LA RENTA DISPONIBLE DE LOS INMIGRANTES EN ESPAÑA (1993-2014) THE DISPOSABLE INCOME OF IMMIGRANTS IN SPAIN (1993–2014) Julio Carabaña Catedrático de Universidad, Sección Departamental Sociología VI, Universidad Complutense de Madrid carabanya@ccedu.ucm.es Olga Salido Profesora titular de Universidad, Sociología III, Universidad Complutense de Madrid olga.salido@cps.ucm.es Anuario CIDOB de la Inmigración 2017 P. 232-252 ISSN: 2462-6732 E-ISSN: 2462-6740 DOI: doi.org/10.24241/AnuarioCIDOBInmi.2017.232 www.cidob.org Fecha de recepción: 23.12.16 Fecha de aceptación: 15.09.17 1. Introducción 2. Estado de la cuestión 3. Nota sobre datos y métodos 4. Renta media, desigualdad y clases de renta 4.1. La renta media 4.2. La desigualdad de renta 4.3. Las clases de renta 5. Buscando explicaciones 6. Breve resumen, con algunas reflexiones Nota de los autores: Agradecemos a Miguel Caínzos, Joaquín Arango y dos revisores anónimos sus sugerencias a versiones anteriores. Este trabajo se ha realizado dentro del marco del proyecto de investigación «Ciclo económico, desigualdad y po- larización social», financiado dentro del Plan Nacional de I+D+i (MINECO, CSO2011-30179-C02-01), dirigido por Olga Salido. 233 RESUMEN En este trabajo se examina la evolución de la renta disponible de los inmigrantes en España durante el último ciclo económico, considerando la renta media, la desigualdad y la distribución de los inmigrantes en clases fijas de renta. Luego se compara esta evolu- ción con la de los nativos y se comprueba que las dis- tancias aumentaron hasta la llegada de la crisis y se mantuvieron después. Por último, se propone una ex- plicación en términos de intensidad de la inmigración. ABSTRACT In this paper, the evolution of the disposable income of immigrants in Spain is analysed over the last economic cycle, taking into consideration the average income, inequality and the distribution of immigrants in fixed income classes. Then this evolution is compared with that of the national population, and finds that the gaps increased until the crisis arrived and were subsequently maintained. Finally, an explanation in terms of the inten- sity of the immigration is proposed. PALABRAS CLAVE migración cualificada, españoles, inmigración, emigración, extranjeros, laboral KEY WORDS ????????? PALABRAS CLAVE España, renta disponible, inmigración, clases de renta, movilidad de ingresos KEY WORDS Spain, disposable income, immigration, income classes, income mobility LA RENTA DISPONIBLE DE LOS INMIGRANTES EN ESPAÑA (1993-2014) 234 ANUARIO CIDOB DE LA INMIGRACIÓN 2017 p. 232-252. ISSN: 2462-6732 – E-ISSN: 2462-6740 – www.cidob.org 1. INTRODUCCIÓN En el prólogo al capítulo sobre inmigración del estudio de la sociedad española llevado a cabo por el CIS, sostiene su coordinador (Izquierdo, 2015) que puede hablarse de un ciclo migratorio que comienza en 1985 y termina en 2014. De ser así, el ciclo migratorio coincidiría con los dos momentos más recientes de crisis económica, una coincidencia feliz para nuestro propósito, pues el ciclo económico es el período temporal más adecuado para estudiar la evolución de las rentas, y el objeto de este trabajo es estudiar esta evolución entre los inmigrantes en España. En todo caso, la población inmigrante no comenzó a crecer con fuerza en España hasta los últimos años del siglo pasado, cuando se intensificó la contratación de trabajadores extranje- ros. Joaquín Arango (2015: 269) ha señalado tres peculiaridades de la experiencia inmigratoria española que han llamado mucho la atención. En primer lugar, su enorme intensidad, pues en tan solo una década la población inmigrada1 pasó de menos de un millón a más de seis –o de menos del 4% al 14% de la población española–, una proporción que pocos países alcanza- ron y tardaron mucho más que España en hacerlo; en segundo lugar, el enorme impacto de la crisis, que ha llegado a invertir el signo del saldo migratorio; y, en tercer lugar, la sosegada reacción de los españoles ante el fenómeno, tanto en el auge como en la crisis. El presente trabajo tiene que ver con las tres peculiaridades: directamente con las dos primeras, pues tra- ta de la interacción entre la evolución de la renta disponible de los inmigrados y la intensidad de la inmigración, e indirectamente con la última, ya que concluye con algunas reflexiones de tipo político. 2. ESTADO DE LA CUESTIÓN Tanto el conjunto de la renta media disponible de los inmigrantes como cada uno de sus com- ponentes suelen ser menores que los de los nativos. En el principio de este fenómeno está su «inevitable inferioridad de partida» (Laparra y Zugasti, 2015: 252), que se extiende al mercado de trabajo, a las rentas del capital, a las actividades empresariales y a las prestaciones públicas. Según el punto de vista más extendido –basado sobre todo en investigaciones sobre el mercado de trabajo en América del Norte y formalizado como «teoría de la asimilación»–, esa inferioridad desaparece con el paso del tiempo y las rentas de los inmigrantes se acaban igualando a las de los nativos con las mismas características laboralmente relevantes (Chiswick, 1978; Alba y Nee, 1997); los inmigrantes van adquiriendo las competencias específicas del país de destino (en 1. En este artículo se usa en general el término «inmigrante», pero cuando es importante distinguir la prevalencia de la inciden- cia usamos respectivamente «inmigrado» e «inmigrante». JULIO CARABAÑA Y OLGA SALIDO 235ANUARIO CIDOB DE LA INMIGRACIÓN 2017 p. 232-252. ISSN: 2462-6732 – E-ISSN: 2462-6740 – www.cidob.org particular la lengua) y neutralizando el efecto de los factores sociales que al principio les dificultan el empleo y la movilidad ascendente (por ejemplo, los hábitos cotidianos o la falta de relaciones sociales), y durante este período sus ingresos crecen más deprisa que los de los nativos. Ahora bien, la investigación empírica ha encontrado que este proceso de convergencia tiene lugar de modos muy variados; en particular, diferentes grupos de inmigrantes se asimilan a diferentes segmentos sociales («asimilación segmentada», Portes y Zhou, 1993). En materia laboral, los segmentos más obvios son los diversos mercados de trabajo por industria y sector, así como los mercados primario y secundario definidos por la teoría de los