UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIOLOGÍA Programa de Doctorado en Ciencia Política, de la Administración y Relaciones Internacionales TESIS DOCTORAL Los años transversales. Análisis comparado del discurso y la estrategia política del Front National y Podemos durante el ciclo 2011-2018. MEMORIA PARA OPTAR AL GRADO DE DOCTOR PRESENTADA POR Guillermo Fernández Vázquez DIRECTORES Javier Franzé Mudanó Cristina Peñamarín Beristain Vanesa Saiz Echezarreta Madrid ©Guillermo Fernández Vázquez, 2022 UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIOLOGÍA Departamento de Historia, Teorías y Geografías Políticas Los años transversales. Análisis comparado del discurso y la estrategia política del Front National y Podemos durante el ciclo 2011-2018. MEMORIA PARA OPTAR AL GRADO DE DOCTOR PRESENTADA POR Guillermo Fernández Vázquez Bajo la dirección de los doctores Javier Franzé Mudanó Cristina Peñamarín Beristain Vanesa Saiz Echezarreta Madrid I Todo comienzo es inesperado (Fernando Pessoa, Libro del Desasosiego) II AGRADECIMIENTOS Todo lo que aquí se escribe hubiera sido imposible sin el savoir faire ni l’art de vivre que Cora Librán me ha enseñado y en cuya maestría hemos ido haciendo la vida juntos. Mi tesis es, en mayor medida de lo que uno puede llegar a imaginarse, también la suya. Un hilo que nos ha ido enhebrando y sosteniendo mientras tiraba de nosotros heterodoxamente hacia nuevas metas, paisajes y conquistas. Tampoco hubiera sido posible sin el respaldo afectivo y el impulso anímico de mi familia: de mi madre, Clotilde Vázquez, tenazmente apostada en el bando de la alegría, el amor y la confianza hacia sus hijos; y de mis hermanos: Clotilde Fernández y Pablo Fernández, apoyos firmes a lo largo de distintas fases del camino. También de mi padre, Eugenio Fernández, quien, a pesar de no haber sido testigo de este proceso, me transmitió el gusto del análisis riguroso y el amor al matiz. Y quien, en algún momento de su vida, esculpió en mí la idea de que conocer consiste en ser capaz de hacer distinciones. Sé que, allá donde se encuentre, estará contento de un trabajo así. Ninguna de estas páginas hubiera sido escrita tampoco sin el impulso inicial de Jimena Cazzaniga que, en un momento de zozobra, me presentó a Vanesa Saiz, quien me ayudó a redactar un proyecto de investigación, me motivó a solicitar una beca FPU y, a la postre, se convirtió en una de mis directoras de tesis. Tras ese empuje decisivo, conocí a Wenceslao Castañares, a Cristina Peñamarín y a Héctor Fouce, que apenas sin conocerme me abrieron las puertas del departamento de Periodismo III y del grupo de investigación “Semiótica, Comunicación y Cultura”. Un recuerdo especialmente emocionado para Wences, que me permitió dar clase con él, me cedió su despacho cuando la enfermedad le dificultaba la voz y me regaló conversaciones inolvidables sobre epistemología, filosofía y retórica. Pude asistir como oyente a sus cursos y sé que eran un lujo; el lujo de estar pensando junto a una persona sabia, clara y de buen corazón. Y, cómo no, un reconocimiento en mármol para Cristina Peñamarín, que ha resultado determinante para mi formación y para la redacción de esta tesis doctoral. Sin su lectura benevolente, sus consejos y sus ánimos en el último momento, a esta tesis le habría costado ver la luz. Me siento muy reconocido también a los demás miembros y becarios del departamento: Eva Aladro, Pinar Agudíez, Gonzalo Abril, Ana Segovia, Israel Márquez y Josep Pedro, que siempre fueron amables conmigo ayudándome a orientarme en el pasillo angosto de la burocracia; y, muy en especial, a Dimitrina Jivkova y a Paula Requeijo, que no sólo III me permitieron dar clase de Comunicación Política en repetidas ocasiones, sino que además me animaron a publicar, me ofrecieron participar en libros y se mostraron siempre dispuestas a incluirme en diversos proyectos de investigación. A todas ellas y ellos les agradezco su trato cariñoso y su buena disposición cuando decidí trasladarme al programa de doctorado en Ciencia Política, de la Administración y Relaciones Internacionales de la UCM. Mención aparte merecen Miguel Álvarez Peralta, Ledy Armirola Garcés y Eduardo Fort. A Miguel le conocí al poco de comenzar la tesis y desde entonces se convirtió en un amigo. Con él he compartido innumerables reflexiones, confidencias, publicaciones y hasta experiencias políticas. Miguel es, ante todo, una persona generosa y entregada; y lo demostró una vez más aportando valiosos consejos para los capítulos 12, 13 y 14 de esta tesis doctoral. Ledy, mientras redactaba su propia tesis, me envió imponderables dosis de ánimos en mañanas de trabajo y concentración. Y Eduardo fue un enorme compañero en la distancia, comportándose como un hermano: siempre al quite, siempre bancándome ante cualquier situación. Fue para mí una alegría conocer a Javier Franzé, con quien pronto me unió una relación personal e intelectual. Él me ayudó a realizar los trámites de traslado de mi tesis a la facultad de Ciencias Políticas y Sociología y me abrió las puertas del departamento de “Historia, Teorías y Geografías Políticas”. Con Javier volví a pensar la política y lo político; regresando a lecturas, autores, problemáticas y enfoques que había dejado en suspenso al finalizar mis estudios de filosofía. La experiencia fue verdaderamente gratificante, hasta el punto de que Javier se convirtió en uno de mis directores de tesis, junto a Vanessa y Cristina. A sus enseñanzas y consejos le debe mucho esta tesis doctoral; así como también a los seminarios que él organizaba con mimo y en los que, junto a Julián Melo, Lucía Cobos, Ismael García Ávalos, José María Messeguer, Cecilia Ipar, Renato Villacencio, Lorena Freitez, Christian Acosta, Julieta Waisgold y tantos/as otros/as pudimos leer, compartir ideas, reírnos y reflexionar acerca de la poliédrica cuestión del populismo y del enfoque a tomar para estudiarlo. En Somosaguas también conocí a personas de las que pude aprender mucho y con las que además he tenido la suerte de colaborar más adelante. Una de ellas es Eduardo Sánchez Iglesias, que me enseñó mucho de economía, de política, de geografía, de las tres a la vez; y, sobre todo, de quien aprendí la importancia de un cierto acercamiento –o mirada- hacia IV el territorio. También a David Lerín Ibarra, con quien siempre tenemos un artículo por escribir, y a Scheherezade Pinilla Cañadas, de quien admiré el rigor investigador. Pero sin duda una de las personas más importantes de estos años es mi compañera de doctorado Laura Chazel, con quien compartí papers, experiencias políticas, amistades comunes, almuerzos y más de una broma que nos hizo reir como estudiantes de primaria. Un lugar singular en la geografía de esta tesis la ocupa el Colegio de España de París. Allí me alojé primero para seguir la campaña del Front National a las elecciones presidenciales de 2017, después para escribir un pequeño libro sobre ello y finalmente para culminar la redacción de esta tesis. Su sala de estudio, con vistas al parque de la cité, me ha visto sentado tantas veces que se ha convertido prácticamente en mi segunda residencia. Y, aún mejor, en sus recovecos y salas de viejo caserón he conocido a gente extraordinaria como Felipe Zapata, Irene Valle, Miguel Ortiz, Anna Martínez, Alfonso Heredia, Sara Sánchez, Joan Morera, Mercedes Álvarez, Cristian Saborido, Tamara Valverde, Nuria Corral, Alicia Brox, Joan Pubill, Silvia Díez, Mario Menéndez, Paula Azorín, Julia Sirés, Marta García, Paula Gordo, o César Requesens; y, más adelante, ya más cerca en el tiempo, a Bernardino León, Júlia Codina, Jediael Álvarez, Javier Soria, Gracia López Anguita, Michele Gentile, Javier Soria, Luis Checa, o Mariela Fürstenheima. A lo largo de mis estancias en el Colegio de España, Antonio Peña ejerció una labor impagable: recortó y agrupó todas las noticias referentes al Front National y a la derecha radical francesa tanto de medios franceses como de medios españoles, y me las fue dando píldora a píldora, mañana tras mañana. Sorprendentemente, incluso el trabajo académico más arduo, tiene en ocasiones este tipo de regalos. París rima también con Alejandra Soto y Enric Bonet; compañeros/as del alma y verdaderos points de capiton de mis visitas a la capital francesa. Cada uno a su manera, los dos se las han arreglado para ser los anfitriones de todas mis visitas. Un lugar especial también lo ocupa Abel Mestre, periodista de Le Monde, cicerone de la política francesa y con quien siempre me río hablando de los entresijos relativos a la vida interna del Frente Nacional. No puedo dejar de agradecer tampoco al pequeño núcleo de irreductibles de la amabilidad y la política: Cristina Pérez Claeys, Arsenio Cuenca, Aldo Rubert, Daniel Calderón y Alejandro Pérez-Paredes. Y, por supuesto, tratándose de París, a mi amigo Arcadio Serrano, señor de la alegría y, aún a su pesar, maître à vivre. V Me siento también muy reconocido a todos aquellos militantes, simpatizantes y trabajadores del Front National que, a pesar de alguna reticencia inicial, levantaron después las suspicacias, me concedieron entrevistas, me hablaron con franqueza, tuvieron paciencia conmigo y me trataron casi como a uno más. Igualmente, y con singular énfasis, a Marion Maréchal-Le Pen, Florian Philippot y Marine Le Pen. Supongo que nunca fue fácil y nunca dejó de serlo. Sin salir de París, quiero agradecer también a Lucrecia Escudero, por ser siempre tan generosa conmigo y por explicarme en una soirée de comienzos del mes de marzo de 2017 las líneas maestras de lo que iba a suceder en las elecciones presidenciales apenas dos meses más tarde. Lo maravilloso fue que después pudimos profundizar en ello en dos jornadas de estudios memorables acerca del concepto de populismo y sus distintas modulaciones. Precisamente en una de esas jornadas conocí a Edgardo Manero, con quien enseguida nos emplazamos a colaborar y quien en 2021 ejerció como supervisor de mi estancia de doctorado en el “Centre des Recherches sur les Mondes Américains” (CERMA) vinculado a la “École des Hautes Études en Sciences Sociales” (EHESS). Edgardo ha desempeñado el papel de apoyo, punto de encuentro y punto de arranque de diversos proyectos. Y ahí también siempre ha estado, con excepcional calma, diligencia y temple, Laura Reali. No querría cerrar el apartado parisino sin mencionar a uno de los docentes que más me alentó a continuar mi investigación de máster a través de una tesis doctoral: el profesor Razmig Keucheyan. Absolutamente clave para esta investigación fue también mi experiencia en Podemos, donde fui excepcionalmente acogido. Allí encontré una conjunción feliz y poco común entre pasión política, lucidez y épica. Agradezco sinceramente a la secretaría de “Sociedad Civil”, que me abrió las puertas de la formación morada y me mostró la sensibilidad, los mitologemas y los puntos de vista de un sector del partido: a Rafael Mayoral, a Federico Severino, a Christian Navarro, a Ana Marcello y a Manuel Báez. También a Juan Carlos Monedero, que siempre me habló con cariño y franqueza. Agradezco igualmente a la “Secretaría Política”, que me permitió observar otras sensibilidades, puntos de vista e hipótesis estratégicas dentro del partido; y que además me dio la oportunidad de conocer a personas humana e intelectualmente formidables: Jorge Moruno, Rodrigo Amirola, Clara Serra, Jorge Lago, Adrià Porta, Rita Maestre, Julio Martínez-Cava, Juan Antonio Cañero, Emilia Sánchez, Nicolás López, Eduardo Maura, Germán Cano. Más allá de una y otra secretaría, disfruté, aprendí y me reí con VI Paula Moreno, Raúl Rojas, Claudia Costa, Raimundo Viejo, Clara Ramas, Jorge Tamames, Cristina Ramírez, Gonzalo Velasco, Fernando Broncano, María Corrales, Guillermo Zapata o Iago Moreno. Por último, y con singular énfasis, a Iñigo Errejón, que me dedicó una parte de su tiempo y se prestó a realizar varias entrevistas en profundidad. En su caso, supongo que tampoco fue fácil querer recordar. Finalmente, a mis amigos y amigas de siempre, quienes –por activa o por pasiva, a veces sabiéndolo y en ocasiones sin ser plenamente conscientes de ello-, me ayudaron a recorrer este largo trayecto. Un camino sinuoso como la subida a Alpe D’Huez que, sin embargo, he disfrutado gracias a ellas y a ellos: Jorge López, César Ardanuy, Miguel Carabaño, Daniel Boluda, David García, Carlos José De Miguel, Pablo Fernández Sato, Leandro Álvarez, Félix Alonso, Carlos Huerta, Pablo Astudillo, Rodrigo Cuesta, Alejandro Barrera, Alejandro Muñoz, Ana Narváez, Nicolás Silva, Cristina Lozano, Alejandra Durán, Olga Palafox, Adara Cifre, Federica Passaseo, Arantxa Alba, Iñigo Fernández, Elena Martín, Pablo Prieto, Joana Álvarez, Yago Ferreirós, Susana España, Stefano Mottola, Efrén Pérez, Román Álvarez y tantos/as otros/as, que seguro me estoy dejando. A la ciudad de Ávila, que ha sido testigo de este y otros alumbramientos; y en cuyos alrededores y recinto amurallado puedo decir que he sido feliz. Y a Margot, mi hija, que llegó la última y alegró con su sonrisa aún sin dientes los últimos flecos de esta tesis. Junts som més. VII ÍNDICE 1 RESUMEN Y ABSTRACT .................................................................................................................. 1 2 JUSTIFICACIÓN DEL TEMA DE TESIS ............................................................................................... 3 SECCIÓN 1: EL DEBATE SOBRE EL POPULISMO .................................................................................. 13 3 INTRODUCCIÓN AL CONCEPTO DE POPULISMO ........................................................................... 13 4 EL POPULISMO COMO CONTENIDO ............................................................................................. 20 4.1 EL POPULISMO COMO IDEOLOGÍA ...................................................................................................... 20 4.2 EL POPULISMO COMO PATOLOGÍA ..................................................................................................... 23 4.3 EL POPULISMO COMO CONJUNTO DE IDEAS ......................................................................................... 29 4.4 EL POPULISMO COMO IDEOLOGÍA FINA ............................................................................................... 36 4.5 EL POPULISMO COMO MIRADA .......................................................................................................... 43 5 EL POPULISMO COMO FORMA .................................................................................................... 53 5.1 EL POPULISMO COMO ESTILO POLÍTICO DEMAGÓGICO ........................................................................... 54 5.2 EL POPULISMO COMO LENGUAJE PERENNE .......................................................................................... 59 5.3 EL POPULISMO COMO LÓGICA POLÍTICA .............................................................................................. 65 6 PERSPECTIVA TEÓRICO-METODOLÓGICA PARA EL ESTUDIO DEL FRONT NATIONAL Y PODEMOS 74 6.1 ESTRATEGIA RETÓRICO-POLÍTICA ....................................................................................................... 78 6.2 DISCURSO ..................................................................................................................................... 80 6.3 ENUNCIACIÓN ............................................................................................................................... 83 6.4 MARCO DISCURSIVO ....................................................................................................................... 85 6.5 ETNOGRAFÍA ................................................................................................................................. 88 6.6 PROPUESTA METODOLÓGICA ............................................................................................................ 91 6.6.1 Objetivos de investigación .................................................................................................... 91 6.6.2 Preguntas de investigación ................................................................................................... 94 6.6.3 Hipótesis de investigación .................................................................................................... 95 SECCIÓN 2: LA IDENTIDAD POLÍTICA DEL FRONT NATIONAL. HISTORIA, CAMBIOS Y PERMANENCIAS . 99 7 HISTORIA DEL FRONT NATIONAL: TEMÁTICA, DISCURSO, HITOS ELECTORALES ........................... 99 7.1 PRIMER PERÍODO (1972-1984) ..................................................................................................... 102 7.2 SEGUNDO PERÍODO (1984-1995) .................................................................................................. 114 7.3 TERCER PERÍODO (1995-2011) ..................................................................................................... 129 7.4 DECLIVE DE JEAN-MARIE LE PEN Y TRANSICIÓN AL LIDERAZGO DE MARINE LE PEN .................................... 141 8 LA TEORÍA DE LAS FÓRMULAS GANADORAS DE LA DERECHA RADICAL ..................................... 148 8.1 LA PRIMERA FÓRMULA GANADORA .................................................................................................. 150 8.2 SEGUNDA FÓRMULA GANADORA ..................................................................................................... 154 8.3 ¿HACIA UNA TERCERA FÓRMULA GANADORA? LA HIPÓTESIS PHILIPPOT Y LOS CAMBIOS ESTRATÉGICO- DISCURSIVOS EN EL FN DE MARINE LE PEN .................................................................................................... 159 9 HERENCIAS Y CONTINUIDADES EN EL FRONT NATIONAL DE MARINE LE PEN ........................... 169 9.1 UNA VISIÓN DE LA HISTORIA: DECADENCIA, RECUPERACIÓN Y MITO ........................................................ 170 9.2 UNA VISIÓN DE LA NACIÓN: EL HILO BLEU, BLANC, ROUGE .................................................................... 177 9.3 UNA VISIÓN SCHMITTIANA DE LA POLÍTICA ......................................................................................... 183 9.4 UNA VISIÓN NATURALISTA Y TRASCENDENTE DEL SER HUMANO ............................................................. 187 VIII 10 INNOVACIÓN ESTRATÉGICA Y CAMBIOS DISCURSIVOS EN EL FRONT NATIONAL MARINISTA .... 195 10.1 UN LUGAR DE ENUNCIACIÓN RENOVADO ........................................................................................... 198 10.2 EL ANTISEMITISMO COMO BALUARTE MORAL ..................................................................................... 204 10.3 NUEVOS ENEMIGOS: LOS TOTALITARISMOS ........................................................................................ 209 10.4 OPAS SEMÁNTICAS AL SENTIDO COMÚN REPUBLICANO ........................................................................ 217 10.4.1 Laicidad .......................................................................................................................... 221 10.4.2 República ........................................................................................................................ 226 10.4.3 Democracia .................................................................................................................... 234 10.4.4 Libertad .......................................................................................................................... 243 10.4.5 Estado ............................................................................................................................. 248 10.4.6 Feminismo ...................................................................................................................... 258 10.4.7 Ecología .......................................................................................................................... 267 10.5 PIRATEO DE SÍMBOLOS Y FIGURAS HISTÓRICAS .................................................................................... 273 10.6 UNA TRANSFORMACIÓN DEL MARCO DISCURSIVO PRINCIPAL ................................................................. 292 10.6.1 El “viento malo” de la globalización ............................................................................... 294 10.6.2 Protección vs Desprotección ........................................................................................... 298 10.6.3 La metáfora de la casa Francia ...................................................................................... 304 11 CONCLUSIONES SOBRE EL FRONT NATIONAL ............................................................................. 316 SECCIÓN 3: LA ELABORACIÓN DE LA IDENTIDAD POLÍTICA EN PODEMOS (2014-2018) ...................... 323 12 HISTORIA DE PODEMOS: PERÍODOS, DEBATES, HITOS ELECTORALES Y EJES DISCURSIVOS ...... 323 12.1 ANTECEDENTES DE PODEMOS ......................................................................................................... 327 12.2 PRIMER PERÍODO: ENERO 2014 /ENERO 2015 .................................................................................. 342 12.3 SEGUNDO PERÍODO: FEBRERO DE 2015/DICIEMBRE DE 2015 ............................................................... 355 12.4 TERCERA ETAPA: ENERO DE 2016/FEBRERO DE2017 .......................................................................... 365 12.4.1 Desavenencias estratégicas ........................................................................................... 369 12.4.2 Segunda Asamblea Ciudadana ....................................................................................... 374 12.5 CUARTO PERÍODO: FEBRERO DE 2017/ MAYO 2018........................................................................... 378 13 LA “HIPÓTESIS ERREJÓN”........................................................................................................... 384 13.1 CARACTERÍSTICAS Y OBJETIVOS DE LA “HIPÓTESIS ERREJÓN” ................................................................. 387 13.2 OPOSICIÓN INTERNA A LA “HIPÓTESIS ERREJÓN” ................................................................................ 395 14 INNOVACIÓN ESTRATÉGICA Y CAMBIOS DISCURSIVOS INTRODUCIDOS POR PODEMOS ........... 405 14.1 REIVINDICACIÓN DE LA HETERODOXIA COMO PUNTO DE PARTIDA ........................................................... 405 14.2 CREACIÓN DE UN LUGAR DE ENUNCIACIÓN DIFERENTE ......................................................................... 423 14.3 CONSTRUCCIÓN DE UN NUEVO ENEMIGO SOBRE TRES EJES: LA “ÉLITE TECNOCRÁTICA INMOVILISTA” ............. 434 14.4 CARTOGRAFÍA DEL SENTIDO COMÚN Y LANZAMIENTO DE OPAS SEMÁNTICAS SOBRE CONCEPTOS CLAVE ........ 453 14.4.1 Patriotismo ..................................................................................................................... 457 14.4.2 Meritocracia ................................................................................................................... 466 14.4.3 Orden .............................................................................................................................. 472 14.5 RESIGNIFICACIÓN DE LOS ACTOS DE PARTIDO COMO CEREMONIAS LAICAS ................................................ 479 14.6 “PACTO SOCIAL ROTO POR ARRIBA” COMO MASTERFRAME ................................................................... 489 15 CONCLUSIONES SOBRE PODEMOS ............................................................................................. 497 SECCIÓN 4: ANÁLISIS COMPARADO ENTRE EL FRONT NATIONAL Y PODEMOS................................... 505 16 PUNTOS EN COMÚN ENTRE LA “HIPÓTESIS PHILIPPOT” Y LA “HIPÓTESIS ERREJÓN” ................. 507 16.1 DE LA TRANSVERSALIDAD A LA IDENTIDAD: LAS HIPÓTESIS DEVORAN A SUS CREADORES .............................. 507 IX 16.2 UNA VISIÓN REALISTA SOBRE SUS SOCIEDADES ................................................................................... 520 16.3 UNA RELACIÓN DIRIGISTA CON SUS PARTIDOS POLÍTICOS ...................................................................... 524 16.4 UNA OPERACIÓN RETÓRICA FORMALMENTE SIMILAR ........................................................................... 530 16.5 UN OBJETIVO POLÍTICO COINCIDENTE ............................................................................................... 537 16.6 UNA INTERPRETACIÓN EQUIPARABLE DEL POPULISMO.......................................................................... 541 17 DIFFERENCES DANS LA MISE EN MARCHE STRATEGIQUE ENTRE LE FRONT NATIONAL ET PODEMOS .......................................................................................................................................... 547 17.1 DIFFERENTS NIVEAUX D’ELASTICITE DU CONCEPT DE “PEUPLE” .............................................................. 549 17.2 DIFFERENTES APPROCHES, TRADITIONS ET USAGES DE L’IDEE DE NATION.................................................. 560 SECCIÓN 5: CONCLUSIONES Y BIBLIOGRAFÍA ..................................................................................... 570 18 CONCLUSIONS ........................................................................................................................... 570 19 BIBLIOGRAFÍA ............................................................................................................................ 577 19.1 BIBLIOGRAFÍA ACADÉMICA ............................................................................................................. 577 19.2 REFERENCIAS A ARTÍCULOS PERIODÍSTICOS Y ENLACES WEB ................................................................... 599 19.3 REFERENCIAS A MATERIAL AUDIOVISUAL ........................................................................................... 605 19.4 REFERENCIAS A MÍTINES ................................................................................................................ 609 19.4.1 Mítines del Front National .............................................................................................. 609 19.4.2 Referencias a mítines de Podemos ................................................................................. 610 19.5 REFERENCIAS A PROGRAMAS ELECTORALES ........................................................................................ 611 19.6 REFERENCIAS A BLOGS ................................................................................................................... 612 19.7 REFERENCIAS A TWITTER ............................................................................................................... 613 1 1 RESUMEN Y ABSTRACT Resumen: El Front National y Podemos son dos partidos que han sido todavía poco comparados en la literatura académica, ya sea en ciencia política o en otras disciplinas científicas. Esta tesis doctoral se propone realizar una comparación sistemática de las estrategias retórico-políticas empleadas por el Front National y por Podemos a lo largo del período 2011-2018 a partir de una interpretación del populismo. Para ello se combinan tres estrategias analíticas: 1) la primera consiste en la puesta en marcha de un trabajo etnográfico de campo en Podemos y en el Front National, 2) la segunda implica la realización de entrevistas en profundidad a líderes y estrategas de ambos partidos, y 3) la tercera se basa en un análisis exhaustivo de carácter socio-semiótico de los discursos electorales de ambas formaciones políticas. Esta última se realiza a partir de un corpus de discursos compuesto por textos de las campañas presidenciales francesas de 2012 y 2017, de la campaña electoral europea de 2014, y de las campañas a las elecciones generales españolas de 2015 y 2016. Esta combinación novedosa de estrategias de investigación favorece una visión dinámica, desde dentro y autorreflexiva de la evolución comparada del Front National y de Podemos a lo largo de un amplio período de tiempo. Asimismo, esta metodología de investigación permite una comprensión profunda de los desafíos internos, la elaboración estratégica y la puesta en marcha de los proyectos políticos en una y otra plataforma partidista. Por último, este enfoque metodológico concede la posibilidad de examinar desde un punto de vista comparado la suerte política que han corrido ambos proyectos estratégicos. Palabras clave: Podemos, Front National, populismo, discurso, análisis comparado, estrategia retórico-política. 2 Résumé: Le Front national et Podemos ont été jusque-là peu comparés dans la littérature existante, que ce soit en science politique ou dans les autres sciences sociales. Pour pallier ce manque, par le prisme d’une interprétation spécifique du concept de populisme, cette thèse doctorale ambitionne de mener une comparaison systématique des stratégies rhétoriques et politiques mises en œuvre par ces partis politiques sur la période 2011- 2018. Pour cela, trois stratégies analytiques sont combinées : 1) la première consiste en un travail de terrain ethnographique au sein de Podemos et du Front national, 2) la deuxième implique la conduite d’entretiens approfondis avec des dirigeants et des stratèges des deux partis, et 3) la troisième repose sur une analyse socio-sémiotique exhaustive des discours électoraux de ces deux formations politiques. Cette dernière est basée sur un corpus de discours composé de textes issus des campagnes présidentielles de 2012 et 2017 pour le cas français, et de la campagne des élections européennes de 2014 et des campagnes des élections générales espagnoles de 2015 et 2016 pour le cas espagnol. Cette triple approche méthodologique permet d’obtenir une vision dynamique, autoréflexive et intra-partisane de l’évolution du Front national et de Podemos sur une longue durée. Au niveau intra-partisan, cette méthodologie de recherche permet de comprendre en profondeur les défis internes posés aux partis, l’élaboration stratégique qui a lieu en son sein et la mise en œuvre des projets politiques. Enfin, cette approche permet d’examiner le destin politique des deux projets stratégiques d’un point de vue comparatif. Mots clés: Podemos, Front national, populisme, discours, analyse comparée, stratégie rhétorico-politique. 3 2 JUSTIFICACIÓN DEL TEMA DE TESIS En el período 2011-2018, Podemos y el Front National1 intentan “patear el tablero político” de sus respectivos países y convertirse en fuerzas de gobierno. Pero no lo consiguen. Logran resultados excepcionalmente buenos para dos fuerzas que se sitúan a la derecha de la derecha en Francia y a la izquierda de la izquierda en España: el Front National consigue acceder a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales francesas de 2017 y reunir la cifra histórica de 10.644.118 votos, mientras que Podemos obtiene 5.189.333 votos en las elecciones generales españolas de diciembre de 2015, y 5.049.734 sufragios en coalición con Izquierda Unida en la repetición electoral de junio de 2016, doblando los mejores resultados que hasta la fecha había cosechado en España una fuerza política a la izquierda de la socialdemocracia desde la Transición. No obstante, estos fabulosos resultados se sitúan por debajo de las expectativas generadas por y en el interior de ambos partidos: el Frente Nacional aspiraba a colocar a su candidata como presidenta de la República francesa, o, como mínimo, establecerse a pocas décimas del candidato vencedor –al final la distancia fue de más de veinte puntos porcentuales-, mientras que el objetivo de máximos en Podemos llegó a ser ganar las elecciones a través de una rápida guerra de movimientos –Blietzkrieg-, o, en caso de no conseguirlo, posicionarse al menos como segunda fuerza política y liderar la oposición. Finalmente tampoco Podemos logró ni una cosa ni la otra: tanto en diciembre de 2015 como en junio de 2016, el partido morado quedó en tercera posición, sin capacidad de liderar el gobierno, ni tampoco la oposición. En el caso de ambos partidos, los avances electorales fueron tan notables, tan palpables, tan incuestionables, como lo fue la decepción ulterior. El discurso público –fundamentalmente mediático/periodístico- ha puesto en relación al Front National y a Podemos en los últimos años a través del concepto de 1 Durante esta investigación de tesis nos referiremos al partido de Marine Le Pen usando el antiguo nombre de "Front National” –o su traducción castellana: Frente Nacional-, así como las siglas FN; en lugar de la nueva denominación Rassemblement National (Reagrupamiento Nacional) adoptada tras el XVI Congreso del partido celebrado en Lille entre los días 10 y 11 de marzo de 2018. La razón es doble: por un lado, durante la inmensa mayoría del tiempo del período estudiado en esta investigación de tesis (2011-2018) el nombre oficial del partido fue Front National (FN). Por otro lado, es bajo ese nombre como se le sigue conociendo en Francia, y, sobre todo, en España, donde la nueva denominación Reagrupamiento Nacional (RN) aún no se ha dado a conocer lo suficiente. 4 populismo3.Generalmente con esta vinculación se ha pretendido aludir a tres aspectos: 1) a la intención por parte de ambas formaciones de alterar los sistemas de partidos español y francés modificando el mapa de las identidades políticas; 2) al modo como, en el contexto de la década que va desde 2010 a 2020, ambos partidos han tratado de llevar adelante esta transformación a través del uso de un cierto tipo de estrategias retóricas; y 3) al peligro que estos partidos supondrían para los sistemas democráticos liberales, o, como mínimo, para la “calidad” de los mismos. El discurso mediático-periodístico ha enfatizado que, en la medida en que ambos partidos son “populistas”, tanto el uno como el otro habrían pretendido sustituir en Francia y en España el eje izquierda/derecha por la oposición arriba/abajo; o, más específicamente: casta/gente. Podemos y el Front National habrían compartido la voluntad de dar por superadas las categorías “izquierda” y “derecha”. En este sentido, no resultaría casual que ambas formaciones hubieran empleado acrónimos como “UMPS” o “PPSOE” para referirse a los dos grandes partidos que han dominado la vida política francesa y española4 agrupándolos en un mismo bloque de poder o “partido del régimen” y afanándose de este modo por diluir su polaridad política. O, lo que es lo mismo: por mostrar que ambas identidades supuestamente enfrentadas –y organizadoras del conflicto interno de la política francesa y española- son en realidad dos declinaciones de los mismos intereses. Y que, por tanto, nuevas divisiones o polaridades serían necesarias. Asimismo, las posiciones hegemónicas dentro del discurso mediático-periodístico han puesto de relieve que ambos partidos han tratado de implementar esta operación de dislocación política apoyándose en una retórica de estilo demagógico; esto es, en un lenguaje basado en simplificaciones y trufado de consideraciones de índole afectiva. El discurso de Podemos y del Front National destacaría por su elevado carácter emocional: 3 Véanse por ejemplo los siguientes artículos periodísticos y tribunas de opinión: Pérez Maura, R. (2014, 1, Diciembre). “Populismo sin ideario: de Le Pen a Podemos”, Diario ABC; Agencia EFE (2014, 14, Agosto). “Rosa Díez compara a Podemos con el Frente Nacional de Le Pen”, Diario ABC; Agencia Europa Press (2014, 5, Septiembre). “Felipe González compara a Podemos con Le Pen, Grillo y Chávez”, Diario Público; El Mundo TV (2016, 15, Mayo). “Errejón: Entre Podemos y Marine Le Pen hay un hilo común”, El Mundo; Muñoz Lagarejos, D. (2016, 18, Julio). “Podemos y el Frente Nacional, no tan diferentes”, Politic Ahora; OK Diario (2017, 22, Marzo). “Le Pen dice que Podemos es su modelo en España”, OK Diario; Agencia EFE (2017, 24, Abril). “Maroto: La única diferencia entre Le Pen y Podemos es la islamofobia”, Diario ABC; Rallo, Juan Ramón (2017, 1, Mayo). “La relación de amor-odio entre Podemos y el Frente Nacional”, El Confidencial. 4 UMP (Unión para un Movimiento Popular, conservador) y PS (Partido Socialista, socialdemócrata) en el caso de Francia; PP (Partido Popular, centro-derecha) y PSOE (Partido Socialista Obrero Español, centro- izquierda) en el caso de España. 5 por alentar, canalizar y expresar las pasiones populares. Pero no cualquier tipo de pasiones, sino aquellas sustentadas en emociones negativas: la ira, la indignación, el miedo, el rechazo, el desasosiego e incluso el pánico5. La retórica de ambas formaciones se interpreta entonces como mezcla de exabrupto y desahogo popular; y se contrapone en este relato compartido acerca del populismo al discurso serio, racional, solvente o frío de los partidos tradicionales6. De acuerdo con este discurso público-mediático, el Front National y Podemos habrían tratado de cambiar las coordenadas políticas de sus respectivos países utilizando como herramienta una retórica ágil de denuncia y enfrentamiento. Ambos partidos se habrían hecho electoralmente fuertes poniendo de manifiesto todo aquello que no funcionaba o había sido traicionado; es decir, volcando las frustraciones de la población sobre una clase política particularmente inepta y alejada del ciudadano común. Compartirían un mismo impulso anti-establishment. Por eso no sería en modo alguno casual que tanto Pablo Iglesias como Marine Le Pen hubieran coincidido en emplear la misma expresión simplificadora, “la casta”, para agrupar al poder político-económico-mediático e identificar al enemigo. Tampoco que en cierto momento los dos se hubieran autoerigido como los portavoces únicos de su opuesto: el “pueblo” o la “gente”. Los dos partidos encontrarían paralelismos en su esfuerzo por desescombrar, nombrar, moldear e impulsar el malestar desarticulado de amplias capas de la sociedad y dirigirlo contra los poderosos; en un gesto –tal y como se repite- típicamente populista. El vínculo entre Podemos y el Front National también ha sido subrayado por un vasto campo de literatura ensayística-normativa que ha puesto el foco en la naturaleza “populista” de ambas formaciones y en el carácter caústico, afilado, desenfadado y mordiente de su retórica y su puesta en escena políticas. Se trata de un tipo de literatura ensayística que ha surgido en ámbitos académicos y cuya característica más sobresaliente es la mezcla entre la dimensión analítica y la voluntad de denuncia del fenómeno; es decir, 5 A este respecto, son paradigmáticos los siguientes artículos periodísticos: Garea, F. (2014, 2 Noviembre). “Podemos supera a PP y PSOE impulsado por la ira ciudadana”, El País; Houchard, B. (2015, 27, Octubre). Entretien à Nonna Mayer: “Le grand ressort du vote Marine Le Pen, c’est la peur du déclassement”, L’Opinion; Rouban, L. (2017, 10, Mayo). “Le vote FN à la loupe: le triomphe du pessimisme”, Slate; la siguiente pieza de radio: Gabilondo, I. (2014, 3, Noviembre). “¿Se imaginan la ira ciudadana sin Podemos?”, Cadena SER; y el siguiente reportaje televisivo: RTVE, (2014, 27, Mayo). “Podemos: de la indignación a las urnas”, RTVE. 6 Para un análisis profundo de esta contraposición, véase: Mouffe, C. (2009): “El fin de la política y el desafío del populismo de derecha”, en: Panizza, F. (ed): El populismo como espejo de la democracia, Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, p. 71-96. 6 la combinación entre el componente explicativo y el componente normativo. Además es una literatura que ha florecido con especial vigor en España y Francia desde 2014; esto es, desde el año en que el Front National ganó las elecciones europeas en el país galo y Podemos dio la campanada en España emergiendo con la fuerza de sus cinco eurodiputados en el parlamento de Bruselas. Ejemplo paradigmático de este tipo de aproximación a las conexiones entre ambos partidos son en España los títulos coordinados por Fran Carrillo7, José María Lasalle8 y Álvaro Vargas Llosa9. En Francia se ha trabajado menos intensamente la relación entre Podemos y el Frente Nacional, pero publicaciones como las de Dominique Reynie10, Jean-François Kahn11, o Cécile Leconte y Jacques Delors12 agrupan a estos dos partidos como distintas manifestaciones de un mismo fenómeno populista. De acuerdo con el punto de vista mayoritario en este tipo de literatura, Podemos y el FN se parecerían porque comparten un aspecto de forma y un rasgo de contenido. En cuanto a la forma, los partidos de Pablo Iglesias y Marine Le Pen estarían unidos por un mismo impulso de desafío, por un mismo reto a la lógica partidista que había prevalecido hasta ese momento y por un mismo cuestionamiento de la manera tradicional de hacer política. Serían, en este sentido, formaciones que vendrían a quebrar el modo habitual de entender y hacer política. En consecuencia, Podemos y el Frente Nacional presentarían un cierto prurito “hiper-moderno” o “post-moderno” en la medida en que ambas anticiparían el modo futuro –y peor- de hacer política. En lo que respecta al contenido, ambas formaciones estarían unidas por una suerte de ideología arcaica que no toma en cuenta la pluralidad y la complejidad de las sociedades contemporáneas y aspira a reducir el debate político a un enfrentamiento entre un pueblo único y una élite malvada. Podemos y el FN serían entonces dos expresiones paralelas de una misma concepción antagonista, moralizante y rígida de la sociedad y de la política. Se parecerían por tanto en cuanto vehículos diferentes de un mismo modo de pensar. O, dicho de otro modo: no sólo compartirían el gesto anti-establishment, sino también una misma cosmovisión o urdimbre ideológica básica. 7 Carrillo, F. (ed) (2017): El porqué de los populismos. Un análisis del auge populista de derecha e izquierda a ambos lados del Atlántico, Barcelona: Deusto. 8 Lasalle, J-M (2017): Contra el populismo. Cartografía de un totalitarismo postmoderno, Madrid: Planeta 9 Vargas Llosa, A. (ed) (2017): El estallido del populismo, Madrid: Planeta 10 Reynié, D. (2017): L’Europe des populismes, París: Folio Actuel. 11 Kahn, J-F (2014): Marine Le Pen vous dit merci!, París: Plon. 12 Leconte, C. & Delors, J. (2015): L’Europe face au défi populiste, París: Presses Universitaires de France. 7 Por último, un cierto tipo de discurso dentro de la esfera político-partidista ha planteado conexiones entre ambas formaciones. Se trata de una analogía que vincula a Podemos y al Frente Nacional acusándolos de estar desideologizando a sus familias políticas respectivas. De acuerdo con este paralelismo, Podemos y el Frente Nacional serían dos exponentes de la nueva política, definida a grandes rasgos como una transformación en clave tacticista, “éxito-céntrica” y desmesuradamente centrada en la comunicación en la comprensión de la misma. En otras palabras: Pablo Iglesias y Marine Le Pen representarían un giro comercial en la manera de entender la política de sus tradiciones ideológicas respectivas. En este sentido, sus liderazgos y apuestas estratégicas estarían provocando un abandono de los compromisos y apuestas axiológicas centrales de la izquierda española y la derecha francesa, haciendo de la victoria a corto plazo el único valor relevante. Ambos partidos representarían entonces en sus respectivos países una deriva hacia la asepsis ideológica y el modelo de partido catch-all en dos de las tradiciones políticas más aguerridas de Francia y España. Este tipo de paralelismo entre Podemos y el Frente Nacional se ha trazado tanto desde el interior como desde el exterior; es decir, tanto desde dentro de ambos partidos como desde otras formaciones políticas ideológicamente próximas. En ambos casos, no se trata de una comparación directa entre el partido de Pablo Iglesias y el partido de Marine Le Pen, sino de la inserción de las dos formaciones dentro de una tendencia general de la política en el siglo XXI. En el caso de Francia, ex dirigentes del FN como Jean-Marie Le Pen, Jean-Claude Martínez o Bernard Antony, así como también figuras destacadas como Bruno Gollnisch o Marion Maréchal-Le Pen, han coincidido en subrayar la idea de que la nueva dirección del partido habría sacrificado el ideario de la formación en aras de una hipotética victoria a corto plazo13. Al mismo tiempo, otras formaciones del universo de la derecha radical francesa han criticado desde 2011 el carácter ideológicamente descafeinado que Marine Le Pen estaría tratando de imprimir en el FN14. Unos y otros comparten el diagnóstico de que existe un desequilibrio creciente entre comunicación e ideología en la política entendida a la manera de Marine Le Pen y su equipo. 13 En este sentido, son especialmente relevantes las siguientes entrevistas: Bourbon, J. (2015, 9, abril). “Interview exclusif et à coeur ouvert du Président de honneur du Front National”, Rivarol, nº 3183; Lejeune, G. (2017, 17, mayo). “Le testament politique de Marion Maréchal-Le Pen”, Valeurs Actuelles. 14 A este respecto, destacan las críticas del líder de la Union Populaire Républicaine,François Assalineau, y del ex dirigente del Mouvement Pour la France, Philippe de Villiers; así como también de medios de comunicación de la extrema derecha como Rivarol o Présent y de las revistas de derecha conservadora Valeurs actuelles y Minute. 8 Paralelamente, una crítica muy similar ha sido dirigida a Podemos tanto desde instancias internas como desde formaciones ideológicamente próximas como Izquierda Unida. A nivel interno, primero el equipo de Sumando Podemos durante la primera Asamblea Ciudadana celebrada en 201415 y más tarde otras figuras como Juan Carlos Monedero16 han hecho hincapié en la excesiva importancia acordada por la dirección estratégica del partido al dominio del discurso y a la narrativa del éxito en detrimento de los valores y principios tradicionales de la izquierda española. Asimismo, entre 2014 y 2016, Izquierda Unida dirigió sus ataques a la formación política morada apuntando hacia el abandono de la ideología, la tiranía comunicativa y el excesivo peso otorgado al campo de lo electoral17. En ambos casos se dibuja a la dirección política y estratégica de Podemos como los representantes de una corriente potencialmente peligrosa –por pragmatista y amoral- de la “nueva política”. Así pues, estos tres discursos –el mediático-periodístico, el ensayístico-normativo y el político-partidista- han planteado conexiones explícitas entre ambas formaciones tanto en lo que respecta a su forma de hacer y entender la política como en lo referido al contenido de sus posicionamientos concretos y a su ideología de fondo. Podemos y el Front National serían dos operadores políticos que habrían buscado: 1) romper con sus tradiciones ideológicas de referencia, 2) voltear el esquema de las identificaciones políticas en los sistemas de partidos español y francés, y 3) lo habrían hecho utilizando una retórica comparable y movilizando prácticamente los mismos topoi discursivos. No sólo eso: la formación francesa y la española compartirían –incluso sin ser enteramente conscientes de ello- un mismo background ideológico enladrillado de simplificaciones, mitificación del pueblo, concepción iliberal de la democracia, moralización de la vida política ordinaria y fuertes suspicacias respecto de todas aquellas decisiones que escapan a la 15 Ver por ejemplo el siguiente artículo de Beatriz Gimeno, una de las personas más relevantes de la lista Sumando Podemos: Gimeno, B. (2014, 20, octubre). “Ganar es fundamental, pero no es lo único que importa”, Eldiario.es; o también el siguiente artículo en el que se explican las diferencias entre el equipo de Pablo Iglesias e Iñigo Errejón (Claro que Podemos) y el equipo de Teresa Rodríguez, Miguel Urbán o Pablo Echenique (Sumando Podemos): Cabanillas, A. (2016, 10, diciembre). “Vistalegre I vs Vistalegre II: diez diferencias dos años después”, El Independiente. 16 Ver particularmente estos dos artículos de su blog: Monedero, J-C (2016, 11, mayo). “Las debilidades de la hipótesis populista y la construcción de un pueblo en marcha”, Público: Blog Comiendo Tierra; y Monedero, J-C (2016, 8, noviembre). “Lo que se juega Podemos en Madrid”, Público: Blog Comiendo Tierra. 17 Europa Press (2014, 3, agosto). “Lara reprocha a Podemos por basar su discurso contra la política y los políticos en general”, El Mundo; Romero, J. (2014, 23, noviembre). “Cayo Lara sobre Podemos: algunos quieren que no quede nada a la izquierda para cuando den un viaje al centro”, Infolibre; Muriel, E. (2014, 10, diciembre). “Entrevista a Cayo Lara: existe una intención de destruir Izquierda Unida”, La Marea; Europa Press (2014, 22, diciembre). “IU acusa a Podemos de ambigüedad ideológica”, El Mundo. 9 soberanía popular –discusiones en consejos de administración, resoluciones de instancias supranacionales, sentencias de los tribunales de justicia, etc. Estas aproximaciones tienen la virtud de hacernos ver que la relación entre Podemos y el Front National existe; o, al menos, que no resulta descabellado trazarla. No obstante, aún son pocos los trabajos especializados que se proponen comparar sistemáticamente la retórica, la estrategia y la trayectoria de ambos partidos18. Apenas se ha recorrido todavía el camino de una comparación sistemática entre las dos formaciones que no tenga como primer objetivo vincular a Podemos y al Front National para posteriormente –y sobre todo en el caso español- desacreditarlos. La mayoría de las comparaciones han tenido un leit-motiv partisano o militante: el combate contra estas formaciones. Así, los discursos mediático-periodístico y ensayístico-normativo se han afanado en trazar paralelismos para poder relacionar a Podemos con una fuerza política de extrema derecha cuya imagen pública en España es negativa. En el caso del FN se ha tendido a asociar su propuesta política con la de otras formaciones como las de Beppe Grillo en Italia o Podemos en España para mostrar que su crecimiento electoral respondía más a un sentimiento anti- político que a una reflexión sosegada; o, lo que es lo mismo: que era más el producto de un hartazgo que el resultado de una elaboración política seria o de una decisión electoral compleja. Además de las conexiones que ya se han establecido en el discurso público, el contexto en el que ambas formaciones se han movido durante el período estudiado (2011-2018) también ayudaría a realizar la comparación. Partiendo de la evidencia de que se trata de dos países distintos, existen factores estructurales que facilitan el examen conjunto de ambas formaciones. En primer lugar factores de orden genérico: estamos ante dos países vecinos con tradiciones políticas relativamente semejantes, con sistemas de partidos dominados por dos grandes formaciones –una socialdemócrata y otra democristiana- y pequeños partidos a su izquierda y a su derecha, con una estructura económica diferente pero comparable, pertenecientes a la UE, con una legislación en muchos aspectos común y con una historia de migraciones e intercambios culturales llamativamente fluida. En 18 Entre estos trabajos, cabe destacar el estudio de Michael de la Caridad: Ledezma, M. (2018): “Between the Populist Left and Right: Discursive Structure and Ideological Interventions in Podemos and the National Front”, en: García Agustín, O. & Briziarelli, M. (eds): Podemos and the New Political Cycle. Left-wing Populism and Anti-Establishment Politics, Cham: Palgrave McMillan, 281-294. Y también, en menor medida el siguiente trabajo colectivo: Ivaldi, G. & Lanzone, M-E. & Woods, D. (2017): “Varieties of Populism across a Left-Right Spectrum: The Case of the National Front, the Northern League, Podemos and the Five Star Movement”, Swiss Political Science Review, 23 (4): 354-376. 10 segundo lugar, existen también factores específicos que atañen a la coyuntura del período estudiado –2011-2018-: 1) la crisis ideológica que han atravesado los partidos socialdemócratas en ambos países; 2) la crisis de la representación política que ha afectado a Francia y España; especialmente durante la primera mitad de la década pasada; 3) la crisis económica y el ciclo de austeridad y recortes en el gasto público que han experimentado los dos países; 4) la crisis de la forma partido y la aparición de nuevos experimentos partidistas a izquierda y derecha; 5) la crisis del eje izquierda/derecha motivada por el cuestionamiento del mismo que han realizado tanto actores políticos tradicionales como nuevos. Los puntos 1 y 2 son centrales puesto que tanto la crisis de identidad de los partidos socialdemócratas como los escándalos de corrupción que han afectado a las grandes siglas –pero singularmente a los partidos de la familia democristiana- han abierto una “estructura de oportunidad” en ambos países para la emergencia de un nuevo tipo de oferta política. Hasta el punto de que sería imposible entender las estrategias empleadas por el Front National y por Podemos sin tomar en cuenta que ambos percibieron –o creyeron percibir- la existencia de una suerte de “ventana de oportunidad” o situación excepcionalmente ventajosa para conseguir crecer electoralmente. Junto al punto 3 constituye el caldo de cultivo que posibilita el movimiento estratégico de ambas formaciones y justifica –da credibilidad y legitima- su retórica; no sólo a nivel externo, sino también –y sobre todo- a nivel intrapartidista. Los factores 4 y 5, aunque ya existían en régimen de latencia, vienen empujados por la propia actividad de Podemos y del Front National; quienes, en sus respectivos países, se empeñan en desacreditar el eje de polaridad política izquierda/derecha y en tratar de buscar y diseñar nuevas formas de militancia, vinculación e identificación política. En el caso de Francia desde un partido tradicional –y muy verticalizado- que examina formas menos rígidas de participación militante bajo el paraguas de plataformas como Rassemblement Bleu Marine, Les Patriotes19 o Jeunes avec Marine. En el caso de España con una formación nueva que se 19 Se refiere al nombre registrado por Joffrey Bollée -director de gabinete de Florian Philippot- en abril de 2015. Más tarde esta etiqueta tendrá un recorrido más allá -y casi podría decirse en contra- del Front National; como veremos en la sección 4 de esta tesis doctoral. 11 presenta a las elecciones europeas de 2014 eligiendo su lista a través de primarias abiertas a toda la ciudadanía, que plantea en su inicio formas descentralizadas de participación política bajo el modelo de los “círculos” y que se auto-describe, no como un partido político, sino como un instrumento en manos de la gente. De este modo, tanto los factores específicos como los discursos público-mediático, ensayístico-normativo y político-partidista evidencian que existen unos mínimos mimbres para un trabajo comparativo entre Podemos y el Front National a propósito de su trayectoria retórica y estratégica. Los estudios de Michael De La Caridad Ledezma por un lado, y Gilles Ivaldi, María Elisabetta Lanzone y Dwayne Woods por otro lado apuntan y cimentan esta posibilidad. Todos ellos –factores, discursos y estudios- muestran no sólo que este tipo de investigación resulta factible, pertinente e incluso interesante; sino que además de la comparación sistemática entre el FN y Podemos puede extraerse una comprensión más profunda de cada uno de los dos fenómenos. O lo que es lo mismo: que la conjunción y la comparación de miradas construye un enfoque más penetrante y exhaustivo acerca de ambos partidos y de sus estrategias. En particular, al comparar las estrategias retórico-políticas de dos formaciones de dos países diferentes, se puede plantear la cuestión de en qué medida su evolución o trayectoria refleja una tendencia presente en diversos países del sur de Europa que, en consecuencia, rebasa el marco nacional de cada uno de ellos. En segundo lugar, examinar conjuntamente a dos formaciones ideológicamente distantes facilita el punto de vista formal y la búsqueda de isomorfismos y estructuras semejantes. Lo obvio, natural o inmediato sería comparar a Podemos con La France Insoumise, y al Front National con Vox. Sin embargo, este tipo de comparación correría el riesgo de oscurecer la perspectiva formal. En este sentido, la perspectiva comparada acerca de lo aparentemente diverso permite enfocar el análisis en los procedimientos retóricos estructurales para la transformación de identidades políticas. En otras palabras: no tanto en los colores del camaleón –en su descripción o examen-, cuanto en el propio proceso de mutación: en las maniobras, movimientos y dificultades. En tercer lugar, la comparación entre el Front National y Podemos faculta para intensificar la mirada acerca del supuesto populismo de ambos: en qué medida, hasta qué punto, desde qué concepción y durante cuánto tiempo han sido o continúan siendo populistas uno y otro partido. Finalmente, en cuarto lugar, el contraste entre las estrategias 12 retórico-políticas de ambos partidos concede la posibilidad de evaluar si desde esas aplicaciones concretas se puede establecer algún tipo de diferencia entre el llamado “populismo de izquierdas” y el denominado “populismo de derechas”; o sea, si desde esa mise en marche diferenciada es posible esclarecer algo a propósito de la diversidad del populismo. En definitiva, la comparación entre el Front National y Podemos no sólo resulta factible –y ha sido ensayada desde distintas perspectivas o discursos-, sino que además permite una comprensión más honda de la trayectoria de uno y otro partido. El contexto político y económico de España y Francia a lo largo de la segunda década de este siglo lo facilita. Pero es que, además, la mirada conjunta de ambos fenómenos habilita a una comprensión más holística de las estrategias de los dos partidos en la medida en que da pie a desarrollar un tipo de enfoque formal que, lejos de difuminar a cada una de las plataformas partidistas, ofrece una visión más nítida y compleja de ellas. Una perspectiva más amplia acerca de sus debates, de sus innovaciones, de sus giros y de sus permanencias. Por todo ello, la comparación de casos, más que oscurecer, arroja luz sobre una cierta tendencia estratégica acontecida en el sur de Europa –a izquierda y derecha- durante la década pasada. 13 SECCIÓN 1: EL DEBATE SOBRE EL POPULISMO “Le réel gouverné par le vrai. Voilà le but”24 (Víctor Hugo) 3 Introducción al concepto de populismo Populismo es uno de los conceptos nodales de esta investigación de tesis, ese que nos va a permitir poner en común las propuestas de identidad política de Podemos en España y del Front National en Francia; el que nos va a ofrecer la posibilidad de compararlas, y, en consecuencia, examinar sus semejanzas y sus diferencias, así como también los diversos modos como se han planteado y debatido. El populismo va a ejercer de puente entre dos formas de reconstruir las identidades políticas aparentemente antitéticas25. Sin embargo, a priori el populismo está lejos de ser un concepto claro. Una literatura académica muy extensa se ha ocupado de él y se ha desesperado con él. Las razones de esta especie de cefalea teórica que provoca el populismo entre los académicos son varias. La primera de ellas alude a la propia dispersión lingüística del término, derivada de un uso que ha tendido a ser indiscriminado y a todas luces abusivo. La segunda se relaciona con el hecho de que, a menudo, cuando los investigadores tratan de definir el populismo, piensan en realidades cualitativamente diferentes. Así, en los últimos años ha resultado frecuente que los estudiosos europeos y norteamericanos definieran el populismo teniendo en la cabeza a partidos de derecha radical, mientras que los investigadores latinoamericanos y, en menor medida, del sur de Europa –Italia, Grecia, España- lo hacían con la mente puesta en partidos como Syriza, el Movimiento Cinco Estrellas o Podemos. Un tercer motivo de frustración se refiere a la propia ambigüedad de un concepto que incrusta en su nombre una noción tan vaga y polisémica como “pueblo”; y que además –al contrario que el socialismo-, no tiene ideólogos ni grandes figuras de referencia. Por último, el populismo provoca dificultades analíticas porque en su conceptualización influyen habitualmente las creencias, valores y opiniones 24 “Lo real gobernado por lo verdadero. He ahí el objetivo”. 25 Aún más: dos partidos políticos que cuando se les pregunta al uno por el otro responden en los peores términos. 14 del investigador. Tanto es así que pareciera un concepto cuyo examen obliga al posicionamiento político: a favor o en contra. Como si ante el populismo –como ante el Mal- uno no pudiera quedar indiferente. Esta suma de factores amenaza al debate sobre el populismo con el peligro de la conversación paralela y, a la postre, con la falla de la incomunicación. Y, lo que es más importante, compromete también la posibilidad de llegar a una definición mínimamente consensuada de populismo. El primer intento serio de alcanzar una definición compartida de populismo se produjo en 1967 cuando se organizó en la LSE –London School of Economics- una gran convención internacional con el fin de debatir el concepto, delimitarlo y llegar a unos mínimos presupuestos comunes. A la convención acudieron como invitados intelectuales y expertos en diversas disciplinas de la talla de Isaiah Berlin, Ghita Ionescu, Ernest Gellner, Torcuato Di Tella, Seymour Martin Lipset o Gino Germani; esto es, filósofos, politólogos, historiadores, sociólogos o economistas. Hay que tener en cuenta que el congreso viene empujado, por un lado, por el impacto e interés analítico que suscitan los movimientos de descolonización en el Tercer Mundo y el desarrollo de los acontecimientos en la guerra de Vietnam, y, por otro lado, la gran desorientación que provoca el hecho de que se denomine “populista” a fenómenos tan diversos como Napoleón III, Juan Domingo Perón, la revolución cubana, el qualunquismo italiano, Pierre Poujade, el Movimiento Popular de Liberación de Angola, el People’s Party norteamericano, los narodniki rusos o el maoísmo. Es decir, una variedad de casos tal que incluye movimientos, guerrillas, partidos, líderes y regímenes políticos. Por eso hay una urgencia por delimitar y trazar algunas líneas maestras que permitan reconocer cuándo un fenómeno es “populista” y cuándo, por el contrario, no lo es. Sin embargo, el congreso transcurre como una yuxtaposición de ideas distintas y concluye sin ninguna definición acordada. El congreso de la LSE en 1967 es paradigmático porque sufre por primera vez el mal que señalábamos al principio: la dispersión lingüística del término populismo, la avalancha de casos sin aparente relación entre sí y la imposibilidad de acordar. De este carácter heteróclito se deriva un segundo problema: cuando los teóricos ofrecen una definición de populismo –y esto es, como se verá más adelante, lo que critica Margaret Canovan-, lo hacen generalizando a partir de uno o varios casos de los que son especialistas. Así, algunos expertos en derecha radical han desarrollado una definición de populismo a partir del estudio de fenómenos como el macartismo o movimientos como el de George 15 Wallace, mientras que otros lo han hecho examinando los rasgos de partidos como el FPÖ austríaco, la Lega Nord italiana o el Front National francés. Eso ha llevado, como reconocen Mudde y Taguieff, a una identificación espúrea entre el populismo y la extrema derecha. Pero es que, al mismo tiempo, otros teóricos especialistas en movimientos progresistas de América Latina definían el populismo tomando como ejemplo las experiencias de Hugo Chávez en Venezuela, Néstor y Cristina Fernández de Kirchner en Argentina, José Mújica en Uruguay o Evo Morales en Bolivia; e incluso comparaban estos casos con los de Podemos en España, Syriza en Grecia o La Francia Insumisa en el país galo. Esto ha generado una suerte de conversación paralela entre aquellos que pensaban el populismo como un fenómeno eminentemente conservador –y exclusivista-, y los que se referían a él en términos fundamentalmente democratizadores –e inclusivos. Naturalmente de ahí han nacido un número notable de malentendidos respecto a la definición y contenidos del populismo. A ello han de sumarse dos factores que contribuyen al enrevesamiento del debate. Se trata en primer lugar del uso normativo que tiene el populismo en el vocabulario político corriente. “Populismo” es, en el ámbito de la prensa y la comunicación política ordinaria, sinónimo de “demagogia”, “irresponsabilidad” e incluso “anti-política”. No hay ambigüedad: el adjetivo “populista” adquiere en estos campos un carácter unilateralmente peyorativo. Es, de hecho, un insulto. Aquel que es tachado de “populista” se convierte en sospechoso de ser un embaucador, de engañar a las masas, de hacer promesas que no puede cumplir; y, con ello, en última instancia, de rebajar el debate político perjudicando a las instituciones. Populismo es hasta tal punto un insulto en la discusión política cotidiana que incluso los partidos que admiten una cierta simpatía por el concepto tienen dificultades para reconocerlo en público26. Un segundo factor tiene que ver con un prejuicio aristocrático latente en nuestra cultura y conversación políticas que Pierre-André Taguieff se ocupa agudamente de señalar. Se trata de un recelo elitista que late dentro de la lógica clásica desde los tiempos de Platón: “si consideramos que la apelación al pueblo es el acto fundamental de lo que llamamos “populismo”, entonces podría pensarse que su mala fama tiene que ver con una 26 Como norma general los líderes de los partidos denominados “populistas” suelen rechazar esta denominación en sus declaraciones públicas. No obstante, a efectos de este trabajo de tesis, cabe destacar algunas excepciones protagonizadas por Marine Le Pen, líder del Front National: “Yo soy populista”, (Marine Le Pen, Discurso de Indre-et-Loire, 24 de abril de 2013). 16 asimilación más o menos abusiva con eso que los lógicos y los retóricos denominan la argumentación ad populum, normalmente considerada como un paralogismo o un sofisma; es decir, una argumentación incorrecta o falaz”27. Nos encontramos ante una traslación al campo político de un sofisma perteneciente al ámbito de la lógica cuya estructura podría resumirse en: la mayoría de la gente piensa que “A” es verdadero, luego “A” es verdadero. Sin embargo, tal y como apuntan los lógicos, “A” podría ser perfectamente falso, puesto que la mera opinión de la mayoría no añade un ápice de verdad a la realidad o estado de cosas. La acumulación de opiniones –su carácter cuantitativo- no suma ni resta nada respecto al carácter cualitativo de la verdad. El pueblo, la gente, la mayoría, se equivoca a menudo. Desde esta perspectiva, el núcleo duro del populismo –la apelación al pueblo- correría una y otra vez el riesgo de caer en falacias ad populum convirtiendo el discurso democrático en mera demagogia. Por eso, según este enfoque, populismo equivaldría a “democracia de opinión”. La connotación negativa y tambaleante de esta última expresión se asienta en la vieja distinción platónica entre logos y doxa: razonamiento y opinión. Para complicar aún más las cosas, el concepto de populismo acarrea consigo la noción de pueblo, que está lejos de ser transparente. Naturalmente el “pueblo” se refiere a un grupo de personas, pero su ambigüedad es mucho mayor que la de Los Tres Mosqueteros o Los Beatles. En un caso desconocemos continuamente las fronteras: podemos preguntarnos siempre quién es el pueblo; en el otro, sabemos que se trata de Athos, Porthos y Aramis, o de John Lennon, Paul McCartney, George Harrison y Ringo Starr. Sin embargo, a pesar de esta ambivalencia persistente, la retórica del populismo trabaja como si los límites del pueblo fueran auto-evidentes y, al mismo tiempo, como si lo que hay dentro de esos límites constituyera una unidad. Esta ilusión de coherencia y transparencia funciona como un factor de confusión a la hora de pensar la unidad interna y la filiación ideológica del populismo –así como también su modernidad o carácter arcaizante. Y es que, en efecto, como subraya Pierre Rosanvallon, el término pueblo –populus- presenta en su uso político tres acepciones distintas: pueblo como demos, pueblo como plebs y pueblo como ethnos. Es decir, el pueblo como la totalidad del cuerpo político –demos-; el pueblo como la parte más desfavorecida de la comunidad, ya sea en términos económicos, jurídicos o en ambos –plebs-; y el pueblo como definido por su historia y su cultura –ethnos. Que los populistas 27 Taguieff, P-A. (2007): L’illusion populiste. Essai sur les démagogies de l’âge démocratique, París: Flammarion, 93. 17 se inclinen más por una acepción o por otra cambia sustancialmente el sentido de su movilización política. No obstante, lo habitual es que los dirigentes populistas transiten de una acepción a otra como si fueran equivalentes. Pero es que, incluso aceptando que el pueblo fuera una categoría bien definida y transparente, subyace siempre una pregunta entre los investigadores: ¿es sincera la convocatoria popular por parte de los populistas? O, lo que es lo mismo: ¿defienden los populistas al pueblo o sólo lo utilizan políticamente? ¿Hasta qué punto es confiable su voluntad? Con este bagaje, no resulta extraño que los estudios sobre populismo incluyan en mayor o menor grado un cierto componente estimativo; o, si se prefiere, ideológico. Como si, además del análisis, en última instancia se impusiera la necesidad de juzgarlo, ya sea para absolverlo o para condenarlo. Esta especie de compulsión normativa proviene del hecho de que habitualmente se lo considera un fenómeno anormal; y, por tanto, necesitado de valoración. De la inmensa literatura que existe sobre el tema, un porcentaje muy elevado son textos “partisanos”: o bien abiertamente críticos con el populismo, o bien nítidamente proselitistas. Tanto es así que para describir el contexto de alto y unánime voltaje emocional, Jacques Rancière afirmó en una ocasión: “lo que une a los viejos marxistas con los nuevos liberales es el rechazo al populismo”; es decir, que lo que se percibe a izquierda, derecha y centro es una cierta irritabilidad con respecto al populismo por su carácter anómalo, por su imprevisibilidad y por la dificultad para clasificarlo. En este sentido, el populismo podría considerarse –tomando prestada una expresión de Antonio Negri referida a Spinoza- una “anomalía salvaje”; o sea, una suerte de exceso: de pueblo, de pasiones, de demagogia, de frontalidad, de simplicidad, de parloteo. De hecho, como advierte Benjamín Arditi28, si los conceptos tomaran roles de personas, el populismo se parecería muy probablemente a un invitado que aparece borracho a una cena, llega tarde, habla demasiado alto, no respeta las reglas, incomoda a los invitados e incluso trata de coquetear con las parejas de otros invitados. Un individuo que no resulta por completo ajeno –se le conoce y ha sido invitado-, pero que por un momento olvida el plano de lo sedimentado y de la convención para tornarse desmesuradamente transparente, agreste y básico. A través de esta metáfora, Arditi apunta a la manera en que 28 Arditi, B. (2009): “El populismo como periferia interna de la política democrática”, In Panizza, P. (ed), El populismo como espejo de la democracia, Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 122. 18 ha sido pensada habitualmente la noción de populismo: como un pariente de la democracia liberal que, sin embargo, actúa de una manera tan torrencial y molesta que reclama un pronunciamiento normativo. O sea, una figura a la que se le entiende perfectamente –porque habla el lenguaje de la democracia, de la soberanía y de la igualdad-, pero cuyo proceder anti-institucional exige una reprimenda o reconvención. El populismo es por tanto un concepto particularmente disputado, resbaladizo y difícil. Un concepto que, sin embargo, nos va a permitir poner en común las estrategias retórico- políticas del Front National y de Podemos. Una noción fronteriza que, en su declinación más formal, ejerce de bisagra entre la denominada “hipótesis Philippot” y la denominada “hipótesis Errejón”. Es decir, una lente teórica que facilita el estudio de las operaciones estratégicas desplegadas por el FN y Podemos, y su posterior análisis comparado. Pero también un esquema conceptual que ayuda a examinar la difícil relación –y, sobre todo, la negociación- entre las tradiciones ideológicas de la derecha radical francesa y la izquierda radical española con los nuevos proyectos estratégicos. En suma, una noción que, examinada desde distintos prismas, puede favorecer la comprensión de las trayectorias estratégicas tanto de cada uno de los partidos tomados individualmente, como de los dos partidos tomados en conjunto. Por todo ello, la primera sección de esta tesis está en gran medida consagrada a recorrer diferentes definiciones del concepto de populismo. Estos acercamientos conceptuales se encuentran divididos en dos categorías: enfoques que toman al populismo como un contenido –como un que-, y enfoques que observan al populismo como una forma –en términos de un como. La primera categoría está compuesta de diversos puntos de vista que conciben al populismo como una ideología –Jan Werner Müller-, como una patología –Pierre Rosanvallon-, como un conjunto de ideas –Paul Taggart-, como una ideología fina –Cas Mudde y Cristóbal Rovira-, y como una mirada –Margaret Canovan. Por su parte, la segunda categoría comprende los enfoques que interpretan el populismo como un estilo político –Pierre André Taguieff-, como una retórica o “lenguaje perenne” – Michael Kazin-, y como una lógica de constitución de lo político –Ernesto Laclau. Así, el capítulo 4 está dedicado a todas aquellas perspectivas que entienden el populismo como un conjunto de rasgos reconocibles y compartidos por el común de las “experiencias populistas”. El capítulo 5 engloba los puntos de vista teóricos de quienes interpretan el populismo como una estructura discursiva sin contenido preciso -esto es, sin contenido 19 propio- pero cuya forma se repite invariablemente. Por lo tanto, los capítulos 4 y 5 están organizados de tal manera que se transita de la definición más sustantiva de populismo – la que ofrece Jan Werner Müller- a la definición más explícitamente formal del fenómeno –a la que llega Ernesto Laclau-, a través de un proceso que va llevando hacia conceptualizaciones cada vez más focalizadas en lo que el populismo tiene de gesto, de estructura, de andamiaje discursivo. Por último, el capítulo 6 presenta la propuesta metodológica para el análisis de las estrategias retórico-políticas del Front National y de Podemos en la que se basa esta investigación de tesis. Se trata de una propuesta que combina la revisión bibliográfica con el análisis socio-semiótico de un corpus amplio de discursos electorales tanto de Marine Le Pen como de Pablo Iglesias, el trabajo etnográfico tanto en el FN como en Podemos, y entrevistas en profundidad a dirigentes de ambas formaciones –singularmente a Iñigo Errejón. En particular, el capítulo 6 ofrece una definición de los conceptos centrales en los que se apoya esta investigación de tesis –discurso, enunciación, estrategia retórico- política, etnografía, marco discursivo-; describe la metodología empleada, exponiendo cómo se realiza la etnografía –durante qué período y a través de qué forma-, y cómo se desarrolla el análisis estratégico-discursivo –análisis enunciacional, OPAs semánticas, análisis de marcos, análisis narrativo-; y, por último, formula los objetivos de investigación, explica los interrogantes centrales a los que quiere responder este estudio y plantea las hipótesis en las que se basa este trabajo de tesis. 20 4 El populismo como contenido 4.1 El populismo como ideología “El populismo es simple, la democracia compleja”29 Jan-Werner Müller, profesor en Princetown, ha publicado en 2016 una de las obras30 de análisis más citadas en los últimos años sobre el fenómeno populista. Su objetivo principal es ayudarnos a reconocer los rasgos esenciales que definen el populismo para así, en ausencia de una teoría acabada sobre el fenómeno, poder reconocer cuándo un actor político es “populista” y cuándo, por el contrario, no lo es. Secundariamente el autor también se plantea salir al paso de todas aquellas definiciones que presentan el populismo como “la reacción de los perdedores de la globalización”, “la otra cara de la moneda de la tecnocracia liberal” o “la auténtica voz de la democracia”. El populismo, enfatiza Müller, no es un mero rechazo, no es simple oposición o rebeldía: el populismo es una ideología desmañada, rústica, tosca, desmadejada, si se quiere; pero al fin y al cabo una ideología. La tesis principal del libro afirma que el populismo es un contenido político cuyas características principales son el anti-elitismo y el anti-pluralismo31. Es decir, que ser crítico con las élites es una condición necesaria pero no suficiente para ser “populista”. Se requiere algo más: una propuesta, un posicionamiento sobre lo que es la sociedad, en suma, un contenido en positivo. El populismo está lleno. No es una mera palanca o resorte. Es, en palabras de Müller, un modo de ver el mundo esencialmente anti- oligárquico y contrario a la división del pueblo a partir de intereses partidistas. Los populistas llevan mal el fraccionamiento del pueblo en grupos de interés o clases sociales. Ese es el rasgo común denominador del conjunto de los populismos: desde Víctor Orbán a Donald Trump, pasando por Marine Le Pen, Jaroslaw Kaczynski, Nigel Farage o Matteo Salvini. Todos ellos hablan del pueblo como si estuviera dado de antemano y formara una unidad. De ahí la inquina histórica de liberales y marxistas contra el populismo. Y es que, en efecto, el componente anti-pluralista del populismo está vinculado con una concepción homogénea del pueblo. De acuerdo con Müller, para las fuerzas populistas 29 Dahrendorf, R. (2003). Acht Anmerkungen zum Populismus, Transit: Europäische Revue, 25, 156-163; citado por: Müller, J-W. (2016). What is populism?, Pennsylvania: University of Pennsylvania Press, 11. 30 Müller, J-W. (2016). What is populism?, Pennsylvania: University of Pennsylvania Press. 31 Müller, 2016: 20. 21 hay un pueblo único, esto es: entitativo, sustancial, perenne y con un cierto espíritu o alma. Un pueblo que tiene un modo de ser específico o una esencia. En este sentido, continúa Müller, las fuerzas populistas reclaman que “ellas y sólo ellas representan al pueblo”32. Es esta reivindicación de una suerte de representatividad exclusiva de aquello que constituye lo íntimo –la esencia- del pueblo lo que conduce al populismo a tolerar mal la pluralidad interna. Si el pueblo es único: ¿cómo podría dividirse en diferentes representaciones? Esta concepción del pueblo como una entidad homogénea sólo puede derivarse de una ilusión metapolítica. O, lo que es lo mismo: de una representación que se fija, no tanto en el pueblo realmente existente, cuanto en la idea de pueblo. El populismo es en cierto modo un platonismo porque no extrae su visión del pueblo del estudio de los miembros del mismo, sino de una idea que antecede a los ciudadanos del aquí y ahora, para después imponer ese molde identitario a los sujetos que conforman el pueblo. Cuando Marine Le Pen habla de La France éternelle o cuando Santiago Abascal menciona a La España viva están refiriéndose a algo previo, homogéneo, atemporal y a priori que determina lo que el pueblo es –y, sobre todo, debería ser- aquí y ahora. Para los populistas españoles o franceses “ser pueblo español” consiste en x o “ser pueblo francés” consiste en y; donde “x” e “y” son siempre algo delimitado y en última instancia descriptible. Por eso, señala Müller, “el populismo implica siempre una forma de identidad política”33. En realidad, la representación homogénea del pueblo no se sostiene sobre una afirmación empírica, sino sobre una distinción de orden moral. Los líderes populistas no aspiran a representar a todo el pueblo, sino sólo al buen pueblo: a los buenos españoles, los buenos franceses o los buenos italianos; esto es, a los ciudadanos tal y como deberían ser conforme a su esencia, lo cual implica no sólo una visión sustancialista, sino también un juicio normativo. A este respecto, Jan-Werner Müller defiende que el populismo como ideología está impregnado de moral: “El populismo es una particular imaginación moral sobre la política, un modo de percibir el mundo político que propone una distinción moralmente pura y absolutamente unificada entre el pueblo y la élite, que siempre es dibujada como corrupta y en cierto sentido moralmente inferior”34. El populismo es también un moralismo. Uno, además, particularmente simple –por dicotómico-, pero 32 Müller, 2016: 3. 33 Müller, 2016: 3. 34 Müller, 2016: 19-20. 22 eficaz. Un moralismo que no admite matices. O sea, un dogmatismo. Nosotros, dicen los populistas, somos los portavoces del verdadero pueblo: aquel que mantiene el sano sentido común y las virtudes populares. En cuanto portavoces del pueblo bueno, sencillo y justo, los políticos populistas se benefician también de esta legitimidad moral excluyendo a aquella parte de la sociedad que ha perdido –o traicionado- las virtudes del pueblo. Por eso, insiste Müller, “el populismo es en realidad una forma moralizante de antipluralismo”35. Lo que le distingue del resto de las ideologías es “una forma moral distinta de imaginar el mundo político que implica necesariamente el monopolio de la representación moral exclusiva”36. De ahí que, en la práctica, los líderes y partidos políticos populistas acaben sosteniendo que sólo una parte del pueblo es el pueblo37. El dogmatismo moral y el antipluralismo, como contenidos específicos del populismo, convierten en tormentosa su relación con la democracia. O, al menos, con la democracia liberal. En este sentido, el populismo no puede ser considerado de ningún modo como un remedio contra los procesos de oligarquización de los sistemas políticos democráticos, sino que debe entenderse invariablemente como un factor de degradación de la calidad democrática de las sociedades38. Porque su visión homogeneizante del pueblo y su dogmatismo moral lastran indefectiblemente la discusión pública. Porque el populismo conduce a una cierta forma de autoritarismo, o, como mínimo, introduce elementos autoritarios en las sociedades democráticas. Por eso el populismo, subraya Müller, “es una forma degradada de la democracia”39. Como veremos, en esto coincide plenamente con Pierre Rosanvallon. El populismo, “aunque promete llevar adelante los más altos ideales democráticos”40, compromete la democracia. Por mucho que se presente como impecablemente popular –mezclando las tres acepciones del pueblo como demos, ethnos y plebs-, el populismo termina por imponer una visión estrecha y unidimensional de la sociedad. De este modo ahoga la pluralidad interna de las sociedades deslegitimando las formas no convencionales de pertenencia al pueblo. De ahí la tentación excluyente que 35 Müller, 2016: 20. 36 Müller, 2016: 38. 37 “Para que un actor político sea populista tiene que reclamar que una parte del todo es el todo” (Müller, 2016: 22). 38 “El populismo es una sombra permanente de la democracia representativa, y supone un peligro constante” (Müller, 2016: 11). 39 Müller, 2016: 6. 40 Müller, 2016: 6. 23 todo populismo guarda en potencia, y que sólo los líderes de extrema derecha se atreven a hacer explícita. El populismo, al coquetear con la idea de recuperar una “sustancia simbólica” perdida o en peligro de desaparición, al soñar con devolver al pueblo su unidad esencial dañada, manifiesta un carácter radicalmente anti-constructivista. Pero es que, además, al dividir la sociedad entre buenos y malos ciudadanos, y al arrogarse la representación exclusiva del pueblo verdadero, el populismo horada las bases de la democracia liberal y pluralista. En este sentido no cabe ninguna condescendencia con el populismo: ni como encarnado en un movimiento, ni como impulsando un partido, ni –mucho menos- como dirigiendo un país. En definitiva, para Müller el populismo es una lógica política con un contenido preciso. Este contenido específico viene marcado, como hemos señalado, por el anti-elitismo, el anti-pluralismo, la visión homogeneizante de la sociedad, la coartada moral y el deseo de arrogarse la representación exclusiva del pueblo. Al definir el populismo como una matriz lógica con un contenido propio Jan-Werner Müller puede, por un lado, explicar la diversidad de sus expresiones políticas como variaciones dentro de una misma matriz, y, por otro lado, reconducir esa pluralidad hacia una unidad que apunta en dirección al autoritarismo. Ello explica el tono de denuncia y el carácter beligerantemente anti- populista que recorre toda su reflexión. 4.2 El populismo como patología En los últimos años, el historiador Pierre Rosanvallon se ha destacado por ser uno de los teóricos más agudos de la democracia41. En este sentido, Rosanvallon no se interesa tanto por la definición de populismo cuanto por las relaciones de intensificación o degradación que mantiene con la democracia. Es decir, el historiador francés focaliza su atención en lo que el populismo nos dice acerca de la democracia y sus indeterminaciones. Aún más, su reflexión ahonda en el vínculo entre la noción de democracia y la noción de pueblo, 41 Ver particularmente los siguientes ensayos: Rosanvallon, P. (2002): Le peuple introuvable: Histoire de la représentation démocratique en France, París: Gallimard; Rosanvallon, P. (2006): La contre- démocratie. La politique à l’âge de la défiance, París: Seuil; Rosanvallon, P. (2010): La légitimité démocratique. Imparcialité, réflexivité, proximité, París: Gallimard; Rosanvallon, P. (2013): La société des égaux, París: Gallimard; Rosanvallon, P. (2014): Le Parlement des invisibles, París: Seuil. 24 que él califica de inacabado y poliédrico. Sin embargo, por el camino Rosanvallon acaba ofreciendo una definición de populismo. Para comprenderla en toda su dimensión crítica es preciso partir de su reflexión acerca de la democracia, puesto que, como él mismo dice, “la cuestión del populismo es interna a la pregunta acerca de la democracia”42. En efecto, el punto de partida de Rosanvallon recupera una vieja tesis acuñada por Pierre- André Taguieff a comienzos de los años ochenta –y posteriormente desarrollada y complejizada en otros trabajos suyos43-, a saber: la condición de posibilidad del populismo es la democracia representativa; o, lo que es lo mismo, el populismo es un fenómeno político ligado a la idea –y a los problemas- de la representación. Nuestra dificultad a la hora de abordar el fenómeno recurrente en nuestros días del populismo es que no hemos indagado lo suficiente hacer acerca de la naturaleza de la democracia moderna –es decir, de la democracia representativa- y de los enigmas que entraña la noción misma de representación –y, sobre todo, a quién se representa. A este respecto, la tesis fuerte que defiende Rosanvallon es que la democracia moderna está esencialmente indeterminada44. En otras palabras: esta constitutivamente incompleta. No termina de cerrar. Esto se debe a que sólo ha sabido encontrar una solución abstracta45 a la cuestión de quién es el pueblo. Esto se percibe en las dificultades que tienen los sistemas democráticos para encontrar el lugar de los referéndums en la vida democrática y, sobre todo, en la relación de delegación entre representantes y representados. Pero también en las dificultades para representar al pueblo como totalidad en las sociedades contemporáneas, incluso bajo la figura de la alegoría. El pueblo, propiamente, sólo existe como principio, como entidad ficticia o persona jurídica; esto es, como cuerpo abstracto de cuya naturaleza conocemos algunas determinaciones y expresiones –y, por lo tanto, con la que podemos trabajar-, pero de cuya totalidad no podemos responder. Así pues, la 42 Rosanvallon, P. (2011): “Penser le populisme”, 26èmes Rencontres de Pétrarque, La vie des Idées, 4-5. 43 Taguieff, P-A. (2002): L’illusion populiste. De l’archaique au médiatique, París: Flammarion; Taguieff, P-A. (2007): L’illusion populiste. Essai sur les démagogies de l’âge démocratique, París: Flammarion; Taguieff, P-A. (2012): Le nouveau national-populisme, París: CNRS Éditions; Taguieff, P-A (2015): La revanche du nationalisme: Néopopulistes et xénophobes à l’assaut de l’Europe, París: Presses Universitaires de France. 44 Rosanvallon, 2011: 4. 45 “El trabajo de la representación democrática va a implicar la constitución de un pueblo ficticio, en el sentido jurídico del término, en lugar de un pueblo real convertido en in-encontrable e in-figurable. La contradicción entre la naturaleza de la sociedad democrática -la sociedad sin cuerpos- y los presupuestos de la política democrática -la constitución de una persona ficticia representada- van a entrañar una búsqueda permanente de figuración que jamás va a poder terminarse completamente” (Rosanvallon, 2011: 3). 25 noción de pueblo funciona, a pesar de que nunca lleguemos totalmente a saber qué es o a quiénes representa. “Para comprender el populismo”, afirma categóricamente Rosanvallon, “hay que partir de ahí, y no de definiciones a priori”46. Porque, más allá de sus usos periodísticos y/o partidistas, el populismo sólo se entiende “en relación con las tensiones estructurantes de la representación”47. El populismo opera en esa falla. De modo que tiene valor de síntoma: “El populismo es el punto de encuentro entre un desencanto político, ligado a la mala representación, a las disfuncionalidades del régimen democrático, así como el punto de unión entre ese desencanto y un desarraigo social vinculado a la falta de resolución de la cuestión social en nuestros días”48. El populismo nos sirve para entender mejor las dolencias que aquejan a las sociedades contemporáneas49; esa especie de artritis de los regímenes democráticos tras años sin haber resuelto sus problemas constitutivos. El populismo es un dolor que, como saben los fisioterapeutas, nace de una defensa del cuerpo: del cuerpo democrático. Lo que se impone, en consecuencia, es tirar del hilo de ese dolor y examinarlo. Para el historiador francés, el principal problema del populismo es que pretende resolver la dificultad de representar al pueblo resucitando su unidad y su homogeneidad de un modo imaginario. Así pues, además de como síntoma, el populismo debe ser interpretado también como un tipo de respuesta –y por tanto también de solución- al problema de responder concretamente a la pregunta “qué es el pueblo” y, de modo aún más acuciante, “qué tipo de vínculos deben existir entre el pueblo y sus representantes populares”. El populismo bien puede ser pensado como un intento de solución al problema de la representación del pueblo en las democracias modernas, asume Rosanvallon, pero es en todo caso un recurso que tiene truco, o, aún peor, que tiene trampa. Es una solución en trompe-l’-oeil. Básicamente porque no soluciona nada. Al contrario, ofrece una apariencia de arreglo cuyas consecuencias son nefastas en términos de representar la enorme riqueza del enigma pueblo: “El populismo es in fine una concepción sustancialista 46 Rosanvallon, 2011: 4. 47 Rosanvallon, P. (2017): “Pensar el populismo”, en: Tarchi, M. & Esparza, J-J. & Lorente, J-S. & Dandieri, L-M. & Marchand, O. & De Benoist, A. & Masquelier, P. & Isabel, T. & L’Homme, M. (eds): En el nombre del pueblo. La hora del populismo, Tarragona: Ediciones Fides, 153. 48 Rosanvallon, 2011: 4. 49 Porque, al contrario de lo que sostiene Seymour Martin Lipset en su libro Las bases sociales de la política -donde define al populismo como una reacción a la modernidad y contra la modernidad-, Rosanvallon afirma que el populismo es un fenómeno tan moderno como la democracia representativa, y, sobre todo, connatural a ella. 26 de lo social” que, como hemos subrayado, “se formula para encontrar un remedio a la mala representación”50. El populismo esencializa al pueblo –lo convierte en una foto fija, recortada y en cierto sentido llena de filtros que normalmente simulan un pasado idealizado-, y, al hacerlo, le devuelve una imagen adulterada y simplificadora de sí mismo51. Una imagen que no sólo arquetipiza lo que en realidad es impuro y móvil, sino que además excluye deliberadamente elementos que forman parte integrante del mismo52. Los populistas tienden a pensar que lo que realmente produce la cohesión social es la identidad o identificación con una imagen abstracta, figurativa y esquemática de sí mismos, en lugar de centrarse en que lo que genera identidad, cohesión y sentimiento de pertenencia colectiva es la calidad y la frecuencia de los vínculos e interacciones sociales. Por este motivo, argumenta Rosanvallon, el populismo no extiende o complejiza la democracia, sino que la achica. ¿Qué es entonces para Rosanvallon el populismo? “El populismo es la forma tomada por la democracia contra sí misma en el siglo XXI”53. Es, en este sentido, “una patología específica de la contrademocracia”54. No es simplemente un estilo político55, sino que se trata de un corpus ideológico antidemocrático –o sea, una ideología antidemocrática que nace de la incompletitud constitutiva de la democracia representativa. De acuerdo con Rosanvallon, lo característico de este corpus ideológico antidemocrático es: 1) radicalizar la democracia de control, estigmatizando compulsivamente a las autoridades gobernantes y haciendo de ellas un enemigo exterior a la sociedad; 2) intensificar lo que Rosanvallon denomina “la soberanía negativa”, esto es, la voluntad de oposición y de obstrucción de todo aquello que propone el poder sin ser capaz de alumbrar alternativas –“el fortalecimiento de los populismos traduce el aislamiento de la soberanía negativa en su inmediatez, como fuerza radicalmente desnuda, incapaz de una crítica activa, expresión de una violencia resignada”56-; y 3) extender la idea de la política como juicio, convirtiendo al pueblo en juez y a la política en espectáculo de crueldad y juego de circo 50 Rosanvallon, 2017: 153. 51 “El populismo está fundado sobre una simplificación de la democracia y una simplificación de la comprehensión de lo que “el pueblo” quiere decir” (Rosanvallon, 2011: 7). 52 El populismo implica una “aprehensión perversa del ideal representativo y de las formas democráticas” y aplica “una misma manera de reducir la cuestión de la división de lo social bajo las especies de la exaltación de lo Uno y de lo homogéneo” (Rosanvallon, 2011: 5). En este sentido, el populismo guarda rasgos en común con el totalitarismo. 53 Rosanvallon, 2011: 5. 54 Rosanvallon, 2017: 154. 55 Sobre esta interesante cuestión, ver: Rosanvallon, 2011: 4. 56 Rosanvallon, 2017: 156. 27 –“el populismo sólo quiere una justicia de represión, de sanción, de estigmatización, constituyendo en objeto de su venganza a una vasta categoría de indeseables y parásitos”57. Por este motivo, el populismo sólo puede ser definido como: “Pura contrademocracia, forma absolutizada de sus tres figuras superpuestas: patología de control, patología de la soberanía y exacerbación de la idea de pueblo-juez. El populismo puede ser aprehendido como una forma de expresión política en la cual el proyecto democrático se deja absorber y vampirizar totalmente por la contrademocracia; es la forma extrema de la antipolítica”58 Si el populismo es una amenaza grave para la democracia que no logra restañar más que patológicamente la herida –la falla- entre representantes y representados: ¿qué remedio propone el historiador francés? Lo primero de todo reconocer que el pueblo es introuvable, no sólo porque sea un concepto resbaladizo –como diría el politólogo Paul Taggart-, sino porque de hecho es imposible de encontrar o representar políticamente59. Lo segundo es no contentarse con defender el modelo de democracia actual frente a las derivas populistas. Y lo tercero –y más importante- es elaborar un proyecto para reinventar la democracia en sentido opuesto a donde apunta el populismo. Si el populismo pretende simplificar la democracia, de lo que se trata es de complejizarla para cumplir mejor sus promesas. Porque si agudizamos nuestra comprensión del enigma “pueblo” nos damos cuenta de que este sólo existe bajo manifestaciones o formas diversas –el pueblo aritmético de los procesos electorales60, el pueblo social encarnado en los conflictos laborales y en las reivindicaciones de la sociedad civil, el pueblo-principio del que emanan los textos jurídicos que rigen la vida de una comunidad61, como las constituciones, y finalmente el pueblo aleatorio, es decir, el pueblo que se manifiesta en los jurados populares y en todos aquellos procedimientos institucionales en los que el azar 57 Rosanvallon, 2017: 156-157. 58 Rosanvallon, 2017: 157. 59 “El pueblo es infigurable”, repite Rosanvallon. 60 “El pueblo aritmético es al mismo tiempo una fuerza dirigente y una fuerza de pacificación en democracia, puesto que él tiene el poder de la última palabra. El problema es que la definición del pueblo o del interés general debe englobar a la inmensa mayoría de la sociedad, y no simplemente a la mayoría. A este respecto, la democracia reposa sobre una forma de ficción: la ficción de que la mayoría representaría a toda la sociedad. Lo que no es el caso. Por eso hacen falta otras figuras del pueblo” (Rosanvallon, 2011: 8). 61 “Es el pueblo que está definido por aquello que constituye los fundamentos de la vida común. Lo que representa a este pueblo es el derecho, las reglas fundantes del contrato social, la Constitución. De hecho, si las cortes constitucionales están siendo llamadas a jugar un rol cada vez más importante en nuestras sociedades modernas, es por esto. Porque ellas representan a este pueblo-principio que no se confunde con el pueblo mayoritario” (Rosanvallon, 2011: 8) 28 legitima la posición y las acciones de un individuo o grupo de individuos pertenecientes a una sociedad. Por lo tanto, si esto es así, no se trata de hacer que una parte tome la representación del todo, ni tampoco de elaborar una imagen arquetípica del pueblo en la que la mayoría de sus componentes pueda sentirse identificada –ni siquiera en cierta medida o a través de una proyección emotiva-, sino de multiplicar las voces del pueblo en todas sus formas. O, dicho de otro modo: lo que propone Rosanvallon es devolverle a la democracia una cierta polifonía. Y es que, en efecto, como no hay un pueblo entitativo sino un pueblo indeterminado, lo que se impone es aumentar tanto sus cauces como sus modalidades de expresión con el fin de que éste perciba como mínimamente cumplida la promesa representativa de la democracia moderna. Aún más: Rosanvallon considera que “complicar la democracia” es también “encontrar los medios de producir algo en común que tenga sentido; producir una sociedad que no sea simplemente una colección de individuos”62. Porque la democracia, insiste el historiador francés, es un régimen de producción de una vida común; esto es, de “aquello que hace que una sociedad democrática se defina por una confianza común, por una redistribución o por el hecho de que aceptemos compartir juntos una serie de cosas”63. Curiosamente, este interés de Rosanvallon por la “producción de lo común” es compartido por Ernesto Laclau en sus obras o por Íñigo Errejón en sus discursos. La diferencia es que mientras Rosanvallon entiende el populismo como una fuerza contraria a la producción de la vida en común –por su carácter intrínsecamente simplificador de lo social y por su inherente carácter negativo en su búsqueda permanente de enemigos-, Laclau sostiene que es precisamente la fuerza articulatoria del populismo la que permite salir de la atomización social y construir un mundo en común. Como veremos más adelante, no es en absoluto casual que Florian Philippot en el Front National o Íñigo Errejón en Podemos enfatizaran en sus discursos de 2014 y 2015 la necesidad de re- sacralizar las funciones orientadas a la generación y el mantenimiento de la vida en común, como pueden ser –en sus propios ejemplos- los oficios ligados a la enseñanza, a los cuidados, a la medicina, o, más generalmente, a la función pública. Pero Rosanvallon no está ahí: no quiere pertenecer al club de los que se empeñan en crear una comunidad figurada, homogénea y transida de mitos. Para él esta salida no salva a la democracia, sino que la adultera haciendo de ella un mero proceso ampliado de 62 Rosanvallon, 2011: 10. 63 Rosanvallon, 2011: 10. 29 ratificación plebiscitaria. Por el contrario, Rosanvallon subraya que lo que necesita la democracia para revitalizarse no es más populismo, no es más “democracia de autorización” –ya se nombre de “izquierdas” o de “derechas”-, sino más interacciones ciudadanas bajo formas diversas que puedan dar sentido a la experiencia inicialmente vacía del vivir juntos. Más, en suma, polifonía capaz de crear lazos y sentidos compartidos. 4.3 El populismo como conjunto de ideas Paul Taggart ha reflexionado también hondamente acerca de la definición de populismo, hasta el punto de convertirse en uno de los especialistas más significados en este ámbito de estudio. Es prácticamente una referencia obligada. No sólo por su dominio de los autores clásicos del populismo en la década de 1950 y 1960, sino también por haber influido poderosamente en los estudios que se han desarrollado acerca del populismo en los últimos veinte años, ayudando a centrar el debate sobre la naturaleza, los rasgos y las carencias del populismo. O, aún más específicamente: sobre sus puntos nodales. Pues bien, de acuerdo con Taggart, la definición de populismo se encuentra de entrada con dos grandes dificultades. La primera atiende a su naturaleza conceptual. El populismo, dice el autor británico, es un concepto “inusual”, “difícil”, que presenta una “impalpabilidad esencial” y un extraño “carácter resbaladizo”64, razones por las cuales “nunca se encontrará una definición que se ajuste perfectamente con el populismo”65. La segunda se refiere más bien al modo como se ha estudiado hasta ahora. De acuerdo con Taggart el populismo ha sido objeto de una literatura excesivamente fraccionaria66 centrada en casos muy singulares como los Estados Unidos en la época del macartismo67, la Argentina en el período de Juan Domingo Perón68 o Carlos Menem, el Brasil de Getúlio 64 Taggart, P. (2002a): Populism, Nueva Delhi: Viva Books Private Limited, 2. 65 Ibidem. 66 Taggart, P. (2002b): “Populism and the Pathology of Representative Politics”, en: Mény, Y. & Surel, Y. (eds): Democracies and the Populist Challenge, Londres: Palgrave Mcmillan, 63-64. 67 Ver especialmente: Lisept, S-M. (1963): Political Man: The Social Bases os Support, Nueva York: Anchor; o también: Shils, E. (1956): The Torment of Secracy: the Background and Consequences of American Security Policies, Glencoe IL: Free Press. 68 Ver: Di Tella, T-S (1965): Populism and Reform in Latin America”, en Veliz, C. (ed): Obstacles to Change in Latin America, Oxford: Oxford University Press; y también: Germani, G. (1978): Authoritarianism, Fascism and National Populism, Nuevo Brunswick, NJ: Transaction. 30 Vargas69, el Perú durante el gobierno de Fujimori, o Canadá en el momento de emerger el Partido de la Reforma entre 1980-199070, lo que ha llevado a una visión muy contextualista o particularista del fenómeno. Con dos honrosas excepciones: los trabajos de Ionescu y Gellner en 196971, y el estudio seminal de Margaret Canovan en 198172. Estas dos dificultades han provocado que se haya llegado a una situación de infra- conceptualización teórica. Por eso lo que Taggart plantea es una toma en consideración del populismo qua populismo siguiendo metodológicamente el modelo de los tipos ideales weberianos. Es decir, puesto que nunca se encontrará una definición impecable o definitiva del populismo, se trata de avanzar hacia una comprensión del populismo que capte su intimidad conceptual. ¿Cómo definirlo entonces? Taggart defiende que no podemos definir el populismo como una ideología -aunque “tiene muchos de los atributos de una ideología"73-, ni tampoco como un estilo discursivo -el populismo no es en ningún caso una mera forma de hablar74-, sino que lo más apropiado es entenderlo como un conjunto de ideas cuyo rasgo más sobresaliente es que siempre es potencialmente movilizable allí donde existe la política representativa; o sea, allí donde están instalados sistemas democráticos basados en la idea de que los representantes deben parecerse a los representados -principio de isomorfía75. El populismo es, por tanto, un núcleo eidético latente de las democracias modernas. En cuanto conjunto de ideas no sistematizado, el populismo presenta una serie de rasgos primarios y secundarios. Como rasgos primarios Taggart sostiene que el haz de ideas populistas es: 1) tendencialmente reformista en la medida en que carece de una matriz teórica lo suficientemente acabada como para promover un cambio social sustantivo; 2) necesariamente episódico, puesto que sus contradicciones y dilemas internos respecto de la idea de representación le llevan, o bien a transformarse, o bien a desaparecer -el populismo sólo puede ser, en consecuencia, un momento, o, como mucho, un período; 69 Ver: Malloy, J-M. (1977): “Authoritarianism and corporatism in Latin America: the modal pattern”, en Malloy, J-M. (ed): Authoritarianism and Corporatism in Latin America, Pittsburgh: University of Pittsburgh Press. 70 Ver: Laycock, D. (1994): “Reforming Canadian democracy? Institutions and ideology in the Reform Party projet”, Canadian Journal of Political Science, 27, 213-247. 71 Ionescu, G. & Gellner, E. (1969): Populism: Its Meaning and National Characteristics, Londres: Weinfeld and Nicolson. 72 Canovan, M. (1981): Populism, Londres: Junction. 73 Taggart, 2002a: 1. 74 Taggart, 2002a: 5. 75 Para una reflexión en profundidad sobre este punto véase el trabajo extraordinario de Bernard Manin: Manin, B. (1997): The Principles of Representative Government, Cambridge: Cambridge University Press. 31 pero, eso sí, es tan retóricamente potente y está tan abigarrado dentro de la cosmovisión democrática moderna que acaba influyendo en el tono y el contenido de las propuestas de sus adversarios políticos-; 3) mantiene una relación ambivalente con la política representativa, a la que reclama constantemente una mayor simplicidad y un mayor carácter directo, pero de la que no abjura por completo; 4) se alza como respuesta a un sentido agudo de crisis moral y política que compromete la supervivencia de la comunidad como tal -o, más propiamente aún, de los lazos que ligan a la comunidad; es decir, a su identidad-; 5) es axiológicamente maleable; y 6) es camaleónico -es decir, tiene la costumbre de tomar la tonalidad del contexto político en el que aparece. Conviene detenerse mínimamente en los puntos cinco y seis. Como veremos más adelante, serán importantes en el estudio comparativo del Front National y Podemos. El punto cinco afirma que el populismo, a pesar de ser un conjunto estable de ideas, carece de un compromiso a priori con ningún valor: ni con la libertad, ni con la igualdad, ni con la justicia social, ni siquiera con la emancipación. Tampoco con el orden ni con el progreso. El populismo tiene, en este sentido, el “corazón vacío”76: no se decanta de antemano por ningún valor. Su fijación estimativa es fluctuante dependiendo del contexto y de cada caso de movimiento/partido populista. Por eso no es a priori ni de derechas ni de izquierdas. O, dicho de otro modo, el populismo es un conjunto de ideas sobre la representación y el pueblo -o lo que el pueblo recubre o simboliza- que no opta de antemano por ninguno de los grandes valores de la tradición política y que, en consecuencia, es especialmente apto para ser añadido a proyectos políticos cualitativamente diferentes: “La posición natural del populismo es como un adjetivo ligado a otras ideas que rellenan el espacio y el corazón vacío del populismo”77. Más que para ser complementado con algo, el populismo está para ejercer de complemento de otro sistema de ideas. Esta interpretación del populismo como un conjunto de ideas coherente pero entitativamente livianas y sin compromisos axiológicos fuertes acerca la postura de Taggart a la de otros autores como Cas Mudde o Cristóbal Rovira, que subrayan la necesidad que tiene la matriz populista de ser hibridada con otros conjuntos de ideas. El sexto punto está íntimamente ligado con el anterior. Puesto que el populismo es esencialmente maleable desde el punto de vista de los valores que defiende, en sus manifestaciones concretas sus rasgos más vistosos son los que aporta el contexto. De ahí 76 Taggart, 2002a: 4. 77 Ibidem. 32 la enorme variabilidad que subrayan las taxonomías de Margaret Canovan o la queja de quienes aseguran que el populismo no se sostiene como concepto. Si aparentemente el populismo no aguanta de pie como concepto es porque, a ojos del analista, aparece en primera instancia coloreado por los rasgos más eminentes de la cultura política en la que aparece. Estas marcas distintivas derivadas del contexto de emergencia constituyen los rasgos secundarios del populismo, que son muchos y varían notablemente en cada caso. Por eso a veces resulta tan desconcertante comparar una experiencia populista con otra. La caracterización de Taggart se lee a este respecto también como un aviso a los investigadores: ¡no se fíen de la enorme dispersión que presenta el populismo!; o, lo que es lo mismo: no se recreen en la diferencia y atrévanse a dar un paso más allá. Pero quizás para nuestros objetivos de investigación ulteriores de profundizar en la aplicación de la estrategia populista y los problemas que entraña en el Frente Nacional y Podemos, la noción más interesante que elabora Paul Taggart es la de heartland o “corazón de la patria”. A juicio del politólogo británico, se trata de una noción imprescindible para comprender a fondo aquello que comparte el populismo y que, sin embargo, ha pasado incomprensiblemente por alto en la mayoría de los análisis académicos. Y es que, en efecto, lo que propone Taggart es examinar la apelación al pueblo que hacen los populistas deteniéndose no tanto en el significado -y las características- del pueblo nombrado, sino centrándose en el lugar que se le asigna; esto es, en el espacio imaginario que habita el pueblo. Porque la tesis principal de Taggart es que la preocupación del populismo por el pueblo no es directa, sino indirecta78. Su verdadero interés se sitúa en la defensa de ese territorio simbólico -aunque con manifestaciones concretas- que ocupa el pueblo. O, dicho de otro modo: el valor del pueblo y la necesidad de defenderlo -¡el mandato típicamente populista!- no le viene tanto de su carácter popular, sino de su valor como custodio de un lugar simbólico y de un modo de vida: “La retórica populista usa el lenguaje del “pueblo” no porque exprese convicciones de base y profundamente arraigadas sobre la soberanía de las masas, sino porque “el pueblo” es el habitante del corazón de la patria, y esto es lo que en esencia los populistas tratan de evocar”79. A los populistas el pueblo les interesa 78 “Los populistas tienden a identificarse a sí mismos con un corazón de la patria que representa una concepción idealizada de la comunidad a la que sirven. Es desde este territorio de la imaginación desde el cual los populistas construyen al pueblo como objeto de su política” (Taggart, 2002b: 67). 79 Taggart, 2002a: 95. 33 en tanto que ocupante del corazón de la patria; o, aún más específicamente: como el único ocupante legítimo del corazón de la patria. Obviamente aquí Taggart está pensando fundamentalmente en lo que más tarde Mudde y Rovira denominarán “populismos exclusionarios”; es decir, en algunas experiencias norteamericanas en los años cincuenta del siglo pasado y en partidos europeos como el Vlaams Blok flamenco80, el FPÖ austríaco, la Lega Nord italiana o el Frente Nacional francés. O sea, en el macartismo y en lo que desde los trabajos de Piero Ignazi81 y Hans- Georg Betz82 se denomina “nuevo populismo”. Ese que según Pierre-André Taguieff se caracteriza por un marcado impulso defensivo o protector -frente al carácter eminentemente ofensivo de los antiguos populismos del s. XIX y primera mitad del XX83. De hecho, la noción de heartland ayuda a comprender las metáforas que emplea Marine Le Pen en sus discursos; y, muy singularmente, la metáfora de la casa Francia. Por lo tanto, la defensa del pueblo no es el principio unificador del populismo, no es -más allá de la mera retórica- lo que comparten los populistas: “El compromiso con el pueblo es de hecho una consecuencia derivada del compromiso explícito con el heartland”84. Lo que comparten los populistas es más bien: 1) una noción de heartland, 2) la convicción de que el heartland tiene derecho a prevalecer, y 3) la voluntad de defender ese derecho. Ahora bien: ¿qué significa exactamente el heartland o “corazón de la patria”? El “corazón de la patria” es un “territorio imaginado”, una noción “vaga” y “no focalizada”, aunque retóricamente muy potente, cuya evocación se da “sólo en tiempos de dificultad”85 percibidos como inequívocamente de crisis. Una crisis que se vive no como parcial o pasajera, sino como comprometedora de la supervivencia de la comunidad como tal. Su potencia radica en su capacidad para evocar un tipo de vida que merece la pena de ser defendida y que entronca con los aspectos positivos de la vida cotidiana. A diferencia de las utopías clásicas, sostiene Taggart, la noción de “corazón de la patria” es una construcción simbólica que no proyecta hacia el futuro, sino que retrotrae al pasado para 80 Antecedente del actual Vlaams Belang. 81 Ignazi, P. (1992): “The silent counter-revolution. Hypotheses on the emergence of extreme right-wing parties in Europe”, European Journal of Political Research, 22 (1), 3-34. 82 Betz, H-G (1994): Radical right-wing Populism in Western Europe, Londres: McMillan. 83 Ver: Taguieff, P-A (2007): L’illusion populiste. Essai sur les démagogies de l’âge démocratique, París: Flammarion,40-45. 84 Taggart, 2002b: 67. 85 Taggart, 2002a: 95. 34 exigir en el presente86. Es un intento de “reconstruir ahora lo que se ha perdido por el camino”87. Su elaboración tiene por tanto mucho que ver con un componente emocional que, lejos de la precisión y las matizaciones de los eruditos, presenta un carácter fundamentalmente ahistórico. Los contenidos del heartland no se rigen por los libros de historia y mucho menos por las leyes de la dialéctica. Simplemente están esencializados, congelados, pacificados, sustantivados. Esto se ve muy claramente en la retórica del FN y en su invocación a l’âge d’or. El heartland como lugar y forma de vida idealizados -como condensación afectiva de todo aquello que se echa en falta en el presente: regularidad, inteligibilidad, orden, armonía y orgullo- incorpora además un componente exclusionista. El “corazón de la patria” prefigura un tipo de población. Los “corazones de la patria” de los distintos populismos no están habitados por poblaciones diversas, sino por un tipo de pueblo fundamentalmente homogéneo, o, como mínimo, no atravesado por diferencias sustanciales. Ni de clase, ni de raza, ni de género, ni de religión: “La singularidad del heartland implica una singularidad en su población. El corazón de la patria como territorio singular requiere de una población singular”88. Por eso en la literatura académica sobre populismo se ha insistido tanto en el carácter interclasista del populismo y en su voluntad de pasar por alto los conflictos internos que atraviesan a cualquier “nosotros”. Pero no se trata únicamente de idealizar hacia atrás, de retro-idealizar, sino también de delimitar quién es un poblador legítimo del “corazón de la patria” y quién no lo es en el aquí y ahora. A este respecto, la tesis de Taggart afirma que “el corazón de la patria es elaborado como justificación de la exclusión de aquellos que son demonizados”89; es decir, el heartland no es puramente melancólico, no es sólo un proyecto reaccionario -o romántico, si se quiere- que pretende traer el pasado al presente, sino que es también una excusa para legitimar la incompatibilidad de ciertos pobladores con los moldes, las normas o las reglas de existencia del “corazón de la patria”. Por lo tanto, puede decirse que la noción de heartland implica un nacionalismo acentuado que no solamente excluye 86 “La esencia del heartland no es la de la utopía, sino la idea de que hubo una “buena vida” probada y testada antes de la corrupción y las distorsiones del presente. La expresión “corazón de la patria” indica algo que se ha sentido más que algo que se ha razonado, además de algo cubierto por la imprecisión (…) Esta ambigüedad funciona en favor del populismo porque disfraza o ignora aquello que de otra manera podrían ser divisiones entre su electorado” (Taggart, 2002b: 68). 87 Taggart, 2002a: 95. 88 Taggart, 2002a: 96. 89 Taggart, 2002a: 96. 35 al extranjero, sino también a una parte de la comunidad nacional. Y lo hace como consecuencia de mantener una visión esencialista, organicista y homogénea del pueblo. Si la evocación del heartland es lo realmente definitorio de la apelación al pueblo del populismo, la caracterización del pueblo -como rasgo secundario- que recoge Taggart es coincidente con las de Pierre Rosanvallon y Pierre-André Taguieff. Así el pueblo, según Taggart, es mayoritario, monolítico90, virtuoso -“el pueblo es celebrado porque encarna ciertas virtudes”91-, es una construcción -no un hecho- y está dotado natural y experiencialmente de sentido común -un tipo de saber superior al conocimiento libresco. En definitiva, el populismo es un conjunto de ideas que orienta una manera de mirar el mundo cuyo arraigo en el pensamiento democrático es tan fuerte que dota de gran capacidad persuasiva a quien es capaz de movilizarlo en un momento de crisis del pegamento representativo de una comunidad. Una crisis, cuidado, que es percibida principalmente como una crisis de sentido -o de falta de parámetros- y de continuidad de la noción de heartland o “corazón de la patria”. No obstante, aunque el populismo designa un contenido eidético, no conforma una ideología en la medida en que no apuesta de antemano por ningún valor o conjunto de valores, sino que mantiene una cierta laxitud axiológica. Esta maleabilidad le hace igualmente utilizable tanto por la derecha como por la izquierda. Por último, el populismo no es, como sugiere Lipset92, una reacción a la modernidad -aunque haya en él una reconstrucción ahistórica y una idealización del pasado-, no es un residuo del pasado en el presente; sino que es un fenómeno específicamente moderno que se nutre del pensamiento democrático y, sobre todo, de las promesas no cumplidas de la representación. Lo que naturalmente no obsta para que el populismo pueda llegar a ser un problema para la democracia. El tránsito de una concepción del populismo como una ideología con un contenido muy preciso a una visión del mismo como axiológicamente maleable y funcional tanto para la derecha como para la izquierda nos va acercando a un modo más formal de entender el fenómeno. Este modo más estructural de concebirlo -más como columna que como ventana; más como muro de carga que como gouttelette- nos permitirá una mejor 90 “La concepción populista del pueblo es fundamentalmente monolítica. El pueblo es retratado como una única entidad (…) En el pensamiento populista, el pueblo existe ya completamente formado y es consciente de sí mismo” (Taggart, 2002a: 92). 91 Taggart, 2002a: 94. 92 Lipset, S-M (1963): “The Value Patterns of Democracy: a Case Study in Comparative Analysis”, American Sociological Review, 28 (4), 515-531. 36 aplicación al trabajo comparativo de las estrategias discursivas del Frente Nacional y Podemos. Demos, pues, un paso más en el camino hacia lo formal. 4.4 El populismo como ideología fina Cas Mudde y Cristóbal Rovira también entienden el populismo como un contenido, pero lo hacen de una manera que acaba ejerciendo de puente entre las tesis de Jan-Werner Müller y Ernesto Laclau. En su pequeño texto, Populism. A very short Introduction93, ambos politólogos defienden la posibilidad de definir el populismo desde un enfoque ideacional –frente a quienes estiman que es un concepto a eliminar de las ciencias sociales por excesivamente confuso- como una “thin-centered ideology”94; esto es, como una ideología fina, magra, liviana, maleable y necesariamente esquemática. El populismo sería más una proto-ideología o una ideología en andamios que una ideología densa, pulida, acabada y compleja. Se parecería más a las guías de un dibujo que a un dibujo completo. El populismo como thin-centered ideology o esquema ideológico básico estaría entonces definido por la consideración de la sociedad “como separada en último término en dos campos homogéneos y antagónicos, el “pueblo puro” contra la “élite corrupta”, y al mismo tiempo por la comprensión de la política como “la expresión de la volontée générale del pueblo”95. Estos dos rudimentos compondrían el contenido del populismo. La tesis central de Mudde y Rovira es, sin embargo, que en cuanto thin-centered ideology el populismo necesita ser complementado o hibridado con otros sistemas ideológicos: “al contrario que las ideologías llenas –como por ejemplo el fascismo, el liberalismo o el socialismo-, las ideologías finas como el populismo presentan una morfología restringida, que necesariamente aparece ligada –y a veces incluso asimilada- a otras ideologías. De hecho, el populismo casi siempre se presenta ligado a otros elementos ideológicos que son cruciales para la promoción de proyectos políticos que apelen a un público más general”96. Esto significa que el andamiaje populista puede adoptar diferentes formas97. 93 Mudde, C. & Rovira, C. (2017): Populism. A very short Introduction, Nueva York: Oxford University Press. 94 Mudde & Rovira, 2017: 6. 95 Ibidem. 96 Mudde & Rovira, 2017:6. 97 “El populismo inevitablemente emplea conceptos de otras ideologías que no sólo son más complejas y estables, sino que permiten la formación de subtipos de populismo” (Mudde & Rovira, 2017: 7). 37 Desde este punto de vista, el populismo debería ser entendido no tanto como una ideología coherente cuanto como un esquema de ideas que en el mundo real aparecen en combinación con sistemas ideológicos diversos y a veces incluso hasta contradictorios, componiendo un mapa complejo de experiencias populistas98. En este punto Mudde y Rovira están tentados de ver en el populismo no sólo una ideología liviana o esquema sujeto a múltiples hibridaciones, sino también un propulsor de la movilización política abocado más tarde a mutaciones diversas que borrarían en parte sus trazas populistas. El núcleo ideológico populista sería entonces importante en momentos específicos para después quedar más o menos diluido entre otros componentes ideológicos. La segunda tesis que defienden Mudde y Rovira afirma que el populismo no es sinónimo de la política99. Es decir, que para que el concepto de populismo tenga sentido deben existir otras formas políticas que, aun siendo plenamente políticas, no sean populistas. Las dos formas políticas opuestas al populismo son, según los autores, el elitismo y el pluralismo. En esto ambos coinciden con Jan-Werner Müller. El elitismo es simplemente la otra cara de la moneda del populismo: su envés, su simétrico inverso. Implica una polarización y un reduccionismo social que hace de la élite “lo bueno” y de las masas “lo excesivo”, “lo peligroso”, lo siempre contaminante. Ejemplo clásico de esta forma de ver la política es el libro La rebelión de las masas de Ortega y Gasset. Asimismo, el pluralismo “es lo opuesto a la perspectiva dualista tanto del populismo como del elitismo en la medida en que sostiene que la sociedad está dividida en una amplia variedad de grupos sociales con diferentes ideas e intereses” y que la política “debería reflejar los 98 Paul Taggart defiende una tesis muy similar en su libro Populism (2002a): “La posición natural del populismo es como un adjetivo ligado a otras ideas que rellenan el espacio y el corazón vacío del populismo. Las grandes ideologías de la modernidad –liberalismo, conservadurismo, feminismo o socialismo- permiten que otros adjetivos se liguen a ellas para convertirlas por ejemplo en “social liberalismo” o “feminismo radical”. El populismo, en cambio, está más preparado para añadirse a algo que para que se le añadan cosas” (Taggart, 2002a: 4). 99 Como veremos más adelante, en este punto Cas Mudde y Cristóbal Rovira difieren sustancialmente de Ernesto Laclau quien sostiene que populismo y política son una y la misma cosa: “¿Significa esto que lo político se ha convertido en sinónimo de populismo? Sí, en el sentido en el cual concebimos esta última noción. La construcción del pueblo es el acto político par excellence –como oposición a la administración pura dentro de un marco institucional estable” (Laclau, E. (2005): La razón populista, Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 195); también: “Sólo tenemos política a través del gesto que abarca el estado de cosas existente como un todo sistémico y presenta una alternativa respecto del mismo –o por el contrario, cuando defendemos el sistema existente frente a otras alternativas potenciales. Esta es la razón por la cual el fin del populismo coincide con el fin de la política” (Laclau, E. (2009): “Populismo: ¿qué nos dice el nombre?”, en Panizza, F. (ed): El populismo como espejo de la democracia, Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 69). Por este motivo, Ernesto Laclau podrá llegar a escribir: “preguntarnos si un movimiento es o no es populista es comenzar con la pregunta errónea. Lo que deberíamos preguntarnos es, en cambio, lo siguiente: ¿hasta qué punto es populista un movimiento?” (Laclau, 2009: 66). 38 intereses y valores de la mayor cantidad de grupos posible”100. En consecuencia, el populismo en cuanto esquema ideológico que dicotomiza y simplifica la realidad es contrario a una visión pluralista y liberal de la política, que, según los autores, son tan políticas o más que el populismo101. Como la mayor parte de los autores que estudian el populismo, Mudde y Rovira se ocupan de la noción de “pueblo” que vehiculan y con la que trabajan los movimientos populistas, así como también de la naturaleza de la distinción entre pueblo y élite. El “pueblo” de los populistas, afirman Cas Mudde y Cristóbal Rovira, no es un dato, no es una realidad sociológica, ni es tampoco un grupo definido en términos económicos; sino que es “una construcción referida en el mejor de los casos a una interpretación específica –y a una simplificación- de la realidad”102. El pueblo es un artefacto simbólico o discursivo construido por la mirada populista. Ahora bien, el pueblo como constructo simbólico no tiene un sentido unívoco. Su éxito radica precisamente en su riqueza semántica; esto es, en la posibilidad de ser usado en varios sentidos103, e incluso –vagamente- en una mezcla de esos diversos significados. A este respecto, Mudde y Rovira señalan que la noción de pueblo condensa fundamentalmente tres acepciones: pueblo como soberano, pueblo como nación y pueblo como plebe. “La idea de pueblo como soberano es un lugar común en el seno de las diferentes tradiciones populistas que funciona como recordatorio del hecho de que la fuente última del poder político en una democracia deriva del cuerpo colectivo”104. El pueblo como nación se refiere genéricamente a la comunidad nacional. El problema radica aquí en cómo se define esa “comunidad nacional”, si en términos cívicos o en términos étnicos. Si se hace tomando como referencia la civitas, entonces se 100 Mudde & Rovira, 2017: 7-8. 101 Aquí el populismo se convierte en un peligro potencial –aunque no necesariamente letal- para la democracia. Para leer un excelente análisis de la relación entre populismo y democracia liberal ver: Aboy Carlés, G. (2018): “Populismo y democracia liberal. Una tensa relación”, en: Loureiro, A. & Price, R. (eds): ¿El populismo por venir? A partir de un debate en Princetown, Madrid: Escolar y Mayo, 207-230. 102 Mudde & Rovira,2017: 9. [los subrayados son míos] 103 La tesis de que la ambigüedad del significante “pueblo” es una de las claves de su éxito movilizador en ciertos contextos es compartida por Ernesto Laclau, Pierre-André Taguieff o Chantal Mouffe, entre otros. Véase: Laclau, E. (2005): La razón populista, Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 91-163; Taguieff, P-A (2007): L’illusion populiste. Essai sur les demagogies de l’âge democratique, Paris: Flammarion, 31-39; Mouffe, C. (2009): “El fin de la política y el desafío del populismo de derecha”, en Panizza, F. (ed): El populismo como espejo de la democracia, Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 93-95; De Benoist, A. (2017): Le moment populiste. Gauche-droite, c’est fini!, París: Pierre-Guillaume De Roux, 120-122; Esparza, J-J (2017): “La herejía populista”, en Tarchi, M. & Esparza, J-J. & Lorente, J-S. & Dandieri, L.M. & Marchand, O. & De Benoist, A. & Masquelier, P. & Isabel, T & L’Homme, M. (eds): En el nombre del pueblo. La hora del populismo, Tarragona: Fides, 93-95. 104 Mudde & Rovira, 2017: 10. 39 tratará de un “populismo inclusionario”105 –en expresión feliz de Mudde y Rovira. Si, por el contrario, se define a la comunidad nacional en los términos pre-políticos de su cultura o de su historia –de su ser histórico-, o sea en términos de su ethnos, entonces se tratará de un “populismo exclusionario”106. Por último, el pueblo como plebe apunta a la gente sencilla e introduce implícita o explícitamente una combinación de criterios socio- económicos con criterios culturales y geográficos de vinculación con el territorio, costumbres tradicionales o tipo de oficio desarrollado. Inversamente, “las élites están definidas sobre la base de su poder, lo que incluye a la mayor parte de la gente que mantiene posiciones de liderazgo en la política, en la economía, en los medios de comunicación o en las artes”107. “Pueblo” y “élite” son construcciones discursivas más o menos polisémicas, pero lo más relevante analíticamente es que esta distinción se apoya –y por tanto se solidifica y define- sobre criterios morales. Y es a partir de estos como adquiere todo su significado. Aquí Mudde y Rovira coinciden plenamente con Jan-Werner Müller: “el aspecto crucial de la distinción entre pueblo y élite es de índole moral”108. La tercera gran tesis de Mudde y Rovira gira en torno a la relación entre populismo y democracia liberal. Como ya vimos en el apartado anterior, se trata de un asunto peliagudo. Casi todos los autores coinciden en que el populismo y la democracia viajan en el mismo tren del tiempo o de la historia; es decir, que son necesariamente acompañantes. Es más, que uno –el populismo- es hijo de la otra –democracia. Ahora bien, mientras autores como Pierre Rosanvallon dibujan al populismo como un peligroso acompañante dispuesto a abofetear a sus progenitores, dejarlos inconscientes y abandonarlos en la primera estación del camino; otros como Ernesto Laclau o Yannis Stavrakakis sostienen que el populismo, lejos de ser un vástago enfermo, es un hijo que viene a corregir aquellos comportamientos de sus padres. En ambos casos, sin embargo, el rol del hijo es meramente instrumental: o debilita, o fortalece. Se sobreentiende además que su papel no dura mucho en el tiempo: llega, interviene y desaparece. Porque para 105 Incluso algunos análisis críticos del populismo acusan a este en su versión “inclusionista” de estar apoyados siquiera ficticiamente en un elemento étnico. Véase por ejemplo: “el populismo es el terreno siempre disputado de la etnicidad ficticia de lo nacional-popular” (Williams, G. (2018): “¿Qué es el populismo? Nosotros, ¿verdad?”, en: Loureiro, A. & Price, R. (eds): ¿El populismo por venir? A partir de un debate en Princetown, Madrid: Escolar y Mayo, 172-173). 106 “El populismo puede mezclarse completamente con el nacionalismo cuando la distinción entre el pueblo y la élite es al mismo tiempo moral y étnica” (Mudde & Rovira,2017: 14). 107 Mudde & Rovira, 2017: 12. 108 Mudde & Rovira, 2017: 12 [los subrayados son míos]. 40 ambas interpretaciones contrapuestas la democracia es un régimen sólido y estable, mientras que el populismo es un momento, o, en el mejor de los casos, un período. Así que lo que está en juego es saber si la intervención corta del “hijo populismo” es, en términos generales, buena o mala para la democracia. La posición de Mudde y Rovira en esta controversia es clara: “el populismo no es per se ni bueno ni malo para el sistema democrático”109. De modo que ambas interpretaciones son en cierto sentido correctas: “el populismo puede suponer tanto un peligro como un correctivo para la democracia”110. La clave para Rovira y Mudde está en el peso electoral de los actores políticos denominados “populistas” y, sobre todo, en el contexto. En realidad, matizan ambos politólogos, el populismo no tiene problemas con la democracia en genérico111, sino potencialmente con la democracia liberal112, puesto que “el populismo tiende a desacreditar a las instituciones no elegidas que limitan el poder del demos”113. ¿Por qué? Porque “el populismo sostiene que nada puede constreñir la voluntad del pueblo –puro- y rechaza fundamentalmente la noción de pluralismo, y, en consecuencia, también los derechos de las minorías y las garantías institucionales que deberían protegerlos”114. Así que el populismo, cuando aparece, tensiona las costuras de la democracia liberal llevándola al límite –y quizás por tanto también limitándola, encogiéndola, haciéndola progresivamente menguar). No obstante, Mudde y Rovira aseguran que hay situaciones en las cuales los ropajes de la democracia están tan arrugados que una cierta tensión puede acarrear efectos beneficiosos: “A través de la apelación a la voluntad general del pueblo, el populismo promulga una lógica específica de articulación que capacita para la formación de un sujeto popular con una identidad fuerte –“el pueblo”- que está en condiciones de desafiar al status quo –“la élite”. Desde este punto de vista, el populismo puede ser visto como una fuerza democratizadora en la medida en que defiende el principio de soberanía popular con el 109 Mudde & Rovira, 2017: 79. 110 Ibidem. 111 Los autores definen la democracia –sin adjetivos- como “la combinación de la soberanía popular con la regla de la mayoría. Por tanto, la democracia puede ser directa o indirecta, liberal o iliberal” (Mudde & Rovira, 2017: 80). 112 “La principal diferencia entre la democracia –sin adjetivos- y la democracia liberal es que esta última se refiere a un régimen político que no sólo respeta la soberanía popular y la regla de la mayoría, sino que también establece instituciones independientes especializadas en la protección de los derechos fundamentales, como por ejemplo la libertad de expresión y la protección de minorías” (Mudde & Rovira, 2017: 80). 113 Mudde & Rovira, 2017: 82. 114 Mudde & Rovira, 2017: 81. 41 ánimo de empoderar a grupos que no se sienten representados por el establishment político”115. El populismo puede ejercer por tanto de remedio parcial cuando uno de los pilares de la democracia liberal –la soberanía popular- está dañado. En tales casos, el populismo ofrece la posibilidad de: 1) dar voz a quienes no se sienten representados por la élite política116; 2) movilizar a sectores excluidos de la sociedad, mejorando su integración en el sistema político117; 3) mejorar la responsabilidad del sistema político fomentando la implementación de políticas para los sectores excluidos de la sociedad118; y 4) aumentar la rendición de cuentas democrática119. En consecuencia, si el populismo fuera, según el ejemplo de Arditi, un personaje ebrio que acude como invitado a una cena, su verborrea desbordante podría generar efectos beneficiosos para el conjunto si el colectivo que se reúne a cenar está esencialmente dividido por jerarquías implícitas e injusticias que nadie se atreve a nombrar, y cuyo desvelamiento provoca, más allá de la perplejidad y el caos inicial, un efecto inclusivo –y en última instancia conciliador. Por el contrario, en el caso de que el invitado ebrio se olvidara absolutamente del contexto y comenzara a lanzar verdades indiscriminadamente, su propio exceso verbal podría provocar el colapso del grupo al tensionar los frágiles vínculos de respeto entre ligan a sus componentes. En definitiva, el razonamiento de Mudde y Rovira establece que, en su relación con la democracia liberal, el populismo es una medicina en el sentido griego del término: remedio y veneno a la vez. De ahí su ambivalencia120. Y de ahí también que su valoración dependa necesariamente del contexto –en el sobreentendido de que la democracia liberal pluralista es un valor político a proteger. Por último, como apuntamos al principio, Cas Mudde y Cristóbal Rovira no sólo están interesados en definir el populismo y analizar sus relaciones con la democracia liberal, sino que también centran su atención en los diversos modos en que el populismo se manifiesta; esto es, en los diversos tipos de movilizaciones a través de las cuales se expresa el fenómeno populista. A este respecto, la tesis de los dos politólogos es que, lejos de seguir un único patrón asociado al carisma y a la personalidad desbordante de un 115 Mudde & Rovira, 2017: 18. 116 Mudde & Rovira, 2017: 83. 117 Ibidem. 118 Ibidem. 119 Ibidem. 120 Potenciada por el hecho de ser entendido como una “ideología fina” que aparece necesariamente en combinación con otras ideologías o, como mínimo hibridada con otros elementos ideológicos dispares. 42 líder –varón- fuerte, “el populismo está asociado con diferentes formas de movilización”121, las cuales, en último término, pueden ser reducidas a tres subtipos: 1) movilización a partir de un liderazgo personalista122, 2) movilización a través de un movimiento social123 –cuyo aspecto más interesante es su carácter horizontal124-, 3) movilización canalizada por partidos políticos125. Esta última pasaba normalmente por la creación de nuevos partidos políticos –véase por ejemplo en España el nacimiento de Podemos en 2014 o en Francia la creación de La France Insoumise en 2016-, pero, según observan pertinazmente los autores, cada vez está siendo más habitual en Europa la trayectoria que consiste en que un líder populista tome el control de un partido político tradicional126. Lo fundamental, sin embargo, es que, aunque el modo como los actores populistas movilizan está muy relacionado con el sistema político en el que operan y al que tienen que adaptarse, “la durabilidad de su éxito está muy condicionada por el tipo de movilización que adoptan”127. Por tanto, forma, contexto institucional y duración de la movilización populista están positivamente intrincados. Todo ello bajo la premisa tácita de que el populismo es un tipo de operación política –o sea, de movilización- acotada en el tiempo; es decir, que está destinada a mutar en otra cosa. Porque, como hemos visto a lo largo de todo este apartado, Mudde y Rovira definen el populismo como una ideología magra que emerge necesariamente hibridada con otras ideologías más complejas –nacionalismo, socialismo, liberalismo o incluso ecologismo-, cuya movilización admite diversos subtipos de expresión formal, y cuyas relaciones con la democracia liberal son constitutivamente tensas, potencialmente conflictivas y, sobre todo –en lo que se refiere a la supervivencia de esta última- dependientes del contexto. 121 Mudde & Rovira, 2017: 42. 122 “La quintaesencia formal de la movilización populista es un individuo ampliamente independiente de una organización partidista existente, que hace campaña y reúne apoyos sobre la base de su atractivo personal. Pensemos en Rafael Correa en Ecuador, Pim Fortuyn en Holanda o Beppe Grillo en Italia” (Mudde & Rovira, 2017: 43). 123 Mudde y Rovira reconocen que esto no ocurre a menudo, puesto que “la mayor parte de los movimientos sociales aspiran a desarrollar una identidad común para un grupo específico de individuos, como por ejemplo estudiantes, mujeres o trabajadores” (Mudde & Rovira, 2017: 47); o lo que es lo mismo, en la terminología de Ernesto Laclau: porque privilegian una lógica de la diferencia por encima de una lógica de la equivalencia. 124 “Los movimientos sociales populistas normalmente carecen de liderazgo centralizado o de líder dominante, como por ejemplo Occupy Wall Street o Los Indignados españoles” (Mudde & Rovira, 2017: 47) 125 “A pesar de las tensiones ideológicas entre el populismo, la representación y los partidos, los partidos políticos son el tipo paradigmático de movilización política populista en casi toda Europa” (Mudde & Rovira, 2017: 52). 126 Mudde & Rovira, 2017: 54-56. 127 Mudde & Rovira, 2017: 43. 43 Por su maleabilidad, esta definición del populismo como contenido magro aproxima operacionalmente la posición de Mudde y Rovira a la de aquellos que entienden el populismo como un estilo o forma política. Al fin y al cabo, el populismo no es desde esta perspectiva un contenido en sí, sino algo que se añade a otra cosa y que la transforma dándole un “aire de familia” característico. En este sentido, a pesar de partir de concepciones de inicio muy diferentes –populismo entendido como contenido vs populismo entendido como forma-, las posiciones de estos dos politólogos se aproximan en términos prácticos a las posiciones mantenidas por los teóricos de la Escuela de Essex y sus herederos intelectuales. Por tanto, es posible un cierto entendimiento entre ambas posturas: al menos desde el punto de vista de la aplicación de sus modelos analíticos al estudio de casos concretos de experiencias populistas. 4.5 El populismo como mirada Margaret Canovan pisa la frontera entre nuestras dos secciones: el populismo como contenido y el populismo como forma. Sus dos pies se apoyan cada uno en un lado de la aduana mientras su tronco se alza en la vertical del límite. Por eso no es casual que Ernesto Laclau alabe su producción teórica en varias de sus obras128, pero tampoco que lo hagan Paul Taggart129, Cas Mudde o Cristóbal Rovira130. Su obra nos sirve como una especie de mirador desde el que observar el terreno recorrido, reconocer los propios pasos y vislumbrar nuevas metas. Además nos permite participar en las reflexiones de un verdadero clásico en la literatura sobre populismo. En Two Strategies for the Study of Populism Margaret Canovan agarra el toro de la definición de populismo por los cuernos. Y no lo suelta. Escribe desde la urgencia de un debate acalorado sobre la cuestión, pero también desde la desesperación de no encontrar puntos de acuerdo ni mínimos comunes denominadores. Escribe, por tanto, desde una cierta sensación de impasse. Por eso su enfoque en este texto es fundamentalmente 128 De hecho, Canovan y Laclau mantienen un diálogo teórico fecundo entre los años 80 y la muerte del argentino en 2014. Se leen y se comentan mutuamente. Ver, por ejemplo: Laclau, E. (2005): La razón populista, Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, p. 17-26. También: Laclau, E. (2009): “Populismo: ¿qué nos dice el nombre?”, en Panizza, F. (ed): El populismo como espejo de la democracia, Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, p. 51-71. 129 Ver: Taggart, 2002a: 18-22; así como también: Taggart, 2002b: 64-66. 130 Mudde & Rovira, 2017. 44 metodológico. Canovan comienza reconociendo que el populismo es un concepto inexacto, difícil, fracturado –como diría Taggart-, pero inmediatamente señala que esta no es una anomalía en ciencia política: por mucho que los politólogos se hayan desesperado por no poder encontrar definiciones claras, distintas y únicas de conceptos como democracia, libertad, mercado, socialismo, élite o igualdad, lo cierto es que la politología –y la ciencia social en general- se ha habituado con el tiempo a operar dentro de ciertos márgenes de ambigüedad. En consecuencia, no puede decirse que el populismo sea un concepto imposible o inviable. Bien es verdad, reconoce Canovan, que el término populismo “recubre un rango inusualmente amplio de fenómenos diversos” y que “es usado sin problema por muchos investigadores para significar cosas muy distintas”131; pero esto no debe conducir a desecharlo como un “concepto fallido”, sino a reflexionar sobre las maneras en las que se lo ha investigado hasta ahora. Porque, de acuerdo con Canovan, ahí reside el problema. El meollo de la frustración con el populismo está en haberse empeñado en buscarle una esencia, en haber querido “demostrar la unidad en la diversidad encontrando las ideas populistas bajo la superficie fenoménica, como un físico cuando investiga la estructura esencial de la materia”132. Esta estrategia está condenada al fracaso porque, como insiste Canovan una y otra vez, el populismo no es una ideología. O, lo que es lo mismo: “No hay una base común entre los fenómenos populistas como para realizar una explicación en términos de contenido”133. Esta tesis fuerte es la que entusiasma a Laclau en La razón populista, donde cree ver en la investigadora británica a la única que ha sabido situar el problema conceptual del populismo en vías de solución134. El autor argentino coincide con Canovan a la hora de señalar que las definiciones del populismo en términos de ideología conducen indefectiblemente a la frustración en la medida en que, o bien son tan amplias que el contenido resulta vago y confuso, o bien delimitan tanto el concepto que la definición queda constreñida a la explicación de un número muy limitado de casos. Es decir: o las definiciones son –casi- vacías o son inextrapolables. También ocurre que en ocasiones los autores excluyen deliberadamente algunos fenómenos –por muy canónicos que sean- porque no se adecúan a la definición del populismo que ofrecen. Es el caso, según Canovan, de Peter Wiles cuando elimina a los narodniki rusos de su definición de 131 Canovan, M. (1982): “Two Strategies for the Study of Populism”, Political Studies, 30 (4), 544. 132 Canovan, 1982: 545 [los subrayados son míos]. 133 Canovan, 1982: 550. 134 Ver: Laclau, 2005: 20. 45 populismo. En suma, lo que ocurre con las definiciones de populismo en términos de contenido es lo siguiente: “O bien una teoría es clara pero excluye voluntariamente a uno o dos casos que reclaman ser incluidos, o bien es tan comprehensiva que incluye no sólo los casos más concebibles de populismo, sino también otros movimientos e ideas”135. Por tanto, lo que se impone es otro modo de abordar el concepto de populismo. Frente a esta estrategia teóricamente ambiciosa, atractiva, elegante, aventurera en su empeño por desenterrar esencias y traerlas a la superficie, frente a esta estrategia típicamente continental, la británica Canovan propone estudiar el populismo desde un punto de vista puramente fenomenológico. Es decir, no tanto como el físico cuando investiga la estructura esencial de la materia, cuanto como el biólogo cuando “colecciona escarabajos y los ordena en grupos”136. Así que no se trata ya de escarbar, sino de analizar y clasificar aquello que se encuentra en la superficie. Canovan renuncia a la sofisticación teórica, pero elabora de manera descriptiva, comparativa y pluralista un inventario de los diversos populismos observables. De sus semejanzas, pero también –y quizás sobre todo- de sus diferencias. Su vía es la de la taxonomización. Porque ya no se propone primariamente explicar, sino describir. O sea, hacer “una tipología descriptiva que clarifique los moldes en los que el término populista es usado”137. La clasificación que ofrece Canovan tiene menos interés en sí misma que por el gesto metodológico que comporta. Es más importante como mot d’ordre para todo aquel que quiere estudiar el populismo que por su contenido. Y es que, en efecto, Canovan distingue entre dos tipos generales de populismo: 1) los populismos agrarios –entre los cuales incluye al movimiento de los narodniki rusos, al People’s Party norteamericano de la última década del S. XIX y a los movimientos campesinos de base en Europa del Este138- ; y 2) los populismos políticos –entre los cuales menciona a las “dictaduras populistas” como la de Juan Domingo Perón en Argentina, los “populismos reaccionarios” como el de George Wallace, las “democracias populistas” como aquellos regímenes que introducen procedimientos como los referéndums o las iniciativas legislativas populares 135 Canovan, 1982: 548. 136 Canovan, 1982: 545. 137 Canovan, 1982: 550. 138 “Movimientos campesinos de base por la tierra y la libertad que defienden la pequeña propiedad, las cooperativas y el tradicionalismo contra los capitalistas, los burócratas y los socialistas; por ejemplo, la Unión Nacional Agraria de Bulgaria” (Canovan, 1982: 551) 46 “para hacer a los gobiernos directamente responsables respecto del pueblo”139, y por último un caso aún más ambiguo que Canovan denomina “el populismo de los políticos” para referirse a todas aquellas maniobras destinadas a trascender las divisiones partidistas y buscar la unidad apelando a la noción de pueblo140. Estos dos grandes grupos de populismo y estas siete categorías aspiran en primer término a recoger, ordenar y clasificar la pluralidad de fenómenos populistas mencionados por la literatura académica. Y, naturalmente, también a desechar aquellos que no merecen tal denominación. Pero no sólo eso: en un segundo término esta tipología aspira a arrojar algunas conclusiones teóricas acerca de las vacilaciones y atascos en el debate sobre populismo. La primera es que los casos recogidos en esta clasificación son tan distintos que “no parecen siete variedades de la misma cosa”, sino “fenómenos totalmente desconectados los unos de los otros”141; lo cual explica por qué los académicos han tenido tantas dificultades para hallar una definición única del populismo o para encontrar una teoría coherente que explicara sus variaciones. La segunda es que, a pesar de su heterogeneidad, sí pueden encontrarse similitudes y semejanzas entre algunas categorías, lo que explica por qué tantos especialistas en uno o dos fenómenos populistas han experimentado la tentación de buscar paralelismos más generales o teorías más omniabarcantes. La tipología pone en claro lo que ha pasado: hace un buen diagnóstico. Ahora bien, de entrada no nos dice demasiado sobre aquello que es específico del populismo. En este sentido, más que hablarnos de las distintas especies de un mismo género, la tipología de Canovan ofrece un mapa de la dispersión lingüística del término populismo. O sea, de los diversos usos que históricamente se han dado al vocablo populismo142. No obstante, Canovan desliza una tercera conclusión que después va a desarrollar en textos posteriores como People, Politicians and Populism143. Se trata de la siguiente: aunque entre las siete categorías no podemos encontrar ni una ideología común, ni una base social compartida, ni un programa político semejante, los fenómenos políticos que recogen estas categorías sí comparten al menos dos rasgos generales: la exaltación del pueblo –del pathos del hombre corriente- y la denigración de las élites. Es decir, sí pueden 139 Canovan, 1982: 551. 140 A este respecto, Canovan menciona como ejemplos a Charles de Gaulle en Francia y a Jimmy Carter en los EEUU. 141 Canovan, 1982: 551. 142 Este es un método que Canovan emplea a menudo: buscar, recopilar y clasificar los diversos usos que se han dado a una palabra, ya sea “democracia”, “pueblo” o “libertad”. 143 Canovan, M. (1984): “People, Politicians and Populism”, Government and Opposition, 19 (3), 312-327. 47 encontrarse dos contenidos –por mínimos que sean- universalmente repartidos entre los fenómenos populistas. Bien es verdad que, más que dos contenidos “llenos”, estamos ante dos gestos, dos actitudes, dos formalidades. En otras palabras: dos marcadores políticos que se plasman en una estructura retórica compatible en principio con todo tipo de ideologías y bases sociales. De ahí que Canovan esté en la frontera compartiendo mucho con Taggart, Mudde y Rovira, pero también con Michael Kazin, Ernesto Laclau o Pierre André Taguieff. En 1984144, Canovan vuelve a la pregunta por la definición de populismo, interesándose particularmente por el significado y los usos del término “pueblo” –people- en inglés. Al comienzo del artículo, Canovan realiza esta comparación que a la postre será muy útil para comprender que es lo que ella entiende exactamente por populismo: “Si hay que creer a los zoólogos, este mundo aparece de modos muy diferentes a las diversas especies de animales. Las flores ocultan caminos y marcos que sólo son visibles para los insectos; los perros habitan un mundo poblado de olores tentadores; el Lebenswelt [mundo de vida] del murciélago resuena con chillidos muy significativos. Algo muy parecido ocurre también en los animales políticos. El mundo político que enfrenta el verdadero conservador tory tiene contornos diferentes a los que se le presentan al militante socialista (…) Cada uno de ellos, contemplando el mundo político común, tiene su atención atrapada y retenida por ciertos fenómenos al lado de los cuales otros se desvanecen en la insignificancia”145. Canovan se acerca a la zoología no sólo porque se sienta una especie de Aristóteles rodeada de populistas platónicos, sino porque considera que la cuestión de la óptica –de la mirada, del punto de vista- da la medida de lo que puede entenderse por populismo. Regresa a la epistemología para recordarnos que, aunque compartimos el mismo mundo circundante, no vemos las mismas cosas en él. Esto es así porque existe una pluralidad de puntos de vista que enfatizan, seleccionan y dan relieve a ciertos rasgos por encima de otros. Así, cada tipo de lente deforma a su gusto –ordenándolo- el mundo que tiene delante. Pues bien, el populismo es un tipo de mirada acerca del mundo político; una mirada que estructura la realidad en torno al concepto de pueblo146. El populismo como 144 Canovan, 1984. 145 Canovan, 1984: 312. 146 Además de la mirada conservadora y de la mirada socialista, “hay al menos otro modo de mapear el paisaje político, otra característica más que puede rellenar el campo de las visiones políticas y que se expresa a través de otro concepto clave. Para algunos el dato básico de la política es el “pueblo”, y la persona que ve el mundo político en estos términos es el “populista” (Canovan, 1984: 313). 48 mirada –como forma específica de organizar y valorar el mundo- da lugar también a un modo peculiar de hablar, a una cierta tendencia a emplear determinados giros y expresiones lingüísticas; en suma: a una retórica que posee un aire de familia característico. Aquí, una vez más, la faceta de Canovan como puente entre la visión del populismo como contenido y como forma se hace muy perceptible. De acuerdo con la autora británica, el populismo es una mirada –forma- que presenta unos rasgos – contenidos- mínimos: el elogio del pueblo y la focalización de la crítica en la élite; o, lo que es lo mismo: el populismo es entonces una óptica política centrada en la gramática del pueblo. Ahora bien, aunque el “pueblo” sea el concepto estructurante del enfoque político populista, su uso en inglés admite una pluralidad de significaciones. El “pueblo” –people- puede significar la “nación”, o sea “el conjunto de los nativos de un país que juntos forman una comunidad de vida en común”147. En este caso, “el pueblo no es una mera colección de personas, sino una comunidad articulada y estructurada (…) es un sentido orgánico del término”148. El “pueblo” también puede referirse a los plebeyos, a las clases menos favorecidas, a lo que Canovan denomina underdogs. Y por último el término “pueblo” indica también a “cualquier persona” –everyman- como en la frase “there were a lot of people at the meeting”149. La clave, en el razonamiento de Canovan, es que esta polisemia del término “pueblo” hace a la mirada populista apta para su uso por diversas ideologías. Así, cuando el conservadurismo adopte un enfoque populista centrará su gramática del pueblo en una noción del pueblo como nación. Del mismo modo, cuando una fuerza progresista visualice el mundo político desde una óptica populista empleará el término “pueblo” para referirse fundamentalmente a las clases más desfavorecidas. Y, por último, en el caso de que un partido de corte liberal observe el mundo político con gafas populistas, seguramente lo hará explotando el sentido del pueblo como agregado de personas singulares –everyman. “Estas ambigüedades dan pie al “lenguaje del pueblo” para forma una especie de lingua franca que puede ser hablada por los conservadores, los socialistas y los liberales, así como también por muchos que no querrían confinar sus 147 Canovan, 1984: 315. 148 Ibidem. 149 Ibidem. 49 visiones políticas en ninguna de estas categorías”150. De ahí el aspecto camaleónico y la gran variabilidad ideológico e histórica que presenta el populismo. En definitiva, Canovan matiza su afirmación anterior de que el populismo sólo es abordable desde la tipologización y lo define como una mirada del mundo político que segrega un cierto tipo de lenguaje adoptable por diversos proyectos políticos; con la única condición de que esa retórica incorpore, como factor estructurante de sus contenidos, una interpelación al pueblo y una crítica apasionada de las élites. Quince años más tarde, la autora británica retoma la cuestión de la definición del populismo, y además se atreve a poner en relación la pregunta por el populismo con el debate en torno a la democracia; desde una perspectiva, por cierto, que después será útil para otros analistas151. Respecto de la definición de populismo, Canovan añade que el populismo no es sólo una cosmovisión del mundo político cuya retórica apela a la movilización del pueblo contra las estructuras de poder establecido, sino que además incorpora una crítica a las ideas y valores de la élite. Obviamente aquí Canovan está pensando en los nuevos partidos de la derecha radical que habían aparecido en Europa desde mediados de los años ochenta. Así, cuando estas formaciones llaman a la unión del pueblo y se posicionan contra la élite, no lo hacen por lo que esta tiene necesariamente de privilegiada, ni por una sensibilidad especial hacia la horizontalidad en política, sino por lo que el establishment tiene de globalizador y cosmopolita. En este sentido, todo el artículo Trust the People! Populism and the Two Faces of Democracy –1999- puede leerse como un diálogo con Georg Betz, Piero Ignazi y Paul Taggart. Al mismo tiempo, el agregado de la “lucha contra los valores e ideas de la élite”, permite a la investigadora británica distinguir el lenguaje populista de la retórica de los nuevos movimientos sociales: “La diferencia crucial entre ambos es que, aunque los dos son anti-sistema, el populismo desafía no sólo a los detentadores del poder establecido, sino también a los valores de la élite. El ánimo populista está dirigido no sólo contra el establishment político y económico, sino también contra los formadores de opinión en la academia y en los medios”152. 150 Canovan, 1984: 317. 151 Canovan, M. (1999): “Trust the People! Populism and the Two Faces of Democracy”, Political Studies, XVLVII, 2-16. 152 Canovan, 1999: 3. 50 Como el populismo es precisamente una mirada y un gesto contra eso –los valores y las ideas de la élite en una comunidad determinada-, y como estos en nuestra sociedad globalizada están transnacionalizados, muchos autores han pensado que el populismo formaba un conjunto de ideas vago pero coherente contra los valores del liberalismo, el internacionalismo y el multiculturalismo; pero, recalca la investigadora británica, sólo se trata de un espejismo porque “en otro contexto la movilización anti-elitista podría estar reaccionando a un ambiente ideológico diferente”153. De modo que no es cierto, como sostiene Taggart, que el populismo sea confuso y no tenga principios –¡que tenga el corazón vacío!-, sino sólo que “lo que hace populista a un movimiento en su reacción contra una estructura de poder: sus ideas y sus valores”154. El populismo no es más que un enfoque y una organización de la mirada. Por otro lado, Canovan se enfanga los dedos en el debate sobre democracia y populismo para tratar de mostrar hasta qué punto la afirmación de que el segundo es una patología de la primera –y su consiguiente desprecio académico155- ha servido no sólo para escamotear la matriz democrática de los movimientos populistas, sino también –y sobre todo- para omitir el carácter concomitante de estos respecto de los regímenes democráticos. El populismo, subraya Canovan, es una posibilidad siempre presente de la democracia: una mirada de la política en estado de latencia que anida en los mismos marcos de legitimación de la democracia. En otras palabras: al igual que Rosanvallon, la investigadora británica considera que la reflexión acerca del populismo nos aproxima a la comprensión de las bases teóricas de la democracia, pero discrepa con este a la hora de situar al populismo del lado de la contra-democracia. No. El populismo no es una forma extrema de la anti-política, sino un fertilizante necesario de la democracia en épocas de aridez. Cuando la democracia se convierte en pura gestión, en administración del escepticismo generalizado, en mero mecanismo institucional, el terreno sobre el que pisa se acidifica y cuesta vivir en él, no ya con entusiasmo, sino al menos con un mínimo convencimiento. En esos momentos, apunta Canovan, “la democracia muestra su vulnerabilidad”156. En tales circunstancias, para fortalecerse, requiere de lo que el populismo –por su propia constitución, casi diríamos, filogenética- está en condiciones 153 Canovan, 1999: 4. 154 Ibidem. 155 No por casualidad en su artículo de 1984, Canovan escribe: “el pueblo ha sido raramente analizado, y esa omisión nos recuerda que los populistas tienden a ser raros en los círculos académicos” (Canovan, 1984: 314). 156 Canovan, 1999: 9. 51 de ofrecerle, a saber: entusiasmo, confianza, sed de renovación voluntad de unión, esperanza en un futuro mejor. Y es que, en efecto, la tesis fuerte de Canovan en este ámbito afirma que “la democracia moderna es un punto de intersección entre dos estilos políticos, uno redentor y otro pragmático”157; es decir, que la democracia surge del encuentro entre dos estilos que son, a la vez, opuestos e interdependientes. El choque de esa intersección siempre deja un hueco, una grieta, para la aparición del populismo. El populismo puede concebirse entonces como una versión –aunque no la única158- de la cara redentora de la democracia: “La democracia es una visión redentora, pariente de las ideologías modernas que prometen la salvación a través de la política. Sin embargo, pragmáticamente la democracia es ese modo de lidiar pacíficamente con los conflictos en las sociedades modernas (…) El pragmatismo sin el impulso redentor es una receta para la corrupción (…) Cuando se abre un abismo muy grande entre la aureola democrática y el sucio juego de la política, los populistas tienden a moverse en ese terreno vacante, prometiendo recuperar los ideales de una democracia renovada en lugar del sucio juego de las maniobras políticas. Así que incluso desde el punto de vista de la política pragmática, las prácticas vitales de la movilización y la rendición de cuentas se vuelven débiles sin la energía que aporta el lado redentor de la democracia (…) La noción de poder popular se encuentra en el corazón de la visión redentora: el pueblo es la única fuente de autoridad legítima (…) Pero desde un punto de vista pragmático, la democracia es simplemente una forma de gobierno. De modo que cierto grado de democracia redentora y promesa de salvación es necesario para lubricar la maquinaria de la democracia pragmática. La indispensabilidad de esta promesa crea por sí misma la contradicción de la cual el populismo se alimenta”159 En este punto Canovan realiza un matiz que es interesante para las discusiones actuales a propósito del carácter iliberal de los nuevos populismos del S. XXI –piénsese por ejemplo en Víctor Orban, Jaroslaw Kaczynski, Marine Le Pen, o, en general, todos los países del grupo de Visegrado. De acuerdo con la investigadora británica, la tensión entre las dos caras de la democracia no corresponde con la tensión entre el liberalismo y la democracia, puesto que el liberalismo también presenta una cara pragmática y otra redentora. De modo 157 Canovan, 1999: 9. 158 De acuerdo con Canovan, hay otros tipos de radicalismos que también “florecen en el abismo entre la cara redentora y la cara pragmática de la democracia” (Canovan, 1999: 14-15). Se refiere a los movimientos que buscan la profundización de la participación popular en la toma de decisiones políticas a través del incremento de los procedimientos para la rendición de cuentas, los referéndums o las iniciativas legislativas ciudadanas. 159 Canovan, 1999: 10-12. 52 que no puede trazarse sin más la equivalencia entre “democracia iliberal” y “cara redentora”, ni tampoco entre “democracia liberal” y “cara pragmática”. En consecuencia, el populismo como criatura nacida del roce entre la cara redentora y la cara pragmática de la democracia, no se opone necesariamente a la democracia liberal. Sólo confronta con la mera gestión; o sea con la “cara pragmática” en su versión más caricaturizada. Canovan no se pronuncia directamente –como sí lo hacen Taggart o Rosanvallon- sobre si el populismo puede en ciertos contextos llegar a ser lesivo para la democracia, aunque de su razonamiento se desprende que, llegado el caso, recibiría el correctivo de la cara pragmática del régimen democrático. En cambio, sobre lo que sí se pronuncia nítidamente es sobre el final del populismo: mientras existan regímenes democráticos, observa la británica, habrá potencia populista. Porque “en la medida en que el populismo explota el abismo entre promesa y realización de la democracia, no hay final para él”160. El populismo sigue a la democracia; es, como han repetido muchos autores, su sombra. Y, como todas las sombras, es inerradicable y expresa mucho de aquel a quien vive pegada. 160 Canovan, 1999: 12. 53 5 El populismo como forma En este apartado transitamos de una definición del populismo como contenido a una visión del mismo como una forma o estructura lingüística. Desde Pierre-André Taguieff hasta Ernesto Laclau, pasamos de una conceptualización del populismo como estilo político –como un modo de presentación y habla- moralista a una definición en términos de lógica política. Ya sea bajo la perspectiva de Taguieff, de Kazin o de Laclau, el populismo se entiende como una herramienta retórica susceptible de ser movilizada por los más diversos actores políticos para alcanzar fines completamente heterogéneos e incluso mutuamente contradictorios. De acuerdo con esta concepción puramente formal del populismo, no podría haber una “Internacional Populista” –como sí existe una “Internacional Socialista”, una “Internacional Conservadora” o una “Internacional Liberal”-, porque no hay ningún contenido –ni siquiera una cosmovisión o mirada- que compartan los populistas. Toda la cuestión del populismo se dirime en términos de uso y herramienta; o sea, en quién usa el dispositivo retórico populista, cómo lo hace y para qué lo utiliza. En consecuencia, vienen a decir estos autores, cuando se habla de populismo el foco analítico no debe ponerse en sus características comunes, sino en la plasticidad de sus usos; o, lo que es lo mismo: en su pragmática. En definitiva: en cómo este dispositivo retorico produce identidad política y en hacia dónde –hacia qué fines ideológicos- la dirige. No obstante, a pesar de estas coincidencias de fondo, los tres autores discrepan en dos asuntos importantes. En primer lugar, la valoración del lenguaje político populista: mientras que Pierre-André Taguieff deplora las simplificaciones y moralizaciones que estructuran y ejercen como premisas de este lenguaje, Michael Kazin y Ernesto Laclau no encuentran en la retórica populista ningún elemento que degrade especialmente el debate público. Aún más: Laclau llega a preguntarse si todo lenguaje político no incorpora en diverso grado elementos populistas, por lo que la cuestión del envilecimiento del debate público derivado de la entrada en escena de un actor político populista carecería de sentido. En segundo lugar, los tres autores mantienen una visión diferente respecto del carácter temporal o duradero del populismo. Pierre-André Taguieff –en la línea de la mayoría de los autores que se han tratado aquí- defiende el carácter episódico del fenómeno: el populismo es un momento, un período, un ciclo; algo temporal y pasajero, 54 aunque recurrente. En cambio, Michael Kazin y Ernesto Laclau tienden a verlo como un fenómeno persistente: el primero como un lenguaje perenne dentro de la tradición política norteamericana, y el segundo como una dimensión constante de la vida política. Sea como fuere, los tres defienden con modulaciones diferentes la naturaleza formal del populismo como retórica política. 5.1 El populismo como estilo político demagógico Pierre-André Taguieff161 es uno de los autores más reconocidos en Francia por haber abordado de una forma constante, extensa, profunda y sistemática el fenómeno del populismo –clásico y contemporáneo- y, sobre todo, por haberse atrevido a afrontar la espinosa cuestión de su definición. En este sentido, destaca fundamentalmente su obra L’illusion populiste. Essai sur les démagogies de l’âge démocratique162 –publicado originalmente en 2002 y reeditado en el año 2007-; pero sobresalen también otros textos como: La rhétorique du national-populisme. Les règles élémentaires de la propagande xénophobe163, La doctrine du national-populisme en France164, Le nouveau national- populisme165 o La revanche du nationalisme: néopopulistes et xénophobes à l’assaut de l’Europe166. Por la solidez y la profundidad de su pensamiento, Pierre-André Taguieff es una figura ineludible no sólo en Francia, sino también alguien con el que dialogan los principales especialistas europeos y norteamericanos sobre populismo en nuestros días – Taggart, Canovan, Rydgren, Mudde o Rovira. Desde el punto de vista de nuestra investigación su obra es clave, puesto que plantea una definición de populismo de claro carácter formal en términos de estilo político, al mismo tiempo que recupera y reinterpreta algunos de los puntos subrayados por Pierre 161 Pierre-André Taguieff es politólogo y filósofo: su obra está consagrada casi enteramente al pensamiento político y, muy en particular, a cuatro ejes: 1) populismo, 2) extrema derecha, 3) racismo y 4) antisemitismo. Sus ensayos han alcanzado una gran relevancia intelectual y pública tanto en Francia como en el extranjero –donde varios de sus textos han sido traducidos. Actualmente Taguieff es director de investigación en el Centre National de Recherche Scientifique –CNRS-, equivalente francés a nuestro Consejo Superior de Investigación Científicas –CSIC. 162 Taguieff, P-A (2007): L’illusion populiste. Essai sur les demagogies de l’âge démocratique, París: Flammarion. 163 Taguieff, P-A (1984): “La rhétorique du national-populisme. Les règles élémentaires de la propagande xénophobe”, Mots. Les langages du politique, 9, 113-139. 164 Taguieff, P-A (1986): “La doctrine du national-populisme en France”, Études, 1 (364), 27-46. 165 Taguieff, P-A (2012): Le nouveau national-populisme, París: CNRS. 166 Taguieff, P-A (2015): La revanche du nationalisme: Néopopulistes et xénophobes à l’assaut de l’Europe, París: Presses Universitaires de France. 55 Rosanvallon y Paul Taggart. A este respecto, su producción teórica mantiene una cierta apariencia de frontera, aunque a la postre se decante por una definición del populismo en clave de estrategia retórica. A la hora de abordar la definición de populismo, Taguieff comienza reconociendo la dificultad y la imprecisión del término –las interminables disputas a propósito de su inexactitud-, pero al igual que Mudde, Taggart y Margaret Canovan sostiene que esta indeterminación no lo invalida como concepto: “La imprecisión terminológica no tiene nada de excepcional en ciencia política donde la ambigüedad de términos como “democracia”, “élite”, “liberalismo” o “nacionalismo” es prácticamente la norma”167. No hay razón para aplicar la navaja de Ockham y desechar el populismo como un concepto contradictorio, internamente discordante y, en última instancia, falaz. No hay motivo para considerarlo, como hace Annie Collovald168, una mera palabra, una estratagema de las élites para denigrar al pueblo, un modo indirecto y sibilino de blanquear a la extrema derecha; en suma, una amalgama conceptual que, lejos de aclarar las cosas, lo confunde todo. El populismo es un concepto difícil, sí, polémico, también, discutido de pies a cabeza, sin duda; pero posible, sostiene Taguieff. Tan posible como las nociones de nacionalismo o autoritarismo. El problema es que metodológicamente el populismo no lo pone fácil. Al no haber grandes teóricos del populismo a los que referirse, ni tampoco figuras intelectualmente reconocidas que desde el S. XIX hayan hecho proselitismo de él creando algo así como un decálogo del populismo –no hay un Karl Marx, un Adam Smith o un Mijail Bakunin del populismo-, los investigadores se encuentran ante el problema de determinar qué experiencias históricas son populistas y cuáles no. Para superar esta dificultad, habitualmente se han tomado dos caminos metodológicos que Taguieff juzga insuficientes en distinto grado. El primero, que el politólogo francés asocia a Ernesto Laclau169, consiste en “tratar de elaborar una teoría del populismo; es decir, determinar sus características esenciales y sus condiciones de aparición para así poder postular de manera esencialista –más allá de la diversidad de sus formas histórico-culturales- su 167 Taguieff, 2007: 161. 168 Collovald, A. (2004): Le populisme du FN: un dangereux contresens, Broissieux: Éditions Le Croquant, 14-16. 169 Con esta vinculación, Taguieff sigue los mismos pasos que Margaret Canovan en Two Strategies For The Study Of Populism (1982). 56 unidad y unicidad”170. Esta estrategia metodológica, además de pecar de un cierto intelectualismo, está condenada al fracaso porque el populismo no es un fenómeno único ni unitario, sino poliédrico; no surge de una idea y luego se dispersa en una multiplicidad de casos, sino que vive disperso pero atravesado por una lógica centrípeta; en consecuencia, es imposible de atrapar deductivamente a partir de una definición a priori. El segundo camino, que según Taguieff emprenden tanto Margaret Canovan como Cas Mudde, está basado en “elaborar de manera descriptiva, comparativa y pluralista” una recopilación de las diversas experiencias populistas existidas hasta la época “insistiendo particularmente en sus diferencias”171. Este método, que el filósofo francés juzga más atractivo y ajustado a la realidad del populismo, presenta el problema de una excesiva multiplicación de las categorías para tratar de abarcar todos los fenómenos que se han calificado tradicionalmente como populistas. O, dicho de otro modo: la dificultad de este método es que pone demasiado énfasis en los usos que se le han dado a la palabra populismo, sin reparar en si estos usos son adecuados o no. De tal manera que lo que se hace es ordenar las diversas acepciones que en el curso de la historia ha tomado el vocablo populismo. Pierre-André Taguieff apuesta por una tercera vía metodológica: siguiendo la línea abierta por el segundo Wittgenstein, propone considerar el populismo como un concepto “politético”172; es decir, como un término que se refiere a “cosas diferentes pero entre las cuales existe un aire de familia”, a pesar de que no siempre “apunten a una única definición”173. El populismo sería entonces un concepto que agruparía a una pluralidad dispersa de fenómenos tomando como base un principio rector, una cierta óptica o punto de vista. De modo que el trabajo metodológico fundamental estribaría en encontrar ese principio rector que permitiera poner en común experiencias políticas diversas, pero con un cierto parecido formal. De esta manera, asegura Taguieff, se podría llegar a una definición operacional del populismo. Siguiendo esta metodología, Taguieff sitúa el principio rector del populismo en una dimensión del discurso político. El populismo es, de acuerdo con su definición, “un estilo 170 Taguieff, 2007: 164. 171 Taguieff, 2007: 164. 172 Basándose en el lenguaje de Rodney Needham; ver: Needham, R. (1975): “Polythetic Classification: Convergence and Consequences”, Man, 10 (3), 349-369. 173 Taguieff, 2007: 165. 57 político”174, “una forma vacía”175, “un recurso retórico”176. En cuanto estilo político, “el populismo es susceptible de dar forma a diversos materiales simbólicos (…) tomando la coloración del lugar de acogida”177. O, dicho de otro modo: el populismo es una matriz retórica que necesita ser completada por diversos materiales procedentes del contexto de enunciación –de ahí el carácter camaleónico ya señalado por Taggart-, pero que, en su inmensa casuística, mantiene un cierto parecido de familia que permite vincular unos casos con otros. En suma, es un estilo o ejercicio semiótico; y, como tal, permite usos variados y siempre abiertos a la innovación. Definido de este modo, el populismo no puede encarnarse “ni en un tipo definido de régimen político –tanto una dictadura como una democracia pueden presentar una dimensión u orientación populista-, ni tampoco en contenidos ideológicos determinados –el populismo no sabría ser considerado como una de las grandes ideologías entre las demás”178. El populismo puede añadirse a cualquier gran sistema de ideas para ofrecerle una dirección, un modo nuevo, una entonación diferente, un plus de atractividad; pero no es en ningún caso una ideología, ni siquiera un conjunto de ideas. De hecho, apunta Taguieff, “la característica formal más específica de los populismos es su alta compatibilidad con cualquier ideología, con cualquier tipo de régimen político, con cualquier programa económico” e incluso “con diversas bases sociales”179. Por eso en un mismo país pueden observarse coexistiendo diversas formas de populismo. Esta flexibilidad radical del populismo como estilo hace que no pueda ser necesariamente calificado ni como democrático ni como antidemocrático. De acuerdo con Taguieff, el populismo no conduce de manera inexorable hacia regímenes autoritarios –como sugieren Jan-Werner Müller y, hasta cierto punto, Pierre Rosanvallon-, pero tampoco supone a priori una intensificación de la democracia –como parecen apuntar Ernesto Laclau y Chantal Mouffe180, o también Alain de Benoist181. El populismo es un modo, no un qué. 174 Taguieff, 2007: 31. 175 Taguieff, 2007: 9. 176 Taguieff, 2007: 10. 177 Taguieff, 2007: 163. 178 Taguieff, 2007: 163. 179 Ibidem. 180 Ernesto Laclau y Chantal Mouffe enfatizan la matriz democrática del populismo confrontándolo con la tecnocracia: en la medida en que el populismo se enfrenta a la tecnocracia, ejerce como baluarte de la soberanía, la participación popular y la democracia. 181 “El populismo es una llamada a volver a lo político: una comunidad deviene entidad política en el momento en que se define como tal. El populismo se opone entonces a la doctrina tecnocrática de Saint- Simon, según la cual habría que reemplazar el gobierno de los hombres por la administración de las cosas 58 Por tanto, no lleva inserta ninguna teleología dentro de sí. No guarda en su seno ninguna determinación que lo orienta hacia utopías democráticas de indiferenciación entre representantes y representados, pero tampoco ejerce como salvoconducto hacia regímenes iliberales. Desde este punto de vista, el populismo es neutro: “puede ser puesto al servicio de objetivos anti-democráticos” lo mismo que “al servicio de una voluntad democratizadora”182. He ahí su elasticidad modal. No obstante, para Taguieff el populismo no es sólo un lenguaje o estilo político, sino que también posee una serie de premisas formales. Es, por decirlo así, un estilo retórico que moviliza siempre los mismos ingredientes; o, mejor aún: una gramática que, aunque puede declinarse de muchas maneras y servir a fines diversos, parte de unas reglas comunes. La primera premisa de la forma populismo es la afirmación de que el pueblo existe: “En todo populismo hay una dimensión mitológica que reside en la tesis de que el pueblo existe y está dotado de una unidad que le proporciona su identidad, frente a las élites o frente a las potencias amenazadoras”183. En otras palabras: la retórica populista se apoya siempre en la idea de que existe un pueblo con contornos delimitados que puede ser movilizado políticamente contra un enemigo igualmente definido; es decir, parte de la idea de que los bandos en disputa están previamente constituidos a la espera de su movilización discursiva. El pueblo existiría entonces como una categoría social equiparable en términos heurísticos a la clase obrera o el campesinado. Con ello, Pierre- André Taguieff huye de un enfoque radicalmente constructivista. La segunda premisa de la forma populista es, no sólo la afirmación de la existencia del pueblo, sino su sacralización; esto es, la idea de que el pueblo posee una entidad y unas virtudes naturales: “Todo discurso populista exalta las virtudes del pueblo edificándose sobre el pathos del hombre común”184. El pueblo es siempre –éticamente- mejor que el no-pueblo. Aquí Taguieff concuerda con Müller en la idea de que el modo de hablar populista se asienta sobre una legitimación de tipo moral que descansa sobre las excelencias del ciudadano humilde, sencillo, común y no contaminado. Y, a la inversa, la lógica retórica populista se apoya en la denigración constante de “los enemigos del (…) Así que lejos de ser anti-político, el populismo representa una protesta potente contra la despolitización de los asuntos públicos (…) El populismo no pone en cuestión la democracia, sino el carácter insuficientemente democrático de la democracia representativa” (De Benoist, A. (2017): Le moment populiste. Gauche-droite, c’est fini!, París: Pierre-Guillaume Le Roux, 118-120). 182 Taguieff, 2007: 9. 183 Taguieff, 2007: 31-32. 184 Taguieff, 2007: 168. 59 pueblo”. De modo que lo que preside el modo de hablar populista es el binarismo ético: “toda la retórica populista está estructurada por la difamación y el elogio”185. Es en este sentido que el populismo debe ser entendido también como un moralismo. Desde este punto de vista, lo que dotaría de justicia –y de legitimidad- al discurso populista es la restitución del ciudadano común: el hecho de volver a ponerle en el lugar moral que le corresponde; ese lugar del que los enemigos del pueblo le han apartado. El maniqueísmo moral inclina siempre a la retórica populista hacia un acusado tono demagógico. Esa es su tercera premisa formal: en contextos democráticos, los actores populistas se dotan de un mandato excepcional y de una misión salvífica del pueblo. Por eso Taguieff califica el populismo como “la demagogia propia de la era democrática”186. Un modo de hablar demagógico que proclama la existencia del pueblo y de sus virtudes morales en oposición a una élite corrupta; y que se justifica por una situación de excepcionalidad en la que la democracia misma, la soberanía y el grado de eticidad mínimo exigible a los gobernantes están comprometidos. Así definido, el populismo sólo puede ser “un fenómeno político transitorio”187, un marcador retórico que describe –y legitima- la forma de hablar de ciertos dirigentes políticos en un período determinado. En suma, un estilo que organiza la estrategia y la forma de comunicar de algunos actores políticos en un espacio de tiempo delimitado temporalmente. No es, por tanto, una ideología, ni una cosmovisión, ni un conjunto de ideas, ni siquiera un proyecto político, sino un estilo con unas reglas retóricas –una lógica- propias. De ahí el carácter formalista y la línea de investigación que abre con su definición Pierre-André Taguieff. 5.2 El populismo como lenguaje perenne En términos generales, Michael Kazin188 coincide con los aspectos básicos de la definición de Taguieff sobre populismo. Éste, de acuerdo con ambos autores, es una 185 Taguieff, 2007: 168. 186 Taguieff, 2007: 107. 187 Taguieff, 2007: 169. 188 Michael Kazin –1948- es professor de historia moderna en la Universidad de Georgetown. Su interés académico está centrado en la historia política de los EEUU, y, muy particularmente, en la trayectoria de los movimientos sociales en aquel país. En los últimos años Kazin se ha ocupado intensamente del concepto de populismo, hasta el punto de haber publicado un ensayo canónico sobre el tema: The Populist 60 forma: un lenguaje o estilo discursivo. Sin embargo, el historiador norteamericano añade un pequeño matiz: el populismo no es sólo un lenguaje o estrategia retórica para épocas de excepcionalidad –para períodos en los cuales acontece una crisis de representación-, sino un modo perenne de construir identidades políticas y legitimidad. Al menos en lo que respecta a los Estados Unidos. Allí, subraya Kazin, el populismo es un generador y estabilizador de nuevas identificaciones políticas alejadas del eje izquierda/derecha. Además Kazin destaca un elemento que es esencial para nuestro análisis: el lenguaje populista –o sea, la estructuración del lenguaje típica del populismo- está en condiciones de ser empleado por diversos actores políticos que, en su utilización, pueden librarse a procesos de resemantización o resignificación de algunos de los términos nodales de ese lenguaje –por ejemplo, pueblo, libertad, patria, o élite. Por eso, aunque debe mantener una cierta estructura lógica, el lenguaje populista puede cambiar de significado político. Por último, Kazin despoja al populismo de cualquier valoración negativa. No lo observa lamentándose: ni de sus simplificaciones ni de su demagogia. Al contrario, al concebirlo como una presencia permanente en la política norteamericana, valora su utilidad política. Su obra más reconocida en torno al populismo es su ensayo titulado The Populist Persuation. An American History, escrito en 1995. En él Kazin se propone como objetivo rastrear las inflexiones semánticas del lenguaje populista en la historia política de los Estados Unidos durante los dos últimos siglos. Es decir: cómo de un mismo código lingüístico lleno de ambigüedades y potencialidad política, distintos actores en la historia de los EEUU han desgajado y moldeado diversos significados. Y, por tanto, qué orientaciones políticas ha tomado el habla populista en aquel país. Todo ello en el sobreentendido de que, como apuntábamos antes, el populismo no es un fenómeno episódico o periférico en la cultura política norteamericana, sino un elemento cardinal dentro del repertorio discursivo de los Estados Unidos189. Específicamente, el populismo es un modo de habla: es la gramática de la protesta en la cultura política norteamericana. En consecuencia, de acuerdo con el historiador norteamericano, el populismo debe ser entendido como un instrumento. En particular, como una herramienta retórica. Por tanto, Persuation. An American History (1995). En este texto Kazin aborda las distintas modulaciones ideológicas que el lenguaje populista ha tomado en los Estados Unidos desde el siglo XIX. En este sentido, la obra constituye un excelente ejemplo histórico de la maleabilidad ideológica del concepto de populismo, así como de su permanente carácter disputado. 189 “El populismo es uno de los modos vitales en los que los norteamericanos han discutido de política” (Kazin, 1995: 1). 61 su valor es de medio, no de fin. Debe juzgárselo entonces en términos de utilidad o eficacia. O, más concretamente: de eficacia persuasiva o potencia hegemónica; o sea, de su capacidad para convencer a una mayoría acerca de una determinada visión del estado de cosas, de sus causas, de sus culpables y de las soluciones más deseables. Observado desde este punto de vista, asegura Kazin, el populismo ha demostrado una notable aptitud en EEUU. De ahí que en su ensayo él recomiende –sobre todo a la izquierda- no despreciarlo como herramienta retórica. Así definido, el populismo no puede ser comparado a una ideología: no tiene la solidez eidética del socialismo o del conservadurismo. “Es más un impulso que una ideología”190. Es un modo de persuasión. Y, como tal, “es demasiado elástico y promiscuo como para constituir la base de una lealtad ideológica”191. Nadie puede referenciarse ideológicamente como “populista”. En cambio, sí puede hacer uso del populismo como estilo retórico para llevar adelante sus ideales progresistas, conservadores o incluso de derecha radical. El populismo –como el elitismo- es un molde para organizar la política, para dar forma –sentido- a la arcilla de los acontecimientos. Es, en suma, un estilo discursivo, una determinada declinación del lenguaje político. La singularidad del lenguaje populista estriba en la ordenación del campo político bajo la polaridad arriba/abajo: “Esta es la definición más básica y reveladora del populismo: un lenguaje cuyos hablantes conciben a la gente ordinaria como un grupo noble –no regido apenas por la clase-, ven a sus oponentes de la élite como egoístas y antidemocráticos, y buscan movilizar a los primeros contra los segundos”192. Es, por tanto, un lenguaje de denuncia y, al mismo tiempo, una palanca de movilización. El populismo –como después insistirán Ernesto Laclau y Chantal Mouffe- reconoce, alimenta y reorienta el conflicto social hacia el eje élite/pueblo. En esta explicitación del conflicto guarda un aire de familia con el marxismo; pero –y este punto es decisivo- el populismo reniega de la “sofisticación teórica del marxismo”193 y de sus categorías analíticas basadas en la clase social. En el populismo no hay análisis en términos de clase, sino en términos de “pueblo” y “no-pueblo”. Sin categorías intermedias y sin que los límites de esta demarcación dicotómica estén nunca del todo claros. Se explicita el conflicto, pero no la composición 190 Kazin, 1995: 3. 191 Kazin, 1995: 3. 192 Kazin, 1995: 1. 193 Kazin, 1995: 3. 62 exacta de los bandos. Estos son, según Kazin, los rasgos universales del modo de hablar populista; a saber: su modo abiertamente antagonista de plantear la política y, a la vez, la indeterminación de las categorías que utiliza. Lo específico de los Estados Unidos es que el lenguaje populista entronca con el mito nacional; esto es, con los ideales fundacionales del país: “En los EEUU el populismo ha constituido la única expresión de que los poderes establecidos están transgrediendo el credo fundacional de la nación, ese credo al que todo residente permanente debe hacer honor”194. Es decir que, además de aspirar a instalar la confrontación pueblo/élite –o establishment- como eje rector de la vida política, el populismo norteamericano justifica su voz de protesta tomando como referencia algunos elementos del mito fundador de la ciudadanía estadounidense: “las batallas pendientes entre “nosotros” y “ellos” han entrañado normalmente debates sobre el significado mismo de ser americano”195. Esto es posible porque, en cuanto nación “nueva”, el relato nacional en EEUU posee un carácter singularmente consensuado y cercano; aunque no unívoco. De modo que el lenguaje populista en los Estados Unidos revive continuamente el mito fundador y, al hacerlo, lo disputa y resignifica; esto es, lo actualiza. Le otorga sentidos diversos –e incluso divergentes. Por eso Kazin insiste tanto en la variabilidad ideológica del populismo196. Porque, en el lenguaje populista, el mito fundador puede ser dirigido –o sea, resemantizado- hacia posiciones conservadoras o hacia posiciones progresistas. De hecho, la tesis central del libro sostiene que “dentro de un marco perdurable, el lenguaje populista ha evolucionado”197 en los Estados Unidos. La maquinaria retórica populista ha mantenido su modo de funcionamiento –o sea, su engranaje compuesto de esquematizaciones, canalización del descontento social y reenganche con los mitos nacionales-, pero ha modificado los fines políticos a los que sirve. Como si el instrumento hubiera permutado de propietario; o, mejor: como si el idioma hubiera cambiado de hablantes. A través de un amplio recorrido histórico, Kazin argumenta que el dispositivo retórico populista ha pasado de ser una herramienta eficaz utilizada por los progresistas a convertirse en un instrumento discursivo empleado casi en exclusiva por los conservadores. Y lo que es más importante: el historiador norteamericano fundamenta en 194 Kazin, 1995: 2. 195 Kazin, 1995: 2. 196 “El populismo es un estilo político retórico persistente y mutable con profundas raíces en el siglo XIX norteamericano” (Kazin, 1995: 5). 197 Kazin, 1995: 2. 