Los Elementos de Fisiología y de Higiene de Pedro María González (1815) The Elements of Phisiology and Hygine by Pedro María González (1815) Juan J. RODRIGUEZ BALLESTEROS Universidad de Cádiz jjmdnj@gmail.com Recibido: 10-12-2012 Aceptado: 21-12-2012 RESUMEN: El más destacado autor español sobre enfermedades e higiene naval del siglo XIX, el médico-cirujano de la Expedición de Malaspina (1789-1794), Pedro María González Gutiérrez (1764-1838) siendo catedrático de fisiología e higiene del Real Colegio de Medicina y Cirugía de Cádiz, redactó sobre tales ciencias unos “Elementos de Fisiología y de Higiene para uso de los Estudiantes del Colegio de Medicina y Cirugía de Cádiz. Por su Catedrático Don Pedro María Gonzalez” de influencia vitalista, en quinientas ochenta páginas manuscritas fechadas en 1815 y que nunca llegaron a publicarse, por lo que su contenido es, hasta el día de hoy, prácticamente desconocido. La obra, en la que se aprecia la influencia de autores de la época (Cullen, Richerand y Lafon) y la presencia de la nueva química introducida en Cádiz por J. M. de Aréjula, se encuentra hoy depositada en la Biblioteca Histórica de la Universidad Complutense de Madrid con la signatura BH MSS 649 y se compone de dos partes de desigual tamaño, la mayor de las cuales, dedicada a la fisiología, se halla dividida en cuatro cuadernos que tratan de las “generalidades” y composición de las partes del cuerpo, de las funciones vitales, de las funciones animales y de las funciones naturales. La higiene queda desarrollada en nueve secciones siguiendo el sistema clásico dieciochesco. Presentamos una obra maestra que alumbra y perfila el núcleo doctrinal de la medicina gaditana de principios del siglo XIX. Palabras clave: Fisiología, Higiene, Vitalismo, Cádiz, Medicina, Cirugía, s. XIX. SUMMARY: The most notable 19th. century Spanish author on naval diseases and hygine was Pedro Maria González Gutiérrez (1764-1838), the surgeon-doctor of the Malaspina Expedition (1789-17949. As professor of Physiology and Hygine at the Royal College of Medicine and Surgery in Cádiz, he wrote some 580 pages of manuscript (dated 1815) certain "Elements of Physiology and of Hygiene for use of the Students of the College of Medicine and Surgery of Cadiz. For his Professor Don Pedro Maria Gonzalez " on the influence of vitalism in these sciences, but which were never published. It is for this reason that thier content has, right up until the present day, remained almost unknown. In these documents one can appreciate the influences of other contemporary authors of his time (Cullen, Richerand and Lafon) and the presence of the "new chemistry" introduced into Cádiz by J. M. Aréjula. The manuscript, that today is deposited in the Historical Library of the University Complutense of Madrid by the number BH MSS 649, was found to be composed of two unequal parts. The larger of these, dedicated to Physiology, was subdivided into four "notebooks" which treat; "generalities" and the composition of the body's parts; vital functions; animal functions; and natural functions. In the smaller, Hygine was dealt with in 9 sections following the classical 19th. century format. We present a masterpiece which shows Cádiz as the doctrinal core of medicine at the start of the 19th. century. Keywords: Physiology, Hygine, Vitalism, Cádiz, Medicine, Surgery, 19th. Century. Los elementos de Fisiología y de Higiene... Juan J. RODRIGUEZ BALLESTEROS Pecia Complutense. 2013. Año 10. Num. 18. pp. 61-100 61 mailto:jjmdnj@gmail.com http://cisne.sim.ucm.es/record=b2095176~S1*spi http://cisne.sim.ucm.es/record=b2095176~S1*spi La obra que presentamos, Elementos de Fisiología y de Higiene para uso de los Estudiantes del Colegio de Medicina y Cirugía de Cádiz. Por su Catedrático Don Pedro María Gonzalez. Año de 1815, [BH MSS 649] es una auténtica curiosidad bibliográfica por haber permanecido inédita 1 . Trata además de una parte clave de los conocimientos médicos, la Fisiología, difundidos desde el Real Colegio de Medicina y Cirugía de Cádiz en los momentos previos a la irrupción de la medicina fisiológica2 , y que hasta ahora sólo habían podido ser estudiados en el contexto de autores ajenos a la escuela médica gaditana. Señalamos, no obstante, la existencia de otra obra impresa, en 1847, para uso de los alumnos del referido Colegio, de J. Ceballos (1817-1875): Elementos de fisiología general e historia natural aplicadas a la medicina3. Es, pues, el de González, el primer texto existente redactado con la finalidad de ofrecer a los alumnos una guía para los estudios de Fisiología en Cádiz, compuesto por uno de los grandes maestros de la medicina naval española cuya trayectoria y obras han de ser tenidas en cuenta al menos por su influencia en una institución tan relevante para la medicina hispana de principios del siglo XIX. González fue catedrático de fisiología e higiene en Cádiz durante más de 30 años, desde 1805. Pedro María González Gutiérrez (Osuna, 1764 4 - Cádiz, 1838) es, por tanto, de cita obligada entre los maestros de la Armada y del Real Colegio de Medicina y Cirugía de Cádiz, del que fuera alumno (1781- 1786). Su obra da comienzo en la órbita de la última Ilustración, con los estudios en el navío San Sebastián que permitieron la adaptación del fogón de hierro a los barcos de la corona hispánica con objeto especial de destilar agua de mar, a la vez que se cocinaba y ventilaba 5 . Inmediatamente se embarca en la corbeta Atrevida para realizar el último de los grandes viajes de estudio de la armada ilustrada hispánica: la Expedición de Malaspina que, partiendo de Cádiz y tras numerosas escalas, llegaría desde el cabo de Hornos hasta la bahía del príncipe Guillermo en Alaska. De esta época, destacamos sus obras manuscritas como naturalista y médico: Diario Médico-Chirurgico de la corbeta Atrevida6, Aves de Guayaquil, Zoología de Acapulco7 y el Aviso a los navegantes sobre la conservación de la salud8. Este último manuscrito es una redacción previa y parcial de la que será su gran obra: el Tratado de las enfermedades de la gente del mar9 , primera obra impresa de Higiene Naval de relevancia 1 No se conoce referencia alguna hasta: COSTA CARBALLO, C. M. da (2003): 134. Al comenzar este trabajo y contratarse su digitalización se ha puesto a disposición y ha sido publicado en: http://cisne.sim.ucm.es/record=b2095176~S1*spi. En el presente estudio se citará esta referencia digital como: GONZÁLEZ, P. M. (2012). 2 El Periódico de la Sociedad Médico-Quirúrgica de Cádiz da buena cuenta de la irrupción del broussismo en sus páginas. Manuel Hurtado de Mendoza († 1849), socio corresponsal y luego socio de honor en Cádiz, mantuvo un contacto permanente con Laso y los catedráticos que pusieron en práctica el renovado método antiflogístico. 3 Cf.: CEBALLOS, J. (1847). Este mismo autor fue también el traductor de una biografía de Broussais en 1841. Se cree perdido un manuscrito de C. F. Ameller (1753-1835) titulado Elementos de fisiología e higiene, cf.: CLAVIJO y CLAVIJO, S. (1925): 234. Decir que otra autoridad de la fisiología española, J. Gómez Ocaña (1860-1919), a su paso por Cádiz de 1886 a 1894, dejó algunos artículos periodísticos, y sobre todo preparó sus primeras obras sobre fisiología del cerebro, circulación y tiroides. Se le considera el primer fisiólogo español verdaderamente experimental. 4 LIBRO DE BAUTISMOS nº 61. (1764) Libro de bautismos nº 61. fº 11, nº 29. Archv. Ilustre Iglesia Colegial Parroquial Mayor de Nuestra Señora de Osuna. [Certificación literal de partida de bautismo. Osuna. 30.06.1999. Fdo.: Desiderio Salas y García] 5 Véase la completa biografía de COMENGE, L. (1914): 307-309. 6 Véase el estudio monográfico: OROZCO ACUAVIVA, A.; LÓPEZ de COZAR, J. L.; CABRERA AFONSO, J. R. (1994). 7 Cf.: ASTRAIN GALLART, M. (1994). 8 Cf.: OROZCO ACUAVIVA, A.; CABRERA AFONSO, J. R. (1994). 9 GONZÁLEZ, P. M. (1805-a). Recuérdese que González reivindica en su Introducción (p. XXIII) la coautoría de la obra junto a Francisco Flores Moreno. Por haber pasado “censura” en 1799, es incluido en la obra de CABRERA AFONSO, J. R. (1990): 58, donde le otorga al Tratado de González ser el primer estudio en España sobre “enfermedades profesionales”. FERRER, D. (1983): 137-138 relaciona remotamente la elaboración del “Tratado” con las cartas entre A. Malaspina (1754-1809) y J. Selvarresa Los elementos de Fisiología y de Higiene... Juan J. RODRIGUEZ BALLESTEROS Pecia Complutense. 2013. Año 10. Num. 18. pp. 61-100 62 http://cisne.sim.ucm.es/record=b2095176~S1*spi en lengua hispana, estudiada en Francia 10 y citada, lógicamente, en numerosos textos y publicaciones sobre la medicina hispánica y su historia. Interesándonos su trabajo como catedrático de fisiología de la “escuela médica gaditana”, señalamos los apartados 42-47 dedicados a la respiración animal11. Ya antes de dar a luz a su Tratado, González, había redactado otra joya bibliográfica que da buena cuenta de la calidad y amplitud de su obra como etnógrafo, naturalista y cronista: el Viage a Esmirna. Curiosamente, este manuscrito, de cerca de 650 páginas y escrito con intención de ser publicado, sólo contiene un texto de temática médica, un apéndice en el segundo libro: Sobre la peste12 , escrito según su autor con el único objeto de “precaver el contagio”, tarea que le sería encomendada en tal navegación de finalidad comercial prospectiva. Precisamente al comercio estará dedicado casi en exclusiva el segundo y último tomo del Viage. La primera obra impresa de González había sido publicada en Cádiz ya en 1801 por M. Ximénez Carreño, y la veremos señalada en el Periódico de la Sociedad Médico-Quirúrgica de Cádiz como la “mejor obra que se escribió en aquella época” de epidemias de “fiebre amarilla” 13 . Se trata de la Disertacion médica sobre la calentura maligna que reynó en Cadiz el año de 1800: medios mas adecuados para preservarse de ella, y de otras enfermedades contagiosas y pestilenciales, de 119 páginas, sustenta sus postulados contagionistas en la teoría miasmática, aportando su experiencia como médico y como afectado por la peligrosísima “fiebre amarilla”. Desde luego, aunque no tan importante como la de J. M. de Aréjula (1755-1830), puede decirse que esta disertación referida a la “fiebre amarilla” fue la “otra” obra impresa de la Escuela Médica Gaditana que logró más resonancia internacional al ser traducida y publicada en Alemania por W. H. L. Borges en 1805 14 . De los cuatro discursos inaugurales de curso académico que González pronunció como catedrático entre 1805 y 1835 en el Real Colegio de Medicina y Cirugía de Cádiz, sólo el de 1814 llegará a imprenta con el título de Discurso inaugural que para la abertura de estudios del Real Colegio de Medicina y Cirugía de Cádiz dixo el día 1º. de octubre de 1814. Se trata de una exposición diáfana, magistralmente hilada, impactante para los alumnos a los que va dirigido, que, como pocos documentos que conozcamos, proporciona una visión panorámica de la ideas y de la enseñanza de la medicina gaditana del momento 15 . Evidentemente, en sus 34 páginas se detiene en la fisiología, ensalzando a Newton y recordándonos, como vitalista, que: Sentir y moverse es la esencia de la vida; la sensibilidad y la contractilidad son sus leyes especiales […] las propiedades vitales desconocidas por los médicos antiguos, es en la actualidad la base del arte de curar […] todo fenómeno morboso se deriva únicamente del aumento, disminución ó (*c.1732): Sobre los varios puntos dietéticos y del régimen profiláctico que deberá observarse… insertas en: NOVO y COLSÓN, P. (ed.) (1881): 10-19. En OROZCO ACUAVIVA, A. (1981-b): 394-400, puede consultarse el listado completo de los “autores citados” en el Tratado. 10 Cf.: REY, H. (1871). Viene precedida por la traducción que el mismo autor hizo de la obra de RUIZ de VALDIVIA Y AGUILERA, A. (1870), publicada antes en: El Progreso Médico. (1870) III: 182-187. 11 GONZÁLEZ, P. M. (1805-a): 48-57. En los apartados 87-91 detallará sus experiencias antes referidas de destilación con el fogón de hierro y el uso terapéutico del agua destilada, p. 418-424. 12 El apéndice Sobre la peste se reproduce en: OLAGÜE de ROS, G. (2010): 324-343. La expresa finalidad preventiva este apéndice médico lo ubica en el terreno de la higiene. El manuscrito se halla en el museo Naval de Madrid, de él Olagüe (ed.) destacará la parte dedicada a la etnografía de las minorías étnicas de Esmirna como lo más original e interesante de esta obra de González. 13 La opinión es de Nicolás Molero, médico-escritor sevillano que al contrario que González y Aréjula es anticontagionista, y fue recogida por PORTO, M. J. (1824): 49. 14 Cf.: VALERA CANDEL, M. (2006): 114. Encontraremos también una cita bibliográfica de la traducción alemana de González en: GRIESINGER, W. (1868): 90. 15 González realiza un buen relato curricular a la vez que se declara defensor a ultranza de la unión de la medicina y la cirugía, de la medicina teórica y la práctica hospitalaria. Los elementos de Fisiología y de Higiene... Juan J. RODRIGUEZ BALLESTEROS Pecia Complutense. 2013. Año 10. Num. 18. pp. 61-100 63 http://www2.biusante.parisdescartes.fr/livanc/?cote=90945x26x29&do=chapitre alteración de estas propiedades16 . Se entiende la buena acogida de las doctrinas de J. Brown (1735- 1788) o F. J. V. Broussais (1772-1838) y su complementariedad en la práctica junto a los reconocidos fundamentos anatomoclínicos de la escuela gaditana 17 . Recuérdese que F. J. Laso (1785-1836) toma a González por testigo cuando decide confesar su coincidencia con el broussismo en la defensa del método antiflogístico -sanguijuelas- para el tratamiento de un tumor de mama 18 . Del discurso inaugural del 5 de octubre de 1823 se publicó solamente un extracto; en él González comenzará declarando su vitalismo: Toda la naturaleza está llena de la influencia y de los efectos maravillosos de una fuerza incomprensible, emanación inmediata de la divinidad, á que se ha dado el nombre de principio vital. Este agente misterioso y universal es el que produce, conserva y renueva todo19. Tratándose ahora de traducciones de autores extranjeros, hemos de confirmar que González llevó a imprenta dos obras. La primera de ellas en 1819. Su autor, que no pasa desapercibido, es el médico e “ideólogo” P. J. G. Cabanis (1757-1808) 20 , cuya filosofía tiene por antecedentes una famosa lista negra: Demócrito, Epicuro, Lucrecio, Bacon, Gassendi, Locke y Condillac. Cabanis, en consecuencia, será reconocido como uno de los prebostes del “materialismo de escalpelo”, pese a sus retractaciones de última hora, junto a J. O. de La Mettrie (1709-1751) y Broussais. La obra traducida por González 21 en 120 páginas se presenta como unas Observaciones sobre los afectos catarrales… 22 , pero Cabanis nunca será un autor inocente. El libro, publicado para profesores jóvenes, roza la polémica sobre la secularización- desacralización de Hipócrates, no posicionándose a favor de la defenestración del anciano padre de la medicina. González refiere que estas Observaciones son una del corto número de obras de medicina verdaderamente hipocrática que se han publicado en estos tiempos23, por ello prologó la obra y realizó más de una veintena de anotaciones; dos de ellas muy largas, ocupando casi siete páginas cada una. En 16 GONZÁLEZ, P. M. (1814): 14. 17 LÓPEZ PIÑERO (1973) La escuela de Cádiz y la introducción en España de la medicina anatomoclínica. Medicina Española. LXX: 125-133. 18 Periódico de la Sociedad Médico-Quirúrgica de Cádiz. (1822) III: 305-318; y también en: Arch. de la Real Acad. de Med. y Cir. de Cádiz. Memorias y Discursos legº. IX-1, cuad. ms. 22 p. 19 Real Colegio de Medicina y Cirujía de Cádiz. Sesion pública celebrada el dia 5 de octubre del presente año. Periódico de la Sociedad Médico-Quirúrgica de Cádiz. (1824) IV: 223-227. Con estas mismas palabras plenas de vitalismo deísta comienza también el libro de HUFELAND, C. W. (1824): 1. Son dos de las escasas referencias a González en el Periódico. Sépase que el autor no perteneció a la Sociedad Médico-Quirúrgica de Cádiz y si que formó parte de la Real Academia de Medicina y Cirugía de Cádiz tras la reorganización de tales entidades en 1831, como todos los catedráticos del Real Colegio. 20 Uno de los grandes reformadores de la medicina francesa de la Revolución. Por haber sacado a la psicología del ámbito de la metafísica y haberla llevado al campo de las ciencias médicas bajo postulados sensualistas, fue tildado de materialista; también por afirmar que el cerebro segregaba el pensamiento, tal como el hígado la bilis. Su obra más reconocida fue los Rapports du phisique et du moral de l’homme (1802). A edad temprana, a través de Turgot y Mme. Helvetius, se relacionó con d’Holbach, Franklin, Jefferson, Condillac, Condorcet, Thomas, Diderot, d’Alambert y Voltaire. Amigo de Mirabeau y considerado como el más destacado de los filósofos “ideólogos” junto a Destutt de Tracy y Laromiguière. S. Freud lo citará en La interpretación de los sueños al tratar de la relación entre estos y la enfermedad mental. Cf.: STAROBINSKI, J. (2001): 170. 21 González comienza su prólogo de traductor haciendo patente La celebridad que se ha adquirido el senador Cabanis, ya se considere como filósofo, ya como médico. 22 CABANIS, P. J. F. (1819). Se imprimió en Francia en 1807. 