mercados de trabajo duales sobre la base del tipo de estabilidad laboral (Reich et al., 1973); en estos casos, la convergencia se produciría con los nativos del mismo segmento laboral, no con el conjunto. Además, hay rasgos sociales y culturales que no dejan de tener influencia, ya sea porque los inmigrantes los manten- gan pese a sus desventajas económicas, ya porque sean objeto de discriminación por parte de los empresarios, llegando a la formación de enclaves étnicos (Portes y Jensen, 1987); en estos casos, la convergencia puede prolongarse más de una generación o incluso no llegar nunca (Por- tes y Zhou, 1993; Frenette y Morissette, 2003; Xie y Gough, 2011). Todos estos procesos dependen a su vez del ciclo económico. Los inmigrantes son más sensi- bles al ciclo que los nativos, pues en las fases alcistas –cuando aumenta la demanda de fuerza de trabajo–, los factores sociales pierden fuerza ante los económicos, mientras que la ganan cuando el empleo escasea. Como bien han sintetizado Mahía y de Arce (2014: 151), sus ingresos de- penden mucho más del mercado y menos del Estado que los de la población nativa; además, en el mercado laboral se concentran en sectores con fuerte deterioro, como el de la construcción; también puede influir que se vean más afectados por la disminución de las rentas y servicios públicos, como becas, ayudas de comedor, entre otras prestaciones. Orrenius y Zavodny (2009) han encontrado interacción entre educación (los inmigrantes tienen menos estudios), industria (los inmigrantes suelen trabajar en industrias más volátiles) y etnia (en épocas de crisis aumenta la discriminación) en Estados Unidos. La dependencia del ciclo es mayor para los aspectos ocu- pacionales que para los salarios (cf. también Dustmann et al., 2009). En España, los estudios coinciden en afirmar que la situación económica de los inmigrantes es inferior a la de los nativos en casi todos los aspectos. Las investigaciones sobre la inserción labo- ral de los inmigrantes detectan mayores tasas de empleo, pero también de paro, más una fuerte concentración sectorial y empleos de calidad inferior en este sector de la población. Tal como lo sintetiza Cachón (2015) en el reciente volumen del CIS, España 2015, las tres cuartas partes de los inmigrantes no comunitarios se concentran en cuatro ramas de actividad: construcción, agricultura, hostelería y servicio doméstico. Aparte de que estas ramas son las que en general LA RENTA DISPONIBLE DE LOS INMIGRANTES EN ESPAÑA (1993-2014) 236 ANUARIO CIDOB DE LA INMIGRACIÓN 2017 p. 232-252. ISSN: 2462-6732 – E-ISSN: 2462-6740 – www.cidob.org ofrecen peores condiciones laborales, los inmigrantes se concentran dentro de ellas en los peores empleos, en los cuales sufren además prácticas discriminatorias de diverso tipo; de modo que puede concluirse que la situación laboral de los inmigrantes es dificultosa «no por sus caracterís- ticas personales (formación, competencias, experiencia), sino por su condición de inmigrantes» (p. 220). En una síntesis hecha algo antes, Rinken et al. (2011) fueron quizás menos pesimistas, como lo suelen ser los estudios que han constatado cierta movilidad laboral ascendente (Reher y Requena, 2009; Bunge, 2013). Análoga inferioridad se encuentra en los ingresos laborales. Las diferencias entre nativos e inmi- grantes (como las de cualesquiera otras categorías de población) pueden deberse a dos tipos de causas: por un lado, las características relevantes para el trabajo (formación, edad y, en general, capital humano) y, por el otro, el rendimiento de esas características en el mercado. La separa- ción entre una y otra parte suele hacerse mediante diversos tipos de ecuaciones de regresión, que obtienen un coeficiente (normalmente negativo) para la variable inmigrante tras controlar las variables de capital humano (básicamente estudios y experiencia). Los estudios sobre salarios (Simón et al., 2008; Canal y Rodríguez, 2008; Antón et al., 2010) encuentran diferencias a favor de los nativos que superan las que serían de esperar de su mayor capital humano. En una revisión de estas estimaciones, Muñoz del Bustillo y Antón (2011: 673) redondean esta diferencia en un 20%. También pueden estimarse los coeficientes de las variables de capital humano para nativos e inmigrantes. Por esta vía, Canal y Rodríguez (2009: tabla 3) –con datos de la Encuesta de Es- tructura Salarial de 2002– encontraron un componente discriminatorio medio del 25%, decrecien- te desde el 33% en el percentil 10 a cero en el percentil 90 de ingresos. Los datos de la Encuesta de Estructura Salarial de 2006 también ponen de manifiesto que el mercado retribuye menos el capital humano de los inmigrantes y que, además, la diferencia crece a medida que aumenta el nivel educativo, como si hubiera una especie de techo de cristal (Antón et al., 2010: 656). Sobre pobreza, Mahía y De Arce (2014) encuentran entre 2008 y 2011 tasas del 20% para los nativos, del 26% para los inmigrantes de la UE y del 43% para los del resto del mundo. Muñoz del Bustillo y Antón (2011: 671) concluyen que, si dependiera del capital humano y los otros rasgos de las familias, habría tres puntos más de pobreza entre los nativos, en vez de los siete puntos más que de hecho hay entre los inmigrantes en el conjunto de los años 2003-2007. Establecido que los ingresos laborales de los inmigrantes están por debajo de lo que se esperaría de su capital humano, se debe esperar, según se acaba de decir, que converjan con los de los nativos en el auge, y dejen de hacerlo, o incluso se distancien, durante la crisis. Hay pocos estu- dios que traten de la evolución de los ingresos. Izquierdo et al. (2009: 32) han usado la Muestra Continua de Vidas Laborales (MCVL) de 2005 para un estudio longitudinal cuya cohorte más JULIO CARABAÑA Y OLGA SALIDO 237ANUARIO CIDOB DE LA INMIGRACIÓN 2017 p. 232-252. ISSN: 2462-6732 – E-ISSN: 2462-6740 – www.cidob.org antigua se remonta a 1980, y han encontrado pruebas de rápida convergencia en los primeros 4-5 años de estancia en España –en los que la diferencia inicial se reduce a la mitad–, pero no de que la reducción continúe después. Con la misma fuente, López-Roldán y Karaboytcheva (2016: 191) han averiguado el cambio de las cotizaciones anuales a la Seguridad Social entre 