63 esta transición la hegemonía del pensamiento conservador en los Estados Unidos. Es porque ha sabido adaptar el molde retórico populista a la visión conservadora de la sociedad, por lo que el Partido Republicano ha conseguido vehicular el descontento de la sociedad, pasar a la ofensiva e instalar algunos de sus marcos de pensamiento en antiguos votantes demócratas: “Comenzando al final de la década de 1960, activistas conservadores y políticos conservadores –la mayoría de los cuales eran republicanos- se recrearon a sí mismos como los auténticos representantes del americano medio. Aprendieron a emplear los mismos resentimientos de masas –contra el poder federal, los movimientos izquierdistas, la contra- cultura y los negros pobres- desde los cuales habló George Wallace, aunque no fuera capaz de conducir estos resentimientos hacia la victoria. El gran viejo Partido Republicano se convirtió entonces en un partido anti-élite y un lugar para los blancos refugiados de la crisis nerviosa liberal (…) Los conservadores anunciaron su solidaridad con las preocupaciones de una imprecisa mayoría silenciosa de productores y consumidores que se sintieron despreciados por la Nueva Izquierda (…) Y en los barrios de mayoría étnica blanca que, hasta hacía poco, fueron bastiones del Partido Demócrata, el liberalismo se convirtió en algo asociado con el derroche, la falta de solidez, la malevolencia, el masoquismo, el elitismo, la fantasía, la anarquía, el idealismo, el laxismo, la irresponsabilidad y la beatería”198. De acuerdo con la tesis de Kazin, las filosofías de postguerra desnudaron la simpleza teórica –la ingenuidad199- del populismo: “La antigua retórica populista sufrió con el desencantamiento hacia los conceptos fijos, las grandes narrativas y los sueños universales”200. De tal manera que disminuyó su prestigio político –su deseabilidad-, particularmente entre los sectores progresistas. Sin embargo, al mismo tiempo que la izquierda hacía un tránsito hacia nuevos relatos e intereses, la derecha “seguía considerando a la mayoría de los americanos como duros trabajadores, temerosos de Dios, ciudadanos patrióticos de los que abusa una élite de burócratas”201 y usaba regularmente este tipo de imágenes en su crítica al poder político, lo que en última instancia condujo a que “el idioma populista fuera crecientemente más audible en la derecha que en la izquierda”202. Pero si este cambio de modulación en el lenguaje populista fue posible –y 198 Kazin, 1995: 246. 199 O, si se prefiere, la liviandad, como dirían Mudde y Rovira. 200 Kazin, 1995: 287-288. 201 Kazin, 1995: 288. 202 Kazin, 1995: 288. 64 en términos analíticos esta cuestión que destaca Kazin es decisiva- fue por dos motivos: 1) porque el populismo, en cuanto dispositivo retórico puramente formal, es ideológicamente maleable –lo que hace posible su utilización por parte de Podemos, pero también del Front National o de Vox-, 2) porque en la constitución específica del lenguaje populista norteamericano existían ya elementos de índole conservadora relacionados con el pietismo, lo que facilitó la reapropiación del idioma populista por parte de la derecha, y la reorganización léxica del mismo. El primer punto permite esta transición ideológica; el segundo la facilita. Ahora bien: ¿podría la derecha norteamericana haberse apropiado del lenguaje populista si éste –en su singular conformación histórica del S. XIX- no hubiera incorporado elementos nítidamente conservadores? ¿Sería posible un populismo conservador de “nueva planta”? La respuesta a estas preguntas es capital puesto que pone en juego el grado de formalidad de la definición misma de populismo. A este respecto, la tesis de Kazin es clara: toda configuración histórica, por su propio espesor y complejidad fenoménica, involucra una cierta dosis de ambigüedad ideológica que después sólo se decanta hacia tal o cual costado por el triunfo de una cierta interpretación –en adelante dominante- sobre los hechos. Pero el germen para la pluralidad, la resignificación y, por tanto, la reinterpretación siempre está ahí. En algunos casos de un modo más manifiesto –como en EEUU- y en otros de forma latente. En suma, el molde de la retórica populista puede ser empleado para favorecer causas y derivas ideológicas distintas gracias a la polisemia estructural de los fenómenos que ofrece siempre la posibilidad de reinterpretar los mitos, los símbolos y pasajes históricos de un país según los marcos de sentido que a un actor político le convenga. En la medida en que en EEUU el populismo es la modulación que adopta el sentido común para hablar en términos de protesta, Kazin recomienda a la izquierda no deshacerse de él, sino al contrario volverlo contra la derecha: “Ha sido cuando los izquierdistas y progresistas han hablado de un modo populista –esperanzado, expansivo, incluso romántico- cuando han sido capaces de otorgarle a sus políticas un molde mayoritario y han ayudado sustantivamente a mejorar el bienestar común”203. Dejar en manos de la derecha el instrumento populista es regalarle el idioma que pone voz –y estructura- al descontento. Por eso “el deseo de trascender el populismo [por parte de la 203 Kazin, 1995: 6-7. 65 izquierda] es corto de miras. Ignora la persistencia de este lenguaje durante al menos dos siglos, enraizado además en la brecha entre los ideales americanos y aquellas instituciones y autoridades cuya actuación los traicionan”204. En definitiva, todo el libro de Michael Kazin puede leerse como una reivindicación del carácter formal del populismo como lenguaje: de su enorme maleabilidad ideológica y de las declinaciones concretas que en cada momento puede adoptar. El texto de Kazin constituye un análisis profundo de la disputa por el populismo en EEUU entre progresistas y conservadores; o cómo estos han tratado de apropiarse de un dispositivo retórico formal. Al mismo tiempo, The Populist Persuation. An American History se concibe como una exhortación al Partido Demócrata a adoptar los códigos idiomáticos del populismo con el fin de frenar la hegemonía conservadora y cortocircuitar aquellas construcciones léxicas que dirigen el descontento por las promesas incumplidas del ideal hacia las minorías raciales, los burócratas, la progresía, los intelectuales, los periodistas o los jueces excesivamente permisivos. Esta conceptualización ideológicamente abierta del populismo como un dispositivo retórico al alcance de todos los actores políticos despoja definitivamente al concepto de todo el contenido propio que le atribuye Pierre- André Taguieff y de toda valoración moral negativa en términos de demagogia. Al concebirlo no sólo como un lenguaje perenne, sino incluso como un tipo de organización de ese lenguaje, Kazin se aproxima a la visión del populismo como lógica y ontología política que elabora Ernesto Laclau. 5.3 El populismo como lógica política Ernesto Laclau205 es uno de los autores que más nítidamente ha defendido una posición formalista con respecto al populismo. Esto ha sido así a lo largo de toda su obra, aunque 204 Kazin, 1995: 289. 205 Ernesto Laclau (1935-2013) es un filósofo y teórico político argentino cuya obra –escrita en buena medida junto a su compañera Chantal Mouffe- está dedicada a trabajar los conceptos de hegemonía, antagonismo, identidad política, democracia radical y populismo desde una óptica post-marxista. Sobre este último, destacan los siguientes textos: Política e ideología en la teoría marxista: capitalismo, fascismo, populismo (1978), Hegemonía y estrategia socialista, Hacia una radicalización de la democracia (1985), Misticismo, retórica y política (2002), La razón populista (2005), Debates y combates. Por un nuevo horizonte de la política (2008), Los fundamentos retóricos de la sociedad (2014). En los últimos años su obra ha alcanzado una gran relevancia no sólo académica, sino también política, puesto que algunos de sus textos han servido de inspiración a diversos actores políticos. 66 con particular énfasis en dos de sus textos finales: La razón populista206 y Populismo: ¿qué nos dice el nombre?207. Su contribución nos interesa particularmente no sólo por su definición específica de populismo –esto es, por su papel en el debate con Margaret Canovan, Peter Willes, Gino Germani y Ghita Ionescu-, sino también y muy singularmente por vincular el populismo con la constitución y elaboración de nuevas identidades políticas; o, lo que es lo mismo: con operaciones políticas de fondo que atañen a la dinámica del enfrentamiento político, a la configuración de la frontera divisoria entre los campos y a la definición de la identidad de los contendientes. Ernesto Laclau subraya este punto desde la primera página de La razón populista: el tema de este libro que se interroga sobre el populismo es la constitución de identidades colectivas208. Por eso todo su andamiaje teórico-conceptual nos va a resultar muy provechoso para analizar el modo como el Front National y Podemos se esfuerzan por trastocar el eje del enfrentamiento político en sus respectivos países, por reconfigurar las identidades políticas asociadas a sus partidos, y por convertirse en los actores hegemónicos dentro de uno de los polos del nuevo enfrentamiento. Importa de Ernesto Laclau que sitúa la discusión acerca de la definición de populismo en un plano a la vez metodológico y ontológico. Reconoce que el populismo es un concepto “a mitad de camino entre lo descriptivo y lo normativo”209, cuyo contenido ha generado tanta expectación como frustración por su peculiar carácter resbaladizo, y que, como consecuencia de ello, se ha convertido en una suerte de “escollo teórico”210 para la ciencia política. Pero inmediatamente aclara que este impasse que tanto desespera a Margaret Canovan es sólo aparente. Se trata de un callejón sin salida al que conducen los modos como hasta ahora los especialistas se han aproximado metodológicamente a la definición del concepto de populismo, que el autor argentino resume básicamente en dos: o bien se utiliza una intuición capaz de captar los rasgos esenciales del populismo –su intimidad conceptual-, o bien se recurre a una tipología que enumere las distintas variedades y figuras que puede adoptar el fenómeno populista –o sea, su dispersión. Según Laclau, ambos caminos son metodológicamente infructuosos debido a una limitación de tipo ontológico: presuponen que el populismo es un contenido a descubrir o a detallar 206 Laclau, E. (2005): La razón populista, Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica. 207 Laclau, E. (2009): “Populismo: ¿qué nos dice el nombre?”, en: Panizza, F. (ed): El populismo como espejo de la democracia, Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 51-71. 208 Laclau, 2005: 9 209 Laclau, 2005: 9. 210 Laclau, 2005: 16. 67 descriptivamente, cuando el populismo se refiere más bien a una lógica que sienta las bases del juego político posterior. O, dicho de otro modo: los especialistas han investigado como si el populismo fuera un conjunto eidético más o menos coherente con diversas manifestaciones históricas, sin advertir que quizás podría designar una lógica peculiar de constitución de identidades colectivas. En ejemplo arquitectónico: el populismo no alude a una casa, ni siquiera a un tipo de plano de la casa, sino a una lógica de construcción de los vecindarios. De ahí que el filósofo argentino señale que los impasses metodológicos de la literatura especializada sobre el tema tengan una raíz ontológica. El otro gran problema de los estudios sobre populismo, según Laclau, tiene que ver con un asunto de óptica, de punto de partida, de presupuestos no explícitos de investigación. Los especialistas tienden a observar el populismo “en términos de lo que le falta –su vaguedad, su vacío ideológico, su anti-intelectualidad, su carácter transitorio-”211; es decir, como si a priori fuera un contenido incompleto, una composición defectuosa, un objeto inmaduro en comparación con otros corpus doctrinales adultos. La mirada académica ha tendido a patologizar de antemano el populismo como un objeto anómalo, inusual, imperfecto, fruto de la hibridación y potencialmente amenazador. De manera inversa, Laclau propone enfocar el populismo, no en términos de carencia, sino desde el punto de vista de lo que expresa, genera o compone; o sea, no como un producto malogrado en comparación con otro artículo acabado, sino más bien como una operación performativa. Observado desde este punto de vista, el populismo sería una posibilidad de estructuración, un mecanismo constituyente, un vector de organización. En suma, algo que da lugar a algo212. Ese algo del populismo coincide con una forma: una forma retórica. El populismo es una potencia de estructuración del campo político de naturaleza retórica que, en su dinamismo, es capaz de generar identidades colectivas. Por tanto, el populismo es efectivamente un lenguaje, una gramática, un modo de habla. Laclau cita a Kazin cuando éste afirma que “el populismo es ante todo un fenómeno lingüístico”213. Y concuerda con el historiador norteamericano en señalar el carácter diseminado y transversal del populismo en el lenguaje político. De tal manera que “preguntarnos si un movimiento es 211 Laclau, 2005: 27. 212 “Más que una tosca operación política e ideológica, el populismo es un acto performativo dotado de una racionalidad propia” (Laclau, 2005: 32). 213 Kazin, 1995: 3. 68 o no es populista es comenzar con la pregunta errónea; lo que deberíamos preguntarnos es, en cambio, lo siguiente: ¿hasta qué punto es populista un movimiento?”214. En cuanto estructura retórica y, sobre todo, en cuanto principio organizador de las identidades políticas, el populismo es una cuestión de grado215. Todos los actores políticos pueden emplear en un determinado momento una lógica populista. Por eso Laclau no tiene reparos en detenerse a hablar del populismo del lenguaje del Partido Comunista Francés y de cómo esta intensidad retórica populista ha sido en cierto modo heredada por el Front National216. El populismo es, como diría Kazin, un lenguaje perenne; o, como añade Laclau: un modo retórico de articulación de las identidades políticas de carácter transversal. No obstante, que el populismo posea en Laclau una forma eminentemente retórica no presupone –como en Taguieff- un rasgo negativo. No es una falta o indeterminación. Tampoco una simple pigmentación estilística. Al contrario, una de las tesis ontológicas fuertes de Ernesto Laclau sostiene que “la retórica no es algo epifenoménico respecto de una estructura conceptual autodefinida”217, no es “un parásito de la ideología”218, sino que es de hecho “la anatomía del mundo ideológico”219. Dicho en términos marxistas: la retórica no es superestructura –estilo, superchería, “chapa y pintura”- del mundo político, sino estructura –o sea, producción de sentido- de la vida colectiva. La retórica es nervio, vértebra, esqueleto: pero no únicamente de las ideologías o sistemas de ideas, sino de la realidad misma –de lo que ésta pueda querer decir. La clave, por tanto, está en el ámbito de la representación220; o, si se me permite, de la expresión –de la mise en forme- tanto a nivel gnoseológico como ontológico. “El discurso”, dice Laclau, “constituye el terreno primario de construcción de la objetividad como tal”221. El nombre se torna el fundamento de la cosa. Pero, cuidado, la noción de discurso en el pensador argentino no se circunscribe a la oratoria: 214 Laclau, 2009: 66. 215 “El populismo es una dimensión constante de la acción política que surge necesariamente –en diferentes grados- en todos los discursos políticos” (Laclau, 2005: 33). 216 Ver: Laclau, 2005: 115-116. 217 Laclau, 2005: 91. 218 Laclau, 2005: 26. 219 Laclau, 2005: 27. 220 “La representación es el nivel absolutamente primario de constitución de la objetividad” (Laclau, 2005: 148). 221 Laclau, 2005: 92. 69 “Por discurso no entendemos algo esencialmente restringido a las áreas de habla y la escritura, sino un complejo de elementos en el que las relaciones juegan un rol constitutivo. Esto significa que esos elementos no son pre-existentes al complejo relacional, sino que se constituyen a través de él (…) Nuestra noción de discurso –cercana a los “juegos de lenguaje” de Wittgenstein- implica la articulación de las palabras y las acciones, de manera que la función de fijación nodal nunca es una mera operación verbal, sino que está inserta en prácticas materiales que pueden adquirir fijeza institucional”222 Por tanto, a propósito de la importancia de la retórica, Laclau subraya dos aspectos: la centralidad de la nominación y la performatividad de la palabra. También el papel de los afectos como asociados a signos223. Es decir: nominalismo y productividad social del nombre. De hecho, no es en modo alguno casual que un ensayo póstumo del filósofo argentino se titule Los fundamentos retóricos de la sociedad. Para Laclau el lenguaje moldea la realidad y, con ello, en cierto modo la produce. Esto no significa que la realidad no exista independientemente del lenguaje; significa que, sin la mediación del lenguaje, la realidad carece de sentido. Es decir, que el hecho en sí, que el acontecimiento mudo, está desprovisto de toda significación y por tanto también de toda objetividad social224. De tal manera que en términos políticos y colectivos lo fundamental es el acto de dar sentido y la pelea por ese sentido. La clave está entonces en la interpretación. Con ello, Laclau da un paso más allá de Taguieff y Kazin a la hora de considerar el lenguaje populista como algo que excede su consideración en términos de instrumento retórico de persuasión y protesta; es decir, como mero valor de medio. El discurso político –y en consecuencia también el discurso populista- es, según el autor argentino, ontológicamente constituyente. Conforma o configura la realidad. De ahí el carácter abiertamente constructivista del punto de vista de Ernesto Laclau. En suma, el populismo es una lógica política –que funciona a través de procedimientos retóricos de alcance ontológico- de constitución de identidades políticas. Por eso el populismo es tan útil para aquellos actores que quieren desafiar un orden político concreto y, sobre todo, para quienes desean transformar el sistema de las identificaciones políticas. 222 Laclau, 2005: 92 y 138. 223 “El populismo de Ernesto Laclau impugna que la base de una sociedad sea racional (…) La convicción del populismo [laclausiano] es que el lazo social es de índole sentimental” (Villacañas, J-L. (2015): Populismo, Madrid: La Huerta Grande, 15). 224 “Ningún contenido particular tiene inscrito su significado en el seno de una formación discursiva, (…) Todo objeto puede recibir cualquier significación. Todo depende del sistema de articulaciones diferenciales y equivalenciales” (Laclau, 2005: 114-115). 70 Porque el lenguaje populista entra en un sistema discursivo como un elefante en una cacharrería –desorganizándolo todo- y con la íntima ambición de ordenarlo de un modo diferente y más favorable a sus intereses. En este sentido, el populismo es simultáneamente seísmo y reconstrucción: impulso destituyente y voluntad constituyente. Ahora bien: ¿cómo opera exactamente la lógica populista? El sistema conceptual que elabora Laclau para explicarlo es complejo y requiere un cierto detenimiento. Como acabamos de ver, el filósofo argentino concibe la realidad como un infinito juego de diferencias del que no se deriva per se ninguna determinación política, sino que necesita constantemente del apoyo, la ordenación y la significación de la que le provee el lenguaje. Los individuos, para Laclau, “no son totalidades coherentes, sino meramente identidades referenciales que deben ser divididas en una serie de posiciones subjetivas localizadas”225. En consecuencia, la unidad de análisis no es en su obra el individuo –como es el caso del individualismo metodológico-, tampoco el grupo social –como en el funcionalismo y en el estructuralismo-, sino la demanda –o reivindicación- entendida como “la forma elemental de construcción del vínculo social”226. Las demandas o reivindicaciones son las que configuran las identidades de los individuos –que son siempre plurales227- y las que ponen en relación a unos ciudadanos con otros. Son, en cierto sentido, la argamasa social. Así pues, que una sociedad se conforme de una manera u otra depende enormemente de la trayectoria que siga esa forma de relación social tan peculiar que es la demanda. Porque hay que recordar que para Laclau –y este punto es decisivo- la comunidad política no existe de antemano sino que hay que crearla y recrearla constantemente; o, lo que es lo mismo: la comunidad no pre-existe a la demanda, sino que se va haciendo conforme las demandas sedimentan en procesos sociales. De ahí que en la visión de Laclau el populismo no se afane en resucitar ninguna esencia anterior, corazón de la patria o comunidad perdida –como en Müller, Taggart o Rosanvallon-, sino propiamente en construir una nueva comunidad. Y es que, en efecto, para Laclau lo primordial respecto de las demandas es: 1) la trayectoria que generan, 2) las relaciones a las que dan lugar, y sobre todo: 3) el tipo de 225 Laclau, 2009: 54. 226 Laclau, 2009: 54. 227 Según Laclau, las identidades individuales surgen de la conjunción y el solapamiento de diversas identificaciones concretas. Estas identificaciones concretas se cristalizan o sedimentan a raíz de demandas. Por ejemplo, en el caso de España la identificación “independentista catalán” cristaliza en individuos a partir de la demanda no satisfecha de un referéndum. 71 lógica que las agrupa. ¿Por qué? Porque de acuerdo con su sistema explicativo, las demandas, una vez formuladas, pueden seguir una trayectoria dual. O bien se las considera desde el punto de vista particular para después ser satisfechas o rechazadas – por ejemplo la reivindicación de construcción de una autopista que comunique Madrid con Teruel por parte de la plataforma Teruel Existe-, y entonces configuran un tipo de relación y articulación social guiada por la lógica de la diferencia. O bien por el contrario la demanda, al no ser satisfecha, se vincula con otras demandas dando lugar a una suerte de solidaridad entre reivindicaciones que genera un tipo de relación social que Laclau denomina lógica de la equivalencia. Por ejemplo, la demanda en favor de la construcción de una autopista no se toma en consideración y entonces se vincula a otras reivindicaciones como la mejora de los servicios sanitarios en la provincia de Teruel o la reclamación de que no se cierre la industria más potente de la región. Esta lógica de la equivalencia da lugar a lo que Laclau bautiza como “cadena equivalencial” y que resulta cardinal en su análisis, pues es esta lógica la que en última instancia es capaz de crear “sujetos populares” –o, lo que es lo mismo: identidades populistas. Hasta ahora todos los autores que han definido el populismo han coincidido en subrayar el peculiar carácter confrontativo de su apuesta política y la división tajante de la sociedad que establece entre pueblo y élite. Laclau no se mueve un ápice de este punto de vista en el que parece haber consenso y recalca en su enfoque la necesidad que tiene el populismo de establecer una frontera antagónica entre la identidad política “pueblo” y la identidad política “no-pueblo” –es decir, élite. Hasta tal punto que si no hay frontera divisoria y si no hay adversario, enfatiza el argentino, entonces no hay populismo. No obstante, Laclau añade un tercer punto: para que haya populismo es necesario que también exista una cadena equivalencial entre demandas insatisfechas; es decir: se requiere que diversas reivindicaciones se vinculen entre sí a través de una especie de solidaridad mutua – abandonando parte de su singularidad y diciéndose algo así como “o todas, o ninguna”-, y, al mismo tiempo, es preciso que estas reivindicaciones confluyan en un punto nodal – lo que Laclau denomina significante vacío- capaz de reunirlas y expresarlas –al menos en parte. Quien ejerce habitualmente de punto nodal, clave de bóveda o significante vacío es, como reconoce Laclau, el líder del movimiento populista: “la construcción de una subjetividad popular es posible sólo sobre la base de la producción de significantes tendencialmente 72 vacíos (…) en su versión más extrema, este proceso llega a un punto en que la función homogeneizane es llevada a cabo por un nombre propio: el nombre del líder”228. Llegados a este punto, hemos presentado las tesis ontológicas nominalistas de Laclau, tenemos también su definición de populismo como lógica política y acabamos de ver las condiciones de emergencia de una identidad populista229. Ahora bien: ¿cómo entiende el filósofo argentino al “pueblo” del populismo? ¿Cómo lo define? La primera advertencia que lanza anuncia que el “pueblo” no coincide con la totalidad de los miembros de la comunidad; esto es, con su población. El “pueblo” no son todos; son “casi todos” –o sea, todos menos algunos. La segunda advertencia puntualiza que el “pueblo” no expresa ninguna esencia previa, ninguna determinación, ni tampoco ningún heartland: “la construcción del pueblo es una construcción radical –es decir, una construcción que constituye agentes sociales como tales y que no expresa una unidad del grupo previamente dada”230. Por tanto, “pueblo” en Laclau implica siempre proyección, no paleontología. O, aún más precisamente: proyección hacia el futuro de una parcialidad que quiere imaginarse como algo más que una parcialidad. De acuerdo con la definición del filósofo argentino, el “pueblo” es una parte de la totalidad de la población que, sin embargo, aspira a ser reconocida como “la única totalidad legítima”231. O, dicho de otro modo: el pueblo es un fragmento del pueblo que no obstante anhela ser concebido como la totalidad del pueblo. Son los ciudadanos de Teruel insatisfechos con la instituciones provinciales frente aquellos otros –también ciudadanos de Teruel- que ocupan las instituciones. En consecuencia, lo que caracteriza a la identidad popular del populismo es un anhelo no legítimo desde el punto de vista numérico y sólo posibilitado por los efectos performativos y constituyentes del lenguaje: “A fin de concebir al pueblo del populismo necesitamos que una plebs reclame ser el único populus legítimo –es decir, una parcialidad que quiera funcionar como la totalidad 228 Laclau, 2009: 60. 229 “Sólo hay populismo si existe un conjunto de prácticas político-discursivas que construyen un sujeto popular, y la precondición para el surgimiento de tal sujeto es, como hemos visto, la construcción de una frontera interna que divide el espacio social en dos campos. Pero la lógica de esta división es establecida por la creación de una cadena equivalencial entre una serie de demandas sociales en las cuales el momento equivalencial prevalece sobre la naturaleza diferencial de las demandas. Finalmente, la cadena equivalencial no puede ser el resultado de una coincidencia puramente fortuita, sino que debe ser consolidada mediante la emergencia de un elemento que otorga coherencia a la cadena por significarla como totalidad. Este elemento es lo que hemos denominado significante vacío” (Laclau, 2009: 64). 230 Laclau, 2005: 151. 231 Laclau, 2005: 108. 73 de la comunidad”232. Por el contrario, la élite –el no-pueblo- está delimitada discursivamente por todos aquellos que niegan las reivindicaciones/demandas del pueblo. Ambas identidades –pueblo y élite- son construcciones discursivas cuyo rasgo más eminente es que están tan enérgicamente enfrentadas como porosas son sus fronteras. Es decir, la composición exacta de la élite y la composición exacta del pueblo están siempre potencialmente sometidas a discusión –porque con el tiempo pueden cambiar-, pero lo que nunca puede eliminarse es el antagonismo –o sea la frontera identitaria- entre pueblo y élite. En definitiva, para Laclau el populismo es una dimensión estructurante de la política. Por eso no es un episodio, ni siquiera un ciclo. Tampoco una época. El populismo es una lógica de constitución de las divisiones políticas y de las identidades políticas. Es por tanto un vector de organización del campo político que opera con materiales retóricos. En consecuencia, el populismo es en principio compatible con cualquier tipo de ideología o proyecto político. Es más: por su carácter constituyente, el populismo como lógica está presente –en diferentes grados- en todos los discursos políticos: de La Francia Insumisa al Frente Nacional pasando por el Partido Socialista, La República en Marcha o Los Republicanos. Y de Podemos a Vox pasando por el PSOE, el PP, Ciudadanos o el PNV. El motivo es que todas las identidades colectivas necesitan para articularse un mínimo de lógica de la equivalencia. Por todo ello puede afirmarse que el populismo es para Laclau fundamentalmente articulación en clave retórica del mundo político y de sus mapas identitarios; es decir, elaboración de diferencias y equivalencias. Es, en suma, germen de articulación y rearticulación de las agrupaciones e identificaciones políticas. De ahí el carácter radicalmente constructivista que tiene el populismo en toda la obra de Ernesto Laclau. 232 Laclau, 2005: 108. 74 6 Perspectiva teórico-metodológica para el estudio del Front National y Podemos Este trabajo de investigación de tesis se propone analizar la trayectoria retórico-política del Front National y de Podemos a lo largo de la década pasada; en particular, en el período que transcurre entre los años 2011 y 2018233. En concreto, esta investigación de tesis se plantea analizar y comparar las estrategias retórico-políticas del FN y de Podemos durante el período indicado, indagando sus posibles analogías y evaluando sus diferencias. Y hacerlo, además, desde dentro y desde el discurso; esto es, poniendo en marcha un análisis etnográfico de ambas organizaciones partidistas, y, al mismo tiempo, desarrollando un análisis enunciacional, narrativo y de marcos de las elaboraciones retóricas de sus principales líderes. El propósito de esta labor analítica es inicialmente reconstruir el sentido de la acción estratégica de cada uno de estos dos actores partidistas -incorporando sus debates internos, sus adaptaciones al contexto, sus negociaciones con la tradición de sus familias ideológicas y sus desvíos o rupturas respecto de las mismas– a lo largo de las secciones 2 y 3 de la tesis; para posteriormente comparar la elaboración y la puesta en marcha de ambos proyectos retórico-estratégicos, así como el recorrido de sus trayectorias específicas, ya en la sección 4. Se trata por tanto en primer lugar de comprender – verstehen en sentido weberiano- las decisiones estratégicas y el camino retórico-político emprendido por cada uno de estos partidos políticos; para más adelante confrontar sus paralelismos y diferencias, tanto en lo referente a la elaboración de sus hipótesis estratégicas como en lo concerniente a su mise en marche234. Esta tesis parte de la hipótesis de que, más allá de las múltiples diferencias ideológicas que separan a un partido y a otro, existe en ambos un objetivo común que se traduce en 233 En el caso de Podemos, la elección de este arco temporal se justifica por el hecho de que -como se analizará en el apartado 7.1- nuestro trabajo tiene en cuenta los antecedentes del partido: desde la emergencia del movimiento 15-M hasta las tertulias políticas del programa de televisión La Tuerka, pasando por el interés de los futuros miembros de la formación morada por la irrupción electoral de partidos como AGE, la CUP, el Front de Gauche, Syriza o el Movimiento 5 Estrellas. 234 “Queremos comprender la vida que nos rodea, en la que estamos insertos, en su singularidad, es decir, queremos comprender, por un lado, la organización y el significado cultural de sus fenómenos concretos en su forma actual; y, por otro, los motivos por los que esos fenómenos históricamente han llegado a ser así y no de otra manera” (Weber, M. (2009): La “objetividad” del conocimiento en la ciencia social y en la política social, Madrid: Alianza Editorial, 107) 75 la puesta en marcha de una estrategia retórico-política parcialmente convergente y, sobre todo, coincidente en un conjunto de aspectos formalmente decisivos. Es decir, este trabajo parte de la hipótesis de que, aunque ambos partidos muestren aversión pública mutua, al menos durante un tiempo comparten no sólo un rumbo estratégico similar, sino también una serie de reflexiones y procedimientos retóricos para tratar de desplegarlo o ponerlo en marcha. Este tipo de concordancia formal en la elaboración de la estrategia y en las maniobras retóricas de su posterior despliegue es difícilmente analizable a través de herramientas de procesamiento, evaluación y examen de la oferta política de los partidos, como el Open Manifesto Projet, donde pueden encontrarse, estudiarse y compararse –estandarizados- los programas electorales de diversas formaciones políticas correspondientes a distintos países a lo largo de varias décadas. El motivo principal reside en que este tipo de herramientas analíticas ofrecen la posibilidad de clasificar y comparar a gran escala los programas electorales de distintas formaciones políticas a lo largo de amplios períodos de tiempo –y valorar entonces su evolución, sus semejanzas o sus diferencias-, pero presentan más dificultades a la hora de captar el modo como el proceso tiene lugar. De tal manera que bases de datos de esta naturaleza permiten ofrecer una imagen muy precisa del resultado –del qué-, pero tienen más problemas para explicar el desarrollo, la concreción y los problemas –el cómo- de una orientación estratégica. En suma, este tipo de herramientas proporcionan una imagen de una gran precisión estática, pero resultan menos funcionales a la hora de captar la dinámica de un proceso estratégico: su movimiento específico, sus vicisitudes, sus maniobras semióticas y su puesta en escena. Asimismo, esta tesis doctoral parte de la hipótesis de que las estrategias retórico-políticas de ambos partidos se desarrollan paralelamente sin influencias mutuas. Los equipos estratégicos del Front National y de Podemos no se conocen personalmente, ni tienen particular interés el uno por el otro. Tampoco conocen de cerca sus desarrollos estratégicos, ni puede encontrarse en ellos ningún signo de copia o emulación. Sin embargo, tanto el partido español como el partido francés despliegan a lo largo de un mismo período una estrategia retórico-política análoga en diversos aspectos formalmente decisivos. De tal manera que el Front National y Podemos desarrollan una trayectoria hasta cierto punto equiparable sin ser en absoluto conscientes de ello. 76 En tercer lugar, esta tesis doctoral parte de la hipótesis de que, a pesar de esta ignorancia mutua y a pesar de la aversión ideológica que ambos partidos se manifiestan, sus estrategias retórico-políticas pueden ser comparadas a partir de una cierta comprensión del populismo y a partir de la interpretación de la hegemonía como transversalidad. Es decir, es precisamente porque los equipos estratégicos de uno y otro partido entienden la hegemonía como transversalidad, y se proponen dotar a sus formaciones de una mayor centralidad política –en oposición a los extremos-, por lo que los caminos del Front National y de Podemos se asemejan y se tornan convergentes. Al menos –y esto es importante subrayarlo- durante un cierto período de tiempo. En este sentido, es una cierta interpretación del populismo como hegemonía y de la hegemonía como transversalidad, lo que aproxima las trayectorias estratégicas de uno y otro partido. Para llevar adelante este doble objetivo de análisis y de comparación de las estrategias retórico-políticas del Frente Nacional y Podemos durante el período 2011-2018, desarrollamos una investigación de campo que consta de dos grandes apartados: a) Un trabajo etnográfico de inmersión en la realidad interna de ambas formaciones políticas basado en la observación minuciosa, las conversaciones informales con dirigentes, asesores o militantes, y la experiencia directa e indirecta en la toma de decisiones estratégicas; ya sea en las campañas electorales españolas de diciembre de 2015 y junio de 2016 para el caso de Podemos, o ya sea en la campaña electoral para las elecciones presidenciales francesas de 2017 en el caso del Front National. b) La realización de entrevistas semi-estructuradas a estrategas, asesores, militantes y dirigentes de ambas formaciones políticas en las que estos puedan reflexionar acerca de la trayectoria de sus partidos, sus objetivos, sus retos, sus errores o sus dificultades. En este punto, se trata de ofrecer un espacio bajo la forma de entrevista semi-estructurada para que los actores involucrados puedan volver sobre sus pasos y reflexionar acerca de las decisiones tomadas, las encrucijadas a las que se enfrentaron o los debates que tuvieron lugar a propósito de ciertas materias. A esta labor etnográfica y de inmersión hay que agregarle un trabajo de análisis de los discursos y textos que rodean a ambos partidos. Esta tarea de exploración consta igualmente de dos partes: 77 c) Un análisis de los discursos públicos del Front National y de Podemos a lo largo del período 2011-2018; y con especial énfasis durante las campañas electorales de 2012 en Francia, 2014 en Francia y en España, 2015 en España, 2016 en España, y 2017 en Francia. Este examen de los discursos públicos –y singularmente electorales- se compone de un análisis enunciacional, de un análisis narrativo y de un análisis de marcos. Asimismo, y de manera auxiliar, se incluyen tanto un conjunto de discursos públicos del FN correspondientes a las décadas de 1980, 1990 y 2000; como un conjunto de discursos públicos de los futuros dirigentes de Podemos correspondientes al período de emisión del programa La Tuerka. d) Una revisión bibliográfica de las publicaciones realizadas por los dirigentes históricos o actuales del Front National, así como de los libros, artículos académicos y tesis doctorales publicados por los impulsores o líderes actuales de Podemos. Esta revisión incluye asimismo aquellos textos –normalmente en formato libro- en los que aparecen entrevistas en profundidad a dirigentes de uno u otro partido. Esta investigación de tesis doctoral asume por tanto un marcado carácter interdisciplinar, incorporando herramientas analíticas de la teoría política, de la semiótica, del análisis del discurso y de las técnicas cualitativas de investigación social –singularmente entrevistas semi-estructuradas y observación participante. Asimismo, los análisis de caso y el trabajo comparativo de esta tesis doctoral esperan tener implicaciones tanto para la teoría política como para el estudio de las ideologías, la comunicación política y, en menor medida, los estudios semióticos orientados a la pragmática del discurso. También desean contribuir al amplio campo de estudios sobre la derecha radical europea –y, muy especialmente, a las investigaciones recientes sobre el Front National de Marine Le Pen-, así como a la literatura especializada en Podemos, y en el denominado “populismo de izquierdas” en Europa. Finalmente, esta investigación de tesis aspira a enriquecer los estudios comparados sobre el populismo desde una perspectiva internacional y, muy particularmente, participar en el debate teórico acerca de la distinción entre “populismo de izquierdas” y “populismo de derechas”. No obstante, antes de poder abordar plenamente estas tareas, resulta preciso definir una serie de conceptos que más adelante conformarán la base del trabajo analítico y comparativo. Se trata esencialmente de los conceptos de: 1) estrategia retórico-política, 2) discurso, 3) enunciación, 4) marco discursivo, y 5) etnografía. 78 6.1 Estrategia retórico-política Esta tesis doctoral se apoya largamente sobre la noción de “estrategia retórico-política”. No en vano, analiza y compara las estrategias retórico-políticas del Front National y de Podemos durante un período de siete años: 2011-2018. El objeto principal de estudio son por tanto los cursos de acción estratégicos y, muy en particular, las operaciones retórico- políticas, que llevan adelante ambos partidos en un contexto relativamente similar, en el seno de dos países diferentes: Francia y España. No obstante, hay dos tentaciones que al analizar el campo de lo estratégico y de lo retórico, deben evitarse. La primera tentación es que, al poner el foco en la dimensión estratégica y retórica, es posible pensar que se trata de un análisis únicamente centrado en los discursos estratégicos de los sujetos partidistas; y, de modo muy singular, en su faceta más tacticista, calculadora o “maniobrera”. Es decir, en su vertiente más específicamente competitiva, perspicaz, ingeniosa o astuta. Así, de lo que se trataría es de evaluar o medir cuánto y cómo de ingeniosos o hábiles son los partidos en un contexto preciso y a lo largo de un período de tiempo determinado. Para, a continuación, celebrar o deplorar esta peculiaridad suya. La segunda tentación consiste en acercarse al objeto de investigación –las estrategias retóricas de dos partidos políticos- como si se tratara de pruebas o experimentos realizados dentro de un laboratorio comunicativo por parte de estrategas excepcionalmente brillantes. Es decir, existiría la posibilidad de reducir el objeto de estudio a una cuestión de índole fundamentalmente declarativa, exploratoria y táctica. A un asunto centrado en sujetos partidistas y, sobre todo, en el diálogo solipsista que mantienen consigo mismos y con sus posibilidades de comunicar de una determinada manera o de otra. Algo que tiene que ver con cómo un actor estratégico pone en marcha un plan comunicativo dentro de un teatro de operaciones. Y, por tanto, con una concepción ensimismada, hermética y sujeto-céntrica de la estrategia; en suma, con una visión de la estrategia que la interpreta según el modelo del laboratorio de las ciencias naturales o, subsidiariamente, de los “laboratorios de ideas” cada vez más comunes en el ámbito de la comunicación. 79 Sin embargo, la estrategia es un arte o disciplina de la intersubjetividad235. Incluso en el modelo que Clausewitz establece en su famoso De la guerra, la estrategia es una disciplina que exige al otro236. Que postula e incluye a la alteridad para poder seguir desarrollándose y dando pasos. En esa medida, todo comportamiento estratégico implica una definición del yo junto con otro: en perpetuo diálogo con una alteridad hipotética. De tal manera que el yo y el otro se definen mutuamente dentro de un sistema de estrategias de representación que operan de acuerdo a unas reglas del juego237. O sea, en una especie de simulacro continuado. Un simulacro bidireccional o bipolar; o, lo que es lo mismo: una continuada atribución recíproca de maniobras y operaciones. Por tanto, la dimensión estratégica va mucho más allá de lo puramente táctico, hermético, individual, partitocéntrico, experimentalista o “laboratoidal”. Trasciende ampliamente la lógica del soliloquio. Del mismo modo, la estrategia retórico-política incluye también al destinatario ideal. Al incorporarlo, se define con respecto a él. El enunciador –el estratega retórico en un contexto de competición partidista- delinea su autopresentación en función del destinatario, generando un habitus performativo a partir de este tipo de asunciones238. Se re-crea, se re-configura y se auto-inventa anticipando e integrando una cierta representación del otro, dando lugar a una disposición permanente o hexis239. De esta manera, el sujeto de la enunciación genera un doble simulacro: acerca de sí mismo y acerca del otro –o de los otros, tomados como pluralidad. Pero un simulacro que se sedimenta, afianza o permanece. Lo revelante dentro de esta lógica estratégica y retórica aplicada a la política no es tanto que los signos empleados sean verdaderos o falsos, sino que sean efectivos. Esto es, que sean creíbles. Que muevan a la acción, que generen un cierto tipo de dinamismo, que conduzcan a “hacer hacer”; es decir, que su efecto más inmediato sea aquello que los italianos denominan far fare. Lo cual requiere siempre la complicidad y el reconocimiento del otro –o de los otros. En ese sentido, los signos, si son efectivos, ejercen siempre como un instrumento de persuasión o de disuasión del otro; como una señal que provoca reacciones y que orienta 235 Fabbri, P. (2009): “Simulacres en sémiotique: programmes, tactiques, stratégies”, Nouveaux Actes Sémiotiques, 112: 1-4. 236 Clausewitz, C. (2010): De la guerra, Madrid: Tecnos. 237 Fabbri, P. (2005): “Lo sguardo dell’altro. Strategie del camouflage. Intervista a Paolo Fabbri”, Rivista dell’Associazione Italiana Studi Semiotici, 2: 1-10. 238 Fabbri, 2005: 4. 239 Bourdieu, P. (1980): Le sens pratique, Paris: Minuit. 80 en una determinada dirección. En definitiva, como algo que actúa en el mundo y que provoca respuestas; y no tanto como lenguaje apofántico sujeto a criterios de verdad o falsedad. Por todo ello, la investigación de tesis que aquí se desarrolla analiza cómo la estrategia política se plasma o se traduce –de modo necesariamente defectuoso- en la retórica de dos partidos, y cómo las estrategias del Front Nacional y de Podemos incorporan un diálogo con otras voces internas, además de un conjunto de representaciones de los destinatarios ideales. En otras palabras: esta tesis examina el modo en que las estrategias retórico-políticas del FN y de Podemos incluyen un diálogo internalizado con otras voces del pasado o del presente –expresadas deliberadamente o simplemente imaginadas/postuladas-, y cómo este diálogo se conjuga e hibrida con las representaciones de los destinatarios ideales. De ahí que lo estratégico no pueda ser reducido a la lógica de la astucia: a lo puramente instrumental o calculador. Porque asume que la polifonía –tanto en forma de críticas internas como en forma de voces del pasado postuladas- se instala desde el comienzo y es un ingrediente inextirpable de la elaboración estratégica. 6.2 Discurso El discurso, la retórica o el texto –según la denominación tradicional de la semiótica- ocupa un lugar central en esta tesis doctoral. De hecho, es el espacio donde se trasluce, se plasma, se pone en marcha y se conforma la estrategia de los partidos políticos. En este trabajo no se va a tratar tanto de analizar cómo los sistemas de signos representan –y, por tanto, su valor de verdad o falsedad-, sino cómo funcionan esos sistemas de signos o discursos; o, lo que es lo mismo: “qué hacen los signos con su actividad discursiva”240. En otras palabras: el foco de atención analítica de esta tesis doctoral está puesto en lo que los discursos hacen. Y, a partir de ahí, también en cómo los sujetos se presentan a través de los discursos, de qué modo los elaboran y de qué manera los discursos los configuran también a ellos. O sea, cómo los discursos son simultáneamente el lugar de construcción de los sujetos y la consecuencia de su acción241; o, expresado de acuerdo con la 240 Lozano, J. & Peñamarín, C. & Abril, G. (1982): Análisis del discurso. Hacia una semiótica de la interacción textual, Madrid: Cátedra, 16. 241 Benveniste, E. (1993): Problemas de lingüística general II, Madrid: Siglo Veintiuno Editores. 81 terminología de Benveniste: en qué sentido los enunciadores se comportan, a la vez, como productores y como producto de los discursos. Por este motivo, lo que fundamentalmente nos interesa en esta tesis es la pragmática de los discursos o textos. Ahora bien: ¿qué es un discurso? ¿Cómo podemos definirlo aquí? En primer lugar, es necesario trascender el punto de vista que identifica discurso con “lo que se dice” o, aún más restrictivamente, con “lo que se lee desde una tribuna de oradores”. A este respecto, resulta importante la ampliación de la noción de discurso que introduce Yuri Lotman y la Escuela de Tartu. De acuerdo con esta perspectiva, el discurso es cualquier fenómeno portador de un significado integral, como por ejemplo: una ceremonia, una conversación, un desfile o una pieza musical. De este manera, Lotman define el discurso como una “formación semiótica singular, cerrada en sí, dotada de un significado y de una función integra y no descomponible”242. En la misma línea, Umberto Eco define el discurso como un “aparato semiótico” y como un “conjunto de signos coherentes” que “hacen sentido”243. No obstante, la coherencia del texto o discurso no funciona con completa autonomía ni es plenamente autoreferente, sino que remite a la competencia textual de los hablantes – que pueden percibir coherencia allí donde denotativamente no la hay- y al contexto. Es decir, la coherencia de un discurso –aquello que según Eco, Lotman y la Escuela de Tartu lo convierte en una unidad semiótica- reenvía al contexto y sobre todo a la competencia intertextual de los otros; esto es, remite a otros textos y a lo que Umberto Eco denominará más adelante “enciclopedia”: el conocimiento sedimentado que los sujetos portan consigo. El texto o discurso se concibe por tanto como “un lugar de encuentro de voces”244. De esta manera, la concepción del discurso y de su análisis abandona un cierto hermetismo lógico y objetivista, para pasar a entenderse como un “aparato translingüístico”245, que se da en un proceso, que apela y crea su contexto, que moviliza y convoca diversos sentidos sedimentados, que requiere la competencia intertextual de los hablantes, y que se concibe socialmente como una forma de intercambio o potlach, según el vocabulario antropológico de Marcel Mauss. De ahí que el discurso nos interese como proceso semiótico que otorga sentido –también “sentido político”- a aquello que de 242 Lotman, Y-M & Escuela de Tartu (1979): Semiótica de la Cultura, Madrid: Cátedra, 53. 243 Eco, U. (1981): Enciclopedia, Turín: Einaudi, 641. 244 Abril, G. (2009): “¿Se puede hacer semiótica y no morir de inmanentismo?”, Revista Científica de Información y Comunicación, 6: 134. 245 Lozano & Peñamarín & Abril, 1982: 33. 82 suyo no lo tiene; y, sobre todo, como práctica discursiva, socio-discursiva o incluso político-discursiva246; o sea, como acción mediante la cual los sujetos crean, modelan, otorgan valores, modifican o mantienen la realidad social. Trabajamos, por tanto, con una noción de discurso que va más allá de lo que Quine denomina representacionismo247 para enfocarse en el discurso como actividad creadora de significación y de sentido Nos interesa por tanto la dimensión performativa del lenguaje o discurso; esto es, su vertiente creadora o configuradora de lo que Peter Berger y Thomas Luckmann denominan “mundos compartidos”248. Muy en particular, nos importa la manera en que el discurso de los partidos aspira a construir identificación política en torno suyo y a tranformar los modos en que se dirigen e interpelan a la ciudadanía. O sea, nos interesa lo que el lenguaje hace tanto desde el punto de vista interno a los partidos –respecto a sus tradiciones discursivas e ideológicas-, como desde el punto de vista externo –respecto a sus modos de invocar, apelar, reunir y persuadir a la ciudadanía. No se trata por tanto aquí de mero “discursivismo” entendido como práctica de distracción, maniobra en trompe l’oeil, o ejercicio de estilo lírico/literario. Se trata de rebasar lo puramente lingüístico y lo puramente estilístico, para fijarse en la dimensión creativa, pragmática y óntica del discurso; esto es, para atender a su vertiente constituyente de la realidad social. Como han subrayado primero Wittgenstein249, más adelante Austin250, después Benveniste251 y posteriormente Greimas y Courtés252 – dando lugar a una importante literatura académica al respecto-, el discurso debe ser entendido como un proceso de creación de sentido y como una acción; un proceso en el que las 246 A este respecto, y en cuanto al paso a una visión menos denotativa del discurso, es importante tener presente estas palabras de Eliseo Verón: “El significado denotativo no es una especie de “nivel primero” – o, por así decirlo, “natural”- que está presente en el lenguaje y “sobre” el cual cabalgarían otros sistemas o niveles de significación (…) Es un caso especial –y singularmente artificial- de producción –y efecto- de sentido, a saber, aquel determinado por una serie de operaciones comunicacionales que tienden a reducir al mínimo –mediante un conjunto de restricciones- la influencia no explícita del “contexto” (Verón, 1971: “Hacia una teoría del proceso ideológico”, Buenos Aires: Tiempo Contemporáneo, 262-263; citado por Abril, 2009: 133). 247 Quine, W-V (1971): “The inscrutability of reference”, en: Steinberg, D-D & Jakobovits L-A (eds): Semantics. An Interdisciplinary Reader in Philosophy Linguistics and Psychology, Cambridge: Cambridge University Press, 142-165. 248 Berger, P. & Luckmann, T. (1968): La construcción social de la realidad, Buenos Aires: Amorrortu. 249 Wittgenstein, L. (1986): Investigaciones filosóficas, Ciudad de México: Instituto de Investigaciones Filosóficas de la Universidad Nacional Autónoma de México. 250 Austin, J-L (1971): Palabras y acciones. Cómo hacer cosas con palabras, Buenos Aires: Paidós. 251 Benveniste, E. (1974): Problemas de lingüística general I, Madrid: Siglo Veintiuno Editores. 252 Greimas, A-J & Courtés, J. (1979): Sémiotique. Dicctionnaire raisonné de la théorie du langage, París: Seuil. 83 dimensiones contextual, pragmática y semiótica resultan de todo punto fundamentales. La acción discursiva se sitúa así como la columna vertebral que recorre esta tesis doctoral. 6.3 Enunciación La enunciación es una de las dimensiones fundamentales de nuestro trabajo: cómo los sujetos se presentan, se elaboran y se construyen a sí mismos a través del discurso. O, aún más precisamente: cómo los sujetos colectivos que son los partidos políticos se presentan a través de su lenguaje; esto es, cómo aspiran a ser percibidos a través de las palabras que usan. Y, a partir de aquí, qué valores aspiran a encarnar, qué posición simbólica desean ocupar con respecto al resto de actores partidistas y qué cambios desean introducir con respecto a sí mismos en el pasado, a través de la manera de enunciar en el presente. En suma, cómo el Front National y Podemos se afanan por ofrecer una determinada imagen de sí mismos a través de la elección cuidadosa de su palabra pública. En la lingüística europea, a partir de Benveniste, al concepto tradicional de sujeto productor del discurso se une la observación de la presencia del locutor en el propio discurso: “El acto individual de apropiación de la lengua introduce al que habla en su habla”253. Este es, continúa Benveniste, “un dato constitutivo de la enunciación”254. De este modo, el sujeto deja constantemente huellas de sí mismo en el discurso que profiere: “La presencia del locutor en su enunciación hace que cada instancia de discurso constituya un centro de referencia interna”255. El sujeto va dejando pistas que permiten una interpretación o una reconstrucción constante de su imagen por parte del interlocutor o de los interlocutores; una reconstrucción que es hasta cierto punto guiada. Y por tanto que remite también a una lógica lúdica de asunciones, desvelamientos, interpretaciones y deducciones. A este respecto, Benveniste señala: “Esta situación se manifestará por un juego de formas específicas cuya función es poner al locutor en relación constante y necesaria con su enunciación”256. El discurso es por consiguiente el lugar en el que el sujeto de la enunciación se configura o construye; el espacio en el que va ofreciendo 253 Benveniste, 1993: 85. 254 Benveniste, 1993: 85. 255 Benveniste, 1993: 85. 256 Benveniste, 1993: 85. 84 indicios –en ocasiones contradictorios- acerca de quién es; o, más precisamente: acerca de cómo quiere ser percibido. Como subrayamos en el apartado anterior, cualquier discurso establece sus propias coordenadas, exhibe elementos para su ubicación y refleja de algún modo su contexto; es decir, configura “un espacio, un tiempo y unos actores”257. En este sentido, el propio discurrir del discurso va dibujando un quién –o quiénes-, un cuándo, un cómo y un dónde. En esa presentación, diversas imágenes del locutor o de los locutores comparecen para ser interpretadas por el resto de hablantes dentro del juego pragmático de la comunicación. Por eso puede afirmarse que, a través del discurso, el loctuor construye el mundo como objeto y se construye a sí mismo como sujeto. Él se dibuja a sí mismo a través del discurso, va dando razón de sí –no importa si verdadera o falsa- a través del discurso, va haciéndose un quién a partir de la apropiación, estilización o declinación propia del “aparato formal de la lengua”258. De hecho, al sujeto de la enunciación sólo lo podemos conocer por su discurso: sólo podemos informarnos acerca de él o de ella por cómo se presenta en el discurso y por el tipo de afirmaciones, negaciones u omisiones que realiza. O sea, por su peculiar “modelización enunciativa”259: por la relación que establece con su discurso y por la actitud que manifiesta hacia lo que enuncia. La enunciación remite precisamente a ese compromiso que el sujeto establece con aquello que dice y que, al enunciarlo, muestra algo de sí mismo –o, como mínimo, de aquel que habla que no tiene por qué coincidir exactamente con el sujeto empírico. La enunciación es por tanto la manera en que el locutor se constituye a sí mismo como sujeto a través de su discurso o texto; la manera específica en que se elabora un quién. Esto resulta fundamental en el discurso político en la medida en que está particularmente urgido de inspirar confianza; o sea, en la medida en que necesita tranquilizar a la audiencia –y muy especialmente si se trata de políticos nuevos, como es el caso de Marine Le Pen, Pablo Iglesias, Florian Philippot o Iñigo Errejón- y en tanto en cuanto está singularmente requerido de forjarse un carácter. Por eso en el discurso político es tan reiterativa la dimensión enunciativa. Porque, siendo el lenguaje político uno de los discursos subjetivos por excelencia, necesita forjar un sujeto de la enunciación constantemente presente, pero también máximamente confiable. Un sujeto con el que identificarse. De ahí que la 257 Lozano & Peñamarín & Abril, 1982: 92. 258 Benveniste, 1993: 83. 259 Lozano & Peñamarín & Abril, 1982: 104. 85 enunciación sea una dimensión fundamental del discurso político -lo mismo que del discurso publicitario-, y de ahí también que para nosotros conforme un eje fundamental del análisis de las estrategias retórico-políticas del Front National y de Podemos. 6.4 Marco discursivo Otro de los ejes fundamentales del análisis de tesis doctoral son los marcos discursivos que emplean el Front National y Podemos para impulsar sus estrategias retórico-políticas novedosas; esto es, para desplegar lo que más adelante denominaremos la “hipótesis Philippot” y la “hipótesis Errejón”. Los marcos discursivos –y muy en particular los “marcos discursivos principales” o “masterframes”- van a ser claves en nuestro análisis porque condensan a través de metáforas simples orientaciones estratégicas necesariamente poliédricas; y, con ello, muestran de un modo muy nítido el rumbo que las formaciones políticas desean tomar, así como también el espacio simbólico y semántico al que desearían reconducir el debate público. No en vano, los dos marcos discursivos principales movilizados por FN y por Podemos –el “viento malo de la globalización” y el “pacto social roto por arriba”- aspiran a centrar el debate alrededor de elaboraciones discursivas que les son estratégicamente beneficiosas y que, al mismo tiempo, enlazan y dan sentido a vivencias cercanas en el tiempo. El concepto de “marco” o frame se lo debemos a la reelaboración que Erving Goffman260 hace en sus estudios de sociología de un concepto empleado en el campo de la psicología por Gregory Bateson261; una reelaboración que aplica el concepto de marco al estudio de los esquemas interpretativos que se ponen en juego en las interacciones humanas más básicas. Más adelante, el sociológo David Snow y sus colaboradores ofrecen una definición seminal del concepto de “marco discursivo” de acuerdo con la cual los marcos son caracterizados como “esquemas de interpretación” que permiten a los individuos “localizar, percibir, identificar y acuñar aquello que ocurre dentro de su espacio vital y en el mundo en general”262. 260 Goffman, E. (1974): Frame Analysis: An Essay On The Organization Of The Experience, Nueva York: Harper Colophon. 261 Bateson, G. (1972): Steps To An Ecology of Mind, Nueva York: Ballantine. 262 Snow & Rochford & Worden & Benford, 1986: “Frame Alignment Process, Micromobilization and Movement Participation”, American Sociological Review, 51: 464. 86 Por su parte, Robert Entman, en su texto clásico sobre esta materia –Framing: Toward a Clarification of a Fractured Paradigm263- retoma la definición anterior agregando que los marcos discursivos deben ser entendidos como herramientas heurísticas que sintetizan o condensan información relevante acerca de la realidad, organizan esa información de una determinada manera, orientan la mirada hacia una dirección particular y animan con ello a un cierto tipo de praxis: “Los marcos definen problemas –determinan qué está haciendo un agente causal con qué costes y beneficios, generalmente medidos en términos de valores culturales comunes-, diagnostican causas –identifican las fuerzas que crean el problema-, hacen juicios morales –evalúan los agentes causales y sus efectos-, y sugieren remedios –ofrecen y justifican tratamientos para los problemas y predicen sus posibles efectos”264. El oficio fundamental de los marcos discursivos es resaltar información, subrayarla, tratar de convertirla en inolvidable. Apuntalar núcleos de sentido. Ahora bien, igual que los marcos iluminan fragmentos de sentido y orientan a los sujetos hacia una cierta interpretación, también ensombrecen otras posibles explicaciones que, a raíz de esta omisión, quedan orilladas: “Los marcos resaltan algunos núcleos de información sobre un elemento que es el tema de la comunicación, lo que los eleva a un lugar prominente. La palabra prominencia necesita ser definida: significa hacer que una información sea más noticiable, significativa o memorable para el público (…) Sin olvidar que la mayor parte de los marcos están definidos tanto por lo que omiten como por lo que incluyen”265. A esta acción de organizar y estructurar en píldoras de sentido que condensan un contenido múltiple de naturaleza informativa, prescriptiva e incluso propedeútica en términos de orientar a la praxis, se la denomina enmarcar o encuadrar. En inglés: framing. Es una actividad que, además de afianzar núcleos de significado, tiene mucho que ver con asignar roles a los diversos agentes involucrados en un marco y atribuirles posiciones morales: “Encuadrar implica esencialmente selección y prominencia. Enmarcar es seleccionar algunos aspectos de una realidad percibida y destacarlos en un texto comunicativo, de tal 263 Entman, R-M (1993): “Framing: Toward Clarification of a Fractured Paradigm”, Journal of Communication, 43 (4): 51-58. 264 Entman, 1993: 52. [los subrayados son míos] 265 Entman, 1993: 53-54. 87 manera que se promueva una definición particular del problema, una interpretación causal, una evaluación moral y una recomendación moral de tratamiento para el asunto descrito. Típicamente los marcos diagnostican, evalúan y prescriben”266. En consecuencia, los marcos discursivos son estructuras de sentido elementales que facilitan la comprensión de los fenómenos a partir de la construcción de instrumentos interpretativos que realizan una simplificación hiperbólica de lo real. A pesar de su carácter aparentemente esquemático, insisten Entman, Nelson y Oxley267, los marcos discursivos son capaces de empaquetar contenidos relativamente complejos a partir de oposiciones binarias del tipo justo-injusto, bueno-malo, verdadero-falso, nosotros-ellos, amigo-enemigo. Así, partiendo de la idea de Murray Edelman de que el mundo es un “caleidoscopio de realidades potenciales”268 esperando a ser nombradas, organizadas, estructuradas y valoradas a través del lenguaje, los marcos discursivos son artefactos heurísticos que permiten a los fenómenos salir de la zona sombreada, adquirir significado y recibir valoración moral. Es decir, los marcos discursivos invisten fragmentos fenoménicos de objetividad –de realidad-, de sentido y de apreciación moral. Y lo hacen reduciéndolos a un encuadre muy simple, normalmente de carácter binario, y de naturaleza metafórica269. En este punto las consideraciones ontológicas y epistemológicas de la teoría del framing concuerdan con las expresadas por Ernesto Laclau y, en general, por la denominada “teoría del discurso”270. Al mismo tiempo, la cuestión del framing enlaza con una visión tensional, contenciosa o agonística de la política. Esto sucede porque los marcos discursivos, al simplificar de manera extrema lo que por su propia naturaleza es radicalmente complejo y al hacerlo además según categorías construidas binariamente, generan dicotomías de manera constante. Los marcos crean superficies de inscripción narrativa e invitan a los ciudadanos a identificarse con ellas. Donde identificarse significa fundamentalmente optar: decidir entre dos opciones. A favor o en contra de la guerra fría, a favor o en contra de la ley mordaza, a favor o en contra de la guerra contra el terror; pero también junto con o frente 266 Entman, 1993: 53-54. 267 Nelson, T-E & Oxley, Z-M (1999): “Issue Framing Effects on Belief Importance and Opinion”, The Journal of Politics, 61 (4): 1040-1067. 268 Edelman, M. (1988): Constructing The Political Spectacle, Chicago: University Chigao Press: 232. 269 Viejo, R. (2009): “Frame Analysis: encuadre teórico, operacionalización empírica, líneas de investigación”, Paper para el seminario extraordinario de doctorandos de IGOP, 30 de junio de 2009, p.7. 270 Ver a este respecto: Howarth, D. (2005): “Applying Discourse Theory: the Method of Articulation”, en: Howarth, D. & Torfing, J. (eds): Discourse Theory in European Politics, Londres: Palgrave McMillan, 316-349. 88 a los soviéticos, junto con o frente a los terroristas, junto con o frente a los independentistas. De este modo, los marcos discursivos establecen y sostienen disyuntivas que aspiran a marcar el debate público y a distribuir posiciones en el campo político. En definitiva, los marcos discursivos son un aspecto nuclear de la narrativa política y de las estrategias retórico-políticas de los actores partidistas. Por eso constituyen una de las piedras angulares sobre las que se asientan las transformaciones en la identidad política del Front National y de Podemos a lo largo del período estudiado. Son, por así decir, uno de los motores que sostienen en el tiempo esta metamorfosis deliberadamente buscada. 6.5 Etnografía Esta tesis doctoral se asienta también sobre un trabajo etnográfico realizado en Podemos y en el Front National entre los años 2015 y 2017. En concreto, entre noviembre de 2015 y junio de 2016 para el caso de Podemos; y desde enero de 2017 hasta junio de 2017 en el caso del Frente Nacional francés. Ambos períodos proveen de una notable ventana de observación a ambos fenómenos partidistas y permiten una gran cantidad de conversaciones informales, confidencias, pequeñas entrevistas, valoraciones, diagnósticos internos y proyecciones de futuro. En el caso de Podemos, el trabajo etnográfico se desarrolló en el interior del partido dentro de la Secretaría de Sociedad Civil y en colaboración con la Secretaría Política; mientras que en el caso del Front National, la labor etnográfica se desarrolló como periodista “empotrado” tanto en la pre-campaña como en la campaña electoral de Marine Le Pen para las elecciones presidenciales de 2017271. Esta actividad de seguir de manera continuada todos los mítines de la candidata y de viajar a diversas ciudades con los miembros del partido, junto al hecho de ser extranjero –y hasta cierto punto ajeno-, me proporcionó un cierto acceso y una cierta relación con diversos miembros de la formación marinista a distintos niveles. 271 Este trabajo de periodista y de analista político pude realizarlo gracias a la acreditación que me proporcionó el medio de comunicación español CTXT para seguir la campaña presidencial francesa como “corresponsal”. Derivado de ello, fui realizando crónicas periódicas acerca de los mítines y actos de la formación de Marine Le Pen. 89 De esta manera, el análisis etnográfico se erige en ambos casos como uno de los pilares fundamentales –junto al análisis enunciativo, narrativo y de marcos del discurso- de esta tesis doctoral. El motivo es doble: en primer lugar, el trabajo etnográfico habilita a un acercamiento más preciso, matizado, integral, comprehensivo y dinámico a las estrategias retórico-políticas del Frente Nacional y de Podemos. Faculta para observar en detalle los pliegues del discurso interno de ambas formaciones que más adelante se manifiestan en la retórica y en la estrategia externa de uno y otro partido. O, lo que es lo mismo: permite contemplar la “sala de máquinas” donde se discute y se decide la línea político-discursiva de un actor político; y las disputas o debates que eso conlleva. En segundo lugar, el trabajo etnográfico ofrece la oportunidad de acceder a un tipo de información de la que normalmente carecen los análisis en ciencia política; confiriendo la posibilidad de examinar de cerca los procesos y entender los cómos: los debates, las disputas, las hipótesis estratégicas que maneja cada grupo, los diálogos entre las partes y los procesos de toma de decisión. Como señala García Espín, la etnografía “arroja luz sobre nuevas dimensiones [del análisis politológico] al observar los procesos de cerca, bajo una mirada microscópica situada en la vida cotidiana”272; es decir, “actúa como una lupa sobre los fenómenos políticos, mostrando dimensiones que no son apreciables desde las ópticas macro”273. Ahora bien: ¿cómo definir la etnografía? ¿Qué es exactamente el trabajo etnográfico? La etnografía es una práctica analítica que significa “estar en el momento y en el lugar donde se producen los hechos”274; una estrategia de investigación que implica situarse en el tiempo y en el espacio donde se elaboran o cocinan los hechos. Por este motivo, habitualmente “la etnografía conlleva que el investigador se implique –abierta o encubiertamente- en la vida cotidiana de la gente durante un período de tiempo, observando lo que ocurre, escuchando lo que se dice, y/o preguntando a través de entrevistas formales o informales”275. De esta manera, la etnografía se apoya fundamentalmente en la presencia directa del investigador y en la inmersión dentro del fenómeno estudiado; o sea, en una experiencia simultáneamente lo más vívida y analítica 272 García Espín, P. (2017): “Etnografía y ciencia política: la excepcionalidad del caso español”, Política y Sociedad, 54 (1): 250. 273 García Espín, 2017: 251. 274 Hurtado, E. (2005): “El oficio de la etnografía política. Diálogo con Javier Auyero”, Iconos. Revista de Ciencias Sociales, 22: 121. 275 Hammersley, M. & Atkinson, P. (2007): Ethnography. Principles in practice, Nueva York: Routledge: 3. 90 posible. El objetivo, como señalaba Clifford Geertz, es poder realizar “descripciones densas”276 sobre los significados de los fenómenos o acontecimientos estudiados; o sea, en este caso “descripciones densas” acerca de las trayectorias estratégicas y los procedimientos retórico-políticos empleados por el Front National y por Podemos en un determinado contexto dentro de la segunda década de este siglo. La etnografía se enfoca así hacia los productos culturales y, muy particularmente, hacia los procesos de elaboración de sentido277. De ahí su importancia metodológica para un trabajo de investigación como el que aquí nos proponemos. No en vano, en el contexto internacional, la etnografía está contribuyendo a enriquecer la aproximación y el conocimiento sobre cuestiones politológicas de primer orden. Así por ejemplo, en la medida en que “facilita la observación de los cambios, las fases y las temporalidades de los fenómenos”278, la mirada etnográfica ha sido recuperada para el estudio del “comportamiento y de la estrategia política”279. Sobre todo porque se considera un instrumento analítico idóneo para captar la dimensión del cambio, para comprender la faceta secuencial del proceso y para entender el desarrollo gradual de los acontecimientos. O sea, para contemplar los fenómenos políticos a la manera de un vídeo que incorpora planos cortos y medios, y no exclusivamente bajo la mirada panorámica y estática de una encuesta. A pesar del interés y de la presencia creciente de la etnografía dentro de las investigaciones en ciencia política a nivel mundial, en España se trata todavía de un tipo de análisis poco frecuente. En este sentido, el objeto de estudio de esta tesis doctoral, además de la aproximación deliberadamente interdisciplinar que incorpora, pretenden contribuir a colmar este déficit y a estimular la adopción del enfoque etnográfico dentro del análisis político/politológico. Por último, la originalidad de esta tesis doctoral no se ciñe a adoptar la mirada etnográfica junto a otras miradas –el análisis del discurso, la teoría política, la semiótica o el enfoque constructivista-, sino también a aplicar esta metodología al estudio de actores mainstream como son los partidos políticos; y no únicamente a comunidades pequeñas o a movimientos sociales, como había sido habitual en un ámbito de la ciencia política. A su vez, la novedad de este trabajo reside en aplicar la mirada etnográfica a dos partidos 276 Geertz, C. (2003): La interpretación de las culturas, Barcelona: Gedisa: 20. 277 Cefai, D. (2013): “¿Qué es la etnografía? Debates contemporáneos. Arraigamientos, operaciones y experiencias de campo”, Persona y sociedad, 27 (1): 101-119. 278 García Espín, 2017: 263. 279 García Espín, 2017: 253. 91 políticos desde una perspectiva comparada; o, lo que es lo mismo: realizar la inmersión primero en Podemos y luego en el Frente Nacional, e inmediatamente después compararlos. 6.6 Propuesta metodológica Una vez definidos los conceptos nucleares y la perspectiva metodológica que se sitúa en la base del trabajo analítico de esta tesis doctoral, es preciso detenerse mínimamente en los objetivos, las preguntas y las hipótesis que guiarán este trabajo de investigación comparado entre el Front National y Podemos. Si los conceptos de “estrategia retórico- política”, “discurso”, “enunciación”, “marco discursivo” y “etnografía” son la columna vertebral que estabiliza y ofrece vertifcalidad a esta tesis, la sección presente constituye la estructura ósea que más adelante sujetará la musculatura del trabajo de campo. Por eso resulta importante especificar los objetivos de investigación, los interrogantes que guiarán las pesquisas y las hipótesis sobre las que se funda la comparación. Una vez terminado este apartado, avanzaremos a la sección 2, consagrada enteramente al análisis de la estrategia retórico-política del Front National francés. 6.6.1 Objetivos de investigación Los análisis comparados sobre Podemos y el Front National francés son todavía hoy escasos280. Existen pocos estudios cualitativos o cuantitativos que aborden de manera sistemática la evolución de la estrategia del partido español y del partido francés identificando tanto los cambios y evoluciones de las mismas como su mise en marche retórico-política. Las investigaciones comparadas más recientes que se han realizado a propósito de estas formaciones, han tendido a centrarse, o bien en aspectos concretos de la oferta política de cada una de ellas: ya sea en sus discursos281, ya sea en su modo de 280 Los trabajos más eminentes al respecto que pueden citarse son: Ledezma, M. (2018): “Between the Populist Left and Right: Discursive Structure and Ideological Interventions in Podemos and the National Front”, en: García Agustín, O. & Briziarelli, M. (2018): Podemos and the New Political Cycle. Left-wing Populism and Anti-Establishment Politics, Cham: Palgrave McMillan, 281-294; y también: Ivaldi, G. & Lanzone, M-E. & Woods, D. (2017): “Varieties of Populism across a Left-Right Spectrum: The Case of the National Front, the Northern League, Podemos and the Five Star Movement”, Swiss Political Science Review, 23 (4): 354-376. 281 Ver especialmente: Ledezma, M. (2019): “Between the Populist Left and Right: Discursive Structure and Ideological Interventions in Podemos and the National Front”, en: García Agustín, O. & Briziarelli, M. 92 comunicar282, o ya sea en sus programas electorales283; o bien en rasgos específicos de la demanda: singularmente en la sociología electoral de sus votantes y en la evolución de la misma a lo largo de los años284. Sin embargo, la literatura académica apenas ha puesto el foco sobre la evolución de la estrategia de cada uno de estos partidos, sobre el proceso de elaboración de la misma y sobre el modo de implementarla. Es decir, rara vez se ha adoptado una perspectiva o lupa interna y una voluntad de comparar ambos procesos. Como resultado, el Front National y Podemos prácticamente no han sido observados y analizados bajo este prisma. Con el fin de contribuir a colmar este déficit, esta tesis doctoral se plantea tres objetivos generales, seguidos de una serie de metas parciales asociadas a esos propósitos generales. Y lo hace con la esperanza de aportar un ángulo de estudio novedoso que permita una comprensión más holística del devenir estratégico de ambas formaciones políticas. El primer objetivo general puede ser enunciado del siguiente modo: 1. Analizar las estrategias retórico-políticas adoptadas por el Front National francés y por Podemos a lo largo del período 2011-2018. A este objetivo general, le siguen una serie de objetivos específicos: 1.1. Examinar las hipótesis estratégicas o conjeturas de fondo que guían las trayectorias retórico-políticas de una y otra plataforma partidista. 1.2. Estudiar la formulación teórica y la puesta en marcha de ambas hipótesis estratégicas, destacando las innovaciones a las que dan lugar y los principales hitos discursivos en los que se apoyan. (2018): Podemos and the New Political Cycle. Left-wing Populism and Anti-Establishment Politics, Cham: Palgrave McMillan, 281-294; y también: Borriello, A. & Brack, N. (2019): “`I want my sovereignty back!´. A comparative analysis of the populist discourses of Podemos, the 5 Star Movement and UKIP during the economic and migration crisis”, Journal of European Integration, 41 (7): 833-853. 282 Ver: Sanders, K-B. & Berganza, R. (2016): “Spain: Populism from the Far Right to the Emergence of Podemos”, en: Aalberg, T. & Esser, F. & Reinemann, C. & Stromback, J. & De Vreese, C. (eds): Populist Political Communication in Europe, Nueva York: Routledge, 180-192. 283 Ver: Di Cocco, J. & Monechi, B. (2021): “How Populist are Parties? Measuring Degrees of Populism in Party Manifestos Using Supervised Machine Learning”, Political Analysis, 1-17; también: Fernández- García, B. & Luengo, O. (2018): “Populist Parties in Western Europe. An analysis of the Three Core Elements of Populism”, Communication & Society, 31 (3): 57-76; y finalmente: Castanho Silva, B. (2018): “Populist Success. A qualitative comparative analysis”, en: Hawkins, K-A. & Carlin, R-E & Littvay, L. & Rovira Kaltwasser, C. (eds): The Ideational Approach to Populism. Concept, Theory and Analysis, Nueva York: Routledge, 254-269. 284 Ver sobre todo: Treib, O. (2014): “The voter says no, but nobody listens: causes and consequences of the euroesceptic vote in 2014 European elections”, Journal of European Public Policy, 21 (10): 1541-1554. 93 1.3. Evaluar el modo como estas dos hipótesis se relacionan con las tradiciones ideológicas de referencia en el caso del Front National en Francia y en el caso de Podemos en España. 1.4. Indagar en los debates internos, los conflictos y las fricciones generadas a propósito de la puesta en marcha de tales hipótesis estratégicas en uno y otro partido. 1.5. Describir la trayectoria que han seguido y los resultados que han obtenido estas dos hipótesis estratégicas. Una vez estudiados los procesos individualmente, el segundo objetivo general consiste en: 2. Comparar las estrategias retórico-políticas del Front National y de Podemos durante el período 2011-2018. En concreto, esta finalidad general se desgrana en una serie de metas asociadas: 2.1 Cotejar la elaboración de las hipótesis retórico-políticas que guían las estrategias del Front National y de Podemos a lo largo del período indicado. 2.2 Contrastar la puesta en marcha de ambas hipótesis estratégicas, indagando en los procedimientos retóricos implicados. 2.3 Comparar las trayectorias políticas dibujadas por una y otra hipótesis estratégica, subrayando los puntos en común y las diferencias. Por último, el tercer objetivo general puede formularse de la siguiente manera: 3. Examinar la relación de ambas estrategias retórico-políticas con el concepto de populismo. A este tercer propósito general, le suceden una serie de objetivos subsidiarios: 3.1 Evaluar hasta qué punto o en qué sentido podrían ser denominadas “populistas” las estrategias retórico-políticas empleadas tanto por el Front National como por Podemos en el curso del período investigado. 3.2. Comparar ambas estrategias desde el punto de vista del populismo. 3.3 Contribuir al debate sobre la distinción entre diversos tipos o diversas clases de populismo. 94 6.6.2 Preguntas de investigación Como acaba de ser apuntado, esta tesis doctoral se plantea tres grandes objetivos: analizar individualmente las estrategias retórico-políticas del Frente Nacional y de Podemos durante el período 2011-2018; comparar esas estrategias desde el punto de vista de su elaboración, su trayectoria y su puesta en marcha; y finalmente indagar en la relación entre ambas estratégicas retórico-políticas y la noción de populismo. De estos tres propósitos generales se derivan una serie de interrogantes que animan, recorren y atraviesan toda la tesis doctoral. Estas preguntas de investigación pueden ser agrupadas en cuatro grupos; atendiendo en primer lugar al proceso de elaboración de las trayectorias retórico-estratégicas de cada uno de los partidos, en segundo lugar a la implementación o mise en marche de ambas, en tercer lugar al contraste o comparación entre una y otra estrategia retórico-política, y finalmente en cuarto lugar a la relación que cada una de ellas podría mantener con la noción de populismo. Así pues, las preguntas se estructuran en cuatro grupos que apuntan a una esfera o área de los objetivos. Se trata en consecuencia de las siguientes cuestiones: 1. ¿Cómo se elaboran las estrategias retórico-políticas del Front National y de Podemos durante el período 2011-2018? ¿Sobre qué hipótesis o grupo de hipótesis reposan ambas estrategias retórico-políticas? Estos interrogantes serán abordados en las secciones dos y tres de esta tesis doctoral. 2. ¿De qué manera se implementan las estrategias retórico-políticas del Front National y Podemos a lo largo del período estudiado? ¿Qué procedimientos retóricos e innovaciones discursivas involucra esta puesta en marcha? ¿Qué negociaciones se ven obligadas a realizar con las tradiciones ideológicas de origen de sus respectivos partidos? Estas cuestiones serán analizadas a lo largo de las secciones dos y tres de esta tesis doctoral. 3. ¿Qué puntos en común y qué diferencias se observan en la formulación de las estrategias retórico-políticas del Front National y de Podemos durante el período estudiado? ¿Y en la implementación o mise en marche de cada una de ellas? Estas preguntas serán respondidas en las secciones cuatro y cinco de esta tesis doctoral. 4. ¿Qué relación tienen estas estrategias con el concepto de populismo? ¿Hay alguna diferencia entre una y otra a este respecto? Estas preguntas serán examinadas 95 primero de modo exploratorio en la primera sección de la tesis y más adelante contestadas en las secciones cuatro y cinco. 6.6.3 Hipótesis de investigación Por último, el presente trabajo de tesis se apoya en una serie de hipótesis, cuya formulación ha ejercido de chispa para el inicio de estas investigaciones y, al mismo tiempo, como carburante para continuar con la conducción de las mismas. Fundamentalmente se trata de hipótesis relativas tanto a la posibilidad y al carácter de la comparación entre las estrategias retórico-políticas del Front National y de Podemos, como al desarrollo comparado o mise en marche de cada una de ellas. Estas premisas de investigación atraviesan por completo el conjunto de la tesis y serán finalmente retomadas en las conclusiones de este trabajo; donde se evaluará su pertinencia –confirmación-; o, por el contrario, su inadecuación –falta de idoneidad o rechazo. En cuanto a la posibilidad de desarrollar una comparación de este tipo, algunos discursos públicos como el mediático-periodístico, el ensayístico-normativo y el político- partidista285 han subrayado las similitudes entre el comportamiento estratégico de ambos partidos, planteando no sólo la oportunidad, sino incluso la conveniencia de una comparación de esta índole. Más adelante, trabajos académicos como los de Michael de la Caridad Ledezma286 y, por otro lado, Gilles Ivaldi, Maria Elisabetta Lanzone y Dwayne Woods287 han profundizado en esta posibilidad. En todos los casos -en ocasiones de forma más definida y otras veces de modo más intuitivo-, la noción teórica que ha ejercido como puente para la comparación ha sido el concepto de populismo. Por este motivo, la primera premisa de investigación de esta tesis doctoral sostiene que: La estrategia retórico-política del Front National y la estrategia retórico-política de Podemos pueden ser comparadas a partir de una cierta interpretación del concepto de populismo (Hipótesis 1) Por otro lado, una vez asentada la posibilidad de una comparación de este estilo, la segunda hipótesis de investigación de esta tesis doctoral señala que: 285 Ver el epígrafe “Semillas para una comparación” del capítulo introductorio de esta tesis doctoral. 286 Ledezma, 2019. 287 Ivaldi & Lanzone & Woods, 2017. 96 Más allá de las diferencias ideológicas que separan al Front National y a Podemos, existe entre ambos un objetivo común durante el ciclo 2011-2018 que se traduce en la puesta en marcha de una estrategia retórico-política parcialmente convergente (Hipótesis 2) No obstante, a pesar de la convergencia de objetivos y de un cierto paralelismo a partir de la interfaz del populismo, las estrategias retórico-políticas de ambas formaciones no son idénticas. Presentan relieves, resultados y modulaciones muy distintos; lo que, en buena medida, explica el alejamiento –cuando no la hostilidad- entre sus electorados. Esta divergencia también ilustra la dificultad para establecer comparaciones sistemáticas entre ambos proyectos y la relativa escasez de las mismas. De ahí que resulte difícilmente afirmable –como en ocasiones ha hecho tanto el discurso mediático-periodístico como la literatura ensayístico-normativa- que se trate de formaciones y proyectos políticos completamente equiparables; o sea, homologables o análogos desde el punto de vista del contenido. Por este motivo, la tercera hipótesis de investigación de esta tesis sostiene que: Existen diferencias notables a nivel de contenidos en la aplicación o puesta en marcha de las estrategias-retórico políticas del Front National y Podemos durante el período estudiado (Hipótesis 3) Pese a las notables diferencias en lo referente a los contenidos o a los qués –a las propuestas y programas de cada uno de los partidos-, entre el Front National de Marine Le Pen y el primer Podemos no existen disparidades en el modo de configurar una nueva identidad popular; o, lo que es lo mismo: no existen disparidades en el nivel de los cómos. De tal manera que, durante un cierto período de tiempo, uno y otro partido actúan siguiendo una lógica política similar de articulación nacional-popular. Por esta razón, la cuarta hipótesis de esta tesis doctoral afirma que: No existen diferencias a nivel de forma en la aplicación o puesta en marcha de las estrategias retórico-políticas del Front National y de Podemos durante el período estudiado (Hipótesis 4). Aún más, no sólo actúan a lo largo de este período siguiendo una lógica política similar de articulación nacional-popular, sino que además el Front National y Podemos se conducen siguiendo un impulso de transversalidad. Lo que mueve a ambos partidos en el ciclo 2011-2018 es la voluntad de renovar la identidad política tanto de la derecha como de la izquierda radicales, volviéndolas más porosas y proponiendo superficies de inscripción identitaria que interpelen a capas más amplias de la población. Es decir, la 97 fuerza motriz que impulsa las estrategias de ambas formaciones partidistas es la voluntad genuinamente inclusiva de ser más: de atraer al “pueblo que falta”. Por este motivo, la quinta hipótesis de esta tesis doctoral sostiene que: Durante un lapso de tiempo, el Front National y Podemos entienden el populismo fundamentalmente como transversalidad (Hipótesis 5). A pesar de este común impulso de transversalidad, el concepto de pueblo que manejan una y otra formación política es heredero de sus tradiciones ideológicas de referencia, lo que provoca que en el caso del FN el polo discursivo pueblo sea más restrictivo que en el caso de Podemos. Es decir que para el Front National la pertenencia a la categoría identitaria “pueblo” sea más condicional, menos abierta, más supeditada a una construcción cultural a priori que en el caso de Podemos. De tal manera que allí donde en Podemos no habría sino pura proyección identitaria, en el FN existirían requisitos, moldes o claúsulas de pertenencia que la proyección identitaria tendría que satisfacer. Como consecuencia de ello, la construcción del pueblo de Podemos se caracterizaría por ser más popular, más abierta y más completa que la construcción del pueblo que realiza el Front National; por ende, el primer partido se mostraría más intensamente populista que el segundo. Por este motivo, la sexta hipótesis de esta tesis doctoral asegura que: El Front National y Podemos no son igualmente populistas: el partido español es más plenamente populista que el partido francés (Hipótesis 6). Por último, lo asombroso es que ambas estrategias retórico-políticas se implementan de modo completamente independiente y sin ningún tipo de influencia mutua. Ni los dirigentes de Podemos están interesados en lo que hace, dice o innova el Front National; ni tampoco los dirigentes del Frente Nacional tienen particular interés en conocer los cómos de la irrupción electoral de Podemos. A lo que se limita cada uno es a tener noticia superficial de lo que acontece al otro lado de los Pirineos y a saber que tanto el Front National en Francia como Podemos en España están sabiendo aprovechar electoralmente la conjunción entre crisis económica y crisis de la representación política. O, dicho de otro modo: la mirada del uno sobre el otro es completamente lateral, sucinta y distante. Es, en suma, la mirada de dos partidos que no se quieren mutuamente. De ahí que la séptima hipótesis de esta tesis doctoral señale que: 98 Las estrategias retórico-políticas del Front National y de Podemos se desarrollan e implementan paralelamente sin influencias mutuas (Hipótesis 7). Una vez explicadas tanto la perspectiva teórica como la propuesta metodológica de esta tesis doctoral, a continuación nos embarcamos en el análisis específico de las estrategias retórico-políticas del Frente Nacional francés y de Podemos. A este respecto, la sección 2 será enteramente consagrada al estudio del Front National, mientras que la sección 3 estará completamente dedicada al examen de Podemos. La sección 4 se dedicará íntegramente a la comparación entre ambas estrategias retórico-políticas, subrayando analogías y poniendo también de relieve las diferencias. Una parte de esta cuarta sección será escrita en lengua francesa para así poder optar a la Mención Internacional de doctorado. Por último, la sección 5, volcada en las conclusiones, estará asimismo escrita en lengua francesa. 99 SECCIÓN 2: LA IDENTIDAD POLÍTICA DEL FRONT NATIONAL. HISTORIA, CAMBIOS Y PERMANENCIAS “El Front National es, ante todo, un productor de símbolos y discursos que le otorgan un aura particular dentro del campo político francés” (Lecoeur, 2003:17) 7 Historia del Front National: temática, discurso, hitos electorales A diferencia de Podemos, el Frente Nacional francés no es un partido que pueda considerarse “nuevo”. Fue fundado el 5 de octubre de 1972. Por tanto, el año en el que se celebren las próximas elecciones presidenciales francesas –2022-, el FN cumplirá 50 años. Medio siglo de existencia hace del Front National el partido más viejo –con la singular excepción del FPÖ austríaco288- de la nueva extrema derecha europea; esto es, de la derecha post-fascista tal y como reemergió en Europa en los años ochenta y noventa del siglo pasado289. Eso le convierte, simultáneamente, en heredero directo de la tradición grupuscular de la extrema derecha europea de las décadas precedentes y en mascarón de proa, ejemplo o modelo para las formaciones de derecha radical que le sucedieron. Junto al Movimento Sociale Italiano –MSI-, el Frente Nacional ejerce de correa de transmisión ideológica entre, por un lado, el pasado fascistizante de las primeras décadas del siglo XX, los ecos populistas del qualunquismo y el poujadismo290, la herida colonial de los 288 El FPÖ es un partido fundado en 1956 por un conglomerado en el que se incluyen desde ex colaboradores del régimen nazi hasta liberales, pasando por diversos grados de nacionalistas austríacos. Políticamente es por tanto heredero del campo nacional-liberal que había apoyado al nacionalsocialismo y había sido marginado después de la II Guerra Mundial. Esta amalgama ideológica hace que la trayectoria política del FPÖ durante sus primeras décadas de vida sea confusa. Además, sus resultados electorales fueron muy pobres durante todo este período. No es hasta la llegada al liderazgo del partido de Jörg Haider en 1986 cuando el FPÖ se convierte en una formación comparable al Frente Nacional desde el punto de vista de la ideología y de la estrategia políticas. Por eso, a pesar de ser nominalmente el más antiguo de los partidos de la nueva derecha europea, puede decirse que hasta la mutación de la década de los ochenta y noventa, el FPÖ fue un partido difícilmente comparable con lo que hoy es la derecha radical europea. 289 Ver: Ignazi, P. (1992): “The silent counter-revolution. Hypotheses on the emergence of extreme right- wing parties in Europe”, European Journal of Political Research, 22 (1-2), 3-34; también: Betz, H-G (1994): Radical right-wing Populism in Western Europe, Basingtoke: McMillan; y finalmente: Traverso, E. (2018): Las nuevas caras de la derecha, Buenos Aires: Siglo Veintiuno Editores. 290 El poujadismo fue un movimiento político de carácter anti-fiscal que sacudió Francia entre los años 1953 y 1958, liderado por Pierre Poujade y con un apoyo importante entre los comerciantes franceses, singularmente fuera de las grandes metrópolis. En las elecciones de 1956 Pierre Poujade se presentó bajo 100 años 50, los movimientos neofascistas de los años 60 y, por otro lado, la voluntad de cambiar las coordenadas estratégicas y comunicativas de la extrema derecha. En este sentido, el FN es sucesor de una tradición política larga –cuya carga siente en ocasiones como demasiado pesada- y al mismo tiempo coetáneamente solidario de las transformaciones culturales y políticas que provoca mayo del 68. De hecho, aún hoy, como veremos a lo largo de este capítulo de tesis, el FN continúa siendo un laboratorio de ideas y un terreno de pruebas para el conjunto de la extrema derecha europea. La formación lepenista es observada, estudiada, adaptada e incluso imitada por el resto de grupos de su familia política. La conciencia de ello da pie a un cierto sentimiento de vanguardia dentro de las filas del Frente Nacional. Un liderazgo o sentimiento de vanguardia que, más que en lo ideológico –donde cada país mantiene unas especificidades bien asentadas-, se hace notar en el plano de la estrategia y del camino a seguir. El FN es, como enfatiza Jonathan Marcus, un “innovador”291 en el plano del discurso y de la propaganda política; y, a partir de la década de 1980, un revulsivo estratégico para todos los partidos de la derecha radical nacionalista, como recuerdan Erwan Lecoeur292 y Valérie Igounet293. Durante su casi medio siglo de existencia, el Frente Nacional ha atravesado varios períodos desde el punto de vista estratégico y electoral. Con todas las salvedades que este tipo de divisiones puede provocar, y apoyándonos fundamentalmente en las obras de las siglas de la Union et Fraternité Française (UFF) y obtuvo el 12% de los votos y 52 diputados. Cabe destacar, por un lado, el claro componente de crítica al sistema de partidos de la IV República (o, en sus propios términos, a la inoperancia de la partitocracia), así como también la apelación a la movilización del pueblo contra las élites económicas y políticas, de resonancia populista. Por otro lado, es importante subrayar que Jean-Marie Le Pen participó en la campaña electoral de la candidatura de Pierre Poujade a la Asamblea Nacional y fue elegido como diputado. Eso le convirtió en el diputado más joven de la historia de la República francesa con 28 años. Para ampliar sobre las relaciones entre Le Pen y Poujade ver: Singer, D. (1991): “The resistible rise of Jean-Marie Le Pen”, Ethnic and Racial Studies, 14 (3): 368-381; también: Marcus, J. (1995): The National Front and French Politics. The resistible rise of Jean-Marie Le Pen, Londres: MacMillan, 30-32. 291 Marcus, J. (1995): The National Front and French Politics. The resistible rise of Jean-Marie Le Pen, Londres: MacMillan, 12. 292 Lecoeur, E. (2003): Un néo-populisme à la française. Trente ans de Front National, París: Éditions La Découverte, 17-18. 293 Igounet, V. (2016): Slogans et viralité du discours Front National (1972-2017), Paris: Actes Sud, 34- 55. 101 Albertini y Doucet294, Birembaum295, Marcus296, Davies297, Camus298 Lécoeur299 e Igounet300, vamos a distinguir tres tramos en la historia del Front National. El primer período arranca con la fundación del partido en octubre de 1972 y culmina con la celebración de las elecciones europeas en junio de 1984. Se trata del período más grupuscular del partido, una época a la que retrospectivamente Jean-Marie Le Pen se ha referido como “la travesía del desierto”301, haciendo uso de uno de sus arquetipos narrativos favoritos: las analogías bíblicas. El segundo período comienza con la entrada del partido en la escena política mainstream del país en 1984 y termina con el éxito electoral de las elecciones presidenciales francesas de 1995. Como veremos, es un ciclo marcado por la consolidación electoral, las provocaciones dialécticas y un posicionamiento político inequívocamente derechista. El tercer período transcurre desde las elecciones presidenciales de 1995 hasta el XIV Congreso del Frente Nacional en enero de 2011. Está considerada como la etapa más conocida de la historia del FN, puesto que es en 2002 cuando Jean-Marie Le Pen accede a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales francesas, lo que supone un seísmo mediático a nivel mundial, un shock para la sociedad francesa y un incentivo para los estudios acerca del partido, y, más generalmente, sobre el fenómeno lepenista. Dentro de este ciclo relativamente largo – 1995/2011- conviene distinguir un sub-período –2007/2011- de gran importancia en la medida en que refleja nítidamente los conflictos estratégicos y las diferencias entre Jean- Marie Le Pen y Marine Le Pen, ejerciendo así como preludio de la orientación que tomará el Frente Nacional bajo el liderazgo de esta última. Por último, el cuarto período – 2011/2018: hasta el XVI Congreso del partido celebrado en la ciudad de Lille- será examinado en profundidad en los capítulos 9 y 10, dedicados respectivamente al estudio de las permanencias lepenistas en el lenguaje y la estrategia del FN marinista –capítulo 9- y al análisis de las innovaciones discursivas y estratégicas que introduce en el partido la aplicación de la “hipótesis Philippot” –capítulo 10. 294 Alberti, D. & Doucet, D. (2013): Histoire du Front National, París: Éditions Tallandier. 295 Birembaum, G. (1992): Le Front National en politique, París: Balland. 296 Marcus, J. (1995): The National Front and French Politics. The resistible rise of Jean-Marie Le Pen, Londres: MacMillan 297 Davies, P. (1999): The National Front in France. Ideology, discourse and power, Londres: Routledge. 298 Camus, J-Y (1997): Le Front National. Histoire et analyses, París: Laurens. 299 Lecoeur, 2003. 300 Igounet, 2016. 301 Ver: Lecoeur, 2003: 29-47. 102 Así, al revisar detenidamente las vicisitudes políticas, la evolución electoral y, sobre todo, la trayectoria del discurso y de la propaganda del Frente Nacional, estaremos en condiciones de evaluar la naturaleza, dirección y hondura de los cambios estratégico- discursivos que propone Marine Le Pen a partir del año 2011; del mismo modo que las permanencias y continuidades. Bajo la etiqueta de “la hipótesis Philippot” vamos a tratar de comprender el tipo de operación retórico-política que el Frente Nacional de Marine Le Pen opera sobre un corpus ideológico ya fuertemente asentado y constituido a lo largo de casi cuarenta años de existencia. En este sentido, la historia del FN ejerce como materia a la que se aplica un molde –la “hipótesis Philippot”- que aspira a darle una forma, dirección y sentido nuevos. La “hipótesis Philippot” es la locomotora de un tren compuesto por los vagones de la memoria ideológica del FN. Ahora bien, como veremos, la historia del Frente Nacional –su corpus ideológico y las explicaciones y giros discursivos sedimentados en el tiempo- en tanto que materia o material, también limita, condiciona o pone freno a esos cambios. Es decir: los conduce, los encuadra, los disciplina, los acota. De este modo fomenta una cierta continuidad discursivo-identitaria en el partido. Así las cosas, el repaso exhaustivo por la trayectoria del FN nos ofrece a la vez la posibilidad de: 1) analizar con perspectiva histórica la puesta en marcha de la “hipótesis Philippot”, 2) contrastar nuestras hipótesis acerca de la estrategia del Frente Nacional bajo la presidencia de Marine Le Pen, y 3) indagar en qué medida podemos calificar como “populista” a esta operación retórico-estratégica. Este esfuerzo nos habilita ulteriormente para comparar la trayectoria retórico-estratégica operada por el FN sobre el corpus ideológico aquí analizado con la trayectoria retórico-estratégica puesta en marcha por Podemos sobre el corpus ideológico de la izquierda española. 7.1 Primer período (1972-1984) A lo largo de todo este primer período –y singularmente durante la década de 1970- el Frente Nacional se mantiene como un grupúsculo de extrema derecha. Tanto es así que en 1979 nada hacía presagiar que el FN pudiera ser algo más que el enésimo intento malogrado de las fuerzas de la extrema derecha francesa por aliarse y comparecer juntas a los procesos electorales. Por aquel entonces el Front National era simplemente un 103 minúsculo partido político que había fracasado tanto en su tentativa de agrupar a todas las sensibilidades de la ultraderecha francesa302 como en su voluntad de salir de la invisibilidad electoral303. No en vano en el momento de su fundación en 1972, el Front National se auto-concibe como un proyecto electoral maduro cuyo objetivo fundamental es pasar por encima del fraccionalismo habitual de la ultraderecha francesa desde 1945 y lograr agrupar en una misma coalición partidista a monárquicos, nostálgicos de la Algérie Française, antiguos colaboradores del régimen de Vichy, personas que habían apoyado a la candidatura de Tixier-Vignancourt en 1965, simpatizantes del poujadismo y organizaciones neofascistas nacidas al calor de la década de 1960. De hecho, su nombre ofrece ya muchas pistas sobre sus intenciones políticas iniciales: el “Frente Nacional” es la unión de todo el campo de los nacionales en un frente para combatir a los republicanos. O, lo que es lo mismo: el Frente Nacional es el intento de incorporar a todo el mundo del nacionalismo radical francés en una plataforma electoral opuesta beligerantemente a los valores republicanos franceses –ya sean de la III, de la IV o de la V República. Este punto será central tanto en la configuración de la identidad del partido en sus primeras décadas de existencia como más tarde cuando trate, primero, de reconciliarse con el republicanismo y, más adelante, cuando quiera despojarse parcialmente de esas señas identitarias a través de un cambio de nombre. A pesar de que la maniobra inicial de “agrupar para resistir” no es nueva en la extrema derecha fragmentaria de la época, sí hay en cambio una serie de rasgos en el Front National que, por un lado, marcan su trayectoria durante este período, y, por otro lado, lo convierten en un partido cualitativamente diferente dentro del microcosmos de la ultraderecha francesa. El primero de ellos es que en su origen el FN no es meramente un partido de nostálgicos, sino que nace bajo el impulso que el neofascismo toma en Europa a finales de la década de 1960 y comienzos de la década de 1970 en países como Gran Bretaña, Alemania o Italia. Concretamente surge de la irradiación que provoca en Francia 302 El FN había experimentado ya algunas escisiones como la del Parti des Forces Nouvelles –PFN- que no sólo debilitaban al partido en cuanto al número de cuadros y a su propósito inicial, sino que incluso habían logrado establecer relaciones preferentes con las formaciones punteras de la ultraderecha de la época: el MSI italiano y Fuerza Nueva en España. Ver: Albertini & Doucet (2013): 47-48 y 78-80. 303 En las elecciones legislativas de 1978, el FN apenas alcanza el 0,3% de los sufragios, cosechando únicamente un total de 82.743 votos en la primera vuelta. 104 el éxito305 del MSI italiano, de quien el FN copia incluso el logo con la llama tricolor – ver Imagen 1. De hecho, aunque durante mucho tiempo y con buenas razones el sintagma Front National ha sido asociado al apellido Le Pen, el FN es “una creación de la organización neofascista más importante de Francia desde la II Guerra Mundial: Ordre Nouveau”306; es, como subrayan repetidamente Albertini y Doucet, “el sueño realizado de Ordre Nouveau”307. En este sentido, el FN se adecúa a un repertorio ideológico, discursivo y de acción callejera que no responde únicamente a la voluntad de rehabilitar regímenes pasados –ya sea el colonial de Argelia o el colaboracionista de Vichy-, sino también a un cierto deseo de modernidad en la estética y puesta en escena. Al mismo tiempo, la matriz neofascista de ON influye en el marcado carácter anti-igualitario de su corpus ideológico originario, así como en la consideración de los regímenes democráticos mayoritarios como esencialmente erróneos. Imagen 1: Logos del Movimento Sociale Italiano y del Front National308 El segundo rasgo a señalar es que, pese a la impronta cultural neofascista, el Frente Nacional elige como líder a una persona que no proviene de ese vivero ideológico y de prácticas callejeras. ¿Por qué? Porque desde sus comienzos la finalidad principal del partido no es únicamente -aunque sí principalmente- federar al interior, sino extender su 305 En las elecciones generales italianas de 1972, el Movimento Sociale Italiano –MSI- obtuvo el 8,7% de los votos y 56 escaños. 306 Marcus,1995: 12. 307 Alberti & Doucet, 2013:23. 308 Casals, X. (18/07/2017). “¿Qué simboliza la llama neofascista? Este es su origen y su significado oculto”, Blog de Xavier Casals, Imagen recuperada de: https://xaviercasals.wordpress.com/2017/07/18/que-simboliza-la-llama-neofascista/ 105 mensaje hacia capas más amplias de la población. Y, sobre todo, hacerlo respetable. Como veremos, esta lucha por la respetabilidad y la credibilidad será una constante en la historia del partido. La figura elegida para alcanzar estos objetivos es Jean-Marie Le Pen. Varios motivos explican esta decisión: 1) por un lado, Jean-Marie Le Pen nunca militó o formó parte de organizaciones neofascistas como Occident u Ordre Nouveau –a las que veía “más como una banda que como un partido”309-, lo que en cierto modo limpiaba su reputación al mismo tiempo que le otorgaba una dosis suficiente de neutralidad en el seno de las interminables cuitas internas de la ultraderecha francesa; 2) por otro lado, Jean- Marie Le Pen había tenido un papel nuclear en los principales hitos de la extrema derecha francesa desde los años 50: “Su carrera le había llevado desde el poujadismo hasta la campaña presidencial de Tixier-Vignancour, pasando por los defensores de l’Algérie Française”310; lo que le confería un prestigio de hombre sabio y experimentado. Le Pen fue elegido como símbolo de unión hacia dentro –una persona que en su propia biografía enlazaba las principales batallas de la extrema derecha nacionalista de los últimos veinte años- y respetabilidad hacia fuera –por su imagen profesional y burguesa. Si el partido había de ser un frente, un parteaguas entre los nacionalistas y los republicanos, Jean- Marie Le Pen fue elegido como fachada, parapeto y linde de esa trinchera ideológica. La tercera peculiaridad del FN con respecto a otros ensayos de coalición electoral anteriores reside no sólo en su afán por renovar la matriz ideológica del fascismo, sino en su voluntad de instalar nuevas prácticas y códigos de comunicación: “Incluso la extrema derecha se dejó tocar por mayo del 68. Eso es lo que hacía que los jóvenes de Ordre Nouveau vieran a sus mayores de extrema derecha como auténticos dinosaurios”311. El FN que impulsa a crear Ordre Nouveau tiene como objetivo abandonar las formas alambicadas y parsimoniosas de hablar, reunirse y hacer política de los años 40 y 50 y convertirse en una suerte de avant-garde post-sesentayochista. Este hálito de modernidad en lo ideológico y en lo comunicativo es reforzado en el momento en que el FN se deja influir por las ideas y propuestas de la Nouvelle Droite, particularmente del Club de 309 Alberti & Doucet, 2013: 26. 310 Marcus, 1995: 12. 311 Alberti & Doucet, 2013: 27. 106 l’Horloge312 y del GRECE313, cuyo denominador común es la defensa de un marcado anti- igualitarismo314. También el convencimiento de que, como ya había sugerido Dominique Venner en 1962315, la mayoría de los franceses estaba potencialmente de acuerdo con las ideas de la derecha nacionalista si esta lograba comunicarlas bien. A pesar de estas novedades, la suerte electoral del FN durante este primer tramo de vida no difiere de otras tentativas anteriores de la extrema derecha francesa. Aún más: las empeora. Tanto la candidatura de Pierre Poujade en 1956 como la candidatura de Tixier Vignancour en 1965316 habían obtenido resultados superiores a los del Frente Nacional a lo largo de estos doce años. Incluso Ordre Nouveau podía presumir de haber logrado mejores porcentajes de voto en París en las elecciones municipales de 1971317. Y es que, en efecto, los resultados electorales del Frente Nacional desde 1972 hasta 1984 presentan dos características: 1) son exiguos en términos cuantitativos, y 2) con la excepción de las elecciones europeas de 1979318, son decrecientes -véase Tabla 1. La formación de Jean- Marie Le Pen pasa de los 190.921 sufragios en 1974 a los 44.414 en 1981. Como señala Marcus, “el FN pasó sus diez primeros años de vida atravesando un desierto electoral, incapaz de realizar cualquier impacto electoral en la escena política”319. La consecuencia 312 El Club de l’Horloge fue un círculo de reflexión metapolítica fundado en 1974. Sus figuras de referencia son Yvan Blot, Jean-Yves Le Gallou y Henry de Lesquen. Su objetivo principal es contrarrestar el dominio cultural de la izquierda, particularmente en el ámbito económico. De ahí que el club se autodenomine “liberal-nacional”. 313 Las siglas GRECE se refieren al Groupement de Recherche et d’Études pour la Civilisation Européenne –Grupo de Investigación y de Estudios para la Civilización Europea. Fue fundado en 1968 y sus grandes referentes intelectuales son Alain de Benoist y Guillaume Faye. En esencia, “el GRECE fue un think-tank intelectual de extrema derecha, con sus propias revistas, como Élements y Nouvelle École y su propia editorial: Copernic (…) El estilo y aproximación del GRECE fue indisimuladamente elitista” (Marcus, 1995: 22). 314 “Llamo aquí “derecha” a la actitud que consiste en considerar a la diversidad del mundo y, por consiguiente, las desigualdades relativas que necesariamente produce, como un bien (…) Llamo “derecha” a las doctrinas que consideran que las desigualdades relativas a la existencia motivan relaciones de fuerza cuyo producto es el devenir histórico y que estiman que la historia debe continuar (…) A mis ojos, pues, el enemigo no es “la izquierda” o el “comunismo”, ni siquiera la “subversión”, sino simplemente esa ideología igualitaria” (De Benoist (1971): La Nueva Derecha. Una respuesta clara, profunda e inteligente, Barcelona: Instituto de Estudios Económicos, 45; citado por: Sanromán, D-L (2008): La Nueva Derecha. Cuarenta años de agitación metapolítica, Madrid: CIS, 163-164). 315 Venner, D. (1962): Pour une critique positive, París: Éditions Saint-Just. 316 La candidatura de Jean-Louis Tixier Vignancour para las elecciones presidenciales de 1965, apoyada fundamentalmente en la reivindicación de la Argelia Francesa, el apoyo velado a las acciones paramilitares del OAS y la crítica al presidente Charles de Gaulle, y cuyo director de campaña fue precisamente Jean- Marie Le Pen, obtuvo el 5,3% de los votos. 317 En las elecciones municipales de 1971, Ordre Nouveau consiguió el 2,6% de los votos en la ciudad de París. 318 En estos comicios, el FN se presenta junto a otras formaciones políticas como el PFN -Parti des Forces Nouvelles-. 319 Marcus, 1995: 52. 107 principal de estos fracasos fue una puesta en cuestión del proyecto y del liderazgo de Jean-Marie Le Pen. Tabla 1: Resultados electorales del FN durante la etapa 1972-1984 Año Tipo de elección Número de votos Porcentaje de voto 1974 Elecciones presidenciales (1º vuelta) 190.921 0,7 1978 Elecciones Legislativas (1º vuelta) 82.743 0,3 1979 Elecciones europeas 265.911 1,3 1981 Elecciones presidenciales (1º vuelta) 44.414 0,2 Respecto al corpus ideológico, los ejes temáticos en los que se mueve el discurso del FN durante este primer tramo son fundamentalmente dos –nacionalismo y anticomunismo- y adicionalmente cuatro –nacionalismo, anticomunismo, liberalismo económico y natalismo. Los dos primeros aluden a la dinámica amigo/enemigo, clave para dibujar los contornos de una identidad política; es decir, quiénes somos nosotros –y qué nos define- y quiénes son ellos –y qué los define. En cuanto al primer eje, lo primero que hay que señalar es que “en el Frente Nacional todo es nacionalista: su nombre y su logo, pero también su programa, sus eslóganes, sus manifestaciones, sus productos de merchandising: pins, corbatas, ceniceros, pendientes, mecheros. El nacionalismo es el punto nodal. Y la identidad nacional el cemento que une todo el edificio lepenista”320. Y es que, en efecto, para Jean-Marie Le Pen “la política no es sino la lucha maniquea por la supervivencia de la nación francesa y de la identidad francesa”321. Por eso una parte no desdeñable de la retórica del FN apunta a la afirmación y defensa enfática del Nosotros nacional -ver Imagen 2 e Imagen 3. Esto es así hasta tal punto que, como se observa en 320 Igounet, 2016: 69. 321 Marcus, 1995: 101. 108 las imágenes 2 y 3, incluso los colores que el partido usa para su propaganda coinciden con los de la bandera tricolor francesa. Imagen 2: Propaganda del FN durante la década de 1970322. Imagen 3: Propaganda del FN durante la década de 1970323: Esta reafirmación enfática y cuasi obsesiva del Nosotros nacional sólo guarda sentido si se considera que está en peligro. La formación ultraderechista ofrece desde sus comienzos una visión de Francia como estando gravemente amenazada en su continuidad nacional. 322 “Defender a los franceses es el programa del Frente Nacional”. La imagen está tomada de: Igounet, 2016: 40. 323 “Para un orden nuevo. ¡Antes de que sea demasiado tarde!”. La imagen está tomada de: Igounet, 2016: 159. 109 Esto se debe a la existencia de poderosos enemigos: el más destacado de los cuales es el comunismo, ya sea patrio -en su diversidad de siglas y partidos- o internacional -al que el FN suele referirse como el “imperialismo comunista mundial”. Por eso el otro gran eje discursivo de la época es el anticomunismo. De acuerdo con Carl Lang, ex secretario general del FN, Jean-Marie Le Pen no tenía reparos en describirse a sí mismo como “un anticomunista primario, secundario, terciario, visceral e inoxidable”324. De hecho, puede afirmarse que el nacionalismo del FN se declina durante esos años como un anticomunismo. Defender la supervivencia de Francia -o sea, de sus valores, de su cultura y de su identidad nacional- es por tanto combatir la influencia del comunismo tanto en el plano de la política nacional -confrontando constantemente con el PCF y otras organizaciones de izquierda: ya sea retóricamente o ya sea a través de enfrentamientos callejeros-, como en el plano de la política internacional -organizando actos de protesta frente a empresas o símbolos soviéticos-, como incluso en el ámbito de la cultura -denunciando la influencia del marxismo en la educación y en las artes francesas. El marco discursivo o frame favorito del partido a lo largo de esos doce años presenta una Francia inserta en una pendiente progresiva hacia el comunismo -ver Imagen 4-; o, lo que es lo mismo: hacia la disolución de la identidad nacional francesa -ver Imagen 5. El comunismo es, en suma, la Némesis de Francia: el gran Otro amenazante, o, en términos schmittianos, el Enemigo existencial. Imagen 4: Propaganda del FN durante la década de 1970325. 324 Igounet, 2016: 84. 325 “Bloqueemos la ruta al comunismo”. La imagen está tomada de: Igounet, 2016: 11. 110 Imagen 5: Propaganda del FN en 1981326 El tercer eje de la retórica frontista durante este primer tramo de vida es el liberalismo económico que se declina fundamentalmente como un anti-fiscalismo y se defiende no sólo por sus bondades intrínsecas, sino también como modo de contrarrestar el camino hacia una estatización progresiva que conduzca al socialismo. Y es que, en efecto, aunque el eje del liberalismo económico no está muy tematizado en esta época -sin duda por la influencia ideológica del neofascismo-, los programas electorales del Frente Nacional sí inciden en la relación entre Estado del Bienestar y Estado totalitario: “el Estado economicista, el Estado del Bienestar, no puede más que desembocar en el Estado totalitario”327, afirma rotundamente el programa del FN en 1978. Antes, el programa para las elecciones presidenciales de 1974, no esconde su preocupación por “la estatización de una economía dirigida implacablemente hacia el colectivismo”328. No hay una clara apuesta económica por el liberalismo a la manera de Hayek329, pero sí ecos del poujadismo que 326 “República socialista anti-francesa. Prefectura de Política. Carta Nacional de Identidad. Obtención en seis meses a través de simple petición”. Este cartel se realiza tras la victoria del Partido Socialista en las eleccones legislativas de 1981 y su posterior pacto de gobierno con el Partido Comunista Francés. La imagen está tomada de: Igounet, 2016: 49. 327 Programa electoral del Frente Nacional para las elecciones legislativas de 1978. Citado por: Alduy, C. & Wahnich, S. (2015): Marine Le Pen prise aux mots. Décryptage du nouveau discours frontiste, París: Éditions Le Seuil, 41-42. 328 Albertini, Doucet, 2013: 51. 329 Un autor cada vez más de moda entre los círculos intelectuales de la derecha francesa de la época; incluidos algunos sectores de la derecha radical –singularmente los vinculados al Club de l’Horloge. 111 se conectan con el anticomunismo. En suma, en esta materia el FN explicita más lo que no quiere -impuestos, intervencionismo estatal- que lo que propone. El cuarto eje, sin embargo, sí presenta un cariz muy nítido y beligerante. Se trata del polo discursivo asociado, por un lado, al apoyo a la natalidad como garantía de la “salud” de una nación -esto es, de su no-decadencia; como veremos en el capítulo 9, las metáforas antropomórficas y naturalistas van a ser una constante en el vocabulario del Front National- y, por otro lado, la crítica despiadada a la legalización del aborto en Francia promovida por la denominada Loi Veil en 1975. Respecto de lo primero, el Frente Nacional hace hincapié en una de las ideas-fuerza tradicionales del fascismo: la familia como pilar de la nación; o sea, como lugar de socialización en los valores y cultura nacionales. “Cuando la familia es débil”, escribe Jean-Marie Le Pen, “el país está en peligro”. Por eso, continúa, “la familia es el elemento fundante de la nación”330; o sea, la unidad familiar constituye a la vez su embrión y baluarte. En este sentido, hay que recordar que el régimen colaboracionista de Vichy conducido por el mariscal Philippe Pétain -la experiencia francesa más cercana o asimilable al fascismo- había sustituido la divisa republicana “liberté, égalité, fraternité” [libertad, igualdad, fraternidad] por el lema “travail, famille, patrie” [trabajo, familia, patria]. Siguiendo este hilo histórico, el Frente Nacional de todas las épocas considera primordial animar a las familias a tener más hijos. Con un pequeño matiz: hasta el año 2011 la formación lepenista hacía recaer esta responsabilidad casi exclusivamente sobre las mujeres, mientras que a partir de 2011 no se asigna a ningún miembro en concreto de la familia la preocupación, la tarea e incluso la obligación de tener más hijos. En cualquier caso, todos los programas electorales del FN desde 1972 dedican un apartado temático a detallar medidas para la promoción y defensa de la natalidad. Por este motivo, cuando el gobierno de centro-derecha de Valéry Giscard d’Estaing legaliza la interrupción voluntaria del embarazo, el Frente Nacional hace de la oposición hostil a esta ley uno de los marcadores ideológicos del partido, así como uno de los principales señuelos para atraer al voto conservador escandalizado ante la medida -ver imagen 6. Jean-Marie Le Pen habla entonces de “genocidio anti-francés”, de una “batalla en la guerra de exterminación conducida contra el pueblo francés” y llama a la ministra 330 Marcus, 1995: 111-112. 112 Simone Veil “Madame aborto”331. El líder del FN cree ver en este asunto un filón para mejorar su imagen dentro del electorado más conservador. Sin embargo, en su irritación contra la ministra Veil, el FN resucita otro de los puntos nodales de la retórica ultraderechista desde -al menos- el affaire Dreyfus: el antisemitismo. El hecho de que Simone Veil fuera judía y de que hubiera sido deportada a los campos de exterminio sirve al FN para conectar el “genocidio anti- francés” con la obra de “fuerzas ocultas” que anhelan la disolución de Francia. Este cóctel retórico explosivo aleja del FN a los sectores conservadores de la derecha clásica. No obstante, el polo discursivo natalista y la reivindicación de la derogación de la ley para la interrupción voluntaria del embarazo seguirán estando muy presentes no sólo en el discurso frontista de este período, sino en toda la retórica del FN hasta el congreso de Tours de 2011. Imagen 6: Cartel propagandístico del FN del año 1975332 331 Igounet, 2016: 113. 332 El cartel hace un juego de palabras con el apellido de la ministra Simone Veil y el verbo velar [veiller en francés]: “Simone vela por la natalidad [y aparece un dibujo de la ministra sentada al lado de una cuna vacía]. ¡Piensen en sus jubilaciones! Frente Nacional”. Fonéticamente, en francés el verbo veiller suena de forma muy similar al apellido Veil. La imagen está tomada de: Igounet, 2016: 113. 113 Los cuatro ejes temáticos -nación, comunismo, fiscalismo y natalidad- están internamente conectados: el aborto y la subida de impuestos debilitan a la nación, que queda entonces más expuesta y a merced del enemigo comunista. Por eso, de acuerdo con esta lógica, no es de extrañar que los comunistas sean los principales valedores tanto del aumento de impuestos como de otro tipo de medidas -contracepción, aborto- destinadas a disminuir la riqueza de una sociedad y su capacidad de regenerarse. El texto que se expone en la imagen 7 es muy ilustrativo del tipo de discurso argumentativo corriente en el FN durante los años 70: “El niño es la Francia de mañana. Matar al niño es matar a Francia. El aborto libre es un suicido forzado. La incitación al aborto no sirve ni a la libertad ni a la dignidad de la mujer. Apunta a despoblar a la nación francesa para entregarla al primer ocupante. Por eso los marxistas crean soviets del aborto”. Imagen 7: Panfleto distribuido por el Frente Nacional en la década de 1970333: 333 La imagen está tomada de Igounet, 2016: 111. 114 El gran ausente de la retórica ultraderechista de este período es sorprendentemente la inmigración. El tema que más tarde conformará la columna vertebral de los discursos, del programa e incluso de la identidad del FN prácticamente no aparece hasta el comienzo de la década de 1980. Durante el primer tramo de existencia del Frente Nacional, la inmigración tiene un papel muy secundario en la galaxia discursiva frontista: se la menciona, pero sólo subalternamente. Por ejemplo, en el programa para las elecciones legislativas de 1973, la temática migratoria se muestra como un tema que está lejos de ser prioritario. La cuestión es solventada en unas pequeñas líneas e incluida junto a otros temas en un apartado titulado “Defender la unidad nacional”. Allí el partido denuncia “la constitución de verdaderos barrios o ciudades extranjeras en Francia” y reclama “el fin de la inmigración salvaje”334. Ocurre algo muy similar en los programas de 1974 y 1978. Una de las razones de esta omisión radica en la propia herencia colonial de la extrema derecha francesa, que deja su huella en las convicciones personales de Jean-Marie Le Pen: “[él] no veía muy bien en aquella época en qué el tema de la inmigración podía convertirse en ganador, porque estaba todavía imbuido de las ideas de la Algérie Française que querían que metropolitanos y argelinos fueran un solo pueblo. Jean-Marie Le Pen pensaba que este asunto estaba asociado a la parte más radical del FN”335. 7.2 Segundo período (1984-1995) El segundo tramo en la vida del Front National es decisivo en la medida en que marca un punto de inflexión en su trayectoria: antes de 1984 el FN aún corría el riesgo de ser simplemente una iniciativa fallida más de la extrema derecha francesa -un proyecto valioso en cuanto a su originalidad, pero cuyo impacto se circunscribía al microcosmos de la ultraderecha gala-; después de junio de 1984 el FN se convierte en el partido de referencia para la extrema derecha europea; el que, junto a un MSI ya declinante, ofrece 334 Albertini, Doucet, 2013: 39. 335 Declaraciones de Franck Timmermans -ex FN- recogidas en: Albertini, Doucet, 2013: 61. 115 un camino estratégico y comunicativo nuevo336. La diferencia entre ambos momentos es tanta como la que va desde el no-ser mediático a la sobredeterminación o estrellato televisivo. Este segundo período en la historia del FN está marcado por tres fenómenos: 1) la visibilidad mediática, 2) un crecimiento electoral sostenido, y 3) la constitución de una identidad política singular situada inequívocamente en la derecha. En cuanto al primer fenómeno, la visibilidad mediática, es preciso señalar que su importancia resultó crucial para la supervivencia política del FN, ya que fue la presencia espectacular en medios la que ejerció como detonante de su despegue electoral en junio de 1984. O, dicho de otro modo: el salto a la escena mediática de Jean-Marie Le Pen, y el modo tonitruante de hacerlo, ofreció al partido la posibilidad de darse a conocer, salir de la penumbra del gueto y conquistar los corazones de un electorado conservador en rebelión espiritual contra el gobierno “social-comunista” de Mitterrand, Mauroy y cuatro ministros comunistas. Esta operación fue favorecida además por el hecho de que cuatro meses después de su explosión mediática, se celebraran en Francia unas elecciones europeas con un sistema electoral proporcional de circunscripción única y en las que la lista de la derecha gaullista estaba encabezada por la ex ministra Simone Veil. La conjunción de acontecimientos permite que en otoño de 1984 Jean-Marie Le Pen sea ya un actor reconocible de la escena política francesa y cuente con una presencia institucional considerable en el Parlamento de Bruselas. Todo comienza el 13 de febrero de 1984 cuando Jean-Marie Le Pen es invitado al programa político de referencia en Francia, L’heure de vérité, de la cadena Antenne 2, un lunes por la noche en horario de máxima audiencia. Aquella noche el líder del Frente Nacional protagoniza una entrevista muy tensa con los periodistas François-Henri de Virieu, Alain Duhamel, Jean-Louis Servan-Schreiber y Albert du Roy a los que en repetidas ocasiones acusa de parcialidad y manipulación: “lo que ustedes hacen es terrorismo político, terrorismo elegante y sereno, lo reconozco, pero terrorismo en 336 O, más precisamente: el MSI de Giorgio Almirante mostraba un ejemplo de cooperación con la derecha clásica -un ejemplo de inserción en el mapa político-, mientras que el FN exhibía una manera original de tratar temas novedosos -particularmente la inmigración- y conectarlos con viejas preocupaciones - fundamentalmente el desempleo-, aunque lo hiciera desde una posición de aislamiento y marginación dentro del sistema político francés. Ver: Ignazi, P. (2012): “Le Front National et les autres. Influence et évolutions”, en: Delwit, P. (ed): Le Front National. Mutations de l’extrême droite française, Bruselas: Éditions de l’Université de Bruxelles, 37-57. 116 cualquier caso”337. Las imágenes muestran a un Le Pen cómodo en el enfrentamiento, habituado a la tirantez retórica. Tanto es así que en el curso de la entrevista el líder del Frente Nacional pronunciará una frase que se hará célebre y quedará siempre vinculada a su persona: “Yo soy un hombre de sentido común: quiero más a mis hijas que a mis primas, y a mis primas más que a mis vecinas, y a mis vecinas más que a los desconocidos, y a los desconocidos más que a los enemigos”338. Sin embargo, el punto álgido de la entrevista, lo que aúpa a Jean-Marie a la categoría de celebridad política, es el golpe de efecto que da en mitad del programa cuando, interrumpiendo a los entrevistadores e indignado ante el comportamiento de un diputado comunista en el Parlamento europeo, se levanta de su silla, se yergue en posición militar y pide un minuto de silencio “por los millones de hombres y mujeres caídos bajo la dictadura comunista” y por “todas las personas que se encuentran en gulags y campos de concentración”339. Parte del público acompaña a Jean-Marie Le Pen durante aquellos incómodos segundos de silencio en prime time concediendo un gran dramatismo a la escena y provocando la perplejidad del presentador. Aquella performance, que se suma a la tensión continuada entre entrevistador y entrevistado -alcanzando unos niveles poco habituales en la Francia de la época-, constituye un boom mediático340: hasta el punto de que a los pocos días era difícil ignorar en el país galo la “personalidad desbordante” del líder del Frente Nacional. A partir de ese momento -y singularmente tras las elecciones europeas de junio de 1984- Jean-Marie Le Pen y el Frente Nacional serán invitados regularmente a participar en entrevistas y debates por los medios de comunicación, de tal manera que tanto su nombre como el de su partido se harán conocidos para el gran público: “entre 1984 y 1986 Jean- Marie Le Pen se convirtió en una figura política nacional”341. Esta tendencia hacia la visibilidad mediática se acrecienta desde 1986 y se vuelve muy notoria a partir de las elecciones presidenciales de 1988. Tanto o más cuanto que buena parte del debate público de esos años gira en torno a la controvertida imagen de Jean-Marie Le Pen y a su discurso político. A este respecto, algunos trabajos342 han puesto énfasis en la utilización que en 337 Cita recogida en Albertini, Doucet, 2013: 101. 338 L’Heure de vérité (194, 13, febrero). “Entrevista a Jean-Marie Le Pen, Antenne 2: https://www.youtube.com/watch?v=6tBMdtRn5ZI [desde minuto 59:25 hasta minuto 59:44] 339 Ibid: desde minuto 1:05:15 hasta minuto 1:05:55. 340 La emisión alcanza los 12 millones de telespectadores (Alduy & Wahnich, 2015: 229). 341 Marcus, 1995: 55. 342 Ver especialmente: Hunter, M. (1997): “Beat the press: how the extreme right runs ring around the media”, Columbia Journalism Review, 35 (6), 12-20. Ver también: Albertini & Doucet (2013): Histoire du Front National, París: Éditions Tallandier: 110-114; Davies, P. (1999): The National Front in France. https://www.youtube.com/watch?v=6tBMdtRn5ZI 117 dicho período hacen tanto la derecha mainstream como la izquierda en el poder del fenómeno del Frente Nacional. La primera para llegar a acuerdos locales y regionales con objeto de vencer electoralmente al bloque progresista. Esto ocurre por primera vez en Dreux en 1983, y se repite de forma regular y especialmente intensa en el sureste de Francia en el período 1986-1990. La segunda utilizando la figura del líder de la extrema derecha como espantajo y posteriormente introduciendo un sistema electoral proporcional con el fin de facilitar la presencia del Frente Nacional en las instituciones. Esto ocurre en las elecciones legislativas de 1986343. La decisión viene motivada por el convencimiento del equipo de François Mitterrand de que la presencia y notoriedad constante de la extrema derecha provocaría, por un lado, la cohesión de la izquierda -y la minimización de la pérdida de apoyos electorales-, y, por otro lado, el debilitamiento de la derecha clásica, que vería aumentar las discrepancias entre sus dos almas -UDF y RPR- respecto de cómo relacionarse con el Frente Nacional. Desde el punto de vista electoral, esta segunda etapa de la vida del Frente Nacional se caracteriza por el despegue de 1984, la consolidación posterior y un nuevo repunte en 1995 -ver Tabla 2. Se trata, por tanto, de un período marcado por el éxito en lo electoral: el FN pasa del exiguo 0,2% de los votos en 1981 al sorprendente 11% en las elecciones europeas de 1984; y de éste 11% en 1984 a rozar la barrera del 15% en 1988 y a superarla en 1995. Traducido en votos, esto significa que la formación de Jean-Marie Le Pen avanza desde los 44.000 hasta los más de 2 millones entre 1984 y 1986; y desde los 2 millones de 1986 a los más de 4 millones en las elecciones presidenciales de 1988 y 1995. Al mismo tiempo, esto supone que en 1986 el Frente Nacional iguala en número de escaños al Partido Comunista Francés, y que en las elecciones presidenciales de 1988 la candidatura de Jean-Marie Le Pen aventaja a la de André Lajoinie –PCF- en más de dos millones de votos, convirtiendo así al Frente Nacional en la tercera fuerza del país. Tabla 2: Resultados electorales del Frente Nacional desde 1984 hasta 1995. Ideology, discourse and power, Londres: Routledge; Marcus, J. (1995): The National Front and French Politics. The resistible rise of Jean-Marie Le Pen, Londres: MacMillan: 152-158; Reynié, D. (2016): “The Specter Haunting Europe: “Heritage Populism” and France’s National Front”, Journal of Democracy, 27 (4), 47-57; Wieviorka, M. (2013): Le Front National: entre extrémisme, populisme et démocratie, París: Maison des Sciences de l’Homme 343 En las elecciones legislativas de 1988 se retorna al sistema electoral mayoritario de balotaje a dos vueltas. 118 Año Tipo de elección ` Número de votos Porcentaje de votos 1984 Elecciones europeas 2.210.334 11 1986 Elecciones legislativas (1º vuelta) 2.727.870 9,7 1986 Elecciones regionales (1º vuelta) 2.658.500 9,6 1988 Elecciones presidenciales (1º vuelta) 4.376.742 14,4 1988 Elecciones legislativas (1º vuelta) 2.391.973 9,8 1989 Elecciones europeas 2.129.668 11,7 1992 Elecciones regionales 3.375.079 13,7 1993 Elecciones legislativas (1º vuelta) 3.159.477 12,4 1994 Elecciones europeas 2.050.086 10,5 1995 Elecciones presidenciales (1º vuelta) 4.571.138 15 Desde la óptica de la geografía electoral, cabe destacar que en este período la formación lepenista inaugura sus bastiones electorales en las regiones de Provincia-Costa Azul, Languedoc-Roussillon y, en menor medida, Nord-Pas-de-Calais y Ródano-Alpes. También la región parisina de Île-de-France y la ciudad de Marsella, en la que por ejemplo el FN recibe el 24% de los votos en las elecciones legislativas de 1986. Además, si nos fijamos en la sociología del partido durante este período, hay que subrayar que: 1) “su electorado proviene menos de la extrema derecha tradicional que de la derecha clásica” y que, aunque mayoritariamente volcado en la derecha, “los análisis postelectorales de las presidenciales de 1988 muestran que en la segunda vuelta, de cada 100 votantes de Le Pen, 26 votaron por Mitterrand, mientras que 74 lo hicieron por Chirac”344; y 2) que los electores del Front National en esta época muestran un claro sesgo masculino. Al mismo tiempo, los análisis post-electorales ponen el acento en el carácter mayoritariamente 344 Marcus, 1995: 63. 119 urbano y de clase media-alta de su electorado. Esta será la pauta central entre 1984 y 1988, y continuará siendo preeminente –aunque con matices- entre 1988 y 1995. Este cuadro sociológico no resulta sorprendente si tenemos en cuenta que durante el transcurso de este período el Frente Nacional asienta una identidad política situada inequívocamente en la derecha. No hay, a lo largo de este ciclo, ninguna matización al respecto. Jean-Marie Le Pen define al FN como un partido de “derecha nacional, social y popular”345; y entiende por ella a una derecha que “reivindica el trabajo, defiende la familia, apoya a los mayores y a los humildes, es fiel a su pueblo y se mantiene ligada a su patria, sus raíces y sus tradiciones”346. El FN se reclama como patriota, defensor de la identidad y de la tradición; y, por tanto, como de derechas. Su objetivo declarado es reconstruir la derecha: desacomplejarla, devolverle la autenticidad; es decir, librarla de todos los aderezos que el marxismo cultural ha depositado sobre ella. A la pregunta “si usted no gana las elecciones presidenciales de 1995: ¿cuál habrá sido su contribución a la política francesa?”, Jean-Marie Le Pen responde sin reservas: “Hemos reconstruido la derecha, hemos sido los centinelas en la torre”347. No es de extrañar por eso que la formación lepenista reconozca como tan importante la “batalla por las ideas”; o sea, lo que entonces denominará la “lucha meta-política”348. Este es el motivo por el que verá con esperanza la actividad intelectual de la Nouvelle Droite [Nueva Derecha] y hará todo lo posible por ser permeable a los resultados de ese trabajo cultural. No obstante, a pesar de esta búsqueda indisimulada de la autenticidad, el FN nunca se reclamará de extrema derecha, ni siquiera de la derecha radical, sino, en palabras de Bruno Mégret de “derecha nacionalista” e incluso de “centro-derecha nacionalista”. Se presentará como una derecha moderada que, sólo por la acción traccionadora que la izquierda ha operado sobre el sentido común, puede pasar por radical o extremista: “Nosotros no estamos en la extrema derecha, porque en conjunto nuestras ideas son moderadas. Yo pienso que son ideas tradicionales y que lo que ha ocurrido es que el conjunto de la clase política se ha movido hacia la izquierda. Aquellos que se han 345 Le Pen, J-M (1984): Les Français d’abord, París: Éditions Carrère, 67. 346 Le Pen, J-M (1984): Les Français d’abord, París: Éditions Carrère, 67. 347 Entrevista de Jonathan Marcus a Jean-Marie Le Pen. Ver: Marcus, 1995: 8. 348 El término metapolítica es un término utilizado por la Nouvelle Droite francesa, y particularmente por Alain de Benoist, para referirse a la lucha cultural. Aquí es importante señalar que la Nueva Derecha francesa interpreta la disputa cultural en términos gramscianos como base de la lucha político-partidista. 120 mantenido fieles a sí mismos en el centro-derecha se ven hoy en el extremo derecho del barco. Pero es sólo una ilusión óptica, no una posición política real”349. Del mismo modo, el auto-posicionamiento en el eje derecho del tablero político conduce al FN no sólo a buscar a sus electores entre los conservadores desencantados, sino también a explorar entre los cuadros de los partidos de la derecha francesa posibles fichajes. Este intento por atraerse a personalidades, cuadros, militantes e incluso pequeños partidos de la derecha clásica será especialmente intenso hasta el año 1988, y logrará parcialmente su objetivo con la incorporación de figuras como Bruno Mégret, Bernard Antony, Jean- Claude Bardet y la cooptación de cuadros provenientes del Centre National des Indépendants et Paysans. En suma, a lo largo del período 1984-1995, el FN no aspira a cuestionar la distribución axial de las identidades políticas en el eje izquierda/derecha, sino a ejercer como la oposición desde la derecha a la “dictadura socialdemócrata que comparten todos los partidos mainstream”350. Desde el punto de vista discursivo, la retórica del FN durante este período pivota en torno a tres ejes: 1) el polo anti-inmigración, 2) la reivindicación de una mayor liberalización de la economía francesa, y 3) la defensa de valores tradicionales respecto de la familia, el matrimonio o la educación. De los tres ejes, el primero es el fundamental. Hasta tal punto que prácticamente todos los temas que aborda el FN son ligados de una manera u otra a la inmigración: desde el Tratado de Maastricht hasta la primera guerra del Golfo -1990- 1991-, pasando por la política social, la historia nacional, la educación e incluso el deporte351. A pesar de la ubicuidad e hiperconectividad de la temática migratoria, la retórica frontista contra la inmigración en esta época puede reconducirse a cuatro formas fundamentales. 349 Marcus, 1995: 129-130. 350 Marcus, 1995: 108. 351 La presencia cada vez más amplia y sobre emocionalmente intensa de la temática migratoria en los discursos del Front National guarda relación con la aprobación en Francia de la Ley para el Reagrupamiento Familiar en el año 1978. A partir de la aprobación de esta ley, la sociología de inmigración en Francia se transforma: el prototipo de inmigrante ya no es sólo el varón joven que se traslada unos años a trabajar al extranjero para después regresar con ahorros y dinero, sino también la familia que se traslada a vivir indefinidamente al país de acogida. Esta ley cambia la sociología de algunos barrios periféricos, especialmente en grandes ciudades como París, Lyon, Le Havre o Toulouse –el caso de Marsella es diferente e históricamente anterior. Este cambio sociológico intensifica los miedos de la cultura política de la derecha radical francesa a la invasión y a la decadencia de Francia: O, como veremos más adelante, a la aculturación de Francia, a una suerte de colonización a la inversa. 121 La más precoz es aquella que vincula directamente inmigración con el desempleo según el famoso lema “Un millón de parados son un millón de inmigrantes de más. Francia y los franceses primero”, luego clonado y repetido con diversas variaciones: “Dos millones de parados son dos millones de inmigrantes de más. Francia y los franceses primero”, “Tres millones de parados…”, etc. La ecuación que propone el FN a modo de solución es simple: “repatriación de inmigrantes=empleos libres=fin del desempleo”352. Se presenta como una medida realista que atiende al origen de los problemas y que, además, incluye una interpelación de alto valor sentimental: “los franceses primero”. ¿Por qué? Porque los franceses son preferibles; esto es, porque la nación, en un acto de justicia, los reconoce y elige. Les da preferencia o prioridad. Los señala como “habitantes legítimos” -como propietarios- de la casa Francia353. De ahí que a partir de ese momento la medida programática de índole “económico-identitaria” más conocida del FN no sea otra que la “preferencia nacional”. La vinculación entre inmigración y dificultades económicas -no únicamente el desempleo- perdurará en la retórica del partido hasta el momento presente, conformando uno de los topoi o asociación argumentativa más imperecedera del modo de hablar del FN. La segunda forma que adopta el discurso anti-inmigración es la equiparación entre inmigración y delincuencia. En ocasiones, como en la Imagen 8, lo hace del modo más directo y evidente: “Inmigración=Inseguridad. Vote Frente Nacional”, agregando como coletilla en registro exclamativo: “¡Los franceses primero!”. El papel de esta coletilla – que se convierte casi en una contraseña o marca distintiva de la identidad y del modo de hablar del FN- ya ha sido subrayado. La idea central que la comunicación frontista reitera una y otra vez es que la presencia de inmigrantes en Francia está relacionada con la percepción de inseguridad ciudadana. O, más precisamente: que la presencia de inmigrantes es la causa de la inseguridad en las calles. Concretamente, de la inseguridad física: de la posibilidad de ser atracado, robado, insultado, molestado, golpeado, e incluso asesinado. Jean-Marie Le Pen construye esta asociación enmarcándola bajo la idea de peligro/amenaza y adoptando siempre un registro de indignación moral ante la injusticia: “¿Qué podemos pensar cuando nos enteramos de que una panadera de Stains que defendía a su hijo hemipléjico perseguido por una banda de jóvenes inmigrantes fue atracada y asesinada, y que los asesinos han sido inmediatamente puestos en libertad provisional por 352 Igounet, 2016: 80. 353 Esta cuestión será desarrollada posteriormente en el capítulo 10. 122 el juez instructor?”354. El mensaje del FN es siempre el mismo: los inmigrantes traen delincuencia y la delincuencia provoca injusticias. Por eso, si seguimos el razonamiento e invertimos los términos, el Frente Nacional se hace, por su hostilidad a la inmigración, el campeón de la seguridad; y, correlativamente, Jean-Marie Le Pen el adalid de la misma - ver Imagen 9. Imagen 8: Cartel propagandístico del FN de la década de 1980355 Imagen 9: Cartel propagandístico del FN del año 1991356 354 Jean-Marie Le Pen, Declaraciones del 21 de mayo de 1991; citado por Alduy & Wahnich, 2016: 101. 355 “Inmigración=Inseguridad”. Vote Frente Nacional.¡Los franceses primero!”. La imagen está tomada de: Igounet, 2016: 54. 356 “La seguridad… Primera de las libertades”. Curiosamente, la persona que aparece junto a Jean-Marie Le Pen en el cartel es su nieta Marion Maréchal Le Pen. La imagen está tomada de: Igounet, 2016: 52-53. 123 En tercer lugar, la crítica a la inmigración adopta la forma de defensa agónica del Nosotros nacional. Si en el caso anterior la crítica a la inmigración responde a la preocupación por la inseguridad física, en este caso el discurso contra los migrantes se proyecta sobre la inseguridad identitaria que experimenta un sector de la sociedad francesa. Aquí las palabras y expresiones más utilizadas son “invasión”, “sumersión migratoria”, “racismo anti-francés” y, más recientemente, “islamización de Francia”357 - incluso “argelización de Francia”. El mensaje es claro: Francia -vale decir: su identidad cultural- está a punto de desaparecer como consecuencia de la inmigración masiva. O, dicho de otro modo, Francia está a punto de sufrir un proceso de aculturación: de ahí todas las comparaciones entre “los franceses de pura cepa” y los “indios” en Norteamérica, o la especial simpatía que el discurso frontista manifiesta hacia los “resistentes” Astérix, Obélix y su aldea gala358. A este respecto, Jean-Marie Le Pen es muy claro: todos los pueblos -todas las culturas- tienen algo que aportar y un papel que jugar en el mundo, pero cada uno “está adaptado al entorno geográfico en el que ha nacido, donde vive y muere. Los pueblos son los productos de una evolución histórica, y, como los individuos, tienen unos orígenes, un carácter propio y un destino singular”359. En consecuencia, la mezcla no es buena: cada uno debe permanecer en su entorno/territorio. Por eso la crítica a la inmigración inserta en la defensa enfática del Nosotros nacional que hace el FN en este período se lee también como una reprobación de la sociedad multicultural. Imagen 10: Cartel elaborado por el Frente Nacional en el año 1987360 357 Ver Imagen 10. 358 Jonathan Marcus cuenta cómo en una fiesta Bleu, Blanc, Rouge del año 1992 (la celebración popular que el Frente Nacional celebra cada año en septiembre imitando la Fête de l’Humanité que organiza el Partido Comunista Francés), había “una exhibición especial de los dibujos de Astérix.”. De hecho, continúa, “era posible comprar postales con la caricatura de Jean-Marie Le Pen representado por Obélix transportando un menhir gigante” (Marcus, 1995: 3). 359 Le Pen, J-M (1989): L’Espoir, París: Albatros, 22. 360 “¡Inch’ Allah! En veinte años, es seguro, Francia será una república islámica”. Se trata de una cita atribuida a Hussein Moussawi, líder de Hezbolá, que redunda en uno de los registros discursivos más empleados por Jean-Marie Le Pen: la predicción; y, consecuentemente, su calidad como visionario o persona que mira más allá del presente hacia el futuro. La imagen está tomada de: Igounet, 2016: 87. 124 La cuarta forma que el discurso crítico con la inmigración adopta en este período tiene que ver con esto último: el Frente Nacional opone multiculturalismo a etnopluralismo. De acuerdo con esta peculiar declinación del discurso anti-inmigrantes, la inmigración no es buena porque a la larga provoca una suerte de melting pot que reduce la diversidad cultural -vale decir: la pureza361- del mundo. En consecuencia, sostiene el argumento, precisamente porque se ama la heterogeneidad, se detesta el multiculturalismo por lo que éste tiene de uniformador; incluso más: de imperialista. El FN toma este argumento de la Nouvelle Droite y, muy particularmente, de los trabajos de Alain de Benoist. A través de este tipo de razonamientos, el Frente Nacional aspira a convertirse en el campeón de la defensa del derecho a la diferencia. De modo que, en boca de la derecha nacionalista francesa, defensa de la diferencia significa “reivindicación de una ontología de las identidades colectivas sustanciales”362; o, lo que es lo mismo: voluntad de recuperar un cierto tipo de aproximación a las identidades colectivas que permita que una idea de comunidad esencialista pueda arraigar. Al mismo tiempo, esta declinación del discurso anti- inmigración pretende ejercer como escudo frente a las críticas de la izquierda: si se defiende el derecho a la diferencia ya no se puede ser racista; si se exaltan las peculiaridades de los pueblos ya no se puede ser tan fácilmente acusado de supremacista, exterminador o imperialista. Como resultado, ya no se es –o ya no se es tan perceptiblemente- un partido “de extrema derecha”. El FN desea darle la vuelta al argumento: los imperialistas, los supremacistas, los intolerantes, los fascistas, son mis 361 “Yo rechazo con todas mis fuerzas la idea de un melting pot mundial, tanto para los hombres como para los perros o los caballos” (Le Pen, J-M (1984): Les Français d’abord, París: Éditions Carrère, 185). 362 Taguieff, P-A (1994): Sur la Nouvelle Droite, París: Descartes et Cie, 177. 125 adversarios políticos; o sea: la izquierda y, más en general, los defensores del multiculturalismo. La ubicuidad y variedad de formas del discurso anti-inmigración es tal, su extensión e intensidad es tan acusada, que puede señalarse junto a Michael Wagner363, Gilles Ivaldi364, Markus Wagner o Thomas M. Meyer365 que el Frente Nacional se configura en este período como un “partido-nicho” de acuerdo con la definición de Bonnie M. Meguid. Es decir, como un partido que se especializa en una temática a la que subordina todo el resto de problemas366 –en este caso: la inmigración-, y que, además, tiene como rasgo más peculiar que esta temática no está basada principalmente en la división de la sociedad en clases. Por eso los “partidos-nicho” tienen potencialmente la capacidad de atravesar tangencialmente el eje izquierda/derecha. En cualquier caso, continúa Meguid, la configuración y consolidación de “partidos-nicho” genera como efecto un cambio en las coordenadas políticas y marcos comunicativos de discusión de la sociedad en la que se asientan. De hecho, como argumenta en su libro de 2007367, eso es precisamente lo que ha sucedido en Francia con el Frente Nacional como “partido-nicho” anti-inmigración en el período 1984-2008. Además de la inmigración, el segundo gran eje sobre el que pivota la retórica frontista en el período 1984-1995 es la defensa de recetas económicas de corte neoliberal. El Frente Nacional se hace en Francia el intérprete de las ideas de Ronald Reagan en EEUU o Margaret Thatcher en el Reino Unido. Y se reivindica como tal frente a la derecha convencional o gaullista. Aquí el discurso del FN adopta un hálito de modernidad, de acuerdo con el cual las ideas expresadas por Jean-Marie Le Pen serían las más avanzadas en el ámbito de la economía: aquellas que llevarían a Francia a soltar lastre y a dejar de ser una excepción en materia de política económica. A diferencia del período anterior, en este ciclo la defensa del neoliberalismo se hace de un modo consciente y entusiasta, más por sus virtudes intrínsecas que por servir de barrera frente a algo. Tanto es así que en 363 Wagner, M. (2012): “Defining and measuring niche parties”, Party Politics, 18 (6), 845-864. 364 Ivaldi, G. (2015): “Towards the median economic crisis voter? The new leftist economic agenda of the Front National in France”, French Politics, 13 (4), 346-369. 365 Wagner, M. & Meyer, T. (2017): “The Radical Right as Niche Parties? The ideological landscape of Party Systems in Western Europe, 1980-2014”, Political Studies, 65 (1), 84-107. 366 Meguid, B-M (2005): “Competition between unequals: The role of mainstream party strategy in niche party success”, American Political Science Rewiew, 99 (2), 347-348. 367 Meguid, B-M (2007): Party competition between unequals. Strategies and electoral fortunes in Western Europe, Nueva York: Cambridge University Press. 126 una entrevista concedida a Le Figaro Jean-Marie Le Pen llega a reclamarse como un pionero del Estado mínimo: “yo soy un pre-reaganiano. Yo he combatido siempre al Estado-pulpo, al Estado del Bienestar”368. Del mismo modo, el FN asienta su identidad de partido “anti-fiscal” proponiendo grandes reducciones de impuestos, la eliminación del impuesto sobre las grandes fortunas, la anulación del impuesto sobre las plusvalías y, a largo plazo, la supresión completa del impuesto sobre la renta369. Esto se completa con el planteamiento de medidas como la privatización de empresas públicas como La Poste – el equivalente a “Correos” en España- o la empresa pública de electricidad –EDF-, así como también con la sugerencia de una deseable privatización a medio plazo del sistema de Seguridad Social. Jean-Marie Le Pen no pierde tampoco la ocasión de criticar el excesivo número de funcionarios y de lamentarse por la “falta de libertad de contratación y despido que existe en Francia”370. Por último, el tercer eje del discurso político frontista durante el período 1984-1995 gira en torno a la integridad moral y, en estrecha relación con ella, al punitivismo judicial. El Frente Nacional se presenta como un partido honesto y con “las manos limpias” –ver Imagen 11-; o, más precisamente: como el único partido realmente íntegro. Para lograr esta imagen de irreprochabilidad moral, el FN adhiere al partido el ethos de rectitud militar -de servicio desinteresado y patriótico- que se esfuerza por transmitir Jean-Marie Le Pen. Por eso el FN no tiene inconveniente en mostrar orgullo –“cabeza alta”- por esta actitud de devoción y sacrificio personal ante la política. Integridad y orgullo pretenden ser las dos grandes fortalezas de Jean-Marie Le Pen como figura política; o sea, su principal capital político. De hecho, no es en modo alguno casual que el partido retome este lema –“Manos limpias y cabeza alta”- tanto para la campaña presidencial de 2002 como para la campaña presidencial de 2007. Es, por otra parte, el ethos que le permitirá criticar al resto de partidos políticos, a los que suele descalificar como “la banda de los 368 Le Figaro (1984, 13, Febrero). “Entretien à Jean-Marie Le Pen”, Le Figaro, 6. 369 El carácter neoliberal no es exclusivo del Frente Nacional dentro de las derechas radicales europeas de este período; aunque sí puede señalarse que es pionero. La impronta neoliberal es extrapolable a la mayor parte de formaciones de esta familia política hasta la segunda mitad de los años noventa: “lo que distingue a la mayor parte de los partidos de extrema derecha populista de los partidos establecidos no es únicamente sus ataques militantes contra los inmigrantes, sino su programa marcadamente neoliberal. A pesar de variar en su énfasis e importancia, los partidos de la derecha radical populista han tendido a defender posiciones fuertemente anti-estatistas” (Betz, H-G (2017): “The new politics of resentment. Radical right-wing populism in Western Europe”; en: Mudde, C. (2017): The Populist Radical Righ. A reader, Londres: Routledge, 342). 370 Le Pen, J-M (1986): Pour la France, París: Albatros, 34 127 cuatro” –RPR, UDF, PS y PCF-, en lo que constituye uno de sus lugares de enunciación favoritos. Imagen 11: Cartel del FN para las elecciones legislativas de 1993371 Precisamente porque se reivindica como el partido de la irreprochabilidad moral, el FN se siente legitimado para castigar duramente cualquier quebranto de la ley, especialmente si concierne al mantenimiento del orden público. O, dicho de otro modo: es este ethos disciplinario, cuasi-militar, el que los miembros del FN entienden que les faculta mejor para encarnar una versión desacomplejada de punitivismo judicial. Por eso una de las medidas estrella del partido durante este período es el restablecimiento de la pena de muerte -abolida en Francia en 1981-, al menos para ciertos delitos. La Imagen 12 lo muestra nítidamente; con un añadido: el Frente Nacional presume durante todo este período -y también durante el siguiente ciclo- de ser el único partido favorable a la pena capital. De hecho, en la famosa entrevista en el programa L’heure de vérité del 13 de febrero de 1984, el periodista François-Henri de Virieu pregunta directamente a Jean-Marie Le Pen si es favorable al restablecimiento de la pena de muerte, a lo que éste contesta: “Sí, efectivamente yo soy partidario de la pena de muerte y soy partidario de la aplicación de la pena de muerte (…) al menos para los crímenes innobles que son el homicidio de niños, los crímenes terroristas y los asesinatos de policías”372. Porque, aclara, “la pena de muerte es la clave 371 “Manos limpias y cabeza alta. El 21 y el 28 de marzo, vote al Frente Nacional”. 372 L’Heure de vérité (1984, 13, febrero). “Entrevista a Jean-Marie Le Pen, Antenne 2: https://www.youtube.com/watch?v=6tBMdtRn5ZI [desde minuto 3:55 hasta minuto 5:39]. 128 de bóveda de nuestro sistema penal”373, por lo que su supresión simboliza “la decadencia de nuestras instituciones y de nuestra moral pública”374. Imagen 12: Cartel del FN en la década de 1980375 Todo el frame del punitivismo judicial que emplea el Frente Nacional está basado en una presuposición que le da fuerza afectiva: en Francia existen algunos pocos culpables y cientos de miles de inocentes, pero los primeros se imponen y aterrorizan a los segundos por culpa del laxismo moral de la izquierda. Este marco discursivo es importante porque se mantiene prácticamente sin variaciones a lo largo de todo el período de liderazgo de Jean-Marie Le Pen; e incluso, con matices, durante la presidencia de Marine Le Pen. Dentro de este marco, la justicia está asegurada por la conexión muerte-muerte; es decir, por la idea de que quien da muerte –el asesino- merece muerte –pena capital. O, lo que es lo mismo: quien quita la vida debe ser privado de ella. Además, esta reivindicación explícita de la pena de muerte conecta con los EEUU y asienta la imagen atlantista que el FN quiere transmitir durante este ciclo, haciendo de Jean-Marie Le Pen lo más parecido al homólogo francés de Ronald Reagan. 373 Ibidem. 374 Ibidem. 375 “Pena de muerte para los asesinos. Sólo el Frente Nacional es favorable”. La imagen está tomada de Igounet, 2016: 121. 129 7.3 Tercer período (1995-2011) La tercera etapa en la vida del Frente Nacional está marcada por la continuidad respecto de los ejes ideológico-discursivos –con tres excepciones de alcance-, los problemas internos, la diabolización mediática, una cierta estagnación electoral que a partir de 2007 se transforma en caída notable y la consolidación de la política de los cordones sanitarios por parte de sus adversarios políticos. Si el ciclo anterior es un período globalmente alegre, el ciclo 1995-2011 es una fase atravesada de contrastes. Y es que, en efecto, desde el punto de vista electoral, pueden distinguirse al menos tres momentos: 1) un primer momento entre 1995 y 1998 en que el FN se mantiene en el 15% de los votos; 2) un segundo momento en 2002 en el que el partido bate tres récords de un plumazo: llegar a la segunda vuelta, superar la barrera del 15% y sobrepasar los 5 millones de votos; y 3) un tercer momento entre 2002 y 2011 en el que el Front National se queda sistemáticamente por debajo de los 4 millones de votos y lejos de la barrera simbólica del 15% de los votos –ver Tabla 3. Por su parte, a nivel sociológico hay al menos cinco fenómenos que deben consignarse. El primero de ellos es el aumento del voto obrero hacia la extrema derecha durante este período. Tanto es así que el FN pasa de tener un voto fundamentalmente burgués y urbano en 1984-1986376 a un voto interclasista entre 1986 y 1990 –“la unión entre el mundo de la tienda y del taller”377-, a finalmente un voto mayoritariamente proveniente de las clases populares a partir de 1995378. De hecho, desde las elecciones presidenciales celebradas ese año, “el Frente Nacional se convierte en el partido más votado entre los obreros franceses”379, lo que suscita una cantidad notable de estudios y debates al respecto380. 376 “En las elecciones europeas de 1984, Jean-Marie Le Pen encuentra sus mayores apoyos entre una burguesía de derecha, católica, acomodada, y exasperada por la llegada de los social-comunistas al poder” (Mayer, N. (2015): “Le plafond de verre electoral entamé, mais pas brisé”, en: Crépon, S. & Dézé, A. & Mayer, N. (2015): Les faux-semblants du Front National. Sociologie d’un parti politique, París: Presses de Sciences Po, 310) 377 Perrineau, P. (1989): “Les étaes d’une implantation électorale (1972-1988)”, en: Mayer, N. & Perrineau, P. (1989): Le Front National à découvert, París: Presses de Sciences Po, 50. 378 Gougou, F. (2015): “Les ouvriers et le vote Front National. Les logiques d’un réalignement electoral”, en: Crépon, S. & Dézé, A. & Mayer, N. (2015): Les faux-semblants du Front National. Sociologie d’un parti politique, París: Presses de Sciences Po, 323-343. 379 Gougou, 2015: 323. 380 El más importante es el que se da entre la conceptualización del fenómeno como “izquierdo-lepenismo” -tesis defendida por Pascal Perrineau- o como “obrero-lepenismo” -tesis defendida por Nonna Mayer. Ver por un lado: Perrineau, P. (1995). “La dynamique du vote Le Pen, le poids du gaucho-lépenisme”; en Ysmal, 130 Tabla 3: Resultados electorales del FN desde 1995 hasta 2011. Año Tipo de elección Número de votos Porcentaje de voto 1997 Elecciones legislativas (1º vuelta) 3.800.785 15 1998 Elecciones regionales 3.271.402 15 1999 Elecciones europeas 1.005.285 5,7 2002 Elecciones presidenciales (1º vuelta) 4.804.713 16,9 2002 Elecciones presidenciales (2º vuelta) 5.525.034 17,8 2002 Elecciones legislativas (1º vuelta) 3.200.194 12,5 2004 Elecciones regionales 3.564.064 14,7 2004 Elecciones europeas 1.684.947 9,8 2007 Elecciones presidenciales (1º vuelta) 3.834.530 10,4 2007 Elecciones legislativas (1º vuelta) 1.116.136 4,3 2009 Elecciones europeas 1.091.691 6,3 2010 Elecciones regionales 2.223.800 11,4 El segundo fenómeno sociológico apunta a la progresión electoral de la formación frontista entre las profesiones vinculadas al sector primario: “al principio Jean-Marie Le Pen convenció poco a un mundo agrícola dominado por la iglesia, fuertemente organizado y sindicado, y que mantenía unas relaciones privilegiadas con los cargos políticos locales, especialmente de la derecha. Sin embargo, diez años más tarde, la tendencia se invierte y el 21 de abril de 2002 es precisamente entre los agricultores franceses donde Jean-Marie C. & Perrineau, P. (1995). Le vote de crise. L’élection présidentielle de 1995, París, Presses de Sciences Po; o también: Perrineau, P. (1997): Le symptôme Le Pen. Radiographie des électeurs du Front National, París: Fayard. Y, por otro lado: Mayer, N. (1999): Ces Français qui votent FN, París: Flammarion. 131 Le Pen crece más”381. De igual modo, ocurre en este tiempo un tercer fenómeno: el asentamiento progresivo del voto al FN en las zonas rurales y peri-urbanas. Con ello, el partido de Jean-Marie Le Pen pasa de caracterizarse por tener un voto especialmente concentrado en las zonas urbanas y sus periferias -las famosas banlieues-, a mostrar una mayor variabilidad y transversalidad territorial. En cuarto lugar, el voto al Frente Nacional persiste en su tendencia a ser más elevado entre las personas con bajo nivel de estudios que entre los individuos con estudios medios y superiores, constituyendo una tendencia estable –incluso en la debacle electoral de 2007, ver Tabla 4. Por último, el apoyo al FN durante este período es sistemáticamente superior entre los varones que entre las mujeres, confirmando la célebre teoría sobre el Radical Right Gender Gap de Terri Givens382. Tabla 4: Características sociológicas del voto a Jean-Marie Le Pen en las elecciones presidenciales (1988-2007) en porcentaje de voto383. Elecciones presidenciales de 1988 Elecciones presidenciales de 1995 Elecciones presidenciales de 2002 Elecciones presidenciales de 2007 Sexo Varones Mujeres 18 12 19 12 20 14 12 9 Profesión Agricultores Obreros 10 17 10 21 22 23 10 16 Nivel de estudios Primaria Primaria Superior Bachillerato Bachillerato +2 Superior 15 17 13 10 9 17 20 12 13 4 24 21 15 11 7 13 13 8 3 4 381 Mayer, 2015: 312-313. 382 Givens, T. (2004): “The Radical Right Gender Gap”, Comparative Political Studies, 37 (1), 30-54. Ver también: Arzheimer, K. & Carter, E. (2006): “Political Opportunity Structures and Right-wing Extremist Party Success”, European Journal of Political Research, 45 (3): 419-444. 383 Datos tomados de: Mayer, 2015: 309. 132 En este período la retórica frontista mantiene una cierta continuidad con el ciclo anterior en la medida en que continúa reposando sobre tres ejes fundamentales: identidad, seguridad e inmigración; tríptico que se enmarca siempre dentro del relato de una Francia decadente en riesgo inminente de desaparición. El Frente Nacional enfatiza hasta la extenuación este discurso, consagrándose como un partido “nicho” o formación en la que una cuestión domina el resto de asuntos384. Los programas electorales del partido durante esta época siguen situando como medidas estrella la inversión de los flujos migratorios, la derogación del ius soli, la introducción de la “preferencia nacional” en la Constitución, el restablecimiento de la pena de muerte, la penalización del aborto y la reducción drástica de impuestos. Al mismo tiempo, Jean-Marie Le Pen da continuidad y “patenta” un estilo oratorio propio, una forma de comportarse y hablar en la esfera pública que “guarda semejanzas con el carisma de los líderes evangélicos norteamericanos”385. Este estilo desenfadado, atípico, juguetón, y, simultáneamente, tendente al exceso y a la protesta hace que se propague tanto en los medios de comunicación franceses como entre sus adversarios políticos la expresión un tanto despectiva de “tribuno de la plebe” para referirse al líder del FN386, hecho que es aprovechado por Jean-Marie Le Pen para reforzar la conexión casi sonora entre su persona –su apellido- y el pueblo –ver Imagen 13. Imagen 13: Cartel utilizado durante la década de 1990387. No obstante, a pesar de la continuidad global en fondo y forma, tanto en el estilo como en lo que se dice/propone, el partido 384 Meguid, 2007: 41-91. 385 Marcus, 1995: 28. 386 Alduy, C. (2015): “Mots, mythes, medias. Mutations et invariants du discours frontiste”, en: Crépon, S. & Dézé, A. & Mayer, N (ed): Les faux-semblants du Front National. Sociologie d’un parti politique, París: Presses de Sciences Po, 247-268. 387 “Le Pen, el pueblo”: cartel utilizado durante la década de 1990 a partir de una foto tomada el 17 de abril de 1988 en el Velódromo de Marsella. El cartel puede encontrarse en: Igounet, 2016: 151. 133 introduce al menos tres transformaciones discursivas que deben ser consignadas. Tres cambios que aunque no modifican el núcleo de la propuesta política del FN, de sus fundamentos, sí suponen una cierta ruptura tanto con el modo de concebir las líneas de fractura política en el siglo XXI como con la manera de auto-identificarse políticamente. Todos ellos están reflejados en el siguiente discurso célebre de Jean-Marie Le Pen pronunciado en la noche electoral del 21 de abril de 2002: “¡No tengáis miedo, compatriotas! ¡Recuperad la esperanza! El acontecimiento es el 5 de mayo. Mientras tanto, no tengáis miedo de soñar, vosotros los pequeños, los sin-grado, los excluidos. No os dejéis encerrar en las viejas divisiones de la derecha y la izquierda, vosotros que habéis soportado desde hace 20 años todos los errores y malversaciones de los políticos. Vosotros los mineros, vosotros los metalúrgicos, las obreras y obreros de todas esas industrias arruinadas por el euro-mundialismo de Maastricht”388 Como apunta este discurso, el primer cambio se refiere al auto-posicionamiento del partido sobre el eje axial de la política izquierda/derecha: si en el ciclo 1984-1995 el FN se definía a sí mismo como un partido de derecha “desacomplejada”, “auténtica”, “nacional”, “social” y “popular”, durante el período 1995-2011 la formación lepenista rechaza este tipo de división ideológica, la tilda de engaño y de ilusión óptica, la sitúa como “superada”, y se apunta a un mucho más vago “ni derecha, ni izquierda”. O, más precisamente: no es que el FN no se considere íntimamente como un partido de derecha, es que en relación con el juego supuestamente falsario entre el centro-derecha y el centro- izquierda, se siente tan alejado del primero como del segundo, y adopta como política comunicativa poner de manifiesto este rechazo –ver Imagen 14. Naturalmente, esto no obsta para que dirigentes como Bruno Mégret, Carl Lang, Bruno Gollnisch o el propio Jean-Marie Le Pen se auto-perciban como vinculados biográfica, afectiva y axiológicamente a la derecha. Pero por encima de esta identificación personal –de esta suerte de autoposicionamiento en sí-, todos ellos juzgan por un lado que si la distinción entre izquierda y derecha es la que separa ideológicamente al Partido Socialista de la RPR-UDF, entonces es una distinción que no merece la pena; y, por otro lado, que existen nuevos clivajes –particularmente la oposición mundialismo/nacionalismo- que ameritan una nueva organización de las identificaciones políticas. Ambas dimensiones se dirimen 388 Discurso de Jean-Marie Le Pen, 21 de abril de 2002, Noche Electoral de la primera vuelta de la elección presidencial. Puede encontrarse en Gougou, 2015: 323. 134 en el lema: “ni derecha ni izquierda: franceses”; es decir: “ni globalistas de derechas ni globalistas de izquierdas: nacionalistas franceses”. O como expresa el título de una de las obras de Samuel Maréchal –yerno de Jean Marie Le Pen y padre de Marion Maréchal Le Pen-: Ni derecha, ni izquierda: franceses. Contra el pensamiento único389. Bien es verdad que este cambio en las coordenadas políticas y en el modo de ubicarse en el tablero de las identificaciones políticas descoloca al sector más tradicional del partido, que protesta ante esta equiparación relativa –al menos desde el punto de vista comunicativo- entre derecha e izquierda. Sin embargo, el lema hará fortuna. De hecho, en el ciclo posterior Marine Le Pen no hará sino incidir en este camino, introduciendo matices importantes, pero manteniendo la famosa doble exclusión –“ni…ni”- del eslogan. Imagen 14: Cartel creado por las Juventudes del FN en 1997390. El segundo cambio no se explicita en el discurso de Jean-Marie Le Pen del 21 de abril de 2002, pero sí puede vislumbrarse. Se trata de la reducción de los marcadores neoliberales y favorables a la desregulación económica tanto en la retórica como en los programas del partido. De acuerdo con el análisis de los programas económicos del FN realizado por Gilles Ivaldi, desde el año 1997 la formación lepenista propone casi “la misma cantidad de medidas tomadas de la izquierda –46%- como de la derecha –54%”391. Subida del salario mínimo, aumento de las pensiones, incremento de la partida destinada a becas y puesta en marcha 389 Márechal, S. (1996): Ni gauche ni droite: Français! Contre la pensée unique, París: Alizés. 390 “Ni derecha ni izquierda: ¡franceses! Los jóvenes con Le Pen”. Puede encontrarse en: Igounet, 2016: 128. 391 Ivaldi, G. (2015): “Du néoliberalisme au social-populisme? La transformation du programme économique du Front National (1986-2012)”, en: Crépon, S. & Dézé, A. & Mayer, N. (2015): Les faux- semblants du Front National. Sociologie d’un parti politique, París: Presses Universitaires de Sciences Po, 173. 135 de un ingreso parental para las familias francesas –ver Imagen 15. Y es que, en efecto, siguiendo el ejemplo de otros partidos de la derecha radical europea, el FN agrega a sus programas un conjunto de temas y declinaciones discursivas que “contrastan con las orientaciones libre-cambistas de los años precedentes”392. De este modo, la formación lepenista pasa de ser inequívocamente de derechas en el plano económico a situarse a medio camino entre la derecha y la izquierda. No por casualidad Jean-Marie Le Pen abandona la imagen del “centinela en la torre” a la hora de definirse políticamente para apuntarse a una descripción mucho más ecléctica: “socialmente soy de izquierdas, económicamente soy de derechas, y nacionalmente soy de Francia”393, declara repetidamente durante la campaña presidencial de 2002. De hecho, uno de los eslóganes- faro del partido durante esa época promete “lo social, sin el socialismo”. Y otros, como el de la Imagen 15, proclaman que “lo social, es el FN”. Imagen 15: Cartel del Frente Nacional utilizado durante la década de 1990394. Hay que tener en cuenta que uno de los objetivos del FN durante este período es consolidar el voto obrero conseguido a lo largo de la década de 1990. Por eso Jean-Marie Le Pen promociona el carácter “social” de su partido y multiplica sus apelaciones directas a “los trabajadores pobres”, los “pequeños”, los “jubilados”, los “excluidos” o los “sin grado”. Por eso también instaura la celebración de una manifestación el 1 de mayo de cada año en honor a Juana de Arco con el fin de competir ese día mediáticamente con los sindicatos y partidos de izquierda. Valérie 392 Ivaldi, 2015: 172. 393 Jean-Marie Le Pen, Mítin de Marsella, 17 de abril de 2002. Enlace web disponible aquí: https://www.youtube.com/watch?v=iONOMJfsAKM [desde 0:39 hasta 0:49] 394 El cartel dice lo siguiente: “Salario parental de 6000 francos para las madres o padres de familia francesa. ¡Es posible con las 300 medidas! Lo social es el Frente Nacional”. Puede encontrarse en Igounet 2016: 133. https://www.youtube.com/watch?v=iONOMJfsAKM 136 Igounet recoge un documento interno del Frente Nacional de la época en el que se afirma que “ha llegado el momento de recuperar el mito de la justicia social del que la izquierda se ha apropiado”395. El FN desea competir en el eje de la justicia social usando el caparazón de lo nacional; esto es, conjugando la exaltación de la patria con la solidaridad nacional. O, lo que es lo mismo: proponiendo lo social ampliado para lo nacional ampliado. El tercer cambio apunta a la institución de un nuevo enemigo -la globalización- y al señalamiento de sus representantes político-económicos –las grandes corporaciones transnacionales, las instituciones y tratados de la UE, los Estados Unidos, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. El FN se adscribe al movimiento antiglobalización que ofrece una plataforma narrativa para apuntalar los dos cambios anteriores. Si el peligro ya no es el comunismo –ya no puede serlo tras la caída de la URSS- sino la ausencia de fronteras, entonces deja de tener sentido reforzar el marchamo neoliberal reaganiano como barrera frente a la amenaza de una presunta colectivización de la economía, y empieza a cobrarlo tanto una cierta dosis de proteccionismo comercial con acento social como la equidistancia frente a la izquierda –mundialista- y la derecha – mundialista. De este modo, el polo antiglobalización ejerce de base, punto de apoyo o superficie de inscripción de las otras dos flexiones discursivas. Pero es que además el vector antiglobalización no sólo sostiene y refuerza los elementos anteriores, sino que también abre la puerta a nuevas declinaciones hasta ahora inexploradas del discurso frontista. En efecto, la retórica antiglobalizadora viene acompañada de una exaltación de la soberanía nacional y del recurso al referéndum como forma de decisión colectiva. La confrontación dialéctica con los organismos supra- nacionales donde se toman “las decisiones importantes”, ofrece al FN la oportunidad de presentarse como un actor político favorable a la participación ciudadana en la democracia –la muy entonces en boga democracia participativa- y recusar así implícitamente las acusaciones históricas de fascismo. De ahí que en los programas del partido empiecen a proliferar las propuestas de celebración de referéndums para una multitud de cuestiones –pena de muerte, construcción de mezquitas, aprobación de tal o cual tratado europeo, etc. Y de ahí también que el partido de Jean-Marie Le Pen concentre 395 Igounet, 2016: 35. 137 una gran cantidad de energía política en la campaña celebrada en 2005 sobre el referéndum para la aprobación de la Constitución Europea o Tratado de Lisboa. No obstante, a pesar de la novedad que aportan estos tres cambios, la retórica del Frente Nacional persiste en una línea muy similar a la del período anterior no sólo en cuanto al contenido, sino también en cuanto a la forma de transmitirlo. Jean-Marie Le Pen continúa diciendo lo mismo sobre inmigración, aborto, eutanasia, pena de muerte, nacionalidad o fronteras, pero sobre todo sigue diciéndolo de la misma manera; es decir, con el mismo estilo provocador y de enfant terrible que le había hecho famoso en 1984. Aún más: el líder del FN acentúa su tendencia a las boutades, las insinuaciones indeseables y los juegos de palabras acerca del Holocausto, la Segunda Guerra Mundial, el SIDA, los homosexuales, los jugadores de la selección francesa de fútbol, la desigualdad de razas o la comunidad gitana en Francia. Hasta el punto de que las salidas de tono de Jean-Marie Le Pen llegan a conformar prácticamente un subgénero de información periodística en Francia: los llamados dérapages del presidente del FN. He aquí algunos de los más incendiarios: “Yo soy un apasionado de la historia de la Segunda Guerra Mundial y me hago una serie de preguntas. No digo que las cámaras de gas no hayan existido. Yo mismo no he podido comprobarlo. Y no he estudiado especialmente la cuestión. Pero creo que son un punto de detalle [point de détail] de la historia de la Segunda Guerra Mundial”396. Para dirigirse al ministro de las Administraciones Públicas, Michel Durafour, comienza del siguiente modo: “Señor Durafour crematorio…”397. “En Francia al menos la ocupación alemana no fue particularmente inhumana, aunque se produjeron abusos”398. “Creo en la desigualdad de razas, por supuesto que sí. Toda la Historia lo demuestra: no tienen ni la misma capacidad ni el mismo nivel de evolución histórica”399. 396 Declaraciones de Jean-Marie Le Pen al programa Le Grand Jury de la cadena RTL el 13 de septiembre de 1987. 397 Declaraciones de Jean-Marie Le Pen durante un mítin celebrado en Niza el 2 de septiembre de 1988. 398 Declaraciones de Jean-Marie Le Pen al semanario de extrema derecha Rivarol realizadas el 9 de enero de 2005. 399 Declaraciones de Jean-Marie Le Pen durante la Universidad de Verano del Frente Nacional celebrada el 30 de agosto de 1996. 138 “Yo creo que es un poco artificial hacer venir a jugadores del extranjero y bautizarlos como la selección francesa de fútbol”400. “Yo creo que las personas que tienen SIDA son una especie de leprosos que se contagian o bien por sodomía -el 80%- o bien por el uso de drogas -el 17%-”401. A la salida de un mítin en la octava circunscripción de Yvelines, Jean-Marie Le Pen se enfrenta a un manifestante anti-fascista al grito de “pelirrojo maricón”402. Las salidas de tono de Jean-Marie Le Pen con respecto al sentido común de postguerra no sólo tienen como efecto la creación de un personaje mediático polémico y a la vez reconocible, sino que además provocan dos efectos que marcan el ciclo 1995-2011, a saber: 1) la escisión interna promovida por Bruno Mégret, antiguo número dos del partido, y 2) la aplicación de una férrea política de “cordones sanitarios” y aislamiento político al Frente Nacional por parte de sus adversarios. Respecto al primer punto, las continuas provocaciones de Jean-Marie Le Pen exasperan a una parte importante del partido –los llamados mégretistas- que interpretan esta conducta del líder como un auto-boicot tanto a la política de credibilización del partido como a sus posibilidades de crecimiento electoral: “¿cómo convencer a la opinión pública de que el FN es un partido de gobierno mientras su jefe se comporta como un agitador incontrolable?”403, se pregunta el propio Bruno Mégret. La corriente interna que él lidera tiene como principal objetivo estratégico el acercamiento a la derecha clásica –RPR y UDF- con el fin de poder acceder algún día a cuotas de poder tanto a nivel municipal como a nivel regional y, sobre todo, a nivel legislativo en la Asamblea Nacional404. Sin embargo, la reincidencia de Jean-Marie Le Pen en los dérapages y los escándalos mediáticos que estos suscitan aleja continuamente la posibilidad de acuerdos con la 400 Declaraciones públicas de Jean-Marie Le Pen realizadas el 23 de junio de 1996, un día después de que la selección francesa de fútbol se clasificara para las semifinales de la Eurocopa de ese año. 401 Declaraciones de Jean-Marie Le Pen en el programa L’heure de vérité retransmitido el día 6 de mayo de 1987. 402 Afirmaciones de Jean-Marie Le Pen a la salida de un mítin celebrado en la octava circunscripción de Yvelines el 20 de mayo de 1997. 403 Albertini & Doucet, 2013: 214. 404 El modelo a seguir para Bruno Mégret es el de la Alleanza Nazionale de Gianfranco Fini, que había convertido el viejo partido neofascista MSI en una organización capaz de entrar en gobierno de coalición con Silvio Berlusconi. 139 derecha clásica. Además, Bruno Mégret, artífice del buen funcionamiento de la maquinaria electoral frontista, aspira indisimuladamente a suceder a Jean-Marie Le Pen a la cabeza del FN; meta cada vez más improbable a medida que las discrepancias estratégicas y las desavenencias personales entre los dos aumentan. Estos dos son los motivos principales que conducen a Mégret y a los mégretistas a escindirse del Frente Nacional y crear un nuevo partido en enero de 1999 con el nombre de “Frente Nacional- Movimiento Nacional” –FN-MN-, más tarde conocido como Movimiento Nacional Republicano –MNR-405. La escisión es importante no sólo por cuanto revela algo acerca de la intensidad de los debates internos dentro del Frente Nacional –a saber: los orígenes de la llamada desdiabolización y las resistencias internas que provoca-, sino también desde el punto de vista orgánico: el FN se divide literalmente en dos y pierde 140 consejeros regionales –de un total de 275-, 62 secretarios federales –de un total de 102- y varias de sus estructuras de implantación local. Las razones de esta ruptura debilitan considerablemente el liderazgo de Jean-Marie Le Pen –hasta entonces prácticamente incuestionado- y la construcción del mito que él había hecho de sí mismo406. Al mismo tiempo, los dérapages de Jean-Marie Le Pen traen consigo un cambio en el modo como la derecha clásica se relaciona con el Frente Nacional: algunos sectores de los conservadores franceses -especialmente en el RPR- pasan de mirar con cierta simpatía al FN reaganiano y anti-comunista en el período 1983-1988, a aplicar en los años noventa una férrea política de aislamiento a la formación lepenista en nombre de la República y los valores republicanos. En un principio la derecha clásica francesa se dice a sí misma que “siempre es peor tener cuatro ministros comunistas que llegar a acuerdos locales puntuales con las listas del Frente Nacional”407. Y se convence de que los votos del FN pueden ser decisivos a la hora de desempatar posibles duelos con el Partido Socialista en segunda vuelta; por lo que algún tipo de acercamiento táctico podría resultar conveniente. Esta política de aproximación relativa y reconocimiento político por el cual el Frente 405 Para ampliar información tanto sobre la forma como sobre el fondo de la división interna en el FN, ver: Albertini & Doucet, 2013: 207-243; Lecoeur, 2003: 103-123; y finalmente: Nieva & Orella, 2015: 77-83. 406 “El mito de Jean-Marie Le Pen lo presenta como un patriota anti-comunista de larga data, cuya trayectoria lo llevó desde una infancia pobre en Bretaña hasta París, vía el maquis, primero como estudiante activista de derechas, más tarde en enero de 1956 al centro mismo de la vida política francesa: la cámara de la Asamblea Nacional francesa. El mito pone gran énfasis en el hecho de que Le Pen es un hombre hecho a sí mismo. Y de que su vida está guiada por el patriotismo (…) Tanto es así que en el FN se da prácticamente un culto a la personalidad centrado en Le Pen; su cara y su nombre están por todas partes: Le Pen, el hijo de un pescador bretón; Le Pen, el paracaidista en Indochina y Argelia; Le Pen, el joven diputado poujadista; y Le Pen, salvador potencial de la nación” (Marcus, 1995: 28). 407 Marcus, 1995: 135. 140 Nacional sería menos peligroso que el Partido Comunista -¡al menos el primero no recibe órdenes del extranjero!, argumentan algunas voces de la derecha mainstream- se extiende a lo largo de los años ochenta y tiene como epítome los casos de Dreux, Drôme y Grasse. Sin embargo, desde mediados de la década de 1990 la posición de los conservadores franceses cambia radicalmente: el FN se transforma de socio incómodo a formación infréquentable. De “partido con el que se comparten las mismas preocupaciones y valores”, como señaló Charles Pasqua en un intento de coquetear con los votantes lepenistas durante la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de 1988, a “formación completamente ajena al consenso republicano”. De partido excesivo a partido diabolizado. En suma: de simplemente mal menor a Mal Absoluto. Este punto es fundamental porque condiciona toda la historia posterior del Frente Nacional. Hasta el extremo de que sin este proceso de demonización no se entiende ni la intensidad del enfado que precipita la escisión mégretista ni tampoco el grueso de las elecciones estratégicas que toma el equipo de Marine Le Pen. La reincidencia en las salidas de tono es interpretada de dos maneras que son devastadoras para la imagen del partido. En primer lugar como caída de las máscaras, desvelamiento y toma de contacto con la realidad: las boutades de Jean-Marie Le Pen mostrarían la verdadera cara del Frente Nacional; o sea, su auténtico pensamiento, sin cosmética ni trampantojos. En segundo lugar como regreso de un fantasma conocido de la política francesa: el espectro de la intolerancia y el fascismo; es decir, el Frente Nacional sería el heredero de una forma de pensar de la que la Francia oficial se avergonzaría. Ambas interpretaciones coadyuvan a la creación del cordón sanitario como metáfora que enmarca la manera en que a partir de los años noventa la mayor parte de la sociedad francesa concibe al FN y se piensa a sí misma. El cordón sanitario dibuja al Frente Nacional como un virus, un peligro, una enfermedad para la paz civil y una amenaza para la continuidad de la comunidad. No sólo eso: la metáfora del cordón sanitario sitúa al FN como un agente externo, como un sujeto exógeno a la cultura política francesa, del que en todo caso es preciso defenderse. Connota urgencia e invita a la alarma. A permanecer alerta. Por eso, una vez asentado el marco del cordón sanitario, los partidos de la derecha mainstream rechazan por sistema cualquier tipo de colaboración con el partido de Jean-Marie Le Pen. Además, el cordón sanitario está apellidado como republicano, lo que nos dice algo acerca de cómo los partidos franceses se piensan a sí mismos en relación con el FN. Y es 141 que, en efecto, el ostracismo a la formación de Jean-Marie Le Pen se justifica en nombre de la República: de sus valores y su modo de vida. De este modo, los partidos del establishment se auto-conciben como custodio de las esencias republicanas en peligro; de tal suerte que el rechazo al Frente Nacional adopta un cariz identitario, esto es, de defensa del Nosotros -de nuestro modo de vida- contra aquel que viene a destruirlo. De ahí que las manifestaciones contra el FN revistan a partir de ese momento un marcado carácter ético, de afirmación de la comunidad de valores, del ideal republicano y de la posibilidad de vivre ensemble [vivir juntos]. 7.4 Declive de Jean-Marie Le Pen y transición al liderazgo de Marine Le Pen En esta situación de relativa continuidad en los marcadores discursivos, marginación política y debilidad electoral afronta el Frente Nacional la sucesión en su liderazgo tras casi cuarenta años de presidencia de Jean-Marie Le Pen. Se trata de un sub-período importante en la historia del partido por cuanto evidencia por un lado el agotamiento del estilo de Jean-Marie Le Pen y sus patrones discursivos, y, por otro lado, refleja de manera especialmente transparente las diferencias estratégicas entre el líder histórico y su hija Marine Le Pen. El liderazgo de Jean-Marie Le Pen llega a las elecciones presidenciales de 2007 cuestionado y disminuido en su capacidad para generar consentimiento en torno a él. Mientras la vieja guardia le acusa de tozudez a la hora de no querer ceder el mando del partido, la nueva corriente representada por Marine Le Pen no entiende el empeño del líder histórico en continuar dando una imagen pésima –agresiva, caricaturizable, controvertida- de sí mismo. Unos y otros entienden que el tiempo de Jean-Marie Le Pen ha pasado. Que su modo de entender la política como choque o contraposición permanente, su relación ambivalente con los medios de comunicación, su convicción de que la clave está en que se hable constantemente -aunque sea mal- del partido y su ethos militar que le lleva a encajar mal la pluralidad interna de la organización, constituyen una rémora para el Frente Nacional. Además, todos ellos apuntan a su edad [en 2007 cumplía 79 años] como un motivo para repensar la conveniencia de su continuidad. Los resultados 142 de las elecciones presidenciales y legislativas de 2007, así como de las europeas de 2009, no hacen sino apuntalar estas críticas –ver Tabla 3. Pero además de la crítica al estilo con que Jean-Marie Le Pen maneja tanto su relación con los medios como la pluralidad de voces dentro del partido, también se expande una crítica al contenido de las declaraciones que enladrillan la comunicación ordinaria del líder del FN. Esta última se hace especialmente evidente a lo largo de la campaña presidencial del año 2007. El entorno de Marine Le Pen desea proteger al FN de la demonización que de él hacen sus adversarios. Para lograrlo confía en la sagacidad de Marine Le Pen como directora de campaña y en la capacidad de influencia sobre su padre. Se trata fundamentalmente de normalizar la imagen del partido, para lo cual el equipo de Marine Le Pen estima que se necesitan introducir al menos tres cambios en el contenido de la propuesta discursiva de la formación: 1) no hablar de temas relacionados con la II Guerra Mundial, el Holocausto, la guerra de Argelia o el imperio colonial francés; 2) sí hablar en cambio de las preocupaciones y problemas cotidianos que padecen los franceses; y 3) eludir cualquier confrontación con los símbolos de la República francesa. En este sentido, el equipo de Marine Le Pen -compuesto esencialmente por Louis Alliot, Éric Iorio y Olivier Martinelli- rechaza cualquier tipo de incursión mínimamente polémica por la historia francesa del siglo XX aduciendo un doble argumento: en primer lugar el objetivo del Frente Nacional no es decir la verdad que desnude las mentiras del establishment, sino ganar las elecciones; y, en segundo lugar, es preciso desenclavar la percepción del FN como una formación de “viejos” obsesionados con las derrotas del pasado, y empezar a hablarle a los franceses de sus problemas del presente, de tal suerte que se pueda modernizar la imagen del partido. Por otro lado, el entorno de Marine Le Pen exhorta a abandonar el uso de expresiones burlescas como “ripoublicains” -juego de palabras entre “republicano” y “podrido” o entre “republicano” y “corrupto”- al que era muy aficionado Jean-Marie Le Pen408, con el razonamiento de que no es conveniente “caer en la provocación gratuita”409 contra los símbolos y palabras con las que se identifica la inmensa mayoría de los franceses. Aún más: quienes diseñan la campaña presidencial de 2007 recomiendan aplicar un barniz republicano al discurso del Frente Nacional; es decir, apuestan no sólo por no confrontar directamente con el imaginario de 408 Olive, 1995: 128. 