doresta
Ø (10)
señora de mis secretos, por tanto la muy hermosa Doresta
señora
doña puerca escopetera
13
Ø (14)
señor
15
Tabla 38. Tratamientos de Doresta con Boreas y Turpedio. Cortejo exitoso/cortejo fallido
445 Señora de mis secretos, por tanto la muy hermosa Doresta que recuerda también al tratamiento
igualmente muy afectivo en el comienzo de la interacción entre Vitoriano y Flugencia (Flugencia mía, mi
señora y mi desseo), que coincide con la de Turpedio en que también se trata de un cortejo fingido.
Quizá este grado de afectividad en los tratamientos se deba precisamente a que la están exagerando: al
seguir el script de de “lo que debe ser un tratamiento cariñoso” lo que les sale son tratamientos más
exagerados que se muestran forzados.
446 En la Comedia Himenea encontramos un sistema de uso de los tratamientos pronominales muy
interesante. El vos es el que emplean los nobles, por ejemplo, entre Himeneo y el Marqués, pero
también entre los hermanos. También es el tratamiento que se da en las relaciones amorosas. El sistema
es más complicado en la relación amo-criado: los diferentes criados muestran diferencias de uso para
sus amos.
239
Se aprecian diferencias que vemos representadas en las gráficas:
Gráfica 52. Comparación Doresta con Boreas y Turpedio: presencia de tratamientos
Como se ve, Boreas, enamorado de Doresta, utiliza un mayor número de tratamientos para
dirigirse a ella que Turpedio, lo que también sucede en la dirección inversa: también Doresta
dirige más tratamientos a Boreas que a Turpedio.447
447 La Comedia Himenea es la obra del corpus con menor presencia de tratamientos, los personajes
emplean pocos tratamientos en sus interacciones amorosas en comparación con el resto del corpus. En
esta obra se registran 21% de presencia de tratamientos en las intervenciones estudiadas frente al
promedio del corpus completo que es 36%; las demás obras que oscilan entre el 25% y el 42%.
Boreas-Doresta
Doresta-Boreas
Turpedio-
Doresta Doresta-
Turpedio
47%
16%
23%
7%
53%
84%
77% 93%
Comparación Doresta con Boreas y Turpedio: presencia de
tratamientos
Tratamientos Ø
240
Gráfica 53. Comparación Doresta con Boreas y Turpedio: afectividad de los tratamientos
Sin embargo, la afectividad de los tratamientos no parece muy alta. En cuanto a la naturaleza
de los lemas, encontramos que el más afectivo lo genera precisamente Turpedio, como se ha
visto, al comienzo.
Gráfica 54. Comparación Doresta con Boreas y Turpedio: rasgos de afectividad de los tratamientos
La revisión de los rasgos de afectividad desglosados entre las dos parejas evidencia que la
afectividad en los tratamientos de Boreas y de Doresta se debe a factores diferentes. En el
caso del personaje masculino se trata del posesivo que convierte su tratamiento SEÑOR+NP,
Boreas-Doresta
Doresta-Boreas
Turpedio-
Doresta Doresta-
Turpedio
25% 33%
67%
0%
75%
67%
33%
0%
Comparación Doresta con Boreas y Turpedio: afectividad de los
tratamientos
Afectivo No afectivo
BOREAS DORESTA
TURPEDIO
DORESTA
0% 0%
67%
0%
25%
0%
33%
0%
0%
33%
67%
0%
Comparación Doresta con Boreas y Turpedio: rasgos de
afectividad de los tratamientos
CN Posesivos Lemas afectivos
241
Doresta, señora mía, en afectivo. Doresta no emplea modificadores afectivos pero sí un
tratamiento relacionado con el ámbito amoroso: galán.
Turpedio por su parte elige formas léxicas afectivas y les añade posesivos y complementos,
como se ha visto, en direcciones contrarias: hacia lo afectivo amoroso y lo afectivo negativo.
De los mecanismos que dotan de afectividad a los tratamientos, la complementación del
nombre en el caso de Turpedio, se realiza sobre los tratamientos ya de por sí afectivos, y el
posesivo concretamente sobre el que se realiza en la línea del cortejo y no la del insulto, a la
que además del complemento del nombre la modifica la forma doña utilizada en sentido
irónico, doña puerca escopetera.
En esta revisión de los tratamientos entre unos y otros personajes salta a la vista la diferencia.
Boreas utiliza varios, aunque no especialmente pasionales; quizá acercándose más a los usos
corteses y represivos de la emoción del criado Sigeril que a los efusivos del mozo de espuelas
Pandulfo. Turpedio, al contrario, abre la interacción con uno muy afectivo (el más afectivo, de
hecho, de toda la Comedia Himenea), señora de mis secretos, por tanto la muy hermosa
Doresta, que incluye una declaración amorosa y una alabanza. Sin embargo, en el resto de la
interacción sólo dirige dos más: un señora antes de que cambie definitivamente el tono y un
insulto, el citado doña puerca escopetera, al final de la discusión, precisamente en el momento
de mayor tensión, cuando incluso los personajes han pasado a tutearse.
242
4. ESTUDIO PRAGMÁTICO/DISCURSIVO
Los tratamientos nominales tienen muchas funciones en la comunicación: juegan un
importante papel en la organización del discurso, y también un valor social, ya que ayudan a
crear, mantener y renegociar las relaciones sociales. Algunos investigadores también se han
fijado en una tercera función: la de reforzar el valor pragmático del enunciado448. Es en este
último sentido en el que se fija especialmente este capítulo, pues pretende describir el uso de
los tratamientos nominales en relación a determinados actos de habla, y cómo estos en
muchos casos constituyen una estrategia vinculada al valor pragmático de la secuencia en la
que aparecen. Estos tratamientos pueden adquirir numerosos valores en el discurso, según los
actos de habla con los que se encuentre asociados: pueden ejercer una presión sobre el
receptor de los mismos, ya que le impone una obligación a reaccionar, pero también pueden
suavizar la imposición de una petición, como se verá, o reforzar una amenaza.
El objetivo de este capítulo es observar la expresión de determinados actos de habla y su
relación con los tratamientos nominales. De cada uno de ellos se analizará la formulación de
los actos elegidos y los tratamientos que acompañan a éstas. Se atenderá a las diferencias
sociolingüísticas de grupo social y de sexo que influyan en la elección de las diferentes
variedades formales tanto de la formulación de los actos como de los tratamientos asociados a
ellos. También se estudiarán otras cuestiones como la dirección de los actos, es decir, se
planteará, por ejemplo, quién suele iniciar las secuencias de despedidas, el hombre o la mujer,
y también en qué contextos sociolingüísticos se hace necesario utilizar estrategias de la
cortesía a la hora, por ejemplo, de realizar una petición o una orden.
En el análisis de los tratamientos nominales el foco estará, como se ha venido haciendo, sobre
la afectividad de estos tratamientos, que se valorará según la elección de lemas de carácter
afectivo o a través de estrategias que aumenten la afectividad de los mismos, como la
inclusión de complementos del nombre y en especial del posesivo. De igual manera que los
tratamientos nominales presentan características diversas en cuanto a la expresión de la
afectividad en relación a aspectos sociolingüísticos y del contexto amoroso en que aparecen,
también se relacionan con aspectos pragmático-discursivos, por ejemplo, como estrategia
persuasiva asociada a determinados tipos de secuencias, como en las peticiones las
declaraciones amorosas y alabanzas asociadas a los procesos de cortejo.
Se estudiarán también, por tanto, las funciones que cubren estos tratamientos en las
diferentes secuencias, y cómo éstas igualmente parecen afectar al tipo de tratamiento que se
elige en cada situación y a su nivel de afectividad. Éstas pueden estar orientadas a cuestiones
organizativas, de cortesía, estratégicas o de valor social o relacional. Se pondrá el foco, por
ejemplo, en los tratamientos como estrategia de cortesía ligada a la realización de los actos
estudiados y se observarán los tratamientos asociados a cuestiones organizativas, por ejemplo
448 Entre otros Haverkate (1978:47), Bañón (1993: 26-7), Kerbrat-Orecchioni (2010a: 355), Détrie
(2006:92).
243
en las secuencias de inicio de las interacciones, ya que podrían introducirse con mayor
frecuencia en comparación a otros tipos de secuencia gracias a su función organizativa de
selección del interlocutor, la cual se hace más necesaria al comenzar una nueva interacción.
En este mismo sentido también se estudirá la posición de los tratamientos dentro de las
secuencias, es decir, más o menos orientados al inicio o al final de los turnos de habla, lo que
parece relacionarse en algunos casos con alguna de las funciones que cumplen.449
En este capítulo cambia el formato de presentación de los datos sobre las designaciones ya
que interesa incorporar a aquellos ofrecidos hasta ahora (bases léxicas, presencia o ausencia
de afectividad y rasgos que componen esta última) otras informaciones como la función
predominante de los tratamientos asociada a las diferentes secuencias, su posición en la
intervención, lo que se relacionará con las funciones que desempeñan, además de la
formulación de los actos de habla analizados.
Se han elegido varios tipos de secuencias para el análisis: los actos rituales, las secuencias
amorosas y las peticiones. La elección se ha efectuado con la intención de poder observar
cuestiones organizativas, sociales y funcionales de los tratamientos. En primer lugar, el interés
de examinar la utilización de los actos rituales reside en que se trata de secuencias con gran
dependencia de la relación social de los interlocutores e influencia sobre ella, como ocurre con
los tratamientos. De los actos rituales la investigación se centra en los saludos y las despedidas
con un doble interés: de un lado la citada relevancia para las relaciones sociales. Estas formas
pueden tener interpretaciones sociales, incluso el saludo o despedida que se use en un
contexto determinado puede llegar a ofender si no se elige el adecuado, de igual manera que
ocurre con los tratamientos,450 los que llegaron a estar reglados por pragmáticas reales. Por
otro lado por su importancia en relación a aspectos discursivos en cuanto a la gestión de las
interacciones, en concreto en los inicios y cierres de las mismas.
Tampoco podía faltar en este trabajo que se centra sobre el ámbito amoroso en un tipo de
secuencias relacionadas con el amor: las secuencias amorosas. En ellas se observarán las
declaraciones que se dirigen entre sí los personajes, así como las alabanzas, muy relacionadas
también con lo amoroso y con el proceso de cortejo.
En un estudio sobre actos de habla no podían faltar las peticiones. En este trabajo servirán
para observar las diferentes formulaciones que utilizan los personajes para rebajar la
imposición que suponen, y en este mismo sentido se analizarán los tratamientos, con el fin de
comprobar si se utilizan como estrategia compensatoria y/o persuasiva, así como la afectividad
en relación a estas estrategias. Se han analizado por separado otros tipos de petición cuyas
características diferentes pueden influir en la elección de una determinada formulación más o
menos directa, es decir, más o menos impositiva, y la inserción (o ausencia) de tratamientos, y,
en su caso, el nivel de afectividad de los mismos. El primer grupo será el de las órdenes para
las que se prevé poca necesidad de uso, al menos en su función persuasiva, ya que en las
449 Como han estudiado Haverkate (1978) y Bañón (1993) para el español, y Leech (1999) y Shiina (2007a
y b) para el inglés.
450 Ervin-Tripp (1972) propone que los tratamientos pueden generar estas interpretaciones sociales: el
no emplear el tratamiento adecuado puede tener una implicación en este sentido.
244
órdenes se da por supuesto el cumplimiento de la misma451 y no hay necesidad de convencer
al interlocutor. Por otro lado se analizarán un tipo de peticiones que se han llamado
comprometidas, pues suponen un riesgo al interlocutor en caso de llevarlas a cabo, por lo que
la hipótesis de partida es que las estrategias de compensación de la imposición y de persuasión
asociadas a estas secuencias serán mayores, influyendo en la formulación y la inclusión de
tratamientos, así como el tipo de tratamientos utilizados. Otro grupo será el que se ha
bautizado como las proposiciones indecorosas: se trata de peticiones comprometidas de
contenido sexual.
Además, se analizarán brevemente varios ejemplos de peticiones de otros tipos o con
características particulares como alguna petición que se ha denominado
encubierta/manipuladora y otras peticiones “falsas”, en las que no se cumple la condición de
sinceridad.
Para ello se han revisado los textos del corpus extrayendo todas las secuencias de los tipos que
interesaban que se dan entre las parejas estudiadas: los inicios y cierres de las interacciones,
aquellos que específicamente contienen saludos y despedidas, declaraciones amorosas y
alabanzas, peticiones de varios tipos así como amenazas, reproches y secuencias en las que
aparecen insultos. Las secuencias recogidas se han ordenado por parejas agrupadas dentro del
grupo social al que pertenece cada una. A partir de esta selección de secuencias se ha
analizado la formulación de los actos de habla y la presencia o ausencia de tratamientos en
cada uno de los casos. De darse tratamientos, se ha estudiado también las características que
conforman la elección de los mismos (más o menos afectiva, etc). De esta manera se podrá
evaluar la elección de la formulación de los actos de habla que se dan en estas secuencias y
analizar con detalle aspectos asociados al tratamiento o a su ausencia, siempre relacionándolo
con criterios sociolingüísticos.
4.1. ACTOS RITUALES
En las interacciones cotidianas se dan una serie de actos simbólicos con los que los hablantes
se presentan respectivamente respeto y que ayudan a mantener la armonía social.452
Hay contextos en los que las relaciones sociales pueden verse comprometidas, y las lenguas
cuentan con una serie de reglas y convenciones que ayudan a aliviar la tensión entre la
necesidad de comunicarse de forma eficiente y la necesidad de ser cortés (Laver 1981:289).
Para Laver son “herramientas del comportamiento cortés” y su relación con la cortesía es
esencial:
“Routine behaviour is polite behaviour”.453
451 Tsui (1994:90-95).
452 Sobre los actos rituales en la interacción cotidiana Goffman (1971a).
453 El autor también señala que cuanto mayor es el riesgo, mayor es la rutina, así como la rutina máxima
refleja el riesgo más alto. (1981:290)
245
Coulmas expone que en todas las sociedades se dan situaciones comunicativas en las que los
miembros reaccionan de forma automática. Estas reacciones se dan a través de fórmulas
dadas, las rutinas conversacionales, expresiones muy convencionalizadas y cuyo uso está
ligado a situaciones estandarizadas (1981:2). Los hablantes cuentan con ellas para enfrentarse
a situaciones concretas. Buen ejemplo de ello son los momentos en los que se inicia una
interacción y los cierres de las mismas; las lenguas ofrecen estrategias ya preparadas a los que
los hablantes recurren: los saludos y las despedidas.
Los saludos y despedidas forman parte de estos llamados actos rituales. Se insertan en las
secuencias “margen”, al comienzo y al final de las conversaciones, y, entre otras funciones,
cumplen la de organizar el inicio y el fin del encuentro, momentos particularmente delicados a
nivel relacional.. Estas formas no sólo son expresión de cordialidad, sino que tienen un
significado simbólico ulterior. En el caso de los saludos es el momento en el que los
interlocutores se manifiestan un reconocimiento social, y hacen saber al interlocutor que están
dispuestos a entablar una conversación, por pequeña que ésta sea. Las despedidas, por otra
parte, constituyen la separación de los hablantes; la despedida supone un nuevo
reconocimiento sobre la validez del intercambio comunicativo que ha tenido lugar y la
confirmación de que los hablantes están interesados en mantener la relación más allá de esa
interacción que se está cerrando.
Es interesante estudiar los actos rituales por la relación tan estrecha que se da en ellos entre
expresión lingüística y relación social, como ocurre con los tratamientos nominales. De ellos se
ha elegido analizar los saludos y las despedidas454 por su importancia en la gestión de las
relaciones, así como a nivel discursivo, por su valor organizativo. En este epígrafe se estudiarán
las relaciones entre estas rutinas conversacionales y el empleo de los tratamientos nominales
asociadas a ellas, los cuales tienen un rol importante en cuanto a la citada organización
conversacional.455
El inicio de las conversaciones juega un papel simbólico muy importante con respecto a la
interacción que abre y supone la toma de contacto de los participantes, así como una primera
definición de la situación. El inicio comprende “materialmente” los saludos (Traverso 1999:32).
Saludar es un acto social, en el que los participantes muestran simbólicamente atención y
respeto al interlocutor (Traverso 1999:53). Se trata de una marca de reconocimiento social y
de cortesía.456 Por otra parte los cierres de las conversaciones implican el cierre de la
comunicación, pero a la vez la separación de los participantes, y por tanto, el cese de la
relación, aunque sólo sea temporalmente457. Esto que supone una “etapa delicada” en lo
454 Se sigue la costumbre de analizar de manera conjunta saludos y despedidas, como se ha venido
haciendo: como apunta Ferguson, saludos y despedidas son unidades que se han considerado en la
bibliografía como una unidad natural que tiene que estudiarse conjuntamente (1981:29).
455 Estudios como los de Goody y Firth también se fijan en esta relación. Goody analiza la relación del
saludo y el tratamiento en dialectos de sociedades diferentes, y concluye que en gonja los tratamientos
que acompañan al saludo varían según la posición social de los interlocutores (1972:51). También Firth
hace referencia a cómo en algunas sociedades la presencia de tratamientos en saludos y despedidas
está condicionada (1972:17).
456 Reconocimiento: Firth (1972:2), Traverso (1999:64-65) y cortesía: Laver (1987:289), Traverso
(1999:64).
457 Firth (1972:7).
246
tocante a su relación; en este sentido la expresión “partir c´est mourir un peu” que recuerda
Firth458 es muy ilustrativa. En los cierres no sólo encontramos las despedidas sino también
otros actos propios de estas secuencias de cierre como los deseos, agradecimientos y projets
(Traverso 1999:32-3), lo que se comprobará en este corpus. La despedida cubre la función de
poner punto definitivo a la conversación del saludo y la despedida.459 Las rutinas
conversacionales en estas etapas cubren la función de inicio/cierre de la conversación en el
plano de la organización discursiva, pero también contribuyen al mantenimiento de las
relaciones gracias a su función cortés.460 Estas formas también pueden ser extremadamente
descorteses si se producen de forma brusca o fuera de su marco esperable, pues son
interpretadas como falta de interés o rechazo por el interlocutor.461
Estos rituales de inicio y cierre de las interacciones inciden en el aspecto positivo de la relación
social (Firth 1972:8). Firth habla de tres funciones sociales en estos actos: captación de la
atención, identificación (de los individuos que entran o continúan una relación social) y la
reducción de la incertidumbre en el contacto social (por ejemplo entre desconocidos, cuando
la ausencia de comunicación puede resultar amenazadora).462
Otros autores añaden otras funciones: para Coulmas constituyen una estrategia y patrón de
acción (1981:10) para los hablantes, una especie de guía para las interacciones. Además, al ser
formas ya construidas que se utilizan casi de forma automática (“prêt-à-utiliser”), dan tiempo
al hablante para pensar su siguiente movimiento (1981:9-10). Kerbrat-Orecchioni se fija en la
función del saludo de mostrar interés por entablar comunicación con el interlocutor: con él el
hablante manifiesta que está dispuesto a iniciar un intercambio comunicativo con su
interlocutor, aunque éste sea mínimo (2001:111). De hecho hay interacciones que se limitan al
saludo y no van más allá; pensemos por ejemplo en un encuentro en el ascensor.
En la bibliografía varios autores apuntan la necesidad de reducir las tensiones propias de
ciertos contextos y cómo este tipo de actos rituales vienen a aflojar esta tensión463. Se trata de
formas fijas estereotipadas para ofrecer a los hablantes respuestas inmediatamente
disponibles en estos momentos particularmente delicados de las interacciones (Kerbrat-
Orecchioni 2001:110).
Este alivio de la tensión, o preservación de la armonía en las relaciones sociales en términos de
Kerbrat-Orecchioni (2001:143), se basa en una serie de características que tienen estos actos
como vamos a ver: su carácter integrador y la consolidación de la relación, además de la
aportación de certidumbre en cuanto al reconocimiento social que implican estos actos.
458 Que cita Firth en (1972:7).
459 Firth (1972:31).
460 Como “rutina de cortesía” (Traverso 1999:72), “herramienta del comportamiento cortés” (Laver
1981:289) y en cuanto a la importancia relacional (Kerbrat-Orecchioni 2001:144). También Coulmas
citando a Goffman afirma que el éxito de las relaciones sociales depende de los “rituales de interacción”
(1981:3).
461 En la relación amorosa con frecuencia dan lugar a la respuesta: “Ya te has cansado de mí/ de hablar
conmigo”.
462 1972:31.
463 Laver (1981:289), Traverso (1999:54), Kerbrat-Orecchioni (2012:143).
247
La importancia del vínculo entre estos actos rituales y las relaciones sociales se muestra en dos
hechos. Por una parte, estos actos rituales actúan como indicador social, ya que su empleo
puede estar condicionado por factores como la confianza entre los participantes de la
conversación. Por otra parte está el hecho de que la ausencia del saludo, por ejemplo, puede
derivar en un conflicto social, como se verá. Para Traverso y Kerbrat-Orecchioni la frecuencia
misma de estas formas en los intercambios cotidianos es muestra de su importancia.464
En cuanto a la certidumbre social que proporcionan al individuo y su utilidad como
afianzadores de las relaciones sociales, Coulmas está de acuerdo con Goffman en cuanto a que
estos rituales tienen una función de generar una confianza social (1981:3), además de servir
como la ya citada “guía de comportamiento”. De hecho, el sociólogo afirma que el éxito de las
relaciones sociales reside precisamente en estos “rituales de interacción”.
Ya en 1972 Firth apuntaba la función del saludo de reconocimiento de la persona como una
identidad social (1972:2) y de que el encuentro con otra persona es aceptable; la despedida lo
que reconoce es que el encuentro ha sido aceptable (1972:1). Se trata de una suerte de
incorporación de los interlocutores al universo social a través de estas formas simbólicas.
Otros autores han recogido también la función de reconocimiento social. En el saludo se
genera una expectativa de recibir este reconocimiento de vuelta (Firth 1972:2). El intercambio
de saludos es por tanto desde el punto de vista ritual un “intercambio confirmativo” en
palabras de Traverso: se trata de una pequeña “ceremonia” en la que el primer interlocutor
muestra su reconocimiento al destinatario y en respuesta recibe de él una confirmación
(Traverso 1999:65).
Kerbrat-Orecchioni explica que con el saludo se manifiesta que el primer interlocutor tiene en
cuenta la presencia del segundo (2001:111). Coulmas va más allá: para él no sólo se trata de
un mero reconomiento como interlocutor, sino de éste como un “miembro sensato”
(reasonable co-member) de su comunidad. El autor define las rutinas conversacionales como
acuerdos tácitos que estos miembros sensatos (reasonable) de una comunidad comparten.465
Estas rutinas, como se viene señalando, sirven de guía al comportamiento normal de las
personas en la interacción social (1981:6). Otros autores también aluden a este aspecto de la
“normalidad” con ejemplos de lo que puede ocurrir si no se sigue esta “guía” de la que habla
Coulmas. De hecho, no responder a una salutación puede generar un conflicto, como
comprobaremos más adelante en el corpus466. Firth explica que no ofrecer el saludo o
despedida “correcto” pueden provocar un fuerte sentimiento de reprobación o incluso
considerarse un comportamiento insultante (1972:33). Ferguson alude a la importancia de
estas rutinas que parecen tan triviales, pero que al ser omitidas generan un conflicto, como
ejemplifica con en experimento tan breve como ilustrativo que llevó a cabo sobre la omisión
de respuesta a los saludos.467 Laver se refiere a la importancia de las despedidas: partir es un
464 Traverso (1999:53) y Kerbrat-Orecchioni (2012:144).
465 1981:4.
466 Quincia no responde a un saludo de Pandulfo de forma reiterada, lo que hace que éste se moleste y
lo tome como una falta de educación. Esta escena se comenta con detalle en el apartado de la situación
amorosa en el ejemplo de la evolución entre estos personajes (3.2.1.2).
467 Ferguson (1981:24) explica un experimento informal que llevó a cabo con su secretaria: no responder
a su saludo matutino más que con una sonrisa y comportarse como de costumbre el resto del día. El
248
conflicto en sí mismo, y las despedidas funcionan como acto reparador.468 A su juicio, omitir
este acto conlleva una fuerte implicatura de rechazo (1981:303). Según este investigador el
conflicto social que supone no responder a uno de estos actos rituales de inicio y de cierre es
mucho mayor en el caso de las despedidas, conclusión que saca basándose en la frecuencia de
secuencias muy elaboradas en las despedidas, lo cual, en su opinión, atestigua un mayor riesgo
a la face (1981:302).469
Según Kerbrat-Orecchioni los saludos y despedidas constituyen un símbolo de sociabilidad, y
los que no los utilizan pueden ser considerados seres asociales (2001:111).470 Traverso
también alude al carácter integrador de las salutaciones: permiten la integración en el grupo
social (1999:54); por tanto, prescindir de ellas puede considerarse un comportamiento que
marca a la persona como externa al grupo.
Esta certidumbre de la que hablaba Goffman la otorgan aspectos como el hecho de que con la
despedida los interlocutores expresan implícitamente su deseo de volverse a ver y, por tanto,
de mantener su relación; en palabras de Firth “el establecimiento de la perpetuación de la
relación social” (1972:2).
En este sentido también operan los comentarios mitigadores que justifican la partida o los
afianzadores de la relación como los comentarios sobre futuros encuentros (Laver 1981:303), a
los que también se refiere Traverso como otros actos que acompañan a las despedidas.471
Gracias al “comportamiento ceremonioso” en las despedidas, dejan de lado los posibles
sentimientos de rechazo por parte del que se queda y la separación se hace cooperativa.
Además, se consolida la relación mediante un comportamiento que enfatiza la calidad del
encuentro, la estima mutua y la promesa de continuidad de la relación, aserción de solidaridad
mutua y anuncio de un consenso continuo para los encuentros futuros (Laver 1981:303).472 En
este mismo sentido, según Traverso, los hablantes sienten la necesidad de hablar del futuro
para asegurar esa persistencia de la relación en lo que ella llama un “trabajo de
mantenimiento anticipado”.473
Otros actos complementarios a las secuencias de despedida que también apuntan hacia el
futuro son los que expresan deseos de fortuna al interlocutor. Esto incluso se expresa con
frecuencia directamente mediante la formulación de despedidas como las encomiendas a
segundo día ya notó la tensión y explica que el tercer día tuvo que suspender el experimento por miedo
a que tuviera consecuencias. El autor cita un trabajo en el que Goffman también habla sobre no
responder al saludo (1971b:102-3).
468 Las despedidas en muchas culturas se asocian a emociones de tristeza, además del conflicto social
que suponen.
469 Recordemos que según este investigador cuanto mayor es el riesgo, más elaborada es la rutina, y la
rutina máxima refleja el riesgo más alto (1981:290), como se ha comentado en nota al principio del
epígrafe.
470 Schegloff alude también al conflicto que supone no contestar a una llamada de atención (summons):
se producen fuertes inferencias “strong inferences” (Schegloff 1968:1086-7). Bien es cierto que los
summons no son saludos, pero tienen algo de llamada de atención, porque también son “atractores” de
atención.
471 1999:65 y ss.
472 Se trata de una cita del propio Laver de un trabajo suyo de 1975.
473 Traverso (1996:87).
249
seres divinos del tipo “Dios quede contigo”, que se registran en varias lenguas, entre ellas el
español de la época que estudiamos, como se verá en el análisis.
Una muestra de la importancia social de estas formas es el poder que tienen como indicadores
o incluso modificadores de las relaciones sociales: en este sentido, por ejemplo la
“aceptabilidad social” en cuanto a la posible omisión de estos actos rituales puede depender
de la confianza de los interlocutores (Traverso 1999:56) o afectar al acercamiento o
distanciamiento de los interlocutores (Laver 1981:304). Para Laver las rutinas de saludos y
despedidas son estrategias muy importantes de negociación y control social (1981:304) y para
Kerbrat-Orecchioni una forma de generar un agrado recíproco (contentement mutuel)
(2001:143).
Aunque para Firth el contenido formal de los actos rituales no deja de ser importante, ya que
un mal uso de las formas convencionales puede ser considerado como rechazo o insultante
Firth (1972:32), es decir, tendrá una interpretación social, el investigador afirma que lo que
prima en estas formas es el contenido social:
“it may not be important what forms are used, but it is essential for social relationships
that some forms are used” (1972:34).
En efecto, así es con respecto a aspectos más generales de reconocimiento e identidad social.
Sin embargo, hay características que sí están muy ligadas a la forma, como las relacionadas con
las diferencias sociolingüísticas asociadas a la variedad de saludo elegida para una época
determinada, especialmente desde la perspectiva del estatus social relativo de los
participantes de la interacción.
Este estudio se va a fijar en la perspectiva formal de las rutinas rituales, ya que aspectos como
el grupo social al que pertenezcan tanto el hablante como el destinatario, así como su sexo,
pueden determinar no sólo la elección formal del saludo por parte del hablante, sino la
recepción positiva o negativa del mismo.
Una de las características de estos actos rituales es que recurren a formulaciones más o menos
fijas;474 esto es también así para el caso que nos ocupa: saludos y despedidas.
Estas construcciones estandarizadas han llegado en muchos casos a la desemantización; lo que
importa es su contenido ritual/social. Son formas predecibles por la repetición de fórmulas475
que frecuentemente han perdido su valor original476 o son de contenido pobre477. Esta
desemantización puede llevar a las expresiones a lexicalizarse478.
Sin embargo, aunque estas fórmulas estén desemantizadas, sí contienen otro tipo de
informaciones que están determinadas por una serie de parámetros que influyen en la
474 Coulmas (1981:2-3), Ferguson (1981:33), Laver (1981:292), Traverso (1999:55), Kerbrat-Orecchioni
(2012:110).
475 Traverso (1999:54).
476 Pone como ejemplo el significado religioso de la forma francesa de adiós: adieu (Traverso 1999:54),
que corresponde a nuestro adiós.
477 Kerbrat-Orecchioni (2012:110).
478 Coulmas (1981:5).
250
variedad de realizaciones de estos actos. Firth señala las diferencias culturales, el contexto con
respecto al número de personas presentes, la formalidad de la ocasión y la convención
emocional asociada a la ocasión,479 así como al conocimiento previo de los interlocutores. En
este sentido se valorará en el análisis si los personajes que interactúan se conocen en el
momento de saludarse. Firth también tiene en cuenta si la comunicación se da o no cara a cara
(1972:4); se verá en el corpus ejemplificado que las formulaciones de salutaciones a través del
besamanos en ciertas clases se restringen a la comunicación epistolar. Otros autores se fijan
también en diferencias sociolingüísticas, además de situacionales: por ejemplo la edad, el sexo,
la clase social, la familiaridad, así como el momento del día son parámetros de los Traverso
que habla (1999:64-5). Este tipo de informaciones sociolingüísticas y pragmáticas también se
observarán en relación a la variedad formal de los saludos y despedidas que los personajes
utilizan.
El rol de los participantes es decisivo (Laver 1981:292) y no sólo depende de las características
del hablante sino también de las del oyente, además de la clase social y el nivel de formalidad
(Laver 1981:300). También afectan las circunstancias contextuales y en qué momento de la
interacción son esperables (Kerbrat-Orecchioni 2001:177). De otro lado, la dirección del
saludo, es decir quién saluda a quién, está fijada en algunas lenguas según parámetros
(jerárquicos o de edad, por ejemplo).480 Esto se verá reflejado en el corpus en cuanto al sexo:
los hombres parecen llevar la iniciativa tanto en los saludos como en las despedidas.
Algunos autores han comparado este comportamiento humano del saludo con el de los
animales, y han establecido parámetros que coinciden en la forma de saludar en unos y otros.
Entre tales autores se encuentra Ferguson, que establece las siguientes dimensiones: el tiempo
desde el último encuentro, la distancia entre los participantes, el número de presentes y el
estatus social relativo de los participantes (Ferguson 1981:29). Ferguson también se preocupa
de parámetros situacionales: por ejemplo, algunas de las expresiones se eligen en
determinados momentos del día o de formalidad, pero también según si se trata del primer
saludo del día o, de haberlos, los sucesivos (Ferguson 1981:25). En el estudio se valorará si en
los inicios de las conversaciones se formulan menos saludos cuando los personajes se han visto
ya en el mismo día.
Estas rutinas se reflejan en la organización del discurso: hay una serie de estrategias
estandarizadas en las que la expression formal no tiene por qué ser idéntica, pero sí lo es la
organización secuencial (Coulmas 1981:3). Por ello resultará interesante estudiar las
estructuras formales que nuestros personajes emplean, y qué parámetros influyen en la
elección de unas y otras, como hacemos con los tratamientos nominales; además,
estudiaremos la organización de estas secuencias.
Ferguson habla de algunas de las características diacrónicas de estas fórmulas: el
debilitamiento, el arcaísmo y la difusión diatópica (1981:31). Estas formas convencionalizadas
son específicas de cada cultura y dependen de la historia cultural de cada sociedad (Ferguson
479 Por ejemplo, en las sociedades occidentales se asocian las emociones de placer con el saludo y
tristeza en cuanto a las despedidas (1972:7). A pesar de que estos actos se tratan como si fueran
reacciones emocionales espontáneas, están fuertemente estereotipados (1972:29).
480 Firth (1972:17), Goody (1972:40) y Kerbrat-Orecchioni (2012:177).
251
1981:26). Este mismo autor señala la necesidad de llevar a cabo estudios diacrónicos sobre
ellas (1981:31). En este sentido el pequeño estudio de los saludos y despedidas que se llevará
a cabo en el siguiente apartado permitirá hacernos una idea de lo que ocurre en la sociedad
del periodo estudiado.
Coulmas (1981:16) recuerda que para acercarse al estudio de las rutinas conversacionales se
requiere una investigación pragmática con información sociolingüística, porque son
expresiones apropiadas para situaciones determinadas o estrategias apropiadas a ciertos
objetivos comunicativos (1981:16). Ferguson también alude a la adecuación a la situación
desde la perspectiva de la adquisición de las mismas: aprendemos estas estructuras fijas como
apropiadas para una situación determinada (1981:33).481
El estudio de las secuencias de inicio y cierre de las interacciones que sigue parte de estas
premisas, por lo que en él se tendrán en cuenta estos factores situacionales y pragmáticos y se
cruzarán con datos sociolingüísticos.
4.1.1. Saludos e inicios de la conversación
En el análisis de la conversación se habla de la organización global de la conversación en tres
etapas que marcan el inicio, cuerpo y cierre de las conversaciones.482 Se trata del bloque inicial
o apertura, bloque central o cuerpo de la interacción y bloque final o cierre en término de
Casalmiglia Blancafort y Tusón Valls (2007).
En este epígrafe se da cuenta de las secuencias con las que se inician o retoman las
conversaciones entre las parejas que se estudian, es decir, los bloques de apertura de la
conversación. Se entiende como inicios de la interacción todos los casos en que las parejas
comienzan una conversación en un sentido amplio: se han tenido en cuenta cada uno de los
momentos en los que los personajes empiezan una nueva interacción entre ellos. Por ello para
el análisis general aparecen agrupadas situaciones heterogéneas, pero que se tendrán en
cuenta también por separado para comparar el comportamiento en cuando a los saludos y los
tratamientos que aparecen en unos y otros momentos. Estos inicios de interacción
“heterogéneos” comprenden: a) las interacciones en las que los personajes hablan entre ellos
por primera vez (en su vida ficcional), b) otros en los que los personajes hablan por primera vez
en la obra y por tanto es a la primera conversación a la que el receptor de la obra asiste, pero
no la primera de los personajes que ya se habían conocido antes “fuera de escena”,483 por lo
que tienen una relación previa y se puede presuponer una cierta confianza. C) Puede tratarse
481 El mismo autor cita un trabajo de Gleason y Weintraub (1976) en el que demuestran que las rutinas
se adquieren de forma diferente que el resto del lenguaje ya que no se aprenden por imitación sino por
explicitación de lo que deben decir los niños en determinadas situaciones. De esta manera, a diferencia
del aprendizaje del léxico que los niños reciben de sus padres mediante explicaciones, las fórmulas
rituales se aprenden a través de fórmulas del tipo “Di X” y después preguntando “¿Qué se dice?”
(Ferguson 1981:33-4).
482 De los que hablan Sacks, Schegloff y Jefferson en sus primeros trabajos (Traverso 1999:32).
483 Se toman las interacciones de los personajes de ficción como una muestra seleccionada de sus vidas.
252
también de casos en los que los personajes se encuentren por primera vez en el día,484 d) pero
también se han considerado los casos en los que una misma conversación se retoma después
de una salida y entrada de los personajes en escena o incluso una escena que se ha visto
cortada por la inserción de otra conversación entre otros personajes. Por ello será necesario
considerar en cada caso cuál es la situación, ya que lo esperable es que los parámetros de si los
personajes se conocen o no y tienen cierta confianza influyan, así como si el momento del
encuentro de los personajes es el primero del día o si ya se han visto (y saludado) afecten a la
forma de iniciar las interacciones.485
Las secuencias de apertura, así como las de cierre, presentan el problema de su delimitación.
¿Hasta dónde llegan estas secuencias? La bibliografía se ha planteado esta dificutad;486 lo más
habitual es que estas formas se acompañen de saludos complementarios (por ejemplo sobre la
salud de los interlocutores) o en las despedidas de formas que remiten o bien a la
conversación o al futuro de la misma. En este trabajo éstas se han considerado parte de las
secuencias de despedida; en los saludos en la ficción, sin embargo, o al menos en este corpus,
no se dan estas construcciones complementarias.487
Searle (1990:74-5) describe el acto de habla del saludo como una forma sin contenido
proposicional ni condición de sinceridad, cuya condición esencial es que “Cuenta como un
reconocimiento cortés de O [oyente] por parte de H [hablante]”. La condición preparatoria
para este acto es que “H acaba de encontrar (o acaba de ser presentado, etcétera) a O”.
De las más de sesenta secuencias de inicio de la interacción con las que contamos en el corpus,
sólo seis de ellas constituyen saludos; lo habitual es que los personajes inicien la conversación
prescindiendo de este acto ritual.488 A la vista de estos datos, parece que en la literatura se
obvian este tipo de actos rituales, pues los personajes tampoco recurren siempre a las
despedidas para cerrar sus conversaciones, de la misma manera que se omiten otras
características conversacionales en el diálogo dramático.489 En este sentido, como señala
Bustos Tovar (2001:198), “la presencia de «lo conversacional o coloquial» en el diálogo de la
escritura será siempre parcial. Por su propia naturaleza comunicativa, el diálogo textualizado
implica una reducción drástica de lo realmente producido en la actualización hablada.” Aunque
484 Como se ha visto esto puede condicionar la elección de una fórmula u otra (Ferguson 1981:25), pero
también creemos que puede condicionar la inclusión de un tratamiento en la secuencia.
485 En el apartado anterior hemos hablado de los diferentes parámetros para la elección de las fórmulas
rituales. Ver Firth (1972:4), Ferguson (1987:25 y 29), Laver (1987:292 y 300), Traverso (1999:64-5) y
Kerbrat-Orecchioni (2012:177).
486 En Traverso (1996: 86-87) y Kerbrat-Orecchioni (2012:120).
487 Quizá se trate de un rasgo de escrituralidad. Sería interesante investigar más esta cuestión.
488 Lo cual demuestra que se trata de discurso escrito y literaturizado.
489 Bustos Tovar (1996: 285) enuncia algunas de las características propias de la conversación que no se
encuentran en el diálogo dramático, como por ejemplo la omisión de marcadores conversacionales que
no tengan una función específicamente dramática. Éste parece ser el caso de las ausencias comentadas.
Sobre las diferencias entre la conversación real y teatral también se ocupa Kerbrat (1984 y 1996). Sobre
las diferencias entre la conversación corriente y el diálogo literario ver Vian Herrero (1988:173-75), así
como sobre algunas características de la mímesis conversacional del diálogo renacentista (Vian Herrero
1987 y 1988).
253
los textos dramáticos representen una imitación de la conversación, lo que muestran es un
diálogo dramático construido literariamente.490
Además, esto puede deberse a la naturaleza de la literatura, en la que, como ocurre en
cualquier obra ficcional, sólo se presentan los momentos importantes para el desarrollo de la
acción y la caracterización de personajes. Es decir, el espectador asiste a una selección de lo
que pasaría en la interacción (hipotética) normal entre los personajes, por lo que nos
encontramos constantemente escenas que han comenzado en una especie de in medias res.
Romera-Navarro en su estudio “Apuntaciones sobre viejas fórmulas castellanas de saludo”
explica que en la Edad Media las formas rituales no aparecen reflejadas en los textos:
“Muy escasas son las fórmulas de saludo y de despedida en los textos castellanos
medievales. Por lo común, se empieza y se termina el diálogo sin expresiones de
cortesía, limitándose a consignar el autor que los personajes `se saludaron´ o `se
despidieron´. Y cuando hay saludo, no escuchamos casi nunca la respuesta” (1930:218)
Sin embargo explica que el Cantar de Mio Cid sí es rico en estas fórmulas por su intención
realista (1930:218).
En este corpus la obra más realista o de lenguaje más espontáneo son los Pasos. De hecho, en
esta obra si bien no encontramos saludos en las interacciones amorosas sí vemos varios
ejemplos de saludos y algunos menos de despedidas en otros tipos de relación (amo y criado,
doctor y paciente y de un ladrón a un simple). Se dan al menos seis inicios de la interacción con
llamadas de atención o saludo (en la mayoría de los casos acaba de entrar uno de los
personajes en escena y se inicia un nuevo diálogo con él), y dos despedidas.491 En su mayoría
490 A este respecto ver Bustos Tovar (1996:283 y ss., 1998 y 2001).
491 PANARIZO (a Mendrugo): ¡Hola, ce! […] (pág. 159) (ladrón a simple)
HONZIGUERA (a Mendrugo): ¡Hola, compañero! (pág. 159) (ladrón a simple)
BREÇANO (a Cevadón): ¡Hola, Cevadón! (págs. 168 y 172) (De Breçano, hidalgo, a su criado el simple
Cevadón)
SAMADEL: (a Cevadón): ¡Hola, hermano! (pág. 170) (De Samadel, ladrón, al simple Cevadón)
Hay otro caso en el que se da la fórmula hola en el Paso de El cornudo apaleado en el inicio de la
interacción entre Martín y el estudiante con el que su mujer le engaña:
ESTUDIANTE: ¡Hola, hola, primo de mi mujer! (pág.145)
En este caso los editores González Ollé y Tusón interpretan que se trata de una llamada de atención y no
de un saludo. Recuerdan que: “hasta las personas de modesta condición se sentían molestas al ser
interpeladas así” y citan un ejemplo de Tirso de Molina y que el Diccionario de Autoridades explica que
era “el modo vulgar de hablar, usado para llamar a otro que es inferior”.
Es en este mismo paso se da un saludo que tampoco tendrá como respuesta otro saludo:
LUCIO: Sea bien allegado el bueno de Alonso de... → MARTÍN: No, no, señor Licenciado: Martín de
Villalba me llamo para toda su honra. → LUCIO: Salus adque uita in qua Nestoreos superetis dias. Ø […]
También se dan despedidas:
ESTUDIANTE (a Martín): Quedad en buen ora, hermano Martín de Villalba. → MARTÍN: Ve con Dios. […]
Ø (pág. 146)
Aparece la fórmula del besamanos en el paso de El convidado (unas líneas después de haberse utilizado
la misma fórmula como agradecimiento):
CAMINANTE (al Licenciado): Beso sus manos Ø (pág. 151).
Tiempo después, el Diccionario de Autoridades 1734 explica que se trataba de un “modo vulgar para
llamar à otro que es inferior” (tomado del NTLLE).
254
las llamadas de atención cumplen lo que afirmaba Romera-Navarro: sólo constan del primer
miembro del saludo.
En la literatura estas formas de reconocimiento social que presuponen muchos
investigadores,492 muchas veces no se muestran, salvo que tengan alguna función, por ejemplo
para caracterizar a los personajes en algún sentido como el “Dios os guarde” de Segismundo a
Astolfo de La vida es sueño que comenta Ly493 o con algún otro fin literario. También hay
comentarios metalingüísticos al respecto, como el episodio del bonete en el Lazarillo y el
comentario sobre “Manténgaos Dios”.494
Se han analizado los inicios de cada interacción, es decir, el primer turno con el que un
personaje abre una nueva conversación, y también las respuestas a ese inicio siempre que
sean una reacción a éste y formen parte de la misma secuencia. Por ejemplo, en casos de
saludos en los que la secuencia es simétrica (saludo-saludo):
BARRADA: Dios te salve, señora hermosa. →ELICIA: Assí haga a ti, gentil hombre. (pág.
107-8),
y también en otros en los que el segundo turno no se corresponde con un saludo pero está
relacionado con el que se da en el primer turno, como en este caso de petición y aceptación de
petición como inicio de la interacción entre los nobles Flérida y Duardos:
FLÉRIDA: Y a vos, hidalgo estrangero, / pido por amor de mí, / sin engaño, / que vos seáis
el primero / que no queráis ver la fin / de este daño. / → DUARDOS: Señora, luego sin
falla […] (pág. 191)
En este caso además de ser la primera interacción que tienen los nobles en la obra, se sabe
que es la primera que tienen en su (de nuevo hipotética) vida, porque se acaban de conocer.
De ahí el tratamiento hidalgo estrangero, que le sirve a Flérida para seleccionar a la vez que
caracteriza al protagonista de la obra. La protagonista aquí construye el tratamiento con los
datos que tiene: su apariencia según la vestimenta y su forma de hablar.
Primero se analizarán los casos en los que los inicios de interacción se abren con un saludo.
4.1.1.1. Formulación de los saludos
Pese a la importancia que se le da en la bibliografía al rito del saludo en cuanto a la función
relacional y social, en este corpus aparecen muy pocos ejemplos de saludos; sólo en seis
momentos se dan saludos propiamente dichos.
492 Firth 1972:2, Traverso 1999:54 y 65
493 En este episodio que explica Ly en 2001:25-26 Astolfo le dirige a Segismundo un insultante vos, y éste
le responde con el “saludo rústico y necio” Dios os guarde, a lo que Astolfo reacciona pidiendo que lo
trate como igual.
494 En el Lazarillo de Tormes se explica que el tercer amo tuvo que dejar su tierra “no más de por no
quitar el bonete a un caballero su vecino”, es decir, por no quitarse el sombrero para saludar. Después
le explica que tuvo otro problema con un oficial que le saludaba con una forma que consideraba indigna
para su posición: “«Manténgaos Dios» me habéis de decir, como si fuese quienquiera?” (2005:100).
255
VITORIANO: ¡Ay, ay, ay, Flugencia mía, / mi señora y mi desseo, / Dios os dé tanta
alegría, / tanta buena noche y día / quanta para mí desseo! (pág. 306)
TURPEDIO: Beso las manos, señora / de mis secretos, por tanto / la muy hermosa
Doresta. /→ DORESTA: Señor, vengáis en buena hora. (pág. 217)
PANDULFO: Dios os salve, señora hermosa (pág. 125)
SOSIA: ¡O, señora!, bésote las manos. (pág. 380)
BARRADA: Dios te salve, señora hermosa. →ELICIA: Assí haga a ti, gentil hombre. (pág.
494)
La formulación de los saludos que se encuentra en este corpus se puede dividir en dos grupos:
de una parte, la expresión de buenos deseos mediante lo que Torquemada llama rogativas495 a
Dios y por otra la relacionada con el besamanos como fórmula ritual de respeto.
Si acudimos a documentación de la época, encontramos que Guevara (1952:372)496 y
Torquemada (1994:51) describen el uso de estos dos grupos de tratamientos y asignan unos y
otros a determinados usos y usuarios de las expresiones. Los del primer grupo497 sólo se
utilizan en las capas sociales más bajas y molestan al que recibe un saludo de este tipo, pues lo
toman como muestra de menosprecio. De otro lado, el besamanos es el saludo “de moda”. Las
posibilidades de expresión de saludo a las que se refieren los autores son las siguientes:
Guevara. 1539-41498
Aldeanos y plebeyos
Dios mantenga
mantengaos Dios
enhorabuena estéis
enhorabuena vais
Dios os guarde
Dios sea con vos
quedaos a Dios
vais con Dios
Dios os guíe
el ángel os acompañe
a buenas noches
con vuestra merced
guarde os Dios
a Dios, señores
a Dios, paredes
¿hao quién está acá?
“Todas estas maneras de saludar se
usan solamente entre los aldeanos y
plebeyos y no entre los cortesanos y
hombres polidos, porque si por
malos de sus pecados dixese uno a
otro en la corte «Dios mantenga» o
«Dios os guarde», le lastimarían en
la honrra y le darían una grita.”
(pág.51)
El estilo de la corte beso las manos de vuestra merced
beso los pies a vuestra Señoría
yo soy siervo y esclavo perpetuo de
vuestra casa
Tabla 39. La expresión del saludo en Guevara
495 1994:372.
496 Se trata de la epístola 3 (págs. 48-53). Debo un agradecimiento a Consolación Baranda Leturio por
darme a conocer esta epístola al principio de la investigación.
497 También se dan en otras lenguas: por ejemplo en inglés God be with you/ye y francés adieu (Firth
1972:17).
498 En Guevara (1952).
256
Toquemada. 1553499
Bajeza
Buenos días
Seáis bien venidos
”para los que agora quieren ser
honrrados fuera una manera de
afrenta saludarlos, a su parescer,
tan baxamente” (pág. 372)
“Bendiciones y rogativas”
Bajeza
Dios os dé buenos días
Dios os dé mucha salud
Dios os guarde
Dios os tenga de su mano
manténgaos Dios500
”solían en otros tiempos saludarse
las gentes con bendiciones y
rogativas a Dios […] Y agora, en
lugar desto y de holgarnos de que
así nos saluden, sentímonos
afrontados de semejantes
salutaciones, y teniéndolas por
baxeza, nos despreciamos dellas”
(pág. 372)
Menosprecio y a inferiores En hora buena vays
vengáis en buena ora
guárdeos Dios
”Por menosprecio y a nuestros
criados o a personas tan vaxas y
humildes que no tienen cuenta con
ello” (pág. 376)
Actual Beso las manos a V. M. “oblíganos la razón por la
superioridad que sobre nosotros
tienen [el emperador, los reyes, los
señores, los obispos, los prelados]”
(pág. 375)
“en dezirlo parescerá recognosceros
superioridad y estimaros en más
que a sí, teniéndose en menos por
teneros a vos en más” (pág. 376)
Tabla 40. La expresión del saludo en Torquemada
Ambos autores señalan que los saludos basados en bendiciones y rogativas estaban mal vistos
y se reservaban para la expresión de menosprecio o para las interacciones hacia los inferiores
socialmente o entre individuos de las capas más bajas. La postura de los autores coincide: los
dos rechazan el uso de sus contemporáneos del besamanos como saludo. Guevara se enfrenta
al tema desde una perspectiva paródica501 y Torquemada hace una crítica social evidenciando
la importancia de reflejar las diferencias sociales en la época y explicando cómo la sociedad del
momento perseguía la honra.502
499 En Torquemada (1994).
500 Torquemada explica que poco tiempo atrás, “no ha mucho tiempo”, esta fórmula de saludo era
tenida por “la mejor salutación del mundo”. (1994:375).
501 Guevara (1952:52): “decir uno que besará las manos a otro es mucha torpedad, y decir que le besa
los pies es gran suciedad” y “Cuanto a los pies, no podemos negar sino que por la mayor parte andan
sudados, traen largas las uñas, están llenos de callos y andan acompañados de adrianes y aun cubiertos
de polvo o cargados de lodo.”
502 Torquemada (1994:376): “Mejor dixérades por ser pagado en lo mesmo, que si uno dize que os besa
las manos, no digo siendo más sino siendo menos, no siendo la diferencia del uno a otro en muy gran
quantidad, si no le respondéis de la mesma manera, luego haze del agraviado y lo muestra en las
palabras y obras si es necesario, buscando rodeos y formas para ygualarse y para no tener más respeto
ni acatamiento del que se les tubiere. Y en fin, todos se andan a responder, como dizen, por los
consonantes; y el oficial en esto quiere ser ygual con el hidalgo diziendo que no le deve nada, y el
hidalgo con el caballero, y el caballero con el gran señor. Y todo esto porque es tan grande la codicia y
257
Algo más tarde Covarrubias explica en su Tesoro de la lengua española o castellana (1611) que
saludar consiste en “hablar a otro cortésmente deseando su salud”503 y también se refiere a la
costumbre del acto del besamanos: “Es también el beso señal de reuerencia, reconocimiento,
obediencia y seruitud” y que la tradición dicta que “Quando se juran los reyes, en señal de que
los vasallos reciben por su señor al rey jurado, lo besan la mano, lo mesmo hacen con el
prelado sus súbditos. También suelen vsar esta ceremonia los señores particulares”. El
lexicógrafo también hace referencia a la expresión lingüística: “Los romanos, como las demás
naciones, tuuieron por cortesía y por fauor besarse, como agora de palabra se haze en España,
con el beso de las manos de vuesa merced”.504
Al buscar las expresiones de saludo que aparecen en este corpus en la época, se encuentra que
en el CORDE505 no aparecen ocurrencias de las expresiones rogativas Dios os dé/Dios te dé o
Dios os salve/Dios te salve en el teatro entre 1499 y 1564. Sin embargo, en una búsqueda sin
restricción de género en el mismo periodo sí aparece documentada esta fórmula en saludos y
como despedida o agradecimiento.506 El ruego a Dios es que provea al interlocutor de cosas
buenas, pudiendo el deseo estar orientado a que Dios salve al interlocutor o que le otorgue
alegría, como en nuestros ejemplos, pero también mucha salud507, buenos días (1553,
Torquemada) y buena y larga vida (c 1550, Alonso de Santa Cruz, Crónica del Emperador Carlos
V) entre otros.
ambición de la honrra que no ay ninguno que no querría merecer la mayor parte, y no la meresciendo,
hurtarla o robarla por fuerça como a cosa muy codiciosa.”
El tercer amo de Lazarillo, al hilo de las cuestiones recién explicadas en una nota previa, hace referencia
a la importancia de la honra en esta sociedad: “Eres mochacho -me respondió- y no sientes las cosas de
la honra, en que el día de hoy está todo el caudal de los hombres de bien” (2005: 99).
503 Covarrubias 1611a (tomado del NTTLE).
504 Covarrubias 1611a (tomado del NTTLE). El diccionario de Autoridades 1726 registra el gesto y el
saludo como demostración de afecto: “Locución expresiva de obsequio, atención, amistad, cariño, amor
y afecto que a uno se tiene: y esta demostración es de dos maneras: si es por escrito se especifica y
declara con las palabras dichas […] y si es personalmente, el modo es extender uno su mano hacia el
otro, y luego volverla para sí y besarla”, pero también como gesto de cortesía: explica que besar la mano
“es reverenciar a otro, manifestando con este acto elrendimiento y obediencia que se le debe como a
superior: como hacen los vassallos con los Reyes, y los súbditos con los Prelados Eclesiásticos, y los hijos
con los Padres”. Más tarde aún, en 1770 Autoridades señala: “Modo de saludar a alguna persona
tocando o acercando la mano derecha a la boca y apartándola de ella una o más veces. Úsase
regularmente entre personas de una misma clase o que se tratan con confianza”, y muestra que la
forma está aún vigente del s.XVIII tanto por escrito como en conversación: “Expresión de que se usa de
palabra y por escrito en señal de urbanidad”.
505 Búsqueda en CORDE (noviembre 2014).
506 En rumano actual la forma sărut mână, que proviene también del besamanos, funciona también
como saludo de respeto (especialmente hacia interlocutores más mayores y de hombres hacia las
mujeres como indicación de mucho respeto) y también para expresar agradecimiento (generalmente
hacia personas más mayores), según se estudió en Hamad Zahonero (inéd.).
507 Recordemos que Covarrubias define la voz saludar como “hablar a otro cortésmente deseando su
salud” Covarrubias 1611a (tomado del NTTLE).
258
La expresión Dios os salve sí se da en dos casos en el teatro en este periodo, pero no se trata
de saludos ni despedidas. De un lado se da con el significado de “cicatriz”508 (Fernando de
Rojas, La Celestina):
LUCRECIA: (¡ji, ji, ji! Mudada está el diablo; hermosa era, con aquel su "Dios os salve"
que traviesa la media cara.) (2012:121)
Para esta expresión, que también aparece documentada en Hernán Núñez,509 se juega con la
idea de que el saludo es lo primero que ocurre entre dos personas que se ven y que una
cicatriz en la cara es también lo primero que se ve al encontrarse a alguien que tenga una,
equiparándolo al hecho de saludar como primera acción al encontrase a alguien.
Por otro lado aparece con el significado de “saludo” como en la Comedia Florinea:
“començaste a entrar al cabo de Dios os salve” (1554, Juan Rodríguez Florián), es decir, nada
más saludar, lo que evidencia que esta forma se tiene por saludo prototípico. También se da
como sinónimo de saludo dos siglos antes en el ejemplo que cita Romera-Navarro del
Arcipreste de Hita: “Vino mi leal vieja alegre e placentera, / ante del Dios vos salve dixo la
mensajera…” en la estrofa 1494 (1930:219).
El mismo autor cita otro ejemplo del Caballero Zifar en el que se prueba que este saludo ya era
el habitual en el s. XIV:
“E fuese luego para el caballero Cifar, e en logar de deçir Dios vos salve, dixole estas
palabras: Cavallero desaventurado… ” (1930:219)
Romera-Navarro afirma la forma `Dios os salve´ es la más frecuente en la Edad Media y la más
habitual en el siglo XIV.
La expresión del besamanos aparece en el CORDE en 12 casos en 5 documentos en
documentos teatrales del periodo estudiado, pero en todos los casos se trata de despedidas.
Romera-Navarro explica en su trabajo sobre los saludos que en época medieval el besamanos
era muy raro; él sólo registra dos casos. Sin embargo, comenta, en los siglos XVI y XVII se
emplea mucho y “a todo propósito”. Afirma que
“en las dos primeras décadas del siglo XVI, el `Mantenga Dios a vuestra merced´ era
expresión tan respetuosa y cortés como un `Beso las manos de vuestra merced´, y
ambas se empleaban indistintamente al dirigirse a un caballero” (1930:222)
pero que muy pronto cambian las cosas: “el «Manténgaos Dios» queda como fórmula plebeya,
y el «Besoos las manos» es la única cortés y bien sonante entre caballeros”.
508 En la edición de la Real Academia Española de la Celestina se explica que se utiliza la expresión de
“Dios os salve” por `cicatriz´ en lenguaje de germanía por ironía con la fórmula de saludo (Rojas
2012:121).
509 Obra fechada en 1555. Se documentan otros refranes relacionados con este saludo prototípico: “Dios
os salve, a las sopas que no a la carne”; “Galana es mi comadre, si no le afease aquel Dios os salve” y
“Más vale taque, taque, que Dios os salve” (Núñez: 2001).
259
Un contemporáneo de Torquemada, Paz y Meliá, según apunta Romera-Navarro, también se
burla satíricamente de esta fórmula cortés que en estos momentos (en torno a la fecha de
publicación de los Coloquios de Torquemada; 1553) se empleaba tanto en el saludo como en la
despedida, además de para otros usos:
“donde quiera que vais, y donde quiera que llegais, y donde quiera que entráis, con
cualquiera que hableis, juzgareis del Beso las manos ser mas pegajoso que mosca en
miel, mas ordinario en boca de todos que picaza en soto o tordo en tejado o cigüeña en
campanario” (en Paz y Melia, Sales españolas, II, 71-2, tomado de Romera-Navarro
1930:222)
Según el estudio de este autor a mediados del XVII la expresión del besamanos era la que
“regentaba sobre todas” a la hora de los saludos y despedidas y para dar las gracias
(1930:223).
De los personajes del corpus, muchos aquellos que utilizan fórmulas de saludo rogativas en
nuestro corpus pertenecen a las capas bajas. Sólo el patricicio urbano Vitoriano de clase alta
dirige a la cortesana Flugencia una de las salutaciones menospreciadas. Sin embargo, no
parece deberse a que la trate como a persona inferior socialmente, pues en general, a pesar
del oficio de ella y de que Vitoriano interactúe fingidamente siguiendo una convención, la trata
como a una igual, o incluso en la posición de superioridad en la que los hombres en la tradición
del amor cortés colocan a las mujeres. Quizá este uso en el estamento alto se deba a la fecha
temprana de la obra, el año 13, por tanto, en los comienzos del siglo, pues en los documentos
de época de mediados de siglo se dice que la costumbre del saludo ha cambiado muy
rápidamente, y las formas rogativas no estaban connotadas socialmente.
El resto de formulaciones de este tipo las realizan Pandulfo y Barrada; un criado de baja
condición con la moza de cántaro Quincia y uno despensero al que vemos relacionarse con una
prostituta.
El besamanos lo utilizan dos criados, Turpedio con otra criada, Doresta, y Sosia cuando se
dirige a la prostituta Areúsa. ¿Se trata en estos casos precisamente de una parodia del amor
cortesano? Los personajes no parecen tomarlo como parodia,510 porque no reaccionan al
saludo, por lo que sólo se podría pensar que es una parodia del autor, no de los personajes, es
decir, en un guiño del autor al receptor de la obra.
No es extraño el uso de esta fórmula en este ámbito ya que implica una superioridad del
interlocutor, en este caso, las mujeres, como sugiere Gerónimo en el Coloquio de la honra de
Torquemada:
“en dezirlo [que me besan las manos y los pies] parescerá recognosceros superioridad y
estimaros en más que a sí, teniéndose en menos por teneros a vos en más” (1994:336)
510 Como sí hace Aldonza con las muestras de amor cortés de Don Quijote, o en este mismo corpus la
reacción de los personajes de la corte ante la escena paródica de Camilote, que entran en el juego de
Camilote irónicamente alabando a Maimonda y comparándola con personajes afamados por su belleza.
260
Estamos por tanto ante el mismo proceso que tenemos con el tratamiento de
señora+posesivo que aparece con mucha frecuencia en el ámbito que se estudia y que
recuerda al proceso de humillación ante la dama típico del amor cortés.
4.1.1.2. Los tratamientos en relación con los saludos
La frecuencia de aparición de los tratamientos asociados a los saludos en los inicios de
interacción es muy alta,511 como se observa en esta tabla:
511 Bañón 1993:75 habla de “vocativo en la preparación conversacional” como forma de llamar la
atención para iniciar algún tipo de interacción comunicativa o en la apertura donde frecuentemente va
asociado a saludos (1993:75).
SALUDOS
FORMULACIÓN
Rogativas:
VITORIANO (F): ¡Ay, ay, ay, Flugencia mía, / mi señora y mi desseo, / Dios os dé tanta alegría, /
tanta buena noche y día / quanta para mí desseo! (pág. 306)
BOREAS: Doresta, señora mía, / guarde Dios vuestra beldad / y vuestra gentil manera. /
PANDULFO: Dios os salve, señora hermosa (pág. 121)
BARRADA: Dios te salve, señora hermosa. →ELICIA (B): Assí haga a ti, gentil hombre. (pág. 494)
Besamanos:
TURPEDIO: Beso las manos, señora / de mis secretos, por tanto / la muy hermosa Doresta. /→
DORESTA (T): Señor, vengáis en buena hora. (pág. 217)
SOSIA: ¡O, señora!, bésote las manos. [→AREÚSA: ¡O, mi Sosia, sube acá! (…)] (pág. 380)
TRATAMIENTOS
- Funciones: organizativa, social
- Presencia: 100%
- Afectividad: 71%
- Rasgos de afectividad. Modificadores: 29% con posesivos y 57% con complementos. (Sólo
con posesivos los que también cuentan como una declaración amorosa)
- Lemas: SEÑOR (5), NP (2), DESEO (1), HOMBRE (1)
- Categorías: principalmente deferenciales y el NP. Sólo amorosos los que también cuentan
como una declaración amorosa.
- Posición: inicial y final.
Inicial (4)
Central (0)
Final (4)
Tabla 41. Los tratamientos en relación con los saludos
261
A los saludos siempre los acompaña un tratamiento. Parece que se trata de estructuras
formulísticas que “piden” el tratamiento como si la aparición del mismo formara parte de la
convención.
Gráfica 55. Presencia de tratamientos en los saludos
La frecuencia de aparición del tratamiento en las secuencias de inicio de una interacción es
muy alta, como se verá, pero en aquellas que cuentan con saludos propiamente dichos el
porcentaje de aparición es del 100%. La explicación se debe tanto a cuestiones organizativas
(de selección del hablante y como llamada de atención) como de cortesía (evitar tensiones del
encuentro)512 y relacionales (como forma de presentar respeto)513.
Los tratamientos en este corpus en su mayoría se construyen a partir de lemas no marcados
afectivamente (SEÑOR y NP fundamentalmente), pero aumentan en afectividad por los
posesivos que los acompañan o a través de complementos del nombre: señora hermosa,
señora mía y Flugencia mía, mi señora y mi desseo llegando a alcanzar un 71% de afectividad,
por tanto, casi el doble que el promedio de afectividad de todos los tratamientos del corpus.
Sólo en dos casos, uno en el saludo y otro en una respuesta al saludo, se utilizan tratamientos
no marcados afectivamente.
512 Laver (1981:289), Traverso (1999:54), Kerbrat-Orecchioni (2012:143).
513 Traverso (1999:53).
SALUDOS
100% 0%
Presencia de tratamientos en
los saludos
Tratamientos Ø
262
Gráfica 56. Afectividad de los tratamientos en los saludos
Los saludos marcados afectivamente, por tanto, son la mayoría, mientras que los no marcados
sólo representan un tercio de las ocurrencias.
Dos de ellos incorporan una alabanza. Se pueden considerar los tratamientos asociados a los
saludos como generalmente afectivos, sobre todo si se comparan con aquellos que
acompañan a las despedidas, el otro acto ritual estudiado aquí, que, como se verá, tienen un
componente protocolario que parece que les hace tender a una cierta neutralidad en su
expresión, lo que afecta a los tratamientos que los acompañan.
Los personajes que emiten los tratamientos menos marcados afectivamente son Sosia con
Areúsa, y Elicia con Barrada. Esto concuerda con la elección de tratamientos que emplean en
las relaciones con sus interlocutores amorosos.514 En el primer caso no se trata de la primera
interacción entre los personajes, de hecho Areúsa lo primero que hace es contestar al saludo
con un reproche zalamero (que acompaña con el muy afectivo mi Sosia, uno de los pocos NP
modificados con posesivo del corpus) por tenerlas [a su prima y a ella] “olvidadas”. Sin
embargo Elicia y Barrada sí parecen tener su primer encuentro verbal, o al menos, carecen de
confianza en el momento del saludo. Se trata de un saludo que en este caso sí se contesta, es
decir, el segundo miembro del par está presente, y que ambos acompañan de un tratamiento:
en el caso del hombre añade una pequeña alabanza al tratamiento deferencial, señora
hermosa, por lo que comienza su interacción ya con una forma amorosa, y Elicia le responde
con el también deferencial gentil hombre, en su caso sin rasgos de afectividad.
También Pandulfo inicia la primera interacción de la obra entre él y Quincia con un señora
hermosa. En su caso lo acompaña también de la forma vos, que sólo se dará en las primeras
intervenciones en las que intenta entablar una conversación con Quincia hasta que ella ceda y
conteste con tuteo, momento a partir del cual Pandulfo pasará a tutear a Quincia.515
Los tratamientos que dirigen Vitoriano y Turpedio son muy afectivos, especialmente si se
comparan con los demás tratamientos que utilizan con Flugencia y Doresta. Además, tanto el
514 Sosia (4%) y Elicia con Barrada (0%).
515 Entre ellos habrá más muestras de voseo de Quincia a Pandulfo en momentos de enfado.
SALUDOS
67%
33%
Afectividad de los tratamientos
en los saludos
Afectivo No afectivo
263
protagonista de la Égloga como el criado de la Comedia Himenea, formulan un saludo
propiamente dicho (Dios os dé tanta alegría […] y Beso las manos), pero a la vez introducen un
nuevo valor ilocutivo en su parlamento: la declaración amorosa y la alabanza. Precisamente
este valor viene dado por la inserción de tratamientos, que aunque se construyen a partir de
bases léxicas no afectivas como SEÑOR y NP, son afectivos gracias a los posesivos, a la
complementación de los mismos y a la combinación con otros lemas de categorías afectivas:
Flugencia mía, mi señora y mi desseo y señora de mis secretos, por tanto la muy hermosa
Doresta.
Por otra parte, como ya se ha comentado en numerosas ocasiones en este trabajo, si bien el
lema SEÑOR es jerárquico y deferencial, es también el tratamiento no marcado que se usa
constantemente para diferentes situaciones y tipos de relación, y la modificación con posesivo
de este tratamiento está relacionada con el ámbito amoroso: mi señora remite a la atmósfera
del vasallaje típico del amor cortés.
Gráfica 57. Rasgos de afectividad de los tratamientos afectivos en los saludos
Ambos tipos de modificadores están presentes en dos tercios de los tratamientos afectivos,
mientras que la afectividad léxica sólo en un tercio.
Los de Vitoriano y Turpedio constituyen dos casos muy curiosos, pues ninguno de los dos
emplea tratamientos amorosos excesivamente afectivos en sus relaciones con Flugencia y
Doresta respectivamente. De todos los que reciben de Vitoriano y de Turpedio,516 es el
asociado a estos saludos el más afectuoso de todos. De hecho, estos personajes son parcos en
el empleo tratamientos cuando interactúan con Doresta y Flugencia, y cuando los usan,
516 Vitoriano a Flugencia: Flugencia mía, mi señora y mi deseo (1), señora (7), Flugencia, vida mía (1), mi
señora Flugencia (1) y Ø (16) y Turpedio a Doresta: señora de mis secretos, por tanto la muy hermosa
Doresta (1), señora (1) y Ø (10).
SALUDOS
33%
67%
67%
Rasgos de afectividad de los
tratamientos afectivos en los saludos
Lema afectivo CN Posesivo
264
siempre los eligen de categorías no marcadas afectivamente, excepto una ocurrencia de
Flugencia, vida mía en el que el NP está combinado con un lema afectivo.517
Precisamente ninguna de estas dos parejas se profesa amor real, pues el de Vitoriano es a una
cortesana y además fingido y el de Doresta a Turpedio también parece un acercamiento
interesado en el que finje el cortejo (que pronto dejará de lado)518. Esto explicaría el porqué
del bajo uso de tratamientos y de la preferencia por designaciones de bases léxicas no
afectivas en las interacciones con ellas.519 Además, se trata en los dos casos de la primera
interacción (y última) entre los personajes. Parece, por tanto, que el saludo es una forma que
invita a la afectividad, quizá con una intención de comenzar la interacción con buen pie con el
tratamiento como una suerte de captatio benevolentiae.
Por otro lado, se aprecia una afectividad muy marcada, además de en los modificadores del
nombre señora a través de los modificadores (complementos del nombre y del posesivo), a
través de estrategias que aumentan la afectividad, por ejemplo, en los complementos del
verbo o en la inclusión indirecta de alabanzas. Por ejemplo, los saludos de Vitoriano, Boreas y
Turpedio, añaden elementos que aportan más afectividad a sus intervenciones:
VITORIANO (F): ¡Ay, ay, ay, Flugencia mía, / mi señora y mi desseo, / Dios os dé tanta
alegría, / tanta buena noche y día / quanta para mí desseo! (pág. 306)
BOREAS: Doresta, señora mía, / guarde Dios vuestra beldad / y vuestra gentil manera. /
→ DORESTA: Si no por la compañía, / yo os hablara de verdad / de modo que no os
pluguiera. Ø (pág. 214)
TURPEDIO: Beso las manos, señora / de mis secretos, por tanto / la muy hermosa
Doresta. /→ DORESTA (T): Señor, vengáis en buena hora. (pág. 217)
La posición de los tratamientos se reparte entre el inicio y el final de los saludos. La posición
inicial del tratamiento parecería la esperable en este tipo de secuencias por su función
organizativa, pues seleccionan al interlocutor (y en muchas ocasiones marcan un comienzo de
escena o cambio de situación o de interlocutor). Sin embargo, en el caso concreto de los
saludos en general, y específicamente de estos saludos, al tratarse de intervenciones muy
517 Precisamente ese tratamiento se da en un momento en el que Flugencia le acusa de tener amores
con Plácida y Vitoriano se defiende con la afirmación de que esos amores han pasado. El tratamiento
más afectivo puede venir a reforzar esta declaración amorosa, ya que se ha visto obligado a demostrar
que es a ella a quien ama ahora:
FLUGENCIA: Vos, señor, tenéis amores / con quien yo ni nadie iguala: / los mayores, los mejores, /
los de más altos primores, / de más fermosura y gala. […]/ → VITORIANO: Esso fue, passó, solía, /
tiempos fueron que passaron. / Ya, Flugencia, vida mía, / los plazeres que tenía / en pesares se
tornaron; / mas agora, / amores de vos, señora, / son los que me cativaron. (pág. 308)
518 Ver los apartados correspondientes de presentación de las historias conversacionales de estas
parejas (3.1.1.2 y 3.1.3.3 respectivamente) y los comentarios sobre la exageración afectiva en 4.1.1.
519 Para más información al respecto, consultar los apartados en los que se comparan los tratamientos
entre Vitoriano-Plácida y Vitoriano-Flugencia, como comparación entre el amor verdadero y el amor
fingido, bajo el epígrafe 3.2.1.3.1.
265
cortas que propician la posición final, no resulta extraña la alta frecuencia de tratamientos en
posición final (56%),520 que igualan a los que están en posición inicial.
Los saludos son el ejemplo prototípico de los pares adyacentes en Análisis conversacional. Se
caracterizan por tener carácter binario simétrico (saludo-saludo), en los que la primera parte,
o saludo iniciativo, genera la expectativa de una segunda parte, el saludo reactivo.521 Sin
embargo, se encuentra que sólo dos de las seis secuencias de saludos que se dan en el corpus
responden a este esquema.
