Diablotexto Digital 9 (2021), 215-232 215 doi: 10.7203/diablotexto.9.21239 El Espejo de príncipes y caballeros y los libros de caballerías castellanos en la década de 1550 Espejo de príncipes y caballeros and the Spanish Romances of chivalry in the 1550´s Aurelio Vargas Díaz-Toledo Universidad Complutense de Madrid Resumen: Trabajo que destaca algunos de los cambios que se produjeron en la evolución del género de los libros de caballerías castellanos en la década de 1550, especialmente tras la publicación del Espejo de príncipes y caballeros de Diego Ortúñez de Calahorra (1555), que se considera uno de los renovadores del género caballeresco con una propuesta de entretenimiento que hizo las delicias del público de la época. Palabras clave: Libros de caballerías castellanos, pragmática de 1558, Espejo de príncipes y caballeros de Diego Ortúñez de Calahorra (1555). Abstract: In this paper we aim to highlight the main changes there were in the development of Spanish Romances of Chivalry genre in the 1550´s, specially after the publication of Espejo de príncipes y caballeros by Diego Ortúñez de Calahorra (1555), considered one of the main renewers of the chivalric genre with an entertainment proposal that delighted the public of the time. Key words: Spanish Romances of Chivalry, Law of 1558, Espejo de príncipes y caballeros by Diego Ortúñez de Calahorra (1555). Diablotexto Digital 9 (2021), 215-232 216 doi: 10.7203/diablotexto.9.21239 Aurelio Vargas | El Espejo de príncipes y caballeros… 1. Notas sobre la evolución del género de los libros de caballerías El género dominante a lo largo de la primera mitad del siglo XVI es sin duda el de los libros de caballerías1, si tenemos en consideración los datos editoriales y el número de textos que se publican durante este periodo. De las más de ciento cincuenta ediciones de los cerca de sesenta libros diferentes escritos en castellano que salen a la luz entre principios del siglo XVI y principios de la siguiente centuria, dos terceras partes de ellas lo hacen entre 1501 y 1550. Esta circunstancia ha contribuido a establecer una periodización que dividiría la producción caballeresca en dos bloques: el primero que abarcaría el reinado del emperador Carlos V –y parte del de los Reyes Católicos–, gran aficionado a una literatura mediante la cual se ensalzaba la figura regia y los valores de la corona; y el segundo, que coincidiría con el gobierno de Felipe II, cuyos gustos literarios estaban más alejados de los de la nobleza de la época y más próximos a las ideas contrarreformistas de la Iglesia (Alvar-Lucía Megías 2001; Lucía Megías 1999a, 1999b). Al margen de esta simplificación que relaciona el éxito del género con un monarca y hace responsable al otro de su decadencia, lo cierto es que, según el profesor José Manuel Lucía Megías, durante el siglo XVI los libros de caballerías van a vivir dos momentos de gran esplendor, cuyos máximos exponentes van a ser, por un lado, el Amadís de Gaula, y, por el otro, el Espejo de príncipes y caballeros (2002a). En cuanto al modelo creado por el regidor medinés Garci Rodríguez de Montalvo a partir del texto medieval del Amadís2, va a ser el dominante en el panorama literario castellano, con la ayuda inestimable de la imprenta. De hecho, según palabras de Fernando Gómez Redondo: el modelo textual de lo que se ha dado en llamar “libro de caballerías” se acomoda a la estampación zaragozana del Amadís de 1508; nada hay antes – 1 Sobre el género de los libros de caballerías son fundamentales los trabajos siguientes: (Beltrán 1998), (Gómez Redondo 1996, 1999a, 1999b y 2012) y (Lucía Megías 2000). 2 Sobre el Amadís siguen siendo fundamentales los trabajos de (Avalle-Arce 1990), (Cacho Blecua 1979 y 1987) y (Gómez Redondo 1996 y 1999b). Diablotexto Digital 9 (2021), 215-232 217 doi: 10.7203/diablotexto.9.21239 Aurelio Vargas | El Espejo de príncipes y caballeros… salvo el Baladro […] o el Tristán […] que se pueda comparar a esta obra, tanto por sus dimensiones físicas como por la fijación de las características formales y temáticas que van a ser luego imitadas, corregidas y superadas; ahí se encuentra la cobertura cronística, la disquisición sobre las “historias fingidas”, el provecho que puede derivar de estas lecturas, su fomento para la educación de los caballeros, la defensa de los valores religiosos, la necesidad de emprender campañas militares con que amparar a la cristiandad de los enemigos de la fe” (2021: 1790). Este modelo amadisiano, más idealista, en el que se tiende a ofrecer una imagen ideal del mundo de la caballería, incentiva las aventuras de carácter individual del héroe protagonista, cuya fuerza motriz es su amada Oriana. Ella es quien le impulsa a superar las más complicadas empresas en las que se embarca y a ella revierten las pruebas efectuadas como si fueran un tributo del servicio que obligaba al amante con su enamorada. Y es que a través de esta relación amorosa es posible observar un cambio significativo del autor primitivo del Amadís con respecto a la materia de Bretaña, especialmente en lo que a las prácticas amorosas se refiere. De este modo, mientras Tristán y Lanzarote se mueven dentro de unas relaciones adúlteras con sus respectivas amadas Iseo y Ginebra, el personaje principal de la obra que nos ocupa sirve a una mujer soltera y sin compromiso. Mientras aquellos se veían obligados a huir del mundo civilizado a causa de una relación al margen de las normas sociales, Amadís pasaba a integrarse dentro de la propia sociedad como consecuencia de su amor hacia su amada. A