409 Le Pen, 2006: 73 143 la République, sino incluso por presentar los fundamentos del pensamiento lepenista sobre identidad, seguridad o inmigración como enlazados con los valores republicanos. Marine Le Pen resume el espíritu de estas líneas estratégicas con una frase: “hay que desembarazarse de la túnica de Belcebú que nos han puesto”410. Naturalmente no estamos ante transformaciones que atañan a la base ideológica del Frente Nacional o que modifiquen en lo esencial las premisas discursivas sobre las que se construye la retórica del partido; no estamos desde ningún punto de vista ante una mutación en las ideas y valores de la formación lepenista -no hay más que consultar el programa de 2007-; pero la influencia del marinismo sí supone un cambio en la manera en que se eligen los temas y en el modo en que se componen, organizan y presentan los marcadores ideológicos del FN. El núcleo simbólico-discursivo que conforma la identidad del partido queda preservado; sin embargo, el modo de expresarlo –su mise en forme- se ve ligeramente modificado411. Por su parte, la vieja guardia -compuesta fundamentalmente por Bruno Gollnisch, Carl Lang, Bernard Antony o Jean-Claude Martínez- observa con enorme suspicacia las omisiones y cambios de frame que el equipo de Marine Le Pen intenta introducir en el discurso frontista. No sólo perciben las “consignas marinistas” como un ataque a lo que se había hecho hasta ahora, sino que consideran un error el empeño en desdemonizar el partido: “dédiabolisation, piège à cons” [“desdiabolización, trampa para imbéciles”], repiten en aquel momento. Normalización rima con desnaturalización, pero sobre todo, sostiene el entorno de Gollnisch, es un corsé que se le pone al carisma desbordante de Jean-Marie Le Pen, verdadero activo electoral del partido. Con estos argumentos esta corriente aspira a influir en Jean-Marie Le Pen para que entorpezca la serie de innovaciones que el equipo de Marine Le Pen quiere introducir en la campaña. Y en cierta medida lo consiguen. 410 Le Pen, 2006: 79. 411 Para una comprensión más cabal de la renovación por la que apuesta el marinismo en la primera década del siglo XXI, ver los siguientes documentos visuales: 20h Journal de France 2 (2003, 16, diciembre): “Émission du 15 décembre”, France 2: https://www.youtube.com/watch?v=6p-NmS7tr8M ; y también: 20h Journal de France 2 (2002, 29, mayo): “Marine Le Pen en campagne”, France 2: https://www.youtube.com/watch?v=nvbAeBwYw4Q https://www.youtube.com/watch?v=6p-NmS7tr8M https://www.youtube.com/watch?v=nvbAeBwYw4Q 144 La bicefalia en la campaña presidencial de 2007, con Jean-Marie Le Pen como candidato y Marine Le Pen como directora estratégica, muestra a las claras tanto el intento de renovar la imagen y el discurso del partido como las fricciones que estas tentativas provocan. Uno y otro extremo -renovación y continuidad- se hacen tan patentes que en ocasiones la campaña patina y se vuelve esquizofrénica. Así ocurre por ejemplo con los guiños y apelaciones a los franceses de origen inmigrante formulados en clave republicana durante el discurso de Valmy412; o la invitación directa a los inmigrantes de segunda y tercera generación a sumarse al proyecto del Frente Nacional que Jean-Marie Le Pen realiza en la banlieue parisina de Argenteuil; ambos mensajes radicalmente contravenidos por las declaraciones que el propio Jean-Marie Le Pen efectúa unas semanas después criticando el origen húngaro del presidente Nicolás Sarkozy, o riéndose de las bromas antisemitas realizadas por el humorista Dieudonné: “¡Os invito a uniros a nosotros! A vosotros, a quienes hemos sabido tan bien asimilar en el pasado, cuando nuestro bello país suscitaba deseo y respeto, antes de que los estragos de mayo del 68 no hubieran expandido por todas partes el odio hacia lo que es francés (…) En la medida en que respetéis nuestras costumbres y nuestras leyes, en la medida en que no aspiréis más que a crecer en este país a través del trabajo, nosotros estamos preparados, como siempre lo estuvimos en el pasado, a fundiros en el crisol nacional y republicano”413. “Vosotros sois aquí las ramas del árbol de Francia, vosotros sois franceses a parte completa. Si algunos querrían haceros invisibles para excluiros, nosotros queremos ayudaros a salir de estos guetos de banlieue en los que los políticos franceses os han aparcado para luego llamaros gentuza414[racaille]”415. 412 La elección de Valmy como lugar para realizar un discurso no es en modo alguno casual, sino que pretende provocar un golpe de efecto, algo así como un terremoto en la imagen del Frente Nacional. Y es que, en efecto, Valmy es un lugar simbólico porque fue allí donde el ejército revolucionario logró en 1792 una célebre victoria contra las tropas prusianas. 413 Jean-Marie Le Pen, Discurso de Valmy, 20 de septiembre de 2006. Puede encontrarse en el siguiente enlace web de la asociación Égalité et Réconciliation, cuyo fundador Alain Soral (ex del Partido Comunista Francés) fue en ese momento un estrecho colaborador de Jean-Marie Le Pen: https://www.egaliteetreconciliation.fr/Discours-de-Valmy-2974.html 414 Alusión a las declaraciones hechas por Nicolás Sarkozy en el invierno de 2005 tras la oleada de disturbios que sacudió Francia. El episodio en el que Sarkozy realiza estas afirmaciones polémicas puede encontrarse en el siguiente enlace web: https://www.youtube.com/watch?v=Bs2TiewZWXI 415 Jean-Marie Le Pen, Discurso de Argenteuil, 6 de abril de 2007. 145 “Si yo me hubiera hecho húngaro siendo de origen francés, no se me pasaría por la cabeza presentarme como candidato a la presidencia de la república húngara”416. Estas dos corrientes internas dirimen sus diferencias estratégicas en el XIV Congreso del Frente Nacional celebrado en Tours los días 15 y 16 de enero de 2011, en el que se decide la sucesión de Jean-Marie Le Pen y la presidencia del partido. Los dos candidatos a suceder al líder histórico de la formación son precisamente Bruno Gollnisch - representando al sector tradicional del partido- y Marine Le Pen -encabezando la lista de los renovadores. El primero es apoyado sobre todo por cuadros medios del partido, así como por varias cabezas visibles históricas del FN: Marie-France Stirbois, Jacques Bompard o Roger Holeindre. Ideológicamente, Bruno Gollnisch es un “contra- revolucionario declarado, próximo a los católicos tradicionalistas”417: una figura prototípica del nacionalismo francés reaccionario de la segunda mitad del siglo XX. Gollnisch no tiene inconveniente en tratar de rehabilitar la figura del mariscal Pétain o en indignarse por las traiciones del general De Gaulle durante la guerra de Argelia. Tampoco en fustigar al régimen de la V República o en declarar como principal enemigo al “terrorismo intelectual” socialdemócrata. Todo ello aderezado por una vasta cultura japonesa. El entonces vicepresidente del partido se encuentra cómodo en la descripción del Frente Nacional como una formación de derecha “nacional, social y popular”. Por este motivo durante mucho tiempo es considerado como el delfín de Jean-Marie Le Pen: su ahijado intelectual o heredero político. La candidatura que encabeza Bruno Gollnisch critica la estrategia de desdiabolización o normalización defendida por Marine Le Pen utilizando principalmente cuatro argumentos: 1) desnaturaliza al partido desmontando una identidad política construida durante cuarenta años -si se terminara de aplicar, el FN perdería su quién en las coordenadas ideológicas francesas-; 2) implica una concesión al sistema político- mediático e ideológico contra el que el movimiento nacional se ha construido que, para colmo, después no será retribuida en términos de un mejor trato; 3) olvida la necesidad de preservar los compromisos axiológicos del partido con causas históricas justas -por muy mala prensa que tengan-; y 4) resulta infructuosa en términos electorales, como 416 Jean-Marie Le Pen, Declaraciones realizadas en el programa Les 4 vérités de la cadena France 2 el 12 de abril de 2007. 417 Albertini & Doucet, 2013: 259. 146 demuestra la experiencia mégretista de tentativa de desdemonización aplicada tras la escisión418. Además, la candidatura de Gollnisch reprueba las posiciones de la corriente de Marine Le Pen sobre el aborto, la homosexualidad o el divorcio, a las que juzga como “excesivamente blandas” e influidas por “las ideas de mayo del 68”419. Por su parte, la candidatura de Marine Le Pen describe a Gollnisch como “el campeón de todos los grupúsculos radicales, caricaturescos y anacrónicos”420, cuya estrategia haría recaer al FN en el “túnel sin fin de la diabolización”421. El diagnóstico marinista parte de la idea de que la demonización del partido que han construido los medios de comunicación y sus adversarios políticos “ha separado al Frente Nacional de la sociedad civil”422 y ha creado una suerte de costra en los oídos de los franceses que les impide escuchar sin distorsiones morales el mensaje lepenista. De ahí que argumente que la primera necesidad del FN, su urgencia más apremiante, sea normalizarse; es decir, convertirse en un “partido igual que los demás”; donde normalizarse significa fundamentalmente: 1) lograr la desdiabolización moral de la formación -esto es, conseguir que el lepenismo deje de estar éticamente estigmatizado para así estar en condiciones de romper el denominado “cordón sanitario”-, y 2) credibilizar técnicamente al FN -es decir, ser capaces de dejar atrás la etiqueta de “partido protesta” y empezar a mostrarse como una formación solvente desde el punto de vista de la gobernabilidad. Finalmente, Marine Le Pen se impone a Bruno Gollnisch como presidenta del Frente Nacional con más de dos tercios de los votos. De este modo se cierra la tumultuosa sucesión de Jean-Marie Le Pen y se inaugura una etapa cualitativamente nueva en el FN. Como veremos en el capítulo 10, desde el punto de vista estratégico el nuevo ciclo estará marcado por la profundización en la moralización y desdiabolización del partido, por la promoción de rostros más jóvenes y amables en la portavocía, por el impulso a un tipo de lenguaje y de formas menos encorsetadas; pero, sobre todo, por la búsqueda de la transversalidad política bajo el paraguas de la soberanía y la lucha contra la austeridad económica. A esta serie de transformaciones orientadas a modificar la posición del FN en 418 Los resultados electorales del partido fundado por Bruno Mégret (el Movimiento Nacional Republicano) en 1999 son muy pobres: 3,28% de los votos en las elecciones europeas de 1999, 3,3% de los votos en las elecciones presidenciales de 2002, y 1% de los votos en las elecciones legislativas de ese mismo año. 419 Albertini & Doucet, 2013: 309. 420 Albertini & Doucet, 2013: 305. 421 Albertini & Doucet, 2013: 305. 422 Marine Le Pen, Declaraciones al programa Le Grand Jury, Cadena RTL, 17 de enero de 2003. 147 el sistema de partidos francés, el tipo de apelación que realiza a la ciudadanía y los rasgos que lo atraviesan como formación política, lo denominaremos “hipótesis Philippot”. Por tanto, desde el punto de vista estratégico, la presidencia de Marine Le Pen desde 2011 hasta 2018 estará marcada por el rumbo que imprime la “hipótesis Philippot”. Esta orientación estratégica será dominante en el Front National hasta la celebración del XVI Congreso en Lille en marzo de 2018 –los días 10 y 11– y hasta entonces condicionará profundamente la personalidad política y el liderazgo de Marine Le Pen. También la identidad política asociada al FN. A partir de aquel congreso y de la salida precipitada de Philippot del Frente Nacional, la dirección estratégica del partido se renueva. Las razones e implicaciones del abandono de la “hipótesis Philippot” por parte de la derecha radical francesa serán analizadas en la sección 4 de esta tesis doctoral, junto con los argumentos que paralelamente motivan el cuestionamiento de la “hipótesis Errejón” en el caso de Podemos desde enero de 2016. Sin embargo, desde la celebración del XIV congreso en Tours hasta la celebración del XVI congreso en Lille, las transformaciones que introduce la “hipótesis Philippot” en la trayectoria estratégica del FN involucran aspectos tan centrales que abren la pregunta acerca de si la formación lepenista no está inaugurando en 2011 un tipo de oferta político- discursiva cualitativamente novedosa con respecto no sólo a su propio pasado, sino también en comparación con el resto de derechas radicales europeas. Es decir, de si no está proponiendo algo sustancialmente nuevo desde un punto de vista de los programas, el discurso y la estrategia de su familia política de referencia. Por este motivo, en el siguiente capítulo nos proponemos explorar la teoría de las fórmulas ganadoras de la derecha radical europea con una doble finalidad: 1) por un lado, enmarcar la historia estratégico-discursiva del Front National en el contexto más amplio de las derechas radicales europeas; y 2) por otro lado, evaluar el significado de la “hipótesis Philippot” a la luz de esta aportación teórica específica. 148 8 La teoría de las fórmulas ganadoras de la derecha radical La teoría de las fórmulas ganadoras de la derecha radical elaborada por Herbert Kitschelt y Anthony McGann, y después retomada por innumerables investigadores en ciencia política, ofrece un marco conceptual fecundo para definir la evolución ideológica, discursiva y programática del Front National hasta la llegada al liderazgo de Marine Le Pen, y, sobre todo, ayuda a pensar la trayectoria posterior del discurso y de la estrategia del FN. Además tiene la virtud de situar las distintas ofertas programático-discursivas del Frente Nacional en su contexto histórico y en el contexto de su familia de partidos de referencia. Es decir, la teoría de las fórmulas ganadoras de la derecha radical proporciona por un lado una herramienta heurística para comprender las transformaciones en la oferta política del Front National a lo largo de sus casi cincuenta años de historia y, por otro lado, permite comparar y poner en común esta trayectoria con la de otras formaciones de su misma familia ideológica. Como corolario, la teoría de Kitschelt y McGann brinda la posibilidad de contrastar la oferta discursivo-programática del FN en el período 2011- 2018 con ambos modelos de fórmula ganadora para determinar si hay adecuación a alguna de las fórmulas ganadoras, diferenciación radical con las mismas, o innovación con respecto a alguna de ellas. De hecho, como veremos a continuación, el modelo de la primera fórmula ganadora de la derecha radical se corresponde de manera casi perfecta con el tipo de discurso y de oferta política que realiza el Frente Nacional durante el período 1984-1995. No es casual que los politólogos Herbert Kitschelt y Anthony McGann tomaran al partido de Jean- Marie Le Pen como una de las formaciones de referencia –junto al FPÖ austríaco y la Liga lombarda-, ni tampoco que el texto en el que explicitan esta teoría se publicara en el año 1995. Paralelamente, el modelo de la segunda fórmula ganadora –o “fórmula ganadora revisada”- de la derecha radical es congruente con la retórica y el contenido de los programas electorales del Frente Nacional que hemos descrito en el apartado anterior en el epígrafe correspondiente al período 1995-2007. Los autores revisan la fórmula ganadora para dar cuenta de una transformación en la oferta política de la derecha radical europea que se corresponde bastante bien con los cambios en el programa económico del 149 Front National entre mediados de la década de 1980 y mediados de la década de 1990; o, lo que es lo mismo, desde el neoliberalismo a ultranza a una defensa sui generis del Estado del Bienestar. A esta versión revisada de la primera fórmula ganadora, que ellos analizan primero en Suiza y Austria y que después puede ser contrastada en otros países europeos, la denominan segunda fórmula ganadora de la derecha radical. No obstante, como también veremos, el marco conceptual de las fórmulas ganadoras pasa por alto algunas transformaciones de calado en la oferta discursiva y programática de la derecha radical europea, y, muy particularmente, de la derecha radical francesa. O, más específicamente: los criterios con los que está construido el eje autoritarismo/libertarianismo diluyen algunos de los cambios más relevantes que las formaciones de derecha radical realizan a propósito de su relación con la democracia y con los procedimientos democráticos entre finales de la década de 1990 y comienzos de la década de los 2000. Lo que ocurre es que estos criterios están construidos de una manera que les impide captar ciertos matices discursivo-programáticos que a la postre pueden ser relevantes para caracterizar la elaboración de la identidad política del FN. Para tratar de solventar este déficit analítico, el apartado tres de este capítulo –“¿Hacia una tercera fórmula ganadora? La hipótesis Philippot”- aspira a acercarse lo más posible a los detalles y características programáticas y retórico-estratégicas del nuevo Frente Nacional de Marine Le Pen. Partiendo de la base de que, por un lado, este período ha sido aún relativamente poco estudiado –sobre todo en comparación con las estrategias y discursos de otros partidos de diferentes familias ideológicas-, y, por otro lado, ha servido como inspiración a diversas formaciones de derecha radical –singularmente la Lega Nord de Matteo Salvini. De este modo podemos enmarcar todo el desarrollo posterior de este capítulo destinado a evaluar: 1) en qué consiste la re-elaboración de la oferta política que realiza el equipo de Marine Le Pen, 2) en qué medida esta re-elaboración coincide con alguna de las fórmulas ganadoras, 3) qué papel tiene el populismo en la recomposición de la oferta política frontista que protagoniza el equipo de Marine Le Pen. Por último, resulta conveniente realizar una aclaración respecto de la expresión “fórmula ganadora”: con ella los autores no se refieren a una “receta mágica” o a algún tipo de “truco” que proporcione unos resultados electorales milagrosos, sino únicamente a un tipo de oferta política que en diferentes países ha logrado concitar el apoyo de diversos grupos sociales. No se trata por tanto de un modelo prescriptivo –un pasaporte para el 150 éxito-, sino meramente de una herramienta explicativa basada esencialmente en la descripción y el análisis. 8.1 La primera fórmula ganadora Herbert Kitschelt y Anthony McGann desean introducirse en el debate que se pregunta por las causas de la emergencia en toda Europa de una tercera ola de partidos de derecha radical423. Antes de ellos, otros estudios habían profundizado en la forma424 de la aparición súbita de estas formaciones en cada uno de los países, en la ideología425 que modulan y que habla a través de sus portavoces, en el contexto426 que hace posible este tipo de eclosión electoral, o en las consecuencias427de su ascenso electoral para los sistemas de partidos en los que se integran. Con esta motivación, Kitschelt y McGann publican un estudio titulado The Radical Right in Western Europe: a Comparative Analysis428 –1995- en el que ofrecen un modelo explicativo acerca de la aparición de nuevos partidos de derecha radical basado tanto en el lado de la demanda electoral como en la vertiente de la oferta política. Es decir, combinando ambos: los cambios acontecidos en la opinión pública y las modificaciones introducidas en los programas y discursos de los partidos. A la postre, este estudio se convertirá en un texto seminal en la materia. El modelo explicativo elaborado por ambos politólogos norteamericanos en este trabajo parte de dos premisas: 1) los partidos políticos siguen una lógica de maximización del voto, de tal manera que tratan de posicionarse continuamente en un lugar distintivo que singularice su oferta programática; 2) el éxito y el comportamiento de un partido político depende no sólo de la presencia o ausencia de un electorado cercano a su posición programática, sino también de las relaciones con el resto de formaciones dentro de un 423 La primera ola la compondrían los partidos de corte fascista y nazi que emergieron en Europa desde la década de 1920 hasta el final de la Segunda Guerra Mundial. La segunda ola la conformarían los partidos que en países como Francia, Italia, Noruega o Dinamarca lograron presencia política entre las décadas de 1950 y 1970 con programas de marcado carácter anti-fiscal y con un fuerte impulso destituyente respecto principalmente de los partidos socialdemócratas. La tercera ola comienza en los años 1980 y reúne a partidos de retórica y estética anti-establishment y con un claro motivo nacionalista e identitario –anti- inmigración. Ver: Taguieff, 2007: 25-35. 424 Ver: Ignazi, 1992. 425 Ver: Taggart, 1995; 426 Ver: Lipset, 1960; Inglehart, 1977; Prowe, 1994. 427 Ver: Betz, 1994; Katz & Mair, 1995. 428 Kitschelt, H. & McGann, A-J (1995). The Radical Right in Western Europe: a Comparative Analysis, Ann Arbor: University of Michigan Press. 151 sistema de partidos basado y sostenido en la competición. Por tanto, si ocurren grandes transformaciones en la opinión pública, ello puede dar lugar a cambios en la oferta programática de las formaciones políticas insertas en ese sistema de partidos, lo que a su vez genera “ventanas de oportunidad” para la emergencia de nuevas plataformas que ocupen los “nichos” en la oferta que han quedado “libres”. El modelo, como resulta manifiesto, está basado en la lógica de mercado. De acuerdo con estas premisas Kitschelt y McGann observan que durante las décadas de 1970 y 1980 los grandes partidos socialdemócratas y conservadores de Europa occidental han experimentado una transformación en su oferta programática siguiendo una tendencia centrípeta; es decir, ambos grupos de partidos habrían realizado un “viaje al centro” tanto en lo que se refiere a sus propuestas económicas como en lo que en Francia denominan “cuestiones societales” –estilos de vida, integración de minorías culturales, legislación respecto a los métodos anticonceptivos, el aborto, el divorcio o la unión de parejas homosexuales429. Este movimiento hacia el centro habría dejado un “espacio libre” tanto a la derecha como a la izquierda. Es preciso tomar en cuenta que McGann y Kitschelt piensan la competición partidista en términos de distribución sobre dos ejes: 1) el eje económico que iría desde una posición máximamente “socialista” a una posición máximamente “capitalista”; 2) el eje societal que transcurriría desde una posición máximamente “autoritaria” hasta una posición máximamente “libertaria”. Así las cosas, el “viaje al centro” de las fuerzas conservadoras y socialdemócratas sobre ambas dimensiones habría dejado un hueco en la izquierda para la aparición de nuevas formaciones con un programa más “estatista” sobre el plano económico y más “libertario” en cuestiones societales. Este espacio, según Kitschelt y McGann, lo habrían ocupado en Europa los nuevos partidos verdes y la izquierda alternativa en el período 1970-1990. Del mismo modo, el vacío en el sector derecho del tablero político lo habrían llenado las nuevas formaciones de la derecha radical. Al expresar esto, ambos autores están pensando por un lado en Die Grünen en Alemania, Les Verts en Francia, Federazione Verdi en Italia, o Écolo y Agalev en Bélgica; y, por otro lado, en el Front National francés, el Vlaams Blok flamenco y la Liga Lombarda italiana. 429 Kitschelt & McGann, 1995: 19-21. 152 El programa con el que las formaciones de la nueva derecha radical emergen en la escena política de sus respectivos países se caracteriza por ser significativamente más liberal sobre el eje económico que los partidos conservadores clásicos, y netamente más autoritario que los democristianos en lo que concierne a las cuestiones societales/estilos de vida. En otras palabras: cuando las principales plataformas de la derecha radical europea irrumpen en la escena política continental de los años setenta y ochenta lo hacen con una propuesta inequívocamente neoliberal y fieramente autoritaria sobre el plano de los valores. El caso del Frente Nacional es en este sentido paradigmático: Jean-Marie Le Pen se presenta ante la sociedad francesa como alguien que viene a revolucionar la oferta política; esto es, como un político que trae la modernidad económica a la anquilosada y acomplejada derecha tradicional francesa -–resa de postulados socialdemócratas/keynesianos-; y, al mismo tiempo, como aquel que se atreve a restaurar los valores clásicos de la derecha: la autoridad, el orden, el castigo, el sentido del deber, la honradez, la protección de la tradición y, cómo no, la defensa de aquellos que la portan –a saber: los verdaderos franceses, les Français de souche. Como hemos visto en el segundo período de la historia del FN, la formación de Jean- Marie Le Pen elabora su identidad política en torno al eje seguridad-identidad- inmigración, haciendo bandera explícitamente de su posición diferencial respecto del resto de partidos en cuanto a la pena de muerte, el aborto, el divorcio, la eutanasia o la preferencia nacional. Paralelamente, el Frente Nacional arremete contra todos sus rivales de izquierda y derecha blandiendo una posición “máximamente capitalista” en los términos de Kitschelt y McGann desde el punto de vista económico. No es en modo alguno casual que en esta época Jean-Marie Le Pen califique a las propuestas económicas de sus rivales precisamente como “socialistas”, dibujándose a sí mismo como el “Ronald Reagan francés”, e incluso como alguien en cuyo fuero interno las ideas de desregulación y privatización se habían anticipado a su puesta en marcha por parte del presidente de los EEUU. De acuerdo con Kitschelt y McGann, la combinación entre conservadurismo socio- cultural reforzado y liberalismo económico reforzado habría dotado a la oferta política de estos partidos de una singularidad específica, de una novedad, que no sólo les otorgaba capacidad de distinción, sino que además les ofrecía la posibilidad de ser altisonantes sobre dos planos. Es esta particularidad, esta heterodoxia programática, la que les permitía poner en práctica un estilo hasta ese momento poco común en la clase política, que se 153 caracterizaba por ser particularmente confrontativo, provocador o antagonista. Por su parte, la originalidad en el estilo fortalecería y retroalimentaría la imagen de partidos diferentes en lo que dicen, en cómo lo dicen y en lo que proponen. El ejemplo de Jean- Marie Le Pen vuelve a ser aquí iluminador. Con esta peculiar mezcla entre liberalismo económico, autoritarismo moral y estilo altisonante las principales formaciones de la derecha radical habrían logrado excelentes resultados electorales. Plataformas partidistas como el Front National francés, el Vlaams Blok flamenco, el FPÖ austríaco o la Lega Lombarda pasarían así de la marginalidad política a tasas de apoyo cercanas al 10% en Francia, Bélgica, Austria o Italia entre mediados de los años ochenta y mediados de los años noventa. Por todo ello Kitschelt y McGann denominan a este tipo de oferta programática “la fórmula ganadora de la derecha radical”430. Un tipo de oferta política que se caracteriza por ser: 1) común a las grandes plataformas electorales de esta familia ideológica, 2) distinta respecto del resto de otras familias ideológicas, 3) efectiva en el seno de la dinámica en la oferta de los sistemas de partidos de Europa occidental, y 4) exitosa desde el punto de vista electoral. En un principio Kitschelt y McGann creen que están definiendo el tipo de oferta política de una determinada familia de partidos en un momento concreto y en una situación específica de la competición partidista. Sin embargo, el surgimiento de otras formaciones de derecha radical en períodos posteriores con una oferta discursivo-programática similar a la winning formula abre una pregunta decisiva en el modelo de Kitschelt y McGann. A este respecto, los casos de Alternativa por Alemania o Vox en España, ambos fundados en el año 2013 y cuya eclosión electoral se da respectivamente en 2015 y 2018 –o aún más recientemente el caso de Chega en Portugal- resultan paradigmáticos de cómo se puede emerger ya bien entrado el siglo XXI con la misma fórmula ganadora de treinta o cuarenta años atrás. 430 Kitschelt &McGann, 1995: 86. 154 8.2 Segunda fórmula ganadora Durante la década de 1990 algunas formaciones de la derecha radical introducen cambios notables en su oferta política. Los primeros en darse cuenta de ello y dejarlo por escrito431 son dos politólogos nórdicos, Jorgen Gould Andersen y Tor Bjorklund, que, analizando las propuestas del Partido del Progreso danés y el Partido del Progreso noruego, perciben una defensa del Estado social que no esperaban. Es decir, una atenuación del componente neoliberal típico de los partidos de la derecha radical durante los años setenta y ochenta. Tanto el Partido del Progreso [hoy Partido Popular danés] como el Partido del Progreso noruego eran favorables en sus discursos y en sus programas a un mantenimiento del Estado Providencia, enfatizando la urgencia de delimitar sus servicios a los individuos nacionales. Este descubrimiento les induce a acuñar una expresión que después hará fortuna en la academia: “Estado del Bienestar Chovinista” o Welfare Chauvinism. Más tarde, otros autores como Cas Mudde432, De Lange433 Gijs Schumacher y Kees van Kersbergen434, Laurenz Ennser-Jedenastik435 o los propios Herbert Kitschelt y Anthony McGann436 retoman el concepto en sus estudios sobre la derecha radical a comienzos de los años 2000 y hasta nuestros días. El “Estado del Bienestar Chovinista” se refiere a la defensa por parte de la derecha radical europea de un programa que ya no aboga por cortes drásticos en las políticas del Estado del Bienestar, sino por una provisión selectiva de los beneficios del mismo. El criterio para esta selección es el nativismo; es decir, el lugar de nacimiento. Así, los defensores del Welfare Chauvinism sostienen que las prestaciones sociales del Estado deben ir primariamente a los miembros del grupo nativo, definido fundamentalmente por la nacionalidad. A la inversa, quienes no forman parte del grupo nativo no deberían recibir el fruto de la solidaridad colectiva. Los argumentos con los que se justifica esta exclusión son básicamente dos: 1) los inmigrantes no contribuyen lo suficiente a la solidaridad colectiva, 2) los inmigrantes amenazan los cimientos de constitución identitaria del grupo 431 Andersen, J-G & Bjorklund, T. (1990). “Structural changes and new cleavages: The Progress Parties in Denmark and Norway”, Acta Sociologica, 33, 3: 195-217. 432 Mudde, C. (2000): The Ideology of the Extreme Right, Manchester: Manchester University Press. 433 De Lange, S. (2007): “A new winning formula? The programmatic appeal of the radical right”, Party Politics, 13 (4): 411-435. 434 Schumacher, G. & Kersbergen, K. (2016): “Do mainstream parties adapt to the Welfare Chauvinism of populist parties?”, Party Politics, 22 (3): 300-312. 435 Ennser-Jedenastik, L. (2016): “A Welfare State for Whom? A Group-based Account of the Austrian Freedom Party’s Polocy Profile”, Swiss Political Science Review, 22 (3): 409-427. 436 Kitschelt, H. & McGann, A-J (2005). “The Radical Right in the Alps: Evolution of Support for the Swiss SVP and Austrian FPÖ”, Party Politics, 11(2): 147-171. 155 nacional nativo. En cuanto al primer punto, la derecha radical que abraza el chovinismo del bienestar, señala a los inmigrantes no sólo como contribuidores exiguos del Estado del Bienestar, sino además como sus principales beneficiarios. De acuerdo con este planteamiento, los no nativos serían algo así como los free riders de la solidaridad colectiva: aprovechados o “gorrones” del sistema; y, por tanto, usuarios injustos y abusivos de los servicios públicos. Respecto al segundo punto, la derecha radical que tolera el Estado del Bienestar, apunta a los inmigrantes como un peligro para la homogeneidad del grupo, y establece una relación entre uniformidad identitaria, reconocimiento/valoración mutua y solidaridad nacional: sólo entre iguales, o entre aquellos que se perciben como siendo similares, se consiente la solidaridad; por tanto, la presencia de individuos no nativos cuestiona el fundamento del Estado del Bienestar. O, por decirlo en palabras de Jean-Marie Le Pen: “el multiculturalismo seca las fuentes naturales de la solidaridad nacional”437. A pesar del fuerte acento exclusionista, este tipo de derecha radical transige con el Estado del Bienestar: ya no lo califica como “totalitario”, “pulpo”, “acaparador” o “Moloch”, sino que consiente su existencia, la valora y le aplica un cierto barniz identitario –la cuestión no es ya si el Estado social es justo o injusto, eficaz o ineficaz, sino si es preciso mantenerlo como algo propio. En este sentido, el “Estado del Bienestar Chovinista” como modelo ideológico y programático cruza tangencialmente el eje izquierda/derecha en la medida en que combina la reivindicación de ciertos elementos del estado social con una posición muy restrictiva respecto de quién puede recibir los beneficios de la solidaridad nacional. Los partidos de derecha radical que defienden este modelo sitúan como sus enemigos principales por un lado a la élite cosmopolita –la “casta” mediática, política y económica que justifica el desmantelamiento del Estado del Bienestar a partir de la necesidad de adaptarse a un mundo globalizado- y, por otro lado, a los inmigrantes sin papeles –que consumen demasiados recursos públicos sin aportar lo suficiente. Esta reconfiguración de los adversarios –y, aún más importante: de las razones por las que son sus adversarios- unida a la transformación de algunos puntos nodales de la oferta política de la derecha radical europea supone un cuestionamiento explícito del modelo elaborado por Kitchelt y McGann. 437 Jean-Marie Le Pen, Discurso del 1º de Mayo, 1 de mayo de 2003. 156 En un artículo publicado en el año 2005, The Radical Right in the Alps: Evolution of Support for the Swiss SVP and Austrian FPÖ438, ambos politólogos reconocen el valor de las aportaciones de Andersen y Bjorklund439, Perrineau440, Mudde441, Mayer442 o Taggart443 y se abren a la posibilidad de revisar el modelo de la fórmula ganadora. En este estudio que aborda el apoyo al FPÖ austríaco y al SVP suizo, Kitschelt y McGann sostienen que en el curso de los años 90 y comienzos de la década de los 2000 se ha producido: 1) un cambio sociológico en el electorado de la derecha radical, 2) una intensificación de la tendencia centrípeta entre los grandes partidos del centro-izquierda y del centro-derecha. Respecto al primer punto, Kitschelt y McGann argumentan que desde el lado de la demanda el electorado de la derecha radical ha experimentado un declive de los votantes con preferencias capitalistas-autoritarias, y, al mismo tiempo, un incremento de los votantes de clase obrera con actitudes socialistas-autoritarias444. En cuanto al segundo punto, los dos politólogos aseguran que desde el lado de la oferta los grandes partidos socialdemócratas y democristianos han continuado su tendencia a la convergencia programática a lo largo de la década de los noventa, tanto en lo concerniente a las cuestiones societales como en lo referente a las propuestas económicas445. En otras palabras: de acuerdo con ambos politólogos los partidos de la derecha radical tendrían un electorado cada vez más popular y, al mismo tiempo, sus rivales socialdemócratas y conservadores ofrecerían programas cada vez más liberales tanto desde el punto de vista económico como desde el punto de vista moral. Ambos factores –plebeyización del electorado y acercamiento programático entre socialdemócratas y democristianos- habrían abierto una nueva “ventana de oportunidad” para los partidos de la derecha radical europea. O, lo que es lo mismo: el aumento del voto obrero a la derecha radical y la convergencia ideológica entre izquierda y derecha – haciéndolas a las dos cada vez más neoliberales y más cosmopolitas- habría dejado un espacio político libre y distintivo para la derecha radical. Este espacio se situaría “a la izquierda” en el plano económico y “a la derecha” en lo que se refiere a integración de 438 Kitschelt, H. & McGann, A-J (2005). “The Radical Right in the Alps: Evolution of Support for the Swiss SVP and Austrian FPÖ”, Party Politics, 11 (2): 147-171. 439 Andersen & Bjorklund, 1990. 440 Perrineau, 1995; Perrineau, 1997. 441 Mudde, 2000. 442 Mayer, 1999. 443 Taggart, 1995; Taggart, 1996. 444 Kitschelt & McGann, 2005: 154-157. 445 Kitschelt & McGann, 2005: 151. 157 minorías culturales, aceptación de pluralidad de modos de vida, diversidad de modelos de familia y legislación respecto del aborto o la eutanasia. De acuerdo con Kitschelt y McGann, la derecha radical europea habría aprovechado esta evolución sociológica de su electorado así como este lugar vacante dejado en el lado de la oferta por la dinámica de los partidos del centro-izquierda y del centro-derecha para revisar y reformular su oferta política; con excelentes resultados electorales: en países como Dinamarca, Italia, Suecia, Finlandia, Holanda o Suiza las candidaturas de esta familia política superaban la tasa del 10% de los votos. Y en otros como Francia o Austria, la derecha radical sobrepasaba holgadamente el 15% de los votos: el Front National obtuvo el 16,2% de los votos en la primera vuelta de las elecciones presidenciales francesas de 2002 y el 17,8% en la segunda vuelta de tales comicios; mientras que el FPÖ logró el 27% de los votos en las elecciones generales de 2002. Esta combinación entre oferta política novedosa y resultados electorales sorprendentemente buenos conduce a los dos politólogos a hablar de una “segunda fórmula ganadora” o “fórmula ganadora revisada”446 de la derecha radical europea. Aunque no es el partido principal en el que ponen el foco Kitschelt y McGann en este artículo, el caso del Front National es arquetípico de esta trayectoria discursivo- programática hacia el chovinismo del bienestar con valores derechistas. La comparación entre el segundo período y el tercer período de la historia del FN que hemos analizado en el apartado anterior muestra explícitamente este tránsito. El partido de Jean-Marie Le Pen mantiene posiciones “autoritarias” en lo que se refiere a pena de muerte, aborto, eutanasia o derechos para el colectivo LGTBI. Seguridad, orden, castigo, respeto a la autoridad, firmeza, jerarquía, familia o tradición siguen siendo palabras fundamentales en el vocabulario del FN: conceptos emocionalmente cargados y sobredeterminados positivamente en el universo afectivo-ideológico del partido. Del mismo modo, los rechazos a la inmigración, al cosmopolitismo y al mestizaje permanecen como marcadores identitarios de la formación lepenista. No por casualidad el “on est chez nous”447 continúa siendo a comienzos de nuestro siglo el cántico por excelencia en los mítines del Front National. 446 Kitschelt & McGann, 2005: 162. 447 En castellano: “esta es nuestra casa” o también “estamos en nuestra casa”. Sobreentendido queda que “ellos –los inmigrantes- no lo están”, de lo que derivan ciertos derechos y obligaciones. 158 No obstante, en la línea de lo que afirman Kitschelt y McGann, las señas de identidad económica se transforman: en la primera década del siglo XXI “la oferta política del FN combina una posición económica centrista con una posición autoritaria en lo moral”448; o, lo que es lo mismo: “el FN transita desde una posición esencialmente derechista a mediados de los 80 en el terreno económico hasta una posición intermedia entre la derecha y la izquierda en 2007”449. Esto significa que el Front National pasa de superar por el costado derecho a las fuerzas conservadores en el eje económico en la década de 1980 a rebasar a esos mismos partidos por la izquierda en la primera década de los 2000. En definitiva, manteniendo prácticamente intactos los marcadores identitarios y anti- inmigración, la plataforma política de Jean-Marie Le Pen transita desde el neoliberalismo ortodoxo al Welfare Chauvinism en apenas veinte años, adecuándose así al modelo de la segunda fórmula ganadora y confirmando el patrón de cambio en la oferta ideológica de la derecha radical esbozado por Kitchelt y McGann. En resumen: 1) a los partidos de la derecha radical les habría sorprendido el aumento progresivo de su tasa de apoyo entre las clases populares, tanto en lo que Kitschelt y McGann denominan “blue collards workers” como entre los llamados “white collards workers” a lo largo de la década de 1990; 2) este apoyo creciente les habría conducido a mitigar el neoliberalismo de sus posiciones económicas iniciales; 3) a pesar de esta atenuación, las formaciones de la derecha radical seguirían convencidas de que la clave o el detonante que conduce a apoyarlas no estaría en el terreno económico, sino en las cuestiones relacionadas con la tríada seguridad-identidad-inmigración, por lo que seguirían privilegiando estos asuntos a la hora de elaborar su identidad partidista –es decir, hasta cierto punto continuarían siendo plataformas esencialmente anti-inmigración- ; 4) la suma de estos factores habría llevado a una reformulación en la oferta política de la derecha radical que obligaría a revisar la “fórmula ganadora” de Kitschelt y McGann; 5) a esta revisión de la radical right winning formula la denominaríamos “segunda fórmula ganadora”; y 6) los principales partidos de la derecha radical europea habrían seguido este camino de transformación en su oferta política desde mediados de la década de 1990 hasta nuestros días. Por tanto, hoy las grandes plataformas de la derecha radical estarían defendiendo un programa económico coincidente con el modelo del Welfare 448 De Lange, 2007: 92. 449 Ivaldi, 2015: 171. 159 Chauvinism y un programa tradicionalista –o “autoritario” en el vocabulario de Kitschelt y McGann- en lo que se refiere a estilos de vida, inmigración y cuestiones morales. 8.3 ¿Hacia una tercera fórmula ganadora? La hipótesis Philippot y los cambios estratégico-discursivos en el FN de Marine Le Pen La llegada de Marine Le Pen a la presidencia del Front National supone la consolidación de un cambio de orientación del partido. No sólo porque desde su mandato se impulse la llamada desdiabolización. Tampoco únicamente por tratar de adaptar el imperativo de credibilización técnica enarbolado por Bruno Mégret a las necesidades del FN de la segunda década de este siglo. Ni siquiera por el deseo de modernizar la imagen del partido a través de una política comunicativa más refinada o sofisticada y unos portavoces llamativamente más jóvenes que los del período anterior. Lo que distingue propiamente al Front National marinista es una estrategia retórico-política integral orientada a cambiar las coordenadas de las identidades políticas en Francia; esto es, las claves a partir de las cuales se organiza la discusión pública en el país galo. El nuevo FN de Marine Le Pen aspira a modificar los términos de las preguntas que estructuran el debate público en Francia. El objetivo no es sólo alterar los términos de las preguntas, sino las preguntas mismas. ¿Por qué? Porque el equipo de Marine Le Pen está persuadido de que variando las cuestiones que ordenan la discusión pública en Francia, es posible provocar una recomposición de las identidades políticas; o sea, que si se logran cambiar los dilemas, las formas de encararlos y las metas que se propone como prioritarias una sociedad, entonces pueden producirse realineamientos políticos de gran envergadura. Y en consecuencia, también mutaciones notables en el sistema de partidos. A esta operación estratégica de largo alcance emprendida por el Front National de Marine Le Pen entre los años 2011 y 2017 la denominaremos en lo sucesivo “la hipótesis Philippot”. Al mismo tiempo, la complejidad de esta estrategia ambiciosa orientada a producir una recomposición de las identidades políticas en Francia favorable a los intereses del FN, reside en que tiene que partir y negociar no sólo con un contexto variable, sino también – y más importante aún- con los materiales identitarios sedimentados a lo largo de la historia del partido y de sus interacciones con otras formaciones. Es decir, el nuevo Front 160 National necesita negociar con el viejo: precisa hacerse cargo de buena parte del corpus ideológico, programático y discursivo que hemos analizado en el capítulo 7. En esa medida, la “hipótesis Philippot” está obligada a cargar con las señas de identidad del partido, con sus marcadores ideológicos, con lo que representa el lepenismo histórico. De modo que no opera sobre un vacío, no es ni pura creación ni invento ex nihilo, sino en todo caso reordenación y recomposición. O, dicho de otra manera, reformulación: confección de una nueva tela con una porción de materiales viejos y para un público que, al menos en parte, debe ser el mismo. La estrategia de Florian Philippot no se ciñe a la “des-extremización” del partido, sino que propone una reordenación de los elementos ideológicos que componen el corazón de la oferta política del Frente Nacional y, simultáneamente, la introducción de temáticas, preocupaciones y enfoques ligados tradicionalmente a la izquierda. Por eso es posible preguntarse si en el período 2011-2018 el Front National de Marine Le Pen no se habrá encaminado en su oferta política hacia una nueva fórmula ganadora; o, en todo caso, hacia una segunda fórmula ganadora revisada. Ahora bien: ¿quién es Florian Philippot? Durante el período 2011-2017, Philippot es el estratega del Frente Nacional, jefe de las sucesivas campañas electorales y hombre de confianza de Marine Le Pen. Ejerce en la práctica como número dos del partido. Representa un tipo de dirigente completamente atípico dentro de las trayectorias y recorridos habituales del FN450. La primera singularidad atañe a su edad y formación académica: en el año 2011 Philippot es sorprendentemente joven –tiene 30 años- y hace gala del tipo de currículum académico arquetípico de las élites francesas: diplomado en la Escuela de Altos Estudios Comerciales de París –HEC-, diplomado en la Escuela Nacional de la Administración –ENA- y prácticas en un prestigioso instituto de estudios demoscópicos451. La segunda particularidad está relacionada con su adscripción política anterior: Philippot es un antiguo militante y simpatizante de la izquierda soberanista francesa. De hecho, en el año 2002 en que Jean-Marie Le Pen accede a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, Philippot hace campaña por Jean-Pierre Chevènement, ex ministro socialista bajo los gobiernos de François Mitterrand y Lionel Jospin. Más tarde, en 2005, Philippot también participa en mítines organizados por otro socialista crítico con la Unión Europea, Jean-Luc Mélenchon, manteniendo siempre una simpatía 450 Villaines, A. & Labat, M. (2017): Philippot Ier: le nouveau visage du Front National, París: Plon, 27. 451 En el Instituto TNS Sofres. 161 explícita por las posiciones críticas con la UE y favorables al denominado “modelo social francés”. La tercera singularidad alude a su condición sexual: Florian Philippot es homosexual, lo que por un lado ha contribuido a atemperar las posiciones del FN sobre el matrimonio igualitario y, por otro lado, ha generado un aluvión de críticas por parte de la denominada “blogosfera de la extrema derecha francesa”, particularmente de medios como Jeune Nation, Français de Souche, Rivarol o Identité452. Philippot no pertenece al entorno de la extrema derecha francesa. Es en este aspecto un outsider. También un advenedizo. Su primer contacto con el mundo de la derecha radical se produce a través de Jean-Yves le Gallou453. Más tarde, gracias a la intermediación del soberanista Paul-Marie Couteaux, conoce a Marine Le Pen en 2009 y, de acuerdo con la versión de ambos, se produce entre ellos un verdadero “flechazo intelectual”454. Marine Le Pen valora en él no sólo su trayectoria poco ortodoxa en un dirigente del FN, sino también –y decisivamente- su nacionalismo soberanista así como sus intereses y conocimientos demoscópicos. A ojos de Marine Le Pen, Florian Philippot es un apasionado de la estrategia y representa a la perfección el tipo de rostro desdiabolizado, cualificado, modernizado y normalizado que ella desea incorporar al Front National. Esto último es importante, pero lo primero también: de hecho, los sectores críticos de Marine Le Pen la presentan como una dirigente obsesionada con los aspectos táctico-estratégicos, y por lo mismo, sin fondo, lecturas ni convicciones de base. Por su parte, Florian Philippot valora en Marine Le Pen su determinación para transformar el posicionamiento político del Frente Nacional y el reto que supone otorgar una mayor transversalidad a las apelaciones políticas del partido. Philippot aprecia por un lado lo que esta operación estratégica tiene de experimento y, por otro lado, la posibilidad de que sea a través del Front National como el soberanismo social se ponga en primera línea de la oferta política y del debate público francés. El futuro número dos estima que desde el FN se puede articular un soberanismo social sin los complejos de la izquierda. En este “flechazo” hay que tener en cuenta además un último aspecto que subrayan sus adversarios internos: la tenaz ambición política del personaje. La suma de todos estos elementos dió como 452 Para saber más sobre este ámbito ver especialmente: Albertini, D. & Doucet, D. (2015): La Fachosphère, París: Flammarion: 21-59; también: Froio, C. (2018): “Race, Religion or Culture? Framing Islam between Racism and Neo-Racism in the Online Network of the French Far Right”, Perspectives on Politics, 16 (3): 696-709. 453 Machuret, P. (2012): Dans la peau de Marine Le Pen, París: Éditions Le Seuil: 184-184. 454 De Boni (2014, Diciembre, 15). “Il n’y a pas de lobby gay au Front National”, Le Figaro: https://www.lefigaro.fr/politique/le-scan/citations/2014/12/15/25002-20141215ARTFIG00073-florian- philippot-il-n-y-a-pas-de-lobby-gay-au-front-national.php 162 resultado una relación política y personal muy sólida entre ambos durante el período 2011-2017. No obstante, la fermentación de los ingredientes que conforman la “hipótesis Philippot” es previa al encuentro con Marine Le Pen. ¿Cuál es el origen intelectual de esta hipótesis estratégica? El origen intelectual de la conjetura estratégica que guiará al Frente Nacional durante el período 2011-2017 se sitúa en el referéndum sobre el Tratado de Lisboa o Constitución Europea celebrado en Francia en mayo de 2005. Aquel referéndum supone un punto de inflexión para buena parte de los actores partidistas que participan en el él. Por lo desconcertante del resultado y el tipo de mayorías que genera, puede decirse que es un Brexit antes del Brexit. En los meses previos al referéndum el debate político francés se divide en dos campos: de un lado los llamados soberanistas –aquellos que rechazaban el proyecto de Constitución europea y apostaban por no ceder más competencias a Bruselas- y del otro lado los denominados federalistas –quienes se posicionan a favor del proyecto de Constitución europea y de una mayor integración política y legislativa entre los países de la Unión. En el grupo de los federalistas se sitúan el Partido Socialista Francés –PSF-, la Unión por un Movimiento Popular –UMP; centro-derecha-, la Unión por la Democracia Francesa –UDF, derecha-, el Partido Radical de Izquierda –PRGM, centro-izquierda- y Los Verdes –LV. Cabe destacar que este posicionamiento genera algunos conflictos tanto en el Partido Socialista455 como en Los Verdes. Por el contrario, en el grupo de los soberanistas se cuentan el Frente Nacional de Jean- Marie Le Pen, el Movimiento por Francia de Philippe de Villiers –derecha radical soberanista-, a la Agrupación por Francia y la Independencia de Europa de Charles Pasqua –RPFIE, derecha radical soberanista-; pero también –y esta conjunción resulta significativa- al Partido Comunista Francés, a la Liga Comunista Revolucionaria –LCR- , a Lucha Obrera –LO-, y al Movimiento Republicano y Ciudadano –MRC, soberanista de izquierda- de Jean Pierre Chevènement456. 455 De hecho, Jean-Luc Mélenchon, futuro líder de La Francia Insumisa -LFI; izquierda-, será uno de quienes dentro del Partido Socialista expresará su oposición al Tratado de Lisboa. 456 De hecho, Florian Philippot hace campaña junto a este último partido. A este respecto es interesante consultar la entrevista que le hace la cadena France 2 en 2005 acerca de su posición sobre el referéndum para el Tratado de Lisboa. “En mi escuela soy de los pocos que estoy en contra de esta Constitución”, asegura Philippot. ¿Por qué?, le pregunta el periodista: “fundamentalmente por la parte tercera del proyecto, que define la política económica y social, lo que para mí no tiene ningún sentido dentro de un texto 163 En consecuencia, ante aquel plebiscito se forman dos bloques que cruzan tangencialmente la frontera izquierda/derecha: de un lado el bloque de los grandes partidos de la izquierda y la derecha pidiendo el “sí” a la aprobación de la Constitución Europea; y, del otro lado, el grupo de los partidos medianos y pequeños de la extrema derecha y la extrema izquierda haciendo campaña por el “no”. La polémica entre ambos bloques gira alrededor del poder de Francia: de su autonomía para tomar decisiones propias, del margen de maniobra para mantener su idiosincrasia social, de lo que Pascal Perrineau denomina el “tropismo social-nacionalista”457. De este modo, los temas de la campaña orbitan “en torno a una serie de preocupaciones nacionales y sociales: situación del empleo, deslocalizaciones, escepticismo respecto de la Europa liberal, o pertinencia de poner en marcha políticas de protección económico o fronteriza”458. El eje económico/social se superpone al eje nacionalista. Hasta el punto de que el topos más arraigado en la extrema derecha francesa –la disolución de Francia- se declina primariamente en términos de cesión de soberanía y sólo secundariamente como desafío migratorio. El 29 de mayo de 2005 el bloque soberanista se impone a la opción federalista. Los partidarios del “no” logran una victoria amplia aunando el 54% de los votos frente al 45% de los favorables al “sí”. En aquella consulta “el 95% de los electores próximos al PCF votaron “no” al tratado de Constitución Europea, mientras que el 96% de los simpatizantes del FN hicieron lo mismo”459. Por su parte, un significativo 59% de los simpatizantes socialistas dieron su voto negativo al Tratado de Lisboa. El resultado fue completamente inesperado y provocó un terremoto tanto en el establishment partidista francés como entre las instancias políticas europeas. Para Florian Philippot este referéndum constituye una experiencia políticamente decisiva en la medida en que supone un ejemplo de, por un lado, éxito y, por otro lado, transversalidad. Pone de manifiesto que un tipo de mayorías alternativas al eje izquierda/derecha son posibles en Francia. O, dicho de otro modo: la campaña y el resultado de la consulta atestiguan que una hegemonía social-soberanista es pensable en Francia si se modifica la pregunta que estructura el campo político y define la dinámica amigo/enemigo. Lo que la campaña sobre la Constitución Europea demostraría es que cuando se opera sobre una lógica constitucional. A mi modo de ver, una constitución define un marco, una serie de competencias, pero no puede determinar la política de los próximos treinta años”. Entrevista disponible en el siguiente enlace web: https://www.ina.fr/video/I17333434 [desde minuto 0:14 hasta minuto 0:45] 457 Perrineau, 2017: 38. 458 Ibid: 39. 459 Ibidem. https://www.ina.fr/video/I17333434 164 distinta a la izquierda/derecha –progresismo/conservadurismo- y se tiende hacia una identificación del tipo “lo de abajo-propio” / “lo de arriba-extranjero”, los sujetos políticos anteriores se desmembran y aparecen oportunidades nuevas de rearticulación. En este sentido, el no al Tratado de Lisboa ejerce en Florian Philippot el mismo efecto que el Movimiento 15 de Mayo para los dirigentes de Podemos: en ambos casos se trata de una experiencia política iniciática acerca de cómo configurar mayorías sociales distintas y lograr la centralidad política. Por tanto, la pregunta que se impone es: ¿qué afirma exactamente la “hipótesis Philippot”? El corazón de esta conjetura estratégica sostiene que en Francia existen las condiciones para la articulación de una mayoría transversal a partir de los ingredientes que sazonaron el voto del “no” al proyecto de Constitución Europea de 2005. En otras palabras: la “hipótesis Philippot” afirma que el Front National puede construir una mayoría electoral nueva –y salir por tanto del aislamiento político en el que vive- si logra crear un polo de identificación política que traspase las etiquetas “izquierda” y “derecha” sobre las bases del voto soberanista contra el Tratado de Lisboa. No obstante, para tener éxito, la “hipótesis Philippot” se basa en dos constataciones y requiere de dos premisas. La primera constatación tiene que ver con las posibilidades de intensificar la dinámica de 2005 que abre la crisis económica de 2008 y, sobre todo, el ciclo de austeridad impuesto en Europa desde 2010. A ojos del número dos del Front National, ambos elementos realzan por un lado el valor del bienestar económico y, por otro lado, la dependencia política y económica respecto de instancias como la Comisión Europea, el BCE o la denominada Troika. La clase de afectos que esto genera hace más creíble un tipo de discurso; es decir, inviste a ciertas interpretaciones como la del FN de la pátina de realismo que ofrece el sentido común. La segunda constatación alude al descrédito del eje izquierda/derecha en Francia durante la década de 2010, y con particular énfasis a lo largo de los seis primeros años de ese período. De hecho, en 2015 el 43% de los franceses estimaba que la diferencia izquierda/derecha había dejado de explicar el mundo político460. El desprestigio de esta oposición está muy vinculado tanto a los efectos de la crisis económica como a la aparición de casos de corrupción graves en el principal partido del centro-izquierda –el Partido Socialista Francés- y en la formación más importante del centro-derecha –Los Republicanos. Tomadas conjuntamente, las dos 460 Alduy & Wahnich, 2015: 204. 165 constataciones pavimentan el camino de la “hipótesis Philippot”; es decir, refuerzan la capacidad persuasiva y el impulso transversal de un tipo de discurso como al que aspira el futuro número dos del Frente Nacional. Pero para lograr tomar velocidad de crucero, la “hipótesis Philippot” requiere que se mantengan dos premisas que atañen al comportamiento y a la imagen de sus adversarios políticos. De acuerdo con la primera, si se trata de que el proyecto philippotista alcance amplitud hegemónica, la izquierda debe ser representada mayoritariamente o bien como “traidora”, o bien como “inoperante”; es decir, como una identificación política en adelante inválida. En otras palabras: para que el Front National pueda conformar una mayoría social nueva, la izquierda tiene que aparecer en su versión socialdemócrata como “sumisa” a los deseos de Bruselas y del gran capital –y, en esa medida, equiparable a la derecha-; y en su versión radical como “anacrónica”, “obsoleta”, “identitaria” y “presa” de prejuicios que le impiden ir al fondo de los desafíos que enfrenta la sociedad francesa –particularmente el del terrorismo y el de la inmigración. En este sentido, la trayectoria política del gobierno de François Hollande desde 2012 a 2017 favoreció el desarrollo de la estrategia philippotista al decepcionar a una parte sustantiva de sus votantes. Paralelamente, los malos resultados electorales, las peleas internas en el Front de Gauche primero y “La Francia Insumisa” después coadyuvaron a asentar la imagen de una identidad política decadente. La coincidencia de ambos fenómenos propulsó la aspiración de Florian Philippot de, por un lado, dar por muerta a la izquierda –o sea, por superada-; y, por otro lado, pretender sustituirla –en lo que ésta tiene de defensa de los de abajo y del pueblo. La segunda premisa apunta a la derecha clásica de Los Republicanos. La “hipótesis Philippot” necesita poder seguir vinculando a la derecha clásica con, por un lado, la vieja política, y, por otro lado, los intereses de los poderosos y las grandes empresas multinacionales. Los Republicanos tienen que ser así la derecha de la corrupción, de la desregulación y del sometimiento a Bruselas. Hay que tener en cuenta que desde 2007 el FN tiene que adaptarse a los cambios en la oferta ideológica de la derecha que introduce Nicolás Sarkozy; es decir, a la progresiva radicalización de la UMP [a partir de 2015 bautizada como Los Republicanos] sobre el cuadrante liberal-autoritario del espacio partidista. La formación lepenista tiene que competir con una derecha clásica con posiciones cada vez más duras en temas de inmigración y propuestas paulatinamente más liberal-desreguladoras en el ámbito económico. Una derecha que busca explícitamente 166 los votos del Frente Nacional. Por eso, si el plan estratégico de Philippot precisaba hacer pasar a la izquierda por “traidora” o “inoperante”, necesita si cabe con mayor urgencia presentar a la derecha no sólo como una identidad política menguante, sino sobre todo como una fuerza política “hipócrita”: incapaz de poner en práctica aquello que propone. El motivo de esta especie de disonancia cognitiva permanente entre lo que se dice y lo que se hace residiría en la afinidad ideológica de fondo con el multiculturalismo y la impronta globalizadora de la UE. En consecuencia, de acuerdo con esta segunda premisa, los partidos de la derecha clásica francesa tendrían que aparecer verosímilmente como incapaces tanto de defender a la nación como de cumplir sus promesas de orden y seguridad. A este respecto, los programas políticos de la derecha francesa bajo los liderazgos de Nicolás Sarkozy en 2012, Jean-François Copé entre los años 2012-2014, de nuevo Nicolás Sarkozy desde 2014 a 2016, y finalmente François Fillon en 2017 apuntalan el “tropismo de la austeridad económica”461, favoreciendo así el argumento philippotista. El propio número dos del Frente Nacional acusa por ello a François Fillon de ser “el candidato del dinero, del europeísmo ingenuo y de los recortes en los servicios públicos”462; el máximo exponente de la “brutalidad social”, la “pérdida de derechos” y la “inmigración masiva”463. Paralelamente, los casos de corrupción que acorralan a los dirigentes de la derecha francesa primero en 2014 y luego 2017 contribuyen a la verosimilitud no sólo del clásico “tous pourris” [todos podridos], sino específicamente a la idea según la cual las plataformas de la derecha clásica francesa forman parte de la vieja política; esto es, de la política entendida en términos de beneficio partidista o enriquecimiento personal. Tanto el Affaire Bygmalion –que provocó la dimisión de Jean- François Copé y de todo su equipo- como el Affaire Pénélope –que horadó profundamente la candidatura de François Fillon, generando infinidad de divisiones internas- facilitan la propagación del marco discursivo que identifica a la derecha con la élite, la desobediencia a la ley y la hipocresía moral. Si a esto se le agrega la coincidencia en el tiempo con una profunda crisis económica y, sobre todo, con la aparición de escándalos de corrupción 461 Alduy & Wahnich, 2015: 207-210. 462 Florian Philippot, Declaraciones al programa Questions Politiques de la cadena de radio France Inter, 18 de diciembre de 2016. Declaraciones disponibles en el siguiente enlace web: https://www.youtube.com/watch?v=UtwLG50ZlyQ 463 Marine Le Pen, Declaraciones al Diario L’Express, 28 de noviembre de 2016. Declaraciones disponibles en el siguiente enlace web: https://www.lexpress.fr/actualites/1/politique/fillon-candidat-de-la- mondialisation-sauvage-selon-philippot-fn_1854734.html 167 igualmente en el Partido Socialista –principalmente el caso Dominique Strauss-Kahn, pero también el denominado Affaire Cahuzac-, la instalación de un frame de reforma moral y de oposición entre nueva y vieja política como el que desea Florian Philippot se torna mucho más plausible. Las dos premisas sobre las que se sostiene la “hipótesis Philippot” se mantienen durante el ciclo 2011-2017. Este cumplimiento pone las bases de la recepción favorable del discurso de Marine Le Pen durante el período indicado. A la conjunción de estos dos factores hay que añadir un tercero: la ola de atentados islamistas que sacudió Francia entre enero y diciembre de 2015 que, además de asentar con firmeza el enfoque securitario, volvió a abrir el debate sobre la identidad nacional –los autores de los atentados eran en su inmensa mayoría franceses de origen inmigrante- y acerca de la conveniencia o no de privar a ciertos individuos de la doble nacionalidad –algunos de los responsables de los atentados disponían de la misma. Todo ello explica en buena medida la trayectoria ascendente del Front National a lo largo de esos años tanto en el ámbito electoral –con continuas mejoras en el porcentaje de votos- como en lo que se refiere al acceso a cotas de poder a nivel municipal, regional, nacional y, en menor grado, en el parlamento europeo. A la luz de estas consideraciones, podemos regresar al modelo analítico propuesto por Herbert Kitschelt y Anthony McGann. El esquema conceptual de los dos politólogos norteamericanos no toma en cuenta ni las posiciones de los partidos de la derecha radical sobre el eje globalización/nación, ni tampoco sus pronunciamientos dentro del eje democracia/tecnocracia. O, más concretamente: el modelo de las fórmulas ganadoras subsume estas dos polaridades en el seno del eje autoritarismo/libertarianismo. De este modo, el esquema conceptual de las winning formulas no es capaz de captar ni las transformaciones que se dan en el interior de la segunda fórmula ganadora ni, mucho menos, el tipo de mutación en la oferta política que comporta la “hipótesis Philippot”. Tanto el esquema primigenio como el esquema revisado están pensados para analizar la oferta política de la década de 1980 y, en menor medida, de 1990; pero no se hacen cargo ni del factor divisorio relacionado con la integración europea, ni tampoco del factor de recomposición en la oferta que supone la globalización económica. Por este motivo, aunque el modelo es capaz de recoger las transformaciones en la propuesta económica y en la vertiente de moral y estilos de vida del programa del FN –como analiza este artículo 168 de Sarah De Lange464-, sin embargo ignora algunas de las innovaciones que conforman la singularidad del marinismo y, más generalmente, de la “hipótesis Philippot”. Esta deficiencia invita a pensar en un cambio en los parámetros de estudio de la oferta política de la derecha radical europea –tanto más cuanto que podemos pensar que otros partidos de esta familia política como la Lega italiana han seguido el camino del Front National de Marine Le Pen-; y, paralelamente, en la posibilidad de que nos encontremos ante un nuevo modelo de oferta política exitosa. En tal caso, al analizar la propuesta política del FN marinista estaríamos tratando con algo parecido a una tercera fórmula ganadora o segunda fórmula ganadora revisada. Esta tercera winning formula estaría en consonancia con lo que aquí hemos denominado “hipótesis Philippot”. Veamos cómo se sustanciaría esta hipótesis estratégica en los discursos del Front National durante el ciclo indicado. Y hagámoslo primero analizando la manera en que esta maniobra estratégica se ve obligada a negociar con la identidad histórica del Frente Nacional; para después indagar más profundamente en los cambios retórico-estratégicos introducidos por la conjetura philippotista en la propuesta política del FN. 464 De Lange, 2007. 169 9 Herencias y continuidades en el Front National de Marine Le Pen “Ninguna palabra es inocente. Puede decirse incluso que las palabras son armas, porque detrás de cada una de ellas se esconde una estrategia ideológica y política”465. El discurso del Front National bajo la presidencia de Marine Le Pen no es completamente nuevo. Al contrario: mantiene buena parte de los temas, de las estructuras narrativas, de los mitos, de las metáforas y de la cosmovisión usada por el viejo FN. En el discurso marinista está presente el ADN lepenista. Entre ambos existe una continuidad de fondo y, en muchas ocasiones, también de forma. Un vínculo permanente: el hilo que podríamos denominar “bleu, blanc, rouge”. A decir verdad, tampoco podría ser de otra manera: si el objetivo es hacer crecer una identidad política –y no romper con ella-, entonces de lo que se tratar es de ampliar, no de iniciar una metamorfosis. Marine Le Pen desea enmendar los errores comunicativos de su padre y poner al día el ideario del FN en el contexto de una grave crisis económica y de la representación; no cortar amarras con la identidad histórica del partido. Su meta es hacer un lepenismo del siglo XXI; no abjurar de él. Por eso la “hipótesis Philippot” en su despliegue tiene que hacerse cargo de una buena parte de las estructuras míticas –los mitologemas466- que organizan la narrativa típica del Frente Nacional. Debe tomar en cuenta los puntos nodales del nacionalismo esencialista francés. Necesita partir de una concepción de las relaciones políticas transida por la competición, el enfrentamiento y la dinámica schmittiana amigo/enemigo. Precisa también hacer pie en un determinado modo de entender la militancia política. Además, la conjetura philippotista requiere mantener y simultáneamente adaptar y reformular la preocupación específica por la inmigración. Por último, la llamada “hipótesis Philippot” y, en general, la estrategia marinista, se ven compelidas a inscribir en el seno de su mensaje político el campo semántico del orden; es decir, la gramática del respeto a la autoridad, la seguridad, el castigo y la firmeza. 465 Igounet, 2016: 166. 466 Aunque el concepto es acuñado por Károly Kerényl, su uso en el análisis del discurso como “arquetipo narrativo” continuamente revisitado y revisado se debe fundamentalmente a los estudios de Mijail Bajtin. Ver sobre todo: Bajtin, M. (1994): El método formal en los estudios literarios, Madrid: Alianza Editorial. 170 En otras palabras: en su esfuerzo por intentar alcanzar una posición hegemónica, el nuevo discurso marinista se ve obligado a adecuarse a los contornos de la ideología histórica del lepenismo. Tiene que respetar unos mínimos de esa cosmovisión de ideas y de ese universo axiológico. De lo contrario, se convertiría en un discurso irreconocible. Y, por tanto, incapaz de conectar también con los electores tradicionales del Front National. Ahora bien, aunque el discurso de Marine Le Pen deja entrever una concepción similar a la de su padre respecto del ser humano, la inmigración, la política o la historia, la presentación y organización de las mismas –la mise en forme- no es exactamente idéntica. Los colores son los mismos, pero no están pintados de la misma manera ni con igual intensidad. Jean-Marie Le Pen pone habitualmente las cartas de sus principios sobre la mesa. Boca arriba, explícitamente y de una manera enfática. Y espera una identificación con ellos. Le dice a los interlocutores: “estos son mis principios, si quieres te los explico de la manera más pedagógica que pueda, y luego tú decides si los tomas o los dejas”. En cambio, Marine Le Pen no hace grandes declaraciones de principios, sino que los deja entrever de soslayo mientras critica a sus enemigos políticos –especialmente la mundialización y el islamismo radical. Sus compromisos políticos y filosóficos de fondo aparecen sólo de una manera sugerida, sutil, en segundo plano. Marine Le Pen espera una identificación con ellos por contraste; es decir, toda la fuerza argumental se pone en la maldad de los principios y de las consecuencias de los principios de los otros, no en la bondad de las ideas propias. Le dice a sus interlocutores: “mirad qué perversos son nuestros enemigos, mirad qué poderosos son, mirad qué mundo más desastroso nos están dejando; es preciso un cambio: yo soy ese cambio”. En consecuencia, los presupuestos básicos, los planteamientos esenciales, son en muchos aspectos similares entre padre e hija. Lo que cambia es el estilo: el modo de mostrarlos. ¿Qué enfoques, conceptos e ideas de fondo preserva Marine Le Pen del discurso de su padre? Seguramente podrían enumerarse más, pero aquí vamos a señalar esencialmente cuatro, a saber: una determinada concepción de la historia, un modo de comprender la nación, una visión anti-liberal de la política, y una cierta concepción del ser humano. En definitiva: una Weltanschauung. 9.1 Una visión de la historia: decadencia, recuperación y mito 171 “La cosmovisión frontista es, antes que nada, una escatología; es decir, un discurso sobre el fin de los tiempos”467. Uno de los aspectos más llamativos de los mítines de Marine Le Pen es que suele comenzar sus discursos con dos imágenes interconectadas. La primera es la de una Francia decadente, en estado de declive intenso, de riesgo alarmante de desaparición. La segunda es la imagen de una encrucijada –croisée des chemins-, de una decisión crucial, que invita dramáticamente a los interlocutores a actuar. De hecho, Marine Le Pen inició la mayor parte de sus mítines de la campaña presidencial de 2017 refiriéndose a estas dos imágenes para describir la situación de Francia: “En estas elecciones se pone en juego un debate crucial que compromete a nuestro país de manera fundamental. De su resolución dependerá la continuidad de Francia en tanto que nación libre; y para aquellos que como nosotros se sienten antes de todo, franceses, también depende nuestra existencia en tanto que pueblo. Tras décadas de errores y cobardía, después de falsas alternancias hechas de elusión de responsabilidades, de dejar pasar y dejar hacer, estamos ante una encrucijada. Lo digo con gravedad: la elección que debemos hacer esta vez es una elección de civilización. La cuestión es, al mismo tiempo, simple y cruel: ¿tendrán nuestros hijos los mismos derechos que nosotros? ¿Vivirán ellos según nuestras referencias culturales, nuestros valores de civilización, nuestro modo de vida? E incluso: ¿hablarán todavía nuestra lengua: el francés?”468. “En estos comicios se pone en juego una elección de civilización: de un lado la supervivencia de Francia y, del otro lado, su desaparición en un magma post-nacional. De un lado nosotros, del otro el deslizamiento sin fin sobre la pendiente de la decadencia y el declive”469. El recurso a esta imágenes inquietantes se encuentra ya en la campaña presidencial de 2012, la primera en la que Marine Le Pen ejerce como candidata. Allí, de nuevo, la presidenta del FN se vale de la figura de la decadencia para expresar una angustia existencial que, precisamente porque afecta a un ente colectivo abstracto –la nación-, aflige también a los individuos que participan de él: “He aquí lo que nos lleva a esa forma miserable de inercia y decrepitud que cada uno de nosotros siente cuando piensa en nuestro país, ese terrible sentimiento que nada puede 467 Alduy & Wahnich, 2015: 124. 468 Marine Le Pen, Discurso de Lyon, 5 de febrero de 2017 [los subrayados son míos] 469 Marine Le Pen, Discurso de Burdeos, 2 de abril de 2017 [los subrayados son míos] 172 arrancar de un largo y doloroso camino hacia la nada. He aquí lo que nos invita a este sentimiento terrible: la idea de que el fin de Francia será en adelante más probable que su recuperación”470. No se trata de un hallazgo discursivo de Marine Le Pen orientado a la movilización; tampoco exactamente de una estratagema populista destinada a conectar emocionalmente con el auditorio. A decir verdad, estamos ante una imagen recurrente en el partido: el Front National lleva décadas anunciando el fin de Francia. En el manifiesto fundacional del FN se puede encontrar la siguiente frase: “la nación francesa está hoy amenazada de muerte por el comunismo y, aún más, por la decadencia de Occidente”471. Y en el programa electoral para las elecciones legislativas de 1973 se incluye la siguiente declaración: “Parece difícil (…) de parar el proceso de decadencia intelectual, moral y física en el que estamos subsumidos. Esta decadencia es hoy el peligro mayor que acecha a Francia. Esta decadencia mina al individuo. Destruye a la familia. Debilita a la nación. La decadencia roe los principios sin los cuales las comunidades desaparecen en el caos interior o a través de la conquista del extranjero. Esos principios son: la autoridad, las libertades, la responsabilidad, la valentía, el gusto por el esfuerzo, el respeto al trabajo y la propiedad intelectual”472. La decadencia es invariablemente el punto de partida de la interpretación frontista del presente473. Ya sea bajo la presidencia de Jean-Marie Le Pen, ya sea con el liderazgo de Marine Le Pen; o sea, tanto con los modelos de la primera y la segunda “fórmula ganadora” como con lo que aquí hemos denominado la “hipótesis Philippot”. De acuerdo con este punto de arranque narrativo, Francia se encontraría en una situación límite por el efecto de causas o agentes que han ido cambiando con el tiempo. Para dramatizar al máximo el estado de agonía nacional los portavoces de la formación lepenista en cada 470 Marine Le Pen, Discurso de Burdeos, 22 de enero de 2012; citado por Alduy & Wahnich, 2015: 125. 471 Manifiesto fundacional del FN publicado en el año 1972. La cita está tomada de Alduy & Wahnich, 2015: 124. 472 Programa electoral del FN para las elecciones legislativas de 1973. La cita está tomada de Alduy & Wahnich, 2015: 124. 473 Para comprender la relación entre este punto de partida narrativo tópico en el FN, el fascismo histórico y el post-fascismo, vale la pena citar esta pasaje de Roger Griffin: “el mito movilizador con el que se puede tratar ideal-típicamente el núcleo definitorio del fascismo –el “fascismo mínimo”- es la idea de que a través de la intervención de una élite heroica el conjunto de la comunidad nacional es capaz de resurgir como un Fénix desde las profundidades del decadente viejo orden –“ultranacionalismo palingenético”. Es este mito el que informa la preocupación obsesiva por la decadencia étnica/nacional y por la regeneración en un nuevo orden post-liberal” (Griffin, R. (2000): “Interrregnum or Endgame? The Radical Right in the Post- fascist Era”, Journal of Political Ideologies, 5, 171. 173 una de las épocas hacen uso de una serie de adjetivos negativos: miserable, terrible, doloroso, inexorable, ineluctable; de verbos que indican sometimiento y postración: arrodillar, intimidar, abusar, vulnerar, avasallar, someter, subvertir, subyugar, oprimir o esclavizar; y de sustantivos de carácter hiperbólico: decrepitud, catástrofe, caos, anarquía, cataclismo, hundimiento, destrucción devastación, desintegración o eliminación. El arquetipo narrativo latente en este tipo de descripciones es el milenarismo. Este cuadro apocalíptico sirve, al menos, a tres funciones. En primer lugar, el mensaje de la desaparición inminente de Francia exhorta a la acción. Pero no a un tipo de respuesta cualquiera, sino a una acción comprometida, valiente, heroica. En segundo lugar, el riesgo de catástrofe genera la imagen de la encrucijada o cruce de caminos, lo que a su vez impregna todo de una atmósfera de trascendencia. La imagen de la encrucijada invita a tomar una decisión trascendente. Histórica. De calado. Esto nos conduce a la tercera función: la descripción de una Francia en peligro de desaparición –para el FN las naciones, como las especies, se extinguen- inaugura un tiempo de excepcionalidad. El momento político en el que se mueve la acción política del Frente Nacional es descrito siempre por sus líderes como un tiempo absolutamente extraordinario, fatalmente extraordinario, extraordinario en grado sumo; y, por eso mismo, abierto a cualquier tipo de acontecimiento insólito o excepcional. Todo ello inunda el discurso y la puesta en escena del Frente Nacional del marchamo del mito. También, como señalábamos antes, en la campaña presidencial de 2017. No es en absoluto casual que el primer vídeo publicitario promocionado por el FN en aquellos comicios comenzara con una imagen de Marine Le Pen asomada al borde de un acantilado: Imagen 16: Fotograma del primer spot de campaña para las elecciones presidenciales de 2017474 474 Imagen tomada del primer spot de campaña. Ver enlace: https://www.youtube.com/watch?v=FYWnuQc5mYA 174 Como se deja entrever más adelante en el spot, Marine Le Pen es la encarnación o representación de una Francia que bordea la decadencia. El acantilado es el lugar del riesgo, de la caída, de los abismos; pero también de las grandes hazañas, de la mirada panorámica, de los proyectos de largo alcance. Y es que, en efecto, el Front National no sólo describe una situación de partida en extremo agónica, sino que vehicula una concepción circular de la historia; una manera de pensar la historia que es la propia de los mitos. De acuerdo con ella, el devenir de la nación francesa estaría continuamente sometido a ciclos de plenitud, decadencia y recuperación. El dramatismo de la situación de decadencia tiene como contrapartida una ventaja: arranca los velos, pone todo a las claras, muestra las verdaderas intenciones y suprime la posibilidad de las opciones intermedias. El abismo retrata. Pone a cada uno en su sitio. Obliga a tomar una decisión crucial: o con Francia, o contra Francia. Por eso los portavoces del Front National se congratulan de la clarificación que éste supone475. Ante el acantilado, como ante el juicio final, no caben ni las mentiras ni las medias verdades. De este modo, el abismo, como el juicio final, desnuda la catadura moral de los individuos; vale decir: de los sujetos políticos. En el precipicio todo es diáfano: los buenos son definitivamente buenos y los malos son rotunda y coherentemente malos; los patriotas demuestran su amor al país con sus acciones heroicas, y los traidores a la nación revelan su falta de escrúpulos. La imagen del acantilado –como símbolo último de la decadencia- 475 “Mis adversarios han querido hurtarnos esta campaña, han querido arrinconar los asuntos más cruciales que son nuestra independencia nacional y nuestra seguridad. Sí, han hurtado a los franceses los verdaderos debates. Pero ya no engañan más al pueblo. Ya no pueden esconderse. Ha llegado el momento en el que las máscaras caen, en el que las excusas no valen, en el que los complejos no se permiten, en el que los silencios son reveladores. En muy pocos días viviremos un momento histórico. El fin o la continuación de la decadencia” (Marine Le Pen, Mítin de Perpiñán, 15 de abril de 2017). 175 confiere así al relato frontista no sólo del dramatismo y la excepcionalidad que necesita para llamar a la acción comprometida, sino también de la ilusión epistemológica de la transparencia. Puesta ante el abismo, Francia o cae o se distancia, o muere o se salva, o perece definitivamente o resucita. Como advierten Cécile Alduy y Stéphane Wahnich, “escatología y mesianismo van unidos”476 en el discurso sobre la historia del Frente Nacional. Tras pintar una situación catastrófica, los líderes del FN presentan a su partido como el agente que puede traer la recuperación o regeneración –el famoso redressement. “El narrador no dramatiza la catástrofe más que para jugar mejor el rol de salvador”477. Por eso, en la narrativa frontista, la otra cara de la decadencia es el renacimiento; o, lo que es lo mismo: en su visión cíclica de la historia, a la decadencia le sigue invariablemente la recuperación, que es presentada siempre en unos términos que van más allá del mero reponerse para apuntar retórica y simbólicamente al verbo resucitar. De esta manera, con este despertar cuasi milagroso, se rellena un vacío del relato. Ahora bien: ¿qué es propiamente lo que se recupera o renace? La nación francesa, desde luego, pero no tanto su cuerpo –su materia- como su espíritu –su esencia. Lo que resucita propiamente es lo que Marine Le Pen denomina “la Francia eterna”: la France éternelle; o sea un modo colectivo de ser, pensar y estar en el mundo. Una especie de élan vital, de principio, de empuje, de vis, de constante espiritual imperecedera: “Vosotros que lucháis por esta Francia eterna que va desde Alesia al referéndum de 2005 (…) Mirad y escuchad caminar junto a vosotros a esta larga cohorte de franceses muertos por la patria. Escuchad sus pasos gloriosos que pisan junto a vosotros los adoquines de París en esta larga epopeya de los enamorados de la patria, esta cadena ininterrumpida que nos liga a nuestra historia desde hace más de 2000 años, en este milagro siempre renovado de la supervivencia de Francia”478. “En nombre de la Francia eterna, os doy las gracias (…) Vosotros, la vanguardia ilustrada de nuestro pueblo. Sí, estoy orgulloso de conduciros a la victoria, puesto que por mi parte siento que el alba del cambio despunta en el horizonte, como un signo del cielo a todos los que traicionan, como un desafío de Dios para todos los que olvidan”479. 476 Alduy & Wahnich, 2015: 126. 477 Alduy & Wahnich, 2015: 127. 478 Marine Le Pen, Discurso del 1º de mayo de 2013; citado por Alduy & Wahnich, 2015: 131. 479 Jean-Marie Le Pen, Discurso de Niza, 19 de abril de 2007; citado por Alduy & Wahnich, 2015: 130. 176 Por tanto, lo que se recupera de la decadencia y vuelve a la vida es un carácter nacional. Una marca o gota espiritual que heredan y transmiten los franceses, y por cuya supervivencia el FN pelea. La France éternelle está presente constantemente, pero en régimen de baja intensidad: mezclada con elementos de declive y decadencia; o sea, en estado ontológico de impureza. Por este motivo, sólo se manifiesta parcial y esporádicamente. ¿A quiénes? A los espíritus y movimientos más clarividentes y vanguardistas, como apuntan Jean-Marie y Marine Le Pen en los discursos inmediatamente anteriores. Sin embargo, de acuerdo con la concepción cíclica de la historia que despliega el Frente Nacional, no siempre fue de esta manera. Hubo un momento en el que, por decirlo así, la esencia y la existencia de Francia coincidían. Ese período histórico es la Edad de Oro – Âge d’Or. Aunque no se la sitúa históricamente, la Edad de Oro es un punto clave en la narrativa del FN, puesto que permite hablar por comparación de la decadencia y las miserias del momento presente. En este sentido, la Edad de Oro, como el mito del Edén en la Biblia, es sólo una hipótesis teórica, un punto de apoyo que sostiene toda la retórica cataclísmica del FN sobre la contemporaneidad. Al igual que el mito del Edén en el Antiguo Testamento, l’Âge d’Or en su intemporalidad también está poblada de figuras: Juana de Arco, los reyes Clodoveo, Enrique IV o Luis XIV, Carlos Martel o el emperador Bonaparte. Personajes míticos a los que siempre se convoca alusivamente, como quien pinta un cuadro o realiza un collage, y cuyo rasgo en común es que son figuras que han pasado a la historia como mostrándose de una sola pieza, íntegras, completas, sólidas: rocosamente sólidas. Por este motivo puede afirmarse que la Edad de Oro es un mito de plenitud, de unidad y de pureza originales. De grandeur: un mito que marida armonía, poder, verdad y concordia. Y que, precisamente por ser un mito, concentra su fuerza en contarnos dramáticamente “cómo hemos perdido aquello que jamás tuvimos”480. En definitiva, la concepción de la historia que organiza el fondo de escena del relato del Front National es cíclica y se adecúa formalmente a los grandes mitos de nuestra cultura, tanto religiosos como seculares. Sigue la siguiente secuencia: Edad de Oro, Élites que no están a la altura –Traición-, Decadencia, Recuperación, Plenitud. Y a continuación: nueva traición, nuevo declive, nueva recuperación, nueva armonía. Tanto la retórica de Jean- Marie Le Pen como el discurso de Marine Le Pen enmarcan el tiempo según esta plantilla 480 Alduy & Wahnich, 2015: 132. 177 interpretativa481. Así, los sucesos del presente y del pasado inmediatos se explican de acuerdo con estos esquemas heurísticos. En rigor, el conjunto de los partidos elaboran sus propios mitos y todos los relatos tienen su nervio mítico. La peculiaridad del Frente Nacional es, como en otros muchos aspectos, el grado de explicitación: la transparencia con la que se revelan estas estructuras y alusiones míticas. O, lo que es lo mismo: la nitidez con la que comparece la epopeya. Este carácter expedito del mito tiene dos ventajas: 1) re-encanta el mundo, es decir: crea sentido allí donde potencialmente uno sólo puede experimentar caos e inentiligibilidad482; y 2) ofrece al combate político un carácter trascendente; es decir, abre a éste a una dimensión trans-histórica y sagrada. Con ello, el discurso lepenista ofrece un plus de sentido a los acontecimientos, precisamente en un momento en el que predominan los sentimientos de descontrol e incomprensión a propósito del mundo circundante; y, simultáneamente, otorga al compromiso con la identidad política del FN del carácter de una misión trascendente, heroica, cercana a los parámetros de un apostolado nacionalista secularizado. Como hemos visto, el asunto central reside en que, a pesar de todos los cambios que su presidencia inaugura, Marine Le Pen hereda y comparte la visión circular de la historia que pone en circulación su padre. Así, el discurso del nuevo FN se inscribe en el relato mitificado y cíclico de la historia que re-elabora el primer Front National y que, en rigor, es una creación del pensamiento reaccionario de comienzos del siglo XIX483. A este respecto, el núcleo tematizado de la decadencia es paradigmático del modo como Marine Le Pen emplea los mitologemas clásicos de la extrema derecha para denunciar fenómenos contemporáneos; o, lo que es lo mismo: cómo la presidenta del FN encuadra los sucesos del presente en marcos mitológicos arquetípicos de su tradición política. 9.2 Una visión de la nación: el hilo bleu, blanc, rouge “Para nosotros no hay nada más bello que Francia, 481 La propia Marine Le Pen lo expresó claramente en su primer discurso como presidenta del Frente Nacional: “la historia de nuestro país es una lucha incesante entre las fuerzas del declive y las fuerzas de la recuperación” (Marine Le Pen, Discurso de Tours, 16 de enero de 2011). 482 Esta función socio-religiosa del mito la desarrollan magistralmente Roland Barthes y Raoul Girardet en sus respectivos textos: Barthes, R. (1957): Mythologies, París: Éditions Le Seuil; y: Girardet, R. (1986): Mythes et mythologies politiques, París: Éditions Le Seuil. 483 Winock, M. (2015): Histoire de l’extrême droite en France, París: Éditions du Séuil. 178 no hay nada más grande que Francia, no hay nada más útil al mundo que Francia. Mantengamos siempre en nuestro espíritu el hilo del interés nacional”484. Como afirmamos al principio de este capítulo, el Front National es un partido ante todo nacionalista. En eso se asemeja al resto de partidos de su familia política –la derecha radical europea- que, antes que partidos anti-inmigración o formaciones xenófobas, son plataformas profundamente nacionalistas. El caso de Vox en España no es diferente al resto, como muestra Carles Ferreira en un artículo reciente485. Por este motivo, no puede sorprender que tanto el Frente Nacional de Jean-Marie Le Pen como el FN de Marine Le Pen se auto-conciban como la vanguardia política e institucional del “movimiento nacional”; esto es, como los representantes más visibles y avezados de un movimiento más general en defensa de Francia: “Desde esta tribuna y ante todo el país, a mis queridos compatriotas de Nord-Pas-de-Calais, a mis queridísimos amigos de Hénin-Beaumont y de la cuenca minera, les quiero ofrecer mi gratitud, la gratitud del movimiento nacional, la gratitud de todos los que llevan a Francia en el corazón”486. La nación que evoca el Front National está muy lejos del carácter contingente y ontológicamente débil que les otorga Benedict Anderson487. La nación de la que habla el FN de todas las épocas no es una “comunidad imaginada”, ni el resultado de una creencia compartida. No es, en suma, una proyección performativa ni un “modo de imaginarse juntos”488. El Frente Nacional elabora una concepción fija, hierática, estable, metafísica, de la nación francesa; una noción que es, a la vez, sustancialista, teleológica, naturalista y hasta cierto punto colonial489 de la nación francesa. Es, en buena medida, una concepción aristotélico-tomista de las naciones mezclada con algunos ingredientes de darwinismo social en lo que respecta a las relaciones internacionales. Empecemos con el sustancialismo: Jean-Marie Le Pen y Marine Le Pen entienden la nación como algo sustancial y entitativo. La nación no es accidente, sino esencia. Tiene que ver con la tierra, 484 Marine Le Pen, Mítin de Lyon, 5 de febrero de 2017. 485 Ferreira, C. (2019): “Vox como representante de la derecha radical en España: un estudio sobre su ideología”, Revista Española de Ciencia Política, 51, 73-98. 486 Marine Le Pen, Mítin de Lille, 26 de marzo de 2017. 487 Anderson, B. (1991): Comunidades imaginadas. Reflexiones sobre el origen y la difusion del nacionalismo, Ciudad de México: Fondo de Cultura Económica. 488 Anderson, 1991: 24 489 Al menos desde el punto de vista cultural. 179 la sangre y la narrativa cíclica del mito490. En consecuencia, presenta rasgos perdurables, predefinidos y diferenciados. Al modo de la ousía aristotélica, la nación imprime un modo de ser y una identidad en los individuos. De este modo troquela a los ciudadanos pertenecientes a una nación, reuniéndolos y poniendo coto a la inmensa diversidad de las diferencias. Los hace solidarios de una misma especie, ejemplares de una misma esencia. Por eso puede afirmar Marine Le Pen que las identidades nacionales tienen espesor: “Detrás de cada nación hay un tejido social particular, tradiciones familiares particulares, una lengua, una Historia; en suma, una nación tiene un cierto espesor, un espesor que no es ni comprimible ni intercambiable”491. En virtud de este carácter sustancial, la nación es una fuerza centrípeta, un principio de homogeneización; pero, sobre todo, es algo que está por encima de la voluntad de los ciudadanos, capaz al mismo tiempo de condicionarlos y superarlos. Las identidades nacionales son por este motivo previas a la discusión política y hasta cierto punto intocables e inmodificables por el debate público. Desde esta perspectiva sustancialista de las identidades nacionales, a las naciones sólo se las puede conocer, valorar, respetar y, en último extremo, rendir pleitesía. Guardan por ello un fuerte grado de similitud con el ámbito de lo sagrado: “Francia es un país milenario, una historia, una cultura, unas costumbres, un modo de ser y sentir, unos paisajes, una geografía, una alegría de vivir que nos envidia todo el mundo; en suma, una identidad”492. “Francia es también un conjunto de valores y de principios transmitidos de generación en generación, como si fueran contraseñas. Francia es un modo de vida, son códigos que compartimos entre nosotros, es una manera de pensar y de aprehender el mundo”493. Al mismo tiempo, las naciones, como las sustancias aristotélicas, tienen un télos: una finalidad, un destino, una dirección, una potencia propia que les conduce a desplegarse de una cierta manera y a permanecer unidas. Esta concepción teleológica de la nación implica, por un lado, que las naciones tienen un destino o finalidad –“el destino de Francia”494, al que suele referirse Jean-Marie Le Pen-, y, por otro lado, que las naciones 490 Eltchaninoff, M (2017): Dans la tête de Marine Le Pen, París: Solin, 169-190. 491 Marine Le Pen, Discurso de Coblenza, 20 de enero de 2017. 492 Marine Le Pen, Discurso de Lyon, 5 de febrero de 2017. 493 Marine Le Pen, Discurso de París, 1 de mayo de 2017. 494 Souchard & Wahnich & Cuminal & Wathier, 1997: 94. 180 tienen una cierta perfección o virtud. La perfección de Francia acontece cuando ésta consigue desplegar todas sus potencialidades. Pero para lograrlo, insiste la retórica frontista, la nación tiene que re-conocerse y aceptarse; esto es, debe congraciarse con su propia naturaleza. Este enfoque metafísico y finalista de las naciones conduce a los líderes del Frente Nacional a repetir que las naciones más potentes son aquellas que, siguiendo el precepto del oráculo de Delfos, se conocen a sí mismas; y, precisamente por ello y de acuerdo con la máxima de Píndaro, llegan a ser quienes son. “¿Qué es una nación? Una nación es una capacidad de sentir y expresar sentimientos comunes nacidos de una identidad, de una necesidad, de una alegría de estar juntos, de un destino común”495. “O tomamos partido por Francia, de la Francia que se asume a sí misma sin temblar (…) o renunciamos a creer en Francia, renunciando a ser nosotros mismos, pueblo francés, modelado por su Historia, su arte, su cultura, sus leyes”496. Dentro del más puro aristotelismo, la familia Le Pen concibe a los entes a los que denomina naciones como seres naturales, como seres vivos con un principio o movimiento vital. En cuanto sustancias naturales, tienen potencia y acto. Este dinamismo interno conduce a las naciones a desarrollar un modo de funcionamiento singular –un modo de vivir concreto- y un tipo de creaciones particulares –una civilización, una lengua, una cultura. Del mismo modo, puesto que se las piensa de acuerdo con la metáfora de los seres naturales, las naciones presentan etapas, ciclos y grados de maduración: pueden crecer, enfermar, envejecer o morir497. Son, en suma, un fenómeno vital498: “Inmersos hoy dentro de la tormenta de la duda y el materialismo, golpeado en su dinamismo y en su sustancia vital por la desnatalidad y la invasión migratoria, cortado de sus raíces espirituales, engañado por el espejismo del europeísmo y la globalización, traicionado por su élites y forzado por los lobbies, el pueblo está hoy en día en gran peligro”499. 495 Jean-Marie Le Pen, Discurso del 4 de mayo de 1988; citado por Souchard & Wahnich & Cuminal & Wathier, 1997: 108 [los subrayados son míos]. 496 Marine Le Pen, Discurso de Châteauroux, 11 de marzo de 2017 [los subrayados son míos]. 497 De ahí toda la retórica de la decadencia y la recuperación que analizamos anteriormente. 498 Téngase en cuenta que el FN usa “pueblo” y “nación” prácticamente como sinónimos: el pueblo es la encarnación de la nación. 499 Jean-Marie Le Pen, “Entendez le chant du peuple français”; citado por Souchard & Wahnich & Cuminal & Wathier, 1997: 75 [los subrayados son míos]. 181 No obstante, a pesar de esta coincidencia de fondo a la hora de representar a las naciones como sustancias naturales, puede encontrarse una diferencia entre Jean-Marie Le Pen y Marine Le Pen. Se trata de un matiz que reviste una cierta importancia analítica. Allí donde Jean-Marie Le Pen desliza la metáfora naturalista hacia una concepción bio-étnica de la nación y de la identidad nacional, Marine Le Pen se conforma con subrayar la diferencia entre la pertenencia natural y la pertenencia artificial, es decir, entre lo que uno realmente es por naturaleza y lo que el capitalismo mundializado le dice a los individuos que deben ser –en suma, entre esencialismo y constructivismo. Jean-Marie Le Pen habla de raíces y de razas para enfatizar la diferencia específica del carácter y del genio francés. Marine Le Pen, en cambio, evita todo tipo de referencias étnico-biologizantes pero asienta la distinción entre las identificaciones naturales –las que están en consonancia con la sustancia comunitaria- y las identificaciones artificiales –que a lo sumo pueden ser comprendidas en términos de contingencia y temporalidad; y que, en consecuencia, no están en condiciones de sustituir a la identidad natural, sustancial y estructurante-: “Creemos que Francia ocupa un lugar singular en Europa y en el mundo, porque nuestro pueblo es el resultado de la fusión en sí única de las virtudes romanas, germánicas y celtas”500. “Jóvenes franceses, os digo que yo os voy a permitir crear, imaginar, re-encantar este mundo nuevo que nace ante nuestros ojos. Yo quiero que ellos sean los actores de este mundo. E incluso los autores. Quiero que se deshagan de las identidades artificiales, de las identidades de sustitución, cuyo objetivo es haceros olvidar lo que sois en realidad íntimamente, es decir, franceses de corazón”501. Por último, el modo de ser francés, la sustancia Francia, el precipitado histórico que es la nación francesa le habilita según el FN para asumir un rol cultural preponderante. Por encima de todas sus diferencias, Jean-Marie Le Pen y Marine Le Pen concuerdan no sólo a la hora de enfatizar y defender la singularidad de la nación francesa, sino también en el acto de asignar a Francia un papel civilizatorio en el mundo. Marine Le Pen suele referirse a esta diferencia específica cualitativamente valiosa como “la voz de Francia”. Sin llegar a explicitarlo, el planteamiento de ambos deja entrever la idea de una cierta superioridad 500 Jean-Marie Le Pen, Discurso del 4 de mayo de 1988; citado por Souchard & Wahnich & Cuminal & Wathier, 1997: 108. 501 Marine Le Pen, Discurso de Burdeos, 2 de abril de 2017 [los subrayados son míos]. 182 –al menos cultural- de la nación francesa respecto de otras, lo cual se vive como un motivo de orgullo: “Francia es una voz: una voz extraordinaria y singular que habla a todos los pueblos del universo (…) Nosotros sabemos que la simple evocación de Francia tiene una resonancia particular para millones de personas en todo el mundo. En todos los continentes: en África, en Asia, en América Latina, en Europa Central, en torno al Mediterráneo; en todos estos lugares la palabra “Francia” no designa sólo a un país, es una luz que retiene la atención, es una dirección hacia la que se vuelven las personas sensibles, cultivadas y llenas de libertad. Francia es otra cosa (…) “Antaño soldados de Dios, hoy soldados de la libertad, Francia siempre será el soldado del ideal”, decía Clemenceau”502. Esta forma sustancialista, teleológica, naturalista y colonial de concebir la nación que se manifiesta con igual intensidad en los discursos de Jean-Marie Le Pen y Marine Le Pen es profunda y conscientemente anti-liberal. Se articula, de hecho, como una crítica al modo de entender las identidades nacionales del liberalismo y, muy particularmente, del liberalismo anglosajón: “A sus ojos, los países son un espacio geográfico abierto donde la única exigencia se limita a “vivir juntos”; es decir, a la orden dada a las comunidades que precisamente no están buscando vivir juntas ni agredirse entre ellas, de que no lo pueden hacer”503. Uno de los intelectuales de referencia de la Nouvelle Droite, Alain de Benoist, expresaba esta misma idea con rotundidad en 1985: “o bien se considera a la nación como una noción puramente administrativa, es decir, como una sociedad que reagrupa de forma azarosa, transitoria, a ciudadanos que son otros tantos átomos individuales (...) O bien al contrario se considera la nación como una entidad viviente, como un conjunto que supera ampliamente la adición de sus componentes del momento, incluyendo también los muertos y a quienes están por nacer, es decir, como una historia a lo largo de la cual se ha forjado una identidad común, una personalidad, y en la que se elabora un destino”504. Para el Frente Nacional y sus intelectuales más insignes, la visión liberal de las naciones es insuficiente puesto que se limita a constatar un hecho puramente contingente –pisar el 502 Marine Le Pen, Mítin de París, 1 de mayo de 2017. 503 Marine Le Pen, Discurso de Lyon, 5 de febrero de 2017. 504 De Benoist, A. (1985): “Réflexions sur l’identité nationale”, citado por Sanromán, D-L (2008): La Nueva Derecha, Madrid: Centro de Investigaciones Sociológicas, 218. [los subrayados son míos]. 183 mismo suelo u obedecer las mismas leyes-, sin profundizar en aquello que constituye horizontalmente el cemento social: tener una historia, una personalidad y un destino comunes. De acuerdo con Jean-Marie y Marine Le Pen, formar parte de una misma nación no puede consistir simplemente en obedecer a una misma autoridad. Pagar los recibos de la luz, el agua y el gas, o respetar las leyes básicas de una comunidad son condiciones necesarias pero no suficientes para formar parte de una nación. Lo que falta es un plus sentimental repartido horizontalmente, un querer ser, una proyección y, sobre todo, la asunción de ciertos rasgos esenciales. Desde el punto de vista de la derecha radical francesa, las identidades nacionales no son un artefacto cultural ni un constructo que nazca del acuerdo más o menos tácito entre individuos, sino modos de ser, naturalezas, en sentido filosófico fuerte. Por eso, refiriéndose a los procedimientos para adquirir la nacionalidad francesa, Marine Le Pen puede realizar afirmaciones como la siguiente: “Para naturalizar francés, hace falta una naturaleza francesa: una tierra, paisajes, luces, un aire francés”505; aseveraciones que, valiéndose de la equivocidad de la palabra “naturaleza”, asientan la idea de que existe algo así como una esencia previa de lo francés. En definitiva, el hilo bleu, blanc, rouge se refiere a una concepción fija, sustancialista, transhistórica y anti-liberal de la nación que está en el corazón de la propuesta política del Frente Nacional; y que, precisamente por este motivo, resiste a las modificaciones discursivo-estratégicas introducidas por Florian Philippot, y se manifiesta con similar intensidad tanto en el Front National del padre como en el nuevo FN de la hija. El esencialismo ejerce en consecuencia como verdadero hilo conductor, como ancla ideológica, del Frente Nacional de todos los tiempos. 9.3 Una visión schmittiana de la política “La distinción política específica, aquella a la que puede reconducirse todas las acciones y motivos políticos, es la distinción de amigo y enemigo”506. 505 Marine Le Pen, Discurso de Châteauroux, 26 de febrero de 2012 506 Schmitt, C. (1991): El concepto de lo político. Texto de 1932 con un prólogo y tres corolarios, Madrid: Alianza Editorial, 56. 184 La raíz anti-liberal del discurso del Front National se expresa no sólo en el esencialismo a la hora de pensar las identidades nacionales, sino también en el modo de concebir la política. Jean-Marie Le Pen y Marine Le Pen no entienden la política como un espacio de deliberación donde sujetos racionales discuten para encontrar las mejores soluciones a los problemas prácticos que se presentan. No es un ámbito de encuentro en el que la bondad de los argumentos aúne a los contrincantes en torno a un cierto consenso. Ni siquiera es un lugar de transacción civilizada de intereses. Ni razón práctica en general, ni razón instrumental en particular. La política es primaria y constitutivamente conflicto. Como ya se apuntó en epígrafes anteriores, el Front National entiende la política como un ejercicio de defensa de la comunidad nacional. Al mismo tiempo, el FN presenta siempre a Francia como estando sometida, invadida, subyugada y amenazada por diversos tipos de actores; es decir, como estando gravemente en peligro existencial. En consecuencia, el primer cometido político urgente que se da a sí mismo el FN es pelear contra los enemigos de la nación: aquellos que la acercan al precipicio o al abismo de la desaparición. Por este motivo, la formación lepenista comprende la política primariamente como una lucha por la supervivencia de identidades colectivas sustanciales, a saber: las naciones; o sea, como una pugna existencial por la preservación de ciertas esencias trans-históricas. Esta comprensión tensional y dramática de la política le viene al FN de su filiación ideológica. No hay que olvidar que el Front National es en buena medida heredero intelectual de la experiencia fascista en Francia507, de las reflexiones de los “no- conformistas” de los años 30508, del patriotismo integral de Charles Maurras509, de los neofascistas Dominique Venner, Julius Evola, Jean-Thiriart, Maurice Bardèche, Alain Robert, François Duprat o el italiano Giorgio Locchi510, y de la influencia más reciente de los escritos del GRECE y del Club de l’Hologe511; pero también –y decisivamente- de algunas de las ideas avanzadas en Alemania por los pensadores de la Konservative Revolution; muy especialmente Carl Schmitt, Edgar Julius Jung y Ernst Jünger512. Por 507 Sternhell, Z. (2012): Ni droite, ni gauche. L’idéologie fasciste en France, París: Gallimard. 508 Loubet del Bayle, J-L. (1969): Les non-conformistes des années 30. Une tentative de renouvellement de la pensée politique française, París: Éditions Le Seuil. 509 Giocanti, S. (2010): Charles Maurras: el caos y el orden, Barcelona: Acantilado. 510 Duprat, F. (2015): 1973. El año en que nació el Frente Nacional y otros artículos, Tarragona: Ediciones Fides. 511 Sanromán, D-L (2008): La Nueva Derecha. Cuarenta años de agitación metapolítica, Madrid: Centro de Investigaciones Sociológicas. 512 Dupleux, L. (1992): La “révolution conservatrice” dans l’Allemagne de Weimar, Estrasburgo: Kimé. 185 este motivo, para la formación lepenista tiene poco sentido plantearse la política en términos habermasianos o al modo como lo hacen los filósofos pragmáticos norteamericanos Charles Sanders Peirce o John Dewey; esto es, como deliberación y búsqueda de acuerdo. Cuando la diferencia es radical, piensa el FN, no hay síntesis posible: sólo colisión. Pensar lo contrario, continúa el razonamiento frontista, sólo es atribuible a la bisoñez teórica del liberalismo. Marine Le Pen expresa nítidamente esta visión schmittiana de la política cuando en el mítin de Assises Présidentielles de Lyon afirma: “Ya hemos cumplido, mis queridos amigos, nuestro primer gran acto político que consiste en designar a nuestros propios adversarios”513. Se trata, a su juicio, de un paso fundamental, pues “es decisivo conocer a nuestros enemigos para saber quiénes somos nosotros y cuál es nuestro proyecto”514. Dos meses más tarde, en un mítin celebrado en Burdeos, la presidenta del Frente Nacional explicita lo que es para ella la “verdadera política”: “Ningún otro candidato os lo dirá, pero puesto que aspiro a asumir las funciones de jefe del Estado, me gustaría hablaros de política, de verdadera política, y responder a las cuestiones que son esenciales –esenciales para nosotros, claro, pero también para nuestros hijos-: ¿qué justifica que vivamos juntos en una misma nación? ¿Qué tiene naturalmente capacidad de tejer lazos entre nosotros? ¿Qué sociedad queremos para el día de mañana?”515. De acuerdo con el enfoque de la familia Le Pen, lo que desencadena el compromiso con el FN y, más generalmente, con el “movimiento nacional” es el nombramiento de lo que Carl Schmitt denomina un “enemigo existencial”. El gesto de investir a un enemigo es propiamente el acto que da inicio a la política516. Desde esta visión intensiva de la política, el FN acusa al resto de partidos políticos franceses de “haber despolitizado la política”517; y con particular relevancia a Emmanuel Macron de haber sustraído a la política su carácter 513 Marine Le Pen, Discurso de Lyon, 5 de febrero de 2017. 514 Marine Le Pen, Discurso de Lyon, 5 de febrero de 2017. 515 Marine Le Pen, Discurso de Burdeos, 2 de abil de 2017. 516 “El sentido de la distinción amigo-enemigo es marcar el grado de máximo de intensidad de una unión o separación, de una asociación o disociación (…) El enemigo político no necesita ser moralmente malo, ni estéticamente feo; no hace falta que se erija en competidor económico, e incluso puede tener sus ventajas hacer negocios con él. Simplemente es el otro, el extraño, y para determinar su esencia basta que sea existencialmente distinto y extraño en un sentido particularmente intensivo. En último extremo pueden producirse conflictos con él que no puedan resolverse ni desde alguna normativa general previa ni en virtud del juicio de un tercero “no afectado” o “imparcial” (Schmmit, 1991: 57). 517 Marine Le Pen, Discurso de Burdeos, 2 de abril de 2017. 186 trascendente, sustantivo y necesariamente tensional. De haberla convertido en mera gestión, cambalache y pastiche comunicativo: “Es al tipo de cuestiones que hemos formulado anteriormente a las que debe responder el futuro presidente de la república, que no es un vendedor de aspiradoras con frases profundas, sino un visionario, alguien que imagina la sociedad del mañana para organizarla”518. A este respecto, si la política es constitutivamente antagonismo, entonces la tecnocracia es su negación y el liberalismo mero disimulo. Tanto Jean-Marie Le Pen como Marine Le Pen reservan las palabras más gruesas para aquellos que entienden la política como mera gestión o trámite para especialistas. No sólo por lo que tiene de disimulo o hipocresía, sino por lo que tiene de renuncia. En esto Jean-Marie Le Pen es más explícito. Para él, el enfrentamiento no es sólo un hecho político natural –y por tanto normalizable- , sino que además es el acto político más real. Y la guerra es entendida entonces como un corolario de la política; un apéndice trágico, bello y profundo: “Sobre el fondo de las melodías sombrías de la decadencia, por encima del estrépito de los exotismos de pacotilla, para el mayor bien de la humanidad, de Francia y de los franceses, debe elevarse nuevamente alta y clara la oración de los combates antiguos, el canto de guerra y de victoria, el canto de amor y de esperanza”519. En resumen, el nuevo Frente Nacional de Marine Le Pen hereda y asume esta concepción de la política como antagonismo; o, más precisamente, como combate existencial por la supervivencia de entidades colectivas nacionales. Esta coincidencia entre las visiones de la política del FN de los años 70 del siglo pasado y del nuevo FN desdiabolizado de la segunda década del siglo XXI se percibe en posicionamientos explícitos de Marine Le Pen, como los mencionados anteriormente; pero sobre todo en el esquema de fondo que estructura el compromiso político –el cómo y el para qué- de la formación lepenista. A este respecto, Florian Philippot se mueve en las mismas coordenadas que Jean-Marie Le Pen. Ahora bien, el Frente Nacional desdemonizado emplea un lenguaje más moderno y secularizado para defender y movilizar esta concepción tensional de la política. La diferencia reside en que, aunque el FN marinista mantiene la idea de que el conflicto político es irreductible, abandona en gran medida la retórica lírica y arcaizante de la que 518 Marine Le Pen, Discurso de Burdeos, 2 de abril de 2017. 519 Jean-Marie Le Pen, “Entendez le chant du peuple français”; citado por Souchard & Wahnich & Cuminal & Wathier, 1997: 48. 187 hacía gala Jean-Marie Le Pen. Allí donde el antiguo líder del partido se enseñoreaba en el halago al combate y a la guerra como actos supremos de verdad y realidad –actos donde las máscaras caen-, los portavoces del FN bajo la nueva dirección se contentan con señalar tres elementos: 1) el carácter borroso y laxo que reviste el compromiso nacional de sus rivales de otras formaciones políticas, 2) la peligrosidad de la mundialización, y 3) la necesidad de tomar partido por Francia. 9.4 Una visión naturalista y trascendente del ser humano Otro de los rasgos ideológicos persistentes en el Frente Nacional entre padre e hija es la promoción de una visión que se quiere diferente e incluso anti-establishment del ser humano. Desde sus comienzos, el FN presume de tener una concepción más coherente, más rica y más humana del individuo que sus “adversarios del sistema”. El FN justifica esta idea echando mano del argumento de que ellos son los únicos herederos de la tradición antigua de pensamiento, en contraposición con la liviandad postmoderna de sus rivales políticos. De acuerdo con este argumento, el anclaje clásico dotaría a la formación frontista de una visión antropológica sólida, en contraste con el carácter líquido y cambiante que il pensiero debole del resto de partidos concedería al individuo. La definición del ser humano de la formación lepenista estaría entonces marcada por la determinación y por una cierta rigidez antropológica. En cambio, el sujeto que aspirarían a crear “los partidos del sistema” estaría caracterizado por la indeterminación, el nomadismo y la adaptibilidad. El individuo completo para el Frente Nacional es forma y acto; mientras que el sujeto que postula el “sistema” es sobre todo materia y potencia. Este esquema antropológico binario –FN a favor del ser humano / Sistema en contra del ser humano- es profusamente empleado por la formación lepenista en todas las etapas de su historia. También por el nuevo Frente Nacional. De hecho, desde que es presidenta del partido, Marine Le Pen lo ha utilizado recurrentemente. En la campaña presidencial de 2017 encontramos varios ejemplos de ello: “El objetivo es reducir al hombre a su papel de consumidor o productor. Los países ya no son naciones unidas por un impulso afectivo, sino mercados, espacios en los que la mercantilización de todas las cosas y de todos los seres humanos es posible, admitida e incluso organizada. Los pueblos no son ya nada más que poblaciones. Las fronteras son 188 eliminadas, como con Schengen, para hacer de nuestros países estaciones de tren o terminales de aeropuerto (…) Ese mundo en el que la economía es un fin en sí mismo y el hombre un simple instrumento a su servicio nos hunde en el terreno de lo nómada, lo efímero, del cortoplacismo, del juego de mesa; en resumen: un mundo artificial y profundamente deshumanizado”520. Lo que une en este ámbito a los discursos y exposiciones de Jean-Marie Le Pen y Marine Le Pen es la idea de que el Frente Nacional promueve una concepción integral de la persona. Integral significa aquí situada espacio-temporalmente y no amputada espiritualmente; es decir, incrustada en unas coordenadas culturales, espaciales, sociales y de trascendencia religiosa. El FN enfatiza hasta la extenuación el mensaje de que el ser humano está constitutivamente amarrado a una cultura, a una historia, a una tradición, a una entidad nacional y a una cierta cosmovisión religiosa –a una cierta forma de concebir las relaciones entre cuerpo y alma, sagrado y profano, finito e infinito. El individuo, sostiene el argumento frontista, está tallado o configurado así. Hay por tanto en el discurso antropológico del FN una vertiente empírica y una vertiente normativa. La formación lepenista sostiene que el ser humano está de hecho condicionado por estos factores de pertenencia y de sujeción a una cultura y a un grupo. Pero además añade que es bueno que sea así; y, en consecuencia, que lo mejor que puede hacer el individuo es reconocer esta vinculación, aceptarla y valorarla. O, lo que es lo mismo, reconciliarse con esta pertenencia. Porque es constituyente desde el punto de vista antropológico. No obstante, a pesar de esta continuidad de fondo, sí existen algunas diferencias de forma entre Jean-Marie Le Pen y Marine Le Pen a la hora de exponer su visión de la persona. El estilo de Jean-Marie Le Pen es rotundo, arcaizante y está muy focalizado en explicar pedagógicamente los fundamentos ideológicos del partido. En este sentido, a la manera de los mesías, Jean-Marie Le Pen dedica buena parte de sus discursos a establecer doctrina. Incluso detenidamente. Por eso cuando se trata de exponer su visión del ser humano, el líder histórico del FN lo hace sin ambages. Para él, el ser humano es un ser espiritual incardinado en una comunidad nacional. Es naturalmente así. Es un ser sensible, con alma, admirador de símbolos y deseo de trascendencia521, cuyo 520 Marine Le Pen, Discurso de Lyon, 5 de febrero de 2017. 521 A este respecto, son interesantes las reflexiones de Jean-Marie Le Pen recogidas en el libro de Michel Etchaninoff referidas a los rituales, lo sagrado y el Concilio Vaticano II: “nuestra civilización está en decadencia. Esto puede ser atribuido a grandes rasgos al derrumbe de los valores religiosos en nuestra sociedad durante los años 60 y el Concilio Vaticano II, cuyo objetivo era adaptar a la iglesia católica al mundo contemporáneo. Antes de eso, la sociedad francesa estaba profundamente influida por la religión 189 comportamiento natural se estructura a través de decisiones afectivas522 que se corresponden con distintos niveles de instituciones. En ellas forja su ser-ahí, su dimensión ontológica, su lugar en el mundo: “Nosotros nos reclamamos de un orden natural que respeta al hombre en sus estructuras vivas naturales que son la familia, el municipio, el trabajo, la provincia y la nación”523. El individuo es fundamentalmente un ser de instintos, un ser natural, un ser necesitado de un territorio, de un grupo de pertenencia y de una proyección espiritual. Es un animal –y por tanto es instintivo y potencialmente violento- con lenguaje y alma –y en consecuencia es social y manifiesta un deseo de eternidad. Pero sobre todo es un animal que hereda – cultura, genes, propiedades, antepasados e identidades nacionales. O, más precisamente: un animal que hereda aquello que le inviste o configura: “Sí, porque somos criaturas vivientes, porque somos parte de la naturaleza, obedecemos a sus leyes. Las grandes leyes de las especies gobiernan también a los hombres, a pesar de su inteligencia y a pesar a veces también de su vanidad. Si violamos estas leyes naturales, la naturaleza no tardará en vengarse de nosotros”524. “Materializando mi fidelidad a un municipio natal, expreso a través de este gesto a la vez una fidelidad, un reconocimiento, a la tierra, al paisaje y a los seres que los pueblan (…) La personalidad de cada uno de nosotros está forjada en primer lugar por su herencia y por sus genes, tal y como han sido transmitidos de siglo en siglo desde el inicio de la vida en nuestro planeta”525. Por estos motivos, los enemigos principales de la antropología lepenista son en primer lugar el constructivismo y en segundo lugar el materialismo. El primero por ser cristiana (…) el abandono de lo que yo considero esencial, el ritual -los gestos, las palabras, los cánticos, con sus construcciones estéticas y a la vez ornamentales, musicales y simbólicas- implicó una verdadera ruptura. En cuanto a la proyección esperanzadora de la resurrección, esta respondía de manera optimista a la cuestión de la eternidad. Participaba de una dimensión emocional de la vida. Todo esto se derrumbó bruscamente” (Eltchaninoff, 2017: 34-35). 522 De ahí la famosa afirmación de Jean-Marie Le Pen ya citada anteriormente: “yo soy un hombre de sentido común: quiero más a mis hijas que a mis primas, y a mis primas más que a mis vecinas, y a mis vecinas más que a los desconocidos, y a los desconocidos más que a los enemigos” (L’Heure de vérité (1984, 13, febrero). “Entrevista a Jean-Marie Le Pen, Antenne 2: https://www.youtube.com/watch?v=6tBMdtRn5ZI [desde minuto 59:25 hasta minuto 59:44] 523 Jean-Marie Le Pen, Discurso de La Trinité, citado por Souchard & Wahnich & Cuminal & Wathier, 1997: 85. 524 Jean-Marie Le Pen, Discurso pronunciado en la fiesta Bleu, Blanc, Rouge el 13 de octubre de 1991; citado por Souchard & Wahnich & Cuminal & Wathier, 1997: 86-87. 525 Jean-Marie Le Pen, Discurso pronunciado en La Trinité-sur-Mer el 1 de septiembre de 1989; citado por Souchard & Wahnich & Cuminal & Wathier, 1997: 87. 190 profundamente anti-naturalista. Jean-Marie Le Pen fustiga todas aquellas teorías que quieren hacer del individuo artificialmente aquello que no es. Todas aquellas visiones que, como la de la izquierda postmoderna, se esfuerzan por desviar al individuo de sus orientaciones y compromisos naturales. En segundo lugar, Jean-Marie Le Pen se opone al materialismo de la izquierda ortodoxa marxista porque, a su juicio, amputa al hombre su dimensión espiritual; esto es, lo reduce a su faceta de productor y consumidor, de homo faber. El materialismo, continúa Jean-Marie Le Pen, a fuer de realista, es simplificador. La crítica al constructivismo antropológico se alarga hasta 2011, atribuyéndose tanto al feminismo como a la ciencia moderna o a la globalización económica; mientras que la reprobación del materialismo, estando muy presente en los discursos de las décadas de 1970 y 1980, prácticamente desaparece a partir de 1991. Por su parte, el estilo de Marine Le Pen se aleja del de su padre también a la hora de hablar de antropología. Aunque los presupuestos son los mismos, la mise en forme difiere notablemente. Fundamentalmente en tres puntos: 1) la nueva presidenta del FN pone considerablemente más el acento en sus rechazos que en sus convicciones, 2) Marine Le Pen mantiene las ideas de trascendencia y arraigo, pero en su retórica desdibuja las expresiones explícitas de naturalismo, y 3) la nueva dirección introduce en el vocabulario del partido el término “humanismo”. Marine Le Pen sitúa habitualmente la carga de la prueba, no tanto en la bondad de los propios argumentos, cuanto en la maldad de los ajenos. Dedica mucho más tiempo a la crítica de un sistema que desarraiga, homogeneiza, mercantiliza, vacía y debilita al ser humano que a la exposición de su propia concepción antropológica. Este comportamiento responde a las directrices estratégicas de la llamada “hipótesis Philippot”: aquí no se trata de comulgar con unos principios, sino de agrupar en una misma opción política a una oposición diversa al estado de cosas. No es un asunto de comunión, sino de articulación. Por eso, en su reprobación al sistema y a los partidos que lo sostienen, Marine Le Pen incorpora un léxico a medio camino entre la izquierda y la derecha; o, más específicamente: un vocabulario que incluye sustantivos como mercantilización, proletarización o alienación a los que añade el adjetivo “cultural”, de tal modo que además de hablar de individuos “desarraigados”, “vacíos” o “estandarizados”, también hace referencia a la “mercantilización cultural”, la “proletarización cultural” o la “alienación cultural”. En este sentido, Marine Le Pen aspira a ejercer, antes que nada, como tribuno de la plebe, y sólo secundariamente como profeta de una nueva ideología; mientras que 191 en Jean-Marie Le Pen ocurre todo lo contrario. Él actualiza una vieja doctrina y anuncia un nuevo mundo –el mundo del retorno de las naciones y de los individuos reconciliados con su naturaleza. Ella fustiga la deriva cada vez más inhumana de la ideología dominante que impregna la realidad contemporánea. El estilo de Jean-Marie Le Pen es siempre taxativo, el de Marine Le Pen funciona por contraposición: “En esta región del norte de Francia, martirizada por la globalización, por las deslocalizaciones salvajes, por los despidos, son muchísimas las familias que han vivido en su día a día el trauma de esta lógica inhumana, de esta lógica intolerable que niega al individuo y borra la vida. Conmigo, esta lógica no tendrá derecho de ciudadanía. Porque no se ocupa de la suerte de los hombres (…) Coged un billete de 10 euros y miradlo: en su mundo, como en ese billete de monopoly, no aparece ninguna persona, ningún paisaje que exista realmente; sólo puentes imaginarios o paisajes que no existen. Es un mundo que no se apoya en nada, que no expresa nada, o, en todo caso, nada humano (…) El peligro que nos acecha es la deshumanización de nuestra sociedad”526. “Nuestro proyecto está fundado sobre el rechazo al individualismo y al reino del dinero, sobre el rechazo a doblegar al hombre a una lógica puramente consumista organizada por las multinacionales ávidas”527. “Nuestro proyecto reposa sobre una visión diferente, una gran visión, una visión bella: es el único proyecto alternativo. Porque nosotros representamos otra visión de Francia, otra visión del mundo, otra visión del ser humano. Al revés que nuestros adversaros, los señores Macron y Fillon, nosotros no creemos que el hombre tenga que estar doblegado a la economía, a la ley del dinero todopoderoso, a los poderes el dinero, incluso cuando se presentan como amables filántropos. Nosotros no creemos en la dictadura del consumo y del productivismo (…) Nosotros no creemos que el valor de los seres humanos sea intercambiable”528. En cuanto al segundo punto, Marine Le Pen diluye el naturalismo en sus exposiciones. No es que no esté: es que, al contrario de lo que ocurría con su padre, se encuentra diluido y no tematizado en sus discursos. El marco en el que se inscribe su visión del ser humano es naturalista, pero ella no se entrega a grandes comparaciones entre la sociedad humana y la naturaleza. De modo significativo, omite toda referencia a la violencia, a los instintos o al espacio vital de las naciones; y de manera aún más radical, extirpa cualquier alusión 526 Marine Le Pen, Discurso de Lille, 26 de marzo de 2017. 527 Marine Le Pen, Discurso de Brachay, 3 de septiembre de 2016; citado por Eltchaninnof, 2017: 8. 528 Marine Le Pen, Discurso de Burdeos, 2 de abril de 2017. 192 a la raza o a los genes. Sólo en contadas ocasiones Marine Le Pen afirma explícitamente esta analogía naturalista, como durante el mítin de Burdeos de la campaña presidencial de 2017 en el que, mientras hablaba sobre ecología, pronuncia esta frase: “Dentro de la globalización salvaje que sitúa el interés mercantil por encima de todo, la promesa de un consumo ilimitado, es decir, irracional y loco, prepara la desaparición de las especies, el agotamiento de la tierra, la destrucción de los ecosistemas, empezando por los ecosistemas humanos que son las naciones”529. Sin embargo, Marine Le Pen sí expresa en repetidas ocasiones su voluntad de “llevar al hombre del presente” al encuentro con “dos de sus vínculos constituyentes”530: el nexo que lo relaciona con el pasado –“la filiación o sentimiento de pertenencia a una comunidad”531- y el nexo que lo ata con el futuro –“el destino compartido”532. Arraigo y trascendencia se perfilan entonces como garantías de plenitud humana. Para Marine Le Pen, lo profunda, esencial e íntimamente humano está en esas referencias hacia adelante y hacia atrás que sacan al individuo del círculo solipsista de sí mismo. Es llamativo desde el punto de vista analítico que, así como Marine Le Pen sólo formula de pasada la metáfora naturalista, en cambio se detenga a menudo en este punto. ¿Por qué? Porque entiende que colma un anhelo transversal de una parte importante de la sociedad francesa, a saber: salir del mundo desvencijado, de experiencias aisladas, livianas, efímeras y yuxtapuestas, y de sujetos ensimismados y tristes que describe Michel Houellebecq en sus últimas novelas, para adentrarse en un mundo con un plus de sentido e interacciones. Es decir, porque le parece que enlaza con una demanda e insatisfacción típicas de nuestra época. Y, en segundo lugar, porque al insertarse dentro de esta crítica común en nuestro tiempo, el discurso del arraigo y la proyección mantiene la suficiente ambigüedad ideológica como para apelar a mayorías transversales. El tercer punto alude a la introducción de la palabra “humanismo” en el vocabulario del Front National bajo la presidencia de Marine Le Pen. Se trata de un término que el FN histórico ignoraba o criticaba. Sin embargo, la nueva dirección pasa a reivindicarlo en boca de su líder: “Nuestro mensaje es humanista porque propone una 529 Marine Le Pen, Discurso de Burdeos, 2 de abril de 2017. [los subrayados son míos]. 530 Ibidem. 531 Ibidem. 532 Ibidem. 193 alta visión del hombre”533. No sólo eso, sino que incluso Marine Le Pen se permite citar el artículo Nosotros, los refugiados de Hannah Arendt534. El objetivo es triple: 1) alertar sobre la deshumanización a la que se enfrenta el individuo contemporáneo, 2) señalar a la globalización neoliberal y al islamismo radical como responsables del proceso acelerado de barbarie contemporánea, y 3) confrontar radicalmente con ambos con el fin de asentar la imagen desdemonizada del partido. Para lograr estos objetivos, el Front National se propone recuperar y piratear el concepto de “humanismo”. Lanza sobre este término lo que en el próximo capítulo denominaremos una “OPA semántica”; es decir, una oferta para apropiarse y transformar el significado de una palabra. O sea, para resignificarla. Esta operación se basa en un trabajo semántico en tres fases. La primera consiste en esforzarse por acaparar el concepto. La segunda se concentra en llenar de contenido naturalista el concepto de humanismo, vinculando la plenitud humana con el arraigo respecto a un territorio y una comunidad. De acuerdo con esta idea, la humanidad plena sólo se alcanza cuando el individuo encuentra su lugar natural; esto es, su territorio, su familia, su paisaje, su modo de vivir, de sentir y de actuar. Por eso el FN es tan aficionado a las analogías con los árboles535: porque sostiene que, al igual que ellos, los seres humanos únicamente crecen y viven completos en su entorno o área de distribución específica; es decir, en su clima, en su paisaje, en su suelo o en combinación sólo con otras especies de árboles. Por último, la tercera fase se focaliza en utilizar el concepto de humanismo como arma arrojadiza contra sus enemigos políticos, a saber: contra las élites económicas y políticas –a las que acusa de profesar la ideología de la globalización neoliberal- y contra la inmigración musulmana –a la que hace responsable de la instalación del islam radical en Francia. Según el razonamiento que pone en marcha Marine Le Pen, la plenitud humana que proporciona la vinculación con una tierra y una comunidad asegura una defensa contra el liberalismo que desarraiga y el islamismo que acultura. Entendido de esta manera, el humanismo es presentado como una fortaleza natural – 533 Marine Le Pen, Discurso de Burdeos, 2 de abril de 2017. 534 Este artículo se encuentra recogido en el libro Escritos judíos de la filósofa alemana. Ver por ejemplo: Arendt, H. (2016): Escritos judíos, Barcelona: Paidós, 353- 365. 535 Destacamos uno entre una infinidad de ejemplos: “un árbol al que cortáramos una a una sus raíces caería: eso es lo que podría ocurrirle a Francia si olvidara alimentarse de sí misma” (Marine Le Pen, Discurso de Châteauroux, 26 de febrero de 2012). 194 una roca, se dice a veces- frente a las fuerzas del nihilismo productivista y la barbarie terrorista. De ahí que, en último término, el humanismo del que habla Marine Le Pen no sea sino otra forma expresiva del naturalismo. La paradoja de la visión del ser humano y de la nación que profesa el Frente Nacional es que al final el partido que de un modo más radicalmente belicoso ataca lo que denomina el “comunitarismo musulmán”, termina defendiendo una antropología comunitarista en la cual el individuo está constitutivamente condicionado por su vinculación con un entorno natural y una entidad grupal de referencia: la nación, en este caso. Dentro de la lógica frontista, únicamente en el encuentro con estos puntos de referencia naturales puede el ser humano alcanzar su máximo desarrollo antropológico. O, lo que es lo mismo: sólo bajo las coordenadas comunitarias nacionales puede el individuo ser plenamente humano; es decir, plenamente humano en tanto que completamente francés, plenamente humano en tanto que sustancialmente español. Lo doblemente paradójico es que el Front National, lejos de esconder esta contradicción entre su crítica inclemente a lo que representa el comunitarismo –como enemigo de la República- y su propia propuesta política, expone con particular orgullo tanto su visión de la nación como su concepción antropológica. Hasta el punto de que en todas las intervenciones largas de sus líderes aparecen estos dos ámbitos temáticos. Ejercen el papel de credenciales ideológicos. De modo que no es descabellado pensar que, como examinaremos en el siguiente capítulo, la République Française que afirma proteger el Frente Nacional de Marine Le Pen, no sea sino una reformulación de la République en términos comunitaristas; o, lo que viene a ser lo mismo: la defensa de una república nacional comunitarista. 195 10 Innovación estratégica y cambios discursivos en el Front National marinista El proyecto de desdemonización ampliada que supone la “hipótesis Philippot” comporta algunas transformaciones de hondura en el discurso del Frente Nacional. Conservando determinados presupuestos en cuanto a la concepción de la historia, la visión de la nación, la definición de la política y la comprensión de la historia, el nuevo Frente Nacional se lanza a una estrategia que pasa por la conquista de la centralidad política536 y que, en esa medida, requiere de algunas modificaciones sustanciales en el qué se dice, cómo se dice, quién lo afirma, desde dónde se afirma y contra quién se declara. Es decir, permutaciones en el lugar de enunciación, el léxico empleado, las figuras con las que se identifica el partido, las categorías o construcciones sociales a las que interpela, los argumentos que se utilizan o la elaboración de los enemigos con los que confronta. Se trata de una verdadera metamorfosis en forma y estilo. De ahí que pueda decirse que, bajo la nueva dirección e hipótesis estratégica, la formación francesa revoluciona tanto su mise en forme como su mise en scène. A lo largo de este apartado central de nuestro trabajo de investigación se analizarán con precisión las transformaciones en la estrategia retórico-política experimentadas por el Front National desde la llegada de Marine Le Pen a la dirección del partido en el XIV Congreso celebrado en Tours los días 15 y 16 de enero de 2011 hasta la celebración del XVI Congreso de la formación organizado en Lille los días 10 y 11 de marzo de 2018. La finalidad de este apartado es triple. Por un lado, se pretende estudiar con la suficiente profundidad las mutaciones y cambios acaecidos en la retórica y en la estrategia del FN durante este período. Por otro lado, se busca evaluar en qué medida o sentido estas modificaciones alteran el corpus doctrinal del partido revisado en los apartados precedentes. Por último, se desea llegar a unas conclusiones acerca de los cambios retórico-estratégicos acontecidos en el FN con el fin de poder determinar qué relación guardan con los diversos conceptos de populismo examinados en los capítulos 4 y 5. Las tres metas de esta sección de tesis se pondrán más adelante al servicio de un objetivo ulterior: comparar los cambios en la estrategia retórico-política acontecidos en el FN bajo 536 O disputa conscientemente enunciada y prácticamente obsesiva por la hegemonía política. 196 la “hipótesis Philippot” con las transformaciones implementadas en la estrategia retórico- política de Podemos durante el período 2014-2018 bajo la “hipótesis Errejón”. Así pues, las preguntas centrales que recorrerán esta sección son tres: 1) ¿cuáles son los cambios más importantes en el vocabulario, los argumentos, las metáforas, los símbolos, los lugares de enunciación y los adversarios que dibuja el discurso del Frente Nacional? 2) ¿Manifiestan estos cambios una orientación convergente o coherente? En caso de respuesta afirmativa: ¿cuál es esa orientación u horizonte? 3) ¿Existe algún tipo de similitud o paralelismo entre la dirección a la que apuntan estos cambios y alguna de las definiciones de populismo examinadas anteriormente? La premisa que guía estas preguntas y buena parte de esta investigación es que el Front National introduce una serie de cambios en forma y contenido a partir de la llegada a la dirección de Marine Le Pen. Unos cambios, además, que se afirma que son importantes, de hondura. Ahora bien: esta premisa omite una pregunta previa de la que aquí nos vamos a ocupar brevemente. Se trata del siguiente interrogante: ¿por qué el Frente Nacional aceptaría una mutación de este calibre? ¿Bajo qué argumentos se avendrían los sectores más críticos a comulgar con estos cambios? Para convencer a todo el partido de la pertinencia de emprender una redefinición que llegaría incluso a tantear el cambio de nombre, la dirección del Front National echa mano de un argumento y de una imagen con una fuerte capacidad evocadora dentro de la formación. El argumento funciona del siguiente modo: primero se pone de manifiesto una tendencia a la que se define como inexorable, a continuación se afirma que esta tendencia acentúa los rasgos más distintivos del mundo actual, más tarde se sostiene que dicha corriente favorece potencialmente los intereses del FN, y finalmente se enuncia la necesidad de transformar el partido para actuar como vanguardia de dicha tendencia en curso. Esta es la estructura del argumento. En cuanto al contenido, la dirección del Frente Nacional subraya la existencia por un lado de una corriente ideológica des- democratizadora, tecnocratizante y favorable al multiculturalismo; y, por otro lado, una evolución demográfica marcada por la desigualdad entre los países europeos y el continente africano. Ambas corrientes –ideológica y demográfica- conformarían una tendencia de fondo. Una tendencia, se agrega, que conduciría a un futuro de menos 197 democracia, menos soberanía, oligarquización de las sociedades, desdibujamiento del eje izquierda/derecha, más inmigración, más inseguridad y más terrorismo; es decir, un escenario potencialmente favorable en términos generales a la recepción del mensaje político del FN. La dirección del partido envuelve esta tendencia de buenos augurios. Y proclama entonces que el Frente Nacional debe modificar significativamente su palabra pública y su modo de enunciarla para adaptarse a la nueva realidad potencialmente ventajosa que la tendencia de fondo abre. De esta manera, aspira a convencer a los sectores más renuentes de que las transformaciones, por fuertes que sean, conducirán a la victoria. O, como mínimo, a un cambio sustantivo en la posición política y electoral que ocupa el Frente Nacional en Francia. La imagen que recupera la dirección del Front National para persuadir internamente al conjunto del partido alude a una figura muy presente a lo largo de toda su historia, a saber: la imagen de vigía, de centinela, de guardián en la muralla. Una imagen que transmite la idea de que la fuerza le viene al partido de su capacidad para ver allí donde la vista de los demás no alcanza. Según esta auto-percepción, el signo de la tradición de la derecha nacionalista francesa es ver en el horizonte allá donde los demás nunca miran y, por lo mismo, poseer una aptitud muy particular para predecir y para anticiparse a los acontecimientos. Esta agudeza óptica no le vendría al “campo nacionalista” de algún tipo de privilegio natural, sino de la costumbre de mirar la realidad con las gafas de la historia, la demografía, la cultura y la “idiosincrasia” de los pueblos y las naciones; es decir, del hábito de fijarse en los factores estructurales o esenciales. Gracias a esta excelencia epistemológica, labrada por la costumbre, el FN estaría en condiciones de observar los movimientos de placas que dibujan el horizonte de los cambios, mientras el resto de partidos se entretendría en la contemplación de los fenómenos de superficie. Pues bien, el equipo de Marine Le Pen actualiza esta auto-imagen para enmarcar las líneas maestras de la nueva estrategia –que aquí hemos denominado “hipótesis Philippot”. Así las cosas, desde su posición de vigía o centinela en la torre, el Front National observaría la tendencia de fondo hacia la que apuntaría nuestra sociedad, y estaría en condiciones de adelantarse y adaptarse a ella. Esta anticipación ofrecería al FN una ventaja competitiva respecto de sus rivales políticos y le otorgaría el rol de vanguardia. En definitiva, el Frente Nacional se compromete con la nueva estrategia del equipo de Marine Le Pen, pagando un alto peaje afectivo por los cambios, porque se convence de haber descubierto una tendencia de fondo hacia la oligarquización económica, el aumento 198 de los flujos de inmigración desde el tercer mundo y el terrorismo de masas que sacude los cimientos de la estructuración de las identidades políticas en Francia, y ofrece una ventaja competitiva al proyecto ideológico del FN. La nueva tendencia estaría provocando ya un re-empaquetamiento de las identidades políticas y un envejecimiento acelerado de las antiguas polaridades. Al mostrar este descubrimiento, la dirección del Front National no sólo estaría renovando su papel de vanguardia epistemológica ante su militancia, sino que al mismo tiempo estaría situándose en los mejores puestos de salida a la hora de comprender y actuar en el mundo que viene. El mundo, como sostiene Marine Le Pen, del fin de la distinción izquierda/derecha, de la intensificación de la mundialización económica, de exacerbación del terrorismo y del “del retorno de los Estados-nación”537. En estas condiciones, Florian Philippot ejercería como el ingeniero que diseña el motor y la aerodinámica del coche para afrontar la próxima carrera. Y el partido reengancharía con la imagen de ser, respecto de la Historia, simultáneamente fogonero, conductor y principal beneficiario. 10.1 Un lugar de enunciación renovado La voz política de Marine Le Pen comienza a construirse la noche electoral de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales francesas de 2002: el 5 de mayo. Aquel día la cadena francesa France 2 decide vivir la jornada electoral histórica que enfrentaba a Jean- Marie Le Pen y Jacques Chirac por la presidencia de la República junto a la hija menor del primero: la hasta entonces desconocida Marine Le Pen; y posteriormente invitarla al plató para comentar los resultados. La audiencia que consigue reunir la cadena esa noche es inesperadamente alta. A la buena noticia contribuye el hecho de que, en palabras de Dominique Albertini y David Doucet, “Marine Le Pen se come la pantalla”538. Su imagen atrae y sorprende porque no habla como una fascista, ni como una militante prototípica del Frente Nacional, ni siquiera meramente como la hija de Jean-Marie Le Pen. El carácter histórico de la noche acompaña, invita a informarse, a seguir los acontecimientos por televisión, pero Marine Le Pen aporta también su granito de arena: habla con naturalidad y desparpajo, como una mujer francesa de 33 años, sonriente, 537 Marine Le Pen, Discurso de Coblenza, 20 de enero de 2017. 538 Albertini & Doucet, 2013: 257. 199 expresando sus emociones y, al mismo tiempo, mostrando convicción en sus afirmaciones. La clave estriba en el estilo: se aleja radicalmente de la pomposidad lírica y antisistema común en el modo de hablar de la extrema derecha para adoptar el tono de una joven francesa, a caballo entre lo profesional y lo lúdico. De hecho, durante la parte de la emisión que transcurre a lo largo de la jornada electoral, Marine Le Pen fuma, se toma una cerveza, hace bromas que alterna con reflexiones sobre la situación política francesa, y finalmente se muestra impaciente por conocer los resultados. Más tarde, en el plató, comenta los porcentajes de voto, las expectativas, las declaraciones de unos y de otros, y se esfuerza por normalizar los posicionamientos políticos del Front National bajo una suerte de nacionalismo banal aderezado de retórica democratizante. En suma, en su primera intervención pública, Marine Le Pen se muestra como la hija biológica de Jean- Marie Le Pen, pero también como una hija política del ambiente cultural de mayo del 68 y del período de gobierno de François Mitterrand539; de tal modo que en su expresividad deja entrever una voz política diferente: menos encorsetada, más dicharachera, más expansiva, más contemporánea; distinta incluso de la que años antes habían mostrado a los medios sus hermanas Marie-Caroline y Yann, o su madre Pierrette Lalanne. En el momento de ascender a la presidencia del Frente Nacional, lejos de abandonar esa singularidad estilística, Marine Le Pen ahonda en ella. No sólo cultiva la diferencia de estilo, sino que renueva el lugar de enunciación desde el que intervienen públicamente los portavoces del partido. Como señala Benveniste, la benjamina de los Le Pen “se apropia” de la lengua del FN: la hace suya, “enuncia su posición de locutor mediante indicios específicos”540, y, al hacerlo, transforma el habla anterior de la formación lepenista. Con ello inaugura un nuevo modo de comunicar en los líderes de la extrema derecha francesa. Marine Le Pen reforma la posición enunciativa: ya no habla como un general a sus tropas, sino como “una mujer de hoy en día, como una madre moderna, a las víctimas de la globalización”541. No interpela a los franceses recordándoles su deber con la patria, su deuda con los ancestros, su responsabilidad con la sociedad entendida orgánicamente, sino que apela a los ciudadanos poniendo de manifiesto una serie de descontentos; esto 539 Este aspecto es subrayado por Michel Eltchaninoff: Marine Le Pen nace en agosto de 1968 y vive su juventud en el ambiente social y moralmente progresista de la Francia de François Mitterrand y espíritu post-sesentayochista (Eltchaninof, 2017: 49). 540 Benveniste, 1993: 84. 541 Eltchaninoff, 2017: 49. 200 es, recogiendo una pluralidad de malestares. Su manera de conectar con los franceses se concentra en esta labor de visibilización de lo que está normalmente oculto; es decir, de aquello que no está formulado en el lenguaje público y se vive habitualmente en la esfera privada con dolor. La nueva posición enunciativa corresponde al de una figura –pública- que pone palabras al malestar –privado. Ella es quien traduce, quien pone encima de la mesa, quien trae a la esfera de la política la angustia inarticulada de la sociedad que los políticos –ya sea porque es inarticulada, ya sea porque es contraria a sus intereses- no quieren escuchar. De algún modo, Marine Le Pen desea que su posición enunciativa sea comparable a la de un faro: ella, desde lo alto, alumbra lo que está abajo. Lo muestra, lo exhibe, le ofrece nitidez y le da derecho de existencia. Y, en el acto mismo de enfocarlo, lo modula, lo configura, lo politiza. Es faro que ilumina de una determinada manera; esto es, de acuerdo con la estrategia, los intereses, los principios, las ideas-fuerza y los prejuicios de su partido. Por este motivo, no es en absoluto casual que la primera victoria comunicativa del equipo de Marine Le Pen sea la popularización en el lenguaje político francés de la expresión “los invisibles de Francia”. También llamados “los sin-voz”, “los abandonados” o “los olvidados”. O sea, los ciudadanos invisibles con padecimientos invisibles y con voces inaudibles a quienes la presidenta del FN aspira a poner voz y dar visibilidad. La posición enunciativa de Marine Le Pen interpela a los franceses en tanto que abandonados e invisibles para el poder. Porque ella es –o aspira a ser- aquella líder política cuya misión consiste en denunciar las invisibilizaciones de su tiempo: “Yo no quiero más que hablar de la Francia de los olvidados”542. “Yo no hago más que poner voz a esa Francia de los sin voz”543. El leit-motiv de esta posición enunciativa conduce a Marine Le Pen a comenzar su campaña electoral para las elecciones presidenciales de 2017 en un lugar simbólico del olvido y la invisibilización. La localidad de Brachay situada al noreste de Francia y de tan sólo 60 habitantes. Este pequeño pueblo simboliza, a ojos del equipo de la presidenta del FN, “la Francia olvidada y sin embargo generosa y trabajadora”, la Francia de “los 542 Marine Le Pen, Discurso de Rouen, 15 de enero de 2012; citado por Eltchaninoff, 2017: 115. 543 Marine Le Pen, Discurso de París, 19 de noviembre de 2011; citado por Eltchaninoff, 2017: 117. 201 invisibles y los abandonados”, la Francia postergada que “sufre en silencio”544. Aún peor: la “Francia a la que las élites se complacen en no ver, o cuando lo hacen, a la que miran con una condescendencia insoportable”545. Allí, el Front National organiza, en la agonía del verano de 2016, un mítin electoral que, en su puesta en escena, se asemeja a unas fiestas populares. Con un escenario en la plaza y un fondo bucólico de bosque, prado y campiña, la atmósfera que deliberadamente crea el equipo de campaña es un híbrido entre la celebración patronal y el ambiente del Tour de France. Desde ese lugar, Marine Le Pen se autodefine como “la candidata del pueblo” –donde el término pueblo alude simultáneamente a lo rural/tradicional y a lo popular/plebeyo-; es decir, como aquella dirigente política que visita, reúne, nombra y saca a la luz al conjunto de los ciudadanos cuyo rasgo en común más representativo es su carácter invisible para la mirada del poder. Imagen 16: Cartel electoral para las elecciones presidenciales de de 2012546 Ahora bien, si desde 2011 Marine Le Pen aspira a encarnar la voz de 544 Marine Le Pen, Discurso de Brachay, 3 de septiembre de 2016. 545 Ibid. 546 “Asalariados del sector privado, obreros, artesanos, funcionarios, jubilados, agricultores, estudiantes, comerciantes, profesiones liberales, propietarios de pequeñas y medianas empresas… La Francia de los olvidados vota a Marine Le Pen”: cartel utilizado por el FN en las elecciones presidenciales de 2012. 202 los sin-voz ocupando el lugar de enunciación de quien trae a la luz lo que permanece opaco, oculto o silenciado, es gracias a que previamente su figura política se ha investido de los trazos de una persona normal; o, más concretamente: de una mujer común, de a pie, que piensa, vive y siente como la mayoría de sus contemporáneos. Es decir, porque desde 2002 su personaje mediático se ha construido como cercano, bromista, empático, con una voluntad deliberada por escuchar, explicarse y hablar con todo el mundo: desde el comerciante árabe del mercadillo al ganadero de la región de la Sonne, pasando por la mujer desempleada y ama de casa forzosa en el norte depauperado547. Este punto es importante no sólo porque la imagen de simplicidad fortalece la posición enunciativa de la voz del pueblo, sino también porque aleja su figura pública de la de su padre. Jean- Marie Le Pen habla como un intelectual: como un amante de la poesía, de la historia, del teatro, de la ópera y de la novela europeas. Cuando se lanza a discursos largos, trufa su retórica de citas latinas y griegas, y se complace en emplear un registro que mezcla el imperfecto de subjuntivo con palabras prácticamente en desuso. Su voz aspira a recrear una voz intemporal548. Por el contrario, Marine Le Pen representa un modo de comunicación atento a escoger las palabras que penetran en el idiolecto del francés medio y que conmueven su sensibilidad. Ella no recrea o actualiza la voz intemporal del pasado mítico –o, en todo caso, este no es su registro más común-, sino que construye la voz de una indignación aparentemente transversal, aglutinante y que mira al futuro. Por eso su retórica recolecta expresiones, términos, ironías y refranes cuyo empleo está habitualmente asociado a los invisibles a los que dice representar. En suma, el punto de vista desde el que habla Marine Le Pen no es el de la voz ancestral que federa a las distintas familias de la extrema derecha y las empuja hacia adelante, sino que su posición enunciativa es la de una mujer sencilla que representa a los sencillos549, vengan de donde vengan. 547 La publicidad e intensificación de esta imagen se lleva delante de forma especialmente nítida durante la campaña para las elecciones legislativas de 2007 y durante la campaña para las elecciones regionales de 2010, ambas campañas en las cuales Marine Le Pen se presenta como cabeza de lista del FN por la región de Nord-Pas-de-Calais. 548 De ahí también la isomorfía de sus discursos con los textos sagrados y sus alusiones explícitas a la biblia. Como en el caso del registro del discurso religioso, la voz de Jean-Marie Le Pen se esfuerza en ser escuchada e interpretada como la voz de la tradición. A este respecto, consultar: Alduy & Wahnich, 2016: 156-187; Souchard & Wahnich & Cuminal & Wathier, 1997:33-47; y Lecoeur, 2003: 218-236. 549 En este sentido, en sus publicaciones Marine Le Pen subraya el hecho de que, como mujer moderna, como persona sencilla, como madre divorciada, tiene que gestionar todas las mañanas el sentimiento de culpabilidad que le suscita tener que resolver la siguiente ecuación: “para criar a mis hijos, debo ganarme la vida; para ganarme la vida, debo trabajar; pero si trabajo, alguien diferente de mí tiene que criar a mis hijos” (Marine Le Pen (2006): À contre flots, París: Éditions Grancher, 187). 203 Marine Le Pen habla interpelando a los de abajo y buscando la transversalidad; esto es, esmerándose por llegar a la inmensa mayoría de los franceses que –por encima de las identificaciones derecha e izquierda, y más allá de los orígenes familiares- tienen un rasgo en común: sentirse agraviados por una élite. Se trata de generar a través de un cierto discurso pronunciado desde una determinada posición enunciativa, un lazo popular- plebeyo capaz de federar a quienes se sienten alejados de la élite. Por eso cuando Marine Le Pen denuncia la situación del presente no se limita a evocar figuras de la extrema derecha, no busca apoyo retórico únicamente en ellas –como sí hacía su padre550-, sino que convoca también a personajes históricos asociados a la izquierda –como Jean Jaurès, Léon Blum, Émile Zola o Jules Vallès-, a la tradición liberal –como Montesquieu, al que cita a menudo, o Tocqueville-, o a la derecha republicana –como Charles de Gaulle. En su impulso destituyente, ella desea aparecer como una mujer moderna, sin especiales pretensiones intelectuales, pero orgullosa de las figuras más eminentes de la historia francesa, independientemente de la familia política a la que pertenezcan. Una líder que aglutina, que genera consenso, en el presente y hacia atrás, para lanzarlo contra el arriba. Prácticamente todo cabe en el discurso de Marine Le Pen. Su retórica convoca a la inmensa mayoría de los franceses y para ello se sirve de la recomposición y el reciclaje de elementos de las más diversas procedencias De hecho, sus adversarios suelen acusar al FN de “hacer amalgamas”551. No obstante, hay tres tipos de afirmaciones que no caben en la nueva posición enunciativa: 1) aquellas que puedan interpretarse como un elogio a las élites, 2) aquellas que puedan ser vistas como una exhibición de privilegio, y 3) aquellas que puedan tener connotaciones xenófobas, racistas, antisemitas o que en algún sentido recuerden a los juegos de palabras de Jean-Marie Le Pen. Elitismo, privilegio, fascismo: esas son las tres “mochilas” de las que Marine Le Pen quiere deshacerse como enunciadora. A través de la noción de enciclopedia, Umberto Eco sostenía que hay palabras que remiten a otras batallas, a otros personajes y a otros textos552. Pues bien, para 550 Jean-Marie Le Pen tenía el hábito de invocar en sus discursos a los autores clásicos de la tradición reaccionaria francesa: los escritores François-René Chateaubriand, Robert Brasillach y Drieu de la Rochelle, los filósofos Joseph de Maistre y Louis de Bonald, los historiadores Jacques de Bainville y Pierre Gaxote, el monárquico Charles Maurras e incluso también a los filo-fascistas Maurice Bardèche, Marc Augier o François Duprat. 551 A decir verdad, todos los partidos amalgaman, juntan y hacen collages con los elementos más heterogéneos. Sin embargo, este sincretismo no tiene por qué ser visto como una carencia. Las formaciones políticas no son un agente académico ni sus producciones tienen la pretensión de constituir un tratado filosófico. Su objetivo es otro: “los partidos políticos no son fundaciones culturales y su ideología es principalmente una herramienta para producir y recibir consentimiento” (Ignazi, 2012: 38). 552 Eco, U. (1975): Tratado de semiótica general, Barcelona: Editorial Lumen. 204 el nuevo FN se trata de evitar esas palabras: nada que insinúe el viejo elitismo antidemocrático, nada que recuerde las condiciones de vida de la presidenta, y nada que retrotraiga a la historia reciente de la extrema derecha francesa. Jean-Marie Le Pen deseaba que su voz fuera distinta porque decía en alto lo que los franceses pensaba en bajo; Marine Le Pen aspira a distinguir su voz por ser la única que defiende a los sin-voz: aquella que recupera, trae a la luz, encauza y politiza los malestares sociales de los olvidados. Jean-Marie Le Pen aspiraba a desocultar con su habla una forma de pensar; Marine Le Pen, en cambio, pretende que a través de su discurso comparezcan la inmensa mayoría de los ciudadanos. En este gesto se condensa lo esencial del giro enunciativo operado por el FN desde el año 2011. 10.2 El antisemitismo como baluarte moral Políticamente, la ruptura con el antisemitismo no es el cambio más importante, ni el más ambicioso, ni tampoco responde a la operación estratégica más arriesgada emprendida por el FN de Marine Le Pen. Sin embargo, sí es indiscutiblemente el golpe más mediático, más duradero y más efectivo de los contenidos en la nueva estrategia. ¿Por qué? La razón estriba en que este abandono supone un corte con la mancha más infamante del partido. Pone silencio al ruido más incómodo y se lee por la opinión pública como un arrepentimiento respecto al pasado. Se interpreta como un acto de contrición, de expiación de la culpa. No son palabras elegidas al azar: todo este vocabulario de naturaleza moral apunta al dominio de lo que realmente se juega el Frente Nacional con esta transformación: su pedigrí simbólico; esto es, sus credenciales como una fuerza normal, democrática, bienintencionada, civilizada, pacífica y, por lo mismo, aceptable. En otras palabras: alrededor de la postura sobre este asunto pivota su invitación a la vida pública; o, por el contrario, su exclusión de la misma. Y es que, en efecto, desde 1945 el rechazo al antisemitismo había dejado de ser un posicionamiento político para convertirse en un asunto de carácter moral. Al igual que en España el rechazo al terrorismo de ETA fue durante mucho tiempo la condición para incorporarse a la vida política normal –al grupo de “nosotros, los demócratas”-, en Francia la condena del antisemitismo había funcionado como acreditación moral para entrar en la normalidad pública. De tal modo que la minimización reiterada del Holocausto por parte 205 de Jean-Marie Le Pen no sólo le situaba fuera de la comunidad definida como “nosotros, los republicanos”, sino que además con ello incrustaba en el FN una imagen de barbarie y abyección moral. Ahora bien: ¿cómo acontece esta transformación en el discurso del Front National? Desde 2002, Marine Le Pen había tratado de protagonizar algún acercamiento tanto con la comunidad judía en Francia como con el Estado de Israel, pero los continuos dérapages de Jean-Marie Le Pen borraban o, como mínimo, nublaban estas tentativas de aproximación553. El verdadero golpe mediático ocurre pocas semanas después de que Marine Le Pen sea elegida presidenta del FN; concretamente el 3 de febrero de 2011. Ese día, sin que hubiera prevista ninguna declaración por su parte, Marine Le Pen se acerca a las cámaras para dar un mensaje deliberadamente concebido como una réplica a las famosas declaraciones de Jean-Marie Le Pen sobre la Shoah: “Todo el mundo sabe lo que pasó en los campos de concentración y en qué condiciones. Lo que sucedió allí es el súmmun de la barbarie. Y, créanme, esa barbarie la tengo bien en la memoria”554. Esta ruptura con el antisemitismo se ve ratificada en la primavera de ese mismo año con la expulsión de Alexandre Gabriac, entonces consejero regional del FN en la región de Ródano-Alpes, tras publicarse en Le Nouvel Observateur unas fotografías en las que se le ve haciendo el saludo nazi; y posteriormente, en noviembre de 2011, con la visita a Nueva York y la reunión entre Marine Le Pen y el jefe de la delegación israelí en Naciones Unidas: Ron Prosor. El Frente Nacional pasa de percibir a la comunidad judía como una amenaza a considerarla fundamentalmente como una víctima y potencialmente como una aliada contra nuevos enemigos: “En algunos barrios no está bien visto ser mujer, ni homosexual, ni judío, ni francés, ni blanco”555. 553 En 2006, Marine Le Pen trató de realizar una visita a Israel en tanto que miembro del grupo de amistad franco-israelí del Parlamento Europeo. Posteriormente, Louis Aliot, secretario general del FN, ha visitado en varias ocasiones Israel con el fin de contribuir al deshielo en las relaciones entre su partido y diversas instituciones, fundaciones, colectivos y formaciones políticas de aquel país. Ver: Hayoun, J. & Cohen, J. (2019): La main du diable. Comment l’extrême droite a voulu séduire les Juifs de France, París: Grasset. 554 Marine Le Pen, Declaración del 3 de febrero de 2011, Le Point; puede encontrarse también citada en Eltchaninoff, 2017: 46. 555 Marine Le Pen, Declaración a la Agencia Francesa de Prensa, 11 de diciembre de 2010. 206 Básicamente, el mensaje que el FN desea transmitirles es el siguiente: olvidad todo lo que Jean-Marie Le Pen pudo decir en el pasado, ya no somos vuestros enemigos; al contrario, podéis contar con nosotros como socios contra todos aquellos que desean exterminaros en el presente. Robert Ménard, alcalde de Béziers apoyado por el Front National, lo expresa muy claramente: “Francia es un país de tradición judeo-cristiana en el que el judaísmo ha aportado a nuestra cultura una parte fundamental, por eso nunca debemos olvidar estos lazos de amistad”556. El viraje con respecto al período anterior es tan radical que el nuevo FN ni siquiera se escandaliza por la expresión “comunidad judía”. Es decir, se trata de un giro retórico-estratégico tan de 180 grados que el partido más enérgicamente contrario al denominado “comunitarismo” acepta la expresión “comunidad judía”, la utiliza, e incluso se muestra favorable a la protección de su diferencia. El impacto mediático de este viraje es profundo. Está, de hecho, pergeñado para dejar huella. Para marcar de inicio al personaje público de Marine Le Pen. Por este motivo, todos los esfuerzos por efectuar este giro discursivo se concentran alrededor del año 2011; esto es, tanto durante la campaña interna que la enfrenta a Bruno Gollnisch como en los meses inmediatamente posteriores a su elección como presidenta del FN. A partir de ese momento se trata simplemente de confirmar esta permutación. O, lo que es lo mismo: de asentar la idea de que el nacionalismo radical francés ya no recela de los judíos y de que, por tanto, ha aceptado el orden moral republicano. Sin embargo, desde 2013 Jean-Marie Le Pen boicotea este viraje. Conforme se asienta la estrategia philippotista sobre otros asuntos que trataremos más adelante –laicidad, Estado social, feminismo, ecologismo, republicanismo-, y respecto de los cuales el por entonces presidente de honor del partido discrepa notablemente con la línea oficial, Jean-Marie Le Pen recupera el antisemitismo como táctica política y código ideológico. Es decir, sirviéndose de su posición, rescata los juegos de palabras como santo y seña de la estrategia de comunicación del partido. Así, en el invierno de 2013, el menhir557 asiste a un espectáculo organizado por el cómico Dieudonné, famoso por sus chistes de carácter antisemita, y se le ve en una imagen haciendo el gesto de la quenelle558 de apoyo al artista. 556 Entrevista a Robert Ménard recogida en el libro: Hayoun, J. & Cohen, J. (2019): La main du diable. Comment l’extrême droite a voulu séduire les Juifs de France, París: Grasse, 58. 557 Ese es el apodo con el que se conoce a Jean-Marie Le Pen. Remite a su longevidad y a su lugar de procedencia: la región de Bretaña. 558 La quenelle es un gesto consistente en extender la mano derecha y llevar la mano izquierda al hombro derecho, popularizado por el artista Dieudonné. Pretende simbolizar la “oposición al sistema sionista” que 207 Más tarde, en uno de los momentos álgidos del partido, justo cuando el FN viene de ganar las elecciones europeas de 2014 en Francia y parece que la estrategia marinista da sus frutos, Jean-Marie Le Pen lanza un tipo de insinuación antisemita semejante a las que habían acompañado al personaje desde los años ochenta. La polémica se desarrolla de la siguiente manera: tras la victoria del Frente Nacional en las elecciones europeas del 25 de mayo de 2014, varios artistas como Madonna, Guy Bedos, Yannick Noah o Patrick Bruel realizan declaraciones públicas en las que se confiesan horrorizados por el resultado electoral559. Preguntado por la actitud de estos artistas, Jean-Marie Le Pen se ríe irónicamente, responde que no le extraña nada, y añade: “haremos un asado la próxima vez”560. El punto álgido de esta maniobra de boicot a la “moralización” del FN a través del rechazo tajante del antisemitismo, llega el día 2 de abril de 2015, cuando Jean-Marie Le Pen es invitado al programa Bourdin Direct que conduce el periodista estrella Jean-Jacques Bourdin para la cadena BFMTV. Esa mañana el periodista, interrogando al presidente de honor del partido, le pregunta: ¿Alguna vez se ha arrepentido usted de haber hablado de “punto de detalle” [point de détail] para referirse a las cámaras de gas?, a lo que Jean- Marie Le Pen responde: “En absoluto”. La rotundidad de la respuesta invita al entrevistador a insistir: “¿En ningún momento?”, a lo que el por entonces presidente de honor recalca: “en ningún momento”. Se toma un momento para respirar y añade: “Lo que dije corresponde a lo que pienso: que las cámaras de gas fueron un detalle de la historia de la guerra, a menos que admitamos que la guerra fue un detalle de las cámaras de gas”561. Visiblemente nervioso, Jean-Jacques Bourdin reitera: “¿Entonces usted mantiene sus afirmaciones?”, a lo que Jean-Marie Le Pen contesta: “Sí, claro que las mantengo, porque creo que es la verdad, y que esto no debería chocarle a nadie”. Bourdin sube el tono y, enfatizando cada una de las sílabas, pregunta: “¿Millones de muertos son un point de détail?”. Jean-Marie Le Pen, que sonríe irónicamente y se diría que está contento por haber logrado escandalizar al periodista, responde: “Mire, yo hablo de cosas precisas, yo no mencioné el número de muertos”. El enfrentamiento culmina con un criticó duramente al artista por hacer una canción titulada “Shoah nanas” en la que ironiza sobre el genocidio judío. 559 El cantante Yannick Noah llega a decir que no actuará más en Francia como acto de protesta si el Frente Nacional gana las elecciones. 560 Jean-Marie Le Pen, Journal de Bord, número 366, publicado el 6 de junio de 2014. Puede consultarse en el siguiente enlace web: https://www.youtube.com/watch?v=N11HlNBpXhQ 561 Jean-Marie Le Pen, Declaraciones a Bourdin Direct, 2 de abril de 2015, BFMTV-RMC; el vídeo puede consultarse en el siguiente enlace web: https://www.youtube.com/watch?v=Rt8WYVoSkQQ 208 intercambio que termina por enfurecer a la cúpula del FN marinista: el periodista pregunta, “¿Y no fue un horror absoluto?”, Jean-Marie Le Pen vuelve a sonreír y contesta sarcásticamente: “La guerra es horrible, ¿sabe usted?”. Ante estos intentos de boicot, Marine Le Pen reacciona ratificando su declaración de principios de 2011 y reconociéndose primero “chocada” y “herida” por algunas de las afirmaciones que realiza en su show el cómico Dieudonné; posteriormente marcando distancias con el presidente de honor y mostrándose claramente disgustada con el comentario sobre Patrick Bruel y el asado: “El Frente Nacional condena de la manera más firme toda forma de antisemitismo, sea de la naturaleza que sea”562. Y finalmente, tras la reincidencia en el point de détail, explicitando su desacuerdo con el fundador del partido, y asegurando que en el futuro el Front National ejercerá como muro de contención contra los enemigos de los judíos en Francia: “Estoy en profundo desacuerdo con Jean-Marie Le Pen, tanto en la forma como en el fondo”563. “En el futuro el Frente Nacional será el mejor escudo para proteger a la comunidad judía (…) la mejor barrera contra sus enemigos”564. A partir de ese momento el distanciamiento con Jean-Marie Le Pen no sólo se hace más intenso, sino que reviste un carácter moral. Tras los episodios de Dieudonné, de la fournée [asado], y de la reiteración en el point de détail [punto de detalle] la distancia con Jean- Marie Le Pen se mide como la prueba del algodón de la transformación política y ética del nuevo FN. O, lo que es lo mismo: alejarse de Jean-Marie Le Pen es separarse del antisemitismo565. Es marcar un punto de inflexión con respecto al pasado. Prácticamente 562 Marine Le Pen, Declaraciones del 8 de junio de 2014, Le Figaro; citado también por Eltchaninoff, 2017: 46. 563 Marine Le Pen, Declaraciones al periódico Le Monde, 3 de abril de 2015; pueden consultarse en el siguiente enlace web: https://www.lemonde.fr/politique/article/2015/04/02/jean-marie-le-pen-recidive-sur- le-point-de-detail_4607974_823448.html 564 Marine Le Pen, Entrevista a la revista Valeurs Actuelles, 19 de junio de 2014; citada por: Igounet, V. (2015, 6, Mayo). “Jean-Marie Le Pen est-il trop antisémite pour le “nouveau” FN?”, Blog France Tv Info: https://blog.francetvinfo.fr/derriere-le-front/2015/05/06/jean-marie-le-pen-est-il-trop-antisemite-pour-le- nouveau-fn.html 565 Ver a este respecto los siguientes tuits: Aliot, L. (8, abril, 2015). “L´entretien de JMLP dans ce torchon antisémite est parfaitement scandaleux et nos desácords politiques désormais irréconciablkes” [Tuit]; Philippot, F. (8, abril, 2015). “La rupture avec JMLP est désormais totale et définitive. Sous l’impulsion de Marine Le Pen des décisions seront prises rapidement” [Tuit]. 209 significa romper con la marca histórica del FN566. En consecuencia, apartarse del presidente de honor equivale a afirmar que la comunidad judía ya no es enemiga del Frente Nacional; que los enemigos ahora son otros; y que la historia del antisemitismo es la historia de un error. 10.3 Nuevos enemigos: los totalitarismos Jean-Marie Le Pen es expulsado del Front National y desposeído de su título de presidente de honor del partido el 20 de agosto de 2015. Es la primera vez que algo así ocurre en Francia. Nunca hasta ese momento el fundador de un partido había sido excluido de su propia formación. Sin embargo, tras la recidiva en el point de détail durante el programa de Bourdin y nuevas reincidencias en asuntos relacionados con la II Guerra Mundial, la ocupación alemana, el mariscal Pétain y la Francia de Vichy a lo largo de los meses de mayo y junio de 2015, la dirección del Frente Nacional juzga incompatible la deriva lepenista con los objetivos de la “hipótesis Philippot”. De tal manera que aprovecha para visualizar esta discrepancia, confiando en que se interprete como una ruptura total con el pasado. Donde “ruptura total” significa fundamentalmente que el FN marinista reniega de algunos de los posicionamientos pasados del partido; y, muy concretamente, de varios de los enemigos con los que había confrontado en épocas anteriores, entre ellos con particular relevancia, la comunidad judía. En la primera sección de esta investigación de tesis señalamos que la investidura del enemigo –o enemigos- dice mucho acerca de la identidad propia de un movimiento o sujeto político; es decir, acerca de quién es o cómo se proyecta. El enfoque neo- schmittiano de Ernesto Laclau nos permitió subrayar entonces la importancia del establecimiento de una frontera antagónica para la constitución ontológica de los campos políticos y de las identidades asociadas a los mismos. Más tarde, en el apartado Una visión schmittiana de la política, vimos cómo la propia Marine Le Pen reconocía que para su partido la designación de un enemigo es el acto político por excelencia. Pues bien, desde el año 2011, el Frente Nacional ha cambiado parcialmente de enemigos, y con ello también su manera de estar en la política francesa. El enemigo ya no son “los comunistas” 566 No es casual por eso que en ese momento se plantee ya el cambio de nombre del partido, que finalmente no se producirá hasta 2018. 210 –como a lo largo de los años 70 y 80567-, ni tampoco los “franceses de papeles” –de acuerdo con la expresión que popularizó Jean-Marie Le Pen para referirse tanto a los inmigrantes regularizados como a los ciudadanos franceses de origen extranjero568-, sino todos aquellos que de un modo u otro quieren destruir la República francesa. Esta recomposición de los enemigos permite al partido encarnar atributos distintos en la esfera pública e ir en busca de franjas hasta ahora refractarias del electorado francés. O, dicho de otro modo: el señalamiento de enemigos nuevos –o, como mínimo, distintamente formulados- devuelve en el espejo una imagen diferente del FN. En este caso, un perfil más respetable, más centrado, más hundido en el sentido común francés elaborado a lo largo de las últimas décadas569. Pero es que además, si los enemigos ya no son “los comunistas” o “los inmigrantes” en genérico, el partido puede aspirar a captar la simpatía de gente que se sigue identificando biográfica o familiarmente con el PCF, así como también de personas de origen, apellidos o rasgos distintos del arquetipo narrativo del francés de pura cepa –Français de souche. Es decir, la designación de nuevos enemigos ya no obliga a esta ruptura, facilitando así este tipo de transiciones. Para ser más precisos: el FN desliza la frontera antagónica, pero no las razones que fundamentan la hostilidad. Inviste a oponentes con distinta figura y connotación simbólica, pero mantiene el argumento que los designa como tales. Tanto en el período previo a 2011 como en el ciclo que le sigue, los enemigos que dibuja el FN se constituyen como tales en la medida en que se les imputa la voluntad de destruir un modo de vida. Es decir, son designados como rivales existenciales en tanto en cuanto se les presupone el objetivo de desmantelar la cultura, el modo específico de habitar el mundo y la nación francesa. En consecuencia, aunque el objeto de la nominación antagónica cambia con la llegada del equipo de Marine Le Pen a la presidencia del partido, los motivos que justifican este acto no lo hacen. 567 Un buen ejemplo de ello se encuentra en el siguiente documento audiovisual correspondiente a un anuncio de campaña del FN pronunciado por Jean-Marie Le Pen en 1974: Archives INA (1974, 24, abril). “Primera intervención de Jean-Marie Le Pen”: https://www.youtube.com/watch?v=jIj5zKbPLNc 568 En el léxico lepenista, los “franceses de papeles” son todos aquellos que no son “franceses de pura cepa”. En este sentido, la categoría “Français de papiers” se opone frontalmente a la denominación “Français de souche”. 569 Singularmente el sentido común sedimentado en dos fases: la primera tras el shock petrolero de 1973 y la ley de reagrupamiento familiar de 1976, y la segunda después de los atentados del 11 de septiembre de 2001 y la entrada en el euro -con el consiguiente dominio alemán de Europa. Ver: Alduy & Wahnich, 2015: 228-235. 211 ¿Quiénes son los nuevos enemigos que postula el Frente Nacional para este ciclo? Los enemigos que dibuja quedan reunidos bajo una misma categoría: el totalitarismo. Los nuevos oponentes son, por tanto, los totalitarios de nuestra época. Ahora bien: ¿quiénes son ellos? Las élites mundialistas y los islamistas radicales. Las primeras son la vanguardia de lo que Marine Le Pen denomina el totalitarismo mundialista –o globalista- , mientras que los segundos ejercen como punta de lanza de lo que el léxico renovado del FN designa como el totalitarismo islamista. En ambos casos se trata de dos corrientes intelectuales a las que se asocia la idea de estar en plena expansión y respecto de las cuales, se dice, sólo cabe defenderse. En puridad, puntualiza el vocabulario frontista, más que de corrientes intelectuales, es preciso hablar de ideologías; o, más específicamente aún: de ideologías totalitarias. Por eso, el argumentario del partido carga las tintas sobre el hecho de que “ya no tenemos ni el tiempo ni los medios para el buenismo, para los espejismos, para las pequeñas componendas o para la gran cobardía”570. Es, por tanto, tiempo de actuar. Y como siempre en el caso del FN, esta exhortación se formula en términos dramáticos, agónicos y existenciales; desechando las medidas tintas y actualizando el marco de la excepcionalidad. No obstante: ¿por qué se las cataloga como ideologías? Y, sobre todo: ¿por qué se insiste en que son totalitarias? Se dice que son ideologías porque funcionan como unas verdaderas “gafas intelectuales” –postizas, artificiales, subraya siempre el FN- que condicionan el modo de ver el mundo; es decir, que orientan la mirada en una sola dirección. Y se adjetivan como “totalitarias” atendiendo fundamentalmente a tres motivos: 1) su deseo de imponerse, 2) su reduccionismo y 3) su voluntad de crear un “hombre nuevo”. El nuevo discurso del Frente Nacional acentúa el carácter implacable, encarnizado, imperialista y constriñente de estas ideologías571: su megalomanía, su voluntad de conquista, de reinar a toda costa, pasando incluso por encima de aquellas vinculaciones afectivas más primarias y “naturales”. Mundialismo e islamismo radical son también totalitarios porque pretenden reducir la realidad a una sola de sus dimensiones. Los globalistas son acusados de unidimensionalidad en la medida en que 570 Marine Le Pen, Discurso de Lyon, 5 de febrero de 2017. 571 Un buen ejemplo de ello se percibe en este discurso de Marine del año 2012: “los mundialistas de derecha e izquierda acarician sin apenas disimular el proyecto de un imperio universal regido por las leyes del mercado. Detrás del “buenismo” del mito de un mundo sin enemigos y de una felicidad que en su mente sólo puede ser materialista, se esconde una ideología implacable, una ideología mercantilista cuyo proyecto monstruoso es el de un planeta sometido al consumo y a la producción a gran escala para el beneficio de unas pocas empresas y bancos, que son los únicos que sacan partido” (Marine Le Pen, Discurso de Bompas, 12 de marzo de 2012; citado por Eltchaninoff, 2017: 76). 212 aspiran a poder relacionarse con la realidad bajo la premisa de que todo-es-mercancía; es decir, confían en poder transformar cualquier cosa en su valor de cambio. De esta manera, la estimación del mundo queda encajada en el molde de su tasación comercial. Los islamistas radicales portan una visión sumamente angosta y unidimensional del mundo porque se conducen en él siguiendo la premisa de que todo-es-religión; es decir, reduciendo todos los asuntos y todos los problemas a su faceta religiosa. De este modo, restringen la pluralidad del ser al corsé del fundamentalismo religioso. Los primeros proclaman que todo debe estar en el mercado, mientras que los segundos declaran que el conjunto de las cosas debe desarrollarse conforme a las normas del Corán. Lo llamativo de esta serie de argumentos es que ponen en circulación deliberadamente categorías ajenas al pensamiento del nacionalismo radical francés. Todo el razonamiento sobre la unidimensionalidad de estas ideologías totalitarias está tomado de la obra de Herbert Marcuse El hombre unidimensional572. Al mismo tiempo, el concepto de mercantilización, tal y como lo emplea Marine Le Pen, remite a los usos que de él ha hecho el marxismo clásico, y específicamente a la crítica “humanista” del joven Marx al capitalismo naciente573. La clave está en que ambas nociones no sólo son ajenas al idiolecto tradicional de la derecha radical francesa de posguerra, sino que además o bien han sido acuñadas específicamente contra esta familia política –en el caso de la unidimensionalidad-, o bien esta familia política las ha criticado severamente a lo largo de su historia –en el caso del concepto de mercantilización. Así, a través de esta suerte de reciclaje léxico, el nuevo FN se dota de un argumento para recusar indirectamente las acusaciones de “fascismo”: ¿cómo podría ser “fascista” aquel que usa las palabras del “antifascissmo”? Pero es que además, el empleo de este tipo de vocabulario facilita la creación de una atmósfera retórica en la que el votante tradicional progresista o de izquierdas puede encontrar fácilmente puntos de referencia que le resulten cercanos o familiares. El tercer motivo por el que el mundialismo y el islamismo radical son acusados de totalitarismo por parte del nuevo Frente Nacional tiene que ver con su esperanza de crear un “hombre nuevo”. El FN marinista atribuye a la ideología globalizadora el proyecto de moldear un ser humano incapaz de cualquier tipo de apego y, por eso mismo, vulnerable a toda clase de presiones empresariales: “Se quiere transformar a los ciudadanos en olas 572 Marcuse, H. (1965): El hombre unidimensional, Ciudad de México: Editorial Joaquín Mortiz. 573 Marx, K. (1974): Manuscritos de economía y filosofía, Madrid: Alianza Editorial. 213 de consumidores obedientes, serviles frente a las órdenes publicitarias o comerciales de las empresas del CAC-40”574. Un ser humano, escribe la presidenta del FN, “que sale de la historia y se precipita en eso que Gilles Lipovetsky denomina la era del vacío”575. Un individuo, en suma, “nómada”, “anónimo”, “intercambiable”, “vacuo”, “tecnificado” y, sobre todo, profundamente “uniforme”576. Una suerte de zombie a caballo entre lo distópico, lo transhumano y lo posmoderno. Por su parte, el discurso marinista achaca también al islamismo radical la voluntad de construir un “hombre nuevo” en la medida en que aspira a actualizar en el presente al individuo del medioevo; o, lo que es lo mismo: a cincelar un “hombre nuevo” no tanto mirando hacia el futuro, sino tomando como modelo el pasado más arcaico. Los portavoces del FN se escandalizan ante la promoción de un tipo de sujeto que “rechaza el carácter mixto de los lugares públicos”, que apuesta por “invisibilizar a las mujeres con el velo integral”, que exige “espacios de rezo en las empresas”, que “inunda de reivindicaciones los menús en las escuelas” y que promueve “la sumisión de la mujer, prohibiéndole llevar falda, trabajar o conducir”577. Todo el razonamiento sobre la “barbarie” del islam radical se sustenta en la idea de querer resucitar a un tipo de ser humano únicamente transido por la razón religiosa; un proyecto que contraviene la noción de progreso –desde el Siglo de las Luces578 hasta nuestros días- y que ensalza una concepción pre-moderna del individuo. De modo que el “hombre nuevo” del islam radical es en realidad un “hombre viejo”: un hombre intolerablemente pretérito. Esta reconfiguración de los enemigos políticos se pone en circulación ya en la campaña de 2012, pero alcanza su grado de madurez y se hace realmente visible durante la campaña presidencial de 2017. En esos discursos electorales, Marine Le Pen no se conforma con designar a estos nuevos enemigos existenciales y otorgarles un perfil totalitario, sino que además subraya con especial énfasis la vinculación que habría entre ellos. El relato del FN asegura que sobre el terreno de la globalización económica crece la globalización islamista; esto es, que las consecuencias de la acción de la primera favorecen el desarrollo 574 Marine Le Pen, Discurso de Burdeos, 22 de abril de 2012; citado por Eltchaninoff, 2017: 77. El CAC- 40 es el equivalente en Francia al español IBEX-35. 575 Le Pen, M. (2012): Pour que vive la France, París: Éditions Grancher, 27. 576 Todos estos adjetivos están extraídos del discurso que la presidenta del FN dio en Rouen en enero de 2012: Marine Le Pen, Discurso de Rouen, 15 de enero de 2012. 577 Todas las citas de esta frase están tomadas del discurso de Assises Présidentielles de Marine Le Pen pronunciado en 2017 en la ciudad de Lyon: Marine Le Pen, Discurso de Lyon, 5 de febrero de 2017. 578 “Siglo de las Luces” que el FN aprovecha para elogiar, cortando así con la tradición reaccionaria de la derecha radical francesa. 214 de la segunda. O, lo que es lo mismo: que la mundialización genera tanta dosis de nihilismo en los individuos –les vacía de tal modo- que predispone a los más vulnerables de entre ellos a una suerte de nostalgia por la barbarie; con el argumento de que, por muy bárbaros que sean sus contenidos, la barbarie al menos está llena. Pero es que además, insiste la narrativa frontista, la globalización económica no sólo hace más débiles a las personas frente al peligro islamista, sino también a los Estados y a las naciones: el mundialismo disminuye las defensas de la política frente al dominio de la economía; y, de esta manera, desprotege a la política frente a la amenaza totalitaria del islam radical. Así las cosas, continúa el argumento, cuanta más globalización, más amenaza yihadista; y, a la inversa, si se embrida la globalización, se atenúa la intimidación islamista: “De la globalización como multiplicación de los intercambios, han hecho una ideología: el mundialismo económico, que rechaza toda limitación, toda regulación de la globalización y que, por eso, debilita a la nación, desposeyéndola de sus elementos constitutivos: fronteras, moneda nacional, autoridad de sus leyes, control de la economía; permitiendo así nacer y crecer a otro tipo de globalización: la globalización yihadista (…) Quiero denunciar esta poderosa alianza entre la promoción de la globalización salvaje por un lado y la instalación del fundamentalismo islamista por otro”579. De acuerdo con este planteamiento, yihadismo y mundialismo comparten además dos elementos: 1) son amenazas al mismo tiempo externas e internas al Estado-nación, y 2) constituyen ideologías que progresan usando “cebos” o estandartes falsos. La ideología mundialista –también denominada a veces por Marine Le Pen “ideología ultraliberal”- cuentan con soportes fuera y dentro del país: fuera, los principales organismos económicos internacionales –FMI, BCE, Banco Mundial-, así como las instancias de gobierno más importantes de la UE; y dentro: las empresas del CAC-40, los grandes medios de comunicación y los partidos tradicionales. En ambos casos se trata de élites a las que el FN se complace en reunir bajo la etiqueta de “sistema”. Por su parte, el islamismo radical está representado exteriormente por organizaciones como Al Qaeda o el Estado Islámico, y países como Arabia Saudí o Qatar –la formación lepenista hace referencia constante a estas naciones como promotoras del wahabismo-; e interiormente por aquellas asociaciones e imanes fundamentalistas que, como el FN se dedica a subrayar, proliferan en los barrios periféricos en los que se desarrolla el “comunitarismo musulmán”. Asimismo, el discurso de Marine Le Pen atribuye a estos dos enemigos 579 Marine Le Pen, Discurso de Lyon, 5 de febrero de 2017. 215 ideológicos un carácter sibilino, poco claro, engañador, mentiroso, hipócrita incluso, al afirmar que avanzan aludiendo a pretextos falsos. Al modo de los totalitarismos clásicos, hablan de libertad cuando en realidad quieren decir servidumbre; seducen a los ciudadanos invocando principios y palabras que a continuación traicionan por completo: “Si la globalización económica avanza sobre el escudo de la libertad de comercio para imponer el sometimiento; la segunda de estas globalizaciones, el fundamentalismo islamista, instrumentaliza el principio de libertad religiosa para tratar de imponernos esquemas de pensamiento que son claramente contrarios a los nuestros”580. De modo que las dos necesitan de “tontos útiles”, de “ingenuos”, de “buenistas”, de “almas bellas”581 que, seducidos en su candidez acudiendo a principios y argumentos abstractos, terminan defendiendo un proyecto ajeno a sus intereses: en un caso el programa de las élites económicas y en el otro el plan del fundamentalismo wahabista. Las diferencias que el Frente Nacional dibuja entre sus oponentes remiten a su grado de implantación, a la naturaleza de los ataques que perpetran y al nivel de consciencia sobre su peligro que posee la sociedad francesa. En cuanto al primer punto, el discurso del FN puntualiza que el totalitarismo mundialista ya se ha impuesto en las sociedades occidentales; y, por lo tanto, que ya se aplica y que su dominio en cierto modo se encuentra naturalizado. O, dicho de otro modo: que el totalitarismo ultraliberal ya es hegemónico. En cambio, el totalitarismo fundamentalista todavía no habría ganado la batalla cultural y aún no se habría implantado más que en ciertos lugares muy específicos –las banlieues donde predomina el “comunitarismo musulmán”-, lo que no obsta para que los portavoces del partido acogieran de muy buen grado el libro publicado en 2015 por Michel Houellebecq bajo el título Sumisión en el que avanza la hipótesis de que un partido islamista ganara las elecciones presidenciales francesas de 2022582. Respecto de la naturaleza de los ataques, el Frente Nacional señala que el totalitarismo mundialista agrede a la sociedad francesa como una serpiente que se enrosca en el cuerpo y lo va estrujando y comprimiendo hasta que le deja sin oxígeno –“lo mata por asfixia”-, mientras que el totalitarismo islamista arremete contra la sociedad explosivamente: hiriéndola 580 Marine Le Pen, Discurso de Lyon, 5 de febrero de 2017. 581 Todos los adjetivos están tomados del discurso de Marine Le Pen pronunciado en Lyon en 2017: Marine Le Pen, Discurso de Lyon, 5 de febrero de 2017. 582 De hecho, Marine Le Pen hace referencia al libro de Houellebecq durante la campaña presidencial de 2017, en un tono que mezcla la preocupación con el sarcasmo: “A veces tengo la impresión de que [mis adversarios políticos] están a punto de escribir un nuevo capítulo del libro de Houellebecq, Sumisión” (Marine Le Pen, Discurso de Perpipán, 15 de abril de 2017). 