C M Y CM MY CY CMY K 0º Sumário:CAPITULO 1 13/01/10 13:09 Página 1 0º Sumário:CAPITULO 1 13/01/10 13:09 Página 2 0º Sumário:CAPITULO 1 13/01/10 13:09 Página 3 0º Sumário:CAPITULO 1 13/01/10 13:09 Página 4 UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID Carlos Berzosa Alonso-Martínez Rector Juan Manuel Álvarez Junco Vicerrector de Cultura y Deporte Mercedes Molina Ibáñez Decana de la Facultad de Geografía e Historia José Antonio Magán Wals Director de la Biblioteca Complutense Marta Torres Santo Domingo Directora de la Biblioteca Histórica “Marqués de Valdecilla” Agradecimientos: A todo el personal de la Biblioteca Histórica “Marqués de Valdecilla” 0º Sumário:CAPITULO 1 13/01/10 13:09 Página 5 © De los textos, sus autores, 2009 © Biblioteca Histórica “Marqués deValdecilla”, 2009 EDITA: Universidad Complutense. Servicio de Publicaciones ISBN: 978-84-96701-26-7 Depósito Legal: M-9814-2009 Impreso en España EXPOSICIÓN Biblioteca Histórica “Marqués de Valdecilla” Comisario: Diego Suárez Quevedo Comisarios adjuntos: Concepción Lopezosa Aparicio Félix Díaz Moreno Coordinador: Juan Manuel Lizarraga Echaide Diseño: PeiPe, s.l. Montaje: Idearte, s.l. CATÁLOGO Contribución especial de Domingo Plácido Suárez Editores: Diego Suárez Quevedo Concepción Lopezosa Aparicio Félix Díaz Moreno Autores de los textos: Diego Suárez Quevedo [DSQ] Concepción Lopezosa Aparicio [CLA] Félix Díaz Moreno [FDM] José María Riello Velasco [JR] Santiago Arroyo Esteban [SAE] José Luís Vega-Loeches [JLVL] Colaboración: Carmen Sánchez de Alba Coordinador técnico: Juan Manuel Lizarraga Echaide Diseño y maquetación: PeiPe, s.l. Fotografía: Pablo Linés Vinuelles Impresión: Icono Encuadernación: Ramos ARQUITECTURA Y CIUDAD. MEMORIA E IMPRENTA 0º Sumário:CAPITULO 1 13/01/10 13:09 Página 6 Madrid, Biblioteca Histórica “Marqués de Valdecilla”, 2009 0º Sumário:CAPITULO 1 13/01/10 13:09 Página 7 0º Sumário:CAPITULO 1 13/01/10 13:09 Página 8 L A Universidad Complutense de Madrid, una vez más, quiere invitar a todos los ciudadanos a disfrutar de una exposición que, mediante la contemplación de unos bellos y valiosos libros antiguos, sirva de ventana para penetrar en uno de los temas más apasionantes de la construcción de las sociedades modernas como es el de la relación de la Arquitectura con la Ciudad, a partir de los textos e imágenes que la imprenta nos ha ido proporcionando. De algún modo, una exposición integrada por libros supone ver y no ver pues, en el mejor de los casos, sólo podemos contemplar un par de páginas. Sin embargo, los actuales sistemas y proyectos de digitalización, en los que la Biblioteca Complutense está trabajando intensamente, palían en parte la cuestión y así, en paralelo, ofrecemos también libros digitalizados que se convierten en medios e instrumentos a tener muy en cuenta para el estudio, análisis e investigación. Pero a pesar de los grandes avances tecnológicos, son los libros, como objetos físicos productos de la imprenta, los que contienen y encierran la auténtica memoria. Y en este caso, sobre el tema Arquitectura y Ciudad durante la Edad Moderna, los que se constituyen en el auténtico referente y las fuentes genuinas a analizar y estudiar, entrando en ellas, que es lema de la presente exposición; al mis- mo tiempo, se muestra una parte muy importante de nuestra memoria patrimonial custodiada en la Bi- blioteca Histórica de la Universidad Complutense de Madrid. Son estrellas, con luz propia, de la gala- xia de Gutemberg, como hoy gusta denominar a estas fuentes históricas impresas, frente a la galaxia de internet, necesariamente de luz inducida, que, como medio y herramienta de estudio e inmensas posi- bilidades de difusión-comunicación, no sólo es positiva sino absolutamente ponderable. Así las cosas, esta selección expuesta sobre cultura arquitectónico-urbana, bajo la doble consideración de memoria e im- prenta, invita ante todo a la reflexión, “intergaláctica”, si aceptamos la terminología citada. Como Rector de la Universidad Complutense de Madrid, no puede dejar de enorgullecerme que a partir de un proyecto de investigación Complutense, se estudiaran e investigaran los fondos de la propia Biblioteca Histórica Complutense, conformando una amplia base de datos desde los cuales se ha llegado a esta exposición que pone en evidencia la cualificación e importancia de dichos fondos; que, en buena medida, se hayan dado a conocer previamente datos, resultados y valoraciones en estudios-ensayos publicados en Pecia Complutense, que es el Boletín de la Biblioteca Histórica Marqués de Valdecilla, y todo ello por un equipo de investigación Complutense, imbuido de seriedad y rigor, con espíritu y aliento netamente universitarios. Y si cabe, me es aún más grato y un motivo superior de orgullo, el poder constatar el talante de auténtico docente e investigador universitario dispensado por el profesor Diego Suárez Quevedo, comisario de la exposición. A él se une la autoridad y el referente de un consagrado maestro como es el caso del profesor Domingo Plácido, y la colaboración de los profesores Concepción Lopezosa Aparicio y Félix Díaz Moreno, comisarios adjuntos de esta muestra, del doctor José Riello, los doctorandos José Luis Vega-Loeches y Santiago Arroyo Esteban y la recién licenciada Carmen Sánchez de Alba. Y, siempre, con la participación entusiasta de todo el equipo de trabajo de la Biblioteca Histórica. Por todo ello, pues, me complace enormemente presentar esta exposición y el riguroso catálogo de la misma que, a buen seguro, se convertirá en un magnífico instrumento de trabajo y de contribución a la comunidad científica. CARLOS BERZOSA ALONSO-MARTÌNEZ Rector de la Universidad Complutense de Madrid PRESENTACIÓN 0º Sumário:CAPITULO 1 13/01/10 13:09 Página 9 0º Sumário:CAPITULO 1 13/01/10 13:09 Página 10 ÍNDICE Presentación Carlos Berzosa Alonso-Martínez Introducción 13 Diego Suárez Quevedo Arquitectura y ciudad. Teorías, biografías, modelos, lugares 27 Diego Suárez Quevedo Catálogo 1-32 74 Retratar la ciudad en la Venecia del Cinquecento. De Jacopo de’ Barbari a Francesco Sansovino 123 Santiago Arroyo Esteban Catálogo 33 134 Fiesta y ciudad. Instrumentalización del espacio urbano: del regocijo al recogimiento 137 Concepción Lopezosa Aparicio Catálogo 34-49 162 Libros de secretos desvelados: el arte militar y sus textos 183 Félix Díaz Moreno Catálogo 50- 67 202 De ruinas, o sobre maravillas de Roma y primera arqueología 225 José Riello Catálogo 68-83 240 Roma antigua: espacios y monumentos 261 Domingo Plácido Otros libros en los fondos de la Biblioteca Histórica de la Universidad Complutense de Madrid 275 Juan Manuel Lizarraga Echaide Bibliografía 292 Carmen Sánchez de Alba 0º Sumário:CAPITULO 1 13/01/10 13:09 Página 11 1º Introducción Diego Suárez :CAPITULO 1 13/01/10 13:11 Página 12 1 Al respecto remitimos a SUÁREZ QUEVEDO-DÍAZ MORENO, Fé- lix-LOPEZOSA APARICIO, Concep- ción-RIELLO VELASCO, José María: “Arquitectura y Ciudad, siglos XVI y XVII”, Pecia Complutense, Boletín de la Biblioteca Histórica de la Univer- sidad Complutense de Madrid, nº 5 (junio 2006). 2 Hubo que asumir la incorpora- ción del excelente y completísimo legado de don Francisco Guerra, hoy sección FG de esta Biblioteca Histórica, que amplió posibilidades al tiempo que fue un sugestivo re- to que encaramos y que esta ex- posición testimonia. L A génesis, ideas y directrices de esta exposición devienen del proyec- to de investigación Complutense PR/ 05–13390: “Arquitectura y ciu- dad en los siglos XVI y XVII a través de las fuentes literarias de los fondos de la Biblioteca Histórica Marqués de Valdecilla (UCM)”, mediante el que pu- dimos constatar la cantidad y, sobre todo, la calidad de dichos fondos res- pecto al tema. Los datos obtenidos, verdaderamente meditados, sopesa- dos y confrontados, desde inicios de 2006 al concluir el citado proyecto y redactar las conclusiones finales del mismo por los cuatro miembros del equipo que lo llevó a cabo, en sus cuatro vías o apartados de que constó1, constituyen la base y punto de partida de todo; de este modo, iniciamos la selección del material y el planteamiento de vía o vías para una exposición ante todo contando con los resultados del propio proyecto y profundizan- do en tan excepcionales fondos bibliográficos, como referentes de las re- flexiones y datos aquí aportados, con la intención, asumida casi a modo de obligación, de potenciar, dar a conocer aún más e incidir en el acercamien- to, análisis y estudio de este fundamental y rico acerbo cultural –libros y manuscritos– y, desde luego para plantear y abrir vías y cauces de futuras investigaciones que, tal y como aquí hemos pretendido, permitan ir confor- mando estudios–base, pautando datos y planteando sugerencias que coad- yuven, inviten e incentiven otros trabajos de investigación que, a partir de los fondos de esta institución Complutense2, planteen y propongan todo tipo de aspectos y matices que incidan, profundicen y desarrollen las propuestas y sugerencias que aquí se plantean, analizan y estudian. Se proponen cuatro líneas básicas, vías o recorridos que, sin duda algu- na, son fundamentales y primigenios durante la Edad Moderna, respecto al tema ya pautado desde el aludido proyecto de investigación y entendido como cultura arquitectónica y la ciudad como su correlatio, obviamente en el ámbito occidental con especial atención a los contextos italiano, como el indiscutible detonante, e hispánico que es el nuestro; y todo a partir de los intentos y logros de recuperación, auténtico leitmotiv cultural de la épo- ca que, al menos en relación a nuestros intereses aquí, conformó una muy INTRODUCCIÓN DIEGO SUÁREZ QUEVEDO 1º Introducción Diego Suárez :CAPITULO 1 13/01/10 13:11 Página 13 cualificada re-creación del legado teórico y práctico de Roma, aquí consi- derados y referidos al arco temporal comprendido entre los siglos XV-XVI y XVIII, este último, en general, sólo respecto a datos conclusivos y puntos de llegada de presupuestos anteriores, pero cuyo sentido e incluso supera- ción van a integrarse entre los fundamentos del mundo contemporáneo; del mismo modo quedan planteadas, como aspectos asumidos y a desa- rrollar, determinadas experiencias claves e ineludibles del Quattrocento. Un cúmulo, pues, de intenciones, programas, obras, presupuestos, datos e intervenciones, así como sus inevitables instrumentalizaciones, que ha ido memorizando de modo preciso y pormenorizado la imprenta, en sí misma consustancial al período de nuestro interés, como industria cuyos productos fueron vehículos fundamentales, asimismo en su uso y abuso, tanto de los poderes fácticos del momento como en la plasmación y difusión de la cultu- ra, en nuestro caso de ideas, repertorios y modelos, impensables hasta en- tonces, que, de manera importante, se convirtieron en detonantes y referen- tes de principios, tendencias y obras tanto teóricas como prácticas. De especial relevancia para nosotros y es algo que hemos tratado prioritariamente de atender, son los casos en que se presenta la simbiosis de texto e imagen, pues, entre otras cosas, muy tempranamente se entendió su importancia y la mayor efectividad del mensaje o mensajes contenidos en la obra impresa. Tal como el propio tema, objetivo y sus componentes parecían de- mandar, según ha quedado expuesto, cuatro son los parámetros que per- filan, definen y rigen, creemos que coherentemente y de manera precisa, la presente exposición. Arquitectura y ciudad la definen y memoria e im- prenta la encauzan adecuadamente, tratándose, como es el caso, de mani- festaciones de la cultura occidental durante la Edad Moderna; y ello con una meditada selección de publicaciones, que entendemos que es sufi- cientemente completa, al tiempo que se trata de obras relevantes y muy significativas. Tal selección permite, de modo coherente y válido, que el primer binomio arquitectura y ciudad en el sentido expresado, pueda ser “sometido” al análisis y estudio de los otros dos componentes propues- tos, memoria e imprenta, para que faciliten y claramente “radiografíen” el contexto al completo de gestación y concreción de los libros expuestos, al tiempo que inequívocamente van mostrando los referentes, intenciones y fines en sus ejecuciones y publicaciones. Un acercamiento directo a las fuentes resulta siempre un ejercicio sa- ludable y deseable, siempre que lo presidan el rigor y la prudencia, que puede evitar determinadas intoxicaciones de la correspondiente biblio- grafía que, en muchas ocasiones, es repetitiva de datos e información no comprobada ni contrastada; de este modo, podemos interrogar, hacer “hablar” a las citadas fuentes en general y a la literatura artística en particu- lar, a los textos y/ o ilustraciones, siempre en el oportuno contexto cultu- ral en general y, muy en particular, histórico-artístico, socio-político y reli- gioso, como los mejores engranajes y referentes para validar las precisiones y argumentaciones hechas; por tanto, es preciso conocer a priori algo del contenido, autor y contexto en aras de la congruencia y validez de los re- sultados obtenidos por esta vía. En este sentido, la deseable cobertura bi- bliográfica, en general, será aquí la estrictamente precisa de modo que no 14 A rquitectura y ciudad. M em oria e im prenta 1º Introducción Diego Suárez :CAPITULO 1 13/01/10 13:11 Página 14 se diluya excesivamente la fuente, su presencia y datos per se, tanto en texto como en imagen. Casi huelga precisarlo, aunque por operatividad lo hacemos constar: to- dos los ejemplares expuestos pertenecen a los fondos de la Biblioteca His- tórica Marqués de Valdecilla, Universidad Complutense de Madrid, que gené- ricamente responden a las siglas BH previas a la signatura correspondiente; haremos uso del contundente laconismo de las mismas. Riquísimos y cualifi- cados fondos los de esta institución, como ya hemos aludido, que, en todos los sentidos, han respondido plenamente al planteamiento y demandas de la exposición, como es fácilmente constatable en sus recorridos. La selección, pensamos que rigurosa y suficiente, ha constituido verdaderamente un reto ante la cantidad y, sobre todo, calidad del material disponible, en texto e ima- gen, en la elucubración teórica y expositiva generalmente complementada con la ilustración oportuna, de un legado patrimonial de incalculable valor y, en este sentido también, es parte importante de nuestra propia memoria cultural, que custodia y ofrece a la investigación nuestra propia Universidad, que aquí mostraremos en las facetas indicadas de arquitectura y ciudad en los sentidos dichos y referidos al intervalo cronológico señalado. Tras el estu- dio y reflexiones correspondientes a cada sección o itinerario propuesto, y sin solución de continuidad, se incorporan las fichas de los libros que jalonan su recorrido, todo lo breves y concisas que es posible para concederle a la publicación en cuestión todo el protagonismo que requiere per se, sin exce- sivas elucubraciones y, salvo estricta necesidad, sin bibliografía, ya que ésta se ha hecho constar en el texto previo o en nota al efecto. Los comisarios adjuntos son los autores de los recorridos segundo y ter- cero; ambos, los profesores Concepción Lopezosa Aparicio y Félix Díaz Mo- reno, cuya solvencia y riguroso hacer constatan sus textos y fichas per se, en todo momento del proyecto inicial, génesis y conformación de esta exposi- ción, han sido los idóneos y perfectos referentes para discutirlo todo. Sus su- gerencias, entrega y disponibilidad total, han posibilitado y garantizado que todo llegara a buen puerto, siendo para el que escribe constante e impaga- ble estímulo; por su parte, José Riello se ha encargado del cuarto y último de los citados recorridos; tanto en lo que fue el proyecto de partida e intervalo de gestación como en la concreción final para la exposición, su entrega ha si- do total y los resultados brillantes y científicamente rigurosos. El que escribe ha acometido el primero de tales recorridos, planteado con extremada aten- ción al contexto y mediante un exhaustivo análisis y estudio de las fuentes que lo integran. En todos los casos, tras el texto-reflexión respectivo y sin so- lución de continuidad quedan dispuestas las fichas correspondientes del ca- tálogo, según una cuidada selección de cada autor. I.-TEORÍA DE LA ARQUITECTURA / BIOGRAFÍAS DE ARQUITECTOS [ARQUITECTURA Y CIUDAD. TEORÍAS, BIOGRAFÍAS, MODELOS, LUGARES] Mediante una selección de los más emblemáticos tratados de Arqui- tectura, auténticos paradigmas de la disciplina durante la Edad Moderna, se trata de mostrar –y en todos los casos incitar a la reflexión– la recu- peración y asentamiento pleno de los presupuestos e ideales clasicistas In tr od uc ci ón 15 1º Introducción Diego Suárez :CAPITULO 1 13/01/10 13:11 Página 15 –de nuevo y ante todo el legado de Roma como aval y referente ético y estético– de un rinascere all’antico que ya es un hecho cuando a fines del siglo XV se publica el De re aedificatoria de Leon Battista Alberti; los paralelismos e íntima conexión y correspondencia con el Momus alber- tiano es aquí planteado, en base a dos ejemplares en latín e italiano del opúsculo de Battista. La maduración y afianzamiento en el siglo XVI del aludido clasicismo, tienen como fundamento primigenio los continuados comentarios-interpretaciones de Vitruvio que, al alcanzar el rango de mito y entenderse como la teoría por excelencia investida de autoridad y magisterio, conllevará la tarea de su ilustración con láminas, las que su- puestamente perdieron o no reprodujeron los códices como el hallado por Poggio Bracciolini; toda una re-construcción al efecto, que aquí pro- ponemos prioritariamente desde Durantino, 1524, y que tiene un hito en la edición de Daniele Barbaro-Palladio de 1556; consideramos la apo- yatura del Verborum vitruvianorum y la referencia, a modo de término para nosotros y, a su vez, inicio de meditaciones con otros horizontes, al Abaton de Ortiz y Sanz, previo a su propia edición-comentarios al trata- dista romano. Como es sabido, la aportación de Sebastiano Serlio a la cultura arqui- tectónica fue decisiva y lo fue a nivel europeo. Su magna obra, o al menos parte de la misma, tuvo rápidamente una gran difusión y fue traducida a varios idiomas, también prontamente; publicados en Venecia (libros IV y III) a fines de la década 1530-1540, el resto lo fueron en París y Lyon, tras el asentamiento del boloñés en Francia en la corte del Rey Cristianísimo; al fallecer en 1554 este gran maestro, aún quedaba por ver la luz de la im- prenta parte de su gran Opus. Algún libro contó con una edición póstuma y el VI, entonces, quedó manuscrito. Dentro del panorama italiano del si- glo XVI, Serlio, dando por sentada la existencia de una amplia tradición al respecto desde Alberti, reduce al máximo sus alegatos teóricos, y, en cam- bio, refuerza la presencia de imágenes, muy en sintonía con los coetáneos comentarios a Vitruvio, mediante sus propios diseños de calidad excelen- te, como ilustraciones absolutamente científicas de las contiguas reseñas escritas en que sobre ellas se especula. Juntos, pues, y oportunamente im- bricados, texto e imagen que, como en frontispicios de los libros III y IV nos explicita, son la mejor lección que Roma y sus ruinas pueden darnos, lo cual es extensible al resto de libros de su tratado que, de este modo, es reducto ineludible de la memoria clasicista; ruinas cuyo estudio sistemá- tico se entendía entonces como la práctica por antonomasia a contrastar con la doctrina vitruviana. La abrumadora presencia en la BH de la Regola de Vignola, es absoluta- mente sintomática de la importancia de este tratado en y para el mundo hispánico, con todos los “añadidos” imaginables al eminentemente práctico y operativo texto del arquitecto italiano desde su primera edición en 1562, de tal modo que, unos siete años después motivó que Pío V emitiera un Breve al efecto, no obstante lo cual, semejante proceder continuó en el si- glo XVII y, en traducciones y comentarios franceses, hasta bien entrado el setecientos. En cambio los I quattro libri de Andrea Palladio, decisivos para el ámbito anglosajón, pero de muy escaso calado en nuestro mundo, sólo 16 A rquitectura y ciudad. M em oria e im prenta 1º Introducción Diego Suárez :CAPITULO 1 13/01/10 13:11 Página 16 está en la BH representado por un ejemplar del siglo XVIII tardío, como no podía ser de otro modo. Fundamentales en nuestro ámbito hispano, en relación con el Monas- terio de El Escorial, fueron tanto la imponente obra de Jerónimo Prado y Juan Bautista Villalpando como la Descripción breve de Francisco de los Santos, primera guía histórico-artística de un monumento español. El tra- tado de López de Arenas con su “armar en lo blanco”, resulta indispen- sable para nuestra arquitectura; del mismo modo, lo es el Arte y uso de Architectura de fray Lorenzo de San Nicolás, con sendas primeras edicio- nes de la primera y segunda partes en la BH, que, con una intención emi- nentemente práctica y didáctica, resume toda la tradición arquitectónica española. Conformando una muy especial trilogía, aunando excursus teó- rico y referencias a arquitectos claves, y no sólo en nuestro ámbito, que- dan propuestas sin solución de continuidad y con calculada invitación a la reflexión al respecto, Juan de Arfe y su Varia Commesuracion, Juan de Tori- ja, que “aprovecha” la publicación de las Ordenanzas de Madrid para in- tercalar un notable motivo teórico, que retomará y ampliará Teodoro Ar- demans cuando, más de medio siglo después, en 1719, publique, a su vez, sus Ordenanzas; una visión en paralelo que aquí propondremos, aún por hacer, que resulta muy esclarecedora en planteamiento e intereses, en in- tenciones e instrumentalizaciones, en los discursos de los tres maestros, los dos últimos en el entorno de la corte madrileña y el primero desde la idea de tratar y elucubrar, por lo que aquí nos atañe, a arquitectura plenamente y sin paliativos de modo que sus propios diseños y realiza- ciones sean conceptuados como “arte mayor”, según precisaremos. Como relevantes biografías, muy lejos de ser una mera sucesión de datos y obras, ante todo es preciso señalar las Vite de Giorgio Vasari, en su edición definitiva appresso i Giunti de 1568, claves y auténtico exem- plum del género, que conviene ver en paralelo con las coetáneas pro- puestas de Benvenuto Cellini; desde el pontificado de Gregorio XIII y don- de más o menos acaban las biografías vasarianas, se inician, a su vez, las de Giovanni Baglione hasta el pontificado de Urbano VIII. Todo ello incluso puede ser leído a partir del Vocabolario de Baldinucci (Florencia, 1681) o para el caso español mediante el Viage de España (asimismo el de fuera de España) de Antonio Ponz, en el límite entre fuente e historiografía, o en los ejemplares correspondientes del Llaguno, tomos III y IV, en lo que ya es nuestra primera historiografía de la arquitectura. Las fichas correspondientes a los temas que guardan relación con la opera magna de Felipe II, el monasterio de San Lorenzo el Real de El Es- corial, han sido realizadas por José Luis Vega-Loeches, de modo pleno, in- merso en el estudio de este auténtico microcosmos, su génesis, contexto y la “larga sombra” que proyectó en su momento y a posteriori; es la perso- na más idónea y adecuada al estar completando su Tesis Doctoral sobre la imagen de El Escorial según fray Francisco de los Santos, lo cual de ma- nera palmaria y contundente evidencian sus apuradas y elocuentes refle- xiones tanto sobre Juan Bautista Villalpando y sus elucubraciones sobre este nuevo complejo salomónico filipino y octava maravilla del mundo, como, sobre todo, respecto a los propios escritos del Padre Santos3; de 3 Son cuatro las ediciones, con im- portantes añadidos en el texto y pequeñas variantes formales y de estructuración en los sucesivos pro- ductos de la imprenta, durante la segunda mitad del siglo XVII de la Descripción breve de Francisco San- tos, con importante y casi inmedia- to impacto en ámbito inglés a cu- ya lengua es traducida y editada; todo deviene de la conclusión de obras e inauguración, por parte de Felipe IV, del Panteón Real, comple- tando así el gran proyecto de su abuelo. Como contribución recien- te, seria y planteada con todo ri- gor científico al respecto, precisa- mente vid. VEGA-LOECHES, José Luis: “Los Infiernos de El Escorial. Re- flexiones acerca de las opiniones del P. Santos sobre el Panteón del Monasterio”, Anales de Historia del Arte, nº 17 (2007), pp. 155-178. In tr od uc ci ón 17 1º Introducción Diego Suárez :CAPITULO 1 13/01/10 13:11 Página 17 manera fehaciente y muy entrañablemente queremos agradecerle su to- tal disponibilidad e inmediata respuesta a nuestra demanda. Un somero balance sobre los libros expuestos con una mínima aten- ción a sus lugares de publicación, lo cual confirma el resto de fondos de la BH que para nuestro tema hemos consultado, hacen patente la impor- tancia y prestigio editorial de Venecia, así como de sus muy cuidadas pro- ducciones tanto en texto como en sus grabados ilustrativos, lo cual supu- so que la Serenissima llegara a ser una potencia del sector a nivel europeo, confirmando y consolidando los logros alcanzados por Aldo Manuzio en- tre fines del siglo XV e inicios del XVI. Ello y el reiterado y constante cultivo y desarrollo del arte de la memoria en el contexto veneciano, pautando sus estancias y todo lo concerniente a la mnemónica, con su consiguiente aplicación a la ciudad en aras de fijar y exaltar su imagen, retratándola de tal modo que fuera inconfundible y siempre recordada, nos llevó a solici- tar a Santiago Arroyo Esteban –a quien desde aquí agradecemos su pron- ta y cualificada respuesta– su brillante y densa colaboración gestada in si- tu, en la propia Venecia, de cuyas prensas cinquecentescas, sus productos y contenidos es un estudioso entusiasta y un conocedor en primera perso- na, tal como evidencian sus ritratti de la ciudad lagunar y otras, desde la célebre vista de Jacopo de’Barbari, imagen pues, a los comentarios y opi- niones de Francesco Sansovino, hijo del conocido arquitecto de la Libreria Marciana, que, en sus visiones literarias, de modo significativamente ten- dencioso, potencia a Venecia y minusvalora a Roma, tomando partido, en este sentido, en una de las dicotomías dominantes en el panorama cultu- ral del siglo XVI [Retratar la ciudad en la Venecia del Cinquecento. De Ja- copo de’Barbari a Francesco Sansovino]. Ambas cuestiones, por una parte retratar a la ciudad exaltatoriamente y, por otra, codificarla de modo que sea memorizada, tardarán un tanto en ser cultivados en nuestro ámbito hispano, por más que en el primer caso contemos con dos señeros ejemplos, dos auténticos manifiestos al respecto diríamos, según los pinceles de El Greco, cuya formación vene- ciana manifiesta en ellos; se trata de la subyugante4 Vista de Toledo, c. 1595- 1600 y hoy en el neoyorquino Metropolitan Museum, calificada en su mo- mento como país y, sobre todo, el que era denominado entonces Retrato de Toledo, que nosotros conocemos como Vista y plano de Toledo, c. 1610- 1614, hoy auténtica joya de los fondos de la Casa-Museo de El Greco de la Ciudad Imperial, donde el Tajo, elemento consustancial de la ciudad, queda representado como un áureo viejo acurrucado, según reinterpre- tación del cretense basada en la más genuina iconología clasicista al res- pecto5. Ya del siglo XVII es la obra de Juan Velázquez de Azevedo El fénix de Minerva y arte de memoria, de cuya editio princeps de 1626 custodia la BH cinco ejemplares6. II.- FIESTA Y CIUDAD [FIESTA E INSTRUMENTALIZACIÓN DEL ESPACIO URBANO; DEL REGOCIJO AL RECOGIMIENTO]. Una de las vertientes de la ciudad ideal, pero efectiva pese a su nom- bre, es, desde el siglo XVI a nivel europeo –y desde luego en el ámbito 4 Una mineralizada ciudad de To- ledo a modo de emblema pictóri- co, bajo un cielo tormentoso que convierte a la imagen en un sobre- cogedor nocturno casi fantasma- górico (vid. SUÁREZ QUEVEDO, Diego: “Sombras, luces y penum- bras en ambientaciones y figura- ciones artísticas a fines del siglo XVI e inicios del XVII”, Anales de Histo- ria del Arte, nº 13 (2003), pp. 155- 189; en concreto el epígrafe “El Greco”, pp. 171-173). 5 Además de la dimensión pictóri- ca, el subjetivismo de El Greco es tanto más valorable si lo cotejamos con la serie de vistas de ciudades hispanas, rigurosas, completas y ve- ristas de Antón van den Wyngaer- de, encargadas directamente por Felipe II para llenar, digamos, el va- cío existente al respecto; el apelli- do de este excelso dibujante y es- pecialista en el género, indica también la necesidad del Pruden- te de recurrir a otro ámbito cul- tural con fehaciente tradición en el tema; en el caso de su Vista de Toledo, c. 1583, hasta queda “au- torretratado” en una minúscula fi- gura ejerciendo su labor, extramu- ros hacia el Norte de la Ciudad Imperial, en plena Vega no lejos de la ermita de San Eugenio. 6 BH FG 1784, BH DER 12324, BH FLL res. 570 y BH FLL 26223, obra “que enseña sin maestro a apre- hender y retener”, en Madrid, “Por Iuan Gonçalez”, 1626; su autor, en cuanto a mnemónica, es un autén- tico discípulo de Giordano Bruno. Vid. edición facsímil, Valencia, Téra- tos, 2002, con estudio introducto- rio de Fernando R. de la Flor ; tan- to respecto al poder de la sombra como a la mnemónica, temas cla- ves en G. Bruno, vid. ORDINE, Nuc- cio: El umbral de la sombra. Litera- tura, filosofía y pintura en Giordano Bruno; prólogo de Pierre Hadot. Madrid, Siruela, 2008. 18 A rquitectura y ciudad. M em oria e im prenta 1º Introducción Diego Suárez :CAPITULO 1 13/01/10 13:11 Página 18 iberoamericano– y en claves clasicistas –aquí el referente definitivo es el Felicísimo viaje del aún príncipe Felipe que nos narra Calvete de Estrella, muy en particular la Entrada en Amberes de 1549–, que trata de confor- mar una Nova Roma que es una realidad consustancial a la ciudad durante la Edad Moderna. Al menos en los itinerarios privilegiados que pasan a ser considerados como auténticas vías sacras (o de Triumphus a lo romano), tanto si es la Iglesia como la Monarquía la institución patrocinadora; ejes claves del tejido urbano que a menudo son el inicio y la base de interven- ciones, ampliaciones, reformas y rectificaciones surgidas al socaire de ese ideal de nueva Roma. Recurrencia y re-creación de la Urbs por excelencia, que se hace efectivo y real durante el tiempo de duración del evento ce- lebrativo, lo cual es un hecho singularmente contundente y significativo en las Entradas Reales, donde las arquitecturas efímeras levantadas al efecto –arcos de triunfo sobre todo– son decisivas formal, tipológica y simbólica- mente, tal como la “obligada” Relación subsiguiente se encarga de recor- darnos, en uno de los ejemplos más preclaros donde memoria e imprenta concurrentemente se manifiestan. Las dimensiones religiosa y profana, en general y durante toda la Edad Moderna, confluyen en lo que genérica- mente podemos llamar, y así se entendía entonces, la fiesta, que también es la de la muerte; en efecto, todo un capítulo de ars moriendi lo constitu- yen los templa doloris levantados en general en el interior de las iglesias para exequias y funerales que hoy llamaríamos “de Estado”. III.- EL ARTE MILITAR [LIBROS DE SECRETOS DESVELADOS: EL ARTE MILITAR Y SUS TEXTOS] Desde que en el quinientos y dadas las necesidades constantes de una “continuada edad de hierro” (paz tras las guerras y guerras para la paz), la regularidad entendida como lo militar se convirtiera en ideal del trazado urbano, según específicas necesidades de ataque y defensa, y tanto para reformas y ampliaciones (murallas, baluartes y todo tipo de arquitecturas militares) como para proyectos y realizaciones ex-novo, con base en la tra- dición hipodámica y Vitruvio, y por tanto de nuevo Roma como referente, así como partiendo de las experiencias al efecto del Quattrocento, el inge- niero militar adquirió, en buena medida, el rango de tracista por excelen- cia, respecto al hecho urbano en el siglo XVI , con importantes consecuen- cias hasta el XVIII, tanto en la teoría como en la práctica, en un contexto donde no existía una frontera profesional precisa entre arquitecto e inge- niero, en general y muy particularmente en su dimensión militar ; en ésta, el necesario reconocimiento del terreno, el levantamiento topográfico de la zona, ambos pasos previos a las efectivas construcciones, le granjearon el reconocimiento y condición de tracista por antonomasia. En efecto, desde los inicios del Renacimiento la frontera profesional entre arquitecto e ingeniero, en general, no estaba delimitada, y baste re- cordar para el siglo XV las figuras y actuaciones de Brunelleschi, Il Taccola o Francesco di Giorgio Martini y, Leonardo da Vinci como figura paradig- mática, sobre todo cuando, c.1481, se “ofrece” a Ludovico el Moro para trasladarse al Milán en calidad de escultor e ingeniero militar, por un lado In tr od uc ci ón 19 1º Introducción Diego Suárez :CAPITULO 1 13/01/10 13:11 Página 19 a sabiendas de las “necesidades reales” del Sforza y por otro lado acep- tando la “exportación cultural” florentina de Lorenzo el Magnífico de’- Medici, en su propia persona, capacidades y fama, él que siempre y ante todo fue y a sí mismo se consideraba pintor por antonomasia y a la pin- tura como la ciencia por excelencia, ya que consideraba que ésta era la que mejor muestra la naturaleza al ojo –sentido primario en Leonardo–. Durante el siglo XVI, la cuestión continuó vigente y, en el caso del ingenie- ro militar, incluso aumentó, gozando de excepcional predicamento los in- genieros italianos, y muy en concreto los militares, que, en el ar te de la guerra o en general en todo lo que era re militari, fueron requeridos y demandados por las monarquías europeas, singularmente las francesa y española. Así se continuará durante toda la Edad Moderna, ya con una diferenciación que paulatinamente fue consolidándose entre ambas pro- fesiones, al tiempo que, asimismo en general, adquirió una especificidad propia cada una de las mismas. IV.- MIRABILIA URBIS ROMAE YARQUEOLOGÍA ROMANA [DE RUINAS, O SOBRE MARAVILLAS DE ROMA Y PRIMERA ARQUEOLOGÍA] Este último recorrido pretende vertebrar aspectos de los anteriores y dar cabal respuesta al referente de Roma constantemente invocado7, o si se quiere a ese clasicismo citado y cómo era entendido y “apeteci- do” entonces como modelo cultural a seguir e incluso a superar ; preci- sando qué y cómo, además de alcances e intenciones, podemos perfec- tamente seguir utilizando este término –clásico y/ o clasicismo– que comienza a ser cuestionado por determinada bibliografía reciente. Ro- ma, su civilización y cultura es el punto focal de una deseada vuelta a la Antigüedad, preconizada desde el Trecento por figuras claves de la litera- tura occidental, como es el caso de Francesco Petrarca (1304-1374), y que en el siglo XVI, de algún modo, alcanza una “primera” culminación. Se trata de la Roma que asumió todo el legado griego de tal modo que llegó a integrarlo en su acerbo cultural, singularmente a partir del deno- minado clasicismo augusteo; aunando otros componentes, caso de las aportaciones de Etruria y Campania por ejemplo, es Roma la que “pro- picia” los denominados “renacimientos occidentales”y la que adquiere en la Edad Moderna la condición de referente único, por más que se aluda al mundo griego, que es “visto” a través de –y “con los ojos” de– Roma y de las fuentes romanas, de un modo prácticamente total8. Los restos materiales, las ruinas, ante todo las de la propia Urbs, son absolu- tamente mitificados, estudiados, leídos e interpretados, medidos, dibuja- dos y coleccionados, dentro de ese fenómeno del coleccionismo de obras de arte propio del momento; ruinas que pasan al papel, en texto e ima- gen que la imprenta fija y difunde como datos a tener en cuenta, a re- cordar, a fijar en la memoria. Constantemente cotejadas con la teoría vi- truviana, propician todo un capítulo de una incipiente arqueología, auspiciados por los poderes fácticos y las instituciones culturales pre y académicas, y que de manera contundente y plena define el celebérri- mo mote de Sebastiano Serlio en frontispicios con ruinas, insertos en su 7 Finalmente la colaboración de J. Riello, se ha centrado más en to- do que fue la tradición medieval de las Mirabilia, y no insistiendo tan- to en su resurgimiento y reconduc- ción durante la Edad Moderna, ahondando y profundizando en sus propias propuestas finales del ci- tado proyecto, y planteadas en su artículo: “Allá donde las piedras son el Tiempo”, Anales de Historia del Arte, nº 16 (2006), pp.151-186, den- tro del cual su apéndice documen- tal, pp. 167-183, reseña treinta y nueve títulos de los fondos de la BH entre 1523 y 1724-1792. 8 Debates entre arte griego y arte romano, con intentos de distinción y primacía, en todo caso, son pro- pios de la segunda del siglo XVIII, en los albores de la contemporaneidad, al calor del “re-descubrimiento” de Paestum, de lo que supuso el Grand Tour y los viajes al Sur de Italia, Sici- lia y, desde que fue factible, a la pro- pia Grecia [como reciente referen- cia al respecto, vid. DYSON, Stephen L.: En busca del pasado clásico. Una historia de la arqueología del mundo grecolatino en los siglos XIX y XX. Bar- celona, Ariel, 2008]; que devienen, en general, del pensamiento, escri- tos e ideales de Johann Joachim Winckelmann (1717-1768) que, pen- samos, deben ser puestos en dialéc- tica, ante todo, con Giovanni Battis- ta Piranesi (1720-1778) y sus vedute de Roma, más o menos verídicas y casi siempre parciales o sus inven- ciones, subterráneas o no, grabados digamos sueltos o colecciones que, incluso llegaron a conformar una au- téntica poética y estética de las rui- nas; magnífico punto de llegada en este recorrido de la Exposición, da- do el ingente material de la BH al respecto que, dado las dimensiones de libros e ilustraciones, resultan real- mente imposibles de exponer en la presente muestra. Llegada que cul- minaría la ingente labor iniciada a mediados del Quatrocento por Fla- vio Biondo instaurando a Roma y la propia de Battista Alberti que, con fiereza intelectual de auténtico Le- on lo había codificado todo en su 20 A rquitectura y ciudad. M em oria e im prenta 1º Introducción Diego Suárez :CAPITULO 1 13/01/10 13:11 Página 20 tratado de Arquitectura, libros IV y III, respectivamente publicados en Venecia, 1537 y 1540, que sentencia: Roma quanta fuit ipsa ruina docet. Así las cosas, se produce en el siglo XVI y hasta bien entrada la centu- ria siguiente toda una reactivación, que alienta y propicia la Contrarrefor- ma, de las Mirabilia Urbis Romae en función de los peregrinos a la Ciudad Eterna, donde ahora se insiste también en cristianizar las ruinas romanas, regadas como toda la tierra de Roma por sangre de mártires; desde su publicación dupla, en Roma y en Venecia, 1554, estas guías para peregri- nos eminentemente prácticas y religiosas, suelen incluir invariablemente L’Antichità di Roma de Andrea Paladio, primer eslabón teórico del todavía inmaduro maestro al respecto, que culminará con la publicación, Venecia, 1570, de sus I quattro libri dell’architettura. En varias ocasiones hemos aludido al hecho de asumir la Antigüedad Clásica como modelo cultural a seguir, lo cual hemos tratado de reseñar en estas líneas a modo de preludio de esta exposición, en relación con lo que sería su referente global más completo; a saber, culturas arquitectóni- ca y urbana, con su contexto histórico-artístico como fundamento pri- mordial y en una dimensión dupla de ética y estética fundamentada en la cultura y civilización romanas, de tal modo que diríamos que somos ante todo “hijos de Roma” y su legado absolutamente decisivo para la cultura occidental. Pero lo es en todas sus facetas y a todos los niveles del cono- cimiento humano; en este sentido, y como espléndida culminación del ca- tálogo de esta exposición, dando genuino contenido y validez plena a to- do y, en concreto, como singular rúbrica y adecuado perfil del último de los recorridos señalados, contamos con las reflexiones y comentarios rea- lizados por el profesor Domingo Plácido Suárez, Catedrático de Historia Antigua (UCM) [Roma antigua: espacios y monumentos] probablemente la voz más autorizada para hablarnos sobre Roma y su legado, desde el absoluto rigor y con auténtico fundamento in re, desde el profundo cono- cimiento del tema que es parte de su personal bagaje cultural; mucho sa- bemos de su sabiduría, generosidad y disponibilidad propias de un pro- fundo humanismo universitario, siempre abierto y dispuesto a la ayuda y a la información precisa que, con la grandeza de su sencillez, nos ha dispen- sado siempre desde la cordialidad de entrañable compañero. No precisa de ningún tipo de presentación o aval, pero no queremos dejar de rese- ñar aquí, al menos, una de sus más recientes publicaciones: Poder y discurso en la Antigüedad clásica. Madrid, Abada, 2008, estudio sencillamente sober- bio y obra de un auténtico maestro; personalmente creemos que el apar- tado “Las Res Gestae Divi Augusti” es una genial codificación sólo posible como fruto de una larga y consumada experiencia, que ha conformado un sapientísimo bagaje de sabiduría. Desde estas líneas nuestro más since- ro agradecimiento y reconocimiento que, a buen seguro, de modo pleno y contundentemente dará sentido y dimensión precisa, al topos propio de nuestro humanismo renacentista: De Roma, la gravedad de su Foro. Por tanto, todo de papel y sobre el papel, textos e imágenes, tratados de arquitectura y biografías de arquitectos, modelos y propuestas arqui- tectónicas; ciudad y cultura urbana, realizaciones de estructuras efímeras codificadas como repertorios recurrentes a posteriori; imagen de la ciu- De re , respecto al cual fijaba en su Momus el preciso, coetáneo, crítico e ineludible trasfondo, e incluso fue pionero en el tema, siempre frus- trado, de realizar un levantamiento planimétrico completo y fidedigno de Roma antica, con su Descriptio Ur- bis Romae (c. 1450) [vid. DI TEODO- RO, Francesco Paolo: “La Descriptio Urbis Romae” (pp. 176-181) y CAN- TATORE, Flavia: “Piante e vedute di Roma” (pp. 166-175), en La Roma di Leon Battista Alberti, 2005; vid. in- fra, nota 7, Arquitectura y ciudad. Teorías, biografías, modelos, lugares]. In tr od uc ci ón 21 1º Introducción Diego Suárez :CAPITULO 1 13/01/10 13:11 Página 21 dad, retratos de la ciudad, arte militar y ruinas, todo papel. Papel que es memoria y que la imprenta fija en el papel, insistimos mediante letra e imagen, como algo digno de ser recordado en el futuro, como algo que, conformado de este modo, debe pasar a la posteridad como conjunto de exempla y estímulos y, en este sentido, constituyen algo “contrahecho” se- gún se entendía el retrato entonces, aquí cambiados los protagonistas, personajes o figuras notables y singulares, por concreciones y referentes arquitectónico-urbanos o viceversa en total imbricación, así como los ve- nerables restos de la Antigüedad clásica, ante y sobre todo las ruinas de Roma, de la Urbs que, a todos los niveles, queda instaurada como aval y garante por excelencia. La presente exposición analiza, estudia y plantea mediante sus cuatro recorridos básicos, el tandem arquitectura y ciudad, con intención de in- vitar a la reflexión sobre lo que este sugerente y sugestivo tema supuso en la Edad Moderna y siempre con Roma como ineludible trasfondo; y lo hace desde el papel y a partir del papel, en su propia realidad histórica y bajo el control y propaganda, con sus usos y abusos, de instituciones entonces dominantes civiles, militares, culturales y/ o religiosas, haciendo evidentes el papel del poder y el poder del papel; el papel del contexto y el contexto del papel. Se pretende dejar constancia, pautadas y, nunca mejor dicho expuestas, las bases del clasicismo en nuestro binomio arquitectura-ciudad, mediante las vías y desde las consideraciones propuestas, como referencias verte- bradoras que se entendieron como sólidos pilares e inexcusable funda- mento de toda una cultura arquitectónica, fundamentalmente orientada en, desde y para la ciudad, con pretensiones de validez universal en sus principios, reglas y directrices que, siempre a punto de consolidarse y nun- ca consiguiéndolo plenamente, con todo tipo de crisis y agotamientos del sistema, fue dando paso a otras alternativas más libres, menos normativiza- das –especialmente evidente aquí en las estructuras efímeras– más sujeti- vas y consecuencia de una creatividad personal, pero, por otra parte, im- pensables durante la Edad Moderna sin el sólido núcleo del que se partía, a menudo incluso monolítico en determinados presupuestos académica- mente congelados en férreos dictámenes que se amparaban en la estricta recuperación de Roma, estudio metódico de sus ruinas y el recurso cons- tante a la autoridad de Vitruvio. Todo ello contenido y “encerrado” en li- bros como los expuestos, letra impresa y/ o ilustraciones que fijaron ideas, datos, modelos y repertorios que, mediante esta precisa vía, alcanzaron enorme y rápida difusión, sirvieron de estimulante acicate al diseño y a to- do tipo de sucesivas reflexiones y especulaciones teóricas, así como de apoyo y referente en proyectos y realizaciones prácticas. Consecuencia decisiva para el citado binomio, que es el que aquí nos ocupa, y en las claves expuestas, lo cual resulta además palpable y meri- diano en los grandes programas edilicios realizados o sólo planteados, y que van teniendo el oportuno refrendo en los sucesivos tratados, empe- zando por el de Alberti, es, a saber, la insistencia en la planificación, confor- mación y significación del edificio como un auténtico objeto arquitectóni- co en sí y en el entramado urbano, tanto más cuanto más importante sea 22 A rquitectura y ciudad. M em oria e im prenta 1º Introducción Diego Suárez :CAPITULO 1 13/01/10 13:11 Página 22 considerado o con cuanta mayor relevancia deba ser visto y valorado, ca- ra a la ciudad y, en ocasiones, en una dimensión y escala supraurbanas, a lo que hay que unir su sentido y referencia incluso a veces respecto a to- do el orbe, planteándose como un auténtico microcosmos; o sea, con un planteamiento en claves cosmológicas, para la cuales astronomía-astrolo- gía en coordenadas neoplatónicas y hasta adaptaciones de presupuestos del hermetismo, van a ser decisivas. En base a estas ideas queda claro la supremacía concedida a la arquitectura puesto que, como además actúa de continente, es decir, que en su interior están o se exponen obras es- cultóricas, pictóricas y de toda suerte de las mal llamadas artes menores –a menudo “muy mayores”–, en determinados programas artísticos de al- cance, lográndose una simbiosis total que determina una integración ple- na de las artes contenidas. Claramente, y según una jerarquización precisa encabezada por el tem- plo y los edificios públicos –se priorizan asimismo plazas de uso común y/ o asambleario, a modo de nuevos foros–, se plantean en el tratado alber- tiano; como propuestas que quedaron sobre el papel en la renovatio urbis con una ecclesiam semper renovandam de Nicolás V, ideales9 que, a su vez, fueron básicos para los programas imperialistas de Julio II y Bramante10, ahora ya con Vitruvio como máximo referente teórico y la práctica en- tendida como el estudio sistemático de las ruinas antiguas, ante todo de la arquitectura termal romana, conjuntando ambas cuestiones en su re- creación de un nuevo clasicismo arquitectónico, que de algún fue deto- nante decisivo para la edición (la primera en italiano y la segunda con ilus- traciones) del Vitruvio de Cesare Cesariano, Como, 1521. De este modo, se presentan y muestran los libros de la presente ex- posición, ante todo como una invitación a la reflexión sobre las bases de ese clasicismo que van pautando y conformando, mediante textos o/ e imágenes; clasicismo que, con las especificaciones, perfiles y matices aludi- dos, inserto e imbricado en el contexto cultural que se trate, entendemos que es un término válido, por más que se hable de inadecuación, agota- miento e incluso de su muerte; sí es clara la necesidad de apuntalarlo, se- gún hemos tratado de hacer, porque clasicismo sólo y en sí resulta, en efecto, un tanto hueco. Páginas las de estos libros que contienen toda la experiencia previamente ensayada y puesta en práctica, pero continua- mente en comprobación y en dialéctica comparativa constante con los modelos y referentes de esa mítica Edad de Oro anhelada e identificada con la Antigüedad clásica, en que la Mater Natura era maestra primigenia, según topos actualizado y de constante recurrencia de la naturaleza joven y madre fértil, asimismo calificada como Rerum Magna. Por tanto, produc- tos de la imprenta que hacen memoria y, a su vez, se constituyen en me- moria cultural arquitectónica y eminentemente urbana; es decir, bastante más que una mera cultura libresca, término que en sí mismo nada aclara, y con el cual a menudo son tildadas y etiquetadas las exposiciones de li- bros, con un sesgo despectivo y peyorativo; “entrando” en ellos, en los li- bros como fuentes, tal como hemos efectuado, los horizontes son otros, complejos pero clarificadores y tremendamente sugerentes, que van cons- tatando la veracidad o no de muchos aspectos, aclarando muchos puntos 9 Instaurata para llegar a ser Triunp- hans, son los calificativos que, al me- nos en principio y teóricamente, pla- nean sobre esta Roma nicolina hacia 1450, auspiciados también por el Ju- bileo de ese año, a partir de las apor- taciones de Flavio Biondo, Ciriaco d’Ancona y Gianozzo Manetti, así como las cualificadísimas de Alber- ti en cultura arquitectónico-urbana y literario-humanista (Momus). 10 Ya el planteamiento bramantes- co de la basílica de San Pedro del Vaticano, 1506 y siguientes, como primer templo de la Cristiandad, fue diseñado bajo la concepción uni- versalista de microcosmos centro y cabeza de un imperio ahora en- tendido como la catolicidad. En es- te sentido, por sólo mencionar las grandes obras, en basílica y palacios vaticanos sede del papa-nuevo em- perador, los proyectos de Miguel Ángel para el sepulcro de Julio II (1505 y 1513) y sus frescos del te- cho de la Sixtina (1508-1512) y las Estancias de Rafael (1508-1509 y siguientes), como integrantes del macroprograma del papa Della Ro- vere, constituyen facetas más pri- vadas y bastante “menos expues- tas” y, por lo mismo, con menor “responsabilidad” que la arquitec- tura cara a la feligresía y peregrinos en la Ciudad Eterna (vid. SUÁREZ QUEVEDO, Diego: “En las entra- ñas de la tierra: primera piedra de la basílica de San Pedro del Vatica- no” (pp. 357-360), incluido en “Va- ria: Centenarios, 1506-2006”, Ana- les de Historia del Arte, nº. 16 (2006). In tr od uc ci ón 23 1º Introducción Diego Suárez :CAPITULO 1 13/01/10 13:11 Página 23 dudosos y, al tiempo, van aportando nuevas cuestiones y connotaciones, puesto que palmariamente muestran las luces y las sombras del contexto en que se insertan, de prioritaria consideración aquí las coordenadas cul- turales, en general, e histórico-artísticas muy en particular. Se trata de una muestra y propuesta, sin pretensiones y afanes conclu- sivos, y sí realizadas de modo científicamente riguroso, veraz y congruente con los textos y sus contextos, con las imágenes y sus objetivos, aclaracio- nes, visualizaciones y pretextos, que, en una dimensión auténticamente universitaria, como no podía ser de otro modo a partir de estos fondos y en esta sede Complutenses, aspira y pretende convertirse en referente y estímulo de futuros trabajos y vías de investigación sobre el tema. De modo muy especial, queremos agradecer a Carmen Sánchez de Alba, licenciada en Historia del Ar te, su entusiasta colaboración en la engorrosa e ingrata labor de revisión de textos, realización de comenta- rios directrices y cartelas, elaboración de índices y ordenación de biblio- grafía que, desde el primer requerimiento, entendió como una excelen- te práctica y un diverso re-encuentro con fuentes primigenias o más secundarias, tratadas durante sus estudios de licenciatura, ahora a revi- sar y re-valorar, a encarar directamente y desde otro ángulo bastante más cercano; el talante que le es propio y su desinterés total, son más de agradecer hoy día cuando lo que impera es, de forma rápida y sin otras consideraciones, la rentabilización personal a ultranza. Verdadera- mente no es éste el caso. Finalmente nuestro reconocimiento y muy especial agradecimiento a todo el personal de la BH, que singularizamos en determinadas perso- nas, pero que es, insistimos, al conjunto completo que aúna profesionali- dad y cordialidad en su labor y atención; el trato ha sido exquisito y dis- pensado a todo el equipo investigador con prontitud y eficacia. A Juan Manuel Lizárraga Echaide, coordinador técnico de esta exposición, por su excepcional y continuada colaboración, casi día a día en los últimos tiempos, con toda solvencia y conocimiento, y realmente a nuestra dis- posición prácticamente al completo, haciendo gala de una paciencia y oficio dignas de resaltar. A Pilar Moreno García, subdirectora de la BH, persona extraordinaria y de unas cualidades y calidades humanas ex- cepcionales, siempre pronta a la indicación, al consejo sapiente y de co- nocedora profunda del complejo ámbito en que desarrolla su actividad, en conjunto y en detalles concernientes a cada libro y, en todo momen- to dispuesta a prodigar alientos, ánimos y los mejores estímulos a su al- rededor, como algo innato a su persona y propios de su generoso hu- manismo, en el mejor sentido del término. Y obviamente a Marta Torres Santo Domingo, directora y auténtica alma mater de la BH, que asumió, desde los prolegómenos y como algo propio, la presente exposición y que no sólo allanó todos los obstáculos de gestión y burocráticos al efecto, sino que admirablemente consiguió todas las ayudas y patroci- nios, al tiempo que pulsaba todos los resortes en pro de la final y feliz realización de todo y en todos sus pormenores. Sin su eficaz y constan- te aliento, directrices y total entrega y colaboración, sin su visión y expe- riencia auténticamente universitarias, muy serias dudas se plantean al 24 A rquitectura y ciudad. M em oria e im prenta 1º Introducción Diego Suárez :CAPITULO 1 13/01/10 13:11 Página 24 que escribe sobre la final llegada a buen puerto de esta exposición, que es ante todo suya. Su fe en la misma y la confianza absoluta en el pro- yecto inicial, en las gestiones previas y en todo el proceso de su elabo- ración y conformación, son aspectos a remarcar, impagables e inolvida- bles, y todo efectuado con su afable y habitual cordialidad y con el absoluto y constante rigor de una consumadísima profesionalidad. In tr od uc ci ón 25 1º Introducción Diego Suárez :CAPITULO 1 13/01/10 13:11 Página 25 2º Diego Suárez:CAPITULO 2 13/01/10 13:11 Página 26 1 De algún modo también aplica- ble a las biografías aquí considera- das, sobre todo en lo que a las Vi- te vasarianas, se refiere, pues, en efecto, no se trata ni mucho me- nos de meras biografías de artis- tas y repertorios de obras más o menos analizadas y valoradas, co- mo oportunamente puntualizare- mos. Realmente como homenaje y reconocimiento a su labor pio- nera, y a lo que de detonante su- puso y aún estimula al acercamien- to directo a las fuentes, es preciso señalar aquí la fundamental con- tribución de Julius SCHLOSSER en su Die Kunstliteratur, Viena, 1924; remitimos a la edición española La literatura artística, Madrid, Cátedra, 1976; en concreto respecto a Va- sari, pp. 255-303. 2 Alcanzando su ápice en los veinte primeros años del Cinquecento, es un hecho constatado por las fuentes la idea de una concordatio entre cultu- ras pagana y cristiana, el concepto de humanismo cristiano y la completa asi- milación entre la Roma antigua o clá- sica y la Roma cristiana; una Roma ahora cabeza de un imperio que es la catolicidad, cuya cúspide ocupa un papa-emperador; consecuencia in- mediata es la “cristianización” de esas venerables ruinas. E N rigor y de manera estricta se trata de fuentes impresas con o sin ilustraciones que, como precisos eslabones de una cadena, van a ir conformando un corpus teórico de la arquitectura, todo un brillante capí- tulo de cultura arquitectónica1, fundamental y decisivo en el ámbito occi- dental, con el constante referente de la Antigüedad clásica como modelo cultural a seguir que, entendido y asumido en el sentido ya apuntado, es la Roma antigua, que conlleva en sí a la ciudad, al marco y tejido urbanos co- mo los prioritarios de actuación y presencia tanto en la teoría como en la práctica edilicias. Con sus aciertos, dudas e incluso contradicciones en esta línea, fue sin duda eje prioritario y básico en buena medida de todos los aspectos y a todos los niveles, culturalmente hablando; desde luego lo fue respecto a la arquitectura y la ciudad, que aquí nos ocupa. Seguramente no alcanzaba a valorar el emperador Adriano en el siglo II d. C., a pesar de to- das las intenciones de protagonismo y anhelos de fama eterna inherentes a las fundaciones y construcciones arquitectónicas promovidas desde el poder, el alcance y veneración que llegaron a suscitar edificios como el Panteón de Agripa, suyo a pesar de haber querido mantener el nombre del yerno de Octavio Augusto o la superación en su intencionalidad y sen- tido del mote, Amor a Roma, propio del templo de doble cella dedicado a las diosas Venus y Roma en los foros imperiales, la primera diosa del amor y, en lectura inversa, amor asimismo la segunda. En el momento y contexto que aquí nos ocupa, el amor, la mitificación y todo tipo de consideraciones de dignidad y de venerable legado, supuso y se vertieron en y sobre la Urbs que, en las claves cristianas que ahora es preciso considerar2 también, era la Ciudad Eterna a la que todos los caminos conducían, según expre- sión a la sazón ya consagrada desde las peregrinaciones medievales; y lo fue a todos los niveles y en todas las facetas del saber humano. Cuánto se nos ha conservado y cuánto irremisiblemente hemos per- dido de esa Urbs-Ciudad Eterna, es algo que, en toda su dimensión, no llegaremos nunca a saber ni a calibrar, no obstante lo conservado, las mí- ticas y constantemente ponderadas ruinas de Roma, han sido siempre ARQUITECTURA Y CIUDAD. TEORÍAS, BIOGRAFÍAS, MODELOS, LUGARES DIEGO SUÁREZ QUEVEDO 2º Diego Suárez:CAPITULO 2 13/01/10 13:11 Página 27 suficientes para colmar al espíritu del hombre que buscaba aliento, recu- rrencia e inspiración en ellas; como referentes y objeto de estudio conti- nuado, adquirieron la consideración primordial de la práctica arquitectó- nica por excelencia. Ya señalaba Burckhardt, a fines de la séptima década del siglo XIX, que la referencia a la Antigüedad era, dentro de la cultura del Renacimiento –término por él acuñado–, un problema base que viene a subsumir todos los demás y, en efecto, así es en la formación y crisis del modelo clásico, parafraseando el título y planteamiento de un estudio clave y pionero de nuestra última bibliografía3; en tal formación la cuestión sí fue absoluta- mente cierta, respecto a la crisis señalada, en cambio, es necesario preci- sar y matizar más, ante todo en relación con debates suscitados a propó- sito de un supuesto “modelo florentino” mantenido por Vasari, como comentaremos. Conviene, ahora, dejar sentado que, asumiendo y desa- rrollando ideales del Trecento de una vuelta a la Antigüedad, ante todo li- terarios y petrarquescos al calor de los inicios de la cultura humanista, se trata, respecto a la Roma clásica según hemos pautado y para lo que aquí nos atañe, de una recuperación digamos efectiva, con acercamiento, análi- sis y estudios asimismo efectivos e in situ, de consecuencias prácticas y teó- ricas –por este orden– también efectivas e importantísimas, por no decir trascendentales, mediante deducciones técnicas y formales a par tir de esas ruinas romanas, que asimismo atendían a la sintaxis de elementos, sus relaciones proporcionales y, en gran medida, respecto a la ordenación y disposición simétricas; estudios que paulatinamente se irán desarrollando de manera cada vez más sistemática y científica, preludiando, desde los al- bores del Quattrocento, todo un apartado de pre-arqueología clásica. Por tanto, una recuperación no sólo filológica ni sólo literaria, aspectos que también fueron atendidos paralelamente en sus ámbitos respectivos, de tal modo que llegó a asumirse como modelo cultural e ideológico, espe- cialmente relevantes a nuestros intereses los criterios éticos y estéticos, así como los ideales de representatividad y de mecenazgo; proceso que fue conociendo y siendo objeto de todo tipo de instrumentalizaciones por par te de los comitentes personales y/ o institucionales, políticos y propagandísticos, y que, en ocasiones, tuvo ribetes nostálgicos y teñidos de un cierto “romanticismo”, pero que no fue presidido por estas coor- denadas, que digamos aún ni existían, tal como desde la segunda mitad del siglo XVIII, por ejemplo, formó parte de la idea de ruina, de la estética y valor de las ruinas, amalgamados con otros presupuestos radicalmente ra- cionalistas e Ilustrados. Contundente en este sentido, y de capital importancia en el posterior desarrollo de la cultura arquitectónica, es el testimonio de Antonio di Tuccio Manetti (1423-1497) en su biografía de Brunelleschi, ya de fines del Quattrocento y que quedó manuscrita4, situándonos a éste junto a Donatello5 en Roma, 1403 y años siguientes, buscando “tesoros” [quelli del tesoro les llamaban quienes les veían rastrear y hasta excavar en las entrañas de la Urbs]; el arquitecto de la cúpula de la catedral de Floren- cia, según Manetti, palpaba, dibujaba y asumía técnica, modular y sintácti- camente lo que los restos del legado romano le proporcionaban, il modo 3 NIETO ALCAIDE, Victor-CHECA CREMADES, Fernando: El Renaci- miento. Formación y crisis del mo- delo clásico. Madrid, Istmo, 1980 y reeds., donde en su p. 244 preci- samente se alude a esta sugeren- cia de Jacob BURCKHARDT: Die Kultur der Renaisance in Italien. Ba- silea, 1869 (1ª ed.), edición espa- ñola La cultura del Renacimiento. Bar- celona, Iberia, 1971 y reeds. 4 Vita di Filippo di ser Brunellesco, escrita como epístola a Girolamo Benivieni, post. a 1490 (¿1494?; me- nos probable la propuesta de c. 1480); manuscrito mutilado, hoy en la Biblioteca Nazionale di Firenze, en cuatro copias de varias manos entre los siglos XV y XVII.; citamos por MANETTI, Antonio: Vita di Fi- lippo Brunelleschi, a cura di Carla- chiara Perrone, Roma, Salerno Edi- trice, 1992, pp. 63-70. 5 Brunelleschi (1377-1446), Dona- tello (1386-1446) y Masaccio (1401-1428), conforman la deno- minada Generación Heroica, en el rinascere all’antico. 28 A rquitectura y ciudad. M em oria e im prenta 2º Diego Suárez:CAPITULO 2 13/01/10 13:11 Página 28 del murare degli antichi e le loro simetrie, para llegar a conocer un certo or- dine d’ossa, donde el sentido y referente antropológicos se hacen eviden- tes. Atendía tanto a la estabilidad y fortaleza dello (sic) edificio como a sus ornamenti, admirando y estudiando molte maraviglie (sic) e belle cose. To- do lo cual, nos puntualiza el biógrafo, le sirvió de mucha ayuda para idear diversas máquinas e ingenios mecánicos para la construcción, que, en efecto, sabemos que diseñó, lo que redunda a su vez en lo apuntado so- bre la inexistencia de una frontera precisa entre arquitecto e ingeniero; moltitudine d’ingegni que conformará luego aplicando lo que había obser- vado y de lo que había hecho memoria, de modo selectivo, a partir delle rovine, dov’erano in piede. Los huesos y las carnes tuvieron su origen, aseguraba Platón en su Timeo, en la generación de la médula; según un recorrido inverso plantea Antonio Manetti, imbuido de las oleadas neoplatónicas ficinianas provenientes de la Academia de Careggi, las consecuencias, su propia médula o principios de la arquitectura antigua, que obtuvo Brunelleschi a par tir de las osa- mentas-tesoros en Roma. Entre las ruinas romanas, pues, halló Brunelles- chi un primer refrendo a sus pensamientos e ideales que, retornado a Florencia, trasladará a su praxis arquitectónica en los umbrales del Quat- trocento y, obviamente, hemos de entender como ornamentos los propios elementos arquitectónicos y molduras que conforman y articulan los alza- dos de las construcciones, en general como los antiguos, de una acusada sobriedad. En varios lugares llegó a excavar, afirma Manetti, lo que más bien habría que entender como catas de comprobación de cimientos y fundamentos de edificios, o descubrir partes enterradas de los mismos para calibrar sus calidades, y de este modo poder, con rigor planimétrico, efectuar un levantamiento o dibujo en el papel6 [in su strice di pergamene, con numero d’abaco e carattere] sobre el modo dello (sic) edificare antico, como en nuestros tiempos, concluye Manetti, s’è dato precetto Batista (sic) degli (sic) Alberti, en clara alusión a su De re aedificatoria. Llegamos así a un punto clave y decisivo en la cultura arquitectónica occidental, su genuino inicio en la Edad Moderna, con la ciudad como su precisa correlatio y, a su vez, el efectivo inicio de la presente exposición7. Veneración por la Roma antigua y, en un continuo crescendo por sus ruinas, pero durante el Quattrocento la que fuera caput mundi no reunía las condiciones socio-políticas, económicas y culturales con que contaba Florencia y su Signoria, con un auge progresivo tras la terrible Peste Negra de 1348 que, sobre las bases de un humanismo en desarrollo continuado con la Antigüedad clásica asumida como modelo cultural a seguir, el neo- platonismo como referente y pauta en todas las vías de conocimiento y contando con una pujante oligarquía de comerciantes y banqueros, ávida de distinción, diferenciación y ennoblecimiento sociales, de tal modo que, sin paliativo alguno, se convirtió durante la citada centuria en cabeza cul- tural del Renacimiento, en tanto que con la vuelta del papado tras el de- nominado exilio de Avignon y la superación del cisma consiguiente con Martín V, Roma inició a partir de 1417 una recuperación desde su postra- ción, mera cantera de materiales por lo que nos atañe, hasta asumir a ini- cios del siglo XVI un papel rector culturalmente hablando en una suerte 6 Las relaciones de Brunelleschi con el gran matemático Paolo dal Poz- zo Toscanelli, a las que también alu- de Manetti, confirman las sólidas bases y capacitación matemáticas de Brunelleschi. 7 Esta vía Brunelleschi/ Donatello en Roma como “los del tesoro”, has- ta Alberti, sus De re y Descriptio Ur- bis Romae (c.1450), y más, en VIS- COGLIOSI, Alessandro: “Roma riconosciuta. Dallo studio delle ro- vine all’idea di Roma Antica”, pp. 69- 79, en V.V.A.A. : La Roma di Leon Bat- tista Alberti. Umanisti, architetti e artisti alla scoperta dell’antico nella città del Quattrocento, a cura di Francesco Paolo Fiore con la collaborazione di Arnold Nesselrath. Milán, Skira, 2005; en adelante La Roma di Leon Battista Alberti. El estudio se prolon- ga atendiendo a dibujos del Codex Escurialensis [28-II-12], fechable post. 1481 y c. 1485-1490 (o bien 1500 como tope) y de Maarten van He- emskerck (1498-1574) de su sog- giorno romano: 1532-1536. Respec- to al citado Codex, vid. FERNÁNDEZ GÓMEZ, Margarita: “El autor del Co- dex Escurialensis 28-II-12”, Boletín de la Real Academia de Bellas de San Fernando, nº 74 (1992), pp. 123-162, que lo relaciona con Domenico Ghirlandaio (1449-1494) y su ta- ller o ámbito florentino, de ahí la cro- nología propuesta, entre la estancia en Roma del maestro y la data de los frescos de la capilla Tornabuoni en Santa Maria Novella, e idem (Li- bro de dibujos o antigüedades) estu- dio como vol I que acompaña a la ed. facsímil, vol. II, del Codex. Madrid, Consejo General de la Arquitectu- ra Técnica de España/ Patrimonio Nacional/ Consejería de Cultura de la Región de Murcia, 2000; como otra sugerente opción que propo- ne relacionar el Codex con Andrea Mantegna y su círculo, vid. MANCI- NI, Matteo: “Andrea Mantegna e il Codex Escurialensis: ragionamenti in- torno alla diffusione delle immagini di Roma nel primo Cinquecento”, en Mantegna, l’artista davanti all’an- tico, Actas del Congreso Internacio- nal (febrero, 2007), en prensa. A rq ui te ct ur a y ci ud ad . T eo ría s, bi og ra fía s, m od el os , l ug ar es 29 2º Diego Suárez:CAPITULO 2 13/01/10 13:11 Página 29 de plenitudo temporum con los pontificados de Julio II (Giuliano della Ro- vere) y León X (Giovanni de’Medici). De este modo, desde Florencia parte –y se expande– la praxis artísti- ca, en esta línea, cada vez más cualificada y, a renglón seguido la codifica- ción teórica de y sobre lo realizado, convirtiéndose en un auténtico leit- motiv, necesidad y “manía” de la época que, desde que la imprenta fue un hecho, quedó “capturada” en las páginas de sus productos, de gran difu- sión y predicamento para todos los plúteos occidentales con pretensio- nes y aspiraciones culturales. La arquitectura contó además con un prota- gonista excepcional, Leon Battista Alberti, tanto como para afirmar que culturas arquitectónica y urbana, durante la segunda mitad del Quattrocen- to, son sinónimas de pensamiento albertiano que, a su vez, fijó y marcó un prioritario eje, de estudio y sus consecuencias, Roma-Florencia, que va a ser, ante todo, punto de afirmaciones, confirmaciones y debates al efecto, al que la Venecia cinquecentesca “tratará” de sumarse, pero sin el aval y un prestigio equiparable al que de inmediato va a tener su cultura figurativa ; esto último conviene precisarlo, y lo haremos a renglón seguido, de ma- nera que, mediante unas reflexiones y matices al efecto, quede explícito el sentido en que se dice y las razones en función del contexto, de la cultura arquitectónica y ahora la propia ciudad de Venecia y su imagen, obvia- mente teniendo como fondo la presente exposición y sus componentes, los libros, en los que sí hemos entrado, como decíamos. Comercio, Oriente y Bizancio, fueron las coordenadas básicas de Ve- necia hasta muy avanzado el otoño de la Edad Media, que diría Huizin- ga, y, en general y culturalmente hablando, de espaldas a Occidente y al resto de ciudades-estado italianas, salvo la vecina Padua, integrada en sus dominios y su prestigiosa Universidad dominada por el pensamiento aristotélico. Durante los ochenta primeros años del Quattrocento, inter- valo temporal a entender de modo muy flexible, en general también y ahora con referencia al ámbito artístico, el panorama va cambiando, con la adopción y asimilación del Gótico, lo que supone una primera mirada hacia Occidente y su cultura, que propició la plasmación de un brillante capítulo de arquitectura con ese refinado y elegantísimo gótico civil ve- neciano, vigente durante la práctica totalidad del siglo XV, del cual el pro- pio palacio ducal o la Ca d’Oro son hitos inexcusables; es más, este góti- co veneciano llegó a considerarse como presencia y dominio de la Serenissima, por ejemplo, por parte de la aristocracia vicentina en el Cin- quecento que, sintiéndose sometida y como de segundo orden respecto a la veneciana, optó abier tamente por el clasicismo romano ante todo como lenguaje distintivo y diferenciador de esa Venecia que imponía su hegemonía a todo el Véneto, lo cual conllevó el “despegue” de Andrea Palladio, en los años finales de la década 1530-1540, como arquitecto –cuando menos figura ineludible de la cultura arquitectónico–perspectí- vica occidental–, de mano de Giangiorgio Trissino, su primer gran pro- tector y mecenas que, de este modo, pretendía aportar su personal y efectiva liberación dei goti, léase Venecia, respecto a Italia, parafraseando el título de la “casi interminable” obra literaria trissiniana que fue “fuente bautismal” para Andrea di Pietro della Gondola, adoptando el nombre 30 A rquitectura y ciudad. M em oria e im prenta 2º Diego Suárez:CAPITULO 2 13/01/10 13:11 Página 30 del mensajero de los dioses en el citado texto, cercano por su sabiduría a Pallas Atenea, y de ahí Palladio8. Así las cosas, en el último tercio del Quattrocento, y en relación con la cultura figurativa, hallamos ya en Venecia novedosas propuestas califica- bles de modernas, aceptando las recientes y revolucionarias experiencias florentinas, ante todo la perspectiva geométrica y monofocal brunelles- chiana (sus célebres tavolette, c. 1415, son puntual y exhaustivamente descritas por su biógrafo Manetti [op. cit., pp. 53-58] a partir de las cua- les, como auténticos ejercicios ópticos y matemáticos que no pinturas per se, quedarán codificadas por Alberti en el De pictura (1435) y al año siguiente en su Della pittura)9; asumiendo la importante contribución de Andrea del Castagno y su obra aquí realizada, así como las consecuen- cias de la trascendental estancia veneciana, 1475-1476, de Antonello da Messina también técnica respecto al óleo y sus posibilidades pictóricas; el influjo del verismo de Donatello, con su taller en Padua durante el inter- valo 1443-1453 y la capital referencia y decisivo influjo de Andrea Man- tegna y su obra. Todo ello, aunque tardío, fue de una rapidísima asimila- ción, amalgamándose a presupuestos locales como la tradicional vocación colorista y la orientación fenomenológica en la interpretación de la natu- raleza, así como a la innata teatralidad veneciana, para dejar conformada c. 1500, año de la estancia de Leonardo da Vinci y contactos con Gior- gione incluidos, lo que podríamos calificar de auténtica escuela veneciana de pintura, centrada en la figura clave de Giovanni Bellini y su activo ta- ller, con base ahora en un neoaristotelismo ya más veneciano que padua- no; pintura veneciana que se convertirá en hito fundamental del arte pic- tórico en sí, de rango primordial en su entorno y a nivel europeo, ante todo con Tiziano como el indiscutible gran maestro y el concurso de la Casa de Austria, sobre todo con Carlos V y Felipe II como paradigmáti- cos mecenas. Además del apoyo decisivo de la afilada y mordaz pluma de Pietro Aretino, contará ya a mediados del siglo XVI con sus propios y cualificados teóricos (Paolo Pino y Ludovico Dolce) en debate abierto con Roma, o si se quiere, y así incluir a Vasari, con Roma-Florencia que, con el dibujo y la línea como credenciales primigenias, contaba con Mi- guel Ángel, sus diseños, pinturas y esculturas, y Rafael, su herencia y discí- pulos, como sus más conspicuos adalides. La escultura ya de orientación renacentista en Venecia, pivotó entonces fundamentalmente sobre la se- ñalada aportación donatelliana y en la obra de Tullio Lombardo. Sesgo específico de la cultura veneciana quattro-cinquecentesca, a nivel visual-pictórico, es el de la veduta urbana10 fundamentalmente según los pinceles de Gentile Bellini y Vittore Carpaccio; en estos momentos la Se- renissima decide hacerse protagonista de sí misma y, según cuidada pers- pectiva florentina pero destilando en las mismas toda la teatralidad vene- ciana, plantea como marco de narraciones fantásticas o reales (episodios hagiográficos más o menos legendarios o cortejos procesionales cívico- religiosos), lugares concretos y significativos de su complicado y peculiar entramado urbano de canales, puentes, calles y plazas, que conforman una perfecta dialéctica entre lo real y lo imaginario que, al tiempo que actúan como exaltaciones de la urbe, van fijando su imagen en la memoria y para 8 Para toda suerte de matices al res- pecto y asumiendo la bibliografía específica como referente, y en ge- neral como apurada semblanza pa- lladiana con sugestivos, creemos, da- tos, reflexiones y propuestas, en este 2008 año del quinto centenario del nacimiento de este vicentino uni- versal, remitimos, en su parte co- rrespondiente, a SUÁREZ QUEVE- DO, Diego: “Centenarios de Vignola (2007) y Palladio (2008). Apuntes, acentos”, Anales de Historia del Ar- te, nº 18 (2008), pp. 271-316. 9 Respecto a estos hitos primeros de la perspectiva del Renacimiento, y en general para todo lo relativo al tema, remitimos al magnífico y completísimo estudio de CAMERO- TA, Filippo: La prospettiva del Rinas- cimento. Arte, architettura, scienza. Mi- lán, Mondadori Electa spa, 2006; “Brulleschi ‘prespettivo’”, pp. 58-73 y “I concetti teorici: Leon Battista Al- berti”, pp. 74-81. 10 Vid. SUÁREZ QUEVEDO, Die- go: “Miradas y reflexiones sobre Gen- tile Bellini quinientos años después de su fallecimiento”, Anales de His- toria del Arte, nº 17 (2007), pp. 247- 276; GENTILI, Auguto: Carpaccio. Flo- rencia, Giunti, 1996. A rq ui te ct ur a y ci ud ad . T eo ría s, bi og ra fía s, m od el os , l ug ar es 31 2º Diego Suárez:CAPITULO 2 13/01/10 13:11 Página 31 la memoria; y ello queda así anudado en obras sueltas o en series de te- las, en ocasiones de gran tamaño como sustitutivas de la pintura al fresco. Lo propio efectúan determinadas narraciones del momento donde el ma- ridaje entre utopía y sueño es total, como en la paradigmática Hypneroto- machia Poliphili en que además el gusto esotérico y la “manía” anticuaria que gravitan sobre el contexto cultural veneciano, afloran aquí constante- mente tanto en el propio relato literario como en la serie de grabados ilustrativos con que aquél queda jalonado, fundamentalmente fragmentos ruinosos pero también con alguna referencia a una ciudad en ruinas; y sea quién sea finalmente el Francesco Colonna que en ella figura como deba- tido autor o incluso como seudónimo, se trata de un excelso producto salido, en 1499, de las prensas de Aldo Manuzio en Venecia. En cuanto a la arquitectura coetánea, y siempre bajo coordenadas tea- trales que se traducen en un fachadismo como continuado protagonista supremo de los edificios, así como de multitud de residuos bizantinizan- tes, se desarrolla ahora el denominado interludio lombardo, cuyos prota- gonistas fundamentales fueron Pietro Lombardo y Mauro Coducci11; co- mo su nombre indica dependiente del foco milanés, el menos albertiano de la segunda mitad del siglo XV, de un regusto decorativo excesivo res- pecto a los nuevos parámetros clasicistas y donde asimismo el gótico es- taba aún vigente al socaire de las obras de su catedral. Esta fase, con pro- gresiva depuración en su decorativismo, pero siempre de resultados más logrados en fachadas-teatro que en soluciones tipológicas, enlaza con el digamos pleno clasicismo veneciano de Jacopo Sansovino y sus obras a partir de 1537, que su hijo Francesco finalmente ponderará y nos narra- rá. Es aquí donde adquiere todo su valor, así lo pensamos y así queda pro- puesta en la presente exposición, la excelente contribución de Santiago Arroyo retratando la ciudad en la Venecia del Cinquecento, incardinando imprenta, teatro y memoria, para concluir en la narración del hijo del gran escultor y arquitecto florentino afincado en Venecia, a quien ésta debe en su propio corazón urbano, la Plaza de San Marcos, los diseños de las Pro- curadurías Nuevas y de la Biblioteca Marciana, entre otras obras realiza- das en la ciudad adriática. A su vez, es aquí donde hay que incardinar la contribución del Durantino vertida en su edición del tratado de Vitruvio, 1524, con pretensión, a todas luces sin verdadero fundamento in re, y me- nos en el mítico tratado del romano, de ponderar a Venecia como ciudad y su arquitectura, justo tras Roma; filovenecianismo al que aludiremos al ser esta edición del De Architectura vitruviano parte de la presente expo- sición. Y asimismo es aquí, y desde este contexto, evolución y desarrollo en esta línea, donde el tópico usual sobre los pintores venecianos, que son pintores y sólo pintores, tiene y adquiere su verdadero alcance. De al- gún modo ha de verse el tema bajo la óptica de que figurativamente “pue- de definirse y abordarse todo”, o que la pintura a todo “puede y es capaz de dar respuesta”, en y desde este especial contexto veneciano. Los dos primeros estudios, contrastados y puestos en dialéctica, del catálogo de la exposición sobre Giovanni Bellini12 que, hasta enero de 2009 se presenta en las Scuderie del Quirinale de Roma, pueden ser entendidos como refe- rentes muy a tener en cuenta al respecto, tras una apurada, muy reciente 11 Las Scuole Grandes de San Marcos y de San Juan Evangelista, o las Procu- radurías Viejas en la plaza de San Mar- cos, son obras paradigmáticas de es- te interludio lombardo, lo mismo que las iglesias de Santa Maria dei Miraco- li o San Zacarías, con muy peculiares lecturas de los estilemas clasicistas, con- tando con articulación albertiana de pilastras en algunos alzados, no obs- tante de libérrima composición ( la presencia de Battista en Venecia es otro dato a contabilizar). Insistiendo en una estructuraciíon teatral, muy apropia- da para un actor como Il Ruzzante, en San Simeon Piccolo sulla riva del Canal Grande, son estudiados deter- minados cuerpos de fábrica y volú- menes arquitectónicos de este inter- ludio lombardo en FOSCARI, Antonio: “Sula riva del Canal Grande, a San Si- meon Piccolo. La ‘struttura teatrale’ in cui ha debutato a Venezia il Ruzzan- te”, en L’attenzione e la critica. Scriti di storia dell’arte in memoria di Terisio Pignatti, a cura di Maria Agnese Chia- ri Moretto Wiel y Augusto Gentili. Pa- dua, Il Poligrafo, 2008, pp. 101-113. 12 A considerar asimismo la propues- ta aquí incluida de nueva data de na- cimiento del pintor (Venecia: 1438/ 1440), que fallece en 1516. 32 A rquitectura y ciudad. M em oria e im prenta 2º Diego Suárez:CAPITULO 2 13/01/10 13:11 Página 32 y válida revisión de la obra de este insigne maestro, verdadero fundamen- to de la escuela pictórica veneciana de la Edad Moderna; los títulos de ambos excelentes y muy documentados trabajos, resultan elocuentes al respecto: “La primavera del Mondo tuto, in ato de Pitura (sic)”, utilizando esta apropiada cita de Marco Boschini (Carta del navegar pittoresco, Vene- cia, 1660, p. 666)13 y, ponderando el disegno como base primigenia: “L’arte della ricerca, il primato del disegno. “L’altra luce” di Giovanni Bellini”14. En este sentido, es de reseñar aquí, en una dimensión figurativa de la arqui- tectura o casi mejor de ut pictura architectura a nivel de texturas y rugosi- dades, que llegan en el Cinquecento a ser prácticamente una “señal de identidad de la escuela veneciana” desde Carpaccio y Giorgione, renun- ciando a menudo a las “superficies suaves y brillantes” de Giovanni Bellini, optando por un “lienzo de sarga gruesa” como soporte pictórico. El óleo se aplicaba “en pequeñas manchas para que se percibiese la textura del lienzo” o mediante “gruesas pinceladas de empaste para enfatizar la su- perficie”. Podemos verlo culminado en Tiziano, empleando “esta técnica para pintar el ábside de La Piedad” que debía colocarse sobre su tumba en la iglesia de los Frari, donde crea una construcción a base de almoha- dillado rústico en los sillares de los soportes y el trío de resaltadas dove- las que hacen de clave en su frontón, contrastantes con las superficies li- sas y curvas del ábside propiamente dicho que, además mediante efectos ópticos aplicados al cuarto de esfera que lo remata, logra una convincen- te impresión de brillo de mosaico15. Las aportaciones decisivas a la cultu- ra arquitectónica de Daniele Barbaro y Andrea Palladio, veneciano y vé- neto respectivamente, son obvias per se. Hasta las consideraciones sobre el ámbito hispano, podemos trazar un arco ideal espacio-temporal para nuestras reflexiones aquí, significati- vo y muy sugerente, creemos, entre 1452, año en que Alberti en Roma termina la redacción de su De re aedificatoria, y 1568 en que Vasari publi- ca la edición definitiva de sus Vite, en Florencia appresso i Giunti, y entre ambos extremos fijar cualitativamente, al menos como epígrafes, la es- tructuración a seguir, con los principales datos e hitos conformadores de la cultura arquitectónico-urbana que trataremos: Vitruvio y el consiguien- te vitruvianismo, así como las aportaciones de Serlio, Vignola y Palladio, en rigor culminadas las del último en 1570, con las apoyaturas y precisos complementos que se irán incorporando al discurso en los lugares opor- tunos, tal y como iremos señalando. Sí queremos dejar sentado que los logros, avances y propia configuración como referentes conseguidos du- rante el siglo XVI y a posteriori, no pueden ser entendidos sin las previas experiencias quattrocentescas, ante todo las florentinas aunque no sólo, prácticas y teóricas, estas últimas fundamental y necesariamente en rela- ción con Alberti y su primigenio impulso teorizador, tanto en pintura co- mo en escultura, pero sobre todo en arquitectura con la ciudad como su marco y contexto idóneos. En el De re albertiano desde sus inicios (libro I, capítulo primero) en que, tomando a Vitruvio como apoyatura, se define qué es arquitectura y quién verdaderamente un arquitecto, qué disciplinas debe conocer y do- minar para serlo y, por tanto, cuán completa es preciso que sea su forma- 13 LUCCO, Mauro, pp. 18-37, en Gio- vanni Bellini, a cura di Mauro Lucco/ Giovanni Carlo Federico Villa. Milán, Silvana, 2008. 14 VILLA, Giovanni C. F., en ibidem, pp. 38-51. 15 Vid. FORTINI BROWN, Patri- cia: Arte y vida en la Venecia del Re- nacimiento. Madrid, Akal, 2008, pp. 32-33. A rq ui te ct ur a y ci ud ad . T eo ría s, bi og ra fía s, m od el os , l ug ar es 33 2º Diego Suárez:CAPITULO 2 13/01/10 13:11 Página 33 ción, matemática ante todo pero no sólo, para, con fundamento en todo ello, idear una traza íntegra de la obra in mente y luego trasladarla al papel en un diseño completo (planta, alzado y sección) con sus correspondien- tes escalas y/ o planificación de la oportuna maqueta, terminando aquí, se- gún Alberti, su labor, por tanto eminente y exclusivamente intelectual, que pasa a manos de los constructores o artífices prácticos; ideación, concep- ción y plasmación arquitectónicas que han de estar en plenas sintonía y conformidad con la razón y el pensamiento propio y, en última instancia, prioritariamente con el dictamen de la inteligencia personal aunque no se ajuste a la doctrina vitruviana, con la cual se muestra a menudo crítico en todo el tratado. Todo encaminado a lograr todo tipo de construcciones sencillas, a escala y dimensión humanas, firmes y seguras obviamente, éti- camente útiles en una dimensión social y eminentemente urbanas, sin os- tentación en la ornamentación, siempre y sólo referida a los propios ele- mentos arquitectónicos, ar ticuladores o no sobre el muro, cuya belleza debe radicar en las correctas y armónicas proporciones, su simetría y cali- brado uso de la geometría que define planos y volúmenes arquitectóni- cos –pautado conjunto de componentes que aseguran la concinnitas al- bertiana– de modo que, bajo parámetros de un decoro ético y estético, se inserte adecuadamente en el marco urbano –la referencia es a éste ante todo– según su condición y jerarquía, empezando por los templos y edificios de uso público para terminar en los privados. Ésta o cualquier otra referencia del De re, inciden en la racionalidad a ultranza de las con- cepciones y en la orgullosa confianza en las propias capacidades, a la pos- tre las de un verdadero arquitecto-filósofo, el propio Battista, que, como un deber y un derecho, cree –o al menos a ello aspira– que ha de jugar un papel clave en la sociedad; y esto en esa primera elucubración teórica gestada en Roma hacia mediados del Quattrocento, muy diversa a todos los niveles de la Florencia de 1568, con la oficial Accademia dei Disegni ya en funcionamiento con Giorgio Vasari como factotum, el otro polo del ar- co espacio-temporal propuesto, contándose con un siglo de importantes y continuadas experiencias teóricas y prácticas, en plena Contrarreforma y precisamente el año en que Vignola traza Il Gesù, templo de la casa ma- dre de los jesuitas en Roma, donde aplica presupuestos de su propia Re- gola publicada seis años antes, operativa donde las haya y una rotunda propuesta de principios clasicistas y funcionales casi universales. En este último contexto y en sus Vite, Vasari nos argumenta en el Proemio a la Terza Parte, que es donde va a situar a los artífices de le cose moderne di maggior pregio, & più celebrate, o sea los más excelsos y excelentes maes- tros de arquitectura, pintura y escultura, tras haber señalado los avances y desarrollo de estas artes desde Giotto, en una constante superación aña- diendo Regola, Ordine, Misura, Disegno & Maniera, para llegar a la somma perfezzione no conseguida plenamente hasta este momento, que exacta- mente cifra a partir de Leonardo da Vinci, porque faltaba ancora nella re- gola, vna licencia (sic) che non essendo di regola, fosse ordinata nella regola; & potesse stare senza fare confusione, o guastare l’ordine; concluyendo el are- tino haciendo hincapié en que para ello era necesaria vna inuenzione co- piosa di tutte le cose, & d’vna certa bellezza continuata in ogni minima cosa, 16 Cita textual de las Vite, 1568, “Pri- mo Volume della Terza Parte”, Proe- mio, sobre el BH FLL 26647, de en- tre los varios ejemplares de esta edición, calificada de rara, appresso i Giunti existentes en la BH. 17 En ensayos como el magnífico de PINELLI, Antonio: La Bella Maniera. Artisti del Cinquecento tra regola e li- cenza. Turín, Einaudi, 1993, que par- te de esta diatriba vasariana, se está insistiendo últimamente en “desa- tascar” este tema, viciado por bue- na parte de la bibliografía del siglo XX que pretendía, de modo exhaus- tivo y excluyente, encapsular todo entre Renacimiento y Barroco en una linealidad histórico-artística de estilos sucesivos, con características propias y referidos a un período con- creto de vigencia (Manierismo e in- tervalo 1520-1600), lo cual afortu- nadamente está siendo superado; Pinelli denuncia abiertamente el uso y abuso del término Manierismo y su insorgenza anticlásica que, como hemos insinuado, apelaba al refren- do de la Maniera en Vasari. La “hi- giénica” visita al respecto de este au- tor a la fuente, a las Vite, con cita expresa de parte de la que aquí he- mos incluido que, como fundamen- to inserta al principio de su estudio, fue, en cambio, sólo parcial y, por lo mismo, sólo de validez limitada, pues alude únicamente al Proemio de 1568, sin mención alguna del de 1550, con toda su capital importan- cia y trascendencia como precisa- remos, seguramente por acceder al Vasari-Milanesi nada más, cuestión a la que enseguida aludiremos. 18 Respecto a las Vite, 1568, el refe- rente bibliográfico absoluto sigue sien- do la magna edición de Gaetano Mi- lanesi, con sus propios comentarios y notas, en nueve exhaustivos volú- menes: los siete primeros con las Vi- te appresso i Giunti propiamente di- chas, el octavo con los Ragionamenti que el aretino dejara manuscritos y publicados en Florencia, 1588, por su sobrino de igual nombre que los ru- brica como il Cavalier Giorgio Vasari, y usualmente conocido como Vasari 34 A rquitectura y ciudad. M em oria e im prenta 2º Diego Suárez:CAPITULO 2 13/01/10 13:11 Página 34 che mostrasse tutto quell’ordine con più ornamento16. Complejísimo alegato y aún más arduo concretarlo y aplicarlo a una obra: licencia, de algún mo- do algo subjetivo, ajena a los presupuestos clasicistas reguladores, pero que incluida en su sintaxis se ha de ordenar de tal modo que no haga o genere confusión ni eche a perder o corrompa el orden. Concluye el are- tino su disertación, con esta difícil dialéctica, artificiosa y sofisticada, que da idea del grado de exigencia, ya contundentemente académico, requerido a la obra de arte; se trata de lo artificioso, entonces conceptuado como manieroso, positivo, deseable y al que debe aspirar la producción artística para ser digna de tal consideración, muy propio de élites cortesanas del momento, manteniéndose dentro de unos límites o coordenadas, algo así como decodificaciones dentro del código o irregularidades dentro del sis- tema regular ; o sea, un alambicado por no decir casi imposible equilibrio muy inestable entre subjetividad y objetividad, a menudo tildado de anti- clasicismo o de componentes anticlásicos que, sin precisiones y matices, aclaran poco y no son exactos, pues finalmente han de ordenarse “clásica- mente” dentro del conjunto17. Remitiendo la cita a las Vite vasarianas de 1568, como siguiendo el refe- rente bibliográfico de las mismas18, como se ha hecho y habitualmente se hace, podríamos pensar que es el propio Vasari quien personifica lo dicho, toda vez que en esta edición giuntina o giuntiniana es quien culmina, al final de esa paradigmática Terza Parte, la serie de biografías de su magna obra, y en concreto respecto a arquitectura sería lógico pensar en lo que es en planta, alzados, concepción espacial, texturas del muro y sus articulaciones, de los Uffizi, 1560, acaso su obra más importante y significativa; pero es que la cita ya estaba presente en sus Vite de 1550, donde Miguel Ángel era, sin paliativos de ningún tipo, el héroe a ultranza de las mismas y el úni- co artista vivo biografiado, rematando y culminando la obra19, mitificado e inmortalizado en vida y obviamente sin la inclusión de la autobiografía del autor, para el cual el divino Michelangelo era entonces culmen y numen de su pensamiento y obra. Luego, en la dimensión que aquí nos ocupa, es pre- ciso pensar en referencias a la arquitectura miguelangelesca; y en efecto, todo parece indicar que así es, pues ya en ambas ediciones de 1550 y de 1568, la conclusión explícita del citado proemio, la culminación de todo, está en quien porta la palma y ostenta il principato de las tres artes mayo- res, cuyas obras muestran vna grazia più interamente graziosa con vna molta più assoluta pfethione (sic) condotta con vna certa difficultà (sic) nella sua maniera, de tal modo que nunca, ni entre los más excelsos antiguos, según topos usual entonces de superación de éstos, ha podido verse nada mejor ni tan bello. Idea de sprezzatura –unida y asociada en la época a lo manie- roso– como algo difícil concebido y ejecutado con esfuerzo e ingenio, pero que nada de esto sea notorio y todo “parezca un acaso”, como se diría en nuestro Siglo de Oro; es decir, en il Diuino Michel Agn. Buon., y esto rápida- mente es capturado por la imprenta “memorizando” sus propuestas arqui- tectónicas, fundamentalmente con imágenes y un somero título al pie, o sin éste, dando a entender que ya es algo conocido y digno absolutamente de convertirse en modelo y referencia, y en esto la obra escrita de Vasari fue de capital importancia, bien como grabados sueltos o en grupos de el Joven, y algunas cartas vasarianas, y el noveno con los índices oportu- nos; este último de 1885 y los ocho anteriores de 1878-1881, todos en mítica edición de Sansoni, Florencia; asimismo, con algunos añadidos más de Milanesi, se reeditó en Florencia, 1906; sobre esta última, se hizo la edi- ción, en 9 vols., Florencia, Sansoni, 1973, con presentación de Paola Ba- rocchi; en relación con ésta: “Proe- mio Terza Parte”, vol. IV, pp. 7-15. Es tal la importancia de esta obra de Mi- lanesi que, de algún modo, éste ha llegado a ser considerado como la fuente y no Vasari, del que es preci- so cuando menos “visitar también” las Vite, 1550, es decir Nell’edizione per i tipi di Lorenzo Torrentino. 19 De la primera edición de las Vite vasarianas: LE VITE DE PIV ECCELLEN- TI ARCHITETTI, PITTORI, ET SCUL- TORI ITALIANE, DA CIMABVE INSI- NO A’TEMPI NOSTRI: DESCRITTE in lingua Toscana, da GIORGIO VASA- RI Pittore Aretino. Con vna sua vtile & necesaria introduzione a le arti loro./ IN FIRENZE MDL, contamos con la excelente edición de Turín, Einaudi, 1991, a cura di Luciano Bellosi e Aldo Rossi, presentazione di Giovanni Previtali [a partir de esta excelenta edición italia- na, se ha efectuado, en un volumen so- lamente, la poco afortunada edición española de Cátedra. Madrid, 2002], “PROEMIO DELLA TERZA PARTE DELLE VITE”, vol II, pp. 538-544; en el título de ésta el orden es: architetti, pit- tori y scultori, en tanto que en la ed. 1568 es: pittori, scultori y architettori, que su- ponemos fueron condicionantes y re- quisitos académicos y/ u oficiales de la corte ducal medicea, los que, de algún, se impusieron [vid. SUÁREZ QUEVE- DO, Diego: Il viaggio e la letteratura ar- tistica. Un percorso col Vasari, comuni- cación presentada y aceptada para el XII Congreso Internacional de la SEI (Sociedad de Italianistas Españoles), Almagro, noviembre, 2008]. A rq ui te ct ur a y ci ud ad . T eo ría s, bi og ra fía s, m od el os , l ug ar es 35 2º Diego Suárez:CAPITULO 2 13/01/10 13:11 Página 35 ellos, conformando aggiunte que en continuadas series fueron añadiéndose a la Regola vignolesca, ante todo detalles de las arquitecturas de los pala- cios del Campidoglio y de la Porta Pía, junto a obras de otros arquitectos –del propio Vignola y de Giacomo della Porta entre ellos– o los proyectos de Buonarroti no realizados para la iglesia romana de San Giovanni dei Fiorentini, de planta centralizada pero marcando ejes direccionales y visua- les, lo cual se prolongó hasta bien entrado el siglo XVII. He aquí otro punto cardinal a incluir dentro del arco ideal propuesto, o más bien desbordán- dolo, desde mediados del Cinquecento prolongándose, como hemos seña- lado, hasta el pleno Seicento, con su capital influjo y con toda la fuerza de modelos referenciales para la arquitectura del clasicismo barroco; algo en lo hemos querido insistir y en lo que esta exposición incide. ITINERARIO ALBERTIANO. Convencido humanista y neoplatónico, y hombre de cultura universal, el florentino Battista Alberti, tras una exhaustiva formación universitaria en Padua y Bolonia, llegó a adquirir profundos conocimientos en todos los campos del saber humano coetáneo y muy en concreto sobre la Anti- güedad Clásica y su cultura a través de todas las fuentes entonces dispo- nibles, desde los aspectos que hoy consideraríamos más racionales y cien- tíficos, hasta los que nos parecerían todo lo contrario como la astronomía ligada a la astrología o el pensamiento hermético, entonces de considera- ciones quasi científicas20. Sobre todos ellos disertó y asesoró durante su periplo vital bastante itinerante21, y sobre ellos escribió reflexionando, elu- cubrando y teorizando en una ingente cantidad de obras que, en general, sólo se publicaron muy a posteriori y otras no lo fueron hasta ser rescata- das en los siglos XIX y XX Algunas en vulgar y la mayoría escritas en latín, fueron el resultado de la “ferocidad” de su saber e inteligencia, que conlle- vó que le fuera aplicado el apelativo Leon, con el que ya fue conocido y nominado en vida: Leon Battista e incluso a menudo Leonbattista. Mediante un discurso coherente, meditado y profundo, con un per- fecto ensamblaje y una lúcida estructuración, sobre fundamentos sólida- mente científicos, sin parangón posible en su momento, fue el auténtico pionero en lo que a teoría de la pintura (y aquí las importantes codifica- ciones sobre la perspectiva señaladas) y escultura se refiere22, lo fue ante y sobre todo de la arquitectura, con la ciudad como prioritario contexto de la misma y considerando fundamentales la figura y labor del arquitec- to en claves socio-políticas, éticas y estéticas; disciplina que asimismo cul- tivó a nivel de trazas, proyectos y diseños, como hemos apuntado, y co- mo asesor tuvo un destacado y significativo papel en Roma como miembro de la curia pontificia, secretario o abreviador apostólico durante los pon- tificados de Eugenio IV, Nicolás V y Pío II sobre todo, pero también en la edilicia y concepción urbana del hecho arquitectónico, con asesoramien- to in situ o no, en Florencia en relación con Giovanni di Paolo Rucellai y sus construcciones y mediante el crucial acercamiento y decisivo influjo sobre Lorenzo de’Medici el Magnífico durante su estancia romana de 1471, en la que iniciaba su labor política y diplomática, durante la cual ac- 20Ya tratábamos estos aspectos en SUÁREZ QUEVEDO, Diego: “Ar- te, religiosidad, política y renovatio humanista en el Quattrocento flo- rentino. Reflexiones sobre la capi- lla del Palacio Medici-Riccardi”, Ana- les de Historia del Arte, nº 9 (1999), pp. 105-145; aquí y en las siguien- tes referencias a nuestras propias publicaciones, tratamos de dar la cobertura bibliográfica adecuada, constándonos que en cada una de ellas se aportaba abundante biblio- grafía al respecto, dentro del au- téntico mare magnum de los estu- dios albertianos. 21 Una magnífica síntesis del con- junto de la obra albertiana y su cru- cial significación en los diversos con- textos. en BORSI, Franco-BORSI, Stefano: Leon Battista Alberti. Flo- rencia, Giunti, 1997. 22 Precisamente sobre el ejemplar, que ahora se expondrá, BH FLL 28430, que, además del De statua y el Della pittura y ambos ya con ilus- traciones, contiene asimismo el Mo- mus en traducción italiana de Cosi- mo Bartoli, se basa nuestro estudio, al que remitimos: SUÁREZ QUEVE- DO, Diego: “De escultura y pintura en los Opuscoli Morali de Alberti edi- tados por Cosimo Bartoli (1568), con apostillas de Leonardo Torriani”, Ana- les de Historia del Arte, nº 16 (2006), pp. 185-228. 36 A rquitectura y ciudad. M em oria e im prenta 2º Diego Suárez:CAPITULO 2 13/01/10 13:12 Página 36 tuó Battista como docto guía en una paradigmática visita a las ruinas de los foros imperiales, no sólo como consumado experto en arquitectura sino también como cualificadísimo conocedor de la Antigüedad romana y del legado que ante sus ojos ahora se presentaba23, pero también en el Rimini de Sigismondo Pandolfo Malatesta, la Pienza de Pío II con obras de Bernardo Rossellino, el Urbino de Federico Montefeltro y muy a te- ner en cuenta en relación con Piero della Francesca, la Ferrara de Lione- llo d’Este y su hermano Meladusio y, muy especialmente, con la Mantua de Ludovico Gonzaga y Mantegna24. El regreso a Florencia, c. 1428, tras el levantamiento del exilio que su Signoria había impuesto a la familia Alberti, de un joven Battista, debió ser muy sugestivo y estimulante ante la realidad que allí encontró. En concre- to un ambiente cultural que ya discutía y valoraba el códice de Vitruvio que el humanista Poggio Bracciolini hallara, c. 1414-1415, bien en el mo- nasterio de Saint Gall o en el de Montecassino, y elevándose ya hacia los cielos, orgullosa, la valiente estructura de la cúpula brunelleschiana de la Catedral, como nos expone en su dedicatoria del Della pittura (1436) precisamente a su arquitecto, tan amplia como para con su sombra cobi- jar a todos los pueblos de Toscana, obra que superaba incluso a la de los antiguos, según topos literario muy al uso entonces, del mismo modo que el aplicado a su ideador y constructor, cuyo ingenio era hijo de una natura aún madre fértil y pujante. Pero no sólo de topoi parece tratarse; en efec- to, la tan ensalzada estructura de Brunelleschi, rematada en 1436 a falta de su linterna, debió colmar muchos pensamientos y sugestiones que ya bullían en estos momentos en la feraz mente de Alberti, tal como nos se- ñalará luego en su tratado de arquitectura (libros II y III) donde el autor aparece preocupado no sólo por los principios reguladores de la arqui- tectura, sino también por las técnicas constructivas, sobre las que aporta- rá importantes contribuciones; en concreto se interesaba y reflexionaba sobre los miembros portantes continuos (columnas, pilares y arcadas) y, en este sentido, la loggia del hospicio de Florencia u hospital degli Innocen- ti, trazada por Brunelleschi c. 1418-1420, centró su atención y, sobre todo, el tema de los nervios constructivos, membrature u ossature, que luego confirmará en edificios romanos como el ninfeo de los Horti liciniani, co- nocido como templo de Minerva Médica, y al respecto se le presentarían exultantes los marmóreos y blanquísimos sobre el rojo ladrillo, los de la cúpula florentina que, de algún modo, fueron plasmación en Florencia de aquellos huesos-tesoros buscados por Brunelleschi en Roma. Ante Alber- ti, se mostraban de este modo tan figurativamente elocuentes y tan vi- sualmente sugestivos, blanco sobre rojo, conduciendo y centrando la vi- sión en la linterna, asimismo blanca y marmórea, y el elemento más formalmente clasicista del conjunto25. Como hemos señalado y es sabido, los tratados artísticos escritos por Alberti constituyen hitos fundamentales y absolutamente pioneros al efecto en la Edad Moderna, rigurosos, científicos, de hondos contenidos y con un consumado conocimiento disciplinar, dentro de los cuales el De re aedifica- toria es acaso el de más empeño y alcance; con una saludable y deseable in- terdisciplinaridad consustancial a su autor, es un tratado de arquitectura y 23 Imprescindibles hoy día para los temas de Alberti, Roma y sus anti- güedades, son los ensayos, comple- tísimos, rigurosos y exhaustivos, de BORSI, Stefano: Leon Battista Alber- ti e Roma. Florencia, Polistampa/ Fondazione Spadolini Nuova An- tologia, 2003 e idem: Leon Battista Alberti e l’antichità romana. Floren- cia, Polistampa/ Fondazione Spa- dolini Nuova Antologia, 2004; asi- mismo vid. FIORE, Francesco Paolo: “Leon Battista Alberti e Roma” (pp. 20-31) y BURNS, Howard: “Leon Battista Alberti a Roma: il recupe- ro della cultura architettonica an- tica” (pp. 32-43), ambos en La Ro- ma di Leon Battista Alberti, op. cit.. 24 Como apurada síntesis sobre Al- berti y su obra, con reflexiones y propuestas sugerentes y muy sig- nificativas, creemos, remitimos a SUÁREZ QUEVEDO, Diego: “So- bre Leon Battista Alberti en el sex- to centenario de su nacimiento. La Capilla Rucellai en San Pancrazio de Florencia”, Anales de Historia del Arte, nº 14 (2004), pp. 85-120. 25 Remitimos a las sugestivas consi- deraciones al respecto de PAGLIA- RA, Pier Nicola: “Costruzione e strut- ture nel De re aedificatoria”, pp. 170-177, en concreto sobre lo comentado pp. 173-174, en Leon Battista Alberti e l’ar- chitettura, a cura di Massimo Bulgare- lli, Arturo Calzona, Matteo Ceriana y Francesco Paolo Fiore. Milán, Silvana, 2006; obra excepcional al completo y de indispensable consulta en la ac- tualidad; ya lo hacíamos constar en SUÁREZ QUEVEDO, Diego: “Tras el Año Mantenga”, Anales de Historia del Arte, nº 17 (2007), pp. 277-281, al coin- cidir la exposición de igual título en Mantua, en la Casa de Andrea Man- tenga, con los eventos culturales so- bre éste y su obra, y, a su vez, como remate de los homenajes a Alberti ini- ciados en 2004. A rq ui te ct ur a y ci ud ad . T eo ría s, bi og ra fía s, m od el os , l ug ar es 37 2º Diego Suárez:CAPITULO 2 13/01/10 13:12 Página 37 como tal de asepsia prácticamente total, literalmente cuajado de juicios, propuestas personales y, en una dimensión supuestamente docente, diri- gidos a hipotéticos profesionales de la arquitectura, cuyo idóneo contexto es el ámbito socio-cultural de la ciudad, donde los criterios de represen- tatividad y prestigio son importantes y las relaciones con el poder necesa- rias, para Alberti siempre problemáticas las últimas y a cuidar extremada- mente las primeras desde una óptica de ética cívica26. En un largo y arduo proceso de elaboración y, al parecer, no exento de interrupciones, Alberti redactó su De re aedificatoria en Roma entre 1443 y 1452, configurando un tratado sobre el hecho arquitectónico pleno de racionalidad, cuyas dimensiones y elaboraciones conoce perfectamente y en primera persona, congruentemente ensamblado desde su profundo y exhaustivo bagaje cultural y conocimiento de la Antigüedad clásica, tanto en lo que a fuentes escritas se refiere como al acercamiento y estudio de ruinas y vestigios de la misma, incluso para ni siquiera plantearse la cues- tión de ilustrar sus elucubraciones con imágenes, planos y/ o dibujos, lo cual, respecto al De re, sólo se realizará a partir de la edición torrentina o torrentiniana de Cosimo Bartoli en italiano, la segunda pues, de 1550. Es co- mo si diera por entendido que glosa y especula sobre una realidad cultural propia e inherente, cuyos referentes están ahí delante, las sacras y vetustas ruinas romanas ante todo; discurso elaborado a partir de esa realidad tangi- ble que es tratada desde la óptica de un convencimiento humanista y cívi- co con ribetes e intenciones éticas, y que, en muchos aspectos y a varios niveles, constituyó el detonante y la piedra angular de la arquitectura con- cebida como disciplina intelectual, científica y prioritariamente fundamen- tada en la geometría, pero no sólo, pues a lo largo y ancho de todo el tra- tado se despliega un continuado elogio a un deseable arquitecto-filósofo, ante todo, él mismo. El De re replantea en diez libros la estructura del texto de Vitruvio que, de este modo, asume el carácter de auténtico basamento de aquél, a pesar de ser a menudo crítico y en constante y abierta polémica con el tratadista romano, toda vez que no quede intelectualmente convencido de sus afirmaciones y/ o no pueda comprobar sus alegatos, seguramente en muchos casos por lo viciado de los contenidos del discurso vitruviano, tal como arribara al Quattrocento a través de copias manuscritas medieva- les, corruptas cuando no tergiversadas. El tratado de Alberti, que circuló en varios códices, algunos de los cuales completos o no se han conserva- do, no verá la luz de la imprenta hasta 1485, algo antes que el de Vitruvio (Roma, 1486-1487); éste habrá de esperar al Cinquecento para alcanzar el rango de mito y teoría por excelencia de la arquitectura; pero, a la inver- sa, pensamos que un acicate o un reclamo significativo para el estudio, exégesis e interés por el texto vitruviano, y en este sentido un detonante que coadyuvó a su revalorización, fue proporcionado en buena medida por el tratado albertiano; en cualquier caso y desde nuestra perspectiva y dimensión histórica, ambos constituyen per se sendos referentes ineludi- bles y exempla de la cultura arquitectónica en el ámbito occidental. La propuesta aquí de la obra de este Vitruvio Fiorentino, como Vasari le denomina positivamente en sus Vite, 1550, calificativo que no incluye en 26 De forma exhaustiva y crítica he- mos tratado todas estas cuestiones, sin pretensiones concluyentes y sí abriendo vías de investigación y ma- tizaciones futuras, precisamente so- bre los ejemplares que aquí se expo- nen y que constituyen el inicio de nuestra propuesta e información, in- vitando a todo tipo de reflexiones so- bre y desde los mismos, en SUÁREZ QUEVEDO, Diego: “Sobre las prime- ras ediciones del De re aedificatoria de Leon Battista Alberti”, Pecia Com- plutense, Boletín de la Biblioteca His- tórica de la Universidad Compluten- se de Madrid, nº 9 (julio 2008). Proponemos aquí con todo los ava- les y fundamentos ad hoc la hipótesis de la total interrelación e imbricación recíproca, como procesos de afinidad plena, en total paralelismo y bajo si- milares motivaciones e ideales, entre la edición de Florencia, 1485, que es la editio princeps del De re albertiano y primera piedra miliar de esta ex- posición, y lo que fue la gestación y conformación de la villa medicea de Poggio a Caiano, ambos coetáneos y ambos promovidos y bajo mecenaz- go de Lorenzo el Magnífico. 