ARTE RUPESTRE PALEOLÍTICO EN LA CUEVA DE LA COVACIELLA (INGUANZO, ASTURIAS) ARTE RUPESTRE PALEOLÍTICO EN LA CUEVA DE LA COVACIELLA (INGUANZO, ASTURIAS) EditorEs M. García-diez, B. ochoa y J. A. rodríguez Asensio (eds.) AutorEs: david Álvarez-Alonso, ignacio Barandiarán Maestu, Marcos García-diez, daniel Garrido Pimentel, María Ángeles Medina-Alcaide, Mónica Leonor Meléndez Asensio, ramón obeso-Amado, Blanca ochoa, unai Perales, Alejandro Prieto, José Adolfo rodríguez-Asensio, irene Vigiola-toña y Lydia Zapata Promueve: Consejería de Educación, Cultura y deporte dirección General de Patrimonio Cultural Edita: Consejería de Educación, Cultura y deporte y GEA (Gran Enciclopedia Asturiana) distribuye: GEA (Gran Enciclopedia Asturiana) © de los textos: david Álvarez-Alonso, ignacio Barandiarán, Marcos García-diez, daniel Garrido Pimentel, María Ángeles Medina-Alcaide, Mónica Leonor Meléndez Asensio, ramón obeso- Amado, Blanca ochoa, unai Perales, Alejandro Prieto, José Adolfo rodríguez-Asensio, irene Vigiola-toña y Lydia Zapata © del prólogo: Ana González rodríguez © de las ilustraciones: Blanca ochoa, Marcos García-diez, daniel Garrido e irene Vigiola-toña excepto las que tienen mención específica. ilustración de cubierta: Blanca ochoa, Marcos García-diez, daniel Garrido e irene Vigiola-toña imprime: J. Martínez depósito legal: sA1382015 isBN: 978-84-7286-455-9 II. OCUPACIONES HUMANAS DEL PALEOLÍTICO SUPERIOR EN EL VALLE DEL CARES D. Álvarez-Alonso II.1. Introducción Las investigaciones sobre el Paleolítico superior en el valle del Cares-deva comienzan con el descubrimiento, en su tramo final, de las cuevas de El Pindal y La Loja en 1908, centrándose fundamentalmente en el arte parietal (ALCALdE dEL rÍo et alii 1911). Con posterioridad, en estas cuevas se harían someras excavaciones sobre todo por parte de Vega del sella1 en 1929 en La Loja (MÁrQuEZ 1974) y de Jordá en la década de 1950 en El Pindal (JordÁ y BErENGuEr 1954; ÁLVArEZ FErNÁN- dEZ et alii 2015). A pesar de estos descubrimientos no será hasta la década de 1970 cuando de verdad comienza la in- vestigación sobre esta etapa en el valle del Cares, que puede estructurarse en tres fases. En los años 70 se produce la primera gran oleada de descubrimientos. En 1971 se da noticia del descubrimiento de las cuevas de Llonín, Coímbre y traúno (BErEN- GuEr 1979; MourE y GiL 1972). En 1972 se descu- brieron los grabados de la cueva de Los Canes (AriAs et alii 1981), por lo que en apenas dos años se produce un gran avance. también en esta década se llevan a cabo so- meros trabajos arqueológicos en la cueva de La Loja, que implican además un nuevo estudio de su arte rupestre (GÓMEZ tABANErA 1978). En la década de 1980 la puesta en marcha de dos pro- yectos de investigación en la cueva de Llonín (FortEA 1992) y en Arangas –cuevas de tíu Llines, Arangas y Los Canes– (AriAs y PÉrEZ 1990a, 1992, 1995) aportó, al margen de los datos existentes en La Loja, las primeras evi- dencias para el conocimiento arqueológico de las ocupa- ciones humanas durante el Paleolítico superior en el valle del Cares, sobre todo en sus fases finales. A partir de la década de 1990, y gracias a la realización de las cartas arqueológicas de los concejos de Peñamellera Alta y Peñamellera Baja (rodrÍGuEZ otEro 1992) se incorporan más yacimientos del Paleolítico superior, a los que se suman los descubrimientos de La Covaciella, en 1994, y El Bosque, en 1995 (FortEA 1995; FortEA et alii 1995a). Más recientemente se realizó la carta arqueo- lógica de Cabrales (MENÉNdEZ y sÁNCHEZ 2007), que completa la nómina de yacimientos conocidos. En un momento más cercano, desde 2008, el proyecto llevado a cabo en la cueva de Coímbre (ÁLVArEZ- ALoNso et alii 2009, 2011, 2013a) ha arrojado abundante información sobre el