pesar de estas diferencias con respecto a la tradición caballeresca anterior, Rodríguez de Montalvo, insatisfecho con el “original corrupto” del Amadís medieval que llega a sus manos, trata de modificar algunas de sus líneas narrativas con el fin de adaptarlas a sus circunstancias históricas, que no eran otras que las de los Reyes Católicos. Para los monarcas, tal como afirma el autor en el prólogo, esta clase de obras servía como espejo de la nueva caballería que estaba surgiendo a finales del siglo XV, momento de importantes transformaciones políticas, sociales y culturales. Por ello, Montalvo, en el libro quinto de Amadís de Gaula, conocido por otro nombre como las Sergas de Esplandián3, enmendaba el trágico desenlace del texto original en el que Esplandián, sin saberlo, acababa con la vida de su propio padre Amadís y 3 Hay una edición actual de (Sainz de la Maza 2003). Diablotexto Digital 9 (2021), 215-232 218 doi: 10.7203/diablotexto.9.21239 Aurelio Vargas | El Espejo de príncipes y caballeros… provocaba, indirectamente, el suicidio de su madre, prolongando la trama y orientando al mismo tiempo la caballería hacia un doble objetivo: por un lado, consolidar la figura monárquica, y, por el otro, afirmar la idea de guerra santa. Así, el hijo de Amadís dejaba de lado las aventuras individuales que su progenitor y sus familiares habían llevado a cabo para configurar sus propias identidades, y pasaba a convertirse en el defensor de la cristiandad frente a la amenaza del avance otomano por el Mediterráneo oriental, con un predominio claro de combates más colectivos o, como dice el autor, de “guerras guerreadas”. Era necesario embarcarse en una nueva cruzada contra los enemigos de la fe y Esplandián refleja a la perfección ese espíritu. Por lo tanto, la finalidad de este nuevo libro coincidía con buena parte de las líneas políticas marcadas por Isabel y Fernando, esto es, la consolidación de la fe católica como única confesión religiosa de los reinos hispánicos, la unidad nacional y, por último, la anexión de tierras de los infieles. Debido a todo ello, era fundamental contar, en un momento tan crucial de la historia, con unos referentes a quien poder imitar, y esos referentes no eran otros que los de los héroes de los libros de caballerías que van a ir surgiendo a imitación del modelo amadisiano, tal y como ha indicado Marín Pina: Directa o indirectamente, estos libros se ofrecen a un público vinculado a la monarquía y a las altas esferas del poder, a unos lectores educados en el seno de una sociedad caballeresca en vías de transformación que, al perder la función militar para la que fue creada, se refugia en la imitación ornamental de sí misma. Los lectores hallan recreado en estos libros un mundo caballeresco más o menos idealizado, repleto de aventuras amorosas y bélicas, de espléndidos torneos, justas y fiestas cortesanas, de prodigios y maravillas capaces de perpetuar la ensoñación de la antigua caballería, que pasa a ser, además de recreo con el que atrapar el tiempo pasado y sus ideales, una forma de vida. Al igual que la historiografía o la poesía de cancionero, también estos libros representan de diferente manera la ideología del Estado moderno y algunos participan activamente en la propaganda de la política imperial. Como venía siendo usual en la literatura del tiempo, todos ellos transmiten el nuevo ideario a través de una serie de imágenes de representación del poder real de tipo providencialista y teocéntrico, profético y mesiánico (Marín Pina 1996: 92). Dentro de este paradigma inicial, además de los cinco libros de Amadís, nos encontramos los primeros textos del ciclo palmeriniano: Palmerín de Olivia (Salamanca, Juan de Porras, 1511) y el Primaleón (Salamanca, Juan de Diablotexto Digital 9 (2021), 215-232 219 doi: 10.7203/diablotexto.9.21239 Aurelio Vargas | El Espejo de príncipes y caballeros… Porras, 1512), que, además de incluir la corte oriental como nuevo espacio geográfico, alternan las aventuras de dos caballeros ampliamente conocidos en el universo caballeresco, Primaleón y don Duardos. De acuerdo con Lucía Megías (2002 y 2008)4, la respuesta a este primer paradigma da lugar a dos formulaciones bien diferenciadas. En primer lugar, un conjunto de textos caballerescos más realistas, con una mayor preocupación tanto hacia el didactismo como hacia la verosimilitud de los hechos narrados. Aparte de obras como la traducción de Tirante el Blanco (Valladolid, Diego de Gumiel, 1511), el ciclo completo de Clarián de Landanís (Toledo, 1518-1528) o los libros de caballerías Floriseo (Valencia, Diego de Gumiel, 1516), Arderique (Valencia, Juan Viñao, 1517), Claribalte (Valencia, Juan Viñao, 1519) y Lepolemo (Valencia, Juan Jofre, 1521), publicados estos últimos cuatro en Valencia –no por casualidad (Duce García 2017)–, destaca en este apartado el Florisando (Salamanca, en casa de Juan de Porras, 1510) del clérigo Ruy Páez de Ribera5. Esta última obra pretende erigirse como una respuesta cristiana al mundo fantástico y mágico del Amadís de Gaula, de ahí que su autor decidiera suprimir los encantamientos, así como cualquier intervención de magos y hechiceros, atribuyendo a artes diabólicas todo desvío de la “orden de natura”. De igual modo, se elimina todo aquello que fuera en contra de la ortodoxia y de la moral católicas, despreciando a Amadís por haber cometido infidelidades y ajustando la conducta de los personajes a un escrupuloso cumplimiento de los preceptos religiosos. En segundo lugar, figura una variante que se ha venido a llamar de experimentación caballeresca, de la que el prolífico Feliciano de Silva6 sería su máximo representante con la creación de sus cinco continuaciones del ciclo 4 Lucía Megías habla de una división en distintos modelos paradigmáticos: el primero el Paradigma inicial, de corte idealista y encabezado por el Amadís de Gaula; el segundo, basado en una literatura de entretenimiento, Los textos «realistas» y Hacia la experimentación caballeresca; El nuevo paradigma: la literatura de entretenimiento y, por último, la propuesta cervantina con su Quijote, que no recogemos aquí por no venir al caso (2002 y 2008). Una nueva propuesta de caracterización del género caballeresco la ofrece Javier Guijarro Ceballos en (2007: 38-138). 