38 A rquitectura y ciudad. M em oria e im prenta 2º Diego Suárez:CAPITULO 2 13/01/10 13:12 Página 38 las Vite, 1568, donde incluso critica su desantención a la obra una vez rea- lizadas sus trazas, se efectúa a partir de cuatro ejemplares de la BH, las dos primeras ediciones, editio princeps y París, 1512, ambas en latín, la cita- da primera edición italiana27 de 1546 y la española de 1582, de traduc- ción un tanto desmañada y filológicamente incorrecta, en ocasiones hasta la incomprensión de determinados pasajes, realizada por –o hecha tradu- cir por– Francisco Lozano maestro de obras y alarife de Madrid, con visto bueno de Juan de Herrera que, ante todo valoraría la idea albertiana de primacía del arquitecto, en su dimensión intelectual, y una cierta prepon- derancia de la arquitectura respecto a las otras artes sobre las cuales, de algún modo, domina y a las que contiene y precede, como ya hemos co- mentado, que sutilmente va vertiendo el florentino y que Lozano argu- menta abiertamente. Tras la cuádruple propuesta anterior del De re, el tratado mayor, con- cluimos este itinerario albertiano con el Momus, el libello, ya que deben ser interrelacionados y ambos complementándose mutuamente, al ser es- tudiados y analizados mediante una atenta lectura comparada, en claves de cultura arquitectónica28, algo que hoy día es preciso asumir y no res- tringir las interpretaciones de la segunda obra albertiana sólo a coordena- das políticas como usualmente se ha hecho, que también, además de otros enfoques, perspectivas y resultados, en una narración riquísima en mati- ces, posibilidades y variantes, de estirpe lucianesca, cambiante y caleidos- cópica donde las haya; ambas dos plantean un sutil, paradójico y cambian- te juego de espejos, con una sabia reciprocidad continuada, cuyos hilos maneja Alberti magistral y camaleónicamente, con constantes referencias personales (el propio Battista como Momus a veces, dios de las críticas burlescas y del disimulo), sus frustraciones, desengaños, críticas y huidas, y a Nicolás V (Júpiter a menudo) y sus magnos proyectos, como ya pronos- ticara Tafuri29, confirmando lo dicho por el maestro Eugenio Garin hace más de tres décadas30 que, con su sabiduría de una interdisciplinaridad modélica y mediante su finísimo olfato, ya intuía la conexión entre los dos textos albertianos, aludiendo a una paradossale corrispondenza col libello come sottofondo. La redacción del Momus ha sido en general datada entre 1444 y 1450 antes del Jubileo, promulgado por Nicolás V, el último año citado; tras las consideraciones de Stefano Borsi es preciso retrasarlo al menos al inter- valo 1450-1455, por incidentes acaecidos dada la cantidad de peregrinos en Roma, a los que aquí se alude e históricamente confirmados, y otra serie de precisiones comprobadas; se trata, además, de la obra de un Al- berti maduro y consciente de su propia modernidad incluso literaria y temática. Aunque algunas censuras, siempre oportunamente veladas y camufladas en el relato, pudieran referirse al pontífice anterior Eugenio IV y alguno de sus cardenales –en concreto la pasividad de este papa an- te la disolución de los acuerdos de unificación de las iglesias romana y ortodoxa logrados en el Concilio de Florencia, 1439–, es a Nicolás V (pon- tificado: 1447-1455) a quien se dirigen fundamentalmente las críticas, so- bre todo al mostrar éste preferencia por el asesoramiento de Gianozzo Manetti, de modo fehaciente tras su establecimiento en Roma, c. 1453, 27 Con base en el correspodiente ejemplar de la BH, vid. SUÁREZ QUEVEDO, Diego: “Sobre el De re aedificatoria albertiano [BH FLL 10833]. Su singularidad e impor- tancia”, en Pecia Complutense, Bo- letín de la Biblioteca Histórica de la Universidad Complutense de Ma- drid, nº 5 (junio 2006), op. cit. 28 Vid. BORSI, Stefano: Momus o del Principe. Leon Battista Alberti, i papi, il giubileo. Florencia, Polistampa/ Fon- dazione Spadolini Nuova Antologia, 1999; queda estructurado en dos densos apartados, interesantísimo el segundo: “Il contesto romano di Momo”, pp. 55-97, pleno de datos e interpretaciones, con significativos hilos conductores del pensamiento albertiano, aunando aspectos varios con otras obras del autor, con las de Francesco Filelfo, Lorenzo Valla, Mat- tia Palmieri y otros autores, pero, so- bre todo, presentando y profundi- zando en un espléndido confronto Alberti-Gianozzo Manetti y las consi- guientes reflexiones. Pero es el pri- mer apartado el que resulta en mu- chos aspectos definitivo, con un minucioso y certero análisis com- parativo, en claves de cultura arqui- tectónica, sobre significativos pun- tos y pasajes de ambos textos, que conforman un más que elocuente capítulo: “Momo o dell’architettu- ra”, pp. 7-53. 29 Vid.TAFURI, Manfredo: “Cives es- se non licere. Nicolás V y Leon Bat- tista Alberti” (pp. 41-87), en Sobre el Renacimiento. Principios, ciudades, arquitectos. Madrid, Cátedra, 1995 (1ª ed. Turín, Einaudi, 1992). 30 Vid. GARIN, Eugenio: Rinascite e rivoluzioni. Movimenti culturali dal XIV al XVIII secolo. Roma-Bari, Laterza, 1976; reed. 1990 y recientemen- te, con una introducción de Miche- le Ciliberto, Editori Laterza, 2007, donde el cap. IV son: “Studi su L. B. Alberti”. A rq ui te ct ur a y ci ud ad . T eo ría s, bi og ra fía s, m od el os , l ug ar es 39 2º Diego Suárez:CAPITULO 2 13/01/10 13:12 Página 39 posponiendo los del propio Battista. Se hace constar que, del amplio aba- nico edilicio previsto, únicamente el propio palacio pontificio se llevara a cabo; Juno, personificación de la Iglesia como institución, es tildada de avariciosa y ávida de oro y sólo oro, cifrado en las limosnas de los pere- grinos del Jubileo, y que “cierra” las puertas de su propio templo, funda- mental y primigenio edificio público en la ciudad para Alberti, en sutil re- ferencia negativa a las nuevas puertas de Filarete para la basílica de San Pedro31. Pero acaso el pasaje más significativo a considerar aquí, sea el de un entristecido y frustrado Júpiter (NicolásV) lamentándose amargamen- te al contemplar extasiado las excelencias arquitectónicas, todas en cla- ves clasicistas, de un teatro que visita junto a una asamblea de dioses en su deambular terreno, al haberse hecho asesorar para el nuevo mundo que pretende construir por los filósofos (alusión a Gianozzo Maneti) y no por los arquitectos (alusión al propio Alberti) de una obra tan perfec- ta como la que tiene ante sus admirados ojos; tan mirifica operis architec- tos, es la expresión utilizada. Dadas las dimensiones y ampulosidad que fascinan al príncipe de los dioses y en un “simple” teatro, edificación en Alberti de rango inferior al templo, queda patente, al tiempo, la megalo- manía de este príncipe eclesiástico, para a renglón seguido, mediante el opor tuno cambio de registro, diluir el argumento en una alusión a un príncipe de conducta injusta y deplorable, metido el autor en la piel de Momus simulando y disimulando, actitud justamente contraria a la que se comentaba del papa Parentucelli. Se trataba de denunciar el afán cons- tructivo de muchos príncipes, comprometiendo a toda la sociedad, en vez de sencillamente administrar bien y con justicia lo que se tiene; lite- ralmente no pretender rehacer el mundo. Con un dominio absoluto de todos los resortes narrativos, concluye eludiendo todo compromiso personal con lo expuesto y, mediante una vuelta de tuerca más, sentencian los dioses que la totalidad de las cosas quedan conformadas bajo tres categorías separadas; unas buenas y desea- bles, otras malas y otras que no son ni lo uno ni lo otro. En los espacios públicos de la ciudad, en los espacios colectivos –primacía del ámbito ur- bano, pues, para todo y en todo– su distribución compete a Laboriosidad, Atención, Celo, Diligencia y Perseverancia, para la primera categoría de cosas, o bien a Envidia, Vanagloria, Voluptuosidad, Pereza e Ignorancia, para la segunda, pero no se trata de una simple contraposición dialéctica, o dis- yuntiva con ribetes de dilema; no, la realidad resulta ser bastante más com- pleja: la tercera categoría queda al arbitrio de Fortuna; ésta da, quita y dis- tribuye riquezas y honores, escogiendo a capricho qué y a quién y, de este modo, incluso la autoridad del príncipe, no está en relación con sus méri- tos sino que es puro accidente de fortuna32. El fundamento in re, como procede respecto a Alber ti, de lo dicho respecto al Momus, queda cifrado en la exposición de una editio princeps en latín y una edición en italiano de Cosimo Bartoli con un hermoso y su- gerente frontispicio en su portada, realizado sobre un diseño de Giorgio Vasari (c. 1550), donde la inclusión del libello es reclamada expresamente en pro del amparo y promoción de Francesco I de’Medici para acabar de recorrer con todas las garantías el camino hacia la imprenta. 31 Vid. PARLATO, Enrico: “Filarete a Roma” (pp. 302-313), en La Roma di Leon Batista Alberti, op. cit.; puer- tas brocíneas concluidas en 1445, y por tanto, juicio negativo, en cam- bio, a obra de Eugenio IV. 32 Vid., precisamente en trabajo rea- lizado sobre los ejemplares aquí ex- puestos, SUÁREZ QUEVEDO, Die- go: “Leon Battista Alberti: Momus y De re aedificatoria, paralelismos, re- ciprocidades”, Pecia Complutense. Bo- letín de la Biblioteca Histórica de la Universidad Complutense de Ma- drid, nº 10 (diciembre 2008); ante- rior a la de C. Bartoli es la edición española (Alcalá de Henares, 1553), según traducción de Agustín de Al- mazán, y también aquí es exaltada a ultranza la figura del arquitecto ([Jú- piter] lloraua (sic) por no auerse (sic) aconsejado antes [por] estos maraui- llosos y excelentes maestros, que auian (sic) aquella tan hermosa obra edifi- cado [el teatro], que no con los phi- losophos (sic); y que aquéllos le die- ran vna buena traça) [vid. SUÁREZ QUEVEDO, Diego: “Humanismo cristiano e imprenta”, en Alcalá, una ciudad en la historia. Madrid, Direc- ción General de Patrimonio Histó- rico/ Consejería de Cultura y Turis- mo/ Comunidad de Madrid, 2008, pp. 59-60]. 40 A rquitectura y ciudad. M em oria e im prenta 2º Diego Suárez:CAPITULO 2 13/01/10 13:12 Página 40 VITRUVIO Y VITRUVIANISMO. Tema denso y complejo, es al tiempo difícil de abordar con total obje- tividad, pensamos, pues obliga en cierto modo a posicionarse previamen- te ante el mismo, tomando partido por uno de ambos componentes. Es- tamos convencidos de que no es comparable el tema del vitruvianismo, su importancia y significación en la cultura arquitectónica occidental, y también aquí como en Alberti con la ciudad como su primigenio correla- tio, con lo que el arquitecto romano y su tratado pudieron significar en su propio contexto; pero realmente ni sabemos ni podemos calibrar su al- cance a través de las propias fuentes latinas, parcas, someras y como de pasada al respecto, cuando no de escueta mención nominal o silencio. De época augustea –al emperador Octavio Augusto está dedicado el trata- do– nos informa más –pero aquí también la “traición” del punto de vista de historiadores del arte actuales– del mundo helenístico y romano repu- blicano, que de las trascendentales novedades de la arquitectura imperial romana, fundamentales para la Edad Moderna en su renacer all’antico; és- tas se formularon y desarrollaron precisamente, incluso tomándolo como fundamento, a partir del denominado clasicismo augusteo. Edificios como el Panteón de Roma33 y sus soluciones constructivas, espaciales y de mo- délico ensamblaje de volúmenes arquitectónicos o el pleno desarrollo de la arquitectura termal romana, estaban aún por venir ; del mismo modo, y por lo que se refiere a los Foros Imperiales de Roma, ni tan siquiera el Fo- rum Augusti, concluido muy a posteriori de su fundador y promotor, pudo conocer Vitruvio y tomarlo como referente, sí, en cambio, el Forum Iulium, también obra auspiciada por Augusto y de menor envergadura, que res- ponde mejor en forma y dimensiones, estructuración y funciones, a la con- cepción de plaza urbana vitruviana, tal como Bramante, c. 1492-1494, re- creará y planteará en su plaza ducal de Vigevano. En cambio el orden jónico, sus posibilidades y variantes, según Hermógenes de Alabanda, como re- conducción helenística al efecto, no tiene secretos para Vitruvio, del mis- mo modo que el orden toscano, del cual en ruinas y vestigios ya en el Cinquecento, no quedaba resto alguno confrontable y medible respecto a los presupuestos vitruvianos, hasta tal punto que Vignola en su Regola afir- ma seguir y tener que asumir y aceptar al respecto al no hallar ratificación posible en sus estudios y mediciones de las ruinas romanas, la autoridad de Vitruvio. No satisfizo a Alberti, como hemos apuntado, y Rafael, c. 1514 ya Praefectus para las ruinas de la Urbs por decisión de León X, tras dispo- ner de la traducción al vulgar del texto vitruviano hecha por Fabio Calvo, tampoco quedó conforme; bien es verdad que el tratado de Vitruvio se- guramente llegó al Quattrocento, como ya apuntamos al aludir al redescu- brimiento de Poggio Bracciolini, corrupto en copias de copias medievales. Como único tratado artístico conservado de la venerable Antigüedad, muy pronto alcanzó el rango de mito y de teoría por excelencia de la ar- quitectura; pero asimismo enseguida fue evidente lo oscuro de su redac- ción latina, se echó en falta ilustraciones que matemática y planimétrica- mente explicitaran argumentos y pasajes dificultosos, ilustraciones supuestamente perdidas, haciéndose preciso un estudio sistemático de las 33 Como es sabido esta construc- ción, que, por voluntad imperial, man- tuvo y aún es visible su inscripción del pórtico dedicada a Agripa, yer- no de Augusto, es desde sus cimien- tos obra del emperador Adriano, si- glo II d. C. A rq ui te ct ur a y ci ud ad . T eo ría s, bi og ra fía s, m od el os , l ug ar es 41 2º Diego Suárez:CAPITULO 2 13/01/10 13:12 Página 41 ruinas romanas que, de este modo, se convir tió en la práctica propia y prioritaria para la arquitectura; acicate para ambas vertientes debieron re- sultar en su momento la lúcida contribución de un Flavio Biondo, ante to- do su Roma instaurata, y con mucho, como hemos señalado, la excepcio- nal aportación alber tiana. El tratado de Vitruvio no fue editado hasta 1486-1487 y, entre esta data y 1511, fecha de la memorable edición de Fra Giocondo, se realizaron otras y también alguna reedición del texto vi- truviano siempre en latín; sólo letra impresa con algún grabado ilustrativo y muy polarizadas hacia intereses filológicos y, sobre todo, epigráficos, en una dimensión elitista y en exceso culturalista, pero, en cambio, a falta del bagaje cultural preciso, la inteligencia y el sentido crítico de Biondo y, apor- tando además su profesionalidad y preciso dominio de la cultura arquitec- tónica, de Alberti; esta primera andadura impresa del texto vitruviano, hay que adscribirla fundamentalmente a discípulos cortapisados un tanto por el exceso de erudición adquirido en los círculos de Pomponio Leto y su academia romana de la segunda mitad del Quattrocento, que sólo parcial y superficialmente asumieron la sabiduría del maestro; del mismo modo se continuó básicamente durante el primer decenio del siglo XVI, siendo muy sintomático el caso del clérigo florentino Francesco Albertini en su guía de Roma, publicada en 1510. Personaje afín a las ideas e ideario de Leto en el culto a las antigüeda- des romanas, vale la pena, creemos, una pequeña consideración al efecto; Albertini en los tres prolijos y detallados libros que conforman su visión e interpretación de la Urbs, no logra dejar atrás el peso y tradición me- dievales de las Mirabilia, sin prescindir en su discurso de las anécdotas le- gendarias muy al uso en aquéllas, no se muestra interesado por mensu- rar de ningún modo las ruinas, que va presentando mediante itinerarios rutinarios y tradicionales para peregrinos sobre todo, o en cualquier caso ajenos a intereses arquitectónicos o tipológicos, ni en busca de propor- ciones y constataciones de un orden y sus elementos constructivos y/ u ornamentales de modo sistemático y mínimamente científico, sencilla- mente desinteresándose de los fundamenta como referentes o exempla, cuestión que sí aplica y desarrolla constantemente respecto a toda ins- cripción, conformando un auténtico corpus al respecto, donde su esclare- cida erudición brilla con luz propia. Tal actitud, contrasta grandemente con la adoptada al respecto tanto por Alberti como luego por Palladio. En el primer caso, un cada vez más maduro Battista, desde su completísi- mo conocimiento de la Antigüedad clásica y en pro de sus intereses va seleccionando las ruinas a estudiar, interpretar, medir y dibujar que, por ejemplo, le llevaron a interesarse por los acueductos, singularmente en función de la reconstrucción del Acqua Vergine romana y de la conforma- ción de la primitiva Acqua di Trevi, sólo con funciones de abastecimiento de agua, y por tanto, basándose en fuentes escritas, caso del De aquae- ductibus Vrbis Romae de Frontinus (c. 35/ 40- c. 103 d. C.), como de los restos existentes de este tema tan de la ingeniería romana; del mismo modo, su interés por las infraestructuras de cisternas y vías de desague al efecto, que evidencia de forma palmaria la cripta albertiana, c. 1460, de San Sebastiano de Mantua. Por cierto que, algo debió de contabilizar es- 42 A rquitectura y ciudad. M em oria e im prenta 2º Diego Suárez:CAPITULO 2 13/01/10 13:12 Página 42 ta faceta albertiana para la inclusión, ya con Fra Giocondo desde luego y aún antes, así como en alguna edición posterior, del texto de Frontino tras el de Vitruvio. Respecto a un joven y aún inexperto Andrea Palladio, en su acercamiento a las ruinas de Roma, en la década de 1440-1550 y primeros años de la siguiente, desde su consumada formación práctica y recién iniciado en las teóricas, Vitruvio ante todo, su afán con un espíritu totalmente desprejuiciado se cifró en medir y dibujar todo, sin una selección precisa y con fines netamente arquitectónicos y de interés tipológico de manera prioritaria; etapa base en su formación que culminará con la pu- blicación, al tiempo en Roma y en Venecia, en 1554, de su opúsculo dedi- cado a L’Antichità di Roma, con recorridos de la Urbs definidos por los monumentos como tales entidades arquitectónicas, expuestos y ordena- dos según itinerarios prevalentemente tipológicos; primer y fundamental eslabón en su cultura arquitectónica34 que brillantemente rematará en 1570 con la publicación de sus I quattro libri. En este intervalo 1486-1487 y 1510, primer recorrido del vitruvianis- mo, desde luego nada ni remotamente comparable al De re albertiano, ni a su preciso trasfondo, el Momus, ni siquiera a su Descriptio Urbis Romae, opúsculo de c. 1450 en que, en una dimensión específicamente urbana que le es innata y que es constante tanto en el tratado mayor como en el libello, y evidenciando su conocimiento y estudio constante y preciso de las ruinas de Roma, y ello de modo muy selectivo pero cabal y contun- dentemente científico, como apuntábamos, propone una reconstrucción planimétrica de la Roma antigua, según un sistema de coordenadas pola- res, geométricamente sólido, cuyos resultados son efectivos y correctos en cuanto a la periferia de la Urbs, tal como ha podido comprobarse, para las Murallas Aurelianas y edificios muy en sus inmediaciones, pero no exac- to ni válido para el resto, lo cual por positivo y negativo, asimismo, pudo haber espoleando aún más las exégesis del texto de Vitruvio. En 1511 es publicado en Venecia el Vitruvio, en latín como las anterio- res ediciones pero ya con ilustraciones, sistemáticamente incorporadas en función de ir aclarando secuencias del texto, de Fra Giocondo da Ve- rona, arquitecto y “sabio y docto varón” como fue calificado por Rafael al ser nombrado asesor, en 1514 –Fra Giocondo falleció en 1516– al ha- cerse cargo el Urbinate de las obras de San Pedro del Vaticano por deci- sión de León X. Empresa quasi heroica la del fraile arquitecto, coherente y científicamente correcta, hito del vitruvianismo y referente muy signifi- cativo de y para la cultura arquitectónica occidental; en los dos años si- guientes y en Florencia fueron realizadas sendas reediciones auspiciadas por el Magnífico Giuliano de’Medici, luego duque de Nemours, asimismo con grabados ilustrativos de una calidad aceptable pero siempre en cabal coherencia explicativa del oscuro texto vitruviano, y conjuntamente al ci- tado tratado de Frontinus. El siguiente paso fundamental del vitruvianis- mo fue la edición (Como, 1521) del tratado del arquitecto romano, ya en traducción al vulgar, de Cesare Cesariano, con nuevas ilustraciones de este ar tífice, que tenía a gala autoconsiderarse discípulo de Bramante, cuestión creíble, congruente y hasta diríamos que palmariamente cierta, a tenor de esta magnífica contribución, a todos los niveles del tema, co- 34 Este confronto Francesco Alber- tini-Andrea Palladio, ya lo planteá- bamos en nuestro prólogo a Las Antigüedades de Roma. Edición, tra- ducción, introducción y notas de José María Riello Velasco. Madrid, Akal, 2008. A rq ui te ct ur a y ci ud ad . T eo ría s, bi og ra fía s, m od el os , l ug ar es 43 2º Diego Suárez:CAPITULO 2 13/01/10 13:12 Página 43 mo es su Vitruvio, dando vía a las aportaciones –una más– del primer ar- quitecto de San Pedro del Vaticano. Hay que contabilizar alguna nueva edición del Vitruvio, inspirada y al socaire de las dos anteriores, la de Durantino de 1524, a nuestro juicio muy interesante como comentaremos y la incompleta de Caporalli de mediados de la década 1530-1540, ambas dos en italiano, así como la de 1543, en cambio en latín, de la cual la BH conserva un ejemplar publicado en “ARGENTOTARI, EX OFFICINA KNOBLOCIANA, PER GEORGIVN MACHEROPEVM, MENSE AVGVSTO ANNO, M. D. XLIII.”, es decir en Augsburgo, junto a los “SEXTI IVLII FRONTINI VIRI CONSVLAris, de Aque- ductibus urbis Romae. LIBER PRIMVS” y “LIBER SECVNDVS IVLII FRONTI- NI DE AQVAEDVCTIBVS VRBIS ROMAE” [BH FLL 27129]. Hasta 1556 año en que ve la luz de las prensas el Vitruvio de Danie- le Barbaro-Andrea Palladio, que podemos considerar punto de llegada e hito conclusivo del vitruvianismo del Cinquecento, éste tuvo su principal sede de actuación y desarrollo, sobre todo durante el intervalo 1538- 1556, en torno a la Accademia Vitruviana della Virtù, empeñada en estu- dios y diseños dall’antico, en toda una ricerca di una regola universale, cu- ya culminación tanto en teoría de la arquitectura como de la perspectiva35 hemos de cifrarla en Vignola (Regola, Roma, 1562 y Le due regole, Roma, 1583, ed. póstuma, con los comentarios del matemático, astrónomo y cosmógrafo Egnazio Danti), en íntimo contacto con esta institución cuya colaboración al respecto era constantemente requerida, bajo consejo y voluntad de Claudio Tolomei, factotum literario-filológico de esta Acca- demia por estos años. Una muy especial línea del vitruvianismo, que podríamos llamar fran- cesa, se desarrolla básicamente desde los comentarios de “GVLIELMVS PHILANDER” sobre el texto vitruviano, para Francisco I Valois, editados en Roma 1541 y 1544; del último ejemplar en BH [BH FLL 10367] y ree- dición asimismo en Roma, 1586, en la BH también [BH FLL 10217]. Esta vía conduce, o así podemos verlo, al Vitruvio traducido al francés y co- mentado por Claude Perrault (1674), fundamental en la Francia de Luis XIV y traducido al español, en 1761, por José Castañeda36, en el ámbito de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, de la que era a la sazón “Teniente Director de Arquitectura”; de la edición es- pañola ejemplar en la BH [BH FLL 20554]. Como adelantábamos el Vitruvio-Barbaro-Palladio publicado en Venecia en 1556, es el más completo y profundo en análisis y comentarios de las ediciones-interpretaciones del texto vitruviano37, en el cual el veneciano Patriarca de Aquileia, entonces sólo eletto, vuelca todos sus amplios cono- cimientos, conformando una auténtica codificación siempre muy válida y en ocasiones digamos que definitiva, la mayoría de cuyos grabados ilustrati- vos fueron realizados sobre dibujos de Andrea Palladio, en lo que constitu- ye un segundo paso importante, tras L’Antichità di Roma (1554) citada, en vía hacia los definitivos I quattro libri (1570). La segunda edición de esta obra, Venecia, 1567, realmente ampliada y mejorada, tanto en texto como en gradados, confirma una predilección e interés de Babaro por la obra de Pirro Ligorio, singularmente por la Villa d’Este en Tivoli, dentro de la admi- 35 La esencialidad de la Regola de Vignola es per se tal como hemos señalado; en el caso de la perspec- tiva la aportación de Vignola-Dan- ti, tiene su justo lugar desde las pri- meras experiencias y teorías del Renacimiento al respecto (Brune- lleschi-Alberti), hasta llegar a la im- portante contribución de Sebas- tiano Serlio en su Libro II (1545), todo ello “redondeado” por Da- niele Barbaro en su tratado de perspectiva (1569), de cuya editio princeps existe ejemplar en la BH [BH FLL 10050 (1)], según va de- mostrando, de manera excelente a nuestro juicio, CAMEROTA, Fi- lippo: La prospettiva del Rinascimen- to..., op. cit., 2006, en sus tres pri- meros grandes apar tados con varios capítulos, pp. 10-209. Vid. SUÁREZ QUEVEDO, Diego: “Cen- tenarios de Vignola (2007) y Palla- dio (2008)...”, op. cit., Anales de His- toria del Arte, nº 18 (2008); a este último remitimos asimismo para lo que señalaremos de Barbaro y su comentario a Vitruvio, con la apor- tación palladiana, y las ediciones de 1556 y 1567. 36 Vid. ed. facsímil, Murcia, Colegio Oficial de Aparejadores y Arquitec- tos Técnicos/ Galería-Librería Yerba/ Consejería de Cultura del Consejo Regional, 1981, con estudio introduc- torio de Joaquín Bérchez Gómez.; asimismo, y en general, vid.VITRU- VIO POLIÓN, Marco Lucio: Los diez libros de arquitectura; introducción de Delfín Rodríguez Ruiz; versión espa- ñola de José Luis Oliver Domingo. Madrid, Alianza, 1995. 37 Respecto a esta edición de Vene- cia, 1556, vid. FONTANA, Vincenzo: “Daniele Barbaro e Vitruvio. Osserva- zioni sul commento a Vitruvio del 1556: Barbaro, Palladio, Giuseppe Porta, Mar- colini”, en L’attenzione e la critica, 2008, op. cit., pp. 159-180. 44 A rquitectura y ciudad. M em oria e im prenta 2º Diego Suárez:CAPITULO 2 13/01/10 13:12 Página 44 ración por el mecenazgo del cardenal Hipólito d’Este, al que dedica ambas ediciones, 1556 y 1567; en la primera sin referencia explícita a Tivoli, sólo se alude a obras en Roma y en Francia, las cuales remiten ante todo a Ser- lio y su Grande Ferrare en Fontainebleau para el Cardenal, se convierte en 1567 en un auténtico himno de alabanza a Tioli (sic) y sus fuentes y jardi- nes, envidiados por la propia natura. Un ejemplar de la BH de esta edición de Venecia, 1567, es una de las propuestas de esta exposición38. Todo el vitruvianismo posterior a 1540, idefectiblemente hubo de con- tar, así hemos de verlo y así se propone en esta exposición, con las im- portantes aportaciones de Sebastiano Serlio y sus sucesivos libros, tal co- mo comentaremos enseguida en el siguiente epígrafe. Como una cierta contextualización filológica y biográfica, se propone en esta exposición el Verborum vitruvianorum de Bernardino Baldo de 1612, que incluye la correspondiente vita Vitruuij, para terminar este itinerario vi- truviano39 con el ABATON RESERATVM (Roma, 1781) de Ortiz y Sanz40, auténtico preámbulo a su propia traducción al español y comentarios (Madrid, 1787) del Vitruvio41. Con intención reivindicativa proponemos iniciar este recorrido con la citada edición del Vitruvio de Durantino de Venecia, 1524, ya que cree- mos que el radical juicio de Schlosser, de que no es sino una copia un po- co transformada del Vitruvio de Cesariano, no es hoy día sostenible. Cier- to es que se basa en el texto vertido al vulgar del último y que, asimismo, sus ilustraciones siguen a las de Fra Giocondo de 1511, pero son de ma- yor calidad, caso de los dos hermosos Zodíacos que inser ta, e incluso añade alguna de su invención, como la correspondiente al libro I, cap. VI que ilustra el efecto pernicioso de los vientos al trazar las ciudades sin te- nerlos en cuenta, con el ejemplo que propone Vitruvio de Mitilene en la isla de Lesbos; desde una concepción netamente figurativa queda elo- cuentemete expresada mediante una imagen-viñeta de muy cuidado dise- ño. Pero no es sólo esto. Francesco Lucio da Castel Durante, hoy Urbania y entonces feudo Della Rovere, acaso por su formación pictórica con diseños para la afama- da cerámica local, se muestra a todos los niveles, en cuerpo y alma diría- mos, veneciano; en efecto, lo patentiza en el prólogo de la obra: “Frances- co Lutio Durantino Alli Lettori”, tras una glosa encomiástica y tópica de autores famosos y únicos en diversas disciplinas, se centra en Vitruvio que, per dottrina, & per elegantia del dire, merece una fama perpetua, un nome eterno, pues nell’Architettura con ottimo stile da lui descritta, la palma di ho- nore & fama ha riportato. Arte que, mediante bellos edificios construidos de mármol, pórfido, alabastro y mosaicos, ha hecho grandes y famosas a las ciudades, trionphante prima Roma, di poi Venetia. Como la obra escrita por otros muchos, considera que los libros de Vitruvio son cose digne cer- tamente di memoria. Asimismo, tras el índice de los capítulos de la obra, promete publicar en breve, para aclarar y corregir determinados términos vitruvianos, variamente descripti & corrupti, certi opuscoli de certi auctori an- tiqui, in liquali (sic) questi caracteri & segni si trouano integri & veri, (...) trouas- seno incorrupti; promesa, hasta donde llegamos, incumplida, lo cual no res- ta un ápice de interés a la afirmación. 38 En 1567 la obra tuvo una 2ª ed., como decimos, tanto en italiano, dos ejemplares en la BH [BH FLL 26651 y BH FLL 36624], como en latín, asimismo parte de los fondos de la BH [BH FLL 10018]; reedi- ción exacta de la de 1567, es la de Venecia, 1584 [BH 22989]. Existe edición facsímil de Milán, Il Polifilo, 1987, efectuada precisamente so- bre la edición del Vitruvio de Bar- baro de Venecia, 1567, con un sag- gio di Manfredo Tafuri e uno studio di Manuela Morresi. 39 Imposible no hacer mención de la recientísima publicación del Vitruvio (libros I al V), bajo la cobertura de una prestigiosa editorial (VITRUVIO: Ar- quitectura. Libros I-V. Introducción, tra- ducción y notas de Francisco Man- zanero Cano. Madrid, Gredos, 2008; en adelante: Vitruvio, Manzanero), apa- rentemente todo correcto, muy ano- tado y amplísima introducción (pp. 7-121); sólo nos consideramos ca- pacitados para hacer juicios sobre dos epígrafes de la citada introduc- ción. “La recepción de Vitruvio en la Europa renacentista” (pp. 81-97), un tanto prolongada hasta el siglo XVIII, y “La recepción de Vitruvio en Espa- ña” (pp. 97-107), en los que, como en toda la obra, las notas están al día, pero sólo esto, lo cual nos hace du- dar de todo el resto; entendemos sencillamente que no es de recibo. Baste con decir que se alude a “Gio- vanni Petrarca” (p. 82), menos mal que se trata de una de las cimas de la literatura occidental, si no también le cambiaba el apellido; que la editio princeps del Vitruvio, unas veces es 1486-1492, otras c. 1487, pero tam- bién es 1511; que la celebérrima Car- ta a León X, que en sí misma es aje- na a Vitruvio y al vitruvianismo y, en todo caso, bastante más que ambas cuestiones, ni se relaciona con Cas- tiglione e ideas de Rafael, y per se tam- poco relacionable con Alberti co- mo se dice, y que sí tangencialmente tiene que ver con la traducción del Vitruvio por Fabio Calvo para el Ur- binate (p. 87), cuyas copias manus- critas (nota 243) están hoy en la Ba- yerische Staatbibliothek, “de Mónaco”, con tilde y todo como si del princi- A rq ui te ct ur a y ci ud ad . T eo ría s, bi og ra fía s, m od el os , l ug ar es 45 2º Diego Suárez:CAPITULO 2 13/01/10 13:12 Página 45 LA DECISIVA APORTACIÓN DE SERLIO. Como hemos adelantado, decisiva fue y a varios niveles de análisis y estudio, en efecto, la contribución del boloñés Sebastiano Serlio a la cultu- ra arquitectónica, inmerso ya de modo pleno en la dinámica cinquecentes- ca de teoría (Vitruvio ante todo, pero no sólo) y práctica (estudio siste- mático de las ruinas romanas, pero no sólo asimismo). Su tratado de arquitectura propuesto a base de libros, en una es- tructuración ya tópicamente vitruviana, pero que asimismo podría ser albertiana, van alcanzando la imprenta en un arco temporal amplio, más de treinta años, y en –y desde– lugares distintos; opera ambiciosa, nunca completada si tomamos como referencia los presuntos diez libros ape- tecidos, del mismo modo que luego acontecerá con Andrea Palladio. En vida del autor, entre 1537 y 1554, año este último de su fallecimiento, que de todos modos sin confirmaciones contundentes, precisa el opor- tuno circa, se publicaron sólo seis libros y quedaron manuscritos otros tres; de estos últimos alguno vio la luz de la imprenta de manera póstu- ma respecto a su autor y del mismo modo se efectuaron publicaciones conjuntas, incluso manteniendo en algún libro del conjunto así confor- mado fechas anteriores y diversas, que han complicado seriamente las puntualizaciones al respecto. La secuencia fue la siguiente: Libro IV, Venecia, 1537, que trata funda- mentalmente sobre los órdenes y ornamentos clásicos; respecto al orden toscano la dependencia del texto vitruviano es ya total, prácticamente sin posibilidad de confrontación alguna, según se puede deducir de sus co- mentarios y tal como luego nos confirmará Vignola; Libro III, Venecia, 1540, sobre edificios antiguos deducidos a partir de las ruinas; es el que primero y de modo más fehaciente, hace realidad su celebérrimo mote, precisa- mente en este libro contenido respecto a “aprender de las ruinas” (...ruina docet... a partir de Roma quanta fuit...), pero atendiendo asimismo a edifi- cios contemporáneos que, tratados aquí junto a los antiguos, alcanzan un rango excepcional y se presentan asimismo como paradigmáticos exempla, sobre todo construcciones y proyectos no llevados a cabo, inconclusos o desaparecidos de Bramante (su San Pedro del Vaticano, San Pietro in Mon- torio, su Belvedere Vaticano) y Rafael (su proyecto de San Pedro del Vati- vano, Villa Madama), con que el carácter y condición de memoria imbricada a la imprenta es total42. Ambos libros, son probablemente los más impor- tantes en cuanto a cultura arquitectónica se refiere y, una vez más, Venecia, su pujante y puntera industria editorial que, asimismo retomará las publica- ciones conjuntas posteriores, en general como Regole generali di Architettu- ra, en italiano, o De Architectura libri quinque, en latín. Asentado ya en Francia, que para Sebastiano va a ser destino definitivo hasta su muerte, en torno a Fontainebleau y la preclara corte de Francis- co I Valois, y en los círculos del Cardenal de Ferrara Hipólito II d’Este, con- tinuará con la publicación de su obra: Libros I y II, París, 1545 dedicados respectivamente a la geometría, ante todo la euclidiana, y perspectiva, en- tendidas como disciplinas y temas básicos para la arquitectura, constitu- yen per se hitos al respecto, sobre todo el Libro II, que asume toda la tra- pado se tratara. Lo dicho, y alguna otra cuestión que señalaremos, serios erro- res e injustificada desidia, tratándose además de un libro publicado en 2008, hacen buena la edición de Ibe- ria de hace más de treinta y ocho años, más modesta y sin pretensio- nes, pero a la postre, y aún hoy, con todas sus carencias, más seria y has- ta más válida (VITRUVIO, Marco Lu- cio: Los diez libros de arquitectura. Tra- ducción directa del latín, prólogo y notas por Agustín Blánquez. Barce- lona, Iberia, 1970; y era ésta “Nueva Edición”). 40 Importante preludio, como he- mos dicho, al propio Vitruvio de Or- tiz y Sanz de 1787, con significativas reflexiones sobre el “cap. ult. lib. tert.”, según nos precisa su autor que, ni como referencia mínima, es citado en Vitruvio, Manzanero, introducción, pp. 105-107 que, en cambio no de- ja de prodigar elogios al autor y su traducción posterior; una razón más para que figure en la presente ex- posición. Al respecto, vid. RODRÍ- GUEZ RUIZ, Delfín: “Abaton: la ca- sa de la Arquitectura”, La formación del artista. Madrid, 1989, catálogo ex- posición Real Academia de Bellas Ar- tes de San Fernando. 41 Vid. VITRUVIO POLION; Mar- co: Los diez libros de arquitectura, traducción y comentarios de José Ortiz y Sanz, Madrid, 1787; facsí- mil, Madrid, Akal, 1987 (y reeds.), prólogo de Delfín Rodríguez Ruiz. y PRIETO GONZÁLEZ, José Ma- nuel: “Entre Dios y Vitruvio: magis- terios primevos en arquitectura”, Anales de Historia del Arte, nº 9 (1999), pp. 315-348. 42 En este sentido y en referencia a San Pedro del Vaticano, sus proyec- tos no llevados a la práctica, caso del de –o más bien de los de, en- tre 1514 y 1520– Rafael y del San Pedro de Bramante-Julio II, la apor- tación de Serlio es hoy para noso- tros fundamental; vid. al respecto el interesantísimo estudio: BRUSCHI, A.-FROMMEL, C. L.-WOLFF MET- TERNICH, F.G.-THOENES, C.: San 46 A rquitectura y ciudad. M em oria e im prenta 2º Diego Suárez:CAPITULO 2 13/01/10 13:12 Página 46 dición previa, asienta las bases –fundamentales sus conocidas tres escenas que rematan el discurso para la perspectiva escenográfica– que luego re- dondeará y dará pleno sentido con sus instruidos comentarios Daniele Barbaro, como ya hemos expuesto. De la editio princeps con texto bilin- güe italiano (del propio Serlio) y francés ( de Jean Martin) custodia la BH un ejemplar [BH DER 1232]. Por su parte el Libro V, ya de París, 1547, está dedicado a la arquitectura religiosa de tempii sacri secondo il costume chris- tiano, & al modo romano, como nos reseña su autor ; es decir, arquitectura religiosa en claves clasicistas que, en el ámbito hispano recibirán el elo- cuente apelativo de capillas romanas. De mucha mayor importancia e interés que el citado Libro V, entonces y hoy, es el denominado Libro Extraordinario, de Lyon43, 1551, que sí es in- corporado a los cinco primeros posteriormente, tanto en las ediciones en italiano como en latín, pero sin contabilizar número en el título cuando se presentan cinco libros; sencillamente se incorpora al final de éstos. Se tra- ta, en efecto de una realmente “extraordinaria” propuesta de treinta por- tadas rústicas y veinte delicadas, como las denomina Serlio, o sea propia- mente urbanas. La edición latina de Venecia, 1569, por más que el Libro V y el Extraordinario lleven fecha de 1568, es el que se muestra en la presente exposición, por la mayor calidad de sus grabados, ante todo los del Libro Extraordinario, incluso superiores a las del ejemplar similar pero en italiano, Venecia, 1566 [BH DER 1580]. Los Libros VI, VII y VIII, quedaron en su mo- mento manuscritos44; el sexto dedicado a palacios y villas dentro y fuera de la ciudad; el séptimo complementa al anterior, incluso con propuestas de conservación, mantenimiento y restauración de edificios; el octavo está dedicado a la arquitectura militar45; el Livro VII fue publicado por Jacopo Strada en Fráncfort, 1575. No sólo la obra de Serlio fue importante, y lo fue en alto grado, por su gran difusión a nivel europeo y su temprana traducción a otros idio- mas, tal es el caso español que enseguida comentaremos, sino que, desde una idea abstracta de la ruina, o una idea de la misma concretizada en imagen, su decisiva aportación fue conformar un concepto de monumen- to y así mostrarlo; es decir, y esto fue muy relevante en el contexto italia- no de la cultura arquitectónica desde Alberti, salvo el caso de la “carrera” por ilustrar el texto vitruviano, preponderantemente anicónico; por el contrario Serlio “confía” ante todo en la imagen, constatándonos de mo- do claro lo aprendido respecto a la proyectiva de Baldassare Peruzzi cu- yos dibujos llegaron a su poder, y en general presentada junto –a su lado– al texto, en general muy breve, casi nulo en el caso del Libro Extraordina- rio, que hace al tratado eficaz y muy operativo para el profesional corres- pondiente y también para el lector interesado, de tal modo que la califica- ción que le cabe es de tratado fundamentalmente de IMÁGENES ilustradas con sencillos y breves textos46. Mención especial merece la edición española de Francisco Villalpan- do, publicada en Toledo, 1552, de los libros III y IV de Serlio, por iniciati- va del futuro Felipe II aún príncipe47. Fundamental en nuestro contexto en vía clara hacia una asimilación plena del clasicismo, dejando atrás los conatos muy epidérmicos al respecto del tratado de Sagredo (Toledo, Pietro che non c’è, da Bramante a San- gallo il Giovane, a cura di Cristiano Tessari. Milán, Electa, 1996. 43 Al respecto, vid. Sebastiano Ser- lio à Lyon. Architecture et imprime- rie, 4 vols., a cura di Sylvie Deswar- te-Rosa. Lyon, Mémoire Active, 2004; sobre todo el vol. I: Le traité d’architecture de Sebastiano Serlio una grande enterprise éditoriale au XVIe siècle. En Lyon, en 1547, y ba- jo esta operación editorial fueron reeditados los Libros I, II y V, en una dimensión nacionalista de la im- prenta de este importante centro, los propiamente franceses. 44 Vid. FIORE, Francesco Paolo- CA- RUNCHIO, Tancredi: Sebastiano Ser- lio. Architettura civile. Milán, Il Polifilo, 1994, donde se estudian los libros sexto, séptimo y octavo a partir de los manuscritos de Munich y Viena. 45 Vid. P. MARCONI: “L’VIII libro ine- dito di Sebastiano Serlio, un proget- to di città militare”, Controspazio, nº 1 (1969), pp. 51-59 y nº 4-5 (1969), pp. 52-59. J. G. JONSON: Sebastiano Serlio’s Treatise on Military Architectu- re (Bayerische Staatbibliothek, Munich, Codex Icon. 190). Michigan, 1985 (Te- sis Doctoral, UCLA, 1984). V. HART: “Decorum and the five Order of Ar- chitecture: Sebastiano Serlio’s Mili- tary City”, Res, vol. 34 (1998), pp. 75- 84. Sebastiano Serlio on Architecture, volume two, Books VI and VII of “Tut- te l’opere d’architettura et prospeti- va”, with “Castrametation of the Ro- mans” and “The Extraordinary Book of Doors” by Sebastiano Serlio, trans- lated from the Italian with an Intro- duction and Commentary by Vaug- han Hart and Peter Hicks. Yale University Press, New Haven & Lon- don, 2001. Agradecemos muy enca- recidamente a Juan Luis González García el habernos proporcionado los datos para configurar esta nota. A rq ui te ct ur a y ci ud ad . T eo ría s, bi og ra fía s, m od el os , l ug ar es 47 2º Diego Suárez:CAPITULO 2 13/01/10 13:12 Página 47 1526); en conjunto acaso de las más cuidadas ediciones de Serlio, como podrá comprobarse en la presente exposición que incluye su editio prin- ceps, obviamente de los fondos de la BH, con hermosos frontispicios en ambos libros, a dos tintas según un refinado diseño de Villalpando, com- parable a detalles de la soberbia reja de la capilla de la catedral primada, excelsa obra de este arquitecto, con enmarque de sendas hermas que plasmará asimismo en la toledana portada del Colegio de Infantes, fun- dación del arzobispo Mar tínez Silíceo en la Ciudad Imperial. De igual modo, la traducción es correctísima, apurando en español los juicios del boloñés y adoptando de éste, casi como si de cosecha propia fuera, la idea de imagen como lo fundamental y el texto como complemento preciso. En el propio contexto arquitectónico de la ciudad del Tajo, el in- flujo fue grande; cabría destacar la cuestión del denominado “orden api- lastrado”, constantemente utilizado durante el siglo XVII en la ar ticula- ción de alzados exteriores mediante pilastras que, prolongando su fuste a través del correspondiente entablamento “buscan” su capitel que que- da alojado bajo la cornisa. No obstante esos textos que incluso llegan a ser didascálicos deben ser leídos para una certera comprensión de lo propuesto; o sea, hay que entrar en las fuentes y leer. La sugerente imagen que Serlio incluye en su Libro III y que Vilalpando acoge en su traducción del “POGGIO REALE DA NAPOLI” (Serlio-Villalpando, fols. LXXVI vuelto-LXXVIII recto), ha llevado a la confusión a determinados especialistas del mundo hispanoa- mericano, tomando lo aquí propuesto como modelo o referente para la Casa de Diego Colón en Santo Domingo, c. 1510-1514, hoy muy restau- rada, y ante todo para su doble galería exterior abierta, una sobre otra, con arcos rebajados una de las mismas de estricta tradición gótica y con muchos ejemplos en España. No obstante se opta por este edificio napo- litano de Alfonso V el Magnánimo, alegando con acierto que está en nues- tra propia cultura, tal como expone Serlio que, asimismo, apunta que los quatro corredores que vienen en la parte de fuera señalados .D. [alude al di- bujo contiguo] no los ay en este edificio, pero yo los he hecho para mayor or- namento suyo, porque estarian muy bien y serian fortissimos por los grandes estribos que ternian (sic) a los lados, y no por esto dexarian de tener bastan- te luz los aposentos, y serian de mas ornato y seruicio que los corredores ha- rian deffensa del sol y del ayre y del agua, de lo qual estaria mas guardado el maciço del edificio con ellos que sin ellos. (fol. LXXVII vuelto). Es decir, estas loggie exteriores son invención y propuesta de Serlio en su Libro III, Vene- cia, 1540; y en efecto, en algún grabado del siglo XVIII el edificio alfonsino de Nápoles aparece exteriormente como un volumen cúbico en dos pi- sos y los comentados resaltes en los cuatro ángulos solamente. VIGNOLA, REGOLA Y AGGIUNTE. ARQUITECTURAS DE MIGUEL ÁNGEL. En relación con Jacopo Barozzi da Vignola, de modo estricto, nuestro interés aquí y ahora, va a ser la Regola (Roma, 1562, según deducción indi- recta de lugar y año), su importancia per se, su devenir y el uso-abuso en cuanto a los sucesivos añadidos; clave y fundamental en el contexto hispá- 46 Sigue siendo absolutamente fun- damental como referente THOENES, Christof (a cura di): Sebastiano Ser- lio; Sesto Seminario Internazionale di Storia dell’Architettura (Vicenza). Milán, Electa, 1989. 47 Del Serlio-Villalpando existe edi- ción facsímil: Tercero y Quarto Libro de Architectura (Toledo, Ivan de Aya- la, 1552), con estudio introducto- rio de George Kubler. Valencia, Al- batros, 1977. 48 A rquitectura y ciudad. M em oria e im prenta 2º Diego Suárez:CAPITULO 2 13/01/10 13:12 Página 48 nico, según comentaremos en su lugar, lo fue asimismo en el ámbito que podríamos calificar de primera andadura efectiva de la Academia de Be- llas Artes de San Fernando, eminentemente docente y formativa de futu- ros profesionales de la arquitectura, según testimonia la edición de la Re- gola vignolesca asépticamente presentada en publicación de Madrid, 1764, con ilustraciones realizadas sobre dibujos de Diego de Villanueva, incluida en la presente muestra, ante todo en razón de su “rescate” editorial des- de la publicación de Patricio Caxés48 de fines del siglo XVI, lo que significó y, el ser un tema sobre el cual, hasta donde llegamos, no se ha insistido su- ficientemente, lo que hoy se diría “poco visitado”. Por lo demás, obviamos otras consideraciones previas y de situación de este fundamental maestro, cuando menos imprescindible respecto a la arquitectura (teoría y práctica) y a la teoría de la perspectiva (la aporta- ción de su tratado póstumo al respecto, 1583, con los comentarios de Danti, ha quedado justipreciada en el certero estudio de F. Camerota)49, y ello referido a las historias de ambas disciplinas artísticas a nivel de cultura occidental. La denominada “arquitectura farnesiana”, Il Gesù (1568) inclui- do, no se entiende sin Vignola, siendo el palacio Farnesio en Caprarola acaso su realización más completa e importante, donde asimismo nos constata su dominio de la perspectiva, verdaderamente eslabón funda- mental entre Peruzzi y su aportación en la Farnesina y la quadratura como algo más propio del Seicento, en la Camera dell’Aurora y Anticamera del Concilio, tal como plasmaron aquí los pinceles de Taddeo Zuccaro y su ta- ller ; sobre todo este pintor, Vignola, Anibal Caro como consumado men- tor y el mecenazgo del cardenal Alejandro Farnesio, a partir de 1559, con- formaron aquí lo que sin duda es un completo y refinadísimo microcosmos cultural en general y artístico muy en particular para la memoria y mayor gloria de la Casa Farnesio50. Primeras obras en Bolonia antes de 1538 y primera estancia en Ro- ma entre 1538 de forma segura y 1540; partida para Francia con Il Pri- maticcio y actividad allí en el Fontainebleau de Francisco I(1541-1543); vuelta a Bolonia e importante actividad en esta ciudad, ya con un cierto renombre y prestigio entre 1543 y c.1550, año este último en que, de nuevo, se traslada a Roma, reclamado por el papa Julio III para la confor- mación de su villa suburbana, la denominada Vigna di Papa Giulio in Via Flaminia, dentro de cuya propiedad diseña y construye la iglesia de Sant’An- drea in Via Flaminia, más conocida como Il Tempio del Vignola (1550), eta- pa y obras que concluyen en 1555 con el fallecimiento del papa Ciocchi Del Monte. Entre este último año y 1573 transcurre la última etapa de Vignola, la de las grandes obras –ante todo las farnesianas, asistido por su hijo Giacinto, nacido en Bolonia entre 1531 y 1535– y, de manera muy especial para nosotros aquí, su aportación teórica, en una auténti- co camino alla ricerca di una regola universale, tras largas y profundas meditaciones tanto respecto a la arquitectura como con su ya citada contribución a la perspectiva. Entre las obras arquitectónicas boloñesas de Vignola figuran tanto el palazzo de Achile Bocchi como los Portici dei Banchi; este último inte- grante clave de un planteamiento de forum all’antico, y por tanto entendi- 48 Existe facsímil de esta edición española, con estudio introducto- rio de Alfonso Rodríguez G. de Ce- ballos, Iacome de Viñola. Regla de los cinco órdenes de architectura. Va- lencia, Albatros, 1985. 49 Para todo remitimos a SUÁREZ QUEVEDO, Diego: “Centenarios de Vignola (2007) y Palladio (2008) ...”, Anales de Historia del Arte, nº 18 (2008), op. cit. 50 Vid. FAGIOLO, Marcello: Vignola, l’architettura dei principi. Roma, Gan- gemi Editori, 2007. A rq ui te ct ur a y ci ud ad . T eo ría s, bi og ra fía s, m od el os , l ug ar es 49 2º Diego Suárez:CAPITULO 2 13/01/10 13:12 Página 49 do como arquitectura y espacio público, o arquitectura y ciudad, en tanto que el primero es obra para un excepcional comitente que, de algún mo- do, iniciaría e imbuiría a Vignola en la cultura antiquaria y en la necesidad precisa y preciosa de atender, dibujar y estudiar sistemáticamente las rui- nas antiguas o los testimonios conservados de la denominada Sant´ Anti- chità. Ya en Roma, en principio obras y relaciones profesionales modestas, pero en cambio conocimiento directo y continuado del legado de la Anti- güedad, los de Bramante y Rafael –sobre todo la “incompleta” Villa Giulio de’Medici-Madama del último– así como de Baldassare Peruzzi y su obra –singularmente el Viridario Chigi-Farnesina y su Sala de las Perspectivas–. Muy pronto comienza a ser consultado como uno de los miembros de la Accademia Vitruviana della Virtù51, para realizar algún estudio o diseño dall’an- tico. A las bases boloñesas, pues, se sumaban todos los ingredientes preci- sos en torno a sí; la propia Urbs a estudiar como práctica a completar y a confrontar con la teoría vitruviana. La Regola, es una esencial codificación, de enorme practicidad y opera- tividad, de los principios esenciales de la arquitectura clasicista, expuestos asimismo de manera esencial. Una breve introducción y treinta y dos ilus- traciones sobre los cinco órdenes arquitectónicos con los detalles de sus partes, es decir todos los miembros del orden conjuntamente expuestos, normalizados y normativizados, sometidos a un módulo fácilmente equi- parable a medidas locales; la triple esencialidad reseñada, quiere dar a en- tender su condición de vademécum según la primera acepción española del término, como libro de informaciones claves y fundamentales52. Tras un exhaustivo estudio de las ruinas romanas –o en su defecto, co- mo en el orden toscano, recurriendo a la autoridad de Vitruvio–, Vignola realizó una selección de las proporciones que consideró más idóneas y bellas, según nos confiesa, siendo sus láminas patrones para el arquitecto ejecutante, que tiene ante sí claras imágenes y sus detalles, todo puntual- mente medido y especificado y con muy breves aclaraciones al pie de ca- da una de las mismas; la última, es la expresión geométrica del orden salo- mónico con fuste de seis espiras. Clara, concisa y objetiva la Regola53 tiene tras sus lacónicas propuestas un gran trasfondo teórico que, en los estudios más recientes sobre Vigno- la, ha sido puesto de relieve en una auténtica disección del tratado54. Ya es suficiente prueba el que Vasari le dedique un comentario positivo en sus Vite, 1568, bien es verdad que “perdido” en el amplio entramado de la biografía de Marcantonio Raimondi y otros intagliatori di stampe, lo cual, por otro lado, incide en poner de manifiesto el valor primordial de las ilustraciones vignolescas55. El éxito del tratado fue total, las reediciones incontables y las traduc- ciones muchas, a partir de la primera, Roma,1562; pero lo fueron también los añadidos al tratado propiamente dicho, láminas ante todo, constante- mente y cada vez en mayor número; en principio de obras del propio Vig- nola (Il Gesù, Caprarola, portada de Villa Giulia, il Tempio y otras), llegando la situación a tal extremo que, al parecer en 1569, Pío V emitió un Motu Proprio para regular la cuestión56 que, de hecho, no fue efectivo. En la pro- pia Roma y mediante diseños de antigüedades o de obras de otros arqui- 51 Resulta curioso que Claudio To- lomei, factotum literario-filológico de la Accademia por estos años, ha- bía escrito el diálogo Il polito, publi- cado en 1525 bajo el seudónimo de Adriano Franci, donde se opo- nía a las reformas ortográficas de Trissino, primer mecenas de Andrea Palladio que, a inicios de esta dé- cada de los cuarenta, visitaba Ro- ma bajo su amparo. 52 Según el D[iccionario de la] R[eal] A[cademia[ E[spañola de la] L[en- gua], 1: Libro de poco volumen y de fácil manejo para consulta de nocio- nes o informaciones fundamentales. 53 Regola delli cinque ordini d’archi- tettura in 32 tavole; editio princeps sin lugar ni año de publicación, pe- ro de 1562 según testimonia una car- ta de su hijo; obra dedicada al car- denal Alejandro Farnesio. 54 En concreto: MOROLLI, Gabrie- le: “Il ‘fiore della regola’. Le compo- nentti modanari e il proporzionamen- to dei ‘cinque ordini’ di Vignola” (pp. 174-205) y CANALI, Ferruccio: “Il cor- pus ‘nascosto’. Individuazione e con- siderazioni critiche sul corpus lessi- cale della ‘Regola’: ‘nomi’ e ‘vocaboli’, ‘forme’ e principi” (pp. 206-218), en Vignola e i Farnese, a cura di Chris- toph Luitpold Frommel, Mauricio Ric- ci, Richard J Tutle. Milán, Mondadori Electa S. p. a., 2003. 55 Sabido es que el aretino no in- cluyó a Vignola entre sus biogra- fiados en 1568, sino referencias sueltas y perdidas en los textos de otros artistas como Primaticcio o en la propia autobiografía, en ge- neral parcas, de pasada y sin de- masiada valoración e interés por su obra, salvo este juicio positivo respecto a la Regola. 56 BH FLL 9809, que bien pudiera ser un ejemplar de la considerada como segunda edición de la Rego- la, c. 1570, con muy escasos añadi- dos y que incluye el citado Motu Pro- prio, de cuyo encabezamiento sólo puede leerse “PIV”, dado sus de- 50 A rquitectura y ciudad. M em oria e im prenta 2º Diego Suárez:CAPITULO 2 13/01/10 13:12 Página 50 tectos, la situación se prolongó, que sepamos, al menos hasta la segunda década del siglo XVII; bajo patrocinio y encargo de Giovanni Battista Cres- cenzi (1577-1635), son muy conocidos los añadidos, 1617 y 1619, de Fran- cesco Villamena (1555-1624). Las traducciones francesas57 del Vignola, en todos los sentidos, fueron aún más lejos, con amplios comentarios e ilus- traciones hasta mediados del siglo XVIII, llegando a convertirse so pretexto de la Regola en un auténtico muestrario de elementos estructurales (en- marques de ventanas y chimeneas fundamentalmente) y decoración a ba- se de rocaille, que es lo más alejado de Vignola que darse pueda. Atrás fue quedando del todo la esencialidad vignolesca; su tratado, pues, pasó a ser también un vademécum en donde cabía todo y donde todo encajaba; es decir, según la segunda acepción española del término58. Tras una edición de la Regola temprana en fecha, pero sin constancia, con pocos añadidos, insiste la presente exposición en un singular ejemplar que, además del propio tratado vignolesco, contiene añadidos varios y con grabados de una extraordinaria calidad; se añade el tratado59 de An- tonio Labacco (1495-1570) y algunos elementos arquitectónicos de Mi- guel Ángel en el Campidoglio, el primero al final del volumen y los segun- dos intercalados con las ilustraciones de la propia Regola que ya “arrastra” varios añadidos (obras del propio Vignola y los consabidos de Villamena). Pero lo verdaderamente interesante es la inclusión, con portada propia que responde al diseño de Giovanni Battista Montano (1534-1621) (“Giouan- ni Battista montano Milanese Inuentor”, consta al pie del frontispicio), de la denominada “NVOVA ET VLTIMA AGGIVNTA DELLE PORTE D’AR- CHITETA. DI Michel Angelo Buonaroti (sic)”60 que, en principio, parece ser solamente un añadido más61, pero que detenidamente analizado y va- lorado resulta cuando menos muy interesante y más en función del con- texto hispano. En efecto, incluso prescindiendo de si en su momento fue un añadido a la Regola o no, su fecha, 1610, el “autor”, “Michel Angelo Vac- cario” y el que aquí figura como “impresor”, “In Roma appresso Andrea Vaccario all’Insegna della Palma”, seguramente dibujante y grabador res- pectivamente, actuantes ambos y al servicio, como se hace constar a pe- sar de las dudas en las abreviaturas, de “Gio. Battista Crescentio”, hacen de esta aggiunta un dato importante y a tener en cuenta. Confirma rotundamente y en todos sus puntos, la apreciación de que “Crescenzi [fue] coleccionista, pintor y arquitecto aficionado, y tam- bién empresario, si así puede denominarse a un noble romano que, en- tre otras actividades, contrataba ar tistas para la realización de diferen- tes proyectos arquitectónicos y decorativos primero en Roma y, posteriormente, a partir de 1617, en España, a donde llegó en el séqui- to del cardenal Zapata (...) había entablado relación con Montano a co- mienzos del siglo XVII”62. Y además, en 1610, año en que se estaban com- pletando las obra de la Cappella Paolina, en Santa Maria Maggiore de Roma, consagrada en 1613, en las que actuaba como superintendente en nombre de Paulo V Borghese; habiendo de considerar también a Andrea y Michelangelo Vaccario, entre los ar tistas a su servicio63. En el frontispicio de Montano, Miguel Ángel, compás en mano, ocupa el lugar de Vignola en el correspondiente de la Regola; a ésta y a su autor pare- terioros; en ningún caso aparece da- ta alguna, lo cual caracterizó, al pa- recer, las primeras ediciones del tra- tado vignolesco. 57 Tenemos constancia de las si- guientes: BH FLL 9569, París, 1665, que incluye cuatro grabados de El Escorial; BH FLL 11686, París, 1694, con comentarios y diccionario de Auguste Charles D’Aviler (1653- 1701) y BH FLL 26475, París, 1750, con una biografía de D’Aviler y nue- vos diseños de Pierre-Jean Mariet- te (1694-1770). 58 DRAEL, 2: Cartapacio en que los niños llevaban sus libros y papeles a la escuela. 59 Libro appartenente a l’architettu- ra nel quale si figurano alcune nota- bili antiquità di Roma. Roma, 1552. 60 Con el añadido de un espléndi- do grabado del baldaquino vatica- no, la BH conserva asimismo una re- edición, Roma 1680 [BH FLL 26780] que, en la aggiunta miguelangelesca, sustituye el “apresso Andrea Vacca- rio, 1610”, por “In Roma apresso. Gio. Battista de Rossi, Si uendono in Piaz- za Nauona nella stamperia di Mat- teo Gregorio Rossi Romano”. 61 Podría pensarse que las láminas de Buonarroti intercaladas en la Re- gola hayan sido “desgajadas” de este pequeño álbum, y todo sea produc- to de una “irregular” encuadernación posterior, e incluso que la propia ag- giunta también lo sea y, como tal, no un añadido al Vignola sino a otros gru- pos de obras de Miguel Ángel, en ál- bumes previos, y finalmente todo re- sultado de la encuadernación a posteriori; es siempre algo a conside- rar, pero no nos consta, como aggiun- ta miguelangelesca, más que ésta. 62 RODRÍGUEZ RUIZ, Delfín: “Ál- bum de Antonio García Reinoso (si- glos XVI-XVII)” (pp. 315-363), en con- creto p. 317, en Dibujos de arquitectura y ornamentación de la Biblioteca Na- cional. Madrid, Ministerio de Cultu- ra-Biblioteca Nacional, 1991. A rq ui te ct ur a y ci ud ad . T eo ría s, bi og ra fía s, m od el os , l ug ar es 51 2º Diego Suárez:CAPITULO 2 13/01/10 13:12 Página 51 ce querer rendírsele un homenaje mediante el soporte de la derecha, con parte de su fuste de desarrollo helicoidal. Asimismo si es nueva y última en 1610, es que hubieron otras anterio- res, al menos como láminas sueltas pero más parece referirse el título a conjuntos a modo da fascículos o cuadernillos, lo cual supone a nuestro entender un significativo interés y un esfuerzo continuado por plasmar ar- quitecturas miguelangelescas, completas o/ y en detalles, los del ejemplar expuestos son de extraordinaria calidad, de tal modo que llega a quedar conformado un amplio y significativo corpus de imágenes, importantes por sí mismas, propuestas como exempla y de referencia, casi diríamos “de im- pacto”, en la inmediata concepción de la arquitectura seicentesca, eviden- te por ejemplo en el caso de Bernini. Como colecciones o imágenes sueltas, la proliferación a manera de mo- delos o referentes, continuó durante todo el siglo XVII, ya, en general, al mar- gen de añadidos a la Regola vignolesca, más bien, en cambio, como obras in- dependientes e incluyendo relevantes edificios o estructuras arquitectónicas del seiscientos, como el Baldaquino berninesco añadido a una reedición, 1680, de la Regola asociada al apellido Rossi, al que de inmediato nos referi- remos; asimismo adquiere una relevante presencia Sant’Andrea della Valle y, de nuevo, Miguel Ángel, ahora con la cúpula de San Pedro del Vaticano. Han sido pautados tres grupos importantes en la Roma del Seicento, insistiéndose en la visión frontal de la arquitectura y con referencias a im- portantes iglesias barrocas romanas64; respecto a ambas cuestiones, diría- mos ya que no sólo, aunque abundan, en efecto, las visiones frontales de edificios barrocos, fachadas ante todo. Un importante grupo de artistas giran en torno a la gestación del Insignium Romae Templorum Prospectus, publicado en 1683, libro del citado Rossi, pero al parecer Giovanni Giaco- mo65, y sí que aquí el factor predominante es la frontalidad aludida; otro grupo con grabados de Francesco Venturini, también de iglesias romanas fundamentalmente, sobre dibujos de Lorenzo Nuvalone, Francesco Buffa- lini y ¿Carlo Fontana?; el tercer grupo, el más amplio, quedó conformado en torno a grabados y dibujos de Valerien Regnart o Regnard [Valerianus Regnartius], artífice belga asentado y activo en Roma entre c.1630 y 1650; de hecho estas láminas se publicaron por Francesco Collignon, 1650, en Praecipua Urbis Templa. En relación con el último grupo citado, deben estar las imágenes gra- badas que, presuntamente se encuadernaron juntas formando un libro que, por la importancia de su propuesta miguelangelesca se expone en esta muestra; la mayoría de las veintidós estampas que lo conforman es- tán en relación con el citado Regnartius (las vignolescas Il Gesù y Santa Maria dell’Orto, entre otras barrocas) y con Dominicus Parasaccus o Do- menico Parasacchi (activo: 1600-1637), asimismo grabador y dibujante, a quien se atribuye, trabajando en colaboración con Giovanni Maggi, los grabados de la Raccolta delle Principali Fontane dell’Inclita Città di Roma, pu- blicada en 1618 y, con añadidos, en 1636. La singularidad de incluir en esta publicación grabados de San Giovan- ni dei Fiorentini en Roma, según proyecto no realizado de Miguel Ángel, en realidad varios c. 1555-1557, significa una vez más incidir sobre aspec- 63 Andrea Vaccario, sí consta como editor y grabador activo en Roma, c. 1599-1620; de Michelangelo Vac- cario, en cambio, nada hemos con- seguido averiguar. 64 Vid. MARTÍNEZ MINDEGUÍA, Francisco: “Insignium Romae Templo- rum Prospectus, la visión frontal de la arquitectura”, Annali di Architet- tura (Rivista del Centro Internazio- nale di Studi di Architettura Andrea Palladio di Vicenza), nº 17 (2007), pp. 167-182. 65 En la citada Regola vignolesca de 1680, las referencias con que con- tamos y que ya señalábamos eran: “In Roma apresso. Gio. Battista de Rossi, Si uendono in Piazza Nauona nella stamperia di Matteo Gregorio Rossi Romano”. 66 Vid.V.V.A.A.: Rinascimento da Bru- lleschi a Michelangelo. La rappresen- tazione dell’architettura, a cura di Henry Millon e Vittorio Magnano Lampugnani. Milán, Bompiani, 1994; sobre todo “San Pietro”, pp. 399-423 de Christoph Luitpold FROMMEL. 67 Sobre estas ideas ya proponía- mos una suerte de genealogía ar- quitectónica, que no tipología, en “A modo de epílogo” (pp. 114-120) y como hipótesis de trabajo pero de fundamentos claros en SUÁREZ QUEVEDO, Diego: “Sobre Leon Battista Alberti...”, 2004, op. cit.; des- de la albertiana capilla Rucellai y su tempietto en San Pancrazio de Flo- rencia y el citado sepulcro de Julio II (proyecto de 1505) de M. Ángel en San Pedro del Vaticano, hasta la capilla de los Junterones (proyecto de 1521-1526, de Jacopo Torni il Vec- chio) en la catedral de Murcia, lue- go referenciada como bóveda de Murcia, oval, en las trazas de cortes de cantería de Felipe Lázaro de Goi- ti, supuestamente inspirada en la co- rrespondiente del legado Vandelvi- riano (Andrés y Alonso). 52 A rquitectura y ciudad. M em oria e im prenta 2º Diego Suárez:CAPITULO 2 13/01/10 13:12 Página 52 tos de su contribución arquitectónica considerada como clave y funda- mental, ahora a nivel de proyectiva sobre un edificio centralizado, cuando ya se había impuesto la planta axial más en consonancia con la liturgia y rituales católicos, o sea en pro de una mayor funcionalidad; casi a contra- corriente como en su centralizado asimismo San Pedro del Vaticano (1546), uno más che non c’è, lo que le interesa en su San Giovanni es determinar un eje direccional principal que enfile y visualice sin dudas el presbiterio y, al tiempo, plantear una cier ta conflictividad con otros ejes secundarios que, finalmente serían, de haberse construido, otras tantas propuestas de visibilidades para el fiel espectador, tal como ahondando en estas ideas se hará luego en templos centralizados de Bernini (Sant’Andrea al Quirinale, por ejemplo) o Borromini (Sant’Agnese in Agone, por ejemplo). Ello nos lleva a una última consideración, ahora sobre la planta circular en dialéctica proyectiva con la planta oval o elíptica; en esta línea, la op- ción de Miguel Ángel en San Giovanni fue la circular, que asimismo será la concepción palladiana al respecto, tanto en el primer proyecto, 1576, no realizado para Il Redentore de Venecia, marcando el eje principal median- te un espacio previo a modo de nártex, como en el Tempietto de Maser, con un auténtico pronaos. En cambio en el proyecto del sepulcro de Julio II, 1505, para San Pedro del Vaticano66, primer proyecto arquitectónico de Miguel Ángel, como un sacello o estructura exenta, luego adosada67, pro- yecto de 1513 y nunca construida, había optado por una planta rectangu- lar con cúpula oval que, conocemos precisamente, por el detallado testi- monio vasariano [tempio in forma ovale, nos confirma el aretino] de su biografía en las Vite, 1568, que no por las de 1550, a tenor de lo que lue- go comentaremos de ambas ediciones; fue también la alternativa ideada y construida por Vignola en su Tempio en Via Flaminia y luego en la iglesia de Sant’Anna dei Palafrenieri aneja al propio palacio Vaticano. ANDREA PALLADIO. La BH y sus fondos radiografían a la perfección el caso de Andrea Pa- lladio, el vicentino universal dentro de la cultura arquitectónica, que lo es ante todo por sus I quattri libri dell’architettura, publicado en Venecia68, 1570, con un ejemplar solamente, que figura en la presente exposición, muy tardío, 1797, en traducción de José Ortiz y Sanz demandada por la Academia de Bellas Artes de San Fernando69, entendiendo cubrir un va- cío importante. Éste era prácticamente total70 en el contexto hispánico respecto a Palladio en general y a su tratado (1570) en particular, todo lo contrario que en el ámbito anglosajón (Inglaterra, Irlanda y E.E.U.U. funda- mentalmente), desde Iñigo Jones, Christopher Wren, así como de los squi- res ingleses atentos y afines a lo que supuso la civiltà delle ville en el Véne- to cuyo protagonista, desde mediados de la década 1530-1540, en práctica y teoría arquitectónicas, había sido Palladio. Completamente diverso fue el caso de Vignola, fundamental para nuestro ámbito, y cuya presencia en la BH sería calificable de masiva. Este desinterés hispánico por el vicentino y su obra71 queda compen- sado –así se traduce en los fondos de la BH y pretende transmitir la pre- 68 Sigue siendo de referencia: PA- LLADIO, Andrea: I quattro libri..., edi- ción crítica e introducción de L. Ma- gagnato. Milán, Il Polifilo, 1980; existe edición española, muy válida a nues- tro juicio, Madrid, Akal, 1988, Los cua- tro libros de arquitectura de Andrea Palladio; traducción del italiano de Luisa de Aliprandini/ Alicia Martí- nez Crespo; introducción de Javier Rivera. 69 A pesar del título, Los quatro libros de arquitectura..., la obra incluye so- lamente los dos primeros libros; an- tes tan sólo el primer libro había si- do publicado, Valladolid, 1625, por Francisco de Praves. Nada más lle- gó a la imprenta, por más que, en otra vuelta de tuerca en la misma línea de incomprensibles errores acu- mulados en Vitruvio, Manzanero (2008), introducción, p. 91, nota 252 se llegue a decir: “La primera traduc- ción española de los Cuatro Libros de la Arquitectura de Palladio es la de Juan del Ribero Rada, publicada en 1578”, cuando quedó manuscri- ta, y para perversidad total y com- pleto despropósito se añade: “edi- ción facsímil de la Ed. Univ. de León. León, 2003”, excelente publicación cuya cubierta no ha traspasado es- te autor, pues de facsímil nada, es la edición del citado manuscrito de RI- BERO RADA, Juan del: Los cuatro li- bros de arquitectura de Andrea Palla- dio. Traducidos del italiano por Juan del Ribero Rada. Estudio introductorio, edición y notas de Mª Dolores Cam- pos Sánchez-Bordona. Junta de Cas- tilla y León (Consejería de Cultura y Turismo)/ Universidad de León, 2003, donde, como no podía ser de otro modo, se especifica, “según el manuscrito de Ribero Rada: Biblio- teca Nacional (Madrid), Ms. 9248, copia terminada en León en 1578”. A rq ui te ct ur a y ci ud ad . T eo ría s, bi og ra fía s, m od el os , l ug ar es 53 2º Diego Suárez:CAPITULO 2 13/01/10 13:12 Página 53 sente exposición- por los dos eslabones básicos y aún primerizos de An- drea que quedarán culminados en su citado “tratado mayor”, con su obra, también citada, L’Antichità di Roma (1554), rudimentaria en el mejor senti- do del término que, a partir de c.1563, quedará, de modo prácticamente invariable hasta bien entrado el siglo XVII, como capítulo incorporado a las guías de Roma72, prevalentemente en función de –y dirigidas a– los pere- grinos, así como en sus traducciones –recorrido de esta muestra de fon- dos de la BH–, en una importante eclosión de las Mirabilia orquestada, di- rigida y controlada por la Contrarreforma, actuando dentro de las mismas como antiquaria a modo de citas y referencias; pequeño opúsculo que, a su vez, será importante fundamento para un segundo estadio, cualitativa- mente más elaborado, como es su cooperación gráfica con Daniele Bar- baro –debate e intercambio de opiniones entre ambos, presuntamente– en su traducción, edición y comentarios al texto de Vitruvio (Venecia, 1ª ed. 1556, 2ª ed. 1567), ya señalado, que además es un importante hito en la conformación y desarrollo de la perspectiva escenográfica –se propone en esta exposición precisamente el grabado de la citada edición de Vitru- vio-Barbaro, 1567, genuinamente palladiano– que quedará confirmada en su Teatro Olímpico de Vicenza (1580), como edificio independiente pri- mer teatro all’antico del Renacimiento, cuya frons scaenae en perspectiva, por fallecimiento del maestro es terminada (1580-1585) por su discípulo Vincenzo Scamozzi, que verterá lo aquí ensayado en su propio teatro (1588- 1590) de Sabbioneta. VITE VASARIANAS, 1568; ARQUITECTURAS MIGUELANGELESCAS, DE NUEVO. VITE DE BAGLIONE. VOCABOLARIO DE BALDINUCCI. Dentro del inmenso, cantidad pero también calidad, del legado vasaria- no, constituyen objeto y propuesta de esta exposición sus Vite, 1568, res- pecto a las cuales proponemos aquí unas reflexiones, creemos que im- portantes, en parte ya esbozadas, referidas a Miguel Ángel, al propio Vasari y a esta obra, que trataremos de ir reseñando a continuación. Pintor y arquitecto, Giorgio Vasari, desarrolló su carrera profesional fundamentalmente durante el segundo tercio del Cinquecento, con reali- zaciones significativas en Bolonia, Venecia, Pisa, Nápoles y en su Arezzo natal, pero sobre todo su actividad se centró entre Roma y Florencia; to- das obras de un refinado y muy cuidado diseño en un contexto altamen- te exigente. Fue asimismo un gran estudioso y teórico del arte, autor de obras literariamente notables que, dentro de la literatura artística, consti- tuyen auténticos hitos no sólo en relación con Italia y su arte, sino en ge- neral en la cultura occidental, inaugurando un género biográfico que fue detonante para otros ámbitos; el amplio planteamiento y, respecto a otros contextos, de una mayor universalidad en cuanto a disciplinas artísticas, no considerando de modo independiente y apar te en el mejor de los casos a la arquitectura y a los arquitectos, es algo que hay que imputar y agradecer a Vasari y a su incondicional admiración por la figura y la genia- lidad de Miguel Ángel, paradigma absoluto del sentir vasariano, que culti- vó, como genuino homo universalis, las tres disciplinas de pintura, escultu- 70 Desde su restauración, tal como el intransigente y purista Eugenio Llaguno califica a nuestra arquitec- tura “recobrando la razón” bajo ide- arios académicos “perdida” en la “locura y frenesí” barrocos, al ca- lor del Neoclasicismo y clasicismos propios de la segunda mitad del si- glo XVIII e inicios del XIX, sí hubo un interés por Palladio, el palladianis- mo y neopalladianismo, como pue- de apreciarse en aspectos de la obra del propio Juan de Villanueva o de la denominada “Generación de 1760”, considerada como la de sus seguidores, por ejemplo, aun- que la cuestión no es tan sencilla ni mucho menos, entre otras co- sas, porque asimismo se da un nue- vo –uno más– interés por Vignola y su Regola, como demuestra la edi- ción de la misma, reflexión a la que también invita esta exposición, por parte de Diego de Villanueva, her- mano mayor y auténtico maestro del arquitecto del edificio –ya es preciso decir “histórico”– del Mu- seo del Prado. 71 Para todo remitimos a SUÁREZ QUEVEDO, Diego: “Centenarios de Vignola (2007) y Palladio (2008). Apun- tes, acentos”, op. cit., donde quedan señaladas respecto a Palladio y su obra, las fuentes históricas Temanza (1772) y Bertotti Scamozzi (1776-1786) y la bibliografía base y ya clásica Wittko- wer (1949), Zorzi (1965-1969), Ac- kermann (1966) y Puppi (1973), así como la labor continuada desde 1968 del Centro Internazionale di Studi di Ar- chitettura Andrea Palladio di Vicenza, a las que añadimos las referencias más recientes: BATTILOTTI, Donata: Le vi- lle di Palladio. Milán, Electa, 1990; RO- MANELLI, Giandomenico: Palladio. Flo- rencia, Giunti, 1995 y PUPPI, Lionello: Palladio. Introduzione alle architettura e al pensiero teorico. Venecia, Arsenale Editrice, 2005, que entendemos son asimismo referentes casi ineludibles hoy día, a la espera de lo que puedan generar los eventos culturales de es- te quinto centenario (2008) del naci- miento del gran maestro. 54 A rquitectura y ciudad. M em oria e im prenta 2º Diego Suárez:CAPITULO 2 13/01/10 13:12 Página 54 ra y arquitectura, con un fundamento claro e inequívoco en el disegno como factotum y elemento primigenio de todas las artes, tal y como era concebido en el contexto florentino coetáneo. Es este último, como no podía ser de otro modo, el que explica y en el que, a su vez, hay que in- cardinar la producción literaria vasariana; en este medium, y con una im- portante tradición de los talleres artísticos bajomedievales y quattrocen- tescos, il primato del diseño era un hecho sin paliativos. Pero en el caso vasariano no se trata sólo de meras biografías de artistas y repertorios de obras más o menos analizadas y valoradas que, abarcando tres siglos, desde Cimabue al propio Vasari, ya sería algo más que notable, sino que se van trazando perfiles y trayectorias de seriedad y responsabilidad pro- fesionales y cívicas, calidades y cualidades intelectuales y una suerte de honestidad vital, dignas de reconocimiento y como exempla, de tal modo que todo ello conforma lo que podríamos calificar de virtus artística que, aunando ética y estética, aspira legítimamente a una justa y honesta fama que debe ser otorgada por los comitentes, tanto personales como insti- tucionales, en suma por la sociedad con el prestigio consiguiente; aquí, el haber asumido el Quattrocento de manera decidida, la Antigüedad clásica como modelo cultural a seguir, resulta decisivo. En el siglo XVI eminente- mente monárquico, la mejor expresión queda cifrada en la figura del prín- cipe, en el sentido genérico que entonces se le daba, fueran civiles o ecle- siásticos; éstos “obligados”, digamos por nobleza, a tal reconocimiento, concedían y otorgaban los honores y mercedes precisos que avalaban la citada fama en el sentido dicho. Una primera edición73 de sus Vite ve la luz de la imprenta en Floren- cia, 1550, y son ya un primer texto fundamental acerca de la historia del arte italiano, con un más que significativo sentido histórico y escrito en vulgar, el cual queda estructurado, tras un proemio general, mediante una amplia introducción con varios apartados dedicados a la arquitectura, la escultura y la pintura y proemios específicos a cada una de las tres partes en que quedan agrupadas las biografías, desde Cenni di Peppi conocido como Giovanni Cimabue (c. 1240-c. 1302) hasta Miguel Ángel (1475- 1564), de artistas ya difuntos salvo el último, cenit, culmen y héroe a ul- tranza de la obra, referente ideal y auténtico numen vasariano sin paliati- vos; realmente mitificado en vida e inmortalizado, lo era entonces digamos de facto y no sólo artística y literariamente hablando; no olvidemos que en el arco de los florentinos, de la pujante comunidad comercial-financie- ra florentina, levantado en Amberes en 1549 con motivo de la triunfal En- trada en la ciudad del entonces príncipe y luego rey Felipe II en su Felicísi- mo viaje europeo, según nos relata el cronista Calvete de Estrella, entre las de avales y próceres culturales de la ciudad del Arno, fue colocada una escultura efímera del divino Miguel Ángel, entonces vivo y activo en Ro- ma, junto a la del pintor y diseñador del Campanile de Florencia Giotto di Bondone (c. 1267-1337) y las de los tres grandes literatos toscanos del Dolce Stil Nuovo Dante Alighieri (1265-1321), Francesco Petrarca (1304- 1374) y Giovanni Boccaccio (1313-1375). Es unánime la superior valoración y consideración de estas Vite, litera- riamente hablando, con sus eslabones mejor imbricados, en una lograda 72 Conviene no olvidar que en 1563 concluyen las sesiones del Concilio de Trento, hecho que no debe ser casual respecto a la citada reactiva- ción de las Mirabilia y la inclusión en las mismas del opúsculo palladiano. 73 Vite, 1550, op. cit. 1991 [a partir de esta excelente edición italiana, se ha efectuado, en un solo volu- men, la no tan afortunada edición española de Cátedra, Madrid, 2002]. A rq ui te ct ur a y ci ud ad . T eo ría s, bi og ra fía s, m od el os , l ug ar es 55 2º Diego Suárez:CAPITULO 2 13/01/10 13:12 Página 55 continuidad narrativa y en crescendo coherente y válido; con una mayor diafanidad y frescura en la exposición de datos y juicios, mediante una prosa severa y sin cortapisas notorias y presiones significativas ajenas a la propia obra, que sí serán condicionantes posteriores importantes; por cierto que ya anuncia aquí su intención de complementar esta obra con nuevas biografías referidas también a artistas vivos. Como colofón, estas primeras Vite, incluyen una xilografía alegórica diseñada por el propio au- tor ; se trata de una elocuente imagen, enmarcada por un refinado forma- to oval con mascarones, un par de hermas y molduras o placas recorta- das que, a intervalos, se enroscan, y guirnaldas florales; en un nivel superior, una figura femenina alada con trompeta y antorcha como alegoría de la Fama, desde cuya mandorla de luz parten una serie de rayos lumínicos, que caen sobre otras tres figuras femeninas, situadas en la zona interme- dia, que representan a las tres artes mayores, en el centro la Arquitectura, a su izquierda la Escultura y a su derecha la Pintura; bajo éstas y con un elemento de separación, los artistas muertos. Tal como anunciara, dieciocho años después publicó Vasari sus Vite definitivas; reutilizando el texto de las anteriores, oportunamente adapta- do, corregido, retocado y del que se suprimen muchos párrafos –prácti- camente todos los epitafios– de modo que hay datos de la primera que no pasan a la segunda, se van añadiendo e intercalando una enorme can- tidad de complementos de todo tipo y nuevas biografías, ahora sí, con artistas vivos, al tiempo que se integran referencias de ilustres ar tífices flamencos, entre otros añadidos, incluida la biografía del propio autor. Quedan así conformados tres volúmenes plenos de una información in- gente –mérito indiscutible de estas nuevas Vite– dedicado el primero al Trecento y Quattrocento, o sea primera y segunda par tes de la obra, al que siguen un Primo Volume della Terza Parte y un Secondo, et vltimo Volu- me della Terza Parte74. De este modo, la sensación de acumulación es notoria y el preciso hi- lo conductor que culminaba en Miguel Ángel de las anteriores, se ha per- dido –a nuestro juicio, también se buscaba su disolución, como comenta- remos– y la notable frescura narrativa de las Vite, 1550, queda literalmente sepultada en un mare magnum de datos, en ocasiones incluso repetidos, como en el caso de la biografía de Baldassare Peruzzi. Se mantiene básicamente la estructuración mediante proemios y bio- grafías, ahora aumentados, con l’aggiunta delle Vite de’viui, & de’morti, dall’an- no 1550 infino al 1567, pero además con i retratti loro; es decir, cada bio- grafía se inicia con el correspondiente retrato, al parecer no todos fidedignos y en algunos casos aparece sólo el enmarque; éste es relativamente senci- llo, con alegorías de las tres artes mayores en la estructura cuadrangular que hace de continente de un marco oval donde se sitúa el busto corres- pondiente, en el centro, y en la parte inferior, cartela con el nombre del biografiado y la especificación de su –o sus– disciplina artística. Desde 1560 Giorgio Vasari es, en la refinada y exquisita corte medi- cea que es asimismo muy exigente, un auténtico artista-funcionario que debe dar plurales respuestas –diseños, dirección y coordinación– a una serie de encargos y programas artísticos de toda índole que, como ca- 74 Todos publicados “IN FIOREN- ZA, Appresso i Giunti”, 1568, de patrocinio mediceo y por las pren- sas del impresor oficial, que tam- bién era el caso de Lorenzo Torren- tino en las anteriores; los ejemplares de la BH que se exponen [BH FG 3513, BH FG 3514 y BH FG 3515] conforman una editio princeps, del mismo modo que los siguientes: BH FLL 35465, BH FLL 34567 y BH FLL 34566, entre otros ejemplares de estos mismos fondos. Considera- da esta princeps como bastante ra- ra, dan idea de la calidad de los ci- tados fondos. 75 Realmente Vincenzio Borghini (1515-1580) [a no confundir con Raffaelle Borghini autor de Il Ripo- so (Florencia, 1587)] colaboró con Vasari como erudito mentor del amplio programa pictórico del Sa- lone dei Cinquecento y del Studiolo del príncipe Francesco I de’Medici en el palazzo Vecchio. Vid.V.V.A.A.: Vincenzio Borghini, filologia e inven- zione nella Firenze di Cosimo I. Flo- rencia, L. Olschki ed., 2002. 56 A rquitectura y ciudad. M em oria e im prenta 2º Diego Suárez:CAPITULO 2 13/01/10 13:12 Página 56 postite ufficiale debe atender, y aquí esa oficialidad significa una gran de- dicación y responsabilidad. A su vez, en 1562 se funda oficialmente la Accademia Fiorentina del Disegno, bajo auspicios del duque Cosimo I y reasumiendo anteriores corporaciones ar tísticas como la pictórica de San Lucas, que luego será la Accademia di Belle Arti. Giorgio Vasari fue factotum hasta su fallecimiento de esta institución cinquecentesca, con la colaboración, ante todo, del escultor y arquitecto Bartolomeo Amman- nati (1511-1592) y del filólogo e historiador Vincezo Borghini75, estre- cho colaborador de Vasari en la organización de la citada Accademia y de la redacción de las Vite, 1568. En 1563 llega a Florencia la emblemática aprobación de Miguel Ángel a la institución académica y, al año siguiente, tras su fallecimiento en Ro- ma, los restos mortales del eximio artista mediante hábil maniobra políti- co-diplomática personal del duque Cosimo I; de inmediato, y bajo direc- ción y supervisión de Vasari desde la Accademia, exequias y conmemoraciones fúnebres al efecto, que culminarán con el diseño vasariano del monumen- to funerario citado en Santa Croce de Florencia, que se realizará en los años sucesivos. Y ya ir ultimando la composición de las “nuevas” Vite, meta que se había propuesto nuestro autor. Como contraportada del volumen primero de estas Vite, 1568, la ale- goría con la Fama, las tres Artes Mayores y en la zona inferior los artistas que ahora parecen resucitar, en frontispicio similar al de la portada sin su ático; como pie el correspondiente mote76. El mismo frontispicio enmarca un retrato de Vasari, tras una serie de preliminares; es ya un signo distinti- vo y significativo de su autoría y condición. La obra sigue la señalada es- tructuración hasta el último volumen que, como integrante de la Terza Parte carece de proemio, pero incluye una breve relación de antigüedades del Pitti y una larguísima referencia de artífices y obras antiguas77; siguen las biografías aquí contenidas hasta la de Miguel Ángel, que continúa sien- do aún muy importante relativamente y, de hecho, es la más amplia de las mismas. Y aquí el problema para Vasari, que resolvió muy hábilmente, fue, pensamos, “alejar” su propia biografía lo suficiente para que el concluir de facto la obra no evidenciara minusvaloración de Buonarroti, habiendo, co- mo hemos señalado, asentado su posición con el autorretrato del princi- pio. Así varias biografías nuevas78 e incorpora su Descrizione, opúsculo79 publicado en Florencia, 1565. Tras lo cual ya su autobiografía, con un retra- to inicial semejante al resto de los incluidos en la obra, con el inocuo ró- tulo: Descrizione dell’opera di Giorgio Vasari, Pittore, & Architetto Aretino. De este modo, y según ya comentábamos, esa máxima expresión de belleza y de maniera moderna que Vasari proclama en el Proemio de la Terza Parte: la licencia (sic) che non essendo di regola, fosse ordinata nella re- gola; & potesse stare senza fare confusione, o guastare l’ordine, que, en efec- to figura en sus Vite, 1568, quedaba ya expresada en las Vite, 1550; es de- cir, es ante todo aplicable a Miguel Ángel y, respecto a la arquitectura80, a la personalísima sintaxis de elementos estructurales (pares de columnas que retroceden respecto al plano del alzado, quedando literalmente em- potradas en el muro, en el ricetto de la Biblioteca Laurenziana de Floren- cia, por ejemplo), molduras de todo tipo que fragmenta, descompone y 76 HAC SOSPITE NVMQVAM/ HOS DERIISSE VIROS, VICTOS/ AVT MORTE FATEBOR. Sólo en los ejemplares citados como BH FLL; no en los BH FG; suponemos que, como el retrato de Vasari a modo de rúbrica personal y total de estas Vite, 1568, fueron recortados o des- gajados, como ejemplares proceden- tes del mercado del arte. Sobre los ejemplares BH FLL que conforman unas Vite, 1568, y que sí incluyen las aludidas imágenes, hemos tratado en SUÁREZ QUEVEDO, Diego: Il viaggio e la letteratura artística. Un per- corso col Vasari, op. cit., 2008. 77 Anticaglie che sono nella Sala del Palazzo de Pitti/ Lettera di M. Gio- vambattista di M. Marcello Adriani a M. Giorgio Vasari/ Artefici antiche in Pittura, in Bronzo, & in Marmo.. 78 Biografías de Primaticcio, Tizia- no, Iacopo Sansovino, Leone Leo- ni, Giulio Clovio, “Di diversi artefi- ci italiani”, “Di diversi ar tefici fiamminghi”, “Degli Accademici del Disegno”, empezando por Bronzi- no y “Alcuni schiaramenti intorno a Giovanni da Bologna”. 79 Descrizione delle feste per le noz- ze del principe ereditario Francesco con Giovanna d’Austria; diseños de Vasari, siendo mentor Vincenzo Borghini; estructuras de arte efíme- ro y escenografías de comedias mi- tológicas con sus “Intermedios”, en estos eventos celebrativos encar- gados oficialmente al aretino. 80 Entre otros muchos, vid. ACKER- MANN, James S.: La arquitectura de Miguel Ángel. Madrid, Celeste, 1997; con un catálogo de la obra de Mi- guel Ángel, a cargo de James S. Ac- kermann y John Newman. A rq ui te ct ur a y ci ud ad . T eo ría s, bi og ra fía s, m od el os , l ug ar es 57 2º Diego Suárez:CAPITULO 2 13/01/10 13:12 Página 57 recompone (singularmente plásticas volutas y contravolutas, abundantes en la Sacristía Nueva de San Lorenzo de Florencia), cuando no son inven- ción propia (vanos apaisados no efectivos y orlas cuya textura remite a elementos textiles, singularmente en la Porta Pia de Roma), dislocación de muchos miembros arquitectónicos (capilla Sforza, Santa Maria Maggiore de Roma) o toda suerte de licenze ordinate en el Campidoglio romano; to- do ello constituye y define esa refinada y perfecta simbiosis entre atificio- so o manieroso y sprezzatura, suprema expresión de la bella maniera vasa- riana sólo alcanzada por el Divino Michelangelo. Desde otra óptica Vasari con sus Vite, 1550 y 1568, inauguró dentro de la literatura artística a nivel europeo, eso sí dependiente de cada con- texto específico, un género biográfico de gran trascendecia, sujeto asimis- mo a todo tipo de instrumentalizaciones, en relación con las ediciones, por parte de los propios autores y de los poderes fácticos controladores del gusto, tendencias y programas artísticos, así como de las propagandas político-culturales y religiosas, que ya eran esenciales en la obra del areti- no (nacionalismo toscano-mediceo, Florencia y su Accademia que prima- ba sus propios programas, propuestas y tradiciones). Como auténtico detonante para otros ámbitos culturales, baste recordar a Karel van Man- der y su Schilderboek sobre los pintores flamencos, publicado en 1604; Lázaro Díaz del Valle en su manuscrito, c. 1656-1662, hace lo propio sien- do, cuando menos, auténtico preámbulo del Parnaso español de Antonio Palomino, publicado ya en 1724, por lo que a España se refiere; en el caso español no se incluyen arquitectos como tales, salvo que también sean pintores, veremos qué y cómo al tratar del caso concreto de Teodoro Ardemans; del mismo modo que en el mundo flamenco la absoluta pri- macía entonces de la pintura, impone su ley. Entre los aspectos más valo- rados hoy día por la crítica, están las continuas anécdotas, no siempre verdaderas pero sí con un trasfondo e intencionalidad avalado por el contexto; las magníficas y siempre sugerentes de Vasari, tienen en la lite- ratura artístico-biográfica subsiguiente, en general, menos hondura y tras- cendencia histórico-artística. En la propia literatura artística italiana, de algún modo, marcó una pau- ta a seguir en obras posteriores, como es el significativo caso de Giovanni Baglione que, sin solución de continuidad propone, para el intervalo 1572- 1642 y con explícita argumentación al respecto, una suerte de continui- dad de las biografías de Vasari; como contrapunto de éstas se propone en esta exposición la editio princeps de la BH, Roma 1642. Carece, no obs- tante, del sentido histórico vasariano y como literatura su alcance y valía son bastante menores; es, más que nada, la labor de un cronista, de un noble “metido” a pintor y perfecto conocedor de su contexto, residiendo su mayor interés en tratar un medio artístico tan cualificado como la Ro- ma del período señalado81 cinque-seicentesco, biografía de Rubens incluida y prevalentemente el interés y atención es para la pintura y los pintores. Otros tratadistas menores prolongan esta línea hasta el siglo XVIII; no es, obviamente, el caso de las Vite de Giovan Pietro Bellori82 (Roma, 1672), realmente otro mundo, otra concepción y otra hondura estéti- cas, sin duda, el tratado más importante e influyente de Italia en la se- 81 Al respecto, vid. V.V.A.A.: Il genio di Roma, 1592-1623, a cura di Be- verly Louise Brown (Londres, Ro- yal Academy of Arts)/ Caravaggio e il genio di Roma, 1592-1623, a cura di Claudio Strinati e Rossella Vodret (Roma, Palazzo Venezia). Milán, Riz- zoli, 2001. 82 Publicadas en Roma, 1672 (1ª parte, complementada con otra ya en el siglo XVIII): Le vite de’Pittori, Scul- tori ed Architetti moderni; existe ver- sión española, en parte, Madrid, Akal, 2005. como Vidas de pintores, in- troducción, edición y notas de Mi- guel Morán Turina; traducción de Isabel Morán García. 58 A rquitectura y ciudad. M em oria e im prenta 2º Diego Suárez:CAPITULO 2 13/01/10 13:12 Página 58 gunda mitad del siglo XVII y probablemente de toda Europa; asimismo interesado ante todo por pintura y pintores, supone fundamentalmente la plasmación de un ideal estético, L’Idea del Bello que, vía Poussin y An- nibale Carracci sobre todo, conecta y recupera aquella Certa Idea que conformaba y terminaba de definir el ideal del Urbinate por excelencia y su gran propuesta, ahora tomada como exemplum y referente pleno, de los frescos de las Stanze vaticanas83. Filippo Baldinucci y su obra, quedan propuestos, de algún modo y más de un siglo después, como un adecuado colofón, pensamos, a la opera magna de Giorgio Vasari. En la línea biográfica marcada por éste, escribió una larga y en exceso erudita obra, publicada a posteriori entre 1681 y 1728, elocuente por sí misma: Notizie de’Professori del disegno da Cimabue in qua... De gran prestigio en los medios artísticos coetáneos, este literato recibió el encargo de la reina Cristina de Suecia de escribir la biografía de Gian Lorenzo Bernini, “asignatura pendiente” de la literatura artística, no resuelta ni por Baglione ni por Bellori, que fue publicada en Florencia, 1682. No obstante, su contribución más significativa es su Vocabolario, la editio princeps de la BH es lo que se expone, primer intento serio de un léxico artístico coherente y fundamentado, que fue avalado entonces por la prestigiosa Accademia della Crusca84 que, de algún modo y respecto al uso del vulgar en su momento por Vasari, suponía el reconocimiento y la sanción definitiva para el aretino en su opción por la lengua de Dante; di- ríamos que es a las Vite lo que el Verborum vitruvianorum de Baldo o Baldi había sido para el texto del arquitecto y escritor romano. LA ALTERNATIVA DE BENVENUTO CELLINI. Los Due trattati de Benvenuto Cellini, siempre un tanto postergados en relación a su sugerente, dinámica y verdaderamente novelesca autobiogra- fía, publicados en Florencia en 1568, justo el año de la edición giuntina de las Vite de Vasari, conviene que sean valorados, también, en dialéctica y en paralelo con el aretino y la versión definitiva de su obra, y en el preciso marco de la Florencia de esos años, artísticamente “dominada” por la Acca- demia del Disegno y por el propio Vasari, bajo el mecenazgo del aún duque Cosimo I de’Medici, y de este modo precisar otra alternativa no exacta- mente oficial, que entonces era casi sinónimo de legitimidad y coherencia artísticas, pero sí como la obra, “memoria que la imprenta nos propone”, de un artista consagrado, muy favorecido y apreciado por la corte medi- cea desde su vuelta de Francia en 1545, de gran prestigio en todos los cír- culos culturales de la ciudad del Arno, e incluso más, casi diríamos a nivel urbano-popular, tras la colocación de su monumental Perseo (1554) en la plaza de la Signoria, “resistiendo” la vecindad del David (1501-1504) del divino Miguel Ángel, y considerado tras la muerte de éste en 1564 como Ángel Segundo, ahora el primero en la tierra. Así queda propuesto en la pre- sente exposición, al menos como tema a debate. La publicación, y entendemos que en aras de una mayor viabilidad de la misma, está dedicada a un entonces jovencísimo cardenal Ferdinando de’Medici (nacido en 1549), ya en estos años segundogénito de Cosimo I 83 Al respecto, vid. V.V.A.A.: L’Idea del Bello. Viaggi per Roma nel Sei- cento con Giovanni Pietro Bellori, 2 vols. Roma, Edizioni De Luca, 2000. 84 Desde 1582-1583 la institución histórico-lingüística italiana por ex- celencia con sede en Florencia, hoy en la villa medicea de Castello; al respecto, vid. L’Accademia della Crus- ca, a cura di Giovanni Grazzini, Ti- pografía E. Ariani e L’Arte della stampa, 1952, reed. Florencia, Ac- cademia della Crusca, 1991 y NEN- CIONI, Giovanni: L’Accademia della Crusca. Florencia, Le lettere stam- peria, 2002. A rq ui te ct ur a y ci ud ad . T eo ría s, bi og ra fía s, m od el os , l ug ar es 59 2º Diego Suárez:CAPITULO 2 13/01/10 13:12 Página 59 y Eleonora de Toledo; y ello tras cumplimentar un obligado escalón previo respecto a su hermano mayor, cuestión explicitada en la dedicatoria: già furono uedutte scritte in penna dall’Illustriss. S. Principe di Fiorenza suo Fratello, es decir, contar con el visto bueno de Francesco de’Medici que, como he- redero, ejercía ya labores de gobierno, por un cierto retiro voluntario del duque Cosimo, padre de ambos; tal acercamiento al Cardenal Medici, es- taría asimismo en función de su traslado e instalación en Roma en la Villa Medici, donde quedó conformada por su voluntad una auténtica corte cultural, desplegando un cualificado mecenazgo y logrando reunir una es- pléndida colección de obras de arte que, casi al completo, revirtió luego en Florencia85. Sólo lo expuesto evidencia, por otro lado, la importancia y excepcio- nalidad de esta publicación del siglo XVI de los fondos de la BH, toda vez que la traducción española al uso, está efectuada sobre una edición deci- monónica realizada, a su vez, sobre un manuscrito cinquecentesco de la Bi- blioteca Nazionale Marciana de Venecia, dedicado a Francesco I de’Medici, donde nada se dice de su hermano el Cardenal, acaso los tratados scritte in penna aludidos86. El texto está dedicado prácticamente en su totalidad a la orfebrería y a la escultura, por este orden, y al final un capítulo (fols. 60 recto-61 vuel- to), en principio de mayor interés para nosotros aquí: Breue discorso intor- no all’Arte del Disegno, doue si conclude che la Scultura preuaglia alla Pittura, & che migliori Architetti diueranno quegli che più perfetti Scultori saranno. La primera parte del mismo es el topos del parangón escultura-pintura de- cantado hacia la primera; en efecto, al calor de Miguel Ángel, su obra y fa- ma, así como su autoconsideración de escultor ante todo, la escultura, en efecto, ya desde la célebre “encuesta” de Benedetto Varchi (1547) y las cartas respuestas de los demandados que éste publicara dos años des- pués87, primaba sobre la pintura, invirtiendo el estatus hasta entonces do- minante, justo el contrario, desde los argumentos de Leonardo. Como ve- mos la arquitectura queda un tanto al margen, también en la citada encuesta-Varchi, y como intocable, aunque se insiste en que los mejores arquitectos serán siempre los que al tiempo sean perfetti scultori. En un amplio excursus sobre el diseño como base de todas las artes y su absoluta primacía que, como buen florentino Benvenuto defiende a ul- tranza, resulta un tanto sorprendente el elogioso juicio de Alberto Duro (sic; Durero), huomo veramente marauiglioso en las estampas grabadas en cobre y entre todos il più eccellente en razón della fineza del intaglio, come per la viuacità & fiereza del disegno (fol. 60 recto). En relación con los arquitectos, alega Cellini que la conuenenza que han de tener gl’edifici con quello del corpo humano, tanto en la proporción y medida de columnas y otros ornamentos, como el adquirir las reglas precisas intorno alle fabbriche, serán mejor adquiridas por el que sea eserci- tatiss. (sic) nella Scultura, che chi non è valente Scultore non possa essere buono Architetto. Así Bramante, Raffello (sic) et molt’altri che Pittori furono, se ve que han obrado con gran juicio y admirables resultados in dett’arte, ma non per questo sono arriuati (Dell’Architettura parlando) a quell’eccellenza che si vede essere peruenuto il nostro Buonarroti; Miguel Ángel, pues, mejor 85 Todo ello queda magníficamen- te expuesto y estudiado en V.V.A.A.: Villa Medici. Il sogno di un cardinale. Collezioni e artisti di Ferdinando de’- Medici, a cura di Michel Hochmann. Roma, Accademia di Francia a Ro- ma/ Edizioni De Luca, 1999. 86 CELLINI, Benvenuto: Tratados de orfebrería, escultura, dibujo y arqui- tectura, prólogo de Fernando Che- ca Cremades y traducción de Juan Calatrava Escobar. Madrid, Akal, 1989, sobre edición de Florencia, 1857, como I trattati... 87 VARCHI, Benedetto: Lezione ne- lla quale si disputa della maggioran- za delle arti e qual sia più nobile, la scultura o la pittura. Florencia, 1549, con las cartas de Vasari, Pontormo, Bronzino, maestro Tasso, Francesco da Sangallo, il Tribolo, Miguel Ángel y el propio Cellini [vid. Trattati d’arte del Cinquecento, a cura di Paola Ba- rocchi. Bari, Laterza, 1960, pp. 3-91]. 60 A rquitectura y ciudad. M em oria e im prenta 2º Diego Suárez:CAPITULO 2 13/01/10 13:12 Página 60 que nadie ha inteso il modo di fare vna statua perfettamente, por lo cual sus obras de arquitectura poseen tanta gentileza & grazia, que nuestros ojos no se sacian nunca al contemplarlas (fols. 61 recto-61 vuelto). Pero no es sólo esto; una atenta lectura de todo el discurso desde la orfebrería (primera) hasta la escultura (segunda), pone en evidencia, y de modo absolutamente tendencioso si se quiere, el entender y pretender una unión indisoluble entre ambas, la escultura como arte mayor imbrica- da a –y concebida como– orfebrería88, lo cual la eleva de rango, pero asi- mismo y al tiempo la orfebrería no “renuncia” ni mucho menos a una di- mensión escultórica, en la escala conveniente, calificable de monumental, y todo ello con base en una muy cuidada y refinadísima técnica; valga sólo recordar el conjunto de su Perseo (escultura, pedestal y placa con el epi- sodio de Andrómeda) de la Loggia dei Lanzi. Orfebrería que, teniendo en cuenta lo comentado y desde su óptica sobre diseño y arquitectura, tam- bién “usa” de esta última, en el sentido apuntado, con una monumentali- dad conveniente y proporcionada de manera precisa al conjunto, es asi- mismo arte mayor que dignifica la labor del orfebre; baste ahora recordar solamente la celebérrima Saliera, 1540-1545, de Francisco I de Francia, hoy en el Kunsthistorisches Museum de Viena, de virtuosismo técnico lin- dando con lo imposible, para convencernos de ello. Todo se inscribe, por otro lado, en un prurito de “florentinidad”, en el sentido de seguir y rei- vindicar lo que era tradición de los prestigiosos talleres de la ciudad del Arno desde fines del Trecento, a saber que la primera formación del apren- diz bajo la experta vigilancia del maestro, se iniciaba con el diseño (dibujar y dibujar) y prácticas de orfebrería, en pro de lograr ese acabado final de las obras, fuera cual fuera a la postre la disciplina a seguir, algo tan propio del arte florentino del Renacimiento, cuyo mejor ejemplo acaso sea Lo- renzo Ghiberti, su obra y taller. Estos Due trattati cellinianos, también con tendenciosidad y bajo un punto de vista sesgado, proponen y trazan una suerte de secuencia, con conclusión y referente último en Miguel Ángel y su arte, exactamente co- mo Vasari en sus Vite, 1550, mediante una secuencia menos amplia y am- biciosa que la del aretino, y obviamente sólo con breves reseñas y apun- tes, y no biografías, pero priorizando lo florentino desde inicios del Quattrocento, glosando artistas, obras, mecenas y con elucubraciones al respecto. Destacamos las reseñas siguientes, ante todo en relación a una Fiorenza ripiena d’Artefici eccellenti: Filippo di ser Brunelesco Architetto; Dona- tello Scultore; Andrea del Verrocchio; Antonio del Pollaiuolo; Antonio da S. Gallo Architettore; Lorenzo Ghiberti fece le porte si s. Giovanni; Maso Finiguerra; Lio- nardo da Vinci hauer composto vn Discorso della prospetiua; Pulidoro & Matu- rino risuscitatori del dipingere di chiaro. & scuro. Cier to es que asimismo destaca a Durero, como hemos puntualizado, y también a Bramante Archi- tettore Eccellente y a Baldassarre (sic) Petruci (sic) Architettore, siendo Al- berti el gran ausente, lo cual no puede ser casualidad sino voluntad. Mi- guel Ángel en varias ocasiones y pasajes: Conuersatione tenuta dall’Autore con Michelagnolo Buonarroti; Michelagnolo Buonarroti hauer visitato l’Autore; Modo vsato da Michelagnolo Buonarroti nel cominciare a scolpire i marmi. Y, desde luego sin falsas modestias varias alusiones a sí mismo y su propia 88 Concepción e intención contra- rias justamente a la mantenida por Juan de Arfe y Villafañe, platero, es- cultor y arquitecto, y nunca orfe- bre, como comentaremos. A rq ui te ct ur a y ci ud ad . T eo ría s, bi og ra fía s, m od el os , l ug ar es 61 2º Diego Suárez:CAPITULO 2 13/01/10 13:12 Página 61 obra: Caso aduenuto all’Autore nel dare al Re Francesco Primo la saliera d’oro da lui fatta; Crocifisso di marmo dall’Autore (hoy en El Escorial); Due meda- glie fatte dall’Autore a Papa Clemente VII; Impedimenti aduenuti all’Autore nel gittare il suo Perseo, & come egli vi rimediasi & conducesse l’opera a felice fi- ne; La Pittura non essere obligata a tante vedute quanto la Scultura (un argu- mento más en la prioridad de la última y con la referencia a su propio Perseo). Finalmente, reseña: La cagione che ha mosso l’Autore a comporre quest’opera y Hernando (sic; Ferdinando) de Medici Cardinale per fauorire l’arti, è stato cagione, che l’Autore habbia messo in luce i presenti trattati89. SOBRE CULTURA ARQUITECTÓNICA ANTIGUA EN EL ÁMBITO HISPANO. Salvo importantes pero también puntuales excepciones, en España, que actúa como centro metropolitano respecto al mundo iberoamericano, la realidad arquitectónica se desarrolla en base a tres parámetros durante el intervalo, tomado con mucha flexibilidad, c. 1490-c. 1550, y asimismo con notorias pervivencias; a saber, un aún pujante sistema gótico, la asimilación e influjo continuado de formas y modos renacientes, ante todo cifrado en repertorios decorativos italianos, y la aportación vernácula de raíz hispa- nomusulmana, sobre todo en yeserías decorativas y en techumbres de ma- dera. Los términos arquitectura moderna o gótica y arquitectura antigua, ro- mana o clasicista, son los usuales para aludir a los dos primeros. El Plateresco con toda su problemática y variantes, el directo uso e in- flujo, sobre todo en la edilicia dependiente de la poderosa familia Mendo- za, de obras como el citado Codex Escurialensis [28-II-12] y lo que pode- mos cifrar en las Medidas del romano (Toledo, 1526) de Diego de Sagredo, su gestación, conformación y consecuencias, son claves ineludibles a consi- derar respecto a la cultura arquitectónica que propende a una asimilación progresiva de esa arquitectura antigua que, en general, tuvo una concre- ción epidérmica más decorativa que estructural, pero que de todos mo- dos fue la vía seguida en la introducción del clasicismo en nuestro país, in- cluso como suele expresarse conviviendo en un mismo edificio con otros estilos o presupuestos arquitectónicos. De algún modo, la temprana traducción por Francisco Villalpando de los Libros III y IV de Sebastiano Serlio (Toledo, 1552), supuso un notorio cambio de rumbo en el planteamiento y adopción de un clasicismo más congruente en diseño, conformación y estructuración del hecho arquitec- tónico, como hemos apuntado; en la misma línea hay que inscribir la tra- ducción (1582), también glosada, de Francisco Lozano del De re aedifica- toria albertiano, con visto bueno de Juan de Herrera; la consideración de Alberti en nuestro país, a nivel de cultura arquitectónica y como aval de soluciones y planteamientos, si no asumida en toda la profundidad del pensamiento del florentino, sí fue notoria pese a la tradicional reticencia, cuando no negatividad al respecto, de nuestra bibliografía, como eviden- cian las citas y referencias de fray Lorenzo de San Nicolás que, se mire como se mire, es la gran summa de nuestra arquitectura que, en su mo- mento, sí alcanzó la imprenta en sus dos amplias partes, luego reeditadas, como quedará expuesto90. La traducción del Vitruvio y su impresión en 89Todo ello quedaba expuesto y de- tallado, como un constante entre- cruzamiento de reflexiones teóricas y biografías de Cellini, y además con un amplio y anotado Apéndice Do- cumental (pp. 77-100), a partir del ejemplar de la BH que ahora se ex- pone, en SUÁREZ QUEVEDO, Die- go: “Comentarios y reflexiones so- bre los trattati de Benvenuto Cellini. Homenaje en el quinto centenario de su nacimiento”, Anales de Histo- ria del Arte, nº 10 (2000), pp. 71-100. 90 Las dos fichas correspondientes a las primeras ediciones de la pri- mera y segunda partes del tratado del agustino recoleto, han queda- do a cargo de Félix Díaz Moreno que, asimismo, ha asumido la reali- zación de la correspondiente al tra- tado de Diego López de Arenas. 