2007 y 2014; por encima de la mediana apenas descienden, ni entre nativos ni entre inmigrantes; pero por debajo de la mediana el descenso es tanto mayor cuanto más bajos los ingresos; en el percentil 25, las cotizaciones de los nativos descienden 14,6% y las de los inmigrantes 33,2%. Sobre la evolución de la renta disponible de los inmigrantes, un trabajo del Colectivo IOÉ (2012: tablas 4.7 y 4.8) abarca dos períodos de tiempo breves, condicionados por las fuentes. Por una parte, la Encuesta de Condiciones de Vida (ECV) del Instituto Nacional de Estadística (INE) les permite estudiar la evolución de la renta disponible por unidad de consumo desde 2004 a 2009; en esos años, la renta de los inmigrantes europeos se mantiene en torno al 85% de la de los nativos, y la de los inmigrantes del resto del mundo en torno al 65%, sin indicios de convergencia. Por otra parte, la Encuesta de Presupuestos Familiares (EPF) hace posible estudiar la evolución del gasto por unidad de consumo entre 2006 y 2010; en estos primeros años de la crisis, no hay descenso del gasto entre los españoles, pero entre los inmigrantes sobrepasa el 7%. Nótese que la estabilidad de las diferencias entre 2004 y 2007 va contra lo esperado según la teoría y la investigación anteriores. Por lo que se refiere a la desigualdad de ingresos, por último, no hay teoría que pueda predecir si los inmigrantes van a llegar con más o menos desigualdad que los nativos, aunque parece haber un supuesto implícito de que llegan más pobres y más iguales. Se ha razonado, en cambio, que la desigualdad en general se mueve con el empleo de los menos cualificados, disminuyendo en el auge y creciendo en las crisis (Blank y Blinder, 1985), pero las pruebas empíricas parecen poco dirimentes. Sabemos que en España la desigualdad de los nativos aumentó durante la crisis algo más de dos puntos del índice de Gini, más o menos lo que habría disminuido durante el auge (Carabaña, 2016: 76). La teoría de la asimilación implica que la desigualdad entre los inmigrantes aumenta a medida que los primeros llegados incrementan sus ingresos; también la aumenta la crisis si los más débiles son los más sensibles a ella. A continuación, se pretende ampliar esta información sobre renta disponible tanto desde la pers- pectiva temporal como en el detalle. En el tiempo nos remontamos a 1993 y llegamos hasta 2013, cubriendo así buena parte (o toda) de la fase alcista y la totalidad del período de recesión; en el detalle, seguimos la evolución de las rentas medias, las descomponemos en clases o inter- valos de renta fijos y calculamos la evolución de la desigualdad. LA RENTA DISPONIBLE DE LOS INMIGRANTES EN ESPAÑA (1993-2014) 238 ANUARIO CIDOB DE LA INMIGRACIÓN 2017 p. 232-252. ISSN: 2462-6732 – E-ISSN: 2462-6740 – www.cidob.org 3. NOTA SOBRE DATOS Y MÉTODOS Los datos que se utilizan son los del Panel de Hogares de la Unión Europea (PHUE) para 1993 y 2000 y los de la Encuesta de Condiciones de Vida (ECV) del INE desde 2004. Algunas veces se usan elaboraciones de estas encuestas hechas y publicadas por Eurostat o el INE, y otras veces elaboraciones propias. Un defecto grave de la ECV es que no pregunta por la fecha de llegada de los inmigrantes, lo que impide esti- mar el ritmo de convergencia de los ingresos por cohortes. Por otro lado, plantea un problema por exceso, pues hay dos valores distintos para muchas variables de ingresos desde 2007. Hasta 2012, el INE hacía públicos los datos basados en las declaraciones de los entrevistados; a partir de 2012, corrigió estas declaraciones con datos administrativos y extendió esta corrección hasta 2007, de modo que entre 2007 y 2011 tenemos dos series distintas publicadas por el INE, la de base 2003 y la de base 2013. En Eurostat, se publican solo los datos de base 2013 desde 2007. Los ingresos que estudiamos son la renta disponible equivalente per cápita, que se obtiene dividien- do la renta de los hogares por su número de miembros, ponderados por una escala de equivalencia, que da valor 1 al primer miembro, 0,50 al segundo y 0,33 a los restantes. También se la llama renta disponible por unidad de consumo, debido a que la escala se basa en el consumo adicional que se atribuye a cada miembro del hogar. Esta magnitud refleja el nivel de vida –o la capacidad de consu- mo de los individuos– y, aunque depende de los salarios, queda muy lejos de ellos, pues incluye los ingresos por cuenta propia y los de fuentes públicas y depende del número de miembros del hogar y de su relación con la actividad. Hay que ser prudentes, por tanto, con aplicarle directamente las teorías y explicaciones pensadas para el mercado de trabajo (Carabaña y Salido, 2010). La única advertencia que cabe hacer en materia de métodos es que construimos clases de renta fijas; esto es lo normal en cualquier campo, menos justamente en economía, donde se usan más las clases de definición variable, relativas a la media o la mediana. La pobreza, por ejemplo, se suele definir en relación con el 60% de la mediana. La definición de las clases fijas de renta apa- rece, en euros de 2013, en las tablas correspondientes. Quizás no sea inútil informar de que los umbrales de pobreza se corresponden aproximadamente con los oficiales de 1993. Estas clases de renta fijas constituyen la base para el cálculo del índice de desigualdad que se utiliza, que es el coeficiente de Gini. EL BALANCE DE LA CRISIS (2007-2013) HA SIDO IGUALMENTE DESFAVORABLE PARA NATIVOS E INMIGRANTES, QUE VEN DESCENDER SU RENTA EN ALGO MÁS DEL 16% JULIO CARABAÑA Y OLGA SALIDO 239ANUARIO CIDOB DE LA INMIGRACIÓN 2017 p. 232-252. ISSN: 2462-6732 – E-ISSN: 2462-6740 – www.cidob.org 4. RENTA MEDIA, DESIGUALDAD Y CLASES DE RENTA 4.1. La renta media de nativos e inmigrantes La tabla 1a presenta la evolución de la renta disponible equivalente por unidad de consumo (en adelante, simplemente «renta» o «ingresos») de los inmigrantes y de los nativos, calculada aquí con los datos del PHUE y la ECV base 2003. En 1993, la renta media de los nativos era algo me- nor que la de los inmigrantes, equilibrándose en 1999 tras un crecimiento casi superior al 10% en ambos casos. Esta situación se alteró en 2004 –con los datos de la ECV–, abriéndose una brecha entre la renta de nativos e inmigrantes que se nutre tanto de un