216 periódicamente con bombas y ataques terroristas, y agotándola continuamente con reivindicaciones “comunitaristas”. El ultraliberalismo golpea a la sociedad y a la política a través de exigencias cada vez más estrictas –“reformas”, “recortes”, “flexibilización”, “apertura de fronteras”, “bajada de salarios”- que no dan respiro a la sociedad y la ahogan; en un tiempo en el que el wahabismo siembra el terror en las calles mientras en los barrios periféricos impone un modo de vida alógeno a la cultura de acogida: “La globalización mata por asfixia: lentamente, progresivamente, pero con paso firme. El fundamentalismo islamista nos agrede en nuestra propia casa a través del hostigamiento calculado a las resistencias republicanas; a través de exigencias incesantes; a través de demandas de acomodo que para ninguno de nosotros pueden ser razonables y por tanto consideradas. Pero no olvidemos tampoco que el fundamentalismo islamista es bárbaro, que se manifiesta todos los días en el mundo matando, masacrando, usando especialmente el arma inmunda y cobarde del terrorismo y del asesinato de masas”583. En tercer lugar, llama la atención una diferencia en el tratamiento que el FN dispensa a sus nuevos enemigos ideológicos: tanto en la campaña presidencial de 2012 como en la campaña presidencial de 2017, Marine Le Pen dedica mucho más tiempo a caracterizar y criticar al “totalitarismo mundialista” que a describir pormenorizadamente el peligro que entraña el “totalitarismo islamista”. Este desequilibrio expositivo se debe a que el partido interpreta que la sociedad francesa atribuye mucha más peligrosidad al segundo que al primero; y que, en consecuencia, es preciso hacer hincapié en el carácter autoritario, disciplinante, megalómano y destructivo del ultraliberalismo reinante; así como en las consecuencias del mismo en términos nihilistas. De este modo, el Front National adopta un discurso en el que destaca por encima del resto de elementos el relieve antiglobalizador y, por así decir, una cierta orografía anti-neoliberal. Puesto que el anti-islamismo, piensan los estrategas del FN, se da por descontado: no sólo en la franja central de la sociedad francesa, sino sobre todo en un partido con su historia y que además pertenece a la familia política de la derecha radical europea. Por lo tanto, si, tal como señala Ernesto Laclau, la investidura del enemigo define en gran medida la identidad propia, y si, a este respecto, la nominación es fundamental, entonces la elección por parte del Frente Nacional de nuevos enemigos con nuevos nombres, se torna un proceso central de la nueva estrategia “philippotista”. Y es que, en efecto, si la 583 Marine Le Pen, Discurso de Lyon, 5 de febrero de 2017. 217 selección de tus enemigos te define, y si tus nuevos oponentes son los totalitarios precisamente en tanto que totalitarios, entonces tú te proyectas en el espacio público como no siéndolo: el que no es totalitario es anti-totalitario. De este modo, el que nombra aspira a zafarse del insulto atribuido. En otras palabras: si la hostilidad se establece con adversarios que son definidos como “totalitarios”, y si la razón de la enemistad apunta justamente a su autoritarismo, entonces quien nombra se aleja del universo léxico de lo despótico-dictatorial y comienza a acercarse a su contrario. A través de esta reorganización de los oponentes, de sus etiquetas y de las razones de la hostilidad, el FN ansía desprenderse de todos aquellos insultos que lo atan a Vichy, al general Pétain, al neo-fascismo y, en general, al revisionismo de las últimas décadas del siglo pasado. Pero no sólo eso: la designación de los enemigos como totalitarios aproxima a la formación lepenista al significante democracia. Reduce la enorme distancia que mediaba entre el partido y el universo simbólico de la democracia; tal y como demostraron las masivas manifestaciones que se organizaron contra la presencia de Jean-Marie Le Pen en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de 2002 y que, como apuntamos en el epígrafe 7.3, se convocaron específicamente en nombre de la democracia. Y con ello prepara la maniobra siguiente: alcanzar la familia léxica de la democracia, ocuparla, disputarla y resignificarla. Es decir, piratear el concepto: re-semantizarlo. A este tipo de operación de disputa por el sentido la denominaremos en el apartado siguiente OPAs semánticas. Como veremos a continuación, se trata de uno de los ejes cardinales de la estrategia philippotista. 10.4 OPAs semánticas al sentido común republicano La reconfiguración de la retórica FN no sólo alude a los enemigos políticos, al lugar de enunciación y al pedigrí moral del enunciador, sino también a las palabras que se emplean; esto es, al vocabulario normalmente utilizado por el partido. Bajo el liderazgo de Marine Le Pen el Front National transforma una fracción significativa de su vocabulario. Los portavoces del partido hablan diferentemente: no sólo en lo relativo a la forma, sino también al contenido. En esta operación, el FN marinista asume parte del vocabulario de sus enemigos. Pero no de cualquier modo, sino desarrollando un procedimiento muy particular que Cécile Alduy y Stéphane Wahnich denominan “OPAs 218 semánticas”584. Se trata de un ejercicio que, por su originalidad y ambición, se sitúa en el corazón de la estrategia del nuevo Frente Nacional. Y es que, en efecto, si el rechazo del antisemitismo constituía el primer escalón de la táctica puesta en marcha desde 2011 –el salvoconducto ético para entrar en la vida pública con normalidad-, las OPAs semánticas componen los peldaños centrales de esta operación destinada a reubicar al FN dentro del panorama político francés. No en vano, las OPAs semánticas forman parte del meollo de lo que aquí hemos denominado “la hipótesis Philippot”. Son, de hecho, uno de los nudos que sostienen la “tercera fórmula ganadora”. Ahora bien: ¿qué es una OPA semántica? Una OPA semántica es una operación que trabaja con el modo en que las palabras “hacen signo”; esto es, con el lugar hacia el que apuntan; o, más específicamente: con la familia de palabras, valores y emociones sedimentadas hacia la que se dirigen. Las OPAs semánticas son un procedimiento retórico dentro del que analíticamente se pueden distinguir dos fases: 1) el inicio del empleo de una palabra antes no utilizada –o sea, el momento en que un término que antes se omitía comienza a usarse-, y 2) la re-semantización de ese término. La OPA semántica va en consecuencia más allá de la mera incorporación de un término al idiolecto de un partido. No se reduce a que el FN empiece a usar palabras que antes no utilizaba. Tampoco tiene nada que ver con pedir permiso a la izquierda o a la derecha republicana para poder poner en circulación sus nociones favoritas o nucleares. Las OPAs semánticas consisten en “el préstamo y el desvío de conceptos históricamente ajenos al corpus ideológico de una determinada tradición política”585. En este caso se trata de una maniobra de la derecha radical francesa dirigida a cooptar las palabras de sus adversarios políticos y piratear su significado. Se enmarca por tanto dentro de una batalla por las palabras; es decir, de una disputa por el sentido de los términos. Pero no de cualquier término, sino de aquellos en torno a los cuales se articula el debate político. Es decir, la clave de esta operación de disputa y resemantización se sitúa en que los conceptos que se piratean y cooptan, lejos de ser banales, son aquellos que estructuran el sentido común político de un país. La pregunta es entonces: ¿para qué sirve este hackeo?586 ¿Cuál es la finalidad de las OPAs semánticas? Pueden distinguirse al menos cuatro funciones o finalidades de este 584 Alduy & Wahnich, 2015: 92. 585 Alduy & Wahnich, 2015: 92. 586 Coherentemente con lo expuesto hasta ahora, el empleo de los verbos “piratear” y “hackear” no presupone que algunos términos pertenezcan de iure a un partido o familia política y que, por lo mismo, puedan ser hurtados por otro actor o familia política, sino que el hackeo, el pirateo y la disputa léxico- 219 procedimiento discursivo. En primer lugar, las OPAs semánticas sirven para crear un nuevo espacio político. El Frente Nacional piratea fundamentalmente conceptos clásicos de la izquierda y, al hacerlo, genera un campo político diferente, híbrido, mestizo y hasta cierto punto contradictorio: el campo terminológico de la izquierda pronunciado con las maneras, la entonación y la corporalidad de la derecha. El FN marinista aprovecha las promesas incumplidas de una izquierda en el poder para dirigir el léxico del Partido Socialista contra el Partido Socialista; esto es, para usar el vocabulario de los derechos sociales, de la laicidad, de la defensa de los humildes y de la soberanía nacional, así como de la crítica a la oligarquía, contra el PS. De este modo, aspira a ocupar su lugar simbólico; y, con ello, a enganchar a ex votantes socialdemócratas a través de un vocabulario y unas referencias que resultan familiares587. Con un matiz: el FN no sustituye propiamente al Partido Socialista, ni siquiera a la izquierda en su conjunto, sino que genera un espacio discursivo singular y un modo de interpelación específico comparables, en último extremo, con lo que fue el Partido Popular Francés de Jacques Doriot en los años treinta del siglo pasado588. En segundo lugar, las OPAs semánticas sirven para modificar el sentido de los términos que se desea acaparar. Aprovechando la elasticidad semántica y la indeterminación de las palabras, especialmente de las más abstractas, el Front National se afana por extender el significado de las mismas hasta llevarlo hacia posiciones que le son más ventajosas; esto es, hacia núcleos de sentido que resultan favorables a sus marcos discursivos de fondo. A este respecto, las OPAs semánticas parten de la base de que el sentido de los términos es siempre tambaleante, presenta diversas capas de significación, y exige negociación. O, lo que es lo mismo: que el significado de todos los conceptos, pero especialmente de aquellos que son centrales para la vida política de una comunidad, es necesariamente flotante. En el capítulo 5 de esta tesis vimos cómo Ernesto Laclau señalaba que la “retórica es la anatomía del mundo ideológico”589. Pues bien, la operación discursiva del nuevo FN apunta a hackear esos cimientos; es decir, a resignificar los conceptos y palabras que ejercen de verdaderas columnas y contrafuertes sobre los que se sostiene el sentido común del republicanismo francés; y que, por tanto, articulan la conversación y semántica por las palabras son constantes en política; en la medida en que el sentido de los términos es flotante y continuamente negociado entre los sujetos de habla. 587 Ejemplos de esta hibridación entre el vocabulario izquierdista y el voto al Frente Nacional de antiguos electores del PS y del PCF pueden consultarse en: Perrineau, 2017a: 70-87. 588 Sobre este paralelismo, ver: Eltchaninoff, 2017: 119-126. 589 Laclau, 2005: 26-27. 220 el debate político cotidianos. De este modo, la derecha radical francesa quiere apropiarse y re-semantizar las nociones que más consenso hacen en la sociedad francesa. Exactamente lo contrario de lo anhelado por Jean-Marie Le Pen. En tercer lugar, la reforma en el vocabulario frontista a la que dan lugar las OPAs semánticas provoca un efecto de normalidad en el discurso que descarga al votante potencial del FN de la culpa que pudiera sentir por apoyar a una opción históricamente tildada de extremista. En otras palabras: las OPAs semánticas sirven también al propósito de banalizar el discurso del Frente Nacional; de aproximarlo, al menos a nivel formal, al del resto de partidos. Y es que, en efecto, en la medida en que se utilizan y reivindican las mismas nociones generales, se genera una sensación de normalidad; incluso cuando el FN emplea un vocabulario idéntico al de sus adversarios políticos para conducirlo a conclusiones meridianamente opuestas. Asimismo, a través de este procedimiento léxico, el Front National se impregna de la pátina moral que antes pertenecía en exclusividad a los partidos del consenso republicano, asentando así el nuevo lugar de enunciación tan deseado por el marinismo. Por último, las OPAs semánticas sirven a la finalidad de dificultar el trabajo comunicativo de los adversarios políticos. El pirateo y resignificación terminológica crea un nuevo vocabulario al que resulta mucho más difícil atacar; o, lo que es lo mismo: ejerce la función de impermeabilizar al partido de la crítica de sus oponentes políticos. Con ello desposee al adversario de sus mejores argumentos. Así por ejemplo, en el caso del Frente Nacional, las OPAs semánticas sobre el sentido común republicano restan credibilidad a las acusaciones de elitismo, fascismo, autoritarismo, machismo, militarismo, thatcherismo económico, extractivismo ecológico o incluso especismo; es decir, a todas aquellas descalificaciones que horadaban la imagen de Jean-Marie Le Pen ante el gran público. Por todo ello, puede afirmarse que las OPAs semánticas constituyen una operación retórica que apunta en la dirección contraria al proceder histórico del partido; pero que además supone un salto histórico en la lucha del Frente Nacional por la hegemonía política y cultural de Francia. Este salto singulariza la oferta política del marinismo, haciéndola cualitativamente diferente incluso al modelo de la “segunda fórmula ganadora” teorizado por Kitschelt y McGann. Y refuerza todos los intentos del Frente Nacional por limpiar su imagen; es decir, por alejarla del estigma de peligro público. 221 Ahora bien: ¿cuáles son las principales OPAs semánticas que lanza el Frente Nacional durante el período estudiado? ¿Qué conceptos pueden destacarse dentro de esta revolución léxica? El Frente Nacional lanza sus principales OPAs semánticas sobre las nociones de república, laicismo, Estado, democracia, libertad, feminismo y ecologismo. 10.4.1 Laicidad La OPA semántica sobre el concepto de laicidad o de Estado laico constituye el caso más emblemático de este tipo de procedimiento discursivo. En primer lugar por la centralidad de esta noción en la cosmovisión republicana francesa y, en segundo lugar, porque supone una ruptura con el discurso histórico del partido con respecto al papel de las religiones en la vida pública. Es preciso recordar que el Front National proviene de una tradición política extremadamente crítica con la ley que en 1905 estableció en Francia la separación entre las diversas iglesias y el Estado y que, al menos hasta el año 2007, la formación dirigida por Jean-Marie Le Pen defendió tanto a nivel programático como a nivel discursivo el papel de la religión católica en la vida pública francesa. Y lo hizo argumentando que la religión católica forma parte de la identidad francesa y que, por tanto, la imposición de la laicidad suponía una deconstrucción (por desconocimiento) de la naturaleza o el ser nacional francés590. No por casualidad, a lo largo de los años 80 y 90 del siglo pasado, el FN se erigió como el “partido refugio” del tradicionalismo católico francés. A este respecto, la figura carismática de Bernard Antony resulta absolutamente cardinal. Pues bien: ¿cómo opera esta OPA semántica? Dilatando el concepto de laicidad, reordenando sus capas de sentido y encauzando en otra dirección su propósito principal; de tal manera que su significado ya no apunta primariamente a resguardar a la sociedad de los conflictos y debates entre diversas religiones, sino a maniatar a una en concreto. A lo largo de este procedimiento discursivo, el Frente Nacional no se inventa nada; no crea ex nihilo un nuevo concepto de laicidad, sino que otorga preferencia a aquella veta de sentido que le resulta más favorable; o, lo que es lo mismo: a aquella capa de significado sedimentada a través de los debates históricos en torno al concepto que concuerda más 590 En general este argumento acusaba al laicismo republicano de imponer principios abstractos a la realidad empírica del modo de vida francés; esto es, al ser común, cotidiano y radicalmente mundano del ciudadano francés. 222 fácilmente con sus intereses presentes. A saber: el vínculo entre ostentación religiosa y violencia cívica. En consecuencia, no se trata tanto de suplantar un significado por otro, como de ampliar el sentido de un concepto y dirigirlo hacia nuevos sujetos amenazantes. En concreto, el FN expande la noción de laicidad con el fin de prohibir los símbolos religiosos ostentativos no sólo en los lugares estatales o republicanos, sino en cualquier espacio público: la calle, el transporte colectivo o la playa. Aún más: el partido declara su deseo de extender esta restricción al ámbito profesional. De este modo, la laicidad ya no tiene estrictamente que ver con la separación entre las iglesias y el Estado, sino que es resignificada como un instrumento para recluir al islam a la esfera íntima de sus practicantes. Así, de acuerdo con la re-semantización de la laicidad que el Frente Nacional se esfuerza por hacer mayoritaria, la religión musulmana sólo podría practicarse en Francia o bien en el interior del alma del creyente, o bien en los límites del propio domicilio -o sea, dentro del estricto dominio privado. Con ello la formación lepenista reinterpreta también en un sentido híper-rígido la afirmación de que “la religión es un asunto privado”. En la campaña presidencial de 2017, Marine Le Pen hace muy explícita la voluntad de llevar adelante esta expansión semántica; es decir, este deseo de reivindicar la laicidad reinterpretándola como un instrumento para reducir la visibilidad de la religión en Francia: “Mis queridos amigos, aplicaremos simple y estrictamente las reglas de la laicidad. Si hay un país con una historia trágica que haya aprendido a protegerse de las guerras de religión, ese es Francia, así que extenderemos la laicidad al espacio público y la inscribiremos en el derecho laboral con el fin de aportar una respuesta a aquellos que ven con inquietud aumentar las reivindicaciones religiosas dentro de las empresas y el aumento de los conflictos en los lugares de trabajo”591. A pesar de que formalmente y en el plano general los portavoces del Frente Nacional siempre procuran referirse a las “religiones” en plural cuando abordan el concepto de laicidad; una vez descienden a lo concreto, no tienen inconveniente en declarar al islam como una religión extranjera y señalar a la inmigración como la principal amenaza para 591 Marine Le Pen, Discurso de Lyon, 5 de febrero de 2017 [los subrayados son míos]. 223 el principio de laicidad republicana. De hecho, inmediatamente después de pronunciar la cita anterior, Marine Le Pen agrega: “A las personas de todo tipo de origen y de todo tipo de confesión les recuerdo que, aunque sea evidente y no haga falta decirlo, no hay y no habrá otras leyes y valores en Francia que los franceses. Y sobre este asunto no habrá ningún retroceso, ninguna marcha atrás, ninguna rectificación. Pero es que, además, los que han venido a Francia es para encontrar a Francia, y no para transformarla a la imagen de sus países de origen. O sino, si querían vivir como en su casa, les hubiera bastado con quedarse allí”592. Esta cita es importante porque muestra de un modo absolutamente nítido el marco identitario en el que además el FN inscribe el concepto de laicidad. De acuerdo con este marco, el principio de laicidad republicana queda investido del valor de muro de contención frente a algo otro y extranjero que, sin embargo, está aquí. Es decir, el concepto de laicidad es resignificado como una protección con respecto a una alteridad - el islam- que amenaza lo que una comunidad se representa que es. Por eso siempre aparece asociada a los sustantivos “ataque”, “violación”, “exigencia”, “inmigración”, “comunitarismo”, “barrio” [quartier], “imposición”, y a los verbos “salvaguardar”, “auxiliar” o “proteger”. La noción de laicidad es así re-semantizada en términos de garantía identitaria. Con ello, el principio de laicidad republicana se pone al servicio de un proyecto de defensa de la cultura francesa entendida de manera esencialista y ahistórica. Esencialista porque se representa la cultura francesa como una entidad sustancial de la que la laicidad es sólo un atributo necesario. Y ahistórica porque interpreta la laicidad como un rasgo natural de la cultura francesa, y no como el resultado contingente de luchas concretas llevadas adelante por grupo sociales específicos con intereses singulares en el marco de procesos conflictivos. He ahí la amplitud de la OPA semántica lanzada sobre este concepto: el arco completo de su reorientación con vistas a confinar en el dominio de lo privado a una comunidad específica, y, por otra parte, el desplazamiento operado dentro de sus capas de significación. No obstante, de la cita anterior se desprende otro matiz que es preciso consignar. Si Marine Le Pen deja entrever la idea de que el islam es una religión exterior o extranjera a la cultura francesa: ¿es que acaso estima que Francia tiene una religión propia? La respuesta es naturalmente afirmativa: el Frente Nacional reivindica la laicidad como un 592 Marine Le Pen, Discurso de Lyon, 5 de febrero de 2017. 224 instrumento de preservación de una identidad cultural que asocia al catolicismo593. O, lo que es lo mismo: considera que la religión católica forma parte de la cultura francesa; y que, por tanto: 1) su herencia y manifestaciones culturales deben ser preservadas -y ahí entran los belenes de Navidad o las procesiones de Semana Santa594-, y 2) en la medida en que es una religión propia o endógena, sus expresiones culturales no causan problemas ni alteran la paz civil. En consecuencia, no debe ser adscrita dentro del marco de amenazas a la identidad francesa ni tematizada cuando se habla de violaciones a la laicidad. Aquí Marine Le Pen procede como ya dijimos que es habitual en la retórica del nuevo FN: no afirma explícitamente la necesidad de defender el catolicismo -como sí hacían su padre o Bernard Antony-, sino que inscribe la laicidad y la herencia judeo-cristiana en la misma amalgama identitaria, de tal modo que cuando se trata de atacar al “comunitarismo musulmán” esgrime los principios de una laicidad republicana ampliada, y cuando se trata de defenderse frente a la uniformización y el “olvido programado de las raíces” a los que induce la globalización, entonces reivindica la necesidad de preservar todo aquello que singulariza, incluida la impronta cultural del catolicismo. Puede decirse entonces que la forma privilegiada de establecer relaciones y de hacer afirmaciones controvertidas por parte del nuevo FN es el estilo indirecto, que procede dando un rodeo del siguiente tipo: primero esencializa todo aquello que desea defender o preservar, para después, una vez que esos elementos ya forman parte del paquete sustancial, trazar relaciones entre ellos como miembros de lo mismo. En este caso, laicidad y religión católica están conectadas porque son atributos de la misma identidad francesa; hasta el punto de que finalmente la 593 “Los fieles musulmanes pueden construirse sus mezquitas, pero con su dinero, y en ningún caso con el dinero público ni con el dinero de países extranjeros que no respetan a otras religiones, singularmente a la religión cristiana. ¿Se acuerdan ellos de que Francia hunde sus raíces en el cristianismo? Es nuestra historia, nuestra identidad, les guste o no” (Marine Le Pen, Primer Discurso como Presidenta del partido, XIV Congreso del FN, 16 de enero de 2011; citado por Eltchaninoff, 2017: 141). [los subrayados son míos]. 594 Marine Le Pen no exterioriza ningún problema con las procesiones de Semana Santa sino que, al contrario, se lamenta de que no puedan celebrarse con normalidad: “Qué tristeza, por otro lado, que en nuestro propio territorio, aquí en Francia, en el año 2017, nuestros militares deban vigilar nuestras iglesias y nuestras sinagogas. ¿Cómo les explicaremos esto a nuestros hijos? ¿Vamos a dejarles crecer en un mundo en “estado de emergencia permanente”? Anteayer en Toulon tres individuos amenazaron una procesión católica al grito de “váis a saltar por los aires todos, viva el Daesch!” Y esto ocurre en Francia en el año 2017. Es una situación dramática” (Marine Le Pen, Discurso de Perpiñán, 15 de abril de 2017). En el mismo mítin, respecto de las polémicas acerca de los belenes de Navidad en lugares públicos, Marine Le Pen se pronuncia del siguiente modo: “Yo quiero terminar de una vez con esta enorme liquidación de nuestro patrimonio inmaterial. ¡Esto no es una tienda en liquidación! No saben qué hacer con nuestro patrimonio inmaterial tan preciado, que hace de nosotros un pueblo. Al contrario, se empeñan en prohibir nuestros belenes de Navidad, como si fuera esta tradición popular la que amenazara la laicidad” (Marine Le Pen, Discurso de Perpiñán, 15 de abril de 2017). 225 laicidad queda investida del carácter de instrumento de la Francia católica -al menos culturalmente- para protegerse de la invasión religiosa musulmana. Por muy frágil que pueda parecer este resultado discursivo desde el punto de vista histórico, por muy contradictorio que resulte respecto al espíritu con el que se elaboró en Francia la ley de 1905, la clave de su funcionamiento está en el modo de articulación. Y es que, en efecto, cuando por una parte los elementos de un discurso son deshistorizados y esencializados, y cuando, por otra parte, se los ubica en el mismo nivel porque tienen los mismos enemigos, entonces la coherencia historiográfica pasa a un segundo plano. Laicidad y catolicismo eran, para los legisladores de la III República francesa, contrarios -¡la ley de 1905 se hace en buena medida contra la iglesia católica!-. Sin embargo, al deshistorizarlos y sustancializarlos -al despojar al catolicismo del carácter de religión y tornarlo un rasgo secularizado de identidad-, y al orientarlos contra el islam como enemigo común -al convertirlos en elementos igualmente amenazados por el mismo agente amenazante-, su agregación e integración en un mismo discurso no desentona tanto. Por último, hay que señalar que este modelo de OPA semántica constituye un buen ejemplo de los equilibrios a los que llega y con los que trabaja la “hipótesis Philippot” El número dos del Frente Nacional está convencido de las siguientes tres afirmaciones a propósito de este tema: 1) la laicidad es un valor republicano a preservar, 2) la izquierda -antigua valedora principal de la laicidad- ha abandonado la defensa de este principio595, y 3) la comunidad musulmana francesa es quien de facto confronta más a menudo con la noción de laicidad republicana. Por estos motivos, Philippot es uno de los máximos impulsores de la idea de que el Frente Nacional, a pesar de su historia, debe reivindicar el modelo de Estado laico republicano. Sin embargo, dentro de este propósito, se ve obligado a hibridar estas tres convicciones con el corpus ideológico del partido; es decir, se ve compelido a insertar la defensa de la laicidad dentro matriz identitaria de la formación lepenista. De las primeras tres convicciones surge la voluntad de lanzar una “OPA semántica” a la noción de laicidad; mientras que de la necesidad de componer con la tradición del partido emerge el resultado concreto de esta OPA semántica. En 595 A este respecto el discurso del nuevo Frente Nacional no sólo acusa a los gobiernos socialistas de haber transigido demasiado con las reivindicaciones “comunitaristas” de las asociaciones musulmanas, sino que martillea esta idea recordando asiduamente el caso de una candidata de la formación trotskista NPA que apareció en 2010 llevando un yihab. 226 definitiva, la “hipótesis Philippot” apunta en la dirección de re-semantizar aquellas nociones que forman parte del núcleo discursivo de la izquierda republicana y, en menor medida, de la derecha gaullista, mientras que la tradición del partido provee del marco general en el que estas innovaciones se inscriben. Entre ambas se da una suerte de cruce o mezcla que otorga a los conceptos resignificados por el FN de un peculiar carácter anfibio. 10.4.2 República Otra de las nociones a las que apunta el pirateo semántico del Frente Nacional es el término République, verdadera clave de bóveda del edificio político francés desde, al menos, hace tres siglos. La République es la escena donde se desarrolla el conjunto de la vida política francesa y de la discusión pública; son las tablas y el decorado -repleto de símbolos- en las que tiene lugar la acción política en Francia. Es la palabra que condensa unos principios y un modo de organización política sacralizados. Tanto es así que la République es representada por una alegoría, la Marianne, omnipresente en las ciudades francesas, y cuya imagen más conocida es el conjunto escultórico que se encuentra en la plaza de la república de París. La Marianne personifica a la república como una madre combativa y protectora de la nación cívica; encarna el mito fundante de la Francia moderna; esto es, de la Francia post-revolucionaria. Por eso se le busca un emplazamiento físico en el corazón de las grandes ciudades del país, presidiendo sus plazas más emblemáticas. Una ubicación que expresa la importancia nuclear de la cosmovisión republicana en la vida pública francesa. Imagen 17: Estatua de la Marianne de la Place de la République de París596. 596 La imagen está tomada del siguiente sitio web: https://www.pinterest.com.mx/pin/748723506775675131/ 227 Pues bien, el proyecto de la nueva dirección del Frente Nacional aspira a disputar, apropiarse y resignificar la noción de République como creación política nítidamente francesa, revolucionaria y democrática. Desea empaparse del imaginario republicano y alejarlo de sus adversarios políticos. Ambiciona, en cierto sentido, sustraer la République a los partidos denominados “republicanos”. Obtener la patente, por así decir. Hasta el punto de que, entre los años 2015 y 2017, el FN jugará en sus carteles y memes con la idea de identificar a la Marianne con el logo del partido o incluso con la propia Marine Le Pen: Imágenes 18 y 19: Carteles propagandístico del Frente Nacional durante el ciclo 2015-2017 Esta maniobra implica en primer término acatar y, en segundo término, tratar de “adueñarse” de la herencia revolucionaria y democrática de Francia; y, con ello, aceptar con todas sus consecuencias la historia “oficial” de Francia. A saber: la historia republicana. O, dicho de otro modo: al “apropiarse” de la Marianne, el Frente Nacional 228 se ve en la necesidad de acomodar dentro de la visión histórica de la derecha radical nacionalista los episodios del denominado roman national [novela nacional], con sus héroes, batallas, símbolos y figuras clave. Pero esta labor no es en absoluto sencilla: no sólo porque entraña un salto discursivo mayúsculo, sino porque supone romper con la identificación de la derecha radical francesa con la tradición reaccionaria, así como con sus figuras y acontecimientos centrales. No hay que olvidar que los cordones sanitarios para aislar al Frente Nacional que se generalizan en los años 90 y alcanzan su apogeo en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de 2002, se imponen en nombre de la República. Y que tienen éxito precisamente porque se convocan en nombre de la república. O sea, porque logran caricaturizar al partido de Jean-Marie Le Pen como un enemigo de la constelación histórico-axiológica republicana, desterrándolo así del espacio político compartido y del sentido común. Además, durante varias décadas el Front National facilita la tarea en la medida en que mantiene un discurso irónico, mordaz y profundamente desmitificador de la République, que le permite reírse de la sacralización que hacen de la misma “los partidos del sistema”: unas veces por hipócrita y otras –las menos- por falsa597. En estas condiciones, el Front National de Marine Le Pen trata de aproximarse, acaparar y resignificar la noción de République Française a través de tres procedimientos que son perceptibles en su discurso político desde 2011. El primero de ellos consiste en aplicar los viejos nombres –con su carga valorativa y afectiva- a nuevos enemigos. Y no a cualquier tipo de enemigos, sino específicamente a aquellos que nombramos en el epígrafe 10.3; o sea aplicar las antiguas palabras que estructuraban las oposiciones en el interior del mito republicano a lo que el FN denomina “nuevos totalitarismos”. De este modo se consigue mantener la intensidad de la polaridad y su forma, pero modificando el contenido de la misma. Con ello se genera un efecto de permanencia que disimula las trazas del desplazamiento semántico. Marine Le Pen sigue entendiendo la République como el espacio político de vida común específicamente francés; continúa declinándola bajo las nociones de libertad, igualdad y fraternidad; y no altera el marco que designa como enemigos a los reaccionarios y a las feudalidades. La diferencia es que, en sus discursos, el término reaccionario ya no se 597 En esto, los portavoces del FN no hacen más que seguir a Jean-Marie Le Pen cuando escribe: “Yo soy un reaccionario” (Le Pen, 1984: 176). 229 aplica a los monárquicos –rotundamente residuales en el país galo-, sino a los islamistas radicales; o sea, en su léxico: a quienes practican el “comunitarismo musulmán” en Francia. Son ellos los nuevos reaccionarios; aún más: son ellos los nuevos “fascistas”598. Todo el campo semántico de lo reaccionario acuñado en el período revolucionario de la I República y aderezado después con palabras traídas del siglo XX se vuelca sobre el islam radical. Paralelamente, en el léxico del FN marinista, los nuevos señores feudales ya no son los aristócratas, sino la “casta mundialista”: esa élite que en los últimos años ha acumulado privilegios que amenazan la igualdad republicana; y que, al igual que la antigua nobleza, se resiste a perderlos. Ella es la que, con su forma de comportarse políticamente y de vivir en barrios cada vez más inaccesibles, pretende estamentalizar de nuevo la sociedad francesa. De acuerdo con este planteamiento, la République ya no se opondría entonces a los nacionalistas y a los aristócratas, sino a las élites globalizadas y a los islamistas. En estas condiciones, el Frente Nacional se siente capacitado para hacer profesión de fe republicana: “Pues sí, mis queridos amigos, si se trata de definirnos, yo lo afirmo sin ambages: nosotros somos profundamente republicanos, nosotros estamos profunda y sinceramente ligados a los pilares de nuestro pacto colectivo, estamos profundamente vinculados a los valores fundamentales que se ha dado Francia, y estamos profundamente conectados con los principios fundadores sobre los cuales se ha construido”599. Incluso en la circunstancia de que eso suponga una reinterpretación de su historia como movimiento político: “El FN ha demostrado que es un gran partido político republicano (…) ¿Quién mejor que nosotros ha defendido estos principios a lo largo de la historia política francesa? Nadie en realidad, puesto que estos principios están en el corazón de nuestro movimiento desde su origen. ¿Quién mejor que nosotros puede portar estos principios hoy en día?”600. El segundo procedimiento que el FN utiliza para conquistar y piratear el significante república estriba en reorientar las premisas de la divisa nacional; es decir, consiste en señalar que los principios republicanos -liberté, egalité, fraternité- se han oxidado con el 598 Desde el año 2011, el FN marinista acuña la expresión “fascismo verde” para referirse al islamismo radical. A partir de entonces, en los mítines y discursos más largos, los portavoces del partido se lanzan a tematizaciones relativamente extensas acerca de esta cuestión. Ver: Eltchaninoff, 2017: 144-145. 599 Marine Le Pen, Discurso del 1º de mayo de 2013; citado por Eltchaninoff, 2017: 95. [los subrayados son míos]. 600 Marine Le Pen, Primer discurso como presidenta del partido, XIV Congreso del Frente Nacional, 16 de enero de 2011; citado por Eltchaninoff, 2017: 95. 230 paso del tiempo y requieren ser actualizados. O, lo que es lo mismo: que se necesita un nuevo compromiso republicano. La operación de “poner al día” estos conceptos sirve como excusa para introducir de soslayo todo el trabajo de desplazamiento semántico sobre los pilares de la divisa nacional. De tal manera que tras la resignificación de la libertad, la igualdad y la fraternidad, la République queda convertida en el caparazón institucional y jurídico de la nación entendida desde un punto de vista esencialista o identitario. Ahora bien: ¿cómo se realiza este trabajo sobre el sentido? El argumento del Frente Nacional comienza sosteniendo que la Francia contemporánea se encuentra en vías de regresar al Antiguo Régimen. El poder financiero estaría creando castas –y rompiendo el pacto social601-, mientras que el fundamentalismo religioso obraría con el fin de amputar a la cultura su libertad de creación602, y al espíritu humano su libertad de pensamiento. El resultado sería un pueblo francés cada vez menos escuchado. Una ciudadanía paulatinamente despojada de sus derechos y convertida en sierva. Es decir, retrotraída al estado de plebe. La analogía con el Ancien Régime permite hacer de la “Francia olvidada” por las “feudalidades financieras” algo así como el tiers état [tercer estado]; lo que proporciona a los portavoces del Frente Nacional un inmenso arsenal simbólico- discursivo de persuasión y movilización. Un repertorio, además, que incomoda profundamente a sus adversarios partidistas que también se reclaman republicanos y herederos legítimos de la Révolution –palabra que significativamente en Francia se escribe siempre con mayúsculas. Imagen 20: Cartel electoral del Frente Nacional para las elecciones regionales de 2015603. 601 Sobre el pacto social roto, Marine Le Pen afirma lo siguiente: “Este pacto sagrado que formaba el cimiento de la nación es el de una promesa abierta a todos de un posible ascenso social. Abandonados desde hace mucho tiempo por los poderes sucesivos, los franceses de entornos populares han sido los primeros en sentirse excluidos de este contrato, los primeros olvidados, los primeros en comprender muy rápido que no hay previsto ningún futuro para ellos ni para sus descendientes” (Marine Le Pen, Discurso de Merdrignac, 20 de abril de 2012). Compárese con la interpretación que hace Podemos en España de la idea del pacto social roto y el uso movilizador que hace de ella. 602 A este respecto, el FN utiliza profusamente las amenazas del fundamentalismo islamista a los dibujantes que se habían atrevido a hacer caricaturas de Mahoma en Dinamarca y, más tarde -y de manera aún más enfática-, los atentados de Charlie Hebdo el 7 de enero de 2015 en París. 603 “Escoja su banlieue. Vote Frente”; puede encontrarse en Igounet, 2016: 97. 231 Si el país está retrocediendo a una forma nueva de absolutismo, razona el FN, entonces es preciso reanudar el compromiso con la libertad. Marine Le Pen enfatiza durante la campaña presidencial de 2017 que hace falta emprender una revolución de la libertad para atajar las nuevas servidumbres en curso. Señala que es urgente recuperar el orgullo nacional de 1789: retomar ese espíritu, zambullirse en esas fuentes, beber de esos hontanares. Por eso su vocabulario se trufa de verbos que llaman a despertarse, levantarse, rebelarse, emanciparse. A no aceptar, a no someterse, a no arrodillarse, a no claudicar. La presidenta del FN no tendría ningún inconveniente en que se la etiquetara como “Marine, la libertadora”. De hecho, ese es en buena medida el objetivo de los carteles que la identifican con la Marianne. Para ello, el partido que ella preside convierte a la libertad en el auténtico centro de gravedad sobre el que pivota todo su discurso. Como veremos más adelante, los portavoces del FN declinan la libertad en varios sentidos; la orientan en diversas direcciones. Pero el conjunto de ellas se encaminan a proclamar que: 1) la libertad republicana está en peligro, 2) esta amenaza justifica la necesidad de relanzarla y actualizarla, y 3) el FN es un partido dispuesto a 232 llevar adelante este cometido. Por estos motivos, cabe presumir que la nueva dirigencia del FN no se sentiría particularmente incómoda si su partido fuera rebautizado como Partido de la Libertad, siguiendo la estela de otras formaciones de su espectro ideológico como el FPÖ austríaco o el PVV holandés. Al mismo tiempo, el FN asegura que la igualdad republicana está en peligro por el incremento de los privilegios en Francia; en concreto: de las prerrogativas fiscales de las élites y de las prebendas religiosas de los musulmanes. En consecuencia, defiende que la République necesita ser refundada con el fin de recuperar la igualdad de todos los ciudadanos. Y, de un modo especialmente urgente, para dar voz a los sin voz. O, lo que es lo mismo, para evitar que haya ciudadanos de primera –la oligarquía y los franceses de confesión musulmana- y ciudadanos de segunda: les oubliés, los abandonados y olvidados por los poderes públicos. En estas circunstancias, el Frente Nacional se posiciona como el partido que puede llevar adelante este cambio; una transformación que aspira por tanto a interpretarse como una revitalización del espíritu republicano. Por último, la formación de Marine Le Pen también sostiene que la fraternidad está en declive en Francia. El partido justifica esta afirmación aludiendo a la falta de solidaridad nacional, e identificando a esta con el resquebrajamiento de las políticas sociales, el debilitamiento del orgullo patriótico y la aparición de minorías privilegiadas. De acuerdo con su discurso, la decadencia de los lazos cívico-nacionales estaría horadando la fraternidad; lo que, a su vez, incentivaría los comportamientos máximamente egoístas guiados por el “sálvese quien pueda” y los cursos de acción bajo el modelo del free rider. En otras palabras: ya no habría fraternidad porque ya no habría reconocimiento mutuo; esto es, porque los franceses serían incapaces de reconocerse bajo un prisma de igualdad con la oligarquía económica y los inmigrantes. En suma, porque se habría roto la cadena de la identificación que conduce a la solidaridad. Por este motivo, concluye el FN, sería de todo punto necesario robustecer de nuevo la fraternidad en Francia para así proteger la République, entendida no sólo como entramado institucional y como conjunto de valores y principios, sino también como marco espiritual que orienta a un cierto tipo de políticas públicas. El tercer procedimiento para acercarse al significante République radica en acaparar su defensa; o sea, en pujar por monopolizar la indumentaria republicana dentro del campo político francés. El argumento que sostiene esta pretensión discurre del siguiente modo: si, por una parte, ningún operador partidista en Francia identifica a los enemigos actuales 233 de la República ni tampoco la intensidad de su amenaza presente, y, por otra parte, nadie dentro de ese mundo está dispuesto a combatirlos actualizando y fortaleciendo los principios fundantes de la cosmovisión republicana, entonces puede concluirse que ha palidecido en Francia el compromiso republicano. Si esto es así, entonces cabe afirmar que los partidos políticos tradicionales –por mucho que se autodenominen republicanos- , en realidad no lo son, o han dejado de serlo. Por tanto, en la medida en que sólo el Frente Nacional entre los partidos políticos es consciente de los nuevos peligros para la República y es capaz de nombrarlos, y en la medida en que sólo él aspira a dotar de impulso renovado a los principios inscritos en la divisa nacional, la consecuencia que se sigue es que únicamente la formación de Marine Le Pen puede reclamarse como auténticamente republicana en el momento presente: “Todo en mi adversario, el señor Macron, hace daño a nuestra divisa nacional: libertad, igualdad, fraternidad. El proyecto de Macron es dañino para la libertad, porque tiene una concepción radical de la Unión Europea, que no se concibe a sí misma más que sometiendo nuestra república a la canciller alemana (…) el proyecto de Macron también ataca la igualdad. No puede haber igualdad para los franceses en el proyecto de Macron puesto que su filosofía es: “en marcha, o muere” (…) Por último, el señor Macron da la espalda a la fraternidad cuando se acomoda a una sociedad de dos velocidades: la casta y los otros”604. A este intento de copar el universo simbólico republicano contribuye la reivindicación reciente de figuras como Charles de Gaulle e incluso François Mitterrand. El Frente Nacional –que históricamente odió a ambos personajes políticos- moviliza estas figuras contra los “nuevos enemigos” de la República; es decir, sustrae estos nombres del panteón de la izquierda y de la derecha francesas para emplearlos no sólo frente a los mundialistas y los islamistas, sino –de paso- contra los mismos Partido Socialista y Unión por un Movimiento Popular605. Asimismo, la formación nacionalista se empapa del imaginario de la III República como un momento fundador de la Francia democrática de hoy –como el momento en que se ponen las bases institucionales y jurídicas de la Francia actual- citando continuamente a autores como Víctor Hugo, Jules Ferry, Georges Clemenceau, Anatole France, Charles Péguy, Paul Valéry o Georges Bernanos; al tiempo que presenta la herencia de este período como progresivamente traicionada por las élites partidistas y económicas. De esta manera aspira a ser percibido como aquel partido que desea resucitar 604 Marine Le Pen, Discurso de París, 1 de mayo de 2017. 605 Hoy rebautizada como Les Républicains [Los Republicanos]. 234 el espíritu de la III República con su dosis de escuela laica, universal, disciplinada y entusiasta de la autoridad del profesor; con sus conquistas de derechos sociales como la jornada laboral de ocho horas o la jubilación a los 65 años; con su mitología de grandes líderes políticos y unión nacional por encima de intereses partidistas [union sacrée]; con su fama internacional en el campo de la literatura, de la pintura y, en general, del arte; y finalmente con su potencia imperial y con la primacía del francés como lengua culta en el mundo. Todo ello contribuye a dotar a la retórica del Frente Nacional de un aura republicana de primera hora que, por un lado, sirve a difuminar la vinculación antigua del partido con el nacionalismo radical anti-republicano, y, por otro lado, credibiliza la voz del partido en el espacio público. La OPA semántica a la noción de République disloca el lugar de enunciación desde el que se expresa el FN que, a partir de este procedimiento retórico, ya no es un afuera del consenso republicano, sino un adentro del mismo. Los portavoces de la formación ya no se pronuncian desde el exterior para ironizar o cuestionar lo interior, sino que su voz es la de alguien que pretende hablar desde los cimientos del interior con intención de renovarlo. Por este motivo, la OPA semántica a la República es, junto al pirateo del concepto de laicidad, una de las más importantes y más exitosas del período marinista a la hora transformar la puesta en escena del FN y modificar su posición dentro del mapa de las identidades políticas en Francia, 10.4.3 Democracia El democratismo es un ingrediente ideológico de la derecha radical que los especialistas en este campo han estudiado poco, o han tendido a diluir dentro del componente populista. Así, de acuerdo con algunas de las interpretaciones más relevantes606 en los estudios sobre la familia de los Populist Radical Right Parties, la reivindicación de una mayor democracia constituiría un atributo del registro discursivo populista. El significante “democracia” sería una palanca de movilización contra la oligarquía, un recurso para 606 Ver especialmente: Betz, H-G (1994): Radical right-wing Populism in Western Europe, Basingtoke: McMillan; Griffin, R. (2000): “Interregnum or endgame? The radical right in the “post-fascist” era”, Journal of Political Ideologies, 5, 163-178; Inglehart, R (1977): The Silent Revolution, Princetown: Princetown University Press; Ignazi, P. (1992): “The silent counter-revolution. Hypotheses on the emergence of extreme right-wing parties in Europe”, European Journal of Political Research, 22 (1-2), 3- 34; y: Prowe, D. (1994): “Classic Fascism and the New Radical Right in Western Europe: Comparisons and Contrast”, Contemporary European History, 3 (3), 289-314. 235 ganar la captatio benevolentiae del público; y, en esa medida, un aspecto secundario y subordinado. Desde el punto de vista ideológico, lo importante residiría en otro lugar: en el nacionalismo excluyente, en el conservadurismo moral y en la concepción anti- pluralista del pueblo. En consecuencia, el fulgor “democratista” que se desprende de algunos discursos de la derecha radical europea – muy especialmente cuando se reúne para celebrar mítines conjuntos607- tendría que ser interpretado más como detalle, como recurso persuasivo o como mero atrezzo retórico, que como una vis central de su articulación eidética. Sin embargo, autores como como Sarah De Lange han subrayado recientemente la importancia creciente de la reivindicación de una mayor participación democrática en los programas electorales y discursos de la derecha radical europea. En un texto publicado en 2017608, la politóloga holandesa muestra cómo estos partidos desde finales de la década de los noventa del siglo pasado han invertido una gran cantidad de tiempo y energía en perfilar medidas que apuntan a una participación ciudadana más intensa en la política ordinaria, así como en criticar la progresiva falta de democracia que padecen nuestros sistemas políticos. En ese artículo, De Lange precisa que la incorporación de esta demanda transcurre en paralelo al acercamiento de las formaciones de derecha radical al movimiento antiglobalización. Esta aproximación sostenida en el tiempo sugiere que no se trata de un mero artificio retórico o de un arma de persuasión puramente contextual y temporal, sino que la reivindicación de una mayor democracia ha entrado a formar parte de la oferta política de la derecha radical europea. Además, la politóloga holandesa reflexiona acerca de cómo la introducción de demandas de profundización democrática en el corazón de los programas de las formaciones de la derecha radical europea distorsiona el modelo de las fórmulas ganadoras de Herbet Kitschelt y Anthony McGann. De acuerdo con una de las tesis centrales del artículo, la promoción de medidas como los “referéndums” o las “iniciativas legislativas populares” en los programas electorales de la derecha radical, así como la integración de una vigorosa temática democrática en sus discursos, provoca una alteración de la posición de esta 607 A este respecto, son altamente ilustrativos los discursos que los líderes políticos de la derecha radical europea pronuncian en Coblenza el 20 de enero de 2017, en Milán el 18 de mayo de 2019 o en Roma el 3 de febrero de 2020. En esos discursos, los partidos allí convocados se presentan como una Internacional Nacionalista, pero también –y esto resulta decisivo- como una Internacional Democrática en el seno de la Unión Europea. 608 Ver: De Lange, S. (2007): “A new winning formula? The programmatic appeal of the radical right”, en: Mudde. C (ed): The Populist Radical Right. A reader, Nueva York: Routledge, 83-103. 236 familia de partidos en el eje “autoritarismo”/ “libertarianismo”609. Partidos como el Frente Nacional o el FPÖ austríaco aparecen de este modo en posiciones templadas dentro de este eje. O, lo que es lo mismo: se sitúan en puestos que parecen reflejar que son menos autoritarios de lo que realmente son. Por este motivo, De Lange propone: 1) asumir este democratismo como un rasgo central de los programas y discursos de la derecha radical europea en el siglo XXI, y 2) crear un nuevo eje dentro del modelo de Kitschelt y McGann que pueda dar cuenta de manera autónoma de la posición de los partidos respecto de la variable “participación y toma de decisiones colectivas”. Con ello, la transformación programática de estas formaciones en un sentido de intensificación de los procedimientos democráticos de decisión colectiva no desdibujaría el autoritarismo que profesan en otras cuestiones relativas a la defensa de un único modelo de familia o al fomento de un patrón rígido de sexualidad. En este apartado lo que nos interesa no es únicamente hacernos eco del empleo por parte del nuevo Frente Nacional de un vocabulario de notable intensidad democrática, sino también estudiar los desplazamientos semánticos que el partido de Marine Le Pen ha empujado en los últimos años a propósito del término democracia. O, dicho de otro modo: no se trata sólo de reivindicar que el significante “democracia” vertebra buena parte de los discursos del FN bajo la influencia de la “hipótesis Philippot”, sino también de analizar la OPA semántica que la formación lanza sobre esta noción con el fin de resemantizarla y hegemonizarla. Por tanto, una vez constatada con De Lange la centralidad del término “democracia” en el léxico de la derecha radical europea, la pregunta que cabe hacerse es: cuando el Front National de Marine Le Pen se vale de esta noción para organizar sus discursos: ¿qué veta de sentido explota? Y la respuesta es: la capa de sentido que entiende la democracia como soberanía. O sea, aquel estrato de significado que vincula la democracia con la regla de la mayoría y con la capacidad de decisión del cuerpo colectivo; en oposición al gobierno de la élite o la minoría. Democracia es soberanía como participación del pueblo. Por eso no es casual que durante la campaña presidencial de 2017 Marine Le Pen hiciera referencia habitualmente a la famosa fórmula de Abraham Lincoln, según la cual la democracia es “el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”. El Frente Nacional enmarca la totalidad de su 609 De Lange, 2007: 97. 237 proyecto político en la necesidad de devolver a Francia una definición lincolniana de democracia: “En democracia es el pueblo quien tiene la última palabra porque es él el sujeto político. Y porque nada puede decidirse sin el pueblo y menos aún contra él (…) La democracia es el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”610. “Nuestro proyecto responde al desafío democrático. Queremos integrar en nuestra vida democrática grandes innovaciones políticas. ¡Ser escuchado! ¡Poder expresarse! ¡Dar su opinión! ¡Tener la sensación de participar en el destino colectivo y en el destino propio! Yo quiero devolver la palabra al pueblo. Así que pondré en marcha una democracia de proximidad”611. “Por muy rara que os pueda parecer esta idea, la democracia francesa está enferma. Daos cuenta: hace 12 años que no ha habido ni un solo referéndum nacional en nuestro país. ¿Cómo es posible algo así en una democracia como la nuestra? ¿Es que acaso no han ocurrido grandes cambios? Por supuesto que sí: desde el Tratado de Lisboa en 2008 hasta la reforma territorial de 2015, pasando por el tratado presupuestario de 2012 o los diferentes acuerdos insensatos de libre cambio total como el CETA. Cada una de estas decisiones habrían merecido un referéndum (…) Frente a esta situación sólo hay una solución y se llama: D-E-M-O-C-R-A-C-I-A. Debemos recuperar la democracia. Debemos devolverle al pueblo sus derechos fundamentales. Porque la democracia es el pueblo”612 Ahora bien, esta interpretación de la democracia como soberanía popular: ¿contra quién se enuncia? Contra las “élites tecnocráticas”, o sea en oposición a las “oligarquías francesas”, pero sobre todo frente a las élites europeas, a las que la formación lepenista desde 2011 compara sistemáticamente con el antiguo régimen. Es dentro de esta polaridad donde la resignificación e intensificación del término “democracia” guarda sentido. La OPA semántica al concepto de democracia implica por tanto el posicionamiento del eje de confrontación democracia/tecnocracia, el señalamiento de la UE como un vector de tecnocratización, la acusación de “sumisión” a los sectores dirigentes franceses y 610 Marine Le Pen, Discurso de Lille, 26 de marzo de 2017. 611 Marine Le Pen, Discurso de Burdeos, 2 de abril de 2017 [los subrayados son míos]. El énfasis en la participación y las bondades de la democracia directa adquiere su apogeo en afirmaciones como esta de la presidenta del FN: “La democracia directa es la mejor forma de gobierno, sobre todo porque es aquella que permite asociar a los ciudadanos, la que permite vincular a los miembros de una misma comunidad a las decisiones, a la participación en plena soberanía, y porque es esta participación la garante de la responsabilidad cívica y el lazo colectivo” (Marine Le Pen, Discurso de Tours, 16 de enero de 2011; citado por Alduy & Wahnich, 2015: 49). 612 Marine Le Pen, Discurso de Perpiñán, 15 de abril de 2017. 238 finalmente la comparación de la Unión Europea con el estamento sacerdotal del Ancien Régime. Asimismo, la apropiación y pirateo del significante “democracia” moviliza una cierta noción de “pueblo”, concebido más en términos culturales –aunque esencialistas- que biológicos. Veamos cada una de estas operaciones. El proceso de focalizar, abrillantar y dar relieve al estrato de sentido que identifica la democracia con la soberanía popular –y, por tanto, no necesariamente con una comprensión liberal de la misma- se despliega señalando como adversarias a las élites tecnocráticas en general; esas que, como advierte Marine Le Pen al público de Perpiñán, “os desprecian y al mismo tiempo os temen”613. Unas oligarquías que, como insiste algo más adelante, son demófobas en tanto en cuanto “odian al pueblo”614. Y que, si por ellas fuera, volverían a instaurar el sufragio censitario, puesto que “detestan el sufragio universal”615. Unas élites, además, que viven de otra manera –“en barrios fortificados”616- , que sienten de otra manera, que piensan de otra manera –la manera mundialista– y que no conocen a su pueblo. Con ello, el discurso de la derecha radical francesa aspira a apoyarse y al mismo tiempo asentar el clivage económico y el clivage cultural. Es decir que tanto la rivalidad con el polo de arriba como la reivindicación democrática se apoyan en esta distancia pecuniaria, de modos de vida, e incluso espacial. De hecho, en la campaña presidencial de 2017, Marine Le Pen pone un gran énfasis en que sólo ella ha recorrido totalmente y verdaderamente el país; donde eso significa que únicamente su candidatura ha organizado mítines también en la “Francia olvidada” de las ciudades pequeñas y que, en consecuencia, sólo el Frente Nacional está en condiciones de conocer la “Francia de abajo” y sus ganas de tener peso, contar y poder decidir617. Como se desprende de estos ejemplos, el marco discursivo en el que se desarrolla la OPA semántica sobre el concepto de democracia se organiza continuamente en torno a la oposición democracia/tecnocracia. Un eje de confrontación en el que el FN representaría el “campo democrático” mientras que el resto de partidos encarnaría –aunque en diverso 613 Marine Le Pen, Discurso de Perpiñán, 15 de abril de 2017. 614 Marine Le Pen, Discurso de Perpiñán, 15 de abril de 2017. 615 Marine Le Pen, Discurso de Burdeos, 2 de abril de 2017. 616 Marine Le Pen, Discurso de Rignac, 6 de marzo de 2017. 617 “Yo he hecho en esta campaña un verdadero Tour de France para encontrar a todos esos franceses abandonados por las élites: la región del Jura, la región de Aube, la lista de estos magníficos departamentos es larga y, al recorrerlos, todo el mundo me ha dicho lo mismo: nadie se ocupa de nosotros” (Marine Le Pen, Discurso de Burdeos, 2 de abril de 2017). 239 grado618- el apoyo a “la deriva tecnocrática”. La formación lepenista desearía proteger la democracia francesa incentivando la participación ciudadana en la toma de decisiones colectivas619. Por el contrario, los demás partidos se mostrarían “rehenes” de la estrategia globalista que, por un lado, les sobrepasa, y, por otro lado, apuesta por vaciar a los naciones de su capacidad soberana. De acuerdo con este planteamiento, los rivales del FN quedarían etiquetados como meras “correas de transmisión” de algo otro de naturaleza supra-nacional. Por eso los portavoces del Frente Nacional no dudan en emplear un vocabulario de naturaleza imperial que denota subordinación para referirse al papel del resto de partidos franceses, a los que califica como “prefectos”, “delegados”, “súbditos” o “siervos” de poderes ajenos no sólo a la soberanía francesa, sino sobre todo a la voluntad popular. Y este es el punto decisivo: según el relato del Frente Nacional, sus competidores partidistas actuarían conforme al criterio de instancias no elegidas democráticamente y cuya finalidad sería precisamente restringir la democracia. De ahí la urgencia –pero también la legitimidad y la conveniencia- de recuperar una noción de democracia como soberanía, y no tanto como derechos individuales. Dentro de esos poderes exteriores a la voluntad popular, el Frente Nacional reserva un lugar privilegiado para la Unión Europea. Ella es el enemigo por excelencia de la democracia; o, lo que es lo mismo: el agente más importante del proceso de tecnocratización. Desde que tomó las riendas del partido, Marine Le Pen compara sistemáticamente a la Unión Europea con el Antiguo Régimen; y, de un modo aún más específico, con el despotismo ilustrado. Esta comparación se hace particularmente intensa durante los años 2011 y 2012 a propósito del primer ministro italiano Mario Monti; y, a lo largo de todo 2015, en referencia al gobierno griego de Alexis Tsipras. Respecto de ambos casos, el FN subraya la voluntad expresa de la UE de gobernar en favor del pueblo, incluso si es en contra de su voluntad. O sea, de actuar como si se tratara de un tutor que puede tomar decisiones en nombre de sujetos heterónomos. Esta facultad de tutorizar se justificaría a través de un argumento técnico: la UE puede y debe tomar decisiones impopulares o antipopulares en base a criterios epistemológicos de conocimiento. Porque ella es quien posee un saber específico en materia de economía y finanzas. Un 618 Este matiz es importante porque, entre todo el resto de partidos, el FN hace un distingo con la formación de Jean-Luc Mélenchon –primero Front de Gauche, luego La France Insoumise- a la que considera dentro del “campo democrático”, pero de una forma tibia y a veces incoherente. 619 Cabe señalar que el FN se muestra decididamente favorable a organizar referéndums en todo lo que concierne a la UE o a la ley electoral francesa, pero que sin embargo es radicalmente contrario a los referéndums que atañen a la unidad nacional, ya sea en Córcega, en Bretaña o en Nueva Caledonia. 240 conocimiento que faculta para ejercer un tipo de gobierno tecnocrático. De tal manera que los pueblos no tendrían nada que decir más allá de refrendar decisiones ya tomadas. Y, en la eventualidad de que hubiera conflicto entre la decisión popular y la decisión técnica, prevalecerían siempre los credenciales técnicos como ocurrió -según le gusta acentuar a Marine Le Pen- en el caso del referéndum francés de mayo de 2005 o en el referéndum griego de julio de 2015. Esta descripción de la Unión Europea habilita a los portavoces del Frente Nacional para hablar de una “democracia confiscada”, “tutorizada”, “menoscabada” “vigilada”; una democracia en vías de “desdemocratización”: “Desde un punto de vista institucional vivimos en una democracia confiscada por comisarios europeos que deciden por nosotros, sin nosotros y contra nosotros: no han sido elegidos, no han sido nombrados, son anónimos, ni siquiera conocemos sus caras, ni sus nombres: preguntad a cualquiera que pase por la calle y será incapaz de deciros el nombre de tres comisarios europeos, o sea que no conoce a ninguna de las personas que deciden sobre su vida”620. “La Unión Europea no ha cumplido ninguna de sus promesas y, muy específicamente, sus promesas de prosperidad y seguridad. Aún peor: la UE nos ha puesto bajo tutela (…) es un sistema tiránico que nos encadena”621. Con el fin de subrayar esta faceta despótica, autoritaria, absolutista y poco transparente de las instituciones y procedimientos de la Unión Europea, la formación lepenista emplea un vocabulario de tinte religioso cuando se refiere a la Comisión Europea, al euro o al Banco Central Europeo. Y lo hace además desde un registro que mezcla la denuncia con la ironía. Como queriendo afirmar que, en realidad, los dogmáticos y doctrinarios son los otros. Es decir, devolviendo implícitamente a sus adversarios las acusaciones de hermetismo ideológico y sectarismo político que durante décadas sobrevolaron la imagen del partido de Jean-Marie Le Pen. La tesis del nuevo Frente Nacional es que la Unión Europea se comporta como una casta sacerdotal; esto es, como un estamento del Antiguo Régimen que ordena, impone, lanza preceptos, dispone de las vidas de los ciudadanos, y excomulga, convierte en anatema y purga las voces discrepantes. En suma, como una instancia de gobierno intransigente, inquisitorial y autista: “La Unión Europea se ha convertido en una religión en la que los políticos europeos son los sacerdotes. No pueden pensar más allá de ella, excomulgan todo pensamiento diferente, 620 Marine Le Pen, Discurso de Burdeos, 2 de abril de 2017. 621 Marine Le Pen, Discurso de Lyon, 5 de febrero de 2017. 241 prohíben toda crítica a su sistema. Ellos son los verdaderos dogmáticos, ellos son los verdaderos anti-demócratas. Os recuerdo esta frase del señor Jüncker, tan sumamente reveladora que podrá figurar en los libros de Historia: “no puede haber elección democrática contra los tratados europeos”. He aquí la definición misma de la tiranía”622 “Acerca del euro, entramos en el terreno del dogma religioso, el ámbito de los grandes apóstoles del paraíso monetario al que estamos obligados a creer. Toda crítica se convierte en blasfemia, toda discusión se convierte en sacrilegio, toda propuesta se convierte en crimen de apostasía”623. La UE quedaría entonces descrita como una instancia de gobierno distante, alejada y, sobre todo, profundamente autorreferencial. “Bruselas” como vocablo que concita todo un ecosistema de prácticas, formas de gobierno, convicciones ideológicas y estilos de vida, sería el equivalente moderno a un monasterio de la baja Edad Media. O sea, ambos compartirían el mismo ethos altivo y distante. Ahora bien, la pregunta que se plantea en ese caso es: ¿lejano respecto de quién? Y la respuesta es: remoto respecto del pueblo. O, más precisamente: de los pueblos europeos. El intento de apropiación y pirateo del concepto de democracia por parte del Frente Nacional moviliza intensamente el término “pueblo”. Por dos motivos: en primer lugar porque el pueblo se concibe como la antítesis de la “caste mondialiste bruxelloise”, con sus ramificaciones políticas y económicas en cada país; y, por tanto, como la herramienta de cuya movilización y participación depende el freno a la deriva tecnocrática. Y, en segundo lugar, porque el pueblo es el sujeto de la soberanía. Por ello, el pueblo es representado e investido como el agente necesario para el retorno de la democracia La clave está en que Marine Le Pen, aunque emplea el término “pueblo” casi tan a menudo como su padre624, no lo hace de la misma manera. El nuevo FN invoca al pueblo francés para polarizar con una UE convertida en “casta sacerdotal”, pero su interpelación popular no se hace en términos raciales o biológicos, sino culturales. El pueblo francés es entendido como una entidad cultural concebida en términos sustancialistas. La cultura francesa, que modela al pueblo francés, es la que es: única, unívoca, relativamente inmutable. Una cultura que, en la medida en que se interpreta como una esencia que troquela a los ciudadanos de un país proveyéndoles de una misma identidad, constituye 622 Marine Le Pen, Discurso de Coblenza, 20 de enero de 2017. 623 Marine Le Pen, Discurso de Burdeos, 2 de abril de 2017. 624 Alduy & Wahnich, 2015: 50. 242 la base de la reivindicación de soberanía y democracia. Pero esta comprensión metafísica de la cultura ofrece una ventaja: no excluye de entrada a nadie. Se proyecta como una superficie de inscripción intocable una vez que se decide entrar, pero abierta a la posibilidad de formar nuevos miembros. El pueblo culturalmente francés no tiene entonces un prototipo racial o genético, pero sí un molde identitario al que se tiene que adaptar: “Todos los hijos de Francia tienen como ancestros a los galos, no debido a la genética, sino por amor a la libertad”625. De este modo, el nuevo Frente Nacional transfiere lo racial y lo genético al dominio de lo cultural. Cualquiera puede ser francés si acepta la asimilación cultural. Por eso en sus discursos Marine Le Pen subraya expresiones como “vengan de donde vengan”, “tengan la religión que tengan” o “sea cual sea su origen”. Porque la clave no está en la etnia o el color de piel, sino en el dominio de la cultura. En consecuencia, el pueblo puede ser imaginado en términos multirraciales –que además entroncan con la vieja idea de imperio y con la realidad cotidiana de los territorios de ultramar-, pero nunca en términos multiculturales. Así las cosas, aunque el pueblo de Marine Le Pen quizás no sea definido en términos raciales, excluye de facto a todos aquellos que no se reivindican herederos - al menos culturalmente- de la visión idealista de la “Francia eterna”. La OPA semántica al concepto de democracia conforma otro de los pilares de la “hipótesis Philippot” en la medida en que hace posible una interpelación plural o de varios niveles a la sociedad francesa. En efecto, la retórica lincolniana encuentra eco en los oídos de la izquierda al mismo tiempo que conecta con la derecha a través de los asideros del esencialismo cultural. Permite usar al general De Gaulle lo mismo que al abate Sieyès. Asienta el “ni de izquierdas, ni de derechas”. De este modo, la movilización y pirateo del término democracia contribuyen a centrar el discurso del Frente Nacional; es decir, a distanciarlo de la retórica de connotaciones extremistas. Y con ello da pie a un tipo de apelación que aspira a una cierta transversalidad en la ciudadanía francesa. En definitiva, el impulso y la resemantización de la idea de democracia del modo en que hemos descrito habilitan al FN para lanzar una invocación plural a la sociedad francesa, ofreciendo 625 Marine Le Pen, Discurso de Nantes, 25 de marzo de 2012; citado por Eltchaninoff, 2017: 47. 243 superficies de inscripción identitaria a varios niveles y construyendo una identidad política relativamente nueva y porosa. 10.4.4 Libertad La OPA semántica al concepto de libertad también rema en dirección hacia la transversalidad por la que apuesta la línea estratégica de Florian Philippot. El pirateo de esta noción, tal y como la pone en práctica el nuevo Frente Nacional, permite invocaciones plurales; es decir, abre la posibilidad a conectar con públicos muy diferentes y diversos. A lanzar señales tanto a derecha como a izquierda. A apoyarse en asideros de sentido que resuenan en ambos campos políticos. Y con ello trascender los límites de la llamada “segunda fórmula ganadora”. ¿De qué manera se ensaya esto? En primer lugar, contraponiendo la libertad al neoliberalismo y declarándose la líder de la rebelión contra las finanzas. O, lo que es lo mismo: recuperando una hebra de sentido dejada en el aire por François Hollande en 2012. Y, de este modo, esforzándose por enlazar con una cierta sensibilidad general de izquierda. O sea, tratando de moldear y ejercer de superficie de inscripción del deseo de revancha frente a los poderes financieros, tanto durante la crisis de deuda europea y el ciclo de austeridad, como en el período inmediatamente posterior. En segundo lugar, y como ya hemos visto parcialmente, oponiendo libertad a servidumbre, e identificando a esta con el autoritarismo creciente en la Unión Europea. Un autoritarismo que tendría una naturaleza tecnocrática. Al arrojar contra la UE los casos de Italia y Grecia –e incluso en ocasiones España y Portugal- el FN aspira a engarzar no sólo con el nacionalismo francés de derechas, sino también con el soberanismo de izquierdas. Llama la atención a este respecto un uso muy calculado de citas a economistas de izquierdas como Paul Krugman, Jacques Sapir e incluso Thomas Piketty. Y, en tercer lugar, enfrentando la idea de libertad con la idea de culpa. En este caso el Frente Nacional pretende confrontar con lo que denomina el “progresismo biempensante”, encarnado en la figura caricaturizada del “bobo” o “bourgeois-bohème” [burgués-bohemio]. El “progresismo biempensante” se posicionaría como enemigo de la libertad en la medida en que instaría a los franceses a sentirse culpables por su pasado. Con esta contraposición, el Frente Nacional buscaría aproximarse a los sectores de la derecha más tradicional sin por ello enajenar la vinculación con los sectores de la izquierda sociológica más nacionalistas. 244 La OPA semántica al término libertad concentra su atención en poner de relieve ciertas acepciones de este significante tendencialmente vacío por encima de otras. Se trata de resaltar un contenido difuminando otros. O sea, de poner en primer plano unas posibilidades de sentido –actualizándolas- al tiempo que se opacan otras. De este modo, se pretende deslizar el sentido o los sentidos principales de un término abstracto. El proceso de resignificación no trabaja por tanto con materiales completamente nuevos, sino con capas de sentido que ya están ahí sedimentadas en los grandes conceptos. No crea, recicla. De hecho, esta plasticidad semántica es la que caracteriza a las nociones abstractas que estructuran nuestro mundo político. Esto se debe a que son ideas que han sido nombradas –y pensadas- desde perspectivas muy diversas y que, por lo mismo, no sólo acumulan una cierta equivocidad, sino también una notable profundidad histórica. Por eso permiten todo un juego o disputa semántica en torno a ellas. Un juego más amplio que otros términos del lenguaje cotidiano. ¿Qué acepciones del término “libertad” pone de relieve el nuevo Frente Nacional en su esfuerzo por lograr la transversalidad? Al menos cuatro: libertad como liberación de los complejos nacionales, libertad como autonomía personal, libertad como rebeldía, y por último libertad como independencia del poder. Todas ellas son movilizadas de una manera llamativamente intensa durante la campaña presidencial de 2017. La primera acepción apela a una suerte de libertad como reconciliación con el nosotros colectivo; o, lo que es lo mismo: como liberación respecto de algo que se vive con culpa. En este caso, la historia colonial de Francia. El Frente Nacional pone el acento en el sufrimiento, la inutilidad, el bloqueo, la inoportunidad y la injusticia que provoca el remordimiento. Con un vocabulario psicologizante –que no resulta tan extraño para quien entiende las naciones como organismos vivos- Marine Le Pen llama a los franceses a desprenderse de toda forma de auto-odio. O sea, a asumirse, a no bajar la cabeza, a aceptarse, a recuperar la dignidad: “Nuestro peor enemigo somos nosotros mismos, es la duda que se instala dentro de nosotros los franceses”626. “Tomamos partido por la Francia que se asume a sí misma sin temblar, de la Francia que no baja la mirada, que no se inclina ante nadie”627. 626 Marine Le Pen, Discurso de Lille, 26 de marzo de 2017. 627 Marine Le Pen, Discurso de Châteauroux, 11 de marzo de 2017. 245 El registro psicologizante ofrece no solamente la opción de hacer pie en un lenguaje de época, sino que permite referirse a la historia colonial de una manera lo suficientemente ambigua e indirecta como para no causar escándalo. Esta ambigüedad viene reforzada por el hecho de que los portavoces del Frente Nacional abordan esta temática sistemáticamente hibridada con otras como por ejemplo la culpabilización que hacen las élites europeas a las naciones por el estallido de la crisis económica, o el señalamiento que realiza la oligarquía francesa al pueblo francés por su falta de emprendimiento o por su escasa resiliencia ante la adversidad. En todos los casos la estructura del discurso es la misma: por una parte, estarían las élites que se empeñan en hacer sentir culpables a los franceses y por otra parte se encontraría el FN cuyo deseo es liberarlos de esta responsabilidad injusta. La segunda acepción de libertad se apoya sobre la noción de autonomía; es decir, sobre la capacidad que un sujeto tiene de auto-determinarse y decidir acerca de la propia vida. Es una acepción que juega con la idea de recuperar el control sobre las cosas. Tanto desde el punto de vista práctico –dominarlas-, como desde el punto de vista cognoscitivo – entenderlas. Se trata de la libertad de no vivir domeñado y sobrepasado por lógicas que no se controlan ni se comprenden. La libertad del propietario, como veremos más adelante; no la sujeción del alquilado. Por su parte, la tercera acepción apunta a la idea de libertad como rebeldía frente a un mundo estandarizado y vocación de originalidad. Aquí el discurso del Frente Nacional apela a una intuición latente en nuestro mundo globalizado: vivimos en sociedades en las que a los ciudadanos se les dicta cómo han de vestir, qué han de comer, qué han de pensar o de qué modo deben sentir; es decir, sociedades en las que bajo la apariencia de lo líquido, se impone un molde sólido de uniformización. Un mundo en el que la promesa de la publicidad resultaría engañosa porque nadie podría ser realmente él mismo. Toda originalidad sería inmediatamente aspirada, absorbida y uniformizada. De tal manera que cualquier intento de un libre desarrollo de la persona resultaría no sólo prácticamente heroico, sino sobre todo un acto de rebeldía contracultural. El mundo contemporáneo quedaría así descrito como una mezcla entre la sociedad de control y la dictadura de lo trendy. Un espacio de exigencias agotadoras y poco edificantes. Un universo, en suma, que se estrecha mientras proclama la libertad. El Frente Nacional resalta esta acepción de la libertad como voluntad rebelde de ser uno mismo frente a las exigencias del exterior cuando se dirige a los jóvenes, lo que es particularmente perceptible en el mítin 246 organizado en Burdeos el 2 de abril de 2017. Y lo hace entroncando con un cierto espíritu romántico de originalidad, mezclado con un naturalismo esencialista camuflado en la máxima de Píndaro “atrévete a ser quien eres”, unido a su vez a los ecos del movimiento antiglobalización de comienzos de este siglo, y actualizado en la voz de quienes protestan contra el ethos homogeneizador de nuestro tiempo que se percibe en la estética de las redes sociales. Esta amalgama de fuentes y ecos sobre los que pivota la reivindicación de la libertad como rebeldía y lucha por la particularidad/identidad, permite un anclaje amplio entre sectores diversos de la sociedad -a derecha e izquierda-; y presenta además la ventaja de politizar una demanda tan presente en nuestra sociedad como poco tematizada por el discurso político: “Yo quiero que cada persona en Francia pueda construirse su propio futuro, y tener el orgullo de decirse: me estoy ganando la vida, quiero ser actor de mi vida, tomar las riendas de mi vida”628. “Es a este tipo de cuestiones a las que a mí me gustaría responder, dirigiéndome especialmente a los jóvenes de Francia. La verdadera modernidad de un proyecto no está en las modas del momento. La modernidad, el camino hacia la realización y la plenitud, no está en la tendencia esponsorizada por todos los poderes del sistema. Es más bien al contrario: esa es la mejor vía hacia la explotación, hacia el sometimiento y hacia el ahogo de la creatividad (…) ¿Cuántos jóvenes nos cuentan sus planes y ambiciones? ¿Cuántos talentos vemos emerger, soñar, querer ser útiles? Y sin embargo: cuántas desilusiones (…) Por eso en materia de creación, la eficacia impone prestar atención a las lógicas no- mercantiles, es decir, permitir la creación más allá de los circuitos instalados que no tienen otra preocupación que gestionar sus rentas (…) Estableceré canteras de artistas que, en todo el territorio, abrigarán a todo tipo de aristas: músicos, pintores, escultores, e incluso también creadores de videojuegos. Espacios de creación para permitirles lanzarse más allá de lo que yo llamo los “circuitos de mercancías-cuadros”629 Por último, el Frente Nacional pone en primer plano la acepción de libertad como emancipación respecto de lobbies y grupos de presión. Libertad se dice en este sentido como capacidad para situarse por encima del reino de lo particular: de los intereses individuales, privados o egoístas. El FN da brillo a esta acepción con el fin de atribuirla a su presidenta, negándosela al resto de políticos. De tal manera que Marine Le Pen sería 628 Marine Le Pen, Discurso de Burdeos, 2 de abril de 2017. 629 Marine Le Pen, Discurso de Burdeos, 2 de abril de 2017. 247 presentada como la única candidata políticamente libre. O sea, como aquella dirigente política que aspira a ser la representante de la nación, del interés general y del todo, frente a la dinámica singularista de las partes. El credencial de imparcialidad, independencia y universalidad vendría reforzado, por un lado, por la idea de ser “la candidata detestada por el sistema”, y, por otro lado, por las declaraciones de patriotismo. Es decir, Marine Le Pen sería una candidata libre en la medida en que se posicionaría como una outsider y en la medida en que haría gala de un fuerte sentimiento patriótico -no sólo presente, sino prácticamente de herencia familiar, y al que a veces califica como “carnal”. Ambos rasgos –ser objeto de la crítica de la élite y hacer profesión de fe de la patria- le otorgarían el título de “libre” para ejercer como aquella particularidad que asume la representación del universal; o sea para acceder al ámbito de las preocupaciones generales de la comunidad como un todo, y no como una mera yuxtaposición de partes privadamente interesadas: “En cambio, yo, mis queridos compatriotas, yo soy libre. Libre para defenderos a vosotros. Yo soy una mujer libre, que no debe nada a nadie, que no tiene que agradecerle nada a ningún medio, a ningún gran patrón, a ningún banco, a ningún seguro, a ningún laboratorio farmaceútico al que algún día el Estado deba hacer un cheque o darle alguna autorización industrial, a ningún compañero poderoso al que rendir pleitesía, a ninguna monarquía petrolera”630. “Nosotros no servimos a nadie, no le debemos nada a nadie, no tenemos ninguna clientela a la que fidelizar, ningún amigo al que devolver un favor, ninguna potencia financiera a la que rendir pleitesía y ningún país extranjero al que debamos complacer. ¡Somos libres! Somos libres dentro de un proyecto en el que el pueblo es central; en el que el pueblo es al mismo tiempo la causa y el tema”631. Libre, en suma, para defender a los cualquiera de la presión de quienes son alguien632. El desplazamiento del significante libertad hacia estas acepciones sirve entonces para entroncar con un motivo clásico del FN -la desculpabilización por el pasado colonial- sin asustar a nuevos votantes, politizar nuevos malestares como la demanda de dominio sobre las cosas en un mundo globalizado o la rebelión frente a la dictadura de lo trendy, e 630 Marine Le Pen, Discurso de Lille, 26 de marzo de 2017 631 Marine Le Pen, Discurso de Lyon, 5 de febrero de 2017. 632 “En esta elección estoy al servicio de los franceses. Ningún interés privado me sostiene, no estoy ligada a ningún poder, no estoy apoyada por ningún poderoso y no le debo ningún favor a nadie si soy elegida, sólo le rindo cuentas al pueblo y a él solo” (Marine Le Pen, Discurso de Châteauroux, 11 de marzo de 2017. Los subrayados son míos). 248 integrar dentro de la identidad FN posiciones de sujeto cada vez más plurales. Con esta labor de desplazamiento retórico, la estrategia “philippotista” prosigue su intento de hegemonizar el punto de vista del FN convirtiendo esta identidad política soberanista, social e identitaria en una superficie de inscripción notablemente más porosa. De ahí que pueda afirmarse que el gesto en el que se condensa la “hipótesis Philippot” consiste en usar el lenguaje de tal manera –invistiendo enemigos, resemantizando términos, resignificando figuras históricas- que brinde posibilidades identificatorias tanto a derecha como a izquierda. Y, lo que es más importante: buscando la simpatía de aquellos sectores que tradicionalmente se han sentido más ajenos al mundo de la extrema derecha, como pueden ser funcionarios, jóvenes, mujeres, homosexuales o judíos, haciéndose eco de una parte de sus demandas y reformulándolas. Este esfuerzo por virar hacia un modelo distinto de las anteriores winning formulas se vuelve también elocuente en el tipo de aproximación novedosa que el FN de Marine Le Pen realiza a la noción de Estado. Como veremos a continuación, conjuga elementos heterogéneos para ponerse al servicio de una visión esencialista de la nación francesa que, sin embargo, se despliega de un modo radicalmente distinto al característico de Jean- Marie Le Pen. 10.4.5 Estado La OPA semántica al significante “Estado” resulta sorprendente incluso para otras derechas radicales europeas, que la achacan a la idiosincrasia puramente francesa. Pero no son sólo otras derechas radicales europeas. Es el propio Jean-Marie Le Pen quien muestra su disconformidad con esta apuesta retórica: “Nos pasamos la vida hablando del euro, de la jubilación a los sesenta años y de un Estado estratega y planificador, y sin embargo no mencionamos los verdaderos problemas de los franceses: la crisis demográfica, la inmigración masiva, el paro, la inseguridad y los déficits vertiginosos”633. Ahora bien: ¿en qué consiste propiamente la OPA semántica al concepto de Estado lanzada por el Frente Nacional de Marine Le Pen? Consiste fundamentalmente en diluir la hostilidad tradicional de la extrema derecha contra el Estado y hacer de éste un 633 Jean-Marie Le Pen, Declaraciones a RTL el día 7 de mayo de 2017. Ver: Stassinet, L. (2017, 7, Mayo). “Philippot responsable de la défaite du FN, selon Jean-Marie Le Pen”, RTL: https://www.rtl.fr/actu/politique/philippot-responsable-de-la-defaite-du-fn-selon-jean-marie-le-pen- 7788444526 249 sinónimo o trasunto de la nación634. Más en concreto, la OPA semántica aspira a provocar un desplazamiento en el significado nuclear del término “Estado” hasta hacer de él una coraza protectora de la nación francesa entendida en términos esencialistas. El Estado entonces como armadura o caja torácica de la nación. Y por tanto situado, al igual que la nación, en el centro del discurso del partido. De modo que en el discurso de Marine Le Pen, el Estado no es una arquitectura institucional al servicio de los ciudadanos y que respeta sus derechos en el marco del cumplimiento de la legislación sobre DDHH; antes bien, el Estado es la corporalización de la nación. Su encarnación. La resultante moderna de la transustanciación de la France éternelle635. Su trayectoria específica para devenir forma. En consecuencia, el Estado del que habla el nuevo Frente Nacional no tiene una raigambre ni una función primordialmente liberal. Por el contrario, es un instrumento de protección. El Estado resguarda: es parapeto, cobijo, techumbre, hogar. Y su función es, como señala Enzo Traverso, básicamente “defensiva” o de “repliegue”636. Pero: ¿de quién resguarda el Estado? De los enemigos de la nación francesa, responde el FN. Es decir: de la mundialización y del islamismo radical wahabita. Por eso la retórica del Frente Nacional no deja de presentar al Estado como un instrumento de “des- globalización” y de “des-islamización” de Francia. Como la herramienta más potente para hacer proteccionismo económico y arrinconar al “comunitarismo musulmán” a través de la aplicación de una legislación cada vez exigente en materia de laicidad. El Estado se convierte de esta manera primordialmente en una entidad que preserva y auxilia porque pone orden en el caos: en la anarquía de la “globalización financiera” y de la “globalización cultural”. El Estado es cobijo, pero también es ancla en medio del mar, o brújula en el corazón de la selva. Es una especie de “frère aîné”. De “hermano mayor” de los cualquiera; esto es, de los olvidados [les oubliés]. O sea, de aquellos que son equivalentes no sólo por su estado de abandono común, sino en tanto en cuanto participan de una misma esencia/identidad nacional. Con respecto a ellos, solidarios de una misma esencia identitaria-cultural, el Estado es garante de protección. En repetidas ocasiones 634 “El Estado y la nación son en nuestro país indisociables” (Marine Le Pen, Discurso de Burdeos, 22 de enero de 2012; citado por: Alduy & Wahnich, 2015: 44). 635 En su primer discurso como presidenta del Frente Nacional, Marine Le Pen describió al Estado como “un componente esencial del alma de Francia” y como “su verdadera columna vertebral” (Marine Le Pen, Discurso de Tours, 16 de enero de 2011; citado por Alduy & Wahnich, 2015: 43). 636 Traverso, 2018: 47. 250 Marine Le Pen emplea en sus mítines la metáfora de la globalización como “viento maligno”637; como estudiaremos más adelante. Pues bien, en relación con ese viento tempestuoso y maligno, el Estado es para los franceses garante de estabilidad. Este giro se verifica cuando se tienen en cuenta las palabras y expresiones que el nuevo Frente Nacional contrapone al Estado, a saber: desigualdad, desorden, laxismo, inseguridad, mafia, conflictos de intereses, inestabilidad, mundialización, capricho o casta. Allí donde Jean-Marie Le Pen no veía sino el reflejo de Moloch, con su inevitable dosis de tiranía y monstruosidad; allí donde el antiguo líder no percibía más que a un pulpo potencialmente peligroso y de gestión cotidiana deficiente; Marine Le Pen observa una herramienta eficaz a la que atribuye capacidad de protección, de control y de contrapeso a las instancias supranacionales. De algún modo, el Frente Nacional redescubre al Estado, se “enamora” de él, y su aproximación guarda algún paralelismo con el entusiasmo del converso. Ejemplo de ello son estas afirmaciones de Marine Le Pen, pronunciadas respectivamente en su primer discurso como presidenta del partido y en su primera campaña presidencial como candidata del FN: “En el momento en el que la crisis y la globalización están en su apogeo, cuando todo colapsa, aún queda el Estado”638. “En Francia no hay democracia, ni libertad, ni justicia posible sin el Estado”639. Así las cosas, durante el período de aplicación de la “hipótesis Philippot”, cambia la posición y el valor del Estado en el vocabulario del Frente Nacional. El Estado se convierte en el pilar central del proyecto de recuperación política y económica que el FN propone para Francia. Pasa de actor secundario a protagonista. Y de personaje de virtudes controvertidas a héroe indiscutible de la política francesa. Tanto es así que durante la campaña presidencial de 2017, los portavoces del Frente Nacional consagran largos tramos de sus discursos a hablar del Estado. A conjugarlo de diferentes maneras, a investirlo de distintas virtudes, a otorgarle una cierta equivocidad. Así, en las intervenciones de Marine Le Pen, a la palabra “Estado” se le adhieren los apellidos: “fuerte”, “regaliano”, “atento”, “acogedor”, “responsable”, “social”, “protector”, “cuidador”, “colbertista”, “modernizado”, “estratega”, “planificador”, “patriota”, 637 Ver: Marine Le Pen, Discurso de Burdeos, 2 de abril de 2017. 638 Marine Le Pen, Discurso de Tours, 16 de enero de 2011; citado por Alduy & Wahnich, 2015: 45. 639 Marine Le Pen, Discurso de Burdeos, 22 de enero de 2012; citado por Alduy & Wahnich, 2015: 44. 251 “soberano”, “promotor”, “republicano”, “garante de los equilibrios justos”, “garante de la integridad del territorio”, “preocupado por el interés colectivo” y “al servicio exclusivo del pueblo”. Algunos de estos apellidos constituyen ejes temáticos del partido desde 2011: ya sea mezclados formando expresiones que se repiten una y otra vez, ya sea aislados. Ejes que dan testimonio de un esfuerzo de resemantización conceptual y de una voluntad sostenida por cambiar la connotación afectiva asociada al “Estado”. La constelación de palabras que giran en torno a él: el universo de adjetivos. Vale la pena detenerse en algunas de estas expresiones, puesto que condensan muy vivamente la orientación de la “hipótesis Philippot”. La primera expresión apunta al campo de la economía y sin duda resulta chocante para un partido que en los años 80 estaba persuadido de que la injerencia pública representaba un peligro para la riqueza de un país. Se trata de la expresión “Estado estratega y planificador”, una de las locuciones más repetidas por Marine Le Pen durante la campaña presidencial de 2017. Aquella expresión que le permitía confrontar con el legado de François Hollande, con el Emmanuel Macron y con François Fillon. El “Estado estratega y planificador”, según lo describe Marine Le Pen, apoya a las empresas nacionales, reindustrializa el país, invierte en sectores estratégicos y salvaguarda la agricultura y la ganadería nacionales. Es un Estado “colbertista”640: que pone límites hacia afuera y respalda hacia dentro. Que piensa a largo plazo y en términos colectivos. Y, en esa medida, del que se puede decir que es inteligente y eficaz. Un Estado, en suma, decidido a hacer “patriotismo económico”: “Un Estado patriota; es decir, económicamente patriota. Un Estado responsable que interviene cuando lo privado es incompetente y cuando el interés nacional lo pide. Un Estado concernido que toma iniciativas cuando los proyectos de futuro son demasiado costosos (…) Un Estado preocupado por el interés colectivo”641. El “Estado estratega y planificador” no sólo tiene como función anticipar y proyectar, sino que su misión es también y fundamentalmente proteger. Preservar lo que ya hay y 640 El colbertismo es una teoría económica que sugiere que una de las principales funciones del Estado es la producción de riqueza en un país con el fin de sufragar los gastos del Estado. Esta teoría subraya especialmente la necesidad de que el Estado se convierta en el pilar del desarrollo económico nacional. El nombre se debe al ministro de finanzas de Luis XIV: Jean-Baptiste Colbert. 641 Marine Le Pen, Discurso de Lille, 26 de marzo de 2017. 252 que la globalización económica pone en riesgo; o, lo que es lo mismo, establecer como principio económico la defensa incondicional de lo francés: “Proteger, ese es el mensaje que le dirijo a quienes quieren sacrificar la producción francesa, a todos aquellos a quienes les gustaría ver a miles de familias en el paro por sus propios intereses financieros. ¿Y qué haré? Pues bien, pondré derechos de aduana: derechos de aduana para todos aquellos productos cuya producción haya sido deslocalizada fuera de Francia pero que, sin embargo, venden su producto en Francia (…) Para ellos el mensaje va a ser muy claro: fabricad en Francia o pagad por todos los daños que provocáis a Francia y a los franceses. Mi proyecto, mis queridos amigos, es aquel que va a traer puestos de trabajo a Francia. Crearemos 1,7 millones de puestos de trabajo en cinco años. Quiero devolveros el trabajo. Gracias al patriotismo económico que da prioridad a las empresas francesas, gracias al empleo francés en los encargos públicos. Gracias al proteccionismo inteligente que acabará con la competencia internacional desleal que asfixia a nuestros agricultores, a nuestras industrias (…) Protegeré nuestros activos estratégicos porque son nuestros: no dudaré un segundo en nacionalizar los astilleros de Saint-Lazare”642. Y enlazando planificación y protección: “Quiero poner en marcha el Estado estratega: un Estado que acompañe las iniciativas y ayude a los creadores. Conmigo, todo el mundo sabrá que el Estado le protege, le acompaña y le apoya”643. La segunda expresión se refiere al ámbito de las políticas sociales y del bienestar. En ese terreno, el Frente Nacional habla de “Estado social”: acogedor, cuidador, protector, garante de los justos equilibrios. Aquí el asunto no se cifra tanto en poner en práctica una política nueva, como en mantener, apoyar, reforzar y modernizar un modelo ya existente. Una tarea que el FN estima crucial en la medida en que el modelo se encuentra resquebrajado, tambaleante, atacado y enfermo por la acción de las élites mundialistas: “las élites quieren la desaparición del Estado, es decir, la eliminación de la ley en beneficio del laissez-faire, laissez-aller”644. Un Estado que, según subraya el FN, debe ser proveedor de servicios públicos de calidad. Que necesita seguir siendo del bienestar. Por lo cual el antiguo partido ultra-liberal no duda en censurar el descenso en el número de funcionarios en la escuela, en los hospitales, en las oficinas de correos o en las 642 Marine Le Pen, Discurso de Perpiñán, 15 de abril de 2017. 643 Marine Le Pen, Discurso de Burdeos, 2 de abril de 2017. 644 Marine Le Pen, Discurso de Saint-Laurent-du-Var, 5 de septiembre de 2010; citado por Alduy & Wahnich, 2015: 237. 253 comisarías de policía, y prometer al mismo tiempo la contratación de más profesores, más médicos, más policías o más carteros645. Muy especialmente, como veremos más adelante, en lo que llama las “zonas desertificadas”; o sea, en la Francia periférica, de los núcleos rurales y las pequeñas ciudades. El Estado social debe en consecuencia ser reforzado para poder ser mantenido, sostiene el FN. Pero, y este punto es decisivo, el motivo principal para defenderlo no alude principalmente a la justicia, sino a su carácter autóctono. En otras palabras: el Estado social del Bienestar no se defiende porque sea justo, sino porque es francés; o, si se me permite, porque es típico de Francia. El Frente Nacional realiza aquí una maniobra interesante para integrar el “philippotismo” en el corpus ideológico tradicional del partido. Potencia retóricamente la urgencia de preservar los derechos sociales contra los ataques de las élites e incluso se atreve a hablar de jubilación a los 60 años o de la retirada de la reforma laboral – conocida en Francia como la ley El Khomri- instaurada bajo el mandato de François Hollande ante la protesta de los sindicatos de izquierda; al mismo tiempo que sugiere que el Estado social en el país galo no es producto de luchas históricas concretas, sino resultado de la identidad francesa. El modelo social francés no sería por tanto consecuencia del conflicto social y de la acción de agentes concretos, sino el fruto maduro del despliegue de una esencia nacional. Todo funciona como si, bajo el peso de la metáfora naturalista y la virtud enhebrante del hilo bleu-blanc-rouge, los atributos de la identidad de un país se fueran desarrollando pacíficamente –y teleológicamente- hasta alcanzar su madurez646. Momento en el cual se trataría de preservarlos, casi como resultados evolutivos. Sobre todo ante el ataque de aquellos –los mundialistas y los islamistas- que desean hacer desaparecer ese modo de ser, ese modo de pensar, esa identidad, encarnada en un modelo de solidaridad nacional. La reivindicación del Estado del Bienestar adopta así el tono de alegato en favor de una especie protegida: el modelo social francés es el lince ibérico de los nacionalistas franceses del Frente Nacional. 645 Programa electoral del FN para las elecciones presidenciales de 2017 promete por ejemplo la contratación de “15.000 policías y gendarmes” (p. 5) o “aumentar los efectivos de la función pública hospitalaria” (p. 11). Ver: https://www.rassemblementnational.fr/pdf/144-engagements.pdf 646 De acuerdo con el argumento que vehicula el Frente Nacional, el modelo social de un país es resultado de su idiosincrasia como pueblo: “Me gusta Alemania porque es alemana, amo Francia porque es francesa. A mí no me gusta una quimera como la de aquel monstruo legendario que tendría un cuerpo alemán con una cola griega y tres cabezas: una francesa, la otra española y la siguiente italiana. La distinción entre los pueblos no puede ser barrida de un plumazo. Podría también hablar de fiscalidad, de derechos sociales, de sistema de pensiones o de salario mínimo. Quieren hundir a todas las naciones en un mismo molde económico aplastando sus peculiaridades” (Marine Le Pen, Discurso de Coblenza, 20 de enero de 2017; los subrayados son míos). 254 Esta interpretación identitaria y particularista del Estado social -que lo convierte en bueno a fuer de propio- se hace muy patente en los mítines que el FN ofrece en lugares de fuerte tradición izquierdista y donde una parte del electorado procede del Partido Socialista y del Partido Comunista franceses. Es el caso del mítin organizado por la candidatura de Marine Le Pen en la ciudad norteña de Lille durante la campaña para las elecciones presidenciales de 2017. Este extracto del discurso pronunciado aquel día resulta cristalino al respecto: “Nosotros creemos que Francia posee una identidad cultural y civilizatoria, pero también una identidad institucional, una identidad económica y una identidad social (…) Nuestra identidad es también una identidad social. Nuestra identidad social hace de Francia una excepción, con un sistema de solidaridad nacional particular (…) En nombre de supuestas lógicas contables, pero en realidad absolutamente ideológicas, ultra-liberales, algunos proponen destruir nuestro sistema: privatización de la Seguridad Social, destrucción del derecho laboral atomizándolo por empresa, supresión del pago de horas extras, alargamiento indefinido de la edad de jubilación, reducción drástica de la indemnización por desempleo. Pues bien, yo me niego a esta lógica de destrucción (…) Nuestro sistema social tiene que volver a ser puesto en orden: modernizado, mejorado, pero en ningún caso destruido. Y lo haremos: lo haremos en cinco años. Es el eje social de mi proyecto. Identidad cultural, económica, institucional, social: es todo eso lo que crea el alma de un pueblo, de nuestro pueblo y de todo pueblo”647. La tercera expresión solidificada en el lenguaje del Frente Nacional y repetida a modo de mantra en la campaña de 2017 es la de “Estado regaliano”. Con esta locución el FN se refiere a las funciones del Estado vinculadas a la administración de justicia y al mantenimiento del orden, tanto dentro de las fronteras nacionales como en las fronteras mismas. Desde el punto de vista analítico, lo llamativo es que la reivindicación de un “Estado regaliano” se realiza empleando un vocabulario republicano con el fin de subrayar: 1) que en Francia existen “espacios de no-derecho” en los que el Estado no está presente, 2) que la ideología blanda del arrepentimiento y la culpa han permitido que proliferen estos lugares, y 3) que por estos motivos es urgente emprender un proyecto de recuperación territorial. Ahora bien: ¿cuáles serían esos “espacios de no-derecho” sobre los que el Estado debería recuperar el control? Las banlieues de las grandes ciudades donde, según el FN, reinan el “comunitarismo musulmán” y la inseguridad ciudadana. 647 Marine Le Pen, Discurso de Lille, 26 de marzo de 2017. 255 Lugares, agrega el FN, en los que la policía no entra y la ley republicana no se cumple. Espacios des-estatalizados dentro del Estado. Territorios “ocupados”648, necesitados de “liberación” -ahí adquiere todo el sentido la cita y el pirateo de figuras como la de Charles De Gaulle-: “Estamos en nuestra casa. Eso significa que no debemos ver más una Francia en la cual la ley de la República no se aplica, barrios en los que los cabecillas hacen reinar la ley de las bandas, de las pandillas, de la droga y de la mafia. Esos territorios perdidos por la República. Esos territorios donde unos sufren y otros atacan”649. “Yo respondo: no dejemos que abusen de nosotros, no dejemos que nos subviertan, no dejemos que nos intimiden. La respuesta no es técnica, sino regaliana. Por eso nosotros (…) llamamos a la Resistencia y a la Reconquista. “Contra los grandes peligros, la salud no está más que en la grandeza”, escribía en sus memorias el general De Gaulle”650. El planteamiento de este asunto es paradigmático de cómo Marine Le Pen hibrida las pretensiones identitarias con el vocabulario republicano; es decir, de cómo se presenta un proyecto nacionalista/sustancialista en un marco formalmente republicano. De acuerdo con este planteamiento, la “resistencia” deviene “reconquista”; a saber: una reconquista que la nación hace de aquello que le pertenece gracias al poder del Estado. O sea, una recuperación de lo que le ha sido usurpado por elementos ajenos a la nación. Un proceso de re-implantación que sólo es posible a través de la fuerza del Estado; que a su vez requiere de la puesta en cuestión del “laxismo progre” para poder aplicarse con éxito. Y todo ello bajo la égida de la lucha contra la inseguridad ciudadana, el terrorismo islamista y el respeto a la laicidad. Por tanto se trata de una demanda de re-estatalización que se da en nombre de la República contra la población musulmana y por medio del Estado de excepción. En suma, la reivindicación del “Estado regaliano” se lee como un proyecto de aspiraciones territoriales e identitarias articuladas a través del mantra de que “el Estado debe recuperar su lugar”. En estrecha conexión con este mantra, la cuarta expresión relacionada con el Estado afirma algo muy parecido, pero con implicaciones radicalmente diferentes. En este caso 648 Marine Le Pen habla provocadoramente de “ocupación” para referirse a los rezos multitudinarios en la calle organizados en algunos barrios de mayoría musulmana en París. La primera vez que pronuncia esta palabra es en diciembre de 2010, suscitando una gran agitación mediática. Más tarde, en julio de 2013, reitera sus afirmaciones. Ver: Eltchaninoff, 2017: 138-139. 649 Marine Le Pen, Discurso de París, 17 de abril de 2017. 650 Marine Le Pen, Discurso de Lyon, 5 de febrero de 2017 [los subrayados son míos]. 256 se trata del enunciado que hace del Estado el “garante de los justos equilibrios”, de los “servicios públicos” y de la “cohesión territorial”. Y que sostiene que el Estado francés está cada vez menos presente en algunas áreas del país651. Aquí la expresión no se aplica tanto a las banlieues o territorios de “no-derecho”, cuanto a las zonas rurales o territorios de “no-servicios sociales”. En consecuencia va dirigida a la Francia “desertificada”, invocando el principio de igualdad entre los ciudadanos y vehiculando un mensaje social relativo a la provisión de servicios públicos. Es un guiño a la Francia de los “olvidados” y se lee como un conjuro contra el abandono a través de la re-implantación del Estado. Es también una crítica a la mundialización ultra-liberal que deja a personas y a territorios en la cuneta. Una globalización que establece jerarquías entre los “buenos franceses” - aquellos que son dinámicos y están conectados- y “malos franceses” -aquellos que han sido relegados y olvidados. Y cuya aplicación incumple el principio de igualdad republicana. Por eso Marine Le Pen cuando visita estos territorios clama, primero, por la visibilidad; segundo, por el retorno de los servicios públicos; y tercero, por la reanimación económica de estos espacios. Las tres reivindicaciones -visibilidad, servicios públicos y actividad económica- tienen como protagonista al Estado. Es a través de él como, según el FN, se puede volver a poner el foco en esta Francia sobre la que las élites pasan de largo “en sus trenes de alta velocidad”; es por medio de él como también se pueden reforzar los servicios públicos y las infraestructuras; y es a través de su participación como la actividad económica puede regresar a estos lugares. La idea, en definitiva, apunta al Estado como factor de reequilibrio social y territorial, y como agente a contrapelo de la globalización. Los siguientes pasajes resultan muy iluminadores al respecto: “La mundialización desertifica nuestros campos y nuestras ciudades. Los intereses de los habitantes de nuestras ciudades pequeñas y medianas cuentan muy poco al lado de los intereses de los poderosos. Châteauroux ha pagado un gran tributo al fenómeno de la globalización estéril. Forma parte de las 15 ciudades francesas consideradas como “muy desertificadas” (…) Ha llegado el momento de romper este círculo vicioso, porque en este proceso son los equipamientos los que se degradan y los servicios públicos los que desaparecen (…) Nuestros dirigentes no han hecho nada contra la desaparición de los servicios públicos. Trenes que paran cada vez con menos frecuencia en nuestras estaciones 651 “¡Pero cuántos daños han creado en nombre de su ideología! ¡Qué política tan irresponsable! ¿Cuántos hospitales pequeños han desaparecido en nuestras zonas rurales? ¿Cuántas comisarías de policía han cerrado y han traído la inseguridad a nuestros barrios? ¿Cuántas oficinas de Correos? ¿Cuántas estaciones de tren o de autobuses han sido sacrificadas a la sacrosanta regla del 3% dictada desde Bruselas?” (Marine Le Pen, Discurso de Perpiñán, 15 de abril de 2017). 257 -¡si es que aún existen!-, citas con un especialista a más de 50 km de distancia y con una lista de espera de dos meses: ¿os parece normal que sea ahora más difícil conseguir una cita con un médico de familia ahora que hace veinte años? (…) Las políticas que os propongo aspiran a hacer de Francia un país donde los servicios públicos sean accesibles para todos los ciudadanos (…) Una Francia de servicios públicos de calidad, donde ni la escuela, ni la sanidad, ni la vivienda ni la ruralidad sean sacrificadas o perjudicadas”652. “Hablemos de cohesión territorial: esa misión esencial que pertenece al Estado y que responde al noble objetivo de asegurar a cada uno, viva donde viva en Francia, el acceso a los servicios públicos y a una actividad económica digna de ese nombre. Nadie habla de esto. A todo el mundo le da igual. Pues bien, a mí no me da igual”653. Esta denuncia del silencio ante la desigualdad territorial así como la apuesta por un mayor involucramiento del Estado en esta cuestión han ganado amplitud y transversalidad en Francia gracias a la publicación de un libro de Christophe Guilluy, La France péripherique654, que por sus efectos constituye el equivalente a La España vaciada de Sergio del Molino en nuestro país. Ambos libros han sido capaces de amplificar y transversalizar un mensaje cuya bandera en Francia ha enarbolado el Frente Nacional; lo que de algún modo ha añadido un plus de legitimidad a esta faceta de su discurso. Esta OPA semántica implica por tanto un acercamiento al Estado a través de varias vertientes, una revalorización del mismo y una resemantización en términos de instancia poderosa -de hermano mayor- que sirve a múltiples propósitos, especialmente en el ámbito de la economía, de la seguridad ciudadana y de la cohesión social. A través de este trabajo semántico, el Estado deja de ser pulpo para convertirse en pértiga que ayuda a alcanzar objetivos nobles. Y, al igual que otras OPAs semánticas, la resignificación del término “Estado” se esfuerza por encontrar anclajes ambidiestros. O sea, por satisfacer las exigencias estratégicas de la “hipótesis Philippot”. De un lado, la retórica estatista contra el mundo de las finanzas y los poderes del dinero espera hallar asidero en sensibilidades de izquierdas. Expresiones como “Estado planificador” o “Estado estratega” resuenan en el idiolecto de la vieja izquierda. Asimismo, las invocaciones a la cohesión territorial y al refuerzo del Estado social están dirigidas a convencer no sólo a los abandonados mismos, sino al público de izquierda en general; incluso a pesar del 652 Marine Le Pen, Discurso de Châteauroux, 11 de marzo de 2011 [los subrayados son míos]. 653 Marine Le Pen, Discurso de Perpiñán, 15 de abril de 2017 [los subrayados son míos]. 654 Guilluy, C. (2014): La France péripherique. Comment on a sacrifié les classes populaires, París: Flammarion. 258 ingrediente identitario antes subrayado. Del otro lado, la retórica estatista y securitaria contra los musulmanes apela a la derecha y a la extrema derecha tradicionales. A la derecha clásica a partir del empleo de un vocabulario formalmente republicano y menciones al general Charles De Gaulle. A la extrema derecha tradicional a través de palabras como “Reconquista” y alusiones veladas al carácter “no francés” de estos barrios. Pero el pirateo de términos alejados del vocabulario de la extrema derecha tal y como reaparece en los años setenta y ochenta del siglo pasado no acaba aquí. El equipo de Marine Le Pen se atreve con la palabra feminismo y osa apropiarse también de las nociones de ecología y cuidado del medio ambiente. 10.4.6 Feminismo “La afirmación de que vuestro cuerpo os pertenece es totalmente ridícula. El cuerpo de la mujer pertenece a la vida y también en parte a la nación”655 El nuevo Frente Nacional sitúa en su punto de mira al feminismo, aprovechando la condición de Marine Le Pen de mujer; y, muy particularmente, de “mujer de su tiempo”; esto es, de persona obligada a solapar y armonizar distintas posiciones identitarias: mujer, madre, trabajadora, profesional, divorciada, dirigente de un partido y candidata a la presidencia de la República. El objetivo de acercarse y piratear el feminismo para el Frente Nacional es triple: 1) por un lado permite afianzarse entre el electorado femenino, singularmente en hogares monoparentales, blancos y en dificultades económicas - mitigando de este modo el tradicional Radical Right Gender Gap que ha afectado históricamente a los partidos de esta familia política; 2) por otro lado ayuda a dejar atrás la imagen de partido anticuado y pasado de moda; y 3) finalmente, provee de un nuevo punto de vista para atacar a los enemigos de la formación nacionalista, a saber: las élites cosmopolitas, globalizadas y ultra-liberales, cuyas políticas fragilizan la situación de los más vulnerables, en cabeza de los cuales Marine Le Pen sitúa a las mujeres; y los musulmanes de Francia, cuyo modo de ver el mundo presiona a las mujeres para renegar de sus conquistas en derechos y libertades. 655 Jean-Marie Le Pen, Declaraciones a Le Parisien, 20 de marzo de 1996; citado por Alduy & Wahnich, 2015: 53. 259 Un episodio esclarecedor de la pugna por el significante “feminismo” ocurrió en la campaña electoral de 2017, cuando una activista de Femen irrumpió en un mítin del FN celebrado el 17 de abril en el auditorio Zénith de París. En mitad del acto, una mujer salta al escenario ante el asombro y los abucheos del público, y la emergencia del equipo de seguridad, Marine Le Pen se retira ligeramente de la escena, le mira sonriendo, de un modo acaso paternalista, se acerca al micrófono y proclama divertida: “Estos extremistas de extrema izquierda caminan sobre sus cabezas y vienen a perturbar un mítin de la única candidata mujer que defiende a las mujeres”656. Para inmediatamente después agregar: “Mujeres de Francia, yo os llamo a levantar la cabeza conmigo para defender vuestros derechos”657. Algo muy similar había acontecido ya en el año 2015 durante el mítin que cada año organiza el Frente Nacional en la plaza de la Ópera de París el día 1 de mayo en homenaje a Juana de Arco. En aquella ocasión, tres militantes de Femen salieron a un balcón de la plaza con el pecho descubierto y una peluca simulando el cabello de Marine Le Pen haciendo el saludo nazi658. Lo interesante es que tampoco aquí la reacción de Marine Le Pen es de enfado, sino de condescendencia. Mira a las activistas de Femen como anticuadas, como personas que no comprenden los desafíos contemporáneos, que no están al tanto de la reconfiguración de las identidades políticas en Francia y que, en consecuencia, aplican categorías obsoletas a una situación cualitativamente novedosa. Ciudadanas, en suma, que no han percibido ni el cambio de la sociedad ni la transformación del Frente Nacional. Ahora bien: ¿cómo es el feminismo de Marine Le Pen? ¿hacia dónde apuntan la resemantización y el pirateo de este concepto por parte de su partido? Para responder a estas preguntas primero debemos centrarnos en lo que dice para después focalizar la atención en las omisiones, en lo que no dice. En cuanto a lo primero, Marine Le Pen defiende una suerte de feminismo nacional por oposición al feminismo anglosajón, al que vincula con la “teoría de género”. El “feminismo nacional marinista” no se reclama heredero del movimiento de los años sesenta y setenta del siglo pasado, menos aún como su continuador, sino que hace pie en distintas figuras históricas de Francia con la intención 656 El episodio se puede consultar en el siguiente enlace web: https://www.youtube.com/watch?v=JxtTz4wWIOc 657 Ibid. 658 BFMTV (2015, 1, mayo): “Defilé du FN: trois militantes Femen perturbent le discours de Marine Le Pen, BFMTV: https://www.bfmtv.com/replay-emissions/bfm-story/defile-du-fn-trois-militantes-femen- perturbent-le-discours-de-marine-le-pen_VN-201505010022.html 260 de mostrar que la cultura francesa guarda en su seno la semilla de una concepción igualitaria de la mujer. Que Francia, y de nuevo aquí la visión sustancialista de la nación se muestra con todo su peso, alberga esa potencialidad. Y que, por tanto, únicamente necesita ser desplegada. La simiente de este desarrollo habría que buscarla en Juana de Arco659, en Santa Genoveva, en Santa Clotilde, en Camille Claudel, en Marie Curie o en Olympe de Gouges660. Todas ellas darían testimonio con su vida y con sus obras de una concepción avanzada de la mujer que sería, al mismo tiempo, inequívocamente francesa. El “feminismo nacional” se convertiría así en una amalgama de personalidades históricas de diferente condición y procedencia ideológica cuyo rasgo en común radicaría en la conquista de nuevos márgenes de libertad para las mujeres en sus respectivos tiempos históricos. En consecuencia, el feminismo no debería ser pensado tanto como un movimiento, cuanto como un rasgo cultural, una inspiración, una influencia y una voluntad. El feminismo sería ante todo una demanda de libertad: un deseo de libertad. Una pulsión de libertad que la cultura francesa –por sus peculiares características- estaría en condiciones de acoger. De hecho, la existencia de las figuras históricas antes mencionadas no haría sino probar esta capacidad de la cultura francesa de acoger, tolerar y alumbrar nuevas libertades para las mujeres. Dentro de ese enfoque, nadie mejor que Marine Le Pen para defender estas conquistas: ella, que se presenta como una mujer que ha tenido que pelear en un mundo de hombres, que ha tenido que estudiar la historia de Francia para encontrar referentes y que, como confiesa en el mítin de Burdeos de la campaña de 2017, “está hecha de la pasta de la libertad”661. Una líder política, en fin, que por su condición de mujer y por su condición de “enamorada de la cultura francesa”662, comprende bien todas estas claves; y, debido a ello, aspira a promover “la imagen de la mujer libre y que se asume a sí misma, que el modelo de cultura francesa ha construido a lo largo de la historia”663. 659 De quien Marine Le Pen afirma que no tuvo “ninguna necesidad de la grotesca teoría de género para cortarse los cabellos y revestir el hábito viril” (Marine Le Pen, Discurso de París, 1º de mayo de 2015; citado por Eltchaninoff, 2017: 53). 660 De Olympe de Gouges, Marine Le Pen dice que “es la primera francesa en reivindicar los derechos políticos para la otra mitad de la población” (Eltchaninoff, 2017: 53). 661 Marine Le Pen, Discurso de París, 1 de mayo de 2017. 662 Marine Le Pen, Primer spot de la campaña presidencial de 2017. El documento puede consultarse en el siguiente enlace web: https://www.youtube.com/watch?v=FYWnuQc5mYA 663 Marine Le Pen, Discurso de París, 1 de mayo de 2016. 261 Todo el trabajo feminista consistiría entonces en no olvidar este germen de libertad inscrito en la cultura francesa. O sea, en estudiarlo, en honorarlo y en recordarlo. Pero sobre todo la labor feminista se concentraría en preservar esta autonomía frente a quienes con sus decisiones económicas la dificultan y frente a quienes se proponen como meta destruirla. De este modo, el feminismo nacional adquiriría un carácter no sólo de reconocimiento de la cultura propia, sino de blindaje de las libertades actuales. Sería, en consecuencia, un feminismo defensivo, que se esfuerza por conservar los resultados; un feminismo, en suma, de catenaccio identitario. En el caso del Frente Nacional de Marine Le Pen, lo que dice a propósito del feminismo está transido por la cuestión de contra quién lo dice. O, lo que es lo mismo: es un feminismo que dedica mucho más tiempo a dibujar las amenazas que a proponer nuevos derechos. Es por tanto un feminismo que se constituye contra los musulmanes fundamentalistas de Francia y contra las élites globalizadoras. De acuerdo con el discurso del partido, ambos tendrían en común la voluntad de desmantelar el “modelo de vida francés” entendido como un ecosistema de libertades y derechos sociales para las mujeres. Respecto del islam radical, el feminismo del que hace gala Marine Le Pen pone el énfasis en la publicación de un reportaje en la cadena France 2 en el que dos reporteras con cámara oculta entran en un café de un suburbio parisino de mayoría musulmana y son expulsadas por su condición de mujeres con el argumento de que “este café no es un lugar mixto” y la advertencia de que “aquí hay una mentalidad diferente, es como en nuestra tierra”664. En el reportaje se dicen cosas como “lo mejor es que esperéis fuera, aquí sólo hay hombres”, “esto es Sevran, no París”, o “mi mujer hace lo que quiere, pero en casa, no conmigo”. La voz en off de este documento televisivo enmarca lo sucedido dentro de la expulsión de las mujeres del espacio público en el seno del territorio francés. El Frente Nacional retoma este frame o marco discursivo con el fin de señalar que las mujeres en Francia están perdiendo derechos a causa de la implantación del fundamentalismo religioso musulmán. Esto, de acuerdo con Marine Le Pen, estaría ocurriendo a dos niveles: a nivel de las mujeres francesas en general, que sufren acoso callejero y violencia verbal por su forma de vestir o de comportarse; y a nivel de las mujeres que habitan esos 664 Reportaje emitido en el Journal Televisé de France 2 el 8 de diciembre de 2016. Puede consultarse en el siguiente enlace web: https://www.youtube.com/watch?v=XQnwpmUh4Xs 262 barrios, que son obligadas a abandonar el espacio público, a cubrirse el rostro y a aceptar normas de la Edad Media: “El espacio público no puede ser para nuestras jóvenes sinónimo de ansiedad o de miedo. Las chicas deben poder vestirse como quieran. Y no deben sufrir la obligación de esconderse, o de tener que someterse a normas de la Edad Media. Hay que hacer que las chicas dejen de sufrir el maltrato de los acosadores de la calle que ven en la libertad de ir y venir de las jóvenes francesas, en su felicidad, en su risa, signos de una supuesta inconveniencia. Defenderé la libertad y la dignidad de las chicas y de las mujeres de Francia y lucharé sin concesiones contra el fundamentalismo islamista que busca imponer sus reglas liberticidas en nuestro país”665. El mensaje de Marine Le Pen barbariza estas prácticas de acoso y sometimiento y, al mismo tiempo, pone cuidado en relacionarlas con una religión en concreto y con un tipo de población específica de Francia. La líder del FN apela a la incomodidad que sienten las mujeres francesas al ser interpeladas en la calle desde coches llenos de varones o en el transporte público; apunta al carácter ajeno de estos comportamientos; señala lo que este proceder tiene de expresión cultural extranjera; lo presenta como algo nuevo y alógeno; como los daños que una especie invasora crea en un ecosistema. Y se hace ella misma –primero como mujer y después como francesa- víctima de estos comportamientos. Cabe resaltar que cuando denuncia estas acciones contra la libertad de las mujeres, Marine Le Pen sugiere siempre que son cometidas por hombres, no a causa de su machismo, sino por ser extranjeros -y particularmente musulmanes-: “Queremos vivir en Francia como franceses. Sin dejarnos imponer tradiciones, costumbres y morales que no son las nuestras. En Francia respetamos a las mujeres. No les molestamos en la calle con proposiciones groseras o humillantes. No les prohibimos acceder al espacio público. No les pegamos. No les exigimos que se tapen detrás de velos porque de lo contrario serían impuras”666. El elogio implícito a la cultura francesa consiste en que todo el planteamiento opera como si los varones franceses fueran inmunes a este tipo de actos de restricción de la libertad de las mujeres. Como si, en el fondo, sólo fuera un asunto que concerniera a los 665 Marine Le Pen, Discurso de Burdeos, 2 de abril de 2017. 666 Marine Le Pen, Discurso de París, 17 de abril de 2017. 263 musulmanes. A los hombres musulmanes. Un asunto de cultura y costumbres del islam, ahora radicalizado. Una cuestión, en suma, de modos de vida. Y, por lo tanto, un modo de proceder en la vida y de conducirse en la sociedad incompatibles con los valores republicanos franceses, ahora esencializados y convertidos en un ingrediente identitario más: “Buscan imponernos (…) la sumisión de la mujer: prohibiéndole llevar falda o trabajar. Esto, ningún francés, ningún republicano, ninguna mujer que aprecie su dignidad y su libertad puede aceptarlo”667. La defensa de las mujeres también se dirige contra las élites liberales. Contra su proyecto de desmantelamiento de las prestaciones sociales. Aquí el discurso de Marine Le Pen apunta a un público tradicionalmente alejado de la extrema derecha y que los estudios sociológicos desde 2011668 indican que es cada vez más receptivo al mensaje del FN: las mujeres de familias monomarentales; es decir, un colectivo que por lo general padece con más intensidad empleos precarios y que con frecuencia se sitúa en peldaños cercanos al umbral de la pobreza. El nuevo Frente Nacional interpela a menudo a este colectivo a través de un mensaje que visibiliza sus problemáticas asociadas a la condición de mujeres, madres y trabajadoras precarias, así como a través de una retórica que enfatiza la fragilidad presente y el deseo justo de protección: “Todo esto nos conduce a una situación en la que los mecanismos de solidaridad y los servicios públicos habrán desaparecido en un país con cada vez más cantidad de parados, de pobres, de madres que crían solas y precarizadas a sus hijos, cada vez en peores condiciones de alojamiento”669. Se trata de un discurso que pone el acento en el ensimismamiento de las élites, cuyo dogmatismo liberal les haría incapaces de percibir por un lado el sufrimiento de la ciudadanía francesa –y muy particularmente del pueblo de las mujeres francesas-, y por otro lado les cegaría a la hora de comprender las bondades del modelo social francés. De tal manera que terminarían confundiéndolo todo y trastocándolo todo; y, con ello, 667 Marine Le Pen, Discurso de Lyon, 5 de febrero de 2017 [los subrayados son míos] 668 Ver: Mayer, N. (2015): “Le plafond de verre electoral entamé, mais pas brisé”, en: Crépon, S. & Dézé, A. & Mayer, N. (eds): Les faux semblants du Front National. Sociologie d’un parti politique, París: Presses de Sciences Po: 314-320; y también: Perrineau, P. (2017): Cette France de gauche qui vote FN, París: Éditions du Seuil: 37-52. 669 Marine Le Pen, Discurso de Perpiñán, 15 de abril de 2017. 264 generando injusticias perfectamente evitables. Lo llamativo es que aquí el Frente Nacional se aviene a considerar a la mujer como una víctima singular de los recortes sociales que afectan al Estado del Bienestar, y, en consecuencia, como un sujeto que merece una atención y una protección especiales. O, dicho de otro modo, la transformación del FN bajo la dirección de Marine Le Pen pasa entre otras cosas por la consideración explícita de la mujer en los discursos como un sujeto singularmente damnificado por la globalización, específicamente en lo que concierne a su condición de trabajadora y de ciudadana independiente. En estas condiciones, el Frente Nacional se atreve a señalar a la globalización como una lógica y un movimiento contrario a las mujeres; y, muy particularmente, a las mujeres de clases populares. Para el FN el ejemplo más cercano es la reforma laboral impulsada por la ministra Myriam El Khomri en 2016 bajo la presidencia de François Hollande; cambio legal que Marine Le Pen califica de “máquina ultraliberal” destinada a producir trabajadores precarios, y, muy específicamente, trabajadoras pobres. Una reforma al servicio de las élites mundialistas “egoístas” y “trasnochadas” que fragilizaría a quien ya se encuentra en situación de vulnerabilidad, a saber de acuerdo con su descripción: las mujeres de clase trabajadora no-inmigrante. Una reforma, en fin, que cabe reprobar desde el feminismo nacional. Tanto es así que la candidata del FN criticó esta reforma laboral en todos los mítines de campaña electoral de 2017 y su programa presidencial presentado para aquellos comicios se comprometía expresamente a derogarla670: “Emmanuel Macron, ministro de François Hollande, hizo la ley El Khomri. Esa ley que facilita el despido y que fragiliza la vida -ya de por sí difícil- de las mujeres asalariadas”671. “El desmantelamiento del Estado nos afecta a todos, pero afecta especialmente a las mujeres. Por ejemplo, ellas son las más afectadas por la reforma laboral de la ley El Khomri. Cuando lleguemos al poder, tendremos que derogarla. Mujeres, a menudo pilares de hogares monoparentales y por ello fragilizadas hasta el extremo por la disolución de la solidaridad nacional”672.. 670 “Retirar la ley del trabajo (llamada El Khomri)”, Programa Electoral del FN para las Elecciones Presidenciales de 2017, 114 Engagements Présidentiels. Marine 2017, Sección 3, Garantir la protection sociale, p. 9: https://www.rassemblementnational.fr/pdf/144-engagements.pdf 671 Marine Le Pen, Discurso de Perpiñán, 15 de abril de 2017. 672 Marine Le Pen, Discurso de Lyon, 5 de febrero de 2017. [los subrayados son míos] 265 El cambio de rasante que opera el Frente Nacional sobre este asunto con respecto a su pasado no gusta a los “guardianes de la ortodoxia ideológica” del partido. Y no les gusta al menos por tres motivos: en primer lugar porque lo ven como una concesión a la izquierda, en segundo lugar porque piensan que el enfoque que adopta el feminismo nacional victimiza artificialmente a las mujeres673, y, en tercer lugar, porque se desliza hacia posiciones excesivamente anti-liberales en el terreno de la economía. Estos “guardianes de la ortodoxia frontista” están en contra del pirateo y la resignificación de términos como feminismo. Desde su punto de vista, al sistema cultural progre –o “bobo”674, como se refieren a él los franceses- no se lo combate hackeándolo, sino confrontando con él abiertamente. A la izquierda “bobo” no se la atacaría mejor disputándole el concepto de feminismo, sino impidiendo que el término alcanzase un amplio nivel de aceptación dentro de la sociedad. El meollo de la cuestión no estribaría entonces en desviar el sentido del significante feminismo y producir con los materiales de significado condensados a su alrededor una representación nueva; sino en dinamitarlo, en echarlo abajo mostrando sus contradicciones y debilidades. Esta es la posición que mantiene la corriente interna liderada por Marion Maréchal Le Pen –sobrina de Marine Le Pen- y apoyada por su abuelo Jean-Marie Le Pen675; ambos radicalmente contrarios a los cambios estratégico-discursivos que implica la denominada “hipótesis Philippot”. Los guardianes de la ortodoxia ideológica se irritan también por lo que omite el feminismo nacional de Marine Le Pen. Por las concesiones al pensamiento dominante que toman la forma de silencios. Les enerva particularmente el hecho de que, para tratar de afianzar el voto femenino y la buena imagen de Marine Le Pen entre las mujeres blancas de clases populares, el programa del partido renuncie a derogar la ley Veil sobre la interrupción 673 “Yo también me siento concernida por la igualdad de sexos: soy una mujer moderna que trabaja, que quiere ganar lo mismo que un hombre (…) Es necesario diferenciar entre, por un lado, el acoso o la violación, y, por otro lado, ligar insistentemente. Las mujeres no somos pequeños seres frágiles, no somos pobrecitas que necesitan protección. Cuando un hombre es pesado le decimos "ya basta" y le ponemos en su sitio” (Fernández-Vázquez, G. (2018, 23, septiembre): “Entrevista a Marion Maréchal Le Pen: Queremos gestar algo como un gobierno en la sombra”, El Confidencial: https://www.elconfidencial.com/mundo/2018-09-23/entrevista-marion-merechal-escuela-pensamiento- lyon_1619185/). 674 “Bo-bo” es la contracción de la expresión bourgeois bohème: burgués bohemio, que se utiliza de manera un tanto laxa para referirse a las élites cosmopolitas de las grandes ciudades, de convicciones liberales en el terreno moral y defensoras del multiculturalismo y la tolerancia. 675 En ocasiones se ha denominado a este corriente interna “liberal-identitaria” en oposición a la corriente “social-soberanista” que lideraría Florian Philippot. Ver: Mestre, A. & Monnot, C. (2015): “Les réseaux du Front National”, en: Crépon, S. & Dézé, A. & Mayer, N. (eds): Les faux-semblants du Front National. Sociologie d’un parti politique, París: Presses de Sciences Po, 51-76. https://www.elconfidencial.com/mundo/2018-09-23/entrevista-marion-merechal-escuela-pensamiento-lyon_1619185/ https://www.elconfidencial.com/mundo/2018-09-23/entrevista-marion-merechal-escuela-pensamiento-lyon_1619185/ 266 voluntaria del embarazo –que, como ya vimos, constituía uno de los pilares ideológicos del partido desde la década de 1970-, que normalice el divorcio, que conceda especial atención y subraye las virtudes de las familias monomarentales, y que incluso no se atreva oficialmente a criticar la ley que desde 2013 permite el matrimonio homosexual en Francia. En otras palabras: a la corriente encabezada por Marion Maréchal Le Pen le incomoda el prurito moderno, abierto y hasta cierto punto progresista que el FN aspira a adquirir o, como mínimo, con el que espera contemporizar con el fin de no ahuyentar a grupos sociales que podrían simpatizar con el partido por motivos que tienen que ver con el rechazo a la globalización o a la inmigración. A esta corriente interna le horroriza la idea de que el partido acaricie la posibilidad de aceptar estas cuestiones relativas a la sexualidad y a los modos de vida –aborto, matrimonio homosexual, divorcio e incluso eutanasia- para usarlas contra el colectivo de los musulmanes de Francia. Por eso no sólo se oponen al feminismo nacional y a todas sus derivadas, sino que describen despectivamente al grupo de personas que rodean a Marine Le Pen como un “conjunto vacío” ideológico. En general, toda la puesta en escena de Marine Le Pen como una mujer valiente y moderna que defiende al pueblo de Francia – a los pequeños, a los olvidados y a los vulnerables-, pero que empatiza sobre todo con el pueblo femenino de Francia está sostenida por una idea de la nación como matria. Es decir, por un lado como un espacio hogareño de reconocimiento y respaldo –de identidad; y, por otro lado, como un lugar de protección y auxilio. La matria, la patria francesa hecha mujer –ya sea simbolizada por Jeanne D’Arc, por Olympe de Gouges, por Marie Curie o por Marine Le Pen-, es amparo, pero también es protección beligerante. Es una especie de madre guerrera. De madre que cuida y defiende a su prole. Por eso se entiende que el feminismo nacional que defiende Marine Le Pen sea un feminismo defensivo: un feminismo que dedica mucho más tiempo a describir la amenaza que representan los enemigos que a proponer nuevos márgenes de libertad para las mujeres y futuras conquistas de derechos. El hackeo de este concepto se hace para convertir al feminismo en una muralla. En un perímetro de seguridad contra el islam radical y frente la globalización liberal. En una nueva mirada aduladora hacia la sociedad francesa que permite además retener la simpatía de los sectores menos conservadores en el terreno moral. En definitiva, la OPA semántica al vocablo “feminismo” por parte del FN de Marine Le Pen se afana por apropiarse de él y resignificarlo en términos identitarios y relativamente sociales. Como ahora veremos, 267 algo muy similar ocurre también con el concepto de ecología, tradicionalmente empleado casi en exclusividad por la izquierda. 10.4.7 Ecología La OPA semántica al concepto de ecología es una muestra más de que el Frente Nacional marinista no concibe las identidades políticas como conjuntos cerrados obligados a chocar con los conjuntos ideológicamente más alejados y eventualmente a pactar con los conglomerados más próximos desde el punto de vista ideológico, sino como tejidos porosos o figuras de Lego, construibles y reconstruibles de maneras tendencialmente infinitas a partir de pequeños bloques. Lo cual permite una movilidad y una permutabilidad notables. Un dinamismo que el enfoque más tradicional de Jean-Marie Le Pen o Marion Maréchal Le Pen tornan mucho más difícil. Esta agilidad invita a explorar dentro del concepto de ecología sentidos que sean estratégicamente ventajosos en el contexto de enunciación. El Frente Nacional encuentra un cierto desarrollo de esta temática en los escritos de Alain de Benoist o Guillaume Faye publicados en el marco de los debates antiglobalización que tuvieron lugar alrededor del año 2000676. También hace pie en algunas afirmaciones de los movimientos neofascistas de los años 60 y 70 en Italia y Francia. Organizaciones como Occident, Ordre Nouveau o el Movimento Sociale Italiano habían establecido conexiones explícitas entre sus postulados y la por entonces emergente preocupación medioambiental, de tal modo que presentaban al ecologismo como un movimiento “hermano” intrínsecamente reaccionario y contrario a las ideas de la Ilustración. Por estos motivos la aproximación y el intento de pirateo del concepto de ecología no rechina estruendosamente en los oídos de la militancia del Frente Nacional. Porque por muy olvidado o en segunda fila que hubiera estado el tema, la preocupación no era nueva, sino que se encontraba en barbecho y a la espera de 676 Ver: Sanromán 2008: 260-279. A este respecto, el siguiente pasaje resulta especialmente iluminador: “La ecología como movimiento cultural es un movimiento tópìco que consiste en una valorización a priori de la diversidad organizada del ser vivo -o biocomplejidad-, esa diversidad amenazada de las especies, de los paisajes y las culturas que constituyen la belleza y la riqueza del mundo que amamos. Ahora bien, ese postulado implica la puesta en cuestión de las pretensiones de universalidad del proyecto de civilización americano-occidental, de la cultura-supermercado vehiculada por los grandes media. Nuestro combate no consiste por tanto en una simple sucesión de reivindicaciones de carácter ambiental (…) Nuestra meta es poner fin a la colonización multiforme -cultural, tecnológica, etc- del mundo por la civilización industrial moderna y por la ideología del Progreso” (Charte de la nouvelle écologie, citado por Sanromán, 2008: 263). 268 nuevos desarrollos. Como veremos, no ocurre lo mismo con el tibio acercamiento al animalismo. Ahora bien, aunque no sea un tema estrictamente nuevo: ¿con qué finalidad específica emprende el Frente Nacional la cooptación del término ecología a la llegada de Marine Le Pen? Básicamente hay cuatro motivaciones concretas: 1) en primer lugar, sustraer el tema al monopolio de la izquierda y de los verdes –una de las tradiciones políticas que, en sus diferentes siglas, ha sido más beligerantemente contraria al discurso del FN-; 2) en segundo lugar, aprovechar para dirigir la preocupación medioambiental contra uno de los nuevos enemigos del partido: el “totalitarismo mundialista”; 3) en tercer lugar, sumar un nuevo registro a la comunicación ordinaria del partido –un registro moderno que pavimenta el propósito de construir un patriotismo del siglo XXI-; y 4) en cuarto lugar, para atraer al electorado más joven y sensible a los retos de la nueva economía verde. Respecto al primer motivo, el Frente Nacional marinista está muy interesado en ofrecer una alternativa al “ecologismo punitivo” de la izquierda y de los verdes. Lo interesante es que, al igual que ocurría con el feminismo, en este tema el FN no considera a la izquierda ecologista y a los verdes como su enemigo, sino meramente como actores políticos desfasados y por ello mismo equivocados. Es decir, como partidos incapaces de dar una solución a la altura de los tiempos. De acuerdo con el argumento del FN, el problema de los ecologistas y de la izquierda es que tenderían a pensar el reto del cambio climático desde una perspectiva excesivamente individualista en un momento en el que el desafío demanda soluciones holísticas o estructurales. Por este motivo abusarían del registro lingüístico que amonesta, culpabiliza, exige y regaña a los ciudadanos. Un tipo de discurso que conduce a una clase de políticas que gravan y penalizan a las personas más humildes o con menos recursos. O sea, un modelo de políticas públicas que terminan siendo elitistas en sus efectos. El verdadero enemigo del clima, sostiene el Frente Nacional, es la mundialización económica. La tesis de la formación es que el conservacionismo es necesariamente antiglobalización y que, por tanto, detener el agotamiento ecológico pasa por una revisión profunda de la lógica que domina las estructuras de la producción y del comercio internacional: 269 “Como las nubes traen la tormenta, la globalización induce la mercantilización del mundo, es decir, la sumisión de nuestro planeta al orden mercantil, a la lógica del productivismo y, a partir de ahí, a la perspectiva de un agotamiento ecológico. Ya lo ven: la mercantilización de nuestra agricultura, con el productivismo agroquímico que violenta los suelos, a los animales y a los hombres. Constatemos lo absurdo que es producir en un continente para consumir en otro y tirar los residuos generados en un tercero”677. No hay en consecuencia una salida individual consistente en dejar de comprar tales o cuales productos, o en dejar de usar ciertos medios de transporte, sino que la cuestión es mucho más honda. Atañe de hecho a la propia organización del capitalismo mundializado. Y a su modo de pensar; esto es, a su lógica. El pirateo del significante ecología permite así en tercer lugar atacar desde un punto de vista nuevo a la globalización económica y a las denominadas “élites mundialistas”. Aún más: el ecologismo no sólo provee al FN de otro argumento para reprobar al “ultra-liberalismo”, sino que además permite hibridar la crítica con ciertos elementos del lenguaje tradicional de la izquierda –aquel que apela a las estructuras y a las lógicas económicas de base- al tiempo que dota a la retórica frontista de una cierta pátina de modernidad. En otras palabras: el hackeo del discurso ecologista sitúa al Frente Nacional en la dirección de la historia, y no como una fuerza meramente reaccionaria o de resistencia. De este modo, da pie a fundar un patriotismo soberanista, social e identitario del siglo XXI; es decir, un patriotismo que integra las viejas cuestiones del nacionalismo francés con las preocupaciones de los ciudadanos franceses del presente. En cuarto lugar, la cooptación del significante ecología es utilizado como señuelo para atraer al electorado más joven. Tanto apelando a su mayor sensibilidad medioambiental como prometiendo empleo relacionado con la nueva economía “verde”. Un empleo que sería de calidad para los jóvenes. Hay que tener en cuenta que la formación marinista se presenta como estando a la vanguardia de la solución ecológica; esto es, como superando a las propuestas de los partidos verdes y de la izquierda ecologista tanto en lo que respecta a la calidad técnica de las iniciativas como en lo concerniente a la justicia social de los planteamientos: “Este proyecto responde al desafío ecológico. Los jóvenes que nos escuchan lo saben porque son, con buenas razones, los más sensibles a esta noción fundamental de la ecología. 677 Marine Le Pen, Discurso de Burdeos, 2 de abril de 2017. 270 Quieren poder participar de ella, y no sufrir la ecología como un castigo. Por eso representamos el único proyecto ecológico auténtico”678. “Estos ámbitos de empleo ligados a la economía verde abren inmensas posibilidades de empleo para la juventud francesa”679. El pirateo de la reivindicación ecologista es empleado fundamentalmente como ariete contra la globalización económica y lo que el FN denomina “la ideología del sin- fronterismo”. No obstante, en la campaña presidencial de 2017, el partido hace algunas pequeñas incursiones alrededor de la preocupación animalista con el fin de utilizarla contra el islamismo radical. A este respecto, el FN se posición a favor de reducir el sufrimiento animal en los mataderos para contraponerlo a las condiciones en las que se sacrifica a los animales cuya carne se vende luego como halal. Marine Le Pen también se muestra favorable a cerrar todas aquellas granjas en las que no se respeta un mínimo bienestar animal, al tiempo que no pierde la ocasión de insinuar que la cultura musulmana trata a los animales con una brutalidad incompatible con los estándares cada vez más exigentes de la sociedad francesa. Esto de nuevo le permite infundir a la formación un cierto aire de contemporaneidad alejada del aroma a “partido de nostálgicos” que el FN mantuvo durante un largo período. ¿Qué propone exactamente el partido en materia medioambiental? La propuesta central del Frente Nacional en el ámbito de la lucha contra el cambio climático y la economía verde es lo que durante la campaña presidencial de 2017 denomina la revolución de la proximidad. Esta consiste fundamentalmente en lograr “producir en Francia lo que se consume en Francia”680; es decir, en reducir al máximo la contaminación asociada al transporte privilegiando los circuitos cortos. Y, al mismo tiempo, en prohibir y poner dificultades a la importación de productos, especialmente de aquellos que o bien se duda de que hayan sido producidos en condiciones ecológicamente aceptables, o bien se piensa que son susceptibles de afectar a la calidad de los suelos, las aguas o el aire de Francia. De tal manera que en el vocabulario del nuevo Frente Nacional ecología rima con soberanía, con proximidad, con des-globalización y con prohibición. Las palabras clave son los verbos proteger y prohibir. O más específicamente: prohibir para proteger, y 678 Marine Le Pen, Discurso de Burdeos, 2 de abril de 2017. 679 Marine Le Pen, Discurso de Burdeos, 2 de abril de 2017. 680 Marine Le Pen, Discurso de Burdeos, 2 de abril de 2017. 271 proteger para producir localmente. De modo que la ecología es una dimensión del proteccionismo inteligente; es un efecto del patriotismo económico. La ecología del futuro se perfila en consecuencia como una cuestión relativa a que los estados recuperen el control sobre la producción y las decisiones estratégicas; y a que haya una autoridad nacional capaz de planificar una economía verde. En definitiva, la tesis de fondo del Frente Nacional sostiene que el soberanismo es también un conservacionismo: “La segunda revolución que queremos comenzar es la revolución de la proximidad. Nosotros estamos por lo local y contra lo global. Pero seamos serios: ¿quién se puede creer, como dicen los partidarios de la globalización, que sería lógico, ecológico e incluso ahorrativo producir en un continente, transformar en otro y consumir en uno distinto? En materia de producción, deseamos privilegiar los circuitos cortos, lo que supone la reorganización y el control sobre las filiales de producción, la relocalización de nuestros circuitos de transformación y la organización de filiales éticas de producción. Para los productores es el modo de asegurar un precio justo; para los consumidores es la garantía de la procedencia y por tanto de la calidad. Y para todos los franceses es la garantía de la seguridad alimentaria y por tanto de la salud de uno mismo y de los suyos. Queremos una Francia sostenible. Y una Francia sostenible pasa por la relocalización de nuestra producción que pasa a su vez por el proteccionismo inteligente y el patriotismo económico”681. “Y protegeré también nuestro medio ambiente, el gran olvidado de esta campaña que, sin embargo, es fundamental, especialmente cuando pensamos en el futuro de nuestra nación y de nuestros hijos. He anunciado la creación de un gran ministerio de Medio Ambiente y de la Salud, porque ambos están íntimamente ligados. Porque desde nuestro plato al aire que respiramos, nuestra salud depende enormemente de la calidad de lo que producimos, del cuidado que ponemos al relacionarnos con la naturaleza y del control que ponemos en los productos que importamos. Sobre este tema: tengamos el valor de poner a los hipócritas frente a sus contradicciones. El modelo económico impuesto por la globalización salvaje no sólo es demoledor para la naturaleza, puesto que empuja a producir a decenas de miles de kilómetros lo que se consume aquí, sino que también es terriblemente perverso porque la competencia mundial desleal es la hormona de crecimiento de todos los fraudes”682. 681 Marine Le Pen, Discurso de Lyon, 5 de febrero de 201 [los subrayados son míos]. 682 Marine Le Pen, Discurso de París, 1 de mayo de 2017. 272 En lo que se refiere a propuestas concretas, Marine Le Pen subraya de nuevo los verbos proteger, prohibir e incentivar; con el fin de asentar el marco discursivo de la conservación, el control y, en última instancia, la seguridad y la salud: “Protegeremos el medio ambiente prohibiendo la explotación del gas de esquisto hasta que no se den las garantías suficientes. Prohibiremos los productos transgénicos. Apoyaremos una filial francesa del hidrógeno, esa energía limpia, para reducir nuestra dependencia del petróleo”683. En definitiva, la OPA semántica a la noción de ecología desliza su sentido hacia el proteccionismo económico, la producción local y la soberanía alimentaria, inscribiendo la lucha contra el cambio climático en una dimensión de la lucha contra la globalización; y haciendo de la protección del clima un asunto que compete y que en última instancia sólo es solucionable por las economías nacionales. De esta manera, el FN asume un universo léxico relativamente ajeno –el de la protección del medio ambiente- y lo resemantiza, lanzándolo contra su enemiga la mundialización, disputándole a los verdes el monopolio de esta cuestión y adquiriendo un prurito de modernidad y de estar a la altura de los retos del presente. Con ello la formación de Marine Le Pen prosigue la inversión de sentido de otro de los temas clásicos de la política tras la revuelta de mayo de 1968. Además, esta recuperación y hackeo de la preocupación medioambiental permite al partido tender puentes con una cierta izquierda francesa que simpatiza con el soberanismo y con las soluciones de tipo holístico, frente a un tipo de ecologismo que se centra en las decisiones individuales. Lo cual contribuye a complejizar y ampliar el tipo de apelación que el Frente Nacional realiza a la ciudadanía francesa; y a estirar los límites de su identidad política asociada. Por todo ello, las OPAS semánticas señalan tanto el camino de innovaciones discursivas que recorre el Front National de Marine Le Pen desde 2011 hasta 2018 como el “precio” en forma de renuncias ideológicas que se ve obligado a pagar para disputar la centralidad del tablero político. Indica así un doble gesto de innovación y componenda: de atrevimiento retórico-estratégico y, a la vez, de necesidad de adaptarse al consenso republicano, al contexto y al sentido sedimentado –incluso si eso supone desviarse del código axiológico tradicional del FN. 683 Marine Le Pen, Discurso de Burdeos, 2 de abril de 2017. 273 10.5 Pirateo de símbolos y figuras históricas La política de OPAs semánticas se prolonga a través de una estrategia de pirateo de figuras históricas y símbolos políticos asociados tanto a la izquierda como a la derecha francesas. Este esfuerzo de apropiación de personalidades políticas e incluso de períodos históricos como la III República, el Frente Popular o la Resistencia frente a la ocupación nazi se concibe de facto como una extensión de la estrategia resignificadora que hemos analizado en el apartado anterior. Más que como un apéndice o un detalle, la apropiación de figuras y períodos históricos se entiende por parte del Frente Nacional como un acompañamiento, un refuerzo, un agregado: una nueva vuelta de tuerca que consolida las anteriores. Se trata de una decisión meditada y, al mismo tiempo, un juego, una provocación, una maniobra lúdica para “dar que hablar” a los medios y una manera de despistar al resto de partidos políticos. La cooptación de personalidades políticas del pasado y de períodos históricos se enmarca dentro de la “hipótesis Philippot”; y, muy especialmente, se inscribe dentro de la voluntad de transformar la imagen del partido, permutar su posición en el sistema de las identidades políticas y convertir el “ni de izquierdas ni de derechas” en un “tan de izquierdas como de derechas”. Y es que, en efecto, el impulso central de esta hipótesis estratégica –como luego será la que maneje Podemos a propósito de la izquierda- es trascender el punto de vista de la extrema derecha. Multiplicar los ángulos desde los cuales se enuncia; aumentar el número de figuras por las cuales se habla; añadir nuevos tonos a la comunicación del partido; y ampliar los referentes y símbolos que se invocan. Y hacerlo además mezclando puntos de vista de la izquierda y de la derecha. O, más exactamente: tratando de apropiarse de aquellos personajes y períodos históricos que están más identificados con el adversario; o que el contrincante político considera como más íntimamente propios; más, por así decir, endógenos. Igual que Podemos juega con la idea de apropiarse de la figura histórica de Pablo Iglesias Posse, el nuevo Frente Nacional trae a escena a Jean Jaurès o a Charles de Gaulle para adherirlos a su causa. Por eso este proyecto debe ser visto como una vasta operación de reciclaje, pero también como una acción lúdica de parasitismo en la que un actor político sustrae de su rival una parte de su capital político y sobre todo de su fuerza moral. 274 A este respecto, nunca debe perderse de vista que el empeño fundamental de Marine Le Pen, Florian Philippot y sus equipos más cercanos es renovar y ensanchar el espacio político del nacionalismo francés tomando como base la experiencia de transversalidad acontecida en 2005 durante la campaña y la votación del Tratado de Lisboa. Es decir que la cuestión principal desde el punto de vista del discurso y de la oferta política es dilatar los límites del nacionalismo soberanista reutilizando argumentos, símbolos, valores, términos, expresiones, posiciones subjetivas y personajes históricos de procedencias altamente dispares. Con la esperanza de generar simpatía e identificación en electores de muy diverso tipo. Del panteón de la izquierda, el Frente Nacional marinista comienza ensayando la sustracción de la figura casi totémica dentro del Partido Socialista de Jean Jaurès684. De un modo bastante aproximado se puede considerar a la figura de Jean Jaurès en Francia como el equivalente a lo que en España representa Pablo Iglesias Posse. Ambos son los fundadores entre finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX de los partidos y sindicatos socialistas en Francia -SFIO y CGT- y en España –PSOE y UGT-. Pues bien, a partir de la llegada de Marine Le Pen a los puestos de mando del partido, el Frente Nacional comienza una operación sostenida en el tiempo de apropiación de la figura de Jaurès; que se convierte a partir de entonces en una figura muy citada y casi omnipresente en los mítines de la formación; especialmente cuando estos se celebran en el norte del país. De hecho, el mismo día en que Marine Le Pen fue elegida como presidenta del FN, ya hizo mención a esta figura mítica del socialismo francés: “Cuando la globalización y la crisis siembran la cólera y cuando todo se derrumba, aún queda el Estado. Para quien nada tiene, la patria es su único bien, decía Jean Jaurès en su tiempo, él también traicionado por la izquierda del FMI y de los barrios pijos”685. El intento de apropiación de Jaurès prosigue casi en cada mitin de la formación donde, al hablar de los “olvidados” y “abandonados” de Francia, los portavoces del partido hacen referencia a la famosa frase que vincula patria y protección. La clave es que el Frente Nacional marinista desea adueñarse para el futuro de la herencia de abrigo y cuidado de los desamparados que encarna el viejo sindicalismo; anhela succionar el impulso hacia la 684 Jean Jaurès (1859-1914) es un referente del socialismo francés. Fue uno de los fundadores de la Sección Francesa de la Internacional Obrera -SFIO; antecedente del Partido Socialista- y se distinguió como el creador del periódico L’Humanité. Fue asesinado por un militante de la extrema derecha nacionalista al comienzo de la I Guerra Mundial, a raíz de sus proclamas a favor del pacifismo. 685 Marine Le Pen, Discurso de Tours, 15 de enero de 2011; citado por Igounet, 2016: 138. 275 justicia social que representa el socialismo de primera hora; y quiere al mismo tiempo subrayar la idea de que la izquierda actual ha traicionado ese imperativo ético-político de defensa de los trabajadores. Para ello no le basta con apropiarse del léxico de sus adversarios de izquierda, sino también de sus figuras –es decir, de sus enunciadores más cualificados- y de sus símbolos. Además, la reivindicación de Jaurès permite tomar distancia con respecto a la extrema derecha tradicional: no sólo por cuanto supone ensalzar a una personalidad sagrada dentro del mundo sindical y partidista del socialismo francés, sino específicamente porque Jaurès fue asesinado por un joven nacionalista de extrema derecha: Raoul Villain. En este sentido, no es baladí que precisamente en el centenario de su muerte -en julio de 2014- Marine Le Pen aprovechara la invitación a un plató de televisión para elogiar la figura del viejo sindicalista: “Jaurès dice que la nación es el único bien de aquellos que no tienen ninguno. Y yo pienso que es una reflexión muy moderna, porque la cuestión más candente en nuestros días es precisamente la cuestión de la protección que ofrece la nación”686. El ímpetu provocador de la frase, redoblado por el efecto efeméride, se percibe en el rostro visiblemente molesto de la periodista que, disgustada por la mención, afea a la presidenta del FN el uso “ventajista” de figuras políticas que hace tiempo que han muerto y que, en consecuencia, no pueden defenderse. A lo que Marine Le Pen contesta atacando al Partido Socialista: “Es interesante ver la manera en la que el PS se ha desviado totalmente de lo que ha podido ser en el pasado, no solamente sobre el asunto de la nación, sino también sobre la cuestión de la protección de aquellos que son más débiles dentro de nuestra nación”; para terminar concluyendo: “El pobre Jean Jaurès debe estar revolviéndose en su tumba”687. Esta operación por la cual el Frente Nacional se sitúa como el ventrílocuo en el presente de uno de los referentes más importantes de la izquierda francesa se completa con la publicación de un cartel en el que, además de la famosa frase de “para quien ya nada tiene, la patria es su único bien”, el partido se atreve a hacer explícito el mensaje que lleva sugiriendo todo el tiempo, a saber: “Jean Jaurès habría votado al Frente Nacional”. 686 Marine Le Pen, Entrevista en BFMTV, 31 de julio de 2014. Los subrayados de la transcripción son míos. La entrevista puede consultarse en el siguiente enlace web: https://www.dailymotion.com/video/x22i73c 687 Ibid. 276 Imagen 21: Cartel propagandístico del FN688 El objetivo de la estrategia marinista se cifra entonces en transmitir el mensaje de que el nuevo Frente Nacional representa lo mejor de la vieja izquierda política y sindical. Es decir, que en un mundo donde las etiquetas de “izquierda” y “derecha” significan cada vez menos, el FN se constituye como el heredero no nominal pero sí espiritual de la aspiración a la justicia social y a la protección de los más débiles; y, por lo mismo, también como el principal azote de las élites. La idea central que el partido refuerza en tiempos “philippotistas” es que el Frente Nacional es el verdadero depositario del legado de búsqueda de la justicia social y defensa de los trabajadores encarnado por la izquierda histórica; y que, por tanto, la formación social-soberanista se configuraría como el bisnieto inesperado pero al mismo tiempo fiel de la generación del primer sindicalismo obrero; o también como el hijo no legítimo del Partido Comunista Francés de la década de 1970 y 1980 bajo la dirección de Georges Marchais. Por estos motivos, el alcalde más emblemático del Frente Nacional, Steeve Briois, no duda en poner en su despacho del consistorio de Hénin-Beaumont el busto de Jean Jaurès 688 “Para quien ya nada tiene, la patria es su único bien. Jean Jaurès habría votado al Frente Nacional. Elecciones europeas de 2009. Vote a Louis Aliot”. La imagen puede encontrarse en Igounet, 2016: 139. 277 y convertir este acto en un acontecimiento mediático689. Tampoco en citar al socialista histórico siempre que puede, como en el caso del discurso de fin de año pronunciado en 2014, donde se refirió a la siguiente frase del viejo sindicalista: “No hay que tener ningún remordimiento por el pasado, ningún arrepentimiento por el presente y una confianza inquebrantable en el futuro”690. El hecho cobra especial relevancia si tenemos en cuenta que Hénin-Beaumont es una ciudad históricamente gobernada por la izquierda: primero por el Partido Comunista Francés desde 1945 hasta 1968 y luego por el Partido Socialista Francés desde 1968 hasta 2014. Sólo en las elecciones locales de 2014 el municipio pasó a manos de la derecha radical. Por lo que el Frente Nacional se esfuerza en agregar a esta ceremonia de entrega de poder la simbología de la adjudicación de una herencia política y cultural. Es decir, por subrayar la idea de que el FN es el sustituto moral y político –el reemplazo- de la antigua izquierda partidista y sindical, hoy traicionada por la progresía. Además es preciso tener en cuenta que el nuevo alcalde, Steeve Briois, es homosexual y representa a una nueva generación de dirigentes del Frente Nacional. De ahí que el FN marinista haya convertido a Hénin-Beaumont en el escaparate de lo que aspira a ser: un partido nacionalista, moderno y transversal; capaz de aunar lo más valioso de la izquierda -el rechazo a la inseguridad económica- con lo mejor de la derecha -el rechazo a la inseguridad identitaria. La misma maniobra de cooptación se produce también respecto de otra figura vinculada al Partido Socialista anterior a la II Guerra Mundial: el ex diputado Roger Salengro. Aunque se trata de una figura menor en comparación con Jean Jaurès, el interés del Frente Nacional se sitúa en subrayar la idea de que la auténtica izquierda –donde “auténtica” equivale a primigenia, inicial o sin contaminar- es favorable a la preferencia nacional; es decir, es favorable a establecer medidas de discriminación positiva a favor de los trabajadores con nacionalidad francesa a la hora de acceder al empleo o a los servicios sociales. La excusa para ensayar este ejercicio de ventriloquía la ofrece el hecho de que, 689 Hénin-Beaumont es un municipio de 27.000 habitantes perteneciente a la cuenca minera del norte de Francia, a pocos kilómetros de la ciudad de Lille. Desde hace varias décadas la ciudad presenta uno de los peores indicadores de Francia en materia de empleo -en 2015, la tasa de desempleo en la ciudad era del 20%; y dentro de ese 20% de desempleados un 50% lo era de larga duración- y en materia de pobreza -algo más del 20% de los hogares reciben la Renta Mínima de Inserción Familiar. Todo ello ocurre como consecuencia del cierre progresivo de la industria del carbón y de la industria del zinc. En el año 2002 cerraron las últimas minas de carbón de Drocourt y en 2003 cesó la actividad de la mayor industria de fundición de zinc en la zona: Metaleurop. Desde 2014 la ciudad está gobernada por un alcalde del Frente Nacional, después de más 50 años de gobiernos municipales del Partido Socialista y del Partido Comunista Francés. Ver: Igounet, I. & Jarousseau, V. (2017): L’illusion nationale. Deux ans d’enquête dans les villes FN, París: Éditions Les Arènes, 106-163. 690 Ver: Igounet, 2016: 138. 278 mientras era diputado en 1931, Roger Salengro presentó una proposición de ley para reducir el número de trabajadores extranjeros en las empresas de Francia aludiendo a la necesidad de proteger el empleo y las condiciones de vida de los asalariados franceses. El recuerdo descontextualizado de este acto sirve al FN para abundar en el tropos de la desnaturalización de la izquierda; o, lo que es lo mismo, de su traición, de su olvido de las clases populares autóctonas. Para insistir en la consigna de que la izquierda actual es elitista, olvidadiza, neoliberal, pro-europeísta y partidaria de la globalización. Y, de este modo, para enlazar indirectamente con la cultura del socialismo nacionalista de la década de 1930 en Francia y para insinuar que el actual Frente Nacional es el verdadero custodio del patrimonio moral de la izquierda. Recordemos que, para funcionar, la “hipótesis Philippot” requiere como premisa la imagen extendida de una izquierda o bien traidora, o bien inoperante. Imagen 22: Cartel propagandístico del Frente Nacional691. 691 “Ley Salengro que instaura la preferencia nacional. Roger Salengro habría votado al Frente Nacional”. La imagen puede encontrarse en el siguiente enlace web: http://vivianericard.unblog.fr/2009/03/31/roger- salengro-aurait-vote-front-national/ 279 La excusa de la “ley Salengro” facilita al Frente Nacional la posibilidad de aproximarse a otra de las figuras totémicas de la izquierda francesa: Léon Blum, probablemente el referente más cercano a lo que en España significa Manuel Azaña. Y es que, en efecto, tanto Blum como Azaña presidieron los gobiernos del Frente Popular francés y del Frente Popular español entre 1936 y 1939; protagonizando dos de los momentos afectivamente más importantes de la izquierda francesa y española. El pretexto que permite pasar de la apropiación de Roger Salengro al pirateo de la imagen de Léon Blum lo ofrece el hecho de que la denominada “ley Salengro” se propone y vota cuando Blum ya es presidente de la Section Française de l’Internationale Ouvrière – el antecedente del actual Partido Socialista francés. De hecho, los diarios de sesiones de la época recogen el posicionamiento favorable de Blum a esta ley condicionándola al contexto de grave crisis económica y aumento del desempleo en Francia como consecuencia del crack financiero de 1929 –matiz este que el Frente Nacional no suele recoger en sus elogios del personaje. No obstante, el momento cumbre de este ejercicio de suplantación, ventriloquía y pirateo de una de las personalidades más relevantes de la izquierda francesa del siglo XX, se produce en el año 2016, cuando la agrupación del Frente Nacional en el prestigioso Instituto de Estudios Políticos de París –SciencesPo- publica un cartel reivindicativo de la figura de Léon Blum. En el cartel puede verse la imagen del ex presidente del Frente Popular acompañada de la leyenda “vacaciones pagadas, reducción del tiempo de trabajo, diálogo social”, y culminada con la afirmación –esta vez en condicional presente y no en condicional perfecto-: “Léon Blum votaría al Frente Nacional”. Imagen 23: Cartel elaborado por la agrupación del FN en SciencesPo París692. 692 “Vacaciones pagadas, reducción del tiempo de trabajo, diálogo social. Léom Blum votaría Frente Nacional”. La imagen está tomada de Igounet, 2016: 36. 280 La agrupación del Frente Nacional en SciencesPo París completa la promoción del cartel con un tuit en el que puede leerse: “El partido de los obreros, de los asalariados, de los pequeños y de los sin-grados, somos nosotros #LeyElKhomri”693. La publicación del cartel y del tuit genera una enorme polémica por varios motivos. En primer lugar porque, como indica el hashtag, la suplantación de la figura de Blum por parte de esta agrupación frontista vinculada a Florian Philippot, se produce en el momento de la aprobación de la reforma laboral promovida por la ministra Myriam El Khomri y se orienta a criticar al gobierno socialista a través de una figura sacralizada por el socialismo francés. En segundo lugar, porque la autoría de este cartel indica que existen agrupaciones juveniles del Frente Nacional en la escuela más prestigiosa de Francia para la formación de futuras personalidades políticas; algo radicalmente impensable sólo una década antes. Es decir, la agencia del cartel mostraría un signo más de la normalización, la transversalización y la progresiva capacitación técnica de los cuadros de la derecha radical francesa. Y, en tercer lugar, porque Léon Blum no sólo era judío, sino que fue criticado, insultado y menospreciado por este motivo desde la derecha nacionalista maurrasiana de la época y desde las distintas ligas ultraderechistas que poblaban el panorama político francés en aquel momento. O sea, por aquellos que, como vimos en el primer apartado de este capítulo, sirvieron de inspiración intelectual y estímulo político a la hora de fundar el 693 FN Sciences Po (19, febrero, 2016). “Le parti des ouvriers, des salariés, des petits et des sans-grades, c’est nous! #LoiElKhomri” [Tuit]. Recuperado de: https://twitter.com/FNSciencesPo/status/700700478255013889 281 Frente Nacional en 1972; hasta el punto de que, como en el caso los monárquicos maurrasianos, llegaron a constituir una corriente interna dentro del partido694. La polémica suscitada alrededor de este cartel y este tuit revela, por un lado, la voluntad –lograda- de provocación que inspira toda la campaña de pirateo y suplantaciones –la consigna al respecto es: ¡que los medios y los partidos se hagan eco!-, y, por otro lado, el esfuerzo por instalar un mensaje coherente a propósito de la transformación ideológica del Frente Nacional695. Y es que, en efecto, además de la vertiente lúdica, provocativa y generadora de titulares de la campaña de suplantaciones, el FN quiere con ella transmitir la idea de que ha cambiado y se ha convertido en el portavoz contemporáneo de la vieja izquierda. O sea, que el mundo y los actores políticos se han modificado tanto como efecto de la globalización, que el partido nacionalista liderado antiguamente por Jean-Marie Le Pen puede ahora asumir las reclamaciones sociales, los anhelos de justicia social, la oposición a las élites, y las consignas soberanistas defendidas tradicionalmente por la izquierda –y muy especialmente por la izquierda francesa previa al “giro rigorista” [la tournante de la rigueur] emprendido por François Mitterrand en 1983. Lo interesante es que el juego carnavalesco de máscaras con figuras relevantes de la izquierda francesa no se hace al azar, ni siquiera tomando simplemente a aquellas que están en los puestos más altos del panteón ideológico-afectivo del mundo progresista, sino eligiendo específicamente a personalidades cuya relación con la extrema derecha había sido tan problemática como públicamente conocida. Personajes con los que la extrema derecha había chocado reiteradamente y que, a consecuencia de ello, se encontraban en su particular panteón negativo. Es el caso también del socialdemócrata Pierre Mendès-France, miembro del partido republicano-socialista, diputado de la Asamblea Nacional francesa y primer ministro de la IV República durante los años 1954 y 1955696. Mendès-France figura en los altares del odio de la extrema derecha francesa por haberse significado como un gran crítico de la guerra colonial en Indochina entre las tropas francesas y el ejército de Ho Chi Minh, y por haber sido el primer ministro cuando 694 Ver: Lecoeur, 2003: 29-49. 695 Sólo hay que pensar que, para criticar a la derecha clásica, el programa electoral presentado por el FN a las elecciones europeas de 1984, afeaba a los conservadores hablar bien de Jean Jaurès y de Léon Blum: “¿No fue el austero Raymond Barre quien, un día, en la tribuna de la Asamblea Nacional, se abandonó a un vibrante elogio de Jaurès y de Blum, de quienes todavía pagamos hoy en día las aberraciones de su gestión económica?” (Programa del Frente Nacional para las elecciones de 1984, La verdadera oposición: el Frente Nacional, Sección 4: Favorecer la prosperidad económica y el progreso social). 696 Hay que tener en cuenta que la figura del primer ministro en aquel momento es comparable a la de nuestro actual presidente del gobierno, ya que la IV República francesa era un régimen parlamentarista. 282 se concedió la independencia a esta antigua colonia. Por este motivo es aborrecido por la extrema derecha tradicional y considerado como un traidor a la patria. A ello hay que añadir su condición de judío, que en el mundo cerrado de los nacionalistas franceses daba pie a todo tipo de cábalas acerca de su falta de arraigo y sobre una supuesta servidumbre a “intereses ocultos”. De hecho, el propio Jean-Marie Le Pen, cuando era un joven diputado poujadista, interpeló a Mendès-France en sede parlamentaria a través del siguiente comentario de carácter antisemita: “Usted cristaliza en su personaje un cierto número de repulsiones patrióticas y casi físicas”697. El comentario atestigua a la perfección la mezcla entre antisemitismo y nacionalismo que ha sido -al menos durante mucho tiempo- la marca de la casa de la extrema derecha francesa. Pues bien, a pesar de esta turbulenta historia, o más bien precisamente por ella, el Frente Nacional marinista se decide a usar y piratear la imagen de Pierre Mendès-France. Esta vez no lo hace recurriendo a la vertiente social de su pensamiento –como en los casos de Jean Jaurès y Léon Blum-, sino a la faceta soberanista y demócrata del mismo. O mejor –y este punto es relevante para el philippotismo-: demócrata porque soberanista, y soberanista porque demócrata. De nuevo es la agrupación del Frente Nacional en el Instituto de Estudios Políticos de París quien lanza un cartel con el rostro de Mendès- France, una larga cita de contenido soberanista para conmemorar el undécimo aniversario del referéndum sobre el Tratado de Lisboa, y el ya clásico –otra vez en condicional presente-: “Pierre Mendès-France votaría al Frente Nacional”: Imagen 24: Cartel elaborado por la sección del Frente Nacional en el IEP de París698. 697 Ver: Marcus, 1995: 33. 698 El cartel está tomado del siguiente artículo de Le Figaro Étudiant: Le Figaro Étudiant (1, junio, 2016). “Pierre Mendès-France voterait Front National: le FN SciencesPo refait polémique”, Le Figaro Étudiant. Recuperado de: https://etudiant.lefigaro.fr/les-news/actu/detail/article/pierre-mendes-france-voterait-front- national-le-fn-sciences-po-refait-polemique-20611/ 283 El cartel va acompañado de un tuit publicado el 29 de mayo de 2016 que lo presenta con el siguiente rótulo explicativo: “Nuestra octavilla en este #29Mayo: Pierre Mendès- France, visionario sobre la naturaleza tiránica de la construcción europea”699. Un año más tarde, Florian Philippot recupera el cartel para mostrar su disconformidad con las bases mismas de la Unión Europea a través de este tuit: “#TratadoDeRoma Todavía útil releer esta declaración visionaria de Pierre Mendès-France, que votó NO”700. El Frente Nacional aspira con ello a sustraer el caché simbólico del ex primer ministro republicano-socialista vinculado a las credenciales democráticas de la izquierda de post-guerra; es decir, de la izquierda que luchó en la Résistance y que, por tanto, en la memoria oficial forjada por el sentido común republicano –o sea, aquel sentido contra el que luchaban los viejos nacionalistas- aparece como especialmente avezada en cuestiones internacionales asociadas a la defensa de los intereses de Francia. Vale la pena en este sentido detenerse sobre la cita de Mendès-France que reproduce el cartel: “La abdicación de una democracia puede tomar dos formas, o bien el recurso a una dictadura interna a través de la entrega de todos los poderes a un hombre providencial, o bien la delegación de esos poderes a una autoridad exterior, la cual, en nombre de la técnica, ejercerá en realidad el poder político, puesto que, en el nombre de una economía saneada 699 FN Sciences Po (29, mayo, 2016). “Notre tract en ce #29Mai: Pierre Mendès-France visionnaire sur la nature tyrannique de la construction européenne!” [Tuit]. Recuperado de: https://twitter.com/FNSciencesPo/status/736846891397308416 700 Florian Philippot (25, marzo, 2017). “#TraiteDeRome Toujours utile de relire cette declaration visionnaire de Pierre Mendès-France, qui vota NON” [Tuit]. Recuperado de: https://twitter.com/f_philippot/status/845602783445311489 284 se llega fácilmente a dictar una política monetaria, presupuestaria, social, finalmente “una política” en el sentido más general del término, nacional e internacional”. Estas afirmaciones, pronunciadas por alguien que luchó contra los nazis y por la independencia de Francia, generan un efecto de autoridad especial sobre la audiencia. Por eso un soberanismo que se quiere “transversal” como al que aspiran Florian Philippot y Marine Le Pen se afana en cooptar al personaje recuperando cita e imagen en varias ocasiones. Pero es que además, desde un ángulo muy distinto, la dirección de Marine Le Pen justifica la sustracción de estas figuras del santuario de la izquierda con un argumento que hace sentido en los sectores más discrepantes del partido: precisamente porque se abomina de la izquierda, precisamente porque se la considera como la locomotora de la globalización, es inteligente ponerla ante sus renuncias y contradicciones; y, de este modo, agotarla, desecarla, parasitarla y finalmente terminar sustituyéndola. El último de los hitos simbólicos de la izquierda que asalta el Frente Nacional marinista es el período de gobierno del Frente Popular entre 1936 y 1939. Un período de gobierno intensamente denostado por la extrema derecha, tanto por aquella que lo vivió en primera persona –ya sean los monárquicos de la Acción Francesa o las ligas nacionalistas de los Camelots du Roi, la Croix de Feu, la Federación Nacional Católica, la Jeunesse Patriotique, o incluso Le Faisceau- como también por toda la derecha nacionalista de la segunda mitad del siglo XX. Pues bien, a pesar de este largo historial de confrontación y espíritu destituyente, el Frente Nacional de Marine Le Pen decide en 2016 alabar públicamente la herencia social del Frente Popular; esto es, sumar este período de gobierno a la lista de los agentes que han contribuido a modelar una identidad social para Francia y que, por lo tanto, merecen una estimación positiva. En otras palabras: el partido se resuelve a incluir a este período de gobierno en la gran amalgama –o sea, en la gran reinterpretación, en la gran postulación- de un nuevo nacionalismo soberanista, social e identitario. Y lo hace aprovechando la efeméride del ochenta aniversario del inicio del Frente Popular. En agosto de 2016 Florian Philippot es invitado a un programa de radio y allí, preguntado por el significado de este período tan hondamente connotado para la izquierda francesa, responde los siguiente: “El Frente Popular fue evidentemente un gran período de progreso social: las 40 horas semanales, las dos semanas de vacaciones pagadas, los convenios colectivos, los grandes proyectos de obras públicas, un comienzo de regulación de los precios agrícolas...”; para a continuación insistir en la idea de que ese edificio social normativo está siendo desmantelado por el liberalismo europeísta con 285 la complacencia del Partido Socialista: “Desde 1983, desde lo que se conoce como “el giro rigorista”, que en su momento podría parecer un paréntesis, pero que es un paréntesis que nunca se ha cerrado, primero a causa de la adaptación al sistema económico europeo, luego al euro, después a la Unión Europea, la izquierda ha traicionado integralmente la fase de progreso social que supuso el Frente Popular”701. Por eso, razona el portavoz del FN, el Frente Popular está huérfano de herederos legítimos, puesto que “el Partido Socialista, que se querría heredero de todo esto, ha abandonado todo: ha traicionado a la patria, ha traicionado a la nación y ha traicionado al pueblo”702. Tras escuchar el argumento, el periodista le invita a sincerarse: “¿Pero realmente usted piensa que Léon Blum habría votado al Frente Nacional?”; a lo que Florian Philippot responde: “Sí, yo pienso que hoy en día el Frente Nacional es el único movimiento que hace un análisis económico y social de fondo, el único partido que hace una lectura que permite el progreso social y que permite frenar la deconstrucción de todo lo que hizo el Frente Popular”703. Y concluye con una afirmación que pretende sintetizar la imagen del FN como el equivalente más cercano –y por tanto el relevo- de la izquierda anterior a 1983: “Si los obreros, así como los asalariados y los empleados votan masivamente al Frente Nacional es porque no son tontos”704. La estrategia de suplantaciones orientada a irritar a los rivales políticos y a desenclavar al FN de su posición de partida en la extrema derecha se completa con el hackeo de personalidades de izquierda reconocidas en el mundo intelectual francés de nuestros días como el economista Jacques Sapir, los filósofos Jean-Claude Michéa y Michel Onfray, el sociólogo Christophe Guilluy, o el escritor Michel Houellebecq; de quienes la formación nacionalista realiza un elogio indisimulado. Una alabanza que tiene como leit-motiv el reconocimiento de que el combate político fundamental en el período posterior a la crisis económica de 2008 se da entre élites y naciones, entre olvidados y privilegiados, y no entre izquierda y derecha; lo que habilita al FN para presentarse en el futuro como el partido que mejor representa al pueblo entendido al mismo tiempo como plebs y como etnos frente a la “casta multicultural y mundialista”. 701 Las declaraciones de Florian Philippot están recogidas del siguiente material audiovisual: Le Débat de Midi (2016, 9, agosto): “Que reste-il du Front Populaire?”, France Inter: https://www.franceinter.fr/emissions/le-debat-de-midi/le-debat-de-midi-08-aout-2016 702 Ibid. 703 Ibid. 704 Ibid. 286 Por otra parte, del panteón simbólico de la derecha tradicional francesa, el Frente Nacional de Marine Le Pen elige, bajo la “hipótesis Philippot”, la figura más relevante del último siglo dentro del mundo conservador: el general Charles De Gaulle. Al igual que en los casos de Jaurès o Mendès-France, la fuerza de esta labor de pirateo y ventriloquía no reside únicamente en el carácter casi sagrado del personaje dentro del espacio conservador francés –téngase en cuenta que aún hoy se habla de derecha gaullista-, sino en la relación particularmente tormentosa que la extrema derecha había mantenido históricamente con el personaje. De tal manera que la reivindicación del general De Gaulle por parte del FN está concebida para ser interpretada como un signo de cambio ideológico: como una enmienda a los posicionamientos del pasado y como un ajuste de cuentas con la extrema derecha tradicional. No hay que olvidar que para el campo de la autodenominada “derecha nacional francesa”, Charles De Gaulle encarna una figura política extremadamente ambigua: es el general que se enfrentó al mariscal Pétain y desmanteló el régimen de Vichy –lo más cercano que ha habido en Francia a un sistema de tipo fascista-; pero sobre todo, es el presidente de la República que prometió su adhesión a la causa de la Argelia Francesa y que, sin embargo, terminó transando primero con la demanda de un referéndum de autodeterminación y más tarde concediendo la independencia de esta antigua colonia. Tanto es así que una organización paramilitar de extrema derecha como el OAS –algunos de cuyos miembros terminaron recalando en el FN de la década de 1970- intentó asesinarle en 1962705. De hecho, el propio Jean-Marie Le Pen en el primer tomo de sus memorias establece una comparación entre el mariscal Pétain y Charles De Gaulle, de la que el segundo sale mal parado: “Para mí De Gaulle sigue siendo una fuente horrible de sufrimiento para Francia (…) Estreché esa mano indiferente. Percibí la fealdad moral del personaje y su carácter nocivo (…) No tenía una cabeza de héroe. Un héroe tiene que ser bello. Como San Miguel o el mariscal Pétain”706. Significativamente, el capítulo en el que está inserta esta cita lleva por título “La traición del general”. En la misma línea, el programa electoral presentado por el FN a las 705 El OAS -Organización Armada Secreta- fue una organización paramilitar de carácter terrorista creada en 1961 con el objetivo de mantener a Argelia como un departamento francés y contrarrestar las acciones del Frente de Liberación Nacional argelino. El OAS estuvo fundamentalmente formado por militares, policías, agentes secretos y ciudadanos argelinos de origen europeo. Se estima que alcanzó más de un millar de militantes, repartidos entre las ciudades de Orán, Argel y Constantina, y que sus acciones entre 1961 y 1963 causaron la muerte a un total de 2.200 personas. Cabe además resaltar que uno de los centros de operaciones logístico del OAS estuvo radicado en España, entonces aún dominada por la dictadura del general Franco. Ver: Delarue, J. (1994): L’O.A.S. contre De Gaulle, París: Fayard; y ver también: Thénault, S. (2008): “L’OAS à Alger en 1962. Histoire d’une violence terroriste et de ses agents”, Annales. Histoire, Sciences Sociales, 63: 977-1001. 706 Le Pen, J-M (2018): Fils de nation. Mémoires, París: Éditions Müller, 392-398. 287 elecciones europeas de 1984 menciona la “acción nefasta del general De Gaulle”707 y critica su cobardía, su excesiva ambición y su falta de visión política a la hora de reconciliar en 1944 a los franceses partidarios de Vichy con los que habían participado en la Résistance, cerrando así las heridas de una guerra que en Francia había sido también civil. La radicalidad del vuelco marinista bajo las coordenadas de la “hipótesis Philippot” estriba no sólo en trascender este legado de inquina, sino en elevar a Charles De Gaulle a la categoría de apóstol de la unidad, de la valentía nacional y de la defensa de la soberanía de Francia. En pensar al general De Gaulle como un héroe del patriotismo soberanista francés. Como el último gran jefe de Estado. Y, por tanto, como una inmensa fuente de inspiración para los tiempos actuales. O, dicho de otro modo: el gesto típicamente philippotista adoptado por el Frente Nacional consiste en disputar la imagen del general De Gaulle manteniendo lo que en ella hay de estadista en términos geopolíticos y de demócrata avant la lettre, convirtiéndolo además en un soberanista identitario. Es decir, sugiriendo la idea de que hoy en día Charles De Gaulle simpatizaría con las ideas del Frente Nacional. Y no, en cambio, con las de la derecha que se reclama nominalmente gaullista. El acercamiento y posterior intento de cooptación de la personalidad política de Charles De Gaulle comienza con la visita de Florian Philippot y un centenar de militantes a la tumba del general en noviembre de 2014; es decir, justo cuando se cumplen 44 años de su fallecimiento. Allí el portavoz del FN realiza unas declaraciones en las que no sólo muestra su admiración personal por el ex presidente: “El general es para mí un ejemplo, una referencia absoluta para mi compromiso político; representa a la Resistencia y encarna la independencia nacional, la grandeza de Francia y la unión de todos los franceses”708; sino que da a entender que el legado del ex presidente está libre ahora en Francia: “El mensaje del general De Gaulle es un mensaje muy moderno con una ética muy fuerte. Si bien el sistema político de la UMPS se pierde en burbujas malolientes y en el estancamiento político, existe en el país un deseo de hacer que Francia viva en su 707 Programa del FN para las elecciones europeas de 1984, La verdadera oposición: el Frente Nacional, Sección 2.2: “Independencia nacional e inmigración”. 708 Agencia AFP (2014, 9, Noviembre). “À Colombey, Florian Philippot rend hommage au general De Gaulle”, La Croix: https://www.la-croix.com/Actualite/France/A-Colombey-Florian-Philippot-rend- hommage-au-general-de-Gaulle-reference-absolue-2014-11-09-1234627 288 grandeza y en su soberanía”709. Es decir, Philippot sugiere que el gaullismo está políticamente huérfano en Francia: que sus herederos de la derecha clásica han desertado de él. Y, por tanto, que el Frente Nacional puede aspirar a recoger ese relevo. A ocupar ese espacio. De hecho, el propio ritual de llevar flores a la tumba del ex presidente De Gaulle supone ya un hackeo de la ceremonia que anualmente celebra la derecha clásica en Colombey. Simultáneamente, ese mismo día, en el informativo de las 12h de la cadena France 3 Marine Le Pen sorprende a los entrevistadores reclamándose de la órbita gaullista y aprovechando para describir al general De Gaulle como “el último gran jefe de Estado”710. Además en esa misma entrevista reconoce compartir con el ex presidente “la visión de una Francia totalmente soberana, que es libre de su destino y que no se somete a ninguna influencia”711. Las alusiones positivas a la figura de Charles De Gaulle persisten en 2015 y alcanzan su apogeo en la pre-campaña y la campaña electoral para los comicios presidenciales de 2017. Así por ejemplo, en la universidad de verano celebrada por el FN en septiembre de 2016 en Fréjus, Marine Le Pen realiza todo un alegato en favor de la figura de Charles De Gaulle señalando que la visión que ella porta de la nación francesa, de su papel en el mundo y de la necesidad de promover la unión de todos los franceses en torno a un programa común soberanista y social “es la misma que la del general De Gaulle”712. Más tarde, durante toda la campaña presidencial de 2017 Marine Le Pen hace un uso intensivo de la figura de Charles De Gaulle multiplicando las referencias al ex presidente en prácticamente la totalidad de los mítines. Los casos más notorios son los 709 Ibid. 710 Informativos de las 12h (2014, 9, noviembre). “Entretien à Marine Le Pen”, France 3: https://www.youtube.com/watch?v=SW1pi6Z5QUs 711 Ibid. 712 Marine Le Pen, Discurso de Fréjus, 18 de septiembre de 2016. 289 mítines de Burdeos713, Lyon714, Lille715 y París716. Como se observa al leer las anteriores notas a pie de página, las referencias al general De Gaulle son banales en cuanto a su contenido: no expresan grandes principios morales ni apuntan a posicionamientos políticos de fondo. Tampoco aluden a cuestiones especialmente controvertidas ni, menos aún, se organizan en torno a la oposición izquierda/derecha. Se trata más bien de alegatos patrióticos que interpelan a la ciudadanía invitándola a unirse y a realizar grandes hazañas colectivas. Porque lo sustancial de estas invocaciones a la figura del ex presidente De Gaulle es que pretenden incorporar su imagen a la amalgama patriótica que el FN marinista desea postular/construir; y, de paso, sustraer sus beneficios simbólicos a la derecha clásica, espetándole algo así como: “ya no eres digna de una herencia tan preciada”. Es decir, con estas maniobras discursivas el Frente Nacional anhela parasitar el impulso patriótico, unitario y reformista que rodea al personaje del general De Gaulle, hurtándoselo a la derecha convencional, y sumando al ex presidente al campo del soberanismo identitario francés; incluso en la eventualidad de que ello implique irritar a una parte de su militancia. Además, la absorción de la figura de Charles De Gaulle dentro de la mitología frontista facilita, a ojos de la opinión pública, la reconciliación de la derecha radical francesa con la memoria republicana y con los valores de la République; 713 En Budeos, por ejemplo, se hacen dos alusiones a la figura del general De Gaulle. La primera es la siguiente: “Nos acordamos de la frase del general De Gaulle del 20 de abril de 1943 en las ondas de Radio Londres cuando exhortaba a nuestro pueblo en víspera de las grandes batallas a rehacer el edificio de su futuro: “es yendo hacia el mar como el río es fiel a su fuente”. Como una invitación a avanzar inexorablemente hacia adelante sin olvidar de dónde venimos” (Marine Le Pen, Mítin de Burdeos, 2 de abril de 2017).. Y la segunda se inscribe en la crítica a la partitocracia que siempre animó al ex presidente y fundador de la V República: “Hablando de partidos políticos, bajo la sombra de la IV República, el general De Gaulle decía: “la República tenía que ser de su propiedad y el pueblo no existir como soberano más que delegando sus derechos en los partidos” (Ibid). 714 En Lyon, Marine Le Pen recurre a Charles de Gaulle para vincular Resistencia y Reconquista: “Por eso nosotros llamamos a la Resistencia y a la Reconquista. “Contra los grandes peligros, la salud no está más que en la grandeza”, escribía en sus memorias el general De Gaulle (Marine Le Pen, Discurso de Lyon, 5 de febrero de 2017). 715 En Lille, la presidenta del FN elogia a De Gaulle como el artífice de la actual Constitución francesa: “Nuestra Constitución es una admirable síntesis y equilibrio sutil diseñada por el general De Gaulle” (Marine Le Pen, Discurso de Lille, 26 de marzo de 2017). 