5-538 X. MARTINEZ·DELCLOS VISHNYAKOVA, B. H. (1968): Blattodea. In B. B. Rohden­ dorf ed. lurskie Nasekomye Karatau, pp. 55-86, Moscú, Ayademii Nauk. VISHNVAKOVA, B. H. (1982): Jurassic cockroaches of the new family Blattulidae from Siberia. Paleont. J. 1, pp. 67-77. VISHNVAKOVA, B. H. (1983): Jurassic cockroaches of the Mesob/attinidae family from Siberia. Paleont. J. 2, pp. 76-90. VISHNVAKOVA, B. H. (1985): Blattodea. In A. P. Rasnitsyn 74 ed., lurskie Nasekomye Siberi i Mongolii. 211, pp. 138-146, Moscú, Akademii Nauk. VISHNVAKOVA, B. H. (1986): Blattida (=Blattodea). In L. P. Tatarinov ed., lnsects in the Early Cretaceous Eco­ systems of the West Mongolia. Trans. 28, pp. 166-169, Moscú, Akademii Nauk. ~HALLEV, P. E. S. y JARZEMBOWSKI, E. A. (1985): Fossi/ 1nsect~ from the Lithographic limestone of Montsech (late Jur:ass1c-early Cretaceous), Lérida Province, Spain. Bull. Brit. Mus. Nat. Hist. (Geology), 38(5), pp. 381-412. Original recibido: Diciembre de 1992. Original aceptado: Junio de 1993. - "" Boletín Geológico y Minero. Vol. 104-5. Año 1993 (539-545) GEOLOGIA Aspectos Paleoecológicos de una comunidad de Calyx del Ordovícico de los Montes de Toledo (España). Discusión. En un reciente artículo publicado en el vol. 103, núm. 3 de esta revista, GIL CID y BERNAL (1992) presentan una reconstrucción paleoecológica de las asociaciones fósiles del Dobrotivá (Llan­ deilo) inferior en una sección situada en el sinclinal .de Navas de Estena, entre esta lo­ calidad y Retuerta del Bullaque (Ciudad Real). Como estudioso del área desde hace más de diez años. y autor junto con l. RABANO y otros, de más de una docena de trabajos sobre su geo­ logía y paleontología, considero que el mencio­ nado artículo contiene inc.oncreciones, errores y alusiones equívocas, que desvirtúan el cono­ cimiento geológico y paleontológico del área, por lo que estimo imprescindible aportar la presen­ te discusión, dentro de la mayor objetividad po­ sible. OBSERVACIONES A LA UBICACION GEOGRAFICA Y GEOLOGICA En primer lugar, no existe una ubicación geo­ gráfica ni '.1estratigráfica precisa de los niveles estudiados, refiriéndose a •Un perfil de unos 15-18 metros de materiales fundamentalmente pizarrosos (. .. ) que se corresponderían con los niveles intermedios de la sección general dada por SAN JOSE LANCHA et al. (1974) para el Ordovícico medio», localizados «entre Retuerta del Bullaque y Navas de Estena ( ... ) sección NE-C» (pp. 467, 468 y 471). Tales inconcreciones hacen ya de por sí difícilmente refutables los contenidos del artículo, si no fuera por los res- ( *] UEI Paleontología, Instituto de Geología Económica (CSIC-UCM). Facultad de Ciencias Geológicas, 28040 Madrid. 75 Por J. C. GUTIERREZ MARCO(*) tantes errores o porque, entre los fósiles ilus­ trados o citados, se advierten diversos géneros (Codiacystis, Trocholites, Lophospira, Pygmaeo­ conus: lám. 1, fig. 2; lám. 2, fig. 2; cuadro 1) que según nuestros propios trabajos, se encuen­ tran restringidos a un tramo muy concreto de la Formación Pizarras de Navas de Estena. Este es equiparable al punto NE-VllC de GUTIERREZ MARCO et al. (1984b), cuya situación geográfica coincide plenamente con la localidad citada por GIL y BERNAL (op. cit.). Es de destacar que en la introducción del trabajo tampoco se citan los antecedentes concretos del mismo, limitándose a reconocer (p. 467) que la zona «ha sido estu­ diada por diferentes autores y abarcando aspec­ tos diversos• .. En cuanto a otros datos auxiliares para la ubi­ cación del área estudiada, representados en las ilustraciones del texto, su fig. 1 es un mapa de España con un recuadro amplio (50 X 20 Km aprox.) que enmarca el término de Retuerta de Bullaque desde su borde occidental hacia el este, dejando fuera todos los afloramientos