UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID FACULTAD DE MEDICINA TESIS DOCTORAL Médicos y medicina en la obra de Ricardo Palma MEMORIA PARA OPTAR AL GRADO DE DOCTOR PRESENTADA POR Amadeo-Martín Rey Cabieses Director Luis Montiel Llorente Madrid, 2017 ©Amadeo-Martín Rey Cabieses, 2016 1 AMADEO-MARTÍN REY Y CABIESES FACULTAD DE MEDICINA UNIVERSIDAD COMPLUTENSE MADRID MÉDICOS Y MEDICINA EN LA OBRA DE RICARDO PALMA TESIS DOCTORAL Memoria para optar el grado de Doctor Bajo la dirección del Prof. Dr. Don Luis Montiel Llorente Madrid 2015 2 3 A mis queridos padres, Olga y Amadeo, Doctor en Medicina y Cirugía 4 5 ÍNDICE 7 Abreviaturas de las notas a pie de página Nota sobre la puntuación I. Introducción 9 II. Método 23 III. El autor: Ricardo Palma 25 IV. La Medicina en la vida y el entorno familiar de Ricardo Palma 35 V. La obra de Palma como fuente histórica 93 VI. Medicina popular y tradicional. Curanderismo 133 VII. La enseñanza de la medicina y la literatura médica 157 A. Enseñanza de la medicina B. Literatura médica VIII. De las embarazadas y sus retoños 175 IX. Cirujanos, barberos y sangrías 187 X. Epidemias y endemias 197 XI. De cólicos y cámaras 223 XII. Boticas, boticarios y medicinas 229 XIII. Dichos, refranes y adagios médicos 241 XIV. Ironías sobre los médicos, hospitales y boticarios 253 XV. Los hospitales 275 XVI. De los honorarios médicos 297 XVII. Locos y manicomios 301 XVIII. Los médicos, la medicina y la Inquisición de Lima 313 A. Médicos penitenciados B. Médicos peritos C. Miscelánea XIX. Cajón de sastre 333 XX. Neologismos y americanismos médicos 339 XXI. Terminología médica en la obra de Palma 377 XXII. Y tras la última enfermedad..., la muerte 451 XXIII. Conclusiones 467 XXIV. Resumen en Inglés/Abstract in English 471 Fuentes y Bibliografía 479 6 7 ABREVIATURAS DE LAS NOTAS A PIE DE PÁGINA A. I. L.: Anales de la Inquisición de Lima A. V.: Artículos y versos B. T.: La Bohemia de mi tiempo E. G.: Epistolario General N.A.: Neologismos y Americanismos P. C.: Parrafadas de Crítica P. Comp. Poesías Completas P. L.: Papeletas Lexicográficas R. E.: Recuerdos de España T. P.: Tradiciones Peruanas T.S.V.: Tradiciones en Salsa Verde V.G.: Verbos y Gerundios NOTA SOBRE LA PUNTACIÓN Las citas de obras de Ricardo Palma en las que se refiere, aunque sea tangencialmente, a temas médicos o sanitarios están en negrilla. Aquellas del propio Palma ajenas a estos temas están “en cursiva y entre comillas”. El resto de las citas están simplemente “entre comillas”, salvo que sean citas dentro de citas en cuyo caso van ‘entre comillas simples’. Los títulos de libros y artículos citados en el texto principal están en cursiva. 8 9 I. INTRODUCCIÓN “Mano inmortal que tejiste para la Patria el velo de sus nupcias con el Arte, deja que te bese y que te ofrende estas líneas de recuerdo” (Carlos Enrique Paz-Soldán, médico, refiriéndose a don Ricardo Palma, Lima, 1919) Hace más de veinte años, en abril de 1993, un ilustre médico donostiarra, el Dr. Santiago de Cárdenas y Díaz de Espada, me contó la siguiente anécdota: Una paciente suya había pasado a mejor vida. Agradecida por las atenciones que para con ella tuviera, redactó en su testamento una cláusula legataria que estipulaba que don Santiago podía escoger de la rica biblioteca de la dama, el ejemplar que más le apeteciera. No dudó aquel en elegir una vieja obra, la primera edición de las Tradiciones Peruanas1 de Ricardo Palma. ¿Por qué - se preguntará el lector - un médico y cirujano español en los albores del siglo XXI tuvo la peregrina idea de optar por la obra de ese escritor peruano novecentista? La presente tesis doctoral2 quiere contribuir a desentrañar este misterio; el misterio, por un lado, de la fascinación que ejerció, ejerce y creo que ejercerá Palma entre tantas gentes de toda clase y condición y de toda ubicación geográfica, y por otro, el interés que pueda despertar para un médico amante de la Historia la producción literaria del egregio polígrafo. Ricardo Palma no fue un historiador americanista stricto sensu, al estilo de los españoles Morales Padrón, Calderón Quijano, Sánchez Bella, Pérez Embid, Rodríguez Casado, Demetrio Ramos o de los peruanos Lohmann 1 El adjetivo “peruanas” no fue usado por Palma sino que se utilizó a partir de 1890 para identificarlas cuando se publicó la primera edición argentina. En cuanto a la palabra “tradición”, del latín “traditio,-onis” es según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española: “la transmisión de noticias, composiciones literarias, doctrinas, ritos, costumbres, etc., hecha de generación en generación. Es también la noticia de un hecho antiguo transmitida de este modo. Así como la doctrina, costumbre, etc., conservada en un pueblo por transmisión de padres a hijos. Y finalmente la elaboración literaria, en prosa o verso, de un suceso trasmitido por tradición oral. 2 Desde luego no es la primera tesis doctoral dedicada a Ricardo Palma y su obra. En 1959 Merlin D. Compton escribió la suya, titulada "Spanish Honor in Ricardo Palma's Tradiciones peruanas”. (Universidad de California, Los Ángeles, 1959), dedicada al sentimiento del honor en las Tradiciones. Siendo ya profesor de la Universidad de Bringham Young, Estados Unidos, publicó un artículo dedicado a este tema: Compton, Merlin D. El sentimiento del honor en las Tradiciones peruanas de Ricardo Palma. Revista de la Casa Museo Ricardo Palma Nº 1, pp. 33-53, 2000. Ricardo Palma, por Teófilo Castillo 10 Villena, Porras Barrenechea o De la Puente Candamo. Sin embargo, sí puede considerarse que contribuyó regiamente al conocimiento de la historia del Perú tanto o más que muchos sesudos eruditos. Lo demuestra que sea citado con profusión y veneración por muchos historiadores y ensayistas, que sea alabado por críticos y escritores como Juan Valera o Ventura García Calderón, que se le hayan dedicado múltiples estudios –casi ninguno por cierto al tema que me ocupa en esta tesis- y que no haya “perulero” instruido que no haya leído sus magníficas Tradiciones. Me es difícil aceptar, por tanto, la opinión3 de que solamente contribuyera como historiador con obras como Los anales del Cuzco, Apuntes para la historia de la Biblioteca de Lima o La bohemia de mi tiempo. El propio Palma escribió una vez al Marqués de Laurencín, director de la Real Academia de la Historia4: “¿Pero qué mucho, si en la misma España, poco o nada se diferenciaba de la nuestra la vida social? En nuestras hoy, más o menos, notables capitales de Sud América, Buenos Aires, Bogotá, Quito y Lima, se vivió esa vida y la chismografía hizo, si no la historia, la tradición que no es despreciable auxiliar de aquélla”. Palma escribió no historia del Perú, sino “su” historia del Perú, pero echando mano de fuentes primarias5 y añadiendo de su cosecha para hacerla más liviana y llevadera y, a la vez, más atractiva. Estoy seguro de que hay un buen número de historiadores que han visto despertar su vocación sumergiéndose en las páginas de la obra de Palma. En una carta a Pastor Obligado nuestro autor le dijo: «Siempre he reconocido que la tradición puede ser una de las fuentes auxiliares de la Historia, pero se me atraganta lo de que ella alcance a ser la Historia misma». Compton afirma que “después de haber cotejado muchas tradiciones con los materiales históricos que los inspiraron, puedo decir que hay mucha verdad en ellas si la verdad se encuentra en las fuentes”6. Aunque frente a esa historia, y concretamente frente a la historia peruana, Palma fue un escritor crítico, pero a su modo, sin estridencias ni oxímoros, sino más bien con la agudeza y la picardía de un volteriano burlón7. 3 Rodríguez Arenas, Flor María. Ricardo Palma. En: Diccionario de literatura española e hispanoamericana (Ricardo Gullón, dir.). Alianza Ed., Tomo N-Z, pp. 1205-6, Madrid, 1993. 4 Carta al Marqués de Laurencín. En: Palma, Ricardo. Epistolario. (edición de Raúl Porras Barrenechea), Vol. I. Editorial Cultura Antártica, Lima, p. 529, 1919. 5 Como ha señalado Ayala, aunque hasta ahora no hay un estudio comparativo respecto a las fuentes históricas que usa o a las que se refiere Ricardo Palma, no se le puede exigir el rigor de la historiografía moderna y menos el uso estricto conforme se realizaron los hechos. (Ayala Olazábal, José Luis. Palma y los hechos en la Batalla de Ayacucho. En: Aula Palma-IX, Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 268, Lima, 2010.) 6 Compton, Merlin D. El sentimiento del honor en las Tradiciones peruanas de Ricardo Palma. Op. cit, p. 35. 7 Díaz Ortiz, Pedro. Las primeras tradiciones de Palma. En: Revista de la Casa Museo Ricardo Palma, vol. 7, p. 75, Miraflores, abril de 2012. En este artículo el autor nos explica que “los primeros esbozos de las tradiciones, género que creó Ricardo Palma y lo consagró como uno de los grandes escritores hispanoamericanos, comenzaron a publicarse en la década de 1850.” Sobre esta cuestión han escrito Alberto Tauro -en “Poesías olvidadas de Ricardo Palma”-, Merlin D. Compton –en “Las Tradiciones Peruanas de Ricardo Palma. Bibliografía y lista cronológica. Tentativas”, y luego en “La trayectoria de las primeras tradiciones de Ricardo Palma”; y Julio Díaz Falconí en su libro sobre “Cronología de las Tradiciones Peruanas” y sus trabajo sobre “Tradiciones olvidadas de Palma”. 11 Mucho menos fue Palma un historiador de la Medicina8. En este campo brillan muchos nombres en toda Hispanoamérica9, y en el Perú las obras de Carlos Enrique Paz-Soldán, Hermilio Valdizán, Fernando Cabieses o Juan B. Lastres. Este, por cierto, le cita en varias ocasiones. Tampoco fue un médico atraído por las artes de la literatura o de la historia, como Marañón, Somerset Maugham, Conan Doyle, Chejov, Cronin, Slaughter, William Carlos Williams, Sacks o Vallejo- Nájera, que dedicase su vida a glosar episodios más o menos relacionados con su ciencia o su actividad profesional. Aunque hay que decir que la literatura puede contribuir a incrementar las dimensiones humanas del médico de varias maneras, como ha explicado Cabral10: “1) Las narraciones literarias de los padecimientos pueden enseñar lecciones concretas acerca de las vidas de las personas enfermas; 2) las obras maestras de ficción permiten a los médicos comprender la fuerza y las implicaciones de lo que hacen; 3) por medio de la narrativa, los médicos pueden entrenarse a captar mejor las historias clínicas de sus pacientes y con ello aumentar su certidumbre diagnóstica y terapéutica; 4) los estudios literarios tienen la capacidad de incrementar la experiencia narrativa de los médicos y de ahondar en el entendimiento de actos en los que está involucrado el discernimiento ético; 5) el estudio de la literatura ha ayudado a enfrentar alguno de los desafíos actuales de la medicina, por ejemplo, la posición de los médicos como entes sociales y modificadores de su entorno ambiental; finalmente, 6) la literatura puede atemperar la siempre potencial enajenación que produce la experiencia diaria de la enfermedad y el sufrimiento”. La novela realista en lengua castellana aparece salpicada de personajes médicos o asimilados –cirujanos, boticarios,…- en cantidades y de calidades diversas. La Condesa de Pardo Bazán, Armando Palacio Valdés, “Fernán Caballero”, Juan Valera, José María de Pereda, Pérez Galdós, “Clarín” o el Padre Coloma11 han creado tipos varios de 8 Como tampoco fue jurista a pesar de haber estudiado un tiempo en el Convictorio de San Carlos. Y sin embargo, algunas de sus tradiciones contienen información de naturaleza jurídica, directa o indirecta (Rodríguez Chávez, Iván. “Don Dimas de la Tijereta” ante el Derecho. En: Otra ventana sobre Ricardo Palma. Universidad Ricardo Palma, Editorial Universitaria, p. 59, Lima, 2003.) 9 Guerrino, Antonio Alberto. Attualità della storia della medicina in Sudamerica. Pagine di Storia della Medicina 1966(set-oct);5:13-7. 10 Cabral, Antonio R. La literatura y la humanización de la medicina. En: Revista Ciencias, Facultad de Ciencias, UNAM, nº 44, 1996. 11 Pérez Bautista, Florencio L. Sociedad y Medicina en la novela realista española. Cuadernos de Historia de la Medicina Española, nº XXVII, Ediciones del Instituto de Historia de la Medicina Española, Universidad de Salamanca, Salamanca 1974. Emblema de la Facultad de Medicina Humana de la Universidad Ricardo Palma Universidad Ricardo Palma, desde el Parque de la Amistad 12 profesionales de la Medicina. Palma tampoco ha frecuentado esta modalidad: los médicos de ficción no han sido lo suyo, con la excepción de algún que otro caso, como el de don Ruperto Vomipurga, como más adelante se verá. Más bien acostumbra a revelarnos la actuación, a veces profusamente adornada, de verdaderos galenos del virreinato o la república. Pero sobretodo de la época virreinal, pues Palma intuía con acierto que evocar esos siglos era dar en la yema del gusto al pueblo peruano que, libre, se debatía en la anarquía, y sojuzgado, había sido próspero y famoso. Muchos historiadores de Indias, en su obra, han dedicado capítulos a la Medicina. Me remito al trabajo de Gómez Ratón12 que analiza este asunto. Tampoco ha sido el caso de Ricardo Palma. La medicina, imbricada en el cotidiano discurrir de las vidas de todos, la abordó, en ocasiones, de refilón. Otras, las menos, con plenitud, pero siempre persuadido de que también a su través podríamos saborear los variopintos manjares de la riquísima historia de su patria. Por supuesto, las Tradiciones no constituyen un tratado de historia desde una perspectiva academicista, pero, sin pretenderlo, sí se erigen –como hemos apuntado- como una fuente secundaria de primera fila, con bastantes visos de exactitud. No debemos olvidar que, durante muchos años Palma fue Director de la Biblioteca de Lima, algo ciertamente nada desdeñable como suministro de ideas, que obtenía de crónicas, éditas o inéditas, historias, vidas de santos, libros de viajes, pasquines, testamentos, relatos de misioneros, registros de conventos o versos13. Sus fuentes eran las Actas del Cabildo de Lima, los manuscritos del Convento de San Agustín y los "papeles varios" y "autos criminales" de la Biblioteca Nacional, los cronistas Calancha, el Palentino, Fernández de Oviedo, Xerez, Garcilaso, Gómara, Ondegardo, etc., además de memorias de virreyes, poemas coloniales, relaciones militares, estadísticas eclesiásticas, cartas de Indias,... No es pura invención lo que nos transmite sino alta historia, aunque sazonada con el condimento de su chispa y su talento. Todo ello para constituir lo que Estuardo Núñez llamó “forma breve de narrativa histórica, al alcance de las grandes mayorías y de todo tipo de lectores”14. 12 Gómez Ratón, José Luis. Capítulos médicos en la obra de los historiadores de Indias. Cuadernos de Historia de la Medicina Española, año II, 1963, pp. 43-80. 13 Anderson Imbert, Enrique. Historia de la literatura hispanoamericana. Fondo de Cultura Económica, pp. 155- 6, 1ª ed., México 1954. 14 Núñez, Estuardo. Ricardo Palma, escritor continental. Las huellas de Palma en los tradicionistas hispanoamericanos. Fondo Editorial del Banco de Reserva del Perú, p. IX, Lima, 1998. Clínica Ricardo Palma, Lima. 13 Igual que en la obra de Pío Baroja, médico él por cierto, figuran los nombres de Mendel, Morgan, Freud o Lamarck, también Palma recoge sucesos acontecidos a famosos médicos del virreinato, consiguiendo, sin ánimo expreso, dar noticia de eventos valiosos para comprender el discurrir de la Medicina en el Perú. Él mismo fue padre de médico. Su hijo y homónimo Ricardo, que había comenzado la carrera de ingeniería, acabó graduándose en Medicina15, como luego veremos, y fue médico del biógrafo de su padre, César Miró. Recorriendo una a una las páginas de su obra he expurgado aquellos retazos que, de una forma u otra, aluden a nuestra ciencia, he intentado clasificarlos y hacerlos fácilmente encontrables para uso de quienes puedan estar interesados. Aparte del breve trabajo del neurocirujano Dr. Francisco Alayza Escardó16, sin notas ni bibliografía, o del de César Coloma Porcari sobre medicina tradicionl peruana en la Obra de Ricardo Palma17, no he encontrado ninguno dedicado a la medicina, los médicos, los hospitales y otras materias sanitarias en la obra de Palma en su conjunto. Cuando éste dedica toda una tradición a temas médicos, como en La Astrología en el Perú, he preferido respetar la totalidad del texto para comentarlo luego. Así, pescando noticias sobre boticarios, médicos, barberos, cirujanos o curanderos en el fructífero océano de la producción del tradicionista, he intentado construir un relato aceptablemente legible del acontecer sanitario a través de la historia peruana. La Lima de Ricardo Palma era brillante pero también víctima de enfermedades y sinsabores. En sus barriadas había lugares insalubres como el Callejón de Petateros (Portal de Botoneros), que era un gran muladar, foco de contaminación y enfermedades18, una ciudad, como recuerda Basadre, donde había que instalar un “lazareto para pestosos”19. A lo largo de las Tradiciones se pueden ver, como espolvoreadas, noticias del mundo sanitario peruano en su más amplio concepto. Precisamente, el citado Jorge Basadre, gran historiador, ha tomado al propio Palma como fuente en más de una ocasión. Así lo recuerda el chileno Eduardo Cavieres cuando explica que “Palma eligió las tradiciones, tradiciones como género literario, lo que media entre el relato histórico y la leyenda. Igual buscó papeles, recogió testimonios, introdujo sus propios recuerdos, construyó su propia historia. El problema, y sólo como problema de reflexión y análisis, es que igual rescató gran parte del pasado colonial: sus autoridades, sus personajes, sus formas de actuar, de pensar, sus comportamientos. Y lo hizo en pleno período republicano, y con ello se transformó –a su vez- en una especie de fondo documental para historiadores posteriores, incluso para el propio Basadre que, al 15 Trabajó como médico de la hacienda “Cayaltí”, de los hermanos don Baldomero, don Ramón y don Antero Aspíllaga. Además, gracias a la generosidad del tradicionista, pudo costearse la carrera de medicina el luego famoso doctor Julio C. Tello, descubridor de Paracas. 16 Alayza Escardó, Francisco. La medicina en las Tradiciones peruanas. En: Revista Médica de la Caja Nacional de (sic) Seguro Social. Lima, jun. 1970, 19: 2, pp. 199-208. 17 Coloma Porcari, César. La medicina tradicional peruana en la obra de Ricardo Palma. En: Aula Palma XII- 2013. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 47-64, Lima, 2013. 18 Arroyo, Eduardo. La Lima de Ricardo Palma. En: Aula Palma III 2002-2003. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 232, Lima, 2003. 19 Basadre, Jorge. Historia de la República del Perú. Tomo VII. Quinta edición aumentada y corregida. Ed. Historia, pp. 3413-3414, Lima, 1963. 14 menos, para su Iniciación de la República, lo toma como referencia en dos ocasiones.”. Y luego continúa: “¿Historia o anécdota? Ambas cosas. No se puede dudar ni de don Jorge Basadre ni de don Ricardo Palma. A su manera, éste último también contribuyó a construir la nueva historia del Perú y para muchos fue el más emblemático de toda su generación”20. De los productos del cálamo de este romántico autodidacta, Coester afirmó que “ninguno de sus imitadores logró sorprender el secreto de su estilo”, y basa esta convicción en el hecho de que Palma “rebuscó tan profundamente el tesoro de las tradiciones orales y escritas del Perú, que dejó en ese campo poco que hacer a quienes vinieron después”21 . Sin embargo, el tradicionista manifestó admiración por alguno de sus discípulos o “ahijados literarios” como solía llamarles; fue el caso, por ejemplo, de Clorinda Matto de Turner, cuyas Tradiciones Cuzqueñas elogia con estas notas: “...viveza de fantasía, aticismo de buen gusto, delicadeza en las imágenes, expresión natural, a la vez correcta y conceptuosa...”22 . Precisamente, podríamos aplicar estas palabras, sin temor a exagerar, a su propia obra. ¿Originalidad? Sin duda. Pecan de ligereza quienes consideran a Palma como uno más entre los costumbristas de lengua castellana. Utiliza -es una idea de Tamayo Vargas- parte del recetario de leyendas, ya a lo Walter Scott, ya a lo Zorrilla, pero triunfa irremediablemente al lograr despertar en el ánimo de sus lectores una pasión por lo pasado como escuela viva para el presente, siendo “el maestro insuperable de las evocaciones coloniales”23 . Él mismo, que con el tiempo cayó en la cuenta de hasta qué punto era el inventor de, al menos, un subtipo literario, no vaciló en revelarnos los ingredientes de su éxito: Algo, y aún algos, de mentira, y tal o cual dosis de verdad, por infinitesimal u homeopática24 que ella sea, muchísimo de 20 Cavieres, Eduardo. Ricardo Palma: relato, memoria y tradiciones en la construcción de la historia. En: Aula Palma X-2011, Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 299 y 300, Lima, 2011. 21 Coester, Alfred. Historia Literaria de la América Española. Librería y Casa Ed. Hernándo, p. 301, Madrid 1929. 22 P. C. Tradiciones del Cuzco. 23 Romero de Valle, Emilia. Diccionario manual de literatura peruana y materias afines. Departamento de publicaciones, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, p. 237, Lima 1966. 24 Llama la atención que incluso para describir su obra utilice un término relacionado con la medicina, aunque alternativa, como es la homeopatía, concebida a finales del siglo XVIII por el médico sajón Samuel Hahnemann. Estuardo Núñez, en su prólogo “Para una crítica constructiva” de su libro “Ricardo Palma, escritor continental”, cita la descripción del propio Palma: “Estilo ligero, frase redondeada, sobriedad en las descripciones, rapidez en el relato, presentación de personajes y caracteres en un rasgo de pluma, diálogo sencillo a la par que animado, novela en miniatura, novela homeopática, por decirlo así, eso es lo que en mi concepto, ha de ser la tradición”. (Núñez, Estuardo. Ricardo Palma, escritor continental. Fondo Editorial del Banco de Reserva, Lima, 1998. Vid. también: Cabel Moscoso, Jesús. Ricardo Palma en las Tradiciones cusqueñas de Clorinda Matto de Turner. En: Aula Palma XIII-2014. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 208, Lima, 2014.) Ricardo Palma, por C. G. Caicho 15 esmero y pulimiento en el lenguaje, y cata la receta para escribir Tradiciones... Y decía también25: “Para mí una tradición no es un trabajo ligero, sino una obra de arte. Tengo paciencia de benedictino para limar y pulir la frase. Es la forma, más que el fondo, lo que las ha hecho tan populares”. Como ha destacado Tanner26, “por más de treinta años Ricardo Palma deleitó a un vasto público de lectores con los frutos de su género recién desarrollado, la tradición. Estas pequeñas anécdotas históricas fueron en cierta época la literatura más leída de Latinoamérica. ‘No existía erudito, un simple lector y hasta un ama de casa, que no tuviera a mano las Tradiciones de Palma’. Tal popularidad, tal vez sorprendente para muchos estudiantes y críticos actuales, se debía mayormente a 1) el estilo único de Palma, que aunaba una expresión castellana arcaica pura con la agudeza coloquial, y 2) su marcada capacidad de infundirles vida y vitalidad a una hueste de personajes históricos, tanto prominentes como oscuros, cuyas fuerzas y debilidades humanas él intuía y retrataba en forma dramática y vívida”. Quizás por todo ello, muchos le siguieron en toda la América Hispana. Así lo ha señalado José Antonio Bravo cuando dice que Palma creó la escuela de tradicionistas en muchos páises de Latinoamérica: Chile, Argentina, Colombia, Panamá, Cuba, México, Nicaragua, Paraguay, Puerto Rico, El Salvador, Uruguay, Venezuela, Bolivia, Costa Rica, República Dominicana, Ecuador, Guatemala y Honduras, y en estos países y en el resto del mundo hispano se le conoce, no sólo por la escuela que él creó, sino también por la grata y fecunda difusión de su obra. En el Perú también tuvo seguidores en el Cuzco, Trujillo, Lima y Arequipa27. En efecto, al calor de Palma surgirán las tradiciones “guatemaltecas de Batres Montúfar28,... mexicanas de Riva Palacio (México a través de los siglos), argentinas de Groussac o de Pastor Servando Obligado29, dos de los más de treinta 25 Vid. Díaz Ortiz, Pedro. Las primeras tradiciones de Palma. Op. cit., p. 66. Y: Quispe Torres, Daniel. Discurso ideológico como tradición y modernidad en las “Tradiciones” de Ricardo Palma. En: Aula Palma IV 2003-2004. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 230, Lima, 2004. 26 Tanner, Roy L. Aproximaciones al estudio de las Tradiciones peruanas. Editorial Universitaria, Universidad Ricardo Palma, p. 57, Lima, 2009. 27 Bravo de Amézaga, José Antonio. Aproximación a la multiplicidad de niveles de lectura en las Tradiciones peruanas de don Ricardo Palma. En: Aula Palma. Discursos de Incorporación al Instituto Ricardo Palma 1998- 1999. Universidad Ricardo Palma, 1ª ed., p. 306, Lima, 1999. Y en otro texto insiste: Bravo, José Antonio. Don Ricardo Palma, padre de la narrativa peruana. En: Aula Palma IX-2010, Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 59, Lima, 2010. 28 José de Batres, guatemalteco, escribió antes de 1844 unas Tradiciones de Guatemala que, aunque en verso, son verdaderas narraciones. Por tanto podríamos considerarlo no un seguidor sino un predecesor de Palma aunque con otro estilo. (Vid. Paredes Calderón, Elizabeth Herminia. Algunos aspectos de la tradición palmista ¡A iglesia me llamo!. Universidad Ricardo Palma, Editorial Universitaria, p. 13, Lima, 2006.) 29 Precisamente Palma recordó que Obligado usó por primera vez el verbo “tradicionar”, que el peruano aceptó por bueno y aún registró en una de sus Papeletas lexicográficas. En la secció final de su libro, titulada Addenda, suprimenda, corrigenda, consigna: “Tradicionar: Muchas veces me vino este verbo a los puntos de la pluma. Diferenciándose la historia de la tradición, parecíame más correcto escribir el suceso que tradicionamos, por ejemplo, pues no habría estado en la verdad estampando el suceso que historiamos. El tradicionista rioplatense D. Pastor Obligado no ha tenido mis escrúpulos para conjugar el verbo tradicionar, verbo bien formado y, por tanto, muy digno de tener cabida en el Diccionario”. Justamente, David Peña aplica a Obligado lo que se dijo de Dumas padre: “ha enseñado al pueblo en sus romances más historia que los grandes historiadores”. (Barcia Pedro Luis. 16 tradicionistas argentinos30, o las obras de la también argentina Juana Manuela Gorriti, buena amiga de Palma; las chilenas de Díaz Meza, serenenses de Manuel Concha, venezolanas de Arístides Rojas (Leyendas históricas de Venezuela)...”31, guanajuatenses de Juan José Prado o ecuatorianas de Montalvo. Precisamente en el Ecuador hay que citar32 las quiteñas de Cristóbal de Gangotena y Jijón, Quintiliano Sánchez, Carlos Tobar Borgoño y Celiano Monge, o las guayaquileñas del ecuatoriano Nicolás Augusto González, J. Gabriel Pino Roca, Camino Destruge o Modesto Chávez Franco. O las del conquense Manuel de Jesús Calle Pesantes, autor de Leyendas Históricas. Y no hemos de olvidar al boliviano Julio Lucas Jaimes33. “Al conjuro de Palma”, afirma Clara González Hidalgo34, “reconocida ampliamente por la crítica mundial su absoluta paternidad del género, se despierta en los países de América una auténtica ‘fiebre de tradiciones’, cual caja de resonancia con infinitos tonos, adecuados a las peculiaridades de cada pueblo. No es de extrañar, pues, que en Cuba, Álvaro de la Iglesia tomara el camino del archivo y avanzara tras la senda del Maestro. Surgen así las Tradiciones Cubanas, publicadas en tres ediciones. La primera, en 1911 con 18 relatos; la segunda, en 1915, con 45; y la tercera, en 1917, con 45. La influencia de Palma es evidente, aunque la obra es genuinamente cubana, con antecedentes inobjetables del llamado costumbrismo, género que se consolida cuando la clase burguesa de terratenientes cubanos adquiere plena conciencia nacional, a finales del siglo XVIII”. Pedro Luis Barcia35 entiende que en Hispanoamérica aparecen dos tipos de tradicionistas: los epígonos y los discípulos, es decir los meros calcos palmistas, repetidores de oficio que hasta parafrasean sus obritas, y los que hallan en la obra del maestro estímulo para la propia personal. Pero unos y otros consolidan su impronta en la literatura. Ricardo Palma y la Argentina: Pastor S. Obligado, un discípulo argentino. En: Aula Palma V 2005-2006. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 41-42, Lima, 2006.) 30 Son los siguientes: Pastor S. Obligado, Vicente G. Quesada, Juana Manuela Gorriti, Manuel Mantilla, Santiago Calzadilla, Ramón J. Lassaga, Julio López Mañán, Carmelo B. Valdés, Juan W. Gez, Manuel Soria, Bernardo Frías, Ada María Elflein, José S. Daza, Eduardo Pasqués y Eolo Pirovano, Alejandro Cánepa, J.L. Mallol, Richard Lavalle, Manuel Bilbao, Adolfo Garretón, Arturo Capdevila, José Torre Revello, Juan Pablo Echagüe, R. de la Fuente Machain, Juan Carlos Dávalos, Octavio Gil, Justa Dose de Zemborain. (Barcia Pedro Luis. Ricardo Palma y la Argentina: Pastor S. Obligado, un discípulo argentino. Op.cit., p. 31.) 31 Gallego Morell, Antonio. Literatura. Prosa. Verso. En: Gran Enciclopedia de España y América (José María Xavierre, coord.), Tomo VIII, pp. 119-20, Gela S.A./Espasa-Calpe/Argantonio, Madrid 1985. 32 Holguín Callo, Oswaldo. Ricardo Palma, el Ecuador y los ecuatorianos. En: Aula Palma. Discursos de ingreso en el Instituto Ricardo Palma 1998-1999. Universidad Ricardo Palma, p. 256, Lima, 1999. 33 Cabel, Jesús. Ricardo Palma en el análisis literario de Estuardo Núñez. En: Aula Palma XII-2013. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 88, Lima, 2013. 34 González Hidalgo, Clara. Presencia de Ricardo Palma y las Tradiciones Peruanas en Cuba. En: Aula Palma IV 2003-2004. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 34, Lima, 2004. 35 Barcia Pedro Luis. Ricardo Palma y la Argentina: Pastor S. Obligado, un discípulo argentino. Op.cit., p. 26. 17 En el Perú, fue “su mejor discípula” -en palabras del propio Palma-, la ya citada Clorinda Matto de Turner, autora de Tradiciones cuzqueñas, leyendas, biografías y hojas sueltas (Arequipa, 1884), que tienen un acentuado interés por la veta histórica y fueron prologadas36 por nuestro tradicionista. Precisamente en ese prólogo Palma destacó lo que llamó la “ruda tarea de desempolvar rancios pergaminos y extraer de ellos el posible jugo, para luego presentarlo en la galana forma de la leyenda nacional.” Y proseguía: “Como labor histórica hay que convenir que la señora Matto de Turner ha sabido explotar el rico filón de los documentos escondidos en los empolvados archivos de la imperial ciudad de los Incas; tarea patriótica que hombres han desdeñado acometer y que, con tan cumplido éxito, ha conseguido realizar mi predilecta amiga. ¡Cuántas noticias y fechas históricas, salvadas para siempre del olvido, va a encontrar el lector en las preciosas páginas que entre las manos tiene!”37. Pero además de la obra de Matto de Turner hay que citar también las Tradiciones arequipeñas del arequipeño Mariano H. Cateriano y el que César A. Ángeles Caballero llama “el olvidado caracino Celso V. Torres, a quien justicieramente denominamos ‘El Ricardo Palma ancashino’”38, como autor de las Tradiciones caracinas, de las que escribió un centenar, la mayoría de ellas pubicadas en La Prensa de Huaylas y algunas en la exigente revista Variedades39; sin olvidar a Marco A. de la Fuente, en Lambayeque, o a Francisco Flores Chinarro, más conocido como Alberto Casavilca Curaca, en Ica, autor de la comedia costumbrista ¡Cuidado con los pumas!40 O el también iqueño Juan Donaire Vizarreta, muy influenciado por Palma, como ha demostrado José Vásquez Peña41. O el limeño Ismael Portal Espinosa (1863-1934). Hay que mencionar también a José Antonio de Lavalle, Acisclo Villarán, Abelardo Gamarra, Francisco Ibáñez, Aníbal Gálvez, Amalia Puga, Carlos Camino Calderón, José Gálvez o Ventura García Calderón42. 36 Publicó luego Tradiciones cuzqueñas, crónicas, hojas sueltas. Tomo segundo (Lima, 1886), con prólogo de José Antonio de Lavalle. El historiador peruano Horacio Villanueva Urteaga ha demostrado que la mayor parte de estas tradiciones se basan en los Anales del Cuzco de Diego Esquivel y Navia, entonces inéditos. 37 Vid. Cabel Moscoso, Jesús. Ricardo Palma en las Tradiciones cusqueñas de Clorinda Matto de Turner. Op. cit., pp. 210-211. 38 Ángeles Caballero, César A. Temas palmistas. Editorial Universitaria, Universidad Ricardo Palma, p. 17, Lima, 2008. 39 Kapsoli, Wilfredo. Tradiciones ancashinas de Celso Torres. En: Aula Palma XI-2012, Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 139, Lima, 2012. 40 Ángeles Caballero, César A. Temas palmistas. Op.cit., p. 45. 41 Vásquez Peña, José. Influencia de Palma en la obra del tradicionista iqueño Juan Donaire Vizarreta. En: Aula Palma VI (Edición del Décimo Aniversario), Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 157-166, Lima, 2007. 42 Pantigoso, Manuel. Luis Enrique Tord: vitalización de la historia y la tradición palmista. En: En: Aula Palma XI-2012, Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 237 y 240, Lima, 2012. En este trabajo, Pantigoso recuerda que en el Perú la producción de textos narrativos de temática histórica han sido escasos y de variada calidad hasta mediados de la década de los ochenta del siglo XX. A partir de entonces vuelve al discurso narrativo la historia como materia de ficción. Esta tendencia se verifica en autores como Guillermo Thorndike, en particular su tetralogía sobre la guerra con Chile y su monumental biografía novelada sobre Miguel Grau. Clorinda Matto de Turner 18 Y también ha servido de inspiración para escritores como Thornton Wilder, autor de El puente de San Luis Rey, novela inspirada en “La Perricholi”43. Desde luego, coincido con Miró- Quesada en su apreciación de que Palma no era un Inca Garcilaso de la Vega, aunque tendría mis dudas para afirmar que éste fue "el representante más insigne de la literatura del Perú"44. A César lo que es del César y a cada cual en su estilo. Luis Enrique Tord considera que entre los autores peruanos que han cultivado la literatura y la historia, de modos diversos, creando una literatura singular, podemos contar a Pedro de Peralta y Barnuevo, Manuel Ascencio Segura, Manuel Aguirre Morales, Mario Vargas Llosa… pero de entre todos destaca Ricardo Palma de manera considerable45. Rodríguez Rea dirá que “sean hechos históricos notables o aventuras de personajes de escaso rango social, Palma diseña con esta materia prima una narrativa que va más allá de la literatura y de la historia”46. Tord hace una comparativa entre Garcilaso de la Vega y Palma que merece ser citada: “Creo que el programa implícito en los Comentarios Reales es una de las formas en que uno de nuestros más grandes escritores –no sólo historiador- dejó plasmado como un modelo para entender las raíces de la patria naciente, de manera similar al que, trescientos años más tarde, el insigne Ricardo Palma comprendería, o intuiría, al proyectar en el alma y la memoria de sus lectores rasgos principalísimos del carácter peruano, particularmente limeño, a través de un género, la Tradición. En los dos hay un manejo diestro de la licencia literaria que les permite una forma de fijar su aproximación al pasado, que lo rígido de la investigación histórica dificulta. Los dos a su manera crearon una forma intransferible de escribir, y los dos lo hicieron fascinados por las personalidades y los acontecimientos de una época ya ida pero que sabían actuante en las profundidades del alma colectiva”47. ¿Gracejo? Desde luego. Tomar entre las manos un volumen de las Tradiciones, equivale a disponer el espíritu al regocijo intelectual, para más tarde ser seducido y solazado por sus También Los papeles de Damasco (2006), de Jorge Salazar. Una obra singular es el texto de Fernando de Trazegnies que une el ensayo jurídico (de Filosofía del Derecho) con la investigación histórica y la composición de la novela, presente a través de En el país de las colinas de arena (1994) y en un conjunto de cuentos agrupados en Imágenes rotas (1992). De otro lado, Miguel Gutiérrez ensaya el relato histórico en la Violencia del tiempo y en el ensayo novela Poderes secretos (1999). Fernando Iwasaki Cauti ha construido con visión fresca la etapa virreinal en Inquisiciones Peruanas (1994); Cronwell Jara ha escrito sobre las peripecias de la población afroperuana en Babá Osaím, Cimarrón, Ora por la santa muerta (1990). Luis Nieto Degregori y Enrique Rosas Paravicino han revivido el pasado cuzqueño. En esta dirección destacamos también a Carlos Thorne: El Señor de Lunahuaná (1994), y El Encomendero de la adarga de plata (1999); Francisco Carrillo: Diario del Inca Garcilaso (1996); Óscar Colchado Lúcio: ¡Viva Luis Pardo! (1996); José Antonio Bravo: La quimera y el éxtasis (1996). Pero destaca especialmente a Luis Enrique Tord que presenta desde un enfoque poético, mítico y narrativo, de diversos escenarios de nuestra historia, tal como lo hiciera con su estilo muy limeño, azucaro y original, el egregio Ricardo Palma. Producto de estas aproximaciones literarias e históricas son los relatos: Oro de Pachacámac (1985), Espejo de constelaciones (1991), Fuego secreto (2005) y Bestiario celestial (2010); y las novelas: Sol de los soles (1998), El palco del Almirante (2007), La montaña roja (2008), y Diana, Verano del 53 (2011). 43 Nueda, Luis. Mil libros. Ed. Aguilar, tomo II (M-Z), 6ª ed., pp. 1291-2, Madrid, 1969. 44 Miró-Quesada S., Aurelio. El Inca Garcilaso y otros estudios garcilasistas. Ediciones Cultura Hispánica, p. 5 (prólogo), Madrid, 1971. 45 Tord, Luis Enrique. Literatura e historia en la creación literaria peruana. En: Aula Palma XII-2013. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 231, Lima, 2013. 46 Rodríguez Rea, Miguel Ángel. Ricardo Palma y la cultura nacional. En: Aula Palma XII-2013. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 300, Lima, 2013. 47 Tord, Luis Enrique. Literatura e historia en la creación literaria peruana. Op. cit., p. 245. 19 expresiones repletas de exquisito humor y satírico escepticismo. En carta al escritor uruguayo Víctor Arreguine escribía el 1º de octubre de 1890: “La tradición es la forma más agradable que puede tomar la historia: gusta a todos los paladares, como el buen café. La tradición no se lee nunca con el ceño fruncido, sino sonriendo. La historia es una dama aristocrática, y la tradición es una muchacha alegre”48. Hay quien considera las Tradiciones como una obra tan monumental, que pueden ser consideradas: “1. El vademécum más sólido y fehaciente de la peruanidad, 2. La Biblia del saber peruano, y 3. La enciclopedia temática más definida de nuestra indentidad.”49 No pueden considerarse las Tradiciones como parte del subgénero narrativo constituido por la novela histórica50, sino que constituye en sí mismo un nuevo subgénero literario en el que se mezclan características del cuento corto, la propia novela histórica, o el ensayo biográfico e histórico, entre otros. Sin embargo, hay autores que reconocen en los relatos contenidos en las Tradiciones el germen de auténticas novelas. En este sentido Fanjul51, que es quien ha expresado tal opinión que comparto, entiende que en Hispanoamérica la novela histórica -que autores como Celia Fernández Prieto, de la Universidad de Córdoba, enmarcan dentro de lo que llama “Anacronismos”52 - tiene paralelos que en nada desmerecen a los modelos europeos, como las citadas Tradiciones, el Enriquillo de Manuel de Jesús Galván, Las lanzas coloradas de Uslar Pietri, La guerra del fin del mundo de Mario Vargas Llosa, o las más recientes Maluco de Baccino, o El general en su laberinto de García Márquez, sin descuidar el intento, en la línea de Galdós del argentino Manuel Gálvez, que novela la turbulenta etapa subsiguiente a la independencia de su 48 Palma, Ricardo. Epistolario (prólogo de Raúl Porras Barrenechea). Tomo I. Ed. Cultura Antártica, p. 327, Lima, 1949. Sobre esta cuestión vid. Hampe Martínez, Teodoro. Tradicionismo vs. Tradicionalismo. En: Aula Palma XI-2012, Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 110, Lima, 2012. Y: Cabel Moscoso, Jesús. El Palma de la juventud. En: Aula Palma III. 2002-2003. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 79, Lima, 2003. 49 Ángeles Caballero, César. Ricardo Palma y el Callao. En: Aula Palma IV 2003-2004. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 141, Lima, 2004. 50 Se dice que en América la primera novela histórica publicada en castellano fue la anónima que salió a la luz en Filadelfia en 1826, titulada Jicotencal, que trata sobre la sujeción de Tlaxcala por Hernán Cortés para conquistar a los aztecas. Esta obra ha sido atribuida a los cubanos Félix Varela y José María de Heredia y al español Félix Mejía y hasta a un triunvirato de exiliados hispanoamericanos en el que Heredia habría redactado el texto original, el ecuatoriano Vicente Rocafuerte lo habría revisado y Varela lo habría entregado para su publicación. Sobre las características esenciales de la novela histórica ver: Spang, Kurt. Apuntes para una definición de la novela histórica. En: Spang, Kurt et al. La novela histórica. Teoría y comentarios. EUNSA, pp. 63-125, Pamplona, 1998. 51 Fanjul, Serafín. ¿Es la novela histórica un fósil literario? En: Lemlij, M.; Millones, L., eds. Historia, memoria y ficción. Biblioteca Peruana de Psicoanálisis, pp. 50-74, Lima, 2006. 52 Fernández Prieto, Celia. El anacronismo: Formas y funciones. En: Actas do Colóquio Internacional Literatura e História. Vol. I. Facultade de Letras do Porto, pp. 247-257, Porto, 2004. Caricatura de Ricardo Palma 20 país. Carlos Eduardo Zavaleta53 entiende que Palma, por un lado aprovechó, perfeccionó, enriqueció y hasta se alejó del costumbrismo a secas, y por otro tentó una mezcla que no es de novela, sino de cuento e historia, quedando además muestras en el camino de lo que él llamaba “romances históricos”, como por ejemplo, el hermoso, trágico y moralista El Nazareno, aunque de extensión muy breve por cierto. Palma sintió esa necesidad de reencuentro con lo ya acontecido que es sentimiento común con los historiadores. Esa necesidad de reecontrarse con el pasado que tiene la cultura occidental desde el Renacimiento –afirma Querol54- es un ejercicio de supervivencia, una forma de vida endófaga que pretende la ipseidad del tiempo, el no movimiento, porque la Historia, que no es sino camino hacia la muerte en la experiencia de los individuos y de las culturas, se teme, y si el ritual religioso ampara de sus miedos al hombre, la reflexión histórica, la correspondencia con el pasado, es el ritual de las sociedades modernas. En el caso de Palma, su originalidad consiste en el modo de su aproximación a ese pasado, con un buen humor que hace fácil al lector transcurrir a través de sucesos que tuvieron lugar en situaciones geográficas y en tiempos a veces muy lejanos. De ese buen humor y de su inimitable ironía hablaré más adelante. Porras Barrenechea opina que “en las tradiciones vive toda la historia peruana: incaica, colonial y republicana”55. Pero ¿cómo se acercaba don Ricardo a esos períodos históricos? Hay quien opina que Palma aborda los temas históricos de dos formas diferentes: en ciertos casos apela a una fuente escrita, describe el documento o libro, lo glosa, señala su paradero, cómo llegó a él, transcribe algunos párrafos, y lo invoca cada vez que juzga indispensable acogerse a su autoridad. Otras veces, la penetración en la Historia elige un curso diverso: es, o casi es, autobiografía o cuando menos testimonio personal, si no del “todo”, de alguna de las “partes”56. A mi juicio los aborda de muchos más modos diferentes, con una variopinta riqueza de enfoques que hacen del género por él hecho famoso una delicia literaria. Juan Jiménez Borja, por su parte, afirma con 53 Zavaleta, Carlos Eduardo. Naturaleza y estructura de la Tradición de Palma. En: Aula Palma. Discursos de incorporación al Instituto Ricardo Palma 1998-1999. Universidad Ricardo Palma, p. 223, Lima, 1999. 54 Querol Sanz, José Manuel . Apropiación y modelización de la Antigüedad en la novela histórica contemporánea (Algunas notas sobre el problema de la reconstrucción de modelos y la decadencia de la cultura occidental). En: Romera, J. N.; García-Page, M., coords. La novela histórica a finales del siglo XX. Actas del V Seminario Internacional del Instituto de Semiótica Literaria y Teatral. Cuenca: U.I.M.P. (1 al 4 de julio de 1995). Visor, pp. 367-374, Madrid, 1996. 55 Porras Barrenecha, Raul. Palma, la tradición y el tiempo. (Estudio y recopilación de Jesús Cabel). Universidad Ricardo Palma, Editorial Universistaria, p. 87, Lima, 2008. 56 Palma, Ricardo. Tradiciones Peruanas. Edición crítica: Ortega, Julio; Rodríguez-Arenas, Flor María (coords.). Ed. USP, Colección Archivos, 2ª ed., p. 563, Madrid, París, México, Buenos Aires, Sao Paulo, Río de Janeiro, Lima, 1996. Ricardo Palma, ñultima foto con sus nietos 21 rotundidad que “Don Ricardo Palma es el más grande de nuestros escritores. El Perú refleja en él muchos de sus fundamentales caracteres, principalmente los del alma costeña y limeña. En su poderosa personalidad reconocemos, por lo tanto, un símbolo de la Patria”57. Carlos Garayar, por su parte, cuando habla del reparto de roles de los escritores peruanos, afirma que “le correspondió a Ricardo Palma ser el intérprete de un período de nuestra historia, el relator que nos sigue proporcionando los anteojos con los que todavía miramos ese pasado. Su mundo de tapadas, virreyes, pícaros, aventureros, ha sido cuestionado con argumentos y cifras, pero estos, como se sabe, son insuficientes para contrarrestar el poder de las imágenes. Mientras otro escritor no nos dé de ese período una visión diferente pero tan poderosa como la del tradicionista, éste seguirá siendo uno de los actores fundamentales de nuestra cultura”58. Cuando en 1908 Palma se puso a escribir, una mañana, la segunda parte de la tradición Los incas ajedrecistas, le dio una congestión59 que -escribió- produjo alarma no poca en su hogar. Su médico, el doctor Manuel A. Velásquez, Secretario de la Facultad de Medicina, en vez de curarle con jaropes de botica le hizo prometer no volver a escribir tradiciones60. Pero, por fortuna, ya había redondeado su ingente labor literaria que constituye una verdadera gloria de las letras en lengua castellana. Por eso, somos muy afortunados quienes hemos tenido el placer de haber degustado su obra. Sólo nos pesa una cosa: no haber estrechado la mano que sostuvo tan gentil y hábil pluma. 57 Jiménez Borja, Juan. Significado nacional y vida de don Ricardo Palma. En: Juan Jiménez Borja. Crítico y Maestro de Lengua (selección de textos por Carlos Eduardo Zavaleta. Fondo Editorial de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 1ª ed., p. 167, Lima, 2005. 58 Garayar, Carlos. Prólogo. En: Paredes Calderón, Elizabeth Herminia. Algunos aspectos de la tradición palmista ¡A iglesia me llamo!. Universidad Ricardo Palma, Editorial Universitaria, p. 9, Lima, 2006. 59 Cuando hablamos en medicina de congestión nos podemos referir a varias patologías que tienen en común la acumulación de líquido en determinado órgano. Así, hablamos de congestión hepática, donde lo acumulado es sangre en el hígado; congestión pulmonar, cuando se acumula sangre en los vasos pulmonares; congestión nasal, en los casos de acumulación de moco en la nariz; o congestión biliar, si lo acumulado es bilis en la vesícula y conductos biliares. 60 Miró, César. Don Ricardo Palma, el Patriarca de las Tradiciones. Op. cit., pp. 182-3. Sin embargo, en 1910 publicará en Barcelona Apéndice a mis últimas tradiciones peruanas. Y el año siguiente su última Memoria anual como director de la Biblioteca Nacional. En 1912 dice: Mis dolencias se agravan... El médico me prohíbe escribir extensamente. Y en 1915 publica en Buenos Aires su última tradición: Una visita al mariscal Santa Cruz. 22 23 II. MÉTODO El método utilizado para la elaboración de este trabajo se ha basado en la lectura de las obras de Ricardo Palma, empezando por todas las series de sus Tradiciones Peruanas y continuando por otras como los Anales de la Inquisición de Lima, La Bohemia de mi tiempo, Recuerdos de España, Papeletas Lexicográficas, Neologismos y Americanismos, el Epistolario General recogido por Miguel Ángel Rodríguez Rea, Parrafadas de crítica, Artículos y Versos61, Verbos y Gerundios y otras obras como su drama Rodil o las Tradiciones en Salsa Verde. De todas ellas he extraído toda la información o referencia médica o sanitaria, por pequeña que fuera, para luego clasificarla en el capítulo correspondiente y glosarla con comentarios al respecto, tanto propios como provenientes de otros autores que han estudiado la obra palmista desde distintos puntos de vista, así como con referencias médicas o histórico-médicas, sustentadas por el correspondiente aparato erudito. En este sentido, podría considerarse que la obra impresa de Palma es, a los efectos de este estudio, una fuente primaria y no secundaria. Ha constituido un reto la clasificación por temas de los asuntos tratados, toda vez que muchos textos podías adscribirse a diferentes epígrafes o capítulos. En esos casos he optado por situarlos en aquel que más relación tuviera con el correspondiente capítulo, aún a sabiendas de que los temas se solapan con no poca frecuencia. Me ha parecido útil y conveniente la recopilación, al final de este trabajo, de todos los términos médicos o sanitarios en general que he encontrado a lo largo de las páginas escritas por Ricardo Palma. Los he clasificado por orden alfabético y, dentro de algunas voces, como las de Médico, Cirujano, Boticario, Comadrona u Hospital, que consignado –también en orden alfabético- las personas o centros sanitarios mencionados en la obra palmista. He trabajado no sólo con la obra publicada de Ricardo Palma sino con material inédito encontrado en la Casa Museo del escritor, situada en la calle General Suárez del distrito limeño de Miraflores, donde el tradicionista pasó los últimos años de su vida y donde falleció en 1919. Allí, gracias a la amabilidad de su director don Guillermo Guedes Ontaneda he podido consultar los fondos de la biblioteca y archivo de dicha institución y también los de la Fundación Ricardo Palma, custodiados en esa residencia. Algunos de esos fondos eran consultados o utilizados por vez primera para un trabajo de investigación, como algunos documentos de familia o algunas de las fotos aquí reflejadas. 61 Aún a sabiendas de que Palma decía: “Todo el cariño literario que abrigo por mis tradiciones o leyendas en prosa, sólo puede igualarse al desapego que siento por mis renglones rimados”. (Varillas Montenegro, Alberto. Luis Jaime Cisneros, palmista. En: Revista de la Casa Museo Ricardo Palma, vol. 7, p. 20, Miraflores, abril de 2012.) 24 He tenido conversaciones en Lima, durante mis visitas de investigación a esa ciudad, y recibido consejos de notables especialistas palmistas como los doctores Oswaldo Holguín Callo, de la Pontificia Universidad Católica del Perú, o Alberto Varillas Montenegro, antiguo Ministro de Educación del Perú y ex embajador del Perú en Costa Rica, ambos miembros de la Academia Peruana de la Lengua, o con Juan Álvarez Vita, embajador del Perú e insigne lingüista e historiador, actual Director General de Derechos Humanos del Ministerio peruano de Relaciones Exteriores, a quienes deseo agradecer muy especialmente desde aquí su gentileza para conmigo y las jugosas conversaciones que me ayudaron a degustar aún más –si cabe- la obra de Palma. La obra de Ricardo Palma ha sido abordada desde numerosas perspectivas y enfoques por especialistas peruanos y de fuera de ese país, pero hasta la fecha no se había realizado una aproximación con vocación de exhaustividad acerca de la Medicina y lo “médico” o sanitario reflejados en su extensa producción literaria. Es una conjetura aventurar si Palma se hubiera sorprendido al ver tanta información médica creada o transmitida por él pero de lo que creo estar seguro es de que hubiera esbozado una socarrona sonrisa y –quizás- habría expresado alguno de sus irónicos y graciosos comentarios. 25 III. EL AUTOR: RICARDO PALMA No es el objeto de este estudio biografiar al autor de las Tradiciones Peruanas. Varias son las obras dedicadas exclusivamente a contar su vida y otras se dedican a estudiar partes de la misma. Es decir, las hay que procuran recorrer toda su existencia y otras que se circunscriben a aspectos concretos y determinados de su vida. Pero me parece que dejar de repasar los hitos fundamentales de su existencia constituiría una lamentable e imperdonable laguna en un trabajo que trata de un aspecto, hasta ahora no estudiado, de su extensa obra. Entender su vida es también asomarse a su obra puesto que una y otra están intensamente relacionadas y, probablemente –como, por otra parte, sucede con muchos escritores- su vida permite entender mejor su legado escrito, un legado que hizo de él el fundador en cierto modo de una topografía física y espiritual de Lima como lo hizo Balzac con París en La Comedia Humana, Moravia con Roma en sus Cuentos romanos, o Dos Passos con Nueva York en Manhattan Transfer62. Ricardo Palma no era renuente en detallar aspectos de su propio pasado. Produjo dos artículos extensos que versan sobre épocas específicas de su existencia: La Bohemia de mi tiempo y Recuerdos de España. Además, provee datos adicionales sobre sí en el temprano artículo Espíritu del siglo (1852) y más tarde en Carta crítica (1893), una especie de prólogo a la novela La hija del contador. Dos años antes de su muerte (1917) también escribió una autobiografía de una página para incluirse con una selección de sus tradiciones publicada por la casa Maucci63. Además, varios autores como César Miró, Oswaldo Holguín y muchos otros, se han dedicado a estudiar su vida desde unos u otros aspectos. Ricardo Palma nació en Lima64 el 7 de febrero de 1833, hijo natural legitimado65 de Pedro Palma Castañeda, nacido hacia 1801, y de Dominga Soriano Carillo, nacida en 1817. Fue 62 Arroyo Laguna, Eduardo. Características sociourbanas de la Lima de Ricardo Palma. En: Aula Palma XIII- 2014. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 57, Lima, 2014. 63 Tanner, Roy L. Aproximaciones al estudio de las Tradiciones Peruanas. Op. cit., p. 133. 64 Existen diversas teorías sobre el lugar de su nacimiento. Una de ellas, de Luz Samanez Paz, sostiene que Ricardo Palma habría nacido en Talavera de la Reyna, Andahuaylas, Apurímac, de donde proviene ella misma. El escritor se llamaría en realidad Felipe Cusi Mena, hijo de Manuel Cusi -descendiente de la nobleza inca por parte de madre y vástago ilegítimo de padre español-, y de Francisca Mena, quien luego se habría unido a Gregorio Palma. Esta madre habría entregado a Felipe, antes de los 5 años de edad, a unos religiosos que lo habrían llevado a Lima. El escritor habría decidido posteriormente ocultar su origen e, inclusive, la verdadera fecha de su nacimiento. Esta teoría sería corroborada por: Herrera Pinto, Salvador. La cuna de Ricardo Palma, Lima, 1966. Ricardo Palma 26 bautizado con los nombres de “Manuel Ricardo”. Su madre, procedente de Cañete, tenía ascendencia africana. Según Zanutelli66, fue el 7 de marzo de 1837 cuando Pedro Palma inició ante la curia eclesiástica de Lima los trámites para consolidar su unión con Dominga Soriano67. Él se describió como “mestizo de treinta y cinco años” y dijo ser “natural de Cajabamba, provincia de Huamachuco”, hijo legítimo de Juan de Dios Palma y de Manuela Castañeda. Manifestó que Dominga tenía veinte años y era “quarterona libre, natural de la villa de Cañete… hija natural de Tomás Soriano, difunto, y de Guillerma Santa María”. La boda tuvo lugar el 6 de abril de ese año de 1837 en la parroquia del Sagrario68 de la Catedral de Lima y Manuel Ricardo ya había nacido cuatro años atrás. Dominga falleció el 9 de diciembre de 1863, pero su matrimonio con Pedro Palma ya hacía mucho que había fracasado69. Tras la separación de sus progenitores el pequeño Manuel Ricardo permaneció con su padre. Raul Porras Barrenechea dijo que el padre del futuro escritor estaba “dedicado al comercio minorista”70 y Angélica Palma lo llama “comerciante de escasos recursos”71. El propio Porras ha descrito bien en qué escenario nació Palma y, por tanto, por qué – quizás- se sintiese atraído por el pasado: “Palma abrió los ojos en el corazón de la Lima virreinal. Por la espalda los muros de su casa tocaban con los de las cárceles de la Inquisición limeña, cuya historia sería el primero en escribir. A media cuadra de su hogar… funcionaba el mercado o plaza de abastos y el desplante dicharachero de las mulatas vendedoras de pescado y desenvoltura. Pocos pasos más allá… estaba el edificio de la Universidad Mayor de San Marcos, con sus muros altos y severos, su claustro imponente, en el que sea alineaban los retratos de frailes catedráticos e inquisidores… En un ángulo de la manzana en que vivía Palma estaba la casa en cuya entrada había fallecido el Virrey Conde de Nieva al descender de un balcón. El otro ángulo daba frente al Monasterio de la Por: Samanez Flórez, David I. Ricardo Palma: Lugar de su Nacimiento, Lima, 1996. Marco Aurelio Denegri recogió esta teoría en el programa La función de la palabra de TV Perú, donde dijo que Palma habría nacido ocho años antes y no en Lima, sino en Apurímac. 65 Diríamos que fue legitimado mediante la figura de la “legitimatio per matrimonio subsequens” ya que sus padres se casaron, como veremos, en 1837, años después de su nacimiento. 66 Zanutelli Rosas, Manuel. El Senador Ricardo Palma y otros estudios. Universidad Ricardo Palma, Editorial Universitaria, p. 9, Lima, 2011. 67 Archivo Arzobispal de Lima, Pliego nº 8, marzo de 1837. 68 Parroquia del Sagrario de la Catedral de Lima, lib. Nº 12, fol. 206v. 69 Según ha afirmado (Holguín), “por las por las diferencias raciales, generacionales y culturales” entre ambos esposos. 70 Porras Barrenechea, Raul. De la autobiografía a la biografía de Ricardo Palma. En: Letras Peruanas, Año IV, nº 10, p. 15, 1954. 71 Palma, Angélica. Ricardo Palma, el tradicionista. Codex, p. 1, Buenos Aires, 1958. Casa natal de Ricardo Palma, en 1933 27 Concepción, fundado por una cuñada del conquistador Pizarro…”72 En todo caso se trataba de una familia de modestos recursos. Estudió en la escuela para párvulos de Pascual Guerrero, en la de Antonio Orengo y en el Colegio de Clemente Noel. Una vez terminada su educación secundaria fue alumno del Convictorio de San Carlos con la idea de estudiar leyes, si bien, nunca terminaría dicha carrera. Ya el 31 de agosto de 1848 aparecieron sus primeros versos románticos en el diario El Comercio. Trabajó en varios diarios y publicaciones dedicadas a la crítica de espectáculos, usando diversos pseudónimos. Comenzó a servir al Estado como amanuense y con veinte años de edad ingresó en la Marina de Guerra del Perú, expidiéndosele en marzo de 1853 despacho de oficial tercero73. Se embarcó como contador en la goleta Libertad. En abril de 1854 fue nombrado amanuense de la Gobernación del Callao y luego de la Comandancia General de Marina. Sirvió brevemente en el bergantín Almirante Guise y luego en el transporte Rimac. Se encontró en dicho vapor cuando naufragó frente a San Juan de Marcona el 1 de marzo de 1855, destacándose en el salvamento de los náufragos. Por la misma época, es decir, con solo veintidós años de edad, el 4 de julio de 1855, se inició como masón en la logia chalaca del Callao Concordia Universal74. En febrero de 1856 se le nombró contador del vapor Loa, participando en la revolución de 1857 a favor de Manuel Ignacio de Vivanco y contra el presidente Ramón Castilla lo que le costó ser separado del ejercicio de su cargo en el Cuerpo Político de la Armada del Perú. En octubre de 1858 fue nombrado secretario de la Mayoría de Órdenes, siendo ascendido a oficial segundo un año más tarde. Tomó parte en el desembarco de Guayaquil en 1859, durante la guerra contra Ecuador. En noviembre de 1860 se le separó del servicio por estar comprometido en el fallido asalto a la casa presidencial de Ramón Castilla, que acometió con varios civiles y militares de tendencia liberal, que lideraba José Gálvez. Desde joven Palma se había sentido atraído por las ideas liberales que le llevaron a participar en dicha conjura. Eso le costó permanecer desterrado en Chile desde el 20 de diciembre de 1860 hasta 1862. Su exilio lo vivió en la ciudad portuaria de Valparaíso, donde frecuentó los salones literarios, 72 Porras Barrenechea, Raul. Palma romántico. En: Ricardo Palma 1833-1933. Sociedad Amigos de Palma, p. 83, Lima, 1934. 73 Ortiz Sotelo, Jorge; Castañeda Martos, Alicia. Diccionario biográfico marítimo peruano. Asociación de Historia Marítima y Naval Iberoamericana, p. 195, Lima, 2007. De esta obra he obtenido los datos de su vida en la Marina de Guerra del Perú. 74 De la que era venerable maestro Damián Alzamora, orador Antonio Álvarez del Villar y secretario José Antonio Barboza. Ricardo Palma, carboncillo sobre papel, por Alcántara de la Torre (Archivo Fundación Ricardo Palma) 28 escribió poesías y siete Tradiciones para varias publicaciones, como la Revista del Pacífico o la Revista de Sud-América, y fue miembro de la Sociedad de Amigos de la Ilustración. De esa época fructífera, desde el punto de vista de su producción literaria, data su amistad con diversos escritores chilenos como José Victorino Lastarria o Guillermo Blest Gana. Solía viajar también a Santiago donde estrechó lazos con varios colegas. De su tiempo en chile datan sus Anales de la Inquisición de Lima, a los que he dedicado un capítulo de este trabajo en lo que tienen que ver con los médicos o la Medicina. Fue amnistiado y volvió a su patria en agosto de 1863. En julio de 1864 fue nombrado cónsul en Pará, Brasil. Parece ser que no llegó a ejercer el cargo en dicha plaza ya que enseguida obtuvo una licencia y viajó a Europa, recorriendo El Havre, París y Londres. Al año siguiente regresó al Perú, permaneciendo un tiempo en Nueva York. Cuando llegó al Perú no pudo desembarcar en el Callao, ya bloqueado por el conflicto armado con España por lo que seguramente lo hizo en Paita. Se le ascendió a comisario de Guerra y Marina, a cargo de la Mesa de Marina de Ministerio, siendo asistente de Gálvez, Ministro de Guerra y Marina, cargo con el que participó –desde la torre La Merced del Callao- en el Combate del Callao el 2 de mayo de 1866, en el que lucharon enfrentadas las escuadras española y peruana. En ese combate pereció Gálvez por una de las bombas disparadas por una fragata española que cayó en unos depósitos de pólvora. Palma logró evitar la muerte al haber salido minutos antes de dicha torre para realizar una comisión telegráfica. Ayudó al coronel José Balta en su sublevación –lo que le costó un breve tiempo de prisión y de destierro en Guayaquil- y fue nombrado por el propio Balta su secretario particular cuando éste se convirtió en Presidente de la República en 1868. Fue luego elegido senador por Loreto. A partir de 1872, a raíz del asesinato de Balta el 26 de julio de ese año, decidió abandonar la política y dedicarse al periodismo y la literatura, colaborando con El Correo del Perú y La Broma. Desde 1875 vivió en Miraflores y luego en Chorrillos. Defendió Lima durante la guerra con Chile. Combatió en la Batalla de Miraflores el 15 de enero de 1881 en uno de los batallones de reserva, concretamente en el Reducto Nº 2, al mando del coronel Ramón Ribeyro. Los chilenos incendiaron su casa de Miraflores. Perdió su hogar, su biblioteca personal y varios manuscritos –entre ellos el de su novela Los Marañones así como sus memorias de su tiempo de secretario de Balta- en el dicho incendio, ocasionado por los invasores en los balnearios después de la derrota. Decidió entonces trasladarse al centro de Lima alquilando una casa en la calle Veracruz. En marzo de 1881, siendo subdirector de la Biblioteca Nacional redactó una carta de protesta por el expolio a que los chilenos Ricardo Palma con medalla de académico, por L. Camarero (Archivo Fundación Ricardo Palma) 29 habían sometido a dicha institución, que fue saqueada y destruida por éstos. El otro firmante era el propio director de la Biblioteca, Manuel de Odriozola. Ante tamaño “atrevimiento” el contralmirante Patricio Lynch, comandante en jefe del ejército chileno de ocupación, ordenó su prisión, primero en el segundo piso de la propia biblioteca y luego en un buque anclado en El Callao. Pudo ser liberado gracias a las gestiones de diplomáticos franceses y brasileños por lo que sólo permaneció encarcelado doce días. Odriozola logró asilo en la legación norteamericana. Tras la guerra el dueño del diario La Prensa de Buenos Aires le ofreció ser redactor literario de dicho periódico pero el presidente de la República del Perú, Manuel Iglesias, le convenció para que se hiciera cargo de la dirección de la Biblioteca Nacional. Durante toda su época como director de la Biblioteca, que inauguró el 28 de julio de 1884 y que constituyó un verdadero éxito aún recordado en el Perú, se le llamó el “Bibliotecario Mendigo” pues consiguió rehacerla tras el expolio chileno a base de pedir libros a sus amistades de todo el mundo, obviando así la falta de presupuesto con que contaba. Por ejemplo, logró volver a nutrir sus anaqueles con 10.000 libros de los que fueron sustraídos por los chilenos gracias a su amistad con el presidente de ese país Domingo Santa María. Sin embargo, su dedicación fundamental fue siempre la literatura, en todas sus facetas, desde el periodismo en medios peruanos y extranjeros, tanto en la prensa satírica –en El Burro (1852), La Campana (1867), La Broma75 (1877-1878)- como en otro tipo de periódicos más serios –como El Liberal, El Mercurio, o los ya citados la Revista del Pacífico o la Revista de Sudamérica, el Correo del Perú, donde publicó varias tradiciones, la Revista de Lima, que llegó a dirigir, La Prensa, de Buenos Aires, El Correo de Lima, La Patria o El Perú Ilustrado-, hasta la poesía, pasando por el teatro, los estudios lexicográficos, la novela o el género epistolar que no debemos olvidar, aunque, en realidad, se le recuerda y recordará siempre por ser el artífice del género denominado “tradiciones” que es el que le dio fama en todo el mundo y es considerada su obra capital, publicada en diversas series a lo largo de muchos años. Su polifacética personalidad y variopinta actividad lleva a poder afirmar que fue, a la vez o sucesivamente, un escritor romántico y costumbrista, un periodista de raza y un político más que ocasional, un diplomático fortuito, pero sobretodo el creador de los cortos relatos de ficción histórica –con los matices que veremos en el capítulo dedicado a este asunto- que se vinieron en denominar Tradiciones. Cultivó la poesía y el drama –ambos géneros abordados cuando sólo tenía quince años de edad-, la novela, la sátira – 75 Fundado en colaboración con Acisclo Villarán y Manuel Atanasio Fuentes, conocido como El Murciélago. Ricardo Palma, acuarela sobre papel, por Alcántara de la Torre (Archivo Casa Museo Ricardo Palma) 30 también a los quince años hizo su debut periodístico dirigiendo El Diablo76, un periódico político y satírico-, la crítica, las crónicas y los ensayos. Fue conocido en vida como Ricardo Palma y así le llamamos ahora, pero fue precisamente a los quince años cuando el pequeño Manuel empezó a usar sus dos nombres de pila unidos, siendo desde entonces Manuel Ricardo. Luego quedaría sólo el segundo. Desde su inicio en la poesía a temprana edad, como hemos visto, pasó a escribir obras de teatro. Su primer drama, El hijo del Sol, de 1849, no se llegó a representar. Sin embargo, abandonó su actividad como dramaturgo en 1858 a pesar de haber obtenido algunos éxitos de público. De ese tiempo han sobrevivido su drama en tres actos Rodil (1851), estrenado el 12 de enero de 1852, que fue reencontrado un siglo después de que fuera publicado, debido a que el propio Palma lo había destruido, y la comedia o sainete El santo de Panchita, de 1859, en coautoría con el dramaturgo Manuel Ascencio Segura. En 1853 apareció su primero libro en prosa de “apuntes biográficos”, Corona patriótica y en 1855, Poesías. Diez años más tarde publicó Armonías. Libro de un desterrado. En el campo de la poesía fue también autor de un último poemario, Filigranas. Aguinaldo a mis amigos. En 1865, compiló la antología Lira americana. Colección de poesías de los mejores poetas del Perú, Chile y Bolivia. De 1877 es su obra de poesía Verbos y gerundios. Su obra sufrió diversos embates, tanto la poética como la histórica, y también la ficcional. En el primer caso podemos encuadrar a su poema San Martín que publicó en 1890 y que fue considerado ofensivo por el gobierno chileno que emitió una protesta. En cuanto al género puramente histórico, fue autor de los ya citados Anales de la 76 El tono satírico y humorístico de esa publicación se manifestó también en “El Zurriago” y en “El Burro”, donde también publicó Palma. (Vid. Reyes Tarazona, Roberto. Palma como político. En: Aula Palma XIII-2014. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 186, Lima, 2014.) Casa Museo Ricardo Palma Ricardo Palma rodeado de su familia 31 Inquisición de Lima (1863) y Monteagudo y Sánchez Carrión. Páginas de la historia de la independencia (1877), así como su Refutación a un compendio de historia del Perú (1886). La dedicada a Monteagudo y Sánchez Carrión levantó mucha polémica hasta el punto de hacerle desistir de escribir más sobre historia pura. En cuanto la “Refutación…” arremetió de tal manera contra los jesuitas, y concretamente contra el autor de aquel compendio, el jesuita Ricardo Cappa, que propició la expulsión de la Compañía de Jesús por parte del Congreso del Perú. Era masón, liberal y anticlerical pero a la vez simpatizaba con los carlistas españoles o, según algunos leen su obra, lisonjeaba a las clases conservadoras. Naturalmente Ricardo Palma, como ya he apuntado, se hizo famoso en todo el mundo gracias a la publicación de sus relatos breves denominados Tradiciones, que hicieron que un historiador como Raúl Porras Barrenechea le calificase de segundo fundador de Lima, por haber creado la imagen de esta ciudad y una visión particular sobre su pasado, que a pesar de sus errores no ha podido ser remplazada todavía. Es el creador del género, intermedio entre el relato y la crónica, con algo de histórico, de burlesco, de anecdótico, de ligero. Sobre el valor de referencia histórica que se le puede dar he profundizado en el capítulo a eso dedicado. Publicó seis series de Tradiciones77 a las que hay que agregar Ropa vieja y Ropa apolillada. La valoración de las Tradiciones no es unánime si bien la mayoría de autores las alaban. Algunos ven en ellas una obra nostálgica del pasado digamos “colonial” –aunque el término no me guste- y otros –en cambio- ven en ellas una crítica mordaz de dicho pasado. No debemos olvidar su larga labor como escritor de cartas. Su Epistolario general78 fruto de una incesante labor de correspondencia, fue publicado en tres tomos por la Universidad Ricardo Palma entre 2005 y 2007. 77 La primera vez que usó el nombre de “tradición peruana” fue para un texto de 1854 titulado Infernum el hechicero y que nunca fue recogido en las series. Pero el título de Tradiciones peruanas, con el que se conocen hoy el conjunto de esos libros, fue utilizado por primera vez en la edición barcelonesa de cuatro tomos (1893- 1896). 78 Aunque esta edición es la más completa hasta el momento, no se trata todavía de la definitiva, pues no contiene las que guarda Biblioteca Nacional del Perú. Además, algunos investigadores piensan que, dado que en 1997 una conocida firma de subastas de Londres puso a la venta un lote de 50 cartas que había enviado a un amigo argentino y que fueron adquiridas por la propia Biblioteca Nacional del Perú, todavía habrá nuevos hallazgos. Ricardo Palma en su despacho de la Biblioteca Nacional 32 Contrajo matrimonio en 1876 con Cristina Román Olivier, junto a quien tuvo varios hijos. El primero de sus vástagos, Clemente Palma, nacido de una relación anterior con Clemencia o Clementina Ramírez, fue también un destacado escritor, autor de cuentos fantásticos, generalmente de terror bajo la influencia de Edgar Allan Poe. Su hija Angélica Palma fue una de las fundadoras más descollantes del movimiento feminista peruano y escritora también de cierto éxito. Ricardo Palma Román, otro de sus hijos, fue médico –como veremos más tarde- y su relación con su padre acercó definitivamente al gran escritor a la medicina. Sus demás hijos fueron Félix Vital, Peregrina Augusta, Cristina, Cristián y Renée Cristina. Se retiró de toda actividad pública en 1912 año en que abandonó la dirección de la Biblioteca por discrepancias con el gobierno de Augusto B. Leguía79. Sus últimos años los vivió en la casa de Miraflores que es hoy la Casa Museo Ricardo Palma80. Considerado el patriarca de las letras peruanas, recibió en vida –y después de muerto- muchos honores y reconocimientos. Desde 1878 era miembro correspondiente de la Real Academia Española y de la Academia Peruana de la Lengua, que dirigió desde su fundación el 5 de mayo de 1887 hasta su renuncia en 1918, cuando pasó a ser director honorario. De hecho, durante su vida luchó con denuedo para que fueran admitidos nuevos vocablos en el Diccionario de la Real Academia Española81. Sobre este tema me he explayado en el capítulo de este trabajo dedicado a los neologismos y americanismos médicos. Fue también Académico Correspondiente de la Real Academia de la Historia y miembro honorífico de la Hispanic Society de Nueva York. Se le han erigido diversos monumentos y muchos estudiosos han dedicado sus investigaciones a su obra, como queda demostrado en la bibliografía recogida al final de este trabajo. El Banco Central del Perú puso en 1985 un billete de 10 intis con su retrato y en 1988 se convirtió en uno de 500.000. Dejó de circular en 1991. 79 En su puesto se nombró a su enemigo el también escritor Manuel González Prada. Sin embargo, Palma recibió un desagravio: el nuevo gobierno del coronel Óscar R. Benavides lo nombró luego director honorario de la Biblioteca en 1914. González Prada fue destituido y su puesto lo ocupó el candidato de Palma, Luis Ulloa. No obstante, en febrero de 1916 González Prada recuperó el cargo y Palma renunció a su nombramiento honorario. 80 A cuyo director Luis Guillermo Guedes Ontaneda quiero agradecer todas las facilidades que me dio para la investigación en el archivo y biblioteca de dicha institución. 81 Fue autor de Neologismos y americanismos (1896) y Dos mil setecientas voces que hacen falta en el Diccionario. Papeletas lexicográficas (1903) obras dedicadas a esa labor. Panteón de Ricardo Palma, Cementerio Presbítero Maestro 33 Falleció en Miraflores el 6 de octubre de 1919. Su nombre perdura en múltiples calles, monumentos, instituciones culturales y educativas, escuelas y hospitales, hoteles, estaciones de metro. Y naturalmente en su Casa Museo, en Miraflores, y en la Fundación Ricardo Palma. 34 35 IV. LA MEDICINA EN LA VIDA Y EL ENTORNO FAMILIAR DE RICARDO PALMA La Medicina estuvo presente en la vida de Palma de muy diferentes maneras. En primer lugar como paciente. Pero también como amigo de médicos, colaborador de éstos –incluso- en algunos avances y, por supuesto, como padre de un ilustre galeno, su hijo Ricardo Palma Román. Veamos algunos de estos contactos de don Ricardo con la Medicina. ITER MÉDICO DE LA FAMILIA PALMA Nuestra historia vital comienza cuando nos dan a luz y aún antes, cuando somos engendrados y vivimos en el vientre materno. Cuando Ricardo Palma vino al mundo parece que el parto pudo ser complicado. Dominga tenía 16 años cuando dio a luz a Manuel Ricardo y cuando finalmente se casó con Pedro Ramón el pequeño tenía ya cuatro años. No fue inscrito y, en su partida de bautismo, figura su abuela Guillerma Carrillo como progenitora: “… el Presbítero D. Manuel Almiron…, exorcizó, puso Oleo y Crisma a Manuel, de cinco días, hijo natural de Pedro Palma, y de Guillerma Carrillo”. Este hecho le lleva a sostener a Maruja Muñoz Ochoa82 que quizá la suplantación se debió a que la joven madre y el niño sufrieron durante el parto, algo frecuente en las afrodescendientes. Así, se entiende que en el bautizo se aplicaran al recién nacido los santos óleos junto con la sal bautismal. César Miró comenta que “debió ser muy grave su dolencia para precisar de ese apurado bautismo ‘en caso de necesidad’”83. No figura la firma del padre: es posible que doña Guillerma, temiendo por la vida del bebé, lo llevara a la pila bautismal y el párroco, al verla, pensara que era la madre. En todo caso no sabemos si hubo o no parto dificultoso. Existe otra teoría, que es la sostenida por Luz Samanez Paz84 que, en su trabajo en el que defiende que Palma era nacido en Talavera de la Reina, Apurímac, dice que el Manuel (Palma) del Sagrario (es decir, bautizado en el Sagrario de la catedral de Lima) “nació muy débil, antes de los siete meses de gestación, por cuyo motivo tuvieron que bautizarlo de ‘necesidad’, como se dice en la citada partida, es decir, de emergencia, de urgencia, antes de que pudiera morir…, y así murió prematuramente”. Oswaldo Holguín no da el menor crédito al supuesto nacimiento de Palma en Apurímac. Este mismo autor ha señalado que un enemigo político de don Ricardo escribió en 1872 que había nacido “antes de los siete meses”, lo que explicaría su bautismo apresurado85. 82 Muñoz Ochoa, Maruja. Entre ingas y mandingas. En: El Dominical de El Comercio, 23 de octubre de 2011, pp. 10-11. 83 Miró, César. Don Ricardo Palma, el Patriarca de las Tradiciones. Ed. Losada, p. 20, Buenos Aires, 1953. 84 Samanez Paz, Luz. Ricardo Palma: apurimeño. En: Aula Palma III, 2002-2003, Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 420, Lima, 2003. 85 Holguín Callo, Oswaldo. Tiempos de infancia y bohemia. Ricardo Palma (1833-1860). Fondo Editorial, Pontificia Universidad Católica del Perú, p. 25, Lima, 1994. 36 El padre de Palma, Pedro Palma Castañeda, hizo todo tipo de cosas para lograr no ser desalojado de la vivienda alquilada que ocupaba en la llamada Casa de la Pila86 cuando ésta la compró el italiano José Musso. Entre otras, afirmó haber enfermedado gravemente, “como le consta y puede certificar el actuario D. Manuel José Tellería”. Así, justificaba no poder dedicarse a buscar otra vivienda: “el día de ayer (testado: antier) que contábamos 29 (enmendado) hubo una incidencia con la persona que me asiste en mi enfermedad al estremo (sic) de tirarle un ladrillazo, el mismo que se halla en la Intendencia de la Policía. Como ha llegado a mi noticia que dicho Musso se ha presentado a U.S. y se ha pedido informe al de paz, el que conceptúo no será nada favorable con respecto a la enemistad que profesamos en punto de elecciones, me veo precisado a hacer a U.S. presente todo esto a fin de que no se dicte una providencia estrepitosa que además de ser escandalosa me agrabe (sic) mi padecimiento. Protesto, pues, el que tan luego como esté restablecido de mi enfermedad verificar la mudanza sin estrépito de juicio, haciéndoselo entender a Musso para que se abstenga en el ínterim (sic) de sus torpes procedimientos, pues la caridad y religión así nos lo imponen”87. Eso sirvió para que el juez Tudela concediera cuarenta días de plazo para abandonar la casa. No sabemos qué enfermedad aquejaría a Pedro Palma pero debía ser de las curables porque él mismo habla de restablecerse y así fue. Finalmente el padre de Ricardo Palma “falleció de fiebres” según señala el documento en el que se dice que se le dio sepultura eclesiástica con “entierro mayor”. Según Zanutelli Rosas, inspirándose en Valdizán, esas fiebres pudieran haber sido las tifoideas88. Pero no queda claro de qué tipo de fiebres se trataba. Lo cierto es que a fines de 1849 “una persona” lo asistía en cierta enfermedad89. En cuanto a su madre, Dominga Soriano, cuando en 1837 fomalizó su matrimonio canónico con Pedro Palma, se dijo que no tenía ninguna enfermedad oculta que le impidiera dicho matrimonio90. Doña Dominga que vivía en casa aparte se hallaba ya muy enferma en la época en que Ricardo Palma retornó de Chile, a tal punto que en los primeros días de 1863 falleció confortada por los auxilios de la santa religión, y en compañía únicamente de su madre y hermana, según se desprende de los avisos del diario El Comercio que ellas mandaron publicar a partir del 10 de 86 Antes de vivir en esa casa, los Palma habitaron la llamada Casa de Leuro, que había pertenecido al doctor Juan José de Leuro y Carpanghel, alto funcionario virreinal a finales del siglo XVIII y comienzos del XIX. Era limeño y culminó su carrera como Contador Mayor del Real Tribunal de Cuentas (1812) e Intendente Honorario del Ejército (1811), habiendo desempeñado siete años la mayordomía del Hospital de Indios de Santa Ana, a cuyos enfermos profesó particular simpatía. (Mendiburu, Manuel de. Diccionario Histórico-Biográfico del Perú. Tomo Cuarto. Imprenta de J. Francisco Solís, pp. 405-406, Lima, 1880.) 87 Holguín Callo, Oswaldo. Tiempos de infancia y bohemia. Ricardo Palma (1833-1860). Op.cit., p. 79. 88 Zanutelli Rosas, Manuel. El Senador Ricardo Palma y otros estudios. Op. cit., p. 25. 89 Holguín Callo, Oswaldo. Tiempos de infancia y bohemia. Ricardo Palma (1833-1860). Op.cit., p. 47. 90 Archivo Arzobispal de Lima, Expedientes Matrimoniales, marzo 1837, núm. 8. Citado por Holguín Callo, Oswaldo. Tiempos de infancia y bohemia. Ricardo Palma (1833-1860). Fondo Editorial, Pontificia Universidad Católica del Perú, p. 46, Lima, 1994. 37 diciembre y días siguientes, en agradecimiento por acompañar al velatorio y entierrro de su ser querido91. El niño Palma llamaba la atención por su delgadez y no desdeñable altura. Un enemigo suyo hacía causa de su flacura a cierta paliza que le habría propinado su abuela Guillermina y a haber nacido antes de los siete meses, todo lo cual –asegura Holguín92- debe tomarse con reservas. Durante su época de colegial, mientras fue alumno del Colegio de Noel, es decir del colegio que el paiteño Clemente Noel tenía en la limeña calle del Banco del Herrador o de la Picantería número 104, pudo haber gozado de la atenciones sanitarias que el centro ofrecía, bien es verdad que sólo para los alumnos internos. Éstos, por una onza al mes, recibían las lecciones, salvo dibujo en inglés, alimentos y asistencia en enfermedades leves que no exigieran cama ni medicina facultativa93. Ricardo Palma usaba gafas, lentes o anteojos como se dice en Lima. Pero, ¿desde qué edad los usaba? Para el citado Holguín es aventurado señalar año, pero fue antes de cumplir los veinte, lo que de seguro –apunta ese autor- apuró su temprana afición a la lectura. En 1855 un detractor le echó en cara ser escaso de vista94. De niño usó el nombre de Manuel, añadiendo luego el de Rosa y el de Ricardo para firmar finalmente sólo Ricardo Palma. En la Lima de la época vivían dos o tres Manuel Palma. Uno era chacarero y otro, Manuel Telésforo Palma, era, precisamente, médico95. En cuanto a las enfermedades, nada sugiere que fuera un niño delicado, mas no por ello se libraría de sufrir los obligados estragos “del sarampión y la alfombrilla…” como otros. Por el contrario, afirma Holguín96, hay evidencia de que su salud era excelente, lo que se advierte gracias a sus recuerdos de los gustos culinarios heredados del virreinato y de otras prácticas de creación hispano-peruana, como veremos más adelante citando su tradición El baile de la Victoria. 91 Adriazola Silva, Juan Carlos. Don Ricardo y su hijo Clemente, dos desterrados políticos en tierras del Mapocho. En: Aula Palma XII-2013. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 401, Lima, 2013. 92 Holguín Callo, Oswaldo. Tiempos de infancia y bohemia. Ricardo Palma (1833-1860). Op.cit., p. 53. 93 Por cierto, en el siguiente colegio donde estudió Palma, el de Orengo, se invitaba a diversas personalidades para asistir a los exámenes de los alumnos. Entre ellas, un médico francés, graduado en la Universidad de Montpellier, el Dr. Pedro Dunglas. Ëste fue autor de un folleto en 1839, que se conserva en el Fondo Reservado de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, titulado “Breve exposición de la enfermedad del Ilustrísimo Sr. Benavente, Arzobispo de Lima” en el que ayuda a ver cómo era Lima hacia 1839. El Dr. Dunglas fue médico de la Marina Real francesa, socio de la Junta de Beneficencia de Lima, inspector y primer Médico en Jefe del Hospital de San Bartolomé. Mantuvo una polémica con el protomédico Dr. José Manuel Valdés y con el Dr. Juan Gastañeta. (Vid. Holguín Callo, Oswaldo. Tiempos de infancia y bohemia. Ricardo Palma (1833-1860). Op.cit., pp. 105 y 112; y Chávez Lara, Luis Reynaldo. Microhistoria de la fatalidad y peritaje del pasado. La muerte del arzobispo Jorge de Benavente. En: Revista Sans Soleil, Estudios de la Imagen, nº 4, 2012, pp. 272-283.) 94 Holguín Callo, Oswaldo. Tiempos de infancia y bohemia. Ricardo Palma (1833-1860). Op.cit., p. 53. 95 Holguín Callo, Oswaldo. Tiempos de infancia y bohemia. Ricardo Palma (1833-1860). Op.cit., p. 92. 96 Holguín Callo, Oswaldo. Tiempos de infancia y bohemia. Ricardo Palma (1833-1860). Op.cit., p. 54. 38 Uno de los primeros contactos con la enfermedad que tuvo Palma fue comprobar la elevada morbilidad de las islas de Chincha, donde estuvo un tiempo mientras servía en la Marina de Guerra. Allí, las enfermedades más comunes eran las bronquitis, el reumatismo y las diarreas97. Precisamente González Prada le acusará en su momento de copiar en un manuscrito una receta contra el reumatismo98. Pero un contacto más cruel con la enfermedad lo sufrió a raíz de la que llevó a la muerte a su hijo Cristián99. En efecto, como él mismo escribió en una carta dirigida al puertorriqueño Eugenio María de Hostos, radicado en ese entonces en Chile: Mi hijo Cristián, niño de diez meses, vino en perfecto estado de salud. A los seis días de residencia en el Callao100, le atacó una meningitis. Designar el mal es decirle que, tres días después, quedaba en mi hogar una cuna vacía. Si es usted padre comprenderá mi sufrimiento101. Ricardo Palma obtuvo el cargo de Cónsul del Perú en Pará, Brasil. Pero no permaneció mucho tiempo desempeñando el puesto, como ya he mencionado, porque el clima abrasador y húmedo altero gravemente su salud102. Diéronle los médicos por toda receta el consejo de que cambiara de lugar y obtuvo Palma del gobierno peruano un año de licencia que empleó en viajar por Europa. En enero de 1875 escribirá haciendo referencia a su vuelta a bucear entre legajos para hallar temas para sus obras, pero también mencionando su estado físico103: Abrumado por las decepciones, enfermo del cuerpo y del alma, he vuelto a la vida literaria, santo refugio para el espíritu en las horas de tormenta. Hastiado del presente, me he echado a vivir en el pasado rebuscando antiguallas y disputando a la polilla libros viejos104. La conciencia me dice que acaso hago en esto un servicio a mi país. Y desde 97 Zanutelli Rosas, Manuel. El Senador Ricardo Palma y otros estudios. Op.cit., p. 40. 98 Tanner, Roy L. Aproximaciones al estudio de las Tradiciones Peruanas. Op. cit., p. 288. 99 Miró, César. Don Ricardo Palma, el Patriarca de las Tradiciones. Op. cit., p.141. 100 Se trata de una breve estancia veraniega de los Palma Román en el Callao. La cuna vacía de Cristián la vino a ocupar luego Renée. 101 Zanutelli Rosas, Manuel. El Senador Ricardo Palma y otros estudios. Op.cit., pp. 81-82. 102 Miró, César. Don Ricardo Palma, el Patriarca de las Tradiciones. Op. cit., p.77. 103 Miró, César. Don Ricardo Palma, el Patriarca de las Tradiciones. Op. cit., p.109. 104 Cit. por Cabel Moscoso, Jesús. Palma, Lima y Luis Alberto Sánchez. En: Aula Palma IX-2010, Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 63, Lima, 2010. Partida de bautismo de Cristián Palma 39 luego que lo hizo, pues gracias a eso, estamos ahora dedicados a estudiar su obra, tan esclarecedora sobre el pasado peruano. Como es sabido en Ricardo Palma dejó un triste recuerdo la batalla de Miraflores contra los chilenos. En un poema titulado Después de la batalla105, el escritor mencionaría su falta de salud tras dicho terrible episodio y las consecuencias que trajo para su casa: En la inmensa lotería de los males del Perú número de premios cúpome y premio de magnitud. Libre el Pellejo, y librarlo no fue correr poco albur que, si, me descuido, un vándalo me hace añicos el testuz sobre mi hogar el incendio esparció siniestra luz, y vine casi mendigo, faltó el cuerpo de salud. La patria infeliz atada de la ignorancia en la cruz, mis hijos sin pan ni abrigo ¡y Dios tras el cielo azul!!! Palma era un fumador empedernido. En una carta a su hijo Ricardo, de 22 de febrero de 1910, le decía106: No fumo mucho. Creo que de 18 a 20 pitillos diarios, desde las nueve de la mañana hasta las doce de la noche, no son una exageración. Aunque despierto dos o tres veces para orinar, no fumo. Es decir que podría haber padecido hiperplasia benigna de próstata y, lo más curioso, afirma no fumar cuando se despertaba durante la noche. ¡Muy interesante! En todo casi era un gran aficionado a los cigarros107. En sus Glorias del cigarro, publicada en El Correo el 5 de julio de 105 “Después de la batalla”, poema aparecido en: Nieblas (1880-1906). Publicado en Ricardo Palma. Obra poética. p. 562. 106 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Editorial Universitaria, Universidad Ricardo Palma, p. 139, Lima, 2006. 107 Tanner, Roy L. Aproximaciones al estudio de las Tradiciones Peruanas. Op. cit., p. 138. Por cierto que una palabra muy peruana relacionada con el hábito de fumar es “pucho”, del que dice Palma: En América nadie arroja la colilla sino el pucho. (Vid. Tanner, Roy L. Aproximaciones al estudio de las Tradiciones Peruanas. Op. cit., p. 203.). Al mismo tiempo define “cigarrería”: En toda América llamamos cigarrería a la tienda destinada a la venta de cigarros. En España, donde el Estado acapara el tabaco, se llama estanco. No tendría sentido común el que los americanos, por acatamiento al Diccionario, empleáramos la misma voz. (Vid. Tanner, Roy L. Aproximaciones al estudio de las Tradiciones Peruanas. Op. cit., p. 201.) 40 1874, decía108: Témome que pronto en la plegaria matinal no se pida a Dios el pan nuestro de cada día sino el cigarro de cada día, sea en la forma de un veguero, de un cabañas, de un culebrita o de un limeño y aseguraba que es una eficaz panacea para los males que afligen al hombre… Por eso tengo en más estima una cigarrería que una botica… Ciertamente Palma consideraba al tabaco como ayuda para varias actividades109: “Lo positivo es que, en los tiempos que vivimos, todo hombre de letras fuma, y no como quiera, sino hasta en pipa”. O: “La elocuencia y el aplomo parlamentarios tienen en el cigarro el más poderoso auxiliar”. Cuando Palma explicaba su labor como editor de obras ajenas, escribió: Dentro de dos días, el 7 cumplo sesenta y siete febreros, y no tengo el derecho de gastar el fósforo cerebral que me queda en labores que no traen un pedazo más de pan a mi modesto hogar110. En una carta al general Vicente Riva Palacio le escribe: Si mi salud no estuviera tan decaída, acaso me esforzaría en imitar a Ud. escribiendo una novela. Desgraciadamente no tengo mi tiempo libre, tal me absorve la Biblioteca, ni fuerza física. Añada Ud. a ésto que los médicos me prohiben todo trabajo que me obligue a gastar fósforo cerebral111. Al mismo Riva Palacio le escribió en febrero de 1886: Aunque mi salud sigue achacosa, he terminado de escribir un librito, La bohemia peruana de 1848 a 1860 pero vacilo para publicarlo. Temo herir susceptibilidades literarias que, como Ud. sabe, son más quisquillosas que las políticas112. Estas referencias a su estado de salud aparecen en bastantes de sus cartas. Muchos consideran que tuvo una vejez 108 Glorias del Cigarro. En: El Correo, 5 de julio de 1874. Cit. por Miró, César. Don Ricardo Palma, el Patriarca de las Tradiciones. Op. cit., p.113. 109 Reyes Tarazona, Roberto. La Lima contemporánea de Palma. En: Aula Palma IX-2010, Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 246, Lima, 2010. 110 Díaz Falconí, Julio. Cronología de las Tradiciones Peruanas (Conclusión). En: Revista de la Casa Museo Ricardo Palma, vol. 5, p. 100, Miraflores, diciembre de 2004. 111 Carta al general Vicente Riva Palacio, Lima, 25 de septiembre de 1885. 112 Carta al general Vicente Riva Palacio, Lima, febrero de 1886. Cit. por Varillas Montenegro, Alberto. La iniciación del movimiento romántico peruano: una relectura de La Bohemia de mi tiempo. Discurso leído el 25 de junio de 2003. En: Aula Palma III. 2002-2003. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 94, Lima, 2003. General Vicente Riva Palacio y Guerrero Ricardo Palma por Málaga Grenet , tinta sobre papel (Archivo Casa Museo Ricardo Palma) 41 prematura, lo que podríamos llamar una “mala salud de hierro”. En 1871, cuando frisaba los 38 años de edad le dice a Juan María Gutiérrez: Aunque voy haciéndome viejo, imito a Ud. en no olvidar la afición a las letras113. En los años 1887, 1889 y 1891 en cartas al citado general Vicente Riva Palacio escribe114: Mi salud siempre achacosa. En casa vieja (pues mañana completo cincuenta y cuatro febreros) todas son goteras (1887). En otra: Los médicos me prohíben toda fatiga intelectual y tendré que dejar enmohecer la pluma. Hay en mí algo de anemia cerebral y de ella vienen los vértigos que, desde hace dos años me traen a mal traer (1889). O, el mismo año: Nada escribo, pues ni salud ni tiempo tengo para ello (1889)115. O en ésta: Yo siempre sigo achacoso y apuntalando la casa vieja para que se derrumbe lo más tarde posible. Los médicos me prohíben toda fatiga cerebral, y opinan que mis vértigos son indicadores de un reblandecimiento o de dolencia dorsal. Yo no les hago caso, y aunque menos que antes sigo estrujando esa naranja que se llama cerebro (1891). El 1 de diciembre de 1885 Juana Manuela Gorriti, conocedora de ciertos vahidos que afectaban a Palma le escribía, dándole consejos de medicina casera116: “No tenga U. cuidado respecto a esos vahidos que sufre con efecto de las grandes transas que ha dado a su cerebro en estos años de gestación bibliotecaria. Como las viejas damos recetas a troche y moche, yo doy a U. la de ponerse con frecuencia paños empapados en agua fría en toda la cabeza, o en su lugar, paños de ron caliente: esto es, empapar el paño, encenderlo, y cuando se juzgue caliente el alcohol, apagarlo y aplicárselo”. No sabemos si don Ricardo seguiría el consejo de su amiga pero lo cierto es que los vértigos continuaron. El 22 de marzo de 1886 la Gorriti le decía por carta117: “Tiénenme muy preocupada esos vértigos que está U. sufriendo. Aquí, donde es U. tan popular, los médicos a quienes he hablado de ello, se han apresurado a darme sus recetas; pero yo, escarmentada con el rechazo de la que de forma diera, helas guardado hasta saber la voluntad de U. José María Zuviría ha estado a punto de envenenar a su madre de un ídolo suyo, por haberse entrometido a transmitir una de esas recetas”. La misma Gorriti le dice en carta de 13 de abril de 1889118: “Mucho me apena que, como yo, esté U. ya, continuamente enfermo, habiendo sido siempre tan fuerte de salud, este don del cielo, sin el que ninguna dicha es posible”. 113 Díaz Falconí, Julio. Cronología de las Tradiciones Peruanas (Conclusión). Op. cit., p. 98. 114 Díaz Falconí, Julio. Cronología de las Tradiciones Peruanas (Conclusión). Op. cit., p. 98. 115 Forgues, Roland. Revisitando a Palma en el sigo XXI. Disidencia y utopía. En: Aula Palma VI (Edición del Décimo Aniversario), Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 254, Lima, 2007. 116 Batticuore, Graciela (edición crítica, estudio preliminar, coordinación de dossier y diccionario a cargo de). Juana Manuela Gorriti. Cincuenta y tres cartas inéditas a Ricardo Palma. Fragmentos de lo íntimo. Buenos Aires-Lima 1882-1891. Escuela Profesional de Ciencias de la Comunicación (Universidad San Martín de Porres), Instituto de Literatura Hispanoamericana, Facultad de Filosofía y Letras (Universidad de Buenos Aires), Patronato de la Casa Museo Ricardo Palma, p. 17, Lima, 2004. 117 Batticuore, Graciela (edición crítica, estudio preliminar, coordinación de dossier y diccionario a cargo de). Juana Manuela Gorriti. Cincuenta y tres cartas inéditas a Ricardo Palma. Fragmentos de lo íntimo. Buenos Aires-Lima 1882-1891. Op. cit., p. 22. 118 Batticuore, Graciela (edición crítica, estudio preliminar, coordinación de dossier y diccionario a cargo de). Juana Manuela Gorriti. Cincuenta y tres cartas inéditas a Ricardo Palma. Fragmentos de lo íntimo. Buenos Aires-Lima 1882-1891. Op.cit., p. 62 42 Una de las referencias a los médicos en la correspondencia119 de Ricardo Palma se produjo en 1892, con motivo del viaje que ese año hizo a España, con categoría de Ministro, para estar presente en las celebraciones del centenario del Descubrimiento. Le acompañaban sus hijos Angélica y Ricardo. Ambos fueron objeto de cinetosis debido al movimiento de la nave. En efecto, la niña se mareó en el barco y el propio don Ricardo lo contaba así desde el puerto de Salaverry el 27 de julio de 1892120: Angélica se mareó bastante anoche; pero hoy está ya sobrecubierta, y creo que para mañana se encontrará muy bien. El mareo de Ricardito fue menor, y lo tienes hoy corriendo en la cubierta. Yo voy sin el menor síntoma de mareo. En la misma carta, su hijo Ricardo decía a su madre: “Mamá, anoche me marié (sic) un poco pero Angélica se marió (sic) más”. El 29 de julio siguiente, don Ricardo contaba a su esposa desde el puerto peruano de Paita121: Angélica y Ricardito se fueron a la cama para levantarse hoy en Paita. El mareo de Angélica ha sido poca cosa, pero no así el de Ricardito. El doctor Rotalde (cuñado de Javier Valle) que es el médico del Cachapoal, los ha atendido muchísimo. Ya en frente a Panamá, el 2 de agosto de 1892 le contaba a Cristina que la carta la llevaría el Dr. Rotalde, quien me ha ofrecido hacerte una visita. Él será carta viva y te informará del mareo de los niños. Angélica es ya una completa viajera y me ayuda mucho á cuidar al mimado Ricardito, cuyo mareo en los últimos días más es disfuerzo y engreimiento que verdadero malestar122. En efecto, el 4 de agosto siguiente le decía123: Antes de fondear en Panamá te escribimos, desde á bordo del “Cachapoal”, yo y tus hijos. Ese paquete de cartas lo entregamos al Dr. Rotalde, médico del buque, quien te hará una visita é informará de la navegación. Poco más tarde, los niños Palma volvieron a sufrir crisis de cinetosis124: En el viaje de Jamaica á Jackmel y de Jackmel á Barbados, volvieron á marearse los niños, principalmente Ricardo. En el mismo viaje, días más tarde, don Ricardo se resfrió y le decía a su esposa, ya desde París, el 2 de septiembre de 1892125: Hoy me he quedado en el hotel con un catarrazo de aquellos que tú me conoces, y probablemente no saldré a la calle hasta mañana. Al día siguiente ya había mejorado la salud de don Ricardo e informaba a su mujer126: A Dios gracias he amanecido hoy un poquito mejor del catarro, lo que me ha permitido salir con 119 Naturalmente en la correspondencia que recibía Palma hay referencias a enfermedades. Pongamos el ejemplo de la última carta que recibió de su amiga la escritora Juana Manuela Gorriti: “Señor DN. Ricardo Palma. Buenos Aires, 29 de agosto de 1891. Querido amigo: Pues que estoy aún con vida escribo a U. por más que sepa lo difícil que ha de serle descifrar estos garabatos. Mi enfermedad acrece y dentro de muy poco dará cuenta de mí. Lo anhelo como una felicidad, porque es mucho lo que sufro...Tengo la pluma en la mano pero sin alientos [sic] se- guir escribiendo: tal es mi postración…” (González Obando, Diana. Cartas a un amigo. En: El Dominical de El Comercio, 23 de octubre de 2011, p. 13) 120 Cartas a Cristina de su esposo Ricardo Palma. Prólogo de Estuardo Núñez. P. 17, Miraflores, Lima, Perú, 1992. 121 Cartas a Cristina de su esposo Ricardo Palma. Op. cit., p. 18. 122 Cartas a Cristina de su esposo Ricardo Palma. Op. cit., p. 19. 123 Cartas a Cristina de su esposo Ricardo Palma. Op. cit., p. 21. 124 Cartas a Cristina de su esposo Ricardo Palma. Op. cit., p. 26. 125 Cartas a Cristina de su esposo Ricardo Palma. Op. cit., p. 30. 126 Cartas a Cristina de su esposo Ricardo Palma. Op. cit., p. 34. 43 los niños. El 5 de septiembre ya le podía contar que127: mi catarro va mejorando. Hoy no he ensuciado más que un pañuelo. En la misma misiva decía: Desde hace tres días la temperatura empieza á cambiar y hay un vientecito helado que fastidia á los catarrientos128. Este término, “catarrientos”, como luego veremos, lo propuso como expresión de la persona que es susceptible de sufrir catarros o resfriados. Y parece que no sólo en París se sufría enfermedades de ese tipo porque en la misma carta le cuenta que, en París, habían visitado a Piérola –se refiere a Nicolás de Piérola- y, dice, pasamos en su compañía más de una hora. Me dio varias noticias de Lima, como la de un gran incendio en el Callao y la de que la influenza está haciendo estragos en Lima. Ruego á Dios que no hayamos tenido en casa su visita129. El 17 de septiembre de 1892 le decía en carta a su esposa Cristina: Quiera Dios que la influenza haya dejado ya tranquilos á ti y a nuestros hijos. Cisneros me dice que el ataque de Augústula era muy benigno, y esto me consuela130. Una vez en Madrid, don Ricardo seguía preocupado por la influenza y le decía a su mujer el 24 de septiembre de 1892131: Lo temible de la influenza son las consecuencias. Cuida de ellas á Clemente y Augusta. Hay que desterrar la tos y vigorizarles los pulmones. Y luego le preguntaba: No me dices si has mejorado ó no de los cólicos. Durante el mismo viaje, y ya desde Burgos, Palma le contaba a su esposa el 14 de septiembre de 1892132: Tus hijos siguen bien de salud. Doña Cristina Román, esposa del escritor también padeció enfermedades y situaciones, como sus sucesivos embarazos y partos, que le obligaron a cuidarse. El 7 de septiembre de 1885 en carta de Juana Manuela Gorriti a don Ricardo, aquella le decía133: “Por supuesto que mi Cristina estará otra vez impedida de bajar escaleras. Esto lleva miras de durar hasta que complete una docena de ciudadanos; y dentro de algunos años habrá un Lima un bosque de palmas”. Poco después, el 1 de diciembre del mismo año le 127 Cartas a Cristina de su esposo Ricardo Palma. Op. cit., p. 38. 128 Cartas a Cristina de su esposo Ricardo Palma. Op. cit., p. 39. 129 Cartas a Cristina de su esposo Ricardo Palma. Op. cit., p. 35. 130 Cartas a Cristina de su esposo Ricardo Palma. Op. cit., p. 48. 131 Cartas a Cristina de su esposo Ricardo Palma. Op. cit., p. 55. 132 Cartas a Cristina de su esposo Ricardo Palma. Op. cit., p. 45. 133 Batticuore, Graciela (edición crítica, estudio preliminar, coordinación de dossier y diccionario a cargo de). Juana Manuela Gorriti. Cincuenta y tres cartas inéditas a Ricardo Palma. Fragmentos de lo íntimo. Buenos Aires-Lima 1882-1891. Op.cit., p. 16. Anuncio del Gabinete del Dr. Sánchez Aizcorbe (Archivo Fundación Ricardo Palma) 44 escribía134: “No me dice U. si Cristina tiene licencia para bajar las escaleras”. Como ha señalado María Pía Sirvent, durante 1909, Cristina estuvo asistiendo a un Instituto fisioterápico donde fue tratada de las molestias que la aquejaban. En el Archivo de la Casa Museo Ricardo Palma se conservan una cierta cantidad de facturas con su correspondiente cancelación del “Gabinete de Higiene y Fisioterapia del Perú”, dirigido por el Dr. César Sánchez Aizcorbe, que –dice el documento- estaba “Premiado con Medalla de Oro en la Exposición Internacional de Quito y por la H. Municipalidad de Lima”. Se trata de una serie de pagos realizados por Ricardo Palma por los tratamientos y “curaciones” realizados a su esposa, así como por Raxos X. Reproduzco aquí alguna de esas facturas, así como un anuncio del citado gabinete. Existen otras como una de 31 de julio de 1910 y pagada el 3 de agosto siguiente, en la que se cobra por “cuatro radiografías echas (sic) en este Gabiete á su señora durante el mes de Julio”. U otra de 1 de diciembre de 1910 “por tres curaciones hechas a su Señora esposa con Rayos XX”, y otras más. En una carta de Palma a su hijo Ricardo, de 6 de enero de 1910, le preguntaba: ¿Cuántas libras opinas que deberé pagar por la asistencia a Cristina en el Instituto Fisioterápico, durante todo el año 1909? Me han pasado el recibo dejando en blanco la cifra para que yo la llene. Tus hermanas te hablarán del asunto más minuciosamente135. No sería habitual esa forma de obtener los honorarios médicos, en la que el paciente debe poner el precio de los mismos. Lo cierto es que poco después, el 2 de febrero de 1910, don Ricardo volvió a escribir a su hijo Ricardo diciéndole136: En tu úlima esperaba me absolvieras la consulta sobre la suma que debo pagar al Instituto fisioterápico por el año, vencido en diciembre de asistencia a Cristina. Espero que por el Vapor de mañana me des la respuesta. Seis días después le decía137: Esperaba que tu carta del 31 de enero, contestases a mi consulta sobre la cantidad que estimas debo pagar al Instituto por un año de asistencia a Cristina. No quiero pecar de mezquino, ya que no me es dado pecar de rumboso. El 22 de febrero le comentaba138: Ten seguridad de que había olvidado contestar a mi consulta sobre honorario médico al Instituto. No serán las 12 que me indicas sino 15 las que abonaré. 134 Batticuore, Graciela (edición crítica, estudio preliminar, coordinación de dossier y diccionario a cargo de). Juana Manuela Gorriti. Cincuenta y tres cartas inéditas a Ricardo Palma. Fragmentos de lo íntimo. Buenos Aires-Lima 1882-1891. Op.cit., p. 17. 135 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 123. 136 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 129. 137 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 134. 138 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 139. 