716 En el mítin celebrado en París el 1 de mayo de 2017, ya en la campaña para la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, Marine Le Pen apunta también al general De Gaulle en dos ocasiones. En la primera señala lo siguiente: “Habéis elegido Francia. Y retomando al general De Gaulle en un mensaje difundido el 2 de julio de 1940: “vosotros habéis tomado una de esas decisiones que permiten a Francia superar el orgullo, el terror o los intereses” (Marine Le Pen, Discurso de París, 1 de mayo de 2017). En la segunda recurre al general De Gaulle para continuar el tono épico: “En 1945, el general De Gaulle que había conducido al país a la victoria proclamaba una exhortación que podemos hacer nuestra: “mirad, más allá de las penas y de las brumas del presente, el magnífico porvenir que se abre de nuevo ante nosotros. Nos toca a nosotros y a nuestros hijos –a quienes pertenece- conquistarlo” (Ibid). 290 acercando así el lugar de enunciación ansiado por el partido a la trilogía axiológica “libertad, igualdad y fraternidad”. La aproximación a memoria republicana se completa con el pirateo de la alegoría de la Marianne, verdadero símbolo de consenso en Francia entre los republicanos de derechas y los republicanos de izquierdas. Como mencionamos en el epígrafe dedicado a la OPA semántica al término République, la cooptación de personajes y figuras simbólicas del ámbito progresista y del ámbito conservador culmina con el hackeo de esta alegoría sistémica, institucional y consensual. Con dicha maniobra de pirateo el Frente Nacional marinista aspira a la mayor transversalidad: a convertirse en el actor político que mejor representa la elección de valores republicana; o, lo que es lo mismo: la formación que encarna de una manera más adecuada la defensa de un modo de vida y de organización política. El movimiento, en suma, que corporeiza la protección de la comunidad. El siguiente cartel, publicado en junio de 2014 –después de que el FN ganara por primera vez unas elecciones en Francia: los comicios europeos de aquel año- sintetiza muy bien la equivalencia Frente Nacional=Francia=República. Y, por tanto, el mensaje de que votar al FN es elegir a la representación de la comunidad: a la parte que defiende al todo. A la particularidad que asume el papel del universal, por encima del conglomerado de intereses grupales o sectoriales y más allá de las viejas categorías izquierda/derecha o progresista/conservador. Marine Le Pen ascendería así a la categoría de sinécdoque de la République y, por extensión, de la nación. Pero, cuidado, no de cualquier nación, sino de la nación defensiva, en armas, alerta, expansiva, conquérante. Imagen 24: Cartel del FN publicado en junio de 2014717. 717 “Frente Nacional. Primer partido de Francia”. El cartel puede encontrarse en la página web oficial del Rassemblement National –nombre actual del Frente Nacional- en el siguiente enlace: https://rassemblementnational.fr/1er-parti-de-france/ 291 En definitiva, toda la política de pirateo, cooptación y ventriloquía de figuras, períodos históricos y símbolos asociados a todo el espectro político francés tiene como principal objetivo trascender las categorías de izquierda y derecha: contribuir a considerarlas como algo superado, obsoleto, añejo; o sea, como un tipo de pasión identificatoria inútil en nuestros tiempos. Y, sobre todo, hacer creíble esta superación a través del juego de voces de distintas procedencias ideológicas. Con el derribo del eje derecha/izquierda –o también conservador/progresista- el nuevo Frente Nacional aspira a poner en duda el reparto de papeles tradicional en la política francesa; del mismo modo que Podemos en España trata de quebrar lo que los portavoces de la formación morada denominan “el tablero político”, esto es el juego de las identidades políticas de acuerdo al eje horizontal que va desde la extrema izquierda a la extrema derecha; y que conduce a situar a Podemos en el extremo izquierdo y al Frente Nacional en el extremo derecho. O sea, muy lejos de las posiciones centrales y mayoritarias. El gesto estratégico en ambos partidos es el mismo. La apuesta por la transversalidad, también. En el caso de Francia, como acabamos de analizar, el mensaje de las diversas consignas “Jaurès, Blum, Salengro, Mendès-France o De Gaulle votarían al FN” apunta a situar a la formación marinista como una síntesis de la izquieda y la derecha; o, mejor, como un destilado de lo más valioso de la antigua izquierda y de la antigua derecha. Como un cruce de caminos. Y, en esa medida, como un actor político que ha experimentado una metamorfosis que desea publicitar ante la ciudadanía. Una mutación ideológica, política y moral que lo hace acreedor de la consideración de baluarte simbólico-político de una comunidad: la comunidad republicana francesa. O, dicho de otro modo: que las coordenadas políticas e históricas han cambiado y que, en consecuencia, el Frente Nacional como actor político también lo ha hecho. Y que, por este motivo, la formación ha operado una modificación del lugar de enunciación, de los enemigos con los que se 292 enfrenta, del lenguaje que usa, de sus atributos o cualidades morales, y, como ahora veremos, del marco discursivo con el que describe y organiza la realidad. 10.6 Una transformación del marco discursivo principal A partir de la llegada de Marine Le Pen a la cabeza del partido en el año 2011, el marco discursivo principal con el cual el Front National organiza el conjunto de su retórica política experimenta una transformación. Ya no es principalmente el de la invasión, tampoco el de la decadencia, ni siquiera el del resurgir nacional, sino que el nuevo marco discursivo apunta directamente a la globalización como punto nodal de la problemática compleja que afecta a Francia. El nuevo marco sintetiza esa problemática a través de la expresión: el viento maligno de la mundialización. De este modo, el nuevo marco estructura los fenómenos políticos según el esquema binario de asociación y oposición protección-desprotección. Y las propuestas de los partidos según favorezcan o bien la intemperie, o bien el cuidado. Con ello redefine las reglas de la rivalidad y la enemistad política en Francia, dando pie a un nuevo tipo de re-empaquetamiento de las identidades políticas que resulta favorable a los objetivos de la “hipótesis Philippot”. Un marco, en suma, que resalta aquellos aspectos de la mundialización económica que la presentan como una fuerza al mismo tiempo poderosa y destructiva; esto es, como un viento funesto, como un huracán, como un tifón, como algo que se debe temer y de lo que es preciso protegerse. En definitiva: como una fuerza arrasadora cuya amenaza urge a nuevas recomposiciones y alianzas. La estrategia del Front National bajo la “hipótesis Philippot” requiere de un cambio de marco general en la discusión pública. Necesita que el debate público no se ordene en torno a la dicotomía izquierda/derecha o progresista/conservador, sino alrededor de otro eje que corte tangencialmente con esas categorías. Precisa que los fenómenos políticos, los desafíos, los problemas, no se observen y comprendan según los empaquetamientos tradicionales, sino que se produzcan realineamientos que redistribuyan las posiciones en torno a los asuntos controvertidos. A la “hipótesis Philippot” le urge entonces encontrar un fenómeno que haga de parteaguas respecto a las identificaciones políticas. Ese fenómeno que lo voltea todo, que realinea las preferencias, que genera una revolución copernicana en las identidades políticas, es la globalización. 293 De esta manera, los partidos y ciudadanos franceses son convocados por el nuevo Frente Nacional a posicionarse con respecto a ella a favor o en contra, como si se tratara de un referéndum, y como si ese fuera el único asunto verdaderamente decisivo728. Esa elección resultaría crucial para definir, por un lado, al “grupo de los mundialistas”, y, por otro lado, al “grupo de los patriotas”; en el sobreentendido de que en cada uno de estos “bandos” caben izquierdistas y derechistas, conservadores y progresistas. La metáfora que el Frente Nacional marinista elige para captar, seleccionar, describir, sintetizar y, en última instancia, juzgar la realidad vincula a la globalización con un viento tempestuoso y destructor: el “viento malo de la globalización”, según la formulación habitual de Marine Le Pen. Con respecto a esta metáfora la dicotomía que se establece es entre protección y desprotección. El “grupo de los mundialistas” sería favorable a la ley del más fuerte y del “sálvese quien pueda”; o, tal y como le reprocha la candidata del FN a Emmanuel Macron: la ley del “en marcha, o muere”729. Desprotección se haría en este caso prácticamente sinónimo de “desregulación”. Y, a su vez, “desregulación” rimaría con “deslocalización”, “desamparo”, “desempleo de masas”, “precariedad”, “überización” e “inmigración ilegal”; y, más generalmente, con las nociones de “falta de control” e “incertidumbre”. Por el contrario, el “grupo de los patriotas” estaría a favor de la protección tanto en el dominio de la economía como en el ámbito de las identidades nacionales. Los nuevos patriotas –no confundir con los “viejos nacionales”- quedarían así definidos por su voluntad de salvaguardar a toda costa lo que Marine Le Pen denomina habitualmente el “patrimonio material” e “inmaterial” de los ciudadanos franceses; o, lo que es lo mismo: su seguridad económica y su seguridad identitaria. Protección se hermanaría entonces con las ideas de estabilidad, inteligibilidad, previsibilidad, proximidad o derechos. La metáfora del viento malo de la globalización se prolonga a través de la metáfora de la casa Francia. Y es que, en efecto, lo que se protege del viento malo de la globalización es, como luego veremos, la casa Francia; esto es: el lugar en el que las cosas son comprendidas por quienes poseen las claves para descrifrarlas y en el que los moradores reciben cariño y reconocimiento. O sea, ese hogar nacional que, en palabras de Marine 728 Como señala Enzo Traverso, “en el contexto actual, el nacionalismo del FN ya no apunta a definir la comunidad nacional en términos raciales, culturales o religiosos; antes bien, se funda sobre el repliegue contra la amenaza mundialista” (Traverso, 2018: 47). 729 Marine Le Pen, Discurso de París, 1 de mayo de 2017. 294 Le Pen, posee una “identidad cultural”, una “identidad económica” y una “identidad social”. Y los que necesitan la protección que ofrece la casa Francia son precisamente los olvidados, invisibles o abandonados; a saber: ese grupo definido por una exclusión – su ser no-élite-, por una omisión -¡nadie los nombra!- y por un factor cuantitativo: son mayoría. El “campo de los patriotas” generado por el nuevo marco discursivo que dicotomiza a partir de la disyuntiva desamparo/protección se acerca de esta manera a un tipo de retórica que Pierre-André Taguieff no dudaría en calificar como “nacional-populista”. Es decir, a un estilo discursivo que opone a los de abajo contra los de arriba sobre la base de que el polo inferior –el pueblo- está siendo víctima de una injusticia que le fragiliza, le invisibiliza y, en último término, amenaza su existencia; y de que el polo superior –la élite- está actuando sólo movido por sus intereses singulares de parte, traicionando así su compromiso con la protección del todo: el pueblo-nación. El pueblo francés sufriría así a manos del comportamiento de la élite mundialista. Y los patriotas quedarían entonces dibujados como aquellos que protegerían al primero de la acción egoísta y/o traidora de la segunda. Con ello, el marco del “viento malo de la globalización” conformaría la estructura sobre la que se levanta una clase de discurso atravesado por la lógica populista; o, lo que viene a ser lo mismo: una retórica bajo la forma típicamente populista. Pero: ¿cómo se aplica este nuevo marco al discurso del Frente Nacional marinista? ¿Cómo explican los portavoces del FN la realidad a través de este nuevo marco interpretativo? ¿Qué tipo de narración genera? Veamos algunos ejemplos extraidos de la campaña presidencial de 2017. 10.6.1 El “viento malo” de la globalización En el apartado “Nuevos enemigos: los totalitarismos” analizamos cómo el Front National tomó la decisión de investir nuevos adversarios políticos tras la llegada de Marine Le Pen a la presidencia del partido. Algunas páginas más atrás también afirmamos que desde 2011 el FN había operado un cambio en el lugar de enunciación, en su vocabulario habitual, en su posición moral dentro del sistema de partidos republicano, en sus referencias a personajes y símbolos de la historia de Francia, y, sobre todo, en el marco principal a partir del cual organizaba sus discursos. Pues bien, cuando el Frente Nacional marinista designó nuevos enemigos, lo hizo señalando al “totalitarismo mundialista” 295 como ideología que portan las élites y cuyo proyecto político es la globalización. Lo hizo por tanto presentando a la globalización como un peligro, como una amenaza, como un proyecto ideológico en curso, como un camino totalitario hacia el todo-es-mercancía. E implícitamente posicionándose como una fuerza política radicalmente contraria a ese proceso. O sea, como un escudo, como un dique, como un muro de contención; en suma, como un mecanismo de protección frente a la globalización. En la campaña presidencial de 2017, la globalización quedó enmarcada en el discurso del Frente Nacional bajo la metáfora de un viento malo: un viento potente, estruendoso, bárbaro; un viento que destruye, que echa abajo las cosas; un viento que hace tabula rasa con todo aquello que se mantiene en pie, ya sea de orden material o inmaterial. O sea, un viento pernicioso que viene de fuera para destruir lo de dentro. Aún más: un viento diseñado por las mismas élites para que recorra el mundo destruyendo su diversidad. En consecuencia, un viento ante el que sólo cabe resistir, oponer defensas, levantar muros, contrafuertes, techumbres, parapetos, con los que guarecerse. Veamos algunos ejemplos de cómo se pone en juego esta metáfora con forma y funciones de marco discursivo. En el mítin celebrado en Perpiñán el 15 de abril, Marine Le Pen condensa en este marco metafórico la disyuntiva entre mundialismo y patriotismo; o, lo que viene a ser lo mismo, entre protección y desprotección: “En estas elecciones la decisión es clara. O decidimos continuar con la ideología del mundialismo -de esta globalización salvaje en todos los campos: economía, finanzas, inmigración, seguridad, protección del territorio-, y dejamos que sigla soplando el viento malo de la globalización, que ha creado en Francia el desorden y el caos; y para eso, creedme, hay muchos candidatos. O bien decidimos romper claramente con esta ideología y votamos por Francia, por una candidatura patriota que volverá a poner al país en orden en todos los campos”730. Repárese en cómo en el discurso del nuevo Frente Nacional la globalización es siempre presentada como una fuerza salvaje, bárbara, descontrolada, incomensurable, avasalladora; una fuerza que trae el caos y que genera un nuevo comienzo no necesariamente bueno. En ese mismo mítin, la candidata del FN se refiere a la globalización como un “viento glacial”: un aire –o, mejor, un vendaval- que nos deja fríos, helados, gélidos, inmóviles, estupefactos, necesitados de abrigo, de protección, de 730 Marine Le Pen, Discurso de Perpiñán, 15 de abril de 2017 [los subrayados son míos] 296 hogar. Repárase también en cómo en la intervención anterior de Marine Le Pen protección se hace sinónimo de orden. A este respecto, es preciso señalar que una de las oposiciones latentes en los discursos del FN a propósito de la globalización es aquella que opone lo salvaje, lo masivo, lo incontrolado –rasgos propios del mundialismo- a lo controlado, mesurado y ordenado. No en vano, uno de los lemas de la pre-campaña presidencial de Marine Le Pen en 2017 prometía “volver a poner Francia en orden en cinco años”: Imagen 25: Cartel pre-electoral publicado por el FN en diciembre de 2016731. Otro de los ejemplos de cómo se pone en circulación este marco discursivo de naturaleza metafórica lo ofrece Marine Le Pen en un mítin de París celebrado durante la segunda vuelta para las elecciones presidenciales. Allí la presidenta del FN vincula la globalización con la Unión Europea, con el aumento de la inmigración y con la aprobación de tratados comerciales internacionales de naturaleza desreguladora. De acuerdo con su relato, la globalización, como viento malo, volaría las cosas: las haría 731 “Volver a poner Francia en orden en 5 años. En el nombre del pueblo. Marine Presidenta”. Este cartel formó parte de la publicidad de la candidatura de Marine Le Pen durante la pre-campaña electoral a las elecciones presidenciales de 2017. Fue además acompañado de un texto que incluía una lista de medidas a las que la candidata se comprometía en caso de ser elegida presidenta de la República. 297 desaparecer; las sacaría de su sitio y las quebraría. Y una de sus primeras víctimas sería precisamente la nación francesa, a la que se llevaría por los aires: “El señor Macron tiene una concepción radical, extremista, de la Unión Europea, una Unión Europea que no se concibe a sí misma más que horadando Francia, diluyéndola, sometiéndola a la canciller alemana, entregándola a la submersión migratoria, abandonándola a los malos vientos de la globalización salvaje, a los tratados comerciales que son perjudiciales para Francia, con la voluntad casi indisimulada de hacer desaparecer Francia”732. En un tono muy parecido, también afirma en ese mismo escenario: “Protegeré a nuestros agricultores contra la devastación que opera el viento de la globalización salvaje”733. De nuevo se encuentra aquí el adjetivo “salvaje” como apellido de la “globalización”: se trata en realidad de un viento salvaje que conduce a una globalización salvaje; o sea, a una mundialización descontrolada, bárbara, tempestuosa, destructiva, que atenta contra la civilización y las naciones; que toma la forma por sus efectos de un desastre natural pero que tiene un origen, una responsabilidad y una solución políticas. Una globalización, en suma, que sólo puede ser imaginada en su capacidad destructiva como un desastre natural –y para ese fin convergen todos los ejemplos y referencias tomados del cine de Hollywood-, pero que al mismo tiempo es descrita como un proyecto político que sirve a los intereses de un grupo muy particular: la casta o élite mundialista. Un tercer ejemplo puede encontrarse en el acto celebrado en Lille a finales de marzo de 2017. En aquel mítin, refiriéndose a la historia de la región Nord-Pas-de-Calais, la presidenta del Frente Nacional pronunció las siguientes palabras de elogio: “Una tierra que como siempre en nuestra historia ha estado de pie, frente al viento de la duda y que en la adversidad se han mantenido impasible, estoica, heroica. Resistente frente al viento malo de la globalización. Una tierra de la que no me olvido”734. Marine Le Pen alaba la fortaleza personal y comunitaria de una región que supo primero aguantar y después impugnar el aire huracanado de la mundialización. Y se muestra reconocida. Hace referencia con ello al historial minero y sindical de la zona, pero sobre todo al hecho de que fue en esta región donde comenzó a construirse el marinismo como proyecto político diferenciado del lepenismo tradicional en el año 2007. Es decir, la candidata del FN viene 732 Marine Le Pen, Discurso de París, 1 de mayo de 2017 [los subrayados son míos]. 733 Marine Le Pen, Discurso de París, 1 de mayo de 2017 [los subrayados son míos]. 734 Marine Le Pen, Discurso de Lille, 26 de marzo de 2017. [los subrayados son míos]. 298 a destacar la idea de que la región Nord-Pas-de-Calais ha ejercido como modelo de resistencia frente al proyecto devastador de la globalización precisamente por ser un feudo electoral del partido; o, lo que es lo mismo: que la fortaleza del social-soberanismo es la que ha permitido contrarrestar la ventolera. Por último, la mención al “viento de la duda” apunta a la idea de que la potencia nihilista de la globalización es de tal magnitud que siembra la duda en los ciudadanos acerca de su identidad, de tal modo que dudar aquí quedaría definido no como un acto de libertad, sino de debilidad: de debilidad identitaria. Ahora bien, si la globalización queda enmarcada como un viento, y además como un viento malo, la pregunta es: ¿hacia dónde apunta? ¿Cuál es la dirección de esa corriente? La respuesta del Frente Nacional de Marine Le Pen aquí es inequívoca: la globalización es “una ideología que cuida a los que ya tienen poder: es la supremacía de los grandes sobre los pequeños”735. Es un “dogma”736 en forma de ventisca. Un proyecto ideológico de clase, de la “hiper-clase mundialista” según la denominación habitual del FN, al que sólo cabe enfrentar otro proyecto –no de clase- sino nacional. Es también, dice Marine Le Pen, un “buen negocio” para la casta porque reduce la soberanía política y económica de los países; y, con ella, también el margen de maniobra de los ciudadanos; empequeñeciéndolos y sumiéndolos en una realidad de precariedad, deslocalizaciones, empobrecimiento, virtualidad creciente y sensación de falta de control acerca de sus vidas. 10.6.2 Protección vs Desprotección Como acabamos de ver, el viento malo de la globalización como fenómeno de carácter integral abre una disyuntiva política: o a merced del vendaval, o a salvo de él. O dentro o fuera: o padeciendo el viento, o protegidos de él. O a la intemperie, o a resguardo. Ante esta diyuntiva que funciona internamente como un verdadero parteaguas, las categorías “izquierda” y “derecha”, “conservador” y “progresista”, quedan sobrepasadas y pierden su fuerza interpretativa. Los dirigentes de Podemos en España suelen afirmar durante el 735 Marine Le Pen, Discurso de Perpiñán, 15 de abril de 2017. [los subrayados son míos] 736 “El sistema también quiere que los franceses se agoten frente a una globalización nunca controlada, nunca regulada, nunca dominada. Al igual que la inmigración, la globalización para el sistema es un dogma, e incluso económicamente un buen negocio. La pobreza puede seguir expandiéndose, el paro puede continuar aumentando explosivamente, las empresas pueden deslocalizar o cerrar, nada parará al sistema que siempre quiere más globalización y, por tanto, más desregulación, más laisser aller, más laisser passer y más laisser faire” (Marine Le Pen, Discurso de Châteauroux, 11 de marzo de 2017) [los subrayados son míos]. 299 período 2014-2015 que estas etiquetas actúan como un “juego de trileros”, despistando y confundiendo a la ciudadanía y que, por tanto, sólo pueden ser calificadas como una engañifa; o, de modo más preciso: como un trampantojo epistemológico que genera identificaciones políticas extemporáneas. El Frente Nacional de Marine Le Pen refuerza esta idea –muy del gusto de los tiempos- resaltando el componente políticamente inadecuado de estas categorías identificatorias, su carácter distractor, excéntrico, hipnotizante, su tendencia a dirigir la mirada hacia coagulaciones de sentido ya prácticamente desprovistas de vida: “No escuchéis a esos que os hablan de derecha, de izquierda o de centro. Todo eso es falso, todo eso no es más que una ilusión; un metrónomo que hipnotiza y que les permite tocar la misma música, siempre la misma música”737. “Izquierda” y “derecha” serían entonces etiquetas que dispersan o distraen la atención; esto es, que descentran el enfoque político de los ciudadanos, y que, al hacerlo, sintetizan o agrupan las preferencias de la ciudadanía según una lógica obsoleta. Con ello, subraya Marine Le Pen, contribuyen a la reproducción del mismo orden o melodía. Ahora bien: ¿por qué según el FN estas palabras habrían quedado vacías de sentido y fuerza? Básicamente por dos motivos: en primer lugar porque “izquierda” y “derecha” habrían dejado de significar de la manera en que lo hacían en el período anterior a la década de 1980 y ahora se habrían convertido simplemente en “la izquierda del dinero” y “la derecha del dinero”738; es decir, en opciones políticas semejantes. O, más concretamente: en distintas expresiones políticas de un mismo interés económico. Esto, de acuerdo con la narrativa que introduce la “hipótesis Philippot”, resultaría particularmente grave en el caso de la izquierda, que habría experimentado una verdadera metamorfosis ideológica, abandonando todos sus compromisos iniciales con las personas más humildes en favor del “ultraliberalismo” y la defensa prioritaria de las clases medias urbanas y cosmpolitas. De hecho, esta es la tesis que defienden Jean-Claude Michéa739, Christophe Guilluy740, 737 Marine Le Pen, Discurso de Châteauroux, 11 de marzo de 2017. [los subrayados son míos]. 738 Marine Le Pen, Discurso de Lyon, 5 de febrero de 2017. 739 Ver especialmente Michéa, J-C (2011): Le complexe d’Orphée. La gauche, les gens ordinaires et la religion du progrès, París: Flammarion; y también: Michéa, J-C & Julliard, J. (2014): La gauche et le peuple, París: Flammarion. 740 Ver: Guilluy, C. (2014): La France périphérique. Comment on a sacrifié les classes populaires, París: Flammarion; así como también: Guilluy, C. (2016): Le crépuscule de la France d’en haut, París: Flammarion. 300 Michel Onfray741 y Alain de Benoist742 en sus últimos escritos. Según esta interpretación, que el FN marinista sigue al pie de la letra, la adscripción identitaria “izquierda” habría quedado completamente difuminada y sería indistinguible de la etiqueta “derecha”; por lo que el eje de oposición que históricamente las separaba resultaría en adelante cancelado: “En cuanto a vosotros, hombres y mujeres de izquierdas, mirad lo que han hecho con vuestras esperanzas. Mirad en lo que se ha convertido la izquierda que debía haber traído el progreso, apoyado a los más débiles, defendido a los que trabajan. La izquierda lo ha abandonado todo, lo ha traicionado todo. Hoy en día la izquierda está corrompida hasta los tuétanos por el dinero y el poder”743. La segunda razón por la que “izquierda” y “derecha” habrían dejado de significar como lo hacían antes –esto es, de expresar diferencias y de oponerlas de modo consistente- se debe, según el FN, a que el centro de la controversia ya no está en esa diferencia –por lo demás cada vez más reducida-, sino en la disyuntiva que plantea la globalización como fenómeno omniabarcante. O sea, en la posición que se toma con respecto a la mundialización como fenómeno estructural u holístico de nuestro tiempo. La clave es que el Frente Nacional marinista no reniega completamente de la identificación izquierda/derecha, no afirma que sean categorías falsas en sí –como veremos más adelante, tampoco Podemos lo hará en España-, sino que afirma que ahora esas etiquetas ya no sirven744. Que ambas categorías no logran recubrir el sentido de la oposición fundamental que explica el momento presente; o, lo que es lo mismo: que los significantes “izquierda” y “derecha” no terminan de captar la profundidad de la decisión a la que obliga nuestro tiempo. Una elección que compromete valores y tipo de mundo al que se aspira. Por eso la nueva disyuntiva no se plantea como una enmienda a la totalidad de la antigua oposición izquierda/derecha, sino como una sustitución que es presentada en el fondo como una recomposición, actualización o modernización de la misma. O sea, no como “lo mismo” expresado con otros términos, sino como aquello que toma el relevo. 741 Onfray, M. (2018): Décoloniser les provinces: contribution à toutes les présidentielles, París: Éditions 84; y sobre todo: Onfray, M. (2020): Grandeur du petit peuple: heurs et maleurs des Gilets Jaunes, París: Albin Michel. 742 De Benoist, A. (2017): Le moment populiste. Gauche-droite, c’est fini!, París: Pierre-Guillaume De Roux. 743 Marine Le Pen, Discurso de Metz, 12 de diciembre de 2011; citado por Eltchaninoff, 2017: 114. 744 “No somos como ellos, no somos ni de su derecha, ni de su izquierda, estamos fuera de su pasado fijo y de sus palabras arcaicas, somos el mundo que se levanta, somos la generación que se despierta, somos la voz del pueblo frente al poder injusto” (Marine Le Pen, Discurso de París, 1 de mayo de 2013). [los subrayados son míos]. 301 De esta manera, cuando el Frente Nacional interpela a los ciudadanos, no lo hace cuestionando sus filiaciones identitarias pasadas, sino proponiéndoles un nuevo marco de identificación; es decir, una nueva superficie de inscripción a través de la cual posicionarse. Un nuevo esquema de interpretación, grille de lecture u organización de las preferencias que no reniega de los compromisos pasados, pero que los reelabora y lanza hacia delante mezclados e hibridados. En esta intervención de Marine Le Pen durante la última campaña presidencial se percibe muy nítidamente la voluntad de insertar la nueva disyuntiva en una recomposición de fondo que no hace tabula rasa con las afinidades del pasado, pero que sí las proyecta de una manera distinta y novedosa: “Está muy claro, el antiguo debate entre la izquierda y la derecha ha envejecido. Las primarias han mostrado que los debates sobre la inmigración o la laicidad, tanto como sobre la globalización o la desregulación generalizada, constituían un clivaje fundamental, transversal. Este clivaje ya no opone la derecha a la izquierda, sino a los patriotas frente a los mundialistas. En esta elección presidencial, nosotros representamos el campo de los patriotas. Lo que nos anima no es el amor del dinero, ni tampoco ningún tipo de interés particular, sino la preocupación por la patria. Esta no es una visión arrancada o desencarnada del mundo, sino de un mundo multipolar, rico en su diversidad. Invitamos a todos los patriotas de izquierdas y de derechas a unirse a nosotros. Cargos electos o simples ciudadanos, vengáis de donde vengáis, tenéis vuestro lugar junto a nosotros. Decídselo: ¡patriotas, sois bienvenidos! Pues claro que sí, mis queridos compatriotas, porque el hundimiento de los partidos tradicionales y la desaparición, uno a uno, de la casi totalidad de sus dirigentes, muestra que la gran recomposición política ha comenzado (…) Porque ninguna persona razonable quiere hacer de Francia la cobaya de una globalización que no será feliz más que para la casta. Ninguna persona puede aceptar el sometimiento económico y político que la casta nos prepara”745. Esta recomposición política a la que aspira el Frente Nacional marinista se articula en torno a la disyuntiva “protección vs desprotección” que coincide con el eje nación/globalización y que, a su vez, genera las etiquetas identificatorias enfrentadas “patriotas” y “mundialistas”. Esta organización de los campos políticos traduce la metáfora marco del “viento malo de la globalización”. Despliega el dilema que contiene el marco. Por eso presenta una estructura binaria: o a favor de la protección, o a favor de la desprotección. O sea, o bien impulsando el viento que destruye y desprotege, o bien 745 Marine Le Pen, Discurso de Lyon, 5 de febrero de 2017 [los subrayados son míos]. 302 oponiéndose a ese viento construyendo resistencias. Con ello el marco crea dos posiciones identitarias que rivalizan: por un lado la de “quienes desean conservar y proteger aquello que es valioso desde el punto de vista social e identitario”, y, por otro lado, la de “quienes quieren seguir transformando el mundo aún a costa de los sacrificar esos valores sociales e identitarios”. Los primeros, sostiene el Frente Nacional, deben ser denominados “patriotas”; a los segundos, en cambio, se les debe conocer como “mundialistas”. El eje de oposición “protección vs desprotección” se interpreta de este modo como una apuesta por la transversalidad; esto es, como un punto de referencia en torno al cual agregar nuevas voluntades. O sea, como la forma a partir de la cual crear un nuevo precipitado identitario. Tal y como muestra la cita anterior de Marine Le Pen, el precipitado identitario que surge de este eje de oposición es altamente conjugable con la retórica populista; que, como vimos en la sección inicial de esta tesis, es siempre una retórica “verticalista” abajo/arriba. Hasta el punto de que la confrontación entre “quienes desean conservar y proteger aquello que es valioso desde el punto de vista social e identitario” y “quienes desean seguir transformando el mundo aún a costa de sacrificar esos valores sociales e identitarios” se hace equivalente a la oposición entre “los patriotas” y “la casta”. Los primeros –ya vengan de la izquierda o de la derecha- defenderían al todo, mientras que los segundos defenderían exclusivamente los intereses de parte. Al mismo tiempo, los primeros representarían a la mayoría de la población, mientras que los segundos encarnarían únicamente a los privilegiados. Por este motivo, el eje de confrontación “protección vs desprotección” asume una forma vertical en la que la polaridad política se expresa de abajo hacia arriba; esto es, una estructural ascendente en la que los “patriotas” se situarían en la base –en la posición del pueblo- y los “globalizadores” en la cima –en la posición de la élite. No en vano, la campaña de Marine Le Pen de 2017 -y muy singularmente la segunda vuelta de las presidenciales- asume la forma articulatoria y el marco discursivo de un referéndum a favor o en contra de la globalización: “Si pensamos bien, fácilmente nos daremos cuenta de que esta elección no es una elección cualquiera. Esta elección es un referéndum: a favor o contra Francia. Un referéndum contra las mentiras de las élites auto-proclamadas de un lado, y el sentido común y las legítimas ambiciones del pueblo por otro lado; un referéndum entre la defensa de sus intereses y la 303 defensa de vuestros intereses. Un referéndum entre, por un lado, el camino nacional, y por otro lado, la globalización salvaje”747. “El desafío es crucial: o dejamos que se desencadenen las fuerzas heladoras del poder del dinero-rey, los intereses privados, la tecnocracia de Bruselas y el desmantelamiento institucional, judicial, cultural, económico, social y político; o bien retomamos las riendas de nuestro destino. Esta elección es un referéndum: un referéndum a favor o en contra de la globalización salvaje”748. La conclusión por tanto es que el marco del viento malo de la globalización, con su oposición binaria protección vs desprotección, pretende activar el recuerdo y los resortes políticos de 2005. Esto es, que el trabajo discursivo orientado a cambiar el marco de la discusión política tiene como finalidad principal generar una dinámica de agregación y articulación política similar a la del referéndum sobre la aprobación del Tratado de Lisboa. Y que esto se pone en práctica presentando a la candidata Marine Le Pen como la plasmación política de las demandas involucradas en aquel rechazo al proyecto de Constitución Europea; o sea, como el punto de encuentro de aquellas reivindicaciones dispares, y no como la portavoz de la extrema derecha, ni tampoco como la cara más visible del movimiento de los “nacionales”. De tal manera que aquel no al proyecto de las élites se traduciría políticamente en el presente como un sí a la soberanía del pueblo francés encarnado en la figura de Marine Le Pen; o, más específicamente: en el impulso desafiante al status quo vehiculado por una candidata que dice hablar “en el nombre del pueblo”749. De modo paralelo, Podemos en España se afanó durante el ciclo 2014-2016 por usar un tipo de marcos discursivos que activaran el recuerdo de las consignas y reivindicaciones del movimiento de los indignados en 2011, presentándose como la traducción partidista de aquella movilización ciudadana; y sugiriendo ser continuamente el heredero político del 15-M. En ambos casos, el Frente Nacional y Podemos desean resucitar a través del lenguaje una lógica de transversalidad que recuerde dinámicas asociadas a eventos pasados y que les permita salir de un reparto de las posiciones políticas que les asigna un papel subordinado; a saber: el rol de extremistas de derechas y de izquierdas, respectivamente. Esa lógica de transversalidad a la que ambos actores políticos aspiran puede ser definida, en buena medida, como una lógica populista. 747 Marine Le Pen, Discurso de Châteauroux, 11 de marzo de 2017 [los subrayados son míos]. 748 Marine Le Pen, Discurso de Perpiñán, 15 de abril de 2017. 749 Hay que recordar que el lema de campaña de la candidatura de Marine Le Pen para la primera vuelta de las elecciones presidenciales de 2017 es “au nom du peuple” [en el nombre del pueblo]. 304 Por último, en estrecha relación con el marco del viento malo de la globalización, y específicamente con el polo de la protección, el FN dibuja una metáfora secundaria que es empleada a lo largo de todo el ciclo 2011-2018, y con particular énfasis durante la campaña presidencial de 2017. Se trata de la metáfora de la casa Francia. A través de la metáfora de la nación como una casa –que la globalización con su ventisca se empeña constantemente en derribar- el Frente Nacional se propone sintetizar diversos aspectos ligados a la soberanía y a la identidad nacional en Francia. Además, esta metáfora guarda estrecha relación con la idea de recuperar el control; o, como afirma uno de los carteles publicitarios del FN, remettre la France en ordre [volver a poner Francia en orden]750. Como veremos a continuación, esta metáfora secundaria -así como una de sus metáforas asociadas: las llaves de la casa Francia- ancla el plano de lo identitario dentro del plano soberanista, reforzando el marco principal con el que el partido de Marine Le Pen desea voltear la lógica de la competición política en el país galo, e integrando de esta manera el núcleo ideológico lepenista dentro de las coordenadas de la “hipótesis Philippot”. 10.6.3 La metáfora de la casa Francia Como hemos apuntado en el párrafo anterior, la metáfora de la casa Francia resulta interesante por diversos motivos desde el punto de vista de la estrategia y la comunicación del Frente Nacional marinista; y constituye además un buen ejemplo del tipo de condensaciones de sentido a las que se ve obligada la “hipótesis Philippot” para atraer nuevos votantes al tiempo que no ahuyenta a los electores lepenistas más tradicionales. A este respecto, la metáfora de la casa Francia se configura como un punto nodal para evaluar la relación entre “lo viejo” y “lo nuevo” en el discurso del partido, así como para analizar la relación entre las distintas metáforas que emplea el FN y su propósito más amplio de transformar el marco general de la discusión política en Francia. El primer punto de interés de la metáfora de la casa Francia es que se enuncia como complementaria de la metáfora-marco del viento malo de la globalización. Concretamente, la primera es una metáfora derivada de la segunda: el viento malo de la globalización azota las paredes de la casa Francia, con tal virulencia y hasta tal punto que compromete la estabilidad de la vivienda. Es decir que a la primera imagen de un tifón 750 Ver Imagen 25. 305 destructor le sigue la imagen de un hogar valioso que corre el riesgo de ser derribado. A través de esta relación de derivación, la metáfora de la casa Francia refuerza el marco principal de la comunicación frontista. De esta manera, la imagen de la nación como una vivienda consolida el sentido de la globalización como un viento amenazador, contribuyendo así al proyecto general de transformar los términos de la discusión política y la pregunta a partir de la cual se establecen tanto los bandos políticos como las razones de la rivalidad. De ahí que pueda afirmarse que la metáfora de la casa Francia constituye un peldaño más de la estrategia marinista de búsqueda de la transversalidad; y que, por tanto, forma parte de lo que aquí hemos denominado la “hipótesis Philippot” o “tercera fórmula ganadora”. Por otro lado, la metáfora de la casa Francia resulta analíticamente interesante porque, además de contribuir a un propósito estratégico general, sirve específicamente para hibridar el elemento identitario con el elemento soberanista, diluyendo el primero –más tradicional en la retórica del partido- dentro del segundo –decisivo en el contorno de la “hipótesis Philippot”. La metáfora de la casa Francia integra el factor identitario del on est chez nous751, pero lo hace subordinándolo al mensaje soberanista principal –expresado en este caso por la imagen de unas llaves- y dejando en un segundo plano los aspectos más nítidamente nativistas752. De esta manera, lo identitario-nativista se encuentra al mismo tiempo presente y secundarizado en la metáfora de la casa. Con esta apuesta discursiva, el Frente Nacional establece una especie de lenguaje múltiple -con varias capas de significación y, en consecuencia, diversos niveles de comprensión- destinado a un público heterogéneo, compuesto tanto por los votantes más tradicionales del partido como por los denominados “nuevos patriotas”. Un lenguaje cuya palanca de movilización es el soberanismo –con toda la resigfnificación de conceptos e ideas republicanos que conlleva y que examinamos en el apartado dedicado a las “OPAs semánticas”-, pero que a la vez requiere involucrar idiologemas –palabras, símbolos, valores- más ligados al 751 “On est chez nous” puede ser traducido como “estamos en nuestra casa”, “esta es nuestra casa” o “este es nuestro hogar”. Se trata de la consigna más célebre y coreada por los militantes del FN durante los mítines del partido.Constituye también uno de los lemas más utilizados por los grupos y asociaciones del movimiento identitario francés. Ver a este respecto: Lecoeur, 2007: 172-174; y también: Albertini & Doucet, 2016: 21-59. 752 El nativismo es uno de los rasgos ideológicos que definen la oferta política de la derecha populista radical en Europa, según Cas Mudde. De acuerdo con su definición, el nativismo es “una ideología que teoriza que los Estados deberían ser habitados exclusivamente por miembros del grupo nativo (la nación) y que los elementos no-nativos (personas e ideas) amenazan de modo fundamental la homogeneidad del Estado-nación” (Mudde, 2007: 22). 306 lepenismo histórico; y que, como subrayan Cécile Alduy y Stéphane Wahnich, funcionan como verdaderas contraseñas753. En tercer lugar, la metáfora de la casa Francia asume un papel analíticamente importante en la medida en que alude y recupera la idea de control que, desde diversos puntos de vista, resulta crucial para la campaña de Marine Le Pen a las elecciones presidenciales de 2017. Mantener en pie la casa Francia y, sobre todo, recuperar las llaves que dan acceso a ella, significa recobrar el control y la inteligibilidad de las cosas más cercanas, más íntimas, más familiares. Hace referencia al deseo de reestablecer el dominio tanto desde el punto de vista epistemológico como desde el punto de vista político sobre los fenómenos que ocurren alrededor de los ciudadanos. Incluye en consecuencia la voluntad de entender y el anhelo de gobernar. Esto es tanto más importante cuanto que la globalización es dibujada siempre en la retórica frontista como una fuerza caótica, destructora y hasta cierto punto delirante. Por último, la metáfora de la casa Francia es fundamental en el estudio del lenguaje estratégico del Frente Nacional porque activa la idea de la patria como patrimonio. Es decir, como algo que posee alguien; y, por tanto, como un bien que tiene un propietario legítimo. De esta manera, la metáfora base de la patria como un hogar –común en el lenguaje político desde las revoluciones liberales- es conducida al terreno simbólico típicamente identitario-nativista de la dialéctica entre los “ocupantes” y los “legítimos moradores”. Al mismo tiempo, la imagen de la nación como una casa –esto es, como un bien tangible, objetivo y heredable- introduce una visión esencialista de las identidades colectivas; una perspectiva siempre más interesada en buscar lo inmutable y definitorio de las identificaciones nacionales con el fin de salvaguardarlo que en fijarse en sus aspectos más construidos, mudables y contingentes. En definitiva, la metáfora de la casa Francia funciona en el lenguaje marinista como un refuerzo de la metáfora-marco del viento malo de la globalización y como un punto de intersección entre los planos identitario y soberanista. De este modo contribuye, por un lado, a la transformación de los esquemas que guían la discusión pública, y, por otro lado, a la hibridación de dos tipos de mensaje diferente: el nítidamente nativista y el específicamente soberanista. Veamos en adelante cómo esta metáfora es capaz de condensar el mensaje nativista –sintetizado en la consigna on est chez nous- y de expresar 753 Alduy & Wahnich, 2015: 107-112. 307 las reivindicaciones soberanistas a partir de ejemplos extraídos de la campaña presidencial de 2017. En el sobrentendido de que los dos planos a menudo aparecen mezclados en el discurso marinista y que, en consecuencia, propiamente sólo pueden ser diferenciados desde un punto de vista analítico. a) On est chez nous La casa Francia funciona como heartland o “corazón de la patria” en el discurso del Frente Nacional. La metáfora alude a un tipo de espacio simbólico que, de acuerdo con la definición que examinamos de Paul Taggart754, dictamina un modo de ser, unos moradores legítimos y una exigencia de preservación. En ese sentido, la casa Francia, en cuanto heartland, asume un papel normativo: indica cómo deben ser las cosas dentro de la vivienda. Más concretamente, qué contenidos debe haber dentro, cómo deben ser dispuestos esos contenidos y quién tiene derecho a estar dentro disfrutándolos. O sea, qué rasgos deben definir a una nación y quiénes deben poblarla. La metáfora de la casa Francia dibuja por tanto un modelo identitario, no sólo a nivel formal, sino sobre todo a nivel de contenido. Y es que, en efecto, el heartland o espacio simbólico que delimita la vivienda nacional está lleno. En concreto, está colmado de rasgos esencializados. Como afirmamos en el apartado dedicado al hilo bleu-blanc-rouge, el Frente Nacional entiende la nación aristotélicamente como una esencia compuesta de rasgos sustantivos y contingentes; es decir, como una vivienda con propiedades estructurales y definitorias por un lado, y propiedades secundarias y circunstanciales por otro. En suma, como una entidad metafísica. De ahí que la identidad nacional simbolizada por una casa sea difícilmente reformable y que el mandato propio del heartland establezca su sacralización y la preservación de aquellos rasgos que mantienen en pie el hogar como un espacio único y al mismo tiempo compartido por muchos. Por eso, cuando los militantes del Frente Nacional corean repetidamente on est chez nous durante los mítines del partido están queriendo decir que reconocen ese patrimonio inmaterial dibujado por el heartland y, al mismo tiempo, que Francia es la casa de los franceses; o, como afirma Marine Le Pen, que “el pueblo francés está en Francia en su casa”755. Este cántico, sin duda el más pronunciado y querido por los afiliados de la 754 Ver el epígrafe titulado “El populismo como conjunto de ideas”. 755 Marine Le Pen, Discurso de Perpiñán, 15 de abril de 2017. 308 formación, introduce una doble vertiente nativista y esencialista a la hora de concebir la identidad nacional francesa. Respecto de la primera, la consigna on est chez nous proclama que la nación tiene propietarios y huéspedes, dueños e invitados. En consonancia con ello, Marine Le Pen puede prometer sin reparos: “Yo seré una presidenta que tratará con hospitalidad a los extranjeros que permanezcan en nuestro país respetando nuestras leyes, porque son nuestros invitados”756. Según este razonamiento, la nación pertenece legítimamente al grupo nativo; y no a la totalidad de la población. El hogar nacional no es propiedad de todos aquellos que llegaron tras la conformación del grupo nativo; y, menos aún, de quienes acaban de acceder a la vivienda. Estos sólo pueden llegar a convertirse en propietarios legítimos de la casa –o sea, en auténticos nacionales- si logran mimetizarse con el grupo nativo; bajo la premisa de que la nacionalidad francesa s’hérite ou se mérite [se hereda o se merece]757. Pero en general, la actitud responsable por parte de los propietarios en relación con el grupo alóctono es de defensa y desconfianza. Con el fin de simbolizar esta actitud de recelo, los portavoces del Frente Nacional acuñan una metáfora secundaria derivada de la metáfora principal de la casa Francia. Se trata de la imagen de la puerta de la casa. La formación marinista emplea esta metáfora para referirse a temas ligados con la inmigración y, muy particularmente, para aludir al derecho de los autóctonos a decidir quién entra y quién sale de la casa Francia; o sea, a disponer del espacio interior de la vivienda: “Las fronteras nacionales continúan siendo una ilusión a los ojos de los partidarios del sistema; una ilusión las puertas de nuestra casa y una ilusión también el derecho de abrirlas a quien queramos y de cerrarlas a quien consideremos necesario”758. Simultáneamente, la metáfora de la puerta sirve a los portavoces del FN para contrarrestar la imagen del muro con la que sus rivales políticos simbolizan el repliegue identitario y el comunitarismo con los que teóricamente soñaría la plataforma lepenista. Y es que, en efecto, según la imagen de la puerta, el Frente Nacional no estaría tan interesado en impedir a toda costa la entrada de extranjeros como en administrar su entrada; es decir, en gobernar la puerta eligiendo quiénes son aptos para entrar, quiénes deben permanecer fuera y, sobre todo, quiénes deben salir. 756 Marine Le Pen, Discurso de París, 1 de mayo de 2017. 757 “La nationalité française s’hérite ou se mérite” es uno de los eslóganes más repetidos y conocidos del partido desde su fundación en 1972. 758 Marine Le Pen, Discurso de Châteauroux, 11 de marzo de 2017 [los subrayados son míos]. 309 Este último punto es importante en la medida en que la concepción identitaria-nativista del FN sostiene que, como señalaba el slogan la nationalité française s’hérite ou se mérite, existen dos categorías de ciudadanos: los franceses de pura cepa y los franceses por asimilación; y, por tanto, que los segundos, los franceses sobrevenidos, pueden dejar de serlo bajo ciertas condiciones; o, más específicamente: que debe existir la posibilidad de que sean expulsados de la casa. Por este motivo el Frente Nacional propone, en todos sus programas desde 1984, la reforma del código de nacionalidad con el fin de aumentar los supuestos y aligerar los trámites para los franceses sobrevenidos puedan ser desprovistos de la nacionalidad y expulsados del país en casos de reincidencia delictiva o vinculación con el terrorismo; bajo la premisa de que los invitados, por mucho que se hayan convertido en usufructuarios, no tienen el mismo rango que los propietarios. Y, a su vez, bajo la premisa de que los porteros de la vivienda pertenecen siempre a la categoría de Français de souche o franceses de pura cepa759. A través de un razonamiento muy similar, el Frente Nacional se posiciona en contra de que los arribados recientemente mantengan una doble nacionalidad con el argumento de que no se puede pertenecer a dos casas a la vez; es decir, no es posible mantener dos lealtades identitarias al mismo tiempo. Puesto que, bajo una concepción naturalista de las naciones y schmittiana de la política, la identidad de cada una las viviendas se define en contraposición al resto y la dinámica entre ellas es de competición, entonces la posibilidad de conflicto deviene permanente; lo que abre la pregunta de qué ocurriría con los detentadores de doble nacionalidad en caso de guerra entre las naciones-casas. De ahí que todas las propuestas del Frente Nacional a este respecto estén orientadas defensivamente a producir homogeneidad y a mantener la primacía del grupo nativo, alertando de los riesgos de una nación sin puertas. En cuanto a la vertiente esencialista del on est chez nous, es preciso señalar que esta visión sustancialista de las naciones se traduce en que es la casa la que define a los moradores, y no los moradores los que definen la casa. Es decir, que el objeto casa impone un modo de vivir a sus residentes, incluso a sus residentes legítimos; o, lo que es lo mismo: que los moradores legítimos tienen derecho a vivir en la casa según las normas de la casa, y no según otras reglas. La consecuencia de ello es que hasta los propietarios 759 Marine Le Pen no deja de hacer alusiones veladas en sus discursos a la necesidad de entender lo francés como un privilegio y a los franceses –especialmente de pura cepa- como de algún modo privilegiados: “Es normal que un ciudadano disponga de ventajas de derecho en su propio país. Haré de cada francés un privilegiado, porque ser francés no es sólo un honor, es una suerte: la suerte de pertenecer a una gran nación, una nación justa y solidaria con los suyos” (Marine Le Pen, Discurso de Burdeos, 2 de abril de 2017). 310 de la vivienda nacional están obligados a adaptarse al modo de vida y a las costumbres de la casa –sedimentadas por la historia-, y no tienen derecho a modificar libremente los hábitos, símbolos y patrones de conducta. Sólo están habilidados legítimamente a transformar aspectos no sustantivos del ser –o sea, de la identidad- de la casa. El mandamiento que debe observar el pueblo nativo es por tanto el de preservar el heartland; esto es, conservar el territorio simbólico idealizado al que el Frente Nacional denomina “casa Francia”: sus valores, sus costumbres, su modo de vida, su territorio y la primacía – al menos metafórica- del grupo nativo. Jean-Marie Le Pen proclamaba esta obligación de un modo explícito y rotundo. En cambio, Marine Le Pen se refiere a ella habitualmente de un modo indirecto: no afirma que los franceses tengan el deber patriótico-moral de mantener el ideal del heartland, sino que prefiere insistir en que tienen la posibilidad de hacerlo; es decir, que poseen el derecho de vivir como franceses; en suma, que debe ofrecerse a los ciudadanos la opción de congraciarse con su esencia identitaria: “Ser francés es también tener el derecho de vivir como un francés. Nuestros jóvenes deben poder heredar y hacer vivir este inmenso patrimonio inmaterial construido por sus padres, sus abuelos y sus antepasados al precio de sacrificios inauditos (…) Invitamos a todos los franceses, y singularmente a los jóvenes, a incorporarse a un bello ideal: el ideal de aquellos que nos han precedido para hacer de ellos lo que ahora son. El ideal de la nación, el ideal de su nación. La nación francesa les pertenece. Los jóvenes franceses deben volver a tomar posesión de todas sus riquezas”760. Marine Le Pen emplea un vocabulario opcional y garantista: el derecho de los propietarios a disfrutar libremente de su patrimonio; huyendo de la retórica de las obligaciones respecto de la historia, el linaje y los antepasados. Pero el mensaje continúa siendo profundamente esencialista. De acuerdo con el léxico marinista, aunque se presente como una posibilidad entre otras, la opción ideal continúa siendo la máxima de Píndaro: llega a ser el que eres; es decir, abandona todas las identidades postizas, secundarias, contingentes, y reconcíliate con tu esencia. Busca dentro de ti lo que hay de profundamente francés y sigue ese impulso, ese movimiento, esa vocación. Por eso, a pesar de que Marine Le Pen lo exponga como si sólo se tratara de aumentar las opciones identitarias de los ciudadanos, su interés narrativo se centra en anunciar el compromiso 760 Marine Le Pen, Discurso de Burdeos, 2 de abril de 2017. 311 de su fuerza política de garantizar que los franceses tengan la posibilidad de vivir y comportarse como franceses, y no simplemente como ciudadanos europeos, cosmopolitas o incluso americanizados. Bajo la premisa de que existe un modo de ser y vivir genuinamente francés, cuyos rasgos apuntarían más al dominio de la intuición que al terreno de lo descriptible. De ahí que el enemigo de fondo de esta concepción nativista y esencialista de la nación – ya sea bajo el liderazgo de Jean-Marie Le Pen o bajo la presidencia de Marine Le Pen- sea el constructivismo teórico; esto es, la idea de que la realidad está construida socialmente a través de las prácticas significativas del lenguaje; y, muy en particular, la perspectiva según la cual las identidades nacionales son una proyección imaginaria o “modo de imaginarse juntos”. Lo cual, como veremos más adelante, constituye una diferencia notable con respecto a la concepción de las identidades nacionales que vehicula Podemos en España; y, aún con mayor énfasis, respecto del tipo de identificación patriótica a la que aspira la formación morada en España. No obstante, aunque el nativismo y el esencialismo están presentes en la metáfora de la nación como una casa –y específicamente en la imagen asociada de la puerta y en el grito on est chez nous-, estos dos rasgos se ven secundarizados en el lenguaje-marco de la casa con el fin de que la apelación soberanista-populista pueda funcionar. La “hipótesis Philippot” requiere dotar de una forma mucho más velada a estos dos rasgos discriminatorios –situarlos en régimen de alusión, casi como si fueran contraseñas- para reproducir la dinámica articulatoria de 2005 y para que el mensaje gane en transversalidad. O, lo que es lo mismo: para generar una lógica populista de agregación del pueblo de izquierdas y del pueblo de derechas en torno a los significantes “democracia” y “soberanía” en oposición a la élite “tecnocrática” y “anti-patriota”. Y es que, en efecto, se podría pensar que una parte de los militantes más identitarios del FN emplean una retórica de defensa del pueblo sólo en tanto que habitante legítimo del heartland, y no en cuanto grupo necesariamente antagónico a la élite, ni menos aún en cuanto plebs. Pero la interpelación popular que pone en marcha el Frente Nacional marinista desde 2011 necesita ir más allá de estos códigos nativistas; y por eso pone el acento en la transversalidad del soberanismo de 2005. Este interés en resaltar la vertiente soberanista, democrática y popular del mensaje frontista se percibe de un modo muy 312 nítido en el uso estratégico de la imagen de las llaves asociada a la metáfora de la casa Francia en momentos clave de la campaña electoral de 2017. b) Las llaves de la casa Francia La metáfora de las llaves adquiere un lugar preeminente dentro de la estrategia de transversalidad del philippotismo porque no sitúa el foco de la confrontación en los recién llegados (como en el caso del on est chez nous y de la metáfora defensiva de la puerta), sino en quien dispone del dominio de la vivienda; a saber: las élites europeístas. Al hacerlo, la metáfora de las llaves no excluye de antemano a la totalidad de franceses de origen inmigrante –sospechosos de no pertenecer al grupo nativo- o a todos aquellos cuyo modo de vida no coincide con el modelo del Français de Souche, sino sólo a una inmensa minoría de privilegiados: la élite europeísta al servicio de la casta global. La imagen de las llaves interpela a la mayoría social de los franceses –al pueblo de izquierdas y de derechas- a través de un mensaje de naturaleza democrática: recuperemos juntos la capacidad de decisión; o, lo que es lo mismo: retomemos el control de la casa Francia y dejemos de ser tratados como menores de edad; en suma, logremos algo que nunca se les deja hacer a los sujetos heterónomos: disponer de las llaves de la casa y decidir sobre el futuro colectivo. De esta manera, la referencia a las llaves de la casa Francia es una invitación a que el pueblo francés se articule políticamente en tanto que demos –por eso la referencia a la soberanía- y en tanto que plebs –de ahí la referencia a la casta-, pero no específicamente en tanto que ethnos. Y que esta reunión se produzca en torno a la candidatura de Marine Le Pen como destilado de las tradiciones políticas de la izquierda y la derecha francesas; y, particularmente, como representante de los intereses populares en el presente. Por ello la metáfora de las llaves, bajo el paraguas del soberanismo, favorece un tipo de articulación política transversal en oposición a una élite global y tecnocrática. El carácter agregador de esta metáfora determina que su uso no se produzca tanto en mítines –y menos aún en aquellas zonas de mayor tradición derechista: singularmente la cornisa mediterránea, Burdeos y la región lyonesa- cuanto en intervenciones mediáticas destinadas al gran público. O, en todo caso, en actos celebrados en comarcas donde la tradición izquierdista y popular es muy fuerte: como en el norte del país y en la región de la Lorena; es decir, lugares en los que las interpelaciones de tipo plebeyo tienen mayor eco histórico. 313 Por eso uno de los momentos más importantes en los que Marine Le Pen emplea la metáfora de las llaves es en el programa de televisión 15 Minutos Para Convencer grabado apenas tres días antes de la celebración de la primera vuelta de las presidenciales de 2017. En aquella emisión, los presentadores “estrella” Léa Salamé y David Pujadas inician la entrevista a Marine Le Pen preguntándole “¿qué objeto instalaría usted en el despacho del Elíseo si fuera elegida presidenta de la República?”; cuestión a la que Marine Le Pen responde mostrando a cámara unas llaves y explicando: “Me las ha dado un empresario del departamento de Mosela [en la región de Lorena], son las llaves de su empresa”761. Inmediatamente después la candidata del FN añade: “Me parece un acto altamente simbólico porque mi proyecto para todos los franceses es devolverles las llaves de la casa Francia”. Así que me las llevaré y las pondré sobre mi escritorio en el despacho del Elíseo”762. La clave de esta afirmación de Marine Le Pen reside en el adverbio “todos”: a través de él, la presidenta del Frente Nacional pretende encarnar un tipo de apelación transversal al conjunto de los franceses en tanto que demos; y, en consecuencia, en tanto que depositario legítimo de la soberanía, en contraposición con el proyecto de las élites tecnocráticas. Un llamado a recuperar el autogobierno en materia política y el margen de maniobra en materia económica cuyo carácter inclusivo es subrayado por la expresión “a todos los franceses, vengan de donde vengan y tengan la religión que tengan”, que Marine Le Pen emplea durante el debate a cinco entre los principales candidatos a la primera vuelta de la elección presidencial de 2017763. La metáfora de las llaves de la casa Francia simboliza así, por un lado, el soberanismo económico –la propuesta del “Estado estratega y planificador” cuyos rasgos discursivos analizamos más atrás-, y, por otro lado, el soberanismo político: la idea de que el pueblo francés debe recobrar la capacidad de decisión sobre los asuntos que le atañen. Es preciso recordar que en el mismo programa y ante la misma cuestión, otros candidatos respondieron de manera distinta: Jean-Luc Mélenchon eligiendo un despertador para recordarle que “ya es la hora”764; Benoît Hamon escogiendo una tarjeta sanitaria con el 761 15 Minutes Pour Convaincre (2017, 20, abril): “Interview à Marine Le Pen”, France 2: https://www.youtube.com/watch?v=vDXCATj74F4 762 Ibidem [los subrayados son míos] 763 Le Grand Débat de la Présidentielle (2017, 21, marzo). “Débat entre les 5 candidats”, TF1: https://youtu.be/VYXhy7Om0gs 764 La explicación completa de Jean-Luc Mélenchon, candidato de La Francia Insumisa, declara lo siguiente: “Ya es la hora, puesto que el cambio climático nos apremia a cambiar nuestra manera de producir, de consumir y de intercambiar; ya es la hora de abandonar la energía nuclear, porque es peligrosa; ya es la hora de repartir la riqueza de manera justa para que se pueda vivir del trabajo, de la pensión o de los estudios dignamente; ya es hora de abandonar la monarquía presidencial; y ya es hora de tener una Francia 314 fin de “representar la seguridad social, el seguro contra la enfermedad y sobre todo la protección social”765; Emmanuel Macron optando por el recuerdo inmaterial de su abuela con el fin de homenajear a la persona “que le enseñó el francés y más adelante le mostró los primeros grandes textos”766; y finalmente François Fillon prefriendo no decantarse por ningún objeto para mostrar que “no es fetichista” y que “irá al Elíseo únicamente con la ayuda de su voluntad”767. Los ejemplos anteriores revelan por contraposición la importancia simbólica que asumen las llaves en la imagen que aspira a proyectar Marine Le Pen, y, al mismo tiempo, ofrecen testimonio de la centralidad del elemento soberanista dentro de la “hipótesis Philippot”; y muy singularmente dentro del discurso que caracteriza al FN en 2017. Junto a las intervenciones mediáticas, Marine Le Pen también emplea la metáfora agregadora de las llaves en aquellas ciudades en las que –por su tradición histórica y su contexto económico- el soberanismo puede más fácilmente servir como palanca discursiva de movilización política contra las élites tecnocráticas y ultraliberales. En ese tipo de regiones y comarcas, el soberanismo toma la forma de empoderamiento popular y exigencia de re-democratización; esto es, de movimiento de recuperación del poder por parte de la mayoría. De esta manera, la metáfora de las llaves presta a la metáfora principal de la casa un carácter fundamentalmente anti-oligárquico: “¿Estamos los franceses bajo tanta dependencia intelectual que nos haría falta confiar las llaves de nuestra casa, la casa Francia, a autoridades exteriores, a comisarios ilegítimos y desconocidos por todos, a esos oligarcas del orden mundial que nos administran desde sus inmuebles de Bruselas como si fuéramos una colonia? ¡No! Francia es nuestro país, nos corresponde a nosotros decidir nuestras propias leyes, nuestras organización independiente, que sea la campeona del mundo de la paz” (15 Minutes Pour Convaincre (2017, 20, abril). “Interview à Jean-Luc Mélenchon”, France 2: https://www.youtube.com/watch?v=ZXDCdM6xvKk) 765 Benoît Hamon, candidato del Partido Socialista francés, termina de justificar su elección con las siguientes palabras: “Tomo este objeto porque pienso que en esta elección presidencial, la protección social está amenazada. Está amenazada por el proyecto político de algunos que quieren disminuir las devoluciones y por la reforma de las pensiones de otros que podría bajar su cuantía; y, en el fondo, porque es un asunto del que no hemos hablado tanto” (15 Minutes Pour Convaincre (2017, 20, abril). “Interview à Benoît Hamon”, France 2: https://www.youtube.com/watch?v=uIxtw5qwrRA) 766 El candidato a la presidencia por la plataforma En Marcha, se explica diciendo que esta elección responde a que “para él el acceso al conocimiento y a los saberes es fundamental” (15 Minutes Pour Convaincre (2017, 20, abril). “Interview à Emmanuel Macron”, France 2: https://www.youtube.com/watch?v=tG9JaXNilTU) 767 Tras esta pequeña explicación, el candidato de Los Republicanos pasa inmediatamente a otra cuestión que juzga más relevante (15 Minutes Pour Convaincre (2017, 20, abril). “Interview à François Fillon”, France 2: https://www.youtube.com/watch?v=G1twefxuE84) https://www.youtube.com/watch?v=ZXDCdM6xvKk 315 administrativa, el sistema de solidaridad que nosotros queramos establecer entre franceses”768. Incluso podría añadirse un ligero acento decolonial –respecto de la UE y de las élites globales-, siguiendo el cual la recuperación de las llaves supondría no sólo la restitución del poder a la nación, sino también la rehabilitación de la voz de la ciudadanía; y, como consecuencia de ello, la visibilización de los olvidados. A estos últimos, la recuperación de las llaves de manos de la oligarquía, les devolvería visibilidad, voz y peso político; o, como enfatiza la retórica del FN, control político sobre lo que sucede y capacidad de dominio sobre sus propias vidas. En definitiva, la metáfora de las llaves ejerce externamente como reclamo para atrapar la atención de un público diverso e internamente realiza las funciones de gozne entre el lenguaje democrático y el lenguaje identitario. En concreto, la imagen de las llaves refuerza por asociación la metáfora de la puerta, pero diluye el elemento identitario al subrayar las dimensiones de la soberanía y el poder. Lo hace apuntando directamente a las élites mundialistas a través de las preguntas: ¿quién tiene las llaves? ¿quién debería tenerlas? Y respondiendo: es el pueblo francés en sentido amplio –“todos los franceses, vengan de donde vengan y tengan la religión que tengan”- quien debería recuperar las llaves de la casa Francia de manos de la oligarquía. Con este tipo de contestación el FN afianza la proyección transversal de su mensaje, sin desprenderse totalmente de ciertos ingredientes nativistas y esencialistas de su discurso que funcionan en adelante como señales destinadas a un público especializado de militantes derechistas. La metáfora de las llaves funciona así como la clave de bóveda de las exigencias de composición -entre el “lepenismo histórico” y el “marinismo””- y las exigencias de agregación –de nuevas clases de electores- contenidas en la “hipótesis Philippot”. 768 Marine Le Pen, Discurso de Lille, 26 de marzo de 2017 [los subrayados son míos] 316 11 Conclusiones sobre el Front National Como hemos examinado a lo largo del capítulo 7, el Front National vivió una convulsión estratégica profunda con la llegada de Marine Le Pen a la presidencia del partido en 2011. Esta transformación ha sido abordada por la literatura académica desde enfoques específicos centrados en la política de desdiabolización769, el abandono del antisemitismo770, el lanzamiento de OPAs semánticas al sentido común republicano771, la adopción de un léxico con reminiscencias izquierdistas772, la propia personalidad de Marine Le Pen773, e incluso el fenómeno de “peopolización” que ha experimentado su figura en los medios de comunicación franceses774. Sin embargo, se ha reparado menos en el carácter unitario y en la convergencia de todas estas vertientes dentro de la denominada “hipótesis Philippot”. Hasta el momento no se han publicado trabajos orientados al examen de esta hipótesis estratégica como un fenómeno integral. Tampoco se ha examinado el paralelismo formal entre esta orientación estratégica –la “hipótesis Philippot”- y la hipótesis que guió la trayectoria estratégica del primer Podemos en España –a la que en adelante denominaremos “hipótesis Errejón”-; no sólo desde el punto de vista de la coincidencia temporal, sino específicamente desde el prisma de la transversalidad, y, sobre todo, de la relación de esta última noción con el concepto de populismo. El trabajo que hemos desarrollado en los capítulos 8, 9 y 10 ha pretendido examinar la “hipótesis Philippot” como un todo coherente, analizándola con categorías provenientes del análisis del discurso, la semiótica y la teoría política; y situándola dentro de la teoría de las fórmulas ganadoras elaborada por los politólogos Herbert Kitchelt y Anthony McGann para estudiar la trayectoria de la oferta política de los partidos de derecha radical europea. Es decir, las páginas anteriores han recorrido analíticamente los detalles de esta hipótesis estratégica desde una perspectiva integral, esforzándose por rellenar este hiato 769 Ver: Dézé, A. (2015): “La dédiabolisation, une nouvelle stratégie?”, en: Crépon, S. & Dézé, A. & Mayer, N. (dir): Les faux-semblants du Front National. Sociologie d’un parti politique, París: Presses de Sciences Po, 27-51. 770 Ver: Ivaldi, G. (2012): “Permanences et évolutions de l’idéologie frontiste”, en: Delwit, P. (ed): Le Front National. Mutations de l’extrême droite française, Bruselas: Éditions Université de Bruxelles, 95-113. 771 Alduy & Wahnich, 2015: 92-99. 772 Eltchaninoff, 2017: 95-126. 773 Machuret, 2012: 34-62. 774 Campus, D. (2017): “Marine Le Pen’s peopolisation: An asset for leadership image building?”, French Politics, 15: 147-165. 317 en las investigaciones sobre la trayectoria reciente del FN; y, al mismo tiempo, han pretendido examinar la “hipótesis Philippot” a la luz de la teoría clásica de las radical right winning formulas, dentro de cuyos parámetros la conjetura estratégica de Florian Philippot podría ser entendida como una segunda fórmula ganadora “revisada” o “tercera fórmula ganadora”. O, lo que es lo mismo: como un tipo de oferta política cualitativamente novedosa con respecto a los modelos tanto del Welfare Chauvinism de la segunda fórmula ganadora como del thatcherismo autoritario de la primera fórmula ganadora. La “hipótesis Philippot” ha ejercido en consecuencia como eje cardinal de esta segunda sección de la tesis. Como enlace de diversas vertientes analíticas –marcos discursivos, lugar de enunciación, postulación de enemigos, resignificación y disputa semántica, apropiación de símbolos, e imagen moral-, y como núcleo explicativo central de la trayectoria estratégico-discursiva del FN en la última década. Varias conclusiones pueden sacarse a propósito de la aplicación –la mise en marche- de esta hipótesis estratégica. La primera conclusión es que la “hipótesis Philippot” actúa como molde que se aplica sobre un corpus ideológico bien asentado tras cuarenta años de historia del Frente Nacional –cuyos rasgos discursivos, estratégicos y electorales examinamos con detalle en el capítulo 7-, y sobre un background militante forjado en las luchas por la Algérie Française, la experiencia política del poujadismo, la lucha callejera de los movimientos neofascistas de las décadas de 1960 y 1970, y las formas comunicativamente renovadoras nacidas tras la convulsión cultural de mayo de 1968. En este sentido, la hipótesis estratégica concebida por el número dos del Frente Nacional ejerce como matriz que da forma a una materia compuesta por valores, palabras, creencias, experiencias, símbolos – en suma, ideologemas- sedimentados a lo largo de casi cincuenta años de historia lepenista. Así, al aplicarse sobre un corpus ideológico sólido, la “hipótesis Philippot” lo reorganiza, re-estructura y orienta de otra manera, como hemos apuntado a lo largo de todo el capítulo 10. Es decir, modifica la disposición, presentación y jerarquía de los componentes de ese corpus ideológico, añadiendo además algunos elementos que estaban completamente ausentes del mismo, como la reivindicación del Estado, el feminismo o el ecologismo. Cambios que motivan la protesta de Jean-Marie Le Pen, factórum de ese corpus ideológico: 318 [En referencia a Florian Philippot]: “Yo creo que el origen político de algunos dirigentes actuales del Front National tiene más importancia que su comportamiento personal. Pienso en la influencia nociva de un hombre que encuentro absolutamente detestable: Jean-Pierre Chevènement. Muestra la apariencia de un patriota, pero en el fondo es un marxista. La influencia chevenementista, si continúa ejerciéndose, es perjudicial. Este cambio de espíritu del partido me resulta totalmente extranjero”775. La hipótesis estratégica de Florian Philippot supone una conmoción en el lepenismo histórico porque sitúa la comunicación del Front National en un lugar de enunciación cualitativamente novedoso, extirpa cualquier sospecha de antisemitismo, transforma el marco interpretativo principal desde el que se organiza el discurso del partido, aleja del idiolecto marinista cualquier rastro de simpatía hacia el pétainismo o el nazismo mientras disputa los conceptos clave que sustentan el vocabulario republicano, postula unos enemigos políticos nuevos, y hackea los símbolos y figuras predilectas de sus rivales partidistas. No obstante, estas transformaciones no implican que el FN se deshaga de su base ideológica clásica. Al contrario, el Frente Nacional marinista mantiene la misma concepción de la historia, de la política, de la nación, del ser humano y de la naturaleza que el Front National de Jean-Marie Le Pen. De hecho, si no fuera así, la oferta política del partido correría el riesgo de ser irreconocible para sus propios militantes. Propiamente, la “hipótesis Philippot” no hace tabula rasa con el lepenismo histórico, no lo envía al cajón de los recuerdos, pero sí lo pone “patas arriba”. Conserva y al mismo tiempo voltea ese corpus ideológico. Lo prolonga imprimiéndole una lógica nueva: la lógica de la transversalidad. La “hipótesis Philippot” preserva el esencialismo en su forma de concebir al ser humano y a la nación francesa, mantiene los guiños al carácter cíclico de la historia a través del énfasis en la temática de la decadencia, y conserva una concepción tensional o schmittiana de la política; pero reorganiza todos estos elementos de tal manera que ya no se presentan como el punto nodal de la apelación frontista, sino de un modo secundario o subalternizado. La columna vertebral de la retórica del FN bajo la nueva hipótesis estratégica deviene la defensa de la République frente al riesgo de involución democrática que representan dos ideologías “totalitarias”: el islamismo radical y la globalización 775 Bourbon, J. (2015, 9, abril): “Interview à Jean-Marie Le Pen”, Hebdomadaire Rivarol, nº 3183; entrevista disponible en el siguiente enlace web: http://boutique-rivarol.com/archives-2015/658-rivarol- n3027-version-numerique.html 319 neoliberal. De esta manera, el discurso público de Marine Le Pen se pone al servicio de la protección de la República, no de su cuestionamiento –como era el caso de Jean-Marie Le Pen. Es un discurso de defensa de los valores ilustrados, de la soberanía de Francia y de su calidad democrática. En consecuencia, se trata de una retórica que en primera instancia se presenta como defensa enfática de la ciudadela republicana, pero que al mismo tiempo moviliza un esencialismo de fondo a la hora de entender la nación, la historia y al ser humano. Esta hibridación es posible gracias a una compleja operación de resignificación semántica de los principales conceptos que articulan el vocabulario republicano. Una operación que se ve acompañada y facilitada por un trabajo casi lúdico de hackeo de las figuras emblemáticas de los competidores políticos del FN, así como de apropiación de algunos símbolos comunes como la Marianne. Con ello, la “hipótesis Philippot” logra que el Front National marinista ponga en primer plano un tipo de retórica aglutinante de apelación a las mayorías sociales, sin abjurar de los presupuestos sustancialistas que analizamos en el capítulo 9. La segunda conclusión a propósito de la “hipótesis Philippot” es que no es ajena a una cierta concepción del populismo. En concreto, la “hipótesis Philippot” se adecúa a una visión del populismo entendido como lógica política orientada a transformar el mapa de las identidades políticas sobre la base de la oposición vertical abajo/arriba; como sustituto de la distinción horizontal izquierda/derecha. Es decir, una concepción del populismo como forma que no sólo reemplaza el eje izquierda/derecha, sino que lo reconfigura de acuerdo con una lógica diferente; de tal manera que puede incluir en uno de sus polos – el abajo- a una parte de las antiguas derechas y de las antiguas izquierdas, y en el otro polo –el arriba- a un compendio reducido de los anteriores progresistas y de los anteriores conservadores. En este sentido, el populismo sería también un esfuerzo retórico- estratégico por rearmar la organización de las oposiciones políticas tanto en el interior de una determinada comunidad como con respecto al exterior, con la intención de imprimir una lógica más aglutinante en el seno de, al menos, una de las categorías de la oposición. Por eso el populismo puede asimismo ser identificado con apertura y con transversalidad; en la medida en que pretende atravesar tangencialmente las distinciones izquierda/derecha y progresista/conservador, a partir de la creación del extremo “casta- oligarquía-élite” como exterior constitutivo del polo “pueblo-nación-gente”. Desde esta perspectiva formal del populismo que entiende a este fundamentalmente como una lógica política articulatoria del “pueblo”, la “hipótesis Philippot” puede ser asociada no sólo a 320 la idea de transversalidad, sino también a la noción de hegemonía; comprendida esta última como capacidad de generar un marco interpretativo común que proponga un cierto rumbo político para una determinada comunidad política. Es decir, la “hipótesis Philippot” tendría igualmente que ver con la generación de una determinada narrativa que integre y convenza a los ciudadanos de la necesidad de llevar adelante un proyecto político; en este caso, la defensa de la república –y sus valores- frente a los malos vientos de la globalización, así como la recuperación definitiva de las llaves de la “casa Francia”. Y es que, en efecto, la “hipótesis Philippot” puede identificarse con el “populismo” en la medida en que aspira a reproducir la lógica articulatoria del reférendum celebrado en 2005 para la aprobación del Tratado de Lisboa. Una lógica en la que el polo discursivo etiquetado como “pueblo-nación” se junta horizontalmente –incluyendo a los olvidados, abandonados e invisibles- y se enfrenta verticalmente al polo antagónico calificado como “élites mundialistas” con el fin de recuperar su poder de decisión, la soberanía sobre los asuntos públicos y el control acerca del destino individual de los ciudadanos. Todo ello, como hemos analizado pormenorizadamente a lo largo del capítulo 10, dentro de una dinámica agregadora que no exige de los individuos una comunión completa con unos principios determinados o una filosofía política rígida, sino que propone una superficie de inscripción para el rechazo plural al “viento malo de la globalización” y para la defensa a distintos niveles de una república simbolizada por una casa. Lo que en buena medida explica por qué Marine Le Pen –a diferencia de su padre y siguiendo la lógica “philippotiana”- otorga mayor énfasis retórico a la peligrosidad de las amenazas y a la maldad de los enemigos, que a la bondad de los propios argumentos; o, lo que es lo mismo: por qué en sus discursos la presienta del FN explicita mucho más lo que no quiere que lo que desea. Por todo ello puede concluirse que, bajo la aplicación de la “hipótesis Philippot”, el Frente Nacional francés es populista en un sentido más amplio al que suele atribuirse a este concepto, como indagamos en los capítulos 4 y 5 de esta tesis doctoral; es decir, como una estrategia de agregación y articulación popular en base a la postulación de nuevos enemigos, y que a menudo entraña un proceso de cambio de vocabulario, de resemantizaciones, de transformación de los marcos discursivos que ordenan la discusión pública y de modificaciones en la imagen moral de los partidos. En definitiva, como una operación discursiva orientada a desarticular las diferencias del pasado produciendo puntos de encuentro novedosos, condensaciones y equivalencias. 321 Esto no significa que el Front National no fuera populista antes de la llegada de Florian Philippot. Como innumerables trabajos han puesto de manifiesto776, el Front National presidido por Jean-Marie Le Pen pronunciaba un discurso populista compatible con las definiciones de Cas Mudde, Cristóbal Rovira, Pierre-André Taguieff o incluso Jan- Werner Müller; esto es, como una retórica de oposición entre un pueblo moralizado positivamente y concebido de manera esencialista, contra una élite moralizada en términos negativos y apegada a valores alóctonos –ya sea extranjeros o simplemente cosmopolitas. El discurso político de Jean-Marie Le Pen era populista también en el sentido de Paul Taggart, y, sobre todo, se adecuaba perfectamente a su definición de heartland o “corazón de la patria”. De hecho, el FN de Jean-Marie Le Pen sirve de caso de estudio preferente para varias de estas definiciones de populismo. Definiciones tanto de contenido como formales de populismo. Por eso, la novedad que introduce la “hipótesis Philippot” con respecto al “populismo del FN” es la comprensión del mismo no tanto como una mera oposición discursiva pueblo/élite o nación/anti-nación, ni siquiera como el estilo retórico de un líder peculiar identificado con la figura de “tribuno de la plebe”; sino como una estrategia integral de búsqueda de la transversalidad política. O, más específicamente, como un impulso estratégico encaminado hacia la disputa por las palabras, los símbolos y las imágenes sociales dentro de las cuales vive una comunidad política. Lo que, en última instancia, podría acercar el populismo del Frente Nacional francés al populismo de Podemos en España. Por último, el examen integral de la “hipótesis Philippot” realizado en esta sección de la tesis puede aportar algunos apuntes introductorios acerca de la relación entre el denominado “populismo de derechas” y el “populismo de izquierdas”. Por ahora nos conformaremos con señalar que el “populismo de derechas” en la versión de Florian Philippot se ve obligado a conservar el corpus dogmático de la derecha radical francesa en el backstage de su propuesta política, pero mezclándolo en primera línea con un tipo de apelación popular que se realiza en términos soberanistas y anti-oligárquicos; esto es: como un llamamiento al pueblo francés para rebelarse contra las élites europeas a través de la candidatura de Marine Le Pen. Presumiblemente, el “populismo de izquierdas” no movilizará el mismo corpus ideológico ni tampoco los mismos presupuestos sustancialistas en cuanto a la concepción de la historia, la nación o el ser humano, sino 776 Véanse especialmente los siguientes: Algazy, 1989; Birenbaum, 1992; Cuminal & Souchard & Wahnich & Wathier, 1997; Camus, 1997; Davies, 1999; Lecoeur, 2003; Marcus, 1995; Olive, 1995, Singer, 1991; y Taguieff, 1996, 2002. 322 que desplegará otra serie de contenidos; pero el gesto político –la invitación transversal a la sociedad francesa, el rechazo a las etiquetas izquierda/derecha mientras se enfatiza el eje abajo/arriba, y la resemantización de conceptos clave del sentido común político– será muy similar. La diferencia entre ambos populismos residirá por tanto más en el contenido que en la forma. A su vez, la disparidad en el contenido podría implicar diferencias de matiz en cuanto al significado que ambos populismos otorgarían al término pueblo, al término nación o incluso al término élite. Si los análisis de las próximas dos secciones arrojaran esta conclusión, entonces podría afirmarse que los populismos de izquierdas y derechas manejan un esqueleto retórico y una musculatura de movilización relativamente similar, pero que la textura que presentan y, sobre todo, la herencia teórica que arrastran les vuelve notablemente distintos. En este sentido, la diferencia entre ambos populismos no diferiría demasiado de las tesis de Cas Mudde y Cristóbal Rovira presentadas en el capítulo 4 de esta tesis doctoral, y que situaban la divergencia entre unos y otros precisamente en lo que no tienen de populismos; es decir, en todo aquello que está en su retórica además del elemento populista. 323 SECCIÓN 3: LA ELABORACIÓN DE LA IDENTIDAD POLÍTICA EN PODEMOS (2014-2018) 12 Historia de Podemos: períodos, debates, hitos electorales y ejes discursivos Podemos no es, ni mucho menos, una formación política con el bagaje histórico del Frente Nacional francés. Al contrario, es un partido nuevo, nacido del ciclo de austeridad económica y crisis de la representación política que atravesó España a lo largo de la primera mitad de la década 2010-2020. Sin embargo, como veremos durante este capítulo, Podemos no es una iniciativa política que provenga de la nada, sino que en buena medida se inscribe dentro de la tradición ideológica de la izquierda no socialista española; y, por ello mismo, su trayectoria estratégico-discursiva bascula entre el rechazo de esa tradición y la asunción de la misma. A diferencia de otras experiencias con las que a menudo se le ha comparado –singularmente, el Movimento 5 Estelle italiano-, Podemos no hace tabula rasa con la historia de la izquierda radical española, sino que dialoga permanentemente con esta familia política. En particular, con la izquierda post-comunista, con quien mantiene una dialéctica constante; o, más específicamente aún, de la que por un lado se quiere separar y a la que por otro lado desea reformar777. Lo cual explica que la formación clásica de la izquierda no socialista en España, Izquierda Unida, sea una referencia perenne para Podemos: ya sea para contradecir una por una sus premisas estratégicas, o ya sea para entrar en coalición electoral con ella. De ahí que pueda afirmarse que, aunque Podemos no tiene los 50 años de historia del FN, sí conecta insistentemente con la memoria de un actor político antiguo –PCE primero, más tarde IU-; y, muy especialmente, con la experiencia de ese sujeto partidista durante la década de 1970. En este capítulo nos proponemos abordar de forma sistemática los antecedentes y la historia de Podemos desde mayo de 2011 hasta junio de 2018; momento en el que triunfa la moción de censura que convertirá en presidente al socialdemócrata Pedro Sánchez. Los 777 Podemos es un reto, un desafío, un enseñoreamiento con respecto a Izquierda Unida y al PCE; pero también una voluntad expresa por reformar, transformar, enseñar y actualizar la tradición política de la que bebe Izquierda Unida como coalición de partidos; singularmente en lo que se refiere a aspectos comunicativos, estéticos, organizativos, de puesta en escena y de interpelación de la ciudadanía. 324 objetivos de este recorrido histórico son: 1) dibujar la trayectoria estratégica durante estos siete años, 2) evaluar las relaciones entre la estrategia retórico-política de Podemos y el corpus ideológico tradicional de la izquierda postcomunista española, 3) examinar los conflictos internos en Podemos, situándolos dentro de la perspectiva de su relación con esta tradición ideológica, 4) destacar las originalidades discursivas y organizativas de Podemos, así como sus aspectos más convencionales, y 5) comprender el contexto de aplicación de lo que en esta tesis denominaremos “hipótesis Errejón”. Para alcanzar estos fines vamos a dividir la historia de la formación morada en cinco grandes apartados que corresponden a cuatro etapas distintas, cuya delimitación temporal exacta resulta necesariamente problemática y está, en consecuencia, sujeta a revisiones posteriores. El primer apartado está consagrado enteramente al estudio de la génesis de Podemos; esto es, a revisar aquellas experiencias históricas que ejercieron el papel de signos de que el proyecto era posible y motivaron a los promotores de la formación morada a lanzar la iniciativa. El segundo apartado se centra en la primera etapa de Podemos como artefacto político-electoral entre enero de 2014 y enero de 2015; y se detiene específicamente en las originalidades discursivas y organizativas que introduce la formación morada. Esta sección profundiza en las premisas estratégicas que sostuvieron los debates políticos y organizativos durante la primera “Asamblea Ciudadana” del partido. El tercer apartado focaliza la atención en el año 2015 como un período de fuertes contrastes en la formación morada: vaivenes demoscópicos, aparición de nuevos competidores partidistas, sucesión de victorias y decepciones electorales, alternancia de fases a la defensiva y a la ofensiva, y surgimiento de las primeras sospechas de corrupción en torno a Podemos. Además, en este epígrafe se resalta desde un punto de vista analítico la denominada “Marcha del Cambio” del 31 de enero de 2015 como un hito dentro de la trayectoria de innovaciones simbólicas, discursivas, estratégicas y de repertorio de acción colectiva de la formación morada. El cuarto apartado hace pie en la primera etapa de vida parlamentaria de Podemos, desde enero de 2016 hasta febrero de 2017, e indaga en las distintas visiones de Podemos y en las concepciones estratégicas que enfrentan a partir de entonces a “pablistas” y “errejonistas”. A lo largo de estas páginas se ponen de relieve los argumentos normativos y descriptivos con los que trabaja cada facción del partido. Por último, el quinto apartado revisa el período que comprende desde la celebración de la “Segunda Asamblea Ciudadana” de Podemos –también conocida como “Vistalegre II”- en febrero de 2017 325 hasta la investidura de Pedro Sánchez como presidente del gobierno en junio de 2018. Desde el punto de vista de nuestros propósitos de investigación, esta etapa es analíticamente la menos relevante, ya que en ella no se aplican los criterios estratégico- discursivos de la “hipótesis Errejón”; si bien sí resulta interesante para evaluar la trayectoria completa tanto del partido morado como particularmente de esta hipótesis estratégica. Para desarrollar este trabajo nos apoyamos en varios de los textos más prominentes de la literatura académica especializada en Podemos; especialmente en los artículos de Alexandros Kioupkiolis778, Javier Franzé779, Luis Ramiro y Raúl Gómez780, Juan Rodríguez Teruel, Astrid Barrio y Óscar Barberà781, César Rendueles y Jorge Sola782, Marco Briziarelli783, Óscar García Agustín784, Susana Martínez Guillén785, y finalmente Lluís Orriols y Guillermo Cordero786. Para completar estas lecturas, también nos valemos de algunos artículos académicos y textos autorreflexivos publicados por los propios fundadores de Podemos; tomando como base los siguientes escritos de Juan Carlos 778 Kioupkiolis, A. (2016): “Podemos, The Ambigous Promises of Left-Wing Populism in Contemporary Spain”, Jounal of Political Ideologies, 21 (2): 99-120; Kioupkiolis, A. & Pérez, F-S (2019): “Reflexive Technopopulism: Podemos and the Search for a New Left-Wing Hegemony”, European Political Science, 18: 24-36; y muy particularmente: Kioupkiolis, A. (2019): “Late Modern Adventures of Leftist Populism in Spain: the Case of Podemos, 2014-2018”, en: Katsambekis, G. & Kioupkiolis, A. (eds): The Populist Radical Left in Europe, Nueva York: Routledge, 47-73. 779 Franzé, J. (2015): “Podemos: ¿regeneración democrática o impugnación del orden? Transición, frontera política y democracia”, Cahiers de Civilisation Espagnole, 15: 1-20; Franzé, J. (2017): “La trayectoria del discurso de Podemos: del antagonismo al agonismo”, Revista Española de Ciencia Política, 44 219-246; y por último: Franzé, J. (2019): “Cercanía programática, lejanía cultural: la relación entre Podemos y el PSOE durante la crisis en España (2014-2018)”, DeSignis, 31: 293-313. 780 Ramiro, L & Gómez, R. (2016): “Radical-Left Populism during the Great Recession: Podemos and Its Competition with the Established Radical Left”, Political Studies, 65 (15): 108-126. 781 Rodríguez Teruel, J. & Barrio, A. & Barberà, O. (2016): “Fast and Furious: Podemos’ Quest for Power in Multilevel Spain”, South European Society and Politics, 21 (4): 561-585. 782 Rendueles, C. & Sola, J. (2018): “The Rise of Podemos: Promises, Contraints and Dilemmas”, en García Agustín, O. & Briziarelli, M. (eds): Podemos and The New Political Cycle. Left-Wing Populism and Anti- Establishment Politics, Cham: Palgrave McMillan, 25-47. 783 Briziarelli, M. (2018): “Podemos’ Twofold Assault on Hegemony: The Possibilities of the Post-Modern Prince and the Perils of Passive Revolution”, en: García Agustín, O. & Briziarelli, M. (eds): Podemos and The New Political Cycle. Left-Wing Populism and Anti-Establishment Politics, Cham: Palgrave McMillan, 97-122. 784 García Agustín, O. (2018): “We the People or We the Republic? The Need for a Republican Populism”, en García Agustín, O. & Briziarelli, M. (eds): Podemos and The New Political Cycle. Left-Wing Populism and Anti-Establishment Politics, Cham: Palgrave McMillan, 147-169. 785 Martínez, S. (2018): “Podemos’ Performative Power: Space Struggles and/as Political Transformation”, en: García Agustín, O. & Briziarelli, M. (eds): Podemos and The New Political Cycle. Left-Wing Populism and Anti-Establishment Politics, Cham: Palgrave McMillan, 75-94. 786 Orriols, L. & Cordero, G. (2016): “The breakdown of the Spanish two-party system: the upsurge of Podemos and Ciudadanos in the 2015 general election”, South European Society and Politics, 21 (6):469- 492. 326 Monedero787, Iñigo Errejón788 y Pablo Iglesias789. Asimismo, tanto para este como para el resto de capítulos sobre Podemos, nos servimos de las transcripciones de las entrevistas en profundidad realizadas a Iñigo Errejón a efectos de esta tesis doctoral. Por último, hacemos uso de nuestra experiencia como observadores-participantes en la secretaría de Relaciones con la Sociedad Civil de la formación morada durante los años 2015 y 2016. Como se verá en el transcurso de este capítulo, la historia de Podemos se caracteriza por la aceleración y la mutabilidad: en apenas cuatro años el partido se metamorfosea al menos en dos ocasiones. La primera, desde el punto de vista organizativo, ocurre en el otoño de 2014, cuando Podemos pasa de ser una iniciativa política marcada por la experimentación horizontal a convertirse en un partido político convencional. La segunda, desde el punto de vista estratégico, acontece tras el segundo Vistalegre, cuando la formación morada abandona la apuesta estratégica por la transversalidad y reorienta su trayectoria hacia la autenticidad identitaria. Asimismo, en este lapso de tiempo, Podemos también cambia su posición en relación al orden: transita desde el antagonismo con respecto al “Régimen del 78” a convertirse en una formación política agonista capaz de dialogar con ese conjunto institucional y plantear reformas o actualizaciones del mismo. Sin embargo, a pesar de experimentar estas transformaciones, Podemos continúa siendo una formación reconocible a lo largo de este ciclo de cuatro años. En primer lugar porque el liderazgo carismático de Iglesias no es reemplazado por ningún otro; sino que, al contrario, se ve fortalecido internamente tras la disputa estratégica contra el errejonismo durante los últimos meses de 2016 y las primeras semanas de 2017. Y, en segundo lugar, porque estas mutaciones suceden y se insertan dentro de un período vertiginoso de gran inestabilidad en el sistema político español donde todas las plataformas partidistas –a excepción del Partido Popular- varían notablemente. De modo que Podemos puede ser 787 Monedero, J-C (2020): “Postdemocracy, Postpolitics and Populism. Fresh Political Thinking and Podemos”, Latin American Perspectives, 47 (3): 145-167. 788 Errejón, I. (2011): “El 15-M como discurso contra-hegemónico”, Encrucijadas. Revista Crítica de Ciencias Sociales, 2: 120-145; Errejón, I. (2015): “La construcción de un sujeto popular”, Teknokultura. Revista de Cultura Digital y Movimientos Sociales, 12 (1): 39-53; Errejón, I. & Mouffe, C. (2015): Construir pueblo. Hegemonía y radicalización de la democracia, Barcelona: Icaria; Errejón, I. (2020, 10, noviembre). “Lo que pudimos. Lo que podremos”, Jacobinlat: https://jacobinlat.com/2020/11/10/lo-que- pudimos-lo-que-podremos/ 789 Iglesias, P. (2015): “Entender Podemos”, New Left Review, 93: 9-54; Iglesias, (2015): Una nueva Transición. Materiales para el año del cambio, Madrid: Akal; Iglesias, P. & Juliana, E. (2018): Nudo España, Barcelona: Arpa. 327 entendido como un partido nuevo con raíces viejas, que se transforma extraordinariamente en muy poco tiempo, que acelera una serie de cambios en el sistema de partidos español, que obtiene resultados electorales hasta ese momento inusitados para una formación joven, y cuya trayectoria política reciente guarda importantes paralelismos con la del Front National francés. 12.1 Antecedentes de Podemos El día de su presentación pública el 17 de enero de 2014 en un pequeño teatro del área más emblemáticamente multicultural de Madrid, Podemos no se describe a sí mismo como un partido político al uso, sino como una herramienta política al servicio de “la indignación y el deseo de cambio”790. Aquella mañana, los intervinientes en el “Teatro del Barrio” de Lavapiés enfatizan el carácter instrumental, participativo, inédito, urgente y rupturista de la iniciativa que estaban poniendo en marcha, y que consistía básicamente en una “candidatura ciudadana”791 cuya intención principal era concurrir a las elecciones europeas que se celebrarían cinco meses más tarde. Tanto Juan Carlos Monedero como Miguel Urbán, Teresa Rodríguez, Ana Castaño, Iñigo Errejón o Pablo Iglesias se detuvieron a lo largo de sus discursos en estos cinco rasgos, que son muy expresivos del líquido amniótico en el que creció y se desarrolló la versión primera o proto-versión de Podemos. El rasgo que más subrayan los seis encargados de tomar la palabra aquel viernes es el carácter instrumental de la iniciativa que estaban lanzando; esto es, su función de medio, de soporte, de artefacto de agitación política, de vehículo para algo otro. Aún más, en esta primera rueda de prensa, Podemos se define como un método: como una palanca para remover y catalizar el descontento social. O, como insiste repetidamente Juan Carlos Monedero en su alocución con visos poéticos, como “una piedra en el estanque”792, como 790 Podemos, (2014, 14, enero). “Mover Ficha: convertir la indignación en cambio político”, Manifiesto fundacional, p. 4. El archivo completo puede encontrarse en el siguiente enlace web: http://tratarde.org/wp- content/uploads/2014/01/Manifiesto-Mover-Ficha-enero-de-2014.pdf 791 “Una candidatura que sea el resultado de un proceso participativo abierto a la ciudadanía, en la elaboración de su programa y en la composición de la lista paritaria (…) Una candidatura con compromiso de transparencia y rendimiento de cuentas, cuyos recursos financieros sean independientes de la banca privada y de los lobbies” (Ibid, 4). 792 “Esto es una piedra en el estanque. Y las piedras salen de una honda, de un tirachinas, de un brazo. Somos la piedra en el estanque. Y somos muchos. Esto no es contra nadie, sino todo lo contrario. Sólo 328 un elemento inesperado que agita las aguas y provoca ondulaciones. Podemos se esfuerza en su origen por describirse a sí mismo como un procedimiento, casi como una excusa, y en todo caso como un espacio para cambiar las cosas. Es decir, como una creación política que no venía a competir con los partidos y movimientos tradicionales de la izquierda alternativa española –Iglesias nombra explícitamente a Izquierda Unida, Anova y a las “mareas” verde y blanca-, sino que se proponía como objetivo sumar, haciendo algo que las organizaciones convencionales no estaban en condiciones de llevar adelante. Ese plus que las plataformas habituales de la izquierda no estaban en condiciones de activar era, de acuerdo con los promotores de la iniciativa Podemos, la ilusión que desencadena la participación colectiva. Por eso Podemos toma en su origen la forma de una convocatoria ciudadana, de una interpelación inédita a las “mayorías golpeadas por la crisis”, de una correa de transmisión política y, al mismo tiempo, de un ágora para el 99%. En otras palabras: un punto de reunión, de participación, de apertura y de politización. Miguel Urbán –encargado entonces de asuntos de organización- acentúa notablemente el valor de horizontalidad y participación que entraña la iniciativa: “La idea es construir desde abajo el proceso”793; un proceso diseñado para que la gente participe tanto en la conformación del programa como en la elaboración de las listas electorales, con el fin de que la ciudadanía vea en Podemos un instrumento “útil” para la mejora de las condiciones de vida de la mayoría. La iniciativa se esmera así en asumir el aire de una invitación al dinamismo colectivo. El tercer rasgo sobre el que insisten los intervinientes es el carácter inédito de un proyecto político de esta naturaleza. Los promotores de Podemos buscan anclar esta iniciativa en el ciclo que inaugura el movimiento 15M y, por lo mismo, quieren hacer de ella un ejemplo de pedagogía de la participación destinada a enseñar y asombrar al resto de actores políticos de la izquierda española. Desean a este respecto dar una lección a las plataformas tradicionales recogiendo el impulso y las enseñanzas del movimiento de los indignados en España y, más generalmente, de los diversos Occupy que recorrieron distintos países a lo largo del año 2011. En esta voluntad no se expresa únicamente una motivación ética –un mandato de horizontalidad aprendido en las plazas-, sino el necesitamos unirnos. Somos la piedra en el estanque” (Juan Carlos Monedero, Discurso de Presentación de Podemos en el Teatro del Barrio de Madrid, 17 de enero de 2014). 793 Miguel Urbán, Discurso de Presentación de Podemos en el Teatro del Barrio de Madrid, 17 de enero de 2014. 329 convencimiento de que, como repite Iglesias en esa época a modo de mantra, “si la gente normal no hace política, al final se la hacen otros”794. Hay por tanto en ese Podemos un deseo explícito de exhibir un cierto adanismo democratizante que, al referenciarse únicamente en el 15M, marca distancias con otros proyectos de la izquierda y certifica su originalidad. El objetivo es presentar a Podemos como un actor nuevo, heredero del 15M, centrado en lo metodológico, deudor de las teorías del general intellect795; y, por todo ello, cualitativamente distinto al resto. Un cuarto elemento que es abundamente subrayado por los portavoces de Podemos es el carácter urgente, apremiante y casi agónico de la iniciativa. Los seis se detienen en sus intervenciones a delinear la situación que vive España: no sólo en esos albores de 2014, sino más generalmente desde el comienzo de la crisis económica en 2008. Su diagnóstico apunta a un clima de “desesperanza”, “derrotismo”, “perplejidad” y “pesimismo”. Un ambiente de derrota, desagregación y empobrecimiento que, sin embargo, convive con un descrédito insólito de las élites políticas y económicas; lo que conduce a los promotores de Podemos a proclamar en su manifiesto fundacional que “estamos ante la mayor pérdida de credibilidad del régimen nacido de la constitución de 1978”796. Y simultáneamente a preguntarse con cierto estupor: “¿Cómo es posible que habiendo tanto descontento, que habiendo un descontento tan generalizado, que habiendo protestas que han incluido a sectores que nunca antes habían protestado, no haya cambiado nada aún? ¿Cómo es posible que habiendo cundido el descrédito de los que aún nos gobiernan no hayamos sido capaces de precipitar el cambio político?”797. Esta situación de ambivalencia ampliada que combina la desesperanza de las mayorías con la indignación colectiva marca, a ojos de los dirigentes de Podemos, una disyuntiva: o bien prevalece la desesperanza ahogando las protestas y conduciendo al país a una suerte de gobierno de la 794 Pablo Iglesias, Discurso de Presentación de Podemos en el Teatro del Barrio de Madrid, 17 de enero de 2014. 795 Consultar especialmente a este respecto las siguientes obras de Antonio Negri, Félix Guattari y Paolo Virno que personas influyentes de Podemos, como Pablo Iglesias o Jorge Moruno, conocen bien: Negri, A. (1979): Marx au-delà de Marx, París: Christian Bourgeois; Negri, A. & Guattari, F. (1999): Verdades nómadas & General Intellect, poder constituyente, comunismo, Madrid: Akal; Virno, P. (2004): A Grammar for the Multitude, Los Ángeles: Semiotext(e). 796 Podemos, (2014, 14, enero). “Mover Ficha: convertir la indignación en cambio político”, Manifiesto fundacional, p. 1. El archivo completo puede encontrarse en el siguiente enlace web: http://tratarde.org/wp- content/uploads/2014/01/Manifiesto-Mover-Ficha-enero-de-2014.pdf 797 Iñigo Errejón, Discurso de Presentación de Podemos en el Teatro del Barrio de Madrid, 17 de enero de 2014. 330 austeridad permanente, o bien se impone la indignación provocando un estallido social de grandes dimensiones. Dentro de los parámetros de este diagnóstico, los creadores de Podemos interpretan esta disyuntiva trágicamente como una encrucijada de opciones mutuamente excluyentes: si ocurre una, cancela las posibilidades de la otra; y viceversa. Este aire de excepcionalidad les lleva a interpretar la segunda opción metafóricamente como una “ventana de oportunidad” –es decir, como una posibilidad real pero acotada en el tiempo- y a inscribir el proyecto de Podemos en términos de un intento por introducirse en el hueco que la “ventana de oportunidad” ofrece. En otras palabras: Iglesias, Errejón, Urbán, Monedero y Rodríguez entienden que Podemos es un instrumento para decantar la disyuntiva hacia esta segunda opción. Podemos es la herramienta, el soporte, el medio para “traducir la indignación social en poder político”798; o, lo que es lo mismo: la cuña para evitar que la ventana de oportunidad se cierre precipitadamente; la palanca que mantiene el hueco abierto e impide que el cierre tecnocrático se haga realidad. De ahí la atmósfera de urgencia y el tono apremiante que se desprende de los primeros textos y discursos de Podemos. El quinto rasgo que presenta un acusado relieve en la retórica del primer Podemos es el elemento rupturista. Los textos y discursos de aquella época describen a Podemos como un mecanismo de ruptura con la política tradicional, identificada con “lo viejo”, con la élite y con el modo de vivir de “señores encorbatados que ganan mucho dinero y encarnan los privilegios”799. Podemos vendría a quebrar tanto una forma de hacer política como la sustanciación de ese tipo de política en leyes e instituciones. No en vano, Miguel Urbán y Teresa Rodríguez mencionan en sus intervenciones la necesidad de aspirar a un “proceso constituyente” que permita romper con el “régimen del 78” e instaurar una “democracia real”800. También el manifiesto Mover Ficha describe a Podemos como una “candidatura de ruptura”801 y alude a la necesidad de emprender un “proceso 798 Pablo Iglesias, Discurso de Presentación de Podemos en el Teatro del Barrio de Madrid, 17 de enero de 2014. 799 Pablo Iglesias, Discurso de Presentación de Podemos en el Teatro del Barrio de Madrid, 17 de enero de 2014. 800 Teresa Rodríguez, Discurso de Presentación de Podemos en el Teatro del Barrio de Madrid, 17 de enero de 2014. 801 Podemos, (2014, 14, enero). “Mover Ficha: convertir la indignación en cambio político”, Manifiesto fundacional, p. 2. El archivo completo puede encontrarse en el siguiente enlace web: http://tratarde.org/wp- content/uploads/2014/01/Manifiesto-Mover-Ficha-enero-de-2014.pdf 331 constituyente”802 que supere la vieja política bipartidista del “régimen del 78”803. En términos de la clásica dicotomía entre reforma y ruptura –dualidad respecto de la cual los promotores de Podemos se sienten muy próximos por su propio historial militante804- la nueva iniciativa se decanta en sus albores por el lado de la ruptura. Ahora bien, más allá de los rasgos concretos que este proyecto manifiesta al nacer: ¿cómo se explica la gestación de esta iniciativa política? ¿Qué plataformas partidistas o movimientos sociales inspiraron a los promotores de Podemos? ¿Qué hitos o referentes tenían en mente Iglesias, Urbán, Errejón, Monedero o Rodríguez cuando decidieron -en sus propios términos- “dar un paso adelante”? A pesar de que la bibliografía especializada sobre Podemos es prolija y extensa805, escasean los textos que aborden específicamente los antecedentes de Podemos. No han sido hasta ahora demasiados los trabajos que, entrevistando a algunos de sus dirigentes, estudien desde una perspectiva comprehensiva las experiencias personales e interpretaciones de fondo que les motivaron a poner marcha este proyecto. Vale la pena por eso mismo reparar mínimamente en los movimientos, partidos y acontecimientos en los que se fijaron los impulsores de Podemos para pensar –en realidad, para convencerse a sí mismos- que un proyecto así era posible. Para ello, además de las entrevistas en profundidad a sus protagonistas, nos basaremos en aquellos textos en los que los creadores de Podemos hacen un análisis retrospectivo de sus orígenes, así como en material audiovisual acumulado entre los años 2011 y 2014. El acontecimiento más importante en el que piensa este grupo de personas para convencerse de que Podemos puede funcionar como una herramienta transversal de catalización del malestar social desagregado y relegado a la esfera de lo privado es el éxito inesperado del movimiento de los indignados españoles o Movimiento 15 de Mayo. Del mismo modo que el referéndum de 2005 para la aprobación de la Constitución 802 Íbid, p. 3. 803 Íbid, p. 1. 804 Pablo Iglesias había sido militante de la Unión de Juventudes Comunistas de España (UJCE) durante siete años y había asimismo colaborado con diversas organizaciones de la izquierda alternativa española. Por su parte, Iñigo Errejón había participado en las Juventudes Anarquistas (JJAA) durante su adolescencia y primera juventud para, más adelante, colaborar con diversas organizaciones vinculadas con el movimiento libertario. Juan Carlos Monedero fue asesor de Izquierda Unida entre los años 2000 y 2005 y colaboró con gobiernos latinoamericanos como el de Hugo Chávez en Venezuela. Rafael Correa en Ecuador y Daniel Ortega en Nicaragua en el período 2005-2013. Por último, Miguel Urbán y Teresa Rodríguez habían militado en diversas organizaciones trostkistas como Espacio Alternativo y, en el momento de la fundación de Podemos, continuaban siendo miembros del partido Izquierda Anticapitalista (IA). 805 Véanse por ejemplo los siguientes artículos: Kioupkiolis, 2016; Rodríguez Teruel & Barrio & Barberà, 2016; Orriols & Cordero, 2016; García Agustín & Briziarelli, 2018. 332 Europea supuso una enseñanza fundamental para el Front National marinista, el movimiento de los indignados de 2011 fue interpretado por los promotores de Podemos como la prueba de que, por un lado, los grandes consensos de la Transición española se habían roto –y había en consecuencia una crisis orgánica en España806- y, por otro lado, como la ejemplificación de que en adelante no resultaba imposible construir mayorías sociales más allá de las etiquetas tradicionales izquierda/derecha interpelando a la ciudadanía a través de un léxico novedoso que entroncara con el “sentido común de época”807. A este respecto, el movimiento 15M ejerce como suelo en el que Podemos hace pie. Es, de acuerdo con las palabras del propio Errejón, el sustrato político y cultural - el humus o lecho- que posibilita el nacimiento de Podemos. Al mismo tiempo, el 15M también hace la función de escuela política para los dirigentes de Podemos, que participan en él con asombro y esperanza; y que, como reconocen más adelante808, lo interpretan en términos de “baño de realidad”; esto es, como una suerte de inmersión pedagógica en las preocupaciones urgentes y en los lenguajes comunes del pueblo español –más allá de la retórica clásica de la izquierda radical y de los movimientos sociales. Los fundadores de Podemos analizan por ello el movimiento 15M como un quiebre cultural -una transformación en la forma de interpretar la realidad por parte de las mayorías sociales- y lo asumen como una lección política para la izquierda transformadora809. Una lección que, como le gustaba repetir a los fundadores de Podemos en 2014, los partidos tradicionales de la izquierda española no habían sabido/querido aprender810. De hecho, la impresión que causa el 15M en ellos es de tal magnitud que el programa de televisión La Tuerka que entonces presentaba y dirigía Pablo Iglesias se emitió durante el 15M, visitó la acampada de la Puerta del Sol de Madrid y consagró al 806 Errejón, I. (2011): “El 15-M como discurso contra-hegemónico”, Encrucijadas. Revista Crítica de Ciencias Sociales, 2: 137. 807 Errejón, 2011b: 132-133. 808 A este respecto, es sumamente interesante consultar las opiniones de Pablo Iglesias y Juan Carlos Monedero expresadas en este programa de La Tuerka grabado dos años después del 15-M: La Tuerka (2013, 16, mayo): “¿Qué queda del 15M?”, La Tuerka Con Mano Izquierda: https://www.youtube.com/watch?v=BPsBBGauM2s. Para más información consultar los siguientes documentos: Tecé, G. (2014, 20, mayo). “Pablo Iglesias: “El 15-M nos enseñó que no se puede pedir certificados de pureza ideológica”, La Marea: https://www.lamarea.com/2014/05/20/50447/ 809 “El 15M no reveló la fuerza de la izquierda, sino nuestra maldita debilidad”, afirma Pablo Iglesias durante su intervención en la universidad de verano de Anticapitalistas celebrada en septiembre de 2013. Ver: Torreblanca, J-I (2015): Asaltar los cielos. Podemos o la política después de la crisis, Barcelona: Penguin Random House, 121. 810 “El 15M puso a la izquierda española frente al espejo, revelando sus carencias (…) Ante la nueva coyuntura IU tuvo la oportunidad de diseñar una estrategia algo menos tímida de la que implementó (…) Ello quizá le hubiera permitido recoger electoralmente algo más del descontento social existente, pero no aprovechó su ocasión” (Iglesias, 2015b: 18-19). https://www.youtube.com/watch?v=BPsBBGauM2s 333 menos tres emisiones al análisis in situ del movimiento811. Es más: todo el historial de programas de La Tuerka durante los años 2011 y 2012 –donde participaban regularmente Iñigo Errejón, Juan Carlos Monedero o Miguel Urbán- constituye una reflexión acerca de las posibilidades políticas y las enseñanzas que abre el movimiento 15M y el ciclo de protestas inmediatamente posterior. El segundo elemento que les motiva para lanzar la iniciativa Podemos es el éxito del programa de televisión La Tuerka; y, muy especialmente, el aprendizaje comunicativo que ofrece esta emisión y los efectos que genera en términos de militancia. Si el 15M es el suelo sobre el que pisa la iniciativa Podemos, La Tuerka son los pies de apoyo. Es la herramienta de experimentación televisiva cuyo dominio permite más adelante a los impulsores de Podemos mantenerse en equilibrio y transmitir eficazmente ideas en el mundo de los medios de comunicación de masas. En concreto, La Tuerka es un programa de televisión bajo el formato de tertulia política, presentado por Pablo Iglesias y emitido primero por Tele K812, más adelante por el Canal 33 de Madrid813 y finalmente por el canal del diario Público814. Un programa de televisión en el que, desde un enfoque a caballo entre lo académico y lo periodístico, se abordaban asuntos de actualidad con una línea explícitamente izquierdista815. Además de lugar de experimentación con el formato y los ritmos del debate televisivo, La Tuerka posee valor de antecedente porque es el 811 Ver: La Tuerka, (2011, 19, mayo): “¿Elecciones igual a democracia?”, Tele K: https://www.youtube.com/watch?v=8AeQg8UjDJ8&feature=youtu.be; La Tuerka, (2011, 29, mayo): “Los indignados y la mayoría silenciosa”, Tele K: https://www.youtube.com/watch?v=vFYOglo9fM4; La Tuerka, (2011, 2, junio): “Lecciones del 15M y el futuro del movimiento”, Tele K: https://www.youtube.com/watch?v=EFBcKQZ9CNk 812 En sus dos primeras temporadas –desde noviembre de 2010 hasta junio de 2011, y desde septiembre de 2011 hasta junio de 2012- el programa se realizaba y emitía semanalmente desde el plató de la televisión comunitaria Tele K, y se publicitaba y emitía también por Youtube y redes sociales. Un extracto del primer programa puede consultarse en el siguiente enlace web: La Tuerka (2010, 22, noviembre): “La visita del Papa”, Tele K: https://www.youtube.com/watch?v=ntiL7Gn9vqE 813 La tercera temporada –desde septiembre de 2012 hasta junio de 2013- el programa se traslada a la televisión local de Madrid Canal 33. 814 En la cuarta temporada –desde diciembre de 2013 hasta junio de 2014- el programa se desplaza al plató de televisión situado en la redacción del periódico digital Público y se emite en streaming y en diferido a través de la página web de dicho periódico. A partir de ese momento y hasta el final de sus emisiones en 2017- ya con otros presentadores y formato ligeramente distinto- el programa continuará emitiéndose en el canal de televisión del diario Público. 815 Esta mezcla entre lo académico y lo periodístico se aprecia bien si se tiene en cuenta cómo surge el proyecto de La Tuerka. Los orígenes del programa se encuentran en el acto titulado 99 Segundos One Step Beyond que la red de profesores e investigadores La Promotora organizó el 25 de mayo de 2010 en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la UCM. Dicho acto consistió en un debate bajo el ttítulo “Transición, calidad democrática e impunidad. Nuevas perspectivas generacionales”, en el que los organizadores huyeron explícitamente de la seriedad de los actos académicos y optaron por darle un formato televisivo. Pablo Iglesias ejerció como presentador del acto. Tele K grabó el debate y al poco tiempo le propuso a La Promotora que trasladara este formato de debate a la televisión. 334 espacio donde fermentan muchos de los discursos e ideas que después enunciará Podemos. A su vez, el programa también hace la función de ventana desde la que darse a conocer. No en vano, la primera intervención de Pablo Iglesias en un medio generalista español se produce a raíz de que los productores de dicho programa reparen en La Tuerka y se sorprendan con su lenguaje y formas. Pero quizás el punto más importante –y habitualmente menos señalado como antecedente de la iniciativa Podemos- es que Iglesias considera ya a La Tuerka como un proto-partido; es decir, como un órgano de militancia. Y es que, en efecto, la convicción de Iglesias es que los ciudadanos del siglo XXI ya no militan en las formaciones políticas clásicas, sino en los medios de comunicación; a los que incluso siguen más fielmente y creen con más facilidad que a los partidos políticos convencionales. Por este motivo, Iglesias juzga como una desgracia la inexistencia de grandes medios de comunicación auténticamente de izquierdas en España; y estima por ello fundamental la tarea de proveer a los electores de izquierdas de argumentos y visiones del mundo capaces de contrarrestar las ideas que la derecha expresa habitualmente en tertulias y debates de los medios de comunicación de masas. Esa entiende Iglesias que debe ser la función de La Tuerka: suministrar explicaciones y razonamientos originales para la audiencia de izquierdas; o, lo que es lo mismo: realizar la función educativa que antes llevaban a cabo los partidos y sindicatos tradicionales. La Tuerka es por tanto concebida como un lugar para hacer política; o, mejor: como un espacio de intervención militante, del que Podemos no será sino su continuación en forma de experimento partidista. Este carácter militante se percibe muy nítidamente en estas declaraciones de Pablo Iglesias pronunciadas pocos días después de ser llamado por primera vez a participar como invitado en el programa El Gato al Agua de la cadena Intereconomía: “Quién me iba a decir a mí que gracias a un debate en El Gato al Agua con Federico Jiménez Losantos, los medios se iban a interesar por darme la palabra. Las cosas nunca son como las habíamos imaginado y os aseguro que estos días estamos desbordados. Pero sabed, compañeros, que nunca hemos tenido miedo a coger los toros por los cuernos. Llevamos más de dos años diciendo que los medios, en tanto que aparatos ideológicos, son un espacio de intervención política crucial. Asumimos, por tanto, la dificultad de ciertos formatos así como el peligro de la banalización, el espectáculo y la “todología”; pero no vamos a esconder la cabeza cuando nos dan la oportunidad de que nos escuchen cientos de miles de personas. Sabed, compañeros, que cuando escucháis mis argumentos o los de 335 Monedero en los grandes medios, estáis asistiendo al trabajo de un equipo que se deja la piel ayudándonos a preparar los debates y a difundirlos. No queremos ser estrellas, queremos ser militantes. Y nuestro partido es La Tuerka”816. O también en este texto retrospectivo escrito por Iglesias en 2015 con el fin de dar a conocer el experimento Podemos a los movimientos y partidos de izquierda en el mundo hispanohablante: “Desde el principio, y aun asumiendo la modestia de nuestro medio, entendimos La Tuerka como “partido”. La gente no milita en los partidos, decíamos, sino en los medios de comunicación. La Tuerka primero y después el programa Fort Apache fueron los “partidos” desde los que practicamos la lucha política en el terreno de producción ideológica fundamental: la televisión”817. Se comprende entonces que cuando La Tuerka empieza a tener éxito –es decir, conforme aumenta su audiencia y logra mudarse a canales con cada vez mayor capacidad de transmisión- este hecho envía la señal a los futuros impulsores de Podemos de que es posible dar un paso más hacia adelante. La progresiva profesionalización de La Tuerka les transmite la idea de que existe un público potencial para un discurso y unas formas novedosas; o, lo que es lo mismo: que existe la posibilidad –aún no aprovechada a nivel nacional- de concitar a la nueva y vieja izquierda con un formato y estilo originales. Esta idea de oportunidad latente viene reforzada por las experiencias partidistas de la CUP en Catalunya y AGE en Galicia. Los promotores de Podemos interpretan ambos casos como señales de que sí se puede; o sea, de que es posible hacer algo nuevo con un estilo y unas formas diferentes. Y que, además, este tipo de experimentos pueden resultar exitosos. El caso de la Candidatura de Unitat Popular (CUP) en Catalunya durante las elecciones autonómicas de 2012 resulta paradigmático, a ojos de los promotores de Podemos, de que la esfera de lo político-electoral puede servir de catalizador inmejorable del descontento social. O, dicho de modo aún más polémico: que el orden lógico del cambio político no tiene por qué ser primero lo social y más tarde lo electoral; y, por tanto, que no hace falta esperar a acumular en el ámbito de las protestas sociales para 816 Pablo Iglesias, Discurso de entradilla La Tuerka. El programa completo puede encontrarse en la siguiente referencia: La Tuerka (2013, 16, mayo). “¿Qué queda del 15M?”, Canal 33: https://www.youtube.com/watch?v=BPsBBGauM2s [desde minuto 0:54 hasta minuto 1:44] [los subrayados son míos] 817 Iglesias, P. (2015): “Entender Podemos”, New Left Review, 93: 21. 336 lograr objetivos electorales ambiciosos. Iglesias, Errejón y, en menor medida, Juan Carlos Monedero, están persuadidos de que, bajo ciertas circunstancias, el cambio político no surge como traducción de la conflictividad social, sino más bien a partir de la irrupción de artefactos electorales inesperados capaces de condensar durante un tiempo el malestar social difuso. El caso de la CUP en las elecciones autonómicas catalanas de 2012 influye positivamente en los futuros dirigentes de Podemos en la medida en que ejemplifica para ellos cómo experimentos de índole político-electoral pueden ejercer de multiplicador exponencial de las protestas sociales; y, en consecuencia, cómo desde ahí se puede precipitar más cambio social inmediato que a través de años de conflictividad social –al menos en sociedades avanzadas del primer mundo. Realmente no se trata en su planteamiento de una disyuntiva –o lo social, o lo electoral-, sino de una recomposición de los términos de la secuencia temporal, según la cual lo específicamente electoral no es la desembocadura de algo otro, sino más bien el detonante –el pistoletazo de salida- de un ciclo ampliado de cambio social. Hay que tener en cuenta que, a raíz de la asamblea extraordinaria celebrada en Molins de Rey y la decisión de presentarse a las elecciones autonómicas catalanas de noviembre de 2012, la Candidatura de Unitat Popular (CUP) pasó de ser prácticamente una desconocida –excepto para círculos muy militantes del ámbito del independentismo de izquierdas- a lograr 3 escaños y 126.000 votos en toda Catalunya. Y que posteriormente el liderazgo carismático de David Fernández consiguió ampliar el nivel de conocimiento y simpatía hacia este partido político, no exclusivamente en Catalunya, sino también en el resto de España; lo cual fue interpretado por los impulsores de Podemos como una señal de la importancia de los “liderazgos disruptivos” en la política contemporánea. El propio Errejón nombra significativamente a David Fernández como precursor o modelo político durante su intervención en el “Teatro del Barrio” de Lavapiés: “Hemos aprendido ya, y nos lo han enseñado los mejores maestros, que es un suicidio cederle la menor confianza a los que, en un maravilloso gesto de dignidad, el diputado David Fernández de la CUP llamaba los gángsteres”818. De modo que el caso de la CUP en Catalunya es considerado por los iniciadores de Podemos como una referencia no sólo por haber quebrantado el orden lógico de la dinámica del cambio social, sino por enseñar –sobre todo al mundo libertario, de los movimientos sociales y en cierto modo también 818 Iñigo Errejón, Discurso de Presentación de Podemos en el Teatro del Barrio de Madrid, 17 de enero de 2014. 337 al 15M- que los liderazgos carismáticos ejercen un papel articulador ineludible en la política transformadora contemporánea819. La experiencia de AGE en Galicia redunda en los dos motivos anteriores: eficacia de las apuestas electorales originales con perfil rupturista, e importancia de los liderazgos carismáticos como agregadores políticos de primera magnitud en contextos de crisis económica y desconfianza creciente hacia las plataformas partidistas tradicionales. A ello hay que sumar el efecto que produce el conocimiento directo del experimento electoral gallego. Pablo Iglesias trabajó como asesor del candidato de Alternativa Galega de Esquerdas -Xosé Manuel Beiras- para las elecciones autonómicas de octubre de 2012. Ramón Luque, entonces responsable de política electoral de IU, contrató a Iglesias precisamente con la intención de que aportara el plus de originalidad discursiva y la conexión con los jóvenes que estaba demostrando en el programa de televisión La Tuerka. De la participación en primera línea de aquella campaña, Iglesias extrae varias conclusiones que después serán relevantes para el proyecto de Podemos. De la misma manera que Errejón se ve muy marcado por el caso de la CUP en Catalunya, Iglesias vuelve de Galicia convencido de que algunas de sus conjeturas se han visto reforzadas. La primera tiene que ver con el papel del liderazgo: Iglesias queda muy sorprendido por la sabiduría y el carisma de Xosé Manuel Beiras, así como también por su ascendente simbólico dentro de la izquierda gallega. La segunda guarda relación con el discurso: Pablo Iglesias destaca que la retórica de AGE no interpela a los votantes a través de códigos específicamente izquierdistas, sino con un lenguaje soberanista, de perfil ciudadanista y claros guiños al 15M. Ambas conjeturas convergen en una tercera aún más sorprendente: la combinación entre carisma, integridad moral y discurso destituyente provee de resultados electorales excelentes; o, dicho de un modo todavía más preciso: la mezcla de estos tres elementos ofrece la posibilidad de irrupciones electorales igualmente súbitas y exitosas. Lo cual para Iglesias demuestra que hay una “estructura de 819 A este respecto hay que señalar que la principal conexión entre los futuros dirigentes de Podemos y la CUP es Iñigo Errejón. Según reconoce en esta entrevista, él es el que divulga y a la postre ejerce de correa de transmisión entre aquel experimento catalán y las reflexiones que por entonces manejan el grupo que más tarde será promotor de Podemos: “Yo estuve viviendo una temporada larga en Girona y todo mi entorno allí era el entorno de la CUP. Conocía la experiencia municipalista de ellos, muy arraigada en comarcas de la Catalunya central, de Vic y de Berga; y tenía muy buena relación con Quim Arrufat, que fue uno de los tres diputados de la CUP que entró en el Parlament catalán en noviembre de 2012. De hecho, en uno de sus primeros discursos en el Parlament, Quim Arrufat me cita: “como dice Iñigo Errejón, o nos latinoamericanizamos, o nos latinoamericanizan” (…) lo cual es un guiño que muestra claramente que el grado de coincidencia intelectual era muy elevado” (Iñigo Errejón, Comunicación personal, 17 de diciembre de 2020). 338 oportunidad” en España para la emergencia de artefactos electorales que sepan combinar estos tres elementos con la suficiente audacia. Los 9 diputados autonómicos logrados por la marca AGE con únicamente un mes de vida no harían sino corroborarlo. Otro de los hitos que sin duda empuja a los impulsores de Podemos a presentar la iniciativa es el crecimiento electoral de Syriza en Grecia desde 2012. Hay que tener en cuenta que en el período que va desde finales de 2009 hasta el referéndum de julio de 2015, el debate público español estuvo muy marcado por el caso griego, y que los paralelismos entre ambos países fueron constantes. Basta dar una vuelta por los programas de La Tuerka en aquel lapso de tiempo para confirmar que la experiencia de Syriza y de las multitudinarias protestas sociales en Grecia resultaban omnipresentes en la conversación de varios de los impulsores de Podemos. Tanto es así que en un programa Iglesias se refiere a AGE como la “Syriza gallega”820; y, más generalmente, a lo largo de varias emisiones los participantes en los debates se preguntan si existe la posibilidad de una “Syriza española”. También estimula y se sigue con atención el caso del Front de Gauche de Jean-Luc Mélenchon en las elecciones presidenciales francesas de 2012821. E incluso sorprende el ejemplo del Movimiento 5 Estrellas de Beppe Grillo en Italia. La influencia fundamental de estos tres casos para los futuros dirigentes de Podemos es que, por un lado, muestran con su ejemplo que sí se puede –que los experimentos políticos no resultan absolutamente descabellados-; y, por otro lado, alimentan la idea de que en el sur de Europa se está abriendo una “estructura de oportunidad” muy similar a la acontecida en América latina algunos años antes. A pesar de que se ha subrayado abundantemente por la literatura académica y periodística, el paralelismo con América latina es central en el diagnóstico que hacen los promotores de Podemos. Los impulsores de la iniciativa del “Teatro del Barrio” trabajan con la hipótesis de que la Europa del sur se está “latinoamericanizando” de un modo dramáticamente acelerado. Por eso están ávidos de signos que corroboren esta hipótesis. Así que cuando analizan los casos de AGE, Syriza, la CUP, el Front de Gauche o el M5E, 820 Ver: La Tuerka (2012, 18, octubre) “Monólogo de Pablo Iglesias sobre Xosé Manuel Beiras”, Canal 33: https://www.youtube.com/watch?v=dXg9B3GTIB8 821 El programa La Tuerka dedica una emisión completa a las elecciones presidenciales francesas de 2012 desde un enfoque específicamente orientado a observar en la realidad de Francia paralelismos con España; y, de un modo aún más preciso, a indagar en la izquierda francesa coincidencias con las reflexiones y el diagnóstico político que caracteriza al círculo de Pablo Iglesias. Ver: La Tuerka (2012, 14, abril): “Las elecciones francesas y el Frente de Izquierdas: ¿algo que aprender?”, Tele K: https://www.youtube.com/watch?v=pIxSxqEte9k 339 observan claramente en ellos la señal de confirmación de su hipótesis. Como consecuencia de ello, extraen la conclusión de que en la Europa mediterránea es posible ensayar proyectos políticos atravesados por la reivindicación de la patria y de la soberanía popular como los acontecidos en algunos países de Sudamérica. Unos proyectos que Iglesias, Errejón y Monedero conocen bien por haber estudiado y participado en procesos como el de Evo Morales en Bolivia, Rafael Correa en Ecuador, Hugo Chávez en Venezuela o Néstor Kirchner en Argentina. Finalmente, el último de los hitos que anima a los promotores de Podemos a lanzar la iniciativa es la consagración de Pablo Iglesias como figura política en las tertulias de televisión durante el año 2013. Si los casos de Syriza, la CUP, AGE y, en menor medida, el Front de Gauche eran leídos como pruebas de la apertura de una ventana de oportunidad –con fértiles paralelismos con lo sucedido en Latinoamérica en la primera década de este siglo-, el éxito televisivo de Iglesias fue interpretado como el empujón definitivo, en la medida en que ofrecía en bandeja el “liderazgo carismático” que el proyecto necesitaba. No obstante, se trató de un impulso imprevisto, sorprendente incluso para el propio círculo de investigadores y profesores que rodeaban a Iglesias, como reconoce aquí el propio Errejón: “La Tuerka y Fort Apache iban incrementando su impacto político y discursivo, y Pablo [Iglesias] empezó a ir a las teles grandes. Eso fabricó, aunque no de forma intencionada desde el principio, algo que era necesario para nuestra hipótesis y que no teníamos: un liderazgo mediático”822. Y es que, en efecto, tras su paso por la tertulia del programa de televisión El Gato al Agua de la cadena ultraconservadora “Intereconomía” y su agria polémica con el periodista Federico Jiménez Losantos el 26 de abril de 2013, Pablo Iglesias comienza a ser invitado de forma regular a tertulias de esta cadena, para más tarde participar también en varios debates del programa El Cascabel al Gato emitido por la cadena derechista “13TV”, cuya competencia en términos de audiencia con “Intereconomía” era muy fuerte en aquel momento. Ambas emisiones se pelean entonces por Pablo Iglesias como tertuliano izquierdista que anima los debates, ofrece espectáculo y genera audiencia. Al cabo de unas semanas, la cadena de televisión “Cuatro” toma nota de esta dinámica de competencia e invita a Iglesias a su tertulia matutina Las Mañanas Cuatro conducida por 822 Errejón, I. (2014): “Del estilo Tuerka a la campaña de Podemos. Entrevista Iñigo Errejón”, en: Domínguez, A & Giménez, L. (eds): Claro que Podemos. De La Tuerka a la esperanza del cambio en España, Barcelona: Libros del Lince, 103. 340 Jesús Cintora, con la intención de que el entonces presentador de La Tuerka encarne la imagen de los nuevos movimientos sociales nacidos al calor del 15M. “Cuatro” es en aquel momento una cadena de perfil progresista con problemas crónicos de audiencia – singularmente en ciertas franjas horarias como la mañana- que desea introducir novedades y conectar con nuevas formas de expresión ensayadas en formatos online. Las primeras apariciones de Iglesias en el programa de Cintora son un éxito en términos de audiencia y de repercusión en redes sociales; por lo que, entre mayo y diciembre de 2013, el futuro líder de Podemos se convierte en un habitual no sólo de este programa, sino de toda la cadena. Este hecho conduce al principal canal competidor de “Cuatro” en el segmento de audiencia del centro-izquierda, la cadena “La Sexta”, a solicitar también a Iglesias la participación en dos de sus programas políticos más insignes: la tertulia televisiva matutina Al Rojo Vivo y el debate de los sábados La Sexta Noche. De esta manera, Pablo Iglesias se convierte en el segundo tramo del año 2013 en un tertuliano conocido de la televisión española; alguien con una estética y un tipo de discurso relativamente novedoso en el ámbito de los debates televisados en España. La transformación de Iglesias en una figura pública ya antes de la experiencia de Podemos no termina ahí: el programa Las Mañanas Cuatro lo convierte no sólo en un contertulio más, sino en la figura de referencia de la emisión junto a Jesús Cintora; es decir, en el personaje estrella de los debates de Las Mañanas Cuatro. Tanto es así que desde algunos medios se especula acerca de si Iglesias se ha convertido en la “Belén Esteban” de las tertulias políticas823; o, lo que es lo mismo, el personaje distinto, de gran conexión popular, que concita grandes audiencias. El “rey” de lo popular824. Para el posterior lanzamiento de Podemos, el punto central de la metamorfosis de Iglesias en estrella 823 Véanse por ejemplo los siguientes artículos: Espí, S. (2014, 5, junio). “¿Pablo Iglesias quiere ser la nueva Belén Esteban? Así fue la ñoña llamada de su padre en Cuatro”, Periodista Digital: https://www.periodistadigital.com/television/3-segundos/20140605/pablo-iglesias-quiere-nueva-belen- esteban-nona-llamada-padre-cuatro-noticia-689401079705/; Libertad Digital (2014, 5, junio). “Mediaset quiere que Pablo Iglesias sea la Belén Esteban de Cuatro”, Libertad Digital: http://m.libertaddigital.com/espana/2014/06/05/mediaset-quiere-que-pablo-iglesias-sea-la-belen-esteban- de-cuatro-1276520597/; Vertele (2014, 4, junio). “El sonoro aplauso de Cintora a Pablo Iglesias en el backstage por el subidón del programa”, Eldiario.es: https://vertele.eldiario.es/verteletv/actualidad/Cintora-Pablo-Iglesias-backstage- programa_0_1580241979.html; 824 No en vano, el punto álgido de la creación del personaje televisivo de Iglesias se produce en esta parodia en la que, haciendo de “jefe del Estado” con bandera pirata al fondo, imita el mensaje anual del rey de España en el día de Nochebuena: Las Mañanas Cuatro (2013, 24, diciembre). “Mensaje navideño de Pablo Iglesias, futuro presidente de la 3º república”, Cuatro: https://www.youtube.com/watch?v=DH3A6FhYeUo. Cabe destacar que esta grabación se produce apenas tres semanas antes de la presentación de la iniciativa Podemos en el Teatro del Barrio. https://vertele.eldiario.es/verteletv/actualidad/Cintora-Pablo-Iglesias-backstage-programa_0_1580241979.html https://vertele.eldiario.es/verteletv/actualidad/Cintora-Pablo-Iglesias-backstage-programa_0_1580241979.html 341 televisiva reside en los atributos que su personaje toma y que recuerdan, en imaginario de los promotores del partido, a los liderazgos poco convencionales que habían emergido con éxito años atrás en América Latina. Iglesias se convierte durante esos meses en la voz destituyente, en el representante de la indignación social en los medios de comunicación de masas, en la figura que condensa diversos malestares profundos. Los enfrentamientos que Iglesias protagoniza en esos programas con representantes del establishment político –especialmente con rostros conocidos del Partido Popular y del Partidos Socialista Obrero Español- no hacen sino incidir en la construcción de este tipo de personaje. De hecho, como reconoce el propio Iglesias, fue el potencial destituyente que adquirió la figura mediática lo que en última instancia precipitó el lanzamiento de la iniciativa Podemos: “Fue a partir de mayo de 2013 cuando mi presencia en los medios de masas se hizo constante. En verano de aquel año empezamos a reflexionar sobre la posibilidad de usar mi protagonismo mediático para intervenir políticamente en nuestro país”825. Antes de terminar con la explicación de la génesis de Podemos, es necesario referirse a un elemento que ejerció de verdadera contra-influencia o anti-modelo para los promotores de la iniciativa morada. Se trata de la experiencia de Pablo Iglesias e Iñigo Errejón como asesores de Izquierda Unida en la campaña para las elecciones generales de noviembre de 2011. Este breve paso por una organización política convencional resultó decepcionante para ambos en la medida en que creyeron detectar en IU un exceso de burocracia, conservadurismo y rigidez en las formas, así como una notable falta de ambición en cuanto a los objetivos políticos826. De algún modo, tanto Iglesias, como Errejón, como también Juan Carlos Monedero, se sentían próximos a IU y, al mismo tiempo, se desesperaban con Izquierda Unida. Toda la historia de Podemos, como veremos a lo largo de esta parte de la tesis –y muy singularmente en el apartado consagrado a “la hipótesis Errejón”- está atravesada por una relación dialéctica con Izquierda Unida; a raíz de la cual los promotores de la iniciativa morada toman distancia estratégica con IU y, al mismo tiempo, se ven obligados a negociar buena parte de su 825 Iglesias, 2015b: 21-22. 826 De su experiencia como asesores de Izquierda Unida, cabe destacar el diseño del siguiente spot electoral en el que significativamente no aparecen banderas rojas ni símbolos distintivos de la izquierda, sino personas corrientes que por su estética y afirmaciones difícilmente podrían ser vinculadas con el votante tradicional de Izquierda Unida. Además, de un modo también elocuente el vídeo se titula “Somos más”, en claro guiño a la semántica propia del movimiento 15-M. Consultar: Spot Electoral de Izquierda Unida Elecciones Generales 2011 (2011, 4, noviembre): “Somos más”, Izquierda Unida: https://www.youtube.com/watch?v=PIIet3a-u0k&feature=youtu.be 342 corpus ideológico tradicional. No en vano, la relación de Podemos con Izquierda Unida resulta tan ambivalente y tormentosa que guarda paralelismos con la relación que entre 2011 y 2018 mantuvo el Front National marinista con el líder histórico del partido, Jean- Marie Le Pen. 12.2 Primer período: enero 2014 /enero 2015 “Donde algunos sólo ven márketing electoral, hay un esforzado trabajo de compromiso y producción intelectual”827 Una vez presentada la iniciativa en el “Teatro del Barrio” de Lavapiés, Podemos inicia una trayectoria que, desde enero de 2014 hasta enero de 2015, estará marcada por el éxito electoral, las buenas perspectivas demoscópicas, una retórica crítica de perfil destituyente, una capacidad sorprendente para condicionar la discusión pública, y un tipo de discurso que marca notables distancias con la izquierda clásica, tanto de raigambre socialdemócrata como de tradición comunista. En este epígrafe nos centraremos singularmente en los hitos que jalonan la trayectoria de la iniciativa durante estos doce meses, los debates estratégico-organizativos que se producen entre las diversas corrientes que pueblan el aún incipiente partido –y que se explicitan durante la primera Asamblea Ciudadana de la formación morada-, y los ejes discursivos que caracterizan su comunicación política durante este período. Antes de comenzar, vale la pena destacar dos aspectos que resultan cruciales para entender el Podemos de esta época, tanto desde la perspectiva de los medios de comunicación –y la imagen que crean del partido- como desde el punto de vista de los propios estrategas y dirigentes de la formación. El primer aspecto a considerar es que es sin duda a lo largo de esta etapa inicial cuando Podemos se autoconcibe más como un experimento a caballo entre lo político y lo politológico. Erradamente o no, también los medios de comunicación lo perciben de este modo: como un experimento de laboratorio diseñado por un grupo de investigadores jóvenes de ciencia política –el “partido de los profesores”-; una suerte de ensayo de probeta politológico que los hechos estarían corroborando como exitoso. Los propios dirigentes de Podemos sienten en ocasiones que 827 Iglesias, 2015b: 20. 343 están testando un modelo teórico de intervención política en la realidad española. Un modelo que necesitan exponer tanto ante su militancia como ante los medios de comunicación. Ello explica la enorme proliferación de textos y entrevistas en las que, durante el año 2014, los promotores de la iniciativa Podemos se narran a sí mismos y describen el proyecto/experimento828. El segundo aspecto guarda relación con el vínculo del primer Podemos con Izquierda Unida; algo que en algunos trabajos ha pasado desapercibido o ha quedado difuminado por la trayectoria posterior de la formación morada. El punto sustancial es que, como subrayan las intervenciones de Iglesias y Monedero, la iniciativa presentada en el “Teatro del Barrio” no aspira a competir con Izquierda Unida, sino que en su origen es un llamamiento a la alianza con ese partido en torno a un método de participación ciudadana. La iniciativa Podemos pretende en aquel momento agitar Izquierda Unida: zarandearla, sacudirla, obligarla a moverse; conseguir que “el espíritu del 15-M” la atraviese lanzándole un órdago metodológico. Iglesias propone a IU celebrar un proceso conjunto para elegir al candidato a los comicios europeos, con la condición de que la selección de la lista electoral se realice a través de unas elecciones primarias abiertas a toda la ciudadanía. Un proceso participativo en el que él mismo sería uno de los candidatos: “Estaré encantado de competir amigablemente desde la lealtad con el candidato o candidata que designe Izquierda Unida”829. Y agrega: “Si en dicho proceso participativo abierto a la ciudadanía, esa persona obtuviera más apoyos que yo, me retiraría y me pondría detrás de esa persona a sus órdenes”830. La justificación para esta invitación a la confluencia a través de este procedimiento tan novedoso en el panorama político español la encuentra Iglesias en el contexto de excepcionalidad y en las enseñanzas del movimiento de los indignados: “Creo que en este momento una de las claves de lo que toca hacer es dar la palabra a la gente”831. De tal 828 Estos son sólo algunos ejemplos: Rivero, J. & Iglesias, P. (2014): Conversación con Pablo Iglesias, Madrid: Turpial; Iglesias, P. (2014): Disputar la democracia. Política para tiempos de crisis, Madrid: Akal; Errejón, I. (2014): “Podemos como práctica cultural emergente frente al imaginario neoliberal: hegemonía y disidencia. Conversación con Iñigo Errejón Galván”, IC-Revista Científica de Información y Comunicación, 11: 17-46; o también: Errejón, I. (2014): “Del estilo Tuerka a la campaña de Podemos. Entrevista Iñigo Errejón”, en: Domínguez, A. & Giménez, L. (eds): Claro que Podemos. De La Tuerka a la esperanza de cambio en España, Barcelona: Libros del lince. 829 Pablo Iglesias, Discurso de Presentación de Podemos en el Teatro del Barrio de Madrid, 17 de enero de 2014. 830 Ibid. 831 Ibid. 344 manera que en aquel mes de enero de 2014, Podemos no se plantea otra cosa que recoger el caudal político, metodológico y semántico del 15-M con la intención de agitar el panorama de la izquierda clásica española; o, más exactamente, con el fin de romper las inercias excesivamente herméticas, burocráticas y alejadas del ciudadano común de una formación como Izquierda Unida. Se trata por tanto de influir en esta organización, desafiándola a través de un procedimiento un tanto original; pero siempre dentro o junto a ella. El factor determinante para el desarrollo posterior de los acontecimientos reside en que, por un lado, Podemos logra en 24 horas el aval que había solicitado para presentarse a las elecciones –la firma de 50.000 ciudadanos en un plazo de dos semanas832-; y, por otro lado, Izquierda Unida declina en febrero el ofrecimiento de iniciar un proceso participativo de primarias abiertas junto con Podemos; lo cual empuja y da vía libre a los promotores de la iniciativa para actuar sin las ataduras de una organización política convencional y con el aliento de las 77.000 firmas finalmente conseguidas –con la sensación, en sus propios términos, de haber “tocado correctamente alguna tecla” del malestar social. A partir de ese momento comienza la andadura política autónoma de Podemos como un proyecto separado y, como veremos a lo largo de esta sección de la tesis, en buena medida desafiante de los presupuestos clásicos de la izquierda tradicional española. Como numerosos trabajos académicos han subrayado833, los primeros meses de vida de Podemos como candidatura electoral a los comicios europeos de 2014 están marcados por una gran originalidad en las formas. Influido por el espíritu de horizontalidad de los indignados, el mando organizativo de Miguel Urbán –de tradición trotskista- y la convicción expresada por Iglesias de que el contexto político demanda desborde 832 “El primer momento es una consulta popular. Si no conseguimos a 50.000 personas que digan “queremos que Podemos salga a la luz”, “queremos que Pablo encabece esto” y “que se abra un proceso participativo”, si esto no ocurre, si la gente no lo ve, no seguiremos. Yo creo que esa es una cuestión fundamental en un primer momento. Creemos que debe ser un sentir popular el que nos permita seguir adelante. Con lo cual, lo que pedimos a la gente es que a través de Internet, a través de la página web, ayude a difundir la consulta popular, trabaje con las redes sociales que estamos montando para la consulta popular” (Miguel Urbán, Discurso de Presentación de Podemos en el Teatro del Barrio de Madrid, 17 de enero de 2014). 833 Kioupkiolis, A. (2016): “Podemos: the ambiguous promises of left-wing populism in contemporary Spain”, Journal of Political Ideologies, 21 (2): 99-120; Chironi, D. & Fittipaldi, R. (2017): “Social Movements and New Forms of Political Organization: Podemos as a Hybrid Party”, Open Journal of Sociopolitical Studies, 1: 275-305; Bickerton, C-J & Invernizzi, C. (2018): “Techno-populism as a new party family: the case of the Five Star Movement and Podemos”, Contemporary Italian Politics, 10 (2): 132-150; Gómez, R. & Ramiro, L. (2019): “The limit of organizational innovation and multi-speed membership: Podemos and its new forms of party membership”, Party Politics, 25 (4): 534-546. 345 ciudadano, el grupo promotor de la iniciativa decide estructurarse internamente como una suerte de aluvión, conglomerado o plaza pública bajo un mando comunicativo central; y no como un partido político convencional, ni siquiera como una agrupación de electores. La primera novedad formal consiste en que la organización interna de Podemos se realiza a través de círculos: grupos de afinidad y trabajo que funcionan asambleariamente, pueden crearse tanto en cualquier parte del territorio nacional como en el extranjero, y se comunican con el grupo de coordinación central dirigido por Urbán. Entre febrero y mayo de 2014, surgieron espontáneamente alrededor 200 círculos, fundamentalmente en España, pero también en Francia, Alemania, Inglaterra o Italia, además de en países como Argentina, México, Uruguay, Chile, Brasil, Canadá o Estados Unidos. Al margen de la novedad formal que este modelo de organización supone, es importante destacar que los círculos de Podemos aprovechan la infraestructura humana, el know how y la “memoria emocional” del 15M, quien también constituyó círculos de apoyo en diversas ciudades y países del mundo. De hecho, en no pocas ocasiones, la conformación de los círculos de Podemos es una herencia o revivificación de grupos previos surgidos al calor del movimiento de los indignados. Por este motivo, a la hora de explicar la expansión del primer Podemos y sus originalidades, resulta central no perder de vista los isomorfismos relativos con el 15-M como uno de los principales reclamos para simpatizar con el proyecto834. La segunda innovación formal que Podemos introduce apunta al modo de seleccionar a los integrantes de la lista electoral para las elecciones europeas. Bajo las ideas-fuerza de incrementar el “protagonismo popular y ciudadano”, “abrir las listas a la calle”, “aplicar a la interna lo que uno desea para su país” y, en última instancia, “servir de ejemplo para otros”, Podemos convoca unas primarias abiertas a toda la ciudadanía para elegir la lista electoral que presentará a los comicios europeos. De tal manera que cualquier ciudadano puede presentarse como candidato para formar parte de la lista electoral si cumple dos requisitos: ser avalado por alguno de los círculos de Podemos –teniendo en cuenta que cada círculo puede avalar a un máximo de tres candidatos- y no haber sido condenado por 834 “Una de las razones por las que Podemos consiguió conectar con el malestar social movilizado por el 15-M fue su insistencia en la participación de las bases como un elemento central de reconstrucción del espacio político que había sido secuestrado por los mercados y por el establishment. Podemos generó una enorme efervescencia social: cientos de círculos se crearon en los primeros meses, se puso en marcha un intenso escrutinio público de los diferentes programas y proyectos, y miles de personas participaron votando en Internet” (Rendueles & Sola, (2018): “The Rise of Podemos: Promises, Contraints and Dilemmas”, en García Agustín, O & Briziarelli, M. (eds): Podemos and the New Political Cycle. Left-wing Populism and Anti-establishment Politics, Cham: Palgrave McMillan, 37). 346 corrupción en el pasado. La tercera condición que Podemos impone para la formación de la lista es que sea “cremallera”; esto es, que hombres y mujeres ocupen puestos alternos, con el fin de favorecer la paridad. El proceso de selección de la lista entre marzo y abril de 2014 genera una intensa movilización que culmina con el voto online o presencial de 33.000 personas. Al final del proceso, Pablo Iglesias es elegido como candidato con el 60% de los votos. A él le siguen otras 54 personas entre las que se cuenta figuras conocidas como el exfiscal anticorrupción Carlos Jiménez Villarejo, personas provenientes de Izquierda Anticapitalista como Teresa Rodríguez o Miguel Urbán, y ciudadanos hasta ese momento anónimos como Pablo Echenique, Lola Sánchez o Estefanía Torres. Si bien Podemos no es la primera organización política en España en emplear este procedimiento de composición de listas electorales –la formación ecologista Equo ya lo había hecho dos meses antes: en enero de 2014-, en cambio sí es pionera en promocionar este método y en usarlo como argumento político en favor de la renovación y la democratización del país; gracias, en buena medida, al protagonismo mediático de Iglesias. Además, a lo largo de toda campaña electoral, los portavoces de la iniciativa se refieren a las primarias abiertas no sólo como una prueba de la diferencia cualitativa de Podemos con respecto al resto de candidaturas, sino como una demostración de confianza hacia la inteligencia colectiva de los ciudadanos; esto es, como una señal de que, cuando se ofrece a la ciudadanía la posibilidad de elegir, toma decisiones correctas: “¿Cuál es la diferencia de Podemos? Yo siempre digo: el método. Me dicen: pero esto que habéis hecho de las primarias abiertas y ciudadanas, es una cosa muy extraña. Tendríais que haber leído a Robert Michels o a Max Weber. Pero el problema fundamental de nuestro país es que la gente estaba harta de los partidos políticos, de todos, harta de la casta. Que el problema fundamental de nuestro país es que los problemas no los va a resolver ningún partido político, sino que los va a resolver la gente. Por eso había que inventar un mecanismo para que pudiera participar la gente”835. La tercera novedad formal importante que introduce Podemos es que, al contrario que otros experimentos de la izquierda política europea, resulta exitoso desde el punto de vista electoral. O, lo que es lo mismo: en su primera cita electoral y con apenas cinco meses de vida, Podemos obtiene el 7,8% de los votos, un total de 1.253.837 sufragios y 5 diputados en el parlamento europeo. Este resultado supone una sorpresa incluso para los propios 835 Pablo Iglesias, Discurso de Madrid, 22 de mayo de 2014. [los subrayados son míos] 347 promotores de la iniciativa quienes, en el cálculo más optimista, esperaban un máximo de 3 diputados europeos; así como también para los medios de comunicación que hasta entonces se fiaban de las encuestas que otorgaban a Podemos entre 0 y 1 representante. El carácter imprevisto de los resultados es tan desconcertante para una parte de la población y conmociona tanto a los medios de comunicación de masas que, meses más tarde, algunos españoles recordarán incorrectamente a Podemos como el ganador de aquellos comicios; cuando la realidad es que en número de votos se situó como la cuarta fuerza política, por detrás del Partido Popular, del PSOE y de Izquierda Unida. La fuerza electoral de Podemos en aquella cita electoral se construyó alrededor de los bastiones de Asturias, Madrid, Baleares y Canarias; y, en menor medida, Aragón, Galicia, Comunidad Valenciana, Castilla y León, Murcia y La Rioja –ver Imagen 26. A la inversa, llama la atención la debilidad relativa de Podemos en el País Vasco y en Catalunya, territorios que más adelante constituirán dos de sus principales feudos electorales junto a Madrid. Imagen 26: Mapa del apoyo electoral de Podemos en las elecciones europeas de 2014836. La cuarta y última innovación de Podemos en este período inicial apunta al 836 La imagen está extraída de la siguiente entrada a la enciclopedia virtual Wikipedia consagrada al papel de Podemos en las elecciones europeas de mayo de 2014 : https://es.wikipedia.org/wiki/Podemos_en_las_elecciones_al_Parlamento_Europeo_de_2014 348 uso de la figura de Pablo Iglesias como líder carismático. En abierta contradicción con las reticencias habituales de la izquierda clásica hacia los liderazgos excesivos, y en oposición también al espíritu horizontal del 15-M, Podemos no sólo hace descansar buena parte de su campaña en el pedigrí mediático de Iglesias, sino que llega incluso a utilizar su rostro como “marca” en la papeleta electoral de las elecciones europeas de 2014 acompañando al logo del partido–ver Imagen 27. De esta manera, razonan los estrategas de Podemos, el elector puede reconocer y asegurarse de que está votando a Pablo Iglesias y a lo que él representa en ese momento, a saber: novedad, autenticidad, desafío, decencia o cambio. El principal argumento que ofrece Podemos a favor de la explotación electoral del rostro de Iglesias remite a estudios demoscópicos que indicaban que la imagen del candidato era por entonces más conocida que el propio nombre del partido837. Imagen 27: Imagen papeleta electoral de Podemos en las elecciones europeas de 2014838. El éxito electoral y las buenas perspectivas demoscópicas de aquel período no impiden la emergencia de importantes disputas internas. La novedad con respecto a la izquierda tradicional es que los debates ideológico-estratégicos se dirimen en un formato inédito: en el escenario de una plaza de toros, con entrada libre a la ciudadanía, sin delegados, con exposición sucesiva de puntos 837 Rendueles & Sola, 2018: 34. 838 La imagen está tomada del siguiente blog de Público: Tortosa, J. (2014, 22, mayo). “Por qué voy a votar a Podemos”, Público: https://blogs.publico.es/juan-tortosa/2014/05/22/por-que-voy-a-votar-a-podemos/ 349 de vista divergentes y votaciones continuas, y en el marco de un proceso orientado a dotarse de una organización política estable y de unos estatutos legales. Un proceso que Podemos se esfuerza por mostrar que sea democráticamente modélico, abierto, participativo y con una importante dosis deliberativa; en oposición al autoritarismo y al oscurantismo interno de los “partidos políticos tradicionales”. Para recalcar este contraste, Podemos imita de nuevo el léxico del movimiento de los indignados y bautiza su congreso fundacional como Asamblea Ciudadana. El componente deliberativo pretende a su vez ser fomentado a partir de la organización de un proceso congresual relativamente largo de dos meses de duración –desde el 15 de septiembre hasta el 15 de noviembre de 2014- que consta de tres etapas. En la primera se discuten los documentos éticos y organizativos –durante los días 8 y 9 de octubre-, en la segunda se produce un debate entre los candidatos a ocupar los órganos de representación estatal, y en la tercera –la más conocida y celebrada entre los días 14 y 15 de noviembre de 2014- tienen lugar las votaciones sobre la secretaría general, los principios éticos y las bases organizativas. Todo ello con la posibilidad de transaccionar documentos entre círculos y sometido a votaciones abiertas a la ciudadanía. En estas condiciones, el debate ideológico-estratégico que aflora durante este proceso enfrenta fundamentalmente a una parte del grupo promotor –Pablo Iglesias, Iñigo Errejón, Carolina Bescansa, Juan Carlos Monedero y Luis Alegre- con los integrantes de Izquierda Anticapitalista y algunas de los diputados europeos electos –Miguel Urbán, Teresa Rodríguez, Pablo Echenique y Lola Sánchez. Por eso en cierto modo es una disputa entre el grupo de profesores de la Universidad Complutense de Madrid –aquellos que siguen una hipótesis estratégica más definida- y el espíritu de horizontalidad, participación y experimentación del 15-M, al que también se suma Izquierda Anticapitalista. En ese sentido se trata asimismo de un debate entre los rostros más mediáticos del partido y la base militante más apegada a los valores del movimiento de los indignados. El grueso del debate ideológico-estratégico entre estos dos grupos se estructura alrededor de la primacía de dos principios diferentes: por un lado la democracia y por otro lado la eficacia. O, lo que es lo mismo: liderazgo mediático por un lado y densa estructura democrática por otro lado. El grupo Complutense defiende denodadamente la necesidad de dotarse de una estructura centralizada y eficaz para afrontar el ciclo electoral de 2015, en el que se solapan elecciones a tres niveles diferentes: municipal, regional y nacional. Este grupo trabaja intelectualmente con el marco de la “ventana de oportunidad”, por lo que está 350 convencido de que si Podemos no logra colarse ahora y ganar rápidamente en una guerra relámpago, entonces la “estructura de oportunidad” se cerrará y no estará en condiciones de acceder al poder durante las próximas décadas. Esta urgencia explica el pragmatismo que el núcleo Complutense exhibe a lo largo de todo el proceso congresual, y cuyo carácter apremiante guarda un cierto paralelismo con el planteamiento agónico- existencial que el Front National marinista realiza acerca de la situación presente –ver capítulo 9. Los dos parecen estar de acuerdo al decir: ¡Rápido! ¡Es ahora o nunca! Por su parte, el grupo encabezado por los diputados independientes y por Anticapitalistas se niega a contraponer democracia y eficacia. En línea con las reivindicaciones del movimiento 15-M, este grupo sostiene que es el momento de poner en práctica nuevas formas de organización política que superen a los “viejos partidos” y anticipen la política del futuro. Por eso defienden liderazgos plurales y rotatorios, estructuras organizativas horizontales y participativas, y procedimientos de selección de cargos que incluyen el sorteo. El presupuesto del que parte este núcleo es que la política del futuro tiende hacia ahí –porque la ciudadanía es cada vez más exigente y porque la tecnología permite un grado mayor de transparencia y participación-, por lo que la dicotomía entre democracia y eficacia resulta en última instancia engañosa. Al contrario, razona este núcleo de personas, en el siglo XXI la democracia gana elecciones; o, lo que es lo mismo: la exigencia democrática empuja hacia la victoria. La convicción política profunda de este grupo –influido parcialmente por las tesis de Antonio Negri acerca de la multitud- es que la participación genera ilusión, la ilusión produce desborde, y el desborde permite ganar elecciones; y que, por lo mismo, contener la potencia colectiva constituye un error estratégico de primera magnitud839. El congreso o “Asamblea Ciudadana” es un éxito en términos de participación con el voto telemático de más de 100.000 personas, y la puesta en escena de la fase final –los días 14 y 15 de noviembre- deviene un acontecimiento mediático intensamente retransmitido por las televisiones. Podemos acapara la atención de los medios que no dejan de sorprenderse por las formas y procedimientos de la formación morada; por su novedad con respecto a 839 El debate entre ambas posiciones queda bien reflejado por Aitor Rivero en este fragmento: “Tres secretarios generales no ganan a Rajoy y Sánchez", dejó dicho Iglesias. Rodríguez respondió: “Las elecciones no las gana un secretario general ni tres; las gana la gente" (Rivero, A. (2020, 31, octubre). “Pablo Iglesias y Teresa Rodríguez: siete años de desencuentros hasta la guerra total”, Eldiario.es: https://www.eldiario.es/politica/pablo-iglesias-teresa-rodriguez-siete-anos-desencuentros-guerra- total_130_6376843.html). https://www.eldiario.es/politica/pablo-iglesias-teresa-rodriguez-siete-anos-desencuentros-guerra-total_130_6376843.html https://www.eldiario.es/politica/pablo-iglesias-teresa-rodriguez-siete-anos-desencuentros-guerra-total_130_6376843.html 351 los partidos políticos tradicionales. Sin embargo, la originalidad y la sensación de estar viviendo la “conversión en partido político del movimiento de los indignados” debe ser matizada. Como señalan Rendueles y Sola, “el debate organizativo, en el cual participaron miles de personas, fue intenso y transparente; pero el método de decisión no ayudó realmente a la deliberación y al acuerdo”840. Esto se debe por un lado a que los documentos fueron votados como un todo, en un único voto, sin posibilidad de enmiendas parciales; y, por otro lado, al hecho de que Pablo Iglesias diera a conocer sus preferencias y condicionara expresamente su continuidad como líder al apoyo masivo a las opciones que el grupo Complutense defendía. Ambos factores introdujeron en el proceso un elevado sesgo plebiscitario. Finalmente, en las votaciones el “sector oficial” o núcleo Complutense se impuso al “sector crítico” compuesto por los independientes y los anticapitalistas con el 81% de los sufragios en la elección de los documentos éticos y organizativos, y con el 89% de los apoyos en la configuración de los órganos directivos. A pesar de la originalidad en las formas –en la manera de vestir, de relacionarse entre sí, de abrazarse, de cantar o de lanzar consignas-, el modelo de organización política que resulta elegido en la primera “Asamblea Ciudadana” o congreso constituyente de Podemos es bastante convencional. De hecho, no se distingue demasiado de la estructura jerárquica del Partido Socialista Obrero Español. Aún así, el modelo organizativo contiene innovaciones llamativas: “junto a los círculos, en cada nivel –local, regional, estatal- existe un consejo ciudadano y un secretario general; y para la elección de estos dos órganos, así como para la elección de los candidatos electorales, se mantiene el sistema de primarias abiertas a toda la ciudadanía”841. La cuestión de base que impulsa este diseño organizativo por parte del grupo Complutense es, además del pragmatismo exigido por la guerra electoral relámpago, la desconfianza de este núcleo hacia las bases izquierdistas del partido842. Como veremos a lo largo de esta sección –y específicamente en el capítulo consagrado a la “hipótesis Errejón”-, toda la estrategia de Podemos en el período 2014-2016 está atravesada por la voluntad de alejarse de la militancia izquierdista del partido y, simultáneamente, por la necesidad de contar continuamente con ella. De tal manera que en el corazón de la acción 840 Rendueles & Sola, 2018: 37. 841 Rendueles & Sola, 2018: 37-38. 842 “Iñigo Errejón explicó en una entrevista de 2014 que era delirante delegar el protagonismo a los movimientos sociales y que la prioridad entonces era una “batalla político-electoral” y dar “la pelea por el Estado” (Rendueles & Sola, 2018: 37). 352 política del grupo dirigente de Podemos existe una dialéctica permanente entre la exigencia estratégica de contradecir a la base más ideologizada y la constatación de la imprescindibilidad de su trabajo militante. Una tensión inerradicable entre un movimiento centrífugo de distanciamiento de las bases y un movimiento centrípeto de preservación de las mismas. La celebración de la primera “Asamblea Ciudadana” manifiesta asimismo esta ambivalencia: por un lado, el esfuerzo por vincularse con el espíritu del 15M a través de una puesta en escena muy original y cuidada; y, por otro lado, un resultado muy convencional en cuanto a la estructura organizativa. O, lo que es lo mismo: por un lado, la reproducción de la semántica y la escenografía del mito de los indignados –que continúa generando consentimiento y apego entre los simpatizantes de Podemos-; y, por otro lado, la separación con respecto al mito en lo concerniente al diseño organizativo. Por último, en cuanto a los rasgos generales que asume la retórica de la formación morada durante este período –tema que desarrollaremos más profundamente en el capítulo dedicado a las innovaciones discursivas que introduce la “hipótesis Errejón”-, es preciso subrayar que a lo largo del año 2014 la propuesta discursiva de Podemos se caracteriza por un marcada vis impugnatoria o antagonista respecto del orden establecido, identificado con el “régimen del 78”843. Hay que tener en cuenta que el punto de partida de Podemos, desde el manifiesto Mover Ficha del 14 de enero de ese año, afirma que en España no hay democracia más que en régimen simulado; esto es, que no existe la soberanía popular, sino que son los mercados y las élites quienes realmente gobiernan: “Estamos ante un golpe de Estado financiero contra los pueblos del sur de la eurozona”844. De acuerdo con este punto cero del diagnóstico de Podemos, un sistema político ya débilmente democrático como el “régimen del 78” estaría experimentando aún una mayor “involución democrática” como consecuencia de la crisis de deuda; lo cual conduciría a España en último término hacia un modelo de tipo tecnocrático. De hecho, como veremos 843 Ver: Franzé, J. (2015): “Podemos: ¿regeneración democrática o impugnación del orden? Transición, frontera política y democracia”, Cahiers de Civilisation Espagnole, 15: 12; y también Franzé, J. (2017): “La trayectoria del discurso de Podemos: del antagonismo al agonismo”, Revista Española de Ciencia Política, 44: 226-228. 844 Podemos, (2014, 14, enero). “Mover Ficha: convertir la indignación en cambio político”, Manifiesto fundacional, p. 1. El archivo completo puede encontrarse en el siguiente enlace web: http://tratarde.org/wp- content/uploads/2014/01/Manifiesto-Mover-Ficha-enero-de-2014.pdf 353 más adelante, uno de los términos clave a resignificar por parte de Podemos es el concepto de democracia. Por ello, con este diagnóstico como presupuesto inicial, no es de extrañar que el discurso de la formación morada en 2014 presente un carácter peculiarmente crítico con la retórica oficial vinculada a la Transición, un marcado acento anti-establishment, un inédito distanciamiento de la izquierda clásica y un novedoso componente populista. El punto nodal de la retórica de Podemos en ese momento –el nexo que reúne todos los demás aspectos- es su alejamiento con respecto al orden discursivo de la Transición de 1978. Más concretamente: la impugnación de la naturaleza plenamente democrática de ese orden político. Una naturaleza democrática que, como señalábamos antes, estaría aún más socavada tras la crisis económica de 2008 y las “exigencias” de la Troika. En este sentido, Podemos define a la cultura política sedimentada por la Transición como un caso emblemático de política cupular, oligárquica y desdeñosa del pueblo; una política por arriba que no tiene en cuenta a lo de abajo. Por eso, en un intento de despojar al régimen surgido de la constitución de 1978 de su aura de ejemplaridad democrática, Podemos le adscribe el adjetivo “turnista”, que remite al período inmediatamente posterior a la I República española, famoso tanto por los fraudes electorales repetidos como por los acuerdos entre los dos principales partidos para gobernar alternativamente con el beneplácito de la casa real. Como señala Franzé, “desde su nacimiento en enero de 2014 hasta el final de ese año, en el discurso de Podemos predomina la confrontación con la narrativa de la Transición, oponiendo a la dicotomía presente/transición vs pasado/guerra, otra dicotomía apoyada en lo nuevo/abajo/democracia contra lo viejo/arriba/oligarquía”845. De ahí que el discurso de Podemos en este período inicial apueste por iniciar un “proceso constituyente” que reconstruya la democracia en España, liberándola de su secuestro por parte del “régimen del 78”; y permitiendo de este modo hablar “con todos” y “acerca de todo”846. En el marco de esta voluntad de reinicio y liberación, el discurso de Podemos se colorea también de un fuerte acento anti-establishment. En línea con la posición antagonista respecto de la narrativa de la Transición, Podemos habla desde afuera del orden en el que se sitúan los partidos tradicionales. Un afuera que aspira a ser radicalmente 845 Franzé, 2015: 10. [los subrayados son míos] 846 Franzé, 2017: 228. 354 transformador. Su discurso es por tanto el de un operador outsider que cuestiona y desafía los consensos anteriores. A este respecto, la retórica del primer Podemos no hace distinciones entre los distintos polos al interior del “orden del 78” –Partido Socialista Obrero Español y Partido Popular-, sino que agrupa a ambos en la misma categoría -“la casta”- o en su derivado específicamente político: “PPSOE”. Para el Podemos de este período no hay izquierda y derecha –o, mejor, esta distinción no resulta políticamente relevante en el seno de una lógica turnista-, sino arriba y abajo: la gente normal y los privilegiados. Lo popular-plebeyo y lo oligárquico-patricio. Dentro de esa polaridad en términos verticales, el discurso de Izquierda Unida es representado simplemente como caduco. Podemos no entra habitualmente a cuestionar la validez o no de las propuestas de IU, sino que se sitúa deliberadamente en un lugar de enunciación distinto al acostumbrado por la izquierda no socialista española. El motivo es fundamentalmente pragmático: el discurso de la formación morada en 2014 sostiene que IU ocupa simbólicamente la esquina izquierda del tablero político de la Transición, por lo que sus propuestas más transformadoras se encuentran encasilladas de antemano. Con un discurso de este tipo y en un contexto de emergencia de graves casos de corrupción que afectan no sólo a la mayor parte de los partidos políticos –incluida IU-, sino también a grandes empresarios y banqueros, Podemos logra colocarse como primera fuerza política en intención de voto en la encuesta del CIS de octubre de 2014, y repite este resultado en otras encuestas847 realizadas entre noviembre y diciembre de ese año – ver Imagen 28. Podemos termina así el año de su fundación como líder en las encuestas y auténtico fenómeno político en España. Imagen 28: Estimación Resultado Electoral Sondeo Metroscopia noviembre 2014 847 Una de ellas es, por ejemplo, la encuesta elaborada por Sigma Dos y publicada en El Mundo en noviembre de 2014; ver: Cruz, M. (2014, 24, noviembre). “Podemos, primera fuerza”, El Mundo: https://www.elmundo.es/espana/2014/11/24/5472339c268e3ee96d8b4593.html. También puede consultarse la encuesta elaborada por Metroscopia y publicada por El País ese mismo mes: ver: Garea, F. (2014, 2, noviembre). “Podemos supera a PSOE y PP y rompe el tablero electoral”, El País: https://elpais.com/politica/2014/11/01/actualidad/1414865510_731502.html https://www.elmundo.es/espana/2014/11/24/5472339c268e3ee96d8b4593.html 355 12.3 Segundo período: febrero de 2015/diciembre de 2015 La transición entre la primera y la segunda etapa se produce en enero de 2015 y culmina con la celebración de la Marcha del Cambio en Madrid: una manifestación que intensifica elementos del primer período al tiempo que introduce alguno de los rasgos que van a caracterizar este segundo período. El tramo que transcurre entre enero y diciembre de 2015 es un momento de intensos claroscuros para Podemos: una época mucho más tensa para el partido que la anterior, aunque globalmente exitosa. Por una parte, se suceden excelentes noticias para la formación morada, como el carácter multitudinario de la Marcha del Cambio, los resultados de los comicios autonómicos y municipales de mayo, o los más de cinco millones de votos cosechados en las elecciones del 20 de diciembre. Sin embargo, por otro lado Podemos vive la aparición de un fuerte competidor partidista en el eje de la regeneración o nueva política, la emergencia de sospechas de corrupción y de financiación ilegal dentro del propio partido, y debe lidiar con resultados electorales decepcionantes en los comicios autonómicos celebrados en marzo en Andalucía y en septiembre en Catalunya. También con un estancamiento en las encuestas en el primer semestre del año y un descenso sostenido en el segundo semestre del año –exactamente hasta el mes de noviembre. Todo lo cual provoca la aparición de algunos roces internos e incentiva la puesta en marcha de modificaciones discursivas. 356 De tal manera que si 2014 es para Podemos el año del “partido de la indignación”, del “partido experimento”, o del “partido de los jóvenes politólogos” –en suma, el año de la novedad y de la simpatía relativa de los medios-, la transformación de la estrategia de sus adversarios políticos en 2015 provoca un cambio de marco interpretativo y una mirada mucho más ambivalente con respecto a la formación morada por parte de los mass media. Para una parte de los medios de información, Podemos pasa así de ser el partido de la renovación, de la ciudadanía y hasta cierto punto de la candidez e ingenuidad de los recién llegados, a ser una formación potencialmente sospechosa y poco clara en cuanto a sus intenciones. Conviene por eso comenzar con el hito que marca un punto de inflexión no sólo al interior del discurso de Podemos, sino también en la mirada de los medios: la Marcha del Cambio celebrada el 31 de enero de 2015. La Marcha del Cambio es un parteaguas porque representa el culmen de la estrategia de Podemos en tres sentidos diferentes: 1) como principal partido de oposición al orden de cosas; 2) como recipiente o colector de una indignación y de un deseo de cambio transversales y diversos; y 3) como amenaza real o posibilidad plausible de gobierno tras la victoria de Alexis Tsipras en las elecciones griegas apenas una semana antes. La mañana del 31 de enero es el mediodía frío de la centrifugación política: el punto central de Podemos como significante vacío, como contra-modelo o contra-sociedad, como nombre o fundamento de algo múltiple y borboteante; en suma, como equivalencia. Simboliza por tanto la cima del Podemos articulador. No obstante, la organización de esa movilización genera polémica en el interior del partido. El motivo principal es que se trata de una convocatoria exótica en los parámetros de la tradición política española: no responde a ninguna reivindicación concreta, ni es la protesta por ninguna ley; tampoco constituye un acto de rechazo específico; sino que más bien se plantea como una demostración de fuerza “gratuita” o “infundamentada”. Podemos desea enviar con ella un mensaje: “aquí estamos”, “esto somos nosotros”, “mirad cuántos somos”; y, paralelamente: “observad, élites, lo poco que os queda”. Eso no gusta a los sectores más asamblearios e izquierdistas del partido –singularmente a la corriente anticapitalista-, que interpretan esta convocatoria como un acto excesivo y excéntrico de entronización del líder; y, lo que es peor, como un intento de subordinación de la potencia colectiva a los designios de una cúpula del partido desmesuradamente “dirigista”. Lo consideran por ello, en el mejor de los casos, como una imitación latinoamericana; y, en el peor, como un ejercicio de disciplinamiento del sujeto político nacido con el 15-M. 357 A pesar de la controversia interna, la marcha logra reunir a más de 100.000 personas. La sensación de abarrotamiento resulta muy acusada, entre otros motivos porque el recorrido es relativamente corto, aunque altamente simbólico: desde la plaza de Cibeles hasta la Puerta del Sol de Madrid, escenario iconográfico del movimiento de los indignados españoles. Con ello Podemos busca de nuevo mimetizarse con el 15- M, al que Iglesias cita en su discurso de clausura de la marcha: “La Puerta del Sol, otra vez símbolo de futuro, de cambio, de dignidad y de valor (…) esta Puerta del Sol vió aquel 15 de mayo a millares de jóvenes gritar “no nos representan” y “queremos democracia”. Esa gente valiente está aqui ahora. Vosotros sois la fuerza del cambio: gracias por estar aquí”848. La marcha, que supera las expectativas de los organizadores, agrega un segundo simbolismo: toda la manifestación se plantea como una presentación del “país real” frente al “país oficial” que se muestra en los medios y en los actos institucionales. Una escenificación que no aspira simplemente a ser leída como mera comparecencia del “país invisible” o “país olvidado”, sino como un anuncio de lo que viene: como una señal de la voluntad de Podemos de convertir el 2015 en “el año del cambio”. No por casualidad la pancarta que abre la marcha advierte de que “el cambio es ahora”, y el cartel que se lee en el estrado junto a la tribuna de los oradores proclama que “el momento es ahora” –con el adverbio “ahora” subrayado en negrita. La vis anunciatoria de la “buena nueva” se percibe también en el hecho de que la consigna más coreada en el transcurso de la marcha sea “tic-tac”, en alusión a una declaración de Pablo Iglesias pronunciada unos días atrás en la que avisaba a los gobernantes de que no les quedaba mucho tiempo. El conjunto de la gramática de la manifestación combina la semántica del cambio con las ideas de momento trascendente y ventana de oportunidad: “Hoy no estamos aquí para protestar, estamos aquí porque sabemos que el momento es ahora. Porque de la posibilidad de que seamos capaces de aprovechar este momento depende lo que le va a ocurrir a una generación entera”849. En tercer lugar, la manifestación incluye el simbolismo de una celebración: de festejo por el triunfo de Syriza en las elecciones nacionales griegas y la consiguiente proclamación de Alexis Tsipras como presidente del país apenas una semana antes. Varias decenas de 848 Pablo Iglesias, Discurso de la Marcha del Cambio, 31 de enero de 2015. 849 Pablo Iglesias, Discurso de la Marcha del Cambio, 31 de enero de 2015. [los subrayados son míos] 358 banderas griegas presentes en la manifestación atestiguan este lazo. Para darle aún más relieve, Pablo Iglesias lanza un mensaje de fraternidad en lengua griega destinado a ser escuchado por aquellos a quienes denomina en varias ocasiones durante su discurso “nuestros hermanos griegos”. Pero por encima de la fraternidad, hay en las menciones a Grecia un simbolismo más profundo. Se pretende que Grecia sea un augurio: una señal de que sí se puede, un presagio de que la próxima es España. O, de acuerdo con la metáfora favorita de Podemos: un indicio de que el viento del cambio está soplando en dirección a España850. El acto debe interpretarse por tanto también como una ceremonia laica de bautizo del 2015 como “el año del cambio”. O, lo que es lo mismo, prácticamente como un ritual colectivo, con su correspondiente carga performativa. Esta finalidad instituyente o voluntad de investidura, se ve reforzada por la forma que adopta el discurso de Iglesias: como un texto íntimo pero dirigido al gran público en el que alguien –el líder- lo firma, lo data y lo sitúa simbólicamente. Esto es, casi como un dietario que comienza con la siguiente frase “Atenas, Europa, enero de 2015, año del cambio”851 y termina con esta otra: “Madrid, Europa, 31 de enero de 2015, año del cambio: podemos soñar, podemos vencer”852. No obstante, la Marcha del Cambio supone un punto de inflexión porque asusta a los rivales de Podemos, les conduce a cambiar de estrategia y da paso a un período en el que la formación morada se sitúa por primera vez a la defensiva, estagnándose en las encuestas. Desde comienzos del mes de febrero y de manera ininterrumpida hasta mayo de ese mismo año, aparecen publicadas en prensa numerosas noticias que informan de altas cantidades de dinero ingresadas en una empresa a nombre de Juan Carlos Monedero procedentes de la “Alianza Bolivariana de los Pueblos de Nuestra América” –ALBA- en concepto de asesoría853. Podemos, que hasta ese momento se había esforzado por ser visto como el partido de la regeneración, de la novedad, de los profesores jóvenes que, en su precariedad, encarnaban el paradigma de la justa indignación de la ciudadanía ante la crisis, se convierte a través de estas noticias en sospechoso de prácticas corruptas. Aún peor: en posible correa de transmisión de los intereses de un país extranjero. Ni siquiera 850 Repárese en que, al contrario que en el caso del Front National, para Podemos el viento siempre presenta una connotación positiva: nunca es la ventolera destructiva de la mundialización, sino el aire favorable del cambio. 851 Pablo Iglesias, Discurso de la Marcha del Cambio, 31 de enero de 2015 852 Ibid. 853 Ver por ejemplo: Manetto, F. (2015, 27, febrero). “Monedero se asignó 368.000 euros por sus trabajos como consultor”, El País: https://elpais.com/politica/2015/02/27/actualidad/1425037468_712267.html 359 de cualquier país, sino específicamente de aquel al que los medios de comunicación más conservadores le habían vinculado desde el principio: Venezuela. Lo cual, en última instancia, ejerce un efecto de confirmación de las sospechas que pretende, por un lado, romper el encantamiento de una parte de la opinión pública con Podemos, y, por otro lado, bloquear su posición enunciativa de agente moral. El resultado es que en 2015 Podemos pasa buena parte de su tiempo justificándose: respondiendo a preguntas sobre financiación ilegal y defendiéndose ante las acusaciones de corrupción. El documental Política, manual de instrucciones del director Fernando León de Aranoa refleja bien la preocupación de los dirigentes de Podemos ante el nuevo escenario, filmando una reunión en la que tanto Errejón como Iglesias reconocen sentirse a la defensiva en sus declaraciones a los medios y manifiestan sus dudas sobre cómo encarar la nueva situación. Asimismo, la posición de Podemos como colector único o privilegiado de la indignación y del deseo de cambio –presente a lo largo de todo el año 2014- se ve resquebrajada por la aparición de un nuevo competidor partidista en el eje del cambio, la regeneración y la nueva política. Se trata de la formación centrista “Ciudadanos” quien, desde Catalunya, da un paso hacia la política nacional y decide presentarse a las elecciones municipales y autonómicas previstas para el 24 de mayo de ese mismo año La transformación de “Ciudadanos” en un partido de ámbito nacional –y no sólo de una región o autonomía854- implica para Podemos dejar de ser la única formación outsider del panorama político español; y, por tanto, perder el monopolio de la representación del “espacio del cambio”. Como consecuencia de ello, Podemos se ve obligado a contar con una fuerza política a la que no puede situar fácilmente en el grupo del “inmovilismo” y de la “política del pasado”. Lo cual introduce una pregunta que será fuente constante de discusiones internas a lo largo de los años 2015 y 2016: ¿cómo relacionarse con Ciudadanos? El partido de Albert Rivera constituye así desde el principio un verdadero problema para Podemos: un auténtico quebradero de cabeza estratégico. 854 Es preciso tener en cuenta que Ciudadanos había sido fundado en Catalunya en el año 2006 como un partido anti-nacionalista; bajo la dirección de Albert Rivera y el nombre Ciutadans. Se trataba entonces de un partido exclusivamente de ámbito catalán. Más específicamente, Ciutadans había nacido como un partido inspirado por intelectuales socialdemócratas críticos con la trayectoria catalanista del PSC de Pasqual Maragall y, en general, con el PSOE de José Luis Rodríguez Zapatero. En este sentido, el peso inicial del factor intelectual en la fundación de Ciudadanos permite trazar un cierto paralelismo formal con el primer Podemos. . 360 Por otra parte, el 22 de marzo de 2015 se celebran las elecciones autonómicas andaluzas con un año de adelanto. El motivo guarda relación con el temor que una parte del Partido Socialista –que gobierna la Junta de Andalucía- siente a propósito de las expectativas electorales al alza de Podemos. No en vano, la fecha del adelanto electoral se da a conocer en enero, justo en el momento previo a la gran efervescencia social que antecede a la Marcha del Cambio y sólo una semana después de la victoria de Alexis Tsipras en Grecia. Sin embargo, los resultados de estos comicios autonómicos son ligeramente decepcionantes para la formación morada. Podemos confía en disputarle al PSOE la primera plaza, pero finalmente se sitúa en tercera posición detrás de los dos partidos tradicionales. Con todo, el resultado es meritorio para una formación nueva: obtiene el 14,8% de los votos y 15 diputados autonómicos. Las altas perspectivas y la sensación de haber malogrado el momentum dejan en la formación morada un sabor agridulce. El sabor avinagrado se disipa sólo dos meses después: concretamente el 24 de mayo de ese mismo año. Ese día tienen lugar en España los comicios en 13 autonomías y en el conjunto de los ayuntamientos del país. Podemos concurre a las elecciones a los parlamentos autonómicos con su propia marca y presentando candidatos propios. Sin embargo, introduce una novedad importante a la hora de presentarse a los comicios en los ayuntamientos: no acude con sus siglas, sino que en cada municipio apoya candidaturas municipalistas. La literatura académica855 ha subrayado al respecto como motivo principal la voluntad de la formación morada de controlar su propia marca y, simultáneamente, el miedo de los dirigentes de Podemos a que, entre las listas municipales de cada localidad española, se colaran personas indeseables, corruptas o con simple voluntad arribista. Pero hay otro motivo estratégico sobre el que se ha insistido mucho menos: el propósito de los dirigentes de Podemos de salir del marco de la corrupción y la sospecha al que el partido había sido conducido en los meses anteriores, reanudando con el encantamiento inicial y el factor novedad. De acuerdo con el razonamiento de algunos de los estrategas de la formación, “Las candidaturas municipalistas nos permitían no sólo despistar a nuestros adversarios, sino sobre todo recuperar el elemento ciudadano y la épica del 15M”, apunta Iñigo Errejón856. O, lo que es lo mismo: hacer de la necesidad virtud, y -de un modo muy similar al de Florian Philippot en el Front National- situar a su partido donde los rivales no lo esperan. 855 Ver sobre todo: Rodríguez Teruel & Barrio & Barberà, 2016; y también: Orriols & Cordero, 2016. 856 Iñigo Errejón, Comunicación personal, 17 de diciembre de 2020. 