posibles del tramo estratigráfico en cuestión. La proce­ dencia del mapa base tampoco se indica, exis­ tiendo razones para pensar que se trata de una adaptación desvirtuada de GUTIERREZ MARCO (1986, fig. 1). Dicha figura fue utilizada también en otras publicaciones (RABANO, 1989a: fig. 1; BABIN y GUTIERREZ MARCO, 1991a: fig. 1J. con­ servándose en la copia de GIL y BERNAL (op. cit.) incluso la prolongación de la flecha blanca vertical que en las tres versiones precedentes marcaba el conjunto de los yacimientos 23, 8 y 11, respectivamente, en el sector occidental del sinclinal de Navas de Estena. Por otra parte, la figura 2 del artículo en cues- 5- 540 J. C. GUTIERREZ MARCO tión [«Serie estratigráfica de Navas de Este­ na (Toledo), según SAN JOSE LANCHA et al. (1974)»] no procede del trabajo mencionado, y ni siquiera se refiere a esta localidad. En realidad, la ilustración está tomada del trabajo de CHAU­ VEL y MELENDEZ (1978, fig. 3: con datos de MARTIN ESCORZA, 1977), y corresponde a una columna estratigráfica ubicada al sur de Ventas con Peña Aguilera (Toledo), en un contexto geo­ gráfico, estratigráfico (tercio inferior de la Fm. Navas de Estena) y estructural diferente (sin­ clinal Algodor-Milagro = Los Yébenes auct.J. Pese al avance de los conocimientos geológicos habidos desde entonces, no se justifica que di­ cha figura se utilice en 1992 prácticamente sin variaciones (sustitución de nombres taxonómi­ cos por unos símbolos que tampoco aparecen explicados), con una terminología crono- y lito­ estratigráfica obsoleta, y además para referirse a un área distinta de la original. REVISION TAXONOMICA Como paso previo a cualquier estudio paleo­ ecológico, debe acreditarse un nivel de conoci­ mientos adecuado sobre los taxones que inter­ vienen en una asociación determinada, necesa­ rio tanto para estimar la biodiversidad de las entidades conservadas, como para evaluar los elementos que no han dejado vestigios pero que debían intervenir en las cadenas tróficas. Con respecto a la asociación que nos ocupa (base de la Biozona Tournemini en el sinclinal de Navas de Estena), se han publicado estudios sobre los trilobites (RABANO y GUTIERREZ MARCO, 1983; RABANO, 1989a-d), equinodernos (CHAUVEL y MELENDEZ, 1978; GUTIERREZ MAR­ CO et al., 1984b), moluscos bivalvos (BABIN y GUTIERREZ MARCO, 1991a-b), monoplacóforos (GUTIERREZ MARCO y MARTIN SANCHEZ, 1983) y cefalópodos (BABIN y GUTIERREZ MARCO, 1992), estando en curso otros trabajos sobre cistideos, hyolítidos, gasterópodos, rostrocon­ chas, braquiópodos y conuláridos. Además de ello, un listado general de todos los fósiles iden­ tificados, tanto en este tramo como en sus equivalentes desde el punto de vista bioestrati­ gráfico (Sub-biozona Macrophtalma-Toledana), fue anticipado por GUTIERREZ MARCO et al. (1984a). GIL y BERNAL (op. cit., cuadro 1 de la p. 475) relacionan todos los taxones reconocidos por 76 ellos en la asociación estudiada, sobre los que han basado su reconstrucción paleoecológica. Esta lista registra, entre otras deficiencias: - La presencia de Palaeura hispanica (P. neg/ec­ ta hispanica SMITH: Echinodermata, Ophiu­ roidea) y Babinka prima BARRANDE (Bivalvia, Actinodontoida) en niveles inusualmente ele­ vados de la columna estratigráfica: los estu­ dios precedentes (GUTIERREZ MARCO et al., 1984b y BABIN y GUTIERREZ MARCO, 1991, respectivamente) han mostrado en ambos ca­ sos que son formas exclusivas de la época Oretana inferior en la zona Centroibérica. - Entre los cistideos, «Codiacystis cf. gigas,. no es una especie del género, debiendo tratarse de una confusión con C. cf. bohemica (BA­ RRANDE) o C. moneta occidentalis CHAUVEL y MELENDEZ según comprobamos en la lám. 1, figs. 2 y 4 de GIL y BERNAL (op. cit.). Tampoco se alude a la mayor