Revista inteRnacional de Pensamiento Político - i ÉPoca - vol. 12 - 2017 - [261-281] - issn 1885-589X 261 LA COMUNIDAD IMAGINADA DE LA DERECHA NACIONAL-POPULISTA IMAGINED COMMUNITY AND THE RIGHT WING NATIONAL-POPULISM Miguel Ángel Simón Gómez University of Pittsburgh miguelmasg@yahoo.es Recibido: Noviembre de 2017 Aceptado: Diciembre de 2017 Palabras clave: Populismo, nostalgia, crisis económica, inmigración, extrema derecha. Keywords: Populism, nostalgia, economic crisis, immigration, far right. Resumen: Diversas teorías han apuntado que el ascenso de la derecha na- cional populista se debe a los efectos de la crisis económica y la globalización económica, otros apuntan a la inmigración y la globalización cultural. En este artículo sostendremos que ambos elementos se retroalimentan y apuntan a una clave compartida: la nostalgia de un mundo idealizado mejor. Abstract: Several theories try to explain the rise of far-right national- populism as a result of the economic crisis while other theories pointed to immigration and cultural globalization. In this article we will show that both theories are intertwined and drive us to a share core: nostalgia of an idealized and better world. 1. Introducción: la filosofía de la crisis permanente En una de las más conocidas y céntricas librerías de París hay dos estanterías simétri- cas con dos peculiares rótulos: en el primero se apunta un resplandeciente “Francia va bien” y el segundo replica con un sombrío “Francia va mal”. La cantidad de libros que se acumulan en sus baldas puede servir, a modo de termómetro, para comprobar a cuál de los dos discursos -el optimista o el pesimista- le sube la fiebre medida en volúmenes y páginas y últimamente la temperatura de la segunda se ha disparado. El permanente discurso de la crisis de civilización o de la decadencia nacional no es en absoluto algo particular de Francia1 -aunque en ese país haya alcanzado ver- daderas cimas de desesperación-, tampoco es algo reciente. La confrontación entre apocalípticos e integrados que describía Eco, entre progreso y declive, entre salud 1. Simón, M.A., “Decadentismo y palingenesia en la derecha radical”, en M.A. Simon (ed.) La extre- ma derecha en Europa de 1945 a nuestros días, Tecnos, Madrid, 2007, pp. 133-157. Revista inteRnacional de Pensamiento Político - i ÉPoca - vol. 12 - 2017 - [261-281] - issn 1885-589X 262 y enfermedad social, entre avance o de- generación, entre la política del miedo y la política de la esperanza, es constitutiva de la propia modernidad. Como señalara Paul Valéry “al ídolo del progreso respon- dió el ídolo de la maldición del progreso”2. En el mismo marco y en el mismo tiempo tan frecuentemente identificado con la quintaesencia de la evolución, el progre- so, el optimismo, la reforma y la mejora encontramos concepciones sobre atavis- mos, regresión, trasgresión, decadencia y nostalgia por un pasado mejor3. Optimismo y pesimismo, progreso y de- cadencia, esperanza y nostalgia, son dos figuras arquetípicas de una modernidad bifronte que es descrita en 1880 por Flau- bert en la figuras de Bouvard y Pécuchet: “Pécuchet tenía una tenebrosa visión del futuro de la humanidad. El hombre mo- derno había sido reducido a convertirse en una máquina […] si las convulsiones exis- tentes desde la Revolución de 1789 conti- núan […] no habrá más ideal, religión ni moralidad. América habrá conquistado el mundo […] Bouvard tenía una visión rosa del futuro de la humanidad. El hombre moderno progresa. El mal desaparecerá con las necesidades. La filosofía será una religión. La comunión de los pueblos. Las fiestas públicas. Se viajará a las estrellas”4. Hoy, en las democracias occidentales, ga- nan adeptos los Pécuchet. Asciende, una vez más, el relato de la grandeza añorada y de la arcadia perdida. “Hacer a América Grande de nuevo”, “Devolver a Francia 2. Cf. Taguieff, P. A., Le sens du progrès, Flam- marion, Paris, 2004. 3. Pick, D., Faces of Degeneration. A European Disorder, C.1848-1918, Cambridge University Press, Cambridge, p. 2. 4. Flaubert, G., Bouvard and Pécuchet, Har- mondsworth, Penguin, 1976, pp. 286-7. su grandeza”, “recuperar la Gran Hungría y la Europa cristiana”, ese es el discurso que alimenta la retórica nacional-populis- ta a una y otra orilla del Atlántico. Y sin embargo, como veremos en estas pági- nas, es la nostalgia de un espejismo, aun- que sus consecuencias sean muy reales. 2. El eterno retornado: la decadencia de Occidente Recuperar la grandeza perdida, ese es el centro de la visión nacional que repre- senta en Hungría Viktor Orban y que se ha ocupado de ilustrar con un nuevo relato de la historia nacional de un país que, en todos los conflictos que ha librado en los últimos cinco siglos, se ha encontrado del lado de los perdedores. Incluso el himno nacional es un ruego a Dios para que se apiade de una nación “desgarrada hace tiempo por un destino desafortunado” en un “mar de miseria”. En 2010 Orban, pre- sentándose a sí mismo como el gran re- generador que iba a sacar a Hungría de siglos de crisis y declive, decidió establecer una peculiar fiesta nacional. Si lo habitual es festejar grandes hazañas, decidió que se iba a recordar el Tratado de Trianon por el que los aliados occidentales quitaron a Hungría las dos terceras partes de su te- rritorio. Se iba a recordar, en definitiva, el momento en que occidente “traicionó a la inocente Hungría y la sumió en la crisis existencial” de la que Orban la va a sacar. Por si no quedaba claro, se situaron nume- rosos mapas de la “Gran Hungría” por todo el país para aclarar cuál es el referente5. Salir de la crisis de civilización, de la de- cadencia de EEUU, es también el núcleo 5. Woodard, C., “Europe’s New dictator”, Politi- co Magazine, 17 de junio de 2015. Revista inteRnacional de Pensamiento Político - i ÉPoca - vol. 12 - 2017 - [261-281] - issn 1885-589X 263 del discurso que alimentó la campaña de Donald Trump advirtiendo solemne que “No estamos solo ante una nueva elec- ción, estamos ante un cruce de caminos […] nuestra gran civilización, América y todo el mundo civilizado, se enfrenta a la hora de la verdad”6. Y especificando, con mucha menos solemnidad pero bastante más claridad, que “la victoria de Hillary Clinton puede llevar a la destrucción total de Estados Unidos”7. La misma idea se repite al otro lado del Atlántico por Ma- rine Le Pen: “todos mis adversarios han contribuido al derrumbe de Francia […] vivimos en el horror, en una tragedia na- cional. Francia no está gobernada, está abandonada […] Francia no es Francia sin su grandeza […] la campaña presi- dencial que va a comenzar no es como las demás, nos jugamos lo esencial: debe- mos decidir nuestra suerte no para cinco años sino quizás para siempre”8. No estamos ante un discurso de campaña ni un relato construido de la noche a la mañana. Si la extrema derecha europea bebe de una filosofía crepuscular estre- chamente vinculada a su bagaje ideoló- gico9, Donald Trump sigue una tradición política y un relato muy anterior a este momento10 y recoge lo que muchos de 6. Cf. Lizza, R., “Steve Bannon’s Vision for the Trump Coalition After Election Day”, The New Yorker, 16 de octubre de 2016. 7. The Washington Post, 12 de octubre de 2016. 8. Marine Le Pen, 3 septiembre de 2016. 9. Sternhell, Z., L’éternel retour. Contre la démo- cratie: l’idéologie de la décadence, Presses de SciencesPo, Paris, 1994. Taguieff, P. A., “Cri- tiques du progrès et pensées de la décadence. Essai de clarification des visions de l’histoire”, Mil Neuf Cent, 1996, vol.14 (1), pp. 15-39. 10. Hofstadter, R., The Paranoid Style in Ameri- can Politics, and Other Essays, Knopf, New York, 1965. los que le precedieron han ido sembran- do. Es esa obsesión de una crisis vital en EEUU lo que se encuentra en la base del Tea Party, el movimiento que más ha cambiado el republicanismo en EEUU en las últimas décadas y en el que, como se- ñalan Theda Skocpol y Vanessa William- son tras entrevistar a numerosos miem- bros del movimiento, “casi nunca oíamos hablar de economía sino de la pesadilla de la decadencia social”11. Es el mismo mensaje apocalíptico al que se han su- mado, uno tras otro, los líderes republi- canos que antecedieron a Donald Trump: “América se está acercando al punto de inflexión en el que no hay vuelta atrás” advertía en 2009 Paul Ryan ante la toma de posesión de Obama12. E insistía poco después: “se acelera la marcha hacia un punto irreversible que amenaza nues- tra forma de vida”13. “Su plan [el de los demócratas] es aplicar los principios de FDR –repetía Rick Santorum en Idaho en 2012- Estamos alcanzando un punto de inflexión histórico”. También Mitt Romney se apuntó el tono y contenido para seña- lar que estamos “solo a unas pulgadas de dejar de ser un país libre […] esta elec- ción es nuestra última oportunidad”14. Poco importa que EEUU sea la única superpotencia militar, la mayor potencia económica y que en su país se acumu- le la mayor densidad de universidades punteras, de innovación, investigación 11. Skocpol, T., y Williamson, V., The Tea Party and the Remaking of Republican Conservatism, Oxford University Press, Oxford, 2012. 