5 Existe edición actual de María Aurora García Ruiz (Ribera 2018). 6 Sobre Feliciano de Silva, ver los trabajos fundamentales de Emilio J. Sales Dasí: (2002 y 2005). Diablotexto Digital 9 (2021), 215-232 220 doi: 10.7203/diablotexto.9.21239 Aurelio Vargas | El Espejo de príncipes y caballeros… amadisiano (1511-1551)7. Dejando de lado la finalidad moralizante y didáctica, se buscarán situaciones que diviertan y entretengan al público mediante el amor, el uso de elementos procedentes de la novela sentimental, la presencia del humor, la abundancia de personajes, la presencia cada vez más habitual de lo maravilloso o la inclusión de decenas de aventuras. Además, se dará entrada a episodios de carácter pastoril, así como a escenas en las que el disfraz permitirá crear multitud de situaciones de toda índole. Como consecuencia de la tendencia triunfante de los presupuestos teóricos de Feliciano de Silva emerge un segundo paradigma, cuya finalidad consiste, simple y llanamente, en deleitar al público mediante la narración de un cóctel de erotismo, hipérbole y maravillas. El Espejo de príncipes y caballeros (Zaragoza, Esteban de Nájera, 1555), de Diego Ortúñez de Calahorra, encarna el exponente de esta literatura de entretenimiento, cuyas peculiaridades se basan en la proliferación de cientos y cientos de aventuras, en la multiplicación de personajes y, por tanto, de hilos narrativos que convierten la narración en una “inextricable selva de aventuras autónomas” (Sales Dasí 2005: 453), en la ampliación y arbitrariedad de la geografía por donde se mueven los héroes, en el desbordamiento de la imaginación con especial relieve sobre las aventuras de carácter maravilloso, en definitiva, en la exageración y la desmesura que no pretenden sino entretener y divertir al público lector u oidor. En palabras de Lucía Megías (2004: 64), “encantadores, encantamientos y sus implicaciones en la «ficción del autor» […] se conforman como uno de los elementos más característicos de todo el género caballeresco, ya sea este impreso o manuscrito”. En lo que a la propuesta de Ortúñez de Calahorra se refiere, conviene recordar antes en qué contexto histórico y literario surge para comprender un poco mejor las grandes novedades que aporta en la renovación del género caballeresco en la década de 1550. Nos encontramos en un período en el que el Estado comenzaba a tratar de controlar cuanto se publicaba en la Corona de 7 Lisuarte de Grecia (Sevilla, Juan Varela de Salamanca, 1514), Amadís de Grecia (Cuenca, Cristóbal Francés, 1530) y la saga de los Floriseles: Florisel de Niquea (I-II) (Valladolid, Nicolás Tierri, 1532); Florisel de Niquea (III) (Medina del Campo, ¿Pierres Tovans?, 1535); Florisel de Niquea (IV) (Salamanca, Andrés de Portonaris, 1551). Véase a este respeto: (Martín Lalanda 2002) o (Sales Dasí 2002). Existen ediciones modernas de casi todos sus libros: (Silva 1999, 2002, 2004 y 2015). Diablotexto Digital 9 (2021), 215-232 221 doi: 10.7203/diablotexto.9.21239 Aurelio Vargas | El Espejo de príncipes y caballeros… Castilla con el objeto de cortar de raíz las ideas heréticas. Para ello, por un lado, busca centralizar en el Consejo de Estado la concesión de licencias y privilegios que se otorgaban en nombre del rey8, cuando antes se concedían en cada uno de sus reinos y a veces por parte de eclesiásticos, mientras que, por el otro, fija un sistema de control con el fin de que los originales entregados por los escritores concordasen al pie de la letra con el libro que salía de la imprenta. Por su parte, la Inquisición hace lo propio mediante la confección de varios índices de libros prohibidos, cuyos orígenes se remontan a varias cartas y edictos de 1540 y 1545, en donde se incluía un listado de obras que habían de ser requisadas y puestas fuera de la circulación del público. No obstante, es en 1551 cuando sale propiamente el primer índice, al que le siguen el de 1554 – que es más bien un índice expurgatorio– y el de 1559, impulsado este último por el Inquisidor General, Fernando de Valdés (Martínez de Bujanda 1984). En este contexto de paulatino control ideológico por parte del Estado y de la Iglesia, surge en pleno debate del Concilio de Trento la publicación, por parte de Felipe II, el 7 de septiembre de 1558, de la Pragmática firmada por su hermana, la infanta doña Juana de Austria en la ciudad vallisoletana, mediante la cual se pretende frenar el imparable avance de las ideas protestantes controlando todas las publicaciones salidas de las imprentas de la Corona de Castilla. Así lo declara en uno de sus más conocidos párrafos: mandamos que ningún librero ni mercader de libros ni otra persona alguna de qualquier estado y condición que sea, traiga ni meta ni tenga ni venda ningún libro ni obra impressa o por imprimir de las que son vedadas y prohibidas por el Sancto Oficio de la Inquisición, en qualquier lengua y de qualquier calidad y materia que el tal libro y obra sea, so pena de muerte y perdimiento de todos sus bienes. Y que los tales libros sean quemados públicamente. Y para que mejor se entienda los libros y obras que por el Sancto Oficio son prohibidos, mandamos que el catálogo y memorial de los que por el Sancto Oficio son prohibidos y sea hecho, se imprima y que los libreros y mercaderes de libros le tengan y pongan en parte pública donde pueda leer y entender...9 8 Ordenanzas del Consejo fechadas en 1554, en La Coruña. 