desarrollo de las ocupaciones humanas durante el Magdaleniense en esta zona de Asturias, lo que supone un valor añadido a la hora de contextualizar las ma- nifestaciones artísticas del valle del Cares, ya que en su in- mensa mayoría corresponden con este momento. II.2. Primeras ocupaciones: Grave- tiense y Solutrense Los restos existentes sobre la ocupación humana du- rante el Paleolítico superior (Fig. 4) en el valle del Cares están desigualmente distribuidos a lo largo de varias cuevas y estratos arqueológicos, mostrando una temprana presen- cia de los grupos humanos cazadores-recolectores anató- micamente modernos al menos desde un momento avanzado del Paleolítico superior inicial, ya que no se han registrado evidencias del Auriñaciense. de este modo la presencia más antigua se corresponde con niveles del Gra- vetiense, y en concreto sólo son dos los identificados hasta la actualidad: el nivel V de la Galería de Llonín (FortEA et alii 1995b, 1999; MArtÍNEZ y rAsiLLA 2012) y el nivel 6 de Coímbre B (ÁLVArEZ-ALoNso et alii 2013a, 2013b), ambos atribuidos al Gravetiense final. Por otra parte, el solutrense se documenta en las cuevas de Llonín (Peñamellera Alta) y Los Canes (Arangas, Cabrales) y en el abrigo de los Huracaos (Puertas, Cabrales) (AriAs y PÉrEZ 1990a, 1992, 1995; FortEA et alii 1995b), al margen de una noticia imprecisa de material proveniente de superficie de Co- ímbre A, según consta en la carta arqueológica de Peñamellera Alta (rodrÍGuEZ otEro 1992) y alguna referencia a pie- zas solutrenses en otras cuevas (AriAs y PÉrEZ 1990a). En cualquier caso, y a pesar de que hay un número mayor de yaci- mientos, los únicos horizontes que realmente han aportado datos relevantes hasta la fecha son los niveles iV de Galería y Xi del Cono Posterior de Llonín (FortEA et alii 1995b, 1999), ya que en el resto sólo se han llevado a cabo pequeños sondeos que han puesto al descubierto material solutrense o, directamente, no se han documentado horizontes estratigráficos de esta cronología, como sucede en Coímbre B. En los Huracaos se recuperaron dos puntas de cara plana en un sondeo estratigráfico (AriAs y PÉrEZ 1990a). En Los Canes, por ejemplo, sólo se conoce un fragmento de punta solutrense, en un contexto con muy pocos materiales, en la base de su estratigrafía –el nivel 2A– (AriAs y PÉrEZ 1995; AriAs 2013), con una cronología más reciente de la que se asigna al final de este periodo en el Cantábrico (AurA et alii 2012), lo que hace dudar entre su adscripción al solutrense superior o al Magdaleniense inicial, debido a la es- casez de restos diagnósticos. Esto se debe a que también se ha visto con anterioridad que en contextos transicionales del solu- trense/Magdaleniense a veces se localizan de manera aislada piezas de retoque plano, asociadas incluso a niveles del Magda- leniense arcaico o inferior (ÁLVArEZ-ALoNso y ArriZA- BALAGA 2012). Por esta razón resulta difícil en estos momentos precisar más sobre este nivel. II.3. Ocupaciones del Magdaleniense En cuanto al final del Paleolítico superior (Magdale- niense), es el periodo que ofrece más restos y vestigios, no sólo en lo que a niveles de ocupación se refiere sino tam- bién en cuanto a manifestaciones artísticas. se dispone de las secuencias de la cueva de Coímbre ARTE RUPESTRE PALEOLÍTICO EN LA CUEVA DE LA COVACIELLA (INGUANZO, ASTURIAS) 16 1 Vega del sella también realiza un sondeo junto con obermaier en 1920 en la cueva de la Peña, en Panes, en la que se apunta un posible Magdale- niense, aunque nada más se sabe de ello (MÁrQuEZ 1974). igualmente re- conocen otras dos cuevas (cueva del sel y cueva del Agua) hoy perdidas, pero que bien una de ellas pudiera corresponder con la cueva de La Cabañuca (AriAs y PÉrEZ 1990). (zona B) y Llonín, en Peñamellera Alta, y Los