62 A rquitectura y ciudad. M em oria e im prenta 2º Diego Suárez:CAPITULO 2 13/01/10 13:12 Página 62 Alcalá de Henares91, asimismo en 1582, y la de la Regola de Vignola, en la traducción, también auspiciada por Juan de Herrera, de Patricio Caxés o Caxesi en 1593, terminarán de trazar y allanar este camino o vía de nues- tra cultura arquitectónica, en los señalados sentidos y coordenadas clasi- cistas. Singularmente la sencillez, operatividad y difusión de los principios excelentemente concretizados en sus esencias, con unas más que claras absolutamente diáfanas láminas y una regla matemáticamente evidente y adaptable a los sistemas de medidas locales, hicieron del tratado de Vig- nola en todo el ámbito hispánico el de referencia por excelencia; la ex- presión según la orden dórica de Biñola (sic), en la documentación de la época es constante y definitiva. Del mismo modo, pero bajo presupuestos de nuestra tradición cons- tructiva autóctona, el tratado de Diego López de Arenas (Sevilla, 1633), fue clave en relación con el capítulo de armar en lo blanco, techumbres líg- neas sobre paramentos de blanco enjalbegado y conformación de espa- cios arquitectónicos poliédricos; supone la confirmación de una serie de soluciones y rasgos estructurales de una alternativa específica y muy defi- nitoria de una concepción de interiores arquitectónicos netamente hispa- nos, tanto en construcciones religiosas como civiles92. LITERATURA ARTÍSTICA EN TORNO A EL ESCORIAL. La excepcionalidad de El Escorial en sí y desde luego en el ámbito his- pano, no podía pasar inadvertida a la imprenta en la idea de fijar su funda- ción y condición palatina y de panteón real, religiosa como monasterio y cualificado templo, así como cultural con su biblioteca y studia; recrear y glosar, pues, su memoria e imagen, y la consiguiente difusión con los ob- vios intereses políticos y eclesiásticos. Es el caso de las trazas de Juan de Herrera, grabados de enorme influ- jo posterior y de constante referencia en nuestra cultura arquitectónica, en una dimensión más propiamente profesional. Pero también, y asimismo excepcional como lo era su razón de ser, fue la publicación en Roma, pre- sente en esta exposición de fondos de la BH, con ilustraciones de una ex- traordinaria calidad y bajo auspicios de Felipe II, de la magna obra de los jesuitas Prado y Villalpando, que aunaba, con El Escorial como vértice y punto focal, la arquitectura dictada por Dios y salomónica por excelencia con su carácter al tiempo religioso y palatino93. La exégesis propiamente bíblica sobre la visión de Ezequiel, corrió a cargo del padre Prado, en tan- to que Juan Bautista Villalpando encaró los aspectos arquitectónicos que la concretizaban, en una dimensión clasicista; son las autoridades de Vitru- vio y Juan de Herrera las reclamadas en el texto94. Pero más que nada, es de destacar aquí la defensa a ultranza del dibujo, su valor y primacía en la conformación de imágenes referenciales, de la planimetría completa de la obra y de los diseños de alzados y secciones, además de las trazas parcia- les y detalles pertinentes tanto estructurales como ornamentales, entre los que cabe destacar el exquisito capitel correspondiente a su orden ar- mónico, con hojas de azucena en vez de las de acanto del corintio; todo, por tanto, bajo considerandos arquitectónicos racionalmente albertianos. 91 Vid. SUÁREZ QUEVEDO, Die- go: “Humanismo cristiano e impren- ta”, pp. 51-69 (respecto al tratado de Vitruvio: pp. 58-59) y cat. 64, pp. 286-287, en Alcalá, una ciudad en la historia, 2008, op. cit. 92 Vid. TOAJAS ROGER, Mª Ánge- les: Carpintería de tradición mudé- jar en la arquitectura española: Die- go López de Arenas, 5 vols. Madrid, Colección Tesis Doctorales nº 64/ 87, ed. Universidad Complutense de Madrid, 1987, idem: Diego Ló- pez de Arenas. Alarife y tratadista en la Sevilla del siglo XVII. Diputación Provincial de Sevilla, 1989 e idem: Breve compendio de la carpintería de lo blanco y tratado de alarifes. Ma- drid, Visor, 1997. 93 Vid. CORRAL JAM, José: Juan Bautista Villalpando. El tratado de la arquitectura perfecta en la última vi- sión del Profeta Ezequiel; traducción del latín de Fray Luciano Rubio. Ma- drid, Colegio Oficial de Arquitec- tos de Madrid/ Patrimonio Nacio- nal, 1990 y RAMÍREZ, Juan Antonio: El Templo de Salomón según Juan Bautista Villalpando; traducción del latín de José Luis Oliver Domingo. Madrid, Siruela, 1995. 94 Vid. RAMÍREZ, Juan Antonio- CORBOZ, André- TAYLOR, René- JAN VAN PELT, Robert- MARTÍ- NEZ RIPOLL, Antonio: Dios, arqui- tecto. J. B. Villalpando y el Templo de Salomón. Madrid, Siruela, 1991. A rq ui te ct ur a y ci ud ad . T eo ría s, bi og ra fía s, m od el os , l ug ar es 63 2º Diego Suárez:CAPITULO 2 13/01/10 13:12 Página 63 Esta exposición toma decidido partido en el “rescate” de la figura y obra del padre Santos en relación con El Escorial, en el sentido de valorarla glo- balmente en su contexto y situar la imagen que nos va proporcionando de la gran fundación filipina, entre los textos de Sigüenza (1605) y Ximénez (1764). Si literariamente no resiste una comparación con la prosa, hermosa en su esencialidad y prontitud de juicios, concisa y tácita de Sigüenza, la obra de Santos es plenamente “viva” en sus cuatro ediciones entre 1657 [BH FG 824] y 1698, con los añadidos correspondientes, erigiéndose en la primera guía histórico-artística española de un monumento y sus colecciones, ya que la obra de Sigüenza formaba parte de la historia de la orden jerónima. Es la- bor en que se ha empeñado nuestra bibliografía del siglo XXI, en pro de justi- preciar la contribución del padre Santos95, en la cual José Luis Vega-Loeches está directa y plenamente comprometido, como profundo conocedor del Monasterio escurialense, desde sus propias entrañas, in situ y por sus investi- gaciones, como evidencian sus certeros comentarios de las fichas correspon- dientes, tanto la de Santos como las de Juan Bautista Villalpando. De importante y temprano –ya desde fines del siglo XVII– impacto e interés en el ámbito inglés, idioma al que fue traducido, la Descripción bre- ve de Francisco de los Santos, fue muy valorada en sus medios culturales y editoriales, hasta tal punto que, hacia mediados del siglo XVIII, en un en- tramado editorial que ya conocía el impulso de un incipiente periodismo, se publica una insólita guía de España y en español, cuya médula es preci- samente El Escorial según el padre Santos96, libro que forma parte de la BH y sus ricos y sorprendentes fondos [BH FOA 2204]. En la Descripción breve de 1657, fols. 6 vuelto-7 recto, y por lo que lue- go comentaremos sobre Juan de Torija y sus referencias a El Escorial de Felipe II, Santos, respecto a los Maestros de Arquitectura, se expresa así: El principal Trazador de ella, registrada por el gusto del Prudentíssimo (sic) Monarca, que le tenía grande en la Architectura, fue Iuan Bautista de Toledo, va- rón en quien concurrieron muchas de aquellas prendas, que al sentir de Vitrubio (sic) han de adornar [a] un consumado Arquitecto; y Fray Antonio de Villacastín, Religioso Corista de la Orden de San Geronimo (sic), professo (sic) [en el con- vento] de la Sisla de Toledo, y después deste (sic) Convento, Obrero general de la Fabrica, de grande claridad, y viveza de ingenio; con su parecer la mejoró mu- cho, y la aumentó, para el mayor acierto: y el segundo Maestro, Iuan de Herrera, discípulo del primero, que executó lo principal hasta el cabo: hizo unos Diseños, o estampas, que se guardan en esta Casa, donde se ven claros todos sus miem- bros; las plantas, baxa, y alta; toda la Montea, y perfil del edificio, parte en pers- pectiva, y parte en simple visión: y otras secciones, y cortes, que para los entendi- dos en el Arte, son de grande deleyte (sic), y provecho, donde con facilidad se conocen los gruessos (sic), medidas, numero, y proporción de todas las cosas97. ARQUITECTURA E IMPRENTA: FRAY LORENZO DE SAN NICOLÁS. Desde la publicación en 1639 de la primera parte del Arte y uso de ar- quitectura del agustino, y hasta las ediciones auspiciadas por la Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, ya en la segunda mitad del si- glo XVIII, se convirtió en el auténtico pilar referencial de nuestra arquitec- 95 Vid. BASSEGODA, Bonaventura: El Escorial como museo, ed. Memo- ria Artiu, 2, Bellaterra, Barcelona, Gi- rona, Lleida, 2002. 96 Vid. SUÁREZ QUEVEDO, Die- go: “Insólita guía histórico-artística de España, 1746. Fray Francisco de los Santos y Antonio Palomino”, Pe- cia Complutense, Boletín de la Biblio- teca Histórica de la Universidad Complutense de Madrid, nº 7 (ju- nio 2007). 97 Esto es una contribución más de José Luis Vega-Loeches a esta ex- posición, como respuesta al comen- tarle la cuestión de Torija, El Esco- rial de Felipe II y los “tres españoles” que menciona; éstos son los tres que propone el padre Santos en esa edición de 1657 que bien pu- do ver o incluso poseer Juan de To- rija; mi gratitud es total al efecto, también por la rápida y contunden- te respuesta. 64 A rquitectura y ciudad. M em oria e im prenta 2º Diego Suárez:CAPITULO 2 13/01/10 13:12 Página 64 tura y elaborado por un profesional español que sí accedió a la imprenta. La segunda parte del tratado vio la luz de las prensas editoriales en 1665; ambas primeras ediciones se exponen aquí como propuesta a la refle- xión, ante todo por el constante uso y abuso de citas de este autor con poca o ninguna precisión y a menudo sin entrar en sus densas páginas, cuestión que el completísimo corpus de notas de Félix Díaz Moreno, fruto de su Tesis Doctoral, ha dilucidado y precisado con todo rigor y coheren- cia98. Las fechas son las indicadas y no otras99, tras las cuales y de ambas partes, independientes y juntas después, se hicieron varias reimpresiones hasta la última década del setecientos, que indican claramente su operati- vidad y uso constante, tal como reza el propio título. En relación con la arquitectura en Toledo durante el siglo XVII, por nues- tra parte, podemos confirmar su importancia y significación; de una parte como tracista de la siempre ponderada cúpula del desaparecido conven- to de la Vida Pobre, pero asimismo diseñando la iglesia conventual de las agustinas calzadas de la Purísima Concepción o Gaitanas, con la magnífica venera que cubre su presbiterio y las elaboradas yeserías del medio ca- ñón de su nave que, en la segunda parte de su tratado, propone específi- camente como ejemplos100; asimismo su tratado fue para la Ciudad Im- perial y su arquitectura un elemento clave, sobre todo en la reconversión desde presupuestos de raíz hispanomusulmana de las yeserías decorativas de los interiores, ante todo de iglesias conventuales (las citadas de las Gai- tanas, las de la iglesia de la Concepción Benedictina y las de las carmelitas descalzas de San José, por ejemplo), curiosamente inspiradas en propues- tas de diseño y trazado de jardines en el Serlio-Villalpando [libro IV, fol LXXVI vuelto: cuatro ilustraciones que son propuestas para jardines o ver- geles (sic) también son muy gran parte para adornar los edificios...] y codifi- cadas en el tratado de fray Lorenzo101, lo cual, creemos, debió influir signi- ficativamente en la no continuidad de cubiertas de madera en el Toledo del seiscientos, tras la importancia de las mismas en el capítulo usualmen- te denominado de techumbres morisco-renacientes, muy significativo en la ciudad del Tajo. Atendiendo al tratado de modo concreto, nos perfila clara y fehacien- temente la evolución del hecho constructivo en nuestro país durante el siglo XVII que, además, evidencia su constante labor de asesoramiento e informe de obras, a las que constantemente era convocado y su docta opinión y praxis de un auténtico perito en la materia, invariablemente oí- da y atendida, cuando no solucionando difíciles problemas constructivos. En efecto, las citas siguientes de la primera parte (1639) y de la segunda parte (1665) evidencian lo dicho, es decir, el devenir hacia una concep- ción eminentemente práctica de la arquitectura, que no sólo es la suya, si- no también la realidad del hecho constructivo en el ámbito del seiscien- tos hispano. Porque como dize Vitruuio lib. I. c. I. si el Maestro es sin estudio, y solo en- tiende lo basto, que es el obrar, ò labrar, sujeto està a muchos yerros: y si es no mas que tracista, ò que solo entiende lo especulatiuo, tambien harà ye- rros en sus obras, como la experiencia nos lo enseña de algunos que saben traçar, y no executar : y por euitar estos daños, es bien [que] el Maestro se- 98 Vid. DÍAZ MORENO, Félix: Fray Lorenzo de San Nicolás. Arte y vso de Architectura. Edición anotada. Ma- drid, Instituto de Estudios Madrile- ños, 2008. Como ya hemos indica- do a su cargo han quedado, como no podía ser de otro modo, las fi- chas correspondientes. 99 Idem: “Fray Lorenzo de San Ni- colás (1593-1679). Precisiones a su biografía y obra escrita”, Anales de Historia del Arte, nº 14 (2004), pp. 157-179; artículo citado en Vi- truvio, Manzarero, 2008, introduc- ción, op. cit., p.103 y nota 276, y ob- viamente no leído, pues sólo reseña que es obra “publicada en Madrid en 1633”, ni primera ni segunda partes y la fecha errónea, cuando todo queda aquí precisado en su artículo por Félix Díaz Moreno. 100 Vid. SUÁREZ QUEVEDO, Diego: “Toledo y Fray Lorenzo de San Nico- lás. Precisiones sobre la iglesia de las Gaitanas”, Anales de Historia del Arte, Homenaje al Prof. Dr. D. José Mª de Azcárate, nº 4 (1994), pp. 275-284. 101 Idem: los apartados correspon- dientes en Arquitectura barroca en Toledo: siglo XVII, ed. Universidad Com- plutense de Madrid, colección Tesis Doctorales, nº 489/ 88. Madrid, 1988, 2 vols., Arquitectura barroca en Tole- do: siglo XVII. Toledo, Caja de Ahorros de Toledo, 1990 y “El período ba- rroco”, en Arquitecturas de Toledo, vol. II. Toledo Consejería de Cultu- ra de Castilla La Mancha, 1991; así como: idem: “Contrarreforma y re- glamentación de cenobios femeni- nos en el Arzobispado de Toledo, siglo XVII. Convento de la Concep- ción Benedictina de la Ciudad Im- perial”, Anales de Historia del Arte, nº 15 (2005), pp.151-178. A rq ui te ct ur a y ci ud ad . T eo ría s, bi og ra fía s, m od el os , l ug ar es 65 2º Diego Suárez:CAPITULO 2 13/01/10 13:12 Página 65 pa lo vno y lo otro, y que a lo practico acompañe lo especulatiuo, y el que tuuiere lo vno y lo otro harà sus obras con mas perfeccion y firmeza, pues en ella se funda el arte102. (...) y no es la parte mas essencial (sic) en la Arquitectura la Teorica, que mas lo es la practica; y desto (sic) dize (sic) mucho Vitrubio (sic) en su libro primero Capitulo primero, y yo también lo digo en mi Arte, y vso (sic) de Arqui- tectura, Capitulo primero: y tambien he conocido hombres estudiosos en las Matematicas, y en Geometria, y Astronomia, con nombre de grandes Arquitec- tos, que en la Teorica ganaràn a muchos, y en la disposicion de la Arquitectura, digo en su execucion (sic), por si solos apenas se les podia fiar el tirar vn cor- del, tirando muchas lineas con mucho acuerdo, como yo las he visto103. UN TRÍPTICO IDEAL: ARFE, TORIJA, ARDEMANS. Se trata de una propuesta de la presente exposición, cuya coherencia, sentido y validez iremos avalando, y planteada en función de sus elucubra- ciones teóricas que además conectan, de algún modo, con referencias biográficas que pretenden fundamentar el discurso respectivo; de esta manera, ensamblamos para las oportunas reflexiones este tríptico ideal que abarca desde finales del siglo XVI a inicios del XVIII, en nuestro contex- to y con el denominador común de la cultura arquitectónica, según los comentarios, sus enfoques y polarizaciones, de Juan de Arfe, Juan de Torija y Teodoro Ardemans. La obra de Arfe que aquí nos incumbe104, fue publicada en Sevilla, 1585- 1587, y es básicamente todo un alegato que, fundamentado en las claves clasicistas ya asumidas plenamente en nuestro país, diserta mediante un sobrio y coherente discurso sobre la escultura (ante todo proporciones, anatomía y variantes de canon, con base en Durero y atendiendo a deba- tes propios de nuestro contexto) y sobre arquitectura, asimismo asumida desde una óptica clasicista, mediante una concepción antropomórfica de la misma y bajo la normativa de orden arquitectónico, estrictamente apli- cado desde un módulo base a planta, alzado y espacio, lo último especial- mente reseñable en el caso de Arfe y sus producciones artísticas, como veremos, que, también según un correcto sentido de las proporciones y de la simetría, constituye el receptáculo adecuado a sus esculturas y en el cual el ornamento es sólo el propiamente arquitectónico105. Con total coherencia y solvencia, como hemos apuntado, pero también todo encaminado a la particular defensa de sus propias obras artísticas, fun- damentalmente custodias procesionales en plata; obras que quiere alejar y distanciar de modo contundente de la calificación de orfebrería, cuestión que no admite, y sí obras de platero o platería, de arquitectura y escultura [en el título de la portada de esta publicación, se autodenomina: “JUAN DE ARPHE Y VILLAPHAÑE, natural de Leon, Escultor de Oro, y Plata”], lo cual, co- mo hemos insinuado, efectúa con toda una serie de argumentos adecuados al clasicismo, de tal modo que en los prolegómenos del apartado corres- pondiente a la arquitectura en la Varia, ya enfatiza en sus alegatos, para dejar sentado desde un principio, respecto a una distinción clara y precisa entre arquitecturas moderna o gótica y antigua o clasicista, citando expresamente 102 Primera parte del tratado, Madrid, 1639 [BH FLL 26623], capítulo I, fols. 2 recto-2 vuelto. 103 Segunda parte del tratado, Ma- drid, 1665 [BH FOA 2464], capí- tulo XLV, p. 156. 104 En principio De varia y luego Va- ria, commensuracion para la esculptu- ra y architectura, fue de los libros más reeditados en España (1675, 1736, 1763, 1773, 1795 y 1806). Incluso con añadidos a partir de datos del propio Arfe, pero muy correctamen- te, con la oportuna especificación, en apartados independientes. So- bre los varios ejemplares de la BH, hemos basado nuestros comenta- rios en la reedición de 1763, ya co- mo Varia y rara entre las sucesivas reediciones; ahora sobre el ejem- plar BH DER 13315 y en su día so- bre el que custodiaba la Biblioteca de la Facultad de Medicina, asimis- mo de 1763, y hoy en los fondos BH MED, aún a falta de asignar nu- meración [vid. SUÁREZ QUEVE- DO, Diego-SUÁREZ QUEVEDO, Juan Carlos: “Las artes en el fondo antiguo de la Biblioteca de la Fa- cultad de Medicina de la Universi- dad Complutense de Madrid”. Ma- drid, Servicio de Publicaciones U.C.M., 1995, pp. 513-546, con es- pecificación del añadido sobre los “Reloxes de Sol” de Pedro Engue- ra; respecto a Juan de Arfe, en con- creto pp. 526-530]. 66 A rquitectura y ciudad. M em oria e im prenta 2º Diego Suárez:CAPITULO 2 13/01/10 13:12 Página 66 en relación con la primera la Custodia de la Catedral de Toledo, obra de su abuelo Enrique Arfe. Como aval, en cambio, de su propia postura y en línea con la segunda consideración de arquitectura antigua, publicó, en 1587, asi- mismo en Sevilla, un extenso y pormenorizado comentario sobre la traza y ornato de la Custodia de la catedral hispalense, obra suya evidentemen- te106; sería, por tanto, un cúmulo de argumentos tendenciosos, pero razona- bles dentro de la profesión y del concepto de la propia obra de arte. El res- to de argumentos sobre la arquitectura, a la que dedica el libro cuarto (pp. 219-260) de la obra que aquí nos ocupa, resultan certeros, adecuados y fundamentados, como enseguida comentaremos. Para nuestro especial tríptico, es el “Titulo Primero” (pp. 219-223) el que nos interesa dentro de ese libro cuarto, estando el resto más en re- lación con sus específicas “obras de arquitectura y escultura” y, en gene- ral, dedicado a “piezas de iglesia y servicio del Culto Divino”, como nos puntualiza. En efecto, en ese primer título va a tratar sobre traza y compostura en la arquitectura, nos explicita, que los antiguos Griegos y Romanos definieron, y aquí citas a Plinio el Viejo y Vitruvio y, a través de éstos, a míticos y le- gendarios artífices, entre los cuales Calímaco, por afinidad y conveniencia, no podía faltar ; y fue por los antiguos, afirma, conformada la arquitectura tomando por regla el cuerpo humano, como medida mas perfecta de toda la Naturaleza, y siendo sus miembros Colunas (sic), Pedestales, Arquitraves (sic), Frissos (sic), Cornisas, que juntos hacen un cuerpo medido. Alude asimismo a obras que entiende claves del arte romano en Hispania: Acueducto, que denomina Puente de Segovia; Arco de Caparra (sic); Sepulcro de Belpuche; Colunas (sic) de Ciudad Rodrigo; Sepulcro de Husillos y Teatro de Sevilla la Vieja107 (pp. 219-220). Aún más interesantes son sus comentarios (p. 221) sobre la decaden- cia de esta arquitectura antigua, asegurando que vino a caer esta (sic; fe- menino) Arte de su punto, y (sic) introducirse la obra Barbara, llamada de Marzonería, ò Crestería, ò segun otros moderna, con la qual edificaron la Igle- sia Mayor de Toledo, la de Leon, la de Salamanca, Burgos, Palencia, Avila, Sego- via y Sevilla, que aunque en la labor, y orden no son artificiosas, duran firmes, y en aquella traza vistosas; muy interesante resulta el calificativo, en este caso por negativo, de artificiosas, muy vasariano, según lo comentado. En un crescendo de interés, las siguientes apreciaciones y juicios de Ar- fe (pp. 221-222) en su línea argumental, insisten en que con el estudio se ha vuelto a la buena arquitectura, y que en Italia resucitò antes, con la dili- gencia y estudio de Bramante, Baltasar Perucio (sic; Peruzzi), y Leon Bautista Alberto, elocuente per se, y que en España tambien comenzó a florecer con la industria del excelente Alonso de Covarrubias, padre de el (sic) famosissimo Doctor Don Diego de Covarrubias, y con Diego Siloe; que fue traída de allá de azia (sic) Levante, en referencia a Italia, algo mixta, porque en partes mezclaban cosas modernas por tenerlas por hermosas. Reivindica la labor de varios plateros al respecto, empezando por su padre Antonio de Arfe, Juan Álvarez, Alonso Becerril, Juan de Orna y Juan Ruíz. Y finalmente (p. 223), se refiere encomiásticamente a Felipe II, a un in- concluso Monasterio de El Escorial y a las figuras de Juan Bautista de Tole- 105 De entre varios facsímiles de es- ta obra, son de destacar los que cuentan con sendos estudios intro- ductorios de Antonio BONET CO- RREA (no siendo atendibles los otros para nuestros intereses aquí): Libros I y II, Madrid, 1974 y Libros III y IV, Madrid, 1978, posteriormente inclui- dos en la publicación de este mis- mo autor Figuras, modelos e imáge- nes en los tratadistas españoles. Madrid, Alianza, 1993; en concreto, cap. 3: “Juan de Arfe y Villafañe (pp. 36-84) y “Adenda I. Los libros III y IV. De Varia Commensuracion para la Esculptura y Architectura y la des- cripción de la traza y ornato de la Custodia de plata de la catedral de Sevilla” (pp. 85-94). 106 Descripción de la traza y ornato de la Custodia de plata de la Cate- dral de Sevilla (1587) [vid. SANZ SE- RRANO, María Jesús: Juan de Arfe y Villafañe y la Custodia de Sevilla. Se- villa, Diputación Provincial, 1978]. 107 Seguramente tuvo en cuenta Ar- fe al respecto a MORALES, Ambro- sio de: Las antigüedades de las ciu- dades de España... Alcalá de Henares, 1575. En la BH, los tomos IX y X, en edición de Madrid, 1792 [BH FOA 2034 T. 9 y BH FOA 2035 T. 10]. A rq ui te ct ur a y ci ud ad . T eo ría s, bi og ra fía s, m od el os , l ug ar es 67 2º Diego Suárez:CAPITULO 2 13/01/10 13:12 Página 67 do y Juan de Herrera, en los términos siguientes, respecto a lo cual huelga todo comentario. Hasta que el gran Philipo, Rey Hispano, quiso fundar un Templo principal, escogiendo por sitio el llano que hay desde el alto Puerto al Escoreal (sic). Que alli hizo Juan Bautista, Toledano, la traza donde echò todo el caudal, so- brepujando à Griegos, y Romanos, en todo quanto hicieron por sus manos./ EN LA FABRICA DEL Templo de San Lorenzo el Real, que oy (sic) se edifica cerca de la Villa del Escoreal (sic) , por orden del Poderoso, y Catholico Rey Phelipe Segundo, señor nuestro, se acabò de poner en su punto el Arte de Ar- quitectura por Juan Bautista, natural de Toledo, que fuè el primero Maestro de aquella famosa traza, y comenzò à levantar su montèa con tan maravilloso efecto, que no solo iguala con toda la antigüedad, pero en este solo tiempo podria ser excedida.”. Atajòle la muerte muy temprano, dexando el edificio en mucho aprieto, mas otro sucedió, y tomò la mano, no menos que el muy celebre Arquitecto, ese fuè Juan de Herrera, Transmierano, que prosigue, poniendo en efecto, en- mendando continuo, y añadiendo, según necesidad le và pidiendo./ MURIO JUAN BAUtista à tiempo que se comenzaban à subir las montèas de este fa- moso edificio, y causò su muerte mucha tristeza, y confusion, por la descon- fianza que se tenia de hallar otro hombre tal; mas luego sucedió en su lugar Juan de Herrera, Montañès, natural de la Villa de Camargo, en la Merindad de Trasmiera, entre Vizcaya, y Asturias de Santillana, en quien se hallò un ingenio tan prompto, y singular, que tomando el Modelo, que [de] Juan Bautista havia quedado, comenzò à proseguir, y levantar toda esta fabrica con gran prosperi- dad, añadiendo cosas al servicio de los moradores necesarias, que no pueden percibirse hasta que la necesidad las enseña; y assi le và dando fin con innu- merable (sic) gente, por èl gobernada (sic), y regida. Juan de Torija (1604-1666) que, en la obra que aquí nos interesa, se presenta como Maestro Arquitecto y Alarife de la villa de Madrid y Apare- jador de las Obras Reales, protagoniza el segundo panel de nuestro par- ticular tríptico; se trata de sus Ordenanzas municipales de Madrid que, contando con todos los avales previos datados en 1660 (de la propia institución municipal, por mandado de Madrid es como se expresa, y ru- bricada por los arquitectos José de Villarreal y Pedro Lázaro de Goiti, Madrid, y Noviembre 18. de 1660; tras la previa del arquitecto Juan Ruiz, de Madrid, y Agosto 15. de 1660); otras licencias y requisitos, se prolon- gan hasta inicios de 1661, año en que finalmente se publica la obra en Madrid, por Pablo del Val; la siguiente edición es la de Burgos, por Juan de Viar, 1664, a la que corresponden los ejemplares de la BH [BH FLL 33861 y BH DER 12103]108. En el prefacio “AL LECTOR”, resulta interesante lo que reseña es- pecialmente para que los Alarifes hallen preceptos y documentos, para [que] instruidos en ellos, logren el acierto en todo, a lo que sigue el anun- cio y recomendación de su propia obra Tratado de todo género de Bo- bedas (sic), su execución de obrarlas, y medirlas con singularidad, y modo moderno, publicación que verá la luz en breve, nos puntualiza, pues ya se están abriendo las Láminas; del mismo modo, alude a otra obra suya, Tratado de cortes de Cantería, materia bien dificultosa, de muchos desea- 108 Existe asimismo reedición de 1754 [BH FLL 19624]; respecto al propio Torija en general y sus Or- denanzas en particular, vid. NAVAS- CUÉS PALACIO, Pedro: “Noticia del Tratado breve sobre las orde- nanzas de la villa de Madrid y po- licía de ella”, pp. 7-36, estudio in- troductorio completísimo a la ed. facsímil de estas Ordenanzas de Ma- drid, por Antonio Pérez de Soto, 1760, Valencia, Albatros (colección Magerit), 1979. Además de las eds. 1661 y 1664, se reeditaron las Or- denanzas de Torija en 1728, en 1754, en 1760, en 1763 y en 1866. 68 A rquitectura y ciudad. M em oria e im prenta 2º Diego Suárez:CAPITULO 2 13/01/10 13:12 Página 68 da, y de pocos entendida. Ésta última nunca fue publicada, en tanto que el Tratado de todo género de bóvedas..., sí fue editado en Madrid, por Pa- blo del Val, 1661; como ha probado Navascués ni las Ordenanzas de To- rija ni las posteriores de Ardemans, alcanzaron el rango de leyes muni- cipales, sino que se convirtieron en textos-referenciales a tener en cuenta en caso de pleitos, en general, tras los dictámenes de los correspon- dientes alarifes109. Pero verdaderamente es el “MOTIVO DEL AUTOR”, pp. 118-123, ex- puesto por Torija tras las ordenanzas propiamente dichas, sobre lo que aquí queremos insistir, como una significativa reflexión con ribetes teóri- cos y especulativos, entreverada de algunos topoi, y con significativas refe- rencias a fuentes artísticas y biográficas; al margen de un cierto resenti- miento profesional que, como en el prefacio, va destilando, lo cual va tratando de compensar con la confianza en –y el orgullo por– las propias obras, se trata de un coherente alegato un tanto insólito en unas ordenanzas muni- cipales que, con otras intenciones e intereses, será un testigo que recoge- rá Ardemans unos cincuenta años después. Directamente y sin preámbulos ni consideraciones previas, inicia Torija su “motivo” argumentando que es de tanto perjuicio la ignorancia de las Ar- tes, que es ruina total de las Repúblicas; entendido esto último como la res- publicae, es lo que de algún modo avala la inclusión de estas reflexiones en las Ordenanzas, y las debemos poner en dialéctica y paralelismo con el juicio sobre lo primordial de la practica arquitectónica, que preconizado coetáneamente por fray Lorenzo de San Nicolás, como señalábamos (se- gunda parte de su tratado, 1665, en que aludía a no cifrar todo en saber solamente tirar líneas de modo perfecto). Expresamente alude Torija a lo argüido al respecto por Vincenzo Scamozzi y Vitruvio110, aunque a la pos- tre todo deviene de su situación personal, al verse postergado en relación con encargos oficiales111, concluyendo este punto, según lo afirmado por los citados tratadistas, que se debía al hecho de ver a algunos Professores (sic) de las Artes [que], valiéndose de verbosidad, y otros medios de introduc- ción, adquirían las Obras. Monstruos son los edificios que fabrican los Arquitectos de nombre, y no de ciencia; contundente juicio contenido en el “motivo” que nos ocupa, que avala con anécdotas ad hoc sobre Julio César (mandando derribar un edi- ficio acabado con varios yerros, de cuyo control le alejó el amor) y Alejan- dro Magno (restringiendo sus retratos personales sólo en tabla a Apeles y [en] mármol a Lysipo (sic)). De igual modo, nos asegura que afirma Vasari en su tratado de las vidas de los hombres eminentes, que no ha habido Pa- pa, ni Rey, ni Potentado que, no solicitasse (sic) por todos los medios a hom- bres eminentes que vertieran sus conceptos, o ideas, en Gallarda, y bien ajus- tada Arquitectura. A continuación, y como no podía ser de otro modo, la referencia a El Escorial y a Felipe II que, sin mención específica de arquitectos, conecta en espíritu con Arfe y sus comentarios. Contundentes y tremendamente ex- presivos son por sí mismos las apreciaciones de Torija al respecto112: La prudencia grande, la inteligencia perfecta, el honrador singular de los si- glos, el Señor Rey Don Phelipe Segundo, queriendo, como Salomón, fabricar 109 Aunque en épocas anteriores los términos alarife y alarifazgo pudie- ran tener otros significados y conno- taciones, y por ende otros alcances en sus planteamientos y actuaciones, ya en el siglo XVII hispano, es algo cla- ro y asentado según una específica normativa: se trata de un cargo mu- nicipal, electo durante un período con- creto y, en general, entre los más cua- lificados profesionales; sus cometidos primordiales, dentro del específico marco de policía urbana, consistían en vigilar y asegurar el cumplimiento de las respectivas ordenanzas del ayuntamiento de la ciudad en cues- tión. En teoría y a priori el trazar no entraba en sus competencias, sí cali- brar y cubicar una construcción, y cal- cular previamente su coste aproxi- mado. 110 Exactamente afirma: sintiólo Vi- cencio Escamoci en su libro prime- ro, parte primera, capítulo veinte y siete; y lo mismo sintió Vitrubio (sic), y otros; se trata del tratado del vi- centino Vincenzo Scamozzi (1552- 1616), Idea dell’Architettura Univer- sale. Venecia, 1615, amplia obra que, de todos modos, quedó reducida a los libros I-III y VI-VIII, de los diez previstos; “Idea” que con otra “Idea” –y desde luego con otros fines– re- tomará Ardemans, como veremos. Los parámetros vitruvianos claves sobre los edificios, firmitas, utilitas y venustas, son lúcidamente incor- porados por Torija a su discurso. 111 El alejamiento de las obras reales de 1658, es lo que motivó el resen- timiento de Torija intuido en estas Or- denanzas, y claramente vertido en los lamentos de la dedicatoria de su Tratado de todo género de bóvedas.... A rq ui te ct ur a y ci ud ad . T eo ría s, bi og ra fía s, m od el os , l ug ar es 69 2º Diego Suárez:CAPITULO 2 13/01/10 13:12 Página 69 Templo de gloria a Dios, eligió para la única maravilla del mundo San Lorenzo el Real, a los más eminentes, y científicos Artífices, que entonces se hallaban, para dar cumplimiento a su glorioso deseo, [y] no lo hubiera conseguido, si de los exemplares referidos no hubiera hecho aprecio. En Obra tan eminente muchos Artífices concurrieron, y sólo de tres Espa- ñoles se menciona, diciendo (la discreción del Escorial) que a ellos se debió el acierto; y a no ser ocasión el imprimir el libro, no hubiera memoria de ellos. La enbidia (sic), o el poco amor a la Patria causa olvido para (sic; de) los hom- bres grandes. Al margen de interpretaciones, sí queremos destacar, tenien- do como fondo la presente exposición, lo que, en parte, podría perfecta- mente constituirse en su lema: insignes artífices de obra tan importante que, de no haberse hecho IMPRIMIR EL LIBRO, NO HUBIERA MEMORIA DE ELLOS. Y de nuevo referencia y glosa sobre Giorgio Vasari; nos argumenta To- rija que en gloria de su Nación, Florencia, refiere el Vasari (sic; como traduc- ción directa del italiano, que sería: Il Vasari) los hombres célebres que hubo desde el año de mil y trescientos, hasta el de mil quinientos y quarenta (sic) y siete, es decir, está utilizando –o cita por– las Vite de 1550, edición torren- tina o torrentiniana, con biografías de artistas muertos salvo Miguel Ángel, mitificado e inmortalizado en vida, cúlmen y punto de llegada de todo el discurso vasariano en esta primera edición de la obra. Todos ellos, según Torija, fueron Professores (sic) en las tres ciencias de Escultura, Pintura, y Ar- quitectura, y algunos de ellos las professaron (sic) todas tres. Incluye a continuación una relación de nombres insignes, en la cual la gran ausencia es la de Leon Battista Alberti. El primero, es Philipo Cruneles- qui [Brunelleschi]; Miquilozo Miquiloci [Michelozzo di Bartolomeo Miche- lozzi]; Francisco de Giorgio [Francesco di Giorgio Martini]; Juliano de S. Gallo [Giuliano da Sangallo]; Juliano Moyano [Giuliano da Maiano]; Rafael de Urbi- no; Baltasar Perusi [Baldassare Peruzzi]; Juliano Romano [Giulio Romano]; Bramante de Urbino; Cronacaceca [Simone del Pollaiuolo, Il Cronaca]; An- drea del Monte San Sobino [Andrea Sansovino]; Bacio de Anola [Baccio d’Ag- nolo]; Antonio de San Gallo [Antonio da Sangallo; se entiende que El Joven] y Michael Angel Bonarrota [Michelangelo Buonarroti], en dilación de (sic; durante) doscientos y siete años. Concluye su “motivo” alegando que en la Nación Española, por el poco examen de lo científico, y honra de los Alarifes, pocos cuentan, habiendo habi- do singularissimos Artífices. En su momento –el día de oy (sic), afirma– si en [las] fábricas, aunque [sean] pequeñas, se eligieran hombres, en quienes con- currieran las partes de ciencia necessaria (sic), cuya perfección sino (sic; si no) venciera, igualara a los antiguos Estrangeros (sic), de cuyos Artífices hu- biera memoria; mas como no vale la virtud, sino la intercessión (sic), nada se acierta. Finalmente las Ordenanzas de Madrid, último panel de nuestro tríptico, de DON TEODORO ARDEMANS, ARQUITECTO y Tracista Mayor de las Obras Reales, Maestro Mayor de las de Madrid, Veedor de las conducciones de las Aguas, Maestro Mayor de Fuentes, y Santa Iglesia de Toledo, Pintor de Cámara de S. M., publicadas en Madrid, 1719 y reimpresas posteriormente en va- rias ocasiones hasta el siglo XIX. 112 Además del eco personal claro en relación con la postergación que sufre y de la que se duele, precisa- mente aludiendo a la obra real por excelencia o casi, El Escorial, son va- rios y a varios niveles los retos a que Torija nos somete. ¿Quiénes son esos tres artífices españoles a que se refiere?; parece claro que dos ellos son Juan Bautista de Toledo y Juan de Herrera, congruentes en una es- pecífica dimensión arquitectónica; El Prudente, ya mencionado, no pa- rece que sea ese tercer, y “verda- dero arquitecto” como en ocasio- nes se dice; como artífice en general, y español, podría ser, como pintor, Juan Fernández Navarrete, más co- nocido como Navarrete el Mudo y, como escultor, acaso Juan Bau- tista Monegro. Podría ser el padre Villacastín, como propone Francis- co Santos, tal como señalábamos; ¿Francisco de Mora?; ¿Juan Gómez de Mora / Panteón Real?; ¿o éste y Felipe IV que recientemente lo ha inaugurado? 70 A rquitectura y ciudad. M em oria e im prenta 2º Diego Suárez:CAPITULO 2 13/01/10 13:12 Página 70 Por tanto pintor y arquitecto ampliamente estudiado113 que, siguiendo la senda de Torija, remata su obra con una mantisa o epílogo de semejan- te intención teorizante, pero más pretencioso y de una tendenciosidad manifiesta, sobre todo en la amplia relación de artistas con que culmina sus elucubraciones. Nos presenta el citado colofón de su obra como MANTISA DE LOS MÁS INSIGNES ARQUITECTOS que han profesado a un tiempo la Pintu- ra y Arquitectura, que inicia afirmando que la gloria del Arquitecto consiste en la delineación e idea del todo y parte del edificio (que esta (sic: ésta) es la parte más noble que triunfa sobre la materia), con cita expresa de The Elements of architecture de Henry Wotton114; continúa enderezando el discurso hacia sus pretensiones, afirmando que no se duda haber [habi- do] grandes Maestros de obras que en la Arquitectura Civil y Política las han ejecutado con grande acierto, guardando sus preceptos, sin tener el conjunto de noticias que manda el gran Maestro Vitrubio (sic) en su libro primero, pe- ro tampoco se duda que el que estuviere más adornado será Artífice más universal, ya que es común sentir de muchos que juntándose lo teórico con lo práctico en un Arquitecto especulativo resulta de su entendimiento en la demostración a entender con el operante y la práctica de éste sólo resulta del uso y agilidad de las manos. Entendiendo que ya tiene las riendas del discurso bien tomadas, omitiré lo mucho, nos argumenta, y concluye preci- sando que sólo diré que Maestro de obras es el que a un mismo tiempo las sabe disponer y manejar, y Arquitecto es el que generalmente traza y dispo- ne con propiedad en todas materias, como son albañilería, piedra, madera, metales, y todo esto que corporalmente dispone debe también representar en una superficie, cuerpo, donde no le hay para los teatros, altares y monu- mentos que se le puedan ofrecer. Como avales a ultranza hace expresa mención de Vasari y Lomazzo, precisándonos al margen que se trata, en el caso del aretino, de sus libros del año 1568 [Vite, appresso i Giunti, Florencia, 1568] y en el caso del mi- lanés del que escribió el de 1584 [Trattato dell’arte della pittura, scultura ed architettura de 1584, en efecto]; publícalo así Jorge Vasari, nos asegura, en los libros que escribió de las vidas de los hombres que han profesado Pintura, Escultura y Arquitectura y Pablo Lomazo en el que escribió de la Pintura, am- bos en lengua Italiana; y si éstos han escrito en su idioma para publicarlo en su patria, con el mismo motivo lo refiero yo en el mío, no sólo para publicar lo que ellos mencionan, sino es (sic) añadir lo que ha habido después [hasta] acá así extrangeros (sic) como españoles, para que el que estuviere en otra opinión se desengañe, [y sepa] que la Arquitectura verídica y especulativa siempre ha estado entre hombres grandes, Pintores, Escultores y Arquitectos dibujantes que la han profesado a un mismo tiempo; argumentación a todas luces falaz y tendenciosa, que concluye reconduciendo sus juicios a la ór- bita profesional, aseverando que al haber recibido tan gran beneficio que sus obras nos libran de la ociosidad, conduciéndonos a la virtud y pericia de nuestra profesión, es muy debido a sus merecimientos y al cumplimiento de nuestra obligación, referirlos siempre que se pueda para no entregar al olvido su memoria, y fervorizar con el estímulo de la gloria á la mas perfecta imita- ción de este arte. 113 Vid. BLASCO ESQUIVIAS, Bea- triz: Teodoro Ardemans y su entorno en el cambio de siglo (1661-1726). Aspectos de la arquitectura y el urba- nismo madrileños de Felipe II a Car- los III, 2 vols. Colección Tesis Docto- rales, 113/ 91. U.C.M. Madrid, 1991 e idem: Arquitectura y urbanismo en las Ordenanzas de Teodoro Ardemans para Madrid, vol. II; vol. I, edición fac- símil de dichas Ordenanzas. Madrid, Ayuntamiento, Gerencia Municipal de Urbanismo, 1992. Aquí se ha es- tudiado ampliamente las propias or- denanzas, e incluso los tres “proe- miales” y “prefación” del autor ; en símil logarítmico la característica de la obra sí, pero no así su mantisa só- lo reseñada, no atendiéndose al lis- tado final de artistas y su sentido. 114Traducción-comentario a Vitru- vio, al que Ardemans alude: como lo siente Enrique Uboton, Arquitecto Inglés, en los elementos de Arquitec- tura que publicó sobre las obras de Vitrubio (sic) en Londres el año de 1624; año que, en efecto, es el de su publicación. A rq ui te ct ur a y ci ud ad . T eo ría s, bi og ra fía s, m od el os , l ug ar es 71 2º Diego Suárez:CAPITULO 2 13/01/10 13:12 Página 71 Y sin solución de continuidad de tal modo que su mantisa es indisolu- ble de la subsiguiente relación, pasa a exponerla: Nombre de los Artífices, Pintores, Arquitectos Españoles y Estrangeros (sic); la selección hecha de los numerosos artistas que enumera y cómo quedan definidos, creemos que es suficientemente elocuente per se: – Alonso Berruguete, arrogante Pintor, Escultor y Arquitecto. /(...). Diego Veláz- quez, grandísimo Pintor y Arquitecto, el cual ejecutó la pieza ochavada de Pa- lacio, Pintor de Cámara de su Magestad (sic) /(...). Sebastián de Herrera [Bar- nuevo], excelente Pintor, Escultor y Arquitecto Mayor, y Pintor de Cámara de su Magestad (sic). /(...). Claudio Coello, Pintor y Arquitecto Prespectivo (sic) y de Cámara de su Magestad (sic). Joseph Donoso, Pintor y Arquitecto universal, Maestro Mayor de la santa Iglesia de Toledo. El Racionero Alonso Cano, exce- lentísimo Pintor, Escultor y Arquitecto universal. /(...). Juan Gómez de Mora, ex- celente Arquitecto Dibujante y mayor de obras Reales. Alonso Carbonél (sic), Ar- quitecto Dibujante y mayor de obras Reales. Antonio Palomino de Velasco, excelente Pintor de su Magestad (sic),Arquitecto y Perspectivo. /(...). Callimaco (sic), Estatuario y Arquitecto: inventó el Orden Corintio. /(...). Jorge Vasari Areti- no, Pintor y Arquitecto. /(...). Jacoa (sic) Sansobino (sic), raro Escultor y Arqui- tecto. /(...). Leonardo de Albincir (sic), admirable Pintor y Arquitecto y maquina- dor, escribió agudamente. Leon Baptista Alberto (sic), Pintor y Arquitecto: escribió excelentemente de Arquitectura, y podemos decir es el Maestro universal. Mi- chael Angel Bonarrota (sic), admirabilísimo Pintor, Escultor y Arquitecto; y se puede decir padre universal de estas ciencias. /(...). Rafael Sancho (sic) de Ur- bina (sic), único en el mundo Pintor y Arquitecto, a quien han venerado los pri- meros Pintores del mundo. /(...). Roso (sic) Florentino (sic), arrogante Pintor y Arquitecto. Sebastiano Serlio Boloñés, Pintor y Arquitecto: escribió de Arquitec- tura agudamente, y es uno de los principales Maestros que tenemos. Jacome de Viñola (sic), prudente Pintor y Arquitecto: escribió de Arquitectura. Pedro Pa- blo Rubens, grandísimo Pintor, Frasquita (sic; fresquista) y Arquitecto. /(...). Philipo Bruneleschi (sic), Escultor y Arquitecto. /(..). Anibal Caracio (sic), Pintor y Arqui- tecto de gran primor. Berromini (sic), Pintor y Arquitecto. /(...). Carlo Marati (sic), Pintor y Arquitecto. Lorenzo Bermini (sic), Pintor y Arquitecto. Padre Pedro (sic) de Poza (sic), Pintor y Arquitecto. /(...). Pablo Veronés, Pintor y Arquitecto grande. /(...). Brancho Brindinelo (sic; Baccio Bandinelli), excelente Arquitecto, Pintor y Maquinador. Cosme Loti (sic), Arquitecto, Pintor y Maquinador. Se trata, pues, de todo un alegato en defensa del arquitecto que es también pintor donde, de manera tergiversada y tendenciosa cuando no inexacta, son potenciados los denominados arquitectos-pintores o la línea más pictórica de la arquitectura, en contra de la que podríamos conside- rar más constructiva, profesionalmente derivada, entonces ante todo, del mundo de la cantería o sencillamente la de raíz y formación estrictamente constructiva. Sorprende la inclusión de Juan Gómez de Mora, por un lado, y de Palomino, por otro, como arquitecto, o no tanto respecto a este últi- mo, en la idea, que parece compartir Ardemans, de imponer la línea pic- tórica señalada a la arquitectura, como teóricamente más preparada y más especulativa; no cabe olvidar que es ahora cuando se está gestando 72 A rquitectura y ciudad. M em oria e im prenta 2º Diego Suárez:CAPITULO 2 13/01/10 13:12 Página 72 El Parnaso español pintoresco laureado, de 1724, tercera parte de la gran Summa (1715-1724), que sí alcanzó la imprenta, de Acisclo Antonio Palo- mino de Castro y Velasco (1653-1726), coetáneo y afín a Ardemans, don- de sólo se biografían pintores o pintores-arquitectos. Las ausencias de Juan Bautista de Toledo y, sobre todo, de Juan de Herrera, resultan absolu- tamente llamativas, tanto como la de Bramante que sí fue pintor también; ¿y el incluir a Calímaco?, se entendía en Arfe, de alguna manera, aquí no tiene sentido y, de igual modo, sorprende un Rubens fresquista, entre otras varias consideraciones muy reveladoras. Hasta la obra de Llaguno (1830), que es ya nuestra primera historiografía, la arquitectura y los arquitectos deberán “aguardar sus turnos” para apreciaciones y biografías hechas con rigor, aunque con juicios diversos. A rq ui te ct ur a y ci ud ad . T eo ría s, bi og ra fía s, m od el os , l ug ar es 73 2º Diego Suárez:CAPITULO 2 13/01/10 13:12 Página 73 74 A rquitectura y ciudad.M em oria e im prenta LEON BATTISTA ALBERTI (Génova: 1404-Roma: 1472). De re aedificatoria. Florencia, 1485 [nº 1]; París, 1512 [nº 2]; Venecia, 1546 [nº 3]; Madrid, 1582 [nº 4]. Florentino ante y sobre todo, por indelebles raíces de familia, pero también por decisión personal y vo- luntaria, ante todo desde el punto de vista cultural y de actuación pública entendida como un compro- miso cívico al tiempo ético y estético, tras su com- pletísima formación universitaria en Padua y Bolonia, dirige sus pasos e intereses, desde que le es posi- ble, a la ciudad del Arno y desde ella, o en cualquier caso y siempre como docto florentino en todos sus itinerarios, proyecta, nunca mejor dicho, su “larga som- bra” en la mayoría de las ciudades-estado italianas, hasta asentarse en la Urbs (casi cuarenta años) como miembro de la curia pontificia; desde aquí, en los úl- timos años de su vida, asimismo trazará, también nun- ca mejor dicho, un notorio y significativo eje Roma- Florencia. Auténtico homo universalis por la cantidad, intensi- dad, hondura y fiereza intelectual –de ahí el Leon que, como denominación habitual desde la época, es apli- cada a Battista Alberti– de los conocimientos, temas y problemas afrontados que atañen a ciencia y arte, mu- sicología y pensamiento hermético, literatura, filosofía, letras y lingüística, astronomía y astrología, fuentes an- tiguas y su propio contexto, manifiesta, al tiempo, una personalidad fundamentalmente contradictoria; por un lado con una fe ciega y total, de raigambre huma- nista, en las propias capacidades y posibilidades inte- lectuales, así como en las de su propio tiempo y ám- bito, ante todo al proponer ideas y modelos actuales legitimados en la autorità dell’antico, no por ello menos originales y muy respetuosos con la tradición inmedia- tamente anterior singularmente en los casos de arqui- tectura y ciudad, instituyéndose en tal sentido como cualificado portavoz de todas las memorias que sus escritos fueron guardando y que, siempre a posterio- ri, quedaron garantizadas por la imprenta; por otro lado poseído de un continuado desencanto sutilmen- te pesimista ante la realidad de la historia, los males de la curia y de la Iglesia, los peligros y fragilidad del ideal naciente del príncipe, cuyo primer deber entiende Al- berti que ha de ser orientar su política y gobierno en una dimensión de ética y justicia en función del co- lectivo ciudadano, lo cual genera una relación siempre problemática de Battista con el poder, convencido ade- más de la incapacidad e impotencia de todo tipo de propuestas intelectuales que, de algún modo, incidan y modifiquen esta realidad palmaria. Clave e indispensable respecto a la cultura artís- tica en general, Alberti fue, en la Edad Moderna, el primero en codificar todos los parámetros, argumen- tos, presupuestos e incluso los topoi, en claves clasi- cistas que quedan instituidos como bases y puntos de partida referenciales para el desarrollo posterior de la teoría del arte, de tal modo que, contando con algún significativo precedente, puede y debe ser con- siderado, con todo rigor, como el verdadero punto de partida e inicio de la teorización específica so- bre las artes. Respecto a la pintura deja definido su concepto de pintura de historia como género de ab- soluta primacía, así como la composición y formula- ción de una tercera dimensión ilusoria en profundi- dad, con precisos fundamentos en la geometría y, dentro de ésta, en la perspectiva que Brunelleschi de- finiera unos tres lustros antes, en sus De pictura (1435), ante todo un manifiesto en pro del humanismo, y De- lla pittura (1436), traducido en función precisamen- te de Brunelleschi con la conocida dedicatoria enco- miástica, donde asimismo loa a Donatello, Ghiberti, Masaccio y Luca della Robbia y sus respectivas con- tribuciones artísticas; civismo y laicismo presiden ya esta obra. En su opúsculo De statua (c. 1460) incide sobre la escultura, sus nuevos ideales y concepcio- nes, sobre todo, en relación con proporciones, canon y volumen-anatomía, bajo los conceptos fundamen- tales de finitio y dimensio, cuyos avales obviamente ci- fra en la estatuaria clásica; precisos e interesantes as- pectos de auténtica cultura anticuaria, planteados con ribetes retóricos, han sido puestos de relieve en el entramado discursivo de esta obra. Ambos trata- dos serán publicados muy a posteriori, quedando ma- nuscritos en el Quattocento; formarán parte de los Opuscoli morali publicados en 1568, dedicados res- 01-12 9/3/10 18:45 Página 74 A rq ui te ct ur a y ci ud ad .T eo ría s, bi og ra fía s, m od el os ,l ug ar es 75 pectivamente, como no podía ser de otro modo en la académica Florencia del momento, a Vasari y a Bar- tolomeo Ammannati y, según su editor y traductor Cosimo Bartoli, como el resto de obras albertianas aquí incluidas, recuperados quasi delle tenebre. Pero acaso sea sobre la arquitectura que, a nivel de ideación, traza, proyecto y asesoramiento cultivó personalmente, y la ciudad como su correlatio especí- fico y casi necesario, donde su aportación fue más im- portante, significativa y trascendente. Habría que con- tabilizar su Descriptio Urbis Romae (c. 1450), como intento científico de recuperación planimétrica de la Roma antigua, también detonante para más ambicio- sas y siempre frustradas empresas en tal sentido, pe- ro es ante todo su De re aedificatoria la obra clave en esta disciplina, siempre referenciada como su tratado mayor en coordenadas de cultura arquitectónica. Redactado en Roma entre 1443 y 1452, no sin interrupciones y en un proceso, al parecer, no exen- to de problemas y desánimos, repropone la estruc- tura del tratado de Vitruvio, con el cual a menudo es significativamente crítico, para configurar un texto sin parangón posible en su momento y hasta entonces, por rigor, coherencia, hondura y sapiencia, hasta las aportaciones del siglo XVI; elucubración teórica que se plantea sin propósito ni recurrencia a imágenes ilustrativas, considerando que se glosa la propia tra- dición cultural constantemente presente, estudiada y medida en su entorno, o sea los datos proporcio- nados por los edificios y ruinas romanas, entretejidos con su profundo conocimiento de las fuentes anti- guas. Diez son los libros que conforman este trata- do, que es ante todo un consumado elogio y ponde- ración de un arquitecto-filósofo, seguramente en sutil referencia a sí mismo, comprometido y protagonista de una actividad ética, cívica y estética, de dimensión socio-cultural y de dignitas humanae. Fundamental- mente los tres primeros libros están dedicados a las fases proyectuales y ejecutivas de las construccio- nes; en los libros cuarto y quinto se analizan y exa- minan grandes obras como ciudades y puentes o ar- quitecturas puntuales y su destinación específica; el objetivo de los libros sexto, séptimo, octavo y nove- no lo constituye el aparato ornamental y la tipología de los diversos edificios, el problema de los órde- nes y el papel del arquitecto, así como sus concep- ciones estéticas, su idea de concinnitas ante todo; el libro décimo finalmente trata de la conservación y restauración de los edificios y de hidráulica. Dadas la importancia del tema, de su condición de auténtico fundamento in re, nunca mejor dicho una vez más, y aprovechando al máximo las cualifica- das disponibilidades de los fondos de la BH, la pro- puesta como detonante reflexivo sobre el De re al- bertiano es cuádruple en los inicios de este recorrido de la presente exposición. 01-12 9/3/10 18:45 Página 75 76 A rquitectura y ciudad.M em oria e im prenta ALBERTI, LEON BATTISTA, 1404-1472 De re aedificatoria. Florentiae: accuratissime impressum opera Magistri Nicolai Laurentii Alamani, 1[4]85. Procedencia: Biblioteca Complutense (Alcalá de Henares) [BH INC I-312] 1. En latín y estructurada sólo me- diante los citados diez libros, se trata de la editio princeps (Floren- cia, 1485) de este tratado alber- tiano; incunable de la BH que es, desde cualquier perspectiva que se considere, un auténtico teso- ro bibliográfico.Tal como su pro- pio colofón reseña, es una cuida- dísima edición de Magistri Nicolai Larentii Alamani que, de manera precisa, hace referencia a Nicola Alamanno hijo de Lorenzo Ala- manno, incidiendo obviamente en el apellido familiar de origen ger- mánico, lo cual por las fechas, la imprenta y su invención entonces relativamente muy reciente, casi es lo propio y esperable, en tan- to que remite seguramente al en- torno de Gutemberg y/ u otros creadores o impulsores de la ge- nial invención. Más que nada, des- de esta primera edición que man- tiene el título de los varios códices previos, el nombre latino De re aedificatoria, es el usual de esta obra. Sobre el proceso y vicisitudes de esta edición promovida y aus- piciada por Lorenzo de’Medici (1449-1492), el Magnífico por ex- celencia dentro de la familia-di- nastía dominante en Florencia du- rante prácticamente toda la Edad Moderna, desde el fallecimiento de Alberti en 1472 hasta su efec- tiva publicación, y el recorrido en la gestación y conformación de la Villa medicea de Poggio a Caia- no, coetáneos, bajo el mismo me- cenazgo y sus estrechas relacio- nes, sincronías y paralelismos, hemos insistido y planteado co- mo propuesta y reflexión, tenien- do en cuenta que como empre- sa edilicia significativa, ambiciosa y de personal empeño por par- te de Lorenzo el Magnífico, nin- guna comparable a la de Poggio a Caino; seguramente en la pre- mura exigida por el Medici en pro de las obras de configuración de ésta, habría que ver el motivo de la previsión con la minúscula precisa y la no realización final de la correspondiente letra capital, cuyo hueco queda previsto en es- ta publicación, si admitimos que se realizó como texto referente al respecto. La carta, dedicatoria o prefa- cio de Angelo o Agnolo Poliziano, encargado de la edición, insistien- do que con la misma cumple el deseo e intención del propio au- tor en dedicar la obra a Loren- zo, y el prólogo de Alberti, son im- portantes elementos a considerar, del mismo modo que lo es el car- men de un supuesto Baptista Sicu- lus que, como en el teatro de la Antigüedad “habla” en represen- tación del autor y que todo el tra- tado posterior es casi la manifes- tación de un oráculo, si atendemos al origen del carmen clásico, del cual bien pudiera ser autor el pro- pio Alberti que, de este modo y mediante una serie de encomiás- ticos juicios y apreciaciones, insis- te en la excelencia de la obra y trata de asegurar su fama. [DSQ] 01-12 9/3/10 18:45 Página 76 A rq ui te ct ur a y ci ud ad .T eo ría s, bi og ra fía s, m od el os ,l ug ar es 77ALBERTI, LEON BATTISTA, 1404-1472 Leonis Baptistae Alberti ... Libri de re aedificatoria dece[m] … Venu[n]dantur Parisiis : impr[a]essum ... Bertholdi Rembolt [et] Ludouici Hornken ..., 1512. Procedencia: Biblioteca Complutense (Alcalá de Henares), Biblioteca del Colegio Menor de la Compañía de Jesús (Alcalá de Henares) [BH DER 257] 2. Es la segunda edición (París, 1512) en latín del tratado albertiano, to- da vez que sobre la citada por Sch- losser de Estrasburgo, 1511, no se ha hallado evidencia cierta, dudán- dose hoy día de su real existencia. Es en todo dependiente de la prin- ceps florentina, en general más co- rrecta y exacta en lo que al latín se refiere, siendo, en cambio, la pa- risina un auténtico alarde tipográ- fico para la fecha de su edición, con elaborados frontispicios (realmen- te dos, uno como tal y otro al final como colofón), utilización de dos tintas, negra y roja, ahora sí con lo- gradas letras capitales y escolios marginales explicativos. La estructuración de diez li- bros, es ahora complementada –y lo es por vez primera– me- diante capítulos. En su portada, un hermoso frontispicio con la marca tipográfica –Sole aureo– de uno de sus impresores –se entiende que el principal–, que incluye todos los datos de obra y autor, junto a la referencia al segundo de los impresores y a su marca tipográfica, que halla- mos al final del tratado en un frontispicio-colofón, como he- mos apuntado, intersignium trium coronarum; obra impresa por am- bos insignes magistri, Bertholdi Rembolt y su sol áureo, el prime- ro, y Ludovici Hornken y sus tres coronas, el segundo. Aquí el mencionado carmen que, en la princeps está al final, pa- sa a los preliminares y cuenta es- ta segunda edición, además, con el asesoramiento de tres viris or- natissimis, como se les califica, To- rinus Bituricus y Philiberto Baboo, siendo el tercero más importan- te para nosotros, pues se trata de Ioanni Alemano Iunori, es decir Gio- vanni Alamanno el Joven, como pariente (hijo o sobrino, es de su- poner) del Alamanno impresor de la princeps florentina. [DSQ] 01-12 9/3/10 18:45 Página 77 78 A rquitectura y ciudad.M em oria e im prenta ALBERTI, LEON BATTISTA, 1404-1472 I dieci libri de l’architettura di Leon Battista de gli Alberti fiorentino ... In Vinegia : appresso Vincenzo Vaugris, 1546. Procedencia: Biblioteca del Colegio Imperial de la Compañía de Jesús (Madrid) [BH FLL 10833] 3. Es, en este caso, la cuarta edición y primera en italiano, 1546, del De re albertiano, tras la de Estrasbur- go de 1541 y última latina; usual- mente conocida como edizione del Lauro por su editor Pietro Lau- ro Modenese, dedicada al conte Bo- nifatio Bevilacqua e impresa en Ve- necia apresso Vincenzo Vavgris. Queda referenciado aquí el tratado, en su traducción al vul- gar, como I Dieci Libri de l’Architet- tura di Leon Battista de gli (sic) Al- berti Fiorentino; autor y obra son sencilla y encomiásticamente re- señados en la propia portada, del siguiente modo, enteramente elo- cuente per se: [Alber ti] Huomo (sic) in ogni altra dottrina eccellen- te, ma in questa [la arquitectura] singolare; da la cui prefatione breue- mente si comprende la commodità, l’utilità, la necessità, e la dignità di tale opera. La edición siguiente (Florencia, 1550), también en ita- liano según traducción de Cosi- mo Bartoli, es ya –la primera– con la aggiunta de disegni, pues la del Lauro es aún anicónica. [DSQ] 01-12 9/3/10 18:45 Página 78 A rq ui te ct ur a y ci ud ad .T eo ría s, bi og ra fía s, m od el os ,l ug ar es 79ALBERTI, LEON BATTISTA, 1404-1472 Los diez libros de architectura de Leon Baptista Alberto … [Madrid] : en casa de Alonso Gomez ..., 1582. Procedencia: Biblioteca de Francisco Guerra [BH FG 780] 4. La primera edición española (Ma- drid, 1582), es la novena del De re albertiano, de F L, según consta en los extremos del basamento de su clasicista frontispicio; se trata de Francisco Lozano,maestro de obras y alarife de Madrid, a quien cabe atribuir el diseño del mismo –muy herreriano, si no es del propio Juan de Herrera– que es la única lámi- na abierta, en terminología de la época, para el tratado, realizado,En Casa de Alonso Gomez Impressor de su Magestad (sic), bajo auspicios –y dedicado a– del muy Illustre señor Iuan Fernandez de Espinosa,Theso- rero general de su Majestad (sic) y de su consejo de Hazienda; la alu- sión, claro está, es a Felipe II. De modo estricto,Lozano pun- tualiza que ha hecho traducir el tra- tado, del latín según los prelimina- res oficiales, del italiano del de Cosimo Bartoli en su propio pró- logo; traducción bastante desmaña- da y a menudo confusa, contó con el visto bueno de Juan de Herrera (4 de agosto de 1478), que sancio- naría de este modo el carácter cien- tífico de la arquitectura –ante todo fundamentada en la geometría– y la preeminencia albertiana del ar- quitecto, ahora como aval de su profesión. Entre Lozano, cuyos escasos datos conocidos que son los rese- ñados en este tratado,parecen vin- cularle a Herrera, el Prudente y El Escorial aún en proceso de total conformación, como construcción señera y verdadero exemplum del momento y luego, es preciso po- ner esta edición en relación con la política edilicia de Felipe II, ya inicia- da siendo todavía príncipe con la traducción de Serlio (1552), enca- minada a una asimilación plena del clasicismo que, a nivel teórico, po- demos verla culminada con la edi- ción española del Vignola (1593; promovida también por Herrera), pasando por ésta de Alberti y la al- calaína del Vitruvio, asimismo de 1582; las tres más tardías en fecha, han sido congruentemente relacio- nadas con la madrileña academia de matemáticas dirigida por He- rrera bajo precisa protección real. Addenda bibliográfica. SUÁREZ QUEVEDO, Diego:“So- bre las primeras ediciones del De re aedificatoria de Leon Battista Alberti”, Pecia Complutense. Bole- tín de la Biblioteca Histórica de la Universidad Complutense de Ma- drid, nº 9 (julio, 2008) [DSQ] 01-12 9/3/10 18:45 Página 79 Queda propuesto en esta exposición, y en base a los cualificados fondos, una vez más, de la BH al res- pecto, el Momus albertiano. En el nivel que hoy se encuentran los estudios sobre este florentino uni- versal y su obra, ante todo tras las investigaciones de Stefano Borsi, lo situamos en su lugar idóneo tras el De re, siempre el tratado mayor, con el cual es pre- ciso poner en diálogo recíproco este libello, tal co- mo hace ya más de treinta años proponía el gran sa- bio y gran maestro Eugenio Garin, que aludía a una paradossale corrispondenza entre las dos obras de Battista, col libello come sottofondo. Momus, dios de las sátiras, las burlas y las críti- cas, que, según el constante ritmo cambiante de la narración en claves lucianescas, de un caleidos- cópico y camaleónico Alberti maduro, consciente de su propia modernidad incluso a niveles lietera- rio-lingüísticos, asume a retazos el papel del propio autor, es decir de un Battista desengañado y pesi- mista vertiendo sus críticas y negativas considera- ciones personales, a través de este dios, siempre asociado con la máscara, al modo de un actor del teatro clásico; Júpiter, casi a modo de penitencia por su nefasta conducta en el Olimpo, envía a Momus a la tierra, para ir conociendo a los humanos, cu- yo mundo ha determinado rehacer, proyecto en el que ha querido ser asesorado por los filósofos. Muy lejos de cualquier enmienda, Momus aprende de los hombres el arte del disimulo, que completa su per- verso curriculum olímpico.Tras una serie de suges- tivos episodios y con Júpiter (a veces como el pa- pa Eugenio IV y otras más claramente Nicolás V) y una asamblea de dioses en un reconocimiento in situ del mundo, con Juno (a veces la Iglesia como institución poseída de la avaricia), con precisos re- corridos por Roma –puentes, calles y plazas alcan- zan aquí plenas dimensiones urbano-colectivas– con el Jubileo de 1450 ya consumado, con los ambicio- sos planes nicolinos de una renovatio urbis, en los que, con casi total seguridad,Alberti había interve- nido como asesor, reducidos prácticamente a la ex- clusiva remodelación de los palacios vaticanos y un Gianozzo Manetti que, desplazando al propio Battis- ta, se ha posicionado como el principal consejero del papa Parentucelli y, además, mediante datos comprobados de sucesos históricos acaecidos du- rante y después del citado Jubileo, obligan a retra- sar la redacción de este libello, al menos a los años 1450-1455. Absolutamente impactado por la obra, ante to- do por la cantidad de elementos, columnas singu- larmente, y riqueza de materiales, o sea en el po- lo opuesto de cualquier concepción albertiana, de un teatro, construido por los humanos, Júpiter-Ni- colás V, se lamenta amargamente de haberse hecho aconsejar para la obra del nuevo mundo que tiene ya decidida, por los filósofos (aquí alusión crítica a Manetti) y no haberlo hecho por los arquitectos (autorreferencia a un arquitecto-filósofo civil y so- cialmente comprometido, como entonces se ve –y es su mayor anhelo– a sí mismo Alber ti) de una obra tan excelsa –mirífica, es el adjetivo utilizado– como ese teatro que acaba de visitar. No sólo, pues, claves políticas, que también, pa- ra el Momus albertiano; seguramente otras muchas puedan deducirse tras una atenta y apurada lectu- ra de obra tan compleja, cambiante y profunda; de hecho sí es clara su dimensión de cultura arquitec- tónica en y para la ciudad –templos y espacios pú- blicos claramente y sobre todo–, que debe ser vis- to, en un sutilísimo juego de espejos, en relación con un ya prácticamente completado De re, don- de la asepsia y coherencia rigurosa de un tratado no permite a su autor la libertad que despliega en el Momus que, más que ninguna otra obra, es el au- téntico detonante para Paul Valery (1871-1945) y su Eupalinos o el arquitecto, planteado como un her- moso, intencionado y pesimista diálogo entre Fe- dro y Sócrates, pero que nacía más de cuatro si- glos después, históricamente superado por la hondura y universalidad de la obra y el pensamien- to albertianos. 80 A rquitectura y ciudad.M em oria e im prenta LEON BATTISTA ALBERTI (Génova: 1404-Roma: 1472). Momus. Roma, 1520 [nº 5]; Momus en los Opuscoli morali.Venecia, 1568 [nº 6]. 01-12 9/3/10 18:45 Página 80 A rq ui te ct ur a y ci ud ad .T eo ría s, bi og ra fía s, m od el os ,l ug ar es 81ALBERTI, LEON BATTISTA, 1404-1472 Leonis Baptistae Alberti Florentini Momus. Romae : ex aedib. Iacobi Maz. ro., 1520. Procedencia: Biblioteca del Colegio Imperial de la Compañía de Jesús (Madrid) [BH FLL 12839] 5. Editio princeps, Roma, 1520, con el título Momus, editada en latín por Iacobvs Mazocivs, bastante rara, jun- to a otra de título De principe, asi- mismo en Romae apud Stephanum Guilleretum; a partir de ambas, que- dó fijado para posteriores edicio- nes y traducciones el título de Mo- mus sive de principe, o Momo o del príncipe, cuya moral y muy graciosa historia, son los referentes de la tra- ducción española, temprana, de Al- calá de Henares, 1553. La que aquí nos ocupa, conocida como “edi- ción Mazzocchi”, preciso es recal- carlo, es un auténtico tesoro bibli- gráfico de la BH. Esta obra de Alberti, aquí pre- sentado casi cincuenta años des- pués de su muerte y casi ochenta de su redacción como viri ingenio- sissimi atque eruditissimi, que casi to- da su vida fue abreviador apostó- lico de la curia pontificia, está dedicada, y bajo su promoción vio la luz de la imprenta, a Petro Accol- to Card.Anconitano, es decir, Pietro Accolti detto il cardinale d’Ancona que,en su condición de abreviador apostólico e íntimo consejero de León X, fue el autor de la Bula Exur- ge Domine, 15 de junio de 1520, que condenaba como heréticas las ideas de Martín Lutero.Con el mis- mo nombre,un posterior miembro de la familia Accolti, publicará (Flo- rencia,1625),un notable tratado de perspectiva (Lo inganno de gl’occhi, prospettiva pratica...). [DSQ] 01-12 9/3/10 18:45 Página 81 82 A rquitectura y ciudad.M em oria e im prenta ALBERTI, LEON BATTISTA, 1404-1472 Opuscoli morali di Leon Batista Alberti ... In Venetia : appresso Francesco Franceschi, sanese, 1568. Procedencia: Ex libris de Leonardo Turriani [BH FLL 28430] 6. Hasta donde llegamos, el Momus, primero de los opuscoli albertia- nos aquí incluidos, es también la primera edición italiana de la obra, por Cosimo Bartoli que, buscan- do el amparo mediceo para su publicación, pondera en su dedi- catoria a Francesco I de’Medici, entonces príncipe heredero, so pretexto del subtítulo de la obra, el príncipe, como apoyatura para su efectiva publicación. Bajo un diseño-matriz, c. 1550, hoy en los Uffizi, de Giorgio Va- sari, se había realizado el frontis- picio para la edición italiana, tam- bién de Bartoli, del De re, Florencia, 1550; sobre el mismo patrón, in- virtiendo imágenes y elementos, con notables variantes y una im- portante amplificación de la ima- gen, así como una mayor calidad en el grabado final, se realizó el de esta edición de Venecia, 1568. De concepción teatral, nos pre- senta, retirados los cortinajes del escenario, bajo y sobre heráldi- cas mediceas, la imagen de Ro- ma, sus edificios y ruinas, con la representación del Tíber median- te precisa iconología clasicista. Siempre bajo sugestiones de Luciano de Samosata, plantea Al- berti aquí, en este Momus en ita- liano, cómo los pitagóricos apren- dieron de las moscas la mayor parte de las buenas artes, come fu la regola delle voci, & le manie- re del cantare, con que aquéllos se deleitaban. De igual modo, su do- minio de las matemáticas provie- ne de la observación y estudio de las retículas de las alas de las mos- cas, recubiertas de berilo y dia- mante, donde encontraron i geo- metri le descrittioni & le proportioni di tutte le misure.Además de pre- cisar el origen de la música y las matemáticas de la propia mater natura, según topos usual enton- ces, constituyeron, geometría y proporciones, la fuente en que se basó Tolomeo para mettere il mon- do in disegno, expresión que, de algún modo, preludia el Momus, según lo expuesto, respecto a las intenciones de Júpiter.Además del De statua, el décimo, y el Della pit- tura, el undécimo, se incluye aquí una edición de Musca escrita por Battista en latín, c.1442-1443, co- mo Della Mosca, el duodécimo, donde se vierten los comentarios hechos. Addenda bibliográfica. SUÁREZ QUEVEDO, Diego:“Le- on Battista Alberti: Momus y De re aedificatoria, paralelismos, recipro- cidades”, Pecia Complutense. Bole- tín de la Biblioteca Histórica de la Universidad Complutense de Ma- drid, nº 10 (diciembre, 2008). [DSQ] 01-12 9/3/10 18:45 Página 82 A rq ui te ct ur a y ci ud ad .T eo ría s, bi og ra fía s, m od el os ,l ug ar es 83 Ya señalábamos la trascendental importancia de es- te texto, único tratado artístico conservado de la An- tigüedad, re-descubierto a inicios del Quattrocento por Poggio Bracciolini, aunque corrupto tras sucesivas co- pias medievales y privado de sus presuntas ilustra- ciones, singularmente entre los siglos XVI y XVIII, para la cultura arquitectónica occidental y, también aquí como en Alberti con la ciudad como su primigenio correlatio; muchos de los esfuerzos en las sucesivas ediciones, comentarios y traducciones del De archi- tectura vitruviano, se encaminaron precisamente a su interpretación lingüística –también respecto a sus ide- as, conceptos y propuestas arquitectónico-urbanas– y a recuperar sus gráficos y/ o láminas perdidas, a par- tir del propio discurso del tratado. Como también hemos puntualizado, según cotejo y comprobacio- nes continuadas con edificios y ruinas conservadas, muy en particular las de la propia Roma; de este mo- do, ya desde inicios del quinientos, teoría arquitectó- nica es sinónima de Vitruvio, en tanto que la prácti- ca correspondiente queda indisolublemente ligada al estudio sistemático de las ruinas romanas. M. [Marco o Marcus, pero no de aceptación uná- nime] Vitruvius Pollio (o Polio; últimos años de la Roma republicana –primeros del Imperio) dedicó su tratado al emperador Octavio Augusto; el intervalo 35-25 a. C. suele considerarse como el de su re- dacción, con correcciones y añadidos posteriores, de tal modo que su única obra conocida, la basílica de Fano, 20-19 a. C., llega a ser mencionada. Estructura- do en diez libros que, al tiempo que autor y obra iban siendo mitificados, fue adquiriendo la condición de idónea y alusiva al respecto, del mismo modo que la tríada técnica-uso-belleza respecto al edificio u obra arquitectónica, pasó a ser la celebérrima y vitruviana por excelencia firmitas-utilitas-venustas. La comentada editio princeps del De re albertiano de 1485, debió espolear al entorno y seguidores de Pomponio Leto y su academia romana, para realizar lo propio con el tratado de Vitruvio, lo que fue un he- cho con la de Sulpitius (Roma, 1486/ 1492) dedica- da al cardenal Raphael Riarius, que es su editio prin- ceps y a la que ya se incorpora la correspondiente del De aquaeductibus de Frontinus; a ésta siguieron otras ediciones y reediciones hasta 1511, todas en latín. En Venecia y en el último año citado, ve la luz de la im- prenta el Vitruvio de Fra Giocondo, también en latín pero ya con láminas ilustrativas, que supone en todos los sentidos una significativa superación de las ante- riores, con sendas reediciones florentinas en los dos años sucesivos. La primera edición en italiano y asi- mismo con xilografías ilustrativas, fue la de Cesare Ce- sariano (Como, 1521), otro importante paso en la senda del vitruvianismo cinquecentesco, que podemos ver culminado con la de Barbaro, 1556. Cuatro son las propuestas respecto a Vitruvio y su tratado sobre las que quiere incidir la presente ex- posición. VITRUVIO Y SU TRATADO Venecia, 1524 [nº 7];Venecia, 1567 [nº 8]; Augsburgo, 1612 [nº 9] y Roma, 1781[nº 10]. 01-12 9/3/10 18:45 Página 83 84 A rquitectura y ciudad.M em oria e im prenta VITRUVIUS POLLIO M. L.Vitruuio Pollione De architectura … Stampato in Venetia : in le case de Ioa[n]ne Antonio & Piero fratelli da Sabio, 1524. Procedencia: Biblioteca de Francisco Guerra [BH FG 820] 7. Francesco Lutio [o Lucio] Duranti- no [o da Castel Durante] (activo, primera mitad del siglo XVI) M.L.Vi- truvio Pollione de Architettura... Se tra- ta de la segunda edición en vulgar del texto vitruviano,usualmente co- nocido como el Vitruvio de Duran- tino,muy dependiente en cuanto al texto de Cesariano que, para algu- nos estudiosos, incluso mejora e ilustrado con grabados, a su vez, si- guiendo los de Fra Giocondo, pe- ro de bastante mejor calidad, como evidencian los dos zodíacos que ilustran las elucubraciones astroló- gicas contenidas en el capítulo VI del Libro IX;es asimismo notable el esfuerzo de su autor al incluir una amplia Tabvla, alfabéticamente or- denada, aclarando y explicando los Vocabvli de este siempre problemá- tico tratado al respecto. Muy sig- nificativa resulta ya su neta opción veneciana que, tratándose de ar- quitectura y según Vitruvio lo es aún más; en efecto, tras el casi obligado reconocimiento a la trionphante pri- ma Roma, por sus bellos y variados edificios de mármol, pasa, sin solu- ción de continuidad, a reseñar ba- jo los mismos considerandos di poi Venetia. No conviene olvidar que, entre las grandes ciudades italianas, Venecia es la única de origen y fun- dación medievales y que, hacia la data de la publicación, pocos eran los datos clasicistas de la edilicia asentada y desarrollada en su pe- culiar entramado urbano.Y, finalmen- te, excepcional es, creemos, la ilus- tración correspondiente al capítulo VI del Libro I,de concepción y alien- to marcada y específicamente figu- rativos, trasvasando a imagen el efecto negativo y pernicioso de de- terminados vientos sobre los habi- tantes de una ciudad mal orienta- da en su trazado urbano respecto al flujo de aquéllos, y que Vitruvio ejemplifica con la cita de Mitilene en la isla Lesbos;es, hasta donde lle- gamos, creación de Durantino y que no está en el Vitruvio de Fra Giocondo. Éxito debió tener este Vitruvio de Durantino,pues fue re- editado en 1535. [DSQ] 01-12 9/3/10 18:45 Página 84 01-12 9/3/10 18:45 Página 85 86 A rquitectura y ciudad.M em oria e im prenta VITRUVIUS POLLIO I Dieci libri dell’Architettura di M.Vitruvio, tradotti & commentati da Mons. Daniel Barbaro … In Venetia : appresso Francesco de’Franceschi Senese et Giovanni Chrieger Alemano compagni, 1567. Procedencia: Biblioteca de Juan Francisco Camacho [BH FLL 36624] 8. Daniele Barbaro (Venecia: 1514- 1570) Andrea Palladio (Padua:1508- ¿Vicenza? / ¿Maser?: 1580) I dieci libri dell’architettura di M.Vitruvio... El Commento a Vitruvio de Danie- le Barbaro es, con mucho, el más completo, profundo y fundamen- tado del Cinquecento, que además cuenta con la aportación palla- diana, sobre cuyos diseños se re- alizaron la práctica totalidad de sus ilustraciones. La segunda edi- ción del mismo, que realmente, respecto a la de 1556, amplía sus elucubraciones, dando rienda suelta Monseñor Barbaro a su ad- miración por el mecenazgo del Cardenal d’Este, a quien dedica el tratado, no sólo ya respecto a edi- ficios en Roma y en la Francia de Francisco I, como reseña en la pri- mera edición, sino de modo feha- ciente ahora, 1567, a la Villa d’Este en Tivoli y los diseños aquí de Pirro Ligorio, que propician un sugestivo y sugerente excursus al efecto sobre arquitectura y natura. Entre las ilustraciones de cali- dad excelente que ilustran este Vitruvio, tanto el órgano musical hidráulico como, sobre todo, el relativo a una frons scaenae a lo romano, son eminentemente pa- lladianos y el segundo, planteado a doble página, es todo un mani- fiesto que preludia la del Teatro Olímpico de Vicenza, 1580, que por su muerte no podrá comple- tar el propio Andrea Palladio. [DSQ] 01-12 9/3/10 18:45 Página 86 01-12 9/3/10 18:45 Página 87 88 A rquitectura y ciudad.M em oria e im prenta ORTIZ Y SANZ, JOSÉ, 1739-1822 Abaton reseratum, sive genuina declaratio duorum Locorum cap. ult. lib. tert. architecturae M.Vitruvii Pollionis, … Romae :Typis Michaelis Angeli Barbiellini, 1781. [BH FOA 395(5)] 9. Además de un auténtico prólogo de su propia traducción y comen- tarios del Vitruvio que realizará a instancias de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, es- te opúsculo en latín de Ortiz y Sanz, desvelando y haciendo ac- cesible –reseratum– lo que per se era un rincón sacro, subterráneo e inaccesible en los templos clási- cos –abaton–, resulta una elocuen- te y refinada paráfrasis para su di- gresión a propósito del último capítulo del Libro III, que nuestro erudito presbítero publica en la propia Urbs y cuya portada es un sugerente grabado calcográfico. [DSQ] 01-12 9/3/10 18:45 Página 88 A rq ui te ct ur a y ci ud ad .T eo ría s, bi og ra fía s, m od el os ,l ug ar es 89BALDI, BERNARDINO, 1553-1617 De verborum vitruuianorum significatione siue Perpetuus in M.Vitruuium Pollionem commentarius. Augustae Vindelicorum ad insigne pinus : [Hans Schultes], 1612. Procedencia: Biblioteca del Colegio Imperial de la Compañía de Jesús (Madrid) [BH FLL 31383] 10. Como el más apropiado y signifi- cativo remate y colofón a Vitru- vio y su tratado, ninguna mejor que la completísima obra, relati- vamente temprana, con una va- liente y pormenorizada biografía de Vitruvio, como complemento a sus amplios y fundamentados comentarios y glosas a los signifi- cados, sentidos y etimologías de vocablos y frases vitruvianas. [DSQ] 01-12 9/3/10 18:45 Página 89 90 A rquitectura y ciudad.M em oria e im prenta SERLIO, SEBASTIANO, 1475-1554 Sebastiani Serlii Bononiensis De Architectura libri quinque ... Venetiis : apud Franciscum de Franciscis Senensem [et] Ioannem Chriegher, 1569. Procedencia: Biblioteca Complutense (Alcalá de Henares) [BH FLL 10017] El itinerario recorrido en relación con la cultura arqui- tectónica, con Alberti y su obra respectiva así como el texto vitruviano re-descubierto y el vitruvianismo con- siguiente, entre mitificación, estudio, exégesis y com- probaciones al respecto, constituyen ya sólidas bases del fundamento clasicista que se está construyendo, y que verdaderamente se culmina con el Vitruvio-Bar- baro-Palladio de 1556; es decir, está conformado ya un material precioso y disponible, cuya codificación ha ido codificando la imprenta, valga la redundancia. Su estí- mulo, consulta y estudio allanan muchos obstáculos y, a su vez permite, profundizar más en determina- dos aspectos, o derivar y centrar la atención en otras problemáticas que, en relación con el binomio arqui- tectura-ciudad que aquí nos ocupa, facilita la decisiva aportación de Serlio, dejando un tanto de lado la ob- sesión por Vitruvio, con el que obviamente cuenta, co- noce y utiliza, para concentrarse en su análisis, estudio y medida personales de las ruinas y dedicarse de lle- no a sus elucubraciones teóricas, que nos presenta me- diante textos breves e imágenes de absoluto protago- nismo en general. Esta suerte de liberalización de Vitruvio, queda constatada, como indicáramos,median- te significativas miradas a las construcciones y arqui- tectos contemporáneos. La internacionalización, difu- sión y traducción temprana a otros idiomas, es también una relevante cuestión a destacar de los usualmente denominados “Libros de Serlio”. 11. Se propone esta edición latina por la mejor calidad de sus ilustracio- nes, incluso respecto a la más o menos coetánea pero en italiano; se trata de los cinco primeros li- bros, y así reza su título, pero in- cluye también el Libro Extraordi- nario (Lyon, 1551) que, en esta recopilación veneciana efectuada a posteriori al igual que el Libro V (París, 1547), llevan fecha de 1568, aunque la obra en conjunto os- tente la de 1569. Hemos querido incidir en la extraordinaria propuesta de los di- seños de portadas del Libro Extra- ordinario, treinta rústicas y veinte delicadas como nos explicita su au- tor centrando y fiando todo en las imágenes con ausencia práctica- mente total de textos, al poder dis- poner de varias opciones respec- to a Serlio en los fondos de la BH; resultan por sí mismas elocuentes respecto a lo reseñado. [DSQ] SEBASTIANO SERLIO (Bolonia: 1475-Fontainebleau: c. 1554). De architectura libri quinque...Venecia, 1569 [nº 11]; Tercero y quarto libro de S. Serlio... FRANCISCO VILLALPANDO (¿Villalpando?, Zamora: c.1510-Toledo: c. 1561)... Toledo, 1552 [nº 12]. 01-12 9/3/10 18:45 Página 90 01-12 9/3/10 18:45 Página 91 92 A rquitectura y ciudad.M em oria e im prenta SERLIO, SEBASTIANO, 1475-1554 Tercero y quarto libro de Architectura de Sebastian Serlio Boloñes. En Toledo : En Casa de Iuan de Ayala, a costa de Francisco de Villalpando, 1552. [BH FLL 12776] 12. Clave y oportuna en el ámbito his- pánico, fue esta edición y traduc- ción,Toledo, 1552 y varias reedi- ciones, de los Libros III y IV de Serlio efectuada por Francisco Vi- llalpando; obra correcta, certera y con algunas láminas abiertas ex profeso sobre diseños de Villalpan- do, evidentes ya en su hermosa y sugerente portada; el celebérrimo grabado serliano de ruinas de Ro- ma, y su mote-sentencia respec- to a su magisterio, son retomados en la edición española como con- traportadas de ambos libros. La propuesta de templo del fo- lio LX recto del Libro IV que,a su vez aquí proponemos, es plenamente convincente de la capacidad del bo- loñés desde los inicios de su com- pleja y fecunda andadura editorial; no olvidemos que éste fue el pri- mer libro que editara en Venecia en 1537;debió constituir un importan- te estímulo y referente para Nico- lás de Vergara el Mozo en su dise- ño de la iglesia del Hospital Tavera, completando así la obra arquitec- tónica iniciada por Alonso de Co- varrubias en 1541; los cuatro obe- liscos serlianos en torno a la cúpu- la, se reducen en la iglesia toledana, también por influjo de las pirámides escurialenses, en tanto que la me- dia naranja tan ponderada por Ser- lio-Villalpando, es sustituida por un cimborrio poligonal; al amplio fun- damento rústico de dicho templo remite,en cambio,el correspondien- te del edificio del Ayuntamiento de la Ciudad Imperial, que obedece a las trazas primigenias para este Con- sistorio de Juan de Herrera. [DSQ] 01-12 9/3/10 18:45 Página 92 01-12 9/3/10 18:45 Página 93 Toda la experiencia acumulada por Vignola queda plasmada en su Regola, publicada en Roma, 1562, aun- que son deducciones indirectas pues no consta lugar ni fecha de edición; la reducción a unos principios bá- sicos y esenciales sobre la arquitectura clasicista, vá- lidos y adaptables fácilmente a cualquier sistema de medición del momento, así como clara y simplifica- damente expuestos en treinta y dos láminas, asimis- mo diáfanas en cuanto a su comprensión y práctica- mente nada más; laconismo absoluto de texto, simplemente el título, alguna brevísima observación y una introducción también breve con dedicatoria a su factotum el cardenal Alejandro Farnesio. Un con- siderable trabajo de reducción y abstracción detrás y previo a la esencialidad de la Regola, concisa y muy operativa, a modo de principio de validez universal concretado en la eficacia y contundencia de sus di- seños que, incluso Vasari absolutamente esquivo con Vignola, al que de pasada alude en varias biografías de otros artistas, en la dedicada a Marcantonio Rai- mondi y otros intagliatori di stampe, sí le dedica un comentario positivo en sus Vite, 1568 y, al hacerlo aquí está poniendo de manifiesto el significativo va- lor de las ilustraciones vignolescas. Desde otra ópti- ca, el éxito del tratado fue total, las reediciones in- contables y las traducciones muchas, pero lo fueron asimismo los constantes y continuados añadidos a la Regola propiamente dicha y cada vez más hasta bien entrado el siglo XVII; láminas fundamentalmente de obras del propio Vignola, pero también de otros ar- quitectos, siendo importantes las de arquitecturas de Miguel Ángel. 94 A rquitectura y ciudad.M em oria e im prenta JACOPO BAROZZI DA VIGNOLA (Vignola, localidad cercana a Modena: 1507-Roma: 1573) Regola y pocas aggiunte; ed. Roma, temprana [nº 13]; Regola y muchas aggiunte, incluso el tratado de Labacco; ed. Roma, siglo XVII, posterior a 1619 [nº 14]; Regola, edición española del siglo XVIII, Madrid, 1764 [nº 15]; Serie de grabados, Roma, c. 1630-1650 [nº 16]. 13-22 9/3/10 18:46 Página 94 A rq ui te ct ur a y ci ud ad .T eo ría s, bi og ra fía s, m od el os ,l ug ar es 95VIGNOLA, 1507-1573 Regola delli cinque ordini d’Archittettura di M. Iacomo Barozzio da Vignola. [Roma? : s.n., 15-?]. Procedencia: Biblioteca del Colegio Mayor de San Ildefonso (Alcalá de Henares), Biblioteca Complutense (Alcalá de Henares) [BH FLL 10541] 13. Ejemplar relativamente “puro” de la Regola vignolesca con muy po- cos añadidos y por tanto tempra- no, en cuanto a fechas de edición, incluso aún dentro del Cinquecen- to; presenta, en el sentido dicho, toda la validez y operatividad asig- nada a la Regola y pretendidas por su autor, con absoluta presencia aún –y “potencia”, diríamos, en tanto que principios “universales”– de las láminas vignolescas, cues- tión que las aggiunte irán progre- sivamente diluyendo. [DSQ] 13-22 9/3/10 18:46 Página 95 96 A rquitectura y ciudad.M em oria e im prenta VIGNOLA, 1507-1573 Regola delli cinque ordini d’Archittettura di M. Iacomo Barozzio da Vignola, libro primo et originale. [Roma? : s.n., 16-?]. [BH FLL 20113] 14. Ejemplar en cambio tardío,pero con grabados añadidos de una gran ca- lidad, algunos incluso intercalados con las ilustraciones de la propia Re- gola, y una aggiunta con portada pro- pia de 1610,que se dice es la última con diseños de obras de Miguel Án- gel y encargada por Giovanni Bat- tista Crescenzi (extraordinarios son los capiteles miguelangelescos de edificios del Campidoglio); asimismo varias obras del propio Vignola, co- mo la exquisita chimenea diseñada para Ranuccio Farnesio, Cardinale Sant’Angelo, en el palacio Farnesio de Roma,o los varios grabados so- bre el palacio Farnesio en Capraro- la, obra cumbre de Vignola para el cardenal Alejandro Farnesio, inicia- da en 1559 y que no pudo verla concluida su arquitecto; auténtico microcosmos y “ciudad” construida, al tiempo fortaleza y refinado pala- cio, cuyo volumen arquitectónico pentagonal se impone netamente tanto a la pequeña localidad homó- nima como a la naturaleza circun- dante, ya sea ésta la domesticada y dominada de sus jardines (enten- didos como amoena) o la de los bosques de su barco o cazadero (en- tendido como locus horridus).Por to- dos conceptos singular hito de la de- nominada arquitectura farnesiana. Como aggiunta o incorporación en la encuadernación posterior,se inclu- ye también el tratado de Labacco. [DSQ] 13-22 9/3/10 18:46 Página 96 13-22 9/3/10 18:46 Página 97 98 A rquitectura y ciudad.M em oria e im prenta VIGNOLA, 1507-1573 Regla de las cinco ordenes de Arquitectura de Jacome de Viñola ... En Madrid : en la Oficina de ... Juachin Ibarra : a costa de ... Gabriel Segura ... y de ... Man[ue]l Rodríguez, abridor de láminas ..., 1764. [BH FLL Res.251] 15. Nos pone de manifiesto esta obra el interés de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando por la “recuperación” de la Regola de Vignola, en sus primeras etapas eminentemente docentes y for- mativas, que se nos presenta sin añadidos de ningún tipo y con unas ilustraciones realizadas so- bre diseños de Diego de Villanue- va. La absoluta sobriedad de la edición, el rigor científico de sus clarificadoras ilustraciones y ese positivista espíritu académico, son notas a destacar de esta publica- ción que, de algún modo, devuel- ve a la Regola su espíritu y senti- do primigenios. [DSQ] 13-22 9/3/10 18:46 Página 98 A rq ui te ct ur a y ci ud ad .T eo ría s, bi og ra fía s, m od el os ,l ug ar es 99[Serie de grabados sin numerar con plantas, alzados y secciones de iglesias de Roma]. [Roma : s.n., entre 1630-1650]. Procedencia: Biblioteca del Colegio Imperial de la Compañía de Jesús (Madrid) [BH FLL 12204] 16. Ahondando en la importancia y significación de las arquitecturas de Miguel Ángel en las aggiunte, en sí y como propuestas de mo- delos, incorporamos como colo- fón de estas consideraciones una edición sólo de grabados (en tor- no al segundo tercio del Seicento), entre los que se incluye el proyec- to de Buonarroti, no realizado, pa- ra la romana iglesia de San Gio- vanni dei Fiorentini, que habría que adscribir a Domenico Parasacchi, dibujante y grabador activo en Ro- ma: 1600-1637, Dominicus Para- saccus que, comparte protagonis- mo y autoría en esta colección de grabados de edificios de Roma con el belga, asimismo dibujante y grabador, Valerien Regnart o Reg- nard, c. 1630-1650, Valerianus Reg- nartius, activo en Roma: c. 1630- 1650. De este modo, las relaciones con edificios centralizados de Vig- nola, caso por ejemplo de Sant’An- drea in Vía Flaminia, 1550, conoci- do como Il Tempio del Vignola, de planta rectangular y cúpula oval, que casi invariablemente forma también parte de las aggiunte a la Regola, es de obligada referencia, como los es con otros plantea- mientos centralizados vignolescos y palladianos. [DSQ] 13-22 9/3/10 18:46 Página 99 100 A rquitectura y ciudad.M em oria e im prenta PALLADIO, ANDREA, 1508-1580 Los quatro libros de arquitectura de Andres Paladio ... ; traducidos e ilustrados con notas por Don Joseph Francisco Ortiz y Sanz ... En Madrid : en la Imprenta Real, siendo regente D. Pedro Julian Pereyra..., 1797. [BH FLL 14463] 17. Por todos conceptos, y obviamen- te en lo que a cultura arquitectó- nica se refiere, vicentino universal, sobre todo tras el bautizo mítico, nunca mejor dicho, en Vicenza y se- gunda mitad de la década 1530- 1540, por Giangiorgio Trissino, su primer gran valedor, protector y mecenas cultural, como Andrea Pa- lladio, en relación con Minerva co- mo Pallade o diosa de la sabiduría, nombre ya utilizado por Trissino pa- ra el mensajero de los dioses de su “interminable” poema Italia libera- ta dei goti; en realidad paduano, hi- jo de un modesto molinero y cu- yo nombre era hasta entonces Andrea di Pietro della Gondola, a la sazón con una completísima for- mación práctica y ya actuante en el más importante taller edilicio de Vicenza, y por tanto “preparado y a punto” para asumir el bagaje te- órico que tuvo la oportunidad de recibir e ir aunando y comproban- do en años sucesivos (Vitruvio, pe- ro también Alberti y Serlio, la obra de Sanmicheli,Giulio Romano, Fal- conetto y Jacopo Sansovino, Bra- mante y Rafael luego en Roma; las aportaciones de Alvise Cornaro y, con mucho, las obtenidas en su estrecha relación con Daniele Barbaro; también en varias es- tancias en Roma, estudio, dibu- jos y mediciones, absolutamen- te desprejuiciadas, de edificios y ruinas en la Urbs, que completa- ban las campañas previas reali- zadas en lugares más próximos a Vicenza) y que, de manera con- tundente, queda culminado en sus I quattro libri dell’architettura (Venecia, 1570), hito sin lugar a dudas de la cultura arquitectó- nica occidental. Escaso fue, no obstante el eco, interés y recepción de esta obra fundamental en el ámbito hispánico, y ello a pesar de la tempranísima traducción (1578) de Juan Ribero Rada que quedó manuscrita y sólo publicada en 2003, o la publicación del Libro I (Valladolid, 1625) por Francisco de Praves; presente en la biblio- teca de El Greco, podemos ras- trear datos palladianos en obras de Jorge Manuel Theotocópuli en Toledo (pequeño frontón trian- gular que centraliza el plantea- miento del último cuerpo jónico, en loggia abier ta sobre la plaza de su nombre en el Ayuntamien- to; o la portada, único elemento hoy conservado, del cenobio de San Torcuato que, en determina- dos elementos, remite precisamen- te al frontispicio de los I quattro libri palladianos). La Real Academia de Bellas Ar tes de San Fernando, como queriendo paliar la cuestión, en- cargó a José Ortiz y Sanz la tra- ducción y edición del tratado que, finalmente en 1797, es pu- blicado, pero pese a su título consta solamente de los dos pri- meros libros; de toda esta ausen- cia continuada y de su mínima presencia de fines del XVIII, se ha- cen eco los fondos de la BH, del mismo modo que la masiva pre- sencia de Vignola, diagnostica lo contrario.A pesar de lo comen- tado, la labor y contribución de Ortiz y Sanz, referida solamente a su Abaton vitruviano (1781), su traducción, edición y comenta- rios del Vitruvio (1787) y, diez años después, los dos libros pa- lladianos, serían calificables de he- roicas en nuestro contexto. ANDREA PALLADIO (Padua: 1508- ¿Maser?/ ¿Vicenza?: 1580). Los quatro libros de arquitectura...; traducidos e ilustrados con notas por Don Joseph Ortiz y Sanz (1739-1822). Madrid, 1797. 13-22 9/3/10 18:46 Página 100 A rq ui te ct ur a y ci ud ad .T eo ría s, bi og ra fía s, m od el os ,l ug ar es 10 1 Con todo y por todo ello, es- ta exposición ha querido desta- car e insistir en un tema, que la más reciente bibliografía califica- ría de poco visitado respecto a Palladio, e importantísimo per se y en nuestra arquitectura, como es el de la escalera, en general, en su evolución desde la denomina- da claustral a la palatina o impe- rial.Tema al que Palladio, de mo- do expreso, dedica el penúltimo capítulo (el XXVIII) de su Libro I, según ocho variantes y profusa- mente ilustrado con sus diseños, con todas las consideraciones, cuando procede, sobre sus pel- daños. De las escaleras ovales se hace eco preciso la publicación española que aquí nos ocupa, tal como el vicentino remarca en su tratado a propósito, sobre todo, de la que diseñara en el conven- to della Carità de Venecia, pero haciendo también referencia a va- rios ejemplos de la antigua Roma (de magníficas califica a las dobles que suben a Monte Cavallo, o sea al Quirinal, incluidas, nos precisa, en los Santos Apóstoles y, en su momento, conducentes a un templo situado en la citada co- lina; la iglesia de SS Apostoli, en efecto, desde la calle homónima se “adosa” al Quirinal del lado ha- zia Via del Corso y Piazza Venezia; minuciosamente quedan dibuja- das por Palladio en este tratado), a la de Bramante en el Belvede- re vaticano y a la de Chambord, entre otras; Palladio en general por contraste con Vignola, sí fue muy considerado y elogiado por Vasari en sus Vite, 1568, y con mucho por su escalera de caracol (a lumaca) in forma ova- le en la Carità de Venecia, pero de mayor peso para el aretino, a cuyo nombramiento no sería aje- no, fue el hecho de haber sido Palladio acettato nel numero degl’Accademici del disegno Fio- rentini. Ninguno de los dos, en cambio, ni Vasari ni Palladio, pare- cen querer hacerse eco del pa- lacio de Caprarola y su Scala Regia de Vignola. [DSQ] 13-22 9/3/10 18:46 Página 101 102 A rquitectura y ciudad.M em oria e im prenta Ya ha quedado planteado, entendemos que suficiente- mente, el valor, sentido y singular aportación de las Vite, 1568 de Giorgio Vasari, bastante más que una mera su- cesión de biografías sino que aúnan historia del arte y de artistas, con la condición más universalista de arquitectos, escultores,pintores,maestros del diseño e ilustres graba- dores, en un arco cronológico de casi tres siglos desde Cimabue al propio autor,con un amplio y meditado,pues, sentido histórico, con juicios críticos que su agudo senti- do no deja de plantear, o sea una suerte de “crítica del arte” antes de que exista como tal, en lo que redundan en gran medida sus significativas anécdotas, no exacta- mente fidedignas pero muy esclarecedoras del contexto y siempre con un trasfondo cierto, pero que son tam- bién estética, teoría,normatividad artística y desde luego, fuente fundamental e inicio de un género biográfico,a su vez,detonante claro para el propio contexto artístico ita- liano y para otros ámbitos, singularmente en los varios proemios, e incluso reclamando y, en su caso, exigiendo y/ o ponderando una conducta ejemplarmente virtuosa y de compromiso con los encargos, comitentes y de cara a la sociedad,para los respectivos profesionales que redundará en su fama, a la que deben aspirar y que de- be ser reconocida y valorada;de todo ello ya hemos he- cho uso en pro de Miguel Ángel y sus arquitecturas, in- sistiendo en el preciso cotejo y consulta con las Vite,1550, no conformándose sólo con estas apresso i Giunti, para la validez y congruencia total de resultados,y esto atendien- do al comentado acercamiento esclarecedor a las fuen- tes directamente y, en su caso, no contentarse con Mila- nesi y su, por otro lado, monumental y fundamental aportación porque está realizada sobre las Vite, 1568, y puede confundir las conclusiones o hipótesis concebidas y/ o planteadas, si se toman como referente único de las Vite vasarianas. En esta edición que sí incluye artistas vi- vos, son de reseñar éstos, las consideraciones encomiás- ticas para Palladio,meras citas casi de pasada para Vigno- la con juicio positivo, en cambio, para su Regola y proscripción absoluta para Pirro Ligorio, aspectos a pre- cisar en relación con la tendenciosidad del aretino. Tal como apuntábamos, aquí reseñamos los fondos que guarda la BH de la edición giuntina en su editio prin- ceps, conformada mediante los tres volúmenes expues- tos y otra, al menos, por otros tres ejemplares de sig- natura BH FLL, de una edición considerada bastante rara, lo cual, una vez más, incide en la calidad e impor- tancia del legado custodiado por esta institución Com- plutense. Conjuntamente planteamos las reseñas de estos tres volúmenes, en relación con la subsiguiente obra de Giovanni Baglione y ponderando, calibrando y mensurando las Vite vasarianas respecto y sobre el Vocabolario de Filippo Baldinucci. GIORGIO VASARI (Arezzo: 1511-Florencia: 1574). Vite, 1568, 3 vols. [nº 18]; [nº 19]; [nº 20]. GIOVANNI BAGLIONE (Roma: 1566-1644). Le vite. Roma, 1642 [nº 21]. FILIPPO BALDINUCCI (Florencia: 1624-1697). Vocabolario. Florencia, 1682 [nº 22]. 13-22 9/3/10 18:46 Página 102 A rq ui te ct ur a y ci ud ad .T eo ría s, bi og ra fía s, m od el os ,l ug ar es 10 3VASARI, GIORGIO, 1511-1574 Le vite de’ piu eccellenti pittori scultori, e architettori ... ; prima, e seconda parte ... In Fiorenza : apresso i Giunti, 1568. Procedencia: Biblioteca de Francisco Guerra [BH FG 3513] 18. Se trata del vol.1 de esta edición,que contiene la prima,e seconda parte de la edición definitiva de las Vite, con las correspondientes introducciones y proemios; novedad importante de esta edición respecto a la de diecio- cho años atrás, es la inclusión de re- tratos previos a cada biografía, más o menos fidedignos como apuntára- mos, contenidos en enmarques di- señados por el propio aretino.Tra- tándose de una exposición de arquitectura y ciudad,parecía obliga- do seleccionar los de Arnolfo di Cambio,primer arquitecto de la ca- tedral de Florencia y del primigenio palacio de la Signoria;de Giotto,a cu- yo diseño responde el Campanile ca- tedralicio; de Brunelleschi, autor de la cúpula “de Florencia”, por insistir una vez más en su valor, considera- ción y referente cívicos, no reñidos con su genuina significación religiosa, tal como referido a “todo el pueblo toscano”reseñara Battista Alberti,cu- yo retrato asimismo ha quedado es- cogido como el adecuado comple- mento a estas líneas al ser el muy ilus- tre autor de los tratados que inau- guran los recorridos propuestos. [DSQ] 13-22 9/3/10 18:46 Página 103 104 A rquitectura y ciudad.M em oria e im prenta VASARI, GIORGIO, 1511-1574 Delle vite de’ piu eccellenti pittori, scultori et architettori ... ; primo volume della Terza Parte ... In Fiorenza : apresso i Giunti, 1568. Procedencia: Biblioteca de Francisco Guerra [BH FG 3514] 19. Es ahora el primo volume della Ter- za Parte que, tras el específico pro- emio, inaugura la biografía de Leo- nardo da Vinci y que,en la intención y bajo los presupuestos comenta- dos, ilustran, de un modo perfecto y a niveles máximos, los retratos de Bramante y Rafael. [DSQ] 13-22 9/3/10 18:46 Página 104 A rq ui te ct ur a y ci ud ad .T eo ría s, bi og ra fía s, m od el os ,l ug ar es 10 5VASARI, GIORGIO, 1511-1574 Delle vite de’ piu eccellenti pittori, scultori et architettori ... ; secondo, et vltimo volume della terza parte ... In Fiorenza : appresso i Giunti, 1568. Procedencia: Biblioteca de Francisco Guerra [BH FG 3515] 20. Finalmente el secondo, et vltimo volume della Terza Parte, que se expone abier to por el inicio, y su autorretrato obviamente, de la biografía conclusiva del texto, la del propio Vasari y, como complemento ilustrativo, el re- trato de Miguel Ángel, héroe a ultranza en la edición de 1550 aún vivo, muy importante aho- ra, en 1568, de todos modos “héroe” acaso ya no tan “a ul- tranza”. [DSQ] 13-22 9/3/10 18:46 Página 105 106 A rquitectura y ciudad.M em oria e im prenta BAGLIONE, GIOVANNI, 1566-1644 Le vite de’ pittori scultori et architetti. Dal pontificato di Gregorio XIII del 1572. In fino a’ tempi di Papa Vrbano Ottauo nel 1642. In Roma : nella stamperia d’Andrea Fei, 1642. Procedencia: Biblioteca del Colegio Imperial de la Compañía de Jesús (Madrid) [BH FLL 35471] 21. Sin la dimensión y sentido histó- rico vasarianos, las Vite, 1642, se- gún esta editio princeps de la BH, pretenden ser exacta continua- ción de las de Vasari, tal como de manera expresa nos reseña su au- tor ; importante fuente histórico- artística por el crucial período que abarca, desde el pontificado de Gregorio XIII hasta el de Urbano VIII, y en una Roma en plena efer- vescencia creativa, pero casi vol- cada exclusivamente a la pintura y los ilustres artífices del momen- to; más una cualificada guía de un perfecto conocedor de su entor- no artístico como Giovanni Ba- glione, un noble metido a pintor. [DSQ] 13-22 9/3/10 18:46 Página 106 A rq ui te ct ur a y ci ud ad .T eo ría s, bi og ra fía s, m od el os ,l ug ar es 10 7BALDINUCCI, FILIPPO, 1624-1697 Vocabolario toscano dell’arte del disegno ... In Firenze : per Santi Franchi al segno della Passione, 1681. [BH FLL 10073] 22. El Vocabolario de este erudito flo- rentino legitima, de algún modo, la opción vasariana por el vulgar, tomada más de un siglo antes, ahora que la Crusca, ya ha defini- do y pautado el italiano en todos sus aspectos como lengua, al tiem- po que ampara y recomienda es- te texto de Baldinucci que, en sí mismo, es el primer intento serio, riguroso y coherente de un léxi- co artístico; es como una suerte de inversión de la dicotomía la- tín-vulgar, resuelta a favor del pri- mero durante prácticamente to- do el siglo XVI, en tanto que ahora es justo lo contrario. [DSQ] 13-22 9/3/10 18:46 Página 107 108 A rquitectura y ciudad.M em oria e im prenta CELLINI, BENVENUTO, 1500-1571 Due trattati vno intorno alle otto principali arti dell’oreficeria, l’altro in materia dell’arte della scultura, … In Fiorenza : per Valente Panizzi, [et] Marco Peri, 1568. [BH FLL 27408] 23. Importante tratado de Cellini que es su editio princeps –de nuevo ex- celente ejemplar de los fondos de la BH–, un tanto postergado en pro de la apasionante y novelesca autobiografía del maestro, y que, publicado el mismo año que la edi- ción giuntina de las Vite vasarianas, ya parece demandar un cotejo con éstas; pocas son las reflexiones de- dicadas por Benvenuto a la arqui- tectura, pero importantes según hemos planteado, estando básica- mente referido el tratado a orfe- brería y escultura. Pero es que además, estos Due trattati están li- teralmente cuajados de referen- cias biográficas y anecdóticas de muchos artistas, culminando todo y a todo superando siempre Mi- guel Ángel y su obra, destacando a muchos orfebres pero también a grabadores y especialistas, diría- mos, en diseños al respecto, caso del duo formado por Finiguerra y Antonio del Pollaiuolo y, desde luego muchísimos datos y referen- cias de sí mismo, de sus propias obras y vicisitudes respecto a sus comitentes y procesos de ideación y ejecución.Todo ello ha sido con- siderado usualmente como una lí- nea netamente florentina respec- to a Vasari, lo cual, cuando menos, no es exacto; en efecto, no sólo pondera y ensalza la labor de Al- berto Durero, en relación con el grabado, a su juicio, el más excel- so de los artífices, sino que, de for- ma inexplicable si no es pensando que es voluntaria, ni una mera ci- ta a Alberti. Finalmente, para el que escri- be, este ejemplar de la BH estu- diado para un trabajo ya publica- do como homenaje a Cellini en el quinto centenario de su nacimien- to en 2000, supuso un primer contacto directo con la BH (ya en su sede de Noviciado, 3) que, de algún modo fue detonante para la petición y realización del proyec- to Complutense de 2005 y, por ende, de la presente exposición. Su espléndida portada con una tríada de escudos mediceos de seis bolas o palle, hacen preci- sa alusión, los coronados latera- les al duque Cosimo I de’Medici y al príncipe heredero Francesco I de’Medici; el central por su parte al cardenal Ferdinando de’Medici, bajo el capelo cardenalicio y una cruz en la bola superior del pro- pio escudo; el diseño del mismo debe ser con casi total seguridad del propio autor, calificado en una de las poesías laudatorias aquí in- cluidas como Angelo secundus que, fallecido Miguel Ángel cua- tro años antes, es ahora el prime- ro con vida. [DSQ] 23-32 9/3/10 18:47 Página 108 A rq ui te ct ur a y ci ud ad .T eo ría s, bi og ra fía s, m od el os ,l ug ar es 10 9 La voluminosa exégesis de la pro- fecía de Ezequiel (Ez.40-44) lleva- da a cabo por los jesuitas Prado y Villalpando, irrumpe en la histo- ria de la teoría arquitectónica es- pañola, constituyendo un hito sin precedentes. Financiada por Fe- lipe II e impresa en Roma en tres lujosos volúmenes, se trata de la más ambiciosa y entusiasta re- construcción del Templo de Salo- món jamás emprendida. Piedra de toque y punto de confluencia de los debates quinientistas en tor- no a lo salomónico y las posibili- dades de comprensión y sistema- tización de lo que se consideraba la arquitectura dictada por Dios. En el proceso de exégesis lleva- do a cabo por los jesuitas, resul- ta trascendental, que Juan Bautis- ta Villalpando, discípulo de Herrera, entienda que su misión sólo puede ser posible dando ab- soluta prioridad al dibujo, es de- cir a la representación racional en planta, alzado y sección del edifi- cio que primero ha imaginado en la mente. De esta forma, el arqui- tecto, a través de las matemáticas y la geometría, se convier te él mismo, en “profeta” de una suer- te de “exégesis visual”, capaz de hacer inteligible, nada más y nada menos, que la arquitectura divina. La reconstrucción del Templo contenida en De Postrema Eze- chielis no pretende constituirse en tratado de arquitectura, como se- ñala Villalpando “nuestra finalidad no es instruir ni preparar a na- die para la arquitectura”. Es una obra de exégesis escrita en latín VILLALPANDO, JUAN BAUTISTA, m. 1608 De postrema Ezechielis ... visione Ioannis Baptistae Villalpandi ... tomi secundi explanationum pars secunda ... Romae ... : typis Illefonsi Ciacconij : excudebat Carolus Vulliettus, 1604 (1605). Procedencia: Biblioteca de Saint-Antoine-l’Abbaye (Vienne) [BH DER 3137] 24. VILLALPANDO, JUAN BAUTISTA, m. 1608 Tomi III Apparatus vrbis ac Templi Hierosolymitani : pars I et II … Romae : typis Illefonsi Ciacconij : excudebat Carolus Vulliettus, 1604 (1602). Procedencia: Biblioteca de Saint-Antoine-l’Abbaye (Vienne) [BH DER 3138] 25. 