12. Wehner, P. y Ryan, P., “Beware of the Big- Government Tipping Point”, The Wall Street Journal, 16 de enero de 2009. 13. Ryan, P., Discurso en la Conservative Poli- tical Action Conference, 29 de febrero de 2009. 14. Chait, J., 2012 or never, New York Magazine, 26 de febrero de 2012. Revista inteRnacional de Pensamiento Político - i ÉPoca - vol. 12 - 2017 - [261-281] - issn 1885-589X 264 y registro de patentes del mundo. Para Trump, estamos llamados a “defender nuestra civilización occidental del terroris- mo, la burocracia y la erosión de nuestras tradiciones”15. Poco importa que los paí- ses en los que está triunfando ese discur- so pertenezcan al club de las economías más avanzadas del planeta. Poco importa la realidad porque quienes se apoyan en esos argumentos no buscan, y eso es lo que veremos en las siguientes páginas, describir el mundo de una manera objeti- va, buscan conectar con un determinado público que siente que efectivamente su mundo sí se está desmoronando. 3. Nostalgia del pasado… y del futuro “Nostalgia dell’avvenire”, nostalgia del futuro, ese era el título del programa con el que el Movimiento Social Italiano, lide- rado por Giorgio Almirante y heredero de la Italia de Mussolini, se reconstruía tras la derrota fascista. Podemos encontrar los mismos componentes – pasado idealiza- do y proyección al futuro- en la Konser- vative Revolution, en la Nouvelle Droite y en autores de referencia de la extrema derecha como Julius Evola. Varios estudiosos han investigado la rela- ción entre la “nostalgia grupal” asociada al relato de la pérdida de una supuesta “era dorada”, y la fortaleza de un senti- miento nacional excluyente. La conclu- sión a la que llegan no es sorprendente pero sí clarificadora: “La nostalgia grupal se puede relacionar con una orientación positiva hacia el propio grupo y negativa hacia fuera del grupo, promueve un sen- tido de la identidad nacional esencialista 15. 6 de julio de 2017. y asociado a la exclusión que está ba- sado en los ancestros y la descendencia común”16. Fred Davis ilustra cómo la nos- talgia es una respuesta frecuente entre grupos que sienten amenazada su iden- tidad, y que se produce especialmente en momentos de tensión económica y cam- bio social entre personas y grupos que sienten que su entorno pierde estabilidad. En esas situaciones, buscan refugio en la idealización de un pasado perdido que, se corresponda o no con la realidad, perci- ben como mejor17. Recurriendo al llamado “sesgo de retros- pección rosa”18, los líderes nacional-po- pulistas inciden en un esquema fácilmen- te asimilable: (1) hubo días gloriosos en nuestro pasado, cuando todos vivíamos en comunidades en las que nos recono- cíamos. (2) Entonces llegaron los cambios –la globalización económica, el multicul- turalismo– favorecidos por una elite trai- dora al pueblo y echaron a perder todo. (3) Si me votas, volveremos a ese glorioso pasado y entregaré el país a su pueblo ori- ginal y depositario19. 16. Smeekes, A., Verkuyten, V. y Martinovi, B., “Longing for the country’s good old days: Na- tional nostalgia, autochthony beliefs, and opposi- tion to Muslim expressive rights”, British Jour- nal of Social Psychology, nov. 2014. Y Smeekes, A., “National nostalgia: A group-based emotion that benefits the in-group but hampers intergroup relations”, International Journal of Intercultural Relations, vol. 49, 2015, pp. 54-67. 17. Davis, F., “Nostalgia, Identity and the Cur- rent Nostalgia Wave”, Sociology and Popular Culture, sept. 1977. 18. Rubio, D., “The Politics of Nostalgia”, Social Europe, abril de 2017. 19. Smeekes, A., “National nostalgia: A group- based emotion that benefits the in-group but hampers intergroup relations”, International Journal of Intercultural Relations, vol. 49, 2015, pp. 54-67. Revista inteRnacional de Pensamiento Político - i ÉPoca - vol. 12 - 2017 - [261-281] - issn 1885-589X 265 Si ese discurso es eficaz es porque cae en terreno fértil. Preguntados en una serie de encuestas realizadas entre 2013 y 2016 sobre su percepción del país, un 49% de los estadounidenses considera que su nación está en declive, el mismo porcen- taje considera que los mejores años han quedado atrás y un 60% entiende que el país va en mala dirección20. Y EEUU no es una excepción, un reciente estudio de Ipsos-Mori sobre 25 países21 pone de ma- nifiesto que una mayoría de la población occidental considera que su propio país va mal. De los países europeos incluidos en el estudio, el menos pesimista es Rei- no Unido, donde “solo” un 60% de los ciudadanos considera que el país va mal, un porcentaje que en Francia alcanza el 89% de la población. No se trata de algo coyuntural que res- ponda a un momento político concreto. En las series temporales de Gallup se puede comprobar que, pese a los cam- bios de gobierno y a la posición de EEUU como potencia hegemónica, no ha dejado de aumentar el porcentaje de población que tiene un diagnóstico sombrío: la sa- tisfacción con la situación del país era un 70% en el año 2000, 36% en 2005, 34% en 2010 y 30% en 2015, alcanzando mí- nimos históricos con la mitad de optimis- tas que al inicio de siglo22. 20. Pew Research Center, Mayo 1-5, 2013. NBC News/Wall Street Journal Poll, enero 14-17, 2015. Exit Polls elecciones, 2016. 21. Ipsos-Mori, Game Changers, 15 de noviem- bre de 2016. Los países analizados son : Reino Unido, Argentina, Australia, Bélgica, Brasil, Canadá, China, France, Gran Bretaña, Alema- nia, Hungría, India, Israel, Italia, Japón, México, Polonia, Perú, Rusia, Arabia Saudí, Sudáfrica, Corea del Sur, España, Suecia, Turquía y Estados Unidos. 22. Gallup, Satisfaction with the United States, 5 de octubre de 2016. El desasosiego, la frustración, parecen ha- berse apropiado así de la fibra sensible de una parte de la ciudadanía de las demo- cracias occidentales. Y tiene consecuen- cias: así, por ejemplo, en el referéndum sobre el brexit, aquellos que pensaban que Reino Unido está mejor que en 1973 votaron por la permanencia en un 73%, quienes consideraban que está peor vo- taron por el brexit en casi un 60%23. En una pauta recurrente y bien documenta- da, los pesimistas sobre la situación de su país, quienes sienten nostalgia por un pasado idealizado, tienden a votar al na- cional-populismo en un porcentaje mayor que quienes son optimistas o no se dejan arrastrar por la nostalgia24. 4. Nostalgia de la seguridad “perdida” Que están dirigiéndose a sentimientos más que realidades es algo que saben muy bien los líderes nacional-populistas. Rudy Giuliani, telonero estrella de Donald Trump, es consciente de que está tocan- do una fibra sensible cuando asegura que Trump no solo va a “hacer a América Grande de nuevo” sino que también va a “hacer América segura de nuevo” de- volviéndola a la era de Ronald Reagan25. 23. Rubio, D., “The Politics of Nostalgia”, op. cit. 24. Steenvoorden, E. y Harteveld, E., “The ap- peal of nostalgia: the influence of societal pes- simism on support for populist radical right par- ties”, West European Politics, vol. 41 (1), 2017, pp. 28-52. 25. “Estoy aquí para hablaros de devolver la seguridad a América […] los americanos no se sienten seguros. Temen por sus hijos, temen por ellos mismos. Temen por nuestros oficiales de policía, que están señalados con una diana. Es el momento de devolver la seguridad a América tal Revista inteRnacional de Pensamiento Político - i ÉPoca - vol. 12 - 2017 - [261-281] - issn 1885-589X 266 A Giuliani, le sigue Trump: “Décadas de progreso reduciendo la criminalidad se están perdiendo”. Al otro lado del océano pero no tan lejos en sus ideas, le Pen repite que “Francia y los franceses ya no están seguros”26. Y tienen razón Trump y Giuliani. Hoy, los estadounidenses se sienten menos segu- ros. Según un estudio de Pew Research, desde el año 2.000 la percepción de la criminalidad no ha hecho más que au- mentar27. En la misma dirección apunta una encuesta realizada por Gallup28: el 70% de los estadounidenses piensa que la criminalidad está aumentando. El miedo es libre, a veces incluso es libre de la propia realidad. Porque esa reali- dad dice que EEUU es hoy un país más seguro, que la tasa de criminalidad es aproximadamente la mitad que en 1991, que en la “edad dorada” y segura de Rea- gan, de la que Giuliani siente nostalgia, la criminalidad era aproximadamente un 40% más alta que en este momento29. El miedo es libre, sin duda, y su explo- tación es completamente interesada. El discurso de la sociedad o la civilización en crisis no se dirige a la realidad sino a la vivencia subjetiva de la realidad, no se dirige a la razón sino al temor, a la sensa- ción que fácilmente asocia el desasosiego personal con el derrumbe comunitario, social, cultural, nacional y civilizacional. En la terminología de J.L. Austin, no nos y como hizo el Presidente con el que trabajé, Ro- nald Reagan”, 14 de noviembre de 2015. 