crecimiento sustancial en la de los primeros (11,3%), como de un descenso no desdeñable en la de los segundos (-7,4%). La tendencia a la baja de la renta de los inmigrantes continúa aún en 2005, para dar paso a a dos años de crecimiento casi homogéneo para ambos colectivos interrumpido por la crisis. A partir de 2007, ambos –nativos e inmigrantes– experimentan una caída sostenida de su renta, la mitad de la cual se produce entre 2010 y 2011. El balance global de estos primeros años de crisis es, no obstante más desfavorable para los inmigrantes, que pierden un 17,8% de su renta entre 2007 y 2011, el doble que los nativos (8,9%). TABLA 1 A. Evolución de la renta media disponible equivalente total por lugar de nacimiento, en euros de 2013 (1993-2011) (Población mayor de 16 años) 1993 1999 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2007-11 Nativos 12.001 13.705 15.250 15.617 15.988 16.754 16.437 16.394 15.801 15.262 -8,9% Inmigrantes 12.275 13.773 12.755 12.255 12.620 13.273 12.692 12.191 12.097 10.905 -17,8% Total 12.006 13.706 15.020 15.277 15.602 16.312 15.943 15.815 15.476 14.656 Incr.% Nativos 14,2% 11,3% 2,4% 2,4% 4,8% -1,9% -0,3% -3,6% -3,4% Inmigrantes 12,2% -7,4% -3,9% 3,0% 5,2% -4,4% -3,9% -0,8% -9,9% Fuente: Elaboración propia, PHUE para 1993 y 1999; ECV BASE 2003 para 2004 en adelante. De acuerdo con estos datos, la crisis habría sido claramente más dura para los inmigrantes. Resulta, sin embargo, que con los datos de la ECV base 2013, las cosas no se ven de la mis- ma manera: el balance de la crisis (2007-2013) ha sido igualmente desfavorable para nativos e inmigrantes, que ven descender su renta en algo más del 16% (tabla 1b). Aún si nos ceñimos a los primeros años de la crisis, la abultada diferencia que obteníamos con la serie anterior se amortigua notablemente, con un descenso de la renta de 8,6% para los nativos y de 9,9% para los inmigrantes. LA RENTA DISPONIBLE DE LOS INMIGRANTES EN ESPAÑA (1993-2014) 240 ANUARIO CIDOB DE LA INMIGRACIÓN 2017 p. 232-252. ISSN: 2462-6732 – E-ISSN: 2462-6740 – www.cidob.org TABLA 1 B. Evolución de la renta media disponible equivalente total por lugar de nacimiento, en euros de 2013 (2003-2013) (Población mayor de 18 años) 20 03 20 04 20 05 20 06 20 07 20 08 20 09 20 10 20 11 20 12 20 13 20 14 20 07 -1 1 20 07 -1 1 Nativos 14.901 15.464 15.852 16.088 19.606 19.857 19.845 18.584 17.923 17.038 16.424 16.384 -8,60% -16,40% Inmigrantes 13.244 13.218 12.596 12.939 12.985 13.183 13.121 12.768 11.702 11.255 10.637 10.846 -9,90% -16,50% Total 3,80% 2,50% 1,50% 21,90% 1,30% -0,10%-6,40%-3,60%-4,90%-3,60% -0,20% Incr.% Nativos -0,20% -4,70% 2,70% 0,40% 1,50% -0,50%-2,70%-8,30%-3,80%-5,50% 2,00% Inmigrantes -0,8% -0,8% -0,8% -0,8% -0,8% -0,8% -0,8% -0,8% -0,8% -0,8% -0,8% -0,8% -0,8% Fuente: Eurostat database, ilc_di16. FIGURA 1. Ratio entre la renta de inmigrantes y nativos 19 93 19 94 19 95 19 96 19 97 19 98 19 99 20 00 20 01 20 02 20 03 20 04 20 05 20 06 20 07 20 08 20 09 20 10 20 11 20 12 20 13 20 14 1,2 1 0,8 0,6 0,4 0,2 0 Base 2003 Base 2013 Fuente: Elaboración propia a partir de ECV base 2003 y base 2013. La figura 1 recoge la ratio entre la renta de inmigrantes y nativos, que nos da una idea sintética de la situación relativa de estos a lo largo del ciclo. Esta ratio se mantuvo próxima a 1 en los años noventa, con una ligera ventaja de los inmigrantes que se pierde rápidamente al tomar los datos de la ECV base 2003. En 2004, la renta de los inmigrantes estaba en torno al 84% de la de los nativos, una diferencia considerable que aún se acentúa en los años posteriores, manteniéndose en torno al 77% hasta aproximadamente 2010. La serie se cierra con un descenso aún mayor en 2011, que sitúa la distancia con respecto a los nativos en 71%. La serie con base 2013 comienza en 2007, y produce un brusco descenso de la ratio, de 0,80 a 0,66, debido a que el recurso del INE a las fuentes administrativas aumenta en un 21,9% la renta de los nativos y solo un 0,4% la de los inmigrantes. Sea porque estos últimos fueron más sinceros en la encuesta o porque JULIO CARABAÑA Y OLGA SALIDO 241ANUARIO CIDOB DE LA INMIGRACIÓN 2017 p. 232-252. ISSN: 2462-6732 – E-ISSN: 2462-6740 – www.cidob.org no están tan controlados por la Administración, lo cierto es que, según la nueva fuente, la crisis ha afectado por igual a los inmigrantes y a los nativos; la ratio de 0,66 de 2007 se mantuvo igual hasta 2014 (dejando de lado el fugaz incremento de 2010)2. Si imaginamos que el INE no hubiera revisado con datos administrativos los ingresos declarados por los entrevistados, y solo dispusiéramos de los de base 2003, seguiríamos creyendo en las bue- nas razones por las que era de esperar que la crisis hubiera dañado más a los inmigrantes. Pero los datos de base 2013 significan una anomalía para la que habría que encontrar una explicación, a me- nos que los datos nuevos sean menos fiables que los anteriores. Esta anomalía se suma al descenso de la ratio desde 1993 a 2009, contrario a todas las expectativas asimilacionistas. Podría pensarse que también en este período las cifras habrían cambiado si el INE hubiera llevado su revisión más atrás en el tiempo; ahora bien, si el efecto hubiera sido el mismo que tras 2007, la ratio habría disminuido quizás unos diez puntos, pero el descenso entre 1999 y 2007 se habría mantenido porque las rentas de los inmigrantes apenas habrían aumentado. También puede objetarse que la comparación con 1993 y 1999 es impropia, porque en aquellos años la inmigración era menor y de composición distinta. Pero incluso si nos reducimos al siglo xxi, son claros el descenso de la ratio y la estabilidad de la renta de los inmigrantes, que se mantiene en torno a los 13.000 euros, mientras la de los nativos crece hasta los 16.000 euros. Parece, en definitiva, que, en contra de las expectativas, la diferencia de renta disponible entre inmigrantes y nativos aumentó durante el período de auge y se ha mantenido igual durante la crisis. 