57Pap. Eur. 31(1) 2018: 57-67 El papel de la iEd China en América Latina y el Caribe: ¿Cooperación Sur-Sur?1 Christian Rafael Orozco Suárez2 Fecha de recepción: marzo 2018 / Fecha de aceptación: septiembre 2018 Resumen. Históricamente las relaciones comerciales y financieras sino-latinoamericanas han sido muy reducidas. Sin embargo, el reciente resurgimiento de la economía china ha significado el fortalecimiento y ampliación de sus relaciones económicas con el resto del mundo. En este sentido, la región latinoamericana y caribeña ha constituido una pieza importante de este proceso, en el cual tanto los aspectos económicos como políticos han jugado y juegan un papel relevante. El foco de análisis a lo largo de este estudio son los flujos de inversión extranjera directa (iEd) de origen chino que han arribado al continente latinoamericano y caribeño desde 2000 hasta 2016. Así, la pregunta que se plantea en el presente estudio es si estas vinculaciones pueden categorizarse como cooperación Sur-Sur o relaciones centro-periferia. Palabras clave: IED; China; América Latina; cooperación Sur-Sur; Consenso de Beijing. [en] The role of the chinese iEd in Latin America and the Caribbean: Cooperation South - South? Abstract. Historically, Sino-Latin American trade and financial relations have been very limited. However, the recent resurgence of the Chinese economy has meant the strengthening and expansion of its economic relations with the rest of the world. In this sense, the Latin American and Caribbean region have constituted an important piece of this process, in which the economic aspects but also the politicians have played and play a relevant role. The focus of the analysis throughout this study is placed on foreign direct investment flows of Chinese origin that have arrived in the Latin American and Caribbean continent from 2000 to 2016. Thus, the question that arises in the present study is whether these linkages can be categorized as South-South cooperation or center-periphery relations. Keywords: Fdi, China; Latin America; cooperation South-South; Beijing Consensus. JEL: F21, F50, O53, 054, O57 1 Este trabajo fue aceptado y presentado en la xviii Reunión de Economía Mundial, celebrada en la Universidad de Alcalá en 2016. 2 instituto Superior de investigación y Posgrado Universidad Central del Ecuador crorozco@uce.edu.ec croschris@hotmail.com ARTÍCULOS 1. Introducción Sin duda alguna, la República Popular de Chi- na ha ido ganando una creciente importancia y protagonismo a nivel global y regional en términos económicos, financieros y militares, y su grado de influencia política en diferentes regiones del mundo constituye un fenómeno muy relevante para entender la configuración de la economía mundial de principios del siglo xxi. Como señala Palazuelos (2013): El Estado de China presenta una ramifica- ción cada vez más amplia de intervenciones políticas y económicas por toda la geografía planetaria. Su radio de influencia es todavía considerablemente menor –casi emergente– que el acumulado por el estado norteameri- cano, pero sus capacidades de intervención se fortalecen con rapidez y originan un creciente número de iniciativas destinadas a fortalecer su influencia económica a escala mundial. (p. 74) Papeles de Europa ISSN-e 1989-5917 http://dx.doi.org/10.5209/PADE.61489 mailto:crorozco%40uce.edu.ec?subject= mailto:croschris%40hotmail.com?subject= http://dx.doi.org/10.5209/PADE.61489 58 Orozco Suárez, C. R. Pap. Eur. 31(1) 2018: 57-67 La región latinoamericana y caribeña no ha sido ajena a este complejo proceso, así pues, desde finales del siglo xx, China se ha ido posicionando como uno de los socios estraté- gicos de la región. Este hecho se materializa en el considerable incremento de los flujos co- merciales que se ha producido, y en el intenso crecimiento de la llegada de inversión china a la región, fundamentalmente en los ámbitos de la infraestructura física, la explotación de recursos naturales y las plataformas exporta- doras de materias primas. En este sentido, el presente trabajo pretende reflejar algunos de los debates que existen en torno a la caracterización y los resultados ge- nerados por la mayor vinculación económica sino-latinoamericana de los últimos años, es- pecíficamente se centra este análisis