26. Le Monde, 14 de noviembre de 2015 27. Pew Research, database, 2015. 28. McCarthy, J., More Americans Say Crime Is Rising in U.S., 22 de octubre de 2015. 29. Baer, D., “The Psychology of why Americans are Afraid of Historically low Crimes Level”, NY Magazine, 19 de julio de 2016. encontramos ante enunciados ilocuciona- rios sino perlocucionarios o performativos. No se trata de describir objetivamente la realidad sino de provocar cambios en quien escucha. No se trata de analizar sino de ganar seguidores y votos. La eterna decadencia llama de nuevo a nuestra puerta, y con ella la nostalgia de un tiempo en el que “uno se podía sentir en casa en la sociedad, consigo mismo y con el universo: un tiempo pasado en el que éramos socialmente homogéneos, vivíamos en auténtica comunidad, a salvo y seguros”30. 5. Nostalgia de la situación económica perdida En los últimos años hay historias que han sido repetidas una y otra vez por los me- dios. La historia, por ejemplo, de Paula Heap y Joel Coe –señala Der Spiegel- que viven a 6.400 kilómetros de distancia, ni tan siquiera se conocen entre ellos, pero comparten el mismo sentimiento de atro- pello. Ella votó por el Brexit y él por Trump. Ella vive en una ciudad del noroeste de Inglaterra que nunca se recuperó del de- clive de la industria textil. Él es un ameri- cano de Tennessee, su fábrica de textiles es la última que sigue abierta en su re- gión. Ambos comparten el rechazo a una globalización que “les ha quitado el con- trol de su propia vida”, a una inmigración que –así lo entienden ellos- desequilibra 30. Rapport, N., y Dawson, A., Migrants of iden- tity: Perceptions of home in a world of movement, Berg, London, 1998, p. 31 (citado en Smeekes, A., Verkuyten, M. and Martinovi, B., “Longing for the country’s good old days: National nostal- gia, autochthony beliefs, and opposition to Mus- lim expressive rights”, British Journal of Social Psychology, nov. 2014). Revista inteRnacional de Pensamiento Político - i ÉPoca - vol. 12 - 2017 - [261-281] - issn 1885-589X 267 el mercado de trabajo y se aprovecha de los servicios sociales, y a una Unión Euro- pea, añade Heap, que funciona como un “imperio” de burocracia, “capaz de regu- lar mi tetera eléctrica pero no de crear la más mínima prosperidad”31. Es en ese tipo de argumentos en los que se basa lo esencial de la teoría de los per- dedores de la globalización. Una teoría que viene a decir que con la globalización económica las clases media y trabajadora se están viendo paulatinamente depau- peradas. Ese es el sustrato -continúa el argumento- en el que crece el descon- tento y el populismos. Lo que tienen en común Trump, el Brexit y el ascenso de la extrema derecha en Europa es que parten de “una reacción directa a un profundo cambio estructural en el modo en el que se genera y se reparte la riqueza. A me- nos que esa brecha estructural se cierre, los cimientos de nuestro orden político se tambalearán”32. Efectivamente, los datos están ahí y son elocuentes. Desde el año 2000 el empleo fabril ha caído en EEUU un 30%. Según la Oficina del Presupuesto de EEUU, entre 1979 y 2013, los ingresos del 1% que más gana crecieron un 188%, los del grupo de ingresos altos crecieron un 63%, los de la clase media y baja solo un 18%. Según el censo de EEUU, una familia típica de cla- se media estadounidense gana aproxima- damente el mismo salario que en 1996. Los datos aportados por Branko Milanovic apuntan en la misma dirección: la tasa de crecimiento anual del salario medio real, tras impuestos, entre 1979 y 2013 ha sido 31. Spiegel, “The era of Angry Voter is Upon Us”, 6 de julio de 2016. 32. Muñiz, M., “Populism and the Need for a New Social Contract”, Social Europe, 11 de oc- tubre de 2016. del 0’5%. Del 2000 al 2013 el crecimiento ha sido cero33. Más importante aún a los efectos de este trabajo: entre 1980 y 2013 la clase media se ha reducido en todos las economías más avanzadas34. Los británi- cos que hoy tienen 27 años están ganan- do lo mismo que ganaban quienes tenían esa edad hace 25 años. Es más, un joven millennial ganará, de los veinte a los 30 años, 8.000 libras menos que los jóvenes de la generación precedente. Los perdedores de la globalización ya no se encuentran solo en otros continentes ni en países económicamente atrasados, es- tán en el primer mundo, están en las ciu- dades y pueblos que fueron industriales y ahora están llenos de esqueletos oxidados de viejas fábricas. Al Rust Belt de EEUU, bastión tradicional del Partido Demócra- ta que en esta ocasión ha votado mayo- ritariamente por Trump, le corresponden 33. Milanovic, B., Global Inequality, Harvard University Press, Cambridge, 2016. 34. También hay otros datos. Son los que esgri- men los defensores de la globalización. Datos que muestran que la globalización económica ha producido una riqueza sin precedentes. A nivel global, y según datos del Banco Mundial, des- de 1960 el Producto Interior Bruto per Cápita se ha multiplicado por 2.5 y Las economías occi- dentales nunca han sido tan ricas como en este momento. EEUU Recuperó el nivel anterior a la crisis en 2012 y hoy su PIB per cápita es diez veces más que en 1960. La esperanza de vida global ha aumentado en casi dos décadas. En un artículo reciente dos investigadores del Banco de Inglaterra y del FMI, Tomas Hellebrandt y Paolo Mauro, muestran el balance de la globalización en aumento de la prosperidad y descenso de la pobreza: entre 2003 y 2013, el nivel de ingresos del 10% más pobre a escala global ha pasado de 260$ a 480$, el ingreso medio casi se ha duplica- do pasando desde los 1.100$ hasta los 2010$. Pa- ralelamente, el porcentaje de población mundial que vive en la extrema pobreza ha caído del 25% en 2002 al 11% en 2013. Revista inteRnacional de Pensamiento Político - i ÉPoca - vol. 12 - 2017 - [261-281] - issn 1885-589X 268 las Midlands y el Norte de Inglaterra, las regiones más fuertemente golpeadas por la desindustrialización, donde se concen- tran las 28 ciudades con mayor porcenta- je de zonas deprimidas35, y donde se ha impuesto el Brexit36. Así las cosas, sos- tiene esta teoría, “que los votantes hayan elegido a Trump o el Brexit como la solu- ción a sus problemas puede haber sido un shock para muchos, pero la desafec- ción de esos votantes no debería serlo”37. Ante lo que estamos es ante la proletariza- ción de una clase media que llegó a incor- porar a la propia clase trabajadora. Esos millones de ignorados por la globalización -los que se quedan atrás, los trabajadores subempleados, los que ven expulsados del mercado de trabajo o no logran acce- der a él, los nuevos trabajadores pobres- empiezan a constituir una nueva clase po- lítica ideológicamente transversal, acosada por una frustración que se manifiesta en el voto del descontento, el voto proteccionis- ta, el voto nacional-populista. Es entre esas capas en las que resuenan mensajes como los de un Donald Trump que sabe añadir a su eslogan “hacer a América grande otra vez” la nostalgia económica: “vamos a ha- cer América rica otra vez”, “vamos a traer de vuelta el carbón”, “vamos a recuperar los empleos que nos arrebataron los malos tratados comerciales”. Hasta ahí la teoría de los perdedores de la globalización. Una teoría que tiene un enorme predicamento pero que también 35. Coyle, D., “Brexit and Globalization”, en R. E. Baldwin (ed.), Brexit Beckons: Thinking ahead by leading economists, CEPR Press, 2016, pp. 23-29. 36. Baldwin, R.E., Brexit Beckons: Thinking ahead by leading economists, CEPR Press, 2016, p. 5. 37. Jacobs, M. y Mazzucato, M., “The Brexit- Trump Syndrome”, LSE blog, noviembre de 2016. presenta algunas fallas. La más impor- tante, el vínculo de causalidad que esta teoría establece. Lo que sabemos es que la clase media trabajadora de las econo- mías más avanzadas está sufriendo los efectos de la globalización y que, en ese período de tiempo, se ha producido un ascenso del nacional-populismo. La teo- ría de los perdedores de la globalización establece una causalidad directa entre ambos fenómenos, pero eso es algo que no es evidente. De hecho, varios trabajos han mostrado que los votantes del Bre- xit38 así como los votantes de Trump no coinciden exactamente con el dibujo de clase trabajadora depauperada a la que apunta la teoría de los perdedores de la globalización. Un detallado trabajo de J. Rothwell y Pablo D. Rosell para Gallup nos permite entrar más en el detalle de esos votantes estadounidenses. En ese trabajo, los au- tores desagregaron el voto a Trump por distritos y grupos sociales. Lo que los re- sultados mostraron es que los votantes de Trump tienen más ingresos que la media en su propia comunidad, pero son votan- tes que viven en zonas -mayoritariamente blancas- en las que está extendido el te- mor económico39. En la misma línea, Nate Silver apunta que entre los votantes de Trump no se encuentran de un modo ma- yoritario quienes han sido relegados a los márgenes de la economía y la sociedad por la globalización40, no están sufriendo 38. Darvas, Z., “High Inequality and Poverty Helped Trigger the Brexit Protest Vote”, LSE documents, noviembre de 2016. 