4.2. La desigualdad de renta El modo más simple de acercarse a la desigualdad es calcular un índice global, como el coeficien- te de Gini (tabla 2). Si nos guiamos por este índice, la desigualdad entre los inmigrantes es mayor que entre los nativos (en torno a 0,40 contra 0,32, respectivamente) en 1993 y 1999, cuando todavía son muy pocos; pero habría descendido fuertemente en 2004, cuando ya eran en torno al 10% de la población. Desde 2004 hasta 2009, los coeficientes de Gini de los inmigrantes superan 2. El INE ofrece en su web los datos para 2015. Reflejan ya la recuperación, pues la renta aumenta un 3%; la ratio inmigrantes/ nativos sube ligeramente debido a los inmigrantes no europeos, cuya renta crece un 9%. LA DIFERENCIA DE RENTA DISPONIBLE ENTRE INMIGRANTES Y NATIVOS AUMENTÓ DURANTE EL PERÍODO DE AUGE Y SE HA MANTENIDO IGUAL DURANTE LA CRISIS LA RENTA DISPONIBLE DE LOS INMIGRANTES EN ESPAÑA (1993-2014) 242 ANUARIO CIDOB DE LA INMIGRACIÓN 2017 p. 232-252. ISSN: 2462-6732 – E-ISSN: 2462-6740 – www.cidob.org apenas por una centésima los de los nativos; ambos alcanzan mínimos en 2007 (0,30 el de los nativos y 0,315 el de los inmigrantes). A partir de 2007, el coeficiente de Gini crece más entre los inmigrantes que entre los nativos; el de los inmigrantes pasa de 0,315 en 2007 a 0,38 en 2011, mientras que entre los nativos solo crece de 0,30 en 2007 a 0,324 en 2011; de este modo, las diferencias vuelven hasta los niveles de 1993. Este aumento de las diferencias en desigualdad es ligeramente mayor con los datos de la ECV base 2013, que dan coeficientes de Gini algo menores para los nativos y algo mayores para los inmigrantes. En 2014 –último año para el que se han obtenido datos para calcularlos–, estos coeficientes eran respectivamente 0,319 y 0,387. TABLA 2. Evolución de los coeficientes de Gini, por lugar de nacimiento (mayores de 16 años) 1993 1999 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 Nativos Base 2003 0,327 0,306 0,312 0,307 0,302 0,300 0,311 0,324 0,322 0,324 Base 2013 0,297 0,300 0,307 0,311 0,312 0,312 0,320 0,319 iNmigrados Base 2003 0,410 0,394 0,318 0,312 0,320 0,315 0,325 0,330 0,357 0,380 Base 2013 0,331 0,336 0,335 0,369 0,373 0,359 0,377 0,387 Fuente: Elaboración propia a partir de ECV base 2003 y base 2013. 4.3. Las clases de renta ¿De dónde vienen estas evoluciones divergentes de la renta media y de la desigualdad? La des- composición en clases fijas de renta ayuda a entenderlo. La tabla 3 muestra las distribuciones por clases fijas de renta a partir de las cuales se han calculado los coeficientes de Gini que acabamos de comentar. Por construcción, las clases de renta acotadas por arriba y por abajo tienen aproxima- damente la misma media; solo las categorías extremas de los muy ricos y los muy pobres pueden tener medias que varíen. Ocurre (no lo muestra la tabla) que las rentas medias de los muy ricos, sean inmigrantes o nativos, no sufren más que variaciones aleatorias explicables por su escaso nú- mero; los muy pobres, en cambio, tienen desde el comienzo de la crisis rentas mayores cuando son inmigrantes que cuando son nativos. Un análisis detallado ha mostrado que esto se debe al mayor peso de las rentas por cuenta propia entre los nativos, lo que a su vez se explica porque en la crisis hay muchos autónomos y empresarios con rentas anuales negativas (Carabaña, 2016). Como esta diferencia es de escaso efecto, podemos dejarla de lado y centrar toda la atención en la evolución del tamaño de las clases de renta que refleja la tabla 3. La comparación es más fácil –aunque sea más imprecisa– con tan solo tres grandes clases de renta: pobres, medias y ricas, que se agregan bajo cada una de sus dos partes. JULIO CARABAÑA Y OLGA SALIDO 243ANUARIO CIDOB DE LA INMIGRACIÓN 2017 p. 232-252. ISSN: 2462-6732 – E-ISSN: 2462-6740 – www.cidob.org TABLA 3. Evolución de las clases de renta disponible equivalente (%, mayores de 16 años, por lugar de nacimiento) año 1993 1999 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 a. mayores de 16 años, Nacidos eN españa Muy pobre* 4,6 2,9 2,7 2,5 2 1,2 1,6 1,9 2,1 2,4 2,8 3,4 3,3 Pobre 15 9,7 8,1 7,3 6,3 3,5 3,3 3,8 4,4 5,1 5,8 7,1 7 Media-baja 30,4 26,3 22,3 21,1 20,8 14,3 13,9 13,7 16,5 17,2 18,5 19,7 19,3 Media-media 25,1 27,8 25,9 25,5 26 24,2 23,4 23,3 24,5 24,2 25 24,6 25,6 Media-alta 15 19,6 22,4 24,6 24,6 26,2 26,4 26,1 24,9 23,9 24,2 22,7 23,3 Cuasi-rica 5 6,6 9,6 9,4 10,1 13,9 14 13,7 12,6 12,4 11,5 11,2 10,1 Rica 4 5,9 7,2 8 7,9 12,9 13,4 13,3 11,5 11,6 9,5 8,9 9,1 Muy rica 1 1,1 1,7 1,6 2 3,9 4 4,2 3,5 3,2 2,8 2,5 2,3 100 100 100 100 100 100 100 100 100 100 100 100 100 Pobres 19,6 12,6 10,8 9,9 8,6 4,7 4,8 5,6 6,5 7,5 8,6 10,4 10,4 Medias 70,4 73,8 70,6 71,1 71,4 64,6 63,7 63,1 65,9 65,4 67,7 67 68,2 Ricas 10 13,6 18,5 19 20 30,7 31,4 31,3 27,5 27,1 23,7 22,6 21,4 b. mayores de 16 años, Nacidos fuera de españa Muy pobre* 12 6 5,6 7,4 6 5,5 7,8 7 8 9,9 9,9 11,1 10,8 Pobre 13,1 15 13,2 12,5 10,3 12,7 10,9 13,6 12,9 15,9 14,5 17,8 19,6 Media-baja 25,9 29,3 21,4 22 27,6 26,3 23,2 22,1 24,4 25,5 30,4 30,5 25,7 Media-media 22,2 17,3 31,6 30,2 25,8 26,8 25,6 26,5 28,1 26,2 24,4 22,6 23,5 Media-alta 15,5 18,3 19,1 21,2 19,1 18,8 22,1 18,2 16 15,1 13,9 10,6 13,1 Cuasi-rica 5,5 6,6 4 3,1 6,9 4,9 5,7 7,4 4,6 3,3 3,2 4,3 4 Rica 3,5 4,1 4 2,8 3,7 3,8 3,5 4,5 4,3 2,5 2,7 2 2,2 Muy rica 2,3 3,2 1,2 0,7 0,6 1,2 1,3 0,6 1,7 1,7 1,1 1,1 1,1 100 100 100 100 100 100 100 100 100 100 100 100 100 Pobres 25,1 21,1 18,8 20 16,3 18,3 18,7 20,6 20,9 25,8 24,3 29 30,4 Medias 63,6 65 72,1 73,4 72,4 71,9 70,8 66,8 68,5 66,8 68,6 63,7 62,3 Ricas 11,4 14 9,2 6,6 11,3 9,8 10,5 12,6 10,6 7,4 7 7,4 7,3 Definiciones, en euros de 2008: Muy pobre = menos de 2.818; pobre = hasta 5.636; medio-bajo, hasta 9.394; medio-medio, hasta 14.006; medio-alto, hasta 20.217; cuasi-rico, hasta 25.437; rico, hasta 39.128; muy rico, desde 39.128 euros de 2008 Fuente: Elaboración con los datos de la ECV, base 2013 desde 2007. Se ha visto que al principio del ciclo, en 1993 y 1999, las rentas medias de nativos e inmigrantes están muy cercanas, pero la desigualdad de los inmigrantes es mayor. Se puede observar en la tabla 3, que ello responde a que la población inmigrante está más polarizada que la nativa: LA RENTA DISPONIBLE DE LOS INMIGRANTES EN ESPAÑA (1993-2014) 244 ANUARIO CIDOB DE LA INMIGRACIÓN 2017 p. 232-252. ISSN: 2462-6732 – E-ISSN: 2462-6740 – www.cidob.org hay entre ellos más ricos o muy ricos que entre los nativos, y también más pobres3. En 2004 se produce un cambio importante respecto a los años 1993 y 1999, y es que el porcentaje de clases