En la bibliografía se habla de lo habitual de encadenar los saludos iniciativos con otro tipo de
acto.522 Un ejemplo de ello se da entre Sosia y Areúsa, cuando la prostituta responde al saludo
con una petición:
SOSIA: ¡O, señora!, bésote las manos. → AREÚSA: ¡O, mi Sosia, sube acá! […] (pág.
380)
Este comportamiento es habitual, como demuestra el hecho de que no hay reacción alguna de
Sosia a la ausencia de respuesta con un saludo explícito, aunque en este caso sí es reactivo,
especialmente por la inclusión del tratamiento modificado “O, mi Sosia”.
Hay casos en que la ausencia de respuesta al saludo provoca un conflicto social: aquellos en los
que el saludo está truncado y no se encadena con nada.523 Esto ocurre entre Pandulfo y
Quincia en la segunda escena de la Segunda Celestina en el primer encuentro de los
personajes. La criada rompe con la expectativa de Pandulfo al no responder a su saludo. Esto
genera una reacción marcada: Pandulfo reclama la respuesta con insistencia, lo que hace que
se alargue la secuencia de inicio de la interacción más de lo habitual.524
PANDULFO: Dios os salve, señora hermosa. ¿Sois muda, señora, o por qué no queréis
hablar? Por el Corpus Christi, de hablaros por señas pues no entendéis por palabras.
Bolveos, bolveos acá, mi ángel, despecho de la vida que bivo. (pág. 125)
520 Leech (1999:117) indica que en turnos cortos los vocativos aparecen con frecuencia en posición final.
521 Kerbrat-Orecchioni (2012:111).
Schegloff (1968:1083) define este tipo de dependencia como “relevancia condicional” (conditional
relevance): dado el primer ítem, el segundo se espera.
522 Kerbrat-Orecchioni (2012:111) y Traverso, que señala que estos actos que acompañanan a las
despedidas muchas veces aparecen amalgamados y se encadenan (1996: 87 y 88). En este caso los
saludos se encadenan con todo tipo de actos de habla.
523 Como se ha explicado en el apartado introductorio del capítulo, en la bibliografía varios
investigadores abordan el problema que surge al no emplear o contestar un acto ritual: Firth (1972:33)
explica que no dar el saludo o despedida “correcto” puede dar lugar a un sentimiento reprobatorio o a
tomarse como un insulto, Ferguson (1981:24) explica un experimento informal que llevó a cabo que
demuestra que la falta de respuesta de un saludo puede generar un conflicto relacional. Laver alude a la
necesidad de acudir a estrategias mitigadoras y consolidatorias para evitar el sentimiento de rechazo
que supone una despedida, que considera un acto reparador que de omitirse podría derivar en una
fuerte implicatura de rechazo (1981:303). Kerbrat-Orecchioni cita a Goffman (1973:88) sobre saludo
como símbolo de sociabilidad, siendo un asocial el que no saluda (2001:111). También Schegloff apunta
la cuestión del conflicto al no responder a una llamada de atención (Schegloff 1968:1089 y 1091).
524 Los saludos no se repiten, salvo en estos casos. Las despedidas, sin embargo sí si se alargan,
especialmente en algunas culturas, como por ejemplo la española.
266
En un primer momento Pandulfo saluda a Quincia acompañando su saludo de un tratamiento
no marcado afectivamente, señora, pero que hace más cercano con el adjetivo hermosa, lo
que además convierte a este tratamiento en un cumplido o un requiebro, según la
terminología de Fernández Ramírez,525 convirtiéndose así un tratamiento amoroso. Al no
recibir respuesta de Quincia, se ve obligado a insistir.526 Esta vez sus palabras son más
agresivas y el tratamiento que usa aparece al desnudo sin complementar: señora. Tampoco a
esto da su brazo a torcer la criada, y Pandulfo, sin conseguir entablar comunicación con
Quincia, le lanza un reproche que ésta tampoco recoge. Como su interlocutora se mantiene
firme en su silencio, Pandulfo recurre a una nueva estrategia: realiza una petición, le pide que
se vuelva hacia él, y lo hace acompañándola de un tratamiento afectivo muy marcado: mi
ángel, despecho de la vida que bivo. Sólo ahora Pandulfo consigue que Quincia le responda.
Kerbrat-Orecchioni (2001:111) define el valor ilocutivo del saludo como la manifestación del
hablante de que tiene en cuenta la presencia de su interlocutor en su campo perceptivo y que
está dispuesto a entablar un intercambio comunicativo, aunque éste sea mínimo. En efecto se
necesitan dos para establecer una conversación.527 En este caso Quincia no está dispuesta, no
responde el saludo, y sólo entabla una conversación gracias a la insistencia de Pandulfo;
posiblemente colabore también el uso estratégico de los tratamientos.
Haverkate (1984:70) habla de los vocativos con función de saludo, pero en este corpus no
parece haber ninguno de este tipo.
4.1.1.2.1. Secuencias de inicio de las interacciones sin formulación de saludo
Lo más habitual en las secuencias de inicio de conversaciones en este corpus es encontrar
valores ilocutivos diferentes del saludo. En la bibliografía se habla de los saludos como actos
híbridos, ya que estos pueden entrañar otros como un agradecimiento o uno halagador,528
como se ha visto ejemplificado en los saludos de Vitoriano y de Turpedio que comportan una
declaración amorosa o alabanza. Sin embargo, lo que se encuentra es que en la mayoría de los
casos no se trata de un “saludo híbrido”, sino que la interacción da comienzo sin el acto ritual
como comenta Romera-Navarro (1930:218). Los actos más frecuentes que abren las
interacciones son las llamadas de atención,529 y también se dan un buen número de
525 Fernández Ramírez (1986:497 y ss.) habla de “dicterios y requiebros”.
526 Schegloff señala la insistencia como reacción a llamadas de atención sin respuesta: “In the absence
of an answer, repetitions of the summoner may be warranted” (2002:357).
527 Schegloff, para la conversación: “it requires that there are both a «speaker» and a «hearer»”
(1968:1093). Da un ejemplo que ilustra la necesidad de que haya dos para que se establezca la
comunicación : en un autobús en el que dos personas iban sentadas una al lado de otra pero sin
hablarse ni mirarse. Cuando uno de los dos empezó a hablar otros pasajeros se giraron para ver con
quién hablaba (search of conversational other) (1968:1088). También en un trabajo posterior alude a la
idea de la disponibilidad del interlocutor (también en 1968:1089) y habla del problema de la ausencia de
respuesta: en la conversación se necesita disponibilidad de los dos hablantes y que los dos actúen como
tales (2002:357).
528 Kerbrat-Orecchioni (2012:120-21).
529 Todos los tratamientos nominales tienen contenido apelativo. Aquí se han clasificado como
“llamadas de atención” los que tienen única o fundamentalmente esa función.
267
declaraciones amorosas, además de peticiones, preguntas, respuestas, reproches, órdenes,
explicaciones y en menor medida ofrecimientos, alabanzas y sugerencias.
Lo que se encuentra en los textos son estos comienzos in medias res, en los que los personajes
se saltan (o el autor obvia) el comienzo de la interacción con su ritual, y a los receptores de la
obra la conversación les llega ya iniciada. Se considera interesante estudiar estas secuencias
precisamente para analizar cómo se abren las conversaciones en el teatro y para valorar esta
ausencia de los rituales de apertura.
4.1.1.2.2. Presencia de tratamientos en los inicios de las interacciones530
Lo habitual al comienzo de una interacción, como se observa en el cuadro, es que los
personajes introduzcan tratamientos en este tipo de secuencias.
530 Se incluyen también las secuencias en las que se dan saludos.
531 Se registran los porcentajes de modificadores sobre el númerode tratamientos afectivos, no sobre el
total de intervenciones.
532 Abreviamos (I) para inicio absoluto y (F) para finales absolutos, frente a las versiones en minúscula
que se refieren a posiciones cercanas al inicio (i) o al final (f), con el tratamiento inserto entre las
primeras o últimas palabras de la unidad de interacción.
Tabla 42. Los tratamientos en relación con los inicios de las interacciones
SECUENCIAS DE INICIO DE LAS INTERACCIONES
Valores ilocutivos: llamadas de atención, declaraciones de amor, peticiones, preguntas, respuestas,
reproches, órdenes, explicaciones, ofrecimientos, sugerencias entre otros.
TRATAMIENTOS
- Funciones: organizativa, social
- Presencia: 79%
- Afectividad: 52%
- Rasgos de afectividad. Modificadores: 82% con posesivos y 42% con complementos531
- Lemas:
SEÑOR (39), NP (24), ALMA (2), AMOR (2), ENTRAÑAS (2), HERMANO (2), VIDA (2),
AMIGO, BIEN (1), CORAZÓN (1), DESEO (1), FLOR (1), ESTRELLA (1), HIDALGO (1),
GENTIL HOMBRE (1), MUJER (1), OJOS (1), PESAR (1), ROSA (1)
- Categorías: principalmente el deferencial SEÑOR y NP. Algún título (HIDALGO y GENTIL
HOMBRE), formas relacionales MUJER (cónyuge) y los de marcación de grupo (HERMANO, con un uso
afectivo no literal, y AMIGO). Como lemas afectivos los amorosos directos o indirectos ALMA, AMOR,
ENTRAÑAS, CORAZÓN y VIDA, OJOS, BIEN, ROSA, ESTRELLA y FLOR. Por otro lado el afectivo negativo
PESAR.
-Posición: inicial
Inicial (52) 83% [(I)35 (5cortos);(i) 17 (2 cortos)]532
Central (2) 3%
Final (9) 14% [todos (F) cortos]
268
Gráfica 58. Presencia de tratamientos en los inicios de la interacción
La presencia de estas formas en este tipo de secuencias se eleva a un 79%. Se trata de un
porcentaje muy alto, pues la frecuencia general de aparición de tratamientos en el corpus es
aproximadamente de un 36%. Esta alta frecuencia, de más del doble de lo habitual, tiene su
explicación precisamente en la función organizativa de los mismos: seleccionan al destinatario
y llaman su atención, haciéndole saber que el intercambio que acaba de comenzar se dirige a
él, por tanto obligándole a estar atento. De hecho, de todos los valores ilocutivos que
aparecen en estas secuencias, el más recurrente es la llamada de atención,533 como en el
ejemplo:
JULIÁN: ¡Costança Roiz amada! → COSTANÇA: Mi Julián, ¿qué mandáis? (pág. 206)
La alta frecuencia de tratamientos en el inicio de una conversación es obvia, pues el
tratamiento cumple la citada función de llamada de atención del destinatario, y, en caso de
que haya varios personajes en escena, selecciona al destinatario de entre ellos. Es el caso de
Pandulfo cuando va a hablar con Quincia en la escena VI, y ésta está con Boruca:
PANDULFO: Señora hermosa, ¿mandas que se haga más por tu servicio y desta señora?
(pág. 164)
y de Flérida cuando se dirige al desconocido caballero que está luchando con Primaleón
después de haberse dirigido a los dos a la vez:
FLÉRIDA: Y a vos, hidalgo estrangero, / pido por amor de mí, / sin engaño, / que vos
seáis el primero / que no queráis ver la fin / de este daño. (pág. 191)
Esta función organizativa de los tratamientos se ve muy bien en las llamadas de atención y
como forma de selección del destinatario en el plano intratextual, pero también le es útil al
receptor de la obra para ayudarle a identificar a los personajes que participan en la
interacción: este trabajo parte de que que también tienen una utilidad similar en una doble
533 Todos los tratamientos tienen un componente apelativo, pero hemos clasificado como de llamada de
atención los casos en que éste es el valor ilocutivo único o más importante.
INICIOS DE LA
INTERACCIÓN
79% 21%
Presencia de tratamientos en los
inicios de la interacción
Tratamientos Ø
269
dimensión534 ya que los tratamientos pueden constituir un mecanismo de reconocimiento de
los personajes para el receptor de la obra, lo que es especialmente útil si se trata de teatro
leído en público.535
En este sentido, también parece lógico que la posición preferida para los tratamientos en este
tipo de actos sea la inicial (83%), pues es al principio del turno de habla cuando se hace
necesaria la identificación de los interlocutores. De hecho, sólo en un 3% se da en posición
central, y cuando aparece el tratamiento en posición final siempre es en interacciones
cortas.536 Como es obvio, la posición final en las interacciones cortas no supone un problema
en cuanto a la selección del destinatario, porque inmediatamente se descubre quién es éste. Sí
lo podría ser en un parlamento largo en el que sólo al final se especifique cuál es el
interlocutor, pues el destinatario intencionado ha podido no ser consciente de que era el
receptor hasta el final, de forma que no haya atendido igual al mensaje que si se le hubiera
comunicado antes.
La elección del tratamiento no es aleatoria. En el primero Pandulfo adjetiva el señora con un
calificativo positivo, hermosa, lo que añade a su intervención un cumplido. Conociendo
además las intenciones de Pandulfo, se sabe que es estratégico. El hidalgo estrangero de
Flérida también dice algo más: como se ha visto le sirve a Flérida para seleccionar al noble de
entre todos los personajes que hay en escena y específicamente de entre los dos personajes a
los que se acaba de dirigir, a Primaleón y a él, además de como ayuda a los receptores de la
obra para seguir los diálogos.
Los tratamientos suelen introducirse en posición inicial, si no absoluta, entre las primeras
palabras del turno, sólo tras interjecciones expresivas como o (`oh´) y ay, y con interjecciones
apelativas537 como ce.538
Son pocos los casos en los que no se utiliza ningún tratamiento al principio de la interacción
entre dos personajes. Esto sucede con Don Duardos, al final de la obra cuando se presenta en
la corte vestido de príncipe y se dirige a Flérida:
DUARDOS: ¡Oh, quán poquito servicio / es poner por vos la vida! (pág. 255),
pero unos versos más tarde sí dirigirá a a Flérida un alta infanta. A través de ello ratifica a
Flérida como destinataria de sus palabras, pero también, en la doble dimensión que
caracteriza los textos teatrales, informa al receptor de la obra.
Ocurre lo mismo con Plácida hacia Vitoriano, que en un soliloquio le dirige a Vitoriano varias
preguntas. La primera de ellas no contiene un tratamiento,
534 Sobre el “tropo comunicativo” que se da en el teatro se ha hablado en la introducción en 1.1 y
1.3.2.1.1. Kerbrat-Orecchioni comenta esta doble dimensión específica de los actos de habla en
2001:159-60.
535 Sobre cuestiones relacionadas con el posible formato de recepción intencionado de estas obras ver
introducción en el epígrafe que presenta el corpus, 1.4.
536 Como ya se ha indicado una nota previa en 4.1.1.2, Leech afirma que los turnos cortos favorecen la
posición final del vocativo.
537 Asociación de Academias de la lengua española (2010:2506 y ss).
538 Covarrubias 1611a define ce como “palabra con que llamamos, y hazemos detener al que va
delante”. (Consultado a través del NTLLE).
270
PLÁCIDA (in abs.): ¿Dónde estás? Ø (pág.295)
pero inmediatamente después sigue con otra pregunta:
PLÁCIDA (in abs.): ¿Di, Vitoriano, do vas? (pág. 295)
A ésta le siguen seis más, de las que la mitad contienen los tratamientos: mi dulce enamorado,
desamorado y nuevamente el nombre propio del protagonista de la Égloga.539
Caso diferente es el de Pandulfo y Palana, los cuales no se dirigen tratamientos en el primer
parlamento de la escena en la que se encuentran por una razón clara: tras la intervención de
Pandulfo que imita los golpes de la puerta al llamar a través de una onomatopeya540, la
respuesta de Palana de esta llamada de atención carece de tratamiento porque no sabe a
quién se está dirigiendo. En este ejemplo ni siquiera le sirve el tratamiento señor/señora, pues
tampoco sabe el sexo de quien está de detrás de la puerta.541
Se da otra situación en la que un personaje no tiene mucha información de la persona a la que
se dirige: se trata del ejemplo que se acaba de citar de Flérida a Duardos cuando todavía no
sabe quién es él y la única información que tiene es la que deduce de su vestimenta,
comportamiento y forma de hablar. En este caso, además de ser la primera interacción que
tienen los nobles en la obra, es la primera que tienen en su vida, porque se acaban de conocer.
De ahí la elección del tratamiento hidalgo estrangero, que emocionalmente no está marcado
afectivamente, como corresponde al comienzo de su relación y la falta de confianza y cercanía,
pero sí tiene contenido social, pues aporta información sobre el grupo social al que pertenece,
además de apuntar que es extranjero. En este sentido, el tratamiento le sirve a Gil Vicente
para caracterizar a través de Flérida al protagonista del que sabemos muy poco: acaba de
comenzar la obra y apenas se ha dado información al receptor de la obra sobre este personaje.
Gracias al tratamiento se sabe que el personaje es de alta escala social y además extranjero.542
La posición social es, precisamente en esta obra, uno de los temas fundamentales, con los que
se jugará a través del motivo del disfraz. Parece que el uso de los tratamientos ayuda a la
creación de este juego social.
El resto de ausencias de tratamiento (Ø) están en las de las cartas que se intercambian Darino
y Finoya en la Penitencia de amor. Se trata de cuatro cartas del noble y tres de respuesta de
Finoya en las que sólo una vez se introduce un tratamiento al inicio:
FINOYA (carta): Nunca pensé, Darino, que tu porfía alcançasse de mí ninguna […] (pág.
105)
539 Hay que recordar que se trata de interacciones in absentia en las que tanto la frecuencia como la
afectividad de los tratamientos se eleva.
540 “Ta ta ta”, se trata de una onomatopeya común para el golpeo de la puerta que recoge el DRAE en
línea (consulta diciembre 2014).
541 En la bibliografía se aconseja prescindir del tratamiento si no se tiene suficiente información para
elegir uno adecuado, como se ha señalado en nota en el apartado 1.3.2 (Zwicky1974:797 y Ervin-Tripp
1972:238). A estas ausencias intencionadas se les llama “zero forms” o “Ø” (Ervin-Tripp1992a:228) y
appellatif zero (Kerbrat-Orecchioni 1992:55).
542 En la introducción se hace referencia al tratamiento como forma de categorización de personajes en
el apartado que trata las funciones de los tratamientos; 1.3.2.1.3.
271
Esto constituye una ruptura de la costumbre epistolar de comenzar las cartas dirigiéndose al
receptor con un tratamiento, como explica Torquemada en el Manual de escribientes:
“los títulos, que son el prinçipio de las cartas y la primera cosa que en ellas ponemos y
escrevimos” (pág. 159),
“se pone el título encima de las cartas y razonamientos como luz por la que se entiende
a quien se escrive o con quien se habla” (pág. 150).
En las cartas de la Segunda Celestina Felides, Sigeril y Zambrán sí cumplen con la costumbre:
FELIDES (carta): «Señora mía, tu merecer y mi atrevimiento te darán a conoscer la pena
que a tu causa passo, […]» (pág. 251)
SIGERIL (carta): “Señora de mis entrañas, o templa tu hermosura o tu crueldad para
comigo” (pág. 298)
ZAMBRÁN (carta): «Xenora de mi coraçón, gualá, querer a ti como a me vida […]» (pág.
164)
Incluso la cumple la carta que Pandulfo escribe en nombre de Felides:
FELIDES [PANDULFO] (carta): «Señora de mis entrañas y amores […]» (pág. 365)
Todos los tratamientos elegidos para el comienzo de las cartas parten del lema no marcado
afectivamente SEÑOR.543 La costumbre dicta partir de un tratamiento deferencial, pero siempre
se acompaña del posesivo que le otorga el matiz afectivo propio del ámbito amoroso y que
recuerda al vasallaje del amor cortés. Los personajes de condición social baja acuden también
a la complementación combinando señora con lemas afectivos, pero no el noble Felides, que
se limita al señora mía, una vez más en un ejemplo de la cortesía como “represión” de lo físico
y lo emocional.
La afectividad de estas formas presenta un porcentaje que supera la media del corpus (44%).
543 Se han comentado las cartas de dos de los personajes en el capítulo sociolingüístico bajo el epígrafe
2.1.1.2.3.
272
Gráfica 59. Afectividad de los tratamientos en los inicios de la interacción
En la elección general de lemas al comienzo de las interacciones, a pesar de que los
tratamientos de categorías afectivas son más en cuanto a variedad, no lo son en número:
Lemas de categorías
neutras
Lemas usados
“afectivamente”
Lemas de categorías
afectivas
SEÑOR (39)
NP (24)
HIDALGO (1)
GENTIL HOMBRE (1)
MUJER (1)
HERMANO (2) ALMA (2)
AMOR (2)
ENTRAÑAS (2)
VIDA (2)
AMIGO (1)
BIEN (1)
CORAZÓN (1)
DESEO (1)
FLOR (1)
ESTRELLA (1)
OJOS (1)
PESAR (1)
ROSA (1)
78% 22%544
Tabla 43. Elección léxica de los tratamientos en los inicios de la interacción
El 78% de los tratamientos elegidos para iniciar una interacción corresponden a categorías no
marcadas afectivamente. Aquí se considera afectivo el lema HERMANO por el uso que tiene en
este caso, al igual que todos los hermano/hermana que aparecen en este corpus:545 no se trata
544 Sobre el total de tratamientos. Si se cuenta sólo en relación a los tratamientos afectivos para ver qué
índice representa en la creación de afectividad, el porentaje asciende a 55%.
545 Los tratamientos con el lema HERMANO se los dirigen Pandulfo y Quincia entre sí. También aparece
como posición relativa (término explicado en 1.3.2) por parte de Flugencia a Vitoriano y de Elicia a
Barrada.
Fuera del ámbito amoroso también encontramos hermanos como tratamientos en numerosas ocasiones
en las obras estudiadas entre compañeros: criados, soldados y prostitutas. (Sigeril y Pandulfo, Quincia y
Boruca, Pandulfo a Zambrán, Pandulfo a Boruca, Elicia y Areúsa).
INICIOS DE LA
INTERACCIÓN
52%
47%
Afectividad de los tratamientos en
los inicios de la interacción
Afectivo No afectivo
273
de parentesco real, sino de usos afectivos. En este caso es Pandulfo el que lo utiliza de forma
estratégica con Quincia, pues tiene intenciones de diverso tipo con ella y usa el tratamiento
como un mecanismo más de acercamiento, en este caso por su valor como marcador de
pertenencia de grupo 546
Por tanto la afectividad en muchos de los casos depende de los rasgos de afectividad sintáctica
además de la léxica:
Gráfica 60. Rasgos de afectividad de los tratamientos afectivos en los inicios de la interacción
El posesivo se demuestra también en este contexto como la muestra más recurrente de
afectividad en los tratamientos de este corpus.
Llama la atención la presencia muy elevada de tratamientos en los inicios de las interacciones
en todos los niveles sociales:
546 Ya se ha tratado en Hamad Zahonero (en prensa): “tratamiento relacional de parentesco no real,
pues no se trata de una relación fraternal, lo que permite intuir un uso afectivo. Este uso afectivo forma
parte de la estrategia persuasiva de Pandulfo a Quincia, a quien dirige hermana y hermana mía” Hay
que tener en cuenta que “Pandulfo tiene dos objetivos con Quincia : el “laboral” (conseguir su ayuda
hacer de intermediaria entre los amos de los dos) y el personal (tener relaciones sexuales con ella).” Ver
presentación de la pareja y la evolución de los personajes en el capítulo de la situación amorosa (3.1.6.3
y 3.2.1.2 respectivamente).
INICIOS DE LA INTERACCIÓN
42%
55%
82%
Rasgos de afectividad de los tratamientos
afectivos en los inicios de la interacción
CN Lema afectivo Posesivo
274
Gráfica 61. Presencia de tratamientos en los inicios de la interacción según grupo social
Sólo en uno de los casos baja, en la prostitución con el rufián: recordemos que en este ámbito
parte de la secuencia de inicio de la interacción se produce sin que uno de los personajes vea
al otro, por lo que se recurre al “apelativo cero”.
La afectividad en cuanto al origen social también está marcada:
Gráfica 62. Afectividad de los tratamientos en los inicios de la interacción según grupo social
Utilizan formas preferentemente afectivas los personajes de nivel alto y los de nivel bajo a
excepción del ámbito de la prostitución con clientes de origen bajo, entre los que el porcentaje
de afectividad es menor, y nulo entre la cortesana y el patricio urbano, igual que en el ámbito
asimétrico. Los rasgos de afectividad de los tratamientos afectivos en los tratamientos quedan
así:
ALTO ALTO. CortALTO/BAJO BAJO. No
Dep BAJO. Dep BAJO.
Prost-ruf BAJO.
Prost-clien
73%
100% 100%
82% 90%
40%
85%
27%
0% 0% 18%
10%
60%
15%
Presencia de tratamientos en los inicios de la interacción según
grupo social
Tratamientos Ø
ALTO ALTO. CortALTO/BAJO BAJO. No
Dep BAJO. Dep BAJO.
Prost-ruf BAJO.
Prost-clien
55%
0% 0%
56% 67%
50%
27%
45%
100% 100%
44%
33% 50%
73%
Afectividad de los tratamientos en los inicios de la interacción
según grupo social
Afectivo No afectivo
275
Gráfica 63. Rasgos de afectividad de los tratamientos afectivos en los inicios de la interacción según el origen social
Se comprueba que en estas secuencias la afectividad de los personajes de nivel alto se debe
fundamentalmente a la inclusión de posesivos, como se ha visto en el capítulo sociolingüístico.
La afectividad léxica en el resto de grupos es más elevada, a excepción del de la prostitución
con clientes de baja condición social, que coincide con el porcentaje del grupo de nivel social
superior.
Se observa una diferencia en la dirección del inicio de las interacciones: en general suelen ser
los hombres las que las inician, aunque en varios casos las mujeres también lo hacen (en el
23% de los casos). Por ejemplo en el contexto asimétrico, la mujer comienza la interacción
llamando a su supuesto inferior con el tratamiento que habitualmente se utilizaba con los
empleados, el NP. Algunas de las mujeres de procedencia social alta inician interacciones con
sus iguales (26%). Las del ámbito de la prostitución empiezan las interacciones en un tercio de
las interacciones (con los rufianes 33% y con los clientes de bajo nivel social 44%). La
cortesana, sin embargo, no inicia la única de las interacciones que protagoniza. Las criadas sólo
inician las interacciones en un 14% de las ocasiones, mientras que las esposas en ninguna
ocasión. Quizá se pueda establecer una relación con una cuestión de poder: en cuanto a la
situación asimétrica este poder es claro, como también lo parece el que detentan los hombres
casados con sus esposas.547 En el caso de la prostitución con los clientes la iniciativa en el
comienzo de la interacción casi se iguala con la de los hombres; quizá en este sentido sí se ve
547 En este sentido Rígano (2000:159) observa un fuerte cambio en la estructura de poder en los
matrimonios del XVI en las novelas de caballería del hombre hacia la mujer, aunque esta autora también
ve que antes del matrimonio son las mujeres las que tienen el poder. En este trabajo se ha visto que los
hombres como estrategia propia del discurso amoroso sitúan las mujeres en situación de poder, pero no
queda tan claro si realmente son ellas las que tienen el poder. Tampoco concuerdan las observaciones
del trabajo de Rígano en cuanto a la afectividad en los tratamientos por parte de las mujeres no casadas
y el presente corpus: ella afirma que en situación de noviazgo las mujeres presentan mayor afectividad y
solidaridad en sus tratamientos que los hombres, lo que se invierte una vez casados (2000:159).
25%
0% 0%
40% 58%
100%
33%
33%
0% 0%
60% 67%
100%
33%
100%
0% 0%
80%
67%
0%
67%
Rasgos de afectividad de los tratamientos afectivos en los inicios
de la interacción según el origen social
CN Lema afectivo Posesivo
276
un rasgo de estas mujeres como “encargadas del cortejo”, como se había sugerido, o al menos
interesadas en mantener la relación con el cliente.
La siguiente tabla muestra la afectividad léxica en estas secuencias según la procedencia social
de los personajes:
Nobles Cortesana No dep. Dependiente Prost-ruf. Prost-client. Alto/Bajo
Ø 6 4 2 1 3
SEÑOR 11 9 11 1 8
NP 6 10 2 1 4 1
HIDALGO 1
HOMBRE 1
MUJER 1
BIEN 1
ALMA 1 1
CORAZÓN 1
ENTRAÑAS 2
HERMANO 2
AMOR 2
VIDA 1 1
AMIGO 1
DESEO 1
ESTRELLA 1
FLOR 1
OJOS 1
PESAR 1
ROSA 1
Tabla 44. Elección léxica de los tratamientos en los inicios de la interacción según el origen social548
Al estudiar los lemas elegidos desde una perspectiva sociolingüística se descubre que los
personajes de origen social alto prefieren los tratamientos no marcados afectivamente para
este tipo de secuencias. Sólo utilizan lemas afectivos en tres ocasiones: mayor de mis bienes,
my alma y coraçón de mi alma. El primero de los casos corresponde a Himeneo en su primer
encuentro con Febea (pág. 203) que comienza declarando su amor, lo cual explica el
tratamiento afectivo. Los otros dos son de Darino a Finoya en momentos similares entre sí: en
ambos casos Darino se ha acercado a la casa de Finoya con intención de entrar en ella y llama
la atención de su amada con afectividad, quizá debida a que quiere persuadirle de que le abra
a puerta.
El resto de tratamientos que eligen los nobles corresponden al NP y a señor y señora, pero
estos últimos los acompañan de posesivos en un 64% de los casos, por lo que se convierten en
tratamientos afectivos propios del ámbito amoroso. También encontramos un título, hidalgo
estrangero, que dirige Flérida a Duardos en su primera interacción con el príncipe, cuando aún
no conoce su identidad.
548 Los tratamientos no marcados afectivamente aparecen sombreados.
277
La base léxica más numerosa, como es habitual, es SEÑOR: es el tratamiento deferente, pero
también el no marcado, por lo que se acude a él constantemente. El NP también tiene una alta
frecuencia en este tipo de secuencias y es el único que tiene presencia en todas las escalas
sociales. Se trata de un tratamiento muy útil porque identifica claramente al seleccionado. Es,
por este motivo, perfecto para este tipo de secuencias de inicio de las interacciones en las que
la selección se hace necesaria, además de la utilidad para el reconocimiento de los personajes
por parte del receptor de la obra.
Llama la atención que los lemas afectivos se dan casi exclusivamente en los estamentos
sociales bajos: los afectos o la expresión abierta de los afectos parece restringirse en las capas
más altas, como se ha visto; parece corresponder la cortesía con una represión de lo
emocional.
Sin embargo los lemas afectivos se dan en escasas ocasiones en el ámbito de la prostitución.
De hecho, los tratamientos que se encuentran entre prostitutas y rufianes o prostitutas y
clientes parecen de menor afectividad incluso que los de los personajes de procedencia social
alta:
pesar de tal, señora Sebastiana, ojos míos, señora, mi Sosia, señor, señor, Señora, señor
Crito
Salvo pesar de tal y ojos míos, los demás tratamientos parten del NP, SEÑOR o de
combinaciones de los dos. Además, sólo en un caso aparecen acompañados de posesivos, lo
que constituye el 22% del total. Se trata de un porcentaje muy bajo, especialmente si lo
comparamos con el 64% de utilización de posesivos en la misma situación entre personajes de
alto origen. Parece que el comportamiento de estos personajes del ámbito de la prostitución
con respecto a estas secuencias iniciativas de la interacción entre las parejas es, una vez más,
cercano a los usos de la capa social más alta, en este caso concreto incluso mayores.549
Pesar de tal es una forma de la descortesía, se trata de un tratamiento de afectividad negativa.
Éste lo utiliza Pandulfo al abrir la interacción con Palana, pues ya viene enfadado. Se trata de la
primera interacción entre estos personajes en la obra, pero ya tienen una relación laboral y
amorosa y sexual, por lo que entre ellos hay intimidad y confianza. Por otro lado, el
tratamiento ojos míos, el único afectivo y con posesivo que se da en este ámbito se lo dirige
Centurio a Areúsa. Los dos personajes llevan un rato juntos en escena cuando se abre la
interacción entre ellos, pero hasta ahora Areúsa sólo se ha dirigido a Celestina. Sin embargo,
muchas de las veces su destinatario indirecto es Centurio. Ésta es la primera interacción que se
dirigen directamente. En ella Areúsa lanza un reproche y un insulto sobre su apariencia física a
Centurio indirectamente, y éste reacciona dirigiendo a Areúsa este tratamiento afectivo para
549 La afectividad de los tratamientos en el ámbito de la prostitución con clientes tiene un 27% en este
tipo de secuencias frente a los personajes de nivel alto que cuentan con un 55%. Para este caso no se
cumplen las conclusiones de Hamad Zahonero (2015: 1436): “las mujeres son más productivas y
creativas, pero siempre se trata de mujeres de los estamentos bajos las que aportan riqueza al
repertorio de tratamientos. A este respecto, hay que tener en cuenta que es precisamente el entorno de
la prostitución el que más enriquece la variedad de este grupo” y “En este sentido, parece lógico que
sean los hombres más productivos y creativos en la elección de los tratamientos, así como las
prostitutas en comparación a mujeres de otros grupos sociales, pues son los «encargados» del cortejo”
(2015: 1438).
278
tranquilizarla y se defiende alegando que ella le ha elegido por sus cualidades y no por su
belleza:
CELESTINA: […] [(A Centurio)] y tú no le respondas ninguna cosa, que todo lo haze de celos
de tu tardança. [(A Areúsa)] ¿Has celos, Areúsa, de mí? → AREÚSA (a Centurio
indirectamente): Bonito es, pues, el rostro de ángel para haver celos. → CENTURIO:
Calla, ojos míos, que este jesto te paresce a ti como hecho de flores, que no te tengo por
de tan mal conoscimiento que bien sé que sabrás que virtudes vencen, que por mi
persona tomaste la toca más que por la listas; nunca pidas hermosura al cuerpo, cuando
no le falta la del ánimo y fortaleza. (pág. 229)
La posición preferida en estas secuencias de inicio de la interacción es la inicial. Esto, como
hemos visto, está relacionado con el valor de selección del destinatario (a nivel intratextual) y
funciona también en una doble dimensión como pista para que el receptor de la obra
reconozca a los personajes que comienzan su intervención:
Inicial absoluta (I) 35
Inicial (i) 17
Central (c) 2
Final (f) -
Final absoluta (F) 10
Tabla 45. Posiciones preferidas del tratamiento los inicios de la interacción
Como se observa, lo más habitual es la posición inicial, con tendencia a la inicial absoluta.
Además, todas las intervenciones en las que el tratamiento aparece al final de la interacción
son muy cortas, por lo que no afecta a la selección550 (y reconocimiento) de los participantes.
4.1.1.2.3. Descripción por actos ilocutivos
Hemos visto que lo habitual en las secuencias de inicio de interacción entre los personajes es
que estas intervenciones tengan otros valores ilocutivos. En este caso se encuentran varios
valores: llamadas de atención (15), declaraciones amorosas (18), peticiones (9), preguntas (8),
saludos (8), reproches (5), órdenes (5), explicaciones (5), respuestas (3), ofrecimientos (3),
aceptación (2), rechazo (1), agradecimiento (1), sugerencia (1), alabanza (1), secuencia
jactancosa (1), exclamación (1).
Se trata de una muestra que no es lo suficientemente extensa como para poder sacar
conclusiones definitivas, especialmente en los casos en los que sólo se cuenta con tres
ocurrencias o menos, pero se va a realizar un pequeño análisis cuyos resultados se podrán
contrastar con los análisis generales de los actos que se van a estudiar con más detalle
(peticiones, órdenes, declaraciones amorosas y alabanzas).
550 Ver nota en el epígrafe sobre los tratamientos en relación con los saludos 4.1.1.2.
279
Traverso551 habla de otros actos en las secuencias de inicio que pueden acompañar a los
saludos, pero también sustituirlos. La duda que queda es si estos casos son muestras de una
sustitución al inicio de las interacciones o simplemente es que los autores teatrales nos
presentan en la mayoría de los casos conversaciones ya iniciadas, como hemos sugerido,
ahorrándose reflejar el intercambio de actos rituales.
551 “Si l'échange de salutations est généralement central dans les ouvertures, d'autres actes peuvent
l'accompagner ou le remplacer selon les situations” Traverso (1999:65).
280
Tabla 46. Tratamientos empleados en los inicios de la interacción según sus valores ilocutivos
Llam.de at. (15) Declaración
(18)
Petición
(9)
Saludo
(8)
Pregunta
(8)
Reproche
(5)
Orden
(5)
Explicación
(5)
mi señora
Darino
My alma
Darino
coraçón de mi
alma
mi señora
Águeda de
Toruégano
Costança Roiz
amada
Mi Julián
señora muger
Costança Roiz
Señor
señora de mis
entrañas y de mi
vida
Doresta, señora
mía
pesar de tal
señor Tristán
señora mía
mayor de mis
bienes
Finoya
Darino
señora
Señora mía
Flugencia mía, mi
señora y mi
desseo
Maimonda
estrela mía;
Maimonda, frol
del mundo; rosa
pura
Doresta, señora
mía
Señora
Señora de mi
alma
Hermana mía
Xenora de mi
coraçón
hidalgo
estrangero
Costança Roiz
señora
Señora de mis
entrañas
Señora mía
señora
Sebastiana
señor
señor Tristán
Señora
Flugencia
mía, mi
señora y mi
desseo
señora de
mis
secretos,
por tanto la
muy
hermosa
Doresta
señora
hermosa
señora
señora
hermosa
gentil
hombre
Doresta,
señora mía
mi señora
Darino
Vitoriano
Plácida, mi
señora
mi amor
señora
Bárbara
señor
Darino
amigo
don traidor
señor
Costança Roiz
señora
Julián
Finoya
Darino
Señor Felides
señor
Gerónimo
Respuestas
(5)
Ofrecimiento
(3)
Aceptación
(2)
Rechazo
(2)
Agradece
(1)
Sugiere
(1)
Alaba
(1)
Sec. jactanciosa
(1)
Exclama
(1)
Darino
Mi Julián
señora de mis
entrañas y de
mi vida
señor mío
mi amor
Mi señora
Polandria
Señora hermosa
Señora Elicia
Señora
Señor - mi señora Señora Señora
Quincia Hermana señora
Bárbara
281
Tabla 47. Características de los tratamientos en los inicios de la interacción según sus valores ilocutivos
Tratamiento
/Acto
Llam.de at.
(16)
Declaración
(18)
Petición
(9)
Pregunta
(8)
Saludo
(8)
Reproche
(5)
Orden
(5)
Explicación
(5)
Respuesta
(3)
Ofrecimiento
(3)
Aceptación
(2)
Rechazo
(2)
Agradece
(1)
Sugiere
(1)
Alaba
(1)
Sec. Jactanc.
(1)
Exclama
(1)
Presencia
93%
72%
(80% en
llam. at.)
100% 63%
100%
60% 80% 80% 100% 100% 100% 0% 100%
No afectivos
7 4 6 4 2 2 3 4 1 1 2 - 0 1 1 0 1
Afectivos 9 9 2 3 5 2 1 0 5 2 0 - 1 0 0 1 0
Complement
20% 28% 22% 33% 63% 0% 0% 0% 50% 33% 0% - 0 0 0 0 0
Posesivos
40% 33% 22% 0% 38% 0% 20% 0% 100% 33% 0% - 1 0 0 0 0
Lemas
afectivos
4 5 1 1 2 2 0 0 3 0 0 - 0 0 0 1 0
Posición
Inicial
(10)
Final (4)
Inicial Inicial (8)
Final (1)
Inic. (2)
Fin. (3)
Inicial
(4)
Final
(4)
Inic. (3)
Fin. (3)
Inic. (3)
Fin. (1)
Inic. (2)
Centr.(1) Inicial Inicial Inicial - Inicial
Posición
Inicial
(10)
Final
(4)
Inicial
Inicial
(8)
Final
(1)
282
La frecuencia de aparición de los tratamientos nominales en los comienzos de las interacciones
es muy alta. Algunos de los valores ilocutivos parecen imponer la presencia de un tratamiento,
como es el caso de los saludos. Las secuencias que entrañan peticiones también parecen
preferir tratamientos, probablemente como estrategia para mitigar la imposición inherente de
las peticiones y como intento de ganar el favor del destinatario para que acepte cumplir la
petición, como se ha estudiado en otro trabajo.552
Uno de los niveles más bajos de presencia de tratamiento es el de las preguntas (63%). Sin
embargo, si analizamos de las preguntas aquellas que tienen también valor de llamada de
atención, como en el siguiente ejemplo, el porcentaje se eleva a 80%.
DARINO: ¿Estás ahí, mi señora? →FINOYA: ¿Eres tú, Darino? (pág. 107).
Esto también se debe a la función de selección, que en las llamadas de atención se hace más
evidente.
Por otra parte, resulta curioso que los inicios que presentan valores ilocutivos de aceptación
(de peticiones y ofrecimientos) y rechazo (de declaraciones amorosas y de órdenes), no
corresponden con lo que sería esperable y con lo que se ha observado en otros trabajos:553
que los rechazos requieran mecanismos de la cortesía para suavizar el conflicto que supone la
respuesta negativa, y que aludan a la utilización de tratamientos como acercamiento de este
tipo. Por otro lado se podría pensar que las aceptaciones, al ser la respuesta preferida554 de
peticiones y ofrecimientos, no necesitan de las citadas estrategias de la cortesía. Sin embargo,
lo que se encuentra en este pequeño corpus de inicios de la interacción es que son
precisamente las aceptaciones las que están acompañadas de tratamientos (100%), y los
rechazos no (0%).
Se podría cuestionar la comparabilidad de este grupo de aceptaciones y rechazos pues son la
respuesta a actos diferentes (petición, ofrecimiento, declaración y orden). Sin embargo se
considera que la reacción a estas estructuras diferentes es similar en tanto en cuanto generan
esta posible respuesta doble: la preferida (la aceptación) y la no preferida (el rechazo).
552 “En las peticiones la frecuencia de aparición de tratamientos es muy alta: 67%. Podemos entender
que los hablantes se sirven de los tratamientos como un mecanismo que por una parte mitiga la
imposición, y por otra intenta poner en buena disposición al destinatario para que cumpla la petición”.
Observamos que en este trabajo se consideró muy alta la frecuencia de tratamientos con un 67% frente
al 100% que tenemos aquí. Esto se debe a que la presencia del tratamiento aquí no sólo se debe a la
estrategia persuasiva sino también al hecho de encontrarse en el inicio de la interacción, lo que hace
que hace a la secuencia más proclive de incluir una designación al destinatario seleccionado (Hamad
Zahonero en prensa).
553 Hamad Zahonero (2015:1437): “en los actos de habla de respuesta del tipo aceptación o rechazo de
una petición, la frecuencia de aparición de un tratamiento nominal aumenta con el rechazo, que es una
respuesta más conflictiva que la aceptación; se hace patente la necesidad de atenuar el rechazo
mediante una estrategia de cortesía.”
554 Para una definición de las respuestas preferidas y no preferidas y bibliografía al respecto ver Kerbrat-
Orecchioni (1992:233 y ss).
283
Aunque el corpus es muy limitado, se considera interesante estudiar con más detalle estos
casos, para valorar también si la situación comunicativa, el origen sociolingüístico o factores
organizativos pueden afectar a esto.
Aceptaciones:
[FLÉRIDA: Y a vos, hidalgo estrangero, / pido por amor de mí, / sin engaño, / que vos
seáis el primero / que no queráis ver la fin / de este daño. / →] DUARDOS (Corte,
desconocido): Señora, luego sin falla, (pág. 191) [acepta petición]
[FELIDES: Mi señora Polandria, para tomar la possessión de mi remedio ¿dasme licencia,
pues […] →] POLANDRIA: Señor, yo rescibo […] (pág. 568) [acepta ofrecimiento]
Rechazos:
[CAMILOTE: ¡Oh, Maimonda, estrela mía! / ¡Oh, Maimonda, frol del mundo! / ¡Oh, rosa
pura! / Vos sois claridad del día […]→]] MAIMONDA: Todo loor es hastío Ø […] (pág. 192)
[rechaza declaración]
[GRAJALES: Señora, comamos y bevamos, que no sabe hombre quién le quiere bien o
quién le quiere mal, porque ya sabes que oveja que mucho vala, poco mama; y pues ya
tienes hecha la salva, dame acá ese jarro, que quiero yo beverte los escamochos. →]
AREÚSA: No te los arrendaría yo Ø (pág. 420) [rechaza orden]
Estos ejemplos son todos respuestas del inicio de la interacción, con lo cual la presencia del
tratamiento no se hace tan necesaria como lo es en el primer turno, en el que el tratamiento
también marca el cambio de interlocutor en las escenas. Los dos personajes que aceptan
añaden un tratamiento y los que rechazan no lo añaden en contra de lo esperable, pues son
las respuestas no preferidas. Sin embargo, coincide que los personajes que sí se sirven de un
tratamiento son de origen social alto y los que no, pertenecen a las capas bajas; el tratamiento
es un mecanismo cortés per se. Además de una diferencia social en cuanto a la frecuencia de
uso de los tratamientos,555 están las preferencias idiosincrásicas de los personajes. Tanto
Maimonda como Areúsa tienden a utilizar menos tratamientos en sus interacciones con
Camilote y Grajales (3/16 y 2/10 respectivamente, lo que corresponde con un 19% y un 20% de
interacciones con tratamiento) frente a Polandria y Duardos que prefieren el uso de
tratamientos (21/30 y 8/13, es decir en un 70% y un 62%).
Como se observa en la tabla lo general es que la posición inicial sea la preferida. Sólo es mayor
el número de tratamientos al final de una intervención en las preguntas, y siempre son
intervenciones muy cortas que no comprometen el reconocimiento inmediato del detinatario
seleccionado. Se ha observado que si bien las llamadas de atención suelen albergar los
tratamientos al inicio de la intervención, en cuatro casos se da al final. De estos cuatro casos,
555 Para estas cuestiones se remite al capítulo sociolingüístico (2).
284
tres tienen forma de pregunta, por lo que habría que investigar si las preguntas prefieren la
colocación de los tratamientos al final.556
Los reproches y los saludos reparten sus tratamientos entre la posición inicial y la final. De
todas maneras, se recuerda que en estos casos hablamos de posiciones finales pero en
intervenciones cortas o muy cortas, lo que con seguridad cambiaría si se tratase de
intervenciones más largas.
En cuanto a las categorías de los lemas elegidos para estas secuencias se encuentra que las
formas no marcadas afectivamente son las más recurrentes en todos los casos menos en las
respuestas, que presentan los tratamientos con lemas afectivos mi amor y señora de mis
entrañas y de mi vida. Éstas además responden a intervenciones en las que se han empleado
tratamientos no marcados afectivamente sin complementación ni posesivos: Plácida y señor
respectivamente. Los saludos, llamadas de atención, declaraciones amorosas, peticiones,
reproches y órdenes también presentan algún tratamiento de categoría afectiva, pero siempre
en menor número que los de categorías no marcadas. Sólo superan el 30% de categorías
afectivas los tratamientos que aparecen en en las interacciones que se inician con valor
ilocutivo de declaración amorosa, lo cual se explica por la naturaleza misma de las
declaraciones.
Sin embargo, no son estos inicios de interacción con valor de declaración amorosa los que más
complementos y posesivos añaden a sus tratamientos como parecería lógico, sino las
respuestas y curiosamente los saludos.557 La tendencia general del resto de actos ilocutivos en
inicios de interacción es a no añadir complementos y posesivos a los tratamientos empleados
o a hacerlo en baja medida.
La conclusión general es que la inserción de tratamientos en este tipo de secuencias de inicio
de la interacción es muy elevada; se puede deducir que tienden a ser funcionales por su valor
organizativo.
4.1.1.2.3.1. Análisis detallado de algunos de los valores ilocutivos:
4.1.1.2.3.1.1. Llamadas de atención.
En el corpus en quince de las secuencias de inicio la llamada de atención se ha registrado como
el único valor ilocutivo. Estas secuencias suelen acompañarse de un tratamiento nominal
(93%). Los tratamientos en general siempre comportan un componente apelativo, y en las
secuencias de inicio este componente tiene especial relevancia, pues es el momento de
seleccionar al interlocutor y hacerle saber que el mensaje va dirigido a él y, en una segunda
dimensión, dar la pista al receptor de la obra de los personajes participantes. Los tratamientos
que aparecen en esta situación son:
556 En el presente corpus las preguntas que se realizan acompañadas de un tratamiento prefieren las
posiciones inicial y final en un 50% y un 42% respectivamente.
557 Se reitera que es preciso tener en cuenta el gran margen de error ya que sólo se documentan dos
respuestas en inicios de interacción en este corpus.
285
[alto] mi señora→ Darino, My alma→ Darino, coraçón de mi alma y mi señora,
[bajo: no dependientes] Águeda de Toruégano, Costança Roiz amada→ Mi Julián, señora
mujer, Costança Roiz
[bajo: dependientes] señor→ señora de mis entrañas y de mi vida, señor Pandulfo,
[bajo: rufianes/prostitutas] Ø→ Ø→ pesar de tal
El único caso que una llamada de atención al principio de una conversación no comienza con
un tratamiento es entre Pandulfo y Palana. Esto es así porque se trata del momento al que ya
se ha aludido en el que Pandulfo llama a la puerta de Palana y ésta no sabe quién hay detrás.
Por este motivo ni siquiera puede utilizar el tratamiento no marcado, que es el que con
probabilidad hubiera elegido si supiese que se trataba de un hombre o una mujer: señor o
señora respectivamente:558
PANDULFO: Ta, ta, ta. Ø → PALANA: ¿Quién está ahí? Ø → PANDULFO: Abre allá,
pesar de tal, que vengo dado al enemigo. (pág. 150)
El primer tratamiento que Pandulfo le dirige, pesar de tal, ya es indicativo del nivel de enfado
que tiene, como está avisando. Éste será el tono del encuentro entre los personajes.
Los tratamientos que se dan en este grupo de secuencias en las que se llama la atención del
interlocutor son principalmente neutros, siendo las categorías del NP (7) y SEÑOR (5), las más
frecuentes. Los posesivos aparecen casi en la mitad de los tratamientos (40%) y los
complementos del nombre en menor medida (20%).
Los tratamientos más afectivos son los de Darino (coraçón de mi alma) y Pandulfo (señora de
mis entrañas y de mi vida). En los dos momentos, los hombres han acudido a una cita con sus
amadas: Pandulfo a la primera en la que entra en la casa de Quincia y la última de Darino a
Finoya, justo antes de ser descubiertos. Pandulfo se declara “desesperado” ante Quincia por
temor a que no hubiera aparecido. Quizá estos tratamientos pasionales son una estrategia
para poner a sus amadas en predisposición para que les permitan entrar. De todas formas no
es exactamente la misma situación porque Pandulfo responde a una llamada de atención y
Darino la realiza.
En los casos en los que la llamada de atención coincide con un cambio de interlocutor, el
tratamiento elegido suele ser no marcado y define inequívocamente a la persona seleccionada,
pues el riesgo de confusión del interlocutor es mayor en estos casos en los que en un mismo
parlamento el hablante se está dirigiendo a más de un personaje. Así, los personajes no se
“pierden” en cuestiones afectivas, sino se rigen por la practicidad de utilizar apelativos
558 Como hace el bachiller en el paso de El Convidado fuera del contexto amoroso, donde hay otro
ejemplo de llamada a la puerta. De un lado está el caminante, que pregunta quién hay dentro y le
responde el bachiller primero sin tratamientos, después con vuessa merced y pasan a señor, el
tratamiento neutro (pág. 148). Moreno González (2002:44 y 2003:287) señala que el tratmiento
pronominal adecuado con desconocidos a falta de una percepción clara de la posición social del
interlocutor sería la forma cortés vos.
286
inequívocos, pues identifican a las interlocutoras por su nombre o por su papel: Águeda de
Toruégano, señora muger y Costança Roiz. En estos casos el valor funcional del tratamiento es
evidente.
Haverkate (1984:69) indica que la posición inicial está relacionada con la función apelativa.559
Sin embargo, las llamadas de atención suelen ser cortas, por lo que la tendencia a introducir
los tratamientos al principio del turno, como ocurre con otros inicios de la conversación, no es
tan acusada: se encuentra buena parte de los tratamientos en posición final.560 Por otro lado,
las llamadas de atención suelen incluir la designación en el primer miembro del par.561
4.1.1.2.3.1.2. Secuencias amorosas (declaraciones y alabanzas)
En los inicios de las conversaciones se dan un buen número de declaraciones amorosas,562 lo
que no sorprende por el ámbito en el que nos encontramos. El hecho de abrir una interacción
con una declaración de amor podría interpretarse como una suerte de captatio benevolentiae.
Traverso (1996:71) habla de los cumplidos, que están muy relacionados con las declaraciones
de amor y las alabanzas, y dice que pueden asumir diferentes funciones interaccionales: un
simple “regalo” verbal, un inicio o incluso una reparación.
Los inicios con valor ilocutivo de declaración amorosa también tienen una alta frecuencia de
uso de tratamientos (72%) hacia las mujeres: frente a 5 ausencias (Ø) se documenta señora
mía; mayor de mis bienes; Finoya; Darino; señora; Señora mía; Flugencia mía, mi señora y mi
desseo; Maimonda, estrela mía; Maimonda, frol del mundo; rosa pura; Doresta, señora mía;
Señora; Señora de mi alma; Hermana mía y Xenora de mi coraçón.
De ellos, un buen número son tratamientos afectivos, y los que no lo son la mayoría de las
veces se acompañan de posesivos y complementos que los convierten en tratamientos
afectivos. Esto parece lo esperable de un tipo de acto de habla que de por sí es afectivo.
559 Para él las llamadas de atención (“attention getting devices”), deberían escindirse del resto de
vocativos por no estar relacionados con la estructura interna del acto de habla. Sin embargo estas
formas sí parecen influir en la interpretación de los actos de habla, como en el ejemplo de Kerbrat-
Orecchioni 2012:100) “Papa, j´ai soif” como petición. En este corpus se ha registrado un caso parecido
entre Vitoriano y Flugencia donde la petición es muy indirecta y el tratamiento ayuda a la interpretación
de la misma, que se comentará al hilo de las peticiones en 4.3.1.1.
560 Se remite nuevamente a la cita en el epígrafe sobre los tratamientos en relación con los saludos
4.1.1.2.
561 Así lo señala Schegloff (1968:1080): para él las llamadas de atención (summons) se dan en el primer
miembro del par, “It is to be noted that a summons occurs as the first part of a two part sequence”. Por
otro lado hace una diferenciación sobre la llamada de atención y el tratamiento nominal, summons y
terms of address, según la posición: “When addressing, the positioning of a term of address is restricted.
It may occur at the beginning of an utterance ("Jim, where do you want to go?"), at the end of an
utterance ("What do you think, Mary?") or between clauses or phrases in an utter-ance ("Tell me, John,
how's Bill?"). As summons items, however, terms of address are positionally free within an utterance.
(This way of differentiating the usages has a "one-way" character; that is, it is determinative only when
an item occurs where terms of address [as nonsummons items] cannot.)” (1968:1080).
562 En el apartado dedicado a las secuencias amorosas se explicará con más detalle la definición de
declaración amorosa que se aplica para este trabajo (epígrafe 4.2).
287
Los más afectivos son los que Camilote dirige a Maimonda en un mismo turno, cuya
afectividad además se multiplica por la repetición:
CAMILOTE: ¡Oh, Maimonda, estrela mía! / ¡Oh, Maimonda, frol del mundo! / ¡Oh, rosa
pura! / Vos sois claridad del día […] (pág. 192).
La parodia está servida desde el momento en el que el Gil Vicente nos presenta a la amada de
este rústico, de quien además nos dice que es su “dama”, como o cume de toda a fealdade.
Esta exageración en la designación a su interlocutora tiene mucho que ver con el hecho de que
cumplen la función de personajes cómicos.
Se ha observado que cuando las declaraciones amorosas y las alabanzas se dan en el inicio de
la interacción, los tratamientos empleados tienden más al protocolo en cuanto a la elección de
lemas no afectivos, a la menor utilización de complementos y posesivos que cuando las
declaraciones se encuentran en el cuerpo de la conversación.
También, estos inicios con declaración amorosa son más afectivos que otros tipos de inicios.
Esto constituye una prueba más de que tanto la situación en la conversación como el acto de
habla influyen en la elección de los tratamientos.
En algunos casos el tratamiento es el que otorga un valor ilocutivo de declaración amorosa o
de alabanza añadido a la secuencia, que en este caso es un saludo:
TURPEDIO: Beso las manos, señora / de mis secretos, por tanto / la muy hermosa
Doresta (pág. 217).
También cumple esta función el tratamiento con el que Himeneo comienza la interacción y la
relación con Febea, pues es la primera vez que se ven:
HIMENEO: ¡O mayor de mis bienes! (pág. 203).
Los personajes que parecen prescindir con más frecuencia de tratamientos son los de
procedencia alta (Duardos y Darino), pero en este caso no hay grandes diferencias
sociolingüísticas en cuanto a la elección de los lemas; quizá los personajes de alta escala social
dirijan tratamientos algo más protocolarios que sólo engalanan con posesivos, mientras que
los personajes de clase baja también añaden complementos del nombre. Sigeril es una
excepción: produce el tratamiento menos marcado afectivamente de todos los de este grupo,
señora. Ya se ha visto que precisamente Sigeril y Poncia son los criados más cercanos a sus
amos y que imitan sus elecciones lingüísticas, al menos con respecto al uso de los
tratamientos.563 En este sentido este señora a secas no es más que el uso habitual de Sigeril
hacia su amada.564
563 En este trabajo en el capítulo sociolingüístico (2) y en Hamad Zahonero (2015:1432).
564 Sigeril siempre construye los tratamientos hacia Poncia con señora, sólo permitiéndose posesivos en
7 de 21 casos y complementos en 2. En un caso acompaña el señora con el NP.
288
4.1.1.2.3.1.3. Peticiones y órdenes
Las peticiones que se dan en inicio de conversaciones siempre se acompañan de un
tratamiento y los las bases léxicas utilizadas no están marcadas afectivamente, SEÑOR (7), NP
(2) e HIDALGO (1). Sólo en dos casos se da un posesivo o un complemento del nombre con el
tratamiento: señora de mis entrañas y señora mía, ambos de Sigeril hacia Poncia y en un
contexto de declaración amorosa, lo que explica que estas designaciones sean ligeramente
más afectivas que las demás del mismo tipo.
Los hablantes se sirven de los tratamientos como un mecanismo que por una parte mitiga la
imposición y por otra intenta poner en buena disposición al destinatario para que cumpla la
petición. Por ello, y por el carácter de inicio de conversación de estas secuencias, se entiende
que se dé un 100% de presencia de tratamientos. Sin embargo, es curioso que estas
designaciones no sean más afectivas por la elección de los lemas o por su modificación, como
ocurre con las peticiones.565
Blum-Kulka et al.: 1989 consideran los tratamientos, en su terminología alerters, como
captadores de atención. A nuestro juicio esta función que por supuesto está presente en los
tratamientos es quizá menos predominante en muchas de las peticiones que la función de
acercamiento como estrategia persuasiva. Para ello basta con tomar una de las parejas y
estudiar con detenimiento la frecuencia de uso de los tratamientos según si los personajes se
encuentran en un momento u otro de su relación, y según las intenciones de los hablantes.566
Siguiendo a estas investigadoras, también se encuentran enunciados de apoyo y modificadores
que intensifican la petición.567
También se dan otras formas que intensifican la fuerza impositiva, por ejemplo la forma por
amor de mí, que funciona como un enunciado de apoyo (Blum-Kulka et al.: 1989).
Estas peticiones también se acompañan de justificaciones:
AREÚSA: ¡Ah, señor, baxa acá!, que es ya venida mi tía. (pág. 418)
ELICIA: […] y señor Tristán, suplícote que te vengas para mí, que te quiero conoscer y
hablar. (pág. 382)
La petición que hace Sigeril en la cena XXXI se acompaña de varias estrategias:
SIGERIL: Señora mía, pues me heziste merced de me querer oír, suplícote que con tu
licencia tenga libertad, con la poca que a tu causa tengo, para te dezir mi pena. (pág.
412)
Por una parte con tu licencia es un enunciado de apoyo marcador de cortesía, pues se deja a la
voluntad del interlocutor, además de indicar inferioridad jerárquica.
565 Ver apartado sobre los tratamientos en las peticiones (4.3.1.1).
566 Para ello, ver el estudio detallado de Pandulfo y Quincia en el capítulo sobre la situación amorosa en
3.1.5.3.
567 Conceptos que se explicarán en el apartado de las peticiones en 4.3.1.
289
Otra de las estrategias que Sigeril emplea es la alusión a un precompromiso568 por parte de
Poncia: pues me heziste merced de me querer oír. Con ello intenta asegurar la respuesta
positiva.
Sabe Sigeril que Poncia es dura de convencer y que necesita estrategias de diverso tipo para
lograrlo, entre otras el uso de un tratamiento de mayor implicación afectiva. Sin embargo, y a
pesar de ello, esta vez la estrategia de Sigeril no resulta exitosa: Poncia no cede y rechaza la
petición.
Siguiendo la clasificación de formulación de peticiones de las mismas autoras, las estrategias
de realización más utilizadas en este grupo de peticiones en inicios de la conversación son a
través del modo verbal imperativo (56%) y los performativos (44%).
De otro lado, las órdenes, que se formulan en todos los casos en imperativo, casi siempre
llevan tratamientos (80%). Esta frecuencia tan alta sin duda se debe a la situación en inicio de
conversación, pues lo habitual es que las órdenes se formulen con menos tratamientos puesto
que se dan en contextos de enfado o en relaciones asimétricas de superior a inferior donde no
se hacen necesarias las estrategias de cortesía.569
Esto se ve muy bien en el ejemplo de petición en una pareja asimétrica de Flérida a su inferior
Julián/Duardos. En este caso no hay necesidad estratégica. Sin embargo, el tratamiento sí es
necesario ya que cubre la función de situar a los personajes; se trata de un comienzo de
escena, por lo que es preciso que Flérida comience su parlamento seleccionando a Julián
explícitamente:
FLÉRIDA: Julián, ve tú ahora / y cógeme una manzana. (pág. 248).
El único tratamiento afectivo tanto por la elección de la base léxica como por la aparición de
posesivos es ojos míos de Centurio a Areúsa en el momento ya comentado en que Centurio se
dirige a ella por primera vez en esta escena de forma directa, pues hasta ahora hablaban con
Celestina (y a través de ella, pues se dirigen a ella con la intención de que el otro les oiga de
forma indirecta). De hecho, este parlamento ya comentado surge como respuesta a un
reproche que Areúsa le ha lanzado indirectamente (a través de palabras dirigidas a Celestina,
pero con Centurio como destinatario intencionado). La afectividad del tratamiento puede
tener que ver con un intento de acercamiento que tiene Centurio para relajar a Areúsa.570
568 Blum Kulka et alii (1989).
569 Ver apartado de los tratamientos en relación a las órdenes (4.3.2.1).
570 AREÚSA (a Celestina y a Centurio indirectamente): Bonito es, pues, el rostro de ángel para haver
celos. → CENTURIO: Calla, ojos míos, que este jesto te paresce a ti como hecho de flores, que no te tengo
por de tan mal conoscimiento […] (pág. 229).
290
4.1.1.2.3.1.4. Reproches
Se dan cinco reproches al inicio de una interacción. Tres de ellos corresponden a los comienzos
de las cartas de Finoya a Darino, en los que la noble reprocha a su pretendiente que siga
inistiendo en intentar trabar amores con ella:
FINOYA (Carta): ¿Qué pensamiento es el que tienes? ¿Qué enpresa la que lievas? ¿Tu suzio
entendimiento a de yr contra mi limpia persona? No agradescas Ø […] (pág. 87)
FINOYA (Carta): Hasta quándo a de durar el grande engaño y poco Ø […] (pág.93)
FINOYA (Carta): Nunca pensé, Darino, que tu porfía alcançasse de mí ninguna […]
(pág.105)
Se ha visto que Darino y Finoya no siguen las convenciones epistolares, pues no inician sus
cartas con el encabezamiento. De hecho, el Darino de Finoya no se da como encabezamiento
sino una vez iniciada la carta, y es uno de los pocos tratamientos que se dan en ellas.
Similar es el reproche de Poncia a Sigeril: Sigeril le ha pedido a Poncia que le dé licencia para
“dezir su pena”, y Poncia le reprocha que ya se ha tomado la licencia:
SIGERIL: Señora mía, pues me heziste merced de me querer oír, suplícote que con tu
licencia tenga libertad, con la poca que a tu causa tengo, para te dezir mi pena. →
PONCIA: Paréceme, amigo, que […] (pág. 452)
Poncia y Sigeril han estado previamente con sus amos Polandria y Felides, y en el momento de
dejarlos solos Sigeril le ha pedido a Poncia que se vean ellos dos. Asistimos a esta nueva
interacción después de presenciar la de Polandria y Felides, por lo que es normal que los
personajes no se saluden, ya que se acaban de ver. Sin embargo sí parece necesario el
tratamiento, pues marca el cambio de escena. En esta ocasión elige señora mía. El amigo que
acompaña al reproche junto a otro que se da al comienzo de una larga explicación de Poncia
son los dos únicos tratamientos que la criada le dirige a lo largo de la cena XXXI, frente a los 13
señora de Sigeril (dos de ellos con posesivo). En general la criada emite escasísimos
tratamientos hacia Sigeril: sólo un tercero más en la última escena (señor Sigeril), frente a 16
ausencias de tratamiento.571 Este amigo parece haberlo empleado con la intención de rebajar
el tono o, más probablemente, de forma irónica.
El quinto reproche sale de la boca de Elicia. Elicia y Barrada se acaban de ver en la escena
anterior, en la que Barrada sube a pedirle a Elicia que baje a comer con todos. En este
momento Elicia le está reprochando que haya vuelto a subir.
ELICIA: ¡Jesús, señor! , ¿para qué subías acá? En mi vida vi hombre tan emportuno;
pensava yo que estava por ti el capón. (pág.507)
No es la primera interacción que se da entre los personajes ese día, pero el hecho de que
corresponda con el inicio de esta conversación y de la escena, favorece la aparición del
571 Sigeril le dirige a Poncia 21 tratamientos a Poncia y en 10 casos no le dirige ninguno (Ø).
291
tratamiento. Éste no está marcado afectivamente, como lo suelen ser los que Elicia dirige a
Barrada.572
4.1.1.2.3.2. Cambios de interlocutor
Es interesante fijarse en los casos en los que se dan estos cambios en una misma escena o
incluso en un mismo parlamento, pues en estas situaciones el tratamiento se hace necesario
ya que con él se selecciona al nuevo interlocutor.
Los tratamientos que aparecen son: mi señora, mi señora, Águeda de Toruégano, señora
muger, Costança Roiz, señora, Costança Roiz, amor mío; señora, vida mía, señor Tristán.
Sólo uno de estos tratamientos cuya función es principalmente organizativa es afectivo, y es el
que el hortelano Julián le dirige a su mujer cuando está hablando con Don Duardos:
JULIÁN: ¡Costança Roiz, amor mío! / ¡Ah, señora, vida mía! /→ COSTANÇA: ¿Qué me
queréis, señor mío? (vv. 1369-71)
Esta pareja se caracteriza por comportarse entre ellos de forma bastante afectiva, lo que
también se refleja en los tratamientos que se dirigen entre ellos.
En el resto de los casos siempre son tratamientos neutros como SEÑOR, NP o combinaciones de
ambos y una vez un señora combinado con un tratamiento que define el rol del interlocutor
con el hablante: MUJER (en el sentido de `cónyuge´), señora muger. En la mayoría de los casos
se prescinde incluso del posesivo típico de las relaciones amorosas que sí emplea Felides en
dos ocasiones: mi señora.
4.1.2. Despedidas
Si en el epígrafe anterior se han analizado los inicios de las conversación, aquí nos van a ocupar
los cierres. De los cierres se van a estudiar aquellos que incluyen una despedida.
Las despedidas también constituyen un acto muy ligado a la relación social, y es especialmente
delicado porque implica la separación de los hablantes y el cese, aunque sea de forma
temporal, de la relación social entre los interlocutores.573 Por ello, como en los saludos, las
lenguas ofrecen fórmulas estereotipadas que ayudan a los hablantes a “salir del paso” en estos
momentos delicados para las relaciones,574 y a llevarlas a cabo satisfactoriamente.
En este corpus se encuentran diferentes formulaciones de las despedidas. Las más frecuentes
son las que se han agrupado bajo el nombre de “religiosas”, pero también el besamanos está
muy presente. En menor medida se dan otro tipo de fórmulas como la petición de licencia para
572 Elicia a Barrada: señor (10) o gentil hombre (3) y Ø (18)
573 Firth (1972:7).
574 Kerbrat-Orecchioni (2001:110-11)
292
marcharse, la muy relacionada con esta última con vuestra merced, y un caso de Ve'n buen ora
que recuerda a los buenos deseos de las despedidas del primer grupo pero en la que no se
confían esos deseos a un ser celestial.
4.1.2.1. Formulación de las despedidas:575
Las formulaciones que se han llamado religiosas son las que Torquemada llama rogativas
(1994: 372). En ellas los hablantes expresan buenos deseos en los que encomiendan a sus
interlocutores a seres divinos. Estos deseos muchas veces se materializan en ir o quedarse con
los seres celestiales, Dios, los ángeles o la gracia de Dios, pero también se da el caso de que se
encomienda al diablo a un personaje como despedida en una situación de enfado. Otro deseo
recurrente en las despedidas es que Dios guarde o mantenga al interlocutor.
575 Aparecen en la tabla en gris las estructuras de despedida que no corresponden con la clasificación en
que aparecen.
Ir/Quedar en buen
hora
(2)
Ve'n buen ora Ø → A Dios Ø
Id con la gracia de Dios. Ø → Y con la vuestra quede yo para mi consolación Ø → Estad de buen
corazón, / que Dios por todos murió. Pues, señora, vos quedad mucho en buen hora
CON VUESTRA
MERCED
(2)
Con vuestra merced, señora.→ Señor, con vuestra merced
PETICIÓN DE
LICENCIA
(3)
Dadme licencia, señor […]→[…] dádmela vos a mí Ø […]→[…]→Démonos, señor, licencia
BESAMANOS
(8)
te beso las manos muchas vezes Ø
besando mil vezes Ø
tornando a besar tus manos Ø
besando tus manos Ø → CARTA
bexacá la mano de voxa merxé Ø → CARTA
bésote las manos
señora, bésote las manos […] → Dios vaya contigo. Ø […]
Beso vuessas altas manos divinales Ø
RELIGIOSAS
ir/quedarse con
Dios/los ángeles/el
diablo
(28+2)
Id con Dios Ø → Señora, quede con vos
señora mía, Dios quede contigo→ Señor mío, y contigo vaya
Señora mía, Dios quede contigo […] → Y vaya contigo, señor
Id con la gracia de Dios. Ø → Y con la vuestra quede yo para mi consolación Ø → Estad de buen
corazón, / que Dios por todos murió. Pues, señora, vos quedad mucho en buen hora
Ve'n buen ora Ø → A Dios Ø
te queda a Dios Ø → Señora […] y con Él vayas Ø
los ángeles vayan contigo Ø → Y a ti guarden, gentil hombre
Señor […] y que vayas con Dios Ø […]→ Y la gracia de Dios quede contigo. Ø →Y
[contigo vaya, gentil hombre.
Amores de mi alma […] Y los ángeles queden contigo Ø → Y contigo vayan, señor
[…] los ángeles queden contigo Ø → Y contigo vayan, señor
[…] y quédate con Dios Ø → Contigo, señor, vaya
[…] vete con Dios Ø → […] y queda, mi alma, con Dios. […]
señora, bésote las manos […] → Dios vaya contigo. Ø […]
Quédate adiós, Julián → Yo, señora, no me quedo; también va
DESEO PARA MAL:
Andar con el diabro Ø […]
[…] andar con el diabro Ø
Tabla 48. La formulación de las despedidas
293
A veces en la despedida se desea que el destinatario quede a Dios o simplemente se le dice a
Dios. Otro de los deseos, aunque ya sin intervención de los seres celestiales, es que el
interlocutor vaya o quede en buena hora.
Como respuesta el interlocutor expresa el deseo de que guarden al primer hablante o con él
queden o vayan: se trata de la respuesta simétrica (o segundo miembro del par en los
términos de Análisis de la conversación). Estas fórmulas con connotaciones religiosas sugieren
el refuerzo de la relación social proyectando la relación entre los interlocutores de forma
conceptual más allá del momento presente al desear buena fortuna para el futuro (Firth
1972:17). El investigador recuerda que en tiempos anteriores en los que la fe era más fuerte (y
estaba más presente en el día a día), “estas fórmulas reflejaban una virtud casi mágica
asociada a la fórmula religiosa”. (1972:17)
Estas fórmulas son también frecuentes en otras lenguas.576 En la Segunda Celestina constituye
la despedida por excelencia junto con el besamanos, pero también se da en el corpus en Don
Duardos, la Comedia Himenea y de los Pasos.
La expresión en buena hora como fórmula de despedida se documenta en el CORDE en la
época contemporánea al corpus en el teatro. Algunas de las ocurrencias corresponden a actos
rituales de inicio577, pero muchos otros a despedidas. En ellas esta fórmula se construye con
andar/ir/quedar y se alterna la aparición de en buen hora y en buena hora. La fórmula se da
combinada con quedad a Dios o Vaya con Dios como respuestas a la despedida. Sin embargo
hay que tener en cuenta que aparece sólo en ciertas obras: Tebaida, Los engañados, la Medora
y los Pasos, salvo la primera que es anónima, todas de Lope de Rueda. Se podría sospechar una
preferencia de este autor para esta expresión que quizá no refleje el uso en la sociedad; sin
embargo Guevara nos avisa de que se trata una fórmula frecuente entre aldeanos y
plebeyos.578
La fómula con Dios aparece en el CORDE asociada a los verbos ir, quedar y andar (por orden de
frecuencia: hay muchas ocurrencias con ir, bastante con quedar y algunas con andar. El autor
que más usa estas fórmulas en sus obras es Juan Rodríguez Florián en su Florinea, pero
también se dan con frecuencia en los Pasos y las comedias de Lope Rueda Medora y Los
engañados, así como en Timoneda (Comedia llamada Cornelia y dos traducciones de Plauto:
Anfitrión y la Comedia de los Menemnos) y la Celestina.