Canes, en Ca- brales (AriAs y PÉrEZ 1992, 1995; FortEA et alii 1995b; ÁLVArEZ-ALoNso et alii 2013b), además de ves- tigios en el abrigo de los Huracaos (Puertas, Cabrales) y en la cueva de La Loja, en El Mazo (AriAs y PÉrEZ 1990a; utriLLA 1981), únicas en todo el valle que cuentan tam- bién con estratigrafía, bien fruto de excavaciones sistemáti- cas o bien a raíz de sondeos estratigráficos. A éstas se deben sumar la cueva de Cotoril (Besnes) y el abrigo del traúno (Cáraves), en Peñamellera Alta, y la cueva de La Cabañuca, en Peñamellera Baja, que presentan indicios del Magdale- niense pero que aún no han sido excavadas (AriAs y PÉrEZ 1990b; ÁLVArEZ-ALoNso et alii 2009), así como varios hallazgos atribuidos a un impreciso Paleolítico superior que se documentan a lo largo del valle (rodrÍ- GuEZ otEro 1992; MENÉNdEZ y sÁNCHEZ 2007), muchos de los cuales posiblemente pertenecen también al Magdaleniense. Las secuencias de Coímbre, Llonín y Los Canes muestran una ocupación humana continuada a lo largo del valle del Cares durante el Magdaleniense, estando representados todos los periodos, desde el Magdaleniense arcaico/Badegouliense hasta el Magdaleniense superior/final (AriAs y PÉrEZ 1995; FortEA et alii 1995b, 1999; ÁL- VArEZ-ALoNso et alii 2013a, 2013b, 2014). Esto, junto con las numerosas manifestaciones parietales a lo largo del valle (La Covaciella, El Bosque, Coímbre y Llonín, en el Cares; La Loja y El Pindal, en el Cares-deva), correspondientes a este momento, convierte a este espacio en uno de los valles cantá- bricos más importantes para el estudio del periodo Magdale- niense. durante el Magdaleniense el valle del Cares se articula como un espacio territorial bien definido en el sector centro- occidental de la región Cantábrica (ÁLVArEZ-ALoNso 2015). Los yacimientos que han aportado datos para poder llevar a cabo una crono-estratigrafía de este periodo son las cuevas de Coímbre, Llonín y Los Canes, además de las refe- rencias existentes en La Loja (utriLLA 1981). La presencia magdaleniense en el valle se puede dividir en dos grandes grupos: un Magdaleniense inicial (donde se incluye el Magdaleniense arcaico e inferior) y un Mag- daleniense reciente (representado por el Magdaleniense medio y superior/final). Esta división se basa en la apa- rente continuidad existente entre el Magdaleniense arcaico y el inferior, mientras que entre el Magdaleniense medio e inferior parecen existir ciertas diferencias, e incluso hiatos cronológicos y estratigráficos, que llevan a considerar el Magdaleniense medio y superior como una gran unidad dentro de este gran periodo, individualizada con respecto al Magdaleniense inicial a lo largo del Cantábrico (GoN- ZÁLEZ sAiNZ y GoNZÁLEZ urQuiJo 2004; utri- LLA 2004; ÁLVArEZ-ALoNso 2007, 2015). de esta manera estos dos bloques se corresponden, grosso modo, con una estructuración del espacio social que presenta diferen- cias a lo largo del Magdaleniense y cuya separación coin- cide con una serie de cambios, sobre todo en lo artístico (mobiliar y parietal) una vez que se produce la aparición del Magdaleniense medio (CorCHÓN 1995, 2005a, 2012; ÁLVArEZ-ALoNso e.p.). II.3.1. El Magdaleniense inicial Es patente en la región Cantábrica la existencia de una primera etapa en la que los grupos magdalenienses man- tienen cierta individualidad social y cultural respecto a re- giones vecinas, como Aquitania o la región Pirenaica. Es éste el momento en el que se generaliza, por ejemplo, un elemento propio y característico del Magdaleniense infe- rior cantábrico, como es la representación de ciervas con trazo múltiple estriado, tanto en soportes parietales como muebles (ALMAGro 1976; CorCHÓN 1986; ME- NÉNdEZ y QuEsAdA 2008). Esta relativa unidad cul- 17 OCUPACIONES hUmANAS DEL PALEOLÍTICO SUPERIOR EN