9 La Pragmática de 1558 apareció en edición facsímil en Valladolid, Lex Nova, 1987. También se puede consultar en (Los códigos españoles 1872) y (Eguizábal 1877). Diablotexto Digital 9 (2021), 215-232 222 doi: 10.7203/diablotexto.9.21239 Aurelio Vargas | El Espejo de príncipes y caballeros… Como consecuencia de esta nueva ley, por un lado, se van a intensificar los escrutinios de bibliotecas y de las librerías de mercaderes a la busca de libros prohibidos, mientras que, por otro lado, se va a fijar una manera más clara para obtener la licencia de impresión para que las obras impresas se ajustaran al pie de la letra al texto presentado para su aprobación en el Consejo Real de Castilla. De igual modo, a partir de la publicación de la Pragmática de 1558 la portada, así como los preliminares y paratextos legales y literarios van a pasar a formar un pliego al frente del volumen con una signatura diferente a la del resto del cuerpo del texto. 2. Los libros de caballerías en la década de 1550 A pesar de este control ideológico tan férreo, la década de 1550 es bastante fructífera en lo que a publicación de libros de caballerías se refiere, que, dicho sea de paso, no van a ser nunca censurados más allá de algunos ejemplares concretos y algunas pocas líneas marginales que se alejaban de la ortodoxia católica. En este período salen, por tanto, a la luz los siguientes textos de caballerías10: 1550 Lisuarte de Grecia (VII libro de Amadís), de Feliciano de Silva (Sevilla, Jácome Cromberger, 19 de enero). Espejo de caballerías (III) (Sevilla, Jácome Cromberger, 11 de marzo). Clarián de Landanís, de Álvaro de Castro (Parte II: Floramante de Colonia) (Sevilla, Juan Vázquez de Ávila, 4 de julio). Florisel de Niquea (XI/ Parte III), de Feliciano de Silva (Évora, Herederos de Andrés de Burgos, s.a. (h. 1550)). Florindo, de Fernando Basurto (Zaragoza) (edición desaparecida). Renaldos de Montalbán (III), de Luis Domínguez (Sevilla, Jácome Cromberger) (edición desaparecida). 1551 Florisel de Niquea (XI/ Parte III), de Feliciano de Silva (Sevilla, Jácome Cromberger, 9 de mayo). 10 Para más detalles, véase (Lucía Megías 2000) y (Pina-Eisenberg 2000). Diablotexto Digital 9 (2021), 215-232 223 doi: 10.7203/diablotexto.9.21239 Aurelio Vargas | El Espejo de príncipes y caballeros… Amadís de Gaula (Lovaina, Servazio Sasseno, a costa de la viuda de Arnold Birckman, 20 de octubre). Florisel de Niquea (XI/ Parte IV), de Feliciano de Silva (Salamanca, Andrés de Portonaris, 15 de diciembre). Espejo de caballerías (I), de Pedro López de Santa Catalina (Sevilla, Jácome Cromberger). 1552 Amadís de Gaula (Sevilla, Jácome Cromberger, 4 de octubre) Lepolemo (I), de Alonso de Salazar (Toledo, Juan Ferrer). 1553 Palmerín de Olivia (I) (Sevilla, Jácome Cromberger, 22 de julio). 1555 Palmerín de Olivia (I) (Toledo, ¿Juan Ferrer?). Espejo de príncipes y caballeros (I), de Diego Ortúñez de Calahorra (Zaragoza, Esteban de Nájera). 1556 Felixmarte de Hircania, de Melchor Ortega (Valladolid, Francisco Fernández de Córdoba, 20 de agosto). 1558 Renaldos de Montalbán (III), de Luis Domínguez (Toledo, Juan Ferrer, 8 de mayo). En total, a lo largo de la década de 1550 salen hasta 17 ediciones diferentes correspondientes a 13 obras distintas, de las cuales hay 3 reediciones del Amadís de Gaula, el Reinaldos de Montalbán (III) y el Palmerín de Olivia. Con estos datos en la mano, resulta llamativo que en el segundo lustro de esta década, es decir, de 1556 a 1560, haya solo dos ediciones frente a las quince del primer lustro, en donde sobresalen años tan productivos como los de 1550 y 1551. Tal vez la explicación a esta circunstancia se deba a los intensos debates que, bajo el marco del Concilio de Trento, se estaban Diablotexto Digital 9 (2021), 215-232 224 doi: 10.7203/diablotexto.9.21239 Aurelio Vargas | El Espejo de príncipes y caballeros… produciendo en estos momentos en el final del reinado de Carlos V y el principio del de Felipe II, siendo uno de cuyos resultados la citada Pragmática de 1558. 3. El Espejo de príncipes y caballeros, de Diego Ortúñez de Calahorra En lo que al Espejo de príncipes y caballeros respecta, su salida al mercado editorial va a ser, como hemos dicho, un punto de inflexión en tanto en cuanto supone una más que necesaria innovación impuesta por los nuevos tiempos, así como por los cambiantes gustos del público. Por ello, los autores de libros de caballerías como Diego Ortúñez de Calahorra tratan de introducir nuevas fórmulas narrativas con el objeto de atraer la atención de unos lectores –u oyentes- ansiosos por conocer el desenlace de unas historias cada vez más entretenidas y edulcoradas con infinidad de aventuras, a cual más divertida. A pesar de las cada vez más acuciantes críticas de los detractores de un género al que consideraban deshonesto y alejado de la teoría de la verosimilitud, el texto de Ortúñez de Calahorra y el ciclo a que da pie ejercen una enorme influencia sobre su ámbito social y literario (Campos García 2002). El primer libro de este ciclo, como hemos dicho, corresponde al Espejo de príncipes y caballeros, que algunos siguen denominando El cavallero del Febo debido a la costumbre de llamarlo con el nombre de su protagonista, pese a que no hay ninguna edición que lo denomine así, excepto en la segunda parte de la edición de 1580. El libro sale por primera vez en las prensas zaragozanas de Esteban de Nájera, en 1555, con una dedicatoria a Martín Cortés, hijo de Hernán Cortés, marqués del Valle de Oaxaca, y es objeto de hasta seis reediciones, tal y como se detalla a continuación: 1562: Espejo de príncipes y caballeros (I), Zaragoza, Miguel de Guesa. 