361 Los resultados de la formación morada en las elecciones autonómicas son discretos en relación con las elevadas expectativas generadas: Podemos es tercera fuerza en Asturias, Aragón, Baleares, Castilla-La Mancha, Castilla y León, Extremadura, La Rioja, Madrid y Murcia; cuarta fuerza en Canarias, Cantabria y Navarra; y quinta fuerza en la Comunidad Valenciana. Obtiene sus mejores porcentajes de voto en Aragón, Asturias y Madrid, con el 20%, el 19% y el 18% respectivamente; y sus peores resultados en Cantabria, Extremadura y Castilla-La Mancha, todas ellas por debajo del 10% de los sufragios. El resultado de Podemos en el resto de autonomías se sitúa en la orquilla que va del 10 al 15% de los votos. En contraste con este rendimiento electoral modesto, los comicios municipales ofrecen a Podemos un resultado extraordinario, convirtiéndolo en el protagonista de la jornada y en el gran vencedor moral de las elecciones por su apoyo a las “candidaturas municipalistas de unidad popular”. Este tipo de plataformas logran alzarse con la alcaldía de las dos principales ciudades del país -Madrid y Barcelona-, así como también de varias de las localidades medianas más importantes: Zaragoza, Valencia, Cádiz, A Coruña, Santiago de Compostela, Ferrol, Badalona o San Fernando de Henares. Gracias a estos resultados, la jueza Manuela Carmena y la exactivista anti- desahucios Ada Colau se convierten en regidoras de los ayuntamientos de Madrid y Barcelona, respectivamente y por sorpresa. Podemos saluda estas victorias como propias y bautiza en adelante a estos municipios como “las alcaldías del cambio”. Su intención principal es convertir a estas ciudades en escaparate de buena gestión y en ejemplo de que sí se puede. Es decir, en testimonio de que Podemos sabe gobernar y de que, en contraste con los alcaldes anteriores, es posible dirigir los asuntos públicos de una forma más participativa, socialmente justa y éticamente transparente. Tras este éxito de importante alcance simbólico, todo parece encarrilado para afrontar las elecciones generales del 20 de diciembre de 2015; momento para el que en numerosas ocasiones Podemos reconoce haber nacido857. En junio, la formación morada vuelve a aparecer como una fuerza política pujante, asociada a las ideas de éxito, cambio, momentum, regeneración, e incluso –justa- rebelión ciudadana. Sin embargo, en estas circunstancias se convocan de forma anticipada las elecciones al parlamento de Catalunya, previstas inicialmente para el segundo semestre de 2016. Estos comicios se celebran el 27 de septiembre de 2015 y adoptan la forma de un plebiscito a favor o en 857 Véase por ejemplo: Efe (2015, 28, noviembre). “Monedero: Nacimos para ganar estas elecciones y las vamos a ganar”, Diario Expansión: https://www.expansion.com/economia/politica/elecciones- generales/2015/11/28/5659f69c22601d3c318b457d.html 362 contra de la independencia de Catalunya. Así al menos lo plantean los dos principales partidos independentistas –CDC y ERC-, que concurren juntos bajo la plataforma Junts Pel Sí, y así también lo aceptan –como mínimo tácitamente- los partidos no independentistas: PSC, Ciudadanos y PP. Dentro de los parámetros de esta lógica binaria entre el “sí” y el “no”, la posición de Podemos queda en un lugar intermedio: a favor de la celebración de un referéndum pero en contra de la independencia de Catalunya. El carácter difuminado de su postura se acentúa por el hecho de que, más allá de mostrarse favorable al referéndum como recurso procedimental, Podemos titubea a la hora de apostar por un modelo concreto de organización territorial para España: ya sea federal, confederal o autonómico. En este contexto extremadamente dicotómico, la indefinición identitaria pasa factura a Podemos, que sólo obtiene el 8,9% de los votos y 11 diputados autonómicos. Pero hay algo aún más importante desde el punto de vista de la competición política nacional: Podemos queda en cuarta posición, muy por detrás de Ciudadanos, que se convierte en la gran sorpresa de estos comicios. Este punto resulta central en el nivel de las representaciones y las dinámicas demoscópicas de la época: las elecciones autonómicas catalanas refuerzan a Ciudadanos y lo convierten en el principal partido de oposición en aquel territorio, por delante de las dos grandes plataformas tradicionales: Partido Popular y Partido Socialista. Además, dentro de las formaciones de la llamada nueva política, Ciudadanos experimenta una ola política favorable o momentum, al tiempo que Podemos parece perder fuelle. Con una ventaja añadida: tras los resultados en Catalunya, el partido de Albert Rivera no sólo promete regeneración política en el conjunto de España, sino que también se erige como principal opositor sobre el terreno al independentismo catalán; precisamente ahí donde Podemos titubea o vacila. De acuerdo con varias tribunas de opinión de la época, pareciera que la aparición de Ciudadanos, sumada a las sospechas de corrupción en Podemos, hubieran provocado un envejecimiento prematuro de la formación morada. Esta impresión se refuerza a través de las encuestas publicadas entre septiembre y noviembre de ese año, cuyos gráficos reflejan un acentuado crecimiento de Ciudadanos en detrimento de Podemos –ver Imagen 29. También contribuye a ello el debate cara a cara entre Pablo Iglesias y Albert Rivera organizado por el programa de televisión Salvados; en el que el candidato de la formación naranja resulta ganador según los 363 sondeos858 empleando un argumento muy persuasivo: reconoce el mérito de Podemos en 2014 a la hora de señalar los problemas del país al tiempo que lo declara menos dotado para ofrecer soluciones. Una de las ideas que se instala entonces en parte de la opinión pública/publicada apunta a Ciudadanos como la versión mejorada de Podemos. El marco interpretativo dominante en el otoño de 2015 habla de reemplazo o sustitución: la formación de Albert Rivera habría tomado el testigo de Podemos; y estaría ahora en condiciones de transformar la indignación en propuestas. Imagen 29: Estimación Resultado Electoral Sondeo Metroscopia octubre 2015859. En este ambiente de declive y de pérdida relativa de impulso político encara Podemos la pre-campaña para las elecciones generales del 20 de diciembre de 2015. Sobrepasado en las encuestas por Ciudadanos y ante el riesgo de instalación del marco sustitución, Podemos decide apelar a la épica. Más concretamente, a la épica plebeya: a un tipo de narrativa que pone el acento en el desquite de los humildes y que enmarca las elecciones 858 Los sondeos que realizan los grandes medios de comunicación –El País, El Mundo, ABC, La Vanguardia, el Periódico de Catalunya- dan unánimemente a Rivera como ganador del debate, con porcentajes diversos. Incluso el propio Iglesias reconoce dos años después en el mismo programa que “Rivera lo hizo mejor en el debate del Tío Cuco”. Ver: Salvados (2017, 12, noviembre). “Entrevista a Pablo Iglesias”, La Sexta: https://www.lasexta.com/programas/salvados/mejores-momentos/pablo-iglesias-creo- que-albert-rivera-lo-hizo-mejor-en-el-debate-del-tio-cuco_2016060557547f4d6584a8ec215cbd3b.html 859 Imagen tomada de: Ferrándiz, J-P (2015, 12, octubre). “Barómetro octubre 2015: PSOE, PP y Ciudadanos; casi un triple empate”, Metroscopia: https://metroscopia.org/barometro-octubre-2015-psoe- pp-y-ciudadanos-casi-un-triple-empate/ 364 del 20-D como un momento decisivo para que “los de abajo” logren “equilibrar la balanza”. Los portavoces de la formación morada se esfuerzan entonces por volver a interpelar a la ciudadanía en términos de momento histórico, de justicia, de cambio y de participación de la “gente normal”; haciendo pie y reactivando el marco de la “justa rebelión de las personas normales”860. Para ello Podemos acuña el término remontada, símil deportivo a través del cual pretende condensar el deseo de revancha de los “golpeados por la crisis” y estimular un ambiente de épica ciudadana. Sus dirigentes ponen en circulación este vocablo a través de sus declaraciones públicas y, desde comienzos de noviembre, instan a sus simpatizantes a apropiársela y emplearla: “Para nosotros estas elecciones tienen un solo nombre: remontada, palabra que es vuestra y que os podéis permitir el inmenso lujo de usar para decirle a los privilegiados por tercera vez en un año (…) que ahora es el momento de la gente”861. La épica de la remontada, un debate electoral con los cuatro candidatos en el que Iglesias sale bien parado –al contrario que el candidato de Ciudadanos: Albert Rivera-, y una suerte de entusiasmo colectivo creciente bajo el marco del desquite plebeyo y la consigna del sí se puede, crean en la campaña electoral de Podemos un efecto bola de nieve; que, al principio, pasa desapercibido para los medios. Los dirigentes de Podemos hablan entonces de “tsunami”, muestran su sorpresa ante la afluencia masiva de simpatizantes y se felicitan por el carácter festivo que adoptan los mítines del partido. Podemos repite la escenografía de sus actos como ceremonias laicas. Con un añadido: la proximidad de las fiestas navideñas y el recurso narrativo constante a “los que faltan” –en alusión a los jóvenes españoles que habían emigrado al extranjero en busca de oportunidades laborales- así como a la necesidad de “no dejar a nadie atrás” da pie a un plus de sentimentalidad que emparenta los mítines de Podemos con ceremonias de conjura popular. De hecho, la mise en scène de los actos de campaña se concibe para que se asemejen a ritos civiles en los que el país real confraterniza, se une y hace un pacto: no separarse hasta que las cosas cambien. El objetivo es que en ningún caso parezcan mítines de partido, sino, en la medida de lo posible, réplicas del 15-M. 860 En aquel momento Podemos suele usar para autodescribirse la expresión “gente normal que hace cosas extraordinarias”. 861 Iñigo Errejón, Discurso de presentación de Los Carteros del Cambio, 2 de noviembre de 2015. [los subrayados son míos]. 365 La pre-campaña y campaña electorales son un éxito para Podemos y progresivamente los sondeos van reflejando un ascenso sostenido de la formación morada. A comienzos del mes de diciembre las encuestas más optimistas le otorgan un 15% de los votos, diez días más tarde las estimaciones suben hasta el 17%, a mitad de mes ya alcanzan el 19% y dos días antes de las elecciones el sondeo publicado en El Periòdic d’Andorra apunta ya al 20% de los sufragios. Finalmente, el día de las elecciones, con una participación histórica del 73,2% de los ciudadanos, Podemos obtiene el 20,6% de los sufragios, 69 diputados en el parlamento nacional y más de 5.200.000 votos. Este resultado le convierte en la tercera fuerza en el congreso de los diputados español, a gran distancia de la cuarta – Ciudadanos-, y a sólo 300.000 votos de la segunda: el Partido Socialista. Sin embargo, los más de cinco millones de votos recibidos no alcanzan para sorpassar al PSOE y convertirse en la principal fuerza de oposición al Partido Popular de Mariano Rajoy. Por este motivo, Podemos repetirá que le faltó “una semana de campaña electoral” para cumplir con este objetivo, ya que la tendencia electoral apuntaba en esa dirección. Este resultado extraordinario pero ligeramente insuficiente marcará el devenir tormentoso de la siguiente etapa. 12.4 Tercera etapa: enero de 2016/febrero de2017 El tercer período en la historia de Podemos está atravesado por la experiencia parlamentaria, las dificultades en la negociación con el PSOE para sellar un acuerdo de investidura, el acercamiento a Izquierda Unida, las disputas internas entre errejonistas y pablistas, y la postrera repetición electoral del 26 de junio de 2016. Las desavenencias internas no hacen sino recrudecerse en el segundo semestre del año y se van intensificando hasta explotar durante los dos meses previos a la segunda “Asamblea Ciudadana” del partido, momento en que se escenifica la ruptura interna de la formación. Todas las cuestiones estratégicas aplazadas en el ciclo anterior por el imperativo de llegar en las mejores condiciones a las elecciones para las que “habían nacido”, emergen de manera abrupta en este período: primero durante la negociación con el PSOE, y posteriormente tras la decepción electoral del 26-J. Por eso puede afirmarse que esta es una de las etapas más difíciles de la historia de Podemos; o, en todo caso, la que más miembros del partido confiesan haber vivido traumáticamente. 366 Los resultados electorales del 20 de diciembre habilitan a que haya “cambio” en España; esto es, abren la puerta a que el Partido Popular, envuelto en graves casos de corrupción y agente principal de las políticas de austeridad desde 2011, deje de gobernar. Para ello hace falta que el PSOE y Podemos lleguen a algún tipo de entendimiento; y más tarde, o bien buscar la abstención de los partidos nacionalistas e independentistas, o bien buscar la aquiescencia de Ciudadanos. Ambas opciones obligan indefectiblemente a una negociación entre el partido tradicional de la socialdemocracia española y la nueva formación morada. Sin embargo, esta negociación se topa con dos dificultades mayores: 1) el profundo recelo existente entre ambas formaciones, y 2) la dinámica de competencia establecida entre los dos partidos. A este respecto, es necesario tener en cuenta que desde la campaña para las elecciones municipales y autonómicas de 2015, Podemos había empezado a interpelar a los “socialistas de corazón” y a declarar que “votar socialista hoy es votar Podemos”862; o, lo que es lo mismo: comenzaba a tratar de ocupar el espacio político y simbólico tradicionalmente poblado por el PSOE. Es más, desde la formación morada incluso se veía con buenos ojos que algunos medios de comunicación compararan recurrentemente a la dupla Iglesias-Errejón con el tándem González-Guerra. Este tipo de paralelismos -unido a la pujanza de Podemos entre los electores jóvenes y a la imagen recurrente que identificaba a los votantes de la formación morada con “hijos de padres socialistas”-, establecía entre ambos partidos una dinámica de juego de suma cero en la que típicamente un actor político se esfuerza por reemplazar al otro y el segundo se resiste a ser sustituido; es decir, una dinámica orientada a que al final del proceso uno de los actores prevalezca y el otro quede sumido en un estado residual. Las negociaciones entre ambas formaciones son en consecuencia muy convulsas. Pablo Iglesias encara el mes de enero de 2016 menospreciando al candidato del PSOE, Pedro Sánchez, sugiriendo que éste podría llegar a ser presidente en virtud de “una sonrisa del destino”863; esto es, gracias a una mezcla de azar y acción magnánima de Podemos. El Partido Socialista responde ninguneando a Podemos y firmando un pacto de investidura con Ciudadanos –abierto a un posterior gobierno de coalición entre Rivera y Sánchez-, al que la formación de Pablo Iglesias debería sumarse desde fuera para propiciar la llegada de un “gobierno reformista y de progreso”. Dentro de este contexto, los verbos que 862 Franzé, 2017: 232. 863 Pablo Iglesias, Declaraciones en rueda de prensa, 22 de enero de 2016. Vídeo disponible en el siguiente enlace web: https://www.youtube.com/watch?v=_THJKUClpPE 367 dominan las interacciones entre el PSOE y Podemos son obligar, presionar, forzar, someter. El partido morado anhela imponer al partido socialista un gobierno de coalición junto con Izquierda Unida que fuera apoyado externamente por formaciones soberanistas catalanas y vascas. A la inversa, los socialistas desean coaccionar a Podemos para que acepte la formación de un gobierno de coalición entre el PSOE y Cs que, más adelante, recibiría el apoyo de distintos grupos parlamentarios siguiendo una lógica de “geometría variable”. En estas condiciones se celebra el primer debate de investidura al que Pedro Sánchez se presenta como candidato a la presidencia del gobierno. La voluntad del PSOE entonces es lograr al menos la abstención de Podemos para facilitar el nombramiento de Sánchez y el posterior gobierno de coalición con Ciudadanos. Sin embargo, tras dos días de debate muy bronco entre el 2 y el 4 marzo, Podemos vota desfavorablemente a esta investidura. El resultado es la no conformación de un gobierno alternativo al Partido Popular. Las negociaciones para alcanzar un acuerdo de investidura persisten –al menos formalmente- a lo largo de los meses de marzo y abril. Sin embargo, al no desembocar en entendimiento, el 2 de mayo se convocan de nuevo elecciones para el domingo 26 de junio. Los comicios de junio representan una anomalía porque constituyen la primera “repetición electoral” en España desde la restauración de la democracia en 1978. Celebrados en un ambiente de excepcionalidad –ya no feliz, sino resignada- la participación ciudadana cae al 66,48%, tres puntos porcentuales menos que en diciembre de 2015. Aquel día, el partido más votado vuelve a ser el Partido Popular, que alcanza el 33% de los votos y 137 diputados -14 más que en diciembre-; el segundo partido es el PSOE que recibe el 22% de los votos y 85 diputados -5 menos que en los comicios de diciembre-; en tercer lugar aparece “Unidas Podemos” que reúne el 21% de los votos y 71 diputados nacionales; y en cuarto lugar se queda Ciudadanos con el 13% de los votos y 32 diputados –ocho menos que en las elecciones de diciembre. La singularidad de lo que ocurre con Podemos es que, aunque mantiene el mismo número de diputados de 2015864, el número total de sufragios que obtiene la coalición “Unidas Podemos” es inferior a los recibidos por la formación morada cuando concurrió en 864 En las elecciones del 20 de diciembre de 2015, Podemos obtuvo 69 diputados e Izquierda Unida 2. En la repetición electoral del 26 de junio de 2016, la coalición electoral entre Podemos e IU logró también 71, a pesar de sumar un millón de votos menos que cada formación por separado en 2015. Esto fue posible gracias a los efectos mayoritarios de la ley electoral española. 368 solitario a las elecciones de diciembre. En concreto, Podemos pierde casi 1.200.000 votos entre diciembre de 2015 y junio de 2016865. Tampoco logra sorpassar al Partido Socialista ni convertirse en el “líder de la oposición”. Al contrario, se ve obligado a conformarse con la tercera plaza en un escenario nuevamente complejo para la formación de gobierno. Para comprender la magnitud de la decepción de Podemos –que explicará la virulencia afectiva de los choques siguientes- es necesario retrotraerse a las categorías interpretativas con las que la formación de Iglesias examina los resultados de los comicios del 20 de diciembre de 2015. Desde enero de 2016, Podemos analiza las elecciones generales del 20-D empleando una metáfora deportiva: el empate. De acuerdo con la plataforma morada, los porcentajes electorales de aquellos comicios representan un “empate” entre las formaciones que aspiran al cambio y los partidos que desean la continuidad. El carácter parejo de las fuerzas, prosigue el razonamiento de Podemos, provoca un bloqueo. La parálisis resultante requiere, en consecuencia, un desempate. De ahí que la repetición electoral del 26 de junio deba ser enmarcada como una segunda vuelta; o sea, como una oportunidad para aclarar la correlación de fuerzas. Pues bien, los resultados finales de aquel 26 de junio de 2016 no sólo no desempatan nada, sino que mantienen la dificultad para llegar a acuerdos. Además, reducen el papel central de Podemos a la hora de alcanzar pactos de investidura. Por estos motivos, allí donde la noche del 20 de diciembre de 2015 se percibe alegría en los rostros de los portavoces de Podemos, seis meses más tarde se visibiliza preocupación y desencanto. A este respecto, las imágenes y vídeos de las comparecencias de Iglesias y Errejón en la plaza del Museo Reina Sofía de Madrid durante la noche electoral, así como el contenido y el tono de sus discursos, son altamente ilustrativos866. Por otro lado, a nivel de los marcos interpretativos, lo decisivo de este período de seis meses es que el debate público español se vuelve muy alambicado y pasa de estar presidido por la disyuntiva entre “nueva política” y “vieja política” a verse embarrado en 865 Y es que, en efecto, en diciembre de 2015 Podemos logró presentándose en solitario 5.212.711 votos, mientras que Izquierda Unida, también en solitario, cosechó 926.783 sufragios. Sin embargo, en junio de 2016, concurriendo juntos a las elecciones bajo el nombre “Unidos Podemos”, Izquierda Unida y Podemos sólo obtuvieron 5.087.538 votos; esto es, casi 100.000 menos que Podemos en solitario, y 1.051.956 sufragios menos de los que habría obtenido la suma automática entre Podemos e IU en diciembre de 2015. 866 Ver: Pablo Iglesias, Discurso Plaza Reina Sofía, 26 de junio de 2016: https://www.youtube.com/watch?v=nxLDQwVb35g; Iñigo Errejón, Discurso Plaza Reina Sofía, 26 de junio de 2016: https://www.youtube.com/watch?v=VJ5hwNjIBJM 369 negociaciones interminables, acusaciones, declaraciones contrapuestas, emplazamientos al diálogo, rupturas y sensación generalizada de pérdida de tiempo. Transita desde la épica hacia lo anodino, para posteriormente inclinarse hacia lo decepcionante. El discurso mediático apunta a la “necesidad de llegar a acuerdos”, así como a la urgencia de “superar el bloqueo”. Como consecuencia de ello, la línea de fractura política que reemplaza la distinción nueva política/vieja política prevalente hasta diciembre de 2015 distingue en adelante entre partidos flexibles y partidos rígidos. Es decir, entre formaciones “inclinadas al pacto” y formaciones que ponen “líneas rojas”. Esta transformación de los ejes que estructuran la discusión pública tensiona el interior de Podemos, generando dos posiciones estratégicas distintas y progresivamente enfrentadas. 12.4.1 Desavenencias estratégicas El debate interno que tiene lugar en Podemos durante el primer semestre de 2016 reviste un carácter estratégico y se concentra fundamentalmente alrededor tres puntos: 1) qué vínculo mantener con el PSOE, 2) cómo tratar a Ciudadanos, y 3) cuáles son las expectativas de los votantes de Podemos. En otras palabras: cuál es el tono más adecuado a emplear con el PSOE; cómo etiquetar a Ciudadanos; y qué esperan los electores de Podemos. La respuesta a estas tres cuestiones separa profundamente al por entonces número uno del partido, Pablo Iglesias, del entonces número dos: Iñigo Errejón. Y esta distancia fundamenta la acentuación de una corriente interna “pablista” y una corriente interna “errejonista”. El sector anticapitalista mantiene su autonomía respecto de estas tres cuestiones, lo que no obsta para que, ante la disyuntiva, su posición se acerque más a las respuestas de la corriente “pablista”. Respecto a la primera cuestión, Iñigo Errejón considera que Pablo Iglesias y sus portavoces afines –Rafael Mayoral, Irene Montero, Ione Belarra- reproducen con el PSOE la lógica tradicional de la izquierda postcomunista española; esto es, la tendencia a explicitar una desconfianza permanente, a marcar distancias, a estar alerta ante posibles traiciones, y, en general, a emplear un lenguaje agresivo con los socialdemócratas. Con ello, sostiene Errejón, la postura de estos portavoces bloquea las transferencias de voto entre el PSOE y Podemos; y, en última instancia, la posibilidad para la formación morada de liderar en el futuro el eje popular y progresista. Por su parte, Iglesias apuesta por 370 diferenciarse del PSOE, confrontar con él, vigilarlo y, a la postre, superarlo electoralmente. De acuerdo con su interpretación, la coyuntura política y la fuerza parlamentaria de Podemos habilitan para tener una postura firme con el PSOE, capaz de corregir la subordinación tradicional de los partidos de la izquierda alternativa hacia los socialdemócratas. En ese sentido, Iglesias interpreta la posición de Errejón en términos de moderación y falta de osadía política; al tiempo que Errejón entiende que Iglesias aplica categorías viejas a una coyuntura política sustancialmente nueva. El encargado de comunicación del partido considera que la batalla cultural con el PSOE ya está ganada y, en consecuencia, que es preferible tratar a los socialistas con condescendencia antes que con soberbia867. Por el contrario, el secretario general de la formación morada estima que es preciso aprovechar el carácter excepcional del momento histórico para adelantar políticamente –no sólo culturalmente- al PSOE, incluso si ello implica una repetición electoral. En cuanto a la relación con Ciudadanos, las diferentes corrientes internas de Podemos vuelven a chocar. Iglesias y los denominados “pablistas” consideran que Ciudadanos es esencialmente una formación de derechas -el “partido del IBEX 35”- que responde a los intereses de las élites y, por consiguiente, con quien no se debe pactar. Esta corriente interna sitúa a los votantes de Ciudadanos en posiciones ideológicamente distantes de Podemos y, por lo tanto, no incluye entre sus prioridades la competencia por este sector electoral. Por otra parte, la corriente interna que lidera Iñigo Errejón focaliza la atención en la manera en que el partido de Rivera es percibido por la ciudadanía -y no tanto en lo que sea “realmente”-, por lo que continúa etiquetando a esta formación como “nueva política” y considerando a una parte de su electorado como potencialmente recuperable por Podemos. En otras palabras: mientras que el “pablismo” se centra en las conexiones de Ciudadanos con la banca y los poderes fácticos, el “errejonismo” advierte de que la imagen de este partido sigue apoyándose –con éxito- en las ideas de regeneración y cambio. Estas diferencias de enfoque a la hora de considerar a Ciudadanos sustentan una posición diversa sobre el margen de maniobra estratégico de Podemos con respecto al acuerdo de investidura entre Pedro Sánchez y Albert Rivera. La atención prioritaria al mundo de las 867 “Nosotros ya marcamos el nuevo tiempo político que viene en España, nosotros ya representamos el nuevo país que viene” (Iñigo Errejón, Discurso de Madrid, 24 de junio de 2016). 371 representaciones sociales lleva al sector “errejonista” a considerar la posibilidad de una abstención por parte de Podemos, basándose en el argumento de que la ciudadanía en general –y específicamente los votantes de Podemos- no entenderían un posicionamiento del partido del lado del “inmovilismo” o en sentido contrario al “cambio”. Por el contrario, la predilección del sector “pablista” por el enfoque de los intereses sociales –y lo que las cosas son “en realidad”- conduce a juzgar el acuerdo entre PSOE y Ciudadanos como un “pacto diseñado por las élites” para tratar de “subordinar”, “coaccionar” y “desnaturalizar” a Podemos, por lo que desestima desde un principio la posibilidad de apoyar o abstenerse ante ese acuerdo. El tercer asunto que enfrenta la visión estratégica de Iglesias con la visión estratégica de Errejón es la interpretación a propósito del sentido del voto a Podemos. El secretario general y sus portavoces afines entienden que el voto a la formación morada apunta directamente al “fin del bipartidismo”. De acuerdo con ellos, la papeleta a Podemos llevaría inscrita una de las consignas centrales del 15-M: “PPSOE”; o, lo que es lo mismo, socialistas y conservadores son en última instancia iguales: igualmente corruptos e igualmente tecnocráticos. Por este motivo, la corriente de Iglesias asume que el apoyo a Podemos implica una fuerte dosis de desconfianza hacia el PSOE. Y, por lo tanto, que un eventual “no” de Podemos a la investidura de Sánchez sería percibido por sus votantes como una garantía de compromiso con los principios y como un signo de moralidad política. A la inversa, Errejón y sus afines –Jorge Moruno, Clara Serra, Pablo Bustinduy- interpretan el voto a Podemos desde una perspectiva menos optimista. Analizan el apoyo a Podemos como una apuesta genérica en favor del cambio, por lo que juzgan el lazo hacia la formación morada débil, efímero y condicional. Errejón entiende que una proporción significativa de los electores de Podemos lo han votado porque desean presenciar cambios de forma urgente –el primero de los cuales consistiría en el relevo del presidente conservador y rodeado de casos de corrupción, Mariano Rajoy. Por esta razón, el sector “errejonista” concluye que tanto el bloqueo político como una eventual repetición electoral podrían implicar una ruptura del lazo de unión condicional entre la formación morada y un sector importante de sus votantes. El último desencuentro estratégico entre Iglesias y Errejón se produce unas semanas más tarde y tiene como telón de fondo la relación con Izquierda Unida. Una vez fracasada la legislatura en mayo y convocados unos nuevos comicios para junio, Pablo Iglesias valora positivamente la posibilidad de concurrir en coalición electoral con el partido tradicional 372 de la izquierda post-comunista española: Izquierda Unida. El secretario general de la formación morada entiende que la alianza con Izquierda Unida –que había logrado casi 1 millón de votos en diciembre de 2015868- podría comportar el adelanto electoral al Partido Socialista y la conversión de Podemos en la primera fuerza de oposición en España. Aún más: una parte de la dirigencia de Podemos estima que la hermandad electoral con IU podría traducirse en un caudal de votos suficiente para rivalizar con el Partido Popular a la hora de acceder al gobierno de la nación. Desde el punto de vista de Iglesias, la alianza con IU es estratégicamente prioritaria en la medida en que ofrece la posibilidad plausible de adelantar electoralmente al PSOE, transformando la correlación de fuerzas dentro de la izquierda y deshaciendo el empate de diciembre. Además, el secretario general de Podemos considera que el sorpasso al PSOE es conditio sine qua non para poder gobernar un día el país, a la manera de Syriza en Grecia. Por este motivo, el líder de Podemos enmarca la coalición electoral con Izquierda Unida en términos de una “oportunidad histórica”. Por su parte, Iñigo Errejón verbaliza en varias ocasiones una incomodidad estratégica con esta alianza869. El argumento más repetido por el número dos del partido se condensa en la expresión “hay sumas que restan”. Con esta afirmación contra-intuitiva, Errejón pretende señalar que el acuerdo electoral con Izquierda Unida desnaturaliza el proyecto de Podemos. O, dicho de otro modo: que la alianza con IU difumina los contornos identitarios de la formación morada. Como veremos más adelante en el capítulo 13, el secretario de comunicación está convencido de que el proyecto de Podemos y la identidad política morada se debe construir precisamente en contraposición con la izquierda tradicional. De hecho, Errejón sitúa en esta distancia con IU una de las claves por las cuales Podemos ha podido comenzar a construir una identidad política propia, original y lo suficientemente transversal como para aspirar a ocupar la centralidad del tablero. Por ello se muestra escéptico ante los efectos positivos que la alianza electoral con Izquierda Unida pueda tener en términos de “sorpasso” o “desempate”. A pesar de estas discrepancias, el acuerdo electoral con Izquierda Unida se escenifica el 9 de mayo de 2016. La mise en scène o representación del mismo reviste importancia 868 Exactamente, la candidatura de IU encabezada por Alberto Garzón obtuvo 926.783 votos y dos escaños en las elecciones generales de diciembre de 2015. 869 Ver por ejemplo: Europa Press (2016, 29, junio). “Errejón sobre la confluencia con IU:Dos más dos han sumado menos”, Huffintong Post: https://www.huffingtonpost.es/2016/06/29/errejon-confluencia- iu_n_10728886.html 373 simbólica: el líder de Podemos, Pablo Iglesias, y el líder de IU, Alberto Garzón, se encuentran en la Puerta del Sol de Madrid, se abrazan, caminan juntos unos metros entre aplausos de sus seguidores, y brindan con dos botellines de cerveza en la “Sala Miradores” ante gritos de “unidad popular” y “sí se puede”870. Entre medias, evocan el recuerdo del movimiento 15-M. De este pacto de los botellines surge la decisión de concurrir juntos a los comicios del 26 de junio bajo la denominación “Unidos Podemos”. Esto implica un diseño de campaña diferente con respecto a las elecciones de diciembre de 2015. En concreto, supone que Podemos e Izquierda Unida organizan conjuntamente actos electorales y, por lo tanto, que Iglesias y Garzón comparten tribuna en varios mítines. También entraña un cambio de índole visual: en primera línea ya no aparece el nombre de Podemos, sino el logo multicolor de “Unidos Podemos”; y, en segunda línea, las banderas moradas de la formación de Iglesias alternan con las banderas rojas del Partido Comunista, con las banderas de la II República española y con los emblemas blanquiverdes de Izquierda Unida. Pero, más allá de la transformación estética, la alianza con Izquierda Unida supone una reinterpretación identitaria de Podemos. Al menos de la parte de un sector del partido. Esta revisión es particularmente perceptible en el discurso de cierre de campaña que ofrece Pablo Iglesias en Madrid. A lo largo de su intervención, Iglesias pone las bases de lo que él entiende que debe caracterizar al nuevo sujeto político representado por Podemos. El secretario general de Podemos incide en que la coalición con IU no es una mera “alianza electoral” ni un pacto coyuntural, sino “un encuentro con la historia”871; donde esto significa que el acuerdo con IU simboliza la confluencia entre la izquierda tradicional y la izquierda post-15M. Iglesias lo acentúa en varios momentos a lo largo del mítin: “Hoy quiero decir que hay algo mucho más importante que Podemos: y es el encuentro histórico con la izquierda de toda la vida, la que mantuvo arriba las banderas de la dignidad en momentos muy difíciles (…) es un honor caminar a vuestro lado y es un honor que vayamos a construir el futuro juntos”872. Todo el discurso del líder de Podemos está trufado esa noche de referencias al Partido Comunista de España, así como de menciones enfáticas a la “clase obrera”. De hecho, Iglesias habla en aquella ocasión como algo más que el secretario general de Podemos. El universo sentimental que 870 El vídeo de esta escenificación puede verse en el siguiente enlace web: https://www.youtube.com/watch?v=CHhAVYlQACg 871 Pablo Iglesias, Discurso de Madrid, 24 de junio de 2016. 872 Ibidem. 374 moviliza, o, en términos de Umberto Eco, la enciclopedia a la que alude constantemente, es la del PCE. En ese sentido, su intervención está concebida para ser interpretada como el discurso inaugural de una nueva época: la de la síntesis entre la izquierda que “aprendió del 15-M” y la izquierda con bagaje histórico. De este modo, Podemos regresa al motivo oficial de enero de 2014: confluir, renovar y liderar la izquierda. Esta reinterpretación de la identidad política de Podemos entraña asimismo una revisión del papel de Errejón como estratega del proyecto. En esa misma intervención, Iglesias realiza una relectura de los orígenes de Podemos en la que sitúa a su número dos como alguien que vino después; y, por lo tanto, como una figura cuyas ideas son contingentes al proyecto: “Quiero dar las gracias a los primeros valientes que me acompañaron desde el inicio: a Miguel Urbán, a Jorge Moruno y a Tania Sánchez por empujarme a dar el paso. Quiero dar las gracias también a los que llegaron después: a Iñigo y su gente”873. El mismo Errejón reconoce en esa intervención un punto de inflexión identitario en la trayectoria de la formación morada: “Para mí ese discurso fue la confirmación de que se había acabado el Podemos con voluntad nacional y popular”874. O, lo que es lo mismo: que si desde marzo de 2014 hasta diciembre de 2015 Podemos se había construido a la contra de Izquierda Unida, a partir de mayo de 2016 la exterioridad con respecto a IU iba a dejar paso a una convergencia estratégica. De esta manera, ya antes de las elecciones generales del 26 de junio de 2016, las bases del enfrentamiento frontal entre errejonistas y pablistas que marcará el segundo semestre del año en la formación morada quedan asentadas, tanto desde el punto de vista argumental como desde el enfoque del proyecto político. Esta colisión estratégica desembocará finalmente en el proceso congresual de febrero de 2017. 12.4.2 Segunda Asamblea Ciudadana 873 Ibidem. 874 Iñigo Errejón, Comunicación personal, 17 de diciembre de 2020. 375 Una de las mayores lagunas de Podemos -similar a la del Frente Nacional después de las presidenciales de 2017- es que tras los resultados del 26 de junio no hay propiamente un debate analítico sobre las causas de la decepción electoral. De modo revelador, tras el quiebre de las expectativas generadas, ninguno de los dos partidos convoca un comité de análisis, ni se preocupa realmente de saber por qué no se han obtenido los porcentajes esperados. Como desarrollaremos más adelante en la cuarta sección, el paralelismo entre ambas formaciones es significativo: después de haber desplegado un vasto ejercicio retórico de épica popular y tras haber enmarcado el período como excepcional, una vez que se celebran las elecciones “históricas” a las que cada uno de ellos apuntaba en sus respectivos países, ninguno de los dos se preocupa de dilucidar los motivos del fracaso relativo de sus objetivos marcados. Tanto en un caso como en otro, sólo se producen pequeños conatos de ajustes de cuentas. Y, tanto en un caso como en otro, prevalece el miedo a que un abordaje de esta cuestión termine de romper las frágiles costuras internas de las dos formaciones. Así, finalizado un semestre extenuante, Podemos en 2016 y el Frente Nacional en 2017 se van de vacaciones. De tal manera que, en ambos casos, las fracturas de la primavera reaparecen en el otoño. En el caso de Podemos, la fractura interna adopta la expresión de desacuerdos notables en torno a dos puntos nodales: 1) la identidad política de Podemos y 2) la estrategia a seguir. En cuanto al primer punto, hay que señalar que, más que una discusión abierta y en profundidad, lo que acontece es más bien un intercambio de caricaturas contrapuestas. El sector liderado por Pablo Iglesias acusa a Iñigo Errejón de querer moderar artificialmente el partido hasta convertirlo en una suerte de “PSOE 2.0”. Reprochan al secretario de comunicación no pronunciarse sobre asuntos ideológicos controvertidos – traicionando así los principios de la formación-, estar demasiado pendiente de las encuestas y empeñarse en ofrecer una imagen excesivamente correcta de Podemos875. De acuerdo con esta corriente interna, los corsés discursivos impuestos por Errejón estarían enjaulando la potencia carismática de Iglesias. Por el contrario, el sector “errejonista” recrimina a Iglesias querer desviarse de la hipótesis inicial de Podemos y estar 875 Un ejemplo de ello puede encontrarse en este texto de Juan Carlos Monedero en el que trata de dar explicación a los malos resultados electorales del 26 de junio de 2016: “Entre las razones esgrimidas para explicar esta pérdida [electoral] están: el cansancio electoral, la mimetización parlamentaria de Podemos en esos meses, la indefinición ideológica buscando ensanchar la base electoral, la unanimidad de las encuestas que situaban al nuevo partido como la segunda fuerza –lo que habría relajado el voto; una campaña moderada basada en mantener los votos socialistas que otorgaban las encuestas, y el enfado de los votantes de Izquierda Unida por una unión electoral que relegaba a esta fuerza política” (Monedero, 2017: 209). 376 transformándolo por la vía de los hechos en una suerte de “PCE 2.0”. Esta facción interna censura el repliegue identitario al que el secretario general estaría abocando a la formación morada, su obsesión por recuperar las banderas de la izquierda y, sobre todo, su incapacidad para conectar con nuevos votantes. En esa línea, la acusación más repetida por Errejón al sector “pablista” sostiene que este último está encerrando a Podemos “en el rincón izquierdo del tablero político”. A través de estos planteamientos, “pablistas” y “errejonistas” se atacan mutuamente a lo largo de todo el otoño de 2016, acusándose de estar desvirtuando el espíritu inicial –o sea, la identidad originaria- de Podemos: unos supuestamente para convertirlo en un partido socialdemócrata, y otros teóricamente para transformar a la formación morada en un partido post-comunista al uso. Respecto al segundo punto, el debate entre ambos sectores no es tan paródico ni tampoco se mueve en el marco exclusivo de uno de los tramos del continuum izquierda/derecha – o sea en la disyuntiva entre socialdemócratas y comunistas. Aquí cada corriente expresa de una manera más franca sus posiciones. El sector “errejonista” defiende que la estrategia a seguir por Podemos debe apostar por la transversalidad y recuerda persistentemente que la formación morada aún necesita interpelar a “los que faltan” para poder así construir una mayoría popular. Por el contrario, la corriente liderada por Pablo Iglesias afirma que Podemos debe recobrar la autenticidad política para así poder volver a conectar afectivamente con las clases populares y con los sectores más tradicionalmente abstencionistas. Ambas orientaciones estratégicas se expresan ampliamente en numerosas 377 entrevistas876, artículos877, declaraciones y vídeos878 antes de la celebración de la segunda “Asamblea Ciudadana” del partido, bautizada mediáticamente como “Vistalegre II”. La segunda “Asamblea Ciudadana” de Podemos tiene lugar en Madrid los días 11 y 12 de febrero de 2017. En este congreso interno no se debate sobre el liderazgo de Pablo Iglesias, pero sí acerca de la línea estratégica a seguir en adelante. Tres puntos de vista distintos –con tres listas diferentes- compiten en votación abierta para componer el Consejo Ciudadano Estatal, máximo órgano de decisión de Podemos en el que –al menos teóricamente- se decide el rumbo estratégico del partido. El sector “pablista” presenta una lista de afines bajo el nombre Podemos Para Todas; el sector “errejonista” reúne en una lista con el nombre Recuperar La Ilusión a buena parte de los críticos con el rumbo del partido; y finalmente el sector anticapitalista comparece de modo autónomo con una lista bautizada como Podemos En Movimiento. Tras las votaciones, la lista Podemos Para Todas obtiene el 60% de los puestos del Consejo Ciudadano Estatal, mientras que la lista de afines a Errejón sólo logra el 37% de los asientos en ese órgano de decisión y el sector anticapitalista alcanza el 3,1% de los puestos. O, lo que es lo mismo: aquellas personas favorables a las tesis estratégicas “pablistas” obtienen 37 puestos en el Consejo Ciudadano Estatal, los “errejonistas” se ven obligados a conformarse con 23 puestos y 876 Las siguientes entrevistas son paradigmáticas del tipo de argumentos de este período: Maestre, A. (2016, 23, diciembre). “Errejón: los sectores populares han girado a la derecha y la izquierda los regaña”, La Marea: https://www.lamarea.com/2016/12/23/errejon/; Muñoz, M. (2017, 10, febrero). “Errejón: hay riesgo de quedar atrapados en el espacio de la izquierda tradicional”, CuartoPoder: https://www.cuartopoder.es/espana/2017/02/10/entrevista-a-inigo-errejon-hay-riesgo-de-quedar- atrapados-en-el-espacio-de-la-izquierda-tradicional/; Muñoz, M. (2016, 10, diciembre). “Iglesias: votar a personas vinculadas a proyectos es políticamente más honesto”, CuartoPoder: https://www.cuartopoder.es/espana/2016/12/10/iglesias-votar-a-personas-vinculadas-a-proyectos-es- politicamente-mas-honesto/; Conejos, M-A (2017, 31, enero). “Monedero: Podemos tiene que volver a atreverse”, Ara.info: https://arainfo.org/juan-carlos-monedero-podemos-tiene-que-volver-a-atreverse/ 877 Errejón, I. (2016, 11, enero). “Abriendo brecha: apuntes estratégicos tras las elecciones generales”, Público: https://blogs.publico.es/dominiopublico/15529/abriendo-brecha-apuntes-estrategicos-tras-las- elecciones-generales/; Errejón, I. (2016, 23, abril). “Podemos a mitad de camino”, CTXT: https://ctxt.es/es/20160420/Firmas/5562/Podemos-transformacion-identidad-poder-cambio.htm; Monedero, J-C (2016, 11, mayo). “Las debilidades de la hipótesis populista y la construcción de un pueblo en marcha”, Público: https://blogs.publico.es/juan-carlos-monedero/2016/05/11/las-debilidades-de-la- hipotesis-populista-y-la-construccion-de-un-pueblo-en-marcha/; Monereo, M. (2016, 11, diciembre). “Podemos: una oposición para la alternativa”, CuartoPoder: https://www.cuartopoder.es/ideas/2016/12/11/podemos-una-oposicion-para-la-alternativa/545/ 878 Algunos de los vídeos más representativos de ambas posturas son los siguientes: Podemos para Todas (2017, 5, febrero): “Presentación de Podemos para Todas. Pablo Iglesias”, Podemos: https://www.youtube.com/watch?v=jo1RH-3ICCA; Podemos para Todas (2017, 5, febrero): “Presentación de Podemos para Todas. Irene Montero”, Podemos: https://www.youtube.com/watch?v=r6oJZsoN7Fc; Recuperar la Ilusión (2017, 4, febrero): “Iñigo Errejón responde. 1º parte”, Podemos: https://www.youtube.com/watch?v=-re9z23-_w8&feature=emb_logo; Recuperar la Ilusión (2017, 4, febrero): “Iñigo Errejón responde. 2º parte”, Podemos: https://www.youtube.com/watch?v=ZSAxtGJ5PNY&feature=emb_logo https://www.lamarea.com/2016/12/23/errejon/ https://www.cuartopoder.es/espana/2017/02/10/entrevista-a-inigo-errejon-hay-riesgo-de-quedar-atrapados-en-el-espacio-de-la-izquierda-tradicional/ https://www.cuartopoder.es/espana/2017/02/10/entrevista-a-inigo-errejon-hay-riesgo-de-quedar-atrapados-en-el-espacio-de-la-izquierda-tradicional/ https://www.cuartopoder.es/espana/2016/12/10/iglesias-votar-a-personas-vinculadas-a-proyectos-es-politicamente-mas-honesto/ https://www.cuartopoder.es/espana/2016/12/10/iglesias-votar-a-personas-vinculadas-a-proyectos-es-politicamente-mas-honesto/ https://ctxt.es/es/20160420/Firmas/5562/Podemos-transformacion-identidad-poder-cambio.htm https://blogs.publico.es/juan-carlos-monedero/2016/05/11/las-debilidades-de-la-hipotesis-populista-y-la-construccion-de-un-pueblo-en-marcha/ https://blogs.publico.es/juan-carlos-monedero/2016/05/11/las-debilidades-de-la-hipotesis-populista-y-la-construccion-de-un-pueblo-en-marcha/ https://www.youtube.com/watch?v=jo1RH-3ICCA https://www.youtube.com/watch?v=r6oJZsoN7Fc 378 los “anticapitalistas” -que se habían quedado fuera de la representación en aquel órgano tras la primera “Asamblea Ciudadana” de octubre de 2014- logran 2 puestos. Este resultado supone un impulso a la apuesta por la autenticidad política que defiende Iglesias; y, a la inversa, implica el distanciamiento oficial con el discurso de la transversalidad apoyado por Iñigo Errejón. De tal manera que, después de “Vistalegre II”, el camino estratégico de Podemos apunta hacia la reconciliación con la izquierda tradicional no socialista española. A ese respecto, y como veremos más adelante, la trayectoria de Podemos tras el 20-D y singularmente después del 26-J transcurre paralela a lo acontecido en el Front National tras la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de 2017 y la posterior marginación de Florian Philippot. Tanto en un caso como en otro, después de un momento de desafío del corpus ideológico tradicional y de los patrones discursivos de la izquierda radical española y la derecha radical francesa, el Frente Nacional y Podemos regresan estratégicamente a posiciones más convencionales desde el punto de vista de los ejes progresista/conservador e izquierda/derecha. 12.5 Cuarto período: febrero de 2017/ mayo 2018 Desde el enfoque de esta investigación de tesis, el período que transcurre desde la finalización de la Segunda Asamblea Ciudadana o “Vistalegre II” hasta junio de 2018 es el que menos nos interesa a nivel de contenido retórico, puesto que en él Podemos no introduce grandes innovaciones estratégico-discursivas con respecto a la izquierda tradicional no socialista española. Sin embargo, este tramo de aproximadamente quince meses sí resulta útil para evaluar la trayectoria estratégica global de Podemos, como haremos posteriormente y de modo comparado con el FN en la cuarta sección de este texto. A lo largo de este período, Podemos se asienta como una fuerza política de denuncia. La convicción que late entonces en la formación morada es que, como demostrarían los casos de las victorias del Brexit y de Donald Trump en las elecciones norteamericanas de 2016, lo electoralmente exitoso en aquel contexto es posicionarse como una plataforma política anti-establishment. Es decir, como un partido que desde fuera pone en evidencia la corrupción, las malas prácticas, las mentiras y los compadreos de lo de dentro; y que, al mismo tiempo, crea formas de contra-poder social. Bajo esta óptica, Pablo Iglesias llama 379 a sustituir el lema “sí se puede”, característico de la formación morada desde su fundación, por la consigna “luchar, crear, poder popular”, mientras que el secretario de relaciones con la sociedad civil, Rafael Mayoral, organiza movilizaciones contra el oligopolio eléctrico y la pobreza energética. El leit-motiv con el que opera Podemos en este período exige poner los medios para que el “chico con coleta de Vallecas” recupere el perfil destituyente y la conexión emocional con las periferias urbanas. Dicho mandato estratégico deriva de la interpretación que asume informalmente la dirección de Podemos acerca de la pérdida de un millón de votos desde enero hasta junio de 2016. Esta interpretación sostiene que la iniciativa morada logró hacerse un hueco electoral en el panorama político español entre los años 2014 y 2015 porque ejerció como correa de transmisión de las protestas sociales acontecidas en los años inmediatamente anteriores y porque representó convincentemente un polo de contestación al bipartidismo sistémico. De tal manera que lo que tendría que volver a hacer Podemos es recuperar la fuerza antagonista del pasado, retomando un discurso caustico, afilado y con garra respecto del bloque de poder o “triple alianza”879, y dejando atrás las servidumbres formales que requiere la vida parlamentaria. En otras palabras: según la nueva dirección, lo que necesitaría Podemos para recobrar el caudal de votos perdidos durante el primer semestre de 2016, es ofrecer una imagen menos institucionalista y más apegada a los conflictos reales de la sociedad española880. En el seno de este enfoque estratégico, dos hitos marcan la trayectoria de Podemos durante el año 2017: 1) la campaña sobre el Tramabús y 2) la moción de censura contra el gobierno de Mariano Rajoy impulsada por la formación morada en junio de ese año. La campaña del Tramabús reviste importancia en la medida en que pone de relieve la nueva orientación estratégica de Podemos: el partido revisa sus orígenes y vuelve a buscar un significante que le ofrezca la posibilidad de designar al sistema como un “todo”; o, lo que es lo mismo: interpreta que necesita una palabra que asuma la función denunciatoria y articulatoria que en 2014 adquirió la palabra casta. Y cree encontrar esa función en el vocablo trama, que Iglesias toma de la lectura de un libro publicado por el sociólogo 879 Expresión que Podemos comienza a emplear en esta época para referirse a los consensos de fondo entre PP, PSOE y Ciudadanos. Es preciso tener en cuenta que, desde el otoño de 2016 y hasta mayo de 2017, el Partido Socialista Obrero Español está dirigido por una gestora que, con su abstención en la sesión de investidura del 29 de octubre, facilita el nombramiento de Mariano Rajoy de nuevo como presidente del gobierno de España. 880 “Debemos tener una pata en las instituciones pero la cabeza, los brazos y la otra pierna en la calle" (Pablo Iglesias, Discurso final de la Segunda Asamblea Ciudadana de Podemos, 12 de febero de 2017). 380 Rubén Yuste bajo el título Ibex 35: una historia herética del poder en España881. En este texto, Yuste pone de relieve el complejo de intereses económicos que guían a las élites políticas españolas; es decir, los nexos entre el mundo financiero, el mundo mediático y el mundo político, así como la sumisión de los dos últimos al primero. La lectura que hace Podemos del libro de Yuste concluye que el sustantivo trama permite la reactivación de la función impugnatoria con la que nació el partido. Con ello, reengancha a la formación con sus propósitos iniciales, le da pie a diferenciarse del resto de plataformas partidistas devolviéndole el aura de autenticidad, y torna a hacer de Iglesias el tribuno de la plebe. Así las cosas, Podemos lanza la campaña del Tramabús en abril de 2017. Esta campaña se define por su espíritu desenmascarador o voluntad de decir las cosas claras: Podemos flota un autobús por las calles de Madrid pintado del color azul identificativo del Partido Popular y decorado con dibujos de personajes ilustres del mundo mediático, empresarial y político. En los laterales del autobús se reconocen los rostros de los ex presidentes del gobierno Felipe González y José María Aznar; de los empresarios Miguel Blesa, Gerardo Díaz Ferrán y Juan Miguel Villar-Mir; de los políticos Jordi Pujol, Esperanza Aguirre, Rodrigo Rato o Luis Bárcenas; y de los periodistas Juan Luis Cebrián y Eduardo Inda. Asimismo, en la parte trasera del vehículo se puede leer: “un vaso es un vaso, un plato es un plato y una mafia es una mafia”. De acuerdo con los términos que usa el partido en aquel momento, el objetivo del Tramabús es triple: evidenciar que existe una trama, señalar a los culpables y romper la ley del silencio. O sea, volver a subrayar –como en 2014 pero esta vez desde el enfoque de los intereses sociales y las verdades objetivas- que la corrupción y la impunidad en España son producto de un modelo de desarrollo económico y de gobernanza política concreto; y, por lo mismo, caracterizable, definible y criticable. El segundo hito de este período se produce a finales de ese mismo mes de abril: Podemos anuncia que presentará una moción de censura contra el gobierno de Mariano Rajoy. El motivo que precipita esta decisión es la publicación en prensa de conversaciones entre antiguos dirigentes del Partido Popular –Eduardo Zaplana e Ignacio González- en las que se felicitan por su influencia sobre el fiscal general anticorrupción, Manuel Moix. Podemos interpreta esta noticia como una prueba más del “secuestro y la 881 Yuste, R. (2017): Ibex 35: una historia herética del poder en España, Madrid: Capitán Swing. 381 patrimonialización de las instituciones por parte del PP”882 y afirma que presenta una moción de censura por “obligación ética” y porque “es una demanda de la sociedad civil”883. A pesar de que la formación morada sabe que presumiblemente no logrará los apoyos suficientes para echar a Mariano Rajoy de la presidencia del gobierno, registra la moción de censura con una finalidad triple: 1) retratar al PSOE, 2) revelar cómo funciona el bloque de poder o “triple alianza” y 3) presentarse en consecuencia como la verdadera oposición. Es decir, continuar con la estrategia de evidenciar al PSOE y a Ciudadanos como una “falsa” oposición y, simultáneamente, asumir el papel correa de transmisión político-moral de las peticiones de la sociedad civil. Tras mes y medio de negociaciones con otros grupos parlamentarios y la celebración del debate de presupuestos generales, la moción de censura tiene lugar los días 14 y 15 de junio y, aunque obtiene los votos favorables de ERC y Bildu, no consigue prosperar. Aún así, a través de este procedimiento parlamentario Podemos logra acaparar el foco mediático durante varios días, visibilizarse como oposición y que su mensaje político se escuche sin límites de tiempo en el congreso de los diputados. Sin embargo, esta estrategia de Podemos se topa con un imprevisto que, a la postre, le obliga a revisar el camino o la orientación elegida. Pedro Sánchez consigue vencer en las elecciones primarias del Partido Socialista Obrero Español con un discurso marcadamente izquierdista que apuesta por el entendimiento con Podemos. Además, logra imponerse en este proceso interno con la oposición de todo el aparato del partido – que secundaba a la candidata Susana Díaz- y el apoyo masivo de las bases socialistas. Esta victoria inesperada, acontecida a finales de mayo de 2017, fuerza un cambio en la posición de Podemos con respecto al PSOE, ya que torpedea la línea discursiva de la “triple alianza”. O sea, la idea a partir de la cual Podemos sería la oposición única, real y verdadera a un “bloque de poder” concebido como un todo sin fisuras. La propia trayectoria dramática de Sánchez en el PSOE884 torna difícil la imagen de un establishment unificado; y, al mismo tiempo, abre la puerta a futuros acuerdos con 882 Pablo Iglesias, Dec laraciones en Rueda de Prensa, 27 de abril de 2017. Ver: Europa Press (2017, 27, abril): “Pablo Iglesias anuncia moción de censura contra el gobierno del PP”, Europa Press: https://www.youtube.com/watch?v=9t7468Y7BpI 883 Ibidem. 884 Pedro Sánchez, secretario general del PSOE desde 2014 hasta 2016, fue forzado a dimitir como líder del partido en octubre de 2016 a raíz de su posición contraria a la investidura de Mariano Rajoy como presidente del gobierno, tras los resultados de las elecciones del 26 de junio. El Partido Popular había logrado un acuerdo con Ciudadanos para la investidura Rajoy y necesitaba, como mínimo, la abstención del Partido Socialista. En una primera sesión de investidura celebrada en julio de 2016, el grupo parlamentario 382 Podemos. Tras un otoño marcado prácticamente en exclusiva por la crisis territorial abierta en Catalunya –primero con la celebración de un referéndum no autorizado por el gobierno de España, después con la amenaza de secesión unilateral de este territorio, más tarde con el encarcelamiento de los dirigentes autonómicos catalanes promotores del referéndum y finalmente con la celebración de elecciones regionales en esta comunidad autónoma-, y un inicio de 2018 en el que las discrepancias de diagnóstico sobre lo ocurrido en Catalunya separan al PSOE y a Podemos –el primero sostiene que en aquel territorio existe una crisis de convivencia mientras que el segundo afirma que se da un conflicto político- el acercamiento entre ambos partidos ocurre súbitamente al final de la primavera. El 24 de mayo de 2018, la Audiencia Nacional española, que estaba investigando la financiación del Partido Popular, determina que esta formación había creado desde su fundación en 1989 hasta 2015 una estructura de contabilidad paralela y de financiamiento ilegal. Una estructura estable, conocida y tolerada por los dirigentes del Partido Popular. La publicación de este fallo judicial provoca un auténtico tsunami político y mediático que termina conduciendo al PSOE a presentar un día más tarde una nueva moción de censura contra el gobierno de Mariano Rajoy. Con la intervención activa de Unidos Podemos, el PSOE logra anudar los apoyos de ERC, PDeCat, Compromís, Nueva Canarias y el finalmente decisivo del PNV. Este caudal de votos favorables hace prosperar la moción de censura y convierte a Pedro Sánchez en presidente del gobierno el 1 de junio de 2018. De este modo se inaugura una nueva fase de colaboración entre el PSOE y Unidos Podemos, que tendrá su corolario en la formación de un gobierno de coalición entre ambos partidos en enero de 2020 presidido por Pedro Sánchez. En este gobierno habrá tres ministros de Unidos Podemos y Pablo Iglesias participará en él como vicepresidente. La línea estratégico-discursiva que se impondrá a partir de ese momento en la formación socialista con Sánchez a la cabeza vota “no” a esa investidura. Durante los meses de agosto y septiembre aumenta la presión para que se produzca un acuerdo entre el PSOE y el PP, y se evite así una tercera repetición electoral. Sin embargo, Pedro Sánchez, como secretario general del PSOE, se niega a este pacto. Esta negativa impulsa una maniobra interna dentro del PSOE que termina por forzar la dimisión de Sánchez y el nombramiento de una gestora. Dicha gestora decide finalmente pactar con el PP una abstención del grupo parlamentario socialista, lo que permite a Mariano Rajoy ser elegido de nuevo presidente del gobierno a finales de octubre de 2016. A raíz de ello, Sánchez abandona todos sus puestos de responsabilidad en el PSOE. En el XXXIX congreso del partido, Sánchez vence en elecciones primarias abiertas a toda la militancia socialista a las candidaturas de Susana Díaz y Patxi López, y es de nuevo nombrado secretario general del Partido Socialista Obrero Español. 383 morada será distinta de la analizada hasta aquí y conformará materia de estudio para posteriores trabajos e investigaciones. 384 13 La “hipótesis Errejón” “Las palabras son colinas en el campo de batalla de la política, quien las domina tiene la mitad de la guerra ganada”885. Si la “hipótesis Philippot” aspira a romper con la tradición ideológica de la extrema derecha francesa, la “hipótesis Errejón” hace un esfuerzo denodado por innovar con respecto a la tradición ideológica de la extrema izquierda española. Ninguna de las dos se separa totalmente de su tradición política de origen, pero ambas modifican sustancialmente los códigos, las formas, la puesta en escena, los lugares comunes y algunas de las convicciones más arraigadas en la derecha radical y la izquierda radical francesa y española. Una y otra hipótesis estratégica dedican tanto tiempo a infringir los tabúes de su espacio político como a transar con él. Porque las dos pretenden conducir a sus respectivos espacios políticos más allá de donde a muchos militantes les gustaría ir, pero –y este punto es esencial- sin desprenderse de ellos; en un intento de liderazgo a contracorriente que no es transfuguismo ni ruptura, sino viaje o tránsito. La “hipótesis Philippot” y la “hipótesis Errejón” precisan salvaguardar al grueso de los militantes de sus familias ideológicas al tiempo que pugnan por transformar y ampliar los modos de conducirse políticamente de cada una de ellas. Este tipo de composiciones o componendas son centrales en el desarrollo de las dos hipótesis estratégicas. De hecho, como veremos en el punto 14.5, esta clase de equilibrio se mantiene en buena medida por la promesa y por la esperanza de éxito; es decir, por la vivencia cotidiana de estar superándose y venciendo barreras hasta ese momento inéditas para uno y otro espacio político886. En ese sentido, Florian Philippot e Iñigo Errejón, en cuanto estrategas principales del Front National y Podemos a lo largo del período estudiado, comparten dos elementos: 1) una relación tensa con la militancia de sus respectivos partidos, y 2) la autopercepción de sí mismos como heterodoxos e incluso como herejes dentro de su espacio político. La conjunción de lo cual les lleva a un cierto dirigismo o iluminismo en relación a sus formaciones políticas. Ambos se comportan como consejeros aúlicos de sus líderes y como depositarios de un conocimiento estratégico especial. Por lo que uno 885 Torreblanca, J-I (2015): Asaltar los cielos. Podemos o la crisis después de la crisis, Barcelona: Penguin Random House, 78. 886 El ejemplo más visible de ello son los resultados en elecciones como las presidenciales francesas de 2012, las europeas de 2014, las municipales y regionales francesas de 2014, las elecciones municipales y autonómicas españolas de 2015 o las elecciones generales españolas de 2015. 385 y otro se conducen casi como déspotas ilustrados dentro de sus correspondientes plataformas partidistas887. A este respecto, una de las diferencias en la elaboración de una y otra hipótesis estratégica es que Florian Philippot no proviene de la extrema derecha, mientras que Íñigo Errejón sí tiene un bagaje militante en la extrema izquierda. El primero observa en el Front National de Marine Le Pen –y singularmente en el proyecto que arranca en 2011- la posibilidad de desplegar un conjunto de ideas de corte soberanista, social e identitario que interpreta que ya funcionó en Francia en el año 2005 y que la coyuntura de austeridad económica, crisis del proyecto europeo y crisis de la representación política torna especialmente apto para generar mayorías sociales. En el caso del segundo, la experiencia política en América Latina –singularmente en Bolivia, pero no sólo- y en Catalunya son las que le conducen a cuestionar algunas de las convicciones alcanzadas durante su militancia libertaria previa. O, dicho de otro modo: en el caso del número dos de Podemos es el conocimiento de primera mano y el estudio de las experiencias políticas del MAS en Bolivia, de la Revolución Ciudadana en Ecuador y del entorno de la CUP en Catalunya, lo que trastoca sus posiciones anteriores y le lleva a tratar de ensayar en España un tipo de experimento político nuevo. A pesar de que se trata de trayectorias disímiles –para que fueran paralelas, Errejón tendría que proceder políticamente de la derecha española-, el gesto dual es el mismo: ambos desean contradecir la práctica política de una determinada tradición ideológica sin separarse totalmente de ella888. Philippot y Errejón aspiran a fundar un espacio político nuevo incorporando mimbres ideológicos tradicionales y material militante típico de la izquierda radical española y de la derecha radical francesa. Y ambos están persuadidos de tener la “fórmula del éxito” –porque los dos se proyectan como teniendo la capacidad 887 En relación con esto, resulta muy significativa esta afirmación de Iñigo Errejón pronunciada durante una de las entrevistas realizadas a los efectos de esta tesis doctoral: “Creo que hay que conducir a Podemos a un lugar al que las bases militantes no van a querer ir, pero al que sin embargo nuestros votantes y una parte sustancial de los españoles sí quieren llegar” (Iñigo Errejón, Comunicación personal, 17 de diciembre de 2020) 888 Florian Philippot e Iñigo Errejón son extremadamente críticos con la tradición de la derecha radical francesa –ejemplificada para el primero por las posiciones y pronunciamientos del Front National de Jean- Marie Le Pen- y con la tradición de la izquierda radical española –personificada para el segundo por el conservadurismo del PCE y por las rutinas discursivas y militantes de los movimientos sociales de la extrema izquierda-; pero, a pesar de ello, no prescinden de ellas, sino que las cooptan. De hecho, Florian Philippot, siendo vicepresidente del FN, llega a afirmar en una entrevista que él “nunca ha votado por Jean- Marie Le Pen” (Rédaction GQ (2015, 7, abril). “Florian Philippot: je n’avais jamais voté Jean-Marie Le Pen”, GQ: https://www.gqmagazine.fr/pop-culture/interview/articles/interview-de-florian- philippot/25285). https://www.gqmagazine.fr/pop-culture/interview/articles/interview-de-florian-philippot/25285 https://www.gqmagazine.fr/pop-culture/interview/articles/interview-de-florian-philippot/25285 386 de interpretar los deseos de sus sociedades- y de poder llevar adelante un proyecto rupturista con respecto al status quo francés y español. Para conseguirlo, tanto el primero como el segundo cuentan con la protección, la aquiescencia y la confianza de los líderes carismáticos de sus respectivas formaciones políticas: Marine Le Pen y Pablo Iglesias. Por eso, no resulta en modo alguno casual que las acusaciones que les dirigen sus adversarios internos en los dos partidos sean muy similares: altanería personal, prepotencia intelectual, falta de interacción con las bases y tibieza ideológica. Paradójicamente, Iñigo Errejón y Florian Philippot autoconciben sus hipótesis estratégicas como altamente radicales e incluso como inusitadamente radicales, en la medida en que las dos encarnarían proyectos capaces de transformar los sistemas de partidos y las coordenadas de la discusión política en sus respectivos países. Puesto que, según razonan ambos, ocupando la centralidad del tablero político y desplazando a los partidos tradicionales, se podrían implementar cambios sustantivos en relación a la Unión Europea, a la política económica, a las políticas sociales, a la servidumbre respecto a ciertos poderes fácticos, o, en el caso de España, a la política territorial. Sin embargo, una y otra hipótesis estratégica son tildadas sistemáticamente de conformistas, pusilánimes y moderadas por sectores amplios de sus partidos: como ya mencionamos anteriormente, en el Frente Nacional un sector extiende la consigna dédiabolisation piège à cons [desdiabolización trampa para tontos], mientras que en Podemos se acusa a Errejón de “enjaular” a Pablo Iglesias y convertir al partido en un “PSOE 2.0”. En ambos casos, la diferencia estriba en que unos –Philippot y Errejón- interpretan la radicalidad primariamente como capacidad de victoria, mientras que otros –sus críticos- entienden la radicalidad estrictamente como fidelidad a unos principios. En este trabajo, llamamos “hipótesis Errejón” a la peculiar interpretación y adaptación de algunos elementos de la teoría de la hegemonía de Ernesto Laclau y Chantal Mouffe que Podemos asume en España durante un cierto período de tiempo. La elección del nombre –“hipótesis Errejón”- guarda relación con que éste fuera el principal estratega del partido durante el ciclo 2014-2016 así como el más destacado divulgador de la concepción discursiva de la política en España. Estrictamente ninguna hipótesis estratégica tiene una autoría única ni un protagonista exclusivamente individual. Sin embargo, el papel de Errejón en Podemos –o el de Philippot en el Frente Nacional- como figura que lidera, da forma, personifica, explica y valida ante los críticos una determinada conjetura 387 estratégica, permite justificar la elección del nombre; incluso si, como toda elección, es necesariamente simplificadora o parcial. 13.1 Características y objetivos de la “hipótesis Errejón” La “hipótesis Errejón” es un proyecto estratégico asentado fundamentalmente en operaciones discursivas de interpelación, agregación y articulación. De hecho, se concibe a sí misma como un contrapeso a la dinámica de disgregación y particularización típicamente neoliberal. Desde este punto de vista, se trata de una conjetura estratégica orientada a juntar lo diferente; pero a hacerlo, como veremos más adelante, de un modo muy peculiar no estrictamente reductible a la adición o yuxtaposición. El objetivo nuclear de la “hipótesis Errejón” es aprovechar la conjunción entre crisis económica y crisis del sistema político bipartidista para construir una mayoría social nueva; esto es, para reunir en torno a Podemos a una mayoría de ciudadanos españoles a partir de un programa sencillo de regeneración política, justicia social y castigo a los corruptos. No en vano, el marco interpretativo que organiza todo el discurso de la formación morada durante la primera época es el del pacto social roto por arriba; y, en consecuencia, necesitado de reconstrucción o regeneración. La “hipótesis Errejón” dibuja además un tiempo de excepcionalidad y se marca como meta tener una victoria electoral rápida; desde el convencimiento agónico de que, si no triunfa pronto, no vencerá nunca889. Los ingredientes que nutren el despliegue estratégico-retórico de la “hipótesis Errejón pueden sintetizarse en los siguientes: 1) denuncia del estado de cosas y de sus responsables; 2) regeneracionismo político, institucional y moral; 3) reequilibrio de la balanza social –“rehacer el pacto social roto por las élites”-; 4) interpelación, movilización y representación del país real; 5) caracterización del presente como un momento histórico, excepcional y singularmente abierto; y 6) promesa de victoria y cambio rápidos. El proyecto estratégico elaborado por el número dos de Podemos se caracteriza así por ser simultáneamente rupturista y conservador. Rupturista porque aspira, por primera vez 889 Véase a este respecto lo mencionado en el apartado “12.1 Antecedentes de Podemos” a propósito del concepto de “ventana de oportunidad”; y, sobre todo, de la manera en que lo entienden los impulsores de la iniciativa morada. 388 desde 1978, a quebrar el sistema de partidos español y dar a luz un proyecto hegemónico nuevo. Errejón anhela que Podemos se convierta en el PSOE, pero no en el sentido literal que le adjudican sus detractores, sino en la medida en que entiende que el PSOE es el partido del régimen890. Conservador porque el mensaje central de Podemos no se concentra en generar reivindicaciones nuevas, sino en dar satisfacción a las promesas del “régimen del 78” incumplidas por la élite. De esta manera, el proyecto estratégico de Podemos no se especializa en prometer lo imposible –y en esto se separa diametralmente de los movimientos sociales de las décadas de 1960 y 1970-, sino en indagar en qué medida algunas demandas restauradoras albergan paradójicamente la capacidad de subvertir el “régimen del 78”. Todo ello desde una posición que combina una potente e indisimulada ambición político-electoral, con un marcado pesimismo acerca de las posibilidades reales de transformar en profundidad a la sociedad española: “Por una parte, yo entiendo que el 15M no es en modo alguno impugnación de lo que pasó en el 39 -que esa derrota derrotada está-, pero tampoco de lo que pasó en 1978, y que el pueblo con el que hoy se puede transformar es el resultado subjetivo de las transformaciones culturales de cuarenta años de dictadura franquista y de cuarenta años de estabilización con rumbo neoliberal. Y que cualquier izquierda que no asuma que esas derrotas ya están perdidas, está condenada a seguirlas perdiendo (…) Por otra parte, la ruptura de confianza del 15M tiene más que ver con las promesas incumplidas del orden del 78 que con la impugnación del mismo. Es decir, el 15M lo que está diciendo es básicamente “queremos que esto funcione tal y como habíais prometido”. Mi obsesión aquí es la idea de que en realidad la gente quiere orden, quiere ascenso social, quiere que no haya corrupción. Esas eran las materias primas”891. Asimismo, la hipótesis estratégica que maneja Podemos lleva inscrita un ritmo frenético, un marcado carácter vertiginoso, un tempo absolutamente acelerado. O, dicho con el vocabulario bélico que Podemos emplea en los primeros años: la “hipótesis Errejón” 890 “A mí me decían que quería llevar a Podemos a ser el PSOE, pero lo entendían al modo del PCE: para un sector de Podemos eso significaba moderación y tibieza ideológica. Pero no, yo no quería ser el PSOE desde el punto de vista ideológico, quería ser el PSOE porque reemplazar al PSOE es cargarse el régimen del 78 y convertirse en el actor central en España” (Iñigo Errejón, Comunicación personal, 17 de diciembre de 2020) 891 Iñigo Errejón, Comunicación personal, 17 de diciembre de 2020 [los subrayados son míos]. Una idea muy similar es expresada también en este texto: “El 15 de mayo de 2011 abrió un ciclo de movilizaciones que, más allá de su masividad, expresaba una situación de divorcio entre el país real y el país oficial (…) Era una “escisión” social por la cual una amplia mayoría de la ciudadanía (…) acusaba a los privilegiados de haber roto el contrato social situándose por encima de la ley, de la representación, de las posibilidades y de la confianza de “la gente” (Errejón, I. (2015, 26, agosto). “Donde nos quieren”, Público: https://m.publico.es/columnas/110493884045/dominio-publico-donde-nos-quieren/amp) https://m.publico.es/columnas/110493884045/dominio-publico-donde-nos-quieren/amp 389 exige una lógica de asalto892. El proyecto estratégico de la formación morada implica una Blietzkrieg o “guerra relámpago”; un movimiento ofensivo que no debe dilatarse más allá de 12 o 18 meses. ¿Por qué no puede tener una duración más prolongada? Básicamente por tres motivos. El primero de ellos apunta a un peligro de desvelamiento; o más exactamente: de autoconciencia de la marginalidad de las trayectorias militantes personales. Si la maniobra de asalto se dilata mucho tiempo, razonan los impulsores de Podemos, nos descubrirán; esto es, sabrán quiénes somos, se percatarán de que somos antiguos militantes de la extrema izquierda. Con ello, continúa el razonamiento, se romperá el hechizo que hace de Pablo Iglesias un ex profesor precario de ciencia política, que habla con educación, que ofrece argumentos, que en sus intervenciones visibiliza los padecimientos de una parte central de las clases medias y populares, y que en los platós de televisión se enfrenta a los políticos y periodistas del establishment bipartidista. O, lo que es lo mismo: se quebrará la posición específica –el lugar de enunciación- de Pablo Iglesias como voz transversal de la crisis; como singularidad representativa de la totalidad. El segundo motivo alude a la ventaja que supone tomar por sorpresa a los adversarios políticos. La “guerra relámpago” ofrece la posibilidad de beneficiarse de la falta de cintura política o miopía de las “élites del 78”; o, aún más precisamente: de su lentitud, de su carencia de reflejos. La “hipótesis Errejón” juega con la idea de que los adversarios políticos de Podemos reaccionarán tarde; y, en consecuencia, de que existe una grieta temporal susceptible de ser aprovechada. Esta proyección explica en buena medida el nerviosismo de Podemos cuando Ciudadanos aparece en la escena política española y, posteriormente, sus problemas para relacionarse con esta formación. Finalmente hay un tercer motivo: los estrategas de la formación morada piensan que la articulación popular resultante tiene fecha de caducidad temprana si no se logran objetivos palpables con celeridad; esto es, si la agregación plebeya impulsada por el partido no consigue producir efectos/cambios de un modo casi inmediato. La “hipótesis Errejón” sustenta su prisa en un miedo constante a la desagregación: al derretirse de los lazos populares. A este respecto, llama la atención la circulación frecuente a nivel interno de paralelismos con la revolución rusa de 1917 o con movimientos indígenas; un uso que, aunque no suele exteriorizarse o hacerse público, sirve en el seno del partido no sólo para 892 En este sentido, la lógica interna que guía la “hipótesis Errejón” es la antítesis de uno de los lemas más característicos del movimiento 15M: “vamos despacio porque vamos lejos”. 390 representar lo que está sucediendo -lo que el partido hace, lo que cabe esperar, las maniobras de los adversarios-, sino para interpretar el ritmo de lo que conviene. Un ejemplo de ello puede encontrarse en una de las entrevistas realizadas a Iñigo Errejón en el proceso de elaboración de esta tesis doctoral: “[el líder indígena] Tupac Atari llega hasta Cuzco arrasando con todas las guarniciones del ejército realista español y asedia Cuzco con un ejército de miles de indios que superan en una proporción de 20 a 1 a los soldados españoles de la guarnición de Cuzco. Pero los soldados españoles tienen provisiones, se atrincheran, repelen los ataques y esperan. En cambio, el pueblo de Tupac Atari, cuando en el segundo asalto fallido, empieza a vislumbrar que no va a ganar, y empieza a notarse que no hay provisiones, que las enfermedades se extienden, entonces ese pueblo se va dispersando. La plebe se dispersa cuando la lucha no es de asalto. Si tomar la Bastilla hubiera costado tres meses de lucha, es posible que la toma de la Bastilla no hubiera ocurrido (…) Por eso tenemos en la cabeza todo el rato la cuestión de la aceleración: del ciclo corto, de la premura, de la Blietzkrieg”893. Por todo ello, puede afirmarse que la meta principal de la “hipótesis Errejón” es, parafraseando el título de un libro, fraguar una mayoría social nueva o construir un pueblo894. O sea, conformar un sujeto popular, articular a la ciudadanía española alrededor de una identidad política tan nueva como laxa y, en última instancia, alumbrar una visión hegemónica de la comunidad –es decir, de quiénes somos nosotros, quiénes son nuestros enemigos, cuáles son nuestros problemas actuales y a qué desafíos futuros nos enfrentamos. Ahora bien: ¿de qué manera se genera una mayoría social nueva? ¿Cómo se logra construir, según esta hipótesis estratégica, una visión hegemónica de la comunidad y de sus problemas? Ensayando, al menos, cuatro maniobras tácticas, a saber: hacer exactamente lo contrario de lo puesto en práctica por la izquierda radical española desde 1978, localizar los materiales que conforman el sentido común político de la época, esforzarse por resignificar esos materiales discursivos, y por último visibilizar los descontentos privados y articularlos en una dimensión política que permita estructurar el debate público de acuerdo con los ejes “país real vs país oficial” y “pueblo vs élite”. Respecto al primer punto –abordado con mayor detenimiento en el epígrafe 14.1- la “hipótesis Errejón” se concibe expresamente contra la izquierda radical; es decir, en 893 Iñigo Errejón, Comunicación personal, 17 de diciembre de 2020. 894 Errejón, I. & Mouffe, C. (2015): Construir pueblo. Hegemonía y radicalización de la democracia, Barcelona: Icaria Editorial. 391 oposición a sus presupuestos político-prácticos. Por tanto, contra Izquierda Unida, pero también en antítesis con la denominada “izquierda movimentista”895. La conjetura estratégica de Errejón se plantea en términos generales contra las izquierdas militantes. Porque interpreta que éstas son muy distintas del pueblo español al que dicen defender o representar. Y porque asume que estas izquierdas no están “manchadas de pueblo”; esto es, manifiestan un pathos aristocrático con respecto a lo popular o plebeyo y, para colmo, representan una inmensa minoría tanto en términos cualitativos como cuantitativos896. En este sentido, la hipótesis estratégica que orienta a Podemos puede entenderse igualmente como una enmienda a la totalidad que Iñigo Errejón realiza sobre su propio pasado militante. Como una consigna que exige ser en el presente todo lo contrario de lo que se fue en el pasado y por lo cual se fracasó. El rumbo estratégico del primer Podemos manifiesta así una dimensión pedagógica con respecto a la izquierda radical, pero también –y esto nunca se puede perder de vista- una vertiente agresiva897 y de disciplinamiento: “Nosotros no sólo queríamos el poder: queríamos el poder, la fama, el reconocimiento intelectual, los aplausos y además explicarle a la izquierda que era tonta; y aún más: queríamos que después de demostrarle a la izquierda que era tonta, la izquierda se arrodillara ante nosotros”898. Respecto al segundo punto, la hipótesis estratégica que guía al primer Podemos está persuadida de que el trabajo político fundamental consiste en mapear el sentido común que organiza la aproximación al mundo de una época determinada. O sea, que para alcanzar el objetivo central de articular una mayoría social nueva, una tarea política primordial es identificar los términos o ideologemas que enladrillan la manera de ver el mundo –la interpretación dominante- de una época concreta; y, por tanto, que también estructuran su conversación política y su debate público. Del mismo modo que el Frente Nacional marinista escruta dentro del sentido común republicano francés aquellos términos, valores e ideas que ejercen como sus verdaderos pilares, Podemos tiene en mente hacer lo propio con el sentido común sedimentado en España desde la restauración 895 Expresión utilizada frecuentemente en Podemos para referirse a la izquierda encarnada en los movimientos sociales, de rasgos generalmente más asamblearios, horizontales e ideológicamente más radicales que un partido tradicional como IU. 896 En términos cuantitativos porque, a ojos de Podemos, encarnan a una acusada minoría, pero en términos cualitativos porque la sociedad española no se reconoce simbólicamente en ellas. 897 Hay algo de la “agresividad del converso” en la relación que el primer Podemos mantiene con el sector anticapitalista; y, de modo más general, con Izquierda Unida y con los sectores tradicionales de la izquierda radical o alternativa española. 898 Iñigo Errejón, Comunicación personal, 17 de diciembre de 2020. [los subrayados son míos]. 392 de la democracia. Se trata, tanto en un caso como en otro, de estudiar la gramática del sentido común dominante, para no hablar como alienígenas; esto es, para alejarse del vocabulario y de la sintaxis política del guetto, sea éste de extrema izquierda o de extrema derecha. O, lo que es lo mismo: para que el lenguaje empleado por Podemos o por el FN no constituya de entrada una barrera a la hora de ser escuchado por un público heterogéneo. Para terminar de entender esta maniobra retórica, hay que tener en cuenta que, desde sus albores, la formación española toma como premisa analítica la idea de que, si bien muchos de los elementos del sentido común están ya asentados o cristalizados, su significado en cambio está siempre abierto y en disputa. De ahí que el ejercicio previo de identificar estos elementos: estudiarlos, analizarlos y evaluar sus potencialidades subversivas, se erija para Podemos como una actividad tan políticamente importante: “La izquierda no enlazaba con la mayoría social porque se situaba muy lejos del sentido común, a veces incluso intencionadamente. Pero aquí hay dos peligros: si te alejas mucho del sentido común de época, nadie te escucha; pero si te acercas tanto que te fundes con él, entonces no transformas nada. Tienes que tener un pie dentro y un pie fuera. Para estar saliendo y entrando; es decir, para estar asentándote en él y al mismo tiempo empujándolo en otra dirección. Pero esta posición requiere previamente un ejercicio de análisis del sentido común dominante, de sus grietas y de las posibilidades que abre, que las fuerzas que desafían al establishment no siempre han querido hacer y que nosotros considerábamos imprescindible (…) O dicho de otro modo: que lo fundamental no es hacer análisis muy sesudos sobre las condiciones económicas, sino rastrear el mapa del sentido común de una época concreta”899. En íntima relación con la identificación de los pilares del sentido común de una época, la tercera maniobra a la que anima la “hipótesis Errejón” apunta a la resignificación de esas columnas o pilares que estructuran la manera de ver el mundo y de verse a sí misma de una comunidad política determinada. O, dicho en términos gramscianos, a disputar esos “núcleos de buen sentido” que previamente han sido seleccionados y analizados. Por eso Podemos, de forma paralela al Front National, lanza durante este primer período una serie de OPAs semánticas a conceptos y valores claves de la gramática política española post- transicional, como por ejemplo: patria, democracia, consenso, pacto social, orden o meritocracia. Como analizaremos en el capítulo 14, Podemos interpreta esta actividad de desplazamiento semántico –de juego con las diversas vetas de significado cristalizadas al 899 Ibid. [los subrayados son míos]. 393 interior de las palabras y, por tanto, con su carácter potencialmente flotante- como un punto nodal dentro de su estrategia de construir un proyecto hegemónico900. Igualmente, con el fin de reforzar este doble juego de anclaje y desplazamiento, Podemos no tiene reparos en reinterpretar momentos y figuras variopìntas de la historia de España: desde el levantamiento del 2 de mayo de 1808 contra el ejército napoleónico hasta el movimiento regeneracionista de comienzos del siglo XX, pasando por figuras literarias como Don Quijote de la Mancha, o personalidades a caballo entre lo político y lo militar como Rafael del Riego, José María Torrijos o Juan Bautista Topete. Reivindica momentos y figuras heteróclitas poco connotadas ideológicamente en el presente –lo cual le distancia de la aproximación a la historia que normalmente realiza la izquierda radical española-, y al mismo tiempo se esfuerza por orientarlos en un sentido nuevo o resignificarlos. A la intensidad de este trabajo semántico ayuda la peculiar concepción de la política que maneja Iñigo Errejón, según la cual ésta se define principalmente como disputa por el sentido901: es decir, como contienda por poner los nombres y el significado de lo que le acontece y de lo que puede esperar una sociedad o grupo humano. Por último, la cuarta maniobra estratégico-retórica que plantea la “hipótesis Errejón” se afana en visibilizar las insatisfacciones y dolores sociales vividos privadamente por la ciudadanía para tratar de agruparlos, articularlos y vehicularlos a través de una identidad política nueva de rasgos laxos –“ciudadanistas”, “justicialistas” y “regeneracionistas”. El gesto no apunta aquí únicamente a mencionar estas vivencias dolorosas en la conversación pública –en tanto que asuntos privados-, sino que se esfuerza específicamente por nombrarlas con el objetivo de politizarlas; esto es, de asignarles causas y culpables compartidos con los de otras experiencias amargas, para incluirlas más tarde dentro de un horizonte colectivo de transformación/resarcimiento. De acuerdo con la lógica política que maneja la “hipótesis Errejón”, la construcción de un sujeto popular requiere que estas insatisfacciones y dolores relegados a la esfera de lo privado se visibilicen, se pongan en común, se llenen de un sentido nuevo y, sobre todo, se conjuren para abandonar conjuntamente el estado de insatisfacción común. Necesita que estos 900 “Las “materias primas” sobre las que construir sentido y agregación política están dadas por una suma de factores presentes y sedimentados. Pero el significado que adquieran y la orientación de su politización –el conflicto que se cree en torno a ellas- no” (Errejón & Mouffe, 2015: 49). 901 A este respecto, es preciso tener en cuenta la formación intelectual de Errejón dentro de la denominada Discourse Theory de la Escuela de Essex. 394 dolores se hagan, por así decir, equivalentes. Para la creación de esta lógica articulatoria, Errejón pone particular énfasis en el modo de apelación: “La izquierda se había especializado en hablar sólo a los sectores más movilizados con el lenguaje de los sectores más movilizados. Buena parte de mi obsesión entonces era conectar en mis discursos con las insatisfacciones y los dolores de quienes no estaban particularmente movilizados, y hacerlo con un lenguaje de época que les interpelara (…) O sea había que visibilizar y politizar, pero había que hacerlo utilizando imágenes, palabras y ejemplos que condensaran, no sé cómo decirlo, el cúmulo de afectos que estaban ahí a la mano. El tejido afectivo de la época”902. En esta operación retórica de visibilización, politización y articulación de los dolores de una parte mayoritaria de la sociedad, juega un papel central el establecimiento de una frontera antagónica903; es decir, el trazado de una línea divisoria entre aquellos cuyos dolores son invisibilizados y aquellos que provocan tanto esos dolores como ese silencio. Entre “ellos” y “nosotros”. Entre el “país real” –el que sufre- y el “país oficial” –el que hace sufrir. La conformación de un sujeto popular guarda por eso una estrecha relación con esta operación retórica de visibilizar y politizar los descontentos –y de hacerlo, además, a través de un lenguaje capaz de interpelar a una mayoría social. De ahí que la construcción de un pueblo –en los términos habitualmente usados por Errejón- pase por esta labor de visibilización, politización y antagonización; o, como veremos a lo largo del capítulo 14, por una intenso trabajo de narrativización y resignificaciones. Finalmente, la “hipótesis Errejón” necesita también que se mantengan ciertas condiciones para lograr reunir a una mayoría social de españoles en torno a la iniciativa Podemos. Así como la “hipótesis Philippot” requería que la izquierda fuera vista o bien como “traidora” o bien como “inoperante”, y que la derecha fuera asociada a la vieja política y a los intereses de los poderosos; así también la “hipótesis Errejón” precisa para su desenvolvimiento de la conservación de varias condiciones. La primera apunta a la ausencia de competidores fuertes en el eje nueva política vs vieja política. Más concretamente: Podemos necesita ser el único partido que se sitúa en el campo de la novedad y de la regeneración –lo que en España entonces se llamó “nueva política”. En segundo lugar, la “hipótesis Errejón” requiere que los dos principales partidos españoles 902 Iñigo Errejón, Comunicación personal, 15 de enero de 2021. 903 “Lo decisivo para la construcción del pueblo, y de su sentido político, es el “antipueblo”, el adversario que marca la imposibilidad de lo que es percibido como legítimo” (Errejón & Mouffe, 2015: 50). 395 –Partido Popular y Partido Socialista Obrero Español- sigan simbolizando un bloque de poder unitario: el “país oficial”; y que, por lo tanto, sus siglas y diferencias sean en último extremo intercambiables. Que, como hacían los participantes en el movimiento 15M, se pueda realizar el siguiente sincretismo: “PPSOE”. En tercer lugar, a la “hipótesis Errejón” le urge que la iniciativa Podemos no sea encasillada en la “extrema izquierda”. Es más, tiene necesidad de que el proyecto pueda moverse cómodamente entre la izquierda y la derecha. Por último, la “hipótesis Errejón” precisa que los acontecimientos políticos y las elecciones se sucedan a un ritmo vertiginoso; es decir, que el desmoronamiento del bipartidismo y el auge de Podemos se produzcan de un modo rápido y acelerado. En definitiva, la “hipótesis Errejón” es un proyecto estratégico que pretende convertir a Podemos en una formación transversal y hegemónica. Donde esto significa específicamente ser por un lado un partido mayoritario entre los ciudadanos españoles, y, por otro lado, lograr que la sociedad en España mire los problemas, las soluciones y los retos a los que se enfrenta alla maniera de Podemos. Es decir, por una parte, convencer política y electoralmente al grueso de la ciudadanía, y, por otra parte, conseguir que se forme una idea de sí misma, de sus problemas, de los causantes de sus problemas, de las posibles soluciones a los mismos y de los desafíos de futuro en cuanto sociedad con el enfoque –o sea, con las gafas- de Podemos. Asimismo, la “hipótesis Errejón” es también una conjetura estratégica para vencer electoralmente; esto es, para llevar a Podemos al poder de manera rápida. Igualmente, la “hipótesis Errejón” se elabora y despliega para demostrar a la izquierda radical española que está equivocada; y, por tanto, que debe cambiar. Y, por último, la “hipótesis Errejón” es un proyecto estratégico que en su puesta en escena privilegia los elementos discursivos por encima de los aspectos que el enfoque marxista tradicional denomina “materiales”. Esto no ocurre porque el principal estratega de Podemos piense que los objetos o la realidad de ahí fuera no existe, sino porque actúa persuadido de que la política es fundamentalmente una disputa por el sentido que adquieren los nombres que damos a las cosas. O, dicho de otro modo: que el córtex de la política está en la semiosis y, más concretamente, en el juego de confrontación e influencia mutua entre diversas interpretaciones. 13.2 Oposición interna a la “hipótesis Errejón” 396 Otra forma de abordar la “hipótesis Errejón” es enfocar las críticas que recibe: puesto que así, por contraposición, es posible iluminar algunos de los rasgos centrales que la caracterizan. Como puede deducirse de lo analizado tanto en el epígrafe anterior como en el capítulo 12, la “hipótesis Errejón” no genera unanimidad en el interior de la iniciativa Podemos. Antes bien, el proyecto estratégico dirigido por el número dos del partido violenta las convicciones y la práctica política de varios sectores de los militantes. En concreto, lo que en esta tesis denominamos “hipótesis Errejón” origina al menos dos posiciones enfrentadas a la misma. En ambos casos, no se trata únicamente de discrepancia político-ideológica. Las dos comparten además una misma suspicacia con respecto a los propósitos del estratega principal de Podemos: un sentimiento semejante de estar ante una figura política ambigua y potencialmente peligrosa. Alguien de quien no conviene fiarse demasiado; o, en todo caso, a quien es mejor mantener a raya. El análisis de estas dos posiciones sirve como contrapunto aclaratorio de la propia “hipótesis Errejón”. ¿Cuáles son estas dos posiciones? La primera posición discrepante con respecto al proyecto estratégico del número dos del partido es la enarbolada por el sector anticapitalista de Podemos; es decir, por la formación política antes denominada Izquierda Anticapitalista904. Es una posición discordante que lidera Anticapitalistas, pero que no se ciñe exclusivamente a esta corriente interna, sino que también integra a otros sectores; singularmente a aquellos más vinculados a las reflexiones que tuvieron lugar durante el 15M a propósito de los modelos organizativos y los mecanismos de toma de decisiones. Además, esta es una posición que desde el comienzo de la andadura de Podemos se opone al proyecto estratégico de la “hipótesis Errejón” y se establece como principal alternativa. Por su parte, la segunda posición discrepante se va forjando a lo largo del despliegue de la “hipótesis Errejón”. Es un tipo de crítica emitida por un sector del partido que proviene mayoritariamente de Izquierda Unida y que a lo largo de 2015 va abandonando esta coalición y sumándose a Podemos. Durante un período, la cara más visible de esta posición es Juan Carlos Monedero; que se erige como la personalidad 904 Izquierda Anticapitalista es una organización política fundada 1995 bajo la denominación Espacio Alternativo, que primero fue una corriente interna dentro de Izquierda Unida, más adelante se presentó como partido independiente a las elecciones generales de 2011, en 2014 apoyó a la iniciativa Podemos y en 2015 se integró como una corriente interna dentro de la formación morada con el nombre de Anticapitalistas. A nivel ideológico es un espacio político vinculado con la Cuarta Internacional. Dentro de Podemos, sus líderes más destacados han sido Miguel Urbán, Teresa Rodríguez y José María González “Kichi”. 397 intelectual más escéptica con respecto a la estrategia oficial. Más adelante, a él se unen otros rostros como Irene Montero o Rafael Mayoral. Se trata de dos posturas críticas diferentes –incluso en ocasiones enfrentadas905- que sin embargo coinciden en subrayar no sólo un profundo recelo personal hacia Iñigo Errejón, sino también una misma sospecha acerca de su moderación ideológica. Tanto una como otra se preguntan con preocupación hacia dónde conduce la conjetura estratégica del entonces número dos del partido, y qué valores innegociables deja olvidados por el camino. Aquí también, en los contenidos de las críticas que reciben, la “hipótesis Errejón” y la “hipótesis Philippot” guardan un cierto paralelismo. ¿Qué reprocha exactamente el sector liderado por “Anticapitalistas” a la “hipótesis Errejón”? ¿De qué argumentos se vale esta posición para ser, desde el principio, la gran alternativa al entonces proyecto oficialista? La posición encabezada por “Anticapitalistas” y a la que se suman otros sectores provenientes de los movimientos sociales, tanto de los nuevos –esencialmente el 15M y la “Plataforma de Afectados por la Hipoteca”- como de los más tradicionales –feminista, antirracista, ecologista, barrial-, sostiene que el gran problema de la “hipótesis Errejón” es que genera una política cupular, dirigista, ultracentralizada y despotenciadora de la multitud; una política por arriba que, aunque desafía al establishment, lo hace con las armas, con las lógicas y en los términos de los grupos oligárquicos. En síntesis, una política de generales, de estrategas o, a lo sumo, de ajedrecistas, pero en ningún caso una política del pueblo. Desde esta perspectiva, la “hipótesis Errejón” conduciría a Podemos a no ser consecuente con sus presupuestos iniciales, singularmente con aquella máxima que Pablo Iglesias repetía constantemente en mítines e intervenciones televisivas: “no hay que dejar la política en manos de políticos profesionales, porque si no haces política, te la hacen”; un axioma que “Anticapitalistas” interpreta como la levadura del crecimiento del partido. Según esta posición, mostrarse inconsecuente con la promesa de devolver a la ciudadanía el protagonismo popular cercena a medio plazo la potencia de la iniciativa. O, lo que es lo mismo: la “hipótesis Errejón” hace languidecer al proyecto a medio plazo porque desprovee a los ciudadanos que se acercan al partido de toda capacidad real de deliberación y decisión. Por lo que, al expulsar la dinámica de las plazas del partido, el 905 Enfrentadas, por ejemplo, en la primera Asamblea Ciudadana del partido, conocida como Vistalegre I, y celebrada en noviembre de 2014. Más adelante, estas dos posturas volverán a enfrentarse hasta encontrarse en la actualidad sus relaciones completamente rotas. 398 modelo de Errejón representa respecto al cambio político un mero espejismo: “pan para hoy y hambre para mañana”. En relación con esto, la posición crítica liderada por “Anticapitalistas” subraya la contradicción que implica expresar, por un lado, el deseo de “democratizar España”, y, al mismo tiempo, diseñar un modelo de partido deficitariamente democrático; un prototipo de partido que ejerce, de nuevo, como un mecanismo despotenciador de la energía ciudadana y de las ganas de los españoles de hacer política y tomar decisiones. La falta de coherencia política se debe, según este enfoque, a la confusión constante entre democracia y plebiscito; o, mejor: a la sustitución deliberada de la primera por la segunda, transformando la toma de decisiones a nivel interno en plebiscitos sobre la posición del líder. De acuerdo con el razonamiento que realiza este sector de Podemos, la “hipótesis Errejón” no aspira a empoderar a la multitud, sino a adosarla junto a la voluntad del líder o del grupo dirigente. O, lo que es lo mismo: sólo anhela construir y movilizar un pueblo para que éste se pronuncie binariamente a la sombra del líder o de la cúpula dirigente. Por eso, la última de las incoherencias que el sector liderado por “Anticapitalistas” atribuye al proyecto estratégico de Errejón reside en envolverse en una retórica de cambio para posteriormente defender un proyecto político tan timorato en las formas como continuista en los contenidos. La suma de estos elementos –política cupular, centralismo, lógica plebiscitaria, hiperliderazgo, y contradicciones crecientes entre discurso y práctica-, ofrece como balance, según esta corriente, un paulatino proceso de moderación ideológica en Podemos. A pesar de que se trata de una posición constantemente minoritaria dentro de la formación morada –un punto de vista que se conoce más dentro que fuera-, esta postura alternativa alcanza un momento álgido de visibilidad mediática durante el período previo a la celebración de la primera “Asamblea Ciudadana” de Podemos, así como también a lo largo de los días en que tuvo lugar el congreso fundacional de Vistalegre. El estratega principal de Podemos asume como válidas una parte de las críticas formuladas por este sector –singularmente las referidas al modelo organizativo-, al tiempo que admite no ver ninguna otra manera de alcanzar el objetivo principal de ganar las elecciones. Errejón describe la falta de democracia interna como un efecto indeseado y a la vez inevitable del contexto político español de la época; o, más precisamente: de las condiciones establecidas por la “ventana de oportunidad”. Y reconoce no tener antídoto para las consecuencias indeseadas de esa decisión. La idea que late de fondo en el 399 planteamiento pesimista de la “hipótesis Errejón” es que los procesos de empoderamiento popular no duran en el tiempo906 -tienen fecha de caducidad temprana-, por lo que es imperativo aprovechar su fuerza motriz para provocar cambios repentinos antes de que el entusiasmo destituyente se diluya o decaiga: “Alguien me puede decir, y yo mismo lo reconozco: “ah, amigo, y una vez que has implantado ese sistema de la excepcionalidad permanente schmittiana, del referéndum plebiscitario y del caudillismo, ¿eso cuándo se frena?” Y no tengo respuesta. Eso no se frena. Una vez que has instaurado poderes arbitrarios y excepcionales, nadie los devuelve. A la vez, yo tengo la conciencia trágica de que si no lo hubiéramos hecho, tampoco habríamos logrado los 5 millones de votos”907. Y, en la misma línea de reconocimiento de una suerte de aporía práctica o tensión irresoluble, el entonces número dos de Podemos afirma: “En Vistalegre fundo una cosa en la que, desde mi interpretación actual, me hago una trampa: me digo a mí mismo “ok, lo de ahora no es nada democrático, pero ganaremos el poder político y abriremos una profunda democratización de España”. Y yo me podría haber preguntado entonces: “o sea que la herramienta para ganar estrecha o comprime la democracia, pero cuando ganemos esa misma herramienta va a ser capaz de abrir un proceso constituyente democratizador en España”. Era una trampa que yo me hacía, sí, pero aún así no veo otra forma en la que lo hubiéramos logrado”908. 906 A la hora de realizar este planteamiento, Errejón está implícitamente haciendo un balance crítico de su militancia libertaria anterior y de su apoyo a movimientos como el de los piqueteros argentinos o el MST brasileño: “Pensándolo ahora, me parece sorprendente que no se haya hecho una revisión crítica de los fenómenos, los actores y las estrategias a las que apostamos en la crisis de los modelos neoliberales en Latinoamérica. Los zapatistas, el MST, las asambleas piqueteras del “que se vayan todos”, y toda la elaboración teórica que en este ciclo de protestas leyó una matriz de prácticas que cambiarían sus países en favor de las mayorías construyendo contrapoderes por fuera del Estado: “cambiar el mundo sin tomar el poder”. El balance es desolador: donde no hubo conquista electoral del poder y acceso al Estado para librar en su interior una guerra de posiciones entre las fuerzas emancipadoras y las conservadoras y oligárquicas, hubo retrocesos en cuanto la movilización social bajó -y siempre baja- y las condiciones de vida de los sectores populares son hoy mucho peores” (Errejón & Mouffe, 2015: 73-74). 907 Iñigo Errejón, Comunicación personal, 17 de diciembre de 2020. [los subrayados son míos]. De modo significativo, inmediatamente después de pronunciar esas palabras, Errejón agrega la siguiente comparación: “En mi cabeza, se parece a lo que les pasa a los bolcheviques cuando ganan la revolución: ganan la revolución y tienen que enfrentar una guerra civil contra el ejército de los blancos y para librarla tienen que militarizar Rusia entera: tienen que militarizar la producción, suspender las libertades y requisar grano a los campesinos a un precio inferior al que lo querrían vender porque podrían especular con él. Porque hay que alimentar en primer lugar a los soldados del ejército rojo para ganar la guerra. Si no hacen eso, pierden la guerra. Pero haciendo eso, pierden la revolución, pierden la democracia” (Ibid). 908 Ibid. 400 Frente a este pragmatismo pesimista: ¿qué proyecto estratégico alternativo propone la postula liderada por “Anticapitalistas”? El planteamiento que realiza esta corriente pasa por aprovechar el momento de crisis de credibilidad del bipartidismo político –de las dinámicas y certezas de 1978- y de recesión económica para poner en marcha un modelo organizativo inusitadamente participativo capaz de congregar a la mayoría social golpeada por la crisis y presionar a los poderes político y económico desde una suerte de polo exterior contrahegemónico. En otras palabras: el proyecto de esta corriente apunta a replicar, revivificar y avivar la dinámica del 15M con el fin de erosionar la legitimidad del poder, ampliar los consensos de corte rupturista y abrir de este modo la puerta a conquistas sociales importantes –idealmente tras un proceso constituyente. El objetivo de este proyecto estratégico no es por tanto acceder al poder de manera rápida, sino cambiar la forma de hacer política para precipitar a medio plazo transformaciones de calado en el sistema político español. En definitiva, para este sector de Podemos se trata de profundizar en lo democrático para acumular en lo social y arrancar cambios sustantivos al poder a través de la presión popular. Paralelamente surge una segunda crítica al modelo estratégico defendido por Errejón. Se trata de una posición discrepante que encabeza Juan Carlos Monedero, que comienza a enunciarse públicamente en la primavera de 2015 y que, al menos en parte, terminará asumiendo el propio Pablo Iglesias. La disconformidad de esta posición con la “hipótesis Errejón” se sostiene sobre tres argumentos: 1) la conjetura estratégica del número dos de Podemos entraña inevitablemente un proceso de moderación ideológica, 2) el proyecto de Errejón comete el error de confiar excesivamente en el poder performativo del lenguaje, lo que lo convierte en fugaz, superficial y endeble, 3) se trata de una hipótesis vertical y autoritaria que desprecia la experiencia y los conocimientos acumulados por las bases. El punto nodal del primer argumento se apoya sobre la premisa de que el sentido común dominante en España es conservador909. Como consecuencia de ello, la “hipótesis Errejón”, al estar muy pendiente de estudiar ese sentido común, terminaría adaptándose a él, dejando progresivamente de lado la vis transformadora del proyecto. De acuerdo con esta postura crítica, el modelo estratégico del número dos de Podemos focalizaría la 909 Monedero, J-C (2017): “Política tras la derrota de la política: postdemocracia, postpolítica y populismo”, en: Sousa, B. & Mendes, J-M (eds): Demodiversidad: imaginar nuevas posibilidades democráticas, Madrid: Akal, 206. 401 atención en buscar “marcos ganadores” que permitieran cobrar ventaja respecto a sus adversarios partidistas en la batalla de la comunicación cotidiana; lo cual, en un debate público marcado por consensos neoliberales en lo económico y centristas en lo político, conduciría a evitar asuntos controvertidos. Es decir, según este punto de vista crítico, la “hipótesis Errejón” orientaría la retórica del partido hacia ejes ideológicos preferentemente descafeinados, como por ejemplo: nuevo/viejo o regeneración/corrupción910. Todo ello con el objetivo de agrupar y generar mayorías electorales. Al precio de abandonar reivindicaciones históricas, justas o identitarias de la izquierda; y en detrimento de los sectores más golpeados por la crisis. La “hipótesis Errejón” sería por tanto un proyecto estratégico que ideológicamente tendería al vacío. Una continua claudicación axiológica. Desde esta perspectiva no se toma en cuenta un aspecto de notable importancia analítica para los propósitos de esta tesis doctoral: el trabajo de resignificaciones y OPAs semánticas: “En primer lugar, la expresión de la transversalidad como un discurso que se arme sobre un mínimo común compartido socialmente puede terminar por desideologizar el discurso, al tiempo que sacrifica la posibilidad de que las nuevas generaciones cobren conciencia política (…) En segundo lugar, rechaza la discusión acerca de cómo se han construido las preferencias sociales que se quieren representar, asumiendo implícitamente una moderación en los comportamientos acorde con la propia moderación social”911. El segundo argumento atañe a la capacidad performativa del discurso -¿hasta dónde puede el discurso?- e incorpora además una dimensión ontológica –la relación entre realidad y lenguaje. Se trata de un razonamiento expresado y subrayado no sólo por Juan Carlos Monedero, sino también ampliamente compartido por el entorno del secretario general, Pablo Iglesias. Analíticamente, el argumento se basa en las siguientes afirmaciones: a) el discurso no opera sobre un vacío, b) el discurso actúa sobre una realidad materialmente condicionada, c) la realidad material determina el surgimiento de intereses sociales diversos, y d) los intereses sociales están en el corazón de las identidades políticas. En cuanto a la primera afirmación, Juan Carlos Monedero la explica 910 “Este debate puede expresarse como una discusión entre Laclau y Santos. Según la hipótesis populista, se trataba de construir un “ellos” –a quien se denominó la casta siguiendo el ejemplo italiano- y un “nosotros” –un pueblo en construcción- polarizando la situación en torno a un liderazgo que se vaciaba de sus demandas iniciales concretas para facilitar una cadena de equivalencias donde cualquier desafección con el régimen pudiera encontrar acomodo simbólico en el “significante vacío” representado por el líder. Esto llevaba a construir un relato solamente con “marcos ganadores”, de manera que quedaba fuera del discurso todo aquello que fuera controversial” (Monedero, 2017: 214). 911 Ibid, 217. [los subrayados son míos] 402 del siguiente modo: “Construir la política pretendiendo que los discursos pueden inventarse la realidad de una manera cuasi absoluta es tan desafortunado como quienes niegan la capacidad del lenguaje de inventar la realidad. El cartel Cuidado con el perro claro que funciona, pero no siempre, no durante mucho tiempo ni en todas las ocasiones”912. O, refiriéndose explícitamente al proyecto estratégico de Errejón: “La transversalidad complaciente renuncia a cualquier referencia a las luchas pasadas y quiere construir el sujeto “pueblo” simplemente a través del discurso -como si la capacidad performativa del lenguaje fuera infinita-”913. Según esta postura, el lenguaje es algo que viene después, que se superpone, envuelve o colorea la realidad; y que, por lo mismo, sólo está en condiciones de modificar aspectos no sustanciales de la realidad. El discurso sólo ahorma elementos contingentes de la realidad, pero no transforma el nervio de las cosas. En la misma línea, la segunda afirmación reconoce que las palabras producen efectos en la realidad, pero agrega que no lo hacen de un modo indeterminado, sino condicionado por los hechos. O mejor: por la trama de intereses que atraviesan la realidad. En este punto, la posición enunciada por Juan Carlos Monedero entronca con el marxismo clásico, y conduce a las puertas de la tercera afirmación. De acuerdo con esta última, la constitución material produce necesidades que alumbran intereses sociales diversos; intereses que pueden determinarse objetivamente y que enfrentan necesariamente a unos estratos sociales con otros. Finalmente, la cuarta afirmación sostiene que las identidades políticas surgen como efecto de la trama entre necesidad, interés y conflicto. Por este motivo, concluye el razonamiento de Juan Carlos Monedero, esforzarse en construir identidades políticas sin tener en cuenta el elemento material no sólo constituye un ejercicio especulativo vano, sino que produce identificaciones políticas sumamente frágiles y dependientes de los humores del momento. El último de los argumentos contrarios a la “hipótesis Errejón” elaborados por esta posición discrepante apunta al modelo de organización del partido. Juan Carlos Monedero –y más adelante lo que se denominará la corriente “pablista”- reprocha a Errejón que se comporte estratégicamente como un general autoritario; esto es, que menosprecie 912 Monedero, J-C (2016, 11, mayo). “Las debilidades de la hipótesis populista y la construcción de un pueblo en marcha”, Público: https://blogs.publico.es/juan-carlos-monedero/2016/05/11/las-debilidades-de- la-hipotesis-populista-y-la-construccion-de-un-pueblo-en-marcha/ 913 Monedero, 2017: 217. 403 constantemente la capacidad política de los círculos y de los militantes más tradicionales, y tome desde arriba decisiones autistas como si tuviera la “varita mágica del éxito”. Esta suerte de privilegio epistemológico –conocer cómo se gana- conduciría a la hipótesis oficialista a reclamar sistemáticamente plenos poderes con el pretexto de encaminar a los militantes y simpatizantes hacia la isla prometida de la victoria. De ahí que desde esta postura se acuse al proyecto de Iñigo Errejón de incurrir en un “tacticismo arrogante”914. Como alternativa a la “hipótesis Errejón”, esta postura disidente enfatiza desde 2016 la necesidad de “salir de lo comunicativo” y construir un movimiento popular. De este modo, Juan Carlos Monedero propone reemplazar la “transversalidad complaciente” por una “transversalidad crítica”915; donde esto significa esencialmente sustituir la transversalidad entendida como “búsqueda del centro” por la transversalidad de las luchas. Si el proyecto estratégico de esta corriente interna reivindica la noción de interés es precisamente porque considera que éste permite anclar y hacer más sólidas las identificaciones políticas. Desde este enfoque, el apoyo a grupos sociales y colectivos en conflicto se convierte en el motor de la nueva identidad política. Esto es así en la medida en que, según esta corriente, sólo entroncando con los intereses sociales de los colectivos en lucha y asumiendo su representación es posible crear identificaciones partidistas que permanezcan en el tiempo. El modelo estratégico alternativo propuesto por este sector de Podemos pasa entonces por integrar dentro del partido a sujetos colectivos ya constituidos en el ámbito de lo social; o, dicho de otro modo: por abrir las puertas de la formación a la diversidad de actores sociales y a la heterogeneidad de las demandas existentes. La transversalidad se comprendería así como capacidad para incluir reivindicaciones de colectivos tradicionalmente vinculados a la izquierda, pero también de actores históricamente reticentes a este espacio político como los taxistas, los autónomos, las fuerzas de seguridad o los profesionales de la magistratura. La transversalidad se concibe en consecuencia como suma de lo diferente pero ya conformado socialmente –o sea, como confluencia de asociaciones y grupos en torno a Podemos-, y, al mismo tiempo, como apertura hacia colectivos profesionales nuevos para la izquierda. 914 Monedero, 2017: 220. 915 Ibid. 217. 404 Por este motivo, la conclusión a la que llega esta corriente sostiene que el trabajo político fundamental al que debería consagrarse Podemos consiste en ser lo suficientemente permeable como para integrar y yuxtaponer en el programa y en la retórica del partido aquellas reivindicaciones, demandas o “dolores” que ya están en la sociedad civil, pero cuyos intereses ningún partido expresa todavía de modo adecuado. En definitiva, para el sector al que pone voz Juan Carlos Monedero se trata de recuperar una estrategia confrontativa y sin complejos ideológicos que conecte con los malestares sociales expresados por diversos sujetos sociales –sindicatos, colectivos sociales, asociaciones de vecinos, asociaciones profesionales, cooperativas o corporaciones. Una actividad política capaz de integrar estos malestares actuando “a instancia de parte”916. Y que, además, permita realizar esta confluencia de un modo sólido a través del anudamiento de intereses objetivos. Todo ello, cela va sans dire, por oposición al carácter vaporoso de las articulaciones meramente discursivas. Expuestas y analizadas las críticas que recibe, veamos ahora cómo se despliega la “hipótesis Errejón”; esto es, qué convicciones violenta –epígrafe 14.1-, qué lugar de enunciación construye –epígrafe 14.2-, qué enemigos postula –epígrafe 14.3-, a qué tipo de resignificaciones dedica mayor tiempo –epígrafes 14.4 y 14.5-, y qué marco discursivo principal emplea –epígrafe 14.6. Estos son los ejes sobre los que gira el capítulo que iniciamos a continuación, cuyo objetivo principal consiste en el análisis de la mise en forme y de la mise en scène de la “hipótesis Errejón” a partir de los escritos, los discursos públicos y las reflexiones de los dirigentes y estrategas de Podemos durante el período 2014-2018. A su vez, este estudio en profundidad de la “hipótesis Errejón” va a permitir esbozar algunos paralelismos y diferencias significativos con el desarrollo de la “hipótesis Philippot” expuesto en la sección 2 de esta tesis doctoral. 916 Monereo, M. (2016, 11, diciembre). “Podemos: una oposición para la alternativa”, Cuarto Poder: https://www.cuartopoder.es/cartaalamauta/2016/12/11/podemos-una-oposicion-para-la-alternativa/545 405 14 Innovación estratégica y cambios discursivos introducidos por Podemos 14.1 Reivindicación de la heterodoxia como punto de partida Desde el comienzo, las distintas sensibilidades de Podemos tienen en común la reivindicación de la heterodoxia como punto de partida en relación con los modos de hacer política de la izquierda no socialista española, representada fundamentalmente por Izquierda Unida y anteriormente por el PCE. Tanto Anticapitalistas como Errejón, Iglesias y Monedero comparten la idea, fraguada en los años anteriores al lanzamiento de Podemos como iniciativa –ver epígrafe 12.1-, de que es preciso romper con los “manuales tradicionales de la izquierda”; o, lo que es lo mismo: que el contexto de solapamiento entre crisis política y crisis económica, así como el éxito de otras iniciativas partidistas, demostrarían que es necesario innovar con respecto a las propuestas, a los modos de organización y a la manera de comunicar de la izquierda radical española. Esta voluntad de originalidad se traduce en la ruptura consciente y prácticamente sistemática con algunas de las premisas estratégicas que habían inspirado el modus operandi de la izquierda alternativa española. De ahí la asunción deliberada por parte de Iglesias, Errejón o Monedero de un marcado estilo iconoclasta. Un estilo que, además del deseo de epatar, se propone como tarea mostrar a la izquierda no socialista española los errores estratégico-discursivos que habitualmente comete. Esta reivindicación de la heterodoxia como punto de arranque y como mínimo común denominador de los impulsores de la iniciativa se realiza no obstante desde puntos de vista distintos. La corriente “Anticapitalista” representada por Miguel Urbán y Teresa Rodríguez ensalza la heterodoxia primariamente en términos de originalidad organizativa; esto es, como protagonismo popular y horizontalidad en la toma de decisiones, en contraste directo con las maquinarias burocráticas de los partidos clásicos de la órbita postcomunista. Y secundariamente también como atrevimiento programático en relación a la “tibieza” de IU en lo concerniente a asuntos relacionados con la transición a la democracia en España, la valoración de la Unión Europea o el encaje de las naciones sin estado dentro de la organización territorial española. 406 Por otra parte, el líder de Podemos, Pablo Iglesias, interpreta la voluntad consciente de “romper con los manuales de la izquierda” fundamentalmente como osadía comunicativa; esto es, como proyecto deliberado de ensayar nuevos formatos y prácticas comunicativas, especialmente en el ámbito de la televisión y de las redes sociales. Como apuntamos en el epígrafe 12.1 de esta investigación de tesis, Iglesias entiende que los partidos tradicionales de la izquierda alternativa española no han comprendido la importancia estratégica de los medios de comunicación de masas –y singularmente de la televisión- en la formación ideológica de la población. Más específicamente: según el líder de Podemos, las formaciones de la izquierda radical española se habrían percatado todavía muy poco del papel crucial que ejerce la “pequeña pantalla” y las figuras que en ella aparecen como verdaderos intelectuales orgánicos del mundo contemporáneo917. Otro de los fundadores de Podemos, Juan Carlos Monedero, asume la heterodoxia genéricamente como un tipo de voz necesaria para renovar la mirada al mundo de una izquierda postcomunista en claro declive electoral en toda Europa desde la década de 1980. Finalmente, Iñigo Errejón enfoca la premisa de “romper con los manuales tradicionales de la izquierda” en clave nítidamente estratégico-discursiva. Para el número dos de Podemos, la heterodoxia se concibe como un mandato estratégico que invita a buscar cursos de acción opuestos a los habitualmente transitados por la izquierda radical. Como un leit-motiv que, ante cada disyuntiva, advierte de que lo más conveniente es hacer lo contrario de lo recomendado por los actores de la izquierda alternativa: “Vivimos una situación en la que para conseguir un acuerdo nuevo, una identificación popular muy amplia, hay que hacer todo lo contrario de lo que los sectores activistas recomiendan. La campaña electoral de Podemos [para las elecciones europeas de 2014] fue ir haciendo, paso a paso, lo contrario de lo que los sectores más militantes recomendaban (…) Porque hemos vivido un proceso tal que las verdades consolidadas como estables o incuestionables dentro del gueto de la militancia radical son un consenso que te aleja todo 917 “Desde hace décadas, la televisión es el gran dispositivo ideológico de nuestras sociedades. En los últimos años las redes sociales, aunque con desigual penetración entre las diferentes capas sociales, se han abierto camino como espacios de disputa ideológica que han democratizado hasta cierto punto la esfera pública (…) En el caso de la televisión, puede decirse que, de manera mucho más intensa que los dispositivos de producción ideológica tradicionales –la familia, la escuela, la religión, etcétera-, condiciona e incluso fabrica los marcos –estructuras mentales con valores asociados- a través de los cuales piensa la gente” (Iglesias, 2015b: 23). También consultar: Iglesias, P. (2013): Maquiavelo frente a la gran pantalla. Cine y política, Madrid: Akal. 407 lo posible del cambio, de interpelar con éxito a sectores mayoritarios para convertir la indignación en poder”918. O también apelando a su experiencia como antiguo militante de la izquierda radical: “Precisamente por los lugares de hiper-marginalidad de los que vengo, pienso siempre: “creedme, yo conozco eso”. Y tengo la siguiente convicción: cuanto menos le gustemos a la extrema izquierda, es que mejor lo estamos haciendo (…) Yo asumo siempre que vengo de la izquierda y la quiero mucho, pero a la vez no la soporto. Y tengo la convicción de que siguiendo sus manuales o sometiéndolo a la discusión con ella, no se va a poder. Si algo le gusta a la extrema izquierda, eso quiere decir que nos separa del pueblo. Y para acercarnos al pueblo español, tenemos que separarnos de los lugares de los que venimos”919. Todas estas formulaciones de la heterodoxia apuntan como diana común a Izquierda Unida. Sin embargo, entre ellas hay dos interpretaciones que se rechazan mutuamente: la versión de Anticapitalistas, que considera que la heterodoxia se debe poner en práctica también respecto a los contenidos programáticos tradicionalmente elaborados por las izquierdas socialista y postcomunista; y la versión de Iñigo Errejón, que sostiene que la heterodoxia se debe aplicar respecto de corrientes ultraizquierdistas insertas dentro de Anticapitalistas. Miguel Urbán y Teresa Rodríguez asumen que la heterodoxia de Podemos se declina contra la moderación ideológica del PSOE e IU, mientras que Iñigo Errejón deduce que la vis iconoclasta de Podemos se aplica en primer lugar contra la radicalidad estético-discursiva de los grupos alternativos. Dentro de esta pluralidad tensa de interpretaciones de la heterodoxia, es la visión de Iñigo Errejón la que prevalece durante el ciclo 2014-2016. Esto significa que el deseo de ruptura y renovación estratégica –la voluntad de “hacer cosas distintas para obtener resultados diferentes”-, se dirige igualmente contra los sectores de la izquierda más vinculados a los movimientos sociales. O sea, es una heterodoxia en oposición a Izquierda Unida, pero también en contraposición a los movimientos sociales más explícitamente izquierdistas. En ese sentido, es una ruptura estratégica que se aplica conscientemente contra los presupuestos prácticos enarbolados por Anticapitalistas. 918 Errejón & Mouffe, 2015: 65 [los subrayados son míos]. 919 Iñigo Errejón, Comunicación personal, 17 de diciembre de 2020. [los subrayados son míos]. 408 En este punto es posible encontrar un cierto paralelismo con el Front National del período 2011-2017. La “hipótesis Philippot” se aplica no sólo contra los sectores más conservadores del partido –la llamada “vieja guardia lepenista”-, sino también contra las orientaciones estratégicas de los sectores más vanguardistas del movimiento identitario francés; es decir, de aquellos movimientos sociales como Génération Identitaire, Unité Radicale o Bloc Identitaire que habían florecido en Francia desde comienzos del nuevo siglo920. La “hipótesis Philippot”, lo mismo que la “hipótesis Errejón”, traza un arco estratégico heterodoxo que se dirige con igual fuerza contra lo convencional de los partidos y contra las avant-gardes de los movimientos sociales. Ahora bien, volviendo al caso español: ¿Cuáles son en concreto los tabúes o inercias de la izquierda que Podemos se afana por quebrantar? ¿Qué máximas escritas en los “manuales de la izquierda” contraviene Podemos con su práctica diaria? ¿Contra qué lugares comunes se reivindica Podemos como heterodoxo? En general se trata de creencias bien asentadas en el modus operandi de las formaciones de izquierda y que guardan relación con la importancia de la movilización social previa, de los liderazgos, de la televisión, de la ambición explícita por el poder, de la premura en los tiempos, e incluso del abordaje de la cuestión plurinacional en el caso de España. A) Lo social es distinto y anterior a lo político. Sin duda esta es la premisa práctica que Podemos se esfuerza en combatir con más ahínco. Se trata de un lugar común que opera normativamente y que presenta dos vertientes: una de carácter temporal y otra de carácter ontológico. En el caso de la primera vertiente, la premisa afirma que lo social antecede a lo político. Por tanto, que no puede haber cambio político/institucional sin que se haya producido antes una fuerte convulsión social. Es decir, que las transformaciones en la esfera de lo político son el resultado de las movilizaciones en el ámbito de lo social. La movilización social se erige así como condición de posibilidad de las victorias electorales. De acuerdo con esta lógica del antes y el después, el cambio político es consecuencia de la agitación social. De tal manera que, como apunta normativamente esta creencia extendida en la izquierda española, “primero se acumula en lo social y más tarde se recoge en lo político”. 920 Lecoeur, 2007: 172-173. 409 Iñigo Errejón describe este axioma práctico en términos muy críticos. Primero emplea una metáfora para explicar la lógica con la que opera este lugar común: “Uno construye fuerza social y solo cuando la ha construido concurre si quiere a las elecciones, como el que va a una ventanilla del casino a cambiar dinero por fichas o fichas por dinero: “mire, tengo tantas fichas de fuerza social, ¿cuántos votos o escaños me da?”921. Y, a continuación, lo descalifica como mecanicista: “Cuando lanzamos la iniciativa Podemos, muchos dijeron desde ese mecanicismo de lo social, que estábamos construyendo la casa por el tejado”922. Para el número dos de Podemos, se trata de una creencia práctica excesivamente rígida que, de facto, supone un freno para las aspiraciones de la formación morada y que, además, ni siquiera habría demostrado ser cierta en los grandes procesos revolucionarios. La segunda vertiente de esta premisa práctica sostiene que el ámbito de lo social y el ámbito de lo político son espacios autónomos; y, por tanto, perfectamente distinguibles. Es decir que existe una separación ontológica nítida entre uno y otro campo. De acuerdo con este planteamiento, resulta posible intervenir en una u otra esfera de manera completamente diferencial. Así que habría actores que se especializarían en el terreno de lo social –en particular los “movimientos sociales”- sin necesariamente adentrarse en el espacio lo político; mientras que habría otros sujetos que se dedicarían específicamente al ámbito de lo político sin necesariamente moverse en el terreno de lo social –sobre todo los partidos políticos mainstream. En ocasiones, este axioma práctico incorpora incluso un componente moral, según el cual no sólo sería necesario acumular primero en lo social para después tener esperanzas de recoger en lo político, sino que además sería éticamente más seguro intervenir en el primer terreno que en el segundo. El motivo residiría en que la esfera de lo social estaría menos contaminada, sería más pura y se encontraría menos transida por el poder que el ámbito de lo político. Es decir, que actuando en el campo de lo social sería más difícil corromperse o ser “utilizado” por el poder. Por todo ello, el terreno de lo social conformaría el espacio privilegiado de acción para cualquier militante con intención sincera de provocar transformaciones profundas dentro de una sociedad. En contraste con esta premisa práctica, la posición oficial de Podemos afirma que ni lo social antecede necesariamente a lo político, ni lo social es estrictamente separable de lo 921 Errejón & Mouffe, 2015: 43-44. 922 Errejón & Mouffe, 2015: 41 [los subrayados son míos]. 410 político. Es decir, que tanto en su vertiente temporal como en su vertiente ontológica, la premisa práctica anterior resulta errónea. La convicción estratégica con la que opera Podemos sostiene que, en el contexto neoliberal de proliferación de identidades cada vez más fragmentarias, la esfera de lo político posee una capacidad nada desdeñable –y sin embargo poco transitada por la izquierda europea- de producir articulación popular. En un contexto así, no sólo el ámbito de lo político, sino específicamente el terreno de lo electoral dispondrían de mayor potencia agregadora de los descontentos que el terreno que las fuerzas progresistas han denominado tradicionalmente de “lo social”. Por tanto, sí sería posible comenzar la casa por el tejado. O, dicho de un modo más preciso: el neoliberalismo habría provocado como efecto que el antiguo tejado de lo electoral pudiera ejercer hoy como cimiento de la construcción social. Los dirigentes de Podemos –y muy singularmente el denominado núcleo Complutense- encuentran la prueba de ello en lo sucedido en algunos países de Latinoamérica durante la primera década de este siglo. Según este planteamiento, los gobiernos de Rafael Correa, Evo Morales, Hugo Chávez o Néstor Kirchnner no habrían surgido como resultado de lo acumulado en lo social, sino como un chispazo producido en la esfera de lo político que se habría afanado luego por reconstruir los mimbres de lo social. En palabras de Errejón, fue la “competición electoral la que empezó a construir un lazo y una identidad política nueva, en torno a líderes y símbolos nuevos”923, ya que “en la mayoría de los casos, o bien las movilizaciones estaban ya en reflujo, o bien nunca hubo fuerza acumulada en unos movimientos sociales”924. Es decir, en el caso de todos esos países, fue lo político- electoral lo que antecedió a lo social: lo que le dio forma, lo que ejerció como pegamento y lo que marcó el rumbo. Fue el tejado de la producción de sentido lo que puso las bases del movimiento social: “La América Latina en la que se empieza a mejorar la vida de los de abajo, la América Latina que aguanta, es siempre aquella donde ocurren experiencias de nacionalismo popular, liderazgo carismático y asalto electoral en muchos casos sin que ese asalto sea el resultado de una acumulación de fuerzas por abajo. Lo que pasa es que en España eso nadie lo lee: en España la gente siempre lo lee al revés. Porque Chávez no es el resultado de una acumulación de fuerzas por abajo; Correa mucho menos; y Evo lo es, pero no es en absoluto la expresión más avanzada de un ciclo de movilizaciones. Él no fue nunca portavoz de 923 Errejón & Mouffe, 2015: 44. 924 Errejón & Mouffe, 2015: 44. 411 ninguna de las grandes movilizaciones; no lo fue ni siquiera en la guerra del agua en Cochabamba. Por supuesto que Evo nunca hubiera llegado al palacio si no es cabalgando un gran ciclo de luchas, pero él no las protagoniza y no es la expresión estadística de ese ciclo”925. “En mi vida política me cruzaré muchísima gente que haga apología de “la calle”. Pero algo que me viene de la militancia en el movimiento libertario es que la calle es muy árida, es muy fría. No es verdad que trabajando en lo social consigas que los trocitos de lo social se unan para conformar lo político. No. Es que la tarea de lo político es construir una unidad que no está dada de antemano, que no pre-existe, que no puedes ir a buscarla en lo social. Es que por encima de lo social hay una producción de sentido que a veces permite que gente que comparte problemas muy diferentes entre sí se aglutine en torno a una esperanza de cambio. Y esa producción de sentido es una producción discursiva, es una producción política”926. Del mismo modo, la formación morada también cuestiona la distinción radical entre lo social y lo político: “No existe lo social sin construir por lo político”927, afirma Iñigo Errejón. Lo social es una dimensión de lo político. Y es que, en efecto, desde la perspectiva schmittiana y constructivista que maneja Podemos –al menos durante los años 2014 y 2015-, el terreno de lo social está intrínsecamente atravesado por la distinción nosotros/ellos, que es una separación netamente política. No hay en consecuencia ningún territorio de lo social separado del carácter ontológicamente constituyente de lo político. Por este motivo, incluso desde el punto de vista analítico resultaría forzado distinguir entre, por un lado, un campo de lo social y, por otro lado, un campo de lo político. Ambos terrenos se encontrarían íntimamente entrelazados, entrañados o cruzados por el proceso de construcción de sentido que está en la base de la vida en común. De ahí que, para los promotores de Podemos, resulte no sólo un error, sino incluso una bisoñez moral diferenciar tajantemente entre un ámbito y otro, como hace de forma habitual una parte de la izquierda militante. Por todo ello, la heterodoxia de la que hacen gala Pablo Iglesias e Iñigo Errejón puede interpretarse como una réplica a las convicciones prácticas y a la filosofía del movimiento 15M; así como, en general, a todas aquellas corrientes militantes que habían simpatizado 925 Iñigo Errejón, Comunicación Personal, 17 de diciembre de 2020. 926 Ibid. 927 Errejón & Mouffe, 2015: 44. 412 con los postulados más “horizontalistas”, “autónomos” y “anti-autoritarios” del movimiento antiglobalización, de los zapatistas y de pensadores políticamente influyentes como Michael Hardt, Antonio Negri, John Holloway o Raúl Zibechi928. O sea, como un cuestionamiento de las premisas ontológicas y temporales en las que se movía el sector más ideologizado del movimiento 15M. B) Los liderazgos carismáticos son potencialmente peligrosos “La primera discusión grande con la extrema izquierda viene cuando le digo a Pablo que tenemos que poner su cara en la papeleta electoral”929. Podemos afirma su heterodoxia con respecto a la izquierda también en lo concerniente a la cuestión de los liderazgos: de su valor y de su funcionalidad política. Históricamente, la tradición de la izquierda europea había observado a los liderazgos con desconfianza. Como un instrumento ambivalente, como un arma de doble filo o, en el mejor de los casos, como un mal necesario. De acuerdo con la lectura que hacen los impulsores de Podemos, las fuerzas progresistas europeas, tras la experiencia histórica del fascismo, habrían compartido un miedo o una precaución generalizada contra la tentación del cesarismo. Un temor hacia los líderes que “se aprovechan” de sus partidos y de sus pueblos para demoler la democracia e instaurar regímenes autoritarios. En el caso de los partidos socialdemócratas y postcomunistas, este miedo al autoritarismo se habría traducido en una precaución enfática hacia los liderazgos carismáticos. Y, paralelamente, habría cristalizado en una preferencia por los liderazgos “al servicio del partido”, y por una acentuación de los programas, los contrapesos internos y los proyectos estratégicos a largo plazo. Por su parte, la extrema izquierda, especialmente a raíz de mayo del 68 y del auge de los movimientos antiautoritarios, habría desarrollado una animadversión general 928 “Para un sector minoritario, pero que tuvo una influencia ideológica, muy identificado con las teorías de la multitud, el 15M era el principio de una victoria. Una victoria que quizás fuera lenta. Se decía que las instituciones eran zombies, que ya estaban muertas, pero que todavía caminaban (…) Digamos que era una mirada excesivamente optimista: ya estamos ganando. Deudora de una visión muy zapatista o neozapatista según la cual “vamos despacio porque vamos lejos”, “estamos haciendo transformaciones en el nivel micro, molecular, que a lo mejor no son tan visibles como las transformaciones institucionales, pero que son las que nos van a dar un mundo nuevo”, “este es un proceso más lento de transformar la vida cotidiana”. Todo bajo este enfoque de apología de lo micro y de apología del procedimiento. Así que para ellos vamos ganando, porque cualquier otro intento de transformar esta potencia en impacto político en el Estado sería regalarle al poder la posibilidad de recuperarlo o integrarlo, y eso sería un error porque decapitaría la potencia realmente democrática del movimiento (…) A mí este enfoque me parece erróneo” (Errejón & Mouffe, 2015: 67-68). 929 Iñigo Errejón, Comunicación personal, 17 de diciembre de 2020. 413 contra todo tipo de liderazgo y, subsecuentemente, una predilección hacia mecanismos horizontales de toma de decisión. En abierta oposición con estos postulados –de los que IU y el 15M eran, a su manera, herederos directos en España-, Iñigo Errejón y Pablo Iglesias sostienen en 2014 que el liderazgo en general y el liderazgo carismático en particular son una necesidad para producir el cambio en España. Un imperativo para hacer posible el paso desde la “negación” –esto es, desde la protesta, desde la indignación- hasta la “construcción de un interés general nuevo”930. Un requisito para la transición desde un movimiento destituyente como el 15M hasta un movimiento constituyente “que dispute la hegemonía”931. La metáfora que habitualmente emplean tanto Iglesias como Errejón habla de pegamento: el liderazgo sería un pegamento de índole afectiva imprescindible para la construcción de una voluntad popular nueva; o, en el vocabulario corriente del número dos del partido, para cimentar un “pueblo nuevo”. El razonamiento para llegar a esta conclusión disruptiva con respecto a la izquierda convencional europea asegura que el contexto neoliberal de fragmentación de las identidades y de las tradiciones políticas obliga a producir desde arriba un nexo de unión entre singularidades atomizadas e insatisfechas. Ese enlace entre lo heterogéneo es el liderazgo carismático: es la figura que federa afectivamente subjetividades airadas. El vínculo entre individualidades monádicas: la interfaz equivalencial. Por eso el argumento de Podemos mantiene que, en la coyuntura actual, es el liderazgo carismático lo que permite trascender los imaginarios de la izquierda y la derecha –las parroquias o fronteras ideológicas- y propiciar mayorías políticas transversales. El ejemplo que está constantemente en mente de los impulsores de la iniciativa morada es el conformado por los casos de Hugo Chávez en Venezuela, Evo Morales en Bolivia, Rafael Correa en Ecuador o Néstor Kirchnner en Argentina. O, dicho de otro modo: es el contacto directo con esas experiencias políticas, la constatación de ese mecanismo de identificación y la comprobación de su éxito electoral, lo que anima a los dirigentes de Podemos a querer ser innovadores en relación con la izquierda europea sobre este punto. 930 Errejón & Mouffe, 2015: 98. 931 Errejón & Mouffe, 2015: 98. 414 En ello no sólo influye la experiencia como asesores políticos en Latinoamérica, sino también las lecturas de Ernesto Laclau, Chantal Mouffe y Álvaro García Linera932. Este tipo de textos son los que les inducen a cuestionar teóricamente la idea -extendida entre la izquierda europea- de que el liderazgo carismático es fundamentalmente una relación de suplantación en la cual el dirigente ejerce como ventrílocuo del pueblo. O, mejor: como reemplazo abusivo del mismo. Como sujeto carismático que ejerce una acción de incautación respecto del pueblo. Por el contrario, los impulsores de Podemos sostienen que el vínculo central entre el líder y el pueblo está caracterizado por una relación de representación. Una conexión marcada por la bidireccionalidad: el dirigente expresa y concentra el afecto popular en la medida en que incorpora los deseos de los representados. Y en el momento en que deja de ser así, entonces abandona su función catalizadora; esto es, cesa de ejercer como líder. Esta lógica condicional salvaguarda a la identificación carismática del peligro del autoritarismo. De ahí que, según los promotores del partido morado, no haya necesariamente que tener tanto miedo a los liderazgos fuertes. Por último, los portavoces de Podemos reconocen que el liderazgo carismático era una condición necesaria para el despegue de su hipótesis política y, al mismo tiempo, algo que ocurrió de un modo sobrevenido, no programado, inesperado, como llovido del cielo; y, por lo mismo, si cabe más alentador o estimulante a la hora de atreverse a lanzar el proyecto como aventura electoral. El carisma televisivo de Iglesias no estaba previsto; sin embargo ejerce durante el año 2013 como detonante de la iniciativa. O, como señalamos en el apartado 12.1, como signo de que una operación política arriesgada era esta vez posible: “Íbamos fraguando la hipótesis hasta que ya éramos unos cuantos convencidos. Mientras, en paralelo, La Tuerka y Fort Apache iban incrementando su impacto político y Pablo [Iglesias] empezó a ir a las teles grandes. Eso fabricó, aunque no de forma intencionada al principio, algo que era necesario para nuestra hipótesis y que no teníamos: un liderazgo mediático”933. 932 Sobre todo los siguientes títulos: Laclau, E. & Mouffe C. (1987): Hegemonía y estrategia socialista. Hacia una radicalización de la democracia, Madrid: Siglo XXi; Laclau, E. (2005): La razón populista, Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica; García Linera, A. (2013): Las tensiones creativas de la revolución. La quinta fase del proceso de cambio en Bolivia, Buenos Aires: Ediciones Luxemburg. 933 Errejón, I. (2014): “Del estilo Tuerka a la campaña de Podemos. Entrevista Íñigo Errejón”, en: Domínguez, A. & Giménez, L. (eds): Claro que Podemos. De La Tuerka a la esperanza del cambio en España, Barcelona: Libros del Lince, 103 [los subrayados son míos]. 415 C) La televisión es un terreno comunicativo hostil a desechar políticamente Otra de las ideas instaladas en el modus operandi tanto de la izquierda radical como de la izquierda postcomunista española es aquella que declara que la televisión es un espacio agreste para el razonamiento político. De acuerdo con esta convicción, el formato televisivo impediría estructuralmente el debate político sosegado acerca de las causas de lo que acontece; lo cual conduciría a reproducir, incluso de manera involuntaria, los ideologemas del pensamiento dominante. De este modo, la televisión ejercería de facto como un instrumento al servicio de la reproducción del orden. A pesar de su carácter relativamente novedoso como tecnología, su función sería por tanto vívidamente conservadora. En la medida en que una parte de la izquierda se concibe a sí misma como rupturista, y en tanto en cuanto interpreta que una de sus tareas primordiales es ilustrar a las clases populares acerca de su sujección –hacer visibles las situaciones de dominio y las relaciones de poder-, este sector político estima que la televisión constituye un terreno hostil para alcanzar esos fines emancipatorios. La televisión representaría un ámbito ideológicamente desfavorable, políticamente poco fructífero, e inevitablemente frustrante desde el punto de vista pedagógico. Intervenir en este medio se parecería, en cada intento, a empujar la piedra del Sísifo hasta la cima de la montaña. No habría modo de crear auténtico debate en la televisión, no habría tiempo de subvertir y desnaturalizar el sentido común del adversario que se presenta naturalizado en cada una de las emisiones, no habría manera de que las ideas de izquierdas proliferaran en ese medio más que como anécdota o contrapunto. En los términos de la dialéctica entre alumbrar y ensombrecer, la televisión se decantaría siempre del lado del ocultamiento: de asistir a la ideología dominante como un dispositivo tecnológico que opaca las relaciones de poder y el carácter político del orden. Un aparato que desprende un tipo de luz atenuante de las desigualdades sociales, amortiguante de la injusticia general. La televisión se convertiría, en consecuencia, en un freno para la transformación de la realidad, en una trampa para incautos, ingenuos o “voluntaristas”. Sin embargo, los impulsores de Podemos –y muy particularmente Pablo Iglesias- no sólo no consideran a la televisión como un terreno árido y poco fértil para la acción política transformadora –un campo minado diseñado para que el adversario siempre venza-, sino que hacen un uso estratégico de la televisión como un trampolín político. Iglesias emplea 416 la televisión deliberadamente, primero conduciendo programas de tertulia política como La Tuerka o Fort Apache, y más adelante como tertuliano en programas de cadenas generalistas españolas. Interviene políticamente en la televisión. Y lo hace de un modo concienzudo, obstinado y, al mismo tiempo, pragmático. ¿Cuál es el motivo? El motivo no es que los promotores de Podemos –con Iglesias a la cabeza- nieguen que la televisión sea un medio en principio hostil que funciona con las reglas del adversario; sino que consideran que, siendo lo anterior verdad, no hay otra opción. O, más precisamente: que no existe otro medio comparable a la televisión en términos de influencia cultural. Por tanto, razonan Iglesias, Errejón y Monedero antes de impulsar Podemos, no se dispone de otra alternativa: es necesario dar la batalla en la televisión. No queda otro remedio. La izquierda transformadora no se puede permitir el lujo de regalar la televisión a sus adversarios políticos. En este sentido, siendo presentador de La Tuerka, Iglesias ironiza en ocasiones sobre la inteligencia de una izquierda que cede la televisión a sus contrincantes ideológicos, mientras se atrinchera orgullosamente detrás de cátedras universitarias, festivales de teatro y concursos de poesía; es decir, que regala el mainstream a sus adversarios a cambio de ejercer el monopolio cultural sobre el ámbito de lo alternativo934. Pero hay algo más: no se trata únicamente de realismo político. Los fundadores de Podemos –y de nuevo singularmente Pablo Iglesias- apoyan sus prácticas heterodoxas respecto de la televisión en la figura de Antonio Gramsci. Defienden el cambio en la estrategia mediática de la izquierda en nombre del filósofo sardo. En el caso de Pablo Iglesias, apelando a la lectura de textos de Valentino Gerratana935 y de Antonio Santucci936; y en el caso de Iñigo Errejón acudiendo sobre todo a la interpretación de Gramsci que realizan Ernesto Laclau y Chantal Mouffe en Hegemonía y estrategia socialista937. El futuro líder de Podemos reclama el uso, el hackeo, el desembarco de la izquierda transformadora en el mundo de la televisión en el nombre precisamente de una actualización de Gramsci; o sea, como un rescate y como una aplicación de las tesis del 934 Ver por ejemplo los siguientes programas de La Tuerka: La Tuerka (2010, 5, diciembre): “35 aniversario de la muerte de Franco”, Tele K: https://www.youtube.com/watch?v=iqkOR_y9GKM; y también: La Tuerka (2011, 2, junio): “Lecciones del 15M y el futuro del movimiento”, Tele K: https://www.youtube.com/watch?v=EFBcKQZ9CNk 935 Singularmente: Gerratana, V (1997): Gramsci: Problemi di método, Roma: Editori Riuniti. 936 Santucci, A. (2005): Antonio Gramsci (1891-1937), Palermo: Sellerio. 937 Laclau, E. & Mouffe, C. (1985): Hegemonía y estrategia socialista. Hacia una radicalización de la democracia, Madrid: Siglo XXI. https://www.youtube.com/watch?v=iqkOR_y9GKM 417 filósofo italiano sobre la importancia de los dispositivos culturales dentro de la política. Si, por un lado -y como señala Pablo Iglesias repetidamente- “la gente no milita en los partidos, sino en los medios de comunicación”938; y, por otro lado, “la televisión es, junto al cine, el instrumento más poderoso de producción de imaginarios y consensos hegemónicos”939, entonces los sectores rupturistas, transformadores o contrahegemónicos no pueden prescindir de la intervención en ese medio, la televisión, que crea, más que ninguno, mundos comunes y significados compartidos. En definitiva, los impulsores de Podemos rompen con el tabú de la izquierda radical respecto al uso de los medios de comunicación mainstream –y particularmente de la televisión- en nombre del realismo político y apelando al legado de Antonio Gramsci. Y lo hacen además por la vía de los hechos: creando y dirigiendo programas de televisión, y, al mismo tiempo, participando con éxito como tertulianos en emisiones televisivas de debate político. Todo ello contra el conservadurismo y el aristrocratismo intelectual de las izquierdas “movimentista” y “postcomunista”, y con la finalidad última –como veremos a continuación- de aspirar algún día a ocupar posiciones de poder. D) Hay que cambiar el mundo sin tomar el poder Las personas que impulsan Podemos en el año 2014 –es decir, tras un ciclo de movilizaciones iniciadas con el 15M que estaba emitiendo signos de agotamiento- observan con ironía otro de los leit-motiv arraigados en la izquierda radical de finales de la década de 1990 y comienzos de los años 2000; aquel que señala que es preciso “cambiar el mundo sin tomar el poder”. En rigor, no se trata de una idea que emergiera por primera vez en ese momento –era una idea común en los ámbitos libertarios-, pero sí fue una suerte de prescripción práctica que se puso en circulación en el ámbito de los movimientos sociales del cambio de siglo, y que alcanzó un cierto éxito gracias al levantamiento zapatista de 1994, al apogeo del movimiento antiglobalización, al movimiento piquetero en Argentina en 2001, a la utopía horizontalista generada por el primer Internet y, por último, a textos como los publicados por John Holloway940, Antonio Negri y Michael 938 Iglesias, 2015b: 21. 939 Iglesias, 2013: 15. 940 Holloway, J. (2002): Change the World Without Taking the Power. The Meaning of Revolution Today, Londres: Pluto Press. 418 Hart941, o Raúl Zibechi942. Un tipo de lema que estuvo muy presente en los movimientos sociales españoles de la primera década de nuestro siglo y en las utopías que se manejaban en ese momento. Un tipo lema, además, que se caracterizaba por inscribirse dentro de una lógica que ignoraba sistemáticamente la dimensión estatal-nacional –como algo propio del siglo XX-, y optaba más bien por concentrarse en la doble escala local y global; transitando argumentativamente desde el ámbito de lo local hasta el plano de lo global. El movimiento 15M se enmarcaba hasta cierto punto dentro de esa misma lógica. Y grupos como el Movimiento de Resistencia Global o el Colectivo 1984, de los que formaban parte respectivamente Pablo Iglesias e Iñigo Errejón, también lo estaban. Sin embargo, casi quince años después de Seatle, y en medio de un contexto español marcado por la crisis económica, la crisis política, y, un notable reflujo del ciclo de movilizaciones, Errejón, Monedero, Iglesias e incluso Urbán observan esta consigna – cambiar el mundo sin tomar el poder- con mucha mayor distancia crítica. No en vano, Podemos surge de este atolladero. De esa sensación de callejón sin salida. Del pellizco, de la sensación punzante, que provoca la dificultad para responder a la pregunta que Iñigo Errejón enuncia en voz alta durante la presentación de la iniciativa Podemos en el Teatro del Barrio de Lavapiés: “¿Cómo es posible que habiendo tanto descontento, que habiendo un descontento tan generalizado, que habiendo protestas que han incluido a sectores que nunca antes habían protestado, nada haya cambiado aún?”943. En este sentido, la iniciativa Podemos puede interpretarse igualmente como un intento de buscar un camino estratégico alternativo, como consecuencia del desencanto provocado por los resultados de la premisa práctica anterior. De modo que el proyecto de Podemos se lanza específicamente para plantar cara a los postulados de John Holloway, Antonio Negri, Michael Hardt o Raúl Zibechi; para mostrarles, por la vía de la praxis, que sus tesis están equivocadas y, por lo tanto, que merecen ser superadas. Que no se puede cambiar el mundo sin tomar el poder; y que, en última instancia, es insensato intentarlo. Por eso el enemigo íntimo de los impulsores de Podemos queda dibujado por lo que entonces se dio en llamar “el mundo de la 941 Negri, A. & Hardt, M. (2001): Imperio. Estado y sociedad, Barcelona: Paidós. 942 Zibechi, R. (2006): Dispersar el poder. Los movimientos como poderes antiestatales, Buenos Aires: Tinta Limón Ediciones. 943 Iñigo Errejón, Discurso de Presentación de Podemos en el Teatro del Barrio de Madrid, 17 de enero de 2014. 419 autonomía”. Es de esa cosmovisión militante de la que los impulsores de la formación morada desean arrancarse a sí mismos y desmarcar a un sector de la izquierda radical. Frente a ese universo de la “autonomía”, Podemos reivindica desde el principio la necesidad de conquistar el poder y asegura que su intención es prepararse para ganar las elecciones. Por eso, en la noche de las elecciones europeas del 24 de mayo de 2014, tras haber logrado sorpresivamente 5 diputados y en medio de la algarabía general de sus seguidores, Pablo Iglesias interviene con rostro muy serio en el programa especial de La Sexta dedicado a los comicios y afirma categóricamente que “Podemos no nació para jugar un papel testimonial, nacimos para ganar, nacimos para ir a por todas, y a partir de mañana trabajaremos para ganar, para que los partidos de la casta formen parte de la historia de nuestro país y no del futuro”. Inmediatamente antes de terminar su alocución abunda en la misma idea: “Nosotros no nacimos para dar la nota, nacimos para ganar, queremos ganar y vamos a trabajar con todo el mundo para ganar”944. E incluso minutos más tarde, en la plaza del museo Reina Sofía de Madrid, enfatiza este propósito sembrando su discurso de oraciones adversativas y llegando al punto –prácticamente contraintuitivo- de realizar un llamamiento al duelo: “Pocos esperaban un resultado como este para nosotros, pero permitidme que haga un llamamiento al duelo y a mantener la guardia alta: los partidos de la casta han tenido uno de los peores resultados de su historia. Pero debo decir que por ahora nosotros no hemos cumplido nuestro objetivo de superarles (…) Hemos avanzado mucho y hemos sorprendido a la casta, pero la tarea que se presenta ante nosotros es enorme (…) Puede que para muchos este resultado sea un éxito, pero quiero deciros que no nos conformamos”945. El presupuesto de esta reivindicación desacomplejada de la voluntad de ganar afirma que, contrariamente a lo escrito por Negri, Hardt o Holloway, la esfera intermedia de lo nacional-estatal sí resulta importante. Que, como demostrarían los presidentes bolivarianos de Ecuador, Bolivia, Argentina o Venezuela946, estar o no en el gobierno sí marca la diferencia. Por eso son tan frecuentes en Errejón e Iglesias las alusiones a Lenin y, en general, a la revolución bolchevique. Porque ambos se referencian constantemente 944 Pablo Iglesias, Declaraciones en el programa especial de La Sexta dedicado a las elecciones europeas, 24 de mayo de 2014. El vídeo puede consultarse en el siguiente enlace web: https://www.youtube.com/watch?v=4Av4nyS_ahw 945 Pablo Iglesias, Discurso de la Plaza del Reina Sofía de Madrid, 24 de mayo de 2014. 946 Aquí cabe destacar el guiño que en la cita anterior Pablo Iglesias hace a las palabras de Hugo Chávez en 1992, tras el golpe de Estado fallido. 420 en ese período y porque los dos interpretan la estrategia de Podemos desde un punto de vista leninista; esto es, desde una perspectiva de acceso fulgurante al poder. Para ser más precisos: Iñigo Errejón y Pablo Iglesias siempre apuntan como modelo a la revolución rusa, incluso cuando se mueven dentro de la órbita de la “autonomía”. El futuro líder de Podemos comienza su tesis doctoral con una mención a los bolcheviques947, y, del mismo modo, Iñigo Errejón describe a Iglesias durante los agradecimientos de su tesis doctoral como “un compañero de mente incisiva y voluntad bolchevique”948. Uno y otro se proyectan siempre como revolucionarios. Lo que cambia es el cómo: durante la primera década de nuestro siglo Iglesias y Errejón estiman que la mejor manera de ser revolucionario, de cambiar el mundo radicalmente y de honrar a los bolcheviques, es no tomando el poder, sino construyendo y fortaleciendo contrapoderes sociales; mientras que en los años previos al lanzamiento de Podemos, ambos reinterpretan la voluntad transformadora en términos mucho más nacionales y “estadocéntricos”949. Para ellos ser revolucionario es, en adelante, trabajar para tomar el poder, legislar y gobernar. Así que, en oposición a quienes –en buena medida- habían sido ellos mismos, y a quienes desde los movimientos sociales seguían apostando por las tesis de Holloway, Hardt, Negri o Zibechi, los futuros números uno y dos de Podemos les exhortan a romper con el tabú de la victoria electoral; en el nombre, precisamente, de un ethos revolucionario: “La obligación de un revolucionario es siempre es ganar. Un revolucionario no está llamado a proteger los símbolos, a proteger la identidad. Un revolucionario no es un cura que busca la catarsis colectiva en una misa con los discípulos. Un revolucionario está obligado a ganar”950. 947 Iglesias, 2008: 4. 948 Errejón, 2011a: 10. 949 Hablando del tránsito entre un modo de pensar y otro, Iñigo Errejón afirma lo siguiente en una de las entrevistas realizadas a efectos de esta tesis doctoral: “Sin embargo, yo me empiezo a encontrar en mi vida con evidencias empíricas según las cuales, por ejemplo, en España, en los sitios donde hay izquierdas radicales o rupturistas con más arraigo y más capacidad de masas son aquellos donde estas izquierdas se vinculan a una identidad nacional subalterna; o sea, los casos de Catalunya y Euskadi. De tal modo que a uno le puede parecer que el marco nacional está superado, pero el problema es que siempre se termina uno encontrando la sospechosa casualidad de que cuando haces encuentros del movimiento estudiantil resulta que donde florecen más asambleas de estudiantes, donde hay más fuerza, donde hay más cuadros, donde hay más casas okupadas, es precisamente donde hay una identidad nacional disponible” (Iñigo Errejón, Comunicación personal, 17 de diciembre de 2020). 950 Pablo Iglesias, Declaraciones en el Ateneo Republicano de Vallecas, 6 de octubre de 2014. El vídeo puede consultarse en el siguiente enlace web: https://www.youtube.com/watch?v=mv6LqH6iy7g 421 E) En España abordar la plurinacionalidad del Estado resta votos Desde la consolidación del sistema de partidos español tras la transición a la democracia, las formaciones de izquierda en general –y muy singularmente las plataformas políticas de la órbita postcomunista- han tendido a huir del eje territorial. A pasar por encima, tanto en sus programas como en sus discursos, del problema de la constitución nacional de España –normalmente reflejado en la cuestión de la organización territorial del país. Izquierda Unida y el Partido Comunista de España han mostrado una cierta predisposición a desplazar ese eje, a secundarizarlo, a subalternizarlo, a incluirlo dentro de otras temáticas. Históricamente, ambos partidos han preferido asentarse en la polaridad izquierda/derecha; o, más recientemente, en la confrontación entre Estado del Bienestar y políticas neoliberales. ¿Por qué ha ocurrido esto? Básicamente por dos motivos: 1) porque, desde el punto de vista teórico, la izquierda no socialista española ha considerado que el eje político fundamental se encontraba en la contradicción entre el capital y el trabajo, y, por lo tanto, el eje nacional resultaba bajo este prisma secundario; y 2) porque, desde el punto de vista práctico, las coaliciones de la izquierda española habían experimentado que frecuentemente, si el eje territorial se imponía sobre el eje social en el debate público, entonces formaciones como el PCE o Izquierda Unida perdían votos. Es decir, que cuando la conversación política estaba atravesada por “la cuestión de España”, entonces la izquierda “se dividía” y eso le hacía disminuir su fuerza electoral. Como consecuencia de esta constatación persistente, la denominada “cuestión territorial” se constituye no sólo como un escollo electoral, sino como un verdadero tabú para los partidos de la izquierda “alternativa” española. Como algo molesto, hiriente, prácticamente como un ángulo muerto de su propuesta política. De esta manera, en plataformas como Izquierda Unida se instaura el lugar común de que el abordaje del carácter plurinacional del Estado español es un asunto a ladear políticamente a través de menciones relativamente poco desarrolladas a la conveniencia de iniciar una reforma en sentido federal del modelo autonómico existente. En contraste con este axioma práctico vigente en la izquierda no socialista española, Podemos decide desde el comienzo vincular la narrativa de la democratización social con la retórica de la democratización territorial. Sus portavoces se esfuerzan por articular ambos relatos: juntarlos, condensarlos, combinarlos, hacerlos interdependientes. De tal 422 modo que, en el discurso de Podemos –sobre todo en el año 2014- lo territorial y lo social van de la mano. Como veremos en el apartado 14.3, esta hibridación entre el eje centro/periferia y el polo derechos/recortes se logra en buena medida porque la formación morada sitúa el antagonismo fuera de la lógica del enfrentamiento entre “los pueblos de España”. Los nuevos enemigos ya no son los catalanes o los vascos, sino la Troika y las élites españolas al servicio del FMI, el Banco Central Europeo y la Comisión Europea. O, dicho de otro modo: en el discurso de Podemos, el enemigo compartido por el andaluz de a pie, al catalán corriente, el castellano de a pie, o el vasco corriente, es la deriva oligarquizante y recentralizadora implementada en España durante los años de recesión económica. Así, el enfrentamiento potencial entre las identidades nacionales que conviven en España, que es lo que da miedo a IU, lo que le provoca verdadero “pánico electoral”, se amortigua, situando el antagonismo en una escala más amplia y postulando enemigos nuevos. El análisis que hace entonces Podemos y que le lleva a contravenir este lugar común de la izquierda alternativa española afirma que, para despegar electoralmente, necesita hacer converger el ciclo de protesta inaugurado por el 15M en todo el país con el ciclo contestación soberanista acontecido específicamente en Catalunya. Precisa que ambas dinámicas no se estorben, no se anulen; o, mejor, que la reclamación nacional en Catalunya no desactive las reivindicaciones en clave social, regeneracionista y democrática en el resto de España. Que, como señala Errejón en un artículo recapitulatorio de la historia de Podemos, una y otra tendencia se retroalimenten siguiendo una lógica de sinergias mutuas951. Por este motivo, cuando los portavoces de la formación morada se ven compelidos a definir lo que es España, lo hacen como un “Estado compuesto por distintas naciones”952 que pueden vivir juntas siempre que eso sea “el resultado del libre acuerdo”953. En Catalunya este planteamiento se traduce en la apuesta por la celebración de un referéndum de autodeterminación, y, al mismo tiempo, en la defensa de posiciones contrarias a la independencia. El elemento que permite hacer convivir estas dos reclamaciones potencialmente contradictorias –la gente que se identificaba con Podemos en Madrid o Zaragoza podía 951 Errejón, I. (2020, 10, noviembre). “Lo que pudimos. Lo que podremos”, Jacobinlat: https://jacobinlat.com/2020/11/10/lo-que-pudimos-lo-que-podremos/ 952 Ibidem. 953 Ibidem. 423 no simpatizar con el soberanismo catalán- es la narrativa del cambio y de la regeneración. Con este tipo de discurso –especialmente apto para los desdobles y la polifonía- el partido de Pablo Iglesias logró ser la primera fuerza política en Euskadi y en Catalunya en las elecciones generales de diciembre de 2015. Hasta el punto de que, en aquellos comicios, uno de cada cinco votos emitidos en favor de Podemos fueron depositados en Catalunya. De este modo, sosteniéndose en la retórica del cambio y dibujando nuevos enemigos, Podemos rompe con el tabú según el cual la temática plurinacional resta votos a la izquierda española. Y lo hace además, como casi todo, blandiendo heterodoxia y pretendiendo darle una lección de futuro a la izquierda alternativa española. 14.2 Creación de un lugar de enunciación diferente Podemos, al igual que el Front National durante el período 2011-2018, se esfuerza desde el principio por elaborar una respuesta a la pregunta: ¿Quién habla? O, mejor: ¿Qué representa quien habla en nombre de Podemos? ¿Qué atributos y valores encarna? Afanarse por responder a esta pregunta implica situar simbólicamente el discurso de Podemos; es decir, asentar un lugar de enunciación, consolidar un sujeto enunciador característico, consagrar una identidad emisora. En suma, sedimentar un quién al que remiten todos los discursos. A su vez, esta construcción de un sujeto simbólico de la palabra tiene que vérselas con la asignación de posiciones que organiza el adversario político. Debe esforzarse para que tanto la ubicación ideológica como los rasgos que le atribuyen sus competidores políticos no sean los que prevalezcan en la conversación pública. O sea, necesita que la descripción valorativa que del nuevo sujeto partidista hacen sus oponentes políticos no logre impregnarlo del todo. A este respecto, uno de los rasgos más singulares de Podemos y del Frente Nacional es que construyen su voz política no sólo alejándose de los arquetipos tradicionales de la derecha y la izquierda radicales francesa y española, sino sobre todo utilizando materiales del sentido común dominante de las sociedades en las que operan, con el fin de dirigirlos precisamente contra sus competidores políticos. El punto decisivo es que tanto la formación lepenista como el partido morado asientan su quién en el sentido común dominante –a partir de fallas e hiatos del mismo- e invierten su dirección, digiriéndolo contra aquellos que habitualmente se habían apropiado de él. A saber: las 424 formaciones a las que desean desafiar. En el caso francés, el Partido Socialista y Les Républicains; y, en el caso español, el PSOE y el Partido Popular. Por eso, puede afirmarse que el lugar de enunciación forjado por el Frente Nacional y Podemos se excava bajo los cimientos de sus adversarios políticos; lo cual por un lado les permite crecer más fácilmente –al abrigo de algo-, y, por otro lado, les ayuda a socavar los puntos de apoyo sobre los que sus adversarios partidistas hacen descansar sus mensajes. Como analizamos en el apartado 10.1 de esta tesis doctoral, la “hipótesis Philippot” se asienta en primer lugar sobre la generación de una voz política innovadora y la creación de un enfoque de la enunciación cualitativamente novedoso. La estrategia del FN necesita para desplegarse de la consolidación de un tono, de un estilo y de unos personajes –los locutores, o sea, los portavoces del partido- con atributos y valores inéditos dentro de esa formación política. Distintos con relación al Front National de Jean-Marie Le Pen, pero no irreconocibles para su electorado más tradicional. Marine Le Pen hace lo posible por presentarse como una mujer moderna, como una madre sencilla, que recoge el malestar de las víctimas de la mundialización y que da voz a los “sin voz”: a los invisibles y abandonados por el establishment político y económico. Como una líder política que enfoca, que da luz, que ilumina desde arriba, las invisibilizaciones de nuestro tiempo; y que, al hacerlo, las arranca de la esfera de lo privado y las politiza. De regreso al caso español: ¿cuál es el lugar de enunciación que Podemos aspira a fundar? ¿Desde qué punto de vista o enfoque pretende hablar y dirigirse a los ciudadanos? ¿Qué valores y atributos desea encarnar la voz propia de Podemos? La construcción de un quién y de un desde dónde reviste una gran importancia, especialmente al comienzo de la andadura de un determinado sujeto simbólico de la enunciación. O, como en el caso del FN, cuando un sujeto quiere experimentar una cierta metamorfosis. Por este motivo, en las próximas páginas vamos a centrarnos esencialmente en la retórica y en los discursos de Podemos durante el año 2014. Pues bien: ¿cómo desea comparecer Podemos ante la opinión pública? ¿Qué imagen de enunciador procura ofrecer? La iniciativa liderada por Pablo Iglesias se presenta ante los españoles como el proyecto electoral de jóvenes profesores precarios que, con osadía y educación, se proponen regenerar el país. Una suerte de plataforma electoral y ciudadana lanzada por profesionales jóvenes que, por su propia juventud, se rebelan con descaro frente al estado de cosas, pero que, al mismo tiempo, por su formación académica, lo 425 hacen empleando buenas maneras y argumentos sólidos –en contraste con los modos de la figura del tertuliano en España. Un grupo de politólogos que deciden dejar sus carreras académicas y dar un paso al frente ante la insostenibilidad de la situación. Aún más, un grupo de amigos que toma la decisión de lanzar una iniciativa abierta a la ciudadanía porque “no tiene más remedio”; esto es, porque la situación económica y política del país es tan grave, porque las condiciones de vida de la inmensa mayoría de la población son tan delicadas e injustas, porque las perspectivas de futuro son tan desoladoras, que resulta imprescindible “intentar algo”. A lo largo de toda la campaña electoral de 2014, Iglesias emplea recurrentemente una fórmula que recoge bien esta motivación y, al mismo tiempo, recuerda formalmente al abismo como punto de partida de los discursos del FN. Se trata de la siguiente: “[ellos] nos llevan al desastre”954; por eso nos vemos obligados a actuar. La construcción de esta voz, de este estilo de locutor, se traduce en varios subtipos de lugares de enunciación. El primero de ellos se ancla en una cuestión generacional y meritocrática. Podemos aspira a ser visto como el partido impulsado por la “generación más preparada de la historia de España” y, al mismo tiempo, “la más injustamente tratada”. Aquella que, a pesar de ser la más cualificada –en títulos, grados, idiomas, mundo-, “va a vivir peor que sus padres” por primera vez desde la década de 1950. En sus discursos de 2014, Podemos incide de modo sistemático en el contraste entre, por un lado, unos “políticos profesionales” inútiles, “sin oficio ni beneficio”, que no se han esforzado, que únicamente se han dedicado a hacer carrera dentro de sus partidos y que, para colmo, no padecen los recortes sociales que ellos mismos deciden e implementan; y, por otro lado, unos ciudadanos con una acreditada capacidad de sacrificio, unos altos niveles de formación y una rectitud moral surgida del trabajo y del contacto con la calle. Recurrentemente Pablo Iglesias contrapone las historias de vida de Miguel Arias Cañete –candidato del Partido Popular a las elecciones europeas-, Elena Valenciano –candidata del PSOE a las elecciones europeas-, o Ángel Carromero –asesor del PP en el ayuntamiento de Madrid-, con las biografías de Pablo Echenique –número 5 en la lista de Podemos a las elecciones europeas-, y de Lola Sánchez Caldentey –número 4 de la lista de Podemos a las elecciones europeas- como casos emblemáticos, en el primer grupo, de privilegio, holgazanería y falta de preparación, y, en el segundo grupo, de talento, esfuerzo y trabajo: 954 Pablo Iglesias, Discurso de Almería, 17 de mayo de 2014. 426 “Elena Valenciano, una gata a la que no se le conoce oficio, y Arias Cañete, un gato que lleva dedicándose a la política desde que yo tenía 3 años y no sabía hablar (…) No les afectan los recortes, tienen sueldos de escándalo, tienen educación privada para sus hijos, tienen sanidad privada, no saben lo que es no llegar a fin de mes porque no te da el sueldo, no saben lo que es el paro, no saben lo que es la humillación de no poderle comprar material escolar a tus hijos”955. “El número 5 de nuestra lista va en una silla de ruedas, tiene un 88% de discapacidad, es físico teórico e investigador titular del CSIC. Imaginaos el esfuerzo que ha tenido que hacer para llegar hasta donde está. Todo lo contrario a gente tan estupenda como Ángel Carromero, que tardó 13 añitos en acabar su carrera, y en la privada, porque en la pública no era capaz. Y este está liberado en el ayuntamiento de Madrid cobrando 50.000 euros al año”956. E igualmente a propósito de Lola Sánchez: “¿Cuál es la profesión de Elena Valenciano, que dejo dos carreras porque se aburría? Igualita que algunos de mis estudiantes que tienen que dejar la carrera porque no pueden pagarla. Pues la misma profesión que Cañete: ¡el sillón!”957. “Lola: la chica del gin-tonic, la chica de un restaurante de tan alto standing que todos los que trabajaban en él hablaban varios idiomas y tenían varias carreras universitarias sirviendo gin-tonics a un grupo de concejales del Partido Popular y del Partido Socialista. Cuando una de las concejalas, ya un poco subidita, le comenta a Lola: “pero tú, con los estudios que tienes: ¿cómo es que estás sirviendo gin-tonics?”958. La contraposición se establece bajo la lógica y en los términos de la meritocracia. De un lado, los privilegiados que, sin esforzarse, obtienen ventajas que no merecen; y, del otro lado, los perjudicados que, esforzándose y mereciéndolo, no obtienen más que trato degradante e injusticia. Con este tipo de despliegue retórico, Podemos pugna por atribuirse la imagen no sólo de plataforma electoral compuesta por “ciudadanos normales”, sino incluso de iniciativa que reúne a “los mejores”. Los “mejores” porque “los más preparados”, y “los más preparados” porque “los más esforzados”, en antítesis permanente con la “casta” política y económica. De tal manera que la primera declinación 955 Ibid. 956 Ibid. 957 Pablo Iglesias, Discurso de la plaza del Reina Sofía de Madrid, 23 de mayo de 2014. 958 Ibid. 427 o el primer subtipo de lugar de enunciación que adopta Podemos podría quedar englobado en la siguiente expresión: nosotros, los preparados. En relación con este punto, el segundo subtipo hace pie sobre la condición profesional de buena parte de los fundadores de Podemos: prácticamente todos comparten el hecho de ser profesores jóvenes. Ya sea docentes universitarios –como Juan Carlos Monedero, Pablo Iglesias o Carolina Bescansa-, maestros de enseñanza secundaria –como Teresa Rodríguez-, o personas relacionadas con el mundo académico y de la investigación – como Iñigo Errejón o Miguel Urbán. Esta faceta educativa adquiere relieve y se fortalece a través del estilo pedagógico que adoptan los portavoces de Podemos. No en vano, en los discursos del partido a lo largo del año 2014 se advierte una proliferación de imágenes y narraciones –a veces incluso bajo el formato de cuento- destinadas a explicar de un modo sencillo temáticas complejas. A condensar en imágenes o fábulas “lo que nos ha ocurrido últimamente” –por qué hemos llegado donde hemos llegado-, precisamente en un momento en que una parte de la ciudadanía se relaciona con el mundo circundante desde el asombro y la incredulidad. Desde una posición en la que muchos españoles reconocen “no entender lo que está ocurriendo” y, al mismo tiempo, tener la sensación de “haber perdido el control” sobre las cosas. Es importante retener a este respecto que el enfoque pedagógico se despliega en un contexto de percepción de opacidad epistemológica. Sobre esta cuestión también es posible trazar un paralelismo formal con la voz construida por Marine Le Pen a propósito de la mundialización y sus consecuencias. Pablo Iglesias y Juan Carlos Monedero se felicitan por hablar claro, por condensar a través de pequeños relatos procesos históricos complejos o dilemas de la acción colectiva. Por no enrocarse en la complicación expositiva típica de los grupos izquierdistas959. Por preservar la voluntad de hacerse inteligibles, de revivir el espíritu del Juan de Mairena de Antonio Machado –uno de los libros más citados por Iglesias-, y de entroncar con la vis didáctica de los docentes republicanos. Sobresale a este respecto la narración recurrente durante los actos del partido de la fábula del colibrí, del cuento de Ratonlandia 959 “Incluso nuestros detractores reconocen una cosa últimamente: los de Podemos hablan claro, la gente les entiende perfectamente” (Pablo Iglesias, Discurso de la plaza del Reina Sofía de Madrid, 23 de mayo de 2014). O también: “[A nuestros adversarios] les gustaría que fuéramos una secta, que fuéramos haciendo exámenes a los demás, que fuéramos siniestros y habláramos en un lenguaje que no nos entendiera nadie” (Pablo Iglesias, Discurso de Sevilla, 21 de mayo de 2014). 428 -atribuido al socialista canadiense Tommy Douglas-, o de la metáfora del bar y de los gin tonic para explicar el rescate a la banca: “Rescatar con dinero público a los bancos es una cosa que suena muy técnica, pero que básicamente es que pagáis la factura vosotros. Esto es como si tú vas a un bar y te pides una caña y de repente te quieren cobrar los 25 gin tonics que se han tomado los golfos de la mesa de al lado. Pues eso fue exactamente lo que pasó en este país”960. “Érase una vez Ratonlandia. En Ratonlandia crecían, vivían, trabajaban y morían ratones y ratonas como nosotros. Tenían incluso un parlamento y elecciones regulares. Y los ratoncillos iban a votar. La primera vez que votaron eligieron al partido de los grandes gatos negros. Y el partido de los gatos negros hizo unas leyes magníficas, estupendas. Estupendas para los gatos. La primera ley que hicieron regulaba el tamaño y la forma de la puerta de las ratoneras. Las puertas de las ratoneras tenían que ser redondas y lo suficientemente grandes para que un gato pudiera meter la zarpa y sacar un ratón. La segunda ley que hicieron en ese parlamento de gatos fue la ley que establecía el límite de velocidad al que debían circular los ratones. Tenían que ir despacito para que los gatos pudieran cazarles. Y, claro, los ratones se enfadaron mucho y en las siguientes elecciones votaron a otro partido: el partido de los grandes gatos blancos, que hizo una campaña electoral genial con un lema: “váyase, señor gato negro”. Cuando el partido de los grandes gatos blancos llegó al poder dijo: “¿cuál es el problema de Ratonlandia? El problema de Ratonlandia son las puertas de las ratoneras, que son redondas y tienen que ser cuadradas. E hicieron una ley que estableció que las puertas de las ratoneras tenían que ser cuadradas, y con un tamaño suficiente para que cupiera no sólo una zarpa de gato, sino para que cupieran las dos. Y, claro, los ratoncitos estaban muy enfadados y en las siguientes elecciones llegó un nuevo partido al poder: el de los gatos con manchas negras y manchas blancas, que se llamaba “Unión, Progreso y Democracia”. Pero, claro, los problemas de los ratones no se solucionaron. Porque el problema no era el color del que eran los gatos –si eran blancos, si eran negros, o si eran magenta-; no importaba el color del que eran los gatos, lo que importaba es que eran gatos. Y los gatos hacen leyes favorables a los gatos y contrarias a los ratones. Y entonces llegó un ratoncito un día y se juntó con otros y les dijo: “¿por qué no hacemos un círculo y formamos un movimiento y nos presentamos a las elecciones? ¿por qué no formamos un movimiento que sea de ratones?”961. 960 Pablo Iglesias, Discurso de Valencia, 9 de mayo de 2014 961 Pablo Iglesias, Discurso de la plaza del Reina Sofía de Madrid, 23 de mayo de 2014. A este respecto, puede mencionarse también la fábula del colibrí, 429 Además de esta disposición pedagógica general, los portavoces de Podemos hacen gala de ser, no sólo docentes, sino específicamente profesores de ciencia política. En un país donde en 2013 y 2014 la palabra “politólogo” apenas era empleada y donde la mayor parte de la población desconocía el significado de esta disciplina, la presentación de los impulsores de Podemos como tales les confiere un cierto aura de expertos. De conocedores especialistas en cómo funciona de hecho la política y en cómo habría que hacer para que funcionara mejor. Y, por tanto, como verdaderos peritos de la política, en contraste con la falta de conocimiento especializado de los políticos realmente existentes. Esta faceta técnica, destacable en las primeras apariciones públicas de Podemos, hace que también pueda advertirse un segundo subtipo de lugar de enunciación adoptado por la formación morada: nosotros, los politólogos. No en balde, cuando Pablo Iglesias tiene que presentarse, cuando debe que responder a la pregunta quién habla, lo hace de entrada en términos de “politólogo”, señalando que es esta cualificación la que late detrás de su actividad como figura política: “Se percibirá en el texto que combino mi rol de secretario general [de Podemos] con el de politólogo; al fin y al cabo, sin el segundo el primero no habría sido posible y esa es, sin duda, una de las principales características de nuestra fuerza política”962. En tercer lugar, Podemos asienta otro punto de vista enunciativo de carácter eminentemente ético: nosotros, los ciudadanos moralmente decentes; o, lo que es lo mismo: nosotros los [jóvenes, profesores, expertos, politólogos] éticamente irreprochables. Desde este punto de vista, Podemos sería la iniciativa de un grupo de personas corrientes que, precisamente por no dedicarse profesionalmente a la política, precisamente por no haber ambicionado nunca esta profesión, está en condiciones de renovarla moralmente. Donde “renovación” significa fundamentalmente: 1) reforma institucional, y 2) dignificación moral. La lógica que guía la construcción de este enfoque enunciativo es la siguiente: sólo quien viene de fuera, puede cambiar lo de dentro. Únicamente el outsider puede introducir aire fresco cuando el ambiente está viciado. El origen externo autoriza el rol político de reformador ético. Al mismo tiempo, el papel de reformador moral que Podemos se afana por interpretar viene reforzado en sus discursos no sólo por la insistencia en el origen –no formamos parte de la casta-, sino también por el énfasis en instituir reglas de comportamiento que 962 Iglesias, 2015b: 10. 430 garanticen la pulcritud moral una vez que se accede al interior del sistema. El rol como agente de moralización de un universo político corrupto se acentúa a través de la elaboración de mecanismos organizativos cuya finalidad es prevenir que la formación morada se “malee” éticamente con el paso de los años; esto es, para impedir que se repita la historia de los demás partidos. Dentro de este espíritu de dignificación moral de la política, Podemos exhibe a lo largo de todo 2014 una serie de compromisos prácticos como la autofinanciación, la limitación salarial o la prohibición de las denominadas “puertas giratorias” a modo de salvaguarda contra la corrupción: “Muchas gracias a todas las personas que han aportado en los microcréditos: lo que ha podido cada uno, algunos 10 euros, algunos 50 euros, algunos han llegado hasta los 100. Gracias a vosotros y a vosotras, no dependemos de ningún banco. Gracias a eso, cuando sea presidente del gobierno, no podrá haber ningún banquero que descuelgue el teléfono para decirme que le debo un favor, porque nuestros únicos acreedores es gente como vosotros y vosotras”963. “Lo primero que vamos a hacer cuando lleguemos al Europarlamento es sugerir a nuestros colegas que hagan con su sueldo lo mismo que hemos hecho nosotros: tres salarios mínimos interprofesionales españoles. ¿Es algo extraordinario? Yo creo que no. Es sentido común. Cuando en tu país el salario mínimo interprofesional son 645 euros en 14 pagas, es indecente que alguien esté cobrando 8000 euros. Si yo le digo a mi madre –y tengo dos carreras, y hablo idiomas- que me van a pagar 8000 euros al mes por un trabajo, ella seguro que me responde: “hijo mío, eso tiene que ser algo de drogas o algo de delincuentes, no es normal”. ¿Por qué un eurodiputado tiene que cobrar más que un profesor, más que un juez, más que un inspector de Hacienda, más que un cirujano? ¡Qué vergüenza! Limitación de salarios, prohibición de puertas giratorias”964. Por último –y como será analizado en el apartado 14.6-, el lugar de enunciación adoptado por Podemos se declina igualmente en los siguientes términos: nosotros, los que venimos a equilibrar la balanza. O también: nosotros, los que venimos a recomponer el pacto social roto. Este lugar de enunciación presupone que alguien ha roto algo previamente. En concreto, que son las élites económicas y políticas quienes han quebrado un equilibrio previo. O sea que por culpa de las élites que conforman “la casta” algo bueno y justo ha sido echado a perder. Y que, a raíz de esta acción disruptiva, todo se ha descabalgado, 963 Pablo Iglesias, Discurso de Sevilla, 17 de diciembre de 2015 [los subrayados son míos]. 964 Pablo Iglesias, Discurso de la plaza del Reina Sofía de Madrid, 23 de mayo de 2014. 431 desordenado, desajustado. Esta es la descripción del estado de cosas inscrita implícitamente en este enfoque enunciativo. Por eso Podemos se presenta ante la opinión pública como una iniciativa que, desde la sociedad civil como un “afuera” de la partitocracia, viene a cohesionar lo de “dentro”. La formación morada es, bajo esta óptica enunciativa, un proyecto político restaurador, re- equilibrador, re-unificador, inequívocamente reformista. Una iniciativa que, como enfatiza Podemos en sus campañas de 2014, 2015 y 2016, se caracteriza por plantearse como meta que “nadie se quede atrás”, que “ningún ciudadano se quede en la cuneta”, que a “ningún español se le abandone”. Un proyecto político inclusivo que aspira a lograr que las cuentas económicas cuadren “con la gente dentro”. De ahí también que el lema escogido para la campaña de las elecciones generales de diciembre de 2015 sea Un país contigo. Podemos se presenta ante todo como una empresa política cohesiva desde el punto de vista social y desde el punto de vista territorial: un partido que viene a esforzarse por restañar la unidad perdida, el equilibrio roto, la armonía deshecha, la justicia abandonada. Aquí de nuevo puede observarse un paralelismo formal con el lugar de enunciación confeccionado por el FN de Marine Le Pen, especialmente a propósito de la situación de la République y de sus valores fundantes. Y es que, en efecto, el partido francés también construye su enfoque enunciativo como restablecedor o recomponedor de algo que las élites están quebrando: la república como edificio institucional y como creación axiológica. Por todo ello puede afirmarse que el lugar de enunciación elaborado por Podemos –y conjugado a través de estas cuatro diferentes declinaciones- aspira a interpelar abiertamente a la mayoría de la sociedad española; pasando por encima de las etiquetas ideológicas izquierda/derecha. Esto es, haciendo lo posible por vadearlas y omitirlas. En este sentido, el locus enunciativo construido por Podemos tiene una vocación deliberadamente transversal. Con la pretensión de que, al menos en un principio, el nuevo sujeto partidista –el nuevo emisor- pueda conectar con el descontento desarticulado que atraviesa a la sociedad española con el mínimo de interferencias de la lógica política anterior. Y que, de este modo, prácticamente ningún ciudadano pueda sentirse excluido de esta apelación a la reforma –y a la cohesión- desde fuera del sistema de partidos; esto es, desde una sociedad civil preparada, educada, honesta y, al mismo tiempo, maltratada. 432 Por eso Podemos enfatiza las invocaciones al sentido común y a la transversalidad desde 2014: “Porque tú le preguntas a cualquiera: ¿qué tiene que estar primero: los intereses de los bancos o el interés de las personas a que no les desahucien? Y no tiene ninguna duda. ¿Te parece natural que el Estado asegure que una persona va a poder cuidar a su madre o a su padres si está muy viejo y no se puede valer por sí mismo? Y todo el mundo te da la razón. ¿Te parece que habría que hacer una reforma fiscal para que pagaran impuestos los ricos? Y todo el mundo te da la razón. ¿Te parecería bien que se cambiara el código penal, no para llevar a la cárcel a quien roba una lata de sardinas, sino para llevar a la cárcel a los banqueros, a los defraudadores o a los que tienen empresas en paraísos fiscales? Y todo el mundo te dice que sí”965. “A nosotros que no nos cuenten que el problema de estas elecciones es que hay un centro- izquierda y un centro-derecha (…) Nosotros decimos cosas muy sencillas: que quien esté con la reforma fiscal, está con nosotros; quien esté a favor de la prohibición de las puertas giratorias, está con nosotros; quien esté por hacer una auditoría de la deuda para que el despilfarro de la banca lo paguen los banqueros, está con nosotros; quien esté de acuerdo con decirle a la señora Merkel que no queremos ser una colonia, está con nosotros”966. “¿Y sabéis lo que pasa? Que este programa es un programa de mayoría social, haya votado antes lo que haya votado, venga de donde venga, se emocione con los símbolos que se emocione”967. A lo largo de todo el año 2015, Podemos insiste en esta apelación de carácter transversal. Redobla sus esfuerzos por huir de las categorizaciones que le asignan sus adversarios – quienes le animan a declararse como “de izquierdas” y, a la vez, le acusan sistemáticamente de serlo “a escondidas”-, así como también por asentar un locus enunciativo cualitativamente nuevo. Un lugar de enunciación que le permita ocupar “la centralidad del tablero”. Podemos se afana entonces por enfatizar las apelaciones transideológicas a la mayoría social a través de expresiones como “venga de donde venga”, “haya votado lo que haya votado en el pasado”, “se haya sentido más de unos o de otros”, y de metáforas como “dar la mano” o “abrir los brazos”968. Esta voluntad de 965 Pablo Iglesias, Discurso de Valencia, 9 de mayo de 2014. 