Siguiendo con las despedidas religiosas encontramos que las fórmulas que contienen a Dios
corresponden en la mayoría de los casos a combinaciones con quedar, pero también se
576 Entre ellas el árabe. Firth alude al inglés God be with you/ye y al francés adieu (1972:17). Traverso y
Kerbrat (2001:180) se refieren a las bendiciones y actos de gracia del árabe. Sería interesante realizar
una investigación sobre la existencia y frecuencia de este tipo de actos en otras lenguas románicas en la
época con el fin de valorar si pudo darse una influencia del árabe en forma de calco pragmático en el
español.
577 “Vengas por cierto muy en buenhora”, “Vengas, paje, en buenhora”, “En buenahora vengáis”, “En
buenhora seas venido” entre otros.
578 Guevara (1952:51)
294
encuentran sin combinación con verbo como en nuestro corpus en autores diferentes.579
Encontramos también otra combinación con encomendar.580
La fórmula que funciona como una petición de permiso al interlocutor para marcharse, dar
licencia, se ha especializado para funcionar como despedida.
En una búsqueda en el CORDE581 se comprueba que en la época contemporánea al corpus
(1499-1564) en el género teatral se dan varios casos582 (12) de esta expresión como fórmula de
despedida. En algunos de ellos aparece explicitado que es “para partir” para lo que se pide
licencia,583 y en otros también se hace referencia pero de forma menos directa al partir con
expresiones del tipo “dame licencia y me voy”.584 En el resto de casos no se hace referencia al
partir ni indirectamente, pero los personajes entienden que se trata de una despedida, por lo
que se entiende que está lexicalizado.585
En el CORDE aparecen ocurrencias de dame y dadme licencia en el XVI y hasta mediados del
XVII; si aparecen sin más explicación de para qué debe ser la licencia, suelen ser despedidas.
En el siguiente ejemplo Flérida parece responder a la despedida con una bendición de que se
marche después de que Duardos haya iniciado la despedida.
DUARDOS (Julián): Beso vuessas altas manos / divinales. Ø / FLÉRIDA: Vete con la
bendición / a comer cebolla cruda, / tu manjar. Ø (pág. 215)
Nótese aquí que Flérida, en posición de poder, le otorga a Julián/Duardos la bendición de
marcharse. Además, aunque la formulación de la despedida haya sido de él, no ha sido
iniciativa suya la de cortar la interacción y separarse: momentos antes Flérida le ha dicho
“Anda, vete agasajar / con tus padres y hermanos”.
Del mismo tipo de las formas con dar liciencia es la formulación con vuestra merced. En el
CORDE en una búsqueda para este periodo y para el género teatral no aparece la expresión de
con vuestra merced como despedida. Sin embargo al buscarlo sin restricción de género sí
aparecen documentaciones en este mismo periodo.586
579 Rodríguez Florián y Lope de Rueda. También se han encontrado “Dios quede contigo”/”los dioses
queden contigo” y “dios vaya contigo” en Florián, Rojas y Timoneda.
580 “Y encomendándote a Dios, me voy” en Rodríguez Florián y “A Dios te encomiendo” en Timoneda.
581 Búsqueda en enero de 2014.
582 Se trata de 12 casos de 28 documentaciones de la fórmula. Hay que tener en cuenta que la mayoría
de los casos a los que nos referimos son del mismo autor, Juan Rodríguez Florián, pero también aparece
en otros autores como Rojas en la Celestina y Lope de Rueda en Los engañados.
583 “me da licencia para me yr” en la Comedia Florinea.
584 “dame licencia; yré a tomar algunas armas”, “me da licencia e yré por unas horas” y “me dad licencia
[e] yréme”, todos ejemplos de la Comedia Florinea.
585 Dos siglos más tarde Autoridades 1734 define licenciar como “despedir dando licencia”.
586 Aparecen: Guevara comentando la fórmula de despedida en la epístola ya citada, “Sea el Espíritu
Santo y su gracia con vuestra merced” y “Sea el Espíritu Santo siempre con vuestra merced” en cartas de
Santa Teresa, “Dios quede con vuestra merced” en una crónica fechada en 1560. También refleja el
295
Por otra parte se encuentra otra forma de realizar una despedida: besar la mano, o al menos
decir que se besa la mano del interlocutor.587 Se trata de una despedida también frecuente en
textos escritos. En las Cartas de Indias588 aparece esta formulación en innumerables ocasiones
tanto como petición de saludo de parte del escritor a conocidos del destinatario,589
funcionando como despedida y cierre de la carta.590
En una búsqueda en CORDE del besamanos591 en documentos teatrales de entre 1499 y 1564
se dan las expresiones beso las manos (y también en dos ocasiones besos tus manos) sólo en
doce casos en cinco documentos. En la mayoría de ellos el besamanos cuenta como despedida
salvo en algún caso en que aparece como agradecimiento.
Como respuesta al besamanos en algún ejemplo del CORDE se encuentra la misma que entre
Barrada y Elicia en el corpus: Dios vaya contigo.
Se ha observado que en el corpus hay una diferencia llamativa con respecto a la frecuencia de
aparición de despedidas según la obra: frente a la Segunda Celestina en la que los personajes
muchas veces se despiden, otras obras sólo cuentan con tres despedidas (Himenea) y dos en
Plácida y Vitoriano, Duardos y los Pasos. En la Penitencia de amor no se da ni una despedida.592
CORDE el ejemplo del corpus de Plácida y Vitoriano, así como un caso que se da en una cancón de
Canarín en la Segunda Celestina. (Búsqueda en enero 2014).
587 Torquemada explica que se trata de una expresión, “Que si bien consideramos lo que dezimos, es
muy gran necedad dezirlo, mentiendo a cada paso, pues que nunca las besamos ni besaríarnos, aunque
aquél a quien saludamos lo quisiese”. En este coloquio Albanio explica a Antonio que no es costumbre
hacer el acto de besar las manos además de decirlo, como sí se hace con emperadores, reyes, señores,
obispos y prelados (1994:375).
¿En algún momento se llegó a besar las manos físicamente cuando el saludo era cara a cara? El
diccionario de Autoridades explica en 1726 que se trata de una locución expresiva que se da de dos
maneras: “por escrito se especifica y declara con las palabras dichas […] y si es personalmente, el modo
es extender uno su mano hacia el otro, y luego volverla para sí y besarla”. El mismo diccionario unos
años más tarde, en 1770, recoge como acepción de besamanos la versión “física” del saludo: “Modo de
saludar a alguna persona tocando o acercando la mano derecha a la boca y apartándola de ella una o
más veces. Úsase regularmente entre personas de una misma clase o que se tratan con confianza”. Pero
en el mismo diccionario besar la mano se explica como “Expresión de que se usa de palabra y por escrito
en señal de urbanidad”. Sin embargo en el CORDE deja de aparecer a partir de mediados del XVII.
[Tomado de NTLLE, enero 2014]. Firth habla del gesto del besamanos y del sustituto verbal para el gesto
(1972:26).
588 Se ha partido de la transcripción de las cartas de Fernández Alcaide (2009).
589 Fernández Alcaide (2009): Carta 2: “a my padre y madre σy son bibos les beso las manos y a mis
hermanos y a pº σanchez”.
590 Fernández Alcaide (2009): carta 15: “yos beso las manos”.
591 Búsqueda noviembre de 2014.
592 Sería necesario contrastar esta información con el número de cierres de la interacción que se da en
cada una de las obras.
296
4.1.2.2. Los tratamientos en relación con las despedidas
La presencia de los tratamientos en las despedidas se diferencia mucho de la de los saludos, a los que
siempre acompaña un tratamiento, e incluso de los inicios de las interacciones, en los que en un 79%
de los casos se introduce un tratamiento en el parlamento que abre la conversación.
Gráfica 64. Presencia de tratamientos en las despedidas
En las despedidas sólo hay tratamientos en un 51%, lo que supera la media habitual en el corpus
(36%), pero supone una bajada considerable en comparación con el acto ritual de inicio de la
interacción. Esta diferencia puede responder a algo que no está presente en las despedidas: la
necesidad organizativa de los inicios en la que casi se impone la aparición del tratamiento como
seleccionador del destinatario tanto desde un punto de vista intratextual, así como su utilidad para el
DESPEDIDAS
51%
49%
Presencia de tratamientos en las
despedidas
Tratamientos Ø
TRATAMIENTOS
- Funciones: social
- Presencia: 51%
- Afectividad: 17%
- Rasgos de afectividad. Modificadores: 80% de posesivos y 20% con complementos.
- Lemas: SEÑOR (15), NP (1), GENTIL HOMBRE (2), AMOR>ALMA(1)
- Categorías: deferenciales SEÑOR, GENTIL HOMBRE, el NP. (Los amorosos ALMA y AMOR se
encuentran en los preliminares y no en la despedida propiamente dicha)
- Posición: preferencia hacia el inicio
Inicial (16) (I:9 [2 cortos], i:7) 63%
Central (2) 5%
Final (8) (todos cortos) 32%
Tabla 49. Los tratamientos en relación con las despedidas
297
receptor de la obra para identificar a los personajes que forman parte de esa nueva interacción que
se abre. Estos tratamientos muchas veces marcan, además, un cambio de escena.
Sin embargo, si atendemos a la aparición de tratamientos en las secuencias completas de despedidas
(es decir, Id con Dios Ø → Señora, quede con vos) y no en cada una de las despedidas
independientemente (contando los dos miembros de este par adyacente de forma independiente),
descubrimos que en un 70% aproximadamente hay al menos un tratamiento en la secuencia frente al
casi 30% de secuencias de despedidas sin ningún tratamiento.
La función de los tratamientos en este tipo de secuencias es más social que organizativa. La
despedida en sí es un cierre pero no necesita ayudarse del tratamiento como sí hacen los saludos por
razones de selección del destinatario, pues en este momento de la conversación la selección es
innecesaria. El tratamiento en las despedidas cumple fundamentalmente un papel relacional, de la
misma manera que las rutinas conversacionales a las que acompañan.
La afectividad de estos tratamientos es muy baja:
Gráfica 65. Afectividad de los tratamientos en las despedidas
De nuevo la diferencia con los saludos (incluso con los inicios de la interacción) es alta (67% y 52% de
afectividad respectivamente). Parece que este tipo de secuencias, independientemente del nivel
social,593 se rige por unas convenciones quizá más protocolarias.
Los pocos rasgos de afectividad que se dan en el corpus en este tipo de secuencias son posesivos y
algún lema afectivo:
593 Los niveles de afectividad en las despedidas los registran el gurpo de mayor escala social (33%), y el de la
prostitución con clientes (25%). Sólo se registra afectividad en un grupo más: el de los criados, en un porcentaje
mucho menor, 10%.
DESPEDIDAS
17%
83%
Afectividad de los tratamientos
en las despedidas
Afectivo No afectivo
298
Gráfica 66. Rasgos de afectividad de los tratamientos afectivos en las despedidas
En el gráfico se muestra el porcentaje de posesivos y lemas afectivos con respecto a los tratamientos
afectivos, pero el porcentaje con respecto al número de intervenciones en este tipo de secuencias es
del 9% y un 3% de CN.
La modificación de los tratamientos tiene una baja implicación afectiva: sólo se documentan en estas
secuencias los posesivos en un 9%: están presentes en los señor mío/señora mía, propios del ámbito
amoroso, además de en el tratamiento afectivo situado en la parte preliminar de la secuencia que
hemos visto.
La complementación sólo se hace presente en el 3% de las despedidas, y cuando lo hace es sólo en
secuencias preliminares. Todo ello lleva a pensar que el uso del tratamiento en estos casos también
está estereotipado, y no da lugar a mucha creatividad en la producción.
En cuanto a la elección léxica y categorial del tratamiento que se inserta en las secuencias de
despedidas, en las despedidas hay una tendencia a la utilización de formas no marcadas
afectivamente:
señor/señora (15)
NP (1)
gentil hombre (2)
mi alma (1).
Son los tratamientos deferenciales y el nombre propio los que se prefieren frente a los tratamientos
afectivos, que sólo se dan en un caso en despedidas propiamente dichas, es decir en el 5% de los
casos, frente a los saludos en los que el porcentaje se dobla.
En las secuencias preliminares, entre varios señor y señora, se da un tratamiento mucho más
afectivo. No sólo consta de un lema afectivo, sino que se construye con un complemento y un
posesivo: amores de mi alma.
DESPEDIDAS
20%
40%
80%
Rasgos de afectividad de los
tratamientos afectivos en las
despedidas
CN Lema afectivo Posesivo
299
PANDULFO: Amores de mi alma, harto se me haze a mí mal de apartarme de ti. He aquí la carta,
y mañana, cuando me dieres la respuesta, daremos forma en tornarnos a ver. Y los ángeles
queden contigo, y abre passo la puerta. Ø → QUINCIA: Y contigo vayan, señor. (pág. 217)
La secuencia de cierre de la interacción comienza cuando unos parlamentos antes de la formulación
de la despedida Pandulfo expresa su intención de partir. Quincia le pide que se quede y Pandulfo
acepta la petición. En esta escena Pandulfo ya ha conseguido dos cosas: acostarse con Quincia
después de haberse casado en secreto y la promesa de que le hará un favor comprometido por el
que podría perder su trabajo. En este momento vuelve a intentar tener relaciones sexuales con ella, y
esta vez Quincia le pide que se vaya. Es a esta petición a la que Pandulfo responde con este “harto se
me haze a mí mal de apartarme de ti” acompañado del tratamiento afectivo. Con ella Pandulfo
consigue un acercamiento, pues se protege ante un posible reproche en cuanto a marcharse una vez
ha conseguido lo que pretendía, tanto en cuanto al compromiso de llevar a cabo un encargo
comprometido para ella como al casamiento y la relación sexual. No hay que olvidar que el
casamiento le ha permitido este encuentro sexual y le permitirá sucesivos encuentros siendo ya su
mujer, por lo que podrá hacerlo “sin ofender a Dios”, como revelará al receptor de la obra en su
monólogo una vez que se marche. Por este motivo se explica el nivel de afectividad de este
tratamiento, que poco tiene que ver con la ausencia de afectividad predominante de las despedidas.
Las despedidas en sí, por tanto, son esencialmente no afectivas, respondiendo quizá a una
convención protocolaria. Carecen de la función organizativa de selección de los saludos y tampoco se
da en ellas una necesidad de acercamiento estratégico como ocurre con otras secuencias como las
peticiones: por eso los tratamientos que acompañan a las despedidas no son tan frecuentes ni están
marcados afectivamente.
En cuanto a la posición del tratamiento con respecto a la fórmula de despedida, lo habitual es que
aparezca junto a ella, sea antes (62%), inmediatamente después de la despedida (31%) y en muy
pocos casos en posición central (5%). Parece que en este corpus no se mantiene la preferencia por la
colocación del tratamiento como cierre que se había observado en otros trabajos594. Ésta afectaba
tanto en la posición del mismo en la formulación de la despedida como en cuanto al par de la
despedida, en la que se había observado una tendencia a la presencia del tratamiento en la segunda
parte del par. Aquí esta preferencia sí se da, pues se encuentra preferentemente el tratamiento hacia
el final en la segunda parte del par, pero en la posición con respecto a la despedida dentro de la
intrevención los datos cambia: la preferencia es hacia el inicio. De hecho, la mayoría de los
tratamientos en posición final que completan las despedidas son interacciones cortas, lo que como
se ha visto favorece la inclusión del tratamiento al final. Sin embargo no todas las interacciones
cortas muestran esta posición del tratamiento: en dos casos aparecen con el tratamiento en inicio
absoluto y en otro caso en posición central (en este último caso en una interacción muy corta).
594 En el corpus estudiado en Hamad Zahonero (en prensa) la preferencia es hacia el cierre: posición inicial (1),
central (3), final (6).
300
4.1.2.2.1. Descripción de la elección de los tratamientos según el origen social de los
hablantes
Las preferencias de formulación de los diferentes personajes agrupados por su procedencia social
muestran que las clasificaciones de las salutaciones de Guevara y Torquemada595 no coinciden con lo
que se da en el corpus.
595 Ver las tablas que presentan la enumeración de fórmulas en el apartado de los saludos en 4.1.1.1.
301
Tabla 50. Clasificación de la formulación de despedidas por grupos sociales596
596 No hay ocurrencias entre prostitutas y rufianes. Aparecen en gris los que no forman parte de la despedida propiamente dicha pero sí de la secuencia de la
despedida, salvo en los casos indicados con asteriscos, que son apartes.
Alto Alto-Bajo
Id con Dios Ø → Señora, quede con vos
te beso las manos muchas vezes Ø
besando mil vezes Ø
tornando a besar tus manos Ø
señora mía, Dios quede contigo→ Señor mío, y contigo vaya
Señora mía, Dios quede contigo […] Y vaya contigo, señor
Beso vuessas altas manos divinales Ø
Quédate adiós, Julián → Yo, señora, no me quedo; también va
No dependientes Dependientes
Ve'n buen ora Ø → A Dios Ø
besando tus manos Ø → CARTA
te queda a Dios Ø → Señora […] y con Él vayas Ø
Id con la gracia de Dios. Ø → Y con la vuestra quede yo para mi consolación Ø → Estad de buen
[ corazón, / que Dios por todos murió ¿¿?. Pues, señora, vos quedad mucho en buen hora
los ángeles vayan contigo Ø → Y a ti guarden, gentil hombre
Señor […] y que vayas con Dios Ø […]→ Y la gracia de Dios quede contigo. Ø →Y
[contigo vaya, gentil hombre.
Amores de mi alma […] Y los ángeles queden contigo Ø → Y contigo vayan, señor
[…] los ángeles queden contigo Ø → Y contigo vayan, señor
[…] y quédate con Dios Ø → Contigo, señor, vaya
Andar con el diabro Ø […]
[…] andar con el diabro Ø
bexacá la mano de voxa merxé Ø → CARTA
Alto-cortesana Prostitución-clientes
Dadme licencia, señor […]→[…] dádmela vos a mí Ø […]→[…]→Démonos, señor, licencia
Con vuestra merced, señora.→ Señor, con vuestra merced.
Señora, bésote las manos […] Ø
[…]* vete con Dios Ø → […]* y queda, mi alma, con Dios. […]
señora, bésote las manos […] → Dios vaya contigo. Ø […]
302
La petición de licencia y las formulaciones del tipo “ir en buena hora” se encuentran entre personajes
de clase baja dependiente.
La fórmula “con vuestra merced” parte del patricio urbano hacia la cortesana, y ella le devuelve la
misma expresión.
Las religiosas “ir/quedarse con Dios/los ángeles/el diablo” se hallan en varios ámbitos sociales,
empezando por la capa social superior (3), las capas inferiores dependientes (7) y también en la
prostitución (1). Lo esperable según Guevara y Torquemada es que sean las capas bajas las que
produzcan despedidas de contenido religioso, que es precisamente donde mayor incidencia de este
tipo de despedidas se da en nuestro corpus. Sin embargo resultan extrañas las documentaciones de
estas despedidas en el estamento superior, ya que según los contemporáneos su uso en los
ambientes altos estaba considerado como una agresión a la honra del que lo recibiera y no parece
haber reacción alguna al respecto.597
Según Torquemada las cosas habían cambiado en muy poco tiempo598, como corrobora Romera-
Navarro en su estudio.599 Por ello quizá el hecho de que aparezca en boca de Himeneo sin enfado por
parte de Febea puede explicarse por la fecha de publicación de la Comedia Himenea dos décadas
antes de la epístola de Guevara. Sin embargo los otros dos casos corresponden a Felides y Polandria
de la Segunda Celestina, obra que se publicó tan sólo unos años antes de la citada epístola. Quizá la
clave es que en el caso de la Segunda Celestina se dirigen a una mujer.
Por otra parte el besamanos que según Guevara y Torquemada sólo correspondería a las capas
sociales altas se encuentra también en boca de un hortelano, aunque hacia una princesa, en
despedidas de criados y en el ámbito de la prostitución.
La cuestión social no parece tan definida en el corpus como la explican los contemporáneos, por lo
que será necesario estudiar con mayor profundidad las diferentes situaciones.
Formulaciones como “Id con Dios → quede con vos” y “Dios quede contigo→ y contigo vaya” se dan
en este corpus entre patricios urbanos, a pesar de que Guevara las clasifica como propias de
aldeanos y plebeyos (1952:51). Salvo en un caso, la dirección es de hombre a mujer, aunque algunas
contestan de igual forma.
El caso de la relación asimétrica entre la noble Flérida y Duardos cuando éste aparece disfrazado de
hortelano con el nombre de Julián sí ejemplifica el uso esperado de la fórmula a Dios, pues la utiliza
una noble pero se la dirige a un personaje inferior:
597 Guevara (1952:51).
598 (1994:375): “Y como paresce por las corónicas antiguas y verdaderas, a los reyes de Castilla aún no ha
mucho tiempo que les dezían «Manténgaos Dios» por la mejor salutación del mundo”.
599 Romera-Navarro (1930:222) se refiere a la rapidez del cambio: “en las dos primeras décadas del siglo XVI, el
`Mantenga Dios a vuestra merced´ era expresión tan respetuosa y cortés como un `Beso las manos de vuestra
merced´, y ambas se empleaban indistintamente al dirigirse a un caballero […] Pero muy pronto cambian las
cosas: “el `Manténgaos Dios´ queda como fórmula plebeya, y el `Besoos las manos´ es la única cortés y bien
sonante entre caballeros” (1930:222).
303
FLÉRIDA: Quédate adiós, Julián. / → DUARDOS (Julián): Yo, señora, no me quedo; / también va. /
Los cuidados quedarán, /pero yo quedar no puedo: / tal estó. (pág. 225)
El besamanos se da entre nobles en igual número que las formulaciones consideradas más bajas: te
beso las manos muchas vezes, besando mil vezes [tus hermosas manos], tornando a besar tus manos.
Son Darino y Felides los que eligen esta despedida para sus amadas Finoya y Polandria.
Choca la elección de esta formulación por parte de Julián como hortelano hacia la hija del emperador
en su primer encuentro en el pomar:
FLÉRIDA: Anda, vete agasajar con tus padres y hermanos, por los cuales holgaré de te amparar.
Ø →DUARDOS (Julián): Beso vuessas altas manos divinales. Ø / FLÉRIDA: Vete con la bendición
a comer cebolla cruda, tu manjar. Ø (pág. 215)600
Sin embargo hay que recordar que, a pesar de que los usos del personaje protagonista de la
Tragicomedia con respecto a los tratamientos nominales difieren entre sus apariciones como noble y
aquellas en las que encarna a un hortelano,601 Duardos no deja de ser un noble y, de hecho, la propia
Flérida se da cuenta de esto mismo unos versos antes en su primer encuentro con él como
hortelano:
FLÉRIDA: “Deves hablar como vistes o vestir como respondes” (pág. 215).
El besamanos lo utilizan también otros personajes de condición baja: los criados Sigeril y el negro
Zambrán, así como personajes del mundo de la prostitución. En cuanto a los criados no llama tanto la
atención el hecho de que Sigeril haga uso de una fórmula típicamente cortesana; hay que recordar
que los criados son como un espejo de los nobles, y Sigeril es precisamente el representante
masculino de los criados más cercanos a los personajes a los que sirven, no sólo en confianza sino
también en cuanto a los usos lingüísticos, pues parece imitar a su amo como lo demuestra su
elección de los tratamientos nominales.602
SIGERIL (Carta): “[…] y con esto acabo, besando tus manos, hasta que pueda merecer besar tu
hermosa boca.” Ø (pág. 299)
Sin embargo sí resulta más curioso que se sirva del besamanos el criado de más bajo escalafón del
corpus:
ZAMBRÁN (Carta): “Y si tú querer, a mí caxar contigo, y bexacá la mano de voxa merxé.” Ø (pág.
164)
600 En este caso, Duardos/Julián aprovecha para insistir en el tópico amoroso de ensalzar la posición de la
amada, en este caso a la máxima altura, pues la pone en la posición relativa de diosa, como se ha visto
anteriormente en 2.1.1.1.1.1.
601 Hasta el cuarto encuentro en el pomar, los tratamientos nominales que se dirijan mutuamente serán los
típicos de la relación empleador-empleado, es decir, NP de Flérida al supuesto Julián, y señora de éste a ella,
como se ha visto en el capítulo sociolingüístico bajo el epígrafe 2.1.1.2.1.
602 Hamad Zahonero (2015: 1432), como ya se ha comentado, y en los epígrafes dedicados a Sigeril y Poncia,
especialmente a la comparación sociolingüística de los criados de la Segunda Celestina. (3.1.5.2 y 2.1.1.2.2
respectivamente).
304
La razón de estos dos usos puede ser la siguiente: en las dos situaciones esta formulación aparece
por escrito en cartas que los criados envían a sus amadas. Una de las despedidas mediante
besamanos de los nobles, en la que Felides le dice a Polandria que besa sus “hermosas manos” “mil
vezes”, también se encuentra en una carta. Haciendo una pequeña cala en las cartas de Indias se
comprueba que en el género epistolar en el siglo XVI es frecuente la salutación a través del
besamanos, por lo que podría pensarse que se trata de una convención del género epistolar, lo que
explicaría que personajes de origen social bajo los utilicen.
Además, en el caso de Zambrán, el hecho de poner en boca de un personaje marginal y negro, cuyo
lenguaje está además marcado, formas lingüísticas que utilizaría un noble, puede tener una intención
paródica.
Más difícil de explicar es el uso en el ámbito de la prostitución por parte de Barrada y de Sosia:
SOSIA: Señora, bésote las manos, que sí entiendo. (pág. 387)603
BARRADA: Pues señora, bésote las manos, y yo quiero hazer lo que me mandas. →ELICIA: Dios
vaya contigo. Ø […] (pág. 495)604
Parece que se trata en los dos casos, especialmente en el primero, de despedida y agradecimiento a
la vez. Concuerda con que se trate de usos elevados, porque en las relaciones prostituta-cliente es
habitual que se copie el código de los cortesanos de deferencialidad. Barrada y Elicia son
especialmente formales deferenciales en sus tratamientos nominales (se acercan por tanto también
al uso de los estamentos más altos)605. En cualquier caso sería interesante investigar más en
profundidad para establecer si el besamanos como agradecimiento no está restringido a los grupos
sociales superiores.
4.1.2.2.2. Clasificación de la formulación de despedidas por grupos sociales y sexo
603 AREÚSA: Ora, yo te lo agradezco, mi amor; y otro día que vengas solo ven acá, que quiero hablar contigo;
¿ya me entiendes? → SOSIA: Señora, bésote las manos, que sí entiendo. → AREÚSA: Y desvíate allá y siéntate,
porque si alguien viniere no tome sospecha, no avisemos a quien duerme. En cuanto mi prima acaba de hablar
con Tristán. → SOSIA: Assí lo haré, y en todo me paresces sabia. (págs. 386-87)
604 Le acaba de pedir que se “desvíe” y “abaxe”.
605 Quizá como una ironía del autor.
305
Tabla 51. Cruce de los parámetros de sexo y origen social606
No dependientes Dependientes
Ve'n buen ora Ø → A Dios Ø
besando tus manos Ø → CARTA
te queda a Dios Ø → Señora […] y con Él vayas Ø
Id con la gracia de Dios. Ø → Y con la vuestra quede yo para mi consolación Ø → Estad de buen
[ corazón, / que Dios por todos murió ¿¿?. Pues, señora, vos quedad mucho en buen hora
los ángeles vayan contigo Ø → Y a ti guarden, gentil hombre
Señor […] y que vayas con Dios Ø […]→ Y la gracia de Dios quede contigo. Ø →Y
[contigo vaya, gentil hombre.
Amores de mi alma […] Y los ángeles queden contigo Ø → Y contigo vayan, señor
[…] los ángeles queden contigo Ø → Y contigo vayan, señor
[…] y quédate con Dios Ø → Contigo, señor, vaya
Andar con el diabro Ø […]
[…] andar con el diabro Ø
bexacá la mano de voxa merxé Ø → CARTA
Alto-cortesana Prostitución-clientes
Dadme licencia, señor […]→[…] dádmela vos a mí Ø […]→[…]→Démonos, señor, licencia
Con vuestra merced, señora.→ Señor, con vuestra merced.
Señora, bésote las manos […] Ø
[…]* vete con Dios Ø → […]* y queda, mi alma, con Dios. […]
señora, bésote las manos […] → Dios vaya contigo. Ø […]
606 Las partes subrayadas corresponden a mujeres. Aparecen en gris los que no forman parte de la despedida propiamente dicha pero sí de la secuencia de la
despedida, salvo en los casos indicados con asteriscos, que son apartes.
Alto Alto-Bajo
Id con Dios Ø → Señora, quede con vos
te beso las manos muchas vezes Ø
besando mil vezes Ø
tornando a besar tus manos Ø
señora mía, Dios quede contigo→ Señor mío, y contigo vaya
Señora mía, Dios quede contigo […] → Y vaya contigo, señor
Beso vuessas altas manos divinales Ø
Quédate adiós, Julián → Yo, señora, no me quedo; también va
306
Al cruzar la variable del origen social con la sexual se descubre que entre los personajes de
procedencia alta lo habitual es que sean los hombres los que inicien la despedida. Sólo Febea inicia
una de las despedidas, pero es en reacción al aviso de Himeneo de que se va:
HIMENEO: […] y ansí me parto contento / con la merced que recibo. Ø → FEBEA: Id con Dios. Ø /
HIMENEO: Señora, quede con vos. (pág. 206)
Por lo tanto, en este pequeño corpus de despedidas, parece que son los hombres los que toman la
iniciativa a la hora de despedirse. En la relación asimétrica entre Flérida y Julián, es la mujer la que
inicia la despedida, pero su posición de poder frente al que cree que es hortelano es la podría influir
en ello.
En este sentido hay que tener en cuenta también que los hombres de alta escala social son los que se
mueven y visitan a las mujeres, que generalmente están en su casa.607
En las que se llevan a cabo entre el patricio urbano y la cortesana hay un ejemplo en el que ella inicia
la despedida. Si se analiza con detalle esta despedida que se da la Égloga de Plácida y Vitoriano se ve
una particularidad: Flugencia es efectivamente la primera en formular la despedida, sin embargo se
trata de una petición de permiso para despedirse.
FLUGENCIA: Dadme licencia, señor, / que no sé quién viene allí. Ø VITORIANO: Mas dádmela vos
a mí, / que vos sois mi dios de amor. Ø / → FLUGENCIA: Quiérome ir. Ø / → VITORIANO: ¿Quién
podrá sin vos vivir / viendo en vos tanto primor? Ø / → FLUGENCIA: Démonos, señor, licencia. /
Quitad, señor, y poned, / toda es vuestra la potencia. (pág. 309)
La cortesana tiene que insistir, y pone en manos de Vitoriano la decisión de si realmente es el
momento de despedirse y cerrar la conversación. La posible interpretación es que en su imaginario
es el hombre el que debe tomar la iniciativa o decidir cuándo una conversación se cierra. De esta
forma Flugencia no se despide sin más, sino que pide la aprobación de su interlocutor para
hacerlo.608
Entre los criados del corpus esta diferenciación entre hombres y mujeres a la hora de iniciar la
despedida parece desdibujarse en un primer vistazo a la tabla; varias de las criadas son las que
comienzan la despedida. Esta diferencia podría tener que ver con con las mujeres de otros
estamentos sí se mueven, en contraposición a la estaticidad de las mujeres de procedencia social
alta.
Es interesante analizar las diferentes situaciones de despedidas que parecen tener su comienzo en
boca de mujeres para resaltar varios hechos.
En el siguiente ejemplo Doresta inicia la despedida:
607 También Flérida es en este caso la que se mueve, pues en todos los encuentros asimétricos que tiene con
Julián/Duardos, es ella la que se acerca al pomar.
608 Firth hace referencia a las despedidas de los esquimales donde la persona que se va dice “me voy a ir” y la
respuesta convencional a esto es “entonces vete” o simplemente “vete”, con lo que el interlocutor otorga su
consentimiento a la decisión anunciada (1972:9) En este caso Flugencia también parece buscar la aceptación de
su intención de marcharse.
307
DORESTA: […] Id con la gracia de Dios. Ø / → BOREAS: Y con la vuestra quede yo / para mi
consolación. / → DORESTA: Estad de buen corazón, / que Dios por todos murió. / Pues, señora,
vos quedad mucho en buen hora. (pág. 217)
Sin embargo, la iniciación de la despedida ha sido en reacción al reproche de Eliseo de que se
tarden,609 que ha desencadenado la despedida entre los criados, por lo que Doresta no es la
iniciadora de la despedida en sentido estricto.
La despedida que inicia Quincia también la ha desencadenado una pregunta de Pandulfo que
funciona como preliminar a la despedida, pues con ella anuncia su intención de marcharse:610
PANDULFO: Señora hermosa, ¿mandas que se haga algo más por tu servicio y desta señora? →
QUINCIA: Señor, no más, sino que te agradecemos el trabajo y que vayas con Dios. →
PANDULFO: […] Y la gracia de Dios quede contigo. Ø → QUINCIA: Y contigo vaya, gentil
hombre. (pág. 165)
Sin embargo, otra de las criadas que se adelantan a sus interlocutores en las despedidas es Poncia
con Sigeril. Como ya se ha comentado, en esta relación Poncia es la que parece tener el poder.
Los dos casos restantes de inicio de la despedida entre criados por parte de una mujer corren a cargo
de Boruca. En este caso es la situación la que impone este hecho: está enfadada y quiere cerrar la
conversación con Zambrán, por lo que las leyes implícitas de la cortesía que podemos imaginar (el
hombre es el que “puede” iniciar la despedida) no funcionan, como sucede en cualquier situación de
enfado. De hecho, las dos veces en las que dirige despedidas a Zambrán son reformulaciones de la
despedida de encomienda a los seres celestiales como buenos deseos hacia todo lo contrario: malos
deseos, pues le envía con el diablo.
BORUCA: Andar con el diabro; […] Ø (pág.163)
BORUCA: […] andar con el diabro. Ø (pág.163)
En el primero, que es el comienzo de la despedida, es más claro que está enfadada. Poco antes le ha
mandado “para Polanax”, es decir, Palana, pues ha sabido que ha estado en casa de la prostituta. En
el segundo ha aceptado el perdón de Zambrán, que éste le acaba de pedir perdón por sobrepasarse y
no responder a sus ruegos de que la deje en paz y se vaya. En este turno ella le acepta el perdón y se
despide.
En el ámbito de la prostitución también se da un ejemplo de inicio de la despedida por parte de una
mujer.
ELICIA: […] ¡Mal año para ti, que yo te sufra! Anda, vete con Dios. Ø → CRITO: Pardiós, no me
fuera sino por lo que te digo; y queda, mi alma, con Dios. […] (pág. 310)
609 ELISEO: ¿Ha de ser para mañana? Vámonos, que eres prolijo (vv. 217-8, pág. 216)
610 En la Comedia Florinea se da la misma situación de Pinel a Belisea: “Y ansí con tu licencia te beso las manos y
mira si mandas algún servicio”, tomado de una búsqueda del CORDE (noviembre 2014).
308
Se podría pensar que esta toma de iniciativa responde a la diferencia de usos lingüísticos de
prostitutas con sus clientes que ya se ha planteado,611 pero en este caso una vez más ha sido Crito el
que ha desencadenado la despedida unos turnos antes anunciando a Elicia su intención de
marcharse, por lo que la iniciativa no es realmente de la mujer. Lo que se da entre ellos tiene una
doble cara: en los dos casos, y en general en la última parte de su interacción en la cena XIX, estos
personajes muestran en apartes lo que de verdad piensan, que no tiene nada que ver con lo que
dicen. Este mi alma que acompaña a la despedida, y que es el único tratamiento con este grado de
afectividad en la despedida,612 es una forma de afectuosidad fingida.
En cuanto a la elección de la fórmula de la despedida se da una diferencia entre mujeres y hombres:
son los hombres los únicos que se sirven del besamanos;613 esta manera de despedirse es coherente
con la humillación amorosa ante la mujer propia del ámbito amoroso cortés. De otro lado, la única
formulación de despedida a través de la petición de licencia para marcharse se da en la dirección de
mujer a hombre, y como se ha visto se puede deber a una cuestión de jerarquía. Por ello parece que
la iniciativa en las despedidas y la formulación de las mismas tiene que ver con una cuestión de
poder.
Al analizar estos datos desde un punto de vista conversacional, se observa cómo la presentación
bimembre de las despedidas (despedida-despedida) es la más frecuente (en torno al 50%), pero no la
única. En más de un tercio la despedida no tiene segunda parte del par y en menores porcentajes se
supera la estructura de dos constituyendo despedidas de tres (14%) o de hasta cinco partes (5%).614
Si bien en este último caso las cinco intervenciones corresponden con la secuencia de despedida, no
todas se pueden considerar despedidas en sí: se trata más bien de una negociación del cierre de la
conversación.615
4.1.2.2.3. Descripción de las secuencias y otros valores en las despedidas
Las despedidas, como se ha visto, muchas veces dependen de preliminares que las activan. Otras
veces se insertan otro tipo de secuencias no tan relacionadas con la despedida en sí pero con la
611 Esta cuestión se ha tratado en el estudio de la situación amorosa (3.2.1.1.4.2) y previamente en Hamad
Zahonero (2015).
612 Junto a amores de mi alma, que como ya se ha comentado se encuentra en la secuencia de despedida pero
como preliminar.
613 Se trata de una forma deferencial, de la misma forma que en rumano actual, como se ha comentado en el
epígrafe 4.1.1.1, donde el besamanos se utiliza como saludo de hombres a mujeres y como agradecimiento sin
restricción de género pero hacia interlocutores de más edad.
614 Traverso (1996:88) explica que con frecuencia las despedidas se reiteran, a diferencia de los saludos.
615 De las secuencias bimembres sólo en cuatro ocasiones tanto la primera parte del par como la segunda
tienen un tratamiento (tratamiento - tratamiento). En otra el par es también simétrico en cuanto a los
tratamientos, pero lo es a la inversa, en cuanto su ausencia (Ø - Ø). El esquema asimétrico más repetido es en
el que la segunda parte la que alberga el tratamiento (Ø - tratamiento), frente a un solo caso de (tratamiento -
Ø).
Las tres estructuras ternarias muestran diferentes presentaciones en cuanto a la presencia del tratamiento y su
colocación en uno de los miembros (sin embargo, no se trata del acto ternario prototípico en el que la tercera
parte constituye una evaluación o un agradecimiento, en este caso también es una despedida). Se dan los
esquemas Ø-Ø-tratamiento, tratamiento-Ø-tratamiento y Ø- Ø-Ø.
309
conversación que se está cerrando (por ejemplo mediante referencias hacia el pasado de Traverso616)
o se introducen inserciones enfocadas hacia adelante,617 por ejemplo con alusiones a la conversación
o proyecciones hacia el futuro, como precisiones sobre un encuentro futuro (lo que refuerza la
relación social)618 o bien como expresión de buenos deseos para el interlocutor.
En cuanto a estos otros valores presentes en las despedidas, hay variedad de elementos que
pertenecen, por tanto, más bien a la secuencia de cierre y no a la despedida propiamente dicha, es
decir, la formulación más o menos estereotipada de la misma. Traverso comenta que a veces es
imposible aislar los saludos de los otros actos rituales que se dan en las secuencias de apertura y las
de cierre con los que aparecen amalgamados.619 Imposible o no, es cierto que muchas secuencias de
despedida encierran otros actos. Normalmente estos están enfocados al pasado, en el sentido de
que se alude a partes de la conversación con diferentes motivaciones, por ejemplo, aquí como
agradecimiento:
QUINCIA: Señor, no más, sino que te agradecemos el trabajo y que vayas con Dios (pág. 165)
o al futuro, en la expresión de buenos deseos, muchas veces incluso con referencia a los temas
tratados durante la conversación, o a deseos más generales como la encomienda del hablante a
seres divinos que cuentan como la propia realización de la despedida, así como con elementos más
prosaicos pero enfocados al futuro, como las precisiones en cuanto al siguiente encuentro :
PANDULFO: Ora, pues, quédese para el domingo; y quédate con Dios, y yo me voy. Ø (pág. 409)
PANDULFO: Ora ello está mejor que lo podemos pedir a Dios; yo voy a demandar las albricias, y
los ángeles queden contigo. Y lo dicho, dicho, para esta noche. Ø (pág. 268)
o informaciones sobre lo que los personajes harán inmediatamente después, en este mismo ejemplo:
PANDULFO: Ora ello está mejor que lo podemos pedir a Dios; yo voy a demandar las albricias, y
los ángeles queden contigo. Y lo dicho, dicho, para esta noche. Ø (pág.268)
También encontramos una situación en la que Pandulfo juega con la despedida para introducir una
(semi)petición (semi)indecorosa:
SIGERIL (Carta): “[…] y con esto acabo, besando tus manos, hasta que pueda merecer besar tu
hermosa boca.” Ø (pág.299)
Muchas veces la secuencia de despedida se inicia con un preliminar que desencadena la despedida.
Se encuentran en el corpus varias secuencias de este tipo que anuncian la despedida. Por ejemplo,
Himeneo en la jornada segunda una vez ha conseguido que ella acepte su visita por la noche anuncia
a Febea su partida, lo que provoca la inserción de la secuencia de despedida:
616 Traverso (1999:65 y ss.).
617 También Traverso (1999:65 y ss.).
618 Laver (1981:303) y Traverso (1996:87).
619 Traverso (1996:87).
310
HIMENEO: […] y ansí me parto contento / con la merced que recibo. Ø → FEBEA: Id con Dios. Ø /
HIMENEO: Señora, quede con vos. (pág. 206)
De forma menos directa Darino y Felides anuncian a sus amadas que ha llegado el momento de
despedirse:
DARINO: No desmayes; ¿qué es esso? Quando a de aver más esfuerço ay más desmayo. Creo que
te pena en que te dexo sola; encubre y disimula asta mañana, que de allí adelante no sentirás
nada. (pág. 114)
DARINO: El enojo y el cuydado que te dexo lievo comigo. Mas quando pienso que el aconuerto y
el remedio será presto no siento mucha fatiga. Mas esto mañana lo verás, que si aora me
despides con pena, mañana me allegarás con descanso. (pág. 114)
FELIDES (Carta): «[…] quedo aguardando, con la licencia de llamarme tuyo, el previllejo para no
acabar, que de otra suerte se niega, si de tus hermosas manos no se permite; las cuales
besando mil vezes, acabo hasta que acabe en servicio mi obligación» Ø (pág. 252)
En el caso de Darino ha sido Finoya la que ha iniciado la secuencia al pedirle que se marchara:
FINOYA: Anda, vete para enemigo (pág. 113)
Darino le niega la petición hasta que ella acepta concertar una nueva cita.620 El personaje le hace
saber que se va a ir de forma indirecta, pero ni siquiera formula la despedida; en la Penitencia de
amor los protagonistas anuncian el fin de la carta o del encuentro, pero nunca se despiden.
Por su parte Felides escribe a Polandria una carta. La secuencia de despedida la inicia anunciando a
su destinataria que queda a la espera; se despide con el besamanos propio de los de su condición
social y del género epistolar, y la concluye anunciando que cierra su conversación.
También Pandulfo anuncia indirectamente a Quincia en la cena XI que accede a irse cuando Quincia
se lo pide:
QUINCIA: […] Ora ya, baste lo fecho y vete, que no me ayude Dios si yo más te digo que no te
vayas. Ø →PANDULFO: Amores de mi alma, harto se me haze a mí mal de apartarme de ti. He
aquí la carta, y mañana, cuando me dieres la respuesta, daremos forma en tornarnos a ver. Y
los ángeles queden contigo, y abre passo la puerta. Ø → QUINCIA: Y contigo vayan, señor.
(pág. 216-7)
Con este tratamiento afectivo y el “harto se me haze a mí mal de apartarme de ti”, como se ha visto,
Pandulfo accede a la petición de que se marche a la vez que expresa su pesar por separarse de su
amada, lo que probablemente responde a su papel en el cortejo, sea este pesar fingido o no. Pero la
secuencia de despedida ya la había abierto Quincia: la criada, después de haber aceptado que
Pandulfo entrase en su habitación tras casarse en secreto y haber tenido relaciones sexuales, le ha
pedido que se quede con él. Sin embargo, él ha intentado volver a acostarse con ella. Éste es el
620 Igual que hace Pandulfo con Quincia en la Segunda Celestina (pág. 161).
311
momento en el que ella le pide que se vaya con su “Ora ya, baste lo fecho y vete”, lo que inicia la
secuencia de despedida.
Un caso parecido lo protagoniza Polandria en la cena XXXX, en la que la joven noble pide a Felides
que se marche:
POLANDRIA: Ora, pues, señor, con este acuerdo, dexa ya reposar mi honestidad, y quédense las
locuras y burlas para otro día, que hora es ya y tiempo que te vayas, que ya el sol comiença a
dar, con el muy gran resplandor y claridad, testimonio de su cercana ven ida para nuestra ida. Y
llama tu criado, y despartamos el juego, que la pena que yo en apartarme de ti siento me dize
la que sentirás en apartarte de mí (pág. 576)
Sin embargo, Poncia aparece (precisamente para invitar a Felides a marcharse), y comienza una
nueva interacción a tres, por lo que la despedida no se efectuará hasta varios parlamentos más
tarde:
FELIDES: Señora mía, Dios quede contigo; y contigo, Poncia. → POLANDRIA: Y vaya contigo,
señor. (pág. 579)
Otras veces la secuencia se desencadena por la intervención de un tercer personaje. Esto ocurre
justamente con estos tres personajes en la cena XXXI. Felides y Polandria se desposan y Poncia y
Sigeril se ausentan dejando a los jóvenes solos. Más tarde vuelve a aparecer Quincia avisando a su
señora de que tiene que separarse de su ya marido:
PONCIA: Señora, hora es de te retraer, y quédese esto para otra noche. (pág. 458)
A esto los recién casados responden aceptando la propuesta de la criada:
POLANDRIA: Señor, hagamos lo que dize Poncia, pues los que miran batalla más veen que los
que están en ella, y no perdamos por tan poco lo que nos asegura gozar tan presto de más
tiempo. → FELIDES: Señora, yo no puedo más que obedecer en todo a Poncia, pues tuvo
señorío para ponerme en el mayor del mundo; y con esto, tornando a besar tus manos, me voy.
→ POLANDRIA: Yo te prometo, señor, que me las dexas bien lavadas esta noche, que aunque
tuvieran mudas las huvieras bien mudado para las poder besar sin asco (pág. 458)
A pesar de que Felides ha formulado la despedida: “y con esto, tornando a besar tus manos, me voy”,
ésta se alarga con la contestación de Polandria en la que juega con la despedida del besamanos. La
secuencia se cierra algo más tarde con las despedidas de los personajes:
FELIDES: […] señora mía, Dios quede contigo, y tú vayas comigo hasta mañana, [y contigo,
señora Poncia] →POLANDRIA: Señor mío, y contigo vaya, que comigo quedas. (pág. 458)621
Otros personajes también hacen saber que se acerca la despedida explicitando el fin de la
conversación, tanto en carta (como se ha visto que hace Felides) de Sigeril a Poncia:
621 Obsérvese el juego que hacen con la fórmula de despedida: “Dios quede contigo, y tú vayas comigo hasta
mañana” y “contigo vaya, que comigo quedas”.
312
SIGERIL (Carta): “[…] y con esto acabo, besando tus manos, hasta que pueda merecer besar tu
hermosa boca.” Ø (pág. 299),
como en conversación oral de Poncia a Sigeril:
PONCIA: Y con esto, te queda a Dios, con quien quedarás haziendo lo que digo, teniéndome y
teniéndote los verdaderos amores que tengo dichos. Ø (pág. 457).
En otras ocasiones la despedida viene acompañada por otros valores que aluden a la conversación
misma, por ejemplo, el ya citado agradecimiento con el que Quincia acompaña la despedida a
Pandulfo en la cena VI. Muy frecuentes son las inserciones de secuencias enfocadas al futuro, y de
ellas hay varios ejemplos en el corpus. Los más abundantes son los que se refieren a precisiones en
cuanto al siguiente encuentro:
DARINO: Pues assí queda: mañana a la metad de la noche. (pág. 114).
PANDULFO: Ora pues, los ángeles vayan contigo, que la música será cierta esta noche. Ø →
QUINCIA: Y a ti guarden, gentil hombre. (pág. 132),
además de los ya citados “quédese para el domingo” (pág. 409) y “Y lo dicho, dicho, para esta noche”
(pág. 268), del mismo personaje con Quincia.
En la bibliografía se habla de este tipo de alusiones con las que los personajes expresan su deseo
implícito de volverse a ver, y por tanto de perpetuar la relación social.622 Esta promesa de la
continuidad de la relación ayuda a consolidar la relación: por ello Laver califica a estos comentarios
sobre futuros encuentros como consolidatorios (1987:303).
Estas secuencias no cumplen una función social como los anteriores ejemplos, pero sí dan
información a los interlocutores y, en la doble dimensión, a los receptores de la obra para seguir el
argumento o incluso como forma de acotación integrada.623
Otras veces, y en cierto sentido también enfocado al futuro (más o menos inmediato), se inserta una
orden o una petición en la secuencia de despedida:
FLÉRIDA: Anda, vete agasajar / con tus padres y hermanos, / por los cuales / holgaré de te
amparar. Ø / →DUARDOS (Julián): Beso vuessas altas manos / divinales. Ø / FLÉRIDA: Vete con
la bendición / a comer cebolla cruda, / tu manjar. Ø (pág. 215)
DARINO: No desmayes; ¿qué es esso? Quando a de aver más esfuerço ay más desmayo. Creo que
te pena en que te dexo sola; encubre y disimula asta mañana, que de allí adelante no sentirás
nada. (pág. 114)
Estas peticiones pueden ser de menor importancia argumental y relacional, como la de Pandulfo a
Quincia:
622 Firth (1972:2).
623 Sobre los tipos de acotación remitimos al ya comentado trabajo de Vian Herrero (1988:179-81) sobre este
mecanismo en el diálogo renacentista.
313
PANDULFO: […] Y los ángeles queden contigo, y abre passo la puerta. Ø (pág. 217),
o más relevantes como la orden de Poncia a Sigeril:
PONCIA: Y con esto, te queda a Dios, con quien quedarás haziendo lo que digo, teniéndome y
teniéndote los verdaderos amores que tengo dichos. Ø (pág. 457)
También se insertan en las secuencias de despedida aceptaciones de órdenes previas, como Barrada
que se despide de Elicia después de que la prostituta le ordene que “se devíe”, pues la está
intentando abrazar, y que “se abaxe”:
BARRADA: Pues señora, bésote las manos, y yo quiero hazer lo que me mandas. →ELICIA: Dios
vaya contigo. Ø […] (pág. 495)
Encontramos una serie de inserciones relacionadas con las declaraciones amorosas y con las
peticiones indecorosas. Las despedidas, por tanto, son buenos momentos también para expresar el
deseo amoroso que tienen los hombres, pues son los únicos que insertan este tipo de secuencias en
las despedidas, y las ganas de que el deseo amoroso culmine en la relación física.
En dos momentos del corpus se presencian declaraciones amorosas relacionadas de alguna forma
con la despedida y con el hecho de separarse. Se trata de la despedida del único encuentro entre
Flugencia y Vitoriano:
FLUGENCIA: Dadme licencia, señor, / que no sé quién viene allí. Ø VITORIANO: Mas dádmela vos
a mí, / que vos sois mi dios de amor. Ø / → FLUGENCIA: Quiérome ir. Ø / → VITORIANO: ¿Quién
podrá sin vos vivir / viendo en vos tanto primor? Ø / → FLUGENCIA: Démonos, señor, licencia. /
Quitad, señor, y poned, / toda es vuestra la potencia. (pág. 309),
y del segundo de Duardos/Julián y Flérida en el pomar, en el que Flérida ya ha bebido el filtro y está
sintiendo los efectos del amor, y Duardos disfrazado de hortelano se atreve a declarar su amor por
ella:
FLÉRIDA: Quédate adiós, Julián. / → DUARDOS (Julián): Yo, señora, no me quedo; / también va. /
Los cuidados quedarán, /pero yo quedar no puedo: / tal estó. (pág 225)
De otro lado Sigeril termina su carta a Poncia con lo que se podría considerar la ya comentada
intervención una “(semi)petición (semi)indecorosa”, pues le hace saber de manera muy indirecta su
deseo de tener un acercamiento físico a ella:
SIGERIL (Carta): “[…] y con esto acabo, besando tus manos, hasta que pueda merecer besar tu
hermosa boca.” Ø (XVIII-69, pág. 299)
314
4.2. LAS SECUENCIAS AMOROSAS
“l' amour ne se fait connaitre que par un acte linguistique.” (Gelas 1998: 462)
En este trabajo no podía faltar un estudio de las secuencias propias del ámbito amoroso: aquellas en
las que los personajes expresan sus sentimientos amorosos.
Aquí interesa la aproximación a la declaración del amor desde un punto de vista lingüístico como
acto de habla a la manera en que se aborda en La dichiarazione d´amore/La déclaration d´amour
(Gelas y Kerbrat-Orecchioni 1998).624 En esta publicación que recoge las intervenciones en un
congreso en Urbino hay varios estudios que se acercan a este tema desde la perspectiva lingüística,
de entre las cuales algunos basan su análisis sobre textos literarios como este trabajo de
investigación.
Las declaraciones de amor, como nos manifiesta una de las editoras de este libro en la introducción,
son un acto atípico al que llama “cet objet sémiotique bizarre”. Explica, de hecho, que después de
tres días de coloquio con 24 contribuciones, la declaración amorosa quedó muy lejos de haber
desvelado todos sus secretos.625
En esta publicación se habla de las variaciones interlingüísticas e interculturales de las declaraciones,
pues no son universales desde la perspectiva de cómo las entendemos en nuestras sociedades (Gelas
y Kerbrat-Orecchioni 1998:37). En el presente estudio el interés es acercarse a ellas en el periodo que
nos ocupa, e interesa hacerlo desde el punto de vista del análisis interaccional, es decir, no sólo
considerándolo de manera aislada sino teniendo en cuenta su organización secuencial como lo hacen
varios autores de esta publicación, entre ellos Kerbrat-Orecchioni (1998:32-33). La autora defiende el
interés de plantearse el análisis tanto desde el nivel micro como macro. En el primero de los casos se
refiere a cuestiones como si las declaraciones están solicitadas o no; en este corpus se asistirá a lo
que se denominará las “declaraciones sonsacadas”, en las que se solicita de manera más o menos
indirecta la realización de la declaración. De otro lado se fija en las reacciones a estas declaraciones;
de la misma manera aquí se observará las respuestas cuando las hay. Las posibles reacciones,
positiva y negativa, para las declaraciones se plantean como aceptación o rechazo en vez de acuerdo
o desacuerdo debido a sus características,626 como suscitaría una aserción. Las respuestas positivas
en este corpus son siempre una declaración de la otra parte, pero también podrían ser gestuales,
como por ejemplo con un beso.
624 Debo agradecimiento a Paco Bustos por ser el primero que me hizo saber del congreso en Urbino que dio
lugar a esta publicación y a Catherine Kerbrat-Orecchioni por proporcionarme este libro difícil de encontrar.
625 Kerbrat-Orecchioni (1998:14).
626 Pues, como se explica a continuación, tienen un componente de implicación hacia el destinatario e incluso
de pregunta implícita.
315
El análisis a nivel “macro” consistiría en inscribir el intercambio dentro de una “historia
conversacional”,627 la cual comienza con el primer encuentro de la pareja y sigue todo su proceso
amoroso hasta la separación de los amantes.
El primero de los capítulos a cargo de una de las editoras del libro se ocupa de definir las
declaraciones: si bien es difícil reducir la declaración amorosa a la realización de la fórmula verbal y
explícita “te quiero” (je t´aime), y de hecho no todas las declaraciones se realizan con “je t´aime” ni
todo “je t´aime” constituye una declaración, es innegable que se trata de la realización prototípica
(Kerbrat-Orecchioni 1998:13). La declaración tiene un gran poder transformador, pues implica una
“mutación radical de la relación interpersonal”:628 la declaración supone no sólo informar al ser
amado de su interés por él, también implica decir “estoy dispuesto a comenzar una nueva relación
contigo” (“je suis prête, si tu m´aimes aussi, à commencer une relation personnelle avec toi nouvelle
et différente de celle que nous avons eue jusqu'à ce moment-ci” Iglesias Recuero 1998:396), además
de la pregunta implícita de si el amor es correspondido (“le plus souvent, l'énoncé «je t' aime» est
traité par son destinataire comme signifiant à la fois et au même titre: «moi je t'aime, et toi, m,'aimes
tu ?» (Kerbrat-Orechioni 1998:33), sus cursivas). De ahí que tras la declaración la relación cambie
necesariamente “para bien o para mal” como afirma Kerbrat-Orecchioni (1998:18).
En cuanto a la formulación lingüística muchas de las autoras coinciden en considerar que el valor
pragmático de las declaraciones se pierde si se realizan cambiando esta formulación fija; según varias
investigadoras, el simple añadido de un intensificador a la fórmula prototípica puede alterar el valor
de la declaración.629
En este trabajo la aproximación a las declaraciones amorosas se va a hacer desde una perspectiva
mucho más laxa,630 tanto conceptualmente en cuanto a su realización lingüística: se considerarán
declaraciones todas las intervenciones en las que un personaje explicita de una manera u otra su
amor por otra persona. Esta declaración puede darse siguiendo la formulación prototípica, que en
esta época no siempre será el actual “te quiero” de la bibliografía citada y de nuestra sociedad, sino
formulado como “assí te quiero yo como a mi vida” (Areúsa a Centurio, Segunda Celestina), “Mira
este tuyo que te quiere” (Darino a Finoya, Penitencia de amor) o “bien te quiero yo” (Quincia a
Pandulfo, Segunda Celestina), como también con formulaciones como por ejemplo “Yo a vos amo”
(Duardos a Flérida, Tragicomedia de Don Duardos) y “no hay cosa que yo más ame que a ti”
(Pandulfo a Quincia, Segunda Celestina). También se analizarán en este epígrafe las alabanzas como
parte de las secuencias amorosas, no sólo como una fase del proceso amoroso, sino como una
demostración más del amor. Se entiende que las alabanzas son una forma más de explicitar el amor,
como también lo son ciertas referencias más o menos tópicas que indican al interlocutor (y a
cualquiera que reciba este mensaje sea cual sea su papel en el esquema de participación631, y, en
627 “histoire conversationelle” (Kerbrat-Orecchioni 1998:34), término ya definido en la introducción (1.3.3) y en
el capítulo de la situación amorosa (epígrafe 3), bajo el que se encuentran definidas las historias
conversacionales de las parejas del corpus (3.1).
628 “mutation radicale de la relation interpersonnelle”, sus cursivas (Kerbrat-Orecchioni 1998:18)
629 Kerbrat-Orechioni (1998:21), Durrer (1998:61), Gelas (1998:463).
630 Admitiendo como declaraciones también otras realizaciones menos “puras” (en palabras de Kerbrat-
Orecchioni: 1998:16) que la prototípica.
631 El “participation framework” (Goffman 1981:137).
316
este sentido, también los receptores de la obra teatral), que el personaje está enamorado del
destinatario de sus palabras.
En la bibliografía muchos se interesan por las características de las declaraciones amorosas como
acto de habla. La cuestión sobre si son actos performativos como propone Barthes surge una y otra
vez (Kerbrat-Orecchioni 1998:17 y 23 y ss., Durrer 1998:44 y ss., Iglesias 1998:403), y la conclusión
general es que se trata de un acto de habla con diferentes valores y complicado. Como nos dice
Kerbrat-Orecchioni:
“le moins qu´on puisse dire est qu'il est pragmatiquement complexe”. (1998:31)
Esta misma investigadora explica siguiendo la clasificación de Searle que las declaraciones tienen algo
de asertivo por el compromiso que supone al locutor de la existencia de un estado de cosas y sobre
la verdad de la proposición expresada. Además de declarativo es expresivo, porque este estado de
cosas del que se habla es afectivo, y por otro lado tiene algo de directivo e incluso de promisivo
(1998: 27-30).
Para Durrer las declaraciones basculan entre los performativos y los constatativos: la primera
declaración que un hablante dirige a su ser amado es performativa y las repeticiones de esa primera
declaración, así como aquellas que se alejan de la formulación prototípica, son constatativas (1998:
47-48). Según Kerbrat-Orecchioni esas repeticiones han perdido la propiedad transformacional y
tienen una función de “mantenimiento” de la relación amorosa.632
Estas realizaciones no formarían parte de las declaraciones prototípicas, en palabras de Kerbrat-
Orecchioni, pues incumplen la primera de las características que deberían tener: ser la primera
ocurrencia de la declaración en una pareja, o como dice ella, en una historia conversacional amorosa
determinada, algo que tampoco se va a seguir en este trabajo.
Otra de las características es que la declaración se realice en su formulación prototípica, y que ésta se
dirija a la persona interesada, lo cual deja fuera las confesiones de amor a un tercero, tan frecuentes
en el teatro (1998:23). En este corpus se dan este tipo de “declaraciones impuras” en término de la
autora. Si bien no se han analizado ya que no se trata de interacciones entre parejas, sí se han tenido
en cuenta a la hora de dibujar esa “historia conversacional” tan necesaria para entender la evolución
de las relaciones amorosas que se observan en este trabajo y que se han descrito en el capítulo de la
situación amorosa (en el epígrafe 3.1). Sin embargo sí se han tenido en cuenta las secuencias en las
que un personaje expresa su amor in absentia, es decir, cuando se dirige a un interlocutor
determinado sin intención de que reciba el mensaje,633 lo cual es frecuente en soliloquios (por
ejemplo los de Duardos y de Himeneo, o de Vitoriano y Plácida). Esto rompería con la idea que
aparece en la bibliografía de que declarar el amor es hacerlo conocer al ser amado (Kerbrat-
Orecchioni 1998:20), pero se amplía también en este sentido el concepto de las secuencias amorosas
632 1998: 24.
633 A diferencia de otras situaciones como por ejemplo los intercambios epistolares en los que los
interlocutores no están presentes en el momento de realización, pero recibirán las palabras del locutor (o al
menos la intención es que las reciba).
317
porque se considera para este caso específico del lenguaje teatral por el esquema comunicativo
doble que lo caracteriza: en este caso no sólo interesa que el personaje haga saber a su ser amado
que lo ama, también interesa que el espectador reciba esa información.
En cuanto a otros aspectos pragmáticos, también se refieren a las condiciones de felicidad, por
ejemplo de la importancia de la condición de sinceridad, que ejemplifica el trabajo de Iglesias
Recuero (1998) sobre Don Juan y en este trabajo con el estudio de algunas declaraciones “falsas”.
La bibliografía también se preocupa de esbozar una pequeña tipología de las declaraciones. Se fija en
si las declaraciones se realizan cara a cara o no (por ejemplo a través de billetes en los que los
amantes confiesan su amor, como sucede entre varias parejas, especialmente entre Darino a Finoya
que mantienen una larga correspondencia), si éstas se hacen con testigos y en privado o público, así
como si es por escrito o de manera oral. También se ha preocupado la bibliografía sobre las
características de los enunciadores (sexo, edad, cultura de procedencia) y la naturaleza del amor, es
decir, si es legítimo o no (cuya mejor comparación en este corpus nos brinda Vitoriano en sus
relaciones con Plácida, la verdadera amada, y la cortesana Flugencia, hacia quien finge tener
sentimientos amorosos) y si es compartido o no.
Las investigaciones sobre las declaraciones también se han interesado en estudiar las fases de la
declaración amorosa. Cosnier (1998) en su estudio etológico sobre diferentes especies, incluidos los
hombres, propone las fases de publicación de la competencia amorosa,634 declaración y
proclamación. En este mismo libro también se hace referencia a otras propuestas como la de
Bettinotti: encuentro, confrontación polémica, seducción, revelación del amor y matrimonio.
Silvie Durrer propone siete fases en la declaración amorosa a la manera de los enfoques cognitivos y
psicolingüísticos. Estos hablan de scripts para determinadas situaciones que pueden anticipar el
proceso de estas en un orden determinado;635 ejemplo el “script restaurante” el orden sería la
entrada en el restaurante, la elección de una mesa, la llegada del camarero, petición de la carta y
lectura de la misma etc., hasta llegar a la última fase: la partida del restaurante.
Para el caso de las declaraciones Durrer propone el siguiente script:
Nacimiento del sentimiento amoroso
Escena inaugural
Confidencia a un tercero
Dudas
Cumplidos
Declaración amorosa
Compartir y celebrar mutuamente el amor
Declaración pública
634 Esta fase correspondería con el anuncio de que el individuo está dispuesto y disponible para el intercambio
amoroso.
635 También en Escandell Vidal (2005:44-46).
318
En este corpus aparecen representadas en escena algunas de las fases propuestas. La confesión a un
tercero de los sentimientos amorosos es muy frecuente en el teatro: los personajes de alta escala
social muchas veces se lo cuentan a sus criados, y ellos serán los que les aconsejen y/o los que
intervengan como intermediarios en los amores de sus amos. Estas secuencias se han tenido en
cuenta como aportadoras de información sobre los sentimientos y las intenciones de los personajes,
que no siempre coinciden con lo que después dirán a sus parejas, de igual manera que los
monólogos, que en realidad son una confesión a un tercero que es el receptor de la obra.
La supuesta fase de los cumplidos también está muy representada en el corpus. En opinión de Durrer
esta fase debe preceder a la declaración, la cual se debe realizar con la fórmula fija, pues es una de
las que defiende que un cambio en la formulación significaría una atenuación.
La clasificación en fases del proceso amoroso puede resultar útil para utilizarlas como valores
descriptivos, e incluso la propuesta de orden es interesante como reflexión. Sin embargo, se
entiende que si bien hay procesos obvios (encuentro, fase de cortejo, cumplidos y declaraciones, así
como la declaración pública, que en la época estudiada correspondería con el matrimonio siempre
que no sea clandestino), las fases no tienen por qué estar delimitadas ni seguir un orden específico;
por lo menos así sucede en nuestro corpus. Por ejemplo las alabanzas y declaraciones se repiten (y,
según el análisis que aquí se sigue, no pierden valor por ello) y entremezclan, probablemente por una
cuestión ideológica que se verá más adelante. Además, no siempre se presencia todo el proceso
amoroso de las parejas estudiadas; a veces el receptor de la obra conoce a los personajes en una fase
avanzada de su relación (como los personajes casados), o los ve en la fase de cortejo pero no los llega
a ver avanzar más allá. En este trabajo se ha establecido una evolución de las relaciones que
comienza en el primer encuentro y que incluye las siguientes fases de desarrollo de las parejas:
cortejo, relación sexual, matrimonio clandestino o consolidado y también se han tenido en cuenta las
relaciones adúlteras y prostibularias.636
Según Durrer estas fases del proceso amoroso son aplicables tanto para los “discursos de una
relación sincera” como para los “corpus libertinos”. De hecho, considera que estas relaciones fingidas
o con intenciones estratégicas con frecuencia seguirán estos procesos de manera más prototípica.637
En este sentido se puede esperar lo mismo de los personajes como Turpedio con Doresta, Vitoriano
con Flugencia y Pandulfo con Quincia.638 Con diferente rasero habrá que tratar los discursos del
ámbito de la prostitución por el contrato comunicativo especial que los caracteriza.
636 Cada una de las fases o etiquetas para la relación amorosa se han definido en el capítulo de situación
amorosa, donde se ha analizado el uso de tratamientos nominales en relación con los diferentes tipos de
situación amorosa.
637 “En effet, paradoxalement, c´est dans le discours libertin et plus largement dans les paroles des seductuers
que l´on rencontrera les réalisations les plus exemplaires de la déclaration d´amour et du script de la rélation
amoureuse. En effet, les discours séducteurs font rarement l´économie d´une déclaration d´amour […]”
(1998:63).
638 El patricio urbano y la cortesana demuestran algo parecido en la elección y uso de tratamientos nominales
entre sí: él dirige tratamientos muy afectivos a pesar de que se trata de un amorío fingido. También Turpedio
con Doresta en sus primeras interacciones, hasta que comienzan a discutir y cambia notablemente el tipo de
tratamientos empleados, que aunque son muy pocos, muestran diferencias. De otro lado, Pandulfo, quien a
pesar de tener deseos verdaderos (aunque estos sean carnales) hacia la criada de la casa de Paltrana, también
319
Iglesias Recuero hace una propuesta de lo que llamamos la declaración “falsa” en su trabajo sobre las
declaraciones en el personaje de Don Juan. En ella habla de las fases de la declaración, cumplido,
declaración y promesa de matrimonio (1998:399-403), que cobran un sentido diferente por la falta
de sinceridad del sentimiento amoroso expresado: forman parte de una estrategia compleja cuyo
objetivo es la seducción de la mujer (1998:397). En este sentido circulan algunas de las alabanzas y
declaraciones de Pandulfo hacia Quincia, por ejemplo, con la diferencia de que para este personaje la
intención es doble: de un lado, como Don Juan, persigue satisfacer su deseo carnal, pero por otro
tiene un interés laboral: que Quincia le haga una serie de recados comprometidos le ayudará a
contar con el favor de su amo lo que se traducirá en ventajas económicas; quiere medrar a través de
estos favores comprometidos.
Kerbrat-Orecchioni también se fija en las declaraciones amorosas desde el punto de vista de la
cortesía. Siguiendo la teoría de la face positiva y negativa concluye que en este sentido también son
actos complejos: tanto para el que declara su amor como para el destinatario las declaraciones
suponen un riesgo doble.639 El declarador está divulgando un secreto y al hacerlo crea un cierto
número de obligaciones para con el ser amado, lo que atenta contra su face negativa. De otro lado
existe un riesgo para su face positiva ya que la declaración lo coloca en una posición baja.640
Para el destinatario la declaración puede constituir un riesgo para su face negativa en tanto en
cuento supone una violación territorial, sin embargo para la positiva, según Kerbrat-Orecchioni,
puede ser positivo, ya que “il est tout de même généralement plutôt flatteur de s´entendre dire
qu´on est aimé” (1998:36). Sin embargo lo habitual es que los personajes femeninos de este corpus,
ya que las receptoras de declaraciones suelen ser mujeres, no lo reciben de esta manera
“halagadora” (flatteuse) que propone la autora; la reacción habitual a las declaraciones es de
rechazo, al menos las primeras veces. Se entiende que esto es así por una cuestión de imagen: una
mujer debe intentar salvaguardar su honor que puede peligrar si el proceso amoroso sigue adelante.
Incluso puede sentirse ofendida de que la consideren “abierta” a o “provocadora” de ese tipo de
interacción. La preocupación por la imagen en los estamentos altos era muy alta tanto a nivel de
dignidad personal como estamental (Iglesias Recuero 2010:382).
Quizá esta complejidad a nivel de las face por el componente de amenaza que predomina y que hace
de la declaración un acto de “alto riesgo”641 es la responsable de la indirección en la expresión de las
tiene otras intenciones, lo que creemos que se ve reflejado en la profusión de alabanzas, declaraciones y un
discurso muy afectivo, que tiene una muestra también en la cantidad de tratamientos nominales utilizados y su
la elección de los mismos, como se demuestra en el capítulo de la situación amorosa bajo el epígrafe que trata
con detalle sus interacciones (3.1.5.3).
639 También Spencer-Oatey (2008:20) señala esta doble vertiente amenazante y halagadora de los cumplidos.
640 Esta posición de inferioridad-superioridad de los enamorados es frecuente en los tópicos amorosos de la
época, como se ha visto con frecuencia en este corpus: el considerar a la amada como una diosa o como la
señora siendo el declarador su fiel o su vasallo es un ejemplo de esto. Rígano (2002) interpreta esto como una
herencia de las relaciones feudales siguiendo a McIntosh (1986), que propone que el origen del estilo cortés se
remontan a estas relaciones que se reflejan no sólo en el ámbito amoroso sino por ejemplo en las relaciones
hijo-padre o de los hombres con Dios.
641 Kerbrat-Orecchioni 1998:36.
320
declaraciones de la que habla Sivie Durrer: según ella la declaración de amor, precisamente “cette
parole qui devrait être totalement prise en charge”, frecuentemente se expresa indirectamente a
través de diversos procedimientos para distanciar al sujeto de su declaración. Algunas de las
estrategias de indirección a las que se refiere son la reticencia (interrumpirse en medio de una frase
para hacerse entender con lo poco que se dice),642 las declaraciones figuradas (metáforas,
sinécdoques, perífrasis y eufemismos) que también dejan “une part d'ombre et d'incertitude” de
forma que el interlocutor es el que debe interpretar, y la despersonalización en la que el amor se
explicita pero el resto queda enmascarado (masqué) (Durrer 1998:48-53).
La autora habla de alguna de estas estrategias como la manifestación del pudor del locutor. En este
sentido entendemos que, por ejemplo, los casos de expresión indirecta del amor de Flérida a
Duardos, así como de ciertas decisiones que toma las cuales también formula indirectamente, como
se verá, tienen que ver con este pudor. Sin embargo quizá se trate más de pudor literario, entendido
a la manera de la restricción literaria e ideológica a las que se refiere Iglesias Recuero en el citado
artículo sobre la figura de Don Juan,643 como se explicará más adelante.
El problema de estas declaraciones “enmascaradas” es dónde poner el límite de las realizaciones
implícitas, como se pregunta Kerbrat-Orecchioni: ¿dónde comienza la expresión del sentimiento
amoroso?, y ¿a partir de qué grado de “claridad” podemos considerar que se trata de una
declaración? (1998:25). En efecto en el corpus se da un continuum en la formulación: desde las
declaraciones enunciadas abiertamente a aquellas que expresan los sentimientos amorosos de
manera indirecta en mayor o menor medida, por ejemplo con declaraciones figuradas y
despersonalizaciones.