23-32 9/3/10 18:47 Página 109 dirigida no a los arquitectos sino a los teólogos, a los cuales Villal- pando exige como condición que aprendan a leer la arquitectura, que tengan desplegados siempre los grabados porque “es tan ne- cesario el dibujo para el que está leyendo o aprendiendo, como la voz o la escritura para el que es- tá enseñando”. El propio Villalpan- do más adelante reconoce las di- ficultades de su pretensión ya que los diestros en el manejo de pla- nos, es decir los arquitectos ne- cesitarán de un teólogo para “en- tender las palabras de la Sagrada Escritura” y “los profundos e ine- fables misterios”.Y los teólogos que las lean y entiendan en el fon- do ante los grabados sólo se “ale- grarán”, valoraran como mucho su ejecución y “verán todo esto, en efecto, pero nada más”. Según narra el propio Villalpan- do, sería en 1580 cuando le “so- brevino [...] una increíble ansia de comprender [...] la forma del tem- plo de Jerusalén”.A partir de ese momento comienza a dar forma al proyecto junto con Jerónimo Prado, maestro de teología, escul- tor y conocedor también del di- bujo y la arquitectura. Se dividen la empresa, reservándose Villalpan- do los capítulos correspondientes a la reconstrucción del Templo y encargándose Prado de la exége- sis del resto de la profecía, actuan- do éste en cierto modo de cen- sor teológico del entusiasmo visionario del arquitecto. Proba- blemente en 1589, Villalpando muestra a Herrera los primeros dibujos acabados del Templo, que hicieron exclamar al arquitecto re- al que en ellos podía percibirse el reflejo de la Sabiduría Divina. Ese mismo año, Herrera publica el Su- mario y breve declaración de las Es- tampas de El Escorial, y no es de extrañar que los jesuitas den for- ma a su proyecto compartiendo los mismos principios de repre- sentación arquitectónica utilizados en la codificación gráfica del mo- nasterio escurialense. En 1590 Felipe II recibe a los jesuitas en audiencia solemne, és- tos le presentan un “sumario” de su empresa traducido del latín y acompañado de una serie de di- bujos en plantas, alzados y seccio- nes, ordenados siguiendo la misma secuencia en la que debían impri- mirse. Los jesuitas conseguirán no sólo el apoyo del rey, sino la finan- ciación necesaria para llevar a ca- bo la empresa, algo que Herrera no había obtenido con las Estam- pas de El Escorial.A continuación se trasladan a Roma, con el fin de encontrar a los maestros grabado- res capaces de abrir las planchas con la calidad y excelencia exigidas y sobre todo obtener la aproba- ción papal definitiva que anule cual- quier resquicio de herejía sobre el proyecto. Sobre este aspecto, la propuesta de reconstrucción del Templo planteada por los jesuitas, y conocida ya en determinados cír- culos, había suscitado serias con- troversias doctrinales. La principal oposición al proyecto estaba re- presentada por Benito Arias Mon- tano y sus seguidores, tanto en El Escorial, con fray José de Sigüenza a la cabeza, como en Sevilla, con los canónigos Luciano Negrón, Francisco Pacheco,Pedro de Valen- cia y el racionero y pintor Pablo de Céspedes. No es casual que en el mismo momento en que los jesui- 23-32 9/3/10 18:47 Página 110 tas están en Roma preparando su edición, Montano publique en Lyon en 1593 sus Antiquitatum Iu- daicarum, en donde vuelve a es- tampar su versión de las fábricas del Arca, el Tabernáculo y el Tem- plo de Salomón. Se trata de los mismos grabados aparecidos por primera vez en el volumen octavo de la Biblia Políglota de Amberes de 1572, hasta el momento el inten- to más erudito de restitución de la arquitectura bíblica. La base de la controversia re- sidía en que Montano, siguiendo a San Jerónimo, diferenciaba neta- mente entre el Templo histórico construido por Salomón y destrui- do por Nabucodonosor y el Tem- plo descrito por el profeta Eze- quiel en su visión, comprensible acaso como metáfora espiritual. Sin entrar en disquisiciones alegó- ricas o místicas, Montano, influido por Erasmo e incluso por los pro- testantes, defendía una postura exegética fundamentalmente lite- ralista. Del estudio filológico de las Sagradas Escrituras se desprendía que el Templo de Salomón había sido reconstruido primero por Zorobabel y después por Hero- des, es decir distinguía tres fases históricas consecutivas que habí- an generado tres edificios diferen- tes. Para Villalpando era impen- sable que el Templo reconstruido por Herodes fuera más grande y rico que el de Salomón. Por tan- to, y resulta paradójico, desde una posición deliberadamente ahistó- rica y mística, los jesuitas se lanzan a la restitución racional del único Templo que conciben: el conteni- do en la oscura visión de Ezequiel. Como ha señalado Juan Antonio Ramírez la obra de Villalpando constituye un auténtico “delirio objetivo”. El jesuita pretenderá jus- tificar a toda costa que el origen de la arquitectura clásica griega y romana deriva del Templo de Sa- lomón, para ello, elabora meticu- losamente un orden salomónico a partir de las dos columnas de bronce del Templo, considerándo- las el fundamento de los cinco ór- denes clásicos. Para Villalpando toda la arqui- tectura clásica es por tanto “una sombra de la arquitectura sagra- da”, e incluso la doctrina de Vitru- vio, cuya autoridad invoca reite- radamente, considera que estaba ya contenida en el libro del Éxo- do. Reconoce que aunque han buscado incansablemente no han podido encontrar ningún texto que sirviera de compendio de la arquitectura sagrada, viéndose obligados a lanzarse “como re- pentinos pioneros”. Si para Si- güenza, la legitimidad de Vitruvio se ver tebraba a la luz de San Agustín, para los jesuitas no era suficiente, necesitaban materiali- zar su peculiar “composición de lugar” con la formulación de un sistema de arquitectura infalible que justificara la preeminencia del modelo pagano en el mundo cris- tiano. El enfrentamiento entre dos posturas doctrinales irreconcilia- bles no había hecho nada más que empezar ; incluso antes de que los jesuitas obtengan la finan- ciación para la empresa, serán de- nunciados ante la Santa Sede. Six- to V actuará de árbitro en una primera fase del conflicto, tras su muerte en 1590, la polémica pa- sará a Clemente VIII, pero en ese mismo año, Prado y Villalpando 23-32 9/3/10 18:47 Página 111 112 A rquitectura y ciudad.M em oria e im prenta obtienen el respaldo decisivo que necesitaban: el apoyo de Felipe II. En 1595 Jerónimo Prado mue- re repentinamente en Roma sin llegar a ver impreso un solo folio de su trabajo. A partir de enton- ces, Villalpando dispone por su cuenta, reorganiza el material, comprime el conjunto en tres li- bros y publica el primero en 1596. El tercero debía estar listo en 1602 y el segundo en 1605, como se desprende de los colofones, de la Dedicatoria a Felipe III, así co- mo de los correspondientes per- misos dictados por la Compañía de Jesús. Sin embargo, la obra completa, no entrará en circula- ción hasta el año 1604, fecha que aparece en la portada de los dos últimos volúmenes. El baile de ci- fras queda como testimonio de las vicisitudes e intrigas que rode- aron durante más de veinte años la terminación de la obra. En esos veinte años, se había puesto la última piedra de El Es- corial, habían muerto Herrera y Felipe II. El éxito de las Estampas del Monasterio había sido tan arrollador como peculiar pues di- fundían un edificio sin autor apa- rente, ligado indisolublemente a la memoria de un rey que como nin- gún otro, había ostentado el so- brenombre de “sabio” y de nuevo Salomón. Durante esos años y desde diferentes sectores, se va construyendo una determinada imagen literaria positiva y enco- miástica del monasterio, cuya for- mulación retórica permite incluso una lectura independiente a la del propio edificio. De alguna forma, parece como si paralelamente al esfuerzo de Villalpando por con- cretar “científicamente” su visión salomónica; el templo real cons- truido por Felipe II, fuera perdien- do consistencia objetiva, pasando en cierto modo a pertenecer al mundo de las visiones excepcio- nales.Teniendo en cuenta este pro- ceso podemos distinguir una cla- ra analogía retórica entre Salomón y Felipe II, que de forma natural se transmite a El Escorial y que ten- drá en la descripción de fray José de Sigüenza, publicada en 1605, su elaboración más contundente. La obra de los jesuitas se sitúa en una esfera completamente diferente, aunque relacionada igualmente con El Escorial a través de Herre- ra.Villalpando nos cuenta que se formó con el arquitecto real, pre- sumiblemente durante la década de los setenta y teniendo como telón de fondo las obras del mo- nasterio, dejando constancia de su presencia en la fábrica en varias ocasiones. Como ha señalado Tay- lor el entusiasmo de Herrera por el proyecto de Villalpando tiene su razón de ser en los recursos em- pleados por el jesuita en la resti- tución del Templo, es decir, la ge- ometría y las matemáticas pitagóricas que conforman el en- tramado de proporciones armó- nicas y cósmicas que dan como resultado la planta cuadrada del Templo. Herrera dio la clave pa- ra la restitución del Templo, y Vi- llalpando como discípulo y “pro- feta” se encargará de proyectar una arquitectura capaz de aunar cultura clásica y bíblica y en la que como en El Escorial “cualquier par- te está perfectamente unida y tra- bada con todas las demás y con todo el edificio en su conjunto, de modo que si se mueve una parte, concluiremos que se mueven mu- chas más partes e incluso todo el edificio, por no decir que todo él se destruye”. Resulta paradójico observar como desde presupues- tos diferentes, Sigüenza y Villalpan- do, codifican sus respectivos edifi- cios como “repúblicas perfectas”: ejemplos de belleza, proporción, justo gasto y organización huma- na.Arquitectura real y arquitectu- ra especulativa, participan ambas, quizá, del mismo espíritu mesiáni- co de aquel edificio presentado por Dios a David:“semejante a una ciudad ya construida o que toda- vía la estaban construyendo”. [JLVL] Addenda El tomo I de esta magna obra, co- rrespondiente a la exégesis bíbli- ca propiamente dicha, cuya auto- ría es del padre Jerónimo Prado en exclusiva [BH DER 3136], completa los dos tomos, II y III, de Villalpando reseñados. 23-32 9/3/10 18:47 Página 112 A rq ui te ct ur a y ci ud ad .T eo ría s, bi og ra fía s, m od el os ,l ug ar es 11 3FRANCISCO DE LOS SANTOS (JER.), m. 1699 Descripcion del Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial ... En Madrid : en la Imprenta de Juan Garcia Infançon ..., 1698. Procedencia: Biblioteca de la Condesa de Campo Alange [BH FLL 26579] 26. Se trata de la cuarta y última edi- ción de una obra impresa por pri- mera vez en 1657 bajo el patro- cinio de Felipe IV, con la finalidad de dar a conocer la nueva obra del Panteón de Reyes. Con el tiempo se convertirá en la descripción je- rónima del El Escorial más conoci- da y difundida, dentro y fuera de España, hasta la reedición en 1881 de la obra de fray José de Sigüen- za. El éxito de la descripción del Pa- dre Santos representa un caso úni- co dentro del panorama de la literatura artística española, consti- tuyendo la primera “guía” artística de un monumento y de sus colec- ciones. Se trata además de una “obra viva” que va enriqueciéndo- se progresivamente con cada edi- ción, siendo uno de los mejores testimonios de la evolución del gus- to pictórico de la corte durante la segunda mitad del siglo XVII. Traducida al inglés en dos oca- siones: la primera en 1671, en una curiosa adaptación un tanto opor- tunista que se hace eco del devas- tador incendio del mismo año. La segunda en 1760 traducción fiel de la edición de 1698, realizada por George Thompson, el cual no du- da en ensalzar el estilo y la minu- ciosidad de la prosa del jerónimo. Esta última traducción,profusamen- te ilustrada, pone de manifiesto el interés despertado por El Escorial entre las elites cultas europeas y vie- ne a llenar un vacío que no con- seguirá solventar, pese a sus buenas intenciones, la descripción de fray Andrés Ximénez de 1764, conti- nuadora y heredera en todo de la del Padre Santos, aunque pronto desbancada por la más compleja y comprometida con su tiempo de don Antonio Ponz. Como decíamos, las razones que llevaron a Felipe IV a encargar la primera descripción fue dar a co- nocer la terminación del Panteón, pieza maestra que daba sentido permanente al conjunto monásti- co. El Padre Santos, por entonces lector de Escritura Sagrada, será testigo directo de la terminación de las obras y del proceso de re- decoración de los principales es- pacios del monasterio, emprendi- do bajo la supervisión de Diego Velázquez en calidad de Aposen- tador Real. En la elaboración del texto, Santos utiliza las partes co- rrespondientes a la descripción de El Escorial incluidas en la Historia de la Orden de San Jerónimo de fray José de Sigüenza (1605).De la mis- ma forma, también podría haber- se servido de alguna memoria, hoy perdida, de las pinturas adquiridas por Felipe IV, como se pone de manifiesto en las descripciones del Lavatorio de Tintoretto (Prado) o La Perla de Rafael (Prado), de ma- yor calidad literaria y con un ma- nejo más preciso de la terminolo- gía artística. Esta utilización, a veces excesivamente servil, de fuentes di- versas, no convierte al padre San- tos en un personaje “oscuro”, co- mo se empeñó en calificarlo cierta crítica decimonónica, sino en un compilador excepcional, capaz de reducir “a más breve tomo” lo es- crito anteriormente. Santos con- centra su atención en lo puramen- te descriptivo y organiza los datos no en función de su secuencia his- tórica, sino a partir de la necesidad de crear una suerte de “itinerario de visita” que convierte el libro en la primera “guía” artística comple- ta y “oficial” del conjunto.A esto se suma la importancia adquirida por los nuevos grabados realizados por Pedro de Villafranca, que unen, por primera vez, en un solo volumen, texto e imágenes. Francisco de los Santos, una vez agotada la primera edición, y coincidiendo con el fin del privi- 23-32 9/3/10 18:47 Página 113 legio de impresión concedido por diez años, mandará imprimir la se- gunda en 1667, completando la descripción de algunas importan- tes pinturas donadas por Felipe IV que no había incluido en el pri- mer libro, como la Visitación de Rafael (Prado) y dejando cons- tancia además de algunos cam- bios introducidos en la decora- ción por par te de Mariana de Austria. En 1680 Santos, ya como historiador de la Orden, publi- ca la IV Parte de la Historia de la Orden de San Jerónimo y al año si- guiente da a la imprenta la terce- ra edición de su descripción es- curialense, de nuevo actualizada. La última edición de 1698, publi- cada un año antes de la muerte del fraile, recoge la gran renova- ción decorativa llevada a cabo durante el reinado de Carlos II, incluyendo un extenso capítulo dedicado a la descripción de los frescos de Luca Giordano. Des- concertante resulta que no men- cione el altar de la Sagrada For- ma ni el cuadro de Claudio Coello en el que aparece el pro- pio Santos retratado en calidad de prior, sosteniendo la milagro- sa reliquia y convirtiéndose en fo- co de atención y centro de to- da la composición. Leyendo al Padre Santos, es difícil no establecer la compara- ción con su predecesor Sigüenza. En efecto, en el proceso de selec- ción y resumen llevado a cabo por el jerónimo, resulta irreme- diable que la frescura y agudeza del texto del primero se pierda. Sin embargo la perspectiva inte- lectual y el marco ideológico des- de los que escribe Santos han cambiado, también sus fines. En él confluye toda la literatura pane- gírica y complaciente que desde la década de 1580 se encarga de ir conformando una determinada imagen unívoca de la fundación de Felipe II. El Escorial de Santos es un artefacto completo y cerra- do ideológica y arquitectónica- mente, en el que el Panteón ac- túa de broche último que corona ya no la “octava”, sino la “única maravilla del mundo”. Quintae- sencia del prestigio terreno y ul- traterreno de los Habsburgo, y al mismo tiempo “museo” de pintu- ras. Meta de un peregrinaje artís- tico que determina a lo largo de la segunda mitad del siglo XVII, la reorganización del gran “Arca de Noé” de Felipe II, adecuando sus contenidos a unas nuevas necesi- dades representativas. En ese sen- tido, las pinturas de Luca Giorda- no, cuya descripción incluye Santos en esta última edición de 1698, constituyen el hito más sig- nificativo, pocos años antes del cambio de dinastía y del fin de una determinada forma de entender El Escorial. [JLVL] 114 A rquitectura y ciudad.M em oria e im prenta 23-32 9/3/10 18:47 Página 114 A rq ui te ct ur a y ci ud ad .T eo ría s, bi og ra fía s, m od el os ,l ug ar es 11 5LÓPEZ DE ARENAS, DIEGO, c. 1579-fines 1630/40 Breve compendio de la carpinteria de lo blanco y tratado de alarifes. En Sevilla : por Manuel de la Puerta ... ,1727. Procedencia: Biblioteca Real (España) [BH FLL 20129] 27. El impresor sevillano Luis de Estu- piñán publicaba en 1633 una obra que iba a convertirse en guía y re- ferencia ineludible para ciertos ofi- cios de la madera. El Breve compen- dio de la carpinteria de lo blanco y tratado de alarifes fue compuesto por Diego López de Arenas tras un prolongado proceso de investiga- ción y práctica de cuyas reflexiones surgieron dos manuscritos que aca- barían por transformarse, con im- portantes modificaciones,en el tex- to reseñado. El tratado definitivo se articu- la sobre una triple argumentación. En los primeros veintiún capítu- los los contenidos giran en torno a la actividad desarrollada por los carpinteros de lo blanco, poste- riormente analiza y define el ejer- cicio profesional realizado por los alarifes. En ambos casos el autor conocía perfectamente los con- tenidos a profundizar pues era un experimentado maestro de la ma- dera, además de haber sido nom- brado alarife, cargo que ocupó en grado de alcalde en diferentes momentos. Esta última labor re- sulta ilustrativa puesto que no só- lo indica algunas de las funciones, sino que introduce aquellas ma- terias de interés para estos técni- cos municipales, siendo la Geo- metría la principal disciplina que se debía acometer por parte de aquellos que pretendían introdu- cirse en el oficio o bien de quie- nes habían obtenido el mismo tras la compra del cargo, introdu- ciendo aquí la controversia en contra de esta situación que no hacía sino debilitar aún más las prerrogativas gremiales. Los últi- mos apartados del tratado se de- dican al tema de los relojes (ho- rizontales o verticales). La buena acogida que tuvo el texto hizo que se reeditara nue- vamente en Sevilla en 1727 y pos- teriormente en Madrid en 1867, anotada y glosada por Eduardo de Mariátegui [BH FG 776] y reimpresa en 1912 por Guiller- mo Sánchez Lefler. Esta segunda edición realiza- da por el impresor de la univer- sidad hispalense en 1727 está compuesta sobre la princeps de 1633 a la cual se le añadieron dos tratados más llevados a ca- bo por el profesor de matemá- ticas Santiago Rodríguez Villafa- ñe, uno que complementa las explicaciones sobre los relojes de sol con enseñanzas sobre los de luna y una enumeración para visitas y “aprecios” dedicada a maestros y alarifes. Esta adicción llegó incluso a aparecer de for- ma individualizada, incluyéndose posteriormente en futuras edi- ciones. El suplemento apareció con portada propia y las corres- pondientes censuras, privilegios y aprobaciones. Con las mismas características pero diferente portada existe otra emisión en la que no aparece el grabado xilo- gráfico del impresor [BH FG 817]. [FDM] 23-32 9/3/10 18:47 Página 115 Fray Lorenzo de san Nicolás, en el siglo Lorenzo Martín, nació en la villa y corte en 1593. Sus pri- meros años podrían calificarse co- mo una auténtica aventura en la que confluyeron las más variopin- tas experiencias vitales, en donde la muerte, las epidemias y el de- sarraigo curtieron un carácter que tras no pocas diatribas consiguie- ron acercarle al mundo de la re- ligión entrando a formar parte de los agustinos recoletos. Sus primeros contactos con el mundo de la construcción re- sultaron tempranos, iniciándose desde muy joven en la lectura de tratados sobre la materia, como las Medidas del Romano de Die- go de Sagredo (1526).A este pre- ámbulo teórico se unió un cono- cimiento directo de la práctica edilicia al acompañar a su padre, el también arquitecto descalzo fray Juan de Nuestra Señora de la O, a aquellas obras bajo su di- rección. Éstas acabarían siendo las líneas sobre las que se fundamen- taría su dilatada carrera: teoría y praxis íntimamente unidas e in- terdependientes, desde su elucu- bración hasta el desarrollo de sus más pormenorizados detalles pa- sando por la erección de las di- versas estructuras. La concreción de tales presu- puestos y la falta detectada de una literatura artística relativa a Arqui- tectura en nuestro país, tras un de- tallado análisis de los más impor- tantes tratados foráneos, le llevaron a embarcarse en una empresa edi- torial que se prolongaría a lo lar- go de la centuria. El fruto de estos intereses quedó delimitado en su obra Arte y vso de Architectvra... cuya redacción definitiva si bien se encontraba ultimada en 1633 no pudo publicarse, por motivos externos, hasta 1639 en prensa y editor que hasta el momento desconocemos, si bien la llama- da Imprenta Real de Madrid pu- do ser la elegida para tal fin.Tan- to los desgastados tipos, como los numerosos y humildes gra- bados en madera se correspon- den con la tendencia de las im- prentas del momento. El precepto del que parte el agustino descalzo, que a su vez se convertirá en la línea vertebrado- ra de sus ideas, será el grado di- dáctico-formativo que impregna toda su obra, delimitada en un principio como guía y apoyo para aquellos que iniciaban su aproxi- mación a esta disciplina, aunque tras una lectura detenida se ob- serva que no es sólo a este gru- po a quien está dedicada sino que sus enseñanzas son extensivas a todos aquellos maestros deseo- sos de ampliar y asentar conoci- mientos adquiridos en muchos ca- sos a pie de obra o mediante la transmisión oral. La estructuración del trata- do se realiza en base a capítulos individualizados que a lo largo del texto van interrelacionándo- se por medio de llamadas cru- zadas. Las primeras nociones de su teoría se destinan al estudio de la Aritmética y la Geometría, piedras angulares de cualquier aprendizaje sobre arquitectura, para posteriormente ir determi- nando en base a un análisis es- pecífico de la práctica, desde la cimentación hasta el corona- miento de las construcciones, pasando claro está por los con- sejos sobre la ubicación de los edificios y la utilización de los materiales más adecuados.Todas estas enseñanzas se encuentran refrendadas tanto por su cono- cimiento directo del proceso de las fábricas como por la lectura 116 A rquitectura y ciudad.M em oria e im prenta SAN NICOLÁS, LORENZO DE, 1593-1679 Arte y vso de Architectvra ... [Madrid : s.n., ca. 1639]. Procedencia: Biblioteca del Colegio de la Compañía de Jesús (Villagarcía) [BH FLL 26623] 28. 23-32 9/3/10 18:47 Página 116 A rq ui te ct ur a y ci ud ad .T eo ría s, bi og ra fía s, m od el os ,l ug ar es 11 7 e interpretación de los más im- portantes textos sobre la mate- ria:Vitruvio,Alberti, Serlio, Palla- dio,Vignola...y un largo etcétera. El éxito del tratado hizo que en 1667 fuera reeditado en las prensas de Manuel de Hervada con importantes modificaciones del propio recoleto, convir tién- dose, a pesar de sus carencias, en una de las cimas de la literatura artística española. [FDM] 23-32 9/3/10 18:47 Página 117 118 A rquitectura y ciudad.M em oria e im prenta SAN NICOLÁS, LORENZO DE, 1593-1679 Segvnda parte del Arte y vso de Architectvra ... [Madrid : s.n., 1665]. [BH FOA 2464] 29. Debido al éxito obtenido con la publicación de la primera parte, se hizo necesario un nuevo tratado que asumiendo las ideas vertidas en el texto anterior, complemen- tara sus enseñanzas y aportara nuevos materiales necesarios para la práctica constructiva. El volumen de nuevo apareció sin indicación de imprenta, impresor, ni lugar de edición si bien analizando las dife- rentes aprobaciones puede deter- minarse la fecha de 1665 como la de salida de los talleres tipográfi- cos, que intuimos pudieron ser nuevamente los de la Imprenta Re- al de Madrid. La edición, compuesta por se- tenta y un capítulos, se abre con un sencillo frontispicio calcográfico re- alizado por Pedro de Villafranca, quien sería también el autor de las magníficas planchas que se distribu- yen a lo largo del texto, entre las cuales destaca la imagen del Santo Cristo del Desamparo a quien se dedica la obra. Se inicia esta parte contestando a las impugnaciones que casi treinta años antes había re- alizado Pedro de la Peña,origen de la demora en la publicación de la primera parte.A continuación con- feccionó una amplia enumeración sobre la teoría de los órdenes ela- borada por los más insignes arqui- tectos:Vitruvio, Serlio, Palladio,Vio- la Zanini, Pietro Cataneo,Antonio Labacco,Alberti,Diego de Sagredo, Rusconi, Juan de Arfe y Villafañe,Vig- nola y Scamozzi. El tratado se complementa con nuevas aportaciones sobre ar- maduras, cimborrios y tipos de bó- vedas, destacando la teoría y valo- ración que realiza sobre la cúpula encamonada que tanta notoriedad y proyección tuvo en la Corte y en los reinos peninsulares. Las en- señanzas se enriquecieron igual- mente con la inserción de la tra- ducción de dos libros de Euclides, el quinto por el portugués Anto- nio de Náxera y el séptimo por don Juan de la Rocha. El volumen finaliza con la inclusión de las Or- denanzas de Toledo, un capítulo dedicado a precios y tasaciones y una interesante autobiografía, ori- gen de un primer acercamiento a la figura del arquitecto. El prestigio alcanzado por la teoría del recoleto hizo que su obra fuera continuamente mane- jada por todos aquellos interesa- dos en el mundo de la arquitec- tura ya fuera a nivel especulativo como práctico. El crédito de sus aportaciones hizo que la obra fue- ra reeditada en sucesivas impre- siones, tanto en 1736 por Manuel Román [Primera par te BH FG 812 y segunda parte BH FG 823], y en 1796 por Plácido Barco [BH FLL 24006 y BH FG 826]. [FDM] 23-32 9/3/10 18:47 Página 118 A rq ui te ct ur a y ci ud ad .T eo ría s, bi og ra fía s, m od el os ,l ug ar es 11 9 ARFE Y VILLAFAÑE, JUAN DE, 1535-1603 Varia commensuracion para la escultura y arquitectura. En Madrid : en la imprenta de Miguel Escrivano : se hallará en la libreria de Joseph Mathias Escrivano ..., 1763. Procedencia: Biblioteca Complutense (Alcalá de Henares) [BH DER 13315] 30. Juan de Arfe que, ante todo no de- ja de referirse a plateros y muy en concreto a su abuelo Enrique de Arfe y a su custodia procesional de la catedral primada, al contrario que Benvenuto Cellini, pretende eludir cualquier consideración de orfebre- ría para sus obras: custodias que son para él arquitecturas y que conlle- van esculturas en su ornato y con- formación; las que diseña y como platero ejecuta, son ya clasicistas y, tras una diatriba entre arquitectu- ras moderna o gótica y antigua o a lo romano, funda su discurso en pro de la última opción, en lo que ha supuesto la recuperación o renaci- miento de la buena arquitectura clá- sica, con citas expresas a Alberti, Bramante o Baldassare Peruzzi; en- tre los españoles menciona en un grado aún híbrido pero bien enca- minado a Diego de Siloe y Alonso de Covarrubias y, con mucho, al Monasterio de El Escorial y a sus arquitectos Juan Bautista de Toledo y Juan de Herrera. La suya sería una suerte de tendenciosidad es- trictamente profesional y en pro de sus custodias como preciosas arquitecturas con su espacialidad propia y característica, su planta y alzado, así como el ornato preci- so; su discurso hay que situarlo en la segunda mitad de la década 1580-1590. [DSQ] El tríptico ideal Arfe-Torija-Ardemans, propuesto como re- flexión a tres bandas en la presente exposición, tiene co- mo base las tres obras referenciadas de la BH y como hi- lo conductor la cultura arquitectónica en claves clasicistas, a medio camino entre elucubración teórica y referencias biográficas que las avalen; asimismo los tres autores son tendenciosos, en distinta medida e intensidad, y desde con- siderandos diversos y también en tiempos distintos JUAN DE ARFE Y VILLAFAÑE (León: 1535-1603). Varia commensuracion ... Madrid, 1763 [nº 30]. JUAN DE TORIJA (Madrid: 1604-1666). Ordenanzas . Burgos, 1664 [nº 31]. TEODORO ARDEMANS (Madrid: 1664-1726). Ordenanzas. Madrid, 1719 [nº 32]. 23-32 9/3/10 18:47 Página 119 120 A rquitectura y ciudad.M em oria e im prenta TORIJA, JUAN DE, 1604-1666 Tratado breve sobre las ordenanzas de la villa de Madrid y policia de ella En Burgos : por Juan de Viar, 1664. [BH FLL 33861] 31. En el caso de Juan de Torija, en los primeros años de la década 1660- 1670 –el ar tista fallecería en 1666– se trata de unas Ordenan- zas municipales para la villa de Ma- drid que aprovecha, diríamos, una vez su correcta cumplimentación, para intercalar un interesante “mo- tivo del autor” que, a pesar de la amargura y resentimiento que destila, no deja de ser un significa- tivo alegato teórico en defensa de una correcta arquitectura conse- cuencia de teoría y práctica arqui- tectónicas aunadas en un desea- ble equilibrio, y no que sea la ver- bosidad, como explícitamente nos reseña, el modo de conseguir en- cargos de obras, con cita expresa a Vitruvio y a Vincenzo Scamozzi, para continuar con todo un ale- gato muy elogioso de El Escorial y la labor de Felipe II que, sin se- ñalar a arquitecto alguno, sí enla- za en espíritu y congruencia en nuestro contexto, con lo expues- to por Arfe. Concluye con una alusión expresa a Vasari y su la- bor que enaltece a Florencia, con mención precisa de sus Vite, en la edición torrentina de 1550 que concluye sus biografías en 1547, como nos constata; a par tir de aquí enumera como referentes una congruente relación de ar- quitectos desde Brunelleschi a Miguel Ángel. [DSQ] 23-32 9/3/10 18:47 Página 120 A rq ui te ct ur a y ci ud ad .T eo ría s, bi og ra fía s, m od el os ,l ug ar es 12 1ARDEMANS, TEODORO, 1664-1726 Declaracion, y extension, sobre las Ordenanzas que escriviò Juan de Torija ... En Madrid : por Francisco del Hierro, 1719. Procedencia: Biblioteca de Francisco Guerra [BH FG 781] 32. Ardemans, por su parte, y tras una serie de reflexiones teóri- cas también como preliminares de la publicación, a las que si- guen las ordenanzas de Madrid propiamente dichas, concluye con una mantisa donde se trata concretamente de lo que con- sidera arquitectos especulativos, que son para él los que a un tiempo han profesado la arqui- tectura y la pintura, para rema- tar, tras expresas citas-avales de las Vite (1568) de Vasari y el tra- tado de Lomazzo (1584), con precisa referencia a sus años de publicación, propone una amplí- sima lista de estos arquitectos especulativos que, incluso, sobre- pasa los límites de la tendencio- sidad, para llegar a lindar la pu- ra incoherencia, no sólo por la deliberada exclusión de Juan Bautista de Toledo y, sobre todo, de Juan de Herrera, sino al ini- ciar tal listado con Alonso Be- rruguete, arrogante Pintor, Escul- tor y Arquitecto, incluir a Calíma- co, Estatuario y Arquitecto: inven- tó el Orden Corintio, cómo no a Palomino, excelente Pintor de su Majestad, Arquitecto y Perspecti- vo, a Rosso Fiorentino, arrogan- te Pintor y Arquitecto, y baste es- te ejemplo, a Rubens, grandísimo Pintor, Frasquita (sic; fresquista) y Arquitecto. [DSQ] 23-32 9/3/10 18:47 Página 121 3º Santiago Arroyo:CAPITULO 3 13/01/10 13:12 Página 122 1 L. DOLCE, Dialogo della pittura, Ve- necia, Gabriel Giolito de’ Ferrari, 1557, fol. 26 v (se presume próxi- ma la publicación de mi edición y traducción al castellano del diálogo, ed. Akal). También el signore Ugoni (Discorso della dignità & eccellenza della gran città di Venetia, Venecia, Pie- tro da Fine, 1562, p. 4, un ejemplar en BH [BH MED 94(4)]) alude al epigrama, demostrando la popula- ridad que cosechó en su día. 2 En la BH hay dos ediciones de la Arcadia (Venecia, herederos de Aldo Romano y Andrea Socero, 1534 [BH FLL Res. 411] y Génova, Antonio Be- llone, 1572 [BH FLL 29040]) y una de la Iacobi Sannazarii opera omnia latine scripta (Venecia, Francesco Fran- ceschi, 1593 [BH FLL 8235]; el De Mi- rabili Urbi Venetiis en fol. 121 v). So- bre los epigramas de Sannazaro, cfr. C. FRISON, «Note sugli Epigrammata del Sannazaro», en La Serenissima e il Regno. Nel V Centenario dell’Arcadia di Iacopo Sannazaro, ed. de D. CAN- FORA y A. CARACCIOLO, prefacio de F. TATEO, Bari, 2006, pp. 313-325. 3 Cfr. J. SANNAZARO, Arcadia, ed. de F. ERSPAMER, Milán, 1990, pp. 11 (y nota 3) y 194 (y nota 5). 4 Del tridente de Neptuno cuelga la cartela latina «AEQUORA TUENS PORTU REDISEO HIC NEPTU- Viendo Neptuno a la ciudad del Adriático sentarse gloriosa en medio de las olas, y poner a todo el mar ley e imperio, gritó soberbio: “Júpiter, cuanto te parezca glorifica y magnifica la gran roca Tarpeya, y aprecia y alaba los muros de Marte. Si antepones al mar tu bello Tíber, mira y observa la una y la otra ciudad. Así dirás tú después: aquélla tiene la forma dada por las manos de los hombres mortales, pero ésta la han fabricado los dioses eternos”. D EFENDIENDO la “venecianidad” de Jacopo Sannazaro, el polígrafo veneciano Ludovico Dolce recoge esta traducción del popular epi- grama del poeta napolitano De Mirabili Urbe Venetiis en su Diálogo de la pin- tura1. El autor de la Arcadia, que no pocas veces dio prueba de su amor ha- cia la Serenissima, probablemente compuso esta pieza cuando paró en la ciudad en 1505 dirigiéndose al Regno mientras volvía de su exilio volunta- rio en Francia junto a Federico IV de Nápoles, que acabó con la muerte del soberano2. Amante del arte, Sannazaro recurrió en más de una ocasión a la ékfrasis (o descripción literaria de obras de arte) en su obra pastoril, como podría haber hecho en su retrato del puerto de Nápoles inspirán- dose en la Tavola Strozzi, una famosa vista en perspectiva de la ciudad3. Pe- ro, ¿sería posible encontrar un referente figurativo para nuestro epigrama? Se puede, por lo menos, proponer: un Neptuno soberbio que grita la gran- deza de Venecia lo encontramos cabalgando un fantástico animal marino frente a la Plaza de San Marcos en el famoso grabado VENETIE MD de Ja- copo de’ Barbari (1500). Neptuno, que como dios del mar es aliado de Ve- necia4, no contempla en esta ocasión a Júpiter, sino a Mercurio, quien, por su protección a mercaderes y artistas, ocupaba un puesto importante en las representaciones simbólicas de la ciudad5: una escultura de Mercurio la RETRATAR LA CIUDAD EN LA VENECIA DEL CINQUECENTO. DE JACOPO DE’ BARBARI A FRANCESCO SANSOVINO SANTIAGO ARROYO ESTEBAN 3º Santiago Arroyo:CAPITULO 3 13/01/10 13:12 Página 123 encontramos en la loggetta del campanario de San Marcos, y Neptuno es el coloso que, junto a Marte, flanquea la Escalera de los Gigantes del Pala- cio Ducal de la ciudad; ambos obra de Jacopo Sansovino. El grabado de de’ Barbari6 supone un paso adelante en la representa- ción de la ciudad con los nuevos medios de difusión de la imprenta. Los referentes más directos en este sentido son de matriz nórdica: publicacio- nes de origen germano comenzaron a acompañar a finales del siglo XV con imágenes urbanas, más o menos veraces, diversos libros de crónicas. Pero el “origen alemán” de estas ilustraciones no comportaba forzosa- mente el extrañamiento de Venecia. De hecho, los primeros editores que trabajaron en la ciudad fueron germanos, siendo en este caso pionero Jo- hann von Speier (o Giovanni de Spira)7. Y no podemos olvidar la constan- te presencia de todo tipo de emprendedores alemanes que negociaban en el céntrico Fondaco de’ Tedeschi, junto al puente veneciano de Rialto. La rápida difusión de la imprenta en la Serenissima inundará la ciudad en tiempo récord de numerosas publicaciones, entre las que no faltan aqué- llas debidas a impresores nórdicos en las que encontramos originales xi- lografías que representaban ciudades. Se puede así hablar de las diferen- tes ediciones venecianas de una obra tan importante como el Fasciculus temporum de Werner Rolevinck8, cuyas ilustraciones urbanas influenciarán al Supplementum Chronicarum del fraile agustino Giacomo Filippo Foresti de Bérgamo9, un compendio histórico muy popular que fue publicado constantemente, casi siempre ilustrado, y cuyos grabados (que presentan mayormente ciudades10) aumentaban de calidad y cantidad de edición en edición mientras daban un paso inicial en la evolución desde ese primer momento en que la imprenta veneciana era tan dependiente de las imá- genes de los incunables ilustrados de derivación nórdica, con esos carac- teres casi expresionistas típicos del gótico, a la autonomía xilográfica, rena- centista, totalmente veneciana. A pesar de ser veneciano de nacimiento, no podemos obviar los oríge- nes alemanes de Jacopo de’ Barbari ni sus intensos contactos con la comu- nidad teutona en Venecia, siendo su interlocutor más insigne Alberto Du- rero11. Pero Jacopo, además de contar con los referentes impresos del Fasciculus, del Supplementum del Peregrinatio in Terram Sanctam de Bern- hard von Breydenbach13, del Liber Chonicarum de Hartmann Schedel14 o incluso del grabado anónimo con la Veduta di Ferrara de la Biblioteca de Módena, tuvo probablemente presentes las vistas en perspectiva de dife- rentes ciudades de (como sostiene Cesare de Seta) Francesco Roselli, quien habría ejecutado la Tavola Strozzi de Nápoles, el grabado de Florencia co- nocido como Vista della Catena (del que sólo se conserva un fragmento y que fue republicado por Ludovico degli Uberti) o uno (no conservado) de Roma conocido gracias a una reproducción cinquecentesca en el Palacio Ducal de Mantua15. Pero el trabajo de Jacopo no sólo eleva el punto de vista sobre la ciudad, sino que es además un trabajo de mayor implicación científica que se esfuerza por dar la imagen más veraz del conglomerado urbano, convirtiéndose en punto de referencia para la representación de la ciudad, no sólo de Venecia16, sino genérico17. Hoy día resulta una crónica esencial de la Venecia de finales del siglo XV y principios del XVI. NUS» («Yo, Neptuno, vivo aquí man- teniendo las aguas tranquilas en es- te puerto»). 5 El caduceo, símbolo de Mercu- rio, es además una constante en las obras y grabados conservados de Jacopo de’ Barbari, hasta el punto de interpretarse como una firma. 6 Cfr. J. SCHULZ, La cartografia tra scien- za ed arte. Carte e cartografi nel Rinas- cimento italiano, Módena, 1990, pp. 13- 63 (reed. 2006, pp. 9-49) y “A volo d’uccello”. Jacopo de’ Barbari e le rap- presentazioni di città nell’Europa del Ri- nascimento, ed. de G. ROMANELLI, S. BIA- DENE y C. TONINI, Venecia, 1999. Un reciente resumen bibliográfico en J. SCHULZ, «Rivisitando la grande vedu- ta di Venezia di Jacopo de’ Barbari», en L’attenzione e la critica. Scritti di sto- ria dell’arte in memoria di Terisio Pig- natti, Padua, 2008, pp. 85-95. 7 Para un interesante cuadro de la inserción de la imprenta en Venecia: M. LOWRY, Il mondo di Aldo Manuzio. Affari e cultura nella Venezia del Ri- nascimento, Roma, 1984 (ed. origi- nal, Oxford, 1979), pp. 13-66, y N. POZZA, «L’editoria veneziana da Gio- vanni da Spira ad Aldo Manuzio», en VV. AA., La stampa degli incunaboli nel Veneto, Vicenza, 1984, pp. 9-35. 8 A la primera edición (Colonia, Ni- colaus Götz, 1474) sigue una vene- ciana: Jakob Walch, 1479. La BH cuen- ta con tres incunables de la obra, dos de ellos venecianos editados por Er- hardus Ratdolt (uno de 1481 [BH INC I-156(2)] y otro de 1485 [BH INC I-142]) y el tercero español (Se- villa, Bartolomeo Segura y Alfonso del Puerto, 1480 [BH INC I-21]), del que existe una reproducción facsí- mil (Valencia, 2004). 9 1ª ed. en latín: Venecia, Bernardino Benali, 1483. Hasta 1486 (Venecia, Bernardino Benali) no se publicará ilustrada. En la BH hay tres edicio- nes venecianas: Albertium di Lisso- na, 1503 [BH FOA 427] (ilustrada y en latín, revisada y ampliada por Fo- resti con los sucesos de los 20 años 124 A rquitectura y ciudad. M em oria e im prenta 3º Santiago Arroyo:CAPITULO 3 13/01/10 13:12 Página 124 Pero los retratos de ciudad no se quedan solamente en imágenes. Exis- ten numerosos textos de viajeros que describen con palabras las provin- cias y países que recorren. Éste es el caso del viajero-geógrafo Giovanni Battista Ramusio18 o del joyero Gasparo Balbi, que en su Viaggio dell’Indie orientali relata «esta fatiga mía hecha por el tiempo de nueve años conti- nuos en la zona de las Indias»19 buscando comercio y materias primas a todo aquél que deba emprender la misma ruta. El resultado es un texto de una notable practicidad (indica las tierras a evitar, los peligros que se pueden encontrar, dónde están las mejores materias primas…) y de una encantadora austeridad, que entremezcla la utilidad comercial con un exo- transcurridos desde la primera edi- ción), Bernardino Bindone, 1535 [BH FOA 439] (ilustrada, traducida al ita- liano y con una gionta de Marco Guazzo) y Francesco Sansovino, 1575 [BH FLL 12128 V.1-2] (sin ilustrar, traducida al italiano; de ella hablare- mos más adelante). Posee además tres ejemplares de la traducción al español de Narcís Viñoles (Valen- cia, Jorge Costilla, 1510 [BH FG 2069; BH FLL Res.494; BH FOA 224]). 10 La dificultad de proveer de un re- trato individual para cada urbe pro- voca que en ocasiones se emplee la misma xilografía para ilustrar dife- rentes ciudades (en la primera ed. comparten imagen Roma, Babilonia, Constantinopla y Antioquía, y tam- bién Vicenza, Siponto y Toledo). So- bre las variantes de estas xilografías en las ediciones del Supplementum, cfr. V. FONTANA, «Immagini di città ita- liane nelle edizioni del Supplemento delle croniche… di Giacomo Filippo Foresti da Bergamo», en Venezia e Venezie. Descrizioni, interpretazioni, im- magini. Studi in onore di Massimo Ge- min, Padua, 2003, pp. 53-60. 11 Retomando un testimonio de Du- rero, Simone Ferrari (Jacopo de’ Bar- bari. Un protagonista del Rinascimen- to tra Venezia e Dürer, Milán, 2006, pp. 17-20) ha fijado la pertenencia de Jacopo de’ Barbari a la familia Walch, a la que pertenecía Jakob Walch, el impresor alemán respon- sable de la primera edición venecia- na del Fasciculus temporum (cfr. nota 8). Esto demostraría la cercanía del artista a la comunidad alemana, al mundo de la imprenta y al interés por los grabados de ciudades. 12 La ilustración que incluimos («Ve- netiae civitas regia») de la ed. Vene- cia, Albertium di Lissona, 1503, fol. 230 r [BH FOA 427], es igual a la de la ed. Venecia, Bernardino Rizo da Novara, 1490 fol. 148 v. 13 Compendio ilustrado por Erhard Reuwich de las ciudades, puertos y gentes que encontraría todo pere- grino que emprendiese viaje a Tie- Re tr at ar la c iu da d en la V en ec ia d el C in qu ec en to .D e Ja co po d e’ Ba rb ar i a F ra nc es co S an so vi no 12 5 Jacopo Filippo da Bergamo, Supplementum supplementi cronicarum ..., Venetiis, 1503 [BH FOA 427], fol. 230 r12] 3º Santiago Arroyo:CAPITULO 3 13/01/10 13:13 Página 125 tismo que debía resultar grato incluso a personas que no debieran forzo- samente emprender viaje. En ámbito europeo, la imagen (grabada o descrita) de la ciudad de- bía responder a la idea de identidad de la comunidad que se represen- taba, en la que esperaba reconocerse y ver exaltados todos los valores (cívicos, políticos, religiosos) de su población. Lo que podríamos llamar “retrato”, en este sentido, responsabiliza al autor en su capacidad de comprender a una entera sociedad en una imagen común, aquélla de su ciudad. “Retrare” es el término utilizado por Anton Kolb, el mercante alemán que comercializó la vista de Venecia de de’ Barbari, para definir el trabajo del grabador20, y “Ritratto” (como veremos) es el término que empleará Francesco Sansovino para titular su libro sobre las ciudades más importantes de Italia. Como en un retrato oficial de persona, cada imagen ciudadana debía presentar toda una serie de connotaciones que la identificaran; plasmar, objetiva/alegóricamente, los valores y caracterís- ticas de la comunidad, para lo que resultan fundamentales sus monu- mentos, símbolos de las vir tudes de la ciudad. Como ya señalara Lina Bolzoni, cuando el mismo Sansovino describe en su Delle cose notabili della città di Venetia (1ª ed. 1556) la “nueva” Plaza de San Marcos pro- yectada por su padre el arquitecto y escultor Jacopo Tatti Sansovino, re- conoce en las estatuas de bronce que decoran la loggetta del campana- rio de la basílica el orgullo cívico de la ciudad, pues alegorizan las virtudes de las que siempre ha presumido la Serenissima: Mercurio (como sím- bolo de la elocuencia de sus senadores), Minerva (su sabiduría), Apolo (único Sol, como Venecia es única República, y dios de la música, cuya armonía trasciende al gobierno veneciano) y la personificación de la Paz (en alusión al lema de la ciudad: Pax Tibi Marce Evangelista Meus)21. Bol- zoni recuerda además cómo Francesco en su obra juvenil L’arte oratoria secondo i modi della lingua volgare (1ª ed. 1546) considera precisamente estos símbolos como «lugares de la memoria», ya que al contemplar la imagen de la diosa de la sabiduría el espectador «comprende ante esa vista todas las cosas que por ella, según los poetas, fueron tratadas, ade- más del significado que tiene en sí, a saber, que el Óptimo Máximo se- nado Veneciano es sapientísimo en su gobierno y en sus acciones. Si, igualmente, vemos a Apolo, al instante acude a nuestra memoria lo que de él dejaron los antiguos, y lo mismo con Mercurio y los demás»22. El símbolo (urbano, en este caso) estimula así la memoria, que traduce in- mediatamente su mensaje alegórico, como sucede con el Neptuno de de’ Barbari y de Sannazaro. Conviene ahora profundizar en esa mención a los «lugares de la me- moria». Basta leer las primeras páginas del The art of memory de Francis A. Yates23 para comprender la importancia que la consecución de unos lugares mentales bien precisos tenía sobre la práctica de la memoria ya desde la antigüedad, particularmente entre los oradores. Éstos memori- zaban sus discursos forjando una imagen mental de edificios, ciudades, entornos arquitectónicos en resumen (inventados o reales) donde se su- cedían diferentes espacios (o estancias) en los que se insertaban llamati- vos elementos visuales (imagines agentes) que debían evocarle la materia rra Santa. 1ª ed. Maguncia, Peter Schöfer, 1486. La BH posee un ejem- plar incunable de la edición zara- gozana traducida al español: Pablo Hurus, 1498 [BH INC FL-77]. 14 Con ilustraciones de Michael Wol- gemut y Wilhelm Pleydenwurff. La BH posee dos ejemplares de la primera edición incunable: Nuremberg, An- ton Koberger, 1493 [BH INC FL-1 Ej. 1; BH INC FL-200 Ej. 2]. Sobre las vistas impresas de Venecia preceden- tes a de’ Barbari, cfr. Venetia. Le imma- gini della Repubblica. Piante e vedute prospettiche della città dal 1479 al 1797, ed. de G. MORETTO, Brenta, 2001, pp. 15-29, nn. 1-7 (la de de’ Barbari en pp. 30-33, n. 8). Un interesante co- mentario de cómo estas imágenes presentan un retrato de la Venecia “real” y no de “mítica” en A. CARAC- CIOLO ARICÒ, «Venezia al di là del mi- to», en Rivista di Studi Bizantini e Slavi, 2, 1982, pp. 187-204: pp. 194-198. 15 Para mayor información y sobre la suerte de estas obras, cfr. C. DE SETA, «La for tuna del “ritratto di prospectiva” e l’immagine delle città italiane», en “A volo d’uccello”… cit., pp. 28-36, con bibliografía. 16 Como evidencia un simple visio- nado de las vistas de perspectiva de la ciudad que se estamparon durante el Cinquecento: cfr. Venetia. Le immagini della Repubblica… cit., pp. 34-105. 17 El sujeto de las vistas en perspec- tiva derivará en el “libro de ciudades”, que culminará en el Civitates Orbis Te- rrarum de Georg Braun y Franz Ho- genberg (6 vols., Colonia, 1575-1617; algunos de ellos en la BH), y en la es- pecialización en el género de nume- rosos artistas, el más famoso de ellos Anton van den Wyngaerde. Cfr. L. NU- TI, Ritratti di città. Visione e memoria tra Medioevo e Settecento, Venecia, 1996, e ID., «L’immagine della città eu- ropea nel Rinascimento», en “A volo d’uccello”… cit., pp. 21-27. 18 De cuyos viajes hay diferentes volúmenes en la BH: Venecia, he- rederos de Giunti, 1550 [BH FLL 126 A rquitectura y ciudad. M em oria e im prenta 3º Santiago Arroyo:CAPITULO 3 13/01/10 13:13 Página 126 y el orden de su discurso. Así, éste, avanzando por esta serie de lugares y encontrando estas imágenes, sería capaz de repetir hasta el mínimo par- ticular de su oración. El referente arquitectónico, pues, es el más evidente para crear un “palacio” de la memoria. La traslación monumental más popular de este concepto es la del sabio friulano Giulio Camillo, perso- naje de profundísima doctrina de raíces heterogéneas (clásicas, cabalísti- cas, bíblicas, hermenéuticas), en su “Teatro de la Memoria”, donde crea una compleja versión del teatro clásico romano para clasificar diversas piezas literarias a las que tener fácil acceso (no exactamente para su sim- ple memorización, sino para la composición de textos que superen a los modelos recogidos), pues la subdivisión del teatro, del que se presume existió una maqueta de madera, le permite crear siete sectores “vertica- les” y siete gradas “horizontales” dispuestos según un preciso orden en- tre los que dividir los diferentes argumentos24. En este sentido, el Teatro de Camillo conecta con las ideas arquitectónicas de su tiempo, retoman- do las enseñanzas de Vitruvio que se concretizarán teóricamente en la edición de los Dieci libri dell’architettura de Daniele Barbaro de 1556 (12 20682]; Venecia, herederos de Giun- ti, 1583 [BH FLL 30456]; Venecia, Giunti, 1588 [BH FLL 30455]. 19 G. BALBI, Viaggio dell’Indie orien- tali, Venecia, Camillo Borgominieri, 1590, fol. 5 r (un ejemplar en la BH [BH FLL 10315]). De argumento semejante pero de diverso ámbi- to, la BH posee una traducción ita- liana hecha por Alfonso Ulloa de L’Asia de João de Barros (Venecia, Vincenzo Balgrisio, 1564 [BH FG 2919]) así como varias ediciones portuguesas del siglo XVII de sus De- cadas pertenecientes a los fondos de Francisco Guerra legados a la BH. Cfr. M. TORRES SANTO DOMIN- GO, Los libros de viajes de don Fran- cisco Guerra, Madrid, 2006. Re tr at ar la c iu da d en la V en ec ia d el C in qu ec en to .D e Ja co po d e’ Ba rb ar i a F ra nc es co S an so vi no 12 7 Dolce, Lodovico, Dialogo di M. Lodouico Dolce nel quale si raggiona del modo di accrescere e conseruar la memoria, In Venecia, 1562 [BH FLL 17063], fol. 33 v25] 3º Santiago Arroyo:CAPITULO 3 13/01/10 13:13 Página 127 años pasados de la muer te del friulano) y en la práctica con el teatro olímpico de Vicenza de Palladio. Que las ciudades sirviesen también como «lugares de la memoria» nos lo confirma Ludovico Dolce en su tratado-diálogo de la memoria de 1562, donde encontramos un grabado con una ciudad ficticia (con- cretamente una abadía con los edificios que la rodean, dispuestos si- guiendo un cier to alfabético) para aprender «a fingir los lugares imagi- narios tanto grandes y mayores (como les hemos llamado) como particulares, entre los que se colocan las imágenes» [Fig. 2]. No debe- mos, sin embargo, engañarnos ante el asombroso éxito de las publica- ciones de sujeto memorístico durante el Cinquecento, puesto que es precisamente la imprenta, rápida difusora tanto de textos como de imá- genes, la que está exterminando la necesidad de estos complejos méto- dos artificiales para memorizar, tan necesarios en otros tiempos en los que imperaba la tradición oral (como sucedía con los oradores clásicos o con los predicadores medievales). Estos procedimientos, significativa- mente, son empleados de manera indirecta por la imprenta. Por ejem- plo, Gasparo Balbi en el ya citado Viaggio dell’Indie orientali, recordando que Aristóteles en su De memoria et reminiscentia había declarado «que las cosas ordenadas se recuerdan más fácilmente que aquellas desorde- nadas»26, redacta una tavola organizada alfabéticamente con los diferen- tes argumentos y ciudades que recoge a lo largo de su obra; una dispo- sición que responde a una mayor practicidad del texto más que a fines memorísticos, y que demuestran cómo la intensa vida editorial venecia- na del siglo XVI procuraba publicaciones cada vez más manejables, de menor tamaño, con esquemas, con comentarios, con índices que permi- tiesen mejor acceso a la obra en cuestión para un público cada vez más extenso y no forzosamente rico o culto27. El tratado de Dolce también nos habla de la utilidad de la geografía «para encontrar los lugares» de la memoria, pues «satisface mucho el ir a diferentes y lejanos países […], ver las ciudades, las tierras, los castillos, y las casas, y los demás edificios, y las cosas que en estos países y lugares se encuentran. Lo que, si no todos pueden hacerlo, éstos deben condensar de- lante de los ojos de su mente lo que les han contado o lo que ha sido escrito por buenos autores […]. Gustará mirar las pinturas del mapamundi y otras pinturas semejantes, ya que en ellas se aprende el lugar y el orden de las provincias y de las tierras no de un sólo Reino, sino casi de todo el mun- do»28. A pesar de referirse con estas palabras a los autores clásicos (Tolo- meo, Estrabón, Plinio el Viejo o Pomponio Mela) no podemos evitar re- cordar a dos grandes geógrafos del Renacimiento italiano que ya habían publicado sus obras en torno a la península itálica, Flavio Biondo y Lean- dro Alberti, a quienes bien podría aludir la mención del polígrafo. La Italia Illustrata de Flavio Biondo, iniciada en 144829, es el primer gran intento de describir la península italiana en el que se trata no de sintetizar, sino de poner orden a los acontecimientos históricos y a las regiones ita- lianas, recogiendo los diferentes nombres (antiguos y modernos) de pro- vincias o de accidentes geográficos; pero el autor no conseguirá comple- tarla antes de su muerte. Más completo resultará Leandro Alberti, el fraile 20 Así lo hizo en su súplica al gobier- no de la Serenissima en la que pedía (y obtenía) el privilegio de publicación del grabado durante cuatro años y de venta a tres ducados la unidad y (lo que no consiguió) la exención de pa- gar el impuesto de exportación de la obra. El documento no menciona a de’ Barbari (cfr. J. SCHULZ, La cartogra- fia tra scienza ed arte… cit., pp. 44-45) 21 L. BOLZONI, La estancia de la me- moria. Modelos literarios e iconográfi- cos en la época de la imprenta, Ma- drid, 2007 (ed. original: Turín, 1995), pp. 299-303. 22 Ibid., p. 302. 23 F. A. YATES, El arte de la memo- ria, Madrid, 1974 (reed. 2005; ed. original, Londres, 1966). Nos he- mos visto obligados a emplear una edición italiana (Turín, 1993), a par- tir de la que citamos. 24 Cfr. G. CAMILLO, La idea del tea- tro, ed. de L. BOLZONI, Madrid, 2006 (ed. original, Palermo, 1991). Véanse además F. YATES, El arte de la memo- ria… cit., pp. 121-159, G. BARBIERI, «L’artificiosa rota: il teatro di Giulio Camillo», en Architettura e Utopia ne- lla Venezia del Cinquecento, ed. de L. PUPPI, Milán, 1980, pp. 209-218, L. BOL- ZONI, Il teatro della memoria. Studi su Giulio Camillo, Padua, 1984 o C. BO- LOGNA, «Il Theatro segreto di Giulio Camillo: l’Urtext ritrovato», en Vene- zia Cinquecento, 2, 1991, pp. 217-271. 25 L. DOLCE, Dialogo nel quale si rag- giona del modo di accrescere e conse- ruar la memoria, Venecia, hermanos Giovanni Battista y Marchio Sessa, 1562, fols. 33 r-33 v, un ejemplar en BH [BH FLL 17063]. Existe una edi- ción moderna de A. TORRE, Pisa, 2001. Dolce elabora una especie de traduc- ción personal en forma de diálogo del tratado en latín de J. HOST, Con- gestorium artificiosae memoriae, Vene- cia, Giorgio de’ Rusconi, 1520, del que además extrae las imágenes (la mis- ma imagen se encuentra en la p. 35 r del tratado de Host), razón por la cual las indicaciones están en latín. 128 A rquitectura y ciudad. M em oria e im prenta 3º Santiago Arroyo:CAPITULO 3 13/01/10 13:13 Página 128 dominico e inquisidor boloñés que recorrerá toda la península acompa- ñando al maestro general de la orden, Francesco Silvestri, en su visita a los conventos dominicanos de Italia entre 1525 y 1528; motivado por la ex- periencia, redacta la Descrittione di tutta Italia (aunque las primeras edicio- nes, para evitar que el tamaño del volumen resultase excesivo, presenta- rán sólo la descripción de la península acabando con Venecia y excluyendo la Descrittione di tutte l’isole que Alberti también había escrito). La historia editorial de esta obra estuvo fuertemente vinculada a Vene- cia. Seguramente Leandro Alberti ya para la primera edición, que final- mente vio la luz en Bolonia en 1550, habría pensado en acudir a alguna imprenta veneciana, estimando que el ya consolidado mercado editorial de la ciudad aseguraba un producto de calidad y de buen comercio30. Fi- nalmente, debió escoger su ciudad natal para poder seguir de cerca el trabajo de edición de la obra, lo que le permitió renovarla constante- mente, incluso ya iniciada la impresión. Venecia, no obstante, repropuso nueve veces, con más o menos variantes, la obra de Alberti entre 1551 y 159631 (solamente será en 1561 cuando se incluya por primera vez la Descrittione di tutte l’isole32). El libro de Alberti es el primer gran com- pendio sobre la península italiana, que se desarrolla de provincia en pro- vincia y que recoge todo tipo de noticias de interés geográfico, urbano, monumental... Una imagen que se aleja sin embargo del “libro de viajes” para conformar un ejemplo incluso de identidad nacional italiana, lo que podríamos llamar un retrato patrio. Los ojos del curioso lector corren por sus páginas guiados por amplios índices-tavole que resumen en or- den alfabético los muchísimos argumentos que Alberti y sus posteriores editores han tratado en la Descrittione. El éxito de publicaciones como la del fraile dominico pronto será ob- jeto de interés de los polígrafos venecianos, editores-traductores-escrito- res especializados en el mundo de la imprenta que buscaban en las nue- vas tendencias literarias los argumentos que más se adaptasen a las modas comerciales del momento33. Francesco Sansovino, citado autor del Delle cose notabili della città di Venetia, volverá al argumento veneciano en otras dos ocasiones34. La más famosa es la Venetia città nobilissima de 158135, concebida casi como una moderna guía turística tanto para visitantes co- mo para venecianos, en la que describe sus vestidos, costumbres, monu- mentos y obras de arte. Pero ya antes, en 1575, le había dedicado un ca- pítulo en su Ritratto delle più nobili et famose città d’Italia que acompañaba precisamente a su traducción y actualización autofinanciada del Supple- mentum Chronicarum de Foresti36 (sin ilustrar esta vez: «la representación iconográfica de las ciudades se sustituye por la literaria»37). El Ritratto es una descripción de las principales ciudades italianas que desde luego no es tan ambiciosa como el proyecto de Alberti, a quien Francesco segura- mente conoció en Bolonia (mientras finalizaba sus estudios de derecho entre 1542 y 1543 escribe a Ludovico Dolce que «en esta tierra hay un viejo fraile capellán de las musas, que reúne todas las cosas de Italia»38) y al que cita directamente como autor de referencia al inicio de la obra39. El Ritratto40, aunque pueda entenderse como un apéndice-comple- mento de la traducción del Supplementum, es en realidad una obra inde- 26 G. BALBI, Viaggio dell’Indie orien- tali… cit., fol. 8 v. 27 Cfr. A. QUONDAM, «”Mercanzia d’o- nore” / “Mercanzia d’utile”. Produzio- ne libraria e lavoro intelettuale a Ve- nezia nel Cinquecento», en Libri, editori e pubblico nell’Europa moderna. Gui- da storica e critica, ed. de A. PETRUCCI, Roma-Bari, 1977, pp. 51-104. 28 L. DOLCE, Dialogo nel quale si rag- giona… cit., fols. 16 r - 16 v (J. HOST, Congestorium… cit., fols. 20 v - 21 r. La cursiva es mía. 29 Comenzó a correr manuscrita en 1453 hasta que fue publicada en 1474 (Roma, Philippus de Lignami- ne). Cfr. la moderna reedición en in- glés confrontada con el texto lati- no (de la que por ahora sólo existe un primer volumen): F. BIONDO, Italy illuminated, vol. I, ed. y trad. de F. A. WHITE, Cambridge-Londres, 2005 (recensión en F. BRUNI, «Edizioni di testi e storiografia: a proposito di due riedizioni parziali dell’Italia Illustrata di Biondo Flavio e della Descrittione di tutta Italia di Leandro Alberti», en Giornale storico della letteratura italiana, CLXXXIV, 2007, pp. 399- 422). La presente exposición mues- tra y comenta además la Roma ins- taurata de Biondo: [Cat. nº 74] 30 Cfr. G. PETRELLA, «La princeps de- lla Descrittione d’Italia di Leandro Alberti e la tipografia bolognese in metà Cinquecento», en ID., Uo- mini, torchi e libri nel rinascimento, Udine, 2007, pp. 157-187 (sobre el deseo del dominico de estam- par la obra en Venecia, pp. 161-163). 31 Las ediciones venecianas se su- cedieron en 1551, 1553, 1557, 1561, 1567-1568, 1576-1577, 1581, 1588 y 1596. En la BH hay dos ejempla- res de la primera edición veneciana de 1551 [BH DER 1686; BH FLL 34661] y uno de la última [BH DER 1685]. Posee también un ejemplar de la primera de las dos ediciones traducidas al latín destinadas al pú- blico europeo: Colonia, Nicolaus Graphaeus, 1566 [BH DER 1069]. Re tr at ar la c iu da d en la V en ec ia d el C in qu ec en to .D e Ja co po d e’ Ba rb ar i a F ra nc es co S an so vi no 12 9 3º Santiago Arroyo:CAPITULO 3 13/01/10 13:13 Página 129 pendiente, compuesta más como un diccionario (literario, no ilustrado) de ciudades que como una descripción geográfica con espíritu de conti- nuidad, ya que, como reconoce su propio autor, su voluntad es presentar- las en orden estrictamente alfabético, lo que demuestra la practicidad del volumen. La obra de Foresti, ya de por sí, incluía descripciones de ciuda- des o de familias de las que Sansovino también extrajo información. Y no sólo eso; amplía el Supplementum actualizándolo hasta el año 1574 y no olvida ensalzar a la familia del marqués Alberigo Cybò Malaspina de Mas- sa y Carrara, el destinatario de la carta dedicatoria de la traducción41. El carácter experimental del Ritratto hace a Francesco disculparse an- ticipadamente de sus posibles errores en el prólogo “A lettori” del Sup- plementum al declarar que «en el describir las ciudades y las familias ilus- tres de estas ciudades no he tenido orden alguno, sino que he hecho según me caía la pluma, las he explicado en el mejor modo que he sabi- do […] ya que no me toca a mí tomar la decisión de qué ciudad, de qué familia sea más noble, y digna», y anuncia su intención de volver al argu- mento: «Además de esto, no he tratado de la misma manera otras cosas que me reservo para otra ocasión»42. Tras las advertencias, comproba- mos que la obra es un sucederse de retratos de desigual calidad, donde prima ese anunciado interés de Sansovino por las familias nobiliarias, an- teponiéndolas en muchos casos a la descripción física de cada ciudad. Ve- necia43, por ejemplo, a pesar de la introducción encomiástica (que no viene sino a enfatizar esa serie de valores como la igualdad republicana o la pureza del nacimiento de la ciudad que conformaron el complejo mito de Venecia, y que también leemos en el Discorso sobre Venecia del signo- re Ugoni44) es una larga lista de dux, patriarcas, procuradores de San Mar- cos… con pocas referencias a sus monumentos (sólo aludidos cuando el responsable de su ejecución es uno de los personajes mencionados). Ca- so diverso es Florencia45, tal vez el más bello retrato de todos, el más equilibrado, que entrelaza la descripción monumental (arrancando con la descripción de las murallas) con la historia y las personalidades impor- tantes. “Retrato”, de todas maneras, sigue siendo el término empleado en el título para referirse a las ciudades, lo que demuestra que este con- cepto no afectaba únicamente a la imagen visual de la ciudad, y que ex- plicaría el lógico deseo por parte del lector de identificar aquellas virtu- des comunitarias que cabría esperar de la descripción de su ciudad; y puesto que la verdadera imagen de la comunidad es aquella de sus ciu- dadanos, aparecen en este caso especialmente representados por sus castas más altas (las que, por otra parte, podrían recompensar la tarea del “desinteresado” escritor). A pesar de que Francesco declare en el prólogo “A lettori” del Ritratto «os prometo que en la segunda impresión haré de tal manera que seré loado»46, ya sus advertencias parecían predecir las críticas que sufrió la obra, que debieron resultar lo suficientemente ásperas como para que el autor renuncie a una nueva publicación y comente amargamente en la se- gunda edición del Supplementum de 1581: «acompañé además en la otra impresión la presente obra con un retrato de las ciudades de Italia, cre- yendo satisfacer al lector [...]. Pero ya que a cambio de la gracia universal 32 Acerca de las ediciones venecia- nas y de sus variantes respecto a la original y entre ellas, cfr. G. PE- TRELLA, «“L’opera sarà molto bona e venale”. Le edizioni cinquecen- tesche della Descrittione d’Italia di Leandro Alberti», en ID. Uomini, tor- chi e libri… cit., pp. 189 – 233. Cfr. además la edición facsímil de la edi- ción de 1567-1568 con diferentes estudios introductivos: Descrittione di tutta Italia di F. Leandro Alberti Bo- lognese. Aggiuntavi la Descrittione di tutte l’isole. Riproduzione anastatica dell’edizione 1568, Venezia, Ludovi- co degli Avanzi. Con aparato critico regionale, 3. vols., Bérgamo, 2003. 33 Sobre los polígrafos de la Vene- cia del siglo XVI: C. DI FILIPPO BA- REGGI, Il mestiere di scrivere. Lavoro intelettuale e mercato librario a Ve- nezia nel Cinquecento, Roma, 1988. 34 Sobre Francesco Sansovino, cfr. E. A. CICOGNA, Delle iscrizioni vene- ziane, Venecia, 1894 (ed. facsímil: Bolonia, 1969), IV, pp. 31-91, G. SFORZA, «Francesco Sansovino e le sue opere storiche», en Memorie della Regia Accademia di Scienze di Torino, s. II, XLVII, 1897, pp. 27-66, P. F. GRENDLER, «Francesco Sanso- vino and Italian Popular History 1560-1600», en Studies in the Re- naissance, XVI 1969, pp. 139-180, C. DI FILIPPO BAREGGI, Il mestiere di scrivere… cit., ad indicem, y E. BO- NORA, Ricerche su Francesco Sanso- vino. Imprenditore librario e lettera- to, Venecia, 1994. Sobre los intereses artísticos de Sansovino y su capa- cidad crítica en materia pictórica: E. CARRARA, «Francesco Sansovino letterato e intenditore d’arte», en Arte Veneta, 59, 2002, pp. 229-238. 35 F. SANSOVINO, Venetia città nobilissi- ma et singolare, Venecia, Giacomo San- sovino, 1581. Tuvo dos reediciones, una ampliada por G. STRINGA en 1604 (Ve- necia, Altobello Salicato), y otra de 1663 actualizada por G. MARTINIONI (Vene- cia, Stefano Curzi, 1663). Existe una reproducción facsímil de la edición ori- ginal (presentación de A. PROSPERI, Bér- gamo, 2002) y otra de la de 1663 con 130 A rquitectura y ciudad. M em oria e im prenta 3º Santiago Arroyo:CAPITULO 3 13/01/10 13:13 Página 130 me gané más que otra cosa odio, en esta impresión he quitado las dichas ciudades, porque muchos que me informaron de ser honrados con escri- turas públicas me dieron informaciones no veraces de sus hechos. Otros por haber tenido la fortuna de su parte: haciéndose ricos y por ello repu- tados nobles por la opinión estúpida del vulgo, querían ser antepuestos a aquellos que siendo nobles por centenares de años y valerosos o por las letras o por las armas, habían sin embargo creado una cierta pobreza. De manera que viendo yo que para vestir el burro con paños de oro no po- día cambiar su nombre, ni su esencia, y que el león, aunque esté desnudo, es siempre león, y por tanto es respetado entre los otros animales, he querido eliminar lo que escribí en esta segunda impresión»47. Pero que Francesco aluda a estas tensiones motivadas por su selec- ción de familias no quiere decir que fuesen las únicas que pudieron oca- sionar polémica. Un simple vistazo superficial de la publicación basta para encontrar otro argumento alarmante. Como es lógico, Sansovino dedica una extensión a cada ciudad en relación proporcional a su importancia: a Brescia consagra 13 páginas, a Florencia 12, a Ferrara 13, a Génova 12, a Milán incluso 25, a Nápoles 14, a Padua 12, a Verona 14 y a Venecia 19. Frente a cifras tan elevadas, pues, sorprende el retrato superficial de la ciudad de Roma en tan sólo dos páginas, de lo que se excusa sumaria- mente declarando que, puesto que es «conocida a todas las personas, de- bería pasar en silencio, porque decir poco no basta, y razonar mucho no conviene en el presente. Diremos pues lo que nos parezca respecto a nuestra intención»48. Y otro detalle que levanta sospechas de falta de ob- jetividad es el esfuerzo de Francesco por asegurarle un jerárquico último puesto (virtual) a Venecia49. A pesar de ser romano de nacimiento, Fran- cesco nunca se sintió tal; no pocas veces se declaró florentino de cora- zón, y no casualmente hoy día es conocido por haber sido histórico pro- pagandista de Venecia50. Aspectos que se reflejan perfectamente en el Ritratto, para desgracia de Roma. Pero el hecho de que Sansovino renegase tan sinceramente del Ritrat- to en el prólogo de su segunda edición del Supplementum no quiere decir que no reaprovechase su material. Ya desde el momento en el que excu- sándose por el trato superfluo del Ritratto había declarado que dejaba en el tintero «otras cosas que me reservo para otra ocasión» daba a enten- der que tenía en mente una obra más ambiciosa. Y ésta sería su Origine e fatti delle famiglie illustri d’Italia, que precisamente vio la luz en 1582 en la imprenta de Altobello Salicato51, el año posterior a la segunda edición del Supplementum. El Origine, que parece también retomar y ampliar la terce- ra parte dedicada a las genealogías de la Cronologia del Mondo escrita y autofinanciada por el mismo Sansovino en 1580, ha sido acusado de pla- gio por Giuseppe Zonta y la crítica moderna respecto a otra obra manus- crita de semejante argumento y título (Origini e fatti delle famiglie illustri) redactada por Giuseppe Betussi, que nunca fue publicada52. Fortuna diferente ha corrido su Venetia città nobilissima. El hijo del ar- quitecto y escultor que le lavó la cara a la Plaza de San Marcos, a pesar de los adolescentes lances rebeldes en contra de su padre y de su profe- sión debidos al continuo desprecio manifestado por el artista respecto a índice analítico de L. MORETTI (2 vols., Venecia, 1968). Sobre la obra, cfr. E. BONORA, Ricerche su Francesco Sanso- vino… cit., pp. 163-194. 36 F. SANSOVINO, Ritratto delle piv no- bili et famose citta d’Italia, Venecia, [Francesco Sansovino], 1574, en G. F. FORESTI, Sopplimento delle Croniche uniuersali del mondo… tradotto nuoua- mente da M. Francesco Sansouino… Con un ritratto delle piu nobili citta dell’I- talia, Venecia, [Francesco Sansovino], 1575. El Ritratto está presente en la exposición: [Cat. nº 33]. 37V. FONTANA, «Immagini di città ita- liane…»… cit., p. 55. 38 Cfr. E. BONORA, Ricerche su Fran- cesco Sansovino… cit., p. 40. 39 F. SANSOVINO, Ritratto… cit., fol. 3 r. Giancarlo Petrella («“L’opera sarà mol- to bona e venale”…»… cit., p. 230, nota 57) sospecha además que la edición veneciana de la Descrittione albertiana de Altobello Salicato de 1586 podría reaprovechar material de Francesco que habría llegado al impresor tras la muerte del polígra- fo en 1584, cuando su hijo Giaco- mo Sansovino delegó en él toda he- rencia editorial del padre. 40 Sobre el Ritratto, cfr, E. A. CICOG- NA, Delle iscrizioni… cit., p. 42, n. 7 y p. 69, n. 63, P. F. GRENDLER, «Fran- cesco Sansovino…»… cit., p. 168, C. DI FILIPPO BAREGGI, Il mestiere di scrivere… cit., p. 68, y E. BONORA, Ricerche su Francesco Sansovino… cit., pp. 40-41 y 71 (nota 30). 41 G. F. FORESTI, Sopplimento delle Cro- niche… cit., fols. 704 r-709 r. Sobre Al- berigo Cybò Malaspina, marqués de Massa y Carrara, también destinata- rio siete años antes de la carta dedi- catoria de la edición veneciana de la Descrittione albertiana de 1567-1568 de Ludovico degli Avanzi, cfr. G. PE- TRELLA, «“L’opera sarà molto bona e ve- nale”…»… cit., pp. 219-223 (con am- plia bibliografía): «Justo en aquellos años [el marqués] se estaba apasio- nando por los estudios eruditos, tan- Re tr at ar la c iu da d en la V en ec ia d el C in qu ec en to .D e Ja co po d e’ Ba rb ar i a F ra nc es co S an so vi no 13 1 3º Santiago Arroyo:CAPITULO 3 13/01/10 13:13 Página 131 to por sincero interés como, sobre todo, por el deseo de ver ensalzada su propia estirpe por panegiristas e historiadores aduladores» (p. 219), como demuestra el carteo entre el marqués y el escritor-escultor Dane- se Cattaneo (que hizo de interme- diario de Francesco) respecto a la edi- ción del Supplementum (pp. 220-221, nota 43; cfr. también G. SFORZA, «Fran- cesco Sansovino…»… cit., pp. 41-43 y 58-59). 42 G. F. FORESTI, Sopplimento delle Croniche… cit., fol. *3 r. 43 F. SANSOVINO, Ritratto… cit., fols. 126 v-135 v. 44 S. UGONI, Discorso... cit. 132 A rquitectura y ciudad. M em oria e im prenta sus intereses literarios53, se yergue sin embargo como heredero de las maravillas del padre54. Y no olvida subrayar esa parentela, directa o indi- rectamente, bajo diferentes formas55, siendo la principal, como hemos tenido la ocasión de comprobar, la descripción de sus monumentos. Com- pila así la crónica más completa de la Venecia que habían dejado atrás Ja- copo Sansovino, Tiziano Vecellio y Andrea Palladio y que veía las últimas obras de Paolo Veronés y Jacopo Tintoretto. Fueron estos ar tistas los que mayormente contribuyeron a la evolución de aquella Venecia que había retratado Jacopo de’ Barbari en el 1500. La misma Venecia que des- de hacía más de un siglo era polo de atracción de autores, editores, polí- grafos e impresores. Los generosos fondos de la Biblioteca Histórica de la Universidad Complu- tense Marqués de Valdecilla (referenciada como BH) han permitido este viaje a través de las ciudades capturadas por la imprenta veneciana del siglo XVI, que hemos intentado sea lo más coherente posible. Quiero agradecer al profesor Diego Suárez Quevedo esta invitación, no más que su confianza. Todas las tra- ducciones de las citas italianas (menos aquella referida en nota 22) son mías. 3º Santiago Arroyo:CAPITULO 3 13/01/10 13:13 Página 132 45 F. SANSOVINO, Ritratto… cit., fols. 25v-31r. 46 Ibid., fol. 3 r. 47 G. F. FORESTI, Sopplimento delle Cro- niche... Tradotto nuovamente da M. Fran- cesco Sansovino, nel quale si contengo- no tutte le cose avvenute nel mondo… fino a quest’anno presente 1581…, Venecia, Altobello Salicato, 1581 (la alusión al Ritratto ha desaparecido), en el prólogo “A lettori”, pp. *3f-*3r. Conviene señalar que las primeras páginas de esta edición están ilustra- das con pequeñas escenas bíblicas. 48 F. SANSOVINO, Ritratto… cit., pp. 102f-102r. 49 El orden alfabético de las ciuda- des es irregular ya que sólo se man- tiene con las letras iniciales, lo que no parece casual a la hora de ad- judicarle el último puesto a Vene- cia; pero éste es en realidad “vir- tual” ya que al final de la obra vuelve a escribir sobre algunas ciudades de las que ya ha tratado o que en un principio no había contempla- do, y que hacen que el orden se pierda en las últimas páginas. Re tr at ar la c iu da d en la V en ec ia d el C in qu ec en to .D e Ja co po d e’ Ba rb ar i a F ra nc es co S an so vi no 13 350 Renegando incluso de su nacimien- to romano, Sansovino se define en la carta dedicatoria de la Venetia città nobilissima a Bianca Cappello de’ Me- dici como «toscano por naturaleza […] y véneto por elección» (fol. *2 r). Elena Bonora (Ricerche su Fran- cesco Sansovino… cit., pp. 82-83) se- ñala una pertenencia “psicológica” de Francesco a Florencia, recordan- do que el escritor llegó a llamar Fio- renza a su hija. 51 La BH posee una edición vene- ciana tardía de la obra: Combi y La Noù, 1670 [BH FLL 37451]. 52 G. ZONTA, «Note betussiane», en Giornale storico della letteratura italiana, LII, 1908, pp. 231 ss; C. MU- TINI, voz «Betussi, Giuseppe», en Di- zionario Biografico degli Italiani, 9, Roma, 1967, pp. 779-781; C. DI FI- LIPPO BAREGGI, Il mestiere di scrive- re… cit., pp. 176 y 188 (nota 159). 53 En una de las Lettere sopra le die- ce giornate del Decameron (Vene- cia, Baldassare Costantini, 1542, fol. 53 r), Francesco dice expresamen- te que la pintura «es más noble que la escultura», en contra de la pro- fesión de su padre. Cfr. E. CARRA- RA, «Francesco Sansovino…»… cit., p. 231 y 236 (nota 36). 54 Y no sólo, ya que en 1570, año de la muerte de Jacopo, vence la batalla legal que le adjudica una pa- ga anual de 60 ducados por los pa- gos no realizados al padre. Cfr. P. F. GRENDLER, «Francesco Sansovi- no…»… cit., p. 142 (nota 2). 55 Reconciliándose son su padre, en el prólogo de L’edificio del corpo hu- mano..., Venecia, Comin da Trino di Monferrato, 1550 (del que la BH po- see un ejemplar [BH MED 909]) anuncia que ha preferido el título “Edi- ficio” al de “Anatomía” porque esta última no conseguiría, por sí sola, des- cribir el cuerpo humano, ya que ello se debía hacer «no solamente con palabras» sino también «dibujo», anunciando que en una futura edi- ción «pondremos a la luz bellísimas anatomías de mano de M. Jacopo Sansovino, mi honradísimo padre» (p. 4). Algo que no se realizará jamás. 3º Santiago Arroyo:CAPITULO 3 13/01/10 13:13 Página 133 Nacido en Roma en 1521, Fran- cesco abandonó la ciudad junto a su padre, el arquitecto y escul- tor Jacopo Sansovino, tras los dis- turbios del Saco (1527) para ins- talarse en Venecia con sólo seis años de edad. Desde su juventud, Francesco manifestó un crecien- te interés por el mundo huma- nístico y editorial veneciano que se contrapuso a los deseos de su padre, quien le envió a estudiar derecho a Padua (1536-1541), donde sus contactos con la Ac- cademia degli Infiammati avivaron sus intereses literarios, y a Bolo- nia (1542-1543). Los años de ten- sión entre padre e hijo, de los que es interlocutor Pietro Aretino, aca- baron con la breve estancia de Francesco en la curia papal roma- na de Julio III (1551-1552) tras la que se asentó definitivamente en Venecia, iniciando una importan- te carrera como autor, editor y traductor de obras de variado ar- gumento. Trabajó además como impresor por cuenta propia bajo la empresa “Al segno della luna crescente”. El Ritratto delle piv nobili et fa- mose citta d’Italia es una descripción literaria en orden alfabético de las principales ciudades italianas. Fran- cesco la publicó en 1575 (aunque la portada lleve la fecha 1574) co- mo apéndice de su edición-traduc- ción autofinanciada del Supplemen- SANSOVINO, FRANCESCO, 1521-1586 Ritratto delle piv nobili et famose citta d’Italia In Venetia [Francesco Sansovino, editor] 1575. [BH FLL 12128] 33 134 A rquitectura y ciudad. M em oria e im prenta 3º Santiago Arroyo:CAPITULO 3 13/01/10 13:13 Página 134 tum Chronicarum de Giacomo Fi- lippo Foresti, lamentando no po- der resultar lo preciso que hubiera deseado por serle «requerido que se publicase la presente crónica» con urgencia, reconociendo por ello que para completar el Ritratto ha- bía recurrido a diversos escritores, «especialmente a [Leandro] Alber- ti» (p. 3f), autor de la Descrittione di tutta Italia (1ª ed. 1550) a quien Fran- cesco debió conocer en Bolonia. La obra en cuestión, no obstante, a pesar de acompañar a la traducción del Supplementum, puede conside- rarse independiente pues cuenta con portada y numeración propia, y con prólogo “A lettori” y carta de- dicatoria diferentes (el destinatario en este caso es el condottiero al ser- vicio de Venecia Antonio Martinen- go, original de Brescia, ciudad en cu- yo retrato encontramos el perfil genealógico de su familia, pp. 10f- 11r). El argumento más querido a Sansovino es la relación de hom- bres y familias ilustres de cada ciu- dad, lo que muchas veces sacrifica su descripción físico-monumental. De entre los “retratos”, de desigual calidad, sorprende la extensión que ocupan las ciudades principales de la península (Milán, Venecia, Nápo- les) frente a Roma (que tan siquie- ra llega al folio: 102r-102v). Roma- no de nacimiento, florentino de corazón y véneto por elección, Fran- cesco no casualmente reserva a Ve- necia el último retrato del libro (o el que debería considerarse como tal, pues al final de la obra rompe el orden alfabético al aportar nue- va información sobre ciudades ya tratadas y al incluir otras que en prin- cipio no habría contemplado). A pe- sar de prometer volver sobre el ar- gumento en el futuro, en la segunda edición del Supplementum (1581) se muestra tan desencantado por el «odio» que el Ritratto le ha pro- curado al desencadenar la ira de ciertas familias insatisfechas con el trato recibido que decide renun- ciar a él. Lo que no significa que abandone el material recopilado, que destinará en parte a su Origine e fatti delle famiglie illustri d’Italia (1ª ed. 1582) y, en lo que se refiere a Venecia, a su popular Venetia città nobilissima (1ª ed. 1581). Addenda: el Ritratto se encuen- tra al final de la edición y traduc- ción de Francesco Sansovino de Giacomo Filippo FORESTI DE BERGAMO: Sopplimento delle Cro- niche universali del mondo, Vene- cia [Francesco Sansovino], 1575; éste ocupa la última sexta parte del libro, más o menos y, aunque la signatura pueda dar a enten- der que son dos volúmenes, se trata únicamente de uno. [SAE] Re tr at ar la c iu da d en la V en ec ia d el C in qu ec en to .D e Ja co po d e’ Ba rb ar i a F ra nc es co S an so vi no 13 5 3º Santiago Arroyo:CAPITULO 3 13/01/10 13:13 Página 135 4º Concepción Lopezosa:CAPITULO 4 13/01/10 13:13 Página 136 L UMINARIAS y fuegos de artificio fueron recursos tradicionalmente empleados para lograr el máximo esplendor en momentos puntuales o como colofón de las jornadas festivas, tanto de naturaleza civil como re- ligiosa, ocurridas en la Edad Moderna, espectáculos tan brillantes como efí- meros que lograron, sin embargo, perpetuarse en la memoria tanto de quienes los presenciaron, como ser imaginados por los que no pudiendo gozar de tan sorprendentes puestas en escena, consiguieron recrear una realidad de amplio alcance, integrada por otros tantos episodios y elemen- tos, gracias a las crónicas que, con fines fundamentalmente propagandísti- cos, a modo de manuscrito o tras el paso por la imprenta, constataron al tiempo que divulgaron tanto la dimensión del hecho, como la singularidad de todos y cada uno de sus componentes; pormenorizadas y prolijas des- cripciones que, sobre aspectos relativos a la organización, duración, deco- raciones o músicas, siguen siendo la fuente principal e imprescindible para el estudio de unos actos verdaderamente sorprendentes, una forma de es- pectáculo total cuya importancia no sólo ha generado numerosos traba- jos, sino que continúa invitando a la reflexión desde cualquiera de los múl- tiples aspectos derivados de su condición multidisciplinar, un asunto que también ha centrado nuestra atención, y a cuyo panorama pretendemos contribuir con un texto concebido de alguna manera como fin de fiesta o conclusión de un recorrido festivo emprendido tiempo atrás. Un proyecto de investigación fundamentado en el estudio sobre Arqui- tectura y Ciudad en los siglos XVI-XVII a través de las fuentes literarias de los fondos de la Biblioteca Histórica Marqués de Valdecilla, nos permitió, a partir de un análisis directo de las relaciones referidas a cualquier tipo de episo- dio celebrativo, canonizaciones, entradas reales, exequias o viajes institucio- nales, trabajar sobre el binomio fiesta y ciudad, indisoluble en la Edad Mo- derna, con la intención de valorar la implicación de la ciudad como escenario en las ceremonias, determinar los mecanismos de apropiación y transfor- mación del contexto urbano durante los festejos y reiterar la repercusión del hecho festivo en las urbes una vez acontecidos. Fueron muchos los FIESTA Y CIUDAD. INSTRUMENTALIZACIÓN DEL ESPACIO URBANO: DEL REGOCIJO AL RECOGIMIENTO CONCEPCIÓN LOPEZOSA APARICIO A Virginia Tovar Martín 4º Concepción Lopezosa:CAPITULO 4 13/01/10 13:13 Página 137 ejemplares localizados, más de un centenar, reflejo por otra parte de la ri- queza de los fondos de la Biblioteca Histórica, lo que vino a corroborar el valor de la fiesta en el período que nos ocupa y las posibilidades de inves- tigación que el tema permite, constatando cómo las relaciones resultan fundamentales para afrontar cualquier investigación en esta dirección, da- da la copiosa y diversa información que contienen. Los óptimos resultados del proyecto1 ofrecieron la posibilidad de pre- sentarlos a través de una exposición organizada en base a una selección de ejemplares, los más representativos e importantes de cada uno de los itinerarios que fundamentaron el trabajo, que finalmente se ha concreta- do en esta muestra, sin duda la vía más eficaz de mostrar los resultados de la investigación y principalmente de divulgar la riqueza de los propios fondos de la Biblioteca Histórica. Dada la temporalidad limitada con la que se conciben este tipo de eventos, sirva este texto como recuerdo del recorrido fiesta y ciudad, a fin de dejar constancia de algunas de las reflexiones sobre el escenario festi- vo y su articulación durante las celebraciones, los mecanismos y recursos de alteración de la ciudad real o los planes de intervención sobre la reali- dad cotidiana. De entre el gran número de crónicas localizadas, la elección para ilustrar este recorrido al tiempo que para fundamentar este estudio, se ha realizado en función de diferentes parámetros. La riqueza y especta- cularidad de las ediciones conservadas, prácticamente en su totalidad ilus- tradas con un buen número de grabados, de excelente calidad y muchos de ellos concebidos por artistas de renombre, ha sido una de las razones de peso a la hora de determinar la elección, por presentarse en sí mismas como valiosos referentes visuales, uno de los principales objetivos de la exposición, si bien hemos pretendido ofrecer con el repertorio seleccio- nado un panorama amplio que nos permitiese determinar una serie de cuestiones, análisis y lugares comunes aplicables a la fiesta en cuanto fenó- meno colectivo y abarcable en sentido general, independientemente de su naturaleza lúdica o luctuosa. Tres han sido los grupos de impresos que hemos manejado, referidos tanto a celebraciones de naturaleza civil como religiosa. Respecto a estas últimas elegimos dos crónicas sobre ceremonias de canonización, por ser las fiestas de carácter extraordinario más importantes del calendario litúr- gico, con una relevancia tal como para generar eventos equiparables en fasto y esplendor a las Entradas Reales, los más significativos de todos los actos festivos. Las fiestas de canonización de San Pedro de Alcántara en Madrid [Cat. nº 36] y las de San Fernando en Sevilla [Cat. nº 37], ocurridas contemporáneamente, nos han permitido determinar la trascendencia de estos ceremoniales y el programa de apropiación sobre la ciudad durante las jornadas festivas. En el segundo apartado integrado por una serie de relaciones sobre los que hemos denominado viajes institucionales [Cat. nº 46-47-48-49], hemos pretendido dimensionar la significación de la fiesta, al afectar no sólo a un lugar o escenario determinado sino a dilatados tra- yectos, recorridos de amplia duración que generaron una repercusión mu- cho más extensa del hecho festivo, realidades en las que la relación entre imprenta y propaganda política se manifestó de manera más clara. 1 SUÁREZ QUEVEDO, D. DÍAZ MORENO, F. LOPEZOSA APARI- CIO, C. RIELLO VELASCO, J. “Ar- quitectura y Ciudad, siglos XVI y XVII”, Pecia Complutense, nº 5, 2006, pp. 1-14. 138 A rquitectura y ciudad. M em oria e im prenta 4º Concepción Lopezosa:CAPITULO 4 13/01/10 13:13 Página 138 El último grupo lo componen un conjunto de relaciones referidas a exequias reales, tanto de reyes como de reinas, a fin de analizar algunos as- pectos sobre el tratamiento y celebración de los hechos fúnebres. De una parte hemos confrontado los actos en memoria de un mismo monarca, organizados coetáneamente en diferentes escenarios, a fin de establecer paralelismos o disociaciones en el tratamiento de un mismo ritual. Las hon- ras celebradas en honor de Felipe IV, tanto en la Corte [Cat. nº 39] como en diferentes puntos del ámbito italiano, Florencia [Cat. nº 40] y Lecce [Cat. nº 41], sirven de principal referente a este apartado. Las exequias de Carlos V en el virreinato de la Nueva España [Cat. nº 38] nos ha permitido reflexionar sobre las particularidades que en determinados puntos de los territorios hispánicos presentaron estos ceremoniales. Con la misma pre- tensión hemos afrontado las ceremonias de defunción como homenaje a las consortes, tanto en la Corte [Cat. nº 45] como en otros territorios de- pendientes de la Corona [Cat. nº 44], con la intención de pautar diferen- cias o consolidar aspectos afines, al tiempo que algunos de los textos no han posibilitado la valoración de iniciativas que algunas instituciones como la Universidad tuvieron en la preparación de estos rituales [Cat. nº 42]. Resulta incuestionable en la actualidad el valor de la fiesta, en el senti- do más amplio del término, civil o religiosa, de la alegría o del dolor, du- rante la Edad Moderna2. Recurso concienzudamente orquestado para la transmisión de ideas, creencias y valores tanto políticos como religiosos, se consolidó como el instrumento de poder más eficaz enmascarado ba- jo una apariencia lúdica. El carácter propagandístico de estos acontecimientos, auténtica esen- cia y justificación de los mismos, requirió de su dimensión pública para lo- grar su cometido, de ahí que la ciudad se convirtiese en el elemento fun- damental por constituir el escenario donde se desarrollaba la acción y puesta en escena de los mecanismos precisos para la difusión de los con- tenidos que avalaron cada evento, tan impactantes como sorprendentes de cara a un público que como anonadado receptor, asumió, al tiempo, el papel de actor en la función general, y en ese sentido pieza clave para el desarrollo de unas representaciones perfectamente pautadas a fin de lo- grar el resultado convenido. Establecido el compromiso que acreditaba la celebración, ya fuese na- cimiento, casamiento, canonización, defunción o cualquier acontecimiento meritorio de ser conmemorado, se activaba el complejo engranaje a car- go de la ciudad que, como institución, debía asumir la obligación de pre- parar los festejos pertinentes conforme a lo establecido según etiqueta y protocolo, que, tanto en su organización como en la imagen resultante, suponía una responsabilidad y exigencia casi siempre gravosa, compartida, en mayor o menor medida, dependiendo de las fiestas, con otros organis- mos, gremios, corporaciones u órdenes religiosas, que, en calidad de invi- tados, colaboraban en la preparación de los eventos. La duración de los festejos, la programación de actos y el proyecto de decoración de los iti- nerarios oficiales dependió de los presupuestos arbitrados, casi siempre un esfuerzo económico más que notable, del que dependió en gran me- dida la brillantez o austeridad de las celebraciones, un resultado que obe- 2 El interés suscitado por el tema ha generado una amplísima biblio- grafía, remitimos por ello al traba- jo GARCÍA GARCÍA, B., LOBATO, Mª L., (Coords): La fiesta Cortesana en la época de los Austrias, Junta de Castilla y León , 2003, por enten- der que se trata de un referente fun- damental no sólo por la calidad y diversidad de los trabajos que com- ponen la obra sino por el comple- to repertorio bibliográfico que apor- ta, exhaustivamente organizado por temáticas específicas, desde el en- tendimiento del carácter multidis- ciplinar del hecho festivo. Fi es ta y c iu da d. In st ru m en ta liz ac ió n de l e sp ac io u rb an o: d el r eg oc ijo a l r ec og im ie nt o 13 9 4º Concepción Lopezosa:CAPITULO 4 13/01/10 13:13 Página 139 deció además al grado de compromiso que comportaba cada festejo, o a la capacidad de actuación, estableciéndose claras diferencias entre la cui- dada planificación de algunos eventos frente a la rapidez e improvisación que comportaron los hechos más inesperados. El común denominador de todas las celebraciones fue su proyección pública, su presentación al espectador, de ahí la apropiación del espacio urbano que, como receptáculo y proscenio, debía acondicionarse para el desarrollo y puesta en marcha de todos y cada uno de los episodios pro- gramados en las calles y plazas constitutivas del itinerario por el que ha- bría de discurrir el cor tejo procesional, presente en todos los festejos que, protocolariamente organizado suponía la contundente manifestación del orden social establecido. Cada cual ocupaba el lugar preciso que le correspondía, como integrante de las comitivas o como parte de la con- currencia que absorta contemplaba cada uno de los episodios sucedidos durante las celebraciones. Con relativa frecuencia, la ciudad se vistió de fiesta, se transformó, alte- ró su imagen, cambió su semblante y mudó su apariencia habitual, si bien no fue una modificación ni global ni permanente sino un cambio tempo- ral referido únicamente a los trayectos cuidadosamente definidos en fun- ción de diversos intereses. La conveniencia de incorporar determinados hitos religiosos o civiles, al tiempo que la integración de los ejes viarios más apropiados de las ciudades o los espacios más representativos de las mismas, generaron los recorridos que podríamos calificar de instituciona- les, que consolidaron los escenarios oficiales de la fiesta, válidos para cual- quier tipo de evento, civil o religioso, cuya modificación, en ocasiones, de- pendió de circunstancias concretas. La transformación del itinerario en espacio noble y monumental fue consustancial a la fiesta. Teatralidad, escenografía, artificio y efímero fueron términos que definieron el universo fantástico y ficticio promovido, perse- guido y logrado a partir de toda una serie de medidas perfectamente pla- nificadas e imbricadas. Los mecanismos fueron diversos. El aspecto real cotidiano de la ciu- dad se consideró en general pobre e inapropiado, de ahí la búsqueda constante de una máscara digna, grandiosa y noble, en sintonía y acorde a la naturaleza de los festejos pertinentes. Resulta curioso observar có- mo no se derrocharon esfuerzos en construir estructuras arquitectóni- cas magnas y colosales con las que ennoblecer temporalmente los traza- dos, al tiempo que la arquitectura existente quedaba total o parcialmente oculta, bien porque no respondía a las exigencias mínimas arquitectóni- camente hablando o porque a pesar del grado de nobleza que presenta- ban, se entendía que con determinados recursos, como la aplicación de pinturas, disposición de ricas telas, tapices o adornos florales se lograba una cara nueva del edificio, un decorado que era posible cambiar fiesta tras fiesta, mecanismos por tanto a tener en cuenta en las reflexiones y diálogos que cimentaron los debates sobre la propia definición de ciudad ideal durante la Edad Moderna. Sin duda los elementos más impactantes, verdaderamente espectacu- lares, con los que se logró la transformación de la ciudad, fueron las ar- 140 A rquitectura y ciudad. M em oria e im prenta 4º Concepción Lopezosa:CAPITULO 4 13/01/10 13:13 Página 140 quitecturas efímeras cuidadosamente dispuestas en puntos estratégicos del itinerario, a fin de lograr la imagen perseguida y respuesta a las nece- sidades y exigencias protocolarias. La antigüedad se convirtió en el princi- pal referente de las fiestas, tanto en las imágenes simbólicas, como en la tipo- logía formal de los elementos arquitectónicos que en ellas se emplearon. Los arcos de triunfo constituyeron los hitos y emblemas de las principa- les celebraciones, civiles y religiosas, la imagen por excelencia de la gran- diosidad pretendida, si bien no faltaron parnasos y altares de espectacu- lares y caprichosas formas que enriquecieron el variado y rico repertorio de arquitectura fantástica, escenográfica y teatral que generó la celebra- ción de los actos festivos. La construcción de las fábricas efímeras corrió a cargo de los artistas más relevantes del momento. Arquitectos, pintores, escultores y decora- dores de renombre participaron en su creación contribuyendo al proce- so de cambio de la ciudad, manifiesto de la auténtica consideración del hecho festivo, que desde un punto de vista artístico, por su complejidad, diversidad y envergadura constituyó una forma de arte superior, comple- ta y global. La naturaleza temporal de las estructuras permitió a los artis- tas mostrarse más libres en sus concepciones, definiendo planteamientos de mayor fantasía y derroche de imaginación, al tiempo que la periodici- dad de las celebraciones generó un ejercicio continuo y evolutivo de for- mas y presupuestos que tendría una repercusión verdaderamente nota- ble sobre la arquitectura permanente. El escenario cuidadosamente conformado cobraba vida durante los fes- tejos, a partir de la planificada puesta en escena en la que no faltó la música, danza, naumaquias, torneos, luminarias, fuegos de artificio, espectáculos que contribuyeron a un cambio permanente de decorado sobre el ya transfor- mado, cambiante y en sintonía con cada uno de los actos programados. Del mismo modo que se logró una imagen de ciudad acorde a la idea de triunfo y regocijo, la celebración de actos luctuosos comportó la defi- nición de la imagen del dolor asociado a la muerte. El semblante de ciu- dad entregada al duelo se hizo visible en las negras colgaduras que en se- ñal de luto ocultaron las portadas de los templos, evidencia explícita de los escenarios de los principales ceremoniales y proscenio de los auténti- cos hitos de estas celebraciones, los túmulos y catafalcos. El silencio, en definitiva el recogimiento, presidió los cortejos oficiales que, como símbo- lo de adhesión, compusieron autoridades y pueblo, actores y público en el último recorrido, siempre triunfal, de las personas reales. La instrumentalización del espacio urbano planeada con antelación permitió en todos los casos seleccionados la consecución de una imagen magna, colosal y noble de la ciudad que sirvió de escenario durante la celebración de los actos programados, arquitecturas efímeras y todo ti- po de recursos permitieron su consecución, si bien no queremos dejar de señalar la repercusión verdaderamente significativa que la fiesta, como fenómeno, tuvo sobre la ciudad real, sobre el escenario cotidiano que volvía a la normalidad días después de ocurridos los festejos. Las arqui- tecturas efímeras se desarmaban y sus materiales se pregonaban al me- jor postor, sólo de forma excepcional se concretaron como definitivas3, 3 Algunos arcos de triunfo construi- dos para las entradas reales se cons- tituyeron posteriormente como de- finitivos, valga como ejemplo la Puerta Nueva de Palermo o el Arco de San- ta María en Burgos. Un proceso si- milar ocurrió con la primitiva puer- ta de Alcalá en Madrid, cuyo origen fue el arco ideado por Patricio Ca- jés, para dignificar la entrada de Mar- garita de Austria en la Corte. LO- PEZOSA APARICIO, C. “Precisiones y nuevas aportaciones sobre la pri- mitiva Puerta de Alcalá. Del arco de Cajés a la propuesta de Ardemans”, Anales de Historia del Arte , vol. 14, Madrid, 2004, pp. 181-191. Fi es ta y c iu da d. In st ru m en ta liz ac ió n de l e sp ac io u rb an o: d el r eg oc ijo a l r ec og im ie nt o 14 1 4º Concepción Lopezosa:CAPITULO 4 13/01/10 13:13 Página 141 las colgaduras y el resto de las decoraciones también se desmontaban, si bien las rectificaciones, alineaciones, pavimentados o allanamiento de trazados impulsados al hilo de los festejos como par te de la prepara- ción de los escenarios, a fin de alcanzar las mejores condiciones visuales y de transitabilidad de los recorridos, quedaban como mejoras de la ciu- dad real que en este sentido se fue definiendo a ritmo de fiesta. Cree- mos de interés señalar que estas operaciones, en buena parte de los ca- sos, lejos de entenderse como meros parcheos, precisos y puntuales, se concibieron no sólo para servir al fin preciso de adecuación de los es- cenarios sino con la intencionalidad de que resultasen mejoras perma- nentes y definitivas para la ciudad, acaso reflejo de la mentalidad urbana moderna empeñada en conseguir el mayor grado de ornato y policía a partir de rectificaciones, alineaciones o mejoras de las condiciones bási- cas de habitabilidad y en ocasiones, punto de partida de operaciones de mayor envergadura y alcance sobre la ciudad4. La temporalidad limitada de las arquitecturas efímeras lejos de conver- tirlas en meras anécdotas tuvieron del mismo modo una repercusión ver- daderamente significativa sobre la ciudad, sobre las arquitecturas perma- nentes que tomaron como referente formas y tipologías ensayadas en las fábricas de car tón piedra, tanto en las que transformaron los espacios abiertos como en los túmulos o catafalcos cuyas tipologías en clara evolu- ción estilística, alteraron sustancialmente el interior de los templos. Aspectos decorativos, asuntos meramente económicos o disposicio- nes organizativas generaron un copioso material sobre el hecho festivo, referentes documentales que han permitido la reconstrucción de muchos de estos episodios y el análisis de múltiples aspectos relacionados, si bien la auténtica esencia y dimensión de lo acontecido en tanto que fenóme- no colectivo y recurso propagandístico se definió en las Relaciones impre- sas que como parte sustancial de los programas generales, impulsaron los patrocinadores en tanto que vehículo de divulgación de los festejos, de la grandiosidad y espectacularidad de los compromisos, y de la imagen favo- rable tanto de quienes los hicieron posible como de quien las recibía5. El propio carácter de esta particular forma literaria justificó el uso de un lenguaje exagerado y grandilocuente para la apologética y subjetiva exaltación del homenajeado, consolidándose en base a fórmulas estereo- tipadas tanto en estructura como en narrativa. De forma exhaustiva y minuciosa son descritos los contenidos icono- lógicos, las arquitecturas efímeras y las máquinas de artificio, los itinerarios que recorrieron los cortejos, el orden de los miembros integrantes de las comitivas, el ornato de los trayectos, las instituciones participantes, las mo- dificaciones de las arquitecturas permanentes, además de los sermones y oraciones que se oficiaron durante los ceremoniales, con el propósito de constatar la espectacularidad del evento pero fundamentalmente señalar la excepcionalidad del mismo con respecto a los precedentes y difícil- mente superables, tal como pudo observar el impactado gentío que, tal como siempre queda dicho, de forma masiva participó en los espectácu- los. A pesar de los lugares comunes que todos estos relatos presentan, comenta Bonet que quien ha visto una las ha visto todas6, la importancia 4 Algunos autores han insistido en esta dirección. PACHECO JIMÉNEZ, C. “Fiesta y ciudad en Talavera de la Reina en el Antiguo Régimen. Aspec- tos de la instrumentalización del es- pacio urbano en las fiestas”, Espa- cio, Tiempo y Forma, Serie IV, Hª Moderna, t. 10, 1997, págs. 295-318. PIZARRO GÓMEZ, F.J. Arte y espec- táculo en los viajes de Felipe II, (1542- 1592), Madrid, 1999, pp. 50-58. SUÁ- REZ QUEVEDO, D. “Arte efímero, exaltación monárquica y concorda- tio entre antigüedad clásica y huma- nismo cristiano: entrada triunfal y ma- trimonio real de Ana de Austria en Segovia, 1570”, Actas Congreso In- ternacional Felipe II y las Artes, Ma- drid, 2000, pp.423-452. LOPEZO- SA APARICIO, C. “Fiesta oficial y configuración de la ciudad. El caso del Prado madrileño”, Anales de His- toria del Arte, vol. 12, Madrid, 2002, pp. 79-92. 5 Sobre Relaciones y Sucesos son de referencia obligada las investigacio- nes de las historiadoras Sagrario Ló- pez Poza y Nieves Pena Sueiro de la Universidad de la Coruña. 6 BONET CORREA, A. Fiesta, po- der y arquitectura. Aproximaciones al barroco español, Madrid, Akal, 1990, pp. 8-9. 142 A rquitectura y ciudad. M em oria e im prenta 4º Concepción Lopezosa:CAPITULO 4 13/01/10 13:13 Página 142 de los eventos o los intereses que guiaron la edición de las mismas gene- ró, sin embargo, notables diferencias entre estos textos de obligada im- presión como constatación de los acontecimientos. Las más importantes no sólo fueron concebidas por brillantes plumas y se editaron en las imprentas más relevantes, sino que contaron con to- do un extraordinario repertorio visual en base a los numerosos y exce- lentes grabados, en ocasiones sobre ideas de artistas como Rubens, Muri- llo o Valdés Leal, de las decoraciones y máquinas de artificio concebidas para la ocasión, referentes que enriquecieron las ediciones convirtiéndo- las en ejemplares únicos. En ese sentido la mayor parte de las Relaciones seleccionadas para este estudio se encuentran entre las mejores de la época tanto por autoría, calidad de impresión y la brillantez de los reper- torios gráficos que presentan. Con una periodicidad determinada, lo que las convertía en actos públi- cos de obligatoriedad anual, las fiestas religiosas generales, asociadas al ca- lendario litúrgico, fueron por seguimiento, despliegue y significación equipa- rables a las celebraciones asociadas a la monarquía, cuyo respaldo fue continuo, reflejo de la implicación iglesia-corona durante la Edad Moderna7. Las ciudades se convertían durante estas piadosas jornadas en el prin- cipal escenario de representación, donde la autoridades seculares y ecle- siásticas desempeñaban el papel que en cada una les correspondía, junto a los gremios y cofradías, habituales del mismo modo en este tipo de ac- tos, que discurrían por los itinerarios establecidos en relación a la celebra- ción pertinente, unos trayectos cuya dimensión, definición y ornamenta- ción variaba dependiendo tanto del motivo de las fiestas como de las pretensiones finales de las mismas, si bien determinados hitos de las ur- bes, como las plazas mayores, el entorno de la catedral o los alrededores de la casa del rey, solían figurar como paradas obligatorias de los trayectos por los que se desarrollaban las ceremonias principales. Además de estas fiestas ordinarias, la iglesia afrontó la organización de otras de carácter extraordinario asociadas a hechos excepcionales entre los que las canonizaciones figuraron como acontecimientos destacados duran- te el siglo XVII, reflejo del culto a los santos y reliquias desde los más profun- dos valores contrarreformísticos. Las fiestas de canonización se sucedieron con frecuencia tanto en Madrid como en algunas de las principales ciuda- des de la monarquía, unas ceremonias que contaron con el respaldo de to- das las autoridades, incluido el rey que participó personalmente en los ri- tuales constitutivos de la celebración que durante varias jornadas se apropiaba de la ciudad. Las órdenes religiosas jugaron en esta ocasión un importante papel ya que de ellas dependió en gran medida la dignificación del itinerario festivo. Los altares que las diferentes casas de religión levantaban en hitos puntuales del trayecto, desde la modestia de algunos a la espectacularidad que la mayor parte de ellos mostraron, funcionaron como escaparate de valiosas piezas de plata, esculturas y pinturas en relación a momentos signifi- cativos de la vida del santo titular, al tiempo que como recursos de transfor- mación de los viales ceremoniales, clara manifestación de la adhesión y po- sibilidades con los que contaban, nunca decepcionantes. Fue habitual ennoblecer los escenarios con otro tipo de repertorios como arcos de triunfo y es- 7 DEL RIO BARREDO, Mª J. “Cul- tura popular y fiesta”, Madrid, Atlas histórico de la ciudad. Siglos IX-XIX, Madrid, 1995, pp. 324-339 Fi es ta y c iu da d. In st ru m en ta liz ac ió n de l e sp ac io u rb an o: d el r eg oc ijo a l r ec og im ie nt o 14 3 4º Concepción Lopezosa:CAPITULO 4 13/01/10 13:13 Página 143 8 Don Antonio de Huerta dio por- menorizada cuenta de las jornadas festivas, en la Relación correspon- diente, cat. 36. 9 Sobre la desaparecida iglesia de San Gil, TOVAR MARTÍN, V. Arquitectura madrileña del siglo XVII. Datos para su estudio, Madrid, 1983, pp. 249-253. 144 A rquitectura y ciudad. M em oria e im prenta tructuras concebidas a modo de proscenios para acoger las músicas y re- presentaciones que animaban las ceremonias, al tiempo que la arquitectura permanente, tanto en sus edificios destacados como en sus fábricas más modestas también se manipuló para lograr la imagen de ciudad ideal que se pretendía durante la celebración de los actos pertinentes, temporalmente transformada en ese circuito, en parte coincidente con los trayectos defini- dos en las ceremonias oficiales. La canonización de San Pedro de Alcántara a instancias de Clemente IX en 1669 generó en la corte madrileña uno de los episodios festivos de mayor esplendor de todos los que de la misma naturaleza se llevaron a cabo en la segunda mitad del siglo XVII. Durante dieciséis días se sucedie- ron los actos programados8. Tres jornadas nocturnas de fuegos y repiques de campanas perceptibles en toda la ciudad, crearon el ambiente de gozo y regocijo como preámbulo de las ceremonias principales que habían de celebrarse en la iglesia de San Gil, que por su cercanía al Alcázar se consi- deraba desde antiguo parroquia de palacio9. Las fiestas comenzaron a organizarse tras la confirmación oficial de la santidad del franciscano. Un mes se dilató la preparación del templo, princi- pal escenario de los ceremoniales, que quedó transformado en frondoso Cat. 36 4º Concepción Lopezosa:CAPITULO 4 13/01/10 13:13 Página 144 vergel merced al tapizado de flores y frutos que cubrió los muros de la iglesia, un brillante enmarque floral que dignificó las pinturas que, ubicadas en diversas zonas del recinto, daban cuenta de los diferentes episodios de la vida del Santo. La decoración más destacada se reservó para el altar mayor que señalado por una figura de la Fama quedó cubierto bajo una fantástica masa arbórea coronada por la efigie de la Virgen, de cuyas ra- mas pendían los principales santos de la orden, y en cuya copa se alzaba la imagen de San Pedro de Alcántara10. La decoración interna del templo halló correspondencia en el ornato del pórtico, engalanado del mismo modo con pinturas alusivas a diferen- tes momentos del acto de canonización junto con un retrato de Carlos II, constatación evidente del patronato regio ejercido sobre el convento y de la adhesión del monarca al proceso de santidad del franciscano. La imagen del paraíso conseguida en el interior se proyectó al exterior de la ciudad, donde los efectos de la fiesta se hicieron especialmente visi- bles en el itinerario que debería recorrer la procesión que, como punto ál- gido de los festejos, transcurriría entre las Descalzas Reales, punto de par- tida, y el propio convento de San Gil. La comitiva atravesaría el corazón de la vieja villa, especialmente engalanada en el trayecto festivo definido entre las vías y ejes más importantes del tejido urbano, calle Mayor y Platería, y en los escenarios oficiales, públicos y religiosos más significativos de la Cor- te constitutivos del trayecto San Ginés, Santa Cruz, plaza de la Cárcel de Corte, plaza Mayor, puerta de Guadalajara, San Salvador, Santa María, ar- mería del Rey, plaza de Palacio; una apropiación literal de la ciudad en su conjunto, lo que sin duda confirma la importancia de la celebración. Las calles, enrramadas de juncia, berbena y espadaña, se tranformaron en vistosas pérgolas, todo un espectáculo oloroso y visual, intensificado por el brillo de las telas y colgaduras que pendían de los balcones, deleite sin duda para los sentidos alimentado además con los acordes de las mú- sicas que debían sonar en los escenarios establecidos en determinados puntos de un recorrido magnificado con más de veinte altares, más o me- nos historiados, levantados a instancia de las diferentes órdenes, y con to- da una serie de arquitecturas efímeras, arcos de triunfo principalmente, y otras máquinas de artificio que como complemento al resto de los recur- sos lograron la dignificación y espectacularidad pretendida para los princi- pales escenarios que integraron el trayecto11. Espacios especialmente sobresalientes del trayecto fueron la plaza de San- ta Cruz, la plaza Mayor y la plaza de la Villa, los auténticos escenarios de la vi- da de la Corte, referentes fundamentales tanto en el devenir cotidiano como en los momentos más institucionales de la vida ciudadana, y por tanto los hi- tos más destacados del itinerario que funcionaban durante los ceremoniales como paradas obligadas de la comitiva, de ahí la exigencia de conseguir la mayor dignificación para estos escenarios con recursos de mayor ambición. Tanto por su edificio principal, uno de los referentes monumentales más emblemáticos de la Villa, al tiempo que una de las portadas más des- tacadas del periodo, como por su fuente, la plaza de Santa Cruz se con- solidó como uno de los principales enclaves del urbanismo madrileño, cu- ya adaptación a estas ceremonias se debió a la iniciativa de los escribanos. 