45 Por otra parte, en una de las cartas enviadas por Palma a su esposa desde París le decía: No tengo seguridad de si los cuatro frascos de litina en píldoras que compró Angélica para ti van en el cajón. Por eso no están considerados en la relación ó factura que te incluyo139. Se refería a un producto, la litina u óxido de litio, descubierto en 1817 por el Sr. Arfwedson. Era una sustancia blanca, de sabor cáustico y de una reacción alcalina pronunciada, muy análoga a la potasa y a la sosa. El carbonato de litina se usaba en la época para la gota, el reumatismo y para lo que se llamaba diátesis úrica. Se daban de 8 a 12 granos disueltos en media libra de agua, que se toma a cucharadas140. Según el Diccionario de la Real Academia Española, “se halla combinado con algunos minerales y disuelto en ciertas aguas medicinales”. Don Ricardo padecía en su vejez de un reumatismo crónico. El tradicionista era consciente de que su salud había dejado de ser buena y le costaba incluso tomar el eléctrico pues –decía- el batacazo al detenerse en cada esquina, repercute en mi estómago y me produce náuseas. El propio escritor decía: estamos marido y mujer como para agarrarnos con tenacillas y guantes141. Durante la vejez y enfermedades de sus padres, Angélica Palma fue –ha escrito Sirvent- el bastón donde ellos se apoyaban. Doña Cristina estaba enferma y eso intranquilizaba a la familia a la par que alteraba la paz existente en el 139Cartas a Cristina de su esposo Ricardo Palma. Op. cit., p. 39. 140 Vid. Carbó d’Aloy, Narciso. Farmacología especial, p. 213, 1870. 141 Sirvent de Luca, María Pía. Angélica Palma: su vida y su obra (1878-1935). Tesis doctoral del Departamento de Filología Española IV (Bibliografía Española y Literatura Hispanoamericana), Facultad de Filología, Universidad Complutense de Madrid, p. 161, Madrid, 2012. Factura del Gabinete de Higiene y Fisioterapia de Lima Dr. Sánchez Aizcorbe, por un tratamiento a Cristina Román de Palma. Dice “por un año de curaciones a su señora esposa” (Archivo Fundación Ricardo Palma) Ricardo Palma, por Jorge Vinatea Reinoso (Fundación Ricardo Palma, Miraflores, Lima) 46 hogar pues eran muchas las idas y venidas para atender a la matriarca del clan. Quizás eso, el empeoramiento progresivo de la salud de doña Cristina, es lo que más hizo mella en la salud de don Ricardo quien poco a poco fue debilitándose y al que su afición a los cigarros tampoco ayudaba a pesar de que él defendía con énfasis las ventajas del tabaco. En muchas de sus cartas, Ricardo Palma da noticia del estado de su salud, o más bien de su falta de ella porque generalmente estar sano no suele ser noticia. Así cuenta al mexicano Victoriano Agüeros el 10 de febrero de 1905142: Como ya mi cerebro está para no fatigarlo, según opina mi médico, y yo también, me entretengo dando a luz añejas cosas ajenas. Por esa época Palma contaba en carta dirigida el 19 de diciembre de ese año a su amigo Miguel de Unamuno, comentando la neurastenia del joven Francisco García Calderón, que yo tengo experiencia de esto, pues no hace un año envié (a Chile) a mi hijo Vital Palma, un pollito de 18 años, a sanarse de una neurastenia; y sin necesidad de drogas de botica regreso como nuevo completamente curado, a los cuatro meses143. Y, por otra parte, da cuenta en la misma carta de que él mismo tenía a los 57 años nervios irritables y sangre fosfórica. En carta a Marcelino Menéndez y Pelayo, de 6 de marzo de 1906, don Ricardo le decía144: Después de lo que va corrido del siglo, sólo he dado a luz las Papeletas Lexicográficas que Ud. conoce, y he roto la pluma, en acatamiento al mandato de mi médico, pues mis 73 febreros son muy achacosos. El 27 de octubre de 1906 escribía a Octavio Espinosa145: Ya mi pluma no corre sobre el papel con la espontánea familiaridad de antes. Algo de cansancio cerebral debe influir también, lo que es naturalísimo en quien ya se avecina a los 74 febreros. En aquella época, como casi siempre, por otra parte, Ricardo Palma se quejaba de los médicos que le tiranizaban impidiéndole dedicar más tiempo a la lectura y la escritura. Así, en carta a Flora Abasolo de 12 de febrero de 1908, decía146: Fatalmente, la labor es imposibe para mí, valetudinario anciano de tres cuartos de siglo, a quien, el médico tirano de un lado, y la tiranía de la familia del otro, apenas si consienten en dejarlo entintar la pluma para contestar tal cual carta y firmar documentos oficinescos. En la misma carta, terminaba: Ruego a Ud. señorita Flora, 142 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Editorial Universitaria, Universidad Ricardo Palma, p. 4, Lima, 2006. 143 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 12. 144 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 21. 145 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 28. 146 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 47. Ricardo Palma, carboncillo sobre papel, por Piqueras Cotolí (Archivo Fundación Ricardo Palma) 47 que me acuerde su perdón, convencida de que no es falta de buena voluntad, sino extrema deficiencia de salud lo que impide acceder a su filiar deseo a este su atento servidor q.l.b.s.p. En aquellos años su médico era el doctor Velásquez, del que se quejaba así a Alberto Ulloa en carta de 30 de diciembre de 1908147: mi tirano, digo mi médico, el doctor Velásquez, en vez de curarme con jaropes de botica, me impuso por toda receta el compromiso de no volver a escribir tradiciones, poniendo punto final a mi labor literaria de medio siglo largo de talle. Ya el 22 de abril de 1909, le escribía a Madrid a su amigo Daniel Granada148: Mi salud, como de anciano, sigue muy quebrantada. Creo haber dicho a usted en mi anterior que, desde hace un año, me está prohibido entintar la pluma literaria. Al mismo corresponsal le decía el 29 de julio de 1909149: Como rayo de sol, en medio de las tinieblas anexas a los achaques propios de la vejez… O bien: Como mi salud no me consiente asistir a fiesta nocturna… En 4 de noviembre de 1909 escribía Luis González Obregón a México150: Como desde hace cinco años deficiencias de salud y otros motivos me han impuesto retraimiento social no lo visitaré personalmente, pero le enviaré tarjeta de saludo. El 8 de febrero de 1910 escribía151: Mi querido Balduque: ¡Ah, marrullerito! Después de darle las gracias por la sinceridad expansiva de sus piropos, cúmpleme decirle que ya la casa vieja, en que mi senil espíritu habita, está llena de goteras a las que da mayor importancia la prohibición formal de mi tirano médico para entintar la pluma. Por la misma época, el 29 de septiembre de 1909, Palma escribía a su hijo médico, Ricardo Palma Román, que Clemente sigue achacoso. De vez en cuando presenta síntomas de paludismo. Hoy vendrá a verlo Velásquez152. El 4 de noviembre de 1909, don Ricardo contaba en carta de Luis González Obregón153: Muchísimo me interesó el artículo sobre Beristain acometido de una hemiplejia en los momentos en que echaba sapos y culebras contra la causa de la Independencia. El 15 de diciembre de 1909 escribía a su hijo Ricardo154: Tus hermanas te tranqulizarán y más que ellas el articulejo de (E)l 147 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 51. 148 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 60. 149 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 64. 150 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 99. 151 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 131. 152 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 88. 153 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 99. 154 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 116. Ricardo Palma, por Holguín Lavalle 48 Imparcial del lunes en que respiro buena salud y humor festivo, digo lo de salud en sentido de que las goteras de mi casa vieja no ofrecen todavía motivo de alarma. En marzo de 1911 don Ricardo es consciente de cómo su salud se iba deteriorando y su cuerpo le respondía con dificultad. Casi no salía a caminar, su sordera se había intensificado y su vista, debilitado. Sobre esa sordera tenemos pruebas de que le preocupaba e intentaba luchar contra ella. En la Casa Museo Ricardo Palma, en Miraflores, existe una carta en la que el Dr. Julio C. Tello, gran amigo de su hijo Ricardo, le escribe el 16 de marzo de 1911 desde la Universidad de Harvard, Cambridge, Massachussetts, ofreciéndole un audífono. La transcripción es la siguiente: “Señor don Ricardo Palma Biblioteca Nacional Estimado Señor: Hace pocos días fui a visitar un establecimiento de aparatos médicos en Boston y me acordé que alguna vez me dijo usted que pensaba ver manera como ayudar su oído pues cada día iba haciéndose más tardo. Creo que el audífono que le he conseguido y q’ le envío le servirá mucho; porque según me han dicho es el apropiado para los casos de fatiga o amoriguamiento (sic) del tímpano. Avíseme usted si en algo le ayuda pues sería fácil conseguirle alguno otro más apropiado si fuere necesario. Julio C. Tello”. Sus dolencias le impidían acudir a cualquier acto nocturno y el médico le prescribió que no se ocupara de ningún asunto intelectual, ni que atendiera el correo, labor que se vió obligado a delegar en su hija Angélica155. En efecto, su vista, a sus ochenta años, fue disminuyendo y su médico le prohibió cualquier actividad intelectual por lo que se vió obligado a escuchar las lecturas que le hacían sus hijas y a dictar su correspondencia156. De esa época es una carta dirigida por Palma a 155 Sirvent de Luca, María Pía. Angélica Palma: su vida y su obra (1878-1935). Op. cit., pp. 163-164. 156 Por cierto, el propio Palma en cierta ocasión, hablando del joven José de la Riva-Agüero y Osma, decía que como el médico de su familia le ha prohibido que lea de noche… (Maiz, Claudio. Alguno problemas literarios en la relación epitolar entre Ricardo Palma y Miguel de Unamuno. En: Aula Palma III 2002-2003. Instituto Carta de Julio C. Tello a Ricardo Palma ofreciéndole un audífono (Archivo Casa Museo Ricardo Palma) 49 Daniel Granada. En ella le decía: Paso ahora a avisarle recibo de su afectuosa carta de 3 de noviembre, sintiendo sólo que mis ya crónicos alifafes no me consientan plumear largo como el afecto desearía157. Angélica, como dirá un gran amigo de la familia, Luis Alayza y Paz Soldán, “de hija habíase tornado en madre del anciano, de quien las dolencias y los años habían hecho un niño”158. Palma, había dicho una vez en sus “Naderías” (1896)159: Saben mucho los viejos… ¡Qué sandez! Los años no dan ciencia: dan vejez Por enero de 1912 sus dolencias se agravan, su vista está más débil160, le incomoda la sordera. Apenas puede escribir y prefiere dictarle a Angélica sus cartas161. Después de dimitir de su cargo como Director de la Biblioteca de Lima, causada por el nombramiento de González Prada, y a pesar de que muchos le instaron a no hacerlo, se le rindió un homenaje de que él mismo habló en una carta escrita el 6 de marzo de 1912 a su hijo Ricardo: Parece que un grupo universitario está preparando una velada de desagravio y de simpatía a mi persona en el Teatro Municipal para una de las primeras noches de la semana próxima, en la que hablarán como oradores Riva-Agüero, Felipe Barreda, Lavalle, el poeta Gálvez y otros jóvenes. Yo he contestado a la comisión que consultaré con mi médico Barton el asunto, pues ignoro si mi salud no sufrirá con las emociones de la cariñosa manifestación. Barton vendrá esta noche y resolveré el aceptar o no. Vemos aquí a un Palma que es consciente de su delicada salud y – sobretodo- de que es conveniente -para conservar la poca que le resta- hacer caso a su médico. Parece Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 147, Lima, 2003.) En la época, la luz era sin duda más tenue y débil que la actual y el esfuerzo para leer de noche se consideraba causante de problemas de visión. 157 Carta de Palma a Daniel Granada, 16 de diciembre de 1910. En: Palma, Ricardo. Epistolario general (1905- 1919), Obras Completas, Tomo VIII, Vol. 3º. Editorial Universitaria, Universidad Ricardo Palma, p. 191, Lima, 2006. 158 Gutiérrez Samanez, Tania. La influencia literaria de Ricardo Palma en Angélica. En: Aula Palma VI (Edición del Décimo Aniversario), Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 154, Lima, 2007. 159 Naderias (1896). Cit. por: Gambetta, Fredy. Aportes para un estudio de la relación de Palma con la bohemia tacneña. En: Aula Palma IV 2003-2004. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 195, Lima, 2004. 160 Sobre esa debilidad de su vista en sus últimos años, se dice en la Nota Editorial de la edición de 1923 de las Tradiciones Peruanas: “Con esta edición d elas Tradiciones peruanas se cumple el constante anhelo de la ancianidad de su autor, que a revisarlas y a corregirlas dedicó los últimos años de su vida noble y fecunda, estudiando y releyendo su obra mientras tuvo vista para hacerlo, oyéndola de los labios de sus hijas cuando las sombras de la senectud oscurecieron sus ojos”. (Moreano, Cecilia. Relaciones literarias entre España y el Perú: la obra de Ricardo Palma. Editorial Universitaria, Univerisdad Ricardo Palma, p. 158, Lima, 2004.) 161 Miró, César. Don Ricardo Palma, el Patriarca de las Tradiciones. Ed. Losada, p. 192, Buenos Aires 1953. Silla de ruedas de Ricardo Palma 50 que –como afirma Holguín- “el permiso del galeno allanó el camino y ya nada impidió que, la noche del lunes 11 de marzo, tuviera lugar la apoteósica velada”162. Poco después, el 17 de marzo de 1912, don Ricardo dictó una carta a su hija Angélica, dirigida a su amigo Marcelino Menéndez y Pelayo donde le facilitaba la dirección a la que debía dirigir ahora la correspondencia. Y le dice: Dentro de breves días, forzado por la decadencia de mi salud, trasladaré mi residencia a Miraflores, bonito balneario situado a una legua de la ciudad. Si tiene usted a bien honrarme con su correspondencia rotúlela así: Ricardo Palma. Lima. Casilla 1112. En esa carta, don Ricardo explicaba: Desde ha cuatro años en que una ligera congestión cerebral me inhabilitó, por prescripción del médico, para entintar la pluma, no he vuelto a tener la satisfacción de comunicarme con usted. Nunca he podido acostumbrarme a dictar y esa circunstancia disculpará ante usted mi laconismo de hoy (…). Poco más tarde, Ricardo Palma dictó a su hija la que sería su última carta a Miguel de Unamuno, el 16 de febrero de 1913. Los motivos que trasuntan aquella misiva son los dos embates que lo acosan: la enfermedad y su disputa con Manuel González Prada: Lo más serio de mi enfermedad es la prohibición médica de ocuparme en nada que represente labor intelectual y gracias a que mi Hipócrates consiente todavía dictar a mis hijas las cartas a que me es indispensable dar respuesta…163 Nos cuenta el Prof. Holguín164 que Raul Porras Barrenechea y Guillermo Luna Cartland, redactores entonces de la revista Alma Latina, escribieron a Palma para dedicarle la publicación como “exponente de todos los anhelos de nuestra juventud”, manifestándole haber colocado su retrato en la portada del quincenario y confesándole su admiración: “Reciba Ud. este homenaje de la juventud que lo venera y junto con él, una tímida súplica para que su pluma nos dirija una palabra de bondad y de aliento”. Como vemos –dice Holguín- los jóvenes le pedían una colaboración, lo que era mucho pedir pues todos sabían que Palma, cansado y alejado del mundo, se había retirado de la tarea intelectual; por lo mismo no debió sorprenderles la respuesta, en la cual, cordialmente, Palma les agradeció con frases afectuosas que le hubieran consagrado el primer número 162 Holguín Callo, Oswaldo. Palma y Riva-Agüero: calas a su amistad. En: Boletín del Instituto Riva-Agüero, BIRA 2 (Lima):111-134,(1994). 163 Kapsoli Escudero, Wilfredo. Miguel de Unamuno y Ricardo Palma: una amistad epistolar. En: Aula Palma V 2005-2006. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 166, Lima, 2006. 164 Holguín Callo, Oswaldo. Ricardo Palma en la obra de Porras (Apuntes y bibliogafía). En: Revista de la Casa Museo Ricardo Palma, nº 1, p. 10, Miraflores, 2000. Ricardo Palma, fotografiado en sus últimos años (Archivo Casa Museo Ricado Palma) 51 de Alma Latina, lamentando no prestarles la colaboración solicitada por la prohibición formal de los médicos, aunque les animó a seguir adelante deseándoles éxitos y felicidades”. Don Ricardo se empezó a desplazar con silla de ruedas. En carta a Rafael Calzada, el 16 de marzo de 1915 le decía165: Le acompaño mi pobre contingente en versos que no son inéditos, pues los médicos me han vedado la labor literaria. Mucha andrómina es eso de llevar a cuestas ochenta y dos febreros con el apéndice de dolores ya incurables. Poco a poco Palma dejó de acudir a las sesiones de la Academia Peruana de la Lengua debido a su delicada salud. Tanto es así que el 18 de diciembre de 1918, al reunirse los académicos en la Universidad de San Marcos para la sesión inaugural, el escritor no asistirá por su mala salud, siendo el encargado de leer su discurso Víctor Andrés Belaunde y Díez Canseco, que con el tiempo llegará a ser Secretario General de las Naciones Unidas166. Durante la vejez de Palma fue su hija Angélica su mano derecha y sus ojos. Ella decía que “desempeñaba aquella triple tarea de lazarillo, enfermera y secretaria”167. Estuvo a su lado en la madrugada del 6 de octubre de 1919 y escuchó sus últimas palabras: “¿Cómo son esos versos que empiezan… como tú, como ella?”. Angélica le respondió: “Mañana los buscaremos, ahora duérmete”. Y ya no hubo ningún mañana168. Sus amigos se dolieron mucho de la muerte del escritor. Riva-Agüero recibió la mala nueva de la muerte de Palma a poco de iniciar su largo autoexilio europeo a raíz del segundo ascenso de Leguía al poder: "Las noticias de su tranquilo apagarse de octogenario y de sus espléndidos funerales, fueron en 1919 a reanimar en el extranjero mis memorias y mis nostalgias"169. PALMA, COLABORADOR DE LA MEDICINA Algo poco conocido es que el tradicionista tomó parte en la llegada de los rayos X al Perú. El Dr. Constantino J. Carvallo los trajo al regresar de Europa y en la sesión inaugural -la noche del 22 de octubre de 1897- dos manos derechas fueron radiografiadas: la del presidente Piérola y la de Ricardo Palma170. Constantino Carvallo Loli fue un pionero de la medicina peruana, especialmente en 165 Sirvent de Luca, María Pía. Angélica Palma: su vida y su obra (1878-1935). Op. cit., pp. 85-86. 166 Pérez Garay, Carlos Alberto. Ricardo Palma y San Marcos. En: Aula Palma XII-2013. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 332-333, Lima, 2013. 167 Zanutelli Rosas, Manuel. El Senador Ricardo Palma y otros estudios. Op.cit., p. 99. 168 Zanutelli Rosas, Manuel. El Senador Ricardo Palma y otros estudios. Op.cit., p. 93. 169 Holguín Callo, Oswaldo. Palma y Riva-Agüero: calas a su amistad. En: Boletín del Instituto Riva-Agüero, BIRA 2 (Lima), p. 123,(1994). Cita aquí Holguín a: Riva-Agüero, José de la. Homenaje centenario a D. Ricardo Palma, p. 397. 170Miró, César. Don Ricardo Palma, el Patriarca de las Tradiciones. Ed. Losada, p. 44, Buenos Aires 1953. Vid. también: Pino de Soto, Ladis del. Radiología. En: Salaverry García, Oswaldo (editor). Historia de la Medicina Peruana en el siglo XX. Tomo I. Fondo Editorial de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, p. 740, Lima, 2000. 52 los campos de la radiología, ginecología y obstetricia y cirugía general. Fundó la catedra de Ginecología de la Facultad de Medicina de San Fernando, instaló el primer quirófano moderno en el Perú, introdujo la radiología y las primeras normas de bioseguridad171. A principios de octubre de 1896, Carvallo regresó de Europa, donde había ido por segunda vez en 1895 para una formación en el Hospital Bichat de París, trayendo con él, una autoclave (Estufa de Poupinel), una bujía de Chamberlain y un aparato de Rayos X entre otros novedosos instrumentos y equipos. En los tres casos mencionados, se trató de los primeros en su género que llegaron al país. La noche del jueves 22 de octubre de 1896, hizo el Dr. Carvallo la primera demostración de la efectividad de su equipo a un grupo de personas a las que había invitado. Previa explicación sobre la naturaleza, aplicaciones y cualidades de los Rayos X, los circunstantes vieron por primera vez las imágenes radiológicas de las manos y objetos metálicos, éstos últimos encerrados en una caja de madera, y hasta de un pez y un gato. Se tomaron algunas placas fotográficas, que eran láminas de vidrio pesadas y frágiles, idénticas a las usadas en las fotografías de entonces. Entre los invitados estaban el Presidente de la República Nicolás de Piérola y Ricardo Palma cuyas manos derechas fueron fotografiadas. La radiografía de la mano derecha de Palma fue enviada en 1899 con una dedicatoria de agradecimiento al Dr. Carvallo. Se evidencia el proceso artrósico interfalángico distal que afecta a esa mano172. Don Ricardo tenía a la sazón 63 años de edad. Así se tomaron las primeras radiografías de la historia médica peruana, y así Palma se convirtió en el pionero de la radiología no sólo en el Perú, sino en toda Sudamérica, a sólo 10 meses del descubrimiento de Roentgen173. En octubre de 1960 la portada de la revista Garcilaso reproducía la radiografía de la mano de Palma tomada por el Dr. Carvallo. Pero con la curiosidad de ser una pieza dedicada por el propio Ricardo Palma al médico. La dedicatoria al pie de la placa dice así: “Con cordiales gracias a mi buen amigo el Dr. Dn. Constantino Carvallo por esta obra de radiografía, fiel reproducción de la mano 171 Álvarez Carrasco, Ricardo. Constantino Carvallo Loli. Acta Med Per 28(1), enero-marzo, 2011, p. 58. 172 Álvarez Carrasco, Ricardo Iván. Constantino Carvallo Loli. Padre de la ginecología y obstetricia moderna, pionero de la radiología, bioseguridad y cirugía en el Perú. Instituto Nacional Materno Perinatal, p. 37, Lima, 2011. 173 Argentina fue el segundo país sudamericano en contar con Rayos X, gracias al Dr. Barsa, de Bahía Blanca, en diciembre de 1896. Radiografía de la mano derecha de Ricardo Palma Dr. Constantino Carvallo Loli 53 de su afmo. Ricardo Palma. Lima, 1903.”174 La placa era propiedad del propio Dr. Carvallo que, como primicia periodística, permitió a dicha publicación realizar la reproducción. Constantino Carvallo, como ha destacado Victor Bazul175, no sólo fue pionero en tomar la primera placa radiológica en el Perú, sino también en la importación de radium para el tratamiento del cáncer, siendo un precursor en el uso de la radioterapia en el tratamiento de esta enfermedad. El equipo que llevó al Perú el Dr. Carvallo desde Alemania era de la marca Siemens & Halske, patente D:R:P 21028.-24-III 96 con inductor para 30 cm de distancia, chispa con interrupción de mercurio, tubo Roentgen con mecanismo para graduación del vacío. El equipo ha desaparecido, pero el tubo todavía subsiste y es propiedad del Dr. Juan Maldonado176. Curiosamente muchos años más tarde, se crearía la Universidad Ricardo Palma en cuyo seno se fundó en 1997 la llamada Facultad de Medicina Humana177. Antes ya existía en Lima, desde 1975, una institución sanitaria, la Clínica Ricardo Palma, que llevaba también el nombre del tradicionista. LOS AMIGOS MÉDICOS DE RICARDO PALMA Palma tuvo diversos amigos médicos. Uno de ellos fue miembro de la “bohemia” limeña, compañero de redacción de La Revista de Lima, el reconocido galeno José Casimiro Ulloa Bucelo. De hecho, Palma y Ulloa fueron fundadores de dicha revista. El Dr. Ulloa fundó además, en el ámbito de la Universidad de San Marcos, los Anales Universitarios. Palma y Ulloa tenían en común el amor por la escritura, ambos en el ámbito periodístico. La labor de periodista médico de Ulloa, 174 Garcilaso, Octubre 1960, p. 4. 175 Bazul, Víctor. El Profesor Doctor Constantinio T. Carvallo y la creación de la Cátedra de Ginecología en la Facultad de Medicina. En: Anales de la Facultad de Medicina, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, vol. 57, nº 4, 1996. 176 Osorio Valverde, Felizardo. Clínicas privadas. En: Historia de la Medicina Peruana en el siglo XX (Oswaldo Salaverry García, ed.; Gustavo Delgado Matallana, comp.). Tomo I. Fondo Editorial, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, p. 54, Lima, 2000. 177 El entonces rector de la Universidad Ricardo Palma, Iván Rodríguez Chávez, creó el 4 de julio de 1997 por acuerdo de su máximo organismo, la Asamblea Universitaria, la Escuela Académico Profesional de Medicina, que por acuerdo del 2 de octubre de 1998 fue convertida en Facultad de Medicina Humana. Este hecho une el nombre del tradicionista con la enseñanza de la Medicina. Portada de la revista Garcilaso, de octubre de 1960, con la radiografía de la mano de Palma y la dedicatoria que éste realizó 54 como ha destacado Oswaldo Salaverry178, abarca todas las publicaciones que se generaron en la segunda mitad del siglo XIX, pero esta presencia no es accidental ni sujeta a requerimientos circunstanciales. Ulloa consideraba el ejercicio de la prensa médica como un factor fundamental para el progreso profesional de la medicina, tan importante como las investigaciones que daban a luz nuevos conocimientos. Su elogio de la prensa médica en el primer editorial de la Gaceta Médica de Lima no puede ser más explícito: “Como palanca del progreso médico, ninguna ha funcionado con mayor actividad ni con mejor éxito que la imprenta. No desconocemos el papel importante que en el progreso de la medicina representa la enseñanza y la investigación propia del génio secundado por el estudio. Pero esta enseñanza ¿en cuáles fuentes bebe? ¿Este génio investigador en dónde encuentra aplauso, á quién demanda estímulo? La prensa viene á ofrecérselos— Sierva aun de los caprichos del génio, ella publica sus descubrimientos, sus conquistas, y llama sobre ellos la atención toda del mundo.—Tal es la misión de la imprenta en el mundo médico.—Esta misión es sagrada; lo es tanto como la de la prensa política.— Ella se cumple en el silencio: los hombres estraños á su movimiento ni aun se perciben de su presencia; ¡y sin embargo cosechan sus beneficios!.” Coherente con esta función central de la difusión de la actividad médica, Ulloa fue fundador junto con Francisco Rosas de La Gaceta Médica de Lima, órgano oficial de la Sociedad de Medicina de Lima y que tuvo como Director, en su primera época, a Antonio Sánchez Almodovar; le acompañaron en la redacción José Mariano Macedo, Manuel Corpancho y Mariano Arosemena. El primer periodo de esta Revista culminó en 1868, pero luego tuvo una segunda época de 1875 a 1879. La guerra del Pacífico dio término a muchas revistas, pero desocupada Lima, en 1884 se organiza la Sociedad Médica "Unión Fernandina" y funda su órgano de difusión: "La Crónica Médica", Ulloa se incorpora entusiastamente como colaborador de esta revista fundada por sus alumnos. Su primer Director fue el entonces todavía alumno Leonidas Avendaño. Indica Avendaño que el ya anciano Ulloa se presentó al mes de fundada la revista y al tiempo que entregaba su primera colaboración les indicaba: “yo tengo la obligación moral de alertar y ayudar a mis discípulos, a mis hijos”. Al año siguiente la Academia Libre de Medicina, antecesora de la Academia Nacional de Medicina crea su propia Revista: El Monitor Médico con un epígrafe que indica "Órgano de los intereses científicos y profesionales del cuerpo médico", Ulloa asume su Dirección, la cual mantendrá hasta su muerte en 1891. 178 Salaverry, Oswaldo. José Casimiro Ulloa Bucelo (1829-1891), el paladín del gremio médico. Rev Peru Med Exp Salud Publica vol.27 n.4 Lima Dec. 2010. Dr. José Casimiro Ulloa Bucelo 55 Según ha comentado Carlos Alberto Pérez Garay en su tesis de licenciatura en Historia, sobre Palma179, Ulloa estaba enterado de los planes revolucionarios de Gálvez en 1860 y tal vez pudo tener parte activa en su desarrollo, así como en la tarea de comprometer nuevos elementos. Palma lo describirá así: “No se (sic) si Ud. recuerda cierta tarde en que desde la Imprenta de (L)a Revista de (Lima) nos fuimos en sabrosa plática política hasta la plaza de Santa Ana. Ni V. ni yo habíamos imaginado entonces que esa inocente conversación habría de producirme el destierro y la muerte de muchas ilusiones”180. Otro de los médicos, también perteneciente a la “bohemia” limeña, de los que Palma fue gran amigo fue Manuel Nicolás Corpancho. Cuando se conocieron éste era estudiante de Medicina pero ya era poeta y se inició en el drama (1849). Palma pudo haberse referido a él en este discurso de senectud: Yo era, por entonces (julio de 1850), estudiante en San Carlos, y mis aficiones literarias me llevaban diariamente, de siete a diez de la noche, al cuarto de un poeta alumno de la Escuela de Medicina. Allí nos congregábamos los poetas en animada charla… El discurso fue realizado en la inauguración del monumento a Antonio Raimondi, gran naturalista italiano radicado en Lima, a quien el médico peruano Cayetano Heredia encargó la organización del Museo de Historia Natural, y que fue también amigo de Palma. El Dr. Corpancho fue uno de los animadores del grupo de bohemios del que Palma formaba parte. Con Márquez, Ulloa –también médico como hemos visto- y otros, publicó El Semanario de Lima. Como ha destacado Holguín181 “su simpatía y precocidad intelectual no menos que sus excelentes relaciones le facilitaron no sólo una rápida graduación sino un viaje a Europa en 1852 integrando, como cirujano, la dotación de la fragata de guerra ‘Amazonas’ que se construía en Londres, hecho que lo convirtió el primer ‘bohemio’ joven que pisó el viejo continente y tomó contacto directo con su cultura.” El padre de Manuel Nicolás, Carlos Corpancho, era también médico y fue él quien le indujo a seguir la carrera de Medicina ingresando al Colegio de la Independencia, luego Facultad de Medicina de San Fernando, en 1845. El citado viaje a Europa fue un premio a su precoz talento y auspiciado por el gobierno del general José Rufino Echenique para que se perfeccionara como médico. Fue miembro del Cuerpo Político de la Armada como cirujano de primera clase, aunque por poco tiempo. Aunque luego se dedicó a la poesía y a la política, siendo secretario del Presidente 179 Pérez Garay, Carlos Alberto. Liberalismo criollo: Ricardo Palma, ideología y politica: 1848-1919. Tesis para optar al título profesional de Licenciado en Historia. Universidad Nacinal Mayor de San Marcos, Facultad de Ciencias Sociales, E.A.P. de Historia, p. 91, Lima, 2010. 180 Palma a J. C. Ulloa. Valparaíso 17 de julio de 1861. 181 Holguín Callo, Oswaldo. Tiempos de infancia y bohemia. Ricardo Palma (1833-1860). Op.cit., p. 153. El médico y escritor Manuel Nicolás Corpancho, amigo de Ricardo Palma 56 Ramón Castilla y Diputado por Yauyos, también ejerció la docencia médica182. Entre él y Palma había hacia 1854 una estrechísima relación. Con el tiempo su trato se tornó más amplio y sincero. En 1855 Palma celebró un drama de su amigo, El templario, y un año después le dedicó una leyenda en verso, firmándola como El tío Pepinitos. En 1860 ambos se dedicaron a recopilar la mejor producción lírica hispanoamericana y así publicar un Parnaso americano que no llegó a concretarse. Corpancho falleció cerca del Golfo de México, en el Mar Caribe, en 1863. El día 20 de diciembre de 1860, Palma fue conducido por Astaburuaga hasta el puerto del Callao, en donde se embarcó en el vapor inglés Lima con destino a Valparaíso. Junto a él, lo acompañaron al destierro otros implicados en un movimiento de revuelta contra Castilla, como Lara, Saavedra, el abogado Benigno Madueño y el médico Manuel Moreno, principales cómplices en el atentado. Otro de los médicos con los que Palma tuvo estrecho trato fue Leónidas Ballén. Oswaldo Holguín, en su obra Palma, el Ecuador y los ecuatorianos183, subraya esta amistad. Se trataba de un médico guayaquileño radicado en Lima y dueño de una céntrica cigarrería. Palma lo hizo su interlocutor en el sabroso anecdotario Glorias del cigarro. Charla con Leónidas Ballén (1874). En realidad se llamaba Francisco Leónidas Ballén de Guzmán y Millán. Nacido el 5 de octubre de 1832 en Guayaquil falleció bastante joven en Lima –no sabemos si como consecuencia del tabaco- en 1874. Era hijo de Julián Clemente José Ballén de Guzmán y Soler (1807-1842) y de María de Jesús Millán y Macías. Había casado en Lima el 18 de diciembre de 1862 con Dolores Rita Valle-Riestra y Caso, hija del general Francisco Valle-Riestra, Ministro de la Guerra, y de María Martina Caso y Fernández- Dávila. Leonidas Ballén tenía su cigarrería en la esquina de Mercederes y Plateros de San Agustín184, actualmente Jirón de la Unión, cuadra 4185. Y ya que hablamos de Ecuador, no debemos dejar de citar a otro médico, en este caso venezolano de origen francés, natural de Puerto Cabello, pero instalado en Guayaquil a quien Palma dedica una de sus tradiciones, El Cristo de la Agonía186. Me refiero al doctor Alcides Destruge Maitín, hijo de otro médico ilustre, Juan Bautista Destruge, nacido en Francia en 1796 y compañero de Bolívar desde sus primeras campañas, Coronel, médico y Cirujano Mayor de la Armada Independiente colombiana, Miembro Activo de la masonería, que llegó a Guayaquil en 1833, siendo 182 Holguín Callo, Oswaldo. Tiempos de infancia y bohemia. Ricardo Palma (1833-1860). Op.cit., p. 153. 183 Holguín Callo, Oswaldo. Palma, el Ecuador y los ecuatorianos. Editorial del Cardo, 2006. Vid. también: Holguín Callo, Oswaldo. Ricardo Palma, el Ecuador y los ecuatorianos. Op.cit., p. 246.. 184 Coloma Porcari, César. Las antiguas calles de Lima en las Tradiciones de Ricardo Palma. En: Aula Palma- IX, Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 98, Lima, 2010. 185 Coloma Porcari, César. Las antiguas calles de Lima en las Tradiciones de Ricardo Palma. Op. cit., p. 92. 186 Holguín Callo, Oswaldo. Ricardo Palma, el Ecuador y los ecuatorianos. Op.cit., p. 249. Palma escribió varias veces sobre pintores y lienzos, como en “El rey de los camanejos” o en “El alma de fray Venancio”. (Vid. Tanner, Roy L. Aproximaciones al estudio de las Tradiciones Peruanas. Op. cit., p. 119.) 57 miembro de la Comisión Médica para la epidemia de fiebre amarilla de 1842, autor del Método curativo de la fiebre amarilla adoptado en esa epidemia y el primero en descubrirla y denunciarla. Precisamente Alcides Destruge fue padre de un gran historiador y pensador ecuatoriano, Camilo Destruge Illingworth, cronista emérito de Guayaquil, qué aportó una vasta y erudita obra al robustecimiento de la identidad ecuatoriana. El doctor Alcides Destruge estuvo casado en primeras nupcias con Carmen Illingworth Décima-Villa, oriunda de Guayaquil, que le dio cinco hijos, uno de los cuales fue Camilo. Luego casó con Herminia Vera. Palma se escribía también con el doctor Dickson Hunter, famoso médico residente en Arequipa187 del que merece la pena hablar188. Se trataba de Jacobo Dickson Hunter, nacido en Madison, Indiana, Estados Unidos el 8 de septiembre de 1837. Era por tanto algo menor que Palma, pero de su misma generación. La familia de este galeno era escocesa. Sus padres Oswlad y Susana, nacieron en Dollar, condado de Clackman, cerca de Edimburgo. Estudió en la Facultad de Medicina de la Universidad de Edimburgo donde se graduó cuando tenía casi 22 años, un 2 de agosto de 1858, con una tesis sobre Psoriasis y Lepra ante el Real Colegio de Cirujanos de Edimburgo, con un jurado conformado por prestigiosos médicos escoceses. Su contacto con el Perú se inicia al obtener un puesto como médico en el vapor Lima de la línea de vapores Pacific Steam Navigation Company que prestaba servicios entre Liverpool y las costas del Pacífico. En él llegó al Callao y permaneció en Lima dos años trabajando en el Hospital de Bellavista de El Callao. El 20 de agosto de 1861 revalidó sus estudios en la Universidad de San Marcos y en septiembre de ese año aceptó la propuesta de comerciantes extranjero, especialmente británicos, establecidos en Arequipa para abrir allí un consultorio, cosa que hizo en diciembre de 1861 en la esquina de las calles Piérola y Santo Domingo. El 28 de agosto de 1863 contrajo matrimonio con María Harmsen Averásturi que entonces contaba sólo diceiséis años. Y ante el incremento de su clientela trasladó su consultorio a la casona ubicada en la esquina Jerusalén y San José. El doctor 187 Díaz Falconí, Julio. Cronología de las Tradiciones Peruanas (Conclusión). Op. cit., p. 79. 188 La información sobre este médico, arequipeño de adopción, que aunque norteamericano de nacimiento y escocés de linaje pasó menos de un año en Indiana, sus primeros veinte años en Escocia, dos en Lima y sesenta y cinco en Arequipa, está obtenida de: Valdez Herrera, Jesús. Algunos aspectos de la historia de la medicina de Arequipa. Diagnostico, vol. 37, nº 6, noviembre-diciembre 1998. Tras 22 años de su muerte, en unos terrenos que fueron de su propiedad y donados por su segunda esposa Manuela Oviedo, se creó una urbanización con el apellido del ilustre médico. Monumento al Dr. Dickson Hunter, Arequipa 58 Hunter vivió entre 1870 y 1920 en la calle La Merced Nº65. A pesar de que desde 1890 fijó su residencia en la Villa de Tingo, donde construyó una residencia valorizada en 200 mil soles de la época. Entre 1920, hasta su muerte su casa en la ciudad la estableció en la calle Rivero 306. El Dr. Jacobo Hunter, estando en cierta ocasión de viaje, se enteró del terrible terremoto que desvastó Arequipa el 13 de agosto de 1868. Desde París envió ayuda para sus amigos pobres. Asimismo, cuando se produjo la Guerra con Chile, con su esposa María Harmsen convirtieron su casa de La Merced nº 65 en un taller de costura, donde con algunos amigos confeccionaron vestidos para las tropas destacadas en Arequipa y que partían para defender la frontera sur. Ejerció su profesión en beneficio desinteresado de los más pobres. Según cuentan, recorría las calles de Arequipa en su caballo para visitar a sus enfermos, repartiendo gratuitamente medicinas, especialmente cuando las epidemias o las revueltas asolaban la ciudad, llevaba a los enfermos pobres a su casa, alimentaba a los hijos de madres enfermas, ejerciendo -además- gratuitamente de médico forense. Por otra parte, trasmitió sus conocimientos a varias generaciones de jóvenes médicos arequipeños, entre los que figura Edmundo Escomel. Fue autor de Arequipa como ciudad de salud, Observaciones sobre la disentería, Abscesos hepáticos tratados antisépticamente, entre otros trabajos, siendo además un gran experto en antisepsia y anestesia. El 29 de agosto de 1926, en Tingo sufrió una caída en una acequia a raíz de la cual, luego de 3 días de lenta agonía falleció189 un 1 de setiembre de 1926. Entre las cartas que se conservan de la correspondencia entre Palma y el Dr. Hunter podemos citar la que el 23 de septiembre de 1909 le escribiera el tradicionista. En ella le da noticia de las actividades de su hijo Ricardo, colega de Hunter, como médico. Y le decía: Transmitiré su bondadoso saludo a mi hijo, quien a los veinte días de su incorporación médica tuvo la suerte de celebrar un buen contrato para establecerse por cuatro años en Cayaltí, donde está contentísimo. Su compañero el joven Tello, partió hace quince días para Nueva York, rentado por el Gobierno para que perfeccione sus estudios antropológicos. Entre los médicos que conoció Palma debemos contar también a aquellos que servían en los navíos donde el escritor estuvo destinado durante sus años en la Marina de Guerra del Perú. Ingresó a ésta como oficial tercero del Cuerpo Político, el 7 de febrero de 1852. Dicho cuerpo, como ha recordado Carlos Zúñiga, “consideraba a intentendes de Marina, comisarios, contadores de navíos y de fragatas, matriculados de mar y maestranza, sus mujeres y las viudas mientras se mantenían en tal estado, los médicos cirujanos y dependientes de los hospitales y otras personas”190. El 13 de marzo de 1853 (el 16 según otros documentos) Palma embarcó en la goleta Libertad donde para curar a los enfermos y auxiliarlos en cualquier contigencia relacionada con su salud estaba el cirujano Justo 189 Tras su muerte, sus amigos y discípulos fundaron una revista científica y cultural que se llamó Escocia, y que circuló en Arequipa a partir del año de 1927. 190 Zúñiga Segura, Carlos. Ricardo Palma en la Marina. Editorial Universitaria, Universidad Ricardo Palma, p. 14, Lima, 2004. 59 Álvarez191. Es seguro que Palma conoció y trató al médico cirujano de la dotación del vapor Rímac, Domingo Castañeda192, donde ambos servían. Palma era entonces oficial de tercera y contador del citado buque, que naufragó el 1 de marzo de 1855. Palma y Castañeda protagonizaron una polémica y, como ha destacado Holguín Callo193, “en el calor del enfrentamiento verbal se ganó los calificativos de cobarde y villano, ‘como que más no puede esperarse de su infame raza’”. También debo citar al que fue cirujano mayor del monitor Huáscar, Santiago Távara Renovales, con el que Palma mantuvo asimismo una amistad194. También conoció Palma, sin duda, al Dr. Elías Bellido, cirujano de segunda clase en el vapor de guerra Loa donde ambos servían –Palma como contador oficial 3º- y que estaba al mando del teniente 1º Hercilio Cabieses195. No sería descabellado pensar también que Palma conociera al menos de referencia, al médico José Turner, esposo de la escritora Clorinda Matto de Turner. Es algo que no he comprobado pero que sería posible y aún probable. El 27 de julio de 1871 esta amiga de don Ricardo casó con el inglés Dr. Turner, que además de médico era empresario. Vivieron en Tinta, no lejos de Cuzco. Turner murió diez años más tarde, en plena guerra con Chile, dejando a su viuda en difícil situación económica196. Matto publicó su primera serie de ensayos y bosquejos históricos Perú-Tradiciones cuzqueñas en Arequipa en 1884, tres años después de la muerte de Turner, pero seguramente Palma tenía noticia de que el marido de Clorinda había sido médico. También debió tratar Palma al médico José Eugenio Eyzaguirre, “de vasta instrucción y de refinado gusto literario”, que era uno de los asistentes a la tertulia que tenía lugar en la librería de Pérez, como nos ha señalado Oswaldo Holguín. Y asimismo debió haber conocido al Dr. José Antonio Morales Alpaca, fallecido el 9 de julio de 1889. Con motivo de su muerte, connotados literatos peruanos encabezados por Clorinda Matto de Turner, publicadon un poemario denominado Flores y lágrimas, corona fúnebre en la que participó Ricardo Palma que publicó un sentido epitafio197. Dr. 191 Zanutelli Rosas, Manuel. El Senador Ricardo Palma y otros estudios. Op. cit., p. 37. 192 Zanutelli Rosas, Manuel. El Senador Ricardo Palma y otros estudios. Op.cit., p. 42. 193 Holguín Callo, Oswaldo. Ricardo Palma y la cultura negra. Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, Alicante, 2007. 194 Zanutelli Rosas, Manuel. El Senador Ricardo Palma y otros estudios. Op.cit., p. 82. 195 Adriazola Silva, Juan Carlos. Don Ricardo Palma y su homenaje marmóreo a la casa natal de Miguel Grau en Piura. En: En: Aula Palma XIII-2014. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 113, Lima, 2014. 196 Berg, Mary G. Clorinda Matto de Turner: periodista y crítica (Perú, 1852-1909). En: Osorio, Betty; Jaramillo, María Mercedes (eds.). Las desobedientes: Mujeres de nuestra América. Panamericana Ed., pp. 147- 159, Bogotá, 1997. 197 Maldonado, Soledad. Palma, las escritoras ilustradas y María Nieves la ausente. En: Aula Palma XI-2012. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 49, Lima, 2012. Dr. José Antonio Morales Alpaca 60 Morales fue un afamado médico ostetra, nacido en Arequipa el 17 de septiembre de 1841 y que estudió su carrera primero en el Perú y luego en las Universidades de París y de Lovaina, donde obtuvo el doctorado en Ciencias Naturales, fue miembro de muchas sociedades científicas en todo el mundo, como la Real Sociedad de Ciencias Médicas de Amberes, y la Real Academia de Medicina y Cirugía de Bruselas, e inventó algunos instrumentos como el fórceps Morales Alpaca que presentó en dicha Real Academia que ordenó la publicación de todos los estudios practicados por el doctor Morales Alpaca. Fue el primer médico en practicar una traqueostomía en Arequipa en un caso grave de crup. Fue fundador de la Sociedad Americana, Director de la Beneficencia de Arequipa, diputado en el Congreso de 1876 y senador en 1877, alcalde de Arequipa, prefecto de ese departamento, donde desplegó una gran actividad en favor de la clase pobre, cuando hubo allí amagos del cólera morbus. Entonces redactó y publicó una cartilla higienista que fue distribuida gratuitamente a la gente menesterosa; y presentó ante la Corporación Municipal acuerdos para proveerse de medicinas que llevasen el alivio en las horas de angustia que esperaba a la porción indigente, caso de llegar al Perú el cólera. Por último, no quiero dejar de citar aquí a un amigo de Palma que no era médico sino farmacéutico. Se trata de Pedro Narciso Arata (1849-1922) que era además químico y profesor universitario, con el que mantenía correspondencia, sin duda porque compartían la pasión por los libros hasta el punto de que Arata, gran bibliógrafo llegó a reunir una colección de casi sesenta mil volúmenes198. LA ENFERMEDAD ENTRE LOS AMIGOS DE PALMA De igual modo que las enfermedades nuestras o de nuestros familiares nos afectan y condicionan nuestra existencia, las que padecen nuestros amigos pueden afectarnos también en mayor o menor medida, dependiendo del grado de intimidad y cercanía que exista entre nosotros y nuestros allegados. Palma vivió y conoció de cerca las enfermedades de varios de sus amigos. Conocido es que nuestro escritor estaba al tanto de la enfermedad que padecía José Zorrilla, como luego veremos, pero otros amigos suyos también le mantenían al tanto de sus padecimientos. En la correspondencia de Palma se puede encontrar toda una serie de noticias sobre la salud199 de sus amigos. Como señala Porras, entre los muchos asuntos de que trata en su 198 Pantigoso Pecero, Manuel. El discurso de Ricardo Palma en el III Congreso Americano de Estudiantes de 1912. En: Aula Palma XIII-2014, Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 283, Lima, 2014. 199 Esa salud que, decía el propio Palma, valía la pena perder para conseguir un palco en el teatro: “¡Ah! Lo olvidábamos. ¿Nos regalan un asiento en la platea? Si… Pues ¿a qué quejarnos? Estamos suficientemente recompensados. Estimuláos, jóvenes, y si queréis gozar de la misma gracia, escribid para el Teatro, pues el premio bien vale la molestia de sacrificar la salud y el reposo”. (Vid. Holguín Callo, Oswaldo. Ricardo Palma, cronista bohemio: el Prólogo al Teatro de Segura (1858). En: Aula Palma IV 2003-2004. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 294, Lima, 2004.) 61 correspondencia, los “achaques”200 no son los menos importantes. En carta dirigida a Antonio Rubió y Lluch de 20 de febrero de 1906 se puede leer201: Correspondo a su afectuosa del 29 de diciembre, deseándole mucha ventura personal en este año y que consiga recobrar por completo la salud. Todavía las goteras202 de casa vieja no tienen en usted razón de ser, como en este su amigo y servidor que el 7 del actual completó 73 Febreros. El 16 de marzo del mismo año de 1906 escribía a Mariano Catalina, secretario de la Real Academia Española, Monseñor José Antonio Roca se halla completamente ciego203, no sale de su domicilio, ni el médico le consiente expansiones intelectuales. Y luego prosigue: el Arzobispo de Lima, Monseñor Tovar, atacado de enfermedad crónica, reside en una villa cercana a la ciudad, y sólo muy de tarde en tarde, por un par de horas viene a su Catedral204. En otra carta, dirigida a Lola Rodríguez de Tió, de 19 de abril de 1907, le contaba acerca del fallecimiento en Guayaquil del gran poeta Numa Pompilio Llona a la edad de 76 años. De su esposa, la poetisa limeña Lastenia Larriva, decía205: se encuentra también en Guayaquil muy enferma de diabetes, tanto que se asegura su muy próximo fin. También solía informar a su hijo Ricardo de las enfermedades o muertes de sus amigos y conocidos. Por ejemplo, el 28 de diciembre de 1909 le escribía desde Lima a Cayaltí, donde Ricardo hijo trabajaba como médico: El 22 a las 7 de la noche, llegó a su casa don Claudio Rebagliati (se refiere al compositor). A los pocos minutos sufrió un ataque cardíaco que le ocasionó la muerte206. 200 Citado por: Cabel, Jesús. El Palma de Raúl Porras Barrenechea. En: Aula Palma V 2005-2006. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 80, Lima, 2006. 201 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 19. 202 Esta expresión, “goteras”, para referirse a los problemas de salud propios o ajenos, es común en Palma. Así dice del coronel Benites: …conocí a Benites, ya anciano y con más goteras en la salud que casa que se derrumba por vieja. (T. P. La proeza de Benites (1835), dedicada al general don Justiniano Borgoño. Vid. también: Tanner, Roy L. Aproximaciones al estudio de las Tradiciones Peruanas. Op.cit., p. 107). En carta a Daniel Granada, de 5 de abril de 1910, le decía: En cuanto a mí, sólo me cabe decirle que los setentaisiete años que peino simbolizan setentaisiete goteras. Mi salud cada día más quebrantada… pero sigo en la brega. (Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 155.) 203 Sobre una propia ceguera figurada escribió Palma en este poema (Ángeles Caballero, César. El paisaje en la poesía de Ricardo Palma. En: Aula Palma IX 2010. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 21, Lima, 2010.): ¡Mi patria blanca estrella sobre el espacio azul cual ciega mis pupilas su mágico esplendor! 204 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 23. 205 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 42. 206 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 119. 62 Una de las personas con las que Palma mantuvo más asidua correspondencia fue la escritora argentina Juana Manuela Gorriti. En sus cartas ella le informa a menudo de su deteriorada salud. Así, podemos ver que le dice el 27 de noviembre de 1882: “No sé si podrá U. entender estos borrones que traza mi mano medio paralítica. Confío, sin embargo en la destreza de U. para descrifrar guirigáis”207. O el 28 de febrero de 1883: “Contesto dos cartas suyas recibidas durante la grave enfermedad que me ha tenido postrada más de dos meses”208. O el 12 de junio de 1885: “De bastante lejos sigue esta carta a la última que dirigí a U. He estado muy enferma, pero muy enferma la mitad del mes pasado, y lo que va de éste. Decididamente el clima de Buenos Aires me es mortal, y debo huir de él si quiero vivir”. Esa misma carta la acaba diciendo: “Se acabó el pliego y yo desfallezco de enferma…”209. O, como le decía el 1 de diciembre de 1885210: “Me siento profundamente enferma, aunque en apariencia ágil y fuerte”. El 1 de diciembre de 1885 le decía211: “…Pero esta casa es un jubileo de visitas, y yo no he podido ir a la suya porque no salgo, a causa de mis dolencias…” O en carta de 31 de mayo de 1886212: “Aunque enferma en cama le escribo para felicitar a U. por las ‘Dos tradiciones’ que he recibido”. Y en la misma carta: “…Deseo dar gusto a este amigo, pero siento mi enfermedad tran grave que me parece durará hasta entonces, si es que no me he muerto antes. Nadie, ni mi mismo médico sabe cuan mal me encuentro, pues en el deseo de ser agradable, lo menos que puedo hacer con esta gente que tanto me mima, dejo la cama desde el alba, me baño, me visto, salgo al salón, platico, converso, parlo y charlo hasta que exhausta de fuerzas, casi de aliento mientras ellos toman cerveza, yo simulo acompañarlos apurando un cordial del mismo 207 Batticuore, Graciela (edición crítica, estudio preliminar, coordinación de dossier y diccionario a cargo de). Juana Manuela Gorriti. Cincuenta y tres cartas inéditas a Ricardo Palma. Fragmentos de lo íntimo. Buenos Aires-Lima 1882-1891. Op.cit., p. 5. 208 Batticuore, Graciela (edición crítica, estudio preliminar, coordinación de dossier y diccionario a cargo de). Juana Manuela Gorriti. Cincuenta y tres cartas inéditas a Ricardo Palma. Fragmentos de lo íntimo. Buenos Aires-Lima 1882-1891.Op.cit., p. 6. 209 Batticuore, Graciela (edición crítica, estudio preliminar, coordinación de dossier y diccionario a cargo de). Juana Manuela Gorriti. Cincuenta y tres cartas inéditas a Ricardo Palma. Fragmentos de lo íntimo. Buenos Aires-Lima 1882-1891.Op.cit., p. 14. 210 Batticuore, Graciela (edición crítica, estudio preliminar, coordinación de dossier y diccionario a cargo de). Juana Manuela Gorriti. Cincuenta y tres cartas inéditas a Ricardo Palma. Fragmentos de lo íntimo. Buenos Aires-Lima 1882-1891.Op.cit., p. 17. 211 Batticuore, Graciela (edición crítica, estudio preliminar, coordinación de dossier y diccionario a cargo de). Juana Manuela Gorriti. Cincuenta y tres cartas inéditas a Ricardo Palma. Fragmentos de lo íntimo. Buenos Aires-Lima 1882-1891. Op. cit., p. 17. 212 Batticuore, Graciela (edición crítica, estudio preliminar, coordinación de dossier y diccionario a cargo de). Juana Manuela Gorriti. Cincuenta y tres cartas inéditas a Ricardo Palma. Fragmentos de lo íntimo. Buenos Aires-Lima 1882-1891. Op.cit., p. 23. Juana Manuela Gorriti 63 color, que los engaña y me restaura”. El 16 de junio de 1886 le escribía desde Buenos Aires213: “Con las manos agarrotadas por el frío de un invierno espantoso estoy escribiendo a U. y enviándole la bella temperatura que gozan UU. en ese clima bendito. ¡Quién tuviere para el enfermo pulmón una ráfaga del tibio ambiente de Lima!”. Y continúa: “Yo estoy tan enferma, que apenas si puedo asistir a los estrenos de las compañías”. El 14 de junio de 1887 le escribía214: “No sé si entenderá U. esto que escribo acostada en cama, donde me tiene presa una fuerte pulmonía, cuyo período álgido pasó ya; pero no la terrible convalecencia que los médicos se empeñan en hacer más dolorosa con sus majaderos cuidados”. El 25 de enero de 1888 le decía215: “A pesar de las dolencias que me agobian…” y “…veo que me es imposible seguir escribiendo esta carta acostada en cama como estoy desde hace tres días, y voy a levantarme para que U. no reniegue mucho con mi perversa letra”. O: “Cuánto tiempo sin carta de U.; cuánto sin poder yo escribirle. Es que me he encontrado durante muchos días, entre la vida y la muerte, deshauciada de todos los médicos, que me dieron ya por muerta, no obstante que con los esfuerzos de su ciencia me han salvado. Sin embargo, llevo dos meses de una convalecencia peor que la enfermedad misma. No sé si hubiera sido mejor morirme. Desde ayer solamente me ha sido posible volver a hojear mis abandonadas cuartillas en las que los galenos habían echado borrón y medio al escribir sus recetas, limpiando limpiando (sic) la pluma en aquellos pobre renglones, muy seguros de su eterna interrupción”216. O “…Como en mi anterior le decía, sigue todavía mi lenta convalecencia de la gravísima enfermedad que casi me deja para siempre bajo esta tierra natal que (tachada la frase)”217. El 7 de junio de 1888 iniciaba una de sus cartas a Palma diciendo218: “Yo, enferma, gravemente enferma, y hace tiempo casi siempre guardando cama, desde ella les escribo, por lo menos dos veces cada mes”. El 4 de noviembre de 1888 le escribía219: “No ha sido, por esta vez, el desorden postal la causa de mi silencio, sino una terrible pleuresía que por poco me lleva, y una convalecencia 213 Batticuore, Graciela (edición crítica, estudio preliminar, coordinación de dossier y diccionario a cargo de). Juana Manuela Gorriti. Cincuenta y tres cartas inéditas a Ricardo Palma. Fragmentos de lo íntimo. Buenos Aires-Lima 1882-1891. Op.cit., p. 25. 214 Batticuore, Graciela (edición crítica, estudio preliminar, coordinación de dossier y diccionario a cargo de). Juana Manuela Gorriti. Cincuenta y tres cartas inéditas a Ricardo Palma. Fragmentos de lo íntimo. Buenos Aires-Lima 1882-1891. Op.cit., p. 35. 215 Batticuore, Graciela (edición crítica, estudio preliminar, coordinación de dossier y diccionario a cargo de). Juana Manuela Gorriti. Cincuenta y tres cartas inéditas a Ricardo Palma. Fragmentos de lo íntimo. Buenos Aires-Lima 1882-1891. Op.cit., p. 42. 216 Batticuore, Graciela (edición crítica, estudio preliminar, coordinación de dossier y diccionario a cargo de). Juana Manuela Gorriti. Cincuenta y tres cartas inéditas a Ricardo Palma. Fragmentos de lo íntimo. Buenos Aires-Lima 1882-1891.Op.cit., p. 44. 217 Batticuore, Graciela (edición crítica, estudio preliminar, coordinación de dossier y diccionario a cargo de). Juana Manuela Gorriti. Cincuenta y tres cartas inéditas a Ricardo Palma. Fragmentos de lo íntimo. Buenos Aires-Lima 1882-1891. Op.cit., p. 45. 218 Batticuore, Graciela (edición crítica, estudio preliminar, coordinación de dossier y diccionario a cargo de). Juana Manuela Gorriti. Cincuenta y tres cartas inéditas a Ricardo Palma. Fragmentos de lo íntimo. Buenos Aires-Lima 1882-1891. Op.cit., p. 47. 219 Batticuore, Graciela (edición crítica, estudio preliminar, coordinación de dossier y diccionario a cargo de). Juana Manuela Gorriti. Cincuenta y tres cartas inéditas a Ricardo Palma. Fragmentos de lo íntimo. Buenos Aires-Lima 1882-1891. Op.cit., p. 51. 64 peor que la misma enfermedad, por un mortal desfallecimiento que me tuvo anonadada”. Al día siguiente insistía220: “Recibí carta de U. conducida por Cabral. Urcina fue a visitar en mi nombre a la esposa; porque yo, muy delicada todavía de salud, no puedo salir a la calle”. El 2 de febrero de 1889 le decía221: “Privada, en toda la mitad del mes pasado, por mis achaques, de escribir a U…” y continuaba luego “A mi las dolencias me impiden ir a visitas pero siempre tengo un gran círculo; pues como saben que estoy enferma vienen a verme sin exigir retorno”, para seguir después diciendo “…este desaliento me parece que tiene dos causas: vejez y enfermedad”. El 13 de abril de 1889 le decía222: “Yo me encuentro tan mal, que no creo salir de este invierno”. Y el 1 de julio de 1889223: “Estoy tan enferma, que apenas puedo tener la pluma”. Dos días más tarde continuaba224: “Si mi libro, al llegar a sus manos, encontró a U. guardando cama por cuidarse, el capillo me halló en ella y en plena enfermedad”. El día 8 del mismo mes y año comenzaba una de sus cartas225: “Siempre enferma, pero ahora en cama…” y proseguía “… no sé cómo hacer para arreglar la edición de mis libros, corregir pruebas, y demás en el estado de enfermedad que me agobia”. El 2 de septiembre de 1889 escribía226: “Yo estoy siempre enferma; y mientras habite esta bellísima Buenos Aires, cuyo clima me es fatal, enferma, enferma y enferma estaré”, y continúa luego “…de repente veo llegada la noche, y nada, nada he hecho. No es desaliento: es que estoy enferma, muy enferma”. El 12 de octubre de 1889 decía227: “Aunque muy enferma, estoy entregada a la dura labor de arreglar tres publicaciones que deben entrar prontamente en edición…” El 23 de febrero de 1890 le cuenta: “Escribo a U. bajo la garra de la influenza, esta enfermedad burda y grosera como un patán, y que, sin embargo, se ha llevado príncipes y monarcas; y que aún aquí entre la alta canalla, está haciendo estragos, que casi llevan a Quintino Bocayuva, que se haya aquí en misión diplomática, 220 Batticuore, Graciela (edición crítica, estudio preliminar, coordinación de dossier y diccionario a cargo de). Juana Manuela Gorriti. Cincuenta y tres cartas inéditas a Ricardo Palma. Fragmentos de lo íntimo. Buenos Aires-Lima 1882-1891. Op.cit., p. 52. 221 Batticuore, Graciela (edición crítica, estudio preliminar, coordinación de dossier y diccionario a cargo de). Juana Manuela Gorriti. Cincuenta y tres cartas inéditas a Ricardo Palma. Fragmentos de lo íntimo. Buenos Aires-Lima 1882-1891. Op.cit., p. 55. 222 Batticuore, Graciela (edición crítica, estudio preliminar, coordinación de dossier y diccionario a cargo de). Juana Manuela Gorriti. Cincuenta y tres cartas inéditas a Ricardo Palma. Fragmentos de lo íntimo. Buenos Aires-Lima 1882-1891. Op.cit., p. 62. 223 Batticuore, Graciela (edición crítica, estudio preliminar, coordinación de dossier y diccionario a cargo de). Juana Manuela Gorriti. Cincuenta y tres cartas inéditas a Ricardo Palma. Fragmentos de lo íntimo. Buenos Aires-Lima 1882-1891. Op.cit., p. 66. 224 Batticuore, Graciela (edición crítica, estudio preliminar, coordinación de dossier y diccionario a cargo de). Juana Manuela Gorriti. Cincuenta y tres cartas inéditas a Ricardo Palma. Fragmentos de lo íntimo. Buenos Aires-Lima 1882-1891. Op.cit., p. 68. 225 Batticuore, Graciela (edición crítica, estudio preliminar, coordinación de dossier y diccionario a cargo de). Juana Manuela Gorriti. Cincuenta y tres cartas inéditas a Ricardo Palma. Fragmentos de lo íntimo. Buenos Aires-Lima 1882-1891. Op.cit., p. 71. 226 Batticuore, Graciela (edición crítica, estudio preliminar, coordinación de dossier y diccionario a cargo de). Juana Manuela Gorriti. Cincuenta y tres cartas inéditas a Ricardo Palma. Fragmentos de lo íntimo. Buenos Aires-Lima 1882-1891. Op.cit., p. 74. 227 Batticuore, Graciela (edición crítica, estudio preliminar, coordinación de dossier y diccionario a cargo de). Juana Manuela Gorriti. Cincuenta y tres cartas inéditas a Ricardo Palma. Fragmentos de lo íntimo. Buenos Aires-Lima 1882-1891. Op.cit., p. 76. 65 y a una de sus hijas.” Y continúa luego: “…¿Cuándo podré yo hacer otro tanto? ¡Ay! Estoy muy enferma para poder alentar esa esperanza”, terminando la carta diciendo: “Casi, casi no puedo tener la pluma, tan mal me encuentro. Ojalá no llegue a Lima esta terrible dolencia, y que el bello bosque de palmeras se halle fresco y bello al recibir los abrazos que con Julio y Urcina les envía y a U. con ellos su amiga Juana Manuela”228. El 24 de marzo de 1890 decía en carta a Palma229: “Casi no puedo tener la pluma, tan enferma estoy aún con la convalecencia larguísima y plagada de recaídas de la terrible influenza, que, con el crac financiero, ha postrado a medio Buenos Aires”. Sobre la misma enfermedad contaba en su carta de 10 de mayo de 1890230: “Cuánto tiempo he estado sin poder escribir enferma de la larguísima y terrible convalecencia de la influenza. Han pasado ya dos meses y todavía me quedan grandes restos de ese terrible estrago. Tres veces al día me acomete un letargo que dura (tachado), en el que estoy como muerta. Saliendo de uno de ellos le escribo esta carta”. Y da noticia de uno de sus libros así: “Mi Cocina ecléctica, retardada por la enfermedad, está ya en prensa”, para terminar “…al salir de mi enfermedad, he encontrado en mi cuarto un mundo de libros enviados por sus autores, y de lectura obligada”. El 5 de junio de 1890 empieza una carta a Palma diciendo231: “¿Qué silencio es éste? Van ya para dos meses sin saber de U. Yo también he pasado más de quince días sin poder escribir; la mayor parte de ellos enferma, fustigada por los rigores de este clima que me es tan hostil. Pero el primer uso que he hecho de mi alivio, es para U.” El 9 de septiembre de 1890 decía232: “El 24 (¿21?) de julio caí violentamente atacada por una bronquitis aguda que en cinco días me puso a la muerte. Mis amigos se empeñaron en hacerme vivir y los doctores Caballero, Berra y Balestra, después de ruda pelea con la muerte, lograron, en fin, arrancarme de sus garras ¡pero cómo!. Tan desfallecida, que hubieron de hacerme guardar veinte días de cama, régimen que me ha dejado postrada hasta la inacción. No tengo fuerza ni para tomar la cuchara; y me dan de comer como a un niño. Dicen que he perdido el ánimo. No sé; pero de esto a estar muerta, poca diferencia hay. Buenos Aires ha sido siempre fatal para mi salud; y temo, mucho temo, no volver a ver más mi amada Lima, sino llevada 228 Batticuore, Graciela (edición crítica, estudio preliminar, coordinación de dossier y diccionario a cargo de). Juana Manuela Gorriti. Cincuenta y tres cartas inéditas a Ricardo Palma. Fragmentos de lo íntimo. Buenos Aires-Lima 1882-1891. Op.cit., pp. 88-89 229 Batticuore, Graciela (edición crítica, estudio preliminar, coordinación de dossier y diccionario a cargo de). Juana Manuela Gorriti. Cincuenta y tres cartas inéditas a Ricardo Palma. Fragmentos de lo íntimo. Buenos Aires-Lima 1882-1891. Op.cit., p. 91. 230 Batticuore, Graciela (edición crítica, estudio preliminar, coordinación de dossier y diccionario a cargo de). Juana Manuela Gorriti. Cincuenta y tres cartas inéditas a Ricardo Palma. Fragmentos de lo íntimo. Buenos Aires-Lima 1882-1891. Op.cit., p. 92. 231 Batticuore, Graciela (edición crítica, estudio preliminar, coordinación de dossier y diccionario a cargo de). Juana Manuela Gorriti. Cincuenta y tres cartas inéditas a Ricardo Palma. Fragmentos de lo íntimo. Buenos Aires-Lima 1882-1891. Op.cit., p. 94. 232 Batticuore, Graciela (edición crítica, estudio preliminar, coordinación de dossier y diccionario a cargo de). Juana Manuela Gorriti. Cincuenta y tres cartas inéditas a Ricardo Palma. Fragmentos de lo íntimo. Buenos Aires-Lima 1882-1891. Op.cit., p. 97. 66 por el cariño filial, en la ‘estrechez de mi ataúd’” El 2 de octubre de 1890 iniciaba su carta233: “Cada carta que escribo, así como cada plática, o la simple emisión de mi voz, parécenme un paso a la vida, después de haber ya habitado el sepulcro: tan terrible ha sido la enfermedad de que acabo de salir, y la convalecencia que estoy atravesando. Como yo soy de ánimo (tachadas tres palabras) los médicos (tachadas dos palabras) de la extremidad en que me encontré, hasta que (tachado) de mi dolencia (tachado).” El 30 de diciembre de 1890 contaba a Palma234: “Qué envidia he tenido a Julio y Urcina, que han ido a nuestra Lima querida. Yo, seguramente no la veré más. Estoy muy débil y desfallecida, para vivir, sino muy poco tiempo. U. podrá juzgarlo por lo trémulo de mi mano, que apenas me permite escribir”. Sobre el mismo tema anotaba el 14 de enero de 1891235: “Mi hijo Julio y su esposa habrán estado ya con U., y le han dicho que estoy muy desfallecida y enferma. No creo poder volver a Lima, y me he resignado ya a dejar mis huesos en Buenos Aires”. El 29 de agosto de 1891 anotaba236: “Mi enfermedad acrece y dentro de muy poco dará cuenta de mí. Lo anhelo como una felicidad, porque es mucho lo que sufro”. Su amigo Julio Sandoval, hijo de la escritora, escribía a Palma desde una chacra en las afueras de Buenos Aires en mayo de 1892: “De mi madre tenemos noticias diarias, y desgraciadamente su neuralgia no desaparece”237. Y en efecto, en una de las cartas de la Gorriti a Palma, de 14 de enero de 1891, éste anotaba “Juana Manuela Gorriti murió en noviembre de 1892, cuando me encontraba yo en España”. La Gorriti también le informaba a veces de la salud de amigos comunes. Así, el 28 de diciembre de 1885 escribía a Palma238: “El pobre viejo Paz Soldán va muy triste por el estado de su hijo. ¡Maldito espiritismo!” Se refiere a Carlos Paz Soldán, hijo de Mariano Felipe Paz Soldán, que fue encerrado en el manicomio de Lima entre octubre de 1885 y enero de 1886 por practicar 233 Batticuore, Graciela (edición crítica, estudio preliminar, coordinación de dossier y diccionario a cargo de). Juana Manuela Gorriti. Cincuenta y tres cartas inéditas a Ricardo Palma. Fragmentos de lo íntimo. Buenos Aires-Lima 1882-1891. Op.cit., p. 99. 234 Batticuore, Graciela (edición crítica, estudio preliminar, coordinación de dossier y diccionario a cargo de). Juana Manuela Gorriti. Cincuenta y tres cartas inéditas a Ricardo Palma. Fragmentos de lo íntimo. Buenos Aires-Lima 1882-1891. Op.cit., p. 106. 235 Batticuore, Graciela (edición crítica, estudio preliminar, coordinación de dossier y diccionario a cargo de). Juana Manuela Gorriti. Cincuenta y tres cartas inéditas a Ricardo Palma. Fragmentos de lo íntimo. Buenos Aires-Lima 1882-1891. Op.cit., p. 107. 236 Batticuore, Graciela (edición crítica, estudio preliminar, coordinación de dossier y diccionario a cargo de). Juana Manuela Gorriti. Cincuenta y tres cartas inéditas a Ricardo Palma. Fragmentos de lo íntimo. Buenos Aires-Lima 1882-1891. Op.cit., p. 109. Sobre esta insalubridad, a su juicio, del clima porteño y sobre su deseo de volver a ver Lima ha escrito Gustavo L. Paz (Paz, Gustavo L. El Buenos Aires de Gorriti. En: Batticuore, Graciela (edición crítica, estudio preliminar, coordinación de dossier y diccionario a cargo de). Juana Manuela Gorriti. Cincuenta y tres cartas inéditas a Ricardo Palma. Fragmentos de lo íntimo. Buenos Aires-Lima 1882-1891. Op.cit., p. 123.) 237 Batticuore, Graciela (edición crítica, estudio preliminar, coordinación de dossier y diccionario a cargo de). Juana Manuela Gorriti. Cincuenta y tres cartas inéditas a Ricardo Palma. Fragmentos de lo íntimo. Buenos Aires-Lima 1882-1891. Op.cit., p. XXVII. 238 Batticuore, Graciela (edición crítica, estudio preliminar, coordinación de dossier y diccionario a cargo de). Juana Manuela Gorriti. Cincuenta y tres cartas inéditas a Ricardo Palma. Fragmentos de lo íntimo. Buenos Aires-Lima 1882-1891. Op.cit., p. 18. 67 públicamente el espiritismo. El citado Carlos publicó el libro Estudios espiritistas y la vida de loco (1886), recopilación de artículos donde narra la experiencia de este encierro en el hospicio. En carta de 22 de marzo de 1886 le decía Juana Manuela: “Nuestra amiga Eduarda se halla en Londres gravemente enferma y próxima a una dolorosa operación. Muy mucho sentiría que las letras perdieran a esta mujer cuya ilustración y preclara inteligencia tanta envidia le han suscitado”239. Sobre la misma señora le cuenta el 31 de mayo de 1886240: “Nuestra amiga Eduarda está en París acompañada de uno de sus hijos, muy enferma de un reuma que le ha paralizado un brazo.” Comenta también cierto alumbramiento241: “Urcina me encargó decir a Cristina que su cuarto ejemplo habíala enteramente decidido. Pero he aquí que en medio a su entusiasmo en altas horas de la noche, y cuando ella había hecho la intención, la vecina de los bajos sintió venir los dolores de alumbramiento, y dio gritos tales y tan prolongados, maldiciendo su antojo, que a la pobrecita se le pasó el suyo”. El 11 de octubre de 1886 comenta lo siguiente242: “… fue al principio de aquella grave enfermedad que me causó la muerte de Cristina y que casi me llevó al sepulcro”. De una persona desconocida por haber sido tachado su nombre, dice el 1 de diciembre de 1886243: “La gran mentecata de … atrapó una angina rabiosa que la ha tenido a la muerte”. El 28 de octubre de 1889 cuenta a Palma244: “Estamos de duelo: hemos perdido un joven de la familia, que ha muerto en horas, de una pulmonía fulminante. Era hijo de mi sobrino Federico Puch, casado con una bella joven, y deja tres niños pequeños, que aunque muy ricos, no por ello dejarán de ser huérfanos”. O bien, Juana Manuela Gorriti daba noticia a Palma de las diversas epidemias que asolaban por entonces sus países e impedían muchas veces la salida de los barcos y la llegada de la correspondencia. Unas de las más comunes eran las epidemias de cólera. Así, el 2 de abril de 1887 le escribía245: “Creo que me es dado esperar que nuestra correspondencia cortada por el cólera se 239 Batticuore, Graciela (edición crítica, estudio preliminar, coordinación de dossier y diccionario a cargo de). Juana Manuela Gorriti. Cincuenta y tres cartas inéditas a Ricardo Palma. Fragmentos de lo íntimo. Buenos Aires-Lima 1882-1891. Op.cit., p. 22. 240 Batticuore, Graciela (edición crítica, estudio preliminar, coordinación de dossier y diccionario a cargo de). Juana Manuela Gorriti. Cincuenta y tres cartas inéditas a Ricardo Palma. Fragmentos de lo íntimo. Buenos Aires-Lima 1882-1891. Op.cit., p. 24. 241 Batticuore, Graciela (edición crítica, estudio preliminar, coordinación de dossier y diccionario a cargo de). Juana Manuela Gorriti. Cincuenta y tres cartas inéditas a Ricardo Palma. Fragmentos de lo íntimo. Buenos Aires-Lima 1882-1891. Op.cit., p. 25. 242 Se puede referir a la escritora peruana Cristina Bustamante, esposa del escritor Luis Benjamín Cisneros. Sin embargo, en aquellos años Cristina Bustamante estaba todavía viva. Podría tratarse de María Cristina García, hija primogénita del poeta peruano Manuel Adolfo García, que se suicidó originando la locura de su padre. (Batticuore, Graciela (edición crítica, estudio preliminar, coordinación de dossier y diccionario a cargo de). Juana Manuela Gorriti. Cincuenta y tres cartas inéditas a Ricardo Palma. Fragmentos de lo íntimo. Buenos Aires-Lima 1882-1891. Op.cit., p. 27.) 243 Batticuore, Graciela (edición crítica, estudio preliminar, coordinación de dossier y diccionario a cargo de). Juana Manuela Gorriti. Cincuenta y tres cartas inéditas a Ricardo Palma. Fragmentos de lo íntimo. Buenos Aires-Lima 1882-1891. Op.cit., p. 31. 244 Batticuore, Graciela (edición crítica, estudio preliminar, coordinación de dossier y diccionario a cargo de). Juana Manuela Gorriti. Cincuenta y tres cartas inéditas a Ricardo Palma. Fragmentos de lo íntimo. Buenos Aires-Lima 1882-1891. Op.cit., p. 77. 245 Batticuore, Graciela (edición crítica, estudio preliminar, coordinación de dossier y diccionario a cargo de). Juana Manuela Gorriti. Cincuenta y tres cartas inéditas a Ricardo Palma. Fragmentos de lo íntimo. Buenos Aires-Lima 1882-1891. Op.cit., p. 33. 68 reanude de nuevo. No sé si UU. han levantado la tremenda interdicción; pero ya en todas partes han desaparecido hasta las cuerentenas. Y esto de guerre lasse; porque aquí y en las provincias existe todavía la epidemia.” Y continúa: “Veo por los diarios de Lima que están UU. muy asustados por la proximidad del cólera. Aquí pasados los primeros días, nadie pensó ya en él. Se encuentra en las casas de aislamiento: su penitenciaría”. El 1 de enero de 1888 volvía a mencionar el problema del cólera el decirle246: “Hemos comenzado aquí comenzando (sic) el de tres ochos y un palito rodeados de cólera por los cuatro puntos cardinales: Salta, Bahía Blanca, Chile y la Oriental. Pero ya nadie se preocupa de esta epidemia, ni hace de ella caso alguno –Tout passe; tout casse; tout lasse. Esto último ha sucedido: se han cansado de temer”. El 25 de enero de 1888 continuaba247: “Supongo que a pesar de las demoras de cuarentena –esta verdadera epidemia, y no el cólera- habrá U. ya recibido, cuando esta carta llegue…” Y hablando del frío de Buenos Aires comenta el 7 de junio de 1888248: “De esto han resultado cientos de pulmonías, de que ya han muerto hoy dos señoras. No hay enemigo más pernicioso que el miedo”. También del cólera hablaba Palma a su esposa Cristina en una carta escrita desde París, el 5 de septiembre de 1892, cuando permaneció un tiempo allí durante su viaje a España para representar al Perú en las celebraciones del cuarto centenario del Descubrimiento de América: Los periódicos de Inglaterra y España dicen que el cólera está en París. Parece que no es cierto, pues los diarios parisienses no dicen palabra ni nadie habla en los bulevares de tal cosa. Todo el mundo vive alegre y divirtiéndose249. Sin embargo, dos días más tarde le anunciaba250: Al reverso encontrarás la carta que acaba de enviarme Ayulo251. Según ella, como dizque hay cólera en Inglaterra, las mercaderías y pasajeros que se embarcan por Southampton y Liverpool están detenidas. Por eso no van ahora los cajones que te anuncié en mis cartas de ayer y del día 4. Y luego añadía en la misma misiva: Temo que el envío de los cajones retarde un mes más, tiempo suficiente para que desaparezca el cólera. El 17 de septiembre siguiente le decía252: Voy a escribir á Ayulo preguntándole cuándo podría ser posible remitir los cajones. Quizá no vayan mientras 246 Batticuore, Graciela (edición crítica, estudio preliminar, coordinación de dossier y diccionario a cargo de). Juana Manuela Gorriti. Cincuenta y tres cartas inéditas a Ricardo Palma. Fragmentos de lo íntimo. Buenos Aires-Lima 1882-1891. Op.cit., p. 40. 247 Batticuore, Graciela (edición crítica, estudio preliminar, coordinación de dossier y diccionario a cargo de). Juana Manuela Gorriti. Cincuenta y tres cartas inéditas a Ricardo Palma. Fragmentos de lo íntimo. Buenos Aires-Lima 1882-1891. Op.cit., p. 42. 248 Batticuore, Graciela (edición crítica, estudio preliminar, coordinación de dossier y diccionario a cargo de). Juana Manuela Gorriti. Cincuenta y tres cartas inéditas a Ricardo Palma. Fragmentos de lo íntimo. Buenos Aires-Lima 1882-1891. Op.cit., p. 47. 249 Cartas a Cristina de su esposo Ricardo Palma. Op. cit., p. 38. 250 Cartas a Cristina de su esposo Ricardo Palma. Op. cit., p. 40. 251 En efecto, en carta de 6 de septiembre de 1892, dirigida a Palma Enrique Z. Ayulo le decía: “A causa de la epidemia reinante en Europa, el puerto y aduana de Colón se encuentran completamente cerradas para los pasajeros y mercancías procedentes de puertos europeos”. (Cartas a Cristina de su esposo Ricardo Palma. Op. cit., p. 43.) 252 Cartas a Cristina de su esposo Ricardo Palma. Op. cit., p. 49. 69 no desaparezca el cólera. Como desde Octubre empieza el invierno, es seguro que con su llegada se enfriarán los microbios. En España no ha habido caso alguno. De otros amigos Palma conocía, por su correspondencia, el estado de su salud y se preocupaba por él. Así, en carta al general Vicente Riva Palacio, de 4 de noviembre de 1886, se despide diciéndole: Recobre la salud queridísimo amigo y escríbame253. Así vemos que la enfermedad, contra la que en aquellos tiempos se disponía de menores armas que en los presentes, estaba de continuo en la vida de Palma y la de sus amigos. RICARDO PALMA ROMÁN, MÉDICO El profesor Oswaldo Holguín Callo me hizo notar en una de mis conversaciones con él, en su despacho de la Pontificia Universidad Católica del Perú, que Palma fue amigo de varios médicos notables del Perú de su tiempo, como ya hemos visto en capítulos precedentes. No sé si eso haya podido influenciar en su hijo Ricardo para convertirse en médico, pero así fue. En efecto su hijo Ricardo Palma Román fue un notable galeno de gran vocación y bastante fama. Ricardo Palma Román nació en Lima el 3 de enero de 1882254. Estudió en la Escuela elemental de Cristina Chávez y luego la Primaria y la Secundaria en el Colegio de Lima, del Dr. Pedro Abel Labarthe. Sus estudios superiores los realizó en la Facultad de Ciencias y en la Escuela de Medicina de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, de Lima, donde se graduó de bachiller con un trabajo acerca de “La uta en el Perú”255. Inició su carrera de Medicina en la Facultad de Medicina de San Fernando en 1903 finalizando en 1909. En el laboratorio de Bacteriología del Instituto de Higiene logró hacer el dispositivo de Allan Green para la esterilización rápida de la vacuna. En el 7º año de Medicina se dedicó a estudiar y practicar la Cirugía como interno del Hospital “Dos de Mayo”, que –fundado el 28 de febrero de 1875 con asistencia del entonces presidente de la República Manuel Pardo y Lavalle- es actualmente el hospital más antiguo del Perú, heredero del antiguo Hospital Real de San Andrés. 253 Rodríguez Rea, Miguel Ángel. Ricardo Palma y los jesuítas. En: Aula Palma VI (Edición del Décimo Aniversario), Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 241, Lima, 2007. 254 Adriazola Silva, Juan Carlos. Ricardo Palma y sus relaciones paterno-filiales. En: Aula Palma X-2011, Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 243, Lima, 2011. 255 Adriazola Silva, Juan Carlos. Ricardo Palma y sus relaciones paterno-filiales. Op. cit., p. 264. 70 Ricardo Palma, orgulloso de los estudios de Medicina de su hijo, informaba de estos a sus amistades. Así, en carta de 15 de noviembre de 1906, dirigida a Lola Rodríguez de Tió, decía256: Ricardo, el chico que Ud. conoció, será médico en 1908 Deo volente. En diciembre rendirá sus exámenes de quinto año de Medicina. En otra carta de don Ricardo Palma a Francisco Sosa, fechada en Lima el 20 de abril de 1909, le decía257: Ricardo, el chico que usted conoció en España, va a cumplir 27 años, y ha muy pocos días que se ha recibido de médico. Su tesis para el bachillerato ha tenido éxito. Remití ejemplar a Vigil. En otra misiva, dirigida el 12 de marzo de 1909 a Luis González Obregón, le decía258: Por el correo de la anterior quincena remití a usted ejemplar de la tesis médica de mi hijo Ricardo, quien desde mayo empezará a ejercer su profesión de médico. Además, le remitía otra tesis, la de Julio C. Tello, diciéndole: Hoy le remito un paquetito con la tesis magistral de un joven Tello, compañero y amigo íntimo de Ricardo. La tesis de Tello es la primera, en los tres siglos de existencia que lleva la Universidad de Lima, que se aprueba por aclamación. Estoy seguro que la leerá usted con interés por el tema que desarrolla. Julio C. Tello era muy amigo de Ricardo Palma Román, hasta el punto de que junto con el también médico Juan José Mostajo fue testigo de la boda de Ricardo con María Isabel Zapata259. La boda tuvo lugar el 24 de septiembre de 1920. 256 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 33. 257 Sirvent de Luca, María Pía. Angélica Palma: su vida y su obra (1878-1935). Op. cit., p. 103. 258 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 57. 259 Partida matrimonial de Ricardo Palma (Román) con María Isabel Zapata, foj. 35, Registro de matrimonios, Año 1920. (Copia existente en el Archivo de la Fundación Ricardo Palma) Francisco Sosa Dedicatoria de la fotografía de Francisco Sosa a Ricardo Palma 71 El 20 de abril de 1909 le contaba a su amigo Francisco Sosa, en carta dirigida ese día a México260: Ricardo, el chico que usted conoció en España, va a cumplir 27 años y ha muy pocos días que se ha recibido de médico. Su tesis para el bachillerato ha tenido éxito. Remití ejemplar a Vigil, el cual no pudo alcanzar a recibir, pues lo envié en la primera quincena de Febrero por este vapor con otra muy notable, de su compañero de estudios Julio C. Tello. Ambos ser recibieron de médicos en el mismo día, así como juntos se matricularon en el primer año de medicina. Igualmente, en carta de 22 de abril de 1909 escribía a Daniel Granada261: …Entretanto dígale que el chiquillo de diez años a quien él conoció en Madrid, en mi cuarto de hotel, mi hijo Ricardo, acaba de recibirse de médico, y que por este correo le remite con dedicatoria autógrafa, ejemplar de su tesis. El joven médico Palma empezó a trabajar ya por entonces como tal en la famosa hacienda Cayaltí, en Lambayeque262, en el valle de Saña, que pertenecía a la familia Aspíllaga263, donde permanecerá tres años durante los cuales “entre operaciones y diagnósticos”264 dará respuesta a 260 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 58. 261 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 60. 262 En lo que Vásconez llama “zona cañicultural del Departamento de Lambayeque”. (Vásconez, José Miguel. El Ecuador en el epistolario de Palma. En: Aula Palma X-2011, Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 316, Lima, 2011.) 263 Sirvent de Luca, María Pía. Angélica Palma: su vida y su obra (1878-1935). Op. cit., p. 160. 264 Miró, César. (comentadas por). Cartas indiscretas de Ricardo Palma. Francisco Moncloa, editores, Colección de Esto y de Aquello, 1ª ed., p. 20, Lima, 1969. Partida de matrimonio de Ricardo Palma Román, donde se menciona su condición de médico y donde figuran como testigos dos amigos suyos médicos: Julo C. Tello y Juan José Mostajo (Archivo Fundación Ricardo Palma) 72 las cartas que su padre le escribía desde Lima. Se trataba de una enorme y productiva hacienda que en su primera época, llamándose “San Pedro de Cayaltí”, fue propiedad de Juan de León y Rivera Cabeza de Vaca, comisario del Santo Oficio de la Inquisición de Lima, natural de Saña. Fue luego propiedad de Julián de Zaracondegui desde 1859 y ya en 1875 pasa a manos de la familia Aspíllaga que convirtió esa hacienda en una de las mayores del país265. Durante el tiempo en que Ricardo Palma Román permaneció en Cayaltí intercambió con su padre una serie de cartas en la que daba noticia de diversos episodios relacionados con su profesión médica. Esa correspondencia fue publicada con el título de “Cartas indiscretas”, por César Miró, gran difusor de la obra de Palma266. De hecho, como subraya Rodríguez Rea, esas “cartas son un referente para saber la intrahistoria de nuestro devenir histórico. Indagación de la cronía para sustento de la cronía”267. Su padre se ocupaba de la labor médica de su hijo desde la lejanía. En carta a Ricardo el gran tradicionista le decía268: ¿Ha salvado el pescador con dinamita? Supongo que por este vapor te enviará la Casa todo lo que te falta para operar, como mesa, mascarilla, etc. En otro correo, de 21 de agosto de 1909, le informaba de cierto material para su consulta269: Hérouard dice que puede entregar el lavatorio embalado y que busquemos la manera de enviarlo pues la casa nunca se entiende con agentes; en ese terreno es inflexible; si es para el hospital puede mandarlo la casa Aspíllaga, si no te lo llevará Tello o te lo enviaremos por correo; tú dirás. El 15 de diciembre de 1909 le anunciaba que le remitía un paquete270: Certificado vino para ti, de Londres, un grueso paquete de la casa Dawson & Sons. Calculo que será algún pedido que hiciste para el Instituto de Vacuna. Te lo remito por este Vapor. También se preocupaba de la marcha de los pacientes de su hijo. El 19 de agosto de 1909 le decía271: Me alegro de que tu enferma la curaca vaya bien. Y el 3 de septiembre añadía272: 265 Toda mi vida he oído hablar en mi casa de esta hacienda ya que Rosalina Cabieses, hermana de mi madre, fue la esposa de Jorge Aspíllaga Delgado, descendiente de la familia propietaria de Cayaltí. Sobre Cayaltí se pueden consultar, entre otras obras: Matuk, Farid. Racionalidad económica en la hacienda Cayaltí: 1859-1895. Pontificia Universidad Católica del Perú, Serie de Documentos de Trabajo, nº 60, Octubre 1984. 266 Rodríguez Rea, Miguel Ángel. Prólogo a: Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Editorial Universitaria, Universidad Ricardo Palma, p. XXIII, Lima, 2006. 267 Rodríguez Rea, Miguel Ángel. Prólogo a: Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op.cit., p. XXV. 268 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 62. 269 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 74. 270 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 115. 271 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 73. Casa Hacienda Cayaltí, donde fue médico Ricardo Palma Román 73 Supongo que la curaca te habrá, por lo menos, pagado una libra por visita. Para continuar el 15 de ese mes273: Celebro que la curaca haga correr agua. Lo que prueba que no sólo del devenir de sus pacientes sino hasta de sus economías y honorarios médicos se ocupaba. El mismo día le preguntaba: ¿Cómo sigue la chiquilla de la tifoidea? ¿Qué éxito tuvo la operación del peroné en el muchachuelo? Precisamente de tifoidea le habla en una carta de 8 de febrero de 1910 cuando le dice274: Acaban de avisarle por teléfono a Clemente la muerte de la tercera hijita de Hugo Magill, que desde ha cerca de un mes cayó con tifoidea. La asistió el doctor Carvajal con mucho esmero; pero no alcanzó a dominar el mal. Además, le comentaba sobre instrumentos médicos que Ricardo había pedido para su consulta y le decía el 30 de marzo de 1910275: Me alegro del progreso con el nuevo instrumento por ti pedido y ya llegado. ¡Ojalá que don Ramón y don Antero no se asusten con el gasto y provean a la hacienda de todo lo que pide el médico! Y le hacía comentarios de naturaleza médica como cuando en esa misma carta de 14 de julio de 1909 le decía a su hijo276: Si el laudo de España, que probablemente se expedirá en octubre (si el pólipo de la nariz y las escrófulas se lo permiten a don Alfonsito)… Se refiere al rey Don Alfonso XIII de España. O le anuncia la visita de un colega médico como en este caso277: Parece que en agosto tendrás visita de Tello, que irá a lucirte la medalla de oro que el 28 de Julio le entragará la Municipalidad. El Ministerio de Hacienda sigue pobrísimo, y no creo que le compre los cráneos. Los venderá bien a algún museo norteamericano. El 31 de julio de 1909 le decía a su hijo Ricardo278: El 28 recibió Tello la muy bonita medalla de oro, y la barra lo aplaudió estrepitosamente. De los compañeros de medicina no concurrió uno solo; y en cuanto al Diario publicó su retrato en último lugar, sin bien (E)l Comercio lo hizo en primer término, siguiendo los de Valle-Riestra y doctor Villarreal. El 8 de septiembre de 1909 le decía279: Tello debió pasar el sábado 11 por Éten. Y el 13 del mismo mes y año280: Tello zarpó para Salaverry, Paita y Panamá ayer a las 3 de la tarde. Fue Vital el único acompañante que tuvo. Recibirás carta de él, en la cual te informará de que en la librería Rosay se ha agotado el libro de medicina que me pide en tu última carta. Solía comentarle asuntos médicos que entendía podían interesar a su hijo. Como cuando el 4 de noviembre de 1909 le decía281: Olaechea se ha ido a Europa acompañando a sus primas, una de las cuales va a sufrir en París no sé qué operación quirúrgica. No por su ausencia ha 272 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 79. 273 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 83. 274 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 134. 275 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 151. 276 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 63. 277 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 63. 278 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 66. 279 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 81. 280 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 82. 281 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 100. 74 mejorado la condición del doctor Hercelles, pues parece que Barrios y Velásquez no amainan en su resistencia. En la misma carta le informaba de cierta efemérides a cuyo banquete concurrió Habich, a pesar de que ya se sentía enfermo. Lo mató una pulmonía. O la informaba de las enfermedades de sus colegas como en carta de 6 de enero de 1910282: Sabemos que tu antecesor se halla en Chiclayo gravemente atacado de bubónica. Cumple a Pazos Varela, que como tú ha mantenido relaciones íntimas con esa peste, ponerlo a flote. En carta de 20 de enero de 1910 le contaba que el doctor Agustín de la Torre González tiene un hijo con lepra en Chorrillos, y se opone a que lo lleven al lazareto y lo aíslen, pues asegura que la lepra de su hijo (que no cree comprobada) no es contagiosa. Vamos a ver lo que opina el cuerpo médico de Lima283. El 10 de noviembre de 1909 le contaba que la terna para auxiliar de Graña284 en el hospicio de lactantes la forman los siguientes médicos 1º Oscar Valera, 2º un doctor Cabrera Martínez, 3º tu recomendado Rey Álvarez Calderón. Los tres hacen fuerza de vela buscándose votos para la votación que se efectuará el viernes 15. Yo votaré por Valera, y así se lo he dicho a los otros pretendientes, tanto porque viene en primer lugar de la terna cuanto porque es ahijado de tu mamá y de tus hermanas. Es de la familia de las Arias, que fueron nuestras vecinas de la Cascarilla285. Y en la misma carta le hablaba de la salud de ciertos militares: No quedan más que dos generales de división: Canevaro y Cáceres (este ya muy acahcoso) y cinco generales de brigada: Echenique, Borgoño, Suárez, Muñiz y Eléspuru. Exceptuando el último, los otros no gozan de salud. Sólo los tres contralmirantes o generales de Marina: Villavicencio, Carvajal y Raygada tienen buena salud. También le comentaba sobre bibliografía médica como en su carta de 17 de noviembre de 1909286: Me han hablado con mucho encomio de una obra de cirugía publicada hace uno o dos años titulada: Technique Opératoire por Monet y Vauvert. Acaba de llegar a la librería Rosay. Si la quieres, avisa y te la remitiré en el acto. El 8 de diciembre de 1909 le decía que287: El joven Belaunde de 7º año, recibió el bachillerato. Su tesis sobre apendicitis fue muy buena y se acordó su publicación en los Anales (Universitarios). Murió el doctor Barranca a los 83 años de edad, en el hospital italiano. Ahora salimos con la novedad de que tenía una hija, ya jamona, que se llama Corina. Según Villarreal, en su discurso, ha muerto de 86 años. Se refería aquí al doctor José Sebastián Barranca Lovera, que fue bibliotecario del Colegio de Medicina desde 1849 donde fue además profesor de Griego, profesor de Química desde 1857, y profesor de Griego en el Colegio Nacional Nuestra Señora de Guadalupe (1863-1870). Fue Doctor en Ciencias en la 282 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 123. 283 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 127. 284 Se refiere al Dr. Pancho Graña. 285 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 102. 286 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 105. 287 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., pp. 113-114. 75 Universidad Nacional Mayor de San Marcos (18-VI-1868) y Profesor de Historia Natural en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y fue uno de los fundadores del Instituto Histórico del Perú (1905). Había fallecido, en efecto, el 4 de diciembre, cuatro días antes de la carta de don Ricardo a su hijo. En la misma carta le decía que un doctor Vásquez ha sido nombrado médico para Lambayeque ¿Es acaso el Vásquez, antecesor tuyo en Cayaltí? Y luego proseguía: El 4 recibió el bachillerato tu compañero Patiño. Su tesis fue sobre La lepra en el Perú. El mismo día se graduó Caravedo con una muy aplaudida tesis sobre Medicina Legal. El 6 se graduó tu amigo La Torre con una tesis sobre Fracturas de la pierna. El mismo día se graduó Montoya (el amigo de Tello). Su tesis fue sobre el Beriberi en Lima. El 7 se graduó Valdizán. Su tesis, Etiología del delito, se publicará en los Anales (Universitarios) junto con la de Caravedo. En la misma tónica, el 15 de diciembre de 1909 le decía288: Elías Samanez optó el bachillerato con una tesis sobre higiene militar que se reproducirá en los Anales (Universitarios). Y el 22 del mismo mes y año289: Enrique García acaba de doctorarse con una tesis estadística sobre Razas en el Perú. Dícenme que es muy buena. Se refería Palma a la tesis doctoral del Dr. Enrique León García, titulada Las razas de Lima. Estudio demográfico, defendida en la Facultad de Medicina de la Universidad Mayor de San Marcos. Este facultativo fue director del Hospital de Niño de septiembre a octubre de 1935. Desde su fundación el 11 de julio de 1930 hasta 1932 y luego desde 1934 a 1940 fue presidente de la Sociedad Peruana de Pediatría290. En 1951 se creó el Premio Enrique León García para pediatras que se hayan distinguido. Sobre el mencionado Elias Samanez le decía el 29 de diciembre de 1909: La contenta de doctor la obtuvo Elías Samanez y la de bachiller Monge. Se esperaba que ésta última la alcanzase tu amigo Carvallo; pero dicen que ha flojeado mucho en este año y que por eso la superó Monge. A Valdizán, de 7º año, le dispensan el pago de derechos en el cuerpo médico291. Se refería a Carlos Monge Medrano, cuya tesis de bachiller en Medicina fue Algunos puntos de la hematología de la Enfermedad de Carrión (Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Facultad de Medicina, Lima, 1911) 288 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 115. 289 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 117. 290 Arce Rodríguez, Melitón. Pediatría. En: Salaverry García, Oswaldo (ed.); Delgado Matallana, Gustavo (compilador). Historia de la medicina peruana en el siglo XX. Tomo I. pp. 714 y 716, Fondo Editorial de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima, 2000. 291 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., pp. 119-120. Tesis doctoral del Dr. Enrique León García 76 A veces Palma daba consejos a su hijo Ricardo en relación con sus colegas292: No dejes de escribir una cartita de cortesía a los doctores Barrios y Velásquez, ofreciéndoles tus servicios en Cayaltí. Parece que Ricardo hijo le hizo caso pues el 15 de septiembre le escribía su padre293: El doctor Barrios recibió tu tarjeta. Y añadía: Velásquez me dice que te ha escrito. Poco más tarde, el 29 de septiembre de 1909 le decía294: El doctor Barrios me dijo el lunes en la Beneficencia que te saludase en su nombre, que había recibido tu tarjeta y que había encargado al Dr. Velásquez que te preguntase (no recuerdo qué) sobre la Biblioteca de la Facultad. El 4 de noviembre de 1909 le aconsejaba295: Escríbele al doctor Ernesto Odriozola dándole la bienvenida. De los dos meses y medio (pues no cuento los dos meses de navegación) que ha pasado en Europa, viene hablando con entusiasmo de los cirujanos de Italia. En París sólo estuvo veinte días. El Dr. Ernesto Odriozola Benavides (1862-1921) fue famoso especialmente por ser el autor de La maladie de Carrión ou Verruga Peruvienne (La enfermedad de Carrión o Verruga Peruana), publicada en París en 1898 en lengua francesa, que fue, en su momento, el más completo estudio sobre la verruga peruana. Trabajó por casi treinta años en el Hospital Dos de Mayo de Lima y muchos lo consideran el médico más sobresaliente del Perú de fines del siglo XIX e inicios del siglo XX. En carta de 16 de marzo de 1910 le contaba: Tus compañeros Valdizán, Arce, Madalengoitia y Eudoro Aguilar quedan desde ayer inscritos en la cofradía de Galeno296. El 4 de noviembre de 1909 le escribía a su hijo297: Parece que David Matto, muy impresionado con la muerte de Clorinda, se propone renunciar al Ministerio298. No dejes de escribirle dándole el pésame, y aconseja a Tello que también le escriba. Se trataba del médico Dr. David Matto, que fue ministro de Fomento y Obras Públicas, y era hermano de la famosa escritora amiga de don Ricardo, Clorinda Martina Matto Usandivaras de Turner, de la que ya he hablado. David Matto (1858-1914) era cuzqueño y fue comisionado por el gobierno del general Cáceres para estudiar la evolución de la epidemia de cólera que azotó en 1887 gran parte del territorio de Chile. Fue fundador de la cátedra de bacteriología y técnica microscópica de la Facultad de Medicina de San 292 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 63. 293 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 83. 294 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 87. 295 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 100. 296 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 145. 297 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 100. 298 Se lo confirmó el 17 de noviembre de 1909 a su hijo. (Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 104.) Dr. Ernesto Odriozola 77 Fernando, creada formalmente por el gobierno de Cáceres el 16 de junio de 1890299. A veces le mandaba a su hijo correspondencia de sus amigos como cuando en carta de 6 de enero de 1910 le decía300: Te acompaño una tarjeta de año nuevo de tu colega Uribe ¿Cuándo se recibirá este muchacho? Otras veces le comentaba sobre los campeonatos deportivos universitarios como en una carta de 31 de julio de 1909301: En el campeonato Sportivo triunfaron ingenieros y agricultores contra los de medicina y jurisprudencia. Únicamente Samanez (de medicina), se distinguió algo. O le aconsejaba sobre el mejor modo de desplazarse, como en esta carta de 7 de octubre de 1909302: Un caballito manso y de buen andar es el que cuadra a un hijo de Hipócrates o de don Ricardo el viejo, que para esto de cabalgar da lo mismo. Otras veces don Ricardo daba cuenta a su hijo de noticias relacionadas con la Facultad de Medicina en la que su hijo había estudiado o con diversos colegas médicos y sus actividades. En su carta de 19 de agosto de 1909 le contaba que: Supongo que felicitarás a los nuevos catedráticos Salazar y Lavorería. Mucho me ha complacido la derrota del bellaco Bello que tan ingrato fue para con mi compadre San Martín, por cuyo voto pudo triunfar el sobrino del doctor Alarco en una elección de Beneficencia. Y en la misma carta le comentaba: D. Pedro Oliveira, Inspector ahora del Dos de Mayo, ha pedido en una nota muy dura la destitución del interno Carlos Paz-Soldán. Hoy se reúnen sus compañeros probablemente para protestar. Supongo que Tello te contará las ocurrencias habidas entre los doctores Olaechea y Hercelles303. Mañana sábado se calza la cátedra de Lavorería304. En carta de 3 de septiembre de 1909 le decía305: Entre Erausquin y Villagarcía puede decirse que la lucha era igual, pues ambos tenían méritos para el puesto. Y en la misma le comentaba que: Ha fallecido una señorita sesentona hermana del Dr. Colunga. Se refiere sin duda a Miguel Fernández de Colunga, médico que nació en 1836 y que desde 1853 estudió Medicina en el Colegio de la Independencia para luego, en 1856, pasar a la Facultad de Medicina que fundara el Dr. Cayetano Heredia y que hoy es la Facultad de Medicina 299 Álvarez Carrasco, Ricardo Iván. Constantino Carvallo Loli. Padre de la ginecología y obstetricia moderna, pionero de la radiología, bioseguridad y cirugía en el Perú. Instituto Nacional Materno Perinatal, p. 29, Lima, 2011. 300 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 123. 301 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 67. 302 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 92. 303 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., pp. 72-73. Se refiere al Dr. Oswaldo Hercelles. Su hijo Oswaldo Hercelles García, también médico, fue presidente del Consejo de Ministros Y Minsitro de Relaciones Exteriores del primer gobierno de Fernando Belaúnde Terry. 304 Se refiere al Dr. Daniel Eduardo Lavorería. 305 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 79. Dr. Miguel Fernández de Colunga 78 de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. El Dr. Colunga fue catedrático auxiliar de Historia Natural Médica en la Facultad de Medicina en 1861. El titular de la cátedra era el sabio italiano Antonio Raimondi, convocado por Heredia para la enseñanza de las ciencias naturales. Con él trabajaría durante muchos años. Fue catedrático principal de la Facultad de Ciencias desde 1866, para las materias de Anatomía y Fisiología Generales, Zoología y Antropología. Y reemplazó con frecuencia a Raimondi en la Facultad de Medicina. Fue Socio Protector a la Sociedad Amantes de la Ciencia306. Sobre el citado Carlos Paz-Soldán, volvió a escribir a su hijo Ricardo el 6 de enero de 1910: Carlos Paz-Soldán no tuvo oposición para ser electo delegado de los de Medicina en Buenos Aires307. Y el 16 de febrero de 1910 le decía308: Aquí los días de Carnaval pasaron sin gran animación. Sólo los jóvenes del Centro Universitario, cuyo presidente es tu colega Paz-Soldán, se singularizaron como maricones, mojando a los hombres. El 2 de marzo siguiente decía309: A Paz-Soldán, presidente del Centro Universitario, lo acusan de haber gastado más de dos mil soles sin autorización de los socios. A veces le hablaba de instituciones como la Unión Fernandina, que sabía interesarían a su hijo Ricardo. El 8 de abril de 1910 le decía310: Lo más notable para ti lo encontrarás en (E)l Comercio de esta mañana que te incluyo –el acuerdo de la Unión Fernandina-. Verás que en la reunión no figuraron los médicos de campanillas: ni Odriozola, ni Flores, ni Avendaño, ni Velásquez. Te aconsejo que mandes a Pancho Graña una notita con un par de frases patrioteras y cinco libritas, ni una más, de suscripción. Singularizarse con más sería ridículo. Y continuaba311: Parece que entre los alumnos no ha habido uno con prestigio para entusiasmarme. El número de los que concurrieron es bastante pobre. De esa Unión Fernandina le decía el 15 de abril de 1910: Supongo que ya habrás recibido la nota de la Unión Fernandina nombrándote Delegado en “Cayaltí”. Acepta y haz lo que puedas a favor del propósito. Ya te indiqué, en mi anterior, que no la eches de rumbosos, pues para un médico que empieza su carrera sujeto a un sueldecito, le basta contribuir con cinco libras. Médicos de Lima con gran prestigio y conocida renta superior a la tuya, han cumplido dando un par de libras como lo ha hecho el doctor Avendaño. Lo que es el nombre de Eduardo Lavorería no lo he leído en la lista. El doctor Arce se suscribió con un par de libritas. 306 Vid. Pamo Reyna, Oscar G. El Doctor Miguel Fernández de Colunga (1836-1914), el médico del jardín botánico. En: Boletín de la Sociedad Peruana de Medicina Interna - Vol.5 Nº 4 – 1992. 307 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 123. 308 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 135. 309 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 141 310 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 159. 311 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., pp. 161-162. Dr. Carlos Enrique Paz-Soldán 79 En la carta que le dirigió a su hijo el 15 de diciembre de 1909 le daba noticia de cierto malestar de los alumnos de la Escuela de Medicina: en la edición de la tarde de (E)l Comercio de ayer hay un remitido que parece de los alumnos de sétimo año contra la manera como en medicina se están realizando los exámenes. Le dan tunda al decano y a su grupo312. Pocos días después, el 28 de diciembre de 1909 le escribía a su hijo: En este año no ha habido en medicina más de unos pocos muertos en primer año y media docena de aplazados en 2º, 3º, 4º y 5º año. En 6º y 7º no ha habido ni contusos313. También le escribió sobre un fallecimiento, el 22 de septiembre de 1909314: Hoy han enterrado a una tía abuela de tus patrones Aspíllaga, que se medicinaba en el consultorio de tus amigos, en la plazuela de San Juan de Dios. Y, el 7 de octubre siguiente, de otro que estaba a punto de fallecer315: Ricardo Rossel316 continúa moribundo en el Barranco. Cuestión de pocos días más. También don Sebastián Lorente y Benel317, que convalecía en Chosica, ha sido traído ayer en malas condiciones. La arterio-eclerosis de que adolece crónicamente dicen sus hijos que se ha agravado. El 18 de octubre del mismo año contaba318: Ha fallecido el doctor Valero, conocido como el Herodes de los muchachos lactantes. Y proseguía luego: Para reemplazar al Dr. Valero se va a presentar esta terna: 1º Dr. Oscar Valero, 2º Dr. Rey y (Álvarez) Calderón, 3º Dr. Eyzaguirre319. Los dos últimos hacen fuerza de vela; pero el primero tiene en su favor la circunstancia de haber estado sirviendo durante la enfermedad del padre, y por eso lo ha puesto el Inspector en primer lugar. Aunque me dicen que los tres son azaúras, yo, fiel a mi convicción o doctrina, votare por Valero, salvo el caso de que el Inspector me pida el voto para Rey y Calderón. El 4 de noviembre de 1909 le contaba a Ricardo hijo320: Don Sebastián Lorente y Ricardo Rosell continúan graves. Precisamente sobre Sebastián Lorente, hizo Palma la siguiente anotación en sus apostillas a las acuarelas de Pancho Fierro, al que Palma consideraba el Goya limeño321: “Don Sebastián Lorente fue un caballero español que vino al Perú contratado por don 312 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 115. 