medias de los inmigrantes se iguala con el de los nativos en torno al 70%; la diferencia principal no reside ahora tanto en la polarización como en los porcentajes de ricos y pobres: redondeando, hay un 10% de inmigrantes ricos y un 18% de inmigrantes pobres, mientras que el 18% de los nativos son ricos y el 10% pobres. De aquí resulta que las rentas de los inmigrantes sean meno- res, pero solo apenas más dispersas que las de los nativos. Entre 2004 y 2006, la proporción de clase media se mantiene en torno al 70% en ambas categorías de población; en ambas crecen los ricos y bajan los pobres, como sería de esperar de la burbuja económica de esos años, sin alterar gran cosa la desigualdad. Hay, sin embargo, una diferencia entre ellas que no se ve en la tabla 3: el número de los nativos apenas crece y el de los inmigrantes aumenta en torno al 10% anual hasta 2009. En la medida, que cabe suponer alta, en que los inmigrantes comienzan en las clases más bajas, se necesita movilidad ascendente para mantener iguales los tamaños de las clases. Para ver lo ocurrido durante la crisis, se toma la serie nueva basada en fuentes administrativas (ECV base 2013). En paralelo a lo que ocurre con las medias, el cambio de base en 2007 produce pequeñas variaciones entre los inmigrantes; pero entre los nativos resulta que hay 10 puntos porcentuales más de ricos, seis menos de clases medias y cuatro menos de pobres. ¿Cómo evolucionan estas distribuciones desde la crisis? La de los nativos apenas cambia hasta 2009: 30% de ricos, 65% de medias, 5% de pobres; a partir de 2009, los ricos van siendo menos y las clases medias y pobres más; el cambio es más lento hasta 2011, con un descenso de unos cuatro puntos de los ricos, que se traducen en un aumento mayor de los pobres que de las clases medias; y más rápido entre 2011 y 2014, cuando los ricos disminuyen seis puntos que se reparten por igual en aumentos de pobres y clases medias. Es decir, el descenso de las rentas medias de los nativos se debe a que aumenta el número de pobres y de clases medias y disminuye el número de ricos, sin que aumente la polarización. Así es como entre los nativos las rentas medias han disminuido un 16% en el período (véase tabla 1b), mientras la desigualdad ha aumentado débilmente, de 0,30 a 0,32, y además de modo gradual. Entre los inmigrantes la evolución de las clases de renta es distinta; el cambio es pequeño hasta 2010, pero se acelera entre 2011 y 2014. El porcentaje de ricos disminuye poco, menos de 3 puntos del 10% al 7%. Los pobres, en cambio, aumentan mucho, del 18% al 30%; la diferencia 3. En 1999, la proporción de inmigrantes en las clases pobres y medias bajas desciende mucho menos que entre los nativos; las rentas medias se mantienen iguales por el fuerte aumento de los muy ricos (que, además, muestran este año rentas excepcio- nalmente altas). JULIO CARABAÑA Y OLGA SALIDO 245ANUARIO CIDOB DE LA INMIGRACIÓN 2017 p. 232-252. ISSN: 2462-6732 – E-ISSN: 2462-6740 – www.cidob.org la compensan las clases medias, que caen casi 10 puntos, del 72% al 62%; el descenso medio de las rentas es el mismo que entre los nativos, del 16%; pero se debe sobre todo a que dismi- nuye el número de inmigrantes en las clases medias, un aumento de la polarización que aumenta la desigualdad (el coeficiente de Gini pasa de 0,332 a 0,38). Parece, pues, que los inmigrantes ricos son tan poco sensibles a la crisis como los nativos ricos. Como tras la crisis ninguna de las dos poblaciones varía significativamente, po- demos asegurar que todo el crecimiento de las clases pobres se debe a la movilidad descenden- te. Simplificando, se puede pensar que cada clase descendió a la inmediatamente inferior (el 5,5% de los pobres pasó a los muy pobres, el 6,2% de la clase media baja pasó a la de los pobres, etc.) y que la sensibilidad de cada clase a la crisis vino bien medida por su descenso relativo. 5. BUSCANDO EXPLICACIONES La mayor parte de los datos que se han examinado no concuerdan con las expectativas genera- das en la introducción desde la teoría y las investigaciones anteriores. Por lo que respecta a las rentas medias, durante la fase de crecimiento económico no se ha encontrado convergencia, sino divergencia entre la población inmigrante y nativa, y durante la crisis se ha visto paralelismo en vez de divergencia. En cuanto a la desigualdad, esta no aumentó cuando la economía estaba en crecimiento y los inmigrantes llegando; pero sí lo ha hecho con la crisis, aunque haya sido por- que los más perjudicados han resultado ser las clases medias. Ante todo, hay que decir que esto no debe resultar sorprendente, principalmente porque, como ya se ha apuntado, hay muchos mediadores entre la renta disponible por unidad de consumo –que es lo que se ha examinado– y los salarios, que es de lo que suelen tratar las teorías y los estudios econométricos. Los principa- les mediadores son el tamaño y la composición del hogar, los miembros que trabajan, el tiempo de trabajo y los ingresos por otras fuentes (Carabaña y Salido, 2010). Se ofrecen a continuación algunas conjeturas que pueden ajustar las disparidades entre los datos y las expectativas. Comenzando por la crisis, la caída en paralelo de las rentas de nativos e inmigrados puede reconciliarse con las muchas y buenas razones para que las rentas de estos últimos bajaran más si la caída se considera juntamente con el aumento de la desigualdad. Simplemente, no se había pensado que hay un porcentaje de inmigrados ricos, en torno al 10%, que es tan resistente a la crisis como los ricos nativos (solo un 30% tiene movilidad descendente) y que, EL DESCENSO DE LAS RENTAS DE LOS INMIGRANTES SE DEBE A QUE DISMINUYEN LAS CLASES MEDIAS, AUMENTANDO LA POLARIZACIÓN LA RENTA DISPONIBLE DE LOS INMIGRANTES EN ESPAÑA (1993-2014) 246 ANUARIO CIDOB DE LA INMIGRACIÓN 2017 p. 232-252. ISSN: 2462-6732 – E-ISSN: 2462-6740 – www.cidob.org en cambio, los inmigrados de clase media son mucho más sensibles que los nativos de su misma clase (disminuyen un 12% y 7%, respectivamente). Los inmigrados ricos, por lo tanto, han sostenido la renta media que sin ellos habría caído mucho más que la de los nativos. No se entra aquí en la cuestión de por qué los inmigrados ricos disminuyen tan poco; la idea de que se trata de rentistas y