23 GÓNZALEZ, P. M. (1819) Prólogo del traductor. En: CABANIS, P. J. F. (1819): [XI] Los elementos de Fisiología y de Higiene... Juan J. RODRIGUEZ BALLESTEROS Pecia Complutense. 2013. Año 10. Num. 18. pp. 61-100 64 la primera nota clasifica los esputos y en la siguiente señalará las funestas consecuencias de considerar contagiosa a la tisis, cosa que sufrió en sus propias carnes y bolsillo tras contraer la enfermedad 24 . En 1828, año en que viajó a Madrid junto a José María López (1789-1873) 25 y realizó gestiones determinantes para el futuro del Real Colegio de Cádiz 26 , publica en aquella ciudad la traducción de una Memoria sobre el uso de los cloruros de oxido de sosa y de cal. Una nueva química se nos hace presente con la aportación de los derivados del cloro como medios de desinfección contra las miasmas27 en hospitales, cárceles, navíos, cementerios, cuartos de enfermos, salas de disección, cuadras, alcantarillas, aguas; sin olvidar el uso curativo local que de éstos puede hacerse en úlceras, herpes, sarna y tiña. Nada nuevo para un González que apuntaba: como puede verse en mi Tratado de las enfermedades de la gente de mar páginas 397 y 9828 . Otros autores señalan también entre las obras del catedrático gaditano los manuscritos de Topografías médicas sobre Cádiz (1822) y Málaga (1828) existentes en la Real Academia de Medicina de Cataluña 29 . Pero será en dos señeras instituciones gaditanas donde González depositará sus últimos trabajos como médico y naturalista. Dos de las Observaciones de tema quirúrgico de González se hallan perdidas y otra ha sido estudiada 30 . Se cuenta con una más de tema venéreo, y con algunas “censuras” a discursos de profesores gaditanos 31 . Todas estas “historias clínicas” se hallan en el Archivo de la Facultad de Medicina de Cádiz, junto a una colección de más de trescientas Observaciones dictadas entre 1748 y 1836. En este mismo centro hallaremos su trabajo como historiador del Real Colegio gaditano, en colaboración con J. N. Fernández (c.1800-1866) 32 , que ya ha sido publicado 33 . En los archivos de la Real Sociedad Económica Gaditana de Amigos del País hallaremos los interesantes trabajos de González en el seno de esta institución a la que también perteneció J. N. Böhl de Faber (1770-1836). Su Memoria sobre el establecimiento de Escuelas de primeras letras de 1814, en la 24 CABANIS (1819): 113 y 116. La enfermedad fue en 1818, lo refiere BLANCO VILLERO, J. M. (2007): 50. Recuérdese que Hipócrates, con diferencia es el autor más citado de esta obra. 25 López llegó a Cádiz, tras la independencia de México, como catedrático sustituto de fisiología, quedando agregado a la cátedra de González en 1825 y convirtiéndose en su colaborador en numerosos asuntos. 26 FERRER, D. (1983): 236-241. El Real Colegio que trataba de volver a sus Ordenanzas de 1791 se adaptó a los otros del reino y a la normativa de 1827. 27 Cf.: GONZÁLEZ, P. M. (1805-a): 97. Dice: creemos probada suficientemente la exîstencia de los miasmas. Para ellos se trataba de una especie de gas desprendido que obraba como veneno, emanado de materias orgánicas en putrefacción o enfermedad. Además, ésta podía ser contagiosa, como en el caso de la fiebre amarilla. Véase RODRÍGUEZ OCAÑA, E. (1992): 10. 28 Tomado de la nota a pie de página de González en: LABARRAQUE, A. G. (1828): 20. 29 Cf.: CASCOS SOLIS, J. (2001) Las topografías médicas: revisión y cronología. Asclepio LIII-1, 230. Antonio Orozco, en un estudio sobre las topografías, informa de la existencia de un manuscrito de Agustín González, existente en el Archivo de la Real Academia de Medicina y Cirugía de Cádiz, y que trata de una topografía médica de Málaga presentada en 1818. 30 Cf.: LÓPEZ DE CÓZAR, J. L. (1991): 163-169. 31 Cf.: MÁRQUEZ ESPINOS, C. (1986): 143, 149, 151, 153, 154, 161 y 162. La última de las observaciones citadas, cuyo original se perdió, fue reproducida al completo en Cádiz. Cf.: GONZÁLEZ, P. M. (1844) Observacion sobre una aneurisma. Revista de Ciencias Médicas I: 82-86. Puede verse un título ampliado de esta observación reproducido en el Índice inserto en la portada de ese número 12, página 81. Esta observación es tratada como caso original […] ya el doctor Gonzalez presentía la virtud antiplástica del mercurio tan preconizada hoy. 32 Véase la nota 55. 33 MÁRQUEZ ESPINOS, C. (1986): 187-195. Los elementos de Fisiología y de Higiene... Juan J. RODRIGUEZ BALLESTEROS Pecia Complutense. 2013. Año 10. Num. 18. pp. 61-100 65 que, desde una visión liberal, propone la implantación de una enseñanza pública y gratuita “al alcance de todas las clases de ciudadanos”, es una obra de sumo interés, en línea con los “planteamientos de Jovellanos y Cabarrús”, que resultó ser “el punto de partida de la dedicación de la Sociedad a la Educación Primaria” en Cádiz 34 . Quedan por señalar sus trabajos en la “Comisión de Agricultura” de esta Sociedad Económica, que ensayaba entonces la aclimatación en la metrópoli de especies principalmente americanas y de alto interés comercial, dado que el imperio hispanoamericano se resquebrajaba. Sus ensayos sobre aclimatación, por ejemplo, fueron los responsables de la actual presencia en nuestro agro de la tuna o nopal (Opuntia ficus-indica). El magistral Antonio Cabrera (1763-1827) 35 , junto a González y José María López, entre otros, lograron aclimatar el insecto, la cochinilla americana, que se criaba en los nopales, para la extracción de un colorante rojo, la grana, que constituía una de las más apreciadas mercancías llegadas de América. Con el fallecimiento de Cabrera, serán González y López quienes lograrán el éxito de la empresa “a lo grande”, llegándose a crear una sociedad de accionistas. He aquí los trabajos manuscritos actualmente conservados en el Archivo Municipal de Cádiz que avalan lo realizado: El Reglamento para el Jardín de la Sociedad, de 1826 36 , la [Historia de la introducción de la cochinilla americana en Cádiz], de 1827 37 , la Historia de la grana desde su adquisición hasta el día. Comisión del Jardín de aclimatación, de 1827 38 , la Historia de la introducción i progresos de la Grana fina de América, vulgarmente llamada cochinilla, i de su aclimatación en la Península, de 1827 39 y el Informe sobre progresos parciales de la grana y medios de generalizarlos, de 1828 40 . Trabajos que no por tener un claro fin crematístico y comercial, dejan de contener rigurosas exposiciones científicas con suficiente soporte bibliográfico sobre el caso concreto de la especie Dactylopius Coccus; cuya aclimatación no fue precisamente la única realizada en Cádiz, pero si la más importante y exitosa de Europa. Hecho este recorrido por la producción intelectual de nuestro catedrático con la pretensión de trazar su perfil, hora es ya de acercarnos a lo novedoso. Centrándonos en la materia de la obra de Pedro María González que presentamos, podemos afirmar que la Fisiología, tal y como hoy la conocemos se estructura con J. Fernel (1498-1558) 41 pero toma cuerpo y se establece como ciencia autónoma con A. von Haller (1708-1777), discípulo de H. Boerhaave (1668-1738), prácticamente a la vez que se funda el 34 JIMÉNEZ GÁMEZ, R. A. (1991): 99-102. El manuscrito se halla reproducido en su totalidad en el apéndice de esta misma obra: 517-551. 35 Véase su biografía de MARTÍN FERRERO, P. (1997). 36 GONZÁLEZ, P. M.; LÓPEZ, J. M.; MORET, S. (31.10.1826) Reglamento para el Jardín de la Sociedad. Cádiz. ms. 20 p. 6 b. (152 x 210) Arch. Hist. Mpal. de Cádiz. RSEGAP-3418. El texto se halla trascrito en: MARTÍN FERRERO, P. (1997): 263-265. Moret es el padre del político que fuera presidente del Gobierno de España, de igual nombre. 37 GONZÁLEZ, P. M.; LÓPEZ, J. M. (18.01.1827) Seis años de trabajos continuos... [Introducción de la cochinilla americana en Cádiz.] Cádiz. cuad. ms. 16p. (214x300) Arch. Hist. Mpal. de Cádiz. RSEGAP- 3420. 38 GONZÁLEZ, P. M.; LÓPEZ, J. M.; MORET, S.; SANTA CRUZ, J. (14.02.1827) Historia de la grana desde su adquisición hasta el día. Comisión del Jardín de aclimatación. Cádiz. cuad. ms. 8p. (210x300) Arch. Hist. Mpal. de Cádiz. RSEGAP-3418. 39 GONZÁLEZ, P. M.; LÓPEZ, J. M.; SANTA CRUZ, J. (03.05.1827) Historia de la introducción i progresos de la Grana fina de América, vulgarmente llamada cochinilla, i de su aclimatación en la Península. Cádiz. cuad. ms. 16p. (205x308) J. M. López, P. M. González. J. Santa Cruz. Arch. Hist. Mpal. de Cádiz. RSEGAP-3418. 40 GONZÁLEZ, P. M.; LÓPEZ, J. M.; LIÑÁN, M. A.; CEBEY, F. (17.03.1828) Informe sobre progresos parciales de la grana y medios de generalizarlos. Cádiz. ms. 12 p. (207x297) Arch. Hist. Mpal. de Cádiz. RSEGAP-3420. 41 En su obra Medicina, ad Henricum II, Galliarum regem christianissimum (1554), dividida en tres partes: Physiologia, Pathologia y Therapeutica, aparecen por vez primera reunida en siete lecciones la fisiología. Los elementos de Fisiología y de Higiene... Juan J. RODRIGUEZ BALLESTEROS Pecia Complutense. 2013. Año 10. Num. 18. pp. 61-100 66 http://es.wikipedia.org/wiki/Opuntia_ficus-indica Real Colegio de Cirugía de la Armada de Cádiz y La Mettrie publica El hombre máquina. Los alumnos de este último centro se formarán inicialmente en las principales escuelas médicas europeas: Paris, Bolonia, Londres, Edimburgo, incluyendo también a Leyden en los Países Bajos, la mejor considerada del momento. Discípulo del propio Haller fue el catedrático gaditano José Selvarresa 42 . La fisiología estaba dejando de ser un apéndice a cada capítulo de la Anatomía, ocupándose del “uso” de las partes del cuerpo humano, para llegar a ser entendida como ciencia de las funciones vitales, estudiándose como parte primera de las Instituciones Médico-Quirúrgicas; una ciencia cada vez más fisicoquímica 43 , guía y fundamento para la higiene, la patología y la terapéutica. Es pues razonable que un centro de enseñanza de medicina y cirugía naval como el de Cádiz, que se preciaba de “referente”, se ocupase desde sus comienzos 44 y recogiese en sus Ordenanzas de 1764 y 1791 45 la necesidad del estudio de la Fisiología e Higiene 46 , impartido desde una cátedra instituida a propósito con clases diarias de octubre a junio. En los Reales Colegios, los maestros, a falta de textos actualizados de sus materias en castellano, daban a imprenta obras de carácter didáctico para uso de los estudiantes. Así aparecieron en España 47 algunas obras impresas que tenían por objeto central a la fisiología, siendo la primera de ellas las Lecciones Physiologicas para instrucción de los alumnos del Real Colegio de Cirugía de Barcelona, en 1792 48 . En 1804, en Granada, verá la luz la de José Ponce de León (1753-1819); en 1817 la de J. V. Carrasco en Madrid; en 1818, en Madrid, la de Tomás Ventosa y Lledó (n. 1759) 49 y en 1819 la de F. Janer Bertrán (1771-1865) en Cervera. Entendemos también que fuesen traducidos algunos tratados de fisiología de autores europeos del momento como los de A. Richerand (1779-1840) 50 , de P. Fabré (1716- 1793) 51 y de Ch. L. Dumas (1765-1813) 52 , todos en vías de asumir en mayor o menor medida la nueva nomenclatura química, los experimentos eléctricos de Volta, Galvani y Humboldt, el vitalismo tisular de Bichat 53 , los trabajos sobre la digestión de L. Spallanzani y transitando por la ruta imaginada por G. A. 42 Cf.: LASO, F. J. (1828): 18-19: “No había un tratado elemental para la enseñanza de esta clase importantísima [Medicina Práctica], y él redactó el que sirvió de texto hasta que por real orden se adoptó en todas las universidades y colegios del reino el de los Elementos de medicina práctica del profesor de Edimburgo” [W. Cullen (1710-1790)]. Véase la sucinta bio-bibliografía de González en: CABRERA AFONSO, J. R. (1991):193-194 y OROZCO ACUAVIVA, A. (1981-b). 43 Newton reinaba en el Panteón de las ciencias y la química se hizo científica ganando independencia frente a la medicina. Cf.: BARONA J. L. et al (2003): 72-78. Tras el esfuerzo de hacer la fisiología más fisicoquímica y exclusivamente experimental hallamos a F. Magendie (1783-1845). 44 Se refiere que posiblemente ya desde 1757, tras el regreso de los pensionados en el extranjero se impartiesen fisiología e higiene como materias de enseñanza en Cádiz en OROZCO ACUAVIVA, A. (1980): 98. 45 Cf.: ESTATUTOS y ORDENANZAS GENERALES [1764]: 10 y ORDENANZAS de S. M. (1791): 44. 46 Se señala que Cádiz fue un precedente europeo en la implantación de los estudios de higiene en medicina desde las Ordenanzas de 1791. 47 Obra de obligada referencia sobre la fisiología española del siglo XIX es la de BARONA VILLAR, J. L. (1992): 179-182. 48 Obra atribuida a Josef de Capdevila por COMENGE, L. (1914):180. 49 Esta obra, de 222 páginas, es menos extensa que la obra de González que comentamos, siendo redactada también en 1814. Propone la definición de vida de Bichat. Los autores citados en ella no llegan a cuarenta. Termina su libro también con el capítulo de los Temperamentos. Clasifica las funciones en cuatro grupos, el último de los cuales agrupa a las funciones reproductivas junto a los sentidos internos. Cf.: VENTOSA y LLEDÓ, T. (1818) 50 Cirujano amigo de Cabanis, considerado más un divulgador que un innovador. Autor de referencia para P. M. González. Su obra Nuevos elementos de fisiología tuvo una enorme difusión. 51 Autor en la órbita de Haller, del que se tradujeron algunas obras al castellano. Cf.: FABRÉ. P. (1797) Tratado sobre diferentes puntos de Fisiología, Patología y Terapéutica. Málaga. Imp. de Luis Carreras y Ramón. 52 Los Principes de Physiologie… -Cf.: DUMAS, C. L. (1800)- fueron traducidos al castellano por Juan Vicente Carrasco en 1803. 53 Cf.: CANGUILHEM, G. (2009):166-172. Los elementos de Fisiología y de Higiene... Juan J. RODRIGUEZ BALLESTEROS Pecia Complutense. 2013. Año 10. Num. 18. pp. 61-100 67 Borelli (1608-1689) e inaugurada por W. Harvey, antes de que la fisiología comenzara a hacerse experimental con F. Magendie y J. Müller y llegar así hasta C. Bernard. Quince años más tarde de la redacción por González de sus Elementos, al autor de referencia para J. Mosácula 54 y sus Elementos de fisiología de 1830, N. P. Adelon (1782-1862), aún lo podemos considerar como a uno de los maestros de esa fisiología escasamente experimental y vitalista 55 , objetada por Magendie y abierta aún a grandes especulaciones filosóficas como pudo comprobarse con la aparición del broussismo. Andaba la medicina imbuida en el convulso y dinámico espíritu del Romanticismo. Pero, aún así, se logró escuchar a los órganos: Laënnec descubrirá la auscultación mediata e inventará el primitivo fonendoscopio en 1816, con ello la mentalidad anatomoclínica dejará una huella indeleble en la ciencia y arte de curar. Igualmente Orfila inaugura la mentalidad etiopatogénica al publicar su Tratado de los venenos, el defensor de la fisiología experimental F. Magendie inicia también en ese año la edición de sus Précis élementaire de physiologie y, al fin, J. F. V. Broussais llevará a imprenta su explosiva obra Examen de la doctrine médical généralment adoptée. Un año antes de todo lo referido se hallaba ya redactado el ejemplar manuscrito que presentamos, hoy depositado en la Biblioteca Histórica de la Universidad Complutense de Madrid “Marqués de Valdecilla”, en su sección Biblioteca Histórica-Manuscritos signatura BH MSS 649 y que lleva por título: Elementos de Fisiología y de Higiene para uso de los Estudiantes del Colegio de Medicina y Cirugía de Cádiz. Por su Catedrático Don Pedro María Gonzalez. Año de 1815. Libro ms. 588 p.: 4 p.b. + Portada + Dedicatoria + 2 p.b. + 87 p. [cuad. 1º] + 1 p.b. + 58 p. (cuad. 2º) + 4 p.b. + 113 p. (cuad. 3º) + 1 p.b. + 223 p. (cuad. 4º) + 1 p.b. + 88 p. + 4 p.b. (20’5 x 14 cm.) Paginación [atribuible al copista] numerada cada 4 p.: [1ª serie: Fisiología] 122 + [2ª serie: Higiene] 22. Lomo: Gonzalez. Elementos de Fisiologia y de Higiene. // J. N. F. 56 Dedicatoria ms.: A la Biblioteca de la Facultad de Medicina. Miguel Canal 57 . Firma y rúbrica. Portada con sello de la Biblioteca de la Facultad de Medicina. Universidad Central. [Madrid]. También en la página final de los Elementos de Fisiología e igualmente en las páginas inicial y final de los Elementos de Higiene. 54 Sobre este autor cf.: BARONA VILAR, J. L. (1992): 80-94. 55 En tal marco hay que situar a González. Ha de recordarse la importancia de la escuela de Montpellier en la asimilación y divulgación de las ideas vitalistas (F. B. L. de Sauvage, T. de Bordeu, P, J, Barthez…); si bien es de reconocer que, posteriormente, tales concepciones fueron asumidas desde posiciones ideológicas tan distantes como el materialismo y el espiritualismo. 56 Con toda seguridad, se trata de Juan Nepomuceno Fernández (c.1800-1866), que fue alumno y profesor en Cádiz y Director del Cuerpo de Sanidad de la Armada en Madrid. Cf.: CLAVIJO (1925): 286. Es de suponer que el ejemplar de que tratamos, único conocido, fuese llevado a Madrid por él. Se conoce la existencia de un manuscrito de 12 p. redactado conjuntamente por González y Fernández, fechado en Cádiz el 09.01.1835 sobre el Real Colegio de Medicina y Cirugía de Cádiz. Cf.: CABRERA AFONSO, J. R. (1985): 51. Ha sido publicado en: MÁRQUEZ ESPINÓS, C. (1986): 187-195. 57 Miguel Canal y Gabuti (†1874) fue bibliotecario de la facultad de medicina de Madrid desde 1861. Los elementos de Fisiología y de Higiene... Juan J. RODRIGUEZ BALLESTEROS Pecia Complutense. 