diversidad apa­ rente de diploporitos que citan GUTIERREZ MARCO et al. (1984b) para los mismos nive­ les, omitiéndose además la presencia de pla­ cas columnares de pelmatozoos (Pentagono­ pentagonopa sp. 2) frecuentes en el yaci­ miento. - La relación de moluscos muestra, aparte de un evidente desorden (intercalación de un rostroconcha entre los bivalvos y de un mo­ noplacóforo entre los cefalópodos), presen­ cia de sinónimos de una misma especie repu­ tados como fósiles distintos [la prioridad de Glyptarca? lusitanica (SHARPE) sobre G.? naranjoana (VERNEUIL y BARRANDE) fue con­ venientemente aclarada por BABIN y GUTIE­ RREZ MARCO (1991a)], erratas («Pygmae­ conus•) y destacadas ausencias, como por ejemplo Praenucula costae (SHARPE), Cado­ mia britannica (BABIN), o un hypselocónido diferente de Pygmaeoconus, citados por BA­ BIN y GUTIERREZ MARCO (1991a-b) y GU­ TIERREZ MARCO y MARTIN SANCHEZ (1983) en los mismos niveles. - La lista de trilobites es mucho más parca que la obtenida por RABANO (1989a): a las tres especies listadas por GIL y BERNAL (op. cit.) deben añadirse Eccoptochile a/madenensis ROMANO, Selenope/tis macrophtalma (KLOU­ CEK), lsabelinia g/abrata (SALTEA), Eodalma­ nitina macrophtalma (BRONGNIART), Saltero­ coryphe sa/teri (ROUAULT) y Co/pocoryphe ASPECTOS PALEOECOLOGICOS DE UNA COMUNIDAD DE CALYX DEL ORDOVICICO ... DISCUSION 5-541 rouaulti HENRY, si bien salvo la última es­ pecie mencionada, todas las demás identifi­ caciones proceden de un número reducido de ejemplares. Respecto a otros trilobites, la tabla recoge la cita de «Asaphus sp.», jun­ to con las menciones en el texto de «/llaenus» y Nobiliasaphus (op. cit., pp. 470 y 475). Los dos primeros géneros son de «cuño báltico" y no han sido descritos nunca en el SO de Europa, mientras que el tercero podría cons­ tituir una novedad para este yacimiento, pero insuficientemente at,1tentificada (sin descrip­ ción ni figura). - El resto de la asociación fosilífera incluye otras dos especies (un braquiópodo y un icnofósil) que no hemos logrado identificar nunca en estos niveles. Según nuestras ob­ servaciones, 1 os braquiópodos articulados son muy escasos y suelen corresponder a ejemplares juveniles de Heterorthina morga­ tensis MELOU, por otra parte fáciles de con­ fundir con la especie Heterorthina kerfornei MELOU, más moderna estratigráficamente. Otros fósiles reconocidos por nosotros en estos horizontes, y no mencionados por los autores del artículo, son Schizocrania (bra­ quiópodo inarticulado, eri estudio), Paleschara (briozoo incrustante que coloniza el 20 por 100 de las conchas de Tarphycerida), conulá­ ridos no identificados y raros graptolitos (ree­ laborados en nódulos). Los icnofósiles pre­ sentes son diversas señales de bioerosión y rastros horizontales internos (redes apre­ tadas, tubos ramificados de pequeño diáme­ tro, galerías simples, etc.). Además del cuadro 1, GIL y BERNAL (op cit.) aportan dos láminas fotográficas donde figuran algunos dé los fósiles objeto del estudio paleo­ ecológico. Sobre ellos exponemos las observa­ ciones siguientes: - El primer ejemplar ilustrado (lám. 1, fig. 1) aparece determinado como «Ca/yx segaui (G. y H. TERMIER, 1950. Polo oral. MT 035,, (sic). Se trata del fragmento de la región aboral (no oral) de una teca piriforme (molde in­ terno), cuya parte superior conserva contor­ nos de placas dispuestas en ciclos, con al­ ternancia de Principales e Intercalares de distintos órdenes; mientras que del extremo aboral parten dos surcos (crestas internas) semejantes a los observados en otras espe- 77 cies distintas de Calix. Los caracteres del ejemplar no se aproximan en ningún modo a los de la especie C. segaudi con la que se ha pretendido relacionar, ya que entre otros, la teca de esta última es