EL VALLE DEL CARES Figura 4. Yacimientos arqueológicos del Paleolítico superior en el valle del Cares. (según d. Álvarez-Alonso) tural y estilística parece también manifestarse en una es- tructuración territorial bien definida, documentada a tra- vés de la existencia de una particular organización y funcionalidad del espacio (utriLLA 2004; ÁLVArEZ- ALoNso 2007, 2015). El inicio del Magdaleniense en el valle del Cares está perfectamente definido en uno de los pocos yacimientos con un horizonte del Magdaleniense arcaico identificado en el Cantábrico: el nivel iii de la cueva de Llonín (For- tEA et alii 1995b; AurA et alii 2012). Al margen de Llo- nín, el hogar (unidad 5.1) de Coímbre B, situado en la base de su secuencia magdaleniense, ha aportado una cronolo- gía que sitúa este horizonte en el inicio del Magdaleniense cantábrico (ÁLVArEZ-ALoNso et alii 2013a, 2013b). Por otra parte, en Los Canes 2B se ha identificado un nivel asignado al Magdaleniense inferior (AriAs y PÉrEZ 1995; AriAs 2013). tras esta primera fase, que también se ha querido identificar con el Badegouliense (ÁLVArEZ-ALoNso y ArriZABALAGA 2012), se documenta el Magdale- niense inferior, el clásico Magdaleniense inferior cantá- brico (equiparable al iii de la secuencia francesa). Este horizonte se localiza únicamente en el nivel 4 de Coím- bre B (ÁLVArEZ-ALoNso et alii 2013b), aunque pre- senta pocos efectivos, al margen de Los Canes 2B. II.3.2. El Magdaleniense reciente La aparición del Magdaleniense medio supone una rup- tura de ese esquema previo “cerrado”, produciéndose la lle- gada de influencias pirenaicas muy evidentes, manifestadas en el arte mobiliar del occidente de la región (Asturias), en el arte parietal (la generalización de temas nuevos muy re- lacionados con el mundo pirenaico-aquitano, como son los bisontes) y en una mayor interconectividad y movilidad a larga distancia, manifestada en un porcentaje importante de materias primas foráneas (sílex) (CorCHÓN 1995, 2005a, 2005b, 2012; CorCHÓN et alii 2005, 2008; GoNZÁLEZ sAiNZ y utriLLA 2005; FortEA 2007; CorCHÓN y riVEro 2008; MENÉNdEZ y QuEsAdA 2008; ÁL- VArEZ-ALoNso 2015). Entre ambos momentos a veces parece existir un hiato cronológico bien definido, mientras que en otras ocasiones el Magdaleniense medio está ausente, siendo inmediatamente sucedido el Magdaleniense inferior por el superior, quedando pues de manifiesto cierto desfase cronológico en la ocupación de algunos yacimientos. Con ello no queremos decir que se produzca una ruptura social o un cambio poblacional; simplemente que cambian ciertos parámetros en cuanto a la ocupación humana de este terri- torio, que quedan patentes en las diferencias establecidas entre el Magdaleniense inicial y el Magdaleniense reciente (ÁLVArEZ-ALoNso 2015). Al contrario que la anterior etapa, se sabe más del Magdaleniense reciente del valle del Cares, por los ni- veles de este periodo excavados en las cuevas de Llonín, Los Canes y Coímbre. Así, en lo que al Magdaleniense medio se refiere, se dispone de dos de los mejores ejem- plos para el Cantábrico occidental: el nivel X del cono anterior de Llonín y el nivel 2 de Coímbre B (FortEA et alii 1995b; ÁLVArEZ-ALoNso 2015; ÁLVArEZ- ALoNso et alii 2014). Para el final del Magdaleniense se dispone de varios ni- veles bien identificados, como el nivel 1 de Coímbre B (ÁL- VArEZ-ALoNso et alii 2011, 2013a, 2013b), que es uno de los yacimientos con más alta densidad de materiales y ocupación durante todo este periodo en el oriente de As- turias; o los niveles i-ii de la Galería y Viii-iX del cono anterior de Llonín (FortEA et alii 1992), de los que se tiene menos información pero que contienen muchos ma- teriales característicos, así como más superficie de excava- ción que Coímbre B. En la cueva de Los Canes, en