Otro aspecto interesante es la dirección habitual de las declaraciones: es el hombre el que inicia
estas secuencias tradicionalmente en la cultura occidental siendo el “maître du jeu amoureux”
(Kerbrat-Orecchioni 1998:35-6), como se verá ejemplificado en este corpus. Incluso las prostitutas
parecen entrar en ese juego fingido a pesar de que el contrato comunicativo de la relación
prostituta-cliente pudiera hacer pensar que la prostituta fuera en este ámbito la “encargada” del
cortejo, como se ha creído ver en otros trabajos.644
Hay que tener en cuenta que lo esperable en la ideología de la época es que el amor verdadero
siempre vaya hacia el matrimonio (Iglesias Recuero 1998:396). De hecho es el camino honorable para
una mujer, junto a la vida monacal (Fernández Ramírez 1982, Luna Díaz 2011:27).
642 Se diferencia de la elipsis en la que el mensaje es recuperable, además de que la elipsis es un fenómeno
gramatical mientras que la reticencia retórico. Las reticencias tienen varios intereses estratégicos: el
interlocutor tiene que reconstruirlos, siempre se pueden negar, obligan al interlocutor a participar activamente
en la producción del mensaje ya hacerse cargo de una parte de esta producción, lo que provoca que se
convierta en enunciador.
643 Iglesias Recuero (1998).
644 Hamad Zahonero (en prensa) comparaba el papel de los hombres en el cortejo con el de las prostitutas,
calificando a ambos grupos de personajes como los “«encargados» del cortejo”.
321
4.2.1. Secuencias amorosas
En este epígrafe se analizan las expresiones de amor que constituyen una declaración amorosa. Se
utiliza esta etiqueta en sentido amplio, es decir, desde la declaración de amor en sentido estricto en
la que un hablante expresa a su interlocutor que tiene sentimientos amorosos hacia él del tipo “yo te
quiero”,645 como define la bibliografía, pero también considerando otras formas en las que los
personajes dejan ver sus sentimientos a través de alabanzas y cumplidos.
Se incluyen tanto las muestras de amor verdaderas como las fingidas por diferentes motivos, como el
cortejo por estrategia persuasiva para conseguir otro tipo de fines, como ocurre entre Pandulfo y
Quincia, o el amor fingido entre Vitoriano y la cortesana Flugencia igual que en el resto de casos con
prostitutas, donde el fingimiento es parte del contrato comunicativo. También se asistirá a una
declaración “sonsacada”.
Estas muestras de amor en alguna ocasión aparecen formuladas directamente:
DUARDOS: Yo a vos amo […] (pág. 256)
Pero lo más frecuente es que se demuestre el amor hacia la otra persona con realizaciones
indirectas, según proponía Silvie Durrer,646 como la de Himeneo a Febea:
HIMENEO: […] yo vos guardo en mi pecho […] (pág. 191)
Como se verá tanto las declaraciones más directas como de aquellas indirectas tienen formulaciones
que se repiten en las diferentes obras y en boca de personajes de diversos orígenes sociales.
De otro lado se encuentran otras secuencias que se formulan en el ámbito amoroso y que, en
nuestra opinión, son muy cercanas a las declaraciones en tanto en cuanto son demostraciones de
amor. La alabanza a la amada es una forma muy recurrente: éstas aluden muchas veces a la belleza
del ser amado, que se compara con perlas, las flores o el sol, por ejemplo, o a virtudes como la
discreción y la educación y la virtud.
DARINO: ¡Oh, muger tan sabia quanto gentil, tan discreta quanto virtuosa! No pienses que yo
podría creer que donde ay tanto saber y cordura, linaje y virtud y criança, pudiesse aber cosa
que de nadi fuesse juzgada, porque tú no la harías ni se hallaría quien mal te quisiesse para que
te juzgasse. (pág. 74)
En este ejemplo Darino realiza una doble alabanza a Finoya, la primera a través del propio
tratamiento nominal, y la segunda enumerando las cualidades de su amada.
645 Éste ejemplo sería el prototípico de una declaración actualmente. A pesar de que en la bibliografía se habla
de esta formulación como la única válida para la declaración (con investigadores que afirman que incluso el
simple añadido de intensificadores resta valor a la declaración: Kerbrat-Orechioni 1998:21, Durrer 1998:61,
Gelas 1998:463), aquí la referencia a ellas se hace en sentido mucho más laxo a propósito, como ya se ha
comentado en el epígrafe introductorio.
646 1998:48-53.
322
Pero también hay una serie de momentos en los que los personajes verbalizan su sentimiento
amoroso de otras maneras, por ejemplo, demostrando su amor a través de alusiones a determinados
temas tópicos del amor mediante las cuales el interlocutor (y demás posibles receptores),
interpretan inmediatamente que el personaje está declarando su amor a otro personaje. Si bien son
maneras menos transparentes de hacerlo, no dejan de ser otra forma más de declarar el amor. Las
alusiones más frecuentes son al “morir de amor”,
SIGERIL: “[…] me tienes muerto de amores” (pág. 247),
pero también se juega mucho con la relación de sometimiento del enamorado a la mujer que
posiciona a los que se declaran en inferioridad y que recuerda al amor cortés,
DARINO: Responde, coraçón de mi alma, a este tu vasallo Darino […] ¡Ah, mi señora! Oye a tu
siervo. (pág. 121),
y también se dan con frecuencia comentarios sobre el sufrimiento y desventura del amador,
ZAMBRÁN: “Extar muy rixte y no poder dormir” (pág. 164),
frente a la crueldad del amado,647
SIGERIL (Carta): “Señora de mis entrañas, o templa tu hermosura o tu crueldad para comigo”
(pág. 298).
El recurso a la categorización del amado o a la autocategorización, estableciendo posiciones
relativas,648 es muy frecuente: los más abundantes son el cautivo de amor y el ensalzamiento de la
amada como señora (y frente a él, el muchas veces indigno siervo) o incluso como santa o diosa en
una hiperbolización de superioridad de la amada, por la que se profesa adoración.649
También se han considerado como declaraciones de amor indirectas la expresión del deseo de ver al
ser amado, y se ha atestiguado el tópico del amor como guerra:
QUINCIA: […] harto me pesó a mí que no te vi allí, que por mi vida, que tenía ya desseo de te ver.
Ø (pág. 264-65)
DUARDOS (corte): […] más fuerte batalla /contra mí traéis con vos Ø (pág. 191)
647 Se trata de un motivo muy recurrente en la literatura amorosa. Alonso Miguel (2002:25) señala la crueldad
hacia el enamorado como el “rasgo psicológico más característico de la amada petrarquista”.
648 Ver la definición del término en la introducción en el apartado de metodología y definición del objeto de
estudio en 1.3.2.
649 Como ya se ha comentado se trata de un tópico amoroso. (Ver nota en 2.1.1.1.1.1)
323
4.2.2. Los tratamientos en las secuencias amorosas
En este tipo de secuencias en las que encontramos declaraciones más o menos prototípicas, directas
o indirectas, alabanzas y otras formas de expresión y muestras del sentimiento amoroso,
encontramos una presencia de tratamientos del 41%.
Gráfica 67. Presencia de tratamientos en las secuencias amorosas
650 43% de posesivos y 17% con complementos sobre el total de tratamientos.
SECUENCIAS
AMOROSAS
41%
59%
Presencia de tratamientos en
las secuencias amorosas
Tratamientos Ø
Tabla 52. Los tratamientos en relación con las secuencias amorosas
SECUENCIAS AMOROSAS
TRATAMIENTOS
- Funciones: relacional
- Presencia: 41%
- Presencia de afectividad: 58%
- Afectividad. Modificadores: 78% de posesivos, 34% con complementos.650
- Lemas: SEÑOR (31), NP (7), ALMA (6), CORAZÓN (2), ENTRAÑAS (2), AMIGO, AMORES, CAUSADORA …,
DESPECHO, DIOSA, ESMERALDA, HERMANO, INFANTA, MUJER, OJOS, PERLA, ROSTRO>FLOR. (72% de los
tratamientos afectivos contienen lemas afectivos)
- Categorías: Deferenciales SEÑOR, INFANTA, no marcados afectivamente NP y MUJER, marcado por el
uso DIOSA, y de marcación de grupo, HERMANO y AMIGO, y los tratamientos amorosos directos (ALMA,
CORAZÓN, ENTRAÑAS, AMOR) e indirectos (CAUSADORA…, DESPECHO, ESMERALDA, OJOS, PERLA,
ROSTRO>FLOR).
- Posición: preferencia hacia el inicio. Mayor incidencia central y menor final que habitualmente
Inicial (37) (I:18 [3 inicia carta], i:22) 72%
Central (11) 22%
Final (3) (f:2, F:1 [corto]) 6%
324
Se trata del menor porcentaje registrado hasta ahora en las secuencias estudiadas. En cuanto a la
afectividad, estas secuencias superan la media, como parece natural por el contenido afectivo de las
mismas.
Gráfica 68. Afectividad de los tratamientos en en las secuencias amorosas
La afectividad de los tratamientos afectivos en estas secuencias se construye, como es habitual, a
través de la afectividad sintáctica con la modificación a través de posesivos y complementos del
nombre, y en este caso con una alta presencia de afectividad léxica:
Gráfica 69. Rasgos de afectividad de los tratamientos afectivos en las secuencias amorosas
Parece que en las secuencias amorosas se recurre especialmente a bases léxicas afectivas.651 En estas
secuencias se dan doce formas de este tipo (ALMA, CORAZÓN, ENTRAÑAS, AMIGO, AMOR, CAUSADORA…,
651 Los valores presentes hasta ahora en la creación de afectividad de los tratamientos, por tanto, recordemos,
se trata de un porcentaje sobre los tratamientos afectivos y no sobre el total de tratamientos o de
SECUENCIAS
AMOROSAS
58%
42%
Afectividad de los tratamientos
en en las secuencias amorosas
Afectivo No afectivo
SECUENCIAS
AMOROSAS
34%
72%
78%
Rasgos de afectividad de los tratamientos
afectivos en las secuencias amorosas
CN Lema afectivo Posesivo
325
DESPECHO, ENTRAÑAS, ESMERALDA, OJOS, PERLA, ROSTRO>FLOR), además de las marcadas afectivamente por
el uso HERMANO y DIOSA, y cuatro de categorías no marcadas afectivamente (el NP, INFANTA, MUJER y
SEÑOR).
Sin embargo, a pesar de que los tratamientos de categoría afectiva sean más en variedad, no lo son
en número; la afectividad léxica sólo llega al 24% del total de tratamientos frente a la alta frecuencia
de aparición de los NP y, sobre todo, de los tratamientos construidos a partir de la base léxica SEÑOR.
Los tratamientos en estas secuencias pertenecen a varias categorías: las siempre presentes
deferenciales, aquí el habitual SEÑOR e INFANTA. El también casi siempre presente NP y el tratamiento
no marcado afectivamente MUJER, en este caso como `persona de sexo femenino´ y no con el
significado de `cónyuge´. Por otro lado también se da el usado afectivamente DIOSA, y los de
marcación de grupo, HERMANO y AMIGO, además de los tratamientos amorosos directos (ALMA,
CORAZÓN, ENTRAÑAS, AMOR) e indirectos (CAUSADORA…, DESPECHO, ESMERALDA, OJOS, PERLA, ROSTRO>FLOR).
Se ha observado que en estas secuencias se dan una serie de juramentos que refuerzan la sinceridad
de los cumplidos o declaraciones, por ejemplo:
SIGERIL: “Señora, no te tapes si quieres desconocerte, que juro a mi vida que por tu gracia de media
legua eres conoscida […]” (pág. 247)
PANDULFO: Juro por tu vida y mía, que si el agua tiene la gracia que tú tienes en llevalla, que puedes
dezir con razón que no la dexarán de bever.Ø (pág. 159)
ZAMBRÁN (en una carta): “Dexir a mí no xaber, gualá,652 xabendo que todo lo haxer tú, mex
entrañax. Mi coraçón, no me querer hazer más mal, por vida de voxa merxé, pues extar tuyo todox”
(pág. 164)
Estos juramentos nunca los producen los personajes de origen social más alto; se dan con frecuencia
entre criados y como excepciones aisladas en otros ámbitos sociales bajos (prostitución y no
dependientes). Sólo los producen personajes de la Segunda Celestina, por lo que se entiende que se
trata de una preferencia estilística del autor, pero que expresan una diferenciación social.
En cuanto a la posición de los tratamientos hay una preferencia muy marcada hacia el inicio de las
declaraciones. Sin embargo, lo que llama la atención es que el porcentaje de tratamientos en
posición central es mucho más alto en las secuencias amorosas que en las otros tipos de secuencias
estudiadas.653 De todas ellas sólo en las declaraciones el porcentaje de colocación del tratamiento en
posición central supera al final, que, por otra parte, es llamativamente bajo en comparación con el
resto de situaciones analizadas.654 Quizá esto es así porque las declaraciones son secuencias que
intervenciones, son para las diferentes secuencias: inicios de la interacción (55%), saludos (33%) y despedidas
(40%).
652 Se trata de un juramento en árabe de “wa allah” que significa `por Alá, por Dios´, como explica la editora
(pág. 127), expresión que se utiliza actualmente en varios dialectos del árabe.
653 3% en los inicios de las interacciones (de los que no se documenta ninguno en inicios de la interacción con
saludo) y 5% en despedidas frente al 22% en las secuencias amorosas.
654 14% en los inicios (de los saludos el 56%, porque en su mayoría se trata de interacciones cortas, lo que
favorece la posición final) y 19% en las despedidas.
326
tienden a ser más largas y quizá cumpla una función como “vocativo de continuación”655, es decir,
para renovar la atención del seleccionado y asegurar el manteniento de la comunicación.
Probablemente lo que se refuerce simplemente sea el acto de habla.
Si se analizan estas secuencias desde un punto de vista social encontramos que los personajes de
origen social elevado producen muchas más secuencias amorosas de este tipo, con más del doble de
ocurrencias que cualquier otra categoría.
Gráfica 70. Presencia de intervenciones en las secuencias amorosas
Sólo los nobles y personajes del patriciado urbano casi suman la mitad de todas las intervenciones de
este tipo. Esto podría deberse a la restricción ideológica además de literaria que apunta Iglesias
Recuero (1998:392-3) que afecta a la verosimilitud. La autora en su estudio sobre las declaraciones
amorosas del personaje de Don Juan en varios autores se da cuenta de que entre sus víctimas, si bien
hay nobles seducidas (y abandonadas), nunca asistimos en escena al cortejo de estas mujeres. A
pesar de que las destinatarias del “amor” del personaje pertenecen a todas las clases sociales,656 Don
Juan sólo seduce frente a los receptores de la obra a mujeres de origen social bajo (las paysannes).
Esto es así porque las normas de la verosimilitud obligarían a presentar la declaración amorosa a una
noble como el término de un largo proceso de cortejo convirtiendo la obra en una comedia de intriga
amorosa o un drama de honor. Además, explica la autora, hay un tabú sobre la representación
655 Entendemos estos “vocativos de continuación” como un “estímulo comunicativo” en el sentido de Bustos
Tovar (1996), es decir, como “elemento dialógico que tenga como función la progresión del discurso”, y que
falilitan que el lector o espectador puedan participar de la situación dramática (Bustos Tovar 1996:283). Como
se ha explicado en 1.1, Bustos Tovar (1998) también habla del vocativo como función tanto en el plano
escénico como en cuanto al receptor de la obra.
656 Lo que recuerda el don Juan de Zorrilla en los versos que cita Iglesias Recuero en su trabajo: “De una
princesa real / a la hija de un pescador, / ¡oh! ha recorrido mi amor / toda la escala social” (Don Juan Tenorio, I,
v. 662-665).
41%
4% 1% 13% 29%
2% 8%
Presencia de intervenciones en las
secuencias amorosas
Intervenciones
327
escénica del cortejo de una dama de la nobleza; una “prohibición implícita” de mostar actitudes
“inmorales”. La cantidad de secuencias amorosas que protagonizan los nobles de este corpus en
comparación con personajes de orígenes sociales inferiores puede tener que ver con la necesidad de
alargar el proceso del cortejo de los nobles como forma de preservar la imagen de las damas nobles y
su moralidad. Quizá también tiene que ver con que suelen ser los protagonistas y simplemente el
autor se detiene más al dramatizar sus amoríos.657 También muchas veces los nobles ejemplifican el
verdadero amor, el amor cortés, frente a los criados y demás personajes, cuyo amor es más paródico
y/o reflejo del de sus amos.
En cuanto a la diferenciación social, la presencia de tratamientos muestra una tendencia a aumentar
según baja la condición social de los personajes, y en el mismo sentido sucede con la afectividad:
Gráfica 71. Presencia de tratamientos en las secuencias amorosas según el grupo social
657 En la Segunda Celestina las interacciones entre los amos son menores que, por ejemplo, las de Pandulfo y
Quincia, pero son Felides y Polandria los que estructuran la trama. En la Himenea sí hay más presencia de los
amoríos de los nobles que de los criados, y en la Penitencia son de hecho los únicos amantes.
35% 33% 50%
11%
56% 67% 64%
65% 67%
50%
89%
44%
33% 36%
Presencia de tratamientos en las secuencias
amorosas según el grupo social
Tratamientos Ø
328
Gráfica 72. Afectividad de los tratamientos en las secuencias amorosas según el grupo social
Llama la atención el bajo uso de tratamientos que hacen los personajes no dependientes. De ellos,
además, las secuancias de este tipo se dan casi siempre entre Camilote y Maimonda, los únicos de su
grupo que están en situación de cortejo. Sólo en dos ocasiones el muy afectuoso Juliâo declara su
amor por su esposa o la alaba. En efecto, los matrimonios casados de igual manera que no
presentaban mucha afectividad en sus tratamientos ni afectuosidad en el trato con los esposos,
tampoco se prodigan en cuestiones amorosas.658
Por otro lado, la nula afectividad en el tratamiento asimétrico se explica precisamente por la
presencia de la jerarquía. Lo que es llamativo es la diferencia de afectividad en la prostitución.
Parecería que precisamente en este ámbito interesaría la afectividad estratégica en las relaciones
con el cliente. Sin embargo, sólo en un caso se aprecia este tipo de estrategia a través de una forma
marcada de pertenencia grupal, Sosia, amigo, en una interacción en la que Areúsa tiene la intención
de conseguir cierta información y acercar a un cliente, es decir, con fin económico.659 Precisamente
en este ejemplo no se halla el cortejo que se esperaba como hipótesis de partida de las prostitutas
hacia sus clientes como “encargadas del cortejo”, pero sí se manifiesta una manipulación del
interlocutor a su favor: aquí la prostituta le está “sonsacando” una afirmación amorosa, como se
explicará más abajo.
658 Ver apartado sobre los matrimonios consolidados (y las relaciones adúlteras) en el capítulo que trata los
tratamientos en relación con la situación amorosa (3.2.1.1.2 y 3.2.1.1.3). Consultar también sobre las corrientes
contrapuestas sobre la afectuosidad en el matrimonio en nota en la presentación de la historia conversacional
de Juliâo y Costança Roiz (3.1.4.2).
659 Aunque cuando consigue la información como agradecimiento le propondrá relaciones sexuales. Para más
detalles sobre esta relación ver el apartado Areúsa-Sosia en el capítulo de la situación amorosa (3.1.5.7).
47% 50%
0%
50%
82% 100%
14%
53% 50%
100%
50%
18%
0%
86%
Afectividad de los tratamientos en las
secuencias amorosas según el grupo social
Afectivo No afectivo
329
La dirección de las declaraciones es clarísima y coincide con lo que la bibliografía anuncia:660 de las
cerca de 130 secuencias amorosas analizadas, sólo en un 11% de ellas participan mujeres, es decir,
tienen una intervención de contenido amoroso, y de ellas, en pocos casos son ellas las que inician la
secuencia; lo que hacen es dirigir una declaración o una alabanza en respuesta a otra de su pareja. La
iniciativa de las mujeres en esta parcela amorosa tampoco está muy presente.
En este sentido el papel del hombre en el cortejo se muestra de forma muy evidente: la relación
amorosa está en sus manos. Incluso los dos ejemplos en los que personajes femeninos incitan a sus
parejas a que les dirijan una declaración y una alabanza (calificadas como “sonsacadas”), inclinan la
balanza en favor del poder del hombre con respecto a esto: ellas provocan esos actos para que ellos
se los dirijan a ellas, como el orden social implícito establece. Además, en ambos casos se trata de
“transgresiones”, pues una de ellas es la paródica Maimonda y la otra una prostituta.
Las mujeres emplean tratamientos en un tercio de las intervenciones amorosas que dirigen a sus
parejas. Las nobles Febea y la prostituta Elicia preferirán el trato deferencial señor, para Himeneo, y
señor Tristán, cliente con el que Elicia no tiene aún confianza, frente al Sosia, amigo que la
engatusadora Areúsa dedica al criado de Calisto con el uso estratégico del marcador de pertenecia de
grupo. Otro marcador de pertenencia de grupo es el que utiliza la criada Quincia con Pandulfo. El
único que es de contenido amoroso directo es el amores míos de Palana a Pandulfo, que, como ya se
ha visto en varias ocasiones, trata al rufián muchas veces con formas afectivas de las que sólo los
hombres hacen uso.
Al estudiar la cantidad de declaraciones y alabanzas que se dan en el corpus según los orígenes
sociales de los personajes se encuentra una diferencia de cantidad notable entre el comportamiento
de los personajes del ámbito de la prostitución y el resto: en la prostitución no se encuentran
alabanzas y sí se dan declaraciones, pero con menor frecuencia y con características diferentes, como
se verá.
Entre los personajes de origen social alto la cantidad de declaraciones y alabanzas es similar.661 De
ellos es el protagonista de la Penitencia de amor el que más las utiliza, especialmente las alabanzas
tanto en sus cartas a Finoya como cuando están cara a cara.
Cuando el personaje noble Don Duardos se disfraza y habla a Flérida como el hortelano Julián no
llega a declarar su amor como hace in absentia y en la corte, pero sí la alaba indirectamente:
DUARDOS (Julián): Señora, ahí [debajo del naranjo] es natural, / caerá flor en las flores. (pág.
231)
La prueba de que se trata de una demostración de su amor es que ella la toma como tal, como
entendemos por su respuesta: “¿De manera/ que siempre tienes ligera/la respuesta enamorada?”
(pág. 231). Se rompe la actitud esperable o incluso posible: un personaje de posición social baja no
660 Kerbrat-Orecchioni (1998:35-36) afirma que tradicionalmente en nuestra cultura es el hombre el que inicia
estas secuencias, como ya se ha comentado en la introducción de este capítulo (epígrafe 4.2).
661 En torno a la 18.
330
puede sentir de tal manera el amor,662 y menos expresárselo a alguien de nivel muy superior. Por ello
el personaje de Flérida tiene sospechas de que algo no cuadra, como comenta con Artada: “¿No os
digo yo, Artada, / que va honda esta ribera?” (pág. 231). Entendemos que la alta indirección de la
alabanza se puede deber precisamente a lo inadecuado de que un personaje inferior corteje a uno
superior.
Flérida protagoniza otros ejemplos de indirección en diferentes momentos: de un lado no llega a
declarar su amor, pero sí anuncia que se va a dejar llevar por la Diosa Ventura lo que implica que se
va a rendir ante el cortejo de Duardos:
FLÉRIDA a DIOSA VENTURA: ¡Oh, Ventura, diesa mía, / refugio de los humanos /soberano! /Tú
sola tomo por guía /y entrégome en tus manos /por mi mano. (pág. 258),
De igual manera que la aceptación de irse con él cuando le pregunta si partirá con él:
DUARDOS: ¿Qué dezís, señora mía? → FLÉRIDA: Ya me di a la Ventura, /mi señora […] quiero
que sepa la mar /que el amor es el señor /deste mundo. (pág.259)
Se entiende que esta indirección se debe a la voluntad de rehuír la responsabilidad de su
comportamiento, pero también a su posición en la escala social en la que estas conductas serían
especialmente inadecuadas. De hecho, cuando se va pide que si su padre la buscare digan que el
amor la llevó, que no fue culpa suya (pág.260).
Volviendo a los tipos de secuencias amorosas según los niveles sociales, los personajes no
dependientes realizan muchas más alabanzas que declaraciones.663 Esta alta frecuencia se debe a la
aparición del personaje paródico Camilote, cuya intervención es prácticamente una consecución de
alabanzas a la belleza de Maimonda, que nos ha presentado el autor como la “cume de toda a
fealdade” (pág.192): la parodia está servida.
De los criados es Pandulfo el que más secuencias amorosas protagoniza junto a Quincia. Hay que
tener en cuenta que son de los personajes que más escenas comparten, pero la cantidad de
declaraciones y alabanzas también se debe también a cuestiones estratégicas cuyo objetivo son los
intereses de Pandulfo.
En el ámbito de la prostitución sólo aparecen dos declaraciones entre prostituta y rufián y tres con
clientes. En el caso de las prostitutas con sus rufianes los ejemplos vienen de Pandulfo y Palana: son
dos declaraciones muy indirectas “[…] no te quiero yo tan mal […]” (pág. 155) y “no estimo en tanto
como una paja para contigo” (pág. 157). Hay que tener en cuenta que se dan en una situación de
enfado y de reproches por celos, y estas declaraciones vienen como un intento de apaciguar la
discusión. Entre ellos no se dirigen alabanzas, sino todo lo contrario: lo que hacen es insultarse. Las
prostitutas con sus clientes tampoco se las intercambian. De hecho lo que hay es un caso curioso de
“contraalabanza” de Areúsa a Centurio:
662 Sobre esta exigencia del amor cortés habla Rodado Ruiz (2000:129 y ss.).
663 12 y 5 respectivamente.
331
AREÚSA: Alacé, más que no por tu hermosura, que, en fin, aunque te quiero mucho, no dexo de
conoscer que es más hermoso Felides que no tú […] Ø (pág. 360)
En esta secuencia también se da una declaración, que, como la de Crito a Elicia, es falsa pues le dice:
CRITO: […] toda mi vida quería estar contigo (pág. 310),
sin embargo, según sabemos por los apartes “Estoy rabiando por me ir, como un perro, y ella mucho
besar” y “Voto a tal, que me paresce que escapo de la cárcel, que parecía que jamás havía de salir de
allí.” (pág. 310), la condición de sinceridad de la declaración no se cumple. Ésta es una de las
características de las secuencias amorosas en este ámbito: los personajes fingen las etapas del
cortejo de manera que las declaraciones no son reales pero sí son esperables porque forma parte del
contrato comunicativo entre prostituta y cliente. Esto también depende del grado de confianza y de
la duración de la relación.664
También encontramos una declaración “sonsacada”, pues no sale espontáneamente de Sosia, sino
que se la “roba” Areúsa:
AREÚSA: Sosia, amigo, ¿cómo te has tanto olvidado de me visitar? Pues, por cierto, que aunque
lexos de mí, que no lo has estado del coraçón. → SOSIA: Señora, no estás engañada. (pág. 382)
Aquí parece que Areúsa quiere forzar a que se cumpla la dirección adecuada socialmente del cortejo:
el hombre se declara ante la mujer. Pero como Sosia no lo hace, Areúsa interviene solicitándola. Lo
hace además a través de una afirmación que él se limita a corroborar. Esto es una muestra más de
que las prostitutas en su relación con los clientes son las que mueven los hilos, a pesar de que
escondan este hecho.
Parecida a esta secuencia es la alabanza que Maimonda sonsaca a Camilote, aunque de forma mucho
menos directa:
MAIMONDA: Dezidme, por vuessa vida: / cuando me vistes ¿qué vistes? Ø / → CAMILOTE: Vi a
Dios / y la campana tañida / de la fama que hezistes / para vos. Ø (pág. 199).
El personaje de Maimonda es presuntuoso y no sólo lo demuestra porque “solicita” este cumplido,
sino que como se verá su respuesta a las alabanzas suele mostrar su acuerdo con las cosas buenas
que de ella se dice. Esto rompe las reglas de lo esperable como respuesta a un cumplido: minimizar
su valor, justamente lo contrario a lo que hace, lo que contribuye a la parodia que constituye ya de
por sí que este personaje sea alabado.
664 Por ejemplo Elicia con Barrada, que se acaban de conocer, hace el juego de preservar la honra (además de
evitarle porque no le gusta) y los personajes tapan que hay un pago de por medio hasta cierto momento. Entre
Areúsa y Grajales, que ya se han visto más veces y se supone que han superado esa etapa de cortejo y la
relación sexual, el trato entre ellos es diferente. Un breve repaso sobre las formas de tratarse de una y otra
pareja se encuentran en la descripción de sus historias conversacionales, epígrafes 3.1.5.11 y 3.1.5.8,
respectivamente.
332
4.2.3. Las declaraciones amorosas
Las declaraciones se realizan muchas veces con formulaciones recurrentes: con verbos como amar,
querer y adorar, con variantes de la expresión “yo soy tuyo”, así como a través de alusiones a
determinados temas que constituyen tópicos asociados al sentimiento amoroso: vasallaje, la cárcel
de amor, el estar “muerto de amores” o “morir de amor”, así como alusiones a la vista como la
receptora del amor entre otras.
De todas ellas, las más frecuentes son precisamente las más cercanas a esa declaración prototípica
de la que hablábamos: aquellas que se construyen a través de los verbos amar y querer.
DUARDOS: Ø Yo a vos amo y no más. (pág. 256)
ZAMBRÁN: «Xenora de mi coraçón, gualá, querer a ti como a me veda (pág. 164)
De este tipo encontramos 11 ocurrencias y se dan en casi todos los orígenes sociales (personajes
altos, dependientes y en la prostitución).
Cercana a estas formulaciones es la que se construye con el verbo adorar. En este caso sólo son
personajes de alta escala social los que la emplean, Himeneo y Duardos. Estas formulaciones remiten
al clima de religiosidad que se ve especialmente en el caso de la Tragicomedia de Don Duardos,665
además de situar a la amada en posición alta.
Las expresiones de tipo “soy tuyo” aparecen en 8 momentos en ambos sexos y en diferentes grupos
sociales, entre patricios urbanos y en boca de criados:
FINOYA: Ya por tuya me tienes. Ø […] (pág. 214)
QUINCIA: […] ya sabes que soy tuya. Ø (pág. 264)
La presentación de uno mismo como vasallo de la amada aparece en tres ocasiones, en este caso
sólo son personajes masculinos los que la utilizan, de alta procedencia o dependientes:
HIMENEO: […] que de mí sois ya señora […] (pág. 191)
BOREAS: […] os deseo servir […]. Ø (pág. 215)
DARINO: […] no podría dexar de servirte […] Ø (pág. 102)
665A lo largo de la obra se crea esta atmósfera de fiel-diosa entre los protagonistas a través del empleo de
tratamientos como diesa mía, o de posiciones relativas en las que tanto Duardos como otros personajes,
categorizan Flérida como “Dios” o como “diesa imperial, milagrosa”, o a través de los calificativos “Beso
vuessas altas manos/divinales” como se ha comentado en capítulos anteriores (2.1.1.1.1.1).
333
El tema de la cárcel de amor666 y del amador como cautivo también se da en este corpus en patricios
urbanos con sus iguales o con la cortesana Flugencia:
VITORIANO: […] agora,/ amores de vos, mi alma, / son los que me cativaron (pág. 308)
DARINO: señora mía […] No me as querido condenar a muerte sino a cárcel perpetua […] (pág.
91),
y tampoco falta la muerte por amor en boca de criados y un noble:
HIMENEO: Habéisme muerto de amores […] (pág. 191)
También aparece la vista como instrumento fundamental en el enamoramiento:667
HIMENEO: […] tan ciego de amor me vi (pág. 191)
BOREAS: Pluguiera, señora, a Dios, / en aquel punto que os vi, / que quisiera tanto a mí / como
luego quise a vos. (pág. 215)
Se dan otras temáticas como la confusión por amor con amantes que se sienten turbados y perdidos,
se declaran enamorados de la belleza, confiesan que la amada es lo que buscan para su condición,
etc.
En este corpus no se dan muchas respuestas directas a las declaraciones, pero de las que hay son
destacables dos en las que la respuesta es positiva: ellas también están enamoradas.
FELIDES: […] el amor que contino de tu parte abrasa mis entrañas, […]como en comparación de
lo que yo siento es todo lo que se puede dezir.→ POLANDRIA: Señor, no hay necessidad de dezir
lo que yo contino con igual sentimiento te tengo pagado […](pág. 450)
PANDULFO: Téngotelo en merced, mi alma, que no bives tú engañada; porque, por las reliquias
de Roma, que no hay cosa que yo más ame que a ti, que toda me paresces hecha de perlas
preciosas; y no querría cosa más sino que conociesses el amistad que te tengo, porque no
666 Una imagen con larga tradición en la poesía hispánica (Alonso Miguel:33). La revisa Manero Sorolla en
(1990:142-28), de la que afirma que se encuentra en innumerables ejemplos “en la lírica medieval, tanto la
culta como la tradicional” (1990:146).
667 La importancia de la vista en la concepción amorosa es evidente, pues la belleza, fundamental para el
enamoramiento, es apreciada por la vista. Los ojos juegan un papel muy importante también, como podemos
observar en las acepciones de varios diccionarios posteriores a nuestro corpus: “puertas/ventanas del alma”
(Palencia 1490, Covarrubias 1611b), “mensajeros del coraçón y los parleros de lo oculto de nuestros pechos”
(Covarrubias 1611b), “Órgano por donde el animal recibe las especias de la vista, y por donde explica sus
afectos” (Autoridades 1737). Para más comentarios sobre los ojos en la tradición amorosa, consultar el
apartado 5.1.3.1.1. Por otra parte existía una teoría medieval de que una sustancia emanaba de los ojos y
llegaba al corazón (Aparici 1968:141 y ss.), como ya se ha comentado. De ello habla Castiglione, como cita la
propia Aparici: “Los ojos […] son los diligentes y fieles mensajeros que a cada paso llevan fuertes mensajes de
parte del corazón. […] aquellos vivos espíritus que salen por los ojos, por ser engendrados cerca del corazón,
también cuando entran en los ojos donde son enderezados como saetas al blanco, naturalmente se van
derechos al corazón”. Aparici señala que “los ojos son transmisores del amor en los platónicos, en el «dolce stil
nuovo» y en Petrarca, y también juegan un papel esencial en el amor cortés” (1968:141).Para el amor cortés,
también la cita Rodado Ruiz (2000:110). Ver también apartado 4.2.3.
334
fuesses tan desamorada comigo. → QUINCIA: Por cierto, hermano, bien te quiero yo. (pág. 160-
61)
Sin embargo, a pesar de que Doresta sí tiene interés por Boreas, como se nos confirma en la escena
final de la Comedia Himenea,668 ella no acepta sus declaraciones porque sospecha que su amor no es
verdadero, es decir, que la declaración no cumple con las condiciones de felicidad de sinceridad.669
BOREAS: Pluguiera, señora, a Dios, / en aquel punto que os vi, / que quisiera tanto a mí / como
luego quise a vos. / → DORESTA: ¡Bueno es eso! A otro can con ese hueso. Ø (pág. 205).
Por ese motivo Boreas vuelve a expresar su amor “os deseo servir” como prueba de que lo que dice
es lo que siente:
BOREAS: Ensayad vos de mandarme / cuanto yo podré hacer, / pues os deseo servir, / siquiera
porque en probarme / conozcáis si mi querer / concierta con mi decir. Ø / →DORESTA: Si mis
ganas fueran ciertas / de quereros yo mandar /quizá de vuestro hablar / saldrían menos
ofertas. Ø (pág. 205-6),
pero no consigue convencerla.
Es interesante estudiar el número de declaraciones que aparecen por obras:
Plácida y Vitoriano 2
Penitencia 12
Himenea 8
Duardos 2
Segunda Celestina 17
Pasos 0
Tabla 53. Número de declaraciones amorosas por obras
Lo que más llama la atención de estos datos es la alta frecuencia de declaraciones de la Penitencia,
en la que sólo hay una pareja. Quizá el hecho de que se trate de una pareja de nobles explique la
necesidad de escenificar un proceso largo de cortejo como dictaba la ley moral no escrita de la que
se ha hablado. De otro lado, el hecho de que en la Segunda Celestina aparezcan tantas declaraciones
tiene que ver con el número de parejas que proporciona la obra.
668 Febea propone que casen a Doresta y que se le dé a escoger y nos dice “ella tiene afición / a Boreas o
Turpedio” (pág. 235).
669 Sin embargo, sabemos que no es así, pues Boreas expresa en varias ocasiones su interés amoroso hacia
Doresta, por ejemplo: “cuando nuestro amo, Himeneo, / se enamoró de Febea, / yo de su sierva Doresta.”
(pág. 195).
335
4.2.3.1. Tratamientos asociados a las declaraciones
La presencia de tratamientos asociada a las declaraciones es del 47%, y el grado de afectividad de las
designaciones del 70%. Las formas adquieren afectividad sintácticamente a través de posesivos y
complementos del nombre, pero especialmente en este tipo de secuencias, a través de la afectividad
léxica: un 86% de los tratamientos afectivos incluyen un lema marcado afectivamente; la afectividad
léxica supera a la modifiicación a través del posesivo en este contexto. Este grado de implicación
afectiva que muestran los tratamientos concuerda con lo que se señalan algunos trabajos que han
observado que la declaración amorosa lleva a un trato más íntimo.671
De los lemas es SEÑOR el más numeroso. El NP, sin embargo, se da en una frecuencia muy baja en
comparación con otro tipo de secuencias: sólo en un caso asociado a otro tratamiento, amigo, en el
ámbito de la prostitución. También se encuentran las formas de marcación grupal HERMANO y AMIGO
siempre en los ámbitos sociales en los que es susceptible de darse, los bajos (aquí hacia dos criados
de parte de una criada y de una prostituta respectivamente). Se dan en estas secuencias
tratamientos amorosos directos e indirectos AMORES, ALMA, CORAZÓN, ENTRAÑAS y ROSTRO>FLOR, todos
ellos en el contexto de personajes no dependientes y especialmente los dependientes.
Entre los personajes de origen elevado, además de las formas deferenciales con SEÑOR, que en la
mayoría de las ocurrencias ni siquiera aparecen modificadas con el posesivo, se dan el tratamiento
complejo causadora desde vil oficio, triste, que escogí, y el usado afectivamente DIOS, en diosa mía.
Estos tratamientos cuentan con un nivel bajo de complementación y de posesivos, y prefieren la
colocación del tratamiento al inicio de las secuencias.
670 Con respecto a la totalidad de intervenciones con tratamientos 45% de posesivos y 15% con complementos
del nombre.
671 Rigatuso (1993:86), a la que cita Rígano 2000, que señala designaciones de mayor intimidad como amigo/a
que surgen tras la declaración y se emplean a lo largo del noviazgo y durante la estapa del matrimonio secreto.
Secuencias amorosas: DECLARACIONES
TRATAMIENTOS
- Funciones: relacional
- Presencia: 45%
- Afectividad: 70%
- Rasgos de afectividad. Modificadores:64% de posesivos y 21% con complementos 670
- Lemas: SEÑOR (9), ALMA (2), CORAZÓN (2), ENTRAÑAS (2), NP, AMIGO, AMOR, CAUSADORA…, DIOSA,
HERMANO, ROSTRO>FLOR. (86% de afectividad léxica)
- Categorías: repartidas entre deferenciales y NP, los tratamientos de marcación grupal y formas
amorosas directas e indirectas.
- Posición: preferencia hacia el inicio
Inicial (11) (I:4 [1 inicio carta], i:7) 73%
Central (3) 20%
Final (1) 7%
Tabla 54. Los tratamientos en relación con las declaraciones
336
4.2.4. Alabanzas
Para hacerse una idea de la concepción amorosa de la época es interesante fijarse en los motivos que
los amadores alaban. La belleza es, por supuesto, con mucha diferencia la cualidad preferida de los
enamorados; no en vano es una de las principales vías hacia el enamoramiento.672 Esta beldad y
hermosura es algo que alaban todos los grupos sociales exceptuando el ámbito de la prostitución, en
el que sí se hace una referencia a la hermosura pero en forma de “contraalabanza”, como ya se ha
visto:
AREÚSA: Alacé, más que no por tu hermosura, que, en fin, aunque te quiero mucho, no dexo de
conoscer que es más hermoso Felides que no tú; mas assí te quiero yo como a mi vida. Ø (pág.
360)
Esto prueba la importancia de la belleza para los asuntos del amor, pues lo utiliza como contrapunto:
“a pesar de ser feo, yo te amo”.
Varios personajes se fijan en la gracia de las amadas:
DARINO (Carta): […] cosa tan perfecta como tu gracia. […] (pág. 90)
SIGERIL: […] por tu gracia de media legua eres conoscida […] (pág. 247)
DARINO (Carta): […] ¡Oh perfeta gracia, oh acabada perfeción, vida y muerte mía de donde yo
espero y desespero! Mira este tuyo que te quiere y sin tú amarlo eres tan amada. […] Ø (pág.
102)
Algunos explicitan que la amada es digna de loar, y otros aluden a la perfección, perfición, de las que
son su objeto de deseo. También se alaban otras cualidades como la el saber, discreción, la cordura,
la virtud y la educación, criança, así como el linaje y la gentil manera y su conversación.673
Tampoco faltan los cumplidos referentes a lo físico: se habla de los ojos, cuya importancia para el
amor ya se ha señalado,674 de las manos y de referencias más o menos directas a la naturaleza con la
identificación de la amada con una perla, una esmeralda, las estrellas o el sol, pero también haciendo
referencia a su claridad y resplandor y comparándola con árboles floridos.
Especialmente interesantes son los tratamientos que en sí mismos cumplen también la función de
alabar, algunos son dirigidos a alabar las cualidades de la amada, otros son identificaciones
metafóricas de la amada:
DARINO: ¡Oh, muger tan sabia quanto gentil, tan discreta quanto virtuosa! (pág. 74)
672 Del enamoramiento a través de la belleza están de acuerdo los platónicos, por ejemplo, ver León Hebreo
(1986:527 y ss.). Aparici señala la belleza como un tópico en los líricos del XVI como móvil del enamoramiento y
aporta varios ejemplos (1968:140).
673 Sobre las cualidades elogiadas a la amada en el amor cortés, ver Rodado Ruiz (2000:110). Según la autora en
especial seducen al galán la prudencia, la discreción y la honestidad.
674 Ver nota previa en el apartado sobre las declaraciones amorosas (epígrafe 4.2.3), así como en 2.2.1.
337
CAMILOTE: […] Yo porné esta grinalda / sobre vuessa hermosura, / que es sobr'ella: / veremos,
¡oh, mi esmeralda!, / quién dirá que ama figura / tanto bella. (pág. 194)
PANDULFO: ¡O perla de oro, qué sabia eres! No querría sino deshazerte a besos essa boquita.
(pág. 131)
La respuesta esperable a un cumplido es agradecerlo o minimizar el valor con diferentes
procedimientos. Como ya se ha adelantado el personaje de Maimonda responde a las alabanzas de
Camilote de forma marcada, pues hace lo contrario a lo esperable: no sólo se muestra de acuerdo
con los cumplidos que recibe,
CAMILOTE: […] Yo porné esta grinalda / sobre vuessa hermosura, / que es sobr'ella: / veremos,
¡oh, mi esmeralda!, / quién dirá que ama figura / tanto bella. → MAIMONDA: No es mucho
que vençáis, / teniendo tanta razón. Ø (pág. 194) y
CAMILOTE: […] Mas esso me da miraros / que ver un vergel florido / con mil rosas. Ø →
MAIMONDA: Ansí me dize el espejo, / dessa propria manera / dessos prados. (pág. 193)
sino que incluso en vez de minimizar su valor en ocasiones lo aumenta,
CAMILOTE: […] Pues bien manifiesta y clara / es la hermosura dellas / y el valer, / ¡pues a vos no
se compara / ni ellas ni las estrellas, / a mi ver! Ø→ MAIMONDA: Ni el mundo, por mi vida.
(pág. 193).
Hay que recordar que las alabanzas de Camilote son de por sí una parodia, pues pone en boca de un
rústico cavaleiro salvagem675 palabras elevadas de amor y lo hace con lenguaje rústico, lo que de por
sí provoca comicidad, pero sobre todo lo es porque el autor nos ha dicho que su amada es fea.
Maimonda es a cume de toda a fealdade, sin embargo Camilote se deshace en cumplidos y alabanzas
sobre su belleza y sus cualidades con comparaciones con el mismo Apolo.
También rompe con lo esperable cuando Camilote le confiesa sus celos y contrariamente a lo
esperable (y a lo que se ve en el resto del corpus),676 Maimonda le confirma que hace bien en recelar,
especialmente amando “a tal dama”:
CAMILOTE: Pídoos que no habléis / ni con ángeles, señora, / dessa suerte. Si no, ahorcarme haréis / y
vos seréis causadora / de mi muerte. / → MAIMONDA: Vamos adonde queréis. / Celos no los escusáis,
/ que'l que ama / recela, como sabéis; / cuanto más vos, que amáis / a tal dama. Ø (págs. 194-95).
La total ausencia de humildad precisamente en una mujer rústica, fea y vieja y el hecho de que
constantemente el rompa con las reacciones esperables, participan en la comicidad de estas escenas.
675 Sobre la figura del caballero salvaje ver la definición en la presentación de la historia conversacional de
Camilote y Maimonda, epígrafe 3.1.4.3.
676 Por ejemplo entre Vitoriano y Flugencia, Zambrán y Boruca, Areúsa y Grajales y Areúsa y Centurio, donde lo
habitual es que los personajes nieguen la causa de los celos e intenten tranquilizar a sus amados asegurándoles
su amor por ellos.
338
4.2.4.1. Los tratamientos en relación a las alabanzas
Curiosamente las alabanzas tienen menor presencia de tratamientos.678 Los tratamientos aquí se
forman a través de bases léxicas deferenciales, amorosas y el NP, además de una designación
negativa. Las bases léxicas afectivas (ALMA, ENTRAÑAS, ESMERALDA, PERLA y VELLACO) superan en número
a las formas no marcadas afectivamente (el NP, SEÑORA).Éstas superan en cantidad a las afectivas,
pero alguna se combina con formas afectivas, y sobre todo varios se modifican con el posesivo, de
forma que dotan de afectividad y de connotación amorosa estos tratamientos en un principio no
marcados. El porcentaje de afectividad en los tratamientos que acompañan a las alabanzas es del
62%.
Las alabanzas comparten las preferencias de posición con en el resto de tratamientos de secuencias
amorosas: la colocación al comienzo es lo más frecuente y la frecuencia de colocaciones centrales es
superior a la de las otras secuencias estudiadas, así como la poca frecuencia de tratamientos en
posición final.
4.2.5. Otras formas de expresión amorosa en estas secuencias
Los personajes dan a conocer su amor además de mediante declaraciones y alabanzas con
expresiones amorosas en las que dejan ver sus sentimientos. Por ejemplo, Darino en forma de
reproche por no corresponder a sus ruegos expresa su amor hacia Finoya:
677 38% de posesivos y 23% con complementos con respecto a los tratamientos sin restricción de afectividad,
12% y 7% repectivamente en relación a las intervenciones.
678 Quizá esto sea así porque una alabanza ya implica un acercamiento y los hablantes no necesitan de más
estrategias acercadoras en las secuencias amorosas que incluyen una.
Secuencias de ALABANZAS
TRATAMIENTOS
- Funciones: relacional
- Presencia: 47%
- Afectividad: 62%
- Rasgos de afectividad. Modificadores: 63% de posesivos y 38% con complementos677
- Lemas: SEÑORA (8), NP (3), ALMA, ENTRAÑAS, ESMERALDA, MUJER, PERLA, VELLACO. (El 75% de los
tratamientos afectivos contienen afectividad léxica)
- Categorías: Tratamientos deferenciales, el NP, y amorosos directos en indirectos. También un
tratamiento afectivo negativo.
- Posición: preferencia hacia el inicio
Inicial (10) (I:5, i:5) 77%
Central (2) 15%
Final (1) (corto) 8%
Tabla 55. Los tratamientos en relación con las alabanzas
339
DARINO (Carta): […] Por falso juez te tengo, pues que a mí, tu prisionero as condenado sin ser oýdo.
Mas quando pienso que yo de mí mismo e sido acusado, a ti tengo por escusada. Piensa y mira,
señora mía, que matas a quien no te a hecho daño ni a quebrado la ley que tú le pusiste. No me as
querido condenar a muerte sino a cárcel perpetua, por la corona que tiene mi conoçimiento en aver
conoçido y querido cosa tan perfecta como tu gracia. […] (pág. 90)
Se trata de expresiones de amor porque se basan en un código conocido por todos (lo que permite
que todos las reconozcan como tales): el de los tópicos amorosos. Darino se identifica con un
prisionero siguiendo el tópico de la cárcel de amor y el de la muerte por amor no correspondido.
Como las de Darino hay muchas expresiones amorosas que formulan personajes de diversos orígenes
sociales. La temática más recurrente es la de la muerte por amor (21): la vida del amador depende de
que la amada le corresponda.
VITORIANO (F): Sí, por cierto. Ø / De vuestra merced captivo, /penado, vencido y muerto, / el
morir trayo encubierto / en esta vida que bivo. Ø (págs. 306-7)
En el mismo sentido, aparece la otra cara de la misma moneda, la expresión de tener vida una vez
que su amor se ha visto correspondido:
FELIDES: […] milagrosamente tengo vida, […] (pág. 568)
Otro de los tópicos preferidos es el del vasallaje típico del amor cortés (13 en este corpus): la amada
es la señora y el amador el vasallo, dispuesto a servir a su señora.
DARINO: Responde, coraçón de mi alma, a este tu vasallo Darino […] ¡Ah, mi señora! Oyea tu
siervo. (pág. 121)
TURPEDIO: Si a mí, señora, decís, / sé que me sois enemiga / porque os deseo servir. Ø (pág.
218)
El sufrimiento por amor es también muy frecuente en este corpus (10):
DARINO (Carta): […] Por tu causa bivo penado; de tu hermosura naçe mi trabajo […] (pág. 79)
El tema de la cárcel de amor también se repite (9):
VITORIANO: Bien sabéis / que captivo me tenéis, / preso de vuestra beldad. Ø (pág. 307)
Menos frecuentes son la expresión de la alegría por conocer o ver a la amada, la expresión de dudas
y confusión causadas por el amor, la despesperanza, desventura, el dolor y la locura por el amor no
correspondido. También se dan alusiones al amor como a una guerra o una penitencia, o aparece el
tema de la identificación de los amantes.
Felides nos brinda un ejemplo de la superación de los males causados por el amor no correspondido.
En su caso la prisión de amor, el sufrimiento, la esclavitud, el infierno y la muerte se convierten en
libertad, gloria, paraíso y significan la vida gracias al amor de Polandria, que unos parlamentos antes
le ha confirmado su amor en respuesta a la declaración amorosa del noble:
340
FELIDES: ¿Mudas?; iy qué mudas tienen y han tenido!, pues me mudaron de cautivo a libre , de
pena a gloria, de esclavo a señor, de infierno a paraíso, de no ser a ser , y de muerte a tener
vida, y vida segura de toda muerte. Ø (pág. 458)
Parece que la naturaleza afectiva de las secuencias amorosas en las que se dan declaraciones y
alabanzas al ser amado se refleja en la productividad y creatividad de los tratamientos. Los
tratamientos elegidos muchas veces incluyen bases léxicas afectivas, éste es de los contextos hasta
ahora estudiados el que más afectividad léxica presenta.679 En estas secuencias parece que se da más
rienda suelta a esta afectividad y a la emoción. Se entiende que están especialmente relacionadas
con el proceso de cortejo, y éste tiene mucho de persuasión; esta afectividad puede venir a apoyar la
necesidad que tienen los hablantes de acercarse a sus interlocutores como estrategia para ganar su
favor, igual que ocurre con las peticiones.
Por otra parte, se observa que de nuevo se da una diferencia sociolingüística: los personajes de
mayor nivel social, a pesar de protagonizar más secuencias amorosas probablemente por una
cuestión de decoro literario, utilizan menos tratamientos. En cambio, los personajes de niveles
sociales más bajos se sirven de más tratamientos y los eligen más afectivos, excepto en el caso de la
prostitución con clientes entre los que la afectividad es muy baja y en el nivel asimétrico, donde es
nula.
Los personajes de alto nivel hacen menor uso de la afectividad léxica,680 y más uso de las categorías
ocupacionales, que remiten además a una determinada escala social (diosa mía, alta infanta) además
del NP y SEÑOR, mientras que los más bajos parecen servirse de unos usos menos protocolarios y
emotivos.
4.3. LAS PETICIONES
Las peticiones son sin duda el acto de habla más estudiado. El interés que despiertan está muy
relacionado con su carácter conflictivo para la relación social, pues entrañan un riesgo potencial por
la imposición que conllevan.681 Siguiendo a Brown y Levinson, las peticiones contienen esencialmente
un riesgo a la face negativa del interlocutor, ya que amenaza su libertad de acción. Estos actos se
caracterizan por predicar un acto futuro del destinatario y al hacerlo ejercen presión sobre él para
realizar (o no realizar) el acto (1987:65). La necesidad de diluir esta imposición para preservar las
679 La afectividad léxica en las secuencias amorosas es de un 72% frente al 55%. 33% y 40% en los inicios de la
intreacción, saludos y despedidas respectivamente.
680 33% frente al 100% de no dependientes y la prostitución en todas las escalas sociales y de todos los tipos de
relación. Los criados presentan un 83% de afectividad léxica y el nivel asimétrico no presenta afectividad
alguna, tampoco sintáctica.
681 Spencer-Oatey (2008:19) señala que la peticiones no sólo amenzan la face, también podemos sentirnos
complacidos si alguien nos pide ayuda. En esas circunstancias la petición “daría” face en vez de amenazarla. En
ciertas culturas de hecho lejos de utilizar estrategias con el fin de esconder la imposición de la petición se
ponen de relieve. El coreano, por ejemplo, manifiesta explícitamente el deseo de que el interlocutor cumpla la
petición, y el hablante sitúa al destinatario de la misma en una posición superior por el hecho de ser “capaz de
hacer algo por él, lo cual constituye en sí mismo un honor” (Hamad Zahonero y Kim 2012:263).
341
relaciones es precisamente lo que hace que las peticiones presenten una diversidad de formulación
muy rica,682 y que muchos investigadores sigan analizando estas formas.
Según Searle (1990:74), la petición cuenta como un intento de que el oyente haga un acto A. Brown
y Levinson añaden a la definición la posibilidad de que la petición683 demande que el acto no se lleve
a cabo: “El hablante indica que quiere que el destinatario haga, o no haga, un acto” (1987:66).
En la bibliografía hay una división en cuanto a la clasificación de las peticiones con respecto al acto
que solicitan: si éste es lingüístico, algunos consideran que no se puede considerar una petición.684
Otros sí admiten las demandas de actos lingüísticos como peticiones. Tsui (1994:95), por ejemplo,
considera los actos de petición y orden que elicitan acciones no verbales frente a las “peticiones de
información” que elicitan respuestas verbales.
Escandell Vidal (1999:3976) establece la diferencia entre las preguntas y las “peticiones de
información”. Éstas son las “secuencias cuyo contenido proposicional hace referencia a una acción
futura que se encuentra bajo el control del destinatario y beneficia de algún modo al emisor; en
cambio, tendemos a interpretar como preguntas, y no como peticiones, los enunciados que no
cumplen tales requisitos”.685 Para ella las peticiones de información son una clase de petición de
acción restringidas a una acción de tipo verbal. Por tanto, de tratarse de una demanda de un acto
lingüístico de estas características, sí se podrán englobar bajo las peticiones. En este trabajo se va a
seguir esta propuesta. Se entiende que hay tipos de peticiones de información: algunas son menos
complicadas en el sentido en que se limitan a pedir un intercambio de conocimiento que no afecta al
destinatario.
En ellas se cumplen las condiciones propuestas por Searle, tanto la esencial, cuentan como un
intento de obtener una información de del oyente, como las preparatorias, el hablante no sabe la
“respuesta”, y no es obvio ni para el hablante ni para el destinatario que este último ha de
proporcionar la información en ese momento sin que se lo pida. Además, el hablante desea esa
información (1970:74). Hasta aquí, estas peticiones de información son iguales que las preguntas. Sin
embargo, el coste que pueden suponer para el destinatario las acerca a las peticiones. En este
trabajo se estudiarán algunos casos de este tipo concreto de petición.686
682 Kerbrat-Orecchioni (2010a:109).
683 Y la orden, con la que comparten definición.
684 Por ejemplo, Kerbrat-Orecchioni (2010a:98) especifica que lo que el hablante demanda a su interlocutor es
que realice un acto cualquiera, siempre que éste no sea lingüístico. En francés, el verbo performativo de la
petición es demander, que significa tanto `pedir´ como `preguntar´. Vanderveken explica la diferencia entre
“faire une tentative linguistique pour que l´allocutaire fasse quelque chose” y el “demander une réponse à une
question” (1988:182).
685 Además, establece diferencias entre las las preguntas y las peticiones de información. Las segundas son un
tipo especial de las primeras, “una petición de información realizada por medio de una interrogativa directa”
(1999:3972-73). En cambio “la petición de información requiere la ausencia de marcas formales específicas y
apenas precisa de un conjunto mínimo de supuestos contextuales.”
686 Como ejemplo sacado del corpus, Areúsa pregunta a Sosia sobre la muerte de Calisto, lo cual es una petición
de información comprometida, y que de hecho le cuesta a Areúsa un buen número de insistencias y de
estrategias persuasivas para que finalmente Sosia acceda a darle esa información, como se estudiará en los
últimos apartados de este capítulo.
342
En este epígrafe no se pretende presentar un estado de la cuestión amplio, sino solamente apuntar
cuál es la base de partida para el análisis que se ha hecho en este trabajo: la hipótesis de Brown y
Levinson (1987) de que las peticiones constituyen una amenaza potencial para la relación de los
interlocutores. También se desarrollará la explicación de algunos de los conceptos que se utilizarán
en el análisis.
Para acercarnos a las peticiones se va a seguir la propuesta de análisis de las peticiones que Blum-
Kulka, House y Kasper desarrollan en su proyecto a Cross-Cultural Study of Speech Act Realization
Patterns, el CCSARP,687 y cuyos resultados aparecen publicados en Cross-Cultural Pragmatics:
Requests and Apologies (1989), siempre dentro del modelo de Análisis conversacional que se ha
seguido hasta ahora, considerando la petición y todas las partes que la componen como una
secuencia, es decir, no sólo el acto principal sino también los subordinados, en términos de la Escuela
de Ginebra.
En el apéndice de la publicación citada688 proponen una segmentación de las peticiones en varias
partes: de un lado los núcleos de la petición que ellas llaman head acts, actos principales, que son la
unidad mínima con la que se puede realizar una petición. Por otra parte otras unidades que son
prescindibles en la realización de la petición: los reclamos de atención que acompañan a las
peticiones, los alerters, y los supportive moves, enunciados de apoyo, que son unidades externas al
acto principal que modifican su imposición en dos direcciones opuestas: aumentándola o
mitigándola. Estos enunciados, explicados con detalle en el anexo que ofrecen,689 pueden ser
preparadores de la petición, intentos de obtener un precompromiso, justificaciones, desarmadores
(disarmers), promesas de premio, mitigadores de la imposición. En el capítulo introductorio se habla
también de las promesas en este mismo sentido (1989:17).
De otro lado los enunciados de apoyo intensificadores de la imposición son los insultos, las amenazas
y una categoría que etiquetan como “moralizadores”, en las que el hablante invoca máximas morales
generales.
En la siguiente tabla se ofrece ejemplos traducidos para ilustrar estos enunciados.
• Preparador: Me gustaría pedirte una cosa…
• Intentos de obtener un precompromiso: ¿Me haces un favor? (¿Me prestarías los apuntes de
ayer?)
• Justificaciones: Ayer no fui a clase. ¿Me prestas los apuntes?
• Desarmador (¿Sé que no te gusta prestar tus apuntes, pero podrías hacer una excepción?)
• Promesa de premio (¿Me llevas a casa? Te doy algo para la gasolina)
• Mitigador de imposición (¿Me llevas? Pero sólo si te pilla bien)
---
• Comprobación de la disponibilidad del destinatario. (¿Estás ocupado?)
687 El CCSARP se trata de un proyecto internacional con el objetivo de analizar sistemáticamente el
funcionamiento de la petición y la disculpa en inglés (en tres variedades), alemán, hebreo, español argentino y
francés canadiense. Las siglas equivalen a Cross-Cultural Study of Speech Act Realization Patterns.
688 “Appendix. The CCSARP coding manual” en Blum-Kulka, S., J. House y G. Kasper (1989).
689 (1998:287-9)
343
• Promesas o amenazas690
-------------
• Insulto: Siempre has sido un cerdo, ¡a limpiar!
• Amenaza: Mueva el coche si no quiere llevarse una multa.
• Moralizador: Si alguien comparte piso lo suyo es que también limpie, así que ¡a lavar los
platos!
En el caso de que falte el acto principal (head act), puede asumir ese estatus alguna información
contextual relevante a la ejecución de la petición. Por ejemplo, de enunciarse por sí solos los
enunciados de apoyo, pasan a considerarse el acto principal de petición. Serían formas indirectas no
convencionales (off the record).
Las autoras hablan de unas estrategias de realización de la petición que ordenan por su nivel de
indirección, desde las más directas como la formulación a través del imperativo (Limpia la cocina),
hasta a través de insinuaciones o pistas como “No esperaba que la reunión acabara tan tarde”con la
intención de que el destinatario nos acerque a casa.691
Estas estrategias constituyen las posibles formas de realización de las peticiones según estas autoras,
y aparecen en orden de menos a más indirectas:692
1. Derivadas del modo: El primer grupo lo configuran las que ellas llaman mood derivable y
que aquí se traducirán como derivadas del modo. Son aquellas en las que el valor ilocutivo de la
petición lo determina el modo del enunciado. Prototípicamente este modo es el imperativo, “Limpia
la cocina”, pero citan algunos equivalentes como formas en infinitivo y estructuras elípticas con el
mismo grado de dirección, por ejemplo “La carta, por favor”.
2. Performativas explícitas: son las formas de realización en las que se explicita el valor ilocutivo
mediante “un verbo ilocutivo relevante” en sus palabras; para el español sería el verbo pedir, rogar o
suplicar. Ellas las llaman explicit performatives. Un ejemplo de ellas sería “Te pido que muevas el
coche”.
3. Performativas atenuadas: La tercera de las estrategias directas la constituyen las
performativas atenuadas (hedged performatives). El valor ilocutivo se expresa explícitamente de
igual manera que las anteriores estrategias, pero en estos casos aparece modificado. Esta
modificación puede hacerse a través de la modalización, “Tengo que pedirte que limpies la cocina”, o
con verbos que expresen la intención, “Me gustaría pedirte que presentases tu artículo con una
semana de antelación”.
690 La comprobación de la disponibilidad del destinatario, las promesas y amenazas no aparecen listadas en el
apéndice, pero sí en el capítulo introductorio de la misma publicación “Investigating cross-cultural pragmatics”
(1989:17)
691 No está claro que la indirección siempre esté relacionada con la cortesía. Por ejemplo, Haverkate (1983:26)
aporta ejemplos que muestran peticiones indirectas descorteses. Por otro lado en este trabajo encontraremos
formas directas sin mitigación (bald on record) que tampoco se pueden considerar descorteses por ser las
habituales o esperables en la época y en contextos determinados.
692 Los nombres de cada estrategia se han traducido partiendo de varias traducciones ya hechas: Moreno
González (1993), Ballesteros Martín (1999), Escandell Vidal (2004). Los ejemplos de estas estrategias son
traducciones de los que aportan las autoras salvo en algunos casos especificados en los que se aportan los
ejemplos en español de Márquez Reiter y Placencia (2005:33).
344
4. Inferidas del significado semántico (Locution derivable). El valor ilocutivo se desprende
directamente del significado semántico del enunciado: “Debería mover su coche”.
5. Declaración de deseo: el enunciado expresa el deseo del hablante de que se dé el evento
denotado en la proposión. Se trata de la estategia que las autoras llaman want statement. “Me
gustaría que me prestases tus apuntes”.
6. Fórmulas de sugerencia: se trata de las estrategias enunciadas con una fórmula de
sugerencia;693 son las suggestory formula. Márquez Reiter y Placencia proponen como ejemplo en
español para estas estrategias “¿Por qué no me traes X de la cocina?”
7. Referencia a las condiciones preparatorias: en esta categoría entran las estrategias que
contienen una referencia a una condición preparatoria de la petición. Las autoras enumeran los casos
típicos de las preparatory strategy: capacidad, disposición o posibilidad. Estos se realizan con la
forma convencional de cada caso, tratándose muchas veces de una pregunta sobre estas condiciones
(la que llaman query preparatory). Siguiendo con los ejemplos de Márquez Reiter y Placencia:
“¿Puedes traerme X de la cocina?”
8. Pistas o insinuaciones fuertes (Strong hints): El valor ilocutivo se desprende a partir de
referencias a elementos relevantes del acto proposicional y/o ilocutivo pretendido. Estos elementos
pueden estar relacionados con la viabilidad de la petición. Se diferencian de las del séptimo tipo en
que éstas no están convencionalizadas, por lo que se requiere un mayor proceso de inferencia. En el
ejemplo que las autoras ponen el hablante quiere pedir que el destinatario de su petición le acerque
a casa. Para ello, la “pista” que le envía es “¿Vas hacia casa?”.
9. Pistas o insinuaciones débiles:694 la categoría más indirecta las constituyen las mild hint,
aquellas estrategias en las que no hay elementos de relevancia que apunten hacia la petición. Para la
misma situación anterior el hablante realiza la petición a través de una estrategia mucho menos clara
que requiere un mayor esfuerzo inferencial por parte del destinatario: “No esperaba que la reunión
acabase tan tarde”.
Las investigadoras hablan de la importancia de la perspectiva al realizar la petición: éstas pueden
estar orientadas al hablante o al oyente, enfatizando el rol de uno u otro, inclusivas, en las que que
orientan a los dos (con la utilización de la primera persona plural), o impersonales, en las que se evita
la referencia a los agentes.
También aluden a modificadores tanto sintácticos como léxicos que también tienen funciones
atenuadoras o reforzadoras de la imposición. Algunos ejemplos de ellos se encontrarán en el corpus,
siendo los más recurrentes: los de cortesía, por amor de mí, por tu vida, por Dios, las amenazas, los
intensificadores de tiempo y alguna repetición.695
693 Normalmente convencionalizada.
694 Ballesteros Martín en su tesis doctoral aúna las categorías 8 y 9 (1999:152).
695 A) Modificadores sintácticos (internos):
- Suavizadores (downgraders)
- Interrogativo
- Negación de una condición preparatoria
- Subjuntivo
- Condicional
- Aspecto
345
Estas mismas autoras, Blum Kulka y House y Kasper, consideran los tratamientos como reclamos de
atención entre los citados alerters. Enumeran apelativos de diversos tipos, lo que constituye una
pequeña tipología de tratamientos nominales.696 También introducen en la categoría de pronombres
reclamos de atención y “captadores de atención” (attention getters), y contemplan las
combinaciones entre estas categorías (1989:277). Esta función de captador de atención que por
supuesto está presente en los tratamientos, es quizá menos predominante en muchas de las
peticiones, como se verá más adelante, en las que el elemento de implicación afectiva de
determinados tratamientos puede tomarse como una estrategia persuasiva.
Para el análisis se ha decidido agrupar ciertos tipos de peticiones por separado: peticiones, órdenes,
peticiones comprometidas y proposiciones indecorosas. Se entiende que tienen características
diferentes, sobre todo en relación con cuestiones jerárquicas y de peso de la imposición, en
terminología de Brown y Levinson (1987), o el coste de Leech (1997). La hipótesis de partida es que
por ello sus formas de realización y la inclusión y elección de tratamientos nominales puedan variar
entre ellas.
Abren este apartado las agrupadas bajo la etiqueta “peticiones”, que son las realizaciones de este
acto directivo “sin más”. De otro lado se estudian las órdenes, que se consideran un tipo particular
de petición.697 Éstas comparten una característica: en ambas se solicita al interlocutor que lleve a
cabo una acción no verbal,698 y se diferencian de las primeras en que no dejan la opción al
- Tiempo
- Condicional
- reforzadores o intensificadores (upgraders)
B) Modificadores léxicos
- Suavizadores (downgraders)
- Marcador de cortesía (por favor)
- Expresiones para involucrar al destinatario, empujándole a cooperar (¿crees que podrías terminar
la memoria para el viernes?)
- Adverbios que restan de importancia (¿Podrías limpiar un poco?)
- Evasivo (No se explicita especificación precisa para mitigar Estaría muy bien si pudiese terminar la
memoria de alguna manera el viernes)
- Elementos subjetivos (Hablante expresa su opinión Me temo, Me pregunto, me imagino)
- Mitigador (quizá)
- Engatusador (¿sabes? Me gustaría que acabases la memoria para el viernes)
- Apelativo (que apelan a la comprensión benevolente ¿vale?)
- reforzadores o intensificadores (upgraders)
- Intensificador adverbial (La cocina está en un estado horroroso)
- Indicador de compromiso (Esto seguro de que no te importa acercarme)
- Expletivo (¿Por qué no limpias este puto desastre?)
- Intensificador de tiempo (ya, ahora mismo)
- Intensificador léxico (el toque negativo lo pone el sustantivo: Limpia este desastre)
- Marcador de determinación (y punto)
- Repetir la petición (literal o parafraseando: Piérdete. Déjame en paz)
- Énfasis ortográfico o suprasegmental
- Adición enfática (Ve y limpia la cocina)
- Determinante peyorativo (¡Limpia ese desastre!)
696 Las categorías que proponen son: rol, apellido, nombre, apodo, apelativo afectivo, insulto.
697 Como en Tsui (1994:90-95) y Kerbrat-Orecchioni (2012:98).
698 Tsui (1994:92).
346
destinatario de llevar a cabo la acción solicitada, pues se asume su cumplimiento, mientras que las
peticiones dejan abierta la opción de cumplirlas o no.699
Es interesante fijarse también en lo que en este trabajo se ha llamado las “peticiones
comprometidas”, es decir, una serie de peticiones en las que los interlocutores pueden recibir algún
tipo de perjuicio por el mero hecho de cumplirlas; el coste-beneficio de coste de Leech (1997) y
Haverkate (1994) además del peso de la imposición (Brown y Levinson 1987). Un ejemplo de ello es
la petición de Pandulfo a Quincia de que entregue una carta de su amo a Polandria, su ama. De ser
descubierta haciendo este “recado” tan conflictivo, Quincia no sólo estaría poniendo en peligro su
trabajo sino también la honra de Polandria, y con ella, la de toda la casa de Paltrana. Por ello se trata
de una petición especialmente complicada, por lo que se espera que se den estrategias adicionales a
las de las peticiones generales por una parte para reforzar la persuasión y/o para minimizar el riesgo
añadido a la ya de por sí delicada petición.
Se ha considerado otro tipo de petición comprometida, las que se han llamado “proposiciones
indecorosas”, particulares del contexto amoroso que se está estudiando: se trata de aquellas
peticiones en las que lo que se demanda al interlocutor es de contenido erótico. Se han incluido un
abanico grande de proposiciones: desde peticiones muy indirectas o de contenido sexual bajo (al
menos en su significado literal), hasta peticiones muy directas y explícitas. El interés es observar qué
tipos de personajes las utilizan, con qué grado de indirección y si recurren a estrategias
complementarias de persuasión y minimización del riesgo al realizarlas.
Además, el análisis se fijará en otros tipos de peticiones interesantes que aparecen en el corpus
como algunas peticiones de información, las que hemos llamado “peticiones encubiertas”.
4.3.1. Peticiones
La siguiente tabla muestra las preferencias de formulación de las peticiones con las estrategias de
Blum-Kulka, S., J. House y G. Kasper (1989):
Derivadas del modo (Mood derivable) 75%
Performativas explícitas (Explicit performatives) 12%
Performativas atenuadas (Hedged performatives) 1%
Inferidas del significado semántico (Locution derivable)
Declaración de deseo (Want statement)
4%
Fórmulas de sugerencia (Suggestory formula) 3%
Referencia a las condiciones preparatorias
(Preparatory strategy)
1%
Pistas fuertes (Strong hints)
Pistas débiles (Mild hints ) 1%
Tabla 56. Estrategias de formulación de las peticiones de Blum-Kulka et alii (1989)
699 Tsui (1994:90). Ésta sería para Tsui la diferencia crucial entre peticiones y órdenes y no las que se han
barajado en la bibliografía como la autoridad en las órdenes y la cortesía en las peticiones (1994:92).
347
Como se observa en la tabla, nuestros personajes realizan las peticiones en la gran mayoría de los
casos con las estrategias más directas: el 87% de las realizaciones se reparten entre las derivadas del
modo y las performativas explícitas.
De estas categorías directas las derivadas de modo son las más frecuentes, componiendo casi un 70%
de las peticiones:
FINOYA: Dexa la conversación, que porque no me tengas por mal criada te tengo juego, que
otramente ya te oviera despedido Ø (pág. 74)
GRAJALES: […] y pues ya tienes hecha la salva, dame acá ese jarro, que quiero yo beverte los
escamochos. Ø → AREÚSA (G): No te los arrendaría yo Ø (pág. 420).
Estas realizaciones construidas con el imperativo constituyen la gran mayoría de las peticiones: el
75% de las que aparecen en el corpus.