2013. Año 10. Num. 18. pp. 61-100 68 Portada El manuscrito, realizado por un único copista, se halla bien conservado y presenta a lo largo de su extensión algunas correcciones, tachaduras entre paréntesis, palabras añadidas, así como algunas subrayadas. Su caligrafía es excelente y sus caracteres y ortografía son propios de la época. Su léxico médico-científico presenta particulares castellanizaciones, especialmente en la nominación de los autores extranjeros y en las estructuras anatómicas referidas, e incluso recoge expresiones propias del dialecto andaluz que el autor explícitamente desea insertar. Su estilo se adapta al interés didáctico presente en toda obra universitaria elemental, con definiciones escuetas y explicaciones en frases largas pero claras y sin abuso de recursos retóricos 58 . Un texto que debemos considerar tardoilustrado, ya que no presenta elementos del nuevo estilo romántico que en Cádiz comienza a divulgarse justo en el momento de su redacción 59 . Transcribimos a continuación el índice que hemos organizado de la obra: 58 Apenas si encontramos concesiones a la individualidad, propensión a la metáfora o interrogaciones retóricas y sus referencias a autores pretéritos no permiten ser consideradas como historicistas. 59 El Romanticismo hispano se inaugura en Cádiz con la Polémica Calderoniana propiciada por la publicación en el Mercurio Gaditano de varios artículos de Juan Nicolás Böhl de Faber durante el verano de 1814. Recuérdese que tanto González como Böhl son socios fundadores de la Real Sociedad Económica Gaditana de Amigos del País. Los elementos de Fisiología y de Higiene... Juan J. RODRIGUEZ BALLESTEROS Pecia Complutense. 2013. Año 10. Num. 18. pp. 61-100 69 [Cuaderno 1º] Fisiología. [1- Generalidades]. 2- De las partes del Cuerpo humano. 3- [Principios constitutivos de las partes sólidas]: Partes blandas blancas, Partes blandas rojas y Partes huesosas. Partes cartilaginosas. 4- De los humores en general. 5- De la Sangre. 6- Del gaz animal de la sangre, ó Gaz hidrogeno carbonado. 7- De la Linfa. 8- De la Gordura. 9- De la diferencia entre los cuerpos orgánicos é inorgánicos. 10- Sobre la diferencia entre los vegetales y animales. 11- De la vida. 12- De las propiedades vitales. 13- De las Simpatías. 14- Del Hábito. 15- Del principio vital. 16- Del sistema de los grandes nervios simpáticos. Cuaderno Segundo: 1- De las funciones. 2- De las funciones vitales. Circulacion: Organismo y Mecanismo. 3- Del Calor natural. 4- De la respiración: Organismo y Mecanismo. 5- De los fenómenos que resultan de las mutaciones que recive la respiración. Cuaderno 3º. De las funciones animales. 1- Del Cerébro. 2- Del Tacto. 3- Del gusto. 4- Del olfato. 5- Del oido. 6- De la vista. 7- De los sentidos internos. 8- Del movimiento muscular. Cuaderno 4º. De las funciones naturales. 1- De la hambre y la sed. 2- De la digestión de los alimentos. 3- De la masticacion. 4- De la deglucion: Mecanismo. 5- De la quilificacion. 6- De la bilis y del hígado. 7- Del uso del bazo. 8- Del uso del pancreas. 9- Del epiplon y sus vasos. 10- Del uso de los intestinos. 11- De las secreciones. 12- Del uso de los riñones y secrecion de la orina. 13- Del uso de la vegiga, escrecion de la orina y sus cualidades. 14- De la insensible traspiracion, usos del cutis, uñas y pelos, y de la secrecion de la sinovia. 15- De las funciones propias del hombre. 16- De las funciones propias de la muger. 17- De la concepcion, nutricion é incremento del fetus. 18- Del parto natural. 19- De la leche. 20- De los temperamentos: Señales del temperamento sanguineo, bilioso, melancólico y flemático ó pituitoso. [Cuaderno 5º] Elementos de la Higiene. [0- Generalidades]. 1- Del aire. 2- De los alimentos en general y en particular de los sólidos. 3- De los alimentos líquidos. 4- De la preparacion de los alimentos, cantidades y modo de tomarlos. 5- Del sueño y la vigilia. 6- Del movimiento y quietud. 7- De las secreciones y escreciones. 8- De las pasiones de ánimo. 9- De los medios para precaver las enfermedades y alargar la vida. Señalamos que la obra de González se divide en “capítulos” sólo en los cuadernos primero y cuarto, en los restantes les denominará “secciones”, incluido el de Higiene. Ambos términos son por tanto equivalentes para el autor. Resulta obvia su intención de dividir la fisiología en cuatro grandes secciones que coinciden con los referidos “cuadernos”, dado que cada uno posee numeración capitular independiente 60 . Pretendemos, a continuación, exponer las líneas generales y ofrecer una visión panorámica, amplia y detallada de cómo entendía Pedro María González el funcionamiento del cuerpo humano. Para ello, y mientras sea posible, nos valdremos de sus propias palabras y expresiones peculiares, que irán en 60 A partir de ahora haremos uso de la numeración latina para los cuadernos y arábiga para los capítulos, vg.: [IV-6]. Los elementos de Fisiología y de Higiene... Juan J. RODRIGUEZ BALLESTEROS Pecia Complutense. 2013. Año 10. Num. 18. pp. 61-100 70 cursiva y referenciadas a pie de página, sin alterar su ortografía por considerar que ésta no ha de suponer ningún problema añadido para los estudiosos de nuestra medicina decimonónica; a la vez que damos cuenta de sus formas expresivas y peculiares. Elementos de Fisiología [I-1] En el primer cuaderno se entra en materia con un capítulo introductorio que principia definiendo la Fisiología como El cuerpo de doctrina cuyo objeto es exponer las condiciones del cuerpo humano y del alma necesarias para la conservación de la vida y la salud y también como la doctrina de la economía animal y primera parte de las instituciones médico-quirúrjicas61 que enseña las propiedades del cuerpo humano ejerciendo libremente sus funciones con miras a servir de índice para conocer sus desarreglos en el estado morboso62. Define a la “Naturaleza” como El conjunto de seres, fuerzas y leyes que rigen el Universo63 y divide los primeros en dos clases: los inorgánicos que solo gozan de las propiedades comunes á la materia y los otros orgánicos ó vivos, que á obedecen ciertas leyes particulares, aunque sujetos á las generales que presiden el universo64. Divide a los seres inorgánicos en sustancias simples ó elementares y mistas ó compuestas. Los orgánicos en vegetales y animales. Todos estos seres […] se reducen á cierto número de principios que65 se llaman elementos. Y, a continuación, apunta que son en el hombre, aquellas partes mínimas de la substancia animal que no podemos descomponer ni reducir en otras diferentes de sí mismas, ni aun por la analisis natural ó quimia. O sea los elementos son unos de naturaleza orgánica y otros de inorgánica y se reducen a 55 66 . Por supuesto comienza la lista numerada con los entonces denominados fluidos imponderables67 : El calórico, la materia eléctrica y la luz ó lumínico. Le siguen el obxigeno ó argicayo, hidrógeno, azoe68, carbone, azufre y fósforo. Se aprecia el interés por introducir la nueva nomenclatura química pero, eso sí, de la mano del catedrático de Cádiz Aréjula que 61 La definición de fisiología está literalmente tomada de CULLEN, W. (1793): 353. También referirá el maestro escocés que: Las Instituciones se Medicina se dividen en tres partes: La 1ª. tiene por objeto la vida y la salud [Fisiología]; la 2ª. da preceptos generales acerca de las enfermedades [Patología]; la 3ª. enseña los preceptos generales, relativos á los medios de preservar y curar los males [Higiene y Terapéutica]. Véase la nota 42 del presente trabajo. 62 González a todo lo largo de su obra ofrece numerosos comentarios que explicita o implícitamente relacionan los saberes fisiológicos con los fisiopatológicos. 63 Lo referido hasta ahora en el presente párrafo en cursiva proviene de: GÓNZÁLEZ, P. M. (2012): 3r. 64 Estos enunciados tal y como se formulan son cruciales a la hora de entender la perspectiva vitalista, que nada tiene que ver con nuestra visión fundamentada en la bioquímica. 65 Lo referido en el presente párrafo en cursiva desde la nota anterior se cita en: GÓNZÁLEZ, P. M. (2012): 3v. 66 González toma los 55 elementos de LAFON, J. B. (1803): 8 y ss. Se dice que son 44 en: RICHERAND, A. (1804): 4, si bien el autor tiene conciencia de la provisionalidad de las cifras. Recuérdese que aún se habla de los “cuatro elementos” clásicos (fuego, aire, agua y tierra), a los que añade el aceite y la sal, en las LECCIONES PHYSIOLOGICAS (1781): 139-176. Incluirá los mismos que González, además del “principio vital”, asegurando que éste último participa de la naturaleza de la luz y del calórico: PONCE de LEÓN, J. (1804): 31. No se considera la electricidad entre los elementos en: RODRÍGUEZ JAEN, J. (1817). La fisiología se está, en definitiva, desgalenizando y el panorama se presenta muy creativo en cuanto a los criterios con que deben clasificarse las funciones. J. B. Lafon, respecto a los conocimientos de Cullen, dice: Añadí a su teoría la de las fuerzas y leyes vitales […] y la de la Química moderna. Cf.: LAFÓN, [J. B.] (1819): XVII-XVIII. 67 Esa forma de expresión fue usada en España hasta prácticamente la Iª República. Designa a las sustancias que no podían pesar. Poco a poco dejarían de verse como elementos. 68 Igualmente, todo lo referido en el presente párrafo en cursiva desde la nota 64, se cita en: GÓNZÁLEZ, P. M. (2012): 4r. Los elementos de Fisiología y de Higiene... Juan J. RODRIGUEZ BALLESTEROS Pecia Complutense. 2013. Año 10. Num. 18. pp. 61-100 71 consideraba, con buena lógica, erróneo el nombre dado al oxígeno 69 . Continúa la lista con los elementos que van del número 10 al 31, designados como radicales. Se trata de radicales de los ácidos orgánicos e inorgánicos 70 . A continuación se enumeran, desde el 32 al 55, los actualmente conocidos como metales y metaloides, designándolos como elementos minerales71 . Tras señalar los catorce elementos que más comúnmente se encuentran en el animal, se ocupa de las principales combinaciones halladas en ellos 72 . [I-2] No duda González en presentar, en los capítulos que van del 2º a 8º, los principios constitutivos del cuerpo humano, tomando en consideración aquella frase con la que Haller da comienzo a sus célebres Elementos de Fisiología: Todas las partes del cuerpo humano son en general fluidos y sólidos73. Integra por tanto solidismo y humoralismo alejándose de las teorías “exclusivas” 74 , tal como lo hace Jadelot y en España, más tarde, J. Ribot 75 o J. Mosácula 76 . [I-3] Tres serán para él los constituyentes básicos de las partes sólidas: el primero la gelatina animal; segundo el gluten animal de las fibras; tercero la tierra animal ó fosfate calizo77. El primero es un jugo soluble plástico, que suministra el jugo nutricio a todas las partes del cuerpo78 , el segundo otro insoluble en agua y base de todas las fibras y el tercero un mineral, presente en los huesos, las piezas dentarias y la leche. Así, según la presencia, o ausencia y proporción de tales constituyentes básicos, entrarán en la composición de las partes blandas blancas (piel, mucosas tendones, ligamentos, vasos y glándulas), de las partes blandas rojas (músculos), de las partes huesosas y cartilaginosas, mostrando a su vez sus composiciones químicas elementales. [I-4] En cuanto a los humores, entiende que son líquidos en razón de la alta cantidad de agua y calórico que contienen. Su variable fluidez estará en razón directa con la cantidad de estas dos “sustancias” que se incluyen en la composición de ellos. Apunta que la cantidad de líquidos corporales es de 135 libras en un hombre de 160 y que 28 serían de sangre 79 . El autor los dividirá en cuatro tipos: Crudos, sanguíneos, linfáticos y segregados; y estos últimos en: lácticos, acuosos, mucosos, albuminosos, oleosos y biliosos, según su procedencia y composición, pero también en: escrementicios si no vuelven a la sangre, recrementicios-escrementicios si una vez segregados vuelven en parte al cuerpo, como la bilis o la saliva, 69 AREJULA, J. M. (1788): 23: … el nombre de oxîgeno no le conviene […] le daremos el de Arxîcayo o principio quemante. Ciertamente el oxígeno o “generador de ácidos” no está presente en todas las sustancias que actúan como tales. 70 GÓNZÁLEZ, P. M. (2012): 4v-5r. Son los que siguen: Muriático, Borácico, Fluórico, Subsínico, Azético, Tartárico, Piro Tartárico, Oxálico, Agálico, Cítrico, Málico, Benzoyco, Piro Leñoso, Piro Mucoso, Canfórico, Láctico, Sacaro Láctico, Fórmico, Prúsico, Sebárico, Lictico y Bómbico. Recogido de la nomenclatura de Hassenfratz y Adet. Cf.: CROSLAND, M. P. (1988): 282. 71 GÓNZÁLEZ, P. M. (2012): 5r-5v. Encontramos los siguientes elementos: Arsénico, Molicdena, Fúntico, Manganesa, Niquel, Cobalto, Bismut, Antimonio, Zinc, Hierro, Estaño, Plomo, Cobre, Mercurio, Plata, Platina, Oro, Silise, Alumine, Barite, Cal, Magnesia, Potasa y Sosa. 72 GÓNZÁLEZ, P. M. (2012): 6r-6v. Los citamos a continuación: Agüa, Higrógeno carbonado, Gaz hidrógeno, Gluten animal, Albumen, Gelatina, Cruor de la sangre, Moco, Aceite animal, Resina de la bilis, ácido Sebarico, Acido fosfórico, Acido Láctico, Azucar, tierra animal, Alcali volátil, sosa fosforada y Muriato de sosa. 73 HALLER, [A. von] (1752): 1. 74 Aún así, González, sabe del solidismo anatomoclínico y apunta que: Parece que se va estableciendo como un dogma médico, que todas las alteraciones que sobrevienen á los líquidos del cuerpo humano son siempre secundarias, esto es, procedentes del estado enfermo de los sólidos, siendo estos los primeros que se resienten por cualquiera causa morbífica… Cf.: GONZÁLEZ, P. M. (1805-a): 95-96. 75 Cf.: RIBOT, J. (1834): 27-35. 76 MOSÁCULA, J. (1830): 41-52. 77 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 7 v. 78 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 8v. 79 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 11v. Los elementos de Fisiología y de Higiene... Juan J. RODRIGUEZ BALLESTEROS Pecia Complutense. 2013. Año 10. Num. 18. pp. 61-100 72 y los que vuelven completamente a la sangre o recrementicios, como los líquidos sinoviales y pericárdico 80 . [I-5] Define a la sangre como el humor rojo que circula por las cavidades del corazón, arterias y venas, conteniendo estas últimas cuatro veces más sangre que las arterias. Su circulación se haría factible gracias a que el calórico y el ocsigeno estimularían las cavidades del corazón y las arterias, obligándolos á la contracción81. La sangre arterial sería más roja por llevar menos carbon y más ocsigeno que la venosa 82 . Tras tratar de sus propiedades, aclara su composición: gaz animal ó hidrógeno carbonado, cuajo y suero albuminoso83 . Pero lo más importante es que la sangre es un laboratorio comun, del cual se segregan todos los humores […] y constituye el temperamento de los hombres84. El que todos los humores estén prefigurados y contenidos en la sangre es de vital interés para la comprensión de la fisiología que se expone. [I-6] Posteriormente se refiere al gaz animal que se exhala de la sangre, de los demás humores, de la piel y del pulmón, y que sería hidrógeno carbonado más agua. [I-7] La linfa se compondría de agua gelatinosa-albuminosa y, al fin, [I-8] la gordura, sería el aceite animal “segregado” por las extremidades arteriosas 85 . Así como los capítulos anteriores se fundamentan en la química, los que siguen, desde el 9º al 16º y último de este primer cuaderno, encierran el núcleo de las ideas vitalistas que el autor defiende, tomando de Richerand sus enunciados capitulares y alguna que otra cita de autor 86 . [1-9] González se referirá a los cuerpos inorgánicos, como homogéneos y yuxtapuestos, carentes de leyes vitales; por el contrario, los orgánicos, se componen de partes heterogéneas, contienen sólidos y líquidos, tienen una capacidad de alterarse característica de la sujeción a las leyes vitales, son generados y de duración limitada. [I-10] Presenta a los animales como más complejos, más sólidos y de nutrición interna (tubo digestivo) y a los vegetales como: más complejos que los minerales pero menos que los animales, con más fluidos que estos últimos y se descomponen más lentamente que ellos. Su nutrición, en cambio, es externa. [I-11] Define la vida como el movimiento activo y continuo de los sólidos y fluidos de todo cuerpo animado […] suma de todas las vidas particulares de cada parte del cuerpo87. Entiende las propiedades vitales como aquellas por las cuales todos los seres vivos sienten y se mueven […] son la sensibilidad y la contractilidad. Ideas simples para resolver problemas complejos: no olvidemos que Newton es el modelo. Un vitalismo al que se asocian los clásicos: F. Glisson (1597-1677), S. Halles (1677-1761), A. von Haller (1708-1777), R. Whytt (1714-1766), F. C. Medicus (1736-1808) y finalmente la escuela de Montpellier, de gran influencia en nuestra medicina 88 . Tales son los grandes autores antecedentes de las ideas fisiológicas profesadas por González. Veamos cómo presenta los enunciados centrales del vitalismo: 80 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 12v. y 13r. 81 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 15v. 82 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 14r. 83 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 15r. 84 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 15v. Es la sangre por tanto el asiento de las transformaciones de esa química “maravillosa” y “exclusiva” de los seres orgánicos. Las glándulas y arterias capilares son el sitio donde se filtran los humores propios de cada una de ellas. 