III Jornadas Nebrija de Transversalidad en la Docencia Junio 2020 [41] © Nebrija Procedia 2020 Seguridad y Desarrollo: traducción y planteamiento académico de un binomio indisoluble Alfredo Crespo Alcázar y José Miguel Calvillo Cisneros Resumen Con la propuesta que a continuación exponemos, nos gustaría mostrar cómo las relaciones, interacciones y complementariedad entre las cuestiones que aluden, por un lado, a la cooperación y al desarrollo y, por otro a la seguridad y defensa, pueden observarse también en las asignaturas impartidas por quienes sugieren la presente comunicación. Al respecto, ha resultado recurrente, en particular tras el 11-S, el carácter integral de las diferentes estrategias de seguridad y de las diversas estrategias contra el terrorismo aprobadas por gobiernos nacionales y organizaciones supranacionales. En efecto, el aludido carácter integral de la seguridad ha otorgado, asimismo, un lugar estratégico a la cooperación al desarrollo, bien para evitar la irrupción de conflictos, bien en la fase de reconstrucción post-bélica. Por tanto, la seguridad se ha convertido en una condición necesaria para el desarrollo de países y regiones fallidos. No obstante, a la hora de garantizar esa seguridad, además de la obligatoria participación de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad tanto nacionales como internacionales, también han ido asumiendo notable protagonismo actores representantes de la sociedad civil, como por ejemplo las ONG. Con todo ello, este planteamiento institucional puede observarse a nivel académico en las asignaturas impartidas en la Universidad Nebrija por el profesor José Miguel Calvillo Cisneros (Crisis internacionales: terrorismo, energía y migraciones, en el Máster en Relaciones Internacionales) y por el profesor Alfredo Crespo Alcázar (Conflicto e Interculturalidad, en el Máster Universitario en Gestión de Riesgos en Conflicto; y Política Internacional de Estados Unidos y Relaciones Transatlánticas, en el Máster en Relaciones Internacionales) entre las cuales prevalecen los elementos de complementariedad en detrimento de los antagonismos. Palabras clave: seguridad, defensa, cooperación, desarrollo, terrorismo, estado fallido 1. Múltiples causas de los conflictos internacionales de la actualidad El análisis de los conflictos internacionales actuales requiere de un estudio en profundidad de una gran variedad de casuísticas que van desde las clásicas razones de la lucha por el poder internacional y el posicionamiento de las potencias en el tablero mundial hasta las nuevas amenazas a la seguridad como el terrorismo, la pobreza, los movimientos de poblaciones, la seguridad energética o el cambio climático, muchas de las cuales mantienen relaciones entre sí. III Jornadas Nebrija de Transversalidad en la Docencia Junio 2020 [42] © Nebrija Procedia 2020 La relación entre la seguridad y el desarrollo ha sido foco de análisis para académicos y profesionales de la cooperación internacional para el desarrollo y la seguridad internacional desde el fin de la Guerra Fría, sobre todo para tratar de encontrar respuestas a las nuevas amenazas existentes en la sociedad internacional, las cuales ponen en peligro el binomio estabilidad-prosperidad. En efecto, la implosión de la URSS y su consiguiente desaparición significó el final del mundo bipolar que había caracterizado al orden internacional entre 1945 y 1991. Este hecho se tradujo inicialmente en el comienzo de una etapa en la que primó un superávit de euforia por parte de gobiernos y organizaciones supranacionales, en cuyas agendas las cuestiones de seguridad y defensa perdieron jerarquía. Expresiones como “el fin de la historia” (Francis Fukuyama) o “nuevo orden mundial” (George H.W. Bush) representaron el paradigma de ese optimismo que definió a la sociedad internacional. Sin embargo, las amenazas no habían desaparecido y la década de los años noventa así lo certificó. En este sentido, sobresalió el protagonismo adquirido por los conflictos étnicos y nacionalistas (algunos de ellos dentro de las propias fronteras europeas), el avance de la criminalidad y la delincuencia organizada internacional (con Centroamérica como paradigma, si bien no es el único ejemplo), la consolidación de Estados y regiones fallidas (en los que se observaba una vulneración sistemática de derechos y libertades) y el desarrollo de un terrorismo global que convivió con otro de carácter local (ETA, IRA, …). Este complejo escenario descrito provocó, como primera repercusión, que el Estado nación individualmente considerado, se mostrase incapaz de ofrecer una respuesta satisfactoria e integral a los problemas relacionados con la seguridad. Por tanto, cada vez se hizo más evidente la necesidad, como sinónimo de obligatoriedad, de una cooperación/coordinación entre los Estados y entre estos y las organizaciones internacionales. De una manera más particular, la habilidad de las amenazas para evolucionar ha reflejado que las estrategias de seguridad tienden a quedar obsoletas, lo que exige su revisión (casi) permanente. A modo de ejemplo de esta afirmación, España ha elaborado tres estrategias de seguridad, años 2011, 2013 y 2017, recogiendo en esta última la aparición del Daesh. 