966 Pablo Iglesias, Discurso de Almería, 17 de mayo de 2014. 967 Pablo Iglesias, Discurso de la plaza del Reina Sofía de Madrid, 23 de mayo de 2014. 968 En esto Podemos tampoco se diferencia mucho de lo que hace el Front National durante el período de aplicación de la “hipótesis Philippot”. 433 apertura en Podemos se hace especialmente notoria en el discurso pronunciado por Iñigo Errejón durante la Marcha del Cambio del 31 de enero de 2015: “Venimos también a tender la mano. Hoy somos muchísimas y muchísimos aquí. Pero falta mucha gente. Y a toda esa gente le tendemos la mano, hayáis votado lo que hayáis votado, vengáis de donde vengáis, confiarais antes en los unos o en los otros. Si os indignáis con lo que pasa en nuestro país, si sabéis que las cosas podrían ser diferentes (…) Sois nuestra gente. Mano tendida y un agradecimiento a quienes habéis marchado con nosotros y antes confiasteis en el PP o antes confiasteis en el PSOE, o estabáis en casa resignados. No importa de dónde vengáis, no importa de dónde vengamos, importa hacia dónde caminamos”969. En consecuencia, el lugar de enunciación elaborado por Podemos –en sus cuatro conjugaciones o declinaciones- difiere notablemente de los enfoques enunciativos erigidos tradicionalmente por las plataformas de la izquierda alternativa española. En ningún caso, durante el período de aplicación de la “hipótesis Errejón”, la formación morada comparece ante la opinión pública como: nosotros, la –auténtica o verdadera- izquierda, ni tampoco en los términos de: nosotros, los que venimos a actualizar o a renovar a la izquierda. Al contrario, Podemos huye deliberadamente de esa descripción. Se la cede a Izquierda Unida. Lo cual introduce, como en el caso del FN respecto de la derecha nacionalista francesa, una originalidad notable. Aún más, Podemos ironiza sobre este tipo de auto-presentación de las fuerzas “a la izquierda del PSOE” desde una cierta reinterpretación de Lenin y de la tarea revolucionaria. Como se apuntó en el epígrafe anterior -14.1-, los impulsores de Podemos se ríen en nombre de la voluntad de transformar la sociedad de las prácticas habituales de la izquierda alternativa: “Hay algunos que piensan que el poder tiene miedo a la izquierda. La izquierda, como sabéis, siempre mirándose el ombligo: “Eh, me tenéis miedo a mí”. No. El poder no tiene miedo a la izquierda, tiene miedo a la gente, tiene miedo al pueblo. Y ser de izquierdas no es una religión; es asumir que tienes que convertirte en un instrumento para una mayoría social, una mayoría social que está con nosotros”970. “Hay un cierto fetichismo en la izquierda. “Es que lo que tú estás planteando es de izquierdas”, me dicen. Sí, ya. Sí, todo lo que nosotros decimos, a la izquierda le encanta. Pero para cambiar este país no basta con que a la izquierda le encante nuestro programa. 969 Iñigo Errejón, Discurso de la Marcha del Cambio, 31 de enero de 2015. 970 Pablo Iglesias, Discurso de Valencia, 9 de mayo de 2014. 434 No basta con que haya una identificación simbólica con la palabra izquierda y los símbolos de la izquierda. Hace falta una mayoría social que se identifique con tu discurso y con tus propuestas, y en esa mayoría social habrá muchos sectores que digan: lo de la izquierda no forma parte de mi identificación. Y eso es una cosa que de alguna manera hemos demostrado en este año. Hemos demostrado que con propuestas con las que la izquierda se sentía muy a gusto, pero con un discurso distinto y con unas formas distintas, se podía ganar, se podía desafiar al poder. Y eso implica hacer las cosas al contrario de como las hacía la izquierda”971. En definitiva, puede concluirse que, para poder alcanzar su objetivo, la “hipótesis Errejón” necesita en primer término construir un lugar de enunciación diferente en relación con la izquierda que le permita realizar interpelaciones amplias a la ciudadanía española. Ese punto de vista del enunciador es el regeneracionismo; esto es, la voluntad de cambio y de renovación promovida por la sociedad civil y encarnada por profesores jóvenes y precarios, representantes de una generación altamente cualificada e injustamente tratada por los poderes político-financieros tras la crisis económica de 2008. Ellos encarnarían la justa rebelión ciudadana –bajo los parámetros de la meritocracia-, y, al mismo tiempo, el deseo de recomponer la sociedad. De rehabilitar, refundándolo, el pacto social roto. Asimismo, estos jóvenes profesores liderados por Pablo Iglesias estarían anticipando en su modo de actuar, en su modo de debatir, en su modo de relacionarse, la política del porvenir: una actividad mejor, más útil, más honesta moralmente y que se desarrolla siguiendo cauces más racionales. 14.3 Construcción de un nuevo enemigo sobre tres ejes: la “élite tecnocrática inmovilista” Así como el FN marinista designa nuevos enemigos para zafarse de la posición que le estaba asignada en el sistema de partidos francés, así también Podemos en España construye una nueva dinámica de polaridad –sustentada a partir de tres ejes de confrontación- con la intención de situarse en la centralidad política y alejarse del fantasma de la extrema izquierda. En su forma, la operación retórico-estratégica de ambos partidos es de nuevo muy similar. Las dos formaciones usan esta estrategia para 971 Picazo, S. & De Delàs, M. (2015, 26, junio). “Entrevista a Pablo Iglesias. Pablo Iglesias: “Que se queden con la bandera roja y nos dejen en paz. Yo quiero ganar”, Público: https://www.publico.es/politica/iglesias- quiero-ganar-dejen-paz.html 435 transformar la lógica de la conversación política en sus respectivos países, las coordenadas interpretativas de los sistemas de partidos español y francés, así como para voltear el sistema de las identificaciones políticas en un lugar y otro. Las hipótesis “Errejón” y “Philippot” ponen en marcha esta operación retórico-estratégica para ser, a su modo, “revolucionarias”; frente al conservadurismo táctico e ideológico presente en algunos sectores de ambos partidos. En el caso de Podemos, la literatura académica ha subrayado abundantemente la originalidad del partido a la hora de nombrar enemigos972. Especialmente en el contexto español y dentro de una cultura política marcada fuertemente por el institucionalismo. Una operación discursiva impactante y que, al mismo tiempo, es observada como una anomalía. Como un esqueje o trasposición de modelos retóricos comunes en otros países. En buena medida, como hemos analizado en los apartados anteriores de esta sección, esta condición de injerto –de rama extranjera victoriosa- se adecúa a lo ocurrido. Podemos realiza el diagnóstico de que se está produciendo un proceso de “latinoamericanización” en el sur de Europa, y aplica en España un modelo retórico que ha visto funcionar en otros países de América del sur. Bien es cierto que, como examinaremos a lo largo de este epígrafe, no implementa miméticamente este esquema retórico confrontativo, sino adaptándolo a la circunstancia española973. Pero, así y todo, la resultante discursiva es sorprendente en un país poco habituado a salirse del eje de polaridad izquierda/derecha. Desde este punto de vista, Javier Franzé aborda en un artículo publicado en 2017 la trayectoria de la organización de la enemistad política en Podemos974. La manera en que la formación morada, a lo largo del tiempo, ha instituido enemigos y se ha relacionado con ellos. O sea, la forma en que ha evolucionado el establecimiento de la frontera política y la naturaleza de la misma en el partido de Pablo Iglesias. En este sentido, Franzé sostiene que Podemos ha transitado desde una relación antagonista con respecto del orden 972 Ver fundamentalmente a este respecto: Montesano, C & Morales-López, E. (2019): “The articulation of “the people” in the discourse of Podemos”, en Zienkowski, J. & Breeze, R. (eds): Imagining the Peoples of Europe. Populist discourses across the political spectrum, Amsterdam: John Benjamins Publishing Company, 123-147; Marzoff, H. & Ganuza, E. (2016): “¿Enemigos o colegas? El 15M y la hipótesis Podemos”, Empiria. Revista de Metodología en Ciencias Sociales, 33: 89-110; Pavía, M-J & Bodoque, A. & Martín, J. (20165): “The Birth of a New Party: Podemos, a Hurricane in the Spanish Crisis of Trust”, Open Journal of Social Sciences, 4: 67-86; Ramiro, L & Gómez, R. (2016): “Radical-Left Populism during the Great Recession: Podemos and Its Competition with the Established Radical Left”, Political Studies, 65 (15): 108-126. 973 O sea, en los términos de Errejón: “ciudadanizándolo” y “plurinacionalizándolo”. 974 Franzé, 2017. 436 establecido a una relación agonista. Desde una posición de enemistad con el régimen –al que se asocia con la palabra casta- a una posición en la que se desea reformar la institucionalidad recuperando el papel renovador del “viejo PSOE” –o sea, del Partido Socialista Obrero Español “antes de corromperse”. En suma, desde una perspectiva en la que se confronta con la casta como representante del sistema o del orden establecido, a un punto de vista en el que se fustiga a la “élite inmovilista”, no tanto por lo que supone de estatus jerárquico, cuanto por lo que implica de freno para el cambio. Y todo ello durante un período de tiempo relativamente corto: desde el inicio de 2014 hasta otoño de 2016. Por este motivo, en el título de este epígrafe no aparece la palabra “casta” –como es habitual en otros textos que abordan la cuestión de la frontera política en Podemos-, sino que se opta por una expresión que condensa mejor los elementos permanentes de la retórica confrontativa del partido morado. Puesto que, en rigor, el sentido atribuido al sustantivo “casta” y el significado de la expresión “élite inmovilista” coexisten temporalmente. Cuando Podemos emplea el término “la casta” lo hace también para criticar lo que esta tiene de lastre, de obstáculo para el avance del país. Lo que ocurre es que en 2014 le agrega un plus de sentido que más tarde se va diluyendo: la cuestión de la casta como fundadora y custodio de un régimen oligárquico; esto es, como guardiana, cerrojo y sagrario del “régimen del 78”. Y, por lo mismo, necesitada de una crítica severa, de un vuelco, de un acto de ruptura, de un proceso constituyente. ¿Cómo organiza Podemos la lógica del enfrentamiento con la “élite inmovilista”? La formación morada vertebra su discurso político a partir de tres líneas divisorias que se refuerzan entre sí. La primera línea divisoria o eje de la polaridad es aquel que distingue entre arriba y abajo; esto es, entre la élite y el pueblo, entre la casta y la gente. La segunda línea divisoria separa oligarquía de democracia, y enfrenta a las élites partidarias de la “deriva oligárquica con fachada tecnocrática” de los ciudadanos comprometidos con la defensa de la democracia –e incluso con su profundización. La tercera línea divisoria es aquella que opone la vieja política y la nueva política; o, lo que es lo mismo: el bipartidismo a “los nuevos partidos”, la regeneración a la corrupción, y el cambio al inmovilismo. Como puede percibirse, los tres ejes de polaridad anteriores no sólo no se contradicen, sino que sus sentidos se intensifican conforme se van agregando y superponiendo. La suma ahí no disgrega, sino que potencia. De tal modo que al final las tres líneas divisorias conforman un gran eje que enfrenta al extremo arriba-oligarquía- 437 viejo con el extremo abajo-democracia-nuevo. Profundicemos en cada uno de los términos que constituyen esta gran oposición. A) Eje arriba vs abajo Este eje constituye la espina dorsal del discurso de Podemos. La línea vertical que atraviesa el proyecto político morado y sostiene toda su retórica. Es, desde una perspectiva arquitectónica, la nervadura que distribuye el peso del edificio y, al mismo tiempo, la clave de bóveda que lo mantiene en pie. O, tomando una metáfora cerebral, el eje arriba/abajo sería el córtex -la conciencia de sí y de los otros- del proyecto político Podemos. Hasta tal punto que puede asegurarse que, sin ese eje, no habría existido el “fenómeno Iglesias”, primero, y el “fenómeno Podemos”, después. Sin embargo, se trata también de uno de los aspectos de la iniciativa morada más fuertemente criticados por el resto de actores políticos. Las izquierdas socialdemócrata y postcomunista española afean a la formación de Pablo Iglesias que se declare “ni de izquierdas ni de derechas” y que subraye que lo políticamente importante es la oposición élite/pueblo. Los argumentos que emplean el PSOE e IU son fundamentalmente dos. El primero señala que el eje vertical arriba/abajo desvía la atención sobre la división central en las sociedades contemporáneas europeas, a saber: la contraposición entre izquierda y derecha. La retórica de Podemos desnaturalizaría y deslocalizaría el conflicto político, arrojando una suerte de bruma epistemológica sobre los debates cruciales de nuestra época. El segundo argumento asegura que, a pesar de su carácter impactante y aparentemente novedoso, el discurso de Podemos ya fue utilizado en el pasado por los movimientos fascistas de las décadas de 1920 y 1930. En particular, por el fundador de la Falange Española: José Antonio Primo de Rivera. Ambos razonamientos sirven para llamar la atención sobre el carácter políticamente “peligroso” de la retórica de Podemos. Asimismo, la derecha conservadora española también censura la organización del campo político según el eje arriba/abajo. Vincula este discurso no sólo con el fascismo histórico, sino igualmente con los movimientos euroescépticos actuales; y, muy en particular, con la gramática política de Marine Le Pen y Matteo Salvini. A través de esta comparación fustiga el carácter demagógico, simplista y, en última instancia, falso de la oratoria de Podemos. 438 ¿Por qué el eje arriba/abajo constituye la médula espinal de la propuesta política de Podemos? Por diversos motivos de naturaleza estratégica. El primero de ellos señala que el eje vertical arriba/abajo es el instrumento retórico que permite volterar el sistema previo de las identificaciones políticas en España; y, de esta manera, habilita la acción – intensamente deseada por Podemos- de “patear el tablero político”. O, lo que es lo mismo: es el eje cuya introducción abre la puerta a realineamientos significativos dentro del esquema de las identidades políticas. El que, según insisten los impulsores de Podemos, ofrece la posibilidad de “repartir las cartas otra vez”, “disponer de un as”, “jugar sin los naipes marcados de antemano”, y “soñar de nuevo”. Más importante aún: es el tipo de polaridad que posibilita plantear una apertura semántica, una disputa diferente por el sentido, una operación semiótica de notables dimensiones: “Nosotros no decimos que no haya fronteras, o que no haya ideologías. Nosotros cambiamos una frontera por otra: arriba/abajo, que creo que es además más radical en el mejor sentido del término (…) Una visión anti-esencialista permite entender que aspirar a subvertir o atravesar las metáforas izquierda/derecha no es una renuncia a las ideologías, sino que es una forma diferente de plantear la disputa por el sentido. La construcción de un sentido político diferente, que apunta a la construcción de una voluntad general diferente y a que (…) no hay nada necesario en los términos izquierda/derecha como metáforas en torno a las cuales estructurar el campo político”975. La contraposición arriba/abajo –o también élite vs gente- inaugura nuevas posibilidades heurísticas. Abre la puerta a interpretaciones novedosas, articulaciones de sentido originales, relaciones de equivalencia y oposición inéditas, condensaciones afectivas poco presentes hasta ese momento, y, en general, despeja el camino para un tipo de gramática nueva. Además, como se apresuran a subrayar los fundadores de Podemos, es el tipo de lógica política que empleaba el movimiento 15M en el año 2011: Somos el 99% frente al 1%; o sea, somos la inmensa mayoría de los ciudadanos frente a una pequeña minoría de privilegiados. De tal manera que la iniciativa morada no estaría sino recogiendo ese testigo semántico. Trayendo al presente y revitalizando un “lenguaje de época” creado en las plazas. Y, con ello, no sólo rindiendo homenaje al 15M – presentándose indirectamente como su heredero-, sino impulsando una apertura mental y, por así decir, semiológica. 975 Errejón & Mouffe, 2015: 111. 439 El segundo motivo para la utilización deliberada del eje arriba/abajo guarda relación con el deseo de quebrar la organización horizontal del conflicto político en torno a los polos “izquierda” y “derecha”; y, en consecuencia, con la voluntad de separarse de las izquierdas -socialdemócrata y postcomunista- desde el punto de vista enunciativo. Podemos ordena sistemáticamente la política según el eje casta-arriba/gente-abajo porque no quiere ser vinculado con la izquierda, porque desea trascender el tipo de apelación a los ciudadanos típicamente izquierdista y porque además necesita ocultar –o, como mínimo, poner en un plano muy secundario- los orígenes militantes de sus impulsores. Por eso ironiza respecto a los debates léxicos a propósito del vocablo “izquierda” o respecto a las controversias acerca de la pureza ideológica de los que se reivindican de esa familia política: “En un momento dado hay una izquierda que entiende que hay que pelearse por la verdad de la palabra “izquierda”: nosotros somos la izquierda de verdad. Y nosotros decimos desde el principio: “pues te la quedas”, “te la regalamos”, nos interesa construir un pueblo, no construir la izquierda”976. Existe un tercer motivo al que Podemos apela recurrentemente: el eje arriba/abajo no sólo abre nuevas posibilidades interpretativas, no sólo permite realineamientos, no sólo reconoce de facto que las posiciones políticas no están dadas de antemano, no sólo faculta para interpelaciones populares más amplias, no sólo ayuda a huir del enfoque enunciativo habitual en la izquierda, no sólo ofrece la posibilidad de explicarle mejor a los ciudadanos lo que ha acontecido en España, sino que además es la gramática política que más incomoda al adversario. De acuerdo con los impulsores del partido, el eje vertical “élite/gente” es aquel que desafía a los rivales políticos en los términos en que éstos no desean ser retados. Aquel que introduce una lógica que, precisamente porque escapa a los puntos de referencia tradicionales, perjudica a las grandes formaciones del bipartidismo977. Hay que tener en cuenta que los estrategas del partido –y muy en particular Iñigo Errejón- entienden la política como una disputa por el sentido; esto es, como una batalla por elegir los términos del debate político, su significado principal y sus valores asociados. O sea, por decidir el léxico en el cual transcurre el debate político. Por 976 Errejón & Mouffe, 2015: 106-107. 977 “[Nosotros realizamos] una disputa por el sentido que no enfrenta al orden en sus términos” (Errejón & Mouffe, 2015: 107). Un desarrollo de este planteamiento puede leerse en el siguiente artículo periodístico: Errejón, I. (2015, 26, agosto). “Donde nos quieren”, Público: https://m.publico.es/columnas/110493884045/dominio-publico-donde-nos-quieren/amp 440 influir en el idiolecto de los que comentan e intervienen en la política, así como también en las connotaciones de ese vocabulario. Quien es capaz de fijar los términos en los que se da un debate, afirman los portavoces de la formación morada, tiene la mitad de la discusión ganada. De ahí que para ellos sea estratégicamente tan importante introducir el eje arriba/abajo como principio rector de la política española. Como esquema a partir del cual interactuar con el resto de plataformas partidistas. Y como sistema lógico desde el que poner a los rivales “a la defensiva”. El cuarto motivo está vinculado con el objetivo de provocar un vuelco electoral. Con la finalidad, como se apuntó en epígrafes anteriores, de actualizar en el presente el mandato leninista. Y de hacerlo, además, recuperando a Gramsci; esto es, rehabilitando la importancia del enfoque como construcción discursiva. Los fundadores de Podemos actúan persuadidos de que si logran transformar las preguntas a partir de las cuales se conforman los campos políticos, entonces pueden aspirar a modificar las respuestas del electorado; y, con ello, alterar la constitución y el peso relativo de cada uno de los bloques. Es decir, que si consiguen cambiar la lógica de ordenación del espacio político, entonces pueden provocar efectos inesperados. “Un cambio en las fronteras que organizan el campo político conlleva un posible cambio de los equilibrios”978, escribe Iñigo Errejón. Por eso, en su retórica, los portavoces de la formación morada se esfuerzan por introducir aquellas preguntas que anticipan el eje vertical, que albergan de modo implícito la contraposición arriba/abajo, y, por tanto, que llevan consigo la posibilidad de una reordenación de las respuestas y de los bloques políticos. De ahí que interpreten la consolidación del eje vertical como una conditio sine qua non del cambio político a gran escala; esto es, de su objetivo prioritario: la victoria electoral en las elecciones generales de 2015. El quinto motivo por el cual la polaridad arriba/abajo forma parte de la columna vertebral del discurso de Podemos es porque se trata de un elemento central, constitutivo, de la retórica populista. La formación morada asume esta lógica vertical como un aspecto cardinal de la movilización populista; es decir, del desafío frontal al bipartidismo. Como un aspecto capital de la “lógica de asalto de caballería”979, según las palabras del propio Errejón. Más adelante analizaremos la manera específica en que el principal estratega de 978 Errejón & Mouffe, 2015: 106. 979 Iñigo Errejón, Comunicación personal, 23 de diciembre de 2020. 441 Podemos entiende el populismo. Los matices que lo acercan y distancian de la manera de concebirlo de Florian Philippot. Pero, como ya examinamos en la primera sección de esta tesis, el eje arriba/abajo es, de acuerdo con las definiciones de Müller, Rosanvallon, Taggart, Mudde, Rovira o Canovan, el rasgo distintivo del discurso populista, su contenido específico. O, como señalan Kazin, Taguieff y Laclau, la forma prototípica –el esqueleto, la percha, la lógica- que adopta la retórica populista. No en vano, desde la perspectiva de los impulsores de Podemos, la ordenación del campo político en torno a un polo superior y un polo inferior es la herramienta gramatical que permite postular una identidad popular nueva. Proyectar una superficie de inscripción identificatoria novedosa con moldes plebeyos. O, en los términos más grandilocuentes que usa habitualmente la formación morada, “fundar un pueblo”, proclamar –como hace la constitución norteamericana-, “We, the people”. Donde esto significa fundamentalmente renovar y rehacer un pueblo; o sea, articular a la ciudadanía a partir de esta construcción gramatical y afectiva980. Mientras que el polo inferior se proyecta como una superficie de inscripción máximamente abierta para la ciudadanía –siguiendo el modelo del 15M-, el polo superior funciona como un “significante vacío”. La palabra “casta”, que Podemos pone en circulación en la discusión política española, es un término cuyo significado está tan abierto, es tan tambaleante, puede ser rellenado de tantos contenidos, valores y matices diferentes, que socialmente actúa como lo que Ernesto Laclau denomina “significante flotante” o “tendencialmente vacío”981. Este carácter peculiarmente ambiguo del vocablo “casta” –o también “élite”- implica que los ciudadanos pueden adscribirle valores y sentidos radicalmente heterogéneos, con la única condición de que sean negativos y permitan construir algo otro por oposición. La designación de una “casta política y económica” por arriba –cuyo significado y límites son necesariamente vaporosos-, federa a quienes no se sienten parte de ella por abajo. Ofrece una identidad a quienes se sienten perjudicados por esa élite, a saber: la no-casta; o sea, el pueblo, los ciudadanos corrientes, las personas de a pie, la gente. Ni la casta ni su opuesto –la gente- presentan límites prefijados o fronteras claras, pero sí disponen de marcas, hitos, símbolos o 980 El número dos de Podemos se expresa por escrito en varias ocasiones a favor de proponer un “horizonte refundacionalista”. Ver: Errejón, (2015, 27, noviembre). “¿Por qué Podemos? Algunas razones de la remontada”, Eldiario.es: https://www.eldiario.es/opinion/tribuna-abierta/traduciendo-nacional-popular- razones-remontada_129_2338662.html 981 Ver sobre todo: Laclau, 2005; y Laclau, 2009. 442 corporalizaciones orientativas. Por ejemplo, en el caso de la “casta” o la “élite”, Podemos nunca concreta a partir de cuántos ingresos alguien puede ser incluido en esta categoría, ni tampoco facilita una listado de los miembros del polo superior; pero, en cambio, sí enmarca el término “casta” a través de figuras precisas: Miguel Blesa, Rodrigo Rato, Luis Bárcenas, Elena Salgado, Emilio Botín, Ana Botella, Alfredo Pérez Rubalcaba, Gerardo Díaz Ferrán o Rita Barberà –en el plano nacional-; a quienes habría que añadir, en el plano internacional, a Jean-Claude Juncker, Mario Draghi, José Manuel Durao Barroso, Ángela Merkel, Martin Schulz o Christine Lagarde. Todos ellos son nombres que fijan –sin especificar ni definir- el término “casta”. Que hacen las veces de mojones en un terreno semiótico amplio, despejado y en barbecho; en una parcela aún por plantar, aún por ser sembrada de contenido. En el caso del polo opuesto –“el pueblo” o “la gente”-, el carácter indeterminado de la categoría es aún más notorio. La formación morada no ofrece detalles acerca de su composición sociológica o económica. No especifica sus límites o sus criterios de inclusión/exclusión. Ni siquiera da nombres. Y lo hace deliberadamente. Porque se trata de que “el pueblo” o “la gente” no sean categorías sociológicas o económicas –como estrato social o clase-, sino proyectivas. Etiquetas discursivas con las que identificarse o reconocerse. Por eso Podemos no está tan interesado en definir cuanto en sugerir; o sea, en indicar, apuntar o aludir a través de expresiones figurativas. La finalidad de estas “fórmulas figurativas” es dar pistas, operar como banderines de enganche, aludir a lugares comunes y ejercer como balizas de sentido en medio de un océano de posibilidades interpretativas. De hecho, pueden encontrarse diversas muestras de este tipo de expresiones alusivas o figurativizaciones en las campañas electorales de 2014, 2015 y 2016, a saber: “los que quieren el cambio”, “la gente que se esfuerza”, “los que se dejaron la piel”, “las personas que no han dejado herencias millonarias, sino de derechos, libertad y esperanza”, “la gente sencilla”, “la gente decente”, “la gente normal”, “los ciudadanos anónimos”, “la gente de abajo”. O también a través de imágenes individualizadas: “la abuela que enseña a sus nietos que los juguetes se comparten”, “el enfermero que sabe que su ternura es la dignidad de la anciana enferma”, “la profesora que se esfuerza para que todos los niños aprendan”, “el policía que no pierde la paciencia”, “el pequeño empresario que trata a sus empleados como compañeros”, “la jueza que sabe que el derecho es la garantía de los débiles frente a los poderosos” o “el abogado de oficio que se deja la piel por su defendido”. En una de las entrevistas 443 realizadas para este trabajo de tesis, Iñigo Errejón reconoce la función indicial, inferencial y movilizadora del empleo de este tipo de alocuciones: “Una cosa en la que yo incido mucho es en el tropos “la gente corriente”; y reconozco que es una expresión resbaladiza. Porque claro: ¿quién es la gente corriente? Pero es precisamente en su carácter resbaladizo donde estriba su capacidad movilizadora. En un país que está en ebullición y que siente que los de arriba le han traicionado, todo el mundo es potencialmente “gente corriente”; o, mejor dicho, casi todo el mundo se quiere visualizar a sí mismo como “gente corriente”. Por eso políticamente es una categoría tan dura de pelear y tan válida”982. Por todas estas razones, el eje de confrontación arriba/abajo es el más importante de la retórica de Podemos. Porque es esta polaridad vertical la que construye los términos en los que se desarrolla la disputa política; porque lo hace de manera favorable a la formación morada; y porque, en última instancia, es ella quien construye los bloques o bandos. Los otros dos ejes de oposición –oligarquía vs democracia, y vieja política vs nueva política- no hacen sino reforzar o asentar esta polaridad básica entre por un lado la élite y, por otro lado, la gente. En este sentido, son ejes potenciadores que se añaden o agregan a la línea divisoria central. B) Eje oligarquía vs democracia La división del campo político entre “partidarios de la oligarquía” y “defensores de la democracia” se subordina, en el discurso de Podemos, a la distinción entre la élite y el pueblo. De tal manera que en este esquema argumentativo, la “casta” coincide con los “partidarios de la oligarquía” y la categoría “gente” concuerda con “la ciudadanía partidaria de salvaguardar la calidad democrática en España”. Al igual que en el caso del eje arriba/abajo, la contraposición entre democracia y oligarquía –o entre democracia y tecnocracia- genera mucha polémica entre el resto de partidos, que la juzgan exagerada e intolerable. Además, como también ocurre en el caso del eje arriba/abajo, la polaridad oligarquía/democracia se instala desde muy pronto en el discurso de Podemos. En concreto, desde el manifiesto inicial Mover Ficha. Allí los fundadores de Podemos critican la “conversión de los parlamentos en órganos burocráticos y sin capacidad política”, alertan sobre el “golpe de Estado financiero” que 982 Iñigo Errejón, Comunicación personal, 17 de diciembre de 2020. 444 se está produciendo en los países del sur de Europa, advierten de que España transita progresivamente hacia formas políticas “autoritarias” envueltas “en procesos electorales cada vez más vaciados de contenido”, -o sea, hacia una “involución democrática”-, y sostienen que las élites “han secuestrado nuestra democracia”983. No en balde, todo el manifiesto Mover Ficha pivota en torno a las contraposiciones arriba/abajo y oligarquía/democracia; y, secundariamente, alrededor de la polaridad resignación/ilusión. Esta organización del campo político según el eje oligarquía/democracia se dirige contra las élites españolas –la “casta política y económica”- y contra las élites europeas – representadas por la Troika: el Banco Central Europeo, la Comisión Europea y el Fondo Monetario Internacional. O sea, contra aquellos que, siguiendo la imagen de Iglesias, “nos han llevado al desastre” –o según el retrato que pinta Marine Le Pen nos “han puesto ante el abismo”-, y que estarían encarnados por figuras como Christine Lagarde, Jean-Claude Jüncker, Angela Merkel o Martin Schulz en el plano internacional; y por Rodrigo Rato, Miguel Blesa, Felipe González o José María Aznar, en el plano nacional. Todos ellos son, desde la perspectiva morada, los promotores de la oligarquización de los regímenes políticos europeos y de la deriva tecnocrática de los mismos. Ellos son, en consecuencia, los responsables de que la disputa política ya no se dirima en términos de “izquierda” o “derecha”, sino más bien según los parámetros de “más democracia” o “menos democracia”; o, como veremos a lo largo de este apartado, dentro de la disyuntiva entre “soberanía” y “tutelaje”. Esta estructuración del campo político alrededor de los polos “oligarquía” y “democracia” –este énfasis en esa contraposición-, resulta especialmente perceptible en los discursos de la formación morada durante el año 2014 y, en menor medida, en la Marcha del Cambio del 31 de enero de 2015. Es entonces cuando Podemos vincula la “falta de democracia” en España con “la casta”; y, a su vez, a “la casta” con el “régimen del 78”. De tal manera que las insuficiencias democráticas del “régimen del 78” serían atribuibles a las acciones y a los intereses de la casta; la cual habría moldeado el sistema político español postdictatorial a su imagen y semejanza. Planteado de este modo, España llevaría siendo desde los años de la Transición un régimen democrático de baja intensidad. Una democracia “de fachada” capturada por los intereses de las élites. Aún más: una 983 Podemos, (2014, 14, enero). “Mover Ficha: convertir la indignación en cambio político”, Manifiesto fundacional, 1-2: http://tratarde.org/wp-content/uploads/2014/01/Manifiesto-Mover-Ficha-enero-de- 2014.pdf 445 “democracia oligárquica”. A raíz de este análisis, en su primera etapa –y alentado sobre todo por el sector Anticapitalista-, Podemos propone impulsar un “proceso constituyente”984. Para “hacer bien” lo que terminó mal en 1978; o sea, para “llenar de pueblo” al sistema político. De ahí que pueda afirmarse que, a lo largo de ese período, la formación morada mantiene una relación antagónica con el orden del 78, concebido como ejemplo paradigmático de política cupular, olvido del pasado, sacralización del consenso como valor moral y baja participación ciudadana985. Una ilustración magnífica de este modo de funcionamiento escasamente democrático la encuentra Podemos en el método – así como en el relato y en las formas- con el que se reformó el artículo 135 de la Constitución española en agosto de 2011; un asunto al que Pablo Iglesias se refiere en innumerables ocasiones durante la campaña electoral de 2014: “A mi izquierda, Elena Valenciano, representante de un partido que pactó con el de enfrente la reforma del artículo 135 de la Constitución sin consultar a los ciudadanos para entregar la soberanía de nuestro país. A mi derecha, Arias Cañete, representante de un partido que pactó con el de enfrente la reforma del artículo 135 de la Constitución sin consultar a los ciudadanos para entregar nuestra soberanía”986. Desde este punto de vista, España sería, en el ámbito doméstico y desde 1978, una democracia limitada por el “turnismo” bipartidista, reducida a lo procedimental, a elegir entre opciones prácticamente iguales. Una democracia más aparente que real, como apuntaba uno de los grupos promotores del movimiento 15M. Bajo estos parámetros, Podemos quedaría dibujado como una iniciativa política que se propone recuperar la democracia de su devaluación –o incluso secuestro- por parte de la “casta política y económica” del país; un proyecto que viene a restablecer la democracia atravesándola de “pueblo”; esto es, confrontando con la oligarquía e introduciéndole participación popular y ciudadana: “Y lo que tenemos que decirles a esos gatos es que la democracia no es elegir entre el PP y el PSOE, no es elegir entre la Coca-Cola y la Pepsi-Cola. La democracia no es esto. Y nos han convencido de que es esto: de que la democracia es un procedimiento por el cual 984 En el manifiesto inicial Mover Ficha se define la iniciativa Podemos del siguiente modo: “Una candidatura que defienda una democracia radical donde los referéndums vinculantes y las ILP formen parte destacada de un nuevo ordenamiento jurídico tras un proceso constituyente” (Podemos, 2014: “Mover Ficha: convertir la indignación en cambio político”, 3) 985 Franzé, 2015; Franzé, 2017. 986 Pablo Iglesias, Discurso de Sevilla, 21 de mayo de 2014 [los subrayados son míos]. 446 tú puedes cada cuatro años ir a un colegio electoral y te encuentras una lista cerrada que te han presentado los de Coca-Cola y una lista cerrada que te han presentado los de Pepsi- Cola (…) Desde que los griegos inventaron esa palabrita, democracia, sabemos que democracia viene de “demos” y “cratos”. “Demos” significa “pueblo” y “cratos” significa “gobierno”. El gobierno del pueblo, el gobierno de la gente. Eso significa que la democracia no es un procedimiento, sino que el poder tiene que estar en manos de la gente”987. A menudo la narrativa acerca del plano nacional –la “casta” nos ha robado la democracia, repite regularmente Pablo Iglesias durante los mítines de 2014- se combina con el relato internacional de la humillación: la conversión de España en un país periférico, sometido, empobrecido y subyugado a los dictados de gobiernos extranjeros e instituciones no democráticas. La degradación de España a una suerte de “colonia de Alemania”. De país pobre relegado a transformarse en una tierra de salarios bajos para los individuos nacionales y divertimento para los ciudadanos extranjeros. De falta de futuro para su población –especialmente para los jóvenes- y jolgorio para los turistas del norte de Europa. La mejor muestra de esta retórica “tercermundizante” se encuentra en una anécdota que el candidato de Podemos cuenta en varios mítines de la campaña de las elecciones europeas de 2014: “El otro día un amigo que estaba en Mallorca me mandaba una foto de un mallorquín, vestido de mexicano, con un sombrero de mariachi y una guitarra cantándole rancheras a un grupo de alemanes borrachos. En eso quieren convertir nuestro país: en una colonia de Alemania, en un país en el que nuestros jóvenes más preparados tienen que irse al aeropuerto acompañados de su familia, a la que le ha costado mucho que estudien (…) Quieren convertirnos en una colonia de Europa, en un país en el que se ofrezca mano de obra barata y en condiciones de precariedad para servir cañas y tapas a los ricos del norte que vienen a veranear aquí”988. Este discurso de perfil anticolonial proviene del diagnóstico de la “latinoamericanización de los países del sur de Europa”, al que ya nos hemos referido en esta tesis doctoral. De acuerdo con este análisis, las élites nacionales españolas, griegas, italianas o portuguesas llevarían vendiendo sus países a poderes extranjeros desde 2008 “con la excusa de la austeridad”989. Y, al hacerlo, estarían deteriorando los sistemas democráticos de sus 987 Pablo Iglesias, Discurso de Valencia, 9 de mayo de 2014. 988 Pablo Iglesias, Discurso de Sevilla, 21 de mayo de 2014 [los subrayados son míos]. 989 Pablo Iglesias, Discurso de la Marcha del Cambio, 31 de enero de 2015. 447 respectivas naciones. En concreto, en el caso de España, la “casta política” estaría haciendo trizas en los últimos años la ya de por sí maltrecha democracia heredada del 78; actuando como “mayordomos de los ricos” y como “delegados” de instancias internacionales no elegidas democráticamente. O sea, como una élite traidora al mandato democrático popular y servil a la tecnocracia económica europea. Este relato introduce una cuestión central en la retórica de Podemos de ese período: la vinculación directa entre democracia y soberanía –nacional y popular. Siguiendo el discurso de la formación morada, España se estaría transformando en un país cada vez menos democrático a medida que se le estaría desposeyendo de su soberanía. Es decir, el sistema político español se estaría convirtiendo en una suerte de prefectura colonial dominada por una élite político-financiera a medida que a sus ciudadanos se les hurta la capacidad de decidir sobre el rumbo del país con argumentos de naturaleza tecnocrática. ¿Quién sería el responsable de esta deriva antidemocrática? La Troika europea con la complacencia de la élite “vasalla” española. O, lo que es lo mismo: agentes externos – extranjeros- con la ayuda de actores nacionales “traidores” o “antipatriotas”. Sobre este punto, la retórica de Podemos guarda enormes similitudes con el discurso desplegado por el Front National a propósito de la democracia -ver apartado 10.4.3. De hecho, a veces incluso ambos partidos emplean fórmulas similares para referirse a sus adversarios, como por ejemplo la expresión “totalitarismo financiero”. Se trata, en puridad, de una gramática de época –soberanista y democratizante- que usan diversas fuerzas desafiantes del establishment político y económico en varios países del sur de Europa. Una buena muestra de este tipo de retórica la ofrece Pablo Iglesias en su intervención en la Marcha del Cambio de Madrid, celebrada precisamente en el momento álgido del soberanismo democrático anti-Troika y anti-austeridad, nada más ser elegido Alexis Tsipras como presidente del gobierno de Grecia: “Lo que está hoy en juego en España y en Europa es la propia democracia, y frente al totalitarismo financiero, nosotros estamos con la democracia. Hace unos días se reunían en el Foro de Davos los grandes inversores mundiales. 1700 jets privados llegaron para discutir del cambio climático. Hay que recordarles que la soberanía europea no está en Davos, no está en el Bundesbank, no está en la Troika, no es de Merkel. La soberanía europea es de los ciudadanos. ¡Basta ya de secuestrar la soberanía! ¡Basta ya de gobiernos 448 cobardes que no defienden a sus pueblos! (…) Soñamos con una Europa de los ciudadanos, no de los mercaderes y los bancos, una Europa de la gente y de los pueblos”990. Este relato articulado en torno a la contienda democracia/soberanía versus oligarquía/colonialidad, ofrece además a Podemos la posibilidad de desplegar un discurso patriótico de nuevo cuño. Permite resemantizar la idea de patria, como examinaremos en el punto 14.4. O, dicho de otro modo: proporciona la oportunidad de abordar un tema hasta ese momento tabú para la izquierda alternativa española –véase el apartado 14.1. En esta narrativa se percibe de nuevo una notable influencia latinoamericana. Un ademán de mímesis de lo visto, aprendido y experimentado en países como Bolivia o Venezuela. Que se observa no sólo en la voluntad de resignificar la patria –en la convicción de que no hay revolución sin imbricar algún concepto de nación-, sino también en el timbre “decolonial” de hacerlo. Como si los impulsores de Podemos no vislumbraran otra manera de construir un relato patriótico que en este tono; como si una reivindicación democrático-soberanista sólo pudiera erigirse sobre un tipo de retórica “tercermundizante”. No obstante, a partir de la celebración del referéndum griego sobre las condiciones del rescate económico a ese país celebrado en junio 2015 y el posterior giro “rigorista” del gobierno de Alexis Tsipras, el eje oligarquía/democracia se va diluyendo dentro del eje renovación/inmovilismo en el seno del discurso de Podemos. Especialmente en su vertiente o declinación europea. De tal manera que la reivindicación democrática frente a Bruselas –el soberanismo con acento decolonial- se pone en sordina. No desaparece del todo, pero sí se rebaja y comienza a inscribirse dentro de una apelación genérica a la profundización democrática en la UE y a la regeneración de la democracia en España. El número dos de Podemos reconoce este viraje tanto en la forma de pensar la temática europea como en la manera de expresarlo: “[Nosotros hablamos de] la necesidad de una España más fuerte con un Estado más fuerte a su servicio que no nos haga ser periferia en Europa. O sea, esta sensación de que somos el tonto de Europa y que hay que articular un cierto soberanismo democrático. Yo ahí he ido cambiando: empecé apoyando un soberanismo no diría que antieuropeo, pero sí hiper- 990 Pablo Iglesias, Discurso de la Marcha del Cambio, 31 de enero de 2015 [los subrayados son míos]. 449 crítico con la Unión Europea, pero creo que eso después se enfrió mucho, sobre todo tras lo que supone para todas las izquierdas la derrota del gobierno de Alexis Tsipras”991. Finalmente el eje “democracia-soberanía versus oligarquía-colonialidad” de intensa huella antagonista queda subsumido dentro de un impulso más suave hacia el cambio y la reforma –aunque todavía engalanado de ímpetu o arrojo- frente a unas élites, nacionales y europeas, caracterizadas fundamentalmente como viejas, obtusas y perezosas; y, por eso mismo, incapaces de llevar adelante, de sostener sobre sus hombros, ninguna “tarea histórica”. C) Eje viejo vs nuevo La polaridad viejo/nuevo no sólo ahonda la oposición básica entre el “arriba” –la élite- y el “abajo” –la gente corriente-, sino que dibuja el contorno de la “nueva política” como enfoque enunciativo. La agregación de esta línea divisoria perfila y ofrece una textura más suave a la contraposición vertical casta/gente. Al hacerlo, permite lanzar una convocatoria a la ciudadanía que, manteniendo la tensión entre el polo superior y el polo inferior, resulta más abierta, menos agresiva, menos fracturante. O sea, una apelación que preserva la verticalidad, pero –por asi decir- en “régimen apaisado”. Por eso el tipo de interpelación que Podemos realiza a los españoles desde el enfoque enunciativo de lo nuevo es potencialmente más transversal, más diáfana, más englobante, y, al mismo tiempo, más inocente, más “progresista”, más ecuménica. No por casualidad el eje “vieja política”/“nueva política” gana la primera plana en el seno del discurso morado cuando el eje oligarquía/democracia, la retórica soberanista y la posición antagonista pierden fuelle. Esto es especialmente identificable en las campañas electorales de diciembre de 2015 y junio de 2016. En ambos momentos la formación morada conecta, por un lado, las expresiones “gente corriente” y “nueva política”; y, por otro lado, “élite bipartidista” y “vieja política”, añadiéndoles una connotación moral y vagamente iluminista, según la cual “lo nuevo” conduce al “progreso”. ¿Cómo hace esto Podemos? Porque añade un tercer elemento: la “nueva política” traería el progreso porque viene de fuera. O sea, porque no pertenece a un mundo moral y técnicamente sospechoso: el de la alta política y la alta economía. Un entorno –un “mundillo”- cuya negligencia técnica y falta de responsabilidad ética habrían quedado 991 Iñigo Errejón, Comunicación personal, 17 de diciembre de 2020 [los subrayados son míos]. 450 demostradas tras los últimos años de crisis económica. O, dicho de otro modo: porque los actores de la “nueva política” son outsiders respecto de todo ese universo de prácticas y ethos corrompidos. Pero además la “nueva política” acerca al “progreso” porque viene de abajo. En este punto conviene hacer una precisión: ¿“abajo” en relación con qué? “Abajo” con respecto a la gran élite política y financiera, es decir abajo en términos relativos; pero no en términos absolutos. La legitimidad moral y técnica de la “nueva política” no proviene de que sus líderes pertenezcan al estrato social económicamente más deprimido de la sociedad, sino precisamente de que forman parte de los sectores medios. De que -como señalábamos en el epígrafe 14.2- se presentan a la sociedad como profesores de universidad, como politólogos, como expertos, y, por tanto, hasta cierto punto, como “técnicos ciudadanos” o “ciudadanos especializados/capacitados”. Podemos ni siquiera aspira a representar en prioridad a los sectores más vulnerables de la sociedad, sino a las clases medias “traicionadas” por la ruptura del contrato social y “depauperadas” por la crisis económica de 2008. Por este motivo, los estratos medios culturalmente ricos pero materialmente empobrecidos, con miedo al futuro y psicológicamente defraudados se erigen, en la retórica de la iniciativa morada, como el símbolo de la crisis y de la falta de proyecto de país. Condensan la idea de fracaso colectivo. De “horizonte de país truncado”992. Y, en esa medida, se construyen como la parte representativa del todo de la sociedad española. Figuras como los “científicos que se van a trabajar a Alemania”, “los jóvenes con titulaciones superiores que tienen que emigrar” o “las madres que tienen que ir a despedir a sus hijos a los aeropuertos” funcionan como sinécdoques del sufrimiento de todo el país. Aún más: ejercen como alegorías de la expulsión de las clases medias del bienestar colectivo. En este sentido, la “nueva política” representa la rebelión de esos sectores intermedios y su vuelta a la vida política. Su retorno “ciudadanista” e indignado. Outsider y reformista. Amable pero implacable. Y Podemos se esfuerza en ser su encarnación partidista más precisa, expresiva y solvente. El eje viejo/nuevo toma así la dimensión de regreso de aquello que había sido –injustamente- expulsado de la vida política. De aquello que viene de fuera –pero no tanto- para reformar las cosas. Y, a la inversa, “lo viejo” se instituye 992 Iñigo Errejón, Comunicación personal, 17 de diciembre de 2020. 451 como lo inmovilista, lo que preserva la injusticia, lo que mantiene la inercia descendente, lo que ha defraudado, y, en consecuencia, lo que ya no sirve. Además, “lo viejo” se erige también como lo defensor de lo de arriba, lo egoísta, lo ciego, lo incapaz y lo elitista. La “vieja política” se concibe así como un freno para los cambios que el país necesita y -este matiz es importante- que tarde o temprano se van a producir. Con el fin de reforzar esta idea de reforma amable y aceptable, Podemos apoya el eje viejo/nuevo sobre un cierto “juego de espejos” con la Transición española993. O sea, asienta su reivindicación de la “nueva política” sobre un mito reformista en nuestro país; o, más específicamente, sobre la gran narrativa reformista de nuestro país. Esta maniobra se traduce en la afirmación corriente a lo largo de todo el año 2015 de que “España ya ha cambiado”, de que el país real ya ha modificado sus gustos y sus preferencias –como en los años finales de la dictadura-, pero que, en cambio, el país oficial, el micromundo del “turnismo bipartidista”, aún no lo ha hecho. Y, por tanto, que se impone un cambio que adapte las instituciones anquilosadas a la realidad de la nueva España. Una transformación capaz de lograr que el universo de la representación política se parezca al país de la calle. El imaginario que moviliza aquí la formación morada es el del “tardofranquismo”. Su enciclopedia, en términos de Eco, es la de la Transición. De hecho, el partido morado deja entonces de hablar de “proceso constituyente” y lo sustituye ocasionalmente por la expresión “una nueva Transición”. El objetivo de este tipo de analogía no es sólo entroncar simbólicamente con esta matriz de cambio –de triunfo de la “nueva política”-, sino específicamente reconciliarse con una franja del electorado mayor de 60 años muy reacio a votar por Podemos. Un grupo de población que interpreta el mensaje antagonista del primer Podemos –y en particular la expresión “régimen del 78”- como un cuestionamiento de sus propias trayectorias vitales. Esta voluntad de conectar con la memoria de cambio –de transformación cultural y política- de aquellos años y reconciliarse así con los sectores de la población que protagonizaron ese momento se aprecia muy claramente en la campaña “Gracias 1978, Hola 2016”994, que el partido morado organiza el 6 de diciembre de 2015. Es decir, el día en que se 993 “Estamos viviendo un momento histórico. A mi juicio, estamos viviendo una nueva Transición (…) Somos la fuerza política que ha convertido la indignación en propuestas de gobierno para pilotar junto a la gente, empujados por la gente, una nueva Transición” (Pablo Iglesias, Discurso de Zaragoza, 12 de diciembre de 2015). 994 Ver: Pablo Iglesias (2015, 6 diciembre): “Declaración ante los medios”, Antena 3 Noticias: https://www.youtube.com/watch?v=A_vsnWfa-2Y 452 conmemora cada año el aniversario de la Constitución española. De modo significativo, el acto -en el que además de Pablo Iglesias, también participan Ada Colau, Mónica Oltra, Xosé Manuel Beiras, y Vicky Rossel- lleva como subtítulo “Hagamos Historia de nuevo” y en él aparece constantemente el hastag #UnaConstituciónContigo995. El entonces número dos del partido explica con estas palabras la motivación que guía la organización de un acto de estas características: “Gracias 1978, Hola 2016. Es decir, somos lo nuevo, el país que viene. Y el país que viene no es la revancha de los que perdieron hace 40 años, el país que viene reúne a los que ganaron, a los que perdieron y a los que no saben si ganaron o perdieron, pero que sienten que hoy les han estafado”996. La “nueva política” queda de este modo asociada a “una nueva Transición” y al proyecto político de Podemos. Se plantea como lo más parecido en el presente al espíritu de cambio de finales de la década de 1970 y comienzos de la década de 1980. Como una suerte de Transición reloaded. Lo cual mitiga sus connotaciones más rupturistas. Por eso Podemos no desdeña los paralelismos con el PSOE. Porque desea entroncar con el mito para llevarlo un paso más allá. No obstante, la aparición de Ciudadanos trastoca la composición anterior según la cual existirían, por una parte, “las formaciones del bipartidismo” –o sea, la “vieja política”: el Partido Popular y el PSOE- y, por otro lado, la formación liderada por Pablo Iglesias como única traducción partidista de la “nueva política”. La mutación del partido de Albert Rivera desde una formación regional catalana –partidaria del unionismo- a una formación de carácter nacional, ideología liberal y posición centrista, tiene como primer efecto la ruptura del monopolio simbólico de lo nuevo por parte de Podemos. De tal manera que, a partir de la extensión de Ciudadanos a todo el país, la escena política nacional queda dividida metafóricamente en dos bloques simétricos: de un lado, el espacio simbólico de la “vieja política”, conformado por las dos plataformas tradicionales del bipartidismo; y, del otro lado, el espacio simbólico de la “nueva política”, habitado también por dos partidos: Ciudadanos y Podemos. 995 A este respecto, es sumamente ilustrativo consultar el acto completo: Podemos (2015, 6 diciembre): “Gracias 1978, Hola 2016. Hagamos Historia de nuevo”, Podemos: https://www.youtube.com/watch?v=nLRA5uORwcQ 996 Iñigo Errejón, Comunicación personal, 17 de diciembre de 2020. 453 En definitiva, el eje viejo/nuevo dulcifica el carácter desafiante del primer Podemos sin anularlo del todo. Crea la polaridad “nueva política” versus “vieja política” que se suma a las oposiciones arriba/abajo y oligarquía/democracia, reforzándolas y, al mismo tiempo, suavizándolas. Además, inviste a Podemos como el “partido del cambio”; etiqueta que más tarde tendrá que compartir y disputar con Ciudadanos. Adicionalmente, el eje viejo/nuevo conecta con la narrativa del cambio de la Transición española, y, de esta manera, enlaza con el gran mito fundante de la política democrática en España, contribuye a interpelar a la franja del electorado mayor de 60 años y, hasta cierto punto, permite resignificar la propia Transición, llevándola más allá de sí misma. Asimismo, la polaridad “vieja política”/“nueva política” construye un adversario que está de salida, que ya es sólo obstáculo o energía reactiva, y cuya hegemonía política va necesariamente camino de extinguirse. Con ello, genera una cierta épica del cambio que alimenta el “exitismo” del que se nutre electoralmente Podemos; esto es, la idea de que la formación morada está asociada al valor del triunfo, de que anticipa ya la política del futuro, y, en consecuencia, de que ocupará pronto posiciones de poder. Por todos estos motivos, la oposición viejo/nuevo se instala con fuerza en la política española durante todo el año 2015; imbricándose, en el caso particular de Podemos, con el eje arriba/abajo. 14.4 Cartografía del sentido común y lanzamiento de OPAs semánticas sobre conceptos clave Al igual que el Frente Nacional marinista en el caso francés, Podemos también realiza un importante esfuerzo estratégico por resignificar algunos de los conceptos centrales de la discusión política española. De la misma manera que la “hipótesis Philippot” entiende que, para ocupar un espacio simbólico nuevo dentro del sistema de las identidades políticas en Francia, necesita conquistar, resemantizar y, hasta cierto punto, monopolizar una serie de ideas vertebradoras del sentido común –republicano- francés; así también la “hipótesis Errejón” interpreta que, para erigirse como un actor verdaderamente nuevo de la política española, Podemos debe politizar de otro modo algunas de las nociones más empleadas dentro del debate público en España. Es decir, no debe rechazar aristocráticamente esas nociones –o considerarlas falsas o poco ambiciosas-, sino tomarlas, aceptarlas, asentarse en ellas, y dirigirlas hacia otro lugar. Necesita usar las ideas y valores del sentido común dominante contra ese mismo sentido común. Y hacerlo 454 sin que lo parezca; o, como mínimo, sin que se vislumbre especial animadversión. Sin que el hecho de “tener un pie en cada lado” se interprete como engaño o traición. En suma, la formación de Iglesias tiene que retar a las ideas del sentido común dominante mientras las reivindica; necesita afirmarlas al tiempo que transforma su significado principal. Tanto en el caso francés como en el español, la estrategia pasa por realizar operaciones retóricas de desplazamiento y resemantización con el fin de resituarse en el espacio público y competir mejor con sus rivales partidistas. El objetivo es romper las barreras simbólicas que impiden interpelar al grueso de la ciudadanía y, simultáneamente, impermeabilizar a sus partidos de las críticas que puedan realizar el resto de actores políticos y mediáticos. En ambos países, se trata de pelear primero la hegemonía cultural y más adelante la hegemonía política; para de este modo estar en condiciones aglutinar a una mayoría social en torno a una identidad política novedosa. Y así, finalmente, lograr ganar las elecciones; e idealmente acceder al poder. En concreto, en el caso de Podemos –y como ya apuntamos en el apartado 13.1-, Errejón hace especial hincapié en la necesidad de cartografiar el mapa del sentido común en España. Esto es, en la importancia de identificar lo que Antonio Gramsci denomina los “núcleos de buen sentido” de una comunidad política; a saber: aquellos elementos pertenecientes al sentido común dominante, pero que sin embargo pueden ser orientados en una dirección rupturista. O sea, aquellas ideas y nociones que, precisamente porque tienen un carácter mestizo y porque guardan vetas de sentido relacionadas con otras tradiciones políticas distintas a la hegemónica, permiten un uso contrahegemónico. O, dicho de otro modo: aquellas palabras que, por su propia sobredeterminación y ambivalencia, facilitan, dentro del lenguaje hegemónico, un uso transformador. La “hipótesis Errejón” pone un notable esmero estratégico en identificar y aislar estos vocablos clave. El número dos de Podemos agrega al marchamo “resistencialista” de los “núcleos de buen sentido” gramscianos, una impronta más dinámica relacionada con el enfoque postestructuralista de Ernesto Laclau y Chantal Mouffe. De acuerdo con esta perspectiva, no se trata únicamente de localizar aquellas nociones cuyo carácter popular y herencia bastarda respaldan un uso rupturista o contrahegemónico; sino que el punto decisivo estriba en reconocer, por un lado, que todas las palabras son semánticamente ambivalentes y potencialmente vacías, y, por otro lado, que los contextos –o sea, la 455 pragmática- generan oportunidades de resignificación políticamente interesantes. Es decir que todos los significantes presentes en la conversación pública son flotantes y potencialmente vacíos, y que es el contexto quien genera hiatos entre un término y su significación prevalente en una sociedad determinada. Y que, por tanto, estos hiatos o fallas abren oportunidades de resignificación –y, en consecuencia, de politización- nuevas o diferentes. De tal manera que el asunto central para una intervención política de cuño postestructuralista y leninista es localizar esos términos que el contexto ha vuelto críticos. O sea, aquellos vocablos en los que el lazo entre significante y significado prevalente ha entrado en crisis y se encuentra en una situación particularmente vacilante. Las OPAs semánticas son exactamente eso: el intento de resignificar esas palabras cuya relación entre significante y significado hegemónico ha entrado en crisis. Pueden definirse como una tentativa por poner una cuña allí donde el contexto ha abierto una suerte de “ventana de oportunidad semántica”. Es decir, es posible describirlas como un tipo de operación retórico-política por la cual un actor o grupo de actores partidistas tratan de aprovechar el contexto para empujar el sentido de un término en una dirección determinada. De tal manera que si en el momento anterior a la “conmoción de sentido”, el significado de un vocablo apuntaba fundamentalmente hacia un determinado punto – coincidente con el modo de pensar dominante y favorable a los partidos hegemónicos-, después de la “conmoción de sentido” el término se orienta hacia un horizonte diferente. Un horizonte alternativo y menos propicio para el lenguaje habitual de los partidos tradicionales. Gráficamente, podría afirmarse que lo que acontece cuando se produce esta crisis contextual y este trabajo semántico por parte de partidos outsiders, es que el significado de las palabras que organizan la conversación pública ya no se desliza “inconscientemente” hacia el núcleo de sentido dominante, sino que de pronto desciende por otra pendiente de significación. Por este motivo, en contextos de “crisis de la representación” –de quiebre de confianza y de ruptura entre las palabras y las cosas-, la formulación de OPAs semánticas abre un abanico de opciones, a partir del cual un mismo término puede jugar en sentido reaccionario, en sentido conservador, o incluso en sentido progresista. No obstante, la condición de posibilidad de esta operación retórico-política es conocer el “apego por los significantes” y las condensaciones de sentido presentes en una determinada comunidad política. Es decir, tomar conciencia de cuáles son las palabras que un determinado pueblo utiliza para hablar de sí mismo y de lo que sucede a su 456 alrededor. Tener presente los tropos, los mitos, los arquetipos, la historia emocional de los términos. Dominar la narrativa de una comunidad. Y entender específicamente el timbre de voz con que se pronuncia el relato. Esto Podemos lo aprende tanto del movimiento 15M como de las primeras intervenciones televisivas de Pablo Iglesias. Ahí, en la gramática que emplea el movimiento de los indignados y en la circulación de las apariciones de Iglesias en televisión, los impulsores del partido descubren un fondo de posibilidades hasta ese momento insospechadas por ellos mismos. Y extraen como consecuencia que resulta no sólo posible, sino incluso conveniente experimentar políticamente con el idiolecto del ciudadano corriente, tratando de impulsarlo en una dirección rupturista. Entre otros motivos, porque el contexto español de la primera mitad de la década 2010-2020 lo facilita enormemente. En varios textos997 Iglesias y Errejón reconocen la habilidad del movimiento 15M para, sirviéndose de la terminología del “sistema”, impugnar el funcionamiento del mismo; o, lo que es lo mismo, su eficacia, la distancia existente entre promesas y realizaciones. Este poner contra las cuerdas al sistema con su mismo vocabulario, lo puede hacer el 15M precisamente porque no es un movimiento genuinamente de izquierdas998. Y, por tanto, porque no está constreñido por el lenguaje militante. No en vano, lo que más interesa a Iglesias y Errejón del 15M es, por un lado, esta libertad, y, por otro lado, la potencia impugnatoria que otorga el empleo y la resignificación del lenguaje dominante. O sea, de un lado la libertad de creación y el carácter desacomplejado del uso que el 15M hace del vocabulario hegemónico –el desparpajo con el que habla el idioma del “régimen”-; y, del otro lado, la capacidad de consentimiento que genera a su alrededor –la naturalidad con la que convence a amplios sectores de la población. La mezcla de ambos elementos, libertad y potencia hegemónica, crea, según los impulsores de Podemos, un lenguaje de 997 Ver especialmente: Iglesias, P. & Monedero, J-C (2011): ¡Que no nos representan! El debate sobre el sistema electoral español, Madrid: Editorial Popular; Iglesias, P. (2014): Disputar la democracia. Política para tiempos de crisis, Madrid: Akal; Iglesias, P. (2015): “Entender Podemos”, New Left Review, 93: 9-54; Errejón, I. (2011): “El 15-M como discurso contra-hegemónico”, Encrucijadas. Revista Crítica de Ciencias Sociales, 2: 120-145; Errejón, I. (2011): “Algo habrán hecho bien. Una juventud “sin futuro” pero con estilo”, en: Juventud Sin Futuro (ed): Juventud sin futuro, Barcelona: Icaria, 67-78; Errejón, I. (2014): “Podemos como práctica cultural emergente frente al imaginario neoliberal: hegemonía y disidencia. Conversación con Iñigo Errejón Galván”, IC-Revista Científica de Información y Comunicación, 11: 17- 46; Errejón, I. (2020, 10, noviembre). “Lo que pudimos. Lo que podremos”, Jacobinlat: https://jacobinlat.com/2020/11/10/lo-que-pudimos-lo-que-podremos/ 998 “Los reporteros de Intereconomía acudían al 15M a preguntar a la gente si condenaba la violencia de ETA. Como para pillarles. Como si la gente del 15M fuéramos nosotros. Y la gente del 15M no éramos nosotros. Así que respondían: “¿Que si condeno la violencia de ETA? Pues claro que sí”, y lo hacían como si les estuvieran preguntando que si condenaban el hambre en el mundo” (Iñigo Errejón, Comunicación personal, 17 de diciembre de 2020) 457 época caracterizado por el “rechazo a las élites políticas y económicas”999 y el señalamiento de las mismas como “ineficaces” y “corruptas”. No sólo una gramática de época, también un clima de época. Aún más: un marco mental. Un frame que sostiene que las élites nos han fallado. Y, por consiguiente, que hay una indignación justa; un ímpetu de cambio legítimo. De hecho, la tesis que manejan Errejón e Iglesias afirma que el 15M pone palabras a una “crisis de régimen” que después aprovechará Iglesias como tertuliano y, más adelante, Podemos como iniciativa política. O sea, que el movimiento de los indignados ofrece un vocabulario contestatario al momento que atraviesa el país, unas claves de interpretación, una tonalidad afectiva, un relato. Hasta el punto de que, según señalan ambos, el movimiento 15M conforma el sustrato semántico del que se alimenta Podemos tres años más tarde. Es el fermento cultural, la despensa léxica y la condición de posibilidad de la emergencia de la formación morada como hipótesis política. Y es también el mito –la voz y la estética- que después personifica Iglesias en las tertulias de televisión de los grandes medios de comunicación. Por todo ello, puede concluirse que sin el trabajo léxico del 15M, sin su libertad enunciativa y su desenvoltura para impugnar al régimen sus mismos términos, no hubieran sido posibles las resemantizaciones que más adelante ensaya Podemos. Desde este enfoque, el 15M puede ser observado como la antesala, el entrenamiento y el modelo para las OPAs semánticas que formula el partido de Pablo Iglesias. Ahora bien: ¿cuáles son las principales OPAs semánticas que lanza Podemos bajo la “hipótesis Errejón”? Fundamentalmente tres: una central –patriotismo- y dos subsidiarias –meritocracia y orden. La primera es formulada de un modo muy enfático y persistente en el tiempo; mientras que las dos segundas tienen un carácter más episódico e inconstante. En cualquier caso, el modelo de todas ellas es la libertad retórica y semántica del 15M. 14.4.1 Patriotismo Desde 2014, Podemos se afana por resignificar el concepto de patriotismo con el fin de disputárselo a la derecha española. Y hacerlo, además, a la manera del Front National con nociones como laicismo o feminismo; es decir, no demandando permiso a sus rivales 999 Iglesias, 2015b: 18. 458 para entrar en el “club de los patriotas”, sino refutando el carácter patriótico del resto de formaciones políticas y proclamando que, en rigor, sólo Podemos es verdaderamente patriota. O, dicho de otro modo: al igual que el Frente Nacional marinista no pide autorización a las plataformas del bipartidismo para renegar de su anti-republicanismo anterior y abrazar los valores de la République; así también Podemos omite cualquier referencia al antiespañolismo anterior de la izquierda radical española, y afirma directamente que la formación morada es la única con un sentimiento genuinamente patriota. En ambos casos, la maniobra estratégica se distingue por su descaro, su heterodoxia, su condición desafiante y, hasta cierto pùnto, el cariz desconcertante que presenta para sus rivales políticos. Como ya se ha mencionado en el epígrafe 14.1, el patriotismo en España constituía un tema tabú para la izquierda desde el fin de la guerra civil en 1939 y la monopolización del sentimiento nacional por parte de la extrema derecha franquista. De tal suerte que, tras la dictadura, la izquierda española se mostraba, o bien “universalista” -en el caso del PSOE con un fuerte acento europeísta y federalizante-, o bien “republicana” –esto es, orgullosa de la nación sólo en tanto que republicana. O incluso las dos opciones a la vez: “republicana” como homenaje al pasado y “europeísta” como posición del presente. Sea como fuere, la inmensa mayoría de las sensibilidades de izquierdas en España –a excepción de Galicia, Catalunya y el País Vasco- se mostraban contrarias al patriotismo y a las patrias, identificando los nacionalismos con una posición política arcaica, barbarizante, egoísta y, en último término, disgregadora de las clases populares. Pues bien, desde Madrid y dentro de esta tradición ideológica, Podemos comienza su andadura política criticando la hipocresía de una derecha que recorta derechos y cede soberanía mientras luce pulseras con la bandera de España o deposita su dinero en paraísos fiscales; para, inmediatamente después, emprender la reivindicación de una visión popular, social y soberanista de la patria. ¿Por qué se anima Podemos a lanzar esta OPA semántica? Por una mezcla de dos motivos. El primero apunta a una de las premisas teóricas que están en la base de la “hipótesis Errejón”, a saber: no existe posibilidad de “construir un movimiento transversal sin movilizar alguna idea de nación”1000; esto es, no hay modo de trascender las identificaciones izquierda y derecha sin resignificar alguna idea de patria. O, dicho de 1000 Iñigo Errejón, Comunicación personal, 17 de diciembre de 2020. 459 otro modo: no es posible “patear el tablero político” sin enarbolar alguna idea de nación y contraponerla a una idea de anti-nación. Esto lo toma Errejón tanto de su experiencia política en Latinoamérica como de sus lecturas de Carl Schmitt y de Chantal Mouffe –o, más exactamente, del teórico alemán desde el filtro de la politóloga belga-: “Para nuestra escuela teórica la identidad nacional no es un conjunto de programas políticos, sino un conjunto de referencias estéticas, afectivas e históricas (…) yo soy muy schmittiano en esto: creo que las identidades se constituyen delimitando un afuera; existe un nosotros porque existe un ellos”1001. Desde este punto de vista, si de lo que se trata es de elaborar una identificación política nueva –“el pueblo” o “la gente”- es necesario previamente forjar algún tipo de enemigo –la “élite tecnocrática inmovilista”-; y, a su vez, para erigir y afianzar esta confrontación, resulta conveniente movilizar algún concepto de país o nación. Por lo tanto, resemantizar la patria –aunque sea la española- constituye un hito fundamental dentro de esta hipótesis teórica. El segundo motivo para hacerlo atañe al contexto: los estrategas de Podemos interpretan que la coyuntura económica y política española facilita esta maniobra de resemantización. Torna creíble la acusación de “antipatriotas” a las élites en general y a la derecha en particular, y, al mismo tiempo, da pie a postular una idea de nación alternativa. De acuerdo con Errejón, en el período 2014-2016 existe la posibilidad de “construir una identidad española denunciando que las élites ejercen como lacayos de personas que no viven en nuestro país y que deciden lo que pasa en nuestro país sin presentarse a las elecciones, o sin que les importe el dolor que generen aquí”1002. El contexto de “latinoamericanización”1003 del sur de Europa abriría así la opción de resignificar la idea de España en un sentido “democrático, progresista y social”1004. Aquí de nuevo un punto central a destacar es que Podemos interpreta lo que ocurre en España como signo de algo que ya ha contemplado antes: “ese es un hueco que yo he visto en otros sitios, que sé que funciona y del que estoy convencido”1005, señala Errejón a propósito de la resignificación de la idea de país. De manera que la fuerza y la convicción con la que Podemos lanza esta 1001 Ibid. 1002 Ibid. 1003 “Por ella me refiero a una situación de un progresivo divorcio entre representantes y representados, de un cierto colapso de los modelos institucionales existentes para dar respuesta a las demandas ciudadanas, de un empobrecimiento acelerado sobre todo de las clases medias, que produce una acumulación de descontento, y de una cesión de soberanía que hace que las élites nacionales puedan ser vistas como un intermediario colonial de poderes no elegidos” (Errejón & Mouffe, 2015: 83). 1004 Iñigo Errejón, Comunicación personal, 17 de diciembre de 2020. 1005 Ibid. 460 OPA semántica se debe, por un lado, a la necesidad de adecuarse a una premisa teórica, y, por otro lado, a una determinada interpretación del contexto. ¿Cómo formula Podemos esta OPA semántica? El núcleo del desplazamiento de sentido que opera la formación de Pablo Iglesias consiste en señalar que el patriotismo no es una relación individual, privada o íntima con un ente superior abstracto, sino que implica un vínculo de solidaridad con los otros, los semejantes o los conciudadanos. El patriotismo no se parecería al sentimiento religioso luterano, sino que presentaría una dimensión más concreta o mundana. Tampoco tendría nada de solipsista, ni se demostraría a través de euforias particulares o querencias de objetos. Antes bien, el patriotismo entrañaría una apertura al otro. Un vínculo de compasión con lo inmediato y lo circundante. Algo más próximo al catolicismo social. La patria, según Podemos, es la gente, son los servicios públicos, es cuidarse, es no dejar a nadie atrás. Y el patriotismo significaría en primer término hacer esto posible: mantener estas cláusulas de fraternidad. Cuidar horizontalmente de la comunidad. Este es el “núcleo de buen sentido” gramsciano que Podemos se esfuerza por recuperar y movilizar. Es la veta de significación heredada de la revolución francesa e hibridada después con múltiples tradiciones ideológicas. Pero, además, es el contexto quien potencia y legitima esta veta de sentido; quien la credibiliza y la trae al vano de la puerta de la enunciación; en suma, quien facilita el desplazamiento semántico. Puesto que es la coyuntura política y económica española la que hace que, en el caso del término patriotismo, la relación entre significante y significado prevalente entre en crisis. O sea, son los ejemplos de Rodrigo Rato, Luis Bárcenas, Gerardo Díaz Ferrán, Rita Barberà, Iñaki Urdangarín o Francisco Granados los que demuestran que aquellos que con más entusiasmo exhibían su “amor a la patria” – con pines, banderas, corbatas o himnos-, en la práctica eran los que más se desentendían de la suerte de sus conciudadanos; o incluso aún más gravemente: quienes aparentemente mantenían una relación más pasional con el significante “España”, eran en realidad los más inclinados a robar a los españoles1006. 1006 “Se dan muchos golpes en el pecho diciendo “España, España, España”. Y llevan pulseritas rojigualdas. Y van a los palcos de los campos de fútbol. A los que entregan la soberanía de nuestro país, a los que destruyen el Estado partiéndolo en pedacitos entregándolo a sus amigos, a los que se ponen en manos de constructores que les sobornan con maletines de 500 euros, hay que llamarles lo que son: “traidores a la patria”; son traidores y deberían ser juzgados como tales” (Pablo Iglesias, Discurso de Almería, 17 de mayo de 2014). 461 La OPA semántica a la noción de patriotismo presenta diversas modulaciones y se despliega, al menos, durante dos etapas. Una primera etapa marcada por el acento soberanista o decolonial, y un segundo tramo donde prevalece la vertiente ciudadanista o “republicana” de la patria. El primer período corresponde fundamentalmente al año 2014; y, muy en particular, a los discursos emitidos durante la campaña para las elecciones europeas del 25 de mayo. El segundo período se refiere sobre todo a las campañas electorales de diciembre de 2015 y junio de 2016. En ambas etapas, se cruzan y entretejen los distintos vectores que guían la resignificación de la idea de patria; la diferencia estriba en la insistencia o prominencia que alcanzan en cada tramo. ¿Cuáles son las modulaciones que guían la resignificación del concepto de patria? La heterogeneidad de las mismas puede ser reconducida a seis tipos; a saber: a) patriotismo como reivindicación de la soberanía popular frente a los dictados de la Troika1007; b) patriotismo como confianza o elogio del principio democrático frente a la deriva postpolítica y tecnocrática de los regímenes europeos1008; c) patriotismo como rebelión a favor de la dignidad de los pueblos del sur de Europa1009; d) patriotismo como disposición a contribuir a la solidaridad colectiva a través del pago de impuestos, en contraste con una élite que “no tiene más patria que su dinero”1010; e) patriotismo como relación de compromiso o fidelidad entre representante y representado1011; y f) patriotismo como 1007 “El otro día, en Zaragoza, se me acercó un señor y me dijo: “soy oficial del Ejército del Aire, y quiero que sepas, Pablo, que algunos militares en este país estaríamos dispuestos a defender a nuestros ciudadanos frente a la Troika europea” (Pablo Iglesias, Discurso de Sevilla, 21 de mayo de 2014). 1008 De hecho, durante el año 2014 Podemos distingue entre las formaciones del “campo democrático” y los partidos del “campo de la oligarquía”. Por eso durante ese período la formación de Pablo Iglesias se jacta a menudo de ser la única iniciativa que, por patriotismo, confía en la participación de la gente. 1009 “El problema con Europa se llama Jean-Claude Jüncker, que llamó por teléfono a Papandreu cuando se le ocurrió a Papandreu someter a referéndum en Grecia las condiciones del rescate a su país. Y le dijo por teléfono: “tu comportamiento nos parece desleal”. Ni Al Capone hacía llamadas como esa. Ese es nuestro problema con Europa: que no queremos a mafiosos gobernando. Por eso vamos a apoyar a Alexis Tsipras, por eso vamos a decir con otros europeos del sur que ueremos recuperar la dignidad de nuestros pueblos y de nuestros países (…) Porque es evidente que hay que hacer una auditoría de la deuda para que la gente no tenga que pagar la deuda de los bancos” (Pablo Iglesias, Discurso de Sevilla, 21 de mayo de 2014). 1010 Pablo Iglesias, Discurso de Almería, 17 de mayo de 2014. 1011 Iglesias declina fundamentalmente esta modulación para referirse a la relación entre representantes y representados; o sea, para describir a los “gobernantes patriotas”. Así, por ejemplo, en el caso del gobierno griego de Alexis Tsipras, el líder de Podemos afirma: “hoy en Grecia hay un gobierno serio, un gobierno responsable, un gobierno que trabaja para su pueblo” (Pablo Iglesias, Discurso de la Marcha del Cambio, 31 de enero de 2015) 462 cobertura de protección para toda la ciudadanía y como promesa de “no dejar a nadie atrás”1012. El ejemplo más acabado de disputa semántica por el término “patriotismo” lo constituye la intervención de Pablo Iglesias durante la Marcha del Cambio del 31 de enero de 2015. En ese discurso, el líder de Podemos pone en juego y condensa los distintos vectores que articulan el esfuerzo de resignificación de la idea de España –y, más generalmente, del patriotismo español. De tal manera que esta intervención proporciona un acceso muy transparente al modo como se formula la OPA semántica desde la formación morada. Es, por así decir, una ventana privilegiada para visualizar la dinámica interna –el alcantarillado retórico- de este afán de desplazamiento. En uno de los pasajes más representativos de este discurso, Iglesias comienza declarando su amor al país, al ser profundo de España –a su literatura, a su cultura, a su carácter- frente a aquellos que desean mercantilizarlo: esos que, según repite el líder morado, “lo quieren convertir en una marca”. A lo largo de toda la intervención, la identidad nacional es identificada con valores como la dignidad, la locura, el arrojo, la bondad, la rebelión frente a la injusticia. España es el loco cuerdo, el caballero entrañable, el “desfacedor de entuertos”: Don Quijote de la Mancha. La nación se alinea con la maestría de Cervantes: con su ironía y su brillantez. Alonso Quijano ejerce así como alegoría de España. Y, por consiguiente, la expresión “convertir al Quijote en una marca” alude explícitamente a la mercantilización de España. Aún peor: a enajenar lo más profundo, lo más íntimo y lo más sagrado del ser nacional. A desnaturalizar –o sea, a destruir-, la personalidad de una nación; y, con ella, a la nación misma. De nuevo aquí regresa la idea del abismo, del desastre, de vértigo existencial. Inmediatamente después, Pablo Iglesias liga la defensa del Quijote con otros vectores de la OPA semántica como la vinculación entre patriotismo y servicios sociales, o entre patriotismo y soberanía popular: “Algunos dicen que España es una marca, creen que todo se puede comprar y vender. Nosotros amamos a nuestro país, que hunde sus raíces en una historia de lucha por la dignidad. Los que creen que todo se puede comprar y vender quisieron convertir a aquel caballero de triste figura en una marca, en márketing: ¡malditos sean aquellos que quieren convertir nuestra cultura en mercancías! Decía Antonio Machado a través de su Juan de 1012 “La encrucijada en la que estamos es reconstruir un proyecto de convivencia que no deje a nadie atrás, reconstruir un país con su gente que no deje a nadie atrás, que no maltrate a su gente” (Iñigo Errejón, Discurso de Valencia, 18 de diciembre 2015). 463 Mairena que aquel hidalgo loco era un ejemplo, un ejemplo de nobleza y de valor frente a la injusticia. Decía que a veces hacen falta locos dignos que se enfrenten a los poderosos (…) Estamos orgullosos de ese soñador a caballo, de ese español universal. No permitamos que los traidores conviertan al Quijote en una marca. No permitamos que compren y vendan las sonrisas, el derecho a tener escuelas y hospitales no se vende, la soberanía no se vende, nuestra patria no es una marca, nuestra patria es la gente. Han querido humillar a nuestro país con esa estafa que llaman austeridad. Nunca más una España sin sus gentes. Nunca más España como marca para que hagan negocio los ricos”1013. A continuación, el líder de Podemos reitera su declaración de orgullo nacional. Lo enfatiza cuidadosamente para llamar la atención sobre esta flexión del discurso y, al mismo tiempo, para marcar distancias con la izquierda tradicional española. Para advertir: fijaos, estamos diciendo esto. Sin los complejos de antes. No tenemos problema con reivindicar la patria entendida como comunidad de cuidados, como un gesto de apertura y como una disposición fraterna: “Hoy decimos patria con orgullo. Y decimos que la patria no es un pin en la solapa, no es una pulsera. La patria es esa comunidad que asegura que se protege a todos los ciudadanos, que respeta la diversidad nacional, que asegura que todos los niños –sea cual sea el color de su piel- van limpios y calzados a una escuela pública. La patria es esa comunidad que asegura que a los enfermos se les atiende en los mejores hospitales con los mejores medicamentos. La patria es esa comunidad que nos permite soñar un país mejor”1014. La mención al “respeto a la diversidad” introduce una cuestión adicional: no sólo el aprecio del carácter multiétnico de la sociedad española, sino particularmente el reconocimiento de la pluralidad nacional de España. La idea de que España es un “país de países”, o una “nación de naciones”. Un Estado plurinacional. Lo interesante es cómo Podemos trata de convencer a su audiencia de ello. No lo hace de una forma directa – explicando por qué España es un país plurinacional y qué implicaciones guarda esto-, sino apoyándose en una consigna de la época: las élites centralistas nos han mentido, nos han robado y nos han separado; por tanto, plantémonos, no les sigamos, tomemos el camino contrario. El argumento no repara tanto en las bondades de la plurinacionalidad, cuanto en la malicia de las élites. Ellas serían las que obstinadamente se habrían empeñado en enfrentar a los españoles, en dividirlos, en hacerlos autistas unos de otros. En confrontar 1013 Pablo Iglesias, Discurso de la Marcha del Cambio, 31 de enero de 2015. 1014 Ibid. 464 a Catalunya con España, y a España con Catalunya. E igualmente serían ellas quienes estarían “rompiendo España” a través del aumento de la desigualdad. Por el contrario, señala Podemos, el pueblo español estaría orgulloso de su diversidad, de su pluralidad de lenguas y culturas, y querría ante todo convivir pacíficamente. Entenderse: tender puentes entre madrileños, vascos, andaluces, gallegos, catalanes o manchegos. Por eso el patriotismo se hace aquí compatible con la plurinacionalidad1015. Implícitamente en el discurso de Podemos hay una promesa de unidad, de cohesión renovada. El mensaje de que, si los ciudadanos se apartan de las élites y regeneran España, entonces resultará posible sanar las heridas nacionales1016. Acabar con los malentendidos y abrir una etapa cualitativamente diferente. La formación morada juega con la persuasividad de la metáfora del nuevo comienzo; o, más específicamente, de la redención a través del reinicio. Al fin y al cabo, fundar un pueblo es también tener la oportunidad de la metamorfosis. De hecho, en algunos de sus discursos de 2015, Podemos apunta a elaborar una visión popular/plebeya de la identidad nacional española; es decir, un enfoque de la españolidad novedoso y alternativo con respecto al “españolismo” de las élites, que siempre es presentado como “hipócrita” y “falsario”1017. Una revisión o reconstrucción de la identidad nacional española en clave radicalmente popular. El partido morado busca crear 1015 “Estamos orgullosos de vivir en un país plurinacional. Porque estamos orgullosos de que el protagonismo lo tengan los pueblos. Porque nos da vergüenza que desde Madrid se hayan escuchado discursos centralistas y arrogantes. Quiero vivir en un Madrid que sepa escuchar, en un Madrid que le pueda decir a Ada Colau “t´estimo molt”, en un Madrid que le pueda decir a Andalucía, a la Comunidad Valenciana, a Canarias, a Galicia, a las islas “t’estimo molt”, “te queremos mucho”. En todas las lenguas y al mismo nivel. Y esto lo decimos en Madrid, lo decimos en Barcelona y lo decimos en Cádiz. Estamos orgullosos de vivir en un “país de países”. Y a los señores del inmovilismo, que dicen que la única manera de ser español es la de ellos, les digo: “yo soy español y me encanta abrazar al que se siente catalán, al que se siente vasco, al que se siente gallego, al que se siente andaluz”, para construir un proyecto juntos, un proyecto que escuche” (Pablo Iglesias, Discurso de Madrid, 13 de diciembre de 2015). 1016 “Están los que con el inmovilismo nos están separando y dividiendo mucho más; y, en cambio, nosotros con el reconocimiento de la plurinacionalidad y de la diversidad nunca habíamos estado tan juntos (…) Hemos hecho de la diversidad fuerza, y de la plurinacionalidad multiplicación” (Iñigo Errejón, Discurso de Valencia, 18 de diciembre de 2015) [los subrayados son míos] 1017 “Dos de mayo de 1808: no fueron los reyes, ni los generales, ni los brillantes regimientos del Palacio Real los que se opusieron a la invasión; fue el pueblo de Madrid, ese que hoy está en la calle con nosotros, el que compró con sacrificio la dignidad frente a una invasión intolerable. Fueron los de siempre, los de abajo, los humildes, los que se enfrentaron a la vergüenza y a la cobardía de unos gobernantes que sólo defendían sus privilegios sin importarles nada (…) Más de cien años después, mirando al balcón que está debajo de este reloj, hubo gentes que soñaron con una España moderna y democrática, en la que no hubiera diferencias entre hombres y mujeres, en la que todos los niños tuvieran una escuela pública a la que ir, en la que la oscuridad y la ignorancia fueran sustituidas para siempre por la justicia social y el progreso (…) Esta Puerta del Sol vió a esas gentes valientes, humildes, los de abajo, los que siempre salieron a defender la democracia y la justicia cuando el totalitarismo y el terror se cernieron sobre nuestro país” (Pablo Iglesias, Discurso de la Marcha del Cambio, 31 de enero de 2015). 465 un relato distinto de lo que significa ser español, ofreciendo hitos, personas y fechas que ejerzan como balizas o faros de una historia alternativa del país. De una narración encadenada a partir de la conjunción entre el elemento popular, el elemento democrático y la idea de progreso. La resemantización del patriotismo implica por ello el rastreo de vectores históricos o líneas de fuga hasta cierto punto secundarizadas, olvidadas o inconexas. El mejor ejemplo de esta tentativa de búsqueda de un relato histórico alternativo es el discurso que Pablo Iglesias pronuncia durante la noche electoral del 20 de diciembre de 2015. Allí, en la plaza de Juan Goytisolo de Madrid, el líder de Podemos encadena una larga enumeración atravesada por la idea de una España progresista, ilustrada y popular, en la que reconocerse y de la que estar orgulloso: “En momentos como este, el excedente democrático de nuestra historia se abre paso: se oyen esta noche las voces del pueblo de Madrid resistiendo a la invasión; se escucha la voz del general Riego defendiendo, espada en mano, la Constitución; la voz de Torrijos desembarcando en Málaga. Se oyen las voces de los liberales y demócratas de La Gloriosa, la voz de Joaquín Costa, y las voces de la Institución Libre de Enseñanza; la voz de Rosalía de Castro y la risa irónica de Valle-Inclán. Se escucha la voz de la clase trabajadora y de las mujeres luchando por la extensión del sufragio. Se escuchan las voces de los reformadores republicanos: las voces de Clara Campoamor, de Margarita Nelquen, de Dolores Ibárruri, de Federica Montseny y de Victoria Kent; las voces de Miguel Hernández, de Federico García Lorca, de Machado y de Alberti. Se escuchan las voces de los mineros asturianos, la voz de Companys diciendo a Madrid: “os habla vuestro hermano”; la voz de Durruti, de Largo Caballero, de Manuel Azaña, de Pepe Díaz y de Andreu Nin; las voces políglotas de los voluntarios internacionales que, por haber defendido a nuestra patria, serán españoles para siempre. Se escuchan las voces de los que empuñaron las banderas de la libertad frente al terror; las voces de los presos de la dictadura; las voces de la clase trabajadora que ganó sus huelgas con derechos. Se escuchan las voces en euskera, en catalán y en gallego. Se escucha la voz inmortal de Carlos Cano cantando a los emigrantes; las voces de Serrat, de Paco Ibáñez, de Rosa León, de Imanol, de Lluís Llach, y también la voz de Soledad Bravo y de Pep Botifarra. Se escuchan las voces y se leen las palabras de Manuel Vázquez Montalbán y de todos aquellos que lucharon por un futuro mejor”1018. En definitiva, Podemos formula una OPA semántica sobre la noción de “patriotismo” por tres motivos: 1) porque desea romper con el cosmopolitismo tradicional de la izquierda española –tanto socialdemócrata como postcomunista-; 2) porque estima que no puede 1018 Pablo Iglesias, Discurso de Madrid, 20 de diciembre de 2015. 466 alcanzar una mínima transversalidad sobre el eje izquierda/derecha sin vincularse con alguna idea de nación, o, más precisamente: sin que el polo abajo/pueblo/país real se identifique metonímicamente con los sustantivos soberanía y patria; y 3) porque el contexto facilita la impugnación del carácter patriótico de las élites y empuja a ensayar modulaciones nuevas de la identidad nacional española. El partido morado se esfuerza por poner en marcha esta resemantización sin menoscabar el carácter plurinacional del país, situando la potencia persuasiva no tanto en la idea de “nación de naciones”, cuanto en los defectos de la idea de España que vehicula la casta económica y política. Por último, la OPA semántica a la noción de patriotismo incluye implícitamente una promesa de unidad nacional a través de las ideas de regeneración y nuevo comienzo; y, por eso, agrega también una reinterpretación histórica en clave democrática, popular y progresista de la idea de España. De ahí que sea uno de los esfuerzos de resignificación mas polémicos y sorprendentes de Podemos; aunque no el único. 14.4.2 Meritocracia Se trata de una idea que levanta suspicacia dentro de la izquierda radical española. Aunque no es una noción que haya formado parte del núcleo de conceptos más severamente atacados por las fuerzas progresistas, la meritocracia ha sido generalmente observada como una idea en trompe-l´oeil; es decir, como una idea aparentemente hermosa, justa e impecable, pero en la realidad tramposa y legitimadora de la desigualdad. La izquierda alternativa ha tendido a subrayar las limitaciones del concepto –frente a la buena prensa de la que generalmente goza-, así como a destacar los usos ideológicos que de él hace el pensamiento liberal. De modo que para la tradición política de la que provienen los impulsores de Podemos, la meritocracia es, como mínimo, un concepto perfectible, necesitado de crítica y del que desconfiar. Pues bien, en estas condiciones, Podemos se plantea, no sin un cierto ánimo disruptivo, resignificar la meritocracia para ponerla a jugar a su favor en el terreno del debate público. En lugar de señalar el “lado oscuro” de la meritocracia, la consigna es arrojar la meritocracia contra las élites. Moldear el descontento de las clases medias empobrecidas a través de la retórica del mérito negado, o incluso del mérito invertido; según la cual, los menos esforzados estarían siendo los más beneficiados, y, a la inversa, los más 467 trabajadores y preparados serían los más castigados; conformando una suerte de “meritocracia al revés”. Así se entienden las críticas a Carromero o las menciones a la capacidad de sacrificio de Pablo Echenique o Lola Sánchez durante la campaña electoral de 2014. También es desde esta perspectiva como se aborda la metáfora del pacto social roto, que examinaremos en el apartado 14.6. El punto central es que Podemos no enfoca la cuestión de la meritocracia desde el punto de vista de la verdad –como hacían los análisis críticos de la izquierda alternativa-, sino desde el punto de vista de sus potencialidades políticas en el presente: de su capacidad para producir cambios en el aquí y en el ahora. Al igual que el Frente Nacional marinista no se plantea la verdad o no del concepto de laicismo –al contrario de lo que hacían Jean- Marie Le Pen o Bruno Gollnisch-; así también para Podemos el interrogante no es “¿engaña la meritocracia?”, sino más bien: “¿puede contribuir la meritocracia a que la ventana de oportunidad permanezca abierta?”; o, mejor: “¿puede en las circunstancias actuales ser resignificada y empleada contra las élites?”. Y la respuesta que le dan tanto los estrategas del FN para el caso del laicismo como los estrategas de Podemos para el caso de la meritocracia es que sí: que esas nociones aparentemente alejadas de sus tradiciones ideológicas pueden servir de catalizadores de la indignación ciudadana y generar verdaderos terremotos políticos. Especialmente si se dirigen, como un boomerang, contra quienes más las habían utilizado a su favor, a saber: la izquierda francesa en el caso del laicismo y la derecha liberal española en el caso de la meritocracia. No en vano, es precisamente este efecto boomerang el que da pie tanto al nuevo uso como al desplazamiento semántico del término meritocracia. Ahora bien: ¿cómo desarrolla Podemos entre 2014 y 2016 la apropiación y resignificación de la idea de meritocracia? La OPA semántica se despliega en varios pasos. El primero consiste en aceptar tácitamente la idea de que los más esforzados merecen ocupar los puestos más altos, más reconocidos y mejor remunerados de una sociedad. El segundo estriba en identificar de manera general a los más esforzados con los más formados intelectualmente; es decir, en entender que aquel que tiene una mayor formación académica es porque ha aceptado el reto de asumir una mayor cantidad de esfuerzo; o, en términos deportivos: porque ha tardado más en rendirse. El tercero se basa en elogiar a los más preparados/esforzados como el orgullo de una sociedad por su aportación al bien común: ingenieros, médicos, jueces, investigadores de alto nivel o inspectores de Hacienda. El cuarto establece un contraste entre, por un lado, una élite política y 468 económica poco preparada/poco esforzada, y, por otro lado, una juventud altamente formada académicamente, maltratada económicamente y obligada a marcharse del país. Por último, el quinto desaprueba enérgicamente este contraste, atendiendo no sólo a su carácter injusto, sino también a su carácter ineficaz. En la elaboración de estos cinco pasos tiene gran influencia el trabajo retórico previo realizado por la asociación “Juventud Sin Futuro”, creadora de lemas como Que se vayan ellos o Que se vaya la mafia, en referencia tanto a “la casta” como a la emigración de jóvenes españoles a países europeos en busca de trabajo. En la formulación de esta OPA semántica, Podemos elige estratégicamente el ejemplo de los jóvenes de clase media que se marchan a trabajar al extranjero como símbolo de ruptura de las expectativas no sólo a nivel individual/familiar, sino también desde el punto de vista colectivo o de país. El enfoque que despliega la formación morada consiste en observar la emigración de los “jóvenes más preparados” desde la óptica de lo que España quiere ser o sueña con ser; o sea, desde la óptica de un “país del primer mundo”: “¿Por qué insistíamos tanto en los hijos que se van a trabajar al extranjero? La gente de la izquierda nos decía: “pues también hay gente que se va a recoger la fresa al sur de Francia y no decís nada”. Y era verdad. Pero: ¿por qué insistíamos sistemáticamente en que esos hijos “tienen tres carreras y se van a Alemania”? Porque reúne condiciones afectivas y aspiracionales como para representar un horizonte de país truncado. “Nos dijisteis que si hacíamos todo esto, viviríamos mejor; lo hemos hemos y en cambio os lo habéis llevado vosotros” (…) La idea es: el pueblo español ha cumplido, el pueblo español ha sido obediente”1019. Se trata de examinar la emigración de la juventud española académicamente cualificada desde el prisma del intra-relato que España se hace de sí misma: de su historia, de su evolución, de sus posibilidades, de sus acuerdos tácitos o explícitos, de sus renuncias, de sus promesas. Y desde ahí la salida de los jóvenes más formados/esforzados sólo puede observarse como un fracaso, como un descalabro inesperado. Pero no es sólo infortunio: implica también engaño y deshonestidad por parte de las élites; y, por lo mismo, denota injusticia. Podemos explota hasta la saciedad esta imagen de sociedad escindida, fracasada y en la que la pirámide del esfuerzo se encuentra invertida. Un buen ejemplo de ello es el spot de campaña para las elecciones generales de 2015 titulado Maldita casta, 1019 Iñigo Errejón, Comunicación personal, 17 de diciembre de 2020. 469 bendita gente1020. En este vídeo se presenta a una familia de Tarragona que vive la emigración al extranjero de su hijo –“que ha estudiado”- para trabajar en algo “diferente a su formación académica” con dolor y como una estafa al mérito. Y, al mismo tiempo, se apela a la rebelión frente a esta situación en nombre del esfuerzo; quienes se esfuerzan, viene a decir el anuncio, deben ser cuidados por su país. Otro ejemplo es el uso político a lo largo de todo el año 2015 de imágenes relacionadas con el campo semántico del viaje. Podemos habla de maletas, de terminales de aeropuerto, de estaciones de tren, de despedidas, de tristeza y de exilio. De sensaciones de rabia, separación y fracaso. Hace referencia al despilfarro de talento y esfuerzo que supone la emigración de “la generación más preparada de este país”1021; califica el fenómeno como “una vergüenza”1022; y apunta al atropello que esta suerte de éxodo juvenil supone para los planes y el sacrificio de sus familias. Asimismo, la formación morada promete construir una “España con la gente dentro”1023, un país que “traiga de vuelta a nuestros mejores investigadores”1024, una nación “a la que poder volver”1025 y en la que las instituciones se pongan por fin “al servicio de los ciudadanos”1026. Por último, el partido de Iglesias propone un “plan de retorno para los investigadores”1027 que facilite que éstos puedan regresar a trabajar en España, así como la construcción de “centros de investigación de élite”1028, para que el país premie el esfuerzo, sea más eficaz y avance hacia la modernidad1029. Imagen 30: Cartel de Juventud Sin Futuro1030: 1020 Spot Electoral de Podemos Elecciones Generales de 2015 (2015, 5, diciembre): “Maldita casta, bendita gente”, Podemos: https://www.youtube.com/watch?v=H9TzgU4btgs 1021 Pablo Iglesias, Discurso de Sevilla, 17 de diciembre de 2015. 1022 Ibid. 1023 Ibid. 1024 Pablo Iglesias, Discurso de Madrid, 13 de diciembre de 2015. 1025 Pablo Iglesias, Discurso de la Marcha del Cambio, 31 de enero de 2015. 1026 Pablo Iglesias, Discurso de Sevilla, 17 de diciembre de 2015. 1027 Ibid. 1028 Ibid. 1029 “Para nosotros es una prioridad que los mejores investigadores vuelvan a casa, y que todos aquellos jóvenes exiliados que se han tenido que marchar, tengan una España a la que volver para construirla con nosotros y nosotras” (Pablo Iglesias, Discurso de Valencia, 18 de diciembre de 2015). 1030 El cartel, que anuncia una movilización prevista para el 7 de abril de 2013, está tomado del siguiente enlace web: https://ouvronslesfrontieres.wordpress.com/2013/05/06/no-nos-vamos-nos-echan-on-ne-part- pas-ils-nous-virent/ 470 El contrapunto del campo semántico del viaje – o sea, la contraimagen de las maletas, los aeropuertos y las pegatinas de facturación- lo representa la ex alcaldesa de Madrid, Ana Botella, mostrando graves dificultades para hablar en inglés mientras promociona la candidatura de Madrid a los Juegos Olímpicos de 2020. O lo representa también Mariano Rajoy haciendo “sentir pudor a los españoles de que alguien así pueda ser presidente del gobierno”1031, cuando deja al descubierto su desconocimiento de lenguas extranjeras; o cuando, hablando sobre la posible independencia de Catalunya, se ve obligado a reconocer que no conoce los entresijos jurídicos del asunto y a preguntar al periodista Carlos Alsina: “¿y la europea?”. En su acaparamiento de la noción de meritocracia, Podemos juega con el contraste entre esfuerzo y “enchufe”, que equivale a la antítesis entre “gente corriente” y “casta”. Es decir, se vale políticamente de la noción de mérito, pero no para dirigirla contra las minorías “holgazanas” y receptoras de ayudas sociales, sino contra la élite extractiva, free rider o gorrona. Por eso enfatiza la contraposición entre, por un lado, una juventud formada, esforzada y sin futuro; y, por otro lado, una oligarquía perezosa, torpe, incapaz y extractiva. Y se recrea en la descripción de la élite como un conjunto de personas que “nunca en su vida han hecho una entrevista de trabajo”1032, que “nunca han tenido que 1031 Pablo Iglesias, Discurso de Zaragoza, 12 de diciembre de 2015. 1032 Iñigo Errejón, Discurso de Madrid, 13 de diciembre de 2015. 471 aprender idiomas”1033, que “no saben lo que es el esfuerzo”1034, pero que en cambio se atreven a “reírse de nosotros”1035 o a decirnos que “debemos trabajar más”1036. La meritocracia se concibe así como aquello que destruye el privilegio –injusto- de las élites; la posición de poder indebidamente construida. Pero también como el mecanismo para poner fin a la incompetencia del gobierno del país. O sea, como el instrumento para terminar con un tipo de gobierno torpe, incapaz y sin altura de miras. Y, por último, como un modo de resarcir a los esforzados en general y a la “generación más preparada de la historia” en particular. A este respecto, llama la atención el hincapié que hace Podemos en presentar a los miembros de sus listas electorales –ya sea en 2014 o en 2015- como “los mejores”; donde esto significa esencialmente “la gente más preparada y con más ganas”1037; o sea, aquellas personalidades de la sociedad civil que, sin previa afiliación partidista, han sido reconocidas por su trabajo, su capacitación técnica y su honradez. Los denominados “fichajes” de Podemos –Victoria Rossell, Julio Rodríguez, Juan Pedro Yllanes- cumplen la función de transmitir la idea de un hipotético ejecutivo morado como el gobierno de la ciudadanía; pero no de cualquier tipo de “ciudadanía”, sino específicamente de aquella que hace bien su trabajo, porque es honrada, porque se ha esforzado y porque, en consecuencia, lo domina bien. En definitiva, Podemos se afana en poner a trabajar la meritocracia a favor del cambio durante los años 2014 y 2015. Para ello, no sólo se decide a usar positivamente esta noción –al contrario de lo que era habitual en la izquierda radical española-, sino que se presta a dirigirla contra las élites políticas y económicas: los representantes de la casta y del capitalismo de amiguetes. En lugar de orientar la meritocracia contra las minorías y contra los sectores más vulnerables –como suele hacer la derecha radical-, Podemos cambia la dirección del agravio y apunta hacia las élites “parasitarias” del “esfuerzo de la nación”. De este modo, la formación morada acapara el uso del significante “meritocracia” y pugna por resemantizarlo en términos de “criptonita” contra las élites. Con ello también aspira a presentarse ante la ciudadanía no sólo como el partido “más parecido a la sociedad civil”, sino incluso como la plataforma que incorpora a los más virtuosos de entre los ciudadanos; esto es, a aquellas personalidades, que por su esfuerzo y su buen hacer dentro 1033 Pablo Iglesias, Discurso de Almería, 17 de mayo de 2014. 1034 Ibid. 1035 Iñigo Errejón, Discurso de la Marcha del Cambio, 31 de enero de 2015. 1036 Pablo Iglesias, Discurso de Sevilla, 21 de mayo de 2014. 1037 Pablo Iglesias, Discurso de Sevilla, 17 de diciembre de 2015. 472 de su ámbito laboral, mantienen “el país a flote”. De ahí que la iniciativa morada pretenda encarnar algo asi como la sociedad civil del mérito y del esfuerzo; o, lo que es lo mismo: la vigencia de la arquitectura axiológica previa a la ruptura del pacto social por parte de las élites. 14.4.3 Orden La disputa y resignificación del vocablo “orden” guarda relación con la OPA semántica anterior. Podemos trata de representar y encarnar la noción de “meritocracia” con el fin de ofrecer una cierta idea de orden; o, mejor: de restauración de un sistema axiológico anterior. A saber: el paradigma del esfuerzo y del mérito. La sociedad en la que los mejores/los más esforzados son reconocidos y premiados por ello. El mundo de las viejas certezas; especialmente para las clases medias y, muy en particular, para los jóvenes. En detrimento de aquellos que defraudan, roban, venden lo que es de todos y se aprovechan de su posición de privilegio; o sea, esos a quienes la formación morada denomina “las élites miopes y parasitarias”. En su acercamiento al vocablo “orden”, Podemos maneja tácitamente una utopía anterior, un modelo que nunca termina de precisarse, pero que siempre se encuentra en un régimen expresivo de alusión o sugerencia. Algo brumoso y al mismo tiempo potente. Poderoso sobre todo desde el punto de vista afectivo. Se trata del orden de la sociedad anterior a la crisis económica de 2008; o, más específicamente: del sistema de aquellas seguridades/regularidades, de la vigencia de aquellas promesas. El principal estratega de Podemos reconoce el valor del elemento conservador y del gesto restaurativo dentro de los proyectos de cambio –del signo que sean-: “En el Make America Great Again, la auténtica clave es el Again. Porque refiere a un momento en el que la comunidad era feliz, estaba reconciliada y no estaba atravesada por tantos problemas como ahora”1038. E, inmediatamente después, refiriéndose a la formación morada, agrega: “Siempre hay que postular un futuro de tranquilidad, siempre hay que referir a una utopía un poco conservadora: a cosas que ocurrieron en el pasado y que podemos retomar: cuando fuimos grandes, cuando teníamos contacto con los recursos naturales, antes de que nos invadieran los españoles”1039; puesto que “la gente quiere creer en un proyecto de reconciliación y 1038 Iñigo Errejón, Comunicación Personal, 17 de diciembre de 2020. 1039 Ibid. 473 de reconstrucción de la comunidad”1040. Pues bien, en su discurso, Podemos también deja entrever un arquetipo de orden que, proyectándose hacia el futuro, mira hacia atrás. ¿Por qué se decide el partido de Pablo Iglesias a emprender esta labor discursiva? Básicamente porque interpreta que el contexto político y económico español se lo facilita. Que, tras lo acontecido en años como 2011, 2012, 2013 o incluso 2014, resulta notablemente más sencillo asociar a la derecha con los desahucios, con la corrupción, con los recortes públicos, con el aumento de la protestas sociales y con el incremento de la deuda. Y que, por tanto, después lo sucedido en la primera mitad de la década, es más creíble identificar a los partidos de derecha –y singularmente al PP- con el desorden. O sea, con la desigualdad, con la inestabilidad, con la ineficacia, con la mentira o con el sufrimiento social. En suma, con la ruptura de un equilibrio anterior. Por eso, razonan los estrategas de Podemos, si existe una coyuntura favorable para formular una OPA semántica sobre la noción de “orden” –tan querida y usada por la derecha- es ahora; si hay una ocasión para ir a la ofensiva semántica con la idea de “orden”, es el momento presente. ¿Con qué finalidad específica formula Podemos esta OPA semántica? Básicamente con dos objetivos: 1) por un lado, despojar a los “partidos del inmovilismo” de uno de sus conceptos-fetiche; y 2) por otro lado, aplacar el miedo que una parte de la sociedad española pueda sentir a propósito de la formación morada. A este respecto, es importante subrayar que la disputa semántica por el significado del vocablo “orden” se concentra durante los años 2015 y 2016; es decir, cuando el partido de Pablo Iglesias ya se ha asentado en la esfera pública española, y, sobre todo, una vez que ha logrado alcanzar cotas de poder municipal y autonómico. En cuanto al primer objetivo, a través del desplazamiento semántico y el pirateo, Podemos pretende no sólo privar a sus adversarios partidistas del monopolio sobre este concepto- valor, sino al mismo tiempo contrarrestar la imagen de “partido protesta” con el que sus rivales aspiran a dañar su reputación. Quiere deshacerse de la etiqueta de “partido de la bronca”, “altavoz de la indignación”, o mero “vehículo para la crítica”. Frente a esa imagen esquemática y negativa, los portavoces de la formación morada enfatizan la idea de que el nuevo partido está en condiciones de “gobernar mejor” que “los partidos del 1040 Ibid. 474 turno y de lo viejo”1041; donde “gobernar mejor” significa concretamente poner orden en las cuentas, saldar las deudas, generar cohesión social, entenderse con los sectores de la economía productiva y mejorar la calidad de vida de las mayorías sociales. O sea, donde el buen gobierno implica hacer que las cosas vuelvan a funcionar como antes. Agregando un ligero matiz: como en el pasado, pero mejor; en un antes perfeccionado. Ese es, en buena medida, el sentido del “regeneracionismo”. Desde este punto de vista, son las élites –y singularmente los partidos de derecha- las generadoras de desorden, de ineficacia, de confusión y de caos. Ellas son las que tensan y destruyen: las que pulverizan la economía productiva, la nación y hasta la felicidad de los hogares. En cambio, Podemos es quien se erige como el agente capaz de revertir la situación de desequilibrio/caos en la medida en que, por un lado, no tiene como origen “la casta” sino la sociedad civil, y, por otro lado, no está en política “para ganar dinero” sino para “evitar el desastre”. Es decir, en la medida en que su paso por la política se presenta como accidental y circunstancial. Por eso Iglesias enfatiza en sus intervenciones que Podemos es la única formación que se toma en serio tanto la realidad –puesto que viene de ahí y la conoce en profundidad-, como el gobierno –porque sería el partido más interesado en que las cosas vuelvan a funcionar como antes: “Porque cuando gobierna gente decente, gente que presenta memoria económica en los programas, gente que no está en política para ganar dinero, sino para servir a la ciudadanía que les ha elegido, entonces se demuestra que las cosas se pueden hacer mejor”1042. De esta manera, Podemos se afana por presentarse ante la sociedad como el partido de la estabilidad recuperada, de la normalidad recobrada, del orden restaurado. La formación que trae al presente aquellos bienes y valores que las élites egoístas y caprichosas han deteriorado y que, en última instancia, constituyen el verdadero sentido de las palabras “orden” y “estabilidad”: “Son el neoliberalismo y la casta los que han puesto patas arriba nuestro país; nosotros venimos a recomponer el orden, a hacer que las cosas se cumplan, y a hacer que las cosas se cumplan con una cierta normalidad (…) Venimos a recomponer el orden, no a derretirlo”1043. 1041 Pablo Iglesias, Discurso de Madrid, 13 de diciembre de 2015. 1042 Ibid. 1043 Iñigo Errejón, Comunicación Personal, 17 de diciembre de 2020. 475 El segundo objetivo de la disputa por el significante “orden” apunta a disminuir las reservas emocionales que un sector de la sociedad española tendría con respecto a Podemos. En concreto, aquella parte de la sociedad española –fundamentalmente joven y urbana1044- que apuesta por la “nueva política”, pero que duda entre votar a Podemos o decantarse por Ciudadanos. La España que ya ha dejado atrás al bipartidismo, pero a la que todavía intimida el estilo desafiante de Podemos. Con el fin de inclinar la balanza sentimental de este sector de la ciudadanía desde la cautela hacia la simpatía, la formación morada mitiga el énfasis en el eje vertical abajo/arriba para enfocarse en el eje nueva política/vieja política, en las apelaciones a una “nueva Transición”, en las analogías con el PSOE de finales de la década de 1970 y en la promesa de estabilidad y orden; es decir, de rejuvenecimiento, reformas, cohesión y “cambio sensato”. El razonamiento estratégico que late detrás de este intento por aplacar el miedo es el siguiente: “España ya nos prefiere –le parecemos más honestos, más puros, le ilusionamos más y le seducimos más. Entonces: ¿por qué algunos españoles se decantan por Ciudadanos en de vez por nosotros? Porque les damos miedo. Lo único que a esos españoles les aporta Ciudadanos es que les garantiza seguridad, porque nosotros les damos algo de miedo. Así que si quitamos las aristas del miedo, podemos pasar del 24% de intención de voto en el que estábamos al 26% de los votos. No mucho más. Pero es que del 24% al 26%, en una escenario de casi empate técnico entre todos los partidos, se juega ser la primera fuerza política o la tercera”1045. Ese miedo –ligado a la imagen antagonista de Podemos: a su condición inicial desafiante y disruptiva- es el factor clave que distancia a la formación morada del liderazgo del bloque progresista e incluso de la posibilidad de acceder al gobierno, según la interpretación de sus principales estrategas. Es el impedimento, la brecha y la muralla que separa al partido de sus dos objetivos principales. Por eso deviene tan importante la cuestión del orden: de su personificación y resemantización. La idea de restaurar un orden socialdemócrata previo a las grandes transformaciones neoliberales y, en particular, a la gran crisis económica de 2008. Pero además hay una cuestión de imagen vinculada a la identidad de Podemos. De la misma manera que en 2011 el Front National toma la decisión estratégica de ser algo más 1044 Se entiende aquí “joven” como menor de 45 años y “urbano” como habitante de un municipo mayor de 100.000 habitantes. 1045 Iñigo Errejón, Comunicación Personal, 17 de diciembre de 2020. 476 que un “partido anti-inmigración”, así también Podemos en 2015 hace todo lo posible por parecer algo más que “el partido de la indignación”, de la furia o del “cabreo destituyente”. Por modular el ímpetu desafiante –manteniendo el carácter outsider-, añadiendo valores propositivos, dialogantes, socialmente cohesivos y apaciguantes. En otras palabras: la formación morada aspira a transformarse en un “partido de orden” para poder así convertirse, a ojos de los españoles, en un “partido de gobierno”. En una fuerza “como las demás” en lo que estas tienen de normalidad y ausencia de estigma, pero “mejor que las demás” en cuanto habilitada para encarnar lo nuevo y el cambio: “Ya hemos ganado ser nuevos, ser abruptos, ser disruptivos, pero nos falta un poquito: no darle miedo al 70% del país. O sea, si nos vota un 25% del país, pero al 70% del país le damos miedo o nos odia, entonces es imposible ganar (…) Hemos irrumpido como un partido rompedor. El pasito que nos falta para ganar es quitarnos el estigma (…) El siguiente paso que nos queda es poner en marcha un conjunto de movimientos, de operaciones y de transformaciones que le muestren a la España todavía recelosa que venimos a traer orden y estabilidad. O sea, el siguiente paso que nos queda es algo así como, permíteme la broma, la renuncia al marxismo del PSOE”1046. Para simbolizar esta evolución: ¿qué ejemplos o credenciales de “orden” aporta Podemos? Básicamente dos: la gestión de los denominados “ayuntamientos del cambio” –alcaldías gobernadas por plataformas afines a la formación morada- y la presencia de personalidades reputadas de la sociedad civil dentro las listas electorales del partido de Iglesias para los comicios de diciembre de 2015 y junio de 2016 –o sea, los llamados “fichajes de Podemos”. Entre las primeras están los ayuntamientos de Madrid, Barcelona, Valencia, Cádiz, A Coruña, Santiago de Compostela o Zaragoza. Entre los “fichajes” puede nombrarse a Julio Rodríguez –ex Jefe de Estado Mayor de la Defensa-, Victoria Rossell –portavoz de Jueces para la Democracia-, Juan Pedro Yllanes –juez de la audiencia provincial de Palma de Mallorca, conocido por su lucha contra la corrupción política en aquella comunidad-, Juan Antonio Delgado –portavoz de la Asociación Unificada de la Guardia Civil-, Rubén Sánchez –portavoz de la asociación de consumidores FACUA- o el abogado David Bravo. En el transcurso de la campaña para las elecciones generales de 2015, el líder de Podemos menciona en todos los mítines a los ayuntamientos del cambio como ejemplo de 1046 Ibid. 477 alternancia, pero sobre todo de buena gestión. Como paradigma de estabilidad y, muy singularmente, de retorno al orden. O sea como modelo de lo que ocurre cuando la sociedad civil retoma el control sobre las cosas y puede así deshacer el entuerto neoliberal. De la mano de las alcaldías del cambio, Podemos se presenta como la antítesis del caos y de la frivolidad de las élites incompetentes y apunta hacia un sentido de orden ciudadanista y socialdemócrata. Es más, la formación morada presume de ser la garantía contra los desbarajustes de una élite extractiva a través del concurso de un coro plural de alcaldes y alcaldesas. Un buen ejemplo de ello es este discurso de Pablo Iglesias en el ecuador de la campaña de diciembre de 20151047: “Hemos demostrado no solamente que las fuerzas del cambio podemos ganar. Hemos demostrado también que podemos gobernar mejor. El ayuntamiento de Barcelona ha podido destinar 100 millones de euros de superávit a hacer políticas sociales, y, al mismo tiempo, las exportaciones siguen creciendo un 7% en Barcelona” (…) Decían: “los de Podemos no pagan las deudas”. Resulta que, desde que empezó la crisis, la deuda española ha pasado del 35% del PIB hasta casi el 100%. Pues bien, en el ayuntamiento de Cádiz, después de 6 meses de gestión, manteniendo los comedores infantiles abiertos, se han devuelto ya 10 millones de la deuda de la señora Teófila Martínez del Partido Popular. ¿Quiénes son los que no pagan las deudas? Decían que las empresas no se iban a entender con nosotros. En Coruña, Xulio Ferreiro está negociando un acuerdo con las eléctricas para enfrentar la situación de pobreza energética”1048. La otra garantía de orden –no de “ley y orden” en el sentido de la extrema derecha clásica, sino de orden “ciudadanista” y “socialdemócrata”- es la incorporación en las listas de Podemos de figuras de la sociedad civil que a menudo no comparten ni la generación biográfica ni la trayectoria política de los impulsores de la formación morada; pero que, en cambio, pueden presumir de un currículum laboral muy prestigioso. Habitualmente – y este punto es importante- un currículum de servicios prestados a la comunidad a través de la administración pública. En este sentido, Carlos Jiménez Villarejo –ex fiscal anticorrupción- ejerce en 2014 como antecedente del rol que más tarde jugarán los denominados “fichajes”. La presencia de todos ellos se concibe como una prueba de que la iniciativa morada no viene a derrumbar el edificio institucional -no viene a sustituir el 1047 Es preciso señalar que el tropos de las ciudades del cambio como paradigma de buena gestión socialdemócrata y ciudadanista no sólo se repite una y otra vez durante la campaña de diciembre de 2015, sino que también es acentuado a lo largo de la repetición electoral de junio de 2016. 1048 Pablo Iglesias, Discurso de Madrid, 13 de diciembre de 2015. 478 régimen-, sino a mejorarlo, a implementar reformas, introducir savia nueva y corregir el rumbo. El propio Errejón reconoce la importancia estratégica que en ese momento reviste la visibilidad de estas figuras como “aplacadoras del miedo” y como mitigadoras de la imagen de Podemos como un partido de “machos retadores”: “Todos los fichajes del 20-D son fichajes para aplacar el miedo. De hecho, los presentamos como tal. Les decimos “no habléis de cosas rojas”: tú habla de que eres un militar, tú habla de que eres una jueza, tú habla de que eres juez. Y los publicitamos muchísimo: mucho más que a nuestros candidatos. Porque son la prueba de que no somos peligrosos”1049. “Este planteamiento lo extraemos de una interpretación de lo que había ocurrido en las elecciones municipales y autonómicas de mayo de 2015. En esas elecciones, le va mucho mejor a las candidaturas municipalistas que a Podemos en las autonómicas. Por ejemplo, en Madrid es sangrante: la Comunidad de Madrid es más de izquierdas que la ciudad de Madrid; y, sin embargo, nos va mejor en la ciudad que en la comunidad. ¿Por qué? Hay quienes dicen que es por la marca. Yo no comparto esa tesis. Yo pienso que lo fundamental es el efecto candidato (…) Tiene que ver con que Manuela Carmena no da miedo y Ada Colau tampoco (…) Y que además son líderes femeninas, que rebajan el miedo y hacen que Podemos no sea sólo una formación de varones retadores, sino una formación de gente que tiene un poco de preocupación por el futuro, por los hijos, que no grita tanto en los mítines, y que parece más solvente. Los “fichajes” se plantean así también, como un intento de profundizar en esa línea, de abrir campo”1050. En resumen, Podemos se esmera en disputar la noción de “orden” a los “partidos del inmovilismo” porque interpreta que, en el contexto de 2015 y 2016: 1) esta contienda semántica resulta más favorable que nunca para una plataforma nueva y vagamente de izquierdas, y 2) este vocablo/valor se erige como uno de los escasos instrumentos retóricos de seducción popular y de legitimación del status quo que le restan a las formaciones del bipartidismo. De acuerdo con este análisis, el partido de Pablo Iglesias realiza un notable esfuerzo por despojar a las plataformas tradicionales –y singularmente al PP- del monopolio sobre este concepto, y a desplazarlo desde el polo “seguridad y ley” hacia un terreno en el que se concibe más bien como “restauración de los viejos equilibrios”; es decir, en el que el vocablo “orden” adquiere un cariz socialdemócrata y ciudadanista. La OPA semántica a la idea de orden consiste por tanto en identificar, por 1049 Iñigo Errejón, Comunicación Personal, 17 de diciembre de 2020. 1050 Ibid. 479 un lado, a los “partidos del establishment” –y particularmente a la derecha política- con el caos; y, por otro lado, en asociar a Podemos con la promesa de reconstrucción del equilibrio y de la estabilidad perdida. Es decir, con un modelo de gestión socialmente cohesivo, moralmente regenerador y democráticamente participativo. En ese sentido, las alcaldías del cambio y la introducción de los denominados fichajes en las listas electorales tanto de diciembre de 2015 como de junio de 2016 sirven a Podemos para encarnar o ejemplificar una cierta idea de orden y para tratar de mitigar el miedo de aquella parte del electorado que desea el cambio, pero que duda entre optar por Ciudadanos o por el partido morado. Todo ello -al igual que el Front National en Francia- con el fin de enriquecer su imagen con atributos que le sitúen más allá de la etiqueta de “partido protesta”. 14.5 Resignificación de los actos de partido como ceremonias laicas “Hoy, aquí, en la Puerta del Sol, el 31 de enero de 2015, el primer día del año del cambio, prometemos no fallarnos hasta recuperar nuestro país, hasta conquistar las instituciones, hasta sacar de ellas a la mafia y ponerlas al servicio de la gente”1051 La concepción de los actos de Podemos como “ceremonias laicas” reviste una importancia central en la medida en que, por un lado, revela algunas de las originalidades más eminentes de la “hipótesis Errejón”, así como, por otro lado, pone de manifiesto algunas de sus fragilidades más notables. Este apartado de la tesis aspira a arrojar luz sobre ciertos aspectos nucleares de la hipótesis estratégica que guía al primer Podemos, al mismo tiempo que muestra su supeditación a factores de índole pasional, ligados a la emoción de sentirse en marcha y a la promesa de una victoria casi inmediata. De esta manera, se subraya la conexión entre la elaboración de la nueva identidad que el partido se esmera en construir y algunos procedimientos que la antropología ha estudiado históricamente; así como también la necesidad que tiene el proyecto de impactar profundamente en quien asiste a sus actos. O sea, de conseguir que el individuo que asista a los actos multitudinarios del partido, cuando regrese a su casa, vuelva políticamente transformado. Atravesado por un tipo de equivalencia que lo conduce a formar parte de 1051 Iñigo Errejón, Discurso de la Marcha del Cambio, 31 de enero de 2015. 480 una identidad política naciente. Pero también se enfatiza cómo la creación de un “encantamiento colectivo”, de una pasión popular, está orientada y sujeta al aprovechamiento de una “estructura de oportunidad” de carácter temporalmente breve. ¿De dónde nace la idea de concebir los actos de Podemos como “ceremonias laicas”? La voluntad de convertir los actos y mítines del partido en ceremonias cívicas y emparentarlos en cierta medida con ritos políticos de paso surge fundamentalmente de cuatro motivaciones; a saber: 1) la reflexión acerca de los procesos de individuación excesiva que provoca el neoliberalismo, 2) la preocupación por las consecuencias políticas y antropológicas de esa reflexión, 3) la nostalgia de un pasado con referentes y coordenadas culturales comunes, y 4) el deseo de contrarrestar la dinámica de particularización y de construir puntos de convergencia identitaria. En cuanto al primer punto, es preciso señalar que el propósito de hacer de los actos de Podemos algo más que “reuniones partidistas con público” obedece a la convicción de que la hegemonía neoliberal está provocando un proceso de atomización de las identidades. O, lo que es lo mismo: un proceso en el que las identidades individuales se hacen cada vez más particulares y privativas. Más, por así decir, monádicas. Las palabras clave aquí son incomunicación y hermetismo. Esto es, búsqueda constante de la diferencia y, al mismo tiempo, inconmensurabilidad de las singularidades. A este respecto, los impulsores del partido morado se reconocen como observadores atentos de esta deriva de la subjetividad neoliberal1052. Pero no sólo como observadores en la distancia: a los impulsores de Podemos les preocupa políticamente la posibilidad de que desaparezca un suelo de sentido común entre los ciudadanos, de que en las sociedades contemporáneas los sujetos se habitúen a relacionarse sólo en tanto que individuos/consumidores –o sea, únicamente en tanto que particulares frente a algo situado por encima de ellos: el Estado o las grandes corporaciones-; en suma, de que se eliminen las condiciones subjetivas para que se den procesos de equivalencia y articulación políticas. Y de que con ello se dificulten y enrarezcan las oportunidades de victoria de los movimientos contra-hegemónicos. O, lo que es lo mismo: de verdadera alternancia política e ideológica. Por este motivo, la 1052 Sobre esta cuestión ver los capítulos 1 y 2 del siguiente texto: Villacañas, J-L (2015): Populismo, Madrid: La Huerta Grande. También hay alguna mención a este punto en: Villacañas, J-L (2017): El lento aprendizaje de Podemos, Madrid: Catarata. 481 formación morada se esfuerza por mitigar esta lógica singularizante a través de ceremonias o escenificaciones que intensifiquen el “gusto de estar juntos”1053, la “fraternidad entre desconocidos”1054 y el placer de sentirse “parte de algo” más grande uno mismo1055. No en vano, a menudo Podemos se piensa a sí mismo como un instrumento para contrapesar la fragmentación neoliberal y para reconstruir el sentido de comunidad entre los ciudadanos. De hecho, esa es una de las acepciones a las que apunta la expresión “fundar un pueblo”: religar de nuevo políticamente a los individuos atomizados. De manera que la organización de los actos del partido se concibe deliberadamente como una respuesta a la falta de espacios compartidos de socialización, al debilitamiento de las grandes identidades asociadas al trabajo o a la posición social, y a la escasez de referentes culturales comunes. Las “ceremonias laicas” se piensan, en este sentido, como una reacción contra el neoliberalismo; o, más precisamente, como una compensación frente a sus efectos disgregadores. Como una representación generadora de lazos y afectos entre personas que de entrada no comparten casi nada: “Las ceremonias laicas tienen que ver con que nuestro pueblo no tiene nada en común cuando vuelve a sus lugares de origen. No comparte instituciones, no tiene un periódico, no tiene una canción, no tiene una cultura. Se adscribe a una corriente que está naciendo, pero los individuos que componen esa corriente sólo son parte de la misma fe cuando están juntos”1056. En tercer lugar, la concepción de los mítines como “ceremonias laicas” deriva de una cierta nostalgia con respecto al contexto cultural y de subjetivación política de la generación que hizo la Transición española, que coincide –en el caso de la mayoría de los fundadores de Podemos- con la generación de sus padres y madres. Los promotores de la iniciativa morada lamentan la falta de cultura organizativa y militante de los jóvenes españoles nacidos en democracia; esto es, el carácter líquido de sus vínculos e identificaciones políticas. También el hecho de que son demográficamente muy pocos1057. 1053 Iñigo Errejón, Comunicación Personal, 17 de diciembre de 2020. 1054 Errejón & Mouffe, 2015: 54. 1055 Gómez J. (2016, 15, mayo): “Entrevista a Iñigo Errejón: Hemos podemizado España y nos hemos manchado de España”, El Mundo. Revista Papel: https://www.elmundo.es/papel/lideres/2016/05/15/5735b4dfca474143638b459e.html 1056 Iñigo Errejón, Comunicación personal, 17 de diciembre de 2020. 1057 “En segundo lugar, también porque no hay que olvidarse –y es algo que yo tengo permanentemente presente- del factor demográfico. El PSOE de 1982 gana con una pirámide de población muy joven en la 482 Pero no se trata simplemente de una queja o lamento melancólico: los estrategas de Podemos toman en cuenta ese fenómeno de desafiliación política como un dato o punto de partida. Y todo su esfuerzo consiste en ponerle remedio creando “artificialmente” momentos de comunión cívica. No obstante, es interesante hacerse eco de los problemas que tiene Podemos para encontrar canciones lo suficientemente compartidas como para corearlas en conjunto al final de los mítines; esto es, himnos musicales lo bastante transversales como para condensar el momento emocional que vive España y, en particular, las generaciones de jóvenes españoles. El partido morado llega a desesperarse ante la dificultad para encontrar en nuestras sociedades este tipo de referencias culturales comunes: salmos laicos, cantables en grupo, transmisores de emociones y fundantes de algo. Es decir, material cultural con alta capacidad condensatoria de afectos y, al mismo tiempo, con fuerza performativa. Podemos prueba primero con la canción Golpe maestro del grupo español Vetusta Morla en las elecciones europeas de mayo de 2014. También hace algún tímido intento por utilizar melodías de Joe Crepúsculo. Pero enseguida acaba regresando a las coordenadas musicales de la izquierda de los años sesenta y setenta del siglo pasado. De hecho, Podemos cierra su congreso fundacional de Vistalegre en noviembre de 2014 entonando en grupo la canción L’estaca de Lluís Llach, un auténtico himno de la oposición al franquismo y de los primeros años de la Transición española. Y, más adelante, en la noche electoral del 20 de diciembre de 2015, elige la canción de Quilapayún El pueblo unido jamás será vencido para interpretar colectivamente una vez terminadas las intervenciones de los portavoces y antes de dar por terminado el acto. Finalmente, en cuarto lugar la formación morada se esfuerza para que sus actos se asemejen a “ceremonias laicas” porque necesita fundar una nueva identidad política. O sea, porque le urge crear un polo de identificación política novedoso, transversal y, en lo posible, alejado del clivaje izquierda/derecha. Y, con ese fin, precisa de ritos cívicos que inauguren y cristalicen la nueva identidad. Por esto también necesita que sus convocatorias sean máximamente abiertas a la ciudadanía y, al mismo tiempo, que que, cuando Felipe gana, mi padre tiene 32 años y mi madre tiene 31 años. Es un país en el que hay muchísimos treintañeros. Hay muchísimos treintañeros en el sentido demográfico, pero también pesan mucho en el sentido generacional (…) Hay una generación muy grande y además muy bien pertrechada culturalmente como “la generación de la renovación que hace falta en este país” (…) En cambio, cuando nosotros estamos a punto de hacer la siguiente renovación, cuando llegamos los que nacimos a comienzos de los 80, somos muy pocos generacionalmente” (Iñigo Errejón, Comunicación personal, 17 de diciembre de 2020). 483 agreguen un plus de sentido para quienes participan en ellas. Puesto que, en última instancia, de lo que se trata a través de estas escenificaciones altamente simbólicas es de inaugurar un tiempo político nuevo, con actores políticos distintos, con una gramática política innovadora y con un cúmulo de referencias culturales originales. Esta última consideración nos pone sobre la pista de otro interrogante: ¿en qué medida los actos de Podemos pueden ser calificados como “ceremonias laicas”? O, mejor: ¿por qué emparentarlos con el ámbito de la ritualidad y con ciertas prácticas que estudia la antropología? El motivo principal guarda relación con el hecho de que los actos multitudinarios de Podemos están pensados para que tengan algo de liturgia; esto es, para que, en su despliegue mismo, fortalezcan los lazos entre los asistentes. Para que se vivan como una experiencia pregnante, emocionante, histórica, inolvidable1058. Y, sobre todo, para que interpelen al ciudadano en lo que tiene de común con los otros; o sea, para estimular o excitar el vínculo cívico-comunitario. Por eso, señala Errejón, en los actos “es tan importante el presente, el estar, el momento”1059; la percepción de adscribirse a una corriente colectiva. De modo similar a los ritos u otro tipo de ceremonias, los actos de Podemos están concebidos para impactar y conmover a quien los vive; y, por lo mismo, para durar en el tiempo. Para fundar un compromiso. Lo cual, afirma Errejón, “significa que quien viene al acto tiene que volver a casa con una experiencia fuerte, con una experiencia que le haya cambiado”1060. En un mundo de atomización neoliberal y de práctica desaparición de las identidades colectivas, el asistente a un acto de la formación morada “debe volver a casa diciendo “qué hermoso ha sido”, tiene que volver diciendo “estoy a fondo con vosotros”1061; o sea, continúa Errejón, “hace falta que el momento de la comunión sea tan fuerte que nuestro simpatizante regrese a casa fortalecido”1062. Aún más: es fundamental que la persona que pise un acto de Podemos salga del mismo “políticamente 1058 “Esa es la diferencia entre nuestros mítines y el resto de actos. Preguntadle a vuestros compañeros y a vuestros amigos si quienes van a los mítines de las otras fuerzas políticas salen con la piel de gallina, salen ilusionados, se les escapa una lagrimita o se abrazan con los que tienen al lado. Y explicadles que esa es la diferencia entre votar y hacer patria; entre votar a los de siempre y elegir un país con nosotros” (Iñigo Errejón, Discurso de Madrid, 13 de diciembre de 2015). 1059 Iñigo Errejón, Comunicación personal, 17 de diciembre de 2020. 1060 Ibid. 1061 Ibid. 1062 Ibid. 484 transformado”1063. Y en esa medida -y como en toda conversión- con deseos de contárselo a todo el mundo y de hacer proselitismo. Lo mismo en este que en otros aspectos, la estrategia de Podemos supone una revalorización del papel de las pasiones en política; o, mejor, una reivindicación de sus efectos positivamente transformadores. Y, a la inversa, una crítica tanto a la ilusión liberal de una política emocionalmente aséptica, como a la utopía marxista de una política sin pasiones. Los portavoces del partido morado suelen repetir que liberalismo y marxismo comparten una misma prevención contra las pasiones y un mismo deseo de erradicarlas, en la medida de lo posible, del debate político. Porque entorpecen, molestan, engañan y, llevadas al límite, producen monstruos. En oposición a esta convergencia racionalista entre liberalismo y marxismo, Podemos adopta un prisma que se quiere más realista que los anteriores. De acuerdo con él, las pasiones no constituyen un problema para la política en la medida en que: 1) resultan inerradicables –y cuando se las quiere hacer desaparecer por la puerta en forma de tecnocracia reaparecen por la ventana en forma de populismo de derechas1064-, y 2) son “un ingrediente indispensable de todos los cambios políticos de signo progresista y emancipador”1065. O sea, ni se las puede eliminar ni sería bueno que así fuera. Las emociones –piensa la formación morada mirando a Latinoamérica- representan potencialmente una “energía niveladora”1066, una “venganza plebeya”1067, una fuerza restablecedora de los vínculos afectivos entre los de abajo: “Frente a la izquierda y a los liberales que critican los momentos en los que las pasiones saltan por encima de la razón, nosotros queríamos que eso sucediera. Porque sólo cuando eso sucede, ocurren cosas grandes. Nosotros queríamos crear una pasión de lo popular que aspira a ser la nueva nación o, en todo caso, a renovar la nación. Pero para nosotros también era un momento pasional muy fuerte. Yo acaba los mítines sin voz. A veces temblaba un poco. Pero no del esfuerzo, sino de la emoción”1068. 1063 Ibid. 1064 Este es uno de los argumentos que utiliza Chantal Mouffe en un texto muy influyente para los impulsores de Podemos, a saber: Mouffe, C. (2009) “El fin de la política y el desafío del populismo de derecha”, en Panizza, F. (ed): El populismo como espejo de la democracia, Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 71-96. 1065 Errejón & Mouffe, 2015: 54. 1066 Ibidem. 1067 Iñigo Errejón, Comunicación personal, 23 de diciembre de 2020. 1068 Iñigo Errejón, Comunicación personal, 17 de diciembre de 2020. [los subrayados son míos] 485 Por consiguiente, puede afirmarse que los actos de Podemos aspiran a tener algo de rituales cívicos en la medida en que se espera que, en su misma celebración, alumbren algo nuevo desde el punto de vista ontológico. A saber: una identidad política novedosa. O, más exactamente: una “pasión popular”, un sentimiento de solidaridad compartido, unos afectos comunes, unas relaciones de equivalencia que cristalicen en una identidad política nueva. Los mítines de la formación morada apuntan a convertirse en “actos de habla” colectivos; o sea, en reuniones cívicas en las que se genera un vínculo horizontal entre los asistentes: el sentimiento de ser lo mismo o pertenecer a lo mismo. En suma: de formar parte de una misma comunidad. Y, más en concreto, de una comunidad que está siendo invocada y que, en el acto mismo de comparecer, está repensándose, reformulándose, proyectándose hacia el futuro de una manera diferente. Por lo tanto, de una comunidad o pueblo que, en la misma puesta en escena o ritualidad, se está reconociendo como parte de lo mismo y, sobre todo, se está regenerando. De ahí la fuerte impronta existencial y presentista que adquieren este tipo de actos. Iñigo Errejón es muy claro al respecto en una de las entrevistas realizadas a efectos de esta tesis doctoral: “No lo digo sólo para echarnos flores, es que esa era la hipótesis; es que eso era lo que estábamos construyendo. Un mítin de un partido es un acto para converncidos. Es decir, los que llegan, llegan ya sabiendo su voto y llegan ya compartiendo una identidad política. En cambio, un acto de una fuerza nacional-popular nueva es un acto que, en su misma celebración, produce la identidad. Si tú vas a un mítin del PP, tú ya vas como “pepero”. Pero cuando tú ibas a un acto de Podemos, ibas como ciudadano español, como persona harta, como persona que va por curiosidad, por ver la novedad, o como simpatizante a medias; y sales del mítin como parte de una comunidad. De una comunidad que no es el partido, que no tiene carnet, pero que tiene el corazón latiendo y la sensación de que está pasando algo. Eso para nosotros era clave”1069. Las “ceremonias laicas” apuntan por tanto a esa sobredeterminación. Y se viven como un acto mayeútico: quienes participan en ellas tienen la ilusión de estar alumbrando una voluntad popular. Por eso enunciativamente ganan el “universal”: la posibilidad de hablar en nombre del “todo”; o sea, la oportunidad de que la sociedad hable por ellos y de encarnar así los intereses generales. De nuevo aquí el modelo, además de Latinoamérica, es el movimiento 15M. Las “ceremoias laicas” imitan la escenificación de una ciudadanía en la calle que se expresa más allá de las siglas, las marcas y los partidos. Y que en su 1069 Ibid. [los subrayados son míos] 486 estar no sólo realiza un acto de reconocimiento –que en rigor más que identificación es creación novedosa-, sino que además se da unas tareas o se marca unos objetivos. A pesar de ello, los dirigentes de Podemos reconocen que, en el contexto español de 2014 y 2015, el vínculo equivalencial entre los participantes en las “ceremonias laicas” aún resulta extremadamente frágil. ¿Por qué? Por dos motivos principales. El primero apunta a que los asistentes a las liturgias cívicas no comparten casi nada antes del propio ritual. No habitan identidades fuertes ligadas al ámbito de la economía, de la sociedad, de la política o de la religión. No forman parte de organizaciones o colectivos estructurados. Ni siquiera poseen tradiciones comunes ni grandes relatos compartidos. Se parecen, al menos desde la perspectiva de la formación morada, a lo que antes denominamos “mónadas neoliberales”. Por eso puede señalarse que la pasión más fuerte en la que coinciden es una negación: un “no ser como ellos”, una misma oposición a “la casta” compuesta por banqueros, políticos, tertulianos y dueños de grandes empresas. El segundo motivo se refiere a que, más allá de la negación, quienes asisten a las liturgias cívicas organizadas por Podemos están unidos sobre todo por la emoción del éxito y por un cierta fascinación ante la dinámica del partido. Es decir, los que van a los mítines multitudinarios del partido morado comparten por encima de todo la alegría ante la perspectiva de victoria y, simultáneamente, la sensación de estar en marcha y pertenencer a un mismo movimiento. O sea, por un lado, una misma emoción ante la constatación de estar dando miedo a los poderosos y de encontrarse ante la posibilidad real de ganar las elecciones; y, por otro lado, la satisfacción de sentirse parte del “país real” y participar de una corriente colectiva que está haciendo historia –donde el gerundio reviste la máxima importancia. La causa de la fragilidad del vínculo equivalencial reside por tanto en la combinación entre la pasión por el movimiento –la embriaguez ante la percepción de que se está avanzando- y la ilusión de éxito –la convicción de que, por primera vez en mucho tiempo, se puede ganar. Estos dos factores ofrecen a la nueva identidad política una extraordinaria potencia articulatoria –un enorme atractivo, transversalidad y fuerza aglutinante-; pero también un carácter inestable y una singular vulnerabilidad: “En el caso de Podemos, todo sube muy rápido y baja muy rápido. Porque la gente que se siente apelada por nosotros, ¿qué comparte? Comparte lo que no son, comparte que están en movimiento y comparte la sensación de que se puede ganar. No hay que olvidar nunca 487 que una parte del afecto que unía a nuestra gente –una parte del pegamento que unía a nuestra gente- era la sensación de que esta vez se podía ganar, de que esta vez sí, de que esta vez las cosas podían salir bien. Por eso, cuando empiezan las dificultades, ese pegamento se diluye más rápido que en otros procesos”1070. Y, en el mismo sentido: “Ese carácter vago [del vínculo] explica que sea pura pólvora en aquellos meses en términos electorales y políticos, pero también explica lo rápido que se ha diluido. Tú escuchas mis discursos en 2015 y en ese momento ponían a la gente de pie. Porque tenían un componente identificativo que hacía que la gente se pusiera de pie. Y, sin embargo, qué rápido se ha desvanecido eso. ¿Por qué? Porque el nexo que unía a toda esa gente era un vínculo muy laxo, muy precario. Básicamente el nexo era lo que no eran. Era también la perspectiva de que se podía ganar ya. Y era la épica del momento”1071. La identidad política que se fragua en las “ceremonias laicas” es, en consecuencia, excesivamente dependiente tanto de la épica como de la tendencia cinética del partido y de la expectativa de victoria. Por eso cuando el partido deja de pedalear tan rápido, los lazos que lo unen con la ciudadanía se resienten. Es decir, en el momento en el que, a lo largo del primer semestre de 2016, el ritmo político se ralentiza, el ambiente político se enrarece y la narrativa del cambio se usa por primera vez contra Podemos, entonces la identificación de los españoles con el partido morado decae ostensiblemente. En particular, lo que se viene parcialmente abajo es la consideración de Podemos como algo más que una formación política al uso; o, lo que es el mismo: la mitología que hacía de la iniciativa una extensión de la ciudadanía en marcha y un heredero cabal del 15M. Errejón reconoce que este proceso de desengaño era inevitable. Pero inmediatamente agrega que el efecto aglutinante de las “ceremonias laicas” debía haber durado más en el tiempo. ¿Hasta cuándo? Hasta alcanzar el gobierno y estar en condiciones de poner en marcha otros mecanismos de fortalecimiento del vínculo nacional-popular. O, como mínimo, hasta poder reemplazar posicionalmente al PSOE. El razonamiento de Podemos opera del siguiente modo: se puede desplegar con éxito un “asalto de caballería” a las instancias de poder cabalgando el descontento de una ciudadanía airada y siendo empujados por una 1070 Ibid. 1071 Ibid. 488 suerte de “encantamiento colectivo” producido e intensificado en actos multitudinarios con forma de liturgias laicas. Escenificaciones en las que los participantes se emocionan, se reconocen como parte de “lo mismo”, se proyectan hacia el futuro y se dan una tarea colectiva. Iñigo Errejón reconoce la fortaleza política y simbólica de estos mítines con forma de ritual, pero también la debilidad consustancial de los vínculos que allí se generan: “Para mí en ese momento está tan claro lo que quiere el común de los españoles -la cabeza de los corruptos, regeneración, justicia social, que los ricos paguen lo que deben, que se acaben los desahucios y que no haya recortes-, que pienso: ¿pero para qué introducir más cosas? Es que yo pienso: si nos ceñimos a esto, llegamos a Moncloa. Si a la turba que asalta el Museo de Ciencias Naturales en Springfield en Los Simpson le empiezas a hacer preguntas del tipo: ¿Qué pensamos de los toros? ¿Qué pensamos de la Semana Santa? Si hacemos eso, se nos disuelve la turba. Si es que está todo cristalino: no te muevas, sigue por ese camino. Has dado con la canción del verano, tócala. Tócala hasta que llegue septiembre”1072. Más adelante, en una de las entrevistas realizadas para esta tesis, Errejón retoma el mismo ejemplo para enfatizar la potencia destituyente de esta identidad coagulada en las liturgias cívicas; así como también para incidir en su extrema vulnerabilidad. O sea, en el peligro constante de que se derritan las equivalencias. Una fragilidad que, al ser consustancial a la propia dinámica articulatoria, agrega dramatismo y exige ir lo más rápido posible: “Hay un capítulo de Los Simpson en el que una turba de gente asalta el Museo de Ciencias Naturales. Pues bien, es como si en medio de esa turba, alguien les parara y les dijera: “oye, un momento: ¿Estamos aquí todos los acuerdo en nuestra posición sobre llevar armas?” Si ocurriera eso, entonces se abriría un debate y se disolvería la turba. ¿Por qué? Porque esta turba, esta plebe, tiene en común que está en movimiento. Así que tiene la pasión de estar en movimiento, la sensación de identificarse con cosas que le pasan y que nadie antes había nombrado, y la percepción de no ser “ellos”. Y con esas mechas se mueve”1073. El ejemplo sirve además para dar cuenta de la explicación que el número dos de Podemos se da a sí mismo acerca de lo acontecido en la formación morada. Para Errejón, si la nueva identidad transversal comienza a resquebrajarse antes de conseguir los objetivos, si se frena con anterioridad a terminar de asaltar el “Museo de Ciencias Naturales”, es porque 1072 Ibid. 1073 Ibid. 489 Podemos rompe prematuramente el “encantamiento” y la cadena de equivalencias. Porque el propio partido empieza a hacer preguntas identitarias al interior del grupo siguiendo la lógica de los dos ejemplos anteriores: “¿estamos aquí todos de acuerdo sobre en a o b?”; de tal manera que termina por fraccionar la cohesión interna del nuevo sujeto. En definitiva, se debe a que el nuevo partido, precisamente por precaución ante el carácter vaporoso de los lazos creados en las “ceremonias laicas”, opta por asumir una identidad más estable y más anclada en la tradición izquierdista española. En conclusión, las “ceremonias laicas” se proponen como un ritual cívico que engendra un vínculo de solidaridad entre los asistentes y un compromiso colectivo. Que restaura los lazos comunitarios, nivela y genera equivalencias. En este sentido, las “ceremonias laicas” se conciben como liturgias ciudadanas contrarias a la lógica de la atomización neoliberal. O sea, como actos multitudinarios en los que se coagula una nueva identidad política, un nuevo nexo cívico, una nueva emoción de pertenencia, que contrarresta la dinámica de particularización típica de las sociedades contemporáneas. Se piensan, a este respecto, como el comienzo de algo: como la inauguración de un vínculo o corriente afectiva que, en dirección opuesta a las derivas tecnocráticas, supone un retorno de la política en general y de las pasiones políticas en particular. No obstante, el principal estratega de Podemos admite la vulnerabilidad del proyecto –la fragilidad de los lazos que se crean en las “ceremonias laicas”-, y termina reconociendo que es un proyecto fallido dentro de la historia de Podemos. Fallido por difícil –o sea, por alimentarse primordialmente de “dinamismo” y “exitismo”-, pero sobre todo por prematuramente abortado. Todo lo cual subraya la ambición, originalidad y dificultades estratégicas de la “hipótesis Errejón”. 14.6 “Pacto social roto por arriba” como masterframe Toda la retórica de Podemos durante el período estudiado se apoya sobre la idea de que: 1) existía un pacto social políticamente aceptable, 2) ese pacto social ha sido quebrantado, y 3) la responsable de esa ruptura es la élite político-económica. O, expresado en términos más formales: había una situación de equilibrio que se ha roto unilateralmente por la acción del polo superior de la pirámide social. La consecuencia de esta fractura sería, en primer término, la producción de un estado de injusticia. Y, en segundo lugar, la creación 490 de una atmósfera de desamparo y extravío para las mayorías sociales. Cuya consecuencia más ostensible sería la oscilación sentimental del común de los ciudadanos entre estados de indignación y de miedo. Por eso en el lenguaje del primer Podemos resulta tan importante la palabra “miedo”; y, más específicamente, la conjura, superación y traslación de este sentimiento, cristalizada en la expresión “que el miedo cambie de bando”. El marco discursivo principal escogido por Podemos –pacto social roto por arriba- alberga por tanto implícitamente un gesto restaurativo: la promesa de una recuperación y de un reequilibrio. La idea de una respuesta cívica que reorienta el rumbo y vuelve a poner “las cosas en su sitio”, impidiendo el “desastre” y, de paso, infringiendo un correctivo a quienes se han apartado de los consensos. En la estructura del discurso de Podemos está pues también el Again del lema de Donald Trump en 2016, como también se encuentra en la retórica de la campaña presidencial de Marine Le Pen de 2017: Remettre la France en ordre en 5 ans. ¿Hacia dónde apunta este masterframe? ¿A qué operaciones discursivas habilita? Este marco discursivo central abre varios caminos y da pie a diversas acciones, reconducibles fundamentalmente a cuatro: explicar, legitimar, interpelar y proponer. En primer lugar, el marco de la ruptura del pacto social por parte de las élites ofrece de forma hipercondensada o esquemática un relato de lo ocurrido en España desde la crisis económica de 2008; es decir, explica a través de una metáfora contractualista la llamada emancipación de las élites. Que también puede interpretarse, como en el caso del FN francés, en términos de traición –de hecho, Pablo Iglesias emplea en algunos de sus discursos este vocablo1074. Al mismo tiempo, el marco también explica la dinámica general de empobrecimiento de la sociedad española –la sucesión de recortes al Estado del Bienestar-, que, en su acontecer caótico, podían abrumar interpretativamente a los ciudadanos; es decir, podían producir una especie de extravío heurístico que condujera al cinismo político. En segundo lugar, el masterframe de la secesión de las élites proporciona una coartada narrativa que legitima la rebelión cívica -cuyo embrión sería el 15M- que Podemos aspira a encarnar. De acuerdo con este marco, las élites han violado unilateralmente un 1074 Ver por ejemplo el discurso de Pablo Iglesias durante el mítin de Almería del 17 de mayo de 2014; o también su intervención durante el mítin de Valencia celebrado el 9 de mayo de 2014. 491 compromiso –sin más motivo que el egoísmo o la ceguera económica-, lo cual autoriza a “la gente” a exigir responsabilidades; pero, sobre todo, la libera de las obligaciones de adhesión ligadas al pacto anterior. De tal manera que exime a la ciudadanía de las responsabilidades con el establishment y da cauce a la emancipación política del “país real”. O, lo que es lo mismo: la remisión del pacto anterior por la “traición” de las élites sitúa al polo discursivo “la gente” a las puertas de declararse el “país real” y a investirse políticamente y enunciativamente como el “pueblo-nación”. En tercer lugar, el marco de la traición de las élites permite interpelar a la ciudadanía desde los sentimientos de abandono, ofensa, engaño o humillación; y, de esta manera, brinda la oportunidad de conectar con la mayoría social a través de exhortaciones interrogativas del tipo: ¿Verdad que te has sentido injustamente despreciado, ignorado y maltratado por los privilegiados? ¿No es cierto que en los últimos años las élites políticas y económicas te han hecho sufrir gratuitamente? Este masterframe que subraya el egoísmo y la crueldad de “los de arriba” despeja el camino a la formación morada para un tipo de invocación popular que aspira a exorcizar la tristeza; y, más en concreto, las pasiones tristes del miedo, la vergüenza y la culpa. O sea, que se afana por transformar ese grupo de emociones nombrándolas, poniéndolas en común y señalando la injusticia de haberlas padecido en soledad; o, mejor dicho, de haberse encerrado a vivirlas privadamente o en familia como efecto de un proceso de autoculpabilización promovido por la casta. El marco propicia así no sólo la politización del dolor, sino específicamente la liberación de la culpa. El siguiente pasaje constituye un buen ejemplo del ánimo desculpabilizador desde el que Podemos invoca a la ciudadanía: “Hemos comprobado por desgracia durante muchos años que la gente sentía vergüenza de que la desahuciaran de casa, [y cuando esto ocurría] se iba a casa de los padres y no se lo decía a los amigos porque le deba vergüenza. Años en los que a nuestros mayores les despedían del trabajo y con 50 años les decían que tenían “demasiada experiencia” para que les contrataran en ningún sitio y lo sentían como si fuera un fallo personal. Años en los que los jóvenes tenían que hacer la maleta e irse, o tenían que trabajar 11 horas cotizando por dos horas. Durante demasiados años hemos creído que la culpa era nuestra, que nosotros teníamos la culpa y que no se podía hacer nada”1075. 1075 Iñigo Errejón, Discurso de Valencia, 18 de diciembre de 2015 [los subrayados son míos] 492 En cuarto lugar, el marco de la ruptura del pacto social por arriba permite proponer un horizonte de futuro que hibrida lo nuevo –la regeneración o renovación- con lo viejo –la restauración de los viejos equilibrios. El molde narrativo de la traición de las élites favorece la formulación de un discurso épico en términos de “reconstrucción del país”1076, “refundación del pueblo”1077, emprendimiento de una suerte de “epopeya ciudadana”1078 y “apertura de una nueva página en la historia del país”1079. De esta manera, el masterframe de la emancipación de las élites da pie a la maniobra populista por excelencia: convocar al pueblo para que este se dé una tarea patriótica por fuera de –o sin contar con- los sectores privilegiados. Es decir que, en la medida en que el acuerdo social se ha roto por la acción de las élites y contra la voluntad del pueblo, éste último está legitimado para actuar por su cuenta, recuperando un lenguaje patriótico de reconocimiento como sujeto colectivo y de proyección hacia el futuro a través de una serie de hitos o encomendaciones. Lo cual implica que el pueblo ya no aspira a acordar con las élites, sino únicamente consigo mismo. Ahora bien: ¿qué tarea colectiva se propone el pueblo? ¿Cuál es la misión que se auto- otorga como respuesta al egoísmo de los privilegiados? En el caso de Podemos el mandato es explícitamente reconstruir, recomponer o recoser el país. Donde esto presenta una doble vertiente: 1) social y 2) territorial. Así, “reconstruir el país” o “refundar el pueblo” significa, según una afirmación prototípica de la formación morada, “no dejar a nadie atrás” y “dar una segunda oportunidad a todo el mundo” para que “si alguien ha tenido un golpe de mala suerte, se pueda levantar”1080, para que “a nadie se le dé la espalda si se cae en la cuneta”1081 o para que ningún ciudadano “quede relegado si se le estropean sus planes de vida”1082. De otra parte, recomponer el país alude a la necesidad de “reconstruir la convivencia”1083; esto es, a la búsqueda de la cohesión territorial a través del fortalecimiento de los lazos entre el pueblo español nacionalmente plural. Por tanto, la tarea que el pueblo se da a sí mismo –una vez emancipado del compromiso con las élites- constituye un ejercicio simbólico al mismo tiempo unitario, cohesivo y de investidura radical. Un ejercicio que, a pesar de que excluye a las élites, se afana por ser 1076 Iñigo Errejón, Discurso de Sevilla, 17 de diciembre de 2015. 1077 Iñigo Errejón, Discurso de la Plaza del Reina Sofía de Madrid, 20 de diciembre de 2015. 1078 Iñigo Errejón, Discurso de Sevilla, 17 de diciembre de 2015. 1079 Ibid. 1080 Iñigo Errejón, Discurso de Madrid, 13 de diciembre de 2015. 1081 Iñigo Errejón, Discurso de Madrid, 24 de junio de 2016. 1082 Ibid. 1083 Iñigo Errejón, Discurso de Valencia, 18 de diciembre de 2015. 493 máximamente inclusivo desde el punto de vista social y desde el punto de vista territorial/plurinacional. En suma, en esta suerte de reactivación del mito revolucionario del “tercer estado” que, frente a la defección de las élites, se autoinstituye como la nación legítima, la retórica de Podemos apunta hacia un futuro de unidad, reconciliación, cohesión social y progreso. A este respecto, es preciso anotar una división del trabajo retórico dentro de Podemos. La estructura del marco discursivo –sus moldes o líneas maestras- siempre es enunciada por Iñigo Errejón, mientras que Pablo Iglesias se especializa en un tipo de intervenciones más concretas en las que aborda los problemas del país y polariza con el resto de partidos políticos –singularmente con el Partido Popular y con Mariano Rajoy. Como se desprende de las citas de la página anterior, el número dos de Podemos consagra una parte de sus discursos a enfatizar el marco y a echar las bases del relato de la formación morada, al tiempo que la oratoria de Iglesias se mueve con agilidad dentro de los contornos del frame, encarando problemas específicos y haciendo propuestas. Esto ocurre así desde el comienzo, pero es especialmente notorio durante los años 2015 y 2016. Un buen ejemplo de cómo Errejón expone deliberadamente el marco discursivo central con el que opera Podemos se produce durante la Marcha del Cambio de Madrid, donde el entonces secretario político pronuncia lo siguiente: “En nuestro país se ha roto el pacto de convivencia, y no hemos sido nosotros. Han sido los privilegiados los que han roto el acuerdo. Nuestras abuelas y nuestras madres, nuestros abuelos y nuestros padres, se dejaron la piel, se dejaron el lomo para dejarnos un país en el que nadie pasase frío, en el que nadie estuviera sin sanidad o sin educación, en el que nadie tuviera que irse para trabajar. Nuestra gente cumplió el acuerdo. Han sido ellos los que no han cumplido. Son ellos los que se han colocado por encima de la ley, por encima de las instituciones y por encima de nuestro respeto. Han sido los privilegiados los que han roto la convivencia. No les creemos más”1084. ¿A qué se refiere exactamente Podemos con la expresión “el pacto social roto”? ¿Qué acuerdo es ese? La formación morada no detalla nunca de qué alianza se trata. Como en el caso de la referencia al Âge D’Or del FN lepenista, la mención al pacto social –y al equilibrio resultante de él- funciona como un mito. Por lo tanto, en cuanto tal, en la retórica de Podemos no se especifica ni cuándo se firma ni cuándo se rompe el contrato. 1084 Iñigo Errejón, Discurso de la Marcha del Cambio, 31 de enero de 2015. 494 Simplemente se dibuja un momento de una cierta armonía precedente, bruscamente quebrada por la acción unilateral de un grupo de actores, que a continuación da paso a una situación caracterizada por la injusticia y el desequilibrio. El tropos del “pacto social roto” es, en consecuencia, una abstracción, una postulación, una referencia borrosa. No obstante, pese a este carácter difuso, en el discurso de Podemos pueden encontrarse algunas alusiones1085 al período de la Transición española como contorno temporal específico en el que situar el acuerdo. De hecho, de las palabras de Iñigo Errejón y Pablo Iglesias es posible inferir que podrían estar remitiéndose a los denominados “Pactos de la Moncloa”1086 de 1977, así como a la Constitución española de 1978. Y, sobre todo, a la idea de que en ese momento –y en los años posteriores-, se cristaliza el consentimiento de los españoles hacia el nuevo orden. De que, en mejor o peor grado –con mayores o menores reticencias-, en ese período se produce la aceptación tácita del orden por parte de las mayorías sociales; especialmente de los sectores económica y políticamente subalternos. Y, por lo tanto, de que es en ese ciclo cuando se funda la hegemonía del “régimen del 78”: sus promesas, cesiones, acuerdos y razones para obedecer. De modo que el “pacto social” al que se refiere el masterframe de Podemos no alude a un momento concreto, ni tampoco apunta a un contenido preciso –al contrario, le va bien un cierto carácter mítico-, pero sí remite a un gesto de aceptación u obediencia realizado por la sociedad española; o, lo que es lo mismo: a un proceso de decantación del consentimiento político efectuado durante años entre la ciudadanía en general, y muy especialmente entre los sectores económica y socialmente subalternos. El “pacto social” apunta entonces a la asunción tácita –con costes y sacrificios para las capas populares- de un determinado orden político a lo largo de un proceso de años. Un acuerdo que, según insiste el marco, se habría visto traicionado desde 2008 por la acción de las élites. El 1085 “En 1978 se firmó un acuerdo de país. Nuestros abuelos y abuelas, nuestras madres y padres, no estaban de acuerdo con todo, no lo consiguieron todo. Pero firmaron un acuerdo. Y dijeron: “yo he podido empujar hasta aquí, había mucho miedo, no todo se pudo hacer, nos hemos dejado muchas cosas por el cambio; pero sin embargo he dejado una herencia a los que vienen detrás”. Esa herencia dice que, se nazca en un barrio humilde o se nazca en un barrio más privilegiado, mis hijos podrán estudiar, podrán intentar tener un futuro mejor del que yo tuve (…) Y esa herencia la han roto los privilegiados. Son ellos los que han roto el pacto; son ellos los que nos han defraudado; son ellos los que se han creído demasiado importantes como para estar sometidos a la ley, como para estar sometidos a las instituciones” (Iñigo Errejón, Discurso de Madrid, 13 de diciembre de 2015). 1086 La expresión “Pactos de la Moncloa” se refiere en el lenguaje político español a los dos acuerdos firmados por el gobierno, los principales partidos de la oposición –incluido el PCE-, las asociaciones empresariales y el sindicato Comisiones Obreras, sobre la necesidad de contener la inflación y, al mismo tiempo, desarrollar mínimamente el Estado del Bienestar español. 495 frame incorpora así una doble maniobra de protesta hacia los privilegiados: encima que acepté, encima que me plegué, encima que me porté bien y me sacrifiqué, ahora me lo devuelven de esta manera: con egoísmo, humillación, escarnio y pobreza. Y, sobre todo, con incertidumbre, quiebre de las expectativas y miedo hacia el futuro. La consecuencia de esta “ofensiva oligárquica”1087 o “deriva constituyente”1088, como Podemos se esfuerza en moldear/apuntar, es la rabia ciudadana: “Ayer iba en el tren a Sevilla. Me fui a comprar una bolsa de cacahuetes y me hice amigo del camarero, que me reconoció y me contó su historia. Emigró a Suiza para trabajar, volvió y empezó a trabajar en RENFE, llevaba más de 40 años. Me dijo: “mis hijos han estudiado, y todos tienen más de 30 años, y están en casa otra vez. Y yo estoy encantado de que estén en casa, pero cuando veo a mi hijo a las 7 de la mañana, que es informático, levantarse a buscar trabajo de lo que sea –de albañil, de camarero-, me come la rabia”. Me decían “estoy rabioso”, “estoy rabioso porque yo no he trabajado toda mi vida para esto, no he trabajado toda mi vida para darles educación y estudios a mis hijos y que ahora el único que tenga trabajo en casa sea yo, que el único sueldo que entra en casa es el mío, que estoy a punto de jubilarme”1089. Por último, conviene reparar en que en el seno mismo del marco principal elegido por Podemos hay una respuesta a la interpretación extendida entre la extrema izquierda sobre la Transición española. A pesar de que se ha subrayado poco en la literatura académica sobre el partido morado, el masterframe de Podemos lleva implícita una valoración alternativa respecto del consentimiento que produjo ese proceso político. Aquí, de nuevo, se percibe un alejamiento de la “hipótesis Errejón” respecto del corpus tradicional de la izquierda radical española. El frame no evalúa negativamente la docilidad de la ciudadanía respecto del pacto –y en particular de las clases populares-, sino que, al contrario, alaba su mansedumbre: su cumplimiento escrupuloso de las reglas. De hecho, Podemos interpela desde ahí a los españoles y espera recoger/moldear ese enojo suplementario –encarnado en la expresión “encima que hice todo lo que me pidieron”. Errejón se hace eco de este rasgo conservador en una de las entrevistas realizadas para esta tesis doctoral: 1087 Errejón & Mouffe, 2015: 19. 1088 Ibidem. 1089 Pablo Iglesias, Discurso de Sevilla, 21 de mayo de 2014. 496 “Ojo, halagar al pueblo español que ha sido obediente es justo lo contrario que halagar al pueblo español que nunca se sometió al régimen del 78. Es lo contrario. Es lo contrario de lo que interpreta y hace la izquierda. Yo lo que digo en mis discursos es: “vosotros cumplisteis con el acuerdo del 78, pero 30 años después ese acuerdo no se ha cumplido”. Eso es exactamente lo contrario que interpretar que el pueblo español dijo que el pacto era una mentira o una engañifa. No, es decir “yo he cumplido y no he recibido mi parte”, y también “las oligarquías me deben algo y no me lo han dado”1090. En definitiva, el marco discursivo principal empleado por Podemos asume un carácter explicativo –de lo acontecido en España en los últimos cuarenta años- y desculpabilizador respecto a la situación creada desde 2008. Legitima el sentimiento de indignación de la ciudadanía española y propone un horizonte épico de reconstrucción del país –en sentido social y territorialmente cohesivo- sin contar con las élites. No obstante, al igual que en los casos del FN lepenista y de la campaña de Donald Trump en 2016, la convocatoria típicamente populista a “refundar el pueblo”, apunta a la recuperación de un estado de equilibrio/armonía anterior. En este sentido, el masterframe de Podemos asume como punto de partida y aspira a politizar un elemento conservador: la idea de que el pueblo español ha cumplido y, por tanto, merece recibir su parte del acuerdo. Un pacto que, aunque posee valor de mito y pese a que la formación morada no suele explicitarlo, hace referencia a la asunción tácita del orden político ocurrida durante los primeros años de la Transición hacia la democracia. Con ello, Podemos –y muy en particular la “hipótesis Errejón”- se aleja una vez más del modus operandi habitual en la extrema izquierda española, acostumbrada a subrayar las mentiras de aquel acuerdo y las virtudes de quienes entonces se opusieron a él. 1090 Iñigo Errejón, Comunicación Personal, 17 de diciembre de 2020. 497 15 Conclusiones sobre Podemos Existe una importante bibliografía académica sobre la trayectoria político-electoral de Podemos, sus innovaciones organizativas, su propuesta comunicativa, su uso de las redes sociales, las consecuencias de su irrupción para el sistema de partidos en España, sus relaciones con otros nuevos partidos en Europa –singularmente el M5E en Italia, Syriza en Grecia y, en menor medida, LFI en Francia-, sus conexiones con Latinoamérica, o sus vínculos con el neogramscismo y la teoría de la hegemonía elaborada por Ernesto Laclau y Chantal Mouffe. Sin embargo, no se ha ensayado una aproximación que se concentre sistemáticamente en la elaboración, discusión y aplicación de la hipótesis de fondo que guía la estrategia retórico-política del partido morado. En esta tercera sección de la tesis nos hemos propuesto cubrir este hueco en la investigación desde una perspectiva que combina el análisis enunciacional, narrativo y de marcos de los discursos de la formación morada con el examen de los testimonios de una parte de los actores involucrados. Es decir, desde 498 un enfoque que hibrida el análisis exhaustivo de los textos y de las intervenciones en los mítines con la autorreflexión de los mismos dirigentes de Podemos. Con esta finalidad, nos hemos valido de cinco recursos de investigación o fuentes principales: 1) el estudio de un paquete de discursos electorales correspondientes a las campañas de 2014, 2015 y 2016, 2) el examen de una serie de textos publicados por los propios impulsores de Podemos, 3) el visionado y exploración de diversos programas de La Tuerka y Fort Apache, 4) el análisis pormenorizado de dos entrevistas en profundidad realizadas a Iñigo Errejón, con una duración cada una de tres horas, y 5) la experiencia como observador participante en la Secretaría de Relaciones con la Sociedad Civil de la formación morada entre noviembre de 2015 y septiembre de 2016. La aplicación de este enfoque analítico sobre el corpus de entrevistas, discursos, material audiovisual y textos publicados por los promotores de Podemos nos ha arrojado un conjunto de conclusiones. La primera de ellas, abordada en el capítulo 12, señala que los impulsores de la iniciativa se atrevieron a lanzarla porque creyeron ver en la Europa del sur de la primera mitad de la década pasada indicios de una incipiente “latinoamerización” y la interpretaron como una señal de que era posible ensayar un tipo de experimento político nuevo. En particular, la capacidad de convocatoria del movimiento 15M y los resultados electorales de la CUP en Catalunya, Syriza en Grecia, AGE en Galicia y, en menor medida, el Front de Gauche en Francia y el Movimento 5 Estelle en Italia ejercieron, para los fundadores de Podemos, como verdaderos signos de que una iniciativa así podía tener éxito y de que, en última instancia, la hipótesis de la “latinoamericanización” de la Europa mediterránea incrementaba su capacidad descriptiva y predictiva. Además, la popularidad inesperada de Pablo Iglesias como figura mediática y como representante de una generación indignada y curricularmente preparada animó a los creadores del proyecto a pensar que podían utilizar ese carisma electoralmente. La hipótesis de la “latinoamericanización” y el fenómeno del “liderazgo mediático” anteceden y funcionan así como condiciones de posibilidad de la creación de la “hipótesis Errejón”. No obstante, la hipótesis de la “latinoamericanización” –alimentada por la irrupción electoral exitosa de candidaturas anómalas en varios países del sur de Europa- y el ascenso fulgurante de Iglesias como figura mediática conducen a los promotores de la iniciativa morada a pensar que la novedad de ambos fenómenos se debe a una coyuntura 499 muy determinada –tan singular como temporalmente endeble- y, en consecuencia, a interpretar el lanzamiento y la trayectoria de Podemos según la metáfora de la “ventana de oportunidad”. De tal modo que este concepto/metáfora de estructura/ventana de oportunidad dota al proyecto estratégico de la formación morada de un carácter agónico y le inyecta el mandato de la celeridad: que todo se haga lo más rápido posible, puesto que, de otra manera, será imposible llevarlo a cabo. Lo cual explica el empleo recurrente a nivel interno de analogías con la revolución rusa –y en particular con el leninismo-, y las alusiones a la Blietzkrieg [guerra relámpago] en clave estratégica. E igualmente da cuenta de la prisa La segunda conclusión afirma que en la formación morada conviven, desde sus inicios, dos sensibilidades estratégicas –expresadas en los equipos de Sumando Podemos y Claro Que Podemos durante el congreso fundacional del partido-, pero que entre enero de 2014 y enero de 2016 es sólo una de ellas la que se aplica o prevalece: la “hipótesis Errejón”. Sin embargo, la aparición de Ciudadanos como competidor político en el eje nueva política/vieja política, la entrada de Podemos en las instituciones, la controversia a propósito de la alianza electoral con Izquierda Unida, y el debate acerca de las expectativas de los votantes morados, conducen a un resquebrajamiento de la unidad del equipo dirigente en torno a la “hipótesis Errejón”; dando lugar a una tercera posición estratégica bautizada internamente como pablismo [en referencia a Pablo Iglesias]. Esta última visión estratégica se tornará dominante en Podemos a partir de enero de 2016 y, muy especialmente, tras la celebración de la segunda Asamblea Ciudadana del partido en febrero de 2017. De modo que la historia de Podemos –entre 2014 y 2018- se caracteriza por una fuerte agitación estratégica; dentro de la cual la denominada “hipótesis Errejón” guarda un papel central en el inicio, consolidación y singularidades del proyecto. También como aquello de lo que más tarde se desea huir y cuyas premisas prácticas se requieren discutir o poner en cuestión. La tercera conclusión, elaborada en el capítulo 13, sostiene que la “hipótesis Errejón” es una conjetura estratégica que pretende fraguar una mayoría social nueva, aprovechando la conjunción entre crisis económica y crisis de la representación al interior del sistema político bipartidista español. Una estrategia retórico-política que se propone como objetivo primordial alcanzar la transversalidad política, y que interpreta que, análogamente a lo sucedido en Latinoamérica en los primeros años del nuevo siglo, esta meta únicamente puede lograrse alejándose del modus operandi habitual tanto en la 500 izquierda postcomunista como en la izquierda “movimentista”. Esta convicción conduce a los impulsores de la hipótesis a esforzarse por construir discursivamente una identidad política laxa, porosa y, hasta cierto punto, adanizante, con rasgos ciudadanistas, regeneracionistas y justicialistas. Una identidad política que, imitando la gramática del 15M, actúa como una superficie de inscripción a partir de la cual se visibilizan/politizan un cúmulo de insatisfacciones privadas hasta ese momento vividas con culpa. O, dicho de otro modo: una identidad política hasta cierto punto instrumental que, a través de un artefacto partidista anómalo, se afana por representar al país real frente al oficialismo financiero y partitocrático. La “hipótesis Errejón” aspira así a estar en disposición de coagular el suficiente malestar social como para ganar las elecciones en un período breve de tiempo. Con este objetivo de fondo, la hipótesis pone en marcha una serie de operaciones estratégico-discursivas que alejan a Podemos –en estilo, forma y contenido- de las formaciones clásicas de la izquierda no socialista española. Estas operaciones estratégico- discursivas, abordadas a lo largo del capitulo 14, consisten en: 1) contravenir el corpus estratégico tradicional de la izquierda, sedimentado en una serie de tabúes, consignas y premisas de actuación; 2) elaborar un punto de vista enunciativo cualitativamente novedoso con respecto a las voces habituales de la izquierda y la derecha, construido a partir de la conjunción entre los valores de lo nuevo, lo outsider y lo regenerador; 3) situar la barrera antagónica, no en relación con la derecha/los conservadores, sino en relación con un enemigo compuesto esencialmente de tres atributos: la “élite tecnocrática inmovilista”, como resultado de la condensación de tres lógicas o dinámicas diferentes; 4) cartografiar el sentido común dominante en la sociedad española para así estar en condiciones de lanzar OPAs semánticas sobre algunos conceptos clave de la discusión política: patriotismo, meritocracia y orden; 5) ensayar un marco discursivo principal –el masterframe del “pacto social roto por arriba”- que combina un elemento conservador, un elemento desculpabilizante, una coartada narrativa para la desobediencia y un proyecto de futuro. A pesar de la “arrogancia político-epistemológica” con la que se implementa este conjunto de innovaciones estratégico-discursivas, la “hipótesis Errejón” está atravesada por el miedo a la desintegración prematura de los lazos que cohesionan la nueva identidad instrumental-partidista. No por la conciencia de una particular endeblez de esos vínculos –ver epígrafe 13.2-, sino debido a la convicción de que se trata de un riesgo intrínseco a 501 cualquier proyecto colectivo en las sociedades neoliberales contemporáneas. Por eso Podemos –bajo las coordenadas de la “hipótesis Errejón”- concibe la organización de sus mítines y actos multitudinarios como liturgias o ceremonias laicas, con la finalidad de impresionar afectivamente en tal grado a los participantes que puedan cimentar un “nosotros” nuevo a partir de su mera presencia. Lo cual hace reposar la estabilidad de la nueva identidad política –surgida, reunida y compactada a través de las operaciones retóricas nombradas anteriormente- en la sensación de movimiento y en la expectativa de éxito: en la idea de estar haciendo algo inédito, histórico, vibrante y abierto a todo el mundo. En relación con esto, la cuarta conclusión pone el acento sobre la ambivalencia de la “hipótesis Errejón” con respecto a la base militante del partido, principalmente compuesta tanto por antiguos cuadros de las organizaciones convencionales de izquierda española como por personas provenientes de los movimientos sociales de tendencia progresista. Esta ambigüedad es expresiva de la dualidad de Errejón con respecto a la izquierda: por un lado necesita la cultura de la izquierda militante para tener anclaje y trabajo de base en los territorios, y, por otro lado, precisa que el rumbo estratégico del partido lleve la orientación opuesta a la voluntad de la militancia de base; desde el convencimiento – forjado en el recuerdo de su militancia en colectivos libertarios- de que los deseos de los más comprometidos son a menudo opuestos a los de la sociedad en general; y sin que –y este es un punto decisivo- la base militante se vaya del partido. La premisa implícita en todo el planteamiento errejonista señala que la sociedad española es esencialmente conservadora en el ámbito político. Por eso la ambivalencia de todo el proyecto estratégico de la “hipótesis Errejón” emana del afán de modular ese conservadurismo en clave transformadora. O sea, de la voluntad de aprovechar la ocasión –la “ventana de oportunidad”- para romper las costuras o moldes de ese conservadurismo, llevando a la sociedad española –y a su sentido común- más allá de donde en un principio quería ir; en un proceso de ir “convenciéndola por el camino” y en un gesto que de nuevo guarda paralelismos con el leninismo. Lo cual explica por qué la conjetura errejonista transa significamente más con la militancia en los documentos internos y en los programas electorales, que en los discursos públicos y en la puesta en escena; ya que está persuadida de que, en el mundo actual, la esfera de lo programático no juega un papel central en la conformación de un movimiento popular, y de que, en cambio, el ámbito de la imagen, el estilo, la vivencia y la dinámica antagónica sí lo hace. 502 La quinta conclusión afirma que la “hipótesis Errejón” mantiene una relación compleja y poliédrica con el Partido Socialista Obrero Español; no tanto porque desee convertirse programáticamente en el PSOE –como critican sus adversarios internos-, sino en la medida en que aspira a imitarlo posicionalmente. La conjetura errejonista atribuye al PSOE la ubicación central dentro del régimen político surgido de la Constitución de 1978; es decir, considera que la formación socialdemócrata es quien verdaderamente articula España –estando presente en todos los territorios- y legitima el estado de cosas –tanto desde el punto de vista social como desde el punto de vista institucional. Por eso interpreta que, para provocar una verdadera renovación del régimen, debe reemplazar simbólicamente al PSOE. Porque reemplazar al Partido Socialista significa sustituirlo como actor hegemónico; y, en consecuencia, poder ocupar esa posición de preeminencia política. Lo cual explica la mezcla intrincada de admiración, agonismo, fuerte competencia y buenas palabras. No obstante, el propio Errejón reconoce la existencia de un ángulo muerto en su planteamiento estratégico: no existe en la conjetura ninguna protección o mecanismo interno para que, si Podemos alcanzara su objetivo de reemplazar posicionalmente al PSOE, no acabara también sustituyéndolo ideológicamente. Esa laguna estratégica sólo está parcialmente colmada en su enfoque por una convicción de índole interna: incluso si logra sus metas, Podemos no se convertirá programáticamente en un partido socialdemócrata al uso, porque ni comparte la genealogía del PSOE, ni tampoco su perspectiva sobre múltiples asuntos. La sexta conclusión apunta a la relación cambiante de la “hipótesis Errejón” con la narrativa de la Transición española; y, en concreto, a los cambios de matiz que introduce el paso desde expresiones como “candado del 78” o “proceso constituyente” a eslóganes del tipo “Gracias 1978, Hola 2016” o fórmulas como “una nueva Transición”. A este respecto, es preciso señalar que el tránsito desde la posición antagonista en relación al orden a la posición agonista con respecto al mismo viene mediado en el discurso de Podemos por la progresiva pérdida de importancia de la polaridad democracia/oligarquía en beneficio de la oposición nuevo/viejo. Este deslizamiento de la retórica morada en favor del eje “nueva política” versus “vieja política” fundamenta la posibilidad de conectar con el mito principal de la narrativa política española –sin impugnarlo-, de usar a su favor la enciclopedia del tardofranquismo, y de interpelar –o, como mínimo, tranquilizar- al electorado mayor de 60 años. Lo cual, en un giro de nuevo profundamente 503 ambivalente, permite a la “hipótesis Errejón” –según sus propios intérpretes- enlazar con el imaginario de la Transición para, en el fondo, transformar la cultura política que ella crea; es decir, con la finalidad expresa de romper sus moldes o dar de sí sus costuras. Al igual que en el caso de la relación con el PSOE, el gesto de la “hipótesis Errejón” es el mismo: acercarse a algo, apoyarse en ello y subsumirlo para, a continuación, dejarlo atrás, superarlo y crear algo nuevo. En íntima conexión con este doble apoyo sobre la narrativa de la Transición y sobre la posición simbólica del PSOE, es importante destacar que el despliegue de la “hipótesis Errejón” lleva incrito un horizonte de orden –entendido fundamentalmente como reequilibrio social- y una promesa más o menos tácita de unidad nacional. De tal forma que la conjetura errejonista se vale de estos dos resortes simbólico-narrativos para ofrecer a los ciudadanos y a los pueblos/naciones de España la expectativa de un “acuerdo de país” o de un “nuevo comienzo”, transido por las ideas de cohesión social y fraternidad territorial. Y hace de esta promesa dual –concordia social y territorial- uno de sus principales reclamos/atractivos de cara a los votantes españoles electores. De suerte que la “hipótesis Errejón” termina presentando así a Podemos: nosotros somos quienes, porque vienen de fuera, reforman; y porque reforman, unen; lo que nos hace parecemos formalmente –o en términos de función/tarea histórica- tanto a los protagonistas de la Transición como al PSOE de 1982. Por último, como séptima conclusión, es preciso resaltar las características singulares del vínculo entre la “hipótesis Errejón” y la noción de populismo. La conexión entre ambos parece evidente, puesto que el número dos de la formación morada no tiene reparos en definir a Podemos como un artefacto electoral de orientación “nacional-popular”, ni tampoco en resumir la estrategia del partido como un populismo “ciudadano” y “regeneracionista”; es decir, no tiene problemas en usar y reapropiarse el vocablo “populismo”. Sin embargo, el nexo entre la estrategia de Podemos y el populismo requiere ser matizado. La “hipótesis Errejón” interpreta el populismo principalmente en términos de transversalidad; esto es, como una propuesta retórico-estratégica cuya meta consiste en quebrar la cohesión y el sentido de las identidades políticas tradicionales. O sea, como un estilo discursivo que pretende cruzar los bloques identitarios y como una puesta en escena para romper las lealtades ideológicas convencionales. En suma, como un trabajo discursivo deliberado de disputas semánticas y resignificaciones destinado a conmover el lenguaje político habitual y a citar a los adversarios en un terreno léxico que no les 504 beneficia. Con la finalidad última de favorecer nuevas configuraciones identitarias, nuevas gramáticas políticas y un horizonte hegemónico novedoso. De manera que la “hipótesis Errejón” concibe el populismo, no tanto como antagonización con el poder, estilo político outsider, verbo agresivo o denuncia del estado de cosas desde una cierta tonalidad; sino fundamentalmente como una estrategia discursiva encaminada a desmontar o deconstruir el tablero de las identidades políticas tradicionales –desagregando su unidad interna-, y, al mismo tiempo, orientada a elaborar o proponer superficies de inscripción identitaria novedosas y con capacidad para reunir/articular a las mayorías sociales. Lo cual aproxima la representación del populismo inscrita en la “hipótesis Errejón” a la definición de Ernesto Laclau y Chantal Mouffe, haciéndola igualmente compatible en diverso grado con las definiciones de Michael Kazin –como modo perenne de construir identidades políticas-, Pierre André Taguieff – como matriz retórica-, y también Margaret Canovan –como una organización de la mirada política. 