313 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 119. 314 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 85. 315 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 92. 316 Se refiere a Ricardo Rossel, nacido en 1841 y fallecido en 1909. Fue un poeta y filósofo de admirable talento a quien le ocurre como a Amézaga que llega muy tarde para figurar en la bohemia romántica y muy temprano para comprender ciertas audacias de la nueva. (García Calderón, Ventura. Los románticos. En: Volumen 8 de Biblioteca de Cultura Peruana: Primera Serie. Desclée de Brouwer, p. 274, 1938.) 317 Se refería a Sebastián Lorente Benel (1854-1919) que fue director del Colegio Nacional Nuestra Señora de Guadalupe (1886-1899). Era abogado y doctor en Letras, profesor en la Escuela Naval, del Colegio Dos de Mayo del Callao y del Colegio Guadalupe, donde enseñó latín, francés, composición Castellana, historia romana, mitología y religión. Además fue diputado por Huancayo, siendo inicialmente suplente (1886-1891) y luego titular (1892-1894). En la Universidad de San Marcos tuvo a su cargo la cátedra de Literatura Antigua (1882, 1885 y 1889-1891). 318 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 93. 319 Se refiere al Dr. Romualdo Eyzaguirre. 320 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 100. 321 Kapsoli Escudero, Wilfredo. Apostillas de Ricardo Palma a las acuarelas de Pancho Fierro. En: Aula Palma XIII-2014. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 240-241, Lima, 2014. 80 Domingo Elías para ejercer el rectorado de Guadalupe que acababa de fundar. Los trabajos de Historia del Perú que ha publicado Lorente son notables”. El 17 de noviembre de 1909 le comentaba que322 El Comercio del 15, edición de la mañana, trae un editorial contra la Junta Directiva de la Facultad, por guerra ruin que le están haciendo al doctor Hercelles. En la edición de la noche hay una contestación del doctor Velázquez. El 15 de septiembre de 1909 le contaba a su hijo323: La pretensión de Santiago Magill de ocupar el titularato vacante de Matucana con veinte libras, parece que zozobra, pues Arce tiene un ahijado. Sin embargo, el 29 de diciembre de ese año le contaba que: Santiago Magill ha obtenido contrato médico en el Vapor Ucayali de la Compañía (N)acional324. En carta de 15 de septiembre de 1909 le decía a su hijo: Juvenal Denegri ha asistido a Dady en un catarrito complicado con dolor de oído. La examinó minuciosamente y declaró que la cosa no valía la pena. Dentro de dos meses se propone hacer un viajecito a Europa. El 7 de octubre añadía325: A Dady la llevaron al consultorio de Juvenal Denegri. Este opina que la sorderita desaparecerá con una operacioncita de las amígdalas. El cirujano Dr. Juvenal Denegri fue el primer médico que ocupó el cargo de Director del Hospital Arzobispo Loayza. El 23 de septiembre de 1909 le escribía a su hijo a Cayaltí326: De los de tu hornada médica prestó hace cinco días juramento el joven Becerra, y quedó incorporado. Y el 18 de octubre siguiente le anunciaba327: Tu colega Ricardo Sauri328 fue oleado y sacramentado (digo 322 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 105. 323 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 82. 324 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 120. 325 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 92. 326 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 84. 327 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 93. 328 Se refiere al Dr. Ricardo Sauri Sacio. Dr. Juvenal Denegri Anotación sobre don Sebastián Lorente de puño de Ricardo Palma 81 que prestó juramento para ejercer la profesión) el día 14. Diez días después le contaba329: De tu hornada médica se graduaron anteayer de bachilleres Parodi y Aguilar. Lorente ha desistido de regresar a Huaraz como médico del ferrocarril pues su padre sigue enfermo de cuidado en Ancón. El doctor Odriozola llegará de Europa esta tarde. Del mismo Lorente decía el 3 de mayo de 1910330: A Lorente lo han nombrado médico titular de Ancón mientras dura la ausencia de Pancho Romero. El 17 de noviembre de 1909 contaba a su hijo331: El Dr. La Puente será nombrado médico del hospital de variolosos establecido en Guía. Viene en primer lugar de la terna. Los otros dos lugares traen los nombres de Patrón y de Escardó. Carne acomodada. El día 23 de ese mismo mes le hablaba de nuevo de votaciones332: El lunes se votará la terna en que figuran Villar y Becerra. Creo que la votación va a ser muy reñida, pues ambos candidatos cuentan con padrinos de empuje. En el grupito a que yo pertenezco tiene Villar cinco votos y cuatro Becerra. Y en esa misma carta confirmaba el resultado de la votación para el hospital de variolosos: El doctor La Puente obtuvo 17 votos para jefe de variolosos, 3 el doctor Patrón, 2 el doctor Escardó y 4 en blanco. La mayoría era de 14. Al día siguiente, 24 de noviembre de 1909 le contaba333: Hasta esta tarde no llegará el Vapor de Panamá con cartas de Tello. Ayer se confirió el bachillerato médico a otro compañero del Instituto Morales Macedo. Su tesis fue sobre craneoscopia, y se resolvió su publicación en la Revista Universitaria. Dicen que desarrolló puntos no tocados por Tello334. Como bien ha señalado Oswaldo Holguín, “en la trayectoria vital de Julio C. Tello, Palma es el protector y favorecedor constante que no cesa de orientar al joven estudiante de Medicina ni de recomendar al destacado becario en el exterior”335. Muchas veces don Ricardo daba noticia a su hijo 329 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., pp. 95-96. 330 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 167. 331 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 104. 332 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 106. 333 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 107. 334 El tìtulo de la tesis sustentado por Carlos Morales Macedo es Las deformaciones artificiales del cráneo en el Antiguo Perú, y publicada en dos entregas, en la Revista Universitaria (Año VI, Vol. II, Diciembre de 1911:562- 594, Año VII, Vol. I, Enero de 1912:59-70) 335 Holguín Callo, Oswaldo. Palma y Tello: una carta y unas chirigotas. En: Páginas sobre Ricardo Palma, Editorial Universitaria, Universidad Ricardo Palma, p. 149, Lima, 2001. Dr. Julio C. Tello, amigo del Dr. Ricardo Palma Román Dr. Carlos Morales Macedo 82 del amigo de éste, el Dr. Julio C. Tello, como cuando el 2 de septiembre de 1909 le contaba336: Hoy regresará Tello de Huarochirí. Para su plaza en la Biblioteca será nombrado Jorge Lorente. Creo que antes del 15 tendrás a Tello en Cayaltí. Se refería al médico Jorge Lorente del que ya hemos hablado antes. Otro día, el 17 de noviembre de 1909, le contaba337: Recibí un estuchito enviado por Tello para afeitarme. Lo ensayé el domingo y no me disgustó. Don Ricardo tenía claro que su hijo se beneficiaría enormemente de una estancia de estudios en Europa. Y sobre su permanencia en Cayaltí le decía el 17 de noviembre de 1909338. Le llamaba la atención sobre su proyecto de un viaje a Cambridge (Massachusetts, Estados Unidos), influenciado por su amigo y colega Julio C. Tello, becario entonces del estado peruano en la Universidad de Harvard: Tus propósitos de desterrarte en una hacienda son los discretos. Economizar, en tres o cuatro años, un capitalito (no menor de mil libras) para a los 30 ó 31 años de edad irte a dar un paseíto por Europa, pues ese bañito europeo influye mucho en la vida práctica de nuestros jóvenes médicos. Como no habrías de derrochar en Europa todas tus libritas, regresarías trayéndote elementos para implantar en Lima tu consultorio, a la vez que no sería arco de iglesia el que un hijo mío tuviera una cátedra en la Facultad. El cariño es egoísta y a Tello lo ofusca. En Cayaltí aprovechas el tiempo, que tus deberes te dejan libre, leyendo y estudiando, conservándote a la altura de los progresos de la ciencia. Pocos meses de visitar los hospitales y establecimientos de Italia, París y Londres, te bastarán. Tello se muere de nostalgia y te echa de menos. Tres años pasan pronto, y aunque no podrán viajar juntos por Europa, en Lima podrán asociarse en un consultorio. No quiero escribirte más sobre ese tema; pero bástete saber que yo y la familia toda veríamos con sumo desagrado tu viaje a Cambridge. A Tello le endilgo hoy la respectiva catilinaria para que no insista en el descabellado proyecto. La misma idea del viaje por Europa, necesario para un médico joven, la repite Palma cuando el 22 de diciembre de 1909 escribe a su hijo Ricardo339: Libre ya de culebritas, espero que desde el próximo enero entres de lleno y con firmeza en tu propósito de economizar trescientas libras por año, en 1910, 1911, y 1912, para que en el siguiente alcances a dar tu paseíto europeo. Sin ese bañito, en un médico joven, es hoy muy difícil abrirse camino en Lima. 336 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 78. 337 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 104. 338 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 105. Vid. también: Adriazola Silva, Juan Carlos. Ricardo Palma y sus relaciones paterno-filiales. En: Aula Palma X-2011, Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 255-256, Lima, 2011. 339 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 117. 83 Ricardo Palma formaba parte de la Beneficencia Pública de Lima. Por eso le podía dar a su hijo cuenta de lo que en sus consejos se trataba y de los diversos asuntos que afectaban a dicha institución. En carta de 25 de agosto de 1909 le decía340: En la Beneficencia nombramos en la sesión del día 23, por unanimidad, al doctor Morante para la clínica que tuvo Tamayo. La vacante de auxiliar, que se proveerá cuando el Inspector presente la terna, se la disputan el joven doctor Federico Revoredo, que sirve en el Hospital desde hace varios años, y el doctor Carlos Villarán. Espero que este no triunfará por ser candidato de última hora y ya Revoredo cuenta con buena mayoría. En la misma reunión, y después de larguísima discusión, se desechó por 28 votos contra 5 el pedido del doctor San Bartolomé que planteaba se reconsiderase lo resuelto a favor del doctor Febres Odriozola341 quien va a presetar servicios ad honorem en la maternidad. Parece que Ricardo Palma hijo era partidario de Villarán porque en carta de 3 de septiembre de 1909 su padre le decía342: En tu empeño por Villarán no puedo complacerte. Cuando Revoredo me comprometió no figuraba como pretendiente Villarán, quien tiene elementos de posición para aspirar a cosa mejor que mi auxiliarato. Para él no es cuestión de pan sino de vanidad o amor propio. Ha puesto en movimiento a toda la corte celestial para conquistarse votos (que ya estaban comprometidos) y no me sorprendería que triunfase. En cuanto a mí no faltaré a mi palabra ya empeñada; pero serviré a tu amigo en otra oportunidad que se presentase. Si viene a visitarme lo trataré muy amablemente. En la misma carta le decía también: El Dr. Barrios y los mismos alumnos hicieron fuerza de vela sobre Oliveira para que éste no llevara su queja a la Beneficencia. El 15 de septiembre de 1909 Palma escribía a su hijo343: Mañana jueves tendrá sesión la Beneficencia. En ella se votará la siguiente terna: 1er lugar Revoredo, 2º lugar San Bartolomé, 3er lugar Villarán. Parece que la votación será reñida, pues Villarán se mueve mucho. 340 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 75. 341 Se refiere al Dr. Enrique Febres Odriozola. 342 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 79. 343 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 83. Jesús Elías y Salas, director de la Beneficencia Pública de Lima 84 Don Ricardo le daba cumplida cuenta a su hijo de las actividades de dicha Sociedad de Beneficencia. El 22 de septiembre de 1909 le escribía344: El lunes 20, de los 45 que forman la Junta Directiva de la Beneficencia, concurrieron 38 a la votación, y 2 llegaron cuando ésta se había terminado. Tanto Villarán como Revoredo se movieron para que no faltasen votantes. ¡Cosa curiosa! Los diez primeros votos que se leyeron decían Revoredo. El undécimo fue Villarán. En resumen, triunfó Revoredo por veintiocho votos, para ganar un sueldecito de 50 soles, sacando Villarán ocho votos y dos en blanco. Por Villarán se sabe que votaron D. Pedro Gallagher, el decano doctor Barrios, Jesús Elías y Salas345, Oyague, los dos Delgado (Vicente y Miguel) y Alejandro Garland346, voto conquistado por su hijo Pancho Graña347. La idea generalizada era la de no admitir la imposición del apellido Villarán, homenaje servil al prestigio del papá. Además se comentaba que el joven que acaba de obtener una cátedra en la escuela de Medicina con 170 soles de renta era un acaparador de puestos, y muy falto de dignidad cuando había consentido figurar en el tercer sitio de la terna y luchar contra un pobre joven que desde hace siete años sirve en el hospital con el título de médico en expectativa, y que presentaba certificado del Inspector de Santa Ana de ser cumplidor de su deber. Te he contado que Villarán vino a verme, y lo deshaucié. Lo mismo le pasó con muchos socios; y sin embargo, tuvo la fatuidad de imaginarse que sólo con su apellido y la influencia de los cinco o seis tertulios de su padre podría triunfar. ¡Ojalá que la vergonzosa derrota que ha sufrido le quite algo de su fatuidad! El 12 de enero de 1910 le decía348: En la beneficencia he cambiado la inspección del hospicio de Jesús Nazareno, que durante tres años me ha dado fatiga con sus ochenta vecinas, por la del hospicio de Ayala, que es una canonjía, pues sólo consta de diez cuartos habitados por dieciséis viejas que me darían poquísimo que hacer. El 22 de marzo de 1910 le contaba349: Ayer estuve con don Antero –se refiere a Ántero Aspíllaga, propietario de la hacienda donde trabajaba Ricardo Palma Román- en la Beneficencia, y hablamos del pestoso en la vecindad de Cayaltí. Me dijo que confiaba en que tu ciencia lograría impedir que la bubónica penetrase en la peonada de la hacienda. Días más tarde, el 30 de marzo, decía350: Recibida tu carta. Nada me dices sobre la bubónica ¿Desapareció llevándose a tu enfermo o progresa? El 28 de abril de 1910 le escribía a su hijo351: Ya tienes un nuevo médico en el doctor Mostajo, que creo era de un año posterior al tuyo. Larga y borrascosa fue la sesión del lunes en 344 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 84. 345 Jesús Elías y Salas (1857-1951) fue Director de la Beneficencia Pública de Lima en los periodos 1910, 1923, 1924, así como Director de la compañía peruana de vapores (1916) y Prefecto del Callao. 346 Se refiere a Alejandro Garland von Lotten (1852-1912), economista, industrial y escritor. 347 Se refiere al médico Francisco Graña. 348 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 126. 349 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 149. 350 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 151. 351 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 165. 85 la Beneficencia pues principió a las 4 h. 10 m. y terminó a las 7 de la noche, tratando únicamente de la cuestión de San Bartolomé. El Decano doctor Barrios no concurrió para hacer la defensa de los internos y externos, de cuya queja no se hizo caso, a pesar de traer informe del Decano. Se aprobó por unanimidad la suspensión impuesta por el inspector doctor Enrique Arias Soto (quien brutaleó mucho) y el Director, a los doctores Camino y Pareja. Se restableció en su puesto a Pareja, y se aplazó resolver sobre Camino si éste no retira una frase que consignó en su escrito de renuncia de plaza en la que contaba 26 años de servicio. Y proseguía: La madre del doctor Velásquez está de gravedad. Ya tienes luciendo uniforme a los médicos que irán a la guerra. Has quedado muy decentemente enviando cinco libritas. Se refiere a la cuota para pertenecer a la Unión Fernandina. Y continuaba: Triunfo espléndido ha tenido tu amigo el doctor Oswaldo Hercelles. El martes se le confirió la tan reñida cátedra de Anatomía con vivo aplauso de la concurrencia que me dicen fue crecida. Sobre el Dr. Pancho Graña, al que acabo de referirme, le contaba a su hijo Ricardo el 6 de enero de 1910352: Tu amigo Pancho Graña ha puesto el prólogo a un opúsculo de D. Pedro Dávalos y Lissón sobre el reglamento de la prostitución. Yo creí que el prologuista sería el chuchumeco cojo Soria u otro badulaque con competencia para hablar de mozas de la cuerda, pero no tu colega Graña que es un sastre incapaz de dar puntada en materia de mozas de la cueda. Lo que es el autor Dávalos, miembro de la Sociedad Católica de San Alfonso de Ligorio, es otro sastrecito que tampoco conoce el paño. Como médico podría hablar Graña de la sífilis, pero no ha hecho en la Escuela estudios sobre la prostitución, y según su suegro tampoco los ha hecho fuera de la escuela. Créeme que a gozar yo de mi antiguo humor le habría dado, a prologuero y autor una tunda de padre y muy señor mío. Y la tal reglamentación le ha merecido a Dávalos un regalito de mil soles por el Ministerio. Escríbele a Graña para que te mande un ejemplar y te reirás de sus mojigaterías. En otra carta a su hijo, de 2 de diciembre de 1909, le daba cuenta de más votaciones para proveer cargos médicos353: Reñidísima fue el lunes la elección entre Becerra y Villar. Ambos candidatos trabajaron para que nadie faltase. En efecto, de los cuarentidós miembros que componen la Junta Directiva asistieron trentainueve. Villar triunfó por 22 votos contra 16 que 352 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 124. 353 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 111. Dr. Ricardo Palma Román, leyendo un discurso en lainauguración de un monumento a su padre Ricardo Palma (Archivo Fundación Ricardo Palma) 86 tuvo Becerra y 1 en blanco, que según dicen fue del doctor Velasco. Triunfamos con Villar a uña de caballo, por sólo dos votos pues la mayoría era de 20. Hay otra ternita en la que luchan los doctores Escardó y Pflucker. He comprometido mi voto a favor del primero. Incluso don Ricardo le copiaba párrafos de cartas de amigos suyos que se referían a la actividad científica de su hijo Ricardo. En una carta que le enviara a éste el 21 de agoso de 1909 le contaba que su amigo Francisco Sosa le había escrito desde México354: Leyendo ayer el (Le) Figaro de París de f(echa) 2 de Junio encontré el párrafo que le adjunto. Creo que le interesará a Ricardito, como llamaba yo al actual Doctor en Europa. Con este motivo acaso crea el doctor Palma conveniente remitir a París su tesis para que se convenzan de que en las repúblicas se trabaja por la ciencia más de lo que creen en el viejo mundo. También le mandaba cartas de sus colegas. El 12 de enero de 1910 le decía355: Te acompaño tarjeta de tu famoso colega Guevara y de su conjunta. En otras ocasiones don Ricardo le contaba a su hijo de la situación sanitaria limeña, como cuando le decía el 12 de enero de 1910356: Hay temores médicos de que se desarrolle en Lima, sobre todo en el ejército, una meningitis epidémica. Dos casos se han presentado ya en el Callao y uno en el hospital de San Bartolomé. Hasta ahora nada se sabe de los análisis. El 2 de febrero le informaba357: Ha amainado lo de la meningitis soldadesca. Lo que todavía no amaina es lo del envenenamiento de la judía Antonieta. Es lucha entre tu compañero G. Zúñiga y el doctor Fernández Concha358, que de antiguo ha hostilizado a aquel. Y añadía: Santiago Magill está de médico en el Huallaga. Ha pasado por Éten. Una chica de Hugo (se refiere a Hugo Magill) a la que asiste Carvajal, ha estado bastante grave. Felizmente el médico la ha declarado fuera de peligro. También le informaba de las enfermedades de amigos y conocidos, varios de ellos médicos. El 9 de marzo de 1910 le contaba a su hijo359: El doctor Pablo Patrón se halla muy enfermo asistiéndose en el Sanatorio de Bellavista. El feísimo joven Chávez que casó hace dos años con una joven muy bonita, y que es un ricacho, se encuentra gravísimo de tifoidea. Los periódicos te informarán de la catástrofe en la familia Vélez. Don Armando está grave, pues una neumonía ha venido a complicar su desgracia. La señora y los niños están ya fuera de peligro. El doctor Dam se encuentra restablecido, pues ya sale a la calle. Poco después, el 16 de marzo, le decía360: El doctor Pablo Patrón sigue en el sanatorio de Bellavista. Parece que la tifoidea no 354 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 74. 355 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 126. 356 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 125. 357 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., pp. 129-130. 358 Se refiere a Nemesio Fernández Concha. 359 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 144. 360 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 146. 87 amaina en él. El 22 de marzo siguiente volvía a hablar de la tifoidea361: Parece que la tifoidea está a la moda, pues ha atacado a Javier Prado, a quien asisten los doctores Odriozola, Avendaño, Almenara y otros. Se trataba del presidente de Consejo de Ministros, por lo que añadía: “En la presidencia del Consejo de Ministros lo ha reemplazado Porras, y en el Ministerio de Gobierno Carlos Velarde, quien prestará hoy juramento.” Ya el 30 de marzo decía362: Javier Prado ha mejorado mucho, y se cree que si no tiene recaída volverá al Ministerio antes de quince días. Entre tanto Ulloa y Durand continúan en chirona. Y sobre el Dr. Patrón comentaba363: Como presientes en tu carta la tifoidea de Pablo Patrón se ha cmplicado desde ayer con una pulmonía aguda. El 30 de marzo de 1910 le decía364: No sé con qué fundamento se ruje desde ayer que Leguía piensa dimitir e irse a Europa para someterse allá a tratamiento médico a que aquí, en las agitaciones de la política, no podía sujetarse. Tras el fallecimiento de su madre Ricardo Palma hijo dejó Cayaltí para emprender viaje a Alemania, Inglaterra y Francia con el fin completar su formación como médico, decisión que tanto su padre como sus hermanos aplaudieron. Hasta su partida a Europa lo recibieron en Lima. Zarpó a comienzos de febrero de 1912 desde el puerto de Pacasmayo. Deseaba perfeccionarse en Cirugía. Se radicó en Inglaterra donde publicó un trabajo acerca de los huacos antropomorfos del Perú. De vuelta al país fue nombrado profesor y organizador técnico de la primera Escuela de Enfermeras y Enfermeros que fue establecida en el Hospital “Dos de Mayo” a iniciativa del Dr. Wenceslao Molina. Fue presidente de la recién fundada “Unión Fernandina”, asociación de médicos y estudiantes de Medicina. En 1915 obtuvo el grado de doctor en Medicina con una tesis titulada autor Qoyu Siki, manchas cutáneas congénitas de los aborígenes del Perú. En 1920 viajó a los Estados Unidos y a Canadá para asistir en Montreal a un congreso del American College of Surgeons, relacionándose con los principales cirujanos norteamericanos y siendo huésped de honor de los hermanos Mayo en Rochester, Minnesota. Ya como médico consagrado, el Dr. Ricardo Palma Román fue catedrático de Anatomía en la Escuela de Medicina de San Fernando, siendo docente universtario durante más de treinta años365. En el prólogo366 a su libro sobre el “patriarca de las Tradiciones”, César Miró contaba que mucha de la información que recibió para confeccionar su biografía de nuestro autor, se la aportó su médico, que no era otro que Ricardo Palma Román. Éste fue Secretario del Círculo Médico del Perú, precursor de la Federación Médica. El Círculo fue fundado por diversos médicos jóvenes peruanos, 361 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 149. 362 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 152. 363 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 149. 364 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 151. 365 Zanutelli Rosas, Manuel. El Senador Ricardo Palma y otros estudios. Op.cit., p. 91. 366 Miró, César. Don Ricardo Palma, el Patriarca de las Tradiciones. Ed. Losada, p. 9, Buenos Aires 1953. 88 inspirado –como han señalado Castillo y Neyra367- “en el halo romántico del recuerdo de otro hecho histórico-social que fue la Sociedad Médica Unión Fernandina, simbiosis de médicos jóvenes y estudiantes de Medicina quienes, bajo el liderazgo de los alumnos Francisco P. del Barco y Emilio R García, Leonidas Averidaño y David Matto, la fundaron el 13 de agosto de 1883 para ser un instrumento de progreso impulsada por las más esclarecidas mentalidades de la época”. Así, en enero de 1922 comenzó a circular una esquela dirigida a los miembros del Cuerpo Médico Nacional y que firmaba el Dr. Ricardo Palma368. En ella se invitaba a los colegas a brindar su adhesión a la fundación del Círculo Médico del Perú y así ser considerados como Miembros Fundadores. Deben considerarse así como pioneros de este movimiento al Dr. Ricardo Palma, que había regresado de un viaje de estudios a Inglaterra y que creó su sistema «el arte al servicio de la ciencia» (era eximio dibujante), y el futuro Profesor de Clínica Quirúrgica Primer curso, Fortunato Quesada, creador de sus propias técnicas y asimilado después a la Sanidad del Ejercito, en la que ostentó el elevado grado de General. Seguramente las respuestas fueron llegando entre los meses de enero y abril, ya que un aviso publicado en el diario El Comercio citaba a los médicos para el martes 11 de abril a las 6 de la tarde en el local de la Academia Nacional de Medicina, que estaba en la Plaza de la Exposición, a fin de realizar la Asamblea de Fundación. Fue entonces cuando se eligió la Primera Junta Directiva369 con la presencia de más de cien médicos. La reunión la presidió el Dr. E. Pardo Figueroa, presidente de la Academia de Medicina. Y la Junta Directiva quedó así constituida: Presidente honorario: el Decano de la Facultad de Medicina, Dr. Ricardo Flores Presidente activo: Dr. Pablo S. Mimbela Primer vicepresidente: Dr. Guillermo Castañeda Segundo vicepresidente: Dr. Miguel Aljovin Secretarios: Dr. Francisco Graña y Dr. Ricardo Palma. Prosecretario: Dr. Juan Voto Bernales 367 Castillo, Félix; Neyra, José. El Círculo Médico del Perú, Precursor de la Federación Médica y del Colegio Médico del Perú. Anales de la Facultad de Medicina, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Vol. 57, Nº4 – 1996. 368 La carta era la siguiente: “Comité para la fundación del «Circulo Médico del Perú». Lima, enero de 1922. Distinguido doctor y amigo: La voluntad de una inmensa mayoría de nuestros colegas, expresad en forma plebiscitaria , manoifiesta el evidente pr´pósito de que lleve a cabo la función del Círculo Médico del Perú.Personalidades médicas de ilustre figuración , como los doctores Ricardo L. Flores , Pablo Mimbela, Augusto Perez Aranubar, Juvenal Denegri, Guillermo Gastañeta y Estanislao Pardo Figueroa, han amparado la feliz iniciativa , que prestigiaba con tan noble patronato y con el éxito insospechado plebiscito , está en vísperas de ser realidad honrrosa para nuestro gremio. Con la certezade que Ud. ha de prestarnos el valioso contingente de su adhesión entusiasta , espero su contestación y me suscribo su amigo obsecuente. Ricardo Palma.” 369 Vid. La Crónica Médica, Año XXXIX 1922, p.162. Dr. Ricardo Palma Román (Archivo de la Fundación Ricardo Palma) 89 Tesorero: Dr. Oswaldo Hercelles Bibliotecario: Dr. Ramón Ribeyro Director de la revista: Dr. Herrytilio Valdizan Vocales: Dr. Julián Arce Dr. Rodolfo Neuhaus Dr. Rómulo Eyzaguirre Dr. Felipe Merkel Dr. Carlos Monge Dr. Constantino Carvallo Tras el acto, se cumplimentó con entusiasmo a los electos y se tributó un voto de aplauso al Dr. Ricardo Palma por haber iniciado la fundación del «Círculo Médico del Perú». El 30 de junio de 1922 los secretarios elegidos Dres. Ricardo Palma y Francisco Graña convocaron a una sesión de Junta General para discutir los Estatutos, el Reglamento, el Código Deontológico (Colegio Médico de hoy) y la Defensa Profesional (Federación Médica de hoy). Los documentos originales de su creación fueron entregados por el Profesor Ricardo Palma al Dr. Félix Castillo, quien los donó a la Academia Nacional de Medicina. En esta valiosa documentación figuran, además de la relación de los médicos adherentes, los Estatutos aprobados, el Reglamento y el Código de Ética, la Resolución Suprema del 4 de Noviembre de 1922, en la que se le reconoce personalidad jurídica y se aprueban el Estatuto y Reglamento, y el gran sello de bronce con el cual se marcaba el respaldar de los sillones del Círculo. También hay constancia de la intención de disponer de un órgano de difusión denominado «Perú Médico». El 11 de abril de 1922 fundó en sesión solemne realizada en el local de la Academia de Medicina el “Círculo Médico Peruano”, asociación de los médicos nacionales. Fue miembro de la Delegación de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos ante el Congreso de Ciencias Morfológicas reunido en Santiago en noviembre de 1942, con ocasión de las fiestas conmemorativas del Primer Centenario de la fundación de la Universidad Nacional de Chile, ante cuyo Congreso presentó un trabajo de anatomía. En esta ocasión fue nombrado Miembro Honorario de la Facultad de Foto dedicada por Ricardo Palma a su hijo el Dr. Ricardo Palma Román (Archivo de la Fundación Ricardo Palma) 90 Ciencias Médicas de la mencionada Universidad. El 30 de octubre de 1929 sostuvo una conferencia en el Aula Magna de la Facultad de Medicina acerca de Ideas modernas sobre enseñanza de la Anatomía Humana. Con ocasión del primer centenario del fallecimiento de Hipólito Unanue y en actuación académica conmemorativa de aquel fasto, sustentó una conferencia anatómica titulada Brazos cortos. Fue miembro de la Delegación enviada por la Facultad de Medicina de Lima ante las Jornadas Médico-Quirúrgicas de Montevideo, en cuya ceremonia, realizada en el Instituto Traumatológico de la Facultad de Medicina montevideana, pronunció un discurso en el acto de inauguración del monumento al profesor Morquio. En 1937 pronunció en el Aula Magna de la Facultad de Medicina una conferencia sobre La asistencia a los fracturados, para la cual le sirvió de base lo estudiado en el Sanatorio Británico de Rosario de Santa Fe, en el Reconstruction Hospital del Central Park de Nueva York, y en el Beekman Street Hospital de la misma ciudad. En 1939 fue nombrado Director de la Asistencia Pública o Servicio Nacional de Emergencia Médico-Quirúrgica. Viajó a Santiago de Chile para estudiar el funcionamiento de la Asistecia Pública chilena, así como a Buenos Aires y Montevideo con el mismo objeto. Con el material obtenido en estos viajes editó un opúsculo titulado La reorganización de la Asistencia Pública, a base del cual se instaló el que luego fue el Puesto Central construido en la Avenida Grau, con su Sección de Traumatología, su Banco de Sangre, su Departamento de Radiología, y su Termóforo eléctrico. Fue Director del Instituto de Anatomía y Profesor Principal Titular de Anatomía en la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, miembro de la Societé des Anatomistes de Paris, de la Societé Anatomique de Paris, de la Sociedad de Anatomía Normal y Patológica de Chile, cirujano jefe de la Sala de San Luis del Hospital “Dos de Mayo”, cirujano del Hospital Italiano, fellow del American College of Surgeons, de Estados Unidos, miembro del Directorio de la Caja Nacional del Seguro Social, presidente fundador de la Asociación de Tiro Olímpico de Armas Cortas. Fue autor de: La Uta del Perú, La Vacuna en el Perú, Huacos antropomorfos mutilados del Perú, Qoyu Siki. Manchas cutáneas congénitas de los aborígenes del Perú, Estatutos, reglamentos, código de moral médica del Círculo Médico Peruano, con prólogo del Doctor Carlos Enrique Paz Soldán, Peculiaridades anatómicas en los cráneos páleo-peruanos370, con prólogo del Dr. Julio C. Tello, las 370 En su trabajo sobre la historia de los Anales de la Facultad de Medicina el decano de dicha corporación, el Dr. Piscoya, y el Dr. Aliaga, del departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública, dan noticia de este trabajo del Dr. Palma en el que realiza una revisión de las peculiaridades anatómicas en los cráneos páleoperuanos. El Dr. Ricardo Palma Román era en 1951 miembro de la Comisión de Publicaciones de dicha revista científica (Piscoya, José; Aliaga, Eleazar. Historia de los Anales de la Facultad de Medicina (1918-1998). En: Anales de la Facultad de Medicina, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Vol. 59, Nº 3, p. 197 (1998).) Qoyu Siki: manchas cutáneas congénitas de los aborígenes del Perú, del Dr. Ricardo Palma Román 91 ya citadas Ideas modernas sobre enseñanza de la Anatomía Humana, Brazos cortos (conferencia), La asistencia de los fracturados (conferencia), y La reorganización de la Asistencia Pública371. El médico Ricardo Palma Román perteneció al Partido Nacional Democrático372, como por otra parte era común entre muchos intelectuales peruanos del momento que no rechazaban en absoluto la vida política. Precisamente, Ricardo Palma Román, cuando su hermana Angélica se puso enferma de de pleuresía y bronconeumonía en Buenos Aires en 1935, voló a aquella ciudad en donde ella estaba ingresada en el Sanatorio Británico373. La escritora falleció el 6 de septiembre de ese año. Como era común en la época, en la prensa limeña, y concretamente en la revista ilustrada Variedades aparecían de vez en cuando notas agradecidas de pacientes de algunos médicos. El Dr. Ricardo Palma gozó también de este tipo de notas de las que transcribiré dos, con su respectiva fotogafía para que veamos la fama que llegó a alcanzar como médico el hijo del tradicionista: “Por la presente manifiesto mi profundo reconocimiento al distinguido profesional doctor Ricardo Palma, por la difícil operación quirúrgica que con todo éxito me ha practicado. Hace cuatro años que en Piura, mi ciudad natal, recibí una profunda herida en la parte del ombligo que me cortó el intestino, el cual quedó desde entonces desembocando en la piel del vientre y su funcionamiento completamente anulado por la vía normal. Vine hace poco a Lima y el inteligente médico doctor Voto Bernales, me recomendó los hábiles servicios del experto cirujano doctor Palma, quien me atendió con la mayor solicitud. Después de abrirme el abdomen y de cortarme una cuarta del intestino lo arregló en forma tan maravillosa que pocos días después mi aparato digestivo funcionó correctamente volviendo a su estado primitivo. Hoy me encuentro sano y salvo y quiero expresar públicamente mi gratitud al doctor Ricardo Palma. Bartolo Erazo.”374 371 Peruanos notables de hoy. Biografías de peruanos representativos contemporáneos. Impresores Sanmartí y Cia, 1ª ed., pp. 121-122, Lima, 1957. 372 Planas, Pedro. El 900. Balance y recuperación. Centro de Investigación y Tecnología para el Desarrollo de las Ciencias Sociales (CITDEC), p. 148, Lima, 1994. 373 Gutiérrez Samanez, Tania. La influencia literaria de Ricardo Palma en Angélica. En: Aula Palma VI (Edición del Décimo Aniversario), Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 147, Lima, 2007. 374 Erazo, Bartolo. Nota de cirugía. En: Variedades. Revista Semanal Ilustrada, Año XV, nº 614, p. 1040, Lima, 6 de diciembre de 1919. Angélica Palma, por N. Harvey 92 La otra nota dice así: “El doctor Ricardo Palma, cuya competencia profesional ha sido juzgada ampliamente, acaba de ofrecer una nueva contribución a la ciencia, con la operación practicada en la persona del ciudadano ruso don José Beresofki. La intervención del doctor Palma, ha sido llevada a cabo con toda pulcritud y ajustada a los más modernos procedimientos que la ciencia médica aconseja. Se trata de una difícil operación al estómago que el experto cirujano ha realizado con feliz éxito. Con este motivo el enfermo ha dirigido la siguiente comunicación al doctor Ricardo Palma: ‘Me es sumamente grato darle las gracias públicamente al distinguido profesional doctor Ricardo Palma, por haberme operado de una úlcera del estómago, la cual, no sólo me impedía alimentarme y me causaba dolores atroces, sino que llegó al extremo de producirme un vómito de sangre. Debido, pues, al diestro como distinguido cirujano, puedo ahora alimentarme perfectamente habiendo recuperado también mis perdidas fuerzas. José Beresofki.”375 375 Beresofki, José. Nota médica. En: Variedades. Revista Semanal Ilustrada, Año XV, nº 612, Lima, 22 de noviembre de 1919. 93 V. LA OBRA DE PALMA COMO FUENTE HISTÓRICA Fue mi embeleso desde que era párvulo, más que en el hoy, vivir en el ayer (Ricardo Palma) Si a lo largo de este estudio estoy glosando toda clase de noticias que Palma aporta en su obra acerca de la Medicina y los médicos, parece oportuno analizar qué crédito nos merecen las informaciones históricas y los datos que él menciona. Palma ya había manifestado en su momento en una de sus cartas a su amigo Carlos Toribio Robinet que las Tradiciones eran su “ofrenda de amor al país y a las letras” y que en esa tarea no aspiraba a ser un “obrero del presente sino del pasado”. Muchos han sido los autores que se han ocupado de Palma como fuente histórica y de las relaciones, íntimas desde luego, de Palma con la Historia. Desde los Anales de la Inquisición de Lima, de los que luego hablaré, hasta sus Reminiscencias de la administración del coronel José Balta, de quien fue secretario, o el controvertido Monteagudo y Sánchez Carrión. Páginas de la historia de la Independencia, don Ricardo demostró su más que afición a la historia del Perú y, en definitiva, a la Historia376. Así, Rodríguez Chávez, en su estudio “Palma y la Historia”377, trata este tema, como otros muchos autores, que han valorado el peso que la obra de don Ricardo pueda tener en la historiografía americana. Ese autor, al hablar de la obra de Palma titulada La Bohemia de mi tiempo, destaca las palabras de su autor: “Quizá los que ahora lean estas mis confidencias, vean en sus párrafos sólo un desahogo de fatuidad insustancialsé que, cuando el presente sea lejano pasado, estas páginas serán estimadas por los desempolvadores de antiguallas…”. Rodríguez Chávez subrayaba pues que La Bohemia… había sido escrita obedeciendo a motivaciones de interés histórico y social antes que puramente individual y psicológico. Interpretando cabalmente su palabra, se colige que Palma persiguió contribuir con el conocimiento de esta etapa de la historia378. Y luego prosigue diciendo que La Bohemia es una fuente para la historia de la literatura peruana que contiene elementos de crítica literaria que se reduce a una opinión sobre los escritores que comparten el cultivo de las bellas letras en circunstancias y 376 Varillas Montenegro, Alberto. Palma, historiador de 1825. En: Aula Palma XII-2013. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 94-95, Lima, 2013. 377 Rodríguez Chávez, Iván. Palma y la Historia. En: Otra ventana sobre Ricardo Palma. Universidad Ricardo Palma, Editorial Universitaria, Lima, 2003. Citado por Holguín en Libros palmistas y palminos publicados en 2002-2004. En: Revista de la Casa Museo Ricardo Palma, vol. 5, p. 158, Miraflores, diciembre de 2004. 378 Rodríguez Chávez, Iván. La crítica literaria en La Bohemia de Palma. En: Aula Palma. Discursos de Incorporación al Instituto Ricardo Palma 1998-1999. Universidad Ricardo Palma, 1ª ed., p. 115, Lima, 1999. Iván Rodríguez Chávez 94 condiciones semejantes, con diferente resultado en su sentido histórico. Desde esta perspectiva, La Bohemia es un trabajo útil y necesario para el conocimiento de la historia de la literatura peruana en general y de la historia del romanticismo peruano en particular379. Un romanticismo, por cierto, que – como ha destacado Porras380- Palma denostaba cuando decía que era una enfermedad de moda o la enfermedad de estar triste o cuando afirmaba que el romanticismo no era una enfermedad sino una intoxicación. Para este estudioso381, el permanente contacto de Palma con los documentos le afinó su fibra histórica produciendo dos trabajos importantes: Anales de la Inquisición de Lima y Monteagudo y Sánchez Carrión. Y como confluencia de la Historia y la Literatura, hará de historiador y crítico literario al componer Don Juan del Valle y Caviedes, el poeta de la Ribera (1873) y La Bohemia de 1848 y 1860; este último su apreciación y testimonio sobre los autores de la época determinante del romanticismo en el Perú. Las tradiciones como conjunto, asevera Rodríguez Chávez382, nos franquean una visión amplia que abarca las distintas etapas de nuestra historia: Incaica, Conquista, Colonia, Emancipación y República. Cronológicamente se extendería desde el siglo XII al XIX de nuestra era, incluyendo dentro de estos dilatados extremos el año 1181 a 1885, como fechas inicial y final. El mismo Rodríguez Chávez defiende, por otra parte, a la literatura como fuente para conocer, en este caso, el Perú y su historia. Así, señala que “quienes pretendan formarse una imagen del Perú utilizando como fuente de información la obra literaria, junto a los Comentarios reales, la Nueva crónica y buen gobierno, El mundo es ancho y ajeno, Todas las sangres, Sangama, Gregorillo, etc. se verá obligado a leer y releer las Tradiciones Peruanas de Ricardo Palma. En efecto, para críticos e historiadores ya no es discutible el valor documental de la Literatura. Tanto para una visión de conjunto como para aspectos especiales de la vida de un pueblo, el científico social tiene en el arte literario una fuente indirecta y complementaria de insoslayable importancia. Pero si bien esta característica puede ser inherente a toda obra literaria, es mucho más nítida y perceptible en aquellas que acusan una marcada referencia a la realidad ya sea por el asunto, el personaje, el medio o por la ideología o por todos estos elementos juntos, que puedan estar expresa o tácitamente constituyendo el texto. Las Tradiciones de Palma, más allá de un sustento histórico y su verismo se inscriben, a no dudarlo, en este grupo especial de textos literarios captadores y transmisores del modo de ser de pueblo el cual presentan e interpretan”383. 379 Rodríguez Chávez, Iván. La crítica literaria en La Bohemia de Palma. Op.cit., p. 121. 380 Varillas Montenegro, Alberto. La iniciación del movimiento romántico peruano: una relectura de la Bohemia de mi tiempo. En: Aula Palma III 2002-2003. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp- 107-108, Lima, 2003. 381 Rodríguez Chávez, Iván. La imagen del Perú en las Tradiciones. En: Otra ventana sobre Ricardo Palma. Universidad Ricardo Palma, Editorial Universitaria, p. 99, Lima, 2003. 382 Rodríguez Chávez, Iván. La imagen del Perú en las Tradiciones. En: Otra ventana sobre Ricardo Palma. Op. cit., p. 105. 383 Rodríguez Chávez, Iván. La imagen del Perú en las Tradiciones. En: Otra ventana sobre Ricardo Palma. Op. cit., p. 95. 95 Estuardo Núñez y Manuel Pantigoso en el prólogo a una de las revistas Aula Palma, recopilatorias de artículos y discursos sobre la obra de nuestro tradicionista, decían que a don Ricardo se le han objetado sus citas históricas “¿Pero qué es la historia? ¿Es acaso el relato de lo que exactamente pudo haber ocurrido? Él no contó hechos históricos cuyos rastros estuvieran siempre en fuentes escritas, oleadas y sacramentadas. Inclusive dudó y objetó muchas de éstas. Puso lo suyo: la interpretación razonable de los hechos y la genial imaginación que enjoyó su obra. En tal sentido fue, sin duda, un adelantado de la novela histórica. Además fue ese crítico respetable del quehacer político de su época, aligerando el zarandeo con humor incomparable.”384 Sin embargo, como dirá Barcia, “nunca confunde la divulgación con el avulgaramiento, ni la humanización del héroe con la mirada mezquina del ayuda de cámara para quien, se sabe, no hay grandes hombres, porque su óptica es la mera del camisón y el vómito. No se desliza por la cuesta abajo en que sigue cayendo mucha de la llamada ‘nueva narrativa histórica’”385. Manuel Pantigoso es claro al manifestar que “apaciguados los ánimos y a la luz de nuevas y atentas lecturas o relecturas de las Tradiciones –que incluyen renovados enfoques metodológicos y conceptuales sobre el fenómeno literario- ya no es posible deformar la obra de Palma a través de prejuicios político-ideológicos (Palma ‘es un reaccionario, colonialista’) o históricos (Palma ‘falsea la historia, inventó una Lima que no existió’). Estos calificativos de conservador, colonialista y falaz con los que se pretendió oscurecer su obra sería rechazada por los nuevos hombres de vanguardia, tanto del pensamiento como de la acción social, como Haya de la Torre y José Carlos Mariátegui quienes ofrecerían una interpretación más ajustada de las Tradiciones al rescatar la originalidad de Palma en tanto escritor clásico cuya obra se echa a andar por su cuenta a través del tiempo”386. Pantigoso entiende que la continuidad esencial que enlaza cada una de las tradiciones proporciona a la obra las características básicas de una gran novela histórica cuyo tema central sería la Historia del Perú. No debemos olvidar que Palma no sólo retrató el mundo limeño sino también hechos y personajes de otras regiones del país. En 1925 en el diario El Sol de Madrid, Eduardo de Baquero dijo que además de novela en las Tradiciones “… hay también historia. Repasando esta recopilación se advierte que con los materiales que manejó Palma hubiera podido componer una historia de las costumbres y de la civilización del Perú en la época española...”387 384 Nuñez Hague, Estuardo; Pantigoso Pecero, Manuel. Prólogo. Aula Palma V 2005-2006. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 10, Lima, 2006. 385 Barcia Pedro Luis. Ricardo Palma y la Argentina: Pastor S. Obligado, un discípulo argentino. Op.cit., p. 27. 386 Pantigoso Pecero, Manuel. Las Tradiciones de Palma: lo clásico como continuidad esencial en el tiempo. En: Aula Palma IX-2010, Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 221, Lima, 2010. 387 Pantigoso Pecero, Manuel. Las Tradiciones de Palma: lo clásico como continuidad esencial en el tiempo. Op. cit., pp. 225-226. Manuel Pantigoso 96 Manuel Zanutelli recordó en un artículo publicado en la Revista de Marina388 la faceta docente, y de docente en Historia, de nuestro personaje. Así, recoge el siguiente decreto: “Agosto 18 de 1866. –S.E. el Jefe Supremo, en la fecha ha nombrado profesor de Historia Marítima de ese establecimiento y con el haber de 75 S/. mensuales a D. Ricardo Palma”389. No han sido pocos quienes han destacado el hecho de la costumbre de Palma de colocar lo que él mismo llamó “parrafillo histórico”390, en el segundo bloque narrativo de sus Tradiciones, luego que se han presentado los primeros elementos del tema. En ese segundo párrafo, como ha señalado Huárag391, el autor cambia de tono, mas no de estilo. Su relato se vuelve más objetivo e impersonal porque necesita consignar datos históricos, pero aún en esos casos, el autor termina articulando comentarios o particularidades que hacen amena su obra narrativa. Recordemos, por ejemplo, que en la tradición “Las orejas del Alcalde”, Palma dice en un momento: hagamos una pausa, lector amigo, y entremos en el laberinto de la historia, ya que en esta serie de Tradiciones nos hemos impuesto la obligación de consagrar algunas líneas al virrey con cuyo gobierno se relaciona nuestro relato392. 388 Zanutelli Rosas, Manuel. Ricardo Palma y la Marina. En: Revista de Marina (La Punta, Callao, mar.-abr. 1984), 372, pp. 224-30. 389 El sueldo de setenta y cinco soles no era una suma despreciable para la época; además no le demandaba una presencia de muchas horas en el Colegio Naval Militar. El curso lo había estado dictando de manera accidental don Belisario Sánchez Dávila, porque nunca se presentó el titular Fernando Casós. Palma debió continuar igualmente con la enseñanza de Historia Militar, que desempeñaba desde algún tiempo. Ambas asignaturas por el sueldo ya señalado. Don Ricardo no duraba mucho tiempo en algunos de sus puestos. Pasaba por ellos como una sombra, una alma errante condenada a caminar, caminar, desaparecer. El 12 de octubre de 1866 se anota en el libro copiador Nº 126, folio 44: “Dando de baja del Col. Mtar. Al profesoor de Historia Mtar. D. Ricardo Palma”. (Zanutelli Rosas, Manuel. El Senador Ricardo Palma y otros estudios. Op.cit., p. 53.) 390 Carlos Eduardo Zavaleta entiende que el “parrafillo histórico, de por sí, solo, sin ningún añadido literario, también es una verdadera tradición para Palma, y así considera el texto ‘Truenos de Lima’, donde no hay adornos verbales”. (Zavaleta, Carlos Eduardo. Naturaleza y estructura de la Tradición de Palma. En: Aula Palma. Discursos de incorporación al Instituto Ricardo Palma 1998-1999. Universidad Ricardo Palma, p. 232, Lima, 1999.) El mismo autor entiende que “debemos corregir cuanto antes ese falso esquema de dividir la estructura de la narración en: prólogo, parrafillo histórico, digresión literaria y epílogo. No es cierto que el afán tradicionista o la constante mirada de Palma al pasado se vea mayormente en el desfasado ‘parrafillo’. Tampoco es cierto que el parrafillo sea tal, pues a menudo es todo un capítulo o una introducción al texto, o también puede ser una entonación a la vida y los hechos del pasado, entonación que dicta el sentimiento y aún el estilo del texto. Eso sí, hay una tendencia general a ofrecernos al comienxo sus textos en torno a una anécdota histórica, que sólo existe pura y bien perfilada, ya sea en los llamados por el ‘artículos históricos’, o en los textos más eruditos y llenos de datos, que resultan ser los menos literarios”. (Zavaleta, Carlos Eduardo. Re-visión de la escritura y estilo en la Tradición de Palma. En: Aula Palma III 2002-2003. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 169, Lima, 2003.) 391 Huárag Álvarez, Eduardo. Estructuras y estrategias narrativas en las Tradiciones de Ricardo Palma. Universidad Ricardo Palma, Editorial Universitaria, pp. 51-52, Lima, 2004. 392 T.P. Las orejas del alcalde. Vid: Huárag Álvarez, Eduardo. Estructura y estrategias en la narrativa peruana. Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú, p. 95, Lima, 2004. Vid: Tauzin Castellanos, Isabelle. Las Tradiciones Peruanas de Ricardo Palma. Claves de una coherencia. Universidad Ricardo Palma, 1ª ed., p.46, Lima, 1999. 97 En la literatura hispanoamericana, como en ninguna otra literatura, apunta Pedro Díaz, decano de la Facultad de Humanidades y Lenguas Modernas de la Universidad Ricardo Palma, se diría que el escritor está preso de la historia. O fascinado por ella. Y aún en los mismos dominios de los “real maravilloso” o “realismo mágico”, asoma la historia emboscada en mitos y metáforas que ligan al escritor hispanoamericano con lo que Galeano llama “la historia que duele”. ¿Cómo y en qué forma se introduce la historia en las Tradiciones? Además del citado Huárag, otros críticos han visto que la historia aparece en ese “parrafillo histórico”, el párrafo II de las Tradiciones. José Antonio Bravo, por ejemplo, dice393: “Lo más representativo de Palma en el manejo de sus estructuras es el famoso segundo párrafo, en donde el tradicionista hacía una apretada síntesis histórica, texto, generalmente, aséptico (en donde la historia permanece, preferentemente, pura, sin contagios ni ‘infecciones’ producidas por la imaginación), breve, sin sonrisas ni enconos, mediante el cual el lector es introducido al misterio de una época remota en donde se da en pocas pinceladas, el básico diseño protagónico”. En opinion de Pedro Díaz394, en su referencia al segundo párrafo, Bravo sigue, sin duda, a Luis Alberto Sánchez, quien afirma: “Y digo ‘el párrafo II’ porque en toda Tradición de Palma, hay un párrafo –el segundo- en donde hace una síntesis pretendidamente histórica, sin mordacidades ni sonrisas, a fin de dar el ambiente de época que persigue e introducir al lector en el misterio de la edad remota, en que coloca a sus personajes”. Por su parte, Ventura García Calderón dice: “Palma casi no mezcla a la historia su fantasía. Lo deja subsistiendo paralelamente bajo el número II de casi todas sus tradiciones, como si confrontara la tradición con la historia”395. Si se analiza, por ejemplo, la tradición La monja de la llave, consta de tres partes; cada una de ellas está precedida de los números romandos I, II y III, respectivamente. La parte II (no el párrafo II) se inicia con la frase “echemos, lector, el obligado parrafillo histórico”. Por su parte, La gatita de Mari Ramos consta de tres partes: una brevísima introducción (formada por un párrafo), y la I y II partes numeradas así. El primer párrafo de la parte II dice textualmente: “demos tiempo al tiempo y no andemos con lialilas y recancanillas. Es decir que mientras los amantes apuran la luna de miel para dar entrada a la de hiel, podemos echar, lector carísimo, el consabido parrafillo histórico”. De otro lado, Lucas el sacrílego consta también de tres partes y la parte II se inicia así: “Ciñéndonos al plan que hemos seguido en la Tradiciones, viene aquí a cuento una rápida reseña 393 Bravo de Amézaga, José Antonio. Aproximación a la multiplicidad de niveles de lectura en las Tradiciones peruanas de don Ricardo Palma. En: Aula Palma. Discursos de Incorporación al Instituto Ricardo Palma 1998- 1999. Universidad Ricardo Palma, 1ª ed., p. 304, Lima, 1999. 394 Díaz Ortiz, Pedro. Las Tradiciones como género literario. En: Aula Palma. Discursos de incorporación al Instituto Ricardo Palma 1998-1999. Universidad Ricardo Palma, 1ª ed., pp. 188-190, Lima, 1999. 395 Vid. Díaz Ortiz, Pedro. Lectura de Palma. En: Ricardo Palma (1833-1983), Revista nº 6, Universidad Ricardo Palma, p. 62, Lima, 1983. Pedro Díaz Ortiz 98 histórica de la época…”. De este modo, como diría Marcos Martos, “Palma se recuesta sobre la historia para elaborar mejor sus ficciones”396. Y hablando del parrafillo histórico pero también del modo en que Palma encara su relación con la historia Wellington Castillo concluye que don Ricardo “era un escéptico burlón e irónico de los hechos sucedidos, contados, registrados y aún documentados y aunque el ‘parrafillo histórico’, la ‘ligera reseña’, la ‘mano de historia’ o la cita de la fuente, asienta la Tradición sobre lo real histórico, luego de un vano intento de conciliarlas, él lo transmuta, maneja y manipula magistralmente para erigirla en lo imaginario, la ficción, lo fanstástico, lo poético y el sueño, lejos de la razón y la prosaica realidad, como él mismo decía. Pero respetuoso de la historia, la dama, respecto a la muchacha, la tradición, la opción literaria permite entonces que la deslinde, desmitificándola, dejándola libre y a salvo. Algunas de sus simples pero connotativas expresiones tales como para mentiroso el pueblo, el pueblo me lo contó y al pueblo se lo cuento, pero no existen pruebas de esto, chimografía de viejas, etc. etc. vislumbran el espejismo de la verdad que lo llevó a no ser fiel a las fuentes que cita, alejándose de ellas; esto es, de los hechos, sucesos, nombres, fechas, dichos, palabras, perfiles físicos o morales de los personajes. Palma es un gran desmitificador de lo histórico y de la historia. Lo que hoy busca la ciencia hacer con la historia, Palma ya lo había hecho con la tradición. La verdad histórica, que a la larga es la verdad, como categoría gnoseológica, está bastante comprometida en la tradición y abre paso a lo verosímil.”397 Además del parrafillo histórico o de la introducción existe otro detalle en el que incide Juan Paredes cuando comenta que “cuando las aclaraciones o detalles históricos no son explicitados en las introducciones, aparecen con un llamado al pie de página. Estos intertextos cumplen también un rol extratextual, pero genéticamente ligada al texto por el valor semántico que se le asigna, en particular si se tiene en cuenta que de no habésele registrado, el lector quedaría huérfano de una información valiosa en referentes históricos sobre el argumento del relato. Esto mismo se produce cuando las citas al pie de página ofrecen información sobre las fuentes de donde han sido extraídas las historias o con el fin explícito de aclarar ciertos detalles”398. Paredes, haciendo referencia a las fuentes donde Palma bebe para inspirar su obra recuerda que nuestro escritor, en el exordio de algunas tradiciones se encarga de decir que las historias que empezará a contar son extraídas de documentos de archivo, cuando no de la tradición oral del pueblo399. Los documentos históricos a los que hace 396 Martos, Marco. Anales de la Inquisición de Lima, Ricardo Palma, la vela verde y el sambenito. En: Aula Palma. Discursos de incorporación al Instituto Ricardo Palma 1998-1999. Universidad Ricardo Palma, 1ª ed., p. 207, Lima, 1999. 397 Castillo Sánchez, Wellington. Tradiciones de Ricardo Palma en la región La Libertad. De huacas, huaqueros, pasquines, líos eclesiales, tesoros encantados, rancia aristocracia y libertarios. En: Aula Palma IV 2003-2004. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 257-258, Lima, 2004. 398 Paredes Carbonell, Juan. La transtextualidad en las Tradiciones de Palma. En: Aula Palma II 2000-2001. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, Editorial Universitaria, p. 141, Lima, 2002. 399 Ayala dice: “Una fuente de sus referencias es la memoria social y, según sus propias palabras, haber leído toda clase de textos: crónicas, diarios, anales, bandos, informes, testimonios, cartas y, sobretodo, documentos que encontró en archivos particulares y en la Biblioteca Nacional. Esta sabiduría alimentó sus Tradiciones, las mismas 99 referencia son las fuentes de las cuales se han desprendido las tradiciones narradas en ese contexto, vale decir, que los textos de archivo son los hipotextos precedentes, sin los que no hubiera sido posible escribir los relatos posteriores o hipertextos, y aunque no los mencionara, la referencia histórica con que prepara el ambiente temático de las historias que van a constituir las tradiciones, se puede inducir que han sido tomadas de otros textos documentales”400. También de las fuentes de Palma habló Garayar cuando escribió que “la libertad con que manejó los datos que extraía de sus fuentes, subordinándolos al efecto total del relato, consciente del poder y la autonomía de la ficción.”401 El mencionado Bravo402 cita a Sánchez al decir que Palma “caminó por el filo de la historia, sin caer enteramente en ella”. Y esto porque la anécdota, el tema que maneja el tradicionista está vinculado a un pasaje de la historia, o a la alteración, por medio de la conjetura, de un hecho sucedido en el pasado, o al mensaje de una acontecimiento transmitido por la tradición oral familiar o callejera, de aquí el título de esta modalidad de relato. La tradición está preferentemente ligada al pasado pero no es historia, esto porque la documentación, la información oral o escrita que toma en cuenta Palma, para narrar, está frecuentemente alterada por sus posibilidades imaginarias, recurso de gran creador. Las tradiciones no pueden ni deben ser consideradas como historia; son definitivamente ficción. ‘Palma fue, esencialemente, un imaginista. La historia y la experiencia diaria fueron no más que puntos de partida, trampolines para lanzarse a soñar’”. No obstante, luego afirma: “Existen tradiciones que nos hablan de la época de los Incas, de la Conquista, así como de la Independencia y República. Palma ha sido nuestro gran narrador histórico”403. Para continuar más tarde sentenciando que: “la Tradición es un género narrativo sujeto a los cánones de la verosimilitud (como discurso del discurso de la realidad) y no de la verdad (sólo como discurso de la realidad); debido a que la verosimilitud responde al acto de ficcionar así se apoye en la historia o la verdad, porque es la imaginiación la que a través de sus posibilidades combinatorias: sueños, delirios, pesadillas, recuerdos, asociaciones de ideas, etc. da como resultado un producto ficticio. En cambio, la Historia, así con mayúsculas, como disciplina que es: busca qué establecer la verdad a través de la reconstrucción de los hechos pasados con la mayor precisión posible.”404 Este mismo estudioso explica que “volver a contar estas historias como lo hace don Ricardo Palma, estos hechos, este que contienen valiosos datos que tal vez se hubieran perdido si es que no los hubiera registrado con tanta habilidad, encanto, magia y paciencia”. (Ayala Olazábal, José Luis. Palma y los hechos en la Batalla de Ayacucho. Op. cit., p. 267.) 400 Paredes Carbonell, Juan. La transtextualidad en las Tradiciones de Palma. Op. cit., pp. 145-146. 401 Garayar, Carlos. Prólogo. En: Paredes Calderón, Elizabeth Herminia. Algunos aspectos de la tradición palmista ¡A iglesia me llamo!. Op. cit., pp. 9-10. 402 Bravo de Amézaga, José Antonio. Aproximación a la multiplicidad de niveles de lectura en las Tradiciones peruanas de don Ricardo Palma. En: Aula Palma. Discursos de Incorporación al Instituto Ricardo Palma 1998- 1999. Universidad Ricardo Palma, 1ª ed., pp. 302-303, Lima, 1999. 403 Bravo de Amézaga, José Antonio. Aproximación a la multiplicidad de niveles de lectura en las Tradiciones peruanas de don Ricardo Palma. Op. cit., p. 304. 404 Bravo de Amézaga, José Antonio. Aproximación a la multiplicidad de niveles de lectura en las Tradiciones peruanas de don Ricardo Palma. Op. cit., p. 309. 100 cúmulo de acontecimientos de tiempos pasados y remotos, dejando latentes, en lo posible, la vigencia del lenguaje de la época; aglutinando, ‘amarrando’ los acontecimientos por medio de un hilo conductor o ‘anécdota’ inventada, permite la recreación de la realidad pasada a través de las posibilidades imaginarias de novelista o del narrador, como lo demuestra infinidad de veces don Ricardo Palma en sus Tradiciones”405. Hay quien, como José Luis Ramos, se ha fijado en el curioso hecho de que Palma tenía por costumbre fechar sus tradiciones viéndose, por tanto, de modo evidente que se cubren varios siglos de la historia peruana. Pero, dice el mismo autor, “no se trata de un trabajo histórico propiamente dicho, se trata de literatura de época, podríamos decir, prestándonos la terminología de la crítica cinematográfica.”406 Félix Terrones piensa que “Ricardo Palma se sirve de hechos históricos para interrogar el momento, frágil, inestable, en el que se estaba instalando un poder colonial en las tierras americanas. No lo hace como historiador sino como literato y, en este sentido, insufla una carga simbólica a los espacios en los cuales se desarrollan sus tradiciones”407. Otros, como Parra, destacan el hecho de que Palma tome como fundamento de sus historias el pasado de su país y afirma que “se justifica por la necesidad de construir un pasado, de construir la identidad de su país e incluso su identidad personal.” Según esta autora, Palma no fue totalmente comprendido por los jóvenes de la época. Él es un constructor de ese pasado que la historia dejaba de lado. No se dedicó a contar lo que ya se sabía. Lo que hizo fue manipular lo que la historia dejaba de lado: situaciones cotidianas como por qué en Trujillo no hubo misa de gallo sino misa de gallinas en la nochebuena de 1547 o en la tradición que lleva por título “Una partida de palitroques”, en la que cuenta que Francisco Pizarro era un mal perdedor y que desconocía las apuestas que debía pagar. Es como si se tratase de una historia de la vida cotidiana de la etapa colonial peruana”408. El francés Roland Forgues409 destaca el hecho de que “si en sus inicios Palma quiso dársela de historiador, muy pronto abandona los hábitos de científico social, para revestir los de creador, del ideólogo utopista, de intelectual disidente. En La Conga (1896), publicada en la octava y última serie de las Tradiciones, podemos leer: “Pero como no me propongo hacer historia contemporánea, y menos sobre una época en la que diz que hice papel y no de estraza, escribiré sólo lo pertinente a mi tema.” 405 Bravo, José Antonio. Dos novelas de arraigo neopalmista. Una bella muestra de la perdurabilidad de la novela histórica. En: Aula Palma IV 2003-2004. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 134, Lima, 2004. 406 Ramos Salinas, José Luis. Una lectura posmoderna de la Tradiciones Peruanas (sobre las olas don Ricardo va). En: Aula Palma IV 2007. Edición del décimo aniversario. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 138, Lima, 2007. 407 Terrones, Félix. Entre lo público y lo privado: los espacios y sus valores en Los caballeros de la capa, de Ricardo Palma. En: Aula Palma XII-2013. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 445, Lima, 2013. 408 Parra Domínguez, Janet. Ricardo Palma y la construcción de la identidad peruana. En: Aula Palma VI (Edición del Décimo Aniversario), Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 129 y 131-132, Lima, 2007. 409 Forgues, Roland. Revisitando a Palma en el sigo XXI. Disidencia y utopía. Op. cit., p. 265. 101 Por ser compatriota suyo y además Premio Nobel de Literatura creo interesante mencionar que Mario Vargas Llosa, marqués de Vargas Llosa, opina que “como reconstructor erudito del pasado peruano, pudo Palma recaer en equívocos históricos, algunas veces tal vez voluntarios, y otras inadvertidos. En cualquier caso, ello era adjetivo a su propósito que no consistía por cierto en dar una congelada enumeración exacta de sucesos. Palma quiso dar una visión cálida, palpitante y familiar de la historia, y lo consiguió con exceso. Por otra parte importa poco que en alguna oportunidad omitiera nombres o trastocara hechos si sus escritos tienen la virtud insuperable de cautivar y de hacer reir, si consiguen despertar el interés y la emoción sobre objetos y acontecimientos que son nuestros, y nos maravillan con una visión entre mágica y verídica de lo que fue el Perú”410. En su preámbulo a La señorita de Tacna, el Marqués de Vargas Llosa asevera que “las historias son rara vez fieles a aquello que aparentan historiar (…): la palabra (…) es una realidad en sí misma que trastoca aquello que supuestamente transmite, y la memoria es tramposa, selectiva, parcial. Sus vacíos, por lo general deliberados, los rellena la imaginación: no hay historias sin elementos añadidos”411. El mismo Vargas Llosa, en el prólogo al libro La Edad de Oro, refiriéndose a las crónicas, dice: “Historia y literatura –verdad y mentira, realidad y ficción- se mezclan en estos textos de una manera a menudo inextricable. La delgada línea de demarcación que las separa está continuamente evaporándose para que ambos mundos se confundan en una totalidad que es tanto más seductora cuanto más ambigua porque en ella lo verosímil y lo inverosímil parecen una misma sustancia”412. Precisamente sobre el uso de la palabra “crónica” en los subtítulos de muchas Tradiciones de Palma, Winston Orrillo opina que “amén de subrayar su carácter de basarse en la historia, ingresaríase al terreno de esa ambigüedad que es característica de este polémico género”413. E insiste en otro de sus trabajos: “… la voluntad de apellidar ‘crónicas’ a muchas de sus Tradiciones, harían que nunca olvidemos que, como en éstas, siempre hay un elemento de verdad, pero subsumido en el ámbito de lo creativo, de lo estético, pues llegamos al conocido ‘A thing of beauty is a joy for ever’”414. 410 Vargas Llosa, Mario. Palma, valor nacional. En: Revista de la Casa Museo Ricardo Palma, Año III, nº 3, p. 201, Miraflores, diciembre 2002. 411 Tanner, Roy L. Aproximaciones al estudio de las Tradiciones Peruanas. Op. cit., 141. 412 Díaz Ortiz, Pedro. Las Tradiciones como género literario. En: Aula Palma. Discursos de incorporación al Instituto Ricardo Palma 1998-1999. Universidad Ricardo Palma, 1ª ed., p. 183, Lima, 1999. 413 Orrillo, Winston. Ricardo Palma, Cronista. En: Aula Palma III 2002-2003. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 433, Lima, 2003. 414 Orrillo Ledesma, Winston. Algo más sobre el periodismo de Ricardo Palma. En: Aula Palma X-2011, Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 100, Lima, 2011. Mario Vargas Llosa 102 Eva Mª Valero415, coincidiendo con lo afirmado por Vargas Llosa, considera que nada hay más alejado del objetivo de Palma que la búsqueda de la objetividad histórica. Su propósito era literario, dice. Y cuando glosa su escrito Sobre el Quijote en América, opina que es un “cuento de caminos” basado en la tradición oral. En el texto la leyenda y la historia comienzan su proceso de fusión desde la primera sección y para ello Palma utiliza sus técnicas habituales, consistentes en narrar la historia como si fuera un relato o en deslizar comentarios que apuntan hacia la buscada imprecisión histórica y documental de lo narrado, es decir, incisos que le sirven precisamente para ratificar la literalidad de su obra y para marcar la frontera que la separa de la historia. Para Roberto Reyes416, Palma, a pesar de su gran vocación por la historia, era esencialmente un artista, y como tal utilizó los recursos de ficción y de la poesía para la creación de sus obras. No reconstruyó el pasado según las rigurosas pautas historiográficas que exigen los historiadores profesionales. La historia, elemento recurrente de todas las Tradiciones, suele ser un elemento de contextualización, o la fuente de las anécdotas que nos narra, presentadas con el rodaje de la fantasía y adobadas con el humor417 y la ironía. Para Reyes, “Palma incursiona obsesivamente en el pasado sin considerarse historiador, no obstante haber asumido ese rol en su libro Anales de la Inquisición de Lima. Él se ve a sí mismo solo un ‘cronista del pasado’, alguien que desbroza el camino por el que marcharán los futuros historiadores, con otros instrumentos, con otros alcances… Sin embargo, a pesar de tratase de apuntes sueltos, estos contribuyen a la reconstrucción de la faz de la capital a fines del siglo XIX418. Al respecto, Palma soslaya la construcción monolítica, filosófica e integradora de la Historia, como se la concebía entonces, y, más bien, sus escritos contribuyen –con la salvedad de que se tratan ante todo de trabajos literarios- con la forja de una historia arquitectónica y urbanística de Lima, y de la sociedad que la compone, desde una perspectiva histórica cercana a la actual, que privilegia la fragmentación y el interés por la reconstrucción de lo cotidiano y la cultura popular”419. 415 Valero Juan, Eva Mª. Ricardo Palma, la historia y El Quijote en América. En: Revista de la Casa Museo Ricardo Palma, vol. 5, p. 21, Miraflores, diciembre de 2004. 416 Reyes Tarazona, Roberto. La Lima de Ricardo Palma. En: Aula Palma. Discursos de Incorporación al Instituto Ricardo Palma 1998-1999. Universidad Ricardo Palma, 1ª ed., pp. 170 y 177, Lima, 1999. 417 Para Manuel Velázquez, Ricardo Palma es, a través de sus Tradiciones, el más grande humorista de las letras peruanas. (Velázquez Rojas, Manuel. El humorismo en las Tradiciones de Ricardo Palma. En: Aula Palma. Discursos de Incorporación al Instituto Ricardo Palma 1998-1999. Universidad Ricardo Palma, 1ª ed., p. 263, Lima, 1999.) 418 Reyes está hablando de la Lima de tiempos de Palma. 419 Reyes Tarazona, Roberto. La Lima contemporánea de Palma. Op. cit., p. 239. Eva María Valero Juan 103 César Miró –César Alfredo Miró-Quesada Bahamonde- en su biografía sobre Ricardo Palma cita estas palabras de un biógrafo eminente, Emil Ludwig420: “Mi ideal es producir una obra que se halle estrechamente de acuerdo con las pruebas documentales existentes, pero que no por ello deje de mostrar el sello de una creación imaginativa”. El propio Ricardo Palma definió de este modo su propio quehacer literario: “el tradicionista tiene que ser poeta y soñador; el historiador es el hombre del racicionio y de las prosaicas realidades”421. “Allá en los remotos días de mi juventud” –decía don Ricardo- “ha más de un tercio de siglo, ocurrióme pensar que era hasta obra de patriotismo popularizar los recuerdos del pasado, y que tal fruto no podía obtenerse empleando el estilo severo del historiador, estilo que hace bostezar a los indoctos”422. En carta de Ricardo Palma a Alberto Larco Herrera, fechada el 26 de febrero de 1907, le decía respecto a su propia actividad histórica423: “No crea usted que para servir decorosamente a la historia patria se requiera ser literato. Yo encuentro preferible la labor abnegada y paciente de un obrero de buena voluntad como usted, al fruto que dan los que en la historia se cuidan mucho de la galanura de la forma. La historia es de suyo severa, y por lo tanto no le encuadra bien presentarla engalanada con flores retóricas. La tradición no es precisamente historia, sino relato popular, y ya se sabe que para mentiroso el pueblo424. Las mías han caído en gracia, no porque encarnen mucha verdad; sino porque revelan el espíritu y la expresión de las multitudes. La tradición, a lo sumo, es un auxiliar de la historia, porque despierta en el lector la curiosidad por investigar un hecho y consultar o beber el agua en mejor fuente”425. Es la “historia como base de la ficción” de que hablaba Antonio Cornejo Polar426 en su discurso de incorporación a la Academia Peruana de la Lengua. En el mismo sentido, Manuel Velázquez427 cita a Palma cuando dice: Resultado de mis lucubraciones sobre la mejor manera de popularizar los sucesos históricos, fue la convicción íntima de que, más que el 420 Miró, César. Don Ricardo Palma, el Patriarca de las Tradiciones. Op.cit. 421 Valero Juan, Eva Mª. Ricardo Palma, la historia y El Quijote en América. Op.cit., p. 20. Vid. también: Hampe Martínez, Teodoro. Tradicionismo vs. tradicionalismo. Op. cit., p. 119. 422 Sagermann Bustinza, Leonor. Ricardo Palma: uno de los creadores de la peruanidad. En: Revista de la Casa Museo Ricardo Palma, vol. 7, p. 102, Miraflores, abril de 2012. 423 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 37. 424 Vid. Ángeles Caballero, César A. Peruanismos en el Tomo III del Epistolario de Palma. En: Aula Palma IV 2007. Edición del décimo aniversario. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 22, Lima, 2007. Vid. también: Kapsoli, Wilfredo. Las Tradiciones Peruanas en la escuela. En: Aula Palma III 2002-2003. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 253, Lima, 2003. Y: Cabel Moscoso, Jesús. El Palma de la juventud. En: Aula Palma III. 2002-2003. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 79, Lima, 2003. 425 Vid. Ángeles Caballero, César A. Peruanismos en el Tomo III del Epistolario de Palma. Op. cit., p. 22. Hampe Martínez, Teodoro. Tradicionismo vs. tradicionalismo. Op. cit., p. 110. Y: Reyes Tarazona, Roberto. Ricardo Palma, precursor de la narrativa no ficcional. En: Aula Palma XII-2013. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 155, Lima, 2013. 426 Cornejo Polar, Antonio. La literatura peruana: totalidad contradictoria. Discurso de incorporación a la Academia Peruana de la Lengua. En: Boletín, nº 17, pp. 73-74, Lima, 1982. 427 Velázquez Rojas, Manuel. El humorismo en las Tradiciones de Ricardo Palma. Op. cit., pp. 268-269. César Miró-Quesada Bahamonde (1907-1999) 104 hecho mismo, debía el escritor dar importancia a la forma, que este es el creo del tío Antón. La forma ha de ser ligera y regocijada como unas castañuelas, y cuando un relato le sepa poco al lector, se habrá conseguido avivar su curiosidad, obligándolo a buscar en concienzudos libros de historia lo poco o mucho que anhela conocer, como complementario de la dedada de miel que, con una narración rápida y más o menos humorística, le diéramos a saborear. El estilo severo de una tradición cuadraría como magníficat en maitines, es decir que no vendría a pelo… Algo, y aun algos de mentira, y tal cual dosis de verdad, por infinitesimal u homeopática que ella sea, muchísimo esmero y pulimiento en el lenguaje, y cata la receta para escribir tradiciones. El citado César Miró decía respecto a la historicidad de la obra de Palma428: “La etapa colonial está envuelta en una niebla que se va despejando a la luz de su acuciosa búsqueda. ¡Qué importa que no sea ésta una verdad histórica absoluta! ¿Es que existe en la historia la verdad absoluta? ¿No se ciñe la referencia cronológica y de personajes al testimonio de documentos precisos? Será ésta una historia desenfadada y sin pretensiones cientifistas; pero es, después de todo, la historia.” Y en otra de sus obras, Miró señala: “Yo no diría que la tradición le pierde el respeto a la historia. Mucho menos en el género creado por don Ricardo Palma que se divierte con ella. Si me apuran me atraveré a afirmar que la historia no siempre dice toda la verdad”429. El antiguo profesor de la Universidad de Brigham Ypung, Provo, Utah, Estados Unidos, Merlin D. Compton también ha tratado este hecho de la historicidad de la obra palmiana en su obra titulada así, precisamente430. Por su parte, el lambayecano Luis Rivas considera que las Tradiciones son esencialmente ficción. Su finalidad es innegablemente literaria. “El afán de documentar los hechos narrados con viejos papeles o testimonios personales escuchados en un remoto pasado a los propios protagonistas operan sólo como eficaces recursos de técnica narrativa… Palma usa el dato histórico como punto de partida y pretexto para desarrollar la anécdota”431. Alberto Escobar se ha planteado cómo maneja Palma los llamados temas históricos. Y dice: “Hemos rastreado dos formas predilectas. En ciertos casos apela a una fuente escrita: describe el documento o libro, lo glosa, señala su paredero, cómo llegó a él, transcribe algunos párrafos, y lo invoca cada vez que juzga indispensable acogerse a su autoridad”432. 428 Miró, César. Don Ricardo Palma, el Patriarca de las Tradiciones. Op. cit., p.109. 429 Miró, César. Los oficios de don Ricardo. Ediciones Cuper Perú, 1ª ed., p. 47, Lima, 1994. 430 Compton, Merlin D. La historicidad de las«Tradiciones peruanas» de Ricardo Palma. Biblioteca Nacional del Perú, Fondo Editorial, Lima, 2000. Vid. referencia a esta obra en: Holguín Callo, Oswaldo. Publicaciones y estudios palmistas en 1997-2002. En: Revista de la Casa Museo Ricardo Palma, Año III, Vol. 2, p. 114, Miraflores, diciembre de 2002. 431 Rivas Rivas, Luis. Ricardo Palma y Nicanor de la Fuente. En: Aula Palma III 2002-2003. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 287, Lima, 2003. 432 Cit. por Reyes Tarazona, Roberto. Ricardo Palma, precursor de la narrativa no ficcional. Op. cit., p. 157. 105 Luis Jaime Cisneros, recorriendo la correspondencia de Palma con Juan M. Gutiérrez, considera que las Tradiciones comienzan a escribirse hacia 1872. En carta de 26 de marzo de ese año le confiesa433: “Tengo listo un libro cuya impresión comenzaré en junio. Lo componen 20 tradiciones o leyendas peruanas. Si algún mérito tiene, es en presentar en humilde prosa, acontecimientos de nuestra historia colonial”. De nuevo, el 11 de septiembre de 1872, Palma escribe a Gutiérrez434: “Las tradiciones son mi ofrenda de amor al País y a las letras. Me ocupo actualmente de escribir una segunda serie de crónicas nacionales. En esta tarea no aspiro a ser un obrero del presente sino del pasado y aquí perdone Ud. que no acepte su (falta una palabra) de fotografiar la actualidad”435. Y por fin, en otra carta al mismo Gutiérrez, refiriéndose al primer volumen de Tradiciones, le dice436: “Ya supondrá usted cuánto empolvado archivo habré tenido que revolver para dar cima a mi trabajo”. En la misma carta añade437: “En el ayer hay poesía, y el hoy es prosaico… muy prosaico. Es mejor armar, vestir y adornar esqueletos de los tiempos coloniales. La obra del sepulturero, y nada más, amigo mío: pero las tumbas tienen su poesía. Dejemos el presente para los que vengan después”. El gran palmista que acabamos de citar, Luis Jaime Cisneros, escribió que a Palma “no lo leemos para aprender historia, sino para gozar del buen manejo del idioma. Lo leemos porque es un hombre de letras que ilustró nuestra literatura del siglo XIX. No es pues la exactitud del dato histórico lo que vale en sus tradiciones sino la picardía y la poesía con que van envueltos sus relatos, ingredientes sin los cuales perderían el interés que hasta hoy les reconocemos”438. 433 Cisneros, Luis Jaime. Palma en su epistolario. En: Revista de la Casa Museo Ricardo Palma, vol. 2, p. 9, Miraflores, 2001. 434 Cisneros, Luis Jaime. Palma en su epistolario. Op. cit., p. 12. Vid también: Barcia Pedro Luis. Ricardo Palma y la Argentina: Pastor S. Obligado, un discípulo argentino. En: Aula Palma V 2005-2006. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 29, Lima, 2006. 435 Justamente Palma explica ese rechazo a fotografiar la actualidad diciendo: “No me siento con fuerzas para tanto. Escenas en las que hemos sido actores o espectadores no pueden tratarse sin pasión. Prefiero vivir en los siglos que fueron. En el ayer hay poesía, y el hoy es prosaico… muy prosaico. Es mejor armar, vestir y adornar esqueletos de los tiempos coloniales. La obra de sepulturero, y nada más, amigo mío. Pero las tumbas tienen su poesía. Dejemos el presente para los que vengan después”. (Reyes Tarazona, Roberto. La Lima de Ricardo Palma. En: Aula Palma. Discursos de Incorporación al Instituto Ricardo Palma 1998-1999. Universidad Ricardo Palma, 1ª ed., pp. 170-171, Lima, 1999.) 436 Miró, César. Don Ricardo Palma, el Patriarca de las Tradiciones. Op.cit., p. 105. 437 Miró, César. Don Ricardo Palma, el Patriarca de las Tradiciones. Op.cit. 108. Vid. también: Koffi, Kouakou. Miradas de un crítico africano sobre las Tradiciones Peruanas de Ricardo Palma. En: Aula Palma-IX, Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 363, Lima, 2010. 438 Varillas Montenegro, Alberto. Luis Jaime Cisneros, palmista. Op. cit., p. 17. Luis Jaime Cisneros Vizquerra (1921- 2011) 106 En carta dirigida el 18 de enero de 1878 a Carlos Toribio Robinet, Palma le decía: “Nunca he aspirado a pasar por original en la creación de un argumento. Esa cualidad de la fantasía conviene al novelista; pero no a quien, como yo, vive en el enmarañado campo de la historia. Mis tradiciones, más que mías, son de ese cronista que se llama el pueblo, auxiliándome, y no poco, los daos y noticia que en pergaminos viejos encuentro consignados. Mía es, sin duda, la tela que las viste; pero no el hecho fundamental. Yo no invento, copio. Soy un pintor, que restaura y da colorido a cuadros del pasado”439. En la misma carta llega a nombrar algunas de sus fuentes440: “En todos ellos (sic) volúmenes no hay quizás seis leyendas cuyo argumento sea exclusivamente mio. Desde Garcilaso y el Palentino hasta el último cronista de convento, es infinito el número de colaboradores que he tenido para hilvanar esas pobres páginas de historia colonial”. Precisamente, la citada carta a Robinet es utilizada por José Miguel Oviedo para apoyar su idea, o más bien su constatación, de que entre los años 62 y 78 las cartas de Palma lo muestran intensamente preocupado por los estudios históricos, sobre todo con Gutiérrez, Vicuña Mackenna y el citado Carlos Robinet, con quienes intercambia copiosa información sobre libros autores y documentos coloniales441. En otra carta, esta vez a Manuel Tamayo y Baus, hablaba de que buscaba “refugio y solaz en la historia y la literatura”442. Algo que comenta Forgues subrayando lo significativo de unir ambos conceptos, ambos elementos constitutivos de su identidad, los dos componentes esenciales e indisociables de la tradición: historia y ficción443. En su tradición “Los plañideros del siglo pasado” dice Palma: “En estos apuntes no he hecho sino poner en orden materiales que otros más competentes que yo utilizarán algún día, cuando concienzudamente se escriba nuestra historia colonial. Estos apuntes pueden ser el esqueleto de un libro; así como mis Tradiciones darán, acaso, asunto para la novela y para el drama. Literariamente tengo la manía de vivir en el pasado. El ayer siempre es 439 Sagermann Bustinza, Leonor. Ricardo Palma: uno de los creadores de la peruanidad. Op. cit., pp. 100-101. Vid. también: Cisneros, Luis Jaime. Palma en su epistolario. Op. cit., p. 12. Y: Martinengo, Alessandro. El estilo de Ricardo Palma. Universidad Ricardo Palma, Ed. Universitaria, 1ª ed., p. 73, Lima, 2007. Así como: Pantigoso Pecero, Manuel. Las Tradiciones de Palma: lo clásico como continuidad esencial en el tiempo. Op. cit., pp. 221- 222. Y: Forgues, Roland. Claves ocultas del pensamiento de Palma. Op. cit., pp. 312-313. Y: Kapsoli Escudero, Wilfredo. La ironía en El Demonio de los Andes. En: Aula Palma XII-2013. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 78, Lima, 2013. 440 Cisneros, Luis Jaime. Palma en su epistolario. Op. cit., p. 12. Vid. también: Bazán, Dora. Las Tradiciones Peruanas y sus fuentes. En: Aula Palma III 2002-2003. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 309, Lima, 2003. En este artículo Dora Bazán demuestra que Palma se inspiraba en las fuentes pero que las modificaba a su gusto, tanto cuando lo hacía en Garcilaso, como Goethe, Cervantes, Meléndez, Timoneda, Modesto Lafuente, Velasco y Pimentel… 441 Oviedo, José Miguel. Genio y figura de Ricardo Palma. Editorial Universitaria de Buenos Aires, p. 128, Buenos Aires, 1965. 442 Carta a Manuel Tamayo y Baus, 10 de junio de 1872. En: Palma, Ricardo. Epistolario. Vol. I, Ed. Cultura Antártica, p. 66, Lima, 1949. Vid. también: Reyes Tarazona, Roberto. Palma como político. En: Aula Palma XIII- 2014. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 193, Lima, 2014. 443 Forgues, Roland. Claves ocultas del pensamiento de Palma. Op. cit., p. 312. Carlos Toribio Robinet (1853-1903) 107 poético: es una especie de sol al que apenas se le ven manchas, porque está muy lejos”444. Otra vez apuntó, defendiendo la “verdad” de una de sus tradiciones445: “Dice usted, amigo mío, que con cuatro paliques, dos mentiras y una verdad hilvano una tradición. Pues si en ésta que le dedico hay algo que peque contra el octavo mandamiento, culpa será del cronista agustino que apunta el suceso, y no de su veraz amigo y tocayo”. Uno de los corresponsales y amigos de Palma, el mexicano Vicente Riva Palacio, creía firmemente en la utilidad del género literario de las tradiciones para conocer bien la historia y las costumbres, le escribía a su compatriota Juan de Dios Peza lo siguiente446: “En lo tocante a las tradiciones y fantasías de otros tiempos ¿no te parece Cerito de mi vida, que nos dan las medidas de las costumbres, de la fe, de la superstición y, en muchos casos, de la moral de las pasadas generaciones y de los antiguos pueblos; y que por esas tradiciones y fantasías se explica tanto como con documentos fehacientes, el desarrollo más o menos pronunciado de la humanidad por todo lo sobrenatural y maravilloso?” En otra ocasión Palma, en el prólogo escrito para las Tradiciones cuzqueñas de Clorinda Matto de Turner, ponía el acento sobre la importancia del momento creativo y fantástico447: “En el fondo, la Tradición no es más que una de las formas que puede revestir la Historia, pero sin los escollos de ésta448. Cumple a la Historia narrar los sucesos secamente, sin recurrir a las galas de la fantasía, y apreciarlos, desde el punto de vista filosófico social, con la imparcialidad de juicio y elevación de propósitos que tanto realza a los historiadores modernos Macaulay, Thierry y Modesto Lafuente. La historia que desfigura, que omite o que aprecia solo los hechos que convienen o como convienen; la historia que se ajusta al espíritu de escuela o de bandería, no merece el nomnbre de tal. Menos estrechos y peligrosos son los límites de la Tradición. A ella, sobre una pequeña base de verdad, le es lícito edificar un castillo. El tradicionista tiene que ser poeta y soñador. El historiador es el hombre del raciocinio y de las prosaicas realidades. La Tradición es la fina tela que dio vida a las bellísimas mentiras de la novela histórica, cultivada por Walter Scott en Inglaterra, por Alejandro Dumas en Francia y por Fernández y González en España”.449 444 T.P. Los plañideros del siglo pasado (1701-1789) Apuntes literarios. (Vid. también: Bazán, Dora. Mujeres, ideas y estilo en las Tradiciones de Palma. Universidad Ricardo Palma, Editorial Universitaria, p. 74, Lima, 2001. Y: Reyes Tarazona, Roberto. La Lima contemporánea de Palma. Op. cit., p. 239.) 445 Reyes Tarazona, Roberto. Ricardo Palma, precursor de la narrativa no ficcional.Op. cit., p. 156. 446 Palma Castro, Alejandro. Relaciones e influencias de las Tradiciones de Ricardo Palma en el siglo XIX mexicano. En: Aula Palma X-2011, Instituto Ricardo Palma, p. 36, Lima, 2011. 447 P.C. Tradiciones del Cuzco. (Vid. Martinengo, Alessandro. El estilo de Ricardo Palma. Op.cit., 1ª ed., p. 73. Y vid. también: Piotrowski, Bogdan. ¿Por qué las Tradiciones Peruanas constituyen un valor? En: Revista de la Casa Museo Ricardo Palma, vol. 2, p. 100, Miraflores, 2001.) Y también: Parra Domínguez, Janet. Ricardo Palma y la construcción de la identidad peruana. Op. cit., p. 128. Y: Varillas Montenegro, Alberto. Riva-Agüero y Palma. En: Revista de la Casa Museo Ricardo Palma, vol. 5, p. 42, Miraflores, diciembre de 2004. Y: Cavieres, Eduardo. Entre la tradición y la historia. Ricardo Palma y las (re)conciliaciones entre el pasado y el presente. En: Aula Palma-IX, Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 334-335, Lima, 2010. 448 Cit. por Reyes Tarazona, Roberto. Ricardo Palma, precursor de la narrativa no ficcional. Op. cit., p. 155. 449 Cit. por Forgues, Roland. Claves ocultas del pensamiento de Palma. En: Aula Palma XII-2013. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 308-309, Lima, 2013. 108 De esa recreación de la realidad mediante la fantasía se dio cuenta ya el mismo año de la muerte de Palma, 1919, Manuel Beltroy, que decía450: “Allí está el poeta que infunde alma a los yertos datos del historiógrafo; el artista que, con la virtud milagrosa de su imaginación, encarna, revive y anima las frías osamentas de la Historia (…) En las Tradiciones de Palma hay algo más que meras crónicas coloniales vertidas en estilo gracioso y retozón, vivificadas por una vena de humorismo criollo; que hay en ellas verdadera obra de creación poética en cuanto allí la fantasía reedifica con las piedras ásperas de la Historia el arruinado alcázar de las épocas pasadas devolviéndole toda su belleza y esplendor, y en cuanto al dato histórico o legendario sólo es allí el material bruto que cincela y labra la fantasía”. Carlos Eduardo Zavaleta451, considera que “Palma no escogió la gran historia de los compendios y gruesos tomos, sino el rumor de la historia, lo que queda y vive en el pueblo de las grandes noticias y de la marcha del poder. Ese rumor, esa conseja del vulgo, esa simple anécdota, esos susurros y aún chismes y chascarrillos no del escenario principal, sino de las bambalinas, ésa es la vaga esencia, el efluvio en que la gran historia se desmenuza y se recuerda en hogares y calles. Llámese pequeña historia o quizá intra-historia, en la pretensión mitad filosófica y mitad narrativa de Unamuno, ésa es la miniatura sobre la que el maestro ha de bordar sus encajes castizos y plebeyos a la vez”. Y prosigue, “no es una afrenta decir que Palma carecía de pretensiones de gran historiador. El dijo que, si bien las dos primeras ediciones de los Anales de la Inquisición de Lima (1863), contenían datos comprobables en la todavía no destruida Biblioteca Nacional, añadió que, tras la guerra con Chile, ya sería muy difícil confirmar sus juicios. Y, por fin, confesó también que estos Anales; ‘son la armazón de un libro filosófico-social, que otro más competente escribirá. El autor se conforma con que no se le niegue el mérito de haber, pacientemente, acopiado los datos. La tela y los materiales son suyos. Que otro pinte el cuadro’”. En otro de sus trabajos, Zavaleta, recuerda lo que Luis Loayza452 postula en su obra Palma y el pasado (1974), en el que revela desde el título que desea ubicar ideológicamente al autor, ya sea colocando a Palma frente a la historia peruana, ya que pareció al principio que deseaba ser historiador, o ante sus preferencias sociales y políticas453. Para el tradicionista, destaca Cecilia Moreano en un intento de destacar la dedicación al pasado como parte de una integración nacional, “la literatura a partir de la historia tiene fines didácticos, pues sólo aprendiendo del pasado puede uno reconocerse como parte de una nación. Palma 450 Beltroy, Manuel. La poesía de Palma. En: Mercurio Peruano, nº 16-17, octubre-noviembre de 1919. 451 Zavaleta, Carlos Eduardo. Naturaleza y estructura de la Tradición de Palma. Op. cit., pp. 225-226. 452 Que cree que a Palma no le preocupaba la precisión histórica. (Zavaleta, Carlos Eduardo. Palma y la generación de los 50s (Segunda perspectiva). En: Aula Palma IX-2010, Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 186, Lima, 2010.) 453 Zavaleta, Carlos Eduardo. Palma y la generación de los 50s (Segunda perspectiva). Op. cit., p. 185. Manuel Beltroy (1893- 1965) 109 lleva a la práctica el proyecto nacional y americanista de su época a través de sus tradiciones”454. En este sentido Huárag afirma que “Palma pretende una mirada distinta de la historia nacional. Considera que aunque era necesaria la instalación de una república independiente, no se puede ignorar la herencia cultural que dejaron los españoles. Los conquistadores y personajes del escenario virreinal murieron, pero dejaron sus costumbres, sus creencias, su modo de actuar. Y la república era heredera, queriéndolo o no, de esa idiosincrasia que habían hecho suyos los criollos y los mestizos”. “En sus tradiciones peruanas” –continúa Huárag- “sus personajes y acontecimientos son parte de la historia virreinal o republicana, y el narrador se esmera en insertar un parrafillo histórico –como el mismo le (sic) llamaba- con el propósito de darle mayor autenticidad, no importa que sus datos históricos no fueran del todo precisos.”455 En cuanto al modo en que Palma publicaba sus tradiciones, por entregas, y al decir de Bogdan Piotrowski456, de la bogotana Universidad de la Sabana, Palma se daba cuenta de la necesidad de una visión histórica que permitiera aglutinar los esfuerzos comunes, y de que ofrecerla completa y pulida de una vez no era posible, pero “por entrega”, sí. Para el que fuera Director de la Academia Peruana de la Lengua, Estuardo Núñez, el culto de la “tradición” suponía poner la historia al servicio de la literatura457. Este autor ha destacado también458 que Palma “no fue un historiador riguroso y erudito, aunque sí conocedor de la historia, sin mayores ribetes de erudito. Nunca se jactó de serlo. Pero extrayendo los datos de la historia, les dio vida, nos transportó a épocas pasadas y usando su imaginación nos hizo vivir episodios y cuadros históricos inolvidables, que si no eran ciertos podrían pasar por tales. Mis colegas historiadores dirán que Palma falseó la verdad histórica aunque reconocerán que al leer un texto de Palma no podemos creer a pies juntillas todo lo que relata, pero al menos constatamos que puso democráticamente a servicio de sus lectores una versión accesible al hombre común, con lo cual rindió culto a la vida más que a la verdad histórica, y a la ficción que muchas veces a la vida digna de ser vivida.” Y luego añade: “En efecto, Palma no fue historiador en el sentido de un erudito que desempolva documentos, pero en cambio, hizo tarea de mayor alcance de arte, pues los utiliza para proveerse de imágenes y datos y para transfigurarlos ingeniosamente”. 454 Citada por: Castillo Uculmana, Patricia. El diablo como personaje en las Tradiciones Peruanas. En: Aula Palma V 2005-2006. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 95, Lima, 2006. 455 Huárag Álvarez, Eduardo. Palma y la construcción de la identidad nacional. En: Aula Palma XIII-2014. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 223-224, Lima, 2014. 456 Piotrowski, Bogdan. ¿Por qué las Tradiciones Peruanas constituyen un valor? Op.cit., p. 96. 457 Piotrowski, Bogdan. ¿Por qué las Tradiciones Peruanas constituyen un valor? Op.cit., p. 97. 458 Núñez, Estuardo. Ricardo Palma en el tiempo y en el espacio. En: Aula Palma. Discursos de Incorporación al Instituto Ricardo Palma 1998-1999. Universidad Ricardo Palma, 1ª ed., pp. 15-16 y p. 20, Lima, 1999. Estuardo Núñez Hague (1908-2013) 110 Paredes Calderón ha estudiado con cierta profundidad la cuestión en torno a la delimitación entre historia y literatura en las Tradiciones. Para ella, “cuando Palma publica sus primeras tradiciones, ese problema no se plantea porque todavía la concepción positivista no había arraigado entre nosotros, lo que sí sucede al final del siglo, cuando la tradición palmista ha adquirido una personalidad definida”. Las historias medievales trataban de hechos acaecidos realmente o que se pretendía que lo habían sido. En España tuvieron como fuente epopeyas, o las crónicas de la conquista de América, parte de las cuales, ya sea por la notoria influencia de las novelas de caballería o por la ausencia de rigor científico y metodológico presentan al investigador el mismo dilema que las tradiciones a algunos estudiosos: el de no saber si son historia o literatura. Sin embargo, en su tiempo, la línea divisoria historia-literatura no existía –afirma Paredes459- excepto en dos épocas: una de ella es la de Tucídides, quien, seguro de su método y rigor, establece el límite y, colocando a su antecesor Herodoto en la otra orilla, se sitúa en la de la historia científica. La otra época es la nuestra, que se inicia en el siglo pasado, cuando la historiografía, impulsada por el positivismo, se encamina a su constitución como ciencia basándose en los siguientes supuestos: a. No debe existir interdependencia en el sujeto cognoscente –el historiador- y el objeto del conocimiento: la historia debe ser considerada como res gestae. b. La objetividad de los hechos históricos debe ser reflejada cognoscitivamente con la máxima fidelidad. c. El historiador debe proceder imparcialmente en el conocimiento del pasado, sin tener en cuenta ningún tipo de condicionamiento ya sea individual o social. Para justificar la obra de Palma, si es que tal cosa fuera necesaria –que no lo creo- Paredes recuerda que Cassani y Pérez señalan que “en Thierry aparece la cosideración de esta época (la romántica) con sentido poético y anecdótico. En otros autores, como Michelet o Carlyle, la historia se presenta preñada de lirismo, procurando resucitar el pasado en lo que tiene de emotivo y sentimental. Esto no supone, ni mucho menos, que despreciaran las fuentes; por lo contrario, tuvieron especial cuidado en la consulta, pero, como apunta Fueter, sólo podían desplegar su talento cuando el tema les tocaba en lo íntimo, ya que en ellos el poeta pujaba a la par que el investigador”. Estas son afirmaciones, prosigue Paredes, “que podríamos aplicar coherentemente a Palma y de las que quisiéramos remarcar el que la “poetitización” de la realidad no desemboca necesariamente en un falseamiento o alteración de los hechos.” Paredes encuentra natural que contra esta postura intimista entre el historiador y la historia, reaccionara la historiografía positivista que, como se ha señalado, “postula la exigencia de objetividad, rigor y coherencia científicas –al estilo de las ciencias naturales- en el tratamiento de los acontecimientos históricos, así como el deslinde del dualismo que se da entre el sujeto cognoscente y 459 Paredes Calderón, Elizabeth Herminia. Algunos aspectos de la tradición palmista ¡A iglesia me llamo!. Universidad Ricardo Palma, Editorial Universitaria, pp. 15-16, Lima, 2006. 111 el objeto de conocimiento; postura que además niega radicalmente el rol de la subjetividad en la comprensión del pasado.”460 En este sentido, ese tipo de historiografía buscará exponer los hechos del pasado sin revivirlos ni poetizarlos. Justamente lo que hizo Palma al introducir un poco de fantasía en una base histórica, “vivificando” la crónica escueta. Para Vignolo aunque Palma nunca se consideró historiador realmente lo fue por lo que se lee y aprende en sus Tradiciones Peruanas461. Este autor considera que “la redacción palmista es claramente periodística; no frunce las frases, las embasta con tino y gracia. No ofrece información sino cuando tiene certeza de los hechos o el aval de persona confíable. Cuando le falta una u otro recurre a su copiosa imaginación, a su fantasía fértil y quijotesca. Y como en toda crónica – especialmente costumbrista- adereza lo que relata con su enjundia o toma prestado lo ajeno, sin apropiárselo, pues advierte quién lo dijo o adónde lo escuchó o leyó.”462 Esa característica costumbrista de las Tradiciones Peruanas, le sirve a Dávila para definirlas como “un subgénero épico-histórico de carácter costumbrista”463. Para este autor aunque la tradición “tenga pretensiones de historia, es sobretodo literatura, ficción, por todos los datos añadidos, imaginarios que introduce con tanta soltura y simpatía en la mayor parte de ellas.” Carlos Tobar y Borgoño ha dividido las tradiciones en “dos especies”: las históricas y las novelescas. Las primeras, “son aquellas en que los hechos relatados son verdaderos, o al menos lo son en el fondo y lo principal. Y las novelescas son las leyendas cuyos argumentos, aunque falsos y hasta inverosímiles han sido tenidos por el pueblo como ciertos, o figuran en las crónicas como tales. Javier Rosas, por su parte, define las tradiciones como “una forma de historia literaria, es decir historia metaforizada que refleja el pensamiento del momento histórico”464. Como ha señalado Josué Montello465: “Não obstante, a dissociação existente entre a Tradição e a História e acentuada pelo pròprio tradicionista, o certo é que éste, nos seus relatos dramáticos ou joviais, segundo observação de um dos mais eminentes historiadores peruanos, serviu nobremente à grande História, realizando-a ‘com a técnicafragmentada e leve de um pintor de azulejos’”. Bai Fengsen tiene muy claro que Palma, “dotado de vastísimos conocimientos, hubiera podido escribir historia, continuar escribiendo historia, dentro de la línea de los Anales de la Inquisición de Lima, pero optó por abrir un nuevo camino, que le permitió crear un estilo literario peculiar, sin precedente en la historia literaria de América Latina. Concretamente, ‘sacó la sustancia 460 Paredes Calderón, Elizabeth Herminia. Algunos aspectos de la tradición palmista ¡A iglesia me llamo!. Op. cit., pp. 18-19. 461 Vignolo Maldonado, Alfredo. Ricardo Palma y la identidad nacional: el costumbrismo. En: Aula Palma V 2005-2006. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 288, Lima, 2006. 462 Vignolo Maldonado, Alfredo. Ricardo Palma y la identidad nacional: el costumbrismo. Op.cit., p. 289. 463 Dávila Vásquez, Jorge. Algunos temas ecuatorianos en Ricardo Palma. En: Aula Palma II 2000-2001. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, Editorial Universitaria, p. 18, Lima, 2002. 464 Rosas Domínguez, Javier. Metáforas en la Perricholi y otras tradiciones. En: Aula Palma-IX, Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 308, Lima, 2010. 465 Montello, Josué. Ricardo Palma, clássico da América. P. 51, Rio de Janeiro, 1954. 112 más amable de los polvorientos legajos y apolillados volúmenes coloniales’, e hizo volar su inagotable imaginación para reproducir la historia peruana de 300 años, historia menos grave, pero más colorida y amena”466. Esa historia menos grave, esa historia contada amablemente, es lo que lleva a Luis Rivas a decir que “con frecuencia, la literatura –y es el caso de las Tradiciones de Palma- refleja mejor el alma de un pueblo que la Historia. Ésta atiende a los hechos de mayor trascendencia, a la cumbre gélida que se divisa desde lejos en alta mar. La literatura revela la inmensa mole de hielo que le sirve de base y hace posible su visibilidad. ¡Qué pobre sería nuestra percepción de la Lima colonial y la del Ochocientos si no contáramos con las Tradiciones Peruanas!”467 Así, aunque Luis Aberto Sánchez pensara que la tradición malogró a Palma para la historia468, lo cierto es que la historia se benefició enormemente con su labor. “Palma sabía que sus escritos podían ser juzgados severamente por eruditos e historiadores. Para Cecilia Moreano de Vargas, de la Pontificia Universidad Católica del Perú, esa puede haber sido la causa de que, en ocasiones, usara pseudónimos. Muestra de ello, es el prólogo a la edición de Tradiciones de 1883, donde dice469: “Retózame en el pecho la gana de decir un par de frescas a ciertos criticastros, necios de cuatro en púa que han tenido el candor de exigirme que compruebe con documentos hasta los pormenores más sencillos. Esa gentuza sabría… que la tradición no puede ni debe tener el carácter severo de la historia. Aquella se adorna con las galas de la fantasía; y ésta, que es verdad seca y razonamiento frío, rechaza todo embeleco. La tradición es hija del pueblo, y este es padre que no se cuida, poco ni mucho, de menudencias”. La misma autora470, explica que, frente a los que le acusaron de falta de rigor histórico, esgrime Palma los instrumentos de la fantasía y las licencias poéticas del artista; insiste Moreano en que Palma recuerda que la Tradición es “hija del pueblo” y no de las severidades y rigores clásicos del historiador. No es infrencuente, recuerda Palma, que el tradicionista rescate noticias y datos olvidados o desechados por la Historia oficial, y no hay que olvidar que la aparición de las tradiciones se produce en pleno proceso de reconsideración de la historiografía nacional europea en la que tanto bebió el polígrafo Rafael Altamira, gran amigo y corresponsal de Palma. Precisamente en la libertad creadora invocada para los artistas reside la estrategia discursiva de la tradición, invocadora anecdótica de la gran Historia, a la cual termina por supeditar al continuum oral de lo popular, si bien a partir de la Cuarta Serie de las Tradiciones las fuentes escritas imponen su soberanía. Sin embargo, Rodríguez Rea471 ha 466 Fengsen, Bai. Las Tradiciones Peruanas en chino. En: Aula Palma II 2000-2001. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, Editorial Universitaria, p. 264, Lima, 2002. 467 Rivas Rivas, Luis. Ricardo Palma en la historia de Chiclayo. En: Aula Palma-IX, Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 304, Lima, 2010. 468 Cavieres, Eduardo. Entre la tradición y la historia. Ricardo Palma y las (re)conciliaciones entre el pasado y el presente. En: Aula Palma-IX, Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 334, Lima, 2010. 469 Moreano de Vargas, Cecilia. Palma detrás de XYZ. Un aporte al catálogo de sus seudónimos. En: Revista de la Casa Museo Ricardo Palma, vol. 2, p. 105, Miraflores, 2001. 470 Moreano, Cecilia. Relaciones literarias entre España y el Perú: la obra de Ricardo Palma. Editorial Universitaria, Univerisdad Ricardo Palma, p. 13, Lima, 2004. 471 Rodríguez Rea, Miguel Ángel. Prólogo a: Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op.cit., p. XXVI. 113 subrayado que la verdad histórica era muy relativa para Palma, sobretodo la que provenía de las primeras fuentes escritas en condiciones azarosas, como las crónicas del Descubrimiento y la Conquista, y las posteriores imbuidas de banderías inocultables. Palma inspiró a otros literatos en toda América la escritura de tradiciones cuyas características básicas tienen componentes comunes. Para el que fuera director de la Casa Museo Ricardo Palma, Jorge Valenzuela472, el elemento común a todas las caracterizaciones de la tradición como especie literaria es que “en ella se produce la recreación literaria o reelaboración, como se prefiera, de datos o hechos históricos realmente acaecidos o referidos”. Y continúa afirmando que “en Palma así funciona el mecanismo de producción de sus tradiciones pues, además de estar demostrada la vinculación de sus textos con fuentes de diverso tipo: crónicas, archivos de diversa índole, libros de historia, anales, cartas, etc. en ellas se produce un mecanismo de ficcionalización del hecho “real” que supone la puesta en funcionamiento de una estrategia compositiva que hace de la tradición, literatura. Definida así la tradición es claro que siguiendo el ejemplo y el éxito del maestro muchos de sus contemporáneos asumieran esa estrategia de escritura y buscaran competir con el modelo.Todos ellos, al decir de Estuardo Núñez, ‘tomaron como telón de fondo un hecho aislado de la realidad histórica, desligándolo del rigor de la exactitud y las precisiones puntuales’ y los retocaron con la potencia de la imaginación”. Una colombiana como Olga Lucía Olaya, que se declara abiertamente palmista, considera que afirmar que la obra de Palma es un género múltiple no le hace “incurrir en imprecisiones, pues Palma da lugar, a través de su prosa, a un lenguaje popular elevado a las letras más pulcras, pues sus relatos son fruto de un metódico trabajo de fuentes que contiene un especial tinte de humor, ficción y realidad, que supuso por parte del autor la revisión de múltiples anales de la historia no contada de Lima y con seguridad de otras ciudades latinoamericanas que debemos conocer”. Olaya ha encontrado escritos donde Palma “enuncia ser parte de géneros tales como el romance histórico, el romance nacional, la narración histórica, la historia de antaño, apuntes históricos, o confidencias a partir de artículos, cartas, novelas, crónicas, cuentos o relatos cortos, que finalmente Palma opta por denominar Tradiciones Peruanas”473. Winston Orrillo, citando a Aníbal González, entiende que474: “Dejando de lado sus fuentes auténticamente periodísticas Palma manejó –leyó- sus fuentes historiográficas y folclóricas como si fueran fuentes periodísticas. Palma no pretende preservar la extrañeza y exotismo de la vida durante la Colonia, sino por el contrario busca acercar la época a sus lectores. Esto lo hace mediante 472 Valenzuela Garcés, Jorge. Los tradicionistas peruanos de Estuardo Núñez: ¿la tradición se renueva? En: Revista de la Casa Museo Ricardo Palma, Año III, nº 3, pp. 176-177, Miraflores, diciembre 2002. 473 Olaya, Olga Lucía. Costumbrismo: espejo histórico de patrimonio y memoria latinoamericana. La visión de Ricardo Palma. En: Aula Palma VII 2008. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 301-302, Lima, 2008. 474 Orrillo, Winston. Aproximaciones al periodismo de Ricardo Palma. En: Aula Palma III. 2002-2003. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 58-59, Lima, 2003. 114 recursos retóricos y estilísticos que brinda familiaridad a lo narrado, y prestando particular atención a la minucia del vivir cotidiano, a los chismes y rumores, a la petite histoire, en vez de a las grandes gestas político-militares. Al leer sus fuentes históricas, Palma suprime lo monumental que tengan éstas y subraya lo marginal, lo humano”. Pero no deja de consignarlas cuando cree necesario dar apoyo documental o historiográfico a sus asertos. Así, por ejemplo, Huárag relata como una de las narraciones de Palma, para refrendar sus afirmaciones se apoya en un libro publicado en 1763 titulado “Relación descriptiva que de la ciudad de Trujillo hace don Miguel Feijóo de Sosa, corregidor que fue de dicha ciudad”. Con esa referencia histórica Palma da testimonio de que el episodio de su narración no es simple ficción. “Al parecer”, dice Huárag, “los románticos se sentían presionados por una crítica que los hacía autores de fantasías poco verosímiles. Palma se pone a buen recaudo y transcribe el texto para que no se piense que su relato es una falsedad histórica”475. Para Janet Parra476, Ricardo Palma tenía un mal concepto de la labor del historiador en general cuando dice, por ejemplo: “poco versado en la chismografía de la historia”. Y coincide en señalar que Palma toma la historia como un instrumento para hacer literatura, y por tal motivo duda de la posibilidad de contar los hechos históricos con absoluta objetividad. De hecho, como ha señalado Pérez Garay, a raíz de ciertos problemas que tuvo Palma con la tradición denominada “Pata de Gallina”, nuestro autor decició disimular más los nombres históricos. Él mismo dice477: “Fue la de ese nombre la tradición que más sinsabores me ha proporcionado; desde entonces en todas mis crónicas disimulo cuanto es posible nombres y sobrenombres históricos de personajes que no siempre lo fueron; pero como al fin crónica es lo que relato, tan parecidos suele encontrarse los aparecidos, que con harta frecuencia la nativa malicia pone los puntos sobre las íes, que usar suelo sin puntos héteme provocado el conflicto”. Entonces, ¿qué valor hemos de darle a los datos, noticias e informaciones que Palma nos da a lo largo de su obra? Alguno de sus detractores, y en concreto González Prada, habló de las Tradiciones como de una “falsificación agridulcete de la historia”478. Estoy con Martinengo cuando afirma que “Prada no sólo pecaba de absoluta y clamorosa falta de sensibilidad artística, sino que creaba un malentendido destinado a no disolvese fácilmente, e incluso a exacerbarse, a medida que, al correr de los años, estaba destinada a hacerse más agria la contienda ideológica, fruto de encontradas 475 Huárag, Eduardo. La articulación de planos discursivos, al dador en los relatos extraordinarios y la construcción de un personaje pintoresco. Discurso de incorporación al Instituto Ricardo Palma, Lima, octubre de 2004. En: Aula Palma IV 2003-2004. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 20, Lima, 2004. 476 Parra Domínguez, Janet. Ricardo Palma y la construcción de la identidad peruana. Op. cit., p. 127. 477 Pérez Garay, Carlos Alberto. Una Tradición inédita de Palma: “Pata de Gallina”. En: Aula Palma X-2011, Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 236-237, Lima, 2011. 478 Varillas Montenegro, Alberto. Aula Palma III. En: Revista de la Casa Museo Ricardo Palma, vol. 5, p. 165, Miraflores, diciembre de 2004. Concretamente esta opinión la vierte González Prada en 1888 en su “Discurso en el Teatro Olimpo” y dice así: “Cultivamos una literatura de transición, vacilaciones, tanteos y luces crepusculares. De la poesía van desapareciendo las descoloridas imitaciones de Bécquer; pero en la prosa reina siempre la mala tradición, ese monstruo engendrado por las falsificaciones agridulcetes de la historia y la caricatura microscópica de la novela”. (Cit. por Varillas Montenegro, Alberto. Riva-Agüero y Palma. Op. cit., p. 32.) 115 opciones políticas. El malentendido consistía en tildar a Palma de mal escritor en cuanto mal historiador y de mal historiador en cuanto peor escritor (además de mal maestro), acusándosele, en otras palabras, de no haber logrado encontrar un punto de equilibrio (por otra parte imposible de encontrar) entre la veracidad histórica y la verdad luminosa de la poesía”479. Sin embargo, la mayoría de quienes se han acercado a la obra palmiana se han rendido ante su valor histórico. Leonor Sagermann, de la Universidad Adam Mickiewicz, de Poznan, Polonia, reflexiona sobre esta cuestión y cree indispensable hacer un comentario sobre la historicidad de los datos presentados por Ricardo Palma en sus Tradiciones, y dice480: “Al encontrarnos ante un número importante de sugerencias historiográficas, aparece la pregunta: ¿Hasta qué grado se trata de una estrategia literaria? Sus lectores contemporáneos estaban convencidos de que se trataba de textos encontrados y recogidos en polvorientos archivos, según lo indicaba el autor481. Un lector medio, tanto en el siglo XIX, como hoy en día, durante la lectura de las Tradiciones, se da cuenta de que se deja seducir por la manera de narrar del tradicionista y termina creyéndole.”. Para esta estudiosa, “no se deben tomar los datos históricos de Ricardo Palma como fuente historiográfica, ya que incluso cuando se apoya en un cronista o fuente verdadera con o sin nombres y apellidos, puede tratarse meramente de un recurso literario. Creemos importante añadir que, hasta muy entrado el siglo XX, incluso parte de la crítica se dejó convencer por el tono historiográfico del tradicionista”. Alessandro Martinengo subraya en la labor de Palma como investigador del pasado para emplear lo que de éste sea útil para el presente y dice que482 “no puede considerarse casualidad que el escritor haya decidido dedicarse a quitar el polvo de los archivos y a sacar a la luz el pasado de la Colonia. Pues este oficio corresponde perfectamente a su meditada vocación de hombre moderado y conciliador. Hurgar en el pasado, seleccionar lo que de bueno y valioso para el presente hicieron nuestros predecesores, transmitir esa herencia a los contemporáneos, una vez que la hayamos depurado críticamente: ya tenemos la misión en la que debía de complacerse en máximo grado su mente aguda e investigadora. Obra de conciliación entre pasado y presente, entre Colonia y tradición española de un lado, y nuevos ideales republicanos de otro: obra de conciliación pero no en el sentido de la yuxtaposición y del compromiso, sino tendiente al descubrimiento de una línea ideal que vislumbra, en la premonición del pasado, la realidad y la plenitud del presente; obra que debía parecerle de alto valor pedagógico para las generaciones más jóvenes de su país y, por eso, cumplía con su aspiración, frustrada en otros ámbitos, de ser útil a su patria.” 479 Martinengo, Alessandro. El estilo de Ricardo Palma. Op.cit., p. 18. 480 Sagermann Bustinza, Leonor. Ricardo Palma: uno de los creadores de la peruanidad. Op. cit., p. 106. 481 Gino Damas dirá que Palma “apeló a los viejos archivos, a la infornación de las crónicas publicadas hasta entonces y a las que vieron la luz en la segunda mitad del siglo XIX”. (Damas Espinoza, Gino. Palla-Huarcuna y los tesoros de Catalina Huanca, dos tradiciones de temática legendaria que aún perviven en la literatura oral. En: Aula Palma IV 2003-2004. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 204, Lima, 2004.) 482 Martinengo, Alessandro. El estilo de Ricardo Palma. Op.cit., p. 33. 116 Ugarte Eléspuru, por su parte, escribía en 1992 que la obra de Palma era de alto nivel meritorio tanto en lo estrictamente literario como en lo histórico. Pero añadía que ha sido motivo “de muchas observaciones, entre las que abundaron las malévolas, denunciando su escasa sumisión a la verdad histórica, que él adorna o comenta, no desde el punto de vista del historiógrafo datero, amarrado a la veracidad comprobada, sino desde una visión más general y honda: la del significado del hecho, que bien puede ser narrado no fidedignamente –eso es labor del historiador profesional-, pero que puede con mucho mayor eficacia, significar la esencia de lo narrado. Tal sucede con los datos históricos o las referencias que usó Palma, no pueden ser estrictamente fuentes de veracidad, pero lo son mucho más que éstas: de esencialidad. Creo que ello es tanto o más útil para la comprensión de un tiempo, un personaje o peripecia, que el escueto dato veraz, pues resultan ser un cuadro vivo y significativo del tiempo que narran. Fue la suya, pues, una vida dedicada a la gloriación, no a la glorificación, de una época: nuestro pasado”483. José de la Riva-Agüero y Osma, coincidiendo con la impresión de Juan Valera, decía de las Tradiciones484: “Verdaderamente, cuando queremos penetrar hasta el alma de la Colonia, nos apartamos de las sabias y pesadas compilaciones de Mendiburu, Odriozola y Córdova, de las voluminosas Memorias de los virreyes, de toda aquella materia bruta, donde no están sino las osamentas, los yertos despojos del pasado, y abrimos las Tradiciones, donde bulle vivo y cálido”. El propio Valera, teórico de la estética realista décimonónica y con un peso específico indudable, alababa en los textos de Palma que la mezcla de verdad y ficción brindasen al lector apariencia de realidad: “En esas historias, que U. refiere como el vulgo y las viejas cuentan cuentos, donde hay, según U. afirma, algo de verdad y algo de mentira, yo no reconozco ni sospecho la mentira sino en las menudencias. Lo esencial y más de bulto es verdad todo, en mi sentir, salvo que U. borda la verdad, y la adorna con mil primores que la hacen divertida, bonita y alegre (…) Aunque es U. tan conciso, tiene U. el arte de animar las figuras y dejarlas grabadas en la imaginación del lector. Los personajes que hace U. desfilar por delante de nosotros, virreyes, generales, jueces, frailes, beatas, mozas regocijadas, inquisidores, insurgentes y realistas, nos parecen vivos y conocidos, como si en realidad los tratásemos”485. Por su parte, Teodoro Hampe, quien por cierto realizó su doctorado en Geografía e Historia en la Universidad Complutense de Madrid, y es profesor ordinario de la Pontificia Universidad Católica del Perú y de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, opina que “los más ortodoxos en el uso y valoración de las fuentes verán probablemente con reparo un intento como este, que parece atribuir a 483 Ugarte Eléspuru, Juan Manuel. Lima incógnita. Fondo Editorial del Banco Nacional de Reserva del Perú, 1ª ed., p. 452, Lima, 1992. 484 Varillas Montenegro, Alberto. Riva-Agüero y Palma. Op.cit., p. 43. 485 Moreano, Cecilia. Relaciones literarias entre España y el Perú: la obra de Ricardo Palma. Op. cit., pp. 109- 110. Teodoro Hampe Martínez 117 las Tradiciones peruanas una gran confiabilidad y certeza en el manejo de los datos históricos. Pero no reside allí por cierto la fortaleza de esas narraciones, y esto ya lo reconocía claramente el propio autor.”486 Hampe dirá que Palma “estaba preocupado por conservar el pasado a través de su imaginación y la comprensión de la historia”487. Bien sabemos que las deliciosas anécdotas y consejas transitidas por don Ricardo Palma han de salir mal paradas de cualquier cotejo con una reconstrucción histórica hecha bajo parámetros de rigor y seriedad documental. Pero Palma no busca la objetividad histórica sino que su propósito era ante todo literario. La técnica habitual del tradicionista, explica Hampe, consistía en narrar la historia como si fuera un relato o en deslizar comentarios que apuntaban hacia la buscada imprecisión histórica y documental de lo narrado, es decir, incisos que le servían precisamente para ratificar la literariedad de su obra y para marcar la frontera que la separaba de la historiografía488. En la opinión de Hampe, que comparto, si alguien quisiera insistir en las prevenciones con que se deben manejar los testimonios aportados por Palma, de forma y estética propiamente literarias, “podríamos replicar con las puntualizaciones de las más recientes generaciones de historiadores y epistemólogos –como Hayden White, Adam Schaff o Michel de Certeau-, que se plantean críticamente el problema de la Historia en tanto que representación mediatizada del pasado. Según ellos, la tarea del buen historiador consiste en armar con una serie de retazos el ‘traje de Clío’, esto es, un cuadro cabal e inteligible, en el cual se combinen los vestigios del pasado de acuerdo a un orden lógico y a un escrupuloso respeto por las fuentes, ya sean estas textuales o tangibles. Si asumimos bajo tales presupuestos a don Ricardo Palma, lo habremos salvado del desdén con que ciertos estudiosos pretenden mirarlo en nombre de una aséptica (e inexistente) verdad histórica.”489 Hampe considera –como yo mismo- “que no se puede entender cabalmente la historia del Perú sin recurrir a las Tradiciones de Palma y a su cúmulo de imágenes, noticias y opiniones. Del mismo modo que no se puede entender cabalmente las Tradiciones Peruanas sin recurrir al venero de la historia documental y formalmente elaborada. Por esta mutua e íntima vinculación con nuestro pasado, nuestra cultura y nuestro imaginario popular, la obra palmiana significa una fuente histórica de primera importancia y un elemento consubstancial a la identidad colectiva de los peruanos”490. Para este investigador la visión que de la historia tenía Palma está estrechamente ligada a la que mantuvo y desarrolló Miguel de Unamuno mediante el concepto de intrahistoria. Se trata de una historia que, pese a no estar contrastada ni objetivada, debe ser también recuperada porque contiene la memoria oral y vivifica ese pasado que habita en la tradición. Se puede decir que allí anida 486 Hampe Martínez, Teodoro. Ricardo Palma, cronista de la Inquisición. En: Aula Palma IV 2003-2004, Instituto Ricardo Palma, p. 157, Lima, 2005. 487 Hampe Martínez, Teodoro. Nuevo asedio al “bibliotecario mendigo”: Ricardo Palma en la Biblioteca Nacional. En: Aula Palma X-2011, Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 203, Lima, 2011. 488 Hampe Martínez, Teodoro. Tradicionismo vs. tradicionalismo. Op. cit., p. 119. 489 Hampe Martínez, Teodoro. Ricardo Palma cronista de la Inquisición. Op. cit., p. 159. 490 Hampe Martínez, Teodoro. Ricardo Palma cronista de la Inquisición. Op. cit., p. 160. 118 la sustancia de la historia; es como una revelación de lo inconsciente en la colectividad. Todo ello enlazaría también con los postulados de la moderna historia antropológica y de las mentalidades, desarrollada sobretodo en Francia, Inglaterra y Estados Unidos que –dice Hampe- ha realizado un notable esfuerzo por restcatar los impulsos espirituales, las actitudes mentales, las representaciones colectivas que se esconden tras los grandes acontecimientos de nuestro devenir491. “Es un hecho” – afirma Hampe- “que las tradiciones combinan de modo singularmente logrado la historia con la literatura, el fondo de verdad con el ingenio creador, y así nos remiten directamente a los debates más candentes de la ‘postmodernidad’, en que se discute sobre los límites entre realidad y ficción, sobre la descomposición de todo texto en sus palabras y sobre las estrategias discursivas del enunciador”492. En su estudio sobre la tradición “El baile de la Victoria”, Hampe trató de destacar las valiosas contribuciones de don Ricardo Palma a contraluz de la investigación y la documentación histórica, no tanto con el ánimo –a su juicio inútil- “de decir cuánto hay de verdad o de mentira en sus sabrosas reconstrucciones del pasado peruano, sino más bien para iluminar en qué medida don Ricardo contribuye a una reconstrucción más completa de la historia, teniendo en cuenta que a través de su relato se pueden recoger imágenes, vivencias, valores, perjuicios inclusive, propios de épocas pretéritas, los cuales no son tan fáciles de obtener de las fuentes históricas de archivos.”493 Palma declaró en cierta ocasión que “la historia es una dama aristocrática, y la tradición es una muchacha alegre…” A lo que Hampe apostilla y anima a volver sobre esa dama aristocrática de la Historia, a la cual en los últimos decenios se ha pretendido vestir con un ropaje cada vez más natural, propio de la vida cotidiana, más accesible a nuestra imaginación.y nuestro entendimiento. Optar por esta clase de aproximación, incorporando la noción del imaginario, de acuerdo con los postulados de la moderna historia antropológica y de las mentalidades (desarrollada sobretodo en Francia, Inglaterra y Estados Unidos), significa aprovechar las mejores esencias de la obra palmiana.” Hampe admite cierta distorsión de la realidad en la obra de Palma, en la reconstrucción de hechos, lugares y nombres, que puede estar viciada por algunos errores involuntarios, o por tergiversaciones deliberadas. Pero –afirma- que las palmianas Tradiciones peruanas y los Anales de la Inquisición de Lima “interesan como expresión de un universo mental que nos ayuda a comprender las experiencias y las condiciones humanas de ese pasado, no tan remoto todavía para nuestro autor”494. Y finalmente llega a afirmar que “no se puede entender cabalmente la historia del Perú sin recurrír a las tradiciones de don Ricardo Palma y a su cúmulo de imágenes, noticias y opiniones. Del mismo modo, no se puede entender cabalmente las Tradiciones Peruanas sin 491 Hampe Martínez, Teodoro. Tradicionismo vs. tradicionalismo. Op. cit., pp. 120-122. 492 Hampe Martínez, Teodoro. Las “Tradiciones Peruanas” y el imaginario de la nobleza titulada del virreinato. En: Aula Palma II 2000-2001. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, Editorial Universitaria, p. 185, Lima, 2002. 493 Hampe Martínez, Teodoro. El baile de la Victoria: Ricardo Palma ante un episodio inaugural en la historia del Perú republicano. En: En: Aula Palma IX-2010, Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 123, Lima, 2010. 494 Hampe Martínez, Teodoro. Ricardo Palma, cronista de la Inquisición. Op. cit., p. 159. 119 recurrir al venero de la historia documental y formalmente elaborada. Por esta mutua e íntima vinculación con nuestro pasado, nuestra cultura y nuestro imaginario popular, la obra palmiana significa una fuente histórica de primera importancia y un elemento consubstancial a la identidad colectiva de los peruanos”495. En carta a Pastor Obligado, Palma aclaraba con detalle qué era para él la Tradición como género496: “La tradición es romance y no es romance; es historia y no es historia. La forma ha de ser ligera y regocijada; la narración rápida y humorística. Me vino en mientes platear píldoras y dárselas a tragar al pueblo, sin andarme en escrúpulos de monja boba. Algo, y aun algos, de mentira, y tal cual dosis de veradad, por infinitesimal que sea; mucho esmero y pulimiento en el lenguaje; y cata la receta para escribir tradiciones”. Al mismo Obligado le decía497: “Siempre he reconocido que la tradición puede ser una de las fuentes auxiliares de la Historia, pero se me atraganta de que ella alcance á ser la historia misma. Cuatro siglos cuenta ya la América, de vida civilizada, y su historia está muy lejos de basarse en Tradiciones. El historiador tiene en mucho los documentos, y en poco o nada los decires del pueblo”. Alguna vez las ha definido como “novelas en miniatura, novelas homeopáticas”498; a Robinet le dirá: “Yo no invento: copio. Soy un pintor que restaura y da colorido a cuadros del pasado”. Y a Larco Herrera le explicará: “La tradición no es, precisamente, historia, sino relato popular; y ya se sabe que para mentiroso el pueblo”499. Este concepto del pueblo como “mentiroso” lo usa Palma en diversas ocasiones. Varillas Montenegro ha subrayado500 que “la presencia de la historia en las Tradiciones ha sido tópico que ha interesado a la crítica, inclusive en vida de Palma. De la vocación de Palma por la historia, de la cual se encuentran rastros que pueden remontarse a su juvenil presencia en la Biblioteca Nacional, dan testimonio, durante su destierro en Chile, la preparación, sin material suficiente, de los Anales de la Inquisión de Lima (1863), quizás sin vislumbrar la polémica que alrededor de ellas habría de armarse, su controvertido trabajo Monteagudo y Sánchez Carrión (1877), 495 Hampe Martínez, Teodoro. Tradicionismo vs. tradicionalismo. Op. cit., pp. 130-131. 496 Miró, César. Don Ricardo Palma, el Patriarca de las Tradiciones. Op.cit., p. 146. Vid. también: Barcia Pedro Luis. Ricardo Palma y la Argentina: Pastor S. Obligado, un discípulo argentino. Op.cit., p. 48. Y: Varillas Montenegro, Alberto. Riva-Agüero y Palma. Op. cit., p. 44. 497 Barcia Pedro Luis. Ricardo Palma y la Argentina: Pastor S. Obligado, un discípulo argentino. Op.cit., p. 49. 498 Forgues, Roland. Claves ocultas del pensamiento de Palma. Op. cit., p. 310. 499 Kapsoli Escudero, Wilfredo. Biografía del libro El demonio de los Andes. En: Aula Palma. Discursos de Incorporación al Instituto Ricardo Palma 1998-1999. Universidad Ricardo Palma, 1ª ed., pp. 30-31, Lima, 1999. 500 Varillas Montenegro, Alberto. Riva-Agüero y Palma. En: Revista de la Casa Museo Ricardo Palma, vol. 5, pp. 42-43, Miraflores, diciembre de 2004. Pastor Obligado 120 tal vez sin reparar en la fuerza que su pluma podía tener en el medio limeño, su famosa Refutación a un compendio de historia del Perú, en que la emprende contra los textos históricos preparados por el padre Cappa (1886). El Dr. Varillas Montenegro, en su trabajo sobre el palmista Luis Jaime Cisneros, apunta que hace cincuenta años, los estudiosos de la literatura peruana se encontraban aún preocupados por el supuesto rigor histórico de las tradiciones sin reparar en que ya en 1889, en los ‘Cuatro palotes’ con que presenta la serie de textos que recoge como Ropa vieja, el propio Palma aclara –y Cisneros recoge la cita- que “… tonto de capirote será el que se proponga estudiar formalmente historia peruana en mis tradiciones; y en cuanto a si altero o no, de vez en cuando, la verdad, eso es cuenta exclusivamente mía”. Y continúa “… yo no dicto un curso de historia nacional. Narro antiguallas como el pueblo y las viejas cuentan cuentos. En la leyenda popular hay siempre un algo de verdad y otro algo de mentira. Eso, y no más, es la tradición ¿estamos?”501. El mismo Dr. Varillas Montenegro en su interesante trabajo sobre Riva-Agüero y Palma hace un recorrido sobre las ideas que don José de la Riva-Agüero y Osma, tenía acerca de la obra del tradicionista. “Las Tradiciones es obra de reconstrucción histórica, y toda reconstrucción histórica procede del romanticismo. Antes nadie sabía salir de su época y de su país para vivir mentalmente en edades pretéritas. Los poetas iniciaron a los historiadores en el ferviente amor a lo pasado, y el nacimiento de la poesía histórica fue una de las principales consecuencias del romanticismo”502. Otra observación de Riva-Agüero sobre el carácter histórico de las Tradiciones es que todas tienen un fundamento histórico. Las Tradiciones, dice, tienen siempre base auténtica mucho mayor. Se refieren a hechos ciertos, comprobados: su núcleo es exacto503. Varillas, glosando ese pensamiento de Riva-Agüero ha subrayado que “en la actualidad, la crítica palmista, teniendo como un claro antecedente la labor de investigación histórica llevada a cabo por Riva-Agüero hace cien años y confirmando sus tesis juvenil, viene desentrañando varios otros casos en que un asunto rigurosamente histórico aparece amenizado por Palma”. Por otra parte Riva-Agüero observa que en las Tradiciones de Palma existe una buena cantidad de pequeños datos históricos y que, si bien pueden no estar relacionados con la trama, aportan material para el estudio de distintos momentos de los siglos XVI a XVII. Finalmente evalúa de este modo la historicidad de las Tradiciones, apuntando que Palma “no pretende escribir historia puntualmente fidedigna. Su verdad es la general e ideal del Arte, 501 Varillas Montenegro, Alberto. Luis Jaime Cisneros, palmista. Op. cit., p 13. 502 Varillas Montenegro, Alberto. Riva-Agüero y Palma. En: Revista de la Casa Museo Ricardo Palma, vol. 5, p. 42, Miraflores, diciembre de 2004. 503 Varillas Montenegro, Alberto. Riva-Agüero y Palma. Op.cit., p. 44. Alberto Varillas Montenegro 121 que reclama y puede alterar los hechos secundarios para aumentar la significación y belleza del conjunto. Por eso sus infidelidades son deliberadas casi siempre. A veces yerra simplemente por precipitación o descuido, de que ni los severísimos eruditos se libran; pero de ordinario, cuando varía o desfigura la realidad, sabe por qué lo hace, por razón de armonía, de mayor verosimilitud estética, o de prudencia práctica y decoro. Puede gustar más o menos el sistema, o aún ser contraproducente en ocasiones; pero hay que admitir su licitud en literatura, pues sin él no habrían existido ni la novela histórica, ni el poema épico, ni el drama histórico ni la tragedia”504. Paréceme que el ilustre polígrafo y marqués de Montealegre de Aulestia tenía razón en estas afirmaciones. Por su parte, Merlin D. Compton, de la Universidad de Bringham Young –que ha escrito algunos trabajos sobre las fuentes históricas de algunas tradiciones505- considera que Palma no escribió la historia del Perú sino su historia del Perú. Es decir, afirma, “que en casi todas sus obras, como él mismo admitió, hay una mezcla de la verdad, infinitesimal que sea, con la ficción. Palma dijo esto a Pastor Obligado en una carta” -como ya se ha dicho-: “‘Siempre he reconocido que la tradición puede ser una de las fuentes auxiliares de la Historia, pero se me atraganta lo de que ella alcance a ser la Historia misma’. Palma a veces, elimina, agrega y combina episodios y también cambia nombres, sitios y otros detalles. Podemos decir que la realidad, y esto incluye la historia, tiene que pasar por su lente estético antes de ser tradición. Pero a pesar de ser su historia, de ser una historia a veces deformada, sus Tradiciones tienen cierto valor histórico. A Palma le encantaba el pasado, pero no podía llevarlo a la hoja, dice el ya citado Hampe506, escueto y desnudo de interés, o sea, de revestimiento estético. Este autor considera que Palma no hacía historia sino un género intermedio entre la historia y la literatura, llamado tradición. Se trata de un discurso que se encuentra básicamente inspirado o amparado en el recuerdo histórico y barnizado con cierto tono pasadista y nostálgico. Estamos, por cierto, en un ámbito textual donde se complican los límites entre la verdad y la ficción, entre lo histórico y lo literario. Hampe entiende, en relación a la confiabilidad y certeza en el manejo de los datos históricos, que no reside en ellos la fortaleza de las narraciones de Palma y esto ya lo reconocía claramente éste. Palma explica esto cuando escribe una carta a Alberto Larco Herrera el 26 de febrero de 1907: ‘La tradición no es precisamente historia, sino relato popular. Y ya se sabe que para mentiroso el pueblo. Las mías han caído en gracia, no porque encarnen mucha verdad, sino porque revelan el 504 Varillas Montenegro, Alberto. Riva-Agüero y Palma. Op.cit., p. 45. 505 Compton, Merlin. Dos palomitas sin hiel y su fuente histórica. En: Ricardo Palma 1833-1983. Revista nº 6, Universidad Ricardo Palma, pp. 135-144, Lima, 1983. 506 Hampe Martínez, Teodoro. Tradicionismo vs. tradicionalismo. Op. cit., p. 110. Merlin D. Compton 122 espíritu y la expresión de las multitudes”507. Sin embargo, este profesor norteamericano no se muestra de acuerdo con Palma y afirma que “después de haber cotejado muchas tradiciones con los materiales históricos que los inspiraron, puedo decir que hay mucha verdad en ellas si la verdad se encuentra en las fuentes. En los casos en que Palma ha hecho cambios significantes la podido conservar el espíritu del original, la verdad quintaesencial que yace debajo de la superficie del asunto como una veta de rico mineral. Hay un punto más que quisiera agregar. Esta historia peculiar que compuso Palma es historia en clave menor porque el autor prefiere escribir sobre sucesos de poca monta. Pocas veces pinta los grandes acontecimientos con todos los detalles; prefiere usarlos para relatar anécdotas y episodios que nos llaman la atención por su novedad o por su humorismo.”508 Holguín509, académico de la Academia Peruana de la Lengua y profesor de la Pontificia Universidad Católica del Perú, considera que “hay muchas tradiciones que revelan sustento documental y hasta cierta erudición”. Y en todo caso, para este autor, la vocación histórica de Palma, “su amor al pasado, que ayudo a valorar cuando aún se oían las severas críticas que condenaban el tiempo virreinal, su apego a las costumbres populares, fueron motores de una vasta obra que revela fuertemente la influencia del romanticismo y no menos del costumbrismo, en tiempos signados por las predicas liberales y nacionalistas de hondo sabor local e hispano”510. Valero511, de la Universidad de Alicante, opina que la historia relatada por Palma de cómo llegó el Quijote a América, “a pesar de no estar contrastada ni objetivada, debe ser también recuperada porque contiene la memoria oral y vivifica ese pasado que habita en la tradición”. Carlos Thorne tiene una visión algo diferente sobre cómo vio Palma la historia. “No dudo”, dice este autor, “que don Ricardo Palma tuvo la intuición de que la historia era una forma de poder como ciencia, poder que él quiso desmitificar para que no monopolizara el verdadero sentido de la verdad histórica al pretender traducirla el historiador en el texto escrito. En consecuencia, nos acercó a los hechos notables del pasado mediante la oralidad de su estilo, sin resaltar las proezas de sus héroes, descubriéndolos siempre en su dimensión más humana y negándose a exhibir su prosapia 507 La carta proseguía: “La tradición, a lo sumo, es un auxiliar de la historia porque despierta en el lector la curiosidad por investigar un hecho y consultar o beber el agua en mejor fuente”. 508 Compton, Merlin D. El sentimiento del honor en las Tradiciones Peruanas de Ricardo Palma. En: Revista de la Casa Museo Ricardo Palma, vol. 1, p. 25, Miraflores, 2000. 509 Holguín Callo, Oswaldo. Ricardo Palma en la obra de Porras (Apuntes y bibliogafía). En: Revista de la Casa Museo Ricardo Palma, vol. 1, p. 23, Miraflores, 2000. 510 Holguín Callo, Oswaldo. Ricardo Palma en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. En: Aula Palma VI 2007. Edición del Décimo Aniversario. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 48, Lima, 2007. 511 Valero Juan, Eva Mª. Ricardo Palma, la historia y El Quijote en América. En: Revista de la Casa Museo Ricardo Palma, vol. 5, p. 24, Miraflores, diciembre de 2004. Oswaldo Holguin Callo 123 épica.”512 En otro lugar, Thorne defiende que Palma, al mostrar con material fidedigno, copioso y antológico, y recurriendo tanto a la verdad histórica como a la ficción novelesca, todos los grados del desarrollo de nuestra vida histórica, y los tipos humanos y las costumbres que en ella conviven sin trasladar al pasado las ideas del presente, convierte a toda su obra en una guía imprescindible para conocer nuestra propia historia como pueblo y nación513. José Luis Ramos Salinas514 ha destacado que las Tradiciones son vistas a menudo como un libro de historia, que son muchos los colegios en los que se estudian desde ese punto de vista, que es frecuente que cuando alguien habla de hechos pasados recurra a lo que leyó en los textos de Palma para fundamentar la certeza de sus aseveraciones. En este sentido Eduardo Rada entiende que Palma ha sido, sin lugar a dudas, “nuestro mejor maestro y el formador de diversas generaciones. Él nos enseña la historia del Perú como nadie supo hacerlo, ni los más connotados historiadores de nuestro país. Y él lo logra justamente porque no recurrió a la enseñanza de la historia desde la forma tradicional de impartirla sino desde el recurso más agudo e infalible de todos los tiempos: el cuento mismo”515. Sin embargo, César Coloma afirma en uno de sus trabajos que la producción literaria de Palma fue “leída por todos con mucha devoción hasta hace pocos lustros”516, lo que parece denotar un abandono gradual de esta sana costumbre a la que habría que volver, sana costumbre –por otra parte- la de leer que se está perdiendo entre los jóvenes en pro de los juegos cibernéticos y la predominancia de internet y las redes sociales. Alessandro Martinengo ha recordado517 que Alberto Tauro se planteó en un artículo memorable (Hermenéutica de una tradición peruana, 1961), y desde una perspectiva abarcadora y de conjunto, el problema de la credibilidad histórica de los relatos de don Ricardo, que en cierto casos – recuerda- se habían tomado al pie de la letra, hasta el punto de utilizarlos como documentos incontrovetibles en los manuales destinados a la enseñanza. La actitud tomada por Tauro había sido tajante: a pesar de hacer frecuentemente alarde de erudición histórica y hasta de cotejar críticamente fuentes distintas relacionadas con el mismo suceso, en realidad Palma somete la materia histórica a un constante proceso de estilización, obedeciendo en primer lugar a los criterios de la concisión, la ejemplaridad y la coherencia. Para Vito en Palma “aparece la Historia que no se encuentra en los 512 Thorne, Carlos. Apostillas a la Tradición Palmista. En: Aula Palma XI-2012. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 231, Lima, 2012. 513 Thorne Boas, Carlos. La narrativa latinoamericana del siglo XIX y Ricardo Palma. En: Aula Palma IX-2010, Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 193, Lima, 2010. 514 Ramos Salinas, José Luis. Una lectura posmoderna de las Tradiciones Peruanas (sobre las olas don Ricardo va). En: Aula Palma VI (Edición del Décimo Aniversario), Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 140, Lima, 2007. 515 Rada Bernasconi, Eduardo. La magia de don Ricardo, el más masivo de los escritores peruanos. En: Aula Palma VI (Edición del Décimo Aniversario), Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 218, Lima, 2007. 516 Coloma Porcari, César. Ricardo Palma y los monumentos históricos del Perú. En: Aula Palma XI-2012. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 73, Lima, 2012. 517 Martinengo, Alessandro. El estilo de Ricardo Palma. Op.cit., pp. 14-15. 124 recuentos cronológicos, ni en el recuerdo de las efemérides ni en los tradicionales libros de historia pero que, sin embargo, resulta extraordinariamente vívida.”518 Por eso es importante leer a Palma, para adentrarse en la historia peruana. Luis Jaime Cisneros, como ha recordado Alberto Varillas, consideraba ya en 1949 que a Palma se le venía leyendo poco en el Perú y decía: “¿Dónde, por ejemplo, una edición peruana moderna y responsable de las Tradiciones? ¿Dónde un alumno de media que recite algunos de sus versos de coro, y dónde el que tenga una muy asentada idea de alguna que otra tradición? ¿Dónde el universitario que se precie de haberlo recorrido de cabo a cabo? ¿Dónde el hombre de la calle que sepa de Palma algo más de lo que difunden nuestros cronistas periodísticos en esa como reticente prosa a que nos tienen habituados?”519 Sin embargo, sí ha habido profesores que han usado la obra de Palma para formar a sus alumnos. Raul Porras Barrenechea, para ilustrar sus clases de Historia del Perú en el Colegio Alemán, empleó las Tradiciones de Palma, según testimonio de su alumno y luego gran historiador y diplomático, Guillermo Lohmann Villena520. De hecho, tal vez sea Porras uno de los críticos que con mayor agudeza ha sabido penetrar en la esencia de la visión histórica que Palma vuelca en su escritura para darnos, precisamente, el testimonio de la “verdadera tradición”, de la “tradición eterna”. La definición que Porras nos ofrece de la “tradición” deja clara constancia de la coincidencia fundamental con el concepto unamuniano de la “intrahistoria” que enseguida veremos. Dice Porras: “No es historia, novela, ni cuento, ni leyenda romántica. De la historia recoge sus argumentos y el ambiente, pero le falta la exactitud y el cuidado documental. Palma no concibe la historia sin un algo de poesía y de ficción… La ‘tradición’ es, pues, un pequeño relato que recoge un episodio histórico significativo, anécdota jovial, lance de amor o de honra, conflicto amoroso o político en que se vislumbra repentinamente el alma o las preocupaciones de una época o se recoge intuitivamente, por el arte sintético del narrador, una imborrable impresión histórica (…) Es la gran historia realizada con la técnica fragmentaria y liviana del pintor de azulejos (…) Es la historia popular contada, según lo dijo él mismo, como la cuentan las viejas y el vulgo…”521. En otra ocasión, Porras decía, en el prólogo al Epistolario de Palma, que la tradición era 518 Vito Paredes, Jaime. Relato y Nación a mediados del siglo XIX en América Latina: las Tradiciones de Ricardo Palma y el descubrimiento de la fuerza histórica de lo cotidiano. En: Aula Palma XI-2012. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 306, Lima, 2012. 519 Varillas Montenegro, Alberto. Luis Jaime Cisneros, palmista. Op. cit., pp. 11-12. 520 Holguín Callo, Oswaldo. Ricardo Palma en la obra de Porras (Apuntes y bibliogafía). Op.cit., p. 30. 521 Porras Barrenechea, Raul. El sentido tradicional de la literatura peruana. Instituo Raul Porras Barrenechea, pp. 57-59, Lima, 1969. (Cit. por Valero Juan, Eva Mª. Ricardo Palma, la historia y El Quijote en América. En: Revista de la Casa Museo Ricardo Palma, vol. 5, pp. 26-27, Miraflores, diciembre de 2004.) Vid. también: Martos, Raúl Porras Barrenechea 125 historia sonriente, es decir, “el arte de narrar el cuento y la tradición oral del pueblo enlazada con el amarillento infolio”522. Y una vez más, el mismo don Raúl, en el prólogo a una selección de Tradiciones, añadía que esta entrega el pasado, con su rancio olor a los manuscritos y a los archivos, habría frenado su desbordante creatividad humorística523. Para Porras, Palma... incapaz de ceñirse a un texto frío, adereza la historia, la anima y la retoca y cuando el manuscrito tiene claros (huecos) – dice uno de sus comentaristas- él lo llena con las telarañas de su ingenio. Precisamente de Porras –así como de Jorge Basadre y Rómulo Cúneo Vidal- dice el que fuera Director de la Casa Museo Ricardo Palma, Jorge Valenzuela524, citando a Núñez, que los tres producen relatos que demuestran (…) su empeño por prolongar la vigencia temporal de la tradición meditando el empleo de nuevos contenidos que ofrece la historia interpretativa. En eso no se equivoca. Los tres son historiadores y los tres escriben a partir de textos que uno puede indentificar sin ninguna duda como “históricos”. En ese caso es suficiente la filiación y en ellos se da esa “operación de transformación”, eso que significa “sacarle partido a la historia, teniéndola como elemento base de una finalidad ficcional”. Sobre la relación entre el relato histórico y el relato ficcional en Palma cree Huárag que el narrador, en ese contexto, se nos presenta como creador, de un ficcional, de un verosímil. Recrea a partir de hechos que son parte de sus vivencias, o de acontecimientos recogidos luego de una ardua investigación. El narrador reordena la realidad. Los datos de la investigación permiten conocer el marco histórico, acaso el escenario y las costumbres. Siguiendo a Aristóteles podemos decir que el escritor construye un universo ficcional ‘posible de suceder’… Dos discursos pero un mismo propósito. En un caso el discurso se desenvuelve en el plano de la verdad histórica, y en el otro en el plano de la ficción. Los dos planos se entrecruzan y se superponen en el plano de las significaciones, toda vez que se trata de un mismo personaje o suceso”525. También José Miguel Oviedo define la citada visión intrahistórica de Palma cuando escribe: “Palma rescató del olvido un pasado peruano que la historia oficial no iba a registrar; un pasado doméstico, de quisicosas: migajas de un banquete solemne. En ello residen la significación Marco. Reflexión sobre Ricardo Palma y Manuel González Prada. En: Aula Palma VI (Edición del Décimo Aniversario), Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 66, Lima, 2007. Y: Hampe Martínez, Teodoro. Tradicionismo vs. tradicionalismo. Op. cit., pp. 119-120. Y: Cit. por Thorne, Carlos. Apostillas a la Tradición Palmista. Op.cit., pp. 231-232. Y por: Pantigoso Pecero, Manuel. Las Tradiciones de Palma: lo clásico como continuidad esencial en el tiempo. Op. cit., p. 225. 522 Kapsoli Escudero, Wilfredo. Biografía del libro El demonio de los Andes. En: Aula Palma. Discursos de Incorporación al Instituto Ricardo Palma 1998-1999. Universidad Ricardo Palma, 1ª ed., p. 31, Lima, 1999. Y: Kapsoli, Wilfredo. Las Tradiciones Peruanas en la escuela. En: Aula Palma III 2002-2003. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 253, Lima, 2003. 523 Kapsoli Escudero, Wilfredo. Biografía del libro El demonio de los Andes. Op.cit.., p. 31. 524 Valenzuela Garcés, Jorge. Los tradicionistas peruanos de Estuardo Núñez: ¿La Tradición se renueva?. En: Revista de la Casa Museo Ricardo Palma, Año III, vol. 3, p. 181, Miraflores, diciembre de 2002. 525 Huárag, Eduardo. La articulación de planos discursivos, al dador en los relatos extraordinarios y la construcción de un personaje pintoresco. Discurso de incorporación al Instituto Ricardo Palma, Lima, octubre de 2004. Op. cit., pp. 16-17. 126 literaria y las limitaciones estéticas de su arte. Palma vivificó ese pasado y lo acercó al presente, para darle vitalidad y animación de cosa actual, plena de color y movimiento”526. Higgins527, de la Universidad de Liverpool, considera que las anécdotas de que se sirve Palma en sus Tradiciones eran un pretexto, precisamente, para introducir información histórica que viene a constituir un curso básico sobre la historia del páis. Precisamente, Ayala subraya que “Palma como ningún otro escritor ha enseñado la Historia del Perú a través de sus Tradiciones, no sólo porque es el escritor con más ediciones populares sino porque sigue siendo una fuente de lectura en las escuelas y colegios del Perú”. Este mismo autor acaba su artículo sobre Palma y los hechos de la Batalla de Ayacucho afirmando que la tradición “Pan, queso y raspadura” es un texto “redactado teniendo en cuenta una documentación válida, pues soporta la comparación de libros escritos por los historiadores más serios que han tratado el tema.”528 Miguel de Unamuno mantuvo con Ricardo Palma una interesante correspondencia. En 1895 el primero definió, en el libro En torno al casticismo, su concepto de la “intrahistoria” como la esencia más perdurable de la historia. Para Eva Mª Valero –y estoy de acuerdo con ella- esa definición es idónea para dilucidar, también, la concepción palmiana de la “tradición”. Porque para Unamuno, es precisamente en la “vida intrahistórica” donde se encuentra la verdadera tradición: “… la tradición es la sustancia de la historia. Esta es la manera de concebirla en vivo, como las sustancia de la historia, como su sentimiento, como la revelación de lo intrahistórico, de lo inconsciente en la historia (…) Las olas de la historia, con su rumor y su espuma que reverbera al sol, ruedan sobre un mar continuo, hondo, inmensamente más hondo que la capa que ondula sobre un mar silencioso y a cuyo último fondo no llega el sol. Todo lo que cuentan a diario los periódicos, la historia toda del ‘presente momento histórico’, no es sino la superficie del mar, una superficie que se hiela y cristaliza en los libros y registros, y una vez cristalizada así, una capa dura, no mayor con respecto a la vida intrahistórica que esta pobre corteza en que vivimos con relación al inmenso foco ardiente que lleva dentro, (…) Sobre el silencio augusto, decía, se apoya y vive el sonido; sobre la inmensa humanidad silenciosa se levantan los que meten bulla en la historia. Esa vida intrahistórica, silenciosa y continua como el fondo mismo del mar, es la sustancia del progreso, la verdadera tradición, la tradición eterna, no la 526 Oviedo, José Migiel. Ricardo Palma. Centro Editor de América Latina, p. 63, Buenos Aires, 1968. (Cit. por Valero Juan, Eva Mª. Ricardo Palma, la historia y El Quijote en América. En: Revista de la Casa Museo Ricardo Palma, vol. 5, p. 27, Miraflores, diciembre de 2004.) 527 Higgins, James. Las Tradiciones peruanas de Ricardo Palma: la Historia como legitimación. En: Revista de la Casa Museo Ricardo Palma, nº 2, p. 21, Miraflores, 2001 528 Ayala Olazábal, José Luis. Palma y los hechos en la Batalla de Ayacucho. Op. cit., pp. 268 y 272. Miguel de Unamuno 127 tradición de mentira que suele ir a buscar al pasado enterrado en los libros y papeles, y monumentos y piedras”529. Lo cierto es que Palma sí escribió algunas obras estrictamente históricas530. Y, como ha destacado González Chumpitaz, “son comunes sus referencias a archivos antiguos, a libros e informantes y a fechas específicas”531. Hasta el punto de que, como ha recordado Tanner, es posible comparar la ávida inmersión de casi toda una vida de Palma en los documentos viejos, manuscritos polvorientos, folios y libros, albergados principalmente en la Biblioteca Nacional, con el “leer y compulsar textos antiguos (de Quevedo) escritos en lenguas clásicas –manuscritos los más, polvorientos y seculares, encerrados en los viejísimos arcones de conventos madrileños y leoneses”532. Sin embargo, para Isabelle Tauzin, de la Universidad de Burdeos, los primeros escritos de Palma favorecieron la confusión. Se refiere a si tomar a Palma como historiador o como literato. Basta recordar, dice Tauzin, “cómo publicó en 1853 su Corona Patriótica conformada por una serie de biografías de próceres y héroes olvidados de la Independencia. Luego, en 1863, salieron los Anales de la Inquisición de Lima cuyo título, cogido de Tácito, no dejaba la menor duda en cuanto a las pretensiones científicas del autor.” La lectura de las Tradiciones como manual de historia fue alentada por las declaraciones del mismo escritor. “Palma proclamó la necesidad de fundar una literatura independiente que se enraizara en el pasado colonial: Si algún mérito tienen (mis tradiciones), es de presentar en humilde prosa acontecimientos de nuestra historia colonial”533. Desde su juventud y hasta la época de escritor maduro la escritura de la Historia tendrá para don Ricardo carácter de labor patriótica, útil para el país; por ejemplo, sobre los citados Anales de la Inquisición de Lima le decía a José Casimiro Ulloa534: “Me ocupo en un trabajo bastante serio y que creo será de alguna utilidad para la historia del Perú en su época de coloniaje.” 529 Unamumo, Miguel de. En torno al casticismo. Espasa-Calpe, pp. 49-50, Madrid, 1991. (Cit. por Valero Juan, Eva Mª. Ricardo Palma, la historia y El Quijote en América. En: Revista de la Casa Museo Ricardo Palma, vol. 5, p. 26, Miraflores, diciembre de 2004.) 530 Además, Palma, era consciente de que los monumentos históricos, debían preservarse para siempre como memoria de la nación, como destació en su tradición “La casa de Francisco Pizarro” al escribir: “En 1821 se efectuó, pues, por última vez en Lima el paseo de alcaldes; y desde entonces apenas si hay quien recuerde cuál fue el sitio en donde estuvo la casa de Pizarro, que hemos debido conservar en pie, como un monumento o curiosidad histórica”. (Coloma Porcari, César. Ricardo Palma y los monumentos históricos del Perú. Op. cit., p. 76.) 531 González Chumpitaz, María. La intertextualidad en “Santiago el Volador”. En: Revista de la Casa Museo Ricardo Palma, Año III, nº 3, p. 168, diciembre 2002. 532 Tanner, Roy L. Aproximaciones al estudio de las Tradiciones peruanas. Op. cit., pp. 36-37. 533 Tauzin Castellanos, Isabelle. La historia del Perú revisada y corregida por Ricardo Palma. En: Revista de la Casa Museo Ricardo Palma, vol. 1, pp. 95-96, Miraflores, 2000. 534 Carta a José Casimiro Ulloa de julio de 1861. Citada por Moreano, Cecilia. Relaciones literarias entre España y el Perú: la obra de Ricardo Palma. Op. cit., p. 26. Isabelle Tauzin 128 La citada Isabelle Tauzin consideraba que “el discurso histórico presupone ominisciencia e imparcialidad de parte del historiador. La primera persona del singular en tanto que expresión de la subjetividad a priori está excluida. Los documentos han de hablar por sí mismos y el historiador se limita a poner de manifiesto la información subyancente.” Y prosigue esta estudiosa: “La referencia al punto de vista de los historiadores (“opiniones históricas”), a los cronistas eruditos (“sesudos cronistas”), y por último la alusión a los testimonios sobredeterminan el efecto de imparcialidad. Cuando asoma la primera persona del singular, ya ha sido legitimada por tal acumulación de citas que el narrador correctamente informado, se convierte en garante de la exactitud de los datos proporcionados”535. Finalmente la profesora Tauzin acaba definiendo así la historia en las Tradiciones: “La Historia está al servicio de la ideología y también de la lengua, de manera que el hecho histórico se convierte en pretexto para un ejercicio de estilo. Medio siglo antes de los malabarismos borgeanos, las Tradiciones Peruanas pueden definirse como metaficciones historiográficas que anuncian los cuestionamientos y las parodias de la literatura posmoderna”536. Otra estudiosa de Palma, Dora Bazán de Devoto considera que “en los retratos que aparecen en las Tradiciones históricas –llamadas así porque tienen una base histórica- tenemos que distinguir dos tipos: los históricos propiamente dichos, como el mismo Palma los llama, y que podríamos llamar imaginarios, o sea, los creados por el tradicionista, incluso refiriéndose a personajes históricos. Los retratos históricos se hacen como lo refiere Palma por la importancia del papel que los personajes desempeñan en la crónica. Es fácil suponer que en los textos históricos no interesan tanto los personajes cuando las incidencias que se quiere relatar.”537 Roberto Rodríguez defiende que Palma, sin pretender ser historiador, tal como él mismo admitía, “incursionó –en lo que al tiempo atañe-, en un recorrido singular por diversas épocas, y, guardando las distancias en lo que a especialidades compete, asumió un rol equivalente al del Inca Garcilaso de la Vega en sus Comentarios Reales y al de don Jorge Basadre en Historia de la República del Perú, contribuyendo a la construcción de la memoria colectiva”538. Uno de sus más caros propósitos, afirma Quispe, “es reconstruir y recrear la historia”. Y 535 Tauzin Castellanos, Isabelle. La historia del Perú revisada y corregida por Ricardo Palma. Op. cit., pp. 96- 97. Palma decía por ejemplo: “Los documentos que de Pizarro he visto en la Biblioteca de Lima, sección de manuscritos, tienen todos las dos rúbricas”. Es en la tradición “Tres cuestiones históricas sobre Pizarro” que comienza: “Variadísimas y contradictorias son las opiniones históricas sobre si Pizarro supo o no escribir, y cronistas sesudos y minuciosos aseveran que ni aún conoció la O por redonda”. En la tradición “Franciscanos y Jesuítas” dice: “Mucho, muchísimo he rebuscado en cronistas y papeles viejos…” 536 Tauzin Castellanos, Isabelle. La historia del Perú revisada y corregida por Ricardo Palma. Op. cit., p. 108. 537 Bazán de Devoto, Dora. Ángeles y demonios en Ricardo Palma. En: Aula Palma IX-2010, Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 46, Lima, 2010. 538 Rodríguez Rabanal, Roberto. Sociedad, comunicación y oralidad en las Tradiciones Peruanas. En: Aula Palma VII 2008. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 377, Lima, 2008. Dora Bazán de Devoto 129 para ello, “recurre a fuentes historiográficas como los anales, las crónicas, los diccionarios históricos, las memorias, los documentos inquisitoriados, así como encuentra refuerzos en la práctica periodística y en la labor de bibliotecario. Se agrega además su basamento en la tradición oral de los pueblos, el rumor, el chisme limeño, la conseja familiar, el pregón callejero, el uso del fait divers y shifters… Dario Puccini nos indicó que las Tradiciones tuvieron como antecedentes y parentescos al periodismo inglés del s. XVIII, a la leyenda romántica, al artículo de costumbres español, al cuento breve o tout court (romántico y realista) y a las investigaciones antropológicas o infrahistóricas. Todo ello contribuyó a que las Tradiciones se popularizaran y cobraran eco.”539 Sin embargo, las duras críticas que recibió por su estudio histórico Monteagudo y Sánchez Carrión (1877), le llevaron a desistir de hacer historia contemporánea. En efecto, el tono de la polémica desatada por este trabajo de Palma fue muy violento y sin duda maltrató al tradicionista que no volvió a tocar temas relacionados con la historia contemporánea peruana. Años después don Ricardo dejó testimonio de la forma en que este curioso asunto le había afectado540: “Yo bien sé (y por experiencia propia) lo peligroso que es tocar a los contemporáneos. Un trabajillo mío sobre Bolívar y Monteagudo (que habrá Ud. acaso leído al final de mi libro Tradiciones) provocó una polémica casi continental, polémica en que a mi modesta personalidad no le dejaron hueso sano. Llegó la exaltación hasta la indignidad de quemar sobre el proscenio de un teatro de Colombia un monigote de madera y trapo, bautizado con el nombre de Ricardo Palma”. Sobre este tema, en carta a Benjamín Vicuña Mackenna, de 2 de diciembre de 1878, escribía: No me quejo de que me califique Ud. de forjador de increíbles patrañas y de poco versado en la chismografía de la historia. Mi divisa es ser tolerante. Precisamente mi folleto Monteagudo y Sánchez Carrión me ha traído tal aluvión de dicterios de parte de los bolivaristas de la antigua Colombia, que, a ser yo quisquilloso, habrían sublevado mi bilis541… De los escritores peruanos, exceptuando a Odriozola, ninguno ha querido comprometerse en la lucha, bien que muchos me facilitaban datos y documentos… Pero quedo escarmentado para no volver a escribir sobre historia contemporánea542. 539 Quispe Torres, Daniel. Discurso ideológico como tradición y modernidad en las “Tradiciones” de Ricardo Palma. Op. cit., p. 229. 540 Varillas Montenegro, Alberto. Palma, historiador de 1825. Op. cit., p. 96. 541 Sobre esta metáfora de la bilis sublevada (Palma dice: traían a la Miquita con la bilis sublevada) anota Javier Rosas que “refiere que no existe diálogo sino comunicación en términos de conflicto (sublevarse). Miquita (se refiere a Micaela Villegas, la Perricholi) se encontraba con la bilis sublevada porque el cómico empresario había preferido a la actriz Inesilla. (T. P. Genealidades de la Perricholi (1762). Al Señor Enrique de Borges, ministro de Francia en el Perú, y traductor de mis “tradiciones”. Y Rosas Domínguez, Javier. Metáforas en la Perricholi y otras tradiciones. Op. cit., p. 315.) En un comunicado de Ricardo Palma, firmado como “Pablo cierra la puerta”, dedicado al italiano José Musso que desalojó a su familia de la Casa de la Pila, hacía alusión de nuevo a esa figura diciendo: “…Gracias a Dios que nos proporcionas la ocasión de hacer ver ante un jurado que eres un hombre criminal. Allí te probaremos palmariamente los latrocinios o estafas que te han exaltado tanto la bilis”. (16 de mayo de 1850) (Cit. por Holguín Callo, Oswaldo. Tiempos de infancia y bohemia. Ricardo Palma (1833-1860). Op.cit., p. 80) 542 Palma, Ricardo. Epistolario. T. I. Cultura Antártica, pp. 43, 47 y 48, Lima, 1949. 130 Ante su desautorización como historiador, dice Moreano de Vargas543, “la retórica palmiana adoptará entonces la estrategia del discurso histórico: recurre a una prolija presentación de datos positivos, menciona sus fuentes de información (principalmente el Diccionario histórico- biográfico de Manuel de Mendiburu, la Estadística de Lima de José María Córdova y Urrutia y el Nobiliario de José de Rezábal y Ugarte) y ofrece una detallada relación de los títulos nobiliarios que existían en el país.” Kapsoli544 recuerda que, aparte de la información oral y de su experiencia vital, Palma recurrió al manejo de otras fuentes para recrear la vida de sus protagonistas. Alberto Tauro ha documentado la raíz de algunas de las Tradiciones: Los tres motivos del Oidor fue ideado a partir de Diego Fernández en su Historia del Perú (Libro I, caps. XXV y XXXIV; y Libro II, cap. XLVIII), Las hechas y por hacer preparado en base a los Comentarios Reales de Garcilaso de la Vega (II parte, Libro V, cap. XLI), Ay cuitada y guay de lo que aquí andaba elaborado tomando como referencia la Historia de las Guerras Civiles del Perú (Libro III, cap. XXXIV) de Pedro Gutiérrez de Santa Clara. José Antonio Bravo menciona algunas de las fuentes de Palma545: “en primer lugar figuran los manuscritos procedentes de la Colección Zegarra, papeles varios de las Biblioteca Nacional y Códices del Archivo Nacional, un conjunto documental que, si bien no avala necesariamente a una celosa erudición, debería obligar que la imaginación no fue su único recurso. Junto con los documentos figuran la lectura de historiadores como Mendiburu, sociólogos como Fuentes y testigos como Miller.” Manuel Pantigoso546 defiende una nueva y atenta relectura de las Tradiciones que incluyen adecuados enfoques metodológicos y conceptuales sobre lo literario y en la que no es posible deformar la obra de Palma a través de un basamento de prejuicios políticos e ideológicos (Palma es un reaccionario, colonialista) o históricos (Palma falsea la historia, inventó una Lima que no existió). En Lima la horrible (1965), por ejemplo, Sebastián Salazar Bondy –en un intentó por quitar valor a la imagen de Lima que Palma refleja en su obra- dice que nuestro autor imaginó una ciudad arcádica, habitada por “una galería de cortesanos respetuosos y respetables”. Sin embargo, cuando en 1912 Palma dejó de ser Director de la Biblioteca Nacional el encargado de hacer el discurso de despedida en la velada de homenaje a su figura fue el ya mencionado José de la Riva-Agüero y Osma. Entre otras cosas le decía: “Sois, señor, como nadie y antes que nadie, encarnación legítima del espíritu de nuestra patria, viva y sagrada voz de su pasado. (…) Por eso, quien os honra, honra a la patria; quien os irrita, la ofende. Y la íntima asociación con la 543 Moreano de Vargas, Cecilia. Palma detrás de XYZ. Un aporte al catálogo de sus seudónimos.Op.cit., p. 106. Vid. también: Parra Domínguez, Janet. Ricardo Palma y la construcción de la identidad peruana. Op. cit., p. 128. 544 Kapsoli Escudero, Wilfredo. Biografía del libro El demonio de los Andes. Op. cit., p. 32. 545 Bravo de Amézaga, José Antonio. Aproximación a la multiplicidad de niveles de lectura en las Tradiciones peruanas de don Ricardo Palma. Op. cit., p. 310. Vid. también: Kapsoli Escudero, Wilfredo. La ironía en El Demonio de los Andes. Op. cit., p. 79. 546 Pantigoso Pecero, Manuel. El sentido del pasado y la actualidad de la lengua en las Tradiciones de Palma. En: Aula Palma. Discursos de Incorporación al Instituto Ricardo Palma 1998-1999. Universidad Ricardo Palma, 1ª ed., p. 150, Lima, 1999. 131 historia del Perú, no existe sólo en vuestros esclarecidos escritos, sino en el curso de vuestra larga vida”547. Es evidente que el gran polígrafo reconocía en la obra de Palma un valor histórico incuestionable. En definitiva parece que Palma haya sido un exponente especialmente brillante de los que Macauley decía: “La mejor historia es aquella en la cual se emplea hasta cierto punto alguna parte de ficción, porque si bien es cierto que la fidelidad pierde algo, no lo es menos que el efecto gana mucho más con ello”. Finalizaré este capítulo haciendo referencia a los reconocimientos que Palma recibió de parte de instituciones de todo el mundo dedicadas al cultivo de la Historia, lo que es una demostración más de la importancia que esas corporaciones reconocían a los escritos del tradicionista. En 1886 fue hecho miembro correspondiente en el Perú de la Real Academia de la Historia, y en 1912 fue nombrado miembro correspondiente de la Junta de Historia y Numismática Americana de Buenos Aires548. César Miró explicaba a este respecto: “Le admiran, le consultan, tiene fama en todos los pueblos del idioma”549. 547 Varillas Montenegro, Alberto. Riva-Agüero y Palma. Op. cit., pp. 35-36. 548 Holguín Callo, Oswaldo. Cronología corregida y aumentada de Ricardo Palma. En: Revista de la Casa Museo Ricardo Palma, nº 7, pp. 95 y 98, Miraflores, abril de 2012. 549 Miró, César. Don Ricardo Palma, el Patriarca de las Tradiciones. Op.cit., p. 144. 132 133 VI. MEDICINA POPULAR Y TRADICIONAL. CURANDERISMO El amplio capítulo de la medicina popular, de las “recetas de la abuela” para sanar una u otra enfermedad, es bastante rico en la obra de Palma, como lo fue y sigue siéndolo en la vida peruana, con su entremezclado de influencias hispánicas e indígenas, sin olvidar algunos toques de culturas africanas y orientales. Es natural que así suceda y es algo que se da también en otros ámbitos, como el religioso en el que tan abigarrados influjos hacen que, sobretodo entre el campesinado, la práctica del catolicismo adquiera tintes propios y singulares en los que el sincretismo es frecuente. Carece, por tanto, de sentido el afán polarizador entre indigenismo e hispanismo, pues se nutren recíprocamente en el crisol que es la tierra peruana, haciendo obsoleta la vieja disputa que indirectamente apunta Cueto550. Con la llegada de los españoles, el Perú dejó de ser plenamente indígena pero no para pasar a convertirse en totalmente hispánico, sino surgiendo una nueva realidad cultural con rasgos distintos e innovadores. Ese mestizaje cultural y racial, propio de la colonización hispana –a diferencia de la anglosajona- afectó también a la Medicina. Así es, de este modo, con esa mezcla, se trasplanta al Perú el curanderismo, que ya existía en Castilla. Sin embargo, se ve enriquecido por las aportaciones de la medicina popular local, que también habría de incrementar el capital de conocimiento de la medicina escolástica a través, sobretodo, de la botánica. De igual manera, lo que Lastres denomina la Medicina Mágico-religiosa fue muy practicada en el Perú. Tenía lugar en los conventos y fuera de ellos. Se multiplicaban las curaciones maravillosas, como las debidas a la intercesión de San Martín de Porres, o los remedios sagrados. El exceso de curanderos, muchos de los cuales no eran más que meros farsantes, y el escaso número de verdaderos médicos - en 1790 apenas pasan de veinte en Lima, para una población superior a 50.000 habitantes - llevó al virreinato a una triste situación que Unanue, en su Decadencia y restauración del Perú, describe así: “una peste de curanderos y charlatanes... iba devorando por todas partes la vida y la substancia del vulgo”551 . En la Lima de la época de Palma, y en tiempos anteriores a él, los yerbateros, los que ofrecían hierbas medicinales se cruzaban por las calles con el médico en su mula552. Y a don Ricardo, fino observador, no se le escaparía ese detalle de paisaje urbano limeño. 550 Cueto, Marcos. Indigenismo and rural medicine in Peru: the Indian Sanitary Brigade and Manuel Núñez Butrón. Bull Hist Med 1991;65:22-41. 551 Clément, Jean Pierre. Decadencia y restauración de la medicina peruana a fines del siglo XVIII (I). Asclepio 1987;XXXIX (2):217-38. 552 Miró, César. Don Ricardo Palma, el Patriarca de las Tradiciones. Ed. Losada, p. 26, Buenos Aires, 1953. 134 Palma, como ha subrayado Huarag553, sintió fascinación “por los hechos mágicos y extraordinarios”, a modo de “acercamiento al modo de creer y pensar de la colectividad”. Seguramente ese interés se plasmó también en el que despertaba la medicina mágica. Nuestro autor menciona a varios curanderos a lo largo de sus escritos, como a Cosme Hurtado554, a quien Francisco de Carbajal tomó para que se incorporara a sus huestes. Con el tiempo, el fenómeno del curanderismo y la medicina tradicional han sido objeto en el Perú de buen número de estudios desde diversas perspectivas. En junio de 2012, por ejemplo, la revista Pueblo Continente555, de la Universidad Privada Antenor Orrego, publicó un interesante especial dedicado a estos dos temas, donde diferentes autores aportaron su visión desde sus respectivas ópticas. Precisamente en Trujillo, donde tiene su sede la citada universidad, tuvo lugar en 2011 el I Encuentro Internacional de Curanderismo “Ciencia Ancestral de la Salud”, bajo el lema “Hacia la conservación y revalorización de nuestra Medicina Tradicional – Identidad Andina y Amazónica”. A Ricardo Palma hizo referencia el prestigioso cirujano puneño Dr. David Frisancho Pineda, Jefe del Departamento de Cirugía del Hospital "Manuel Núńez Butón" y profesor de la Universidad Nacional del Altiplano, cuando publicó su libro titulado Curanderismo y Brujería en la Costa Peruana556, en cuyo capítulo X habla del curanderismo y la brujería en Ica. Esta referencia a Palma hablando de un tema paramédico demuestra una vez más que nuestro autor es consultado cuando se investiga sobre estas cuestiones. Ya he subrayado la importancia del trabajo de César Coloma sobre la medicina tradicional peruana en la obra de Palma. Las Tradiciones de don Ricardo, afirma Coloma,” ofrecen la más amplia información sobre el pasado limeño, incluyendo la medicina tradicional peruana, referente a la cual brinda escasa pero, a la vez, muy valiosa información.”557. Este autor recoge en su trabajo veintiún plantas medicinales mencionadas por Palma –que se aplicaban para curaciones específicas- que él también describe. En las conclusiones de su trabajo sobre medicina tradicional peruana en la obra de Palma558, Coloma afirma que “las referencias que hace don Ricardo Palma a la curación de diversos males, por medio del empleo de diversas plantas medicinales, son una valiosa fuente de información verificada por los datos que proporciona don Antonio Raimondi. Por dicha razón, tanto las plantas medicinales como el uso que tenían antaño, deberían ser estudiados científicamente a fin de 553 Huárag Álvarez, Eduardo. Estructura y estrategias en la narrativa peruana. Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú, p. 37, Lima, 2004. 554 Huárag Álvarez, Eduardo. Estructuras y estrategias narrativas en las Tradiciones de Ricardo Palma. Universidad Ricardo Palma, Editorial Universitaria, p. 71, Lima, 2004. 555 Pueblo Continente, Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego. Vol. 23, nº 1, Enero-Junio 2012, pp. 14-109, Trujillo, Perú, 556 Frisancho Pineda, David. Curanderismo y brujería en la costa peruana. Lima, 1986. 557 Coloma Porcari, César. La medicina tradicional peruana en la obra de Ricardo Palma. Op. cit., p. 49. 558 Coloma Porcari, César. La medicina tradicional peruana en la obra de Ricardo Palma. Op. cit., p. 63. 135 determinar la veracidad de sus propiedades curativas. Se debe tener presente que la única manera de comprobar la eficacia de los tratamientos mencionados en este estudio” –se refiere al artículo citado- “es realizando un trabajo de investigación a cargo de competentes especialistas en medicina, química, etc. Su resultado puede ser de gran utilidad ya que es muy probable que estas plantas sí tengan virtudes curativas, y que su uso en la actualidad podría ser muy apreciado por quienes prefieren las dietas saludables y el consumo de productos naturales”. Uno de los modos de tratar enfermedades que se usaba en el Perú virreinal, lo mismo que en la España peninsular, era mediante el uso de reliquias de santos a las que se reconocían propiedades curativas. De ello nos da cuenta Lohmann Villena, por ejemplo, cuando comenta la vida de Diego Mejía de Fernangil, que vivía en Lima ya en 1590. Parece que en 1612 se valió de una reliquia de Francisco Solano, santo peruano, con la que su hija recobró la salud después de aquejarla una dolencia cardiaca adquirida de resultas del temblor de 1609559. Pasemos pues a recorrer la exuberante senda de las Tradiciones, contempladas desde este aspecto: las otras maneras de curar. Empezaremos por la asombrosa historia de la curación del papa Gregorio XIII, nacido Ugo Buoncompagni y responsable del llamado calendario gregoriano, llamado así por él, que sustituyó al calendario juliano, implantado por Julio César. Parece ser que hacia el año de 1581 estaba Su Santidad –dice Palma- tan seriamente enfermo que ya los conclavistas principiaban a agitarse, pues se desencadenaban ambiciones en pos de la tiara. La dolencia del Padre Santo, en puridad de verdad, no era tal que justificase la alharaca, pues no pasaba de una fluxión560 recia en el aparato de masticación. El dolor de muelas era rebelde a las cataplasmas, emolientes, pediluvios y sangrías, que en aquel siglo la ciencia odontálgica andaba tan en mantillas que cirujano o barbero alguno de toda la cristiandad no se habría atrevido a emplear lamedor de gatillo mientras hubiese cachete hinchado. Con el sistema curativo empleado por los galenos de Roma iba el egregio enfermo en camino de liar el petate, y lo que al principio fué una bagatela, se iba, por obra de médicos torpes, convirtiendo en gravísimo mal. Dos meses llevaba Su Santidad postrado en el lecho; dos meses de constante y doloroso insomnio; dos meses de alimentarse con líquidos, y para complemento de alarma, el pulso denunciaba fiebre. Reunidos en consulta los más diestros matasanos de la ciudad papal, opinaron que el sujeto estaba ya atacado de caries maxilar, lo que, tratándose de un anciano y 559 Lohmann Villena, Guillermo. Huellas renancentistas en la literatura peruana del siglo XVI. En: En: Hampe Martínez, Teodoro. La tradición clásica en el Perú virreinal. Fondo Editorial UNMSM, p. 126, Lima, 1999. 560 El término fluxión se refiere a una acumulación patológica de líquidos -generalmente pus- en alguna parte del organismo. 136 teniendo en cuenta el poco saber quirúrgico de sus mercedes, importaba tanto como declarar próxima vacancia de la silla de San Pedro. Y de fijo que Su Santidad Gregorio XIII habría en esa ocasión ido a pudrir tierra si no se hubiera encontrado de tránsito en Roma un fraile perulero, fray Miguel de Carmona, definidor del convento agustiniano de Lima. Habíalo su comunidad enviado a la ciudad de las siete colinas, en compañía de otros dos conventuales para que gestionase sobre asuntos de la Orden y de paso adquiriese algunos huesecitos de santo, que gran falta hacían en el templo de Lima. Las demás comunidades tenían abundancia de reliquias auténticas, con las que ganaban en prestigio ante la gente devota, y los agustinos andaban escasos de esa mercadería en sus altares. Dos meses llevaban los comisionados de residencia en Roma, sin haberles sido posible avistarse con el Pontífice, que por causa de su dolencia estaba invisible para frailucos y gente de escaleras abajo. Sólo sus médicos y tal cual cardenal o personaje lograban acercársele. En este conflicto ocurriósele al padre Carmona dirigirse al camarlengo y decirle que, pues Su Santidad se encontraba desahuciado, nada se perdía con permitirle que intentara su curación empleando hierbas que había traído del Perú, y cuya eficacia entre los naturales de América para dolencias tales le constaba. Refirió el camarlengo al Papa la conversación con el perulero, y Su Santidad, como quien se acoge a una última esperanza, mandó entrar en su dormitorio al padre Carmona, y después de obsequiarle con una bendición papal, le dijo: - A ti me encomiendo. Age. Y ello fue que sin más que enjuagatorios de hierba santa561 con leche, cataplasmas de llantén562 con vinagrillo y parches de tabaco bracamoro563 en las sienes, a los tres días estuvo 561 Coloma Porcari consigna la hierba santa como: Cestrum s.p. En realidad debería ser Cestrum auriculatum Ruiz & Pavón, de la familia de las Solanáceas. También existe la hierba santa (Piper auritum), también llamada acuyo, tlanepa o momo, y es una planta aromática que crece en la Mesoamérica tropical. Además de usarse para la cocina, como condimento, sus hojas se usan como estomacales, siendo analgésicas y estimulantes según la medicina tradicional. También se usa en homeopatía la tintura de la planta entera y las diluciones contra el asma, la bronquitis, la laringitis aguda o crónica y la disnea. Asímismo la Cestrum hediondum Ruiz & Pavón. (Vid. Coloma Porcari, César. La medicina tradicional peruana en la obra de Ricardo Palma. Op. cit., p. 56) 562El llantén (Plantago major L.) es utilizado en la Medicina popular vasca, que lo llama Plantilla belarra, para el tratamiento de heridas y contusiones, y para la faringitis. El llantén mediano o Belar txabala, se utiliza en algunos procesos inflamatorios, como el panadizo. (Garmendia Larrañaga, Juan. Rito y fórmula en la medicina popular vasca. La salud por las plantas medicinales. Ed. Txertoa, San Sebastián, 1990). Vid. también: Coloma Porcari, César. La flora del Perú en las Tradiciones de Ricardo Palma. En: Aula Palma X-2011, Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 77, Lima, 2011. Afirma Raimondi que “muchas especies de llantén tienen propiedades ligeramente astringentes, que las hacían usar, en otro tiempo, en la medicina”. (Raimondi, Antonio. Elementos de Botánica aplicada a la Medicina y la Industria, en los cuales se trata especialmente de las plantas del Perú. Segunda Parte. Taxonomía, fitografía y geografía botánica. Tipografía calle del Compás, 202, p. 114, Hierba santa (Cestrum auriculatum) 137 Su Santidad Gregorio XIII como nuevo, y tanto, que hasta la hora de su muerte, que acaeció años más tarde, no volvió a dolerle muela ni diente564. Ni siquiera se vió en el caso de aquel marido a quien, oyéndole quejarse de dolor en las sienes, lo interrumpió su mujer, diciéndole: - Tranquilízate, eso pasará pronto cuando te hayan brotado un par de colmillos. Dice el cronista Calancha, tal vez por encarecer el merecimiento del curandero, que en los primeros ratos sufrió el enfermo náuseas atroces, calambres y sudores, terminando por aletargarse, lo que dió motivo para que los palaciegos se alarmasen, recelando que el fraile perulero hubiera administrado algún tósigo al Pontífice. En aprietos se vió su paternidad565. Antonio Raimondi dice sobre la hierba santa que esta planta “nace espontánea, en mucha abundancia en las cercanías de Lima, a donde se conoce con el nombre de Yerba Santa o Yerba hedionda, y se emplea en infusión, como refrigerante y emoliente, o también para lavar úlceras”566. El padre Carmona, amén de conseguir todo lo que deseaba su Orden, fue nombrado Abad de Lunahuaná, con cuatro mil ducados de renta sobre el arzobispado de Lima, aunque no lució la mitra abacial por haber muerto durante el viaje de vuelta al Perú. Es probable que este Fray Miguel de Carmona sea el que fue como vicario de Fray Antonio de Baeza567 en 1566 a fundar la primera misión católica en el pueblo de Piscobamba, en la actual provincia de Mariscal Luzuriaga, en el departamento de Ancash. La historieta de la Capa de San José nos relata el poder terapéutico milagroso de esa prenda atribuida al Santo Patriarca, de la que nos dice: Ya tendría para rato si me echara a hablar Lima, 1857. Vid. también: Coloma Porcari, César. La medicina tradicional peruana en la obra de Ricardo Palma. Op. cit., p. 59.) 563 Es decir Nicotiana tabacum L. Dice Antonio Raimondi que “las hojas del tabaco son acres, eméticas y drásticas; cuando se usan en cierta cantidad, son estupefacientes, causan delirio, convulsiones y la muerte”. (Raimondi, Antonio. Elementos de Botánica aplicada a la Medicina y la Industria, en los cuales se trata especialmente de las plantas del Perú. Segunda Parte. Taxonomía, fitografía y geografía botánica. Op. cit., p. 157. Y: Coloma Porcari, César. La medicina tradicional peruana en la obra de Ricardo Palma. Op. cit., p. 61.) 564 Sobre este hecho vid: Coloma Porcari, César. La flora en las Tradiciones peruanas. En: El Dominical de El Comercio, 23 de octubre de 2011, pp. 8-9. Y: Coloma Porcari, César. La flora del Perú en las Tradiciones de Ricardo Palma. Op. cit., p. 74. 565 T. P. El Abad de Lunahuaná (1581). Vid. Coloma Porcari, César. La flora del Perú en las Tradiciones de Ricardo Palma. Op. cit., p. 87. 566 Raimondi, Antonio. Elementos de Botánica aplicada a la Medicina y la Industria, en los cuales se trata especialmente de las plantas del Perú. Segunda Parte. Taxonomía, fitografía y geografía botánica. Op. cit., p. 162. 567 Sobre su vida vid: Calancha, Antonio de la. Crónica moralizada del Orden de San Augustín en el Perú, con sucesos egenplares vistos en esta monarquía. Tomo I, Libro II, p. 416. Libro del padre Calancha acerca de la historia de la orden agustiniana en el Perú 138 de los cólicos misereres, zaratomes, tabardillos568 y pulmonías curados sin auxilio de médicos ni jaropes de botica. Y cuenta un ejemplo: Recuerdo entre otros milagros sustanciosos y morrocotudos relatados por el padre Pastrana, el que se realizó con una honrada paisana mía que anhelaba tener fruto de bendición, y a la que bastó para alcanzar redondez de vientre poner sobre este la capa del santísimo carpintero569. Todavía hoy, en estos tiempos de descreimiento y materialismo a ultranza, existe cierta devoción a la Capa de San José, que tiene hasta novena propia. Concretamente se denomina novena en honor del Santo Manto de San José. Es para ser recitada570 durante treinta días consecutivos en la memoria de los treinta años de San José en compañía de Jesús, Hijo de Dios. Y se dice, además, que es más eficaz cuando se ofrece por las almas del Purgatorio. Es conocido que el rezar trae beneficios inconmensurables al alma y quizás también al cuerpo, pero de ahí a aplicar oraciones específicas a enfermedades concretas, como en una suerte de catálogo de remedios espirituales para males corporales, hay un trecho. Por lleno de gracejo y de datos interesantes al respecto transcribo el siguiente párrafo de don Ricardo: En Medicina, los galenos, a fuerza de latinajos571, más que de recetas, enviaban al prójimo a pudrir tierra572. Los enfermos preferían morirse en castellano; y de esta preferencia en el gusto nació el gran prestigio de los remedios caseros y de los charlatanes que los propinaban573. Entre los medicamentos de aquella inocentona edad, ninguno me hace más gracia, por lo barato y expeditivo, que la virtud atribuida a las oraciones de la doctrina cristiana. Así, al atacado de un tabardillo le recetaban una salve, que, en el candoroso sentir de nuestros abuelos, era cosa más fresca y desirritante que una horchata de pepitas de melón574. En cambio, el credo se reputaba como remedio cálido, y era mejor sudorífico que el agua de borrajas y el gloriado. Y dejo en el tintero que los evangelios, aplicados sobre el estómago, eran una excelente cataplasma; y nada digo de los panecillos de San Nicolás575, ni de las jaculatorias contra el mal de siete días, ni de los globulillos de cristal 568 Enfermedad parecida al tifus, con fiebre alta y continua, alteraciones nerviosas y sanguíneas, y una erupción que cubre todo el cuerpo. 569 T. P. La capa de San José (1696). 570 Las oraciones de la novena de la Capa Santa de San José se deben rezar por 30 días seguidos. Y dicen así: “En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Jesús, María y José, yo les doy mi corazón y mi alma.(Recitar un Gloria 3 veces a nuestro Padre Celestial en acción de gracias por haber exaltado a SanJosé a una posición de dignidad tan excepcional.)”. A continuación se hace el ofrecimiento que se desee. 571 En la misma Tradición, Palma hace referencia al gran médico griego Hipócrates cuando menciona a Hipócrates con sus Aforismos en latín. (T.P. El latín de una limeña (1765)) Vid. Bazán, Dora. Las Tradiciones Peruanas y sus fuentes. En: Aula Palma III 2002-2003. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 303, Lima, 2003. Y, de la misma autora: Bazán de Devoto, Dora. Ricardo Palma, gramaticólogo multilingüe. En: Aula Palma X-2011, Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 194, Lima, 2011. Asímismo vid.: Tanner, Roy L. Aproximaciones al estudio de las Tradiciones Peruanas, Op. cit., p. 103.) 572 Tanner, Roy L. El humor de la ironía y la sátira en las Tradiciones peruanas. Op.cit., p. 103. Vid. también: Bazán, Dora. Las Tradiciones Peruanas y sus fuentes. En: Aula Palma III 2002-2003. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 304, Lima, 2003. 573 Bazán de Devoto, Dora. Ricardo Palma, gramaticólogo multilingüe. Op. cit., p. 194. 574 Esta fruta, la Cucumis melo L., es mencionada por Palma en otras ocasiones aunque no haciendo referencia a propiedades medicinales como en las Tradiciones peruanas: Carta canta o Una excomunión famosa. (Vid. Coloma Porcari, César. La medicina tradicional peruana en la obra de Ricardo Palma. Op. cit., p. 61.) 575 Se trata de los panecillos de San Nicolás de Tolentino, que actúan como amuletos que devuelven la salud o dan la fecundidad. 139 que vendían ciertos frailes para preservar a los muchachos de encanijamiento o de que los chupasen brujas576. El Mal de los Siete días es el tétanos neonatal trismus nascentium. La puerta de entrada del mal es casi siempre la cicatriz del cordón umbilical. Las conductas frente al cordón y la cicatriz umbilical han sido tan variadas como peligrosamente agresivas. Van desde ponerle un paño embebido en orina, una tela de araña, materias fecales hasta emplastos de diferentes sustancias o alimentos, etcétera. Todas ellas los mejores caminos para la penetración del ubicuo agente específico del tétanos, el Clostrodium tetani descrito por Arthur Nicolaier en 1884577. En cuanto al encanijamiento, usa aquí Palma la palabra refieriéndose a los niños enfermizos y flacos. Por lo que respecta a las chupadas de bruja, es una antigua leyenda, muy extendida en toda la America Hispana según la cual algunos lactantes sufren durante las horas de sueño la extracción de sangre por parte de una bruja provocando su muerte. Dichas brujas se introducen en las casas adoptando la forma de una bola de fuego, lagartija, perro, guajolote u otro tipo de ave, y realizan su cruel actividad. Por ejemplo, los otomíes de Acambay, Estado de México, creen que la hechicera siente preferencia por los recién nacidos que no han sido bautizados; mientras que los de Huixquilucan, aseguran que el ataque se debe a que los padres del niño no cumplieron una promesa hecha a un determinado santo, por lo que el agraviado da permiso a las brujas para que ejecuten su maléfica acción. Hay quien afirma que el líquido vital de la criatura, que suelen extraerlo de la mollera de la víctima, rejuvenece a las brujas y les proporciona poder. Entre los mazahuas del Estado de México se cree que esta operación se realiza en el cuello o en la nuca. Por su parte, los otomíes del valle del Mezquital, afirman que se hace por la nariz. El pequeño aparece muerto en la mañana, con un hilillo de sangre que fluye de la nariz o de la boca, y fuera del lugar en donde fue acostado la noche anterior. Otros informes señalan que el cadáver tiene huellas de dientes de animal o pequeñas marcas rojas en diferentes partes del cuerpo. En Tlaxcala, las descripciones señalan que el agredido presenta moretones, ronchas en el pecho y en la espalda y, en ocasiones, en las orejas y en el cuello. Vemos que en esta tradición, El latín de una limeña, Palma habla del agua de borrajas como un sudorífico. Raimondi nos dice que “esta planta es cultivada por todas partes, tanto como planta de adorno por sus corolas de un hermoso color azul, cuanto por sus propiedades diuréticas y sudoríficas, debido a una cierta cantidad de nitro que contiene”578. Esto nos demuestra que Palma estaba al tanto de las propiedades de esta planta medicinal como de otras. 576 T. P. El latín de una limeña (1765), dedicada a José Rosendo Gutiérrez. Vid. también: A.I.L. Cap. III. Y: Huárag Álvarez, Eduardo. Estructuras y estrategias narrativas en las Tradiciones de Ricardo Palma. Universidad Ricardo Palma, Editorial Universitaria, p. 120, Lima, 2004. 577 Mañé Garzón, Fernando. El mal de los siete días. Arch. Pediatr. Urug. vol.80 no.2 Montevideo jun. 2009. 578 Raimondi, Antonio. Elementos de Botánica aplicada a la Medicina y la Industria, en los cuales se trata especialmente de las plantas del Perú. Segunda Parte. Taxonomía, fitografía y geografía botánica. Op. cit., p. 149. Vid. también: Coloma Porcari, César. La medicina tradicional peruana en la obra de Ricardo Palma. Op. cit., p. 51. 140 Ricardo Palma, gran escritor, era también magnífico padre. Usaba por ello de su pluma para algo tan entrañable y cotidiano como relatar cuentos a sus hijos. De uno de ellos, dedicado a mis retoños Clemente y Angélica Palma, he extraído este párrafo que cuenta las habilidades de una curandera que empleaba también la oración como terapia: Ña San Diego, más o menos, tendría entonces unos cincuenta años, e iba de casa en casa curando enfermos y recibiendo por esta caridad sus limosnillas. Ella no usaba remedios de botica, sino reliquias y oraciones, y con poner la correa de su hábito sobre la boca del estómago quitaba, como con la mano, el más rebelde cólico “miserere”. A mí me sanó de un dolor de muelas con sólo ponerse una hora en oración mental y aplicándome a la cara un huesecito, no sé si de San Fausto, San Saturnino, San Teófilo, San Julián, San Acriano o San Sebastián, que de los huesos de tales santos envió el Papa un cargamento de regalo a la catedral de Lima579. Para el dolor de muelas también había solución popular en el siglo XVI. O al menos así lo creía, a pies juntillas, un soldado y jugador que se excusaba así ante el licenciado don Diego de Esquivel, Alcalde de Potosí: - ¡Qué quiere vueseñoría! un pícaro dolor de muelas me traía anoche como un zarandillo, y por ver de aliviarlo, fui a esa casa -se refiere a la de juego- en requerimiento de un mi paisano que lleva siempre en la escarcela un par de muelas de Santa Apolonia, que diz que curan esa dolencia como por ensalmo580. Quizás le hubiera ido mejor aplicar sobre la pieza dolorosa la raíz de Chilmecatl que, según los aztecas “producía alivio inmediato, lo que daba a dicha planta el carácter de milagrosa”581. En todo caso, Santa Apolonia de Alejandría fue martirizada mediante la extracción violenta de todos sus dientes y por esta causa es considerada la patrona de la odontología y se le representa en la iconografía como una joven virgen que tiene en la mano unas tenazas con un diente entre ellas o, a veces, con las tenazas y los dientes en una bandeja, y como mártir, aparece habitualmente con la palma del martirio. 579 T. P. La misa negra (1803). Cuento de la Abuelita. Dedicado “a mis retoños Clemente y Angélica Palma”. Lo encabeza este verso popular: Ve a comprarme un pañuelo para la baba en la tienda del puente los hay de a vara 580 T. P. Las orejas del alcalde (1551), crónica de la época del segundo virrey del Perú. 581 López Ruiz del Árbol, Joaquín; Rodríguez Baciero, Gerardo; Martínez, M. Angeles; López Bermejo, Miguel A. Los aztecas: nueva aproximación a la odontología en la América precolombina. Minutos Menarini 1991(nov);177:8-11. Santa Apolonia de Alejandría, de Francisco de Zurbarán (ca. 1631). Museo del Louvre procedente del convento de la Merced Descalza del Señor San José (Sevilla) 141 La antigua limeña no usaba elixires odontálgicos (!) ni polvos para los dientes; y, sin embargo, era notable la regularidad y limpieza de éstos. Ignorábase aún que en la caverna de una muela se puede esconder una California de oro, y que con el marfil se fabricarían mandíbulas que nada tendrían que envidiar a las que Dios nos regalara. ¿Saben ustedes a quién debía la limeña la blancura de sus dientes? Al raicero. Como el jazminero era éste otro industrioso ambulante que vendía ciertas raíces blancas y jugosas, que las jóvenes se entretenían en morder restregándoselas sobre los dientes582. En todo caso al llegar a viejos, muchas dentaduras adolecen de falta de salud. Palma lo expresaba así en una satítica comparación hablando del origen del nombre de la calle Mogollón: paredes más temblonas que dientes de vieja583. Y hablando de dolor de muelas, Palma usó una expresión a él referida para indicar la nula utilidad de lo que él llama “inocentones” que –dice- ni para curar un dolor de muelas de encuentra uno en este planeta sublunar584. Y también la empleó cuando, explicando su humilde origien, decía: Aunque me humille confersarme plebeyo, debo declarar, a fuer de veraz cronista, que allí ni hubo ningún Palma, pues si alguno de este apellido comía por aquel siglo pan en Lima, debió de estar aquejado de dolor de muelas o de punzada en el hueso palomo585. Éste, es decir, el hueso palomo, es el cóccix o coxis. Los dientes se pueden caer por varias razones, generalmente por infecciones o por traumatismos. Esto último es lo que sucedió a la esposa de un borracho, tal y como cuenta Palma en su poema “Un sacramento”: …Dijo un borracho que el sermón oía y al cual celoso su mujer traía, 582 T. P. La trenza de sus cabellos (1734-1738). Dedicada al poeta español don Tomás Rodríguez Rubí, autor de un drama que lleva el mismo título de esta tradición. Cuando se producían problemas en los dientes ya en el antiguo Perú incaico se sabía cómo proceder. Sebastián Garcilaso de la Vega, recogió el tratamiento de los problemas dentales y bucales, describiendo la eliminación de material cariado de un diente con un palillo encendido. La resina del árbol Myroxylon pereirae o bálsamo del Perú, se usaba para curar enfermedades gingivales y en casos graves, se empleaba la cauterización. Dejó escrito que la raíz de una planta se calentaba hasta reblandecerla y entonces se partía parcialmente en su centro. A continuación, estando caliente, la apretaban contra los dientes, aplicando una parte en cada lado de la encía, dejándola así hasta que se enfriaba. El tejido gingival inflamado e hiperplásico quedaba quemado para permitir el desarrollo de un nuevo y sano tejido de granulación. Al parecer masticaban hojas de coca durante la operación para aliviar el dolor. Los dientes que necesitaban extracción eran aflojados primero, aplicando una resina cáustica alrededor y debajo de la encía desprendida. A continuación, era presumiblemente arrancado de un golpe seco de estaca. Los incas no adornaban sus dientes, pero en Ecuador, la parte más septentrional que penetraron, se han encontrado cráneos que muestran mutilaciones a base del limado de dientes, incrustaciones de oro y lo que parece ser la inserción de orificaciones en cavidades previamente preparadas en las superficies gingivolabiales de los dientes incisivos. (Historia de la Odontología. Laboratorios Gador, Buenos Aires) A este modo de lavarse las limeñas los dientes hace referencia James Higgins, de la Universidad de Liverpool (Higgins, James. Las Tradiciones peruanas de Ricardo Palma: la Historia como legitimación. Op.cit., p. 25.) En su tradición Palma no dice a qué raíces se refería por lo que –como dice Coloma- “por ello nos ha privado de un valioso remedio natural para la dentadura”. (Coloma Porcari, César. La medicina tradicional peruana en la obra de Ricardo Palma. Op. cit., p. 62.) 583 T.P. Mogollón (1747). Vid. Tanner, Roy L. El humor de la ironía y la sátira en las Tradiciones peruanas. Editorial Universitaria, Universidad Ricardo Palma, p. 105, Lima, 2005. 584 T.S.V. Los inocentones 585 T. P. Un litigio original (1698). Traducción en que el autor halaga pantorrillas y vanidades como candidato que anda a pesca de votos para calzarse una diputación al próximo congreso. Vid. Hampe Martínez, Teodoro. Tradicionismo vs. tradicionalismo. Op. cit., p. 127. 142 también yo soy obispo- Y así, calamocano, fue a su conjunta, levantó la mano te confirmo, diciendo, e incontinente un bofetón le dio tan soberano que diz que la hizo vomitar un diente586. Y ya que con dientes estamos, veamos cómo habla Palma de los dientes de su personaje Geripundio, en Una trampa para cazar ratones: Su boca hundida, de la que casi todos los dientes emigraron por falta de ocupación587. Tanner compara esta descripción con la quevediana de Cabra cuando decía: “… los dientes, le faltaban no sé cuántos y pienso que por holgazanes y vagabundos se los había desterrado”588. Más que de medicina popular, de popular engaño podríamos calificar la ocurrencia del bribón de don Jacinto Camargo, Corregidor de Andahuailas que había obligado a todos los indios de su jurisdicción a que le comprasen, al precio de tres pesos cada uno, rosarios de cuentas azules, como amuleto para la paperas, coto589 y demás enfermedades de garganta590. Este corregidor tuvo problemas para ocupar su corregimiento. Se llamaba don Jacinto de Camargo y Loayza. El virrey don Manuel de Amat, en carta de 23 de marzo de 1762, comunicó al rey haber llegado a Lima el teniente de caballería don Jacinto Camargo, provisto en el Corregimiento de Andahuialas, creyendo estaría vacante, pero aconteció hallarlo ocupado por don Antonio Lamas, a quien, en recompensa de otro que no pudo ocupar, le había concedido el propio virrey éste, no quedando más remedio a la máxima autoridad virreinal que dar el de Cajamarca a Camargo, pero, “por no haber hallado quien le habilitase con lo preciso para el repartimiento, no pudo pasar a servirlo”, en vista de lo cual, y en atención del “miserable estado en que se hallaba”, se le confirió el de Huamachuco591. Más adelante, el 1 de agosto de 1776, el corregimiento de Cuyo pasó a ser una de las partes constituyentes del Virreinato del Río de la Plata. El virrey don Pedro de Ceballos designó corregidor, justicia mayor y teniente de capitán general el 2 de junio de 1778 a Jacinto de Camargo y Loayza. 586 V.G. Un sacramento. Vid. Rodríguez Chávez, Iván. Otra ventana sobre Ricardo Palma. Op. cit., p. 32. 587 T. P. Una trampa para cazar ratones (1715).(Vid.: Tanner, Roy L. Aproximaciones al estudio de las Tradiciones Peruanas. Op. cit., p. 46.) 588 Tanner, Roy L. Aproximaciones al estudio de las Tradiciones Peruanas. Op. cit., p. 46. 589 El coto es debido a déficit de yodo y produce bocio en la glándula tiroides. Los alimentos que más contienen yodo son: el rábano, el berro, la pera, infusiones de hortiga, el ajo, la remolacha, mariscos, salmón, bacalao salado, conservas de atún o bonito y mejillones en conserva. 590T. P. Una hostia sin consagrar (1766), dedicada a Benjamín Vicuña Mackenna. De este historiador chileno, y desde el punto de vista histórico-médico es interesante su estudio, aparecido en La Gaceta Médica de Lima, titulado “Médicos de la colonia”. 591 Moreno Cebrián, Alfredo. El corregidor de indios y la economía peruana del siglo XVIII. Insituto Gonzalo Fernández de Oviedo, CSIC, pp.115-116, Madrid, 1977. 143 Las citadas propiedades terapéuticas de cuentas de santos eran muy apreciadas, en especial durante los siglos XVII y XVIII. Por ejemplo, las cuentas de San Juan eran contra la peste, mal de corazón y sobrepartos; las de San Andrés, para la locura...592. Lo de tomar las aguas e ir a los balnearios, que es costumbre que está resucitando, se ha practicado con verdadera pasión en Europa. Cestona o Mondariz en España, Baden-Baden, Plombières, Vichy, Schwalbach, Spa, Homburg o Aix-les-Bains en otros países, por citar sólo unos ejemplos, fueron frecuentados durante muchos lustros por buena parte de la alta sociedad europea. Ahora han tomado el nombre de uno de esos balnearios y todos hemos oído hablar de los “spas” que se prodigan en hoteles de lujo y lugares vacacionales y hasta como negocios independientes en el centro de nuestras ciudades. También en el Perú se ejercitaba ésta sana costumbre de los baños aunque a otro nivel. No siempre había sido así. En la España del siglo XVI se consideraba que a los privilegiados por el dinero o la sangre no les era necesario usar de chapuzones en cualquiera de sus formas. Galeno había hablado en sus escritos de los funestos efectos del agua fría. El baño fue una práctica rechazada, coincidente con la persecución de las costumbres moriscas, y que se tradujo en el cierre de los baños públicos. Sin embargo, en el siglo XVII, como prototipo de maniobra de distracción de la sociedad barroca, se adoptó una nueva forma, los baños de río593. En México, “los indios se bañaban en ríos, arroyos o lagunas, se ‘refrescaban’, se aplicaban frío. Los españoles decían que esta actitud era causa, frecuentemente, del empeoramiento y muerte de los indios porque les entraba ‘pasmo’ o calenturas que les consumían”594. También en México se usaban los “temazcales”, es decir baños calientes de vapor, por necesidad o enfermedad. Otra modalidad era "tomar el acero", que consistía en beber agua ferruginosa y luego pasear una hora o dos. A un clérigo mozo, llamado don Higinio Falcón, recomendó el hipócrates que para lograr completo restablecimiento -no dice de qué dolencia- necesitaba el enfermo tomar baños en el puerto de Quilca595, en la hoy provincia de Camaná, departamento de Arequipa. Asimismo, a raíz de un imaginario peregrinaje de 592 A.I.L., Cap. III. 593 Ruiz Somavilla, María José. Los valores sociales, religiosos y morales en las respuestas higiénicas de los siglos XVI y XVII: el problema de los baños. Dynamis 1992;12:155-87. 594 Alvarez Peláez, Raquel. La medicina en las relaciones de Indias. En: Viejo y nuevo continente: la medicina en el encuentro de dos mundos. (López Piñero, coord.). Edición patrocinada por Labs. Beecham, p. 134, SANED, Madrid 1992. 595 T. P. Un caballero de industria (1778). Laguna del oasis de Huacachina, Ica 144 Nuestro Señor Jesucristo por Ica, dice la leyenda que desde entonces las aguas de Huacachina adquirieron virtud de curar todas las dolencias, exceptuando las mordeduras de los monos bravos596. Con esta expresión alude a las monas, es decir, salvajes borracheras. En efecto, la laguna de Huacachina, fue otrora un precioso oasis a pocos kilómetros de Ica, rodeado de dunas, y cuyas aguas tenían fama de medicinales. Lamentablemente, el descuido y la agresión de un turismo no siempre pulcro e higiénico, han degradado el lugar hasta el punto de que en 2012 se recomendó no bañarse en las aguas de la laguna. En efecto la Dirección Ejecutiva de Salud Ambiental de Ica, recomendó al público disfrutar de la belleza paisajística que ofrece el balneario de Huacachina, pero evitar bañarse en sus aguas, como medida de prevención. Ya en 1936 se publicó un interesante trabajo sobre la laguna, titulado Notas biológicas sobre la laguna medicinal de Huacachina, Perú597, realizado por el Dr. Edmundo Escomel, laureado por la Academia de Medicina de París, en el que ya hablaba de la enorme cantidad de algas de la laguna que aún hoy existen. Por fin, de dos chorros de agua que en Caylloma existían, a los que llamaban Adán y Eva porque, respectivamente, ofrecían a la vista la figura que distingue un sexo de otro, cuent an que eran astringentes y los que de ella bebían se tornaban mudos598. Difícil elección. Lo cierto es que en la provincia de Caylloma, en la región de Arequipa, existen multitud de manantiales termomedicinales como las de Qollpa Pampa, Chacapi, Puye o Sallihua. Quizás en aquel manantial de Caylloma habría bebido el protagonista de la tradición “Los Inocentones”, del que decía Palma599: conocí a un muchachote de dieciséis años de edad, que nunca había abierto la boca para pronunciar una palabra; los médicos opinaban que no era mudo, sino tartamudo, y que en el día menos pensado, rompería a hablar, como una cotorra; por supuesto que recomendaron a la madre, lo tratase con mucho 596 T. P. Dónde y cómo el diablo perdió el poncho (1816-1824). Cuento disparatado. Vid. sobre este episodio: Huertas Vallejo, Lorenzo. Aspectos ideológicos del mundo andino en las tradiciones de Ricardo Palma. En: Aula Palma-IX, Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 166, Lima, 2010. Este mismo autor ha subrayado que Palma trata a los curanderos indígenas como brujos en el peor de los sentidos. Y Huertas los defiende diciendo que “estos curanderos o brujos que Palma denosta, son relictos ‘testigos’, remanentes de una estructura sacerdotal del Perú antiguo, herederos de una experiencia milenaria”. Y prosigue: “… eran los médicos que curaban los males del cuerpo. Son más de diez mil años de historia del Perú antiguo, y la gente tuvo que enfermarse y curarse ¿Quiénes lo hacían?. Los curanderos, imagínense ustedes diez o quince millones de personas expuestas a enfermedades sin conocimientos para sanarse; hace tiempo, como decía la mama Juana: las viejas ‘mínyulas’ o doña María ‘la Huevona’, hubieran llevado a la ‘generación india’ al ‘reino de chisco blanco’ o del Upiay marca, pero gracias a los curanderos y al ‘buen Gobierno’ la cultura andina sobrevivió a las injurias del tiempo y a las incurias de los hombres, la parafernalia a la que burlonamente se refiere Ricardo Palma, y lo mismo a otros rituales; son el marco que da un viso mágico en todo acto religioso ya sea en los Andes, en China o en la ‘cochinchina’”. (Huertas Vallejo, Lorenzo. Aspectos ideológicos del mundo andino en las tradiciones de Ricardo Palma. Op. cit., p. 167.) 597 Escomel, Edmundo. Notas biológicas sobre la laguna medicinal de Huacachina, Perú. Revista Chilena de Historia Natural, vol. 40, nº 1, pp. 139-143, 1936. 598 T. P. Una trampa para cazar ratones (1715). Vid. Cáceres, Tito. Arequipa en las Tradiciones de Palma. En: Aula Palma III 2002-2003. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 390, Lima, 2003. 