10 TRIUNFOS GLORIOSOS… cat. 36, Capítulo V. Descripción del Altar : La forma de este hermoso edificio co- gía todo el presbiterio y colaterales. Componiase su frontispicio de ricas y argentadas colunas que sustentavan un triunfal arco, en cuya clave se arran- cava un escudo de armas del Pontifi- ce con unos vivos en el arte que las sustentaban.. Todo este lustroso apa- rato servia de ornamento a un tan grande y copado arbol inundado de luz que ocupava su altura todo el Pres- biterio. Su tronco se dividia en dos par- tes en forma de rayces.. la virgen nues- tra señora coronaba el arbol. En las ramas veinte santos de la serafica or- den.. En el cogollo o supremo del ar- bol llevaba su eminente trono el ca- nonizado y hermoso pimpollo San Pedro de Alcantara. 11 TRIUNFOS GLORIOSOS…, cat. 36, Capítulo VI. Descripción de los Alta- res, Arcos Triunfales y adorno de las calles para la procesión. Resulta de especial interés la disposición de los altares en el recorrido: Los Clérigos Menores colocaron altar frente a las Descalzas, los Minimos de San Fran- cisco de Paula bajando la puenteci- lla de San Ginés, los Mercedarios Descalzos a mitad de la calle Bor- dadores, los Capuchinos levantaron uno de los más espectaculares en la bocacalle de la Amargura con la calle Mayor, en la acera de las casas del Conde de Oñate el convento de Nuestra Señora de la Merced le- vantó otro, los Carmelitas Descal- zos levantaron uno en la bocacalle de San Cristóbal. En la lonja de los pies de la iglesia de San Felipe otro altar y una copiosa fuente, que arro- jaba agua por más de cuarenta años. A mitad de la calle que sube a san- ta Cruz otro altar ofrecido por el convento de la Santísimo Trinidad espectacular porque era una higue- ra natural, acompañada de otros tan- tos árboles naturales, y una fuente ochavada de jaspe fingido.El colegio de Santo Tomas levantó su altar jun- to a la parroquia de Santa Cruz. Fi es ta y c iu da d. In st ru m en ta liz ac ió n de l e sp ac io u rb an o: d el r eg oc ijo a l r ec og im ie nt o 14 5 4º Concepción Lopezosa:CAPITULO 4 13/01/10 13:13 Página 145 La fachada de la Cárcel, presidida por el retrato de Carlos II, bajo dosel en medio del balcón principal, quedó cubierta bajo telas y pinturas de ba- tallas, floreros y países. Una cenefa con emblemas alusivos a la casa de Aus- tria, funcionó como remate. El resto de las casas que definían la plaza tam- bién ofrecieron nueva imagen al quedar enmascaradas bajo brillantes colgaduras, especialmente destacadas las dispuestas del otro lado de la fuente, presididas por la efigie de la reina que junto con su esposo se su- maban simbólicamente a la procesión en este punto. La arquitectura real oculta bajo toda una serie de recursos ofrecía de este modo una imagen nueva con respecto a la fisonomía habitual, aún más transformada dada la intervención en la fuente cuya estructura sirvió de soporte a todo tipo de flores naturales que con los naranjos y otros frutales la convir tieron en hermosa primavera con las flores y rosas que la cubrían y cercaban formando entretenida labor y jardin ameno, un pensil oloroso y florido concebido co- mo noble antesala previa al paso de la comitiva a la Plaza Mayor que, ofre- ciendo una imagen habitual en este tipo de celebraciones, sus cuatro cos- tados cubiertos de tapices y ricas telas, acogió uno de los arcos de triunfo que, dispuesto en el centro de la plaza y coronado por la figura de la Fama, se construyeron para la ocasión. Lejos de ser privativos de las Entradas Reales, estas estructuras arquitectónicas, consolidadas como los recursos por excelencia en las fiestas más destacadas aportaron la nota de mayor monumentalidad del contexto urbano festivo, de ahí que la Casa Profesa, como demostración de poderío y solvencia, participase con la construc- ción de otro arco en la salida de la Plaza, concebido a manera de gruta con espejos que proyectaban una simulada ilusión de calles arboladas que como proyección de ese paraíso perseguido señalaba el camino procesio- nal hacia la puerta de Guadalajara, punto en el que los carmelitas erigieron un soberbio altar con forma de ochavo que marcaba la visión hacia la calle de la Platería que entoldada, decorada con toda suerte de flores naturales y luciendo desde sus balcones sus mejores telas funcionó de óptimo pros- cenio al magno arco de cinco vanos, financiado, como no podía ser de otro modo, por los plateros que participaron con una de las estructuras de ma- yor relevancia de todas las que jalonaron el trayecto. San Salvador y la Pla- za de la Villa, cuya fuente quedó camuflada bajo toda una secuencia de ar- cos de hiedra y pinturas constituyeron otro de los enclaves de mayor nobleza del itinerario. En las inmediaciones de Santa María se construyó un tablado para músicas y representaciones visibles desde el balcón del Ayuntamiento donde el Real Consejo asistiría a los actos. A partir de este punto el reco- rrido quedaba especialmente ligado al entorno del Alcázar. Una estructura a manera de gruta en las inmediaciones de la armería invitaba a penetrar en la calle temporalmente construida que, engalanada con las tapicerías reales, unía la real armería con la casa del Rey y ésta con San Gil, punto final del recorrido y escenario de las ceremonias principales. El propio Alcázar se sumó a las celebraciones enmascarando su facha- da bajo espléndidas colgaduras. Desde su balcón el monarca se incorporó a la procesión que con todo fasto y ritual se celebró el 29 junio. La organización de este tipo de fiestas no fue un hecho exclusivo de la Corte, sino un fenómeno que se sucedió en otros escenarios del 146 A rquitectura y ciudad. M em oria e im prenta 4º Concepción Lopezosa:CAPITULO 4 13/01/10 13:13 Página 146 panorama peninsular, cuya estructura, discurso y resultado fueron bas- tantes similares. Casi contemporáneamente a los ceremoniales referen- ciados tuvieron lugar las fiestas de canonización de Fernando III el San- to12. Había motivos verdaderamente significativos para que Sevilla se volcase en estas celebraciones que giraron en torno a un referente emblemático de la ciudad hispalense: la catedral como principal esce- nario de los festejos, cuyo interior resultó brillantemente engalanado para la ocasión. Un amplio repertorio de emblemas y pinturas con los episodios más destacados de la vida del tan querido rey-santo, se dis- tribuyó por los muros del templo, cuya cabecera alcanzó verdadera grandiosidad merced al triunfo situado en el presbiterio, potente má- quina de ar tificio de gran esplendor que halló su complemento en la rotunda decoración que, cargada de apologéticos contenidos exaltato- rios de la figura del recién canonizado, se concibió como contraporta- da del templo, acaso con la intención de contar, aunque ilusoria y tem- poralmente, con una portada digna y grandiosa inexistente en el exterior aún por concluir. Uno de los episodios pictóricos, en uno de los extre- mos de la figurada portada, situaba la escena en un fondo de ciudad, la propia urbe que se vislumbraba a través de la puerta abierta de la ca- tedral dando cuenta de la jubilosa par ticipación del público expectan- te, de este modo la ciudad real incorporada al interior y la ciudad co- 12 Al respecto, BONET CORREA, A. “Torre Farfán y la fiesta de la Ca- nonización de San Fernando en Se- villa en 1671”, TORRE FARFÁN, F. de la. Fiestas de la S. Iglesia Metropo- litana, y Patriarcal de Sevilla, al nuevo culto del Señor Rey S. Fernando el Ter- cero de Castilla y de León. Sevilla, 1671 (Edición facsímil Sevilla, 1985). ÍDEM. “El poeta Torre Farfán y la fiesta de Canonización de San Fernando en Sevilla en 1671”, Andalucía monumen- tal. Arquitectura y ciudad del Renaci- miento y Barroco, 1986. MORENO CUADRO, F. “Humanismo y arte efí- mero hispalense: la canonización de San Fernando”, Traza y Baza, nº 9, 1985, pp. 21-98. Fi es ta y c iu da d. In st ru m en ta liz ac ió n de l e sp ac io u rb an o: d el r eg oc ijo a l r ec og im ie nt o 14 7 Cat. 37 4º Concepción Lopezosa:CAPITULO 4 13/01/10 13:13 Página 147 mo telón del lienzo formaron parte de un mismo decorado, si bien no fue el único escenario en el que se recreó la imagen de la urbe, prota- gonista en algunos emblemas y pinturas, como demostración del orgu- llo y sentimiento de los sevillanos hacia su ciudad13. Del mismo modo que en el caso de la Corte la espectacularidad del escenario interno halló correspondencia en el exterior. La ciudad, en su circuito festivo, con principio y fin en la catedral, quedó magnificada a ins- tancias de los diferentes gremios. Las arquitecturas efímeras junto con las permanentes temporalmente transformadas, fuegos, músicas y danzas de- centes aunque festivas, generaron la imagen de ciudad jubilosa y noble que se perseguía, digno receptáculo para tan ansiadas ceremonias. La giralda, auténtico emblema y referente de la ciudad14, luciendo gallardetes y ban- derolas, ofreció su cara más festiva, una de las imágenes más recreadas gracias al soberbio grabado de Matías de Arteaga15. El itinerario que debería seguir la procesión tendría como punto de partida la puerta San Miguel, desde donde se iniciaba el trayecto definido en base a las principales arterias y enclaves de la ciudad. La calle Génova fue uno de los viales más destacados, planificada como una auténtica vía triunfalis. Un arco ennoblecía el acceso a la avenida que, ri- camente engalanada con telas y pinturas desembocaba en la plaza de San Francisco, cuya entrada se dignificó con otra estructura arquitectónica, co- mo la anterior simulando jaspe, y soporte de iconografías referidas a distin- tos pasajes de la vida del Santo. Con un planteamiento similar a lo visto en algunos de los espacios intervenidos en la Corte durante las fiestas de ca- nonización de San Pedro de Alcántara, este enclave constituyó uno de los principales escenarios de las fiestas de ahí que resultase especialmente en- galanado en cada uno de sus frentes, mostrando una novedosa imagen de conjunto. Las fachadas principales de la plaza mostraron sus mejores galas. El convento levantó en su frente un soberbio altar de tres cuerpos con pre- ciosas piezas de plata y adornado con flores y luces. El Cabildo cubrió la su- ya de ricos tapices mientras que la Audiencia Real contribuyó con otro altar que a modo de escaparate mostraba nobles pinturas y vistosas platerías. La fuente situada en el centro quedó transformada a modo de gruta sobre mastiles revestidos de follage, grotescos, flores y frutos, mascarones y festones de plata. En el centro diferentes artificios de cristal, la circunferencia estuvo disimu- lada de alegres bulerias de agua por engañar a la gente popular que divertidos estorvavan la vista de los que llegavan después. Cerravase el cielo con frondosa y bella media naranja de donde entre las bien compuestas hojas pendian mu- chas de las riquezas de la primavera y el otoño16, como complemento al pros- cenio inmediato, escenario para diversos espectáculos y danzas. El trayecto continuaba por la calle de la Sierpe que, con diversos y cal- culados recursos florales, ofreció a lo largo de su trazado la ilusión de una eterna primavera. Al final de la vía otro arco de triunfo funcionó a modo de teatro para la representación de la entrega simbólica de la ciudad al ahora Santo Rey. A partir de ese punto, las calles convertidas en frondo- sos vergeles, especialmente engalanadas Cerrajería y Carpintería, dignifica- ron el recorrido hasta llegar a la Plaza de San Salvador, un espacio prepa- rado para el regocijo, diversión y esparcimiento del pueblo en base a la 13 PORTÚS PÉREZ, J. “Algunas ex- presiones de orgullo local en la Se- villa del Siglo de Oro”, Espacio, Tiem- po y Forma, Serie VII, Historia del Arte, t. 4, 1991, pp. 135-158. 14 Importante referente en la obra de Pedro de Medina, cat. , 34 La contribución de Matías de Arteaga como grabador fue especialmente notable en la Relación concebida por Torres Farfán. Al respecto, DE LA BANDA, A. “Matías de Arteaga grabador”, Boletín de Bellas Artes, 1978, nº 6, pp. 73-132. ÍDEM. “Nue- vos datos para la biografía de Matías de Arteaga”, Archivo Hispalense, nº 195, Sevilla, 1982, pp. 63-68. POR- TILLO MUÑOZ, J. “El San Fernan- do de Murillo grabado por Matías de Arteaga. Una iconografía del Ba- rroco, Archivo Hispalense, nº 195, Se- villa, 1982, pp. 115-122. 15 La contribución de Matías de Ar- teaga como grabador fue especial- mente notable en la Relación con- cebida por Torres Farfán. Al respecto, DE LA BANDA, A. “Matías de Ar- teaga grabador”, Boletín de Bellas Ar- tes, 1978, nº 6, pp. 73-132. ÍDEM. “Nuevos datos para la biografía de Matías de Arteaga”, Archivo Hispa- lense, nº 195, Sevilla, 1982, pp. 63- 68. PORTILLO MUÑOZ, J. “El San Fernando de Murillo grabado por Matías de Arteaga. Una iconografía del Barroco, Archivo Hispalense, nº 195, Sevilla, 1982, pp. 115-122. 16 TORRES FARFÁN, F. Fiestas De La S. Iglesia …, cat. 37. Adorno de la Plaza de San Francisco. 148 A rquitectura y ciudad. M em oria e im prenta 4º Concepción Lopezosa:CAPITULO 4 13/01/10 13:13 Página 148 fuente de vino que acaparó el protagonismo del enclave, cuya fisonomía cotidiana quedó alterada mediante diversos recursos. El hospital de San Juan de Dios mostró en su frente uno de los altares más destacados, pre- sidido por pinturas que daban cuenta de la entrada del rey a la ciudad, te- lones cuyas recreaciones de la urbe, correspondiente con la imagen de la ciudad real, constrastaban con el perfil de la ciudad temporalmente trans- formada. La fachada de San Salvador cubierta bajo ricos tapices y broca- dos presidía el teatro erigido en el centro de la plaza para funciones de danzas y músicas. La salida del recinto a través de la calle de los Talabarte- ros y Culebras se magnificó con sendos arcos triunfales, dignos enmar- ques para un recorrido que continuaba por la calle de los Francos, entela- da en todo su trayecto, simulando arcos, pirámides y obeliscos. El artificio de mayor expectación en esta avenida fue un bolatín dispuesto en punto central de su trazado, un soberbio decorado que concluía en la plazuela de los Bordadores engalanada con hermosos altares y espejos que figura- ban extensas y alegres perspectivas que se prolongaban hasta la calle Pla- centines ennoblecida con un gran arco y altar, final del itinerario solemne- mente recorrido durante la procesión celebrada el 25 de mayo. La adecuación del espacio urbano para estas ceremonias debió tener sin duda una repercusión sobre la ciudad real, no siempre considerada al quedar eclipsadas por las estructuras efímeras y por la brillantez de los Fi es ta y c iu da d. In st ru m en ta liz ac ió n de l e sp ac io u rb an o: d el r eg oc ijo a l r ec og im ie nt o 14 9 Cat. 37 4º Concepción Lopezosa:CAPITULO 4 13/01/10 13:13 Página 149 propios ceremoniales cuya magnificencia y espectacularidad superó con creces cualquier otro tipo de intervención, si bien la documentación rela- tiva a la planificación y organización de las fiestas corroboran cómo al hilo de estas intervenciones puntuales, concebidas a priori con una vida limita- da, se impulsaron otras operaciones necesarias referidas a cuestiones si se quiere modestas como pavimentados, empedrados, rectificaciones de de- terminados enclaves de esa ciudad de la fiesta, definida en base a los ejes viarios y enclaves que constituían los recorridos oficiales, que se concibie- ron a priori con la intencionalidad de que quedasen como mejoras efecti- vas tras la conclusión de los festejos, de modo que la ciudad real fue poco a poco mejorando a ritmo de fiesta, acontecimiento que favoreció la con- creción de una imagen cada vez más favorable de la realidad cotidiana. Si la complejidad y los recursos eran amplios para conseguir la prepara- ción de un único escenario, todo se complicaba cuando eran muchos los contextos que quedaban implicados bajo un mismo compromiso. Lo que hemos denominado Viajes Institucionales, hoy diríamos de Estado, emprendi- dos por el rey u otros miembros de la familia real, supusieron la implicación de diferentes espacios urbanos que, no obstante, ofrecieron sus mejores ga- las durante el recibimiento de los reales cortejos. Fueron itinerarios largos pero perfectamente definidos y articulados a pesar de la amplitud de los tra- yectos, en ocasiones territorios peninsulares, como el ocurrido entre Burgos y Fuenterrabía y regreso hasta Madrid con ocasión del doble casamiento en 1615 [Cat. nº 47] o viajes de mayor proyección como el realizado por el fu- turo Felipe II [Cat. nº 46] o el Cardenal Infante [Cat. 48-49] a algunos de los territorios europeos bajo dominio español, reflejo en todos los casos de có- mo la fiesta resultó el mecanismo de propaganda y recurso más eficaz como transmisor de contenidos y valores y para la reafirmación de las personas rea- les en los ámbitos geográficos dependientes de la Corona. El viaje realizado por el joven príncipe por expreso deseo del Empe- rador, desde España a los Países Bajos se convirtió en referente al tiem- po que ejemplo para los sucesivos, un periplo surgido con una intencio- nalidad muy concreta, la afirmación del heredero como perfecto sucesor de Carlos V al tiempo que su presentación oficial, en cada uno de los territorios del Norte de Europa. El príncipe recorrió Italia, Alemania y Países Bajos, un itinerario cuidadosamente definido entre Génova y Bru- selas17 que se llenó de fiestas a su paso Por todo el camino de Génova a Bruselas, y por todos los estados de Flandes se hicieron tantas fiestas y de- dicaron tantos arcos, que no se lee se hayan hecho tales a ningún Príncipe de los antiguos y de los modernos18. Cada ciudad que recibió al heredero ofreció su mejor imagen, derro- che de recursos sin igual como demostración de la adhesión al futuro mo- narca. Los diferentes escenarios permitieron desarrollar la más amplia va- riedad y posibilidades en relación a los acontecimientos festivos, tanto en programas iconográficos e ideológicos como en las arquitecturas efímeras empleadas con las que lograr esa imagen de Nova Roma que guiaba las in- tenciones de las autoridades de cada uno de los territorios y localidades visitadas. Cada ciudad intentó superar en esplendor a la antecedente lo que incrementó notablemente el nivel y espectacularidad de las celebra- 17 El itinerario de gran amplitud comprendió las siguientes locali- dades, Génova, Milán, Mantua, Tren- to, Innsbruck, Munich, Heidelberg a Luxemburgo. En los Paises Bajos se visitó Namur, Waveren, Bruse- las, Gante, Lovaina, Maldegem, Bru- jas, Ypres, Grevelingen, Doornik, Bin- chen, Mechlin, Amberes, Berge, Roemerwaal, Breda, Blois le Duc, Gorinchem, Dordrecht, Rótterdam, La Haya, Leiden, Haarlem, Ámster- dam, Utrecht, Amersfoot, Harder- wijk, Kampen, Zwolle, Deventer, Zutphen, Arnhem, Nimega, Venlo, Roermond, Weert, Turnhout, Lier, Tongeren y Mastricht. ALVARES, V. Relación del camino y buen viaje que hizo el principe de España Don Phelipe nuestro señor de 1548 años: que passo de España en Italia, y fue por Alemania hasta Flandes donde su padre el Emperador y Rey don Carlos nuestro señor estava en la Vi- lla de Bruselas,Medina del Campo, 1552. ARTIGAS, M. Prologo a la edi- ción de la Sociedad de Bibliófilos Españoles del Felicísimo Viaje…., Madrid, 1930. PIZARRO GÓMEZ, F. J. Arte y espectáculo … op. cit. 18 B.N. Mss. 1751, fol. 15 v. PIZARRO GÓMEZ, F. J. “Los viajes de Felipe II y la arquitectura efímera”, Actas Con- greso Internacional Felipe II y las Ar- tes, Madrid, 2000, pp. 397-416. GAR- NIER, C. “Fiestas en Europa en tiempos de Felipe II”, Felipe II un mo- narca y su época. Un príncipe del Re- nacimiento, cat-exp., Madrid, 1998, pp. 269-273. 150 A rquitectura y ciudad. M em oria e im prenta 4º Concepción Lopezosa:CAPITULO 4 13/01/10 13:13 Página 150 ciones. Si las recepciones del mundo italiano tomando como referente la antigüedad, se concibieron como auténticos triunfos all`antico, el mundo flamenco supo además sacar partido a su herencia medieval al respecto, a fin de lograr aún mayor lucimiento en las ceremonias que habían de fun- cionar al tiempo como exaltación de las victorias del Emperador, de las vir- tudes del Príncipe y por encima de todo de la dinastía de los Habsburgo. Probablemente fue Milán quien ofreció la Entrada más espectacular de todas las que se realizaron en territorio italiano19. Los arcos de triunfo enno- blecieron el recorrido oficial con una destacada presencia en la plaza del Duomo, mientras que en Alemania las recepciones fueron más austeras pres- cindiéndose de las estructuras arquitectónicas reservadas a los Paises Bajos, donde, en cada una de las ceremonias organizadas para festejar la llegada del joven príncipe, se hizo evidente la trascendencia e intencionalidad del viaje. La ciudad de Gante erigió hasta cinco arcos de triunfo; de extraordinario lu- cimiento fue el recibimiento organizado en Amberes20, que habría de con- vertirse en un verdadero referente, ni siquiera superado por la recepción or- ganizada en Bruselas el 1 de abril de 154921. La espectacularidad de la entrada a Amberes justificó sin duda la presencia del único grabado que ilustró la crónica de Calvete, relativo al arco triunfal que financiaron los españoles. El viaje y las fiestas a través de la citada relación y las que con carácter mono- 19 Integrante de la Monarquía hispa- na desde finales del siglo XVI Milán constituía como se ha señalado la puer- ta de Italia, pieza principal de las rela- ciones con el resto de los estados ita- lianos, de ahí el especial cuidado que sus gobernadores e instituciones pu- sieron en la organización de todo ti- po de hecho festivo. RIBOT, L. “Las pro- vincias italianas y la defensa de la Monarquía”, Nel sistema imperiale, l̀ Ita- lia spagnola, Nápoles, 1994, pp. 67- 92. Sobre las Entradas ofrecidas por las ciudades italianas, MITCHELL. The majesty of the state. Triumphal progres- ses of foreign sovereigns in Renaissan- ce Ytaly (1494-1600), Florencia, 1986, JACQUOT, J. (Coord.) Fêtes et céré- monies au temps de Chares Quint. Les Fêtes de la Renaissance, París 1960. Fi es ta y c iu da d. In st ru m en ta liz ac ió n de l e sp ac io u rb an o: d el r eg oc ijo a l r ec og im ie nt o 15 1 Cat. 46 4º Concepción Lopezosa:CAPITULO 4 13/01/10 13:13 Página 151 gráfico surgieron, se convirtieron en hitos y modelos para los posteriores viajes de Estado. Tal fue el caso del que emprendió el Infante Cardenal como presentación oficial tras asumir el gobierno de los Países Bajos. El 12 de abril de 1632 don Fernando partió de Madrid con dirección a Bruselas, ciudad que le recibió con todos los honores el 4 de noviembre de 163422. Las ar- quitecturas efímeras funcionaron de nuevo como elemento de dignificación de las ciudades a su paso, al tiempo que como soporte de los contenidos iconográficos, de los programas elaborados como medio de exaltación de su persona. Su presencia en algunas ciudades se prolongó durante varios días, lo que le permitió asistir tanto a los saraos y fiestas privadas organizadas por los miembros de la nobleza local, que de ese modo le mostraban su respal- do, como a las fiestas ordinarias coincidentes con la estancia. Durante su per- manencia en Barcelona disfrutó de las fiestas de Carnaval, y en Milán pudo participar en las del Corpus, si bien los mayores recursos se emplearon en la preparación de la entrada oficial de tan insigne huésped. En Génova, los ar- cos de triunfo ennoblecieron el itinerario festivo que incluyó en el recorrido arquitecturas permanentes que, como la muralla, con más de diez millas de perímetro y edificado conforme a los dictados constructivos de mayor ac- tualidad en relación a los sistemas defensivos, se mostró con orgullo por par- te de las autoridades. Similar fue la jubilosa acogida que le dispensó Milán, donde las fábricas efímeras, emplazadas estratégicamente en las puertas de 20 Considerada como una de las más importantes de la Europa del mo- mento Calvete de Estrella ofrece pormenorizada descripción de la En- trada, si bien surgieron al tiempo cró- nicas específicas sobre los ceremo- niales. SCHRYVER, C. Arco triunfal para la entrada del Príncipe Felipe en Amberes en 1549, 1550, ilustrada con un buen número de grabados rea- lizados por Pieter Coecke van Aelst. CORBERT, A. “L`entrée du Prince Philippe à Anvers en 1549”, Fêtes et ceremonies.. op. cit., pp. 307-310. 21Véase, GARNIER, “Fiestas en Eu- ropa.., cit., nota nº 15. 22 El memorable y glorioso viaje… cat. 48. 152 A rquitectura y ciudad. M em oria e im prenta Cat. 49 4º Concepción Lopezosa:CAPITULO 4 13/01/10 13:13 Página 152 entrada a la ciudad magnificaron el trayecto hasta la catedral, especialmente ornamentada para la ocasión. El 30 de junio de 1634 el Cardenal Infante partió con destino a Flandes con parada obligada en las localidades de Co- mo y Sondrio, temporalmente transformadas para los recibimientos. Arcos de triunfo estratégicamente situados en las entradas de las poblaciones y ca- lles entoldadas dignificaron el paso de las comitivas que contaron con el aplauso de los allí presentes. Tras la victoria de Nördlingen, episodio que co- rrobora la intencionalidad política de estos viajes y el carácter propagandísti- co de este tipo de crónicas, restaba la entrada triunfal en Bruselas. Aunque las ciudades programaban las fiestas con suficiente antelación como para asumir los compromisos que comportaban, en ocasiones resultó complica- do tener todo a punto conforme al calendario señalado. La entrada del Car- denal Infante en Bruselas tuvo que retrasarse al no estar concluidos ni los ar- cos de triunfo ni el resto de las arquitecturas efímeras ideadas para las celebraciones, lo que conllevó la visita a Lovaina y prolongar durante varias jornadas la estancia de don Fernando en el palacio de Tervuren próximo a la ciudad y digna residencia para tan insigne huésped23. La recepción generó finalmente gran expectación, a pesar de no ha- berse concluido todo tal y como se había planificado la villa tenia trazados y comenzados muchos arcos triunfales con diferentes parajes y calles, muchas pirámides, teatros, incripciones y otras cosas que quedaron imperfectas por no aver tiempo de acavarlas reservandolas para quando su alteza volviese a en- trar en Bruselas de buelta de visitar las provincias. Las calles repletas de gen- te aclamaron al Cardenal Infante que, en solemne cortejo, se dirigió a la iglesia de Santa Gúdula, una ceremonia especialmente planificada para que coincidiera con las últimas horas de la tarde lo que generó la necesi- dad de iluminar la ciudad con numerosas antorchas que contribuyeron a ensalzar aún más la espectacularidad de los actos. Concluidos los festejos, el nuevo gobernador inició sendos viajes al resto de las provincias. Las principales ciudades organizaron sonados festejos, especialmente notables los recibimientos en Gante y Amberes que contó con la participación de Rubens24 como ideólogo de los decorados. Itinerario de largo alcance e implicación de numerosos escenarios ur- banos resultó el viaje derivado de la alianza que, a instancias de Paulo V, generó el doble vínculo matrimonial entre España y Francia25. El duque de Lerma asumió el compromiso de acompañar y servir a la Reyna de Francia doña Ana mi hija desde esta ciudad de Burgos hasta la villa de Fuenterrabía y passo de Beovia en el rio Bidasoa, donde como teneys entendido aveys de en- tregar a dicha Reyna y recibir a la serenisima Princesa mi nuera26. El recorrido cuidadosamente planificado par tió de Burgos que, co- mo punto de par tida, sirvió de escenario al matrimonio por poderes entre Ana de Austria y un ausente Luis XIII y a las fiestas que la ciudad organizó como despedida de la Infanta. Mascaradas, misas, toros y jue- gos de caña en la Plaza Mayor constituyeron los acontecimientos más destacados, simultaneados al tiempo con los que se organizaron a nivel privado, especialmente destacada la recepción ofrecida por Lerma, don- de un buen número de altares ricamente engalanados, dignificaron el suculento banquete ofrecido como despedida. El cortejo, protocolaria- 23 En la crónica del viaje El memo- rable y glorioso viaje… , en el capí- tulo XVI De lo que sucedió después de que su alteza paso el Rhin hasta la entrada en Bruselas, se hace de- tallada descripción del palacio, lu- gar de recreación de los archidu- ques Alber to e Isabel, jardines, fuentes, animales y pinturas. 24 Rubens y el secretario de la ciu- dad Gaspar Gevaerts idearon el programa iconográfico de los de- corados y la relación de la fiesta edi- tada por Theodor van Thulden. GE- VARTIUS, C. Pompa introitus honori serenissimi Principis Ferdinandi Aus- triaci Hispaniarum infantis.., Ambe- res, 1635. MARTIN, J.R. The Deco- rations for the Pompa Introitos Fernandi. Corpus Rubenianum Lud- wig Burchard. Part. XVI, Bruselas, 1972. McGRATH, E. “Le Déclin d´Anvers et les décorations de Ru- bens pour l`entrée du prince Fer- dinand en 1635”, JACQUOT, J. (Ed.). Les Fêtes de la Renaissance, París, 1975, vol. III, pp. 173-186. SOMMER-MATHIS, A.”Teatro de la Gloria Austríaca Fiesta en Aus- tria y los Países Bajos”, Teatro y Fies- ta del Siglo de Oro en tierras euro- peas de los Austrias, Madrid, 2003, pp.54-67. GARCÍA GARCÍA, B. “El Cortejo Procesión”, Teatro y Fies- ta…, op.cit., pp.158-171. 25 La alianza matrimonial entre Ana de Austria, y el futuro Luis XIII, e Isabel de Borbón hermana de és- te y el futuro Felipe IV decidida tras el asesinato de Enrique IV, supuso una tregua en las relaciones fran- co-española. 26 Casamientos de España y Francia…, cat., 47. Así consta en el poder otor- gado por el monarca al duque de Ler- ma. Fi es ta y c iu da d. In st ru m en ta liz ac ió n de l e sp ac io u rb an o: d el r eg oc ijo a l r ec og im ie nt o 15 3 4º Concepción Lopezosa:CAPITULO 4 13/01/10 13:13 Página 153 mente definido, abandonó Burgos con dirección a Fuenterrabía, pasan- do por las localidades de Quintanapalla, Briviesca, Miranda de Ebro, Pue- bla de Arlanzón, Vitoria, hasta llegar a la provincia de Guipúzcoa. Todas las poblaciones ofrecieron cuidadas recepciones al paso de la comitiva tal como se había determinado. La organización del recorrido, en el tra- yecto definido, comportó el aderezo de todos los caminos y calzadas en mal estado al paso de la real comitiva así como la construcción de puen- tes en aquellos parajes que fue necesario. El episodio más significativo sería el intercambio de princesas en el paso de Beobia, llave de passo de Francia, un paraje natural entendido como terri- torio neutral entre Francia y España, que fue cuidadosamente preparado pa- ra servir de digno marco durante los ceremoniales. Distintas salas y aposen- tos tuvieron que construirse en las márgenes del río y en el centro un corredor para la materialización de la entrega, bajo la atenta supervisión de ingenieros españoles y franceses. Mientras se concluían las fábricas la futura reina de los franceses visitó Oñate, Villarreal y Villafranca, localidades que se prepararon para recibir a la Infanta. Especialmente destacadas fueron las entradas a Tolo- sa y Fuenterrabía en la que no faltaron ni los arcos de triunfo ni la visita a las fortificaciones de la ciudad, motivo de orgullo de sus dirigentes. El recorrido culminó con la ceremonia de intercambio de princesas ocu- rrida en la mitad del río27. El retorno aconteció con la misma entrega y el mismo esfuerzo por parte de las autoridades locales. Los escenarios públicos 27 Rubens inmortalizó la ceremo- nia en la pintura que realizó por encargo de María de Medicis para la decoración del palacio de Lu- xemburgo. 28 LOPEZOSA APARICIO, C. El pa- seo del Prado de Madrid. Arquitectura y desarrollo urbano en los siglos XVII y XVIII, Madrid, 2005, pp. 48-49 29 Resultan imprescindibles para el estudio de las exequias de la casa de Austria española, tanto del terri- torio peninsular como en Italia y en Hispanoamérica todos los trabajos de MARIA ADELAIDA ALLO MA- NERO, principalmente Exequias de la Casa de Austria en España, Italia e Hispanoamérica, Zaragoza, 1993, (ed., en microfichas). VARELA, J. La muer- te del Rey. El ceremonial funerario de la monarquía española (1500-1885), Madrid, 1990. SOTO CABA, V. “Tea- tro y Ceremonia. Algunos apuntes so- bre las exequias barrocas”, Revista de 154 A rquitectura y ciudad. M em oria e im prenta Cat. 40 4º Concepción Lopezosa:CAPITULO 4 13/01/10 13:13 Página 154 debían ahora engalanarse para recibir a la futura reina. Burgos volvió a acica- lar sus calles con colgaduras y tapicerías, entre Santa María y palacio. Toros, fuegos, juegos de cañas agasajaron a la Princesa hasta que inició el viaje con destino a Madrid cuya entrada se produjo el 9 de diciembre de 1615 28. Si el resultado de estos viajes institucionales dependió en gran medida de la respuesta de las ciudades que conformaron los trayectos, muchas fueron las que se implicaron en la preparación de ese viaje último que su- ponía la muerte del rey o de cualquier miembro de la familia real, todo un ceremonial que, ajeno a cualquier gesto de intimidad, se instituyó co- mo el principal recurso para expresar públicamente las condolencias y adhesión a la Corona y, principalmente, la continuidad dinástica29. La confirmación oficial de la noticia activaba, tanto en la Corte como en el resto de los territorios dependientes, el programa específico con el que cada una de las ciudades debía o podía honrar públicamente la me- moria del difunto, con lo que hoy denominaríamos funerales de Estado. La celebración de los actos luctuosos a veces coincidían en diferentes contextos, sucediéndose poco después de ocurrido el óbito, tal fue el ca- so de las exequias que en honor a Felipe IV se celebraron al tiempo tanto en la Corte como en un buen número de ciudades30. En Florencia se or- ganizaron con toda pompa en San Lorenzo a instancias del Gran Duque de Toscana, Fernando II y en la catedral de Lecce por expreso deseo del obispo Luigi Pappacoda31. Algunas ciudades tuvieron que ralentizar los la Facultad de Geografía e Historia, nº 2, 1998, pp. 111-138. 30 La defunción del monarca ge- neró gran número de celebracio- nes tanto en territorio peninsular como en el resto de los ámbitos dependientes de la Corona. 31 CAZZATO, V. “Architettura ed efí- mero nel barocco leccese”, Barocco Romano e Barocco Italiano. Il teatro, l´effimero, l´allegoria, a cura di Mar- cello Fagiolo, Maria Luisa Madonna, Roma, 1981, pp. 266-282. Fi es ta y c iu da d. In st ru m en ta liz ac ió n de l e sp ac io u rb an o: d el r eg oc ijo a l r ec og im ie nt o 15 5 Cat.41 4º Concepción Lopezosa:CAPITULO 4 13/01/10 13:13 Página 155 preparativos a fin de arbitrar los recursos precisos para poder asumir la fi- nanciación de las honras, si bien en ocasiones las autoridades locales cele- braron exequias de gran brillantez, equiparables y a veces de mayor tras- cendencia que las ocurridas en localidades más relevantes, incluso que las acontecidas en la Corte, como ostentosa demostración de sus poderes avalados en determinadas intencionalidades32. En este sentido especial- mente significativas fueron las organizadas por el duque de Uceda en Pa- lermo con motivo del fallecimiento de María Luisa de Borbón33, auténtica réplica de la etiqueta real seguida en Madrid34. Las ceremonias se sucedían conforme a un orden de prelación. La ciu- dad era la primera en celebrar las honras, seguida del resto de las institu- ciones que, como la Universidad, participaban con celebraciones propias35. Especialmente destacadas fueron las que el claustro salmantino, que desde época del Emperador había participado con rituales específicos, organizó para honrar la memoria de Margarita de Austria en 161136. Conforme al protocolo y etiqueta correspondiente se determinaba el lugar, los días y se ponía en marcha la preparación del túmulo, realidades de las que depen- dió la mayor o menor complejidad de las honras y en ese sentido la dife- rencia entre las exequias, si bien todas se organizaron conforme a unas fórmulas determinadas. Misas ad memorian no faltaron, cortejos fúnebres fueron también habituales37, si bien el protagonismo lo acaparó sin lugar a 32 Glorias efímeras. Las exequias flo- rentinas por Felipe II y Margarita de Austria, cat-exp. Madrid, 1999. 33 MONTALBO, F. Noticias fúnebres de las Reales Exequias…, cat, 44. MOLI FRIGOLA, M. “Donne, can- dele, lacrime e morte: funerali di regine spagnole nell`Italia del Sei- cento”, Barocco romano e barocco italiano…. Op. cit., pp. 135-159. 34 ENCISO ALONSO-MUÑUMER, I. “La fiesta en la ”, Teatro y Fiesta…, op. cit.,pp. 38-53. 35 URREA, J. “Exequias por la reina Margarita de Austria en Valladolid”, Glorias efímeras…op. cit., p. 80. 156 A rquitectura y ciudad. M em oria e im prenta Cat. 39 4º Concepción Lopezosa:CAPITULO 4 13/01/10 13:14 Página 156 dudas el catafalco, arquitectura simbólica y emblemática en torno al cual giró el ritual funerario, asociados a espacios interiores, generalmente a los templos principales de cada ciudad. En la Corte fue San Jerónimo el esce- nario vinculado a este tipo de ceremonial, desde que en 1598 se celebra- ron las de Felipe II, si bien el lugar cambió con ocasión de las honras de Felipe IV. Después de haberse realizado las mediciones oportunas para la construcción del catafalco, Mariana de Austria, preocupada por la delicada salud del heredero, lo que hacía peligrar la continuidad dinástica, determi- nó en un primer momento celebrar las exequias en la propia capilla del Alcázar, a fin de evitar cualquier riesgo derivado del traslado de su hijo hasta San Jerónimo, una decisión que de inmediato se desechó al conside- rarse que restaba todo el esplendor a las celebraciones que merecía el rey difunto. Finalmente se resolvió que fuese la iglesia del monasterio de la Encarnación el escenario para las exequias, puesto que, su cercanía con respecto a palacio y la existencia del pasadizo de comunicación entre éste y el templo evitaba el desplazamiento hasta San Jerónimo y con ello todo tipo de riesgo38. Su condición de fundación real y su capacidad espacial que posibilitaba la ubicación del monumento correspondiente, convirtie- ron a esta iglesia en escenario oficial a partir de entonces39. El interior de los templos se vestía de riguroso luto con telas y todo tipo de recursos con los que se creaba el ambiente de recogimiento que debía presidir los ceremoniales en torno a los templa doloris. Resulta sin embargo significativo señalar como en ocasiones los túmulos se sacaron al exterior, fuera de los templos. Las exequias celebradas en el virreinato de Nueva España para honrar la memoria de Carlos V, las prime- ras que tuvieron lugar en los territorios americanos, ocurrieron al aire li- bre40, en el atrio del convento de San Francisco. Las razones argumentadas para no llevarlas a cabo en la catedral, como hubiese sido lo lógico confor- me a la tradición, fueron las reducidas dimensiones del recinto religioso y las dificultades que ello suponía para la disposición del catafalco con las dimen- siones que le confirió el autor de su traza, Claudio de Arciniega. Es cierto que la limitada capacidad espacial del templo y lo poco lucido de su fábrica fueron, desde su construcción, realidades constantemente reiteradas, que favorecieron el impulso de una nueva fábrica a partir de 1563 conforme al proyecto del propio Arciniega41, si bien creemos que la razón última de- pendió de cuestiones de mayor alcance que las argüidas. La arraigada tradi- ción de modalidades litúrgicas externas de la sociedad prehispánica y las necesidades derivadas de la evangelización, es decir contar con espacios congregacionales amplios y eficaces para las labores de conversión, justificó la dimensión y protagonismo adquirido por los atrios en los conventos me- xicanos, convertidos en los principales escenarios para las celebraciones y ceremonias religiosas, siendo muchas las reflexiones y estudios generados en el afán de lograr una respuesta sobre su origen y definición42. La valoración del espacio externo en el contexto americano y el valor social del ámbito natural pensamos que fueron razones que influyeron en la decisión de celebrar las exequias en un escenario abierto. El atrio del con- vento de San Francisco permitiría la óptima contemplación del túmulo, mani- fiesto de la presencia real, ante el numeroso gentío allí congregado durante 36 Imprescindible para su análisis resulta la crónica redactada por Bal- tasar de Cépedes Relacion de las honras que hizo la Universidad de Salamanca a la magestad de la Rey- na doña Margarita…, cat., 42. 37 SOTO CABA, V. “Los cor tejos en los funerales reales del Barro- co: notas en torno a su origen y configuración”, Boletín de Arte, 10, 1989, pp. 121-139. 38 De todo ello nos ofrece hasta el último detalle Pedro Rodríguez de Monforte en la Relación corres- pondiente Descripción de las hon- ras que se hicieron a la católica…, cat., 39, Dudase en el lugar donde se ha de hacer. Determinase sean en la Encarnacion. 39 BONET CORREA, A. “El túmu- lo de Felipe IV, de Herrera Barnue- vo y los Retablos-baldaquinos del Barroco Español”, Archivo Español de Arte, 136, 1961, pp. 285-296. 40 CERVANTES DE SALAZAR, F. Tumulo Imperial de la gran ciudad de Mexico…cat., 38. Sobre las exequias de Carlos V en México remitimos al trabajo de VICTOR MINGUEZ, “Espectáculos Imperiales en tierras de Indios”, La fiesta en la Europa de Carlos V, cat. exp. Madrid, 2000, pp. 241-247. En la nota número 20 del citado artículo ofrece pormenori- zada bibliografía sobre las ceremo- nias fúnebres en honor al Empera- dor. Del mismo autor véase en el catálogo de la exposición, Los siglos de Oro en los Virreinatos de América (1550-1700), Madrid, 1999, la ficha nº 49, pp. 253-255. 41 GUTIÉRREZ R, Arquitectura y ur- banismo en Iberoamérica, Madrid, 1983, pp. 43-46. 42 Ibidem. Fi es ta y c iu da d. In st ru m en ta liz ac ió n de l e sp ac io u rb an o: d el r eg oc ijo a l r ec og im ie nt o 15 7 4º Concepción Lopezosa:CAPITULO 4 13/01/10 13:14 Página 157 las celebraciones, al tiempo que la inmediata capilla de San José garantizaba el desarrollo de las liturgias precisas. Por ello entendemos que fue fruto de un proceso de aculturación, de adaptación práctica y eficaz, sin prejuicios y de forma natural, de los ceremoniales del viejo continente a las circunstan- cias y al contexto en el que se llevan a cabo, de modo que sin perder la so- lemnidad, los rituales se adaptaron a la realidad del territorio americano, con una mayor dimensión y ofrecimiento público. La excepcional ubicación del túmulo en un escenario abierto se repitió años más tarde en el ámbito pe- ninsular. La Universidad de Salamanca desde la muerte del Emperador había hecho pública demostración de los lutos con la construcción de catafalcos y las ceremonias oportunas. Con ocasión de la muerte de la reina Margarita de Austria en 1611 encargó la traza del catafalco a Martín de Cervera, pintor excelente y de gran conocimiento de la arte de la Architectura43, que quedó ubi- cado en el patio de las Escuelas Mayores, un espacio sin duda más íntimo que el atrio del convento mexicano, que se cubrió, en señal de duelo, en sus cuatro frentes con paños negros y fúnebres lienzos, soporte de emblemas y jeroglíficos de exaltación de las virtudes de la soberana. Los túmulos, teatros de tan sagrado culto concebidos a modo de temple- tes y emplazados por lo general en el tránsito de la nave con el crucero ba- jo la cúpula, constituyeron soberbias estructuras arquitectónicas ideadas por los más importantes arquitectos del momento, convertidos en manifiesto y 43 Relación de las Honras que hizo la Universidad…, cat., 42. 44 VICENS HUALDE, I. Arquitectu- ra efímera barroca: un estudio de las estructuras funerarias españolas del siglo XVII, tesis doctoral, Universi- dad Politécnica, Madrid, 1985. 45 Sobre la participación de Gómez de Mora, TOVAR MARTÍN, Arquitec- tura madrileña.. op. cit., pp. 431-438. 46 BONET CORREA, A. “El túmu- lo…, cit. 158 A rquitectura y ciudad. M em oria e im prenta Cat. 38Cat. 38 4º Concepción Lopezosa:CAPITULO 4 13/01/10 13:14 Página 158 campo de experimentación de las reflexiones y tendencias arquitectónicas acordes a cada tiempo, en las que los artífices plantearon fórmulas de ma- yor riesgo e imaginación, constituyéndose, como se ha señalado, como pro- betas de experimentación, gestación y definición del barroco español44. Desde la sobriedad del ideado por Claudio de Arciniega en México, en la línea del concebido por Francisco de Mora para Felipe II, la evolución de estas estructuras fue claramente observable, gracias principalmente a los testimonios visuales que en forma de grabados se incorporaron a las Rela- ciones, como expresión del grado de esplendor con que se afrontaron es- tos ceremoniales. Gómez de Mora dio un paso adelante en el ideado para la reina Margarita en 161145, al incorporar a la estructura cualidades nove- dosas que se afianzaron en la propuesta de Sebastián de Herrera Barnue- vo para Felipe IV, un planteamiento estrechamente ligado a los parámetros de la arquitectura contemporánea del hermano Bautista y las Bernardas de Alcalá46. La superación de formas dio un paso adelante con José de Chu- rriguera quien, tras el concurso de ideas para las exequias de María Luisa de Orleáns, en la que participaron artistas de la talla de Claudio Coello47, no sólo rompió con la concepción de túmulos en forma de templo sino que superó los de tipo baldaquino, definiendo un diseño donde los valores plásticos y escultóricos, propios de la teatralidad ornamental barroca, se impusieron sobre lo estrictamente arquitectónico. 47 La construcción del túmulo pa- ra las exequias de María Luisa de Orleans generó un concurso de ideas en el que concurrieron Clau- dio Coello, los también pintores Juan Fernández Laredo, Vicente Be- navides, Bartolomé Pérez,, el inge- niero José Acudí y los arquitectos Manuel Redondo, Juan Villar Roque de Tapia, José de Campo Redon- do y José de Churriguera, siendo finalmente quien se hizo con el en- cargo. VERA TASSIS Y VILLARROEL, I. DE. Exequias de Mª Luisa de Orleans…, cat., 45. Fi es ta y c iu da d. In st ru m en ta liz ac ió n de l e sp ac io u rb an o: d el r eg oc ijo a l r ec og im ie nt o 15 9 Cat. 45 4º Concepción Lopezosa:CAPITULO 4 13/01/10 13:14 Página 159 A pesar de su carácter temporal, estas fábricas, ideadas, salvo excepciones, para re- cintos interiores, también tuvieron su reper- cusión sobre la ciudad real, ya que como re- ferente para la arquitectura permanente, ésta fue la que definió la fisonomía de los espa- cios urbanos y en consecuencia el efecto so- bre la realidad existente. Aunque las ceremonias principales ocu- rrieron dentro de los templos, la celebración de las exequias, fiestas en definitiva que tam- bién fueron las de la muerte, comportó una clara instrumentalización de la ciudad, avien- do destinado la iglesia mayor por teatro del ma- jestuoso funeral aun se hallo en su fabrica cor- to espacio para tanto duelo pues salio a la calle el luto buscando en las murallas de afuera mas sitio, en que estenderse, mas publicidad en que imprimirse48. Las fachadas de las iglesias, cu- biertas de fúnebres colgaduras e iconografías ofrecieron la imagen del duelo y dolor por la pérdida, actuando como reclamo y refe- rente de una ciudad transformada, en esta ocasión, en teatro de la muerte, proscenio cuidadosamente preparado para el recorri- do del solemne cortejo que, desde palacio hasta el templo, suponía la oficialidad del lu- to en la calle, una procesión que debía trans- currir con el boato, esplendor y pública ex- hibición que las comitivas integrantes de cualquier otro festejo. La necesidad en el cum- plimiento de estos objetivos fue otra de las razones que probablemente justificó la cele- bración de las honras del Emperador en el convento mexicano de San Francisco, pues- to que la catedral, además de las razones ar- gumentadas, estaba demasiado cerca de la casa del virrey don Luis de Velasco, como pa- ra que la procesión pudiese ser vista y tuviese lugar por donde anduviese. De ningún modo se podía renunciar al boato y ostentación que logró la comitiva en la plaza de Palermo, en la que de forma ordenada y en rotundo si- lencio, tal como espléndidamente nos tras- mite uno de los magníficos grabados que ilus- tran la relación, el solemne cortejó acompañó a la soberana en ese su último viaje. 48 Cat. 44, Noticia X del aparato ex- terior del frontispicio de la iglesia. 160 A rquitectura y ciudad. M em oria e im prenta 4º Concepción Lopezosa:CAPITULO 4 13/01/10 13:14 Página 160 Cat. 44 4º Concepción Lopezosa:CAPITULO 4 13/01/10 13:14 Página 161 162 A rquitectura y ciudad.M em oria e im prenta MEDINA, PEDRO DE, 1493?-1567 Primera y segunda parte de las Grandezas y cosas notables de España … Impresso en Alcala de Henares : en casa de Iuan Gracian ... : a costa de Iuan de Torres, 1595. Procedencia: Biblioteca del Duque de Osuna; Biblioteca del Colegio de la Compañía de Jesús (París) [BH FLL Res.490] 34. Versado en estudios de Cosmo- grafía y Astronomía, lo que le permitió desarrollar destacadas investigaciones en el campo de la náutica, Arte de Navegar, Va- lladolid 1545, y Regimiento de la navegación, Sevilla 1552, el sevi- llano Pedro de Medina asumió la responsabilidad de compen- diar en una única obra Libro de las Grandezas y cosas memora- bles de España, la historia de Es- paña desde los orígenes hasta la época Carlos V, impresa en Se- villa en 1548 a cargo de Dome- nico Robertis y décadas después reimpresa en Alcalá de Henares por Pedro Robles y Juan Villa- nueva . Estructurada en dos partes, Medina dedicó la primera a la na- rración de los orígenes míticos del país, mientras que en la segunda desarrolló una pormenorizada des- cripción del territorio peninsular a partir de una división en provin- cias y reinos. En cada uno de los capítulos constitutivos de este blo- que se ensalzaban los aspectos y aconteceres más relevantes de ca- da una de las poblaciones tratadas. El autor inició esta parte por An- dalucía, probablemente en honor a su origen. Como auténtico referente en- tre las de su naturaleza, esta obra mantuvo su validez en el tiempo, si bien a finales de siglo se enco- mendó a Diego Pérez de Mesa, catedrático de matemáticas de la Universidad de Alcalá de Hena- res, la revisión y actualización de la obra, con la pretensión de co- rregir la redacción, un aspecto que había sido duramente criticado, al tiempo que incorporar cuantas ampliaciones considerase oportu- nas y enriquecedoras. La nueva edición vio la luz en 1595, fecha en que Mesa podría haberse tras- ladado a Sevilla tras ser reempla- zado en su puesto universitario por Andrés Santiago. Respecto a la primera parte, la estrictamente histórica, ade- más de realizar determinadas co- rrecciones sobre lo que conside- ró faltas de rigor, por haberse mezclado la historia con la fábu- la, Mesa incorporó los hechos más importantes acontecidos du- rante el reinado de Felipe II lo que suponía una ampliación se- cuencial sobre la obra de Medi- na que concluía en el reinado de Carlos V, de ahí la incorporación de El Escorial, como referente verdaderamente significativo. En relación a la segunda parte, Par- ticular relación de las grandezas y cosas notables de cada ciudad y pueblo, se añadieron nuevas po- blaciones consideradas entonces impor tantes, al tiempo que se ampliaron comentarios y descrip- ciones con nuevos datos y apor- taciones. El capítulo LXXVII se refiere a la Villa de Madrid y sus cosas notables, para continuar con ciudades como Alcalá de Henares, Segovia, Ávila, Salaman- ca, o pueblos, como Toro, Pedra- za, Santo Domingo de la Calza- da o Tuy entre otros. Interesante sin duda resulta el capítulo CLXXXII referido a una relación de las distancias en leguas entre ciudades. [CLA] 34-49 segu copia 2 9/3/10 18:48 Página 162 Fi es ta y c iu da d. In st ru m en ta liz ac ió n de l e sp ac io u rb an o: de l r eg oc ijo a l r ec og im ie nt o 16 3QUINTANA, JERÓNIMO DE A la muy antigua, noble y coronada villa de Madrid : historia de su antiguedad, nobleza y grandeza ... En Madrid : en la Imprenta del Reyno, 1629. Procedencia: Biblioteca de la Condesa de Campo Alange [BH FLL Res.686] 35. Tal como se señala en el prólogo de la obra, el licenciado Jerónimo de la Quintana, clérigo, presbíte- ro, notario del Santo Oficio de la Inquisición y rector del Hospital de la Latina dedicó diez años de su vida en componer esta cróni- ca de Madrid que se convirtió en la primera historia de la Villa. El propósito era ponderar las cuali- dades de antigüedad y nobleza, cuestionadas por algunos autores contemporáneos, como aspectos intrínsecamente ligados a la capi- tal, y no como atributos surgidos al amparo de la decisión filipina de instituirla en sede de la Corte. Con una estructura verdade- ramente clara, De la Quintana concibió su obra en tres partes perfectamente diferenciadas. En el primer libro ensalza las condi- ciones favorables del territorio, fertilidad del suelo, abundancia de recursos y bonanza del clima, pro- piedades que posibilitaron un temprano poblamiento, siendo re- ferentes especialmente aprecia- dos por los primeros fundadores. En el mismo apartado elogia la reconquista espiritual del lugar y el profundo sentimiento cristiano de sus moradores, ligado en bue- na medida a una de sus principa- les devociones, la Virgen de Ato- cha aclamada como patrona de la Villa. El protagonismo otorgado a este culto se aprecia en el fron- tispicion del libro, cuyo grabado nos presenta a la efigie mariana sobre el escudo de Madrid flan- queado por figuras alegóricas. Se- ría el propio De la Quintana el encargado de reseñar su vida y milagros, años más tarde en la obra Historia del origen y antigüe- dad de la venerable y milagrosa imagen de Ntra. Sra. de Atocha. El segundo libro pretende una ponderación del grado de nobleza de la Corte a partir de la relación de santos y personas insignes en san- tidad originarias de Madrid, al tiem- po que presenta una enumeración de los apellidos más ilustres ligados a los naturales, haciendo memoria de su valor y esclarecidos servicios tal como refiere. Esta parte resultó intervenida por el Consejo de Cas- tilla en 1747,procediéndose a algu- nas modificaciones en relación al apellido Ramírez. La tercera parte la dedica ínte- gramente a ensalzar la grandeza de la coronada villa de Madrid en ba- se a la narración de los servicios y asistencia ejercida por la Corte hacia sus príncipes y de los suce- sos más destacados ocurridos en la Villa.Capítulo importantísimo re- sulta la cuidada relación y porme- norizada descripción de los edifi- cios y enclaves más destacados de la capital, referente fundamental tanto para el conocimiento de las fábricas desde su origen como pa- ra el de las desaparecidas. Se trata por tanto de un claro ejemplo de esfuerzo editorial pa- ra un fin concreto, contar con una historia, diríamos oficial de la Capi- tal, en tanto que digno escenario tras los avatares derivados de su primer nombramiento como sede estable de la Corte y plenamente consolidado tras la aventura valli- soletana. La imprenta del Reino ga- rantizó la calidad de la edición, re- servada a los libros al servicio de la Corona y la Iglesia. [CLA] 34-49 segu copia 2 9/3/10 18:48 Página 163 164 A rquitectura y ciudad.M em oria e im prenta HUERTA, ANTONIO DE (O.F.M.) Triunfos gloriosos, epitalamios sacros, pomposos y solemnes aparatos ... y ostentosas fiestas que se celebraron año de MDCLXIX en .... Madrid, y en el Real Conuento de San Gil ... a la canonizacion solemne del ... glorioso San Pedro de Alcantara ... En Madrid : por Bernardo de Villa-Diego : a costa de Gabriel de Leon ..., 1670. Procedencia: Biblioteca del Colegio Menor de Málaga (Alcalá de Henares), Biblioteca del Colegio de la Compañía de Jesús (Villagarcía) [BH FLL 25808] 36. Considerado el más penitente de todos los santos, por su vida de entrega, pobreza y oración, el franciscano Pedro de Alcántara fue canonizado por Clemente IX el 28 de abril de 1669, un acon- tecimiento tan deseado como esperado, –el 22 de marzo de 1622 tuvo lugar su decreto de beatificación, iniciándose su pro- ceso de canonización el 9 de abril de 1647 y aprobado el 23 de diciembre de 1649–, que fue recibido con gran júbilo en la Corte motivando unas fiestas cu- yo esplendor quedó pormeno- rizadamente descrito en la Rela- ción que de las mismas hiciera don Antonio de Huerta, crónica que fue editada por Bernardo de Villadiego, uno de los talleres ti- pográficos más relevantes de la Villa. Estos acontecimientos religio- sos de carácter extraordinario y tono festivo suponían el recono- cimiento público y oficial de la santidad y gloria del recién cano- nizado, unos festejos verdadera- mente sorprendentes que se con- virtieron en los más destacados del calendario religioso. Especial- mente activa fue en ese sentido la primera mitad de la centuria al concurrir los de San Isidro, San Ig- nacio de Loyola, San Francisco Ja- vier, Santa Teresa y San Felipe Ne- ri, todos ellos celebrados con gran solemnidad. Durante dieciséis jornadas se sucedieron, en esta ocasión, los actos para conmemorar la bue- na nueva, en las que no faltaron ni músicas ni fuegos artificiales, si bien la preparación de los esce- narios se inició con bastante an- telación. Un mes antes se co- menzó a adornar la iglesia del convento de San Gil, principal proscenio de las celebraciones que quedó transformado en magno decorado para el desa- rrollo de las ceremonias per ti- nentes en las que par ticipó el propio monarca que, con su pre- sencia manifestó su apoyo y ad- hesión a este tipo de ceremonia- les que tuvieron una amplia repercusión en la ciudad. La Villa resultó cuidadosamente engala- nada en el trayecto que siguió la procesión que, como punto álgi- do de las celebraciones, recorrió el itinerario establecido entre las Descalzas Reales, punto de par- tida del cortejo, y San Gil, magni- ficado con más de veinte altares y arquitecturas efímeras con las que las diferentes instituciones y casas de religión contribuyeron al esplendor de esta fiesta. Un grabado del célebre Pedro de Villafranca, La Aparicion de San Pedro de Alcántara a Santa Teresa an- tecede la crónica estructurada en dos partes. La primera, compuesta de ocho capítulos, se refiere a las fiestas propiamente dichas, tras el relato pormenorizado de la vida del Santo y la llegada oficial a la Corte de la noticia.A partir del capítulo tercero el autor nos ofrece una des- cripción pormenorizada de la pre- paración de los escenarios, tanto de los interiores como del itinerario oficial de la fiesta, cuidada narración que a modo de guía nos sitúa y des- cribe con precissión cada una de los altares y máquinas de artificio que magnificaron el escenario ur- bano. La segunda parte, conforme a la estructura mantenida en este tipo de textos, reproduce los ser- mones que se predicaron en el Real convento de San Gil duran- te las ceremonias principales. [CLA] 34-49 segu copia 2 9/3/10 18:48 Página 164 Fi es ta y c iu da d. In st ru m en ta liz ac ió n de l e sp ac io u rb an o: de l r eg oc ijo a l r ec og im ie nt o 16 5TORRE FARFÁN, FERNANDO DE LA, 1608-1677 Fiestas de la S. Iglesia metropolitana y patriarcal de Sevilla al nuevo culto del ... rey S. Fernando el tercero de Castilla y de Leon ... En Sevilla : en casa de la viuda de Nicolàs Rodriguez, 1671. [BH FLL 16845] 37. La Relación concebida por Fer- nando de la Torre Farfán como memoria de las fiestas organiza- das con motivo de la canoniza- ción del rey Fernando III, está considerado como uno de los li- bros más bellos de todos los que, con similar temática, se im- primieron en el siglo XVII, sin lu- gar a dudas la mejor edición de la imprenta hispalense del seis- cientos, manifiesto del destaca- do ambiente artístico de la Sevi- lla barroca. Verdaderamente brillantes fueron los festejos. Si bien es cier- to que las ceremonias de cano- nización de santos habían cobra- do relevante protagonismo desde las primeras décadas de la cen- turia, las organizadas en honor al tan querido Rey Santo, reflejo de la conjunción lograda entre los poderes político y religioso, por brillantez y espectacularidad es- tablecieron un alto nivel a los ri- tuales que se sucedieron a partir de entonces, con una fuerte re- percusión no sólo en los de ca- rácter religioso sino principalmen- te en las exequias reales. Sevilla, ciudad emblema de la reconquis- ta del monarca homenajeado, su- po estar a la altura asumiendo el protagonismo de los actos, y la Catedral, como promotora de los festejos, no escatimó esfuerzos ni en la preparación de las fiestas ni en la memoria impresa de las mismas. La experiencia del poeta y dra- maturgo sevillano en relatos sobre celebraciones constituía el princi- pal aval para una narración de ca- lidad como la que se perseguía, y la colaboración de artistas como Murillo,Valdés Leal o Matías de Ar- teaga contribuyeron con sus dise- ños a convertir la obra en una au- téntica referencia de la estética religiosa asociada a este tipo de conmemoraciones.Torre Farfán di- buja con precisión la imagen de la ciudad transformada para la oca- sión, describiendo con detalle to- dos los recursos que se emplea- ron para la consecución de la máscara festiva que dignificó el iti- nerario cuidadosamente definido que siguió la procesión, en la que con gran júbilo participaron tanto las autoridades como la ciudad en general. Como complemento, un importantísimo conjunto de gra- bados, de excelente calidad, per- petuaron visualmente el esplendor de los ornatos y arquitecturas efí- meras que magnificaron la cate- dral que, como principal escena- rio de las celebraciones, asumió el mayor protagonismo. [CLA] 34-49 segu copia 2 9/3/10 18:48 Página 165 CERVANTES DE SALAZAR, FRANCISCO Tumulo Imperial de la gran ciudad de Mexico. En Mexico : por Antonio de Espinosa, 1560. Procedencia: Biblioteca de Casa Profesa de la Compañía de Jesús (Madrid). Ex libris de Alonso Mexia de Tovar [BH FLL 29563] 38. Las exequias reales se organiza- ron en los virreinatos americanos con el mismo boato y solemni- dad que las celebradas en el res- to de los territorios dependien- tes de la Corona, si bien los planteamientos y pretensiones superaron, en ocasiones, a los ocurridos en la Corte. Las cere- monias fúnebres impulsadas por el virrey Luis de Velasco en 1559 en México para honrar la muer- te del Emperador fueron las pri- meras acontecidas en Nueva Es- paña. El regidor de la ciudad, don Bernardino de Albornoz fue el encargado de dirigir y supervisar la preparación de unos ceremo- niales que, fundamentados en los contenidos y objetivos ideológi- cos ligados a este tipo de ritua- les en el viejo continente, supo- nía una novedad en el contexto americano. La consabida Relación, en tan- to que perpetua memoria de lo acontecido fue concebida por el humanista español don Francisco Cervantes de Salazar, rector de la universidad mexicana desde 1567 y autor de la primera crónica de Nueva España, e impresa en 1560 a cargo de don Antonio de Espinosa. Con lenguaje grandilo- cuente y prolija narrativa se nos describe el monasterio de San Francisco como escenario de las celebraciones, el catafalco ideado por Claudio de Arciniega y las ce- remonias pertinentes. El ejemplar de la Biblioteca Histórica presen- ta la particularidad e importancia de conservar el grabado del túmu- lo completo, tanto en planta co- mo en alzado, frente al resto de las ediciones conservadas en las que aparece la estampa incom- pleta, solo hasta el primer cuer- po, de ahí que la reconstrucción realizada por Manuel Toussaint, en base a la descripción de Salazar, haya sido tradicionalmente acep- tada como la propuesta ideada por Arciniega. Esta edición nos ofrece por tanto la novedad de la propuesta original desconocida en su parte superior que, como se nos presenta, fue coronada por el águila bicéfala y un crucifi- jo como remate. Tres meses se tardó en cons- truir el túmulo concebido por el maestro mayor de las obras me- xicanas, afincado en la capital del virreinato desde 1559, ejemplo de la asimilación de las formas re- nacentistas en la Nueva España, un importante hito en el panora- ma artístico de gran modernidad, para algunos mayor que las fábri- cas surgidas contemporáneamen- te en Bruselas o en Valladolid, planteamiento que probablemen- te le sirvió como principal aval pa- ra hacerse con el proyecto para la nueva catedral mexicana, cuyas trazas realizó en 1567. El programa iconográfico, por- menorizadamente descrito en la crónica, corrió a cargo del propio Cervantes de Salazar quien del mis- mo modo que Arciniega mostró gran novedad al tomar como fuen- te directa los emblemas de Alcia- to editado apenas veintinueve años antes, cuya edición castellana se re- montaba a once años atrás, reflejo sin duda de la celeridad con la que los territorios americanos asumie- ron las novedades del viejo conti- nente en ocasiones antes que la metrópoli. El emplazamiento del catafalco en el atrio del convento de San Francisco marcó otra de las particularidades de las celebracio- nes.Tradicionalmente los templa dolori se asociaron al interior de los templos, si bien en esta ocasión a las razones esgrimidas en la rela- ción, escasas dimensiones de la vie- ja catedral fundamentalmente, de- 166 A rquitectura y ciudad.M em oria e im prenta 34-49 segu copia 2 9/3/10 18:48 Página 166 Fi es ta y c iu da d. In st ru m en ta liz ac ió n de l e sp ac io u rb an o: de l r eg oc ijo a l r ec og im ie nt o 16 7 bió tenerse en cuenta sin duda la importancia de los espacios abier- tos como escenarios propicios pa- ra el desarrollo de ceremonias ma- sivas, como se había puesto de ma- nifiesto en las labores de evangeli- zación, asumiendo buena parte de las tradiciones prehispánicas re- flejo del natural y práctico proce- so de aculturación. [CLA] 34-49 segu copia 2 9/3/10 18:48 Página 167 168 A rquitectura y ciudad.M em oria e im prenta RODRÍGUEZ DE MONFORTE, PEDRO Descripcion de las honras que se hicieron a la catholica Mg. de D. Phelippe quarto Rey de las Españas y del nuevo Mundo en el Real Conuento de la Encarnacion ... En Madrid : por Francisco Nieto, 1666. Procedencia: Biblioteca de Juan Francisco Camacho [BH FLL 8743] 39. Un solemne grabado con la efi- gie de Felipe IV, obra de Pedro de Villafranca, se nos ofrece como presentación de la Relación escri- ta por Pedro Rodríguez de Mon- forte, panegirista de la Casa Real, como memoria de las exequias reales celebradas en honor del monarca en el convento de la En- carnación de Madrid. Resulta ver- daderamente significativo cómo tras los apartados habituales, des- cripción de la enfermedad y muerte del rey hasta el entierro y el decreto para las honras, se dedica un amplio apartado, a mo- do de justificación, dudase en el lugar donde se ha de hacer, sobre el cambio de escenario para la celebración de las ceremonias por expreso deseo de la reina Mariana. Tradicionalmente había sido la iglesia del convento de San Je- rónimo el Real el escenario des- tinado para la celebración de las honras fúnebres, desde las de Fe- lipe II ocurridas el 18 de octubre de 1598.Varias habían sido las ra- zones según se explica, la capa- cidad del templo y principalmen- te por el apego que los monar- cas tenían hacia este lugar. Siguiendo esta costumbre se em- pezó la preparación de las exe- quias como homenaje al monar- ca fallecido, si bien la reina consideró que San Jerónimo es- taba demasiado alejado de pala- cio de modo que las inclemencias del invierno podrían hacer mella en la quebrantada salud del here- dero, decidiendo por ello el esta- blecimiento del túmulo en la Ca- pilla Real, y fue así como al parecer se comenzó a idear su traza. Pronto se pensó que no era adecuado honrar al rey difunto, que tan grande había sido en vida, de una forma tan íntima y tan sen- cilla.Tras estimarse diferentes op- ciones se consideró que el con- vento de la Encarnación podría resultar válido para la celebración de las Reales Exequias. Su condi- ción de fundación real, su cerca- nía con respecto al Alcázar y el pasadizo de comunicación entre palacio y el recinto religioso, fue- ron las razones que finalmente primaron en la elección de un nuevo escenario para la celebra- ción de este tipo de ceremonias, rompiendo de este modo con la tradición. El atrio del convento cubier- to de terciopelo negro y plata, sir- vió de soporte a los epitafios y je- roglíficos reproducidos con detalle en la Relación, magníficamente ilus- trada con otros tantos grabados de excelente calidad de los em- blemas que con sus leyendas co- rrespondientes, se dispusieron en el interior del templo. De singu- lar interés resulta la exhaustiva y protocolaria ubicación de las per- sonalidades que asistieron a los actos, cuidada organización que se recrea con detalle en la estam- pa de la planta, reflejo de cómo estuvo dispuesto el templo teatro de tan sagrado culto. Fue Sebastián de Herrera Bar- nuevo quien concibió el túmulo dispuesto en el crucero del tem- plo, del que se ofrece grabado y BORGHERINI, GIOVANNI BATTISTA Esequie di Filippo IV, cattolico re di Spagna celebrate in Firenze … In Fir. [i.e. Firenze] : nella Stamp. di S.A.S., 1665. Procedencia: Ex libris de Juan M. Sánchez [BH FLL 29830] 40. Pompe funebri celebrate all’augusto monarca Filippo quarto il grande ... In Lecce : per Pietro Micheli, 1666. [BH FLL 26224] 41. 34-49 segu copia 2 9/3/10 18:48 Página 168 34-49 segu copia 2 9/3/10 18:48 Página 169 170 A rquitectura y ciudad.M em oria e im prenta pormenorizada descripción de ca- da una de las partes constitutivas de la estructura. Las exequias celebradas en la Corte se simultanearon con las organizadas en numerosos pun- tos de los territorios hispánicos. Especialmente destacadas fueron las organizadas en Florencia a ins- tancias del Gran Duque de Tosca- na Fernando II, ceremonias de las que dejó constancia el canónigo florentino Battista Borgherini en la crónica impresa en la ciudad ita- liana en 1665. Las honras tuvieron lugar en la iglesia de San Lorenzo, recinto sagrado minuciosamente descrito en la crónica, considera- do, tal como se refiere, uno de los mejores de la ciudad y por tanto digno receptáculo de las pompas fúnebres. La relación, editada en italiano, ofrece del mismo modo una pormenorizada recreación del interior de la iglesia, adorno de la misma y del túmulo construido, si bien detalla con celo el exterior del templo, en tanto que principal reclamo e imagen de la ciudad transformada para la ocasión. Con un planteamiento similar, al tiem- po que constatación de la trascen- dencia del óbito real, concibió el jesuita Tomaso Strozzi la Relación impresa por Pietro Micheli en Lec- ce en 1666, a instancias del obis- po de la ciudad, Luigi Pappacoda en honor al monarca fallecido. El catafalco, cuya estructura se ofre- ce en el grabado que ilustra la re- lación, quedó establecido en la ca- tedral de la ciudad reestructurada entre 1659-70 por Giusseppe Zimbalo por impulso del propio obispo Pappacoda, de modo que las exequias le servirían como pre- sentación oficial para mostrar la brillantez y dimensión del templo recién reedificado. [CLA] 34-49 segu copia 2 9/3/10 18:48 Página 170 34-49 segu copia 2 9/3/10 18:48 Página 171 172 A rquitectura y ciudad.M em oria e im prenta CÉSPEDES, BALTASAR DE, m. 1615 Relacion de las honras que hizo la Vniuersidad de Salamanca a la ... reyna doña Margarita de Austria ... Salamanca : impresso por Francisco de Cea Tesa, 1611. [BH FLL 35207] 42. La inesperada y trágica muerte de la reina Margarita de Austria de posparto a los veintiocho años, ge- neró un sentimiento de duelo por la pérdida que se reflejó en el nu- meroso programa de honras que se activaron tanto en España, don- de ciudades como Palencia,Teruel, Córdoba o Sevilla, siguiendo a la Corte,mostraron sus respetos a la soberana, como en Roma o Flo- rencia donde se organizaron las ce- remonias correspondientes en se- ñal de luto y adhesión. Conforme a un rígido protocolo estos ritua- les suponían la demostración ofi- cial del luto expresado por las prin- cipales autoridades tanto civiles como eclesiásticas de cada locali- dad, puesto que eran municipios, cabildos o instituciones los que los impulsaban, de ahí la diversidad de escenarios y alcance de los cere- moniales. Los eventos, cuya brillan- tez dependió principalmente de los recursos económicos disponibles en cada uno de los casos, especial- mente modestos ante situaciones como éstas imprevistas, se activa- ban tras la comunicación oficial de la noticia del óbito y culminaban con las ceremonias solemnes ante el túmulo o catafalco, elemento en torno al que giraban estos rituales. No fue un hecho excepcional que la Universidad de Salamanca se sumase a la organización de exe- quias como homenaje a la reina di- funta. La institución salmantina des- de tiempos del Emperador había mostrado su adhesión a la Corona preparando las honras pertinentes en señal de respeto. Bajo esta idea se sucedieron las de Carlos V, el príncipe don Carlos, Felipe II y las reinas doña Isabel y doña Ana. El escenario escogido fue el patio de las Escuelas Mayores, un recinto abierto que cubierto de paños negros se convirtió en so- lemne receptáculo del túmulo de muy hermosa y agradable architec- tura, construido conforme a la tra- za del pintor local Martín de Cer- vera y de gran conocimiento de architectura, siendo el maestro Blas López el encargado de idear las inscripciones con los contenidos apologéticos que adornaron la es- tructura efímera. Las ceremonias tuvieron lugar el 9 de noviembre de 1611 tal co- mo se dejó constancia en la Rela- ción que el célebre humanista Bal- tasar de Céspedes, catedrático de latín y griego, redactó como me- moria de las exequias por encargo del rector don Melchor de Mosco- so y Sandoval hijo del Conde de Al- tamira, impresa por Francisco de Cea Tesa. Con cuidado lenguaje y meti- culosa descripción se nos descri- be tanto el escenario y catafalco como el conjunto de poesías, je- roglíficos, sermones y oración fú- nebre concebida y recitada du- rante las ceremonias por parte de don Fernando Pimentel, hijo del Conde de Benavente. [CLA] 34-49 segu copia 2 9/3/10 18:48 Página 172 Fi es ta y c iu da d. In st ru m en ta liz ac ió n de l e sp ac io u rb an o: de l r eg oc ijo a l r ec og im ie nt o 17 3LARA, GASPAR AGUSTÍN DE Obelisco funebre, pyramide funesto que construia a la inmortal memoria de D. Pedro Calderon de la Barca ... En Madrid : por Eugenio Rodriguez, 1684. Procedencia: Biblioteca de la Condesa de Campo Alange [BH FLL Res.614] 43. El 25 de mayo de 1681 la muer- te sorprendía a don Pedro Cal- deron de la Barca cuando se en- contraba completando el Auto Sacramental que había de repre- sentarse ese año, y por tanto la última aportación de una de las más afamadas plumas del Siglo de Oro español. Con una dilatada y consolida- da carrera como dramaturgo, sus éxitos coincidieron con el reina- do de Felipe IV, bajo cuya sombra gestó parte de sus mejores pro- ducciones, una actividad que si- multaneó con la dirección del Co- liseo del Real Sitio del Buen Retiro desde 1634, lo que le posibilitó un conocimiento directo de la pre- paración de las fiestas institucio- nales tanto de carácter privado como público. En 1623 concibió ex profeso Amor, honor y poder, pa- ra su representación durante las fiestas con que se obsequió al Príncipe de Gales, durante su visi- ta a Madrid. Recién iniciada la década de los treinta, Calderón comenzó su an- dadura como ideólogo de los au- tos sacramentales que,para el pue- blo y la Corte, se representaban por las calles de Madrid durante la celebración del Corpus, ocasión en que carros, tarascas y demas ar- tificios conferían el ambiente lúdico festivo que impregnaba la Villa du- rante los festejos, un compromiso que asumió anualmente desde su ordenación como sacerdote en 1651. Su conocimiento de las cua- lidades y del sentido de la fiesta, tan- to civil como religiosa, justificaría su intervención como autor, tal como señalan algunos autores, de una de las Relaciones impresas con ocasión de la Entrada en Madrid de la rei- na Mariana de Austria. Enterrado con toda austeridad en la iglesia de San Salvador, fue en ese escenario, uno de los de ma- yor relevancia en la Villa, por ser desde muy temprano la sede de las reuniones del Concejo y pos- teriormente lugar de encuentro de los Plateros, quienen financia- ron sus reparos y depositaron la efigie del patrón San Eloy como adorno del altar mayor, donde se celebraron las exequias en su ho- nor, demasiado humildes confor- me al prestigio de su persona y obra, en opinión de su amigo Gas- par Agustín de Lara, quien poco después de su muerte, quiso ho- menajear su memoria con esta obra concebida como un auténti- co monumento, obelisco fúnebre, no de cartón piedra ni de tempo- ralidad limitada sino con la perpe- tuidad que garantizaba la palabra escrita, a fin de ensalzar tanto la nobleza de su persona como la producción fruto de su talento, de ahí que no dudase en ligarle a las antiguas dinastías reinantes en Es- paña y emparentarle con las Eu- ropeas. Destaca en el emotivo elogio el grabado del jeroglífico Na- ve en Celeste Region es la Barca en su surcaste Culti, Elocuente Jason su destino es de Oro, el Bellon, su fama será el Contraste. [CLA] 34-49 segu copia 2 9/3/10 18:48 Página 173 174 A rquitectura y ciudad.M em oria e im prenta MONTALVO, FRANCISCO ANTONIO DE Noticias funebres de las magestuosas exequias que hizo la felicissima ciudad de Palermo ... en la muerte de Maria Luysa de Borbon ... En Palermo : por Thomas Romolo..., 1689. [BH FLL. 30715] 44. El 12 de febrero de 1689 fallecía la reina doña María Luisa de Bor- bón, primera esposa de Carlos II, defunción que fue comunicada oficialmente por el monarca tan solo unos días después. Muchas fueron las ciudades que, tras la confirmación de la noticia, inicia- ron la preparación de las exequias reales con las que rendir tributo a la soberana. Especialmente des- tacadas fueron las ceremonias or- ganizadas por el duque de Uce- da en Palermo, de las cuales dio pormenorizada cuenta el maes- tro de teología don Francisco Montalvo, en la memoria impre- sa por Thomas Romolo, en la ciu- dad siciliana, en el mismo año. La Relación constituye unas de las producciones más excepcio- nales entre las de su naturaleza surgida en la centuria, tanto por la pormenorizada descripción de las honras como por los esplén- didos grabados de Antonino Gra- no que ilustran el texto y enrique- cen la edición. La obra se organiza en diecisiete capítulos señalados como noticias. Siguiendo la estruc- tura habitual de este tipo de re- latos, la crónica arranca con una serie de observaciones sobre la vida de la reina y a continuación la narración de la enfermedad causante de la muerte. El capítu- lo quinto se refiere a la recepción de la noticia por parte del Duque de Uceda y las condolencias pú- blicas que, a partir de entonces, se sucedieron por par te de las principales autoridades locales. Las exequias se celebraron en la ca- pilla Real del Palacio, donde la no- bleza y tribunales de la ciudad rin- dieron honores en base a un estricto y cuidado protocolo. Un soberbio grabado repro- duce el cortejo público desde la plaza de palacio a la iglesia mayor. La procesión iba encabezada por el capitán de Justicia de la ciudad escoltado por los alabarderos de riguroso luto, seguidos de la dipu- tación del Reino, la nación catala- na, los procuradores, fiscales, se- cretarios, gobernadores del banco público, la nobleza y los caballe- ros de las órdenes militares. Además de dar cuenta de los sermones y oraciones fúnebres oficiadas, la noticia décima supo- ne una exhaustiva descripción de la decoración exterior del templo, acompañada del consabido gra- bado y del conjunto de emblemas y mensajes alegóricos ideados co- mo soportes de contenidos y or- namentación del recinto sagrado. Espectaculares son sin duda las imágenes que recrean el inte- rior de la catedral. De una parte dan cuenta de la protocolaria dis- posición de los asistentes, al tiem- po que del tipo de ornatos y re- cursos empleados para lograr el ambiente con la solemnidad y el recogimiento que merecían este tipo de ceremonias. El elemento más significativo fue el túmulo emplazado en el centro del recinto, bajo la cúpula, elegido por el ingeniero real Sci- pion Bassa, una estructura arqui- tectónica a modo de tabernácu- lo, de acompasado movimiento y aporte ornamental, tal cual se nos presenta en el colosal grabado que acompaña al texto. [CLA] 34-49 segu copia 2 9/3/10 18:48 Página 174 34-49 segu copia 2 9/3/10 18:48 Página 175 Vera Tasis y Villarroel, Juan de Noticias historiales de la enfermedad, muerte y exsequias de la esclarecida reyna de las Españas Doña María Luisa de Orleans, Borbón Stuart y Austria ... En Madrid : por Francisco Pérez ..., 1690. Procedencia: Biblioteca del Colegio Imperial de la Compañía de Jesús (Madrid) [BH FLL 30860] 45. Don Diego Juan de Vera Tassis y Villarroel, dramaturgo y editor te- atral español del siglo de Oro, más conocido por haber sido el edi- tor de las comedias de Calderón después de su muerte que por sus producciones teatrales, fue el encargado de perpetuar con su pluma las exequias de la reina Ma- ría Luisa de Orleáns, tras su falle- cimiento, a los veintisiete años de edad, después de una larga y pe- nosa enfermedad. Con un plan- teamiento similar a la Relación de las honras que en honor a María Luisa de Borbón hizo Francisco Montalvo (cat. 44), este impreso constituye otra de las brillantes ediciones surgidas de las prensas del seiscientos, un pormenoriza- do relato de los hechos ilustrado por un buen número de graba- dos de excelente calidad. La obra se estructura en tres partes. La primera se refiere a la enfermedad de la reina y a todos los remedios que se le aplicaron a fin de poder lograr una mejoría que no llegó.Tratamientos tera- péuticos se alternaron con las ha- bituales rogativas celebradas tan- to en la capilla de Palacio como en la iglesia del convento de Nuestra Señora de Atocha, escenario aso- ciado a este tipo de plegarias. El segundo apartado alude a la defunción propiamente dicha y en consecuencia el inicio de los cere- moniales pertinentes. La prepara- ción del cuerpo y su exposición en el Salón Real. La tercera parte se fundamenta en la oficialidad de la muerte, la parte pública de los ri- tuales.Tras el oficio de las misas de rigor en la Capilla Real, en las Des- calzas y en la Encarnación, el cadá- ver partió para el Escorial donde acontecidos los oficios oportunos fue enterrada en el Panteón. 176 A rquitectura y ciudad.M em oria e im prenta 34-49 segu copia 2 9/3/10 18:48 Página 176 Fi es ta y c iu da d. In st ru m en ta liz ac ió n de l e sp ac io u rb an o: de l r eg oc ijo a l r ec og im ie nt o 17 7 A partir de ese momento se iniciaron los trámites oportunos para la construcción del túmulo a fin de celebrar las reales exequias en la Corte. La edificación del ca- tafalco generó el consiguiente con- curso de ideas al que concurrieron destacados nombres del panora- ma artístico del momento, tanto del campo de la arquitectura co- mo de la pintura. Caudio Coello, Juan Fernández Laredo, José Acu- dí,Vicente Benavides, Manuel Re- dondo, Bartolomé Pérez, Roque de Tapia, José de Campo Redondo y José de Churriguera presentaron sus proyectos, vistos las cuales de determinó que fuese el plan del Churriguera el referente para la fá- brica efímera que habría de colo- carse en la iglesia del Monasterio de San Jerónimo, escenario oficial de juras y exequias desde tiempos de Felipe II. La comunidad de la Encarnación solicitó al Condesta- ble de Castilla, encargado de la pre- paración, dirección y supervisión de las honras, que se celebrasen en la iglesia del monasterio, toman- do como argumento y preceden- te las de Felipe IV, que como he- mos dado cuenta, se celebraron en este templo para evitar cualquier contratiempo en la delicada salud del heredero a consecuencia del traslado desde el Alcázar a San Je- rónimo, solicitud que fue atendida. Tres semanas se prolongó la eje- cución del túmulo que, de mayo- res dimensiones que el anteceden- te se estableció en el centro del recinto, tal como se recrea en el grabado que acompaña al texto. La iglesia en su totalidad y el pór- tico quedaron encubiertos bajo ne- gros paños y toda suerte de jero- glíficos que ilustran la relación. Las exequias concluyeron con la ce- lebración de las misas y sermones oficiados el 23 de marzo del mis- mo año 1689. [CLA] 34-49 segu copia 2 9/3/10 18:48 Página 177 178 A rquitectura y ciudad.M em oria e im prenta CALVETE DE ESTRELLA, JUAN CRISTOBAL El felicissimo viaie d’el... Principe don Phelippe, hijo d’el Emperador don Carlos Quinto Maximo, desde España à... Alemaña, con la descripcion de... Brabante y Flandes. En Anuers : en casa de Martin Nucio, 1552. Procedencia: Biblioteca del Noviciado de la Compañía de Jesús (Madrid) [BH FLL Res.497] 46. En esta obra de carácter políti- co y como recreación del am- biente cortesano que rodeó al jo- ven príncipe, Calvete de Estrella ofrece un detallado relato del via- je realizado por el heredero des- de España hasta Flandes, tras la decisión de su padre el Empera- dor de que conociese los territo- rios del norte de Europa. El extenso y cuidado itinera- rio, todo un periplo de seis me- ses por Italia, Alemania y Países Bajos, concebido como un autén- tico viaje de Estado, sirvió para presentar oficialmente al futuro Felipe II como digno sucesor en cada una de las provincias de los Países Bajos, si bien comportó una positiva lección a todos los nive- les para la formación del prínci- pe, auténtico ejemplo de cómo en estos momentos la imprenta se ponía al servicio de la propa- ganda política (defensa de la fe, exaltación de la monarquías en- tre otras intenciones) La impresión de la Relación se produjo en 1552, en la ciudad de Bruselas, bajo la atenta supervisión de su autor y en la imprenta de Plantín las de mayor prestigio del momento, lo que aseguraba tan- to la calidad de la edición como la divulgación del viaje inmediatamen- te después de haberse producido, reflejo de la instrumentalización de la imprenta al servicio de la propa- ganda política. El conocimiento directo que Calvete como integrante del séqui- to, tuvo tanto del itinerario como de todos y cada uno de los deta- lles del viaje, fiestas, entradas, deco- raciones, que acontecieron en ca- da una de las paradas del trayecto, permitió la consecución de una obra como la que nos ocupa. Le- jos de ser una simple crónica del viaje constituye una fuente de gran valor por la propia esencia de la obra y la variedad de datos que aporta. Descripciones detalladas de edificios que despertaron el in- terés del príncipe y del propio au- tor, valga como ejemplo el exhaus- tivo recorrido por la villa del Duque de Mantua, se alternan con una cui- dada recreación del ambiente que rodeó al príncipe en su viaje. Probablemente la envergadu- ra del viaje y la rapidez con que se impulsó la edición del relato, justi- fique la carencia de un repertorio gráfico acorde con la brillantez de la crónica, únicamente ilustrada con el arco que financiaron los espa- ñoles para recibir al heredero en Amberes, si bien esta supuesta merma quedó paliada por las re- laciones específicas que, como complemento a la de Calvete, sur- gieron magníficamente ilustradas dando cuenta de los principales festejos, reflejo de la auténtica di- mensión de este viaje. [CLA] 34-49 segu copia 2 9/3/10 18:48 Página 178 Fi es ta y c iu da d. In st ru m en ta liz ac ió n de l e sp ac io u rb an o: de l r eg oc ijo a l r ec og im ie nt o 17 9MANTUANO, PEDRO Casamientos de España y Francia y viage del Duque de Lerma llevando la Reyna ... Doña Ana de Austria a passo de Beobia trayendola Pricesa de Asturias ... En Madrid : por Tomas Iunti, 1666. [BH FLL 33818] 47. Pedro Mantuano, secretario del Condestable de Castilla don Juan Fernández de Velasco y del Con- de de Lemos, asumió el encargo de relatar uno de los episodios más relevantes de la política in- ternacional ocurridos en los pri- meros años del siglo XVII, el com- promiso de paz logrado entre España y Francia como conse- cuencia de la doble alianza matri- monial establecida entre Ana de Austria, primogénita de Felipe III, y el heredero al trono francés, conjuntamente con la de la her- mana de éste Isabel de Borbón con el futuro Felipe IV. Tras la celebración del matri- monio por poderes, el 18 de oc- tubre de 1615 en la catedral de Burgos, entre Ana de Austria y un ausente Luis XIII, representado por el duque de Lerma, compro- miso que se oficializó un mes des- pués en Burdeos, Mantuano dio pormenorizada cuenta del reco- rrido seguido por la futura reina de Francia desde Burgos hasta Fuenterrabía, destino final del tra- yecto y punto donde habría de producirse el intercambio de prin- cesas, ésto fue la entrega de Ana de Austria y el recibimiento de Isabel de Borbón, ceremonia de gran solemnidad y simbólico con- tenido ocurrida el 9 de noviem- bre en el denominado paso de Beovia, en el río Bidasoa, un terre- no neutral, linde entre las fronte- ras española y gala. La Relación, estructurada en discursos, resulta una auténtica guía del viaje y crónica social del mismo. Con elegante narrativa Mantuano ofrece una cuidada des- cripción de la ciudad de Burgos, ensalzando sus edificios más des- tacados, entre los que la Cartuja asume el principal protagonismo. Del mismo modo se perfilan ca- da una de las localidades integran- tes del recorrido, Briviesca, Pan- corbo, Miranda de Ebro,Vitoria, Mondragón o Guetaria entre otras, haciéndose especial hincapié en monumentos significativos de las mismas, ofreciendo detalles preci- sos sobre el hospital de Briviesca o sobre la Universidad de Oñate. Todas las ciudades ofrecieron sus mejores galas al paso de la real comitiva, especialmente significa- tiva fue la entrada organizada por la ciudad de Tolosa según se reco- ge en la crónica. Además de reconstruir con exhaustividad la organización de la comitiva, las recepciones y ban- quetes que en cada una de las lo- calidades tuvieron lugar y la pre- paración de los aposentos para la Infanta, Mantuano aprovecha la narración como vehículo de pro- paganda de determinados aspec- tos. Mención explícita realiza el autor de los sistemas de fortifica- ción de las localidades guipuzcoa- nas, ensalzando las murallas de San Sebastián y principalmente las de Fuenterrabía como ejemplo de ingeniería moderna, obra de Vespasiano Gonzaga. La relación concluye con la prolija descrip- ción tanto de la preparación de los escenarios, construcción de plataformas y aposentos, como del desarrollo de la ceremonia propiamente dicha. La edición co- rrió a cargo de Tomás Iunti, de la dinastía florentina de los Giunti, responsable de la Imprenta Real desde 1594 en que se puso al servicio de Felipe II. [CLA] 34-49 segu copia 2 9/3/10 18:48 Página 179 AEDO Y GALLART, DIEGO DE Le voyage du prince don Fernando infant d’Espagne cardinal : depuis le douzième d’Avril de l’an 1632... jusques... le quatrieme ... de Novembre de l’an 1634. Anvers: chez Iean Cnobbaert, 1635. [BH FLL 34008] 49. 180 A rquitectura y ciudad.M em oria e im prenta AEDO Y GALLART, DIEGO DE Viaje del Infante Cardenal don Fernando de Austria : desde 12 de abril 1632 que saliò de Madrid... hasta 4 de Noviembre de 1634 que entró en la de Bruselas. En Amberes : en casa de Iuan Cnobbart, 1635. [BH FLL 33839] 48. La muerte del archiduque Alber- to en 1621 y la renuncia de Isa- bel Clara Eugenia a los Estados de Flandes en su sobrino Felipe IV, determinó que fuese el Car- denal Infante,Arzobispo de Tole- do, quien finalmente asumiese la responsabilidad de gobierno de estos territorios europeos. Con un planteamiento similar al que décadas antes realizase Felipe II, el Cardenal Infante emprendió un largo viaje de carácter institu- cional y clara estrategia política planteado como presentación oficial. El 12 de abril de 1632 don Fernando inició el recorrido que culminó el 4 de noviembre de 1634 con la calurosa acogida que le propició la ciudad de Bruselas. Don Diego de Aedo y Gallar t fue el encargado de escribir la consabida Relación, ejemplo de libro de propaganda política, edi- tada en Amberes en mayo de 1635. La obra, cuya portada fue grabada en base a un diseño de Rubens que también par ticipó con modelos en las Entradas or- ganizadas en Gante y Amberes, está estructurada en doce capí- tulos, cada uno de los cuales ofrece con detalle y pormenor los hechos acontecidos a lo lar- go del itinerario. El monasterio de Montserrat fue testigo de la despedida entre el monarca y su hermano quien, tras pernoctar durante varias jor- nadas en Barcelona, donde reci- bió el agasajo de los principales miembros de la nobleza local, embarcó con rumbo a Génova donde se hospedó en la casa del príncipe Doria, especialmente preparada para acoger a tan in- signe invitado. Génova y Milán ofrecieron sus mejores galas al paso del Cardenal Infante con la organización de sonadas recep- ciones merced a las arquitectu- ras efímeras que magnificaron los itinerarios oficiales tal como con detalle se nos narra en los episo- dios V y VII. Especialmente significativo re- sulta el capítulo XIII en que, co- mo claro reflejo del componen- te político y propagandístico de las relaciones, se describe con precisión estratégica y militar la batalla de Nordlingen, victoria del rey de Hungria tras la unión de su ejército con los del Infante Fernando y el duque Carlos de Lorena, que supuso el fin del po- derío sueco a manos de las tro- pas imperiales, un acontecimien- to de gran trascendencia como para ser mostrado en el único grabado, de Andreas Pauli, que ilustra la crónica, una imagen cier- tamente espléndida que con cui- dado detalle nos ofrece el fragor de la batalla. El compromiso y responsabi- lidad que para las ciudades supo- nía la organización de las recepcio- nes queda claramente reseñado en el texto. La entrada en Bruse- las tuvo que ralentizarse por no haberse concluido las arquitectu- 34-49 segu copia 2 9/3/10 18:48 Página 180 Fi es ta y c iu da d. In st ru m en ta liz ac ió n de l e sp ac io u rb an o: de l r eg oc ijo a l r ec og im ie nt o 18 1 ras efímeras que habían de enno- blecer la ciudad durante las cere- monias de acogida, razón que Die- go de Aedo aprovechó para narrar con excelsa descripción el palacio de Tervuren donde don Fernando pernoctó hasta su entrada triunfal ocurrida cuatro meses y cinco días después de haber abandonado Madrid. El componente propagandís- tico de este tipo de textos gene- ró la aparición, al tiempo, de la edición francesa de la crónica, idéntica salvo en la incorporación de un grabado del Santo Clavo venerado en el Duomo de Milán en lo alto de la nave de la capilla mayor, el dos de mayo se saca en solemne procesión, que no apare- ce en la versión española aunque se hace mención escrita. Resulta de interés señalar que el magnífico grabado de la batalla de Nordlingen aparece emplazado en diferentes lugares de los textos hispano y galo. En la edición española se sitúa a continuación de la narración de la contienda, como complemen- to y referencia visual del episo- dio, mientras que en la francesa se nos presenta al inicio del libro, acaso como claro manifiesto del orgullo e importancia de la vic- toria, contra franceses y de pro- paganda en Bélgica, de ahí la ne- cesidad de mostrarlo nada más abrir el libro. Si bien esta hipóte- sis pudiera no ser más que una coincidencia puesto que en otro ejemplar conservado, el grabado aparece al final del texto, no pu- diéndose concretar la razón úl- tima de las diferentes localizacio- nes de la lámina. [CLA] 34-49 segu copia 2 9/3/10 18:48 Página 181 5º Félix Díaz:CAPITULO 5 13/01/10 13:19 Página 182 R ESULTA casi increíble que la combinación de unas insignificantes piezas de plomo pudieran llegar a convertirse en el elemento vertebrador de una de las revoluciones más significativas del desarrollo humano. Las pá- ginas que salieron de sus incipientes prensas, con su aparente fragilidad, lo- graron derribar murallas, traspasar fronteras y conquistar pueblos enteros, todo ello sin ejércitos ni armas. Así, los mismos tórculos que imprimieron libros sobre filosofía, religión, literatura, historia, y un largo etcétera también acogieron la divulgación de una materia donde se unirían las enseñanzas de Marte, Palas o Minerva. Ésta es por tanto, la crónica de aquellos que se dejaron seducir por las enseñanzas de los dioses y quisieron compartir sus conocimientos, expe- riencias y hallazgos con el resto de sus contemporáneos. Si bien la historia militar, y todo lo que ella conlleva, posee una amplísi- ma trayectoria, nosotros centraremos nuestro análisis en aquellos textos que teniendo como hilo conductor las enseñanzas sobre las diferentes dis- ciplinas del arte militar fueron publicados o reinterpretados a lo largo de los siglos XVI y XVII. Así mismo debemos manifestar que los libros que aquí se relacionan son tan solo un sucinto repertorio de la magnífica colección que sobre el arte y la ciencia militar atesora la Biblioteca Histórica Mar- qués de Valdecilla y que sin lugar a dudas no se agota aquí pudiendo haber sido objeto de otro tipo de recopilación. Aunque para evitar caer en re- dundantes prólogos, como los que asoman en muchos de los tratados que analizaremos, bueno será comenzar sin mayor dilación. Las antagónicas relaciones entre los diversos territorios europeos, afor- tunadamente no siempre desembocaron en conflictos bélicos, sin embar- go, la creciente sensación de inseguridad y lo precario de los acuerdos, LIBROS DE SECRETOS DESVELADOS: EL ARTE MILITAR Y SUS TEXTOS FÉLIX DÍAZ MORENO 5º Félix Díaz:CAPITULO 5 13/01/10 13:19 Página 183 continuamente desatendidos, crearon una corriente de opinión que abier- tamente manifestaba que no había mejor solución para la paz que la pro- pia guerra. Las reiteradas operaciones militares que coparon buena parte del siglo XVI, algunas originadas en la centuria anterior1, se esbozaron des- de diversas perspectivas que no siempre pretendieron el tan anhelado bien común, sino por contra, la preponderancia sobre vecinos con iguales intereses; así, muchas campañas se diseñaron buscando una reivindicación territorial ante unas fronteras inestables, bien por motivos estratégicos o hegemónicos. En otras ocasiones, la acción de enemigos al margen del con- texto cultural occidental, caso de los otomanos, o de una idea religiosa, el protestantismo, fueron los detonantes argüidos por los contendientes para iniciar las hostilidades. Tanto las grandes potencias europeas, como un mosaico de pequeños estados, se vieron arrastrados a diversas guerras, algunas de desastrosas consecuencias y amplitud temporal y otras simples choques con escaso in- terés militar, en todos ellos los costes financieros a largo plazo, acabaron por asfixiar las economías de los promotores de tales empresas. Francia y sus guerras civiles, España y sus múltiples intervenciones en gran parte del continente; la difícil coyuntura alemana; los territorios del Báltico; las fronte- ras del Imperio Habsburgo, o las revueltas internas de Inglaterra, serán los focos de mayor tensión durante la mencionada centuria, sin contar con las intromisiones e injerencias de terceros países en conflictos que aparente- mente en nada les comprometían. El caso de Carlos V y Felipe II resulta especialmente ilustrativo, pues si bien continuaron fomentando importantes campañas sobre una fragmen- tada península italiana, progresivamente desplazaron el escenario de los conflictos bélicos hacía los Países Bajos, jurisdicción donde se pusieron en práctica gran parte de los conocimientos adquiridos en las campañas tran- salpinas, de cuyas intervenciones no sólo surgieron nuevas y diversas inno- vaciones, sino que se convirtió en el territorio donde se reclutaron experi- mentados soldados e ingenieros militares. Dentro de este contexto, debemos añadir nuevos condicionantes co- mo fueron el aumento continuo de los gastos debido a las transformacio- nes técnicas que se adoptaron, tanto en los métodos de defensa como de ataque y que recayeron en gran medida sobre la población en general, con la subida de impuestos y los reclutamientos casi forzosos. El perfec- cionamiento de éstas industrias tuvo un traslado casi inmediato en la fa- bricación y renovación de las armas, evolucionando desde las alabardas y picas a los arcabuces, mosquetes y sobre todo pistolas; sin contar con la nutrida gama de cañones e instrumentos explosivos. Todo ello para un ejército en donde seguía sobresaliendo la infantería respecto a la más mi- noritaria caballería y en donde la armada también tuvo un destacado pa- pel a este respecto. La guerra durante la época moderna experimentó nuevos logros que motivaron que algunos de sus presupuestos básicos y tradicionales tuvie- ran que ser verificados por haberse quedado anticuados, perdiendo por tanto la funcionalidad para la que fueron creados. Los resultados de tales conquistas, o bien sus planteamientos previos, tenían que ser divulgados 1 HALE, J. R.; Guerra y sociedad en la Europa del Renacimiento 1450-1620. Ministerio de De- fensa. Madrid, 1990. 184 A rquitectura y ciudad. M em oria e im prenta 5º Félix Díaz:CAPITULO 5 13/01/10 13:19 Página 184 para que su aprovechamiento tuviera efectos inmediatos sobre el ataque y la protección de los territorios. Los nuevos usos modernos modificaron de forma gradual las obsoletas nociones medievales sobre el ataque y la defensa, debido a la generaliza- ción de armamento de fuego, esta coyuntura originó a su vez la reorgani- zación de las defensas en base a entramados fortificados más sólidos cons- truidos no sólo para resistir el embate de los fuertes impactos balísticos, sino también para cobijar plataformas en donde se instalarían las nuevas y profusas piezas de artillería. Artillería que acabaría por convertirse en ele- mento sustancial de los diseños y proyectos, tanto de los propios instru- mentos de guerra como de las zonas defensivas en donde las soluciones abaluartadas irán tomando cuerpo, transformándose a lo largo del periodo en estructuras de complejo desarrollo. A las zonas de control del enemigo se le unían las de ataque y contraataque, planificadas con antelación para contrarrestar las cambiantes fases de las batallas. De la nueva formulación emprendida surgirá un vocabulario técnico inédito o bien una redefinición del antiguo; palabras como baluarte, glacis, flanco, bastiones, cortina, contraescarpa, hornabeque, etc. serán habitual- mente adoptadas. Sin embargo su utilización no era sinónimo de entendi- Li br os d e se cr et os d es ve la do s: el a rt e m ilit ar y s us t ex to s 18 5 Cat. 55 5º Félix Díaz:CAPITULO 5 13/01/10 13:19 Página 185 miento, lo que suscitó que algunos tratadistas introdujeran en sus textos intrincadas disquisiciones e interpretaciones que solían reforzar visualmen- te con la apertura de láminas o grabados ilustrativos. A lo largo del perio- do se ponderará el estudio pormenorizado de las Matemáticas, aplicadas a cada campo en los que se divide o influye el arte militar. Las nociones cien- tíficas que se pretenden para cada uno de sus integrantes, desde el arqui- tecto, maestro de obras, ingenieros militares, artilleros, etc., hará que se pu- bliquen importantes tratados teórico-prácticos, que incidan en una multiplicidad de áreas, desde las técnicas constructivas a la realización de piezas de arti- llería (materiales e ingredientes), pasando por otros destinados a balística. La delimitación en el concepto sobre la guerra impondrá marcadas trans- formaciones en su interpretación pero también en su programación, no entendiéndose su desarrollo sin los estudios científicos previos de obligado desempeño. Su análisis ya se encontraba firmemente estructurado desde el siglo XV, confluyendo el interés por la obra de Euclides, padre de las Ma- temáticas, conjuntamente con las aportaciones medievales. El predominio de piezas de artillería y la pretendida eficacia en el lanzamiento de sus pro- yectiles determinará a su vez que se investiguen y asimilen complejas fór- mulas en donde los ángulos de tiro y las trayectorias se convertirán en ele- mentos de suma trascendencia. Teniendo presente éste y otros argumentos, Felipe II, intentó materiali- zar un proyecto de formación por el que un grupo de técnicos con cono- cimientos teórico-prácticos se volcaran en la resolución de los innumera- bles problemas surgidos de las nuevas necesidades que se producían, tanto por la defensa y mantenimiento de la posición hegemónica en Europa, co- mo por el de las colonias de ultramar, lo que obligó a la instrucción de per- sonal cualificado en diferentes campos: naútica (construcción de navíos, instrumentos de navegación, cartas, etc.), ingeniería civil, ingeniería militar, artillería (fabricación de cañones, balística, preparación de pólvora, ...), etc. Los deseos del soberano a este respecto fueron finalmente formalizados tras la creación en 1582 de la Academia de Matemáticas de Madrid, insti- tución en la que durante un breve lapso temporal se logró conjugar, en parte, los conocimientos especulativos y funcionales aportados por un no- table conjunto de profesores, teniendo siempre como referente funda- mental el estudio de las Matemáticas y sus diferentes ramas, como agluti- nadora de los diversos saberes. Estos prometedores comienzos, sin embargo, no tuvieron la continuidad deseada, prosperando tan sólo algunos centros de forma aislada como los adscritos al Colegio Imperial de Madrid o la Academia de Artillería de Bruselas. El siglo XVII no hizo sino redundar en lo hasta ahora esbozado2, los con- flictos entre dos o más naciones europeas se convirtieron en algo habitual llegándose a considerar como factor de cierta normalidad sin entrar a ana- lizar causas, efectos o repercusiones. Nuevamente la indefinición de fronte- ras animó a algunos contendientes a plantear no tanto derechos de domi- nio, que también existieron, como a manifestar su fuerza, ejerciendo de esta forma una presión ante el enemigo, en un avance más psicológico que estratégico. En este periodo en el que se intentó mantener la paz con el uso de las armas, la decadencia de la Monarquía Hispánica dejó de ser una 2 ANDERSON, M. S.: Guerra y so- ciedad en la Europa del Antiguo Ré- gimen 1618-1789. Ministerio de Defensa. Madrid, 1990. 186 A rquitectura y ciudad. M em oria e im prenta 5º Félix Díaz:CAPITULO 5 13/01/10 13:19 Página 186 quimera forjada por sus adversarios para convertirse en un hecho consta- tado, a pesar del intento por perpetuar un casi imposible equilibrio motiva- do por las numerosas guerras, sublevaciones y levantamientos que acaba- ron por diezmar la maltrecha economía del reino y socavar la ya escasa renta de confianza en sus posibilidades hegemónicas. Si bien estos hechos son fácilmente contrastables, ni la “crisis” fue generalizada ni se produjo de manera persistente durante todo el siglo, aunque sus consecuencias sí se dejaron sentir en todo el periodo y en todos los ámbitos. La envergadura y complejidad de los ejércitos “profesionales” continua- ron acrecentándose, lo que nuevamente tuvo como consecuencia un au- mento de las cargas financieras, hecho por el cual se articularon una serie de medidas que perseguían solventar tales extremos. Las soluciones pasa- ron por la financiación con cargo a otras instituciones, lo que derivó a su vez en una disgregación del mando único; por otro lado, se produjo un in- cremento de las milicias, aspecto este último que en el transcurso de la centuria fue ganando terreno. La organización de estos cuerpos militares formados por individuos sin experiencia conllevó así mismo el arbitrio de unos cauces para el alistamiento e instrucción de sus componentes, estos intentos tuvieron un grado de éxito dispar dependiendo del lugar, momen- Li br os d e se cr et os d es ve la do s: el a rt e m ilit ar y s us t ex to s 18 7 Cat. 56 5º Félix Díaz:CAPITULO 5 13/01/10 13:20 Página 187 to político y militar. A pesar de todo ello, los ejércitos profesionales paga- dos y al mando de un noble, seguirían constituyendo la base de los diver- sos estados europeos, donde sólo las naciones más ricas pudieron mante- ner este tipo de ejército de forma permanente. Otra importante variante que elevó aún más el desembolso pecunia- rio, fueron las estrategias de ataque, pues durante la centuria, la tendencia no se concretó en batallas a campo abierto sino en la conquista de encla- ves fortificados por medio de la táctica del aislamiento. Los programas de asedio se plantearon como complejas redes alrededor de las fortificacio- nes, en donde las líneas de ataque debían convertirse a su vez en líneas defensivas tanto de las armas de fuego como de las personales y donde la ingeniería jugó un brillante papel. Durante los siglos XVI y XVII, el arte de la guerra seguirá sustentándose sobre dos principios firmemente arraigados: la tradición y los libros. En cuanto al primero conviene recalcar que buena parte de los conocimien- tos adquiridos en el campo de batalla seguirán siendo transmitidos por sus protagonistas a las generaciones futuras, institucionalizando esta costumbre que dará como resultado largas sagas de militares cuyos conocimientos, y a veces cargos, pasarán de padres a hijos. Vinculado en parte a este aspec- to, pero con un desarrollo independiente, se encuentra la cultura libresca que a partir del siglo XVI adquirirá una fuerza creciente en el continente europeo y que servirá para divulgar de forma amplia entre los diversos grupos sociales los contenidos militares más sobresalientes. En el caso de la monarquía hispánica, ambos aspectos se cumplen de forma palpable pu- diendo rastrearse linajes familiares que habían contraído fuertes lazos con el ámbito bélico al ser veteranos de heterogéneas campañas, algunos de los cuales incluso trasladaron posteriormente sus conocimientos a diversas prensas, así por ejemplo Cristóbal Lechuga, Diego de Álava o Bernardino de Escalante, entre muchos otros3. En todos ellos se asumía el ejemplo del pasado como prototipo para el presente, convirtiendo los tratados de la Antigüedad en referencia ineludi- ble y cita de autoridad en cualquier estudio que se preciara. El intento de recuperación del mundo antiguo se debía en gran parte a la idea generali- zada de la renovación de unos usos, considerados por otro lado como un paradigma, que habían quedado interrumpidos y corrompidos durante la Edad Media. En este contexto puede entenderse que en un momento tan tardío como 1670 todavía se reediten recopilaciones [Cat. nº 50] en don- de se sistematicen y ordenen los contenidos de la antigua técnica militar romana, sobre la base de los textos conservados. Dentro de este conjun- to, destacará especialmente la obra de Flavio Vegecio Renato: Epitoma rei militaris; verdadero modelo del que se sirvieron todos aquellos autores que trataron el tema militar desde diversos ángulos. La importancia de Ve- gecio, activo entre los siglos IV y V, no es la de un mero compilador de tex- tos de historiadores y otras fuentes literarias, sino que adquiere valor por su compromiso de fidelidad a los textos, sobre los que intercaló sus pro- pios conocimientos, enriqueciendo aquellos contenidos que habían llegado hasta él de forma parcial o con confusos planteamientos, buscando desci- frar las diversas propuestas. Sus indagaciones y revisiones quedaron plas- 3 Al respecto véase: MERINO PE- RAL, E.: El arte militar en la época mo- derna: los tratados “de re militari” en el Renacimiento. 