QUINCIA: No te vayas tan presto, que aún no haze media hora que veniste. Ø→ PANDULFO: Que
se haga assí como lo mandas, mis ojos. (pág. 216)
CENTURIO: […] No llores, que voto a la casa santa, que estava burlando contigo. Ø → AREÚSA:
Buenas burlas, pardiós; si te vi, burléme, si no te vi, calléme. Después que ha dicho lo que ha
querido, dize que estava burlando. Ø (pág. 232)
Estas peticiones presentan con frecuencia formas del tipo “que+subjuntivo exhortativo”:
FEBEA: Pues si puedo complaceros, / aclaradme en qué manera, / porque tengáis cosa cierta. /
→ HIMENEO: Que cuando viniere a veros / en la noche venidera / me mandéis abrir la puerta.
(pág. 205)
DUARDOS (in abs.): […] Por los ojos piadosos / que te vi neste lugar, /tan sentidos, /claríficos y
lumbrosos, /dos soles para cegar /los nacidos, /que alumbres mi coracón, / ¡oh, Flérida, diesa
mía!, /de tal suerte /que mires la devoción /con que vengo en romería /por la muerte. […] (pág.
219).
Como se ve se trata de dos tipos diferentes. El primer ejemplo es una respuesta a una petición de
información; en este tipo de ejemplos se trata de una subordinación discursiva a un verbo de
petición, deseo o de obligación. El segundo ejemplo se subordina a un marcador de petición: “por X
que”, aquí “por los ojos piadosos […] que alumbres…”.
Este tipo de peticiones suele darse tras exclamaciones o juramentos, como en los ejemplos de Finoya
y Toruvio:
FINOYA: ¡Ay, Jesús, que se me a caýdo el ventallo! Por mi vida, que me lo vuelvas, que bien
alcançarás con la mano. Por aquí, por entre la rexa. Ø (t.159, pág.107) → DARINO: En quanto
348
mandares serás obedeçida. Mas en esto me perdona, que pues que él me vino a dar, ya parece
que ha de ser mío. Ø […] (pág. 107),
TORUVIO: […] Muger, por vida vuestra, que me deis algo que cenar. →ÁGUEDA: ¿Yo qué diablos
os tengo de dar, si no tengo cosa ninguna? Ø (pág. 179).
Las del primer tipo se dan enlazando con algo dicho antes, por ejemplo, la petición de aclaración de
Febea a la que responde Himenea,
FEBEA: Pues si puedo complaceros, / aclaradme en qué manera, / porque tengáis cosa cierta. /
→ HIMENEO: Que cuando viniere a veros / en la noche venidera / me mandéis abrir la puerta.
(pág. 205),
o el aviso de Bárbara “conviene una cosa”, con el que previene a Martín de que le va a hacer una
petición:
BÁRBARA: Pues conviene una cosa. Ø → MARTÍN: ¿Y qué, muger de mi coraçón? → BÁRBARA:
Que ayunéis vos, todos estos días que yo allá estuviere, a pan y agua, porque más aproveche la
devoción. Ø →MARTÍN: Si no es más que aquesso, soy muy contento. Ø […] (pág. 146)
Siguiendo con la clasificación de Blum-Kulka et al., las estrategias performativas explícitas, aquellas
en las que aparece un verbo que explicita el valor ilocutivo de la petición son las siguientes en
frecuencia de aparición (12%). Hoy en día diríamos que el “verbo ilocutivo relevante” por
antonomasia para las peticiones es pedir. Sin embargo en el corpus sólo encontramos dos
ocurrencias de esta forma y otras dos con rogar frente a doce con suplicar.
Las peticiones con los verbos pedir y rogar se utilizan en contextos similares a los de suplicar sin que
parezca implicar unas diferencias tan claras de intensidad de la petición y/o de nivel de formalidad
como sí las hay actualmente entre pedir, rogar y suplicar. No obstante sí reflejan una posición
humilde del hablante.
Se propone por ejemplo la formulación de una de las peticiones más habituales en el corpus: la de las
mujeres que piden al hombre que ha venido a cortejarlas se marche. Ésta aparece realizada tanto
con el performativo suplicar como rogar:
TURPEDIO: ¿Qué haréis? Ø / → DORESTA: Rogaros que me dejéis. Ø (pág. 218)
QUINCIA: Ora señor, suplícote que te vayas; y baste lo fecho. Ø →PANDULFO: Bueno sería esso.
Ø → QUINCIA: Ora déxame ya, por Dios, que me tienes muerta. Ø (pág. 215)
En este último ejemplo la súplica está en la primera formulación de la petición. Al no aceptarla
Quincia vuelve a realizarla con una formulación no sólo más directa, sino acompañada de
intensificadores que intentan persuadir a Pandulfo de la petición, a saber: un enunciado de apoyo en
forma de justificación y dos modificadores, un intensificador de tiempo, “ora”, y “por Dios”.
349
Se da también la situación contraria: una mujer le pide al hombre que se acerque para “conocerlo y
hablar con él”, lo que casi podría considerarse una petición indecorosa velada. Por supuesto esta
petición sale de una prostituta:
ELICIA (T): […] y señor Tristán, suplícote que te vengas para mí, que te quiero conoscer y hablar.
→ TRISTÁN: Señora Areúsa, yo te tengo en merced tu ofrecimiento, y quedo obligado a lo
servir; […] (pág. 382),
pues lo común es que sean los hombres los que pidan permiso a las mujeres para acercarse con el fin
de hablar con ellas, como en los siguientes ejemplos.
SIGERIL (Carta): “Y para que sepas, señora de mi alma, la razón que tienes de me haver piedad,
suplícote que me quieras dar lugar a que te hable […]” (pág. 299)
PANDULFO: […] ruégote que me hagas merced de oír esta noche ciertas palabras que a mí me
cumplen y te cumple dezirte. Ø […] → QUINCIA: Ora vete, que sí haré. Ø (pág. 161)
A diferencia de Tristán, que acepta de inmediato la propuesta de Elicia, aunque queda pospuesta
para otro momento, los hombres suelen tener que insistir, pues la mujer necesita proteger su honra.
De hecho, en este mismo ejemplo Pandulfo necesita varios turnos en los que insiste y Quincia
rechaza la petición, hasta que finalmente acepta.700
Un ejemplo de petición con el performativo pedir es el de Flérida a Duardos, que quiere que acabe la
pelea con Primaleón:
FLÉRIDA: Y a vos, hidalgo estrangero, / pido por amor de mí, / sin engaño, / que vos seáis el
primero / que no queráis ver la fin / de este daño. → DUARDOS (corte): Señora, luego sin falla
[…] (pág. 191)
La segunda ocurrencia se encuentra en un momento de celos en el que Camilote pide a su amada
que no hable con nadie.
CAMILOTE: Pídoos que no habléis / ni con ángeles, señora, / dessa suerte. Si no, ahorcarme
haréis / y vos seréis causadora / de mi muerte. (págs. 194-5)701
El resto de estrategias aparecen en porcentajes menores: las declaraciones de deseo (6%), fómulas
de sugerencia (3%) y las performativas atenuadas, referencias a las condiciones preparatorias y las
insinuaciones/pistas representadas cada una en un 1%.
Por ejemplo la declaración de deseo:
700 En este caso concreto, además de por la insistencia de Pandulfo que intenta dejar a Quincia sin escapatoria,
la criada deja la impresión de que su aceptación se debe más a la intención deshacerse de él porque se acerca
Boruca que al poder de persuasión de Pandulfo.
701 Esta petición es una muestra más de la expresión amorosa hiperbólica y exagerada de este personaje
paródico; no debe hablar ni con los ángeles o sufrirá hasta el punto de que acabará en su muerte, de la que
Maimonda será culpable. La formula directamente y añade un enunciado de apoyo intensificador que funciona
como amenaza.
350
PALANA: […] no querría que lo que yo gano y trabajo para ti lo gastases con otras. Ø →
PANDULFO: Desso puedes estar tú segura Ø (pág. 157),
la fórmula de sugerencia:
AREÚSA: ¿No subes, amor? → SOSIA: Señora, ya subimos. (pág. 381),
la performativas atenuadas:
PANDULFO: Pues, mi coraçón, lo que has de hazer por mí es que des una carta de mi amo a la
señora Polandria. → QUINCIA: ¡Ay, señor, por Dios, no me mandes tal cosa! (pág.216)
referencias a las condiciones preparatorias,
BOREAS: Esta noche, si queréis, /cuando abriréis a Himeneo, / me podéis abrir a mí. / Ø (pág.
216).
Por último la insinuación en la que Vitoriano se sirve de la indirección para distanciarse de una
propuesta de contenido indecoroso:
VITORIANO: ¡O, mi señora Flugencia, / quánto estorva una pared! Ø / → FLUGENCIA: No más
ora (pág. 309).
En este sentido se prueba lo que pone en duda Haverkate en cuanto a la cortesía como factor
decisivo de la indirección:702 aquí parece deberse a un intento de esquivar la responsabilidad de una
petición poco honrosa, e incluso quizá a través de la no referencia a Flugencia, aunque sí la nombra
en la designación, deja la puerta más abierta aún a que Flugencia “recoja” y cumpla la petición o no.
En las peticiones se encuentran una serie de enunciados de apoyo y modificadores que acompañan a
las peticiones, o bien mitigando su imposición o reforzándola. Los más frecuentes son los
mecanismos intensificadores de la petición, pero también se dan suavizadores de la imposición.
Entre ellos se dan enunciados de apoyo como las justificaciones:
QUINCIA: No te vayas tan presto, que aún no haze media hora que veniste. Ø→ PANDULFO: Que
se haga assí como lo mandas, mis ojos. (pág. 216)
y preparadores, presecuencias que adelantan que se acerca una petición:
BÁRBARA: Pues conviene una cosa. Ø → MARTÍN: ¿Y qué, muger de mi coraçón? → BÁRBARA: Que
ayunéis vos, todos estos días que yo allá estuviere, a pan y agua, porque más aproveche la devoción.
Ø →MARTÍN: Si no es más que aquesso, soy muy contento. Ø […] (pág. 146).
Los enunciados de apoyo intensificadores son algo menores en número, pero también se utilizan. En
este corpus todos los ejemplos son de amenazas más o menos fuertes. Se repiten las amenazas de
suicidio de los hombres si no se ven correspondidos por sus amadas, y tienen representación en
diferentes escalas sociales:
702 Haverkate (1983:16 y 26).
351
FELIDES: Señora mía, no te vea yo enojada, si no, con esta espada te daré la vengança de mí. (pág.
572) y
CAMILOTE: Pídoos que no habléis / ni con ángeles, señora, / dessa suerte. Si no, ahorcarme haréis / y
vos seréis causadora / de mi muerte. (págs. 194-5),
de la misma manera que sucede con las amenazas de gritar de las mujeres cuando los hombres les
están forzando a formar parte de situaciones indecorosas:
FINOYA: […] Cata que gritaré y mi padre lo encubrirá todo Ø (pág. 111) y
QUINCIA: […] ¡Ay señor, no seas tan porfiado!, cata que daré bozes. (, pág. 214)
En cuanto a los modificadores léxicos sí predominan los intensificadores. De ellos los que más se
repiten con diferencia son aquellos sintagmas preposicionales encabezados por “por” a los que hace
referencia Iglesias Recuero (2010:385-6) que aluden al interés hacia el otro (por vida vuestra/de voxa
merxé, por tu vida), o hacia uno mismo (por mi vida, por amor de mí), así como alguna cualidad del
destinatario relevante para la situación (por gentileza), que funciona como marcador de cortesía, o
general (por quien eres, por tu/vuestra fe).
También se dan intensificadores de tiempo (“Ora”) y repeticiones de la petición (“dexarme,
dexarme”), que Blum Kulka, House y Kasper (1989) también consideran modificadores de este tipo.
En el corpus se dan diversas reacciones ante las peticiones. De un lado algunos se muestran
dispuestos a hacer lo que su amado pida incluso antes de saber de qué se trata, como han
ejemplificado Martín con Bárbara por pura ingenuidad y candidez del simple/personaje de los Pasos,
o como sucede entre Quincia con Pandulfo con el cambio de su situación de pareja cuando ya están
casados.703 En este sentido se observa la tendencia a aceptar lo que el hombre diga, de la que habla
Iglesias Recuero.704
Otros se muestran encantados de cumplir la petición de inmediato, y su reacción es aceptarla o
incluso llevarla a cabo.
FLÉRIDA: Y a vos, hidalgo estrangero, / pido por amor de mí, / sin engaño, / que vos seáis el primero /
que no queráis ver la fin / de este daño. / → DUARDOS (Corte, desconocido): Señora, luego sin falla,
(pág. 191)
BOREAS: ¿Consentís, señora, vos? / → DORESTA: Señor, sí, de buena gana. […] (pág. 216).
Aquí rechaza la petición concreta declarando que aceptará todo lo que le mande:
703 Ver presentación de la historia conversacional de Pandulfo y Quincia (3.1.5.3) y el ejemplo de la evolución
amorosa en estos dos personajes (3.2.1.2), donde se explica que llegado un momento Quincia se somete a
Pandulfo, ya su marido, en su comportamiento, y con afirmaciones como “ya sabes que soy tuya” (pág. 264).
704La investigadora afirma que la mujer “tiende a acomodar su pensamiento y su modo de acción al del varón,
aunque a veces se vea limitada en sus concesiones por otras consideraciones (sobre todo en el terreno
amoroso por la defensa de la castidad y de la honra)” (2010:383).
352
FINOYA: ¡Ay, Jesús, que se me a caýdo el ventallo! Por mi vida, que me lo vuelvas, que bien alcançarás
con la mano. Por aquí, por entre la rexa. Ø → DARINO: En quanto mandares serás obedeçida. Mas en
esto me perdona, que pues que él me vino a dar, ya parece que ha de ser mío. Ø […] (pág.107)
También hay varios rechazos a las peticiones, como en el caso de Pandulfo y Quincia. En estos casos
los personajes suelen insistir y “contraatacar” con diversas estrategias, hasta que consiguen que su
destinatario acepte cumplir su petición.
Igualmente se dan en el corpus varios casos en los que los destinatarios de las peticiones aceptan
cumplirla bajo una condición. Finoya, acepta la petición de Darino de visitarla siempre y cuando lo
haga de día, aunque en la misma carta le desaconseja que vaya y le intenta disuadir explicándole que
no debe esperar de ella más que ver su enfado en persona:
FINOYA (Carta): […] si tú quieres oýr de mi boca estas palabras, que por mis cartas as sabido, que
vengas delante de mí. Aunque harás lo que no te conviene, porque de allí adelante pecarás más
contra mí. Porque no pienses que as de saber otra cosa sino verme tan llena de enojo como a ti de
atrevimiento, y es por mejor no venir por ver lo que te digo, sy no parar con tus malos principios. Y si
acordares de venir a ver tu muerte no vengas de noche, que sería dar color a tus locuras sino de día,
que harto será de noche para ti, que vernás escuro de las desventuras que a culpa tuya tienes
tomadas Ø […] (pág. 93).
Antes de pasar a observar los tratamientos en las secuencias de peticiones, se va a mostrar un
ejemplo del trabajo realizado con el análisis detallado de una de las secuencias de petición, de nuevo
con los personajes Pandulfo y Quincia, en su segundo encuentro en la fuente (pág. 161), que
demuestra que las secuencias muchas veces son complejas por la inserción de elementos y entrañan
varias partes bien diferenciadas:
PANDULFO: […] y para que conozcas más mi voluntad, ruégote que me hagas merced de oír 1
esta noche ciertas palabras que a mí me cumplen y te cumple dezirte. Ø 2
QUINCIA: ¿Y aquí no me las puedes dezir? Ø 3
PANDULFO: No es cosa que se ha de dezir tan de priessa. Ø 4
QUINCIA: No querría que te atreviesses a lo vedado. Ø 5
PANDULFO: Por Jesuchristo, no tengas temor que cosa contra tu voluntad haga. Ø 6
QUINCIA: Ora pues, desvíate allá, que viene aquí Boruca. Ø 7
PANDULFO: ¿Qué me respondes a esto, mi alma? 8
QUINCIA: Otro día te daré la respuesta. Ø 9
PANDULFO: No, sino que lo hagas. Ø 10
353
QUINCIA: Vete presto, que ella es. Ø 11
PANDULFO: Pues haze esto que te ruego. Ø 12
QUINCIA: ¡O Jesú, cómo eres tan importuno! No de balde dizen que romero hito saca çatico. 13
Ora vete, que sí haré. Ø 14
354
La secuencia se abre con la petición de Pandulfo, que consiste en verse esa noche para que le
diga “ciertas palabras”. Le costará varias insistencias en diferentes turnos de habla que Quincia
acepte. Por otro lado Quincia le pedirá que se marche también repetidas veces.
La secuencia comienza con la petición de Pandulfo (A) en 1 y 2: la realiza mediante la
estrategia del performativo explícito, y la refuerza con enunciados de apoyo que justifican la
petición: de un lado expresa la causa (“para que conozcas más mi voluntad”) y de otro inserta
un enunciado de apoyo de justificación en el que alude a la conveniencia de decírselas (tanto a
ella le cumplen como a él) y funciona como intensificador. También añade el matiz cortés “que
me hagas merced” que busca la disponibilidad.
La moza de cántaro no rechaza la petición directamente, sino que responde con una serie de
expansiones insertadas (C y D) en las líneas 3 y 5 que ponen en duda algunas de las
condiciones de la petición y buscan obstaculizarla, pero Pandulfo las rechaza (líneas 4 y 6).
Quincia pone en duda una condición de la petición del mozo de espuelas, y éste le asegura la
necesidad de realizarla como proponía. Quincia introduce entonces una nueva inserción (D)
con temor por su honra, y Pandulfo la intenta tranquilizar con su respuesta tranquilizadora que
intensifica “Por Jesuchristo”.
En este momento Quincia inicia una nueva secuencia de petición (B) en la línea 7 en la que
pide a Pandulfo que se vaya a través de una estrategia directa, la derivada de modo, y que
acompaña de una justificación “que viene aquí Boruca” y del intensificador “ora”.
Pandulfo, en la línea 8 obvia la petición (B) y retoma la suya (A), en forma de interrogativo,
esta vez valiéndose del único tratamiento nominal que se da en esta secuencia, mi alma, un
tratamiento afectivo tanto léxica como sintácticamente que pertenece a la categoría de los
designativos amorosos. Con este tratamiento refuerza la petición y se intenta acercar
estratégicamente a través de esta designación lisonjera.
Quincia responde con un intento de posposición que Pandulfo no acepta y el criado de Felides
vuelve a insistir en 10 de nuevo a través del modo.
De nuevo Quincia retoma su petición de que se marche (B) siguiendo la misma estructura: con
el imperativo, que justifica e intensifica con “presto” (línea 11). A esto responde Pandulfo con
una condición: que acepte su petición (A).
Por fin, o más bien por su feroz insistencia, se cierra la petición que se había iniciado turnos
más arriba: Quincia le da una respuesta positiva a su petición a través de la promesa de
cumplirla. Esta aceptación de las líneas 13-14 constituiría el segundo miembro del par
adyacente iniciado varios turnos antes en las líneas 1 y 2.
Queda entonces así:
- Pandulfo, Petición A:
A.a.: performativo+disponibilidad+justificación (final), justificación (causal),
intensificador (necesidad)
355
A.b: interrogativo+ tratamiento afectivo (mi alma)
A.c: Rechazo de la posposición de Quincia (A.b.´) y repetición de la petición “que+modo”
A.d: Imperativo+intensificador (pues) como condición para aceptar B.b.
- Quincia, petición B:
B.a: Imperativo+justificación+intensificador
B.b: Imperativo+justificación+intensificador
B.c: Imperativo+promesa (que constituye la aceptación de A) +intensificador.
Inserciones de Quincia: C y D.
Después de esta secuencia se da una post-expansión asociada a la misma en la que los
hablantes conciertan las condiciones de la cita, el lugar y la hora, en la que Pandulfo repite
tratamiento amoroso:
PANDULFO: ¿Pues a qué hora, mi alma? → QUINCIA: A las doze. Ø → PANDULFO: ¿Por dónde?
Ø → QUINCIA: ¡Oh, Jesús!, por entre las puertas de mi casa. Ø (pág. 162)
4.3.1.1. Relación de las peticiones y los tratamientos
705 Porcentajes con respecto a los tratamientos afectivos; 28% de posesivos y 7% con complementos con
respecto al total de intervenciones en estas secuencias.
PETICIONES
TRATAMIENTOS
- Funciones: relacional y estratégica de acercamiento y persusasión.
- Presencia: 47%
- Afectividad: 38%
- Rasgos de afectividad. Modificadores: 78% de posesivos y 12% de complementos del nombre705
- Lemas: SEÑOR (77), NP (14), AMOR (6), DIOS (3), AMIGO (2), ALMA (2), CORAZÓN (2), GENTIL HOMBRE
(2), OJOS (2), VIDA (2), ALEGRÍA, ENTRAÑAS, HIDALGO, GUERRERA, MUJER, PRINCESA, VELLACO. (El 54%
de los tratamientos afectivos presenta afectividad léxica )
- Categorías: Deferenciales (SEÑOR, GENTIL HOMBRE, HIDALGO, PRINCESA) y el NP, tratamientos
marcadores de pertenencia de grupo (AMIGO), los usados afectivamente (DIOS, GUERRERA), los amorosos
directos e indirectos (ALMA, CORAZÓN, ENTRAÑAS y OJOS, VIDA, ALEGRÍA) y el insulto VELLACO.
- Posición: preferencia hacia el inicio.
Inicial (69) (I:23, i:46) 76%
Central (14) [5 cortos] 15%
Final (8) (todos F [5 cortos]) 9%
Tabla 57. Los tratamientos en relación con las peticiones
356
La presencia de tratamientos en las secuencias de peticiones (47%) es ligeramente superior a
las secuencias amorosas y mucho menor que en los inicios de la interacción.706 La afectividad
de los tratamientos 38% sólo supera a las despedidas.707
Gráfica 73. Presencia de tratamientos en las peticiones
Gráfica 74. Afectividad de los tratamientos en las peticiones
Las bases léxicas preferidas se reparten de forma equitativa entre categorías afectivas (9) y no
marcadas afectivamente (8), pero en términos de cantidad son las no marcadas las que más
aparecen con mucha diferencia, pues se dan en un porcentaje del 84%. De ellas, como es
habitual, el lema SEÑOR es el que más aparece: se da en un 65% del total de tratamientos que
se encuentran acompañando a peticiones en todos los niveles sociales. Otras formas
deferenciales son GENTIL HOMBRE, HIDALGO y PRINCESA. El NP también tiene aparición en casi
todos los grupos sociales. En las secuencias de peticiones vuelven a aparecer tratamientos
marcadores de pertenencia de grupo (AMIGO) así como otros los usados afectivamente (DIOS,
GUERRERA). Los amorosos ALMA, CORAZÓN, ENTRAÑAS y OJOS, VIDA, ALEGRÍA se dan con más
frecuencia entre personajes de bajo nivel, siendo el último el único que se da entre personajes
706 Los porcentajes de frecuencia de aparición del tratamiento en las intervenciones para las diferentes
secuencias son: inicios (79%), saludos (100%) despedidas (51%), declaraciones (41%).
707 Los porcentajes de afectividad de los tratamientos en según las secuencias en que están insertos son:
inicios (52%), saludos (67%) despedidas (17%), declaraciones (58%).
PETICIONES
47%
53%
Presencia de tratamientos en las
peticiones
Tratamientos Ø
PETICIONES
38%
62%
Afectividad de los tratamientos
en las peticiones
Afectivo No afectivo
357
de procedencia alta. La única forma negativa en este grupo de tratamientos es el insulto
VELLACO, que produce una mujer del grupo dependiente.
La complementación de las designaciones no es muy frecuente en los tratamientos que
acompañan a las peticiones;
Gráfica 75. Rasgos de afectividad de los tratamientos en las peticiones
se da en el 12% de los tratamientos afectivos,708 frente a niveles mucho más altos de los otros
rasgos de afectividad. De nuevo se trata del rasgo menos utilizado para construir formas
afectivas. Esta vez, además, registra un nivel más bajo incluso que en las despedidas,709 en las
que parece lógico por su fijación ritual. El modificador por excelencia, el posesivo, aparece en
un 78% de los tratamientos afectivos, y la afectividad léxica en algo más de la mitad.
Llama la atención que la afectividad en las peticiones no sea más alta, pues parecería
esperable que precisamente un tipo de secuencias que se caracteriza por la intención
persuasoria no se sirva de mecanismos que la favorezcan, como lo es de por sí la inclusión de
tratamientos, y la elección de formas afectivas o de marcación de grupo.
A pesar de ello, y en cuanto a la función de captador de atención que señalan Blum Kulka y
House y Kasper sobre los alerters, y entre ellos, los tratamientos nominales, en esta
investigación se ha visto que en ocasiones el elemento de cercanía de determinados
tratamientos puede tomarse como una estrategia persuasiva con más peso que la función que
proponen de captar la atención.
Para ello, basta con tomar una de las parejas y estudiar con detenimiento la frecuencia de uso
de los tratamientos según si estamos en un momento u otro de su relación, y según las
intenciones de los hablantes. Pandulfo y Quincia son un ejemplo perfecto, como se ha visto.710
708 Y en un porcentaje del 7% con respecto a todas las intervenciones.
709 Los porcentajes de complementación en las secuencias hasta ahora estudiadas son: Inicios (42%),
saludos (67%), despedidas (20%) y secuencias amorosas (34%).
710 En el apartado del capítulo que trata la situación amorosa “Ejemplo: La evolución de Pandulfo y
Quincia” (3.2.1.2).
PETICIONES
12%
54%
78%
Rasgos de afectividad de los
tratamientos en las peticiones
CN Lema afectivo Posesivo
358
Se puede entender que los hablantes se sirven de los tratamientos como un mecanismo que
por una parte mitiga la imposición, y por otra intenta poner en buena disposición al
destinatario para que cumpla la petición.
También puede suceder que el tratamiento funcione como indicio de la petición.711 Se da en el
corpus algo parecido con una petición comprometida que Vitoriano realiza indirectamente con
la estrategia de la pista o insinuación, lo cual puede llevar a malentendido, ya que no se trata
de una petición convencional.
VITORIANO (F): ¡O, mi señora Flugencia, / quánto estorva una pared! (pág. 309).
Sin embargo, Flugencia, gracias al contexto, a su conocimiento del mundo y a su capacidad
para inferir, sabe de lo que se trata: lo que Vitoriano quiere de ella es que le abra la puerta.
Además no es la primera vez que se lo pide; versos antes lo ha solicitado abiertamente “por
merced que me abráis” (pág. 308).
Sin el tratamiento Flugencia comprendería perfectamente que se trata de un ruego.
Formalmente la construcción es de referencia no específica,712 pero sería capaz de
interpretarlo como tal gracias a que tiene conocimientos de la situación comunicativa.713 Sin
embargo, se entiende que el tratamiento también ayuda a que la cortesana entienda que se
trata de una petición.
Se da otro caso en el que, como respuesta a un apelativo, el personaje que lo recibe
directamente se muestra predispuesto a recibir una petición (que incluso explicita como si se
tratara de un mandato, lo que puede ser una muestra más de la humillación amorosa
habitual):
AREÚSA (C): ¡Ah, Centurio! → CENTURIO: ¿Qué mandas? Ø (pág. 361).
Como se comprueba con lo que sigue, en efecto, se trataba de una petición:
AREÚSA: No hagas nada desso, que no quiere mi tía. Ø → CENTURIO: Mas mejor será sufrir que
nos meen en los ojos. Ø CELESTINA: Por mi vida, hijo, que no hables más en esto. (pág. 361)
La petición la está demandando Areúsa no por voluntad propia sino por orden de Celestina.
Centurio rechaza la petición y es entonces cuando interviene Celestina para insistir en ello.714
Este tipo de peticiones que pasan por terceros no son infrecuentes en la Segunda Celestina.
Desde una perspectiva social es muy curioso que en este contexto el nivel más alto tanto de
presencia como de afectividad lo muestra el contexto asimétrico. Las peticiones que se dan
711 Kerbrat-Orecchioni (2012:100) da el ejemplo de un enunciado en el que el tratamiento es el que da
la pista de que el enunciado con el que el niño afirma que tiene sed es una petición: Papa, j´ai soif.
712 Ver Haverkate (1983:17 y ss.).
713 Haverkate (1983:19)
714 Al hacerlo Celestina también se sirve de un tratamiento, hijo, en este caso afectivo, además del
juramento para reforzar su petición.
359
entre Flérida y Julián/Duardos serán todas después de que Flérida tome el filtro, lo que explica
que la infanta realice peticiones (en vez de órdenes, lo esperable por su supuesta jerarquía
sobre el personaje masculino). Además, el contenido de una de las dos peticiones que le dirige
es también significativo del cambio en sus sentimientos hacia él; le está pidiendo que no se
vaya.
FLÉRIDA: No te vayas, por tu vida; / tien sossiego. Ø (pág. 225).
En su caso no la realiza acompañada de un tratamiento, aunque sí del intensificador “por tu
vida”.
La otra petición que le dirige es con respecto a su identidad. Aquí se ve a una Flérida ya
desesperada por saber quién es el misterioso hombre. Formula la petición con la interrogativa
y el imperativo, y enunciados de apoyo, y con el tratamiento que refuerza el valor ilocutivo, y
que parece mostrar su despesperación, pues se sirve de una forma, hombre, que se ha
asociado a contextos recriminatorios en la época:715
FLÉRIDA: ¡Oh, hombre! ¿No me dirás, /pues que me quieres servir, /quién tú eres? /Dímelo a
mí no más; /ya sola te lo quiero oir, /si quisieres. (pág. 251)
Las peticiones del personaje aún disfrazado de hortelano por el contrario sí añaden varios
tratamientos y con alto nivel de afectividad (67%, el más alto de todos los grupos sociales en
este contexto), y con presencia de rasgos afectivos sintácticos y léxicos en casi todos ellos: mi
guerrera troyana, mi Dios, señora, milagrosa señora, milagrosa princesa divinal; este
despliegue de afectividad sólo se puede entender si se comprende que se ha renegociado la
relación entre ellos.
Los niveles de presencia de tratamientos en el resto de grupos asociados a las secuencias de
petición son bastante similares; sólo se desprenden de la tónica general los usos de prostitutas
y rufianes, que en comparación utilizan menos designaciones. También en cuanto a afectividad
son los únicos junto al contexto de la prostitución con un personaje de nivel alto que no
muestran afectividad en sus usos; se restringirán en ambos casos al uso de SEÑOR y SEÑOR+NP
en los dos casos sin modificación. La prostitución con clientes de origen social bajo, en cambio,
sí presenta cierto nivel de afectividad. Además, las formas que son afectivas las producen casi
todas mujeres. Esto se debe a fundamentalmente a las varias peticiones en las que Areúsa
solicita a Sosia información, y lo hace con formas afectivas tanto léxica como sintácticamente:
mi Sosia, amor y amigo Sosia, es decir, recurriendo a la modificación de lemas en un principio
no afectivos como el NP, a formas propias del contexto amoroso, AMOR, y también a
designaciones que son marca de pertenencia de grupo, AMIGO. Todas ellas forman parte de su
estrategia persuasiva y manipuladora para obtener el fin que pretende.
El resto de contextos sociales, el nivel alto y los niveles bajos dependientes y no dependientes,
presentan niveles de afectividad habituales: de todos ellos los personajes no dependientes
serán los menos afectivos seguidos de los de más alto nivel, y serán los criados los personajes
que emitan más tratamientos afectivos.
715 Bañón (2001:22).
360
Se da en este contexto algo curioso respecto a la complementación de los tratamientos; los
realizan fundamentalmente personajes pertenecientes a estamentos altos o con sabida
influencia de ellas en sus formas de hablar: de un lado los personajes de Don Duardos, tanto
como cuando el protagonista aparece como noble o disfrazado (hidalgo estrangero, mi
guerrera troyana, milagrosa señora y milagrosa princesa divinal). Por otro lado, los señora de
mis entrañas y señora de mi alma salidos de la boca de Sigeril, cuyas formas de hablar, o al
menos de utilizar los tratamientos, se asemejan más a los usos de los nobles que a la de sus
propios compañeros de escalafón social, los criados. En este sentido Sigeril suele ser un reflejo
de su amo. Sin embargo, en este caso las peticiones se dan por escrito, contexto en el que
parece regirse por otro modelo: el mismo que propone Pandulfo a su amo, y el que utiliza el
negro Zambrán en sus cartas con Boruca.716
En la siguiente tabla se puede observar las elecciones de los tratamientos desde la perspectiva
social.
En un simple vistazo se comprueba que las bases léxicas no marcadas, las sombreados en gris,
son las más frecuentes en todos los niveles sociales: el lema SEÑOR se repite en todos los
grupos, y siempre lo hace con una frecuencia de aparición muy alta, y el NP se da en todos
ellos. El único grupo en el que hay un mayor presencia de tratamientos de lemas afectivos es
entre los criados, entre los que tratamientos como AMOR, ENTRAÑAS, ALMA, AMIGO, VIDA, OJOS,
CORAZÓN y el insulto VELLACO son casi tan frecuentes como SEÑOR y los NP.718 En estos ejemplos
716 Ver en apartado sociolingüístico el epígrafe que compara las “retóricas elevadas” de Felides frente a
las “badajadas” de Pandulfo, (2.1.1.2.3) así como en la descripción de las formas utilizadas por los
personajes dependientes (2.1.1.1.2.2). También se retoma en el apartado que se detiene en las
diferencias sociales de los criados en la Segunda Celestina. (2.1.1.2.2).
717 Los tratamientos no marcados afectivamente aparecen sombreados.
718 De igual manera que sucede en la lírica tradicional villana.
ALTO ALTO.
CORT
ALTO/BAJO NO DEP DEP PROST. RUF PROST.
CLIEN
HIDALGO 1
SEÑOR 24 1 2 3 22 3 23
NP 4 2 3 5
DIOS 2 1
ALEGRÍA 1
GUERRERA 1
PRINCESA 1
MUJER 1
AMOR 1 3 2
ENTRAÑAS 1
ALMA 2
AMIGO 1 1
VIDA 2
OJOS 2
CORAZÓN 1 2
VELLACO 1
GENTIL
HOMBRE
2
Tabla 58. Elección léxica de los tratamientos en las peticiones según el origen social717
361
no sólo los criados Pandulfo y Zambrán recurren a estos tratamientos marcados por la
afectividad por sus sabidas intenciones persuasorias, también el criado Sigeril complementa el
lema no marcado con tratamientos afectivos en dos peticiones que le lanza a Poncia, como se
ha visto.
A pesar de formar parte de los que llamaríamos tratamientos ocupacionales, y por tanto, de
categoría no marcada, el tratamiento mi guerrera troyana que Duardos dirige a Flérida
disfrazado bajo las ropas de Julián, está utilizado aquí como comparación mitológica con el
episodio de la manzana de la discordia, ya que Flérida le acaba de pedir que le entregue una
manzana del pomar, por lo que supone un elogio. Por tanto, este tratamiento contiene una
carga afectiva. En este mismo sentido el uso de DIOSA que recibe la princesa Flérida correría la
misma suerte por su valor afectivo metafórico de hiperbolización de la superioridad de la
amada. Duardos, como se ha visto, a pesar su papel del hortelano Julián elige unos
tratamientos muy afectivos con Flérida a pesar de su supuesta diferencia social, pero todos los
marcados por la afectividad léxica y sintáctica (mi guerrera troyana, mi Dios, mi señora,
milagrosa señora y milagrosa princesa divinal), se sitúan después de que Flérida haya tomado
el filtro amoroso, lo que hace que se renegocie su relación y comience a tratar como
enamorados y no como personajes socialmente lejanos.
El resto de tratamientos marcados afectivamente se da en dos grupos sociales, los personajes
no dependientes y en el ámbito de la prostitución. En el primero de los casos Costança Roiz
llama mi amor a su marido cuando le pide que le cante una canción. Este matrimonio se
caracteriza por la afectividad con la que se tratan y se hablan, pues demuestran
constantemente con sus palabras el amor que se profesan mutuamente. El segundo de los
tratamientos afectivos en este grupo social lo pone Lope de Rueda en boca de Martín del paso
del Cornudo y contento. El tratamiento que elige es muger de mi coraçón, en un momento en
el que se muestra predispuesto por aceptar una petición de su mujer que ni siquiera sabe de
qué se trata. El autor, una vez más, presenta al receptor de la obra el contraste entre la
afectividad y disposición de el simple Martín de hacer cualquier cosa por su adúltera esposa
Bárbara, cuándo ésta no hace más que engañarle y tomarle el pelo, lo que constituye la base
de la comicidad de este paso. Este caso concreto constituye una muestra muy gráfica, pues la
petición que está punto de hacer Bárbara consiste en que Martín sólo se alimente de pan y
agua mientras ella está supuestamente enferma y va a ausentarse nueve días para mostrar
devoción a una santa para que le cure su fingida enfermedad, cuando el receptor de la obra
que su intención es pasar el tiempo con su amante el estudiante Gerónimo.
Los tratamientos afectivos del ámbito de la prostitución corresponden a los usos estratégicos
comentados de Areúsa con Sosia y entre Elicia y Crito: señor mío y amores, aunque se trata en
ambos casos de una afectuosidad fingida. Con otros clientes los intercambios se basan siempre
en formas no marcadas afectivamente, con SEÑOR, NP, combinaciones de los dos, o GENTIL
HOMBRE.
Las formas deferenciales como SEÑOR se dan en todas los niveles, mientras que HIDALGO y
PRICESA se restringen, como es obvio, a los contextos elevados de los que son propias las
designaciones, y GENTIL HOMBRE sólo se da aquí en el contexto de la prostitución con clientes,
precisamente de Elicia a Barrada, una de las parejas que menos confianza presenta y más trato
362
no afectivo y deferencial del contexto al que pertenecen. Los tratamientos ocupacionales
usados afectivamente también forman parte de los que producen los nobles, como GUERRERA, y
como también es el caso de la dsignación metafórica DIOSA. Los tratamientos de marcación de
grupo se dan entre criados y en la prostitución con clientes de bajo perfil social y las formas
amorosas directas e indirectas en los estamentos bajos, especialmente en el ámbito de los
criados, y como excepción la forma indirecta alegría por parte de un personaje de alta
categoría social.
En cuanto a la diferencia de sexo, se encuentra que las mujeres formulan menos peticiones
que los hombres. Los usos de los tratamientos en estas secuencias por parte de hombres y
mujeres difieren, y esto se ve especialmente en relación a la posición social. Por ejemplo, en el
contexto más elevado las diferencias son tanto en cuanto a la presencia de designaciones
como a su afectividad, la cual se basa principalmente en la modificación por el posesivo. Entre
los personajes dependientes hay una gran diferencia entre hombres y mujeres con respecto a
la afectividad: las mujeres utilizan en estas secuencias sólo dos formas de base léxica marcada
afectivamente, una de ellas el marcador de pertenencia de grupo AMIGO y el otro caso el
insulto VELLACO.
Los apelativos con SEÑOR modificados con posesivo están sobre todo presentes en boca de
hombres, y con más presencia en los estamentos altos: señora mía (5) y mi señora (2)/mi
señora Polandria son formas frecuentes en el nivel alto. Fuera de este contexto no hay más
ejemplos con anteposición, y las formas que se dan son entre criados (5) y en el ámbito de la
prostitución se da una vez dirigida a una mujer y otra a un hombre. Los únicos señor mío del
contexto de las peticiones se dan dirigidos a Crito y a Pandulfo, en el primer de los casos hacia
Crito como preliminar de una petición manipuladora, por lo que se entiende que este
tratamiento que combina deferencialidad y afectividad puede ir en la misma dirección. En el
caso de los criados la petición que Quincia acompaña de señor mío se da en un momento en el
que ya se han desposado, en un momento crítico para ella, pues Pandulfo está intentando
tener relaciones sexuales con ella y ella intenta oponerse:
QUINCIA: Señor mío, por tu vida, que aunque sea tu esposa, que fasta otra noche no me
afruentes. (pág. 214)
El hecho de que recurra a esta forma parece mostrar de un lado la sumisión de su nuevo papel
de esposa, y de otro el intento de reforzar su petición, de la misma manera que se ve reforzada
por los intensificadores que incluye, dada la gravedad de la situación.719
En cuanto a los usos de tratamientos según la formulación lingüística de las peticiones, se
observa que en las estrategias directas se prefiere el acompañamiento de tratamientos
719 A pesar de que una vez tenían “palabra de matrimonio” y se consumaba la relación el matrimonio
estaba reconocido, lo correcto era esperar a pasar por todas las ceremonias civiles y litúrgicas antes de
llegar a la relación sexual. Además, había mucho temor de que las mujeres fuesen burladas, pues si no
se mantenía la promesa de matrimonio y eran abandonadas con la virginidad perdida, sus opciones de
futuro eran muy limitadas. Ver apartado de situación amorosa, epígrafe 3.2. Rodado Ruiz habla de
algunos poetas que combatían el “fingimiento amoroso” con “reglas «contra galanes» para aviso de las
damas ingenuas” (2000:137).
363
nominales: en las derivadas del modo se da en un 57% y en las performativas explícitas un
54%.
Los tratamientos que aparecen en estas secuencias tienen un porcentaje de afectividad
diferente: las estrategias con performativo explícito recurren proporcionalmente más a formas
afectivas (57%) que en las derivadas de modo (38%), e incluyen rasgos afectivos en mayor
porcentaje también que la primera estrategia.
En las formulaciones performativas con suplicar lo más habitual es que se añada un
tratamiento; también en los dos ejemplos con rogar se da el tratamiento, mientras que a los
de las dos peticiones con pedir no les acompaña ninguno. En el corpus las formas con pedir y
rogar se dirigen a personas de un estamento bajo, salvo una petición de Flérida que compensa
con el uso del deferencial hidalgo estrangero y de modificadores léxicos. Suplicar está presente
tanto en personajes de origen alto como de procedencia baja.
No se ha registrado en este corpus una relación directa entre el uso o ausencia del tratamiento
y los modificadores, por lo que no es posible establecer una diferencia en este sentido
términos de intención de intensificar o reducir la imposición de las peticiones. Sin embargo sí
parece haber una expresión de mayor o menor cortesía relacionada con ellos: las formas con
rogar colocan al interlocutor en posición de humildad ante el destinatario de la petición, lo que
cuenta como estrategia persuasiva. Las formas con pedir no son inherentemente deferentes,
por lo que quizá los usos con tratamientos deferenciales (hidalgo estrangero y señora) en este
corpus frente a las ausencias de tratamiento en las peticiones realizadas con rogar puedan ser
reflejo de un intento de aplicar el mismo mecanismo que las formas con rogar implican.
El resto de estrategias aparecen con menor frecuencia en el corpus, pero la tendencia es la
misma salvo en el caso de la estrategia de declaración de deseo, que se da en mayor
porcentaje sin inclusión del tratamiento que con él, y el caso único que lo incluye se trata de
una forma no marcada afectivamente. En esta estrategia también se da un modificador léxico,
lo que no ocurrirá en el resto de formulaciones más indirectas, que a diferencia de la
estrategia como declaración de deseo, preferirán tratamientos marcados afectivamente.
La posición preferida para los tratamientos en las intervenciones que forman parte de
secuencias de petición es la inicial (75%).
4.3.2. Órdenes
Uno de los problemas del análisis de las peticiones se deriva de la dificultad de delimitarlas
frente a las órdenes. Algunos consideran que en situaciones de desigualdad social si la petición
es de un superior a un inferior automáticamente se puede considerar que se trata de una
orden, pues es de un rasgo definitorio. Searle (1990:74) distingue entre peticiones y órdenes
por este principio de diferencia jerárquica: “Ordenar y mandar tienen la regla preparatoria
adicional de que H debe estar en una posición de autoridad sobre O. […] la relación de
autoridad infecta en ambos casos la condición esencial, puesto que la emisión cuenta como un
intento de hacer que O haga A en virtud de la autoridad de H sobre O”. Para él, por tanto, la
364
diferencia entre una petición y una orden está en la presencia o ausencia de relación
jerárquica entre el hablante y el oyente (1990:77).
Muchos siguen esta idea de la jerarquía para diferenciar las órdenes y las peticiones,720 y otros
basan la diferencia en una cuestión de cortesía. Sin embargo, como apunta Tsui citando a
Lyons,721 una petición puede ser descortés y esto no implica que sea una orden. Además, en
este mismo análisis se fijará en órdenes que no se consideran una descortesía,722 las que aquí
aparecen que son adecuadas, esperables y legitimadas en esta época, por ejemplo de un
superior a un inferior siempre que forme parte de los “derechos y obligaciones”723 esperables
para una relación dada, como se verá.
Además, a veces las órdenes exceden esa limitación jerárquica y se dan en relaciones
simétricas (o incluso asimétricas en un orden contrario, de inferior a superior) en contextos
determinados, por ejemplo, en una situación de enfado o de urgencia, en las que los roles
jerárquicos se cancelan o se invierten (en el sentido de negociación de la situación social).
Es difícil en muchas ocasiones elegir la etiqueta de petición o de orden para una secuencia
concreta. En un principio se ha clasificado como petición siempre que el que la realiza deja la
opción al destinatario de aceptarla o rechazarla, como en Vanderveken,724 y como hace Tsui
(1994:90-95), que propone para caracterizar y diferenciar estos dos actos la libertad que se le
deja al destinatario para cumplir la petición. Si el cumplimiento se asume, se trata de una
orden (por tanto, entraría dentro de las directivas, directive). Si da espacio a la voluntad del
destinatario, será una petición (y se trataría de una forma requisitoria, requestive).725 En
ambos casos el cumplimiento es lo que se pretende, pero en el caso de la orden esto es así de
forma más marcada.
Las peticiones suelen acompañarse de reforzadores o mitigadores de la petición, mientras que
las órdenes dejan menos espacio a la elección del destinatario, casi obligándole a aceptarla. En
el siguiente ejemplo Sigüença del paso El rufián cobarde está en medio de una disputa con
Estepa y quiere evitar a toda costa un enfrentamiento con armas con él, ya que es cobarde.
Para ello le hace una petición a Sebastiana:
SIGÜENÇA: Por tu vida, ten, tenme esta espada. Ø → SEBASTIANA: ¿Para qué? Ø →
SIGÜENÇA: Tenla tú y calla, que estos son unos nuevos términos que tengo yo en reñir. Ø
(pág. 206)
En vez de tomar su espada y enfrentarse a él, pide a Sebastiana que se quede con ella, y lo
hace acompañándola de dos estrategias: la repetición de la misma “ten, tenme” y el
intensificador encabezado por la preposición “por” que hace referencia a la vida de
Sebastiana. Como ella se pregunta por qué, pues no es la forma lógica de reaccionar en esa
720 Por ejemplo Escandell (1999:3976), Haverkate (1980:375).
721 La cita aparece en Tsui (1994:92) y se refiere a Lyons (1977) ápud Tsui.
722 Como sucede en las que se dan entre amo y criado en la época; ver Iglesias Recuero (2010).
723 En el sentido de Spencer-Oatey (2008:15-17).
724 “demander, c´est faire une tentative linguistique pour que l´allocutaire fasse quelque chose en lui
laissant l´option de refuser”. (1988:182).
725 Ésta constituiría la diferencia crucial entre las peticiones y las órdenes, en oposición a las teorías que
apoyan esta diferencia en cuestiones de cortesía o de jerarquía (1994:92).
365
situación, Sigüença insiste. A nuestro juicio al hacerlo cambia el tono y en este caso le ordena
que haga lo que se le ha pedido: “tenla tú y calla”. Se trata de la misma situación social y lo
único que cambia es quizá la urgencia de sentirse atacado, además del enfado con que
Sebastiana no sólo no haya cumplido su petición, sino que además ha puesto en duda su forma
de proceder.
Si bien algunas órdenes se diferencian claramente de peticiones y viceversa, en muchas
ocasiones la clasificación se hace extremadamente difícil ya que las características de estos dos
actos de habla son muy parecidas y al mismo tiempo sus divergencias no son siempre
categóricamente diferentes. De hecho, para algunos ejemplos tanto la etiqueta petición como
la etiqueta orden parecen adecuadas, por lo que aparecen analizadas en los dos grupos. Se
entiende que se produce una especie un continuum entre unas y otras y que depende de la
interpretación tanto de los protagonistas de la petición como de los receptores, además de, en
este caso, los investigadores que nos acercamos a ellas con intención analítica. En este
apartado se describirán los casos que se han interpretado como órdenes claras y se van a
analizar a partir de los mismos parámetros con el fin de comparar unos y otros grupos de
petición.
En principio las órdenes se realizan en situaciones en las que la necesidad de mitigar la
imposición que se veía con las peticiones no se da. La formulación de las que se han
encontrado en el corpus corrobora esto, pues se formulan en todos los casos con las
estrategias directas.
En un 97% los ejemplos se formulan a través de la primera de las estrategias, la derivada del
modo, la más directa, con el imperativo:
FINOYA: […] Mas vete ya, que es muy tarde Ø → DARINO: No me mandes, señora, yr sin
saber tu mandado, pues me atorgaste que venga mañana aý en tu cámara. (pág. 108)
AREÚSA (C): ¡Ay, calla ya, desgraciado! […](pág. 237)
Hay otros dos ejemplos que constituyen el 3% restante de estrategias. El primero de ellos se
formula con la estrategia performativa con el verbo mandar. Se trata de una performativa
explícita y se la dirige Elicia a Crito parece que en un aparte, tras escuchar el aparte de Crito en
el que ha dicho “Estoy rabiando por me ir”.
ELICIA: Pues mándote yo rabiar, que estas dos horas no saldrás de aquí. (pág. 310)726
Hay otro ejemplo de expresión de obligación de Pandulfo a la prostituta Palana. En la escena
están enfadados y hay varios insultos y reproches del uno al otro. En el momento de la
petición, Pandulfo le está pidiendo dinero a Palana con la excusa de que lo utilizará para
encargarse de vengarla:
726 Parece una amenaza, pero si está en un aparte, no se puede contar como tal si el intrelocutor no ha
llegado a recibirla. Según Haverkate (1980:373) “el acto comunicativo sólo surte efecto cuando el
oyente reacciona apropiadamente ante cada uno de los subactos efectuados por el hablando”, es decir,
si al “acto de expresión” no acompaña al de “percepción”, no se puede considerar una amenaza.
366
PANDULFO (P): […] yo tengo de hazer lo que digo y tú me has de dar cuanto tienes;
porque, a lo menos, si la justicia viniere a secrestarte los bienes, que no los halle para
nuestros males, que donde fuere la persona mejor irá la hazienda. Ø (pág. 154)
Es curioso que justifique su orden, pues se podría entender las órdenes no necesitan de
cortesías precisamente por su naturaleza, ya que, prototípicamente se realizan de un superior
a un inferior dentro de un contrato comunicativo en el que el hecho de recibir órdenes es
esperable, y por tanto se hace innecesario maquillarlas, o bien porque se realizan en contextos
de urgencia o enfado, donde también se anulan las leyes de la cortesía. En este caso, a pesar
de tratarse de una situación de enfado, Pandulfo considera que su orden necesita
acompañarse de un enunciado de apoyo de este tipo. 727 Quizá sea así porque se da cuenta de
que necesita convencerla; hay que tener en cuenta de la debilidad real de Pandulfo, que es un
fanfarrón. Si bien en otros momentos las estrategias que utiliza son intensificadoras, por
ejemplo amenazas o insultos, además de modificadores en la misma línea reforzadora como
los intensificadores de tiempo, acompaña varias de sus órdenes con más justificaciones. Por
ello parece que, a pesar de que Pandulfo las formule como órdenes, siente que es necesario
utilizar estrategias adicionales para lograr la persuasión: Pandulfo es el proxeneta, pero no
cumple sus obligaciones, y el hecho de que se justifique ante Palana es una muestra más de su
cobardía.
Las justificaciones tienen cierta presencia entre las órdenes. Aunque se dan en menos del 15%
de este tipo de peticiones, es curioso que los hablantes sientan la necesidad de añadir un
enunciado de apoyo justificador de la imposición.
Más habituales son los enunciados de tipo intensificador como las amenazas y los insultos. De
las primeras encontramos amenazas que comprometen la integridad física del destinatario de
la orden, como las de Pandulfo a Palana:
PANDULFO: Déxate dessas roncerías y dame lo que has ganado, y no quiebre el enojo que
trayo en ti. Ø (pág. 151)
PANDULFO: Desvíate allá, no quiebre en ti el enojo que tengo. (pág. 156),
Por otro lado, cercanas a las órdenes, están las “peticiones desesperadas” de mujeres que se
sienten acosadas y piden/ordenan al hombre que se detenga. Se trata de peticiones que
formulan como órdenes por la urgencia o desesperación, en el sentido de Brown y Levinson728
y de Spencer-Oatey (2008-32-33)729.
En ellas las mujeres suelen introducir un enunciado de apoyo cercano a las amenazas: se trata
de consecuencias negativas que se darían si los hombres desoyeran sus peticiones y
persistieran sus intentos de forzarlas sexualmente. Tanto Finoya como Quincia responden de
727 Entre ellos hay una pequeña diferencia jerárquica “laboral”: Palana no trabaja para Pandulfo, pero sí
depende de él en cierta manera, y de hecho Pandulfo le pide cuentas a la prostituta.
728 Brown y Levinson (1987:95-96) hablan de “casos de urgencia o desesperación” en los que no se
acude a la minimización de la amenaza a la face.
729 La autora clasifica estas situaciones relacionales como de rapport neglect, en las que se borra la
preocupación por la calidad de la relación, para los casos concretos de situaciones de emergencia en
favor de poner toda la atención en solucionarla.
367
igual manera ante el hostigamiento que sufren de manos de Darino y Pandulfo
respectivamente:
FINOYA: Está quedo y cree me, que el postrer remedio será dar gritos, y si quiera nos
maten a ti y a mí. Sy no fuesse por no dexar mal renombre... Está quedo. ¡Ay, triste! Cata
que gritaré y mi padre lo encubrirá todo Ø (pág. 111)
Finoya primero anuncia a Darino la consecuencia que le espera si no cumple su petición de
forma menos directa “el postrer remedio será dar gritos”. Se entiende que Darino no ceja en
sus intentos sexuales con ella, por lo que pasa a expresar lo mismo de forma más directa, de
igual manera que hace Quincia, que tras pedirle que no se sobrepase con ella y ver que no
cumple su petición, le formula la orden acompañado de la consecuencia amenazante de gritar.
QUINCIA: Señor mío, por tu vida, que aunque sea tu esposa, que fasta otra noche no me
afruentes. ¡Ay señor, no seas tan porfiado!, cata que daré bozes. (pág. 214)
Sin embargo, en ambos casos son las mujeres las que más perderían de ser descubiertas, por
lo que no se trata de amenazas propiamente dichas.
También hay cierta presencia de modificadores atenuadores, aunque mucho menor que de
intensificadores, entre los que se encuentran varios intensificadores de diversos tipos como
repeticiones, como en el ejemplo de Boruca,
BORUCA: Dexarme, veliaco, dexarme. (pág. 163)
siendo los más frecuentes los intensificadores de tiempo: “aora”, “ya” y “luego” aparecen
constantemente junto a las órdenes con esta intención reforzadora:
AREÚSA: ¡Ay, calla ya, desgraciado! […] (pág. 237)
En ocasiones las mujeres acompañan estas peticiones/órdenes de insultos, como en los dos
ejemplos anteriores, u otro de Finoya:
FINOYA: […] Déxame, malvado. […] (pág. 122)
Pero las mujeres no son las únicas, también Pandulfo insulta a la prostituta Palana:
PANDULFO: […] Ven acá, mala muger, que me estás afrontando. […] (pág. 153)
A pesar de que los enunciados de apoyo y los modificadores atenuadores son menos
frecuentes entre las órdenes, el hecho de que aparezcan entre ellas es una prueba más de que
hay diferentes grados en este continuum entre las peticiones y las órdenes, como
ejemplificaba la escena entre Estepa, Sigüença y Sebastiana en el paso del El rufián cobarde.
Entre las reacciones a las órdenes encontramos aceptaciones y rechazos. Es frecuente que se
rechace con otro acto de habla. Por ejemplo Darino rechaza la orden de Finoya de que se vaya
con una petición:
FINOYA: […] Mas vete ya, que es muy tarde Ø → DARINO: No me mandes, señora, yr sin
saber tu mandado, pues me atorgaste que venga mañana aý en tu cámara. (pág. 108)
368
Palana rechaza una de las órdenes de Pandulfo a través de un reproche, con el que justifica no
cumplirla:
PANDULFO: […] dame acá esse caire que dizes que tienes al presente para una camisa que
me haze menester Ø […] → PALANA: […] la camisa ¿paréscete que es bien que la pague
yo, para que te vayas tú a la fuente a requebrar con la moça de Paltrana? (pág. 156)
Digna de comentario es una petición formulada como una orden que Darino dirige a Finoya en
pleno enfrentamiento con ella inmediatamente después de que ella le haya pedido que mire
por su honra, pues la está intentando forzar. Aquí Darino está demostrando su poder, no sólo
a nivel relacional sino también físico: la está dominando con fuerza física. En el mismo turno en
el que le ordena que se calle, y justifica su actuación deshonrosa alegando que en el futuro
disfrutará de estas prácticas que ahora rechaza, además de informarle de que a otras mujeres
les gusta, en un intento de persuadirla para que le permita hacer lo que quiere.730
DARINO: Calla, señora, que luego se sienten estas cosas y después es huelgo y alegría.
Otras hazen de grado lo que tú hazes por fuerça (pág. 112)
Esta maniobra de Darino se repite varias veces, incluso llega a pedirle casi con formulación
propia de una orden que le guste:
DARINO: Buelve, señora, a abracarme y sea de tu agrado (pág. 112)
Es interesante revisar las órdenes que Flérida le da a Duardos cuando éste está bajo el disfraz
del hortelano Julián en el pomar. Como se ha dicho, teniendo en cuenta que Julián
supuestamente trabaja en los jardines de Flérida, sería esperable que la princesa le ordene y
que Duardos/Julián cumpla su orden:
FLÉRIDA: Julián, ve tú ahora / y cógeme una manzana. (pág. 248)
Como se describe en Iglesias Recuero (2010:382) para las órdenes no mitigadas hacia los
criados, se trata de un “comportamiento socialmente adecuado”,731 pues “es el uso esperable
en una sociedad jerárquica que se reconoce abiertamente como tal y donde la manifestación
explícita de la jerarquía entre desiguales no solo está permitida, sino legitimada. No deben ser
analizados, por tanto, como descortesía, sino como la conducta esperable”, algo que se prueba
con los comentarios de tratadistas de la época.732 Este tipo de relación lo explica la
investigadora aplicando las reflexiones de Spencer-Oatey733: se trata de una relación jerárquica
que se basa en una serie de derechos y obligaciones respectivas que configuran esa relación
“profesional” (2010:381). De esta forma, “según la ideología de la época, no hay necesidad de
revestir las órdenes de ninguna estrategia mitigadora de la imagen personal, puesto que no
hay en ellas nada que pueda ofender a sus destinatarios” (2010:381).
730 Algo parecido hace Pandulfo con Quincia en la Segunda Celestina cuando la moza de cántaro se queja
“del trato” que le dio la noche anterior, y él contesta “¿No sabes tú que los principios de las cosas son
todos difíciles, mas con la costumbre házese otra naturaleza?” (pág. 264).
731 El politic behaviour ya comentado en 2 y 2.1.1.1.2.2 de Watts (2005).
732 Por ejemplo cita a Gracián Dantisco (1968:140) que critica a los amos que “con ceremonia les hazen
pago” a los criados.
733 Sobre los derechos y obligaciones (sociality rights/obligations) ver Spencer-Oatey (2008:15-17).
369
En este mismo sentido hay que analizar esta orden de Flérida a Duardos: la orden se formula
con el imperativo, por tanto se trata de la primera de las estrategias de Blum-Kulka, House y
Kasper (1989); la más directa y sin mitigación (bald on record). Incluye un intensificador de
tiempo, “ahora”, que refuerza la petición. La orden, además, está relacionada con una de las
posibles actividades de un hortelano para con la dueña del lugar, traerle una manzana. Se da al
comienzo del último encuentro en el pomar, cuando Flérida ya sospecha de la identidad del
supuesto Julián, pero no se ha aclarado la situación. Hasta aquí todo se ha dado dentro de los
márgenes posibles e incluso esperables: se trata de una orden desde la jerarquía expresada en
unos términos apropiados y esperables, y también el contenido de la orden es adecuado a la
relación que los interactantes tienen, lo que además se demuestra porque no hay
interpretación social.734
Incluso el tratamiento utilizado, el NP, es el esperable: es el habitual en las situaciones de
empleador-empleado en caso de que se use alguno, pues muchas veces en esta situación y
entre este tipo de personajes se obvia. Si acaso podría preguntarse por qué la hija del
emperador necesita utilizar un tratamiento nominal con el hortelano cuando lo habitual en sus
interacciones es que prescinda de ellos.735 En este contexto concreto se hace necesario por
tratarse de la primera intervención de la interacción, por tanto también como marca del
comienzo de escena: de un lado, en el plano intratextual el personaje de Flérida llama la
atención a Julián, seleccionándolo como destinatario de sus palabras y atrayendo su interés.
Por otro lado, en el plano intertextual, el hecho de que se trate de un comienzo de escena
hace que el tratamiento marque el inicio de esta nueva acción, lo que pone en aviso al
receptor de la obra del cambio.
En el texto hay una segunda petición que se produce en un encuentro anterior de estos dos
personajes, concretamente en el momento en el que Julián ofrece a Flérida una copa
encantada de la que bebe el filtro de amor que despertará el interés por él.
FLÉRIDA (J): Quiérola [la copa encantada] y pagártela han. Ø (pág. 224)
En este caso, por tratarse de una relación desigual, como en el ejemplo anterior Flérida no
tendría por qué suavizar la orden, ya que está en el contrato comunicativo que un superior
pueda dar una orden a un trabajador suyo, es decir, forma parte de sus “derechos y
obligaciones”.736 Sin embargo, darle una copa de su propiedad no entra dentro de las tareas
que debe hacer, por lo que Flérida introduce un enunciado de apoyo (supportive move) de
promesa de premio: “pagártela han”.737
734 En el sentido de Ervin-Tripp.
735 La proporción de inserción de tratamientos en las secuencias en las que interacciona con el Duardos
bajo apariencia de hortelano es del 24%, por tanto baja en comparación con la media del corpus.
736 Spencer-Oatey (2008:15-17), como ya se ha comentado en este mismo apartado.
737 Thomas (1995:131) aporta un ejemplo muy ilustrativo en cuanto a la necesidad de emplear
estrategias indirectas para minimizar peticiones según los derechos y obligaciones de los interlocutores.
En su ejemplo dos mujeres en un autobús piden al conductor que pare; se trata de en un autobús en el
que se debe solicitar verbalmente la parada. La primera de ellas solicita que pare en una parada de la
ruta; la segunda lo hace en otro sitio que no corresponde con las paradas previstas. En el primero de los
casos la mujer realiza la petición de forma directa y sin mitigadores, pues parar allí forma parte de sus
370
4.3.2.1. Relación de las órdenes y los tratamientos
La presencia de tratamientos acompañando a órdenes (37%) es menor que en el caso de las
peticiones (47%). De hecho, se trata del acto de habla con menor presencia de tratamiento
nominal de todos los estudiados hasta ahora.739
Gráfica 76. Presencia de tratamientos en las órdenes
obligaciones. En el segundo caso la formulación es mucho más indirecta e incluye mitigadores que
reducen la imposición, porque pararse no es una oblicación para el conductor.
738 9% de posesivos y 3% con complementos sobre el total de tratamientos.
739 Los porcentajes citados para las diferentes secuencias son: inicios (79%), saludos (100%), despedidas
(51%), secuencias amorosas (41%) y peticiones (47%).
ÓRDENES
37%
63%
Presencia de tratamientos en
las órdenes
Tratamientos Ø
ÓRDENES
TRATAMIENTOS
- Funciones: relacional.
- Presencia: 37%
- Afectividad: 44%
- Rasgos de afectividad. Modificadores: 13% posesivos, 0% de complementos del nombre.738
- Lemas: SEÑOR (16), NP (2), MALVADO (2), MARIDO (2), DESGRACIADO (2), TRAIDOR, VIDA,
OJOS, AMOR, VELLACO, PESAR, GALÁN, MUJER, HERMANO, AMIGO.
- Categorías: Tratamientos referenciales y el NP, MUJER reconvertido forma afectiva negativa
por el complemento, el relacional MARIDO, amorosos directos e indirectos (AMOR,
VIDA, OJOS, GALÁN), afectivos negativos (DESGRACIADO, VELLACO, TRAIDOR y
PESAR), y los de pertenencia grupal HERMANO y AMIGO.
- Posición: preferencia hacia el inicio
Inicial (17) (I:2 [2 cortos], i:15) 58%
Central (6) 21%
Final (6) (f:1, F:5 [todos F cortos]) 21%
Tabla 59. Los tratamientos en relación con las órdenes
371
Parece lógico que la frecuencia baje precisamente en un acto que tiene menor necesidad de
acompañarse de estrategias de la cortesía.
Gráfica 77. Afectividad de los tratamientos en las órdenes
La cantidad de tratamientos afectivos, sin embargo, es mayor que la de las peticiones (44%
frente al 38% en las peticiones). En este contexto la afectividad se debe al elevado número de
formas afectivas negativas, más alto en comparación con las secuencias estudiadas hasta el
momento debido a las situaciones de enfado en las que muchas de las órdenes se dan:
DESGRACIADO, TRAIDOR, PESAR y VELLACO compiten con los tratamientos afectivos positivos VIDA,
OJOS, AMOR y los marcadores de grupo AMIGO y HERMANO.
A pesar de que la nómina de bases léxicas afectivas es superior a la de los no marcados (11
lemas marcados afectivamente frente a sólo 4 no marcados), la tendencia general de aparición
de los no marcados afectivamente se mantiene como es habitual gracias a la presencia de los
que se basan en el lema SEÑOR, constituyendo el 56% de todos ellos. Se comprueba que se da
un aumento en la afectividad de los tratamientos en comparación con las peticiones, en las
que la distancia entre las bases léxicas no marcadas y marcadas era muy alta (84% y 16%
respectivamente frente a 56 y 44% de las órdenes); algunos de ellos son insultos, por lo que
están clasificados como afectivos, pero no se trata de una afectividad de implicación
emocional como la de la modificación por posesivo, mecanismo que aparece muy poco en las
órdenes en comparación con el resto de contextos.740
740 En las órdenes el posesivo sólo se registra en el 13% de las designaciones afectivas frente a los demás
porcentajes mucho más elevados: inicios (82%), saludos (67%), despedidas (80%), secuencias amorosas
(78%) y peticiones (78%).
ÓRDENES
44%
56%
Afectividad de los
tratamientos en las órdenes
Afectivo No afectivo
372
Gráfica 78. Rasgos de afectividad de los tratamientos afectivos en las órdenes
De hecho, al comparar la afectividad léxica con todas las secuencias estudiadas hasta ahora se
descubre que sólo las secuencias amorosas tienen un nivel de afectividad comparable, aunque
en el caso de las secuencias amorosas las formas son fundamentalmente positivas de
contenido amoroso o de marcación grupal mientras que en las órdenes, como se ha visto, la
afectividad negativa es elevada.
La posición preferida de los tratamientos en las órdenes es también la inicial.
En la siguiente tabla se observa la elección de los tratamientos según los orígenes sociales de
los personajes.
Tabla 60. Elección léxica de los tratamientos en las órdenes según el origen social741
741 Los tratamientos no marcados afectivamente aparecen sombreados.
ÓRDENES
0%
73% 13%
Rasgos de afectividad de los
tratamientos afectivos en las
órdenes
CN Lema afectivo Posesivo
ALTO ALTO. Cort. ALTO/BAJO NO DEP DEP PROST. RUF PROST. CLIEN
MALVADO 2
SEÑOR 7 4 5
TRAIDOR 1
NP 1 1
MARIDO 2
VIDA 1
OJOS 1
AMOR 1
VELLACO 1
PESAR 1
GALÁN 1
(MALA) MUJER 1
HERMANA 1
AMIGO 1
DESGRACIADO 2
373
Las órdenes en la capa social más elevada se intercambian entre la pareja de la Penitencia de
amor, Darino y Finoya. En el momento del encuentro, tienen un enfrentamiento verbal por los
límites físicos que intenta imponer Finoya y que Darino desoye: esto provoca que se den varias
órdenes y peticiones de urgencia por parte de la mujer. Como se observa la fuerte presencia
de tratamientos en la capa más alta se concentra en formulaciones del lema SEÑOR, además de
varios insultos que se deben a esta tensión entre los protagonistas de la Penitencia.
En el nivel asimétrico la única orden que aparece con tratamiento elige el NP, como se ha
visto, la forma habitual para el trato con inferiores empleados.
Las intervenciones que se dan en la capa de los personajes bajos no dependientes
corresponden a Águeda y Bárbara de los pasos de Las aceitunas y del Cornudo y contento,
respectivamente. Las órdenes se dan en una situación de enfado en el primer paso. En estas
intervenciones Águeda utiliza el tratamiento relacional marido, que define de forma unívoca al
destinatario de sus palabras, pues están presencia de un tercer personaje al que también se
dirigen, y a la vez señala la función del personaje de Toruvio, por lo que el tratamiento cumple
la función de marcar a un personaje tipo, el marido. En el segundo caso se trata más bien de
una situación de poder de Bárbara sobre su marido, al que manipula y engaña abiertamente y
con el que en esta situación no emplea tratamientos; de hecho sólo le dirige uno en toda la
obra, y es uno afectivo negativo.
Entre los criados se encuentran órdenes acompañadas de tratamientos en los parlamentos de
Pandulfo y Quincia y los de Zambrán y Boruca. Entre ambas parejas también se dan situaciones
de enfado que tienen que ver con la insistencia del cortejo y del intento de acercamiento físico
de los hombres en las que se dan varias órdenes y peticiones de urgencia, como en el caso de
Finoya. Se trata del contexto social en el que se da un mayor número de formas afectivas y
más variadas.
De hecho, aparte de los insultos que provienen de la noble Finoya y la prostituta Areúsa, el
resto de tratamientos afectivos se dan en los niveles sociales más marginales: entre los criados
de peor condición Pandulfo y Quincia y los negros Zambrán y Boruca y en el ámbito de la
prostitución aquellas prostitutas que lidian con sus rufianes. Con los clientes, como se ha ido
viendo, los usos entre algunas prostitutas y sus clientes como es el caso de Elicia con Barrada,
más deferenciales y menos emotivos y afectuosos, son más cercanos a aquellos de las capas
sociales superiores que a los de sus compañeras de profesión o a los otros de personajes de
condición baja.
Es reseñable la cantidad de insultos que se dan en las secuencias de órdenes: malvado,
traydor, veliaco, desgraciado. La dirección de estos insultos es muy clara: siempre se dan en
boca de mujeres, las únicas que insultan a sus parejas a excepción de un caso, el de Pandulfo al
dirigirse a la prostituta Palana. Con ella utiliza tratamientos nominales negativos como pesar
de tal y mala mujer, siendo el único hombre que insulta a su pareja en estas secuencias y en el
corpus a excepción de un caso concreto.742 Hay que recordar que la situación entre Pandulfo y
Palana es diferente a otras, pues existe una pequeña desigualdad social; ambos pertenecen a
742 Nos referimos al de Turpedio con Doresta, a la que insulta cuando los personajes pasan de un intento
de cortejo a una pelea abierta (3.1.3.3).
374
clases inferiores que o rozan la marginalidad (Pandulfo) o directamente viven en ellas (Palana),
pero les une una situación “laboral” especial, un acuerdo en el que Pandulfo promete proteger
a Palana a cambio de recibir parte de las ganancias, así como derecho a tener sexo con ella.
Pandulfo es su proxeneta, pero no cumple sus obligaciones. Además es cobarde y Palana,
mujer con experiencia, se enfrenta a él. Por tanto no estamos ante una pareja como las demás:
aunque tienen entre ellos una dependencia amorosa más o menos fingida que se entremezcla
con el interés por las dos partes, la relación que hay entre ambos es simétrica y no se
establecen entre ellos los códigos que se dan en las demás relaciones, en las que los hombres
cortejan a las mujeres a las que sitúan verbalmente en situación de superioridad. Por ello es
por lo que Feliciano de Silva pone insultos en boca de Pandulfo dirigidos a Palana, cosa que no
ocurre en el resto de parejas en la misma dirección de hombre a mujer.
4.3.3. Peticiones comprometidas
Las peticiones comprometidas, como ya se ha explicado, son aquellas aquellas cuya realización
supone un acto delicado para el destinatario pues conllevan un coste (Leech 1997) mayor al
destinatario de la petición en caso de cumplirla, por lo que el peso de la imposición (Brown y
Levinson 1987) se eleva. Por ello, se entiende que para estos casos se hacen más necesarias las
estrategias de compensación, de un lado para evitar que la relación entre los interactantes se
vea perjudicada, y de otro como estrategia persuasiva para lograr su intención. Por ello, lo
esperable sería que se dieran tratamientos acompañando a estas estrategias, y que estos
perteneciesen a categorías afectivas en un intento de acercamiento con la doble intención: se
comprobará que es así en algunos casos, y en otros se recurrirá al deferencial, que también
cuenta como una estrategia de la cortesía.
En este mismo sentido, y dado el carácter especialmente conflictivo de estas peticiones, lo
esperable, al menos hoy en día, sería que para su realización los hablantes prefirieran
estrategias más indirectas. Sin embargo, la formulación de este tipo de peticiones sorprende
por lo directas que son: todas ellas se enuncian a través de las estrategias más directas, a
través del imperativo o con performativas explíticas o atenuadas.
PANDULFO: Pues, mi coraçón, lo que has de hazer por mí es que des una carta de mi amo
a la señora Polandria. (pág. 216)
AREÚSA: Ora, por tu vida, que me cuentes cómo passó, que nunca me lo han sabido dezir,
y no hay cosa que más dessee que saber la verdad de cómo passó. Ø (pág. 383)
AREÚSA: Por mi vida, mi amor, que para ver si es verdad que eran los que a mí me
dixeron, que me digas quién eran. […] (pág. 385)
En esta época los hablantes eran más directos,743 y las formas directas no eran consideradas
descorteses, o al menos no como hoy en día. Lo que se comprueba en este corpus es que si
bien la realización es directa, los hablantes que quieren hacer una petición comprometida
743 Ver Iglesias Recuero (2010).
375
siempre las acompañan con enunciados de apoyo y modificadores que ayudan a la mitigación
de estas complicadas peticiones a la vez que colaboran en la persuasión. Por tanto, las
estrategias están en la construcción de la secuencia y no en la formulación del acto principal.