39. Rothwell, J. y Rosell, P., “Explaining Na- tionalist Political Views. The Case of Donald Trump”, Gallup- SSRN, 2 de noviembre de 2016. 40. Silver, N., “The Mythology Of Trump’s ‘Working Class’ Support”, FiveThirtyEight, 3 de mayo de 2016. Revista inteRnacional de Pensamiento Político - i ÉPoca - vol. 12 - 2017 - [261-281] - issn 1885-589X 269 en primera persona los efectos del declive de un sector económico, pero sí viven en lugares –y esto es lo decisivo- en los que se ha extendido ese temor. Una encues- ta realizada por The Washington Post41 y ABC, indica algo parecido: no hay una conexión determinante entre pérdida per- sonal de ingresos y apoyo a Trump. Sin embargo, cuando se les pregunta si “sien- ten que están luchando para mantener su nivel de vida” quienes contestan afirmati- vamente es más probable que apoyen a Trump. Y ahí, no en la situación objetiva sino en la amenaza sentida, es donde está la clave: “La ansiedad económica es sobre el futuro, no sobre el presente […] el atractivo de Trump era mayor en lugares en los que la gente estaba más preocupada por lo que el futuro puede suponer para sus empleos, incluso aun- que no se trate de lugares en los que las condiciones económicas son peores en la actualidad”42. Para el caso del brexit, son numerosos los trabajos que apuntan que, aunque sea cierto que hubo un cambio no previsto en el apoyo al brexit en centros industriales tradicionalmente laboristas, la mayor par- te del voto por el brexit se encuentra entre una clase media que se siente económica y/o culturalmente amenazada. Así, según una encuesta de Lord Ashcroft Polls43, el 52% de los votantes del brexit se en- cuentra en el sur del país, no en las áreas 41. Ehrenfreund, M. y Clement, S., “Economic and racial anxiety: Two separate forces driving support for Donald Trump”, The Washington Post, 22 de marzo de 2016. 42. Kolko, J., “Trump Was Stronger Where The Economy Is Weaker”, FiveThirtyEight, 10 de noviembre de 2016. 43. Lord Ashcroft Polls, How the United King- dom voted on Thursday… and why, 24 de junio de 2016. desindustrializadas del norte. “Es más, la mayoría de los que votaron leave son clase media”44. Si atendemos a la clasificación de la NRS45, el 59% de todos los votan- tes del leave son clase media, de ellos un 34% son de las clases media alta y media y solo un 17% de los votantes leave son clase trabajadora cualificada (grupo C2). Según el análisis de NatCen es claro que el voto leave estuvo más concentrado de lo esperado en aquellos con menos recur- sos económicos, sin embargo, “al menos el 40% de quienes se autodefinen como clase media votaron leave”46. En el detalle de esos mismos datos se puede ver que, efectivamente, hay más concentración de voto Brexit entre el grupo de menos sala- rio, pero ese grupo solo supone el 12% de la población. Entre quienes ganan hasta 2.200 libras al mes, el 57% votó leave y lo mismo ocurre entre quienes ganan entre 2201 y 3700 (51% votó leave). Todo ese grupo que configura el “un voto de clase media inglesa”47 temerosa ante los cam- bios económicos y sociales que supone la globalización. Así pues, atendiendo a los resultados, ante lo que estamos sería ante un caso extremo o agudo del “efecto vecindario”48. No se trataría tanto, o no solo, de los perdedores de la globalización como de la ansiedad ante la globalización y la nostalgia de una 44. Williams, Z., “Think the north and the poor caused Brexit? Think again”, The Guardian, 7 de agosto de 2016. 45. A: clase media alta. B: Clase media. C1: clase media baja. C2: clase trabajadora cualificada. D: clase trabajadora. E: no trabaja. 46. Swales, K., Understanding the Leave Vote, NatCen, 2016, p. 7. 47. Dorling, D., “Talking about Brexit” en BBC Newsnight, 29 de septiembre de 2016. 48 Taylor, P., Geografía Política, Trama, Madrid, 2002. Revista inteRnacional de Pensamiento Político - i ÉPoca - vol. 12 - 2017 - [261-281] - issn 1885-589X 270 era de seguridad que se siente perdida. No serían tanto las consecuencias per- sonales o familiares de la globalización como el temor a verte afectado por esas consecuencias lo que está llevando a am- plias capas de la clase media y trabajado- ra a votar a partidos nacional-populistas. Es hacia esas percepciones hacia donde apunta Laura Gardiner en el último infor- me de la Resolution Foundation: lo impor- tante no es tanto si ha aumentado mucho o poco la desigualdad desde los años 80, es el descenso del ritmo de crecimiento general o el estancamiento lo que genera la percepción de ese aumento de des- igualdad, de falta de oportunidades, de un futuro incierto. Las cosas ya no son, en definitiva, como eran y esa es la clave del problema49. 6. Nostalgia de la comunidad cultural perdida Pese a lo señalado en el epígrafe anterior, y tal y como señalan Ronald Inglehart y Pippa Norris, “deberíamos ser cuidadosos al atribuir el populismo exclusivamente a la mala situación económica. Los votantes polacos eligieron un gobierno populista con una de las tasas de crecimiento más altas de Europa, mientras que Canadá pa- rece haber sido inmune a la corriente an- tistablishment que ha atravesado su país vecino”50. Apuntan así a algo evidente: el nacional-populismo de derecha es fuerte en países que tienen un buen rendimien- to económico (EEUU, Países Bajos, Aus- tria, Países Escandinavos) pero débil en 49. Gardiner, L., “Stagnation generation”, Reso- lution Foundation Report, julio de 2016. 50. Nye, J.S., “Explaining the Populist Revolt”, Social Europe, 12 octubre de 2016. algunos de los países que –como Portugal o España- más han padecido los efectos de la crisis económica. El segundo de los componentes que con- figuran la tormenta perfecta para el nacio- nal-populismo es la revuelta contra la otra globalización: la de las “elites cosmopo- litas” y la inmigración. La nostalgia de la comunidad perdida. En el caso del primero –la respuesta ante las “elites cosmopolitas- el discurso com- partido es igualmente claro: si el país tie- ne problemas, es porque las elites han ro- bado el poder al pueblo y han traicionado a la nación. Unos y otros, Farage, Le Pen, Wilders, Orban, Trump, repetirán el mis- mo mensaje: “Hillary Clinton –dirá Trump durante la campaña- se reúne en secreto con los bancos internacionales y conspi- ran para destruir la soberanía de Estados Unidos y hacer más ricos a sus amigos, los poderes financieros globales”51. Romper con la comunidad internacional, las organizaciones supranacionales o la Unión Europea, se convierte así en una cruzada por la libertad, por la recupe- ración de la soberanía, por recuperar el control de nuestro país y de nuestras pro- pias vidas dentro de las fronteras de la co- munidad nacional. “Take back control”, es el eslogan que eligió la campaña del Brexit. “Gran Bretaña, por fin sois un pue- blo libre”, dirá Donald Trump el mismo día en que el Brexit gana el referendum. “Hungría no será una colonia y no vivirá atendiendo a las órdenes de poderes ex- tranjeros” concluye Orban52, un líder que, siendo candidato anunciaba que “[si no ganamos las elecciones] los extranjeros 51. 13 de octubre de 2016. 52. BBC News, “Hungarian PM Viktor Orban denounces EU’s ‘colonialism’”, 16 de marzo de 2012. Revista inteRnacional de Pensamiento Político - i ÉPoca - vol. 12 - 2017 - [261-281] - issn 1885-589X 271 se van a llevar todo de este país”53 y des- pués advertía exultante “ahora nosotros somos los más fuertes, la era de la coloni- zación ha terminado”54, mientras Le Pen insiste en todos sus discursos en una di- visión entre “globalistas” y “patriotas” que deja entrever que los demás partidos son en realidad anti-franceses a sueldo de po- deres internacionales55. Y si los demás políticos son agentes al servicio de los poderes internacionales, la libertad solo podrá venir de la mano de quienes sean completamente libres de servidumbres ante lobbies y grupos de presión, ante el poder cosmopolita y el ca- pital internacional. De ahí la insistencia en aclarar “yo sí soy libre del dinero del pe- tróleo que compra a todo el mundo –dice Le Pen- libre ante los bancos y las multi- nacionales, libre ante la Unión Europa y ante Alemania que la domina” 56. “Tengo todo el dinero que necesito y mucho más, a mí no me van a poder comprar -repite Trump- los donantes, los grupos de inte- rés, los lobbies tienen mucho poder sobre los demás. Yo no acepto dinero de nadie. Nadie tiene control sobre mí excepto el pueblo de este país”57. Respecto al segundo elemento –la reac- ción contra la inmigración. Lincoln Qui- llian58, en una investigación sobre 12 países, ha puesto manifiesto la estrecha 53. 5 de mayo de 2012. 54. 13 de septiembre de 2013. 55. Freedom House, Report 2016. 