1579: Espejo de príncipes y caballeros (I), Zaragoza, Juan Soler, a costa de Pedro Ibarra. 1580: Espejo de príncipes y caballeros (I), Alcalá de Henares, Juan Íñiguez de Lequerica (a costa de Blas de Robles y Diego de Jaramillo). Diablotexto Digital 9 (2021), 215-232 225 doi: 10.7203/diablotexto.9.21239 Aurelio Vargas | El Espejo de príncipes y caballeros… 1583: Espejo de príncipes y caballeros (I), Medina del Campo, Francisco del Canto (a costa de Juan Boyer). 1585: Espejo de príncipes y caballeros (I), Valladolid, en casa de Diego Fernández de Córdoba (colofón: 1586). 1617: Espejo de príncipes y caballeros (I), Zaragoza, Juan de Lanaja y Cuartenet (a costa de Juan de Bonilla). Además, el texto de Ortúñez de Calahorra va a dar lugar a varias continuaciones de gran éxito comercial: la Segunda parte de Espejo de príncipes y caballeros (II), de Pedro de la Sierra (Alcalá de Henares, Juan Íñiguez de Lequerica, a costa de Blas de Robles y Diego de Xaramillo, 1580; colofón: 1581), y la Tercera parte de Espejo de príncipes y caballeros (III), de Marcos Martínez: (Alcalá de Henares, Juan Íñiguez de Lequerica, 1587). Obra esta última que se publica de nuevo en 1623, aunque en esta ocasión los dos primeros libros aparecen como la tercera parte y los dos últimos figuran como la cuarta, lo que servirá para fechar algunas continuaciones posteriores: Espejo de príncipes y caballeros (III-IV) (Zaragoza, Pedro Cobarte, 1623). En cuanto a la segunda parte, es reeditada hasta en cinco ocasiones: 1580: Espejo de príncipes y caballeros (II), Zaragoza11. 1581: Espejo de príncipes y caballeros (II), Zaragoza, en casa de Juan Soler (véndense en casa de Francisco Simón). 1585: Espejo de príncipes y caballeros (II), Valladolid, Diego Fernández de Córdoba (colofón: 1586). 1589: Espejo de príncipes y caballeros (II), Alcalá de Henares [Juan Íñiguez de Lequerica] 12. 1617: Espejo de príncipes y caballeros (II), Zaragoza, Pedro Cabarte (a costa de Juan Bonilla). Por su lado, la tercera continuación sale a la luz hasta en dos ocasiones más: 1588: Espejo de príncipes y caballeros (III), Alcalá de Henares, Juan Íñiguez de Lequerica (a costa de Diego Martínez). 11 No se conserva ningún ejemplar de esta edición. 12 No hemos conservado ningún ejemplar de esta edición. Diablotexto Digital 9 (2021), 215-232 226 doi: 10.7203/diablotexto.9.21239 Aurelio Vargas | El Espejo de príncipes y caballeros… 1623: Espejo de príncipes y caballeros (III-IV), Zaragoza, Pedro Cabarte, a costa de Juan de Bonilla13. Además, después de 1623 se escribe una quinta parte cuyo único testimonio manuscrito se halla en la Biblioteca Nacional de Madrid (ms. 13137)14. Más recientemente, el profesor Rafael Ramos Nogales ha dado a conocer otras dos nuevas continuaciones de la obra: otra quinta parte, diferente de la ya conocida, y una sexta y última parte, ambas escritas por el jurista Juan Cano López entre 1637 y 1640 (Ramos 2016), lo que pone de manifiesto la vitalidad del género hasta mediados del siglo XVII. En cuanto a la obra de Diego Ortúñez de Calahorra, natural de Nájera, narra las peripecias del emperador Trebacio de Grecia y de sus hijos mellizos, el Cavallero del Febo y Rosicler, cuyos hilos narrativos se van a ir entrecruzando constantemente a lo largo de la novela. Los protagonistas, comprometidos tanto con la defensa de la cristiandad como con los intereses colectivos de su pueblo, se mueven en torno a un conflicto bélico en el que se ven envueltas, por un lado, naciones cristianas, y, por el otro, pueblos paganos e infieles y algunas naciones cristianas enemigas de la Europa occidental. De acuerdo con lo que había sucedido ya en otros libros de caballerías anteriores, especialmente a partir de las sagas amadisiana y palmeriniana de las primeras décadas del siglo XVI, la acción principal transcurre en la corte oriental de Constantinopla. Es en este lugar de poder donde los caballeros acuden en busca de aventuras y fama. Su estructura, de acuerdo con Axayácatl Campos García (2003), que sigue, a su vez, a Daniel Eisenberg (1975), involucra diferentes planos narrativos, temporales y espaciales. De este modo, a pesar de los numerosos desplazamientos geográficos y de la gran cantidad de personajes que llegan a alcanzar hasta dos generaciones, no resulta complicado seguir el desenlace de las distintas acciones narrativas durante los tres libros de la obra. Y tampoco resulta extraño saltar de un capítulo a otro desde un extremo de Europa occidental hasta Tartaria, Rusia o Persia. 13 Los datos proceden de (Eisenberg 1982) y (Lucía Megías 2000). 