1536-1671. Aspec- tos de un arte español. Ministerio de Defensa. Madrid, 2002. 188 A rquitectura y ciudad. M em oria e im prenta 5º Félix Díaz:CAPITULO 5 13/01/10 13:20 Página 188 madas en un primer libro originariamente, complementado con otros tres, tras la petición del emperador, posiblemente Teodosio (379-395), confor- mando la actual división en cuatro libros de la obra, si bien a partir del si- glo XVI, y sobre todo tras las ediciones de Scriverius se optó por dividir el cuarto libro en dos bloques independientes, apareciendo por tanto en mu- chas ocasiones un quinto libro sobre técnica naval que en realidad forma- ba parte del cuarto. Los más de doscientos manuscritos conservados, el más antiguo del siglo VII, sobre el texto vegeciano nos dan una idea de la importancia que atesoró4. La obra militar de Vegecio obtuvo un creciente interés a lo largo de los diferentes periodos históricos derivando en múlti- ples traducciones a las principales lenguas europeas. Si bien la primera edi- ción del texto aparecería en Utrecht entre 1473-1474, de la primera de la que tenemos noticias del editor será la publicada en Roma en 1479, en es- te caso Giovanni Sulpizio da Veroli5, quien en su Veteres de re militari scrip- tores, utilizará una fórmula editorial que se convertirá casi en norma poste- riormente según la cual al texto de Vegecio se le adicionaban las Stratagemata de Frontino, el Libellus de Modesto y De instituendis aciebus de Eliano. El éxito fue tal, que nuevamente la imprenta romana de Eucharius Silber tuvo que reimprimir el volumen en 1494; y posteriormente en 1496 y 1505 se haría lo propio en Bolonia. Del resto de ediciones que se imprimieron du- rante el siglo XVI, la Biblioteca Histórica conserva un buen elenco: la edita- da por Gottfried Hittorp en la imprenta de Colonia regentada por Johann Soter en 1524 [BN FLL 15517]; la impresa sobre la revisión del helenista Jean Budé por Chrestien Wéchel en París en 1532 [BH FG 301]; o la del impresor Eucharius Cervicornus en Colonia en 1532 [BH DER 2340]; ade- más de la estampada en Venecia en 1540 por Comin de Tridinio de Mon- ferrato [BH FLL 28603(2)]. La edición presente en la exposición se enmarca dentro de los impre- sos que durante el siglo XVII se continuaron confeccionando en las prensas europeas. La que inauguraba el siglo a este respecto fue la publicada en la oficina plantiniana de Leiden en 1607 [BH FLL 21334]. Ésta había sido ela- borada por Pieter Schrijver, y además de la compilación de varios textos, incluía los comentarios de François de Maulde sobre la edición de Jean Bu- dé (Colonia, 1580) y los de Gottschalk Stewech (Amberes, 1585). Nueva- mente el éxito de esta fórmula originó una nueva reedición en Leiden en 1633 en la imprenta de Joannis Maire, siendo anexada la sucinta obra de Scriverius Correctionum militarium liber, siue Animaduersiones in vegetium De re militari. [BH FG 320]. Esta edición de Schrijver sería reimpresa en Leiden en 1644. Sobre ella se realizaría la que ahora nos ocupa que no es otra que la impresa en 1670 en Wesel, con los conocidos añadidos y comenta- rios de Stewech, Scriverius y Grotius. En este mismo ámbito de búsqueda y recuperación de la Antigüedad pueden situarse las obras de Guillaume du Choul (c.1496-1560) [Cat. nº 51], rebautizado como Caulius tras consultar la Epigramata Antiquae Urbis. Este anticuario y estudioso, desarrolló buena parte de sus indagaciones en Lyon, ciudad donde las investigaciones sobre la Antigüedad a lo largo del Renacimiento habían gozado de especial consideración lo que impulsó una corriente de estudios que sistematizaron importantes análisis, muchos de 4 De las muchas traducciones y es- tudios sobre Vegecio, destacamos la muy meritoria edición de David Paniagua Aguilar con un amplio y ponderado estudio introductorio y bibliografía específica a la cual re- mitimos: VEGECIO RENATO, F.: Compendio de técnica militar. Ed. Cá- tedra, Madrid, 2006. Sobre las tra- ducciones y ediciones españolas, véase el documentado trabajo de: ROCA BAREA, Mª E.: “El libro de la guerra, y la traducción de Vege- cio por fray Alfonso de san Cris- tóbal”, en Anuario de Estudios Me- dievales, 37/1 (2007), pp. 267-304. 5 Giovanni Antonio Sulpizio da Ve- roli será conocido para la posteri- dad por ser quien supervise hacia 1486 en Roma la edición princeps del De Architectura libri decem de Vitruvio. En este caso, la obra apa- rece sin portada, y fue impresa con- juntamente con De Aqueductibus Urbis Romae de Frontino, texto que había preparado conjuntamente con Pomponius Laetus, a cuya Aca- demia pertenecía. La obra se reim- primió en Venecia en 1495 y en Flo- rencia en 1496, esta última con cinco sencillos grabados. Li br os d e se cr et os d es ve la do s: el a rt e m ilit ar y s us t ex to s 18 9 5º Félix Díaz:CAPITULO 5 13/01/10 13:20 Página 189 los cuales quedaron manuscritos y otros lograron acceder a las excelentes prensas lyonesas. Aunque los argumentos fueron variados, destacaron aque- llos que tenían como asunto principal el pasado romano de la ciudad, así como los derivados de la descripción y análisis de la cuna de esta civiliza- ción, si bien los talleres tipográficos de Lyon adquirieron justa fama, entre otras cuestiones, por su especialización en todos aquellos temas derivados de la numismática. Este gusto retrospectivo y el ambiente cultural de la ciu- dad delimitarán la fundación de una Academia, llamada de Fourvière en donde confluyeron un grupo de activos humanistas como el poeta Mauri- ce Scève y su hermano Guillaume, Girolamo Fondulo de Cremona, el cien- tífico español Miguel Servet, el jurista y bibliófilo Benoit Lecourt o el pro- pio Du Choul entre otros. Los ricos planteamientos de la obra impresa de Guillaume du Choul son el resultado de intensos trabajos de campo, recopilaciones, sistematiza- ciones, coleccionismo y estrechas relaciones con importantes personajes del momento. De la confluencia de tales circunstancias surgieron tratados sobre antigüedades que tras ser ofrecidas en primera instancia a mecenas de la talla de los monarcas Francisco I y Enrique II no lograron traspasar la difícil barrera de la imprenta en su primer intento. El grueso de esas inves- 190 A rquitectura y ciudad. M em oria e im prenta Cat. 59 5º Félix Díaz:CAPITULO 5 13/01/10 13:20 Página 190 tigaciones se hallan hoy diseminadas por varios países, en Turín la Des anti- quitès romaines premier livre, obra donde se intentaba a partir de fuentes li- terarias, inscripciones, monedas y descripción de monumentos, reflejar los usos del Alto Imperio. En fecha similar, 1547, también realizó un libro, hoy en Francia, sobre Des bains et de la palestre, y hacia 1550 uno sobre De re nautica actualmente en Estados Unidos. Se tiene constancia de otros tex- tos, gracias a cartas o a las noticias ofrecidas por su hijo Jean quien conti- nuó su labor, pero no han sido aún localizados6. Sobre gran parte de este material, posteriormente lograría imprimir sus tratados en torno a los: Dis- cours sur la castramentation et discipline militaire des anciens romains, des bains et antiques exercitations grecques et romaines (1555), y los Discours sur la religion des anciens Romains (1556), ambas surgidas de las prensas lyone- sas de Guillaume Rouillé. Su interés no sólo radica en la importancia y novedad que supone la edición de estas obras, para las cuales utilizó además de los aspectos de la historiografía romana, otros vestigios del pasado hasta ahora analizados de forma individualizada, caso de las monedas y medallas, sino también la re- percusión que las obras de Du Choul tuvieron en los estudios posteriores. En la primera de sus obras convergen importantes enseñanzas sobre la vi- da y costumbres de los antiguos romanos, todo ello ampliamente ilustrado con significativos grabados que ayudan a recrear tanto las vestimentas y ar- mas como algunas de sus más arraigadas tradiciones. La segunda parte del libro, dedicada a los baños y los gimnasios7, ha sido especialmente aprecia- da en la actualidad pues introduce de forma sesgada informaciones y te- mas que él conoció tras su paso por el Palacio de Fontainebleau entre 1544 y 1546. Como consecuencia de su conocimiento directo introduce datos sobre diversas galerías y su decoración, por ejemplo la de la desapa- recida en 1739 Galería de Ulises ideada por Francesco Primaticcio quien había tomado el control artístico del palacio tras la muerte en 1540 de Rosso Fiorentino, en este espacio trabajó Nicoló dell’Abbate y el grabador Antonio Fantuzzi quien pudo ser el contacto de du Choul y quien le pusie- ra en conocimiento de diseños de grutescos de Giulio Romano, algunos de los cuales, conjuntamente con diversos grabados, engrosaron su colec- ción particular. El otro ejemplar de du Choul, Discours de la religion...fue celebrado no sólo por los coleccionistas y estudiosos de la numismática -caso del céle- bre Jacopo Strada-, sino por todos aquellos que se acercaban a la repro- ducción de estas monedas (en un impresionante despliegue de grabados con 428 reversos y 106 anversos e inclusión de un índice para su búsque- da), sino también por los que en las mismas veían modelos que podían adaptar a su campo de especialización, sin ir más lejos sirvieron como re- pertorio iconográfico sin parangón al pintor barroco francés Nicolas Pous- sin (1594-1665). El éxito de los tratados del lionés se vió rápidamente complementado con la edición de traducciones a otros idiomas, entre ellas las italianas y españolas impresas igualmente en la oficina de G. Rouillé, ob- teniendo así los grabados originales de las ediciones francesas. Si bien el estudio de la Antigüedad continuó ejerciendo una hipnótica admiración, los cambios producidos durante el siglo XVI en el arte de la 6 Des antiquitès romaines premier livre. Biblioteca Real de Turín. Ms va- ria 212; Des bains et de la palestre. Biblioteca Nacional de Francia. Ms. en. 1314; De re nautica. University of Minnesota library, James Bell co- llection. 7 A su vez esta división parece res- catada de la obra de Vitruvio, quien en su libro V en los capítulos diez y once introduce estos mismos te- mas: baños y palestras. En cuanto a la edición utilizada por Du Choul bien pudo ser la de Cesare Cesa- riano (Como, 1521). Al respecto véase: Guillemain, J.: “Recherches sur l’antiquaire lyonnais Guillaume du Choul (c. 1496-1560)”, en Éco- le nationale des chartes, positions des thèses..., Paris, 2002. Idem: “L’expo- sition chez Guillaume du Choul”, en Le Théâtre de la curiosité (XVI- XVIIe siècle). Actes du Colloque in- ternational du 8 mars 2007, Cen- tre de Recherche V.-L. Saulnier, Paris, PUPS, coll. “Cahiers Saulnier”, 2008, pp. 167-182. Li br os d e se cr et os d es ve la do s: el a rt e m ilit ar y s us t ex to s 19 1 5º Félix Díaz:CAPITULO 5 13/01/10 13:20 Página 191 guerra, sobre todo en cuanto a la artillería, hicieron que se replantearan muchos de los aspectos que hasta el momento parecían inamovibles: el ca- so que nos ocupa, sin ser un tratado militar al uso, consiguió tal éxito den- tro de este campo que no se entendía el mismo sin la consulta de los pre- ceptos allí desarrollados, nos referimos a los estudios del matemático Niccolò Tartaglia, quien desde la salida de las prensas venecianas de su Nova Scien- tia en 1537 y posteriormente en 1546 las Quesiti e inventione diverse [Cat. nº 52], se convirtió en referencia tanto para los atacantes como para los defensores, los primeros porque podían calcular la trayectoria de los pro- yectiles, aplicando las matemáticas a la artillería por primera vez; los segun- dos, porque teniendo en cuenta estas fórmulas podían construir fortifica- ciones más acordes a las nuevas circunstancias. Este tipo de tratados sobre disciplinas científico-técnicas adquirieron un enorme desarrollo en la cen- turia, en donde los oficios matemáticos gozaron de un grado de perfeccio- namiento marcado. No podemos olvidar que el propio Tartaglia fue el pri- mer traductor al italiano de la obra de Euclides en 1543, de la cual se conserva un ejemplar en esta institución [BH DER 1082]; otra interesante edición que podríamos calificar de auxiliar es la De la pirotechnia. Libri X, realizada por Vannoccio Biringucci en 1540 y que será de gran utilidad para todo lo relacionado con las fundiciones y aleaciones de metales, entre otras mate- rias [BH FG 726]. Como ya ha quedado subrayado, las novedades introducidas en la polior- cética, condicionaron una transformación de los proyectos planteados para fortificar plazas fuertes. Uno de los más tempranos ejemplos teóricos que abordan el tema de la fortificación con sus nuevos límites de forma explícita será el de Giovan Battista Zanchi y su Del modo di fortificar le cittá [Cat. nº 53]. Si bien las codificaciones anteriores habían tenido una irregular difusión, por ejemplo en los trazados de Antonio da Sangallo el joven, Michele San- micheli o Paciotto, será ahora cuando específicamente se introduzcan las novedades maceradas durante largo tiempo. El texto de Zanchi a pesar de su exiguo contenido, incluye interesantes reflexiones sobre propuestas que si bien en algún caso no resultan originales, ahora tienen el valor añadido de su articulación en conjunto, así: los instrumentos defensivos, ofensivos y sus técnicas, tanto aquellos heredados de la antigüedad, como las nuevas má- quinas (haciendo un especial balance de los efectos que produce la artille- ría). Un elemento fundamental será la importancia que le otorga al territo- rio, a la ciudad y a su transformación, donde la elección del sitio preciso resultará crucial para futuras contiendas; como también será importante la forma adoptada por la ciudad, que él se decanta por el polígono regular de- jando al margen las experiencias circulares o cuadradas anteriores. Sus en- señanzas continúan con la organización y análisis de algunas de las partes en que se divide una construcción fortificada: cortinas, bastiones, casamatas, fo- sos, etc. Su tratado finaliza casi como comienzan otros, con las condiciones que requiere un artífice para desarrollar su trabajo en este campo específi- co, es decir que supiera interpretar la geometría, perspectiva, aritmética, construir modelos y saber trasladar al papel las ideas, es decir trazar. Gran parte de estos supuestos ya aparecían recogidos en el De Architec- tura de Vitruvio, tratado que tras su re-descubrimiento por Poggio Braccioli- 192 A rquitectura y ciudad. M em oria e im prenta 5º Félix Díaz:CAPITULO 5 13/01/10 13:20 Página 192 ni entre 1414-1415 fue objeto de variados análisis que fluctuaron entre la satisfacción y complacencia a otras miradas más críticas que intentaron de- sentrañar tanto los pasajes oscuros de su teoría, como reinterpretar en ba- se al estudio directo de los vestigios muchas de las afirmaciones del roma- no. En esta última línea se sitúa la obra de Leon Battista Alberti quien de forma póstuma publicaría en 1485 su De re Aedificatoria en donde la cons- trucción de fortificaciones se circunscribía en una concepción global de la arquitectura. Similares presupuestos aparecían agrupados en la teoría de Antonio Averlino “Filarete” o Francesco di Giorgio Martini, destacando en este último la importancia que adquiere en el diseño de la ciudad el tema de la fortificación. Desafortunadamente ambas obras no lograron traspasar los umbrales de la imprenta hasta el siglo XIX, si bien su conocimiento fue amplio debido a las copias manuscritas que circularon desde su concepción. La importancia que se le otorgaba a la elección del lugar y el asenta- miento y localización en un territorio concreto de las fortificaciones, hicie- ron que las ciencias auxiliares fueran utilizadas activamente en los momen- tos previos a la construcción, así resultaba fundamental, saber medir distancias, alturas y profundidades por medio de la geometría práctica, y en donde la sabia utilización de la perspectiva con uno o varios puntos de fuga jugó un papel principal8. Sobre este último aspecto los trabajos de Daniel Barbaro: La pratica della perspectiva...Venecia, 1569 [BH FLL 10050]; Vignola-Danti: Le due regole della prospettiva pratica...Roma, 1583 o Lorenzo Sirigatti: La pratica di prospettiva del cavaliere...Venecia, 1596 [BH FLL 26953], son bue- na muestra de ello. El tratado de Cosimo Bartoli a este respecto [Cat. nº 54] resultó un instrumento de trabajo válido basado en las experiencias de los más ilus- tres profesores en la materia. La aparición de las herramientas de medi- ción así como la técnica para su utilización y los cálculos precisos para su buen funcionamiento, hicieron de esta obra una de las más atractivas a ojos de los técnicos que debían realizar los más variados cálculos. Además de la excelente base teórica del tratado, resultan especialmente reseñables los grabados ilustrativos abiertos para la edición, si bien en algunos casos son préstamos, como por otro lado abiertamente reconoce el propio au- tor ; uno de estos intercambios fue el del matemático palentino Juan de Rojas Sarmiento quien había publicado en París en 1550 su Illustris viri D. Ioannis de Roias Commentariorum in Astrolabium quod Planisphaerium vocant libri sex9, donde describía un astrolabio universal basado en la proyección ortográfica de la esfera celeste sobre el coluro de los solsticios; en esta proyección los paralelos se convierten en líneas rectas y los meridianos en semielipses10; Cosimo Bartoli no sólo tomaría buena nota de las referen- cias teóricas, sino que se sirvió de sus grabados para incorporarlos a su propia obra, apareciendo estos girados con respecto a los de Rojas. El in- terés de los hallazgos de Juan de Rojas en cuanto al astrolabio, también fueron ponderados por el italiano Ignazio Danti (1537-1586) quien llegó a reproducir íntegramente el texto del español. Pero la utilización de astrola- bios, planisferios y cuadrantes entre otros instrumentos matemáticos en el mundo de la artillería, no fue exclusivo de autores transalpinos sino que en nuestro país existieron significativos ejemplos como el caso de don Diego 8 DÍAZ MORENO, F.: “De arquitec- tura y perspectiva: Felipe Lázaro de Goiti, traductor de Barbaro y Vig- nola-Danti”, en Anales de Historia del Arte, 13 (2003) pp. 191-210. 9 La Bilioteca Histórica Marqués de Valdecilla cuenta con dos ejempla- res de esta obra, ambos fechados en París en 1551. [BH FG 619 y BH FLL 21732]. 10 LÓPEZ PIÑERO, J.M et alii: Dic- cionario histórico de la Ciencia Mo- derna en España. Barcelona, 1983, vol. II p. 263. VICENTE MAROTO, Mª I y ESTEBAN PIÑEIRO, M.: As- pectos de la ciencia aplicada en la España del Siglo de Oro. Valladolid, 1991 pp. 272-280. Li br os d e se cr et os d es ve la do s: el a rt e m ilit ar y s us t ex to s 19 3 5º Félix Díaz:CAPITULO 5 13/01/10 13:20 Página 193 de Álava y Viamont, quien en el cuarto libro de su El Perfecto Capitán instr- vido en la disciplina Militar, y nueua ciencia de la Artilleria, publicado en Ma- drid por Pedro Madrigal en 1590, [BH FG 303] introduce los géneros de medidas válidos para la artillería. Estos planteamientos tendentes a dimensionar los espacios en donde se erigirían los sistemas de defensa se adoptaron como líneas de actuación prioritaria, lo que permitió a su vez que su análisis y divulgación se convir- tieran cada vez más en objetivos habituales, así muchos autores además de proponer nuevos enunciados sobre fortificación, intensificaron sus investiga- ciones sobre el empleo de instrumentos y fórmulas para calibrar el correc- to asentamiento de sus proyectos. Uno de estos expertos fue Girolamo Cataneo [Cat. nº 55], quien no se limitó a proporcionar datos estereotipa- dos dentro de un tratado, sino que fue el autor de un estudio dividido en dos libros (Brescia, 1584) dedicado a tales extremos. La relevancia de este tratadista se fundamentó en el aprovechamiento que su faceta práctica de arquitecto e ingeniero militar le otorgaba, pues sus actuaciones en la ciudad italiana de Sabionetta fueron un excelente caldo de cultivo tanto para la asi- milación de dispares intentos, como para posteriormente la codificación de sus propias experiencias constructivas. La ciudad ideal llevada a la práctica no era sino la plasmación derivada de tantas propuestas defendidas durante el Quattrocento y que en su inmensa mayoría quedaron sobre el papel o convertidas en intervenciones parciales sobre las ciudades preexistentes; ahora la necesidad de nuevos sistemas defensivos y ofensivos y la participa- ción de príncipes volcados a tales aventuras, caso de Vespasiano Gonzaga Colonna, obraron importantes cambios. Similar actuación se debió al ingeniero mediceo Antonio Lupicini [Cat. nº 56], activo protagonista de destacadas acciones bélicas que le llevaron por media Europa donde pudo comprobar directamente la disposición, novedades y defectos de sus salvaguardias. Sus conocimientos no se limita- ron a este campo, sino que realizó también notables intervenciones como ingeniero hidráulico tanto en la canalización de ríos, drenaje de zonas la- custres o defensas marítimas. En consonancia con lo referido anteriormen- te también se interesó por los problemas de medición cuyo resultado más inmediato fue la invención de un nuevo instrumento especialmente indica- do para el cálculo de ángulos en el lanzamiento de los proyectiles, la topo- grafía y la cartografía, nos referimos a la “verghe astronomiche” cuya de- mostración sobre su fábrica y uso fueron publicadas en 1582, dedicándose en esta ocasión al archiduque Ernesto. En el mismo año y en idéntica imprenta, editará la Architettura Militare...cu- yos argumentos fueron posteriormente complementados en sus Discorsi militari d’Antonio Lvpicini, sopra l’espugnazione d’alcuni siti...In Firenze. Nella Stamperia di Bartolommeo Sermartelli. MDLXXXVII. Obra cuyo frontispicio en dos colores representa las armas, con capelo incluido, de a quien iba di- rigida la obra, es decir don Fernando de Medici, cardenal y gran duque de Toscana. En este breve tratado se analizan un total de treinta supuestos en base a diez posibles situaciones. Análogas indagaciones impulsaron al ingeniero y matemático milanés Gabriel Busca a plantear aquellos aspectos más significativos en la defensa 194 A rquitectura y ciudad. M em oria e im prenta 5º Félix Díaz:CAPITULO 5 13/01/10 13:20 Página 194 y el ataque, las informaciones recogidas fueron compendiadas en dos pu- blicaciones de enorme éxito sobre arquitectura militar [Cat. nº 57]. Ante- riormente había realizado una aproximación bastante acertada sobre otra de las materias que se convertirán en objetivo de reflexión habitual, es de- cir a todo aquello que tuviera relación con la Artillería, su formación, técni- cas y resultados prácticos, siempre con la vista puesta en Tartaglia. Esta nue- va situación hizo que en reiteradas ocasiones los tratados sobre poliorcética se vieran enriquecidos con obras sobre disciplinas cuyas enseñanzas gira- ran en torno a tales cuestiones, éste fue el caso de la edición turinesa de 1598 realizada por Busca, en donde a la Della espugnatione et difesa delle fortezze, se agregaba la Instrvttione de’Bombardieri, articulada sobre cincuen- ta y cinco capítulos en donde se repasaban las más importantes funciones y enseñanzas que debía conocer el artillero, así como un completo reper- torio de fórmulas, composiciones y materiales que formarían parte del acervo de estos profesionales, cada vez más valorados y demandados, pues de su acierto en el desarrollo de sus funciones dependía la correcta inter- posición de resistencia o la adecuada respuesta de un ataque. A los ejemplos italianos referenciados, debemos sumar ahora las apor- taciones que sobre este campo se organizaron en la zona holandesa, espe- Li br os d e se cr et os d es ve la do s: el a rt e m ilit ar y s us t ex to s 19 5 Cat. 64 5º Félix Díaz:CAPITULO 5 13/01/10 13:20 Página 195 cialmente conflictiva durante la Edad Moderna por su continuo enfrenta- miento con las tropas españolas y de cuya escuela de arquitectos y artille- ros surgieron novedosas interpretaciones adaptadas al territorio pero que en muchos casos pudieron ser extrapolables a otros lugares. Uno de sus máximos representantes fue Hans Vredemann de Vries muchos de cuyos diseños fueron readaptados en la obra que el matemático Samuel Marolois dedicó a la arquitectura militar y otras disciplinas [Cat. nº 58], su aportación consistía en un sistema en flancos retirados, con casamatas y perpendicula- res a la cortina. La repercusión de sus enseñanzas fue enorme siendo publi- cada en diversas ediciones en latín, francés, inglés, y holandés. A las edicio- nes originales se le fueron añadiendo comentarios de otros matemáticos, relacionados con la universidad de Leiden que enriquecieron los datos apor- tados por Marolois, así el francés Albert Girard (1595-1632) y el profesor de fortificación y ciencias Frans van Schooten (1615-1660) famoso por sus investigaciones sobre Geometría Analítica y de las obras de Renè Descar- tes: Francisci à Schooten Principia matheseos universalis, seu Introductio ad geo- metriae methodum Renati Des Cartes / edita ab Er. Bartholino... Lugd. Batav. : ex Officinâ Elseviriorum, 1651 [BH FLL 21286 (2)]11; François Viète: Francisci Vietae Opera mathematica in vnum volumen congesta ac recognita, Opera at- que studio Francisci a Schooten...ex Officina Bonaventurae & Abrahami Elzevi- riorum, 1646 [BH FLL 12237 y BH FOA 2695] y Pierre de Fermat. Nuevamente las experiencias surgidas en el campo de batalla, sobre to- do en Países Bajos, Italia y centroeuropa, serán el acicate y desencadenante de nuevas empresas editoriales de entre las cuales sobresaldrá por su cali- dad de contenidos y elaboración artística el tratado de Francesco Tensini [Cat. nº 59]. La carrera militar de este autor, como ya viene siendo usual, hizo que tras plantearse la publicación de un texto sobre fortificación par- tiera de la ordenación de sus conocimientos prácticos. Sus campañas le ha- bían llevado no sólo por diferentes lugares de la geografía continental, sino que había experimentado en primera persona la sensación de ser sitiado y sitiador, lo que le permitió analizar de forma concreta los mecanismos de defensa y ataque, tanto de la zona flamenco-holandesa, conjuntamente con la del imperio austriaco o la propia italiana. En este caso concreto texto e imagen aportan un excelente resultado al conjunto del tratado. Al valor de las imágenes como soporte de la teo- ría, se unía un alto valor artístico de las representaciones calcográficas per- fectamente equilibradas en su composición general y detalles. El interés y gusto del “caballero” Tensini –título que porta con orgullo y que no duda en promulgar en su autorretrato grabado– por la pintura se verá nueva- mente satisfecho en su vida cotidiana, al encargar a Gian Giacomo Barbelli los frescos de la llamada Villa Tensini, construida con los beneficios de su carrera, en el barrio de Santa María della Croce en Crema, ciudad de la provincia de Cremona donde sería asesinado en 163812. Si bien hasta el momento habíamos señalado el territorio lombardo como uno de los más importantes centros de decisión y estrategia dentro de la península itálica, aún no habíamos tenido la ocasión de comentar co- mo este interés por la zona dará como resultado la construcción de im- portantes plazas fuertes y una literatura sobre materias militares de enor- 11 Para aquellos interesados en el tema, sobre los comentarios a la obra de Descartes, existen cinco obras más depositadas en la Biblio- teca Histórica. 12 BERARDI, F. et alii: Trattato del ca- valier Francesco Tensini sopra delle cit- tá e fortezze che possede la Serenis- sima Signoria di Venetia in terra ferma. A cura di Francesca Berardi e Giam- piero Carotti, Francesca Moruzzi, Edoardo Edallo e Luciano Roncai. Edizioni della Biblioteca Comunale di Crema. Crema, 2007. 196 A rquitectura y ciudad. M em oria e im prenta 5º Félix Díaz:CAPITULO 5 13/01/10 13:20 Página 196 13 Dentro de la cada vez más abun- dante bibliografía sobre el tema des- tacamos: SIGNOROTTO, G.: Milán español. Guerra, instituciones y gober- nantes durante el reinado de Felipe IV. La esfera de los libros. Madrid, 2006. Presenta además de una pon- derada introducción de Antonio Ál- varez-Osorio Alvariño, gran canti- dad de bibliografía sobre diversos periodos en Lombardía. 14 Al respecto véase: CAVAGNA, A. G.: “Libri per la guerra e edizioni lombarde del XVII secolo”, en Atti del Convegno Internazionale di Pavia: La espada y la pluma. Il mondo mili- tare nella Lombardia spagnola cinque- centesca. Mauro Baroni editore. Via- reggio. Lucca, 2000. pp. 425-459. COPPA, A.: “Trattatisti e trattati “mi- lanesi” di architettura militare (XVI- XVII) secolo), en Atti del Convegno di Studi: La difesa della Lombardia Spagnola a cura di COLMUTO ZA- NELLA, G y RONCAI, L. Ronca Edi- tore. Cremona, 2004. pp. 37-62. VV. AA.: España en el Mediterráneo. La construcción del espacio. Ministerio de Fomento Cedex. Madrid, 2006. 15 Sobre las ediciones españolas y su contextualización resulta real- mente recomendable la obra de ESPINO LÓPEZ, A.: Guerra y Cul- tura en la Época Moderna. La tra- tadística militar hispánica de los si- glos XVI y XVII: libros, autores y lectores. Ministerio de Defensa. Madrid, 2001. 16 DÍAZ MORENO, F.: “Un original de imprenta del siglo XVI: el De Re Militari de Diego Gracián de Alde- rete”, en Pecia Complutense, 5 (2006). Li br os d e se cr et os d es ve la do s: el a rt e m ilit ar y s us t ex to s 19 7me importancia. Tras la muerte en 1535 del duque Francesco II Sforza sin descendencia, el emperador Carlos V logró anexionar a la corona imperial el ducado; territorio que con Felipe II pasó a depender directamente de la monarquía hispánica siendo gobernado desde la capital madrileña por el Consejo de Italia, aunque la importancia como centro geoestratégico y su lejanía, determinaron su administración directa por un gobernador espa- ñol, situación que se mantuvo hasta 1706. La trascendencia del llamado Mi- lanesado13 o Lombardía española fue determinante para el mantenimiento de una de las rutas insustituibles para la corona, pues unía los territorios mediterráneos a través del corredor alpino de la Valtellina con el centro de Europa hasta desembocar en Flandes. Las prensas milanesas actuaron como fiel escaparate de los sucesos bé- licos más preeminentes y a su vez se comprometieron con la enseñanza de aquellos que una vez adquirida la formación necesaria se embarcarían en la tarea de desarrollar tales conocimientos teóricos en los intricados te- rritorios del norte de Europa. Uno de estos ejemplos lo tenemos con el Breve compendio di fortifica- tione moderna de Giuseppe Barca [Cat. nº 60], libro que se enmarca en es- ta política donde también aparecerían impresas y reeditas con nuevos ar- gumentos obras de la relevancia de la Platica manval de artilleria... de Luis Collado (1592 y 1606) [BH FG 188]; Della Architettura militare... de Gabrie- llo Busca (1601 y 1619); Discurso del capitán Cristobal Lechuga... (1603 y 1611) [BH FLL 11134]; Reglas militares del Melzo Cavallero... de Ludovico Melzo (1619) [BH FLL 18860]; Avvertimenti e regole circa l’architettvra civile...et architettvra militare...(1620) de Pietro Antonio Barca; I Carichi Militari...de Le- lio Brancaccio (1620); Il mastro di campogenerale... de Giorgio Basta (1625) e Il governo della cavalleria leggiera... (1625); Teorica, Practica y Exemplos, compuestos por el capitan...Bernardino Barroso (1622); Tratado Militar del capitan Iuan de Medina...(1650); Arte universal de la guerra de Raimondo Montecuccoli (1643); Discurso Militar del marqués de Aytona don Guillén Ramón de Moncada (1654) [BH FLL 29821]; Principi del mondo, e segnalati gverriere...Paolo Bertarelli (1653); La militare Architettvra...de Pietro Ruggiero (1661); La escuela de Palas... obra anónima atribuida normalmente a José Chafrión (1693); e igualmente de Chafrión las Plantas de las Fortificaciones de las Ciudades...(1687)14. Dentro de este repertorio hemos podido comprobar cómo un buen número de autores españoles publicaron sus tratados en la ciudad de Mi- lán, aunque esto no fue ni mucho menos un hecho aislado pues muchos otros acudieron al centro impresor por excelencia situado en varias ciuda- des flamencas. Aún así también las prensas españolas fueron testigo de im- portantes trabajos15 sobre la disciplina [Cat. nº 61], así en la prestigiosa im- prenta del editor, impresor y librero de origen francés Claudio Bornat instalada en Barcelona tuvo el honor de ser depositaria de la obra del humanista Diego Gracián de Alderete16. El tratado publicado en temprana fecha tra- ducía la obra del escritor griego Onosandro Platónico sobre las caracterís- ticas del perfecto capitán, conjuntamente con éste se introducían otros textos sobre el arte de la guerra. En 1635 se volvería a traducir por Tomás Rebolledo y editado por Egidio Luengo en Nápoles: Onosandro Platónico 5º Félix Díaz:CAPITULO 5 13/01/10 13:20 Página 197 del Perfecto Capitán General.../ Tradvcido primero de Griego y nueuamente en Castellano por... Tomas de Rebolledo... La obra obtuvo un merecido prestigio y se convirtió en referencia para otros autores, ésta a su vez ya era célebre y había sido traducida al italiano: Onosandro Platonico dell’ottimo Capitano generale, et del suo ufficio/ / tradotto di Greco in lingua volgare Italiana per Messer Fabio Cotta...Vinegia, Gabriel Giolito de Ferrari, 1546; y en 1563 al in- glés: Onosandro Platonico, of the generall captaine, and of his office, translated out of Greeke into Italyan, by Fabio Cotta, a Romayne: and out of Italian into Englysh, by Peter Whytehorne. En las prensas bruselenses de Juan Momarte se formalizaría en 1613 igualmente otra obra con enorme proyección, nos referimos al Tratado de artillería y uso de ella... del toledano Diego Ufano [Cat. nº 62], basándose igualmente en su dilatada experiencia militar sobre todo en las guerras de Flandes y tras el análisis e interpretación de textos ya clásicos como el de 17 Sobre las traducciones y recopi- laciones del texto en tratados fran- ceses, ingleses y alemanes, véase: ES- PINO LÓPEZ, A.: op. cit. pp. 232-233. 18 DÍAZ MORENO, F.: “Don Diego Enríquez de Villegas en el solar de Marte. Rasguear con la espada en el siglo XVII”, en Anales de Historia del Arte, 15 (2005) pp. 197-218. 19 DÍAZ MORENO, F.: “La Academia de Fortificación de Plazas de don Die- go Enríquez de Villegas (1651). Nue- vos modelos para antiguos problemas”, en Actas del Congreso Internacional: Ciudades Amuralladas. Pamplona, 2007. 198 A rquitectura y ciudad. M em oria e im prenta Cat. 66 5º Félix Díaz:CAPITULO 5 13/01/10 13:20 Página 198 Niccolò Tartaglia o Luis Collado, intentó sintetizar de forma clara y conci- sa los conocimientos obtenidos hasta la fecha, apartando aquellos princi- pios que habían quedado desfasados debido a las mejoras técnicas intro- ducidas. Buscará la unidad expositiva, así como reglas generales sobre aspectos tan significativos como la trayectoria en el lanzamiento de proyectiles o sobre todos los conocimientos de un artillero. Su tratado tuvo una gran aceptación y fue traducido a varios idiomas o compendiado en diversos tratados recopilatorios sobre la materia17. La multiplicidad de frentes abiertos por la monarquía hispana dio co- mo resultado una variedad de propuestas realmente compleja, así el caso portugués se nos rebela de especial interés por moverse entre la adop- ción de los presupuestos marcados desde la corte y la individualización de los mismos como un hecho cultural diferenciado. Tras la unión de las dos coronas bajo Felipe II desde 1580 y hasta la ruptura definitiva en 1668, 20 Por ejemplo en su obra: LEVAS DE/ LA GENTE DE/ GUERRA./ SV EMPLEO/ EN TODAS FACCIONES MILITARES./SIRVE/ DE INTRODUC- CION A LOS ELEMENTOS/ Milita- res,/ O/ PRIMEROS PRINCIPIOS DE TODAS LAS/ Matematicas, de que necesita el noble/ exercicio Militar./ OBRA,/ QVE SE DIVIDE EN CATOR- ZE TOMOS./ OFRECIDO/ AL EXCE- LENTISIMO SEÑOR DON LVIS DE/ Meneses, Conde QVARTO de Taro- ca, Marques SEGVNDO de/ Peñal- va, Comendador QVINTO (en succe- sion) de/ Albufeira en la Orden y Caualleria/ de Auis, &c./ ESCRIVIA/ DON DIEGO HENRIQVEZ DE VI- Li br os d e se cr et os d es ve la do s: el a rt e m ilit ar y s us t ex to s 19 9 5º Félix Díaz:CAPITULO 5 13/01/10 13:20 Página 199 muchos portugueses habían abandonado su tierra en busca de mejores oportunidades, entre éstos destacaron aquellos que se enrolaron en el ejército buscando aventuras, fortuna y ascender en una constreñida escala social. La mayoría nada de esto consiguieron, pero algunos demostraron su valía en el campo militar por medio de la espada y posteriormente con la pluma. Don Diego Enríquez de Villegas18 consiguió destacar en ambos frentes obteniendo importantes cargos militares y gozando de un pro- porcionado reconocimiento literario; sus obras, normalmente en castella- no, salvo las últimas en portugués, pivotan sobre el arte militar y la filoso- fía política. Uno de sus textos más sobresalientes fue la Academia de fortificación de plazas y nuevo modo de fortificar una plaza real [Cat. nº 63] verdadero compendio de tipos de fortificación donde recoge todos aque- llos autores que estima han realizado alguna aportación en este sentido19. Este autor se mostrará a lo largo de sus escritos como un firme defensor de la profesión de ingeniero militar20 y optará por la conveniencia de ins- tituir las academias militares. Partiendo del modelo de Enríquez de Villegas, otro portugués, don Luis Serraõ Pimentel publicaba en 1680 de manera póstuma el llamado Metho- do lusitanico de desenhar as fortificaçoens...[Cat. nº 64], no intentando crear un modelo genuinamente lusitano sino de adaptación a las medidas portu- guesas de los avances en fortificación de otros países. Lisboeta de nacimiento21 completó sus estudios con los jesuitas, embar- cándose en 1631 hacia la India, lo que le sirvió para que diez años más tar- de obtuviese el oficio de Cosmógrafo Mayor; ostentando este cargo consi- guió del rey Joao IV la erección de un Aula de Fortificación y Arquitectura Militar instalada primeramente en la Ribeira das Naos desde donde se tras- ladaría al Terreiro do Paço trasmutando el nombre por el de Academia Mi- litar. Debido al éxito de la misma fue nombrado Ingeniero Mayor del Reino y Teniente general de la Artillería. La estimación hacia don Luis se completó con la que obtuvo del duque de Florencia Cosme III de Medici. Si con anterioridad habíamos examinado sendos tratados donde apa- recía recogida buena parte de las experiencias de los más ilustres maes- tros en el arte militar, sin lugar a dudas no superan a la más completa y do- cumentada recopilación de sistemas de fortificación hasta el momento, nos referimos a la Escuela de Palas publicada en Milán en 1693 [Cat. nº 65]. Uno de los mayores interrogantes al respecto consiste en determinar quién es el anónimo autor que tan misteriosamente borró sus huellas en el tra- tado, si bien la mayoría de autores son de la opinión que debido a la tra- yectoria profesional resulta más factible adscribirlo a José Chafrión22, en detrimento del III marqués de Leganés23, si bien todavía no existen datos incontrovertibles que puedan afirmar una hipótesis con respecto a la otra. No sabemos por tanto si fue una tarea compartida, o es la obra de un so- lo autor cuya búsqueda de financiación obligó a ocultar su nombre por al- gún tipo de imposición, o si por el contrario se debe a un acto de modes- tia, extremo este que se nos antoja realmente controvertido, pues si bien la humildad mata a la soberbia éste es un momento en el que se buscaba sobre todo el reconocimiento y prestigio de los creadores, ya que ello se traducía a su vez en honores y dinero. LLEGAS,/ Cauallero profeso en la Or- den y Caualleria de Nuestro/ Señor Iesu Christo, y Comendador en ella, Capitan de Coraças Españolas./ CON PRIVILEGIO./ En Madrid. Por Car- los Sanchez Brauo. Año de 1647.//. [BH FLL 20526; BH FLL Res.274; y BH FOA 991] pp. 210-212. Sobre los ingenieros, véase: CÁMARA MUÑOZ, A.: “Tratados de arqui- tectura militar en España”, en Go- ya, 156 (1980) págs. 338-345. Idem. “La arquitectura militar y los inge- nieros de la monarquía española: Aspectos de una profesión (1530- 1650)”, en Revista de la Universi- dad Complutense, 3 (1981) págs. 255-269. Idem. “El papel de la ar- quitectura militar y de los ingenie- ros”, en Felipe II y el arte de su tiem- po. Fundación Argentaria/ Visor. Madrid, 1998. págs. 383400. SILVA SUÁREZ, M. (Ed.): Técnica e inge- niería en España. I. El Renacimien- to. Zaragoza, 2004. CÁMARA, A. (Coord): Los ingenieros militares de la monarquía hispánica en los siglos XVII y XVIII. Ministerio de Defensa. Madrid, 2005. 21 Los primeros datos sobre este autor se encuentran en: Barbosa Ma- chado, Diogo: BIBLIOTHECA/ LUSI- TANA/ Historica, Critica, e Cronologi- ca./ NA QUAL SE COMPREHENDE A NOTICIA DOS AUTHO-/res Portu- guezes, e das Obras, que compuse- rao desde o tempo/ da promulgaçao da Ley da Graça até o tempo pre- zente./ OFFERECIDA/ À AUGUSTA MAGESTADE/ DE D. JOAO V./ NOS- SO SENHOR/ POR/ DIOGO BARBO- SA/ MACHADO/ Ulyssiponense Ab- bade da Parochial Igreja de Santo Adriao de Sever, e Acade-/ mico do Numero da Academia Real./LISBOA OCCIDENTAL,/ Na Officina de AN- TONIO ISIDORO DA FONSECA/ An- no de M. D. CC. XXXXI./ Com todas as licenças necessarias.//. Tomo III. pp. 133-135. 200 A rquitectura y ciudad. M em oria e im prenta 5º Félix Díaz:CAPITULO 5 13/01/10 13:20 Página 200 Sea quien fuere el autor lo que no debe olvidarse es la calidad del tex- to tanto a nivel teórico como por sus excelentes láminas abiertas para describir y reforzar la descripción de los sistemas de fortificación. Las últimas dos obras que conforman este recorrido se centran en la figura del ilustre tratadista militar y profesor, don Sebastián Fernández de Medrano [Cat. nos 66 y 67] quien sobresalió por su destacado papel en la conformación y desarrollo de la llamada Academia Militar de Bruselas, uno de los centros con mayor prestigio del continente y donde no sólo se for- maron muchos de los ingenieros de la monarquía hispánica sino que sirvió de prototipo y estímulo para otros países interesados en exportar tales instituciones y los beneficios que reportaban. La labor docente de Fernán- dez de Medrano24 se vio intensificada por su profunda convicción a la ho- ra de preparar los textos fundamentales que sirvieran de apoyo a sus “aca- demicistas”, muchos de los cuales le conminaron a continuar con esta labor que necesitaba de continuas adicciones, correcciones y novedades. Su in- cansable voluntad y esfuerzo se vieron recompensados, además de con una pléyade de cargos militares, con la satisfacción de ver pasar numerosas promociones de alumnos formados en el arte de la artillería y las discipli- nas afines, el pago a tan grande beneficio por sus desvelos hacia la corona fue su progresiva pérdida de visión que finalmente se convertiría en cegue- ra permanente, oscuridad que unida a su fallecimiento no le permitieron contemplar la caída de Bruselas y la disolución de su academia. Cerremos pues las puertas del templo de Jano para que éste quede en perpetuo silencio y a su vez tomando prestada la voz de Eurípides en el desgarrador lamento de la troyana Casandra, podamos afirmar : “Sensato es el hombre que huye de la guerra”. 22 De esta opinión es ESPINO LÓ- PEZ, A.: op. cit. págs. 245-254. También COBOS GUERRA, F. y CASTRO FERNÁNDEZ, J.J: “Los ingenieros, las experiencias y los escenarios de la ar- quitectura militar española en el siglo XVII”, en Los ingenieros militares...op. cit. pp. 71-94. 23 Sin desmentir la autoría de José Chafrión y añadiendo como autor a Bartolomé Chafrión, Anna Giulia Ca- vagna en p. 446 nota 72 introduce un nuevo dato al que no otorga ma- yor comentario, al indicar que en el ejemplar de la Biblioteca Brera de Mi- lán existe un ejemplar donde se pue- de leer de forma manuscrita: “Ex do- no autoris D. D. Didaci Phelipez de Guzman, Marchionis de Leganes, Gu- beris. Med. i”; desconocemos el tipo de letra y momento de su escritura. CAVAGNA, A.G. “Libri... op. cit. 24 CAPEL, H. et alii: De Palas a Mi- nerva. La formación científica y la es- tructura institucional de los ingenieros militares en el siglo XVIII. Barcelona, 1988. Li br os d e se cr et os d es ve la do s: el a rt e m ilit ar y s us t ex to s 20 1 5º Félix Díaz:CAPITULO 5 13/01/10 13:20 Página 201 202 A rquitectura y ciudad.M em oria e im prenta VEGETIUS RENATUS, FLAVIUS … [Et alii] Veteres de re militari scriptores quotquot extant, nunc primâ vice in unum redacti corpus … Vesaliae Clivorum : ex officina Andreae ab Hoogenhuysen, 1670 Procedencia: Biblioteca Complutense (Alcalá de Henares) [BH FLL 31822] 50. A finales del siglo XVII las ense- ñanzas que podían transmitirse por medio de estos tratados ha- bían quedado ampliamente su- peradas, sin embargo, los usos mi- litares de los ejércitos romanos mantuvieron su prestigio como modelo y referencia, siendo por ello continuamente citados co- mo nota de autoridad y revalo- rizados por su escasez y antigüe- dad. El caso más sobresaliente, sin lugar a dudas, fue el de Flavio Ve- gecio Renato, escritor a caballo entre el siglo IV y V de quien se conservan dos obras, la celebé- rrima Epitoma rei militaris tam- bién nombrada como De Re Mi- litari (ampliamente representada en la Biblioteca Histórica) y la más desconocida Artis veterina- riae siue Mulo medicinae [BH MED 1856 y BH FG 126]. La pri- mera es un compendio de técni- ca militar que fue publicada en su editio princeps, tras ser copiado una y otra vez durante la Edad Media, en Utrecht entre 1473- 1474 conociendo posteriormen- te una fama inusitada que lo hi- zo ser reeditado en múltiples ocasiones en diversas traduccio- nes hasta el siglo XVI, momento en el que comienza su declive. El tratado de Vegecio se divide en cuatro libros, el primero sobre la elección, instrucción y disciplina de los soldados, el segundo so- bre la formación de un ejército de infantería, el tercero sobre las artes para el combate en tierra y el cuarto sobre la maquinaria de guerra tanto de defensa co- mo de ataque, para finalizar con las pautas de la guerra naval. El volumen de la Biblioteca His- tórica, salido de las prensas de An- dreas von Hoogenhuysen en We- sel (Alemania) e ilustrado por Paul van Somer (1576-1621), es el re- sultado de la reedición aumenta- da que Peter Schrijver “Scriverius” (1576-1660) publicó en Leiden en 1607. La edición reproduce textos de Scriverius y Hugo Grotius (1583-1645), además de un curio- so diccionario de autoridades. El tratado se estructura a través de una recopilación de los textos con- servados sobre ciencia militar de la antigüedad más relevantes, en- tre ellos los de Sexto Julio Fronti- no y su Strategematum & stratege- ticon libri IV; el De instruendis aciebus de Claudius Aelianus; o el De vo- cabulis rei militaris de Julio Modes- to. Mención especial merecen las obras referenciadas de Polibio (Polybius de militia & castrametatio- ne Romanorum), que durante el Renacimiento lograron eclipsar a Vegecio y ser del interés de impor- tantes tratadistas como Sebastia- no Serlio, quien dedicó el libro VIII a su desarrollo: Della castramenta- tione di Polibio ridota..., manuscrito que perteneció al coleccionista y anticuario Jacopo Strada.Otros in- teresantes textos de este corpus lo forman el Vetustissimi scriptoris Aeneae poliorceticus, siue de tole- randa obsidione, interpretados por Isaaco Casaubono y un apéndice sobre Incerti auctoris, de re militari opusculum, quod M.Tullio Ciceroni vulgo inscribitur. De las mismas prensas y en idéntico año apare- ció un segundo volumen con ano- taciones y comentarios a diversos escritos, destacando los de Godes- calcus Stewechius (1551-1586) y los de François Modius (1556- 1597) [BH FLL 8898]. [FDM] 50-67 segu 9/3/10 18:49 Página 202 Li br os d e se cr et os d es ve la do s: el a rt e m ilit ar y s us t ex to s 20 3DU CHOUL, GUILLAUME, ca. 1496-1560 Discorso della religione antica de romani … ; Discorso sopra la castramentatione, et disciplina militare de romani. In Lione : appresso Gugl. Rovillio ..., 1558 (1559). [BH FLL 16477] 51. Este autor, originario de Lyon, perteneció a una familia de juris- tas, tradición que perpetuó al es- tudiar Derecho en la Universi- dad de Valence, ciudad donde parece surgió su interés por las antigüedades.Aunque casado en dos ocasiones tuvo una cor ta descendencia; del primer matri- monio nació Jean, continuador de la labor paterna. Del segun- do, destacamos a Madeleine quien casaría con el sobrino y he- redero del humanista sienés Claudio Tolomei, impulsor en 1542 del programa de la acade- mia vitruviana en Roma. Instalado en la antigua Lug- dunum romana, ciudad rica en vestigios arqueológicos e impor- tante centro de estudios de la antigüedad durante el Renaci- miento, obtuvo varios cargos ad- ministrativos, referenciados en las portadas de sus obras. Participó en la llamada “Acadèmie de Fourvière”, relacionándose con importantes personalidades del momento, siendo elogiado inclu- so por el anticuario imperial Ja- copo Strada (aquel que fuera re- tratado por Tiziano) y Gabriel Symeoni, a la postre su traduc- tor italiano. De las acreditadas prensas lionesas surgieron cuida- das impresiones sobre los oríge- nes de la ciudad, así como sobre las antigüedades romanas, pero sobre todo se hicieron famosas por las magníficas ediciones ilus- tradas sobre numismática. G. du Choul, considerado como uno de los primeros anticuarios y me- dallistas franceses, coleccionó en su gabinete de curiosidades los más variopintos objetos, reunien- do igualmente una abundante documentación de grabados, li- bros y dibujos, muchos prove- 50-67 segu 9/3/10 18:49 Página 203 204 A rquitectura y ciudad.M em oria e im prenta nientes de Italia, gracias a la red de corresponsales y otros de Fontainebleau, donde permane- ció entre 1544 y 1546, entrando en contacto con el boloñés An- tonio Fantuzzi quien trabajaba bajo la dirección del Primaticio. Los primeros intentos de Du Choul por publicar una obra don- de se vieran reflejados sus estu- dios sobre el mundo antiguo no obtuvieron resultado, tanto sus Antiquités romaines y Les Bains, ambas de 1547, así como el De re nautica (c.1548-1550?) queda- ron manuscritas. Sería posterior- mente cuando retomando parte del material fueran publicadas. En 1555 aparecerá el Discours sur la castramentation et discipline mili- taire des anciens Romains, des bains et antiques exercitations grec- ques et romaines; donde a partir de láminas que evocaban ciertos grabados sobre la columna Traja- na, se repasaban modos y usos del ejército romano, finalizando con una digresión sobre baños y gimnasios. En 1556 saldrá de la misma imprenta lionesa de Gui- llaume Roville los: Discours sur la religion des anciens Romains, es- pecialmente ponderada por el importante corpus numismático que ilustra el tratado (428 rever- sos y 106 anversos). El éxito fue inmediato, siendo la edición que nos ocupa una traducción al ita- liano que reune en un solo ejem- plar las obras antedichas con una peculiaridad ya que se trastocó el orden natural al iniciar el volu- men con los Discursos sobre la re- ligión...fechada en 1558 (existe otra impresión idéntica pero da- tada en 1559: BH FLL 11316) y se continuó con los Discursos so- bre la castramentación de 1559, finalizando el libro con los De bagni et essercitii antichi de greci et de romani. De esta última obra existe en los fondos de la Valde- cilla otro ejemplar BH FG 300. Igualmente la obra completa fue traducida al castellano por el ca- nónigo burgalés Baltasar Pérez del Castillo, publicándose en la misma imprenta de Lyon en 1579,utilizando idénticos graba- dos a los de la princeps. [BH FLL 16018 y BH FG 189]. [FDM] 50-67 segu 9/3/10 18:49 Página 204 Li br os d e se cr et os d es ve la do s: el a rt e m ilit ar y s us t ex to s 20 5TARTAGLIA, NICCOLÒ, 1500-1557 Quesiti et inuentioni diuerse … In Vinegia : Nicoló de Bascarini, 1554 [BH FLL 20598(2)] 52 El bresciano Niccolò Fontana, co- nocido como “Tartaglia” (el tarta- mudo) fue uno de los más insig- nes geómetras y matemáticos del siglo XVI. A pesar de su orfandad y escasos medios económicos, consiguió gracias a su firme volun- tad y a una formación autodidac- ta, convertirse en uno de los cien- tíficos con mayor reconocimiento del momento, siendo profesor en Verona,Vicenza, Brescia y finalmen- te Venecia. Entre sus logros está el de haber resuelto en 1535, gracias a un duelo matemático, las ecua- ciones de tercer grado, una con- secución que se vio ensombreci- da posteriormente por Gerolamo Cardano quien publicó en su Ars Magna (1570) la fórmula de Tar- taglia sin su autorización. Una de sus textos principa- les será la llamada Nova Scien- tia cuya primera edición se pro- dujo en Venecia en 1537 a la que siguieron muchas reediciones. En ella se ofrece una codificación de los conocimientos sobre ba- lística sobre todo aquellos de- rivados de los cálculos sobre la trayectoria de los proyectiles. En 1546 también en Venecia apare- cerán las Quesiti e inventione di- verse, en donde demostrará cuestiones relacionadas con el álgebra, la teoría de la ecuación de tercer grado, conocimientos matemáticos aplicados a la ba- lística y los explosivos, así como el levantamiento de planos.Am- bas obras se editarán conjunta- mente a partir de 1546. La por tada de esta edición rememora la utilizada en la vene- ciana de 1550 de la Nova Scien- tia, y es toda una declaración de intenciones; en ella aparece en primer término Euclides quien abre la puer ta de una muralla circular donde se encuentra Tar- taglia junto a las Artes Liberales a las que parece demostrar la tra- yectoria de un proyectil dispa- rado por un cañón; desde este espacio se pasa a una segunda zona circular a la que da paso Aristóteles encontrándose pos- teriormente Platón con el lema: Nemo huc Geometrie expers in- grediat, corona la composición la Filosofía; es decir, todo se mueve alrededor de la Geometría. En la contraportada aparecen enumerados los cinco libros que formarían el tratado, aunque pos- teriormente se secuencian hasta un total de nueve (hasta el fol. 128 vº); a continuación se introduce la Regole Generale di Solevare ogni fon- data Nave & navili con Ragione, con un total de quince declaraciones sobre cómo hacer puentes con embarcaciones, se completa con una segunda parte en la que ex- plica un curioso artilugio utilizado para bucear, y se finaliza con un tercer tratado. Concluye con el primer libro de Arquímedes tra- ducido en lengua vulgar.Todo el conjunto aparece englobado por el colofón: Venecia por Curtio Troiano de i Navò 1562. Existen dos ediciones más en la Bibliote- ca Histórica, una recopilación de idénticas obras y años [BH FLL 37417] y otra conjunta de las Que- siti et inventione de 1562 y la No- va Scientia de 1583 [BH FG 287]. [FDM] 50-67 segu 9/3/10 18:49 Página 205 206 A rquitectura y ciudad.M em oria e im prenta DE ZANCHI, GIOVANNI BATTISTA, 1515-1586 Del modo di fortificar le città ... In Venetia : per Plinio Pietrasanta, 1554. [BH FLL 9733] 53 Dedicado a Maximiliano de Aus- tria, rey de Bohemia, el tratado de Giovanni Battista Zanchi, se engloba en el conjunto de estu- dios que mediado el siglo XVI plantearán la construcción de fortificaciones, teniendo presen- te las diferentes particularidades derivadas del uso de la artillería. Las nuevas circunstancias reque- rían de nuevas soluciones espe- cíficas y los diseños que ahora se proyectan abandonan las ideas del XV en cuanto a perímetros circulares (potenciadas por la lec- tura de Vitruvio) y cuadrados, pa- ra optar por plantas regulares de forma poligonal con baluartes en ángulo. Los perfiles cuadrados, usados habitualmente en las for- talezas entrañaban no pocos problemas según declaraba abier- tamente Zanchi. En parecidos términos se po- sicionaba el sienés Pietro Cataneo quien en el mismo año de 1554 y en el primero de sus I cuattro pri- mi libri di Architettura reclamaba como una de las principales fun- ciones de la arquitectura la orde- nación urbana, observando en és- te contexto, que los criterios sobre la fortificación resultaban de especial relevancia.Abogaba igual- mente por el aprovechamiento de la orografía para instalar fortale- zas, asunto sobre el que cambia- ría de postura en el momento de reeditar en 1567 y en ocho libros, la obra aumentada y corregida. Según indica Zanchi, los dise- ños de fortalezas que pudo ana- lizar no siguieron unas directrices comunes ya que ni la forma, ni las medidas ni los métodos construc- tivos se asemejaban, pues cada una debía adaptarse al territorio, a los materiales disponibles y cla- ro está, a las necesidades de la de- fensa. Sus propuestas se encuen- tran reflejadas en el tratado por medio de grabados explicativos, este hecho y lo manejable del li- bro, con apenas setenta páginas hizo del mismo, un volumen muy popular en todas las cortes euro- peas y sobre todo entre sus mili- tares y arquitectos. El tratado da comienzo con las intenciones del autor al respecto, para posterior- mente ir desgranando aquellos te- mas que él consideraba básicos. Los instrumentos ofensivos tanto antiguos como modernos, los efectos y fuerza de la artillería, so- bre la fortaleza de los lugares pa- ra construir, sobre la forma per- fecta de los lugares fortificados, etc. Su éxito derivó en nuevas edi- ciones venecianas en 1556, 1560 y 1601. Igualmente su teoría fue tomada prestada por varios au- tores, que además ocultaron la fuente, caso del francés François de la Treille: La manière de fortifier villes, Chateaux, et faires autres lieux fortz, Lyon 1556; o en la versión inglesa, que quedó manuscrita, lle- vada a efecto por Robert Corne- weyle en 1559. El tratado de Zanchi continúa con una tradición al aparecer re- tratado en un grabado en la con- traportada del libro como mu- chos otros humanistas. [FDM] 50-67 segu 9/3/10 18:49 Página 206 Li br os d e se cr et os d es ve la do s: el a rt e m ilit ar y s us t ex to s 20 7BARTOLI, COSIMO, 1503-1572 Cosimo Bartoli ..., Del modo di misurare le distantie, le superficie … In Venetia : per Francesco Franceschi Sanese, 1564. Procedencia: Ex libris del Colegio de Palermo, de Giovanni Battista Berardi y de Francisco Suárez [BH FLL 26330] 54. La figura del humanista Cosimo Bartoli suele aparecer asociada a la de uno de los grandes teóricos del siglo XV, Leon Battista Alber- ti y su obra De re Aedificatoria, de la que en 1550 realizó su traduc- ción, segunda tras la de Pietro Lauro en 1546 [Cat. nº 3] y pri- mera ilustrada. Bartoli estuvo al servicio de la Iglesia y de la familia Medici durante buena parte de su vida, lo que justificaría la dedicación del tratado al duque de Floren- cia y Siena, Cosimo de Medici. Formó parte de la llamada Acca- demia degli Umidi fundada a fi- nales de 1540 en Florencia en contraposición a la Accademia degli Infiammati de Padua. Sus in- vestigaciones no se limitaron a la arquitectura, sino que actuó sobre otras disciplinas, entre las que sobresale los comentarios a la obra de Dante. En esta ocasión su tratado versa sobre geometría práctica, destinada a la medición de dis- tancias, alturas y profundidades. Dividido en seis libros, destaca sobre todo por las completas y nada usuales fuentes utilizadas: Oroncio Fineo,Alberto Durero, Arquímedes, Euclides, Gemma Frisio, Juan de Rojas, Giovanni Stosterino, Alberti, Georgio Pe- rurbachio, Pietro Appiano, Pto- lomeo,Vitullione y Vitruvio, así como por sus nociones sobre perspectiva común. En su trata- do sobresalen sus grabados, ha- bitualmente muy ponderados, si bien en algunos casos los tomó prestados (aunque inver tidos con respecto al original) de la obra del español Juan de Rojas Commentarium in astrolabium quod planisphaerium vocant..., Pa- rís 1550. El cap. XXVII del libro prime- ro está especialmente centrado en lo militar : “Come si possa ri- trovare se alcuna cosa che sia in moto ti si appressi. O ti si allon- tani, come armate di mare, o eser- citi di terra, o simili, cosa utilisi- ma a Generali delli eserciti”. -fols. 49-49vº-. Para medir bastará apo- yar el astrolabio sobre una pica o otra “asta” y graduar las medidas, nuevamente aquí se sirvió de la teoría de Rojas. De las otras dos ediciones que se imprimieron en 1589 y 1614, la Biblioteca Histórica guarda la del XVII, editada en la imprenta de Se- bastiano Combi [BH FLL 21211]. [FDM] 50-67 segu 9/3/10 18:49 Página 207 208 A rquitectura y ciudad.M em oria e im prenta CATTANEO, GIROLAMO, m.ca.1584 Opera nuoua di fortificare, offendere et difendere, et far gli alloggiamenti campali, secondo l’vso di guerra. In Brescia : appresso Gio. Battista Bozola, 1564. Procedencia: Biblioteca del Colegio Imperial de la Compañía de Jesús (Madrid) [BH FLL 10346] 55 El arquitecto e ingeniero militar novarense Girolamo Cataneo es- tuvo al servicio del príncipe Ves- pasiano Gonzaga Colonna (1531- 1591), ideólogo y promotor de la construcción de la ciudad italiana de Sabbioneta,“su pequeña Ate- nas”, entre 1556 y 1591. La forti- ficación de la misma, donde des- tacaban las puertas de la Vittoria e Imperiale, corrió a cargo de Ca- taneo entre otros. Además de su labor práctica, tuvo un importante papel a nivel teórico, redactando diversos tra- tados sobre fortificación y sobre diversas fórmulas de medición (Dell’arte de misurare libri due, Brescia, 1584), tema éste en el que se asemeja a lo visto ante- riormente con Cosimo Bartoli. Destaca su faceta de codificador de la arquitectura militar, pues no en balde en este mismo volumen llega a afirmar que su verdadera intención era escribir solo sobre esta materia debido a sus cono- cimientos matemáticos y a su di- latada carrera, aspectos que re- dundaban en la formación de un verdadero arquitecto donde a la especulación se unía la práctica. Otros textos publicados, en los que resumió, compendió, corri- gió y aumentó su propia teoría fueron: Rote perpetue, per le qua- li si puo con qual numero di due dadi si voglia, ouero con due dadi secondo l’horologgio d’Italia, ritroua- re quando si fa la luna, le feste mo- bili, la patta, l’Aureo numero, l’indit- tione, la lettera Domenicale col Bisesto, et in che giorno entra il prin- cipio d’ogni mese / di m. Girolamo cataneo Nouarese ...Brescia 1562 [BH FLL 9702]; Avertimenti et es- samini intorno a quelle cose che si richiede a un bombardiero, Bres- cia, 1567; Dell’Arte militare libri tre...Brescia, 1571; Modo de forma- re con prestezza le moderne bata- glie, Brescia, 1571; Nuevo raggio- namento del fabricare le fortezze, Brescia, 1571 [BH FLL 7681]; Rag- gionamento del modo di fabricar le fortezze, Brescia, 1584; Dell’Arte militare, libri cinque, Brescia, 1584 [BH FLL 15460 y BH FG 192]. La opera nuova di fortificare es- tá dedicada muy especialmente a Vespasiano Gonzaga a quien loa en su prólogo a los lectores, aun- que igualmente agradece el apo- yo a otros benefactores como a los condes de Lodrone: Girolamo y Alberigo; así como al Coronel Vincenzo Tadei. El tratado se encuentra dividi- do en dos partes claramente di- ferenciadas, la primera a su vez or- ganizada en nueve capítulos, mientras que la segunda es un añadido: Essamine intorno a bom- bardieri e fuochi arteficiali. En el co- lofón puede leerse:“IN BRESCIA, Apresso Lodouico di Sabbio. MD LXIIII”. La edición comentada se encuentra profusamente ilustrada con grabados, algunos desplega- bles. Al final del libro aparece el grabado de un “Alloggiamento campale”, que posteriormente a instancia de uno de sus poseedo- res fue coloreado con aguadas verdes, amarillas y rojas. El éxito de la obra llevó incluso a Jeróni- mo Castillo de Bobadilla en su Po- lítica para Corregidores de 1597 a recomendar en su libro cuarto del tomo segundo:“De los oficios del Corregidor tocantes a la guerra en Fronteras y Puertos” este tra- tado, entre muchos otros, para aquellos mandatarios que necesi- taran cualquier tipo de prevencio- nes tanto en tiempos de guerra como de paz. [FDM] 50-67 segu 9/3/10 18:49 Página 208 Li br os d e se cr et os d es ve la do s: el a rt e m ilit ar y s us t ex to s 20 9LUPICINI, ANTONIO, ca. 1530-ca. 1610 Architettura militare con altri auuertimenti appartenenti alla guerra. In Fiorenza : appresso Giorgio Marescotti, 1582. Procedencia: Biblioteca del Colegio Imperial de la Compañía de Jesús (Madrid). Ex libris de Bartolomeo Ianucci [BH FLL 19844] 56 Antonio Lupicini, ingeniero y ar- quitecto florentino, desarrolló una importante labor teórica basada en gran medida en un activo pe- riplo vital que le llevó por diferen- tes países, donde participó en nu- merosas campañas. Sabemos de su intervención en los asedios de Montalcino (1553) y Monticchie- lo bajo las órdenes de Cosme I de Medici, o de su entrada en 1578 al servicio de Rodolfo II Habsburgo. Entre 1584 y 1589 intervino en el drenaje de las marismas cerca- nas a Venecia, este hecho y el co- nocimiento de los ríos le llevó a es- cribir dos tratados sobre hidráulica en relación con el control de los flujos y la fortificación de sus már- genes. En 1594 se incorporó junto a Giovanni de’Medici a una expe- dición contra los turcos. Igualmen- te supervisó la reconstrucción de las fortificaciones de Mantua, e in- ventó y publicó en 1582, en la im- prenta florentina de Marescotti, un instrumento: la “verghe astronomi- che”, que podía ser usado como péndulo, escuadra de artillero y cuadrante para grandes distancias y levantamientos topográficos. Su Architettvra militare, está de- dicada al gran duque de Toscana, Francesco I de’Medici, familia con la que mantuvo una estrecha co- laboración. En su dedicatoria no duda en compararle con don Fer- nando rey de Aragón, quien, se- gún el autor, poseía grandes vir- tudes entre las que destacaban sus conocimientos de las Artes Liberales y las Matemáticas. El tratado se estructura a par- tir de un libro dividido en cinco capítulos tras los cuales se le aña- dió el Discorso Militare del mede- simo autore all´illlustrissimo signor Francesco de Conti di Montavto, en cuatro capítulos, apareciendo en su colofón como lugar y fecha de su realización: Florencia a 8 de Ju- nio de 1578. La obra finaliza con una carta de Lupicini datada en 1576 a un anónimo señor. La teoría del florentino es el resultado de la síntesis de muchas de sus experiencias en el campo militar, las cuales aparecen desa- rrolladas y explicadas en sus capí- tulos correspondientes. Destaca un grabado plegado, siendo el res- to más modestos. Su posición de arquitecto práctico muy cercano al mundo de la guerra, le llevará a plantear que aquellos arquitectos que tuviesen que diseñar una for- taleza deberían hacerlo siempre bajo la estricta supervisión de mi- litares. Entre sus ideales de plaza fortificada destaca una ciudad po- ligonal con baluartes en ángulo y calles radiales que parten de una plaza central, espacio donde sitúa la iglesia en eje con la vía que co- necta las dos entradas a la urbe. [FDM] 50-67 segu 9/3/10 18:49 Página 209 210 A rquitectura y ciudad.M em oria e im prenta BUSCA, GABRIEL, ca. 1540-1605 Della espugnatione et difesa delle fortezze … ; Instruttione de’ bombardieri … In Turino : appresso Gio. Domenico Tarino, 1598. Procedencia: Biblioteca del Colegio Imperial de la Compañía de Jesús (Madrid) [BH FLL 21648] 57 El ingeniero y matemático mi- lanés Gabriel Busca fue autor de dos de los tratados que mayor repercusión tuvieron en Europa desde su publicación. El prime- ro en salir de los tórculos de los herederos de Nicolò Bevilacqua en Turín, fue Della espugnatione et difesa...en 1585, posteriormen- te vería la luz: Della Architectura Militare, Girolamo Bordone & Pietro Mar tire Locarli, Milán, 1601, [BH FLL 22018], donde compendió buena parte de los conocimientos que hasta enton- ces se tenía de la práctica cons- tructiva con respecto a la forti- ficación. El texto fue dedicado a don Juan Fernández de Velasco, condestable de Castilla, duque de Frías, conde de Haro y presi- dente del Consejo de Italia. Fue reeditado en Milán en 1619 [BH. FLL 26648]. El Della espugnatione..., supo- ne un análisis exclusivo de los métodos de defensa y ataque sin entrar en el tema constructivo del que se ocupará años después en su otro tratado. Fue dedicado, ya en 1581, al duque Carlos Ema- nuele de Saboya, lo que nos da a entender que en estas fechas ya se encontraba finalizado. El trata- do originariamente se dividía en dos libros, el primero formado por cuarenta y tres capítulos y el segundo por dieciocho. Para la re- edición que nos ocupa, fechada en 1598, se le añadió una obra que complementaba su teoría, nos referimos a Istruttione de’ bom- bardieri..., donde a lo largo de cin- cuenta y cinco capítulos observa la práctica de tiro y el uso de la artillería; a modo de curiosidad in- dicar que utiliza el término arti- llero en muchas ocasiones por- que le parece más ajustado que el ya en desuso “bombardiero” o el “cannonier” francés. El tratado se publicó por primera vez en Carmagnola en la imprenta de Marco Antonio Bellone en 1584 [BH FLL 28296], este ejemplar se encuentra en la actualidad encua- dernado con los tratados de Or- lando Rosseti: Corona de Bombar- dieri...Venecia, 1620 y el Capitan d’Artegliaria... de Camillo Zonta (Venecia, 1640). El texto del milanés compen- diaba cada uno de los elementos necesarios tanto para el estable- cimiento del ataque, incluyendo el sitio, como las formas de po- der contener tales acciones, todo ello ilustrado por medio de gra- bados, de amplia repercusión, con los que poder ver de forma clara los efectos que el nuevo arma- mento (cañones, minas, contrami- nas, etc.) ocasionaba en fortale- zas que no se ajustaban a las necesidades derivadas de las me- joras técnicas y en aquellas cuyos bastiones en ángulo no habían si- do convenientemente cimenta- dos o replanteados. [FDM] 50-67 segu 9/3/10 18:49 Página 210 Li br os d e se cr et os d es ve la do s: el a rt e m ilit ar y s us t ex to s 21 1MAROLOIS, SAMUEL, ca. 1572-1627 Fortification ou Architecture militaire tant offensive que deffensive … A Amsterdam : chez Ian Janssen, 1627. Procedencia: Biblioteca del Colegio Imperial de la Compañía de Jesús (Madrid) [BH FLL 26975(2)] 58 Esta importante obra del mate- mático Samuel Marolois se en- marca dentro del proyecto ge- neral que bajo el nombre: Opera mathematica, ou Oeuvres mathe- matiques : traictans de geometrie, perspective, architecture et fortifi- cation par Samuel Marolois : aus- quels sont ajoints les fondements de la perspective et architecture, de I. Vredm Vriese, augmentée et corrigée en divers endroicts par le mesme auteur, fue publicada en la oficina de Hendrick Hondius en La Haya (Hagae-Comitis) en- tre 1614 y 1616. Las tres partes de la que estaba compuesta sa- lieron al mercado en diferentes años y su fusión o individualiza- ción ha sido habitualmente un quebradero de cabeza para de- terminar las características tipo- gráficas de sus tratados. Conjun- tamente con la Fortification... publicada en 1615, formarían es- ta compilación la Perspective con- tenent la theorie et practique d’icelle...1614 y la Geometrie, con- tenent la theorie et practique d’i- celle necessarie a la fortification, en 1616. De todas ellas existen gran número de reediciones lo que refleja el éxito que obtuvie- ron. El ejemplar de la Biblioteca Histórica se haya encuadernado conjuntamente con la obra de Hans Vredemann de Vries (1527- c.1604): L’Architecture, contenant la toscane, dorique, ionique, corint- hiaque et composée, faict par Hen- ri Hondius.Avec quelques belles or- donnances d’architecture mises en perspective par Jean Vredman Fri- son, avec une instruction fonda- mentale, fort utiles et nécessaires pour la fortification et aultres usa- ges. Editado por Johannes Jans- sonius (1588-1664) en Amster- dam, con ilustraciones de Willen Outgersz Akersloot (c. 1600-c. 1651), magníficamente grabadas por Hendrick Hondius (1573- 1649) [BH FLL 26975 (1)]; esta misma institución cuenta con la edición de la Perspective de 1628 [BH FLL 9374]. La reedición de la Fortification de 1627, es el re- sultado de la revisión, corrección y aumento de la obra de Maro- lois por parte de otro matemá- tico, el francés Alber t Girard (1595-1632), quien fue insertan- do tras la teoría del primero aquellos comentarios que enten- día podían beneficiar al carácter general de la obra. El tratado se ar ticula en torno a dos par tes teóricas, con paginación indepen- diente, tras las cuales se abren gran cantidad de excelentes gra- bados explicativos a doble pá- gina. Destaca especialmente la portada calcográfica firmada por Willen Outgertsz Akersloot con quien Marolois había trabajado en otras ocasiones al igual que con el editor. [FDM] 50-67 segu 9/3/10 18:49 Página 211 212 A rquitectura y ciudad.M em oria e im prenta TENSINI, FRANCESCO, 1580-1638 La fortificatione guardia difesa et espugnatione delle fortezze … In Venetia : appresso Antonio Bariletti et Fratelli al Segno del Mondo, 1630 (appresso Euangelista Deuchino, 1624). [BH FLL 12909] 59. Francesco Tensini nacido en Offa- nego, desarrolló una importante carrera militar donde destacó por su capacidad para elaborar solu- ciones de gran eficacia. Según el mismo indica en su obra, con die- cisiete años intervino en las gue- rras de Flandes y Frisia y poste- riormente en Giuliers, Alsacia, Bohemia, Salzburgo, Suecia, Pia- monte y Friuli. Estuvo presente en dieciocho asedios y sufrió este ais- lamiento de forma directa en cua- tro ocasiones. Durante tres años permaneció en Flandes al servicio de su Católica Majestad donde desarrolló labores de ingeniero y capitán de 200 valones; fue igual- mente lugarteniente general de la Artillería del emperador Rodol- fo II y estuvo cinco años al servi- cio del duque de Baviera. Según se demuestra en el frontispicio de su obra obtuvo la consideración y título de “Cavaliere”. En 1617 vuelve a Venecia don- de fue contratado por la Serenis- sima como experto en fortifica- ción. Será en esta ciudad donde publique en 1624 su obra La for- tificatione guardia difesa...en la im- prenta de Evangelista Deuchino. Esta misma obra será reeditada en 1630 y en 1655 en las prensas ve- necianas de Francesco Brogiollo. La reedición de la Biblioteca Histórica se realizó siguiendo a la princeps, donde destacaba un fan- tástico frontispicio delineado por Filippo Sadeler en Venecia y en donde aparecía en la contrapor- tada el retrato de Tensini:“Aetatis svae XXXXIII. Anno MDCXXIIII. Franciscvs Tensinvs Cremensis.Vis et Virtvs”. Para las reediciones pa- rece que se utilizó la plancha de cobre original a la que se raspó la fecha y tipógrafo para introdu- cir los nuevos datos. La edición de ciento veintio- cho páginas de gran formato re- sulta apasionante, no sólo por la teoría basada en la propia expe- riencia y en todo lo que ya era conocido sobre la fortificación, si- no por los excelentes grabados realizados en cuarenta y ocho planchas, once a doble página, que ilustran la impresión. En la prime- ra de las calcografías, datada en 1624, aparece uno de los autores, Odoardo Fialetti, pintor y graba- dor al aguafuerte de origen bo- loñés seguidor de Giovanni Bat- tista Cremonini e influenciado por Tintoretto. En el resto de las cal- cografías no aparece autor. El tratado se estructura sobre tres libros con paginación indivi- dualizada. El primero consta de treinta y dos capítulos en el que se detallan las excelencias de la arquitectura militar, sus cualidades, partes y materiales. En el segun- do dividido en diecinueve capítu- los se describen los oficios milita- res y sobre todo se hace hincapié en quien debe detentar y cuales deben ser las características de los gobernadores de las fortale- zas. El tercer y último libro está compuesto por un total de trein- ta y nueve capítulos en donde ex- pone los mecanismos para la elec- ción de los capitanes generales y acto seguido introduce la teo- ría sobre ataque y defensa de for- talezas, invenciones de maquina- ria, trincheras y asedios. [FDM] 50-67 segu 9/3/10 18:49 Página 212 Li br os d e se cr et os d es ve la do s: el a rt e m ilit ar y s us t ex to s 21 3BARCA, GIUSEPPE, ca. 1595-1639 Breue compendio di fortificatione moderna ... In Milano : Per Filippo Ghisolfi, 1639. [BH FLL 8030] 60 Durante el siglo XVII el Milanesado se convierte en una zona de ex- cepcional relevancia para la mo- narquía española, tanto por ser frontera importante como paso obligado del llamado camino es- pañol que la unía con Flandes. Es- ta coyuntura llevará a la fortifica- ción de diversas ciudades y pasos en las que intervinieron importan- tes militares e ingenieros, lo que a su vez se tradujo en la instauración en 1604 de una Academia de Ar- tillería y en una fértil producción teórica. Es en este contexto don- de puede situarse la obra del ca- pitán Giuseppe Barca, teniente ge- neral del rey de España en Milán. El tratado fue dedicado el 14 de septiembre de 1639 a don Diego Felipez de Guzmán, mar- qués de Leganés por Pietro An- tonio Barca, sobrino del fallecido autor. El texto se divide en 14 ca- pítulos más una tabla abreviada con los logaritmos de Giovanni Nepero.A lo largo de los mismos introduce variadas explicaciones que van desde los problemas con los triángulos rectilíneos, la des- cripción y uso de los logaritmos, las definiciones de la fortificación a la moderna, así como las partes generales y particulares de las for- talezas, entre las cuestiones de mayor significación. Precisamente en su proemio el milanés analiza el porqué de su libro, advir tiendo que debi- do a los avances de la ar tillería las formas curvas tuvieron que transformarse en piezas angula- res dando paso a los baluartes, pero la for tificación no solo se fundamenta sobre éstos sino que se debe conceder igual impor- tancia al cálculo la distancia en- tre ellos, es decir a las cortinas. Al respecto mucho se había pu- blicado en Flandes y Francia y ahora él pretende desarrollar en italiano de forma clara tales con- sideraciones. En un intento por completar la obra y ajustar lo más posible los conocimientos al respecto, lleva- ron a su sobrino a introducir una advertencia al futuro lector ya que una vez estampada detectó un error en uno de los logaritmos, su aviso a modo de fe de erra- tas intentaba solucionarlo demos- trando gran celo. La edición de 120 páginas, apa- rece ilustrada con sencillos graba- dos que ilustran partes concretas de las fortificaciones: baluartes, ca- samatas, triángulos, etc. Originaria- mente la obra estaba pensada so- bre un total de quince capítulos, el que nunca llegó a escribir versaría sobre “Il tratatto dell’Opere Co- ronate” (pág. 92), la no inclusión del mismo se debió al percance sufrido en el asedio de Vercelli donde fue herido de mosquete en una pierna el 23 de junio de 1638. Fallecería poco después en esta misma localidad, con cuarenta y cuatro años, el uno de marzo de 1639. [FDM] 50-67 segu 9/3/10 18:49 Página 213 214 A rquitectura y ciudad.M em oria e im prenta GRACIÁN DE ALDERETE, DIEGO, ca. 1500-1584 De re militari. Primero volumen. Onosandro Platonico ... En Barcelona : por Claudio Bornat, 1566 (1565) Procedencia: Biblioteca del Noviciado de la Compañía de Jesús (Madrid) [BH FLL 20908] 61 El denominado Onosandro Platóni- co no es sino una recopilación de textos de variada procedencia tra- ducidos por Diego Gracián de Al- derete, importante humanista del quinientos, formado entre España y Flandes donde llegó a ser discípu- lo de Juan Luis Vives en la universi- dad de Lovaina. Su riqueza intelec- tual, cercana a las tesis erasmistas, conocimiento de territorios y do- minio idiomático, le hicieron acree- dor, por parte de Carlos V, del car- go de primer secretario de la llamada Secretaría de Interpreta- ción de Lenguas, órgano depen- diente del Consejo de Estado. En- tre sus traducciones destacan las realizadas sobre obras de Xeno- fonte y Tucídides. El libro, englobado bajo la de- nominación De re Militari, se en- cuentra estructurado en tres blo- ques con un total de cinco trata- dos llamados aquí “volúmenes”. El primero de ellos, traducido direc- tamente de la obra del táctico grie- go del siglo I, Onosandro Platóni- co, enumeraba las cualidades que debía poseer un Capitán General. La difusión del texto original fue amplia como así lo atestigua el que en 1546 fuera impresa en Venecia la traslación al italiano por Fabio Cotta. La segunda parte consta también de un volúmen en don- de se relacionan las enseñanzas del emperador Julio César con respec- to al arte de la guerra. El último bloque, traducido de un texto fran- cés, posiblemente de Raymond de Beccarie de Pavie, señor de Four- quevaux (1508-1574), se articula sobre los restantes tratados, dedi- cados a comentar la guerra de Langeay, la adecuación y formación de levas, las cualidades de ciertos cargos del ejército, e interesantes apuntes legislativos para desarro- llar en tiempos de conflictos béli- cos. Este último aspecto sería es- pecialmente valorado por Antonio de Quesada en su tratado Diver- sarum quaestionum iuris liber (Sala- manca, 1573) [BH DER 799; BH DER 2718; BH DER 2723 y BH FLL 12090]. El compendio de Gracián de Alderete fue impreso en Barcelo- na en las reconocidas prensas del editor, impresor, librero y escritor de origen francés, Claudio Bornat, activo en la ciudad condal entre 1556 y 1575. El ejemplar custodia- do en la Biblioteca Histórica tiene además del valor intrínseco, dos importantes singularidades que lo hacen único, la primera se corres- ponde con la introducción de tres grabados que no aparecerán en el resto de ediciones, la segunda es que este volúmen se trata de un original de imprenta preparado pa- ra su reedición, cuyos folios fueron rubricados y firmados en el colo- fón por el escribano de cámara Pe- dro del Mármol. [FDM] 50-67 segu 9/3/10 18:49 Página 214 Li br os d e se cr et os d es ve la do s: el a rt e m ilit ar y s us t ex to s 21 5UFANO, DIEGO, m. 1613 Tratado dela artilleria y uso della … En Brusselas : en casa de Iuan Momarte impresor ..., 1613. [BH DER 14677] 62 Ingeniero y militar español nacido en la localidad toledana de Yepes, estuvo bajo las órdenes del Gene- ral de Artillería don Luís de Ve- lasco y Aragón I marqués de Bel- veder (1559-1626) en Flandes, territorio donde adquirió un am- plio conocimiento de la artillería y su materialización. Los prelimina- res constan de una dedicatoria al Archiduque Alberto de Austria y varias cartas dirigidas por el autor a personajes que deben evaluar el texto, una de ellas está dedicada a recabar la opinión, abiertamente positiva, del General de la Artille- ría de Flandes, el conde de Buquoy. En similares circunstancias se desa- rrolla el intercambio epistolar con don Luís de Velasco, datada en Ma- linas en 1612. Curiosamente esta primera edición puede aparecer en su portada con tres fechas di- ferentes,1612,1613 e incluso 1617. El tratado se dedica a expo- ner tanto los aspectos teóricos co- mo prácticos de la artillería, dan- do prioridad a los contenidos relacionados con la balística: ángu- los, alcances, proyectiles, etc. Los préstamos en la obra de Ufano serán continuos, buscando res- puestas y nuevas formulaciones sobre los conocimientos ya adqui- ridos, estableciendo reglas o inten- tos de leyes generales para calcu- lar direcciones y longitudes de tiro. Así por ejemplo sobre los esque- mas de la trayectoria de los pro- yectiles de Niccoló Tartaglia es- tablece nuevas diferenciaciones y fases.No olvida tampoco un tex- to de referencia como fue el de Luis Collado de Lebrija, por cier- to muy crítico con el italiano. El texto de Ufano, dividido en tres tratados a lo largo de más de cuatrocientas páginas, no sólo se dedica a la mencionada disciplina, sino que la complementa con in- ventos o reelaboraciones de ideas anteriores. Entre estos destaca sus planteamientos prácticos sobre la recuperación de navíos hundidos o la extracción de piezas de arti- llería sumergidas gracias a la inter- vención de buzos, todo ello muy en la línea de lo descrito por Ve- gecio, ahora modificado aunque desconociendo las leyes de pre- sión por lo que su utilización fue muy relativa y peligrosa en aguas profundas.También resultan inte- resantes sus propuestas para cons- truir pasarelas, puentes por me- dio de barcas y otros artilugios si- milares descritos por Tartaglia, y otros realmente novedosos. Esta obra gozó de buena for- tuna desde su salida al mercado, prueba de ello serán las reedicio- nes y las rápidas traducciones que se hicieron del texto, así en francés aunque editada en Francfort en 1614 en las prensas de Egenolf Em- mel: Artillerie, c’est a dire Vraye ins- truction de l’artillerie et de toutes ses appartenances : avec vne declaration de tout ce qui est de l’office d’vn Ge- neral d’icelle...: avec vn enseignement de preparer toutes sortes des feux artificiels.../ par Diego Ufano; mais maintenant traduit en langue fran- coise...par Iean Theodore de Bry. En 1621 aparecerá otra vez vertida a este idioma en la oficina de An- dries Janz van Aelst en Zütphen (Países Bajos) [BH FLL 21963], y nuevamente en Rouen (1628). La obra fue igualmente traducida al alemán en Zütphen, Archeley: das ist Grundlicher und eygentlicher Be- richt von Geschuz und aller Zugehör nach eygener Erfahrung in den Nie- der landischen Kriegen in Hispanis- cher Sprach beschrieben jetzund aber in teutscher Sprach publicirt, und mit Kupffers stüchen geziert.Andries Jan- son (1630). [FDM] 50-67 segu 9/3/10 18:49 Página 215 216 A rquitectura y ciudad.M em oria e im prenta ENRÍQUEZ DE VILLEGAS, DIEGO, m. 1671 Academia de fortificación de plazas, y nuevo modo de fortificar una plaza real ... En Madrid : por Alonso de Paredes, 1651. Procedencia: Biblioteca Colegio Imperial de la Compañía de Jesús (Madrid) [BH FLL 26364] 63 Los datos biográficos sobre este autor resultan escasos. Natural de Portugal desconocemos su fecha de nacimiento aunque si sabemos de su fallecimiento en Lisboa en 1671.Desde 1615 entró a servir a la monarquía hispánica como mili- tar en el reino portugués y desde 1635 se trasladó a Castilla donde participó en importantes opera- ciones militares. Llegó a ser caba- llero y comendador de la Orden de Cristo y Capitán de Corazas Es- pañolas. Durante la campaña de Lérida en 1644 fue herido de gra- vedad lo que le apartó de la carre- ra activa; sirviéndose de su dilata- da experiencia, a la que unió el estudio pormenorizado de las prin- cipales fuentes en la materia, con- feccionó multitud de trabajos cu- yos temas, giraron en torno a la po- liorcética de forma predominante, pero también se adentró en la fi- losofía política, destacando varios tratados sobre la educación de príncipes.A éstos habría que sumar sus glosas a Felipe IV, así como va- rios memoriales. El volumen que nos ocupa se estructura de forma convencional; la apertura se centra en una por- tada de sencillo diseño, tras la cual se enuncian de forma esquemáti- ca sus propósitos, elaborándose a continuación un listado de auto- res consultados. La secuencia pro- sigue con la dedicatoria a don Ra- món de Sagarriga de quien hace un verdadero panegírico. Los si- guientes folios están dedicados a incluir las diversas licencias y apro- baciones tras las cuales aparece el prólogo, verdadero manifiesto de sus intenciones. Finaliza con los preliminares insertando un catálo- go de aquellas de sus obras escri- tas que ya habían sido publicadas y otro en el que enumera aquéllas que sin haber sido editadas tenían ya la licencia para su impresión. Destaca entre las mismas una tra- ducción de “Los seis primeros li- bros de los Elementos de Euclides demostrados en idioma castella- no ilustrados con diferentes Co- rolarios y Escolios, se dio licencia año de 1651”, versión que por otra parte nunca vio la luz. El tratado propiamente dicho se organiza en tres libros, el prime- ro dividido a su vez por ocho ca- pítulos en donde expone los prin- cipios sobre los que asentar la Ar- quitectura Militar y su métodos de defensa y ataque, así mismo intro- duce el argumento principal sobre el que girará su teoría, es decir el modo de fortificar una plaza aba- luartada con cada una de sus par- tes, divisiones y subdivisiones. El li- bro segundo se compone de un total de quince capítulos y es un auténtico compendio de los mo- dos de fortificar plazas según los más célebres autores que se ocu- paron de la materia; esta parte re- sulta especialmente atrayente pues aglutina todos aquellos aspectos y conocimientos que desde el siglo XVI hasta sus días se habían veni- do perfeccionando y que poste- riormente serían tenidos en cuen- ta en las Academias de Bruselas o Barcelona. El tercer libro es el más exiguo en cuanto a número de pá- ginas, con tan sólo cuatro capítu- los donde introduce las nuevas for- mulaciones que él ha inventado sobre partes concretas de los ba- luartes. La edición aparece com- plementada por tres grabados. [FDM] 50-67 segu 9/3/10 18:49 Página 216 Li br os d e se cr et os d es ve la do s: el a rt e m ilit ar y s us t ex to s 21 7PIMENTEL, LUÍS SERRÃO, 1613-1679 Methodo lusitanico de desenhar as fortificaçoens das praças regulares, [et] irregulares, fortes de campanha, e outras obras pertencentes a architectura militar ... Em Lisboa : na impressaõ de Antonio Craesbeeck de Mello..., 1680. [BH FLL 10043] 64 El Teniente general de Artillería, In- geniero y Cosmógrafo Mayor del Reino, el portugués Luis Serraõ Pi- mentel publicó de forma póstuma este interesante tratado dedica- do al príncipe don Pedro (1648- 1706), sucesor, regente y goberna- dor de los reinos y señoríos de Portugal, que recogía en buena par- te las experiencias de diversos au- tores anteriores, entre ellos el ya comentado Diego Enríquez de Vi- llegas y su Academia de Fortificación de Plazas [BH. FLL. 26364], así co- mo las obras de Marolois, Fritach, Dogen, Cellario, Goldman, Mallet, Bitainvieu, Fournier,Antoine de Vi- lle, Moore, Lorini, Cataneo, Rug- giero, Sardi, Rojas, Mut, Folch de Cardona, Cepeda y Andrada, etc. Especial atención prestará al con- de de Pagan a quien dedicará dos apéndices (págs. 481-545). El mé- todo lusitano no es tanto un inten- to de crear un modelo genuina- mente portugués como de dotar, a partir de los diseños de fortifica- ciones francesas, italianas, holande- sas o españolas,de las medidas pre- cisas adaptadas a las concretas portuguesas. El volumen se abre con un frontispicio sin pie de im- prenta, grabado al aguafuerte por Joaõ Bauptista (c.1628-1689) que representa un pórtico flanquea- do por dos pilastras delante de las cuales aparecen tanto armas co- mo instrumentos de artillería, re- matadas en arquitrabe sobre el cual se corona la composición con el escudo real portugués acompaña- do por armas. El basamento se uti- liza para incluir tres pequeñas imá- genes. Sobre el título circunscrito en laurel, aparece el mote extraí- do del verso 160 del libro XI de la Eneida de Virgilio. Vinculados a las explicaciones del tratado aparecen plegados una serie de grabados al aguafuerte realizados por René Bietry e Ma- nuel Mendes. Las treinta y seis es- tampas que componen la serie, entre tablas y diseños, se encuen- tran perfectamente localizadas en un índice en la página final, donde también se enumeran las erratas detectadas, aunque no están en- tre estas los fallos de paginación (595-6 en vez de 596-7 y 615-618 en vez de 619 a 622).Además de los apéndices anteriormente indi- cados, el libro se completa con: “Trigonometria practica rectilinea”, pp. 547-644, y el “Compendio de alguns problemas de Geometria practica, & Theoremas da especu- lativa”, pp. 645-666. Existen en la Biblioteca Nacional de Portugal dos manuscritos que hacen rela- ción a esta obra, un Extracto de 1670 [F.R. 681], donde se nombra además “professor Regio das Mat- hematicas ao Serenissimo Prince- pe Cosmo III Grande Duque da Toscana”, y otra anterior a 1680 con la obra in extenso [COD 11005]. Uno de sus hijos, Manuel Pimentel (1650-1719) siguió la ca- rrera paterna, aunque encamina- da hacia la Cosmografía, publican- do entre otros tratados el Arte practica de navegar (Lisboa, 1699). [FDM] 50-67 segu 9/3/10 18:49 Página 217 218 A rquitectura y ciudad.M em oria e im prenta ESCUELA DE PALAS Ò SEA CURSO MATHEMATICO … [Atribuido a Chafrion, José, 1653-1698] [Atribuido a Felipe de Guzmán, Diego, Marqués de Leganés, 1649-1711] En Milan : en la Emprenta Real, por Marcos Antonio Pandulpho Malatesta, 1693. [BH FLL 10004] 65 Por expreso deseo de su creador, la autoría de este importante tra- tado sigue siendo una incógnita, aunque la mayoría de quienes se han acercado a la obra se decan- tan porque ésta fuera escrita por José Chafrión, si bien no existen da- tos incontestables,para una elección en detrimento de la otra. Las circunstancias personales de ambos protagonistas se entre- mezclaron en diversos momen- tos y ambos demostraron sus co- nocimientos y erudición en la teoría y en la práctica militar ya fuera desde los cargos de virrey de Cataluña por parte del mar- qués de Leganés (interino en 1678 y como tal entre 1685 y 1688) o como Gobernador de Milán (1691-1698); así como por el interés común hacia las mate- máticas y disciplinas afines, pues los dos tuvieron como maestro al padre Zaragoza. En el caso de Chafrión además se une su per- fecto conocimiento del organigra- ma militar y su experiencia real en el estudio de las fortificacio- nes, lo que le llevó a realizar la Planta de las fortificaciones de las ciudades, plazas y castillos del es- tado de Milán, publicada en 1687, en donde además de incluir ma- pas de la zona, analizaba veintitrés plazas fuertes. La Escuela de Palas se divide en once tratados sobre: “Arith- metica, Geometria especulativa, Practica, Lugares planos, Dados de Euclides, Esphera, Geographia, Algebra numerosa y especiosa Trigonometria y Logarithmica” además de una parte específica sobre el Arte Militar que compo- ne el último tratado. Esta sección se distribuye en dos, la primera dedicada a las fortificaciones re- gulares donde ilustra y analiza con enorme claridad expositiva, cin- cuenta y cinco sistemas de for- tificación de los más importantes autores sobre la materia, para posteriormente enumerar una serie de soluciones sobre defen- sas externas, ciudadelas, perspec- tivas y realización de planos. El li- bro segundo está dedicado a las construcciones irregulares, así co- mo a la organización de campa- mentos y tropas; dedicando otra parte al la erección de elemen- tos complementarios como puer- tas, puentes, almacenes, etc. Uno de los elementos más significativos del tratado, además de la profusión de textos citados, son la gran cantidad de estampas calcográficas que ilustran la obra, la mayoría sobre métodos de for- tificación acompañadas en ocasio- nes por pequeñas escenas cos- tumbristas o de carácter bélico que enmarcan la composición. La portada calcografía está firmada por el pintor y grabador milanés Ambrogio Besozzi (Ambrosius Besuitis) (1648-1706) y realizada por Giovanni Francesco Bugatti (c. 1660-post. 1695) (I.F. Bugattus). Muchos otros van firmados por Zangiacomi. [FDM] 50-67 segu 9/3/10 18:49 Página 218 50-67 segu 9/3/10 18:49 Página 219 220 A rquitectura y ciudad.M em oria e im prenta FERNÁNDEZ DE MEDRANO, SEBASTIÁN, 1646-1705 El perfecto artificial, bombardero y artillero … En Bruselas : en casa de Lamberto Marchant, …, 1699. Procedencia: Biblioteca de Francisco Guerra. Ex libris de Anibale Bontado [BH FG 178] 66 Las obras de este eminente trata- dista militar se centran en su afán didáctico derivado de su partici- pación en la denominada Acade- mia de Bruselas. Esta institución fundada en 1675 por el duque de Villahermosa con el nombre de Academia Real y Militar del Ejér- cito de los Países Bajos, contó des- de sus inicios con la colaboración de Medrano, en aquel momento alférez de infantería, como maes- tro y único director de la misma hasta su muerte y posterior desa- parición en 1706 tras la toma de Bruselas por los aliados. A partir de ese momento funcionó exclu- sivamente otra Academia, ahora para oficiales austriacos, que ha- bía sido fundada con anterioridad por los Archiduques Alberto e Isa- bel Clara Eugenia en la antigua Ca- sa de Pajes en 1671, teniendo en- tre sus directores a Fernández Medrano en 1692. El curso se impartía en dos años, en el primero se enseñaba Geometría, Fortificación,Artillería, Geografía y Arte de Escuadronear. Aquellos que superaban con me- jores resultados las asignaturas iniciaban una segunda fase de es- pecialización donde se impartía: Fortificación,Dibujo,Geometría es- peculativa,Tratado de Esfera y Na- vegación.Al finalizar se les conside- raba aptos para desarrollar labores de artillería e ingeniería militar.Ca- da año ingresaban treinta oficiales y cadetes provenientes en su ma- yoría de los tercios; aunque la ad- 50-67 segu 9/3/10 18:49 Página 220 Li br os d e se cr et os d es ve la do s: el a rt e m ilit ar y s us t ex to s 22 1 misión se hizo extensiva no sólo a los españoles, sino a alumnos de otros países aliados. Los tratados de Medrano deben entenderse por tanto como libros de texto de- dicados a estos alumnos, que el lla- ma “Academicistas”, en donde de forma práctica y sintética recogió todos los conocimientos sobre las disciplinas que se impartían, siendo éstas continuamente mejoradas, corregidas y ampliadas en sus obras. El Perfecto artificial, bombardero y artillero, se estructura en dos li- bros. El primero a su vez en dos tratados (18 y 14 capítulos respec- tivamente). El primer tratado se de- dica al salitre, la pólvora, cohetes y un largo etcétera, el segundo, ana- liza las granadas, las bombas, los morteros, las minas y otros muchos artefactos explosivos. El libro segundo se destina al práctico artillero a lo largo de die- ciocho capítulos donde trata de los instrumentos necesarios al oficio, así como de las diferentes piezas que lo componen es decir del ca- ñón y sus principios. El último ca- pítulo lo dedica a una serie de ad- vertencias sobre la aleación de metales, de los caballos y de los ca- rros de transporte.Todo ello con calcografías de la familia de graba- dores holandeses Van Harrewij, de- lineados por discípulos del autor, como el capitán Carlos de Erqui- cia o Manuel de Mora. [FDM] 50-67 segu 9/3/10 18:49 Página 221 222 A rquitectura y ciudad.M em oria e im prenta FERNÁNDEZ DE MEDRANO, SEBASTIÁN, 1646-1705 El architecto perfecto en el arte militar ... En Brusselas : en casa de Lamberto Marchant ..., 1700. [BH FLL Res.1066] 67 En la línea establecida anterior- mente se sitúa esta obra de Fer- nández de Medrano que no es si- no la adecuación de nuevos conocimientos e “invenciones” que le reclamaban continuamen- te sus alumnos, desde aquella lejana publicación con la que ini- ciaba su amplísimo catálogo bi- bliográfico. Una de las primeras fue la Nueva invencion y metodo de la cuadratura del circulo...(Juan Dandijn, Bruselas, 1676), poste- riormente los Rudimentos geomé- tricos y militares (Viuda Vleugart, Bruselas, 1677) [BH FG 381 y BH FLL 21263], a la que seguiría El práctico artillero (François Foppens, Bruselas, 1680), una primera am- pliación de esta obra se imprimi- ría en la misma oficina tipográfica: El perfecto Bombardero y practico artificial (1691) [BH FG 177] con reediciones en 1708 y 1728. So- bre similar temática aparecería El perfecto Artificial Bombardero y Ar- tillero (Lamberto Marchandt, Bru- selas, 1699) [Cat. nº 66. Sobre la reed. 1708: BH FLL Res.360; so- bre la reed. de 1723: BH DER 7458]. En 1686 publicaría una Bre- ve descripción del mundo (herede- ros de François Foppens, Bruse- las) [BH FLL 11049 y BH FG 581] y en 1688 la traducción de los seis libros de Euclides más el once y doce (Lamberto Marchant, Bru- selas) [Reed. de 1728: BH FLL 36283 y BH FG 390]. Sin embargo el tratado que nos ocupa tiene su origen en la publi- cación en las prensas bruselenses de Lamberto Marchant de la obra El Ingeniero: primera parte de la mo- derna arquitectura militar... [BH FG 181], que se vería complementada con una segunda parte en idénti- cas condiciones y año. El éxito del tratado y la queja de los alumnos extranjeros ante la falta de textos en sus idiomas hicieron que fuera traducida al francés en 1696. La reedición del texto en español con ampliaciones y nuevo título es El Architecto perfecto en el Arte Mi- litar...Bruselas, 1700 [BH FG 180]. En el prólogo al texto, el autor analiza los porqués de esta nue- va impresión, quejándose del di- nero gastado en abrir láminas sin apenas ayudas. A ello se une su progresiva ceguera “como por ha- verme costado todo no solo la vis- ta por el infatigable trabajo...”, ”des- pués de aver perdido la vista” (pág. 464). Comenta igualmente la no- vedad de su academia a la hora de introducir premios y la queja de los alumnos valones o italianos de la falta de material traducido.Ad- vierte del error del grabador que puso el nombre de “Planche” a lo que son Estampas. El libro primero está dedicado a la fortificación que el nombra co- mo Regular, Irregular, Real y de Campaña. Regular la que tiene to- das sus líneas y ángulos semejan- tes iguales; la Irregular la que ca- rece de esta igualdad; la de Campaña es aquella cuya línea de defensa no llega a seiscientos pies y la Real la que sobrepasa esta me- dida.A continuación explica e indi- ca como se diseñan sobre el pla- no las diferentes figuras y como se delinean con cuerdas lo que se ha enseñado en el papel. El libro fi- naliza con el parecer de destaca- dos arquitectos como Adam Fri- tach, Simon Stevin,Matias Doguen, Samuel Marolois,Nicolas Golman, Francisco Florencio, Errand Barle- duc, Manuel Alvarez, Pedro Brovi- no, Pedro Sardi,Tensini,Antoine de Ville,Conde de Pagan, Padre Four- nier, Maneson Malet, Blondel y Sil- verio de Vitenbieu. El segundo libro está dedica- do a la especulación en cada una de las partes anteriores. El terce- ro de sus libros se articula sobre la fábrica de las murallas, cuarte- les, almacenes, asi como los ma- teriales. El cuarto libro trata so- bre el sitio y defensa de una plaza. Finaliza el quinto sobre la Geo- metria Practica,Trigonometría, y uso de la regla de proporción (es- te epígrafe tiene un desarrollo propio a modo de libro llamado “Uso y practica de la regla pro- porcional que contiene todas las operaciones del compas de pro- porcion”). Destacan nuevamente los gra- bados de los Harrewiijn y sobre to- do el grabado alegórico hacia el noveno duque de Medinaceli, don Luís Francisco de la Cerda y Ara- gón, a quien está dedicada la obra. [FDM] 50-67 segu 9/3/10 18:49 Página 222 50-67 segu 9/3/10 18:49 Página 223 6º José Riello:CAPITULO 6 13/01/10 13:26 Página 224 1 VALENTINI, Roberto y ZUCCHETTI, Giuseppe (eds.): Codice topografi- co della città di Roma. Roma, Fonti per la Storia d’Italia, 1946, vol. III, pp. 28-29; MALMSTROM, Ronald E.: “The twelfth Century Church of S. Maria in Capitolio and the Ca- pitoline Obelisk”, en Römisches Jahr- buch für Kunstgeschichte, XVI (1976), pp. 3-16. L OS mitos suelen ambientarse en lugares de feraz y muy concreta na- turaleza como lagos y fuentes o grutas y ríos, lo que comulgaría bas- tante con el tema de las antigüedades. Si bien toda ciudad requiere nece- sariamente un relato fundacional o, mejor, una literatura que nazca a la par que ella y con ella se desarrolle estableciendo una imagen que puede incluso anticiparse y por ello anteponerse a la imagen real, una urbe co- mo Roma, grávida de ruinas y restos de la más esplendorosa Antigüedad, haya propiciado un universo literario sin parangón al menos en Occiden- te. De igual forma explicaría que buena parte de ese universo se haya de- sarrollado en las lindes escurridizas pero siempre sugerentes de la maravi- lla y de lo fabuloso, incluso en aquellas obras literarias que pretendidamente hubieran querido alejarse de esa tradición. Sugerente leyenda es la que refiere el origen del nombre popular de la iglesia de Santa Maria in Aracoeli, situada al final de la más extenuante de las escaleras que dan acceso a la cima del Campidoglio romano. Ante la temeraria pretensión del senado de adorar a Augusto como si de una divinidad se tratara, la Sibila Tiburtina profetizó al emperador la llegada de un rey que juzgaría al mundo mientras en el cielo aparecería una hermo- sísima mujer con un niño en brazos y una voz declamaría que aquél era el altar del hijo de Dios. Claro está que el milagro habría ocurrido en la ha- bitación de Augusto sobre la que después se construyó la iglesia, y por ello es recogido en buena parte de las versiones conocidas de las Mirabi- lia medievales tal vez como una tímida muestra más del triunfo del cristia- nismo sobre el paganismo1. Y tímida porque en otras ocasiones el relato obvia el primitivo significado de los vestigios del pasado para darles uno nuevo como en el caso de los Dioscuros, atribuidos erróneamente a Fi- dias y Praxíteles y trasladados desde las termas de Constantino hasta la plaza del Quirinal en 1588, cuyos caballos fueron alegóricamente descri- tos como poderosos de la tierra que serían dominados por un gran rey; y la mujer rodeada de serpientes que se hallaba junto a ellos, y que hoy po- dría custodiarse en el palacio Giustiniani, como símbolo de la Iglesia y de DE RUINAS, O SOBRE MARAVILLAS DE ROMA Y PRIMERA ARQUEOLOGÍA JOSÉ RIELLO 6º José Riello:CAPITULO 6 13/01/10 13:26 Página 225 los predicadores de la palabra de Dios2. Así las cosas en éstos y otros mu- chos casos, resulta comprensible que los estudiosos de las Mirabilia se ha- yan polarizado entre los que ven en ellas un evidente carácter religioso, y sus contrarios, que subrayan la pertinaz raigambre política3. ¿Qué decir, si no, de la que tenazmente se identificaba como estatua ecuestre de Cons- tantino?4 En la primera redacción conocida de las Mirabilia5, que se en- cuentra en el Liber polypticus (1140-1143) de Benedetto, canónico de San Pedro, la escultura fue convertida en un caballero que ayudó al pueblo romano a liberarse del asedio de un rey de Oriente a cambio de dineros y de la erección de esa misma estatua ecuestre en su memoria, leyenda que Duchesne relacionó con el origen del comune romano en el año 1143 y con la pretensión de afianzar su posición en Roma frente a los poderes imperial y pontificio6. La misma historia se cuenta en ese conjunto de tex- tos que es la Graphia aurea urbis (ca. 1154), cuya adaptación del texto de las Mirabilia también presenta algunos giros verbales que tienen que ver, al parecer, con el espíritu de la renovatio imperii7. Lo que ocurre es que en otras versiones la correspondencia de la antigua Roma con los avatares políticos contemporáneos no es tan evidente y en cambio sí es notorio el entusiasmo de sus respectivos autores por las ruinas, como si en ellas se explicitara, a cada paso, esa perfecta simbiosis entre paganismo y cristia- nismo según la cual el imperio romano habría sido una predestinación del verdadero imperio, el de Dios8. En las once travesías que propone el llamado Itinerario de Eisiedeln (si- glos VIII-IX) anunciando el recorrido que se recogerá después en las distin- tas redacciones de las Mirabilia, el interés por las ruinas se manifiesta en el respeto de su anónimo autor, capaz incluso de leer las inscripciones, hacia los antiguos topónimos9, el mismo que se reflejará, ya hacia 1411, en el Tractatus de rebus antiquis et situ urbis Romae que forma parte del célebre manuscrito conocido como Anónimo Magliabechiano. Si bien el discurso del Itinerario adelanta el que será común después a todas las Mirabilia, y aunque el del Tractatus se cimienta sobre el esquema que éstas presen- tan, el número de leyendas que en ambos se narran es mucho menor y éstas quedan mejor entreveradas con la intención de hacer del discurso una verdadera guía de la ciudad caracterizada por sus referencias a las nuevas construcciones y a la topografía coetánea. La obra más original desde este punto de vista es la Narracio de Mirabilibus urbis Romae (siglos XII-XIII) de Maestro Gregorio10, cuya pasión por el arte antiguo no fue me- nor que su espíritu crítico frente a las leyendas y la lenta pero progresiva devastación de una ciudad que, pese a todo, se mantenía viva en el rubor de las mejillas de una estatua de Venus esculpida en mármol de Paros; tanto, que Gregorio fue incapaz de escapar a su “magica persuasio” y acu- dió a admirar su “eximie pulcritudinis” hasta en tres ocasiones distintas a pesar de que vivía a casi dos estadios de distancia del lugar en que estaba expuesta11. Sorprende tanto ese doble carácter de las primeras Mirabilia ?quizá político porque religioso, en un momento en que los límites entre política y religión comenzaban a desdibujarse? como la llamativa transformación de lo que en principio debió de ser una mera herramienta administrativa. 