505 SECCIÓN 4: ANÁLISIS COMPARADO ENTRE EL FRONT NATIONAL Y PODEMOS Tras haber analizado en profundidad las trayectorias retórico-estratégicos del Front National en Francia y de Podemos en España –condensadas en dos proyectos que aquí hemos denominado respectivamente “hipótesis Philippot” e “hipótesis Errejón”-, entramos en la recta final de esta tesis doctoral con el abordaje de la comparación entre ambos proyectos; es decir, con el estudio contrastado de los paralelismos y de las diferencias en la elaboración y en la mise en marche de ambas conjeturas estratégicas. Y, más en concreto, con el examen de aquellos puntos que acercan formalmente e incluso a nivel de trayectoria histórica a los dos proyectos estratégicos, así como también aquellos aspectos –relativos especialmente a la esfera del contenido- en los que las dos hipótesis mantienen una relación más distante. De hecho, a lo largo de las dos secciones precedentes, se han ido esbozando, recogiendo y apuntando algunos paralelismos en cuanto al gesto, al giro, a la maniobra o a la forma en que se implementan y se piensan a sí mismas estas hipótesis estratégicas. Así por ejemplo, la maniobra de alejarse considerablemente –aunque nunca totalmente- de las tradiciones ideológicas de referencia y de las premisas estratégicas asentadas tanto en la derecha radical francesa como en la izquierda radical –postcomunista y “movimentista”- española; tratando, en ambos casos, no sólo de distanciarse, sino también de innovar con respecto a ellas. De igual modo, el gesto de buscar la centralidad política y de convertir al FN y a Podemos en fuerzas políticas transversales; no tanto como consecuencia de ocupar una posición moderada o centrista, sino a raíz de fundar un espacio político nuevo. Es decir, como resultado de trastocar completamente el tablero político, las coordenadas discursivas del debate político y el mapa de las identidades políticas. También se ha apuntado, en las dos secciones anteriores, que una y otra hipótesis estratégica comparten la autopercepción de sí mismas como siendo realmente transformadoras –o verdaderamente radicales-, en oposición al radicalismo verbal o programático del que suelen hacer gala las formaciones de la derecha nacionalista radical francesa y de la izquierda no socialista española. Ya que, de acuerdo con el planteamiento de ambas, la radicalidad no consiste tanto en confrontar abiertamente con el adversario – de modo ritualizado o escenográfico-, sino más bien en tomar la decisión de posicionarse 506 a cada paso allí donde los rivales políticos se siente nmás incómodos. Y, sobre todo, porque las dos se proponen como objetivo radicalizar –esto es, llevar hacia posiciones más audaces- los puntos de vista mayoritarios en cada una de sus sociedades. Finalmente, en las secciones 2 y 3, hemos examinado cómo ambas conjeturas estratégicas comparten los gestos de investir nuevos enemigos políticos –distintos de “la izquierda” o “la derecha”-, elaborar lugares de enunciación novedosos –construyendo una voz y un quién originales dentro del debate público de sus respectivos países-, moralizar su palabra pública –en un caso alejándose del antisemitismo y, en el otro, presentándose como profesores jóvenes víctimas de las políticas de austeridad-, lanzar OPAs semánticas sobre nociones clave del sentido común político español y francés –haciendo especial hincapié en resignificar aquellas ideas que están en el núcleo del vocabulario habitual de sus adversarios partidistas- y emplear marcos discursivos principales legitimadores de la rebelión ciudadana, desculpabilizantes y difícilmente reconducibles a la oposición progresista/conservador. La sección 4 se divide por tanto en dos grandes capítulos. En el primer capítulo se pone el foco sobre los paralelismos en la trayectoria, en la elaboración y en la aplicación de la conjetura estratégica philippotista y de la conjetura estratégica errejonista. En concreto, desde el punto de vista de la trayectoria, nos detenemos en la suerte que ambas corren y en los motivos que se aducen para considerarlas en adelante inválidas. Asimismo, desde la perspectiva de la elaboración, examinamos las visiones de la sociedad francesa y española que ambas hipótesis toman como punto de partida. Por último, desde el prisma de la aplicación, profundizamos en la concepción del populismo y del kairós que ambos proyectos estratégicos manejan. El segundo capítulo se concentra sobre las diferencias tanto en la elaboración como en la aplicación de la “hipótesis Philippot” y la “hipótesis Errejón”. En particular, en él se señalan algunas diferencias en cuanto a las influencias y a la manera de pensarse de ambas conjeturas estratégicas, así como también un conjunto de disparidades en la aplicación o mise en marche de los dos proyectos. Este capítulo 17 –así como la conclusión-, están escritos íntegramente en lengua francesa. Se espera que esta comparación exhaustiva de dos casos pertenecientes a países distintos de la Unión Europea –España y Francia- nos proporcione información adicional y claves 507 interpretativas, no sólo acerca de cada uno de los partidos y de sus estrategias, sino también de la forma que tomaron algunas maniobras de contestación 16 Puntos en común entre la “hipótesis Philippot” y la “hipótesis Errejón” 16.1 De la transversalidad a la identidad: las hipótesis devoran a sus creadores Las historias de la “hipótesis Philippot” en el Front National y de la “hipótesis Errejón” en Podemos están llena de paralelismos. En cómo empiezan, sobre qué état d’esprit partidista/militante se aplican, cómo se desenvuelven e incluso en cómo acaban. Bien es cierto que el proyecto estratégico philippotista se aplica durante más tiempo que su equivalente en Podemos –y, por tanto, al primero le da más tiempo a innovar que al segundo-, pero el final de ambas hipótesis ocurre por los mismos motivos y da lugar, en los dos casos, a un retorno hacia una línea estratégica más acorde con el corpus ideológico tradicional de una y otra familia política. Además, hay que señalar que las dos hipótesis estratégicas alcanzan su apogeo en resultados y capacidad articulatoria prácticamente al mismo tiempo: alrededor del ecuador de la década pasada; es decir, entre el año 2014 – en que el FN gana las elecciones europeas y Podemos irrumpe inesperadamente con cinco diputados- y finales del año 2015 –en que el Front National alcanza su pico de intención de voto en los sondeos y Podemos logra en las elecciones generales de diciembre el 20% de los votos y 69 diputados. E, igualmente, que su ocaso se produce casi a la vez: a lo largo del año 2017. En este sentido, puede afirmarse que las hipótesis “Errejón” y “Philippot” presentan una serie de coincidencias en cuanto a su recorrido temporal. En ambos casos, se trata de proyectos estratégicos liderados intelectualmente por el número dos de cada partido y, sobre todo, construidos con anterioridad a la pertenencia de ambas figuras al FN y a Podemos. Además, se trata de conjeturas estratégicas asumidas por los dirigentes de los dos partidos nada más alcanzar la secretaría general o la presidencia de sus respectivas formaciones; lo cual imprime un determinada identidad a los liderazgos de Pablo Iglesias 508 y Marine Le Pen. En tercer lugar, son conjeturas estratégicas que consiguen asentarse o consolidarse porque desde muy pronto logran resultados inéditos para cualquier candidatura no perteneciente al establishment –y más aún para plataformas vinculadas biográficamente a la derecha radical o a la izquierda radical-; y, sobre todo, porque ofrecen una expectativa creíble de éxito. En cuarto lugar, y a pesar de lo anterior, son proyectos estratégicos que reciben una cantidad notable de críticas internas y suscitan la animadversión de amplios sectores de la militancia del Front National y de Podemos. Y, por último, son hipótesis estratégicas que, a partir de un determinado momento, entran en crisis de legitimidad, se las comienza a considerar erróneas y finalmente son desplazadas. De hecho, tanto Philippot como Errejón terminan construyendo sus propios partidos y abandonando el FN y Podemos. Al mismo tiempo, las dos estrategias mantienen una relación peculiarmente intensa con los objetivos que se proponen. Una y otra están concebidas, ante todo, como hipótesis estratégicas para ganar; y, además, para ganar pronto. Tienen tatuado en su estructura el mandato de la victoria: del triunfo relámpago. Incluso hacen gala de tener la llave del éxito; o sea, la fórmula para ganar. El conocimiento de una suerte de receta mágica acerca de cómo deben ser hechas las cosas para que los que siempre ganan, esta vez pierdan; y, al contrario, los que siempre son derrotados, esta vez venzan. Dicha expectativa dota a ambas hipótesis –y a los sujetos que las encarnan- de una legitimidad interna notable, ampliada además por la propia apariencia y el desempeño del rol tanto de Iñigo Errejón como de Florian Philippot. Una legitimidad más asentada aún tras las distintas citas electorales y sondeos que se van sucediendo en Francia y en España; y que, en cada comicio, se traducen sistemáticamente en un aumento de las cuotas de poder –a escala local, regional, nacional o europea- tanto del Front National como de Podemos. Lo que hace que, en el país galo, Florian Philippot pueda pronunciar la palabra “dynamique” para referirse al FN, y que en España Iñigo Errejón afirme que “cada vez que nos vemos en el Reina Sofía [plaza de Madrid donde la iniciativa morada celebra las noches electorales], somos más”1092. Sin embargo, la osadía de las dos hipótesis –su promesa de victoria relámpago- les juega una mala pasada; así como también los enemigos que su propia heterodoxia va creando por el camino. Los dos proyectos estratégicos se marcan un objetivo ambicioso: ganar las 1092 Iñigo Errejón, Discurso de la Plaza del Reina Sofía de Madrid, 20 de diciembre de 2015. 509 siguientes elecciones generales en España –o, como mínimo, convertirse en el primer partido de la oposición-, y ganar las próximas elecciones presidenciales en Francia –o, como mínimo, quedar porcentualmente cerca del ganador en la segunda vuelta. Al no conseguirlo en ninguno de los dos casos –y quedar relativamente lejos de hacerlo-, las dos hipótesis generan una sensación de fracaso, de oportunidad única perdida, que las corrientes internas del FN y de Podemos opuestas a tales conjeturas estratégicas aprovechan para poner en cuestión su adecuación y su capacidad para articular mayorías. En general, tanto en el caso francés como en el caso español, se atribuye a la difuminación del eje izquierda/derecha en la retórica del FN –bajo la “hipótesis Philippot”- y de Podemos –bajo la “hipótesis Errejón”- la causa del fracaso relativo de las expectativas levantadas. Con el argumento de que, en ambos casos, se ha pretendido crear un tipo de mayoría social imposible y, como consecuencia de ello, se ha confundido a los electores. De manera que puede afirmarse que, en buena medida, es la carga dramática, el mensaje de “ahora o nunca”, quien, junto a la promesa de victoria, se vuelve en contra de la continuidad de ambas hipótesis estratégicas, una vez pasadas las elecciones españolas de 2016 y los comicios franceses de 2017. Porque, al vincular inextricablemente “éxito” y “victoria”, hace que todo lo que no sea “victoria”, no sea tampoco “éxito”; esto es, que el hecho de haber logrado doblar los votos de Jean-Marie Le Pen en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de 2002, no sea percibido como un éxito “relativo” o “parcial”, sino directamente como un fracaso. E igualmente, que haber obtenido más de 5 millones de votos en las elecciones generales españolas de junio de 2016 y protagonizar la mayor irrupción electoral de la historia reciente de España sea visto, no como una conquista muy meritoria, sino como algo que obliga a revisar y repensar las bases estratégicas. En suma, el “exitismo” y la “celeridad” ejercen como verdadero combustible para el avance de las hipótesis “Philippot” y “Errejón” durante una serie de años; pero, al mismo tiempo, es la confusión entre “victoria” y “éxito” la que, en determinadas circunstancias, actúa como talón de Aquiles para ambos proyectos estratégicos. Hasta ahora hemos analizado el desarrollo de la “hipótesis Philippot” y de la “hipótesis Errejón” a lo largo de las secciones 2 y 3 de la tesis, y hemos apuntado que ambas conjeturas estratégicas son, a partir de un determinado momento, apartadas y relegadas. Ahora bien: ¿cómo se produce en cada uno de los casos? ¿Qué semejanzas de forma o de contenido pueden detectarse entre un ejemplo y otro? 510 A) El caso de la “hipótesis Philippot” El 21 de septiembre de 2017 Florian Philiphot anuncia que deja todos sus cargos y abandona el Front National. A él le siguen varias de las personas de su círculo de confianza, el diputado nacional José Evrard y las eurodiputadas Sophie Montel y Mireille D’Ornano. Para anunciarlo, acude como invitado a la emisión “Les 4 verités” de la cadena France 2 y con rostro serio, declara: “Mire, yo no tengo el gusto del ridículo, ni tampoco he tenido nunca el gusto de no hacer nada, así que dejo el Frente Nacional”1093. El día anterior, Marine Le Pen le había retirado públicamente de los puestos de encargado de la estrategia y jefe de la comunicación del partido. El motivo oficial de la destitución apunta a la creación por parte de Philippot de un movimiento al interior del FN –bajo el nombre de Los Patriotas-, una acción que los estatutos del partido prohíben expresamente; y, sobre todo, a la negativa posterior y reiterada de abandonar el liderazgo de ese movimiento interno. El motivo de fondo, sin embargo, apunta a la pugna de largo alcance que varias corrientes internas mantienen por hacerse con el liderazgo estratégico del partido en un contexto pre-congresual en el que se plantea la posibilidad de refundar el partido y cambiarle de nombre. “¿Esperaba usted esta sanción?”, interroga la periodista Caroline de Roux. Philippot responde: “Yo veía que la mayonesa subía, intentaba preservar la unidad y mantener la serenidad, explicando que dirigir una asociación no tenía por qué ir en contra de los intereses del partido”1094. “Trataba de aclarar”, continúa Philippot, “que Les Patriotes son un think tank que trabaja a la interna para el congreso de refundación del partido”1095, desde un enfoque estratégico que aspira a seguir “modernizando el campo de los patriotas”1096. Sin embargo, prosigue, “he asistido, semana tras semana –y quizás no lo he querido ver-, a cómo esta refundación del partido no iba bien, y cómo en realidad la refundación escondía un paso atrás y una regresión terribles”1097. La periodista observa con sorpresa y le pide mayor concrección: “¿Qué quiere decir con eso?”, a lo que el ex número dos contesta: “Significa ver al Front National otra vez atrapado por sus viejos 1093 Les 4 Verités (2017, 21, septiembre): “Interview à Florian Philippot”, France 2: https://www.youtube.com/watch?v=uMi7H2ugGDQ 1094 Ibid. 1095 Ibid. 1096 Ibid. 1097 Ibid. 511 demonios”1098. Tras lo cual, concluye: “Quizás en el nuevo FN que están construyendo yo no tenía hueco”1099. Después del fracaso de las expectativas en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de 2017 y una vez conocidos los malos resultados de las elecciones legislativas de junio de ese mismo año, el Frente Nacional se abre en canal. Surge entonces un debate informal de carácter interno acerca de las causas de la decepción electoral, de los responsables de la misma y del rumbo estratégico a seguir a partir de ese momento. Esta discusión se da en un contexto de debilitamiento del liderazgo de Marine Le Pen y de cuestionamiento de sus capacidades para volver a ser candidata a la presidencia de la República1100. De modo que la discusión general, informal y discreta pronto se convierte en un ajuste de cuentas entre distintas facciones que componen la cúpula del partido. En particular, el debate enfrenta, por un lado, a los defensores de una orientación estratégica liberal-identitaria, y, por otro lado, a los partidarios de un proyecto social-soberanista. O, lo que es lo mismo: la discusión sitúa de un lado a los mégretistas y del otro lado al entorno de Florian Philippot. Por su parte, los afines a Jean-Marie Le Pen y a su nieta –Marion Maréchal Le Pen- se posicionan a favor de los primeros; no sólo por una cierta afinidad ideológica, sino también por su aversión común al philippotismo. Hay que tener en cuenta que, desde finales de 2016, la composición de fuerzas dentro de la dirección del Front National se modifica ligeramente. Y lo hace en detrimento de Florian Philippot. Este último, en lugar de ejercer prácticamente como único consejero de Marine Le Pen y de tener plenos poderes para desplegar la estrategia –y ensayar innovaciones-, se ve obligado a compartir cada vez más espacio en el diseño del rumbo a seguir con personalidades como Nicolas Bay o Philippe Olivier. En ambos casos se trata de figuras políticas que se incoporan al FN a lo largo de la década de los noventa y que, en 1999, se suman a la escisión mégretista, buscando un perfil más técnico, más respetable, y con la posibilidad de llegar a entendimientos parciales con la derecha clásica. No obstante, una vez fracasada la aventura electoral del Movimiento Nacional Republicano –ver epígrafe 7.3-, una parte de los cuadros escindidos entonces va 1098 Ibid. 1099 Ibid. 1100 El liderazgo de Marine Le Pen había quedado muy debilitado tras el debate cara a cara entre la que protagonizó con Emmanuel Macron en el interludio entre la primera y la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de 2017. Meses después, la propia presidenta del Front National reconoció que no había estado bien en aquel debate. 512 retornando poco a poco al Frente Nacional de Marine Le Pen. Entre ellos, Nicolás Bay, Philippe Olivier, Gilles Pennelle o Bruno Bilde. Desde el otoño de 2016, también se incorporan a la cúpula de la formación figuras como David Rachline, Jean-Lin Lacapelle, Sébastien Chenu o Frédéric Chatillon. Todos ellos comparten una misma reticencia hacia la influencia que el equipo de Florian Philippot ejerce sobre Marine Le Pen. La suspicacia es tan grande que el mismo día en que Florian Philippot anuncia que deja el partido, Louis Aliot –eurodiputado del FN- reacciona escribiendo en Twitter: “El FN al fin va a conocer el apaciguamiento, frente a un extremista sectario, arrogante y vanidoso que trataba de amordazar nuestra libertad de debatir”1101. En la misma línea, Robert Ménard –alcalde FN de Béziers-, escribe: “Bravo Marine Le Pen, ahora se trata de no hacer de Florian Philippot sin Philippot”1102. Y, al día siguiente, Nicolás Bay acude a diversos platós de televisión con el siguiente mensaje: “Mucho antes de que llegara Florian Philippot, el Front National tenía un proyecto y era un proyecto completo. Ahora la voluntad de Marine Le Pen es dar un máximo de visibilidad a todos los aspectos de nuestro proyecto”1103. ¿Por qué tanta agresividad? ¿Cuáles son los motivos de este intenso recelo? Las razones pueden resumirse en cinco. En primer lugar, los mégretistas, al igual que quienes provienen de Générations Le Pen –como Louis Aliot-, comparten con Philippot el deseo de desdiabolizar o desdemonizar la imagen del partido, y están de acuerdo con él en que esa es una conditio sine qua non para la normalización y el crecimiento electoral del Frente Nacional. Sin embargo, como mencionamos en el apartado 8.3, la “hipótesis Philippot” va más allá de la des-extremización de la imagen del partido, e incluso trasciende la voluntad de remoralizar su lugar de enunciación. Es una apuesta estratégica que reformula notablemente la oferta política del FN en clave “soberanista” y con acento social. Pues bien, ni los mégretistas, ni los lepenistas, ni algunas figuras del círculo íntimo de Marine Le Pen comparten esa línea social-soberanista. En este sentido, todos ellos participan de la idea de que, bajo la “hipótesis Philippot”, el Frente Nacional habla 1101 Aliot, L. (20, septiembre, 2017). “Le FN va enfin connaître l’apaisement face à un extrémiste sectaire, arrogant et vaniteux qui tentait de museler notre liberté de débattre” [Tuit]. Recuperado de: https://twitter.com/louis_aliot/status/910746129192583169 1102 Ménard, R. (20, septiembre, 2017). “Bravo Marine Le Pen! Maintenant il ne s’agit pas de faire du Florian Philippot sans Philippot” [Tuit]. Recuperado de: https://twitter.com/RobertMenardFR/status/910746078013685762 1103 El extracto puede verse en minuto 12 del siguiente programa: C’est dans l’air (2017, 21, septiembre). “Le Pen/Philippot, le divorce”, France 5: https://www.youtube.com/watch?v=L6kIaaxPNIw 513 demasiado poco de inmigración y de demografía, menciona excesivamente a Charles de Gaulle, y va demasiado lejos en sus planteamientos sobre la UE y sobre el rol del Estado en la economía. Por eso concuerdan a la hora de experimentar una elevada reticencia hacia la deriva ideológica philippotista, así como también hacia la posibilidad de que el partido pierda su identidad política y se desnaturalice. De ahí que las críticas de estos sectores tomen la forma de una llamada a la autenticidad y a los principios, y expresen un mismo miedo hacia la corrupción axiológica y hacia la posibilidad de volverse irreconocibles desde el punto de vista ideológico. En segundo lugar, las críticas hacia Florian Philippot alcanzan una intensidad muy elevada porque se le hace responsable de una suerte de fraude o una mentira. Un engaño por el cual, el ex número dos del FN habría logrado acaparar un importante peso interno prometiendo llevar a Marine Le Pen a las puertas del Elíseo, a costa de una notable metamorfosis retórico-programática. Sin embargo, a pesar de todas las cesiones y de todas las mutaciones, Philippot no habría cumplido su promesa estratégica. Por eso, según razonan sus oponentes internos, debería asumir sus responsabilidades políticas, reconocer que estaba equivocado y dejar paso a nuevas líneas estratégicas. Y es que, en efecto, mégretistas y lepenistas coinciden en que la “hipótesis Philippot” entraña una ilusión imposible de cumplir: la ilusión de la transversalidad. De acuerdo con las opiniones de ambas corrientes, la conjetura philippotista pretende un equilibrio imposible: gustar a las izquierdas y a los sectores progresistas sin decepcionar a la derecha radical ni espantar a la derecha convencional. Actúa convencida de que, cambiando los términos del debate político –e incluso su lógica subyacente-, se pueden eliminar o hacer como si ya no fueran importantes los anclajes identitarios tradicionales. En particular, el eje de oposición izquierda/derecha. Este intento, continúan mégretistas y lepenistas, siempre resulta en vano y fracasa. Porque es una quimera estratégica y un error típico del chevenèmentismo –espacio de procedencia militante de Florian Philippot. De hecho, insisten estas mismas corrientes, los resultados de la elección presidencial de 2017 vendrían a confirmar de nuevo la gravedad del error; demostrando que el enfoque social- soberanista no sólo resulta una traición ideológica, sino que además constituye un suicidio estratégico. Puesto que, por mucho voluntarismo y por mucho idealismo del lenguaje que derroche Florian Philippot, por mucho perfil social y por mucha crítica a la UE, razonan estas mismas voces internas, la extrema izquierda y la izquierda odian a la familia Le Pen y nunca la votarán. Y porque, además, al escorar tanto su programa hacia la 514 socialdemocracia económica y hacia un tímido liberalismo moral, distancia y asusta a los electores más conservadores y más identificados con la “derecha”. Por tanto, concluyen mégretistas y lepenistas, la “hipótesis Philippot” es un pésimo negocio estratégico y un verdadero calvario ideológico. En tercer lugar, las críticas a Philippot son tan virulentas por la propia antipatía que genera el personaje. Porque, durante los casi seis años de hegemonía interna, Philippot ha desplegado su enfoque estratégico a la contra de los sectores más tradicionales del lepenismo. Es decir, tomándolos como brújula orientativa de lo que no se debe hacer: “Cuando veo que los periódicos de la extrema derecha, como Minute, que nos trataban muy mal –y era un signo excelente-, y que ahora empiezan a tratarnos bien y a ensalzar el nuevo Frente Nacional, me lo tomo como un signo que debería inquietar”1104. O también enfatizando su peligrosidad: “Esa gente tiene una oferta política muy radical: sólo hablan de inmigración, son liberales y son europeístas”1105. Por lo que, cuando los resultados no acompañan a las expectativas levantadas, esos mismos sectores se vengan de Florian Philippot el “arrogante”, el “todopoderoso”, el “traidor”, el “arribista” y el “homosexual”. De él individualmente, pero también de su equipo y de sus cuadros afines. En cuarto lugar, la agresividad contra Philippot es tan explícita porque la extrema derecha francesa vislumbra en ese momento la posibilidad de un nuevo rumbo estratégico; esto es, porque ve entonces que se abre una “estructura de oportunidad” en relación con la derecha convencional, y desea visualizar un acto simbólico rotundo que transmita un mensaje claro a ese respecto. En un período de gran incertidumbre en Les Républicains tras la debacle electoral de la candidatura de François Fillon en 2017 y el apoyo más o menos tácito del sector más moderado de LR a Emmanuel Macron –ejemplificado en el nombramiento de Édouard Philippe como primer ministro-, los conservadores experimentan un vacío de poder y una fuerte crisis estratégica que es inmediatamente aprovechada por uno de sus líderes mediáticos –Laurent Wauquiez- para proponer un acercamiento a las ideas del FN; especialmente en lo concerniente a seguridad, identidad nacional e inmigración. De tal manera que el Front National percibe en los movimientos internos dentro de LR y en la perspectiva de un congreso interno en aquella formación – en el que el favorito para hacerse con el liderazgo era precisamente Wauquiez-, la 1104 Les 4 Verités (2017, 21, septiembre): “Interview à Florian Philippot”, France 2: https://www.youtube.com/watch?v=uMi7H2ugGDQ 1105 Ibid. 515 posibilidad de una entente cordial entre las derechas y, sobre todo, la oportunidad de acceder a cotas de poder –municipal, regional y departamental- por otras vías distintas al philippotismo. Es decir, el FN ve ahí la ocasión de acercarse a los conservadores y romper por fin los “cordones sanitarios republicanos”; o, lo que es lo mismo: interpreta el contexto como una reactualización del proyecto de Bruno Mégret a mediados de la década de 1990. De ahí que escenifique la ruptura con la hipótesis estratégica social-soberanista de forma tan expresa. Por último, la violencia verbal durante los meses de septiembre y octubre de 2017 alcanza niveles tan elevados porque Marine Le Pen lo autoriza y lo alienta; esto es, porque la presidenta del Front National entiende que, en un momento de fuerte cuestionamiento interno de su liderazgo, necesita desprenderse de su ex número dos como gesto simbólico para sobrevivir en el cargo. O sea, como un acto simultáneamente de expiación, autoridad y rigor. Con todo el trauma que ello comporte. Y entroncar así con la legitimidad tradicional ligada al apellido y a la identidad histórica del partido. Por ello Marine Le Pen aprueba e incluso fomenta las críticas de su entorno a Florian Philippot y, singularmente, a lo que él representa en tanto anomalía o desviación ideológica. De esta manera, entre mayo y octubre de 2017, el Frente Nacional abandona definitivamente la búsqueda de la transversalidad inscrita en la “hipótesis Philippot” –y, sobre todo, en sus mandatos de “apertura” y “modernización”-, e inicia una transición hacia una línea estratégica más acorde con el corpus ideológico tradicional del partido. Lo cual no implica un regreso literal al lepenismo histórico –y menos aún a su estilo-, sino más bien la continuación de la estrategia de desdiabolización, con un perfil más derechista y una búsqueda explícita de entendimiento con Los Republicanos. Con la esperanza indisimulada de liderar o hegemonizar a corto plazo el espacio de la derecha política francesa. B) El caso de la “hipótesis Errejón” El fino hilo que todavía unía a Iñigo Errejón con Podemos termina de romperse el 17 de enero de 2019; es decir, exactamente cinco años después del lanzamiento de la iniciativa morada en el Teatro del Barrio de Madrid. Ese jueves de 2019, Iñigo Errejón –entonces candidato de Podemos para la región de Madrid- y Manuela Carmena –alcaldesa de la ciudad de Madrid perteneciente a una lista ciudadana apoyada por Podemos- anuncian un acuerdo para presentar una candidatura conjunta para las siguientes elecciones 516 municipales y autonómicas bajo el nombre de “Más Madrid”. Un proyecto electoral que pretende integrar tanto a Podemos, como a “Ahora Madrid” –la agrupación de electores que gobierna el ayuntamiento de la capital-, como también a Izquierda Unida, a Equo, y a diversos colectivos, movimientos sociales y asociaciones de vecinos de la región. El punto crucial es que, con esta maniobra, Carmena y Errejón aspiran a zafarse de las exigencias de sus partidos con el fin de tener las manos libres para desarrollar un tipo de campaña con perfil propio que pueda poner en marcha una estrategia retórico-discursiva relativamente autónoma con respecto a Podemos, Izquierda Unida o Ahora Madrid. Una campaña que integre a estos partidos, pero que los desborde desde una lógica teóricamente más transversal y ciudadanista. Al conocer la noticia, Pablo Iglesias declara su sorpresa y graba una carta en formato de de audio dirigida a los militantes de Podemos. En ella subraya la falta de transparencia de la maniobra, la describe como “personalista”, y se reconoce emocionalmente “tocado” tras haberla conocido: “En política hay que estar acostumbrado a este tipo de maniobras, incluso si vienen de compañeros, pero reconozco que me he quedado tocado y triste”1106. A continuación, define el acuerdo entre Errejón y Carmena como un “proyecto electoral propio”1107, lo enmarca dentro de la voluntad de construir un “nuevo partido en Madrid”1108, y lo sitúa de facto fuera de la órbita de Podemos. Además, Iglesias no ahorra en calificativos negativos sobre sus antiguos compañeros, a quienes acusa de “falta de madurez”1109, “ambición personal”1110, “exigencias excesivas”1111 y, en general, ingratitud y egoísmo. Todo el audio está construido desde la voz de alguien que se siente traicionado y apuñalado; y que, en consecuencia, se ve en la obligación de tomar decisiones drásticas: “En momentos como este no es fácil ser secretario general (…) pero quiero que sepáis que mientras esté al frente de Podemos, vuestro mandato y el proyecto colectivo estarán por encima de cualquier ambición personal”1112; por lo que desea “suerte” a Errejón en su nueva aventura partidista, e implícitamente lo expulsa de la formación morada. Antes de terminar, recalca que “este no es un cumpleaños feliz”1113 1106 Pablo Iglesias (2019, 17, enero). “Carta a los inscritos”, disponible en audio en el siguiente enlace web: https://www.youtube.com/watch?v=VrJ3Pj7Fhi0 1107 Ibid. 1108 Ibid. 1109 Ibid. 1110 Ibid. 1111 Ibid. 1112 Ibid. 1113 Ibid. https://www.youtube.com/watch?v=VrJ3Pj7Fhi0 517 para Podemos, y, en un último requiebro dialéctico contra su antiguo secretario político, añade que “Iñigo no es Manuela”1114; con el fin de restarle al primero el capital simbólico, la potencia carismática y la posición de poder de la segunda. Con esta carta/audio, el hombre –Errejón- y el nombre –el errejonismo- quedan virtualmente fuera del partido. Bien es cierto que, como quedó apuntado en el apartado 12.4, la “hipótesis Errejón” llevaba ya un largo período siendo cuestionada internamente en Podemos. De modo incipiente desde las elecciones del 20 de diciembre de 2015 y de manera mucho más abierta tras los resultados decepcionantes cosechados en la repetición electoral de junio de 2016. La conjetura estratégica errejonista era acusada –ver apartado 13.2- de “arrogancia epistemológica”, de “descafeinar ideológicamente” al partido y de empeñarse en una “transversalidad complaciente” que dejaba injustamente de lado la “historia de las luchas”. No en vano, a lo largo de la Segunda Asamblea Ciudadana de Podemos –también conocida como “Vistalegre II”-, la “hipótesis Errejón” es sometida a dura crítica y finalmente es relegada a una posición de subalternidad estratégica dentro de la formación morada. Inculpada de ser una hipótesis no sólo desfasada, sino fundamentalmente errónea. Desfasada porque aspiraría a ocupar un papel que ya estaba ejerciendo Ciudadanos. Y errónea porque se obstinaría en gustar a un electorado y a unos poderes fácticos que siempre iban a mirar con desconfianza a Podemos. O que, en todo caso, siempre preferirían a otros actores partidistas con un historial militante menos inquietante. Al precio de vastas cesiones ideológicas y de una deriva discursiva que no podía sino conducir a la vacuidad retórica. Por este motivo, Podemos decide abandonar la “hipótesis Errejón” y adoptar una línea estratégica más abiertamente izquierdista; en consonancia con la alianza paulatina con Izquierda Unida. Así, el partido de Pablo Iglesias sigue manteniendo una línea retórica aparentemente populista –reivindicando incluso la interpretación verdadera del populismo1115-, en la que denuncia la “triple alianza” del poder como un todo y en la que focaliza sus críticas en la “trama” como una unidad en la que se mezcla el mundo de la finanza con las plataformas partidistas del centro-izquierda y el centro-derecha español. Pero lo hace desde una posición enunciativa claramente identificable con la izquierda. En 1114 Ibid. 1115 Ver la intervención de Pablo Iglesias en el siguiente acto: La Morada de Madrid (2016,5, octubre): “Presentación del libro Horizontes neoliberales en la subjetividad de Jorge Alemán”, Podemos: https://www.youtube.com/watch?v=r4v8xXuM3gk 518 concreto, con un tipo de izquierda joven, desacomplejada y transformadora cuya meta principal apuntaría a lograr ser decisiva dentro del bloque progresista, especialmente si – como ocurrirá más tarde- el PSOE cambia. O sea, como una fuerza identitariamente de izquierdas –pero cualitativamente distinta de la vieja izquierda- que, en un contexto de transformación de los equilibrios internos dentro del Partido Socialista, aspiraría a convertirse en culturalmente hegemónica. En suma, como un partido de izquierdas que, lo mismo que el mégretismo en Francia, se propondría como meta llegar a una entente cordial con la vieja socialdemocracia, albergando la esperanza de llegar a ser un día el actor principal/mayoritario del bloque progresista. En consecuencia, puede afirmarse que, en la historia de Podemos, la estructura organizativa de Más Madrid ejerce un papel muy similar al de Les Patriotes en la trayectoria reciente del Front National. Una y otra actúan como el detonante definitivo que precipita el final abrupto de la vinculación de Philippot y Errejón con sus formaciones políticas. En ambos casos hacía tiempo que sus hipótesis habían dejado de gozar de legitimidad interna y, en último extremo, de aplicarse; pero es la conformación de estas estructuras paralelas –una en forma de think tank, otra en forma de candidatura electoral- , la que acelera la ruptura. Porque una y otra son interpretadas como un desafío a sus partidos; y, muy singularmente, como una afrenta a los liderazgos de Marine Le Pen y Pablo Iglesias. O sea, como un verdadero pulso a quienes antes habían sido no únicamente sus jefes –y sus protectores-, sino también sus amigos. Y, en esa medida, también como una insubordinación y una falta de respeto difícilmente tolerable. Hay que tener presente que, en los dos casos, Philippot y Errejón impulsan estas estructuras organizativas paralelas –aunque no necesariamente exteriores a sus partidos- con el fin de lograr que sus proyectos estratégicos sobrevivan en el interior tanto del Front National como de Unidos Podemos. O, más exactamente, para tratar de que vuelvan a ser las líneas estratégicas dominantes. Para forzar a sus partidos a que vuelvan, en un caso, a la vía “social-soberanista” y, en el otro, a la denominada vía “nacional-popular”. Pero en un momento en el que sus partidos han decidido precisamente lo contrario: plegarse a posiciones más convencionalmente de izquierdas y de derechas. Por eso Pablo Iglesias y Marine Le Pen lo entienden como una provocación y como un desafío a su autoridad. Y por eso también se frustra la esperanza que mantienen sus ex número dos de que tales iniciativas fuercen a sus líderes a recapacitar y regresar al rumbo estratégico anterior; esto es, a aplicar de nuevo un tipo de orientación transversal. 519 Esta es la manera en la que, en el mismo año 2017, el Front National y Podemos transitan definitivamente desde la transversalidad a la identidad. Es decir, desde una apuesta por romper con la distribución horizontal de las identidades políticas según el eje izquierda/derecha –sustituyéndolo por la oposición vertical arriba/abajo-, a una apuesta decidida por hegemonizar el campo de la derecha francesa y de la izquierda española, aprovechando el contexto de transformaciones e incertidumbre tanto dentro de Les Républiains como dentro del PSOE. De modo que, exactamente en el mismo año, Podemos y el FN se deshacen respectivamente de la “hipótesis Errejón” y de la “hipótesis Philippot”, optando por focalizarse en la renovación de la propuesta conservadora dentro de la política francesa y de la propuesta progresista dentro del panorama político español. Bajo la premisa, en ambos casos, de que en esta ocasión la modernización ideológica y la hegemonización de sus respectivos campos políticos sí que es posible, debido al alza de las demandas derechizantes en el seno de Los Republicanos franceses y al incremento de la sensibilidad izquierdista dentro de las bases del Partido Socialista Obrero Español. Más allá de los evidentes paralelismos, la diferencia entre uno y otro caso radica fundamentalmente en dos puntos. En primer lugar, a pesar de que la trayectoria del proceso así como las reacciones, las críticas y la misma virulencia afectiva son muy similares, Florian Philippot dimite, mientras que Errejón es expulsado. El ex número dos del FN se va porque estima que se le ha humillado y no tiene “el gusto del rídiculo”1116. Sin embargo, el antiguo secretario político de la formación morada no se atreve a dimitir –incluso cuando su orientación estratégica es doblegada en “Vistalegre II”- porque, en buena medida, considera a Podemos como su criatura partidista; esto es, porque se observa a sí mismo como el “padre intelectual” del experimento político. En segundo lugar –y estrechamente relacionado con lo anterior-, Philippot abandona el FN al poco tiempo de que su orientación estratégica caiga en desgracia en el seno del partido, mientras que Errejón permanece dos años más en Podemos: hasta enero de 2019. De tal manera que, aunque los dos terminan creando sus propios partidos –Les Patriotes y Más Madrid-, el primero lo hace ya en octubre de 2017 y el segundo aguarda en cambio hasta el primer semestre de 2019. El desenlace es el mismo; pero el ritmo varía. 1116 Les 4 Verités (2017, 21, septiembre): “Interview à Florian Philippot”, France 2: https://www.youtube.com/watch?v=uMi7H2ugGDQ 520 16.2 Una visión realista sobre sus sociedades Una de las claves de la concepción de la “hipótesis Philippot” y de la “hipótesis Errejón” es que ambas conjeturas estratégicas toman como punto de arranque la idea de que las sociedades francesa y española son políticamente menos avanzadas o ambiciosas de lo que a ellos les gustaría. O, lo que es lo mismo, que el campo en el que deben moverse sus proyectos estratégicos está generalmente menos a la derecha que el Front National y menos a la izquierda que Podemos. Y que, por tanto, si desean transformar sus sociedades, deben tomar en cuenta este intersticio, estudiarlo, adaptarse a él y, simultáneamente, tratar de colmarlo con un tipo de material discursivo capaz de arrastrar a la ciudadanía francesa y española hacia posiciones más atrevidas. Y hacerlo, además, tomando como modelo la imagen del “pie dentro” y del “pie fuera” del sentido común dominante; esto es, del operador político que, para cambiar la sociedad en la que vive, oscila entre el exterior – el lugar al que se apunta- y el interior –el universo retorico en el que se está y con el que se piensa. Ambas hipótesis estratégicas comparten la necesidad de mantener esta posición anfibia no sólo como premisa del curso de acción política proyectado, sino también como enseñanza del pasado militante; o sea, como lección que brinda tanto la experiencia militante como la participación y la reflexión sobre el éxito de ciertos fenómenos políticos atípicos. Ahora bien, ni el principal estratega del FN ni el principal estratega de Podemos interpretan esta distancia entre dónde están ellos y dónde está su sociedad como una mera falta, defecto, privación o tragedia. No reprochan a sus sociedades no ser lo suficientemente progresistas, patriotas o soberanistas. O, como mínimo, no lo expresan en público. Simplemente lo toman como un dato; es decir, como el sustrato de creencias, opiniones, lugares comunes, o léxico con el que sus partidos –y cualquiera que desee transformar una sociedad- deben trabajar. De ahí que ambos critiquen el pathos aristocrático que surge habitualmente de la marginalidad política –condensado en la máxima: “si la ciudadanía no nos entiende, peor para la ciudadanía”-, y reivindiquen una suerte de posición al mismo tiempo realista y popular. Tanto el proyecto estratégico de uno como el proyecto estratégico de otro comparten la idea de que, para atravesar este gap entre deseo y realidad, para propulsar a sus compatriotas hacia posiciones más rupturistas, necesitan influir en el sentido común dominante. Y para ello están impelidos a trabajar con las palabras, los mitos, las imágenes 521 y los razonamientos del pensamiento hegemónico. Tienen que emplear ese universo léxico, esos mitologemas, esos tropos, esos giros y esas sacralizaciones afectivas. Deben asentarse sobre la memoria de la République o de la Transición. Pero no pueden quedarse únicamente ahí: precisan también de moldear el sentido o el rumbo de este conglomerado de interpretaciones. Deben ejercer una labor de tracción sobre la constelación retórica que nutre el mundo político; o, lo que es lo mismo: sobre esa esfera específicamente narrativa. Por lo cual se ven obligados a incidir en el significado de los términos nodales que organizan el debate público. Normalmente conceptos abstractos y valores. De tal manera que se produce un efecto de cambio y un efecto de permanencia: aunque el vocabulario se mantiene igual, su sentido varía. Porque apunta en otra dirección –hacia enemigos distintos- y connota diferentemente. Por este motivo, las hipótesis estratégicas lideradas por uno y otro dedican tanta energía a lanzar OPAs semánticas sobre la terminología del sentido común dominante. Las dos realizan un esfuerzo sistemático y continuado para que los términos abstractos que normalmente hacen consenso dentro de una sociedad –y a los que la discusión pública recurre constantemente- expresen ciertas vetas de significación sedimentadas por la historia, y no otras. O, dicho de otra manera: para que ese conjunto limitado de ideas y valores –libertad, laicismo, meritocracia, Estado, democracia, orden- se dirijan “espontáneamente” hacia acepciones o capas de sentido coincidentes con los intereses políticos del Front National y de Podemos. De ahí que en esta tesis doctoral hayamos dedicado un notable esfuerzo, en las secciones dos y tres, a examinar la puesta en práctica de esta estrategia de resignificaciones en cada uno de los conceptos y para cada uno de los partidos. En el caso específico de la “hipótesis Philippot”, la posición de partida realista consiste en adaptar la cultura del FN al patriotismo creciente en Francia por la crisis de la UE y las políticas de ajuste económico. Un patriotismo moderno que, a juicio del ex número dos, estaría caracterizado por ser menos conservador que el lepenismo histórico sobre cuestiones morales, casi tan anti-inmigración como la ultraderecha clásica y más social que el Frente Nacional de las décadas de 1980 y 1990. Un sentimiento patriótico ascendente que se encontraría en régimen de latencia dentro de la sociedad francesa; y que, precisamente por ello, estaría en condiciones de convertirse en transversal. La conjetura philippotista encuentra similitudes entre este nuevo patriotismo y el voto francés al Tratado de Lisboa en 2005. De ello deduce que si este nuevo patriotismo es 522 tomado como base del discurso del FN, y si es movilizado de manera correcta –contra los enemigos apropiados, con la voz adecuada y sin apósitos ideológicos excesivos-, entonces podía llegar a ser mayoritario entre la ciudadanía francesa. Por tanto, el punto de vista realista se traduce en el propósito de conectar con ese patriotismo transversal –con esa matriz patriótica-; para posteriormente darle forma y empujarlo en una determinada dirección partidista. Sin despreciarlo ni considerarlo insuficiente; esto es, sin lamentarse de que, por ejemplo, sea más progre en lo referente al matrimonio homosexual o más estatista en lo concerniente a la recuperación económica que la media de la militancia lepenista. Lo decisivo es poder detectar esta corriente de fondo, representarla e hibridarla con el mundo de la derecha radical francesa; en una operación que, forzosamente, es de metamorfosis mutua. A este respecto, es importante subrayar el peso que en el origen de la “hipótesis Philippot” y, más generalmente, del proyecto estratégico marinista, juega Damien Philippot, hermano de Florian y jefe de opinión de uno de los principales institutos demoscópicos de Francia: el Ifop, Institut Français d’Opinion Publique. Damien ofrece a su hermano algunas claves para aproximar al partido a ese “nuevo patriotismo”. Además, es él quien pone de relieve determinadas orientaciones que toma el descontento de la sociedad francesa durante la primera mitad de la década pasada. El jefe de opinión del Ifop alimenta de bases empíricas el punto de partida que adopta el Front National marinista. Más adelante es Florian Philippot quien procesa estratégicamente esa información y diseña la manera de acoplar el liderazgo de Marine Le Pen a ese “espíritu del tiempo”. En el caso de la “hipótesis Errejón”, el realismo es aún más acusado.Tanto que a veces parece colindar con el pesimismo, sin nunca llegar a caer realmente en él. Un “realismo amargo” que en buena medida explica las urgencias, las prisas y el sentimiento agónico que impera en Podemos entre los años 2014 y 2016. Un “realismo” que invita a pensar que la sociedad española es generalmente mucho menos de izquierdas que los impulsores de Podemos. Y que, por tanto, presumiblemente esa ciudadanía no quiera ir allí donde las formaciones de izquierdas afirman querer conducirla. Al menos en un primer momento y con esa propuesta retórico-programática. Sin embargo, es posible que un sector importante de la sociedad española sí desee encaminarse hacia el lugar al que el movimiento 15-M parecía estar apuntando. En consecuencia, la “hipótesis Errejón” postula que el primer objetivo de Podemos debe ser conectar simbólica y 523 enunciativamente con la memoria de los indignados para llevar al 15-M –y a la sociedad española en su conjunto- más allá de las consignas expresadas en las plazas. Pero para lograrlo, insiste el estratega de la formación morada, no conviene engañarse respecto de cuáles son las aspiraciones políticas de la sociedad española. No en vano, preguntado sobre el punto de partida de la hipótesis estratégica del primer Podemos, Errejón responde: “Una profunda ambivalencia entre, por una parte, un profundo amor por nuestro pueblo, y, por otra parte, una convicción muy descarnada sobre sus características”1117. Para más adelante añadir: “El pueblo con el que hoy se puede transformar es el resultado subjetivo de las transformaciones culturales de 40 años de dictadura franquista y 40 años de estabilización con rumbo neoliberal”1118; no es ya el mismo pueblo que en la Transición ni, mucho menos, que en la II República, sino que es precisamente “el resultado de las derrotas de 1939 y 1978”. O sea, es una ciudadanía que ya no se identifica políticamente con la izquierda radical ni expresa sus anhelos como ella; sino que, en todo caso, lo hace a la manera del 15-M. Y eso es algo que, según enfatiza Errejón, cualquier agente de innovación política debe tener en cuenta: “No nos engañemos respecto a las materias primas, y, sobre todo, no nos engañemos respecto a hasta dónde quiere llegar nuestro pueblo”1119. No obstante, a pesar de su carácter conservador o de su alejamiento respecto de la izquierda no socialista, a la sociedad española “hay que quererla como es”1120. Sin amonestarla, pero sin renunciar tampoco a ir más allá de sus aspiraciones más inmediatas. En esta consideración reside el núcleo del realismo como premisa estratégica de Podemos. ¿Significa esto que la formación morada desea engañar a la sociedad española embaucándola para llevarla más allá de donde ella realmente desea ir? No necesariamente. Bien es cierto que el realismo de la “hipótesis Errejón” no se conforma únicamente con conocer a la ciudadanía y adaptarse a como es, sino que aspira también a conectar con ella para ir llevándola más allá de sus aspiraciones iniciales. Pero esto no implica obligatoriamente engaño. Porque se puede ir convenciendo mientras se va conduciendo, mostrando las cartas del proyecto encima de la mesa; o, al menos, esa es la manera en que lo piensa el número dos de Podemos: 1117 Iñigo Errejón, Comnunicación Personal, 17 de diciembre de 2020 [los subrayados son míos] 1118 Ibid. 1119 Ibid. 1120 Ibid. 524 “Tengo que ser consciente de que las aspiraciones populares hoy dan para llegar hasta aquí [y señala un punto]. Yo puedo querer llegar más lejos [y señala otro punto], y no ocultarlo, y decir: “miren, yo querré seguir avanzando y demostrándoles que igual que la sanidad pública funciona mejor que la privada, puede pasar también con el servicio de farmacias, y después puede pasar también con la gestión de todos los transportes, y después con todas las eléctricas”. Pero eso es una propuesta mía. Yo no me tengo que confundir, y debo saber dónde está ahora mi pueblo”1121. En definitiva, la “hipótesis Errejón” y la “hipótesis Philippot” parten de la misma constatación –el pueblo francés/español no es políticamente tan ambicioso como el FN o Podemos-, y, en lugar de lamentarse en público por ello, o en lugar de sancionar su tibieza ideológica, se proponen conectar con las aspiraciones de la mayoría social y tratar de radicalizarlas: ya sea en un sentido progresista y democrático, o ya sea en la dirección de un nuevo patriotismo francés. Por eso en estos proyectos de radicalización que se ven a sí mismos como realistas y, a la vez, como nacional-populares, las OPAs semánticas guardan un papel central. Porque es sobre todo a través del juego entre ellas y los puntos de vista de la enunciación adoptados, como se despliega la labor de radicalización o de traccionamiento del sentido común dominante. De ahí que los dos proyectos compartan el mismo movimiento estratégico y la misma lógica política. 16.3 Una relación dirigista con sus partidos políticos Ni la “hipótesis Errejón” ni la “hipótesis Philippot” le hacen demasiado caso a sus partidos. Al contrario, aspiran a pasar por encima de sus órganos de deliberación e instancias internas. Esto es así porque ambas conjeturas estratégicas comparten el convencimiento de que, en la tesitura de tener que someter sus planes al refrendo constante de la militancia, ninguno de los dos proyectos terminaría saliendo adelante. Ambos programas estratégicos participan de la creencia de que únicamente la combinación entre dirigismo y carisma podría solventar las reticencias de la militancia a implementar los cambios que se planean. O, lo que es lo mismo: que sólo la mezcla virtuosa entre una conducción estratégica férrea y un liderazgo altamente carismático 1121 Ibid [los subrayados son míos]. 525 estaría en disposición de trascender las inquietudes ideológicas de la base más tradicional de Podemos y del Frente Nacional. De hecho, el gesto de pasar por encima de la militancia y de la institucionalidad orgánica de sus partidos está tan asentado en las figuras de Philippot y de Errejón que, como vimos en el apartado 16.1, sus últimos pasos en ambas formaciones están caracterizados precisamente por esto: por la voluntad de bordear los cauces internos e impulsar de nuevo su agenda estratégica. La diferencia, como fue señalado, es que ni la vida interna de ambas formaciones ni la posición de sus líderes es la misma en 2017 que en 2012 o en 2014. De modo que el tipo de vínculo que ambas hipótesis estratégicas mantienen con la organicidad de sus plataformas partidistas está sembrado de paralelismos. En las formas, en la trayectoria, en las disputas, en las maniobras e incluso, como señalábamos, en el desenlace. Estos paralelismos pueden ser finalmente reconducidos a seis. El primero tiene que ver con que tanto la conjetura philippotista como la conjetura errejonista se proponen como meta reformular la propuesta retórico-programática del Frente Nacional y de Podemos desde arriba hacia abajo, y no desde las bases hasta la dirección. En ambos casos se trata de estrategias decididas desde la cúpula, de un modo ultracentralizado y ejecutadas por una especie de “comité de expertos” entendidos en la hipótesis. Aún más: la elaboración de ambas estrategias se circunscribe prácticamente a la dupla secretario general/secretario de comunicación en el caso de Podemos, y presidente/vicepresidente de comunicación en el caso del Front National; células o binomios de decisión que a continuación imponen su visión en los órganos de dirección y más adelante “bajan línea” a los escalones inferiores de sus partidos. En el caso de Podemos, este modelo verticalista de toma de decisiones se parapeta en procedimientos de carácter cesarista y plebiscitario, a través de los cuales la célula informal dirigente logra que sus decisiones estratégicas sean refrendadas sin el apoyo explícito de los órganos intermedios –a veces incluso con su oposición. Por su parte, la cultura política organizativa del Front National es tan intensamente autoritaria que las decisiones estratégicas de la dupla extraoficial Marine Le Pen/Florian Philippot ni siquiera necesitan ser tamizadas a través de consultas plebiscitarias: simplemente se imponen y legitiman a partir de la potestad de la presidenta. Tanto en el ejemplo francés como en el ejemplo español, el modelo vertical de reformulación retórico-programático responde a la voluntad de conducir estratégicamente al Front National y a Podemos allí donde una porción sustancial de la militancia y de los cuadros de ambos partidos no desean ir; y allí donde, sin embargo, la dupla 526 dirigente/estratega creen que sus formaciones deben transitar. Paradójicamente, este carácter dirigista o cupular convive, en ambos casos, con una retórica democratizante y anti-oligárquica hacia el exterior. El segundo paralelismo se sostiene sobre el hecho de que los dos proyectos estratégicos no sólo aspiran a reestructurar la propuesta retórico-programática del FN y de Podemos desde arriba, sino que además están determinados a hacerlo por arriba. Ambas hipótesis procuran asegurarse el buen desarrollo de las transformaciones estratégicas que se plantean renovando a los cuadros superiores de sus partidos y sustituyéndolos por personas ideológicamente afines. En el caso de Podemos, este objetivo se logra relativamente pronto, en la medida en que la secretaría de organización es dirigida por una figura afín a Iñigo Errejón –Sergio Pascual Peña- desde noviembre de 2014, y en la medida en que uno de los principales cometidos de Pascual es ofrecer apoyo y tratar de situar al frente de las secretarías autonómicas a individuos que compartan/manejen la hipótesis estratégica. En el caso del Front National, la meta sólo se alcanza a medias, debido a las reticencias del aparato lepenista. Philippot logra rodearse de personas afines dentro de la vicepresidencia que ocupa –encargada de la estrategia y de la comunicación del partido- y consigue también renovar las direcciones regionales del FN en el norte y el noreste del país. Pero Marine Le Pen, a pesar de apoyarle entonces incondicionalmente en su proyecto, sostiene que debe guardar ciertos equilibrios internos. Algo que más adelante Philippot lamenta como un error: “Se hizo mucho, pero muy lejos de ser suficiente en términos de renovación. Yo creo que habría sido necesario cambiar todo, habría sido necesario transformarlo todo cuando ella tomó la presidencia del partido en 2011: el nombre, no crear una presidencia de honor [en referencia a Jean-Marie Le Pen], renovar integralmente su ejecutiva política, renovar enormemente sus cuadros locales y departamentales. Y la relativa renovación que se hizo tardó, porque justamente existía el peso de esa presidencia de honor todavía muy potente”1122. En todo caso, una y otra hipótesis estratégica se plantean el control de los niveles superiores del aparato como modo de aplicar una estrategia decidida de antemano –por instancias informales de tamaño exiguo-, y, sobre todo, como manera de atravesar las 1122 Déshabillons-les (2017, 29, octubre): “Florian Philippot: la vie sans le FN”, Public Sénat: https://www.youtube.com/watch?v=L7zswMQhGzA [los subrayados son míos] https://www.youtube.com/watch?v=L7zswMQhGzA 527 resistencias de los cuadros intermedios, de la oposición interna y de la militancia más ideologizada. El tercer paralelismo apunta a la relación que ambos proyectos estratégicos mantienen con el tempo acelerado. Una y otra hipótesis se proponen rediseñar la oferta retórico- programática de sus respectivas formaciones políticas en un plazo relativamente corto de tiempo; por lo que se autoimponen un ritmo de transformaciones necesariamente alto y constante. Esta transición permanente hacia algo otro –una nueva identidad política- toma la forma de un desafío ininterrumpido a los habitus retórico-políticos de cada una de las dos formaciones. Y en cuanto provocación sostenida en el tiempo –la mutación que no cesa- sólo se mantiene por la promesa de éxito que entraña y por la inquietud que provoca en los rivales. En el caso de Podemos, el imperativo de la prisa está indisociablemente unido al proyecto estratégico errejonista. Como mencionamos en los epífrafes 13.1 y 14.5, la “hipótesis Errejón” exige que los cambios en la oferta retórico-programática no sólo se hagan rápido, sino que se hagan lo más velozmente posible; con el argumento de que, en caso contrario, el objetivo de acceder al poder no se conseguirá. Por su parte, en el caso del Front National el imperativo de la prisa no está tan marcado como en Podemos, pero sí exige igualmente un ritmo de transformaciones constante y elevado con el fin de metamorfosear al partido y conducirlo desde la extrema derecha hasta un tipo de patriotismo adaptado a las circunstancias/características de la sociedad francesa contemporánea. El cuarto paralelismo pone el foco sobre la distancia que ambas hipótesis estratégicas establecen tanto con los sectores más ideológicamente intransigentes de sus partidos como con los sectores más ideológicamente vanguardistas. El proyecto estratégico philippotista se aleja deliberadamente de las posiciones más convencionales defendidas por el lepenismo histórico –enarboladas dentro del Frente Nacional por cargos como Gilbert Collard, Robert Ménard, Louis Aliot o Marion Maréchal Le Pen-, pero también de la gramática y de los modos de hacer política de las asociaciones y colectivos sociales más efervescentes dentro del movimiento identitario francés: Génération Identitaire, Bloc Identitaire, Terre et Peuple o incluso también algunas de sus conexiones regionales como Alsace D’Abord o la Ligue du Midi. Del mismo modo, el proyecto estratégico errejonista se aparta tanto de las orientaciones tácticas promovidas por antiguos cuadros de Izquierda Unida –entre los que cabe destacar a Rafael Mayoral, Juan Manuel del Olmo, Alberto 528 Rodríguez, Ana Marcello o la propia Irene Montero-, como de las líneas de acción aconsejadas por los sectores más vinculados al activismo y al movimiento 15-M. ¿Por qué ocurre esto? En ambos ejemplos, el motivo es similar. En el caso francés, la “hipótesis Philippot” se aleja de los sectores más ideológicamente intransigentes porque estos no desean cambiar la propuesta del partido ni en las formas ni en el fondo: e insisten en seguir hablando de la misma manera sobre identidad nacional, seguridad e inmigración, sin apenas hacer incursiones sobre otros temas ni acercarse al “nuevo patriotismo” latente en Francia. Asimismo, el proyecto estratégico philippotista toma distancias con los sectores más ideológicamente vanguardistas del movimiento identitario porque, aunque sí promueven cambios en las formas –especialmente en los repertorios de movilización y en el uso intensivo de las nuevas tecnologías de la comunicación1123-, acentúan el mismo fondo xenófobo del lepenismo tradicional. En el caso español, como analizamos en los epígrafes 12.2 y 13.2, el distanciamiento entre la “hipótesis Errejón” y los sectores más convencionalmente izquierdistas de Podemos se basa en que éstos últimos rechazan cambios a gran escala en las formas y en los contenidos –“sólo admitían el populismo como una forma marketiniana de no parecer comunistas”1124-; mientras que el extrañamiento con respecto a los sectores más ideológicamente vanguardistas guarda relación con su voluntad de ir demasiado por delante de la sociedad; es decir, de introducir formas valientes, pero profundizar en contenidos exclusivamente y tópicamente izquierdistas. Por este motivo, ni la “hipótesis Philippot” ni la “hipótesis Errejón” tienen inconveniente en orillar internamente los puntos de vista estratégicos de los sectores más convencionales y de los sectores más vanguardistas. De hecho, ambos proyectos hacen vastos esfuerzos para evitar que las corrientes más ortodoxas y los sectores más rompedores tengan influencia en el rumbo estratégico del Front National y de Podemos. A este respecto, Florian Philippot, una vez dimitido como vicepresidente del FN, admite una cierta ingenuidad en el programa estratégico, derivada tanto del optimismo del principiante como de la impronta dirigista subyacente: 1123 Por ejemplo, Génération Identitaire es comparado en Francia con Greenpeace por su afición a realizar acciones espectaculares que concitan la atención de los medios y del público. De hecho, GI es frecuentemente catalogado como un “Greenpeace de derechas”. 1124 Iñigo Errejón, Comunicación Personal, 17 de diciembre de 2020. 529 “Quizás mi error es haber llegado a un partido sin conocer bien su cultura, su modo de funcionamiento. Por supuesto que yo he cometido errores y quizás he podido ser algo ingenuo pensando que podíamos avanzar, avanzar y avanzar sin que, en un momento dado, los viejos demonios que llamaban a la puerta, no terminaran entrando”1125. El quinto paralelismo entre la “hipótesis Philippot” y la “hipótesis Errejón” se asienta sobre la férrea dicotomía que ambas establecen entre “militantes” y “resto de la población”, así como sobre la diferente valoración que atribuyen a cada una de estas dos categorías. Tanto el proyecto estratégico philippotista como el proyecto estratégico errejonista distinguen analíticamente entre “activistas/militantes” y “ciudadanos corrientes/simpatizantes”. Lo llamativo es que ambos coinciden en privilegiar de un modo sistemático a los segundos sobre los primeros; desde el convencimiento de que los primeros se mantendrán fieles a sus partidos casi “pase lo que pase”, mientras que los segundos necesitan ser continuamente seducidos. Ante la disyuntiva de tener que contentar a unos o a otros, los dos proyectos se inclinan invariablemente por los simpatizantes y por lo que de un modo altamente significativo denominan “gente normal”. En los dos casos esta suerte de hemiplejia en favor de los simpatizantes/ciudadanos corrientes/gente normal guarda relación con su obsesión por abandonar los extremos del tablero político y asentarse en la centralidad política. Por eso, ambas conjeturas entretejen una relación ambigua con la militancia de sus partidos: por un lado necesitan a la militancia para realizar las tareas más ingratas –pegar carteles, poner mesas informativas, ejercer como apoderados en procesos electorales, organizar actos, asistir a movilizaciones o, en general, hacer proselitismo-, y, por otro lado, arrinconan estratégicamente a la militancia a la hora de tomar decisiones, con el argumento de que los más implicados tienen tendencia a conducir al partido hacia posiciones minoritarias; y, por lo mismo, erróneas o contraproducentes. Por último, el sexto paralelismo descansa sobre el iluminismo que gobierna la relación entre ambas hipótesis estratégicas y sus plataformas partidistas de referencia. La idea de que los programas estratégicos de Florian Philippot y de Iñigo Errejón guardan algo así como la fórmula del éxito; y que, en virtud de ello, es conveniente que gocen de plenos poderes para aplicarse. Las dos conjeturas estratégicas coinciden así en reclamar una 1125 Questions Politiques (2017, 15, octubre): “Interview à Florian Philippot, France Inter: https://www.youtube.com/watch?v=z3eYarbAkY8 https://www.youtube.com/watch?v=z3eYarbAkY8 530 especie de despotismo ilustrado a nivel interno, siguiendo la célebre máxima: “todo por el partido pero sin el partido”. En el caso del FN, este autoritarismo ilustrado asume la justificación de que el equipo de Philippot conoce “la tendencia de fondo” y, en consecuencia, es capaz de anticiparse a ella y aventajar al resto de formaciones políticas. En el caso de Podemos, la excusa para esta forma de despotismo la ofrece la experiencia o know how de Iñigo Errejón como participante en los equipos de campaña de diversos procesos electorales exitosos en Latinoamérica junto a fuerzas progresistas. En definitiva, la “hipótesis Philippot” y la “hipótesis Errejón” concuerdan en mantener una relación distante, autoritaria y dirigista con el Frente Nacional y con Podemos. Un tipo de vínculo vertical, implacable, aristocrático, alimentado fundamentalmente por la relación informal con el líder, crítico con los sectores ideológicamente más tradicionales así como también con los más vanguardistas, y generalmente ambiguo con los militantes de base. De esta manera, los dos proyectos estratégicos expresan una notable similitud formal en cuanto al nexo con sus formaciones políticas; y, muy especialmente, en cuanto al modo conflictivo de convivir con la organicidad y la vida interna de sus plataformas partidistas. 16.4 Una operación retórica formalmente similar La “hipótesis Philippot” y la “hipótesis Errejón” parten de puntos de vista ideológicamente opuestos. Los partidos que las albergan, el Front National y Podemos, se encuentran en las antípodas. Aún más: se odian, se repelen, se señalan como enemigos irreconciliables. Sus militantes no se pueden ni ver y a los líderes de ambas formaciones jamás se les ocurriría reunirse juntos. Sin embargo, la conjetura estratégica philippotista y la conjetura estratégica errejonista coinciden en emplear procedimientos retóricos muy semejantes para llevar adelante sus proyectos. Lo cual les otorga un involuntario isomorfismo. Uno y otro proyecto trazan una parábola idéntica con sus movimientos, partiendo desde esquinas opuestas.Tanto es así, que si se encontraran en un trampolín ante una prueba acrobática de los Juegos Olímpicos, ambas dibujarían maniobras análogas en su salto antes de caer en el agua. Por eso al exponerlas guardan un aire de familia; por eso riman cuando se estudian conjuntamente; y por eso las secciones dos y tres de esta tesis doctoral lucen una estructura prácticamente equivalente. 531 La estrategia retórico-política diseñada por el equipo de Florian Philippot junto a Marine Le Pen para el Front National y la estrategia retórico-política diseñada por el equipo de Iñigo Errejón junto a Pablo Iglesias en Podemos siguen una trayectoria paralela y son concordantes en diversos aspectos. Ambas se asientan sobre pilares semejantes, organizan su puesta en escena de un modo muy similar y emplean los mismos procedimientos discursivos. El proyecto philippotista y el proyecto errejonista bosquejan, por así decir, la misma estela narrativa. De tal manera que la estructura de las dos actuaciones es formalmente similar. Ahora bien: ¿en qué puntos en concreto confluyen ambos proyectos estratégicos? Según lo examinado a lo largo de los apartados precedentes, puede afirmarse que las dos conjeturas estratégicas confluyen no sólo en sus objetivos –como analizaremos en el siguiente epígrafe-, sino sobre todo en la forma de alcanzarlos; esto es, en la manera de comportarse discursivamente, de hacer cosas con palabras, de interactuar con el lenguaje, con los símbolos, con los imaginarios sociales, con la esfera de los valores, y con el terreno de los afectos. Así, en primer lugar, las dos hipótesis estratégicas coinciden en su esmero por fundar un lugar de enunciación cualitativamente novedoso con respecto tanto a la derecha radical francesa –al lepenismo histórico- como a la izquierda tradicional no socialista española –el universo de Izquierda Unida y de los movimientos sociales, especialmente madrileños. En el caso del Front National, el proyecto estratégico philippotista se plantea hacer de Marine Le Pen la voz de un patriotismo francés renovado que levanta anclas con respecto a su pasado más inmediato y que, en un contexto de fuertes dificultades económicas y de crisis de la representación política, ofrece visibilidad a los olvidados y abandonados por el “país oficial” más allá de los clivajes ideológicos tradicionales. De esta manera, el FN de Marine Le Pen aspiraría a ser visto como un instrumento partidista para la regeneración de la vida política francesa en un sentido patriótico, democratizante y social; y que, precisamente por su posición de outsider con respecto a las élites políticas, mediáticas y económicas, agregaría un plus de credibilidad a su papel de vehículo para la venganza de los “invisibles”. En este sentido, los esfuerzos de la conjetura estratégica van dirigidos a asentar la imagen de Marine Le Pen como una persona cercana, como una madre moderna, como una mujer corajuda, que experimenta/siente la realidad como el común de los ciudadanos y que, a raíz de esta cercanía con el pueblo, está en condiciones de 532 decirle las “verdades” al poder. Y hacerlo, además, en público, en antena, ante distintos interlocutores y para toda Francia. Por su parte, en el caso de Podemos, el proyecto estratégico errejonista se propone hacer de la formación morada una plataforma ciudadana para la regeneración moral, política y económica del país; y de Pablo Iglesias la encarnación –y, por tanto, el portavoz legítimo- de las injusticias que las élites españolas estarían cometiendo con las clases medias y, más en concreto, con el grueso de la juventud. Este punto de vista de la enunciación habilita a Podemos para presentarse, en términos cinematográficos, como una secuela del 15-M y a Pablo Iglesias como el personaje principal de un spin-off del movimiento de los indignados. Es decir, como un agente con un origen distinto –y, en consecuencia, estructuralmente desligado- tanto de Izquierda Unida como de las organizaciones más señeras del progresismo español. La clave reside en que, a raíz de esta vinculación simbólica con un fenómeno en principio transversal y apartidista, la hipótesis errejonista puede plantearse posicionar a las caras visibles de Podemos como altavoces o speakers del país silenciado y maltratado. O, lo que es lo mismo: como figuras que le dicen en público al poder –con educación y valentía- “las verdades” de lo que este no quiere escuchar y, sin embargo, por desgracia está ocurriendo. En segundo lugar, los programas estratégicos elaborados por Florian Philippot y por Iñigo Errejón concuerdan en su voluntad de rediseñar la frontera antagónica con respecto a la cual se posicionan no sólo sus formaciones políticas de referencia –el Front National y Podemos-, sino también las sociedades francesa y española. Una y otra hipótesis convergen a la hora de considerar imprescindible la redefinición de la enemistad política en sus respectivas opiniones públicas; y, por lo mismo, las dos se afanan en modificar la respuesta generalmente dada por sus compatriotas a la pregunta: ¿cuál o cuáles son los máximos peligros a los que se enfrenta la sociedad francesa/española?; y subsiguientemente también a la cuestión de: ¿quién o quienes representan esos peligros? Este interés por revisar la ubicación de la frontera antagónica deriva en los dos casos de que ambas conjeturas estratégicas coinciden en pensar que la determinación de la enemistad política marca la orientación de una sociedad; es decir, sella las coordenadas políticas en las que se sitúa una sociedad y prefigura el tipo de respuestas que se ofrecen a los grandes desafíos o interrogantes colectivos. 533 En el caso del Front National, la “hipótesis Philippot” apunta a que el enemigo existencial de la nación francesa ya no es la izquierda, ni siquiera el progresismo –la “dictadura progre” que iría royendo poco a poco la vitalidad de la France étérnelle-, sino los nuevos totalitarismos representados por la finanza internacional y el islamismo radical. Ellos, el “despotismo ultraliberal” y el “fascismo verde”, conformarían las dos grandes amenazas que, según el planteamiento philippotista, estarían comprometiendo el modo de vida francés y los valores de la sociedad francesa condensados en el frontispicio republicano –libertad, igualdad, fraternidad. De tal forma que en el nuevo tiempo político que la conjetura estratégica del FN aspira a abrir, la ciudadanía francesa estaría obligada a posicionarse prima facie respecto de estos dos grandes peligros, por delante de cualquier consideración ideológica previa. Lo cual invitaría a nuevos alineamientos políticos y precipitaría recomposiciones en el ámbito de las lealtades partidistas. Paralelamente, en el caso de Podemos, la “hipótesis Errejón” apuesta por renunciar al nombramiento de “la derecha” como el gran otro contra el que se desea combatir políticamente, y por definir la rivalidad en relación a un nuevo enemigo forjado a partir de los ejes arriba/abajo, democracia/tecnocracia y viejo/nuevo. Así, la conjetura estratégica de Podemos desplaza la frontera antagónica desde un eje horizontal izquierda/derecha o progresista/conservador hacia un triple plano cruzado en el que la enemistad se establece con la “élite tecnocrática inmovilista”. De acuerdo con el programa errejonista, esta élite amenaza la continuidad de la sociedad española “tal y como la conocemos” conduciéndola hacia el “desastre” y pone en cuestión los valores democráticos y socialmente cohesivos en los que se sustenta su modo de vida. A través de este planteamiento, el proyecto estratégico de la formación morada anima a la ciudadanía a posicionarse con respecto a esta élite o “casta” con independencia de su adscripción ideológica previa; y, al mismo tiempo, le invita a situarse en relación a la posibilidad de abrir en España un período políticamente nuevo. En relación con este último punto, la “hipótesis Philippot” y la “hipótesis Errejón” convergen en tercer lugar en su esfuerzo por galvanizar moralmente a sus formaciones políticas de referencia. Una y otra coinciden en que, para los objetivos de cada hipótesis, resulta fundamental investir de una pátina moral al Front National –en cuanto actor renovado- y a Podemos –en tanto que actor nuevo. La conjetura philippotista y la conjetura errejonista concuerdan en su pretensión de convertir a sus partidos en agentes éticos ante las ciudadanías francesa y española; es decir, por un lado en actores cuyo 534 comportamiento es moralmente impecable, y, por otro lado, en agentes cuya tarea consiste en introducir moralidad en la escena política. O sea, como agentes de limpieza o renovación ética en un contexto de fuerte crisis de la representación política en Francia y en España motivada por la sucesión de casos de corrupción tanto en los grandes partidos franceses –UMP y PS- como en las grandes plataformas partidistas españolas –PP y PSOE. A la consolidación de la imagen de renovadores éticos coadyuvan las críticas que les profieren los partidos del establishment; y que, precisamente por su carácter airado, credibilizan la naturaleza sincera de los programas de Podemos en cuanto formación nueva y del FN en cuanto formación metamorfoseada. En el caso del Front National, la operación es compleja, ya que no sólo se trata de una formación con más de cuarenta años de historia, sino que además en 2011 se encuentra todavía altamente demonizada. De modo que el proyecto philippotista se ve obligado, de entrada, a desdiabolizar al FN; para, más adelante, poder agregarle un cierto prurito moral. Por este motivo, bajo la “hipótesis Philippot”, el Frente Nacional marinista renuncia tajantemente al antisemitismo, condena cualquier aproximación retórica al mismo y expulsa del partido a todos los miembros que hayan podido mostrar algún tipo de simpatía hacia el nacionalsocialismo en el pasado. Esta actividad simbólica de expiación culmina con la expulsión del presidente de honor del FN, Jean-Marie Le Pen, en agosto de 2015 por reincidir en la emisión de juicios negacionistas sobre el Holocausto durante el programan de Jean-Jacques Bourdin, cinco meses atrás. Tras esta sucesión de actos de redención, la conjetura estratégica philippotista ensaya la remoralización del partido visitando Israel, criticando severamente los casos de corrupción de las grandes plataformas partidistas, exhibiendo el historial de austeridad moral y devoción patriótica de los nuevos dirigentes/portavoces del FN, y colocándose como una formación outsider respecto del sistema clientelar entretejido entre las élites políticas y las élites económicas. A través de este tipo de operaciones, el Frente Nacional marinista aspira a ser creíble cuando afirma que es “otro partido” con respecto a su pasado antisemita, así como también cuando exhibe su “diferencia” con respecto al resto de formaciones “sospechosas de corrupción” que pueblan el establishment político francés. Por su parte, en el caso de Podemos, la “hipótesis Errejón” dibuja una imagen de moralidad alrededor del partido subrayando que no es una formación política al uso, sino una iniciativa ciudadana impulsada por un grupo de profesores e investigadores vinculados a la esfera de la universidad, y, muy en particular, al ámbito de la politología. 535 O sea, un grupo de personas –no de “políticos profesionales”- que nunca ha vivido de la política, ni tampoco tiene intención de hacerlo. Y, en esa medida, un colectivo de ciudadanos que podría presuponerse que preferirían no estar en “primera línea de la vida política” y dedicarse a sus profesiones. La conjetura errejonista juega con este relato de origen y procura que el plus de moralidad le venga a Podemos doblemente de su imagen amateur y de su condición de outsider. Y, por tanto, que sea esta doble vertiente quien legitime su función de vehículo de regeneración ético-política. Con la finalidad –y este punto es importante- de devolver a la política a su cauce deontológico normal y de reformar aquellas instituciones cuyo rendimiento o capacidad en los últimos años haya demostrado ser deficiente. En cuarto lugar, la narrativa de la “hipótesis Philippot” y la narrativa de la “hipótesis Errejón” convergen a la hora de enmarcar la situación política de sus países como el resultado de la acción unilateral de los sectores privilegiados. Los masterframe empleados por una y otra conjetura estratégica coinciden en subrayar que la responsabilidad por la condición de penuria en la que habitan las mayorías sociales en Francia y en España recae sobre las élites. Más en concreto, sobre su egoísmo, su cortedad de miras y su segregación voluntaria con respecto a sus sociedades. Y que, por tanto, son los sectores acaudalados quienes tienen que cargar con la culpa de las posibles reacciones que su actitud codiciosa e irresponsable pueda generar. En línea con este planteamiento, la narrativa de ambos programas estratégicos destaca que tanto el pueblo francés como el pueblo español están legitimados para contra-atacar en el nombre del todo o interés general. De manera que la reacción cívica de los ciudadanos que ambos proyectos se afanan en promover es interpretada en clave desculpabilizante: “no había más remedio”, “no nos dejaban otra opción”, “debíamos defendernos ante tanto ataque”. Pero también como una tentativa, no tanto de fragmentar sus sociedades, cuanto de reconstruirlas en clave nacional-popular. En el caso del Front National, la narrativa apunta a un viento gélido, huracanado y tempestuoso –el “viento malo de la globalización”- desatado y alimentado por las élites, que estaría arrasando tanto los cimientos de la sociedad francesa como las resistencias republicanas. Y que, con su fuerza o potencial destructivo, estaría haciendo peligrar el “modo de vida” francés. Ante lo cual los franceses tendrían derecho no sólo a protegerse –salvaguardando su patrimonio “material e inmaterial” sintetizado en la metáfora de la “casa Francia”-, sino también a rebelarse contra las élites que lo impulsan. En el caso de Podemos, la narrativa morada dibuja un “pacto social”, datado alrededor de la Transición 536 española y en los años inmediatamente posteriores, y quebrantado unilateralmente por la acción miope de las élites. Un acuerdo social maltrecho y magro que la gestión de la crisis económica de 2008 habría terminado de pulverizar. En este sentido, el relato de Podemos subraya que los sectores privilegiados habrían roto el pacto social con la única motivación de salvarse a sí mismos; con lo cual la ciudadanía española tendría derecho a rebelarse, no por mero afán de venganza, sino para salvaguardar el modelo social y la paz territorial del país, iniciando una suerte de “nueva Transición”. En quinto lugar, las dos hipótesis otorgan un gran peso estratégico a la cuestión del estudio del sentido común dominante. De hecho, tanto el proyecto philippotista como el proyecto errejonista pretenden intervenir en el vocabulario hegemónico que organiza la forma en la que los españoles y los franceses hablan de política. Una y otra conjetura estratégica se proponen desplazar el significado de los grandes conceptos que estructuran la conversación política de sus países y aproximarlo a los intereses de las operaciones nacional-populares que ambos encabezan. Para ello, el Front National y Podemos despliegan distintas maniobras de resignificación a las que en esta tesis hemos denominado “OPAs semánticas”. En el caso del Frente Nacional, la “hipótesis Philippot” se centra en resemantizar nociones tradicionalmente asociadas a la izquierda y al centro-izquierda republicano francés. Así por ejemplo, el proyecto estratégico philippotista dedica grandes energías a reformular conceptos como democracia, laicismo, república, libertad, Estado, feminismo o ecologismo. A ello hay que sumarle una intensa labor –a caballo entre lo enunciativo, lo lúdico y lo provocador- de suplantaciones, ventriloquía, cooptación y pirateo de símbolos y figuras tanto de la izquierda francesa como de la derecha gaullista. Todo ello con el objetivo de conmover y reelaborar los lugares comunes, las acepciones más usadas y las etiquetas corrientes del lenguaje político en Francia. A su vez, en lo que respecta a de Podemos, la “hipótesis Errejón” apuesta por disputar estratégicamente algunas ideas tradicionalmente consideradas como “conservadoras” y preferentemente utilizadas por partidos de derecha o centro-derecha. Es el caso de nociones como patriotismo, orden o meritocracia. Sobre ellas la conjetura errejonista entiende que debe emprender una intensa labor de resignificación con el fin de disipar las reticencias al cambio de un cierto sector de la ciudadanía española. 537 Por último, la “hipótesis Philippot” y la “hipótesis Errejón” coinciden en la necesidad de resaltar el valor de lo colectivo y de lo comunitario, en oposición a la lógica singularizante del neoliberalismo contemporáneo. La retórica de una y otra convergen en su exaltación del Estado, del valor de la función pública, de las identidades colectivas y, en general, de las actividades que visibilicen o promuevan las pertenencias comunes. En este sentido, tanto la conjetura estratégica philippotista como el proyecto errejonista incentivan en su despliegue la afición por los proyectos colectivos, por la política y por los actos multitudinarios en los que se haga patente el “agrado de estar juntos”. Las dos sueñan con inaugurar algo así como una “nueva era de masas”. En definitiva, pese a todas sus diferencias de contenido, pese a provenir de tradiciones ideológicas distantes y pese a que sus simpatizantes se consideran enemigos, la “hipótesis Philippot” y la “hipótesis Errejón” emplean herramientas y estrategias retórico-políticas equiparables, paralelas en el tiempo y, hasta cierto punto, confluyentes. De manera que, sin fijarse la una en la otra y sin pretenderlo, presentan en su despliegue un isomorfismo involuntario. Además, como se examinará a continuación, más allá de las analogías formales en el plano de la mise en marche, existe también entre ambas una significativa coincidencia de objetivos. 16.5 Un objetivo político coincidente La “hipótesis Philippot” en el Frente Nacional y la “hipótesis Errejón” en Podemos confluyen en una misma meta: fundar un espacio político nuevo, situado en unas coordenadas ideológicas originales, y desde ahí invitar a sumarse a las mayorías sociales francesa y española. Las dos conjeturas estratégicas concuerdan en el deseo de crear una identidad política novedosa, irreductible y tangencial. Novedosa con respecto a las tradiciones políticas de la derecha radical francesa y de la izquierda radical española: el Frente Nacional y Podemos aspiran a generar superficies de inscripción identitarias relativamente inéditas en ambos países. Irreductible en relación al eje de confrontación ideológica izquierda/derecha: los dos proyectos se esfuerzan por ser inaprensibles desde el punto de vista de estas categorías, desbordándolas, superándolas, cortocircuitándolas. Tangencial a propósito del eje de abcisas que distribuye en un continuum horizontal las identificaciones políticas: ambas hipótesis pretenden organizar los posicionamientos políticos de acuerdo con el eje de ordenadas. 538 Los dos programas estratégicos se dan a sí mismos el objetivo de fraguar una identidad política nueva en un contexto en el que abundan los paralelismos entre ambos países. Las sociedades francesa y española se encuentran muy golpeadas por el hundimiento económico de 2008, expresan desavenencias crecientes con la gestión de la crisis en clave austeritaria por parte de la UE, se indignan ante la sensación de decadencia moral e institucional que invade sus países, manifiestan preocupación por el futuro de las generaciones más jóvenes, y se inquietan ante un cierto horizonte de desunión identitaria dentro de sus países –que en Francia se visibiliza a través del desapego hacia los símbolos nacionales de la minoría musulmana y en España se representa a través del auge de la reivindicación independentista entre un amplio sector de la ciudadanía catalana. Tanto en el caso de la “hipótesis Philippot” como en el caso de la “hipótesis Errejón” esta coyuntura compleja facilita la credibilidad de ambos proyectos y aumenta la deseabilidad o simpatía entre los ciudadanos hacia una propuesta de formateo político de estas características. Además de compartir las metas, el proyecto estratégico philippotista y el proyecto estratégico errejonista también concuerdan en las razones por las que se autoprescriben a sí mismos esos objetivos. Tanto uno como otro proyecto estratégico actúan persuadidos de que la construcción de un espacio político nuevo –inasimilable a los parámetros izquierda/derecha- es condición necesaria para la consecución del objetivo de fondo: ganar las elecciones y acceder al poder. Por este motivo, ambas hipótesis consagran un notable esfuerzo a hackear el sistema de identificaciones políticas y de empaquetamientos ideológicos izquierda/derecha; y a declararlo caduco, obsoleto, incapaz de explicar las tensiones latentes y las líneas de fractura de las sociedades occidentales contemporáneas. Los dos programas estratégicos coinciden en que es absolutamente necesario convencer a la ciudadanía francesa y a la ciudadanía española de que los términos “izquierda” y “derecha” ya solo remiten a categorías del pasado y que, en consecuencia, su único valor es de índole biográfico o afectivo; precisamente en un momento en que las políticas gubernamentales y los sucesos alrededor de LR, PP, PSOE y PSF acreditan esta indiferenciación. Por otro lado, el objetivo común de crear un espacio político nuevo está propiciado en ambos casos por la fatiga con sus tradiciones políticas de referencia y, muy en particular, con el hastío provocado por el convencimiento de que las prácticas estratégicas de la izquierda radical española y de la derecha radical francesa conducen inexorablemente al fracaso electoral. Tanto en el caso de la “hipótesis Philippot” como en el caso de la 539 “hipótesis Errejón” subyace un ímpetu paralelo de rebelión frente al sentimiento de impotencia que suscita la idea de ser continuamente “actores secundarios” de la política de sus países. Simultáneamente, en los dos casos, la aspiración a ensayar, a contrapelo de las inercias de sus partidos, la construcción de un espacio político singular está motivada por la intuición pero también por la experiencia del éxito. Las maniobras de una y otra conjetura se basan en el recuerdo de que probando nuevos códigos, prácticas y formas – como en el 15M, como en el referéndum de 2005, como en Bolivia, como en Ecuador, como en Venezuela- el resultado final es sorprendentemente bueno; y de que, por tanto, la praxis de un determinado conjunto de fenómenos evidencia que fraguando un espacio político original desde una lógica alternativa al eje izquierda/derecha, el objetivo de ganar las elecciones y acceder al poder resulta factible. Es preciso subrayar también que ambas hipótesis comparten el convencimiento de que, tras sus intervenciones retórico-estratégicas, la lógica del enfrentamiento político en sus respectivos países podía superar eje izquierda/derecha; y de que, además, esta superación podía durar en el tiempo. Los dos proyectos estratégicos comulgan en una suerte de optimismo acerca de su capacidad/potencialidad para dejar atrás una dinámica de la hostilidad y fundar una dialéctica nueva: abajo/arriba, patria/antipatria, protección/desamparo. Sin embargo, ni en el ejemplo francés ni en el ejemplo español ha ocurrido esto, sino más bien al contrario. En el caso del Front National, lo más semejante a la superación de la oposición izquierda/derecha aconteció en las elecciones presidenciales francesas de 2017 con el duelo entre Emmanuel Macron y Marine Le Pen en la segunda vuelta y con el hundimiento del Partido Socialista y de Los Republicanos. Durante un semestre sí se tematizó en Francia la superación del esquema binario de oposición izquierda/derecha y se debatió acerca de la reconfiguración de las identidades políticas en el país galo. En el caso de Podemos, lo más próximo a la cancelación del eje izquierda/derecha ocurrió en las últimas semanas de 2015 y a lo largo de los primeros meses de 2016, cuando la opinión pública española distinguía tajantemente entre partidos de la “nueva política” y partidos de la “vieja política” –y situaba a Podemos y Ciudadanos más cerca entre sí que a Podemos y al PSOE-, y cuando, además, en las elecciones generales celebradas el 20 de diciembre de 2015, los resultados de las formaciones de la “nueva política” fueron muy notorios, sumando más del 34% de los apoyos y 8,6 millones de votos en total. 540 No obstante, en Francia el esquema de oposición binario izquierda/derecha, a pesar de ser fuertemente cuestionado y de concitar menos adhesión que nunca, no terminó de diluirse del todo. De hecho, como examinamos en el apartado 16.1, tras la dimisión de Florian Philippot, el Front National volvió a recuperar su identidad tradicional derechista y la temática de la reconfiguración de las coordenadas políticas fue perdiendo pregnancia dentro del debate público. Lo cual se acentuó aún más cuando Emmanuel Macron fue abandonando su voluntad de redefinir el eje progresista/conservador y Jean-Luc Mélenchon renunció a la pretensión de reemplazar la polaridad izquierda/derecha por la oposición pueblo/élite. Tampoco en España terminó de diluirse el eje de oposición tradicional entre “las izquierdas” y “las derechas”, pese a verse más rebatido que nunca a lo largo de varios meses, sino que, al contrario, se reforzó tras la entrada de Podemos y de Ciudadanos en el Congreso de los Diputados y, sobre todo, después de la repetición electoral del 26 de junio de 2016. Esta revitalización del foco de oposición izquierda/derecha se fortaleció con la adscripción paulatina de Ciudadanos en el centro- derecha del tablero político y con el resultado de la pugna entre errejonistas y pablistas en la Segunda Asamblea Ciudadana de Podemos. En efecto, la victoria de los segundos condujo a Podemos a adoptar de modo más decidido una identidad abiertamente izquierdista, subcontratando la memoria y el historial reivindicativo del Partido Comunista de Esapaña y de Izquierda Unida. En definitiva, el Frente Nacional marinista y Podemos se proponen un objetivo análogo: fundar un espacio político nuevo, tangencial e inabarcable desde las categorías “izquierda” y “derecha”; con la convicción de que sólo aplicando otros parámetros heurísticos y otra lógica de distribución de las identidades políticas, resulta posible alcanzar su meta última: ganar las elecciones y acceder al poder. Sin embargo, a pesar de aproximarse más que nunca, ni la “hipótesis Philippot” ni la “hipótesis Errejón” consiguen fraguar de manera estable un espacio político radicalmente novedoso no solapable con la lógica izquierda/derecha. Tampoco logran –como sí habían pensado- que la discusión pública de sus respectivos países supere el esquema horizontal de distribución de las identidades políticas. Al contrario, tras la salida de Florian Philippot del FN y de Iñigo Errejón de Podemos, sus formaciones recuperan progresivamente las etiquetas identificatorias “izquierda” y “derecha”, regresando así a los espacios políticos tradicionales ocupados por el Front National lepenista en Francia y por Izquierda Unida en España. 541 16.6 Una interpretación equiparable del populismo El programa estratégico de Florian Philippot y el programa estratégico de Iñigo Errejón confluyen también en su análisis de que los contextos francés y español ofrecen condiciones de posibilidad para la emergencia de una identidad popular/plebeya/patriótica nueva en oposición a las élites traidoras, egoístas y antipatriotas. Una y otra hipótesis coinciden en la interpretación de que, a lo largo de la primera mitad de la década pasada, sus países atraviesan un “momento populista” definido por la crisis de la representación política y por la desagregación y desafiliación de las lealtades partidistas tradicionales. En este sentido, sus análisis, su orientación, su punto de partida y sus pronósticos de futuro resultan convergentes. O, dicho de otra manera: durante un cierto número de años, el FN marinista y Podemos depositan una mirada muy parecida sobre la realidad de sus países, interpretan la coyuntura desde unos parámetros heurísticos muy similares y se plantean un plan estratégico formalmente muy similar que guarda algún tipo de relación con la noción de populismo. El razonamiento de ambas conjeturas estratégicas prosigue del siguiente modo: si Francia y España experimentan un contexto “populista”, si su situación alimenta un clima social de indignación vertical, y si el debate público permite una cierta formalización popular- patriótica, entonces resulta pertinente desplegar una propuesta o intervención política catalogable como “populista”. Aún más: la estrategia populista no sólo se torna una opción factible o viable para esa coyuntura, sino que incluso podría convertirse en la mejor alternativa posible. Ahora bien: ¿qué entienden específicamente las hipótesis de Philippot y Errejón por “hacer populismo”? ¿En qué términos se representan dicho concepto los estrategas del Front National y de Podemos? Para uno y otro proyecto el populismo no es primariamente “el traje que nos ponemos los comunistas en tiempos raros”1126, ni tampoco exactamente la maniobra astuta que los radicales de derechas usan para llevar el torrente de la indignación popular a su molino político, sino que son un conjunto de prácticas discursivas orientadas a cambiar las coordenadas interpretativas hegemónicas 1126 Iñigo Errejón, Comnunicación Personal, 17 de diciembre de 2020. 542 con las que una sociedad se piensa a sí misma y observa el mundo que le rodea. En este sentido, para Philippot y para Errejón el populismo, aunque sí incorpore ingredientes de ello, no es comprendido principalmente como antagonismo, ni tampoco como dicotomización férrea del espacio político. El populismo no es eminentemente conflicto: no es grieta ni polarización. No puede comprenderse como el sendero por el que los outsiders de cada país intentan conducir la furia ciudadana a golpe de crítica y retórica afilada. En suma, de acuerdo con ambos, no es posible reducir el populismo a mera gramática destituyente adaptada a tiempos álgidos de movilización. Lo anterior no significa que, para Philippot y para Errejón, el populismo no sea también esto: no quiere decir que no haya antagonismo, polarización, conflicto, retórica caústica, ímpetu destituyente y posicionamiento voluntariamente outsider/externo dentro de él. Simplemente remite a que, en ambos casos, la interpretación del populismo va mucho más allá de lo recriminatorio o lo crítico. Tanto para la conjetura philippotista como para la conjetura errejonista, el populismo es esencialmente una lógica política orientada a la superación de las identidades políticas tradicionales a partir de la construcción retórica de una visión hegemónica del mundo. De modo que para los estrategas del Front National y de Podemos el populismo se concibe fundamentalmente como hegemonía. Ambos lo entienden como una dinámica constituyente de mayorías sociales y como un vector de conducción de las mismas. Para ellos el populismo apunta a una lógica de estructuración política gracias a la cual, en un determinado momento, una parte de la sociedad se convierte en la representación simbólica de los anhelos, los intereses y la reivindicaciones de la mayoría social; o, lo que es lo mismo: un momento en el que un singular –el Frente Nacional, Podemos, Marine Le Pen o Pablo Iglesias-, se alza simbólicamente como encarnación del todo social; convirtiéndose de esta manera en imagen de la totalidad o del universal de la comunidad política. A este respecto, la interpretación que las dos hipótesis realizan del populismo se asemeja notablemente a la definición ofrecida por Ernesto Laclau y Chantal Mouffe en Hegemonía y estrategia socialista1127 y parcialmente por el primero en La razón populista1128. El 1127 Laclau, E. & Mouffe, C. (1985): Hegemonía y estrategia socialista. Hacia una radicalización de la democracia, Madrid: Siglo XXI. 1128 Laclau, E.(2005): La razón populista, Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica. 543 programa estratégico philippotista y el programa estratégico errejonista piensan el populismo como un camino para desarticular el sistema de las identidades políticas tradicionales –basado en la oposición izquierda/derecha- y reemplazarlo por un nuevo mapa –elaborado a partir del eje de confrontación pueblo/élite- en el que la posición hegemónica ya no la ocupen los viejos sujetos partidistas, sino los nuevos agentes desafiantes. Los estrategas del Frente Nacional marinista y de Podemos concuerdan a la hora de concebir el populismo en términos formales como una lógica retórica capaz de voltear los viejos equilibrios y las antiguas maneras en que una sociedad se piensa a sí misma; y, al mismo tiempo, de proponer nuevas preguntas que estructuren visiones alternativas de esa misma sociedad. O sea, como un instrumento estratégico-discursivo idóneo para, bajo determinadas circunstancias, darle la vuelta a una situación de marginalidad política y convertir a los actores subalternos en figuras hegemónicas. Por tanto, la clave es que los dos estrategas coinciden en representarse el populismo sobre todo en su vertiente constituyente; esto es, en cuanto artefacto discursivo orientado a a hacer transitar a una sociedad desde un punto a otro, resignificando –y no impugnando- sus lugares comunes, sus valores y sus referentes simbólicos; así como también las grandes palabras que estructuran su sentido común político. En consecuencia, las dos hipótesis estratégicas están de acuerdo en considerar al populismo como una estrategia de transversalidad política; es decir como una forma de alcanzar la hegemonía: abriéndose, articulando diferencias, proponiendo nuevos horizontes de inscripción identitaria y sintetizando posiciones anteriores. Ahora bien, la interpretación del populismo que manejan los estrategas del Front National y de Podemos no se circunscribe sólo a la explicación de Ernesto Laclau y Chantal Mouffe. También es compatible con otras definiciones y marcos de pensamiento analizados en esta tesis doctoral. En particular, las propuestas retórico-estratégicas de los equipos de Florian Philippot y de Iñigo Errejón pueden pensarse igualmente en los términos de las definiciones ofrecidas por Michael Kazin, Pierre-André Taguieff o Margaret Canovan; y, de modo parcial, bajo las descripciones de Paul Taggart, Pierre Rosanvallon, o Cas Mudde y Cristóbal Rovira. Así por ejemplo, las estrategias del Frente Nacional marinista y del primer Podemos se ajustan a los parámetros de la definición que ofrece Michael Kazin de populismo como “fenómeno lingüístico”; o sea, como un tipo particular de gramática, de orden retórico o 544 estructuración discursiva orientada a la generación y a la estabilización de nuevas identificaciones políticas. Además, la definición de Kazin subraya la importancia de los procesos de resemantización de términos nodales del lenguaje político –pueblo, libertad, democracia, élite, patria- como momentos capitales de cualquier estrategia populista. Asimismo, la interpretación del populismo que subyace a las trayectorias estratégicas del FN y Podemos también resulta compatible con la definición ofrecida por Pierre-André Taguieff; esto es, con una explicación en términos de matriz retórica susceptible de tomar la coloración ideológica del locus enunciativo de acogida; o, lo que es lo mismo: como una forma retórica compatible con casi cualquier ideología y que se ve en la obligación de negociar con las tradiciones políticas de referencia de los sujetos partidistas que la asumen. Por último, las hipótesis estratégicas de Florian Philippot y de Iñigo Errejón también concuerdan con la caracterización del populismo que realiza Margaret Canovan como mirada acerca de lo político que, poniendo en el centro al pueblo, permite explorar nuevas oportunidades políticas no sólo acordes con la democracia, sino incluso nítidamente democratizantes. O sea, como una perspectiva o punto de vista acerca de lo político que expande los horizontes de lo posible y de lo pensable –bajo el esquema izquierda/derecha-; y que, por eso mismo, brinda la oportunidad de provocar vuelcos electorales. Por otra parte, los programas estratégicos del FN marinista y del primer Podemos también son coherentes con algunas de las ideas acerca del populismo desarrolladas por Paul Taggart y expuestas al comienzo de este trabajo. En particular, con la idea de que el populismo no tiene a priori ninguna determinación ideológica –tiene el “corazón vacío”- y de que, por tanto, puede ser adoptado en cuanto estrategia tanto por partidos inicialmente de izquierdas como por partidos históricamente de derechas. A su vez, en los marcos discursivos empleados por el Front National de Marine Le Pen – singularmente en la metáfora de la “casa Francia”- afloran rasgos del populismo como herramienta de defensa del heartland o “corazón de la patria” teorizado por Taggart; rasgos que, en cambio, no se aprecian en la retórica de Podemos. Del mismo modo, los itinerarios políticos del FN y de Podemos se adecúan a la idea defendida por Pierre Rosanvallon de que la retórica populista está necesariamente ligada a fuertes tensiones en el ámbito de la representación; y de que, por consiguiente, hipótesis estratégicas como las aquí estudiadas sólo pueden avanzar mientras ocurre una crisis de credibilidad de los delegados políticos. Lo cual sería coherente con la pérdida progresiva de peso electoral e 545 influencia política de Podemos tras la recuperación de la imagen del PSOE a partir de mayo de 2017. También con la estagnación –e incluso descenso relativo- del Front National a raíz de la revitalización del crédito moral de Los Republicanos. Finalmente, los planes estratégicos examinados en estas páginas asumen la idea expuesta por Cas Mudde y Cristóbal Rovira del carácter ideológicamente mestizo de las intervenciones populistas y de su singular maleabilidad eidética; lo que en buena medida explica la distancia programática existente entre el Front National de Marine Le Pen y el primer Podemos. Además, los programas estratégicos del FN bajo la “hipótesis Philippot” y de Podemos bajo la “hipótesis Errejón” incorporan como punto de arranque una de las tesis enunciadas por Mudde y Rovira, a saber: que el pueblo –por muchas justificaciones nativistas que se le adhieran- es en último extremo una construcción retórica1129. También la idea, expresada por ambos politólogos, de que las formaciones que se inspiran estratégicamente en el populismo borran de inmediato las trazas de su inspiración, viéndose impulsadas –al menos más que otras formaciones- a negar en público este tipo de motivación o estímulo político. En síntesis, los programas estratégicos del equipo de Florian Philippot y del equipo de Iñigo Errejón coinciden en comprender el populismo primariamente en términos de hegemonía y, en consecuencia, también como transversalidad política; y sólo secundariamente en cuanto antagonismo, dicotomización del espacio político o construcción de una contra-sociedad. “El nuestro no es un populismo descamisado”, sostiene Iñigo Errejón1130; al tiempo que la vicepresidencia que dirige Florian Philippot huye concienzudamente del vocablo “antisistema” como etiqueta política o lugar de enunciación preferente para el FN. Ambos dirigentes conciben el populismo esencialmente como una estrategia retórico-política para desplazar desde dentro a los actores partidistas tradicionales y situarse en la centralidad del tablero político. Es decir, como capacidad para repartir juego y liderar el mapa de las identidades políticas en un nuevo sistema de partidos. Uno y otro concuerdan así en representarse el populismo como un artefacto estratégico de naturaleza conscientemente retórica que permite posicionar a la sociedad de una manera distinta, ya sea sobre nuevas temáticas o sobre antiguos asuntos formulados diferentemente. De ahí que las dos hipótesis concuerden en interpretar el 1129 En el caso del Front National, esta afirmación sólo es plenamente válida durante el período de aplicación de la “hipótesis Philippot”. Ni antes de la hipótesis ni después de la conjetura philippotista, el FN asume criterios porosos de constitución del demos nacional. 1130 Iñigo Errejón, Comnunicación Personal, 17 de diciembre de 2020. 546 populismo específicamente como una estrategia de reformismo radical desde dentro del sistema; es decir, como una intervención política hasta cieto punto entrista enfocada a reemplazar a los actores tradicionales, resemantizar los significantes nodales del vocabulario político, cambiar las coordenadas del debate público y hacer una labor de ventriloquía sobre ciertos símbolos/personajes, para así estar en condiciones de introducir reformas sustantivas sobre el orden político precedente. En el caso de Podemos, para desarrollar desde ahí un regeneracionismo en clave social y democrática capaz de suplantar/desplazar al PSOE y batir al PP; y, en el caso del Frente Nacional, para implementar desde las instituciones una política de proteccionismo económico que conduzca a la recuperación económica y social de los “olvidados de Francia”, quiebre los puntos de referencia ideológicos izquierda/derecha, y margine políticamente a los protagonistas del sistema bipartidista anterior. Hasta aquí las semejanzas y analogías entre una praxis populista asociada convencionalmente a la “izquierda” y una intervención populista vinculada comúnmente con la “derecha”; es decir, entre un caso de lo que habitualmente se considera como “populismo de izquierda” y el ejemplo paradigmático de lo que suele denominarse “populismo de derecha”. El siguiente –y penúltimo- capítulo será consagrado enteramente y en lengua francesa a las diferencias en la trayectoria y el programa estratégicos entre el Front National y Podemos. 547 17 Différences dans la mise en marche stratégique entre le Front National et Podemos Les différences entre le Front National et Podemos ne renvoient pas tant à des divergences dans la conceptualisation des hypothèses stratégiques qui guident l’action des deux partis, ni à la physionomie des deux projets stratégiques, mais plutôt à des questions relatives au contenu de leurs interventions politiques concrètes. En particulier, ces différences relèvent du résultat de l’hybridation de chacune des hypothèses avec les traditions idéologiques du FN et de Podemos respectivement. Par conséquent, ce sont des divergences qui s’orientent vers le produit final: vers l’offre politique, vers les programmes électoraux, vers les mesures concrètes; en somme: vers la coloration idéologique qui prend chacun des partis. Il s’agit donc de discordances liées à l’immense varieté phénomenologique des propositions politiques, aux discours situés dans des contextes spécifiques et aux moments historiques. Cependant, si la plupart des désaccords entre la proposition rhétorico-stratégique du Front National et celle de Podemos portent sur le fond, il existe au moins deux disparités concernant la forme de chacune de ces propositions. La première différence structurelle est liée au fait que le FN et Podemos mobilisent un concept de peuple ayant différents niveaux ou critères d’élasticité. Ainsi, alors que le parti de Marine Le Pen fixe des clauses strictes –mais pas insurmontables- pour l’inclusion au sein du peuple, le parti de Pablo Iglesias n’établit a priori aucune condition ou prérequis. “L’hypohtèse Philippot” suppose que le peuple français est une construction contingente, historique et malléable, mais ajoute qu’elle exige la conformité à certains présupposés identitaires liés à la culture et à ce que Paul Taggart appelle le heartland. Selon cette perspective, les matières premières qui composent le peuple français évoluent de manière diachronique; en revanche, le moule constitutif, quant à lui, a une base synchronique. Par contre, “l’hypohtèse Errejón” emploie une notion de peuple qui relève du pur volontarisme. Selon elle, toute personne qui souhaite faire partie du peuple espagnol pourrait en faire partie. Sans exigences, sans examens, sans conditions à priori, sans aucun critère d’identité construit au préalable. En ce sens, le peuple dont parle Podemos est nettement plus élastique que celui dont fait référence le Front National. De fait, la rhétorique de Podemos dessine un peuple espagnol basé sur un constructivisme pur; c’est- 548 à-dire, un peuple qui devient une sorte de simple surface d’inscription. Autrement dit, un peuple extrêmement perméable et pleinement inclusif. Une nuance doit être faite: cela ne signifie pas qu’il n’y a pas une forme d’exclusion –un “non-peuple”-, mais que tout attribut peut potentiellement entrer dans la catégorie “peuple”, dans la mesure où les membres du sujet populaire n’ont pas à se conformer à une définition/dessin/moule préétabli. Par ailleurs, la deuxième différence qui sépare formellement la trajectoire stratégico- rhétorique du Front National de celle de Podemos pendant la période 2011-2018 concerne l’idée de nation que les deux parties mobilisent. Ainsi, alors que Podemos vise à rassembler et à façonner un peuple appartenant à différentes nations, le Front National fait appel à un peuple ayant une seule identité nationale. De ce fait, au même moment où Podemos postule discursivement un peuple plurinational –composé par la nation basque, la nation galicienne, la nation espagnole et la nation catalanne, entre autres-, le FN dessine dans sa rhétorique un peuple nationalement homogène, admettant les singularités régionales, mais en les subsumant dans une même substance/essence nationale. C’est pourquoi Podemos est capable de s’accommoder et de faire des compromis avec certaines revendications nationalistes –comme la demande d’un référendum d’autodétermination en Catalogne-, tandis que le FN rejette fermement les revendications des partis nationalistes en Corse, Bretagne ou Nouvelle Calédonie –où la tenue d’un reférendum d’autodétermination a également été évoquée dans le débat public en 2018. À tel point que Podemos est, parmi toutes les forces politiques espagnoles, celle qui accepte avec le plus de sympathie les revendications nationalistes basques, galiciennes ou catalannes; alors qu’en France le Front National se situe comme le parti le plus farouchement opposé aux demandes nationalistes corses, bretonnes ou des territoires d’outre-mer. Ces deux aspects dressent une distance importante non seulement au niveau de contenu, mais aussi au niveau formel entre le projet stratégique du FN et celui de Podemos. Une distance qui mérite d’être approfondie analytiquement, car elle touche le concept de “national-populisme” aussi bien que les notions de “populisme d’inclusion” et “populisme d’exclusion”. Toutefois, cette doublé distance cohabite avec la dynamique générale de convergence stratégique entre Podemos et le Front National nourrie par “l’hypothèse Errejón” et par “l’hypothèse Philippot”. 549 17.1 Différents niveaux d’élasticité du concept de “peuple” Le Front National et Podemos coïncident en plaçant le peuple –et non pas la gauche politique ou la droite politique- au centre de leur rhétorique publique1131. Les deux partis cherchent à transformer l’organisation du débat politique dans leurs pays en élaborant une certaine idée du peuple et en la confrontant à une certaine notion de “l’élite” ou de “l’anti peuple”. En ce sens, les deux formations politiques appellent les citoyens à se positionner par rapport à cet axe d’opposition entre le peuple et l’élite. Dans la foulée, les deux formations exhortent les citoyens à prendre le parti du “peuple”, en tant que représentant de la “justice” et du “changement”. C’est pourquoi il est courant en science politique de classer Podemos et le FN comme des partis idéologiquement éloignés, mais unis par la même rhétorique populiste. Ou, ce qui revient au même: par un geste identique d’interpellation populaire ainsi que par une volonté partagée de remettre le peuple au centre du débat public. Cependant, Cas Mudde et Cristóbal Rovira –voir point 4.4- ont mis en évidence des différences notables dans l’approche que chacun des deux partis a sur la configuration du “peuple”. En d’autres termes, sur sa porosité et sur son élasticité. A ce titre, les deux politologues ont fait la distinction entre, d’une part, un “populisme d’exclusion” et, d’autre part, un “populisme d’inclusion”1132. Dans la première catégorie, Mudde et Rovira incluent des partis tels que le FPÖ autrichien, le PVV néerlandais, la Lega italienne et le Front National français. De même, dans la deuxième catégorie, les deux auteurs placent des formations telles que le Movimento 5 Estelle italien, Syriza en Grèce ou Podemos en Espagne. De ce point de vue, l’une des différences entre le Front National et Podemos résiderait dans le fait que le premier serait défini comme un parti qui pratique un “populisme d’exclusion” –mettant en jeu une vision fermée/identitaire du “peuple”1133- tandis que le deuxième se caractériserait par la promotion d'un “populisme d’inclusion” –véhiculant une approche ouverte du “peuple”. D’après l’analyse stratégico-discursive menée tout au 1131 Dans le cas de Podemos, cela se fait en combinant la formule “le peuple” avec des expressions telles que “les gens” –la gente-, “les citoyens” ou “la majorité sociale”. 1132 Mudde, C. & Rovira, C. (2013): “Exclusionary vs Inclusionary Populism: Comparing Contemporary Europe and Latin America”, Government and Opposition, 48 (2), 147-174; aussi: Mudde, C. & Rovira, C. (2017): Populism. A very short Introduction, New York: Oxford University Press. 1133 En France le discours public parle souvent à propos du FN d’une volonté de “repli sur soi”. 550 long de cette thèse doctorale, la distinction faite par Mudde et Rovira se révèle appropriée, car il existe effectivement une différence formelle dans la manière dont le FN et Podemos articulent le pôle discursif du “peuple” –voir par exemple le point 10.6.3 consacré à la métaphore de la “maison France”. De fait, conformement à ce que soulignent les deux politologues, cette différence est liée à la perméabilité du concept de peuple mis en scène par les deux partis lors de leur action politique quotidienne. Toutefois, en ce qui concerne la comparaison entre le FN et Podemos, il est nécessaire d’introduire quelques nuances significatives dans la distinction entre “populisme d’exclusion” et “populisme d’inclusion”; ou, ce qui revient au même: entre une sorte de “peuple fermé” –bassé essentiellement sur l’idée d’ethnos- et “peuple ouvert” –construit à partir de la combinaison entre les idées de demos et de plebs. En effet, la distinction entre la notion de peuple telle qu’elle est utilisée par le Front National mariniste et la notion de peuple telle qu’elle est entretenue par Podemos n’est pas aussi tranchée qu’elle semble l’être à partir des catégories analytiques élaborées par Cas Mudde et Cristóbal Rovira. Il convient donc d’approfondir un peu cette différence, afin de clarifier certaines questions concernant le débat académique sur la divergence entre le soi-disant “populisme de gauche” et le soi-disant “populisme de droite”. Dans le cas du parti espagnol, Podemos ne fait jamais de séparation rhétorique entre “ceux d’ici” et “ceux qui viennent de l'extérieur”. La formation politique de Pablo Iglesias n’établit pas de compartiments étanches au sein de la catégorie discursive du “peuple” afin d’en exclure certains groupes sociaux. Il ne montre pas non plus les immigrants comme appartenant indirectement au groupe des “privilégiés”. Ni même pas comme des coopérateurs nécessaires des intérêts de l’élite. Dans le discours de Podemos, il n’y existe aucune référence à l’image d’une tenaille qui étoufferait le citoyen ordinaire et, plus généralement, le peuple-nation par le bas –par la pression des immigrants clandestins. À cet égard, il est significatif que Pablo Iglesias remplace régulièrement le terme “immigrants” par les expressions “travailleurs migrants”1134 et “personnes qui viennent travailler en provenance d’un autre pays”1135; les deux soulignant le verbe travailler ainsi que les valeurs de l’effort et du mérite. C’est bien à cause de cela qu’on n’y trouve dans la rhétorique de Podemos aucune allusion au peuple en tant qu'ethnos. 1134 Pablo Iglesias, Discours de la Marcha del Cambio, 31 Janvier 2015. 1135 Pablo Iglesias, Discours d’Almeria, 17 Mai 2014. 551 Au contraire, tout au long de la période étudiée, Podemos parle très peu de l’immigration; on peut même dire qu’il évite délibérément ce sujet. Entre 2014 et 2018, la question centrale de la rhétorique de Podemos est l’émigration des Espagnols –particulièrement, des jeunes Espagnols- et non pas l’immigration en provenance d’autres pays. Par conséquent, l’immigration constitue un grand vide –une grande absence, une grande ellipse- au sein du discours public de Podemos. Il faut noter que le parti violet peut se permettre d’ignorer habituellement cette thématique et, plus largément, le phénomène du “populisme d’exclusion” parce que, jusqu’à l’automme 2018, l’extrême droite de Vox n’est pas entré sur le devant de la scène politique espagnole. Les quelques fois où Podemos aborde cette question, c’est précisément pour se démarquer de ces formations politiques qui, à l’instar du Front National français ou de l’UKIP britannique, promeuvent “l’idéologie de la haine”1136 et souhaitent “dresser les faibles contre les faibles”1137; autrement dit, ces formations qui, selon le parti de Pablo Iglesias, s’efforcent de confronter “les avant-derniers” aux “derniers”1138. En ce sens, il est extrêmement significatif que le principal moment où les porte-parole de Podemos font référence à cette question soit lors d’un meeting célébré le jour même où les résultats du vote britannique en faveur du Brexit ont été connus. Lors de ce meeting, Pablo Iglesias profite de l’occasion –le shock causé par le vote britannique- pour se distancer du “populisme d’exclusion” en revendiquant les droits de l’homme et l’État-Providence; tandis qu’Iñigo Errejón consacre son intervention à souligner que le soi-disant “populisme” de Podemos est celui d’une “communauté qui prend soin d’elle-même”, qui intègre et qui potentiellement accueille à tout le monde: “Aujourd’hui [le jour où le résultat du vote du Brexit a été connu], il y a un message pour tous les Européens, et c’est un message très clair: l’Europe de l’Allemagne, l’Europe des coupes sociales, l’Europe qui humilie les réfugiés et ne respecte pas les droits de l’homme, est inutile et ne séduit pas (...) Il n’y a pas d’autre identité européenne que celle-ci: le respect des droits de l’homme et la prospérité associée à l’État providence”1139. “Aujourd’hui, le Royaume-Uni a voté pour quitter l’Union Européenne. Il a voté sous l’emprise d’idées qui veulent dresser les peuples les uns contre les autres et qui veulent 1136 Iñigo Errejón, Discours de Madrid, 24 Juin 2016. 1137 Ibid. 1138 Ibid. 1139 Pablo Iglesias, Discours de Madrid, 24 Juin 2016. 552 confronter l’avant-dernier au dernier. (...) Nous devons dire qu’en Espagne, nous sommes immensément fiers de savoir qu’ici, l’idéologie de la haine, l’idéologie de la barbarie, l’idéologie qui veut dresser les faibles contre les faibles, ne peut pas être majoritaire et ne peut pas gagner. Et c’est ce que le mouvement 15M a accomplit. C’est quelque chose qui a atteint la capacité de construire une patrie –non pas contre ceux qui viennent de l’extérieur, non pas contre ceux qui ont une peau différente, non pas contre ceux qui parlent une autre langue ou ceux qui ont une autre identité nationale- mais à côté de l’autre, auprès de l’autre, avec l’autre. C’est-à-dire, construire une patrie comme une communauté de citoyens qui prennent soin les uns des autres, qui ne se tournent pas le dos, qui ne laissent personne dans le caniveau si quelqu’un tombe”1140. Le ton des interventions demeure très similare lors de la Marcha del Cambio organisée à Madrid. Pablo Iglesias aborde d’abord la question pour opposer le projet d’Alexis Tsipras à celui d’Aube Dorée en Grèce; puis il affirme expressément que les “travailleurs migrants” font partie du mouvement populaire. Ou, ce qui revient au même: que les immigrés sont inclus dans le sujet populaire –le peuple- que Podemos vise à construire et à mobiliser discursivement en Espagne: “Reconnaissance de la nationalité grecque pour tous les enfants, indépendamment de la couleur de leur peau”1141. “Permettez-moi de saluer quelques rêveurs: tout d’abord à ces millions de jeunes exilés qui nous regardent en streaming: je vous promets que nous construirons un pays pour que vous puissiez rentrer! (...) Et aussi à ces travailleurs migrants: personne n’a le droit de vous appeler étrangers en Espagne! Merci à tous de faire partie du mouvement populaire sans lequel le changement ne serait pas possible dans notre pays!”1142. Par conséquent, le peuple que Podemos construit, mobilise et articule discursivement est un peuple plébéien, métis, souverain, perméable, qui naît à la fois de “l’opposition aux élites” et du “désir de se retrouver ensemble”; et qui, par là même, se caracterise par son caractère contingent, fragile et basiquement prospectif. Le peuple de Podemos est un peuple sans heartland; une surface d’inscription qui ne réclame pas de clauses d’appartenance préalables: que ces soient biologiques ou culturelles. C’est pourquoi il se formule et se décline discursivement comme plebs et comme demos, mais jamais comme 1140 Iñigo Errejón, Discours de Madrid, 24 Juin 2016. 1141 Pablo Iglesias, Discours de la Marcha del Cambio, 31 Janvier 2015. 1142 Ibid. 553 ethnos. En ce sens il est possible d’affirmer qu’on se trouve devant d’une construction populaire marquée par l’inclusivité et l’ouverture. Par exemple, lorsque Podemos répète comme un mantra dans ses discours l’engagement de “ne laisser personne au bord du chemin”, il fait implicitement référence aux immigrants –aussi bien les clandentins que ceux en situation régulière-, se consacrant à ne faire aucune distinction au sein du pôle discursif “d’en bas”. C’est-à-dire, à ne pas faire de séparation au sein du “peuple” selon des critères culturels, religieux ou raciaux. On y constate l’influence que le phénomène Podemos en général et “l’hypothèse Errejón” en particulier reçoivent de l’Amérique latine; et, très singulièrement, des expériences politiques récentes des gouvernements de Néstor Kirchner et Cristina Fernández en Argentine, Lula au Brésil, Evo Morales en Bolivie et Rafael Correa en Equateur. Notamment, la portée de l’idée selon laquelle la catégorie discursive du “peuple” se construit prospectivement –sans conditions a priori- par le biais d’articulations qui ont à voir avec des affirmations/revendications à caractère démocratique, souverainiste et social: “[Nous allons leur dire] que nous sommes un peuple, que nous sommes les gens, que nous en avons assez de cette caste de voyous”1143. “Le 20e siècle nous a appris que l'histoire se transforme sous cette forme: lorsque les gens, lorsque les peuples disent: nous voici, nous sommes un peuple, nous sommes les maîtres de notre histoire, l'avenir nous appartient”1144. “On ne nous maltraite pas, puisque nous sommes un peuple et la souveraineté nous appartient à nous”1145. “Nous sommes un peuple, nous sommes un pays et nous allons récupérer les institutions pour les gens, pour les citoyens ordinaires”1146. Pour autant, le caractère contingent, ouvert et prospectif de cette notion du “peuple” ne signifie pas que le projet politique de Podemos soit œcuménique. Comme nous l’avons analysé dans la section 14.3, “l’hypothèse Errejón” établit effectivement des frontières antagoniques claires et franches. Le populisme de Podemos se détourne de la pensée libérale selon laquelle il ne devrait pas y avoir des ennemis en politique. Ce qui se passe, 1143 Pablo Iglesias, Discours d’Almeria, 17 Mai 2014. 1144 Pablo Iglesias, Discours de Madrid, 23 Mai 2014. 1145 Iñigo Errejón, Discours de Valènce, 9 Mai 2014. 1146 Iñigo Errejón, Discours de Valènce, 18 Décembre 2015. 554 c’est que dans l’approche du parti de Pablo Iglesias, les catégories de “peuple” et d’“élite” –ou, en d’autres termes: d’ami et d’ennemi1147- sont, à la fois, très présentes et radicalement redéfinissables. C’est pourquoi elles sont aussi nécessaires formellement que contingentes et vides au niveau de contenu. D’où la compatibilité entre polarité et porosité –entre ouverture et antagonisme- de la perspective du “peuple” mise en scène par Podemos. Par ailleurs, dans le cas du Front National, la représentation rigide et nativiste du peuple semble évidente, mais elle doît être nuancée. D’une part le discours frontiste est ouvertement et crûment anti-immigration. La formation mariniste observe l’immigration comme un problème économique, securitaire et identitaire. De plus, la rhétorique du FN témoigne d’une volonté explicite d’exclure les sans-papiers de la catégorie du “peuple” et, plus largément, du mouvement populaire de rébellion contre les élites. Cependant, d’autre part, sa manière d’exclure certains groupes sociaux est plus complexe et plus poreuse –plus conditionnel- que ne le suggèrent les catégories analytiques élaborées par Cas Mudde et Cristóbal Rovira. En particulier, la façon de mettre à l’écart et de proscrire les citoyens d’origine étrangère est moins inflexible et moins imperméable qu’il n’y paraît à première vue. Ou, pour le dire autrement: les clauses d’exclusion présentent des trous et des exceptions qui offrent certaines possibilités d’inclusion. En effet, le Front National est d’emblée un parti manifestement anti-immigration; c’est- à-dire, une formation politique qui veut protéger le peuple en tant que heartland de l’immigration comprise comme une véritable menace culturelle, sécuritaire et sociale1148. Il est donc un parti qui considère que les étrangers ne font pas partie a priori du pôle de “ceux d’en bas” dans un contexte de mobilisation populiste. Qui plus est, le FN montre les immigrants comme des “privilégiés” et comme des “responsables” –tout comme la caste- de la situation de misère dans laquelle vivent les hônnetes citoyens: 1147 Que ce soit dans leur version agonistique ou antagonistique. 1148 "L'immigration a un coût considérable qui pèse sur les budgets sociaux; elle fait baisser les salaires et augmenter le chômage; et, de surcroît, elle constitue une source d'insécurité, car nous savons très bien que les terroristes se cachent parmi l'afflux d'immigrants" (Marine Le Pen, Discours de Coblence, 20 Janvier 2017). De même, en pointant vers une direction complémentaire: "L’immigration participe à la dissolution culturelle des pays" (Marine Le Pen, Discours de Lyon, 5 Février 2017). 555 “Entre les avantages des enfants de la caste qui disposent de réseaux et les privilèges que les immigrés tirent de la discrimination positive; nous, Français ordinaires, nous constatons que nous serons les derniers dans notre propre pays”1149. C’est pourquoi le FN est un parti qui, depuis les années 1980, veut empêcher l’immigration afin de préserver l’homogénéité culturelle et la qualité de vie du peuple1150. D’ailleurs, ce n’est pas pour rien que la formation lepéniste garde au cœur de son idéologie l’idée de freiner le mélange des étrangers avec les Français de Souche; c’est-à- dire, l’idée d’éviter que des individus culturellement alogènes se mêlent aux membres du groupe autochtone. Il s’agit toujours de rendre difficile l’appartenance au peuple1151. La raison invoquée est de défendre la santé –soit, l’homogenité culturelle- du peuple contre les dangers de la mondialisation. À ce titre, dans tous ses programmes électoraux, le FN insiste sur la nécessité de rendre plus difficile l’obtention de la nationalité française, ainsi que sur l’idée d’interdire toute possibilité de régularisation des immigrés clandestins. De même, la formation mariniste met l’accent aussi sur l’importance de faciliter les procédures d’expulsion des immigrants illégaux vers leur pays d’origine, et de retirer la nationalité française à certains binationaux. Enfin, le parti souligne également l’opportunité d’inscrire la “priorité nationale” dans la Constitution française, aussi bien pour l’accès aux prestations sociales que pour l’accès à l’emploi1152. Tout cela autour d’un leitmotiv sous-jacent: faire de l’appartenance au peuple –conçu notamment comme ethnos et comme demos- un privilège. D’où le volet de “parti de niche” que le FN a affiché dans la scène politique française depuis de nombreuses années. Or, les nuances apparaissent lorsque l’on demande au FN: qui compose le peuple de France? Ou, plus précisément: qui est susceptible de le composer potentiellement? Quels 1149 Marine Le Pen, Discours de Bordeaux, 2 Avril 2017. 1150 "J'aime l'Allemagne parce qu'elle est allemande, j'aime la France parce qu'elle est française (...) S'il doit y avoir des réformes, elles ne peuvent se faire que dans le cadre national. Là où il y a un seul peuple et où il est possible d'agir de manière cohérente " (Marine Le Pen, Discours de Coblence, 20 janvier 2017). Et puis plus loin: "Le peuple différent ne signifie pas le peuple ennemi. Le peuple différent est celui avec lequel je veux tisser des liens" (Ibid). 1151 "Nous appliquerons le principe selon lequel un étranger clandestin ne poura en aucun cas être régularisé et ne sera donc a fortiori jamais naturalisé" (Marine Le Pen, Discours de Lyon, 5 février 2017). 1152 "N'oublions pas que notre système social est très généreux et qu’il offre des prestations sociales aussi aux étrangers, sans aucune condition préalable. Les immigrés clandestins bénéficient d'une prise en charge à 100% sans avoir payé un seul centime de cotisation. Les étudiants étrangers bénéficient d'allocations de logement et de bourses spécifiques, tandis que les jeunes Français ont du mal à trouver un logement et à payer leurs études. Et les étrangers les plus âgés perçoivent la pension minimale sans avoir jamais payé de cotisations en France. Eh bien, cela n'arrivera pas avec moi: j'inscrirai la priorité nationale dans la Constitution" (Marine Le Pen, Discours de Perpignan, 15 avril 2017). 556 sont les critères d’inclusion au sein du peuple? Bien que Marine Le Pen n’aime pas entrer dans ces détails –elle a tendance à les éviter dans ses discours-, le Front National est amené à faire une distinction entre deux types de membres du peuple: 1) les Français de souche, et 2) les Français par assimilation. Dans le discours de Jean-Marie Le Pen, il était très clair qui faisaient partie du groupe autochtone: les Français blancs, européens, chrétiens, héritiers biologiques et culturels des Gaulois. Quant aux Français par assimilation, ils étaient essentiellement les immigrés d’Europe de l’Est et d’Europe du Sud –ainsi que leurs enfants et petits-enfants- qui sont arrivés en France au cours des derniers siècles, et qui ont progressivement subi un processus d’acculturation jusqu’à devenir “totalement Français”. De même, d’après Jean-Marie Le Pen, Français par assimilation étaient aussi les citoyens des anciennes colonies qui avaient décidé d’“épouser la France” et qui, au cours des années, s’étaient pleinement intégrés. Quoi qu’il en soit, l’essentiel pour le leader historique du FN, résidait dans le fait que les “Français par assimilation” devraient représenter toujours moins quantitativement que les “Français de souche”, afin de préserver ainsi la priorité ethnique du peuple natif. Cependant, on ne trouve aucune mention dans la rhétorique de Marine Le Pen à la nécessité pour le groupe natif d’être supérieur en termes quantitatifs. De surcroît, dans le discours mariniste, la catégorie de “Français de souche” perd complètement son caractère biologique au profit d’une définition en termes culturels ou civilisationnels. Ainsi donc la revendication du peuple en tant qu’ethnos remplace son contenu racial/biologique par un contenu de caractère culturel/civilisationnel et de nature essentialiste/substantialiste. Ce faisant, Marine Le Pen ouvre la catégorie “peuple” à la société multiethnique dans laquelle elle habite. Par conséquent, la notion du “peuple” devient sensiblement plus flexible/plus élastique, voire plus inclusive. Puisque quiconque peut devenir a priori membre de la catégorie “peuple”, à condition qu’il le souhaite vraimment et qu’il s’adapte à un schéma culturel prédefini. Par là, le FN de Marine Le Pen élargit l’appel populiste – ou, du moins, ne le clôture pas au préalable- à la société multiethnique française contemporaine: “Nous croyons à l’égalité des citoyens français, quelles que soient leurs origines et quelles que soient leurs croyances religieuses”1153. 1153 Marine Le Pen, Discours du 1er Mai 2013. 557 Dans ce cas, le pôle discursif “peuple” se transforme en une surface d’inscription relativement perméable. Ou plutôt: une surface d'inscription rigide –du fait de l’essentialisme- mais simultanément perméable. Un "peuple" qui tire sa rigidité de l’obsession pour la préservation du passé, mais qui, en même temps, admet des personnes de toute origine culturelle, ethnique ou religieuse. Ou, en d’autres termes, un peuple multicolore –d’origines radicalement différentes- amené à se reconnaître dans une certaine mythologie. Qui plus est, un “peuple” mobilisé sur la basse de cette mythologie: “Tous les enfants de France ont pour ancêtres des Gaulois, non pas par génétique, mais par amour de la liberté”1154. Sous cette perspective, Marine Le Pen peut appeler à la rébellion du “peuple” français multiracial et présent sur les cinq continents –le FN insiste beaucoup sur les Français d’outre-mer: de Guyane, de Martinique, de la Réunion, de Polynésie ou de Guadeloupe, etc- contre la trahison des élites “égoïstes” et contre les privilèges sociaux des immigrés clandestins. Elle peut même le faire en se présentant “au nom du peuple” dans un geste qui est, à la fois, d’ouverture et de fermeture. D’ouverture car le geste permet d’inclure dans la catégorie “peuple” à tous les individus ayant la nationalité française, quelle que soit leur origine familiale ou leur couleur de peau. De fermeture puisqu’il contraint ces individus à s’adapter –même sentimentalement- à un moule identitaire préfiguré. C’est- à-dire, parce que, au lieu d’inviter les membres du peuple à construire “quelque chose de nouveau pour l’avenir” –comme le fait Podemos-, Marine Le Pen les appelle à se rassembler dans le présent pour défendre un héritage identitaire –un heartland- forgé dans le passé. La clé de l’innovation mariniste réside donc dans l’exigence de préserver un “héritage identitaire” spécifique et, en même temps, dans l'idée qu'il suffit une certaine “ouverture sentimentale” –être “Français de cœur”- pour intégrer le peuple: “Le sentiment d'affiliation ou le sentiment d'appartenance: ce sont les confluences fraternelles qui peuvent rassembler les Français, d'où qu'ils viennent et quelles que soient leurs origines. Il suffit qu'ils soient français de cœur”1155. Un bel exemple de ce double geste simultané d’ouverture et de fermeture est la position prise par le FN mariniste sur la soi-disant “priorité nationale”. Le Front National de Marine Le Pen garde dans ses programmes électoraux la défense de la “priorité nationale” 1154 Marine Le Pen, Discours de Nantes, 25 Mars 2012. 1155 Marine Le Pen, Discours de Bordeaux, 2 Avril 2017. 558 –elle est même un élément que le parti met en avant en permanence-, mais il inclut dans cette revendication une nuance qui n’avait jamais été présente chez Jean-Marie Le Pen. A savoir, l’idée que tous les Français peuvent –et doivent- en bénéficier. C’est-à-dire, l’idée que les Français musulmans ainsi que les descendants d’immigrés non-européens sont également inclus dans la “préférence nationale”. Pourquoi? Parce que, selon les exigences stratégiques de “l’hypothèse Philippot”, ces Français font aussi partie du peuple. Par conséquent, ils sont eux aussi appelés lorsque Marine Le Pen parle de défendre le peuple; et, par là même, ils sont aussi convoqués à rejoindre le mouvement populaire de renouveau national: “Je demande que les prestations familiales soient réservées aux Français, quelle soit leur religión ou leur absence de religion, quelles que soient leurs origines ethniques ou la couleur de leur peau, mais aux seuls Français, aux seuls qui ont la nationalité française”1156. “Je veux partout la priorité nationale pour les Français, pour tous les Français, sans considération de religion ou d’origine”1157. De ce fait, dans le cas du Front National mariniste, il s’agit d’un appel populaire relativement ouvert, élastique ou flexible; surtout par rapport à l’histoire du parti. Or, tout comme dans l’exemple de Podemos, il ne s’agit pas d’un appel œcuménique; car on y trouve des exclusions et des frontières politiques qui laissent en dehors de l’appel populaire aux élites et aux clandestins. Mais la nouveauté réside davantage dans le degré d’élasticité –dans les clauses d’inclusion- de l’appelation populaire et du concept de “peuple”. Le Front National de Marine Le Pen affirme: “cela suffit!”. D’ici en arrière tous les gens ayant la nationalé française sont Français –c’est-à-dire, membres potentiels de la catégorie peuple-; mais, au même temps, d’ici en avant, la totalité des gens qui veulent entrer au pays clandestinement ainsi que tous les gens qui résident en France de manière illégale, ne deviendront jamais des Français. Autrement dit, le parti se montre prêt à intégrer davantage de personnes dans la catégorie “peuple” –tout comme à les mobiliser contre le pôle discursif de “l’anti-peuple”-; et, parallèlement, il marque un tournant temporel très précis en ce qui concerne l’appartenance au peuple-nation. Voilà le double mouvement. Voilà la spécificité de la rhétorique mariniste. Voilà, en somme, la nuance qu’il fallait faire par rapport aux catégories analytiques de Cas Mudde et Cristóbal Rovira; 1156 Marine Le Pen, Discours de Marseille, cité par Alduy & Wahnich, 2015: 66. 1157 Marine Le Pen, Discours de Nantes, 22 Mars 2012. 559 et voilà, enfin, l’une des premises stratégiques du populisme “transversal” tel qu’il est pensé par “l’hypothèse Philippot”. Par conséquent, l’articulation populiste du Front National et l’articulation populiste de Podemos sont constructivistes et contiennent un certain niveau d'élasticité et de contingence dans la catégorie discursive du “peuple”. Cependant, il existe une divergence de degré entre elles. Le peuple auquel se réfère le discours du FN se construit, s’articule, se condense, s’incarne et se charge de nouvelles singularités afin de recueillir un héritage du passé, de le défendre contre les dangers du présent et de le préserver pour l’avenir. En ce sens, c’est un nouveau peuple qui entreprend une ancienne tâche. Une mission qui se tourne essentiellement vers le passé et qui est inévitablement liée à la tradition. Il en résulte que le peuple de Marine Le Pen est un peuple télèologiquement “préservationniste”. Ce qui entraîne une relative rigidité. Car, avant tout, le peuple nouvellement convoqué –et discursivement rassemblé- est contraint de conserver un héritage identitaire. Et deuxièmement, parce que cet héritage identitaire est conçu en termes d’une essence métaphysique –voir les points 9.2 et 10.6.3. De ce fait, le Front National combine, d’une part, une relative élasticité et un certain constructivisme concernant l’appel au “peuple”; et, d’autre part, une rigidité identitaire très prononcée quant au projet politique. En revanche, le “peuple” de Podemos n’a aucun rapport avec l’idée d’ethnos; qui plus est, ce peuple plébéien et démocratique ne montre aucun mandat de préservation d’un héritage culturel, ni aucune téléologie immanente. L’identité populaire élaborée par Podemos est une simple surface d’inscription tournée vers l’avenir. Sans exigences ni clauses et dont les frontières politiques sont constamment redéfinissables. Une identité populaire plus ouverte, plus poreuse, plus vide –voire plus puissante à un moment donné- ; mais, justement par là même, moins durable et plus faible. En définitive, les catégories analytiques de Cas Mudde et Cristóbal Rovira –“populisme d’inclusion” et “populisme d’exclusion”- méritent d’être légèrement révisées, car les différences entre les deux n’est pas aussi tranchée que prévue. Le Front National et Podemos véhiculent une notion contingente, poreuse et, à la limite, construite du “peuple”. Par conséquent, les deux stratégies populistes sont, dans une certaine mesure, inclusives. Cependant, malgré cela, la notion du “peuple” élaborée par le FN est moins élastique que celle de Podemos, du fait que le parti français garde une approche très 560 rigide/très essentialiste par rapport à l’histoire du pays ainsi qu’à la définition de l’identité nationale. Ce qui explique que la marge de liberté politique de la mobilisation populiste soit plus étroite chez le FN que chez Podemos –la rébellion populaire parrainée par Marine Le Pen doit toujours être compatible avec les exigences de la “maison France”-; et qu’à l’inverse, l’ancrage de la mobilisation populiste soit plus faible –et beaucoup moins durable- chez Podemos que chez la formation lepeniste. 17.2 Différentes approches, traditions et usages de l’idée de nation Les approches discursives du Front National et de Podemos vis-à-vis de l’idée de nation diffèrent ostensiblement entre 2011 et 2018. Ceci est dû, en premier lieu, à la trajectoire idéologique des deux partis –le premier étant issu de l’extrême droite française et le second ayant des racines biographiques et sentimentales dans l’extrême gauche espagnole. Le deuxième motif tient au fait que le FN accorde une importance absolument centrale à l’idée de la nation française –de fait, le parti lepéniste est avant tout une formation nationaliste-, alors que pour Podemos la question de la nation espagnole reste toujours accessoire et secondaire. Troisièmement, il y a une différence de style entre les deux: le parti lepéniste estime que le problème de la nation française doit être abordé de manière directe, frontale et urgente, tandis que le parti de Pablo Iglesias considère que le problème de la nation espagnole doit être résolu de manière indirecte, patiente et avec la plus grande subtilité. Du point de vue de Podemos, les verbes clés concernant la nation espagnole sont intégrer, articuler et respecter; alors que pour le FN, les verbes fondamentaux pour aborder la question de la nation française sont protéger, préserver et léguer. Enfin, la divergence principale entre Podemos et le Front National sur ce point relève du fait que le premier vise à mobiliser un peuple composé de diverses nations, tandis que le second se concentre sur la revitalisation d’un peuple nationalement homogène. Ainsi, pour Podemos, le principal mot d’ordre à ce sujet consiste à “ne pas affronter les différentes nations qui composent l’Espagne”, tandis que pour le FN, le principal mot d’ordre est de “raviver le sentiment d'identité nationale” sans “complexes”, sans “concessions” et, surtout, “sans peur”. 561 Par conséquent, si dans les termes de Pierre-André Taguieff, les deux sont des forces politiques dont la stratégie peut être définie également comme “nationale-populiste”, il est nécessaire d’ajouter et de nuancer que l’élément national est très différent dans l’un et l’autre cas. L’élaboration, la formulation et la mise en scène du discours national sont assez diverses dans chacun des partis. De ce fait, l’ “hypothèse Errejón” et l’ “hypothèse Philippot” diffèrent sensiblement sur ce sujet: Podemos se concentre sur l'activation d’un discours populiste en évitant les cadres discursifs du nationalisme espagnol traditionnel, tandis que le FN est très intéressé par la revitalisation des leviers discursifs du nationalisme français afin de soutenir son appel au “peuple”. Cependant, les deux hypothèses stratégiques se rejoignent sur le point suivant: l’équipe d’Iñigo Errejón se préoccupe d’articuler les demandes de changement en Catalogne et au Pays Basque avec les désirs de régénération dans le reste de l’Espagne; au même temps que l’équipe de Florian Philippot pense à rendre compatibles les demandes nationalistes de la base militante du FN avec le projet de construction d'un nouveau type de patriotisme. La forme de l’opération stratégique présente une physionomie similaire –puisqu’il s’agit dans les deux cas d’articuler et de composer des différences pour devenir politiquement transversaux-; en revanche, le contenu –les représentations de la nation au sein de chacun des partis- est véritablement toute autre. Il s’agit donc d’une différence –ou plutôt, de plusieures- qui tient avant tout à la sphere des contenus, des représentations et des contextes, ainsi qu’au niveau de la sedimentation. C’est-à-dire, une divergence liée aux ingrédients de base avec lesquels travaillent d’une part l’“hypothèse Errejón” et, d’autre part, l’“hypothèse Philippot”; ou, ce qui revient au même: une divergence qui relève de l’héritage de leurs traditions idéologiques de référence ainsi que du point de départ des deux conjectures stratégiques. Parallèlement, cette différence de contenu entraîne des implications quant à la question de la disparité entre les soi-disants “populisme d’exclusion” et “populisme d’inclusion”; ou, d’après les termes de Chantal Mouffe, entre le “populisme de droite” et le “populisme de gauche”1158. Car nous avons bien affaire à des opérations politiques qui se recouvrent relativement, mais qui fonctionnent pourtant avec des ingrédients différents. Analysons donc par la suite les quatre différences de contenu concernant l’ussage et la représentation de l’idée de nation chez Podemos et chez le Front National. 1158 Voir notamment: Mouffe, C. (2018): For a Left Populism, Verso: London. 562 La première différence concernant l’élaboration d’un discours sur la nation –française ou espagnole- est liée à la tradition idéologique dans laquelle les deux formations politiques s’insèrent; et, par conséquent, elle a aussi à voir avec l’encyclopédie grammaticale ou les univers lexicaux dans lesquels le FN et Podemos puisent et sur lesquels ils se fondent. Le discours du FN sur la nation est en dialogue continu et en négociation permanente avec le récit élaboré par l’extrême droite française au XXème siècle; et, en particulier, avec le langage, les mythes et les structures argumentatives créés par Jean-Marie Le Pen. Ceci constitue son seuil ou son substrat discursif, ainsi que l’un de ses principaux outils pour faire prosélytisme idéologique. En revanche, la rhétorique de Podemos sur la nation –et même les usages du mot “Espagne”- est influencée, entre en dialogue et, simultanément se distancie de la tradition discursive de la gauche alternative; et, plus précisément, de l’approche et de l’univers lexical du Parti Communiste Espagnol et d’Izquierda Unida. En particulier, le discours initial sur la nation espagnole des fondateurs de Podemos s’incrit dans le récit de la gauche radicale madrilène –à laquelle Pablo Iglesias, Iñigo Errejón, Miguel Urbán et Juan Carlos Monedero ont tous appartenu-, et, en même temps, il s’en sépare et s’en éloigne progressivement. Cette différence par rapport aux traditions idéologiques de référence du Front National et de Podemos explique que pour le premier l’interlocuteur privilegié lorsqu’il s’agit d’aborder la question de la nation française soit l’extrême droite, tandis que pour le second l’interlocuteur principal lorsqu’il s’agit de parler de l’Espagne en tant que nation soient, avant tout, Izquierda Unida et, dans une moindre mesure, le PSOE. La deuxième différence est liée à l’importance que les deux acteurs politiques accordent à la nation en tant que issue dans leurs discours publics. De manière générale, Podemos attache une importance particulièrement secondaire à la question de la nation espagnole, tandis que le Front National place la question de la nation française parmi ses préoccupations les plus urgentes et les plus cruciales. Pour le parti de Pablo Iglesias il s’agit d’une question parmi d’autres: une question relativement inconfortable et parfois même plus une omission qu’un sujet proprement dit. En revanche, pour la formation de Marine Le Pen, la nation française demeure le thème par excellence de sa galaxie rhétorique. Outre cette différence en termes quantitatifs –la fréquence d’utilisation- et qualitatifs –la importance et la valeur qui y sont attachés-, l’écart fondamental entre les deux partis porte sur un aspect très spécifique: Podemos n’aborde pas la question de la 563 “survie de la nation espagnole” –et encore moins sur un plan identitaire-, alors que le Front National fait de cet enjeu le centre de son appel au peuple. Cela ne veut pas dire que Podemos ne parle pas de l’Espagne, de la nation ou du patriotisme. De fait, comme nous l’avons souligné dans les points 14.2 et 14.4, Podemos prononce régulièrement le mot “Espagne”, parle souvent de la “nation espagnole” et ne hésite pas à aborder sans complexes la question du patriotisme. Qui plus est, la formation politique de Pablo Iglesias tente de resémantiser et de connoter positivement la notion de patriotisme; en contraste avec la praxis discursive traditionnelle d’Izquierda Unida et de la grande majorité des mouvements sociaux espagnols. De même, la question de l’intégrité territoriale de l’Espagne est toujours présente dans le discours de Podemos, que ce soit sous forme d’allusion ou que ce soit en arrière-plan. Cela s’explique par le fait que Podemos se profile aux yeux de l’opinion publique comme une sorte de troisième voie réformiste par rapport à la confrontation entre le gouvernement central espagnol et le gouvernement régional catalan; c’est-à-dire, comme une alternative de réforme politique et de régéneration morale du pays, potentiellement capable de susciter une nouvelle unité et une cohésion rénouvelée1159. Néanmoins, la question cardinale qui intéresse Podemos est la mobilisation des différents peuples d’Espagne contre les élites politico-économiques espagnoles asservies aux intérêts étrangers –c’est pourquoi la question de la santé ou de la définition de la nation espagnole n’est pas décisive-, alors que pour le FN la problématique nucléaire porte précisement sur la définition de la nation française et sur la mobilisation du peuple afin de la préserver et de la défendre contre ses ennemis “mondialistes” et “islamistes”. En résumé, Podemos ne souhaite pas entrer dans le débat sur la composition des nations, mais il se contente de faire en sorte que les éléments nationaux –au sein de l’Espagne- ne constituent pas un obstacle à la mobilisation du sujet populaire. Au contraire, le Front National tente de mettre sur la table le débat sur la définition, la composition et la santé de la nation française afin de mobiliser le peuple autochtone –désormais élargi sur la dimension racial- à sa défense. La troisième différence se trouve étroitement reliée à la précédente. Pour la formation de Marine Le Pen, l’issue de la nation n’est pas simplement un sujet central, mais il doit être 1159 Voir également les points 14.5 et 14.6. 564 aussi abordé de manière directe, ferme et frontale; c’est-à-dire, avec un style suffisamment franc et hônnete pour introduire dans le débat public la question de la survie ou de la continuité de la France en tant que nation. Autrement dit, le FN estime que la nation –sa défense et sa survivance- est la question politiquement central à partir de laquelle il peut faire appel au peuple multiethnique français. Dans cette approche, le peuple est donc subordonné à la nation. Il est l’armure de la nation: sa protection, sa carcasse, sa créature; ou, encore plus: le peuple est le fils de la nation. Par conséquent, le style rhétorique du Front National fait de la nation l’acteur central –le véritable cœur- de son discours. En revanche, Podemos adopte un style indirect pour parler de la nation espagnole. Une façon d’aborder la thématique de la nation espagnole qui est plus franche –moins périphrastique- que celle utilisée jusqu’à alors par la gauche radicale espagnole, mais qui se distingue en même temps par son caractère oblique ou tangentiel. Contrairement à Izquierda Unida, Podemos n’utilise pas de méandres discursifs ou de pirouettes grammaticales pour discuter de l’Espagne, de la patrie ou de la nation; mais il prend soin d’employer un langage inclusif des différentes sensibilités nationales et respectueux des Basques, des Catalans et des Galiciens. L’utilisation de ce singulier style indirect –bien que franc et hônnete-, répond à deux raisons principales: 1) la volonté de contourner le nationalisme espagnol traditionnel –pour laisser ainsi apparaître un nouveau type de patriotisme “plurinational”- ; et 2) le désir d’éviter que les diverses identifications nationales puissent annuler la mobilisation commune; ou, ce qui revient au même: que la mobilisation populiste catalane neutralise la mobilisation populiste dans le reste de l’Espagne. D’où la pertinence d’interpréter le style indirect comme une sorte de pare-feu, de prévention, de mise en garde; et, au même temps, comme un mécanisme visant à favoriser la transversalité au sein d’une mobilisation populiste “plurinationale”. La quatrième différence porte précisement sur le fait que Podemos conçoit le peuple espagnol comme plurinational –et l’Espagne comme un “pays composé” [país de países]- , alors que le FN se représente le peuple français comme faisant partie d’une même et seule nation. Or, le concept de “plurinationalité” est absent de la tradition discursive de la gauche partisane espagnole, aussi bien dans sa version social-démocrate que dans sa version post-communiste. Il est aussi un concept étranger au vocabulaire des mouvements sociaux en Espagne. De fait, il s’agit d’une importation lexicale que Podemos emprunte de la constitution bolivienne de 2009. En particulier, la notion de “plurinationalité” est introduite dans le vocabulaire de Podemos par Iñigo Errejón, qui avait fait sa thèse de 565 doctorat justement sur le premier gouvernement du MAS en Bolivie1160: “J’ai ramené le terme de plurinationalité de la Bolivie, et nous avons commencé à l’utiliser dès la campagne pour les élections européennes de 2014”1161. La justification de cette importation conceptuelle se trouve dans la volonté de Podemos de mobiliser le mécontentement social sans opposer la gauche souverainiste –catalane, basque ou galicienne- à la gauche nationale espagnole; ou, plus largément, mobiliser le mécontentement social et le désir d’un “changement” incluant les sentiments d’appartenance nationale basques, catalans ou galiciens. Autrement dit, la motivation de cette importation lexicale réside dans le souci de déplacer la frontière antagonique vers les élites dans son ensemble –c’est-à-dire, espagnoles, catalanes, basques ou galiciennes- sans ériger des digues entre les différents “peuples” –ou “sensibilités nationales”- de l’Espagne. L’usage de la notion de plurinationalité par Podemos relève donc du souci de composer, de relier et d’articuler la diversité nationale du pays; ainsi que de la disposition à innover dans l’idiolecte des forces politiques contestatrices en Espagne. Iñigo Errejón explique bien cet exercise d’équilibre de même que cette sorte d’ambivalence structurelle: “Il était difficile d’être extraordinairement compétitif dans une Catalogne en train de devenir de plus en plus indépendantiste et, en même temps, d’être extraordinairement compétitif au sein d’une Espagne qui considérait ce processus politique avec une suspicion croissante. Nous avons réussi à préserver cet équilibre grâce à un jeu d’ambivalence très compliqué. Car c’est vrai que nous parlions alors de “patrie”, mais en Catalogne, par exemple, je disais “pays” et je le prononçais en catalan. Pourquoi avons-nous choisi le slogan Un país contigo pour les élections générales de décembre 2015? Parce que Un país contigo en Catalogne se traduit par Un país amb tù, de sorte que si quelqu’un demande: quel pays? Eh bien, certains répondront la Catalogne et d’autres l’Espagne. Si vous dites “pays” et vous le prononcez en basque, galicien ou catalan, vous évoquez aussi ces nations. C’est pourquoi nous avons choisi le slogan La sonrisa de un país pour la répétition électorale de juin 2016”1162. Par conséquent, Podemos inclut dans ses discours publics la notion de plurinationalité afin d’étendre l’appel populaire à toutes les “nations sans État” de l’Espagne. La plurinationalité agit alors comme un levier pour amplifier l’appel au changement, à la 1160 Errejón, I. (2011): La lucha por la hegemonía durante el primer gobierno del MAS en Bolivia (2006- 2009): un análisis discursivo, (Tesis doctoral), Universidad Complutense de Madrid, Madrid. 1161 Iñigo Errejón, Communication Personnelle, 17 Décembre 2020. 1162 Iñigo Errejón, Communication Personnelle, 17 Décembre 2020. 566 régénération et à la justice sociale aux quatre coins de “l’État espagnol”. En ce sens, elle est comprise –et pensée- comme un geste politique d’ouverture. Ou, ce qui revient au même: comme un signe visant spécifiquement à agreger des nouvelles subjetivités et à rendre compatibles différentes identifications nationales dans un grand mouvement populaire de contestation politique. La plurinationalité est interpretée enfin comme un geste politique d’ouverture fait depuis le centre –depuis Madrid- vers les péripheries du nord, du nord-ouest et du nord-est du pays. C’est pourquoi Podemos sème ses discours de petits clins d’oeil à la diversité nationale de l’Espagne, exprimant non seulement sa reconnaissance de ce caractère plurinational, mais aussi sa fierté à son égard: “Nous sommes fiers de vivre dans un pays hétérogène et nous aimons le droit de décider. Nous voulons construire un projet avec tout le monde. Mais cela dépend de la volonté des gens et des peuples”1163. “Je suis fier d’une Espagne diverse et plurinationale qui parle différentes langues, qui a différentes cultures et différents sentiments nationaux. Plus jamais une Espagne qui s’impose depuis le centre et qui ne comprend pas la richesse d’une patrie plurinationelle!”1164. Ou encore, en s’éloignant complètement de ce que Vox représentera plus tard comme parti politique1165 : “Je n’aime pas la rhétorique des bons Espagnols et des mauvais Espagnols. C’est une rhétorique qui nous a valu beaucoup de souffrances par le passé”1166. Or, Podemos ne clarifie pas –ni dans ses discours publics ni dans ses documents internes- ce qu’il comprend exactement par plurinationalité. Il ne précise pas non plus quel serait la traduction de la plurinationalité au sein du modèle territorial espagnol. C’est-à-dire, le parti de Pablo Iglesias n’explique pas si la plurinationalité signifie évoluer vers un modèle fédéral ou si, au contraire, elle implique de se diriger vers un modèle confédéral; ni même si la plurinationalité pourrait conduire l’Espagne vers un système fédéral asymétrique. De même, Podemos ne mentionne pas le nombre de nations qui compondraient l’État plurinational espagnol. La seule précision fournie par le parti est l’acceptation du droit à 1163 Pablo Iglesias, Discours de Valence, 18 Décembre 2015. 1164 Pablo Iglesias, Discours de Madrid, 24 Juin 2016. 1165 C’est-à-dire, en écartant totalement la possibilité de s’ériger comme une force politique populiste à caractère nationaliste espagnol. 1166 Iñigo Errejón, Discours de Madrid, 24 Juin 2016. 567 l’autodétermination pour la Catalogne. La nouvelle formation politique se contente d’exprimer sa disposition à reconnaître certains territoires de l’Espagne comme “nation”. Ainsi, dans sa rhétorique quotidienne, Podemos se cantonne au niveau de l’invocation; ou, en d’autres termes, il se limite à essayer de rendre compatibles entre elles diverses mobilisations nationales de nature anti-oligarchique. Cela répond à la conviction des leaders du parti selon laquelle les changements de nature démocratique, populaire et anti- oligarchique se sont toujours produits en Espagne à la suite d’une sorte d’articulation plurinationale; et, à l’inverse, que les transformations à caractère conservateur ou réactionnaire ont toujours eu lieu en Espagne en se servant de la confrontation entre certaines nations et d’autres comme instrument. D’où le zèle de Podemos à rassembler, unir, connecter, associer, articuler et surtout ne pas confronter les différentes nations du pays1167. À l’opposé de tout cela, le FN conçoit la France comme une nation unitaire et indivisible. Voire plus: comme une nation en danger dont l’unité, l’existence et la santé doivent être préservées à tout prix. À cet égard, la formation politique de Marine Le Pen ne souhaite pas faire de compromis avec les nationalismes péripheriques corse, bréton, catalan ou basque. Ni avec les revendications “communautaristes” –que le parti appelle aussi “sécessionistes”- d’une partie de l’immigration, notamment musulmane. La formation mariniste ne veut même pas entendre parler des demandes en faveur d’une plus grande décentralisation dans les “territoires d’outre-mer”. Au contraire, le Front National veut attaquer de plein fouet tous ces courants. Sur ce point, la position du FN est sensiblement plus proche de ce que propose Vox en Espagne à l’égard des nationalismes “périphériques” que de la position de Podemos. De ce fait, pour le FN, l’enjeu semble très clair: la France est une nation unitaire composée d’un seul peuple; un peuple métissé, ajoute Marine Le Pen, mais ayant des traits culturels essentialisés. Par conséquent, dans l’approche du parti, il n’y a qu’un seul demos en France et il n’existe pas le moindre clin d’oeil à l’idée de “plurinationalité”1168. 1167 Voici l’un des meilleurs exemples de la manière dont Podemos en général et “l’hypothèse Errejón” en particulier s’approprient une partie du matériau politique sédimenté par l’histoire du pays. Autrement dit, un exemple qui témoigne que tout dans le parti espagnol ne relève pas de l’innovation, de la créativité ou de l’audace, mais de la négociation, de la transaction ou de la composition avec une histoire politique et un contexte spécifiques. 1168 Évidemment, le FN apprécie et valorise la diversité culturelle et territoriale de la France. Or, le parti conçoit cette diversité en termes de singularités/particularités au sein d’une même essence/substance nationale; c’est-à-dire, des singularités qui, au bout des comptes, ne font qu’enrichir la substance commune. 568 À l’opposé de Podemos, le FN mariniste véhicule un patriotisme renouvelé –fondé sur un nationalisme unitaire- qui se dresse face aux dangers internes –immigration- et externes –mondialisation et terrorisme islamiste-; et qui se heurte ouvertement aux revendications territoriales, qu’elles soient de nature “communautariste” ou de nature “autonomiste”/“indépendantiste”. Qui plus est, le FN disqualifie toute autre position sur la nation française comme molle, laxiste et même décadente. De telle sorte que le Front National jugerait une position comme celle de Podemos appliquée en France comme naïve, complexée, soixant-huitarde et, à long terme, insoutenable. Pour toutes ces raisons, il est nécessaire de rémarquer comme conclusion que l’idée de nation vehiculée par le FN est très différente –et dans certains senses presque opposée- à l’idée de nation mobilisée par Podemos; et que, de ce fait, le patriotisme des deux diffère substantiellement au niveau de contenu. En effet, le FN mobilise un patriotisme fondé sur une idée essentialiste et populaire, mais non plurielle, de la nation. Une vision qui prend comme prémisse –et comme ligne rouge- que le démos français est indivisible. En revanche, Podemos met en avant un patriotisme plurinational, populaire, démocratique et délibérément anti-essentialiste. Un patriotisme qui part du principe que le démos espagnol est divers et résulte de la composition de différentes parties/nations. Cette différence met en relief le fait que, outre l’hétérogénéité des contenus, il y a aussi différentes formes d’articuler un projet politique national-populaire. Ou, ce qui revient au même: qu’au-delà des contenus, il existe une pluralité formelle d’appels national- populaires ou –selon le lexique de P.A. Taguieff- d’invocations “national-populistes”. En ce sens, l’objectif principal du FN est d’appeler le peuple –singulier, unitaire, métis, d’origines diverses- à défendre la grande nation substantielle en danger de disparition. Ainsi, sous cette perspective national-populiste, il s’agit avant tout de provoquer la résurrection du sentiment national; c’est-à-dire, de susciter une sorte de “printemps nationaliste française” tout en cherchant d’élargir le peuple au-delà de l’archétype identitaire du “Français de Souche”. Par contraste, Podemos vise à faire appel, à mobiliser et à articuler les différentes nations qui composent l’État espagnol afin de forger un même projet anti-oligarchique. Par conséquent, sous cet angle national-populaire, il s’agit de faire exactement l’inverse du FN: faire taire le nationalisme espagnol [castillan] pour essayer de faire émerger un patriotisme fédéral/confédéral contre les ennemis en commun; à savoir: la Troika et les élites économico-politiques du pays. En synthèse, pour le FN l’essentiel est de raviver le sentiment national, tandis que pour Podemos l’objectif 569 est de faire en sorte que les sentiments nationaux n’agissent pas comme un obstacle pour la mobilisation. D’où que la forme de l’appel national-populaire soit sensiblement différente dans un cas et dans l’autre. Ainsi, tant l’élément national que l’élément populaire –comme nous l’avons analysé dans le point 17.1- prennent une forme différente dans les cas du FN et de Podemos. Les deux ingrédients typiquement “national-populistes” adoptent une mise en forme particulière dans chaque cas. Une nation unitaire et un peuple aussi rigide que perméable dans un cas; et une nation plurielle et un peuple articulé totalement vers l’avenir dans l’autre cas. Par conséquent, non seulement les deux projets politiques formulent différemment leur contenu “national-populiste”, mais ils structurent aussi de manière alternative leur appel au peuple et à la nation. Cependant, cela n’annule pas les similitudes ou les parallélismes formels entre “l’hypothèse Philippot” et “l’hypothèse Errejón”. Car ces différences de fond et de forme tiennent aux traditions idéologiques de chaque parti et aux contextes spécifiques dans lesquels ils opèrent. C’est-à-dire, elles ont à voir avec le domaine du sédimenté. Florian Philippot et Iñigo Errejón héritent de cette diversité formelle, mais ils la tempèrent en mettant en œuvre le même geste stratégique d’ouverture vers la transversalité. De ce fait, bien que de nombreuses différences importantes subsistent, la distance “national- populiste” entre le Front National et Podemos se retrouve attenuée. Du moins pour la période étudiée. 570 SECCIÓN 5: CONCLUSIONES Y BIBLIOGRAFÍA 18 Conclusions Le Front National et Podemos sont deux partis qui peuvent être considérés opposés sur le plan idéologique, programmatique et discursif. À tel point que si le Front National devait opérer politiquement en Espagne, il aurait vraisemblablement des relations aussi mauvaises avec Podemos que celles que Vox entretient actuellement avec la formation de Pablo Iglesias. Et vice versa: si Podemos devait agir politiquement en France, il aurait une relation aussi tendue avec le Front National que La France Insoumise de Jean-Luc Mélenchon. En ce sens, le Front National et Podemos sont deux partis destinés à se heurter: à se confronter, à ne pas être d’accord, à ne rien partager, voire à se dénigrer l’un à l’autre dans le débat public; tout en faisant ce qui est dans leur main pour empêcher l’un des deux partis de gouverner. Cependant, tout au long de cette thèse de doctorat, nous avons montré que ces deux partis apparemment antagonistes ont partagé un parcours stratégique parallèle pendant une certaine période. Nous avons examiné comment une formation de droite radicale et une formation de gauche radicale déploient une stratégie rhétorico-politique qui coïncide partiellement; afin précisément de se défaire de ces étiquettes idéologiques. Ou, ce qui revient au même: afin de tenter de se resituer dans le champ politique; et, notamment dans le champ des identités politiques. Par conséquent, le Front National et Podemos sont plus comparables qu’il n’y parait a priori. La base pour les comparer se trouve dans une certaine façon de comprendre le concept de populisme. Or, la comparaison entre Podemos et le Front National sur la base du concept de populisme ne se fait pas à la manière du discours journaliste ni à celle du discours essayistique-normatif; c’est-à-dire, en affirmant qu’ils sont similaires du point de vue du contenu: autoritaires, intransigeants, démagogiques, anti-pluralistes, peu démocratiques et anti-politiques. Au contraire, la comparaison est développée en interprétant le populisme comme un type de rhétorique, comme une forme ou structure discursive, et comme une logique d’articulation des identités politiques. C’est-à-dire, comme un instrument rhétorico-politique de construction de nouveaux sujets politiques –populaires- ; et, par conséquent, comme un outil de métamorphose des identités politiques 571 traditionnelles gauche/droite. La comparaison se fonde donc sur les définitions du populisme de Pierre-André Taguieff, Michael Kazin, Ernesto Laclau et Chantal Mouffe principalement; et, dans une moindre mesure, Margaret Canovan, Paul Taggart, Cristóbal Rovira et Cas Mudde. Le développement d’une comparaison systématique entre les stratégies rhétorico- politiques du Front National et de Podemos sur la base d’une interprétation formelle du populisme confirme l’hypothèse 1. Les sections 2, 3 et 4 de cette thèse de doctorat montrent comment les stratégies rhétorico-politiques des deux partis peuvent effectivement être comparées, fournissant des isomorphismes surprenants. De fait, l’examen systématique des stratégies du FN et de Podemos révèle que les deux partis partent de la même position symbolique –radicalisme et marginalité politique- et souhaitent arriver à toute une autre position symbolique. À cet égard, le populisme n’est qu’un outil ou grille de lecture pour y parvenir. Le Front National et Podemos partagent donc un plan et, surtout, un point d’arrivée souhaité. Un objectif qui n’est pas simplement de gagner des élections, mais de devenir des forces politiques transversales. Les sections 2 et 3 de cette thèse examinent en détail comment les dirigeants et les stratèges de chacun des deux partis tentent d’atteindre ce but, convaincus que ce n’est que par ce biais qu’ils pourront profiter de la “structure d’opportunité politique”, remporter les élections et établir une certaine hégémonie. De cette manière, la deuxième et la troisième section de la thèse –ainsi que les conclusions de chaque section- confirment l’hypothèse numéro 2; à savoir: la formation française et la formation espagnole, malgré toutes leurs différences idéologiques, partagent le même dessein: devenir des forces politiques transversales. Cette transition vers la transversalité s’effectue en mobilisant un contenu idéologique très différent d’une formation politique à l’autre. Le Front National porte l’héritage idéologique de la tradition de la droite radicale française. Le parti de Marine Le Pen, loin de muter, conserve ces racines et cet ancrage idéologique. En d’autres termes, il conserve la composante anti-immigration, le discours essentialiste du point de vue national, la perspective schmittienne de la politique, l’interprétation cyclique de l’histoire, la vision transcendante de l’être humain, et le conservatisme dans le domaine moral –quoique avec des nuances. De son côté, Podemos préserve l’héritage de la tradition idéologique de la gauche radicale espagnole. En dépit du fait qu’il s’agit d’un parti nouveau, et qu’il ne se 572 lie pas stratégiquement à la gauche, Podemos porte et à la fois revitalise le contenu de cette tradition idéologique. Autrement dit, le parti de Pablo Iglesias poursuit l’interprétation de l´économie, la vision de l’égalité entre les hommes et les femmes, la promotion de la participation citoyenne, la perspective écologiste, les approches sur l’immigration et les droits de l’homme, et la perception de la diversité culturelle en Espagne caractéristiques de la gauche alternative espagnole. Par conséquent, malgré le partage d’un chemin stratégique parallèle en quête de la transversalité sur une période de de la décennie dernière, Podemos et le Front National ne deviennent pas pour autant des amis politiques. Pas même des alliés tactiques sur le plan européen ni, encore moins, des compagnons de route. Les sections deux et trois de cette thèse de doctorat montrent que les histoires partisanes de Podemos et du Front National diffèrent largement, que ces deux partis mobilisent des personnalités historiques différentes comme référents politiques, parlent des sujets divers, s’amusent avec le piratage de symboles tout à fait dissembables, lancent ce que Cécile Alduy et Stéphane Wahnich appellent des “OPA sémantiques” sur des concepts fort variés d’un cas à l’autre, et élaborent des cadres discursifs –ou masterframes- nettement hétérogènes. Ou, dans les termes d’Umberto Eco: le FN et Podemos évoquent des “enyclopédies de significations” très différentes et habitent des mondes symboliques très séparés. Ils peuplent des galaxies de signes radicalement éloignées. C’est pourquoi il leur serait impossible de se mettre d’accord sur un programme politique commun; ni même sur l’élaboration d’un discours électoral concret. Ceci confirme l’hypothèse numéro 3; à savoir: qu’il est possible de trouver des différences remarquables au niveau du contenu dans l’application ou la mise en marche des stratégies rhétorico-politiques du Front National et de Podemos pendant la période étudiée. Néamoins, ces divergences de fond –le quoi- n’empêchent de nombreuses similitudes de forme –le comment. Le Front National et Podemos partagent non seulement le même but stratégique –la transversalité-, mais ils utilisent les mêmes outils rhétoriques pour tenter d’y parvenir. De ce fait, les comment –les deux mises en marche stratégiques- sont remarquablement similaires d’un parti à l’autre. Les deux formations politiques postulent des nouveaux ennemis politiques, toutes deux cherchent à se moraliser devant les yeux de l’opinion publique, toutes deux trouvent des nouveaux lieux d’énonciation, toutes deux s’intéressent à l’étude et à l’action sur le sens commun dominant dans leurs sociétés, et toutes deux élaborent des cadres discursifs qualitativement nouveaux par rapport aux 573 cadres traditionnels de la droite radicale française et de la gauche radicale espagnole. Ainsi, les sections 2 et 3 de cette thèse mettent en évidence que les deux partis convergent dans les procédures rhétorico-stratégiques employées tout au long de la période 2011- 2018. De fait, quand on interroge Iñigo Errejón sur le Front National, ou quand on interroge Marine Le Pen sur Podemos en tant que nouveau parti espagnol, tous deux avouent partager une impulsion commune, une harmonie formelle de base, qui ne se traduit toutefois pas par une concordance au niveau des propositions ou des programmes politiques. On peut donc affirmer qu’il n’y a pas des disparités dans la manière spécifiquement rhétorico-stratégique dont les deux partis tentent de façonner une nouvelle identité politique populaire. Par conséquent, l’hypothèse numéro 4 est confirmée: on ne constate pas des différences remarquables au niveau formel dans l’application des stratégies rhétorico-politiques entre le Front National et Podemos pendant la période étudiée. Au contraire, on constate une grande coïncidence formelle dans les procédures rhétoriques mises en place par chacune des formations politiques. Par ailleurs, la section 4 de cette thèse doctorale a mis en évidence que les chevauchements entre le FN et Podemos vont au-delà de l’utilisation de procédures rhétoriques similaires afin de se défaire des étiquettes idéologiques traditionnelles – gauche/droite- et de fonder une nouvelle identité politique. La section 4 a révélé que Podemos et le FN partagent la même compréhension du populisme. Ou, plus spécifiquement: que “l’hypothèse Philippot” et “l’hypothèse Errejón” considèrent le populisme de la même manière. Aussi bien l’une que l’autre conçoivent le populisme comme transversalité. À travers “l’hypothèse Philippot” et à travers “l’hypothèse Errejón”, le FN et Podemos interprètent le populisme comme une stratégie politique ayant la capacité d’attirer et de convaincre les majorités sociales, bien au-delà de l’axe gauche/droite. Par conséquent, pour eux le populisme n’est pas nécessairement synonyme d’antagonisme ni de contre-société; mais, tout singulièrement, la voie rhétorico- stratégique plus performante pour rassembler les majorités sociales et gagner les élections dans un contexte de crise économique et politique. Pour cette même raison, dans les deux cas, lorsque le populisme interprété comme transversalité ne parvient pas à atteindre ses objectifs d’hégémonie politique et de victoire électorale, alors les leaderships du FN et de Podemos décident de changer la direction stratégique de leurs partis, et de revenir à des positions plus traditionnellement de droite –dans le premier cas-, et plus traditionnellement de gauche –dans le second cas. De fait, 574 le chapitre 16 de la section 4 a examiné la manière dont le FN et Podemos ont mis fin à “l’hypothèse Philippot” et à “l’hypothèse Errejón”, soulignant les parallélismes de forme et d’arguments. Tout cela, aussi bien le développement des hypothèses stratégiques de Florian Philippot et d’Iñigo Errejón que leur fin brutale, confirme l’hypothèse numéro 5; à savoir: lors d’une certaine période, le Front National et Podemos comprennent le populisme principalement comme transversalité qu’ils tentent de mettre en oeuvre. L’hypothèse numéro 6 suggère que la plus grande porosité du concept de peuple de Podemos par rapport à celui du Front National rend le premier parti plus pleinement populiste que le second. En d’autres termes, l’hypothèse 6 affirme que Podemos est plus profondément populiste que le FN. Cependant, les analyses menées au chapitre 17 empêchent une conclusion aussi tranchante. Le peuple sans heartland de Podemos ne peut être considéré comme plus populiste que le peuple avec heartland du Front National. Ou, ce qui revient au même: le “populisme d’exclusion” est aussi populiste que le “populisme d’inclusion”. Entre les deux il y a une différence d’extensionnalité –extension-, mais pas d’intensivité –intension. Par conséquent, il est nécessaire de conclure que l’hypothèse numéro 6 n’a pas été totalement confirmée. Les différences entre le populisme de gauche et le populisme de droite ne peuvent donc pas être attribuées au degré de populisme. Comme le montre la section 17.2, ces différences ont à voir avec l’idée de nation que les deux types de populisme mobilisent. Le populisme de droite véhicule une vision substantialiste des nations comme des entités antérieures et indépendantes du débat politique démocratique. Dans ce type de populisme, le peuple se rassemble pour défendre une construction culturelle à priori qui précède, dépasse et, en même temps, modèle les membres du peuple. Un peuple pouvant être métis, mais qui doit garder un lien –même volontaire- avec cette idée de nation essentialiste. En synthèse, un peuple qui peut être multiracial, mais pas multiculturel; et, encore mois, plurinational. En revanche, le populisme de gauche –du moins dans les cas européens- exprime une vision constructiviste des nations comme des élaborations culturelles contingentes tournées vers l’avenir. Dans ce type de populisme, la nation correspond à ce que les individus projettent afin d’intensifier les liens d’appartenance et de solidarité entre les membres du peuple. Comme le montre avec clarté le cas de Podemos, dans ce type de populisme, aussi bien la nation que le peuple sont soumis à un degré considérable de 575 liberté créative: ils peuvent être dessinés comme multiraciaux, multiculturels, et même pluriels ou plurinationaux. Par conséquent, si dans le populisme de droite la nation est fondamentalement une substance ou essence, dans le populisme de gauche est une narration: un récit sur qui nous sommes, qui nous avons été par le passé et qui nous voulons être. Finalement, aussi bien le travail ethnographique que l’analyse des sections 2, 3 et 4 révèlent que l’évolution de la stratégique rhétorico-politique du Front National sous “l’hypothèse Philippot” et celle de Podemos sous “l’hypothèse Errejón” ne s’influencent pas mutuellement. Le matériel ethnographique et l’analyse des discours dans chacun des deux partis montrent qu’il n’y a pas de contacts entre une formation politique et l’autre. Ainsi, la direction du Front National n’est pas au courant des innovations stratégiques que Podemos met en œuvre en Espagne. De la même manière, la direction de Podemos ignore les innovations rhétorico-stratégiques que le nouveau FN de Marine Le Pen essaie en France. Soulignons-le: ce n’est pas que l’information ne circule pas d’un cas à l’autre; c’est qu’il n’y a pas d’intérêt réciproque. Ceci confirme la dernière hypothèse: les stratégies rhétorico-politiques du Front National et de Podemos sont élaborées et mises en œuvre sans influence mutuelle et de manière totalement indépendante les unes des autres. Florian Philippot et Iñigo Errejón avaient peut-être beaucoup en commun –sur le plan stratégique-, mais ils n’en avaient pas conscience. Cette thèse doctorale entend contribuer à la connaissance de la stratégie rhétorico- politique du Front National au cours de la dernière décennie –au-delà de la théorie des winning formulas de la droite radicale élaborée par Herbert Kitschelt et Anthony McGann-, ainsi qu’à la compréhension du phénomène de Podemos au cours de ses premières années, d’une manière qui complète les travaux publiés jusqu’à présent. Aussi bien dans le cas du FN que dans celui de Podemos, l’on souhaite que cette thèse doctorale ait favorisé une connaissance exhaustive, systématique, bien documentée et précise de chaque parti, fournissant ainsi un guide pour la comparaison des deux phénomènes, tout comme une grille de lecture pour l’interprétation de leurs stratégies rhétorico-politiques. Nous espérons également que cette thèse de doctorat ait apporté une vision dynamique et originale, ancrée dans le terrain et, dans le même temps, sachant mettre en regard ce qu’il s’est passé dans les deux partis tout au long de la période 2011-2018. 576 Pour les recherches futures, il reste à approfondir la relation entre le soi-disant “populisme d’exclusion” et le soi-disant “populisme d’inclusion” –et les nuances de leurs formes d’inclusion ou d’exclusion-; à incorporer des nouveaux cas dans des études comparées; et, enfin, à suivre les évolutions stratégiques, idéologiques et programmatiques du Rassemblement National en France et d’Unidas Podemos en Espagne. 577 19 BIBLIOGRAFÍA 19.1 Bibliografía académica Aboy Carlés, G. (2010): “Populismo, regeneracionismo y democracia”, Revista POSTdata: Revista de Reflexión y Análisis Político, 15 (1): 11-30. - (2018): “Populismo y democracia liberal. Una tensa relación”, en: Loureiro, A. & Price, R. (eds): ¿El populismo por venir? 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Le Grand Débat”, BFMTV: https://www.youtube.com/watch?v=Ny7Db0Tc1bs L’Heure de vérité (1984, 13, febrero). “Entrevista a Jean-Marie Le Pen, Antenne 2: https://www.youtube.com/watch?v=6tBMdtRn5ZI Otra Vuelta de Tuerka (2014, 9, noviembre). “Entrevista a Enric Juliana”, Público TV: https://www.youtube.com/watch?v=8FsuiHGycZs&feature=youtu.be Pablo Iglesias (2015, 6 diciembre): “Declaración ante los medios”, Antena 3 Noticias: https://www.youtube.com/watch?v=A_vsnWfa-2Y Podemos (2014, 17 enero). “Presentación de Podemos”, Podemos: https://www.youtube.com/watch?v=vNOsg6KF3Ts Podemos (2015, 6, diciembre). “Gracias 1978, Hola 2016. Hagamos Historia de nuevo”, Podemos: https://www.youtube.com/watch?v=nLRA5uORwcQ Podemos para Todas (2017, 5, febrero). “Presentación de Podemos para Todas. Pablo Iglesias”, Podemos: https://www.youtube.com/watch?v=jo1RH-3ICCA Podemos para Todas (2017, 5, febrero). “Presentación de Podemos para Todas. 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https://www.youtube.com/watch?v=6tBMdtRn5ZI https://www.youtube.com/watch?v=8FsuiHGycZs&feature=youtu.be https://www.youtube.com/watch?v=A_vsnWfa-2Y https://www.youtube.com/watch?v=vNOsg6KF3Ts https://www.youtube.com/watch?v=nLRA5uORwcQ https://www.youtube.com/watch?v=jo1RH-3ICCA https://www.youtube.com/watch?v=r6oJZsoN7Fc https://www.youtube.com/watch?v=z3eYarbAkY8 https://www.youtube.com/watch?v=-re9z23-_w8&feature=emb_logo 608 Recuperar la Ilusión (2017, 4, febrero): “Iñigo Errejón responde. 2º parte”, Podemos: https://www.youtube.com/watch?v=ZSAxtGJ5PNY&feature=emb_logo Spot Electoral de Izquierda Unida Elecciones Generales 2011 (2011, 4, noviembre): “Somos más”, Izquierda Unida: https://www.youtube.com/watch?v=PIIet3a- u0k&feature=youtu.be Spot Electoral de Podemos Elecciones Generales de 2015 (2015, 5, diciembre): “Maldita casta, bendita gente”, Podemos: https://www.youtube.com/watch?v=H9TzgU4btgs Spot de Campagne 2017 (2017, 5, febrero): “Premier Clip de Campagne Officiel Marine 2017”: https://www.youtube.com/watch?v=FYWnuQc5mYA 20h Le Journal de France 2 (2002, 1, mayo): “Émission du 1er mai”, France 2: https://www.youtube.com/watch?v=g-QcE5dyfek 20h Journal de France 2 (2002, 29, mayo): “Marine Le Pen en campagne”, France 2: https://www.youtube.com/watch?v=nvbAeBwYw4Q 20h Journal de France 2 (2003, 16, diciembre): “Émission du 15 décembre”, France 2: https://www.youtube.com/watch?v=6p-NmS7tr8M 20h Journal de France 2 (2016, 12, diciembre): “Quand les femmes deviennent indésirables dans les lieux publics”, France 2: https://www.youtube.com/watch?v=XQnwpmUh4Xs 15 Minutes Pour Convaincre (2017, 20, abril): “Interview à Marine Le Pen”, France 2: https://www.youtube.com/watch?v=vDXCATj74F4 15 Minutes Pour Convaincre (2017, 20, abril). “Interview à Jean-Luc Mélenchon”, France 2: https://www.youtube.com/watch?v=ZXDCdM6xvKk. 15 Minutes Pour Convaincre (2017, 20, abril). “Interview à Benoît Hamon”, France 2: https://www.youtube.com/watch?v=uIxtw5qwrRA 15 Minutes Pour Convaincre (2017, 20, abril). “Interview à Emmanuel Macron”, France 2: https://www.youtube.com/watch?v=tG9JaXNilTU 15 Minutes Pour Convaincre (2017, 20, abril). “Interview à François Fillon”, France 2: https://www.youtube.com/watch?v=G1twefxuE84 https://www.youtube.com/watch?v=ZSAxtGJ5PNY&feature=emb_logo https://www.youtube.com/watch?v=PIIet3a-u0k&feature=youtu.be https://www.youtube.com/watch?v=PIIet3a-u0k&feature=youtu.be https://www.youtube.com/watch?v=H9TzgU4btgs https://www.youtube.com/watch?v=FYWnuQc5mYA https://www.youtube.com/watch?v=g-QcE5dyfek https://www.youtube.com/watch?v=nvbAeBwYw4Q https://www.youtube.com/watch?v=6p-NmS7tr8M https://www.youtube.com/watch?v=XQnwpmUh4Xs https://www.youtube.com/watch?v=vDXCATj74F4 https://www.youtube.com/watch?v=ZXDCdM6xvKk https://www.youtube.com/watch?v=uIxtw5qwrRA https://www.youtube.com/watch?v=tG9JaXNilTU https://www.youtube.com/watch?v=G1twefxuE84 609 19.4 Referencias a mítines 19.4.1 Mítines del Front National Marine Le Pen, Discurso de Tours, 16 de enero de 2011: https://www.dailymotion.com/video/xvwq2x Marine Le Pen Discurso de Chateauroux, 26 de febrero de 2012: https://rassemblementnational.fr/videos/discours-de-marine-le-pen-a- cha%CC%82teauroux/ Marine Le Pen, Discurso de Indre-et-Loire, 24 de abril de 2013 : https://www.youtube.com/watch?v=psA64ZfTIb0 Marine Le Pen, Discurso de Brachay, 3 septiembre de 2016: https://www.facebook.com/MarineLePen/videos/discours-de-rentr%C3%A9e-politique- de-marine-le-pen-%C3%A0-brachay-030/1450712758278377/ Marine Le Pen, Discurso de París, 1º de mayo de 2013: https://www.youtube.com/watch?v=rUdhOcTQ2tI Marine Le Pen, Discurso de París, 1º de mayo de 2014: https://www.youtube.com/watch?v=GGlNCdG23rg Marine Le Pen, Discurso de París, 1º de mayo de 2015: https://www.youtube.com/watch?v=nO6_fj9XTuQ Marine Le Pen, Discurso de Coblenza, 20 de enero de 2017: https://www.youtube.com/watch?v=uQ_lZB_sUnQ Marine Le Pen, Discurso de Lyon, 5 de febrero de 2017: https://www.youtube.com/watch?v=VODwmB76QzY&feature=youtu.be Marine Le Pen, Discurso de Rignac, 6 de marzo de 2017: https://rassemblementnational.fr/videos/reunion-publique-de-marine-le-pen-a-rignac-12/ Marine Le Pen, Discurso de Chateauroux, 11 de marzo de 2017: https://m.facebook.com/MarineLePen/videos/1673581315991519/?refsrc=deprecated&_rdr Marine Le Pen, Discurso de Lille, 26 de marzo de 2017: https://www.youtube.com/watch?v=Ffg7--qnEyE Marine Le Pen, Discurso de Burdeos, 2 de abril de 2017: https://www.youtube.com/watch?v=LFsPBrprB1E https://www.dailymotion.com/video/xvwq2x https://rassemblementnational.fr/videos/discours-de-marine-le-pen-a-cha%CC%82teauroux/ https://rassemblementnational.fr/videos/discours-de-marine-le-pen-a-cha%CC%82teauroux/ https://www.youtube.com/watch?v=psA64ZfTIb0 https://www.facebook.com/MarineLePen/videos/discours-de-rentr%C3%A9e-politique-de-marine-le-pen-%C3%A0-brachay-030/1450712758278377/ 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de 2014: https://www.youtube.com/watch?v=eXrYw6pkN40 Pablo Iglesias, Discurso de la Plaza del Reina Sofía, 24 de mayo de 2014: https://www.youtube.com/watch?v=D7ODZ5elI3g Pablo Iglesias, Discurso de la Marcha del Cambio, 31 de enero de 2015: https://www.youtube.com/watch?v=YUrm0-SUCXY Iñigo Errejón, Discurso de la Marcha del Cambio, 31 de enero de 2015: https://www.youtube.com/watch?v=_EBuvTvEk7g Pablo Iglesias, Discurso de Zaragoza, 12 de diciembre de 2015: https://www.youtube.com/watch?v=AWA1CmKcHgM Pablo Iglesias, Discurso de Sevilla, 17 de diciembre de 2015: https://rassemblementnational.fr/videos/meeting-de-marine-le-pen-a-perpignan-2/ https://www.youtube.com/watch?v=nxSd9jVivWk https://www.youtube.com/watch?v=LFsPBrprB1E https://www.youtube.com/watch?v=vNOsg6KF3Ts https://www.youtube.com/watch?v=vNOsg6KF3Ts https://www.youtube.com/watch?v=vNOsg6KF3Ts https://www.youtube.com/watch?v=vNOsg6KF3Ts https://www.youtube.com/watch?v=vNOsg6KF3Ts https://www.youtube.com/watch?reload=9&v=L926ywukQHw https://www.youtube.com/watch?v=Q1mf3UKGQWU https://www.youtube.com/watch?v=eXrYw6pkN40 https://www.youtube.com/watch?v=D7ODZ5elI3g https://www.youtube.com/watch?v=YUrm0-SUCXY https://www.youtube.com/watch?v=_EBuvTvEk7g https://www.youtube.com/watch?v=AWA1CmKcHgM 611 https://www.youtube.com/watch?v=QQQmJ1ZHr20 Pablo Iglesias, Discurso de Madrid, 24 de junio de 2016: https://www.youtube.com/watch?v=afextOHtmHY Iñigo Errejón, Discurso de Madrid, 24 de junio de 2016: https://www.youtube.com/watch?v=bQUAp5Csz8g 19.5 Referencias a programas electorales Programa electoral del FN para las elecciones presidenciales francesas de 2007: Libérons la France: https://manifesto-project.wzb.eu//down/originals/2020-2/31720_2007.pdf Programa electoral del FN para las elecciones presidenciales francesas de 2012: Mon projet pour la France et les Français. 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HISTORIA DEL FRONT NATIONAL: TEMÁTICA, DISCURSO, HITOS ELECTORALES 8. LA TEORÍA DE LAS FÓRMULAS GANADORAS DE LA DERECHA RADICAL 9. HERENCIAS Y CONTINUIDADES EN EL FRONT NATIONAL DE MARINE LE PEN 10. INNOVACIÓN ESTRATÉGICA Y CAMBIOS DISCURSIVOS EN EL FRONT NATIONAL MARINISTA 11. CONCLUSIONES SOBRE EL FRONT NATIONAL SECCIÓN 3: LA ELABORACIÓN DE LA IDENTIDAD POLÍTICA EN PODEMOS (2014-2018) 12. HISTORIA DE PODEMOS: PERÍODOS, DEBATES, HITOS ELECTORALES Y EJES DISCURSIVOS 13. LA "HIPÓTESIS ERREJÓN" 14. INNOVACIÓN ESTRATÉGICA Y CAMBIOS DISCURSIVOS INTRODUCIDOS POR PODEMOS 15. CONCLUSIONES SOBRE PODEMOS SECCIÓN 4: ANÁLISIS COMPARADO ENTRE EL FRONT NATIONAL Y PODEMOS 16. PUNTOS EN COMÚN ENTRE LA "HIPÓTESIS PHILIPPOT" Y LA "HIPÓTESIS ERREJÓN" 17. DIFFÉRENCES DANS LA MISE EN MARCHE STRATÉGIQUE ENTRE LE FRONT NATIONAL ET PODEMOS SECCIÓN 5: CONCLUSIONES Y BIBLIOGRAFÍA 18 CONCLUSIONS 19 BIBLIOGRAFÍA