Las peticiones vienen acompañadas de precompromisos, justificaciones y promesas, pero
también se dan en el sentido contrario, el intensificador, y con amenazas. En este mismo
sentido reforzador aparecen modificadores intensificadores como la repetición de la petición o
el intensificador de tiempo.
En el ejemplo de Pandulfo y Quincia en la escena XI, los personajes se han desposado y
Pandulfo ha forzado a la criada a mantener relaciones sexuales, con lo que han consolidado el
matrimonio.744 Antes de irse aprovecha para lanzar una petición a Quincia, que se califica de
comprometida, ya que cumplirla pondría a la criada en una posición especialmente
complicada: su coste sería muy alto, ya que si es descubierta tendría que ver no sólo con la
pérdida de su trabajo sino con la honra de la casa para la que trabaja. Lo que quiere de ella es
que entregue una carta a Polandria, joven de la casa en la que trabaja:
PANDULFO: Amores míos, ¿quiéresme fazer una merced, que no menos que la vida me va
en ello? → QUINCIA: Todo cuanto tú mandares haré, como no me afrentes más esta
noche. Ø → PANDULFO: Pues, mi coraçón, lo que has de hazer por mí es que des una
carta de mi amo a la señora Polandria. → QUINCIA: ¡Ay, señor, por Dios, no me mandes
tal cosa! (pág. 215-16)
Pandulfo no realiza directamente la petición, sino que comienza de manera mucho menos
coercitiva con una “prepetición”745 en la que directamente le pregunta por una condición
preparatoria. Con ella deja abierta a Quincia la posibilidad de negarse,746 lo que bloquearía la
secuencia e impediría que se realizase la petición, y donde reside la estrategia de cortesía que
en el intento de no imponerse, pues cuida el territorio o la face de la interlocutora. Para
asegurarse el éxito de esta petición Pandulfo no olvida el tratamiento amoroso que es afectivo
tanto en la elección del lema como por la inclusión del posesivo. Este precompromiso aparece
reforzado por el instensificador “que no menos que la vida me va en ello”, con el que pone a
Quincia a cargo de una enorme responsabilidad, pues, aunque sea en sentido figurado, está
diciendo a Quincia que se trata de una cuestión de vida o muerte. No es tras la aceptación de
la prepretición que Pandulfo formula su petición, de nuevo acompañada de un tratamiento
afectivo tanto léxica como afectivamente.
Se puede observar un cambio tanto en el comportamiento de los personajes como en los
tratamientos que se dirigen,747 ahora que la situación amorosa de la pareja ha cambiado. No
será hasta más tarde en su siguiente encuentro en la cena XVI que Quincia le diga “ve cuando
744 Como ya se ha señalado (en 3.2.1.2), la relación carnal daba validez al matrimonio (Luna Díaz
2011:13).
745 “presequences are sequences, initiated by turn-types built to be specifically preliminary to some
other turn-type, whose subsequent occurrence is projected to occur contingent on the response which
the interlocutor gives to the presequence´s first pair part” Schegloff (1990:60). En este sentido, se
considera este movimiento una prepetición.
746 “one job presequences are designed to do is explore the likelihood that the utterance being
prefaced, and the action(s) it will do, will not be responded in a dispreferred way” [por ejemplo, con un
rechazo] Schegloff (1990:60).
747 Como se ha visto en el apartado de evolución de la situación amorosa entre ellos (epígrafe 2.2.1.3).
376
mandares, ya sabes que soy tuya” (pág. 264) en respuesta a la afirmación de Pandulfo de que
volverá a encontrarse con ella esa noche. Sin embargo se observa que algo ha cambiado por su
respuesta a la petición de precompromiso. Quincia responde positivamente, aceptando la
petición sin haber siquiera oído de qué se trata: “Todo cuanto tú mandares haré”, que
recuerda al “ve cuando mandares” citado. Además, lo interpreta con un mandato, lo que
muestra la nueva relación de subordinación que se ha establecido y también como lo
formulará Pandulfo, con la estrategia de obligación “lo que has de hazer por mí […]”.
Quincia ya es esposa de Pandulfo y como tal entiende que debe obedecer a su marido, quien
es su dueño ahora. Sin embargo su aceptación está sujeta a una condición: cumplirá esa
petición que está por explicarse, con tal de que no vuelva a forzarla esa noche, “como no me
afrentes más esta noche”. Es entonces cuando Pandulfo realiza su demanda: se trata de una
petición ilícita, con lo que se entiende que haya allanado el terreno con la presecuencia y que
la haya reforzado implicando que su vida depende de su favor. La formula con un enunciado
de obligación, pero que compensa acompañándola con un tratamiento afectivo que refuerza
la implicación emocional: mi coraçón.
Otra de las peticiones comprometidas se da en el ámbito de la prostitución. Se trata de una
petición de información, pero se considerará aquí como comprometida, pues se trata de un
acto de habla en el que el hablante solicita que el destinatario haga algo en su beneficio pero
no se trata de aportar una información trivial como podría ser “¿Cómo se va al río?”, sino que
se trata de una información que puede conllevar un coste al destinatario en caso de que
cumpla la petición de revelar la información solicitada.
Areúsa quiere obtener de Sosia, criado de la casa de Calisto una información delicada, o al
menos ella cree que es delicada, pues trata sobre un posible asesinato. Le va a pedir a Sosia
que le cuente lo que sabe de la muerte de Calisto, por confirmar si es verdad la versión del
fanfarrón de Centurio.748 Areúsa le pide a Sosia que se acerque para hablar con ella. Después
de reprocharle zalameramente que haya tardado tanto en ir a visitarla, le pregunta cómo
ocurrió la muerte de Calisto:
AREÚSA: Ora, por tu vida, que me cuentes cómo passó, que nunca me lo han sabido dezir,
y no hay cosa que más dessee que saber la verdad de cómo passó. Ø → SOSIA: Señora,
para el mundo que nos sostiene y le sostiene, que yo te diga la verdad. → AREÚSA:
Dentro lo tenga ya. Ø → SOSIA: ¿Qué dizes, señora? → AREÚSA: Que ya que estás dentro
en mi casa, que pardiós, que de aquí no saldrás hasta que me lo cuentes. Ø →SOSIA:
Señora mía, el caso es que […] (pág. 383)
La prostituta realiza la petición acompañada de los intensificadores “ora” y “por tu vida” y
justifica su pregunta porque nunca se lo han “sabido dezir”. Además, refuerza su petición
añadiendo que “no hay cosa que más desee” que saberlo, con lo que él se muestra favorable a
la aceptación. Como en el ejemplo anterior, llama la atención la formulación directa y los
748 Hablando sobre la muerte de Calisto y la posible implicación en ella de Centurio, Areúsa muestra sus
intenciones claramente: “y en mi ánima, si puedo ver aquí al babusán de rascamulas de Sosia, que cada
día passa por aquí echando el o jo al tocino, que le tengo de traer la mano sobre el cerro como la o tra
vez, para hazelle dezir lo suyo y lo ageno, para que no bivamos engañadas con este panfarrón valadrón
de Centurio” (pág. 379).
377
intensificadores que utiliza. Sosia cumple la petición seguidamente y va respondiendo a las
preguntas de Areúsa hasta que ésta vuelve a hacer una pregunta también comprometedora.
AREÚSA: Por mi vida, mi amor, que para ver si es verdad que eran los que a mí me
dixeron, que me digas quién eran. Y haze cuenta que lo echas en un pozo, que no me
saldrá por la boca. (pág. 385)
Además de la realización directa, Areúsa acompaña su petición de un engatusador “mi amor”,
del intensificador “por mi vida” y de dos enunciados de apoyo: una justificación de por qué la
realiza, además de la promesa de que no revelará nada. Estos refuerzos están presentes
precisamente por lo comprometido de la petición, especialmente la promesa; el difundir esa
información puede llevar a Sosia a una situación complicada. En este caso Sosia decide no
presentar la información directamente y escuchar primero lo que sabe Areúsa. Ella le recuerda
el peligro de destapar la información que tiene y le advierte que se lo dice en secreto antes de
contar nada:
SOSIA: Di tú, señora, quién te dixeron que eran y yo te lo diré a ti, y no para que otro lo
sepa, si es verdad o no. → AREÚSA: Pues mira que te lo digo en secreto, porque,
noramaças, mira el peligro que en ello puede haber. Ø → SOSIA: Di, señora, que al cabo
estó. → AREÚSA: Pues ¿tú conoces a Centurio? (pág. 385)
Finalmente Areúsa conseguirá toda la información que quiere,749 tras lo cual le agradece
repitiendo el tratamiento afectivo embaucador “mi amor”, y, como agradecimiento, le lanza
otra promesa indirecta de premio; gozar de sus servicios.
AREÚSA: Ora, yo te lo agradezco, mi amor; y otro día que vengas solo ven acá, que quiero
hablar contigo; ¿ya me entiendes? (pág. 385-86)
749 SOSIA: Yo te juro al cuerpo sancho de Sant Vicente de Ávila no se halló más allí Centurio que tú te
hallaste. Ø ¡Y aun persona era Calisto para morir a manos de Centurio! (XXV-99), SOSIA: […] no se halló
[…] (XXV-101), SOSIA: Pues, por vida tuya, señora, para que veas la mentira, que eran los del repiquete
Traso el Coxo y Tripa en Braço y Montón de Oro, y que los conoscí todos tres como te conozco a ti (XXV-
103) y SOSIA: Tres eran y no más, para las tres oras de Dios. (XXV-105) SOSIA: Yo, señora, te digo la
verdad, y no hallarás otra cosa de aquí a mil años. (XXV-109) → AREÚSA: Ora, yo te lo agradezco, mi
amor; y otro día que vengas solo ven acá, que quiero hablar contigo; ¿ya me entiendes? (pág. 385-6).
378
4.3.3.1. Relación de las peticiones comprometidas y los tratamientos
Si se toman las secuencias de peticiones comprometidas globalmente, los datos de presencia
de tratamientos son los siguientes:
Gráfica 79. Presencia de tratamientos en las peticiones comprometidas
750 44% de posesivos con respecto al número de tratamientos y sin complementos.
PETICIONES
COMPROMETIDAS
56%
44%
Presencia de tratamientos en las
peticiones comprometidas
Tratamientos Ø
PETICIONES COMPROMETIDAS
TRATAMIENTOS
- Funciones: estratégica persuasiva.
- Presencia: 56%
- Afectividad: 44%
- Rasgos de afectividad. Modificadores: 100% de posesivos y 0% de complementos del
nombre750
- Lemas: SEÑOR (6), AMOR (2), CORAZÓN
- Categorías: Tratamientos deferenciales, SEÑOR, y amorosos, AMOR y CORAZÓN. (Afectividad
léxica 75%)
- Posición: preferencia hacia el inicio
Inicial (8) (I:3, i:5) 89%
Central (0) 0%
Final (1) (F:1, muy corto) 11%
Tabla 61. Los tratamientos en relación con las peticiones comprometidas
379
Gráfica 80. Afectividad de los tratamientos en las peticiones comprometidas
Los gráficos muestran que la presencia es algo menos que en las secuencias de peticiones y de
órdenes (53% y 63% respectivamente), y el porcentaje de afectividad es el mismo que en las
órdenes, algo superior que en las peticiones (38%).
Los rasgos de afectividad de los tratamientos afectivos se basan en el uso del posesivo; todos
los tratamientos afectivos lo incorporan, y casi todos son también afectivos léxicamente.
Gráfica 81. Rasgos de afectividad de los tratamientos afectivos en las peticiones comprometidas
Sin embargo, si se atiende no a las secuencias completas, sino sólo a las intervenciones en las
que se producen las peticiones comprometidas, el porcentaje de presencia aumenta a un 60%
y la afectividad al 100%. Quizá la necesidad de persuadir a sus destinatarios para que lleven a
cabo una acción que les puede poner en una situación comprometedora sea el motivo de esta
frecuencia superior.
PETICIONES COMPROMETIDAS
44%
56%
Afectividad de los
tratamientos en las peticiones
comprometidas
Afectivo No afectivo
PETICIONES COMPROMETIDAS
0%
75%
100%
Rasgos de afectividad de los
tratamientos afectivos en las
peticiones comprometidas
CN Lema afectivo Posesivo
380
En cuanto a la distribución de los tratamientos según el parámetro del origen social, en un
vistazo a la siguiente tabla se observa que los únicos que lanzan peticiones comprometidas son
criados o pertenecen al ámbito de la prostitución.
Como en otras secuencias, se observa que el grupo marginal de prostitución con clientes elige
con mucha frecuencia el tratamiento no marcado afectivamente SEÑOR. En todos los casos será
el personaje masculino, Sosia, el que elija estas formas, que sólo en un 20% de los casos
modificará con el posesivo, señora mía. La prostituta, sin embargo, sólo utiliza un tratamiento
y éste es marcado afectivamente: mi amor. En cambio, las pocas ocurrencias de tratamientos
que se dan entre criados se reparten entre los marcados y no marcados afectivamente, y
también la distribución será inversa: el hombre será el que elija los tratamientos marcados
afectivamente mientras que la mujer sólo le dirigirá señor.
Los que se sirven preferentemente de formas afectivas son los que realizan la petición
comprometida, lo que correspondería con la idea de que forma parte de la estrategia
persuasiva. Sin embargo, se ha de señalar que en el caso de la prostituta no todas las
intervenciones en este sentido añaden tratamientos. Esta mujer en su interacción con Sosia
sólo registra una presencia del tratamiento en el 27% de las intervenciones que le dirige, pero
de ellas, todas están marcadas afectivamente,752 y responden a esta intención de
manipulación de su interlocutor.
4.3.4. Proposiciones indecorosas
Se han considerado proposiciones indecorosas todas aquellas que apuntan a conseguir un
encuentro sexual, desde algunas muy indirectas a las más directas y deshonrosas. Por ejemplo,
entran en esta categoría tanto las peticiones de visita nocturna que hacen los hombres a sus
amadas:
DARINO: Otra vez buelvo, señora mía, a suplicarte me des lugar que mañana, si aora no
puede ser, entre en tu cámara. ¿Qué te pena más hablar estando aquí baxo o aý arriba?
(pág. 108),
751 Los tratamientos no marcados afectivamente aparecen sombreados.
752 Todas ellas son designaciones amorosas o de pertenencia grupal: mi amor (3); mi Sosia; amor; amigo
Sosia; Sosia, amigo y mi amor, Sosia, frente a las deferenciales y preferentemente no marcadas
afectivamente por parte de Sosia: señora (22) y señora mía.
ALTO ALTO. Cort. ALTO/BAJO NO DEP DEP PROST. RUF PROST.
CLIEN
SEÑOR 1 5
AMOR 1 1
CORAZÓN 1
Tabla 62. Elección léxica de los tratamientos en las peticiones comprometidas según el origen social751
381
y otras en las que ya hay una petición física, que a pesar de ser velada o eufemística, se
entiende como propuesta sexual, como prueba la reacción de la dama y las disculpas
posteriores de él:
DARINO: Muéstrame essas manos angelicales, que las quiero besar. → FINOYA: ¡Ay, Jesú,
está quedo! ¡Qué descomedido! → DARINO: ¡Oh, señora mía, que no puedo! Dame
licencia y perdón. (pág. 111)
VITORIANO: Pues por merced que me abráis. Ø / → FLUGENCIA: ¡Dios me guarde / de
abrir a nadie tan tarde! / Antes os ruego que os vais. Ø (pág. 308-9)
como aquellas que son perfectamente directas:
PANDULFO: […] Y vamos, amores míos, acostar, que es ya tarde, y acabarse han los
nublados de las cuistiones y haremos las amistades, que no hay mejor concertador ni
tercero para las renzillas de los enamorados que la cama. → PALANA: Vamos, entrañas
mías; y, en cuanto pudiéremos, démonos a plazer y dexemos los enojos. (pág. 157)
Al analizar las peticiones indecorosas sorprende lo directas que son también este tipo de
peticiones, especialmente en esta época por la necesidad de mostrar decoro socialmente. Las
más frecuentes son las derivadas del modo con realización en imperativo, que constituyen el
42% de las peticiones indecorosas. Darino sirve de nuevo como ejemplo de proposición que,
también una vez más, Finoya rechaza:
DARINO: Echa essos braços sobre este tu cativo. Ø → FINOYA: ¿Aun porfías? ¡Ay
pecadora! Déxame, malvado. […] (pág. 121-22)
También aparecen representadas en menor medida las demás categorías directas, es decir, las
performativas explícitas (18%):
DARINO: […] yo te suplico, mi señora, que me des lugar que yo te pueda hablar aý en la
cámara, porque vea de más cerca tu gentil figura, que me tiene desfigurado. → FINOYA:
¡Bueno es esso! Más desfigurada estaría yo. Déxate deso. Ø (pág. 107-8),
aunque su formulación sea directa incorpora el mecanismo de cortesía que implica la forma
suplicar, por lo que la supuesta dirección está relativamente mitigada, y las atenuadas (6%):
CENTURIO: […] Mas alçarse han los manteles, y darme has tu gracia por donde merezca tu
gloria.753 Ø → AREÚSA: Mal año para ti, que nunca tú lo verás en cuanto bivieres. ¡Y aun
palabras has tú dicho hoy para hallar gracia ni merecer gloria! Ø →CENTURIO: Señora
de mi alma, las obras suplirán lo que faltaron las palabras. →AREÚSA: Desso estarás tú
bien seguro de mí. Ø (pág. 234)
En este ejemplo es el personaje Centurio el que pide sexo a la prostituta Areúsa y ella se lo
niega, por lo que vuelve a insistir, también sin éxito.
753 Baranda Leturio, editora del texto, anota citando a Keith Whinnom que gloria es a veces eufemismo
por acto sexual (pág. 234).
382
Aparecen proposiciones indecorosas formuladas como declaraciones de deseo como la de
Pandulfo a Quincia, que formulada con el condicional rebaja el peso de la imposición:
PANDULFO: ¡Oh, perla de oro, qué sabia eres! No querría sino deshacerte a besos essa
boquita. → QUINCIA: Bien librada estaría yo, pardiós; ¿y con qué comería si me
deshiziesses la boca? Ø (pág. 131)
De otro lado, se da la propuesta de Pandulfo a Palana, que el mozo de espuelas realiza
empleando el plural, de forma que la perspectiva es inclusiva. En este caso, la mujer de esta
pareja, lejos de negarse e intentar escabullirse, acepta reafirmando la propuesta como propia,
sirviéndose de la misma estrategia de formulación y de la perspectiva inclusiva; el sexo forma
parte de su acuerdo “laboral” y, por tanto, de las “obligaciones y derechos” que se dan entre
ellos:
PANDULFO: […] Y vamos, amores míos, acostar, que es ya tarde, y acabarse han los
nublados de las cuistiones y haremos las amistades, que no hay mejor concertador ni
tercero para las renzillas de los enamorados que la cama. → PALANA: Vamos, entrañas
mías; y, en cuanto pudiéremos, démonos a plazer y dexemos los enojos. (pág. 157)
Se documentan también casos de referencia a las condiciones preparatorias. En este caso
Barrada ofrece su disponibilidad y le pregunta a Elicia por su voluntad:
BARRADA: Heme aquí, señora, ¿quiéresme abraçar? (pág. 496)
El caso más indirecto lo ilustra la pista ya comentada a través de la que Vitoriano pide a
Flugencia que le deje pasar:
VITORIANO: ¡O, mi señora Flugencia, / quánto estorva una pared! Ø / (pág. 309)
Como es de esperar por el decoro literario, este tipo de proposiciones en la gran mayoría de
las ocasiones salen de hombres y las mujeres las rechazan. Incluso en el ámbito de la
prostitución la dirección más frecuente es de los hombres hacia las prostitutas y no al revés,
salvo en casos concretos como los de Areúsa, que le ofrece sus servicios a Sosia como pago a
una información comprometida que ha conseguido de él:
AREÚSA: […] otro día que vengas solo ven acá, que quiero hablar contigo; ¿ya me
entiendes? SOSIA: Señora, bésote las manos, que sí entiendo (pág. 386-87)
Como en otros tipos de petición, los enunciados de apoyo y los modificadores ayudan a
formular las proposiciones indecorosas en dos sentidos, intentando minimizar el riesgo de la
imposición de esta petición especialmente complicada, así como reforzarla con mecanismos
“halagadores” que buscan asegurar la persuasión. El siguiente ejemplo, parte como una
petición aparentemente inocente de Himeneo a Febea; que le ayude a sanar sus males.
HIMENEO: Ojalá pluguiese a Dios / que queráis como podéis, / porque mis males sanéis,
/que esperan a sola vos. Ø (pág. 205)
Ella ofrece buena disposición y deseo para ayudarle en su mal, “de grado lo haré si puedo
como decís” (pág. 205), pero también comprende que debe de tratarse de una petición no tan
383
inocente: “pero he miedo / que sin dañarme no puedo” (pág. 205). En efecto, Febea lo ha
comprendido bien, como confirma la respuesta de Himeneo: “Pláceme, señora, que me habéis
bien entendido”. Después desarrolla una serie de justificaciones que apoyan su futura petición:
HIMENEO: […] No os quiero más detener; /vuestra misma fantasía / vos dirá que lo que
pido / lo compra bien mi querer. / Y las mercedes pesadas / que con fatiga se hacen / son
las que alegran y placen / y las que son estimadas; / de las cuales / todas las vuestras
son tales.” (pág. 205)
En este momento Febea ofrece su ayuda, aceptando sin saber cuál es la petición e Himeneo
aprovecha para dirigírsela. Se trata de una petición indecorosa; por eso ha tenido que
justificarla tanto en los preliminares. Febea la rechaza de inmediato, y a partir de este
momento Himeneo recurre a varias estrategias para intentar conseguir su propósito: reprocha
que haya cambiado de opinión y se sigue justificando, hasta que Febea acepta su petición.
FEBEA: Más merecéis que pedís, / aunque lo que es no lo sé; / mas de grado lo haré / si
puedo como decís; / pero he miedo / que sin dañarme no puedo → HIMENEO: Pláceme,
señora mía, / que me habéis entendido. […] FEBEA: Pues si puedo complaceros, /
aclaradme en qué manera, / porque tengáis cosa cierta. / → HIMENEO: Que cuando
viniere a veros / en la noche venidera / me mandéis abrir la puerta. /→ FEBEA: ¡Dios me
guarde! /→ HIMENEO: ¿Qué, señora? / ¿Revocáisme ya el favor? /→ FEBEA: Sí, porque
no me es honor / abrir la puerta a tal hora. /→ HIMENEO: No son ésas / vuestras
pasadas promesas. /→ FEBEA: Pues, ¿cómo queréis que os abra? / Que en aquellos
tiempos tales / los hombres son descorteses. /→ HIMENEO: Señora, no tal palabra. / Si
queréis sanar mis males /, no busquéis esos reveses. […] / → FEBEA: No puedo más
resistir / a la guerra que me dais / ni quiero que me la deis. / Si concertáis de venir, / yo
haré lo que mandáis, / siendo vos el que debéis. /→ HIMENEO: Debo ser siervo y cautivo,
/ de vuestro merecimiento […] (pág. 205-6)
Esta estructura de petición con justificaciones no es infrecuente: los personajes que lanzan
proposiciones indecorosas necesitan justificarse, por lo que encontramos varias en este
subgrupo de peticiones.
Los enunciados de apoyo y los modificadores en estas secuencias de proposición indecorosa
tienden a la estrategia mitigadora que a la intensificación, aunque también encontramos
intensificadores persuasivos. Por ejemplo, Felides formula una petición de besar a Polandria
directa pero deferencial, con el uso del performativo suplicar: está siendo muy retórico, pero
también directo. Alude incluso a su obligación como esposa, lo cual recuerda a los enunciados
moralizadores de Blum-Kulka, House y Kasper (1989).
FELIDES: […] que con el atrevimiento de tu grandeza te suplico de tu hermosa boca, como
a esposo, por esta rexa me hagas merced; pues como cosa fresca y corriendo sangre, que
es la color de sus labios, tras la red desta rexa o, por mejor dezir, de mis prisiones, la
tengo ya comprada con el precio que con tu pena pusiste a mi dolor. Ø → POLANDRIA:
Señor, ni mi honestidad lo sufre, ni tu autoridad lo deve pedir […] (pág. 451)
384
Polandria no accede, pero le promete que se verán al día siguiente (“mañana en la noche yo
buscaré manera para me salir para ti a esse jardín”).
Otros eligen la estrategia de poner una condición. Es el siguiente ejemplo Elicia está insistiendo
en que Barrada baje dejándola a ella arriba, y como no acepta su petición de abrazarla, le hace
saber que él cumplirá su petición si ella cumple la suya:
BARRADA: […] abráçame y yo me abaxaré. Ø (pág. 495)
Además de los modificadores mitigadores como adverbios que restan importancia “[vamos a
holgar] un poquito”(Segunda Celestina, pág. 309) y modificadores de tiempo suavizados
“mañana, si ahora no puede ser” (Penitencia, pág. 108), otros justifican su petición indecorosa
porque sufen mucho “porque vea de más cerca tu gentil figura, que me tiene desfigurado”
(Penitencia, pág. 107), o alejan su responsabilidad alegando que el deseo que los domina no
depende de ellos “no pienses que está en mi mano dexar de poner mi desseo en la possessión
de su gloria” (Seg. Celestina, pág. 571). Este recurso aparece varias veces, con personajes que
alegan que “no lo pueden remediar” y que se ven “obligados”.
Como estrategia persuasiva alguno elige adular a su amada, en el ejemplo de Pandulfo no sólo
calificándola de sabia, sino también a través del tratamiento nominal:
PANDULFO: ¡Oh, perla de oro, qué sabia eres! No querría sino deshacerte a besos essa
boquita (pág. 131)
Llama la atención el descaro de Darino, que no sólo quiere convencer a Finoya de que cumpla
sus peticiones, las cuales casi parecen órdenes, sino que además las presenta como beneficio
para ella,
DARINO: Daca, dame un abraço, que con esto se quitan essos desmayos. (pág. 122),
e incluso parece querer obligarla a que cumpla sus peticiones con gusto, como ya se ha
comentado.
La distribución sociolingüística de la frecuencia de aparición de estos enunciados de apoyo y
modificadores es la siguiente:
Alto 82%
Alto. Cort. 50%
No dependientes -
Dependientes 67%
Prost. - rufianes 33%
Prost. - clientes 64%
Alto/Bajo -
Tabla 63. Enunciados de apoyo y modificadores en las proposiciones indecorosas
385
Como es de esperar, en el entorno desigual del hortelano a la princesa no hay proposiciones
indecorosas. Los representantes del grupo asimétrico son Duardos disfrazado de hortelano y la
hija del emperador Palmerín. Además de una relación supuestamente desigual en la que el
amor ya de por sí parece imposible,754 pensar en una posible insinuación sexual rompería el
decoro literario, ya que además por debajo del disfraz el receptor de la obra sabe que se
esconde al príncipe de Inglaterra. Sería impensable que se diera una proposición indecorosa
entre ellos.
Del resto de parejas del nivel social más alto, tres de los cinco personajes masculinos hacen
proposiciones indecorosas a sus amadas. La proposición de Himeneo a Febea como se ha visto
se formula de manera directa, pero se acompaña de varios preliminares, justificaciones y
mecanismos para la persuasión. Estos evidencian la necesidad de decoro, o al menos de
fingimiento del decoro, entre personajes de estas escalas sociales, por una resticción
ideológica y literaria, de la misma manera que por motivos de verosimilitud los procesos de
cortejo son necesariamente más largos en las capas superiores de la sociedad, como Iglesias
Recuero en su trabajo sobre la figura de don Juan (1998: 393).
Felides también dirige alguna proposición indecorosa a Polandria, pero lo hace de manera
indirecta o presentando la formulación con estrategias de cortesía. Además, acompaña estas
peticiones de varios enunciados y modificadores con los que elude su responsabilidad e incluso
obliga “moralmente” a Polandria a responder favorablemente a su petición por su
recientemente adquirido papel de esposa.755
Darino es el noble que más insiste en sus intenciones indecorosas ante Finoya. Desde las
peticiones más “inocentes” en las que le pide que le dé cita por la noche en su cuarto, a
peticiones de contacto físico de darse las manos o abrazos, Darino siempre usa las
realizaciones más directas y no siempre las acompaña de justificaciones y modificadores. Las
proposiciones de este personaje son las que hacen que la frecuencia de aparición de este tipo
de mecanismos asociados a las proposiciones indecorosas en la capa social superior sea de un
82% (y no cercana al 100%). En cualquier caso, éste es el grupo en el que más mecanismos de
este tipo se utilizan, se entiende que precisamente por el decoro ideológico y literario citado.
En cuanto a Vitoriano y Flugencia, éste lanza proposiciones indecorosas hacia la cortesana con
una frecuencia de aparición de modificadores y enunciados de apoyo es del 50%. Hay que
tener en cuenta que sólo se dan dos ejemplos de proposición indecorosa en la corta escena
entre estos dos personajes, y, de ellas, la que no incluye ningún modificador o enunciado de
apoyo es precisamente la proposición más indirecta que hemos encontrado en el corpus,756
754 Esta obra introduce una estratagema literaria para que triunfe el amor entre los protagonistas a
pesar del problema de la verosimilitud y el tabú que supondría escenificar los amores en parejas de
diferente estado social. El final de la obra no constituye un problema: se resuelve positivamente cuando
sabemos que el amor realmente ha nacido entre dos iguales. Sin embargo, en el momento en el que
Flérida se enamora, si bien lo sospecha, aún no sabe con certeza de la posición social real de
Duardos/Julián. El amor surge tras haberse bebido un filtro de amor: es esto precisamente lo que aporta
verosimilitud al hecho de que una princesa se interese por un hortelano.
755 “no pienses que está en mi mano dexar de poner mi desseo en la possessión de su gloria” (pág. 571)
y “te suplico de tu hermosa boca, como a esposo, por esta rexa me hagas merced” (pág. 451).
756 VITORIANO: ¡O, mi señora Flugencia, / quánto estorva una pared! Ø / → FLUGENCIA: No más ora
(pág. 309)
386
formulada con la estrategia de la insinuación y que sí acompaña de un tratamiento, mi señora
Flugencia, que puede estar cumpliendo las funciones de acercamiento y persuasión.757
En el grupo de los no dependientes sólo Pandulfo hace proposiciones de este tipo a Quincia.
Las acompaña de enunciados de apoyo y modificadores en un 67% de las situaciones. En estas
proposiciones también introduce tratamientos muy afectivos probablemente con intención
persuasiva: amores y perla de oro.
En el ámbito de la protitución una vez más se encuentran diferencias entre los usos de las
relaciones entre la prostituta y su rufián o entre las prostitutas y sus clientes. En el primer caso
la formulación es directa, “vamos acostar”, y se da en ambas direcciones, de Pandulfo a Palana
y de Palana a Pandulfo. Sólo se da una justificación que va en la línea de intensificar la
sugerencia. El uso de tratamientos también se hace ver en esta situación (amores míos para
Palana y entrañas mías758 dirigido a Pandulfo), pero se entiende que está más motivado por la
relajación de la discusión y el intento de apaciguar los ánimos después de toda una escena de
pelea que por un intento de persuasión, ya que el encuentro sexual es lo esperable. Las
relaciones sexuales son en esta pareja un hecho habitual, o al menos esperable y esperado por
ambos, a la vez que beneficioso para las dos partes. Por este motivo, en estos casos carecen
del componente de “comprometidas” que caracteriza al resto de peticiones indecorosas.
En el caso de las prostitutas que tratan con clientes, aunque el encuentro sexual puede
parecer también esperable, como se ha visto, se da una escenificación del decoro en el que los
implicados fingen que se trata de una situación normal de cortejo, por lo que sí mantienen la
etiqueta de comprometidas; o al menos es lo que quieren hacer ver las participantes de estas
secuencias.
En este caso, en contra de las conclusiones extraídas en otros trabajos de que las prostitutas
son las encargadas del cortejo,759 se observa que la dirección de estas proposiciones es la
habitual: de hombre a mujer, salvo el caso de Areúsa y Sosia ya comentado en el que la
prostituta le agradece una información que le ha dado ofreciéndole sus servicios.760 En general
lo que parece probar el análisis es que al menos en superficie las relaciones son iguales que en
otras capas sociales donde no se trata de amor mercenario. Sin embargo se entiende que se
trata de un fingimiento y que ellas realmente están moviendo los hilos sutilmente, pero
raramente se proponen de forma explícita. De hecho, se ve cómo rechazan a algunos de sus
pretendientes o fingen pudor. Un buen ejemplo de esto lo protagoniza Elicia con Barrada. Él se
propone a la prostituta con el performativo deferencial pero con eufemismos y le recuerda
que ya ha hecho el pago a Celestina, a lo que Elicia le contesta ofendida:
757 Vitoriano no siempre utiliza tratamientos nominales con Flugencia, sólo en 10 casos de 26. De los
tratamientos que utiliza sólo tres son afectivos (Flugencia mía mi señora y mi deseo, Flugencia, vida mía
y mi señora Flugencia) frente a siete señoras sin complementación ni posesivización.
758 El uso del tratamiento de entrañas es más propio de los hombres. En este sentido, igual que en el
hecho de lanzar una proposición indecorosa, Palana se aparta del comportamiento habitual de las
mujeres, incluso de sus compañeras de profesión, cuyos tratamientos a veces se acercan más a los de
los personajes de más elevada procedencia.
759 Hamad Zahonero (2015:1438).
760 AREÚSA: […] otro día que vengas solo ven acá, que quiero hablar contigo; ¿ya me entiendes? SOSIA:
Señora, bésote las manos, que sí entiendo. (pág. 386-7)
387
BARRADA: Señora, suplícote que conozcas la voluntad que te tengo y el desseo de
servirte, de lo cual ya tengo dado a la señora Celestina la señal. →ELICIA: ¿Qué señal y
qué nada?, ¿qué cuidado tengo yo desso? Ø Desvíate allá, que no soy de las que piensas.
Ø Buena estaba, por Dios, ¿pensavas ya, gentil hombre, que no havía más que llegar y
pegar? (pág. 507)
Barrada con Elicia, en su expresión indirecta y eufemística, así como en el intercambio de
tratamientos deferenciales principalmente poco afectivos, se acercan a las formas habituales
de los personajes de alta condición social. Por una parte se debe a que no tienen confianza
entre ellos, pero probablemente también a que estén emulando el juego del cortejo según el
mismo código que los personajes de alta condición, incluso en cuanto a la represión de
emociones a juzgar por los tratamientos que eligen:
BARRADA: Pues señora, ¿cuándo me harás mercedes de quererme remediar? →ELICIA:
¿Qué llamas remedio? →BARRADA: Quitarme de tanta passión como por ti contino
passo. Ø →ELICIA: ¿Y con qué te la tengo de quitar? →BARRADA: Señora, con
remediarme. ¡Oh, señora, no te vayas, si no, por mi vida, de te tener! →ELICIA: Déxame,
señor, no seas malcriado, ¿para qué quieres de nadie cosa contra su voluntad? (pág.
508-9)
Las proposiciones indecorosas en el ámbito de la prostitución están colmadas de eufemismos y
metáforas y de insinuaciones indirectas:
AREÚSA: ¿Mas tú bien pensavas comer de lo que yo asso? Ø → GRAJALES: Y aun por fruta
de sobremesa gozar de la cocinera. (pág. 489)761
GRAJALES: Déxate ahora de burlas, madre, y entendamos en las veras, para que, como
dizen, pueda ser después de la comida, sobre el buen comer, el ajo. (pág. 490)762
Algunas veces no las formulan los hombres directamente a las prostitutas, sino que pasan la
petición a través de Celestina, quien normalmente les insta a que cumplan la petición o, como
aquí, al mismo pretendiente a que “se sirva” él mismo:
CENTURIO (a Celestina): […] más me querría que mandasses a Areúsa que nos fuéssemos a
una cámara a passar la siesta. Ø AREÚSA: Esso no verás tú en tu vida. Ø CELESTINA:
Tómala tú, hijo, y no estés en díselo tú. (pág. 245)
Aquí la petición es a Celestina, y es Celestina quien responde, pero la implicada interviene en
la conversación rechazando tajantemente la proposición. Después Areúsa pide a Elicia que la
ayude, pero Elicia ayudará en su contra. Al final Centurio la toma y Areúsa dice que lo ha
conseguido porque la tomó “descuidada”.
761 La editora Consolación Baranda comenta en nota que el empleo del término “fruta” en este sentido
es frecuente y cita fuentes que lo corroboran (pág. 490).
762 Aquí está Areúsa presente, pero no dice nada al respecto.
388
4.3.4.1. Relación de las proposiciones indecorosas y los tratamientos
Las secuencias de proposiciones indecorosas presentan un porcentaje de presencia del
tratamiento en las intervenciones que las conforman de un 38%, un porcentaje de aparición
similar al de las órdenes (37%), junto a las que representan el nivel más bajo de las secuencias
estudiadas. 764
Gráfica 82. Presencia de tratamientos en las peticiones indecorosas
Sin embargo, el nivel de afectividad es el más alto de todos los tipos de petición estudiados:765
763 Del total de tratamientos (y no sólo de aquello afectivos) 49% de posesivos y 5% con complementos.
764 Inicios de la interacción (79%), saludos (100%), despedidas (51%), secuencias amorosas (41%),
peticiones (47%) y peticiones comprometidas (56%).
765 38% en la peticiones, y en órdenes y peticiones comprometidas 44%.
PETICIONES
INDECOROSAS
38%
60%
Presencia de tratamientos en
las peticiones indecorosas
Tratamientos Ø
PETICIONES INDECOROSAS
TRATAMIENTOS
- Funciones: estratégica.
- Presencia: 38%
- Afectividad: 56%
- Rasgos de afectividad. Modificadores: 73% de posesivos y 9% de complementos del nombre.763
- Lemas: SEÑOR (25), ALMA (3), NP (2), AMOR (2), DESCOMEDIDO, ENTRAÑAS, GENTIL HOMBRE,
MALVADO, OJOS, PERLA, TRAIDOR, VELLACO.
- Categorías: Deferenciales, SEÑOR y GENTIL HOMBRE, y el NP, formas de afectividad negativa,
(DESCOMEDIDO, MALVADO, TRAIDOR, VELLACO), y las amorosas directas (ALMA,
AMOR y ENTRAÑAS) e indirectas (OJOS, PERLA).
- Posición: preferencia hacia el inicio
Inicial (30) (I:9, i:21) 84%
Central (3 [1 corto]) 8%
Final (3) (f:2 [1 corto], F:1) 8%
Tabla 64. Los tratamientos en relación con las peticiones indecorosas
389
Gráfica 83. Afectividad de los tratamientos en las peticiones indecorosas
Los tratamientos afectivos incluyen especialmente el posesivo, como es habitual, pero también
en muchos casos también cuentan con afectividad léxica:
Gráfica 84. Rasgos de afectividad de los tratamientos afectivos en las peticiones indecorosas
Las bases léxicas de contenido no marcado afectivamente son los más abundantes. A pesar de
que los lemas afectivos triplican en número a los no marcados afectivamente (ALMA, AMOR,
DESCOMEDIDO, ENTRAÑAS, MALVADO, OJOS, PERLA, TRAIDOR y VELLACO frente a SEÑOR, NP y GENTIL
HOMBRE), el 70% de los tratamientos corresponden a estas últimas categorías, de los cuales la
gran mayoría de los tratamientos se forman a partir de la base SEÑOR.
En cuanto a los complementos, las proposiciones indecorosas tienen un índice bajo de
complementación, con el mismo porcentaje de frecuencia que las órdenes; sólo se encuentra
un tratamiento complementado, perla de oro, precisamente de Pandulfo a Quincia, uno de los
personajes que utilizan tratamientos más emotivos y variados. Los posesivos se dan en un 42%
de los tratamientos de las proposiciones indecorosas (el 73% de los que son afectivos). La
PETICIONES
INDECOROSAS
56%
44%
Afectividad de los
tratamientos en las peticiones
indecorosas
Afectivo No afectivo
PETICIONES INDECOROSAS
9%
59%
73%
Rasgos de afectividad de los
tratamientos afectivos en las
peticiones indecorosas
CN Lema afectivo Posesivo
390
afectividad sintáctica no se diferencia mucho del resto de tipos de peticiones, salvo las
órdenes, que casi no recurren al muy utilizado posesivo. La presencia de afectividad en estas
formas podría estar relacionada con un interés estratégico persuasivo.
Los tratamientos nominales en este grupo de peticiones prefieren la posición inicial (84%),
pero también se encuentran algunos en posición central y final.
Es de reseñar el número de insultos que se dan en esta escena en el ambiente social más
elevado. Estas formas siempre se dan en respuestas a intentos de sobrepasarse del
interlocutor.
En las peticiones indecorosas se aprecia una diferencia marcada en cuanto a la frecuencia y
usos de los tratamientos nominales que aparecen en estas secuencias. Los niveles de presencia
son más marcados en el grupo social más alto (52%) y en el de la prostitita y el rufián (67%),
quedando los demás grupos con presencia en las secuencias indecorosas entre el 25% y el 32%
de intervenciones con tratamiento. La afectividad es incluso más llamativa: presentan un alto
grado de afectividad todos los grupos excepto el de la prostitución con clientes.
Gráfica 85. Afectividad de los tratamientos en las proposiciones indecorosas según grupo social
Las formas léxicas que se eligen son esencialmente no marcadas afectivamente. Quizá esto se
deba a la deferencialidad que les caracteriza, especialmente a ciertas parejas que parecen
regirse por códigos amorosos poco afectivos.
Un vistazo rápido a la siguiente tabla confirma lo que se viene viendo en el análisis de las
diferentes secuencias:
ALTO
ALTO. Cort ALTO/BAJO BAJO. No
Dep BAJO. Dep
BAJO. Prost-
ruf BAJO. Prost-
clien
64%
100%
88% 88% 100%
9%
36%
0% 13% 13%
0%
91%
Afectividad de los tratamientos en las proposiciones indecorosas según
grupo social
Afectivo No afectivo
391
Los usos de los nobles se corresponden en gran manera con aquellos de las prostitutas con sus
clientes; el uso de formas deferenciales, especialmente SEÑOR (pero también GENTIL HOMBRE en
el caso de la prostitución), es lo imperante en ambos grupos.
En este caso se encuentra también una diferencia clara entre estos dos grupos sociales: las
mujeres nobles en este caso dirigen tratamientos nominales marcados afectivamente, pero en
todos los casos son negativos, los insultos malvado, traydor, vellaco y descomedido, que
cumplen aquí una función reforzadora del rechazo. Estas designaciones están todas dirigidas a
Darino. El decoro obliga a que una proposición tal sea rechazada. Finoya, además de
rechazarlas, acompaña sus rechazos de estos tratamientos negativos con los que deja clara su
intención siempre honesta y reprueba el comportamiento deshonesto de Darino.
Sin embargo, cuando Polandria responde a este tipo de peticiones de Felides lo hace con el
habitual señor.767 El tono de esta conversación es diferente al de Darino y Finoya, pues en este
caso Felides propone de manera muy indirecta un contacto físico, y la respuesta de Polandria,
la que acompaña con un señor, es negativa, pero le promete intentar que se vean al día
siguiente: “que mañana en la noche yo buscaré manera para me salir para ti a esse jardín”
(pág. 451). También es diferente la situación que hay entre ellos, que se han casado, aunque
haya sido de forma clandestina.
En un segundo momento, una vez ya juntos en la cita prometida, los tratamientos que le dirige
Felides sí aparecen con el posesivo, sea antepuesto o pospuesto. Polandria, sigue llamando a
Felides señor, y, a diferencia de Finoya, no lanza ninguna designación ofensiva a su amado.
FELIDES: ¡Oh, mi señora, cuánto bien es el que tengo entre mis braços, y cuánta gloria
recibo de gozar desta boca!, que aun el pensamiento solía tener el comedimiento que se
te devia y que de tu valor me hizo dino que gozasse. → POLANDRIA: Señor Felides,
suplícote yo que la licencia que el pensamiento te ha dado como a mi esposo en lo que
antes, como dizes, no osa vas gozar, no te ponga más licencia de la que has tomado; no
766 Los tratamientos no marcados afectivamente aparecen sombreados.
767 Recordemos que esta pareja sólo se trata de señor/señora, alguna vez combinado con el NP. Felides
suele además posesivizar el tratamiento, convirtiéndolo en el tratamiento típico del cortejo amoroso,
pero Polandria sólo utiliza el posesivo una vez (y no en esta escena).
ALTO ALTO.Cort ALTO/BAJO NO DEP DEP PROST. RUF PROST.
CLIEN
SEÑOR 11 1 3 10
MALVADO 1
TRAIDOR 1
VELLACO 1
DESCOMEDIDO 1
NP 1 1
PERLA 1
ALMA 2 1
AMOR 1 1
OJOS 1
ENTRAÑAS 1
GENTIL HOMBRE 1
Tabla 65. Elección léxica de los tratamientos en las proposiciones indecorosas según el origen social766
392
reprendas en ti y en mí con obras lo que con las palabras a nuestros criados encareciste
por virtud. → FELIDES: Mi señora, aquéllas son cosas para dezi rse y no para hazerse, no
pienses que está en mi mano dexar de poner mi desseo en la possessión de su gloria. →
POLANDRIA: ¡Oh, señor, por Dios, que estés quedo! Mira lo que hazes, no me pongas en
vergüenca. → FELIDES: Señora mía, no hay nadie que nos vea. → POLANDRIA: ¡Ay, Jesús,
señor!, ¿y quién más que yo lo puede ver? ¿Y a quién deve nadie más vergüença que a sí
mismo? Cuanto más que lo vees tú. (págs. 571-72)
Los tratamientos afectivos positivos (perla de oro, amores, mi alma, mis ojos) se dan sobre
todo en el ámbito de los criados y de la prostución en el trato con los rufianes. Todos ellos los
realiza Pandulfo, del que ya se ha visto que tiene una mayor tendencia a los usos afectivos.
Aquellos que dirige a Quincia, y que están clasificados con el grupo social dependiente, son
quizá precisamente afectivos debido a una estrategia persuasiva por su intención doble para
con la criada, tanto la laboral como la sexual, que se ve ejemplificada en estas proposiciones.
De otro lado, Pandulfo como rufián de Palana también dirige un tratamiento afectivo, amores
míos, y recibe otro de Palana, entrañas mías.
Sin embargo, en el otro grupo con representación de prostitutas, aquél en el que éstas se
relacionan con sus clientes, el nivel afectivo en los tratamientos que se utilizan casi no está
representado; únicamente una vez Centurio llama a Areúsa señora de mi alma. El fanfarrón,
que se dirige en más ocasiones a ella con tratamientos afectivos, en esta ocasión utiliza este
tratamiento en un momento en el que inisiste, una vez más sin éxito, en su proposición
indecorosa. En el resto de situaciones en las que los clientes y las prostitutas se dirigen
tratamientos, siempre utilizan formas deferenciales, gentil hombre o señor/señora, y lo hacen
sin complementos ni posesivos.
4.3.5. Otras peticiones
Hay otros tipos de peticiones que son dignos de mención. Si bien no se analizarán con la
misma profundidad que los grupos hasta ahora estudiados, es interesante aportar algunos
ejemplos para comentar algunas de ellas.
4.3.5.1. Peticiones encubiertas/manipuladoras.
Otra petición de información que se convierte en una secuencia larga y se parece más a una
petición que a una pregunta es la que protagonizan Elicia y Crito. Se trata de una petición de
información que ella rechaza y él vuelve a formular, repitiéndose esta estructura hasta que ella
cede y responde. Sin embargo, sabemos que era su intención revelar esa información, e
incluso, ha forzado la situación para que Crito le pregunte.
Toda la cena XIX de la Segunda Celestina es un juego de destinatarios dobles, intenciones
veladas y de manipulación muy interesantes. En ella Celestina habla con Elicia con la intención
de que Crito, que está en el piso de arriba, oiga sus palabras. Celestina se muestra muy
enfadada y le dice a Elicia que no quiere más deshonestidades en su casa, aparentando
santidad, y dice que no quiere ver nunca más a Crito. Todo ello está preparado para que Elicia
le pueda pedir dinero a Crito tras explicarle que la razón del enfado de Celestina es que Crito
no ha estado pagando. Por tanto, se trata de una manipulación muy evidente, entre otras
393
cosas porque Elicia deja caer que sabe la razón del enfado de Celestina pero se hace de rogar
hasta que da la explicación, con la que efectivamente consigue dos doblas de Crito. Al analizar
esta petición se comprueba que es una petición complicada: para empezar se trata de una
secuencia de petición de dinero de Elicia a Crito, pero sabemos que Elicia es la portavoz de las
intenciones de Celestina. Además, el comienzo de la secuencia de petición ni siquiera se da
entre Elicia y Crito, sino que se remonta a la conversación que Celestina y Elicia elaboran para
que él la oiga. En este momento Crito cree que es está escuchando a escondidas, es decir, que
es un eavesdropper;768 sin embargo es el destinatario intencionado de toda la conversación.
Después empieza la conversación entre Elicia y Crito, y ésta intencionadamente hace un
comentario sobre el enfado de su tía “mi tía está enojada de otra cosa que yo me sé” (pág.
308) y en cuanto Crito muestra interés porque se lo explique, Elicia finge no querer contárselo.
La estructura de petición de información de Crito y el rechazo de Elicia se repite,
convirtiéndose en un tira y afloja durante varios turnos de habla:
ELICIA: […] mi tía está enojada de otra cosa que yo me sé. Ø → CRITO: ¿De qué, por mi
vida, amores? →ELICIA: De nonada, que estoy burlando. Ø →CRITO: Di, por mi vida. Ø
→ELICIA: Que por mi vida, no es nada. Ø → CRITO: Plega a Dios que yo muera mala
muerte si tú no me lo dixeres. Ø → ELICIA: ¡Ay, Jesú, no digas tal cosa!, mejor lo haga
Dios. Ø →CRITO: Ora, pues, dímelo. ELICIA: Por Dios, que no lo quieras oír, que he
vergüença. Ø →CRITO: Ora dímelo, por mi vida. Ø (pág. 308)
Finalmente Elicia accede a contárselo, aunque se sabe que esa ha sido la intención durante
toda la escena y su objetivo al comentar que su tía estaba enfadada por algo más:
ELICIA: Pardiós, señor, que la verdad es que anoche me preguntó si después de su muerte
si me havías dado mucho, y yo dixe que no me havías dado nada, y ella díxome cosas del
diablo, y que no te viesse ella más en esta casa. (pág. 308)
Al trasladarle la pregunta de Celestina sobre si le había dado dinero y con este “yo dixe que no
me havías dado nada”, Elicia ha terminado de formular la petición que se lleva construyendo
varias escenas, la cual además refuerza explicándole cuán enfadada estaba su tía y
recordándole lo que ya ha oído, que no quiere verlo más en su casa. Se trata de una secuencia
muy indirecta que se construye a través de insinuaciones. La petición es relativamente sutil e
indirecta, pero, como se ha visto, ha estado muy buscada y trabajada y consigue sus frutos de
inmediato, pues la respuesta de Crito es dar dinero a Elicia:
CRITO: […] Ora pues, que esso yo lo remediaré, y ves aquí dos doblas. (pág. 309)
Tras el ofrecimiento Elicia sigue en su papel; se lo agradece pero rechaza el dinero, por lo que
se repite la estructura de la conversación: la insistencia de Crito frente al (falso) rechazo de
Elicia.
ELICIA: Téngotelo en merced, señor. No me las des, que yo no lo digo por esso, sino porque
creo que haze mucho esto a su intención. → CRITO: Por mi vida, que las has de tomar,
768 Es decir, según el esquema de participación propuesto por Goffman (1981:132), sería un receptor no
oficial “fisgón”, es decir, que escucha de manera intencionada un discurso no destinado a él (a
diferencia de los bystanders, que lo escucharían por casualidad).
394
que bien veo que tiene la señora Celestina razón. Ø → ELICIA: Pardiós, por esso no te lo
quería dezir, porque luego vi que havias de pensar que porque me diesses algo lo dezía;
porque en mi alma, que nunca te miré por nada desto, y no las tomara sino por amansar
a la vieja, que cree, señor, que assí se huelga con dineros como si viesse a Dios. CRITO:
Natural cosa de la vejez es codicia. […] Ø (pág. 309)
El interés de esta escena no acaba aquí. En este momento comienza otra secuencia de petición
en la que Crito, probablemente para amortizar ese dinero que acaba de desembolsar, le pide a
Elicia que se acuesten. Ella lo rechaza, pero en el momento en el que él expresa su deseo de
marcharse le reprocha que se quiera ir y le pide que se quede y le empieza a besar. En todo
momento los dos personajes muestran sus verdaderos pensamientos en apartes (contrarios a
lo que se dicen uno a otro), y finalmente Crito se va con la excusa de que lo hace para no
enfadar a Celestina y en contra de su voluntad, aunque, como le ha fiado a los receptores de la
obra, está “rabiando” por irse. Toda ella es una escena de fingimientos y dobles intenciones.
Se trata de una interacción especialmente complicada: una petición encubierta en la que Elicia
manipula a Crito desde que empieza a hablar con él, e incluso desde antes si se cuenta la
conversación entre Celestina y Elicia que han mantenido a sabiendas de que estaba escondido
con el fin de que la escuchase para que le acabe dando algo de dinero. Esto termina
ocurriendo unos turnos de habla más tarde, y constituye lo que se podría decir que cuenta
como la aceptación de esta “petición encubierta” con la entrega de las dos doblas. A esto Elicia
responde con un agradecimiento, pero en un primer momento rechaza el ofrecimiento (que en
realidad es el cumplimiento de esa petición que consideramos encubierta). Esto genera una
nueva petición, a través de la que Crito intenta que Elicia se quede con el dinero. La reacción
de Elicia sigue en la línea del encubrimiento: se muestra arrepentida por haber accedido a
contarlo porque pudiera sospechar que su intención fuera obtener de él dinero. Aprovecha
para afirmar que nunca se fijó en él por ese motivo y se justifica por haber tomado el dinero
alegando que lo hace por tranquilizar a Celestina.
La situación de petición en la que el verdadero interesado en que se cumpla la misma es
alguien diferente a quien la realiza se da en diversas ocasiones en la Segunda Celestina, como
se ha visto por ejemplo en relación con proposiciones indecorosas: los hombres piden y las
mujeres o responden a la petición o Celestina les ordena que lo hagan.
4.3.5.2. Peticiones “falsas”
En el corpus también se encuentra alguna petición que no cumple las condiciones de
sinceridad. Incumplen esta condición las recién citadas en las que el verdadero interesado en
que se cumpla la petición no es la misma persona que la realiza, como sucede en varios
momentos en la Celestina y que se han visto ejemplificadas al hilo de las peticiones
indecorosas.
Se habla de “peticiones falsas” en referencia a aquellas en las que no se cumple la condición de
sinceridad de que el hablante quiera que el destinatario cumpla la petición: “H desea que O
haga A”; el hablante desea que el oyente realice un acto A (Searle 1990:75). Un ejemplo de ello
se da algo después en la misma escena entre Elicia y Crito, cuando éste le lanza una
proposición indecorosa:
395
CRITO: […] Anda acá, vamos a holgar un poquito. (pág. 309)
Sin embargo, sabemos que la petición es falsa, pues no tiene ningún interés en que se cumpla.
Igual de falsa que la afirmación “Pardiós, no me fuera sino por lo que te digo [que teme que
vuelva Celestina]”, cuando ha manifestado ante el lector reiteradamente que está rabiendo
por irse y que es una cárcel para él estar allí.
Como se ve, esta escena está repleta de actos fingidos: tenemos también una declaración
amorosa de Crito que se sabe que es falsa, “toda mi vida querría estar contigo” (pág. 310), y
sabemos por los apartes que Elicia finge una cordialidad con Crito. Por ejemplo, en la
despedida le dice “Anda, vete con Dios”, cuando en un aparte exclama “Mal año para ti, que
yo te sufra” (pág. 310).
4.4. COMPARACIÓN DE LOS TRATAMIENTOS EN LAS DIFERENTES SECUENCIAS
La mayoría de las secuencias favorece la inclusión de tratamientos. En algunas de ellas el nivel
es cercano al promedio general que se ha visto para todas las intervenciones del corpus (36%),
pero en todos los casos superan el promedio en mayor o menor medida:
Gráfica 86. Presencia de tratamientos en los diferentes tipos de secuencias
La muy alta frecuencia en algunos de los tipos de secuencia o situaciones se debe a cuestiones
de organización conversacional. Así, en los inicios de la interacción el nivel de inserción de
tratamientos se eleva llamativamente debido a la función de selección del destinatario y de
79%
100%
51%
41% 47%
37% 56% 38%
21%
0%
49% 59% 53% 63%
44% 60%
Presencia de tratamientos en los diferentes tipos de secuencias
Tratamientos Ø
396
llamada de atención que siempre está implicad en las apelaciones al interlocutor.769 Además,
en los textos ficcionales en los que hay un destinatario indirecto a nivel intertextual, el
receptor de la obra, estas formas situadas al comienzo de las interacciones pueden ayudarle a
identificar con facilidad cuáles son los participantes de la interacción que se abre, y le pueden
ayudar a reconocer cambios de escena, ya que en ocasiones estas formas tienen un “rol
demarcativo” (Kerbrat-Orecchioni 2010a: 354) que señala el paso de una secuencia o una
actividad a otra; en el caso del teatro algunos parecen marcar cambios de escena.
La misma función organizativa se da en cuanto a los saludos, los que en todos los casos se
formulan con acompañamiento de designaciones. El hecho de que siempre acompañen a los
saludos podría deberse a que el carácter formulístico del saludo en sí mismo favorezca la
inclusión, casi como si se tratase de una cuestión convencional.
En el otro acto ritual estudiado, las despedidas, la frecuencia de aparición es de la mitad con
respecto a los saludos. Sin embargo, se ha observado que si se toma la despedida como
secuencia completa y cada una de las intervenciones por separado, es decir, estudiando la
presencia de designaciones en una de los miembros del par, la frecuencia de uso aumenta a
niveles cercanos a los de los inicios de la interacción, es decir, es bastante alta. En este sentido
parece acercarse a la convención que se propone para los saludos: hay una tendencia a que al
menos uno de los interlocutores de la despedida la formulen junto a un tratamiento nominal.
El nivel de presencia de estas formas en las peticiones es más elevado que la media, con toda
seguridad por su función de reforzador del acto de habla, pues en las peticiones los que las
realizan están interesados en su cumplimiento por ser los beneficiados de las mismas, por lo
que son especialmente esperables en estas secuencias las estrategias persuasivas y
reforzadoras del valor ilocutivo. Se entiende que por esto mismo presentan diferencias entre
los diferentes tipos de secuencias: en las órdenes, en las que no se deja espacio a la voluntad
del destinatario sino que se asume su cumplimiento, teóricamente la estrategia persuasiva no
se haría necesaria, pero quizá sí el refuerzo del valor ilocutivo como imposición, lo que explica
la presencia del tratamiento cercana a la media general del corpus (aunque con menor
presencia que en el resto de tipos de peticiones). En las comprometidas, sin embargo, la
frecuencia es mayor, quizá por lo complicado de su naturaleza en cuanto a peso de la
imposición y coste para el destinatario.
Por otro lado, las secuencias amorosas registran también una presencia algo mayor al
promedio general del corpus, pero menor que otras secuencias aquí estudiadas.
769 Bañón (1993:75) habla de un “vocativo en la preparación conversacional”.
397
Gráfica 87. Afectividad de los tratamientos en los diferentes tipos de secuencias
Una vez más se registra una gran diferencia entre los valores referidos a los actos rituales de
los inicios y cierres de las interacciones. Los saludos presentan el nivel más alto de afectividad
de todas las secuencias, lo cual se ha interpretado como una posible intención de abrir la
interacción con buen pie, o como se ha sugerido anteriormente, como una especie de
“captatio benevolentiae” a través de la afectuosidad en la designación del interlocutor. Sin
embargo las despedidas presentan un porcentaje de afectividad menor al promedio del corpus
(44%, por tanto, de menos de la mitad). Se ha interpretado como una cuestión de convención
asociada a estas construcciones formulísticas que parecen invitar al empleo de designaciones
más protocolarias y deferenciales y menos emotivas.
Las secuencias amorosas presentan un nivel alto de afectividad, como era esperable por la
naturaleza amorosa de las mismas, en las que la afectuosidad y emotividad parecen lo
esperable.
Llama la atención que las peticiones no presenten más afectividad, ya que se esperaba que por
su valor persuasivo quizá se aludiese más a la implicación emocional y la intimidad en las
designaciones. Sin embargo, parecen servirse también de las formas deferenciales en este
sentido. Sí aumenta la afectividad en las peticiones comprometidas (especialmente si se
cuenta la intervención en la que se formula la petición y no las intervenciones reactivas como
muestra este gráfico que representa las secuencias completas), y las peticiones indecorosas,
pues en ambos casos se trata de formas cuyo peso de la imposición es muy elevado, así como
el coste para las destinatarias (pues está relacionada con una cuestión de honra). En el sentido
52%
67%
17%
58%
38% 44% 44% 56%
47%
33%
83%
42%
62%
56% 56%
44%
Afectividad de los tratamientos en los diferentes tipos de
secuencias
Afectivo No afectivo
398
contrario, es también llamativa la alta frecuencia de formas afectivas que se registran en las
órdenes, pues en estos casos no sería necesario el acercamiento citado porque por su
naturaleza las órdenes no implican una preocupación por el peso de la imposición que
conllevan ni sobre el coste de la misma en el destinatario.
Gráfica 88. Rasgos de afectividad de los tratamientos afectivos en los diferentes tipos de secuencias
En este gráfico que registra la construcción de afectividad en los tratamientos afectivos, se
comprueban dos hechos importantes: la afectividad léxica en las formas asociadas a los actos
rituales son más bajos que el resto, incluso más en los saludos que presentaban niveles de
afectividad general más altos que las despedidas. Por otro lado, el posesivo, que se ha tomado
como un componente con contenido amoroso está menos presente en las órdenes, en las que
la afectividad, en cambio, sí es elevada pero, como se ha visto, por la alta presencia de insultos
en ellas; hay que recordar que las órdenes se dan en varios de los casos en situación de
enfado.
Se han observado diferencias en la frecuencia y uso de los tratamientos nominales asociados a
las diferentes secuencias. Sin embargo, se aprecian marcadas diferencias en el uso de los
mismos en cuanto a cuestiones sociolingüísticas. En la siguiente tabla se muestran las
elecciones léxicas de cada uno de los grupos en las diferentes secuencias estudiadas, y
separando las formas de afectividad léxica de las no marcadas.
42%
67%
20% 34%
12%
0% 0% 9%
55%
33% 40%
72%
54%
73% 75%
59%
82%
67% 80% 78% 78%
13%
100%
73%
Rasgos de afectividad de los tratamientos afectivos en los
diferentes tipos de secuencias
CN Lema afectivo Posesivo
399
Tabla 66. Comparación del léxico empleado en los tratamientos nominales en las diferentes secuencias según el origen social
(Las bases léxicas no afectivas aparecen sombreadas)
ALTO ALTO. Cort ALTO/BAJO BAJO. No Dep BAJO. Dep BAJO. Prost-ruf BAJO. Prost-clien
SALUDOS E
INICIOS
SEÑOR, HIDALGO, NP NP, SEÑOR NP NP, SEÑOR, MUJER SEÑOR, NP SEÑOR, NP SEÑOR, NP, GENTIL HOMBRE
ALMA, AMOR DESEO AMOR, VIDA, ESTRELLA,
FLOR, ROSA
AMIGO, HERMANO, SECRETO, ENTRAÑAS, VIDA,
ALMA, CORAZÓN PESAR OJOS
SALUDOS
NP, SEÑOR NP SEÑOR, NP SEÑOR, NP, GENTIL HOMBRE
DESEO SECRETO
DESPEDIDAS
SEÑOR SEÑOR NP, SEÑOR SEÑOR, GENTIL HOMBRE SEÑOR
AMOR, ALMA ALMA
SECUENCIAS
AMOROSAS
SEÑOR, INFANTA, MUJER, NP SEÑOR SEÑOR SEÑOR SEÑOR, NP SEÑOR, NP
DIOSA, CAUSADORA…, ALMA ESMERALDA
ENTRAÑAS, ALMA, ROSTRO>FLOR, PERLA,
HERMANO, OJOS, VELLACO, CORAZÓN
AMOR, DESPECHO>VIDA AMIGO
PETICIONES
SEÑOR, HIDALGO, NP, SEÑOR SEÑOR, PRINCESA SEÑOR, MUJER, NP SEÑOR, NP SEÑOR, NP, SEÑOR, NP, GENTIL HOMBRE
DIOSA, ALEGRÍA, GUERRERA, DIOSA AMOR
ENTRAÑAS, AMIGO, VIDA, ALMA, OJOS, AMOR,
CORAZÓN, VELLACO
AMOR, AMIGO
ÓRDENES
SEÑOR NP MARIDO SEÑOR, NP NP SEÑOR
MALVADO VIDA, VELLACO
PESAR, GALÁN, (MALA)
MUJER, AMIGO
DESGRACIADO
COMPR.
SEÑOR SEÑOR
AMOR, CORAZÓN AMOR
INDECOR.
SEÑOR, NP SEÑOR, NP SEÑOR SEÑOR, GENTIL HOMBRE
TRAIDOR, MALVADO,
VELLACO, DESCOMEDIDO
PERLA, ALMA, AMOR, OJOS AMOR, ENTRAÑAS ALMA
400
Si se focaliza el análisis de las elecciones léxicas con respecto a los diferentes tipos de
secuencias estudiados en este capítulo, se encuentra que los actos rituales tienden más a las
formas no marcadas afectivamente, en especial los deferenciales, pero también el NP. Tanto
en saludos como despedidas, las bases léxicas afectivas no están muy presentes. Lo contrario
sucede en los inicios de la interacción, secuencias que presentan muy diferentes valores
ilocutivos. En estas, debido a la importancia que cobran las funciones de organización
discursiva, se espera una serie de características con respecto a los tratamientos, pero por otro
lado los usos se asimismo condicionados por los valores ilocutivos que posean. Serán
habituales las formas deferenciales (no sólo el típico y casi omnipresente SEÑOR, sino también
otras formas como HIDALGO y GENTIL HOMBRE), pero igualmente las afectivas de diferente tipo:
amorosas directas e indirectas (ALMA, AMOR, CORAZÓN, ENTRAÑAS y VIDA, DESEO y OJOS así como las
metafóricas ROSA y ESTRELLA); además, aparecen las designaciones de marcación de grupo,
AMIGO y HERMANO, junto con afectivos negativos como PESAR.
El NP, forma que se encuentra en todos los grupos sociales asociada a estas secuencias de
inicio de la interacción, es especialmente útil en este contexto por su valor organizativo, pues
se trata de una forma de referencia unívoca. Esto es de utilidad evidente para la función de
selección del interlocutor que contienen todos los tratamientos, y de especial importancia en
estas secuencias para que los destinatarios identifiquen que el mensaje se dirige a ellos. En
este contexto también será de utilidad para el receptor de la obra como destinatario indirecto.
Las secuencias amorosas también registran un alto nivel de afectividad léxica, como parece
esperable por su naturaleza. Las designaciones pertenecen a categorías amorosas directas e
indirectas, y se dan usos afectivos metafóricos, como DIOSA con la hiperbolización de la
superioridad de la amada, y tratamientos complejos, como CAUSADORA…, que remiten a un
ámbito amoroso relacionado con la situación contextual (de la situación amorosa, en este
caso). También hay presencia de las formas de pertenencia de grupo AMIGO y HERMANO, y de
algún insulto, VELLACO, por supuesto siempre en boca de mujeres que rechazan la expresión
amorosa de sus pretendientes, es decir, en las intervenciones reactivas a la formulación de
declaraciones y alabanzas, pero no en la formulación de las mismas.
En las peticiones se hace mucho uso de formas tanto no afectivas como afectivas. Las
primeras, esencialmente deferenciales, salvo el NP y una forma relacional, MUJER, entre las que
se encuentran SEÑOR, HIDALGO, PRINCESA y GENTIL HOMBRE. También hay muchas formas afectivas,
desde las amorosas indirectas (ALEGRÍA, VIDA, OJOS), a las directas (AMOR, ALMA, CORAZÓN),
pasando por las usadas afectivamente DIOSA y GUERRERA, que también remiten a un ámbito
amoroso. En estas secuencias se vuelven a encontrar las habituales formas de marcación de
grupo, AMIGO y HERMANO, y el insulto más frecuente, VELLACO. Para las peticiones se traduce la
deferencialidad y el acercamiento afectivo como estrategias diferentes enfocadas a una misma
causa: la persuasividad.
Las órdenes difieren bastante del resto de peticiones, se entiende que precisamente por esta
falta de necesidad de la persuasividad, pues en ellas se asume el cumplimiento de la acción
que proyectan y no se atribuye la preocupación por parte del que la produce del coste que
pueda suponer para el destinatario, por lo que no parecen necesarias estrategias que mitiguen
el peso de la imposición. En ellas aparecen los funcionales NP y MARIDO, forma relacional cuya
401
utilidad por la función de identificación unívoca se asemeja a la del NP (con utilidad intra e
intertextual), y que además muestra la relación entre los interlocutores, por lo que cumple
también la función de marcación del rol de los personajes. No hay más deferencialidad en los
tratamientos que la del título SEÑOR, que tiene un contenido deferencial, pero que también es
el tratamiento más empleado y por ello quizá menos marcado. Las formas afectivas que
aparecen en este contexto tienden a la afectividad negativa, PESAR, MALVADO, VELLACO, (MALA)
MUJER y DESGRACIADO, y en casos aislados referentes a lo amoroso, VIDA, pero también GALÁN, al
que se ha señalado un uso irónico probablemente. Por tanto, se explica la afectividad que
chocaba en los tratamientos asociados a las órdenes por el elevado uso de las designaciones
de afectividad negativa.
Las peticiones comprometidas registran fundamentalmente formas no afectivas basadas en el
título menos marcado aunque deferencial SEÑOR, pero estas formas aparecen en varios de los
casos en la reacción a la petición y no acompañando a la formulación de la misma, en cuyo
caso se prefieren las formas marcadas afectivamente, AMOR y CORAZÓN, por tanto en todos los
ejemplos de contenido amoroso.
Las proposiciones indecorosas presentan los no afectivos más habituales, SEÑOR, NP y el
deferencial de las clases bajas, GENTIL HOMBRE. En cuanto a las formas marcadas afectivamente
por un lado los tratamientos dirigidos a la persuasión a través de designaciones amorosas
tanto directas como indirectas, AMOR, ALMA, ENTRAÑAS, OJOS y PERLA, y por otro los insultos, que
se destinan a los hombres como refuerzo del rechazo de estas peticiones indecorosas: TRAIDOR,
MALVADO, VELLACO y DESCOMEDIDO.
La distribución sociolingüística de unas y otras formas se hace muy evidente en estas últimas
secuencias: los insultos siempre se dan en el contexto social superior, y además en boca de
una mujer, pues son ellas las que deben guardar la honra.770 El decoro, además, exige que
especialmente en las capas más altas se cuiden estos aspectos de la honra.771
Si bien se han señalado diferencias en el léxico elegido por los personajes según las secuencias,
las diferencias sociolingüísticas se muestran una vez más como determinantes a la hora de
construir los tratamientos nominales. Así, se muestra que las elecciones en el grupo de nivel
alto son especialmente deferenciales y el NP, y los afectivos que se dan son usos afectivos
como el de DIOSA, y la presencia de formas específicamente amorosas en muy baja, y una de
ellas es además indirecta, ALEGRÍA. En este grupo se registra el mayor número de insultos,
especialmente asociados a las secuencias indecorosas que se acaban de describir. La misma
tónica es la que se tiene en el contexto alto: el lema SEÑOR es el más frecuente, y también
aparece el NP, y en menor medida formas amorosas.
770 Sobre la mujer como responsable de la honra por los dos miembros de la pareja ya se ha citado a
Baranda Leturio (en Silva 1988:65) en referencia precisamente a una de las obras de este corpus,
además de Ruiz Pérez (2005:52) y Luna Díaz (2011:13) en el apartado de análisis de la elección lemática
de los grupos de nivel social alto en el capítulo sociolingüístico (2.1.1.1.1).
771 Como se ha comentado en el apartado sociolingüístico sobre los tratamientos empleados por
mujeres (epígrafe 2.2.2) y en la situación amorosa con respecto a la presencia de intervenciones de los
diferentes grupos sociales (3.2.1), donde se cita a Iglesias Recuero (1998:392-93), que señalaba esta
cuestión en un estudio sobre la figura de Don Juan.
402
En el contexto asimétrico el NP (en dirección al personaje de nivel inferior) y las formas
deferenciales SEÑOR y PRINCESA (hacia el de nivel superior), se dan junto a formas afectivas que
sólo aparecen asociadas a peticiones y en un momento en el que se renegocia la relación de
los personajes, que en la nueva situación se tratan como enamorados, al menos del hombre
hacia la mujer. Estas formas afectivas se relacionan con el amor de forma metafórica, por
tanto de manera bastante indirecta: son DIOSA, que posiciona a la interlocutora en posición de
superioridad incluso divina, y GUERRERA en referencia a la belleza de la amada.
Los personajes no dependientes comienzan a registrar algo más de afectividad en sus usos:
además de los funcionales MUJER, MARIDO y el NP, se da entre ellos la forma deferencial SEÑOR, y
los afectivos amorosos (directos e indirectos), se asocian sobre todo a las secuencias de inicio,
pero también con presencia en una secuencia amorosa y una petición.