56. Marine Le Pen, 3 de septiembre de 2016. 57. CNN, Debate de elecciones primarias del Partido Republicano, 16 de septiembre de 2015. 58. Quillian, L., “Prejudice as a Response to Perceived group Threat: Population Composi- tion and Anti-Immigrant and Racial Prejudice in Europe”, American Sociological Review, vol. 60 (4), 1995, p. 586. relación que existe entre los períodos de dificultad económica y el aumento del prejuicio racial hacia las minorías forá- neas. La clave que explica esa reacción -señala Quillian- es una vez más la per- cepción de una amenaza a su posición económica o social y la idealización de un tiempo pasado. Como indicábamos al comienzo, la tesis del populismo como re- sultado de la ansiedad económica no es incompatible con la tesis de la ansiedad cultural, al contrario, los inmigrantes pue- den ser vistos como la encarnación de la globalización. Del temor a perder recur- sos sociales y económicos escasos es fácil pasar al rechazo al inmigrante como un depredador social. Del temor a la com- petencia global es fácil pasar el rechazo de quienes proceden de aquellos países capaces de producir más barato. Del te- mor al desempleo y no tener un salario digno es fácil dar el paso de culpabilizar a quienes “vienen de fuera y trabajan por menos dinero”. Como señala Todorov, pa- radójicamente “los países occidentales temen ser dominados económicamente […] nadie está completamente satisfe- cho con las condiciones en las que vive: a menudo tenemos la impresión de que esas condiciones están empeorando. ¿De quién es la culpa? Es tentador buscar una respuesta simple en una persona o grupo fácilmente identificable y es esa tentación lo que alimenta a los movimientos y par- tidos populistas. […] todo es culpa de los extranjeros”59. “Quiero que me devuelvan mi país” se ha convertido así en una especie de man- tra que repiten desde los supremacistas blancos a los nostálgicos de un tiempo en el que su posición o su hegemonía cul- tural y económica estaban claras. El de- 59. Todorov, T., The Fear Of Barbarians, Uni- versity of Chicago Press, Chicago, 2010, pp. 5-8. Revista inteRnacional de Pensamiento Político - i ÉPoca - vol. 12 - 2017 - [261-281] - issn 1885-589X 272 bilitamiento de la seguridad económica y vital, que hemos visto en apartados ante- riores, asociada por una parte de la po- blación a la llegada de inmigrantes y a la realidad de sociedades multiculturales, se traduce, según esta teoría, en el aumen- to de posiciones excluyentes que pueden variar desde el tradicional racismo hasta el más sofisticado pero igualmente exclu- yente “etnopluralismo”. La imagen del in- migrante es característicamente asociada a diferentes amenazas: 6. 1. El inmigrante como delincuente “Cuando México manda a su gente, no están mandando a los mejores –decía Trump en junio de 2015- con ellos viene la droga. Con ellos viene el crimen. Son violadores”60. “Francia y los franceses ya no están seguros”61, clama Marine Le Pen. “El caos reina en nuestras comu- nidades –replica Trump al otro lado del océano- y la culpa la tienen esos extran- jeros “liberados por decenas de miles”62. Y remacha Orban: “hay que detener la in- migración, solo trae peligros a Europa”63. 6. 2. El inmigrante como terrorista Permitir la entrada de inmigrantes es abrir las puertas a los terroristas. Así es como el discurso xenófobo se ha teñido de anti- islamismo. Como señala Todorov, la lógica 60. Donald Trump, discurso de lanzamiento de su campaña presidencial, 16 de junio de 2015. 61. Le Monde, 14 de noviembre de 2015. 62. Levinovitz, A.J., “It Never was Golden”, Aeon, 17 de agosto 2016. 63. 11 de enero de 2015. estigmatizadora directa “los actos crimi- nales cometidos por algunos musulma- nes son explicados por su identidad como pertenecientes a determinadas religión o por ser originarios de ciertos países”64 . El Presidente checo Miloš Zeman hablaba de “invasion organizada” para referirise a los inmigrantes de oriente medio mientras el primer ministro húngaro, Viktor Orban señalaba, tan errónea como intenciona- damente, que “todos los terroristas [de los atentados de París] eran básicamente inmigrantes”. Una idea que tiene acogida en Francia, donde Marion le Pen tuitea: “paremos el terrorismo sin fronteras de Schengen”. 6. 3. El inmigrante como amenaza a la salud pública En un clásico del pensamiento racista en el que no es necesario abundar, también se describe al inmigrante como una ame- naza silenciosa que transmite enferme- dades. Los inmigrantes son así un peligro para la salud pública ya que -dice el líder polaco Jaroslaw Kaczynski- “van a volver a traer la disentería y el cólera a Europa, van a extender parásitos y protozoos”65. 6. 4. El inmigrante como competidor económico Ya hemos aludido a esta imagen en la que el inmigrante es descrito como un com- petidor por salarios y empleo. Le Pen, en Francia: “los desempleados franceses no 64. Todorov, T., The Fear Of Barbarians, Uni- versity of Chicago Press, Chicago, 2010, p. 9. 65. The Guardian, “Jarosław Kaczyński – one more thorn in Europe’s eastern side”, 26 de oc- tubre de 2015. Revista inteRnacional de Pensamiento Político - i ÉPoca - vol. 12 - 2017 - [261-281] - issn 1885-589X 273 pueden permitirse más inmigrantes”. Or- ban, en Hungría: “¡Inmigrante, no vas a quitar el empleo a nuestros compatriotas!” 6. 5. El inmigrante como depredador de recursos sociales En esta imagen, el inmigrante es descri- to como un depredador de recursos so- ciales que amenaza la protección de los ciudadanos nacionales o, en el mejor de los casos, como una carga que lastra el sistema de protección social. Es lo que se ha dado en llamar “chovinismo del bienestar”66. En plena campaña del Bre- xit Boris Johnson señalaba que “sufrimos una inmigración descontrolada que supo- ne una presión insostenible sobre nues- tros servicios públicos vitales”67. Wilders, declinaba el mismo discurso, los Países Bajos no pueden ser un “cajero automáti- co para inmigrantes”. 7. La estrategia etnopluralista y la inmigración como amenaza cultural Pero si hay una novedad es la de la es- trategia “diferencialista” o etnopluralista. Una de las formas con las que la extrema derecha ha tratado de reincorporar la xe- nofobia al debate público. Su formulación más precisa vino de la mano de la Nouve- lle Droite francesa pero ha tenido un éxito fulgurante entre la extrema derecha euro- 66. Van Der Waal, J., De Koster, W. y Van Oorschot, W., “Three Worlds of Welfare Chau- vinism? How Welfare Regimes Affect Support for Distributing Welfare to Immigrants in Eu- rope”, Journal of Comparative Policy Analysis: Research and Practice, 2013. 67. BBC, 17 de junio de 2016. pea y ha llegado a EEUU con la llamada Alt-right68. En la estrategia etnopluralista69, la vieja división de la humanidad en razas ha sido sustituida por una nueva división en cul- turas. La idea de la superioridad racial es trocada por un supuesto respeto a todas las culturas en su integridad. Una integri- dad que solo se puede preservar mante- niendo a las diferentes culturas separa- das. La pureza racial es así relevada por la pureza cultural, la contaminación bio- lógica es relevada por la contaminación cultural, la humanidad queda divida en compartimentos estancos definidos no ya racial sino culturalmente en aras de una supuesta incompatibilidad y, ocasional- mente, con la coartada de la preservación de cada cultura. No se trata, en ese relato, solo de la de- fensa de un país, se trata de la defensa de una civilización y “no debemos olvidar – dice Orban- que esos que llegan han sido educados en otra religión y en una cultura radicalmente diferente. […] la propia idea de Europa podría convertirse en minorita- ria en su propio continente […] nuestras fronteras están en peligro, nuestro estilo de vida, construido en el respeto a la ley está en peligro, Hungría y toda Europa es- tán en peligro”70. Una retórica que cons- tituye una parte central del discurso de 68. Lyons, M., “CTRL-ALT-DELETE The ori- gins and ideology of the Alternative Right”, Po- litical Research Associates blog, enero de 2017. 69. Spektorowski, A., “The New Right: Ethno- regionalism, ethno-pluralism and the emergence of a neo-fascist ‘Third Way’”, Journal of Politi- cal Ideologies, vol. 8, 2003, pp. 111-130. Gol- derg, M., “Far right parties in Europe”, Annual Review of Political Science, 2016, pp. 477-496. 