85 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 18r., 20r. y 20v. respectivamente. 86 RICHERAND, A. (1804): 5-122. González en op. cit.: 40v. toma literalmente, entre otras, una cita de Richerand relativa a Plinio de su op. cit.: 97. 87 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 26r. 88 Véase la nota nº 48. Los elementos de Fisiología y de Higiene... Juan J. RODRIGUEZ BALLESTEROS Pecia Complutense. 2013. Año 10. Num. 18. pp. 61-100 73 [I-12] La Sensibilidad es la percepción ó sentimiento de las impresiones que los objetos externos producen sobre nuestros órganos y puede ser Perceptiva, propia de los animales, pues de ella tenemos conciencia, y Vegetativa o Latente que es común a todos los seres que tienen vida. De otra parte, la contractilidad es aquella propiedad de las fibras musculares ó motrices, mediante la cual tienden a contraerse sin haber sido estendidas, se llama tono de las fibras ó accion Tónica. La contractilidad es de dos especies: voluntaria […] el cerebro escitado por las impresiones esternas, puede comunicar á los músculos por medio de los nervios, e “involuntaria” que se manifiesta por acciones de que no tenemos conciencia alguna […] en todos los órganos cuyos movimientos internos no están sujetos á la voluntad89. Más adelante afirma: El principio de la sensibilidad obra á manera de un fluido que nace de cualquier manantial90. Los órganos de los sentidos no tendrían sino una sensibilidad particular, dependiente de un estímulo específico que es el que únicamente los estimula 91 . [I-13] Otro aspecto particular de las doctrinas vitalistas son las simpatías o lazos que unen entre sí todas las partes, formando una perfecta armonía entre todas las acciones con íntimas relaciones que ecsinten entre todos los órganos […] y forman un comercio recíproco de afecciones y sentimientos92. Haller las considera como dependientes del sensorio común haciendo participar al cerebro 93. Serán parte sustancial de la doctrina fisiológica de Broussais. [I-14] Tras considerar los hábitos como consecuencia de la repetición cuyo efecto mas considerable es debilitar la sensibilidad de los órganos94 , [I-15] entra en el núcleo del vitalismo: El principio vital o conjunto de las propiedades y leyes que rijen la economía animal y que sujeta los seres vivientes y sensitivos á un orden de leyes diversas de las que rijen a los cuerpos inanimados […] mas esta firme oposición entre las leyes vitales y las físicas, mecánicas y químicas no eximen enteramente á los cuerpos vivos del imperio de estas últimas95. [I-16] Termina este cuaderno con el capítulo dedicado al sistema nervioso simpático: un sistema mui distinto de los nervios cerebrales96 […] destinado para unir los órganos animados por la fuerza asimilativa. Coordina la digestión, la absorción, las secreciones y la nutrición. Se destaca, finalmente, la importancia del ganglio semilunar. [II-1] El segundo cuaderno, dedicado especialmente a las llamadas funciones vitales o comunes de los seres vivos (circulación, calor natural y respiración), se inicia con el estudio general de las funciones 97 definidas como el egercicio actual de una parte, en consecuencia de su estructura y disposicion particular. 89 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 28v-30v. 90 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 33r. 91 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 32v. 92 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 34v-35r. 93 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 35v. 94 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 37r. 95 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 39r-40v. 96 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 42r. 97 La división en esos tres tipos de funciones fue formulada por Galeno en su libro Sobre las doctrinas de Hipócrates y Platón, cf.: GALENO (1978): 31, 37, 44 Y 55; GALENO (2008): 161, 326-327 y GALENO (2010): 111, 241-242, 333, 395, 685-686. GARCÍA BALLESTER, L. (1972-b): 132-133 y 149. Los tres grupos de funciones: animales, vitales y naturales, tendrían su sede en cada una de las tres cavidades: cráneo, tórax y abdomen y tendrían también un órgano central cada una: cerebro, corazón e hígado. Aún podemos encontrarlas así clasificadas en FAYE, J de la (1771): 50-55 y en JADELOT, N. (1782): 7-8. Tal clasificación la ve fundada en bases poco sólidas en su Anatomía general: BICHAT, F. X. (1946): 332. Véase también: BALLANO, A. (1817): 296 y CARRASCO, J. V. (1817): 183-188. Se refiere a ella como “la más antigua clasificación de las funciones” en ADELON, P. (1829): 126. Este último autor recuerda que a esos tres grupos de funciones añade Fourcroy un cuarto que trata de las funciones sexuales, cosa que también hizo Galeno. No conviene olvidar que la división en tres tipos de funciones emerge de una antropología que no es precisamente la nuestra, véase si no: VEGETTI, M. (1981): 64, 146, 155 y 158. Los elementos de Fisiología y de Higiene... Juan J. RODRIGUEZ BALLESTEROS Pecia Complutense. 2013. Año 10. Num. 18. pp. 61-100 74 En toda funcion se debe observar la facultad y la accion98. De todas ellas hará una breve descripción anatómica. [II-2] Entiende que ha de comenzar por las funciones vitales, al contrario que Boerhaave que lo hace por las naturales, con un argumento vitalista: actua la vitalidad antes del uso de los alimentos99. Describe la circulación confirmando la demostración que de ella hace W. Harvey, siguiendo las leyes de los cuerpos que se mueven y señalando la menor resistencia que ofrecen los vasos menores100. Apunta al órgano central cuando dice que por sus contracciones y relajaciones se celebra la circulación. La contracción del corazon es indispensable para el giro de la sangre, determínase por el influjo de los espíritus animales; la disposición de los músculos y el influjo de la sangre, el volumen de esta, su densidad y acrimonia particular, son el estímulo para irritar las paredes de los ventrículos, y esta irritacion determina el movimiento de los espíritus hacia el corazon101, o sea que su contracción no es puramente elástica102 . Se detendrá en la descripción y función de las válvulas cardiacas y de la circulación pre y postnatal. También entrará a determinar los factores causales de la circulación, considerándolos múltiples: el calor natural, el pulso, la dilatacion de los vasos, la mezcla de diferentes principios de la sangre, su espesura y atenuación, la reparticion justa de la cantidad y el movimiento que lleva la materia para las secreciones103. [II-3] En cuanto al capítulo dedicado al calor natural, que Richerand incluye en la función respiratoria, González entiende que las causas del calor natural son el sol y el fuego, las frotaciones de los fluidos con los sólidos y las de unos y otros entre sí104 , afirmando que la principal causa del calor corporal es la circulación. Realizará algunas reflexiones sobre la termometría y la salud, su relación con el trabajo físico, el calor innato de los antiguos, para, finalmente, hacer un breve apunte sobre el calor en las inflamaciones. [II-4] Sobre la respiración, que define como la entrada y salida de aire de los pulmones, comenta que está sujeta a la voluntad hasta cierto punto […] y es efecto de la contraccion muscular105. Lógicamente habla del pecho como cavidad y del pulmón que toma por víscera célulo-vascular […y] se compone de celdillas que de membranosas se van volviendo cartilaginosas106 hasta llegar a la Traquearteria que es un conducto compuesto de cartílagos casi circulares, forrado de una membrana mui sensible é irritable107. El autor repasará los movimientos respiratorios desde el momento del nacimiento, conviniendo con Sauvages108 y Haller, que una sensacion molesta obliga á contraer los músculos espiradores109 que mueven contra su peso una columna de aire, que tiene por base toda la superficie de las vesículas pulmonares y por altura la de la admósfera, que siendo, según Haller la superficies de las vesículas 98 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 48v. 99 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 49v. 100 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 56v. 101 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 52v. Los espíritus animales lógicamente son enviados a través de la inervación que se describe. La causa última, como vitalista que es, la hace depender de la irritación de las paredes internas. 102 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 54v. 103 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 58r. 104 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 59r-59v. 105 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 61v. Cf.: RICHERAND, A, (1804): 169-170. 106 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 62v. 107 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 63 r-63v. 108 François Boissier de la Croix de Sauvages (1706-1767) Fundador de uno de los grandes sistemas nosológicos. 109 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 65r. Los elementos de Fisiología y de Higiene... Juan J. RODRIGUEZ BALLESTEROS Pecia Complutense. 2013. Año 10. Num. 18. pp. 61-100 75 decupla de la todo el cuerpo, y sosteniendo esta 34.650 libras de peso de aire110. [II-5] El último capítulo del segundo cuaderno está dedicado al estudio de otros fenómenos relacionados con la respiración, haciendo una descripción de ellos según se trate de inspiraciones o espiraciones largas o cortas, pausadas o repetidas: el estornudo, el bostezo, el sollozo, el suspiro, la risa, el llanto, la tos y el escupir 111 . Finalmente, tras la reseña anatómica de la laringe, tratará de la voz, el habla y el canto. [III-1] En el tercer cuaderno se expondrán las funciones animales o aquellas que se ejecutan principalmente en la cabidad animal, y tenemos por tales la accion del cerebro en la secrecion de los espíritus animales, y como dependientes de esta, las sensaciones y el movimiento muscular112. Tratará de las membranas craneales, de la circulación de unas serosidades por los ventrículos en donde se filtran y que se descarga por un conducto llamado infundíbulo sobre la glándula pituitaria que las absorve113. Describe el cerebelo y la médula oblonga, pero principalmente se centra, como es lógico, en el cerebro afirmando que es mayor en el hombre que en los demas animales, respecto á su corporatura. Observa que dos sustancias diferentes se encuentran en el Cerebro: una esterna y cenizienta dicha cortical, otra mas blanda y blanca llamada medular. Se cree ser la médula continuacion de la cortical, y que aquella termina en los nervios114. En cuanto a su funcionamiento, comienza refiriendo que en su totalidad es indispensable para la vida; pero se vive sin algunas de sus partes115. Para el autor hay sobrados motivos para sospechar que en él segrega el espíritu animal, llamado así el líquido mas tenue116 que se segrega de los que se hallan en nuestra máquina […] órgano sin disputa de las sensaciones y movimientos […] y se puede decir, que sino es la materia eléctrica, no hai otro de los cuerpos con quien tenga mas analogía, ó se pueda suplir su falta.117 Por ello descartará las teorías mecánica y vibratoria: es un fluido sutil que se separa de la sangre en el cerebro […] ocupando el hueco de los nervios y que se mueve con prontitud 118. Desde luego, dentro del cerebro, el uso particular de cada parte es imposible determinarlo119. Entiende que la sensacion es un movimiento de la parte al cerebro, y este movimiento debe hacer impresion en algún sitio donde se recivan las impresiones, y por tanto se le llama sensorio comun, cuya impresión es diferente del juicio que forma el alma de ella120. Concluye su exposición refiriéndose a la atención y a las potencias del alma: memoria, inteligencia y voluntad. [III-2] En los capítulos siguientes tratará de los sentidos. Del tacto, como un sentido enérgico del cual los demás son especie121 señalando el papel de las papilas nérveas. [III-3] Del gusto, como una especie de tacto por el cual se distinguen los sabores en la lengua y para ello en los cuerpos es necesario que sus sales fijas sean solubles en la saliva122 . [III-4] Del olfato, de finura extraña en algunos animales, para el 110 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 66v. 111 Cf.: RICHERAND, A. (1804): 240-244 112 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 78r. 113 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 81r. 114 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 79v. 115 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 81r. 116 Está haciendo alusión a algo semejante a un fluido de los entonces considerados imponderables: lumínico, calórico, eléctrico… 117 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 81v-82r. Nuestro autor hace referencia a los experimentos de Galvani y el nacimiento de la electroterapia. 118 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 84r-84v. 119 No comparte o no presenta asimilación de los postulados de F. J. Gall publicados por vez primera en francés en 1807. 120 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 83v. El autor vislumbra la diferencia entre sensación y percepción. El sensorio común se ubicaba según Descartes en la glándula pineal, y según Willis en el cuerpo estriado y el tálamo. 121 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 88v. 122 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 90r-90v. Los elementos de Fisiología y de Higiene... Juan J. RODRIGUEZ BALLESTEROS Pecia Complutense. 2013. Año 10. Num. 18. pp. 61-100 76 que el aire es imprescindible para conducir las partículas olorosas […] muy pequeñas y activas […] por lo que se sienten a mayor distancia123. [III-5] Del oído, descrito minuciosamente, en particular el caracol y los canales semicirculares, destaca que las ramas del séptimo par, terminan en porciones medulares flotantes en el humor que llena la cabidad124. Por supuesto detalla y enlaza la cadena de acontecimientos desde que la ondulación aérea llega al pabellón auricular hasta que es llevada al sensorio comun. [III-6] De la vista, se describe el ojo con sus capas, humores y musculatura extrínseca, su inervación, el aparato lacrimal, el cristalino, el mecanismo de la visión, las nociones de óptica que facilitarán su comprensión y el papel de la pupila, para terminar afirmando que así logra juzgar el alma la naturaleza del cuerpo que se mira, considerando la distancia, magnitud, figura y situación. […] El mirar es accion del cuerpo animal; pero el ver es del juicio que forma el alma de la impresion que recive del cuerpo en la mirada125. [III-7] En el espinoso tema de los sentidos internos126 , González parte de que han de tenerse en cuenta sus dos aspectos, uno puramente maquinal, y otra inmaterial127. Afirma que las ideas se fijan en razón de la impresión recibida o de la repetición. Y a continuación inicia, con ese enfoque dualista, su análisis: A la memoria le sucede lo que á las demas partes del cuerpo, que un egercicio moderado la fortifica, un trabajo demasiado la debilita, y una inaccion la entorpece. De lo dicho se sigue que la blandura de la sustancia medular y su dureza, son causa de no manifestarse la memoria hasta cierta edad. […] la lacsitud y rigidez de las fibras medulares podrían causar variaciones en la memoria, como lo acreditan las observaciones de conmociones, infecciones y otros defectos del sensorio comun […] y rara vez se disminuye mucho sin que se note alguna disminucion en el entendimiento128 . Continúa con la imaginación, como agente que sin necesidad de las funciones esternas es capaz de causar en el cerebro las mismas mutaciones. De ella afirma que unas veces abulta las cosas, otras las disminuye, y á las mas les da el ser; estos son los entes de razon que solo existen en el entendimiento129. De la atención asevera que es la Madre de las ciencias, en ella tiene parte la voluntad y se cultiva mejor en soledad. El juicio no sería sino el resultado de la comparacion de dos ideas130 . Por otra parte entiende que El ingenio supone un movimiento rápido de las ideas, y este suele manifestarse por todos los medios que aumentan el movimiento de los espíritus, y la sensibilidad131. Afirma, a su vez, que El raciocinio ó discurso es una serie de juicios132 y que La voluntad determina mecánicamente el modo de querer ecsitar todo lo que puede distender ó comprimir los nervios […] Los Hallanos133 atribuyen á la voluntad las pasiones de animo; es cierto que si no se destruyen las mas arraigadas, á lo menos puede moderarlas134 . Clasifica las pasiones de ánimo en dos tipos: una en que el movimiento de la sangre y espíritus animales se aumentan, y otra en 123 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 94v-95r. 124 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 1100v. Pero su función no se conocerá hasta 15 años después. 125 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 114v. De nuevo se vislumbra la diferencia entre lo sensorial y lo percibido que será objeto de posterior juicio. 126 Cf.: HALLER, [A. von] (1752): 187-197. Los capítulos XIX y XX de esta obra serán la referencia de González. 127 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 117r. 128 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 118v-119r. Con este argumento, Cabanis y Broussais, postularon que el cerebro segregaba el pensamiento, puesto que este último se alteraba en las enfermedades que afectaban al cerebro. Véase nota 19. 