La explosión de afectividad en cuanto a tratamientos se da en el grupo de los criados. Entre
ellos el funcional NP y los deferenciales SEÑOR y GENTIL HOMBRE, son los únicos representantes
de las formas no marcadas afectivamente, mientras que las bases léxicas afectivas son muy
numerosas y variadas. Entre ellas se encuentran sobre todo formas amorosas directas e
indirectas (ALMA, CORAZÓN, ENTRAÑAS, OJOS, VIDA, SECRETO, ROSTRO>FLOR y PERLA), pero también
tratamientos de pertenencia de grupo y algún insulto (VELLACO). Estas formas afectivas se dan
especialmente en inicios de la convesación, pero también asociados a las secuencias amorosas
y a las peticiones, tanto en las generales como en las indecorosas, pero también en los demás
tipos de secuencias.
En la prostitución hay una marcada diferencia entre las relaciones con los rufianes y con los
clientes: en el primero de los casos los afectivos tanto positivos (AMOR, DESPECHO>VIDA y
ENTRAÑAS) como negativos (PESAR, (MALA) MUJER y GALÁN, amoroso pero aquí usado en sentido
irónico) son las formas más frecuentes, aunque también se da el NP y el título SEÑOR. Estas
formas afectivas positivas se encuentran asociadas a peticiones y a proposiciones indecorosas,
mientras que las negativas se agrupan en torno a las órdenes además de en el inicio de la
interacción.
Sin embargo en el grupo de prostitutas que se relacionan con clientes se hace más uso de
formas no marcadas afectivamente (el NP, SEÑOR y GENTIL HOMBRE), y en los afectivos aparecen
algunos amorosos (ALMA, AMOR y OJOS) y otros de marcación de pertenencia de grupo (AMIGO),
junto con insultos (DESGRACIADO). Este último grupo es complejo, pues muestra usos parecidos
en algunos casos a los más elevados, pero en otros similares a los de los ambientes más bajos.
403
404
5. CAPÍTULO RECOPILATORIO: GLOSARIO DE ALGUNOS TRATAMIENTOS
REPRESENTATIVOS
El objetivo de este breve capítulo es recoger los resultados más importantes asociados a una
muestra representativa de los tratamientos que se han ido desarrollando a lo largo de este
trabajo de investigación. Se recogerá de una elección de los lemas que han aparecido en el
corpus su frecuencia de aparición general, así como su distribución sociolingüística, es decir, si
se da con más frecuencia en ciertos grupos sociales y/o con poca o nula incidencia en otros, y
su asociación con los diferentes estados de la situación amorosa de las parejas que se han
estudiado. Con ello se comprobará si algunos de los tratamientos concurren más en
situaciones de cortejo o de un compromiso definitivo en la pareja, por ejemplo, definiendo de
este modo si algunas de las formas requieren un cierto nivel de familiaridad entre los
interlocutores. Por otra parte se revisará de cada una de las bases léxicas que han aparecido
en los tratamientos los tipos de secuencias en las que se dan con el fin de establecer si algunos
de ellos se asocian a determinados tipos de actos de habla, como los saludos o despedidas, o si
se pueden relacionar con determinadas estrategias comunicativas, por ejemplo, persuasivas
asociadas a actos más o menos “complicados” para las relaciones interpersonales.
Se comprobará también la presencia de cada uno de estos lemas en las diferentes obras. Si se
da reiteradamente en varias de ellas, quedará comprobado que se trata formas nominales
frecuentes en la época.
También se observará la composición formal general de estas bases léxicas, es decir, si se dan
en el corpus por sí solas o en combinación con otros lemas, además de si se complementan o si
incluyen posesivos, y, en ese caso, si prefieren la anteposición del mismo o la posposición.
Además, se observarán algunos usos específicos de los tratamientos, por ejemplo, los que se
han llamado usos afectivos de bases léxicas en un principio no marcadas afectivamente.772
En este último capítulo, también se encuadrarán los tratamientos dentro de una clasificación,
en la que se observará si los tratamientos están marcados o no afectivamente, y si se trata de
tratamientos deferenciales. Por otro lado, se revisarán designaciones relacionadas con lo
amoroso de forma directa (mis entrañas) o indirecta (mi Dios), a través de la “reconversión”
hacia lo amoroso de lemas no marcados afectivamente. De otro lado, pero también
relacionados con el ámbito amoroso, se encuentran los insultos en dos vertientes: de un lado,
los empleados por las damas para defender su honor (malvado), y de otro los valorativos
negativos como reclamos al ser amado para que correspondan el amor (desamorado, cruel,
matadora deste siervo que te adora y(a) sin merced se cativa). En este glosario se incluirá la
772 Nos referimos a estos usos afectivos que se construyen, como se ha ido viendo a lo largo de la
investigación, a través del empleo ficticio de un término relacional, por ejemplo, hermano para una
relación no fraternal, o que haga referencia a un título, que no pertenece al destinatario, por ejemplo
REINA, o el uso de uno ocupacional, como GUERRERA en mi guerrera troyana, en el que se juega con el
contexto situacional y el significado mitológico para establecer una identificación metafórica con la
amada. También se ha considerado como uso afectivo de un lema en principio no marcado
afectivamente la inclusión del posesivo a bases léxicas como SEÑOR y el NP, que los convierte en
tratamientos directamente relacionados con el ámbito amoroso.
405
forma traidor. También se revisarán los tratamientos de refuerzo del eje de la solidaridad que
se utilizan como marca de pertenencia grupal, como amigo.
En este último repaso de los tratamientos, se realizarán algunos apuntes sobre cuestiones
relacionadas con los mismos. Aún no siendo objetivo de esta investigación, se aportarán
algunos datos de interés asociados con los tratamientos que se estudian. Se hará en algunos
casos una brevísima revisión de si se trata de imágenes o tópicos amorosos, y se aportarán
algunas informaciones lexicográficas al respecto de determinadas bases léxicas. En casos
necesarios se acudirá al CORDE para algún apunte concreto, y a estudios sobre tratamientos o
documentos de época que contengan informaciones relevantes.773
Los tratamientos aparecerán ordenados según su tipo: tratamientos deferenciales, de
pertenencia de grupo y afectivos, y dentro de cada categoría, cuando haya más de uno, por su
frecuencia de aparición en este corpus.
5.1. GLOSARIO DE BASES LÉXICAS
5.1.1. Tratamientos deferenciales
En representación de esta categoría se han elegido el general SEÑOR, la forma más frecuente y
extendida en numerosos contextos sociales y pragmáticos-discursivos, el título de estamento
alto CABALLERO, y la forma deferencial muy empleada por las clases bajas, aunque no de
manera exclusiva, GENTIL HOMBRE.
5.1.1.1 SEÑOR
El título SEÑOR es el tratamiento nominal más utilizado con gran diferencia: se da en 321
ocurrencias, de las que más de dos centenares los producen hombres (229), frente a casi un
centenar por parte de las mujeres (92). La mitad de los tratamientos que las mujeres dirigen a
sus parejas contiene esta base léxica, y más de dos tercios en el caso de los hombres (69%).
Se da con frecuencia por sí solo (272) formalizado en las siguientes ocurrencias: señora (147),
señor (72), señora mía (30), mi señora (13), señor mío (5), señora hermosa (3), la señora,
milagrosa señora.
La modificación con posesivos se da con cierta frecuencia, especialmente cuando los hombres
se dirigen a las mujeres. Estos prefieren la posposición del posesivo pero en ocasiones éste
aparece antepuesto, lo que no sucede con las mujeres (salvo en un caso en el que se trata de
una forma combinada con otro lema). Como se observa la complementación es casi nula, se da
en un porcentaje muy bajo en las formas señora hermosa y milagrosa señora.
También se da un caso con artículo, la señora, que corresponde a un tratamiento con
concordancia en tercera persona en un contexto de enfado con el que Toruvio refuerza el
distanciamiento y expresa su enfado hacia su mujer.
773 El objetivo de todo ello es aportar datos de interés, pero sin ninguna intención comprensiva.
406
SEÑOR aparece en varias ocurrencias combinada con otras bases léxicas más funcionales, como
el NP de referencia unívoca o MARIDO y MUJER (en sentido de `cónyuge´), que definen el rol del
interlocutor con respecto al emisor del tratamiento y se da junto a varios lemas amorosos
siempre la base léxica principal de la que dependen: ALMA, ENTRAÑAS, VIDA, CORAZÓN,
DESPECHO>VIDA, DESEO y SECRETO.
Las combinaciones lemáticas son: SEÑOR-NP (25), NP+SEÑOR (6), SEÑOR>ALMA (5),
SEÑOR>ENTRAÑAS (4), SEÑORA-MUJER (2), SEÑOR-MARIDO (2) SEÑOR+VIDA, SEÑOR>CORAZÓN y
ALMA&SEÑORA+CORAZÓN&VIDA+VIDA; DESPECHO>VIDA+SEÑORA; NP+SEÑOR&DESEO;
SEÑOR>ENTRAÑAS&VIDA y SEÑOR>SECRETO+…NP.
A continuación se ofrecen todas las ocurrencias:
SEÑOR-NP (25): señor Felides (4), mi señora Polandria (3), señora Sebastiana (3), señor
Sigüença (2), señor Tristán (2), mi señora Flugencia, mi señora Poncia, señor Crito, señor
Gerónimo, señor Pandulfo, señor Sigeril, señor Vitoriano, señora Bárbara, señora
Doresta, señora Elicia, señora Quincia.
NP+SEÑOR (6): Plácida, mi señora (2), Doresta, señora mía; Maimonda, mi señora;
Pandulfo, señor; Plácida, mi señora
SEÑOR>ALMA (5): señora de mi alma (5)
SEÑOR>ENTRAÑAS (4): señora de mis entrañas (4)
SEÑORA-MUJER (2) y SEÑOR-MARIDO (2): señora muger (2) y mi señor marido
SEÑOR+VIDA, señora, vida mía, SEÑOR>CORAZÓN, xeñora de mi coraçón, y
ALMA&SEÑORA+CORAZÓN&VIDA+VIDA, mi alma y mi señora, mi coraçón y mi vida, vida deste
que te llora, DESPECHO>VIDA+SEÑORA, despecho de la vida, señora, NP+SEÑOR&DESEO,
Flugencia mía, mi señora y mi deseo, SEÑOR>ENTRAÑAS&VIDA, señora de mis entrañas y de
mi vida, y SEÑOR>SECRETO+…NP, señora de mis secretos, por tanto la muy hermosa
Doresta.
Este tratamiento se da en todos grupos sociales,774 pero no en el contexto asimétrico en
dirección de superior a inferior, como es natural, pues expresa una deferencialidad que no es
esperable ni necesaria hacia un empleado, al contrario que en sentido contrario. Es, de hecho,
el único tratamiento que se le dirige a Flérida hasta la renegociación de papeles en el último
encuentro en el pomar, en el que el personaje todavía disfrazado dirigirá tratamientos
amorosos a la hija del emperador. Además, hasta ese momento, sólo utiliza esta forma
desnuda, sin complementación ni posesivos que otorgarían al título de una afectividad no
adecuada.
774 Herrero Ruiz de Loizaga (1999:231-32), ve en algunos de los usos de señor entre criados y rufianes
como un mote.
407
También llama la atención su ausencia en el otro contexto del corpus en el que se anulan las
jerarquías y no se hace necesario este tratamiento deferencial, entre Palana y Pandulfo.775
Esto no es así con la otra pareja de rufián-prostituta, Sigüença y Sebastiana, entre los que no
abundan los tratamientos, pero que al emplearlos se sirven de SEÑOR, NP y en una ocasión el
solidario AMIGO.
Las designaciones con SEÑOR se dan en todos los contextos amorosos y obras, y acompañando
a muchos tipos de actos de habla, además de en todas las parejas a excepción de la recién
citada. En cuanto a su concurrencia con formas pronominales aparece en intervenciones en las
que se da el tuteo en la mayor parte de las ocasiones, pero también en intervenciones con la
forma vos en obras y contextos sociales que la prefieren. Esto es así, por ejemplo, en la
Comedia Himenea y la Tragicomedia de Don Duardos en todas las relaciones amorosas (salvo,
una vez más, la relación asimétrica en dirección descendiente en la que tampoco se introduce
SEÑOR). También los amantes adúlteros de los Pasos se vosean. Otra pareja que se emplea el
vos es la de Vitoriano y Flugencia, lo que es significativo porque se tutea con Plácida, de la que
por cierto tampoco recibirá ningún tratamiento que incluya SEÑOR. Estas diferencias de trato
nominal y pronominal son muestra de la confianza y afectividad que tiene con Plácida frente a
la falta de familiaridad y preferencia por el trato deferencial con Flugencia.
Hay alternancia de tú a vos en el corpus de Darino a Finoya en una de las cartas que inicia con
unos versos en los que se emplea el vos junto a señora mía, y otro en la Segunda Celestina de
Pandulfo a Quincia en una de sus primeras interacciones con ella, cuando le dirige vos, que en
una de las intervenciones acompaña con señora hermosa.
En una ocasión, como ya se ha comentado, en los Pasos se da una intervención en tercera
persona con efecto distanciador junto a señora, la única forma deferencial que utiliza con
ella;776 se trata de un uso de deferencialidad distanciadora del tratamiento reforzado con el
empleo de la tercera persona.777
Lemas que contienen SEÑOR según el origen social y el sexo
Lema Sexo
Total
de
Int.
ALTO ALTO
Cort
ALTO-
BAJO
BAJO
No
dep
BAJO
Dep
BAJO
Client
BAJO
Ruf
SEÑOR>ALMA Hombre 5 4 1
ALMA&SEÑORA+CORAZÓ
N&VIDA+VIDA Hombre 1 1
DESPECHO>VIDA+SEÑORA Hombre 1 1
NP+SEÑOR Hombre 4 2 1 1
775 Entre ellos no se da ni una sola ocurrencia de tipo respetuoso, sólo formas amorosas, afectivas
negativas y alguna forma irónica, así como los solidarios AMIGO y HERMANA.
776 Emplea hacia su mujer el NP, Águeda de Toruégano, o el relacional mujer (2), formas funcionales que
designan de forma inequívoca a la interlocutora sin muestra de afectividad o deferencialidad.
777 Herrero (1999:235-7) habla de usos irónicos de la deferencialidad en los tratamientos en la Segunda
Celestina.
408
Lemas que contienen SEÑOR según el origen social y el sexo
Lema Sexo
Total
de
Int.
ALTO ALTO
Cort
ALTO-
BAJO
BAJO
No
dep
BAJO
Dep
BAJO
Client
BAJO
Ruf
NP+SEÑOR&DESEO Hombre 1 1
SEÑOR Hombre 195 74 7 11 7 40 56
SEÑOR>SECRETO+NP Hombre 1 1
SEÑOR+VIDA Hombre 1 1
SEÑOR>CORAZÓN Hombre 1 1
SEÑOR>ENTRAÑAS Hombre 4 3 1
SEÑOR>ENTRAÑAS&VIDA Hombre 1 1
SEÑORA-MUJER Hombre 2 2
SEÑOR-NP Hombre 12 3 1 1 3 1 3
SEÑOR-NP Mujer 13 4 2 2 3 2
NP+SEÑOR Mujer 1 1
SEÑOR-MARIDO Mujer 1 1
SEÑOR Mujer 77 18 8 34 16 1
Tabla 67. Lemas que contienen SEÑOR según el origen social y el sexo
Esta tabla muestra las diferencias en la elección de hombres y mujeres así como de grupos
sociales en las tendencias que se han visto hasta ahora. Las mujeres emplean menos
combinaciones y cuando lo hacen, siempre de combinan con el NP o el tratamiento relacional
MARIDO. En cambio los hombres son mucho más creativos y afectivos a la hora de combinar
esta forma deferencial. Se observa un aumento también de la afectividad y creatividad con
respecto al parámetro del origen social conforme los personajes bajan de condición social.
Es interesante retomar los usos del posesivo para intentar establecer si sus diferentes usos (de
presencia y posición con respecto a la base léxica) están relacionados con parámetros
sociolingüísticos o de situación amorosa. Para ello recordamos las ocurrencias con posesivo:
señora mía (30), mi señora (13) y señor mío (5).778
De las formas dirigidas a las mujeres, la que pospone el posesivo se da con mayor frecuencia
en los niveles altos (19 frente a 1 en el grupo no dependiente, 9 hacia criadas y 2 dirigidas a
prostitutas de parte de sus clientes). Las formas con el posesivo pospuesto, mi señora, que
parecen remitir a la lírica cortés, presentan una distribución sociolingüística más marcada aún:
de los 23 mi señora casi todos corresponden al grupo más elevado en dos casos hacia la
cortesana, y otros dos casos en el grupo no dependiente y dependiente, siendo estos Camilote,
que copia el código del amor cortés, y Sigeril, el criado de más elevada condición y mayor
contacto con su amo, y que representa unos usos lingüísticos más cercanos a los de éste que
ningún otro criado de la misma obra.
778 También recordamos aquí las formas sin posesivo: señora (147), señor (72), señora hermosa (3), la
señora y milagrosa señora.
409
Por otro lado, las mujeres, mucho más parcas en la afectividad sintáctica, sólo se sirven del
posesivo en contadas ocasiones junto a SEÑOR, y en todas ellas se pospone el modificador,
señor mío (5). Todos menos uno, de Elicia a Crito, son del contexto matrimonial, en un caso
consolidado, Costança a su marido, y mujeres recién casadas en secreto hacia sus nuevos
esposos: Polandria y Quincia (2). Esto parece corroborar que con estas expresiones las mujeres
están aceptando al hombre como su amor y dueño, con la connotación de sumisión que
conlleva esta designación y que implica el matrimonio en esta época.779 Bañón afirma en este
sentido que “Cuando una mujer llama a su esposo marido y señor mío está recogiendo, en
realidad, el doble estatuto funcional (cónyuge y casi propietario) del hombre con respecto a su
mujer” (2000:47).
Un uso con el posesivo antepuesto como mi señor sería amoroso y afectivo, pero no se da en
este corpus más que acompañando a una segunda base léxica: mi señor marido en boca de
Costança, una mujer muy afectuosa con su esposo.780
En cuanto a los usos que ellas reciben, por tanto, las réplicas femeninas de estas formas con
posesivo, señora mía no parece restringirse al matrimonio: estas formas están en contextos de
cortejo (23), pero también matrimonios clandestinos (6), tres de ellos tras relación sexual , y
nunca en matrimonios consolidados. También se da dos veces en contextos de amor
mercenario. Por otro lado los mi señora, de los que algunos se combinan con el NP, ALMA,
CORAZÓN, DESEO y VIDA, se dan especialmente en el contexto matrimonial, pero no sólo:
matrimonio clandestino (10), matrimonio clandestino y relación sexual (5), relación sexual (1),
matrimonio consolidado (1).
Varios investigadores se han detenido en la observación de la posición del posesivo. Eberenz lo
hace con respecto al vocativo en el siglo XV (2000:304-05). En los textos que estudia
predomina la posposición y plantea que esta posición tuviera inicialmente un valor enfático y
perteneciera también a un registro más elevado, lo que llevaría con el tiempo a extenderse y a
configurarse como la norma culta. Eberenz cita a Keniston (1937:243) que a su vez cita a
Valdés, quien habla de las diferencias entre señora mía, fórmula cortés, frente a mi señora,
con la que se muestra menor respeto y que se tiene por inferior a la persona que lo recibe.
Esto parece contrastar con los resultados obtenidos en este trabajo, pues mi señora se emplea
predominantemente en los ambientes más altos, para los que la expresión deferencial es más
importante.
Pountain (2012) también observa el posesivo en relación con los vocativos en su caso en el s.
XVI. Como en el corpus de Eberenz para el XV y según afirma Keniston781para el XVI, así como
779 Esta sumisión, además, parece probarse con comentarios del tipo “ya soy tuya” después de la boda
clandestina y de la consumación del matrimonio como ocurre de Quincia a Pandulfo.
780 Pountain observa una tendencia a evitar combinaciones de determinadores o cuantificadores con el
posesivo antepuesto (2012:1070), y habla de la frecuencia de anteposición cuando hay dos sustantivos
en aposición si no hay ruptura entonacional (2012:1063), que por ejemplo sería el caso de mi señor
marido, el único posesivo antepuesto a SEÑOR que se da en este corpus, que podría tener en esto su
explicación.
781 1937:243.
410
en el corpus de este trabajo,782 son las formas tónicas (es decir, las pospuestas) las que
muestran mayor frecuencia.783
Pountain observa para la átona (la antepuesta) en vocativos “un uso especial, sin antecedente
(aparte de que era un calco culto), ni descendiente una construcción que parece haber estado
de moda durante un plazo determinado pero que al final no cobró popularidad” (2012:1071)
por parte de los grupos sociales altos, por lo que su trabajo coincide con los resultados de este
corpus. También añade para estos grupos que la tónica era una “manera de expresión más
exagerada, altisonante o rebuscada” (2012:1071), pues en su investigación encuentra que la
posposición en el posesivo sin el artículo definido, tiene un valor enfático que no posee la
forma átona.784
Se trata de una base léxica que es de por sí deferencial, ya que expresa una consideración
social hacia el destinatario del tratamiento. Esta forma “en su origen es signo de sumisión, real
o simbólica” (Iglesias Recuero 2010:378), ha dejado de restringirse al uso sólo hacia los
estamentos superiores, pues como aquí se ve, se emplea en todos los ámbitos sociales para el
trato deferencial.785 Se trata del tratamiento por excelencia en este corpus y en la época, como
también se refleja en otros trabajos.786 El componente de respeto, que prueba el hecho de que
cuando el vos pierde su valor deferencial tenga que unirse a señor para expresarlo como
propone Calderón Campos,787 lo hace precisamente un tratamiento susceptible de extenderse
a muchos contextos sociales y situacionales, por lo que no extraña que se haya convertido en
el tratamiento canónico.788
Como explica Iglesias Recuero para la lírica tradicional, el apelativo con señora está asociado al
mundo de la afectividad amorosa pero sin perder su validez como título,789 y por tanto, su
valor de deferencialidad.
En Rígano (2000) se explica que el trato de formalidad y respeto es el imperante en todos los
contextos, aunque ella lo asocia especialmente a las primeras etapas (antes de la declaración)
y después del matrimonio público, en las que formas como SEÑOR y los títulos ocupacionales
782 Especialmente en cuanto a la preferencia de señor/a mío/a a mi señora, aunque hay muchos
ejemplos de anteposición con otras bases léxicas tanto con formas combinadas que parecen invitar a la
anteposición según Pountain, como con bases léxicas únicas.
783 Con 40 ocurrencias frente a 15 con el posesivo átono (2012:1067).
784 (2012:1062). Esto, según Picallo y Rigau (1999:990), sería la base del contraste del uso actual, según
cita Pountain.
785 Medina Morales (2004:1337) hace un repaso de señor desde la alta consideración en el Bajo Imperio
Romano donde se utilizaba para llamar a los ancianos respetables seniores, su paso a emplearse como
forma de respeto para los superiores y, conservando este valor, también fue trato de cortesía entre
iguales en el Siglo de Oro.
786 SEÑOR es la forma que más aparece en su corpus de Eberenz, “casi siempre como marca de la
distancia social o de la superioridad jerárquica del interlocutor” (2000:102). También lo es en Bañón
(2001) y en Rígano (2000) también parece la forma más recurrente.
787 2000:483.
788 Para el francés se ha dicho que los equivalentes monsieur/madame son el “appellatif passe-partout
(Kerbrat-Orecchioni 1992:130).
789 “a la vez, de una condición cercana al título, pero al mismo tiempo, debido a su uso en la literatura de
carácter cortés, un término connotado en la relación amorosa” (2002:161).
411
relegarán a otras formas afectivas que sí aparecen en momentos de noviazgo y matrimonio
clandestino.790
En los sonetos señora o señora mía se registran como los vocativos más recurrentes en los
sonetos amorosos que se dirigen a la amada si no se utiliza el nombre de la amada, según el
estudio Alonso Miguel (2007:22).791
Sería interesante revisar cuándo desaparece esta forma deferencial de las relaciones amorosas
y por qué.
5.1.1.2 GENTIL HOMBRE
En este corpus la forma GENTIL HOMBRE se da en 7 ocasiones: gentil hombre (7). Se trata de una
forma no afectiva con intención deferencial.
Este tratamiento se da sólo en una ocasión en el grupo social superior, y en seis ocasiones en
los grupos inferiores, entre criados (2) y en el grupo marginal asociado a la prostitución en la
relación con clientes. Se trata del tratamiento deferencial por excelencia de los grupos bajos,
por supuesto después del muy extendido señor. Los personajes que se sirven de esta
designación son, obviamente, siempre mujeres. Se trata de Febea hacia Himeneo, Quincia
hacia Pandulfo (2) y Elicia con Barrada (4). Entre Febea e Himeneo este tratamiento deferencia
se da en un primer momento, cuando todavía casi son desconocidos, y las dos ocurrencias
hacia Pandulfo se dan en un contexto previo a la consolidación de la relación a través del
matrimonio clandestino y de la relación sexual. En el caso de Elicia y Barrada también
suponemos una cierta distancia en el eje de la familiaridad, pues en su encuentro se acaban de
conocer. Por tanto, parece una forma deferencial no afectiva que en este corpus aparece
asociada a una menor confianza entre los personajes.
Se asocia a los actos rituales de saludo (1) y despedida (2), y aparece también asociado a un
rechazo de una proposición indecorosa y a una petición en respuesta a un reproche, además
de a pregunta y una respuesta.
Se encuentra una vez en la Comedia Himenea, donde concurre con el pronombre vos, ya que
los personajes de nivel social superior se vosean, y en la Segunda Celestina (6) siempre
asociado al tuteo.
Covarrubias (1611) dice sobre los “gentiles, hombres” que son los de “buen talle, y bien
proporcionados de miembros, y faciones, y dixeronse assi, porque cerca de los antiguos, lo que
descendían de vna familia conocida se llamauan Gentiles, y por la mayor parte los hombres
790 La misma autora examina en 2006a señor en los siglos XIV y XV como campo léxico clave en las
relaciones de poder y cortesía. Por otro lado, Castillo Lluch (2014) ha estudiado los tratamientos con
señor/a y monsieur/madame comparando el español y el francés en dos contextos diferentes, llamadas
telefónicas de petición de información en la red nacional de tren y debates políticos.
791 En este estudio se fija también en la preferencia por el uso pronominal tú o vos, y explica que el
empleo del tuteo lo favorece el ámbito pastoril, mientras que el resto de composiciones prefieren el
voseo. También se fija en la coocurrencia del pronombre con las formas con SEÑOR (2007:22).
412
principales y de noble casta, se les echa de ver en el talle, y en el semblante”. Más tarde, en el
siglo XVIII, un gentil hombre se definirá como de alta cuna.792
A pesar de que en su origen esta forma se asocia a estamentos altos, no parece tener el mismo
valor deferencial que, por ejemplo, caballero. Según Morreale (1958-59:243-44), se trata de un
concepto extendido fuera de España (gentilomo en italiano, gentilhomme en francés y
gentleman en el mundo anglosajón), pero que aquí nunca ha llegado a desempeñar un papel
comparable, por ejemplo, con una forma como caballero, a la que no llega a desplazar “del
puesto central que ocupa en la tradición lingüística” (1958-59:244 y 245).
En este sentido, en el corpus fuera del contexto amoroso, encontramos un ejemplo de la
diferencia entre uno y otro en la Comedia Himenea. Si bien al comienzo de la obra se
caracteriza socialmente al personaje utilizando los dos términos “Himeneo, un caballero /
gentil hombre natural” (págs. 187-88), observamos una diferencia en cuanto a estas formas
empleadas como tratamientos: el protagonista trata al hermano de su amada que tiene título
de marqués con caballero, y recibe de él gentil hombre cuando el Marqués aún no sabe la
identidad de su interlocutor. También sus usos pronominales revelan una diferencia: ambos se
tratan de vos, pero sólo Himeneo eleva el trato añadiendo vuestra merced al marqués, quien
está en posición de superioridad. Esta superioridad no sólo se refiere a cuestiones sociales,
sino también por un lado morales, Himeneo acaba de ser descubierto junto a Febea en
situación sospechosa, pero sobre todo en el sentido de que el Marqués es el tutor de su Febea,
por lo que de él dependerá su futuro con ella. De hecho, el trato vuestra merced está presente
en un momento en el que incluso expresa explícitamente su sumisión a la voluntad “Si vuestra
merced mandare, / vámosnos a nuestra posada […]” (pág. 235).
En esta interacción, por tanto, también se añade el hecho de que es un tratamiento apropiado
a un desconocido,793 igual que en el octavo Paso de Lope de Rueda, que no forma parte del
corpus, pero que aporta otro ejemplo de gentil hombre en una primera interacción794. En este
caso se la dirige un alguacil a Madrigalejo, un lacayo ladrón.
Un ejemplo más, también de las obras estudiadas pero que no forma parte del corpus de
ámbito amoroso que interesa a esta investigación, la aporta la Égloga de Plácida y Vitoriano en
el sentido contrario, de un personaje de menor escala social, el pastor Pascual, a Suplicio, el
amigo de Vitoriano.
Esta forma tiene contenido deferencial, pero no define una pertenencia social tan marcada
como es el caso de caballero, por ejemplo, pues se otorga a personajes de muy diferente
origen social. Parece que marca su empleo por una parte la ignorancia del estatus específico
del destinatario, y una cierta deferencialidad hacia los hombres de condición baja, por otra. De
todas maneras habría que revisar la evolución de esta forma como tratamiento, ya que no está
claro si se trata de una adscripción a grupos sociales bajos a lo largo del tiempo, pues
precisamente se emplea en estos contextos sociales en las obras del corpus más tardías, la
792 Autoridades 1734: “El sugeto que es noble por su nacimiento”.
793Después le dirá: “Catad, pues sois caballero, […]”.
794 Pág. 195.
413
Segunda Celestina y los Pasos, o si simplemente se trata de una forma que no tiene una
adscripción social tan definida.
En este corpus amoroso, si no se trata de un sentido lúdico en los usos, habrá que entender
que esta forma se ha rebajado o bien que no implica una caracterización social tan definida
como la de otros títulos, ya que se utiliza dirigida a estamentos bajos. Por otro lado, parece ser
adecuada para relaciones de una menor confianza y familiaridad entre los interlocutores.
5.1.1.3 CABALLERO
El título CABALLERO aparece tres ocasiones en el corpus. Como es natural, en este corpus que
sólo se ha fijado en relaciones entre los dos sexos, sólo está en boca de mujeres, pues la forma
hace referencia a una figura masculina.
Las formas que adquiere esta base léxica en la interacción son bastante simples, sólo una de
ellas estará adjetivada, y no se combina con otros lemas o añade el posesivo: CABALLERO (3),
caballero (2), noble cavallero.
Por otro lado, la distribución sociolingüística en este caso también está relacionada con la
categoría de este título que corresponde sólo a personajes de alta escala social. Por ello sólo
los encontraremos dirigidos a personajes de estatus alto en dos casos entre miembros de la
nobleza y el patriciado urbano (Febea hacia Himeneo, Flérida a Duardos), en el tercero en boca
de la cortesana que traba relaciones con el patricio urbano (Flugencia a Vitoriano).
En el caso de Flérida y Duardos noble cavallero es el tratamiento que elige cuando ve por
primera vez al príncipe del que desconoce su identidad. Himeneo lo recibirá en situación de
cortejo con Febea, y en el caso de Flugencia y Vitoriano sabemos que se trata de un cortejo
fingido que se encuadra en las relaciones amorosas con ánimo de lucro.
Curiosamente en los tres casos este tratamiento se halla asociado a contextos de preguntas,
en el primero de ellos, de Febea a Himeneo, se trata de una respuesta a una pregunta, y en los
otros dos Flérida y Flugencia son las que la formulan.
Se da en tres textos, la Comedia Himenea, la Tragicomedia de Don Duardos y la Égloga de
Plácida y Vitoriano. Se trata sin lugar a dudas de una designación común. Esto, además, nos lo
confirma el estudio de Bañón: “El vocativo caballero es uno de los más habitualmente
utilizados por las mujeres para dirigirse a un hombre de una forma intermedia” (2001:16).
Estas formas, como es esperable, siempre se asocian con el voseo. En la Comedia Himenea el
voseo es la forma habitual entre los personajes de alto nivel social, mientras que otros como
los criados se tutean salvo en las relaciones amorosas, en la Égloga de Plácida y Vitoriano hay
una diferencia de trato entre la familiaridad con Plácida que se refleja también en los usos
pronominales con tú, frente al trato con vos que intercambia con Flugencia, con la que no hay
una relación de confianza. En cuanto a Flérida, este tratamiento se lo dirige a Duardos en un
primer momento en la corte, cuando se relacionan de forma socialmente simétrica, y ambos
emplean el voseo.
414
En cuanto a la información lexicográfica, Covarrubias (1611), en su explicación del origen de la
forma latina MILES apunta que “no se dirá cauallero absolutamente el que anda a cauallo, sino
por ser escogido para la orden de Caualleria, que consta de hombres escogidos, cada vno entre
mil”.
Entendemos que en estos casos la designación sólo en uno de los casos se puede relacionar
con el universo de lo caballeresco.795
El más tardío diccionario de Autoridades, (Autoridades C 1729), define caballero como “El
hidalgo antiguo notoriamente noble, que tiene algun lustre mas que los otros hidalgos, ò en la
antigüedad, ò méritos, suyos ò heredados. En lo primitivo se escogían para Caballeros los
hombres de mas fuerza, respecto que eran destinados para servir acaballo, y havían de tener
ciertas calidades, pero habiéndose reconocido que estos cometían varios excessos, se mudó,
haciendo que lo fuesen hombres ricos de buenos lugares, prosapia, ciencia y buenas
costumbres. […]” y para caballeroso: “noble, bizarro, generoso y própio de caballéro: como el
porte, las acciones, traza, trage y garbo […]”
Este tratamiento es deferencial. Se basa en un título, que parte del mundo caballeresco, pero
sólo en uno de esos casos podemos relacionarlo con este tipo de caballeros.
Así como la designación señor es un título que en la época pasa a todas las clases sociales,
caballero sólo se dirige a los hombres que realmente pertenecen a un ámbito social
determinado. Por esta razón entendemos que en esta época aún no ha perdido el significado
asociado al título, además de implicar “valor y gallardía” como apunta Morreale (1958-
59:238).796 En el siglo XVI parece restringido a destinatarios de condición social alta, pero
actualmente, se utiliza para dirigirse a cualquier hombre de forma deferencial: “¿Qué desea el
795 Los datos que tenemos sobre el protagonista al principio de la obra son muy escasos. La acotación
sólo nos presenta a Don Duardos por su nombre (entra dom Duardos), y el personaje abre la obra con
un parlamento de 35 versos en los que no se identifica pero sí explica que ha venido para vengar a una
dama. Hasta ahora la información que tenemos de él es que se rige por la ética caballeresca y viene a
vengar a una dama. Pero también tenemos otro dato: hemos escuchado cómo habla. Basándose
precisamente en esto, uno de los personajes de la obra, el emperador Palmerín de Constantinopla,
emite un juicio sobre su condición social al escuchar cómo habla: Esforçado venturero, / muestra el
razonamiento/ que havéis hecho,/ que sois más que caballero (pág. 189).
En la escena, las designaciones que recibe este personaje ayudan al receptor de la obra a encuadrar al
personaje en un nivel social:
La designación de esforçado venturero relaciona a Duardos con lo caballeresco, como también lo hace la
intervención de Artada al final de la escena en la que compara a Don Duardos con Amadís de Gaula
(ARTADA: Si no es el doncel del Mar, / don Duardos debe ser, / que es otro tal” pág. 191).
Si estudiamos las designaciones de las que se sirve Flérida para nombrarlo, vemos cómo todas ellas
aluden a su condición social, gracias a lo cual sabemos que nuestro protagonista es un hombre de un
nivel social alto. Lo llama hidalgo estrangero, lo que directamente lo encuadra en la nobleza y nos
informa de su origen extranjero. Flérida también se dirige a él como cavallero cuando llama
conjuntamente a Primaleón y a Duardos. Este tratamiento, según un diccionario posterior a la época,
remite a una escala superior con respecto a hidalgo: “El hidalgo antiguo notoriamente noble, que tiene
algun lustre mas que los otros hidalgos, ò en la antigüedad, ò méritos, suyos ò heredados […]”
Esto nos permite hacernos una idea de la talla social de este hombre: recordemos cómo define
Covarrubias al caballero como “hombre escogido” al explicar el origen etimológico latino del término,
pero Flérida decide adjetivar el tratamiento: noble caballero.
796 Bañón (2001:16) señala que Beinhauer comenta este tratamiento en el siglo XX.
415
caballero?”. Parte del mundo nobiliar y como señor, se extiende, pero sin perder parte de su
contenido deferencial.
Rígano (2000:143) registra también estas formas en su corpus de las relaciones amorosas en la
novela de caballerías.
5.1.2. Tratamientos de pertenencia de grupo
Se dan dos formas de este tipo en el corpus, AMIGO y HERMANO, el segundo de los cuales se
restringe a los estamentos bajos.797 En este recopilatorio se tratará el primero de ellos, con
algunas referencias a los usos del segundo. Precisamente hermano es uno de los marcadores
in group propuestos por Brown y Levinson (1987:107) como fórmulas de tratamiento de
pertenencia de grupo; el uso de estas formas in group es la cuarta de las estrategias de la
cortesía positiva.
5.1.2.1 AMIGO
La forma AMIGO se encuentra en diez tratamientos en el corpus. En todos los casos son mujeres
las que utilizan este tratamiento; por tanto, parece tener una restricción de género.
Se da en los textos como AMIGO (7), amigo (7) o en combinación con el nombre propio: AMIGO-
NP (2), NP+AMIGO, amigo Sigüença, amigo Sosia y Sosia, amigo.
Ninguno de las ocurrencias incluye el posesivo, que hemos relacionado con el ámbito
amoroso. Esta ausencia del posesivo amoroso podría estar dando una pista del uso del
tratamiento aquí: no tiene relación con el ámbito amoroso, se trata de una forma asociada con
la pertenencia de grupo. Con ella los personajes refuerzan el eje de la solidaridad haciendo
referencia a esa pertenencia compartida.
En este sentido encontramos que la forma está marcada afectivamente, no por el contenido
afectivo de la base léxica, que referencialmente alude a una categoría relacional que sí es
afectiva, la amistad, ni tampoco por tratarse de un uso amoroso, sino en el sentido de su
empleo como marcador de la pertenencia de grupo.
En aquellos casos en los que se combina con el NP, además del carácter referencial unívoco del
nombre propio relacionado con la función de selección del destinatario, podemos pensar en
una cierta de familiaridad entre los interlocutores, incluso en algunos casos un refuerzo
intencionado de la familiaridad con fines estratégicos.
Parece tratarse de una forma que se da también con otra restricción sociolingüística: sólo
emplean amigo como designación mujeres pertenecientes a los estamentos inferiores.798 El
797 Herrero Ruiz de Loizaga (1999:233) recoge este tratamiento como el más habitual entre clases bajas,
“probablemente entre los criados y rufianes”, (y ausente en las altas) y lo compara como el señor de los
nobles.
798 Bañón recoge otro caso de El celoso extremeño que parece concordar con esta pertenencia a grupos
de bajo estrato, precisamente en la misma dirección que encontramos en este corpus, de mujer a
416
mayor porcentaje se da en el ámbito marginal, ya sea de parte de las prostitutas hacia sus
clientes, Areúsa a Sosia (2), o con sus rufianes, Palana a Pandulfo (3) y Sebastiana a Sigüença
(1). También hay cuatro ocurrencias en el grupo dependiente, dos por parte de Poncia y dos
por parte de Quincia.
La situación amorosa asociada a las ocurrencias de AMIGO en el corpus estudiado es la de la
prostitución, prostituta-rufián (4) y amor mercenario (2), y en el caso de las criadas en la
situación previa al compromiso que supone el matrimonio, la etapa de cortejo.
Estos tratamientos se asocian a diferentes tipos de secuencias: aparecen en órdenes y
peticiones, junto a reproches, en explicaciones y reacciones a amenazas y asociados a una
declaración amorosa y un consejo.
En algunos casos está muy clara la voluntad acercadora con finalidad persuasiva,
especialmente con Sosia, que recibirá varios tratamientos igualmente engatusadores, y con
Pandulfo, con intenciones estratégicas en secuencias de petición. En el mismo sentido de
implicación afectiva, pero no con intención persuasiva, sino como estrategia mitigadora,
parecen encuadrarse los amigos de Palana, pues en su interacción se enfrenta constantemente
a su rufián.
En los casos de Poncia no queda claro si el uso se debe a una minimización del rechazo de una
petición que está a punto de formular a su pretendiente intentando rebajar el tono de enfado,
o tiene precisamente la intención de expresar enfado y debemos entender en este tratamiento
un uso irónico799.
La distribución en los textos de los tratamientos basados en este lema es la siguiente: en la
Segunda Celestina se da nueve veces frente a una sola en los Pasos, y siempre aparece
asociado al tuteo. En efecto, al tratarse de una fórmula que expresa solidaridad y que además
se da en los estamentos bajos, es lo esperable que siempre se asocie al pronombre tú.
En la bibliografía sobre tratamientos se ha tratado esta designación en este mismo sentido de
pertenencia de grupo (2001:82). También aparece como estrategia persuasiva acercadora en
contextos en los que esta designación no es, en principio, esperable, como de amos a criados,
Bañón (2001:74) e Iglesias Recuero (2010:389), con un uso que también se ha identificado en
este corpus (fuera del ámbito amoroso). De otro lado se presenta como una designación
aplicable a desconocidos en situación de enfado o a contextos irónicos (Bañón 2001:36), y
también como cortesía hacia los pobres (Bañón 2001:74). Eberenz (2000:103) recoge su uso en
su estudio sobre el s. XV y comienzos del XVI en relaciones asimétricas siempre de la persona
de mayor nivel social a la de menor estatus.
Si bien este tratamiento dirigido a los hombres parece tener una clara intención de refuerzo de
la solidaridad como expresión de una forma que marca la pertenencia de grupo, amiga tiene
una clara connotación que acerca a esta designación al mundo de lo amoroso. Sólo tenemos
hombre: “Cervantes nos hace imaginar una interlocución entre esclavos en la que una de las mujeres
presentes apela a su compañero con las fórmulas hermano Luis y amigo” (2001:82).
799 En la bibliografía se hace referencia a estos usos asociados a enfado o ironía: Bañón (2001:36):
“Amigo, con todo, es un vocativo que puede ser utilizado, y lo es con frecuencia, para dirigirse a
personas conocidas en contextos de enfado o con un inconfundible tono irónico”
417
que recordar las formas en la lírica popular tradicional,800 y también en la poesía culta, por
ejemplo los sonetos dedicados a las amigas.
Pero entonces, ¿por qué se da esta restricción? Parece tener que ver con el hecho de que esta
forma no sólo se usa de forma positiva; también se da con una connotación negativa con
bastante frecuencia. Covarrubias (1611) recoge esta distinción “amigo y amiga, se dice en
buena y en mala parte, como amador y amante”. Esta acepción negativa tiene que ver con la
asociación eufemística de amiga para `concubina´, `manceba´ que se refleja en numerosos
trabajos lexicográficos.801
Esto puede explicar la restricción de uso de la forma femenina que se da en el ámbito
amoroso, pues fuera de él sí encontramos amigas en este mismo corpus, generalmente entre
mujeres, de la misma manera que los hombres intercambian amigos, o bien como expresión
de la amistad o en el mismo sentido de refuerzo de la solidaridad como marcador de
pertenencia de grupo. Se da, por ejemplo, en su sentido literal en la Égloga de Plácido y
Vitoriano entre los amigos Suplicio y Vitoriano, y en la Segunda Celestina, entendemos que en
este segundo caso como expresión de pertenencia de grupo, entre Zenara y Celestina, entre
criados, entre prostitutas, entre los despenseros, etc. Se da también por parte de Polandria
hacia Filínides, pero el trato en este caso no es simétrico, pues de él recibe señora. Quizá en
este caso estemos ante la situación que propone Eberenz de tratamiento adecuado hacia un
inferior. Si esto es así, el tratamiento simétrico de vuelta no sería adecuado, y mucho menos si
consideramos la restricción de amiga de hombres a mujeres por su connotación negativa.802
También en el corpus fuera del contexto amoroso encontramos el tratamiento Hermano
Martín de Villalba acompañado de voseo en el paso del Cornudo y contento hacia un personaje
de posición inferior, lo que Moreno González interpreta como una actitud paternalista
(2002:32). Medina Morales señala hermano como forma de solidaridad (2004:1333-34), y
apropiada para desconocidos (1339). Pountain (2009:290), por otro lado, apunta a un ejemplo
de hermana junto a señora y acompañados de vos que interpreta como expresión de respeto
(en un cambio de tú a vos que implica también cambios en los usos nominales). Las formas
hermano/a, como se ha señalado en el epígrafe 3.2.1.1.2, como otras familiares como hijo/a o
primo/a, tienen en la actualidad una inferencia de afecto asociada a la afectividad familiar de
sus sentidos rectos. De esta implicación afectiva, que también contiene amigo, parten estos
usos solidarios.
Otro de los contextos de uso no simétrico fuera del contexto amoroso son las varias
designaciones basadas en AMIGO del mozo de espuelas de la Segunda Celestina al negro
Zambrán, que se aportan aquí como ejemplos muy claros de la función estratégica que pueden
tener este tipo de formas. Pandulfo tiene miedo a Zambrán, que se ha percatado de los
800 Ver Iglesias Recuero (2002).
801 Aportamos varios fragmentos tomados del NTLE que muestran que esta asociación eufemística
estaba muy extendida: Palencia 1490 para mancebo: “manceba e amiga”, Landuc 1562: “manceba o
amiga, ital. puttana”, Casas 1570 “Amigo rufián=drudo”, Comenius 1661: “Amiga como sinónimo de
concubina”, Autoridades 1726: “Significa también el que vive amancebado”, “FUER. DE ARAG. fol. 179.
Concubinarios vulgaritet vocatus amigos” (cursiva en el original).
802 También se registra más de un hermano, fórmula también relacionada con la pertenencia de grupo,
de Polandria y uno de Poncia hacia el pastor.
418
acercamientos de carácter dudoso del mozo de espuelas hacia Quincia, una de las criadas de la
casa a la que pertenece, y se enfrenta a Pandulfo para protegerla. Pandulfo, muerto de miedo,
se sirve de estos amigos con una función estratégica de acercamiento.
Otro de ellos será el amiga fiel de Polandria a Poncia en respuesta a un consejo de lo que debe
hacer con Felides. En este sentido, más que un ejemplo del uso de este tipo de tratamientos
en contextos de amo a criado con una estrategia persuasiva803, constituye un acercamiento
que está más relacionado con el agradecimiento y la expresión de acuerdo con la criada, que
efectivamente es fiel, pues da consejos que protegerán a su ama.804
Como designación referencial amiga sí aparece en este corpus de contexto amoroso
describiendo la relación de Plácida con respecto a Vitoriano805, pero también entre Sigüença y
la prostituta806, lo que quizá sea una muestra de esta distinción positiva y negativa de la que
hablaba Covarrubias.807
Sin embargo sí aparece esta designación en otros trabajos que se interesan por el ámbito
amoroso. Rígano (2000) que estudia las relaciones amorosas en las novelas de caballerías en el
siglo XVI precisamente la nombra como fórmula de intimidad entre los amantes y que además
usan tanto para el hombre como para la mujer. De hecho en su corpus se trata de una forma
803 Iglesias Recuero alude a este tipo de estrategias en las relaciones entre amos y criados: “En
circunstancias especiales […] los jóvenes del estamento nobiliar emplean algunas de las estrategias de
cortesía anteriormente citadas con sus criados en la realización de actos directivos: los apelativos se
acompañan de términos cariñosos o de confianza: “mi fiel criado” (ejemplo (51)), “hermana Cecilia”
(ejemplo (54)), “buen amigo” (ejemplo (55)), “Escalión, hermano” (ejemplo (57)), “madre mía” (ejemplo
(59));” (2010:389).
Bañón habla de la misma situación, a la que se refiere como un “estrabismo funcional”, y explica que
hay “fragmentos literarios en los que el sirviente es tratado más como amigo y compañero que como
tal. Esta especie de estrabismo funcional consigue así neutralizar, en ocasiones, las relaciones
asimétricas gracias a la intensidad con que se muestran las intenciones persuasivas” (2001:74)
Iglesias Recuero (2010:389): “En circunstancias especiales, que detallaremos a continuación, los jóvenes
del estamento nobiliar emplean algunas de las estrategias de cortesía anteriormente citadas con sus
criados en la realización de actos directivos:- los apelativos se acompañan de términos cariñosos o de
confianza: “mi fiel criado” (ejemplo (51)), “hermana Cecilia” (ejemplo (54)), “buen amigo” (ejemplo
(55)), “Escalión, hermano” (ejemplo (57)), “madre mía” (ejemplo (59));”
804 Recordemos la figura del criado como consejero de los amos Iglesias Recuero (2010: 378): “la figura
tradicional del criado como miembro de la familia y por tanto vinculada afectivamente a su amo en la
búsqueda de la honra y la dignidad del señor y de la casa a la que sirve y de la que también es
representante”. Moreno González (2003:270-3) alude también a la aplicación del aspecto volitivo, es
decir, haciendo que prevalezca el afecto o el trato sobre la jerarquía social con criados de confianza con
los que los amos establecen una mayor confianza e intimidad por el trato continuado o por pertenecer a
la familia desde una edad temprana.
Busse (2002:207) alude a la poca distancia entre “mistress” y “confidante” en cuanto a Julieta y su
“nurse”.
805 “Vitoriano se va y dexa a su amiga Plácida” (pág. 287) y el propio Vitoriano explica a su amigo
Suplicio que sus dolores de amor por Plácida, en comparación con los de famosos amadores, “son muy
mayores / que quantos ellos sufrieron; / ni su fe / qual la mía nunca fue, / ni tal amiga tuvieron.” (pág.
302)
806 Estepa le dice a Sigüença “Pues desdezíos, como a cobarde que sois, de lo que dexistes delante de
vuestra amiga” (pág. 207) y “Esperá, que por fin y remate havéis de recebir de la mano de vuestra amiga
tres passagonçalos en essas narizes, bien pegados.” (pág. 208)
807 No sabemos si en el caso de las prostituta y el rufián la asociación negativa tiene que ver con el
concubinato, o, con mayor probabilidad, con un eufemismo relacionado con la prostitución.
419
que sólo se emplea después de la declaración amorosa y durante el noviazgo además de en la
situación de matrimonio secreto (que continúa los usos del noviazgo), siempre que no haya
terceros presentes a los que esconder su relación, en cuyo caso pasarían al empleo de las
formas de respeto.
Calderón Campos ha señalado el empleo de amigo como matización cortés en época más
tardía, durante la Restauración, para rebajar la formalidad del usted (2010:558-59).
Por otro lado, Kerbrat-Orecchioni (2010a:11) ha observado para el francés contemporáneo
que la forma “(mi) hermano”, (mon) frère, es frecuente en los suburbios en empleo metafórico
por influencia del árabe.
5.1.3. Tratamientos de implicación afectiva
De los tratamientos afectivos positivos se han elegido dos que constituyen formas amorosas
directas ALMA y ENTRAÑAS y otras indirectas por tener uso afectivo, como el de expresión de
sumisión hiperbólica DIOSA, y las formas ROSA y CORDERO, con escasa presencia en el corpus pero
representativos de estas formas de identificación metafórica.
Por otro lado, se ha elegido la forma negativa más recurrente en el corpus, TRAIDOR, para
representar a los insultos.
5.1.3.1 Tratamientos de implicación afectiva positiva
5.1.3.1.1 ALMA
ALMA es uno de los tratamientos que se repite con mayor frecuencia: se da en 21 ocurrencias
en este corpus. De ellas, sólo en uno de los casos el tratamiento en que aparece se dirige a un
hombre, por lo tanto, hay una clara distribución sociolingüística en relación a la variable sexo.
Además, la ocurrencia que está en boca de un personaje femenino corre a cuenta de la
prostituta Palana hacia a su rufián. Hay que recordar que este personaje se caracteriza
precisamente por adoptar usos de tratamientos que el resto de figuras femeninas no emplean,
estableciendo con Pandulfo una relación de trato más simétrico en cuanto a los tratamientos
nominales.
Este base léxica se da con frecuencia parecida por sí sola, ALMA (11), como en combinación con
otras, en menor medida en posición principal, como en ALMA&SEÑORA+CORAZÓN&VIDA+VIDA, y de
forma más recurrente como complemento de otros lemas: SEÑOR>ALMA (5), AMOR>ALMA (3),
CORAZÓN>ALMA.
Todas las ocurrencias en este corpus incluyen el posesivo, mi alma (8), my alma, alma mía (2),
y también las combinadas: señora de mi alma (5), amores de mi alma (3), coraçón de mi alma,
mi alma y mi señora, mi coraçón y mi vida, vida deste que te llora.
Este tratamiento se da en todos los niveles sociales, desde el más alto (4), hasta los grupos
marginales, las prostitutas con sus clientes (3) y con sus rufianes (1). También se da una vez en
420
el grupo asimétrico y otra en el no dependiente, pero el conjunto de personajes que más
utiliza este tratamiento es el de los criados (11).
Se da en muchos de los contextos amorosos: la prostitución (4), matrimonios consolidados (1),
y dentro de las parejas que tienen una evolución, se dan especialmente en la etapa de cortejo
(9), pero también una vez se ha producido el compromiso en la relación a través del
matrimonio clandestino y la consumación del mismo (6), y en un caso después de la relación
sexual sin matrimonio.
Los parejas implicadas en el intercambio de tratamientos que contienen estos lemas son
Pandulfo-Quincia (10), Darino-Finoya (2), Vitoriano-Plácida (2), Centurio-Areúsa (2), Duardos-
Flérida, Juliâo-Costança, Sigeril-Poncia, Palana-Pandulfo y Crito-Elicia.
Estos personajes se sirven de estos tratamientos en una gran variedad de secuencias, algunas,
por ejemplo, con función principalmente organizativa, como las relacionadas con llamadas de
atención (2). Éstas no sólo sirven para seleccionar al destinatario, sino también tienen un valor
como declaración amorosa, ya que recurrir a formas relacionadas con lo amoroso para dirigirse
al ser amado es una forma de explicitar los sentimientos que por él se tienen. También
concurren estas bases léxicas con contextos relacionados con explicaciones (5), exclamaciones
(2) y preguntas, además de dos casos de respuesta positiva a peticiones. Asimismo se dan en
otros contextos más o menos complicados para las relaciones sociales en los que pueden tener
una función relacionada con la cortesía, o bien positiva o la negativa. Por ejemplo, se asocia a
tres declaraciones amorosas, en las que están reforzando el valor de la declaración, y
acompañan a secuencias en las que cumplen una función persuasiva y/o minimizadora de la
imposición: peticiones, en este caso, de información (2), y dos proposiciones indecorosas (2), y
una disculpa.
Estas estrategias minimizadoras y persuasivas tienen que ver con el acercamiento íntimo que
supone el uso de un tratamiento relacionado con lo amoroso como ALMA, que además, como
se ha comentado, constituye en sí mismo una declaración indirecta.
El grado de afectividad de los tratamientos que incluyen ALMA es de por sí alto; y la relación
con cuestiones estratégicas es en ocasiones muy evidente.
Así, los mi alma y my alma de Vitoriano hacia Plácida (2), Darino, Pandulfo hacia Quincia (3),
Juliao, Centurio, Crito y Palana relacionados con peticiones de información, declaraciones
amorosas, disculpas y llamadas de atención, y de otro lado los señora de mi alma de Pandulfo
de nuevo hacia Quincia (3), Sigeril, y Centurio, asociados a declaraciones amorosas y
proposiciones indecorosas, están acompañando a secuencias especialmente marcadas para las
relaciones interpersonales. Otras como coraçón de mi alma o el muy desarrollado mi alma y mi
señora, mi coraçón y mi vida, vida deste que te llora, aparecen junto a una llamada de atención
y a una explicación, en principio intervenciones menos complicadas. Se trata de actos de habla
421
menos exigentes, pero se dan en situaciones de alta conflictividad interpersonal808 o
dramatismo.809
Las formas amores de mi alma, en boca todas de Pandulfo hacia Quincia, se corresponden con
una despedida,810 pero también con momentos en que le declara su amor, la intenta
tranquilizar, le pide información y la adula. El mi alma en boca de mujer está relacionado con
una estrategia de Palana de minimizar el probable enfado de su rufián, al que pretende dar
sólo dos reales como ganancias de todo el día.
A la vista de las ocurrencias de ALMA, se puede decir que se trata de una forma muy habitual en
el discurso amoroso, pues se repite en casi todas las obras del corpus, y se da en diversos
contextos sociales y amorosos. Se observa una restricción de tipo sexual: casi sólo la utilizan
los hombres en este corpus, y la única mujer que se sirve de esta designación no responde en
general a los usos habituales de las mujeres. Esto manifiesta a un hecho claro: se trata de un
tratamiento directamente relacionado con lo amoroso, por lo que forma parte de un discurso
que normalmente explotan los hombres, encargados del cortejo, y no las mujeres, que
normalmente tienen en el papel de rechazar las relaciones que proponen los hombres, con la
excepción de personajes como Palana y Plácida.
Este tratamiento está asociado preferentemente con el tuteo. Sólo en dos casos acompaña a
parlamentos en los que se vosea en la Tragicomedia de Don Duardos, de un lado por parte de
Camilote, que siempre emplea el vos para dirigirse a Maimonda, y Duardos bajo el disfraz de
hortelano que en el cuarto encuentro en el pomar se sigue dirigiendo a su dama con el
tratamiento pronominal de respeto.
Los tratamientos con ALMA forman parte de los clasificados como amorosos. Esta relación
directa con el amor parte de un lado de la intimidad e implicación emocional que supone
identificar a la dama con partes propias de uno mismo. Es frecuente la identificación del ser
amado con el CORAZÓN, así como con ENTRAÑAS y OJOS, aunque estos últimos tienen una
distribución específica que tiene que ver con lo social811 (y en este corpus son exclusivos de la
808 En uno de los casos se trata de Darino interpelando a su dama la primera vez que la ve después de su
encuentro sexual forzado, por lo que se puede entender que hay algo de intención persuasiva en la
forma que elige, pues le va a pedir que le abra de nuevo la puerta.
809 En el caso de Vitoriano este tratamiento se da como un deíctico in absentia en un momento de gran
sufrimiento junto a su amada muerta y dispuesto a matarse. La afectividad de este tratamiento es
acorde con el momento dramático, además de con la afectividad de esta pareja y de la obra, que
muestra porcentajes muy elevados de tratamientos marcados afectivamente. Este tratamiento
afectuoso constituye una muestra de su amor sincero por su amada.
810 la despedida es un tipo de secuencia que parece ser delicada con respecto a las relaciones
interpersonales, en tanto que supone la separación de los hablantes. Quizá se pueda entender este
tratamiento cariñoso como una forma de atenuar ese momento delicado y de confirmar el afecto que
siente por ella, lo que puede traducirse indirectamente en una voluntad de volverse a ver.
811 En la poesía culta aparecen como mucho sonetos a los ojos propios, del tipo “os habéis cansado de
llorar”, y algo después a los ojos de la amada “que me miran”, pero en menor medida como
identificación de la amada (Alonso Miguel en comunicación personal). Este investigador explica que se
da “una traslación del motivo análoga a la de los ojos: cuando los poetas del siglo XV se dirigen a ellos
[…] suelen pensar en los propios; los del XVI, en cambio, prefieren apelar a los ojos o la muerte de la
amada” (Alonso Miguel 2007:32). En este artículo el autor trata los ojos en su artículo sobre la segunda
persona en los sonetos de amor: ojos se emplea en varios de ellos como vocativo para abrir y
estructurar el poema (2007:17), aparece también la alusión a los ojos propios o a su corazón para
422
Segunda Celestina). Estas formas suelen aparecer con el posesivo: se trata de la identificación
de algo no sólo propio, sino muy íntimo, a través de lo cual los personajes que utilizan estos
tratamientos generan una intimidad con la mujer que recibe este tratamiento. En este caso
particular, con ALMA, estamos ante una variante de esta intimidad que tiene que ver con lo
espiritual.812 Se podría pensar que esta imagen está relacionada, por tanto, con las corrientes
neoplatónicas. Sin embargo, Aparici establece que no se trata únicamente de un motivo de
esta influencia: “Esta exaltación del amor puro no sólo aparece en Platón y los platónicos, sino
en cualquier teoría amorosa que pretenda elevar el amor más allá de la pura materia”
(1968:134). Según ella “El XVI busca el amor puro que tiene su sede en el alma”.813 Lo mismo
dice Serés (1996:105); el amor se asienta en el alma. Si se trata del lugar donde se deposita el
amor, es indiscutible la estrecha relación de esta figura con lo amoroso. Al utilizarla los
personajes están prácticamente haciendo una declaración de su amor por la interlocutora.814
Bañón aporta ejemplos con complementos del nombre basados en este lema que producen
mujeres y que están igualmente relacionados con lo amoroso, camarada del alma y dueño del
alma, dirigidos a un marido, en una visión más solidaria y equitativa del matrimonio frente a
otra con una marcada jerarquía, pero en ambos se evidencia lo amoroso.815
Recordemos también que en el propio corpus uno de los personajes recomienda el
tratamiento “mi alma” a la hora de escribir cartas amorosas.816
En este corpus, encontramos este tratamiento como muestra de amor sincero, ejemplificado
en Duardos y Vitoriano con Plácida, que se acercaría a los usos afectuosos propuestos en la
bibliografía. Sin embargo, también se da como mecanismo de cortejo, de implicación afectiva,
persuasión y minimización de posibles riesgos en las relaciones interpersonales, en unos usos
más cercanos, y en muchas ocasiones menos honestos, a los propuestos por Pandulfo para
“alcanzar” a las mujeres.
“indagar en su interior o para expresar las tensiones que lo desagarran” (2007:29). También recoge
algún caso de los ojos como identificación a la amada (2007:25-26), como en este corpus. Los ojos son
uno de los motivos fundamentales de descripción de la belleza de la amada, por ejemplo, en la poesía
italianista, según señala Alonso Miguel (2002:24).
812 Serés (1996:152-53) comenta la sensibilia (lo que correspondería a CORAZÓN y ENTRAÑAS) frente a
intelligibilia (ALMA).
813 Recordemos la composición de Cetina “Amor nace en el alma […]” que comenta la propia Aparici
(1968:134).
814 Bañón (2001:46-47) toma un fragmento que comenta Martín Gaite en Usos amorosos del dieciocho
en España. En él una esposa se queja de que su marido la trate como hija en vez de lo que sería
aconsejable por los cánones amorosos, como alma mía, lo que parece un ejemplo de frialdad en la
relación de pareja y evidencia una distancia “entre los comportamientos frecuentes en el matrimonio y
los aconsejados por los verdaderos cánones amorosos”.
815 Fuera de este contexto amoroso el trabajo de Bañón aporta algún ejemplo en los estudios en las
relaciones fraternales: el ejemplo de Señor mío de mi alma a un hermano (2001:57), tratamiento que
luego retoma en 2001:72 como ejemplo de lo que llama “hiperpersuasividad”.
816 Ver epígrafe 2.1.1.2.3
423
5.1.3.1.2 ENTRAÑAS
El tratamiento amoroso ENTRAÑAS aparece en ocho ocurrencias en este corpus. Sólo una de
ellas está en boca de una mujer: una vez más se trata de la prostituta Palana hacia su rufián
Pandulfo.
Este lema se da por sí solo, ENTRAÑAS (3), entrañas, mex entrañas y entrañas mías, y en
combinación con el título SEÑOR en SEÑOR>ENTRAÑAS, señora de mis entrañas (4) y
SEÑOR>ENTRAÑAS&VIDA: señora de mis entrañas y de mi vida.
En la mayoría de los casos las designaciones incluyen el posesivo (7) y varias de ellas se
combinan con otras bases léxicas (5).
Las formas nominales que contienen esta base léxica siempre se dan en contextos sociales
bajos; entrañas sería impensable para un hablante de alta escala social. Las emplean
fundamentalmente los criados (5), pero también los grupos marginales (2), con presencia
entre la prostituta citada con su rufián y también de un cliente a otra prostituta. Se trata de los
criados Pandulfo (4), Sigeril (1) y Zambrán (1) hacia Quincia, Poncia y Boruca, y de Palana hacia
Pandulfo, así como Centurio a Areúsa.
Se emplean en varios contextos amorosos: en la etapa de cortejo (4) y también una vez
alcanzados el casamiento y la relación sexual (2), además de en las relaciones prostibularias
con el rufián (1) y con un cliente (1).
Aparecen asociadas a diversos tipos de actos de habla: en inicios de interacción como
llamadas, peticiones o respuestas, en secuencias amorosas acompañando a alabanzas y en
peticiones y proposiciones indecorosas, además de en preguntas y momentos en los que el
personaje explica algo a su interlocutor.
Esta forma se utiliza en varios momentos en los que la fuerza afectiva de esta designación
parece tener una motivación estratégica, por ejemplo en un momento en el que Pandulfo se
disculpa ante Quincia después de haberla forzado a la relación sexual y acompaña su disculpa
de entrañas junto a las formas también especialmente pasionales mis ojos, mi alma y alma
mía. También el entrañas mías de Palana (en respuesta a un recién recibido mi alma de
Pandulfo), se dan en el momento de reconciliación después de toda una escena discutiendo,
cuando acuerdan mutuamente hacer las paces y acostarse. De igual manera está en boca de
Pandulfo, esta vez de nuevo hacia Quincia, el señora de mis entrañas y de mi vida que produce
cuando Quincia llega a su cita y se declara “desesperado” por si no aparecía, aunque
realmente lo que está es muy asustado por el ruido que Poncia ha hecho con las llaves.
Tanto en el caso de Sigeril como el de Zambrán sus señora de mis entrañas y mex entrañas,
aparecen en cartas. Sigeril utiliza sólo dos bases léxicas afectivas en sus interacciones con
Poncia (la otra es ALMA en señora de mi alma) y ambas se dan en la carta que le escribe. De
igual manera los tratamientos que Zambrán emplea, xeñora de mi coraçón y mi coraçón,
aparecen en las cartas. Hay que tener en cuenta que son dos los tratamientos que su
compañero Pandulfo recomienda para el contexto epistolar.
424
Centurio, personaje que por cierto se asemeja en sus usos a Pandulfo del que es amigo y
compañero de bebida y ambiente,817 le dirige a Areúsa en una pregunta que responde a un
reproche de la prostituta y que precede a una proposición indecorosa, por lo que también
parece tratarse de un momento marcado.
Todas las ocurrencias de ENTRAÑAS se dan en una misma obra, la Segunda Celestina. No sólo
aparece en ella como tratamiento nominal, también se alude en más ocasiones a las entrañas
como prueba amorosa con al menos dos sentidos, por un lado como algo propio e íntimo en el
mismo sentido que se ha interpretado para alma, aquí en una comparación:
BARRADA: Por Nuestra Señora, que no sé por qué no has lástima de mí; que por vida tuya,
señora, qu´es la cosa que más quiera, que te amo más que a mis entrañas. (pág. 507)
y también Felides en su carta a Polandria con el significado de entrañas continente del
sentimiento amoroso, aquí de la belleza de la amada, en el mismo sentido que se utiliza
corazón818 (y que también se le da a alma en ciertas concepciones amorosas):
FELIDES: […] mas ni el fuego de tu vista puede dexar de quemar, ni el conoscimiento de tu
hermosura de ponerlo en mis entrañas y coraçón, con tanta fuerça cuanta Dios para
poder matar te puso, y con tan poco poder de mi parte cuanto yo tengo para estorvar de
no morir, habiendo mirado tu beldad, si en la fuerça della no templas, en la razón de
matar, la que yo tengo para morir […] (pág. 252).
Precisamente ALMA, CORAZÓN y ENTRAÑAS son las tres bases léxicas que cita Pandulfo al
aconsejar a Felides sobre cómo enamorar a su dama, entre otras cosas, empleando estos
tratamientos en sus cartas:
PANDULFO: Engáñate, señor, por mí, y mucho de “mi coraçón” y de “mi alma” y de “mis
entrañas” quando escribieres (pág. 222)
lo que pone en práctica, como se ha visto, en la carta que le escribe a Polandria haciéndose
pasar por su amor, donde no sólo repite esta forma como apelación, sino que también se
refiere al corazón y las entrañas como símbolo del sentimiento amoroso:
PANDULFO (Haciéndose pasar por Felides. Carta): “Señora de mis entrañas y amores de
mi alma. Ahí te embío mi coraçón pintado en essa carta, atravesado, como lo verás, con
esas saetas, que tal me tienes tú a mí el mío, mi alma. Y señora mía, tú eres la que mis
entrañas puedes sanallas, y pues tu beldad me hirió, sáneme tu piedad. ¡Ay, coraçón,
que me muero!, ¡ay, entrañas, que me fino!, ¡ay, mi alma, que me matas!, como lo dize
essa copla […] (pág. 365)
817 “Yo querría, pardiós, antes topar a Pandulfo para reír de la brega de su puta, y irnos mano mano a un
bodegón, donde beviéssemos el alboroque y hablásemos algaravía, como aquel que bien la sabe,
germanía, digo” (pág. 362). Aquí Centurio hace referencia también a sus formas de hablar.
Probablemente Centurio y Pandulfo son ambos representantes de estas “retóricas del burdel” de las
que Felides habla en referencia a su mozo de espuelas (pág. 225).
818 Julià Luna (2015) en su revisión de los somatismos con el lexema corazón en las unidades
fraseológicas de los siglos XVIII y XIX repasa varios sentidos que se le da a corazón, entre ellos los
amorosos y como sede del sentimientos y emociones.
425
Las tres formas citadas constituyen una referencia directa a lo amoroso, pues representan,
como se ha comentado con respecto a ALMA, la parte espiritual, frente a CORAZÓN y ENTRAÑAS,
que corresponden con lo corpóreo en la identificación de la amada como parte propia e
íntima.819
El hecho de que en este corpus ENTRAÑAS no se dé más que en una obra podría indicar que se
trata de una forma no muy extendida, pero sí se han encontrado referencias a esta forma
como tratamiento en documentación de la época. Por ejemplo en una canción fechada en
1573 en la que una mujer enumera las cualidades positivas de su marido y una de ellas se
refiere a la forma de tratarla con entrañas mías (aún cuando está enfadado): “El me honra, el
me disfama / el barre, y haze la cama, / y entrañas mias me llama / quando mas esta enojado:
/ marido tan bien mandado / bendito sea quien me lo a dado”.820
También los diccionarios aluden al uso de ENTRAÑAS como designación al interlocutor:
Covarrubias, por ejemplo, explica que “Suele ser término de regalo, como: «Vida mía»,
«Entrañas mías» y «Corazón mío», etc”.821 Salas 1645 introduce la forma como una
designación, y traduce entrañas y vida como corazón y luz: “¡ay entrañas, vida mía!, meum cor,
mea lumina”.822
Se trata, de una base léxica afectiva que alude directamente al amor en el citado doble
sentido, por un lado por tratarse del lugar donde se contiene pero también como expresión de
cercanía íntima, que se refiere a algo propio e interno, lo que se refleja en los diccionarios.
Covarrubias explica que “se dicen todo aquello que el animal tiene dentro de sí en el vientre,
como el corazón, el hígado, los livianos o pulmón y el bazo […] pero comúnmente se dice por
estar dentro. Por alusión se dice de lo que está escondido, como las entrañas de la tierra, lo
profundo”.823 El hecho de que se compare metafóricamente al ser amado con las propias
entrañas implica expresar que la siente como algo propio, profundo e íntimo.
Palencia (1490) comenta que la conexión física entre corazón y entrañas, lo que conforman la
vida y el alma.824 Más tarde, el diccionario de Autoridades explica que entrañas se emplea
como alma y las emociones que en ella se albergan, lo que también explica su uso en sentido
amoroso.825
Aún en la lírica popular se sigue empleando, por ejemplo en el flamenco actual,826 y se ha
encontrado en el CREA en numerosos textos ficcionales como apelativo, pero parece haberse
819 Recordemos las citadas sensibilia e intelligibilia que propone Serés (1996:152-53). En el mismo
trabajo identifica el “corazón” con el “alma sensitiva” (1996:138).
820 Encontrado en CORDE, búsqueda julio 2015 (Diego Moreno Poesías [El Truhanesco], 1573, en Antonio
Rodríguez-Moñino, Valencia, Castalia, 1951).
821 Tomado de la edición de Arellano y Zafra, Covarrubias (2006).
822 Tomado del NTLE.
823 Tomado de la edición de Arellano y Zafra, Covarrubias (2006).
824 “viscera, no solamente son entrañas, mas qual quier cosa que está baxo el cuero de visco, que es lo
que está entre el cuero et la carne, otrosí son viscera los logares que contornan al coraçón que consisten
enla vida y enel ánima”. Tomado del NTLE.
825 Academia Autoridades (D-F) (1732): “Metaphoricamente se toma por el interior del ánima, sus
afectos, sus passiones e inclinación de la voluntad y del corazón” Tomado del NTLLE.
826 En el flamenco: El sentido me da vueltas/ compañerita de mis entrañas (Alegrías de Cádiz); “Que te
quiero yo/ primita de mis entrañas…” (tangos). También en Lorca, Sonetos del amor oscuro: “Amor de
426
especializado a sobre todo a hijos y en muchos casos en situaciones dramáticas,827 pero en
algún caso como designación cariñosa de mujer a hombre.828
Los usos del tratamiento CORAZÓN son parecidos a los de ENTRAÑAS, pero sin la restricción
sociolingüística: CORAZÓN sí se da en todos los contextos sociales.829 Además, se trata de una
forma muy frecuente en la época (y aún hoy) para las relaciones amorosas; se da en cuatro de
las obras del corpus.