mucho más alargada (incluso su morfotipo C), con un polo aboral estrecho y de aspecto anillado, por la suce­ sión de hasta 20 ciclos de placas tuberculí­ feras muy patentes incluso en sección (ver diagnosis enmendada y rango de variabilidad de la especie de CHAUVEL, 1966, 1978). Por ello, parece más razonable considerar al ejem­ plar figurado en nomenclatura abierta (Ca/ix? sp.), ya que en principio sólo guarda seme­ janza con Calix? sp. C. de CHAUVEL y ME­ LENDEZ (en GUTIERREZ MARCO et al., 1984b: fig. 5c en el texto; lám. 2, fig. 8) si atende­ mos a la forma y disposición de las placas en la región aboral. Respecto a la sigla y nú­ mero de catálogo asignado por los autores a este ejemplar (MT 035), debe ser modificado por estar ocupado previamente por un ejem­ plar de C. inornatus MELENDEZ, colectado por D. GIL CID en Ventas con Peña Aguilera, que fue publicado por CHAUVEL y MELENDEZ (1978, p. 79) y se encuentra depositado en la colección de equinodermos ordovícicos del Departamento de Paleontología (Univ. Com­ plutense, Madrid). - Otro fragmento aboral de teca identificado por GIL y BERNAL (op. cit.: lám. 1, fig. 3) como «Calyx sp.» consiste en un molde ex­ terno natural en el que destacan ciclos de placas principales muy convexas y no tuber­ culíferas, con algunas intercalares transver­ sas y dispuestas irregularmente. El ejemplar es indeterminable a nivel genérico, si bien los caracteres mencionados le aproximan al «Género T2 » descrito por CHAUVEL y ME­ LENDEZ (1978, p. 82, fig. 8 en el texto), igual­ mente con material recogido por M. D. GIL CID. Como en el caso anterior, su número de catálogo (MT 069) estaba ocupado con an­ telación por otro ejemplar, en este caso Calix rouaulti CHAUVEL, procedente de una loca­ lidad distinta (cf. CHAUVEL y MELENDEZ en GUTIERREZ MARCO et al., 1984b, p. 433). Los ejemplares representados en la lám. 1, figs. 2 y 4, e identificados como Codiacystis moneta occidentalis CHAUVEL y MELENDEZ, consisten en dos regiones aborales, cuyas 6 5- 542 J. C. GUTIERREZ MARCO fotografías aparecen invertidas con relación al observador y a los ejemplares anteriores. El ejemplar MT 096 está bien determinado, aunque su número corresponde en la colec­ ción al ofiuroideo Palaeura neglecta hispanica SMITH (et. CHAUVEL y MELENDEZ, 1978, p. 83, lám. 2, fig. 9, determinado como ?Urosoma sp.). Por el contrario, el ejemplar MT 099 (número ocupado por Mitrocystel/a incipiens miloni CHAUVEL: et. GUTIERREZ MARCO y MELENDEZ, 1987, p. 44 y lám. 1, fig. 6) repre­ senta un molde interno del suelo aboral, aparentemente cónico, con una amplia cavi­ dad central. Estos caracteres lo aproximan más a la especie Codiacystis bohemica (BA­ RRANDE), conocida en el Caradoc de Bohe­ mia, Libia y Alpes Cárnicos (CHAUVEL, 1941; PROKOP, 1964, 1973). aunque su presencia ya había sido sospechada para el Dobrotivá (Llandeilo) centroibérico (GUTIERREZ MAR­ CO et al., 1984b). - La lámina 2 del artículo de GIL y BERNAL (1992) ilustra en su figura 1 un polo oral de «Calys inornatus MELENDEZ», que interpre­ tamos como de un diplopórido en sentido am­ plio, ya que el ejemplar no reúne caracteres diagnósticos suficientes siquiera para una identificación genérica (es un molde interno restringido al peristoma). Por otro lado, ejem­ plares topotípicos de Calix inornatus MELEN­ DEZ, procedentes del Llanvirn inferior de Ventas con Peña Aguilera, muestran un udon­ jon» (sensu CHAUVEL y MELENDEZ) bastan­ te diferente al imputado hasta ahora a la es­ pecie con material de otros yacimientos (PARSLEY y GUTIERREZ MARCO, trabajo en curso). - Las figuras 2 a 5 de la lámina 2 de GIL y BERNAL (op. cit.) representan «diferentes moluscos mostrando el grado de disolución de la concha» (en todos los casos del 100 por 100 o sin referencias