129 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 119v. Reconoce el autor la capacidad ontogenética que el ser humano posee. La mente como lugar de creación. 130 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 120r. 131 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 120v. 132 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 121r. 133 Hoy diríamos hallerianos o discípulos de Haller. 134 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 122r. Es el fundamento de la actual psicología cognitivo-conductual. Los elementos de Fisiología y de Higiene... Juan J. RODRIGUEZ BALLESTEROS Pecia Complutense. 2013. Año 10. Num. 18. pp. 61-100 77 que dicho movimiento se disminuye135. Finalmente señala el impacto del sueño sobre la atención: se presenta con una lacsitud general; falta de espíritus animales y compresión ó debilidad en el cerebro136. [III-8] El último capítulo de este tercer cuaderno se dedica al movimiento muscular producto de la propiedad contráctil que posee la fibra muscular y presente en numerosísimas funciones voluntarias e involuntarias. Refiere el autor que La maceración y los microscopios, manifiestan la division de las fibras, y han dado lugar á que algunos las crean celulares; otros como una cadena y Lecat137 las supone tubulosas138. González acepta los postulados de Haller diferenciando sensibilidad de irritabilidad y, en cuanto al mecanismo íntimo de la contracción muscular, cita a autores de ingeniosas hipótesis: Hoffman139 atribuye la contraccion á los espíritus animales que vienen del cerebro […] Astruc140 cree que los nervios en los músculos terminan en vejiguillas que se hinchan y acortan. Willis141 propuso, que el movimiento muscular venía de la efervescencia del líquido nerveo: Bellino142 y otros destacadas propusieron, que venía de la rarefacción que resultaba de la lucha entre los espíritus y la sangre143. González se decanta por admitir lo seguro: es en los nervios donde reside el agente que determina los movimientos, para ello se basa en las diferentes consecuencias que acarrea la ligadura de los nervios y la de las arterias. Abordamos el cuarto y último cuaderno, dedicado a las funciones naturales 144 que se contienen en el abdomen. En él se estudian los aparatos digestivo, urinario y reproductor; como colofón el autor incluirá un capítulo transversal dedicado a los cuatro temperamentos clásicos. [IV-1] Da comienzo al primer capítulo hablando del hambre y explicando que con el estómago vacío no va tanta sangre á la cabeza, y es menor la secrecion de espíritus animales: á esta especie de deliquio acompaña una irritacion del estómago […] La irritacion se produce: 1º. Por la cantidad de jugo gástrico que se acumula, no habiendo alimentos que lo consuman: 2º. Por su acrimonía, por la demora y acritud que se segrega: 3º. Por la acrimonía de la bilis, efecto de las mismas causas: 4º. De la irritacion del estómago, de lo que resulta que forma varias arrugas, los vasos sanguineos se ponen tortuosos; la sangre por su demora estimula a los nervios, y este estímulo dura hasta que se toma algo145. Entiende la sed como una sensación de calor y sequedad en el esófago, faringe y boca, causada por la disminucion de la parte acuosa, por la acrimonia de la saliva146. 135 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 122r-122v. 136 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 123v. Obsérvese que su fisiología incorpora elementos como compresión, debilidad, laxitud y rigidez que son también comunes a la fisiopatología. De nuevo una idea pronto enfatizada por Broussais y que llega a C. Bernard: Cf.: CANGUILHEM, G. (2009): 74. Esta cuestión es el tema central de la tesis doctoral de este último autor y la documenta en: CANGUILHEM, G. (2005). 137 Claude Nicolas Le Cat (1700-1768) Cirujano y urólogo francés que llamó la atención sobre la importancia de lo anatomoclínico. 138 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 128v. 139 F. Hoffmann (1660-1742). 140 J. Astruc (1684-1766). 141 T. Willis (1621-1675). 142 L. Bellini (1642-1704). 143 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 130v-131v. 144 Interesa recordar aquí lo expuesto en la primera de las obras de esta recopilación de GALENO (1997) Sobre las facultades naturales. Sobre la constitución del arte médica. A Patrófilo. Madrid. Clásicas. El médico griego aclara que el crecer y alimentarnos es cosa que compartimos con las plantas. 145 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 136r-136v. 146 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 137v. Los elementos de Fisiología y de Higiene... Juan J. RODRIGUEZ BALLESTEROS Pecia Complutense. 2013. Año 10. Num. 18. pp. 61-100 78 [IV-2] Al hablar de la digestión el autor describirá el estómago, su estructura y esfínteres, irrigación e inervación. Del jugo gástrico refiere que es de la naturaleza de la saliva, más espeso […] se vuelve acre en la abstinencia, es causa de el hambre, se hace disolviente de las sustancias animales mas duras por medio del calor y del aire mefítico que resulta de la descomposicion de los alimentos147. [IV-3] En el capítulo que dedica a la masticación describirá la saliva, las glándulas que la segregan, refiriéndose a ella como un licor claro, trasparente, acuoso salino, que se separa de la sangre por sus glándulas propias […] es uno de los agentes de la digestion mediante la disolucion de las sales y mezclas oleosas, sirve para manifestar los sabores148 [IV-4] El autor introducirá a continuación el mecanismo de la deglución y la función del esófago, señalando el papel de las fibras musculares de éste, con sus contracciones alternativas que llevarán los alimentos triturados hasta el estómago. A continuación bajo el epígrafe de Mecanismo retomará el estudio de la digestión. La fermentación aparecerá como fenómeno químico que se inicia no tanto al principio, como pasado algun tiempo después de comer, pero que se detiene con la acidificación, señalándose también el papel jugado por el calor al propiciar una fermentación lenta 149 . Tras teorizar sobre los agentes causales de la trituración estomacal, se detiene en pormenorizar los aspectos temporales del proceso y las diferencias que se desprenden de la distinta edad de los sujetos, para terminar señalando que no siempre los jugos quimosos que pasan al duodeno van bien trabados150. [IV-5] La pasta alimentaria se halla ya en tránsito hacia el duodeno tras la relajación del esfínter inferior del estómago o píloro, en forma de quimo. Con su entrada en el primer tramo del intestino delgado comenzará el proceso que se conoce con el nombre de quilificación y que González define como la conversion de la pasta alimenticia en un jugo blanco, dulce, análogo a la leche ó á una emulsion cargada que algunos llaman leche vegetal, así como á la leche animal […] aunque no da señales de contener algun ácido ó álcali, sino en razon de estas propiedades en los alimentos, cuyo color y olor conserva151. Termina este capítulo señalando que el licor pancreático, la bilis y el jugo gástrico; los intestinos, el diafragma, los músculos abdominales y la accion de las arterias contribuyen á la quilificacion. [IV-6] Comenzará el capítulo, esta vez, definiendo la bilis como un licor amarillo untoso, obscuro, de sabor amargo algo acre, de un olor fastidioso, y de una consistencia tenue mucilaginosa; este humor se segrega en el hígado. Esta es la víscera donde se segrega la bilis de la sangre que va por la vena porta […a través de…] los poros viliarios152. Desecha la idea del hígado como órgano de la sanguificacion, pero la considera una víscera vasculosa poco sensible y también una glándula conglomerada donde se separa la bilis: la estructura del hígado no está descubierta. Más adelante apuntará que los conductos hepáticos […] no están bien demostrados en el hombre153. Malpigio y Boheraave la ponen glandulosa, Ruisquio y Albino vasculosa: Winter dice, que los granos que se hallan en su substancia son iguales y poligonales154. Lo cierto es que cuando el estómago está lleno, la vegiga de la hiel está mui comprimida, y obliga á la bilis 147 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 140v. 148 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 141v. y 143r. 149 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 148v-149r. La fermentación lenta es conocida en tierra de vinos. 150 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 152r. Presenta un hecho con consecuencias fisiopatológicas. 151 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 152v. 152 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 153v-154r. Se trata, lógicamente, de poros biliares. Recuérdese que casi todo lo que se segrega, proviene de la sangre. 153 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 156r. 154 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 154v. Se refiere lógicamente a M. Malpighi (1628-1694), H. Boerhaave (1668-1738), F. Ruisch (1638-1731), B. S. Albinus (1653-1721) y J. Winter von Andernach (1505-1574). Los elementos de Fisiología y de Higiene... Juan J. RODRIGUEZ BALLESTEROS Pecia Complutense. 2013. Año 10. Num. 18. pp. 61-100 79 á pasar al duodeno. Según el autor, La bilis se compone de una porcion de agüa, de aceite, de álcali fijo mineral, y alguna porcion de tierra de hierro155. La bilis se mezcla con los aceites ayudada de la trituracion; y los hace disolubles en el agüa. De todas estas propiedades se deduce la virtud saponacea, detersiva, fundente y aun purgante156 […] y si está embotada no facilita la quilificacion, y se vuelve acre, irrita y causa vómito157. Del aspecto cuantitativo refiere que Haller cree que en un dia se segregan veinte y cuatro onzas. Termina el capítulo señalando que la vegiga de la hiel es un saco membranoso é irritable, […] las membranas que la componen son cuatro 158. [IV-7] Del bazo, entiende nuestro autor, tras exponer su estructura interna macroscópica, que la sangre se detiene para pasar al hígado por la compresion del estómago y diafragma en el tiempo de su llenura159. Apunta que es considerado superfluo y puede extirparse. La relación de la bilis negra con la melancolía queda relegada al apartado de puras conjeturas160 . [IV-8] El páncreas es descrito como una glándula glomerulada, con forma de lengua de perro, que puede llegar a segregar por su conducto excretor una onza por hora de un humor de la naturaleza de la saliva. Su función será cooperar en la quilificación de los alimentos digeridos. Hace el autor las siguientes puntualizaciones: sirve para moderar la acrimonía de la bilis con quien se junta, diluir los alimentos, y tal vez pasar á la sangre con los demás humores jugosos para que no esten ociosos los vasos lacteos cuando se ha acabado la quilificacion161. [IV-9] Antes de hablar de los intestinos, tratará del epiplon como membrana en la que los vasos linfáticos se manifiestan y donde Haller verá también vasos absorbentes. Su función será la de defender a las arterias de las frotaciones y llenar los huecos en las mutaciones que continuamente tienen162. [IV-10] Definirá Los intestinos como un canal membranoso que principia en el estómago, de donde recibe el quimo y termina en el ano, por donde se arrojan fuera los escrementos163. Delimita su longitud, sus divisiones y marca sus características diferencias. De su membrana, con sus repliegues, válvulas y poros absorbentes, destaca las glándulas de Brunner que segregan un licor mucilaginoso. De sus propiedades vitales subraya su irritabilidad y sus movimientos peristálticos. Así pues, sobre los alimentos digeridos, que ya presentan una disposicion fermentativa, actuarán los jugos por largo tiempo y dan lugar á que la parte mas tenue se vaya absorviendo por los vasos lacteos primarios que la reciben á modo de tubos capilares164. [IV-11] El capítulo que dedica a las secreciones es realmente esencial para la comprensión de la fisiología humoral ilustrada. Las acciones derivadas de las propiedades vitales, mecánicas y químicas de las membranas, poros de las glándulas y vasos capilares conducen a proveer á los órganos de los 155 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 155r-155v. Las dos frases antedichas presentan la descripción del fenómeno en sus aspectos mecánico y químico, después. 156 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 156r. 157 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 156v. Si en frases anteriores hablábamos de los aspectos mecánicos y químicos, aquí se introduce el fenómeno de la irritación como expresión de su visión vitalista. 158 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 157r. 159 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 158v. 160 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 158v.-159r. 161 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 160v. 162 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 162v. 163 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 163r. 164 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 169v. Los elementos de Fisiología y de Higiene... Juan J. RODRIGUEZ BALLESTEROS Pecia Complutense. 2013. Año 10. Num. 18. pp. 61-100 80 humores propios á las funciones peculiares, ó despojar la sangre de humores superfluos165. La secreción, así enunciada, hay que entenderla en un sentido lato que englobaría cualquier paso de un humor a través de una membrana en donde se ejecutase una absorción, reabsorción, excreción o, incluso, transpiración. La nutrición, por ejemplo, es entendida como la secrecion de las partes recrementicias y, a su vez, también son aquellas funciones por las que se separan de la sangre los diferentes humores que circulan con ella. González expone que Muchos dudan la ecsitencia de los humores en la sangre; pero parece conforme á la razon, que en la sangre van los principios que la componen, que se segrega de ella, y que estan mas cerca de tener todas sus cualidades, cuanto mas se acerca á la víscera donde se debe segregar, la cual les da la última forma, lo que no se hace en las demás partes166. El autor entiende que tantas clases de secreciones no pueden ser explicadas por una sola causa, por lo que las ordena en unas que disponen y preparan la sangre para cada secrecion; otras que la egecutan; y finalmente otras que sirven para que sean mas ó menos abundantes167. Toda una serie de hipótesis sobre las causas de la secreción serán finalmente expuestas: diámetro de los poros acorde a lo segregado, fuerzas atractivas químicas o la propia gravedad, la fermentación, la irritabilidad, la contracción muscular, sin olvidar la acción específica que algunos fármacos ejercen sobre ellas. [IV-12] De los riñones, nuestro autor comenta su uso para segregar la orina por sus extremidades capilares que se hallan en la substancia cortical y apunta que, dado el gran diámetro de sus vasos, no se extrañará que hagan una secrecion abundante y que en el estado preternatural se aumente y salga con ella el quilo, el pus y tal vez la sangre168. Señala que se trata de unos órganos muy sensibles a los que se les conocen muchas simpatías con todas las vísceras del vientre. De las cápsulas suprarrenales, entonces conocidas como cápsulas atrabiliarias ó riñones subcenturiados, señala que su estructura y sus muchos vasos hacen presagiar un uso importante169. [IV-13] La orina, que cae gota á gota por los uréteres, es considerada un humor escrementicio, propenso a la putrefacción, más pesado que el agua y cuya cantidad, olor, color y consistencia varían. De su composición se dice que el álcali volátil abunda en ella y mezclado con el ácido marino forma sal de amoniaco. […] destilándola da mucho álcali volátil fruor y concreto, aceite animal y algun fósforo, del residuo carbonoso se saca sal comun y una tierra salina calcarea170 . Delimita las tres partes que pueden reconocerse en ella al ser depositada en un vaso: una película que sobrenada, en medio el suspensum y otra que precipita o sedimento. Señala que sus alteraciones tendrían utilidad pronóstica. La vejiga de la orina quedará definida como una bolsa membranosa, capaz de dilatarse y contraerse […] destinados á recibir la orina, hasta que por su acrimonía estimula, y entonces es espelida fuera del cuerpo por la uretra171. Eludiremos la descripción anatómica que el autor realiza de las vías urinarias, pero sí que señalaremos que se detiene en las consecuencias de la retención de orina y en la composición de las piedras. [IV-14] En el capitulo que trata de la piel y sus anejos se señala que El cutis es el órgano donde se hace la transpiracion, el sudor y la absorcion y que en él reside el sentido tacto. De todo ello realizará su 165 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 181r. 166 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 173v.-174r. 167 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 175r. 168 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 182v-183r. 169 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 184r. He aquí una muestra de los referidos comentarios fisiopatológicos que el autor inserta a lo largo de toda su obra. 170 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 186v-187r. 171 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 184v. Los elementos de Fisiología y de Higiene... Juan J. RODRIGUEZ BALLESTEROS Pecia Complutense. 