14 Actualmente, Elizabeth Magro García está preparando la edición de esta quinta parte del ciclo. Diablotexto Digital 9 (2021), 215-232 227 doi: 10.7203/diablotexto.9.21239 Aurelio Vargas | El Espejo de príncipes y caballeros… En la combinación de los modelos tradicionales del género caballeresco con otros procedentes de otros ámbitos literarios es donde se encuentra el aspecto más innovador de esta obra. Así se pone de manifiesto, por ejemplo, en el nacimiento de los héroes, con las respectivas marcas de nacimiento, con sus profecías y sucesos extraordinarios, los cuales van a enriquecerse a través de una minuciosa recreación fantástica que alimenta “poderosamente la imaginación del lector” (Eisenberg 1975, I: 91, 93-94). En palabras de Cacho Blecua, algunas de las aventuras del emperador Trebacio, del Cavallero del Febo y su hermano Rosicler, así como de Claridiana o Lindabrides utilizan “técnicas precervantinas”15 que están anunciando algunos episodios del Quijote, especialmente en lo que al humor se refiere, como es el caso de la cueva de Montesinos (1995: 126). Su didactismo, implícito en el propio título de la obra y en las decenas de personajes y referentes bíblicos, mitológicos o históricos que sirven como modelo de conducta, queda reflejado en aquellos discursos puestos en boca de ancianos que aconsejan sobre el mejor camino a seguir. Y en todos ellos afloran valores y virtudes como la amistad, la educación de los hijos y de los gobernantes, la justicia recta, el paso del tiempo, la mudable fortuna o el ocaso de las glorias pasadas. Otro aspecto digno de ser destacado es la presencia del tópico de la virgo bellatrix o de la doncella guerrera, de larga tradición clásica, que abandona su condición más belicosa para convertirse en doncellas de gran belleza que se dedican al mundo de la caballería y que toman el disfraz masculino solo por necesidad o por su naturaleza, sin que ello suponga un impedimento para dar rienda suelta a su pasión y a su deseo. Tanto es así que en algunas ocasiones se enamoran perdidamente y pueden llegar a tomar matrimonio (Marín Pina 1989). Según José Julio Martín Romero (2003 y 2010), el Espejo de príncipes y caballeros guarda estrechos vínculos con el Belianís de Grecia (I-II; Burgos, Martín Muñoz, a su costa y del virtuoso varón Toribio Fernández, vecino de la 15 Axayácatl Campos García considera que en la Primera Parte ya existen algunos atisbos de humor, si bien es verdad que es en la Segunda parte donde se puede encontrar un mayor uso de elementos de carácter humorístico (Campos García 2004 y 2008). Diablotexto Digital 9 (2021), 215-232 228 doi: 10.7203/diablotexto.9.21239 Aurelio Vargas | El Espejo de príncipes y caballeros… dicha ciudad, 1547), de Jerónimo Fernández (1997), en lo que se refiere a los conflictos bélicos y a la errancia como modelo de comportamiento caballeresco. Una característica que lo diferencia, por ejemplo, de las continuaciones posteriores, sobre todo de la de Pedro de la Sierra, en cuya Segunda parte los episodios amorosos adquieren una mayor relevancia como consecuencia de la influencia de la novela pastoril. No olvidemos a este respecto que el universo de los pastores ya había sido asimilado por parte de Feliciano de Silva en su Cuarta parte de don Florisel de Niquea (Salamanca, Andrea de Portonaris, 1551), en donde se narran las peripecias de don Rogel de Grecia que, disfrazado en hábito pastoril con el nombre de Archileo, logra ganarse la voluntad de la emperatriz Archisidea. A ello hay que sumar la publicación de las primeras novelas pastoriles propiamente dichas, es decir, La Diana (Valencia, ¿Juan Mey, 1559?), de Jorge de Montemayor, y sus dos continuaciones, la de Alonso Pérez (Valencia, Juan Mey, 1563) y la de Gaspar Gil Polo (Valencia, viuda de Juan Mey, 1564), obras todas ellas que ayudan a renovar la ficción narrativa en prosa16. Gracias a esta recíproca intertextualidad –a la que habría que unir influencias procedentes de la novela bizantina, con Jerónimo de Contreras y Alonso Núñez de Reinoso a la cabeza–, podemos comprender la lucha por la supervivencia en el mercado editorial de un género, el de los libros de caballerías, que tiene una permeabilidad extraordinaria. Por este y otros motivos, el ciclo iniciado por Diego Ortúñez de Calahorra se ha convertido en uno de los más exitosos de su época, capaz de rivalizar y ponerse a la misma altura que los ciclos de los amadises o de los palmerines. Su salida al mercado y sus numerosas reediciones van a ayudar de manera notable a promover la pervivencia de los libros de caballerías más allá del siglo XVI, e influyen en otras obras del mismo género así como en otros textos literarios, tales como El castillo de Lindabrides, de Calderón de la Barca. Bibliografía ALVAR, Carlos y José Manuel LUCÍA MEGÍAS (2001). “Los libros de caballerías en la época de Felipe II”. En Isabel Lozano-Renieblas y Juan Carlos 16 Véanse a este respecto los clásicos trabajos de (López Estrada 1973 y 1974), (Avalle-Arce 1975), (Cravens 1976) y (Martín Romero 2009). Diablotexto Digital 9 (2021), 215-232 229 doi: 10.7203/diablotexto.9.21239 Aurelio Vargas | El Espejo de príncipes y caballeros… Mercado (coords.), Silva. Studia philologica in honorem Isaías Lerner. Madrid: Castalia, pp. 26-35. AVALLE-ARCE, Juan Bautista (1975). La novela pastoril española, 2ª ed. Madrid: Itsmo. AVALLE-ARCE, Juan Bautista (1990). Amadís de Gaula: El primitivo y el de Montalvo. México D. F.: Fondo de Cultura Económica. BELTRÁN, Rafael, (ed.) (1998). Literatura de caballerías y orígenes de la novela. Valencia: Universitat de València. CACHO BLECUA, Juan Manuel (1979). Amadís: heroísmo mítico cortesano. Madrid: Cupsa. CACHO BLECUA, Juan Manuel (ed.) (1987). Garci Rodríguez de Montalvo, Amadís de Gaula. Madrid: Cátedra, 2 vols. CACHO BLECUA, Juan Manuel (1995). “La cueva en los libros de caballerías: la experiencia de los límites”. En Pedro M. Piñero Ramírez (ed.), Descensus ad Inferos. La aventura de ultratumba de los héroes (de Homero a Goethe). Sevilla: Universidad, pp. 99-128. CACHO BLECUA, Juan Manuel y María Jesús Lacarra (2012). Historia de la literatura española 1. Entre oralidad y escritura. La Edad Media. Barcelona: Crítica. CAMPOS GARCÍA ROJAS, Axayácatl (2002). “El ciclo de Espejo de príncipes y caballeros [1555-1580-1587]”, Edad de Oro, XXI, pp. 389-429. CAMPOS GARCÍA ROJAS, Axayácatl (2003). Espejo de príncipes y caballeros (parte I). Guía de lectura. Alcalá de Henares: Centro de Estudios Cervantinos. CAMPOS GARCÍA ROJAS, Axayácatl (2004). “Elementos de humor pre-cervantino en el Espejo de príncipes y cavalleros”. Comunicación presentada al VIII Congreso Internacional de la Sociedad Internacional para el Estudio del Humor Luso-Hispano (México, 13 al 15 de octubre, 2004), Universidad Nacional Autónoma de México, Facultad de Filosofía y Letras. CAMPOS GARCÍA ROJAS, Axayácatl (2006). Espejo de príncipes y caballeros (parte II). Guía de lectura. Alcalá de Henares: Centro de Estudios Cervantinos. CAMPOS GARCÍA ROJAS, Axayácatl (2008). “´Galtenor cuenta…, pero Lirgandeo dize…´: El motivo ecdótico en los libros de caballerías hispánicos”. En José Manuel Lucía Megías y María Carmen Marín Pina (eds.), Amadís de Gaula: quinientos años después. Estudios en homenaje a Juan Manuel Cacho Blecua. Alcalá de Henares: Centro de Estudios Cervantinos, pp. 117-132. CARRO CARVAJAL, Eva Belén, Laura Puerto Morro y María Sánchez Pérez Salamanca (eds.) (2002). Libros de caballerías (De Amadís al Quijote). Poética, lectura, representación e identidad. Salamanca: Seminario de Estudios Medievales y Renacentistas. CRAVENS, Sydney P. (1976). Feliciano de Silva y los antecedentes de la novela pastoril en sus libros de caballerías. Carolina: Chapel Hill, Estudios de Hispanófila. DUCE GARCÍA, Jesús (2017). “La corte del duque de Calabria y la literatura caballeresca en la Valencia renacentista”, Memorabilia: boletín de literatura sapiencial, 19, pp. 17-63. Diablotexto Digital 9 (2021), 215-232 230 doi: 10.7203/diablotexto.9.21239 Aurelio Vargas | El Espejo de príncipes y caballeros… EGUIZÁBAL, J. (1877). Apuntes para la historia de la legislación española sobre imprenta desde el año 1840 al presente. Madrid. EISENBERG, Daniel (1982). Romances of Chivalry in the Spanish Golden Age. Newark: Delaware, Juan de la Cuesta. EISENBERG, Daniel y María del Carmen MARÍN PINA (eds.) (2000). Bibliografía de los libros de caballerías castellanos. Zaragoza: Prensas Universitarias de Zaragoza. FERNÁNDEZ, Jerónimo (1997). Hystoria del magnanimo, valiente e inuencible cauallero don Belianis de Grecia. Libro primero. Introducción, texto crítico y notas de Lilia E. F. de Orduna. Kassel: Edition Reichenberger, 2 vols. FOGELQUIST, James Donald (1982). El Amadís y el género de la historia fingida. Madrid: Ediciones José Porrúa Turanzas. GÓMEZ-MONTERO, Javier (1992). Literatura caballeresca en España e Italia (1483-1542): El Espejo de Cavallerías (Deconstrucción textual y creación literaria). Tübingen: Niemeyer. GÓMEZ REDONDO, Fernando (1996). “La materia caballeresca: líneas de formación”, Voz y Letra, VII /1, pp. 45-80. GÓMEZ REDONDO, Fernando (1999a). “Romances de materia caballeresca: el ciclo artúrico”. En Fernando Gómez Redondo (1999). Historia de la prosa medieval castellana II. El desarrollo de los géneros. La ficción caballeresca y el orden religioso. Madrid: Cátedra, pp. 1459-1577. GÓMEZ REDONDO, Fernando (1999b). Historia de la prosa medieval castellana II. El desarrollo de los géneros. La ficción caballeresca y el orden religioso. Madrid: Cátedra. GÓMEZ REDONDO, Fernando (2012). “Los libros de caballerías”. En Fernando Gómez Redondo (2012). Historia de la prosa de los Reyes Católicos: el umbral del Renacimiento. Madrid: Cátedra. Tomo II, pp. 1794-1958. GUIJARRO CEBALLOS, Javier (1999). El Floriseo de Fernando Bernal. Mérida: Editora Regional de Extremadura. GUIJARRO CEBALLOS, Javier (2002). “La historia en los libros de caballerías: La ‘nacionalización’ del Libro segundo de don Clarián (1522)”. En María Sánchez Pérez (coord.). Los libros de caballerías (de Amadís al Quijote): Poética, lectura, representación e identidad. Salamanca: SEMYR, pp. 147-171. GUIJARRO CEBALLOS, Javier (2007). El Quijote cervantino y los libros de caballerías: calas en la poética caballeresca. Alcalá de Henares: Centro de Estudios Cervantinos. INFANTES, Víctor (1992). “La prosa de ficción renacentista: Entre los géneros literarios y el género editorial”. En Antonio Vilanova (coord.), Actas del X Congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas: Barcelona 21- 26 de agosto de 1989. Barcelona: Promociones y Publicaciones Universitarias, pp. 467-474. LÓPEZ ESTRADA, Francisco (1973). “Los pastores en la obra caballeresca de Silva”. En Homenaje al profesor Carriazo. Sevilla: Universidad de Sevilla, vol. III, pp. 155-169. LÓPEZ ESTRADA, Francisco (1974). Los libros de pastores en la literatura española. I. La órbita previa. Madrid: Gredos, pp. 323-329. Los códigos españoles concordados y anotados. Novísima Recopilación de las leyes de España (1872). Madrid: Antonio de San Martín. Diablotexto Digital 9 (2021), 215-232 231 doi: 10.7203/diablotexto.9.21239 Aurelio Vargas | El Espejo de príncipes y caballeros… LUCÍA MEGÍAS, José Manuel (1998). “Catálogo descriptivo de libros de caballerías hispánicos. XI. El último libro de caballerías castellano: Quinta parte de Espejo de príncipes y caballeros”, Nueva Revista de Filología Hispánica, XLVI/2, pp. 309-356. LUCÍA MEGÍAS, José