2. La seguridad como política transversal Como punto de arranque de una suerte de “nueva era”, los atentados del 11-S perpetrados por Al Qaeda pusieron de manifiesto la existencia de un “enemigo asimétrico”, el terrorismo global, cuyo combate exigía replantear las estrategias de seguridad. Como explica el Dr. Miguel Ángel Ballesteros: “este atentado cambiaría la visión y las estrategias de seguridad en III Jornadas Nebrija de Transversalidad en la Docencia Junio 2020 [43] © Nebrija Procedia 2020 el mundo entero. Mientras que para los yihadistas supuso un estímulo y la demostración de que se puede llegar a dañar a cualquier enemigo por poderoso que sea, para los gobiernos occidentales reveló la inseguridad de todos los países, incluidas las mayores potencias. Quedaba patente que las estrategias de defensa practicadas hasta ese momento habían sido diseñadas para los conflictos convencionales entre naciones, pero que no servían para disuadir y hacer frente a enemigos como Al Qaeda” (Ballesteros, 2016, p.50). La “nueva era” se caracteriza por la inestabilidad en diversos puntos del sistema que deriva en actos terroristas como los acontecidos en Estados Unidos en 2001, Madrid en 2004, Londres en 2005, Bombay en 2008, París en 2015, Bruselas en 2016 o Barcelona en 2017, por citar sólo algunos ejemplos de las últimas décadas. Pero no debemos caer en el error de creer que estos hechos son aislados. En cualquier punto del planeta, actos de la misma consideración ocurren con relativa frecuencia. A este fenómeno alude al profesor Juan Avilés en los siguientes términos: “la prioridad informativa que los medios de comunicación occidentales dan a los atentados que se producen en Estados Unidos o en la Unión Europea pueden generar la falsa percepción de que el terrorismo yihadista se dirige sobre todo contra Occidente. En realidad, la mayoría de sus víctimas son musulmanas, suníes o chiíes” (Avilés, 2017, p. 187). Sin embargo, el terrorismo en ningún caso es un fenómeno propio únicamente del siglo XXI. Por el contrario, hunde sus raíces en siglo XIX, manifestándose a lo largo de la pasada centuria en diferentes fases (anarquista, anticolonial, de extrema izquierda y religiosa), tal y como refleja la clasificación canónica realizada por David Rapoport. Lo distintivo de este nuevo terrorismo de raíz religiosa, cuyos orígenes son anteriores al 11-S, radica en su carácter global y en la capacidad que muestra para adaptarse e instrumentalizar en su beneficio los cambios acaecidos en el orden internacional (mejora de las comunicaciones, permeabilidad de las fronteras …). A modo de ejemplo de esta afirmación, podemos observar cómo ese terrorismo global utiliza los avances en las tecnologías de la información para fines complementarios y liberticidas, tales como difundir sus atentados, reclutar y adoctrinar. Además, la seguridad se ha mostrado que no es un escenario aislado, sino que está en plena relación con otras políticas públicas. En este marco de análisis, tres tipos de conexiones se plantean entre la seguridad y el desarrollo: el impacto de la seguridad/inseguridad en los logros de desarrollo; la forma en la que la inseguridad afecta al desarrollo y al crecimiento económico; y la manera en la que el desarrollo afecta a la seguridad (Barrenechea Fernández, 2020). La comunidad internacional debe focalizar todos sus instrumentos en analizar las causas y determinar medidas para paliar las consecuencias. Ninguna región del mundo, III Jornadas Nebrija de Transversalidad en la Docencia Junio 2020 [44] © Nebrija Procedia 2020 ningún sistema político, ninguna sociedad, está al margen ni protegida contra las nuevas amenazas, las crisis o los conflictos. En esta línea, los conflictos más radicales están surgiendo en aquellas regiones donde los niveles de desarrollo son más bajos, estableciéndose de esta manera un paralelismo entre nivel de pobreza e inseguridad (Calvillo Cisneros, 2013, pág. 26). En íntima relación con la idea expresada en el párrafo anterior, aquellos enclaves geográficos que presentan menores niveles de desarrollo manifiestan también como rasgo distintivo unas estructuras estatales notablemente débiles. Al respecto, sobresale la incapacidad del gobierno para proveer a la población de los bienes fundamentales básicos (educación, sanidad) o para ejercer el monopolio legítimo de la violencia. Esto facilita que, en su territorio, o en parte de él, se establezcan y se consoliden organizaciones terroristas expulsadas de otras regiones o grupos de criminalidad organizada, amenazas ambas que en ocasiones mantienen relaciones entre sí, como refrenda lo que actualmente ocurre en Sahel (Fuente, 2014). 