jubilados de países ricos, inmunes a la coyuntura económica no lleva muy lejos, pues solo el 6% de los nacidos fuera de España son jubilados; parece más prometedor buscar por el lado de los sectores y profesiones más resistentes a la crisis (Oli- ver, 2012). Una explicación muy simple para la divergencia entre las rentas de nativos e inmigrados durante el período de prosperidad es que se debe al fuerte crecimiento de la inmigración. Hay que te- ner en cuenta que la evolución de las rentas medias de los inmigrados no depende solo de las fuerzas que han favorecido su asimilación –que tienden a subir los ingresos–, sino también de la llegada de nuevos inmigrantes, que tiende a bajarlas. Los ingresos medios de los inmigrados subirán o bajarán dependiendo de cuál de estas dos fuerzas opuestas predomine en un período. No se trata solo del efecto composición que se pudiera controlar haciendo la distinción por año de llegada (Borjas, 1985), sino también de que los nuevos inmigrantes tiran hacia abajo de las remuneraciones de los más antiguos. Por supuesto, los nuevos inmigrantes tiran también hacia abajo de los ingresos de los nativos. Aquí puede recurrirse a las teorías de la «asimilación segmentada». Los mercados de trabajo reales son muchos y variados, e inmigrantes y nativos no se encuentran por igual en todos ellos. Hay sectores a los cuales –por exigir competencias más generales– los inmigrantes pueden incorporarse de forma inmediata, y que crecen en condiciones semejantes al modelo de «crecimiento con oferta ilimitada de mano de obra»; la rápida respuesta de la oferta a la demanda frena la tendencia a subir de los ingresos, que pueden incluso descender. Hay sec- tores en los que los inmigrantes se incorporan con más dificultad, debido a las exigencias de competencias específicas, de las que la más importante es seguramente la lengua. En estos sectores, la demanda de fuerza de trabajo encuentra una oferta más inelástica, que no frena el incremento de los ingresos. En los sectores que incorporan inmediatamente inmigrantes, los salarios y las rentas mixtas, si los inmigrantes se instalan por su cuenta, crecen menos que en los sectores donde la presión inmigrante es menor y se emplean en mayor proporción los nativos. Ello podría explicar cómo los inmigrantes frenan más las remuneraciones de los inmigrados que las de los nativos y que la brecha entre ellos se ensanche en el período de auge. La hipótesis es compatible con el descenso de la desigualdad entre 1999 y 2004, debida al incremento de las clases medias a costa tanto de las pobres como de las ricas. JULIO CARABAÑA Y OLGA SALIDO 247ANUARIO CIDOB DE LA INMIGRACIÓN 2017 p. 232-252. ISSN: 2462-6732 – E-ISSN: 2462-6740 – www.cidob.org Según esta hipótesis, la brecha entre nativos e inmigrados debería haber disminuido con la cri- sis, cuando el saldo migratorio se hace neutro y cuando de las dos fuerzas contrapuestas solo queda la que empuja a la asimilación. Ha ocurrido, sin embargo, que la brecha se ha manteni- do constante. Ahora bien, como ya se ha dicho, la crisis casi puede definirse por el hecho de debilitar o neutralizar las fuerzas asimiladoras, de modo que las dos fuerzas podrían haberse debilitado por igual. Más precisamente, podría ocurrir que los inmigrantes ricos resistentes a la crisis fueran justo aquellos cuya asimilación ha ido más lejos. Otra hipótesis atractiva es que los nativos no mejoraron su renta disponible durante el auge porque subieran sus remuneraciones, sino por- que aumentó su tasa de ocupación, disminuyen- do el paro y la inactividad (Godenau, 2012). Des- de luego, esta nueva oferta de fuerza de trabajo tira también hacia abajo de los ingresos de todos, nativos e inmigrados; el punto está en que cuando los nuevos ocupados son nativos sus nuevos ingresos van a los mismos hogares que los antiguos, mientras que cuando los nuevos ocupados son inmigrantes sus ingresos van más bien a otros hogares nuevos. Esta hipótesis no es rival, sino más bien complementaria, de la hipótesis de que la intensidad de la inmigración impide que crezca la renta media de los inmigrados; quita peso, en cambio, a la condición de segmentación de los mercados de trabajo. 6. BREVE RESUMEN, CON ALGUNAS REFLEXIONES En este artículo se ha examinando la diferencia de renta disponible por unidad de consumo entre nativos e inmigrados y su evolución desde 1993 hasta 2014. El hecho más llamativo que se ha encontrado es que durante los años de crecimiento económico, mientras la renta de los nativos crecía, la de los inmigrados se estancaba, aumentando la diferencia entre ellas. Durante los años de recesión, en cambio, la renta de unos y otros ha descendido, de modo que la diferencia se ha mantenido igual. Se ha creído encontrar una explicación para este descenso paralelo en la mayor sensibilidad a la crisis de los inmigrados con ingresos medios. Y, en un contexto de fuerte segregación entre mercados de trabajo, ha parecido probable que las rentas de los inmigrantes se mantuvieron bajas durante el período de auge por el fuerte aumento de la mano de obra inmi- grante (además del de la nativa). UNA EXPLICACIÓN MUY SIMPLE PARA LA DIVERGENCIA ENTRE LAS RENTAS DE NATIVOS E INMIGRADOS DURANTE EL PERÍODO DE PROSPERIDAD ES QUE ESTA SE DEBE AL FUERTE CRECIMIENTO DE LA INMIGRACIÓN LA RENTA DISPONIBLE DE LOS INMIGRANTES EN ESPAÑA (1993-2014) 248 ANUARIO CIDOB DE LA INMIGRACIÓN 2017 p. 232-252. ISSN: 2462-6732 – E-ISSN: 2462-6740 – www.cidob.org De ser válida esta hipótesis, la magnitud de la población inmigrante y el ritmo de su aumento serían las variables clave no solo para explicar la evolución de sus rentas, sino también para interpretar su significado. Ante todo, no debemos tomar a «los inmigrantes» como un con- junto permanente a lo largo del tiempo; cuando se examinan las medias de renta sin tener en cuenta los cambios en la población puede parecer que «los» inmigrantes se beneficiaron poco del auge porque sus rentas aumentaron menos que las de los nativos, y que han salido al menos tan perjudicados por la crisis como aquellos. Esto último puede mantenerse, dado que la población inmigrada se mantuvo aproximadamente constante durante este tiempo; pero debido a cómo creció en los años de prosperidad, es inapropiado decir que «los» inmigrantes