relativas -moldes internos-); por otra parte ciertamente de­ terminables: la figura 2 corresponde a un fragmocono + media cámara de habitación de Trocholites fugax BABIN & GUTIERREZ MARCO (cefalópodo Tarphycerida), identifi­ cado como Curtoceras? intermedius (VER­ NEUIL y BARRANDE) en el trabajo analizado; la figura 3 es el molde interno de la concha de Ribeira pholadiformis SHARPE visto por 78 la cara izquierda; la fig. 5 es una valva dere­ cha de Coxiconcha britannica (ROUAULT). molde interno; en la fig. 4 se observan tres valvas (dos derechas y una izquierda) de Re­ donia y dos conos de hyolítidos (todos mol­ des internos). - Como última consideración puramente no­ menclatural, discrepamos por la ortografía in­ correcta del género Calix ROUAULT (Diplo­ porita, Aristocystitidae), particularmente im­ portante por tratarse del taxón nominal de su supuesta •Comunidad de Calyx• (sic). ASPECTOS SEDIMENTOLOGICOS Y TAFONOMICOS Aunque en el resumen del artículo se anuncia la presentación de datos sedimentológicos en apoyo de la reconstrucción paleoecológica, és­ tos no son abordados en el cuerpo del traba­ jo. Así, en la página 470 se habla sucesiva­ mente de un •paleoambiente marino de escasa profundidad, con un buen aporte de oxígeno, quizá soportado por un cierto grado de agita­ ción»; más adelante se sugieren •episodios de tormentas que coincidirían con súbitas avenidas de sedimentos y con la disolución de los ele­ mentos infaunales», estando el estado de con­ servación de los «Organismos nadadores .. (orto­ cerátidos) relacionado con una «tasa de sedi­ mentación elevada, con enterramiento rápido», y finalmente, en la página siguiente se reconoce que la acumulación de los fósiles .. está influida por un factor catastrófico. De la observación del sedimento se desprende la existencia de co­ rrientes de turbulencia,,. Sorprendentemente, en el trabajo analizado tam­ poco se informa o se interpreta sedimentológi­ camente el aspecto más notable de las acumu­ laciones de cistideos (destacado en estudios anteriores), como es su restricción a un tramo de alternancias métricas entre pizarras arcillo­ sas micáceas masivas, con abundante fauna, y limolitas que encierran nódulos fosilíferos. Un análisis tafonómico preliminar (GUTIERREZ MAR­ CO et al. 1984b) ya mostraba que la singularidad del estado de conservación de los cistideos y la clase de restos presentes en estos niveles í ! ASPECTOS PALEOECOLOGICOS DE UNA COMUNIDAD DE CALYX DEL ORÓOVICICO ... DISCUSION 5 - 543 estaría relacion-ada con fases de removilización brusca del sustrato y transporte en suspensión densa. De acuerdo con BRENCHLEY et al. (1986), el área septentrional de los Montes de Toledo representaba zonas algo más profundas de la plataforma centroibérica, no alcanzadas por las tempestitas arenosas en el Dobrotivá temprano. Esto también se opone a la generalización lito­ lógica de GIL y BERNAL (op. cit., p. 468). Los datos procedentes de la distribución de las aso­ ciaciones de trilobites (RABANO, 1989a) con­ cuerdan bien con el esquema anterior, y por tan­ to no está justificado recurrir a un supuesto "efecto cubeta,, en relación con una "atípica si­ tuación en el contexto general paleobiogeográ­ fico» (GIL y BERNAL, op. cit., p. 469). Pese a no disponer todavía de un estudio sedi­ mentológico preciso, parece claro que las alter­ nancias fosilíferas representan tempestitas fan­ gosas de posición estratigráfica equivalente a las tempestitas arenosas del Dobrotivá inferior centroibérico (Formaciones Los Rasos, Cabril y Monte da Sombadeira), pero depositadas algo más distalmente en un ambiente próximo al ni­ vel de base de las olas de tormenta. Desde el punto de vista tafonómico, el tra­ bajo analizado tampoco aporta datos relevantes, referidos tan