2013. Año 10. Num. 18. pp. 61-100 81 habitual descripción anatómica, puntualizando que cuando falta la epidermis las impresiones sobre las papilas son mas vivas172. El autor, como vitalista que es, considerará conveniente argumentar que aunque la Física demuestra que todos los cuerpos son porosos, […] se consideran en los animales otra serie de huecos continuos […] el número de las tres especies de poros, según Leuvenoc173 es de 25.000 en el espacio que ocupa un grano de arena174. La comunicación de los contagios por la respiracion ó el contacto dan á conocer la exhalación en unos y la reabsorcion en otros175. La transpiración se hace por los vasos continuos á las arterias, por poros correspondientes al tejido celular y por las glándulas miliares176. Si la materia que ecsalan dichos poros no se percibe, se llama transpiracion insensible ó Santoriana, y si llega á formar gotas sensibles se llama sudor. Agentes físicos, como el frío y el calor, actúan sobre ella, siendo una de las escreciones más considerables, pues segun Santorio177 iguala á los seis octavos de lo que se come, aunque esto varía según los climas, sujetos y estacion178. Para González, el sudor o transpiración sensible es un humor acuoso salino, terreo y oleoso. Califica a las glándulas sebáceas por su humor que se asemeja al sebo; que es el que, al condensarse en los oídos, daría lugar al cerumen. [IV-15] El capítulo dedicado a las funciones propias del hombre comienza señalando que en el hombre la secreción del licor seminal se hace sensible á la edad de doce ó catorce años. Junto a la descripción de cada parte del aparato genital masculino, señalará los humores que se segregan: el testículo primero, depositando el licor seminal en las vesículas seminales, la próstata con su humor lactinoso, blanco, espeso y finalmente las glándulas de Cooper 179. La unión de los humores se producirá en la eyaculación. Si ésta secreción aumenta se produce la gonorrea simple y volviéndose acre la virulenta180. La eyaculación se ejercita por una compresion alternativa, espasmódica que padecen las vesículas seminales. Del pene se dice que es un cuerpo cilíndrico prominente […] capaz de aumentar ó disminuir181 , refiriendo la existencia de músculos erectores, pero argumentando que el movimiento de la sangre aumentado y su mayor cantidad parece son causas suficientes para la erección. Ese aumento de sangre tiene como causa, según el autor, el movimiento de los espíritus animales en el sistema nerveo y la irritabilidad182 que se provoca por la imaginación, la vista, el tacto o el olor. El resultado: la compresion de los cuerpos cavernosos que empiezan á ponerse túrgidos y que la comprimen tanto más cuanto que ellos estan mas llenos183 […] La evacuación se suscita por una tililacion agradable y por la frotacion184 […] las cualidades del licor seminífero para ser prolífico no se pueden determinar […] El semen es prolífico cuando contiene unos animalillos que en él se han observado: en tal caso es extraño que en lo que los demás humores es señal de corrupción, sea indicio de perfección en el semen185. Por último, sería 172 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 190r. 173 Se trata del microscopista A. van Leeuwenhoek (1632-1723). 174 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 190r.-190v. 175 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 191r. 176 Idem. 177 S. Santorio (1561-1636). 178 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 190v. 179 A. P. Cooper (1768-1841). 180 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 198v. La enfermedad entendida como cambio cuantitativo o cualitativo. 181 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 199r. 182 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 202r. 183 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 201v. 184 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 203v. 185 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 204v-205r. Buena pregunta para su época, ya que pone en relación la vida animal microscópica demostrada en el semen con la aparición de ésta misma en los humores fermentados. El autor no duda por tanto de los datos obtenidos con el uso del microscopio. Hay razones suficientes para afirmar que la física newtoniana impartida en Cádiz alejó a sus médicos del escepticismo microscópico de Bichat. Los elementos de Fisiología y de Higiene... Juan J. RODRIGUEZ BALLESTEROS Pecia Complutense. 2013. Año 10. Num. 18. pp. 61-100 82 anormal que faltase el aspecto moralista propio de su época: ¿Qué males no nos acarrea la pérdida del licor que nos da la fuerza y el vigor varonil?186 [IV-16] Comenzará González su capítulo sobre la mujer marcando las diferencias con el hombre y afirmando que sirven de atractivo en la sociedad187. Hablará de los genitales externos y sus partes, tratando adecuadamente la cuestión de la virginidad y tomando al clítoris por un cuerpo mui sensible. De la vagina, además de su estructura en capas, expone el papel en el parto de su orificio externo y que en el acto venereo son el órgano donde se hace la tililacion agradable que precede a la concepción, en cuya funcion se siguen los mismos efectos y obran las mismas causas que en la ereccion del pene […y] se hace la escrecion de un humor análogo al de la próstata188. Descrito el útero y sus capas, se detiene en el endometrio formado por una membrana fina, lisa y delgada, perforada por muchas aberturas […] ecsalan un humor que lubrica esta cavidad y dilatándose dejan salir la sangre menstrual189. Tratará de la decidua, de las contracciones, del borrado del cuello y finalmente hallamos una perfecta descripción de los ovarios. Señala la existencia en su superficie de varias vegigillas llenas de un humor linfático que se desprenden o se comprimen en el acto venereo, y recividas por las tubas pasan yá fecundados, ó se fecundan al tocar materialmente el licor seminal ó su espíritu190. No olvida el autor la existencia del corpus luteum. [IV-17] Comienza el capítulo dedicado a la concepcion, nutricion é incremento del feto, señalando que el periodo menstrual no se puede atribuir á las variaciones de la luna, que la concepción no es sino el principio de la preñez y que se puede concebir, sin los cambios de tumefacción de los pechos, la menstruación, los vómitos y la inapetencia 191 . Tratará de la placenta, de sus membranas y vascularización. Dará por sentado que el fetus hace la sangre en los primeros meses, y que la madre le da los materiales192. Señala la longitud del cordón umbilical, al amnios como el líquido en el que nada el feto y finalmente realiza un breve apunte sobre la embriogénesis y la evolución del feto, afirmando que la irritabilidad del corazón es mayor en aquel193 . [IV-18] El capítulo titulado Del parto natural, comienza con las definiciones de parto y aborto. Estudia las causas del parto: la disposicion del fetus, y la dificultad de conservarlo sin respirar, […] la acrimonía del meconio que irrita los intestinos; las secreciones y escreciones […] y el peso del infante que tira á ocupar el lugar mas bajo, va distendiendo el orificio del útero, cuya distencion es lo que causa los dolores194. Al fin, las contracciones se van haciendo más fuertes, conforme la cabeza del feto atraviesa los estrechos de la pelvis. La certeza de aproximación del momento del parto viene dada por la dilatacion del orificio 186 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 204v. El autor se alinea con la cruzada antimasturbatoria propia de la época con argumentos de fisiólogo, éstos serán a la postre el soporte “científico” esgrimido por los moralistas. En torno a 1785 y en relación a la influencia debilitante de la masturbación, escribió BENTHAM, J. (2002): 116, que… la razón de esto no está clara, pero el hecho es seguro. Todos los médicos están de acuerdo en ello. 187 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 206r. La mentalidad de la época no daba para los actuales debates sobre la cuestión de “género” y los roles asignados. 188 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 208r-208v. Describe, por tanto, un mismo mecanismo de placer genital para los dos sexos. 189 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 210r. 190 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 211v-212r. 191 Cf.: GONZÁLEZ, P. M. (2012): 214v-216r. 192 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 219v. 193 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 223r. Esta afirmación se relaciona con la mayor frecuencia cardiaca fetal. 194 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 228v-229r. Los elementos de Fisiología y de Higiene... Juan J. RODRIGUEZ BALLESTEROS Pecia Complutense. 2013. Año 10. Num. 18. pp. 61-100 83 interno del útero […] la rotura de las membranas, […] La madre tiene inmediatamente una evacuacion de sangre, […] la leche empieza a manifestarse mas clara, los que llaman calostros195. [IV-19] Enlaza con el capítulo siguiente, De la leche, donde se definen las cualidades físicas de este humor, se exponen sus partes: manteca-oleosa, terrosa-oleosa o queso y salina-acuosa o suero, y se advierte que esta función está sujeta a recibir mutaciones de parte de las pasiones, debiéndose su sabor y propiedades a algún alimento o fármaco 196 . Entiende el vacío creado en la boca como la causa básica de la succion o disposición de chupar. A partir de ese momento el capítulo deriva desde una serie de consejos dados a la madre (cortar el cordón y ligarlo, amamantarlo, no fajar a los niños y no ponerlos de pie antes de tiempo), hasta finalmente señalar los más importantes eventos de la evolución del cuerpo humano a lo largo de la vida, para concluir con la enumeración de las señales de muerte cierta197 . [IV-20] Y así como la última parte del anterior y penúltimo capítulo incluía aspectos de un orden de cosas diferente al que en su título se anunciaba, así también este último tema dedicado a los temperamentos no puede considerarse una parte exclusiva de las funciones naturales, se trata más bien de un tema general que permanece de alguna forma incluido en los saberes cientificomédicos desde los albores de la medicina antigua hasta prácticamente las tipologías de E. Kretschmer (1888-1964) 198 . González es consciente de la antigüedad del tema, y toma al temperamento como algo estático, constante, casi congénito y que rara vez muda 199. Por el contrario la constitución de un individuo, sería únicamente su estado actual, una foto fija. Advierte que no es fácil caracterizar los temperamentos en sujetos no conocidos, especialmente si estan enfermos. Para conocer los temperamentos se ha de atender 1º. á la crisis de los humores […] 2º. al hábito del cuerpo […] 3º. á la costumbre […] 4º. á las acciones vitales y animales […] una disposicion á ciertas enfermedades más que otras. Nosotros definimos el temperamento una disposicion ó aptitud de las partes sólidas y fluidas entre sí, y unas con otras para egercer todas las funciones del cuerpo humano200. En cuatro epígrafes informará sobre las señales de los temperamentos, que resumimos a continuación señalando sus cualidades, sus elementos más abundantes, su estación y edad asignada, vitalidad y otras características físicas y mentales: Sanguíneo: Calido-húmedo. Fuego, azufre y sangre. Primavera. Infancia. Sensibles e irritables. Dados al ocio. Sociales, alegres y fieles 201 . 195 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 229r-230r. 196 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 230r-231r. 197 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 237v-238v. 198 El número pitagórico en sí será objeto de reflexión y usado como elemento clasificador de realidades abstractas: unitarismo, dualismo (Descartes, pero también en medicina: solidismo vs. humoralismo), trinitarismo (Platón dará pie a la clasificación trinitaria de funciones de Galeno usada en este texto de fisiología por González) y al fin lo cuaternario donde se insertan saberes tales como los cuatro puntos cardinales, los cuatro elementos, los cuatro humores y los cuatro temperamentos de este capítulo. De Empédocles a Hipócrates… hasta Kretschmer: Hasta que los conocimientos sobre el psiquismo se fueron vertiendo en las nuevas ciencias mentales, en la creencia de estar más alejados de las especulaciones metafísicas. 199 Antes de que la persona llegase a la madurez aún se estaría a tiempo de intervenir haciendo uso de las cosas no naturales. Estas últimas son la materia y objeto de estudio de la higiene. Cf.: GONZÁLEZ, P. M. (2012): 245v. La relación de la higiene y la educación es obvia. 200 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 240r-241r. 201 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 241r-242r. Los elementos de Fisiología y de Higiene... Juan J. RODRIGUEZ BALLESTEROS Pecia Complutense. 2013. Año 10. Num. 18. pp. 61-100 84 Bilioso: Cálido-seco. Aire, sales alcalinas, azufre y bilis. Verano. Juventud. Irritabilidad grande y sensaciones vivas. De sueño corto, y agitados, activos, veloces, coléricos, arrogantes e ingeniosos 202 . Melancólico: Frío-seco. Tierra, humor atrabiliario, sangre espesa y abundante linfa. Otoño. Vejez 203 . Pulso tardo y circulación lenta. De poco sueño, tristes, solitarios, taciturnos, tímidos y sin embargo constantes, hasta la manía. Con buena memoria y aptos para las ciencias sublimes204. Flemático o pituitoso: Frío-húmedo. Agua, pituita, mucho suero en sangre, bilis escasa y cuerpo graso. Invierno. Pulso blando y tardo, perezosos, duermen mucho, poca fuerza, imaginación torpe, voluntad variable 205 . Termina el libro de fisiología advirtiendo que rara vez se halla un temperamento simple, proponiendo una individualización diagnóstica basada en la doble adscripción a los temperamentos, tomándose el primero por dominante, vg.: sanguíneo-bilioso. Dicho lo cual no queda más que afirmar que Hippocrates vincit. Todavía el padre de la medicina tiene la última palabra en esta fisiología. . Antes de comenzar con el análisis de la parte de su obra dedicada a la Higiene, conviene recordar que separada la Fisiología definitivamente de la Anatomía, como “uso de la parte”, toda vez que se vislumbra el funcionamiento del cuerpo humano con nuevos fundamentos, la Higiene vino a asociarse a ella ofreciéndose como aliada y rectora del arte que tiene por objeto la conservación y preservación corporal, y ello pese a acreditadas opiniones sosteniendo que es muy dudoso que haya un arte directo de conservar la salud206 . Desde luego hablamos de higiene privada o individual, ya que la higiene publica o policía médica será teorizada como parte bien diferenciada por J. P. Frank (1745-1821). La mayoría de los autores de higiene privada de la época seguirán la clásica división de la materia en seis partes correspondientes a las seis cosas no naturales apuntadas por Galeno: circunfusa, applicata, ingesta, gesta, escreta y percepta207 . Boerhaave, Haller y Mackenzie 208 preparan el terreno a J. N. Hallé (1754- 1822), primer profesor de higiene en París, que divide su obra en tales secciones y con él la mayoría de 202 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 242r-243r. 203 Normalmente este carácter está asociado al otoño-madurez y el siguiente al invierno-vejez. 204 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 243r-244r. 205 GONZÁLEZ, P. M. (2012): 244r-245r. 206 CULLEN, G. (1791) I: 2-3. Nota b. 207 Se trata de aquello que nos rodea (aire, clima…), de lo que aplicamos sobre la piel (vestidos, fricciones…), de lo que ingerimos (alimentos sólidos, líquidos…), de la actividad (ejercicios físicos, reposo…), de lo que segregamos y excretamos (orina, heces…), de las impresiones sensoriales y las subsiguientes expresiones afectivas y pasionales. La higiene se ocuparía de minimizar los efectos negativos de esas seis causas procatárticas, primitivas o externas señaladas por Galeno. Cf.: GARCÍA BALLESTER, L. (1972b): 174-175; GARCÍA BALLESTER, L. (1972a): 100-103 y 149. 208 Hallé es deudor de la importante obra de James Mackenzie (c.1680-1761), publicada de la 2ª ed. en 1759: Histoire de la santé et de l’art de la conserver. La Haye. D. Aillaud. Véase el 2º capítulo de la 2ª parte de esta obra, cuyos seis apartados se dedican expresamente a las seis cosas no naturales estudiadas con el objetivo de conservar la salud. Cf.: MACKENZIE, J. (1758): 366-394. Los elementos de Fisiología y de Higiene... Juan J. RODRIGUEZ BALLESTEROS Pecia Complutense. 