se beneficiaran poco de ella, pues cada inmigrante que llegó durante este tiempo mejoró su situación, por mucho que la llegada de más inmigrantes mantuviera constante la media del conjunto. Tomemos como ejemplo la persistencia del porcentaje de los muy pobres que, des- de 1999 a 2006, se mantuvo en torno al 2,5% entre los nativos y al 6% entre los inmigrados (véase tabla 3). Cuando se trata de nativos, tiene sentido considerar esta persistencia como una desviación de la pauta común de mejora; pero cuando se trata de inmigrados, las cosas no pueden plantearse así, pues no hay razón a priori para preferir que disminuya la pobreza de los inmigrados en lugar de que aumente su número. Lo visto sugiere que la prevalencia de la inmigración debería tener un lugar principal entre los indicadores para valorar la marcha de la economía, del mismo modo que lo tiene el aumento de la ocupación. Se dice que la economía va bien cuando la demanda de mano de obra au- menta, su remuneración sube y el paro disminuye; pero esto solo ocurre en la medida en que la población es constante y la oferta de mano de obra inelástica. Cuando el aumento de la de- manda se responde con otro de la población y la oferta de mano de obra se hace más elástica, entonces los ingresos y el paro pueden mantenerse, o incluso empeorar, sin que por eso deje la economía de ir bien. Lo que ocurre es que toda la mejora se va en aumentos de ocupación. No parece consecuente pedir que un crecimiento del PIB basado en la inmigración aumente los ingresos per cápita como el mismo crecimiento si se basara en aumentos de productividad. El balance positivo de un crecimiento extensivo se manifiesta en la creación de puestos de tra- bajo y el aumento de la población, no de la renta per cápita. La economía española incorporó entre 1993 y 2009 unos seis millones de inmigrantes, los cuales consiguieron al menos la misma renta disponible que los escasos inmigrados que había en 1993. Después de 2009 , los nuevos pobladores se quedaron sufriendo la crisis como si fueran nativos. El PIB creció en ese tiempo un 51%, la renta per cápita el 27% y el empleo un 31%. En Alemania, el PIB creció mucho menos, un 31%, pero la renta per cápita creció algo más, el 32%; la diferencia se explica porque en Alemania el empleo creció un 12%. ¿Funcionó la economía española JULIO CARABAÑA Y OLGA SALIDO 249ANUARIO CIDOB DE LA INMIGRACIÓN 2017 p. 232-252. ISSN: 2462-6732 – E-ISSN: 2462-6740 – www.cidob.org mejor o peor que la alemana? A juzgar por la renta per cápita, la economía española funcionó algo peor, a juzgar por el PIB, y el empleo funcionó bastante mejor. Parece evidente que este último, el que atiende al PIB y al empleo, es el juicio global más adecuado, aunque no sea el más extendido. Ahora bien, ¿podría la economía haber ido todavía mejor con otras políticas migratorias?4 ¿Fueron los seis millones de habitantes adicionales pocos o demasiados? ¿Cómo evaluar las políticas del pasado y dar buen aviso a las actuales? Fue el Estado el que permitió y canalizó la inmigración para satisfacer las demandas de los empresarios, que se quejaban de carencias de mano de obra; era de suponer que el Estado previera también señales que le alertaran de los excesos, que las dispusiera sabiamente y que reaccionara con eficacia cuando sonaran. ¿Fue así? Los gobiernos pueden elegir entre crecimiento económico e inmigrantes con ingre- sos superiores; para fomentar el crecimiento convienen salarios bajos, lo que se consigue con más inmigración; para aumentar los ingresos de los inmigrantes hay que frenar la inmigración y con ella el crecimiento económico. Es fácil decir ahora que si la inmigración se hubiera regu- lado con severidad, la crisis habría tenido menos impacto; la «devaluación interna» no habría sido tan fuerte, los ingresos de todos no habrían disminuido tanto, la pobreza y la desigualdad habrían crecido menos y hasta puede que el saldo migratorio no hubiese cambiado de signo. Pero en ese momento las señales no eran de alarma, o podían incluso leerse al contrario; por ejemplo, los inmigrantes pobres se redujeron a la mitad, de aproximadamente el 15% en 1993 y 1999 al 7% de 2006, lo que podía leerse como un desplazamiento del precio de equilibrio en dirección a la demanda. Había como mucho voces de alarma. Sin ir más lejos, ya en el año 2004, un 58% de los españoles opinaba que el número de inmigrantes era excesivo, y un 29% que las leyes de inmigración eran demasiado tolerantes; en 2008 esos porcentajes ha- bían ascendido a 79% y 45%, respectivamente (Cea, 2015: 261). ¿Qué Gobierno habría osado entonces anunciar que iba a ralentizar unas décimas el crecimiento del PIB poniendo trabas a la inmigración para proteger el nivel de vida de los ya inmigrados y al tiempo prevenir un ate- rrizaje demasiado brusco cuando llegara una crisis que nunca llegaba, atendiendo opiniones intolerantes y xenófobas? Ahora la crisis ha llegado y ha pasado; no solo se han hecho más patentes sus consecuencias económicas, sino que también nos hemos vuelto más conscien- tes de las sociales. Afortunadamente, por ahora, podemos seguir asombrándonos de la falta de estas últimas y buscándole una explicación (Arango, 2012; González Enríquez, 2017; Rinken y Trujillo, 2017). 4. Véase un examen crítico de las llevadas a cabo en España en González Enríquez (2009). LA RENTA DISPONIBLE DE LOS INMIGRANTES EN ESPAÑA (1993-2014) 250 ANUARIO CIDOB DE LA INMIGRACIÓN 2017 p. 232-252. ISSN: 2462-6732 – E-ISSN: 2462-6740 – www.cidob.org REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Alba, Richard y Nee, Victor. «Rethinking Assimilation Theory for a New Era of Immigration». International Migration Review, vol. 31, n.º 4 (1997), p. 826-874. Antón, José Ignacio; Muñoz de Bustillo, Rafael y Carrera, Miguel. «From guests to hosts: Immigrant-native wage diffe- rentials in Spain». International Journal of Manpower, vol. 31, n.º 6 (2010), p. 645-659. Arango, Joaquín. Exceptional in Europe? Spain’s Experience with Immigration and Integration. Washington D. C.: Mi- gration Policy Institute, 2012. Arango, Joaquín. «España: una experiencia migratoria singular», en: Torres, Cristóbal (coord.). España 2015. Situación social. Madrid: CIS, 2015, p. 268-275. 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