2 VALENTINI, Roberto y ZUCCHETTI, Giuseppe (eds.): Op. cit., vol. III, pp. 30-31. Sobre las Mirabilia véanse ade- más D’ONOFRIO, Cesare: Visitiamo Roma mille anni fa. La città dei Mira- bilia. Roma, Romana Società Editri- ce, 1988; GRAF, Arturo: Roma nella memoria e nelle immaginazioni del medio evo. Turín, Loescher, 1882-1883, 2 vols.; SCHLOSSER, Julius (1924): La literatura artística. Madrid, Cátedra, 1993, pp. 67-71; SCHUDT, Ludwig: Le guide di Roma. Materialien zueiner Ges- chichte der romischen Topographie. Un- ter Beniitzung des handschriftlichen Nachlasses von Oskar Pollak. Viena, Filser Verlag, 1930. Más recientemen- te, ACCAME LANZILLOTA, Maria y DELL’ORO, Emy: I “Mirabilia Urbis Ro- mae”. Tívoli, TORED, 2004 y ROSSETTI, Sergio: Rome: a bibliography from the invention of printing through 1899. Flo- rencia, Leo S. Olschki, 2000-2004, 4 vols. Para su repercusión en Espa- ña, CÁMARA, Alicia: Arquitectura y so- ciedad en el Siglo de Oro. Idea, traza y edificio. Madrid, El Arquero, 1990, pp. 194-200 e ídem: “De España a Roma. Peregrinar con guía en el Si- glo de Oro”, en Roma y España. Un crisol de la cultura europea en la Edad Moderna. Madrid, Sociedad Estatal para la Acción Cultural Exterior, 2007, pp. 767-779. 3 BREZZI, Paolo: “Roma medioeva- le: la realtà e l’idea”, en Studi Ro- mani, 30 (1982), pp. 16-30. 4 La escultura, sin embargo, repre- sentaba a Marco Aurelio; fue tras- ladada desde el Laterano hasta la plaza del Campidoglio en 1538. So- bre las interpretaciones de la es- tatua como efigie de Constantino véase FRUGONI, Chiara: “L’antichità: dai Mirabilia alla propaganda poli- tica”, en SETTIS, Salvatore (ed.): Me- moria dell’antico nell’arte italiana. Tomo primo: L’uso dei classici. Turín, Einaudi, 1984, pp. 5-72, especialmen- te pp. 32-53. 5 Al menos se han conservado, en múltiples versiones, dos redaccio- nes distintas; véase ACCAME LANZI- LLOTTA, Maria: Contributi sui Mirabi- 226 A rquitectura y ciudad. M em oria e im prenta 6º José Riello:CAPITULO 6 13/01/10 13:26 Página 226 Desde el siglo IV existían ya documentos con listas de monumentos de Roma como la que, a falta de título antiguo, se conoce como Notitia (ca. 334-357) o como el Curiosum urbis Romae regionum XIV (ca. 357); proba- blemente ambas derivaban de un mapa de la ciudad en que se señalaban los límites de las catorce regiones en que Augusto la dividió en el año 8 a. C.12. A ellas se unieron pronto las primeras recopilaciones de iglesias cris- tianas, como el Laterculus (449) de Polemio Silvio o el Liber de locis sanctis martyrum quae sunt foris civitatis Romae (mediados del siglo VII); y es pro- bable que las primeras guías de la ciudad, teniendo en cuenta que el mon- je Guillermo de Malmesbury (1080-ca. 1142) incluyó una descripción de Roma en su obra De gestis regum Anglorum libri quinque basada en otra seguramente anterior al siglo VIII que ya enumeraba las puertas y los luga- res santos de la ciudad13. Es muy significativo que las primeras redacciones de las Mirabilia se ha- yan conservado en libros de la administración de la Cámara Apostólica fechados en el siglo XII14. El Liber Censuum (1192) de Cencio Savelli, autor que fue conocido como Cencio Camerario y después llegó a ser papa Honorio III, constituye el catálogo antiguo más completo de las iglesias de Roma, pues fue recopilado con el fin de registrar las rentas de la Iglesia procedentes de todas sus posesiones. Por su parte, el canónico Benedet- to confiesa al comienzo de su Liber polypticus las fuentes literarias a las que recurrió para poder pergeñarlo y, además de las biografías del Liber Pontificalis, las hagiografías, los sermonarios e incluso los Fasti de Ovidio, también declara haber empleado los viejos regionarios15, asunto cierta- mente relevante considerando que fue él quien estableció por vez prime- ra el sistemático y ordenado itinerario y las características a las que se adaptó el resto de redacciones posteriores de las Mirabilia salvo en muy contados casos16: puertas, murallas, montes y colinas, arcos triunfales, pala- cios y esculturas destacadas, etc. Para mí que ese viraje de los textos so- bre Roma de instrumento político y administrativo a cúmulo de leyendas sobre la ciudad y sus monumentos explica aquella doble naturaleza, políti- ca y religiosa, de las primeras Mirabilia, y me pregunto si acaso la deriva le- gendaria no sirvió para afianzar las creencias religiosas? y, por tanto, el es- tatus político? a través de unas narraciones extraordinarias y fabulosas que, además, eran tan del gusto de los que entonces tenían la suerte de leer, como muestra el éxito de obras como el libro que Marco Polo dictó a su compañero de celda Rusticello; los viajes imaginarios de Sir John Man- deville; o, más tarde, la Peregrinatio in Terram Sanctam de Bernhard von Breydenbach a la que su traductor Martínez de Ampiés decidió añadir, precisamente, un tratado sobre Roma17. Creo que es lo que explica ade- más la proliferación de ediciones de guías de Roma a partir de la década de los setenta del siglo XV18, lo que ocurre es que al final, como casi siem- pre, las cosas acabaron por complicarse. Los turbulentos avatares políticos de comienzos del siglo XVI obligaron a las autoridades eclesiásticas a evidenciar la legítima continuidad entre el antiguo imperio romano y la Iglesia a través de una poderosa maniobra propagandística dirigida al número creciente de peregrinos que acudían a la Ciudad Eterna en busca de indulgencias. Aprovechando ese nuevo ins- lia Urbis Romae. Génova, Univer- sità di Genova, 1996. 6 DUCHESNE, Louis: “L’auteur des Mirabilia”, en Mélanges d’archéolo- gie et d’histoire de l’École Française de Rome, 24 (1904), pp. 479-489. 7 ACCAME LANZILLOTTA, Maria: Op. cit., p. 17. Por su parte, KRAUTHEI- MER, Richard: Roma. Profile of a City, 312-1308. Princeton, Princeton Uni- versity Press, 1980 también defien- de la caracterización política de las Mirabilia. 8 Es la postura mantenida por VA- LENTINI, Roberto y ZUCCHETTI, Giu- seppe (eds.): Op. cit., y FRUGONI, Chia- ra: Op. cit., especialmente pp. 71-72, donde rebate las tesis de Duches- ne sobre Benedetto. Según NAR- DELLA, Cristina: Il fascino di Roma nel Medioevo. Le “Meraviglie di Roma” di maestro Gregorio. Roma, Viella, 1997, p. 19, las Mirabilia “rappresen- tano la più completa fusione tra la Roma pagana e quella cristiana”. 9 LANCIANI, Rodolfo: “L’Itinerario di Einsiedeln e l’Ordine di Benedetto Canonico”, en Monumenti antichi. Ro- ma, Accademia dei Lincei, 1891, vol. I, cols. 437-552 y HUELSEN, Christian: “La pianta di Roma dell’anonimo Ein- sidlense”, en Disertazioni della Ponti- ficia Accademia Romana di Archeolo- gia, 9 (1907), pp. 379-420. 10 El único manuscrito que recoge esta versión, no autógrafo, se con- serva en el Saint Catherine’s Colle- ge de Cambridge, circunstancia que, junto a otros indicios, ha hecho pen- sar que su autor fuera inglés. Véase NARDELLA, Cristina: Op. cit., en particu- lar pp. 26-29 y p. 43, n. 1 para las nu- merosas ediciones del texto, entre las que destacan RUSHFORTH, G. McN.: “Magister Gregorius, De Mirabilibus Urbis Romae; a New Description of Rome in the twelfth Century”, en The Journal of Roman Studies, 9 (1919), pp. 14-58 y HUYGENS, R. B. C.: Magister Gregorius (XIIe ou XIIIe siècle), Narra- cio de mirabilibus urbis Rome. Leiden, E. J. Brill, 1970. D e ru in as , o s ob re m ar av illa s de R om a y pr im er a ar qu eo lo gí a 22 7 6º José Riello:CAPITULO 6 13/01/10 13:26 Página 227 trumento que era la imprenta se multiplicaron exponencialmente las pu- blicaciones del texto genérico de las Mirabilia, pues era más fácil mante- ner por medio de leyendas un discurso político entreverado y en ocasio- nes no muy explícito, sino bien oculto. Impresas sobre todo en vísperas de la celebración de los jubileos, las nuevas Mirabilia neutralizaban, de al- gún modo, el engranaje publicitario de la protesta luterana, con lo que el frágil equilibrio mantenido en el discurso original de las Mirabilia entre le- yenda, restos antiguos e intención política acabó inclinándose del lado de esta última. Las nuevas Mirabilia impresas generalizaban una determinada imagen de Roma que revelaba su carácter de ciudad santa, contraponién- dola a la nueva Babilonia en que la habían convertido los luteranos. A la descripción somera de la ciudad y sobre todo de sus iglesias, amenizada por las leyendas que habían nutrido la tradición medieval de las Mirabilia, en sucesivas ediciones fueron añadiéndose nuevas partes de acuerdo con las necesidades del específico lector de ese tipo de obras, en particular un opúsculo que debió de ser, en origen, una obra independiente, Indulgen- tiae septem ecclesiarum urbis. Éste era un breve tratado sobre las indul- gencias que, no en vano, eran junto a las reliquias el gran agente aglutina- dor de la catolicidad en aquellos momentos de crisis en que, precisamente, estaba siendo duramente atacado desde la facción protestante19. En el transcurso del siglo XVI esas dos partes esenciales devinieron en una mis- celánea de textos que conformaron Le cose maravigliose dell’alma città di Roma, una vulgarización al italiano de las Mirabilia rápidamente traducida a otras lenguas para atender la demanda de la masa ingente y variopinta de peregrinos . Lo curioso es que al núcleo esencial de Le cose maravigliose, constituido por la descripción de las iglesias de Roma con las postas, esta- ciones e indulgencias, y la guía de un autor inglés conocido como Scha- kerlay20, vino a sumarse al menos desde 1563 un opúsculo sobre las anti- güedades de Roma que el arquitecto vicentino Andrea Palladio había publicado a la vez en Roma y en Venecia en 1554, como si el deseo de los creadores, autores e impresores de ese tipo de obras hubiera sido añadir al discurso oficial puramente religioso el memorable pasado romano ma- terializado en su arquitectura con una sutil maniobra de apropiación sim- bólica. Extraño destino el de la obra de Palladio, pues la había escrito para desmentir las “extravagantes patrañas” que colmaban Le cose maravigliose, y eso que él mismo también había dado pábulo a algunas viejas leyendas como la de la “Taberna meritoria”, un hospitium que databa de época de Alejandro Severo ligado a la leyenda de la fuente de aceite que en él sur- gió la noche en que Cristo nació y que llegaba a desembocar en el cauce del río Tíber. Aún en la actualidad queda testimonio del milagro en una inscripción que se encuentra en el lado derecho de la balaustrada que da paso al altar mayor de Santa Maria in Trastevere, que con letras doradas reza “FONS OLEI”. En todo caso, la diferencia esencial del opúsculo de Palladio y la de sus antecesores en las cosas de la primera arqueología con respecto a los dis- tintos autores de las Mirabilia residía en un espíritu crítico que se fundaba, además de en la medición meticulosa de las ruinas, en la lectura de la lite- ratura clásica y en el estudio de las inscripciones. Maestro Gregorio con- 11 Se refería, sin duda, a la llamada Venus Capitolina; véase NARDELLA, Cristina: Op. cit., pp. 68-69 y 156- 159. 12 Para la datación de estos regio- narios véase MERRILL, Elmer T.: “The date of Notitia and Curiosum”, en Classical Philology, vol. I, n.º 2 (1906), pp. 133-144. Fueron publicados por VALENTINI, Roberto y ZUCCHETTI, Giuseppe (eds.): Op. cit., vol. I, 1940, pp. 63-192 y por NORDH, Arvast: Libellus de Regionibus Urbis Romae. Lund, C. W. K. Gleerup, 1949. 13 Willelmi Malmesbiriensis mona- chi de gestis regum Anglorum libri quinque. Historiae novellae libri tres. Edited from MSS by William Stubbs. Londres, Her Majesty’s Stationery Office [Rerum Britannicarum me- dii aevi scriptores, 90], 1887-1889, 2 vols. 14 ACCAME LANZILLOTTA, Maria: Op. cit., p. 13. 15 VALENTINI, Roberto y ZUCCHETTI, Giuseppe (eds.): Op. cit., vol. III, p. 9. 16 Me refiero, sobre todo, al De mi- rabilibus civitatis Romae que el car- denal Nicolás Rosell incluyó en sus Collectanea (ca. 1360-1362); véa- se ACCAME LANZILLOTA, Maria: Op. cit., pp. 23-25. 17 Sobre Martínez de Ampiés véa- se la reciente edición BREYDENBACH, Bernhard von: Viaje de la Tierra San- ta. Edición de Pedro Tena Tena. Za- ragoza, Institución Fernando el Ca- tólico, 2003. 18 Sobre el cambio de las guías de Roma durante la Edad Moderna véase DI NOLA, Annalisa: “La scom- parsa del messaggio: trasformazio- ne dei racconti di miracoli nelle gui- de di Roma (1500-1900)”, en La Ricerca Folklorica, 29: Miracoli e mi- racolati (1994), pp. 73-81. 228 A rquitectura y ciudad. M em oria e im prenta 6º José Riello:CAPITULO 6 13/01/10 13:26 Página 228 fiesa que leyó la mayor parte de la tabla de bronce que encontró frente a la Loba capitolina, entre los restos que se acumulaban en el Laterano, sin apenas entender nada por la cantidad de abreviaturas que la hacían in- comprensible21. La inexistencia o el desconocimiento de fuentes literarias o epigráficas antiguas que pudieran constituir referencias comprensibles e inequívocas anuló, en cierta manera, la capacidad de Gregorio y sus con- temporáneos para recuperar ‘históricamente’ el pasado, o lo que es lo mismo para contextualizar los restos de los monumentos antiguos y re- construir así, aun con errores, su primer aspecto y su originaria función. Probablemente sea ésta otra de las causas por la que los autores de las Mirabilia recurrieron a la fábula y la leyenda para compensar estas caren- cias interpretativas, pues fueron la magia y la maravilla las que ocuparon, en la mentalidad medieval, la posición que luego se arrogaría la incipiente conciencia histórica de los humanistas. Sólo a partir de comienzos del siglo XV el pasado adquirió una entidad propia gracias a la actitud crítica de los primeros humanistas, que se pu- sieron frente a él y con él se confrontaron. El reconocimiento de que su propia época era una nueva etapa en el devenir histórico del hombre, que se manifiesta en cualquiera de los textos que se escribieron enton- ces, reveló a los humanistas sus diferencias con el pasado medieval pero también con el antiguo y por tanto, a la vez, esa toma de conciencia les permitió descubrir ese mismo pasado. De la pasión que estas últimas con- seguían despertar entonces e incluso del beneficio político que de ellas podía sacarse es testimonio el hecho de que el revolucionario Cola di Rienzo acusara en 1346 al papa Bonifacio VIII de haber ocultado contra un altar de San Giovanni Laterano la lancha que contenía la Lex de impe- rio Vespasiani, una colección epigráfica de derechos concedidos por el se- nado y el pueblo romanos al emperador en el año 69 d.C. que subrayaba la legitimidad de los poderes municipales por los que batallaba Cola22. Progresivamente, el corpus de inscripciones comenzó a adquirir entidad y acabó conformando, para los humanistas, el testimonio más importante de la lengua latina23. Lo que distinguió a Cola di Rienzo, a Ciriaco d’Ancona, a Poggio Brac- ciolini o a Flavio Biondo no fue su fascinación por la Antigüedad, pues la compartieron con la mayoría de los autores de las Mirabilia, sino su talen- to para leer y para comprender los vestigios romanos; es a través de ella como procuraron levantar acta del desaparecido mundo antiguo y deste- rrar por siempre falsos tópicos y leyendas pueriles. El pasado no era ya una amalgama de fabulosas historias con que aderezar una concreta ima- gen de Roma, sino la seminal herencia de la que el presente podía y debía nutrirse. El Opusculum de Francesco Albertini es una obra paradigmática en tanto que revela claramente sus deudas con la tradición de las Mirabilia, sobre to- do en los dos primeros libros dedicados a la Roma antigua24, pero también advierte los intereses de la naciente arqueología por su veneración al inmen- so legado enciclopédico de Biondo y a las obras de Pomponio Leto y por su frenesí epigráfico, que probablemente se materializó con la publicación en 1521 de unos Epigrammata antiquae urbis que, aunque anónimos, podrían 19 Algunas reflexiones al respecto en RIELLO VELASCO, José María: “So- bre una temprana traducción es- pañola de Palladio”, en Anales de His- toria del Arte, 12 (2002), pp. 93-128. Que las Mirabilia eran empleadas durante el viaje a Roma lo demues- tra una de las conservadas en la B H, en cuya última página su dueño declara que “a treze de noviembre año de cincuenta y seys salí de Dam[…] para Roma”. 20 HOWE, Eunice D.: Andrea Palla- dio. The churches of Rome. Binghamp- ton-Nueva York, Medieval & Renais- sance text & studies, 1991. 21 NARDELLA, Cristina: Op. cit., pp. 94-96 y 172-173. 22 FRUGONI, Chiara: Op. cit., pp. 15- 16 y GREENLAGH, Michael: “Ipsa rui- na docet: l’uso dell’antico nel Me- dioevo”, en SETTIS, Salvatore (ed.): Memoria dell’antico nell’arte italia- na. Tomo primo: L’uso dei classici, op. cit., pp. 113-167, y especialmente 161-162. 23 CALABI LIMENTANI, Ida: “Primi orientamenti per una storia della epigrafia latina classica”, en Acme, XIX (1966), pp. 155-213. 24 WEISS, Roberto: “Andrea Fulvio antiquario romano (c. 1470-1527)”, en Annali della Scuola Normale Su- periore di Pisa—Classe di Lettere, Storia e Filosofia, XXVIII (1959), pp. 1-44. Five early guides of Rome, with an introduction by Peter Murray, Westmead, Fanbirough, Hants, En- gland, Gregg International Publis- hers Limited, 1972 y SUÁREZ QUEVEDO, Diego: Prólogo de Las Anigüedades de Roma..., op. cit., Akal, 2008. D e ru in as , o s ob re m ar av illa s de R om a y pr im er a ar qu eo lo gí a 22 9 6º José Riello:CAPITULO 6 13/01/10 13:26 Página 229 estar inspirados en el material inédito de Albertini. Hay quien piensa que fueron obra de Andrea Fulvio, un curioso personaje ligado en principio a la academia de Pomponio Leto y, con los años, al taller de Rafael, que en su ca- sa del barrio de San Eustachio coleccionaba lastras de piedra con inscripcio- nes antiguas siguiendo la rara costumbre de su maestro Leto. Seguramente, y aparte del ambiente halagüeño que propiciaba el en- torno elitista y culto del pontífice Eugenio IV, la inclinación de Biondo ha- cia la arqueología también fue estimulada por su cercanía al cardenal Pros- pero Colonna, el mismo que ordenó entre 1446 y 1447 sacar a flote las dos naves de tiempos de Calígula que se hallaban en el fondo del lago de Nemi en una hazaña recordada por Alberti en el tratadito disperso Na- vis25. Por su parte, Albertini comenzó su Opusculum bajo auspicios de Ga- leotto Franciotti della Rovere quien, cardenal de San Pietro in Vincoli y nepote de Julio II, fue uno de los primeros en interesarse por la compra de la escultura del Laocoonte cuando fue fortuitamente descubierta en 150626. Al final no vio cumplido su deseo, pues el propio Julio II lo adqui- rió para culminar el programa iconográfico que sobre la destrucción de Troya, los orígenes de Roma y la exaltación de la Gens Iulia? de la que pre- tendía descender y por la que quedaba convertido en nuevo fundador de la Urbe? había establecido en el Cortile delle Statue del Belvedere vatica- no27, recién construido por Donato Bramante, un arquitecto que no ha- bía dejado de estudiar las ruinas antiguas desde su llegada a Roma poco tiempo antes y que había establecido una suerte de cerchia urbinate con Rafael para aislar, en cierto modo, a un titánico Miguel Ángel. Por cierto que el mismo Julio II inscribió un verso bien ostensible extraído del libro VI de la Eneida sobre el arquitrabe de ingreso al Antiquarium del Belvede- re que resume, con tajante concisión, en qué se había convertido esto de la pasión por las antigüedades: “PROCUL ESTE PROFANI”. Algo de reservado o filosófico debía de tener el estudio de las ruinas. Para Marco Antonio Altieri, los círculos humanistas romanos en tiempos de León X estaban formados por hombres “dedicados a los contemplativos estudios de la naturaleza” que eran, a su vez, “curiosos observadores de las antigüeda- des romanas”28 y, de hecho, un filósofo tan destacado como Celio Calcag- nini se entusiasmó con el encargo que León X hizo a Rafael para elaborar una planta topográfica de la Roma antigua. La descripción que Calcagnini nos legó de Marco Fabio Calvo, uno de los más estrechos colaboradores de Rafael, se asemeja a la de un filósofo pitagórico que pasaba sus días a base de verduras y lechuga29. La elaboración de una representación planimétrica de la Roma antigua que sirviera de útil instrumento en las modernas reformas de la ciudad era una condición indispensable desde los tiempos de Nicolás V, a cuyos planes de renovación arquitectónica y simbólica de la Urbe intentó res- ponder Alberti con la Descriptio Urbis Romae30. Escrita durante su segun- da estancia en la ciudad entre 1448 y 1455 a petición, por cierto, de una camarilla de doctos amigos, la Descriptio era una brevísima exposición del método inventado por él para llevar a cabo un plano científico y real de la ciudad empleando “ex mathematicis instrumentis”, pero quedó inaca- bada y seguramente nunca fue empleada durante las reformas nicolinas31. 25 REGGIANI MASSARINI, Anna Ma- ria: “La Navi di Nemi”, en LA REGI- NA, Adriano (a cura di): Museo Na- zionale Romano. Palazzo Massimo alle Terme. Milán, Electa, 1998 y UCE- LLI, Guido (1950): Le Navi di Nemi. Roma, Istituto poligrafico e zecca dello Stato, 1996. 26 BURANELLI, Francesco: “La sco- per ta del Laocoonte e il Cortile delle Statue in Vaticano”, en Lao- coonte. Alle origini dei Musei Vatica- no. Roma, L’Erma di Bretschneider, 2006, pp. 49-60, en especial p. 50. 27 NESSELRATH, Arnold: “Il Cortile delle Statue: luogo e storia”, en WINNER, Matthias; ANDREAE, Ber- nard; PIETRANGELI, Carlo (eds.): Il cor- tile delle statue. Der Statuenhof des Belvedere in Vatican. Akten des in- ternationalen Kongress zu Ehren von Richard Krautheimer. Mainz, Philipp von Zabern, 1998, pp. 1-16. 28 LAURENZA, Domenico: Leonardo nella Roma di Leone X (c. 1513-16). Florencia, Giunti, 2004, p. 17, n. 62. 29 FORCELLINO, Antonio: Raffaello. Una vita felice. Roma-Bari, Laterza, 2006, p. 288. 30 Sobre los planes nicolinos véase MANETTI, Gianozzo: Vita Nicolai Sum- mi Pontificis. Edición, traducción y es- tudio de Juan M.ª Montijano García. Málaga, Universidad, 1995. 31 Sobre la relación de Alberti y Ro- ma véanse La Roma di Leon Battista Alberti. Umanisti, architetti e artisti alla scoperta dell’antico nella città del Quat- trocento. Milán, Skira, 2005 y los tra- bajos de BORSI, Stefano: Leon Battista Alberti e Roma. Florencia, Edizioni Po- listampa, 2003 e ídem: Leon Battista Alberti e l’antichità romana. Florencia, Edizioni Polistampa, 2004. Para su con- tribución a los planes de Nicolás V véanse las opiniones contrapuestas de WESTFALL, Carroll William: In This Most Perfect Paradise. Pennsylvania, The Pennsylvania State University, 1974 y TAFURI, Manfredo (1992): “Ci- ves esse non licere. Nicolás V y Leon 230 A rquitectura y ciudad. M em oria e im prenta 6º José Riello:CAPITULO 6 13/01/10 13:26 Página 230 A pesar de ello, el proyecto albertiano tal vez inspiró otros posteriores, y esa necesidad de conocer la ciudad antigua para apropiarse simbólica- mente de ella a través de cualificadas intervenciones urbanas también subyace en el encargo de León X a Rafael, cuya prematura muerte en 1520 abortó la iniciativa papal. Sin embargo, el fragor que debió de sacu- dir el taller del artista entre agosto de 1515? cuando fue nombrado por el pontífice “praefectus marmorum et lapidum”, una suerte de superin- tendente de las antigüedades romanas?, y su fallecimiento fue suficiente para promover los trabajos de Fabio Calvo y Andrea Fulvio, que allí de- bieron de conocerse y que, quizá, allí acordaron publicar una obra con- junta sobre los vestigios romanos: no son pocos los que piensan que la Antiqvitates vrbis de Fulvio iría ilustrada por las imágenes que componen la Antiquae Urbis Romae cum regionibus Simulachrum de Calvo32. Creo que, con todo, lo más relevante es que la obra de Fulvio partiera de un traba- jo anterior, un pequeño poema que, con el título Antiquaria Urbis, ofreció a León X en 1513, y que fuera el pontífice quien lo animara a escribir una versión en prosa más amplia que, al final, publicó en 1527. Con estos precedentes se tiene la sensación de que el auge de los es- tudios arqueológicos que se produjo desde inicios del siglo XV fue conse- cuencia natural del proyecto de reconquista del poder imperial por parte de la Iglesia, y desde luego mucho más si a lo que uno se acerca es a la cultura arqueológica de finales del XVI, absolutamente imbuida de las polé- micas religiosas propias de la Contrarreforma y del enfrentamiento de la Europa católica con la protestante33. Me refiero al entorno del Oratorio de San Felipe Neri y a la reconstrucción arqueológica que ocupó a Anto- nio Bosio desde 1593 y que culminaría en Roma subterranea. La obra, aun- que publicada póstumamente en 1634, nació sin duda incardinada en los deseos de las facciones reformadoras de la Iglesia por volver a la austera religiosidad de los primitivos cristianos, y es el ejemplo más evidente de la deriva que habían tomado los estudios arqueológicos a finales del siglo XVI34. Pero también es ciertamente esperanzador, y por ello fácil, pensar que a los primeros arqueólogos, a los primeros anticuarios, les movió un incontenible ardor y un ímpetu optimista que eran independientes de los potenciales usos que podían darse a las antiguas ruinas, como si hubiera sido posible que las motivaciones políticas no anegaran todo aquello que tenía que ver con el pasado romano. Es muy notable que uno de los hitos del proyecto arqueológico de Rafael fuera la traducción de los diez libros de arquitectura de Vitruvio35. Ra- fael encargó precisamente a Marco Fabio Calvo una traducción al vulgar que suponía verter el prosaico y no muy claro latín de Vitruvio a un lenguaje ac- tual que recurriera a los topónimos modernos para hacer del tratado una cualificada herramienta de exégesis de las ruinas y un apoyo constante de la práctica arquitectónica. El texto de Vitruvio era piedra de toque y parangón y referencia continua para todos los arquitectos y comitentes de la época, y Rafael, que tenía previsto ilustrar la traducción de Calvo, pretendía recurrir a ella durante sus trabajos en la fábrica de San Pedro, de la que era responsa- ble desde la muerte de Bramante en 151436. También este proyecto quedó agostado tras el fallecimiento de Rafael. Thoenes lo resumió con meridiana Battista Alberti”, en Sobre el Renaci- miento. Principios, ciudades, arquitec- tos. Madrid, Cátedra, 1995, pp. 41-87 y, sobre todo, SUÁREZ QUEVEDO, Diego: “Sobre las primeras ediciones del De re aedificatoria de Leon Bat- tista Alberti”, Pecia Complutense, nº 9 (julio 2008). 32 Sobre Fabio Calvo y su obra véase JACKS, Philip J.: “The Simulach- rum of Fabio Calvo: A View of Ro- man Architecture all’antica in 1527”, en The Art Bulletin, vol. 72, n.º 3 (1990), pp. 453-481. 33 Un resumen de los asuntos que he tratado en las líneas anteriores, con una traducción de la Descriptio de Al- berti, en RIELLOVELASCO, José María: “Sombra de un sueño. Alberti, Rafael y la política arqueológica del Papado entre dos siglos”, en Anales de Histo- ria del Arte, 14 (2004), 121-141. 34 GAMRATH, Helge: Roma Sancta Renovata. Roma, L’Erma di Bretsch- neider, 1987, en especial pp. 109- 122. Existe edición moderna de la obra de BOSIO, Antonio: Roma sot- terranea. Roma, Edizioni Quasar, 1998. 35 NESSELRATH, Arnold: “Raffaello e lo studio dell’antico nel Rinascimen- to”, en FROMMEL, Christoph L.; RAY, Stefano y TAFURI, Manfredo: Raffa- ello Architetto. Milán, Electa, 1984. 36 Sobre la traducción de Calvo véase FONTANA, Vincenzo y MORA- CHIELLO, Paolo: Vitruvio e Raffaello. Il “De Architectura” di Vitruvio nella traduzione inedita di Fabio Calvo Ra- vennate. Roma, Officina Edizioni, 1975. D e ru in as , o s ob re m ar av illa s de R om a y pr im er a ar qu eo lo gí a 23 1 6º José Riello:CAPITULO 6 13/01/10 13:26 Página 231 claridad al afirmar que la teoría renacentista de la arquitectura radicó en Vi- truvio y en los monumentos antiguos37. Por un lado, las largas explicaciones proporcionales y sin dibujos que caracterizaban las distintas copias en las que se había transmitido el tratado, y algunos problemas estrictamente filológi- cos, acabaron por minar la paciencia de los humanistas, que dedicaron acera- das críticas contra Vitruvio38. Pero, por otra parte y afortunadamente, incen- tivaron el estudio directo de las ruinas para cotejar los datos que se recopilaban en el antiguo texto39. Desde finales del siglo XV y hasta la edición comentada que del texto de Vitruvio acometieran Barbaro y Palladio (publicada en 1556), se suce- dieron, al menos, cinco ediciones impresas. A la publicada en Roma entre 1486 y 1492 a cargo de Giovanni Sulpicio da Veroli, personaje del entor- no de Pomponio Leto y del cardenal Raffaele Riario, se sumaron una edi- ción florentina de 1496 y otra veneciana del año siguiente. Después llega- rían la célebre versión de Fra Giocondo en 1511 y la primera traducción impresa a cargo de Cesare Cesariano, publicada en Como en 152140. De manera que, hacia 1540, el estudio del tratado de Vitruvio se había convertido en pasatiempo privilegiado de los cenáculos humanistas, y era actividad esencial de la Accademia della Virtú, que se reunía en casa del sie- nés Claudio Tolomei (ca. 1492-ca. 1556) bajo el amparo del cardenal Ale- jandro Farnesio (1520-1589). Tolomei, que se erigió en firme partidario del vulgar durante la llamada “querella de la lengua”, estimulaba estas reu- niones con el ánimo de publicar una edición del tratado en toscano que sirviera de referencia y que ayudara a los arquitectos a “pigliare certissimi precetti dal padre dell’architettura”, para lo cual era necesario desarrollar un examen pormenorizado de los restos antiguos que, aunque partiendo de las premisas establecidas por Rafael y los miembros de su taller como hicieron el resto de iniciativas arqueológicas del siglo XVI? de Peruzzi a Serlio, de Ligorio a Palladio?, acabaron por superarlas con largueza. Los que en principio fueron objetivos meramente prácticos del método de Tolomei se ampliaron además a los más diversos aspectos de la vida coti- diana antigua; éste y sus colegas se ahondó en el camino por aquél pro- puesto cotejando fuentes escritas, epigráficas, numismáticas e iconográfi- cas41, y es al amparo de los estudios de la Accademia della Virtú como, pienso, debe entenderse la extraordinaria proliferación de obras que se publicaron entre 1530 y 1560 en torno a las ruinas romanas, así como el profundo debate que sobre las antigüedades se produjo durante esos años. Cuando Lucio Fauno, de existir, publicó en 1542 y 1543 sus traduccio- nes de las obras capitales de Biondo, no estaba más que sumándose a ese agitado ambiente anticuario que después, en 1548, enriqueció aún más con la publicación de su resumen sobre la topografía de la antigua Roma con el título Delle antichità della città di Roma. Efectivamente, en 1543 se había publicado la edición italiana de las Antiquitates de Andrea Fulvio en versión del boloñés Paolo dal Rosso; sólo un año después, en 1544, apa- reció la versión ilustrada de la fundamental Topographia antiquae Romae de Giovanni Bartolomeo Marliani [BH FLL 10767(1)] y en 1548 la traduc- ción al italiano de Hercole Barbarasa42. A ello habría que añadir la publica- 37 THOENES, Christof: “Prolusione. Serlio e la trattatistica”, en Sebas- tiano Serlio. Milán, Elec zta, 1989, p. 10. 38 GÜNTHER, Huber tus: “Alber ti, gliumanisti contemporanei e Vitru- vio”, en Leon Battista Alberti. Archi- tettura e cultura. Atti del Convegno Internazionale. Florencia, Leo S. Olschki, 1999, pp. 33-44. 39 PAGLIARA, Pier Nicola: “Vitruvio da testo a canone”, en SETTIS, Sal- vatore (ed.): Memoria dell’antico nell’arte italiana. Volume terzo: Dalla tradizione all’archeologia. Turín, Ei- naudi, 1986, pp. 3-85. 40 SCHLOSSER, Julius: Op. cit., p. 226. 41 PAGLIARA, Pier Nicola: Op. cit, pp. 68-69. 42 La primera edición de la Topograp- hia de Marliani fue publicada en la- tín, en Roma y en 1533, y cosechó gran éxito a nivel europeo. La edi- ción francesa de 1534, de la que la Biblioteca Histórica conserva un ejemplar, contiene un prefacio de François Rabelais (ca. 1490-1553). 232 A rquitectura y ciudad. M em oria e im prenta 6º José Riello:CAPITULO 6 13/01/10 13:26 Página 232 ción de L’Antichità di Roma de Andrea Palladio en 1554 y, en 1563, los Libri quattro dell’antichità di Roma de Bernardo Gamucci [BH FLL 10497], en que las descripciones de los principales monumentos de la antigua ciudad aparecen acompañadas por estampas basadas en dibujos de Giovanni An- tonio Dosio. Esta agitación arqueológica de mediados de siglo explica ade- más la virulencia con que Pirro Ligorio redactó la segunda parte de su tratado sobre las antigüedades de Roma, publicado en Venecia en 1553, explícita ya desde su título43 y aún más en el manuscrito original que se conserva en la Biblioteca Nacional de París (MS. ital. 1129), donde meticu- losamente enumera a sus rivales: “Contra Fulvio”, “Contra il Biondo e con- tra Pompeo Leto”, “Contra al Fauno” y, sobre todo, “Contra il Marliano”, blanco de la mayoría de sus invectivas44. Además de su contribución al vehemente contexto arqueológico de mediados del Cinquecento, la principal aportación de los estudios de la academia de Tolomei consistió en su interés por las reglas de la arquitec- tura y por las proporciones a las que Vitruvio se refiere en su tratado pe- ro que, dada su ambigüedad, era necesario confrontar y verificar median- te una atenta medición de las ruinas. Esta preocupación estaba ya implícita en buena par te de la labor de todos aquellos que, por unas razones u otras, en algún momento se habían interesado por los vestigios de la anti- gua arquitectura romana. Ya durante la lejana Pascua de 1375 Giovanni Dondi había medido, aun empíricamente y sin recurrir a los arcanos ins- trumentos que utilizaría Alberti en su Descriptio, los restos de los arcos de Septimio Severo, de Tito y de Constantino, el Coliseo y la columna de Tra- jano, y había dejado constancia de su labor en Iter Romanum45. Aunque se conoce muy poco su labor, seguramente apostó en ella el mismo empe- ño que, unos treinta años después, Brunelleschi y Donatello pusieron du- rante sus frenéticas prospecciones por el subsuelo romano a la búsqueda del orden secreto de los edificios antiguos46. Dejando a un lado si el viaje a Roma fue como lo narra Antonio di Tuccio Manetti o si realmente tuvo lugar, la autoridad de su relato determinó que la estancia romana de Bru- nelleschi y Donatello marcara historiográficamente el inicio simbólico de las representaciones de antigüedades, aunque lo más importante es que, por lo que se puede deducir del propio texto de Manetti, Brunelleschi empleaba ya a comienzos del siglo XV dibujos a escala en su análisis de la arquitectura antigua. Como casi siempre, después Vasari dio a las conver- saciones sobre lo antiguo que acaso mantenían ambos artistas un cariz ideológico que ha prevalecido hasta hace bien poco, si bien hoy sabemos que contaban con destacados precedentes47. El caso es que la misma ob- sesión por la medida se encuentra también en Alberti? como demuestran fehacientemente las tablas numéricas que añadió al final de su Descriptio?, en el llamado Taccuino dei viaggi de Francesco di Giorgio Martini48 y en los inacabados planes de Rafael, de modo que ya a mediados del siglo XVI la medida escrupulosa de los monumentos romanos debía de constituir un esfuerzo generalizado resumido por Palladio a la perfección en la in- troducción de L’Antichità di Roma con una frase que, en tanto que lapida- ria, después repitiría en I Quattro Libri dell’Architettura: se trataba de “misu- rare minutamente il tutto”49. Medir era, al fin y al cabo, poner orden en la 43 Libro di M. Pyrrho Ligori Napolitano delle antichità di Roma, nel quale si trat- ta de’ circi, theatri e anfitheatri, con le Paradosse del medesimo auttore, quai confutano la commune opinione so- pra varii luoghi della città di Roma. Venecia, Michele Tramezzino, 1553. 44 Creo que a esta acrimonia de Ligorio, y sólo a ella, se debe el mor- daz pero ambiguo comentario que dedicó, manuscrito, a Fauno, Mau- ro y Palladio y que ha servido a Daly Davies para atribuir la auto- ría de las obras de cada uno de es- tos autores al historiador, anticua- rio y traductor Giovanni Tarcagnota; véase DALY DAVIES, Margaret: “An- drea Palladio’s L’Antichità di Roma of 1554”, en Pegasus. Berliner Beiträ- ge zum Nachleben der Antike, 9 (2007), pp. 151-192. Agradezco es- ta noticia bibliográfica a Juan Luis González García. Realmente, la obra que Ligorio tenía previsto publicar era una ver- dadera enciclopedia arqueológica, elaborada entre 1550 y 1560, cu- yos manuscritos originales ocupan diez grandes volúmenes conserva- dos en el Biblioteca Nacional de Ná- poles; sólo publicó el tomo dedica- do a los circos, teatros y anfiteatros. Véase COFFIN, David: Pirro Ligorio: The Renaissance Artist, Architect and Anti- quarian. Pennsylvania, Pennsylvania State University Press, 2004. 45 CANTINO WATAGHIN, Gisella: “Ar- cheologia e ‘archeologie’. Il rappor- to con l’antico fra mito, arte e ri- cerca”, en SETTIS, Salvatore (ed.): Memoria dell’antico nell’arte italia- na. Tomo primo: L’uso dei classici, op. cit., pp. 169-217, especialmente pp. 191-192. 46 Para la historia de la primera ar- queología véanse WEISS, Roberto: “Lineamenti per una storia degli stu- di antiquari in Italia dal dodicesi- mo secolo al sacco di Roma del 1527”, en Rinascimento, IX (1958), pp. 141-201 e ídem: La scoperta dell’antichità classica nel Rinascimen- to. Padua, Antenore, 1989. D e ru in as , o s ob re m ar av illa s de R om a y pr im er a ar qu eo lo gí a 23 3 6º José Riello:CAPITULO 6 13/01/10 13:26 Página 233 informe y destartalada maraña de ruinas que siempre caracterizaban el perfil de Roma pero particularmente cuando uno se asomaba desde la ci- ma del Monte Mario que, no por azar, los peregrinos y otros que no lo eran tanto llamaban “Mons Gaudii”. Y para medir era esencial el ejercicio cotidiano del dibujo, pues medida y dibujo eran los pilares sobre los que se fundamentaba la arquitectura desde que Alberti exhortara a los arqui- tectos a representar objetivamente los edificios, él mismo persuadido de su necesidad por sus propios análisis de los monumentos antiguos50. Los diseños que llenan los taccuini de los pintores, los escultores y los arquitectos del Renacimiento, incluso de los que vinieron después, sulen estar habitados por diminutos personajes que se afanan en dibujar sobre el papel las ruinas que tienen delante51. Seguramente eran dibujos desti- nados a explorar ‘científicamente’ el mundo mediante el apunte rápido –”grossamente”, según Manetti– que era elaborado después en la calma tensa del taller, modestos aunque muy emocionantes instrumentos que servían para fijar, de alguna manera, el vacilante pero rotundo aspecto de la ciudad. Roma, que era fundamentalmente sus ruinas, no comenzó a existir hasta que no fue representada sobre el papel o, dicho de otro mo- do, hasta que no fue rebajada a una unidad abstracta, a una idea. Era el precio que había que pagar, puesto que también significó comenzar a sa- carla de la circulación o, dicho a las bravas, comenzar a disecarla y a con- vertirla en un modelo de perfección o en algo tan alejado de la vida co- mo lo es un objeto arqueológico. En la introducción a sus Paradosse, Ligorio se distancia de los estudios de sus coetáneos y en especial de su descui- dada forma de representar la ciudad puesto que ésta, según él, sólo había logrado mostrar “lo schizzo, e’l disegno d’uno strano Laberinto, o per par- lare più proprio, il ritratto e’l modello d’una nuova Babilonia”. Para Ligorio, como para sus contemporáneos, se trataba de poner orden al caos des- comunal que se acumulaba ante la vista para que Roma no quedara con- vertida en una caricatura de sí misma y, lo que es peor, en un remedo de su antagonista bíblica. Las Paradosse eran la explicación escrita al cambio de localización de muchos de los monumentos antiguos que Ligorio había propuesto en su mapa de la Roma antigua, publicado ese mismo año de 1553, discrepando de las opiniones de sus colegas, aunque lo más intere- sante es comprobar cómo Ligorio no sólo escribió un tratado “abbrac- ciando tutte le cose degne di memoria”, sino que necesitó “disegnarle, et porle avanti a gli occhi con la pittura”. A la confusa acumulación de ruinas debía contraponerse un orden nue- vo que era ideal, en efecto, pero que a la par establecía una inédita forma de mirar el mundo y, principalmente, de concebir el mundo antiguo. Son nu- merosos los artistas que en sus esbozos pretendieron reconstruir, a partir de unas pocas piedras dispuestas de una determinada manera, los monu- mentos de la Antigüedad, y en muchos casos se puede intuir que algunos no trataban sólo de dibujar lo que tenían delante, sino de enmendar aque- llo que los edificios arruinados fueron en algún momento de su propio acon- tecer, cuando permanecían intactos e incólumes. Precisamente lo que ca- racteriza los dibujos realizados por Dosio que inspiraron las estampas del libro de Gamucci y de la recopilación de grabados de Giovanni Battista Ca- 47 Según el aretino Brunelleschi se trasladó a Cortona para ver un sar- cófago antiguo, que hoy se conser- va en el Museo Diocesano de la ciu- dad, espoleado por la descripción de su amigo Donatello; después lo dibujó para poder llevar una ima- gen fidedigna a Florencia y apoyar así su discurso sobre la evidencia plástica de su boceto.Véase VASARI, Giorgio: Le vite de’ più eccellenti pit- tori, scultori e architettori scritte da Gior- gio Vasari pittore aretino con nuove annotazioni e commenti di Gaetano Milanesi. Florencia, Sansoni, 1906, vol. II, pp. 339-340. Véase también NESSELRATH, Arnold: “I libri di diseg- ni di antichità. Tentativo di una ti- pologia”, en SETTIS, Salvatore (ed.): Memoria dell’antico nell’arte italia- na, op. cit., Tomo terzo: Dalla tradi- zione alla archeologia, pp. 87-147 y en especial pp. 99-100. 48 BURNS, Howard: “I disegni di Fran- cesco di Giorgio agli Uffizi di Firen- ze”, en FIORE, Francesco Paolo y TA- FURI, Manfredo (eds.): Francesco di Giorgio architetto. Milán, Electa, 1993, pp. 330-357. 49 En otro lugar he intentado de- mostrar que ese interés por la me- dida que aparece ya en el prólogo de L’Antichità di Roma, de 1554, fue el que fundamentó la obra poste- rior, teórica y práctica, de Palladio. Véase PALLADIO, Andrea: Las anti- güedades de Roma. Introducción, traducción y notas de José Riello; prólogo Diego Suárez Quevedo. Madrid, Akal, 2008. 234 A rquitectura y ciudad. M em oria e im prenta 6º José Riello:CAPITULO 6 13/01/10 13:26 Página 234 valieri es que subrayan lo que los monumentos tenían de caduco y mani- fiestan la devastación progresiva de la cultura antigua y el paso inexorable del tiempo52. Su visión ciertamente objetiva, y por ello desencantada, recu- peraba mediante rasguños sobre el papel el lamento por Roma que se re- petía con la tenacidad de un tópico desde los lejanos versos de Ildeberto de Lavardin (1055-1133): “Par tibi Roma, nichil, cum sis prope tanta ruina, fracta docere potes, integra quanta fores”53. Es el mismo sentimiento que rezuma en el texto del Itinerario de Eisie- deln, pero también en la obra de Maestro Gregorio ?que cita a Ildeberto sin nombrarlo?, en las epístolas de Petrarca, en el Dittamondo de Fazio de- gli Uberti que a mediados del siglo XIV veía a Roma como una anciana de hábito ajado54, y también en el Anónimo Magliabechiano. Se repite en la carta de Rafael a León X y en las Antiquitates de Fulvio. Pero lo que dife- renció a estos dos últimos y a sus coetáneos de los anteriores fue su apti- tud para atisbar la promesa que las ruinas simbolizaban, “la intermitente y rítmica vuelta a la vida”55 del mundo antiguo que se materializaba en ellas y que acertó a condensar Sebastiano Serlio en el frontispicio del tercer li- bro de su tratado de arquitectura, precisamente el dedicado a las antigüe- dades, al colocar la alegoría de la Arquitectura en el nicho de una ortogo- nal construcción que se alza sobre una amorfa acumulación de fragmentos arquitectónicos. Ipsa ruina docet… Las ruinas eran capaces de espolear el trabajo habitual del arquitecto y componían el modelo al que toda obra moderna debía aspirar ; estimulaban el sentido arquitectónico56. En la casi hagiográfica dedicatoria que consagró a Miguel Ángel incluyéndola en la traducción de Lucio Fauno de la Roma trionfante de Biondo, el editor Mi- chele Tramezzino señala cómo viajeros procedentes de casi todo el mun- do acudían a Roma para ver las reliquias del mundo antiguo y cómo, de vuelta a casa, se llevaban dibujos que reproducían las ruinas de la ciudad cuales activos recursos de la memoria; después, con ellos delante durante la elaboración de sus propias creaciones, ponían todo su empeño en acer- carse “a quella perfettione dell’arte, a cui si felicemente li Antichi si avicina- rono”57. Esa exigencia menudea en otros testimonios de la época; era idéntica a la que, según el prelado vicentino Paolo Gualdo (1553-1621), había distinguido a Palladio desde su más temprana juventud, pues “non si scostò mai dalle regole e misure dell’architettura buona degli antichi Ro- mani”58. No es de extrañar, por tanto, que la excitación que sacudió a los artis- tas desde comienzos del siglo XV contagiara al resto de contemporáneos configurando, al final, la faz más característica de una época que después dimos en llamar Renacimiento. Las antigüedades acabaron por convertir- se en una moda o en una cuestión de estatus social, y me atrevería a de- cir que comenzó a coleccionarse lo que fuera con tal de que explicitara su condición de antiguo; la valoración del objeto, fuere la que fuere, no dependía de lo que era sino, sobre todo, de lo que representaba: un pe- dazo de Antigüedad. Basta con echar un vistazo a los dibujos de Marten 50 Me refiero a los lineamenta que vertebran el libro I de De re aedi- ficatoria y, sobre todo, el capítulo primero; véase ALBERTI, Leon Bat- tista: De Re Aedificatoria. Prólogo de Javier Rivera. Traducción de Ja- vier Fresnillo Núñez. Madrid, Akal, 1991, pp. 61-62. 51 Sobre los taccuini del Renaci- miento véase NESSELRATH, Arnold: “I libri di disegni di antichità. Tenta- tivo di una tipologia”, art. cit., pp. 87-147. 52 DOSIO, Giovanni Antonio: Roma antica e i disegni di architettura de- gli Uffizi. Roma, Fonti e documenti per la storia dell’Architettura, 1976. 53 “Nada semejante a ti, ¡oh Ro- ma!, aun prácticamente en ruinas. Lo que fuiste, intacta, tus vestigios lo revelan”. 54 Citado en BUSSAGLI, Marco (ed.): Roma. Arte y arquitectura. Tandem Verlag GmbH, 2007, p. 344. 55 SETTIS, Salvatore: El futuro de lo clásico. Madrid, Abada, 2006, p. 102. 56 THOENES, Christof: Art. cit., p. 15. 57 Roma Trionfante di Biondo da For- li, Tradotta pur hora per Lucio Fauno di latino in buona lingua uolgare. Ve- necia, Michele Tramezzino, 1548. 58 PUPPI, Lionello: Palladio. Introdu- zione alle architetture e al pensiero teorico. Venecia, Arsenale, 2005, pp. 24-25. D e ru in as , o s ob re m ar av illa s de R om a y pr im er a ar qu eo lo gí a 23 5 6º José Riello:CAPITULO 6 13/01/10 13:26 Página 235 van Heemskerck que se conservan en la Kupferstichkabinett de Berlín y que reproducen el estado del viridario de Casa Galli, en el rione romano de Parione, para comprobar que allí se acumulaban un busto identificado con Rómulo, una ninfa durmiente, dos esfinges egipcias –una en relieve y otra en bulto redondo–, el Baco de Miguel Ángel que hoy se conserva en el Bargello de Florencia y un Apolo suyo que tal vez era un Cupido y que el naturalista Ulisse Aldrovandi (1522-1605) vio en una habitación conti- gua59, todas en alegre montón y situadas frente a un antiguo murete en ruinas, como si las esculturas se hubieran expuesto en su hábitat natural y recién exhumadas como por un capricho del azar60. Poco tiempo después de que Miguel Ángel terminara su celebérri- mo David se produjo un enconado debate en Florencia a propósito de su definitiva colocación. Hace ya algunos años que Charles Seymour Jr. expuso la sugerente hipótesis de que Miguel Ángel pudo considerar la disposición de los tres arcos de la basílica de Majencio en Roma, junto a la que en 1486 se habían hallado los restos del acrólito colosal que representaba a Constantino, en el momento de trasladar a su amigo Giuliano da Sangallo –que formaba par te del tribunal que finalmente decidiría el destino de la estatua– su preferencia por que su David fue- ra colocado en la llamada Loggia dei Lanzi, en la plaza de la Signoria de Florencia, frente a las opiniones de los que preferían instalarlo en otros emplazamientos y en especial frente a la fachada del palacio de la Sig- noria61. Desde luego que, a contraluz y en plástico contraste contra la matizada oscuridad de la triple arcada, la colocación de la estatua po- tenciaría su calidad escultórica, que sin duda era lo que preocupaba a Miguel Ángel. La relevancia del asunto espoleó a todos los concurren- tes a dilucidar la polémica de acuerdo con sus particulares intereses, y Leonardo, que también formaba parte del mismo tribunal, acabó apo- yando la postura de Sangallo –o sea, de Miguel Ángel–, persuadido de que el contraste entre la masa marmórea y la tamizada sombra de la logia acentuaría no tanto sus valores escultóricos, sino sobre todo los netamente pictóricos. Al final el David fue colocado ante la fachada del palacio de la Signoria, cuya pared “scabra”, es decir áspera y rugosa, contrastaría con el pulido mármol del héroe testamentario, que queda- ba así convertido en símbolo de la virtus cívica de la república florenti- na gobernada por el gonfaloniero Pier Soderini (1450-1513). Lo que une la aleatoria distribución de las esculturas en las colecciones roma- nas del Cinquecento y las distintas opiniones sobre la disposición del David de Miguel Ángel –uno de los primeros desnudos monumentales que se acometían desde época antigua y, como tal, obra all’antica él mismo– es que parece que todo se reducía a la sugestiva contraposi- ción entre la lisura fría del mármol y las cálidas rugosidades de los mu- ros antiguos o modernos, o lo que es lo mismo a una cuestión de tex- turas. En definitiva, la valoración de las antigüedades era un asunto de tacto, como recuerdan los retratos de anticuarios como Andrea Odoni según Lorenzo Lotto (Londres, Royal Collection), Jacopo Strada según Tiziano (Viena, Kunsthistorisches Museum) o Giovanni Paolo Cornaro, llamado “dalle Anticaglie”, por Tintoretto (Gante, Museum voor Schone 59 Según narra en Delle statue an- tiche che per tutta Roma, in diversi luoghi si veggono, que publicó co- mo apéndice de MAURO, Lucio: Le antichità della città di Roma. Vene- cia, Giordano Ziletti, 1556, pp. 115- 316, particularmente p. 173. 60 LODICO, Donatella y PIRAS, An- na Maria: “La collezione romana de- lla famiglia Galli”, en CAVALLARO, An- na (a cura di): Collezioni di antichità a Roma tra ‘400 e ‘500. Roma, De Luca Editori, 2007, pp. 125-145. Los dos libros clásicos sobre la reper- cusión de la escultura clásica du- rante el Renacimiento son HASKELL, Francis y PENNY, Nicholas (1981): El gusto y el arte de la Antigüedad. El atractivo de la escultura clásica (1500-1900). Madrid, Alianza, 1990 y BOBER, Phyllis Pray y RUBINSTEIN, Ruth: Renaissance artist & antique sculpture: a handbook of sources. Lon- dres, Harvey Miller Publishers, 1986. 61 SEYMOUR Jr., Charles: Michelan- gelo’s David. A Search for Identity. Nueva York, The Norton Library, 1974, pp. 59-60. Sobre el debate véanse principalmente LEVINE, Saul: “The Location of Michelangelo’s David: The Meeting of January 25, 1504”, en The Art Bulletin, vol. 56, n.º 1 (1974), pp. 31-49 y la contes- tación de RANDOLPHS PARKS, N.: “The Placement of Michelangelo’s David: A Review of the Docu- ments”, en The Art Bulletin, vol. 57, n.º 4 (1975), pp. 560-570; sobre la datación definitiva de la finalización del David en 1503 véase HIRST, Mi- chael: “Michelangelo in Florence: ‘David’ in 1503 and ‘Hercules’ in 1506”, en The Burlington Magazi- ne, vol. 142, n.º 1169 (2000), pp. 487-492. 236 A rquitectura y ciudad. M em oria e im prenta 6º José Riello:CAPITULO 6 13/01/10 13:26 Página 236 Kunsten), en que siempre aparecen asiendo pequeñas esculturas o po- sando levemente la mano sobre otras más grandes. Estas diatribas sobre la colocación del David y los dibujos que mues- tran la arbitraria disposición de las colecciones romanas de esculturas frente a fragmentos de antiguos muros recuerdan la estampa en que Mar- co Dente (antes de 1500-1527) representó al Laocoonte delante de una pared lisa sobre la que se alzan los restos de un maltrecho muro invadido por malas hierbas y raíces de árboles. Tal vez, unos catorce años después del descubrimiento de la escultura, el anhelo de Marco fue rescatar al Laocoonte del ordenado lugar en que el papa Julio II lo había instalado en el Belvede- re con unas segundas pero palmarias intenciones, devolver la escultura antigua al lugar originario y virginal del que nunca hubiera tenido que mo- verse o, sencillamente, retornarle a la vida, pues bien vivo les pareció a los que estuvieron presentes durante su exhumación el 14 de enero de 1506 en terrenos que eran propiedad del noble romano Felice de Fredis. En una car ta fechada el 28 de febrero de 1567 Francesco da Sangallo re- cuerda a Vicenzio Borghini cómo tres años después del debate florentino en torno a la colocación del David su padre Giuliano y Miguel Ángel an- daban juntos por Roma en ese mismo momento, y cómo Giuliano, envia- do por Julio II para que rápidamente se enterara del extraordinario acon- tecimiento, acer tó a identificar en la estatua al sacerdote troyano que protagoniza uno de los más famosos pasajes de la Eneida de Virgilio, ante la mirada atónica de su amigo escultor y la emoción de Francesco que, todavía niño, iba cargado a espaldas de su padre62. Lo más notable no es tanto el descubrimiento maravilloso de la escultura, sino que Giuliano pu- diera dotarla de sentido mediante el recuerdo de un fragmento literario. Todos estos relatos sobre Roma fundaban en los vestigios de la ciudad antigua su razón de ser, pues en ellos la ruina constituía el testimonio mate- rial de la civilización antigua, el lugar en que los retazos de la literatura anti- gua y los relatos sobre la vieja ciudad se encarnaban en piedra moribunda y se volvían estremecedoramente presentes. Las ruinas romanas eran los pe- cios de una civilización que entonces se pensaba desaparecida tras el inter- valo de una época oscura, pero era principalmente por su fuerza material, por su incontestable revelación ‘ahí delante’ cual evidencias pétreas de la me- moria, como podían poner en marcha una renovación insólita. El proyecto de futuro que las ruinas advertían estaba colmado de una palpable presen- cia: la de las ruinas mismas. Biondo no limitó su tarea a la simple descripción de la topografía antigua de Roma, sino que amplió sus intereses a las institu- ciones y a las costumbres romanas y dio rienda suelta a la evocación históri- ca según la inspiración que le ofrecían los lugares o los monumentos que apoyaba a la par con la lectura de los clásicos, abriendo una senda que sería después explorada por tantos otros. Las fuentes literarias antiguas, de Dioni- sio de Halicarnaso a Livio, de Varrón a Plinio el Viejo, de Virgilio a Ovidio, al- canzaron una preeminencia de la que no gozaron los datos arqueológicos ni los epigráficos. En la introducción de sus Paradosse y para enunciar las dife- rencias de sus investigaciones con respecto a las de sus coetáneos, Pirro Li- gorio declara haber “tornato a rileggere (…) gli buoni scrittori antichi”; Palla- dio, en el prefacio a los lectores de L’Antichità di Roma, enumera los autores 62 MAFFEI, Sonia: “La fama di Lao- coonte nei testi del Cinquecento”, en SETTIS, Salvatore: Laocoonte. Fa- ma e stile. Roma, Donzelli editore, 2006, pp. 85-228, en particular pp. 110-111. D e ru in as , o s ob re m ar av illa s de R om a y pr im er a ar qu eo lo gí a 23 7 6º José Riello:CAPITULO 6 13/01/10 13:26 Página 237 antiguos y modernos en los que fundamentó su obra inmediatamente antes de manifestar la importancia de la detallada medida de los monumentos; y Etienne Dupérac, en la dedicatoria a Carlos IX de Francia que incluyó al ini- cio de su Urbis Romae Sciographia, de 1574, confirma que se trataba de estu- diar sistemáticamente los restos de la antigua Roma pero, además, de cotejar los resultados con la lectura de los autores antiguos63. Las fuentes literarias y los vestigios de la ciudad conformaron así una unión indisoluble, de manera que los hombres del Renacimiento acabaron por tener un conocimiento li- terario de la Antigüedad. Descubrieron, a partir de la lectura de los textos clásicos, los lugares en que lo antiguo y su historia habían tenido lugar, los si- tios en que la historia se revelaba y se encarnaba en unas cuantas piedras colocadas según un orden particular. Si no hubiera leído con tanta devoción como desacierto las epístolas de Plinio el Joven, Paolo Giovio (1486-1552) no habría persistido con terquedad en construir su Museo a orillas del lago de Como en el mismo lugar en que suponía que se conservaban las ruinas de una de las villas de aquél, a pesar de los consejos de su hermano64. Uno de los más conmovedores relatos de la literatura clásica es el que rememoraba un lugar que diversos autores del siglo XVI localizaban frente a la iglesia de Santa Maria Nuova, en pleno foro romano, un lugar en el que había dos muros enfrentados sobre los que, según la tradición, se posó un grueso madero para que, bajo él, pasara uno de los tres Horacios y expiara así la culpa de haber matado a su hermana65. Lo narra Livio en el primer li- bro de Ab urbe condita y se hacen eco de la narración Marliani, Fauno y Palla- dio entre otros66. Pero, curiosamente, también se refiere a ella Giovanni Bat- tista Piranesi en una de las inscripciones que grabó en el segundo estado de la plancha XVI de sus Carceri d’invenzione de 1761, demostrando que la Anti- güedad, en todo su complejo espesor, podía dar respuestas a las dudas del presente incluso en los arduos debates que concernían al derecho y la justi- cia por los que Piranesi velaba, a su modo, con sus grabados67. Roma acabó por convertirse en la ciudad de la reminiscencia por antonomasia: todos y cada uno de sus rincones estaban cargados de literatura y, por tanto, de me- moria, y por ello no había trozo de mármol o aglomeración de adobe que no guardara dentro de sí un pálpito de vida. Lo que quedó de la pujanza an- ticuaria de Alberti, de Biondo, de Leto, de Rafael y los suyos, de Marliani, de Fauno, de Palladio, de Gamucci y de Cavalieri, e incluso de Bosio, fue más su brío evocador que su consistencia científica, pero por eso mismo lo que hay en sus respectivas obras es un conmovedor esfuerzo por resucitar el cadá- ver en que Roma había quedado convertida. ¿Será casualidad que el único templo en ruinas que aparece en el libidinoso Sueño de Polífilo estuviera anta- ño destinado a determinados ritos funerarios?68 ¿Qué decir de que estuviera en un lugar de rebosante vegetación, henchido de laureles, de mirtos y de ci- preses, de jazmines, de hiedras y terrambule, y de que Polífilo dedicara un ra- to en ese boscoso ambiente a leer e descifrar algunos epitafios?69 Es cierto que estos primeros textos arqueológicos intentaron devolver la ciudad anti- gua a su emocionante estado primigenio recurriendo incluso a un jovial y desbordante sentido de la comunidad, pero al mismo tiempo nutrieron en su más profundo interior la ponzoña que terminó por sustituir a la vida por la Historia. Al comenzar a detener, aun con sosiego, el tumulto de la ciudad y 63 WITTKOWER, Rudolf: “Il codice Du Pérac: alla scoperta della Roma per- duta”, en Le antiche rovine di Roma nei disegni di Du Pérac. Milán, Amil- care Pizzi, 1990, pp. 11-43. 64 ZIMMERMANN, T. C. Price: Paolo Giovio. The Historian and the Crisis of Sixteenth-Century Italy. Prince- ton, Princeton University Press, 1995, p. 161. 65 Sobre su situación e interpre- tación, véase PLATNER, Samuel Ball: A Topographical Dictionary of Ancient Rome. Completed and revised by Thomas Ashby. Londres, Oxford University Press, 1929, pp. 538-539. 66 LIVIO, AUC, I, 26, 2-14; MARLIANI, Bartolomeo: L’Antichità di Roma (…) tradotti in lingva volgare per M. Her- cole Barbarasa da Terni. Roma, An- tonio Blado, 1548, fol. 45; FAUNO, Lucio: Delle Antichità della Città di Roma (…) E un Compendio di Ro- ma Antica (…). Venecia, Michele Tra- mezzino, 1552, fol. 75; PALLADIO, An- drea: L’Antichità di Roma. Roma, Vicenzo Lucrino, 1554, fol. 19v. 67 Véase la introducción de Cal- vesi a FOCILLON, Henri: Giovanni Bat- tista Piranesi. A cura di Maurizio Cal- vesi e Augusta Monferini. Bolonia, Alfa, 1967, en especial p. XVII. El ca- tálogo de obras de Piranesi que se custodian en la B H fue elaborado por TORRES SANTO DOMINGO, Mar- ta: “Giambattista Piranesi en la Bi- blioteca Histórica de la Universi- dad Complutense. Catálogo de estampas”, en Documentos de tra- bajo U.C.M. Biblioteca Histórica, 04/07. 68 COLONNA, Francesco: Sueño de Polífilo. Al cuidado de Pilar Pedra- za. Barcelona, Acantilado, 2008, cap. XVIII, pp. 399 y ss. 69 Ibídem, cap. XIX, pp. 409 y ss. 238 A rquitectura y ciudad. M em oria e im prenta 6º José Riello:CAPITULO 6 13/01/10 13:26 Página 238 de sus ruinas estaban abriendo paso a lo que acabó por convertirse des- pués la arqueología, cuya inerte objetividad colocaba los rugosos retales de la memoria en un limbo de perfección liberado de contradicciones e inco- herencias que casi logró apagar el rubor de las mejillas de la Venus capitolina que tanto gustaba a Maestro Gregorio. Ante su inagotable tendencia a con- vertir cualquier resto en dato histórico más que en retazo de memoria pal- pitante, ante la sustitución de los fragmentos de la vida antigua e incluso del fragor del siglo XVI por el análisis arqueológico nos queda, a la postre, el bulli- cio con que Giuseppe Vasi describe la Piazza Navona en su Indice istorico o su inesperada estampa en que un hombre orina en la pared de lo que pare- ce una cantina aprovechando el desconcierto jaranero de la plaza Giudia, frente a la iglesia romana de Santa Maria del Pianto70. Ciertamente, entre todos los relatos a los que me he referido hubo sustanciales diferencias; mientras que, desde el punto de vista topográfico, en general los autores de las Mirabilia se inventaron nombres que aplica- ron arbitrariamente a las ruinas que encontraban a su paso, dando a cada monumento un lugar indiscriminado, en los tratados de la primera arqueo- logía fue el lugar el que quedó cualificado por el monumento y éste, a su vez, lo fue por la cantidad de historia que, inspirada en las fuentes clásicas, era capaz de convocar. Pero por encima de las diferencias hay otra cuestión que une indisolu- blemente a los autores de las Mirabilia con los creadores de la primera arqueología. El acicate que más estimulaba el esfuerzo de los autores de las Mirabilia durante la redacción de sus obras era recordar a los que ven- drían después la belleza de los edificios antiguos, la belleza de un universo vivo e idealmente eterno a despecho de su imparable crepúsculo mate- rial. Como para Pausanias durante su viaje por Grecia, esa belleza se ex- presaba a través de las piedras preciosas y por medio del oro y la plata, del bronce y el marfil71. La ciudad se convirtió en el lugar del encuentro de la comunidad y la celebración de la tradición que unía a esa comuni- dad, mientras que nuestras metrópolis se han transformado sólo en luga- res del tránsito y de la producción, en inanes lugares de paso y no en te- rritorios de una reconciliación que en el pasado incentivaban, creo, las cualidades táctiles de unas ruinas por cuyos surcos se escapaba el dulce recuerdo de la memoria. 70 VASI, Giuseppe: . Roma, Stampe- ria di Apollo, 1752, estampa 29. 71 ACCAME LANZILLOTTA, Ma- ria: Op. cit., pp. 211-213. D e ru in as , o s ob re m ar av illa s de R om a y pr im er a ar qu eo lo gí a 23 9 6º José Riello:CAPITULO 6 13/01/10 13:26 Página 239 240 A rquitectura y ciudad.M em oria e im prenta BREYDENBACH, BERNHARD VON, m. 1497 Peregrinatio in Terram Sanctam … Zaragoza : Pablo Hurus, 16 enero, 1498. Procedencia: Biblioteca de la Condesa de Campo Alange [BH INC FL-77] 68. Aunque algunos especialistas han estimado la posibilidad de que fue- ra escrita por un monje alemán que nunca viajó a Tierra Santa, ge- neralmente se considera que Bernhard von Breidenbach, canó- nico de la catedral de Maguncia, recopiló en Peregrinatio in Terram Sanctam los detalles de la travesía que emprendió entre 1483 y 1484 con los condes Johann de Solms y Philip de Bicken, inte- resándose especialmente por la geografía y los habitantes de las ciudades más notables de su itine- rario. Según se desprende de un documento fechado el 1 de febre- ro de 1483, Breidenbach requirió a Erhard Reuwich (ca. 1455-ca. 1490), natural de Utrecht, que les acompañara; al parecer, éste no sólo fue impresor de la obra en sus primeras ediciones de 1486 –en latín y alemán– y 1488 –en flamenco–, sino también autor de los dibujos en que se inspiraron las excepcionales entalladuras que se incluyeron en la publicación: la alegoría de Maguncia, acompaña- da por los escudos de armas de los tres peregrinos; vistas de Vene- cia, Parenzo, Corfú, Modón, Can- día, Rodas y Jerusalén; los alfabe- tos arábigo, hebreo, griego, caldeo, copto, armenio y abisinio; figura- ciones de sarracenos, judíos, grie- gos, sirios, abisinios y turcos; una imagen del Santo Sepulcro y, por último, representaciones de algu- nos animales característicos de los territorios visitados, entre los que se añadieron, sin embargo, un uni- cornio y un hombre salvaje. Estos grabados hacen de la Peregrinatio el primer libro de viajes ilustrado, y es también el primero en que aparece el nombre del ilustrador, seguramente por ser él mismo su editor; curiosamente, de su traba- jo como tal sólo es testimonio es- ta obra. Las planchas con que se rea- lizaron las estampas de la prime- ra edición maguntina se em- plearon además en las de Lyon (1488), Espira (1490) y ésta de Zaragoza, que salió de las pren- sas del germano Paulo Hurus el 16 de enero de 1498, según el colofón. A diferencia de la prin- ceps, en la versión española se incorporaron escenas de la vida de Cristo y una vista de Roma. Ésta ilustraba el tratado sobre la ciudad que el traductor Martín Martínez de Ampiés –autor de un Triumpho de María y un Libro del Antichristo publicados igual- 68-83 9/3/10 18:50 Página 240 D e ru in as ,o s ob re m ar av illa s de R om a y pr im er a ar qu eo lo gí a 24 1 mente por Hurus– incluyó al ini- cio del texto original asumiendo que los peregrinos que desea- ban ir a los Santos Lugares esta- ban obligados “de yr en Roma por tomar licencia del Santo Pa- dre o cobrar aquélla con algún medio para su camino, lo qual no haziendo incurren en pena de escomunión” (fol. IIIvb). Inspi- rándose en las Mirabilia Urbis y en el Liber Pontificalis y antes de repasar someramente las iglesias y estaciones de peregrinación romanas, Mar tínez de Ampiés abrevió la historia del Imperio alternando en su discurso em- peradores y pontífices para cul- minar en la simbólica unión de Constantino y Silvestre (fol. XX- VIV), en cier ta manera hacedo- res, y no es baladí, de la cristia- nización del Imperio y, por tanto, de la Urbe. Addenda bibliográfica DAVIES, Hugh W.: Bernhard von Breydenbach and his Journey to the Holy Land, 1483-1484. A Biblio- graphy. Londres, Leighton, 1911, pp. 29-32 [JR] 68-83 9/3/10 18:50 Página 241 242 A rquitectura y ciudad.M em oria e im prenta La tradición medieval de las llama- das genéricamente Mirabilia Urbis Romae, que al parecer tiene su ori- gen a mediados del siglo XII, se man- tuvo vigente durante los últimos años del siglo XV y buena parte del siglo XVI. Fue entonces cuando se publicaron los primeros ejemplares impresos de estas humildes guías de Roma, formados por una des- cripción somera de la ciudad y, en particular, de sus iglesias, en la que abundan las narraciones de episo- dios milagrosos o extraordinarios; y las Indulgentiae septem ecclesia- rum urbis, donde se registran las in- dulgencias que el peregrino podía ganar en su recorrido por la Urbe. Se cree que, en un principio, esta segunda parte era una obra inde- pendiente, pero acabó por herma- narse con el contenido de la pri- mera.Así lo manifiesta un ejemplar impreso en 1509 por Eucharius Silber con el título Indulgentie eccle- siar[um] vrbis Romae que, antaño propiedad de Hernando Colón, se conserva en la Biblioteca Capitular y Colombina de Sevilla encuader- nado junto a una Mirabilia Urbis. En todo caso, su inserción en las Mira- bilia estaba justificada puesto que las indulgencias, en un periodo his- tórico tan marcado por la presen- cia de la muerte y la relevancia de la salvación, suponían la remisión total o parcial de los pecados, y por ello protagonizaron algunas de las más enconadas polémicas duran- te la Reforma protestante, sobre todo tras la depauperación comer- cial que experimentaron y que ha- bía sido una de las causas esencia- les de la protesta de Martín Lutero en 1517. Esas dos partes principales su- frieron innumerables transforma- ciones y cambios que respondían a diversas necesidades comercia- les, políticas o culturales, y a media- dos del siglo XVI dieron lugar a esa publicación miscelánea que son Le cose maravigliose dell’alma città di PONTUS, ANTONIUS Mirabilia Urbis Rome. [Rome, per Antoniu Bladum de Asula, 1524] Procedencia: Biblioteca de la Casa Profesa de la Compañía de Jesús (Madrid) [BH FLL 9512] 69. 68-83 9/3/10 18:50 Página 242 D e ru in as ,o s ob re m ar av illa s de R om a y pr im er a ar qu eo lo gí a 24 3Roma.A la par, las Mirabilia incuna- bles que se publicaron en latín a fi- nales del XV, destinadas a un públi- co culto de prelados y humanistas, fueron progresivamente sustituidas por las guías que, redactadas en len- guas vulgares, tenían un carácter más divulgativo y estaban destina- das, a su vez, a un público más am- plio y variado, aunque siguieran im- primiéndose ejemplares en latín como éste que salió de las prensas de Antonio Blado. En 1535,doce años después de la publicación de este ejemplar, Bla- do fue nombrado tipógrafo de la Cámara Apostólica, cargo que de- sempeñaría hasta su muerte en 1567 y que pasaría después a sus herederos. De este modo, todos los documentos oficiales de la Cu- ria Pontificia salían de su imprenta, luego este tipo de publicaciones, que siguió imprimiendo y comer- cializando, adquirió pronto un ran- go poco inferior a aquellos, sobre todo teniendo en cuenta el grado de difusión que llegaron a alcanzar. [JR] LE COSE MERAUIGLIOSE DELL’ALMA CITTA DI ROMA ... In Roma : appresso Guglielmo Facciotti, 1608. Procedencia: Biblioteca del Colegio Imperial de la Compañía de Jesús (Madrid) [BH FLL 3412] 70. El impresor Guglielmo Facciotti ejer- ció una intensa y destacada activi- dad en Roma entre los años 1592 y 1632,periodo clave para la histo- ria de la tipografía romana.Duran- te ese tiempo la producción pre- dominantemente lujosa del siglo XVI dio paso a una vivísima actividad meramente comercial a la que Fac- ciotti supo sumarse con acierto. En ese sentido y como hicieron otros impresores coetáneos, emprendió reimpresiones de obras ya publica- das por él mismo o por algunos de sus colegas, cambiando sólo el fron- tispicio. Es el caso de Le cose mara- vigliose dell’alma città di Roma, una de las que más éxito cosechó du- rante la Edad Moderna. La primera edición fue publica- da en Venecia en 1541, en la im- prenta de Guglielmo da Fontane- to. Se trataba de una publicación anónima y miscelánea en tanto que su núcleo original estaba integrado por una descripción de las iglesias de Roma –a las que se sumaban las postas, estaciones e indulgencias– que, aunque más completa, partía de la tradición de las Mirabilia me- dievales; La guida romana per tutti i forastieri, del inglés Schakerlay, que presentaba tres itinerarios distintos por la ciudad, ajustados para ser re- corridos en tres jornadas; y, a par- tir por lo menos de 1563,L’Antichità di Roma de Andrea Palladio. Este meollo principal sufrió modificacio- nes y aditamentos en las numero- sísimas ediciones que aparecieron a partir de la segunda mitad del si- glo XVI, subrayando todavía más su carácter anónimo, y sobre todo a partir del Año Santo de 1575 y los jubileos extraordinarios instituidos por Sixto V. En 1588 el impresor bresciano Girolamo Franzini (1537- 1596) –quien ese mismo año ha- bía comenzado a publicar otras obras sobre monumentos y anti- güedades de Roma, entre ellas las de Fulvio y Bartolomeo Marliani– publicó en Venecia una edición de Le cose maravigliose redactada por el agustino Sante Selinori e ilustra- da por él mismo. Si bien los graba- dos no revisten gran valor desde el punto de vista estético, sí que con- formaron la matriz a partir de la cual se ilustraron las guías de la ciu- dad durante más de un siglo y, por su relevancia, llegaron a ser recopi- lados en un volumen independien- te publicado en 1596. Facciotto debió de intuir el ti- rón comercial de Le cose maravi- gliose, teniendo en cuenta las ma- sas de peregrinos que acudirían a la llamada de los Jubileos, y reim- primió la versión de Franzini al menos en 1595, 1599 y 1608, año de publicación de la expuesta que, de alguna manera, puede conside- rarse paradigma de las demás. Es significativo, por lo que antes se apuntaba, que el impresor deci- diera no sólo aparecer como tal en el frontispicio, sino también co- mo autor. Probablemente el éxito de ventas espoleara a Facciotto pa- ra publicar, también, las traduccio- nes al francés en 1625 y 1628, y al español en 1627 y 1628. Addenda bibliográfica ASHBY,Thomas:“Note sulle varie guide di Roma che contengono xilografie di Girolamo Franzini”, en Roma. Rivista di studi e di vita romana I (1923), pp. 345-352. [JR] 68-83 9/3/10 18:50 Página 243 Quizá con motivo del Jubileo del año 1600, celebrado durante el pontificado de Clemente VIII con un éxito abrumador, el doctor y acólito Francisco de Cabrera Mo- rales tradujo y amplió el texto que, con el título usual de Le co- se maravigliose del alma città di Ro- ma, tradicionalmente era la parte fundamental de este tipo de pu- blicaciones sobre las iglesias de la ciudad, aunque sin añadir grandes novedades con respecto a las an- teriores. Sin embargo, Cabrera destacó con cierta singularidad las obras que se hicieron durante el pontificado de Sixto V y que mo- dificaron sustancial y simbólica- mente el urbanismo romano, prestando especial atención a los obeliscos como fue habitual en las guías a partir de 1585, año de acceso al solio del papa Peretti. Acaso lo más interesante de esta obra sea La gvía de los fo- rasteros para ver las cosas más notables de Roma. Además de declararse teólogo del cardenal Pedro de Deza, el autor confie- sa en la individualizada portada de esta segunda parte que para su elaboración se inspiró en De- lla chronologia universale de Gi- rolamo Bardi (ca. 1544-1594), uno de los libros más difundidos en la Europa del momento, si bien parece seguir, sobre todo, el esquema de La guida romana per tutti i forastieri del apenas co- nocido caballero inglés Schaker- lay. Por otra par te, en la dedi- catoria a Catalina de Zúñiga Sandoval y Rojas, condesa de Lemos y virreina de Nápoles (1555-1628), Cabrera –quien di- ce ser su capellán– manifiesta que tiene escrito un tratado so- bre las iglesias y las antigüedades romanas que llevará a la impren- ta en breve gracias a la genero- sidad de la condesa. Como ha si- do propuesto, lo más probable es que este tratado al que alu- de Cabrera sea el que constitu- ye la primera parte de esta edi- ción. Asimismo se ha planteado que la publicación definitiva fue presentada a Catalina durante el viaje que hiciera con su esposo Fernando Ruiz de Castro,VI con- de de Lemos, desde el virreina- to de Nápoles a Roma en mar- zo de 1600, año del Jubileo y de la publicación de esta obra, si bien esta segunda hipótesis pue- de resultar ciertamente proble- mática teniendo en cuenta que la dedicatoria de Cabrera a la condesa fue firmada el 1 de agos- to de 1600. [JR] 244 A rquitectura y ciudad.M em oria e im prenta CABRERA MORALES, FRANCISCO DE, 1564-1616 Las iglesias de Roma con todas las reliquias y estaciones ... tambien se pone la guia de los peregrinos ... En Roma : por Luis Zannetti : a instancia de Gio. Antonio Franzini ..., 1600. Procedencia: Biblioteca del Colegio Imperial de la Compañía de Jesús (Madrid) [BH FLL 3861] 71. 68-83 9/3/10 18:50 Página 244 D e ru in as ,o s ob re m ar av illa s de R om a y pr im er a ar qu eo lo gí a 24 5FELINI, PIETRO MARTIRE, m. 1613 Tratado nueuo de las cosas marauillosas de la alma ciudad de Roma … En Roma : por Bartholome Zannetti, a instancia de Iuan Domingo Frazini y herederos de Hieronymo Franzini, 1619. [BH FLL 16212] 72. Publicada por vez primera en Ro- ma en 1610, esta obra fue dedi- cada a Benedetto Ala (†1620), ar- zobispo de Urbino, a quien Pietro Martire Felini, natural de Cremo- na, debía de conocer del conven- to de Santa Maria in Via al que ambos estaban ligados y este úl- timo en calidad de prior de la or- den de los Siervos de María des- de enero de ese año. Con ella Felini rebasó los mo- destos límites que, en principio, él mismo se marcó en el prefacio ya que, aunque sólo pretendía res- ponder a las continuas preguntas de los desorientados peregrinos que vagaban por Roma a la bús- queda de lugares santos y, por tanto, de indulgencias, lo cierto es que consiguió marcar un punto de inflexión en esa monótona pu- blicación de guías de la ciudad que se sucedía sin pausa desde finales del siglo XV e inicios del XVI. Reela- borando obras de autores prece- dentes y en particular los Tesori nascosti dell’alma città di Roma de Ottavio Panciroli (Roma, 1600) [BH FLL 28630], Felini dio mayor coherencia al conjunto propo- niendo al lector un nuevo itinera- rio para recorrer la ciudad que sirvió de modelo a las guías pu- blicadas hasta comienzos del siglo XVIII. Además, enriqueció los gra- bados con los que, generalmen- te, iban acompañadas estas publi- caciones desde su creación en las prensas de Girolamo Franzini, y aumentó a más de trescientas el número de iglesias descritas. Pero quizá lo más interesante sean las descripciones que Felini consagró a las labores de remo- zamiento y decoración acometi- das en su tiempo, especialmente las dedicadas a la decoración del crucero de la basílica de San Gio- vanni in Laterano y a la somera historia del proceso constructivo de la de San Pedro y las pinturas más destacadas de su interior. En algunos casos, incluso, el autor re- cogió los nombres de los artistas más célebres y se aventuró en la datación de algunas de las obras. Además, Felini añadió una Gui- da romana que, aun centrándo- se a las obras de la Antigüedad e inspirándose en la original del apenas conocido Schakerlay, pres- ta especial atención a las obras construidas bajo los pontificados de Sixto V y Pablo V y, sobre to- do, a los edificios levantados bajo auspicios de la familia Borghese, a la que pertenecía el último. Como era habitual al menos desde 1563, al tratado se sumó L’Antichità di Roma de Andrea Pa- lladio, en esta ocasión puesta al día hasta tiempos de Felini. El mismo año que se publicó la primera edición de esta guía ro- mana salió a la luz la traducción española a cargo del dominico murciano Alonso Muñoz, de la que este ejemplar es una reim- presión nueve años posterior. [JR] 68-83 9/3/10 18:50 Página 245 ALBERTINI, FRANCESCO, 1517-1521 Mirabilia Rome : opusculu[m] de mirabilius noue et veteris vrbis Rome. Imp[re]ssu[m] Lugd[uni] : p[er] Ioa[n] Mario[n] : & expe[n]sis Romani Morin ..., 1520. [BH FOA 60(1)] 73. Los escasos datos conocidos so- bre la biografía de Francesco Al- bertini son los que pueden entre- sacarse de tres de sus obras, impresas en 1510: Memoriale di molte statue e pitture della città di Firenze, Septem mirabilia Orbis et Urbis Romae et Florentinae civita- tes y, además, ésta que nos ocu- pa.Al parecer nació en Florencia, donde ingresó en el taller de Do- menico Ghirlandaio (1449-1494), aprendió música con un tal Anto- nio –disciplina de la que afirma que tenía escrito un tratado– y poesía con Naldo Naldi (1436- 1513). En 1493 fue capellán y en 1499 canónico de la iglesia de San Lorenzo. En 1502 abandonó su ciudad natal camino de Roma donde, tres años después, fue ca- pellán de Santa Sabina. Fue en Roma y en las prensas de Jacopo Mazzocchi donde edi- tó el Opusculum, escrito a partir de 1506 por encargo del carde- nal Galeotto della Rovere († 1507) como complemento a un trabajo previo sobre estaciones y reliquias de Roma que Albertini pretendía dedicar al emperador Maximiliano I. El Opusculum se di- vide netamente en dos par tes: dos primeros libros dedicados a la Roma antigua, que pueden con- siderarse una mera adaptación de las guías medievales en tanto que sólo proponen un recorrido des- criptivo de la topografía urbana, aun diferenciándose por su inte- rés en la epigrafía como fuente de conocimiento y sus citas a las obras pioneras de Flavio Biondo y Pomponio Leto (1428-1497); y una segunda parte más breve, el tercer libro, en que describe la ciudad contemporánea y sobre todo las reformas debidas a los pontífices Sixto IV y Julio II.Al se- gundo dedicó finalmente esta obra que, según el colofón de la editio princeps, culminó el 3 de ju- nio de 1509. Es precisamente en éste, fe- chado el 4 de febrero de 1510, donde Mazzocchi anuncia la pu- blicación en breve de un “epy- taphiorum opusculum” cuya au- toría se ha atribuido al propio Albertini, teniendo en cuenta las múltiples referencias que hace en el Opusculum a los epitafios; es- ta supuesta obra de Albertini no se conoce. Sin embargo, en 1521 el mismo impresor publicó unos anónimos Epigrammata antiquae vrbis que podrían estar inspira- dos en el material inédito de Al- bertini [BH FLL 26618]. Otra tra- dición identifica al autor con Andrea Fulvio quien, no en vano, había pasado copia a Mazzocchi de algunas inscripciones que guardaba en su casa del barrio de San Eustachio. Que la obra apareciera finalmente como anó- nima pudo deberse a desavenen- cias entre Alber tini y Fulvio o éste y Mazzocchi, aunque todo parece indicar que en la redac- ción de la obra de 1521 par ti- ciparon varios autores, coordina- dos por el interés comercial del editor. Quizá lo más relevante sea que el Opusculum de Alber- tini, con su inclinación a Biondo y Leto y a la epigrafía, se halla a medio camino entre la descrip- ción de maravillas de tradición medieval y la incipiente arqueo- logía, e incardinado en la eferves- cencia anticuaria de las primeras décadas el siglo XVI. El Opusculum fue reeditado en Roma en 1515 y 1523, en Basilea en 1519 y en Lyon en 1523; asimismo puede consultarse el estudio introduc- torio de August Schmarsow a su edición de 1866. [DSQ] y [JR] 246 A rquitectura y ciudad.M em oria e im prenta 68-83 9/3/10 18:50 Página 246 D e ru in as ,o s ob re m ar av illa s de R om a y pr im er a ar qu eo lo gí a 24 7BIONDO, FLAVIO, 1388-1463 Roma instaurata. De origine et gestis Venetorum. Italia illustrata. Veronae : Boninus de Boninis, 20 diciembre, 1481 ; 7 febrero, 1482. Procedencia: Biblioteca del Colegio Mayor de San Ildefonso (Alcalá de Henares) [BH INC I-214] 74. Aunque publicada en Roma entre 1470 y 1471, no cabe duda de que la expuesta es uno de los ejempla- res más importantes de los fondos de la Biblioteca Histórica por su ca- lidad de incunable y, fundamental- mente, porque constituye una pie- dra miliar de la historia de la topografía de Roma. Con algunos precedentes co- mo Poggio Bracciolini (1380- 1459), Biondo inauguró con ella el moderno método arqueológi- co mediante el análisis minucioso y el cotejo sistemático de la lite- ratura clásica y de la epigrafía en sus estudios de los restos antiguos. Comenzó a escribirla en 1444, y según una carta autógrafa envia- da a un amigo junto a una copia del manuscrito, la tenía acabada en septiembre de 1446. Segura- mente, y aparte del ambiente pro- picio del entorno del pontífice, la inclinación de Biondo hacia la ar- queología también fue estimulada por su cercanía al cardenal Pros- pero Colonna (†1463), y su infa- tigable labor de reconstrucción histórica se evidencia en su férrea voluntad por refutar lugares co- munes y leyendas infundadas y, por tanto, en su plena autonomía con respecto a la tradición y par- ticularmente con el texto de las Mirabilia. La obra de Biondo está divi- dida en tres libros: en el primero discurre sobre la situación de la ciudad, las puertas y las colinas, y trata de los vestigios conservados en el Vaticano y el Esquilino, aca- bando en las termas de Diocle- ciano; enlazando con este final, el segundo trata sobre las termas y continúa con los restos de las edificaciones aún reconocibles del Esquilino y el Viminal, hasta que Biondo es incapaz de reconocer las ruinas. Es entonces cuando cambia su método topográfico por otro temático y pasa a tratar de monumentos religiosos y ad- ministrativos y sobre otros desti- nados a los espectáculos. Final- mente dedica el tercer libro a monumentos paradigmáticos co- mo la Domus Áurea, la columna de Trajano, el Septizonio o el Pan- teón, por ejemplo. Empleando, además del mate- rial arqueológico y el epigráfico, textos medievales como el Liber pontificalis, los martirologios o la patrología, así como el De septem miraculis mundi atribuido a Beda (ca. 672-735), Biondo no limitó su labor a la descripción topográfi- ca sino que la amplió a las institu- ciones y las costumbres romanas, anunciando la enciclopédica re- construcción de la vida pública y privada romana que es otra de sus obras: Roma triumphans (Brescia, ca. 1473-75) [BH INC I-203; edi- ción de 1482]. Roma instaurata fue traducida por Lucio Fauno en una edición veneciana de 1542 de gran éxito posterior, como indican las reim- presiones de 1543, 1548 y 1558. Addenda bibliográfica NOGARA, Bartolomeo (ed.): Scrit- ti inediti e rari di Biondo Flavio. Ro- ma, Studi e testi, 1927, pp. 161-162. [JR] 68-83 9/3/10 18:50 Página 247 248 A rquitectura y ciudad.M em oria e im prenta FULVIO, ANDREA, 1510-1543 Antiquitates vrbis. [Roma : Marcello Silber, ca.1527]. Procedencia: Biblioteca del Colegio Imperial de la Compañía de Jesús (Madrid) [BH FLL 10071] 75. Ligado a la célebre academia de Pomponio Leto (1428-1497) y al ambiente humanístico romano de finales del Quattrocento,Andrea Ful- vio fue un hombre de extraordina- rias dotes que, al no contar con un mecenas cualificado, se dedicó a la enseñanza de la gramática y la li- teratura latina como maestro del rione de San Eustachio, barrio en que poseía una propiedad donde, al igual que Leto, fue acumulando algunas antiguallas. La primera evidencia de su curiosidad arqueológica es el epi- grama incluido en el frontispicio del Opusculum de Francesco Al- bertini, al que siguió un trabajo de mayor calado que emprendió, seguramente, tras conseguir la ciudadanía romana entre prima- vera de 1512 y verano de 1513: el poema Antiquaria Urbis que, di- vidido en dos libros de hexáme- tros, fue concluido a finales de 1513 y publicado por Mazzocchi, en Roma, ese año. La obra ofre- cía, por vez primera en verso, una descripción de lo que quedaba de la Roma antigua inspirada en la literatura clásica y en inscrip- ciones epigráficas, pero sin olvi- dar las nuevas obras de la urbe contemporánea: las primeras re- formas en el Campidoglio, la nue- va basílica de San Pedro y las Stanze de Rafael, entre otras. Con ánimo de encontrar un protec- tor, elaboró una copia manuscri- ta sobre pergamino con letras de oro para regalarla a León X, re- cién elegido pontífice en marzo de 1513; hoy se conserva en la Biblioteca Medicea Laurenziana de Florencia (Plut.33.37). Al pa- recer, el papa agradeció el obse- quio pero le propuso que redac- tara una versión ampliada y en prosa, fundamento de la poste- rior Antiqvitates Vrbis. Esta obra, en la que trabaja- ba desde hacía mucho tiempo, fue concluida en 1526 y publica- da al año siguiente por un tipó- grafo anónimo. En la dedicatoria a Clemente VII, Fulvio refiere sus relaciones con Rafael (1483- 1520), que en agosto de 1515 había sido nombrado “praefec- tus marmorum et lapidum”, y sus excursiones con él por las ruinas de Roma. Algunos autores han relacionado esta obra de Fulvio con la Antiquae Urbis Romae cum regionibus Simulachrum (Roma, 1527) de Marco Fabio Calvo, otro colaborador de Rafael: el texto del primero se comple- mentaría con las imágenes reco- piladas por el segundo. En todo caso, con su obra en cinco libros escrita en un elegante estilo lati- no que revela su devoción por la ciudad, Fulvio procuraba pre- servar el recuerdo de las ruinas romanas criticando severamen- te, como Rafael en su célebre carta a León X, la demolición de monumentos antiguos y su ex- polio.Tampoco olvidó las nuevas reformas de la ciudad –es el úni- co que describe las esculturas del Belvedere dispuestas alrededor de una fuente– ni las colecciones anticuarias y particularmente la del cardenal Andrea della Valle (1463-1534), que contaba con un estupendo elenco numismá- tico; de hecho, a las monedas y medallas antiguas dedicó Fulvio su famoso Illustrium imagines de 1517, de gran fama posterior. Del éxito de las Antiquitates dan fe su traducción al italiano pu- blicada en Venecia en 1543, la re- estampa de la versión latina en Roma en 1545 y la reedición de la italiana en Venecia en 1588, con anotaciones de Girolamo Ferrucci [BH FLL 33038]. [JR] 68-83 9/3/10 18:50 Página 248 D e ru in as ,o s ob re m ar av illa s de R om a y pr im er a ar qu eo lo gí a 24 9FAUNO, LUCIO De antiquitatibus urbis Romæ, … Venetiis : apud Michaelem Tramezinum, 1549. Procedencia: Biblioteca del Noviciado de la Compañía de Jesús (Madrid) [BH FLL 34362] [BH FLL Res.490] 76. Lucio Fauno publicó en Venecia, en 1548, una síntesis sobre la to- pografía de la antigua Roma en cinco libros titulada Delle antichità della città di Roma. En ella recu- rrió a las leyendas sobre el origen de la ciudad y las narraciones tra- dicionalmente ligadas a los luga- res emblemáticos de la Urbe. Co- mo fue casi norma general en estos trabajos de la primera ar- queología, a una pequeña intro- ducción sobre los orígenes de la ciudad añadió la descripción de los muros, las puertas y calles, las colinas, el río Tíber y sus puentes y los acueductos, basando su re- construcción sobre todo en las fuentes literarias y especialmente De lingua latina de Varrón (116- 27 a. C.). El carácter recopilatorio de la obra es evidente, y es muy significativo que el propio Miche- le Tramezzino, editor de la misma, declare en la dedicatoria a Jaco- po Meleghini de la edición de 1548 su deseo de “far raccoglie- re” en ella lo que los expertos an- teriores habían escrito a propó- sito de los vestigios romanos, y ello “pe’l ben publico”, lo que in- dica que, a mediados del siglo XVI, el debate en torno a las antigüe- dades estaba alcanzando su pun- to más álgido. Meleghini, arquitecto e inge- niero ferrarés, estuvo particular- mente vinculado a la familia Far- nesio y sobre todo a Pablo III, según cuenta Giorgio Vasari en la biografía de Antonio da San- gallo el Joven; y la dedicatoria de esta versión en latín de 1549 al cardenal Alejandro Farnesio (1520-1589), nieto del Papa, con- firma que la obra de Fauno se in- tegró en el círculo de influencia de la familia y por tanto en las discusiones de la Academia Vitru- viana. Con todo, ha llegado a du- darse recientemente de la auto- ría, e incluso la existencia, de Lucio Fauno basándose en una ambigua afirmación de Pirro Li- gorio (1510-1583) en la que ase- vera que el traductor, historiador y diletante Gaetano Giovanni Tar- cagnota (†1566), de quien Tra- mezzino había publicado otras obras, habría firmado también és- ta de Fauno y, además, Le anti- chità de la città di Roma de Lucio Mauro (Venecia, 1542) y L’Anti- chità di Roma de Andrea Palladio. Sea como fuere, esta versión en latín apareció un año después de la primera edición en italiano, que fue pronto reimpresa en 1552, 1553 y 1559, circunstancia que Fauno aprovechó para incluir al- gunos aditamentos o correccio- nes. Así, en la edición de 1552 añadió un Compendio di Roma antica en que resume las noticias expuestas con detenimiento en Delle antichità. Fauno también desarrolló una intensa actividad como intérpre- te de obras en latín, y en este contexto cabe destacar sus tra- ducciones de Flavio Biondo a las que, a la par, aligeró de aparato erudito: Roma ristaurata, et Italia illustrata (Venecia, 1542); Roma trionfante (Venecia, 1543) y Le is- torie della declinazione dello impe- ro di Roma in sino al tempo suo (Venecia, 1543), todas publicadas por el propio Tramezzino. [JR] 68-83 9/3/10 18:50 Página 249 250 A rquitectura y ciudad.M em oria e im prenta PALLADIO, ANDREA, 1508-1580 Le antichitá dell’alma città di Roma … In Roma : per Andrea Fei : ad instanza degli heredi di Mauritio Bona, 1650. Procedencia: Biblioteca del Colegio Mayor de San Ildefonso (Alcalá de Henares) [BH FOA 318(2)] 77. El arquitecto vicentino Andrea Pa- lladio viajó en cuatro ocasiones, quizá cinco, a Roma: por vez pri- mera en verano de 1541; en sep- tiembre de 1545 con su primer gran protector Gian Giorgio Tris- sino (1478-1550); en marzo de 1546 hizo el viaje más largo, pues permaneció en la Urbe hasta julio de 1547; y el último en 1554, en un periplo que realizó acompaña- do por ciertos nobles venecianos entre los que cabría adivinar la pre- sencia de Daniele Barbaro (1514- 1570), autor de una célebre edi- ción anotada del tratado de arquitectura de Vitruvio que sería ilustrada por dibujos del propio Pa- lladio y publicada en 1556.A estos cuatro viajes documentados po- dría añadirse uno más, que según Zorzi pudo realizar entre el 24 de noviembre y el 24 de diciembre de 1549 reclamado por Miguel Ángel (1475-1564), quien enton- ces andaba afanado en las obras de la basílica de San Pedro y quien, quizá, necesitaba el experto con- sejo de un arquitecto de forma- ción como era Andrea. Tal vez como consecuencia de su último viaje a Roma de 1554 y aprovechando el bagaje que los anteriores le habían procurado en lo referente al estudio de los res- tos antiguos y a la medición de las ruinas, Palladio escribió L’Antichità di Roma, un opúsculo sobre las an- tigüedades romanas que publica- ron, a la par en Roma y en Vene- cia y ese año, los editores Vincenzo Lucrino y Matteo Pagan respec- tivamente. Aunque participando de algu- nas características de los títulos más destacados de la primera arqueo- logía, la obra palladiana se diferen- cia de las de Fulvio, Bartolomeo Marliani [BH FLL 10767(1)], Fauno y otras en que no plantea un reco- rrido topográfico como era usual, sino otro estrictamente tipológico, del mismo modo en que lo haría años después pormenorizadamen- te en su trabajo teórico más nota- ble, I Quattro Libri dell’Architettura de 1570. Acueductos, termas, cir- cos, teatros, anfiteatros y arcos triunfales se suceden en el libro co- mo un revelador compendio de ti- pologías, olvidando en parte su si- tuación en el entramado urbano como criterio organizador. El dis- curso palladiano, aun dando cabida a algunos capítulos sobre institucio- nes y costumbres antiguas –en la lí- nea de Biondo–, es arquitectónico, de forma que esta primera obra, aunque modesta, se manifiesta co- mo un primer ensayo en esa co- dificación del lenguaje clásico de ar- quitectura que Palladio acometió en su labor teórica y práctica. A par tir, al menos, de 1563 este opúsculo se añadió como parte indispensable de las Mira- bilia mediante una maniobra por la que los hacedores, editores o impresores de estas guías para peregrinos consiguieron conver- tir la Roma católica, en el contex- to de la Contrarreforma, en legí- tima sucesora de la herencia política y cultural del antiguo Im- perio. En particular, este ejemplar fue publicado por Andrea Fei con motivo del Jubileo de 1650, ápi- ce ideológico del pontificado de Inocencio X, durante el cual acu- dieron a Roma más de 700.000 peregrinos. Addenda bibliográfica ZORZI, Giangiorgio: Disegni delle antichità di Andrea Palladio.Vene- cia, Neri Pozza Editore, 1959, pp. 20-21. [JR] 68-83 9/3/10 18:50 Página 250 D e ru in as ,o s ob re m ar av illa s de R om a y pr im er a ar qu eo lo gí a 25 1PALLADIO, ANDREA, 1508-1580 Les merveilles de la ville de Rome … A Rome : de l’imprimerie de seu Mascardi, 1676. [BH FLL 10521] 78. La edición de Le cose maravigliose dell’alma città di Roma fue un éxi- to categórico en Europa durante toda la Edad Moderna, que sin du- da se debió a la imparable afluen- cia de peregrinos llamados a la Ciu- dad Santa para celebración de los Jubileos o, sencillamente, para dis- frutar, en efecto,de las maravillas de la Urbe.Con la finalidad de atender la siempre creciente demanda y la heterogeneidad de nacionalidades de aquellos que visitaban Roma, y teniendo en cuenta también el im- pulso comercial que suponía la em- presa para cualquier imprenta del momento, la edición original de Le cose maravigliose fue pronto tradu- cida a numerosas lenguas vulgares, en este caso al francés por Pompée de Launay,manteniendo su estruc- tura originaria, en la que la inclusión de L’Antichità di Roma de Andrea Palladio era una cuestión cardinal. Palladio escribió su opúsculo, probablemente, como consecuen- cia de su último viaje a Roma en 1554 pues, al parecer, durante su redacción empleó la reedición de la obra de Lucio Fauno de 1552. Con su publicación, a la par, de al- guna manera se presentaba a los poderosos patricios de Venecia, a donde pronto se trasladaría, ofre- ciéndoles su cualificada opinión de perito arquitecto sobre las ruinas romanas y sobre su concepción funcional de la arquitectura, ya que L’Antichità di Roma se publicó a la vez en Roma “appresso Vincenzo Lucrino” y en Venecia “per Mat- tio Pagan” con el mismo formato en octavo, idéntica paginación e iguales caracteres cursivos, así co- mo con mínimas e insignificantes variaciones. El hecho de que, al menos des- de 1563, la obra se añadiera como parte fundamental de Le cose ma- ravigliose, la convirtió en el texto de Palladio más publicado y difundido de todos los que escribió.Y eso aun a pesar de la fortuna que su labor, tanto teórica como práctica, tuvo ya incluso en vida del arquitecto, que no dejó de acrecentarse des- pués de su muerte en 1580. [JR] 68-83 9/3/10 18:50 Página 251 252 A rquitectura y ciudad.M em oria e im prenta CAVALIERI, GIOVANNI BATTISTA, 1525-1601 Cosmo Medici Duci Florentinor et Senens. Urbis Romae aedificiorum illustrium quae supersunt reliquiae summa … [Roma? : s. n.], 1569. Procedencia: Biblioteca del Colegio Imperial de la Compañía de Jesús (Madrid) [BH FLL 26833(2)] 79. De la producción de Giovanni Battista Cavalieri, que tanta difu- sión adquirió durante la segun- da mitad del siglo XVI –véanse, también, Romanorum imperato- rum effigies [BH FLL 10998] o Pontificum romanorum effigies [BH FOA 65]–, es particularmen- te relevante esta serie de cin- cuenta estampas inspiradas en dibujos del arquitecto y pintor sienés Giovanni Antonio Dosio (ca. 1533-después de 1610) con vistas de Roma. En sus dibujos Dosio docu- mentó el estado en que se halla- ban los vestigios de la Urbe con un rigor que debió, en buena par- te, a sus propios estudios de cam- po y a sus prospecciones arqueo- lógicas. Por ejemplo, y como narra Bernardo Gamucci en Libri quattro dell’antichità della città di Roma (Ve- necia, 1565) [BH FLL 10497], Do- sio participó en las excavaciones que tuvieron lugar entre mayo y junio de 1562 en los entornos de la basílica de los Santos Cosme y Damián –donde antiguamente se alzaba el templo de la Paz, en ple- na vía Sacra– y que exhumaron los fragmentos supervivientes de la Forma Urbis Romae, el plano mar- móreo de la ciudad tal y como de- bía de ser a comienzos del siglo III d. C. Los dibujos que Dosio de- dicó al descubrimiento y que se conservan en el Codex Vaticanus Latinus 3439 (folios 13 a 23) con- forman el más relevante documen- to coetáneo al respecto. Dosio evitó siempre en sus dibujos, diferenciándose de otros contemporáneos atareados en idénticas labores, la reconstruc- ción de los monumentos destrui- dos o semienterrados, y prestó atención, en cambio, a los efec- tos devastadores del paso del tiempo y a la feracidad de la na- turaleza en su invasión imparable de las ruinas, como muestran los grabados de esta obra. Es proba- ble que mediante la dedicatoria a Cosme I de Médicis (1519- 1574), Gran Duque de Toscana desde el mismo año de publica- ción de este compendio de ve- dute, Dosio pretendiera ganarse el favor de una comitencia que fi- nalmente no lograría, como pa- rece indicar la respuesta mera- mente formal que le dedicó Cosme en carta del 22 de junio de 1569; significativamente, en ella el duque se refería a la capacidad del artista para representar los edi- ficios “in quella forma che hoggi si ritrovano”. Este ejemplar tiene la particu- laridad de estar encuadernado con otra obra esencial, quizá la más importante, de Cavalieri: An- tiquarum statuarum Urbis Romae primus et secundus liber, de 1585. Es un repertorio de cien estam- pas, cuarenta y ocho nuevas en re- lación con la primera edición de finales de la década de los cincuen- ta, en que se reproducen las es- culturas de las colecciones anti- cuarias más importantes de Roma, por lo que constituye una fuente primordial para el estudio de la historia de dichas colecciones.Ya en tiempos de Cavalieri mereció numerosas ediciones, y a los dos libros iniciales, en que las estatuas son catalogadas según las colec- 68-83 9/3/10 18:50 Página 252 D e ru in as ,o s ob re m ar av illa s de R om a y pr im er a ar qu eo lo gí a 25 3 ciones a las que pertenecían, se añadieron en 1594 dos nuevos en que las piezas aparecen según los asuntos que representan. Hoy puede consultarse un facsímil pu- blicado en 1970 con preliminares de Franco Borsi. Addenda bibliográfica GAYE, Giovanni: Carteggio inedito di artisti. Florencia, Giuseppe Mo- lini, 1840, vol. III, p. 275, doc. CCXLVIII. [JR] 68-83 9/3/10 18:50 Página 253 254 A rquitectura y ciudad.M em oria e im prenta GALESINI, PIETRO, ca.1520-ca.1590 Obeliscus vaticanus Sixti V. Pont. Opt. Max. pietate inuictissimae cruci sacer ope diuina stabilis ad perpetuitatem praeclaris eruditorum virorum litteris laudatus egregie. Romae : ex tipographia Bartholomaei Grassij, 1587. Procedencia: Ex libris de Domingo de Torres [BH FLL 3014] 80. Desde mediados del siglo XV existían planes para trasladar el obelisco egipcio que, proceden- te del circo de Nerón, se hallaba junto al ábside de la basílica de San Pedro a la enorme plaza que se abría frente a fachada de la misma, aún provisional hasta las propuestas de Carlo Maderno (1556-1629). Sin embargo, todos fueron sucesivamente posterga- dos por la dificultad de una proe- za técnica que sólo fue retoma- da con brío por Sixto V a partir de mediados del año 1585, el pri- mero de su pontificado. La ingen- te tarea fue acometida por Do- menico Fontana (1543-1607), arquitecto oficial del pontífice, y culminó el 26 de septiembre del año siguiente con la erección del monolito en el centro de la pla- za. La resonancia internacional del traslado fue tan súbita y extraor- dinaria como imponente la cere- monia de consagración del obe- lisco, durante la cual se procedió a exorcizarlo para expulsar los espíritus paganos que aún lo ha- bitaban. El triunfo fue tal que animó al Papa y a su más estrecho co- laborador a emprender nuevas y análogas empresas, y al obe- lisco vaticano siguieron los que aún hoy se alzan junto a las ba- sílicas de Santa Maria Maggiore y San Giovanni Laterano y en Piazza del Popolo. Así se convir- tieron en “polos visuales de re- ferencia” en el plan urbanístico de Sixto V, que no sólo atendía a la necesidad de “facilitar el cami- no a aquéllos que, movidos por la devoción o por los votos, sue- len visitar con frecuencia los más santos lugares de la ciudad de Roma”, en palabras de Fontana, sino que también implicaba una destacada exigencia religiosa, al liberar Roma de los monumen- tos paganos –a veces, incluso, ar- bitrariamente, como en el caso del derrumbe del Septizonio–; y simbólica, al dar a la ciudad una forma estrellada con Santa Ma- ria Maggiore y una cruz formada por las vías Felice y Pia en el cen- tro, plantada en el seno de la an- tigüedad pagana. Las reformas sixtinas se convirtieron, pues, en precedentes del urbanismo es- cenográfico barroco. Sin duda alguna, el libro más importante en relación con el traslado del obelisco fue Della trasportatione dell’obelisco Vatica- no et delle fabriche di Nostro Sig- nore Papa Sisto V (Roma, 1590 y Nápoles, 1603), escrito por el propio Domenico Fontana, pero el exitoso proyecto dio lugar a numerosas publicaciones lauda- torias, entre ellas y ya en el mis- mo año 1586 esta antología de escritos de Pietro degli Angeli, Juan Bautista Aguilar, Guillaume du Blanc, Cosimo Gaci, Pietro Ga- lesini y Filippo Pigafetta, acompa- ñados por una recopilación de poemas de otras cuatro decenas de autores diversos. Como la edi- ción de Le cose maravigliose pu- blicada por Girolamo Franzini en 1588 otorgando un protago- nismo extraordinario a los obe- liscos, ésta acaba por desvelar có- mo determinada imagen de Roma se convir tió en un arma para la Contrarreforma. Addenda bibliográfica PORTOGHESI, Paolo: El ángel de la historia.Teorías y lenguajes de la Ar- quitectura. Madrid, Hermann Blu- me, 1985, p. 85. FAGIOLO, Marcello: “La Roma di Sisto V. Le matrici del policentris- mo”, en Psicon,VIII-IX (1976-77), pp. 24-39. [JR] 68-83 9/3/10 18:50 Página 254 D e ru in as ,o s ob re m ar av illa s de R om a y pr im er a ar qu eo lo gí a 25 5BOSIO, ANTONIO, 1575-1629 Roma subterranea novissima ... Romae : expensis Blasij Diversini, & Zanobij Masotti Bibliopolarum, Typis Vitalis Mascardi ..., 1651. Procedencia: Biblioteca del Colegio Mayor de San Ildefonso (Alcalá de Henares) [BH FLL 10535] 81. Formado en la Congregación del Oratorio –fundada por San Fe- lipe Neri (1515-1595) y consa- grada por Gregorio XIII en 1575– junto a personalidades tan re- levantes como Alfonso Chacón (1530-1599), Cesare Baronio (1538-1607) y Pompeo Ugonio (†1613/1614),Antonio Bosio lle- vó a cabo su primera incursión por el subsuelo romano en di- ciembre de 1593, cuando visitó las catacumbas de Domitila en la vía Ardeatina, y a partir de enton- ces acometió un estudio sistemá- tico de los primitivos lugares de enterramiento cristiano.A las in- vestigaciones de campo unió la exégesis de los textos fundacio- nales de los Padres de la Iglesia, así como el cotejo de los conci- lios, las Acta martyrium, los pasio- narios y cualquier documentación que hallara disponible en biblio- tecas y archivos romanos sobre los primeros cementerios y ritos funerarios cristianos. El acopio de tal cantidad de material obligó a Bosio a adquirir unos terrenos en vía Flaminia con el propósito de construir la que entonces se co- nocería como villa Bosia –los “Eli- sii Bosii”–, una suerte de museo de antigüedades cristianas. Según los manuscritos autógra- fos conservados y aunque la pri- mera edición apareció en italiano, Bosio preveía redactar un magno tratado en latín sobre las ceremo- nias de enterramiento y los cemen- terios paleocristianos, con algunas disposiciones doctrinales a modo de prólogo, a los que acompañaría una descripción minuciosa de las catacumbas romanas desde las vías Aurelia y Cornelia hasta vía Fla- minia, en riguroso orden topográ- fico, y siempre según el orden de galerías, criptas y pinturas conser- vadas.Al texto acompañarían re- producciones fidedignas de las ca- tacumbas y sus pinturas, y por ello desde las primeras exploraciones Bosio fue acompañado por el pin- tor Giovanni Angelo Santini, llama- do Toccafondi, y después por San- ti Avanzino. La elaboración del enciclopé- dico y, en definitiva, póstumo tra- bajo en torno a las catacumbas paleocristianas de Roma, que con- vierte a Bosio en fundador de la arqueología cristiana, ha de poner- se en estrecha relación con el am- biente de beligerancia posterior al Concilio de Trento (1545-1563) y, fundamentalmente, con el de- seo de los reformadores católicos de volver a las fuentes primigenias del cristianismo.Hacia el año 1632, y bajo auspicios del cardenal Fran- cesco Barberini (1597-1679) y la supervisión de la Orden de Mal- ta –heredera universal del autor– y en particular de Giovanni Seve- rani, la obra debía de estar prác- ticamente preparada para ser im- presa en cuatro libros, pues es la fecha que aparece en el frontispi- cio de la editio princeps, aunque fue publicada dos años después, ya que el breve pontificio es del 6 de octubre de 1634. La Roma sub- terranea se convirtió en una de las obras esenciales del siglo XVII en tanto que constituyó uno de los vórtices en que protestantes y ca- tólicos cifraron su enfrentamien- to, y la edición de Paolo Aringhi de 1651 satisfizo la necesidad de publicar una edición en latín que se convirtiera en herramienta in- dispensable de las controversias teológicas, si bien su labor consti- tuye una completa reelaboración del trabajo de Bosio en seis volú- menes de gran éxito posterior, con reediciones en Colonia y Pa- rís en 1659 y en Arnheim y Ams- terdam en 1671. [JR] 68-83 9/3/10 18:50 Página 255 256 A rquitectura y ciudad.M em oria e im prenta POSTERLA, FRANCESCO. Roma sacra, e moderna … Roma : per Francesco Gonzaga ..., 1707. Procedencia: Ex libris de Juan del Rey [BH FLL 11259] 82. De alguna manera, esta obra de Francesco Posterla marca el final de la fructífera tradición de las Mi- rabilia Urbis Romae en tanto que, como él mismo confiesa en el pri- mer capítulo dedicado al rione del Borgo Vaticano, con su publicación procuraba que la antigua Roma cediera ante la moderna, la profa- na dejara paso a la sagrada, y la pa- gana a la católica (p. 1). Aunque recién comenzado el siglo XVIII las antiguas dicotomías y polémicas entre protestantes y católicos se habían atenuado, con lo que el uso propagandístico de este tipo de publicaciones ya no era perento- rio y ni siquiera necesario, Poster- la escribió la primera guía de la ciudad cuyo fin último era, única- mente, la descripción de la Roma sagrada, y por tanto católica, tal y como entonces se encontraba, poniendo especial esmero en los cambios más notables tanto de los edificios sacros como de las resi- dencias palaciegas para uso y di- lectación del lector. Es por ello que no hay párrafo en que Posterla no cite a tal o cual arquitecto, pintor o escultor. Con ello, y acaso sin preten- derlo, vulneraba de una vez por todas el equilibrio –aun quebra- dizo casi siempre– que había exis- tido en las genéricamente llama- das Mirabilia entre el discurso dogmático propugnado por la Iglesia y el argumento anticuario, por así decir, que se añadió co- mo parte esencial de esas guías con la inclusión de L’Antichità di Roma de Andrea Palladio a par- tir, al menos, de 1563. No es in- significante que Posterla, polari- zado de forma explícita hacia el discurso romano oficial, dedicara la obra a Francesco Nerli el Jo- ven (1636-1708), cardenal y en- tonces arcipreste de la basílica de San Pedro que, entre 1673 y 1676, había ejercido como Secre- tario de Estado de Su Santidad. Tal vez se entendía que la batalla estaba poco menos que perdida ante el auge imparable de las mo- narquías