70. Viktor Orban, 21 de Septiembre de 2015. Revista inteRnacional de Pensamiento Político - i ÉPoca - vol. 12 - 2017 - [261-281] - issn 1885-589X 274 quienes ya han sido calificados como el “partido del miedo”71. Es el mensaje de Pim Fortuyn en Contra la islamización de nuestra cultura y lo que explica el concepto, de enorme éxito entre la extrema derecha europea, de “Eurabia”. La presencia y la visibilidad de la población musulmana en Europa, la convierte en un objetivo sencillo para políticos nacionalis- tas que no dejan de explotar el recurso a un supuesto pasado en el que se trataba “solo de nosotros”, mientras “la forma de vida” de los inmigrantes “tiende a ser per- cibida como incompatible con la de los nacionales”72. También se ha comprobado que existe una correlación entre la nostal- gia por un pasado que se considera mejor y el rechazo a la población musulmana73. Como quiera que sea, esta es una veta de la que los líderes nacional-populistas no han dejado de sacar provecho. Así, por ejemplo, Filip Dewinter: “el Islam es el enemigo número uno, no solo de Eu- ropa sino de todo el mundo libre”74. Do- nald Trump: “la auténtica América” se está perdiendo por la invasión de otras culturas, “pronto habrá camiones ven- diendo tacos en cada esquina”75. Viktor 71. Bennet, D.H., The Party of Fear, Vintage, New York, 1995. 72. Smeekes, A., Verkuyten, M. y Martinovi, B., “Longing for the country’s good old days: Na- tional nostalgia, autochthony beliefs, and opposi- tion to Muslim expressive rights”, British Jour- nal of Social Psychology, nov. 2014. Y Smeekes, A., “National nostalgia: A group-based emotion that benefits the in-group but hampers intergroup relations”, International Journal of Intercultural Relations, vol. 49, 2015, pp. 54-67. 73. Smeekes, A., Verkuyten, M. y Martinovi, B., op. cit. pp. 54-67. 74. Todorov, T., op. cit, p. 9. 75. “Taco Trucks in every corner”, The New York Times, 2 de septiembre de 20016 Orban: “No queremos entre nosotros a minorías que tengan culturas diferentes a la nuestra. Queremos preservar Hungría como Hungría”76, también esa Europa “asediada en sus fronteras por millones de inmigrantes”77 que “parecen un ejér- cito invasor más que refugiados”78. Para terminar, explícitamente señalando que “el multiculturalismo es la cohabitación de varias civilizaciones, la coexistencia del islam, de las religiones asiáticas y de la cristiandad. Haremos todo lo que esté en nuestro poder para evitar eso en Hungría […] no queremos mezclarnos con ellos al nivel de masas de gente”79. Diferentes referentes para una misma fi- gura, la del inmigrante como amenaza. En un estudio sobre el apoyo a los partidos nacional-populistas, Ronald Inglehart y Pippa Norris apuntan que el apoyo al po- pulismo es una reacción de sectores de la población que en algún momento fueron dominantes a los cambios en los valores que amenazan su estatus. ‘La revolución silenciosa de los 70 parece haber engen- drado hoy una contrarrevolución de enfa- do y resentimiento’, concluyen Inglehart y Norris”80. Una tesis coherente con los da- tos de diferentes encuestas que, como es el caso de una realizada por Quinnipiac, en abril de 2016, señala que el 80% de quienes apoyaban a Trump consideran que “el Gobierno ha ido demasiado lejos en su ayuda a los grupos minoritarios” y el 85% entiende que “América ha perdido su 76. 11 de enero de 2015, Televisión Húngara. 77. Viktor Orban, 21 de septiembre de 2015. 78. Ibid. 79. 3 de junio de 2015, entrevista en Napi Ga- zdaság. 80. Nye, J.S., “Explaining the Populist Revolt”, Social Europe, 12 de octubre de 2016. Revista inteRnacional de Pensamiento Político - i ÉPoca - vol. 12 - 2017 - [261-281] - issn 1885-589X 275 identidad”81. Según datos de Lord Ashcroft Polls para Reino Unido, un 81% de quie- nes consideran el multiculturalismo una amenaza votaron por el brexit mientras que un 71% de quienes lo consideran algo bueno votaron por la permanencia en la UE. Del mismo modo, un 69% de quienes consideran a la globalización una amenaza votaron por el brexit mientras que un 62% de quienes consideran a la globalización algo beneficioso eligieron permanecer en la UE82. Sin embargo, y de nuevo, nos encontra- mos con que los hechos no se compa- decen con el relato. Peter Sutherland ha recogido y refutado algunos de los mitos sobre la inmigración en los que se apoya el nacional-populismo. En primer lugar, no es cierto que exista una avalancha pro- cedente de países en desarrollo: “la ma- yoría de los que deciden emigrar se que- dan en su región de origen. Menos del 1% de los africanos que emigran se reubican en Europa. Además, las cifras migratorias mundiales incluyen gran cantidad de ciu- dadanos de países avanzados (por ejem- plo, 4,9 millones del Reino Unido)”. Tampoco es cierto que los países euro- peos o EEUU estén sufriendo el mayor peso de la llegada de refugiados. En rea- lidad “mientras los países avanzados se esfuerzan por impedir el ingreso de solici- tantes de asilo (que en el caso de Hungría solo son unos pocos miles), los países en desarrollo reciben a millones. Cinco paí- ses, que en conjunto equivalen a menos del 2% del PIB global (Turquía, Jordania, Pakistán, Líbano y Sudáfrica), albergan a casi la mitad de los refugiados del mundo. 81. Quinnipiac University Poll, 5 de abril de 2016 - Deep Dissatisfaction Among U.S. Voters. 82. Lord Ashcroft Polls, How Did the People Voted and why, 24 de junio de 2016. Los seis países más ricos (Estados Unidos, China, Japón, Alemania, Francia y el RU) equivalen al 60% del PIB global, pero el año pasado acogieron a menos del 9% de todos los refugiados”83. En tercer lugar, tampoco es cierto que la población inmigrante suponga una carga económica para los países receptores. En el Reino Unido, los inmigrantes aportan más en impuestos de lo que reciben en prestaciones84. Philippe Legrain ha esti- mado que cada euro invertido en acogi- da a los inmigrantes produce dos euros de retorno al cabo de cinco años85. Tal y como señala Neli Demireva, no es cierto que los inmigrantes sean depredadores de recursos sociales. Más bien al contra- rio, “los inmigrantes al Reino Unido con- tribuyen sustancialmente a la economía y lo que reciben del sistema de bienestar es muy modesto comparado con la po- blación nativa. En términos de recepción de ayuda, solo el 6’4% del total de la po- blación perceptora de ayudas sociales es población no nacional del Reino Unido”86. En cuarto lugar, no es cierto que quiten puestos de trabajo a la población nacio- nal. “De hecho, muchos países avanza- dos necesitan inmigrantes. Nueve de los 83. Sutherland, P., “Migration Fact vs. Migration Fiction”, Project Syndicate, 6 de agosto de 2016. 84. Dustmann, C. y Frattini, T., “The Fiscal Ef- fects of Immigration to the UK”, The Economic Journal, 124 (Noviembre), F593–F643. Y Dust- mann, C., Frattini, T. y Preston, I.P., “The Effect of Immigration along the Distribution of Wages”, Review of Economic Studies, 2012, vol. 80 (1), pp. 145-173. 85. Legrain, P., “Refugees work, a Humanitarian Investment that Yields Economic Dividends”, Tent, mayo de 2016 86. Demireva, N., “The academic evidence re- garding immigration is overwhelmingly posi- tive”, LSE Blog, 15 de diciembre de 2014. Revista inteRnacional de Pensamiento Político - i ÉPoca - vol. 12 - 2017 - [261-281] - issn 1885-589X 276 diez países con mayor proporción de po- blación de edad superior a 65 años están en Europa. Si bien los países industrializa- dos suelen sufrir escasez de trabajadores poco calificados (hace poco Hungría re- conoció que necesita 250.000 trabajado- res extranjeros para cubrir puestos en su mercado laboral)”87. Tampoco es cierto que los inmigrantes tengan bajo nivel académico. En 2010, el 29% de los emigrantes a países de la OCDE tenían títulos universitarios88. Dust- man y Fratinni han demostrado que el ni- vel educativo medio de los emigrantes a Reino Unido supera al de la población bri- tánica89. Por lo demás, en EEUU es cien veces mayor la probabilidad de morir por arma de fuego a manos de un compatrio- ta que por un ataque de un terrorista, y eso sin considerar que la mayoría de los ataques terroristas en EEUU no los come- ten inmigrantes. A la luz de los datos, el tratamiento y el aprovechamiento que el nacional-popu- lismo hace de la inmigración supone “un triunfo del miedo sobre la razón90. Diversos autores han apuntado que esta- mos ante lo que en EEUU se ha calificado como “crisis de la blancura” [whiteness crisis], y que va mucho más allá del sim- ple color de la piel91. Es una reacción del grupo que tradicionalmente ha constitui- 87. Sutherland, P., “Migration Fact vs. Migration Fiction”, Project Syndicate, 6 de agosto de 2016. 88. Ibid. 89. Dustmann, C. y Frattini, T., “The Fiscal Ef- fects of Immigration to the UK”, op. cit. pp. 593–643. 90. Sutherland, P., “Defusing Migration”, Project Syndicate, 8 de julio de 2016. 