en los flu- jos de iEd chinos que han llegado a la región en el periodo 2000-2016. Si bien también, por otra parte, se incorporan datos e información relevante en torno a otros ámbitos económicos como los créditos y el comercio sino-latinoa- mericano y caribeño. Esta investigación presenta la siguiente es- tructura. En primer lugar, se aborda somera- mente algunas aportaciones críticas que desde América Latina han surgido, sustancialmen- te a partir de la segunda mitad del siglo xx, en torno al papel que la iEd ha desempeña- do en las dinámicas económicas de la región. Más adelante, nos detendremos a analizar las características particulares que la iEd china ha tenido en los distintos países y sectores en los que estas inversiones han entrado en los dieci- séis años de estudio. Tercero, se plasman los principales debates contemporáneos que exis- ten en torno al balance que distintos estudiosos e investigadores plantean sobre este fenóme- no económico –y geopolítico–. Finalmente, se plantean algunas conclusiones resaltables en base al análisis previo. 2. IED y América Latina La iEd que América Latina ha logrado cap- tar, en general, siempre ha sido considerada un factor fundamental e indispensable para la consolidación de procesos de desarrollo tanto a nivel nacional como regional, relacionados con más gasto en investigación científica, la llegada de nuevas tecnologías extranjeras, ins- talaciones, maquinarias y equipos, infraestruc- turas de comunicaciones y transportes, edu- cación y capacitación; la creación de nuevos puestos de trabajos; la modernización indus- trial; y, además, contribución al equilibrio de la balanza de pagos, en forma de una inyección de recursos a la economía receptora de la iEd (Morales, 2010: 141; Damm, 2008). Sin embargo, desde la academia latinoame- ricana –principalmente–, múltiples y variadas han sido las investigaciones y estudios que, especialmente entre las décadas de los sesen- ta y setenta han cuestionado de forma críti- ca los supuestos beneficios que la llegada de iEd a América Latina han traídos aparejados. Particularmente fecundos fueron aquellos tra- bajos que entendían la expansión de la iEd como parte de un fenómeno mayor: el proceso de internacionalización del capital en la fase imperialista del capitalismo. En este sentido, caben destacar algunos trabajos como: Sunkel (1972), Theotonio Dos Santos (1973), Fajnzyl- ber (1975), etc. Específicamente, algunos de los tópicos que abordan estos autores y otros están rela- cionados con las consecuencias que los flujos de entrada y salida de iEd han tenido para las economías latinoamericanas y caribeñas; las vinculaciones que existen entre esta iEd y los procesos de crédito, endeudamiento y «ayudas para el desarrollo» procedentes de organiza- ciones económicas internacionales como el Banco Mundial (bM) y el Fondo Monetario internacional; la constatación de la mínima transferencia tecnológica, o incluso, la trans- misión de tecnología atrasada por parte de las empresas transnacionales (ET) hacia Latinoa- mérica; y las intervenciones económicas, polí- ticas y militares que Estados Unidos (EE.UU) ha emprendido en la región en defensa del ca- pital privado estadounidense. Es decir, desde esta perspectiva, los análisis se han centrado en estudiar «las repercusiones en el desarrollo y la dependencia estructural que reproducían» los flujos de iEd hacia América Latina (Mora- les, 2010: 142). Así pues, desde este enfoque, actualmente se considera que en esta nueva fase de interna- cionalización del capital se está produciendo una redefinición de la división internacional del trabajo, en los últimos años caracterizada por la formación de cadenas globales de valor cuya gobernanza recae en manos de las princi- pales ET, cuyo principal objetivo es producir minimizando al máximo sus costes, y recupe- rando así su tasa de ganancia, «multiplicándo- se las formas maquiladoras de sobreexplota- 59Orozco Suárez, C. R. Pap. Eur. 31(1) 2018: 57-67 ción en varios países y, con ello, la aparición de nuevos países exportadores de manufactu- ras» (ibid.: 144). Es en este contexto, como se constata más adelante, en el que se insertan las intensas discusiones entre aquellos que entienden que el despertar de la República Popular de Chi- na en la economía mundial (Torras, 2013) y el estrechamiento de sus relaciones económicas con países periféricos, dependientes y subde- sarrollados plantean un nuevo panorama in- ternacional basado en la cooperación Sur-Sur, el multilateralismo y el respeto a la soberanía nacional3; frente a todos aquellos que defien- den que el gigante asiático manifiesta una clara aspiración imperialista, y en todo caso, lo que prima son relaciones de subordinación y do- minio respecto a las economías más atrasadas, en este caso las latinoamericanas y caribeñas. 