sus niveles 3A y 2C, también se han recuperado evidencias del Magdaleniense superior (AriAs y PÉrEZ 1991, 1995). II.4. Conclusiones El valle del Cares concentra una importante varie- dad de yacimientos del Paleolítico superior, aunque to- davía en un estado inicial de conocimiento, puesto que los datos proceden de yacimientos muy concretos, fun- damentalmente Llonín, Coímbre y Los Canes, y hasta la fecha en su mayor parte sólo se dispone de publica- ciones preliminares. La ocupación humana en esta zona parece concen- trarse, o al menos intensificarse, sobre todo durante el Paleolítico superior avanzado. En concreto es a partir de finales del solutrense y ya durante el Magdaleniense cuando el valle del Cares presenta una intensa y cons- tante ocupación, puesta de manifiesto por la variedad y riqueza de las manifestaciones artísticas parietales. Esta presencia magdaleniense responde principalmente a dos etapas en las cuales se puede articular este pe- riodo (inicial y reciente), y en las que el espacio y la concepción del territorio juegan un papel muy impor- tante, no sólo desde un punto de vista económico y fun- cional sino también, y sobre todo, social (ÁLVArEZ-ALoNso 2015). El resultado de esta com- binación es una variedad de ocupaciones, manifestada en distintos estratos o niveles que informan de momen- tos, actividades, frecuencias de habitación y tipos de asentamiento diferentes. del mismo modo y poniendo en paralelo las representaciones artísticas que jalonan el valle, igualmente se puede deducir la existencia de un territorio articulado a lo largo del final del Paleolí- tico superior en función de la organización económica y social de los grupos magdalenienses en esta zona del Cantábrico. Esta organización, para nada aleatoria o casual, ha dejado una compleja y variada red de rela- ciones arqueológicas que evidencian la existencia de una importante cohesión territorial y también social, a nivel interno pero también con respecto a otras áreas circundantes. El estudio de la riqueza artística de este valle y de la naturaleza y características de las distintas ocupaciones humanas durante el Paleolítico superior a ARTE RUPESTRE PALEOLÍTICO EN LA CUEVA DE LA COVACIELLA (INGUANZO, ASTURIAS) 18 lo largo del mismo, en especial durante el Magdale- niense, constituye uno de los retos más importantes para la investigación del Paleolítico superior cantábrico de cara a los próximos años. BIBLIOGRAFÍA ALCALdE dEL rÍo, H., BrEuiL, H. y siErrA, L. 1911. Les cavernes de la Región Cantabrique. Chêne. Mónaco. ALMAGro, M. 1976: Los omóplatos decorados de la cueva de El Castillo. Puente Viesgo (Santander). Museo Arqueológico Nacional. Madrid. 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LoCALiZACiÓN Y ENtorNo PAisAJÍstiCo ................11 Blanca Ochoa, Marcos García-Diez, Ramón Obeso-Amado, Daniel Garrido Pimentel e Irene Vigiola-Toña ii. oCuPACioNEs HuMANAs dEL PALEoLÍtiCo suPErior EN EL VALLE dEL CArEs........15 David Álvarez-Alonso ii.1. introducción...................................................16 ii.2. Primeras ocupaciones: Gravetiense y solutrense........................................16 ii.3. ocupaciones del Magdaleniense ...................16 ii.3.1. El Magdaleniense inicial ......................17 ii.3.2. El Magdaleniense reciente ...................18 ii.4. Conclusiones ..................................................18 iii. MArCo GEoLÓGiCo Y GEoMorFoLÓGiCo...........21 Mónica Leonor Meléndez Asensio iV. LA CAVidAd: ELEMENtos EsPELEoLÓGiCos ..........25 Ramón Obeso-Amado iV.1. Levantamiento topográfico ........................27 iV. 2. El covacho exterior y trabajos en el exterior ............................................28 iV. 3. El interior subterráneo ...........................28 iV. 3.1. sala