599 T.S.V. Los inocentones. Dr. Edmundo Escomel 145 mimo y que en nada se le contrariase. Realmente, una tarde, dijo el enfermo: Mamá… mamá… Y no continúo con el cuento para animar al lector a hacerlo por su cuenta que, en parte, despertar el interés por las tradiciones es objeto de este trabajo. De otro tartamudo habla Palma en su tradición El obispo “Chicheñó”. Se trataba de un bendito llamado Ramón, pobrete de solemnindad, mantenido por la caridad pública, y el hazmerreir de muchachos y gente ociosa. Hombre de pocas palabras, pues para complemento de desdichas era tartamudo, a todo contestaba con un sí, señor, que al pasar por su desdentada boca se convertía en chí, cheñó600. Y también menciona en otro lugar la tartamudez del que fuera presidente de la República, Ramón Castilla, añadiendo: o sea que también los próceres tienen defectos601. Hablabamos recién de baños, Pues bien, éstos no tenían por qué ser sólo de agua. Palma nos explica cómo y cuándo tuvo la suerte de conocer a doña Manuela Sáenz, que fuera amante de Simón Bolívar, y conocida por ello como “La Libertadora”. Por cierto, que había casado en 1817 con un médico inglés al que había conocido en Panamá, el doctor Jaime Thorne que pocos años más tarde vino a residir a Lima acompañado de su esposa602, y del que decía el literato caraqueño Arístides Rojas que se había convertido de hombre serio en niño llorón, y era, por tanto, más digno de babador que de corbata603. Retirada doña Manuela de la vida social, se estableció en el puerto nor-peruano de Paita. Nuestro escritor quería saber la razón de escoger esa apartada ciudad. La pobre baldada me dijo, un día en que aventuré la pregunta, que había elegido Paita por consejo de un médico, quien juzgaba que con “baños de arena” recobrarían los nervios de la enferma la flexibilidad perdida604. Miró-Quesada 600 T. P. El obispo “Chicheñó” (1780). (Vid. Bazán de Devoto, Dora. Ricardo Palma, pionero de los estudios terminológicos. En: Aula Palma. Discursos de Incorporación al Instituto Ricardo Palma 1998-1999. Universidad Ricardo Palma, 1ª ed., p. 133, Lima, 1999. Y: Rodríguez Chávez, Iván. La imagen del Perú en las Tradiciones. En: Otra ventana sobre Ricardo Palma. Op. cit., p. 111.) 601 Tauzin Castellanos, Isabelle. La historia del Perú revisada y corregida por Ricardo Palma. Op. cit., p. 101. 602T. P. Doña Manuela Sáenz (“La Libertadora”) (1856). Esta tradición se titula a veces, La Protectora y la Libertadora, situándola junto a la dedicada a doña Rosa Capusano. El matrimonio de Jaime Thorne “médico inglés” es mencionado por: Huárag Álvarez, Eduardo. La imagen de Bolívar en las Tradiciones Peruanas. En. Aula Palma V 2005-2006. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 124, Lima, 2006. Vid. también: Vásconez, José Miguel. El Ecuador en las Tradiciones de Ricardo Palma. Op. cit., p. 300. 603 T. P. La carta de “La Libertadora” (1824). Según Indalecio Liévano, el doctor Jaime Thorne, cuando Manuela lo conoció, era “hombre ya en el meridiano de la vida y de gran reputación social y profesional”. Se casó con ella a mediados de 1817 y las ceremonias se prolongaron durante tres días por deseo de la desposada. (Liévano Aguirre, Indalecio. Bolívar. Ed. Grijalbo, 2013). Esa carta fue el “equivalente a una notificación de deshaucio, a darle a uno con la puerta en las narices y propinarle calabazas en toda regla”. (Cabel, Jesús. El Bolívar de Ricardo Palma. En: Aula Palma V 2005-2006. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 91, Lima, 2006. Vid. también: Vásconez, José Miguel. El Ecuador en las Tradiciones de Ricardo Palma. Op. cit., p. 320. 604 T. P. Doña Manuela Sáenz (“La Libertadora”) (1856). Manuela Sáenz Aizpuru, portando la Orden del Sol del Perú 146 añade que “en todo caso, fue con una mezcla de admiración histórica y de afectuoso respeto de amigo como Palma conoció a ‘la Libertadora’, que murió precisamente en Paita el 23 de noviembre de 1856, a las 6 de la tarde, tres días después que su fiel sirvienta Juana Rosa, y por la misma ‘abominable e infernal enfermedad de garganta’605 (la peste que asoló entonces), como me ha sido posible precisar por una carta familiar de mi bisabuelo el general Antonio de la Guerra, amigo cordial de doña Manuelita y que también vivía en Paita”606. Paita era refugio de muchas familias que huían de las epidemias de fiebre amarilla en Guayaquil, el sitio donde pasaban la cuarentena, antes de permitírseles la entrada een la capital del Guayas607. Precisamente, en una carta enviada desde Panamá por don Ricardo a su esposa Cristina le habla de cierta señora francesa muy elegante y simpática, que vuelve á Europa, después de haber perdido a su marido hace dos meses de la fiebre amarilla en Guayaquil608. Pues bien, cuenta Palma que cuando vino doña Manuela a residir a Paita, el doctor don Jaime Thorne, había muerto, y de mala manera609. Miro-Quesada entiende que doña Manuela murió a causa de una epidemia de disentería que asoló Paita por lo que fueron prohibidos los enterramientos individuales y añada “de su tumba no se sabe nada”610. El Dr. Thorne había nacido en Ayslebury, Inglaterra, hacia 1777, llegando a Lima en 1812, procedente de Cádiz. Aunque era médico no ejecía su profesión sino el comercio. Fue factor y naviero. Y casó en Quito, en 1819 con Manuela Sáenz de la que se separó611 en 1822. Thorne tuvo luego una concubina, posiblemente de raza indígena, de la que tuvo varios hijos. Posteriormente vivió solo, en las sierras peruanas, falleciendo el 19 de Junio de 1847 en Pativilca, dejando en su testamento una suma de dinero a su esposa, que no la aceptó a pesar de lo mucho que la necesitaba. Thorne había recibido 8.000 pesos de dote que le entregó el padre de Manuela en Panamá. De otro “médico inglés” hay una tradición: A principios de 1819 recibió en Lima el virrey Pezuela la denuncia de haber aparecido en las provincias de Cajatambo y Huailas un hombre rubio, mediano de cuerpo, con bastón y capa... decíase que, sin recibir de nadie una moneda en pago, ejercía la medicina con los pobres indios, realizando en ellos curaciones que parecieron portentosas. Se le bautizó con el nombre de el Médico Inglés. Yo soy Pablo -decía 605 Gabriela Falconí nos aclara que murió de difteria. (Falconí Piedra, Gabriela. Las mariposas y el fuego: la mirada de Ricardo Palma sobre cuatro mujeres ecuatorianas. En: Aula Palma XIII-2014, Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 437, Lima, 2014.) 606 Miró-Quesada Sosa, Aurelio. Piura en las Tradiciones de Palma. Col. Algarrobo nº 11, Universidad de Piura, 1973. 607 Villalba, Jorge F., S. J. Manuela Sáenz: epistolario. Estudio y selección del Dr., Banco Central del Ecuador, Centro de Investigación y Cultura, Col. Epistolarios I, pág. 65, Quito 1986. 608 Cartas a Cristina de su esposo Ricardo Palma. Op. cit., pp. 20-21. 609 T. P. Doña Manuela Sáenz (“La Libertadora”) (1856). 610 Miró Quesada, Aurelio. La fecha de la muerte de Manuelita Sáenz. En: El Comercio, 19 de mayo de 1952. 611 Existe una famosa carta de Manuela Sáenz a su marido Jaime Thorne fechada en Lima en octubre de 1823 donde se reafirma en su decisión de separarse. (Vid. Lecuna, Vicente. Papeles de Manuela Sáenz. En: Hojas de Cultura, Bogotá, nº 77, Mayo de 1957.) 147 unas veces- y estaré siempre al lado de los oprimidos y en contra de los opresores. Yo soy Jeremías -decía otras veces- y ensalzo el bien y la libertad humana tanto como execro el mal y la tiranía....Lo positivo es que el incógnito fue un norteamericano, agente de O’Higgins y San Martín, y cuyo nombre era Pablo Jeremías612. En cierta ocasión, un cura, don Mauricio Gutiérrez, quiso envenenar a una porción de tropa y a sus oficiales. Para ello, encargó a un indio un manojo de floripondios encarnados (“huar- huar”) y unas ramitas de hierba parecidas al perejil. A las pocas horas de ingerir con la comida esas hierbas, aquellos infelices llegaban, sufriendo horribles dolores de estómago, a un pueblo donde la “médica”613 o curandera les dijo, tras breve examen, que estaban intoxicados, pero que ella poseía un eficaz contraveneno. Dióles a beber no se qué brebaje, aplicóles al vientre un “cui” negro, hízoles aspirar humo de lana de carnero mocho y les aseguró que sanarían como por ensalmo614. El floripondio encarnado es la Datura sanguínea. Es también llamada "Trompetero", "Reina de la Noche" o "Estramonio" y posee unas flores de singular belleza, con forma de campana y aroma dulzón que exhalan por la noche. Llegó a ser enormemente popular hace algunas décadas en los jardines de las casas. De hecho un floripondio bien grande está en el centro del patio de la Casa Museo Ricardo Palma en Miraflores. Un poco relegadas hoy a algunos patios, descampados y baldíos, donde crecen en forma silvestre, los floripondios tienen no sólo dotes ornamentales sino un poderoso efecto psicotrópico. La Datura stramonium o chamico, del que luego hablaremos, es una de las variedades de floripondio, cuya ingesta provoca espejismos, alucinaciones, delirios, mucha excitación e incluso demencia temporal; además de un elevado riesgo de muerte. En todo caso, no hizo mucho efecto el antídoto, ya que sólo cuatro o cinco de los envenenados tuvieron la dicha de salvar, yendo el resto al hoyo. Elogios dietéticos le valen al aceite de oliva su proverbial salubridad, amén de su rico sabor. Y así, nos cuenta que la dispepsia y los cólicos hepáticos con sus arenillas están reñidos con 612 T. P. El médico inglés (1819). 613 En este caso Palma entrecomilla la palabra “médica”, que hoy ya, desde 1984, la Real Academia Española acepta se aplique a las mujeres que ejercen la Medicina. 614 T. P. La venganza de un cura (1843). Vid. Coloma Porcari, César. La flora del Perú en las Tradiciones de Ricardo Palma. Op. cit., p. 72. Floripondio en el patio de la Casa Museo Ricardo Palma, Miraflores 148 la antigua cocina española, en que la manteca entraba por poco, y por mucho el aceite de olivo615. El general de caballería don Agustín Lerzundi y Cavero616 cuenta que: recién llegado al Brasil me aconsejaron que como preservativo contra la fiebre amarilla, acostumbrase beber un vaso de leche a la hora de acostarme, y nunca olvidaba la “mucama” colocar este sobre el velador617. Su primer destierro en Brasil fue en 1833. Duró sólo seis meses y fue por secundar el pronunciamiento del Coronel don Miguel Delgado a favor del Mariscal don José de la Riva-Agüero. No murió de fiebres, gracias quizás a sus cuidados, sino durante un choque armado en el Cuzco en 1856. Don Ricardo Palma, también residió en Brasil, por breve tiempo, como Cónsul del Perú en el Pará. Ignoro si tomó las mismas precauciones que Lerzundi. Las hierbas han sido y siguen siendo empleadas con profusión en multitud de males. Gálvez decía que “los disticosos y aprensivos solían beber infusiones de yerbas conteniendo éstas, según decir de las viejecillas, algún secreto de la naturaleza”618. La riqueza botánica que el Perú poseía, indujo al Rey Don Carlos III a enviar a Indias varias expediciones científicas. La primera de una serie de tres fue la de 1777-88, del prestigioso farmacéutico y botánico Casimiro Gómez Ortega, Director del Real Jardín Botánico de Madrid, que fue la base de la publicación en 1794 de la Flora Peruvianae et Chilensis por Hipólito Ruiz y José Pavón, magna obra que se terminó en 1832619, en la que otorgaron nombres, según el moderno sistema de Linneo, a docenas de nuevas especies botánicas620. César Coloma ha dedicado uno de sus trabajos a la flora del Perú en las Tradiciones Peruanas. Y da noticia en dicho escrito de algunas flores citadas por Palma que a veces sí y otras no ha resaltado sus propiedades medicinales. Ejemplo de ello son621 el azahar, que Palma cita en La trenza de sus cabellos y que se emplea en medicina y en perfumería, la cebada, el chamico, la coca, la congona, el culen, el floripondio, el floripondio encarnado, el haba, la hierba del Paraguay, la hierba santa, la hierbaluisa, la huamanripa, el llantén, el maíz, la melisa, el melón, la quina –también denominada cascarilla-, la quinua, el tabaco bracamoro, el té y el trigo. 615 T. P. El baile de la victoria (1853). Reminiscencias. 616 El general don Agustín Lerzundi, nacido en Lima. En 1820 era coronel de Caballeria, en 1849 fue deportado a Chile, combatio en Sisipi y Pan de Azucar en Yungay, en las Batallas de Junin y Ayacucho, y falleció por herida de bala en la Plaza de Santa Ana del Cuzco sofocando una revolución, siendo inhumado en el panteón de la Almudena de esa ciudad. Fue comandante general y prefecto del Cuzco y es considerado un prócer de la Independencia del Perú. Estuvo casado con doña Juana Hurtado. 617 T. P. Las mentiras de Lerzundi (1840). 618 Gálvez, José. La sobremesa. En: Estampas limeñas. Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Departamento de Publicaciones, Lima 1966. 619 Alarcón López, J; Valverde, JL. Casimiro Gómez Ortega y la expedición de 1777 al Perú y Chile. Boletín de la Sociedad Española de Historia de la Farmacia, 1987(jun);año XXXVIII;núm. 149-150:pp. 155-64. 620 Vilchis, Jaime; Mazuecos, Antonio. Salud y alimentación. En: Ciencia y técnica entre Viejo y Nuevo mundo: siglos XV-XVIII. (Sociedad Estatal Quinto Centenario 1992 y Ministerio de Cultura), Lunwerg Editores, p. 164, Barcelona/Madrid 1992. 621 Coloma Porcari, César. La flora del Perú en las Tradiciones de Ricardo Palma. Op. cit., p. 65. 149 Un brujo de Ica utilizaba las hierbas, hacia 1611, para toda clase de dolamas622. Cerca de Huamanga, otras brujas, una vieja doña Pacomia y sus cuatro hijas, eran entendidas todas ellas en preparar filtros amorosos con grasa de culebra, sangre de chivo, sesos de lechuza, enjundia de sapo y zumo de cebollas estrujadas a la hora que la luna entra en conjunción623. Todo ello no era muy bien visto por la Inquisición, como deja claro el pasaje en el que las vecinas cuchicheaban que cierto hombrecillo sabía componer hierbas, lo que más de una vez le puso en relaciones con el Santo Oficio, que no se andaba con chiquitas tratándose de hechiceros624. Sirven también las hierbas para heridas de guerra. Cuando, durante las guerras civiles, cierto soldado almagrista, de nombre Antonio, llegó derrotado en una escaramuza, muerto de hambre y fatiga, y con un raspetón de bala de arcabuz en el brazo, a casa de Magdalena Huanca, ésta le aplicó una hierba medicinal sobre la herida625. Luego resultó que la buena mujer había curado al mismísmo San Antonio bendito. Podían enorgullecerse las curanderas, que hasta calle tenían. La calle de Doña Elvira626 se llamó así por una famosa curandera que en tiempos del virrey duque de la Palata tuvo en ella su domicilio. De ella se ocupó incluso el Quevedo de Lima. En efecto, Juan de Caviedes, en su Diente del Parnaso, nos da lugar a curiosas noticias de esta mujer que inspiró agudísimos conceptos a la satírica vena del poeta limeño627. Algo más que simples hierbas, las primeras rosas producidas en Lima lo fueron en el jardín del Espíritu Santo, en 1552, poniendo el Arzobispo Loayza, con sus propias manos, la primera de todas a una imagen de la Iglesia Catedral. Tan a la moda se pusieron que el empirismo médico descubrió en ellas admirables propiedades medicinales, y las hojas secas de la flor se guardaban como oro en paño para emplearlas en el alivio o curación de complicadas dolencias628. Hay quien dice que los pétalos de rosa se utilizan, al igual que los petalos de melisa para curar el mal de amores y 622 T. P. Las brujas de Ica (1611). 623 T. P. Franciscanos y jesuítas (1615). 624T. P. Justos y pecadores (1625). De cómo el lobo vistió la piel del cordero. Dedicada a don José María Torres Caicedo. 625 T. P. Los amores de San Antonio (1544). Dedicada a la señora Amalia Puga de Losada (1866-1963), hija del abogado y diputado don José Mercedes Puga (1836-85), y casada con el escritor colombiano don Elías de Losada, del que enviudó en 1896. Fue también escritora y cultivó la tradición. Su obra “El jabón de hiel” (1949) son cuentos inspirados en tradiciones y leyendas de su ciudad natal, Cajamarca. 626 Actualmente Jirón Huanta, cuadras 11, 12. (Coloma Porcari, César. Las antiguas calles de Lima en las Tradiciones de Ricardo Palma. Op. cit., p. 82.) 627 T. P. La faltriquera del diablo (1651). En carta de Miguel de Unamuno a Palma de 18 de abril de 1904, le dice: “El Diente del Parnaso está a la altura de lo que en su género se hacía en España, pero es un género que me gusta muy poco, ni aun siquiera manejado por Quevedo”. El 20 de diciembre de 1903 Palma le había anunciado que le haría enviar un ejemplar de Flor de Academias y que como apéndice al libro estaban “las poesías del limeño Juan de Caviedes y su Vienen del paraíso, contra los médicos.” (Kapsoli, Wilfredo. Cartas entre Ricardo Palma y Miguel de Unamuno. En: Revista de la Casa Museo Ricardo Palma, Año 2, nº 2, pp. 114 y 119, Miraflores, julio 2001. Vid. también: Kapsoli Escudero, Wilfredo. Miguel de Unamuno y Ricardo Palma: una amistad epistolar. Op.cit., p. 156.) 628 T. P. El rosal de Rosa (1581). Dedicada a su hija Augusta. 150 la melancolía, aunque mucho me temo que su efecto pueda ser más que discutible. Ahora bien, se considera que las rosas tienen otras aplicaciones menos “espirituales” y más “físicas”, como son su uso como oftálmico –el agua destilada de rosas o en combinación con sulfato de zinc- y para problemas en la piel, siendo los de rosas rojas más apreciados que los de las blancas por su mayor contenido en tanino, que les confiere propiedades astringentes. Algunos les asignan propiedades contra el exceso de flujo menstrual y otras hemorragias, además de contra las capilaropatías. Se cree que tienen propiedades antisépticas, tónico-cardíacas, suavizantes y que actúa sobre los capilares siendo útil para su aplicación en pieles maduras, secas o sensibles, y en casos de rojez o inflamación. En 1972 se publicó en la URSS un estudio sobre la acción colerética –secreción y excreción de bilis por el hígado- de la esencia de rosas, observando que incrementaba las secreciones biliares y especialmente la síntesis de ácidos y fosfolípidos biliares. Se considera, además, que previene las náuseas y los vómitos629, que es relajante, favoreciendo el sueño, y que tiene acción antidepresiva. El diario limeño El Comercio dedicó completamente su edición dominical del 23 de octubre de 2011 a la figura de Ricardo Palma. Destacan las notas sobre los funerales de Palma, una mirada a todas las especies vegetales que aparecen en las Tradiciones y sobre la ascendencia afroperuana del escritor. Los textos están a cargo de Ricardo González Vigil, Antonio Muñoz Monge, Winston Orrillo, entre otros. El que hace referencia a la flora en las Tradiciones peruanas, César Coloma, constata que Palma menciona en su obra ciento treinta especies vegetales630 diferentes, tanto las autóctonas como las llevadas por los españoles. El mismo autor puntualiza en otra obra suya631 que son ciento treinta y tres las especies vegetales a las que hace referencia Palma en sus Tradiciones. Del tifus que sufrió el Cuzco en 1856, nos cuenta don Ricardo algunas curiosas creencias populares. Según el escritor francés Eugenio Sue632 en su novela, muy popular en el Perú, El judío errante, el terrible flagelo conocido por “cólera asiático” es obligado compañero de la eterna peregrinación del zapatero de Jerusalén, a quien los pueblos españoles no llaman Aashverus, sino Juan Espera-en-Dios, viajero que, ateniéndonos a los cuentos de viejas, recorre el mundo llevando en el bolsillo una moneda romana equivalente a real y medio, capital tan inagotable para el infeliz judío como para nuestros Bancos de emisión la fábrica de billetes, a 629 Los extractos de rosa intervienen en un preparado estomacal, el suphari, una mezcla hindú de semillas que se chupa ligeramente después de las comidas copiosas. 630 Coloma Porcari, César. La flora en las Tradiciones peruanas. En: El Dominical de El Comercio, 23 de octubre de 2011, pp. 8-9. 631 Coloma Porcari, César. La flora del Perú en las Tradiciones de Ricardo Palma. En: Aula Palma X-2011, Instituto Ricardo Palma, p. 61, Lima, 2011. 632 Eugenio Sue (1804-1857) era hijo de Juan Bautista Sue, Médico del Rey (1824) y Miembro de la Academia de Medicina, que quería dedicarle a igual profesión. De hecho hizo Eugenio algunos estudios con este objeto, embarcando luego como cirujano en el navío Breslau, a bordo del cual asistió a la batalla de Navarin (1828). Le Juif Errant, es su obra cumbre. Publicada primero como folletín en Le Constitutionel (París, 1844), se hiceron en poco tiempo numerosas ediciones y traducciones, a pesar de su carácter de libelo calumnioso. Es abundante en episodios dramáticos. (Enciclopedia Ilustrada Europeo-Americana, Tomo 58, pág. 363, Espasa-Calpe, Madrid 1958). A esa epidemia de 1856 hace referencia Tanner. (Vid. Tanner, Roy L. El humor de la ironía y la sátira en las Tradiciones peruanas. Op. cit., p. 178) 151 pesar de las incineraciones y demás trampantojos fiduciarios. Muchos murieron en aquella epidemia, unos cien mil, y a muchos habitantes del Cuzco se les encajó entre ceja y ceja que aquella espantosa cifra de mortalidad no era producida por el tifus, sino por la presencia del huésped que llevaba a cuestas la maldición del divino Maestro. Y tanto es así que quemaron a un pobre español viajero, cuyo aspecto coincidía con el judío pintorescamente descrito por Sue, y que pasaba por el pueblo de Zurite. Lo curioso fue que desde que los de Zurite quemaron al Judío Errante, no volvió a ocurrir en el departamento un solo caso de peste633. Este pueblo, cuyo nombre no tiene nada que ver con el apellido Zurita, sino que viene del quechua suri (cierta alpaca de lana sedosa) y ritti (nieve), se sitúa a 3391 m. de altitud, en el margen izquierdo de un tributario del río Huarocondo. Lorenzo Huertas634 ha comentado este episodio asombrándose de que Palma haya cifrado en unas cien mil personas el número de los que sucumbieron víctimas de la epidemia de tifus. “¿Cien mil? ¿Error de imprenta? ¿Una mala información? ¿Licencia literaria? Hay que tener en cuenta que actualmente no es usual, pero hay antecedentes de calamidades parecidas en ese tiempo, cuando morían en esa región de 70 a 80 mil personas; caso de la peste de 1719. Cien mil personas muertas en un país de tres millones y medio significa el 33,3% de la población general; súmese a esto las víctimas de otras epidemias que estuvieron en esos años ‘sueltas’ por diferentes departamentos del Perú”. Es asombroso que las curanderas se anunciasen en la prensa. Así ocurría en Lima, donde vio Palma, en dos o tres de los diarios de esa capital, el aviso de una adivina, echadora de cartas, algebrista de voluntades y propinadora de menjunjes y panaceas, sin que la Policía ni la Facultad de Medicina pongan coto al libre ejercicio del embaucador y funesto charlatanismo635. Pues, sigue sucediendo en la actualidad. Así es. Proliferan quienes se atreven a diagnosticar, tratar y pronosticar sin ser médicos, y es costumbre muy extendida. Un familiar nos dice que tenemos tal cosa, un amigo que sufrimos de tal otra. Y, por supuesto, por el mismo precio se aventuran a recetarnos cualquier potingue, tras habernos prevenido del futuro que nos espera si no hacemos caso. Hablando de cierto capitán don Pedro Uriondo, escribía así el segundo comandante del batallón “Gerona”, don Domingo Echizarraga a su amigo y pariente el tercer jefe del “Imperial Alejandro” don Juan Echerry: Siento decirte que sus laureles como ganador de apuestas van marchitos. Sostuvo esta mañana que el aire de vacilación que tengo al andar dependía, no del balazo que me plantaron en el Alto Perú cuando lo del Guaqui -aludiendo a la batalla donde Goyeneche ganó su título condal-, sino de un lunar, grueso como un grano de arroz que, según el 633 T. P. El Judío Errante, en el Cuzco (1856). 634 Huertas Vallejos, Lorenzo. A propósito del registro de las “injurias del tiempo”. En: Aula Palma V 2005- 2006. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 132, Lima, 2006. 635 T. P. El “Aviso” (17...). 152 afirmaba, como si me lo hubiera visto y palpado, debía yo tener en la parte baja de la pierna izquierda. Agregó, con un aplomo digno del físico de mi batallón, que ese lunar era cabeza de vena, y que andando los tiempos, si no me lo hacía quemar con piedra infernal, me sobrevendrían ataques mortales al corazón636. Está describiendo aquí lo que pudiera llegar a ser una tromboembolia. Para que no digan que los santos no están hechos de la misma pasta que nosotros, cito aquí el fragmento en que Palma nos cuenta como el mismísimo San Francisco Solano (1549-1610) estaba cierto día, tal vez en la enfermería del convento637, acostado sobre una tarima, víctima de una furiosa jaqueca638. Parece que se la curó fray Gómez con un par de pejerreyes. Quién le hubiera dicho a don Gonzalo Pizarro que sus propios pelos fueran a tener propiedades terapéuticas. Pues bien, una vieja trotaconventos y tenida en reputación de facedora de milagros curó a un paralítico haciéndole beber una pócima aderezada con pelos de la barba de don Gonzalo639. Para finalizar este capítulo veamos qué otras supersticiones tenían, en materia de salud, los peruanos. Sobre esto trata don Ricardo en una tradición de la que transcribiré los párrafos que nos interesan: Cuando un enfermo resiste a la eficacia de las hierbas medicinales, se apela a la ciencia de la bruja o del brujo del lugar. Constituído a la cabecera del paciente, pide una botella de aguardiente, un macito de cigarros, cuatro onzas de coca640, maíz, cebada, trigo641, habas642 y quinua643, un pedazo de picho huira o grasa del pecho de una llama, un ovillo de lana, y un conejo vivo. Tomando a éste por los pies, fricciona con él el cuerpo del enfermo, y si al pasarlo por el estómago, frente o pulmones, grita el animal, declara el brujo que ésa es la parte afectada o enferma, que el individuo ha sido hechizado y que antes de comprometerse a curarlo necesita consultar por la noche a las estrellas. 636 T. P. La pantorrilla del Comandante (1822). 637 T. P. Los azulejos de San Francisco (1619). Tradición en que se prueba que ni estando bajo la horca ha de perderse la esperanza. 638 T. P. El alacrán de fray Gómez (1587-1631). Dedicada a Casimiro Prieto Valdés. La palabra jaqueca proviene del árabe šaqīqah ("mitad de la cabeza"). 639 T. P. El robo de las calaveras (1565). 640 Es decir, Erythroxylon coca L. (Vid. Coloma Porcari, César. La flora del Perú en las Tradiciones de Ricardo Palma. Op. cit., p. 70. Y Coloma Porcari, César. La medicina tradicional peruana en la obra de Ricardo Palma. Op.cit., p. 53. 641 Es decir, Tritucum vulgare L. 642 Se trata de la Vicia faba L. Es también mencionada en T. P. Feliz barbero (1620) cuando dice: ¿Qué tienen que ver las bragas con la alcabala d las habas?. Vid. Coloma Porcari, César. La flora del Perú en las Tradiciones de Ricardo Palma. Op. cit., p. 74. 643 Se trata de Chenopodium quinoa Willd. 153 Otros brujos toman un puñado de coca, la esparcen sobre un pañuelo o camisa del enfermo y después de invocar a Jesucristo y a tales o cuales santos, soplan la coca y diagnostican según la dirección que han tomado las hojitas. Brujos hay que con la quinua, habas, maíz644, trigo o cebada645, reducidos a harina o mezclados con el sebo de llama, forman una pasta con la que frotan el cuerpo del enfermo, el cual, durante la operación, cierra los ojos y reza un Credo. En seguida el brujo va destorciendo el ovillo de hilo sobre la cabeza del doliente, y lo corta en pedacitos, que luego recoge cuidadosamente, encomendándose entretanto la víctima a los santos de su devoción. Luego le rocía el rostro con aguardiente, invocando a los espíritus moradores de cerros y huacas, y vase el curandero al campo, donde quema el hilo y los restos de la pasta, o los hace beber en una poción al enfermo. Hay brujos tan bellacos y malvados que dicen a los parientes que la enfermedad es daño o hechizo, y designan por su nombre al autor o autora. Esto origina venganzas y aun escenas atroces, como la reciente de Bambamarca, en que, con intervención del cura y de los notables del pueblo, fue quemada una vieja acusada de hechicera. El honorario fijo de todo curandero o brujo es cuatro pesos y medio en las serranías del Norte, y tres pesos en las del Sur y Centro de la República646. El daño de que habla la tradición es, según Valdivia, un “síndrome psicofolklórico muy común en las tres regiones del Perú, que se caracteriza por un cuadro clínico de variada sintomatología y evolución crónica; o por la sucesión de acontecimientos funestos que llevan al individuo, con la designación de mala suerte, al fracaso y a la pérdida de prestigio. El daño o brujería, etiológicamente, es efectuado por razones de venganza o envidia”647. Dentro de esos transtornos causados por el brujo malo, se encuentran el nerviosismo, inapetencia, adelgazamiento progresivo y somnolencia648 . Sobre la coca, mencionada en el anterior ejemplo palmista, vuelve a hablar nuestro autor en su tradición La soga arrastra cuando al hablar de cierto oficial que pasaba por donde vivía su 644 Se trata de Zea mays L. 645 Vid. referencia a este asunto en: Coloma Porcari, César. La flora del Perú en las Tradiciones de Ricardo Palma. Op. cit., p. 67. 646 T. P. Supersticiones de los peruanos (18...). En la misma tradición Palma dice que sobre los gatos influye el olor de la valeriana, es decir de la Valeriana officinalis L, de la que Raimondi dice que “es una planta indígena de Europa y también de los cerros que rodean Lima; de vara a vara y media de alto, de hojas opuestas y pinnadas. Sus flores son pequeñas y numerosas, de un color blanco purpurino. Sus raíces tienen un olor nauseabundo y constituyen uno de los mejores antiespasmódicos”. (Raimondi, Antonio. Elementos de Botánica aplicada a la Medicina y la Industria, en los cuales se trata especialmente de las plantas del Perú. Segunda Parte. Taxonomía, fitografía y geografía botánica. Op. cit., p. 181. Y: Coloma Porcari, César. La medicina tradicional peruana en la obra de Ricardo Palma. Op. cit., pp. 61-62.) 647 Valdivia Ponce, Oscar. Hampicamayoc: medicina folklórica y su substrato aborigen en el Perú. Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Dirección Universitaria de Biblioteca y Publicaciones, pp. 70-1, Lima 1986. 648 Fernández Ñique, Germán. Aspectos socio-culturales de la Medicina Tradicional en el medio rural de Piura. Ed. San Marcos, p. 25, Piura/Lima 1992. 154 mujer dice que ésta le salió al encuentro para darle coca, maíz tostado y otro tente en pie649. Hampe nos recuerda que no era raro que los curanderos y adivinos habitantes en ciudades como Lima, Cuzco o Potosí mezclasen, en sus conjuros y ceremonias, elementos típicos de los rituales andinos, incluyendo la atribución nada menos que de poderes sobrenaturales a la coca650. Existen ciertos signos supersticiosos que son conocidos en el Perú. Así, el graznar del búho, la lechuza o la gallareta, son de mal agüero para los enfermos. Es creencia también que el día que se siente algún escozor en la palma de las manos, se recibirá dinero. Cuando los piojos empiezan a abandonar la cabeza y el cuerpo de un indio enfermo, es porque el período de agonía va a comenzar. Soñar con la extracción de un diente o muela, con apagar de luces o con creciente de río, es anuncio de muerte de un deudo. Ser perseguido por toro, perro bravo, asesinos o ladrones es augurio de enfermedad. Es comúnmente creído que el “chamico” (ver nuestro capítulo de neologismos y americanismos médicos) es hierba que entontece o vuelve loco a un hombre, como luego veremos en el capítulo dedicado a locos y manicomios. En su tradición Un obispo de Ayacucho Palma cuenta que al obispo fray Antonio Conderino, a poco de haberse hecho cargo de la diócesis en 1645, le dieron chamico y murió ámente en el convento agustino de Lima651. Fray Antonio, que era de la Orden de San Agustín y nacido en Bilbao, fue promovido del obispado de Santa Marta a la de Huamanga o Ayacucho. Debido a la enfermedad que relata Palma se le nombró un obispo auxiliar o coadjutor para que gobernara la diócesis. Algo parecido cuenta del obispo de Ayacucho don Francisco López Sánchez, de quien dice que se cree que le propinaron uno de aquellos venenos que, desconocidos aún para la ciencia, son familiares para los indios de nuestras montañas652. El chamico es la Datura stramonium y curiosamente se la ha empleado para el tratamiento de la epilepsia y otras enfermedades nerviosas. Las mismas semillas, ligermente cocidas con harina de linaza, se emplean para preparar cataplasmas que se aplican a los tumores y ciertas 649 T. P. La soga arrastra (1842). Vid. Coloma Porcari, César. La flora del Perú en las Tradiciones de Ricardo Palma. Op. cit., p. 70. 650 Hampe Martínez, Teodoro. Ricardo Palma cronista de la Inquisición. Op.cit., p. 156. 651 T.P. Un Obispo de Ayacucho. Fray Antonio natural de Bilbao, fue promovido del Obispado de Santa Marta, el 20 de mayo de 1642, al de Huamanga, tomando posesión el año 1645. Pero a su llegada enfermó gravemente, por lo que le nombraron un Obispo Coadjutor. (Vid también: Santillana Cantella, Tomás. Ayacucho en las Tradiciones Peruanas de Ricardo Palma. Fondo Editorial del Banco Central de la Reserva del Perú, p. 41, Lima, 2002. Y: Coloma Porcari, Cesar. La medicina tradicional peruana en la obra de Ricardo Palma. Op. cit., p. 52.) 652 T.P. Un Obispo de Ayacucho. Vid también: Santillana Cantella, Tomás. Ayacucho en las Tradiciones Peruanas de Ricardo Palma. Fondo Editorial del Banco Central de la Reserva del Perú, p. 49, Lima, 2002. El primer obispo de Ayacucho, Fray Agustín de Carbajal, murió envenenado en 1618. Igualmente, tuvieron la misma suerte los obispos Zárate, La Fuente, Matienzo y otros. (Molina Richter, Marcial. Las tensiones en algunas Tradiciones de don Ricardo Palma en la Huamanga colonial. En: Aula Palma XIII-2014, Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 347, Lima, 2014.) 155 afecciones cutáneas. Guibovich añade a estas propiedades las de “filtro amoroso, para el asma y torceduras de los huesos”653 . En fin, Palma recogió con fidelidad muchas supersiticiones, usos y costumbres del pueblo peruano en el ámbito de la Medicina popular y tradicional. Hoy en día, la medicina popular sigue en boga conviviendo con la académica. Para ambas hay clientes, que muchas veces combinan el uso de una y de la otra, dependiendo de sus necesidades. 653 Guibovich del Carpio, Lorgio A. Medicina folklórica en el Antiguo Perú y su proyección en el mundo moderno. Universidad Nacional “Federico Villarreal”, Facultad de Ciencias Sociales, Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, Publicaciones GUIBODELCAR, 1ª ed., Perú 1989. 156 157 VII. LA ENSEÑANZA DE LA MEDICINA Y LA LITERATURA MÉDICA A. ENSEÑANZA DE LA MEDICINA No prodiga Palma noticias acerca de cómo y dónde aprendían su profesión los médicos peruanos, y eso que se decía que del Colegio de Medicina y Cirugía de San Fernando salían algunos galenos muy doctos. En Lima hubo Tribunal del Protomedicato en 1553, fundado por Hernando de Sepúlveda, profesor de Salamanca y médico de Francisco Pizarro654. Las primeras cátedras de Medicina datan de 1571. Eran de Prima y Vísperas. Sus estudios recibieron confirmación real en 1638 por Felipe IV. Se fundaron nuevas cátedras: Método, Terapéutica, Anatomía. A pesar de todo, a finales del siglo XVIII, la formación médica universitaria dejaba, en la Universidad de San Marcos de Lima, bastante que desear. Los alumnos no acudían a las aulas, los catedráticos no se empeñaban en la preparación de las clases. Manuel Lorenzo de Vidaurre, en su Plan del Perú, denunciaba el problema de la venta de títulos: “Las funciones de la Universidad están reducidas a los grados en que se admite al que puede costearlos, es decir, el que tiene 2.000 pesos”655 Antonio Ten656 describe el intento de crear una escuela de Medicina en la Universidad de San Marcos al contar que “Hipólito Unanue... nombrado catedrático de Anatomía en 1789 y en 1792, con el decidido apoyo del virrey Gil de Taboada, consigue inaugurar un largamente esperado anfiteatro anatómico, iniciado gracias al virrey Marqués de Guirior -según Real Cédula de 23 de 654 Sánchez Téllez, Carmen. Los estudios de Medicina en Hispano-América. Estudios de Historia Social y Económica de América, Nº monográfico, Actas de las IV y V Jornadas sobre la presencia de la universidad española en América (1990-1991). En: Revista de la Universidad de Alcalá, nº 9, p. 156, 1992. Servicio de Publicaciones de la Universidad de Alcalá de Henares. 655 Vidaurre, Manuel Lorenzo de. Plan del Perú (1810). En: Colección Documental de la Independencia del Perú, Serie “Los ideólogos”, vol. I, pág. 101, Comisión Nacional del Sesquicentenario de la Independencia del Perú, Lima 1971. 656 Ten, Antonio E. Ciencia e ilustración en la Universidad de Lima. Asclepio 1988;XL:187-221. Escuela de Medicina de San Fernando o también "Real Colegio de Medicina y Cirugía de San Fernando" y posterior "Colegio de la Independencia". 158 octubre de 1753657- y que no lograría, pese a las esperanzas depositadas, renovar unos estudios médicos que finalmente deberían asentarse en institución separada, el Colegio de San Fernando, que para Unanue creará el virrey Abascal en 1808”. En efecto, como ha señalado Gafias Dávila658, pese a la apertura de cátedras de medicina desde el siglo XVII, su carácter de disciplina científica aplicada recién se hizo efectiva al crearse el colegio de San Fernando en 1808. El Real Colegio de Medicina y Cirugía de San Fernando, instaurado entre 1808 y 1812, fue la mayor obra educativa del gobierno del virrey Abascal y el claro reflejo del avance del cientificismo ilustrado en las postrimerías del régimen colonial. Producto del afán modernizador de un sector de la elite criolla ilustrada liderada por el entonces médico Hipólito Unanue, esta institución se preocupó por la salubridad e higiene de la población de la ciudad de Lima, así como por la necesidad de velar por el mantenimiento óptimo de la fuerza de trabajo indígena en minas y obrajes, población que por diversas epidemias y falta de atención mermaba continuamente ocasionando con ello serias dificultades a las actividades económicas que sostenían el erario colonial. El colegio de Medicina fue creado además con el propósito de concederle mayor estatus social a una labor considerada como innoble en la sociedad de entonces, y al mismo tiempo para quebrar la enseñanza exclusivamente teórica de la medicina, tal y como se daba en la Universidad de San Marcos, y aprovechar los conocimientos empíricos que se lograban en los hospitales de la ciudad. San Fernando fue el resultado de la reacción de los miembros del Protomedicato (presidida por Unanue) contra la abundancia de curanderos y parteras sin formación alguna, a quienes a pesar de su intensa experiencia cotidiana, se les acusaba de charlatanes y por lo tanto de personajes que ponían en peligro la vida de los pacientes. En tal sentido, el colegio de Medicina se convirtió en el instrumento más efectivo para restringir la práctica médica, imponiendo a través de los planes de estudio la autoridad de los saberes científicos y censurando los saberes tradicionales en el tratamiento de las enfermedades. Todo ello en el contexto de una sociedad caracterizada todavía por su profundo cristianismo, y desconfiada y escéptica de los discursos cientificistas, más aún cuando estos contravenían viejas y marcadas creencias. Unanue edificó un moderno programa de estudios inspirado en la experiencia de las universidades de Leyden y París. De acuerdo a Valdizán y Lastres este programa instauró la enseñanza médica en función de cinco campos: Anatomía, Fisiología, Cirugía, Medicina y Farmacia, desarrollados en varias cátedras. Estas eran antecedidas por la enseñanza de botánica, física, química, mineralogía y matemáticas, saberes científicos que constituyeron los cimientos de la práctica médica. No obstante, el ambicioso programa formulado por Unanue no se 657 Zudaire, Eulogio. Don Agustín de Jáuregui y Aldecoa (II), Virrey interino del Perú (1780-1784). Diputación Foral de Navarra, Institución Príncipe de Viana, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, p. 269, Pamplona, 1979. 658 Garfias Dávila, Marcos Ernesto. La Formación de la universidad moderna en el Perú: San Marcos, 1850- 1919. Tesis para optar al título de Licenciado en Historia. Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Facultad de Ciencias Sociales, E.A.P. de Historia, p. 24, Lima, 2009. 159 plasmó íntegramente, instaurándose en un principio solo las cátedras de Clínica Interna y Externa en 1809, Física Experimental en 1814 y Cirugía en 1817659. Las razones que Unanue esgrimió para justificar la creación del Colegio de Medicina de San Fernando fueron660: 1° Necesidad del buen orden, calidad profesional y número de los facultativos que deben cuidar la salud de la población. 2° Carencia de un sistema integral de formación médica; las Cátedras estaban en la Universidad, distantes de las prácticas hospitalarias. 3° Política de saneamiento e higienización de la Ciudad con energía y decisión, que se reflejó en los bajos índices de morbilidad y medidas preventivas. 4° Instalar el Colegio en uno de los Hospitales Mayores de la Ciudad (Santa Ana o San Andrés). 5° Trasladar las Cátedras de Medicina existentes en la Universidad, al nuevo Colegio. 6° Establecer un plan integral de becas para los estudiantes de acuerdo a las provincias. 7° Participación social activa de la comunidad en la vida del Colegio. La primera piedra del Colegio de San Fernando se colocó el 1º de junio de ese año, iniciándose los trabajos de construcción el día 8 del mismo mes, bajo la dirección del arquitecto Presbítero Matías Maestro. Por decisión del virrey, para la construcción del nuevo local se escogió la esquina de las calles de San Andrés y Sacramento, con frente a la antigua plazuela de Santa Ana y muy próxima a los tres hospitales de San Andrés, San Bartolomé y Santa Ana. Las labores de enseñanza se iniciaron el 21 de enero de 1809 a cargo de “cuatro catedráticos: Hipólito Unanue, Miguel Tafur, José Vergara y José Pezet”661. El Dr. Unanue, por cierto, no sólo se ocupaba de la medicina. De este sabio nos refiere Palma que con el seudónimo de Aristes escribió eruditos artículos en el famoso Mercurio Peruano662, publicación bisemanal que se publicó en Lima de 1791 a 1795, aunque luego fue vuelto a publicar durante el siglo XIX aunque con diferente 659 Garfias Dávila, Marcos Ernesto. La Formación de la universidad moderna en el Perú: San Marcos, 1850- 1919. Op. cit., pp. 41-42. 660 Delgado Matallana, Gustavo; Rabí Chara, Miguel. Evolución histórica de la Facultad de Medicina de San Fernando, Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Facultad de Medicina, p. 54, Lima, 2006. 661 Avendaño H., Jorge. Perfiles de la Medicina Peruana. Dirección Universitaria de Bibliotecas y Publicaciones, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, p. 9, Lima 1983. 662 T. P. La gatita de Mari-Ramos, que halaga con la cola y araña con las manos (1788). Crónica de la época del trigésimo cuarto virrey del Perú. Dedicada a Carlos Toribio Robinet. Portada del primer número del Mercurio Peruano 160 cariz: como diario conservador, de 1827 a 1834 y de 1839 a 1840, y luego desde 1918, como revista mensual de ciencias sociales y letras fundada por Víctor Andrés Belaunde y Díez Canseco. Lógicamente Palma se refiere a la primera época del Mercurio Peruano. Don Ricardo constata que al excelentísimo virrey don Fernando de Abascal y Souza, Caballero de Santiago y Marqués de la Concordia, se le debe la mejor escuela de Medicina de América. Ocurrió esto, dice Palma con un ligero error cronológico, en 1810, dos años después del establecimiento del Colegio de Abogados y del cementerio general, cuando se inauguró solemnemente el colegio de San Fernando para los estudiantes de Medicina663. Se unieron los curricula de París y de Leiden. Aquel anfiteatro de 1793 significó un considerable progreso, a imitación de la Academia de Cirugía establecida en Francia hacia 1733. Sin embargo, sólo fue por supremo decreto de 30 de diciembre de 1848, cuando se creó la Junta Directiva de la ya Facultad de Medicina, heredera del citado Real Colegio de Medicina y Cirugía de San Fernando, como notificó el nº 2877 del diario limeño El Comercio de 31 de enero de 1849 al publicar el acta de fundación664. Palma sigue llamándole “Escuela” y no “Facultad” pues dice que de 1848 a 1860... la Escuela de Medicina adquirió prestigio, impulsada por su ilustre decano don Cayetano Heredia665. Acabará tomando este nombre en recuerdo de su primer decano. En la época de la Guerra del Pacífico la Facultad de San Fernando funcionaba en el mimo local que inauguró Unanue en la calle de San Andrés, al lado del hospital del mismo nombre y frente a la plaza de Santa Ana. En ese lugar funcionó hasta 1906 en que fue inaugurado el nuevo local de la 663 T. P. El virrey de la adivinanza (1806), crónica de la época del trigésimo octavo virrey del Perú. 664 Gálvez, José. Nuestra pequeña historia: médicos y curanderos. Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima 1966. 665 La bohemia de mi tiempo (I). Vid. Varillas Montenegro, Alberto. La iniciación del movimiento romántico peruano: una relectura de La Bohemia de mi tiempo. Discurso leído el 25 de junio de 2003. En: Aula Palma III. 2002-2003. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 108, Lima, 2003. Facultad de Medicina de San Fernando Patio interior de la Facultad de Medicina de San Fernando 161 Avenida Grau, dentro del amplio terreno del jardín Botánico. Diseñado en 1899, se empezó a construir en 1903 y se inauguró en 1906. B. LITERATURA MÉDICA Más libros de medicina de lo que podríamos creer hubo escritos, publicados o divulgados en el virreinato. Sin embargo, siendo Lima la “segunda ciudad americana con imprenta sólo se publicaron durante el siglo XVI tres obras científicas, ninguna de ellas relacionada con la medicina”666. En esto, México superó al Perú, pues por la misma época se editaron allí seis obras de tema médico. La imprenta llegó al Perú en 1584, año en que el turinés Antonio Ricardo instaló sus tórculos en la capital del virreinato. El madrileño Gregorio López (1542-1596), compuso uno sobre Medicina y propiedad curativa de varias plantas indígenas, del que el virrey Marqués de Salinas trajo a Lima una copia. En Madrid existen otras, y en México se conserva el original escrito, según lo afirma Losa, en letra muy pequeña, muy legible, muy hermosa, muy igual, bien formada y llena de tinta, que a la primera vista parece de molde667 . El manuscrito hológrafo de Gregorio López se encontraba en 1973 en una colección privada irlandesa. De 107 hojas en 8ª, y publicado en Santa Fe, México, hacia 1585, lleva una introducción de la mano de Francisco Losa en la guarda, fechada en Santa Fe a dos leguas de México en mayo de 1612, dedicando el ejemplar al Marqués de Salinas. Encuadernado en piel española antigua, tiene en su tapa interior, sobre la guarda, el ex-libris de la Condesa de Campo Alange. Estuvo a la venta en librerías de Barcelona hacia 1950668 . 666 López Piñero, José M.; López Terrada, María Luz. Los primeros libros de Medicina impresos en América. En: Viejo y Nuevo continente: la Medicina en el encuentro de dos mundos. (López Piñero, coord.), p. 170, Edición patrocinada por Labs. Beecham, SANED, Madrid 1992. 667 T. P. ¿Quién fue Gregorio López? (1596). Cuestión histórica. 668 Guerra Pérez, Francisco. La materia médica hispano-americana en la época colonial: inventario crítico y bibliografía de manuscritos. Tesis doctoral, p. 107, Universidad Complutense de Madrid, Facultad de Medicina, Madrid 1973. “Tesoro de medicinas” de Gregorio López 162 Gregorio López no era médico. Se llegó a suponer que era un hijo bastardo de Felipe II, lo que por cierto era conocer poco a tal rey que en estas lides amorosas no era –desde luego- como fue más tarde su nieto Felipe IV y algunos de sus descendientes Borbones. Hacia 1562 llegó a Nueva España y al instalarse en Veracruz repartió su fortuna entre los pobres llevando desde entonces una vida eremítica y dedicada a aprender de los indígenas sus saberes medicinales. Así conoció las propiedades curativas de las plantas de Zacatecas, la Huasteca, Atlixco y del centro de México en el actual Estado de Morelos. Fue muy reconocido por sus sabios consejos en torno a las curaciones por lo que muchos mandatarios y personajes importantes novohispanos acudían a él para consultarlo. Trabajó en el Hospital de Santa Cruz del pueblo de Huaztepec (Oaxtepec) y estando allí escribió, entre 1580 y 1589, la obra Tesoro de medicinas para diversas enfermedades en la que recopiló los remedios para diversos males. Moctezuma I, antes de la llegada de los españoles, había mandado hacer allí un jardín botánico con plantas de ornato y medicinales. Gregorio López pudo, gracias a lo que aprendió durante los años que vivió en diversas regiones de Nueva España y en el Hospital de Huaztepec, escribir su libro “sin poseer el grado de médico ni el arte del cirujano” y dedicar su tiempo a componer un libro de medicina “en el que trató de muchos remedios para muy diversas enfermedades, producto de su observación sobre los caracteres de las plantas y los resultados que obtuvieron los hermanos hospitalarios que atendieron salas del hospital”669 durante los años en que estuvo alojado ahí. En su libro se puede leer sobre las curaciones con plantas y semillas autóctonas americanas como mamey, guayaba, chichicamole, árbol del Perú, camote, chayote, chía, cacahuates, cacao, copal, epazote, frijoles, guayacán, aguacate, pitahaya, quelites, sábila, tabaco, tomates, jitomates, tunas, biznaga (huitznahuac), xojocoyoli (xocoyoli), entre muchas otras, haciendo además referencia al pulque, las orejas de ratón, la sangre de venado, los murciélagos, las lombrices y las lagartijas. A todo esto habría que añadir los remedios preparados con las plantas y animales llevados por los españoles durante el primer siglo en América. Gregorio López murió el 20 de julio de 1596 en el poblado de Santa Fe, el pueblo hospital que había fundado Vasco de Quiroga a dos leguas de la ciudad de México en 1532. El rey Felipe IV solicitó en 1620 su beatificación670 aún no lograda. Sus reliquias se encuentran en Santa Fe y en la catedral de Ciudad de México. 669 Ocaranza, Fernando. Gregorio López, el hombre celestial. Ed. Xóchitl, pp. 85-86, México, 1944. 670 Salinas Pineda, Raymundo. Archivo Histórico del Arzobispado de México, Real Cédula de Felipe IV sobre la beatificación de Gregorio López, 1620. En: Un recorrido por archivos y bibliotecas privados II. Asociación Mexicana de Archivos y Bibliotecas Privados, A.C., Fomento Cultural Banamex, A.C., pp. 19-24, 1999. El Venerable Gregorio López 163 Ya en el apogeo virreinal, no fueron escasos los impresos relativos a cuestiones médicas, como el de Francisco de Figueroa sobre la difteria (1616); el de Porres sobre el consumo de bebidas frías (1621); el de Navarro sobre el momento más apropiado para sangrar o purgar (1645); el de Juan de Figueroa, sobre la aplicación de la astrología a la terapéutica (1660); el de Ossera sobre ética profesional (1691); el de Alvarado sobre prevenciones sanitarias contra epidemias (1694); el de Bermejo y Roldán sobre el sarampión (1694); el de Rivilla sobre un caso teratológico (1695); el de Bottoni sobre la circulación de la sangre (1723); los de Petit sobre cáncer de mama (1723) del que luego hablaremos y la sífilis671 (1730) y el profiláctico de Llano Zapata (1744)672. El referido libro del doctor Matías de Porres, Breves advertencias para beber frío con nieve, pretendía cumplir con su responsabilidad de cuidar la salud del alter ego del monarca, ya que era médico del virrey príncipe de Esquilache. En realidad, según Sala673, imitaba al afamado Monardes, de Sevilla, que fue el primero en escribir sobre esa nueva costumbre alimentaria del mundo hispánico. Pretendió publicar otra obra, Concordancias medicinales de ambos mundos, aunque no llegó a hacerlo. Precisamente el cirujano Dionisio de Monardes, que vivió en Lima asentado en el barrio de San Sebastián674, era hijo de ese Monardes, también llamado Dionisio. Como acabo de apuntar, otro ejemplo de literatura médica lo constituye el consignado por Lohmann675. “En 1723... el cirujano francés Pablo Petit dio a la estampa su Epístola oficiosa sobre la esencia y curación del cáncer (= el zaratán) opúsculo sobre la neoplasia mamaria precedido por esta mediocre décima de don Diego de Villegas: “Don Pablo, el Orbe peruano oy (sic) ve en tu admirable Suma por los rasgos de tu pluma los aciertos de su mano. Bien puedes quedar ufano que el manifiesto que has hecho pues adquiriendo derecho para un aplauso absoluto, la Embidia (sic) te dá tributo, y el cáncer te paga pecho”. 671 Sobre la antigüedad de la sífilis en el Perú es conveniente revisar la tesis siguiente, defendida en la para optar al grado de Bachiller: Tello, Julio C. La antigüedad de la sífiis en el Perú. Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 1909. 672 Günther Doering, Juan; Lohmann Villena, Guillermo. Lima. Ed. Mapfre, p. 109, Madrid, 1992. 673Sala Catalá, José. Ciencia y técnica en la metropolización de América. Ed. Doce Calles y Servicio de Publicaciones del C.S.I.C., p. 266, Madrid, 1994. 674 Lohmann Villena, Guillermo. Huellas renancentistas en la literatura peruana del siglo XVI. En: En: Hampe Martínez, Teodoro. La tradición clásica en el Perú virreinal. Fondo Editorial UNMSM, p. 118, Lima, 1999. 675 Lohmann Villena, Guillermo. Personajes y estampas de Piura virreinal. Col. Algarrobo nº 23, Universidad de Piura, 1979. 164 La labor en el Perú de este Dr. Petit, que escribió en 1730 una obra sobre la sífilis y que introdujo en el Perú el mercurio para el tratamiento de esta enfermedad, fue analizada por el Dr. Pablo Patrón en La Crónica Médica de Lima (1884). El libro de que nos habla Lohmann tenía por título completo: Epistola oficiosa sobre la esencia y curación del cáncer, que vulgarmente llaman Zaratan. Escrita por D. Pablo Petit, Cirvjano aprobado en las dos Reales Cortes de Paris y Madrid en Práctica de Medicina, y Cirujano mayor de la Artillería y Hofpitales de los Exercitos de su Mag. Catolica en Cataluña. Al Doct. D. Federico Bottoni, Patricio Mefsines. Medico graduado en la Vniversidad de Salerno... Año de 1723676 Esta dedicatoria del libro de Petit cita al afamado italiano Federico Bottoni (c. 1670- c. 1745), médico de la Casa de la Reina de España, que pasó al Perú al servicio del virrey Carmine Niccolò Carracciolo, Príncipe de Santo Buono, y autor de una obra, publicada en Lima el mismo año, sobre la Evidencia de la circulación de la sangre. En la portada de este libro apostilla “patricio mesinés” y de tal lo trata Petit en su obra sobre el cáncer. Como explica Martínez Vidal en su reciente estudio sobre Bottoni677, “con este título gentilicio, no exento de resonancias clásicas, aludía a sus nobles orígenes familiares en Sicilia”, isla cedida por Felipe V, en virtud del Tratado de Utrecht de 1713, al Duque Vittorio Amedeo di Savoia. De un famoso libro nos habla Palma en su tradición “Amor de madre”: En 1694 nació en Lima un monstruo con dos cabezas y rostros hermosos, dos corazones, cuatro brazos y dos pechos unidos por un cartílago. De la cintura a los pies poco tenía de fenomenal, y el enciclopédico limeño don Pedro de Peralta escribió con 676 Lastres, Juan B. Op. cit. p. 200. 677 Martínez Vidal, Alvar. El nuevo sol de la Medicina en la Ciudad de los Reyes: Federico Bottoni y la ‘Evidencia de la circulación de la sangre’ (Lima, 1723). Comisión Aragonesa Quinto Centenario, Ed. Pórtico, Zaragoza 1992. “Epístola oficiosa sobre la esencia y curación del cáncer…” de Pablo Petit “Desvíos de la naturaleza…” de Joseph de Rivilla Bonet 165 el título de Desvíos de la Naturaleza un curioso libro, en el que a la vez que hace una minuciosa descripción anatómica del monstruo, se empeña en probar que estaba dotado de dos almas678 . En efecto, el texto fue impreso y publicado en la ciudad de Lima en 1695, con motivo de la solicitud que le hiciera el virrey, Melchor Fernández Portocarrero, al protomedicato de la Universidad de San Marcos de Lima, para dictaminar el nacimiento de siameses muertos que conmovió la vida local. Se trataba de dos mellizos unidos por el tronco, nacidos a Teresa Girón, primeriza de 19 años, esposa de Salvador de Olmedo, el 30 de noviembre de 1694. Sin embargo, existen dudas acerca de la autoría de Desvíos de la Naturaleza, que Palma asocia con tanta seguridad a don Pedro de Peralta Barnuevo y Rocha (1663-1743). Este sabio limeño sabía siete lenguas sin haber salido de Lima. Doctor in utroque de Leyes Romanas y Canónicas, Cosmógrafo Mayor del virreinato, cultivó las matemáticas, la medicina, la astronomía y la poesía. De ésta última habilidad es buena prueba su Lima Fundada, en que canta las aventuras de don Francisco Pizarro. Al referirse al nacimiento del monstruo dijo: “Y por que a los prodigios que esclarece Naturaleza junte sus portentos Monstruos de testas dos la humana ofrece” José de Rivilla Bonet y Pueyo parece que publicó los desvíos en 1695, dedicándola al virrey Conde de la Monclova. Su largo título reza: Desvíos de la naturaleza o tratado de el origen de los monstruos. A que va añadido un Compendio de Curaciones Chyrúrgicas en Monftruofos accidentes Qve dedica al Excmo Señor D. Melchor Fernández Portocarrero Laso de la Vega Conde de la Monclova, Comendador de la Zarza en el Orden de Alcántara, del Consejo de Guerra, y Junta de Guerra de Indias, Virrey Governador, y Capitán General, que fué del Reyno de México; y actual que es de eftos Reynos del Perú Tierra firme, y Chile. D. Ioseph de Rivilla Bonet y Pueyo Natural de la Ciudad de Zaragoza Reyno de Aragón Médico profeffor de el Arte Chyrúrgico y Cirujano de Cámara de fu Exc. Y de el Hofpital de Mugeres de la Charidad de efta Ciudad. Con licencia en Lima en la Imprenta Rea por Joseph de Contreras y Alvarado Impresor del Santo Oficio. Año de 1695. 678 T. P. Amor de madre (1696), crónica de la época del virrey “Brazo de plata”, dedicada a Juana Manuela Gorriti y Zuviría (1818-1892), escritora argentina. Conoció Lima en 1850. Durante el conflicto del Perú con España de 1866, trabajó como enfermera. Tuvo una tertulia literaria y artística que tenía lugar cada quince días en su casa de la calle Urrutia nº 188, y que Palma frecuentó mucho a partir de 1876. De ahí su obra Veladas literarias de Lima (1892). 166 A favor de que sea Peralta su autor, sólo cuenta el referido verso y la opinión de Unanue. Valdizán, en sus Apuntes para la Bibliografía Médica Peruana, opta por la dualidad de autores: “O Rivilla escribió el libro y le enmendó y agregó Peralta cuanto le vino en gana agregar y corregir; o Peralta escribió la primera parte y Rivilla solamente el Apendix”. Lastres opina sencillamente que el autor es Rivilla679. Igual piensa Lohmann680. Peralta habría sido, sí, un importante mediador, quien recibió la solicitud del virrey y testificó y acreditó la autopsia realizada por Rivilla. Una de las obras citadas por Palma para ilustrar la escasez que de truenos ha habido en Lima, es las Observaciones sobre el clima de Lima (Lima, 1806), “reimpreso varias veces hasta nuestros días”681 , del médico y humanista, antes mencionado, don José Hipólito Unanue, en la que da algunos detalles sobre la tempestad del 19 de abril de 1803, y donde dice que en ese año el calor... fue excesivo, pero que la salubridad pública, lejos de sufrir, mejoró notablemente682. Está claro. Toda lluvia limpia y más en una ciudad como la de Lima, en la que la única humedad que el cielo manda es la garúa, palabra ésta, por cierto, de origen portugués (caruja = neblina). En el libro magistral de Unanue, éste realiza ciertas indicaciones sobre el agua potable dignas de un higienista. Mas, no sólo en los libros hay información sanitaria. Otra letra impresa, la de los periódicos, contiene a veces datos interesantes. Llegaba con más o menos regularidad al Callao el llamado “Cajón de España”. En él viajaba desde la capital del imperio Avisos, que tal era el título del único periódico que hasta fines del siglo XVII se publicaba semanalmente en Madrid. Allí entraban algunos renglones sobre el estado sanitario y meteorológico de Madrid683. Y tengo para mí que no debía ser el primer estado muy bueno, al menos hasta las reformas urbanas del Rey Don Carlos III. Ese semanario, “un pliego de 4 columnas por página, era el gran periódico del Perú colonial. Constituía el mejor y más preciado regalo de la epóca, para nuestros curiosos y ‘novelescos’ antepasados. Pasando de casa en casa, donde uno de los miembros de la familia, que sabía leer, lo 679 Lastres, Juan B. Op. cit., p. 145. 680 Günther Doering, Juan; Lohmann Villena, Guillermo. Lima. Ed. Mapfre, p. 109, Madrid, 1992. 681 Guerra, Francisco. Los libros de medicina coloniales en Hispanoamérica y Filipinas. Anales de las II Jornadas de Historia de la Medicina Hispanoamericana (26-27 mayo 1986), Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cádiz, Cádiz 1989. 682 T. P. Truenos en Lima (1877). 683 T. P. El Aviso (17...) Don Pedro de Peralta Barnuevo Rocha y Benavides 167 recorría íntegramente, en alta voz, el semanario difundía, normalmete, vulgaridades, chismes cortesanos, que eran el deleite de los colonos criollos y mestizos”684. Mediando el siglo XVII, en 1660, el Dr. Juan de Figueroa publicó un libro titulado Opúsculo de Astrología en Medicina y de los términos y partes de la Astronomía necessarias para el uso della, laboriosa síntesis astrológica médica de 349 folios, digan de alabanza, dice Esteve685, “si no tuviera como punto de partida ‘que el acierto en la cura de las enfermedades depende de conocer el estado del cielo cuando uno adolece’”. La obra fue publicada por el Observatorio de Marima de San Fernando y la dedicó su autor al Excmo. Sr. D. Luis Henríquez de Guzmán, Conde de Alba de Liste, o “Conde de Alva de Alista y de Villaflor” como reza en el propio libro. Palma dedica toda una tradición, que transcribo a continuación en su totalidad, a comentar la obra de Figueroa. Y lo hace así: Para los médicos, cirujanos, boticarios y barberos de Lima eran, en el siglo XVII, artículos de fe y parte integrante de la ciencia las supersticiones astrológicas. A la vista tengo un libro de 700 páginas en 4º, impreso en Lima por los años de 1660, y del que es autor Juan de Figueroa, familiar del Santo Oficio de la Inquisición, veinticuatro de Potosí y tesorero de la Casa de Moneda de esta ciudad de los reyes, quien dedicó su abultada obra al virrey conde Alba de Liste. Titúlase el librote La astrología en la medicina. Según Figueroa, cuando el Sol entra en el signo de Aries, la tisis está de plácemes, y cuando domina Virgo abundan los tumores en el vientre. A Tauro le da el señorío de los dolores de cabeza; a Cáncer, el de la sífilis; a Escorpión, el de los reumatismos; a Piscis, el de las hidropesías; a Capricornio, el de la ictericia; y así a cada signo del Zodíaco le adjudica el patronato de una dolencia. Entre otras no menos peregrinas invenciones, prohibe hacer gargarismos o aplicarse un clister686 mientras Piscis no haya entrado en cierta casilla que el autor señala en un palnito por él ideado; y califica poco menos que de suicida al que toma un vomitivo o se hace sangrar cuando Marte se halla de visita en la casa de Mercurio. 684 Valega, José M. El virreinato del Perú: historia crítica de la época colonial, en todos sus aspectos. Ed. Cultura Ecléctica, p. 255, Lima 1939. 685 Esteve Barba, Francisco. Cultura virreinal. En: Historia de América y de los pueblos americanos. Dirigida por Antonio Ballesteros y Beretta, Tomo XVIII, p. 792, Salvat Ed., Barcelona 1965. 686 Clister es sinónimo de enema. “Opúsculo de Astrología en Medicina…” de Juan de Figueroa 168 Medicinarse estando el Sol y la Luna en conjunción es para nuestro autor epilepsia segura; y en materia de sangrías y de ventosas, sólo las consiente cuando el Sol se va acercando al mediodía. El que enfermaba, aunque fuera de un dolor de muelas, cuando ciertos signos que él apunta se hallasen de bureo en cierta casilla, no tenía otro remedio que mandar por mortaja y cajón, para hacerse enterrar. Para tener larga cabellera había de hacérsela cortar estando la Luna creciente en Virgo, y para conseguir que el pelo no creciera pronto, esperar a la Luna menguante en Libra. Las uñas debían cortarse estando la Luna en Tauro o en León. Quien tuviese la desgracia de engendrar un muchacho estando Venus, Marte, Saturno y Mercurio en determinada posición, no debía culpar más que a su ignorancia en Astrología, si el mamón resultaba (lo que no podía marrar, según Figueroa) con joroba, seis dedos en la mano, como diz que los tuvo Ana Bolena, u otro desperfecto. Engendrar bajo la influencia de tales o cuales astros era para que el muchacho saliese un facineroso, o, si era hembra el engendro, una pelandusca. En cambio, todo el que se sujetase a las reglas astrológicas tendría los hijos con cualidades a medida del deseo. Por lo menos, serafines de altarcico. Cuando de una mujer embarazada las pulsaciones de la mano derecha eran más vigorosas que las de la mano izquierda, sin género de duda que el fruto sería varón. No es cuento de que yo me eche a borronear carillas de papel, que con lo apuntado sobra para que el lector se forme concepto del libro, que tuvo gran boga en su tiempo, y del que no había casa en Lima de buen gobierno o de matrimonio bien avenido donde no hubiese un ejemplar más manoseado que la Alfalfa espiritual para los borregos de Cristo y la bula de la Cruzada. Esos eran tiempos en los que cuando uno se encontraba con un pelo en la sopa, decía: “¡Demonios!, ¿de quién será esta hebra de pelo?” La conozco - contestaba de fijo un comensal -, es de la hija de la cocinera, que es una muchacha muy guapa”. “¿De veras? Pues me la guardo”. Y se limpiaba la hebra con la servilleta y se la guardaba en el bolsillo. Dicen los astrólogos que un cabello de buena moza trae ventura al poseedor. Y tan rodeada de supersticiones y pueriles prácticas andaba la ciencia médica en Lima, que cuando el profesor de Anatomía se hallaba en el compromiso de dar a sus discípulos lección sobre el cadáver en el anfiteatro, antes de esgrimir cuchilla y escalpelo, rezaba, en unión de los presentes, una plegaria en latín por el alma del difunto. 169 La astrología médica tuvo también sus impugnadores, y el más enérgico fue don Juan Jerónimo Navarro687, médico valenciano, que, con el título Disertación astronómica, publicó en Lima un interesante opúsculo, impreso en 1645. Ocurriole al doctor Navarro (y precisamente esta ocurrencia fue la que le impulsó a escribir su Disertación) que habiendo recetado un purgante a uno de sus enfermos, que era encumbrado personaje, negóse el boticario a despacharlo. Y no sólo se negó, sino que le escribió al enfermo la siguiente esquelita, que, ad pedem literae, copio del ya citado librejo: “Señor mío: Vuesa merced no siga el parecer del doctor, aunque él lo mande; porque mañana a las cinco es la conjunción, que si fuera por la tarde no correría vuesa merced tanto riesgo. De más que hoy no he hecho purga ninguna, ni tal se puede hacer hasta que pase la conjunción. Vuesa merced vea lo que le parece, que a mí no me mueve otra cosa más que la conciencia. Guarde Dios a vuesamerced.” Combatiendo la crasa ignorancia y necedad del boticario chapucero, dice el doctor Navarro que acatar las supersticiones astrológicas, tan bien acogidas por el pueblo, no redunda sino en descrédito del médico y regalo para curas y sacristanes. Los deudos del finado, como era de cajón, se dividieron en bandos. Unos echaban pestes contra el boticario entremetido y palangana, y otros bufaban contra el galeno ignorantón. Este protestó más que el protestante inglés, y acudió al protomédico solicitando que impusiese castigo severo al criticastro de autorizada receta. El boticario, contestando al traslado, puso al querellante de camueso y farfullero que no había por dónde cogerlo; y lo peor es que con el manipulador de píldoras, ungüentos y jaropes hicieron causa común los demás del gremio, entusiastas y creyentes en la Astrología y sus maravillas, a pesar de que ya empezaba a popularizarse la redondilla que dice: El mentir de las estrellas es muy seguro mentir, porque ninguno ha de ir a preguntárselo a ellas, redondilla que en nuestro siglo ha sido reemplazada con esta de autor anónimo: Sobre microbios688 mentir, 687 Juan Jerónimo Navarro dispuso que sus libros fuesen vendidos después de su muerte “y porque son…de medisinas y los que menos se piensa tienen más valor, yo como quien los conoce y save su precio, declaro el que tienen en la memoria que se hallará en un libro a qué remito”. (Castañeda, Carmen (coord.). Del autor al lector. Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, p. 303, 1ª ed., México, 2002.) El Dr. Navarro nació en realidad en Murcia, se doctoró en la Universidad de Valencia en 1615, era sacerdote, y pasó a Panamá en 1622. (Simón Díaz, José. Bibliografía de la literatura hispánica. Consejo Superior de Investitaciones Científicas, p. 638, Salamanca, 1992.) 688 En alguna de sus cartas Palma se refiere a los jesuitas como “microbios” en un lenguaje que Rodríguez Rea califica “de pasquín”, en su afán de parodiarlos como entes capaces de dañar seriamente el cuerpo social del país. (Rodríguez Rea, Miguel Ángel. Ricardo Palma y los jesuítas. Op. cit,, p. 235.) 170 es mentir de gente sabia, pues se llega a conseguir dejar a todos en Babia. El protomédico se vió en las delgaditas o en apuros para fallar. No se sentía con coraje para declararse contra las preocupaciones dominantes, y en tamaño conflicto cortó por lo sano; esto es, declinó de jurisdicción enviando el proceso a Madrid, que fué como mandarlo al Limbo. Por el vapor de la primera quincena del siglo entrante espero la sentencia del proceso689 Existe, finalmente, una tradición que Palma llama “bibliográfica”, que se detiene nada menos que en comentar una de las obras del médico don José Pastor de Larrinaga690, autor de la Oración gratulatoria que en 1781 dirigió la Real y Pontificia Universidad de San Marcos al virrey Jáuregui691. En la obra comentada por Palma, Pastor de Larrinaga trata de cierto alumbramiento de un pichón palomino por parte de una negra terranova, y del revuelo que entre los médicos limeños causara el fenómeno. Antes de contar el caso, diremos que Palma alude en su relato a un inmueble, que fue precisamente la Casa de la Pila en la que vivió durante un decenio con su padre y de la que fueron desalojados por su propietario el italiano José Musso lo que causó que Palma entablara una agria polémica con él. El protagonista del relato, el Dr. José Pastor de Larrinaga, alquiló en ella un cuarto en 1804 para exhibir un fenómeno natural692, como a continuación veremos. Don José Pastor de Larrinaga, protocirujano y examinador conjuez del real protomedicato del Perú, cirujano mayor del regimiento provincial de dragones de Carabaillo y cirujano titular del convento grande de San Francisco, del real y militar Orden de la Merced y del hospital de San Bartolomé, ha legado a la posteridad un extravagante a la vez que divertidísimo libro, publicado en Lima en 1812 por la imprenta de los Huérfanos, que administraba el poeta don Bernardo Ruiz. Por aquel entonces Larrinaga tenía unos setenta diciembres y tan convencido estuvo de lo meritorio de su libro, que lo dedicó nada menos que a don José Baquíjano y Carrillo, Conde de Vistaflorida y Oidor de la Audiencia de Lima. Continúa Palma comentando que ojeando más que hojeando los tomos de Papeles varios de la Biblioteca Nacional, se encontró en uno de ellos un cuaderno de 250 páginas en cuarto, tipo ceñido, que de tanto 689 T. P. La Astrología en el Perú (1660). 690 Sobre su vida es recomendable el trabajo de José Ramón Jouve Martín, de la McGill University, De monstruos, partos y palomas: José Pastor Larrinaga y las polémicas obstétricas en la Lima colonial. Barroco ilustrado: representaciones y discursos en el ámbito hispánico transatlántico. International Congress. UNAM. México DF, México. October 28-30, 2009. Luego publicado como: De monstruos, partos y palomas: José Pastor Larrinaga y las polémicas obstétricas en la Lima colonial. Sueños de la razón: monstruos, aberraciones y quimeras del Barroco a la Ilustración. En: La Habana Elegante: revista semestral de literatura 48 (2010). 691 Pérez Garay, Carlos Alberto. Ricardo Palma y San Marcos. Op. cit., pp. 330-331. En ese trabajo, Pérez Garay comenta el expolio del gabiente anatómico de la Escuela de Medicina y un sinnúmero de bienes y utensilios durante la ocupación chilena de Lima tras la guerra con ese país. También reseña que la relación de Palma con San Marcos es estrechó más cuando su hijo Ricardo ingresó en la Escuela de Medicina de San Fernando, de la que egresaria allá por la década de 1910. 692 Holguín Callo, Oswaldo. Tiempos de infancia y bohemia. Ricardo Palma (1833-1860). Op.cit., p.76. 171 necesitó el cacumen693 del escritor, que empieza asegurando al lector en unas coplas infelices (pues de todo tiene el librejo, como botiquín de campaña): que, mientras tanto empeño satisfaga, es su amigo Pastor de Larrinaga. En el número 13 de la Gaceta de Lima, correspondiente al 18 de abril de 1804, apareció la noticia de que el día 6, en la charca del Pino, propiedad del marqués de Fuente Hermosa a media legua de la ciudad, una negra terranova, llamada Asunción, había parido un pichón de paloma. Aquello produjo indescriptible sensación en Lima, y todos se empeñaron por ver el fenómeno, que, dentro de un frasco de cristal lleno de alcohol, mostraba a sus amigos el comadrón Larrinaga. En un anónimo, que el autor del libro atribuye a don Hipólito Unanue, se dijo que el pichón palomino era un trampantojo, frase que bastó para sacar de juicio al bueno de don José Pastor, quien alquiló un cuarto en casa de la Pila, calle del Arzobispo, y allí puso en pública exhibición el fenómeno. Tomó con este motivo creces la novelería popular; el pichón palomino fué tema de todas las conversaciones, y los hombres de ciencia se vieron comprometidos a dar una opinión. No carecía el Perú de eminencias científicas. Teníamos un Unanue, un Dávalos, un Valdés, un Tafur, un Pezet y un Chacaltana, médicos cuyo renombre ha llegado hasta nuestros días. Dávalos el laureado en la Universidad de Montpellier, y Valdés, el admirable traductor de los Salmos, se encargaron de hacer la disección anatómica del avechucho, en cuya molleja encontraron algunos granos de trigo. Larrinaga dijo que esto era superchería de Dávalos, y protestó del examen anatómico. Mas, a pesar de su protesta, la opinión de los seis facultativos fue unánime: “Que había hecho muy mal Larrinaga en alborotar al público por un pedazo de carne, que así era pichón como ellos arzobispo”. Entonces se echó Larrinaga a escribir el libro, que ocho años después salió impreso. Insiste en su creencia de que aquel era palomino hecho y derecho, y cuenta que, en la calle de San Ildefonso694, del huevo de una gallina se extrajo un feto con figura humana; que una mujer parió cinco ratones, a los que un gato que había en la casa se manducó sin ceremonia, y que hubo otra prójima a quien llamaban la hija de vaca, porque realmente lo era. ¡Candoroso debió de ser don Pastor Larrinaga, mi paisano! 693 Este término, “cacumen”, cerebro, es mencionado por Palma también en su obra Verbos y Gerdundios: “Si no brota mortal de mi cacumen”. (Ángeles Caballero, César. Los peruanismos en la poesía de Ricardo Palma. En: Aula Palma III 2002-2003. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 179, Lima, 2003.) 694 Esa calle es actualmente el Jirón Chachapoyas, cuadras 1, 2. (Vid. Coloma Porcari, César. Las antiguas calles de Lima en las Tradiciones de Ricardo Palma. Op. cit., p. 101.) 172 Al final de su tradición añade que el que tenga flema para enfrascarse en la lectura de las 150 primeras páginas de la Apología del pichón palomino pensará que el autor se propuso sólo escribir un libro de controversia científica y acusar de ignorantes a sus compañeros Unanue, Valdés, Dávalos, Pezet, Tafur y Chacaltana. Tenga paciencia y apure las últimas páginas. En ellas verá que el librejo es también un batiborrillo político. Partiendo del principio popular de que los cometas y fenómenos auguran pestes, guerras y demás calamidades, saca en limpio Larrinaga después de encomiar mucho a su rey Fernando y de poner como estropajo al príncipe de la Paz, don Manuel Godoy, que el pichón palomino nacido en Lima fué... (adivinen ustedes) nada menos que Pepe Botella, como llamaban los españoles al hermano de Napoleón. Para situarnos mejor da nuestro escritor algunos datos más de la vida de Larrinaga diciendo que es autor de la Oración gratulatoria que en 1781 dirigió la Real y Pontificia Universidad de San Marcos al virrey Jáuregui, pieza literaria de escasísimo mérito, y publicó también en el Mercurio Peruano, en 1792, unos pobres versos, con pretensiones históricas, sobre los Incas y los virreyes del Perú. De dos disertaciones profesionales que hizo imprimir sólo conocemos el título. La una trata de la aneurisma en el labio inferior, curado con la operación del pico de liebre, y la otra es sobre si las mujeres pueden o no convertirse en hombres. En la época en que nos invadía la fiebre de Independencia, el viejo Larrinaga se jactaba de ser godo intransigente, y en prueba de su amor por Fernando VII hizo colocar en el salón de su casa un retrato al óleo del monarca con esta quintilla de caprichosa estructura: Si a la Europa el egoísmo de los pueblos y los reyes la ha postrado en un abismo, le dará América leyes de patriotismo. Larrinaga murió en Lima en 1823, habiendo sido el médico favorito del egregio Morales y Duárez, limeño que presidió las Cortes españolas de año 12, y de las casas de los condes de Velayos, Torre-Velarde y otras no menos aristocráticas de esta ciudad de los reyes695. Al final, Palma repara la crítica hecha a don José Pastor añadiendo que como no existe obra tan mala en la que no se encuentra siquiera un dato que interese, hay en el libro de nuestro compatriota Larrinaga curiosas noticias sobre la resistencia de ciertos médicos devotos para 695 Rabí cita esta parte de la tradición de Palma señalando: “Afirma Palma que don José Pastor fue médico personal de don Vicente Morales Duárez, Diputado por Lima y Presidente de las Cortes de Cádiz, de las casas de los Condes de la Dehesa de Velayos, Torre Velarde y otras no menos aristocráticas del Perú; sin mayores referencias señala a 1823 como año de su fallecimiento en Lima”. (Rabí Chara, Miguel. El Hospital de San Bartolomé de Lima (1646-2000). La protección y asistencia de la gente de color. En: Tomo III. Historia de la Medicina Peruana, p. 91, Lima, 2001) 173 recetar la quina, porque ese específico tenía, según ellos, virtudes que únicamente el diablo podría haberle comunicado. “Lo mismo -añade don José Pastor- ha pasado con la vacuna, pues sacerdotes llegaron a predicar en el púlpito que el demonio había dado a Job las viruelas por medio de la inoculación”. Quien haya leído el Diente del Parnaso, de Juan de Caviedes, recordará que el único cirujano romancista del siglo XVII a quien no maltrata la cáustica musa del Quevedo limeño es don José Rivilla, del cual sólo habla en el memorial en que aconseja al duque de la Palata que, en vez de enviar buques contra los corsarios ingleses, mande médicos. José Rivilla es ligero bajel de corso tirano, aunque por tanta obra muerta bien pudiera ser pesado. Larrinaga elogia con entusiasmo a Rivilla, y sostiene que fué éste, y no don Pedro de Peralta, el autor del libro Desvíos de la Naturaleza, generalmente atribuido al poeta de Lima fundada696 . Sobre la vida y obra de Pastor de Larrinaga escribió una magnífica obra el Dr. Miguel Rabí Chara697 (1932-2007), Miembro Honorario de la Asociación Peruana de la Historia de la Medicina. En cuanto a los médicos citados en este escrito de Palma comenzaremos hablando de José Manuel Valdés, que compartía con don Ricardo la ascendencia de raza negra. Nacido en Lima en 1767, falleció en la misma ciudad el 29 de julio de 1843. No sólo fue médico sino también escritor y poeta y quizás por eso Palma le tenía ese especial respeto. Además de sus Poesías Espirituales (1818) y algunas odas para la prensa limeña (1821 y 1825), escribió y tradujo un Salterio Peruano o paráfrasis de los ciento cincuenta Salmos de David y de algunos cánticos sagrados en verso castellano (Lima, 1833). Se ocupó de escribir la vida de otro afroperuano, el mulato y ahora Santo, Martín de Porres698. 696 T. P. La “Apología del pichón palomino” (1804). (Tradición bibliográfica). 697 Rabí Chara, Miguel. La vida y la obra singular de un cirujano criollo, primer defensor de su gremio en el Perú: José Pastor de Larrinaga (1758-ca.1821). Hospital Nacional Docente Madre niño “San Bartolomé”, Lima, 2006. Aunque jurista de formación, el Dr. Rabí encontró y desarrolló su interés por la historia de la medicina peruana durante su gestión como funcionario del Ministerio de Salud donde trabajó por muchos años. (Vid. Pamo Reyna, Oscar G. In Memoriam. Dr. Miguel Rabí Chara (1932-2007). Rev Soc Peru Med Interna 2007; vol 20 (2):83-84.) 698 Valdés, José Manuel. Vida admirable del bienaventurado fray Martín de Porres. Huerta, Lima, 1863. Justamente Ricardo Palma comenta en cierta ocasión, refiriéndose a San Martín de Porres, que uno de sus biógrafos (no recuerdo si el padre Manrique o el médico Valdés) dice que el prior de los dominicos tuvo que prohibirle que siguiera milagreando (dispénsenme el verbo)… (T. P. Los ratones de fray Martín (1610-1639). Vid: Tanner, Roy L. Las Tradiciones Peruanas como foro lingüístico. En: Revista de la Casa Museo Ricardo Palma, Año III, vol. 3, p. 165, Miraflores, diciembre 2002. Y: Tanner, Roy L. Aproximaciones al estudio de las Tradiciones Peruanas. Op. cit., p. 175.) El Dr. José Manuel Valdés, por Pancho Fierro 174 Fue firmante del Acta de Independencia del Perú, de la Real Academia de Medicina de Madrid, Protomédico General del Perú, Médico de Cámara del Gobierno, primer diputado negro ante el Congreso de 1832, y era un políglota notable que dominaba el francés, el inglés y el italiano. Dispensado por el rey Carlos IV, de su tacha de limpieza de sangre o nota de infamia, por ser mulato, obtuvo en 1809 el título de bachiller, licenciado y doctor en medicina ante el Promedicato de Medicina, integrado por Unanue, José Pezet, Miguel Tafur y José Vergara. Fue catedrático de Prima de Medicina de la Universidad de San Marcos de 1835 a 1843. Fue autor de artíulos en el Mercurio Peruano con el seudónimo de Joseph Erasistrato Suadel, entre 1791 y 1792, principalmente. Y fue asimismo de las siguientes obras médicas: Disertación quirúrgica sobre el chancro uterino (1801), Elogio de la cirugía (1806), Disertación sobre la Meningitis de los Niños (1815), Memoria sobre las enfermedades que se padecieron en Lima en el año 1821 (1827), Memoria sobre la disentería (1835), Relación del estado general del arte obstétrico (1836), Memoria sobre el cólera morbo (1839), La eficacia del bálsamo de copayba en las convulsiones de los niños (1807), tesis presentada en la Universidad de San Marcos, Memorias médicas (París: Rosa y Bouret, 1836). Entre sus obras literarias podemos citar: Oda dedicada al Ayuntamiento o Cabildo de Lima (1813), Oda dedicada al Libertador San Martín (1821), Oda a Lima libre y triunfante (1822), Oda dedicada a Simón Bolívar (1825), Poesías espirituales (1818), La Fe de Cristo triunfante en Lima (1822), Salterio peruano (1833), Vida admirable del bienaventurado fray Martín de Porres (1840)699. Otro de los médicos citados por Palma en la anterior tradición era el Dr. José Manuel Dávalos (1758-1821)700, también mulato y dedicado en principio a la cirugía tras dejar la carrera eclesiástica. Por eso, al no poder matricularse en la Universidad de San Marcos, estudió botánica, química y anatomía en la Universidad de Montpellier (1784-1788), donde se doctoró. En su tesis reivindicó la ciencia peruana y atacó las opiniones de Cornelius de Pauw acerca de la inferioridad del ambiente americano. Dávalos aseguró la salubridad del clima de Lima, y determinó que las enfermedades de sus residentes eran debidas a sus dietas, sobrecargadas de grasa, y a una supuesta toxicidad de las patatas y de la yuca. 699 Carazas, Milagros. José Manuel Valdés, una aproximación a su obra poética, ponencia leída en Congreso Internacional: Perú Siglo XXI - Universos discursivos en la prensa peruana, 9 de julio de 2008. 700 Vid. Lastres, Juan B. El doctor José Manuel Dávalos, Documentos, 3, pp. 329-342, Lima, 1951-1955. Y: Vargas Ugarte, Rubén. La Biblioteca médica de don José Manuel Dávalos. En: Cuadernos de Estudios, Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Católica del Perú, 2, pp. 325-342 (1943). Y: Lastres, Juan. El Doctor José Manuel Dávalos. En: Rev. Perú Epidemiol. 1996; 9 (1): 62-4. 175 VIII. DE LAS EMBARAZADAS Y SUS RETOÑOS “Estando la mujer cerca del parto, algunos días antes se metía en un baño de los que ellos usan y, consigo, una vieja partera que la bañaba y, apretándole livianamente las caderas, la barriga y el cuerpo, decían que aderezaban a la criatura para el próximo nacimiento y, la madre, para su parto. Y, llegada la hora, recibía la criatura, y cortábale el ombligo y bañábala en agua fría”. (Acuña, René; “Relaciones geográficas del siglo XVI: México”) Existe todo un cúmulo de tradiciones orales y escritas, algunas de las cuales siguen teniendo cierta vigencia, sobre el modo de cuidar a las mujeres encintas, durante el embarazo y después del parto; y es que el estado de gravidez tiene un algo de misterioso, a la vez que un mucho de esperanza de futuro. Lissell Quiroz, de la Universidad de Rouen, Francia, ha estudiado con profundidad el desarrollo de la obstetricia en el Perú del siglo XIX701, el tiempo que le tocó vivir a Ricardo Palma. Fue en ese siglo cuando nació la profesión de partera titulada, sustituyendo o al menos complementando la labor de las tradicionales matronas o comadronas como se les llamaba en España. A finales A finales del siglo XVIII, los ilustrados peruanos comenzaron a interesarse en la maternidad y el periodo perinatal. Expusieron la necesidad de que las parteras tradicionales tuvieran una formación teórica que estuviera bajo la supervisión del cuerpo médico. El discurso ilustrado fue retomado después de la independencia por las autoridades públicas del Estado naciente. El proyecto se concretó gracias a la llegada al Perú de una partera francesa de excepción, Benita Paulina Fessel, mujer emprendedora deseosa de fundar una maternidad bajo el modelo de la de Port-Royal (París). La confluencia de estos factores permitió el nacimiento en 1826 de la primera Maternidad del mundo hispánico con un funcionamiento particular que asociaba un hospital y una escuela de partos, dirigida por Madame Fessel, ella misma ex alumna de la Maternidad de París. La maternidad limeña formó varias generaciones de parteras, que recibieron una excelente formación tanto teórica como práctica y que se impusieron como profesionales competentes. Durante la segunda mitad del siglo XIX las obstetrices, como se les llama desde esa época en Perú y como las llama Palma en varios lugares de su obra, acompañaron cada vez a más mujeres en el trance del parto y resistieron a la presión de los médicos por apropiarse de ese momento esencial en la vida de las mujeres. Ricardo Palma, al retratar con detalle, como era su gusto, a las limeñas, no podía dejar de hacer referencia a las que gozan de la maternidad. Por eso nos cuenta: Generalizada creencia era entre nuestros abuelos que a las mujeres encintas debía complacérselas en sus más 701 Quiroz, Lissell. De la comadrona a la obstetriz. Nacimiento y apogeo de la profesión de partera titulada en el Perú del siglo XIX. Dynamis 2012;32(2).415-437. 176 extravagantes caprichos. Oponerse a ellos equivalía a malograr obra hecha. Y los discípulos de Galeno eran los que más contribuían a vigorizar esa opinión, si hemos de dar crédito a muchas tesis o disertaciones médicas que, impresas en Lima, en diversos años, se encuentran reunidas en el tomo XXIX de “Papeles varios” de la Biblioteca Nacional. Una mujer limeña encinta tuvo una vez el antojo de pasearse por el convento de San Francisco. Tras muchos tira y afloja, fray Fernando Jesús de Arce, Guardián de la Recoleta de Cajamarca, hacia 1806, dio en permitir el paseíto. El padre comisario general, apoyó al padre Arce, presentando, entre otros argumentos el siguiente que, a su juicio, era capital y decisivo: -La conservación del feto es de derecho natural y el precepto de la clausura es de derecho positivo, y por consideración al último no sería caritativo exponer una mujer al aborto702. Tenía las cosas claras el padre comisario general, aunque daba por supuesto que la no concesión del antojo era perjudicial para el niño. Modernamente, en el Perú, Valdivia703, en un estudio realizado con 50 gestantes que concurrían al Servicio de Obstetricia del Hospital Obrero de Lima, observaron que la creencia de que la no satisfacción determina el aborto era aceptada por un cincuenta por ciento. La literatura sobre los antojos es amplia. Citaremos aquí sólo lo reseñado por un clásico, Valdizán, que asegura que “las pigmentaciones de la piel son atribuidas a antojos no satisfechos de las madres gestantes y son vulgarmente conocidas con el dicho nombre de antojos. Si tales manchas han tomado implantación en regiones de la piel en las cuales asoma algún pelo, se dice que la madre tuvo un antojo no satisfecho de carne de cerdo; las manchas rosadas y redondas traducen un antojo no satisfecho de fresas; aquellas rosadas oblongas expresan un antojo no satisfecho de jamón; las blancas revelan que la madre deseó en vano un poco de leche de vaca. El labio leporino era interpretado y lo es aún por el vulgo de muchas poblaciones de Europa como traduciendo un antojo no satisfecho de liebre. Esta cuestión de los antojos en la Lima colonial adquirió suma importancia en época del Ilustrísmo Arzobispo don Diego del Corro, quien solicitó del Cosmógrafo Mayor del Virreynato, que lo era a la sazón el ilustre médico don Cosme Bueno, un informe médico cerca del respeto que debía guardarse por los antojos de las mujeres embarazadas. El informe del doctor Bueno fué discreto.; respetó el prejuicio vulgar”704. Ese informe se tituló Disertación sobre los antojos de las mujeres preñadas, y en él se lee que “todas las veces que se antoja a alguna preñada, alguna cosa, se debe cumplir, si no quiere exponerse al peligro de abortar”. ¿Qué otros males acarrea la no satisfacción del antojo? Valdivia los ha recogido: “frustración con angustia, llanto, desesperación, cólera, fastidio, náuseas, vómitos, dolor abdominal o epigástrico y tristeza; síntomas que pueden llegar a producir una reacción neurótica”705. 702 T. P. La niña del antojo (1742). 703 Valdivia y cols. Concepciones psicoculturales en torno al ‘antojo’ en mujeres embarazadas. Rev. Cienc. Psicol. y Neurol. 1967;4(4):299-327. 704 Valdizán, Hermilio. Diccionario de Medicina Peruana. Tomo I, p. 250, Talleres Gráficos del Asilo “Víctor Larco Herrera”, Lima 1923. 705Valdivia Ponce, Oscar. Hampicamayoc: Medicina folklórica y su substrato aborigen en el Perú. Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Dirección Universitaria de Biblioteca y Publicaciones, pág. 87, Lima 1986. 177 A veces, lo sufrido de dar a luz un retoño, dejaba a las madres con problemas de salud. Así, ocurrió que, por consecuencia de un alumbramiento que dio por fruto a don Mariano de Lavalle y Zugasti, que corriendo los tiempos llegó a ser Oidor de Guadalajara, quedó doña Mariana achacosilla, y los galenos le prescribieron por todo récipe que tomase aires de campo706. Podría haber ido a la Hacienda Maranga, de su pariente Juan Ortiz de Foronda, la más productiva, en 1781, de los valles de Lima con 26.000 pesos, o a la de José Ortiz de Foronda, llamada Chillón, con 4290 pesos707. Se refiere a doña Mariana de Zugasti y Ortiz de Foronda, casada con don José Antonio de Lavalle y Cortés, Conde de Premio Real, Caballero de Santiago, Alcalde ordinario de Lima. Doña Mariana había nacido en Lima, hija del general don Martín de Zugasti y Gaztelu, natural de Pamplona, y de doña Bernarda Ortiz de Foronda, nacida en Lima. Era nieta materna de don Pedro Ortiz de Foronda, natural de Arenchal, Extremadura, caballero de Santiago, y de la limeña doña Mariana Sánchez de la Barrera. Sobre el citado sufrimiento tras el parto hablaba don Ricardo de modo bastante irreverente en sus no menos irreverentes Tradiciones en Salsa Verde708 cuando decía709: …Pues con su venia, mi general, y con la de esta señorita, estaba pensando… en cómo habrá quedado el coño de ancho, después de tal 706 T. P. Los pacayares (1780). 707 Rizo-Patrón, Paul. La nobleza de Lima en tiempos de los Borbones. Bull Inst fr études andines 1990;19(1):129-63. 708 En una misiva de Palma a Carlos Basadre, de febrero de 1904, le dice: “Sabe usted, mi querido Carlos, que estas hojitas no están destinadas para la publicidad y que son muy pocos lo que, en la intimidad de amigo a amigo, las conocen. Alguna vez me reveló usted el deseo de tener una copia de ellas, y no sabiendo qué agazajo le sería grato hoy, día de su cumpleaños, le mando mis Tradiciones en salsa verde, confiando en que tendrá usted la discreción de no consentir en que sean leídas por gente mojigata, que se escandaliza no con las acciones malas sino con las palabras crudas. La moral no reside en la epidermis. Mil cordialidades. Su viejo amigo. El Tradicionista”. (Vid. Martos, Marco. Apostillas al lenguaje de Ricardo Palma. En: Aula Palma IV 2003-2004. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 119, Lima, 2004.) Para Juan Paredes, lo de “salsa verde” guardaría una connotación sexual si nos atenemos al “dicho verde” que Sigmund Freud asocia con la sexualidad del emparejamiento carnal, en su obra “El chiste y su relación con el inconsciente”. El “dicho verde” es la expresión genérica que encierran las expresiones obscenas y tendenciosas relativas a la conducta sexual de la mujer, o al propósito de seducción previo al acto sexual expresado en proposiciones y flirteos persistentes: enmarca la ceremonia ritual que el macho hace a la hembra. Está provisto de un poder de seducción y de excitación, por la obscenidad explícita del acosador que se convierte en agresor-seductor sexual. (Paredes Carbonell, Juan. El lenguaje carnavalesco en las Tradiciones en Salsa Verde. En: Aula Palma V 2005-2006. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 217, Lima, 2006.) Este mismo autor, Paredes, estima que “existe una serie de indicios que nos persuaden a no dudar de la paternidad de los relatos: una, por razones de estilo, pues el registro vocabular contextual y la construcción de las figuras retóricas, propias del discurso narrativo palmiano, sin poner mucho énfasis en la enunciación oral de marcada tonalidad coloquial, nos induce a esa aserción”. (Paredes Carbonell, Juan. El lenguaje carnavalesco en las Tradiciones en Salsa Verde. Op.cit., p. 212.) Según Díaz Falconí las Tradiciones en Salsa Verde fueron no más de 21 ó 22, aunque Palma dice que fueron 25. Serían: La pinga del Libertador, El carajo de Sucre, Un desmemoriado, La consigna de Lara, Tajo o Tejo!, Un Nota de Ricardo Palma a Celso Torres obsequiándole los originales de sus Tradiciones en Salsa Verde 178 parto. A lo que el general, que no era otro que Bolívar, exclamó: ¡Barbaro! Saliendo del salón más que deprisa. Sobre la misma parte de la anatomía femenina habla Palma en otro fragmento de su citada obra710: Dicen las crónicas, que Patrocinio, tal se llamaba la bagaza, era caliente y alborotada de rabadilla, lo que la producía gran titilación y reconcomio, en el clítores (sic). Y nuevamente en La moza del gobierno se refiere a la vulva y dice de una tal Carolina, por la que el viejo mariscal Ramón Castilla y Marquesado, presidente de la República, bebía los vientos: algo debió influir la edad para que Carolina anhelara las caricias de un joven, para registrarle bien los riñones, concha o cucaracha o como la llamen ustedes711. De las mismas Tradiciones en Salsa Verde, esta vez de la titulada Matrícula de colegio, es el fragmento que da una jocosa explicación a la pobre voz de dos hermanos712: Yo le diré a usted, señor maestro, como mi madre no tiene sino dos tetas, ésas sirvieron para que estos dos hermanos mamasen a boca que quieres y por eso han salido así… pobrecitos de voz. Y añade el irreverente fragmento: -Y tú, ¿qué teta mamaste? –Yo, ninguna. -¿Cómo ninguna? –Sí señor, ninguna; yo mamaba el pájaro de mi padre… y por eso he sacado este vocejón. Para continuar con el lenguaje que Juan Paredes denomina “carnavalesco” de las Tradiciones en Salsa Verde, citemos una de los versos que Palma vierte en un verso en el que Fray Francisco del Castillo, el Ciego de la Merced, relata la no progresión de una querella que una mujer quería poner contra su marido por tener un miembro viril descomunal713: No encuentro fenomenal El que eso haya acontecido Porque o la cueva ha crecido O ha menguado el animal. El chivato de Cimbal, Símbolo de los cabrones Tiene tan grandes cojones Como el Padre Provincial714. En efecto, en su Tradición en salsa verde titulada Un calembourg, que puede situarse en la segunda mitad del siglo XVIII, probablemente entre 1740 y 1770, Palma cuenta que clavel disciplinado, Un calembour, Otra improvisación del ciego de la Merced, La cosa de la mujer, Fatuidad humana, De buena a bueno, Los inocentones, El lechero del convento, Arroz con pato, La moza del Gobierno, Matrícula de colegio, La cena del capitán, Rehabilitación de una alcahueta, El general Maroto, Fines, La mesa a escape. (Díaz Falconí, Julio. Cronología de las Tradiciones Peruanas (Conclusión). En: Revista de la Casa Museo Ricardo Palma, vol. 5, p. 107, , Miraflores, diciembre de 2004.) 709 T.S.V. La consigna de Lara. 710 T.S.V. Fatuidad humana. 711 T.S.V. La moza del gobierno.(Vid. Martos, Marco. Apostillas al lenguaje de Ricardo Palma. Op. cit., p. 121.) 712 T.S.V. Matrícula de colegio. 713 Paredes Carbonell, Juan. El lenguaje carnavalesco en las Tradiciones en Salsa Verde. Op.cit., pp. 220-221. 714 La palabra cueva es una metáfora de proclive estilo barroco para referirse al órgano genital femenino y las palabras claves cabrones y cojones, cabrón es hiperónimo de chivo y cojones, sinónimo de testículos, ambos en el habla popular. (Paredes Carbonell, Juan. El lenguaje carnavalesco en las Tradiciones en Salsa Verde. Op.cit., p. 221.) 179 habiendo una hembra solicitado el divorcio, fundándose en que su marido era poseedor de un bodoque715 monstruosamente largo, gordo, cabezudo y en que a veces, a lo largo de la jodienda, se quitaba el pañuelo que le servía de corbata al monstruo y largaba el chicote en banda, sucedió, que se apartara de la querella, reconciliándose con su macho716. En el mismo episodio, cuenta que el ya mencionado Fray Francisco del Castillo, más conocido como el Ciego de la Merced, dijo, jugando con el doble sentido de la palabra “dije” refiriéndose a lo que dijo o al modo en que tiene los testículos, como “dije”, es decir como joya, alhaja colgante que se lleva como adorno. Pues lo dije ya lo dije Mas digo que dije mal, Pues los tiene como dije Nuestro Padre Provincial717 La palabra “dije” oficia tanto de verbo como de sustantivo y el símil “los tiene como dije” entraña un valor redundante de lo que inicialmente se dijo con referencia a los testículos, pero esta vez en forma atenuativa, pues el referente a que alude tiene un sentido ornamental. De este tipo de lenguaje, usado en las Tradiciones en Salsa Verde, dice Paredes: “Las manifestaciones de la vida y cultura popular que adquieren la formalidad carnavalesca están relacionadas a lo ridículo y degradante. En el lenguaje, esta característica no moral y antiestética, se refleja en lo pornográfico y el cuerpo, en esta visión ambivalente, maniquea, de la concepción religiosa de lo alto y lo bajo; el cielo y la tierra, la cabeza y el vientre, es decir los órganos genitales o el trasero. En la filosofía de Bajtin: ‘degradar significa entrar en comunión con la vida de la perte inferior del cuerpo, el vientre y los órganos genitales, y en consecuencia también con los actos como el coito, el embarazo, el alumbramiento, la absorción de alimentos y las satisfacciones de necesidades naturales’”718. Naturalmente, era entonces importante y lo es también ahora la labor de la matrona u obstetriz, a quien Palma llama recibidora719, a modo de sustantivo parlante, pues es ella precisamente 715 Entiéndase pene. 716 Si bien es raro pedir la reducción peneana, existen casos en la actualidad. Como relató el Dr. Rafael Carrion, urólogo de la University of South Florida: “There comes a time in every urologist's career that a patient makes a request so rare and impossible to comprehend that all training breaks down and leaves the physician speechless. That question was "can you make my penis smaller?” La intervención quirúrgica que realizó a un joven de 17 años con ese problema fue descrita en The Journal of Sexual Medicine. (Martinez DR, Manimala NJ, Rafiei A, Hakky TS, Yang C, Carrion R.. The Reduction Corporoplasty: The Answer to the Improbable Urologic Question “Can You Make My Penis Smaller?”. En: The Journal of Sexual Medicine, Vol. 12, Issue 3, pp. 835–839, March 2015. 717 T.S.V. Un calembourg. 718 Paredes Carbonell, Juan. El lenguaje carnavalesco en las Tradiciones en Salsa Verde. Op.cit., p. 216. 719 T. P. Los amores de San Antonio (1544), dedicada a la señora Amalia Puga, con estos versos: Gentil amiga, lo que hoy te cuento se halla en un códice amarillento, por la polilla roído al fin, escrito en Lima hace años ciento. y en buen latín, 180 la que tiene la dicha de “recibir” al infante recién alumbrado. Su tarea consistía en atender a la parturienta por un pequeño salario. Nos dice Valega, citando a Valdizán, que existía gremio de “comadres o recibidoras que ejercían en competencia con cirujanos y barberos, la obstetricia y aún la ginecología”720. Palma cita a las comadronas o matronas en diversos pasajes de su obra. Hablando de la importancia de la daga de Pizarro afirmó que los cabildantes actuales dan tanta importancia a la prenda como al pañal en que al nacer los envolviera la comadrona721. En el siglo XVIII ya se empezó a criticar la labor de las parteras en relación con la que podían realizar los más ilustrados médicos. Claudia Rosas Lauro, titula “Hacia la moderna obstetricia: diatriba de la partera y apología del médico” uno de los capítulos de su trabajo sobre la maternidad en la Lima de ese siglo. En él hace referencia a las críticas que Hipólito Unanue realizaba “a las parteras al señalar que no tenían la calificación ni las virtudes necesarias para ayudar a las gestantes en la labor de parto, y que ello se debía a que, en general, su procedencia social era de origen humilde”722. Algunas de estas comadronas ejercían su oficio ayudadas por quién sabe qué artes brujeriles. Era el caso de Manuela Lévano, más conocida como Ña Manonga Lévano. Llegaba a casa la parturienta, ponía sobre la cabeza de ésta un ancho sombrero de paja, que ella decía haber pertenecido al arzobispo Perlimpimpín, y antes de cinco minutos venía al mundo un retoño. No hubo tradición de que el sombrero mágico marrase723. La brujería se empleaba desde tiempo inmemorial para intentar lograr la gravidez. Recuerdo ahora a la reina de Francia Catalina de Medicis, que durante diez largos años no dio a luz heredero alguno. Para conseguir quedar preñada ingirió: "infusión de gusanos, leche de burra mezclada con orines de mulo, polvo de asta de ciervo y boñigas secas de vaca, cenizas de rana, y se puso un cinturón de pelos de cabra a más de otra extraordinaria cantidad de amuletos"724. Palma usa también esa expresión en otra tradición, Un pecador de lujo, cuando dice725: …por arte de birlibirloque o con ayuda de los polvos de pirlimpimpin, que no sabemos se vendan en la botica, transformaban un róbalo en corvina… por fray Fulgencio Perlimpimpín, maestro de Súmulas en el convento de nuestro padre San Agustín. 720Valega, José M. El Virreinato del Perú: historia crítica de la época colonial en todos sus aspectos. Ed. Cultura Ecléctica, Lima 1939. 721 T.P. La daga de Pizarro (1856). Vid. Tanner, Roy L. El humor de la ironía y la sátira en las Tradiciones peruanas. Op. cit., p. 144. 722 Rosas Lauro, Claudia. Madre sólo hay una: Ilustración, maternidad y medicina en el Perú del siglo XVIII. En: Anuario de Estudios Americanos 61.1 (2004): 103-138. 723 T. P. Las brujas de Ica (1611). 724 González Ruiz, Nicolás. Dos mujeres bajo la leyenda del veneno. Catalina de Médicis, Lucrecia Borgia. Ed. Cervantes, 2ª ed., p. 75, Barcelona, 1952. 725 T.P. Un predicador de lujo (17…). Vid.: Tanner, Roy L. El humor de la ironía y la sátira en las Tradiciones peruanas.Op. cit., p. 56. 