3. La IED China hacia América Latina y el Caribe (2000-2016) 3.1. ¿Por qué china ha aumentado notablemente su IED hacia América Latina y el Caribe? Si en algo concuerdan prácticamente todos los investigadores que estudian la masiva llegada de capitales chinos hacia América Latina y el Caribe –y África–, es en señalar que el expan- sionismo chino desempeña un papel neurálgi- co y estratégico en su política de desarrollo in- terno (Ramos, 2011; Cardenal y Araujo, 2011; Bonilla y Milet, 2015; Gallagher, 2010). En las últimas tres décadas, China ha pasado de producir principalmente productos manufac- tureros de bajo valor añadido, a ser fabricante de una amplia gama de productos industriales, mucho de ellos intensivos en conocimientos y tecnología. Como es bien conocido, la mayor parte de esta producción se canaliza hacia el exterior4, y, por tanto, el abastecimiento de un volumen cada vez mayor y constante de mate- rias primas se ha convertido en una necesidad 3 En 2004 el presidente Hu Jintao proclamará lo que se co- noce como los «cuatro noes» («no a la hegemonía, no a la fuerza, no a los bloques, no a la carrera de armamentos»), y los «cuatro síes» (sí «a generar confianza, a reducir las dificultades, a desarrollar la cooperación y a evitar la con- frontación») (Arrighi, 2007: 306). 4 En 2009 según la Organización Mundial del Comercio, China ocupó el primer puesto en el ranking de los países exportadores de productos, y el segundo en importaciones. de primer orden para el gigante asiático. Cabe resaltar que: El papel de China como gran factoría mundial ha hecho que haya pasado de exportador de energía a importador neto ya desde 1998. Esto hace que China, en su afán por continuar su mo- delo de crecimiento económico basado en las exportaciones, compita de manera creciente en los mercados internacionales con las economías desarrolladas por la energía y otros recursos na- turales. En el caso concreto del petróleo, China ya importaba más o menos la misma cantidad de petróleo que extraía de sus pozos nacionales en 2005. Desde 2008 las importaciones superan ampliamente la extracción nacional e implican más del 50% del consumo total del país. (Ra- mos, 2011: 50) A pesar de ello, en las últimas décadas, el aumento de la iEd china hacia el continente no solo se explica por la búsqueda de recursos naturales, materias primas y energía, sino que, además, varios investigadores han apuntado a la creciente importancia para intentar explicar estas inversiones a la búsqueda por parte de la economía china de nuevos mercados en los que ofrecer y realizar sus mercancías (ver Figura 1) (Rosario y Kawayama, 2012; Gallagher, 2010; Bonilla y Milet, 2015; Cortés, 2013). Adicionalmente, según apunta Roldán, Castro, Pérez, Echeverría y Evan (2016), «otros factores mencionados por empresarios chinos y que explican su interés de promover proyectos en América Latina y el Caribe están relacionados con […] el aprovechamiento de incentivos ofrecidos por los Gobiernos loca- les»; «a menudo, las empresas chinas cuentan con mayor conocimiento y una red de cone- xiones más fuerte en esas regiones»; la política de Go Out5 estimuló que «la iEd en Améri- ca Latina en sectores estratégicos se hiciese más factible, en la medida en que esta política facilitó la consecución de permisos y acceso a 5 «La política de salida, conocida como Go Out o Go Global Strategy en inglés, […] es uno de los pilares de la trans- formación actual de la política de apertura de China. Esta estrategia fue establecida por el Gobierno chino en el 2001, con el objetivo de promover la internacionalización de las empresas chinas mediante esquemas de inversión extranje- ra, diversificación de productos, mejora de la calidad y pro- moción de las marcas chinas en el exterior. Esta estrategia estaba inicialmente enfocada en los mercados de Estados Unidos y Europa, pero en años recientes ha dado igual prio- ridad a la región latinoamericana». (Roldán et al., 2016: 12) 60 Orozco Suárez, C. R. Pap. Eur. 31(1) 2018: 57-67 divisas para invertir en destinos por fuera de China» (p. 81). 