del descubrimiento .....................30 iV.3.2. rampa Ascendente ........................30 iV.3.3. Galerías Altas ................................30 iV.3.4. sala de las digitaciones .......................31 iV.3.5. Galería de las Pinturas ...................32 iV.3.6. sala del Enlace...............................33 iV.3.7. Gateras inundadas .........................33 iV.4. Génesis ....................................................34 iV.5. El acceso al interior de la cavidad y su cierre.........................................34 V. HistoriA dEL dEsCuBriMiENto E iNVEstiGACiÓN ........................................................35 Blanca Ochoa, Daniel Garrido Pimentel, Marcos García-Diez e Irene Vigiola-Toña Vi. ÁMBito AdMiNistrAtiVo Y JurÍdiCo .................. 39 Marcos García-Diez, José Adolfo Rodríguez-Asensio, Blanca Ochoa, Daniel Garrido Pimentel e Irene Vigiola-Toña Vi.1. reconocimiento y protección del Bien.........41 Vi.2. derechos del descubrimiento e indemnizaciones..................................................41 Vii. EVidENCiAs dE FrECuENtACiÓN.........................43 Vii.1. Frecuentación animal..................................44 Marcos García-Diez, Blanca Ochoa, Daniel Garrido Pimentel e Irene Vigiola-Toña Vii.2. industria lítica .............................................45 Unai Perales y Alejandro Prieto Vii.2.1. Estudio petrológico de los restos líticos ...............................................................46 Vii.2.1.1. Metodología ............................46 Vii.2.1.2. resultados ...............................47 Vii.2.2. Análisis funcional ..............................47 Vii.2.2.1. Metodología ............................48 Vii.2.2.2. resultados ...............................49 Vii.2.3. Conclusiones .....................................49 Vii.3. Gotas de ocre rojo .......................................49 Marcos García-Diez, Blanca Ochoa, Daniel Garrido Pimentel e Irene Vigiola-Toña Vii.4. orificios verticales.......................................49 Marcos García-Diez, Blanca Ochoa, Daniel Garrido Pimentel e Irene Vigiola-Toña Vii.5. restos vegetales ...........................................50 María Ángeles Medina-Alcaide y Lydia Zapata Vii.5.1. Análisis antracológico .......................52 Vii.5.1.1. Metodología .............................52 Vii.5.1.2. resultados y discusión..............53 Vii.5.2. Conclusiones ............................................55 Vii.6. trazos digitales sobre arcilla ......................55 Blanca Ochoa, Marcos García-Diez, Daniel Garrido Pimentel e Irene Vigiola-Toña 149 Í N D I C E Vii.6.1. Caracterización.................................56 Vii.6.2. incertidumbre cronológica................56 Vii.6.3. uso potencial de la arcilla .................57 Vii.6.4. Conclusiones .....................................60 Viii. EL disPositiVo iCoNoGrÁFiCo ruPEstrE........63 Marcos García-Diez, Daniel Garrido Pimentel, Blanca Ochoa, Irene Vigiola-Toña y José Adolfo Rodríguez-Asensio Viii.1. Metodología de estudio .............................64 Viii.2. descripción del conjunto gráfico...............64 Viii.2.1. sala del descubrimiento..................64 Viii.2.3. Galería de las Pinturas.....................66 iX. ANÁLisis dEL ProCEso CrEAtiVo ........................97 Marcos García-Diez, Blanca Ochoa, Daniel Garrido Pimentel, Irene Vigiola-Toña y José Adolfo Rodríguez-Asensio iX.1. Variables de estudio......................................98 iX.1.1. temática.............................................98 iX.1.2. implantación subterránea .................99 iX.1.3. soporte: disposición, morfología y lateralidad ..............100 iX.1.4. Estructuración en el espacio: sectores, grupos y asociaciones......................................100 