91. Hochschild, A.R., Strangers in Their Own Land: Anger and Mourning on the Ameri- can Right, The New Press, New York, 2016. do la “mayoría etnonacional y que teme dejar de serlo. El grupo cuya apariencia, tradiciones, religión e incluso comida son la norma general del país. Es ser una per- sona que, por normas implícitas, recibe hace tiempo el título de nosotros frente al de ellos”92. Ese “nosotros” de la mayoría no solo se asocia al nacimiento dentro de un determinado grupo sino a las expec- tativas asociadas a la pertenencia a ese grupo, en concreto al progreso social y económico. Durante mucho tiempo esos pilares de la identidad –el nacimiento en un determinado grupo y el éxito económi- co y social- fueron de la mano y eso es precisamente lo que está en entredicho con la globalización, la multiculturalidad y la competencia económica. Para alguien que ha visto frustradas las expectativas económicas y sociales que durante déca- das se dieron por descontadas, la identi- dad nacional actúa como una identidad compensatoria al mismo tiempo que per- mite identificar a los responsables de su situación personal: los inmigrantes. Y sin embargo, de nuevo estamos ante una amenaza construida, sentida más que real. En una exhaustiva investigación, Jonathan Rothwell93 destaca que “la gen- te que vive en códigos postales con una gran proporción de residentes blancos es más probable que vean favorablemente a Trump”94. De hecho, el contacto con in- migrantes parece reducir la probabilidad de apoyo a Trump. Es una conclusión co- herente con un estudio realizado en 2006 92. Taub, A., “Behind 2016’s Turmoil, a Crisis of White Identity”, The New York Times, 1 de noviembre de 2016. 93. Rothwell J., “Explaining nationalist political views: The case of Donald Trump”, Gallup, 4 de septiembre de 2016. 94. Ibid. Revista inteRnacional de Pensamiento Político - i ÉPoca - vol. 12 - 2017 - [261-281] - issn 1885-589X 277 por Pew Research95 que señala que la probabilidad de que los estadounidenses nacidos en el país y que viven en distritos con población inmigrante respondan que “los inmigrantes fortalecen a EEUU con su trabajo y su talento” es el doble que en distritos sin población inmigrante. La con- clusion de Rothwell ya resultará familiar: no se trata del inmigrante real, se trata de la imagen subjetiva del inmigrante. De nuevo estamos ante un discurso que se sostiene en sentimientos ya que los he- chos apuntan en sentido contrario96. Lo cierto es que esas percepciones pue- den estar, como vemos, muy distorsiona- das, pueden no con coincidir en absoluto con la realidad, lo que si son muy reales son sus efectos. En un significativo artí- culo publicado en 2014, Maureen Craig y Jennifer Richeson trataban de compro- bar cuál era la reacción política de los encuestados tras señalarles el dato, falso, de que en California se está produciendo un rápido desequilibrio demográfico en detrimento de la población blanca, tam- bién que la población hispana ya iguala a la afroamericana. En ambas situacio- nes experimentales, la respuesta fue un aumento del apoyo a las posiciones más duras ante la inmigración de 11 puntos97. 95. Kohut, A., Suro, R., Keeter, S., Doherty, C. y Escobar, G., America’s Immigration Quandary, Pew Research Institute, 30 de marzo de 2006. 96. Sutherland, P., “Migration Fact vs. Migra- tion Fiction”, Project Syndicate, 6 de agosto de 2016. Ver también: Legrain, P., “Refugees work, a Humanitarian Investment that Yields Economic Dividends”, Tent, mayo de 2016. 97. Craig, M.A., y Richeson, J.A., “On the Precipice of a “Majority Minority” America: Perceived Status Threat From the Racial Demo- graphic Shift Affects White Americans’ Political Ideology”, Psychological Science, vol. 25 (6), 2014, p. 1189. También se ha comprobado que la población blanca que era expuesta a la lectura 8. Conclusión: el pueblo nacional-populista Como consecuencia de todo lo anterior, el nacional-populismo de derecha dibuja una concepción del pueblo que, siguien- do a Jan-Werner Müller, se caracteriza porque “junto a su antielitismo, los po- pulistas son siempre antipluralistas […] reclaman que ellos y solo ellos represen- tan al pueblo” 98. Hay que señalar a este respecto que la clarificación de Müller es redundante visto desde la tradición de pensamiento político pluralista. La formu- lación del pluralismo, desde sus inicios en la primera mitad del siglo XX con Arthur Bentley99 y David Truman100, hasta los tra- bajos de Robert Dahl101 o la revisión de Charles Lindblom102, niega expresamente la corriente elitista de la democracia103 y de un titular de prensa en el que se indicaba que “las proyecciones señalan que las minorías racia- les serán mayoría en EEUU en 2024”, defendían unos puntos de vista más conservadores no solo sobre inmigración sino sobre otros temas que tie- nen poca relación con ello como es el gasto en defensa y la reforma sanitaria. Ver: Bartels, L., “Can the Republican Party Thrive in White Iden- tity?”, The Washington Post, 16 de abril de 2014. 98. Müller, J. W., What is populism?, University of Pennsylvania Press, Philadelphia, 2016, p. 14. 99. Bentley, A. F., The Process of Govern- ment, University of Chicago Press, Chicago, 1998. 100. Truman, D.A., The Governmental Process: Political Interests and Public Opinion, Knopf, New York, 1951. 101. Dahl R. A., Pluralist democracy in the United States: conflict and consent, Rand Mc- Nally, Chicago, 1967. 102. Lindblom C.E., The policy-making process, 2nd edition, Englewood Cliffs, Prentice-Hall, 1984. 103. Simón, M.A., Más allá de las mesas sepa- radas: el desarrollo del concepto de autonomía Revista inteRnacional de Pensamiento Político - i ÉPoca - vol. 12 - 2017 - [261-281] - issn 1885-589X 278 señala que estos sistemas políticos son “poliarquías”104, esto es, que el poder se encuentra distribuido entre diferentes grupos. También que, más importante pero menos señalado, los individuos presentan afiliaciones cruzadas o super- puestas [overlapping membership] que dificultan el establecimiento de una elite monolítica, homogénea, coordinada y per- manente. Visto así, el nacional-populismo niega el pluralismo en sus dos vertientes. Tanto en la segmentación del poder entre diferentes grupos e intereses como en la existencia de afiliaciones individuales su- perpuestas que impiden la constitución de un grupo dominante, homogéneo y compacto de poder. La oposición del pueblo compacto a una supuesta elite igualmente compacta y mo- nolítica (corrupta, depredadora, incompe- tente, etc) de poder, ocupa un punto cen- tral en la retórica populista. Es el primero de los dos pasos de la lógica y la retórica populista sobre el pueblo. Muy explícita- mente, Donald Trump no ha dejado de señalarlo: “El único antídoto a décadas de ruinoso gobierno por un pequeño grupo de la élite es una completa inmersión en la voluntad popular. En cada asunto im- portante de este país, el pueblo tiene ra- zón y la elite gobernante se equivoca”105. El segundo paso será señalar que el único representante de ese pueblo puro y salví- fico es él mismo, el líder o el movimiento. Que los líderes populistas reclaman para sí el monopolio de la representación del política en las tradiciones estructuralista y plu- ralista contemporánea, UCM, Madrid, 2004. 104. Dahl, R.A., Polyarchy: participation and opposition, Yale University Press, New Haven, 1971. 105. Donald Trump, Op-ed, Wall Street Journal, 14 de abril de 2016. pueblo ha encontrado una expresión ya popularizada en la frase del presidente Turco Recep Tayyip Erdogan “nosotros somos el pueblo, ¿quiénes sois voso- tros?”. Fórmulas similares son habituales en todos los líderes nacional-populistas. Así, por ejemplo, Orban refieriéndose a la progubernamental “marcha por la paz”: “El pueblo defendió nuestra soberanía nacional contra el mundo financiero inter- nacional, los burócratas de Bruselas y las grandes compañías internacionales”106. Nigel Farage celebró el referendum del brexit como una “victoria del pueblo real”, lo que obviamente significa que el 48% del electorado británico que voto por la permanencia en la UE no forma parte de ese pueblo. Mientras, Marine Le Pen hizo toda su campaña atacando a “las elites globalistas” bajo el eslogan “en el nombre del pueblo”. Norbert Hofer, el líder del Par- tido de la Libertad austriaco, apuntaba que su rival tenía el apoyo de la “alta sociedad” mientras que él tenía el del “pueblo real”. Más claro aún en esa identificación del pueblo y el líder y en su oposición a una eli- te corrupta gobernante es Trump: “lo único importante es la unidad del pueblo, por- que la otra gente no significa nada […] yo soy vuestra voz […] la pregunta es quién queréis que os gobierne, la clase política corrupta o la gente”107. No le hace falta es- pecificar el implícito, con resonancias del Rey Sol, de “la gente [el pueblo] soy yo”. Es una línea argumental que tiene éxito porque cae en un suelo fértil abonado por la desconfianza ante el establishment en un momento en el que el relato económi- co liberal, expresado en el “sueño ame- ricano” o la idea de que si te esfuerzas y trabajas duro podrás salir adelante, se 106. 29 de marzo de 2014. 