1.2. Características de la IED China hacia América Latina y el Caribe Las inversiones chinas en América Latina y el Caribe presentan una importante diversidad, en gran medida porque no solamente los sectores en los que han penetrado son múltiples –como veremos en el siguiente epígrafe–, sino tam- bién porque los montos de las inversiones y las condiciones de financiación de las mismas son variados también. Más aun, los inversionistas chinos que participan de estos proyectos pro- ceden de distintos ámbitos, es decir, pueden estar vinculados a compañías estales chinas, empresas respaldadas por gobiernos locales y provinciales, empresas semipúblicas, compa- ñías privadas, etc. (ibid..). Atendiendo a estos elementos destacados, a continuación, se hace una reseña de las principales características de la iEd china hacia América Latina y el Caribe. Primero, por regla general, este tipo de in- versiones no buscan beneficios inmediatos, el abastecimiento de recursos naturales y mate- rias primas constituye un objetivo de primer nivel (Gallagher, 2010; Nolan, 2014; Manrí- quez, 2006). Segundo, mayoritariamente la iEd que lle- ga a la región es brownfield, es decir, se trata de inversión principalmente basada en la com- pra de empresas ya existentes o en el pago para acceder a licencias para realizar una explota- ción. La llegada de nuevas empresas chinas a América Latina y el Caribe –inversión green- field– es más limitada (Slipak, 2014). Tercero, en este último caso, las nuevas firmas chinas que desembarcan en la región, generalmente, no realizan ostensibles transfe- rencias tecnológicas a los países de destino de esas inversiones (ibíd.). Cuarto, mayoritariamente, las compañías chinas –estatales– no imponen o exigen a los gobiernos de los países de destino condiciones ni de carácter jurídico, político o medioam- biental (Cardenal y Araújo, 2011: 238), sin embargo, el reconocimiento de la economía china como una economía de mercado6, la rup- tura de relaciones políticas y diplomáticas con Taiwán7, y la aceptación de la idea de una sola China, son factores que el país asiático tiene muy presente a la hora de establecer vínculos económicos más estrechos con un país (Boni- lla y Milet, 2015). 6 El reconocimiento de China como economía de mercado tiene una incidencia principalmente comercial dentro de la esfera de las relaciones internacionales, debido a que im- plica que a los productos chinos baratos no se les apliquen normas antidumping. 7 Por ejemplo, Paraguay prácticamente no mantiene vínculos con el gigante asiático, puesto que ha priorizado el fortale- cimiento de las relacionas diplomáticas con Taiwán. Figura 1. Exportaciones, importaciones y saldo comercial de América Latina y el Caribe con China (1970-2011). Miles de dólares americanos. Fuente: Elaboración propia a partir de la Base de Datos Estadísticos de Comercio Exterior (bAdECEL) de la CEPAL. 61Orozco Suárez, C. R. Pap. Eur. 31(1) 2018: 57-67 Quinto, cuando las inversiones implican la construcción de obras de infraestructura, en los contratos suelen establecerse cláusulas de obligatoriedad de contratación de empresas de origen chino para la provisión de insumos y la ejecución de las tareas de mayor valor agrega- do, como así también, la concesión del uso de infraestructura local con exclusividad para sus compañías (Cardenal y Araújo, 2011). Finalmente, otro aspecto de una relevancia capital –aunque no relacionado estrictamente con la iEd– es la concesión de préstamos a los países de la región a cambio de commodities8 como garantía, o de que estos puedan ser com- prados a precios por debajo de los del mercado (Gallagher, Irwin y Koleski, 2013). 