absolutistas –católicas o no, lo mismo da– y a la Iglesia só- lo le quedaba subrayar lo que de ellas la diferenciaba: el legado ar- tístico con que había ido enrique- ciendo, aún más, el prolífico sue- lo romano. Posterla fue autor también de unas Memorie istoriche del presente Anno di Giubileo MDCC (Roma, 1700-1701) y, según di- ce en el prefacio al lector, tenía preparadas dos obras para dar a la imprenta: una historia de los concilios y una cronología de los pontífices y cardenales creados hasta la fecha. [JR] 68-83 9/3/10 18:50 Página 256 68-83 9/3/10 18:50 Página 257 258 A rquitectura y ciudad.M em oria e im prenta VASI, GIUSEPPE, 1710-1782 Indice istorico del gran prospetto di Roma ... In Roma : nella Stamperia di Marco Pagliarini, 1765. [BH FLL 11214] 83. Entre 1747 y 1761, Giuseppe Va- si publicó diez volúmenes con veinte estampas cada uno dedi- cadas a Delle Magnificenze di Ro- ma antica e moderna, organiza- das tipológicamente en puertas y muros (I), plazas (II), basílicas (III), palacios y calles (IV), puen- tes (V), iglesias parroquiales (VI), monasterios (VII), conventos (VIII), colegios y hospitales (IX) y villas y jardines (X). Dos años después, en 1763, publicó la pri- mera edición de este Itinerario en que recogía breves explicaciones de los lugares destacados de la Urbe, antiguos y modernos, con una numeración que coincidía con la de las estampas de Delle Magnificenze, de manera que la narración se disponía como una ideal visita a la ciudad organiza- da en ocho jornadas. Como no- vedad,Vasi abandonó el recorri- do por rioni que tradicionalmente presentaban las guías de la ciu- dad desde el siglo XVI para, co- mo reza la advertencia al lector, “fare continuato, e senza salti il nostro cammino”. Por tanto, a las guías anteriores que, destinadas a un lector determinado, expo- nían su discurso por barrios si- guiendo una rigurosa jerarquía parroquial –o lo que es lo mis- mo, administrativa, aunque fuera de indulgencias–,Vasi contrapu- so un periplo más lógico o, me- jor, más estrictamente topográfi- co, haciendo “più giocondo a tutte le nazione in lei il soggior- no” (p. 8), al menos tan delicio- so como los pequeños grabados que acompañan al texto tanto de la primera edición como de esta segunda de 1765. Tanto en ella como en las es- tampas de Delle Magnificenze,Va- si demuestra escasa inclinación por las citas cultas o las fuentes clási- cas –la mayoría tomadas de re- ferencias indirectas– y, sin embar- go, manifiesta un interés exclusivo por la Roma moderna, con su acontecer diario y sus miserias co- tidianas. Resulta interesante com- parar su alegato de la ciudad con- temporánea con el que sesenta años antes hilvanó Francesco Pos- terla en Roma sacra, e moderna. Si en éste se había quebrado la ar- monía entre los vestigios del Im- perio y el legado de la Iglesia, en Vasi el dirigido itinerario del pere- grino quedó relegado a favor del placentero vagar del diletante. La conformidad para la pu- blicación del Itinerario fue firma- da el 7 de febrero de 1763 por el prestigioso Giovanni Gaetano Bottari (1689-1775), que apoya- ba a Vasi al menos desde 1741, cuando le encargó el frontispi- cio del primer volumen de su célebre Museo capitolino (Roma, 1741-1755).A través de sus con- tactos con la familia Corsini, Bot- tari consiguió un estudio para Va- si en el palacio Farnesio y, como reconocimiento, este último eli- gió la villa Corsini en el monte Gianicolo como punto de vista desde el que representar Roma en su Prospetto dell’alma città di Roma de 1765, una de las más célebres vedute de la ciudad en que, no por casualidad, el pala- cio Corsini aparece en primer plano y, casi en eje axial, la villa Farnesina y el palacio Farnesio, tres edificios ligados entonces a los Corsini y a los Borbones. No resulta extraño, pues, que Va- si dedicara el Prospetto y el Itine- rario a Carlos III, de quien ade- más era súbdito por ser natural de Sicilia. [JR] 68-83 9/3/10 18:50 Página 258 68-83 9/3/10 18:50 Página 259 7º Domingo Plácido:CAPITULO 7 13/01/10 13:27 Página 260 C OMO resultado de un largo proceso histórico y como síntesis de elementos arquitectónicos desarrollados a lo largo del tiempo, la ciu- dad de Roma es susceptible de una observación diacrónica en la que los rasgos que la constituyen como unidad cobren protagonismo individual en calidad de factores determinantes de su personalidad. En un resumen por lo menos equívoco, podría decirse que, en el momento presente, al margen de la insalvable realidad actual, dado que toda observación del pasado ne- cesita plantearse desde las características de la época del espectador, ofrece imágenes correspondientes a dos grandes períodos históricos, la Antigüe- dad y el Renacimiento, sin que puedan olvidarse los restos dejados por otros períodos que constituyen las ricas etapas de transición. La aeternitas urbis se inserta así en las transformaciones en ocasiones muy profundas cuya per- cepción evita que dicho concepto se confunda con la inmovilidad. MUERTE Y RECUPERACIÓN Desde la misma Antigüedad, en efecto, la ciudad aparece organizada como síntesis arquitectónica. En cada momento, se entrelazan de mane- ra coherente los elementos de lo viejo y lo nuevo. Desde la misma or- ganización del foro, como se pone de relieve en el libro de Hülsen, ori- ginariamente publicado en 1905, las sucesivas intervenciones provocan una sensación al mismo tiempo perenne y dinámica. Todavía en la actua- lidad, cuando se muestra como campo de ruinas, la imagen crea una sensación estética y cultural digna de análisis. En principio, el Foro Ro- mano representa un escaparate de la Roma antigua, desde los orígenes a la crisis del Imperio, coincidente con el cierre de los templos paganos en el siglo IV. Sólo en el siglo VI, bajo el pontificado de Félix IV, lo que probablemente era la Biblioteca del Foro de la Paz, en los Foros Impe- riales, se transformó en la iglesia de San Cosme y San Damián, al tiempo que, en los Rostra, junto al Arco de Septimio Severo, se construyó el oratorio de San Sergio y San Baco. ROMA ANTIGUA: ESPACIOS Y MONUMENTOS DOMINGO PLÁCIDO 7º Domingo Plácido:CAPITULO 7 13/01/10 13:27 Página 261 De este modo, se iniciaba una nueva historia del Foro, donde en los restos del mundo clásico se superponen los indicios de la civilización cristiana. Junto con la reutilización y la superposición se producían in- tervenciones ambiguas, como la construcción de la columna de Foca, a principios del siglo VI, sobre materiales del siglo II. Tanto en estas inter- venciones, como en las apropiaciones, se revela una tendencia específi- ca que no deja de estar presente en los diversos neoclasicismos, la de la apropiación e identificación no respetuosa con los elementos con- cretos, pero susceptible de ocultar una admiración contradictoria, que llevaba a construir las nuevas iglesias en los espacios prestigiados por el pasado clásico. En la misma línea se sitúa la aclamación como pontífice del presbítero Estéfano como sucesor de Pablo I, en una asamblea eclesiástica celebrada en el lugar del antiguo Comicio popular en el año 768, en momentos crí- ticos para el Papado. En esos momentos se escribió la que se considera primera guía de Roma, conservada en el monasterio de Einsiedeln, donde se señala la atención prestada a los monumentos de la Roma pagana, al- gunos posteriormente desaparecidos. En efecto, las demoliciones se ha- cen cada vez más frecuentes. En el siglo XI, el Liber polipticus señala que las procesiones no pueden pasar por el centro por la abundancia de edifica- ciones allí colocadas. Sin embargo, al mismo tiempo, las relaciones conflic- tivas con el Imperio germánico presionaron en favor de una recuperación del prestigio de la sede itálica, de modo que el gobierno de la ciudad, prácticamente anulado en los últimos tiempos, renace y se asienta en un palacio sobre las ruinas del Tabularium, en coincidencia con los deseos de recuperar los testimonios de la grandeza de Roma, plasmados en unos Mirabilia Vrbis Romae, entre memoria y fantasía. La misma coincidencia en- tre la política y la recuperación anticuaria se nota en las actividades de Cola di Rienzo y las primeras colecciones epigráficas, de excellentis Vrbis Romae, de 1423. Desde la vuelta a Roma de Urbano V, se consolida la re- cuperación de la Roma pagana como apoyo del poder político de los re- presentantes del cristianismo. LA CUNA DE LA CIUDAD La ciudad de Roma nace en un lugar privilegiado de la Península Itálica, en un espacio rico en recursos tanto desde el punto de vista de los habi- tantes de la región en los momentos iniciales de la Historia del Arcaísmo, como desde la perspectiva de la Historia ulterior, pues, junto a los recur- sos agrícolas y ganaderos, el lugar ofrece grandes posibilidades de proyec- ción hacia la época en que se inician los intercambios y la explotación de los recursos minerales. Sobre esta base, pronto se convirtió en el eje de la Historia de Italia y de las relaciones con los etruscos, así como de la Historia de las colonizaciones mediterráneas y de los griegos. Desde los inicios, en las mismas referencias míticas, constituyen un elemento deter- minante de su personalidad y del papel que desempeñara la ciudad, por sí mismo y por su creciente protagonismo hegemónico, las sucesivas heleni- zaciones de Roma. 262 A rquitectura y ciudad. M em oria e im prenta 7º Domingo Plácido:CAPITULO 7 13/01/10 13:27 Página 262 ROMA, CENTRO EMPÓRICO Una de las primeras funciones de la ciudad consistió en ser el centro de una activa frecuentación empórica. Las bases se hallaban en las salinas de la zona pantanosa del Tíber y en la vía Salaria, que establecía la comu- nicación con el interior, para comunicarse con las rutas de la transhuman- cia, en las que era protagonista la figura de Hércules. La ciudad se desa- rrolló por lo tanto entre el Tíber, el Palatino, el Capitolio y el Aventino, los espacios clave para su actividad económica. Ahí se encuentra la primera razón de la existencia de Roma. El papel universal de ésta se desarrolla desde el Arcaísmo a partir de estos factores. En ese ambiente aparecen los mitos de los puertos, en coincidencia con los datos arqueológicos fe- nicios y etruscos del templo de Sant’Omobono. En ese papel interviene la Porta Trigemina, al pie del Palatino, parte de los muros servianos, entre el Aventino y el Tíber, sobre el Foro Boario. En esa época, en la Arqueología romana se detectan múltiples huellas de los fenicios y en los mitos apare- cen las tradiciones griegas, desde los Curetes hasta Perséfone. Roma se encuentra por ello inmersa en el conjunto de la koiné cultural mediterrá- nea, sin duda con un papel destacado, por las condiciones específicas de la topografía urbana y por la capacidad de asimilación de las distintas in- fluencias culturales, encauzadas hacia un futuro protagonismo. En estos momentos se impone el culto de Fortuna Primigenia y su sincretismo con Astarté, en la zona en la que se conoce la presencia de los fenicios, aspec- to ya puesto de manifiesto en el libro de Biondo. EL FORO El Foro Romano, centro del posterior desarrollo histórico, conserva los restos de su anterior función como espacio extraurbano en los sepul- cros allí localizados desde la Edad de Hierro, al norte de la Via Sacra, fuera del pomerio. La vía Sacra partía de la Porta Mugonia, considerada como la Porta uetus Palatii, que abría el camino del Palatino hacia el Capitolio, situa- da sobre la Summa Sacra Via. El foro se hallaba en zonas anteriormente pantanosas, como recuerda Ovidio, Fastos, VI 401-414. Era el lugar, según el poeta, por donde el Velabro conduce las pompas al circo, corriente de agua que comunicaba con el Tíber y pasaba por delante del Circo Máxi- mo, donde abundaban los cultos acuáticos. El Foro propiamente dicho y su comunicación con el Velabro constituían la zona de las primitivas leyen- das romanas, el rapto de las sabinas, la primera reunión en el Comicio, la autoinmolación de Curcio. Las corrientes se han convertido ya en un re- cuerdo sacralizado desde que desaparecen a fines del s. VII con la pavi- mentación del Foro, debida a la dinastía etrusca. El área central del Foro fue pavimentada primero en época etrusca y luego por Nevio en el año 15 a.C. Se menciona la persistencia de lugares de culto subterráneos, tal vez conservados para la celebración de juegos, sólo hasta tiempos ante- riores a Augusto. El Foro es el espacio central en que se desarrollan las tradiciones míti- cas de la ciudad, desde Evandro, Eneas, Hércules, Saturno. El Ara Maxima, Ro m a an tig ua : e sp ac io s y m on um en to s 26 3 7º Domingo Plácido:CAPITULO 7 13/01/10 13:27 Página 263 por ejemplo, dedicada a Hércules, se representa como uno de los cuatro ángulos de la Roma quadrata. Se sitúa en el Foro Boario, que había funcio- nado como punto de llegada de las vías desde Etruria, para entrar en con- tacto con las vías de Campania a través del Circo Máximo. Era el primer foro propiamente dicho, como lugar extramuros dedicado a los intercam- bios. El Foro Boario se manifiesta como un espacio de interés histórico, donde se distribuye la sal, con el patrocinio de Hércules, todo ello conoci- do gracias a los yacimientos de la iglesia de Sant’Omobono. Son los san- tuarios empóricos representativos de la más primitiva funcionalidad de la ciudad. El centro religioso se encuentra en el Ara Maxima, dedicada preci- samente a Hércules, en la región urbana donde se celebran los cultos más primitivos, los Argeos, el Lupercal, todo ello en relación con la historia y el proceso de implantación religiosa. El espacio contiene una especie de in- troducción ilustrada a la Historia de la Religión romana. En el Foro Romano se encuentra también la Curia, como organización de los varones en los preparativos para la guerra, couiria, luego concebida como subdivisión de la ciudadanía, y como edificio, como lugar de reunión de los representantes de las mencionadas curias. En otro ángulo se locali- za el Tigillum Sororium, donde se celebran rituales de paso dedicados a Ju- no Curialis, para el ingreso en las curias y para las jóvenes, Sororium, en el momento en que los pechos se hinchan, tumescunt. Con las curias se rela- cionaban los Fornacalia, fiestas que se remontaban a Numa Pompilio, pre- sididas por el Curio Maximus, que se anunciaban en el Foro para proceder al tostado y la molienda del grano. La descripción del Foro y sus alrede- dores se puede llevar a cabo hoy sobre la base de los anticuarios anti- guos, como Varrón o Macrobio, en datos que ya fueron recogidos por Biondo, conocedor de la figura de Iuno soror. En el centro de Foro se sitúa la Regia, obra igualmente de Numa, según la tradición. La edificación se sustenta sobre cabañas como las del Palatino, se- gún la construcción conocida, que procede de fines del s. VI. Presenta una forma peculiar, sumamente irregular, con pequeños santuarios en el interior dedicados a Marte y a Ops Consiua, la guerra y la producción agrícola, a don- de llega el equus October, la procesión que procede del Campus Martius, en las fechas que marcan el eje entre las actividades militares y las agrícolas. La planta tiene una forma similar a la de la casa triangular del suroeste del ágora de Atenas, que se relaciona igualmente con el período tiránico de la historia de esta ciudad. En el sacrarium de Ops se celebraban ceremonias secretas, en las que participaban las Vestales y el Pontífice Máximo. La Regia era la casa del rex sacrorum y del Pontífice Máximo, la domus publica, lugares relaciona- dos con el templo de Vesta, situado al sur. Naturalmente hubo varias recons- trucciones republicanas e imperiales, datadas en momentos de renacimiento de las tradiciones de los orígenes. LAS COLINAS El Foro venía a ser el centro de confluencia de las Siete Colinas, o Septimontium, que en origen parece una deformación del Saeptimontium, el conjunto de los montes que se incluía dentro de los muros servianos, 264 A rquitectura y ciudad. M em oria e im prenta 7º Domingo Plácido:CAPITULO 7 13/01/10 13:27 Página 264 los construidos por el rey Servio Tulio, datados a mediados del siglo VI. La tradición le atribuye la inclusión del Esquilino, el Quirinal y el Viminal. En el Esquilino, al norte del Foro, se encuentran tumbas todavía en el siglo VII, pero desde el momento de su incorporación en el territorio intraur- bano se convirtió en el barrio más populoso de Roma, con inclusión de la Subura, al sur del Monte Opio, relacionada con el Foro por el Argileto. El Esquilino estaba formado por tres montículos, que Augusto volvió a diferenciar por regiones, el Oppius, al sureste, junto al Coloseo y la Domus Aurea, donde había una necrópolis de la Edad del Hierro; el Fagutal, hacia el oeste, donde había un sacellum de Júpiter, en el lugar de San Pietro in Vincolis; el Cispius, al norte, donde se encuentra la basílica de Santa Maria Maggiore. La Via Sacra sirve como límite; al sur se encuentran los edifi- cios más antiguos, relacionados con el Palatino. El Septimontium como conjunto de siete montes estaría originaria- mente formado por las colinas del Equilino, además del Palatino, el Cer- malo, la Velia y el Celio. El Cermalus es la parte del Palatino situada so- bre el Circo Máximo y el Velabro, que transcurre entre el Foro Romano y el Foro Boario. La Velia se encuentra hacia el noroeste del Palatino, so- bre el valle del Coloseo, muy deformada primero por las construccio- nes neroniana y en la actualidad por la Vía de los Foros Imperiales. El Celio constituía una zona fortificada, bien delimitada al occidente, hacia el Palatino, por la vía de San Gregorio, hacia el sur por la Vía de las Ter- mas de Caracala, y hacia el norte por la de los Santi Quattro Coronati. El Palatino, lugar denominado según la divinidad fundacional Pales, en cuyo honor se celebraban las Palilias o Parilias el 21 de abril, dies natalis urbis, formaba la Roma quadrata, donde se hallaba la Casa Romuli, sobre la que a los emperadores les gustaba asentar su residencia. Los cuatro án- gulos estaban formados por el Ara Maxima, al oeste; al norte, el santua- rio de Larunda, divinidad de los muertos, identificada con Aca Larentia, diosa de la naturaleza y de la fecundidad, a donde se llegaba en barca, re- lacionada con las prácticas de la prostitución sagrada e identificada con la loba capitolina, en un lugar cercano a la fuente dedicada a Juturna, ninfa de las aguas, y a la Regia; al este estaban las Curiae Veteres, relacionadas con las funciones iniciáticas de la diosa Juno; al sur se hallaba el santuario de Murcia, luego identificada con Venus, donde se celebraban fiestas ma- trimoniales, en el lugar en que se situaba también el culto de Consus, en cuyo honor se celebraban los Consualia, derivados de los dos sentidos del verbo condere, fundar y almacenar ; la divinidad se localizaba en los subterráneos del Circo Máximo. La Via Sacra conduce a los imperatores al Capitolio, como una colina más en el conjunto formado con el Arx, con el asylum situado en medio. Se trata de una zona tempranamente habitada, según señala la cerámica hallada, que puede datarse desde los siglos XIV o XIII, bajo protección de la divinidad tutelar de Tarpeya. La ciudad se habría formado por sinecismo entre las poblaciones de las dos grandes colinas, Palatino y Capitolio. Aquí habrían situado su centro la población de los sabinos, que se reuniría con los romanos en el Comicio, en el Foro, como lugar de reunión, comitium, forma derivada del verbo com-ire. A los sabinos se atribuye la primera Ro m a an tig ua : e sp ac io s y m on um en to s 26 5 7º Domingo Plácido:CAPITULO 7 13/01/10 13:27 Página 265 ocupación del Quirinal, limitado por el Argileto. Allí se sitúa el santuario de Quirino como divinización de Rómulo, símbolo de la integración de los Quirites, como auténticos ciudadanos, integrados en las Curias. El Vimi- nal tiene desde el principio una personalidad y un peso mucho menores, con carácter fundamentalmente residencial, sin monumentos de impor- tancia, hasta que se incluyen en él las Termas de Diocleciano, la Piazza de- lla Esedra. Estaba separado del Cispio por el uicus Patricius, que se identifi- ca con la Via Urbana, con abundantes restos de ricas mansiones de los últimos siglos de la República. El protagonismo del Aventino comienza en la época de los conflictos entre patricios y plebeyos, pues allí se hallaban los santuarios de las divi- nidades con que se identificaban los últimos, Ceres, Liber y Libera, así co- mo la Diana que patrocinó al rey Servio Tulio, de la dinastía etrusca cre- adora de la comunidad integrada. Entre Capitolio y Palatino se estableció precisamente el uicus Tuscus, el barrio etrusco, a cuya población se atri- buye la urbanización del foro y el santuario de Júpiter Capitolino. EL CENTRO DEL FORO Uno de los lugares más significativos del foro es el Lacus Curtius, donde cayó el sabino Metio Curcio en la guerra contra los romanos, o donde se arrojó Marco Curcio para secarlo, o abier to por C. Curcio para señalar un lugar donde cayó un rayo en 445, según las diferentes tradiciones. Constituye un punto citado en la Via Sacra, como referen- cia espacial, herencia de las relaciones romanosabinas. Se mantiene co- mo un símbolo de la naturaleza primitiva del Foro. Se habla de posibles cultos funerarios relacionados con el Velabro, cuyas zonas pantanosas se identifican con las tradiciones del mundo de ultratumba, la laguna Estigia y la barca de Caronte, en el valle de comunicación con el Foro Boario, por el uicus Tuscus, que llevaba hasta el Ara Máxima, situada en el límite del circo máximo. Allí se localizaba par te del surco trazado por Rómulo al pie del Palatino para marcar la fundación de la ciudad, urbs, con arado, urbum, en la creación de la Roma quadrata, donde se define el pomerium, la ciudad intramuros. El uicus Tuscus constituye el límite oriental del Velabro. El occidental se- ría el uicus Iugarius, relacionado con la subida al Capitolio. Parece que es- taba cerca la casa del flamen Quirinalis, el sacerdote encargado del culto de Quirino y de las fiestas Quirinales, que se celebraban con los Fornaca- lia. El uicus Tuscus era el resultado de la época etrusca de los Tarquinios, con la urbanización de la ciudad. El santuario de Aca Larentia se situaría también al borde el Velabro, en la Porta Romanula, que formaba parte del pomerio de Rómulo. Allí se ce- lebraban los Larentalia el 23 de diciembre, cerca de las escalinatas de di- cha porta, hacia el Palatino. Estaba relacionada con los Lares, por lo que se consideraba la mater Larum. También se relaciona con la Cloaca. En la su- bida, estaba la Curia Acculeia, donde se celebraba un sacrificio a dicha divi- nidad. Detrás de la Curia Acculeia, se hallaba el altar de Aius Locutius, en la Via Noua, bordeando el Palatino, inmediatamente fuera de la Porta Roma- 266 A rquitectura y ciudad. M em oria e im prenta 7º Domingo Plácido:CAPITULO 7 13/01/10 13:27 Página 266 nula. Se trata de una divinidad limítrofe y oracular, la que advirtió de la lle- gada de los galos. El lugar sería dedicado en época cristiana al oratorio de los Cuarenta mártires de la persecución de Diocleciano. Cerca se encuentran los Doliola, donde se puso luego el equus Domi- tiani, lugar del sacrificio humano de galos por una peste, donde aparecie- ron los esqueletos de dos jóvenes, de uno y otro sexo, ella con un feto. Se trata de sacrificios dedicados a las divinidades ctónicas a las que se rin- de culto en el espacio lacustre. Al sur de la Via Sacra se encuentra el templo de Vesta y la Casa de las Vestales, el Atrium Vestae, considerado fundación de Numa. Se alojaba allí el hogar de la Regia y del estado, el que garantizaba la continuidad. El tem- plo albergaba los objetos de que había sido portador Eneas, el Paladio, en un centro llamado penus Vestae, que funcionaba como despensa, pero no se ha identificado. La Casa de las Vestales contiene un patio rectangular con pórtico en el centro, donde se situaban las estatuas de las sacerdotisas. Las Vestales eran inicialmente las hijas del rey, aunque se sustituyeron por jóvenes pa- tricias desde 6 ó 10 años. Su función se simbolizaba en la conservación del fuego y de su propia virginidad. Experimentó una reconstrucción ra- dical en época de los Severos. Hacia el Sur se sitúa la Via Noua y el Pala- tino, con un lucus Vestae, donde una voz habría advertido en el 390 de la llegada de los galos. LA VIA SACRA Con respecto a la Roma quadrata, el foro queda estructurado como espacio extraurbano. En torno a él se organiza la Via Sacra. Con el desa- rrollo de la ciudad, la vía establece los contactos entre el campus Martius y el Capitolio, en el que se halla el templo de Júpiter, a donde llegan las procesiones triunfales en la época de desarrollo imperialista. En el espa- cio triunfal desempeñan un papel clave el valle del Foro y la Cloaca Má- xima, así como la Vallis Murcia. Dentro del proceso de expansión impe- rialista se integra el templo de Saturno, sobre bases que se remontaban a época regia, y el santuario de Cástor y Pólux, los Dioscuros, que habían prestado su ayuda a la caballería romana en una de las primeras acciones imperialistas de la ciudad. Q. Lutacio Catulo fue quien completó el tabu- larium, tras la victoria sobre los cimbrios, archivo del estado, delimitación monumental del Foro. La ciudad se consagraba así como cabeza de un estado organizado. Al sur, al este del uicus Tuscus, se situaba el templo mencionado de Cás- tor y Pólux, cuya fundación se data en 499, a propósito de la batalla del Lago Regilo, donde los romanos alcanzaron la victoria bajo el mando de Aulo Postumio Albino. El templo fue dedicado en 484, como sede de un culto procedente de la Magna Grecia. Experimentó una reconstrucción de época de Augusto, como expresión de la política de recuperación de las tradiciones originarias de la ciudad, pero con incorporación de las pri- meras expresiones del helenismo de la aristocracia. Allí estaba situada una de las tribunas del foro. Al este de los Castores se encuentra la fuente de Ro m a an tig ua : e sp ac io s y m on um en to s 26 7 7º Domingo Plácido:CAPITULO 7 13/01/10 13:27 Página 267 Juturna, ninfa de las aguas, hermana del contrincante de Eneas, Turno, ama- da de Júpiter, alusión a la tradición de los orígenes troyanos. La construc- ción conocida tuvo lugar en 117 a.C. La Cloaca Maxima se presenta co- mo símbolo de la integración del Palatino y el conjunto formado por el Capitolio y el Quirinal, del proceso de sinecismo. Junto a los aspectos prácticos relacionados con el abastecimiento, importa su papel como me- dio de purificación tras la guerra con los sabinos. Por ello se construye el Sacellum de Venus Cloacina, representación del sincretismo, en el lugar por donde entra la Cloaca en el Foro, en el lateral sur de la Basílica Emilia. Al oeste de la basílica, en el camino del Ar- gileto hacia la Subura, se hallaba el arco de Jano, en la antigua puerta de la ciudad. En ese espacio se sitúa el episodio de la purificación tras las guerras sabinas. También se localiza el episodio de la muerte de Virginia, en relación con la tiranía de Apio Claudio, tras la promulgación del códi- go de Leyes de las XII Tablas. La primera basílica que se construyó en es- te espacio fue la Porcia, del 185, dedicada por M. Porcio Catón, el “ene- migo de los griegos”. El Comicio se situaba delante de la Curia, con el Lapis Niger al borde del espacio, lugar consagrado como símbolo del nacimiento de la ciudad, donde se contiene la dedicatoria a un rey, del s. VI, lo que precisamente lo convierte en un lugar sacro e inviolable. Es posible que se tratara de la base de una estatua, pero también de un posible Herôon del fundador, que alimentaría la tradición sobre la tumba de Rómulo, de Fáustulo o de Hosto Hostilio, abuelo de Tulo Hostilio. El texto apoyaría la tradición que fecha la muerte de Rómulo en febrero, frente a la otra tradición de la muerte en julio y su vinculación con el nacimiento de Quirino en el es- pacio del Campus. El Comicio aparece desde los inicios como sede de la actividad política junto al Foro propiamente dicho, situado al sur. Allí se hacía el anuncio de las horas y el calendario. El Comicio estaba entre la Basílica Emilia y el Arco de Septimio Severo. Éste se apoya en el cliuus Capitolinus. Al norte está la Curia Hostilia, el senado de la época de Tulo Hostilio, relacionado con la Curia Julia. El Comicio era circular y en él se representaban espectáculos, lo que sirve de base de las prácticas del an- fiteatro. El heraldo anuncia las horas desde él. Al norte estaba la Basílica Porcia, que fue pronto destruida. Así se consolida en estos espacios la ac- tividad política de la ciudad unificada. Al pie del Capitolio se encuentra el Volcanal, altar dedicado a Vulcano, fundado por Tito Tacio, rey de los sabi- nos, nuevo modo de expresión del sinecismo. Desde 145, el Comicio fue el lugar de reunión de los comitia curiata por iniciativa del tribuno de la plebe C. Licinio Craso, con lo que los oradores se dirigían al foro, desde los Rostra, y no a la Curia. El recorrido conocido de la vía Sacra se dirige por el arco de Tito. Sin embargo, posiblemente el recorrido arcaico viene de las Carinas, por la Regia. Formaría parte del recinto del pomerio. Bajaba de las Ca- rinas, del sacellum Streniae, a quien se dedicaba el año nuevo. Luego su- bía in arcem, a la zona del Capitolio. Se llevaban por allí a Júpiter los sa- crificios en los Idus. Cambió por tanto el recorrido durante la Antigüedad. Seguramente las Carinas, en las pendientes del Fagutal, constituían los 268 A rquitectura y ciudad. M em oria e im prenta 7º Domingo Plácido:CAPITULO 7 13/01/10 13:27 Página 268 restos de una fortificación que limitaba la ciudad palatina, que funciona- ba como una entrada sacra de la ciudad, paralela a otras puertas. En la época republicana, las Carinas se habían conver tido en una de las zo- nas residenciales preferidas de la aristocracia romana. HACIA EL CAMPO DE MARTE El Foro de Trajano, iniciativa de Domiciano, se convirtió en centro de actividades relacionadas con los aprovisionamientos. Allí se implantó la institución de los Alimenta, manifestación de la política evergética redistri- buidora con la que los emperadores de esta época pretendían paliar los conflictos sociales. De este modo se estableció la relación topográfica y funcional entre el Foro y el Campo de Marte. La imagen de Apolo aparece en el Campus Martius, desde época arcaica, en el año 431, que marca la orientación de la parte del Campus en que se encuentra la Saepta, en los origines del sistema comicial. En el Campo de Marte se plasma pronto la herencia de la Atenas clá- sica, sobre todo a partir de la Via Panatenaica. El triunfo se interpreta co- mo heredero de la procesión ateniense desde el pórtico regio. La Porta Triumphalis marcaba la entrada en la ciudad desde el Circo Flaminio. Ro- ma, heredera de Atenas, hace que se presente como manifestación del neoclasicismo antiguo desde la época de la primera helenización. Roma había establecido relaciones inmediatas con las colonias griegas, del mis- mo modo que todos los navegantes habían establecido relaciones inme- diatas con el puerto de Ostia. Roma había sido mejorada por los griegos, según Estrabón, V 3, 8. En el Largo Argentina se muestran las huellas de las actividades situa- das extramuros y de las vías de comunicación con el centro a través del circo y los recorridos de los circuitos triunfales. El Circo Flaminio y el Tea- tro de Balbo funcionan como parte del Campus en sentido amplio, que incluía el Campus Martius. La ciudad griega encuentra aquí su localización. Era el espacio libre dedicado a los ejercicios militares, así como también a los comitia, en los Saepta. En el centro del Campus se hallaba la Palus Caprae, lugar de reunión del ejército, del censo y de los comitia centuriata, donde, según una tra- dición alternativa a la del Foro, desaparece Rómulo y nace Quirino, tu- telar de las curias. Es posible que la construcción del Panteón tenga que ver con la recuperación del mito de Rómulo de época de Augusto. Rómulo fue divinizado el día 7 de julio, fiesta de las Nonae Caprotinae. El 6 era el dies natalis de la Fortuna Muliebris, donde las mujeres defien- den la ciudad en el episodio de Coriolano, en el lugar que marca el confín del ager Romanus antiquus. La Fortuna Muliebris sustituye a Iuno Caprotina, de connotaciones arcaicas fuer temente sexuales. Se inician los ludi Apollinares, en honor de Apolo como salvador, a par tir del año 212. En el templo de Apolo se reunía el senado para la concesión del triunfo. La descripción del Campus Martius, en Estrabón, V 3, 8, habla de campos y zona de edificios monumentales al sur, que se identifica con la zona in circo Flaminio. Tenía tres teatros, el de Balbo, donde se con- Ro m a an tig ua : e sp ac io s y m on um en to s 26 9 7º Domingo Plácido:CAPITULO 7 13/01/10 13:27 Página 269 serva la crypta Balbi, el de Pompeyo y el de Marcelo. El Teatro de Pom- peyo se encuentra en la vía de Grotta Pinta, donde se conserva la for- ma. Se ve en la Forma Vrbis. La Porta Carmentalis se hallaba entre el Capitolio y el Tíber, en el Foro Holitorio. Allí se localiza el santuario de Carmenta, por donde se efectua- ba la entrada del equus October desde el Campo de Marte hacia el Foro, el 15 de octubre, después de atravesar el Circo Flaminio desde el Campo de Marte. El mismo día se celebran los ludi Capitolini, conectados con el triunfo, como fiestas de clausura de las campañas. La Porta Carmentalis era llamada Scelerata por haber salido por ella la expedición para dirigirse a la batalla de Cremera, según Biondo. Sería el escenario del inicio de la gesta de los Fabios y comunicaba con el Tarentum. Aquí se construiría el Puente Neroniano, donde se originaba la Via Triumphalis, en el camino de Veyo, objetivo de la campaña. Carmenta recibe los epítetos Anteuorta y Postuor- ta, que aluden a su relación con los partos. Dentro de las comunicaciones entre el Foro y el Campus, el problema de la Porticus Octauiae, dedicado a Octavia, es que se confunde con la Por- ticus Octauia construida junto al circo Flaminio por Cn. Octavio en 168. Sólo se conserva el primero. El de Metelo, en la zona de Júpiter Stator, se situaría en cambio en la Summa Sacra Via. Mientras que la Octavia se si- tuaría junto al Circo Flaminio, cerca del Teatro Marcelo, que es lo que dice Palladio. Las ceremonias del triunfo mostraban la espectacularidad propia de los elefantes y otros animales, que lo hacía gratissimus populo Romano. Antes de entrar esperaban al triunfador en el Vaticano. Éste era territorio triunfal, junto a la posterior basílica del apóstol Pedro. La vía triunfal seguía por el Velabro al Capitolio. En el Tarentum, en el extremo occidental del Campo de Marte, junto al puente Vittorio Emanuele, se hallaba el santuario de Dis y Prosérpina, donde se celebraba un culto ctónico. Allí era donde había tenido lugar la llegada de Evandro. Se celebraban los Ludi Tarentini en el Trigarium, origen de los ludi saeculares, en el primitivo ager publicus. Era el inicio del recorri- do del Equus October. HACIA LA CIUDAD DE MÁRMOL Los dos últimos siglos de la República se presentan como un período de renovación de la ciudad, sobre todo en los barrios populares, a modo de manifestación del evergetismo de los aristócratas en su política de atracción de la plebe, como elemento básico del sistema oligárquico. Es la Edad de Oro del urbanismo monumental en el foro, en el Capitolio y en el Campo de Marte, con el desarrollo de una urbanística de prestigio. Las más espectaculares son las basílicas del Foro, que se muestra así como es- cenario de la convivencia cívica en su desigualdad. En ello radica en gran medida el secreto de su pervivencia. La Basílica Emilia del año 179 a.C. fue construida por M. Emilio Lépido. La Basílica Sempronia es del año 170, por iniciativa de Tiberio Sempronio Graco. En ellas se manifiesta la tradi- ción del pórtico regio griego, al estilo de la estoa de Atenas. En el ángulo sureste se erigió el altar de Gayo y Lucio César. La Basílica Julia y el Foro 270 A rquitectura y ciudad. M em oria e im prenta 7º Domingo Plácido:CAPITULO 7 13/01/10 13:27 Página 270 Julio se dedicaron en 46 a.C. En el lugar donde se celebraron los funera- les de César se erigiría el templum Diui Iulii. César había iniciado un proyecto de renovación de la ciudad, que sería la Roma de mármol. El resultado se vio en la época de su sucesor, visible sobre todo en el Foro de Augusto y el templo de Mars Vltor. La Domus Aurea nero- niana se ve como una forma de ocupación del suelo especialmente notable. Como espacio simbólico de los orígenes y del poder monárquico, la época imperial le prestó especial atención, con ánimo de presentarse co- mo símbolo de la recuperación y de la nueva fundación de ciudad. Es el caso de Augusto, nouus conditor urbis, que fijó allí su Casa, con Livia, en lo que lo imitaron los emperadores sucesivos. Ro m a an tig ua : e sp ac io s y m on um en to s 27 1 Biondo, Flavio, De Roma triumphante libre decem, ..., Basileae, 1531, [BH FLL 28855] 7º Domingo Plácido:CAPITULO 7 13/01/10 13:27 Página 271 Sobre el Quirinal se destaca la presencia de la gens Flauia, en coinci- dencia con la difusión de la tribu Quirina y el culto de Quirino, como ter- cero en la familia, como Domicano era el tertius heres, según Marcial, a par tir de la tríada arcaica, en compañía de Júpiter y Marte. Vespasiano construyó el templo de la Paz al norte de la Via Sacra, hacia el Equilino, base del Forum Pacis. Luego, la familia se hace notar con la construcción del Arco de Tito. Sin embargo, la obra de los Flavios se nota sobre todo en el Palatino, con la construcción de la Domus Flauia y la Domus Augusta- na que, junto con el estadio, formaron un complejo que ocupó todo el centro del Palatino a fines del siglo II. El centro está formado por un gran peristilo rectangular que comunica con la sala que en el siglo XVIII llama- ron Aula Regia. Aquí era donde se celebraban las salutationes de empera- dor, en un ambiente sobrecogedor que se refleja en la descripción de los poetas de la época, desde donde era posible contemplar en el ábside al emperador en majestad, como dominus et deus. HACIA LA TRANSICIÓN En la topografía de Roma es visible la capacidad de adaptación al cristianismo, ya que las iglesias se construyen indistintamente en cuarte- les o necrópolis. Las basílicas constituyen un importante testimonio de la versatilidad exhibida en los diferentes procedimientos de transforma- ción. Entre la necrópolis de San Pedro o los equites singulares de Santa Maria Maggiore, la gama de actuaciones revela que no siempre se trata de una mera sustitución de los cultos. La basílica se San Pedro se sitúa sobre un espacio objeto de veneración por la presencia de fieles cristia- nos al menos desde el siglo II. Se situaban junto a la Via Triumphalis, don- de ya se había instalado el Circo de Calígula, donde se había colocado el obelisco hoy presente en la Plaza de San Pedro. LA PERCEPCIÓN DE LA ROMA ANTIGUA Desde la época de la Roma clásica se conoce la experiencia de lo antiguo a partir de las ruinas, adaptadas y apropiadas en cada momento con objetivos de gran actualidad. La construcción moderna de la Roma antigua representa por ello un fenómeno que hunde sus raíces en la Antigüedad romana misma y en el mundo clásico en general. La percep- ción simultánea de la Roma antigua y presente, encuadrada en un pasa- do rico en experiencias renacentistas, proporciona el sustento para la comprensión de un nuevo impulso de renovación desde circunstancias históricas diferentes. Addenda Las alusiones a Biondo y Palladio del texto, son específicamente a las obras: BIONDO, Flavio: Roma instaurata que, en su edición de Verona, 1482 [BH INC I-214] forma parte de la exposición; es la más coherente y con- forme a las fuentes antiguas, y está incluida junto a la Roma Trumphans en 272 A rquitectura y ciudad. M em oria e im prenta 7º Domingo Plácido:CAPITULO 7 13/01/10 13:27 Página 272 la espléndida edición de Basilea, 1531 [BH FLL 28855], por mí consultada en la BH. La referencia a Andrea PALLADIO, es a su obra L’Antichità di Roma, Roma y Venecia, 1554, encomiable en su valentía, pragmático y pleno de ansias de conocer, pero aún un tanto parco en relación con el mundo an- tiguo, sobre todo respecto a los amplios conocimientos desplegados por Biondo en su Roma instaurata. BIBLIOGRAFÍA F. COARELLI: Il Campo Marzio. I Dalle orifine alla fine della Repubblica, Roma, Quasar, 1997. F. COARELLI: Il Foro Boario, Roma, Quadar, 1988. F. COARELLI : Il Foro Romano. I. Periodo Arcaico, Roma,Quasar, 1986 (2ª ed.). F. COARELLI : Il Foro Romano. II. Periodo Republicano e Augusteo, Roma, Quasar, 1988. F. COARELLI: Guida archeologica di Roma, Verona, Mondadori, 1974 (con ediciones sucesivas). C. HULSEN: Il Foro Romano. Storia e monumenti, Roma, Loescher, 1905 (ristampa anastatica con presentazione di F. Coarelli, Roma Quasar, 1992). L. RICHARDSON, jr.: A New Topographica. Dictionary of Ancient Rome, Baltimore-Londres, The John Hopkins University Press, 1992. Ro m a an tig ua : e sp ac io s y m on um en to s 27 3 7º Domingo Plácido:CAPITULO 7 13/01/10 13:27 Página 273 8º Otros Libros:CAPITULO 8 13/01/10 13:28 Página 274 Accademia celebrata nella citta dell’Aquila per il cumpleanos, & erettione della statua di S.M.C. Carlo II. Re delle Spagne, A’ 6 nouembre 1675 … Nell’Aquila : per Pietro Paolo Castrati, [1675]. Procedencia: Ex libris de Alonso Mexia de Carvajal, Biblioteca del Co- legio Imperial de la Compañía de Jesús (Madrid) [BH FLL 28994(1)] Adam, Alexander, 1741-1809 Roman antiquities or, an account of the manners and customs of the romans... Edinburgh : printed for A. Straham, and T. Cadell, London; and W. Creech,Edinburg, 1792. Procedencia: Biblioteca de la Escuela Superior de Diplomática (Madrid) [BH FLL 25796] Alava y Viamont, Diego de El perfeto capitan, instruido en la disciplina militar, y nueua ciencia de la artilleria … En Madrid : por Pedro Madrigal, 1590. Procedencia: Biblioteca de Francisco Guerra [BH FG 303] Alberti, Leandro, 1479-1552 Descrittione di tutta Italia … In Vinegia : Appresso Pietro de i Nicolini da Sabbio, nell’ Anno del Signore M D L I. [1551]. Procedencia: Biblioteca Complutense (Alcalá de Henares), Biblio- teca del Colegio Menor de la Compañía de Jesús (Alcalá de He- nares) [BH DER 1685] Alberti, Leandro, 1479-1552 F. Leandri Alberti Bononiensis Descriptio totius Italiae … In Colonia Agrippinensi excudit : Nicolaus Graphaeus typogra- phus ..., [1566]. Procedencia: Biblioteca Complutense (Alcalá de Henares), Biblio- teca del Colegio Menor de la Compañía de Jesús (Alcalá de He- nares) [BH DER 1069] Alberti, Leandro, 1479-1552 Descrittione di tutta l’Italia et isole pertinenti ad essa di Fra Leandro Alberti ... In Venetia : appresso Paulo Vgolino, 1596. Procedencia: Biblioteca Complutense (Alcalá de Henares), Biblio- teca del Colegio Menor de la Compañía de Jesús (Alcalá de He- nares) [BH DER 1686] Procedencia: Biblioteca del Colegio Imperial de la Compañía de Jesús (Madrid) [BH FLL 34661] Alberti, Leon Battista, 1404-1472 Los diez libros de arquitectura … Madrid : en la imprenta de Joseph Franganillo, 1797. [BH FLL 11414] Alferi, Antonio, m. 1675 La laurea austrica. Declamatione accademica del dottore An- tonio Alferi ... Nell’Aquila : per Pietro Paolo Castrati, [1675]. Procedencia: Ex libris de Alonso Mexia de Carvajal, Biblioteca del Colegio Imperial de la Compañía de Jesús (Madrid) [BH FLL 28994(2)] Angelis, Paolo de Basilicae S. Mariae Mojoris de Urbe, a liberio Papa I usque ad Paulum V. Pont. Max., descriptio et delineatio ... Romae : ex Tip. Bartholomaei Zannetti, 1621. [BH FLL 10537] Antiquitatum variarum autores : quorum catalogum sequens continet pagella Lugd[uni] : apud Seb. Gryphium, 1552. [BH FLL 11257] Ardemans, Teodoro, 1664-1726 Ordenanzas de Madrid, y otras diferentes, que se practican en las ciudades de Toledo, y Sevilla : con algunas advertencias à los alarifes, y particulares ... OTROS LIBROS EN LOS FONDOS DE LA BIBLIOTECA HISTÓRICA DE LA UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID JUAN MANUEL LIZARRAGA ECHAIDE 8º Otros Libros:CAPITULO 8 13/01/10 13:28 Página 275 En Madrid : en la imprenta, y libreria de Joseph Garcia Lanza…, 1754. Procedencia: Biblioteca de Francisco Guerra [BH FG 793] Ardemans, Teodoro, 1664-1726 Ordenanzas de Madrid, y otras diferentes que se practican en las ciudades de Toledo y Sevilla : con algunas advertencias á los alarifes, y particulares ... Madrid : por la viuda de Barco Lopez, 1820. Procedencia: Biblioteca de Francisco Guerra [BH FG 782] Ardemans, Teodoro, 1664-1726 Ordenanzas de Madrid y otras diferentes que se practican en las ciudades de Toledo y Sevilla, con algunas advertencias a los alarifes y particulares ... Madrid : En la Oficina de Doña María Martínez Dávila, 1830. [BH MED 16480] ; [BH FLL 37354] Arfe y Villafañe, Juan de, 1535-1602 Varia commensuracion para la escultura y arquitectura. En Madrid : en la imprenta de Miguel Escribano ... : sa hallará en la librería de Josef Mathias Escribano ..., 1773. Procedencia: Ex libris de Fernando Brambila [BH FLL Res.249] [BH DER 17023] Arfe y Villafañe, Juan de, 1535-1602 Varia commensuracion para la escultura y arquitectura. En Madrid : por Don Plácido Barco Lopez, calle de la Cruz, donde se hallará, 1795. Procedencia: Biblioteca de Francisco Guerra [BH FG 819] Arfe y Villafañe, Juan de, 1535-1602 Varia comesuracion de Juan Arfe y Villafañe ... Madrid : en la Imprenta Real, 1806. Procedencia: Biblioteca de Francisco Guerra [BH FG 813] [BH MED Foll.1200] Audebert, Germain, 1518-1598 Germani Audeberti Aurel. Roma ... Parisiis : apud Iacobum du Puys ..., 1585. Procedencia: Bibliothèque Mazarine (París) [BH FLL 13861(1)] L’autel de Lyon consacré à Louys Auguste et placé dans le temple de la gloire … Lyon: par Jean Moulin, imprimeur ordinaire de Sa Majesté, 1658. [BH FLL Foll.28] Aviler, Charles Augustin d’, 1653-1700 Dictionnaire d’architecture, ou Explication de tous les termes, dont on se sert dans l’architecture, les mathematiques, la geometrie... A Paris : chez Nicolas Langlois ..., 1693. [BH FLL 11686(2)] Aviler, Charles Augustin d’, 1653-1700 Dictionnaire d’architecture, ou Explication de tous les termes, dont on se sert dans l’architecture, les mathematiques, la geometrie... A La Haye : chez Pierre Gosse & Jean Neaulme, 1730. Biblioteca de Juan Francisco Camacho [BH DER 11302] Balbi, Gasparo, fl. 1579-1588 Viaggio dell’Indie orientali, di Gasparo Balbi, gioielliero veneciano. In Venetia : Appresso Camillo Borgominieri, 1590. Procedencia: Biblioteca Complutense (Alcalá de Henares), Biblio- teca del Colegio Menor de la Compañía de Jesús (Alcalá de He- nares) [BH FLL 10315] Bances Candamo, Francisco Antonio, 1662-1704 La comedia de duelos de ingenio y fortuna : fiesta Real que se representó a sus Magestades en el gran coliseo de el Buen Reti- ro al feliz cumplimiento de años de ... don Carlos Segundo ... En Madrid : en la Imprenta de Bernardo de Villa-Diego, 1687. [BH FLL 28827] Barbaro, Daniele, 1513-1570 La pratica della perspettiua di monsignor Daniel Barbaro ... In Venetia : appresso Camillo & Rutilio Borgominieri fratelli, al segno di s. Giorgio, 1569. Procedencia: Biblioteca del Colegio Imperial de la Compañía de Jesús (Madrid) [BH FLL 10050(1)] Bartoli, Cosimo, 1503-1572 Cosimo Bartoli ... Del modo di misurare le distantie, le super- ficie, … In Venetia : presso Sebastiano Combi, 1614. [BH FLL 21211] Bartoli, Pietro Sante, 1635-1700 Picturae antiquae cryptarum romanarum et sepulcri Nasonum ... Romae : ex typographia S. Michaelis ad Ripam : sumptibus Hieronymi Mainardi, 1738. Procedencia: Biblioteca del Colegio Mayor de San Ildefonso (Alca- lá de Henares) [BH DER 11258] Basta, Giorgio, 1550-1607? Il gouerno della caualleria leggiera … In Venetia : appresso Bernardo Gionti, Gio. Battista Ciotti, [et] Compagni, 1612. Procedencia: Biblioteca de Francisco Guerra [BH FG 201] [BH FLL 20659] Becerra y Claros, Felipe Reales exequias, y pompas funerales, que en la muerte de la ... Reyna ... Maria Ana de Austria ... celebro la ... ciudad de Gra- nada ... en 19 de junio de ... 1696 … En Granada : por Francisco de Ochoa, 1696. [BH FLL 36329] Benci, Francesco, 1542-1594 De tholo s. Petri in Vaticano ... carmina. Romae : apud Dominicum Basam, 1588. [BH FLL 16010(3)] Benzoni, Rutilio De Anno Sancti Iubilaei libri sex ... Venetiis : apud Floravantem Pratum, 1599. Procedencia: Biblioteca de la Casa Profesa de la Compañía de Je- sús (Madrid) [BH FLL 12243] 276 A rquitectura y ciudad. M em oria e im prenta 8º Otros Libros:CAPITULO 8 13/01/10 13:28 Página 276 Berosio Berosi sacerdotis Chaldaici Antiquitatum Italiae ac totius orbis libri quinque … Antuerpiae : in aedibus Ioan. Steelsii, 1552 (Typis Ioan. Grap- hei). Procedencia: Biblioteca Complutense (Alcalá de Henares), Biblio- teca del Colegio Menor de la Compañía de Jesús (Alcalá de He- nares) [BH FFL 11399] Procedencia: Biblioteca del Colegio Menor de la Concepción (Alcalá de Henares), Biblioteca del Colegio Menor de la Madre de Dios (Alcalá de Henares), Ex libris de Juan Fernández de Villegas [BH DER 1606] Berosio Berosi sacerdotis chaldaici, Antiquitatum libri quinque … VVitebergae : apud Johann Seelfischium, 1659. Procedencia: Biblioteca del Noviciado de la Compañía de Jesús (Madrid) [BH FLL 15846] Biondo, Flavio, 1388-1463 Roma triumphans. Brixiae : Bartholomaeus [Rubeus] Vercellensis, 1482. Procedencia: Colegio Mayor de San Ildefonso (Alcalá de Henares) [BH INC I-203] Biondo, Flavio, 1388-1463 Blondi Flauij ... De Roma instaurata libri tres ... ; Blondi Flauii ... De Italia illustrata … In Augusta Taurinorum ... : impressit Bernardinus Sylua ..., 1527. [BH DER 2203] Biondo, Flavio, 1388-1463 Blondi Flauii … De Roma triumphante libri decem, … Romae instauratae libri III. Italia illustrata … Basileae : in officina Frobeniana, 1531. Procedencia: Ex libris Giovanni Battista Berardi [BH FLL 28855] Biondo, Flavio, 1388-1463 Blondi Flauii ... De Roma triumphante lib. X ... ; Romae instau- ratae libri III … Basileae : per Hieron. Frabenium et Nicol. Episcopium, 1559. [BH DER 1482] Biringucci, Vannoccio, 1480-1539 De la pirotechnia. Libri X … Stampato in Venetia : per Venturino Roffinello : ad instantia di Curtio Nauo, & fratelli, 1540. Procedencia: Biblioteca de Francisco Guerra [BH FG 726] Boissard, Jean Jacques I Pars Romanae vrbis topographiae [et] antiquitatum ... Impressum Francofurti : apud Iohannem Feyrabend : impensis Theodoro de Bry ..., 1597. [BH DER 2688(1)] Bonières d’Auchy, Carlos Arte militar deducida de sus principios fundamentales ... En Zaragoça : en el Hospital Real, i General de Nuestra Seño- ra de Gracia, 1644. Procedencia: Biblioteca del Colegio Imperial de la Compañía de Jesús (Madrid) [BH FLL 10596] Procedencia: Biblioteca de Francisco Guerra, Ex libris del Conde de Bureta [BH FG 202] Brancaccio, Lelio, 1560-1637 Cargos y preceptos militares para salir con brevedad famoso, y valiente soldado, … En Barcelona : a costa de Sebastian y Iayme Matevad, …, 1639. Procedencia: Biblioteca de Francisco Guerra [BH FG 191] Briccolani, Vincenzo Descrizione della sacrosanta Basilica Vaticana ... Roma : presso il Salomoni, 1800. [BH FLL 3592] Buonanni, Filippo, 1638-1725 Numismata Pontificum Romanorum quae a tempore Martini V usque ad annum MDCXCIX ... Romae : ex typographia Dominici Antonii Herculis, 1699. Procedencia: Biblioteca del Colegio Mayor de San Ildefonso (Alca- lá de Henares) [BH DER 16029-30] Busca, Gabriel, ca. 1540-1605 Instruttione de’ bombardieri del sig. Gabriel Busca Milanese ... In Carmagnola : appresso Marco Antonio Bellone, 1584. Procedencia: Ex libris de William Godolphin, Ex libris de Ramiro Nuñez de Guzmán [BH FLL 28296(1)] Busca, Gabriel, ca. 1540-1605 Della architettura militare … In Milano : appresso Girolamo Bordone, & Pietro Martire Lo- carni compagni, 1601. Procedencia: Biblioteca del Colegio Imperial de la Compañía de Jesús (Madrid) [BH FLL 22018] Busca, Gabriel, ca. 1540-1605 L’architettura militare … In Milano : appresso Gio. Battista Bidelli, 1619. [BH FLL 26648] Cancellieri, Francesco Girolamo, 1751-1826 Descrizione della basilica Vaticana : con una biblioteca degli au- tori che ne hanno trattato … Roma : nella stamperia Vaticana, 1788. [BH DER 10553] Capaccio, Giulio Cesare, 1552-1634 Apparato funerale nell’essequie celebrate in morte dell’illus- triss. ... Conte di Lemos ... In Napoli : appresso Gio. Iacomo Carlino, 1601. Procedencia: Biblioteca del Colegio Imperial de la Compañía de Jesús (Madrid) [BH FLL 12289] Castillo, Leonardo del Viage del Rey nuestro señor Don Felipe Quarto el Grande, a la fron- tera de Francia : funciones reales, del desposorio, y entregas de la Se- renissima señora Infante de España Doña Maria Teresa de Austria… O tr os li br os e n lo s fo nd os d e la B ib lio te ca H ist ór ic a de la U ni ve rs id ad C om pl ut en se d e M ad rid 27 7 8º Otros Libros:CAPITULO 8 13/01/10 13:28 Página 277 En Madrid : en la Imprenta Real, 1667. Procedencia: Biblioteca del Colegio Imperial de la Compañía de Jesús (Madrid) [BH FLL 34029] Procedencia: Biblioteca de la Condesa de Campo Alange [BH FLL Res.799] [BH FLL 33838] Castillo de Bobadilla, Jerónimo Politica para corregidores y señores de vassallos en tiempo de paz y de guerra ... En Madrid : por Luis Sanchez, 1597. Procedencia: Biblioteca de la Condesa de Campo Alange [BH FLL Res.236-7] Castillo de Bobadilla, Jerónimo Politica para Corregidores y Señores de vassallos, en tiempo de paz y de guerra … En Barcelona : por Geronimo Margarit : a costa de Miguel Ma- nescal ..., 1616. [BH FOA 1603-4] Castillo de Bobadilla, Jerónimo Politica para Corregidores y Señores de vassallos, en tiempo de paz, y de guerra, … tomo primero ... En Barcelona : por Sebastian de Cormellas …, 1624. [BH FLL 20691] Castillo de Bobadilla, Jerónimo Politica para corregidores, y señores de vasallos, en tiempo de paz, y de guerra, ... En Amberes : en casa de Iuan Bautista Verdussen ..., 1704. [BH DER 15542-3] Castillo de Bobadilla, Jerónimo Politica para corregidores y señores de vassallos, en tiempo de paz y de guerra … En Amberes : a costa de los Hnos. de Tournes, 1750. [BH DER 17495-6] Castillo de Bobadilla, Jerónimo Politica para Corregidores y Señores de vassallos, en tiempo de paz y de guerra … Madrid : Joachin Ibarra, 1759. [BH FOA 1601-2] Cassani, José (S.I.), 1673-1750 Escuela militar de fortificacion ofensiva y defensiva, arte de fuegos y de esquadronar ... En Madrid : por Antonio Gonçalez de Reyes, [ca. 1705]. Procedencia: Biblioteca del Colegio Menor de la Compañía de Je- sús (Alcalá de Henares), Biblioteca Complutense (Alcalá de He- nares) [BH DER 7127] Procedencia: Biblioteca de Francisco Guerra [BH FG 193] [BH FLL 21624] Cattaneo, Girolamo, m. ca. 1584 Rote perpetue, per le quali si puo con qual numero di due dadi si voglia, ouero con due dadi secondo l’horologgio d’Italia, … In Bressa : appresso Francesco Marchetti all’Ancora, 1562 (per Lodouico De Sabbio). [BH FLL 9702] Cattaneo, Girolamo, m. ca. 1584 Nuouo ragionamento del fabbricare le fortezze, … In Brescia : appresso Gio. Francesco, et Pietro Maria, fratelli de’ Marchetti, 1571. Procedencia: Biblioteca del Colegio Imperial de la Compañía de Jesús (Madrid) [BH FLL 7681] Cattaneo, Girolamo, m. ca. 1584 Opera del misurare … In Brescia : appresso Francesco, et Pie. Maria di Marchetti, fratelli, 1572. [BH FLL 20900(2)] Cattaneo, Girolamo, m. ca. 1584 Hier. Cataneus de arte bellica … Lugduni : Tornaesius, 1600. Procedencia: Biblioteca del Colegio Imperial de la Compañía de Jesús (Madrid) [BH FLL 22719] Cattaneo, Girolamo, m. ca. 1584 Dell’arte militare libri cinque … In Brescia : appresso Pietro Maria Marchetti, 1608. Procedencia: Biblioteca de Francisco Guerra; Exlibris Bibliotheca Margaritas [BH FG 192] Procedencia: Biblioteca del Colegio Imperial de la Compañía de Jesús (Madrid) [BH FLL 15460] Cavalieri, Giovanni Battista, 1525-1601 Pontificum Romanorum effigies ... Romae : ex Typografia Donimici Basae : apud Franciscum Zanetum, 1580. Procedencia: Biblioteca del Colegio Menor de la Compañía de Je- sús (Alcalá de Henares), Biblioteca del Colegio Mayor de San Il- defonso (Alcalá de Henares) [BH FOA 65] Cavalieri, Giovanni Battista, 1525-1601 Romanorum imperatorum effigies … Romae : apud Vincentium Accoltum, 1583. [BH FLL 10998] Cavalieri, Giovanni Battista, 1525-1601 Antiquarum statuarum vrbis Romae primus et secundus liber ... [Roma] : [s.n.], 1585. Procedencia: Biblioteca del Colegio Imperial de la Compañía de Jesús (Madrid) [BH FLL 26833(1)] Chiusole, Adamo, 1728-1787 Itinerario delle pitture, sculture, ed architetture più rare di molte città d’Italia ... In Vicenza : nella Stamperia Turra, 1782. [BH FLL 11178] Ciampini, Giovanni Giustino, 1633-1698 Vetera monimenta in quibus praecipuè musiua opera Sacra- rum, profanarumque aedium structura, ac nonnulli antiqui ri- tus, dissertationibus, iconibusque illustrantur … 278 A rquitectura y ciudad. M em oria e im prenta 8º Otros Libros:CAPITULO 8 13/01/10 13:28 Página 278 Romae : ex typographia Ioannis Jacobi Komarek Bohemi, apud S. Angelum Custodem, 1690. [BH FLL 13729] Cigogna, Giovanni Mattheo Il primo libro del trattato militare … Venetia : appresso Camillo Castelli, 1583. [BH FLL 26215] Cirino, Andrea, 1618-1664 Feste celebrate in Napoli per la nascita del serenis.mo Prenci- pe di Spagna … [Napoli : Carlo Faggioli, 1658]. Procedencia: Biblioteca de la Casa Profesa de la Compañía de Je- sús (Madrid) [BH FLL 26992] Collado, Luis Prattica manuale dell’artiglieria … In Milano : per Girolamo Bordoni, e Pietromartire Locarni, 1606. Procedencia: Biblioteca de Francisco Guerra [BH FG 188] Las cosas maravillosas della sancta ciuidad [sic] de Roma ... En Roma : por el Mascardi, ad instancia de Ioseph Quintaualle ..., 1678. [BH FLL 20234] Cosas maravillosas de la santa ciudad de Roma ... En Roma : por Zenobii, a instancia de Pedro Leon ..., 1729. [BH FLL 11285]; [BH FLL 35021] Le cose marauigliose dell’alma citta di Roma … In Roma : per il Catalani : ad instanza d’Antonio Maria Giosiosi, 1648. Procedencia: Biblioteca del Colegio Imperial de la Compañía de Jesús (Madrid) [BH FLL 35015] Le cose merauigliose dell’alma citta di Roma ... In Roma : per Giobattista Robletti : ad instanza d’Antonio Ma- ria Giosiosi, 1650. Procedencia: Biblioteca del Colegio Mayor de San Ildefonso (Alca- lá de Henares) [BH FOA 318(1)] Costa, Margherita, la Ferraresa, 1600-1664 Istoria del viaggio d’Alemagna del serenissimo gran duca di Toscana Ferdinando Secondo ... In Venezia: [s.n.], [1630?]. [BH FLL 28401] Danti, Egnazio, 1537-1586 Trattato dell’vso et della fabbrica dell’astrolabio … In Fiorenza : appresso i Giunti, 1569. Procedencia: Ex libris de Diego Enríquez de Villegas [BH FLL 18901] Danti, Egnazio, 1537-1586 Primo volume dell’uso et fabbrica dell’Astrolabio, et del Pla- nisferio ... Publicac. In Firenze : appresso i Giunti, 1578. [BH DER 997] Della Valle, Battista, 1470-1550 Vallo libro continente appertinente a capitanij, retenere et fortifi- care vna citta con bastioni, con noui artificij de fuoco aggiontti, … [Stampata in Vineggia : per gli heredi di Piero Rauano, et com- pagni, 1543]. [BH FLL 28603(3)] Descartes, René, 1596-1650 Geometria … Lugduni Batavorum : ex officinâ Ioannis Maire, 1649. Procedencia: Ex libris del Comte de Brienne [BH FLL 21286(1)] Díaz Vara Calderón y Coronado, Gabriel, Obispo de Santia- go de Cuba y La Habana Grandezas y maravillas de la ... ciudad de Roma ... En Madrid : por Ioseph Fernandez de Buendia, 1673. Procedencia: Biblioteca del Colegio Imperial de la Compañía de Jesús (Madrid) [BH FLL 10489] Procedencia: Biblioteca de la Condesa de Campo Alange [BH FLL Res.1117]; [BH FLL Res.685] [BH FLL Res.473] Díaz Vara Calderón y Coronado, Gabriel, Obispo de Santia- go de Cuba y La Habana Grandezas y maravillas de la inclyta y sancta ciudad de Roma ... En Madrid : por Ioseph Fernandez de Buendia, a costa de Ga- briel de Leon ..., 1676 (1673). [BH FLL 28918] Le dieci mascherate delle bufole mandate in Firenze il giorno di Carnouale l’anno 1565 … In Fiorenza : appresso i Giunti, 1566. Procedencia: Biblioteca del Colegio Imperial de la Compañía de Jesús (Madrid) [BH FLL 26129(2)] Donati, Alessandro, 1584-1640 Alexandri Donati ... Roma vetus ac recens utirusque aedificiis illustrata ... Amstelaedami : prostant apud Janssonio-Waesbergios et J. Wolters, 1694. [BH FLL 10235] Du Choul, Guillaume, ca. 1496-1560 Discorso della religione antica de romani l ... ; insieme con un’altro simile discorso della Castrametatione & bagni antichi de Romani … In Lione : appresso Gugl. Rovillio..., 1559. Procedencia: Ex libris del Marqués de Monte-Claro [BH FLL 11316(2)] Procedencia: Biblioteca del Colegio Imperial de la Compañía de Jesús (Madrid) [BH FLL 16477] [BH FLL 28857] Du Choul, Guillaume, ca. 1496-1560 Discorso sopra la castrametatione, et disciplina militare de ro- mani … ; De bagni et essercitii antichi de greci et romani. In Lione : appresso Gugl. Rouillio, 1559. Procedencia: Biblioteca de Francisco Guerra [BH FG 300] O tr os li br os e n lo s fo nd os d e la B ib lio te ca H ist ór ic a de la U ni ve rs id ad C om pl ut en se d e M ad rid 27 9 8º Otros Libros:CAPITULO 8 13/01/10 13:28 Página 279 Du Choul, Guillaume, ca. 1496-1560 Los discursos de la religion, castramentaçion, assiento del campo, baños y exerçiçios de los antiguos romanos y griegos, … En Leon de Francia : en casa de Guillermo Rovillio, 1579. Procedencia: Biblioteca de Francisco Guerra [BH FG 189] Procedencia: Biblioteca del Colegio Imperial de la Compañía de Jesús (Madrid) [BH FLL 16018] Enríquez de Villegas, Diego, m. 1671 Levas de la gente de guerra … En Madrid : por Carlos Sanchez Brauo, 1647. Procedencia: Biblioteca de la Condesa de Campo Alange [BH FLL Res.274] Procedencia: Biblioteca del Colegio Mayor de San Ildefonso (Alcalá de Henares) [BH FOA 991] Procedencia: Biblioteca Complutense (Alcalá de Henares) [BH DER 11420] Procedencia: Biblioteca del Colegio Imperial de la Compañía de Jesús (Madrid) [BH FLL 20526] Epigrammata antiquae vrbis Romae : in aedib[us] Iacobi Mazochii ..., 1521. Procedencia: Biblioteca del Colegio Menor de la Compañía de Je- sús (Alcalá de Henares), Biblioteca del Colegio Mayor de San Il- defonso (Alcalá de Henares) [BH FLL 26618] Esquex, Pedro Francisco (S.I.) Sermon en las exequias que celebro el Real Convento de la Encarnacion al ... rey ... Felipe IIII ... En Madrid : por Ioseph Fernandez de Buendia, 1665. Procedencia: Biblioteca Colegio Menor de Málaga (Alcalá de He- nares) [BH DER 8933(8)] [BH FLL 2597(10)] Euclides Euclide Megarense ... solo introduttore delle scientie mathematice, diligentemente reassettato, et alla integrita ridotto … Stampato in Vinegia : per Venturino Roffinelli …, 1543. [BH DER 1082] Euclides Los seis primeros libros, onze, y doze, de los Elementos geome- tricos del famoso philosopho Euclides Megarense … amplifica- do de nuevas demonstraciones por ... Sebastian Fernandez de Medrano... En Amberes : por la Viuda de Henrico Verdussen, mercadera de libros, 1728. Procedencia: Biblioteca de Francisco Guerra [BH FG 390] [BH FLL 36283] Fabro Bremundan, Francisco Viage del Rey ... D. Carlos II al Reyno de Aragon … En Madrid : en la Imprenta de Bernardo de Villa-Diego ..., 1680. Procedencia: Biblioteca de la Condesa de Campo Alange [BH FLL Res.753] Fauno, Lucio Lucio Fauno. Della antichita della citta di Roma … In Venetia : per Michele Tramezzino, 1552. Procedencia: Biblioteca del Colegio Imperial de la Compañía de Jesús (Madrid) [BH FLL 34366] Fernández de Medrano, Sebastián, 1646-1705 Rudimentos geometricos y militares … En Bruselas : en casa de la viuda Vleugart, 1677. Procedencia: Biblioteca de Francisco Guerra [BH FG 381] Procedencia: Biblioteca del Colegio Imperial de la Compañía de Jesús (Madrid) [BH FLL 21263] Fernández de Medrano, Sebastián, 1646-1705 Breve descripcion del mundo y sus partes ò Guia geographi- ca y hydrographica, dividida en tres libros ... En Brusselas : en casa de los Herederos de Francisco Foppens, 1686. Procedencia: Biblioteca de Francisco Guerra [BH FG 581] [BH FLL 11049] Fernández de Medrano, Sebastián, 1646-1705 El ingeniero : primera parte, de la moderna architectura militar ... En Brusselas : en casa de Lamberto Marchant, mercader de libros, al Buen Pastor, 1687. Procedencia: Biblioteca de Francisco Guerra [BH FG 181] Fernández de Medrano, Sebastián, 1646-1705 El perfecto bombardero, y practico artificial … En Bruselas : en casa de Francisco Foppens, impressor y mer- cader de libros, 1691. Procedencia: Biblioteca de Francisco Guerra [BH FG 177] Fernández de Medrano, Sebastián, 1646-1705 El architecto perfecto en el arte militar … En Brusselas : en casa de Lamberto Marchant ..., 1700. Procedencia: Biblioteca de Francisco Guerra [BH FG 180] [BH FLL Res.1066] Fernández de Medrano, Sebastián, 1646-1705 El perfecto artificial, bombardero y artillero que contiene los Artificios de Fuegos Marciales, Nuevo Uzo de Bombas, Gra- nadas, y Practica de la Artilleria, y Mosquete ... En Amberes : por Henrico, y Cornelio Verdussen ..., 1708. [BH FLL Res.360] Fernández de Medrano, Sebastián, 1646-1705 El perfecto artificial, bombardero y artillero, que contiene los artificios de fuegos marciales, nuevo uzo de bombas, granadas, y practica de la artilleria, y mosquete, … En Amberes : por Cornelio y la Viuda de Henrico Verdussen, mercaderes de libros, 1723. [BH DER 7458] Festivas demonstraciones y magestuosos obsequios con que el muy ilustre, y fidelissimo consistorio de los Deputados, y oydores del Principado de Cataluña ... con el deseado arribo, 280 A rquitectura y ciudad. M em oria e im prenta 8º Otros Libros:CAPITULO 8 13/01/10 13:28 Página 280 y feliz himeneo, de sus Catolicos reyes D. Felipe IV ... y Doña Luisa Gabriela de Saboya ... Barcelona : Rafael Figuerò, 1702. [BH FLL 36658] Fiestas que hizo el insigne Collegio de la Compañia de Iesus de Salamanca, A la Beatificacion del glorioso Patriarcha S. Ignacio de Loyola... En Salamanca : por la viuda de Artus Taberniel, 1610. Procedencia: Biblioteca del Colegio de la Compañia de Jesus (Salamanca) [BH FLL 24897] Fiorenza, Francesco Il curioso semplice soldato, perfetto nella fortificatione ... In Liege : appreso Pietro Eller mercante libraro nel Palazzo, 1645. [BH FLL 9670] Follino, Federico Compendio delle sontuose feste fatte l’anno 1608 nella citta di Mantoua, per le reali nozze del serenissimo pren- cipe D. Francesco Gonzaga, con la serenissima infante Margherita di Sauoia. In Mantova : presso Aurelio, [et] Lodouico Osanna stampato- ri ducali, 1608. Procedencia: Biblioteca del Colegio Imperial de la Compañía de Jesús (Madrid) [BH FLL 10360] Fournier, Georges, 1595-1652 Traité des fortifications, ou Architecture militaire ... A Paris : chez Iean Henault ..., 1648. [BH FLL 11165] Francisco de los Santos (Jer.), m. 1699 Descripción breve del Monasterio de S. Lorenzo el Real del Escorial … En Madrid : en la imprenta Real, 1657. Procedencia: Biblioteca de Francisco Guerra [BH FG 824] Procedencia: Biblioteca de la Condesa de Campo Alange [BHI BH FLL 10045] Francisco de los Santos (Jer.), m. 1699 A description of the Royal Palace, and Monastery of St. Laurence, called the Escurial ... London : printed by Dryden Leach, for S. Hooper ..., 1760. Procedencia: Biblioteca de Francisco Guerra [BH FG 811] Fulvio, Andrea, 1510-1543 L’antichita di Roma di Andrea Fulvio. Venetia : per Girolamo Francini..., 1588. [BH FLL 33038] Gamucci, Bernardo Le antichita della città di Roma : raccolte sotto breuita da diuersi antichi et moderni scrittori … Vinegia : Giouanni Varisco et compagni, 1569. Procedencia: Biblioteca del Colegio Imperial de la Compañía de Jesús (Madrid) [BH FLL 10497] García de Céspedes, Andrés Libro de instrumentos nueuos de Geometria muy necessarios para medir distancias y alturas sin que interuengan numeros ... En Madrid : por Iuan de la Cuesta, 1606. [BH FLL 21021] García de Céspedes, Andrés. Regimiento de navegación q mando haser el Rei Nuestro Se- ñor por orden de su Consejo Real de las Indias … En Madrid : en casa de Juan de la Cuesta, 1606. [BH FOA 2694] Germano, Giovanni Li trionfi della Chiesa e la sperata vniuersale monarchia : dis- corso del reu. don Giouanni Germano, composto coll’occasio- ne de’ regij funerali ... di Filippo IV, ré delle Spagne ... In Napoli : appresso il Castaldo, 1674. Procedencia: Ex libris del Conde de Peñaranda, Biblioteca del Co- legio Imperial de la Compañía de Jesús (Madrid) [BH FLL 16021] Goldmann, Nicolaus, 1623-1665 La nouvelle fortification, de Nicolas Goldman. A Leide : chez les Elseviers, 1645. [BH FLL 20965] González Dávila, Gil, ca. 1570-1658 Teatro de las grandezas de la Villa de Madrid corte de los Re- yes Católicos de España ... En Madrid : por Thomas Iunti ..., 1623. Procedencia: Biblioteca de la Condesa de Campo Alange [BH FLL Res.718] [BH FLL 24841] Gonzalez de Varela, José Pyra religiosa, mauseolo sacro, pompa funebre que la ... Iglesia primada de las Espanas [sic] erigio ... a las recientes ceniças ... del ... Cardenal infante ... D. Fernando de Austria ... En Madrid : por Diego Diaz de la Carrera ... , 1642. Procedencia: Biblioteca del Colegio Menor de la Compañía de Je- sús (Alcalá de Henares), Biblioteca Complutense (Alcalá de He- nares) [BH DER 3558] Graevius, Joannes Georgius Thesaurus antiquitatum romanarum ... Tomus quintus. Lugd. Batavor. [et] Traject. ad Rhen. : apud Franciscum Halma [et] apud Petrum vander Aa., 1696. Procedencia: Biblioteca Complutense (Alcalá de Henares) [BH FOA 342] [BH FLL 12556] Graevius, Joannes Georgius Thesaurus antiquitatum romanarum ... Tomus sextus. Lugd. Batavor. [et] Traject. ad Rhen. : apud Franciscum Halma [et] apud Petrum vander Aa., 1697. Procedencia: Biblioteca Complutense (Alcalá de Henares) [BH FOA 343] [BH FLL 22653] O tr os li br os e n lo s fo nd os d e la B ib lio te ca H ist ór ic a de la U ni ve rs id ad C om pl ut en se d e M ad rid 28 1 8º Otros Libros:CAPITULO 8 13/01/10 13:28 Página 281 Gruterus, Janus, 1560-1627 Inscriptiones antiquae totius orbis romani ... Amstelaedami : excudit Franciscus Halma ..., 1707. Procedencia: Biblioteca del Colegio Mayor de San Ildefonso (Alca- lá de Henares) [BH DER 4953]; [BH DER 4951] Hondius, Hendrik, 1573-ca. 1649 L’Architecture, contenant la toscane, dorique, ionique, corint- hiaque et composée, faict par Henri Hondius. Avec quelques belles ordonnances d’architecture mises en perspective par Jean Vredman Frison, … Amsterdam : chez Ian Jansson, 1628. Procedencia: Biblioteca del Colegio Imperial de la Compañía de Jesús (Madrid) [BH FLL 26975(1)] Hurtado, Luis La philipica : oracion historico funeral en la muerte ... del Rey ... Phelipe Quarto ... : Breue descripcion del tumulo que ... Tole- do erigiò en su Santa Iglesia el dia veinte y tres de diziembre del año passado de MDCLXV para celebrar sus exequias … En Madrid : por Iuan Noguès : vendese en casa de Antonio de Riero y Tejada ..., 1666. Procedencia: Biblioteca del Noviciado de la Compañía de Jesús (Madrid) [BH FLL 15553] Jacopo Filippo da Bergamo Supplementum supplementi cronicarum ... Venetiis : impressu[m] per Albertinu[m] de Lissona, 1503. Procedencia: Biblioteca del Colegio Mayor de San Ildefonso (Alca- lá de Henares) [BH FOA 427] Jacopo Filippo da Bergamo Suma de todas las cronicas del mundo llamado en latin Sum- plementu[m] Cronica[rum] … En la ... cibdad de Valencia : por Gorge Costilla, xi dias de se- tie[m]bre ... 1510. Procedencia: Biblioteca del Colegio Mayor de San Ildefonso (Alca- lá de Henares), Biblioteca Complutense (Alcalá de Henares) [BH FOA 224] Procedencia: Biblioteca de Francisco Guerra [BH FG 2069] [BH FLL Res.494] Jacopo Filippo da Bergamo Supplementum supplementi delle croniche ... Veneti : per Bernardino Bindone, 1535. Procedencia: Biblioteca Complutense (Alcalá de Henares) [BH FOA 439] Kennett, Basil, 1674-1715 Romae antiquae notitia or The antiquities of Rome … London : printed for A. Swall and T. Child, …, 1696. Procedencia: Ex libris de Thomas Michlethioaite [BH FLL 34402] Labacco, Antonio Libro d’Antonio Labacco appartenente a l’architettura nel qual si figurano alcune notabili antiquità di Roma. [Roma? : s.n, 16-?]. [BH FLL 20113(4)] Lavanha, João Baptista Viagem da Catholica Real Magestade del Rey D. Filipe II. N. S. ao reyno de Portugal ... Madrid: por Thomas Iunti..., 1622(1621). [BH FLL 9700] Lechuga, Cristóbal, 1556-1623 Discurso del Capitan Cristoual Lechuga ... En Milan : por Pandolfo Malatesta..., 1603. [BH FLL 11134] Leonhard Christoph Sturm, 1669-1719 Le veritable Vauban se montrant au lieu du faux Vauban, qui a cou- ru jusqu’ici par le monde, & enseignant par le moien d’une arith- metique & d’une geometrie courte, & aisée, non seulement les ré- gles pour tracer proprement cette maniere célebre de fortifier ... A La Haye : chez Nicolas Wilt, marchand libraire sur le Spen, 1709. [BH FLL 20263] Leti, Gregorio, 1630-1701 Relatione della corte di Roma e de’ riti da osservarsi in essa, e de’ suoi magistrati & offitij ... In Viterbo : ad istanza d’Odoardo Scardutij ..., 1642. [BH FLL 14423] Lipsius, Justus, 1547-1606 Iusti Lipsi[i] Admiranda, siue De magnitudine Romana libri quattuor ... Antuerpiae : ex Officina Plantiniana, apud Ioannem Moretum, 1599. [BH FLL 14772(1)] Llaguno Amirola, Eugenio Noticias de los arquitectos y arquitectura de España desde su restauración … Madrid : en la Imprenta Real, 1829. Procedencia: Biblioteca de Francisco Guerra [BH FG 786-9] Lomazzo, Giovanni Paolo, 1538-1600 Trattato dell’arte della pittura, scoltura et architettura ... In Milano : per Paolo Gottardo Pontio ... : a instantia di Pietro Tini, 1585. Procedencia: Biblioteca del Colegio Imperial de la Compañía de Jesús (Madrid) [BH FLL 27407] Procedencia: Biblioteca del Colegio Menor de la Compañía de Je- sús (Alcalá de Henares) [BH DER 1879] Lorini, Bonaiuto Delle fortificationi di Buonaiuto Lorini libri cinque … Venetia : appresso Gio. Antonio Rampazetto, 1596. Procedencia: Biblioteca Complutense (Alcalá de Henares), Biblio- teca del Colegio Menor de la Compañía de Jesús (Alcalá de He- nares) [BH DER 845] Lozano, Diego Gloriosos triunfos, solemnes fiestas y panegyricos sagrados en la canonizacion de ... Santa Maria Madalena de Pazzi, … florentina, 282 A rquitectura y ciudad. M em oria e im prenta 8º Otros Libros:CAPITULO 8 13/01/10 13:28 Página 282 religiosa carmelita observante que con solemne pompa consa- gro a su culto su conuento de Nuestra Señora del Carmen ... de Madrid à los 22 de septiembre de 1669 : con tres tablas ... En Madrid : por Francisco Sanz, en la Imprenta del Reyno, 1672. Procedencia: Biblioteca del Colegio Menor de Málaga (Alcalá de Henares) [BH DER 13488] Lucuze, Pedro de, 1692-1779 Principios de fortificación ... En Barcelona : por Thomas Piferrer ..., 1772. Procedencia: Biblioteca de Francisco Guerra [BH FG 217] [BH DER 15491] Manesson-Mallet, Allain, 1630-1706 Les travaux de Mars : seconde partie … A Paris : chez l’autheur..., chez Jean Henault... et chez Claude Barbin..., [1672?]. [BH FLL 21033] Manesson-Mallet, Allain, 1630-1706 Les travaux de Mars : troisiéme et derniere partie, … A Paris : chez Frederic Leonard ..., 1672. [BH FLL 9258] Manesson-Mallet, Allain, 1630-1706 Les travaux de Mars ou L’art de la guerre : divisez en trois par- ties ... tome premier. A La Haye : chez Henri van Bulderen ..., 1696. [BH FLL 21869] Manesson-Mallet, Allain, 1630-1706 Les travaux de Mars ou L’art de la guerre : tome second … A La Haye : chez Henri van Bulderen ..., 1696. [BH FLL 27140] Manesson-Mallet, Allain, 1630-1706 Les travaux de Mars ou L’art de la guerre : tome troisiéme ... A La Haye : chez Henri van Bulderen ..., 1696. [BH FLL 18921] Manuzio, Paolo, 1512-1574 Antiquitatum Romanarum Pauli Manutij Liber de legibus ... Parisiis : apud Bernardum Turrisanum, 1557. [BH DER 2352] Manuzio, Paolo, 1512-1574 Antiquitatum romanarum Pauli Manutii libri duo, vnus de Le- gibus, alter de Senatu. Coloniae Agrippinae : apud Ioannem Gymnicum ..., 1582. Procedencia: Biblioteca del Colegio Imperial de la Compañía de Jesús (Madrid) [BH FLL 20190] Manuzio, Paolo, 1512-1574 Antiquitatum romanorum Paulli Mannucci liber De ciuitate romana ... Romae : apud Bartholomaeum Grassum, 1585 (typis Francis- ci Zannetti). Procedencia: Biblioteca del Colegio Imperial de la Compañía de Jesús (Madrid) [BH FLL 32038] March, José Ignacio de Nociones militares, ó Suplemento a los principios de forti- ficacion ... Barcelona : por Bernardo Pla Impresor, en los Algodoneros, 1781. Procedencia: Biblioteca de Francisco Guerra [BH FG 215] Marliani, Bartolomeo fl. 1544-1560 Topographia antiquae Romae. Lugduni : apud Seb. Gryphius, 1534. Procedencia: Biblioteca de la Casa Profesa de la Compañía de Je- sús (Madrid) [BH FLL 10767(1)] Marliani, Bartolomeo fl. 1544-1560 Bartholomaei Marliani Vrbis Romae topographia ... Venetiis : apud Hieronymum Francinum ..., 1588. Procedencia: Biblioteca del Colegio Imperial de la Compañía de Jesús (Madrid) [BH FLL 11014] Martinelli, Fioravante, 1599-1667 Le magnificenze di Roma antica, e moderna ... In Roma : a spese di Pietro Leone libraro ... : per il Bernabó, 1725. [BH FLL 11791] Martinelli, Fioravante, 1599-1667 Roma ricercata nel suo sito con tutte le curiositá, che in esso si ritrovano tanto antique, come moderne ... In Roma : [s.n.], 1769. [BH FLL 10763] Mascardi, Agostino, 1590-1640 Le Pompe del Campidoglio per la S.ta di N.S. Vrbano VIII quan- do piglio il posesso … In Roma : appresso l’herede di Bartolomeo Zannetti, 1624. Procedencia: Ex libris de Alonso Mexía ; Biblioteca del Noviciado de la Compañía de Jesús (Madrid) [BH FLL 3790] Mascareñas, Jerónimo Viage de la Serenissima reyna Doña Maria Ana de Austria se- gunda muger de Don Phelipe Quarto ... hasta la real corte de Madrid desde la imperial de Viena ... En Madrid : por Diego Diaz de la Carrera, 1650. Procedencia: Ex libris de Gaspar de Ribadeneira ; Biblioteca del Co- legio Colegio Menor de la Compañía de Jesús (Alcalá de Henares) ; Biblioteca Complutense (Alcalá de Henares) [BH FLL 35094] Procedencia: Biblioteca de la Condesa de Campo Alange [BH FLL Res.408] Procedencia: Biblioteca del Colegio Imperial de la Compañía de Jesús (Madrid) [BH FLL 20757] Mellini, Domenico, ca. 1540-1610 Descrizione dell’apparato della comedia et intermedii d’essa recitata in Firenze il giorno di S. Stefano l’anno 1565 ... nelle reali nozze dell’illustriss. [et] eccell. s. il s. don Francesco Medi- ci principe di Fiorenza, [et] di Siena. [et] della regina Giouan- na d’Austria sua consorte … In Fiorenza : appresso i Giunti, 1566. O tr os li br os e n lo s fo nd os d e la B ib lio te ca H ist ór ic a de la U ni ve rs id ad C om pl ut en se d e M ad rid 28 3 8º Otros Libros:CAPITULO 8 13/01/10 13:28 Página 283 Procedencia: Ex libris de Luis Carrillo ; Biblioteca del Colegio Me- nor de la Compañía de Jesús (Alcalá de Henares) ; Biblioteca Complutense (Alcalá de Henares) [BH DER 1534(3)] Mellini, Domenico, ca. 1540-1610 Descrizione dell’entrata della ... reina Giouanna d’Austria : et dell’apparato fatto in Firenze nella venuta ... Fiorenza : appresso i Giunti, 1566. Procedencia: Biblioteca del Colegio Menor de la Compañía de Je- sús (Alcalá de Henares) ; Biblioteca Complutense (Alcalá de He- nares) [BH DER 1534(2)] Procedencia: Biblioteca del Colegio Imperial de la Compañía de Jesús (Madrid) [BH FLL 26129(1)] Melzo, Lodovico, 1567-1617 Regole Militare del caualier Melzo sopra il gouerno e seruitio della caualleria … In Anuersa : appresso Gioachimo Trognaesio, 1611. Procedencia: Biblioteca de Francisco Guerra [BH FG 302] Procedencia: Biblioteca del Colegio Mayor de San Ildefonso (Alca- lá de Henares) [BH DER 9754] Melzo, Lodovico, 1567-1617 Reglas militares sobre el govierno y servicio particular de la cavalleria … En Milan : por Iuan Baptista Bidelo, 1619. [BH FLL 18860] Mendoza, Bernardino de Teorica et prattica di guerra terrestre, et maritima ... In Venetia : appresso Gio. Battista Ciotti ..., 1596. Procedencia: Biblioteca del Colegio Imperial de la Compañía de Jesús (Madrid) [BH FLL 8763] Procedencia: Biblioteca del Colegio Imperial de la Compañía de Jesús (Madrid) [BH FLL 8769] Procedencia: Biblioteca de Francisco Guerra ; Ex libris de Gaspa- rro Chriola ; Ex libris de L. Corella [BH FG 212] [BH DER 612] Mercati, Michele, 1541-1593 De gli obelischi di Roma … Roma : appresso Domenico Basa, 1589. [BH FLL 16010(2)] Mirabilia urbis Romæ … Romae : ex Typographia Camerae Apostolicae, 1618. [BH FLL 33719] Moncada, Guillén Ramón de, Marqués de Aytona Discurso militar : proponense algunos inconvenientes de la milicia destos tiempos, y su reparo ... En Valencia : Por Bernardo Noguès, junto al molino de Rove- lla, 1653. [BH FLL 29079] Moncada, Guillén Ramón de, Marqués de Aytona Discurso militar : proponense algunos inconvenientes de la milicia destos tiempos, y su reparo ... En Valencia, y en Milan : por Ludouico Monca impressor en la placa de los mercaderes, 1654. [BH FLL 29821] Montecuccoli, Raimondo Arte universal de la guerra ... Barcelona : por Rafael Figuerò, 1746. Procedencia: Biblioteca de Francisco Guerra [BH FG 231] Morales, Ambrosio de Las antigüedades de las ciudades de España ... Tomo IX Madrid : en la Oficina de Don Benito Cano, 1792. [BH FOA 2034] Morales, Ambrosio de Las antigüedades de las ciudades de España … Tomo X Madrid : en la Oficina de Don Benito Cano, 1792. [BH FOA 2035] Mut, Vicente El príncipe en la guerra y en la paz, copiado de la vida del Em- perador Iustiniano … En Madrid : por Iuan Sanchez : a costa de Pedro Garcia de So- druz..., 1640. Procedencia: Ex libris de José de los Reyes [BH FLL 29480] [BH DER 11408] ; [BH FLL 35619] Mut, Vicente Arquitectura militar, primera parte de las fortificaciones regu- lares y irregulares … En Mallorca : en la Imp. de Francisco Oliuer, 1664. [BH FLL 27923] Ninguarda, Feliciano m. 1595 Manuale visitatorum ... Romae : ex officina Accoltiana in Burgo ..., 1589. Procedencia: Biblioteca del Colegio Mayor de San Ildefonso (Alca- lá de Henares) [BH DER 745] Nuova descrizione di Roma antica, e moderna … In Roma : nella stamperia di Giovanni Zempel : a spese di Giu- seppe Monti Roisecco ..., 1775. [BH FLL 11794] Nuova descrizione di Roma antica, e moderna … In Roma : per il Cannetti ..., 1784. [BH FLL 10865] La nuova, e vera guida angelica perpetua per visitare le Chie- se di Roma … In Roma : si vendono nella Libraria di Pietro Leone ..., 1725. [BH FLL 15976] Onorati, Marsilio, m.1654 Tesori dell’Anno Santo : ceremonie in aprire la Porta Santa, e sig- nificato di esse ; Magnificenza delle quattro basiliche, che si visita- no ; Racconto di diuersi successi auuenuti in detto tempo. Hos- pitalita fatte a’pellegrini l’Anno Santo 1625, da Urbano Ottauo ... 284 A rquitectura y ciudad. M em oria e im prenta 8º Otros Libros:CAPITULO 8 13/01/10 13:28 Página 284 In Roma : appresso Francesco Caualli, 1649. Procedencia: Biblioteca del Colegio Imperial de la Compañía de Jesús (Madrid) [BH FLL 15992] Palladio, Andrea, 1508-1580 L’Antichita dell’alma citta di Roma … In Roma : appresso Guglielmo Facciotto, 1606. Procedencia: Biblioteca del Colegio Imperial de la Compañía de Jesús (Madrid) [BH FLL 3412(1)] Palladio, Andrea, 1508-1580 Antiquitates almae urbis Romae. Romae, ex Typographia Camerae Apostolicae, 1618. [BH FLL 33719] Palladio, Andrea, 1508-1580 Le antichitá dell’alma cittá di Roma. In Roma : per Andrea Fei : ad instanza degli heredi di Mauritio Bona, 1650. Procedencia: Biblioteca del Colegio Mayor de San Ildefonso (Alca- lá de Henares) [BH FOA 318(2)] Palladio, Andrea, 1508-1580 Antiguedades de la ciudad de Roma sacradas [sic], y re- copiladas breuemente de todos los auctores antiguos y modernos. En Roma : por el Mascardi, ad instancia de Ioseph Quintaualle ..., 1678. [BH FLL 20234] Palomino de Castro y Velasco, Antonio Las ciudades, iglesias y conventos en España, donde ay obras de los pintores y estatuarios ... españoles, puestos en orden alfabético ... Londres : Impresso por Henrique Woodfall, 1746. Procedencia: Biblioteca de la Escuela Superior de Pintura, Escultu- ra y Grabado (Madrid) [BH FOA 2204] Panciroli, Guido, 1523-1599 Nova reperta sive Rerum memorabilium recens inventarum [et] veteribus incognitarum … Ambergae : typis Michaëlis Forsteri, 1612. Procedencia: Biblioteca del Colegio Imperial de la Compañía de Jesús (Madrid) [BH FLL 19602] Panciroli, Guido, 1523-1599 Raccolta breue d’alcune cose piu segnalate c’hebbero gli anti- chi, e d’alcune altre trouate da moderni … In Venetia : presso Bernardo Giunti, Gio. Battista Ciotti, & com- pagni, 1612. Procedencia: Biblioteca de Luis Simarro Lacambra [BH FOA 6091] Panciroli, Ottavio, 1554-1624 I tesori nascosti nell’alma Città di Roma. Roma : Appresso Luigi Zannetti, 1600. Procedencia: Biblioteca del Colegio Imperial de la Compañía de Jesús (Madrid) [BH FLL 11181] Panciroli, Ottavio, 1554-1624 Tesori nascosti dell’alma citta’ di Roma ... In Roma : per gli Heredi d’Alessandro Zannetti : ad instanza di Fabritio Dauid in Parione all’insegna del Popolo, 1625. [BH FLL 28630] Panvinio, Onofrio, 1530-1568 Onuphrii Panvinii... eremitae augustiniani Reipublicae Roma- nae commentariorum Libri tres ... Venetiis : ex officina Erasmiana : apud Vincentium Valgrisium ..., 1558. [BH FLL 10764] Panvinio, Onofrio, 1530-1568 Onuphrii Panuinii ... De praecipuis vrbis Romae sanctiori- busq[ue] basilicis, quas septem ecclesias uulgo uocant, Liber … Romae : apud haeredes Antonii Bladii impressores camerales, 1570. Procedencia: Biblioteca del Colegio Menor de la Compañía de Je- sús (Alcalá de Henares), Biblioteca Complutense (Alcalá de He- nares) [BH DER 2346] [BH FLL 16855] Piazza, Carlo Bartolomeo, 1632-1713 Santuario ouero Menologio romano perpetuo per la visita de- lle chiese, feste, indulgenze, ... In Roma : a spese di Felice Cesaretti, e del Tinassi, 1675. Procedencia: Ex libris de Álvarez [BH FLL 2620] Pientini, Angelo (O.P.) Le pie narrationi dell’opere piu memorabili fatte in Roma l’anno del Giubileo 1575 … In Viterbo : per Agostino Colaldo, 1577. [BH DER 1993] Pompa funeral : honras y exequias en la muerte de la Alta y Catolica Señora Doña Isabel de Borbon ... En Madrid : por Diego Díaz de la Carrera, 1645. [BH FLL Res.393] Ponz, Antonio, 1725-1792 Viage de España … Madrid : Joachin Ibarra : se hallará en la Librería de Esparza..., 1774-1794. Procedencia: Biblioteca de Francisco Guerra [BH FG 1879-1880] ; [BH FG 1884-1888] [BH FLL 34556-34572] ; [BH FLL 34588-34601] ; [BH FLL 34612- 4619] ; [BH FLL 34621-34626] ; [BH FLL 34938] ; [BH FLL 33800] ; [BH MED 11030-34] ; [BH MED 11037-41] ; [BH MED 11026] Ponz, Antonio, 1725-1792 Viage de España … Madrid : Por D. Joachin Ibarra, 1776-1788. Procedencia: Biblioteca de Francisco Guerra [BH FG 1872-1878] ; [BH FG 1881-1883] [BH FLL 33801] ; [BH FLL 34573-34575] ; [BH FLL 34577- 34580] ; [BH FLL 34585-34586] ; [BH FLL 34602-34609] ; [BH FLL 34611] ; [BH FLL 34620] ; [BH MED 11020-11029] O tr os li br os e n lo s fo nd os d e la B ib lio te ca H ist ór ic a de la U ni ve rs id ad C om pl ut en se d e M ad rid 28 5 8º Otros Libros:CAPITULO 8 13/01/10 13:28 Página 285 Ponz, Antonio, 1725-1792 Viage de España … Madrid : Por la Viuda de Ibarra, Hijos y Compañía, 1787-1793. Procedencia: Biblioteca de Francisco Guerra [BH FG 1871] [BH FLL 34581-34584] ; [BH FLL 34587] ; [BH FLL 34610] ; [BH FLL 35022] ; [BH FLL 33810] ; [BH MED 11035-11036] Ponz, Antonio, 1725-1792 Viage fuera de España ... Madrid : por D. Joachin Ibarra, 1785. Procedencia: Biblioteca de Francisco Guerra [BH FG 1889-1890] [BH FLL 35107-35108] ; [BH FLL 35109-35110] ; [BH FLL 35111-35112] ; [BH FLL 35114-35115] Ponz, Antonio, 1725-1792 Viage fuera de España ... Madrid : en la imprenta de la viuda de Ibarra, 1791. [BH FLL 35106] ; [BH FLL 35113] Prado, Jerónimo de Hieronymi Pradi et Ioannis Baptistae Villalpandi ... In Ezechielem explanationes et apparatus vrbis ac templi Hi- erosolymitani commentariis et imaginibus illustratus ... : [tomus primus-secundi pars prima] Romae : ex typographia Aloysij Zannetti : apud S. Marcum, 1596 (Carolus Vulliettus, typis Illefonsi Ciacconij, 1604). Procedencia: Biblioteca Saint-Antoine-l’Abbaye (Vienne) [BH DER 3136] Prosperi, Felix La gran defensa, nuevo methodo de fortificacion, ... Impressa en Mexico : por la Viuda de D. Joseph Bernardo de Hogal ..., 1744. Procedencia: Biblioteca de Francisco Guerra [BH FG 312] Quesada, Antonio de Diuersarum quaestionum iuris liber … Salmanticae : in aedibus Ioannis Baptistae a Terranoua, 1573. Procedencia: Biblioteca del Colegio Imperial de la Compañía de Jesús (Madrid) [BH FLL 12090] [BH DER 799] ; [BH DER 2718] ; [BH DER 2723] Relacion de las fiestas, que el real convento de San Augustin de la ciudad de Cordoba, a celebrado a la canoniçacion de Santo Thomas de Villanueba, … [Cordoba : s.n., ca. 1660]. [BH FLL 2597(5)] Relacion sencilla y fiel de las fiestas que el rey D. Felipe IIII ... dio a la Gloriosa Virgen Santa Teresa de Iesus, … En Madrid : por Iuan Gonçalez, 1627. Procedencia: Ex libris de Jacinto Muñoz ; Biblioteca Colegio Me- nor de Málaga (Alcalá de Henares) [BH FLL 25822(1)] Relacion sumaria de las festivas demonstraciones, con que el ... Tribunal de la Inquisiscion de esta ciudad de Sevilla celebro en el Real convento de San Pablo ... la beatificacion del inclyto martyr Pedro de Arbues, primero inquisidor del Reyno de Aragon ... En Sevilla : por Juan Gomez de Blas ..., [1664?]. [BH FLL 2597(9)] Relatione dell’apparato fatto dal popolo napolitano della Fes- tivita del Glorioso San Gio: Battista … In Napoli : appresso Gio: Giacomo Carlino ..., 1613. Procedencia: Biblioteca del Colegio Imperial de la Compañía de Jesús (Madrid) [BH FLL 23884] Ribero de Barros, Antonio Luis La jornada de Madrid ... En Madrid : [s.n.], 1672. [BH FLL 29505] Riera, Raphael, 1528-1582 Historia vtilissima et diletteuolissima delle cose memorabili passate nell’alma citta di Roma l’anno del gran giubileo M.D.LXXV. Gregorio XIII Sommo pontefice ... In Macerata : appresso Sebastiano Martellini, 1580. Procedencia: Biblioteca del Colegio Imperial de la Compañía de Jesús (Madrid) [BH FLL 14882] Ríos Hevia Cerón, Manuel de los Fiestas que hizo la ... ciudad de Valladolid, con poesias y ser- mones en la Beatificacion de la Santa Madre Teresa de Iesus ... En Valladolid : en casa de Francisco Abarca de Angulo, 1615. Procedencia: Biblioteca del Colegio Imperial de la Compañía de Jesús (Madrid) [BH FLL 9404] Roig i Salpí, Joan Gaspar, 1624-1691 Resumen historial de las grandezas y antiguedades de la Ciu- dad de Gerona ... En Barcelona : por Iacinto Andreu ... : vendense en casa de Io- seph Argemir ..., 1678. Procedencia: Biblioteca Complutense (Alcalá de Henares) [BH FLL 11354] Procedencia: Biblioteca de la Condesa de Campo Alange [BH FLL Res.1106(1)] Rojas Sarmiento, Juan de Illustris viri D. Ioannis de Roias Commentariorum in Astrolabi- um quod Planisphaerium vocant libri sex. Lutetiae : apud Vascosanum ..., 1551. Procedencia: Biblioteca de Francisco Guerra [BH FG 619] [BH FLL 21732] Rolevinck, Wernerius Fasciculus temporum … Auctoritates de vita et moribus phi- losophorum ex Laertio extractae … Hispali : Bartholomaeus Segura et Alphonsus de Portu, 1480. Procedencia: Biblioteca del Colegio Menor de la Madre de Dios (Alcalá de Henares) [BH INC I-21] Rolevinck, Wernerius Fasciculus temporum. [Venetiis] : Erhardus Ratdolt, 21 diciembre, 1481. Procedencia: Biblioteca del Colegio Menor de la Madre de Dios (Alcalá de Henares) [BH INC I-156(2)] 286 A rquitectura y ciudad. M em oria e im prenta 8º Otros Libros:CAPITULO 8 13/01/10 13:28 Página 286 Rolevinck, Wernerius Fasciculus temporum. Venetiis : Erhardus Ratdolt, 8 septiembre, 1485. Procedencia: Biblioteca del Colegio Menor de la Compañía de Je- sús (Alcalá de Henares), Biblioteca del Colegio Mayor de San Il- defonso (Alcalá de Henares) [BH INC I-142] Rosinus, Johannes, 1551-1626 Romanarum antiquitatum libri decem ... Basileae : ex officina haeredum Petri Pernae, 1583 (per Con- radum Waldkirch). [BH DER 2701] Rosinus, Johannes, 1551-1626 Antiquitatum romanarum corpus absolutissimum ... ; Roma- narum antiquitatum Electa ... Coloniae : sumptibus Bernardi Gualteri, 1619. [BH DER 3539] Rosinus, Johannes, 1551-1626 Antiquitatum Romanarum corpus absolutissimum … Geneuae : apud Petrum & Iacobum Chouët, 1632. [BH FLL 22766] Rosinus, Johannes, 1551-1626 Antiquitatum romanarum corpus absolutissimun … Genevae : apud Petrum & Iacobum Chouét, 1640. [BH FLL 22769] Rossetti, Orlando Corona de bombardieri … In Venetia : appresso Antonio Pinelli, 1620. Procedencia: Ex libris de William Godolphin [BH FLL 28296(2)] Rycke, Josse de, 1587-1627 Iusti RycquI De Capitolio Romano commentarius. In quo, illus- tria eius olim aedificia, sacra, & profana … Gandaui : apud Cornelium Marium, 1617. [BH FLL 22768] Rycke, Josse de, 1587-1627 Iusti RycquI De Capitolio Romano commentarius. In quo, illus- tria eius olim aedificia, sacra, & profana … Lugd. Batav. : Ex Officina Danielis, Abrahami & Adriani à Gaas- beeck, 1669. Procedencia: Ex libris de Alfredo Adolfo Camus [BH FLL 32757] Sallengre, Albertus Henricus de Nouus thesaurus antiquitatum romanarum ... Hagae Comitum : apud Henricum du Sauzet, 1716. Procedencia: Biblioteca Complutense (Alcalá de Henares) [BH FOA 405] [BH FOA 407] Sallengre, Albertus Henricus de Nouus thesaurus antiquitatum romanarum ... Tomus secun- dus ... Hagae Comitum : apud Henricum du Sauzet, 1718. Procedencia: Ex libris de Alfredo Adolfo Camus [BH FLL 27825] Procedencia: Biblioteca Complutense (Alcalá de Henares) [BH FOA 406] Sallengre, Albertus Henricus de Novus thesaurus antiquitatum romanorum Tomus tertius ... Hagae-Comitum : Apud Petrum Gosse, 1724. Procedencia: Ex libris de Alfredo Adolfo Camus [BH FLL 30037] Salmon, Thomas, 1679-1767 Lo stato presente di tutti i paesi … Volume XXII, … descrizio- ne degli altri stati del dominio ecclesiastico, cioe della campag- na di Roma, del patrimonio di S. Pietro, … In Venezia : nella stamperia di Giambatista Albrizzi q. Gir., 1759. Procedencia: Biblioteca del Colegio Mayor de San Ildefonso (Alca- lá de Henares) [BH DER 4399] [BH FLL 32558] Sambin, Hugues, 1520?-1601? Oeuure de la diversite des termes, dont on vse en archi- tecture. A Lyon : par Iean Durant, 1572 (imprimé ... par Iean Marcore- lle). Procedencia: Biblioteca del Colegio Imperial de la Compañía de Jesús (Madrid) [BH FLL 10050(2)] San Nicolás, Lorenzo de, 1593-1679 Arte y uso de arquitectura ... : primera parte. En Madrid : por Manuel Romàn, 1736. Procedencia: Biblioteca de Francisco Guerra [BH FG 812] San Nicolás, Lorenzo de, 1593-1679 Arte y uso de arquitectura : segunda parte ... En Madrid : por Manuel Romàn, 1736. Procedencia: Biblioteca de Francisco Guerra [BH FG 823] San Nicolás, Lorenzo de, 1593-1679 Arte y uso de arquitectura : … primera parte. En Madrid : por D. Placido Barco López, 1796. Procedencia: Biblioteca de Francisco Guerra [BH FG 826(1)] San Nicolás, Lorenzo de, 1593-1679 Arte y uso de arquitectura : segunda parte ... En Madrid : por D. Placido Barco López, 1796. Procedencia: Biblioteca de Francisco Guerra [BH FG 826(2)] Sansovino, Francesco L’edificio del corpo humano di M. Francesco Sandouino : nel quale breuemente se descriuono le qualita del corpo dello huomo & le potentie del l’anima... In Venetia : per Comin da Trino di Monferrato, 1550. Procedencia: Biblioteca del Real Colegio de Cirugía de San Carlos (Madrid) [BH MED 909] Sansovino, Francesco Origine e fatti delle famiglie illustri d’Italia … In Venetia : presso Combi, [et] La Noù, 1670. [BH FLL 37451] O tr os li br os e n lo s fo nd os d e la B ib lio te ca H ist ór ic a de la U ni ve rs id ad C om pl ut en se d e M ad rid 28 7 8º Otros Libros:CAPITULO 8 13/01/10 13:28 Página 287 Santa María, Luis de (Jer.) Octaua sagradamente culta, celebrada de orden del Rey ... en la ... festiva aclamacion, pompa sacra, celbre, religiosa, centena- rio del vnico milagro del del mundo San Lorenzo el Real del Escurial ... En Madrid : en la Imprenta Real, 1664. Procedencia: Biblioteca del Colegio Menor de Santa Catalina Mártir de los Verdes (Alcalá de Henares) [BH DER 11061] Sardi, Pietro Corona imperiale dell’Architettura militare … In Venetia : nella stamperia di Barezzo Barezzi : à spesse dell’Autore, 1618. [BH FLL 10569] Schedel, Hartmann, 1440-1514 Liber chronicarum. Norimbergae : Antonius Koberger, 12 julio, 1493. Procedencia: Biblioteca del Colegio Imperial de la Compañía de Jesús (Madrid) [BH INC FL-1] [BH INC FL-200] Schooten, Frans van, 1615-1660 Francisci à Schooten Principia matheseos universalis, seu In- troductio ad geometriae methodum Renati Des Cartes … Lugd. Batav. : ex Officinâ Elseviriorum, 1651. Procedencia: Ex libris del Comte de Brienne [BH FLL 21286(2)] Schott, Franz, 1548-1622 Itinerarii Italiae pars secunda [-tertia] Roma eiusque admiranda, … Vincentiae: apud Petrum Bertelium Bibliopolam Patauij, 1610. [BH FLL 10762] Serlio, Sebastiano, 1475-1554 Regole generali di architetura sopra le cinque maniere de gli edifici, cioe, thoscano, dorico, ionico, corinthio, et composito, con gli essempi dell’antiquita, che, per la magior parte concor- dano con la dottrina di Vitruuio. In Venetia : per Francesco Marcolini da Forli, 1537. Procedencia: Biblioteca Complutense (Alcalá de Henares) [BH FLL 26963] Serlio, Sebastiano, 1475-1554 Il primo [-secondo] libro d’Architettura, di Sabastiano Serlio, Bo- lognese. Le premier [-second] liure d’architecture de Sebastian Serlio, bolognois, mis en langue francoyse par Iehan Martin ... A Paris : de l’Imprimerie de Iehan Barbé, 1545. Procedencia: Biblioteca del Colegio Mayor de San Ildefonso (Alcalá de Henares), Ex libris de Santiago de la Peña [BH DER 1232] Serlio, Sebastiano, 1475-1554 Il primo [-secondo] libro d’Architettura di M. Sabastiano Serlio ... In Vinetia : per Cornelio de Nicolini da Sabbio : a instantia de Marchio Sessa, [ca. 1551]. Procedencia: Biblioteca Complutense (Alcalá de Henares), Biblio- teca del Colegio Menor de la Compañía de Jesús (Alcalá de He- nares) [BH DER 1231(1)] Serlio, Sebastiano, 1475-1554 Il terzo libro di Sabastiano Serlio ... nelqual si figurano e descriuono le antiquita di Roma e le altre che sono in Italia e fuori d’Italia ... In Venetia : per Pietro de Nicolini da Sabbio : ad instantia de Marchione Sessa, 1551. Procedencia: Biblioteca Complutense (Alcalá de Henares), Biblio- teca del Colegio Menor de la Compañía de Jesús (Alcalá de He- nares) [BH DER 1231(2)] Serlio, Sebastiano, 1475-1554 Regole generali di Architettura di Sabastiano Serlio ... sopra le cinque maniere de gliedifici [sic] ... In Venetia : per Pietro de Nicolini da Sabbio : ad instantia di Marchione Sessa, 1551. Procedencia: Biblioteca Complutense (Alcalá de Henares), Biblio- teca del Colegio Menor de la Compañía de Jesús (Alcalá de He- nares) [BH DER 1231(3)] Serlio, Sebastiano, 1475-1554 Quinto libro d’Architettura di Sabastiano Serlio ... nel quale si tratta di diuerse forme de tempii sacri secondo il costume ch- ristiano [et] al modo antico ... In Venetia : per Pietro de Nicolini da Sabbio : ad instantia de Marchione Sessa, 1551. Procedencia: Biblioteca Complutense (Alcalá de Henares), Biblio- teca del Colegio Menor de la Compañía de Jesús (Alcalá de He- nares) [BH DER 1231(4)] Serlio, Sebastiano, 1475-1554 Libro primo [-quinto] d’Architettura di Sebastiano Serlio ... In Venetia : appresso Francesco Senese [et] Zuane Krugher ..., 1566. [BH DER 1580(1)] Serlio, Sebastiano, 1475-1554 Libro estraordinario di Sebastiano Serlio bolognese. In Venetia : appresso Francesco Senese [et] Zuane Kruger ..., 1566. [BH DER 1580(2)] Serlio, Sebastiano, 1475-1554 Tercero y quarto libro de architectura … en los cuales se tra- ta de las maneras de como se pueden adornar los edificios … Impresso en Toledo : en casa de Iuan de Ayala : a costa de Mi- guel Rodriguez [librero], 1573. Procedencia: Biblioteca de Francisco Guerra [BH FG 827] Sirigatti, Lorenzo La pratica di prospettiva del cavaliere Lorenzo Sirigatti ... In Venetia : per Girolamo Franceschi sanese libraio in Firenze, 1596. [BH FLL 26953] Soliani Raschini, Antonio Trattato di fortificazione moderna pe’ giovani militari italiani ... In Venezia : presso Luigi Pavini, 1748. Procedencia: Biblioteca de Francisco Guerra [BH FG 294] Stewechius, Godescalcus, 1551-1586 God. Stewechii Commentarius, ad Flavi Vegeti Renati Libros, De re militari … 288 A rquitectura y ciudad. M em oria e im prenta 8º Otros Libros:CAPITULO 8 13/01/10 13:28 Página 288 Vesaliae : apud Andream ab Hoogenhuysen, 1670. Procedencia: Biblioteca Complutense (Alcalá de Henares) [BH FLL 8898] Tartaglia, Niccolò, ca. 1500-1557 La noua scientia de Nicolo Tartaglia : con una gionta al terzo libro. In Venegia : [s. n.], 1558. [BH FLL 20598(1)] Tartaglia, Niccolò, ca. 1500-1557 Regola generale di soleuare ogni fondata naue & nauilii con ragione. In Vinegia : per Curtio Troiano de i Nauo, 1562. [BH FLL 20598(3)] Tartaglia, Niccolò, ca. 1500-1557 Quesiti et inuentioni diuerse, … In Vinegia : per Curtio Troiano dei Nauò, 1562. Procedencia: Biblioteca de Francisco Guerra [BH FG 287(2)] Tartaglia, Niccolò, ca. 1500-1557 La noua scientia di Nicolò Tartaglia … In Venegia : appresso Camillo Castelli, 1583. Procedencia: Biblioteca de Francisco Guerra [BH FG 287(1)] Torija, Juan de Ordenanzas de la villa de Madrid y policìa de ella ... En Madrid : en la imprenta y librería de Joseph Garcia Lanza, Plazuela del Angel ..., [1754]. [BH FLL 19624] Ufano, Diego, m. 1613 Artillerie, c’est a dire Vraye instruction de l’artillerie et de tou- tes ses appartenances … A Zutphen : chez Andre d’Aelst, 1621. Procedencia: Biblioteca del Colegio Imperial de la Compañía de Jesús (Madrid) [BH FLL 21963] Ugoni, Signore Discorso del magnifico signore Vgoni... della dignità & eccellen- za della gran città di Venetia … In Venetia : appresso Pietro da Fine, 1562. Procedencia: Biblioteca del Colegio Menor de la Madre de Dios (Alcalá de Henares), Biblioteca del Colegio Menor de la Concep- ción (Alcalá de Henares), Biblioteca del Real Colegio de Cirugía de San Carlos (Madrid) [BH MED 94(4)] Vasari, Giorgio, 1511-1574 Le vite de’ piu eccellenti pittori, scultori et architetti … parte prima, e seconda. In Bologna : presso gli heredi di Euangelista Dozza, 1647. [BH FLL 9324] Vasari, Giorgio, 1511-1574 Delle vite de più eccellenti pittori, scultori et architetti … par- te terza, secondo volume. In Bologna : per gli eredi del Dozza, 1647. [BH FLL 9325] Vasi, Mariano, 1744-1820 Itinerario istruttivo di Roma o sia Descrizione generale … In Roma : per Luigi Perego Salvioni Stampator Vaticano, 1794. [BH FLL 11808] Vauban, Sébastien Le Prestre, Chevalier, Mis de (Maréchal de France) Traité de l’attaque et de la défense des places ... A la Haye : chez Pierre de Hondt, 1742. Procedencia: Ex libris de Friedrich Ludwig Benz [BH DER 7260] Vegetius Renatus, Flavius Flavii Vegetii Renati ... de re Militari. Sexti Iulij Frontini ... de stra- tegematis. Aeliani De instruedis aciebus. Modesti de uocabulis rei militaris ... Excusum Coloniae : apud Ioannem Soterem ... : impensis ... Godefridi Hittorpij ..., [ca.1524]. Procedencia: Biblioteca del Colegio Imperial de la Compañía de Jesús (Madrid) [BH FLL 15517] Vegetius Renatus, Flavius Vegetii Renati Artis veterinariae siue Mulo medicinae libri qua- tuor, … Basileae : pexcudebat Ioannes Faber..., 1528. Procedencia: Ex libris de Bonnier de la Mosson, Ex libris de Mar- cos Viñals y Rubio, Ex libris de Francisco Viñals y Torrero [BH MED 1856] Procedencia: Biblioteca de Francisco Guerra [BH FG 126] Vegetius Renatus, Flavius Fl. Vegetii Renati viri illustris De re militari libri quatuor ... Lutetiae : apud Christianum Wechelum, sub scuto Basilensi, 1532. Procedencia: Biblioteca de Francisco Guerra [BH FG 301] Vegetius Renatus, Flavius Flauii Vegetii Renati ... De re militari. Sexti Iulii Frontini ... De strategematis. Aeliani De instruendis aciebus. Modesti De uo- cabulis rei militaris ... Coloniae : ex officina Eucharij Ceruicor, 1532. [BH DER 2340] Vegetius Renatus, Flavius Vegetio De l’arte militare ne la commune lingua … [Stampato in Vinegia : per Comin de Tridino de Monferrato, 1540]. [BH FLL 28603(2)] Vegetius Renatus, Flavius V. Inl. Fl. Vegetii Renati Comitis ... De Re Militari Libri. Accedunt Frontini Strategematibus eiusdem auctoris alia opuscula … [Lugduni Batauorum] : Ex Officina Plantiniana Raphelengij, 1607. [BH FLL 21334] Vegetius Renatus, Flavius Viri illustris Flauii Vegetii Renati, et Sex. Julii Frontini viri consu- laris, De re militari opera … Lugduni Batavorum : ex officina Joannis Maire, 1633. Procedencia: Biblioteca de Francisco Guerra [BH FG 320] O tr os li br os e n lo s fo nd os d e la B ib lio te ca H ist ór ic a de la U ni ve rs id ad C om pl ut en se d e M ad rid 28 9 8º Otros Libros:CAPITULO 8 13/01/10 13:28 Página 289 Vegetius Renatus, Flavius Instituciones militares de Fl. Vegecio Renato ; traducidas del la- tin al castellano por D. Jaime de Viana ... Madrid : impreso en casa de Juaquin Ibarra ..., 1764. Procedencia: Biblioteca de Francisco Guerra ; Ex libris Juan de Dios Zambrano [BH FG 318] [BH FLL 9948] Velazquez de Acevedo, Juan El fenix de Minerua, y arte de memoria ... En Madrid : por Iuan Gonçalez, 1626. Procedencia: Biblioteca de Francisco Guerra, Convento de San An- tonio del Prado (Madrid) [BH FG 1784] [BH DER 12324] ; [BH FLL Res.573] ; [BH FLL Res.570] ; [BH FLL 26223] Viète, François Francisci Vietae Opera mathematica in vnum volumen con- gesta ac recognita, … Lugduni Batavorum : ex Officina Bonaventurae & Abrahami El- zeviriorum, 1646. Procedencia: Ex libris del Conde de Plasencia [BH FLL 12237] [BH FOA 2695] Vignola, 1507-1573 Regola delli cinque ordini d’Archittettura … [Roma? : s. n., 16-?]. [BH FLL 9809] Vignola, 1507-1573 Regola delli cinque ordini d’Archittettura … [Roma] : si vendono in Piazza Nauonna nella stamparia di Matteo Gregorio Rossi..., [16-?]. Procedencia: Biblioteca de Juan Francisco Camacho [BH FLL 26780] Vignola, 1507-1573 Regles des cinq ordres d’architecture … A Paris : chez Nicolas Bonnart, [1665]. [BH FLL 9569] Vignola, 1507-1573 Reglas de los cinco ordenes de arquitectura … Madrid : en la imprenta de Manuel Gonzalez, 1792. Procedencia: Biblioteca de Francisco Guerra [BH FG 816] Vignola, 1507-1573 Reglas de los cinco ordenes de arquitectura … Madrid : imprenta de Frossart, y comp., 1843. Procedencia: Biblioteca de Francisco Guerra [BH FG 815] [Vignola, 1507-1573] Aviler, Charles Augustin d’, 1653-1700 Cours d’architecture qui comprend les Ordres de Vignole … par A.C. Daviler ... A Amsterdam : chez George Gallet, 1694. [BH FLL 11686(1)] [Vignola, 1507-1573] Aviler, Charles Augustin d’, 1653-1700 Cours d’architecture qui comprend les Ordres de Vignole ... par A.C. Daviler ... A La Haye : chez Pierre Gosse & Jean Neaulme, 1730. Procedencia: Biblioteca de Juan Francisco Camacho [BH DER 11301] [Vignola, 1507-1573] Aviler, Charles Augustin d’, 1653-1700  Cours d’architecture qui comprend les ordres de Vignole ... par le Sieur C.A. d’Aviler … A Paris : chez Pierre-Jean Mariette ..., 1750. [BH FLL 26475]     Ville, Antoine de, 1596-1656 De la charge des gouverneurs des places … A Amsterdam : chez Abraham Wolfgang, 1674. [BH DER 10444] Viola Zanini, Giuseppe, m. 1631 Della architettura ... In Padova : appresso Francesco Bolzetta, 1629. Procedencia: Biblioteca del Colegio Imperial de la Compañía de Jesús (Madrid) [BH FLL 12106] Vitruvius Pollio M. Vitruuii ... De architectura libri decem, ad Augustum Caesarem … Argentorati : in officina Knoblochiana per Gergium Machaero- pioeum, 1543. Procedencia: Ex libris de Miguel de Vegarael y de Pedro Go- mez de Requena [BH FLL 27129] Vitruvius Pollio Gulielmi Philandri ... In decem libros M. Vitruuii Pollionis de Ar- chitectura annotationes ... Impressum Romae : apud Io. Andream Dossena Taurinen[sis], 1544. Procedencia: Ex-libris de J. Mansfelt [BHI BH FLL 10367] Procedencia: Biblioteca Complutense (Alcalá de Henares), Biblio- teca del Colegio Menor de la Compañía de Jesús (Alcalá de He- nares) [BH DER 1011] Vitruvius Pollio M. Vitruuii Pollionis De Architectura libri decem ad Caesarem Augustum … Lugduni : apud Ioan. Tornaesium, 1552. [BH DER 1501] Vitruvius Pollio M. Vitruuiis Pollionis De Architectura libri decem cum com- mentariis Danielis Barbari ... Venetiis : apud Franciscum Franciscium senensem [et] Ioan. Crugher germanum,1567. Procedencia: Biblioteca Complutense (Alcalá de Henares) [BH FLL 10018] 290 A rquitectura y ciudad. M em oria e im prenta 8º Otros Libros:CAPITULO 8 13/01/10 13:28 Página 290 Vitruvius Pollio I Dieci libri dell’Architettura di M. Vitruvio, tradotti et com- mentati da Monsig. Daniel Barbaro. In Venetia : appresso Francesco de’Franceschi Senese, 1584. Procedencia: Biblioteca del Colegio Imperial de la Compañía de Jesús (Madrid) [BH FLL 22989] Vitruvius Pollio M. Vitruvii Pollionis De architectura libri decem, ad Caes. Au- gustum … Lugd. : apud Ioan. Tornaesium ..., 1586. [BH FLL 10217] Vitruvius Pollio Les dix livres d’architecture de Vitruve … Seconde edition re- vue, corrigé, [et] augmentée par M. Perrault. A Paris : Chez Jean Baptiste Coignard, Imprimeur ..., 1684. Procedencia: Biblioteca Complutense (Alcalá de Henares) [BH FOA 15] Vitruvius Pollio Compendio de los diez libros de arquitectura de Vitruvio es- crito en francés por Claudio Perrault ... ; traducido al castella- no por Don Joseph Castañeda ... En Madrid : en la Imprenta de D. Gabriel Ramirez ..., 1761. [BH FLL 20554] Vitruvius Pollio Los diez libros de arquitectura de M. Vitruvio Polion. Traduci- dos del latín y comentados por Don Joseph Ortiz y Sanz, presbítero. En Madrid : en la Imprenta Real, 1787. [BH FOA 1746] Ximénez, Andrés, (Jer.) Descripcion del Real Monasterio de San Lorenzo del Escorial … En Madrid : en la Imprenta de Antonio Marin, 1764. Procedencia: Biblioteca de Francisco Guerra [BH FG 825] [BH DER 15121] Zonta, Camillo Capitan d’artegliaria … In Venetia : appresso Gio. Antonio Giuliani, 1640. Procedencia: Ex libris de William Godolphin [BH FLL 28296(3)] O tr os li br os e n lo s fo nd os d e la B ib lio te ca H ist ór ic a de la U ni ve rs id ad C om pl ut en se d e M ad rid 29 1 8º Otros Libros:CAPITULO 8 13/01/10 13:28 Página 291 ACCAME LANZILLOTTA, M.: Contributi sui Mirabilia Urbis Ro- mae. Génova, Università di Genova, 1996. ACCAME LANZILLOTTA, M.; DELL’ORO, E.: I “Mirabilia Urbis Romae”. Tívoli, Tored, 2004. ACKERMANN, J. S.: La arquitectura de Miguel Ángel. Madrid, Celeste, 1997. ALBERTI, L.: Descrittione di tutta Italia di F.Leandro Alberti Bo- lognese. Aggiuntavi la Descrittione di tutte l’isole. Ripro- duz. anastatica dell’ediz. di Venezia, Lodovico degli Avan- zi, 1568. Con apparato critico. 3. vols., Bergamo, Leading Ediz, 2003. ALBERTI, L. B.: De Re Aedificatoria. Prólogo de Javier Rivera. Traducción de Javier Fresnillo Núñez. Madrid, Akal, 1991. ALLO MANERO, M. A.: Exequias de la Casa de Austria en Es- paña, Italia e Hispanoamérica. 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