181 Es curioso que Palma haya usado el nombre de Perlimpimpín, porque existían unos polvos, llamados “poudres de Perlimpinpin”, pretendidamente milagrosos y curativos de toda suerte de males, pero totalmente ineficaces, que eran vendidos por charlatanes en las calles de Francia. Es posible que Palma, que había estado en París y conocía la lengua francesa de la que había traducido a Heine, conociera de su existencia. El nombre de “Perlimpinpin” sería una onomatopeya cuya sonoridad evocaría una fórmula mágica y serían equivalentes a lo que en España se llamaban “polvos de la Madre Celestina”. El lexicógrafo Joseph-Philibert Le Roux escribió en su Dictionnaire comique, satyrique, critique, burlesque, libre et proverbial en 1750: “On dit encore de la poudre d'oribus. Pour se moquer de ces poudres, auxquelles les Charlatans attribuent de merveilleuses vertus, comme si elles étaient d'or, ou pouvaient faire l'or. On dit de la poudre de perlimpinpin. En parlant des choses qui n'ont aucune vertu.” Actualmente, en Francia, la expresión “poudre de perlimpinpin” se sigue usando para designar un medicamento sin acción o una cosa sin valor. En la ficción, la “poudre de perlimpinpin” es el nombre de unos polvos mágicos usados por Michel el mago, personaje de La Boîte à Surprise interpretado por Michel Cailloux. Además, los polvos del padre Limpinpin son unos que curan de todo, inventados por el padre Limpinpin, médico militar, en una novela de Robert Escarpit, los Cuentos de Saint Glinglin. En Francia el término de “poudre de pelimpinpin” se ha utilizado para productos como champúes, pero también para designar cualquier medicamento que tenga pretendidas propiedades mágicas o milagrosas. De cuando para cualquier español, lo que ocurriese a un príncipe de la real familia, constituía un acontecimiento y, por otra parte, de la época en que los medios de comunicación eran pocos y lentos, es el fragmento que comenta cómo se echaban al vuelo las campanas de Lima, por tres días lo menos, siempre que llegaba el cajón de España con la plausible noticia de que al infantico real le había salido la última muela o librado con bien del Champú “poudre de perlinpinpin” y píldoras con el nombre de Perlimpinpin para significar un producto de propiedades curativas mágicas Fachada de París anunciando los “poudres de perlinpinpin” 182 sarampión y la alfombrilla726. El nombre de esta enfermedad procede del árabe: al-jumra, enrojecimiento, por ser una “erupción cutánea y febril parecida al sarampión”727. También se denomina sarampión alemán. El fenómeno del travestismo no es nuevo. Sin ser estrictamente eso, en los escenarios - desde antiguo- era frecuente que las actrices se vistieran de hombres. Dicen que, a fines del pasado siglo, la inigualable Sara Bernhardt estaba magnífica como Hamlet, o como Duque de Reichstadt en "El Aguilucho" de Edmond Rostand. Y así muchas otras. En el teatro barroco no era extraño que las mujeres, en la comedias, se disfrazaran de personajes hombres, a pesar de estar prohibido por ley, a diferencia de los hombres, que sí podían disfrazarse de mujeres728. No hace mucho, paseando por los jardines del Real Palacio de Miramar, en San Sebastián, descubrí un busto de la Monja- Alférez. Pues bien, además del de la Monja-Alférez, doña Catalina de Erauzo729 -que usó los nombres de “Francisco de Loyola”, “Pedro de Orive”, y “Alonso Díaz Ramírez de Guzmán”- y sobre la que han tratado desde Joaquín María de Ferrer o Pío Baroja730, hasta Carlos Rico-Avello731, Luis de Castresana732 o José Berruezo733, pasando por el mismo Ricardo Palma734, hubo en América otros casos. Antonio Ita, conocido caballero en Buenos Aires y Potosí, no era sino doña María Leocadia Álvarez, monja clarisa del monasterio de la villa de Agreda, en Soria. ¡Qué diría la Venerable Sor María de Jesús de Agreda, abadesa de las Madres Concepcionistas y gran amiga y consejera por correspondencia del rey Felipe IV! El caso es que el comendador de la Merced lo entregó al poder civil, el que nombró médico cirujano y dos comadronas para que practicasen profesional reconocimiento del sexo735. Parecida labor, estaba encomendada tradicionalmente a los cirujanos en el Santo Oficio, pues una de sus tareas consistía en determinar si los reos por judaísmo estaban circuncidados o no. 726 T. P. Un virrey hereje y un campanero bellaco (1656), crónica de la época del decimosétpimo virrey del Perú. 727 Diccionario terminológico de ciencias médicas. Ediciones Científicas y Técnicas, Masson/Salvat Medicina, 13ª ed., p. 43, Barcelona 1992. 728 Las actrices estaban muy mal consideradas. Realmente tenían el mismo estatus social de las prostitutas. 729 El apellido de la monja se encuentra escrito indistintamente con “z” o con “s”. 730 Baroja, Pío. La Monja Alférez. En: El Pais Vasco (Guía de España). Ed. Destino, pp. 138-40, Barcelona 1953. 731 Rico-Avello, Carlos. La enigmática sexualidad de la monja-alférez. Asclepio 1980;XXXII:353-60. 732 Castresana, Luis de. Catalina de Erauso, la Monja Alférez. Ed. Afrodisio Aguado, Madrid 1968. 733 Berruezo, José. Catalina de Erauso. La Monja Alférez. Publicación del Grupo Dr. Camino de Historia Donostiarra. San Sebastián 1975. 734 T. P. ¡A iglesia me llamo! (1575), dedicada al doctor don Juan Antonio Ribeyro. 735 T. P. Mujer-hombre (1803). Catalina de Erauzo (Jardines del Palacio de Miramar, San Sebastián) 183 Otros dos escritores americanos trataron la biografía de la Monja-Alférez en su obra. Nos lo recuerda Tellechea en un libro recientemente publicado736 en el que reproduce la tradición de Palma. Fueron los cronistas mexicanos don Artemio del Valle-Arizpe737, en su Amores y picardías. Leyendas, tradiciones y sucedidos del México Virreinal (Págs. 109-31, México 1933), y don Luis González Obregón738 en Las calles de México. I. Leyendas y sucedidos (Págs. 85-91, 6ª ed., México 1944). Tomás Guillermo Santillana739 le dedicó uno de los capítulos de su libro sobre Ayacucho en las Tradiciones peruanas. Y explicaba que doña Catalina de Erauzo Pérez de Galarraga nació en San Sebastíán, Guipúzcoa, el año de 1585. La Tradición de Palma arranca diez años antes del nacimiento de la heroína. Desde los cuatro años fue internada en el convento de las madres dominicas de su ciudad natal, de donde se fugó el 18 de marzo de 1600, en las vísperas mismas de su profesión religiosa. Tanto en Vitoria como en Bilbao se desempeñó como paje. A comienzos de 1603 se embarcó en Pasajes para Sanlúcar, donde se dio de alta como grumete en la armada del General Luis Fernández de Córdova. Desertó en Nombre de Dios para pasar a Panamá. En esa ciudad se empleó como dependiente del comerciante Juan de Urquiza, con quien pasó al Perú desembarcando en Paita. Posteriormente se hizo cargo del negocio que Urquiza estableció en Saña. Fue allí donde derramó la primera sangre en tierra peruana y donde por primera vez se acogió a sagrado. Instalada en Trujillo, hizo frente a otro cruento lance del que salió bien librada por ser el corregidor vizcaíno (sic) como ella. Ya en Lima, el comerciante Diego de Olarte la disuadió en el sentido que no son suyos los quehaceres mercantiles; por lo que se alistó en la compañía de infantería que se destinó a Chile, dando el nombre ficticio de Alonso Díaz Ramírez de Guzmán. Durante tres años y medio, en duro y constante combate con los indios, ganó todos sus ascensos y el grado de alférez. Por acción distinguida en la batalla de Puren fue beneficiada con una licencia en Concepción, donde una pelea de tahúres y fulleros devino en carnicería. Acogiéndose nuevamente a sagrado pudo tramontar la cordillera y, después de muchas penalidades, merecer la 736 Tellechea Idígoras, J. Ignacio. La Monja Alférez: Doña Catalina de Erauso (IVº Centenario de su nacimiento). Instituto Dr. Camino, pp. 241-62, San Sebastián 1992. 737 Don Artemio del Valle-Arizpe (1888-1961), fue Cronista de la Ciudad de México a la muerte de González Obregón. Era abogado, miembro de la Academia de la Lengua; durante algún tiempo Diputado al Congreso de la Unión por el Estado de Chiapas y Secretario de la Legación de España. (Diccionario Porrúa de Historia, Biografía y Geografía de México. Ed. Porrúa, 3ª ed., p. 2223, México DF 1971). 738 Don Luis González Obregón (1865-1938), Cronista de la capital de México, fue Director de la Comisión Organizadora del Archivo General de la Nación y Jefe de Historiadores de ese Archivo. Miembro de Número de la Academia Mexicana de la Lengua y de la Historia. Autor de “Las calles de México”(1922). (Diccionario Porrúa de Historia, Biografía y Geografía de México. Ed. Porrúa, 3ª ed., p. 903, México DF 1971) 739 Santillana Cantella, Tomás. Ayacucho en las Tradiciones Peruanas de Ricardo Palma. Fondo Editorial del Banco Central de la Reserva del Perú, pp. 15-25, Lima, 2002. Catalina de Erauso, retrato atribuido a Juan van der Hamen, c. 1626. 184 hospitalidad de Tucumán. Pronto escapó de allí y se encaminó hacia el emporio de Potosí para probar suerte. En esa argentífera localidad no tardó en participar activamente durante un alzamiento que por poco termina con ella en la horca. Refugiada en Cochabamba y en Chuquisaca muchos problemas los resolvía con la punta de la espada. En La Paz tampoco encontró sosiego. Allí también su fama de espadachín la llevó a la cárcel. Pero también de allí se fugó acogiéndose a sagrado. Asilada en el Cuzco, no dejó de sentir la presión de la justicia que la reclamaba de muchas partes. Cortando por lo sano puso su espada al servicio de la defensa virreinal, amenazada por la escuadra holandesa de Spilberg. Marchó a Lima, se alistó en la Almiranta y se batió el 17 de julio de 1615 en el combate naval de Cañete, a resultas del cual su barco zozobró siendo capturada por los corsarios y puesta en libertad en Paita. De nuevo en Lima, viajó al Cuzco donde sintió la atracción del azogue de Huancavelica y de Huamanga. Fue precisamente el primer prelado de la diócesis de Huamanga, Fray Agustín de Carvajal, que tomó posesión de su sede el 20 de agosto de 1615 quien recibió la confesión de Catalina, en apariencia don Antonio de Erauzo, internándola en el convento de Santa Clara durante el tempestuoso invierno de 1618. Meses después, don Bartolomé Lobo Herrero, arzobispo de Lima, ordenó la comparecencia en Lima de la enclaustrada, su internamiento provisional donde las bernardas de la Trinidad y la presentación, como notable curiosidad, a don Francisco de Borja y Aragón, príncipe de Esquilache, virrey del Perú. Santillana corrige a Palma diciendo que doña Catalina no fue remitida a España bajo partida de registro sino que, al certificarse que no había profesado en la Península, quedó en libertad. En 1621 emprendió viaje hacia la Nueva Granada y en 1624 se embarcó para España en Cartagena de Indias. En Madrid fue recibida por el Rey que le acordó una pensión vitalicia de 800 ducados. En Roma también fue recibida por el Papa. Urbano VIII le acordó una licencia especial para seguir vistiendo como hombre. No quiero dejar de mencionar aquí otro caso tratado por Palma con algunas similitudes con el de la Monja Alférez. Me refiero a Juana la Marimacho, llamada en realidad Juana de Breña. De ella dice don Ricardo que hizo la naturaleza idéntica mozonada que con la Monja Alférez, equivocó el sexo. Bajo las redondas y vigorosas formas de la gallarda mulata escondió las más varoniles inclinaciones. Las mujeres cuya sociedad esquivaba, la bautizaron (no sin razón) con el apodo de la Marimacho740. Los recién nacidos son y deben ser recibidos con cariño y alegría. Claro que no creo que así fuera en el caso de Angela Carranza, beata agustina nacida en Córdoba del Tucumán en 1634, y de quien el doctor Hoyo741 cuenta que en una ocasión afirmó que el demonio la había hecho parir perritos (en lo que, agrego yo - dice Palma - el analista no hizo más que imitar a aquella condesa de Flandes, de la cual refiere Torquemada que parió trescientos sesenta y seis ratones)742. En 740 T. P. Juana la Marimacho (1816). Vid. Bazán Montenegro, Dora. Nueva tipología de la mujer. En: Aula Palma XIII-2014, Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 421, Lima, 2014. 741 Se refiere al contador del Santo Oficio de Lima y abogado de presos José del Hoyo. 742 A.I.L. Cap. III. 185 fin, probablemente no se había encomendado a San Ramón No Nato, abogado especial en el duro y trabajoso trance del parto. Lo cierto es que Ángela de Carranza debió nacer hacia 1642. Fue acusada y procesada por la Inquisición de Lima en 1689. En el proceso no pudo precisar su edad pero sí dijo que era hija legítima de don Alonso de Carranza y Mudarra, natural de Madrid o Sevilla, caballero de la Orden de Santiago, y de doña Petronila de Luna y Cárdenas, natural de Santiago del Estero, Tucumán. Ángela de Carranza dijo ser cristiana, bautizada y confirmada, además de doncella. Sin embargo doce testigos declararon que vivía con poco recato y en escándalo. Su casa era concurrida por mucha gente y estuvo amancebada con algunos hombres. Con un amigo suyo se trasladó a Chile, para luego llegar a Lima con unos 25 años de edad. Allí trató de moderar su vida, orar y mortificarse. Parece que oyó una voz que interpretó como del Señor que le decía “no te tengo para casada” y otras veces oía la expresión “sígueme”. Eligió al fraile agustino Bartolomé de Ulloa para “tenerle obediencia”. Éste le instó a escribir sus revelaciones, cosa que hizo durante quince años. Palma conocía los problemas de salud que entraña en su descendencia el matrimonio entre primos743. Y así, en su tradición “Los primitos”, afirma que como lo prueba la ciencia, estas uniones entre deudos son fatales para la prole; pero nuestros abuelos andaban atrasaditos en fisiología744. Es sabido que consecuencia de la sección del cordón umbilical es la cicatriz que denominamos ombligo y que sirve literariamente para significar el centro de la persona. Se emplean incluso la expresión “sentirse el ombligo del mundo” para expresar que alguien es especialmente egocéntrico. Pues bien, Palma dedicó también algún párrafo de sus Tradiciones a esta parte de la anatomía humana. En El ombligo de nuestro padre Adán, comenta el caso de cierto sacerdote, un bachiller llamado Castillo, que en cierta ocasión tuvo la ocurrencia de escribir las siguientes rimas retando a algunos de sus colegas: Santo varón, Más grueso que el marrano de San Antón. Dómine Azula, promiscuador eterno sin pagar bula. Padre Rodrigo, para habértelas no eres hombre conmigo. Tu teología es leche avinagrada cenita fría. Toma, tomates, tesis para que abortes 743 Hoy se sabe que los bebés nacidos de las relaciones entre primos hermanos tienen sólo un 1,7% más de probabilidades de nacer con algún tipo de malformación o de enfermedad que en otras parejas, que no tengan lazos de consanguineidad entre ellos. Por otro lado, la tasa de mortalidad es sólo de un 4.4% más en las primeras que en las últimas. 744 T.P. Los primitos (S.F.) Dedicada a Francisco Sosa, en México. Vid. Tanner, Roy L. El humor de la ironía y la sátira en las Tradiciones peruanas. Op.cit., p. 65. 186 cien disparates. A ti lo digo; a ver; ¿tuvo o no tuvo Adán ombligo? Parece que la controversia fue interesantísima y –señala Palma- el domingo probó con muchos latines que Adán no se diferenció de sus descendientes, y que, por tanto, lució la tripita o excrescencia llamada ombligo. El bachiller argüía que, no siendo Adán nacido de hembra, maldito si le hizo falta el cordón umbilical. Contestó aquél con un distingo y un negó majorem y replicó el limeño con un entimema dos sorites y tres pares de silogismos745. Sobre una obstetriz o partera y sobre el modo de proveer el carto de matrona, seguramente en la Beneficencia, le escribía Palma a su hijo Ricardo el 22 de marzo de 1910746: ¿Conoces en Santa Ana a una parterita que responde al nombre de Josefa Esperanza Martínez Pinto? Es una ñatita simpática, y muy tantas muelas. Figuraba en tercer lugar en una terna para reemplazar a la auxiliar (que ha fallecido) en la Sala de (P)artos. El primer lugar de la terna lo ocupaba una Clorinda Olivera Vallejos por la que trabajaba el Ex – Director Almenara, quien me comprometió para el voto. El segundo lugar lo llevaba una Doloritas Cárdenas por la que se interesaron conmigo Moral y Clemente. El tercer sitio lo llevaba Esperancita, que fue muy simpática a tu madre y tus hermanas con las que se desempeñó. La elección fue muy reñida como que resultaron 12 votos por Vallejos, 12 por Esperancita y 10 por la Cárdenas. La segunda votación fue sólo entre las dos primeras, triunfando Esperancita por 19 votos contra 15. Calcula si movería el mundo la chiquilla cuando consiguió que concurrieran 34, incluyendo a don Antero, quien trabajaba por ella, así como los doctores Barrios, Molina y Arias Soto747. Los médicos Zapata y Vásquez de Velasco votaron (como yo) por la Vallejos a quien no conozco. 745 T.P. El ombligo de nuestro padre Adán (1607). Sobre este párrafo vid.: Tanner, Roy L. El humor de la ironía y la sátira en las Tradiciones peruanas. Op. cit., p. 83. 746 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., pp. 149-150. 747 Se refiere al doctor Enrique Arias Soto, inspector del Hospital de San Bartolomé. 187 IX. CIRUJANOS, BARBEROS Y SANGRÍAS En este capítulo incluyo a los cirujanos con los barberos porque éstos ejercían desde la Edad Media actividades propias de la cirugía menor. De hecho, cuando un barbero destacaba en sus conocimientos en cirugía, los cirujanos llegaban a recibirlos en su colegio y a dispensarles de la lengua latina en sus exámenes748. Exigían solamente que dejasen las bacías y renunciasen al oficio de barbero. Los médicos preferían no dedicarse a la cirugía y dejaban ésta en manos de los barberos. En efecto, el oficio de barbero al que, por cierto, estaba destinado un santo muy limeño, San Martín de Porres749, ha incluido entre sus funciones algunas de índole sanitaria, de las que han dado fe multitud de escritores a lo largo de la dilatada historia de la literatura en lengua castellana750. También a este gremio prestó Palma su atención. Una de sus tradiciones, La gran querella de los barberos de Lima751, la dedica a ese oficio citando a muchos de los más famosos, como Pedro Labrose, barbero de Felipe el Atrevido, a Olivero el Gamo, barbero de Luis XI, o a Bejarano, barbero del presidente de Paraguay Rodríguez de Francia. Imagino que eran barberos que se ganaban muy bien la vida por el tipo de clientes que tenían. Precisamente sobre el sueldo de los barberos y de cómo se lo ganaban nos da idea la historieta de cierta doña Valdetrudes que quiso contratar a uno de ellos, de San Carlos de Puno, villa fundada752 en 1668 cuatro años antes de esta historia, por el virrey Pedro Antonio Fernández de Castro Andrade y Portugal, X conde de Lemos: Una mañana llamó a Pascualillo, el barbero de la villa, que era un andaluz con más agallas que un pez, y le dijo: - ¿Quisieras ganarte un par de ducados de oro? - ¡Pues no he de querer! No gano tanto, señora, en un mes de rapar barbas, abrir cerquillos, aplicar clísteres, sacar muelas y poner ventosas y cataplasmas753. Ya se ve que en los barberos tienen su protohistoria los actuales odontólogos, hematólogos y otros. Y es que, cualquier barbero que se preciase tenía que poner sanguijuelas a un fraile, sinapismos754 a una damisela, sacar un raigón755 a la mujer del corregidor, afeitar a un 748 Mellado, Francisco de P. Enciclopedia moderna diccionario universal de literatura, ciencias y artes, agricultura, industria y comercio. Complemento. Tomo I. Establecimiento tipográfico de Mellado, p. 342, Madrid, 1864. 749 Huárag Álvarez, Eduardo. La negritud en las Tradiciones de Ricardo Palma. En: Aula Palma X-2011, Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 48, Lima, 2011. 750 Ver en este sentido: Núñez Pérez, Bernardo Manuel; Peguero Morejón, Hilda Aleida. Presencia en la Literatura Universal de charlatanes, sacamuelas y barberos. Rev. cuba. estomatol;49(3):232-245,jul.-set. 2012. 751 T.P. La gran querella de los barberos de Lima (1626). Dedicada a Emilio Gutiérrez de Quintanilla. Esta tradición es citada por César A. Ángeles Caballero para demostrar lo que él llama “especial deferencia” de Palma por Ancash. (Ángeles Caballero, César A. Temas palmistas. Editorial Universitaria, Universidad Ricardo Palma, p. 15, Lima, 2008.) Y según Dora Bazán, Timoneda le inspira un acápite de esta tradición. (Bazán, Dora. Las Tradiciones Peruanas y sus fuentes. En: Aula Palma III 2002-2003. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 307, Lima, 2003.) 752 Aunque ya en el siglo XVI, en tiempos del virrey Toledo, existía una población en la zona que en 1573 alcanzaba los 4.705 habitantes. 753 T. P. Zurrón-Currichi (1672). Conseja popular. 754 La palabra sinapismo deriva del latín sinapismus, y este del griego σιναπισμός, de σίναπι: "mostaza". Es una cataplasma con mostaza, palabra que en castellano clásico se denominaba "jenabe", proveniente del latín "sinapi". Se trata de un mejunje de uso externo y local, de consistencia blanda, y que se aplica sobre todo caliente para 188 cabildante, hacer la corona a un monago y cortar las trenzas a una muchacha mal inclinada. Y hasta plantarle unas ventosas a la sobrina del cura756. Justamente Palma emplea la palabra ventosa en otra tradición, en De asta y rejón, al decir que serían las dos de la madrugada, hora de gatos y ladrones, cuando –Doña Feliciana Chaves de Mesía, protagonista de la historia- sintió un ligero y cauteloso ruido de pasos en el traspatio. Aguzó el oído y se convenció de que en una puerta que comunicaba con su dormitorio estaban aplicando lo que no en tecnicismo de botica, sino en la de los hijos de Caco, se llamaba entonces una ventosa. Consistía este experimento en abrir por medio del fuego un boquete en la madera757. Como es sabido, la ventosa -en latin cucúrbita- era un antiguo instrumento de cirugía de forma redondeada de vidrio o de metal, que se aplica en los diversos puntos de la superficie del cuerpo para atraer a ellos un aflujo de los líquidos mediante el vacío. Citando a Gálvez758, que, por cierto, heredó la pluma con que Palma escribiera sus Tradiciones, “cuando la Odontología no había ganado la importancia de hoy, el barbero era un sacamuelas, habilidoso y resuelto, capaz de descolmillar a un elefante, con el juego de sus muñecas, en las cuales confiaba muchísimo, pues para él la ciencia de la dentistería, era cuestión, sobre todo, de pulso y de maña”. Pero es que además, prosigue Gálvez, “manejaba con destreza, a maravilla, las lancetas de punta de espina, hoja de olivo y pico de gorrión, y, desde lueñes días, tuvo a gala su título concedido por el grave Protomedicato colonial”. Con el tiempo, al mediar el siglo XIX, “la Facultad de Medicina... interviene y comienza a ser muy severa en la expedición de títulos de sangrador, porque fue pródigo en darlos el Protomedicato. El barbero figura en las cuentas de 1860, uniendo sus menesteres a los muy menores de topiquero, con una renta de sólo veinte pesos mensuales”. Sin embargo, el mismo autor nos cuenta que “en el Hospital de Santa Ana, en 1588... el barbero cobraba sueldo casi a la par del cirujano. Consta en viejísmas cuentas correspondientes a aquel año, era el conseguir efectos calmantes. Se trataba de emplastos al pecho. Tuvo gran éxito hasta la aparición de los antibióticos para combatir las afecciones pulmonares y aún hoy sigue siendo un remedio natural contra catarros. Juan Martínez Villegas (1816-1894) escritor satírico, periodista y político español escribió: …Más otra vez mi pecho se entusiasma, Y hoy, vive el cielo, cada verso mio Sinapismo ha de ser, no cataplasma… El mismo Palma usaba la palabra a veces con sentido distinto como cuando en cierta ocasión escribió a su hijo Ricardo: Yo estoy enfrascado en una polémica con el marqués de Laurencín de la Academia de la Historia de Madrid. Esta noche le aplicaré un sinapismo en (E) l Comercio. Cosa que, en efecto, hizo.(Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 80). Vid. también: Vignolo Maldonado, Alfredo. Ricardo Palma y la identidad nacional: el costumbrismo. Op. cit., p. 283. 755 El raigón es la raíz de los dientes y de las muelas. 756 T. P. ¡Feliz barbero! (1620). 757 T. P. De asta y rejón (1760). Vid. Bazán, Dora. Mujeres, ideas y estilo en las Tradiciones de Palma. Universidad Ricardo Palma, Editorial Universitaria, p. 230, Lima, 2001. 758 Gálvez, José. Los fígaros de Lima. En: Estampas limeñas. Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Departamento de Publicaciones, Lima 1966. Tratamiento con ventosas en época medieval 189 barbero Don Gabriel de Colmenares, y recibía doce pesos de a nueve reales por cada mes. En el hospital de San Diego y San Andrés, fue barbero en 1606 un tal Don Baltasar de Abrego y en 1662 un Don Pedro de Torres, quien ganaba ciento ochenta pesos anuales, soldada crecida en 1747 a doscientos cincuenta pesos, para los oficios de barbero y sangrador. No está de más advertir para atar cabos de comparación, las circunstancias de ganar el médico quinientos pesos, el pomposamente titulado Untador Mayor noventaiseis, y el pobre jeringuero apenas cuarentaiocho”. Uno de los santos peruanos, mi patrón y hermano dominico San Martín de Porres, tuvo gracias a su padre, el burgalés don Juan de Porres que se empeñó en ello, formación de barbero y sangrador. Así lo explica la tradición: Su padre... púsolo a aprender el socorrido oficio de barbero y sangrador, en la tienda de un rapista de la calle de Malambo. Mal se avino Martín con la navaja y la lanceta, si bien salió diestro en su manejo...759 De hecho, a Hermilio Valdizán, le dio hasta para dedicarle un libro titulado Martín de Porres, cirujano (1913). Sin embargo, abandonó el oficio e ingresó como lego donado en el Convento de Santo Domingo de Lima (1594), siendo luego Hermano en 1603. Martín fue beatificado el 29 de octubre de 1837 y canonizado el 6 de mayo de 1962. Cuenta Palma que conoció a don Macario, que era un honrado barbero que tuvo tienda pública en Malambo, allá cuando Echenique y Castilla, nos hacían turumba a los peruanos. Vecina a la tienda había una casita habitada por Chomba (Gerónima), consorte del barbero y su hija Manonga (Manuela) que era una chica de muy buen mirar, vista de proa y de mucho culebreo de cintura y nalgas vista de popa760. En la misma tradición, aparece un personaje, que don Macario quería casara con su pimpante hija, pero… contaba el tradicionista: Y apartándose, un poco, padre y raptor dijo éste, al oído de aquél: sepa usted y no se lo cuente a nadie, que no puedo casarme, porque… soy capón; pregúntele al doctor Alcarrás si no es cierto que , hace dos años, para curarme de una purgación de garrotillo, tuvo que sacarme el huevo izquierdo, dejándome en condiciones de eunuco761. El mozo quería a la hija del barbero sólo como… ¡cocinera! La inusual revelación del mozo desarmó al padre. 759 T. P. Los ratones de fray Martín (1610-1639). Aquí Palma sólo le llama “fray”, ya que no fue canonizado hasta 1962. 760 T.S.V. Pato con arroz. Vid. Rodríguez-Arenas, Flor María. El lenguaje coloquial y el humor en las Tradiciones en Salsa Verde de Ricardo Palma. En: Revista de la Casa Museo Ricardo Palma, Año 2, nº 2, p. 78, Miraflores, julio 2001. Vid. también: Coloma Porcari, César. Las antiguas calles de Lima en las Tradiciones de Ricardo Palma. Op.cit., p. 89. 761 Rodríguez-Arenas, Flor María. El lenguaje coloquial y el humor en las Tradiciones en Salsa Verde de Ricardo Palma. Op.cit., pp. 79 y 81. Hoy sabemos que se puede procrear con un solo testículo. San Martín de Porres en una enfermería 190 En cuanto al garrotillo, era la forma en que en aquella época, tanto en Perú como en España y en el resto de países de lengua hispana, se denominaba la difteria laríngea, enfermedad propiamente infantil que solía causar la muerte por asfixia al paciente. En 1611 se publicó la obra monográfica de Juan de Villarreal De signis, causis, essentia, prognostico et curatione morbi suffocantis. La enfermedad al parecer no era conocida por los clásicos pero estaba provocando una elevada mortalidad en España. Villarreal defendió que se le denominase garrotillo, ya que los que la padecían acababan muriendo de modo similar a como lo hacían los reos ajusticiados mediante el sistema del garrote vil. Respecto a la etiología del garrotillo762, Villarreal afirmó que era una enfermedad epidémica que afectaba fundamentalmente a los niños y que era contagiosa. Existió un barbero, y no en el Perú, que llegó a ser casi un valido. Del Doctor Gaspar Rodríguez de Francia, Dictador de Paraguay, contemporáneo de Bolívar, dice Palma que algunos comensales referían sobre aquel sombrío tirano, que se asemejaba a Luis XI en lo de tener por favorito a su barbero Bejarano. Como es sabido, este rey francés gustó siempre de rodearse de pesonas de origen oscuro, pero aptas para secundar sus designios. Entre ellas “el barbero Oliverio le Dain y el médico Coictier”763. Estimó poco don Gaspar a la gente de Iglesia, diciendo estas y otras insolencias: Si el Papa viniera al Paraguay, puede ser que le nombrara mi capellán; pero bien se está él en Roma, y yo en La Asunción - decía don Gaspar, familiarmente, a su barbero Bejarano y su médico Estigarribia764. En efecto, barberos y médicos han sido siempre aptos y proclives a escuchar confidencias de sus pacientes clientes. Uno de los biógafos de Rodríguez de Francia fue, precisamente, un médico, el suizo Juan Rodolfo Rengger (1795-1832), siendo uno de los más imparciales, algo no fácil tratándose de quien se trataba, y teniendo en cuenta que había sido su prisionero. El médico Estigarribia citado por Palma era el Dr. Juan Vicente Estigarribia, nacido en Villarrica el 2 de mayo de 1778765, hijo –según la tradición- de Pedro Estigarribia y María Bárbara 762 Hasta hace poco tiempo, los capítulos dedicados a la difteria en textos pediátricos solían ir ilustrados con una reproducción de un cuadro de Goya, propiedad de la familia Marañón. Es curioso que esto se debiera a un error de interpretación del propio don Gregorio que creyó ver en la pintura goyesca a un adulto tratando de abrir forzadamente las vías respiratorias de un chiquillo afecto de garrotillo, y con este título se popularizó el cuadro. En realidad, el lienzo forma parte de una serie que el genial aragonés dedicó a escenas de El Lazarillo de Tormes, y ésta, concretamente, al momento en que el amo ciego abre la boca de Lázaro para comprobar, oliéndole, que se ha comido la longaniza que el amo estaba asando en la hoguera que también aparece en una esquina del cuadro. Una cifra romana en otra esquina señala el número que la pintura hacía dentro de la serie (Arana, José Ignacio de. Garrotillo. En: Laboratorio del Lenguaje, Diario Médico, 3 de enero de 2007.) 763 Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo-Americana. Tomo XXXI, p. 621, Espasa-Calpe, Madrid 1966. 764 T. P. Entre Libertador y Dictador (1825), dedicada a Julio S. Hernández. 765 Verón, Luis. El médico Estigarribia. En el diario paraguayo: ABC digital, domingo 12 de julio de 2009: http://archivo.abc.com.py/2009-07-12/articulos/538663/el-medico-estigarribia. Otros dicen que nació el 22 de enero de 1788 o el 26 de mayo de ese año. Dr. Juan Vicente Estigarribia http://archivo.abc.com.py/2009-07-12/articulos/538663/el-medico-estigarribia 191 Borja, familia de modesta condición. Se formó en su lugar de nacimiento con el único maestro que había en Villarrica, Ruperto Medina, y más tarde bebió en las fuentes de estudiosos como los jesuitas Montenegro, Asperger, Lozano, Guevara, Suárez, Sánchez Labrador y otros. Desde su juventud se interesó por la botánica y la medicina, estudiando la flora del país y las propiedades medicinales de las plantas. Trabajó con los indígenas guaraníes de quienes aprendió una gran variedad de remedios. Empezó a ejercer como médico en Villarrica, ganándose gran popularidad en la zona y luego en Asunción donde se estableció hacia 1814. Su capacidad y fama llegaron al dictador Gaspar Rodríguez de Francia. Era muy desprendido con los dolientes, no le importaba su capacidad económica, a todos trataba por igual y, a los que no tenían cómo pagar sus servicios, les trataba gratis. Se le convocó a Asunción en los primeros años de la Independencia, para ejercer la medicina en el hospital militar. Pero no fue sino hacia 1820, cuando se instaló definitivamente en Asunción, ganándose la simpatía del dictador, su amistad y su confianza hasta que le designó su medico de cabecera. Como médico personal de Rodríguez de Francia, era el único que no necesitaba autorización del tirano para acceder a sus alcobas privadas en la casa de Gobierno. Fue él, quien, el 20 de septiembre de 1840 certificó la muerte del anciano dictador, recogió su última voluntad y fue él, quien, al día siguiente, convocó a los cuatro comandantes militares jefes de cuarteles de la plaza, al alcalde de primer voto Manuel Antonio Ortiz y a las demás autoridades civiles para integrar el Gobierno provisorio conformado a la muerte de Rodríguez de Francia bajo la presidencia de Ortiz. Cuando don Carlos Antonio López asumió la Presidencia de la República, eligió a Estigarribia como médico familiar, cargo que siguió ejerciendo con su sucesor en la Presidencia de la República, el general Francisco S. López. Al estallar la Guerra de la Triple Alianza actuó como cirujano de tropas antes de la llegada de médicos de Inglaterra. Cuando López se ausentó para marchar al frente de batalla, Estigarribia, ya anciano, se retiró a residir en Villa Rica y posteriormente a Ajos, Coronel Oviedo, donde falleció el 15 de julio de 1869. Antes, el octubre de 1865, volvió a prestar servicios, debido a una epidemia de sarampión. En 1867 trabajó para contrarrestar la epidemia de cólera. El Gobierno, en reconocimiento a sus servicios, le otorgó el 18 de agosto de 1865 una merecida pensión vitalicia de 30 pesos mensuales como antiguo médico y cirujano de tropas. Generoso, y con la humildad que caracteriza a todo sabio, Estigarribia compartía sus conocimientos con otros estudiosos que llegaron al país en su época: Bonpland, Munck de Rosenschold, Meister, Demersay. Cuando en 1866 el mariscal López enfermó gravemente en Paso Pucú, sólo confiaba en Juan Vicente Estigarribia. Meses después, cuando se declaró la epidemia de cólera entre los combatientes, le cupo preparar un medicamento que demostró ser eficaz para el tratamiento de la 192 enfermedad y muchas vidas -entonces de vital importancia para la defensa nacional de Paraguay- pudieron salvarse. Igualmente luchó con eficacia contra el sarampión o la escarlatina No me avengo a dejar de transcribir aquí el pasaje que Gálvez, en su libro citado más arriba, consagra al barbero, o fígaro, como él le llama, en cuanto sangrador. Dice que “la sangría, es sabido, fué merecedora de predilecciones por nuestros ascendientes, al punto de escribirse Tratados tan jugosos y originales, como el del Doctor Navarro, quien dedicó una obra sobre tal arte al Señor Virrey, Marqués de Mancera, obra en la cual, entre enrevesamientos y donosuras, búrlase de quienes opinan no debe sangrarse en días de conjunción u oposición de la luna. Esta preferencia por la sangría, llevó a algunos escritores a loar a las pulgas ‘tan perseguidas de las mujeres, aborrecidas de los hombres y sacudidas por los perros’, y tal se lée, medio en burlas, medio en veras, en el curioso Diario de Lima, de 1790, en un artículo donde se hace imposible la vida, y recomienda usar, en todo tiempo, la lanceta y aún a aquellos animáculos, llamados tal vez por sus hábitos chupadores, sanguijuelas, a las cuales, según tal autor, pueden reemplazar eficazmente las pulgas, acostumbradas a nutrirse de la parte inflamable de la sangre. Curándose la mayor parte de las dolencias, por medio de la sangría, los Fígaros, sangradores de consuno, gozaban del prestigio acompañador, muy generalmente, de todos los curanderos, y como los médicos mismos, les otorgaban una gran beligerancia en los hogares, pudieron, durante mucho tiempo, aprovechar tan ventajosa situación. Las Barberías, tuvieron, por tal causa, mucho de magia y brujería. En las talladas consolas, en los llamativos escaparates, se hacinaban transparentes frascos con sanguijuelas, con culebras conservadas en alcohol, con fetos de extravagantes modalidades. Algo por el estilo hubo en algunas Boticas. El aposento estaba colmado de cosas macabras y rarísimas, con las cuales alternaban una calavera con una alegoría patriótica, o un peluquín con un colmillo enorme. En medio del desorden marañoso y pintoresco, el rapabarbas, afilador, peluquero, sangrador y sacamuelas, imponía su pontificado, con la aureola de lo misterioso, siempre ganador de almas simples y candorosas”. Aún estaba en pañales, o mejor, por concebir, la cirugía plástica y reconstructora en todo el mundo, y el pobre Melchor Vázquez tuvo que vivir desnarizado de resultas de una reyerta. Lo explica así nuestro escritor: - ¡Me las rebanaron, Antonio! ¡Me las rebanaron! - exclamó el infeliz desnarizado - ¡Y lo peor es que ya están frías y no podrá pegármelas el físico! Y Vázquez y su deudo se fueron a toda prisa donde don Carlos Ballesteros, que era en esa época la filigrana de oro entre los médicos y cirujanos de Lima. Este declaró que las narices eran difuntas, que para ellas no había resurrección, y que lo único acertado que podía hacer su ex-dueño, en obsequio de ellas, era mandarlas enterrar en sagrado. 193 La rinoplastia estaba todavía en el limbo. Edmundo About no había escrito aún su ingeniosa novela La nariz de un notario766 . Edmond François Valentin About nacido el 14 de febrero de 1828 en Dieuze, en Mosela, departamento francés situado en la región de Lorena, y fallecido el 16 de enero de 1885 en París, escritor y dramaturgo, miembro de la Academia Francesa, crítico de arte y periodista anticlerical francés, fue autor de algunas novelas en las que glosaba el avance científico, como en El hombre de la oreja cortada (L'homme à l'oreille cassée), en la que narra las aventuras de un coronel francés que fue congelado por un científico alemán y después de varios años vuelve a la vida, creyéndose todavía en guerra y en el año en que fue congelado. Algo parecido a lo que luego se hizo con Walt Disney. Le nez d'un notaire, la novela citada por Palma, la escribió About en 1862767. De antiguo es conocido que para asegurar la curación de una enfermedad gangrenosa lo mejor es cortar por lo sano. Y esta expresión ha pasado al lenguaje coloquial. Sin embargo, en el siguiente pasaje, se lamenta uno:...esto es cortar por lo gangrenado y no por lo sano768. Tanner769 afirma que se usa la expresión con la idea de utilizar medidas drásticas. Probablemente cortaron por lo sano a don Melchor Portocarrero y Lasso de la Vega, Conde de la Monclova y Virrey del Perú, quien era llamado por el pueblo de Lima - y por el de México - “Mano de Plata”. La razón no era otra que la de haber quedado manco en la batalla de Arras, celebrada en 1654 cuando el Archiduque Leopoldo y el Príncipe de Condé, unidos al Conde de Fuensaldaña, sitiaron la plaza, a cuya defensa acudieron Turena y La Ferté, derrotando a los primeros. Hasta aquí, nada extraordinario: sólo un ilustre tullido de guerra. No obstante, su excelencia reemplazó el brazo de carne, músculos y huesos, con otro de filigrana de plata, verdadera maravilla de artífices romanos770. Quizás la prótesis no fuera muy útil, pero su precio alcanzaría casi el de las actuales que ya no están hechas de plata pero si de sofisticados y caros metales y mecanismos. 766 T. P. Ir por lana y volver trasquilado (1550), dedicada a Adolfo Saldías, en Buenos Aires. 767 En ella, Maese Alfredo L'Ambert, antes de recibir el golpe fatal que le obligó a cambiar de narices, era el notario más notable de Francia. Contaba treinta y dos años, era de elevada estatura, y poseía unos ojos grandes y rasgados, una frente despejada y olímpica, y su barba y sus cabellos eran de un rubio admirable. Su nariz (la parte más prominente de su cuerpo), se retorcía majestuosa en forma de pico de águila. Una disputa en la alta sociedad parisina, sin embargo, obligará a Alfredo L’Ambert a poner en juego todos sus principios. Esta es la historia de una pequeña tragedia humana, contada con hilaridad, humor negro e ironía. 768 T. P. Cortar por lo sano (1664). Vid. Domínguez Condezo, Víctor. Pervivencia de palabras y frases de creación popular, versos y demás picardías peruleras en Tradiciones Peruanas. En: Aula Palma XI-2012. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 276, Lima, 2012. 769 Tanner, Roy L. El humor de la ironía y la sátira en las Tradiciones peruanas. Op.cit., p. 173. 770 T. P. Brazo de plata (1689-1705). Edmond About 194 Para ser un buen médico militar, al menos en tiempo de guerra, hace falta ser asímismo un hábil cirujano, precisamente de los que saben cortar por lo sano. Pajarito era, en 1871, el físico del batallón ***, del cual era primer jefe el coronel M.G., soldado bravo como el león de las selvas, de avinagrado carácter, y que en la vida social trascendía siempre a cuartel. Enfermóse una noche un hijo del coronel, y en el conflicto de proporcionarse en el acto médico que lo atendiera, creyó el padre que podía contar con los servicios del físico de su batallón. El tal Pajarito se excusó de acudir, alegando un atroz romadizo771 que empeoraría si salía a plena garúa. El coronel decidió vengarse de tal falta de espíritu médico. Pocos meses después, el presidente de la República, coronel Balta, en las postrimerías ya de su Administración, decidió ascender a todos los cirujanos de tropa que comprobaran no haber recibido adelanto en loa últimos cuatro años. Pajarito, físico de segunda clase y con ocho años de antigüedad en el empleo, presentóse con su expediente bien aparejado, y el coronel Balta decretó que por el Ministerio se le expidiese título de cirujano de primera772. Enterado el coronel M. G., se fue a Palacio y consiguió que se revocase el ascenso. Más vale ser cumplidor, que exponerse a estas desgracias por un poquito de comodidad. Otro coronel, don Laurencio Silva, venezolano y Jefe del Regimiento de Húsares de Colombia, cayó herido en la batalla de Ayacucho (1824). Narra Palma que, llevado al hospital y puesto un vendaje a la herida, preguntó al cirujano: - Dígame, socio... ¿cree usted que moriré de esta? - Lo que es morir, me parece que no; pero tiene usted lo preciso para pasar algunos meses bien divertido773. Aún no existía el cirujano taurino, ni se celebraban congresos sobre el tema, cuando, cierto día, un negro llamado “Mañuco de Parlampán”774 se exhibió en el ruedo llevando dentro el cuerpo más aguardiente del acostumbrado, cogiéndolo el toro, y en 771 Romadizo era la forma antigua de denominar un catarro en castellano antiguo: Proviene del latín rheumaticum, uso sustantivado de rheumaticus, de rheuma ("catarro"), del griego antiguo ῥεῦμα (rheũma, "flujo"). 772 T. P. Un maquiavelo criollo (1872). Episodios contemporáneos. (Vid. Coloma Porcari, César. La culinaria peruana en las Tradiciones de Ricardo Palma. En: Aula Palma VI (Edición del Décimo Aniversario), Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 181, Lima, 2007.) 773 T. P. Pan, queso y raspadura (1824). 774 Son los parlampanes, pícaros y truhanes. Hay una danza del norte del Perú, de la zona de Piura, ilustrada por el obispo Martínez Compañón en una acuarela de fines del siglo XVIII en que se muestran cinco hombres con máscaras y una dama bien ataviada, todos con un solo zapato. El término “parlampanes” es un nombre común que procede del lenguaje taurino y parece una creación del siglo XVIII. Se designaba así a unos personajes encargados en clave de farsa y chanza del último toro de la tarde, normalmente aquel “come-echado” que no reunía méritos ni fuerzas para una faena digna (por eso las espadas). La mojiganga de parlampanes dejaría de aparecer en los programas de las fiestas de toros de Lima hacia los años 30 del XIX. Precisamente Ricardo Palma dedica su relato al “negro Mañuco”, al que llamaban Parlampán (como si fuera nombre propio) “porque en las corridas de toros se presentaba vestido de monigote en la mojiganga o cuadrilla de parlampanes, y desempeñábase con tanto gracejo, que se había conquistado no poca populachería”. Danza de Parlampanes 195 una camilla lleváronlo al hospital. Vino el cirujano, reconoció la herida, meneó la cabeza murmurando malorum, y tras el cirujano se acercó a la covacha el capellán y oyó en confesión a Mañuco775. Mr. Thomas Edward Rowcroft, primer cónsul que el palacio de Saint James acreditó en Lima, nombrado por el ministro de Asuntos Exteriores británico George Canning, duró bien poco. En el viaje de El Callao a Lima, los insurgentes contra el gobierno español, le recibieron con una lluvia de balas. Una de ellas atravesó el vientre del inglés. El general Rodil, español al mando de la última plaza fuerte virreinal, se manifestó muy solícito para asistir al herido, que murió doce horas después, auxiliado por el cirujano de la Cambridge776. Era esta la fragata de la que había desembarcado, para su desgracia, el efímero cónsul. Thomas Edward Rowcroft, importante comerciante, llegó a Lima en 1824 como Cónsul General, en compañía de su hija Ellen (Leonora Maria). Estuvo dedicado a importantes labores benéficas com la suscripción para la hambruna irlandesa o la llamada Suscripción Waterloo, que se realizó para las familias de soldados muertos en esa batalla y durante las guerras napoleónicas. Su hijo, el escritor Charles Rowcroft permaneció en Gran Bretaña777. En el momento de su llegada el Perú, Lima estaba tomada por los realistas pero las condiciones en la ciudad eran precarias. Poco después Simón Bolívar ingresó a Lima procedente del interior y los realistas se retiraron a la Fortaleza del Real Felipe, en el Callao. Fue asesinado por una ráfaga de balas después de ir a visitar a un amigo al Callao, que se encontraba en manos de los realistas. Parece ser que Rowcroft decidió ir al Callao para entregar unas cartas al barco HMS Cambridge, mandado por el capitán Thomas Maling, con un pase especial para atravesar las líneas realistas. Su hija desapareció. Una de las Houses del Markham College de Lima lleva el nombre de Rowcroft en su honor y es la única que no lleva el nombre de un militar. Una de las labores que ahora hacen los cirujanos, y especialmente los urólogos y los cirujanos pediátricos, es la circuncisión. En tiempos de Palma aún se consideraba que circunciso era sinónimo de judío y así lo manifiesta en una de sus tradiciones al hablar del gobernador intendente de 775 T. P. El rey del Monte (1815). 776 T. P. El primer cónsul inglés (1824), dedicada a don Modesto Basadre y Chocano (1816-1905). Este historiador, estudió en Inglaterra (1826-1833) por consejo de Bolívar, que se hospedó en su casa. Fue Subprefecto de Azángaro, Puno y Huancané, Teniente Coronel de la Guardia Nacional, Redactor del Diario de los Debates, Diputado por Tacna y por Chucuito y Fundador del Instituto Histórico del Perú. 777 Fue eduacado en Eton, yendo luego a Hobart Town, Australia, en 1821 donde aquirió 2.000 acres de tierra (8 km²). Volvió a Inglaterra en 1826. En 1843 publicó “Tales of the Colonies”, y luego “The Bushranger of Van Diemen's Land”(1846). También fue autor de las novelas “An Emigrant in Search of a Colony” (1851), centrada en Australia. Thomas Rowcroft, Cónsul General de Gran Bretaña en el Perú (National Portrait Gallery, Londres) 196 Huamanga don Demetrio O’Higgins. En boca de una vecina de la ciudad, a la que describe como una mozuela marisabidilla, pone la siguiente expresión: apuesto a que es circunciso. Y un barbero continuaba: ¡No podía ser por menos! Yo sé que ese hombre no reza el rosario. Con el tiempo se ha comprobado la necesidad de la circuncisión en varones con fimosis y aún las ventajas de ese tratamiento para la prevención de algunas enfermedades como la transmisión del VIH o la generación de cáncer de pene al disminuir la prevalencia del virus del Papiloma Humano778. En su obra poética Verbos y Gerundios, Ricardo Palma tiene varios poemas humorísticos con temas médicos o quirúrgicos. De estos últimos es ejemplo el que a continuación consigno y que se titula Típico: En la diestra picóle a un escribano ponzoñoso escorpión. El cirujano a remediar llamado la avería exclamó: -¡No hay tu tía! esta es la más atroz de las dolamas779: cloroformo, serrucho y ¡fuera mano! Otra cosa es andarse por las ramas. e hizo la amputación. De su letargo el paciente volvió con llanto amargo y maldiciendo más que un carretero: -¿A qué viene la queja? ¿Refunfuñas porque salvas la vida, majadero? -No lamento mi mano, caballero -Entonces, ¿por qué lloras? – Por mis uñas780 778 Frisch M, van den Brule AJ, Jiwa NM, et al. HPV-16-positive anal and penile carcinomas in a young man-- anogenital 'field effect' in the immunosuppressed male? Scand J Infect Dis 28 (6): 629-32, 1996. 779 La palabra “dolamas” era usada con frecuencia por Palma para referirse a enfermedades. Así, en carta a su esposa Cristina del viernes 9 de diciembre de 1892, le dice: Que cumplas sin dolamas, ni cólicos los… cuántos vieja mía?... el día 15. El editor efectuaba esta aclaración a pie de página: “Achaques, enfermedades crónicas, pero llevaderas”. El sustantivo es muy empleado en la sierra peruana. (Ángeles Caballero, César A. Temas palmistas. Op.cit., p. 66.) Vid. también: Vignolo, Alfredo. Don Ricardo Palma: esposo y padre. En: Aula Palma VI (Edición del Décimo Aniversario), Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 116, Lima, 2007. 780 Palma, Ricardo. Verbos y Gerundios. (Vid. Rodríguez Chávez, Iván. Otra ventana sobre Ricardo Palma. Editorial Universitaria, Universidad Ricardo Palma, pp. 33-34, Lima, 2003.) 197 X. EPIDEMIAS Y ENDEMIAS “Víctimas desventuradas de la epidemia de ayer, os pienso oir, sino ver, del viento en las bocanadas” (Muertos y vivos, de Juan de Arona, 1869) Palma tuvo la costumbre de intercalar en sus escritos, noticias de las numerosas epidemias que asolaron el Perú781, especialmente durante los siglos XVII y XVIII, y que tuvieron como consecuencia el descenso de la población autóctona (Guerra)782, achacable a la irrupción de enfermedades nuevas. “En el Perú”, escribe Archila, “impusieron las cuarentenas varias veces: en 1560 y 1589, motivadas por las epidemias de viruelas que asolaban a México y el norte del continente suramericano. En 1622, el virrey marqués de Guadalcázar las ordenó contra todos los negros procedentes de Panamá, y en 1630 el virrey Conde de Chinchón decretó por bando: ‘que todas las partidas de negros bozales traídas a Lima, pararan a una legua de la ciudad para ser visitados por una junta de tres médicos, los hombres en una parte y las mujeres en otra, con el fin de evitar los enfermos de viruela y sarampión”783 . Siglos más tarde seguían siendo un problema. A ello intentó poner coto Unanue con su redacción de la Memoria del Virrey Gil de Taboada en la que se refería a la tremenda mortalidad infantil diezmadora de Lima, a las epidemias en el Perú y a las urgentes reformas de salubridad. Su nieto, Pedro Paz-Soldán y Unanue “Juan de Arona”, por cierto gran amigo de Palma y, como él lexicógrafo y académico correspondiente de la Real Academia Española, escribía después con bastante gracia: “Si al que está con la epidemia lo llaman epidemiado que llamen academiado al que entra en una academia”784 781 Pero también pensaba en otras epidemias, a veces, como cuando el 2 de febrero de 1910 le escribía a su hijo Ricardo comentando unas inundaciones acaecidas en París: Lo de apaga y vámonos será si se desarrolla una epidemia, como es de temerse, por la descomposición del fango en las calles. (Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 129.) 782Orozco Acuaviva, Antonio. Ciencia y Cultura en la América Virreinal. En: La América de los Virreyes (I), V Centenario del Descubrimiento y Evangelización de América, Delegación Diocesana de Cádiz-Ceuta, pp. 25-37, Cádiz, 1990. 783 Archila, Ricardo. La Medicina y la Higiene en la ciudad. Revista de Indias 1973-1974;131-138:655-85. 784Arona, Juan de. Chorrillos-Barranco-Miraflores. La línea de Chorrillos: los tres principales balnearios marítimos que rodean a Lima. Presentación de José A. de la Puente Candamo. Edición de “El Comercio”, p. 151, Lima 1993. 198 He citado ya tres virreyes en este capítulo. Y es que éstos, la cabeza visible de la Corona en Lima, se ocupaban de estas calamidades que eran verdaderas lacras de su gobierno en aquellas tierras. Así, el virrey don Melchor de Navarra y Rocafull, en su Memoria de Gobierno aclara: “Ni en esta relación es para historiar todos los trabajos e incidentes que he padecido en los ocho años de mi gobierno en el Perú”. Y se refería a la presencia de piratas, de pestes y de seísmos como el del 20 de octubre de 1687 que “hizo tan espantosos movimientos que nos arrojó a todos de las casas y quedó esta ciudad arruinada”785. Otra de las enfermedades epidémicas que sufrió el Perú, en el siglo XVIII, fueron sendas oleadas de gripe, en 1758 y 1764, que también contribuyeron a diezmar la población. Ya en el XIX se desencadenó otra, el 1 de enero de 1809 que fue conocida como “el abrazo de Napoleón”, haciendo referencia a los sucesos de Bayona786. Era tal la preocupación que existía en el Perú por estos males, que dejaban a los pueblos sin mano de obra, que en 1615 los miembros del Cabildo, Justicia y Regimiento de Lima juraron al Santo Cristo llamado de los Milagros de la Iglesia de las Nazarenas, como patrón y protector contra las epidemias, esterilidad de las campiñas y temblores787. En la actualidad el Perú sigue sufriendo epidemias de vez en cuando, como en 1991- 1992 la de cólera. Aunque, gracias a Dios, hoy contamos con medios más adecuados para combatirlas. Marcos Cueto ha dedicado, precisamente, un libro al regreso de las epidemias al Perú en el siglo XX donde habla de la peste bubónica en Lima y la costa peruana de 1903 a 1930, la fiebre amarilla, el tifus, la viruela, la malaria y el citado cólera788. Lorenzo Huertas, en su trabajo sobre las “injurias del tiempo”, hace mención de los fenómenos catastróficos registrados por nuestro tradicionista como son inundaciones, sequías, sismos, erupciones volcánicas y epidemias. Y dice ese autor: “Así, las referencias de Ricardo Palma se convierten en pauta cronológica, que permite seguir la secuencia de los sobresaltos de la mamapacha y los disturbios de hanan pacha. Algo parecido sucede con las epidemias, que no son pocas, sin dejar de anotar las sequías”. Ricardo Palma, continúa Huertas, “no sólo tuvo una experiencia indirecta de estas injurias a través de los documentos y las versiones orales; también tuvo una experiencia directa, pues vivió durante el Lapso Crítico de la segunda mitad del siglo XIX, y manifiesta esta vivencia en una carta firmada el 14 de mayo de 1888, dirigida al General Vicente Riva Palacios, en la que al comentar la epidemia del dengue que había matado a cuarenta y cinco mil personas en Chile, demanda que no 785 Huertas, Lorenzo. Ricardo Palma: las alteraciones naturales. En: Aula Palma VI (Edición del Décimo Aniversario), Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 57, Lima, 2007. 786 Contreras Carranza, Carlos (dir.); O’Phelan Godoy, Scarlett (coord.). Perú, crisis imperial e independencia. En: América Latina en la Historia Contemporánea, Tomo I, 1808/1830. Fundación Mapfre, Ed. Taurus. 787 Huertas, Lorenzo. Ricardo Palma: las alteraciones naturales. Op. cit., p. 60. 788 Cueto, Marcos. El regreso de las epidemias. Salud y sociedad en el Perú del siglo XX. IPS Instituto de Estudios Peruanos, Lima, 2000. 199 llegue tal mal a la patria peruana que estaba ‘harta de calamidades’”. En efecto, desde 1853 a 1869 muchas epidemias arrasaron muchos departamentos del Perú, con miles de muertos. Ese término de Lapso Crítico lo explica así Huertas: “El arqueólogo Michael Moseley, en su artículo Vivir en Crisis (1981), denomina a estos tiempos de catástrofes ‘Alteración genérica de la naturaleza’. Nosotros hemos estudiado, además del El Niño, los terremotos, las sequías, las erupciones volcánicas, las epidemias y las plagas. A ese tiempo de protagonismos de poli eventos desde el período Inca hasta nuestros días, lo hemos denominado ‘Lapso Crítico’”789. Huertas hace hincapié en las malignas epidemias que, están en la relación de Palma, y que diezmaban las poblaciones. Y comenta el interesante y mencionado libro de Marcos Cueto El regreso de las epidemias. Salud y sociedad en el Perú del siglo XX, que habla del regreso de las epidemias que ya acompañaban al hombre desde antes de la presencia hispana en el Perú y que, con la misma rapidez que se propaga parece que el morbo se agota y desaparece. “En la mentalidad del hombre andino”, explica Huertas, “las huacas o deidades logran vencer a las epidemias que se manifiestan como un anciano maligno o como una anciana. Y en el ñaupa pacha, o ‘’tiempo antiguo’, Pachacamac logra aprisionar a las enfermedades en una de las habitaciones de la ciudad sagrada de Pachacamac, pero la profanación que hicieron los incas en la ciudad al transformarla en el Tambo Real, rompe los códigos étnicos, de manera que se afloja esa reciprocidad entre los camaquenses o dioses con el hombre, y las enfermedades que se escaparon de las cárceles de esa antigua ciudad. Hecho que provocó miles de muertos –aquí ensamblamos con nuestro tradicionista-, que según tradición de Ricardo Palma alcanzó a treinta mil soldados que murieron al bajar a la costa. Desde entonces, las epidemias aparecen y desaparecen, y arrasan pueblos enteros. Pues bien, resulta que al estudiar los Niños siempre hay un complemento, pues junto al daño que causan las lluvias aparecen las epidemias; por lo tanto, si hemos hecho relación de Niños catastróficos, tenemos que hablar de epidemias desde el siglo XV. Pero si bien hay una relación Niños-epidemias, también hay epidemias que aparecen sin humedades y sin calentamientos; como la que se presentó en 1719 en Cuzco y en el Altiplano y llegó hasta Huamanga, matando a ochenta mil personas; o la peste de Cuzco de 1856, que según Ricardo Palma, acabó con cien mil personas” -luego veremos que esta cifra es discutible-; “o las viruelas y sarampiones que diezmaban poblaciones enteras en el norte del Perú790. 789 Huertas Vallejos, Lorenzo. A propósito del registro de las “injurias del tiempo”. En: Aula Palma V 2005- 2006. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 130-131, Lima, 2006. 790 Al inicio del siglo XVII las epidemias cobraron muchas víctimas en el norte. En el mes de marzo de 1607, don Mateo Chaigua, Cacique principal del pueblo de Mansiche, don Miguel Guamanchumo, gobernador de dicho pueblo y Diego Chinchigua presentaron quejas aduciendo: “Decimos que Dios nuestro señor a (sic) servido de dar tanta enfermedad en los dichos pueblos que la mayor parte de los indios están enfermos y muchos han muerto y agora de presente lo están cuarenta y cinco indios tributarios como consta por esta memoria y certificación del padre Fray Francisco de Herrera cura de dichos pueblos y por esta razón somos muy molestados y agraviados pidiéndonos indios para ganaderos y para guías y otros servicios que de ordinarios cargan cada día a que es imposible acudir por agora”. Toribio Polo menciona que en 1606 hubo epidemia de viruela en Pallasca; también garrotillo y erisipela; y en 1618 hubo sarampión, y en 1619 peste de alfombrilla general en todo el Perú. Antonio de la Calancha en su conocida crónica se refiere a que en el año 1614 “estaba la ciudad del Cuzco tan apestada de 200 Estudios sobre el problema los podemos encontrar en Hermilio Valdizán, Juan B. Lastres o Pablo Patrón; en este caso, lo que nos interesa son las alteraciones demográficas y la desacumulación y los cambios ideológicos que originan esos males. Es verdad lo que arguementa Marcos Cueto (2000), en el sentido que la epidemia es un fenómeno que involucra a todos los sectores de una localidad o región. También hemos registrado plagas de pulgas y garrapatas, que causaron estragos en el ganado; en el norte, esos bichos se reproducían en el campo por millones y el ganado se los tragaba junto con el pasto, causando de inmediato la mortandad. Pero estos animales no sólo permanecían en el sector rural; algunos viajeros hablan de pulgas y chinches en casas de Lima, en los sectores pobres de la ciudad. Ya podemos imaginarnos lo que sucedía en el interior del país.”791 Hablando de la tradicional romería que celebraba en la capilla del Cerro de San Cristóbal comentaba que era habitual cantar en ella la liviana cancioncita denominada el “estornudo” que conmemoraba precisamente la peste que afligió a Lima en 1719792, y que según Palma entre estornudo y estornudo condujo algunos prójimos al campo santo. Una de las coplas de la cancioncilla era: Tiene mi dueño eso pequeño chiquito lo otro y estrecho el pie ¡Ach! ¡María y José!793 De todas esas fiebres mortíferas hubo una segunda oleada en 1722. En ambas hubo gran número de muertes, si creemos a Lohmann794 cuando nos habla sobre los altibajos demográficos del país. El virrey Gil de Taboada y Lemos mandó practicar nuevas matrículas de indios tributarios por haber quedado muy mermada la población. Había empezado en el Alto Perú y llegó hasta Lima. Sólo en los límites de su arzobispado fallecieron 72.000 personas795. dos males: garrotillo u irisípula que no avía (sic) casa, donde los que la habitaban, no estuviese heridos y en muchas había diez y veinte desafusiados”. Del Niño de 1619 y sus consecuencias dice Polo que “produjo plagas de ratones, grillos y zancudos, y luego epidemias mucho más mortíferas que el fenómeno que las produjo. La relación de calamidades continúa en el artículo de José Toribio Polo quien señala en 1625 la epidemia de tabardillo en Lima y en 1628 el sarampión; en 1632, sequías y viruelas en Huánuco; en el mes de mayo de 1644, peste de catarro en Cuzco; un año después alfombrilla y garrotillo en Quito. Catastrófica e increible mortandad de 60 mil personas en Quito, y 20.000 en Mainas. Después del terremoto de 1687 que destruyó Lima y Callao aparecieron muchas pestes contagiosas. Entre 1692 y 1694, sarampión en Quito, Lima, Huamanga, Cuzco, Arequipa, Charcas y Potosí. Añadamos a eso que en 1693 hubo una gran epidemia que mató a mucha gente desde Moquegua hasta el altiplano. (Vid. Polo, Toribio. Aportes sobre las epidemias en el Perú. En: Revista Histórica, nº 5, 1913, Lima. Y: Huertas, Lorenzo. Ricardo Palma: las alteraciones naturales. Op. cit., pp. 57-58.). Podemos citar también que en Trujillo, en mayo de 1678, hubo “fiebres muy pertinaces que casi tocan a peste”, como ha señalado Alberto Larco Herrera en el Extracto de los libros de Actas del Archivo Municipal de esa ciudad (s.f.) 791 Huertas Vallejos, Lorenzo. A propósito del registro de las “injurias del tiempo”. Op. cit., pp. 133-134. 792 Sobre esa peste, Santillana cuenta que al décimo cuarto obispo de Ayacucho, el inquisidor mejicano don Francisco de Deza y Ulloa, le tocó hacer frente “a tres grandes calamidades: el terremoto de 17/VII/1719, la peste y la hambruna que afligió cruelmente a la población. Habiéndolo superado todo, con mucho esfuerzo, murió el 2/IV/1722.” (Santillana Cantella, Tomás. Ayacucho en las Tradiciones Peruanas de Ricardo Palma. Fondo Editorial del Banco Central de la Reserva del Perú, p. 52, Lima, 2002.) 793 T. P. Un cerro que tiene historia (1536). 794 Günther Doering, Juan; Lohmann Villena, Guillermo. Lima. Ed. Mapfre, pág. 142, Madrid, 1992. 795 Pérez Cantó, Pilar. La población de Lima en el siglo XVIII. Boletín Americanista, Año XXIV, nº 32, p. 405, Ediciones de la Universidad de Barcelona. Barcelona, 1983. 201 En los primeros tiempos de la conquista del Perú existía otra forma “epidémica” de morir: ser ahorcado. Con mucho salero hace referencia a esto Palma recordando la persecución de que eran víctimas los pizarristas: los pizarristas no ganaban para sustos, pues menudeaban las ordenanzas que les ponían la gorja en peligro de intimar relaciones con la cuerda de cáñamo796 . Casi todos los mandatos de los virreyes acabaron sazonados con una rica variedad de acontecimientos, que ellos mismos se preocupaban por reseñar en sus memorias de gobierno, entre los que las desgracias y contrariedades no fueron los menos. Ora era un temblor de tierra o un verdadero terremoto como el padecido en 1746, tras el cual el virrey Conde de Superunda reconstruyó la ciudad, o pérdidas de sementeras enteras, con el consiguiente encarecimiento de la fanega de trigo, ora ataques de piratas ingleses, como los realizados en tiempos del virrey Toledo por Drake a Valparaíso, Coquimbo y Arica, para lo que los virreyes venían al pelo, no en vano se les nombraba entre los nobles de capa y espada. Fue uno de ellos, don Fernando de Torres y Portugal, Conde de Villardompardo, llamado por Palma “el Temblecón”, sucesor, con el interregno de la Audiencia - como era costumbre- del virrey don Martín Enríquez “el Gotoso”. Ambos apodos obedecían a sus enfermedades características respectivas. Otro con esta última enfermedad, la gota, don Alonso Esquivel, dice nuestro escritor que, amén de peinar canas sufría de reuma gotoso797. Imaginamos que se refiere a la artritis gotosa debida a hiperuricemia. Pues bien, precisamente en época de Villardompardo aconteció una peste de viruelas que hizo millares de víctimas en el Perú798. Estas epidemias de viruela podían causar tantas preocupaciones al virrey para, incluso, al decir de Palma, causar su muerte. De don Diego de Benavides y de la Cueva, conde de Santisteban del Puerto, comendador de Monreal en la Orden de Santiago, virrey del Perú, decía: amagos piráticos, un terremoto que en 1664 arruinó a Ica, pereciendo más de cuatrocientas personas; epidemias de tifus y viruela, y los primeros disturbios de los hermanos Salcedo, afectaron el ánimo del anciano y bondadoso virrey, ocasionándole la muerte en 1666799. Y también de la gota, con la que en 1560 muriera el virrey Marqués de Cañete, y de cómo atajarla, habla Palma en este fragmento: En esos tiempos era costumbre dejar las sábanas a la hora en que cacarean las gallinas, causa por la que entonces no había tanta muchacha tísica o clorótica800 como en nuestros días. De nervios no se hable. Todavía no se habían inventado las pataletas, que hoy son la desesperación de padres y novios y, a lo sumo, si había alguna prójima 796 T. P. El sueño de un santo varón (1544). 797 T. P. La excomunión de los alcaldes de Lima (1717). Esta enfermedad, la gota, le es “asignada” también al virrey Manuel Amat y Junyent, amante de la Perricholi, en “El Virrey y la Perricholi” donde aparece como “un viejo gotoso”. (Cabel, Jesús. El Palma de Raúl Porras Barrenechea. En: Aula Palma V 2005-2006. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 84, Lima, 2006.) 798 T. P. La monja de la llave (1587), crónica de la época del sexto y séptimo virreyes del Perú. 799 T.P. La desolación de Castrovirreina (Crónica de la época del décimoctavo virrey del Perú) (1661-1666). Vid. Cabel, Jesús. Ica en las Tradiciones de Ricardo Palma. En: Aula Palma IV 2007. Edición del décimo aniversario. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 33, Lima, 2007. Y vid. también: Huertas Vallejos, Lorenzo. A propósito del registro de las “injurias del tiempo”. Op. cit., p. 135. 800 El término clorótico equivale a anémico. 202 atacada de gota coral, con impedirla comer chancaca o casarla con un pulpero catalán se curaba como con la mano, pues parece que un marido robusto era santo remedio para femeniles dolamas801. Lo cierto es que la gota es una enfermedad conocida desde antiguo. Está mencionada en el egipcio papiro de Ebers y ya entonces se usaba Colchicum para su tratamiento. En el tiempo del Marqués de Cañete lo que se sabía era lo ya establecido por Galeno, que había descrito los tofos gotosos y manifestó la importancia de la dieta en la aparición del mal. Castrovirreyna sufrió también, a mediados del siglo XVII, una serie de calamidades, entre ellas una epidemia que los naturales llamaron ferrochuco, y que presumimos fue el tifus. No fue leve pues arrebató dos tercios de la población802. Algunas veces don Ricardo se molesta en señalar incluso la cantidad de afectados por las epidemias, como cuando escribió que los tres años y tres meses del mando del Príncipe de Santo Buono, don Carmine Nicolás Carracciolo, Grande de España, Duque de Castel de Sangro, Marqués de Buquianico, Conde de Esquiabi, de Santobido y de Capracota, Barón de Monteferrato, Señor de Nalbetti, Frainenenfrica, Grandinarca y Castelnovo, virrey del Perú, se hicieron memorables por una epidemia que devastó el país, excediendo de sesentamil el número de víctimas en la raza indígena803. En efecto, nos cuenta el padre Vargas Ugarte, citando los Anales del Cuzco de 1720, que “en el breve período de su gobierno,... hubo que lamentar el estrago que entre los indios, como era frecuente, hizo una epidemia que se presentó en el Cuzco, aun cuando escasearan las víctimas entre los españoles y criollos. Ya el año 1714 se había dejado sentir, pero no con síntomas tan alarmantes como en 1719, y, sobre todo, en 1720. Según las crónicas del tiempo, en el Cuzco no se había visto mayor desolación desde la peste del año 1589. El número de los muertos llegaba a cien cada día y en los meses de Agosto y Setiembre fue mayor la virulencia del mal. Muchos juzgaron que se trataba del cólera, pero no es fácil a la distancia determinar el diagnóstico. Otros opinan que se trataba del tifus exantemático. La epidemia no se ciñó a la comarca del Cuzco, sino que se extendió a otras regiones, como las provincias de Huamanga y Arequipa y también se sintieron sus efectos en el Alto Perú, y aún en el Río de la Plata, en donde parece que tuvo su origen. Como las iglesias y los cementerios a ellas anexos fuesen insuficientes para sepultar los cadáveres, el Obispo de Cuzco bendijo otros dos campo santos, el uno en Conchapata y el otro en Ayahuaico, que pronto se vieron cubiertos de tumbas. Según el cómputo que se hizo, los muertos en la ciudad fueron unos 20.000 y en los pueblos de todo el Obispado como unos 40.000 entre indios y españoles. A tan recio flagelo que se conoció en el Cuzco con el nombre de la peste grande se siguió un período de escasez, debido a la falta de brazos y a haber huido muchos indios de la comarca”804 . 801 T. P. El divorcio de la condesita (1755). 802 T. P. La desolación de Castrovirreina (1661-1666), crónica de la época del decimooctavo virrey del Perú. 803 T. P. Muerta en vida (1716), crónica de la época del vigésimo sexto y vigésimo séptimo virreyes. 804 Vargas Ugarte S. J., Rubén. Historia General del Perú, vol. IV, pp. 117-8. Editor Carlos Milla Batres, 2ª ed., Lima 1971. 203 Años más tarde, y como suceso notable de la época del virrey Marqués de Castelfuerte, don José de Armendáriz, Comendador de Montizón y Chiclana en la Orden de Santiago, Comandante General del Reino de Cerdeña y ex-virrey de Granada en España, consigna Palma la aparición por primera vez del vómito prieto o fiebre amarilla805 (1730) en la costa del Perú, a bordo del navío que mandaba el general don Domingo Justiniani806. Este dato es dado como bueno por Espinoza et al.807, citando al propio Palma como fuente de información histórico médica, y añade que según el Dr. César Borja “la enfermedad ingresó al Perú en 1740 procedente de Guayaquil; José Mariano Macedo en 1781, reportó un brote epidémico en el norte del país; Leblond reportó otro que afectó el Callao. Posteriormente comenzaron a aparecer los casos en forma de epidemias más o menos cíclicas.” Sin embargo, años antes había atacado a un alto personaje del Perú. Ya sabemos que la enfermedad no distingue nobles o plebeyos, aunque sí, a veces, ricos y pobres por eso que ahora se ha dado en llamar “calidad de vida” que incluye la prevención activa de enfermedades. El 15 de agosto de 1689 fué el duque de la Palata, virrey del Perú, relevado de su alto cargo por el Conde de la Monclova. Palata permaneció un año más en Lima, atendiendo a su juicio de residencia, costumbre ejemplar del gobierno de las Indias, y terminado éste se embarcó para España. Al llegar a Portobelo se sintió atacado de fiebre amarilla, y murió el 13 de abril de 1690808. Esta zoonosis era llamada también "calentura pútrida" y "enfermedad de Siam"809. Fue Carlos Finlay quien descubrió en 1881 el mosquito vector A. aegypti aunque sabemos que es transmitida también por otros mosquitos de los géneros Aedes, Haemagogus y Sabethes. También el virrey don José Manso de Velasco, Conde de Superunda - es decir “sobre las olas”810- tras el terremoto de 1746 hubo de sufrir una asoladora epidemia en la sierra811. Esta 805 También denominada “vómito negro”. 806 T. P. Pepe Bandos (1724-1736). Apuntes sobre el virrey marqués de Castelfuerte; dedicada a José Antonio de Lavalle y Arias de Saavedra (1833-1893), hijo del Encargado del Poder Ejecutivo de la República General don Juan Bautista de Lavalle y Zugasti, Caballero de Alcántara, y de doña Narcisa Arias de Saavedra. Fue don José Antonio diplomático y escritor, Ministro Plenipotenciario en Alemania y Rusia, Chile, Río de Janeiro, Ministro de Relaciones Exteriores, Director y Fundador de la Revista de Lima, Diputado por Lima, Senador por Loreto, Académico correspondiente de la Real de la Lengua. (Vid. Huertas Vallejos, Lorenzo. A propósito del registro de las “injurias del tiempo”. Op. cit., p. 135.) 807Espinoza S, Manuel; Cabezas S, César; Ruiz O, Julio. Un acercamiento al conocimiento de la fiebre amarilla en el Perú. Rev Peru Med Exp Salud Publica 2005;22(4):308-315. 808 T. P. Cortar el revesino (1681), crónica de la época del vigésimo segundo virrey del Perú. Dedicada a José Agustín de la Puente y Cortés (1838-1910), insigne historiador, como lo son hoy su nieto José Agustín de la Puente y Candamo, y su biznieto José de la Puente y Brunke, en cuya vieja amistad me honro. También diplomático y político, fue Cónsul General en Caracas, Prefecto de Junín, Alcalde de Lima y Ministro de Hacienda. El Dr. De la Puente y Candamo recuerda que Pueblo Libre “no era ajeno a la visita de don Ricardo Palma y de Monseñor Tovar” amigos de su abuelo, “y que asistían en Orbea (la hermosa casa-hacienda de los de la Puente en Magdalena Vieja, barrio conocido hoy como Pueblo Libre) a tertulias sobre temas históricos”. (Puente Candamo, José A. de la. Magdalena Vieja: Recuerdos de una larga historia. Rotary Club de Pueblo Libre, 1ª ed., pp. 116-9, Lima 1986). 809 López-Ríos Fernández, Fernando. Medicina naval española en la época de los descubrimientos. Ed. Labor, Instituto Social de la Marina y Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, p. 137, Barcelona 1993. 810 Recibió el título tras haber iniciado la reconstrucción de Lima tras el terremoto y maremoto aquí citado ocurrido en 1746, años antes del también terrible terremoto de Lisboa de 1755. 204 epidemia duró hasta febrero de 1747 y llegó también a la ciudad de Lima. Hubo tabardillo o sarampión, dolores pleuríticos, disenterías y cólicos hepáticos812. Y mucho más adelante, casi a punto de concluir la dominación española, bajo el gobierno del virrey Marqués de Viluma, don Joaquín de la Pezuela y Sánchez, Teniente General de los Reales Ejércitos, Caballero Gran Cruz de Isabel la Católica, se experimentó en Lima un epidemia, a la que por la suma debilidad en que quedaban los convalecientes, bautizó el pueblo con el nombre de mangajo. El mangajo fue un catarral bilioso con síntomas parecidos a los de la fiebre amarilla. Quizá desde entonces viene el decir en Lima, por todo hombre desgarbado y sin vigor físico: “¡Vaya usted con Dios, mangajo!”813. En efecto, desarrollada en 1814, esta epidemia tenía las mismas características de la influenza contemporánea. No sabemos qué tipo de fiebre sería pero alguno era el que atacó a uno de los personajes de la tradición El lechero del convento, que se desarrolla en 1840, pues según Palma814: habiendo una mañana amanecido con fiebre alta, el buen andaluz, llamó a su hijo mayor, mozalbete de quince años cumplidos, tan groserote como el padre que lo engendró y encomendándole que fuera a la ciudad a hacer la entrega de cántaros, de a ocho azumbres, de leche morisca y sin bautizar. Para atajar estos males, quizás hubiera sido útil emplear las artes de ciertos brujos de Ica, para los que era posible predecir la aparición de epidemias. Algo no difícil para el iniciado, pues dice Palma: No hay más que fijarse si en el mes de febrero se forman o no remolinos en el aire. En el primer caso es segura la peste, siendo de notarse que la viruela, por ejemplo, donde primero aparece es en las hojas de la parra815. ¿Lo sabría nuestro padre Adán? Varios meses tardaban los barcos de la Península en llegar al Perú. Es por eso por lo que acontecían cosas como que el mismo día que, en Lima, se celebraban fiestas por la proclamación de Don Luis I, falleció este joven monarca víctima de la viruela816. Sucedía esto en Madrid el 31 de agosto de 1724, tras algo más de siete meses de reinado. Un siglo después, otro Rey de España, Don Fernando VII, envió al Perú un batallón conocido por el nombre de “Talavera”, compuesto de ochocientos angelitos escogidos entre lo más granado de los presidios de Ceuta, Melilla, la Carraca y otras academias de igual lustre. Y continúa Palma: ... y no parece sino que su majestad 811 T. P. Un virrey y un arzobispo (1746), crónica de la época del trigésimo virrey del Perú. (Vid. Huertas Vallejos, Lorenzo. A propósito del registro de las “injurias del tiempo”. Op. cit., p. 135.) 812 Pérez Cantó, Pilar. Op. cit., p. 405. 813 T. P. ¡¡Buena laya de fraile!! (1816), crónica de la época del virrey marqués de Viluma; dedicada a Aurelio Villarán. Refiérese al poeta y arquitecto don Aureliano Villarán (1843-1883), que escribiera bajo el seudónimo de “V. Mérida”. 814 T.S.V. El lechero del convento. 815 T. P. Las brujas de Ica (1611). 816 T. P. Los plañideros del siglo pasado (1701-1789). Apuntes literarios. 205 don Fernando el Deseado nos los mandó en lugar de la viruela, tifo u otra plaga, dándoles carta blanca para que nos tratasen como a moro sin señor817. Como vemos, también sufrió el Perú otro tipo de “epidemias”. Cualquier aficionado a la gastronomía peruana, riquísima tanto en su sabor como en la variedad de sus ingredientes y hoy en día muy de moda en todo el mundo, aprecia como una de sus joyas la carapulcra, confeccionada a base de papa seca. Pues bien, el nombre de este exquisito plato sirvió de apodo a un lego del convento de San Juan de Dios llamado el padre “Carapulcra”, mote que le vino por los estragos que en su rostro hiciera la viruela818, epidemia que, como Atila, dejaba siempre tremendo rastro por donde pasaba. Desde la memoria de M. de la Condamine, caballero de San Lázaro, sobre la inoculación de las viruelas, leída en pública Asamblea de la Academia Real de las Ciencias de París, el 24 de abril de 1754, el camino de la prevención de esta horrible enfermedad había recorrido un largo y penoso camino. En España se opusieron, en un principio, a la inoculación los Médicos de Cámara, a través del Protomedicato. En Francia, se escribían sátiras ridiculizando la inoculación. Sartine819 , Lugarteniente General de Policia, tuvo que prohibir una en 1768. Hasta 1771 -fecha en la que Miguel Gorman viaja a Londres para aprender los métodos de Sutton820- no se puede decir que la práctica de la variolización se difunda y generalice aunque siguiera la oposición de conocidos médicos (Menós, Ferrer Gorraiz, Amar, Pinilla, Fernández de Castilla). Hay que señalar, en nuestro país, la labor decisiva de los irlandeses O’Scanlan y O’Sullivan821. Se cree que en España se venía practicando, incluso por médicos, antes de 1750, con la dicha oposición del Protomedicato. Gracias a la misión de Francisco Xavier de Balmis -a quien Sánchez de la Cuesta llama “auténtico ejemplar del quijotismo español”822 -, enviado por el Rey Don Carlos IV, se introdujo en el Perú, en 1806, la vacuna de Jenner, cuyo descubrimiento se había hecho público en 1796. Esta primera expedición científica española de circunvalación en el orbe -pues la primera fue la de Francisco Hernández en el siglo XVI-, salió el 30 de noviembre de 1803, de La Coruña -en la corbeta “María de Pita”- destinada a universalizar el inmortal descubrimiento jenneriano. El 15 de octubre de 817 T. P. Más malo que Calleja (1815). 818 T. P. ¡A nadar peces! (1805). 819 Moreu Rey, Enric. Un barceloní a la cort de Maria Antonieta: Sartine. Ed. Selecta, 1ª ed., pág. 98, Barcelona 1955. Antonio Gabriel de Sartine (o Sartines) fue Jefe de la policia de Luis XV, Ministro de Marina de Luis XVI y, en realidad, amo y señor de París durante muchos años. 820 Arquiola, Elvira. La expedición Balmis y la difusión de la vacuna. En: La ciencia española de ultramar. Actas de las I Jornadas sobre “España y las expediciones científicas en América y Filipinas”. Ed. Doce Calles, pp. 249-54, Aranjuez (Madrid) 1991. 821Riera, Juan; Granda-Juesas, J. La inoculación de la viruela en la España ilustrada. Acta Histórico Médica Vallisoletana, nº 23, Secretariado de Publicaciones, Universidad de Valladolid, 1987. 822 Sánchez de la Cuesta, Gabriel. Presencia de España en el desarrollo de la Medicina Americana. Conferencia inaugural del I Curso de Medicina Tropical, Facultad de Medicina de Sevilla, p. 23, Sevilla 1967. 206 1806, el virrey Abascal designó a don José Baquíjano (de Beascoa) y Carrillo de Córdoba, futuro Conde de Vistaflorida, Vicepresidente de la Junta Conservadora del Fluido Vacuno. De éste modo, este prócer “fue uno de los que más trabajó para propagar la vacuna en el virreinato, devastado por continuas epidemias de viruela”823. Descola cita el relato de Humboldt: “Los obispos, los gobernadores militares, las personas de más elevada alcurnia se reunían en la costa; traían en los brazos a los niños que estaban encargados de llevar la vacuna a los indígenas de América y a los malayos de las Filipinas; seguidos por las aclamaciones populares, depositaban al pie del altar a los preciosos poseedores de un remedio tan providencial y agradecían al Todopoderoso el haberles permitido ser testigos de tan feliz cuento”824 . A pesar de las vacunaciones, que redujeron sensiblemente la frecuencia de las epidemias de viruela, de vez en cuando se presentaban algunos brotes. En 1879 se observaron varios casos en Lima. Se intensificó entonces la campaña de vacunación, lo que logró frenar la plaga. El Dr. Távara había vacunado en 1877, en el Callao, a más de mil trescientos niños825. Sobre la vacunación en el Perú a principios del siglo XIX es muy recomendable la lectura de la selección de textos826 publicada en 1996 por la Revista Peruana de Epidemiología, donde se recogen textos de Juan B. Lastres, transcritos de su libro La Salud Pública y la prevención de la viruela en el Perú (Imp. del Ministerio de Industria y Comercio, Lima, 1957). En él habla del Colegio de San Fernando y la vacuna, el doctor José Manuel Dávalos, el doctor José Gregorio Paredes, incluyendo además una serie de oficios dirigidos al virrey acerca de este tema. Pero no sólo nos da don Ricardo cuenta de sucesos del Perú o de España. Al relatar la vida del padre Talamantes827 nos explica que: A la sazón el vómito prieto tenía carácter epidémico en Veracruz, y el 9 de mayo fue víctima del flagelo, a la edad de 823 Riva-Agüero, José de la. Don José Baquíjano y Carrillo. En: La Emancipación y la República, Estudios de Historia Peruana. Obras Completas, vol. VII, Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima 1971. 824 Descola, Jean. La vida cotidiana en el Perú en tiempos de los españoles, 1710-1820. Librería Hachette, Buenos Aires 1962. 825 Arias Schreiber Pezet, Jorge; Zanutelli Rosasa, Manuel. Médicos y farmacéuitcos en la Guerra del Pacífico. En: Colección Documental de la Historia del Perú (1879-1884). Comisión Nacional del Centenario de la Guera del Pacífico. Ed. DESA, p. 13, Breña, 1984. 826 La vacunación en el Perú a principios del siglo XIX (Selección de textos). Revista Peruana de Epidemiología, vol. 9, núm. 1, enero 1996, pp. 58-73. 827 El mercedario Fray Melchor de Talamantes y Baeza (1765-1809), natural de Lima y fallecido de fiebre amarilla en el Castillo de San Juan de Ulúa de Veracruz (México). Hijo de Isidoro Talamantes y de Josefa Baeza. Era doctor en Teología por la Universidad Mayor de San Marcos de su ciudad natal, regente mayor de estudios y definidor general de la provincia limeña de la Orden de Nuestra Señora de la Merced, y fue lector y examinador sinodal del Arzobispado. En 1786 gestionó su secularización (Diccionario Porrúa de Historia, Biografía y Geografía de México. Ed. Porrúa, 3ª ed., pp. 2032-3, México DF 1971) Fray Melchor de Talamantes 207 cuarenta y cuatro años y cuatro meses, el esclarecido peruano, apóstol precursor de la Independencia de México, fray Melchor de Talamantes y Baeza828. La rabia, epidemia que hasta hace poco tenía todavía brotes en algunas regiones de nuestra Europa, especialmente la Central, fue vista por primera vez en Lima en 1807. Al menos, Palma así lo dice, afirmando que, en dicho año, se vieron perros con hidrofobia en la capital peruana829. Y, de epidemia en epidemia, vamos llegando a la gloriosa - por ambas partes -etapa de la Emancipación. Es bien sabido que, el último baluarte de la dominación española en el Perú fue la fortaleza del Real Felipe del Callao, donde el general Rodil se hizo fuerte en 1825-1826. A Palma le fascinaba este episodio, llegando incluso a escribir y estrenar -el 12 de enero de 1852-, en plena juventud, un drama en tres actos titulado Rodil, del que años después no estaba muy satisfecho. Una epidemia de escorbuto, enfermedad que a los que hayan leído sobre las gestas y expediciones de Amundsen y Scott se las evocará, hizo grandes estragos entre los pobladores de la plaza. A ella alude Palma cuando, hablando de don Demetrio O’Higgins, Gobernador Intendente de Huamanga, dice: Fue casado don Demetrio con una bellísima limeña, doña Mariana Echevarría, la misma que, en segundas nupcias, casó con el infortunado Marqués de Torre-Tagle. Doña Mariana acompañó a su esposo cuando este se encerró con Rodil en el Real Felipe del Callao muriendo ambos en 1825, víctimas de la epidemia que se desarrolló en la plaza sitiada830. Mariana Micaela de Echevarría de Santiago y Ulloa831 había nacido en 1796 y era hija de Juan de Echevarría y Beingolea y de Ana María de Santiago y Ulloa y García de Lara. Había enviudado de su primer marido el 2 de septiembre de 1813, que falleció en la Alhama de Granada, aunque había nacido en Irlanda. Antonio de Ulloa, en sus Noticias Americanas escribe que el “calor excesivo puede contribuir a que el escorbuto se declare más pronto, sin ser causa primitiva de él. Esta debe considerarse en el aire que se respira en las embarcaciones, en los alimentos malsanos que se usan, en el agua corrompida y en la atmósfera que circunda las personas, distinta de la tierra, y así se ve que en 828T. P. El padre Talamantes (1808). Homenaje a un peruano por el pueblo y gobierno de México. 829 T. P. El mejor amigo,... un perro (1807). 830 T. P. De cómo a un intendente le pusieron la ceniza en la frente (1808), dedicada a Manuel Aurelio Fuentes. (Vid. Santillana Cantella, Tomás. Ayacucho en las Tradiciones Peruanas de Ricardo Palma. Fondo Editorial del Banco Central de la Reserva del Perú, p. 57, Lima, 2002.) 831 Un retrato suyo y otro de su segundo marido pueden verse hoy en el Palacio de Torre Tagle, actual sede del Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú. José Bernardo de Tagle Portocarrero, marqués de Torre Tagle 208 las navegaciones largas el frío excesivo ocasione tanto el escorbuto como el calor”832. Hoy sabemos que es la falta de Vitamina C, abundante en las verduras y frutas frescas, el origen de esta enfermedad, y se explica que sucediera así durante el sitio del Callao. Durante la misma epidemia falleció don Gaspar Rico y Angulo, que fuera administrador y director de loterías en época del virrey Abascal y redactor de “El Depositario”, papelucho inmundo contra los patriotas833. Este periodista es, probablemente, una de las personas más maltratadas por Palma en toda su obra, lo cual demuestra que don Ricardo no era ajeno a las viejas pasiones levantadas a raíz de las guerras de independencia, y que llenaron todo el siglo XIX en el Perú. Otro ejemplo: Cuando, formalizado el sitio de los castillos, empezaron las enfermedades y la escasez de víveres a hacer estragos entre los realistas, murió víctima del escorbuto el ramplón periodista que hallara en un entierro motivo de burla. De don Gaspar llega a decir que afortunadamente, Rico y Angulo no ha fundado escuela en el periodismo peruano834, algo sumamente discutible, al leer parte de la letra impresa diaria del Perú de hoy. El 22 de enero de 1826, fecha en que Rodil835 firmó la capitulación del Callao, murió gritando ¡Viva el Rey! otra persona, famosa entonces por otras actividades; era Gertrudis la Lunareja836, una desvergonzada bacante, que falleció también víctima del escorbuto, como la mayoría de los que se encerraron en aquella plaza. Desde luego a Palma no le gustaban las mujeres con lunares837, pues decía: Mujer lunareja, mala hasta vieja838. 832 Orozco Acuaviva, Antonio. Aspectos médicos en los viajes a América de Jorge Juan y Antonio de Ulloa. En: Ciencia y Medicina y Sociedad en la España ilustrada (Juan Riera, coord.). Instituto de Ciencias de la Educación, Universidad de Valladolid, pp. 42-3, Valladolid 1990. 833 T. P. Respuesta a dos preguntones (1817). 834 T. P. El primer cónsul inglés (1824), dedicada a don Modesto Basadre. 835Don José Ramón Rodil y Galloso (1789-1853), Marqués de Rodil, fue Presidente del Consejo de junio de 1842 a mayo de 1843, durante la regencia del General Espartero. También fue Virrey de Navarra, Diputado a Cortes, Senador, y Capitán General de Extremadura, Valencia, Aragón y Castilla la Nueva. (Enciclopedia Ilustrada Europeo-Americana, Ed. Espasa-Calpe, T. 51, p. 1193, Madrid 1966.) A eso habría que añadir que desde 1837 hasta 1851 fue gran maestre de la Masonería en España. 836 T. P. Una moza de rompe y rasga (1822). 837 Una expresión muy de Palma era “rebuscar lunares y aquilatar defectos”, para significar la crítica malévola e intransigente. (Vid. Carmona, Julio. Ricardo Palma ¿Es poeta de la prosa pero no del verso? En: Aula Palma III 2002-2003. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 323, Lima, 2003.) 838 T. P. Una moza de rompe y rasga (1822). Vid. Bazán, Dora. Mujeres, ideas y estilo en las Tradiciones de Palma. Universidad Ricardo Palma, Editorial Universitaria, p. 147, Lima, 2001. Y: Bazán Montenegro, Dora. Los nombres en Palma. Ediciones de la Biblioteca Universitaria, pp. 100-101, Lima, 1969. José Ramón Rodil, que regresó del Callao como Mariscal de Campo, y llegaría a ser Marqués de Rodil, Presidente del Consejo de Ministros de España 209 Para darnos cuenta de lo heróico y sufrido que hubo de ser el sitio del Callao para los encerrados en la plaza, es muy útil seguir las descripciones, con las que nos ilustra Palma, de sus calamitosas epidemias. Dice del brigadier José Ramón Rodil: Ni la implacable peste, que arrebató a seis mil de los moradores del Callao, lo acometió un instante; pues Rodil había empleado el preservativo de hacerse abrir fuentes en los brazos. ...Al principiarse el sitio, contaba Rodil en los castillos una guarnición de 2.800 soldados, y el día de la capitulación, sólo tuvo 376 hombres en estado de manejar un arma. El resto había sucumbido al rigor de la peste y de las balas republicanas. ...Según García Camba, fueron 6.000 las víctimas del escorbuto y 767 las que murieron combatiendo839. El escorbuto, contraído, como he dicho, por déficit crónico de vitamina C, necesaria para la síntesis de colágeno, fue reconocida hace más de dos siglos por el médico naval británico James Lind, que la prevenía o curaba añadiendo cítricos a la dieta. Vasco de Gama en su viaje de 1498 perdió a 55 marineros por su causa. En 1558, sir Francis Drake perdió a 600 de sus 2300 marineros a causa de esta enfermedad. Y ya el almirante inglés Horace Nelson se preocupaba porque hubiese cítricos en sus barcos. Pero naturalmente en el terrible sitio del Callao eso no era posible. Miles de refugiados civiles murieron a causa del escorbuto pero también de la disentería y el hambre. En este lugar perecieron por ejemplo grandes personajes como el Marqués de Torre Tagle, el Conde de San Juan de Lurigancho o el Marqués de Castellón, pero también muchas otras personas, últimos defensores de la causa realista en el Perú. Pero no sólo describe Palma epidemias. También menciona endemias, como la fiebre que causó la muerte, en 1829, a la esposa e hijo de siete años del general don Rafael Maroto. Venían en un barco de España que hizo escala en la costa del Brasil y tanto la señora como el niño fueron víctimas de la fiebre endémica del país840. Se refiere Palma a la chilena doña Antonia Cortés de Madariaga y García, mujer del general que fuera uno de los firmantes junto con el general liberal Espartero del Convenio de Vergara (también llamado Abrazo de Vergara), que puso fin a la guerra civil entre carlistas e isabelinos, con victoria de estos últimos. Doña Antonia iba de camino a Chile. 839 T. P. El fraile y la monja del Callao (1826). 840 T. P. El godo Maroto (1847). Minucias históricas. Vid. Cavieres, Eduardo. Entre la tradición y la historia. Ricardo Palma y las (re)conciliaciones entre el pasado y el presente. Op. cit., p. 337. 210 Adentrándonos más en el Perú republicano, nos encontramos con una tradición que empieza así: En 1856 el tifus hizo estragos en el departamento del Cuzco. Calcúlase en más de cien mil el número de los que sucumbieron víctimas de la epidemia. El Gobierno envió de Lima una comisión de médicos a las órdenes del doctor Garviso, bien provistos de botiquines, dinero y cuanto auxilio pudieron necesitar los epidemiados841. Estamos ya en las épocas en que las órdenes religiosas han mermado su importancia en cuanto a la atención sanitaria, tomando el relevo el Estado. Se refiere Palma al doctor Cayetano Garviso y Oyeregui, español nacido en Sumbilla, Navarra, cuya vida profesional transcurrió en seis países sudamericanos: Uruguay, Argentina, Chile, Bolivia, Ecuador, y por supuesto, Perú842. La relación de la medicina peninsular con los países hispanoamericanos ha sido muy intensa, como ha destacado Juan Ignacio Gil. Uno de los modos de esta relación fue el trasvase de médicos europeos a América para ejercer su profesión, entre ellos muchos españoles, algo que ha estudiado Francisco Guerra. Las razones de este traslado de país fueron muchas veces de índole política como es el caso de Garviso. Nombres populares han tenido algunas epidemias en el Perú. Antes veíamos el ferrochuco. Recordemos ahora que en 1868 la fiebre amarilla hizo grandes estragos en el Norte, principalmente en Chiclayo. Entonces se cantaba: - ¡Tun! ¡Tun! ¿Quién es? - ¿Quién vive aquí? - ¡Ay! Será la Conga que viene por mí. 841 T. P. El judío errante en el Cuzco (1856). 842 Gil Pérez, Juan Ignacio. La obra de Cayetano Garviso (1807-post.1871), cirujano vasco-navarro liberal en América. Publicacions del Seminari Pere Mata, nº 98, Barcelona, 2001. Estragos de la fiebre amarilla (s. XIX) Dr. Cayetano Garviso 211 Ocurriósele a un presbítero decir en púlpito que el baile de la Conga era la fiebre amarilla, y que, pues se llamaba con burla a quien no era sorda, ella acudía y se llevaba al cantor843. Así fue como murió este baile. Fue con ocasión de esa epidemia, que adquirió gran intensidad en el Callao y se prolongó a 1869, cuando fue nombrado Médico Titular de ese puerto el doctor Santiago Távara844. La epidemia citada se desarrolló en los puertos de Iquique y Pisagua. Con el tiempo el Dr. Távara fue cirujano mayor del Huáscar, que comandaba el Almirante Miguel Grau Seminario, y estando herido siguió atendiendo a los enfermos, hasta que los chilenos tomaron en barco. Fue herido en el combate de Angamos y al finalizar la guerra con Chile no pudo soportar la presencia de las fuerzas chilenas de ocupación y se expatrió voluntariamente a Panamá, ejerciendo allí su profesión durante tres años. Si consideramos la tuberculosis como una endemia, veamos como Palma la relaciona con ciertos oficios. Dice así: La madre y las hijas se ocupaban en trabajos de aguja; pero antaño, como hogaño, la costura no cunde ni da para fantasías; y es amago permanente de tisis y otras dolamas845. En todo caso las míseras condiciones de vida parecen favorecer esta enfermedad (olvídense, por favor, del rey Don Alfonso XII, del Duque de Reichstadt, de Pedro IV de Portugal, de Luis XIII de Francia, del gran duque Dimitri Pavlovich de Rusia, etc.), como le acontecía a aquella mujer que declaraba que habiéndose arrodillado ante el altar y pedido a la Santísima Virgen que aliviase su miseria (pues era viuda, con un celemín de hijos y sin fuerzas para trabajar en la costura, que no le cundía por estar medio tísica), compadecido el Niño extendió el piececito y dejó caer el chapín846. La debilidad del poeta Constantino Carrasco, hijo del Contralmirante don Eduardo Carrasco, fue causa de que en él se desarrollase la tisis, de la que murió a pesar de haberse trasladado a Tarma para intentar curarse. De su americanismo da fe su inspirada silva El árbol de la quina. La víspera de fallecer a los 35 años, el 1 de mayo de 1877, llamó a su amigo el literato don Eugenio Larrabure y Unanue847, y le entregó los originales de sus poesías. Cuatro meses más tarde Larrabure las dio a luz en un volúmen de 560 páginas en 4ª, volumen que estimamos como una joya literaria. Sabido es que los enfermos del mal que arrebató a Carrasco conservan, hasta la 843 T. P. La conga (1867). Reminiscencias. Vid. sobre este episodio: Rivas Rivas, Luis. Ricardo Palma en la historia de Chiclayo. Op. cit., pp. 303-304. 844 Arias Schreiber Pezet, Jorge; Zanutelli Rosas, Manuel. Op. cit., p. 16. 845 T. P. El virrey de los milagros (1604-1606), crónica de la época del décimo virrey del Perú. 846 T. P. La Virgen del sombrerito y el chapín del Niño (18...). 847 El año 1877 Eugenio Larrabure era director del diario oficial El Peruano. Con el tiempo sería Ministro de Relaciones Exteriores en tres períodos diferentes, ministro plenipotenciario en Brasil, encargado de Negocios en España, Ministro de Fomento, Presidente del Consejo de Ministros y primer Vicepresidente de la República. Además fue uno de los fundadores y primer presidente del Instituto Histórico del Perú. Dr. Santiago Távara 212 agonía, la lucidez intelectual, y que fue en ese culminante momento cuando el moribundo poeta improvisó este soneto: ¡Ay! Valle es éste de perpetuo llanto! ¿Quién se entrega a dormir en blando lecho mientras oye, en el fondo de su pecho, del ajeno infortunio el eco santo? ¿Quién eximirse puede del quebranto al ver, del mundo en el turbión deshecho, la virtud sucumbiendo sin provecho, y sordo el cielo a sacrificio tanto? Cuando veo, ¡oh dolor!, que mis hermanos son vil presa de bárbaos tiranos. o esclavos gimen de destino adverso, ni paz encuentro no placer diviso... ¡Para ser yo feliz, era preciso que lo fuese también el Universo!848 La misma enfermedad, la tisis, mató en el Callao en 1873 a Trinidad Fernández849 que había empezado sirviendo en la Marina y en el Ejército, donde llegó a capitán, y que terminó de empleado subalterno de un ministerio850. Fue secretario de la prefectura del Callao desde 1868. Había nacido en 1828 en Arequipa, hijo del veterano de la Independencia José Cruz Fernández, y publicó en 1867 una colección de sus versos con el título Violetas Silvestres. Otro gran capítulo de las endemias es el de una enfermedad de resonancias bíblicas, la lepra, ya era conocida por las antiguas civilizaciones de China, Egipto y la India y cuya primera referencia escrita se remonta aproximadamente al año 600 a.C. De cierta negra llamada María Antonia dice que en 1760, estaba adoleciendo del accidente lazarino851, de suerte que le brotan de las llagas algunos gusanos. Ella declaró que era producto de un maleficio y que habiendo estado enferma de hinchazones en los brazos y cara para curarse fue a una hacienda del valle de Chancay, donde un negro llamado Manuel Galeano le dijo que él la curaría. El improvisado hipócrates fue haciendo incisiones y sajaduras y chupándolas con un carrizo del que salían alacranes, culebras, lagartijas y otros reptiles. Como en el maleficio había participado el mismo 848 B. T., (XXI). 849 Trinidad Fernández, se embarcó a los 12 años en un navío de la armada peruana. Sirvió en ella hasta el año 1844, en que, a consecuencias de los sucesos ocurridos en Arica y la ruptura con Inglaterra, paso al ejercito de tierra en calidad de Subteniente. En 1854 y después de a batalla de la Palma en que termino la administración del General Echenique, se retiro después de haber alcanzado el grado de Capitán. Incorporado al Ministerio de Relaciones Exteriores, se le cesó a consecuencia de la publicación de ciertos artículos contra la administración del General Castilla. En 1851estudió bajo la dirección del literato español don Fernando Velarde. A partir de 1852 colaboró en "La Ilustración". "La Revista", "El Iris", "El Cosmos", " La Revista Lima". "El Progreso Católico" y otras publicaciones. Acompañado de Juan Sánchez Silva fundo los periódicos "La Tunda", "El Independiente". Con Pereira Gamba "El Perú", con el Dr. Quimper "El Tiempo"; con Nicolás de Piérola "El Argos" y con el Sr. Larriva "La Maroma". Luego paso a desempeñar el cargo de Secretario de la Prefectura del Callao que fue donde falleció. 850 B. T., (XXVI). 851 De hecho “lacería” es uno de los sinónimos de esta enfermedad, la Enfermedad de Hansen. 213 Galeano, quien siendo curandero recurría a tales farsas para obtener de los enfermos mayores emolumentos, el Santo Tribunal le condenó a sufrir cien ramalazos y un año de arresto en un hospital852. He dejado para el final el asunto de las fiebres tercianas y la quina. Por cierto, la expresión “escalofrío de terciana”853 la usa Palma en varias ocasiones a lo largo de su obra, para dar énfasis e ilustrar una situación de temor o incertidumbre. Existe una tradición entera dedicada a este tema: Los polvos de la condesa (1631)854. En ella discurre Palma por las peripecias de la quina y su utilización en las fiebres que aquejaron a la virreina Condesa de Chinchón. Es un tema del que han gustado escribir grandes literatos. Entre ellos el insigne José María Pemán y Pemartín, en su poema dramático, estrenado en el teatro lírico de Palma de Mallorca el 16 de junio de 1939, La Santa Virreina855. Sobre él volveremos luego. Veamos ahora la Tradición856: El doctor Juan de Vega857, nativo de Cataluña y recién llegado al Perú, en calidad de médico de la casa del virrey, era una de las lumbreras de la ciencia que enseña a matar por medio de un récipe858. - ¿Y bien, don Juan? -le interrogó el virrey, más con la mirada que con la palabra. - Señor, no hay esperanza. Sólo un milagro puede salvar a doña Francisca. Y don Juan se retiró con aire compungido. Este corto diálogo basta para que el lector menos avisado conozca de qué se trata. El virrey había llegado a Lima en enero de 1639, y dos meses más tarde su bellísima y joven esposa, doña Francisca Henríquez de Ribera, a la que había desembarcado en Paita, para no exponerla a los azares de un probable combate naval con los piratas. Algún tiempo después se sintió la virreina atacada de esa fiebre periódica que se designa con el nombre de terciana, y que era conocida por los Incas como endémica en el valle del Rímac. 852 A.I.L., Cap. V. 853 T. P. Entre si juro y no juro. Sucedido de actualidad y que con el correr del tiempo dará tela para una tradición. 854 Dice Velázquez Rojas que en “Los polvos de la condesa”, Palma, además de relatar el descubrimiento de la ‘virtud febrífuga de la cascarilla’ cuenta los más importantes sucesos de décimocuarto mandato virrey del Perú, el que responde a los nombres de Luis Jerónimo Fernández de Cabrera Bobadilla y Mendoza, conde de Chinchón, quien, a pesar que su esposa fue curada de la terciana, en Lima, no mostró indulgencia para nadie…” (Velázquez Rojas, Manuel. El humorismo en las Tradiciones de Ricardo Palma. Op. cit., p. 277.) Vid. tambien: Coloma Porcari, César. La flora del Perú en las Tradiciones de Ricardo Palma. Op. cit., p. 85. 855 Pemán, José María. La Santa Virreina. En: Obras Completas, tomo IV, Ed. Escelizer, Madrid 1950. 856 Esta tradición, Los polvos de las condesa, se publicó por primera vez en El Correo del Perú, T. I, Año II, Nº LXI, sábado 19 de octubre de 1872, pp. 323-324. El año 1874 pasó a formar parte de la Segunda Serie de las Tradiciones Peruanas. (Díaz Ortiz, Pedro. Zuma. En: Aula Palma XIII-2014, Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 327, Lima, 2014.) 857 Juan de Vega fue protomédico de 1633 a 1640. (Vid. Zavala Batlle, Abraham. El Protomedicato en el Perú. Acta Méd. Peruana v.27 n.2 Lima abr./jun. 2010.) 858 Vid. Tanner, Roy L. El humor de la ironía y la sátira en las Tradiciones peruanas. Op.cit., p. 103. 214 Sabido es que cuando, en 1378, Pachacutec envió un ejército de treinta mil cuzqueños a la conquista de Pachacamac, perdió lo más florido de sus tropas a estragos de la terciana859. En los primeros siglos de la dominación europea, los españoles que se avencindaban en Lima pagaban también tributo a esta terrible enfermedad, de la que muchos sanaban sin específico conocido, y a no pocos arrebataba el mal. La condesa de Chinchón estaba desahuciada. La ciencia por boca de su oráculo don Juan de Vega, había fallado. -¡Tan joven y tan bella! -decía a su amigo el desconsolado esposo-. ¡Pobre Francisca! ¿Quién te habría dicho que no volverías a ver tu cielo de Castilla ni los cármenes de Granada? ¡Dios mío! ¡Un milagro, señor, un milagro!... -Se salvará la condesa, excelentísimo señor -contestó una voz a la puerta de la habitación. El virrey se volvió sorprendido. Era un sacerdote, un hijo de Ignacio de Loyola, el que había pronunciado tan consoladoras palabras. El conde de Chinchón se inclinó ante el jesuíta. Este continuó: -Quiero ver a la virreina; tenga vuecencia fe, y Dios hará el resto. El virrey condujo al sacerdote al lecho de la moribunda. Un mes después se daba una gran fiesta en palacio en celebración del restablecimiento de doña Francisca. La virtud febrífuga de la cascarilla quedaba descubierta. Atacado de fiebres un indio de Loja llamado Pedro de Leyva, bebió, para calmar los ardores de la sed, del agua de un remanso, en cuyas orillas crecían algunos árboles de quina. Salvado así, hizo la experiencia de dar de beber a otros enfermos del mismo mal cántaros de agua, en los que depositaba raices de 859 Mencionado por: Huertas Vallejos, Lorenzo. A propósito del registro de las “injurias del tiempo”. En: Aula Palma V 2005-2006. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 133, Lima, 2006. Huertas cita a Pedro Cieza de León cuando habla del despoblamiento que “hubo en todas la partes destos llanos –se debía a la guerra y las calamidades pasadas que fueron opacando hasta quedar en lo que hoy vemos”. Esta versión la recogió el cronista en 1548, años después que el fraile agustino Reginaldo Lizárraga informara que logró conocer algunos conquistadores muy ancianos, quienes le contaron que escucharon decir a los naturales “que los españoles no estarían en la condición de señores con que no hubiera venido una enfermedad de romadizo y dolor de costado que consumió la mayor parte de ellos” Entre estas calamidades estuvo la viruela, mal que mencionaban los naturales y que consumió al mismo Huayna Capac y por supuesto a miles de andinos, a los que se sumó la guerra fratricida entre Huáscar y Atahualpa y, casi al instante, la guerra con España y la guerra de reconquista que lidera Manco Inca. Sin duda, este mal momento de treinta años creó una declinación poblacional y un stress generalizado que perduró por siglos en algunas regiones. Tengamos ahora una aproximada visión a través de los números de un gráfico de declinación poblacional, no sin antes decir que el mismo Cook señala que la viruela está en los Andres desde 1528; luego, en 1600, aparece la difteria; en 1611-14 sarampión, tifus, difteria… etc. Escena que representa el ofrecimiento de la Chinchona a la Condesa de Chinchón para su tratamiento 215 cascarilla. Con su descubrimiento vino a Lima y lo comunicó a un jesuíta, el que, realizando la feliz curación de la virreina, prestó a la Humanidad mayor servicio que el fraile que inventó la pólvora. Los jesuítas guardaron por algunos años el secreto, y a ellos acudía todo el que era atacado de tercianas. Por eso, durante mucho tiempo, los polvos de la corteza de quina se conocieron con el nombre de polvos de los jesuítas. El doctor Scrivener dice que un médico inglés, M. Talbot, curó con la quinina al príncipe de Condé, al Delfín, a Colbert y otros personajes, vendiendo el secreto al Gobierno francés por una suma considerable y una pensión vitalicia. Linneo, tributando en ello un homenaje a la virreina condesa de Chinchón, señaló a la quina el nombre que hoy le da la ciencia: Chinchona. Mendiburu dice que, al principio, encontró el uso de la quina fuerte oposición en Europa, y que en Salamanca se sostuvo que caía en pecado mortal el médico que la recetaba, pues sus virtudes eran debidas a pacto de los peruanos con el diablo. En cuanto al pueblo de Lima, hasta hace pocos años conocía los polvos de la corteza de este árbol maravilloso con el nombre de polvos de la condesa. Sobre la identidad de la condesa, Palma nos aclara que la primera esposa del conde de Chinchón llamóse doña Ana de Osorio -Ana Alvarez de Osorio y Manrique-, y por muchos se ha creído que fué ella la salvada por las virtudes de la quina. Sin embargo, citando un estudio histórico de don Félix Cipriano Zegarra publicado en 1879 en la Revista Peruana, asegura que nos ha convencido de que la virreina que estuvo en Lima se llamó doña Francisca Henríquez de Ribera860. Algo que afirmó luego Rico-Avello al escribir que la curada por la quina fue doña Francisca de Rivera Henríquez, hija de los condes de la Torre861. En efecto, doña Francisca enfermó gravemente de fiebres tras haber realizado un viaje por los valles costeros peruanos y su médico, el doctor Juan de la Vega, decidió administrarle un remedio desconocido pero muy eficaz con que los indios curaban tales fiebres, tal y como le informó el corregidor de Loja, Juan López de Cañizares, como luego veremos. Se trataba de fiebres palúdicas. Como apunta Palma fue Linneo quien le dio el nombre de Chinchona 860 T. P. Los polvos de la condesa (1631), crónica de la época del décimocuarto virrey del Perú. Dedicada al doctor Ignacio La-Puente. 861 Rico-Avello, Carlos. La curación de la condesa de Chinchón y el descubrimiento de la Quina. Asclepio 1951;III(1):149-68. Doña Francisca de Rivera Henríquez, Condesa de Chinchón, llamada “La Santa Virreina” 216 officinalis. Naturalmente es muy probable que la virreina no fuera la primera europea tratada con dicho remedio. Lo cierto es que la Corona trató luego de organizar la renta de la quina862. Sin embargo, hay quien ha escrito, como Carlos Enrique Paz Soldán en su Las Tercianas del Conde de Chinchón, citado por Miró-Quesada, que el paciente no fue la virreina sino el virrey863. Vargas Ugarte, sin desechar que el Conde también hubiese padecido las fiebres, se decanta por la veracidad de la historia tal como la cuenta Palma, primero por ser verosímil, y luego porque “el único documento escrito que poseemos sobre el particular lo confirma plenamente”864. Se trata de un párrafo de una carta que el Padre General de la Compañía Mucio Vitelleschi, escribió al Provincial del Perú Nicolás Durán Mastrilli. Enrique Torres Saldamando fue el primero en darlo a conocer en su obra: Antiguos Jesuítas del Perú (Lima, 1882) en la biografía del P. Diego de Torres Vázquez. La carta dice, entre otras cosas: “Satisfactorio ha sido saber que la Excma. Condesa de Chinchón hubiese recuperado la salud por medio de uno de los nuestros, sirviéndose concederlo así N.S. para premiar la generosa liberalidad de Sus Excelencias para con nuestra Compañía”. En cualquier caso parece que la enfermedad se contrajo en los valles palúdicos de la costa del Pacífico. En el “valle de Lanahuana” (supongo que se refiere a Lunahuaná), añade Marcoy865. Jorge Dávila, que ha resaltado la importancia del comercio de la cascarilla en Ecuador en una época larga de su historia, escribió que “con esa impresionante erudición que hace de él, sin duda, el mayor sabio viviente de Latinoamérica, Fernando Cabieses, en una conferencia magistral sobre el tema de la quina y la quinina, dada en Cuenca el 30 de agosto de 2000, echó por tierra la verosimilitud de la anécdota que desarrolla Palma en esta tradición”866. Antonio Raimondi, nos recuerda Coloma, afirma que “el género Chinchona comprende muchas especies útiles a la Medicina, suministrando las preciosas cortezas que se conocen en el comercio con el nombre de Cascarilla, de la que se extrae el más activo y seguro febrífugo que posee la Terapéutica, esto es, la Quinina”. Agrega que “para beneficiar la Cascarilla se usa cortar el árbol casi a raíz de la tierra, quitarle su epidermis, dividir su corteza en muchas tiritas, que se despegan por medio de un cuchillo, y enseguida se hacen secar al sol; la corteza de las pequeñas ramas, siendo delgada, se enrosca sobre sí misma, y constituye la Cascarilla en canuto; la de las ramas más grandes y la del tronco, se somete a una presión, de modo que quede en pedazos llanos. En fin, para expedirla a Europa, se envuelve la corteza en cueros frescos, los que, 862 El árbol de la quina figura en el escudo nacional del Perú. 863Miró-Quesada Sosa, Aurelio. Piura en las Tradiciones de Palma. Col. Algarrobo nº 11, Universidad de Piura, 1973. 864 Vargas Ugarte S.J., Rubén. Gobierno del Conde de Chinchón. En: Historia General del Perú, Virreinato (1596-1689), Vol. III, p. 250, Editor Carlos Milla Batres, Lima 1971. 865 Marcoy, Paul. Historia de la quina. En:Viaje por los valles de la quina (Bajo Perú) 1849-1861. Col. Austral, Espasa-Calpe, 2ª ed., pp. 205-14, Madrid 1942. 866 Dávila Vásquez, Jorge. Algunos temas ecuatorianos en Ricardo Palma. Op. cit., p. 21. 217 secándose, se contraen y adquiere una gran solidez y constituyen los fardos que se conocen con el nombre de zurrones”867. En todo caso, ¿quién hizo llegar la quina al palacio virreinal? Palma dice que fue un jesuíta, quien la había visto emplear a un indio de Loja. Marcoy opta por decir que fue “un corregidor de Loja, a quien los indios administrados suyos habían descubierto las virtudes de este antídoto”. Laín aclara que fue Juan López de Cañizares868. Fuera cual fuera, el caso es que Guerra se inclina por que “existen datos en el sentido de que los indígenas del área de distribución de los quinos no utilizaban la quina”. Y da noticias de que la primera mención impresa sobre el uso de la quina en las fiebres aparece en la Crónica del P. A. de la Calancha, escrita en Lima en 1633, pero impresa en Barcelona (1638) donde dice: ‘dase un árbol que llaman de calenturas en tierra de Loja, con cuyas cortezas, de color de canela, echan polvos dados en bebida al peso de dos reales, quitan las calenturas é tercianas; an echo en Lima efectos milagrosos...(p. 59)’”869 Los jesuítas, esto parece claro, la introdujeron en Roma. Está por dilucidar el papel que jugó el Dr. Juan de Vega, cuyo origen catalán es dudoso, en su introducción en la Península Ibérica, aunque parece que se quedó en Lima incluso después de la partida del virrey. Miroli870 señala que en 1640 Vega importó a Europa la corteza de la quina, aunque en 1638 ya se vendía en España. Gaspar Caldera de Heredia, en 1663, escribió De pulvere febrifugo Occidentalis Indiae, Provinciae de Quito, qui Romae dicitor Eminentissimi Cardinalis de Lugo, in Hispania Joannis de Vega. Ahí asegura el papel de Vega en la introducción de la quina apoyado por los testimonios de los doctores Diego Salado Garcés, Pedro Miguel de Heredia y Gaspar Bravo de Sobremonte871. Lo que sí parece es que empezó a ser vendida en Sevilla a 8 pesos fuertes. Acertó Palma en el caso de Talbot, inglés que tuvo la idea de diluir los polvos en vino, en vez de en agua. “Gracias a la combinación ingeniosa del insular”, que hizo así un remedio a la vez 867 Raimondi, Antonio. Elementos de Botánica aplicada a la Medicina y la Industria, en los cuales se trata especialmente de las plantas del Perú. Segunda Parte. Taxonomía, fitografía y geografía botánica. Op. cit., pp. 194-196. Y: Coloma Porcari, César. La medicina tradicional peruana en la obra de Ricardo Palma. Op. cit., pp. 51-52. 868 Laín Entralgo, Pedro. Historia Universal de la Medicina. Vol. IV, pág. 363, Salvat Ed., Barcelona 1973. 869 Guerra, Francisco. Los errores de interpretación histórica en la transculturación de la Materia Médica Americana. Asclepio 1974-1975;XXVI-XXVII:397-425. 870 Miroli, Alejandro B. La medicina en el tiempo. Librería “El Ateneo” Editorial, p. 203, Buenos Aires 1978. 871 López Piñero, José Mª; Calero, Francisco. “De pulvere febrifugo Occidentalis Indiae” (1663) de Gaspar Caldera de Heredia y la introducción de la quina en Europa. Instituto de Estudios Documentales e Históricos Sobre la Ciencia, Universidad de Valencia-C.S.I.C., Valencia 1992. Cinchona officinalis 218 tónico y febrífugo - dice Marcoy - “todo el mundo pudo emborracharse a voluntad inmunizándose contra la fiebre”. Bajo el reinado de Luis XIV, que como hemos visto agasajó a Talbot, “la quina mezclada con vino de España se convirtió en un licor de postre que se degustaba después de la pera y del queso, y que el uso del café reemplazó después”. Por ello, los Polvos de la Condesa o Chinchona, luego Polvos de los Jesuitas, pasaron a ser en Francia Polvos de Talbot. También recibieron el nombre de Polvos del Cardenal, porque el Cardenal Juan Bautista de Lugo, General de la Compañía de Jesús, natural de Sevilla (1583-1660), los llevó de Italia a París872, y de Polvos del Dr. Juan de La Vega. En España el mismísimo Rey Don Carlos II curó gracias a la quina en 1697, a pesar de las reticencias del médico Geleen873. Pero volvamos a Pemán. El escritor gaditano recibió del doctor en Farmacia Blanco Juste la comunicación de la bella leyenda del descubrimiento de la quina en el Perú, y la sugerencia de trazar una obra dramática en torno a la figura de la virreina condesa de Chinchón. Durante el verano de 1939 visita al poeta, en Cádiz, el escritor peruano Carlos Pareja y Paz-Soldán a quien le cuenta el proyecto y le muestra la amplia bibliografía que le ha proporcionado Raúl Porras Barrenechea, y la correspondencia que ha mantenido sobre el tema con José de la Riva- Agüero. Constituyó el mayor éxito del teatro poético de Pemán después de El divino impaciente. En el estreno, José Sanchiz hacía el papel del Dr. Juan de la Vega, María Guerrero el de la condesa, y el del conde Enrique Borrás. En la obra es la india Zuma la que lleva a palacio la milagrosa quina, de la que dice Caos: “Este árbol, Zuma, que ves, es el árbol de la quina, que llamaron nuestros padres de la salud y la vida, sus polvos curan del sol la calentura maligna. Este es el mayor tesoro que el Perú tiene, hija mía”. Y a pesar de la promesa que le arranca: “Vas a vivir con los blancos en los palacios de Lima Llevas contigo el secreto de nuestra raza elegida Mira ahora al Sol cara a cara. ¿Prometes tú, hija del Inca, guardarlo siempre en tu boca, 872 Diccionario de Medicina y Cirugía o Biblioteca Manual Médico-Quirúrgica. Tomo IV N-R, pp. 337-8. Madrid en la Imprenta de la calle de la Greda, año de 1807. 873 Calderón, Emilio. El rey ha muerto (Cómo y de qué murieron los reyes de España, desde Fernando el Católico hasta Alfonso XIII). Ed. Cirene, p. 88, Madrid 1991. 219 aunque te cueste la vida?”874 . Precisamente “Zuma” se llama la obra que sobre el tema escribiera en 1817 Stéphanie du Creste de Saint-Aubin, Condesa de Genlis. Sobre ella ha escrito Pedro Díaz Ortiz. Se tituló exactamente Zuma ou la découverte du quinquina. Así, la Condesa abordó por vez primera en la literatura el tema del descubrimiento de la quinina, cincuenta y cinco años antes que Los Polvos de la Condesa, de Ricardo Palma. Zuma es el nombre de la protagonista de la obra, una joven nativa peruana que, violando el secreto celosamente guardado por su pueblo: las virtudes curativas de la quinina, las revela para salvar a la virreina, doña Francisca Henríquez de Ribera, condesa de Chinchón875. En la novela, cuando la condesa cae enferma de tercianas, su amiga Beatriz cree que ha sido víctima de un veneno y sospecha de Zuma. Mirvan, apiadado por el estado cada vez más grave de la condesa y con el consentimiento de los indios, decide ayudarla. Zuma asume el riesgo de darle subrepticiamente los polvos curativos, pero es descubierta; acusada de envenenar a la virreina, es juzgada junto con su esposo y ambos son condenados a morir en la hoguera. Existe una notable diferencia entre Zuma y la tradición Los polvos de la condesa que tiene que ver con el descubrimiento de la quinina y su aplicación curativa. En Zuma queda establecido que el uso de la quinina en el antiguo Perú formaba parte de la cultura de los nativos, probablemente encontrado por una investigación genética avant la lettre, como ocurrió, por ejemplo, con la papa, planta también milagrosa que salvó de la hambruna a pueblos enteros de Europa. En cambio, en Los polvos de la condesa el poder curativo de la quinina aparece como un suceso casual que también pudo haber ocurrido, como sucede, en algunos casos, en la ciencia contemporánea876. A modo de colofón, señalemos que sobre la quina han escrito muchos autores. Al primer libro sobre el fármaco, de Pedro Barba, Vera praxis ad curationem tertianae (1642), le siguió el de Hermann van der Heyden en 1643. En fechas más recientes, le han prestado atención, entre otros: Carlos Rico-Avello877, Carlos Enrique Paz-Soldán878 , Rubén Vargas Ugarte879, Francisco Guerra880, Francisco Javier Blanco Juste881, Rafael Folch Andreu882, Eduardo Estrella Aguirre883 o Roldán884. 874 Pemán, José María. La Santa Virreina (Cuadro tercero). En: Obras Completas, tomo IV (Teatro), pp. 604-5. Ed. Escelicer, Madrid 1950. 875 Díaz Ortiz, Pedro. Zuma. Op. cit., pp. 323-324 y 326. 876 Díaz Ortiz, Pedro. Zuma. Op. cit., p. 329. 877 Rico-Avello, C. España y el descubrimiento de la quina. Medicamenta;XIII,183:416-7, Madrid 1950. // La curación de la Condesa de Chinchón y el descubrimiento de la quina. Arch Iber Hist Med;III:149-68, Madrid 1951.//Aportación hispánica al conocimiento de la quina. Instituto de Estudios Hispano-Americanos de Sevilla, Sevilla 1951.// Historia y leyenda en el descubrimiento de la quina. Arch Iber Hist Med y Antrop Med 1957;IX:445-8. 878 Paz-Soldán, C.E. La introducción de la quina en terapéutica. Cía. General Edit. México 1941. 879 Vargas Ugarte, R. 1631-1931, Una fecha olvidada, El tercer centenario del descubrimiento de la quina. Revista Histórica;IX:291-301, Lima 1935. 880 Guerra, F. El descubrimiento de la quina. Medicina e Historia, tomo III, 2ª época nº 69, Barcelona 1977. 881Blanco Juste, F.J. Historia del descubrimiento de la quina. Unión Poligráfica edit., Madrid 1934. 882 Folch Andreu, R. Contribución al estudio histórico de la quina en España. Revista de la Universidad de Madrid (Sec. de Farmacia);I,4:60-84, Madrid 1941. 220 El ecuatoriano José Miguel Vásconez ha prestado atención a la abundancia de la cascarilla en las regiones cercanas a Loja, algo destacado por los cronistas de Indias como Cieza de León, Guamán Poma de Ayala o Antonio de León Pinelo, entre otros. Efectivamente, dice Vásconez, “dicha especia vegetal endémica, así denominada por la contextura de su tallo y ramaje que, como la canela, se descascara fácilmente, crecía en valles y montañas ubicadas en las actuales provincias de Loja y Zamora, al Sur del Ecuador” –no olvidemos que Ecuador formaba parte del virreinato del Perú-, “de manera especial en las laderas de montaña y en las planicies aledañas a humedales o regiones lacustres. Su otrora abundancia contrasta con el limitado espacio en el que hoy se conserva esta valiosa especie. Poco a poco el uso desordenado del suelo y la agricultura han mermado el hábitat natural de esta planta tradicional que antiguamente inundó la provincia de Loja. Existen en Ecuador otras áreas, preponderantemente andinas, en las que también crece la cascarilla, entre ellas cabe mencionar la zonas de Papallacta y Filo Corrales en la provincia de Pichincha y las de Cajas en la provincia de Azuay. A pesar de que su descubrimiento se atribuye a ciudadanos lojanos, la historia no ha hecho justicia ni al origen de la especie ni el ingenio de sus habitantes, otorgándole tal crédito, injustificadamente, vía denominación vernáncula, a terceros actores y hasta a beneficiarios de sus sorprendentes efectos que como relata la citada tradición, llegaron a conocer sus virtudes de manos del azar. De esa manera y por mucho tiempo, hasta que la moderna farmacéutica adoptó el uso de la quina o quinina como mecanismo de prevención y cura de la malaria y la fiebre amarilla, los polvos que se extraían de la corteza de la cascarilla fueron conocidos como “polvos de los jesuitas” o “polvos de la condesa”. Hasta el día de hoy, en Loja y otras latitudes, a la especia se la conoce vulgarmente como “la chinchona”, en honor de la Condesa que, si bien no fue la primera paciente curada en base a la milagrosa planta, sí fue la más ilustre y famosa.”885 883 Estrella Aguirre, E. Expedición geodésica: mito y realidad de la quina. Anales de las II Jornadas de Historia de la Medicina Hispanoamericana, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cádiz, pp. 25-32, Cádiz 1986. 884 Roldán, R. Aportación de los españoles al estudio de la quinología. Arch Iber Hist Med y Antrop Med 1956;VIII:343-52. 885 Vásconez, José Miguel. El Ecuador en las Tradiciones de Ricardo Palma. Op. cit., p. 297. Una de las fuentes de Palma: la Crónica del Perú, de Pedro Cieza de León Antonio de León Pinelo 221 En la comentada tradición sobre la chinchona Palma cita –como hemos visto- a Pachacútec y al tiempo de Pachacámac. Pues bien, hay un mito -que conviene referir aquí- según el cual cuando Pachacútec conquistó los llanos y profanó el Templo de Pachacámac se rompió el equilibrio entre los dioses y los hombres, y ese desorden hizo posible que las enfermedades que estaban presas en las cárceles que había en dicha ciudad sagrada se escaparan y desde entonces tenemos la “mortanza”. Según este pensamiento, los nacimientos, enfermedades y curaciones estaban en relación directa con el movimiento estelar. El Sol era considerado como padre de las élites gobernantes waris e incas, y cuando esta gente se enfermaba los sacerdotes pedían al Sol curación para sus hijos. Algo parecido sucedía con el culto de los moches vinculados estrechamente a la luna; la gente de Cajatambo tenía como padre creador al rayo que los crió en el nevado de Yarupajá. También había adoradores de los waris, personajes blancos y barbados hijos del Sol que emergieron de las aguas del Titicaca. En cuanto a las enfermedades, en el mes de agosto andaban dispersas y no había deidad que las pusiera en orden. El mejor remedio era que las personas escupiesen los pecados en un hato de icho y después fuesen llevadas en unas canastas a los ríos y de allí echadas a las aguas para ser llevadas a la mar donde se esfumaban los males. Era una forma de profilaxia social886. 886 Huertas Vallejo, Lorenzo. Aspectos ideológicos del mundo andino en las tradiciones de Ricardo Palma. Op. cit., p. 168. 222 223 XI. DE CÓLICOS Y CÁMARAS “El cólico es ya quinta cualidad en nuestra naturaleza, siendo indubitable que en tu tiempo ignoraron los médicos este achaque” (Diego de Torres Villarroel a Francisco de Quevedo muerto; en Visiones y visitas de don Francisco de Quevedo por la Corte) ¡Qué expresión más castiza que esta para designar los dolores de barriga y sus consecuencias! Así nos lo muestra Palma cuando cuenta que el Maestre de Campo don Francisco de Carbajal, “el demonio de los Andes”, increpado por un mercader que se le presentó como acreedor, le espetó: Pues, hermanito, tome a cuenta esta vaina y no me vengan con más cobranzas; que yo no recuerdo en mi ánima tener otra deuda que cinco maravedises a una bruja bodegonera de Sevilla, y si no se los pagué fué porque cristianaba el vino, y me expuso a un ataque de cólicos y cámaras887. El término cólico se emplea aún en la medicina moderna para refererirnos a dolores de tipo espasmódico, es decir que va y viene a oleadas. Y así, hablamos de “cólico renal” o de “cólico biliar”, por ejemplo. A veces produce diarreas y éstas son las que antiguamente se llamaban “cámaras”, como Palma las refiere, y que si son con sangre y/o moco se denominan disentería888. Parece ser que el tal Carbajal debía ser versado en medicinas, aunque no muy aficionado a médicos, ya que, poco después de que doña Teresa de Zárate, hija de un oidor, moza de veinte años muy lozanos, linda desde el zapato hasta la peineta, casase con el alférez de los tercios de Carbajal don Blasco de Soto, cayó el oidor Zárate gravemente enfermo de disentería, y en la noche que recibió la Extramaunción llegó a visitarlo Carbajal y le dijo: “-Vuesa Merced se muere porque quiere. Déjese de galenos y bébase, en tisana, una pulgarada de polvos de cuerno de unicornio, que son tan eficaces para su mal como huesecito de 887 T. P. El demonio de los Andes (1544-1565). Noticias históricas sobre el Maestre de Campo Francisco de Carbajal. Dedicada a Ricardo Becerra. 888 Esa disentería era la llamada “llaga de los intestinos”, aunque se consideraba en el siglo XVI que había otros tres tipos de disenterías. (Vid. León, Andrés de. Libro primero de annathomia, recopilaciones y examen general de evacuaciones, annathomia y compostura del cuerpo humano, differencias y virtudes del Anima, diffiniciones de Medicina, con muchas cosas curiosas y provechosas de Philosophia y Astrologia. Juan Baptista de Montoya, p. 92, Baeza, 1590.) Maestre de Campo don Francisco de Carbajal 224 santo”889. No sabemos si Carbajal sabía también dónde conseguir el preparado del mitológico cuadrúpedo, al que no se encuentra fácilmente por villas y campos. Sin embargo, no se deduce del siguiente sucedido que Carbajal tuviese compasión por el sufrido paciente de cámaras: En cierta marcha, separóse un soldado de filas y escondióse por breve rato tras de una roca, urgido por la violencia de un dolor de tripas. Violo don Francisco, mandó hacer alto a la tropa, cruzó la pierna sobre la cabeza de su mula y esperó con toda pachorra a que el soldado, libre ya de su fatiga volviese a ocupar su puesto. Carbajal lo despojó entonces de armas y caballo y lo despidió del servicio militar, diciéndole: “- castígote así ¡voto a tal!, porque no eres para este oficio, sino para fraile; que el buen soldado del Perú ha de comer un pan en el Cuzco y... echarle en el Titicaca”890. Quizás habría tomado el pobre soldado un purgante. Como tales se empleaban productos variopintos: la raíz purgante de Mechoacán, la caña fístola, los tamarindos, la hierba carmín, la higuera de la India o la algarroba. Pero en el siglo XVI concretamente, se utilizaban sobretodo los polvos de Jalapa, purgativo a la moda891 que según Palma producían poquísimos efectos. Esta “purga de Jalapa” formó parte de los envíos efectuados a la Real Botica, y así consta en las Noticias de los usos y virtudes de algunos de los géneros medicinales que se remiten a la Real Botica en 7 de septiembre de 1769892. Tratábase probablemente de polvos de Mirabilis jalapa -o de Exogenium purga Bentham- o bien Ipomoea jalapa Nuttall. Es una planta convolvulácea originaria de México. La droga se extrae de la raíz tuberosa gruesa, de olor nauseabundo y de sabor acre. En España se conoció muy pronto, siendo estudiada por primera vez por Nicolás de Monardes. Entre 1689 y 1720 “fue el producto netamente medicinal que más se importó desde Nueva España”893. Aunque se solía prescribir en polvo, como dice Palma, también se hacía en forma de tintura de jalapa compuesta -aguardiente alemán- que se administraba a dosis de 8 a 30 gramos. Servía 889 T. P. Los tres motivos del oidor (1544). Sobre este episodio ver: Huárag Álvarez, Eduardo. Estructura y estrategias en la narrativa peruana. Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú, p. 59, Lima, 2004. 890 T. P. El sueño de un santo varón (1544). 891 T. P. Entre jesuitas, agustinianos y dominicos (1589). Vid. Coloma Porcari, César. La medicina tradicional peruana en la obra de Ricardo Palma. Op. cit., pp. 57-58. 892 Alegre Pérez, Mª Esther. Drogas americanas en la Real Botica. En: La ciencia española en ultramar: Actas de las I Jornadas sobre “España y las expediciones científicas en América y Filipinas”. Ed. Doce Calles, pp. 217-34, Aranjuez (Madrid) 1991. 893 Martínez García, Consolación. Drogas importadas desde Nueva España (1689-1720). Estudio estadístico fármacoterapéutico. Secretariado de Publicaciones de la Universidad de Sevilla, Serie: Farmacia, nº 4-1991, págs. 98-100, Sevilla. Mirabilis jalapa 225 asímismo para preparar la resina de jalapa, considerada cuatro veces más activa que la raíz. Antonio Raimondi afirma que esta planta, indígena de México, “es la que suministra la verdadera jalapa usada en Medicina; tiene por caracteres específicos una raíz tuberosa, redonda, de color negruzco en el exterior, blanquizco en el interior, y llena de un jugo lechoso de naturaleza resinosa, dotado de propiedades purgantes muy activas”894. Y si hablamos de bilis y cólicos biliares, en su poema Heroicidad, Palma nos habla de un aficionado a empinar el codo, a la barra fija y levantamiento de vidrio, que descubre a un colega de andanzas alchólicas las virtudes del aguardiente para impedir que la bilis estropee –según dice- hígado y bazo. Lo volveremos a citar cuando hablemos de las borracheras y el alcholismo: — ¡No bebo más! ¡No bebo!—repetía Uno a quien siempre conocí borracho. — No quiero ser más débil que un muchacho. Alguna vez tengamos energía. ¡Nada! Aunque Cristo Padre me lo mande, Juro no beber más, chica ni grande. Esto diciendo lo encontró un amigo Perucho Papahigo, Que es otro borrachín de tomo y lomo, Y díjole— ¡Alto ahí!, ¿qué es eso? ¡cómo! ¡Qué! ¿no remojaremos la palabra? Abra usted, patrón, abra El ventanillo y sirva prontamente Dos copas de aguardiente. Cortaremos la bilis, que ella estraga El hígado y el bazo… ¡soy quien paga!895 No necesitó purgante doña Ana de Urdanivia, hija de doña María de la Torre de Urdanivia, que tras un atracón de panecitos de San Nicolás, que amasaba su madre y se tenían por milagrosos, tuvo un tremendo cólico miserere. El hermano de la enferma que era todo un señor abogado, se plantó frente a la imagen de San Nicolás, tan reverenciado en la casa, y sin pizca de reverencia le dijo: - Mira, santo glorioso: como no salves a mi hermana no se vuelven a amasar tus panecitos en casa. ¡Vaya la lisura del mozo desvergonzado! Probablemente, San Nicolás debió de amostazarse ante la grosera amenaza del abogadillo, porque la enferma siguió retorciéndose, sin que las lavativas ni el agua de culén o de hierbaluisa la aliviaran en lo menor. Más tarde, una lavativa en la que se desmenuzó un panecito, bastó para desatracar cañerías. Por ello nos dice Palma: Por supuesto que curaciones de deshuciados por la ciencia médica y salvación de enfermos con medio cuerpo ya en la sepultura, gracias a los nicolasitos, era el pan 894 Raimondi, Antonio. Elementos de Botánica aplicada a la Medicina y la Industria, en los cuales se trata especialmente de las plantas del Perú. Segunda Parte. Taxonomía, fitografía y geografía botánica. Op. cit., p. 147. 895 Palma, Ricardo. Heroicidad. En: Poesías Completas. Casa Editorial Maucci, p. 197, Barcelona, 1911. (Vid. Coloma Porcari, César. La culinaria peruana en las Tradiciones de Ricardo Palma. En: Aula Palma VI (Edición del Décimo Aniversario), Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 189, Lima, 2007.) 226 nuestro de cada día896. El culén es la Psoralea glandulosa. Y la hierbaluisa la Cymbopogon citratus DC. El Diccionario de la Real Academia Española indica que la hierbaluisa se llama así por haberse dedicado la planta a la reina María Luisa, esposa de Carlos IV, y agregando que es una “planta fruticosa de la familia de las verbenáceas, con tallos duros (…); la planta es originaria del Perú, se cultiva en los jardines, tiene olor de limón, muy agradable, y sus hojas suelen usarse en infusión apreciada como tónica, estomacal y antiespasmódica”897. Por su parte Antonio Raimondi afirma que “la Psoralea glandulosa, indígena del Perú, donde se conoce con el nombre vulgar de Culén, y se usa en infusión teiforme en las indigestiones, contra los cólicos y las lombrices intestinales”898. Pero para cólicos “miserere” el que sufrió el pobre Fray Venancio, padre mercedario de Lima. Dice Palma que una noche se sintió... acometido de un violento cólico miserere, enfermedad muy frecuente en esos siglos y al acudir fray Antolín encontró a su alter ego con las quijadas trabadas y en la agonía899. Faltaban dos siglos para el descubrimiento de la penicilina, y la técnica de la apendicectomía no estaba precisamente muy avanzada. De lo mismo falleció Pepe Irasusta, amigo de Pancho Arellano. Era la noche del Miércoles Santo, e Irasusta se sintió repentinamente atacado de un cólico miserere tan violento, que cuando llegó a su lecho el físico para propinarle alguna droga se encontró con que nuestro hombre había dejado de resollar900. Sobre la etimología de esta expresión, “cólico miserere”, ha escrito un interesante trabajo Acea Nebril, del Servicio de Cirugía del Hospital Juan Canalejo de La Coruña, donde explica que “la definición de íleo ha sufrido diferentes cambios en los últimos tres milenios. Originalmente, este término fue utilizado en la Grecia clásica para describir una causa común de obstrucción intestinal para, posteriormente, ser traducido por los romanos al término latino vólvulo. Durante el Renacimiento, los términos íleo, vólvulo e intususcepción fueron sinónimos de un término vulgar, el cólico miserere o Miserere mei, cuyo origen y evolución siguen siendo un enigma”901. Muchos creen que el cólico miserere es sinónimo de apendicitis agudo. Sin embargo, este autor no coincide con esa indentificación, es decir con la peritonitis secundaria a la apendicitis aguda, siendo más bien cuadros oclusivos intestinales. Aunque no descarta que algunos casos fueran secundarios a procesos inflamatorios apendiculares que debutaran, inicialmente, más como síndrome obstructivo que peritonítico. Todo ello sugiere que algunos autores asistieron a enfermos con síndromes oclusivos secundarios a procesos apendiculares 896 T. P. Los panecitos de San Nicolás (1616). Vid. Coloma Porcari, César. La flora del Perú en las Tradiciones de Ricardo Palma. Op. cit., p. 71. Y: Coloma Porcari, César. La medicina tradicional peruana en la obra de Ricardo Palma. Op. cit., pp. 54 y 57. La hierbaluisa es la Cymbopogon citartus De-Candolle. 897 Coloma Porcari, César. La flora del Perú en las Tradiciones de Ricardo Palma. Op. cit., p. 75. 898 Raimondi, Antonio. Elementos de Botánica aplicada a la Medicina y la Industria, en los cuales se trata especialmente de las plantas del Perú. Segunda Parte. Taxonomía, fitografía y geografía botánica. Op. cit., p. 265. Y: Coloma Porcari, César. La medicina tradicional peruana en la obra de Ricardo Palma. Op. cit., p. 55. 899 T. P. El alma de fray Venancio (17...). 900T. P. Los endiablados (1835). 901 Acea Nebril, B. El cólico miserere (Miserere mei). Aportaciones sobre su etimología y características clínicas e hipótesis sobre su aparición en la literatura médica de los siglos XVII-XVIII. Rev Esp Enferm Dig (Madrid), Vol. 93. N.° 3, pp. 176-180, 2001. 227 que originaron la aparición de términos sinónimos al miserere, como pasión ilíaca o dolor ilíaco, que ponen de manifiesto la localización original del dolor abdominal. ¿Cuántas veces habremos oído a nuestros padres aconsejarnos no comer dulces y caramelos en exceso para evitar caries (“que se te caigan los dientes”) y cólicos? Igual que en el pasaje de sigue: Se atraganta una niña de dulces, hojaldres y pastas, y no faltan labios de caramelo que digan: -¿Cómo no se ha de enfermar esta muchacha, si no vive más que comiendo porquerías?902 ¿Recuerdan cómo intentaron matar a Rasputín el príncipe Felix Yusupov y el Gran Duque Dimitri Pavlovich de Rusia?...a base de pasteles envenenados con cianuro. Del mismo modo había querido hacer con Manuela, mujer de disoluta vida, cierta doña Elvira, esposa del caballero de Santiago y acaudalado vizcaíno don Martín Figueras. Una tarde en que Manuela estaba ligeramente enferma, doña Elvira la envió un plato de natillas. Afortunadamente para la proxeneta no pudo comerlas en el acto, por no contrariar los efectos de un medicamento que acababan de propinarla, y guardó el obsequio en la alacena. A las diez de la noche sacó Manuela el consabido dulce, resuelta a darse un hartazgo y quedó helada de espanto. En las natillas se veía la nauseabunda descomposición que produce un tósigo903. El staretz ruso no tuvo tanta suerte: tras el fallo de los dulces le mataron a tiros cayendo muerto en el río Neva de San Petersburgo. En esto del comer hay que tomar precauciones. A veces casi tanto como hacían algunos reyes mandando probar antes sus platos a un enano. Y en ciertos países, no comer lo primero que nos ofrece cualquier vendedor ambulante, es norma de riguroso cumplimiento. Y más con la proliferación que en Lima hubo, no ha mucho, de carritos de comidas que poco a poco han ido desapareciendo del paisaje urbano. Por no cumplir esta regla, las dos hijas de don Juan Fermín Apesteguía y Ubago904, Marqués de Torrehermosa, vinieron en contraer grandes males. Estando en la Hacienda Montalván se les presentó una mujer del vecino pueblo de Cañete 902 T. P. Monja y cartujo (1640) Tradición en que se prueba que de odio al amor hay poco trecho. Vid. también: Tanner, Roy L. Las Tradiciones Peruanas como foro lingüístico. En: Revista de la Casa Museo Ricardo Palma, Año III, vol. 3, p. 158, Miraflores, diciembre 2002. 903 T. P. Monja y cartujo (1640). Tradición en que se prueba que del odio al amor hay poco trecho. (Vid. Bazán, Dora. Mujeres, ideas y estilo en las Tradiciones de Palma. Universidad Ricardo Palma, Editorial Universitaria, p. 51, Lima, 2001.) 904 El General don Juan Fermín de Apezteguía y Ubago, era natural de Larraga (Navarra). Pasó al Perú, donde residió, siendo Alcalde provincial de la Santa Hermandad de Ica y su jurisdicción por Su Magestad el Rey. Ingresó en la Orden de Santiago el 19 de noviembre de 1753. Era hijo de don Juan de Apezteguía y Marañón, natural de Larraga y de doña Melchora de Ubago (hija de don Juan de Ubago y de doña Isabel Senosiain, ambos naturales de Falces, partido judicial de Tafalla). Y nieto de don Juan de Apezteguía o (Apeztegui) y Morales, nacido también en Larraga, y de doña Isabel Marañón. Escudo: En campo de azur, un palo de plata acostado de dos veneras, del mismo metal. (García Carraffa, Arturo y Alfonso. Enciclopedia Genealógica y Heráldica Hispano-Americana, tomo VII, pág. 199, Madrid 1922). El 8 de julio de 1755, el Rey le otorgó merced del título de Marqués de Torre-Hermosa, que más tarde sería Torrehermosa. Hoy lo ostenta don Mauricio López-Roberts y Melgar. Entrada de la Casa Hacienda Montalbán 228 vendiendo mates de fréjoles colados. Las muchachas que eran golosas por ese dulce, compraron un matecito y una hora después eran presa de convulsiones y dolores atroces en el estómago, siendo inútil para salvarles la vida la ciencia toda, que no sería gran cosa, del matasanos o médico de Montalván905. Aún existe la Hacienda Montalbán de San Vicente, en Cañete. Fue morada de Bernardo O’Higgins que hizo productiva esa hacienda azucarera, que había recibido del gobierno, lo mismo que la de Cuiba. 905 T. P. Montalván (1779). La Casona Montalbán fue declarada Monumento Histórico vía R.S. Nº 505-1974-ED del 15/10/1974. Vid. Tanner, Roy L. El humor de la ironía y la sátira en las Tradiciones peruanas. Op.cit., p. 103. 229 XII. BOTICAS, BOTICARIOS Y MEDICINAS La figura del boticario, hoy farmacéutico, ha sido especialmente relevante en nuestros pueblos y ciudades. Recordemos que, en las poblaciones de pocos habitantes, formaba parte de los que algunos han llamado “fuerzas vivas”, que incluía a otros personajes como el sacerdote, el médico, el terrateniente, el alcalde y el secretario del ayuntamiento, y en España, el sargento o teniente de la Guardia Civil de esa plaza. Cuando el paciente consideraba que no debía acudir al médico, era frecuente que decidiera consultar al boticario, que ejercía, de este modo, una labor subsidiaria de la realizada por el galeno. La Ciudad de los Reyes, nombre que recibía antiguamente la actual Lima, contó con servicios farmacéuticos desde casi su fundación por Pizarro. En el Libro de Cabildos de Lima queda constancia de la primera visita de boticas, realizada en 1537 por el entonces protomédico, doctor Hernando de Cepeda o Sepúlveda. Hasta la fundación del Colegio de Medicina de San Fernando en 1808, los boticarios se formaban como lo hacían los médicos y cirujanos, esto es, aprediendo bajo un profesional, la práctica del gremio, estudiando por su cuenta algunos de los conocimientos indispensables y rindiendo sus exámentes ante el Tribunal del Protomedicato906. A partir de dicha fundación los estudios de los boticarios fueron más completos. Bajo dependencia del citado tribunal existía el Protofarmaceuticato, o sea la autoridad encargada de la suprema vigilancia del ejercicio profesional farmacéutico. El primer protofarmacéutico de que tengamos noticia es don Pablo de Mena, maestro farmacéutico que ejercía en Lima hacia 1808 y que encabezó la erogación de los farmacéuticos limeños a favor de la obra del Real Colegio de Medicina y Cirugía. En 1831 quedó separada la Facultad de Farmacia del protomedicato907. Establecido el Colegio de San Fernando, se comenzó a conceder el título de Farmacéutico, habiéndose concedido hasta entonces el de maestro farmacéutico o maestro boticario. Las autorizaciones para abrir boticas eran concedidas, como lo eran aún en 1920 cuando Valdizán, por entonces profesor de Enfermedades Mentales y del Sistema Nervioso, escribía estas líneas, a personas que no ejercían la profesión farmacéutica y debía seguirse para obtenerlas una tramitación. Los catedráticos de Farmacia en la Facultad de Medicina fueron durente la vida de Palma los siguientes: Juan Rodríguez (1859-1868), Luis Copello (1868), José G. Zuleta (1868-1879), Luis Copello (1879, 1884, 1886), Manuel R. Artola (1889-1907) y Nicolás B. Hermosa (1907-1915). 906 Valdizán, Hermilio. Boticas y boticarios. En: Anales de la Facultad de Medicina, Vol. 5, p. 45, 1920. 907 Colección de Leyes,Decretos y Ordenes publicadas en el Perú desde su Independencia en el año de 1821 hasta 31 de diciembr ede 1834. Tomo 4. Cap. 84, Art. 1. Imprenta de José Masías, p. 52, Lima, 1837. Se promulgó en tiempos de Andrés Reyes, presidente del Senado y encargado provisional del Poder Ejecutivo. 230 En Lima había en época de Palma algunas farmacias importantes. Una de las más prestigiosas era la Botica Francesa. Cuando las chicas más elegantes de la ciudad caminaban por el Jirón de la Unión, la Botica Francesa era una parada obligada. Era famosa además por los helados que allí se preparaban. Fue fundada en 1824 por el señor Dupeyron, un farmacéutico francés afincado en el Perú que se hizo famoso por aliviar la gastritis de Simón Bolívar con un sirope de coca y vainilla. Con el tiempo, al célebre Dupeyron le sucedería su discípulo Félix Remy, que heredaría su local y su éxito908. Desde la perfumería de enfrente, don Alejandro Belmont miraba el éxito de Remy y no cejaba en sus intentos por hacerse con el exitoso negocio. Al final lo consiguió y amplió sus servicios: le incorporó una fuente de soda. Se contactó con un veneciano de apellido Capella, a quien le compró las recetas secretas de sus helados de estilo italiano y con el señor Gruguet, propietario del Café Auisson, a quien le pagó por su novedosa receta de salsa de chocolate de estilo francés. Con estas armas convertiría a su local, una antigua farmacia, en uno de los lugares favoritos de los limeños, que visitarían ilustres personajes como Chabuca Granda, la autora de la inmortal canción “La flor de la canela”, quien incluso trabajó una época en la sección de perfumería. Con el paso del tiempo, el Centro de Lima se convirtió en un lugar peligroso y el tradicional local tuvo que mudarse a San Isidro909. Otra de las farmacias que existían en Lima en época de Palma era la Farmacia Gallese, fundada por Francisco Gallese en 1874, adquiriendo una farmacia que ya existía en esa época910. La botica Inglesa, fundada en 1838, en la segunda cuadra del Jirón Cailloma, existe hasta el día de hoy. Otras eran la Farmacia Catalana de Alfonso Franchy, en Plaza Italia, la Botica y Droguería del Correo, conocida como Botica Nadal, la Botica Alemana en la Plaza Bolognesi, La tradicional Botica El Inca esquina con las calles Espaderos y Plateros de San Pedro –en la quinta cuadra del Jirón de la Unión-, que luego abrió un local en Miraflores. Más adelante surgirían otras farmacias que durarían buena parte del siglo XX, llegando algunas a nuestros días. Entre ellas tenemos a la Central, conocida por los antiguos vecinos de Breña, que estuvo en la esquina de la avenida Bolivia y el jirón Huaraz, frente al cine Glory, y que duró hasta los años ochenta del pasado siglo; la Continental, en la esquina de las avenidas España y Paraguay, que existía ya a principios de los años cuarenta y funcionó hasta los años 908 Chiappe Lanatta, Marissa. La nueva Botica Francesa: una tradición que se renueva. En: El Comercio, sábado 1 de mayo de 2010. 909 Actualmente se trata de un restaurante en Av. Jorge Basadre 485, San Isidro. 910 Lima en el IV Centenario de su Fundación. Monografía del Departamento de Lima. Ed. Minerva, Lima, 1935. Botica Francesa, en el Jirón de la Unión, Lima 231 noventa; la Universal, que existe hasta el día de hoy, en la esquina de Angaraes con Emancipación, aunque no en su clásica casona que fue ya derruida; o la Luz, en la segunda cuadra de la Avenida Grau y que desde, al menos, inicios de los años cuarenta duró casi sesenta años. En aquellas farmacias o boticas limeñas de antaño sus suelos eran embaldosados y sus enormes aparadores de madera contenían todo cuanto medicamento o producto sanitario podía venderse en la ciudad. Los boticarios preparaban las fórmulas magistrales y se vendían así a los clientes. Si hay algo de lo que actualmente tengan fama los boticarios, es que se ganan muy bien la vida. Así debió ocurrir con cierto miembro de este gremio que portaba el exótico apellido de “Gato”. Palma nos aclara que, en Lima, la calle que impropiamente llaman muchos del Gato911, no se nombró sino de Gato, apellido de un acaudalado boticario912. Para conocer más sobre el instrumental y útiles de uso común del boticario, a principios del pasado siglo, leamos la siguiente conversación, en la que un mozuelo o chuchumeco, poniendo como culmen de las boticas precisamente la de Gato, intenta convencer a un lego de la Orden de San Juan de Dios, del Hospital de San Diego de Lima, según nos aclara Ortega913, para que éste le confiara parte de esos realejos que tiene ociosos y criando moho para tripicárselos: - Mire su paternidad - prosiguió el niño -. Yo he sido mancebo de la botica de don Silverio, y tengo la farmacopea en la punta de la uña. Con dos mil pesos ponemos una botica que le eche la pata encima a la del Gato. - ¡Con tan poco, hombre! - balbució el juandediano. - Y hasta con menos; pero me fijo en suma redonda, porque me gusta hacer las cosas en grande y sin miseria. Un almirez, un morterito de piedra, una retorta, un alambique, un tarro de sanguijuelas, unas cuantas onzas de goma, linaza, achicoria y raíz de altea, unos frascos vistosos, vacíos los más y pocos con drogas, y pare usted de contar... Es cuanto necesitamos. Créame su paternidad. Con cuatro simples, en un verbo le pongo yo la primera botica de Lima. El pobre padre Carapulcra, que así era llamado el juandediano por tener el rostro acribillado de cicatrices de viruela, tras ser engañado por el mancebo se lamentaba: ¡Ah, pícaro! Con cuatro simples me dijo que se ponía una botica... ¡Embustero! El la puso con sólo un simple..., ¡y ése fui yo!914. La altea, mencionada en esta tradición, también lo es en El primer toro, donde Palma 911 Hoy Jirón Azángaro, cuadra 4. (Coloma Porcari, César. Las antiguas calles de Lima en las Tradiciones de Ricardo Palma. Op. cit., p. 84. 912 T. P. La faltriquera del diablo (1651). Vid. Coloma Porcari, César. Las antiguas calles de Lima en las Tradiciones de Ricardo Palma. Op.cit., p. 84. 913 Ortega Lázaro O. H., Luis. Lo juandediano en las “Tradiciones Peruanas” del ilustre escritor Ricardo Palma. En: Para la Historia de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios en Hispanoamérica y Filipinas. Secretariado Permanente Interprovincial, Hermanos de San Juan de Dios, Madrid 1992. 914 T. P. ¡A nadar, peces! (1805). Vid.: Coloma Porcari, César. La medicina tradicional peruana en la obra de Ricardo Palma. Op. cit., pp. 49-50 y p. 58. 232 se refiere al deseo de suprimir el pago para agasajar a las autoridades que acudían a presenciar las corridas de toros en la plaza de Acho, en los primeros años de la Independencia. Anteriormente se les había ofrecido “cerveza y butifarras”. Se intentó eliminar el gasto a través de un decretito de agua de malvas, achichoria, goma y raíz de altea915, llamado así por Palma porque ese dispostivo “no otorgaba concesión ni implicaba negativa rotunda”. Antonio Raimondi afirma que la altea es “indígena de Europa, y conocida con el nombre de Malvavisco; la raíz de esta planta es la que tiene la mayor proporción de principios mucilaginosos, y contiene, además, un principio cristalizable, análogo a la Esparagina”916. En cuanto a la linaza, también mencionada en la historia de ¡A nadar peces!, es tratada por Antonio Raimondi en su obra y dice que el “Linum usitatissimum es una pequeña planta de tallo simple, hojas pequeñas y flores azules, cultivada en los lugares inundados de Europa desde tiempo inmemorial, porque las fibras muy tenaces de su tallo suministran la materia textil más usada, esto es, el lino, que sirve, como todos saben, en la fabricación de las telas de lujo. Las semillas de la misma especie, conocidas en Lima con el nombre de Linaza, son mucilaginosas, y reducidas en harina, son empleadas en cataplasmas…”917 Y por lo que respecta a la Malva, Lavatera arborea L., Raimondi dice que “la mayor parte de las Malváceas contienen principios mucilaginosos, que las hacen usar como emolientes”. En cuanto a la Lavatera arbórea L., afirma que es “una malvácea de grande talla, indígena de Europa y cultivada en todas las huertas de Lima, donde se conoce con el nombre de Malva, y se emplean sus flores, hojas y raíces como emoliente”918. Algunos boticarios llegaban a adquirir una fama equiparable a la de ciertos médicos. Don Manuel Mavila era, en 1751, el farmacéutico más acreditado de Lima. Su botica hallábase situada en la calle de Palacio919, y por lo mismo que vendía jaropes y drogas por doble precio del que cobraban sus cofrades, la candidez limeña no se hacía remolona para darle preferencia, y el boticario alcanzaba gran cosecha de duros. Y sigue Palma: No hay oficio menos expuesto a mermas ni de más seguras ganancias que el de los que se consagran a despachar recetas, constituyéndose en alguaciles de la muerte y auxiliares de los galenos. Todos los bancos de 915 T. P. El primer toro (1768). (Vid. Coloma Porcari, César. La medicina tradicional peruana en la obra de Ricardo Palma. Op. cit., pp. 59-60.) 916 Raimondi, Antonio. Elementos de Botánica aplicada a la Medicina y la Industria, en los cuales se trata especialmente de las plantas del Perú. Segunda Parte. Taxonomía, fitografía y geografía botánica. Op. cit., p. 265. 917 Raimondi, Antonio. Elementos de Botánica aplicada a la Medicina y la Industria, en los cuales se trata especialmente de las plantas del Perú. Segunda Parte. Taxonomía, fitografía y geografía botánica. Op. cit., p. 255. Vid. Coloma Porcari, César. La medicina tradicional peruana en la obra de Ricardo Palma. Op. cit., pp. 58- 59. 918 Raimondi, Antonio. Elementos de Botánica aplicada a la Medicina y la Industria, en los cuales se trata especialmente de las plantas del Perú. Segunda Parte. Taxonomía, fitografía y geografía botánica. Op. cit., pp. 265-266. Vid. también: Coloma Porcari, César. La medicina tradicional peruana en la obra de Ricardo Palma. Op. cit., pp. 59-60. 919 En su trabajo sobre las calles de Lima en las Tradiciones César Coloma habla de este caso. (Coloma Porcari, César. Las antiguas calles de Lima en las Tradiciones de Ricardo Palma. Op. cit., p. 96.) 233 emisión y descuento corren peligro de presentarse en quiebra; pero no hay tradición que no haya quebrado un boticario, aquí ni en Jerusalén920. Lo cual confirma lo que antes dije sobre el nivel económico de los farmacéuticos. Nos informa Valdizán que Mavila era además médico921, y añade cierto episodio del que fue protagonista ya que fue acusado de haberse reído de un grupo de personas que se habían arrodillado al toque de oración. La sonrisita estuvo a punto de costarle la vida al infeliz farmacéutico. Sin embargo, ya en 1727 se había establecido en Lima la famosa Botica del Peinado, en la plazuela de San Agustín. Gálvez alcanzó a conocerla y verla “con sus coloreados frascos y sus adormiladas y repelentes sanguijuelas”. Además de la botica, existía una tienda clásica en el paisaje urbano de Lima, instalada las más de las veces en una esquina, la pulpería. Al decir de Gálvez “tuvo mucho de Botica y herbolería, porque nunca faltó en ellas el unto sin sal, la yerbaluisa, el cedrón, el culén, la goma”922. Sin embargo, el limeño prefería asegurar y, en casos graves, adquirir sus medicinas en la botica. Y además, las Ordenanzas para la Ciudad de los Reyes hechas por el Virrey don García Hurtado de Mendoza, Marqués de Cañete, el 24 de enero de 1594, habían pormenorizado muy bien sobre “las pulperías y lo que han de guardar”923, y en ningún momento mencionan que pudiesen vencer simples y récipes. En cierto modo, era una tranquilidad para el cliente que la Corona hubiese dispuesto -y así figura en la Recopilación de Leyes de los Reynos de Indias-, que cada tres años un magistrado de la Real Audiencia visitase toda la jurisdicción de ésta. Una de las funciones de este oidor-visitador era recorrer “las boticas y si en ellas hubiere medicinas corrompidas”924 debía impedir su venta y hacerlas derramar. Hasta fines del siglo XVII se recibía en Lima, de tarde en tarde, el único periódico publicado semanalmente en Madrid: el Aviso. Y, precisamente, entre los avisos que aparecían, en columnas, figuraba uno que con una gracia enorme rezaba: El licenciado Juan Rodríguez, boticario y alquimista, se pinta sólo para las enfermedades del bazo y del hígado. Todos sanan, y si alguno muere es porque así convendría para el descanso de su alma925. Eso si que era curarse en salud sin necesidad del “consentimiento informado” que ahora tanto prolifera. 920T. P. Un reo de Inquisición (1751). 921 Valdizán, Hermilio. Boticas y boticarios. Op. cit., p. 46. 922 Gálvez, José. La comedia. En: Estampas limeñas. Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Departamento de Publicaciones, Lima 1966. 923 Ordenanzas Municipales Hispanoamericanas. Recopilación, estudio preliminar y notas de Francisco Domínguez Compañy. Asociación Venezolana de Cooperación Intermunicipal, Instituto de Estudios de Administración Local, pp. 273-5, Madrid-Caracas 1982. 924 Rubio Mañé, José Ignacio. El Virreinato (I): Orígenes y jurisdicciones, y dinámica social de los virreyes. Instituto de Investigaciones Históricas (UNAM), UNAM-Fondo de Cultura Económica, 2ª ed., p. 71, México DF 1983. 925 T. P. El “Aviso” (17...). 234 En ocasiones, los boticarios, a falta de médicos, y por ser y ser tenidos por miembros del gremio sanitario, han tenido que declarar la defunción de alguien. Tal fue el caso de un burro remolón que, fustigado tanto por un muchacho travieso, le asestó tal coz al mozo en el ombligo, que le dejó patitieso. Acudió gente y con ella el boticario, quien declaró que no quedaba ya más por hacer que enterrar al difunto926. Otras veces, en la botica era donde se realizaban complicadas intervenciones quirúrgicas. Nos da noticia de ello Gálvez927 comentando una noticia del diario El Comercio de Lima. En efecto, en 1846, el médico francés Julio Lafargue enderezó un “ojo tuerto”928 a Manuel Ramón Rivera en la botica de Remy. Por cierto, esta “antigua botica francesa”, la más vieja de América del Sur, después de 167 años de actividad en la calle de Mercaderes, del Jirón de la Unión, cerró en junio de 1991. La había fundado Charles-Germain-Felix Remy el 6 de diciembre de 1824929. Sus hijos José Félix y Pedro Felix fueron ambos farmacéuticos, obteniendo sus títulos en 1877 y 1864 respectivamente. Igual que hoy se venden en las farmacias comidas para bebes o caramelos, cuenta Palma que el té930 (Thea sinensis L.), citando a nuestro poeta cómico Manuel Ascencio Segura, en tiempos del coloniaje: Se vendía en las boticas lo mismo que el alcanfor y se usaba solamente en casos de indigestión. Así era, y sólo a partir de 1827 el té reemplazó al chocolate y a la hierba del Paraguay931. Esta hierba es seguramente la llamada yerba mate, té del Paraguay o té jesuita, es decir 926 T. P. Coronguinos (1865). 927 Idem que 5. 928 Hablando de tuertos, decía Palma en una de sus tradiciones que: Vivo y comiendo pan está todavía en Huauya, estancia vecina a Caraz, el protagonista de este artículo. Llámase José Mercedes Tamariz, aunque generalmente se le conoce por el Tuerto, si bien él se requema cuando oye el mote y la emprende a puñetazo limpio con el burlón. (T. P. Un santo varón (1850). Vid. Bazán de Devoto, Dora. Ricardo Palma, pionero de los estudios terminológicos. En: Aula Palma. Discursos de Incorporación al Instituto Ricardo Palma 1998-1999. Universidad Ricardo Palma, 1ª ed., p. 127, Lima, 1999.) 929 Remy Valdivieso, Luis. Los Remy en el Perú. Revista del Instituto Peruano de Investigaciones Genealógicas, nº 18, pp. 221, Lima, diciembre de 1991. 930 Palma también menciona el té en otras tradiciones como: “El abogado de los abogados”, “Cara o sello”. Y también en Papeletas lexicográficas cuando explica que el té es una bebida estimulante originaria de Asia. (Vid. Coloma Porcari, César. La flora del Perú en las Tradiciones de Ricardo Palma. Op. cit., p. 87. Y: Palma, Ricardo. Papeletas lexicográficas. Imprenta La Industria, Lima, p. 266, 1903. 931 T. P. Garantido, todo lino (1822). (Vid. Coloma Porcari, César. La culinaria peruana en las Tradiciones de Ricardo Palma. En: Aula Palma VI (Edición del Décimo Aniversario), Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 211, Lima, 2007.) Vid. también: Coloma Porcari, César. La culinaria peruana en las Tradiciones de Ricardo Palma. Op. cit., p. 193. Hierba del Paraguay (Ilex paraguaiensis) 235 la Ilex paraguayensis, que es estimulante del sistema nervioso central por la cafeína que contiene, aunque en menos proporción que el café, y ayuda a salir de la somnolencia. Es digestiva y puede llegar a prevenir ataques de asma, al dilatar los bronquios. Tiene vitamina C, se sugiere que podría ayudar en resfríos y gripes, y es diurética. No es la única vez que Palma la menciona en su obra. En “Manchay-Puito” habla del fabuloso país de la canela y cuenta que un sacerdote enamorado de una mujer que murió sentó el cadáver en un sillón cerca de la mesa, preparó dos tazas de hierba del Paraguay, y se puso a tomar mate932. También en otra tradición, al hablar de esas interminables y jugosas tertulias limeñas, decía que empenzaban a las siete, sirviéndose a medida que iban llegando los amigos un mate bien cebado de hierba del Paraguay, que era el café de nuestros abuelos933. En El abogado de los abogados cuenta que en el cielo una vez San Pedro le invitó a un nuevo huésped un matecito de hierba del Paraguay, que en las alturas no se consigue un puñadito de té ni para remedio934. Y en los Anales de la Inquisición cuenta que a un francés, pintor y músico trasladado de Potosí a las cárceles de la Inquisición de Lima en 1752 le concedieron cinco reales de ración diaria en la forma siguiente: tres reales para comida, real y medio para aguardiente y medio para mate o hierba del Paraguay935, mientras estuvo preso en las carceletas del Santo Oficio. Como miembros de la comunidad de vecinos, los boticarios participaban de la vida y sucesos de su lugar de residencia. Juan de Gadea936, boticario del Hospital de la Caridad, colaboró en la caza y captura de un ladrón sacrílego que robó las sagradas formas de la iglesia del Sagrario de Lima, e impidió su linchamiento, con lo que se pudo saber dónde estaban escondidas. Ese lugar fue donde luego se construyó la actual Iglesia de Santa Liberata, en la tan cantada Alameda de los Descalzos. Considerar una bebida alcohólica como “medicina” es y ha sido un recurso jocoso fácil para tratar de ocultar, en ocasiones, una desmesurada afición al vino y otras bebidas espirituosas. De los dos tipos de chicha que posee el Perú, la de jora que contiene alcohol –a diferencia de la chicha morada- es, según Palma mil veces preferible, en el gusto y efectos sobre el organismo, a la amarga y abotargadora cerveza alemana937. ¿Se referiría a sus efectos euforizantes y diuréticos, o a otros más saludables y duraderos? 932 T. P. Manchay-Puito (17…). Vid. Coloma Porcari, César. La flora del Perú en las Tradiciones de Ricardo Palma. Op. cit., p. 74. Vid. también: Coloma Porcari, César. La culinaria peruana en las Tradiciones de Ricardo Palma. Op. cit., p. 193. 933 T. P. Un zapato acusador (1805). Vid. Coloma Porcari, César. La flora del Perú en las Tradiciones de Ricardo Palma. Op. cit., p. 74. Vid. también: Coloma Porcari, César. La culinaria peruana en las Tradiciones de Ricardo Palma. Op. cit., p. 193. 934 T. P. El abogado de los abogados (S.F.). Vid. Coloma Porcari, César. La flora del Perú en las Tradiciones de Ricardo Palma. Op. cit., p. 74. Vid. también: Coloma Porcari, César. La culinaria peruana en las Tradiciones de Ricardo Palma. Op. cit., pp. 193 y 211. 935 A.I.L. Cap. V. Vid. Coloma Porcari, César. La flora del Perú en las Tradiciones de Ricardo Palma. Op. cit., p. 74. Vid. también: Coloma Porcari, César. La culinaria peruana en las Tradiciones de Ricardo Palma. Op. cit., p. 193. 936T. P. La fundación de Santa Liberata (1711), crónica de la época del vigésimo quinto virrey del Perú. 937 T. P. Orgullo de cacique (1574). 236 El peruano don José Gálvez (no lo confundamos con su homónimo el famoso Ministro de Indias), citando la meticulosa relación dada a los albaceas por el licenciado Hidalgo, que trató en su última enfermedad, en 1578, al presbítero don Luis de Medina, asegura que “aparecen viejas drogas que hoy, como ayer recetan a sus pacientes los señores médicos: el ruibarbo, el aceite de almendras, el diacathlon, el opozús, el diaprunis layatta, unas píldoras de agraria...”938 Del mismo cronista, por lo pintoresco, no quiero dejar de plasmar este pasaje sobre las aguas perfumadas y sus propiedades terapéuticas: “Llegaron también a Lima el Agua de Florida, después el Agua de Kananga, más tarde el Agua de Colonia. La extraordinaria importancia del Agua de Florida casi no alcanzamos a comprenderla hoy nosotros. Realizaba una serie de tareas sociales: servía de perfume, de remedio para el corazón, para los nervios, para las muelas, para la garganta y los antiguos, tan aficionados a hacer gárgaras no tenían reparo en mantener en el gargüero con posturas de malabaristas, un poco de Agua de Florida mezclada con agua tibia, haciendo aquel gluglu particularísmo por todos conocido. Que a Fulanita le había dado mal y estaba con la pataleta, pues Agua de Florida para el ‘insulto’, si a Menganita le acosaban las palpitaciones, pues Agua Florida con ella; si el niño se había hecho un chichón en la cabeza, pues pañitos de Agua Florida. Y así, para el corazón, para la jaqueca, para el reumatismo, para el dolor de barriga, para los golpes y hasta para los callos, nada había comparable al Agua Florida. Hasta como medicamento interno, se administraba por gotas. Hoy la usan poco en Lima; reina en provincias. En Lima la mezclan con agua para llenar chisguetes de carnaval, pero faltan amantes de lo antiguo parroquianos el Agua de Florida para todo” (!) Otras aguas fueron famosas; las del pozo de las monjas bernardas, que se llenó en la sequía de 1581, según cuentan, por intercesión de San Nicolás de Tolentino. Y no hubo en Lima quien no se diera la satisfacción de llenar un cántaro con agua del pozo, en lo que, francamente, los perjudicados fueron los médicos y boticarios, porque a tal agua se la creyó con más virtudes que, recientemente, a las de Huacachina y Lourdes para sanar todas las enfermedades conocidas y por conocer. Nunca tuvo mayor boga el sistema hidropático939. La mención a Huacachina, donde las aguas de su oasis tenían fama de especialmente benéficas, la usó Palma también para algunas expresiones figuradas como cuando en carta a Casimiro Ulloa, de julio de 1861, decía940: Puede tomar un baño de Huacachina, aguas que si bien pueden librar del ostracismo no alcanzan a curar del romanticismo político. El agua de melisa o toronjil (Melissa officinalis L.) era otra de las usadas con fines medicinales. En este caso para volver en sí a cualquier damisela tras un desmayo o vahído. Con gracia 938 Gálvez, José. Una estampa del siglo XVI. En: Estampas limeñas. Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Departamento de Publicaciones, Lima 1966. 939 T. P. Los refranes mentirosos (1556). 940 Ángeles Caballero, César A. Temas palmistas. Op.cit., p. 56. Y: Ángeles Caballero, César A. Peruanismos en el Epistolario General de Ricardo Palma. En: Aula Palma V 2005-2006. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 16, Lima, 2006. Y vid. también: Cavieres, Eduardo. Ricardo Palma: relato, memoria y tradiciones en la construcción de la historia. Op. cit., p. 294. 237 lo refiere Palma al relatar un episodio cuya protagonista era doña Ramona Abascal941, la hija del virrey Marqués de la Concordia. Creo haber contado en otra oportunidad que Ramona Abascal era tan linda como mimada y melindrosa. Dios me perdone la especie, pero casi, casi me atrevería a jurar que fue ella la primera hembra que trajo a Lima la moda de los ataques de nervios y demás arrechuchos femeniles. La enfermedad era pegajosa, y ha cundido que es un pasmo. ¿Reventaba un cohete? ¿Pasaban las tarascas, los gigantes y papahuevos de la procesión del Corpus? ¿Chillaba un ratoncillo? Pues ya teníamos a Ramonica942 con soponcio, y a su buen padre, el excelentísimo señor virrey de estos reinos de Perú y Chile, gritando como loco y corriendo tras la hoja de congona943, el frasquito de alcalinas o el agua de melisa944. Antonio Raimondi al referirse a la Melissa officinalis L. señala que pertenece a la familia de las Labiatae (Labiadas), indicando que sus hojas “están provistas de un gran número de glándulas llenas de un aceite esencial al que deben su olor aromático”, y se emplean “para la preparación de aguas destiladas usadas en la medicina como estimulantes”. Agrega que el nombre vulgar de la Melissa officinalis L. es “toronjil”945. También de doña Ramona habla Palma en otra tradición dándonos alguna pista más sobre su supuesta enfermedad nerviosa. En Una astucia de Abascal cuenta que tan melindrosa era la mimada hija de Abascal, que su padre prohibió quemar cohetes a inmediaciones de Palacio, porque al estallido acometían a la niña convulsiones nerviosas. ¡Repulgos de muchacha engreída!946. A la niña le entró otro ataque de nervios al ver una arañinta morroñosa paseándose por las paredes de raso blanco del salón. Y Abascal, con el pretexto de ir a traer agua de melisa o el frasquito de vinagre de los siete ladrones, que es santo remedio contra los nervios… Cabe 941 Se trataba de doña María Ramona Silveria Luisa Secundina de Abascal y Asencio, Sousa y O’Ryan, nacida en La Habana el 20 de junio de 1799, II Marquesa de la Concordia Española del Perú, casada en 1815 con don Juan Manuel Pereyra y Soto-Sánchez Morillas y Jurado, Mariscal de Campo y luego Brigadier de los Reales Ejércitos, Comandante General de la Provincia de Córdoba, Mayordomo de Semana de S.M. (Nieto y Cortadella, Rafael. El virrey Abascal: su familia. Revista del Instituto Peruano de Investigaciones Genealógicas 1963(dic);13:17-23). De esta unión, nació don Manuel Pereyra y Abascal, III Marqués de la Concordia Española del Perú por Real Carta de Sucesión el 23 de marzo de 1852. A su muerte, el título pasó a su sobrino Juan Manuel Pereira Soto Sánchez en 1876. Finalmente, el título de Castilla del marquesado de la Concordia Española del Perú se extinguió en 1913. 942 No era broma este modo de referirse a la hija del Marqués. En varias cartas de doña Isabel García de la Riestra y Sanier, tatarabuela de mi madre, dirigidas al virrey, conservadas en el Archivo General de Indias, llama “Ramonita” o “Ramonsita”, en 1818-1820, a quien ya era una mujer que rondaba los veinte años. (Archivo del Virrey Abascal, Sección de Diversos del Archivo General de Indias: Leg. 5, año 1818, nº 1036 del Inventario, 35 del ramo 1. Leg. 5, año 1819, nº 1096 del Inventario, 5 del ramo 1. Leg. 5, año 1820, nº 1195 del Inventario, 12 del ramo 1.) 943 Es decir, Peperomia inaequealifolia Ruiz & Pavón; Peperomia congona Ruiz & Pavón). 944 T. P. De esta capa nadie escapa (1806). Vid. Coloma Porcari, César. La flora del Perú en las Tradiciones de Ricardo Palma. Op. cit., p. 71. Y: Coloma Porcari, César. La medicina tradicional peruana en la obra de Ricardo Palma. Op. cit., pp. 54 y 60. 945 Raimondi, Antonio. Elementos de Botánica aplicada a la Medicina y la Industria, en los cuales se trata especialmente de las plantas del Perú. Segunda Parte. Taxonomía, fitografía y geografía botánica. Op. cit. 946 T. P. Una astucia de Abascal (1805). Vid. Coloma Porcari, César. La flora del Perú en las Tradiciones de Ricardo Palma. Op. cit., p. 79. Y: Vid. Coloma Porcari, César. La medicina tradicional peruana en la obra de Ricardo Palma. Op. cit., p. 60. 238 preguntarse si tales convulsiones, sin en realidad eran tales, no serían algún tipo de epilepsia cuyas crisis pueden ser desencadenadas por destellos luminosos intermitentes. El vinagre de los siente ladrones era un antiguo preparado medicinal europeo y empleado en la magia y brujería. Era el Acetum prophylacticum seu latronum. Se conoce en inglés como “vinegar of the seven thieves”, en italiano “aceto dei sette ladri”, en francés “vinaigre des sept voleurs”, y en castellano no sólo “vinagre de los siete ladrones” sino también “vinagre de los cuatro ladrones”. Está compuesto, generalmente, de ajenjo (Artemisia absinthium L.), ajo (Allium sativum L.), alcanfor (Camphora officinarum Nees), cálamo aromático (Acorus calamus L.), canela (Cinnamomum zeylanicum Breyn), clavo de olor (Caryophyllus aromaticus L.), espliego (Lavandula vera De-Candolle), menta (Mentha piperita L.), nuez moscada (Myristica moschata Thunberg), romero (Rosmarinus officinalis L.), ruda (Ruta graveolens L.), salvia (Salvia officinalis L.) y vinagre. El Dr. François-Laurent-Marie Dorvault afirma que “esta composición se usa como preservativo en las infecciones contagiosas. Se frotan con ella las manos y la cara; se quema o riega en las habitaciones, y también se pone en frasquitos, para hacerla aspirar, en el síncope y la asfixia”947. La congona (Peperomia inaequalifolia), a la que Riva-Agüero da el título de “limeñisima hierba”948, es una planta herbácea, perenne silvestre que exhala un fuerte olor semejante al del anis. Hojas y tallos, mascados, fortalecen la dentadura; tienen un sabor parecido al de la nuez moscada o el clavo de olor, y perfuma el aliento. En infusión teiforme, son indicadas como estomacales. El zumo de las hojas, con glicerina, para aliviar las otalgias; y, con almidón para tratar las ampolladuras de la boca. A todo esto añade Guibovich949 que sirve para “calmar hemorragias, curar enfermedades del desequilibrio térmico y aparato circulatorio. Mezclada con huamanripa sirve para agilizar el parto y evitar el dolor”. Dora Montalvo de Maldonado950 dice que en quechua se escribe konqona y asegura que “machacada sirve para curar golpes, dolor de muelas y para aplicaciones calientes sobre pequeñas protuberancias en la muñeca de la mano. Para el dolor de oidos aplicar dos gotas de jugo. Desaparece los gangliomas”. Sobre la citada huamanripa (Laccopetalum giganteum Wedd.) habla Palma en sus Papeletas 947 Dorvault, François-Laurent-Marie. La Botica o repertorio general de Farmacia práctica. Librería Extranjera y Nacional, Científica y Literaria, p. 835, Madrid, 1859. Vid. también: Coloma Porcari, César. La medicina tradicional peruana en la obra de Ricardo Palma. Op. cit., pp. 63-64. 948 Riva-Agüero y Osma, José de la. Estudios de Historia Peruana: la Emancipación y la República. En: Obras Completas, tomo VII. Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima 1971. 949 Guibovich del Carpio, Lorgio A. Medicina folklórica en el Antiguo Perú y su proyección en el mundo moderno. Universidad Nacional “Federico Villarreal”, Facultad de Ciencias Sociales, Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, 1989. 950 Montalvo de Maldonado, Dora. La medicina tradicional en el Perú: contribución a su estudio. Imp. Lumen, 2ª ed., Lima 1989. Huamanripa (Laccopetalum giganteum Wedd.) 239 lexicográficas afirmando que es una voz quechua y que es una planta americana, muy usada para combatir las afecciones bronquiales951. Hay otras referencias a los boticarios en la obra de Palma. En la tradición en salsa verde Matrícula de colegio dice que cierta señora estaba casada con don Crispín Gatiessa, boticario de la población952, siendo ésta Chumbibilcas. 951 Palma, Ricardo. Papeletas léxicográficas. Imprenta La Industria, Lima, p. 140, 1903. Vid. Coloma Porcari, César. La flora del Perú en las Tradiciones de Ricardo Palma. Op. cit., p. 76. 952 T.S.V. Matrícula de colegio. 240 241 XIII. DICHOS, REFRANES Y ADAGIOS MEDICOS "Portentosa riqueza de voces, frases y giros, tomados alternativamente de boca del vulgo, de la gente que bulle en mercados y tabernas, y de los libros y demás escritos antiguos" (Testimonio de Juan Valera sobre las Tradiciones de Palma) La obra de Ricardo Palma, caracterizada, entre otras cosas, por su gusto por el refrán y la coplilla, no podía olvidar en ellos a los médicos y sus actividades. Por su variedad y riqueza, y por lo mucho que nos hablan de cómo debió ser, y cómo era conceptuada la Medicina en el Perú, he recogido todos los dichos sobre este tema que adornan las páginas de las Tradiciones. De antiguo y popular conocimiento debía ser el asociar gordura, y por tanto, grasas, con el peligro de padecer hemorragias cerebrales, accidentes cerebrovasculares agudos. Nos cuenta don Ricardo de un tal fray Antonio Pesquera, comendador de la Merced, fraile que, por lo rechoncho parecía un proyecto de apoplejía953. Es una figura que emplea varias veces, como al describir al padre Núñez, fraile portugués de la Orden de San Jerónimo, cuando afirma que era su paternidad un hombrecito regordete, ancho de espaldas, barrigudo, cuellicorto, de ojos abotargados y de nariz roma y rubicunda. Imagínate lector, un candidato para una apoplejía fulminante, y tendrás cabal retrato del jeronimita954. Para Tanner955, un cuello grueso y rechoncho frecuentemente enfoca alusiones hechas de paso a los frailes: “con un furioso berrendo, de esos que tienen más cerviguillo que un fraile”. Este autor señala que la falta de atractivos físicos puede afectar a cualquier persona pero tradicionalmente este rasgo está acompañado por ciertas figuras religiosas y sociales. Judas, por ejemplo, “era colorado como el ají y rubio como la candela. Mellado de un diente, bizco de mirada, narigudo como ave de rapiña y alicaído de orejas, era su merced feo hasta para feo”. Pedro Gutiérrez, sastre, era un hombrecillo con una boca que más que boca era bocacalle, y unos ojuelos tan saltones, que amenazaban salirse de la jurisdicción de la cara956. La clásica chanza picante, que Palma usaba como nadie, se plasmaba en párrafos como el que, glosando las bondades de cierta señorita, dice que era por los años de 1601 un fresco y 953 T. P. Motín de limeñas (1601). 954 T. P. ¡Beba, padre, que le da la vida! (1668), crónica de la época del mando de una virreina. Vid. Bazán de Devoto, Dora. Ángeles y demonios en Ricardo Palma. Op.cit., p. 46. En ese trabajo Dora Bazán se comenta, por cierto, que entre las capacidades del grupo de ángeles conocido como “Dominaciones”, están la protección de los hospitales y los trabajos médicos. (Vid. Dora. Ángeles y demonios en Ricardo Palma. Op. cit., p. 37. Y también: Tanner, Roy L. Aproximaciones al estudio de las Tradiciones peruanas. Op. cit., p. 65.) 955 Tanner, Roy L. El humor de la ironía y la sátira en las Tradiciones peruanas. Op.cit., p. 98. 956 T.P. Sastre y sisón, dos parecen y uno son (1536). Vid. Tanner, Roy L. El humor de la ironía y la sátira en las Tradiciones peruanas. Op.cit., p. 98. 242 codiciable pimpollo de dieciséis primaveras, tal como lo sueña un libertino para curarse de la dispepsia957 . En 1617, en carta del virrey Príncipe de Esquilache al corregidor de Potosí don Rafael Ortiz de Sotomayor, dice confiar en la capacidad de gobierno de éste, afirmando que pondrá el cauterio allí donde aparezca la llaga958, modo médico y gráfico de expresar el acierto de las medidas que se tomen. En su mocedad Palma recordaba haber oído este refrán: Médico viejo, cirujano mozo y barbero que le apunte el bozo959, del que se puede colegir la sabiduría y destreza necesarias para cada labor: mucha ciencia y conocimiento en el caso del médico, del clínico, que con su ojo (clínico también) y sus manos, con su olfato y su oído, y poco más establecía diagnósticos en aquella época; mucha destreza manual y pulso firme, arrojo y no poco conocimiento técnico en el caso del cirujano; y desenvoltura y habilidad en el caso del joven barbero que ya desde la adolescencia podía ejercer su oficio. En otra tradición, sobre el Inca Bohorques, se lee el dicho, todavía tan aireado, fruto de la sabiduría popular, que utiliza a la hidrofobia como ejemplo de males: muerto el perro, se acabó la rabia960. “Usualmente”, explica Kapsoli, “en los veranos de cada año, existía la costumbre de matar a los perros vagabundos a fin de combatir la enfermedad de la rabia. De ahí surgió el dicho popular: Muerto el perro, muerta la rabia.”961. Sobre este hecho Pancho Fierro realizó los dibujos que aquí reproduzco donde se puede comprobar que los canes eran matados a palos. Y también juega Palma con el término científico que describe los síntomas de esta enfermedad, para explicar la suciedad que ostentaba el poeta Ángel Fernando de Quirós (1799-1862), diciendo que el desaseo de su traje descubre desde a legua que está atacado de hidrofobia, enfermedad 957 T. P. Mujer y tigre (1601). (Vid. Tanner, Roy L. Aproximaciones al estudio de las Tradiciones peruanas. Op. cit., p. 63.) 958 T. P. Una aventura del virrey-poeta (1618). 959 T. P. La gran querella de los barberos de Lima (1626), dedicada a Emilio Gutiérrez de Quintanilla y Flores (1858-1935). Como Palma, fue Miembro Correspondiente de la Real Academia Española de la Lengua. También socio del Ateneo de Lima, fundador de la Sociedad Geográfica de Lima y del Instituto Histórico Nacional. Fue Jefe del Departamento de Historia del Museo Nacional y Director del Museo de Historia Nacional. Tiene una extensa obra escrita. 960 T. P. El Inca Bohorques (1667). 961 Kapsoli Escudero, Wilfredo. Apostillas de Ricardo Palma a las acuarelas de Pancho Fierro. Op. cit., p. 249. Matanza de perros vagabundos en Lima, por Pancho Fierro 243 caracterizada por horror instintivo al agua962. En efecto, “se le motejó de loco; y la excentricidad de su vida lo hizo comparable a Diógenes, pues paseaba por la ciudad su hética figura de caballero venido a menos (con levita y sombrero de copa), y habitaba un cuartucho desprovisto de menaje”963. Soledad Maldonado recuerda que Angel Fernando de Quirós “salió de la prisión enfermo, mutilado y medio loco”964, para recalcar luego que asumió “un comportamiento desquiciado” y que llegó a la locura. Vayamos con algunos versecillos, pues como decía Gálvez, “de médico, poeta y loco, todos tenemos un poco”965 . No solamente de cuerpo puede enfermar el hombre. Y si no, que se lo pregunten a los que sufren penas de amores. Así lo plasma don Ricardo y da el remedio: El que enferme de amores sin calentura, que vaya a su parroquia, que el cura, cura966 Según Dora Bazán, quizás Palma se inspiró en La respuesta de la muerte de Juan del Valle Caviedes: “Y así cura en verdad, sólo es cura para el Cura”967. Aunque en este otro se muestra más deseperanzado de curación: Es el amor un bicho que, cuando pica, no se encuentra remedio ni en la botica968 Para ilustrar el hambre con que los hijos de un tal don Juan de Villegas daban cuenta del puchero, utilizó nuestro autor la expresión: que comían más que un cáncer en el estómago969, 962 T. P. Delirios de un loco (1857). Colección de poesías de Angel Fernando de Quirós. 963 Tauro, Alberto. Enciclopedia Ilustrada del Perú. Vol. 5, p. 1743, PEISA, 1ª ed., Lima 1987. 964 Maldonado Zedano, Soledad. Tradiciones del Perú Republicano: “Delirios de un loco”. En: Aula Palma-IX, Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 291 y 292, Lima, 2010. 965 Gálvez, José. Médicos y curanderos. En: Nuestra pequeña historia. Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima 1966. 966 T. P. Zurrón-currichi (1672). Conseja popular. (Vid. Pantigoso, Manuel. Los versos dentro de la poesía de las Tradiciones. En: Aula Palma VI (Edición del Décimo Aniversario), Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 80, Lima, 2007. Y también: Domínguez Condezo, Víctor. Pervivencia de palabras y frases de creación popular, versos y demás picardías peruleras en Tradiciones Peruanas. Op. cit., p. 275.) 967 Bazán Montenegro, Dora. Los nombres en Palma. Op. cit., p. 88. Vid. también: Valle Caviedes, Juan del. Obras de… En: Clásicos peruanos, Vol. I (Introducción y notas de Rubén Vargas Ugarte, S.J.), p. 228, 1923. 968 T. P. Justos y pecadores (1625). De cómo el lobo vistió la piel del cordero. Dedicada a don José María Torres Caicedo. (Porras Barrenechea entiende que de esos cortos versos asoma un regocijo jovial, un acento de copla liviana, frescura y desembarazo de musa popular. Porras Barrenecha, Raul. Palma, la tradición y el tiempo. (Estudio y recopilación de Jesús Cabel). Universidad Ricardo Palma, Editorial Universistaria, p. 32, Lima, 2008.) También es citado el verso por Dora Bazán para ilustrar las diversas referencias que hace Palma al amor (Bazán, Dora. Mujeres, ideas y estilo en las Tradiciones de Palma. Universidad Ricardo Palma, Editorial Universitaria, p. 61, Lima, 2001. Vid. también: Molina Richter, Marcial. Valores éticos y pedagógicos en algunos cantares y epigramas insertos en las Tradiciones de don Ricardo Palma. En: Aula Palma XI-2012. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 36, Lima, 2012.) 244 alusión que sorprende por lo atinada, por cuanto es típico de esta neoplasia, en estadíos avanzados, la pérdida de peso. Sobre la honradez de los administradores, nos transmite un adagio que reza: Administrador que administra y enfermo que se enjuaga, algo traga970. En efecto, se suele decir que es raro encontrar a administradores que administren con toda pureza (Procurator rei alieanae etiam suae consubt.)971 La capital del Perú ha tenido, desde antiguo, fama de albergar grandes médicos. No en vano, en tiempo no remoto se ha dicho que Lima tiene tres MMM notables: Mujeres, Médicos y Músicos972. Tema tan espinoso como la presunta impotencia sexual, más por viejo - creo yo -, de don Juan Dávalos de Ribera y Mendoza, I Conde de Casa Dávalos973, casado con la joven Marianita Belzunce y Salazar, fue tratado en unas redondillas que figuraban en el proceso canónico de nulidad, y de las que se hizo mérito para acusarle. Tanner974 afirma que “uno descubre la combinación de erotismo y sátira a través de las tradiciones, especialmente en conexión con sacerdotes libertinos”. Las redondillas eran éstas975: Con una espada mohosa y ya sin punta ni filo, estate, conde, tranquilo: no pienses en otra cosa. Toda tu arrogancia aborta cuando la ponen a prueba: tu espada, como no es nueva, conde, ni pincha ni corta. Lo mejor que te aconsejo es que te hagas ermitaño; que el buen manjar hace daño al estómago de un viejo. 969 T. P. Racimo de horca (1676), crónica de la época del vigésimo virrey del Perú. (Vid. Coloma Porcari, César. La culinaria peruana en las Tradiciones de Ricardo Palma. En: Aula Palma VI (Edición del Décimo Aniversario), Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 206, Lima, 2007.) 970 T. P. El conde condenado (1750). 971 Salvá, Vicente (ed.). Diccionario de la Lengua Castellana por la Academia Española, reimpreso de la octava edición publicada en Madrid en 1857. Librería de D. Vicente Salvá, 2ª ed., p. 18, Paris, 1841. 972 T. P. Las cuatro PPPP de Lima (1750). 973 Era hijo primogénito de don Juan Dávalos de Ribera y Ribera, y de su mujer y sobrina doña Francisca de Mendoza y Dávalos. Nació en Lima en 1696 y el 2 de agosto de 1744 le fue otorgado su título nobiliario. No tuvo descendencia de ninguno de sus matrimonios y el título recayó en su sobrino don Manuel Fausto Gallegos y Dávalos, Alcalde de Lima en 1767, casado con doña Concepción del Castillo y Castañeda, hija de los marqueses de Casa-Castillo. 974 Tanner, Roy L. El humor de la ironía y la sátira en las Tradiciones peruanas. Op.cit., p. 176. En la edición inglesa: Tanner, Roy L. The Humor of Irony adn Satire in the Tradiciones Peruanas. University of Missouri Press, p. 140, Columbia, 1986. 975 Sobre este episodio ver: Huárag Álvarez, Eduardo. Estructuras y estrategias narrativas en las Tradiciones de Ricardo Palma. Universidad Ricardo Palma, Editorial Universitaria, p. 21, Lima, 2004. 245 Para que acate Mariana de tus privilegios parte, necesitabas armarte de una espada toledana976 . Por el tema, podría haberse incluido en sus entonces inéditas Tradiciones en salsa verde, “non pubblicate perché di carattere alquanto scabroso” (Bellini977). El proceso de nulidad del matrimonio de doña Mariana Belzunce y Salazar, sobrina de un célebre obispo de Marsella, y del Conde de Casa Dávalos, tuvo éxito. Por eso nos cuenta Riva- Agüero que luego casó con “el rico hacendado don Agustín Hipólito de Landáburu” y Ribera (1715-c. 1777)978, que fue Alcalde de Lima en 1755 y 1766. Era hijo del Capitán don Agustín de Landáburu y Aldeguren y de doña María Pérez de Ribera. Fue Maestre de Campo y fue el impulsor, junto con Amat, de la construcción de la plaza de toros en donde invirtió más de 100.000 pesos979. Curiosamente, el gran médico Unanue entró como preceptor en casa de esta matrona limeña, siendo ayo y maestro particular del hijo de su protectora, Agustín de Landáburu y Belzunce, del cual llegó a ser al cabo, apoderado general y heredero; y también del sobrino de doña Mariana, don Fernando Carrillo de Albornoz y Salazar (1776-1839). Este, hijo de don Fernando Carrillo de Albornoz y Bravo de Lagunas, Conde de Montemar, y de doña Rosa de Salazar Muñatones y Gaviño, Condesa de Monteblanco, llegó a ser VI Conde de Montemar y V Conde de Monteblanco, Alcalde de Lima, Caballero de Montesa. Casó con doña Petronila de Zabala y Bravo del Rivero, Marquesa de San Lorenzo del Valle Umbroso. El poeta Terralla consagró algún tiempo y talento en hacer adivinanzas. Entre ellas las hubo de temas médicos. Demos a conocer algunas: Soy una cosa pesada y a veces la más ligera; me voy a toda carrera y también estoy parada. A otro cuerpo soy cargada; si él me pide, soy del hombre antídoto. Mas no asombre que sin que yo tenga voz ni jamás pueda ser Dios tenga también de un dios nombre. Solución: el mercurio 976 T. P. El divorcio de la condesita (1755). 977 Bellini, Giuseppe. La letteratura ispano-americana dall’età precolombiana ai nostri giorni. Sansoni/Accademia, Firenze-Milano 1970. 978 Riva-Agüero y Osma, José de la. Hipólito Unanue (Discurso pronunciado como alcalde de Lima en la inauguración de la estatua de Hipólito Unanue en el Parque Universitario de Lima, en julio de 1931). En: La Emancipación y la República, Tomo VII de los Estudios de Historia Peruana de sus Obras Completas. Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima 1971. 979 Tauro, Alberto. Enciclopedia Ilustrada del Perú. Tomo 3, p. 1130, Promoción Editorial Inca, 1ª ed., Lima 1987. 246 La bilis suele exaltar; de la flema adversa soy; muy gustosa al paladar, y tan manifiesta estoy, que en el dedo vengo a estar. Solución: la yema de huevo980 La terciana produce unos típicos escalofríos, parecidos a los que tendría cualquiera que corriese gravísimo peligro. De cierto cantinero, llamado Pepete, cuenta Palma que sintió frío de terciana ante el amago de justicia popular981, refiriéndose al intento de quemarlo vivo que hicieron sus parroquianos. Idéntica expresión, sentir frío de terciana982, la utilizó para lo mismo al referir la historia de ciertos alcaldes ordinarios de Lima. Hete aquí cómo describe una noche de frío, aludiendo a su capacidad de ocasionar enfermedad: Una de esas noches, que lo era de invierno crudo, y en que las nubes lagrimeaban gordo y el viento clamoreaba pulmonías...983, nombre vulgar de la neumonía. Don Gregorio de Hoyos, Marqués de Valdehoyos984, Brigadier de los Reales Ejércitos, Intendente y Comandante General de la provincia de La Paz en 1813, era, según Palma, de los que dicen que la mujer en aritmética es un multiplicador que no hace operaciones con un quebrado,... en náutica abismo que asusta y atrae,... en medicina, píldora dorada985 y de sabor amargo986. El protagonista era don Gregorio de Hoyos y Fernández de Miranda, II Marqués de Valdehoyos, hijo de Fernando de Hoyos y García de Hoyos, I Marqués de Valdehoyos, título que recibió con el Vizcondado previo de Naverón. Era don Fernando caballero de la Orden de Calatrava y Alcalde Ordinario de Primer Voto de Cartagena de Indias. Don Gregorio fue Capitán del Regimiento de Caballería de Algarve y contrajo matrimonio con su prima doña María Luisa Fernández de 980 T. P. El poeta de las adivinanzas (1787). Lectura hecha en el club literario en la noche del 13 de mayo de 1874. (Quis nesciat Trojae? ¿Quién no ha oído hablar de Terralla?). Aquí demuestra Palma que estaba al tanto del tópico según el cual el exceso de huevo puede producir problemas hépatobiliares, aunque hoy sabemos que se pueden ingerir diariamente de 1 a 3 huevos sin que ello cause problema alguno. La Fundación Española del Corazón no considera necesario restringir el consumo de huevos en la dieta de las personas sanas. 981 T. P. Creo que hay infierno (1790). 982 T. P. La excomunión de los alcaldes de Lima (1717). 983 T. P. Un zapato acusador (1805). 984 Este título fue otorgado en 1750 al Maestre de Campo y Caballero de Calatrava, don Fernando de Hoyos y García de Hoyos, con el Vizcondado previo de Naverón. En la casa que los marqueses de Valdehoyos poseían en la ciudad colombiana de Cartagena se alojó Simón Bolívar en su camino a Santa Marta. El título lo ostenta desde 2004 don Francisco de Sales Ramírez de Cartagena y Bisbe. 985 Esta expresión de “píldora dorada” la emplea también en una de sus “Naderías”, publicadas en Lima en noviembre de 1896, refiriéndose al amor: El amor, de la vida es la pomada, es casi siempre píldora dorada. (Gambetta, Fredy. Aportes para un estudio de la relación de Palma con la bohemia tacneña. Op. cit., p. 195.) 986 T. P. Asunto concluído (1814). Vid: Bazán de Devoto, Dora. Ricardo Palma, pionero de los estudios terminológicos. Op.cit., p. 140. Y: Bazán, Dora. Mujeres, ideas y estilo en las Tradiciones de Palma. Op.cit., p. 233. La autora, Dora Bazán, empezó sus estudios terminológicos, como ella misma explica en el artículo citado, “en la Facultad de Medicina, de San Fernando de San Marcos, cuando dicté el curso de Terminología Médica, raíces griegas y latinas…”. Vid. también: Tanner, Roy L. El humor de la ironía y la sátira en las Tradiciones peruanas. Op.cit., p. 105.. 247 Miranda, hija de don Domingo José, III Marqués de Premio Real, de la Orden de Calatrava, Veinticuatro de Sevilla, Señor de Paterna del Campo, y de doña Mariana Valcárcerl y Tous de Monsalve, su segunda mujer. Existen modos médicos de describir una borrachera... y no llamándola “intoxicación etílica”. Veamos un ejemplo: ...Y corrían las horas, y ya no se bebía por copas, sino por botellas, y los que antaño se arreglaban pacíficas monas, se arrimaron esa noche una mona tan brava..., tan brava,... que rayaba en hidrofóbica987. Una auténtica y “rabiosa” melopea. También emplea Palma el tema del alcoholismo para hacer un símil para defender su conocido anticlericalismo: Dicen los fanáticos que, siendo de católicos ortodoxos la gran mayoría de la nación peruana, nadie debe atacar los errores y farsas del catolicismo romano. Tanto valdría sostener que en tierra donde la mayoría fuese de borrachos no es lícito predicar contra el alcoholismo988. Idéntica expresión usa en su tradición El clavel disciplinado al escribir989: Así, los clericales, por ejemplo, dicen que siendo de católicos la gran mayoría del Perú, nadie debe atacar la confesión, ni el celibato sacerdotal, como si en un país donde la mayoría fuera de borrachos, no se debería (sic) combatir el alcoholismo. En una de las cartas de Ricardo Palma a su hijo Ricardo, de 28 de diciembre de 1909, cuando éste era médico en la hacienda Cayaltí, de la familia Aspíllaga, le decía: Que hayas tenido buena pascua y que el zumo de parra no haya producido entre los peones de la hacienda peloteras que hicieran precisa la asistencia del médico990. Lo que demuestra que ese tipo de consecuencias del alcohol no eran infrecuentes entre los trabajadores de lugar. Es divertido el suceso que relata Palma en su poema Heroicidad, ya citado al hablar de la bilis, sobre un borracho que decide dejar de beber991: ¡No bebo más! ¡No bebo! –repetía uno a quien siempre conocí borracho; no quiero ser más débil que un muchacho. Alguna vez tengamos energía. ¡Nada! Aunque Cristo padre me lo mande juro no tomar más, chica ni grande. 987 T. P. Dónde y cómo el diablo perdió el poncho (1816-1824). Cuento disparatado. 988 T. P. La monjita de Ayacucho (1839). Vid. también: Santillana Cantella, Tomás. Ayacucho en las Tradiciones Peruanas de Ricardo Palma. Fondo Editorial del Banco Central de la Reserva del Perú, p. 106, Lima, 2002. 989 T.S.V. El clavel disciplinado. En la misma Tradición, Rodríguez-Arenas, dice que al hablar de las nalgas, parte del cuerpo considerada tabú, además de su obvia relación con los excrementos, se asociaba con olores nauseabundos y por tanto causantes de enfermedades y capaces de contaminar, produciendo estas ideas una fuerte respuesta emocional que causó el rechazo que llevó al virrey a pronunciar con asco: Que le huela… que le huela.../Que lo huela su abuela, porque el oler consiste no sólo en las sensaciones de los olores mismos, sino en las experiencias y emociones que se asocian con ellos (Rodríguez-Arenas, Flor María. El lenguaje coloquial y el humor en las Tradiciones en Salsa Verde de Ricardo Palma. En: Revista de la Casa Museo Ricardo Palma, Año 2, nº 2, p. 82, Miraflores, julio 2001.) 990 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 119. 991 V. G. Heroicidad. Vid.: Rodríguez Chávez, Iván. Otra ventana sobre Ricardo Palma. Op. cit., pp. 40-41. 248 Esto diciendo lo encontró su amigo Juanito Papahigo, que es otro borrachín de tomo y lomo, y díjole: -¡Alto ahí! ¿Qué es eso? ¡Cómo! ¡Qué! ¿No remojaremos la palabra? Abra usted, patrón, abra la ventanilla, y sirva prontamente dos copas de emoliente. Mataremos la bilis, que ella estraga el hígado y el bazo… ¡Soy quien paga! El otro vaciló porque terrible era para él la tentación aquella; pero a la postre consiguió vencella, y contestó con voz desapacible: - Dispénseme… no bebo… lo he jurado. - Pues vete a cazar moscas, renegado. Y nuestro hombre siguió calle arriba Exclamando: -¡Que viva! ¡vaya si soy valiente! Tengo el alma templada como acero. No hizo lo que he hecho Napoleón primero. ¿Cómo a la tentación resistir pude? No seré yo quien prodigios dude que obra la voluntad omnipotente. Heróico es lo que yo hago… Entremos donde Broggi… francamente, tamaña heroicidad merece un trago. Sobre la afición a las bebidas espirituosas está salpicada la obra de Palma. En Un Maquiavelo criollo, dice con mucha gracia: -Oiga usted mi capitán: iba yo una tarde por la plazuela de Santa Ana cuando un negro más borracho que guinda en alcohol me apabulló el sombrero992. Hay otras ocasiones en que Palma hace referencia al mucho beber alcohol que, entonces como hoy, era un problema en el Perú y en muchos países. Así, dice de un verdugo que era: un negrito, casi un enano, regordete y patizambo, gran bebedor e insigne guitarrista993. Del problema del alcoholismo, como hace constar Demetrio Ramos994, se había ocupado ya nada menos que el Segundo Concilio Limense cuyo canon 109 rezaba: “No habrá firmeza en la fe de Jesu-Cristo en esta tierra, entre tanto que los indios no fueran refrenados en este vicio de la borrachera”. Felipe II había también tomado cartas en el asunto prohibiendo la venta de vino a los naturales, aunque ya conocían bebidas alcohólicas antes de la llegada de los españoles. El padre 992 T.P. Un Maquiavelo criollo (1872) Episodios contemporáneos. (Vid. Coloma Porcari, César. La culinaria peruana en las Tradiciones de Ricardo Palma. Op. cit., p. 193.) 993 T. P. Pancho Sales, el verdugo (1795), crónica de la época del virrey bailío. (Vid. Tanner, Roy L. Aproximaciones al estudio de las Tradiciones peruanas. Op. cit., p. 71.) 994Ramos Pérez, Demetrio. Historia de la Colonización Española en América. Ed. Pegaso, pp. 279 y 384-7, Madrid 1947. 249 Acosta en su De procuranda indorum salute sostenía que “indudable me parece la opinión de los que atribuyen al vicio de la embriaguez la prematura muerte de muchos hombres en estas regiones”. Y continuaba: “entre todas las enfermedades de aquellas gentes que era necesario curar por los gobernantes cristianos, ninguna había más común y perniciosa y aún de más difícil remedio que la embriaguez... Aunque estos daños se dan en toda clase de razas son, sin embargo, mucho mayores en ésta de los indios, pues beben como si su cuerpo fuera un odre y su garganta un caño perenne”. La lucha antialcohólica tuvo dos etapas, una preventiva, muy radical y utópica, con normas prohibiendo la bebida entre los indios, plantar viñas, introducir vinos españoles en los pueblos indios, venderles caldos alcohólicos, y clasificando la embriaguez como delito. Al comprobar la falta de efectividad de estas medidas se optó por instaurar otras de carácter restrictivo, como crear impuestos para la chicha y el pulque, inmovilizar la producción de caldos, como sucedió con los vinos peruanos, que no podían ser sacados de aquel reino, etc... A un “tertu-liante” del café de Bodegones, en Lima, llamado Larriva, y que padecía de reumatismo en una pierna, hizo su contertulio Echegaray estos pareados, que podríamos titular “A una cojera”: Cállese usted, cojete; cojo y recojo, cojo con bonete; cojo con muletilla; cojo y cojín con sudadero y silla; cojo requiem-eterna que se descuaderna; palitroque cojito; muleta de costilla de mosquito; mísero monigote, cojo desde los pies hasta el cogote995. Recuerda esto el pasaje en el que Palma cuenta que el señor Marqués de Valdelirios (…) sostiene que su mujer, si bien antes de casarse rengueaba ligeramente, después de la bendición echó a un lado el disimulo y dio en cojear de un modo horripilante996. O aquel verso donde el tradicionista dice997: Si hasta la que no cojea, de vez en cuando falsea y pega unos tropezones… concertadme esas razones. No sabemos a propósito de qué objeción que, sobre sucesos o partidos políticos hizo Echegaray, contestó Larriva llenando sus palabras de latinajos: 995 T. P. De gallo a gallo (1828). Historia de dos improvisaciones. Sobre este pasaje ver: Tanner, Roy L. El humor de la ironía y la sátira en las Tradiciones peruanas. Op.cit., p. 169. 996 T. P. El divorcio de la condesita (1755). Vid. Tanner, Roy L. El humor de la ironía y la sátira en las Tradiciones peruanas. Op. cit., 107. 997 Pantigoso, Manuel. Los versos dentro de la poesía de las Tradiciones. Op. cit., p. 80. 250 - Puede que así sea. El potest ni los teólogos lo rechazan. Nihil difficile est. Y levantándose de la silla se dispuso a salir del café. Echegaray lo detuvo, largándole a quemarropa este trabucazo: - Si nihil difficile est, según tu lengua relata, enderézate esa pata. que la llevas al revés998 Los refranes latinos también los utilizó Palma en algún pasaje, como el que sigue, que habla de las calabazas amorosas que doña Luisa de Mendoza diera al feo Pedro Pacheco Benel: Pacheco Benel, que probablemente era partidario del sistema homeopático, devoró en silencio las calabazas; y por aquello de similia similibus curantur999, o de que un clavo saca á otro clavo, buscó prójima que bien lo quisiera, que nunca faltó un roto para un descosido, ni olla hay tan fea que no encuentre su cobertera1000. Y, precisamente, para expresar fealdad y sosería, nada mejor que la siguiente comparación: Fulanita, a pesar de ser fea como la viruela y sin otra gracia que la del bautismo, estaba a punto de casarse...1001. Así comienza una Tradición, describiendo la fealdad de un anciano: Érase un viejecito macrobio, de un feo contra el hipo, con dos dientes ermitaños en las encías, con más arrugas que fuelle de órgano, que vivió en Arequipa por los años de mil setecientos y pico. Era su nombre don Geripundio y fue el mismo al que un pícaro ratón, atraído por el olorcillo del queso que acababa de tomarse, y aprovechando el profundo sueño del carcamal, se le entró en la boca y fue a atragantársele en el esófago1002. Otro personaje feo como un pecado debía ser Diego Hernández quien, dice Palma, por lo feo podía servir de remedio contra el hipo1003. Aún hoy muchos creen que un susto puede quitar el hipo pero sabemos que eso no es el tratamiento ideal ni el único. Es verdad que cuando tenemos un susto se aumenta súbitamente la liberación de adrenalina que, entre otras acciones, actúa directamente en la contracción del diafragma. Ciertamente un buen susto podría funcionar para quitar cualquier complicación respiratoria inmediata, como un estornudo, pero no es la solución más viable. Sin embargo, en 1971 en The New England Journal of Medicine: se publicó este truco: tragarse una cucharada de azúcar blanca. Según un estudio, esa táctica resultó en el fin del hipo 998 T. P. De gallo a gallo (1828). Historia de dos improvisaciones. 999 Estaba claro que Ricardo Palma conocía los principios de la homeopatía dado que cuando habla de similia similibus curantur, no hace sino expresar la norma homeopática según la cual “lo semejante se cura con lo semejante”, tal y como está en las teorías de Samuel Hahnemann (1755–1843). 1000 T. P. Los pasquines del Bachiller “Pajalarga” (1560). Tradición sobre el origen de la fiesta y feria de Guadaupe, en la provincia de Pacasmago. 1001 T. P. ¡Que repiquen en Yauli! (1834). Origen histórico de esta frase. 1002 T. P. Una trampa para cazar ratones (1715). Vid. Cáceres, Tito. Arequipa en las Tradiciones de Palma. Op. cit., p. 390. 1003 T. P. Quizá quiero, quizá no quiero (1535). Vid. Higgins, James. Las Tradiciones peruanas de Ricardo Palma: la Historia como legitimación. Op.cit., p. 27. 251 en 19 de cada 20 pacientes afectados. Otros métodos sistemas son el conocido de retener el aire, que implica elevar el nivel de CO2 en sangre que estimula al cerebro para activar el diafragma y obligarle a contraerse. Al beber agua helada el nervio vago, que actúa sobre el diafragma es estimulado también. Cuando la muerte del que fuera Cónsul de Francia en Lima, Monsieur Saillard, Palma modificó un famoso adagio diciendo: ...el hombre propone y la fiebre amarilla dispone1004. ¿Cuáles son las tres cosas más difíciles de hacer? Palma recuerda haber leído en alguna parte que son: Tomar la embocadura de una flauta, divertirse cuando lo manda un médico y comenzar a escribir un libro1005. Estoy seguro que cualquiera que lea esto, podría añadir una larga y variada lista. Los términos médicos sirven también para amenazar. Así, un bravucón lanzó un día: ¡Si lo conociera yo, de la paliza que le arrimaba en los lomos, lo dejaba para el hospital de tísicos!1006. O para establecer comparaciones; hablando de los primos de la novia de uno, dice: Los tales dijes suelen ser una calamidad, una peste peor que el tifo, que al cabo él hace presa sólo en la materia y los otros en carne y espíritu1007. Y cuando comenta el pasaje: Flérida, para mí dulce y sabrosa más que la fruta del cercado ajeno, utiliza esta otra comparación: Estos dos versecitos han hecho más víctimas que el cólera morbo1008. Muchos hemos oido que no es conveniente ingerir melón por la noche. En efecto, de esta fruta Palma nos recuerda que dice el refrán, “en ayunas es oro, al mediodía plata, y por la noche mata” que en verdad no la hay más indigesta y provocadora de cólicos cuando se tiene el pancho lleno1009. Díganme si no es gracioso el modo de referirse a la luxación de cadera de la bella viuda doña Catalina de Chaves que vivía a principios del siglo XVII en Chuquisaca: Pero así como no hay cielo sin nubes, no hay belleza tan perfecta que no tenga su defectillo, y el de doña Catalina era 1004 T. P. El desafío del mariscal Castilla (1839). Sobre este pasaje ver: Tanner, Roy L. El humor de la ironía y la sátira en las Tradiciones peruanas. Op.cit., p. 173. Y: Cavieres, Eduardo. Entre la tradición y la historia. Ricardo Palma y las (re)conciliaciones entre el pasado y el presente. Op. cit., p. 336. 1005T. P. La historia del Perú por el Padre Urías (1858), dedicada a Carlos Wiesse y al padre agustino Martínez Vélez, sacerdote español residente en Lima y muy distinguido literato y orador. Se refiere, sin duda al historiador Carlos Wiesse y Portocarrero (1859-1945). 1006 T. P. Traslado a Judas (S. F.) Cuento disparatado de la tía Catita. 1007 T. P. Los primitos (S. F.), dedicada a Francisco Sosa, en México. 1008 T. P. La fruta del cercado ajeno (1551). Vid. Tanner, Roy L. El humor de la ironía y la sátira en las Tradiciones peruanas. Op.cit., p. 64. 1009 T. P. Carta canta (1558). 252 tener dislocada una pierna, lo que al andar le daba el aire de goleta balanceada por mar boba. Y, como para quitar hierro, añade: Como diz que el amor es ciego, los aspirantes no desesperanzados afirmaban que aquella era una cojera graciosa y que constituía un hechizo más en dama que los tenía por almudes y para dar y prestar1010. Es notorio que el padecer de pediculosis capitis no otorga precisamente prestigio. Por eso, emplea nuestro escritor la expresión ¡Cáscale las liendres!1011, como insulto de los deshuellacaras o barberos a uno de su gremio, Pepe Ortiz, quien no sabemos si realmente tenía piojos o no. Es fama que los escribanos dejaron de usar almilla o jubón interior a principios del siglo XVIII. Por eso cualquier constipadillo vergonzante produce en ellos una “pulmonía de capa de coro y gorra de cuartel”, o una tisis tuberculosa de padre y muy señor mío1012. El pobre Fortunato, hijo natural -según se decía-, del Conde de Pozosdulces, hubo de sufrir los soporíferos efectos de cierto veneno vertido en su copa de moscatel por la que creía su amada. Benedicta (Salazar) había echado un narcótico en la copa de su seductor. Aquí cabe el refrán: “más mató la cena que curó Avicena”1013. Mirad hasta dónde llegó el influjo del médico persa autor del famoso Canon, que hasta es citado en el Perú. Dejo aquí constancia del grito que salió de la pluma de Palma comentando el enclavijamiento que practicaba una negra esclava llamada María Antonia de Suazo, procesada por la Inquisición. Este sortilegio consistía en poner una clavija en el vientre de un muñeco que representaba al prójimo sobre quien debía recaer el maleficio. El enclavijado no podía orinar mientras la bruja no quitase la clavija ¡líbrenos Dios de enclavijamientos y del mal de piedra!1014, es decir del la litiasis urinaria. 1010 T. P. Dos palomitas sin hiel (1616), dedicada a Domingo Vivero. Sobre este episodio ver: Huárag Álvarez, Eduardo. Estructuras y estrategias narrativas en las Tradiciones de Ricardo Palma. Universidad Ricardo Palma, Editorial Universitaria, p. 102, Lima, 2004. Y también: Tanner, Roy L. El humor de la ironía y la sátira en las Tradiciones peruanas.Op.cit., p. 157. Y: Tanner, Roy L. Aproximaciones al estudio de las Tradiciones Peruanas, Op. cit., p. 104. 1011 T. P. La gran querella de los barberos de Lima (1626), dedicada a Emilio Gutiérrez de Quintanilla. Sobre este episodio ver: Huárag Álvarez, Eduardo. Estructuras y estrategias narrativas en las Tradiciones de Ricardo Palma. Universidad Ricardo Palma, Editorial Universitaria, pp. 38-40, Lima, 2004. 1012 T. P. Don Dimas de la Tijereta (1706). Cuento de viejas, que trata de cómo un escribano le ganó un plato al diablo. 1013 T. P. La gatita de Mari-Ramos, que halaga con la cola y araña con las manos (1788). Crónica de la época del trigésimo cuarto virrey del Perú. Dedicada a Carlos Toribio Robinet. 