1.3. IED China: sectores y países receptores Sería un error considerar a América Latina y el Caribe como un bloque homogéneo, muy por el contrario, las investigaciones que se han realizado ponen de manifiesto las notables 8 «China ha utilizado sus préstamos por petróleo y sus exi- gencias de compra para reducir el costo de prestar a be- neficiarios que de otra forma no serían solventes. El bdC [Banco de Desarrollo de China] no subsidia sus tipos de interés como ayuda al desarrollo o para desplazar a otros prestamistas; en su lugar ofrece los préstamos al costo». (Bräutigam 2009, 115; citado por Gallagher et al., 2013) diferencias que existen en las relaciones sino- latinoamericas según los países (RedLat/FNv, 2010; Bonilla y Milet, 2015; Nacht, 2013). En esta línea, la iEd china destinada a la explotación de recursos naturales latinoameri- canos tiende a asumir una visión completa del proceso, puesto que participa de prácticamen- te todos los eslabones del ciclo productivo, así pues, autores como Rosario y Kawayama (2012) ponen como ejemplo el caso argentino. En el marco de las negociaciones entre China y Argentina de los últimos años, el país asiáti- co ha firmado múltiples acuerdos que implican inversiones directas en la producción agroali- mentaria argentina, inversiones en las compa- ñías ferroviarias que trasladan al grano hasta los puertos, inversiones en modernos sistemas de regadíos en la provincia de Rio Negro, etc. En este sentido, por ejemplo, en el sector agro- alimentario: Empresas como China National Cereals, Oils and Foodstuffs Corporation (COFCO), Chongqing Grain y Sanhe Hopeful han entrado a América Latina buscando reducir su dependencia de las grandes empresas agricultoras internaciona- les –como Archer daniels Midland Company (AdM), bunge, Cargill y dreyfus–, y para ad- quirir productos como habas de soya directamen- te de la región. (Roldán et al., 2016: 82) Figura 2. Crédito chino hacia América Latina y el Caribe por principales países de destino (2005-2016). Millones de dólares americanos. Fuente: Elaboración propia a partir de China-Latin America Finance Database. 62 Orozco Suárez, C. R. Pap. Eur. 31(1) 2018: 57-67 En cuanto al sector petrolero, las compa- ñías públicas chinas fueron fuertemente im- pulsadas a invertir en América –así como en el continente africano y otras partes del mun- do– para abastecer la creciente demanda de sus consumidores. Así también, Con frecuencia las inversiones hechas en este sector se han llevado a cabo por razones par- cialmente políticas. Por ejemplo, parte del pe- tróleo adquirido por CNPC [China National Petroleum Corporation] en venezuela no fue vendido en el mercado chino, sino revendido a refinerías en Estados Unidos, para repagar prés- tamos chinos al Gobierno de venezuela. Sin embargo, tales contratos sirvieron para fortale- cer las relaciones con venezuela, mientras que también produjeron ganancias para la empresa y sirvieron como una especie de «reservas» de petróleo (ibíd.). Por su parte, en el sector minero la dinámi- ca es muy similar a la del anterior sector. Gran- des conglomerados como China Minmetals y Aluminum Corporation of China Ltd. han efectuado sustanciosas inversiones en África y América Latina motivados por el fuerte cre- cimiento de la demanda de minerales como el hierro –para la elaboración de acero, por ejem- plo– (ibíd.). Otros sectores que han ido ganando una importancia creciente en los últimos años han sido el automotriz, la electrónica y las teleco- municaciones. Las grandes compañías chinas han empezado a establecer centros de produc- ción en América Latina y el Caribe, principal- mente con los objetivos de abaratar los costes de producción y el acceso a nuevos mercados, «ante la fuerte competencia de las empre- sas extranjeras en los mercados nacionales y la continua apreciación del yuan» (Rosario y Kawayama, 2012: 116). Desde esta perspectiva, se puede afirmar que existen varios factores que explican el cre- cimiento de las inversiones chinas en la región en el ámbito de la electrónica, cabe destacar cuatro. En primer lugar, en múltiples ocasiones «esta inversión está motivada por la necesidad de cumplir con las reglas de origen para vender en el mercado local o exportar, o por el interés de la empresa china de adaptar el producto a las necesidades locales» (Roldán et al., 2016: 82). Segunda, la débil demanda interna china de estos productos y la búsqueda de nuevos mercados en Latinoamérica y el Caribe, donde su demanda es ostensiblemente creciente. En tercer lugar, la producción a nivel regional de estos productos beneficia