Manuel (1999a). “El libro impreso ante el poder: claros y sombras del control ideológico”, Voz y letra, X/1, pp. 41-50. LUCÍA MEGÍAS, José Manuel (1999b). “La pragmática de 1558 o la importancia del control del estado en la imprenta española”, Revista de Historia y Arte, 4. Otoño 1999. In memoriam José Francisco de la Peña Gutiérrez. Alcalá: Universidad, pp. 195-220. LUCÍA MEGÍAS, José Manuel (2000). Imprenta y libros de caballerías. Madrid: Ollero y Ramos. LUCÍA MEGÍAS, José Manuel (2002a). “Libros de caballerías castellanos: textos y contextos”. Edad de Oro, XXI, pp. 9-60. LUCÍA MEGÍAS, José Manuel (ed.) (2002b). Edad de Oro, 21. Madrid: Ediciones de la Universidad Autónoma de Madrid. LUCÍA MEGÍAS, José Manuel (2004). De los libros de caballerías manuscritos al “Quijote”. Madrid: Sial Ediciones. LUCÍA MEGÍAS, José Manuel y Sofía M. Carrizo Rueda (coords.) (2005). Letras. Revista de la Facultad de Filosofía y Letras de la Pontificia Universidad Católica Argentina Santa María de los Buenos Aires. Libros de caballerías. El Quijote. Investigaciones y Relaciones, 50-51 (julio 2004- Junio 2004). LUCÍA MEGÍAS, José Manuel y Emilio José SALES DASÍ (2008). Libros de caballerías castellanos (siglos XVI-XVII). Madrid: Ediciones del Laberinto, Arcadia de las Letras. LUCÍA MEGÍAS, José Manuel (ed.) (2009). Amadís de Gaula 1508: quinientos años de libros de caballerías. Madrid: Biblioteca Nacional de España- Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales. MARÍN PINA, M.ª Carmen (1989). “Aproximación al tema de la virgo bellatrix en los libros de caballerías españoles”, Criticón, 45, pp. 81-94. MARÍN PINA, M.ª Carmen (1995). “La historia y los primeros libros de caballerías españoles”. En Juan Paredes Núñez (coord.) (1995). Medioevo y literatura. Actas del V Congreso de la Asociación Hispánica de Literatura Medieval, Granada: Universidad de Granada, Vol. 3, pp. 183-192. MARÍN PINA, M.ª Carmen (1996). “Ideología del poder y espíritu de cruzada en los libros de caballerías del periodo reinado”. En Fernando II de Aragón, el Rey Católico, Zaragoza: Institución Fernando el Católico, pp. 87-105. MARTÍN LALANDA, Javier (2002). “El ciclo de Florisel de Niquea [1532-1535- 1551] de Feliciano de Silva”, Edad de Oro, 21, pp. 153-176. MARTÍN ROMERO, José Julio (2001). Espejo de príncipes y caballeros (II). Guía de lectura. Alcalá de Henares: Centro de Estudios Cervantinos. MARTÍN ROMERO, José Julio (2009). “La temática pastoril en los libros de caballerías de la época de Felipe II”, Nueva Revista de Filología Hispánica 57.2, pp. 563-605. MARTÍN ROMERO, José Julio (2010). “Espejo de príncipes y caballeros (ciclo)”. En Carlos Alvar (dir.), Gran Enciclopedia Cervantina. Vol. V. Entremés- García de Arrieta, A. Alcalá de Henares: Centro de Estudios Cervantinos, pp. 4310-4317. Diablotexto Digital 9 (2021), 215-232 232 doi: 10.7203/diablotexto.9.21239 Aurelio Vargas | El Espejo de príncipes y caballeros… MARTÍNEZ DE BUJANDA, Jesús (1984). Index de l'Inquisition espagnole. 1551, 1554, 1559. Sherbrooke: Centre d´Études de la Renaissance, Éditions de l´Université de Sherbrooke, Librairie Droz. MARTÍNEZ, Marcos (2012). Espejo de príncipes y caballeros (Tercera parte). Ed. de Axayácatl Campos García Rojas. Alcalá de Henares: Centro de Estudios Cervantinos. MENÉNDEZ PELAYO, Marcelino. Orígenes de la novela. Madrid: Casa Editorial Bailley/ Baillière e Hijos. 4 vols. ORTÚÑEZ DE CALAHORRA, Diego (1975). Espejo de príncipes y caballeros. Ed. de Daniel Eisenberg. Madrid: Espasa-Calpe, 6 vols. RAMOS NOGALES, Rafael (2016). “Dos nuevas continuaciones para el Espejo de príncipes y caballeros”, Historias fingidas, 4, pp. 41-95. RIBERA, Páez de (2018). Florisando. Ed. de María Aurora García Ruiz. Universidad de Alcalá de Henares-Universidad de Jaén: Servicio de Publicaciones. RÍO NOGUERAS, Alberto del (2010). “Los libros de caballerías y la (r)evolución militar moderna (II): arsenales y logística en el Don Florindo de Fernando Basurto. Con un apéndice sobre una compañía de mujeres enamoradas, algunos escarmientos de juegos y un broche sobre rieptos y batallas”, eHumanista, Journal of Iberian Studies, 16, pp. 57-76. RODRÍGUEZ DE MONTALVO, Garci (2003). Sergas de Esplandián. Ed. de Carlos Sainz de la Maza. Madrid: Castalia. SALES DASÍ, Emilio José (2002). “Las continuaciones heterodoxas (el Florisando [1510] de Páez de Ribera y el Lisuarte de Grecia [1526] de Juan Díaz) y ortodoxas (el Lisuarte de Grecia [1514] y el Amadís de Grecia [1530] de Feliciano de Silva) del Amadís de Gaula”, Edad de Oro, 21, pp. 117-152. SALES DASÍ, Emilio José (2005). «Amadís de Gaula». En Carlos Alvar (dir.), Gran Enciclopedia Cervantina. Vol. I. A buen bocado-Aubigné, A. Alcalá de Henares: Centro de Estudios Cervantinos, pp. 435-469. SIERRA, Pedro de la (2003). Espejo de príncipes y caballeros (2ª parte). Ed. de José Julio Martín Romero. Alcalá de Henares: Centro de Estudios Cervantinos. SILVA, Feliciano de (1999). Florisel de Niquea (3ª parte). Ed. de Javier Martín Lalanda. Alcalá de Henares: Centro de Estudios Cervantinos. SILVA, Feliciano de (2002). Lisuarte de Grecia. Ed. de Emilio J. Sales Dasí. Alcalá de Henares: Centro de Estudios Cervantinos. SILVA, Feliciano de (2004). Amadís de Grecia. Ed. de Ana Carmen Bueno Serrano y Carmen Laspuertas Sarvisé. Alcalá de Henares: Centro de Estudios Cervantinos. SILVA, Feliciano de (2015). Florisel de Niquea (Partes I-II). Ed. de Linda Pellegrino. Universidad de Alcalá de Henares: Servicio de Publicaciones. Fecha de recepción: 30 de mayo de 2021 Fecha de aceptación: 28 de junio de 202