3. Conclusión La seguridad se ha convertido en una condición necesaria para el desarrollo de las poblaciones y viceversa. Asimismo, de una manera más particular, la seguridad es un requisito fundamental para el adecuado disfrute de derechos y libertades por parte de los ciudadanos. Como hemos señalado, el fin de la guerra fría supuso una nueva realidad en cuanto a la concepción de la seguridad y el desarrollo, pero el hito principal es el surgimiento del concepto de “seguridad humana”, emparentado con el del “desarrollo humano”, impulsado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en 1994. Mientras que las concepciones clásicas privilegiaban la seguridad de los Estados, a partir de aquí, se sitúa de manera concreta la seguridad de las personas en el centro del análisis de los conflictos. El PNUD entiende que la seguridad humana se define sobre la base de siete elementos primordiales: seguridad económica: un ingreso mínimo asegurado; seguridad alimentaria: acceso físico y económico a los alimentos; seguridad a la salud: ausencia relativa de enfermedad y las infecciones; seguridad ambiental: acceso al agua potable, aire limpio y a tierra sin degradar; seguridad personal: ausencia de amenazas y violencia física; seguridad de la comunidad; y seguridad política: respeto de los derechos humanos y de las libertades fundamentales. III Jornadas Nebrija de Transversalidad en la Docencia Junio 2020 [45] © Nebrija Procedia 2020 En esta misma línea, en el informe de Kofi Annan, Secretario General de Naciones Unidas en 2005, Un concepto más amplio de libertad: desarrollo, seguridad y derechos humanos para todos se vinculan ambos conceptos estableciendo un binomio indisoluble: no se puede conseguir el desarrollo sin seguridad; no tendremos seguridad sin desarrollo; y no tendremos ni seguridad ni desarrollo si no se respetan los derechos humanos (Kofi Annan, 2005). Estos nuevos conflictos son, de forma general, de carácter interno y a menudo suponen ataques generalizados contra la población civil y violaciones de los derechos humanos. La principal de sus consecuencias son los desplazamientos de población masivos de seres humanos que son instrumentalizados por la criminalidad organizada internacional, adquiriendo fenómenos ya conocidos nuevas y mayores dimensiones, en particular la trata de seres humanos, considerada esta última por la Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europa como una forma de esclavitud. En este sentido, la prevención de los conflictos internacionales se dirige a combatir las causas profundas, las raíces del conflicto, que están directamente relacionadas con las fracturas socioeconómicas, la pobreza, la desigualdad, la corrupción, el crimen organizado en todas sus dimensiones, la delincuencia, la discriminación étnica, cultural, religiosa, etc. En este escenario, el desarrollo humano es fundamental para la prevención, la resolución y la pacificación sostenible de los conflictos denominados “asimétricos” en la medida que aborda el sustrato de inestabilidad que les sirve como base: la extrema pobreza. Un ejemplo clarificador es el del terrorismo internacional. De acuerdo con los datos de Global Terrorism Database de 2018, el 75% de las muertes como consecuencia de un atentado terrorista se producen solamente en cinco países: Irak, Afganistán, Siria, Nigeria y Pakistán. Según los informes de Desarrollo Humano elaborados por el PNUD, estos países se sitúan entre el grupo de territorios con menor desarrollo humano del planeta. A modo de conclusión, debemos decir que en la sociedad internacional de nuestro tiempo no es factible alcanzar la seguridad deseada acumulando únicamente mayor potencial militar, sino que implantar condiciones básicas para el desarrollo, unas relaciones pacíficas entre estados y una reducción de la brecha económica redundará en mayores niveles de estabilidad regional y, en consecuencia, global. 4. Referencias bibliográficas Avilés, J. (2017). Historia del terrorismo yihadista: de Al Qaeda al Daesh. Síntesis. Ballesteros, M.A. (2016). Yihadismo. La Huerta Grande. III Jornadas Nebrija de Transversalidad en la Docencia Junio 2020 [46] © Nebrija Procedia 2020 Barrenechea Fernández, L. (2020). Antiterrorismo y cooperación al desarrollo: desafíos y oportunidades. Revista de Estudios en Seguridad Internacional, 6 (1), 207-223. Calvillo Cisneros, J. M. (2013). Afganistán: Seguridad y Desarrollo. Un modelo de estabilización de Estados. Cáceres: CEIB. Centro de Estudios Iberoamericanos. Universidad Rey Juan Carlos. Fuente, I. (2014). La amenaza híbrida: yihadismo y crimen organizado en el Sahel. Documento de Análisis 57/2014. Madrid: Instituto Español de Estudios Estratégicos. Accesible en línea: http://www.ieee.es/Galerias/fichero/docs_analisis/2014/DIEEEA57- 2014_AmenazaHibridaSAHEL_IFC.pdf Kofi Annan. (2005). Un concepto más amplio de libertad: desarrollo, seguridad y derechos humanos para todos. Naciones Unidas. Sanahuja, J. A. (2016). Seguridad, desarrollo y la lucha contra la pobreza ttras el 11-S: Los Objetivos del Milenio y la "Securitización" de la ayuda. Documento Social (136), 21-45. http://www.ieee.es/Galerias/fichero/docs_analisis/2014/DIEEEA57-2014_AmenazaHibridaSAHEL_IFC.pdf http://www.ieee.es/Galerias/fichero/docs_analisis/2014/DIEEEA57-2014_AmenazaHibridaSAHEL_IFC.pdf