a las empresas chi- nas, puesto que reduce los conflictos comer- ciales relacionados con las denuncias de prác- ticas de dumping asociados a los productos de origen chino. Y, cuarto, puesto que las compa- ñías chinas en la actualidad no tienen capaci- dad –o se las impide– para establecer centros de producción en economías avanzadas, Amé- rica Latina, el Caribe y África han pasado a ser destinos importantes de la iEd de China (Nolan, 2014). La iEd destinada a la búsqueda de nuevos mercados se ha orientado esencialmente hacia Tabla 1. iEd china hacia América Latina y el Caribe por principales países de destino (2001-2016). Millones de dólares americanos. 2001-2009 2010-2016 2001-2016 Total 12209.57 75718.20 87927.76 Brasil 573.7 39114.45 39688.14 Perú 3071.4 12751.6 15823 Argentina 3.8 7083.2 7087 Venezuela 175 3937.2 4112.2 Chile 2488.5 817.1 3305.6 Ecuador 2377 674.74 3051.74 México 1043 964.26 2007.26 Resto 357.1 9058.35 9415.45 Fuente: Elaboración propia a partir de Ortiz (2016). 63Orozco Suárez, C. R. Pap. Eur. 31(1) 2018: 57-67 las economías más grandes de la región: bra- sil, México, y en menor medida Chile (Red- Lat/FNv, 2010: 138; Cardenal y Araújo, 2011: 89). Los productos que más destacan son los pertenecientes al sector automotriz, alimentos y bebidas, y productos químicos, mientras que las principales prestaciones de servicios han sido fundamentalmente financieros, de teleco- municaciones, de comercio detallista, de elec- tricidad y de distribución de gas natural (Rosa- rio y Kawayama, 2012: 117). La segunda vía que China ha encontrado para expandir aún más sus mercados interna- cionales está relacionada con dos componen- tes. Por una parte, la inversión china en econo- mías como las de Argentina, Brasil, México y Uruguay es un paso necesario para penetrar y expandirse en las economías que forman parte del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, el Mercado Común del Sur, y otros paí- ses latinoamericanos y caribeños. Y, por otra parte, las inversiones en la economía mexicana facilitan no solo su acceso a la economía esta- dounidense –en un contexto en el que EE.UU se muestra crecientemente predispuesto a esta- blecer prácticas proteccionistas contra China–, sino también a los países de Centroamérica y el Caribe (RedLat/FNv, 2010: 138). No obstante, cabe destacar que el grueso de la iEd china hacia América Latina no fue «inver- sión productiva», sino que fue encausada fun- damentalmente hacia paraísos fiscales (Rosario y Kawayama, 2012: 117). Entre 2007 y 2008, como promedio, la iEd de origen chino hacia América Latina se canalizó hacia las islas vírge- nes Británicas y las Islas Caimán en un 95,9% de la iEd en la región (Nacht, 2013: 146). 4. ¿Cooperación Sur-Sur o relaciones centro-periferia? Llegados a este punto, cabría preguntarse ¿cuál es el balance que se puede hacer del es- trechamiento en las relaciones económicas en las últimas décadas entre la República Popu- lar de China, América Latina y el Caribe? Y específicamente, ¿qué papel ha desempeñado la iEd procedente del gigante asiático en las dinámicas internas de los países latinoamerica- nos y caribeños? En este sentido, la literatura analizada nos ofrece distintas perspectivas y respuestas ambiguas. En primer lugar, cabe destacar que son menos numerosas las investigaciones más optimistas con el papel que China ha desempeñado en Latinoamérica y el Caribe. Estas consideran que este país ha impulsado convenios Sur-Sur en la región, ha sido una pieza fundamental en la gestación de un mundo multipolar, y en la tradición de la conferencia de bandung9, Chi- na ha sido el impulsor de «iniciativas antiim- perialistas», priorizando los nexos económicos en lugar de los políticos-ideológicos. Autores como Arrighi (2007: Epílogo) consideran que los países subdesarrollados ganarían espacio, mientras avanza un paradigma cooperativo im- pulsado por China, que contribuiría a la inte- gración autónoma de las naciones del Sur. En la misma línea, se afirma que: Las grandes empresas chinas de infraestructuras se han implantado rápidamente en los países en vías de desarrollo y juegan un papel importante en la construcción de carreteras, puertos, vías férreas, presas, puentes, hoteles, estadios depor- tivos, hospitales y viviendas. Han contribuido