iX.1.5. Visibilidad...........................................101 iX.1.6. Nivelación...........................................102 iX.1.7. orientación ........................................102 iX.1.8. Formatos y representación anatómica de los temas zoomorfos ...................................103 iX.1.9. El soporte como convención de representación e implantación........................103 iX.1.10. Análisis formal de la anatomía y esquema morfosomático ..............104 iX.1.11. tratamiento interior de los temas zoomorfos........................................................104 iX.1.12. Perspectiva........................................105 iX.1.13. tipometría .......................................106 iX.1.14. Animación, actitud y comportamiento...........................................106 iX.1.15. Alturas ..............................................107 iX.1.16. técnica y proceso de ejecución........107 iX.2. El proceso creativo .......................................108 X. ENCuAdrE CroNoLÓGiCo.....................................111 Irene Vigiola-Toña, Marcos García-Diez, Blanca Ochoa, Daniel Garrido Pimentel y José Adolfo Rodríguez-Asensio X.1. El “cierre” de la cavidad................................112 X.2. dataciones C14 AMs....................................112 X.3. Estratigrafía gráfica: las superposiciones .......114 X.4. Valoración......................................................114 Xi. LA VAriABiLidAd GrÁFiCA dE LA CoVACiELLA Y su PosiCiÓN EN LAs trAdiCioNEs GrÁFiCAs dEL PALEoLÍtiCo dEL sudoEstE EuroPEo ................ 115 Marcos García-Diez, Irene Vigiola-Toña, Blanca Ochoa, Daniel Garrido Pimentel y José Adolfo Rodríguez-Asensio Xi.1. similitudes y diferencias gráficas internas de La Covaciella: el caso de los bisontes ..................................................................116 Xi.2. La representación del grafismo de La Covaciella en el arte paleolítico del occidente europeo y su tiempo...............................................117 Xi.3. A vueltas con la cronología de La Covaciella .........................................................119 Xi.4. El territorio gráfico paleolítico visto desde La Covaciella .........................................................121 Xii. CoNtEXtuALiZACiÓN ArQuEoLÓGiCA dE CoVACiELLA: uNA KoiNÉ PirENAiCo/CANtÁBriCA EN EL MAGdALENiENsE MEdio....................................125 Ignacio Barandiarán Maestu Xii.1. Modelo y adaptaciones del Magdaleniense .......................................................126 Xii.2. reconocimiento del Magdaleniense medio en la región cantábrica ..........................................126 Xii.3. Fósiles diagnósticos (o menos) en el mobiliar del vecindario de La Covaciella .............................127 Xii.4. ocupaciones del Magdaleniense medio en la región cantábrica ...............................135 Xii.5. Comunidad de comportamientos gráficos en el Magdaleniense medio pirenaico/cantábrico: ¿ekúmene o koiné? .......136 Xii.5.1. La plenitud del estilo clásico magdaleniense.................................................136 Xii.5.2. La maestría de las representaciones mobiliares de animales: hiperrealismo y animación .......................................................137 Xii.5.3. La densidad de la ocupación: santuarios vs sitios de habitación ....................139 Xii.5.4. La difícil explicación de una expresión simbólica compartida: ¿ekúmene o koiné? ............140 Xiii. CoNsErVACiÓN..................................................145 José Adolfo Rodríguez-Asensio, Marcos García-Diez, Daniel Garrido Pimentel, Blanca Ochoa e Irene Vigiola-Toña ÍNdiCE dE AutorEs ...................................................148 ARTE RUPESTRE PALEOLÍTICO EN LA CUEVA DE LA COVACIELLA (INGUANZO, ASTURIAS) 150