2013. Año 10. Num. 18. pp. 61-100 85 los autores de la época como E. L. Geoffroy (1725-1810) 209 , J. Sinclair (1754-1835) 210 , G. Tourtelle (1756- 1791) 211 , F. Fodére (1764-1838) 212 o L. Deslandes (1796-1850) 213 . Destacamos, por el contrario, la singularidad de C. W. Hufeland (1762-1836), pues una de las excepciones fue su obra de 1796 sobre El arte de prolongar la vida con la Macrobiótica. Tampoco lo seguirán los conocidos L. Rostan (1790-1866) o C. Londe (1795-1862). En España se traduce a dichos autores y no faltan obras que también presenten la clasificación instituida, como la de F. Janer y Bertrán (1771-1865), publicada todavía en latín en 1826 214 . Sobre la enseñanza de esta asignatura en la España del siglo XIX, comenta Comenge: La Higiene en las escuelas se estudiaba como para salir del paso y era en general creencia la de suponer que esta rama médica no exigía especiales conocimientos215. Pero Pedro María González se hallaba bien experimentado en la higiene pública, como comentamos antes al tratar de sus obras sobre higiene naval, uso de sustancias químicas para la desinfección, sobre la epidemia de fiebre amarilla y, de ser cierto, también sobre alguna topografía médica junto a la ya citada de Esmirna. Por tanto, la confección de un manual elemental de higiene privada para la enseñanza en Cádiz nos va a ofrecer la posibilidad de comparar sus contenidos con otro texto anterior del mismo autor, que, además de especializado, nada tiene de elemental. Tómese al menos en consideración lo expresado por González en relación con las causas remotas de las enfermedades de la gente del mar: Redúcense aquellas causas á las degeneraciones del ayre, que ocupa lo interior de los baxeles, considerando como accesorias ó concausas las vicisitudes atmosféricas, la mala calidad de los alimentos, los trabajos, el desorden de la transpiración, y las pasiones del alma216 . 209 Cf.: GEOFFROY, E. L. (1803) La higiene ó el arte de conservar la salud. Poema latino. Madrid. Imp. Real. 210 Cf.: PUSALGAS y GERRIS, I. M. (1831) Manual de higiene arreglado según la doctrina de sir John Sinclair. Barcelona. J. Rubió. 211 Cf.: TOURTELLE, E. (1801) Elementos de Higiene ó influxo de las cosas físicas y morales en el hombre, y medios de conservar la salud. Madrid. Imp. de Benito Cano. 212 Cf.: FODERÉ, F. E. (1801-1803) Las leyes ilustradas por las ciencias físicas, o Tratado de medicina legal y de gigiene pública. I-VIII. Madrid. Imp. de la Adm. del Real Arbitrio de Beneficencia. (tomos VI y VIII en la Imp. Real.) 213 Cf.: DESLANDES, L. (1829-1830) Compendio de higiene pública y privada, ó tratado elemental de los conocimientos relativos á la conservación de la salud y a la perfeccion física y moral de los hombres. I y II. Gerona. Imp. de A. de Oliva. 214 Cf.: JANER, F. (1826) Elementa Hygienes in usum academicum. Barcelona. Imp. de la Vda. e hijos de D. Antonio Brusi. 215 Cf.: COMENGE, L. (1914): 212. 216 GONZÁLEZ, P. M. (1805): 368-369. En sus palabras de síntesis se observa con claridad el esquema higienista basado en las seis causas no naturales de Galeno. Los elementos de Fisiología y de Higiene... Juan J. RODRIGUEZ BALLESTEROS Pecia Complutense. 2013. Año 10. Num. 18. pp. 61-100 86 Elementos de Higiene Este último cuaderno dedicado a la Higiene consta, como se dijo, de 88 páginas y se inicia con una introducción no incluida en la numeración capitular. En ella se define la Higiene como la segunda parte de las Instituciones Médico-Quirúrgicas, que tiene por objeto conservar la salud, precaver las enfermedades y disponer al cuerpo del hombre para una larga vida. Por “vida”, entiende el movimiento continuo y activo de sólidos y fluidos de todo el cuerpo animal; y por “salud”, la uniformidad, constancia, buen orden y regularidad de las funciones del ser humano 217 , vislumbrándose la idea de un equilibrio en el interior y con el exterior. El objeto de la Higiene, desde J. N. Hallé (1754-1822), serán las seis cosas no naturales de Galeno 218 sobre las que se estructurarán los capítulos de la obra, a excepción del último, pero es importante considerar que su medio es la acción educativa, la cultura es otra naturaleza. La higiene, que viene a enlazar todas las teorías de los climas, de los temperamentos, del aire, de los vestidos, de los alimentos, de las excreciones y de los ejercicios219 , apunta a su objetivo estableciendo como medio el “régimen”. El “consejo” siempre formó parte del arte médico, especialmente en la higiene privada, a pesar de reconocer González que, dada la diversidad humana, es difícil precaver leyes y consejos220. 217 GONZÁLEZ, P. M. (1812): 247r. 218 Cosas naturales serían las inherentes a la naturaleza de un cuerpo. Cosas no naturales, las que le rodean por fuera o al exterior, y Cosas extranaturales las de naturaleza diferente de la normal. 219 HALLÉ, J. N. (1855): 83. 220 GONZÁLEZ, P. M. (1812): 248r. Los elementos de Fisiología y de Higiene... Juan J. RODRIGUEZ BALLESTEROS Pecia Complutense. 2013. Año 10. Num. 18. pp. 61-100 87 [V-1] El primer capítulo está dedicado al aire 221 , como que elemento que nos rodea, iniciándose con su definición. Le preocupa en tanto que agente causal de enfermedades ocasionadas por los cambios en la dinámica atmosférica, o por los distintos climas a los que se expone el viajero. Pero, para él, es tan importante o más tener en cuenta que de todo cuanto el calor ecsala y evapora de la superficie de la tierra, puede cargarse é impregnarse el aire […] cargado de exhalaciones y vapores gruesos, azufrosos, corrompidos, y contagiosos, es perjudicial á la salud: tanto lo es el de los hospitales, cementerios, y cuartos cerrados donde se enciende carbon, y que, aún sin carbón, a fuerza de muchas respiraciones le vuelve mefítico222. Sin lugar a dudas está pensando en la preservación de los miasmas como materia circumfusa, tomando en su apoyo a autores como Haller, J. Priestley (1733-1804), P. J. Macquer (1718- 1784) y F. Quesnay (1694-1774) 223 . [V-2] Los tres capítulos siguientes están dedicados: uno a la ingesta de sólidos, otro a la de líquidos y otro a la preparación de los alimentos. Se trata de la restauración de las pérdidas con alimentos que han de introducirse en el cuerpo y convertirse en nutrientes. Analizará muchos de los alimentos vegetales y animales 224 más comunes, sus características y la conveniencia de su uso especial en las enfermedades. Resulta evidente que González extraerá cuestiones elementales de los capítulos VI al XII de su Tratado de las enfermedades de la gente del mar225, por estar dedicados también a la alimentación; aunque sacándolas del contexto exclusivo de la navegación. [V-3] En De los líquidos226 , comienza señalando que sin ellos no habría circulacion227. Lo que puede interpretarse como que la teoría humoral tenía su parte de razón. El agua, la leche, el vino, las bebidas 221 Véase como referencia lo dicho del aire en GONZÁLEZ, P. M. (1805-a): 85-104. Su temperatura, humedad, composición, su papel como agente de los miasmas y su relación con la “importantísima” transpiración. 222 GONZÁLEZ, P. M. (1812): 250r-250v 223 GONZÁLEZ, P. M. (1812): 251r. y 252v. El economista y médico Quesnay es citado por González como autor de la obra de sanitati tuenda, pero ninguna obra suya ha sido localizada con tal título, por lo que puede que se esté refiriendo a G. Cheynaei, que escribió en 1726 una obra aparecida en Londres titulada Tractatus de Infirmorum sanitate tuenda vitaque producenda. Entre las que tratan la cuestión “preventiva” fue muy reconocida la obra de Gerónimo Cardano (1501-1576) titulada Opus novum cunctis de Sanitate tuenda. 224 Cf.: GONZÁLEZ, P. M. (1805-a): 424. Al comienzo del capítulo VI del Tratado de González, titulado De los alimentos de los navegantes en general, aparece expresada la misma clasificación sobre el origen de los alimentos por reinos. 225 Como ya se dijo, el mismo González aclara, refiriéndose a F. Flores Moreno, que suya es la parte principal de los capítulos que tratan de los alimentos, condimentos y bebidas. Cf.: GONZÁLEZ, P. M. (1805-a): XXIII. 226 El capítulo XI de la op. cit. se titula De las bebidas. Cf.: GONZÁLEZ, P. M. (1805-a): 466-480. Se dedica especialmente a las bebidas alcohólicas. El capítulo VI versará De la aguada, cf.: GONZÁLEZ, P. M. (1805-a): 398-409. 227 GONZÁLEZ, P. M. (1812): 258v. 227 HALLÉ, J. N. (1855): 83. 227 GONZÁLEZ, P. M. (1812): 248r. 227 Véase como referencia lo dicho del aire en GONZÁLEZ, P. M. (1805-a): 85-104. Su temperatura, humedad, composición, su papel como agente de los miasmas y su relación con la “importantísima” transpiración. 227 GONZÁLEZ, P. M. (1812): 250r-250v 227 GONZÁLEZ, P. M. (1812): 251r. y 252v. El economista y médico Quesnay es citado por González como autor de la obra de sanitati tuenda, pero ninguna obra suya ha sido localizada con tal título, por lo que puede que se esté refiriendo a G. Cheynaei, que escribió en 1726 una obra aparecida en Londres titulada Tractatus de Infirmorum sanitate tuenda vitaque producenda. Entre las que tratan la cuestión “preventiva” fue muy reconocida la obra de Gerónimo Cardano (1501-1576) titulada Opus novum cunctis de Sanitate tuenda. 227 Cf.: GONZÁLEZ, P. M. (1805-a): 424. Al comienzo del capítulo VI del Tratado de González, titulado De los alimentos de los navegantes en general, aparece expresada la misma clasificación sobre el origen de los alimentos por reinos. Los elementos de Fisiología y de Higiene... Juan J. RODRIGUEZ BALLESTEROS Pecia Complutense. 2013. Año 10. Num. 18. pp. 61-100 88 espirituosas, la cerveza, la sidra, el té, el café, el chocolate 228 y el caldo animal, son objeto de estudio, descripción e indicación según la edad, la estación, el temperamento y la costumbre. [V-4] Dado que no todos los estómagos son iguales ni tampoco los alimentos, González antepone con prudencia la conocida norma general de buscar la mediocridad entre los escesos229. La calidad, cantidad y preparación de los alimentos, su cocción, fritura, conserva y condimentación (sal 230 , ácidos, aromáticos y especias) 231 serán objeto de estudio en el último de los tres capítulos que dedica a la ingesta. Sus consejos se dirigen a niños, viejos, mujeres, gruesos, literatos, trabajadores manuales, sin olvidar los particulares temperamentos. [V-5] Los dos capítulos siguientes, titulados Del sueño y la vigilia y Del movimiento y la quietud, tratarán de la cosa no natural conocida como gesta232. Comienza aclarando que ambos estados de sueño y vigilia son naturales; pero en esta última se evidencia una disposición para las acciones voluntarias, que serán objeto de estudio en el capítulo que sigue. El sueño queda definido como la interrupcion de las operaciones del alma en los órganos de los sentidos esternos. Habla de un contexto de predominio de los sentidos internos. Se entiende que en el sueño se reparan las fuerzas perdidas233, pero hay también causas ocasionales del sueño, señala que éstas se pueden reducir á las que relajan las fibras medulares del cerebro ó las comprimen […] Las causas que hacen dormir, aumentadas, producen el letargo, el sopor y otros efectos morbosos. De las causas pasa a los fenómenos fisiológicos que acompañan al sueño (frecuencia del pulso y la respiración…) apoyándose de nuevo en autores como Galeno, Morgagni, J. van Gorter (1689-1762), J. B. Senac (1693-1770) y Haller. El número de horas que se ha de dormir y el estudio de las buenas condiciones que inducen al sueño, centran la atención de la última parte de este capítulo. [V-6] El capítulo que dedica al movimiento termina con una sentencia que hemos preferido anteponer: La vida ociosa ó sedentaria está espuesta á muchas enfermedades234. En cambio, el movimiento acelera la circulación de la sangre, [y la] atonía de los humores, aumenta la transpiración y secrecion de los espiritus animales y otros fluidos235. El autor examinará la idoneidad de algunos ejercicios (paseos, carreras, saltos, juegos, equitación, y baile) para finalmente clasificar los movimientos en útiles ó dañosos, moderados ó violentos y activos ó pasivos. Del reposo destacará su importancia en la enfermedad y la convalecencia, considerando que la quietud o tranquilidad proporcionada al trabajo y movimiento que se ha hecho, tambien es muy buena y útil para la salud236. 227 Como ya se dijo, el mismo González aclara, refiriéndose a F. Flores Moreno, que suya es la parte principal de los capítulos que tratan de los alimentos, condimentos y bebidas. Cf.: GONZÁLEZ, P. M. (1805-a): XXIII. 227 El capítulo XI de la op. cit. se titula De las bebidas. Cf.: GONZÁLEZ, P. M. (1805-a): 466-480. Se dedica especialmente a las bebidas alcohólicas. El capítulo VI versará De la aguada, cf.: GONZÁLEZ, P. M. (1805-a): 398-409. 227 GONZÁLEZ, P. M. (1812): 258v. 228 Cf.: GONZÁLEZ, P. M. (1805-a): 335-336. Estas páginas de su Tratado están dedicadas al chocolate. 229 GONZÁLEZ, P. M. (1812): 267r. 230 GONZÁLEZ, P. M. (1812): 266r-266v. 231 Cf.: GONZÁLEZ, P. M. (1805-a): 480-496. Recuérdese que el capítulo XII de la op. cit. se titula De los condimentos y demás sustancias que deben comprehenderse entre las provisiones de los baxeles. 232 Sobre este asunto hemos seleccionado las siguientes páginas de GONZÁLEZ, P. M. (1805-a): 10-11, 76-77 y 509-511. Tratan del descanso, el trabajo y el ocio en el mar. 233 GONZÁLEZ, P. M. (1812): 271r. 234 GONZÁLEZ, P. M. (1812): 275r. 235 GONZÁLEZ, P. M. (1812): 273v. 236 GONZÁLEZ, P. M. (1812): 275r. Los elementos de Fisiología y de Higiene... Juan J. RODRIGUEZ BALLESTEROS Pecia Complutense. 2013. Año 10. Num. 18. pp. 61-100 89 [V-7] La excreta ya fue, en parte, objeto de estudio en el capítulo IV-11 de fisiología, al tratar de las secreciones. El punto de partida del autor ya ha sido comentado: La sangre esta compuesta de diferentes caracteres, y estos se separan de ella por las glándulas […] La separacion de los humores se llama secrecion […] son necesarias para que la sangre quede en su pureza y sus partes integrantes conserven su funcion237. La enumeración de ellas da una idea de la amplitud del concepto: Los principales humores excrementicios que procuran las secreciones, son la orina, el sudor, la transpiración, la saliva; la sangre menstrual y hemorroidal y las materias fecales238. De la orina, que fue ya tratada en sus capítulos correspondientes [IV-12 y 13], refiere que se aumenta la secrecion de la orina por la bebida abundante. Insiste en la importancia de la transpiración, abordada ya en el capítulo IV-14 y señala tanto su aspecto cuantitativo como el patogénico: si estamos rodeados de una nube de vapores, [la transpiración] cuya supresión es funesta, é induce el aumento de los vapores impuros y dispone á la concepción y generacion de muchas enfermedades239. Resulta evidente que el autor está pensando en los miasmas y tambien en el papel jugado por la transpiración en las fiebres, por ello, dice que es necesario actuar evitando todo lo que pueda cerrar ó constipar los poros del cutis y facilitar su escrecion por medio de bebidas tibias y abundantes240. A continuación tratará sobre el flujo menstrual que es una evacuacion mui saludable al bello secso, pues por ella se descarga la naturaleza de una plétora periódica241. Entra en sus alteraciones cuantitativas, advirtiendo que es necesario evitar todo lo que pueda turbar esta evacuacion, como las pasiones de ánimo violentas. Debido a nuestra visión actual nos asombran sus palabras cuando apunta que no solo las mujeres padecen estos flujos de sangre: también se observa en algunos hombres por las venas hemorroidales á las que llaman sangre de espaldas: es muy conveniente no suprimir del todo esta evacuacion242. Termina el capítulo con las deposiciones fecales, su consistencia y periodicidad, y recuerda la cita de Hipócrates: cuando el cutis está blando, casi siempre está el vientre perezoso, y al contrario243 . [V-8] Es algo más que una curiosidad para los que se dedican a las ciencias mentales el comprobar que el estudio de la Higiene de esta época se asienta en una salud mental ajena a la psicología; pero entiéndase que esta última materia andaba entonces maridada con la metafísica. Justo es el momento en que Cabanis acometerá uno de los más importantes intentos por atraer a la psicología hacia el terreno de la medicina 244 ; la psiquiatría y la fisiología así lo estaban demandando. No tardó en aparecer la reacción espiritulista conocida como filosofía eclectica, de la mano de Víctor Cousin (1792-1867) algo que a su vez indignaría al atronador heresiarca de la medicina F. J. V. Broussasis (1772-1838), discípulo de Cabanis 245 . 237 GONZÁLEZ, P. M. (1812): 275v-275r. 238 GONZÁLEZ, P. M. (1812): 276v. 239 GONZÁLEZ, P. M. (1812): 277v. 240 GONZÁLEZ, P. M. (1812): 277v-278r. 241 GONZÁLEZ, P. M. (1812): 278r. 242 GONZÁLEZ, P. M. (1812): 278v. 243 GONZÁLEZ, P. M. (1812): 279v. 244 Tal es la trascendencia de la obra de P. J. F. Cabanis, publicada en 1802, Rapports du phisique et du moral de l’homme, que ciertos sectores dominantes, entre ellos el religioso, vivió como un gran zarpazo materialista dado a la metafísica. 245 La revolución broussista, la Médecine physioloque, fue bien acogida en Cádiz. El método antiflogístico propiciado por Broussais fue también defendido por J. M. López y López (1789-1873) que ejerció de profesor adjunto en la cátedra de fisiología e higiene ocupada por González. Cf.: RODRÍGUEZ BALLESTEROS, J. J. (2006) La recepción del brusismo en el ámbito gaditano. En: PÉREZ BUSTAMANTE, J. A. et al. (coord.) Actas del IX Congreso de la Sociedad Española de Historia de la Ciencias y las Técnicas, Cádiz, 27, 28, 29 y 30 de septiembre de 2005. Cádiz. SEHCYT: I, 391. Estamos Los elementos de Fisiología y de Higiene... Juan J. RODRIGUEZ BALLESTEROS Pecia Complutense. 