en forma decisiva a su desarrollo económico. (Nolan, 2014: 69) Por otra parte, autores especialmente críti- cos con las políticas laborales y medioambien- tales que las grandes compañías transnaciona- les chinas han trasladado a los países –subde- sarrollados– en los que operan, sí consideran que el auge de China y el surgimiento de un «nuevo orden» han sido especialmente bene- ficiosos para «el mundo en desarrollo». Desde su punto de vista, numerosos países latinoame- ricanos, caribeños, africanos y asiáticos han podido acceder a una serie de infraestructuras, tecnologías, maquinarias, y productos de con- sumo a precios muy competitivos, una situa- ción inédita en comparación con otros perio- dos históricos (Cardenal y Araújo, 2011). No solo eso, sino que, además: Las empresas chinas de los sectores extractivos, más proclives que sus competidores occidenta- les a asumir riesgos, desembarcan en esos mer- cados [países ricos en recursos naturales como Chile, Brasil o Venezuela] con financiación, tec- nología y recursos humanos bajo el brazo, con el objetivo de mantener, incrementar o poner en marcha la producción de pozos de petróleo, 9 «Un nuevo bandung puede lograr lo que no consiguió el an- terior: puede movilizar y emplear el mercado global como instrumento de igualación de las relaciones del poder entre el Sur y el Norte». (Arrighi, 2007: 399) 64 Orozco Suárez, C. R. Pap. Eur. 31(1) 2018: 57-67 plantaciones de caucho o soja y yacimiento de minerales. Sostenidas por el Estado, las corpo- raciones estatales toman decisiones rápidamen- te y no dan la espalda a negocios con márgenes exiguos, sabedoras de que tienen también enco- mendada la ejecución de los intereses estratégi- cos nacionales: el suministro futuro de materias primas, por elevación, la seguridad energética del Imperio del Centro. (ibíd: 278) A continuación, presentamos las principa- les críticas y limitaciones que distintos autores han identificado respecto a este fenómeno eco- nómico. En primer lugar, autores como Katz (2001) rechazan las conclusiones a las que Arrighi (2007) llegó en su obra, Adam Smith en Pekín: orígenes y fundamentos del siglo xxi. Para este autor, China sigue siendo un pilar fundamental del actual orden económico mundial, constituye una pieza más del engra- naje del sistema capitalista y no ha cuestiona- do «ningún pilar del edificio neoliberal». A su parecer, los tratados comerciales o los conve- nios de inversión que China ha propiciado con los países del Tercer Mundo no son muy dife- rentes de aquellos impulsados por economías centrales como EE.UU, Europa o Japón –la llamada triada imperialista–. Por su parte, investigaciones llevadas a cabo por Slipak (2014), RedLat/FNv (2010); Nacht (2013); Manríquez (2006); Svampa (2013) sostienen que la intensificación de las vinculaciones económicas sino-latinoamerica- nas de las últimas décadas han supuesto, en úl- tima instancia, la sustitución del denominado «Consenso de Washington» por el «Consenso de beijing» –Svampa lo denomina también el «Consenso de las Commodities»–. Es decir, si bien el primer consenso priorizaba la apli- cación de políticas de ajuste neoliberal como una condición absolutamente necesaria para que las economías subdesarrolladas pudiesen acceder a financiación extranjera, según es- tos autores, el nuevo consenso que se ha ido consolidando en los últimos años en América Latina plantea la asunción de la idea de que el desarrollo económico de la región inevitable- mente tiene que basarse en el establecimiento de relaciones económicas más profundas de estos países con la República Popular de Chi- na. Dichas relaciones que se presentan como cooperación Sur-Sur, a pesar de la propaganda que llevan aparejadas, «reproducen patrones de subordinación y dependencia característi- cos de relaciones entre centro y periferia» (Sli- pak, 2014: 113), así pues, «habría que evaluar la pertinencia de las tesis leninistas y cepalina para explicar la relación China/América La- tina». (RedLat/FNv, 2010: 140; Manríquez, 2006: 40). En tercer lugar, como ya se ha mencionado antes, existen una serie de críticas a la llega- da de iEd china a la región, relacionadas con aspectos medioambientales y laborales. En esta línea, cabe destacar las aportaciones de Cardenal y Araújo (2011); Ramos (2011); Ray y Cía. (2015). Estas investigaciones plantean que, en general, la exacerbada competencia internacional, la maximización de los bene- ficios, las presiones políticas y «el anhelo de prosperidad económica de China» constituyen factores fundamentales que las corporaciones chinas que operan en los países subdesarro- llados tienen siempre presentes, desplazando a un segundo plano consideraciones de tipo medioambiental y/o laboral. Es más, Cardenal y Araújo (2011) señalan que «China está lle- vando fuera de sus fronteras el patrón de com- portamiento que ha sido denominador común dentro de ellas [las firmas chinas] durante las tres últimas décadas». 5. Conclusiones Según la información que nos ofrece el bM, durante el periodo 2000-2016 la economía China ha experimentado en promedio un creci- miento en torno al 9,4%; durante gran parte de este tiempo los precios de las materias primas experimentan un crecimiento muy significati- vo10; y, a la vez, China ha decidido incrementar considerablemente sus nexos económicos con América Latina y el Caribe. Frente a esta situación, podemos observar la formación de dos fenómenos que se desa- rrollan simultáneamente. El primero de los fe- nómenos está directamente relacionado con el intensivo incremento de la demanda china de recursos naturales y materias primas de la re- gión. A nivel de países este fenómeno presenta efectos muy diferenciados, así pues, mientras que países como venezuela, Perú o Ecuador han sido grandes beneficiados de este proceso, los países de Centroamérica se han visto per- judicados, puesto que son importadores netos de commodities. No obstante, no son pocos los 10 Por ejemplo, el barril de Brent llegó a un máximo histórico de 139,83 dólares americanos en junio de 2008. 65Orozco Suárez, C. R. Pap. Eur. 31(1) 2018: 57-67 estudios que consideran que, a medio y largo plazo, incluso los exportadores netos de pro- ductos primarios se verán perjudicados en dos sentidos: en primer lugar, porque este proceso afianza la formación de modelos neoextracti- vistas dependientes; y, en segundo lugar, por- que, aunque algunas economías latinoame- ricanas son importantes actores del mercado internacional de commodities, pueden conso- lidarse relaciones oligopsónicas con el gigante asiático. Adicionalmente, el segundo fenómeno que se afianza durante este periodo está relaciona- do con la fragilidad del modelo. En este senti- do, hablamos de la fragilidad del modelo para referirnos a un doble proceso: por una parte, el hecho de que el patrón exportador de las economías que suministran masivamente re- cursos naturales a China se torna totalmente volátil y dependiente del precio de estos pro- ductos y su demanda; y, por otra parte, porque economías con un cierto desarrollo industrial como Argentina, México y Brasil pueden ver mermado su tejido industrial, no solo por la creciente competencia de los productos indus- triales chinos, sino también, porque la crecien- te inversión china en estos países en sectores primarios pueden dar lugar a la conocida como «enfermedad holandesa»11. 11 «Un fenómeno denominado así por la experiencia holandesa con las exportaciones de gas después del descubrimiento de grandes campos petrolíferos en el Mar del Norte en la década de 1960. El aumento de las exportaciones de gas holandés generó un flujo de divisas que apreció el florín, perjudicando a otros sectores de exportación y la competitividad del país». (Ramírez, 2014: 115; citado por Orozco, 2016: 57) Finalmente, en base a lo ya expuesto, se considera que no existen razones concluyentes que nos ayuden a determinar de forma clara y evidente si la iEd de origen chino que ha lle- gado a América Latina y el Caribe en la última década se puede categoriza como cooperación Sur-Sur o relación centro-periferia. 66 Orozco Suárez, C. R. Pap. Eur. 31(1) 2018: 57-67 Referencias bibliográficas Arrighi, G. (2007): Adam Smith en Pekín: orígenes y fundamentos del siglo XXI, Akal, Madrid. Bonilla, A. y Milet, P. (2015): China en América Latina: escenarios estratégicos subregionales, Flacso, San José. bAdECEL, (2018, julio): Base de datos estadísticos de comercio exterior. Recuperado de http://interwp. cepal.org/badecel/basededatos.asp Bräutigam, D. 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