sólo a la clase de restos, la diso­ lución de las conchas, la posible aloctonía y factores de conservación de los ortocerátidos, y a la selección hidrodinámica de los exuvios de trilobites. En este último aspecto se menciona la presencia poco frecuente de larvas protaspis­ meraspis de trilobites, en nuestra opinión más que dudosa. El estudio tafonómico de estos ni­ veles fosilíferos es una labor compleja, dada la existencia' en cada estrato concreto de dichos tramos, de fósiles que evidencian diferentes es­ tados mecánicos de conservación: junto a ele­ mentos resedimentados (en su inmensa mayo­ ría), existe un menor número de restos acumu­ lados, e incluso casos aislados de elementos reelaborados (uno de los nódulos recogidos por nosotros en la localidad NE-VllC brindó un resto de Didymograptus heredado posiblemente de se­ dimentos de edad Oretana inferior). Por ello, he­ mos optado por postponer este tipo de estudios hasta completar los criterios (sedimentológicos y taxonómicos) que nos permitan encarar su pro­ blemática con un enfoque general. 79 RESULTADOS PALEOECOLOGICOS El análisis paleoecológico que presenta el artícu­ lo merece también diversos comentarios. En pri­ mer lugar, los autores consideran a la asocia­ ción como representativa de un .. paleoecosiste­ ma estabilizado» ( ... ) «Con una cadena trófica compleja y diversa», interpretándola en térmi­ nos de upaleocomunidades» (pp. 471 et seg.) Esto es claramente erróneo, dado que la aso­ ciación conservada evidencia distintos grados de removilización y aloctonía, relacionándose la concentración fosilífera con posibles tempesti­ tas distales. En este sentido, existe un fuerte sesgo en la clase de restos registrados para cada grupo taxonómico, con ausencia de muchos ta­ xones conocidos en depósitos contemporáneos, no sólo imputable a circunstancias de conser­ vación (ostrácodos y ciertos trilobites, braquió­ podos, moluscos, etc.). Por ello, y porque tam­ poco se aportan informaciones respecto a las entidades paleobiológicas no conservadas que sin duda existieron (algas bentónicas y epiplanc­ tónicas, por ejemplo), la pretendida comunidad de Calyx no representa propiamente ninguna co­ munidad paleobiológica según los criterios pa­ leoecológicos modernos. En segundo lugar, el trabajo de GIL y BERNAL (op. cit., pp. 471, 472 y 475) contiene errores conceptuales, tanto de ecología básica como de su interpretación paleoecológica. Así, los auto­ res confunden los organismos epibiontes (que se fijan sobre otros organismos) con los epi­ f aunales o epibentónicos (individuos que viven sobre un sustrato o el fondo). utilizando los tér­ minos «endobionte» para referirse a los orga­ nismos infaunales (cavadores que viven dentro del sedimento o sustrato), y «endofaunal parcial .. para las formas semiinfaunales. De este modo, en el cuadro 1 (p. 475) y en el bloque B (p. 472) se ofrecen datos erróneos, tales como conside­ rar que los cistideos identificados son formas uendobiontes" (en lugar de organismos epiben­ tónicos sésiles, suspensívoros o filtradores), el ofiuroideo Palaeura •epibionte» (en lugar de epi­ bentónico vágil, carnívoro o micrófago), el tri­ lobites Placoparia o el braquiópodo Heterorthina «epibiontes», etc. Asimismo, la interpretación de algunas formas reputadas pelágicas es inco­ rrecta: por ejemplo, el bellerofóntido Sinuites y el monoplacóforo Pygmaeoconus son conside­ rados nectónicos (nadadores), cuando ambos son 5. 