5.1.3.1.3 DIOSA
DIOSA se da en el corpus en seis ocurrencias. No se encuentra ninguna designación basada en
el lema DIOS dirigida a hombres; se trata de una identificación metafórica que sólo los hombres
llevan a cabo y que corresponde con una hiperbolización de la sumisión del enamorado.
Aparece en el corpus bajo las formas DIOS (5), mi Dios (2), diesa mía, diosa mía, preciosa diesa
mía, y en combinación con el nombre propio, NP+DIOS, Flérida, diesa mía. Por supuesto se
trata de un tratamiento de uso afectivo por la metáfora hiperbólica que supone, y remite al
ámbito de lo amoroso, lo que se refuerza con el posesivo que siempre está junto a la
designación: la interlocutora que recibe este tratamiento no sólo está siendo considerando
como una diosa para el emisor del tratamiento, se trata de su diosa. Además, el posesivo suele
darse en posposición, lo que parece remitir en mayor grado al ámbito de lo amoroso, y se
complementa en una de las ocurrencias con un adjetivo positivo, preciosa.
Este tratamiento se da en dos niveles específicos: el alto (4) y el asimétrico (2). En los seis
casos se trata del mismo personaje, Don Duardos, pero en diferentes situaciones: bajo el
disfraz de hortelano, en interacciones in absentia con su amada en diversos soliloquios, y ante
ella, ya vestido de príncipe en la última escena de vuelta en la corte.
Todas ellas corresponden al momento de cortejo, pero se entiende que la familiaridad que se
supone en unos y otros momentos es algo diferente. En el caso de los soliloquios, en los que la
interlocutora no está presente, el enamorado parece liberarse de los protocolos sociales y se
mis entrañas, viva muerte/ en vano espero tu palabra escrita,….” En el flamenco: “El sentido me da
vueltas/ compañerita de mis entrañas” (alegrías de Cádiz); “Que te quiero yo/ primita de mis
entrañas…” (tangos).
827 Por ejemplo “¡Perico! ¡Hijo mío! […], ¡Hijo, hijo de mis entrañas […] ¡Hijo!” (1995, Jorque Márquez en
La tuerta suerte de Perico Galápago), “entrañas mías” (1976, José María Rodríguez-Méndez Bodas que
fueron famosas del Pingajo y la Fandanga), “¡Hija de mis entrañas! ¡Hija mía!” (1978, Domingo Miras,
Las brujas de Barahona). También in absentia: “entrañas mías” (Dulce Chacón, La voz dormida 2002).
828 “Entrañas mías” en 1991 El palomo cojo de Eduardo Medicutti.
829 Esta forma se da en 7 ocurrencias, todas ellas producidas por hombres. En algunos casos aparece por
sí sola y en otros acompaña a otras bases léxicas, y en todas sus ocurrencias se incluye el posesivo. Se da
también en varios contextos amorosos (todos salvo entre desconocidos y en la prostitución), y
acompaña a diferentes tipos de actos de habla. Esta base léxica aparece en gran número de unidades
fraseológicas, aunque en su estudio sobre corazón en ellas en los siglos XVIII y XIX, señala que en los
sentidos de amor, cariño y afecto sorprendentemente no son los más numerosos (Julià Luna
2015:1449). Hay un estudio sobre los tratamientos mi vida, mi amor y mi corazón en Santiago de Cuba
de Causse-Carthcart (2010) en el que concluye que se emplean para denotar afecto o cariño y como
estrategia de afiliación en el trato general (no específicamente amoroso).
427
dirige a ella con mayor implicación emocional de lo que lo hace en realidad. En las situaciones
in praesentia,830 ya han reconocido su amor recíproco.
También las dos ocurrencias que se dan bajo la apariencia de hortelano pertenecen al último
de los encuentros en el pomar, momento en el que ambos personajes están enamorados, pues
Flérida ya ha tomado el bebedizo amoroso. Por este motivo se supone una mayor familiaridad
y confianza entre estos personajes, incluso en esta situación en la que socialmente todavía son
desiguales, aunque la princesa sospecha sobre la asimetría social aparente. El último de los
casos, con los personajes ya como pertenecientes a un mismo grupo social, se da en una
situación de cierto compromiso entre los enamorados, pues en esta escena decidirán partir
juntos.
Este tratamiento aparece asociado al tuteo, en los soliloquios, lo que es otro indicio de la
libertad expresiva que permite la ausencia de la amada; sin embargo, cuando ella está
presente, se emplea unido al voseo, como corresponde al trato deferencial que merece una
noble –una princesa, en realidad- como es Flérida.
En varias ocasiones este tratamiento se asocia con declaraciones amorosas (3), en dos
momentos acompaña a exclamaciones, y dos de las designaciones se asocian con peticiones.
Como tratamiento amoroso indirecto que es, el simple posicionamiento de la interlocutora
como su diosa constituye una forma indirecta de expresar su amor por ella. Con la petición que
Julián/Duardos formula en el pomar intenta que Flérida no le pregunte más por su origen;
aquella de la corte la está instando a que ceda ante el amor por él.
Tanto en los casos en los que se declara el amor, como en los que se asocia a peticiones, estas
designaciones constituyen una forma de acercarse a la destinataria y quizá de crear una
especie de captatio benevolentiae que ayuda a disponer positivamente a la dama, o bien para
recibir las palabras de amor o hacia una respuesta favorable a la petición, que parece tener
que ver con la absoluta sumisión que supone declarar al objeto del amor como “su dios”, es
decir, su dueño.
Sólo se da como apelativo en una de las obras de nuestro corpus, la Tragicomedia de Don
Duardos, pero se trata de una imagen que no es infrecuente en el discurso amoroso. La
superioridad de la dama frente al hombre que la pretende entronca con la tradición del amor
cortés de la sumisión y vasallaje, de la dama como señora frente al siervo, servidor, vasallo. En
este caso la superioridad es religiosa-espiritual; esta forma de elevación de la dama, en este
caso a una superioridad celestial, se da también con otras figuras como el ángel, que se han
registrado en este corpus tanto como designación amorosa indirecta de este mismo tipo,
como a través de categorizaciones de la amada con respecto a su enamorado, es decir, como
posición relativa.
En el caso del personaje de la Tragicomedia de Don Duardos se registran varios casos de una y
otra estrategia de deificación de la amada.831 También se da la divinización de la amada en la
830 Dos ocurrencias que se dan bajo la apariencia de hortelano pertenecen al último de los encuentros
en el pomar y el último de los casos, con los personajes en situación de simetría social, con una situación
de cierto compromiso entre los enamorados, pues en esta escena decidirán partir juntos.
831 Enumerados en 2.1.1.1.1.1.
428
Égloga de Plácida y Vitoriano como posición relativa, en la que Vitoriano presenta a la
cortesana Flugencia como su dios de amor: “VITORIANO: Mas dádmela vos a mí, / que vos sois
mi dios de amor”. (vv. 633-4, pág. 309)
La divinización de la amada es un tópico de la literatura amorosa medieval.832 Aparici (1968)
establece en su estudio sobre las corrientes amorosas del s. XVI en la lírica castellana que “la
mujer siempre será ser un superior”, lo cual es el resultado de varias corrientes idealizadoras.
En este sentido, tendremos, por ejemplo, el posicionamiento de la dama en un plano superior
con respecto al hombre en el amor cortés, con la imagen típica de la señora y su vasallo, pero
también ésta de la diosa y su fiel seguidor. Recordemos en este sentido la concepción
metafórica positiva que tiene tradicionalmente lo alto; “lo bueno es arriba”, como señalan
Lakoff y Johnson (2012).833
5.1.3.1.4 ROSA
ROSA sólo aparece en dos tratamientos en este corpus: rosa pura y rosa del mundo, y siempre
lo reciben mujeres. Se trata de una forma afectiva, pues se identifica a la amada
metafóricamente con esta flor.
Ninguno de los dos tratamientos incluye posesivo pero los dos se complementan, uno con el
adjetivo positivo pura y el otro con el complemento del mundo.
Aparece en boca de uno de los personajes de mayor nivel social, Duardos, pero también en
boca del caballero salvaje Camilote, en ambos casos en situación amorosa de cortejo. En el
primero de los casos se asocia con el tuteo, pues aparece en uno de los soliloquios del
protagonista en los que olvida el trato pronominal deferente y aplica el tratamiento familiar e
íntimo. En boca de Camilote estará relacionado con el voseo, pues es el trato que utiliza con
Maimonda, igual que el de la tercera pareja de esta obra, y que los protagonistas cuando
interactúan con relación simétrica.
Se relaciona con los actos de habla de disculpa y la llamada de atención. En el primero de los
casos Duardos se disculpa arrepentido por haber provocado el amor en Flérida, lo que le está
causando pesar. Por otro lado Camilote llama rosa pura a Maimonda junto a Maimonda,
832 Según los editores de la Celestina en la edición de la Real Academia Española (en Rojas 2012:27).
Como explican más adelante (en Rojas 2012:34) la hipérbole sagrada era frecuente y apuntan que “no
debe entenderse, pues, como un rasgo profano, aunque la Inquisición, temiendo que se leyera de ese
modo, tachara esta réplica [se refiere al conocido parlamento “¿Yo? Melibeo só y a Melibea adoro y en
Melibea creo y a Melibea amo”] en su censura de 1640”). Los editores explican que Lacarra, en su
edición de La Celestina en The Hispanic Seminary of Medieval Studies (Rojas 1995:145, ápud Rojas
2012:1038), “subraya cómo el proclamar el nombre de su amada constituiría una nueva transgresión del
código del amor cortés”.
833 León Hebreo (1986:407) habla de la superioridad del ser amado y de la relación de lo amoroso con el
mundo angélico (1986:452). Sobre la hipérbole sagrada en el amor cortés ver Rodado Ruiz
(2000:115:120). Según la autora, esta “religio amoris” no debe ser tomada como blasfemia (2000:116).
Rodado Ruiz hace referencia a los trabajos de Lida de Malkiel (1977a y b) “La hipérbole sagrada en la
poesía castellana del s. XV” y “La dama como obra maestra de Dios”.
429
estrela mía y Maimonda, frol del mundo, tratamientos con los que abre la escena que
protagoniza en las que ensartará alabanzas y declaraciones amorosas con un carácter
hiperbólico que contrasta con la realidad: su amada es una mujer muy fea y de edad avanzada.
Se trata de una forma que en este corpus sólo aparece como tratamiento nominal en una de
las obras, la Tragicomedia de Don Duardos. Sin embargo, la rosa es un motivo frecuentemente
identificado con el ámbito amoroso, como símbolo de la belleza y de la perfección, entre otras
cosas.
Covarrubias (1611) alude ya a la relación de la rosa con el ámbito amoroso, pues explica que se
esta flor dedicó a Venus “por su hermosura, y por su suave olor”. Como sinónimo de la belleza
también se recoge en el Diccionario de Autoridades 1737: “Llaman también al rostro fresco,
hermoso y de buen colorido, especialmente de las mugeres”.
Sabemos por Manero Sorolla que esta flor en la lírica petrarquista es de máxima recurrencia,
no sólo como metáfora de una parte específica de la amada como las mejillas, los labios, las
manos o la frente, pero también como “la designación de la mujer amada en su totalidad”,
imagen que también aparece en la poesía española desde época medieval (1990: 385-89).
Alonso Miguel (2013) estudia la presencia de esta imagen en la poesía amorosa del s XV y
establece que este motivo, símbolo de la belleza y de la perfección, se da a lo largo de todo el
siglo XV, y añade que probablemente esté más presente en “los primerísimos y los últimos
poetas de cancionero”. Según este autor, las rosas, junto a los lirios, “son las que aparecen,
quizá, con más frecuencia” en el petrarquismo (2002:33).
La forma se asocia a contextos cultos, y, al menos como imagen de belleza no aparece
especializada en la lírica popular del XV (Alonso Miguel 2013:46), literatura que en principio
relacionaríamos con los niveles bajos. Sin embargo, el hecho de que Don Duardos se trate de
una obra culta cuyo público es también de las clases superiores, quizá hace que ponga en boca
de uno de sus personajes de bajo nivel social esta imagen.
Hay que tener en cuenta también que Camilote se basa en su concepción amorosa en un
código que no corresponde con su posición social, por lo que las imágenes que utiliza a veces
se pueden asociar más a esta copia de los códigos del amor cortés que a lo propio de su
estamento social. Además, según la bibliografía los caballeros salvajes son grandes retóricos.834
Aunque aquí se trate de una parodia de la grandilocuencia de estas figuras, quizá esta imagen
que parece más asociada a los niveles cultos, y por tanto, podemos entender a capas sociales
más elevadas, tenga su sentido en boca de Camilote haciendo referencia a los códigos
amorosos que utiliza.
En cualquier caso, esta forma se asocia a los tratamientos indirectamente amorosos en tanto
que constituye una alabanza a la destinataria del mismo con la identificación de esta flor
834 López Ríos (1997:261).
430
símbolo de belleza y perfección. Por ello, los personajes que lo emplean al hacerlo están dando
una muestra más de su amor por sus damas.835
5.1.3.1.5 CORDERO
El lema CORDERO es de única ocurrencia. Se da bajo la forma mi corderito en boca de la
hortelana de la Tragicomedia de Don Duardos a su marido, por tanto, en el ámbito del
matrimonio consolidado y en el nivel social no dependiente en boca de una mujer.
Se trata del único tratamiento que incluye un diminutivo en el corpus estudiado, y además de
tratarse de una designación de por sí cariñosa debida a su uso afectivo a través de la
identificación metafórica, el tratamiento incluye el posesivo, por lo que se trata de una forma
con un alto grado de afectividad. Esta pareja de hortelanos, Costança y Juliâo, que la
bibliografía ha tomado como ejemplo del amor real y cotidiano en oposición al ideal de las
otras parejas de la obra, muestran un alto grado de afectuosidad en sus palabras,
constituyendo una de las parejas con usos más afectivos del corpus.836
Este tratamiento se asocia con la forma pronominal vos, pues este matrimonio es la forma que
utiliza para sus interacciones,837 y se da asociado a una pregunta.
El uso en esta pareja probablemente se deba a la voluntad de resaltar el ambiente rural.
Manero Sorolla (1990:276) indica que en el petrarquismo el poeta se identifica con el cordero
en sus desdichas de enamorado.
835 La imagen positiva de la rosa está muy presente también en la Edad Media. Recordemos que la
virgen en la Edad Media es la “rosa sin espinas”. En el poema medieval Roman de la Rose la rosa es el
símbolo de la mujer. En la lírica medieval la rosa es símbolo de la virginidad o la sexualidad femenina; las
mujeres vayan a cortar rosas al jardín significa la pérdida de la virginidad. En el libro La rose dans
l'antiquité et au moyen âge. Histoire, légendes et symbolisme Joret (1892) estudia la presencia y
simbología de la rosa en diferentes ámbitos, y señala que en los últimos siglos de la Edad Media se
extiende su presencia en la poesía (pág. 390).
836 Estos personajes registran un porcentaje del 77% de afectividad en los tratamientos que
intercambian, sólo superados por Pandulfo y Palana, que registran un 95%, y Zambrán y Boruca, cuyos
tratamientos son siempre marcados afectivamente. Por debajo de los hortelanos Vitoriano y Plácida
registran un 70%, Pandulfo y Quincia un 58% y Turpedio y Doresta, Martín y Bárbara y Areúsa y Centurio
llegan a un 50%. Todas las demás parejas están por debajo de estos porcentajes entre el 47% y el 0%.
837 En la obra todas las relaciones amorosas simétricas, es decir la de Camilote y Maimonda, Juliâo y
Costança y la de Duardos y Flérida en el contexto de la corte, los personajes se vosean. Sólo
encontramos tuteo en la relación asimétrica de Flérida a su supuesto inferior Julián, que no es otro que
Duardos disfrazado, y en los soliloquios en los que Duardos se dirige a ella sin que esté presente, donde
parece no tener que responder al protocolo social, y expresa a través del tuteo una intimidad con su
amada que recuerda a las invocaciones a dios en el rezo. Eberenz (2000:98-99) afirma que en las
interacciones con Dios en el corpus del s. XV que estudia siempre se utiliza el tuteo. Ver también
Keniston (1937:43). Para este empleo del pronombre de intimidad en el rezo se proponía el término
“tuteo celestial” en Hamad Zahonero (2012:2226-7). De todos estos aspectos se ha hablado en 2.1.1.2.1.
431
5.1.3.2 Tratamientos de implicación afectiva negativa
5.1.3.2.1 TRAIDOR
El insulto TRAIDOR es el más recurrente en el corpus. Se emplea en seis ocasiones y en todos los
casos esta designación de valorización negativa se destina a hombres. Se da en el corpus en
combinación con otros insultos, VELLACO+DESVERGONZADO+TRAIDOR (vellaco, desvergonçado,
traydor), y con mayor frecuencia como lema único de la designación, TRAIDOR (5), como en
traydor (3), traidor y don traidor. Como se observa, estas formas no aparecen modificadas con
complemento del nombre, de igual manera que otros insultos el corpus, salvo que éste
refuerce el insulto,838 y, por supuesto, nunca por el posesivo, pues es marca de implicación
afectuosa y los insultos implican desapego. En una de las ocurrencias la forma aparece con el
refuerzo don. El empleo irónico de este título deferencial en combinación con insultos es
frecuente, como se señala en la bibliografía.839
La forma TRAIDOR se da con especial frecuencia en el ámbito social superior, asociado cinco
veces a personajes del grupo alto y en un caso en el contexto bajo no dependiente. Estos
insultos se emplean mayoritariamente tras la relación sexual (4), y también en el cortejo (1) y
en una pareja casada (1). Los personajes que los utilizan son Plácida, Finoya y Bárbara. El
personaje de Finoya se caracteriza por el empleo de insultos hacia Darino: casi todos los dirige
a partir del momento en el que Darino la fuerza sexualmente.840 Se trata siempre de
momentos en los que la urgencia de la situación lleva a amenazar e insultar a su pretendiente.
Bárbara, por su parte, introduce el insulto en un reproche falso a su marido.
En lo que respecta a Plácida, traidor no es la única forma axiológica negativa que dirige a
Vitoriano, pero las otras parecen remitir a una valoración subjetiva negativa propia del
despecho amoroso, como desamorado y cruel. Estas formas habitualmente las emplean los
hombres,841 ya que suele ser el galán el que muestra actitud despechada y desesperanzada.842
Los actos de habla a los que se acompaña van todos en la misma línea: reproches (3), orden843,
acusación y amenaza.
El tratamiento al que acompaña normalmente la forma TRAIDOR es el tuteo, salvo en el caso de
Bárbara, que vosea a su marido. A pesar de tratarse de situaciones de enfado enfado, que
838 En mala muger es precisamente el complemento del nombre el que dota a la construcción del
sentido axiológico negativo. En este corpus aparece también complementado el insulto doña puerca
escopetera. Otra forma de refuerzo del insulto que se da en este corpus es el empleo del sufijo
aumentativo en el desgraciadazo, descalificativo que además se emplea en tercera persona, lo que
constituye otro reforzador de la distancia afectiva que ya de por sí impone el insulto.
839 Lapesa (2000c:393) señala este uso, así como Herrero Ruiz de Loizaga (1999:235 y 2007:157). Ver
nota en 2.1.1.1.2.1.
840 Quizá esta profusión de insultos es una prueba más de la reprobación moral de Ximénez de Urrea a
este tipo de acto, si seguimos la idea de Rohland de Langbehn de que la Penitencia surge con intención
moral (2012).
841 Por ejemplo el propio Vitoriano dirige a Plácida designaciones negativas no insultivas de este tipo
como matadora deste siervo que te adora y(a) sin merced se cativa.
842 En este sentido, Plácida es un personaje femenino fuera de lo habitual, como señalaba Heugas (1987)
y se ha visto a lo largo de este trabajo.
843 Esta orden corresponde a la una petición desesperada como intento de zafarse del acoso sexual. Ver
4.2.3.
432
pueden afectar al cambio pronominal de tú a vos,844 éste no se da en estos ejemplos
concretos.
La presencia de este tratamiento en varias obras (Égloga, Penitencia y Pasos), es muestra de
que se trata de una forma común de designación insultante, como lo es también su presencia
en trabajos descriptivos del insulto en la época.845
Este insulto pertenece en la clasificación de Herrero Ruiz de Loizaga al dominio significativo de
carácter y moralidad (2007:363), en el campo concreto de traición (2013:167).
En este corpus se dan varios tipos de designaciones axiológicas negativas relacionadas con el
amor en dos líneas: algunas con sentido de reproche por despecho (CRUEL, MATADORA)846 y los
insultantes (VELLACO, DESGRACIADO, MALVADO…) esencialmente empleados en situación de
urgencia por necesidad de preservar la honra. Los primeros, por tanto, son característicos del
galán (aunque, como se ha visto, el personaje femenino de Plácida también hace uso de ellos),
y los de rechazo por parte de las mujeres.
Raramente en este corpus dirigen insultos los hombres a las mujeres: solamente en las ya
comentadas situaciones protagonizadas por Turpedio y Pandulfo,847 que por diferentes
motivos sí insultan a Doresta y Palana, que reciben doña puerca escopetera y mala muger
respectivamente. En el primer caso el insulto sólo llega cuando el proceso de cortejo se ha
dado por fracasado, por lo que ya no correspondería con el contexto amoroso. En el segundo
se debe a la relación especial y simétrica que tienen el rufián y la prostituta.
844 En el caso de Plácida el tuteo refleja la intimidad y confianza que tiene con Vitoriano, pues en la otra
relación del protagonista, éste emplea el voseo. En la Penitencia el tuteo parece deberse a la tradición
discursiva a la que pertenece la obra, la celestinesca, con la que se he asociado el uso del tuteo por el
humanismo latinizante. En la Penitencia se rompe esta tradición de género en situaciones comunicativas
específicas (por ejemplo Nertano, el padre de Finoya, pasa al voseo por enfado, igual que Finoya a
Renedo, criado de Darino). Esto mismo ocurre en la Segunda Celestina, como aquí se ha visto con
Quincia (epígrafe 3.2.1.1), y como señala Herrero Ruiz de Loizaga (1999:222 y ss.).
845 Herrero Ruiz de Loizaga registra traidor registra en su corpus de obras dialogadas (2013:167).
846 Recordemos que la crueldad de la amada es un motivo recurrente en la literatura amorosa. Para el
amor cortés, Rodado Ruiz detalla la queja sobre la amada (2000:121-28), tratando la crueldad en
2000:121, de la que apunta que es “el tópico más repetido en la poesía de los cancioneros medievales”.
847 En 2.1.1.1.2.2, 2.1.1.1.2.3 y 2.2.1.
433
434
6. CONCLUSIONES
En la tradición española la honra y los elementos de diferenciación social se muestran como
algo de vital importancia en la vida cotidiana: así, formas pronominales y nominales siguen un
código en el siglo XVI que, de transgredirse, provoca reacciones más o menos conflictivas. El
hecho de que se terminasen regulando los usos apropiados en pragmáticas reales es una
prueba irrefutable de ello. Este trabajo ha surgido con el interés de estudiar el tratamiento
nominal en este periodo.
Para comprender en profundidad el tratamiento nominal, se vio la necesidad de analizar y
conocer este elemento desde una perspectiva cualitativa minuciosa, comprender sus
funciones, registrar las características asociadas a su uso desde diferentes aspectos
(sociolingüísticos, pragmáticos, discursivos y relacionales), y determinar cuáles son las formas
esperables y adecuadas para cada uno de estos contextos.
El trabajo se restringió a un periodo concreto y a un corpus reducido que permitiera la
minuciosidad que este proyecto demandaba. Poco a poco se fue configurando lo que sería la
investigación doctoral: el estudio de los tratamientos nominales, y, en paralelo y de forma
secundaria, de otras estrategias relacionales y de la cortesía, en el ámbito amoroso en obras
ficcionales del siglo XVI. Se delimitaron también las variables y parámetros a estudiar, además
de las herramientas necesarias para llevar a cabo esta investigación que requería una
perspectiva interdisciplinar que permitiese acercarse al objeto de estudio de una forma global.
La hipótesis de partida era que el uso de tratamientos nominales presentaría divergencias
atendiendo a cuestiones sociolingüísticas, pragmáticas y de usos comunicativos. Se preveía
para estas formas una diferenciación formal y léxica según la procedencia social y el sexo de
los interlocutores, su tipo de relación atendiendo a aspectos de familiaridad y solidaridad, y la
situación amorosa que les uniera. En este sentido se esperaba también encontrar diferencias
entre los amores convencionales y los mercenarios, especialmente relacionados con los roles
del hombre y la mujer en cada uno de ellos; en el amor convencional el hombre sería el
encargado del proceso de cortejo, frente a la prostitución en la que este papel lo asumiría la
mujer. También se esperaba encontrar una función estratégica relacionada con los usos del
tratamiento, que para este ámbito amoroso se esperaba que tuviera especial incidencia en los
procesos de cortejo. Además, interesaba indagar en la influencia de la organización discursiva
y la posible función del tratamiento nominal en este sentido, fundamentalmente como
seleccionador del interlocutor. En el desarrollo de la investigación se planteó una nueva
hipótesis con respecto al género discursivo: el hecho de que se tratara de textos ficcionales en
los que el destinatario final de las interacciones no eran los personajes sino el receptor de las
obras, planteaba la posibilidad de que estas formas pudieran cumplir (más o menos
intencionadamente) funciones con respecto a este interlocutor indirecto. Por ejemplo, se vio la
posibilidad de que funcionara como una forma más de caracterización de los personajes, pero
también como ayuda para identificar en todo momento a los interlocutores, como propone
Bustos Tovar (1998), (lo que se hacía de especial importancia en el supuesto de que algunas de
las obras fueran concebidas para la lectura en voz alta para un público), y en algunos casos
como marcadores del cambio de escena.
435
La voluntad de verosimilitud y búsqueda del decoro estamental en los textos dialogados
aseguraban un uso de los tratamientos que reflejase la realidad de la época, siempre siendo
conscientes de que existen condicionantes como la tradición discursiva en que se encuadren
las obras literarias, como se sugiere en la bibliografía, entre otros en Lapesa (2000c), Herrero
Ruiz de Loizaga (1999), Ly (2001), Pedroviejo Esteruelas (2012) y Sáez Rivera (2012) en relación
con los tratamientos, y que el diálogo teatral no se puede tomar como la realidad
conversacional pero sí emplearse para estudiar ciertos rasgos conversacionales (Kerbrat-
Orecchioni 1984, 1996 y Bustos Tovar 1996, 1998, 2001) siempre que se tengan esos
condicionantes en cuenta.
Después de las primeras calas y de un pequeño estudio preliminar se vio que la afectividad y
emotividad parecían estar menos presentes en los personajes de origen social más elevado, en
los que predominaban formas más preocupadas en la deferencialidad hacia el interlocutor.
Esto parecía estar relacionado con la “ceremoniosidad” de la que hablaba Lapesa (2000c) y del
“control de los afectos” de Elias (2012), y la represión de las emociones que propone Muir
(2001). Si bien estas ideas se plantearon para épocas diferentes y con diferentes objetos de
estudio del presente (el de Lapesa más cercano ya que se refería al tratamiento pronominal),
parecían responder a una tendencia en el mismo sentido en este corpus. Por ello se decidió
observar junto a la frecuencia de los tratamientos en las interacciones amorosas y el tipo de
categoría elegido, pero también en cada uno de los contextos estudiados, también la
afectividad de los mismos.
Aunque conscientes de que la categoría de afectividad podría subsumir otros aspectos como la
familiaridad o la pertenencia al mismo grupo, (como recuerdan las reflexiones de Spencer-
Oatey o Holtgraves sobre la naturaleza difusa y excesivamente abarcadora del parámetro de la
Solidaridad o Distancia interpersonal), tanto el ámbito al que pertenecen las interacciones
analizadas como la hipótesis de partida aconsejaban focalizar el estudio sobre este rasgo en los
tratamientos nominales.
El análisis de los datos ha permitido confirmar algunas de las hipótesis de partida y ha puesto
en duda y ha obligado a matizar algunas de las otras, poniendo de relevancia que, al menos
para este corpus, los parámetros sociolingüísticos son los más significativos en cuanto al
empleo de los tratamientos nominales. También la situación discursiva influye de manera
notable en determinados contextos en relación a la función de organización conversacional
que tienen. Los aspectos pragmáticos, sin embargo, parecen ser menos relevantes.
En primer lugar, se ha probado que se dan las diferencias sociolingüísticas en relación al
empleo de los tratamientos nominales, tanto en cuanto a la frecuencia como en el tipo de
designaciones elegidas y su afectividad, así como en la forma de construir esta última. Los
personajes de procedencia social alta tienden a ser más deferenciales en sus usos y recurren
menos a formas de implicación emocional, mientras que en los grupos inferiores el aumento
de la creatividad afectiva es mayor, especialmente en el grupo de los criados. En los ambientes
altos la pobreza léxica es mayor, excepto en cuanto a los tratamientos deferenciales y los
insultos, que son característicos de las mujeres. En estos grupos, sin embargo, sí hay
afectividad sintáctica, especialmente a través de la modificación con el posesivo.
436
La variable sexo es la que muestra diferencias más marcadas: los hombres utilizan más
tratamientos que las mujeres, y los de ellos son más afectivos que los de ellas. Esta diferencia
parece deberse al papel que tienen uno y otro en la relación amorosa: los hombres son los que
tradicionalmente asumen el papel del galán, tienen deseos amorosos que declaran a sus
amadas e intentan cortejarlas, mientras que la característica de las damas, es el rechazo a
estos amoríos, lo que explica por otra parte los insultos en situaciones de urgencia con
respecto a la defensa de la honra. La diferencia de frecuencia y de implicación afectiva en los
tratamientos parece probar que estos tienen una función estratégica a favor del hombre, pues
son ellos los que necesitan de la persuasividad para cumplir sus deseos de acercamiento a la
dama.
Los dos elementos que se han revisado de forma cuantitativa para todos los contextos, la
frecuencia de uso y la afectividad de los tratamientos, muestran divergencias asociadas a los
diferentes contextos. Quizá las divergencias en la frecuencia son menos llamativas con
respecto a determinadas situaciones amorosas o tipos de secuencias, sin embargo se
manifiestan en relación a aspectos discursivos. Por ejemplo, aumentan su presencia en
secuencias que necesitan especialmente de este elemento con función organizativa en las
interacciones, como sucede en los inicios de la interacción. La frecuencia de empleo de las
designaciones no presenta mucha diferencia con respecto a la variable social, pero sí la tiene
en relación al sexo, como se ha visto.
Los hombres, según se ha comentado, se sirven de formas con mayor implicación emocional
que las mujeres. Al revisar la forma de construir la afectividad, también se encuentran
diferencias entre ellos: los tratamientos de implicación emocional de las mujeres se
construyen esencialmente a través del léxico y con menor frecuencia empleando otras
estrategias sintácticas como la modificación por posesivo o por complementos del nombre. Los
hombres, sin embargo, registran un mayor uso de otros rasgos de valorización subjetiva como
los modificadores que de formas léxicas, aunque en comparación con las mujeres son
notablemente más productivos y creativos a la hora de construir tratamientos. En el caso de
las mujeres, además, las bases léxicas amorosas no son tan frecuentes como en el caso de los
hombres: la marcación afectiva femenina está representada también de una parte por un buen
número de formas axiológicas negativas y de formas que expresan solidaridad, estas últimas
privativas de los ambientes bajos.
También se marcan diferencias con respecto a la variable social y de sexo: en las mujeres de
condición social superior se registra una frecuencia de empleo de insultos superior a la de
ninguna otra mujer, seguidas de las prostitutas. En el caso de las primeras se explica por la
necesidad de la defensa de la honra, más acuciante quizá que en otros segmentos sociales.
Se podrían atribuir las divergencias hombre-mujer también a una cuestión de poder. En este
sentido la pareja Pandulfo-Palana, con una relación más simétrica que otras del grupo,
también tiene unos usos similares entre ellos, de igual manera que Vitoriano y Plácida, entre
los que los papeles de hombre galán y dama desdeñosa no son tales. Por este motivo no
funcionaría para ellos esta hipótesis de cortejo-persuasividad. Los resultados del análisis
muestran, en efecto, que sus usos de los tratamientos nominales presentan un margen de
437
divergencia menor que el de otras parejas. En ambos casos, no obstante, los hombres
presentan niveles superiores de afectividad que sus parejas.
La hipótesis concreta de que los grupos superiores restringen las muestras afectivas y emotivas
en comparación con los de condición social inferior también se valida con el análisis. Que la
emotividad se restringe en los estamentos superiores lo prueba también el hecho de que estos
personajes en sus interacciones in absentia, es decir, cuando se dirigen a un interlocutor no
presente, rompen con la contención que el decoro parece marcar. Este tipo de interacciones
parece relacionarse con la poesía, en la que tampoco hay interacción cara a cara, como
expresión íntima y carente de protocolos.
La deferencialidad, forma no marcada afectivamente pero sí marcada en lo social, se da en
tratamientos de todas las capas sociales, a excepción, por supuesto, de la relación asimétrica
en sentido descendente, y entre los personajes que tienen una relación simétrica. En el resto
de los casos se entiende que se trata de una estrategia de respeto, aunque parece atisbarse
también una cuestión de poder de los hombres hacia las mujeres: se confirma que en
ocasiones la mujer se coloca automáticamente en esa posición, y en otros casos el hombre
parece ejercer una dominación sobre la mujer, que en algunas situaciones incluso intenta
controlar la voluntad de la mujer. Estas diferencias jerárquicas se observan con claridad en
matrimonios, pero se atisban también en situaciones de cortejo. En sentido contrario también
se observa la asimetría típica del código amoroso cortés, en el que el hombre se posiciona por
debajo, y se expresa con deferencialidad hacia su amada. Sin embargo, esto parece una
cuestión de convención más que de reflejo de una asimetría real.
Además de las diferencias observadas de tipo social, también otras peculiaridades relacionadas
con la confianza, la situación amorosa y la presencia o ausencia del interlocutor se han
mostrado relevantes a la hora de emplear los tratamientos. Se ha comprobado el papel de la
familiaridad: por ejemplo, en parejas en las que se presupone más confianza se encuentran
formas de mayor afectividad y afectuosidad que en las que se acaban de conocer y carecen de
ella. Sin embargo los matrimonios consolidados, para los que se podría asumir la familiaridad
más acusada de todos los tipos de relación del corpus, muestran que el trato afectuoso no
siempre es el imperante, aunque hay algún ejemplo de matrimonio cuyo trato es
fundamentalmente efusivo. A este respecto; hay que recordar que había posturas enfrentadas
con respecto a la efusividad en el matrimonio en la sociedad, según apuntan Moreno
Mengíbar y Vázquez García (1997:40). En las relaciones matrimoniales parece cruzarse el
parámetro de la jerarquía a favor del hombre: se observa una tendencia a la sumisión de la
mujer y a la deferencialidad mutua.
En este corpus no se registra la inversión que propone Rígano (2000:159) del poder en el paso
del cortejo al matrimonio. Ella interpreta para las novelas de caballerías que las mujeres
tendrían el poder sobre los hombres y presentarían formas más afectivas y solidarias frente a
los hombres durante el noviazgo hasta que se casan, momento en que se invierten los papeles.
En este corpus la mujer no muestra mayor afectividad en el cortejo, y en ningún caso parece
tener las riendas de la relación salvo en casos muy concretos, como el de Poncia con Sigeril de
la Segunda Celestina.
438
Para las situaciones de cortejo se preveía un alto uso de tratamientos afectivos como
estrategia persuasiva. Aunque las marcadas diferencias entre los usos de hombres y mujeres
parecen confirmar esto, no se ha visto un incremento tan manifiesto como se esperaba con
respecto a otras situaciones amorosas. De hecho, la que mayor empleo y nivel de afectividad
registra en la evolución amorosa es el de los matrimonios clandestinos. No hay que olvidar que
las interacciones de este tipo que aquí se registran corresponden a los primeros momentos de
la relación matrimonial, y que en muchos de los casos coincide con la consumación del
matrimonio, lo que puede influir en ello.
En cuanto a las diferencias pragmáticas supuestas, el análisis muestra que los tratamientos
cumplen una función estratégica. Se ha hablado del tratamiento en el sentido estratégico, ya
sea a través de la expresión referencial como muestra de respeto, o de implicación afectiva a
través de formas afectuosas, con una función parecida a la captatio benevolentiae con la
intención de predisponer al interlocutor a recibir las palabras que se le dirigen. Sin embargo
las divergencias entre los usos en los diferentes tipos de secuencias no son tan acusadas como
se esperaba.
Por otro lado, desde una perspectiva discursiva el tratamiento tiene una función significativa
en las interacciones estudiadas. Su capacidad para seleccionar y llamar la atención al
destinatario, implicada en su misma naturaleza, hace que cumpla una importante función
organizativa en ciertos momentos de la interacción en los que ésta se hace más necesaria. Es
lo que sucede en los inicios de la interacción, en los que se dispara la frecuencia de uso de los
apelativos. También se ha registrado un aumento en situaciones en las que hay más de dos
personajes en escena y que participen en la interacción, por lo que se hace más necesario
emplear designaciones que marquen los cambios de interlocutor. En estos momentos el uso
de ciertos tipos de designación, como el NP o tratamientos relacionales que marquen el rol del
participante con respecto al destinatario, por ejemplo MARIDO o MUJER (con significado de
`cónyuge´), son especialmente útiles por su carácter de referencia unívoca.
El supuesto de las diferencias entre amor convencional y mercenario que se conjeturaban ha
demostrado que en las relaciones de las prostitutas con los clientes ellas no son las encargadas
del cortejo, al menos no de forma explícita. Si bien son parte interesada de que la relación
prospere y se lleve a cabo por interés económico, sólo a veces emplean estrategias de cortejo
o se proponen a los hombres (siempre eufemísticamente, con mayor o menor sutilidad). Como
mucho se aprecia que ellas son las que “mueven los hilos” en sus relaciones, por ejemplo en
relación a declaraciones amorosas que “sonsacan” a sus clientes o en la toma de la iniciativa
en los comienzos de la interacción con ellos, a diferencia de otras parejas en las que es el
hombre el que suele iniciarla. Sin embargo lo habitual es que ellos sean los que expliciten las
estrategias de cortejo que utilizan otros hombres para enamorar y alcanzar a sus amadas. Los
clientes parecen emular los procesos de cortejo convencionales, y con mucha frecuencia el
componente económico de sus relaciones se disimula o se trata de forma eufemística o
eludiendo responsabilidades, por ejemplo cuando Elicia aduce que se trata de algo que exige
Celestina.
Algunas de las prostitutas también emplean estrategias de persuasividad basadas en la
implicación emocional de los tratamientos, o bien a través de la afectividad (como los
439
hombres), o de formas solidarias. Sin embargo en estos casos ellas tienen otros fines no
amorosos o sexuales; si acaso se alude al supuesto amor entre ellos como herramienta
persuasoria y/o se ofrece el sexo como recompensa por los favores solicitados.
El origen social de los clientes también es relevante: en las relaciones de la cortesana con el
patricio urbano los usos son mesurados y deferenciales, salvo en algunos momentos de gran
afectividad por parte del hombre que puede responder precisamente a una exageración del
fingimiento amoroso.
El parámetro de la familiaridad es clave también en este contexto lupanario en el grupo de
inferior condición social: las relaciones en las que no hay confianza se caracterizan por la
deferencialidad en los tratamientos y casi no emplean formas de implicación emocional, con
designaciones llamativamente similares a las de los personajes de origen social alto (también
de ambientes no prostibularios), mientras que los que tienen una relación ya establecida dan
muestras de mayor afectividad y confianza en el trato. Se encuentran también en este grupo
diferencias relativas al personaje: frente a alguna que se muestra recatada y desdeñosa, otras
son más pragmáticas y astutas, lo que también se refleja en sus usos apelativos. De todas
formas hay que tener en cuenta que las prostitutas que aparecen en los textos están
idealizadas por el sesgo del decoro y por la literaturización de los personajes, lo que quizá haga
que la diferencia no sea tan grande.
Por otro lado la relación de las prostitutas con su rufián es diferente: especialmente en uno de
las dos parejas de este tipo que registra el corpus parece tratarse de una relación simétrica y
en la que los papeles de hombre y mujer se difuminan. La prostituta trata al rufián con
designaciones y secuencias que emplean predominantemente o sólo los hombres, pero
también en su comportamiento: se encara a él e interviene en la proposición indecorosa de
forma muy explícita, algo impensable en otras mujeres.
Por otro lado se han realizado algunas observaciones en cuanto a los tratamientos
relacionados con el aspecto literario del texto y del proceso comunicativo de los géneros
ficcionales. Los tratamientos son una forma más de categorización de los personajes, tanto del
emisor como del destinatario. Esto es así por la información contenida en la designación sobre
el destinatario de los mismos, pero también porque el tipo de apelativo que emplee un
personaje puede hablar de él y dar pistas por ejemplo sobre su origen social, además de la
relación entre los interlocutores, etc.
También se ha considerado que según el formato de recepción intencionado de la obra el
tratamiento podría tener una función que ayudase al receptor a identificar cuáles son los
participantes en la interacción en todo momento. Si se hablase de teatro para ser leído en
público, esta función, sea intencionada o no, podría tener gran importancia como ayuda al
receptor para seguir la obra.
La aportación que se espera de esta investigación estriba en una mejor comprensión de los
usos del tratamiento de forma teórica, como elemento con función de organización de la
interacción, y como elemento pragmático al servicio de estrategias de persuasión, mitigadoras
o reforzadoras del acto ilocutivo a través de, por ejemplo, la deferencialidad o del
acercamiento afectivo o solidario.
440
También se espera que un mayor conocimiento sobre los usos adecuados y esperables a
determinados contextos sociolingüísticos y pragmático-discursivos ayude a comprender mejor
los textos de la época. La distribución sociolingüística asociada al uso de los tratamientos es
muy clara, como se ha visto, especialmente con respecto a algunas variables. Esto permitirá
encuadrar a un personaje en un determinado ámbito social a través de los usos que haga de
los apelativos, pero sobre todo facilitará el reconocimiento de usos no habituales o
inadecuados para un tipo de emisor o de receptor concreto cuya intención sea la de provocar
alguna clase de reacción. Estas reacciones las provocan los mensajes implícitos en las
inadecuaciones de lo esperable, es decir, se dan “interpretaciones sociales”. Estos mensajes
implícitos los puede captar cualquiera de los participantes de la interacción, o bien los
destinatarios directos de las designaciones o los indirectos, incluyendo entre estos últimos a
aquellos que están en el plano supraescenográfico en la doble dimensión que caracteriza a los
textos literarios, es decir, al receptor de la obra. De esta manera, el conocimiento profundo de
los usos esperables puede llevarnos a captar empleos con finalidad lúdica o paródica, como
poner en boca de un personaje de baja escala social tratamientos propios de estratos
superiores (por ejemplo dama empleado de forma irónica), o el empleo de tratamientos que
busquen algún fin persuasivo o camaradería, como puede ser la utilización de tratamientos
que se consideran de solidaridad y de pertenencia de grupo, como por ejemplo hermano en las
escalas sociales bajas.
Este estudio también muestra la importancia de la imagen en la época especialmente en los
niveles más altos. Como señala Iglesias Recuero (2010:387), independientemente del grado de
familiaridad de los interlocutores lo habitual en estos grupos es recurrir a construcciones con
las que se exprese respeto y deferencia. Entre ellos la preocupación por la imagen es
característica y estas formas de expresión son el comportamiento adecuado y esperable,
además de definitorio de los grupos superiores.
También ha servido para comprobar que la emotividad se restringe en los ambientes altos y
que esto se refleja en el empleo de los tratamientos nominales, en los que predomina la
deferencialidad. En los grupos bajos, aunque la deferencialidad está presente en muchos
casos, quizá en mayor medida en este corpus concreto por tratarse del ámbito amoroso, la
expresión de la emotividad y la solidaridad son habituales.
Se espera de este trabajo de investigación que constituya una aportación para el estudio
concreto de los tratamientos nominales. El estudio realiza una propuesta metodológica y
extrae conclusiones teóricas sobre sus funciones a nivel relacional, pragmático y discursivo, así
como una descripción de los usos presentes en un corpus concreto y para un ámbito relacional
determinado, el amoroso. Por ello también en un segundo plano permite reflexionar sobre
diferentes tipos de relación amorosa y su concepción en la época a través del estudio del
tratamiento nominal.
Asimismo, se trata del primer escalón de un proyecto personal más amplio en la investigación
de los tratamientos nominales de una forma global. Este proyecto doctoral constituiría el
eslabón metodológico y teórico, y el punto de partida para un análisis en el mismo sentido
pero con una ampliación del periodo analizado y al que se añadiría una revisión léxico-
441
semántica, todo ello con el fin de realizar una reflexión sociohistórica de los tratamientos
nominales en español.
El siguiente paso será continuar la investigación a mayor escala, tanto en la configuración de
las muestras con la ampliación del corpus como a nivel cronológico, ampliando el periodo a
investigar hacia épocas anteriores y a posteriores, y también a otros ámbitos relacionales; el
familiar, la amistad, el laboral entre otros. Será interesante también extender el estudio a
otras secuencias. De ellas las amenazas, reproches e insultos serán de los primeros actos de
habla en analizarse para estudiar el empleo del tratamiento en estas formas que comportan un
riesgo para las relaciones interpersonales.
En investigaciones posteriores que amplíen los tipos de interacciones estudiadas fuera del
ámbito amoroso, será necesario proceder a refinar el parámetro de la solidaridad para tratar
de distinguir los distintos aspectos de las relaciones interpersonales: afecto, familiaridad,
identidad de grupo, etc.. en la línea sugerida por otros investigadores en Pragmática.
A partir de este trabajo se abren también otras líneas de investigación asociadas. Habrá que
revisar el formato de recepción de las obras, y, de confirmarse que algunas obras dramáticas
fueran concebidas para la lectura en público, habría que determinar si realmente existen
diferencias relevantes entre éstas y las destinadas a la lectura privada o a la representación en
el uso de los tratamientos, especialmente en su frecuencia de empleo y quizá en los tipos de
apelativo (más funcionales y unívocos), que se puedan deber a esto. Se podrá comprobar
entonces con mayor seguridad si se puede pensar en estas funciones supraescenográficas para
los tratamientos nominales como ayuda al receptor de la obra a identificar a los personajes y
seguir la obra con facilidad.
Otra línea de investigación que será interesante llevar a cabo es la revisión de las formas
familiares de respeto empleadas de forma no literal que representan a figuras familiares de
mayor edad (madre, tía) o de solidaridad si se trata de la misma generación (hermano, primo).
Dado que estas formas son muy habituales en varios dialectos del árabe actual,848 se propone
una revisión de los mismos en la época con el fin de averiguar si en el español pudo darse un
calco pragmático del árabe, o, si se trata de un universal, determinar si la alta presencia en
castellano podría haber tenido una influencia del árabe.849 Para ello será necesario estudiar
apelativos en otras lenguas románicas con menor influencia del árabe, como el francés o el
italiano.
Por otro lado se abordará el encuadre de manera más fina de las formas que funcionan como
tratamientos nominales en su contexto histórico, político, social y cultural, y se realizará una
revisión de la evolución de uso los mismos antes y después del periodo estudiado, revisando
también las imágenes amorosas empleadas y analizando su procedencia desde las diferentes
corrientes de la concepción amorosa.
848 Se ha hablado también de una influencia del árabe en este sentido con el término hermano, (mon)
frère, empleado de manera metafórica en determinados contextos en el francés contemporáneo
(Kerbrat-Orecchioni 2010a:11).
849 Se trata de una propuesta de Silvia Iglesias Recuero.
442
CONCLUSIONS
Honour and other elements of social distinction were crucial aspects in the everyday life of the
Spanish society of the time. Terms of address, both nominal and pronominal, follow certain
norms that could lead to conflictive responses should they be violated. The fact that laws
regarding their adequate use were established is proof of their importance. This thesis stems
from interest in studying the nominal terms of address in this period.
In order to fully understand the nominal forms of address it was necessary to analyse and
know them from a thorough qualitative perspective, to understand their functions, to register
the characteristics associated with their use according to different aspects (sociolinguistic,
pragmatic, discursive and relational), and to determine which forms are expected and
adequate for each context.
This work was restricted to a limited timeframe and a reduced corpus in order to facilitate the
attention to detail that this project required. Little by little this project was shaped into what
was to be this doctoral research: the analysis of nominal forms of address and, in parallel and
as a secondary goal, other strategies of rapport and politeness in the romantic sphere in
fictional XVI Century texts. The variables and parameters to be studied were delimited as well
as the necessary tools to carry out this investigation, which required an interdisciplinary
perspective that allowed for approaching the object of study comprehensively.
The initial hypothesis was that the use of nominal forms of address would differ according to
sociolinguistic, pragmatic and communicative aspects. The expectation was that these forms
would have formal and lexical divergence depending on the social origin and sex of the
interlocutors, their type of rapport regarding familiarity and solidarity aspects and their
romantic situation. In this sense differences were also expected between conventional and
non-conventional love in prostitution, especially related to the roles of men and women within
them. In conventional love contexts men would be “responsible” for the process of courtship,
while in brothel contexts this role would be assumed by the prostitute. A strategic function
was also expected in the uses of the terms of address. This strategic function was expected to
be especially relevant in the studied context as a strategy present in courtship processes.
Furthermore, there was interest in investigating the influence of the discursive organisation
and the possible function of terms of address in this sense, essentially as selectors for the
addressee. Along with the investigation, a new hypothesis arose regarding the discursive
genre: the fact that the fictional texts have both their characters as addressees of the
interaction as well as a final addressee who is the recipient of the play suggested that these
forms could have a more or less intentional function with respect to this secondary addressee.
For example the possibility that it helped characterize the characters of the play was
considered, as well as serving as a means for the recipient to identify the participants of
interactions, as suggested by Bustos Tovar (1998), at all times and as markers scene changes.
This would be especially crucial in case of plays conceived to be read aloud in public.
443
The interest in authenticity and social decorum in conversational texts guaranteed that the
terms of address in the plays reflect the reality of the time, keeping in mind that there are
determinants such as the discursive tradition of the fictional literary works, as suggested by
Lapesa (2000c), Herrero Ruiz de Loizaga (1999), Ly (2001), Pedroviejo Esteruelas (2012) and
Sáez Rivera (2012), among others, regarding terms of pronominal address. Dramatic dialogue
cannot be taken as a reflection of actual dialogue, but some of its conversational features are
appropriate for its study (Kerbrat-Orecchioni 1984, 1996 y Bustos Tovar 1996, 1998, 2001),
provided that these aforementioned determinants are taken into account.
After the first enquiries and the completion of preliminary research, it was proven that
affectivity and the expression of emotions were more present associated with characters of an
upper social profile. Among them deferential terms were frequent. This seemed to be related
to the “ceremoniosity” that Lapesa (2000c) suggested and with the “control of affections”
suggested by Elias (2012) and the repression of emotions proposed by Muir (2001). All these
ideas were suggested for different periods and objects of study (excluding Lapesa´s work which
studied pronominal address), but seemed to show a tendency that appeared to be similar to
that found in this corpus. For this reason the affective implication of the terms has been
examined along with the frequency and type of category of the terms employed in each of the
studied contexts in romantic interactions.
Although we are aware that affectivity can subsume other aspects such as familiarity and
markers of belonging to the same social group (as Spencer-Oatey and Holtgraves reflect about
the vague nature and over-inclusiveness of the parameters of Solidarity and Interpersonal
distance), the sphere of love also examined here as one of the main hypotheses required a
focus on this aspect of terms of address.
The data have confirmed some of the main hypotheses and also showed that others needed to
be re-examined. The sociolinguistic parameters have proven to be the most decisive with
respect to the use of nominal address, at least for this corpus. Discursive situation also has a
significant influence on the employment of address especially in certain contexts because of
their function as conversational organisers. On the other hand, pragmatic aspects seem to be
less relevant.
Essentially, this work has demonstrated that there are sociolinguistic differences regarding the
use of nominal address, both regarding their frequency and the type of terms employed and
their affective implication. The construction of affectivity in these forms is also socially
determined. The characters belonging to upper strata tend to be more deferential and less
emotional in their use of terms of address, whereas the lower groups tend toward more
creative and affective uses, particularly among servants. In the upper spheres terms are less
creative from a lexical perspective, except regarding deferential terms and insults, typical of
women in this context. Nevertheless, these groups employ syntactic affectivity, especially
through the inclusion of possessives.
Sex is the variable that shows the most noticeable differences: men use more terms than
women, and their choices are more affective than women´s. These differences seem to be
related to the role each one of them has regarding their romantic rapport: men traditionally
assume the role of gallant and show romantic desire to their beloved, whom they try to
444
seduce. On the other hand ladies typically reject their love. This explains the increase of insults
in emergency contexts in which they try to protect their virtue. The difference in frequency
and affective implication in address terms seems to prove that these have a strategic function,
because men are the ones who need persuasion on order to accomplish their wishes to
approach the lady.
Two elements have been quantitatively examined in every context: frequency of use and
affectivity of terms. They show differences according to the contexts in which they appear. The
divergences in frequency are less remarkable in certain romantic contexts or types of
sequences, whereas they prove to be highly dependent on discursive aspects: they increase
their presence in sequences that need this element for organizational reasons, such as
beginnings of interactions. The rate of employment of these terms does not reveal large
differences with respect to social variables, but it does regarding gender as was mentioned.
Men, as we have seen, employ terms which have a greater emotional implication than those
used by women. Regarding the ways of constructing this affectivity there are also differences
among them. Those that women use are affective in lexical choice and on a smaller scale
through syntactic strategies like possessives or noun phrases. Men, on the contrary, register a
larger use of features of subjective valorization through modifiers rather than lexical choice.
Nevertheless they are remarkably more creative and productive at creating terms of address.
The terms of address that express love are not so frequent in women´s words, but there is a
representation of negative terms or forms that express solidarity (the latter only in the lower
social scales).
There are also differences with respect to social and gender variables: women of the upper
strata register a higher rate of employment of insults than other women in the corpus. This
seems to be caused by the aforementioned necessity to protect their virtue, which is especially
pressing in this social context.
Differences based on gender could also respond to an issue of power. In this sense, Pandulfo
and Palana, the couple who have a rapport which seems to be more symmetrical than others,
show similarities regarding the use of terms of address. Vitoriano and Plácida, whose roles are
not gallant and disdainful woman, like other couples in the corpus, behave similarly. For this
reason, the courtship-persuasion hypothesis would not work for either of these two couples.
Data show, in effect, that their uses of nominal address are less gender divergent than in other
couples. Even so in both cases the men present higher levels of affectivity in the terms they
address to their beloved.
The hypothesis that upper groups restrict their affect and emotions in comparison to those
from a lower social condition is also validated. The restriction of emotion is also proved by the
fact that characters in interactions in absentia - that is, when the recipient is not present-, do
not follow this contention that decorum seems to set. This type of interactions seem to be
similar to those in poetry, where there is no face-to-face interaction either, as an intimate and
protocol- free form of expression.
Deference, a feature with no affective implication but marked from a social perspective, is
present among all the social groups except from the asymmetrical relationship of superior to
445
inferior and those characters that have symmetrical rapport. In all other cases these
deferential terms are considered a strategy of respect. In some cases power is envisaged in the
use of these deferential terms: on occasions the woman places herself automatically in a lower
position, on others it is the man who exerts domination over the woman, sometimes trying to
control even her will. These hierarchical differences are evident in marriages, and have also
been observed in courtship contexts. Conversely, the typical asymmetry of courtly love has
also been observed: the man situates himself in a lower position and expresses himself
deferentially to his lady. However this seems a conventional aspect rather than a reflection of
an actual asymmetry.
Apart from social differences, there seem to be other peculiarities related to familiarity, type
of romantic rapport and the presence or absence of the addressee that have proved to be
relevant in choosing terms of address. The role of familiarity has been verified: couples who
have more familiarity show higher rates of affectivity and affection in their terms of address
than those who have just met and lack familiarity. Nevertheless the type of rapport in which
familiarity would seem to be characteristic, established marriages, show precisely that
affective implication is not always the prevailing behaviour –though there are examples of
affectionate behaviour between wife and husband in this corpus. On this point it is important
to recall that there were opposing points of view regarding effusiveness in marriages at the
time, as Moreno Mengíbar y Vázquez García (1997:40) point out. The parameter of power is
significant in married couples in favour of the man: there is a tendency towards submission of
the woman and mutual deference.
This corpus does not register the inversion of power that Rígano (2000:159) suggests in the
transition from courtship to marriage. She interprets from her corpus based on chivalric novels
that women had the power and used more affective and solidary terms when addressing their
beloved during courtship until they got publicly married. From that moment on there would be
an inversion of power and women would stop using terms of emotional implication. In this
corpus, women do not express a higher level of affection during courtship, and never take the
reins in the relationship except in specific cases, such as Poncia with Sigeril in Segunda
Celestina.
The prediction was that affective terms would be used frequently in courtship situations as a
persuasive strategy. Noticeable divergences have been observed between men’s and women’s
usages, which appear to confirm this. Nevertheless the differences are not as great as
expected: it is in fact between clandestine husbands and wives that a greater level of
frequency and affectivity is shown in the evolution of romantic rapport. In this regard we have
to recall that the interactions of secretly married couples correspond to the first moments of
marriage, and in many cases they also coincide with its consummation, which surely has an
influence on usage.
As for the supposed pragmatic differences, data prove that terms of address have a strategic
function. This strategic sense, either through the expression of deference as a sign of respect,
or affective implication through affectionate terms, has a function similar to captatio
benevolentiae, trying to capture the addressee’s goodwill with a persuasive intention.
446
Nevertheless the divergences in the uses of the different types of sequences are not as
pronounced as expected.
On the other hand, the terms of address have a significant function from a discursive
perspective in the examined interactions. Their ability to select and draw the attention of the
addressee -implied in their own nature-, make them cover an important function in certain
moments of interaction in which it is needed. This occurs at the beginning of interactions,
where the frequency of use of terms of nominal address rises considerably. An increase of
frequency has also been observed in situations with more than two characters in a scene
participating in the interaction: this makes it necessary to employ terms that mark the changes
of interlocutor. Certain types of terms are particularly suitable for these matters such as names
or terms that indicate explicitly the role of the participants towards each other: husband and
wife are an example of this usefulness because of their unambiguous reference.
The speculated differences between conventional love and rapport in prostitution show that
prostitutes are not the ones “responsible” for courtship, at least not in an explicit fashion. They
are obviously interested in the continuation of the relationship for economic reasons, but they
seldom make use of courtship strategies or propose sex to their clients, and when they do, it is
always euphemistically in a more or less subtle way. At the most, prostitutes show that they
pull the strings in their relationships, for example regarding declarations of love which they
“draw out” from their clients, or with respect to initiative at the beginning of interactions –in
other couples it is usually the man who starts the conversation. However generally clients are
the ones to explicitly use the strategies of courtship that other men use to seduce and win
their beloved. The clients seem to emulate the conventional processes of courtship. The
economic component is frequently concealed or treated euphemistically or eluding
responsibilities, for example when Elicia claims that payment is a requirement settled by
Celestina.
Some of the prostitutes also employ persuasive strategies based on the emotional implication
of terms of address, both using affective forms –like men do-, or through solidary terms.
However in these cases they do not have romantic or sexual intentions. At the most their
supposed love is mentioned as a persuasive tool, or sex is offered as a reward for the solicited
demands.
The social origin of the clients is also relevant: in the interactions between the courtesan and
the urban patrician the terms they exchange are restrained and deferential, except in
moments of great affection which can precisely respond to an exaggeration of the feigned
love.
Familiarity is essential in the prostitution context in the group of lower social condition. The
couples that have no familiarity exchange terms of address based on deference and hardly
employ terms of emotional implication, using surprisingly similar forms to those used by the
upper strata (not only in the context of prostitution). Couples who have an established
relationship and therefore familiarity show more affection in their address uses. In this group
differences relating to characters are observed: there are prostitutes who show demure and
disdainful behaviour whereas others are pragmatic and astute. These differences are also
shown in their address uses. In any case it should be taken into account that the prostitutes
447
who appear in plays are surely idealized because of decorum and the “literaturization” of the
characters, which probably is a reason why the differences are not as remarkable as expected.
On the other hand the relationship between prostitutes and their procurer are different,
particularly in one of the couples in this corpus in which the characters appear to have a
symmetrical relationship where the roles of man and woman fade away. The prostitute
addresses her procurer with terms and types of sequences that are usually only employed by
men. Her behaviour is also different: she confronts him and intervenes in the indecorous
proposal very explicitly, something inconceivable for other women.
Some other observations have been made regarding literary aspects and the communicative
process of fictional texts. Terms of address are a means of categorizing the characters, both
the speaker and the recipient. This is so because of the information contained in the terms
about the addressee, but also because the type of form employed can provide information
about him and give clues about his social origin, the type of rapport between the interlocutors,
etc.
Depending on the intended format of reception of the plays we could also consider another
function of the terms of address that would help the recipient of the plays to identify who the
participants of interactions are at all times. If it were theatre to be read in public this function -
whether intentional or not-, could have importance in helping the recipient follow the play.
The expected contribution of this thesis is to understand better the uses of forms of address
from a theoretical perspective as an element with a function of organisation of interaction and
as a pragmatic element related to persuasive strategies, both mitigating and aggravating the
illocutive act through deference or affective or solidary approaches.
It is also expected that a greater knowledge of the adequate and expectable uses in specific
sociolinguistic and pragmatic and discursive contexts help understand better the texts of the
period. The sociolinguistic distribution associated with the use of terms of address is evident,
as aforementioned, particularly regarding certain variables. This will allow for assuming a social
context for a given character through his uses of the terms, but also it will facilitate the
identification of unusual or unexpected uses for a given speaker or addressee with the
intention of causing some type of reaction. These reactions are caused by implicit messages in
the inadequacy of what is expected and lead to “social interpretations.” These implicit
messages can be deduced by any of the participants of the interaction, whether the direct
addressees of the terms or those in a supra-escenographic position –in the secondary
dimension typical in literature-, that is, the recipient of the play. In this sense, the detailed
knowledge of the expectable uses can lead to deducing uses with ludic or parodic purposes,
such as making a character of a low social scale employ the terms which are typical of the
upper groups -for example the ironic use of dame-, or the employment of terms searching for
persuasion or camaraderie by using terms considered to express solidarity or in group
markedness, such as brother in the lower groups.
This study shows the importance of face in the epoch, particularly in the upper strata.
Regardless of the familiarity between interlocutors, as claimed by Iglesias Recuero (2010:387),
it is habitual between characters of this group to express respect and deference. Among them
448
concern about image is typical and the use of respect forms is the adequate and expectable
behaviour, as well as defining of these groups.
Emotion has been proven to be restrained in the upper spheres and this is reflected in their
use of forms of address, in which deference is prominent. In the lower groups emotion and
solidarity are frequent in the use of terms of address. Deference is also present, probably more
so in this corpus than in other types of rapport because of the convention of asymmetry
between the lover and the beloved.
The expectation of this thesis is that it contribute to the study of nominal forms of address.
This work serves as a methodologic proposal and draws theoretical conclusions about their
functions from relational, pragmatic and discursive perspectives. It also provides a description
of the uses in a specific corpus and for a particular relational sphere: love. For this reason it
also allows reflection about the different types of romantic rapport and the conception of love
in the period through the analysis of terms of address.
Additionally it constitutes the first step towards a personal project with a broader scope, which
intends to study the forms of nominal address in a comprehensive way. This doctoral research
would represent the methodological and theoretical link and the starting point for an analysis
in the same vein but with an amplification of the studied period and the inclusion of a lexical
and semantic analysis, with the intention of establishing a socio-historic reflection of nominal
address in Spanish.
The next step will be continuing the research on a broader scale, both with respect to the
samples by broadening the corpus and from a chronological perspective, expanding the period
to previous and following epochs. The types of rapport will also be increased, extending to
other spheres such as family, friendship and work between others. It will also include the study
of other types of sequences. Threats, reproaches and insults will be the first speech acts
examined in order to study the use of these forms related to sequences that convey a risk to
interpersonal rapport.
In following investigations that study other types of rapport apart from romantic ones, it will
be necessary to refine the parameter of solidarity in order to distinguish between different
aspects of interpersonal rapport: affection, familiarity, in-group markedness, etc. in the line
suggested by other researchers in Pragmatics.
This work also opens some other lines of research. It will be necessary to re-examine the
format of reception of the plays. Should it be confirmed that some of the were conceived for
reading aloud in public, it should be examined whether there are relevant differences in the
uses of terms of address between those conceived for private reading or being dramatized
either on stage or through public reading. The possible divergences regarding terms of address
would be a tendency of increased frequency of use of the forms and perhaps as well in the
chosen categories, tending to more functional and unambiguous terms. With this research it
will be possible to determine whether the nominal forms of address do have a supra-
scenographic function that helps recipients of the plays to identify the characters involved in
the interactions and therefore follow their development easily.
449
Another interesting line of research would be re-examining kinship terms used to express
respect when they represent an elder relative (mother, aunt) or solidarity when referring to a
member of the family of the same generation (brother, cousin), whenever these forms are
employed with a non-literal meaning. These are frequent forms of address in diverse current
dialects of Arabic.850 The proposal is to examine the same uses of these terms in ancient
Spanish in order to determine if there could have been a pragmatic calque from Arabic, or, if it
were a universal, to establish whether the high presence of these forms in Spanish responds to
an influence from Arabic.851 In order to do that it will be necessary to study terms of address in
the same period in other romance languages with less Arabic influence, for example French or
Italian.
On the other hand, future research will intend to set a frame that categorizes the forms of
address in their historical, political, social and cultural context. This study will include an
analysis of the evolution of uses belonging to previous and following periods. It will also
provide a revision of the love images employed in romantic rapport and analyse their origin
between the different tendencies in the conception of love.
850 It was been claimed that there is an influence of Arabic in this sense with the term brother -(mon)
frère-, employed metaphorically in some contexts of contemporary French (Kerbrat-Orecchioni
2010a:11).
851 This is a proposal suggested by Silvia Iglesias Recuero.
450
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474
http://cvc.cervantes.es/literatura/criticon/PDF/040/040_047.pdf
Tesis Nuur Hamad Zahonero
Portada
Agradecimientos
Índice
Abreviaturas
Resumen
1 Introducción
1.1. Objetivos
1.2. Antecedentes de la investigación
1.2.1 Tratamientos nominales
1.2.1.1 Estudios generales sobre los tratamientos
1.2.1.2 Estudios específicos del español y del español de la época
1.3. Metodología
1.3.1 General: Problemas metodológicos y de las fuentes
1.3.2 Metodología y definición del objeto de estudio
1.3.2.1 Definición del objeto de estudio, cuestiones terminológicas y funciones
1.3.2.1.1 Definición de los tratamientos nominales
1.3.2.1.2 Cuestiones terminológicas
1.3.2.1.3 Funciones de los tratamientos nominales
1.3.3 Unidad de estudio: la intervención
1.3.4 Tipología categorías
1.3.5 Concepto de afectividad
1.3.6 Ejes de la relación interpersonal
1.3.7 Lematización
1.3.8 Base de datos
1.4. Corpus
1.5. Estructura
2. Estudio sociolingüístico
2.1. Origen social
2.1.1. Los grupos sociales
2.1.1.1 Los tratamientos en los diferentes grupos sociales
2.1.1.1.1 Nivel alto
2.1.1.1.1.1 Altos
2.1.1.1.1.2 Altos: el patricio urbano y la cortesana
2.1.1.1.2 Bajos
2.1.1.1.2.1 No dependientes
2.1.1.1.2.2 Dependientes
2.1.1.1.2.3 El mundo de la marginalidad218F
2.1.1.1.3 Alto-bajo225F
2.1.1.2 Demostración de las diferencias sociolingüísticas
2.1.1.2.1 Motivo del disfraz: El caso de Don Duardos
2.1.1.2.2 Las diferencias sociales de los criados en la Segunda Celestina y su reflejo en el empleo de tratamientos
2.1.1.2.3 Las “retóricas elevadas” del noble frente a las “badajadas” del mozo de espuelas: mucho de “mi coraçón” y de “mi alma” y de “mis entrañas” quando escribieres
2.2. Sexo
2.2.1. Hombre
2.2.2. Mujer
2.3. Cruzando variables: origen social/sexo
3. Estudio de la situación amorosa
3.1. Presentación general de las parejas: sus historias conversacionales
3.1.1. Égloga de Plácida y Vitoriano, Juan del Encina, 1513
3.1.1.1 Vitoriano-Plácida
3.1.1.2 Vitoriano-Flugencia
3.1.2. Penitencia de amor
3.2.1.1. Darino y Finoya
3.1.3. Comedia Himenea
3.1.3.1. Himeneo y Febea
3.1.3.2. Boreas y Doresta
3.1.3.3. Turpedio y Doresta
3.1.4. Tragicomedia de Don Duardos
3.1.4.1. Duardos-Flérida /Julián (Duardos)-Flérida
3.1.4.2. Juliâo-Costança Roiz
3.1.4.3. Camilote-Maimonda
3.1.5. Segunda Celestina
3.1.5.1. Felides-Polandria
3.1.5.2. Sigeril-Poncia
3.1.5.3. Pandulfo-Quincia
3.1.5.4. Zambrán-Boruca
3.1.5.5. Pandulfo-Palana
3.1.5.6. Areúsa-Centurio
3.1.5.7. Areúsa-Sosia
3.1.5.8. Areúsa-Grajales
3.1.5.9. Elicia-Crito
3.1.5.10. Elicia-Tristán
3.1.5.11. Elicia-Barrada
3.1.6. Pasos
3.1.6.1. Toruvio-Águeda de Toruégano
3.1.6.2. Martín-Bárbara
3.1.6.3. Estudiante-Bárbara
3.1.6.4. Sigüença-Sebastiana
3.2. Situación amorosa
3.2.1. La situación amorosa en este corpus
3.2.1.1. Los tratamientos preferidos según la situación amorosa
3.2.1.1.1. Personajes con evolución de la situación amorosa
3.2.1.1.1.1. Desconocidos
3.2.1.1.1.2. Cortejo
3.2.1.1.1.3. Matrimonio clandestino
3.2.1.1.1.4. Relación sexual
3.2.1.1.2. Matrimonio consolidado
3.2.1.1.3. Relación adúltera
3.2.1.1.4. Ámbito de la prostitución
3.2.1.1.4.1. Cortesana
3.2.1.1.4.2. Prostituta y rufián
3.2.1.1.4.3. Amor mercenario
3.2.1.2. Ejemplo: La evolución de Pandulfo y Quincia
3.2.1.3. Comparación de un personaje con dos parejas diferentes
3.2.1.3.1. Vitoriano: amor verdadero/amor fingido
3.2.1.3.2. Pandulfo: estratégico/prostituta
3.2.1.3.3. Bárbara: marido/amante
3.2.1.3.4. Doresta: cortejo exitoso/cortejo fallido
4. Estudio pragmático/discursivo
4.1. Actos rituales
4.1.1. Saludos e inicios de la conversación
4.1.1.1. Formulación de los saludos
4.1.1.2. Los tratamientos en relación con los saludos
4.1.1.2.1. Secuencias de inicio de las interacciones sin formulación de saludo
4.1.1.2.2. Presencia de tratamientos en los inicios de las interacciones529F
4.1.1.2.3. Descripción por actos ilocutivos
4.1.1.2.3.1. Análisis detallado de algunos de los valores ilocutivos:
4.1.1.2.3.1.1. Llamadas de atención.
4.1.1.2.3.1.2. Secuencias amorosas (declaraciones y alabanzas)
4.1.1.2.3.1.3. Peticiones y órdenes
4.1.1.2.3.1.4. Reproches
4.1.1.2.3.2. Cambios de interlocutor
4.1.2. Despedidas
4.1.2.1. Formulación de las despedidas:574F
4.1.2.2. Los tratamientos en relación con las despedidas
4.1.2.2.1. Descripción de la elección de los tratamientos según el origen social de los hablantes
4.1.2.2.2. Clasificación de la formulación de despedidas por grupos sociales y sexo
4.1.2.2.3. Descripción de las secuencias y otros valores en las despedidas
4.2. Las secuencias amorosas
4.2.1. Secuencias amorosas
4.2.2. Los tratamientos en las secuencias amorosas
4.2.3. Las declaraciones amorosas
4.2.3.1. Tratamientos asociados a las declaraciones
4.2.4. Alabanzas
4.2.4.1. Los tratamientos en relación a las alabanzas
4.2.5. Otras formas de expresión amorosa en estas secuencias
4.3. Las peticiones
4.3.1. Peticiones
4.3.1.1. Relación de las peticiones y los tratamientos
4.3.2. Órdenes
4.3.2.1. Relación de las órdenes y los tratamientos
4.3.3. Peticiones comprometidas
4.3.3.1. Relación de las peticiones comprometidas y los tratamientos
4.3.4. Proposiciones indecorosas
4.3.4.1. Relación de las proposiciones indecorosas y los tratamientos
4.3.5. Otras peticiones
4.3.5.1. Peticiones encubiertas/manipuladoras.
4.3.5.2. Peticiones “falsas”
4.4. Comparación de los tratamientos en las diferentes secuencias
5. Capítulo recopilatorio: glosario de algunos tratamientos representativos
5.1. Glosario de bases léxicas
5.1.1. Tratamientos deferenciales
5.1.1.1 Señor
5.1.1.2 Gentil hombre
5.1.1.3 Caballero
5.1.2. Tratamientos de pertenencia de grupo
5.1.2.1 Amigo
5.1.3. Tratamientos de implicación afectiva
5.1.3.1 Tratamientos de implicación afectiva positiva
5.1.3.1.1 Alma
5.1.3.1.2 Entrañas
5.1.3.1.3 Diosa
5.1.3.1.4 Rosa
5.1.3.1.5 Cordero
5.1.3.2 Tratamientos de implicación afectiva negativa
5.1.3.2.1 Traidor
6. Conclusiones
Bibliografía