2013. Año 10. Num. 18. pp. 61-100 90 Destaca el autor por la importancia que da a lo psíquico246. Eso se dice de González, hoy, cuando su obra el Tratado de las enfermedades de la gente del mar247 es leída por historiadores. Y en este capítulo de sus Elementos de Higiene dedicado a la percepta, podemos hallar una exposición didáctica de la concepción del mundo mental y la preservación de su salud. En palabras de González: La comunicacion que hai entre el cuerpo y el Alma; no permite que esperimente alguno de los dos una impresion sensible, sin que el otro la perciba248. Dibuja una especie de dualismo igualitario, pero no pretende desentrañar nada más allá de lo que considera útil en el ámbito de su ciencia. La religión en aquella época era de obligado cumplimiento y el autor hablará al respecto sólo de la mejor disposición para contener las pasiones del animo si vuelve los ojos del lado de la Religion249. Es en este sentido de higiene de las pasiones250 como entiende el autor la percepta: Cuando se imprimen vestigios profundos en el cerebro que trastornan toda la economía animal y no se conocen las leyes de la razon: entonces este estado violento se llama pasion, que nos impele hacia el objeto á pesar de los esfuerzos del alma251. El autor entiende como elementos centrales y básicos de la vida emocional la acción de un par de fuerzas, los consabidos contrarios Eros y Tánatos252 : El amor y el aborrecimiento son dos acciones del Alma de las que dependen todas las demas […] todas las demas afecciones del alma son diferentes grados de amor y tristeza253: dialéctica y cambios cuantitativos. El amor o el aborrecimiento provocarán aceleraciones ó retardamiento en el movimiento de los espíritus animales […] la alegría dilata el corazón […] la cólera aumenta todos los movimientos […] a veces sus efectos son tan grandes que ocasionan la muerte254. La relación entre lo emocional y lo fisiológico llevado al extremo de lo fatal. He aquí algunas opiniones de las que se deduce que el autor ve las emociones expresadas por el cuerpo como estados descriptibles desde la fisiología 255 . No olvida consignar que nuestra emocionalidad cambia, evoluciona con la edad. Pero el de acuerdo con E. H. Ackerknecht cuando, en 1953, compara a Broussais con una bomba atómica. En prensa: BROUSSAIS, F. J. V.; MOCQUOT, G. P. Lettre à M. M. les chirurgiens majors des régiments du premier corps de l’Armée Impériale du Midi en Espagne. Á Xerez de la Frontera.1811. En: RODRÍGUEZ BALLESTEROS, J. J. Broussais 1811. La revolución médica a las puertas de Cádiz. 246 MARTÍN GARCÍA, A. (1999) Entre el mar y la muerte. Procedencias, condiciones de vida y mortalidad de los navegantes en el Real Servicio (1776-1804). En: Espacio, Tiempo y Forma, IV: 432-433. Hufeland decía: ¿Acaso podemos escribir sobe la vida del hombre sin entrar en el mundo moral de la que ella forma parte? […] jamás lograremos separar el hombre físico del moral. Cf.: HUFELAND, C. W. (1824): V. 247 GONZÁLEZ, P. M. (1805-a): 63-71. El capítulo VI de esta obra se titula De las pasiones del alma, y de las escaseces, pero toda la obra esta realmente salpicada de comentarios que guardan relación con la esfera de lo psíquico desde un punto de vista preventivo. González considera un deber del mando militar atenerse a las normas que dicta la higiene mental en los grandes barcos y lo expresa en su obra de forma clara y casi con vehemencia, cf.: op. cit: 507-513. 248 En el análisis crítico de esta idea se fundamenta el vitalismo de H. (1859-1941). Cf.: BERGSON, H. (1982) La energía espiritual. Madrid. Espasa-Calpe. Interesa sobre todo su conferencia de 28.04.1912 que trata de El alma y el cuerpo. El siglo XIX nació con un vitalismo médico y a su término apareció un vitalismo filosófico, en medio el desarrollo del positivismo que intentó amalgamarse con la ciencia y aparecer como su única forma de expresión. 249 La actual psicología cognitivo-conductual avala este aserto, lo que no es óbice para que no puedan ser adaptadas acciones semejantes a la oración y a la meditación contemplativa bajo formas laicas. No se observa deseo de adoctrinamiento, el interés que apreciamos es instrumental, en línea con lo que hoy conocemos como habilidades cognitivas y de autocontrol emocional. 250 Resulta de interés cotejar las opiniones de González, ya esbozadas por Bossuet según se desprende del discurso doctoral de investidura de Alejandro San Martín en 1854 dedicado A la higiene de las pasiones. 251 Cf.: GONZÁLEZ, P. M. (1812): 281r. El autor propone una visión absolutamente objetal del deseo; también S. Freud lo hará en su teoría de la libido. 252 De nuevo hacemos referencia al título de una de las obras del médico vienés padre del psicoanálisis. 253 GONZÁLEZ, P. M. (1812): 280v-281r. 254 GONZÁLEZ, P. M. (1812): 282r-281r. Se hablará también del susto, del miedo, del pudor y del sueño como amortiguador de las emociones. 255 El autor lo llega a decir con claridad en la siguiente frase: en cuanto a las pasiones de ánimo, es asunto que más pertenece a la fisiología que a la higiene. Cf.: GONZÁLEZ, P. M. (1812): 283v. Los elementos de Fisiología y de Higiene... Juan J. RODRIGUEZ BALLESTEROS Pecia Complutense. 2013. Año 10. Num. 18. pp. 61-100 91 peligro se esconde tras los cambios bruscos, pues como hemos visto algunos conllevan resultados luctuosos; por ello, el autor aconseja evitar todas las pasiones violentas de ánimo […] solo las pasiones de gozo y amor moderado son las que pueden ser útiles á la salud256 , y tener presente el consejo de Avicena (980-1037): la dieta, la tranquilidad y la alegría, para no necesitar médico257. [V-9] En el último capítulo de la higiene, el autor pretenderá ofrecer los medios para precaver las enfermedades y alargar la vida. Sabe que ha de adentrarse en el terreno de la moral, pero lo hace con la seguridad que le da el fuerte vínculo que observa y une a ésta con lo físico. Tal como se dijo, fue C. W. reproduce Hufeland quien intentó sistematizar el arte de alargar la vida y para ello reparó en la importancia de lo que hoy conocemos como cronobiología. Los consejos no son los mismos ni van a tener la misma trascendencia si se trata de un ser que ha de encauzarse, como un niño o un joven, o de un anciano. De la educación va a depender, en parte, que no suceda lo peor: Esta muerte natural sucede mui pronto, si las acciones de la vida son violentas. Y no duda en echar mano del virtuoso “punto medio”: en el ejercicio de esta mediocridad, consiste alargar la vida258. Para ello recuerda que también el método profiláctico que propone Boerhaave […] consiste en ciertos avisos que deben tenerse presentes, para usar ó abstenerse de muchas cosas que á muchos parecen indiferentes, […] es necesario para precaberla, suprimir las causas. Los principales medios profilácticos de las enfermedades futuras son los siguientes. La abstinencia, la tranquilidad de ánimo y cuerpo, agüa tibia en abundancia, […] un suave ejercicio, […] conciliar el sueño abrigando el cuerpo lo regular259, […] no nos cansemos de poco ni estemos pesados, dijo Hipócrates260. Y como recordando que no olvida la applicata, apunta una cita de Sydenham: de cien enfermos de dolor de costado y pulmonía, los dos tercios han enfermado por falta de abrigo261. Para lograr una vida larga, importa la dieta, en el verano con los alimentos ligeros […] en el invierno se pueden soportar alimentos duros y secos262. Tambien se deben escoger las pasiones mas agradables al genio de cada uno, y dirigirlas de modo que no se engruesen los espíritus demasiado con la inaccion, ni se disipen por demasiadas detenciones […] un mismo objeto abate el ánimo y la variedad lo recrea263. Y para la tercera edad: las diluciones, los sudoríficos, los vapores, las fomentaciones, unturas, baños, clísteres, emolientes, caldo, son excelentes recursos para la rigidez de las fibras que se adquiere 256 GONZÁLEZ, P. M. (1812): 284r. En nuestra época tales asertos han sido barridos de las representaciones y valores de nuestra sociedad acelerada y multimedia; reina la inducción al consumismo generalizado de higiene narcisista y el no menos importante consumo de sensaciones fuertes y extremas. Los portavoces de la estoica vita beata no están muy acreditados en la postmodernidad, a no ser en sus expresiones orientalistas y místico-cuánticas. 257 GONZÁLEZ, P. M. (1812): 284v. Esta última frase, atribuida a Avicena, es una versión libre tomada por González de una muy difundida, que se reproducirá a continuación en latín, con la que termina el capítulo: Si Medico carebis, hoec tria tenebis; mentem lentam, quietem, et moderatam dietam. En los Lunarios perpetuos de Gerónimo Cortés también se transcribe y comenta la frase, siendo su primera edición de 1594, pero hay más noventa ediciones en castellano de esta obra. 258 GONZÁLEZ, P. M. (1812): 287v. 259 Observamos que esta indicación pertenece a la applicata, única de las seis cosas no naturales que no ha dispuesto de capítulo propio en la obra de González, evidentemente no se trata de un olvido. Se encuadran en este apartado los siguientes elementos: vestidos, baños, fricciones, cosméticos; todo lo que se aplica sobre la piel. Hora es de recordar la trascendencia concedida por el autor a la transpiración cutánea, tras ella hallaremos la applicata de González. Su insistencia en la “importantísima transpiración sanctoriana” hará que el concepto de applicata se desdibuje y quede en desuso. Para comprobar que esto es exactamente así, cf.: GONZÁLEZ, P. M. (1805-a): 82-85. Al respecto puede ampliarse la visión del autor sobre la applicata en el capítulo titulado de la limpieza y el aseo del marinero, en la op. cit.: 378- 385. 260 GONZÁLEZ, P. M. (1812): 284v- 286r. 261 GONZÁLEZ, P. M. (1812): 286r-286v. 262 GONZÁLEZ, P. M. (1812): 286v. 263 GONZÁLEZ, P. M. (1812):288r-288v. Los elementos de Fisiología y de Higiene... Juan J. RODRIGUEZ BALLESTEROS Pecia Complutense. 2013. Año 10. Num. 18. pp. 61-100 92 en la vejez, […] no hay algunos fundados sobre buenos efectos y acreditados por experiencias ciertas264. Aquí aflorará su escepticismo, citará a Job y se deslizará al inevitable tema de la muerte: pero es necesario distinguir que puede ser la muerte natural ó preternatural, y de esta es de la que hablamos, ó la que sucede por causas violentas ó enfermedades, pues la natural es un tributo, que se ha de deber á la naturaleza, […] no podemos muchas veces contrarrestar con todos los remedios dietéticos el poder de las causas movibles que nos acortan los dias265. Tras reconocer la impotencia, con un movimiento profundo, telúrico de necesidad, González destila una suerte de filosofía rica en aromas clásicos, cual vino viejo o estratificado palimpsesto: ¿Qué importa que se destruyan nuestras partes, y se separen, si cuanto existe en la naturaleza ha de tener fin?266 También la obra de González llega a su fin y lo anuncia con delicias de la Poesía mui abstractas y unas reflecsiones médicas á las flores de las de la historia267. Todo un homenaje a la primera escuela médica europea, la de Salerno (Italia), recordada también por el renacimiento del interés por la higiene. Elige para ello un largo poema trascrito en latín que él supone de Juvenal 268 . Un poema refundido que comienza con unos versos de Ovidio 269 a los que siguen otros de Horacio 270 y continúa con otros de Avicena que se incorporan al poema con los restantes, procedentes del Regimen Sanitatis Salerni271. Es muy posible que González los tomara del libro Flores Sapientum del fraile Angeli Auriol 272 o del ya referido de Gerónimo Cortés 273 : Non est in Medico semper elevatur ut aeger interdum docta plus valet arte malum. Si quid novisti rectius istis candidus imperti sine is utere mecanicum; si Medico carebis, haec tria tenebis, mentem letam requiem et moderatam dietam. Manè quisque Medicum pergat. Medicum sua membra extendat. Crines pecte, dentesque fricabis, et ita cerebrum membraque iuibabis. Omnis mense malè ponitur sine sale. Vas 264 GONZÁLEZ, P. M. (1812):289r. 265 GONZÁLEZ, P. M. (1812):289v-290r. 266 GONZÁLEZ, P. M. (1812):289v. En la frase se observa la superposición de elementos clásicos: Heráclito (todo fluye) y Séneca (aceptación de la muerte), barrocos (Vanitas, vanitatis) y quizás románticos (pregunta retórica). 267 GONZÁLEZ, P. M. (1812):288v. 268 Desde luego, aunque Juvenal (60-128 d. C.) dijo cosas como Mens sana in corpore sano, él es autor exclusivo de elocuentes sátiras, su estilo no casa con los textos que se citan a continuación, si bien se reproducirán versos de autores no menos relevantes que él, al menos los primeros. 269 OVIDIO. Ex Ponto, I, 3: v. 17-18. [v. (a)] 270 HORACIO. Epistolarum Lib I, Epist. VI, Ad Numicium: v. 67-68. [v. (b)] 271 Cf.: RENZI, S. de (ed.) (1852) Collectio Salernitana. Flos Medicinae Scholae Salerni: 445, 448, 454, 457 y 459. Le correponden los versos: 19-20 [(c) (d)], 117-118-119 [(e)-(f)-(g)], 290-293 [(i)(h)], 387 [(j)] y 465 [(k)]. Las letras entre paréntesis siguen el orden alfabético que hemos asignado a los versos en la traducción del poema de González en la nota 273. Los versos (a) y (b) son de Ovido y Horacio: notas 268 y 269. 272 Cf.: AURIOL, A. (1741): 227-228. El poema viene precedido por el siguiente epígrafe que especifica su procedencia: Flores Medicorum; Seù Aphorismi ex Schola Salernitana desumpti. De los 17 primeros versos de ese poema, González pudo haber entresacado los 9 que va a reproducir. Algunas variaciones de palabras, o de letras difieren según las versiones: la Salernitana, la de Auriol y la de González. Consideramos que hay coincidencia en el uso del término flores para designar pensamientos selectos tanto en título de la obra de Auriol como en la frase de González reseñada en la nota 266 y sobre todo que esos mismos versos están mucho más dispersos en la Collectio Salernitana: del verso 19 al 425. 273 CORTÉS, G. (1606): 112v., 113v., 114v. y 115r. El autor traducirá y comentará el poema; también presenta algunas diferencias con el texto latino de González, pero procede de la misma fuente que el de Auriol. En ambas obras González elige 9 de los 17 primeros versos de esta versión más difundida del poema salernitano. Los elementos de Fisiología y de Higiene... Juan J. RODRIGUEZ BALLESTEROS Pecia Complutense. 2013. Año 10. Num. 18. pp. 61-100 93 condimenti debet proponi denti; post pisces nuces, post carnes caseum manduces. Caseus est sanus si dat avara manus274 . Quedan finalmente por reseñar los autores citados por González a lo largo de su obra. Son en torno a 75. Diez veces es citado Haller; cuatro, Boerhaave, Botal, Hipócrates, Malpighi y Ruisch; tres veces, Bartholin y Silvio; dos, Celso, Eustaquio, Harvey, Hoffman, Lamier, Lecat, Lower, Neckel, Morgagni, Plinio, Priestley, Santorio y Wirsung. De los autores citados tan sólo una vez ofrecemos aquellos que creemos de más interés: Albinus, Archeo, Avicena, Barthez, Boyle, Bordeu, Bruner, Buffon, Cooper, Erasístrato, Falopio, Galeno, Gorter, Graaf, Hamberger, Highmore, Job, Juvenal, Lecat, Leeuwenhoek, Macbride, Macquer, Newton, Peyer, Quesnay, Reil, Richerand, Sauvages, Senac, Solano de Luque, Steno, Sydenham, van Helmont, Willis, Winter y Winslow. No pasará desapercibida esta obra de madurez del acérrimo defensor de la unión de la medicina y la cirugía, que vivió el desastre que para España supuso la llegada de la edad contemporánea con sus funestas repercusiones sobre la medicina española, desplazando a Cádiz de la primera línea de la ciencia. Esta obra, bien podría tomarse como modelo de texto médico de los editados en España durante casi todo el siglo XIX, pues, hasta la aparición de la generación de los sabios, prácticamente sólo se divulga lo que otros opinaban o descubrían, cosa que en Cádiz se hizo en mejores condiciones que en el resto de España por su privilegiada comunicación exterior y su notable colonia extranjera. Faltó presupuesto para el laboratorio de química que hubiera necesitado J. M. de Aréjula, pero los médicos naturalistas gaditanos abrieron a la ciencia y al mundo los productos naturales de América, que no escaparon a su fina observación médica ni a su pragmatismo de cirujanos; preparándose, como estaban, para la difusión de la mentalidad anatomoclínica en el ámbito hispano. Por lo general, asumieron la nueva nomenclatura química, fueron newtonianos, vitalistas, miasmáticos, hábiles cirujanos, eclécticos ante el broussismo, defensores del legado hipocrático, hallándose insertos en instituciones profesionales y de élite. El maestro de higiene naval, Pedro María González, fue uno de los más reconocidos de esa antigua escuela médica gaditana. Bibliografía: ADELON, N. P. (1829) Physiologie de l’homme. I. 2ª. Paris. Compére Jeune, lib.-ed. ALCINA, B. (1882) Tratado de higiene privada y pública. I: Higiene privada. Cádiz. Lib. de José Vides. ARÉJULA, J. M. 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(d)/ De mañana, pasee un rato y estire las piernas. (e)/ Cepíllese el pelo, también los dientes (f), y el cerebro le dará fuerza a tus miembros (g). La mesa está mal puesta si falta la sal (i), es lo primero que has de poner por delante al comensal. (h)/ Tras los peces, las nueces; tras la carne coma queso. (j)/ El queso es sano, si lo da avara mano (k). Los elementos de Fisiología y de Higiene... Juan J. RODRIGUEZ BALLESTEROS Pecia Complutense. 2013. Año 10. Num. 18. pp. 61-100 94 ASTRAIN GALLART, M. (1996) Barberos, cirujanos y gente del mar. La sanidad naval y la profesión quirúrgica en la España ilustrada. Madrid. Ministerio de Defensa. AURIOL, A. (1741) Flores Sapientum ex variis auctoribus et libris de rebus diversis achúrate. Aveione. Typ. F. Girard. BALLANO, A. (1817) Diccionario de Medicina y Cirugía ó Biblioteca Manual Médico-Quirúrgica. IV. Madrid. Francisco Martínez Dávila Imp. BARONA, J. L. (1984) La obra fisiológica de Juan Mosácula Cabrera (1794-1831). Llull, V: 5-27. 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