544 J. C. GUTIERREZ MARCO formas epibentónicas vágiles, todo lo más con larvas epiplanctónicas dispersas por algas flo­ tantes. En tercer lugar, los bloques diagrama con las reconstrucciones paleoecológicas (p. 472) pre­ sentan otras muchas deficiencias. Así el blo­ que B ilustra cistideos en posición de vida (núm. 1) casi completamente enterrados e iner­ mes (sin los haces de braquiolas peribucales), ejemplares de Redonia (entre las conchas reuni­ das con el núm. 3) dispuestas como moldes internos en la superficie del sedimento, nume­ rosos braquiópodos y trilobites (escasamente representados en la asociación según los auto­ res: et. p. 470), entre ellos formas de estrofo­ ménidos inexistentes (núm. 5, una de ellas fijada al sustrato por el ángulo cardinal). y bastantes ausencias (echadas en falta tanto en su cuadro 1 como a partir de nuestros trabajos anteriores). Por otro lado, el bloque A se ofrece como una representación de la «asociación más frecuente en el Ordovícico medio de los Montes de Tole­ do .. , con mezcla de especies de las épocas Oretana inferior y Dobrotivá, en la que la mitad de los trilobites figurados son formas ciertamen­ te raras (Uralichas, Eccoptochile, Bathycheilus, Hungioides). Existen también concesiones, no evidenciadas en el registro fósil (Diplocraterion), mientras que la leyenda recoge elementos (edio­ asteroideos, ofiuroideos, crinoideos) no repre­ sentados gráficamente. De una forma independiente a sus contenidos, ambos bloques diagrama contienen ilustraciones mediocres (obsérvese la perspectiva de ciertos trilobites), y en parte tomadas de otras fuentes (COCKS y McKERROW, 1978; RABANO y GU­ TIERREZ MARCO, 1983; HAMMANN, 1983; etc.). CONSIDERACIONES FINALES Además de los resultados paleontológicos tan discutibles que acabamos de presentar, los auto­ res del trabajo descuidan también otros aspec­ tos formales: La existencia de una bibliografía inadecuada, con un 60,7 por 100 de trabajos no citados en el texto, excluyendo los referidos incorrec­ tamente (BRENCHLEY, 1986 en lugar de 80 BRENCHLEY et al., 1986; GIL CID, 1988 en lugar de GIL CID y BERNAL, 1988) y una cita ausente (WHITTINGTON, 1966). La imputación a otros autores de afirmacio­ nes inexistentes y en todo caso discutibles. En concreto, la cita de GUTIERREZ MARCO et al. (1984: op. cit. de la p. 470 del trabajo) no se corresponde ni con las ideas ni con los textos plasmados en dicho estudio, don­ de tampoco se dice nada acerca de la fauna de rombíferos de Aragón y Pirineos, el modo de vida de estos últimos ni el contexto sedi­ mentológico de las unidades calcáreas que los contienen ("laguna interna de arrecife,,). El párrafo referido no es por tanto imputable a GUTIERREZ MARCO et al. (1984b), si bien reproduce con notable fidelidad algunas infor­ maciones vertidas en un trabajo distinto (ME­ LENDEZ y CHAUVEL, 1983: p. 515). El «reciclaje .. o adaptación de textos y/o fra­ ses tomadas de otros autores, sin citar la procedencia. En este sentido, los dos prime­ ros párrafos del epígrafe "Paleontología,. (p. 469) resultan un presunto plagio, errónea­ mente adaptado además, de RABANO (1989a, p. 327, epígrafe VI: 18 primeras líneas); el comienzo de la introducción (p. 467) parece una simplificación defectuosa de la introduc­ ción de otro artículo diferente (GUTIERREZ MARCO et al., 1984b, p. 422); la frase que inicia el primer párrafo de la p. 468 está evi­ dentemente influida por otra de GUTIERREZ MARCO et al. (1984a, p. 291, comienzo del epígrafe 2), como también lo está el segundo párrafo de la p. 470 con respecto a GUTIE­ RREZ MARCO et al. (1984b, p. 427, tercer párrafo). La inclusión de informaciones innecesarias, como las referidas a conodontos de otras áreas (p. 471), citados fuera de contexto (SARMIENTO et al., 1990). REFERENCIAS BABIN, C., y GUTIERREZ MARCO, J. C. (1991a): Middle Ordovician bivalves from Spain and their phyletic and palaeogeographic significance. Palaeontology, 34, 1: 109·147. BABIN, C., y GUTIEREZ MARCO, J. C. (1991b): Middle Ordovician bivalves from Spain. 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