107. Mitin Iowa, 6 de noviembre de 2016. Revista inteRnacional de Pensamiento Político - i ÉPoca - vol. 12 - 2017 - [261-281] - issn 1885-589X 279 encuentra en entredicho. A comienzos de 2016, una encuesta de NBC/Esquire pre- guntaba expresamente por ello, el resulta- do fue que el 52% de los estadounidenses creían que la idea del sueño Americano de que “si trabajas duro, saldrás adelan- te” fue verdad en otro tiempo pero ya no lo es108. En la misma línea apuntaba un estudio realizado por CNN y que indicaba que el 71% de los americanos cree que la economía está “amañada” en beneficio de las elites y los que más tienen109. La misma pregunta realizada por el Institute for Advanced Studies in Culture sube algo la cifra hasta 73%. En ese mismo estudio del IASC110, se observa que una mayoría de estadounidenses considera que a los líderes políticos, de las corporaciones, los medios o las universidades les importa poco la vida de la mayoría de los america- nos (62%), que quienes tienen más éxi- to están más preocupados por su propio interés que por el interés general (62%), y que Wall Street y las grandes empre- sas obtienen beneficios a expensas del americano medio (84%). Es una opinión compartida a ambos lados del atlántico. Una clara mayoría de los encuestados por Pew Research –superior al 60%- conside- ra, tanto en EEUU como en Reino Uni- do, que el sistema económico favorece a unos pocos privilegiados y no es justo con la mayoría de los ciudadanos111. El elemento esencial es, una vez más, que la concepción que del pueblo tiene el populismo de extrema derecha niega el pluralismo de nuestra sociedad y se 108. American Rage: The Esquire/NBC News Survey, 3 de enero de 2016. 109. CNN, 28 de junio de 2016 110. Hunter, J.D. y Desportes, C., The Vanishing Center Of American Democracy. 2016 Survey of American Political Culture, IASC, 2016. 111. Pew Research database, 2016. apropia de ese resentimiento para intro- ducir su mensaje112: solo hay un pueblo, homogéneo y unificado, frente a una elite usurpadora. Solo hay un representante de ese pueblo, el líder populista o su mo- vimiento. Y solo hay un camino, el de la confrontación del pueblo sano contra la élite corrupta: “lo único que puede frenar a esta máquina de corrupción sois voso- tros, la única fuerza suficientemente fuer- te para salvar el país somos nosotros. El único pueblo con el valor necesario para echar a este establishment corrupto sois vosotros, el pueblo americano”113. Algo parecido hace Marine Le Pen, que pide que las elecciones sean una revuelta del pueblo, de “la Francia de los olvidados, de los abandonados que las elites simu- lan no ver”. Orban: “El pueblo de Hun- gría ha sido el artífice de esta verdadera revolución”114. Farage clama, cuando su partido finalmente empieza a despegar en las encuestas, contra “los trianguladores. Los políticos entre los que no hay diferen- cias. Los que no se atreven a decir lo que piensan”115. Pero el populismo niega la visión liberal- pluralista en un sentido más profundo. Acabar con la distancia y el tiempo que separa a los ciudadanos de la política es el mantra que repite una y otra vez, pero la promesa de una “democracia real” se diluye cada vez más en democracia en tiempo real. De la política (liberal-demo- crática) mediada por instituciones, leyes y representantes elegidos, pasamos a la política mediatizada en la que el tiempo 112. Müller, J.W., op. Cit. 113. Balz, D., “Two Speeches in Two Hours crys- talize the state of campaign 2016”, The Washing- ton Post, 13 de octubre de 2016. 114. 28 de marzo de 2014. 115. Ford, R. y Goodwin, M., Revolt of the Right, Routledge, London, 2014, p. 35. Revista inteRnacional de Pensamiento Político - i ÉPoca - vol. 12 - 2017 - [261-281] - issn 1885-589X 280 se mide en cortes de 10 segundos y el es- pacio por lo que cabe en un titular, un tuit o un post. Trump es muy claro en señalar, en su confrontación con los medios de comunicación [fake news], que él man- tiene una relación directa y sin mediacio- nes con el pueblo a través de las redes sociales. Wilders, por su parte ha cons- tituido un partido literalmente de un solo militante, él mismo, no hay celebración de congresos ni elección de cargos, solo una relación directa de Wilders con sus mili- tantes a través de las redes sociales. También aquí las nuevas formas de esta política virtual sin mediaciones cae en un terreno fértil. Los datos de Pew Research muestran que, en EEUU, más del 60% de la población accede a las noticias a través de las redes sociales. También indican que cada uno se concentra, por afinidad ideológica, en un grupo de per- sonas, blogs y medios que considera “de confianza”, mientras que recela y apenas accede a otras fuentes de información. En esos hubs digitales, en esas “cámaras de resonancia” política, la opinión del 20% más implicado marca la pauta116, y ocurre que ese porcentaje más activo suele ser el más extremista. Lejos de suponer terrenos de apertura al pluralismo, al encuentro con lo diferente, las redes sociales se convierten así en ver- daderos viveros de sesgos de confirma- ción que, como han mostrado los trabajos de Khaneman, Westen, Taber y Lodge, no generan espacios públicos de delibera- 116. Garret, K., “Echo chambers online?: Politi- cally motivated selective exposure among Inter- net news users”, Journal of Computer-mediated Communication, nº 14, 2009, p. 265. Nordhst- edt, S., “Mediatization as an Echo Chamber for Xenophobic Discourses”, en R. Wodak et al., Right-Wing Populism in Europe: Politics and Discourse, Bloomsbury, London, pp. 309-322. ción sino de polarización. En ese entorno político digital, el extremismo se interpreta como autenticidad, el diálogo como debi- lidad, el acuerdo como traición. No es el ciudadano reflexivo ni la deliberación lo que más abunda ahí, es el troll. Conservadores que siguen blogs conser- vadores y solo hablan con conservadores, progresistas que siguen blogs progresistas y solo hablan con progresistas. Las mismas redes sociales que nos permiten superar la distancia y el tiempo entre representantes y representados, acaban creando guetos identitarios. Paradójicamente, los propios medios de comunicación tradicionales acaban sucumbiendo a la inmediatez que amenaza con dejarlos obsoletos. Cuando contrastar los hechos se convierte en un anacronismo, el artículo de fondo es un reto, el reportaje una heroicidad. Incluso los hechos contrastados pierden su efecto -más del 40% de los conservadores es- tadounidenses aún creen que Obama es musulmán- entre la cacofonía de quienes ya no creen lo que ven sino que solo ven aquello en lo que creen. Y ese, el del escepticismo ante los medios tradicionales y de las “firmas de autori- dad”, es el terreno en el que los líderes populistas contraponen, también aquí, el pueblo al conocimiento experto: “estamos hartos de los expertos”, decía Michael Gove en la campaña del brexit117; “los ex- pertos son terribles, miren el lío en el que estamos metidos con todos estos expertos” abundaba Donald Trump desde EEUU118. Tampoco la política institucional escapa al efecto de este nuevo tiempo. Del mismo modo que es la distancia mediada de la ley -entre el juez y el acusado, entre el po- der legislativo y el judicial, entre la instruc- 117. 3 de junio de 2016. 118. 4 de abril de 2016. Revista inteRnacional de Pensamiento Político - i ÉPoca - vol. 12 - 2017 - [261-281] - issn 1885-589X 281 ción y el juicio- lo que impide la arbitrarie- dad en la justicia; es la distancia mediada -entre las palabras y los titulares, entre las propuestas y los focos- lo que permite la negociación, la reflexión y la deliberación en la política. Es la mediación de la puerta cerrada lo que abre el espacio para la confrontación de argumentos o intereses y la negocia- ción. Quien abre esa puerta sabe que está cerrando el terreno del encuentro y tiran- do la posibilidad de la concertación por la ventana. El espacio del diálogo lo ocupará entonces la declaración, el corte, el gesto. Cuando el antagonismo -que necesaria- mente define la política- lo ocupa todo, la gobernabilidad se resiente y se achica y es en ese espacio en el que, con la pro- mesa de abolir el tiempo de la vieja políti- ca y devolver al pueblo el poder, asciende la extrema derecha populista. Un populismo que no es tanto la causa como la consecuencia y el alumno aven- tajado de ese nuevo tiempo en el que se mueve como pez en el agua. Un tiempo sin mediaciones que prometiendo superar distancias, acaba abriendo brechas. En la economía política del sí o no, de la mano alzada y el referéndum lo que tú ganas yo lo pierdo. Sí o no, se promete más parti- cipación pero se elimina de un plumazo la opinión de la mitad de los ciudadanos. Sí o no, se tuitea más pero se dialoga, se compromete y se suma menos. Ese es reverso del nuevo tiempo al que llama la extrema derecha antiliberal y an- tipluralista: más allá de aspavientos y ges- tos, lo que se proclama horizontal acaba siendo vertical; a la mano alzada la susti- tuye el ordeno y mando; a la deliberación, la sumisión o el asentimiento; al pueblo, el líder y el movimiento que dicen repre- sentarlo. Jorge Guillen escribió que “cuando se pierde la esperanza, uno se vuelve reac- cionario”. Hoy el pesimismo y la nostalgia avanzan y con ellos un nacional-populis- mo que, en las últimas dos décadas, ha duplicado electoralmente sus resultados.