1014 A.I.L., Cap. V. 253 XIV. IRONÍAS SOBRE LOS MÉDICOS, HOSPITALES Y BOTICARIOS “Guerras físicas, proezas medicinales, hazañas de ignorancia, sacadas a la luz por don Juan de Caviedes, enfermo que milagrosamente escapó de los errores de los médicos por la protección del glorioso San Roque, abogado contra los médicos o contra la peste, que tanto mata. Dedícalo su autor a la Muerte, emperatriz de médicos, a cuyo augusto cetro le feudan vidas y tributan saludes en el tesoro de muertos y enfermos” (Del Diente del Parnaso, de Juan del Valle Caviedes) “Aunque me ha dado la fortuna muchas coces, y ya ha empezado a descuadernarse el libro de la vida, nunca he querido llamar al diablo, porque sólo con el pensamiento se me chamusca la melena, y todo me hiede a azufre; ni tampoco al médico, porque luego que lo imagino, empiezo a horrorizarme, y me huele el cuerpo a cera y la camisa a cerote. Para morirme no he menester a ninguno; y aunque nunca me he muerto, lo juzgo por cosa fácil. Y si acaso los hubiera de llamar a los esfuerzos del uso o instancias de la necia piedad, nunca permitiera a muchos; sino a uno, y que fuera cualquiera, porque cualquiera de ellos es cualquiera”. (De Visiones y visitas de Torres con don Francisco de Quevedo por la Corte, de Diego de Torres Villarroel) Tu amigo Felipe La-Torre ha obtenido ya la patente para poblar cementerios1015. Así hablaba Ricardo Palma a su hijo médico Ricardo Palma Román para referirse a un recién graduado médico, compañero de su vástago. Así es, Ricardo Palma siempre gastó una fina y aguda ironía, que era esa su forma de escrutar la historia y sus entresijos. Nuestro autor, como ha subrayado Tanner1016, se encuentra ubicado en una corriente de escritores costeños, todos los cuales recurrieron profusamente a la sátira y/o a la ironía. El mismo Tanner recordó como a Palma lo llamó Unamuno “el primer ironista de la lengua castellana”1017, confirmando así la presencia tan ubicua de esa actitud en las Tradiciones peruanas. Para ese estudioso norteamericano, Palma, como Quevedo, descuella en la ironía, la sátira y, por supuesto, el humor1018, y los médicos son objeto de sus trabajos en ambos autores. En efecto, en su obra Aproximaciones al estudio de las Tradiciones Peruanas, Tanner afirma que la sátira ligera es aplicada por Palma a los médicos como luego veremos de modo más detallado. 1015 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 167. 1016 Tanner, Roy L. El humor de la ironía y la sátira en las Tradiciones peruanas. Op.cit., p. 14. 1017 Tanner, Roy L. Aproximaciones al estudio de las Tradiciones peruanas. Op. cit., pp. 41 y 250. Vid. también: Barcia Pedro Luis. Ricardo Palma y la Argentina: Pastor S. Obligado, un discípulo argentino. Op. cit., p. 27. Y: Belevan-McBride, Harry. Primeros apuntes sobre la Lima de Palma en las lecturas de Porras y Salazar Bondy. En: Aula Palma XII-2013. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 40, Lima, 2013. Esto lo ha recordado Manuel Pantigoso en el prólogo del número XIII de la revista Aula Palma: Pantigoso Pecero, Manuel. Reflexión y análisis de las páginas de Aula Palma. En: Aula Palma XIII-2014. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 15, Lima, 2014. 1018 Tanner, Roy L. Aproximaciones al estudio de las Tradiciones peruanas. Op. cit., p. 41. 254 “A menudo”, dice1019, “el creador de El alacrán de fray Gómez inyecta su narrativa con comentarios como ‘murió de viejo y no de médicos’, ‘Leguizamón murió de médicos (o de enfermedad que da lo mismo)’ (Puesto en el burro, aguantar los azotes), ‘El doctor Juan de Vega (…) era una de las lumbreras de la ciencia que enseña a matar por medio de un récipe’ (Los polvos de la condesa), o ‘en Medicina, los galenos, a fuerza de latinajos, más que de recetas, enviaban al prójimo a pudrir tierra’ (El latín de una limeña). En este caso, la influencia del Siglo de Oro que irradia de estos comentarios le alcanzó tanto directa como indirectamente: directamente, por su lectura de los clásicos castellanos de los siglos XVI y XVII, especialmente Francisco de Quevedo (en cuyos Sueños los médicos absorben abundante sátira), e indirectamente, por la exposición a las obras de ‘el Quevedo limeño’ (La emplazada), Juan del Valle y Caviedes, quien sin duda saboreó las puas del escritor de la torre de Juan Abad. Por supuesto, Palma, junto con Odriozola, editó el primer tomo del Diente del Parnaso de Caviedes en 1873, habiéndolo descubierto en 1859.” Pero del Valle y Caviedes tiene un antecesor en el Perú: la poesía de Mateo Rosas de Oquendo (alrededor de 1559-1621), autor de Sátira a las cosas que pasan en el Perú, año de 1598. Además, como se ha dicho, percibimos un tono satírico constante a través de la poesía de Juan del Valle y Caviedes1020 (alrededor de 1652-1697), autor del Diente del Parnaso, la poesía de Esteban de Terralla y Landa (fines de 1700), autor de Lima por dentro y por fuera, y en El Lazarillo de ciegos caminanes por Alonso Carrió de la Vandera (1775-1776). Palma estuvo muy influído por muchas de estas obras, a las que podríamos añadir las famosas Capelladas de Fray Gerundio y los Diálogos del padre Anselmo y su lego Tifas1021. Las Tradiciones Peruanas aunque es una obra única e independendiente en su totalidad, mantiene el espíritu de lisura innato en la tradición literaria peruana. Como subrayó Alberto Jochamowitz, adjunto cultural de la Embajada del Perú en Francia, “Palma creó su propio estilo, en una mezcla de complaciente sonrisa y tolerante sátira de las costumbres un tanto licenciosas del mundo colonial, y aplicó su propio temperamento cuando a los tres siglos del régimen virreinal se había formado el verdadero carácter del pueblo peruano apto para su evolución posterior”1022. 1019 Tanner, Roy L. Aproximaciones al estudio de las Tradiciones peruanas. Op. cit., p. 42. 1020 Alejandro Palma Castro destaca que la crítica ha emparentado el estilo de las Tradiciones con el tono de Rosas de Oquendo o de Juan del Valle y Caviedes. Como ellos, dice aquel autor, Palma se refugia en un pasado que se transforma en un presente a partir del tiempo de enunciación que elige para la mayoría de sus textos. (Palma Castro, Alejandro. Relaciones e influencias de las Tradiciones de Ricardo Palma en el siglo XIX mexicano. En: Aula Palma X-2011. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 32, Lima, 2011.) 1021 Pérez Garay, Carlos Alberto. Ricardo Palma y el mundo de la política. Siglos XIX-XX. En: Aula Palma XIII- 2014. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 91, Lima, 2014. 1022 Jochamowitz, Alberto. Ricardo Palma en mi vida (Recuerdos). Homenaje al insigne autor de las “Tradiciones Peruanas” en el cincuentenario de la fecha de su muerte. Imprenta T.P.A., Paris, 1969. 255 Siguiendo de nuevo a Tanner1023 diremos que explica que hay dos tipos principales de satíricos y por ende dos conceptos básicos de la intención de sátira, y hay, además, un espacio amplio entre ellos. Entre los satíticos, según demostró Horacio, hay un grupo que se recrea con la gente, pero a la vez, trata de curar en ella la ignorancia, que muchas veces la lleva a la locura y a la ceguera, demostrando la verdad con una sonrisa. El otro grupo, que parece tener la misma actitud que Swift y Juvenal, simplemente odia o desprecia a los hombres y se dedica a hacerles daño y ridiculizar sus males. La actitud de Palma está entre estos dos, pero más cerca de la ironía de Horacio que a la de Juvenal. Y eso, sigue señalando Tanner, porque Palma era esencialmente un hombre feliz y aunque no solía despertar una reacción de duro desdén y desprecio hacia sus protagonistas o hacia las instituciones, tampoco estaba su objetivo restrigido a la evocación de solamente una sonrisa por sus debilidades o injusticias. Así, señala, Vignolo1024, un alto valor agregado en la obra palmista es la ironía que exhala su verbo cuando critica a uno o le “chanta” un sambenito a otro, o una “chapa” jocunda. Por su parte, Winston Orrillo está de acuerdo con la diferenciación que Gonzalo Portocarrero, profesor de la Universidad Católica del Perú, establece en relación a la literatura humorística, lo que él denomina “el canon de la literatura humorística peruana”, en la que distingue “dos líneas paralelas que tienen, sin embargo, en su inicio, una sola obra: la de Juan del Valle Caviedes1025. La primera línea tiene como momentos más altos a Felipe Pardo y Aliaga y a Manuel González Prada. Los más logrados representantes de la segunda son Manuel A. Segura, Ricardo Palma y Leónidas Yerovi. El humor de Pardo y González Prada es un mal humor: sarcástico y agresivo, busca descalificar. Reírse sin piedad. Se trata de un humor aristocrático, desdeñoso, cuando no totalmente descalificador. Pero es una burla sin esperanza, donde la lucidez se equipara a un pesimismo radical. Sigue Portocarrero, ahora con lo que él denomina segunda línea que “está decisivamente influida por el romanticismo y la democracia. Aquí el humor no invalida ni destruye. Se burla de sí mismo, se resiste a tomarse en serio. Es inocente y risueño. Se ríe de la gravedad aristocrática. Yerovi agota ese criollismo democrático, ingenioso, inocente y risueño que se perfila con toda claridad en la obra de Palma.”1026 Porras observa cuál habría de ser el carácter de la sátira en el Perú de mediados del siglo XIX y la relación que ella habría de tener con la política: “Fue carácter distinto de nuestra sátira la orientación política. Los ejemplos de sátira social son muy escasos. Fuera de los pocos artículos de Pardo, el único ejemplo de crítica de las costumbres lo ofrece Segura. Y 1023 Tanner, Roy L. El humor de la ironía y la sátira en las Tradiciones peruanas. Op. cit., p. 77. 1024 Vignolo Maldonado, Alfredo. Don Ricardo Palma y la identidad nacional: el costumbrismo. Op.cit., p. 290. 1025 De él dirá Palma: “Convengamos en que los poetas limeños, desde Juan de Caviedes hasta nuestros días, han tenido chispa para la sátira y la burla”. (Díaz, Pedro. Don Dimas de la Tijereta. Génesis y variantes. En: Aula Palma VI (Edición del Décimo Aniversario), Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 42, Lima, 2007.) 1026 Orrillo Ledesma, Winston. Algo más sobre el periodismo de Ricardo Palma. Op.cit., pp. 104-105. 256 dentro de la sátira política, el periodismo tentó a todos y, lo que es lo más grave del caso, al periodismo de oposición. Para atacar, nunca faltó gracia entre nosotros…”1027 En todo caso, como afirma Jaime Vito, en la obra de Palma “el humor entrelaza lo histórico con lo cotidiano”1028. Ese humor que, cuando Iván Rodríguez Chávez comenta su poesía, dice que también es la columna vertebral de sus Tradiciones. Y, continúa este autor, “de la comparación de ambas se reconoce la existencia de un elemento común tipificador del trabajo de Palma, cual es el humor, la ironía, la picardía, plena de malicia, de doble sentido, de insinuaciones liquidadoras de las convencionalidades imperantes”1029. Ese humor del que habla Wellington Castillo cuando afirma que “en la estructura de las Tradiciones pueden apreciarse amalgamados, mezclados de manera inextricable, cuatro componentes fundamentales: lo histórico, lo literario (realidad-ficción), el lenguaje y el humor, expresado este último en la ironía, la jocosidad y la sátira, magistrales en Palma”1030. El propio don Ricardo decía de sí en 1890 en carta a Vicente Barrantes1031: “Mi idiosincrasia literaria es humorística, y quizás algo volteriana. ¿Por qué condena usted el humorismo? En mí no es manía de moda lo que está en mi organización. No puede ser escritor cabal el que se amolda a un cartabón”. Bernardo Ahlborn III, en su interesante y original obra en la que analiza las enseñanzas que la obra de Ricardo Palma puede aportar para los empresarios de hoy en día, destacó la importancia del humor de las Tradiciones y dice1032: “No son pocos los estudiosos de la conducta que han señalado la importancia del buen humor para alejar los males de la salud. Don Ricardo siempre lo aplicó en su vida y en sus escritos. Aunque no soy psicólogo clínico, regularmente ‘receto’ leer las Tradiciones (una por día) como un gran ‘balsamo para las almas dolidas’ y también como ‘vacuna’ psicoinmunológica para el mal humor”. Y naturalmente, no fueron los médicos y sus hazañas excepción a la hora de gozar/sufrir del interés de la afilada pluma de Palma. No llega a ser tan cáustico como el médico y escritor don Diego de Torres Villarroel que en algún lugar llama a un médico “puerco de la manada de 1027 Cit. por Varillas Montenegro, Alberto. Palma periodista. En: Aula Palma IV 2003-2004. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 167-168, Lima, 2004. 1028 Vito Paredes, Jaime. Relato y Nación a mediados del siglo XIX en América Latina: las Tradiciones de Ricardo Palma y el descubrimiento de la fuerza histórica de lo cotidiano. Op. cit., p. 299. En la comprensión del humor y la ironía en un sentido filosófico Vito sigue a Gilles Deleuze cuando éste dice: “…lo más profundo es lo inmediato; por otra, lo inmediato está en el lenguaje. La paradoja aparece como destitución de la profundidad, exposición de los acontecimientos en la superficie, despliegue del lenguaje a lo largo de este límite. El humor es el arte de las superficies, contra la vieja ironía, arte de las profundidades o de las alturas. Los sofistas y los cínicos ya habían hecho del humor un arma filosófica contra la ironía socarática…” (Citando a Deleuze, Gilles. Lógica del sentido. Ed. Paidos, pp. 32 y 145-151, Barcelona, 1994.) 1029 Rodríguez Chávez, Iván. Otra ventana sobre Ricardo Palma. Editorial Universitaria, Universidad Ricardo Palma, p. 21, Lima, 2003. 1030 Castillo, Wellington. Sartenazos que duelen o tiznan. Tradiciones de Ricardo Palma de la Región de La Libertad. Editorial Compañía Editorial Americana, p. 28, Trujillo, Perú, 2012. 1031 Varillas Montenegro, Alberto. Palma periodista. Op. cit., p. 169. 1032 Ahlborn III, Bernardo. Don Ricardo Palma para empresarios. Lecciones y reflexiones psicoadministrativas y éticas en las Tradiciones Peruanas. Editorial San Marcos, p. 84, 1ª ed., Lima, 2014. 257 Epicuro”1033, o como Molière que definía al médico como “un ser que disparata a la cabecera del enfermo hasta que la medicina le mata o la naturaleza le cura”. Precisamente un escritor peruano contemporáneo de Palma, y amigo suyo, José Antonio de Lavalle, en su obra El vivo cayó muerto y el muerto partió a correr, en tono burlón invoca al francés Molière y satiriza a los médicos del virreinato del Perú que en vez de curar terminan matando a la niña, hija única de unos marqueses limeños, que había enfermado1034. En efecto, Molière, en su Le médecin malgré lui traducido al español como El médico a palos, demuestra su desprecio por la Medicina. Pero Palma sí es tan satírico como lo fue el médico François Rabelais o el mismo Tobías Smollet, a pesar de que Porras afirme que “la obsesión historicista alejó a Palma de la espontánea desenvoltura de los escritores propiamente satíricos”1035. En España, “la contribución de los médicos novelistas a la literatura picaresca se inicia antes de finalizar el siglo XVI y se prolonga hasta el siglo XVIII. Médicos de profesión o escritores con formación médica fueron Mateo Alemán, Jerónimo de Alcalá Yáñez y Ribera, Carlos García, López de Úbeda”1036 o el ya citado Torres Villarroel. Palma no fue ni una cosa ni otra pero sí es, en cierto modo, heredero de la sátira sanitaria que propagaron algunos de éstos. En su obra Museo de limeñadas, publicada en Lima en 1853, Ramón Rojas y Cañas (1830-1881), periodista, escritor costumbrista y satírico, y amigo de Ricardo Palma, no dedica muchas loas a los médicos. En esa obra –como ha señalado el profesor de la Universidad de Truman, Roy L. Tanner1037- perpetúa una tradición ya bien establecida en la Ciudad de los Reyes por Mateo Rosas de Oquendo, Juan del Valle y Caviedes, Alonso Carrió de la Vandera y Terralla y Landa. Tanner cita a 1033 Torres Villarroel, Diego de. Visiones y visitas con don Francisco de Quevedo por la Corte. Edición, introducción y notas de Russell P. Sebold. Espasa-Calpe, 2ª ed., p. 117, Madrid 1976. 1034 Tauzin Castellanos, Isabelle. Las Tradiciones Peruanas de Ricardo Palma. Claves de una coherencia. Universidad Ricardo Palma, 1ª ed., p. 214, Lima, 1999. 1035 Kapsoli Escudero, Wilfredo. La ironía en El Demonio de los Andes. Op. cit., p. 78. 1036 Granjel, Luis S. Médicos novelistas y novelistas médicos. Real Academia de Medicina de Salamanca, pág. 10, Salamanca 1973. En su trabajo sobre este tema, presentado en las IV Jornadas de Medicina Interna y Humanidades celebradas en 2012 en el Hospital Universitario La Paz, de Madrid, Jaime Fernández de Bobadilla Osorio, menciona a varios médicos escritores de los siglos XIX y XX como Gregorio Marañón, William Somerset Maugham, Anton Chejov, Arthur Conan Doyle o Pío Baroja. 1037 Tanner, Roy L. Museo de Limeñadas, libro de costumbres y prefiguración de las Tradiciones Peruanas. En: Revista de la Casa Museo Ricardo Palma, vol. 1, p. 65, Miraflores, 2000. Vid. también: Tanner, Roy L. Aproximaciones al estudio de las Tradiciones Peruanas. Op. cit., pp. 293-294. Y: Rodríguez-Arenas, Flor María. El lenguaje coloquial y el humor en las Tradiciones en salsa verde de Ricardo Palma. En: Revista de la Casa Museo Ricardo Palma, vol. 2, p. 70, Miraflores, 2001. Ilustración de Le Médecin malgré lui, comedia-farsa de Molière 258 Ventura García Calderón cuando dice de Rojas y Cañas que “sin que alcance este escritor la gracia de Palma, puede considerársele, sin embargo, como su precursor en el análisis minucioso y socarrón de la realidad limeña a mediados del siglo XIX”. El sarcasmo de Rojas es especialmente fuerte cuando se aplica a curas y médicos. En efecto, este escritor arremete sin misericordia contra corrompidos galenos y clérigos materialistas y frívolos que abusan de su posición en la sociedad. A los “medicastros” o “ignorantes mercachifles de la salud” los pone en ridículo puntualizando una serie de escenas o “peti-piezas” en las que por medio de la parodia se subraya sus mil pataratas y su total carencia de caridad, compasión y ética profesional. En efecto, como ha señalado Velayos Larrabure1038 en su tesis de licenciatura, en Los médicos de Lima Rojas y Cañas critica la ineptitud de los médicos que “trafican con la ignorancia y la credulidad de los inocentes que confían en ellos” y están más preocupados en ganar dinero. También juega con los nombres al retratar, por ejemplo, a los médicos, como Lizardi en el Periquillo: el doctor Sinapismo1039. Rojas y Cañas capta a los médicos recetando remedios que no sirven (baños de afrecho), cobrando a los tristes deudos del difunto sin haber hecho nada o pasando a otro médico al enfermo grave para que no se desacrediten al morir su paciente, o engañando con soliloquios de entremés. Sin embargo, y a pesar de tales condenaciones, el autor se esfuerza por ofrecer una visión balanceada en el cuadro. Reconoce la presencia de muchos médicos decentes en Lima y, siempre preocupado por la opinión de su audiencia, jura bajo “palabra de honor, que (su) propósito no es tocar en lo menor el personal respetable de… facultativos”1040. Entre los estudiosos de Palma, varios le han dedicado trabajos a su vena satírica. Así, Porras escribió al fallecer don Ricardo su “Palma satírico”, siendo este el primer ensayo que le dedicó. Por entonces, Porras realizaba un trabajo más general dedicado a los satíricos limeños o a la poesía satítica y festiva y ya había pronunciado una conferencia en agosto de 1919 en el Conversatorio Universitario acerca de José Joaquín de Larriva. En ese trabajo sobre Palma, Porras establecía una premisa importante: “Palma, el espíritu más representativo de nuestra literatura, tenía que ser necesariamente burlón”1041. Y recordaba los trabajos de Palma, al lado de Juan de los Heros, en el periódico satírico de oposición La Campana, donde publicó unas jocosas semblanzas de los diputados al Congreso Constituyente de 1867; su poemario Verbos y Gerundios (Lima, 1877), donde es un poeta festivo; el Juicio de trigamia que publicó el semanario La Broma (Lima, 1877-1878), en el que actuó junto a Miguel Antonio de la Lama, Manuel Atanasio Fuentes, Acisclo Villarán, Eloy P. Buxó, Julio 1038 Velayos Larraburre, Emmanuel Alberto. De la ambivalencia al cinismo: umbrales y museos en la escritura de Ramón Rojas y Cañas. Tesis para optar el título de Licenciado en Lingüística y Literatura con mención en Literatura Hispánica, Facultad de Letras y Ciencias Humanas, Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima, 2010. 1039 Tanner, Roy L. Aproximaciones al estudio de las Tradiciones Peruanas. Op. cit., p. 300. 1040 Tanner, Roy L. Museo de Limeñadas, libro de costumbres y prefiguración de las Tradiciones Peruanas. Op. cit., p. 77. Vid. también: Tanner, Roy L. Aproximaciones al estudio de las Tradiciones peruanas. Op. cit., pp. 298- 299 y 307-308. 1041 Holguín Callo, Oswaldo. Ricardo Palma en la obra de Porras (Apuntes y bibliogafía). En: Revista de la Casa Museo Ricardo Palma, vol. 1, p. 17, Miraflores, 2000. 259 Lucas Jaimes y Benito Neto, y donde inició la demanda como abogado de la limeña burlada por el inconstante capitán; y, desde luego, las Tradiciones: “Con ser obra de historia y de celosa erudición, las tradiciones son el mejor testimonio de su malicia y de su donaire picaresco. Sólo él supo, reuniendo cualidades que se rechazan por instinto, ser erudito y travieso. Pudo haberse despersonalizado en la lectura soporosa y en la rebusca ímproba. Pero su espíritu alado revoloteaba juguetonamente sobre los infolios a caza de la anécdota añeja y escabrosa, de la aventura galante o el detalle sugeridor. En vez de envejecerse en el trato con los pergaminos, él rejuvenecía la historia con su regocijo satírico”1042. Porras afirmó también en “Palma y lo criollo”, en la revista Idea de abril- junio de 1955, que don Ricardo “prefirió hacer la epopeya histórico-cómica del Perú”1043. También Miguel de Unamuno, José de la Riva-Agüero y Osma, Rosa Arciniega, Alberto Escobar, José Miguel Oviedo, Jean Lamore, Flor María Rodríguez-Arenas, Manuel Velázquez Rojas y Mary Nemtzow han aludido a su vena satírica, como ha destacado Oswaldo Holguín1044. Pero quizás quien más profundamente haya estudiado esta faceta –fundamental- del tradicionista haya sido el profesor norteamericano de lenguas y literaturas hispánicas de la Truman University, Missouri, Roy L. Tanner, en su obra El humor de la ironía y la sátira en las Tradiciones peruanas1045. En ella asegura1046 que en sus caricaturas el autor de las Tradiciones Peruanas aisló características fisiológicas además de manías y otras flaquezas de la personalidad. Las que figuran prominentemente en la fisiología de los sujetos son la obesidad, la fealdad, la vejez y la delgadez. Y entre los tipos que son diana de sus ironías incluye a los médicos, además de al avaro, la suegra, la mujer crédula, chismosa e ingenua, la prima, el escribano, la vieja, la beata, la viuda y el usurero. Tanner afirma que en las Tradiciones los correlativos personales son múltiples, suscitando la respuesta jocosa debido a su sorpredente aplicabilidad al sujeto. Dentro de dicha categoría incuye “porciones, funciones o reacciones del cuerpo tales como callos, calambres, uñeros, infartos, cosquillas y enfermedades –la tifoidea o tabardillo-, por ejemplo”1047. Recordemos, por ejemplo, la descripción que Palma hace de uno de los soldados de Diego Centeno del que dice era mellado de un ojo y lisiado de una pierna, y añade, parecíase a Sancho Panza en lo ruin de la figura1048. Pero pasemos ya a ver las menciones irónicas que Palma hace en su obra acerca de los médicos y la medicina. 1042 Citado por: Cabel, Jesús. El Palma de Raúl Porras Barrenechea. En: Aula Palma V 2005-2006. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 77-78, Lima, 2006. 1043 Citado por: Holguín Callo, Oswaldo. Ricardo Palma en la obra de Porras (Apuntes y bibliogafía). En: Revista de la Casa Museo Ricardo Palma, vol. 1, p. 25, Miraflores, 2000. 1044 Holguín Callo, Oswaldo. Prólogo en: Tanner, Roy L. El humor de la ironía y la sátira en las Tradiciones peruanas. Editorial Universitaria, Universidad Ricardo Palma, p. 10, Lima, 2005. 1045 Tanner, Roy L. El humor de la ironía y la sátira en las Tradiciones peruanas. Op. cit. 1046 Tanner, Roy L. El humor de la ironía y la sátira en las Tradiciones peruanas. Op. cit. p. 97. 1047 Tanner, Roy L. El humor de la ironía y la sátira en las Tradiciones peruanas. Op. cit., p. 150. 1048 T.P. Las hechas y por hacer (1544). (Vid. Tanner, Roy L. El humor de la ironía y la sátira en las Tradiciones peruanas. Op. cit., p. 152.) 260 Hablando de la muerte de Juan de Barbarán1049, compañero de Francisco Pizarro, y alcalde de Lima, dice nuestro escritor que murió de médicos y pócimas en 15451050. Después de la muerte de su marido, su mujer María de Lezcano fue con sus hijos a vivir a Trujillo1051. Igual suerte que Barbarán corrió el soldado Mancio Sierra de Leguízamo1052, que murió de médicos (o de enfermedad, que da lo mismo)1053. En esto se muestra casi tan verdugo de los galenos como lo había sido Juan del Valle Caviedes en su Diente del Parnaso, donde es capaz de escribir cosas como éstas: “...quizo la desgracia que me diera un romadizo; y un médico a dos visitas lo convirtió en Tabardillo1054 ”, o éstas: “Hombres, mirad lo que hacéis! huid de médicos malditos y así no os pondrán los huesos como yo tengo los míos”, o, en definitiva: “Un emplasto de doctores me apliqué en una rabiosa hipocondría, y sané con reirme de sus cosas”. 1049 Juan de Barbarán San Pedro apareció en Panamá a comienzos de la década de 1520 y poco después se trasladó a Nicaragua. Por entonces se casó con María Lezcano, su paisana madrileña, pariente del arcipreste de la iglesia de Panamá. En 1531, Barbarán fue al Perú desde Nicaragua bajo Sebastián de Benalcázar. Francisco Pizarro lo nombró al Cabildo de Jauja en ocasión de la primera fundación provisional en 1533 y llegó a ser alcalde de la ciudad de Lima. (Vid. Lockhart, James. Los de Cajamarca: un estudio social y biográfico de los primeros conquistadores del Perú. Vol. II. Ed. Milla Batres, Lima, 1972) 1050 T. P. La “Nariz de Camello” (1547). 1051 Zevallos Quiñones, Jorge. Los fundadores y primeros pobladores de Trujillo del Perú. Tomo I. Ediciones de la Fundación Alfredo Pinillos Goicochea, p. 74, 1996. 1052 Mancio Sierra (o Serra) de Leguízamo, estuvo nimbado por la leyenda de haber perdido al juego la lámina de oro del Sol de Coricancha. Amancebado con Beatriz Coya, hija de Huayna Capac, tuvo por hijo a Juan Serra de Leguízamo, que fue compañero de estudios del Inca Garcilaso de la Vega en las clases del Dr. Juan de Cuéllar, Canónigo de la Catedral del Cuzco. Beatriz fue luego esposa de Pedro de Bustinza, y luego de Diego Hernández. (Miró-Quesada S., Aurelio. El Inca Garcilaso y otros estudios garcilasistas. Ediciones Cultura Hispánica, p. 48, Madrid 1971). 1053 T. P. Puesto en el burro, aguantar los azotes (1591). Vid. Tanner, Roy L. El humor de la ironía y la sátira en las Tradiciones peruanas. Op.cit., p. 103. 1054 El Tabardillo (tabardete, como le llamaban otros) o pintas, era el nombre que varios autores, entre los que sobresale Luis de Toro, dieron al tifus exantemático descrito por Girolamo Fracastoro en 1546, debido a las “pequeñas manchas cutáneas rojas con las que suele cursar”. (López Piñero, José María. Historia de la Medicina. Historia 16, pp. 86-7, Madrid 1990). 261 El mismo “Poeta de la Ribera”, llamado también “el Quevedo peruano” aunque fuera menos hosco y grave que el Señor de la Torre de Juan Abad, dedicó a cierto médico corcovado unas galanas espinelas, de que nos cuenta Palma, llamándole más doblado que capa de pobre cuando nieva y más torcido que una ley cuando no quieren que sirva. También Caviedes es autor de un sabroso coloquio entre la Muerte y un doctor moribundo1055. Desde luego, Caviedes tenía ilustres predecesores en Quevedo, Góngora, Maroto o Molière. Y en el Diente del Parnaso hace que todo el montaje incisivo gire “alrededor de la figura del médico abordada en dos vertientes complementarias: como representativa del estado de la medicina de su tiempo y como ser individuo objeto de burla y escarnio por sus múltiples defectos personales”1056. Como señala Varillas, el Diente del Parnaso “es un conjunto de poesías contra los médicos que aparentemente no habían tratado lo suficientemente bien al autor cuando necesitó de ellos”1057. Lohmann no considera que se pueda clasificar a Caviedes, estrictamente hablando, como un satírico, sino meramente como poeta festivo1058. Y tampoco comulga con la idea de las costumbres nada ejemplares del vate quien, por cierto, nació en Porcuna (Jaén) y no en Lima. Sin embargo se le puede considerar limeño de adopción. Murió loco hacia 1700. Sobre su condición de “cronista de la medicina” ha escrito un interesante trabajo Uriel García Cáceres1059. El tema de la enfermedad lo llevó Caviedes hasta el punto de satirizar sobre el concepto de amor enfermedad. Así, en el Baile del amor 1055 T. P. El poeta de la Ribera don Juan del Valle y Caviedes (1683). 1056 Caballero Wangüemert, Mª del Milagro. “Diente del Parnaso”, simbiosis de lo personal y lo tópico en la lírica hispanoamericana del barroco. En: Andalucía y América en el siglo XVII, Actas de las III Jornadas de Andalucía y América. Publicaciones de la Escuela de Estudios Hispano-Americanos de Sevilla, pp. 191-212, Sevilla 1985. 1057 Varillas Montenegro, Alberto. Flor de Academias y Diente del Parnaso. En: Aula Palma IX-2010, Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 174, Lima, 2010. 1058 Lohmann Villena, Guillermo. Un poeta virreinal del Perú: Juan del Valle Caviedes. Revista de Indias 1948(jul-dic);33-34:771-94. 1059 García Cáceres, Uriel. Juan del Valle y Caviedes, cronista de la medicina: historia de la medicina en el Perú en la segunda mitad del siglo XVII. Banco Central de Reserva del Perú y Universidad Peruana Cayetano Heredia, Lima, 1999. Juan del Valle y Caviedes: cronista de la Medicina, de Uriel García Cáceres Juan del Valle y Caviedes 262 médico, a través de juegos de palabras, gira alrededor de ese concepto. Cupido-médico diagnostica el tipo de dolencia y prescribe el remedio1060. La sanidad le servía también para introducir su aguijón literario en escarnio de un gremio particularmente despreciado por Palma, el de los escribanos. Y es así cuando dice del hospital de Huamanga que disfruta de la prerrogativa de tener cinco días fijos en el año para que los enfermos que logran la fortuna de morir en uno de ellos vayan derechitos a cielo, sin pasar por más aduanas, salvo que sean escribanos, para los cuales no hay privilegio posible. No hay tradición de que en el cielo haya entrado ninguno de este gremio1061. También a los parientes les atiza empleando términos médicos. Y así dice que puede un cristiano apechugar con una suegra, que es mal necesario, pues la mujer ha de tener madre que la haya parido, envuelto y adoctrinado. Pero esto de soportar una carretada de primos… Yo (y por esta merced doy todos los días gracias a la Divina Majestad) no tengo primos por parte de mi bendita costilla, que tenerlos habría sido para mi como tener siete cueros o golondrinos1062. Se refiere a los tumores inflamatorios, duros, que se forman en el espesor de la piel. Tiene sinónimos como divieso, grano, forúnculo, tumor, abceso, lobanillo, orzuelo, pústula o bubón. Lo conocemos también por forunculosis o hidrosadenitis y la infección es causada normalmente por estafilococos. En boca de médicos y cirujanos pone, a veces, agudezas muy características de su estilo, como, al contar las simplezas de cierta muchacha llamada Ursulita, apunta: Un cirujano romancista dijo que la enfermedad de la damisela se curaba con marido1063. Es terapia que aún resulta en muchos casos. Por un bendito iluso se debía tener al físico (léase médico) de Orgaz, cuando Palma, ante la presunción de un jugador de dados de igualar o superar la tirada de su amigo, le hace decir: Idos con esa esperanza al físico de Orgaz, que cataba el pulso en el hombro1064. Hasta al alabar la belleza de las limeñas, sus paisanas, utiliza Palma frases injuriosas para los médicos, como al decir de cierta Consuelo que tenía ojos de médico, por lo matadores1065. 1060 Hopkins Rodríguez, Eduardo. Carnavalización de mitos clásicos en la poesía del Juan del Valle y Caviedes. En: Hampe Martínez, Teodoro. La tradición clásica en el Perú virreinal. Fondo Editorial UNMSM, p. 189, Lima, 1999. 1061 T. P. Barchilón (1555). 1062 T.P. Los primitos (S.F.). A Francisco Sosa, en México. 1063 T. P. La endemoniada (1561). 1064 T. P. ¡A iglesia me llamo! (1575), dedicada al doctor don Juan Antonio Ribeyro y Estrada (1810-1886), Abogado, Fiscal, Diputado, Miembro del Consejo de Estado, Vocal y Presidente de la Corte Suprema de Justicia, Ministro de Gobierno y dos veces Ministro de Relaciones Exteriores, Rector de la Universidad Mayor de San Marcos, creador de la Facultad de Ciencias Políticas y Administrativas y Presidente del Consejo de Ministros. (Vid. Santillana Cantella, Tomás. Ayacucho en las Tradiciones Peruanas de Ricardo Palma. Fondo Editorial del Banco Central de la Reserva del Perú, p. 18, Lima, 2002.) 1065 T. P. El encapuchado (1651), crónica de la época del décimo sexto virrey del Perú. Vid. Tanner, Roy L. El humor de la ironía y la sátira en las Tradiciones peruanas. Op.cit., pp. 127 y 167. 263 En esto se muestra fiel discípulo de Quevedo, que gustaba mucho de esta figura, empleada al inicio de su romance Quejas del abuso del dar a las mujeres, del Parnaso Español: “Los Médicos con que miras, Los dos ojos con que matas, Bachilleres por Toledo, Doctores por Salamanca”1066 Justamente, para Tanner, los médicos se representan en la obra de Palma de la misma manera satítica como la de Quevedo, lo que produce una diversión que suele estar provocada por la representación de la ineptitud en los que aparentan lo contrario1067. Con frecuencia, Palma mezclaba en su narrativa comentarios tales como murió de viejo y no de médicos1068; o el empirismo rutinero en estos tiempos se llamaba ciencia médica1069. Como en muchos de los ejemplos, una influencia del Siglo de Oro está evidente en estas afirmaciones, que le llegó mediante la lectura de los clásicos españoles y mediante la exposición a los trabajos de Juan del Valle y Caviedes, quien, como Palma, disfrutó sin duda de las bromas y la comicidad del escritor de la Torre de Juan Abad. Luis Jaime Cisneros1070 cree que la gracia popular puede rastrearse en la ambivalencia semántica y que Palma lo sabía por lo que refugiaba sus humoradas en el doble sentido de las palabras, como en el citado caso de los “ojos de médico, por lo matadores”. Retrata bien algunas de las fobias de don Ricardo esta recomendación: ...Dios no nos libre de disgresión de poeta, de etcétera de escribano, de récipe de boticario y de cuenta de modistas, si estos forjadores de mentiras no son tan perjudiciales a la República como la viruela o el tifus1071. Los escribanos fueron retratados sin piedad por Palma, especialmente en su genial tradición Don Dimas de la Tijereta. El castigo de azotes, tan extendido hace bastantes años, conseguía edematizar las espaldas de las víctimas. Será quizá por eso por lo que nuestro protagonista, no sin cinismo, decía que todos los azotados por justicia engruesan que es una bendición, pues para echar carnes no hay mejor “melecina” que la penca, y es probado1072. La flagelación se ha usado en todos los tiempos y en muchos lugares. Los reos judíos recibían los azotes en la Sinagoga ante tres jueces y recibía trece 1066 Quevedo Villegas, Francisco de. Quejas del abuso del dar a las mujeres. En: Poesía varia. Edición de James O. Crosby. Ed. Cátedra, p. 416, 2ª ed., Madrid 1982. Vid. Martinengo, Alessandro. El estilo de Ricardo Palma. Op.cit., p. 79. Además, sobre la deuda de Palma con Quevedo vid.: Tanner, Roy L. Ricardo Palma and Francisco de Quevedo: A Case of Rethorical Affinity and Debt. En: Kentucky Romance Quarterly, vol. 41, issue 4, pp. 425-435, 1984. 1067 Tanner, Roy L. El humor de la ironía y la sátira en las Tradiciones peruanas. Op.cit., pp. 102-103. 1068 T.P. Un señor de muchos pergaminos (1671). Vid. Tanner, Roy L. El humor de la ironía y la sátira en las Tradiciones peruanas. Op.cit., p. 103. 1069 T. P. La emplazada (1688). Crónica de la época del virrey arzobispo. 1070 Cisneros, Luis Jaime. Dos notas sobre Palma: americanismos y barroco. En: Revista de la Casa Museo Ricardo Palma, vol. 7, p. 142, Miraflores, abril de 2012. 1071T. P. Mírense en este espejo (1675). Parece que la primera epidemia de tifus en el Perú data del año de 1546. (Cruz Coke, Eduardo. Historia de la Medicina chilena. Ed. Andrés Bello, p. 70, 1995.) 1072 T. P. Mogollón (1747). Origen del nombre de esta calle. 264 azotes con un látigo armado de tres correas. En Grecia y Roma era más infamante y sólo se aplicaba a los esclavos y criminales condenados a morir en la cruz. Por eso se aplicó a Nuestro Señor Jesucristo. En la Iglesia Católica era una pena disciplinaria y también se usaba como penitencia. La Inquisición también usaba la flagelación como tormento. En la Rusia de Pedro I el Grande la flagelación era una forma de matar al reo, a latigazos. En Europa aún existía esa pena en el siglo XX en Inglaterra y Dinamarca. Del administrador-mayordomo de un conde contó Palma que cinco años llevaba de ejercicio en su empleo, sin haber dado el menor motivo de queja al conde, cuando enfermóse el buen mayordomo, vino el “físico o matasanos”, le examinó la lengua, y haciendo un mohín, declaró que no había sujeto, o lo que es lo mismo, que el doliente se marchaba por la posta1073. Respecto a cierta disputa, a causa del riego de sus tierras, entre don Alonso González del Valle y Álvarez de Builla, primer Marqués de Campoameno, y sus vecinos, volvió don Ricardo a ironizar de médicos y farmacéuticos así: Parece cuento, pero por causa del agua han ido muchos prójimos a ver la cara de Dios sin ayuda de médico ni de boticario1074. Y se alegra cuando los miembros de esas dos profesiones, se quedan sin trabajo (¡Ojalá no fueran necesarios!), como con ocasión de la venida, legendaria, de Nuestro Señor Jesucristo a Ica. Por su causa los médicos no pelechaban, ni los boticarios vendían drogas: no hubo siquiera un dolor de muelas o un sarampioncito vergonzante1075. Para crueldad con los boticarios, la de Torres Villarroel, que tras llamarles “ministeriales de la medicina”, es decir, profesión subalterna que ministra a la de los médicos, hace que Quevedo pregunte “¿no basta que los hombres estén expuestos a las enfermedades, cuya maligna condición sobrepuja todos los desvelos y aplicaciones del arte? ¿No basta que oprimido de su achaque llame el enfermo en su socorro al físico, que suele proceder en su curación con descuido y no sin ignorancia, sino que pudiendo la medicina quebrantarle las fuerzas a la enfermedad, y siendo ésta conocida de la observación del médico, y recetando diligente el medicamento que conviene en determinada cantidad y calidad, todavía en la malicia o descuido del boticario se desvanecen los conatos del arte, son burlados los juicios del médico y las bien fundadas esperanzas del doliente no hallando remedio en el remedio?”. Y acaba Villarroel: “Siempre han nadado los siglos en malos médicos e indignos boticarios, pero en esta era es tan raro como el fénix el que cuida de nuestra salud. Todos aman el interés, y por hacer oro venden sus conciencias más baratas que sus confecciones”1076. 1073 T. P. El conde condenado (1750). 1074 T. P. ¡Mata! ¡Mata! ¡Mata! (1753). 1075 T. P. Dónde y cómo el Diablo perdió el poncho (1816-1824). Cuento disparatado. 1076 Torres Villarroel, Diego de. Los boticarios. En: Visiones y visitas de Torres con don Francisco de Quevedo por la Corte. Edición, introducción y notas de Russell P. Sebold, Espasa-Calpe, 2ª ed., pp. 117-9, Madrid 1976. 265 Y también los barberos tenían su parte... y sus imperfecciones; entre ellas, el darle rienda suelta a la lengua, como dice el refrán: No hay barbero mudo, ni cantor sesudo1077. La Medicina sufre otro embate de Palma cuando relata que la estudió un tal Pantaleón, mulato ahijado del conde de Puntos Suspensivos, a quien su padrino dedicó a aprender el empirismo rutinero que en esos tiempos se llamaba ciencia médica... Cuando el conde consideró que su ahijado sabía ya lo suficiente para enmendarle una receta al mismo Hipócrates, lo volvió a la hacienda con el empleo de médico y boticario, asignándole cuarto fuera del galpón habitado por los demás esclavos, autorizándolo para vestir decentemente y a la moda, y permitiéndole que ocupara asiento en la mesa donde comían el mayordomo o administrador... Y sobre sus relaciones con la esposa del conde, y los nervios de ésta, habla de la confianza que para calmarlos se tiene en el agua de melisa, sobretodo si el médico que la propina es joven, buen mozo e inteligente...1078. Pantaleón, como recuerda Eduardo Huárag, pudo estudiar medicina gracias al apoyo del amo y tal episodio simboliza, en opinión de ese autor, la eficiencia profesional de los mulatos si les daban oportunidad1079. No era rara esta baja extracción social de los médicos, y sobre todo, de los cirujanos de aquella época. Valega, en obra de ambicioso título, citando a Manuel Atanasio Fuentes, nos transmite este hecho sobre los galenos coloniales: “Hasta donde nuestros recuerdos alcanzan, podemos asegurar que, fuera de los muy respetables médicos, Unanue, Tafur, Heredia, Paredes y dos o tres más, blancos, de los demás, el más claro tenía el color de la canela. Los caballeros nobles de Lima, miraban como indigna la profesión de médico y destinaban a los hijos de sus esclavos, engreídos por las señoras, a pajes de coche o a médicos”1080. Parece ser que hasta 1830 existió en la Alameda de Acho un cuadro que representaba el mundo al revés. Aparecían en él los escolares azotando al dómine; la res desollando al carnicero; el burro arreando al aguador; el reo ahorcando al juez; el escribano huyendo del gatuperio; el usurero haciendo obras de caridad; el moribundo bendiciendo al médico y la medicina, et sic de coeteri1081. 1077 T. P. ¡Feliz barbero! (1620). 1078 T. P. La emplazada (1688), crónica de la época del virrey arzobispo. Vid. Coloma Porcari, César. La medicina tradicional peruana en la obra de Ricardo Palma. Op. cit., p. 60. 1079 Huárag Álvarez, Eduardo. La negritud en las Tradiciones de Ricardo Palma. Op. cit., p. 49. Vid. también: Bazán, Dora. Un episodio sangriento en Palma y López Albújar. En: Aula Palma XII-2013. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 283, Lima, 2013. 1080 Valega, José M. El Virreinato del Perú: Historia crítica de la época colonial en todos sus aspectos. Ed. Cultura Ecléctica, p. 298, Lima 1939. 1081 T. P. De esta capa nadie escapa (1806). (Vid. Coloma Porcari, César. Notas sobre el arte popular del Perú en las Tradiciones de Ricardo Palma. En: Aula Palma XIII-2014. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 148, Lima, 2014.) Carlos Augusto Salaverry 266 El poeta Salaverry1082 publicaba... chirigotas o tundas a malos cómicos y peores poetastros. Uno de ellos dió a la presa una versaina que concluía con este despapucho: No hay en el mundo quien mi vuelo asombre Claro es que ni el autor entendió lo que escrito dejaba, ni nosotros tampoco. A Salaverry se le atragantó el pícaro endecasílabo y exclamó calamo currente: ¡Miren al candilón de piernas flacas cómo no encuentra quien su vuelo asombre! ¡Se alza apenas del suelo en dos estacas, y ya juzga su talla la de un hombre! Y porque ensarta berzas y espinacas quiere él, vate raquítico, renombre, y se sorprende al derramar su acíbar, de no verse ya en busto cual Bolívar. ¡Líbrame, ¡padre Adán!, de tanto burro, de tantos viles literarios cuervos! ¡Ya de escucharles su graznar me aburro y sufro ratos de martirio acerbos! Vanamente a los médicos ocurro... ¡Me matan, me asesinan los protervos! ¡Padre Adán! Si esta cría multiplicas, ¿médicos para qué, y a qué boticas?1083 No sería justo con Palma si fragmentara este artículo suyo al que le sobra sabor: Mi amigo don Ruperto Vomipurga1084 es, entre los médicos de mi tierra, todo lo que se entiende por un sabio en bacteriología. Conoce íntimamente a todos los bacilos, sabe al dedillo sus mañas y picardías y los trata de tú a tú, con menos respeto que al arzobispo, por aquello de A Dios se le habla de tú, de tú a la Virgen María, y al obispo se le dice su señoría ilustrísima, Ayer nos encontramos en la Casa de Correos frente a una de las niñas estafeteras, chica que al mirarla se le hace a un cristiano la boca agua y los ojos despiden chiribitas. 1082 Se refiere a Carlos Augusto Salaverry Ramírez (1830-1891), hijo del General Felipe Santiago Salaverry y del Solar. Pagó con el destierro las felonías de su difunto padre, muerto en 1836. Sirvió en el ejército y la diplomacia. Su obra es a veces, como en este caso, desdeñosa o escéptica, y otras romántica y viril, con un feliz empleo de los recursos expresivos. 1083 B. T. (XIII). 1084 Desde luego el apellido parece todo menos auténtico. Las vomipurgas son composiciones evacuantes. Existe un libro de 1824, que no sabemos si conocería Palma, titulado “Examen crítico del informe presentado á Su Exelencia el ministro secretario del Interior por la Academia real de medicina, relativo á las composiciones medicinales, dichas secretas, y especialmente los evacuantes conocidos bajo el nombre de vomipurga y purgantes de Le Roy” por Claude-Pierre Martin, Osandavaras, 1824. Se trata de los productos utilizados por el cirujano francés Louis Leroy. El vomipurgativo de Le-Roy presentaba la siguiente composición: Sen de Palta, 4 onzas y vino blanco de buena calidad, 4 libras. Para usarlo, la infusión fría se dejará por espacio de tres días removiendo de vez en cuando la mezcla, se cuela y se exprime de forma que quede al final una cantidad similar a la empleada de vino. A cada libra de preparado se añadirá una dracma de tartrato antimonial de potasa o emético. Se cuela y queda ya dispuesto para ser usado. (Le-Roy. La medicina curativa ó la purgación dirigida contra la causa de las enfermedades. Imprenta de Ildefonso Mompié, Valencia, 1829.) 267 - ¡Bonita muchacha! - me dijo don Ruperto. - Ya lo veo doctor - le contesté -. Es un lindo microbio, como para que lo estudie y clasifique usted, que hasta en el suspiro los persigue. - ¿Y por qué me la endilga y no la aprovecha usted para sus disquisiciones tradicionales? Yo, mi amigo, soy como el usurero aquel a quien fué un pobre diablo a empeñarle un bonito cuadro. “¿Es de usted?”, le preguntó el agiotista. “No señor; es de Rubens”, contestó el necesitado., “¡Ah, bribón! Lárguese ahoritita mismo, antes que lo mande a la Comisaría ¿Confiesa usted que no es suyo el cuadro y tiene la desvergüenza de traérmelo, como si yo fuera ocultador de lo ajeno? Aplíquese el cuento. Entre tanto, don Ruperto no tenía cuando entregar su carta a la empleada. Recelando que la goma de la estampilla fuera almáciga de bacterias, no se atrevía a humedecer aquella para pegarla en el sobre, y mirando a la simpática estafetera la dijo: - Me parece, señorita, que anda usted algo delicada de salud. - No, doctor; me siento bastante bien. - A ver, dígnese usted sacar la lengua, La joven obedeció un tanto alarmada. El médico pasó con delicadeza la estampilla por la lengua de la presunta enferma, y después de adherir aquella al sobre, dijo: - La felicito, niña; goza usted de cabal salud, y que sea por muchos años. Adiosito, y gracias por el servicio que acaba de prestarme. Y echó la carta en el buzón, retirándose con más seriedad que pleito perdido1085 . Desde luego, el Dr. Vomipurga, al menos con ese nombre evocador de desagradables indisposiciones, es de tan espúrea naturaleza como el Dr. Casallena de Nubes de Estío (Pereda) o don Dióscoro Napelo de Doña Milagros (Condesa de Pardo Bazán). Otra cosa es que con el camuflaje de aquel apelativo retrate a algún galeno conocido de Palma. Precisamente el término “vomipurga” es utilizado por Palma al contar cómo un cronista de la época –se refiere al siglo XVIII- haciendo apología del látigo como pena legal, decía1086: Los 1085 T. P. Fruslerías. Sobre este episodio ver: Tanner, Roy L. El humor de la ironía y la sátira en las Tradiciones peruanas. Op. cit., p. 142. 1086 T. P. Mogollón (1747). Origen del nombre de esta calle. Vid. Paredes Carbonell, Juan. La transtextualidad en las Tradiciones de Palma. Op. cit., p. 142. El cirujano francés Louis Le-Roy 268 azotes, salvo lo que escuecen cuando se reciben, son saludables, tanto o más que un vomi-purga, porque la mala sangre sale a las espaldas y se remuda. Curiosa teoría del cronista. Angela Carranza, famosa beata agustina, nacida en Córdoba del Tucumán en 1635, estando su confesor enfermo, cuentan que pidió al Señor que le sanara y que Este le contestó: No ha de sanar, y confórmate con Mi Voluntad, porque lo demás sería enriquecer boticarios1087; curiosa frase que, al menos, ponemos en duda que pronunciara el Altísmo. Don Ricardo dio nombre a una nueva enfemedad, la sonetorrea, que es epidemia que compite con la peste bubónica, y acaso la aventaja, y consiste en que a uno le ocurra como a Merceditas que hasta en la sopa, en vez de fideos, encontraba versos ramplones1088. Lo más parecido que se me ocurre es la verborrea1089, actitud en la que se tiende a hablar de modo permanente sin controlar lo que se dice impidiendo la interacción con los demás. En los estados de nerviosismo o ansiedad se utiliza esta forma de hablar para mitigar dicho nerviosismo, como un mecanismo de defensa a situaciones estresantes que desaparecen a muy corto plazo. Quizás la “sonetorrea” inventada por Palma tuviera similares efectos en el productor de sonetos. Glosando con ironía el, para él, libelo que constituye la Historia del Perú del jesuita Padre Cappa1090, comenta Palma, entre otras cosas refiriéndose a los médicos de la época independiente: No se apuren los miembros del cuerpo médico de Lima, que también ellos tocan el pan bendito “No hacían tantas consultas ni tan caras, y con todo, la mortandad está ahora en la misma proporción que antes” ¡Vaya!, ríanse ahora con esta dedada de miel: “Los estudios se encuentran hoy en tan buen pie como en las más acreditadas escuelas europeas”. Una de cal y otra de arena. Lo que el padre Cappa critica es que cobren caro y que dejen morir gente, después de haberlo consultado mucho, cosas que, según él, no hacían los médicos del coloniaje1091 . Palma fue siempre lisonjero y piropeador de lindas damas, al menos en sus escritos, y hallaba siempre un modo original de describir la belleza cautivadora de las limeñas. En su poema Por una letra, dice así de una muchacha: 1087 A.I.L., Cap. III. 1088 T. P. Fruslerías. 1089 Es diferente de la logorrea, trastorno comunicativo, a veces clasificado como enfermedad mental, carecterizado por una locuacidad incoherente y que se presenta como síntoma de algunos trastornos psiquiátricos, como los bipolares, alteraciones de las facultades del lenguaje como la afasia de Wernicke, una lesión cerebral o debido a una enfermedad progresiva. 1090 Ricardo Cappa, S. J. (1850-1897) había sido oficial de la marina de guerra española y como tal asistió al ataque del Callao. Después de ingresar en la Compañía, residió en Lima como profesor de la Escuela de la Inmaculada Concepción. Se le deben las obras: Compendio de la historia del Perú, la comentada por Palma, La Inquisición Española, Estudios críticos sobre la dominación española en América, obra en 19 tomos que contiene numerosos datos sobre la conquista del Perú. (Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo-Americana, tomo XI, p. 570, Espasa-Calpe, Madrid 1966). 1091 P. C. Refutación a un texto de historia. 269 Era Mariquiña lo que se llama una hechicera niña; fresca, bonita, dócil, hacendosa, una muchacha, en fin, jacarandosa, de aquellas que un buen médico receta contra romanticismo de poeta1092 Del mismo cariz galante un poema de su obra Verbos y Gerundios, donde cuenta la historia de cierta monja bien parecida que atendían enfermos en un hospital. El poema se titula, precisamente, Galentería1093: De caridad hermana era en un hospital sor Sinforiana, y ni agrego ni quito diciendo que era lindo su palmito. Un enfermo del pecho, mirándola de pie junto a su lecho mucho más bella que oriental sultana, exclamó: -¡Dios eterno! Y la hermana le dijo: -No se aflija… ¿Qué quiere usted con Dios? Yo soy su hija… -¿Qué quiero? Que me acepte por su yerno Don Ricardo era decididamente partidario del tabaco. Y, a mi juicio, lo seguiría siendo hoy a pesar de la incuestionable y conocida capacidad del cigarrillo de causar toda suerte de males, especialmente neoplásicos, respiratorios y cardiovasculares. No sé por qué, se me ocurre que Palma podría muy bien haber sido aquel que, a uno que le advirtió: ¿no sabe usted que el tabaco le va matando lentamente?, le espetó: Tanto mejor, no tengo ninguna prisa... Palma decía a don Leónidas Ballén1094, propietario de la más famosa tienda de tabaco de Lima, todo un doctor metido a cigarrero1095, previniéndole de cualquier muchachita guapa: Aunque le digan a usted que van por cigarros para el papá o el abuelo que está en casa con romadizo y gota..., ¡nada!, ¡no hay que darlas cuartel! Sea usted inflexible como el Ruy Gómez del Hernani, y no se deje engatusar por las marrullerías de unos labios de cereza y los guiños de unos ojos negros. Palma decía: Que el cigarro es un curalotodo, una eficaz panacea para los males que afligen al hombre, una especie de quitapesares infalible, es cuestión que no puede ya ponerse en tela de juicio. Por eso tengo más estima una cigarrería que una botica. 1092 Palma, Ricardo. Por una letra. En: Verbos y gerundios. Lima, 1877. (Fundación Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, www.cervantesvirtual.com) (Vid. Coloma Porcari, César. La culinaria peruana en las Tradiciones de Ricardo Palma. En: Aula Palma VI (Edición del Décimo Aniversario), Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 194 y 201, Lima, 2007.) 1093 V.G. Galantería. Vid. Rodríguez Chávez, Iván. Otra ventana sobre Ricardo Palma. Op. cit, pp. 30-31. 1094 Este amigo de Palma era médico y tenía su conocida cigarrería en la calle de Mercaderes. Don Ricardo, gran fumador, la frecuentaba, como también la de San Pedro, situada frente al palacio de Torre-Tagle. En la cigarrería no sólo se vendía tabaco. Por ejemplo, el periódico La Broma era también vendido en ese comercio. (Miró, César. Don Ricardo Palma, el Patriarca de las Tradiciones. Ed. Losada, p. 117, Buenos Aires, 1953.) 1095 T.P. Glorias del cigarro. Charla con Leónidas Ballén. http://www.cervantesvirtual.com/ 270 En el mismo jocoso texto sobre el tabaco, nos dedica a nosotros, los médicos, estas lindezas que no nos bañan precisamente de incienso: Que la nicotina del cigarro es un veneno dicen los galenos que, de paso sea dicho, son casi siempre grandes fumadores. Usted, que es de la profesión, sabrá si sus cofrades en Hipócrates poseen el antídoto, que lo que es este humilde sacristán no ha de ir a importunar con la curiosidad al médico de casa. Para mí la susodicha opinión es grilla; pues a ser sincera, buen cuidado tendrían los médicos de no imitar a los frailes, que en la práctica hacen lo contrario de lo que predican, y más cuando está de por medio la pelleja1096. Imagino cómo hubiera glosado Palma, de haber vivido para verla, la muerte en 1934 de Giovanni Gortani, decano de los médicos de Europa, a la edad de 107 años. Ejerció durante noventa años su profesión y al cumplir el siglo de vida le preguntaban qué había hecho para llegar a esa edad con salud. Él respondía sin dudar que “comer bien, beber lo necesario y fumar como un carretero”. Ya desde el Siglo de Oro se cantaba la inocuidad del tabaco y sus supuestas propiedades medicinales para descongestionar el cerebro. El propio Quevedo, en su soneto “Al tabaco en polvo, doctor a pie” dice: “¡Oh doctor yerba, docto sin Galeno, barato sin barbero y sin botica, en donde el bote suele ser de pica para el que malo está, y aún para el bueno! Tú, que sin mula vas, de virtud lleno, a la nariz de el pobre que te aplica, que no orinal ni pulso te platica ni el que con barba y guantes es veneno, como el oro por Indias graduado, sin el martirologio de la vida, de sólo un papelillo acompañado, hoy medicina a la otra preferida: ¿cuánto va, si se mira con cuidado de la que es moledora la molida?” El soneto va confrontando al tabaco con el médico (Parnaso, 421) y recogiendo los detalles tópicos de la caricatura del médico en los géneros satíricos del XVII. La mula era atributo inseparable del doctor y da lugar a muchos chistes que comparan la sabiduría del animal con la de su amo1097. “Las propiedades estimulantes del sistema nervioso de la nicotina contenida en el humo del tabaco, y por tanto su virtud reanimadora” han sido aprovechadas para frecuentemente para usos clínicos. Juan Rancé en su Materia Medica comenta las propiedades irritantes de la decocción del tabaco administrada en forma de ayudas o enemas, que recomienda en los estados de sopor. También 1096 T.P. Glorias del cigarro. Charla con Leónidas Ballén. 1097 Quevedo, Francisco de. Poesía Selecta. Edición, estudio, bibliografía y notas de Lía Schwartz Lerner e Ignacio Arellano. Promociones y Publicaciones Universitarias, pp. 197-200, 1ª ed., Barcelona 1989. 271 se usaba el tabaco en el s. XVIII para tratar “enteroceles”, fumigando tabaco por el ano, hernias inguinales, ahogados en agua, o cefaleas, como recuerdan Manzano y Cabrera-Afonso1098. También se prescribía como expectorante en enfermedades respiratorias, como vomitivo en afecciones digestivas y era considerado remedio admirable para los reumas. En 1572, Juan Fragoso, médico y cirujano del rey español, escribía sobre el tabaco: "esto se ha sabido acá de los conquistadores de Indias, que han venido a España y dieron relación destas virtudes; porque ellos la usaron (la planta del tabaco) en sus guerras y conquistas, de modo que muchos perecieran si no fuera por ella." Céspedes del Castillo1099 nos recuerda que si durante la primera mitad del siglo XVI aprendieron ellos en América cierto número de usos medicinales del tabaco, durante la segunda mitad de la centuria se consolida y extiende por toda Europa el prestigio y la utilización del nuevo fármaco. En ambientes cultos y entre los profesionales de la medicina fueron vehículos iniciales de difusión los tratados de Monardes, Estienne-Liébault y Gohory, pronto traducidos al inglés y al alemán, respectivamente, y más tarde libros como el de Everard, el primero dedicado por entrero al tabaco como medicina, el de Gardiner, verdadero manual terapéutico, o el Rosaccio, que determinó la difusión de su uso en Italia. Por contra, ya en 1602 se había publicado en Londres una obra titulada Work for chimny-sweepers en la que un tal "Philaretes" atacaba el uso del tabaco. En España, Francisco de Leiva y Aguilar publicó en 1637, en Córdoba, su Desengaño contra el mal uso del tabaco, en el que niega ya muchas de las virtudes médicas de la planta. En fin, ya vemos que la polémica sobre el tema viene de antiguo. Permítaseme, por mi parte, militar en el bando de los anti-tabaco, a pesar de que la ciencia moderna le reconozca alguna virtud, como la de aumentar las descargas adrenalínicas a pequeñas dosis, actuando así a modo de sustancia reanimadora. Palma debía tener idea clara, como era común en la época, de que el fósforo es necesario para las funciones cerebrales y especialmente para la memoria, como ahora veremos. La relación entre el fósforo y la memoria comenzó cuando se descubrió que la membrana de las neuronas, es decir la mielina, es muy rica en esfingomielina, un fosfolípido o lípido rico en fósforo. Palma compartía ese razonamiento clásico: "comer alimentos ricos en fósforo tiene que ser bueno para el cerebro". Hoy día, sin embargo, sabemos que este tipo de afirmaciones requieren de estudios que arrojen evidencia científica. Hasta la fecha, no existe evidencia de relación entre este mineral y la capacidad cognitiva. Así, el fósforo es indispensable para el correcto funcionamiento de las neuronas, 1098 Manzano Martí, Victoria; Cabrera-Afonso, Juan Rafael. Uso clínico del tabaco en el Real Colegio de Cirugía de Cádiz. Anales de la Real Academia de Medicina y Cirugía de Cádiz 1992;XXVIII(1):161-5. 1099 Céspedes del Castillo, Guillermo. El tabaco en Nueva España. Discurso leído el 10-V-1992, Real Academia de la Historia, pp. 23-7, Madrid, 1992. 272 pero también de todas las demás células ya que forma parte de sus membranas. No obstante, don Ricardo utilizó en su poema “Receta” estos conceptos médicos del modo jocoso que le caracteriza: Le preguntaba al médico cierto municipal, que andaba en pos de fósforo para curar la anemia cerebral, qué cantidad de peces convendría comiese cada día. Y contestóle el émulo sabihondo de Avicena: -Para su anemia crónica Bastará que se almuerce una ballena1100 No quiero dejar de mencionar aquí cierto chiste escrito al pie de una carta recibida por Palma de Julio C. Tello, que la escribió el 16 de marzo de 1911, y que he mencionado en el capítulo dedicado a la salud del escritor. En ella cuenta un chiste sobre médicos y pacientes que es el siguiente: La transcripción es: “Un yerno asiste a la consulta que su suegra celebra con un médico, el cual, después de minucioso examen, le dice: -Señora, tiene usted la lengua bastante sucia. A lo que el entrometido yerno contesta: -No haga usted caso de eso, doctor, que así la ha tenido siempre en los doce años que lleva de suegra conmigo”. Se juega aquí con el doble sentido de lengua sucia como signo de problemas digestivos y como símil de persona que profiere frecuentes palabrotas. Acabemos con una décima firmada P. y C. A. que, por fin, loa las virtudes y habilidades de un médico, el doctor don José Santos Moreno. La menciona Gálvez como publicada en el diario limeño El Comercio. Y sirva de desagravio por tanta puya: “Al morir en su aposento Dos hermanos se miraban Y solamente esperaban 1100 Palma, Ricardo. Filigranas. (Vid: Rodríguez Chávez, Iván. Otra ventana sobre Ricardo Palma. Op. cit., p. 30.) Vid. también: Ricardo Palma 1833-1983, Revista nº 6, Universidad Ricardo Palma, p. 183, Lima, 1983. Chiste sobre médicos en una carta de Julio C. Tello a Ricardo Palma (Archivo de la Casa Museo Ricardo Palma) 273 Rendir el último aliento. Vino Santos ¡qué portento! E hizo, con sabia medida, Que ambos, la horrible partida No emprendiesen al nivel, Y después de Dios, por él, han recobrado la vida”1101. 1101Gálvez, José. Médicos y curanderos. En: Nuestra pequeña historia. Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima 1966. 274 275 XV. LOS HOSPITALES A poco de pisar tierra americana, los primeros pobladores españoles del Perú, esto es, Francisco Pizarro y sus hombres, pagaban la chapetonada1102, es decir, contraían fiebres tercianas. Palma corrigió a la Real Academia en relación a la voz chapetón, como ha recordado Tanner, de la Truman State University, y luego abogó por la locución “pagar la chapetonada” que se utilizaba para indicar que “todo español para aclimatarse tenía que sufrir algunas semanas… una fiebrecilla endémica, propia del país, conocida con los nombres de terciana y de cuartana”. Palma también apoyó el adjetivo “tercianiento” con el que indicaba la “persona propensa a adquirir la terciana”1103. Las fiebres tercianas eran tan peligrosas, contaba Antonio de Ulloa, que se experimentaba mucha mortandad y destruían una gran parte de la gente que iba en las Armadas o navíos de la Europa1104. Por desgracia, no tenían donde ser tratados hospitalariamente. Existía también otro problema: que a los médicos y cirujanos que servían en la Armada de Indias, se les obligaba a depositar una fianza para evitar que se quedaran a trabajar en América, con lo que se dificultaba la dotación de personal adecuado. Claro es que tampoco en la España metropolitana era costumbre gozar de asistencia médica en centros sanitarios, como no fuera en los “hospitale pauperum” originados en la Alta Edad Media. Existían también médicos de cámara y asistencia domiciliaria para las clases más favorecidas, la burguesía y el estado noble. Sin embargo, el primer hospital establecido en América lo fue en fechas muy tempranas. En 1502 se fundó el de San Nicolás de Bari en Santo Domingo, precedido por una “enfermería” nada menos que en 1493, el mismo año en que “llegó a las playas del Nuevo Mundo el primero de los médicos graduados en universidades europeas”1105, Diego Alvarez Chanca. Sin embargo, no todos tenían acceso a la atención hospitalaria. En el caso del Cuzco, matiza Colin, “seuls 1102 T. P. La casa de Francisco Pizarro (1535). Chapetón, dice Juan de Arona, es el “sobrenombre que los mismos españoles debieron darse desde los primeros días de la conquista, porque ya en Garcilaso lo hallamos usado con la mayor naturalidad para distinguir al español recién llegado, que se mareaba (asorochaba) al pasar la cordillera, del plático y baquiano en la tierra. No debe pues considerarse despectivo el apodo”. La expresión “pagar la chapetonada” ha quedado ya para siempre como sinónimo de contraer fiebres tercianas (Vid, por ejemplo: Moreno, Gabriel René (Prólogo de Luis H. Antezana y Josep Maria Barnadas). Últimos días coloniales del Alto Perú. Vol. 2. Fundación Biblioteca Ayacucho, p. 98, 2003.) Se trata de la reedición de la obra de Moreno publicada en Santiago de Chile en 1896 en los Anales de la Universidad por la Imprenta Cervantes. Vid. también: Tanner, Roy L. Aproximaciones al estudio de las Tradiciones Peruanas. Op. cit., p. 169. 1103 Tanner, Roy L. Ricardo Palma, neólogo por excelencia. En: Revista de la Casa Museo Ricardo Palma, vol. 6, p. 26, Miraflores, diciembre 2006. 1104 Orozco Acuaviva, Antonio. Noticias médicas en las “Noticias secretas de América” de Jorge Juan y Antonio de Ulloa. Anales de las II Jornadas de Historia de la Medicina Hispanoamericana, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cádiz, pp. 77-91, Cádiz 1986. 1105 Paniagua, Juan A. Un médico europeo en el Descubrimiento: Diego Alvarez Chanca. En: Viejo y Nuevo Continente: La medicina en el encuentro de dos mundos (López Piñero, coord.). Edición patrocinda por Laboratorios Beecham, SANED, p. 91, Madrid 1992. 276 les habitants de la ville même de Cuzco et de ses environs les plus proches pouvaient avoir recours aux hôpitaux”1106. Esta importantísma y bellísima ciudad pronto tuvo tres: el de San Juan de Dios, llamado “de los Españoles”, el de San Andrés, reservado a mujeres españolas y el de “Naturales”, fundado en 1556. En el Perú, los primeros hospitales datan de mediados del siglo XVI y fueron jalonando las calles de Lima y otras ciudades desde muy temprano. Sin embargo, cuando algunos autores –como Antonio San Cristóbal1107- describen la Lima de Ricardo Palma, la que habitó y recorrió nuestro autor, no recogen la presencia de los mismos y sí en cambio la de las casonas, iglesias, conventos y monasterios”, y eso que los hospitales siempre se han caracterizado por su imponente aspecto y sus grandes dimensiones, aptas para las salas donde se ubicaban los pacientes. No obstante, ya con anterioridad a dicho siglo XVI existían antecedentes de los mismos, dando especial atención a los naturales o indígenas. Antes que el Hospital de San Andrés existieron las enfermerías de sangre (1530), la Casa Enfermería de Tumbes (1533), la Enfermería Provisional de Jauja (1534), la Casa Enfermería, primer hospital de Lima (1538) fundada en la calle de la Rinconada de Santo Domingo, en dos solares a espaldas del convento de ese nombre1108 y que tuvo el nombre del Hospital de Nuestra Señora de la Concepción; el Hospital de la Caridad de Naturales en Cuzco y el Hospital de Santa Ana de los Naturales, fundado en Lima1109 en 1548. Éste y su templo anexo fueron edificados sobre terrenos del Arzobispo Loaisa comprados al Veedor García de Salcedo. El Arzobispo aplicó todos sus bienes personales y limosnas recibidas para comprar los solares y edificar las salas o enfermerías. Los naturales colocaron al pie de su tumba: “Indorum Pauperem Pater”. El citado de Nuestra Señora de la Concepción o Casa Enfermería, en 1556 se refundió en el Real Hospital de San Andrés, por iniciativa del Arzobispado de Lima y el Cabildo de la Ciudad y con el apoyo del P. Francisco de Molina. Años más tarde, en 1559, se fundaría el Hospital de Santa María de la Caridad o de los Santos Cosme y Damián, por parte de la Hermandad de Nuestra Señora de la Caridad y de la Misericordia1110, con el apoyo del citado arzobispo Loaisa y del Virrey Hurtado de Mendoza. En 1106 Colin, Michèle. Le Cuzco à la fin du XVIIe et au début du XVIIIe siècle. Association des publications de la Faculté des Lettres et Sciences Humaines de l’Université de Caen. 1107 San Cristóbal, Antonio. Lima de Ricardo Palma. En: Ricardo Palma 1833-1983, Revista nº 6, Universidad Ricardo Palma, pp. 31-55, Lima, 1983. 1108 Tenemos los datos del mayordomo Alonso Pérez de Valenzuela y el P. Francisco de Molina. En la Real Provisión de 9 de octubre de 1577 el Virrey Toledo dirá: “El P. Francisco de Molina, clérigo presbítero...fundó el hospital de esta Ciudad de los Reyes …y movido de caridad comenzó a curar a los pobres españoles que hallaba enfermos y los sustentaba con limosnas”. La estrechez de sus ambientes hizo que el 21 de noviembre de 1545, el Cabildo asignara ocho solares para la reubicación del Hospital de la Ciudad frente a la actual Plaza Italia. Este nuevo hospital sería conocido como "Real Hospital de San Andrés" produciéndose el traslado de pacientes y enseres en 1550. 1109 Rabí , Miguel. La formación de Médicos y Cirujanos durante los siglos XVI a XIX: las escuelas prácticas de medicina y cirugía en el Perú. En: Anales de la Facultad de Medicina Universidad Mayor de San Marcos 2006;67 (2):173-183. 1110 Estaba dedicado sobre todo a las mujeres con internado casi conventual. Introdujo la atención domiciliaria con médico y boticario, así como una escuela de enfermeras o asistentes entre las doncellas recogidas en el hospital. 277 1563 se fundó el Hospital o Ladrería de San Lázaro1111, por parte del espadero Antón Sánchez. En 1575 Miguel de Acosta, comerciante de origen griego, y un grupo de navieros, fundaron el Hospital del Espíritu Santo para atender a la gente de mar, creando cuotas del 5% sobre las soldadas y pagos a cargo del naviero o propietario en función del peso de la mercadería de las naves. Se hicieron en él las primeras prácticas de cirugía. Subsistió hasta 1822 en que se trasladó a Bellavista, constituyendo del que sería luego el Hospital Naval. En 1593 nació la Casa de Convalecencia de San Diego u Hospital de San Juan de Dios de Lima con objeto de mejorar y robustecer la salud de los pacientes que eran dados de alta del Hospital de San Andrés. Surge en 1594 el Hospital de San Pedro para sacerdotes, gracias a Santo Toribio de Mogrovejo. Consistía en una Hermandad o Cofradía fundada en una reunión de sacerdotes en la sacristía de la catedral de Lima, cuyo fin era cuidar de la salud, asistir, dar servicios de funeral, enterramiento y oficios religiosos a los sacerdotes necesitados1112. En 1767 se trasladó al Colegio de San Pablo de los Jesuitas, subsistiendo hasta 1875. En 1598 Luis de Ojeda estableció la Casa de Huérfanos y Expósitos, con el apoyo del Virrey Conde de Monterrey, y la Hermandad de Escribanos de la Ciudad. Subsistió hasta que en 1919 se refundió en el Puericultorio Pérez Araníbar. Ya en el siglo XVII podemos decir que el 6 de enero de 1646, en tiempos del virrey Marqués de Mancera, se fundó en la calle La Baranca, cerca del Rímac, por parte del sacerdote agustino Fray Bartolomé de Vadillo con el jesuita P. Gabriel Perli, el Hospital de San Bartolomé de los Morenos Libres1113 para gente de color. En 1651 se erigió el hospital en el barrio de Santa Catalina, cerca de los hospicios de Santa Ana y San Andrés, en la calle San Bartolomé, actual novena cuadra del Jirón Antonio Miró Quesada. Tras el terremoto de 1687 fue parcialmente reconstruido por el Mayordomo del Hospital sargento mayor Manuel Fernández Dávila y gracias a las donaciones del capitán Francisco Tijero de la Huerta y Segovia1114. Actualmente, y desde 1961, está especializado en la asistencia a la mujer y al recién nacido. 1111 Tenía capilla y salas para cuidar, alimentar y proteger a los leprosos. 1112 Sus constituciones datan de 29 de julio de 1595 con licencia del Deán Pedro Muñiz. Fue elegido Hermano Mayor el P. Pedro de Escobar, siendo el bachiller Miguel Bobadilla mayordomo, Luis López de Alarcón diputado y el P. Gaspar de Montabo, vicario de Coro. Los Hermanos eran 24, aportando 25 pesos de limosna y un cirio de 5 libras al inscribirse; y anualmente, dos pesos. El resto de los sacerdotes miembros deben abonar 12 pesos y un cirio de a libra al ingresar y dos pesos al año. La fiesta principal era el 18 de enero, celebración de la cátedra de San Pedro. Al comienzo se reunían en la Catedral, y luego en un local propio con iglesia -desde 1607- llamada San Pedro u Hospital de San Pedro. Debido a la generosidad de los sacerdotes Gabriel Solano y el canónigo León pudieron adquirir una casa donde se atendía a los sacerdotes enfermos desde 1598. El edificio constaba de dos patios, uno para los enfermos y el otro para los convalecientes y forasteros. En 1671 se concedió su dirección a los Padres del Oratorio de San Felipe Neri. Con la expulsión de los Jesuitas, los Oratorianos se responsabilizaron de la iglesia y colegio de San Pablo -el actual San Pedro- trasladando a uno de sus patios el Hospital. El antiguo edificio fue traspasado a las Amparadas de la Purísima, convirtiéndose posteriormente en Escuela de Bellas Artes. 1113 Con el apoyo del Deán del Cabildo Juan de Cabrera y Benavides, del Capitán Francisco Tijero de la Huerta, y del P. G. Perlín, S.J. y Fray Bartolomé de Vadillo... Sigue hasta la fecha. 1114 De esa época data su Capilla. Con la Independencia el Gobierno lo convirtió en Hospital Militar. Por Decreto Supremo de Abril de 1849 se confió su Dirección a la Sociedad de Beneficencia Pública, hasta que en 1855 fue convertido nuevamente en Hospital Militar, bajo la dependencia del Ministerio de Guerra. En 1866 pasó a la Beneficencia Pública de Lima, hasta 1880 en que volvió al Gobierno durante el régimen de Nicolás de Piérola. En 1910 al reorganizarse el Servicio de la Sanidad Militar del Perú, se decretó que el Hospital fuese nuevamente dependencia del Ministerio de Guerra a través del Servicio de Sanidad Militar. 278 En 1648 fue fundado el Hospital de Convalecencia de Nuestra Señora del Carmen para los naturales, atendido por los Hermanos Betlemitas. En su verso In extremis Palma cuenta una escena ocurrida en el hospital carmelitano1115: Este es mi irrevocable testamento y dé fe su merced el escribano: Yo Juan de Mata López y Sarmiento católico, apostólico, romano; próximo a dar el postrimer aliento en el santo hospital carmelitano, lego, por bien del alma de mi hermano, misas catorce… y por mi abuela ciento. Un año después de la creación del hospital carmelitano se creó el Hospital de la Santa Cruz de Atocha para niñas huérfanas y abandonadas. En 1669 nació el Hospital Santo Refugio de los Incurables, bajo el patrocinio de Santo Toribio de Mogrovejo y con el auspicio del agustino Fray José de Figueroa. Antonio Dávila, sacerdote, fue el donante de la casa y huerta, y Domingo de Cueto, comerciante y hombre de negocios, cedió su fortuna. Desde 1698 lo regentaron los Betlemitas y fue en ese hospital donde se produjo uno de los milagros que llevaron a la canonización de Santo Toribio de Mogrovejo. Con el tiempo los hospitales serán tantos que, en Lima, sobrepasaran el número de iglesias edificadas. En cualquier caso, como resalta Lohmann1116, la asistencia social corría entonces casi exclusivamente a cargo de la iglesia, por lo que estaba impregnada de un hondo sentido caritativo y de una arraigada religiosidad. Los hospitales de Lima eran mayores y menores. Los primeros eran ya en el siglo XVI el de Santa Ana de los Naturales, San Andrés, Santa María de la Caridad y Espíritu Santo, y en el siglo siguiente fue fundado el de San Bartolomé para negros. Los hospitales menores, en cambio, se dedicaban a enfermedades específicas, como el de la lepra de San Lázaro, el de cáncer terminal en Las Camilas, o el de la Buena Muerte, entre otros. Precisamente de las hermanas de la Caridad realizó una irreverente acuarela Pancho Fierro que motivó no sólo su breve prisión sino un comentario de Ricardo Palma que fue el siguiente: Esta acuarela motivó el arresto a prisión de Pancho Fierro en un calabozo de la policía en 1850. Pues las señoras de Lima se indignaron contra el pintor que así ridiculizaba a las santas hermanas de caridad consagradas al servicio de 1115 V. G. In extremis. 1116 Günther Doering, Juan; Lohmann Villena, Guillermo. Lima. Ed. Mapfre, pp. 99-100, Madrid, 1992. Escena en el Hospital Militar de San Bartolomé, por Pancho Fierro 279 hospitales. La reproducimos aquí. Se conserva actualmente en la Colección Municipal con la citada anotación de Palma. La que aquí reproduzco está tomada de la colección del embajador Juan Álvarez Vita que gentilmente me dejó fotografiarla en su casa de Lima. En ella aparece una hermana de la Orden de San Vicente bailando una marinera en el hospital de San Bartolomé con un militar enfermo, al lado del lecho de éste. Precisamente de ese hospital cuenta Palma en una carta a su hijo Ricardo, de 15 de abril de 19101117: Un señor Lanfranco, de los del 29 de Mayo, pasó del panóptico al hospital de San Bartolomé donde los doctores Camino y Pareja Llosa le debían hacer una operación. El enfermo se fugó del hospital, y al señor Tovar, director de Beneficencia, se le ha antojado que los médicos son cómplices de la fuga, y los ha destituido. La fuga en la tarde del domingo 10. Con este motivo once alumnos de las Escuela, entre internos y externos, se han declarado en huelga. No sé cómo saldrá del conflicto la Beneficencia en la sesión del lunes. El señor Tovar, insigne civilista, la tomado con calor una escapatoria sin importancia en momentos en que no debe pensarse en la politiquilla de los partidos sino en el país. Hasta el Vapor entrante. Tu afmo. padre. Palma cuenta que, por los años de 1581, el griego Miguel Acosta y los navieros y comerciantes de Lima hicieron una colecta que, en menos de dos meses, subió a cuarenta mil pesos (para que nos hagamos una idea, era el sueldo anual del Virrey del Perú), para fundar un hospital destinado a la asistencia de marineros, gente toda que al llegar a América ‘pagaba la chapetonada’, frase con la que nuestros mayores querían significar que el extranjero, antes de aclimatarse, era atacado por la terciana y por lo que entonces se llamaba ‘bicho alto’ y hoy disentería. Establecióse así el hospital del Espíritu Santo, suprimido en 1821, y que desde entonces ha servido de Museo Nacional, de colegio para señoritas, de Escuela Militar, de Filarmónica, de cuartel, de comisaría, etc... Los pontífices acordaron al hospital del Espíritu Santo gracias y preeminencias que no dispensaron a otros establecimientos de igual carácter en Lima1118. Lohmann1119 nos recuerda que hacia 1570 en Piura, “había una iglesia, un hospital y un monasterio de mercedarios”. Y Belaúnde1120 cuenta que, en las descripciones de Vásquez de Espinoza, se enumeran iglesias, conventos y hospitales que “existían no solamente en las grandes ciudades, sino en las simples villas y, lo que es más importante, en los pueblos de indios”. En 1593, el Arzobispo Toribio de Mogrovejo, posteriormente canonizado, realizó una visita pastoral a toda su archidiócesis, que no era pequeña. Y prosigue Belaunde: “Leemos en esta visita que, al lado del 1117 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p.162. 1118 T. P. El rosal de Rosa (1581), dedicada a su hija Augusta.Vid. Tanner, Roy L. Aproximaciones al estudio de las Tradiciones Peruanas. Op. cit., p. 188. Y: Rodríguez Chávez, Iván. Santa Rosa de Lima en Palma y Chocano. En: Otra ventana sobre Ricardo Palma. Universidad Ricardo Palma, Editorial Universitaria, p. 90, Lima, 2003. 1119 Lohmann Villena, Guillermo. Personajes y estampas de la Piura virreinal. Col. Algarrobo nº 23, Universidad de Piura, 1979. 1120 Belaúnde, Víctor Andrés. Peruanidad (selección). Pontificia Universidad Católica del Perú, Instituto Riva- Agüero, Lima 1968. 280 templo, en todos los pueblos de indios de alguna importancia, existía siempre un hospital cuyo mantenimiento quedaba garantizado por un hato de ganado o por un área de terreno”. Pues bien, no sólo a los hospitales de la Ciudad de los Reyes consagra Palma algunos párrafos. También de otros nos da cuenta. Es el caso del Hospital de Guamanga (o Huamanga, la actual Ayacucho), fundado por el Cabildo en 1555 (o en 1556 según Lastres1121). Este centro es “el mismo que administraron los juandedianos desde el año 1632 con el nombre de Hospital San Sebastián”1122. Relata que se le encomendó la administración a un hombrecillo de cinco pies escasos de talla, rechoncho, barrigudo, chato y con una cara siempre de pascuas1123. Como veremos más adelante, su caridad y presteza en la atención personal de los enfermos hizo que su nombre, Pedro Fernández Barchilón, quedase como sinónimo de enfermero de hospital. Este centro, nos cuenta Palma en la misma tradición, disfruta de la prerrogativa de tener cinco días fijos en el año para que los enfermos que logran la fortuna de morir en uno de ellos vayan derechitos al cielo, sin pasar por más aduanas, salvo que sean escribanos, para los cuales no hay privilegio posible. No hay tradición de que en el cielo haya entrado ninguno de ese gremio. Otro ejemplo, es el hospital de convalecientes de San Pedro-Mama, cerca de Lima, que estaba, al pie del cerro de la hacienda de Santa Ana. Y continúa: Las ruinas de este edificio están visibles para todo el que viaje por el ferrocarril de la Oroya1124. Este tren se llamaba así, precisamente, por ir desde el Callao hasta La Oroya, en la provincia de Yauli, departamento de Junín. Y justamente en su ruta, la del ferrocarril transandino, pasa por el pueblo llamado hoy “Ricardo Palma”, en el margen izquierdo del río Santa Eulalia, provincia de Huarochirí, departamento de Lima. La ruta y construcción de ese ferrocarril estuvo a cargo del polaco Ernesto Malinowski, los norteamericanos Meiggs y Martin van Brocklin y el peruano -de origen escocés e irlandés- Juan Crisóstomo Griene Downing. El hospital de San Diego, de los padres de San Juan de Dios, tiene también que ver con el tren, pues así empieza una tradición: Posible es que algunos de mis lectores hayan olvidado que el área en que hoy está situada la estación de ferrocarril de Lima al Callao constituyó en días no remotos la iglesia, convento y hospital de los padres juandedianos1125. También debía haber un hospital en Cochabamba, ya que un tal Radegundo, esposo de 1121 Lastres, Juan B. Historia de la Medicina Peruana. Vol II: La Medicina en el virreinato. Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Publicaciones del Cuarto Centenario, Imp. Santa María, Lima 1951. 1122 Ortega Lázaro O. H., Luis. Lo juandediano en las “Tradiciones Peruanas” del ilustre escritor Ricardo Palma. En: Para la Historia de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios en Hispanoamérica y Filipinas. Secretariado Permanente Interprovincial Hermanos de San Juan de Dios, Fundación Juan Ciudad, pp. 612-9, Madrid 1992. 1123 T. P. Barchilón (1555). Vid. Santillana Cantella, Tomás. Ayacucho en las Tradiciones Peruanas de Ricardo Palma. Fondo Editorial del Banco Central de la Reserva del Perú, pp. 67-68, Lima, 2002. 1124 T. P. Los malditos (1601), crónica de la época del noveno virrey del Perú. 1125 T. P. ¡A nadar, peces! (1805). Vid.: Reyes Tarazona, Roberto. La Lima contemporánea de Palma. Op. cit., p. 242. 281 Domitila, murió allí en 1842 agobiado por el remordimiento y la miseria1126 tras haber arrancado los ojos a su celosa mujer. Las salas del hospital de Santa Ana para indios 1127 , que tenía al Rey como patrón y era el más antiguo de los nosocomios limeños, fueron escenario de variados sucesos. Desde incendios, como el que en el siglo XVII devoró valiosísimos libros y documentos, hasta exorcismos tuvieron que contemplar sus sufridas paredes. La fundación del Hospital de Santa Ana para los Naturales se produce en enero de 1549. El Arzobispo, según el cronista Meléndez, “vendió todas las alhajas de su casa, dejando solo aquello muy necesario, para el servicio de su persona”. Cierta o no cierta esta afirmación el Hospital significó una obra importante para lo protección de los naturales dada las dramáticas condiciones que por esos años se vivían, el desamparo y abandono en que vivían y morían muchos indios. Para la conservación del buen régimen y orden que se debe guardar en el Hospital, el arzobispo expidió once “Ordenanzas” y cinco “Constituciones”, el 2 de enero de 1550. Mediante estas disposiciones señala que “el dicho hospital se fundó para curar y doctrinar a los Indios”, y no con una finalidad lucrativa. Sobre los forasteros dice: “los forasteros que fuesen curados en el Hospital, a su salida, se les proveyese del maíz y otras cosas que necesitaran para su vuelta a sus tierras”. Sobre el personal nos dice que: “Las personas que trabajan en el hospital “sean personas de buenas costumbres y aficionados al bien de los naturales”. 1128 A su capilla mandó el primer arzobispo de Lima, Fray Jerónimo de Loayza, que llevasen a una presunta endemoniada, Ursulita, para ver si Carrampempe era sujeto de habérselas con 1126 T. P. Un marido feroz (1835). 1127 Los atendía de ambos sexos. Contaba con 300 camas. Su administración estuvo a cargo de las hermandades de la misericordia y de la caridad. En 1841 fue destinado sólo a mujeres, disponiendo de un sala para atender parturientas. Estaba situado en la plaza de Santa Ana (luego llamada plaza Italia o Raimondi), junto a la iglesia del mismo nombre. 1128 Álvarez Perca, Guillermo O.P. Fray Jerónimo de Loayza primer arzobispo de Lima. En: Revista de Historia Eclesiástica, nº 12, p. 18, 2010. Patio del Hospital de Santa Ana, Lima Arzobispo Jerónimo de Loayza 282 él 1129 . Parece que recibió el hospital una limosna de dos mil pesos, sin que nadie, a excepción del ilustrísimo, supiera el nombre del caritativo. Una india, Catalina Apu-Alaya o Catalina Huanca (1543-1637), como era llamada, hija del cacique de Huancayo parece que asociada al arzobispo Loayza y al obispo de La Plata Fray Domingo de Santo Tomás, edificó el hospital de Santa Ana 1130 , según planos de Gaspar Baez. En una de las salas de este santo asilo contémplase el retrato de doña Catalina, obra de pincel churrigueresco. Para el sostenimiento del hospital dio además la cacica fincas y terrenos de que era en Lima poseedora 1131 . Otros personajes, como el vigésimo virrey don Baltasar de la Cueva, Conde de Castellar y de Villa-Alonso, Marqués de Malagón, Señor de las Villas de Viso, Paracuellos, Fuente el Fresno, Porcuna y Benarfases, Caballero de Santiago, Alguacil Mayor perpetuo de la ciudad de Toro, Alfaqueque de Castilla y segundo hijo del Duque de Alburquerque, creó fondos para el sostenimiento del hospital de Santa Ana 1132 . A principios de siglo XVII tenía “de renta treinta mil pesos ensayados” 1133 . El sostenimiento económico de los hospitales no se basaba solamente en limosnas o caridades. En su magnífíca obra sobre la Encomienda en el Perú, José de la Puente Brunke recuerda que al menos cinco hospitales gozaron de encomiendas: "...en Lima los de San Andrés, de la Caridad y de Santa Ana, en Trujillo el de San Sebastián, y en el Cuzco el de los Naturales" 1134 . Por ejemplo, cuenta De la Puente, "el hospital de españoles de San Andrés en Los Reyes recibió también por orden 1129 T. P. La endemoniada (1561). Apunta Palma que Santa Ana era de reciente fundación. Y así era. Según Lastres, que cita a Córdova y Urrutia: “Hacia el año de 1549 se dio comienzo a la edificación del hospital de Santa Ana, destinado a la ‘curación de los miserables indios que morían como bestias en los campos y en las calles’. Fray Jerónimo compró un solar en la Parroquia de Santa Ana y (aquí cita a Montesinos) “en nombre de esta gloriosa Santa, fundó un ospital donde se curasen los yndios... lo comenzó con cinco mil pesos de renta’. Tuvo que habilitar - sigue Latres - aposentos con ‘cañas y esteras’. Estaba contiguo a la iglesia parroquial de este título por la que tienen comunicación los cuatro capellanes de él, que se sirven de asistir a los enfermos en sus agonías, y en el uso de los Santos Sacramentos que se les ministran por la puerta y llave de la dicha Iglesia Parroquial, que para este efecto tiene el hospital”. Loayza, que vigilaba su construcción, le donó sus bienes y alhajas y fue allí enterrado antes de trasladar su cadáver a la catedral. El Rey aceptó el patronazgo. Sus ordenanzas se concluyeron el 2 de enero de 1550 e inició su unción con una renta anual de 16.000 pesos y atendiendo 300 enfermos diarios, indios de ambos sexos. Durante la Independencia fue Hospital Militar. Y en 1841 recibió los enfermos del ya derruido Hospital de la Caridad, del Colegio de Obstetrices, teniendo además una sala para mujeres dementes. 1130 Sobre el nacimiento de este hospital ver: Rabí Chara, Miguel. Del Hospital de Santa Ana (1549 a 1924) al Hospital Nacional "Arzobispo Loayza" (1925-1999). Lima, 1999. Sobre sus reglamentación: Constituciones, y ordenanzas del Hospital Real de Santa Ana de Lima. Reimpresas, por decreteo de 29 de Febrero de 1778 ... ; en la imprenta de los Huérfanos, 1778. Vid. también: Bossio, Sandro. Huancayo y su entorno geográfico en las Tradiciones Peruanas. En: Aula Palma III 2002-2003. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 379, Lima, 2003. 1131 T. P. Los tesoros de Catalina Huanca (1642). Sobre este personaje, vid: Castro Vásquez, Aquilino. Teresa Apolaya. La muy poderosa Sra. Catalina Huanca. Edición del Autor, Chupaca, 2005. 1132 T. P. Racimo de horca (1676), crónica de la época del vigésimo virrey del Perú. Vid. Damas Espinoza, Gino. Palla-Huarcuna y los tesoros de Catalina Huanca, dos tradiciones de temática legendaria que aún perviven en la literatura oral. Op. cit., p. 208, Lima, 2004. 1133 Descripción del Virreinato del Perú (Crónica inédita de comienzos del siglo XVII). Edición. prólogo y notas de Boleslao Lewin. Universidad Nacional del Litoral, Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias de la Educación, pág. 57, Rosario 1958. Posteriormente se ha sabido que su autor fue Pedro de León Portocarrero, judío portugués nacido en Vinhais, en la actual provincia de Traz os Montes (Lohmann Villena, Guillermo. Una incógnita despejada: la identidad del judío portugués autor de la “Discriçion general del Piru”. Revista de Indias 1970(en-dic);119-122:315-87. 1134 Puente Brunke, José de la. Encomienda y encomenderos en el Perú: estudio social y político de una institución colonial. Publicaciones de la Excma. Diputación Provincial de Sevilla, p. 37, Sevilla, 1992. 283 del virrey Toledo una situación anual de 2.000 pesos ensayados de renta sobre indios vacos" 1135 . Esta renta fue prorrogada durante buena parte del siglo XVII. Pero además el hospital fue titular de la encomienda de Hatun Jauja, la cual según retasa de 1617 estaba compuesta por 733 indios tributarios, de quienes el hospital de San Andrés recibía anualmente -libres de costas- 1.256 pesos ensayados 1136 . Gálvez 1137 encontró en un protocolo del hospital de Santa Ana papeles que dan idea pintoresca “ de la vida del siglo XVI en la Ciudad de los Reyes y revelan formas de cultura, aspectos de la medicina y modalidades típicas de los usos y costumbres”. El virrey Marqués de Castelfuerte hizo entrega a los betlemitas del Hospital de Santa Ana. Señala Vargas que “en carta al Rey de 4 de junio de 1732 le da las razones que había tenido para obrar así y en ella encontramos datos de interés para un más cabal conocimiento de la asistencia hospitalaria de aquellos tiempos” 1138 . En la segunda mitad del siglo XVII el indio Juan Cordero y, algo después, el sacerdote español don Antonio de Avila, fundaron el Hospital de Nuestra Señora del Carmen para los indios convalecientes que salían del de Santa Ana 1139 . El patio del hospital de españoles de San Andrés sirvió de camposanto para inhumar las momias de varios monarcas incas llevados al Cuzco tras desaguar la célebre laguna de Urcos - sita a 3170 m. de altitud, junto a Urcos, capital hoy de un ditrito de la provincia de Quspicanchi, departamento de Cuzco - con el propósito de extraer de ella la cadena de oro del Inca 1140 . Córdova y Urrutia señala como fecha de este enterramiento el año de 1556. Sobre este curioso enterramiento hay un interesante trabajo 1141 1135 Estos tributos vacos eran rentas de los repartimientos de indios que dejaban de pertenecer a un determinado particular por fallecimiento sin derecho al goce de la siguiente vida por sus herederos, o por cualquier otra causa. Era un modo que tenía la Corona para otorgar rentas en favor de diversas personas o instituciones. En este caso, los hospitales. 1136 Puente Brunke, José de la. Encomienda y encomenderos en el Perú: estudio social y político de una institución colonial. Op. cit., p. 120. 1137 Gálvez, José. Estampas limeñas: una estampa del siglo XVI. Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Departamento de Publicaciones, Lima 1966. 1138Vargas Ugarte S. J., Rubén. Historia General del Perú. Tomo IV, pág. 181, Editor Carlos Milla Batres, Lima 1971. 1139 Ortega García, J.L.; Neira Reina, F. El Hospital de Nuestra Señora del Carmen de Lima. Actas del VIII Congreso Nacional de Historia de la Medicina, vol. III, pp. 1597-1602, Murcia 1988. 1140 T. P. Un propósito cumplido (1561-1564), crónica de los virreyes Marqués de Cañete y Conde de Nieva. 1141 Bauer, Brian S; Coello Rodríguez, Antonio. The Hospital of San Andrés (Lima, Perú) and the Search for the Royal Mummies of the Incas. En: Fieldiana, Antropology, New Series, nº 39, Field Museum of Natural History, Chicago, Illinois, 2007. Ver también sobre este hospital: Iza, Agustín; Salaverry, Oswaldo. El Hospital Real de San Andrés. En: Anales de la Facultad de Medicina, vol. 61, núm. 3, 2000, pp. 247-252, Universidad Nacional Patio principal del Hospital de San Andrés y su iglesia 284 publicado en 2007 por el Field Museum of Natural History, donde indica que en 1560 cinco de los bultos de los monarcas incaicos fueron guardados en el Hospital de San Andrés, como ya había apuntado Palma. El hospital de San Andrés, cuyo origen estuvo en el de los Reyes -fundado por don Francisco de Molina hacia 1545 1142 -, fue erigido por el virrey Marqués de Cañete, don Andrés Hurtado de Mendoza, y puede considerarse, con el de Santa Ana al que colindaba, el más antiguo de Lima. Él mismo escogió el terreno y encargó llevase el nombre de su patrón. Y así, en 1563 se levantó el magnífico edificio, comparable entre los de arquitectura civil de la época sólo al Palacio Virreinal, erigido en 1593. En este hospital se instaló el primer local de lo que sería luego la Facultad de Medicina de San Marcos. El padre Lizárraga dice en su libro que se “cura solamente españoles y negros de todas enfermedades con mucho cuidado y regalo”. Entendamos por “curar”, claro está, “cuidar”, que todavía no se ha creado hospital que cure todas las enfermedades, con o sin regalo. Ayudó al Marqués de Cañete en la fundación, el Licenciado Francisco de Molina que ya se había anticipado “recogiendo en su casa españoles enfermos” 1143 . Falleció en la fundación de Cañete un rico propietario de minas arruinado por el juego, don Manuel Fuentes Ijurra que, dice Palma, murió en una covacha del hospital de San Andrés 1144 . Y es que la condición para ingresar en el centro era la pobreza, como recuerda Pilar Pérez 1145 . Según Unanue, en 1793 contaba con nueve salas, 256 camas y una renta de 27.730 pesos. Al iniciarse la República los enfermos fueron trasladados a San Bartolomé 1146 , seguramente por incomodidades del local. En 1835 se reparó, gastándose 7.936 pesos 7 rls., volviendo a prestar servicios asistenciales; para entonces ya se podían internar enfermos de cualquier raza. Disponía de salas especiales para dementes, conocidas como "loquerías de San Andrés" 1147 . En 1859, don José Casimiro Ulloa, pionero de la psiquiatría peruana, logró que estos recintos fueran clausurados. En 1875 los enfermos fueron trasladados al moderno hospital "2 de mayo", inaugurado ese año. Igualmente en tiempos del virrey Marqués de Cañete fue fundada, en honor a su mujer, doña Teresa de Castro, la villa llamada Castrovirreina. Naturalmente, de lo primero que en ella hubo Mayor de San Marcos, Lima. En la página 248 se explica: “se dice que en 1556 fueron enterradas las momias de algunos emperadores Incas”. Sobre su actual estado y el proyecto de rehabilitar lo que queda del edificio ver: Salazar Vega, Elizabeth. Histórico Hospital San Andrés fue dañado y alquilado para comercio. En: El Comercio, sábado 13 de marzo de 2010, p. a12. 1142 Ortega García, J.L.; Neira Reina, F. El Hospital de San Andrés de Lima durante la segunda mitad del siglo XVI. Actas del VIII Congreso Nacional de Historia de la Medicina, vol. III, pp. 1587-96, Murcia 1988. 1143 Pereyra, Carlos. Historia de la América Española. Tomo VII: Perú y Bolivia. Ed. Saturnino Calleja, Madrid 1925. 1144 T. P. ¡Ijurra! ¡No hay que apurar la burra! (1790). 1145 Pérez Cantó, María Pilar. Lima en el siglo XVIII. Estudio socioeconómico. Ediciones de la Universidad Autónoma de Madrid. Cantoblanco. ICI, 1ª ed., pp. 25-37, Madrid, 1985. 1146 En el Hospital de San Bartolomé, fundado a mediados del s. XVII, se atendían los oficiales, clases y soldados del ejército. Poseía una sala especial para los reos y otra para enfermos mentales. 1147 Arias Schreiber Pezet, Jorge; Zanutelli Rosas, Manuel. Médicos y farmacéuticos en la Guerra del Pacífico. En: Colección Documental de la Historia del Perú (1879-1884). Comisión Nacional del Centenario de la Guerra del Pacífico. Ed. DESA, p. 19, Breña, 1984. 285 fue un hospital 1148 , amén de un convento de franciscanos, iglesias y capillas. De época del gobierno del virrey don Diego López de Zúñiga y Velasco, Conde de Nieva y Señor de las villas de Arnedo, Cerezos y Arenazas, dice Palma que no se encuentra en los cronistas dato alguno que interese... salvo el de la creación de un hospital de leprosos, que emprendió un buen hombre, conocido por Antón Sánchez, en desagravio por haberse burlado en España de su padre llamándole lazarino 1149 , lo que no era leve ofensa puesto que los leprosos, a pesar de no ser tan contagiosos como se dice, eran objeto del rechazo y marginación popular. En efecto, era Antón un modesto espadero que compró huertas y solares al otro lado del río Rímac y comenzó a levantar, con la autorización y beneplácito del Conde de Nieva y del Arzobispo Loayza, la iglesia y el hospital de leprosos que denominó de San Lázaro. Se fundó en 1563 y fue el primero de América en su género. Le sucedió el P. Cristóbal Bote, quien cuidaba a los leprosos cuyas asquerosas llagas curaba con sus propias manos. Poco duraría en pie el hospital. El terremoto del 9 de julio de 1586 le causó gran daño -al igual que a la iglesia-, siendo reconstruido en 1606 a expensas de cuatro piadosos vecinos del barrio de San Lázaro -don Alvaro Alonso Moreno, el Capitán don Antonio Román de Herrera Maldonado, el Alférez don Sebastián Carreño y don Pedro Vélez Roldán 1150 - que organizaron una Hermandad de Veinticuatro, confirmada por el virrey Marqués de Montesclaros en 1608. Reedificaron la iglesia y las enfermerías: una para hombres, otra para mujeres y otra para negros. Sobre la palabra lazarino, el profesor Neyra 1151 , profesor emérito de la Universidad Nacional de San Marcos y académico emérito de la Academia Nacional de Medicina del Perú, ha dedicado uno de sus artículos a explicar su origen y el error que supone llamar lazarinos a los leprosos. Una de las parábolas de la Biblia, trata del rico Epulón que celebraba en su casa grandes banquetes. Los restos de esas comidas eran arrojados a la calle donde se encontraba un mendigo llamado Lázaro, que era leproso como lo demuestra la castañuela que portaba y cuyo uso era obligatorio para esos enfermos, pues el sonido de ellas hacía alejar a los vecinos para no entrar en 1148 T. P. La desolación de Castrovirreina (1661-1666), crónica de la época del décimooctavo virrey del Perú. 1149 T. P. Un propósito cumplido (1561-1564), crónica de los virreyes marqués de Cañete y Conde de Nieva. 1150 Ortega García, J.L.; Neira Reina, F. El Hospital de San Lázaro de Lima durante el siglo XVII. Actas del VIII Congreso Nacional de Historia de la Medicina, vol. III, pp. 1581-6, Murcia 1988. 1151 Neyra Ramírez, José. El Hospital de San Lázaro de Lima. En: Folia Dermatológica Peruana, vol. 7, nº 3, pp. 149-150, Lima septiembre/diciembre 2006. Lázaro y el hombre rico. Dibujo de Swart. (Gabinete de Grabados, Amsterdam) 286 contacto ni de lejos con esas personas “impuras” o “inmundas” como se les designaba. El enfermo y mendigo Lázaro se alimentaba de las migajas que lanzaba a la calle el rico Epulón, como vemos en la litografía de Durero que reproducimos. Por otra parte, por esa época murió un personaje llamado Lázaro, que no era leproso, hermano de Marta y María Magdalena, dos hermanas seguidoras de Jesucristo. La parábola refiere que Marta habría pedido a Jesucristo que resucitara a su hermano. El Señor accedió y realizó el milagro de la resurrección de Lázaro con gran alegría de las hermanas y de la población asistente. Posteriormente la iglesia le dio la categoría de santo. Y aquí nace la confusión histórica: el mendigo era leproso, San Lázaro no, pero comenzó a designarse a los enfermos como portadores del “Mal de San Lázaro”. A partir de error se ha llamado “lazarinos” a los enfermos de lepra, es decir del Mal de San Lázaro, y cuando en la Edad Media se comenzaron a construir nosocomios para aislar de por vida a los lazarinos se les dio el nombre de “lazaretos”. Las subvenciones y sostenimiento de los hospitales procedían de los lugares más diversos y pintorescos. Y si no díganme si no es curioso que el empresario del coliseo de peleas de gallos de Lima, que se concluyó en 1762 en un lugar próximo a la muralla por el lado del Convento de Santa Catalina, se comprometiera a dar anualmente quinientos pesos al hospital de San Andrés 1152 . Don Juan Bautista Garriel, que tal era su nombre, regalaba asímismo otros quinientos para el aseo y ornato de Lima 1153 . En la misma línea, un gallero, que por lo ridículo y grotesco de su estampa era apodado Chauchilla, dejó a su muerte un legado de cien mil duros en favor de los pobres y de los hospitales de Lima 1154 . Y no menos llamativo es el caso de Mariquita Castellanos, moza que tenía prendido en sus enaguas al empingorotado conde de * y que obsequió un perro con un collarín de oro y brillantes como garbanzos, ...a uno de los hospitales de la ciudad, que por falta de rentas estaba poco menos que al cerrarse 1155 . Algunas personas adineradas dejaban en su testamento partidas importantes para la fundación. Con una de estas caritativas almas se mete Palma. Era el judaico usurero Juan de Robres, que en el trance de morir y para descargar la conciencia de picardías hiciera un santo hospital como antes hizo los pobres 1156 1152T. P. Gallísticas (1762). Apuntes sobre la lidia de gallos. 1153 Vargas Ugarte S. J., Rubén. Historia General del Perú. Tomo IV, pp. 306-7, 2ª ed., Editor Carlos Milla Batres, Lima 1971. 1154T. P. Un camarón (1802). 1155 T. P. ¡Pues bonita soy yo, la Castellanos! (1768), dedicada a Simón y Juan Vicente Camacho. Vid. Holguín Callo, Oswaldo. Palma y la Perricholi. En: Aula Palma XII-2013. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 173, Lima, 2013. 1156 T. P. Un fraile suicida (1780), dedicada al doctor don José Viterbo Arias (1839-1904). Este jurista inició estudios de medicina en la Universidad Mayor de San Marcos en 1858, pero luego orientó su vocación hacia el derecho y la política. Abogado por la Universidad de Huamanga y miembro del Partido Civil, fue Senador por Ancash y Huancavelica, Secretario de la Cámara, Ministro de Hacienda y de Justicia e Instrucción. 287 Es el caso también de un llamado don Cristóbal Cugate que dejó escrita una cláusula que establecía que dejaba su herencia a su mujer, con la condición de que había de contraer segundas nupcias antes de cumplirse los seis meses de su muerte, y de no verificarlo así, era su voluntad que pasase la herencia a un hospital 1157 . Naturalmente las máximas autoridades del virreinato, es decir, los virreyes que fueron del Perú, también prodigaron sus dádivas con mayor o menor esplendidez, según los casos. Así, durante el gobierno del virrey don Gabriel Miguel de Avilés y del Fierro, Marqués de Avilés, Teniente General de los Reales Ejércitos, ex-virrey del Río de la Plata, se estableció en Lima el hospital del Refugio para mujeres 1158 , a sus expensas y las de su esposa, la limeña doña Mercedes del Risco y Ciudad. De hecho esta dama fue apodada la “santa virreina” gracias a las muchas obras de caridad que realizaba. Más simbólica era la aportación del excelentísimo señor virrey don Manuel de Guirior, Marqués de Guirior, Caballero de la Orden de San Juan de Jerusalén, Teniente General de la Real Armada, ex-virrey del Nuevo Reino de Granada, que fue el único entre los virreyes - del Perú - que cedió a los hospitales los diez pesos que para sorbetes y pastas, estaban asignados por real cédula a su excelencia siempre que honraba con su presencia una función de teatro 1159 . En algo se tenía que notar que Guirior era caballero de la Orden de Malta, fundada en Jerusalén y dedicada desde sus orígenes a una generosa labor hospitalaria que aún hoy continúa en muchos países del mundo. El gran virrey que fue el catalán don Manuel de Amat y Junyent, hizo fundar un hospital para marineros en Bellavista 1160 . Ya había existido el del Espíritu Santo, “hospital de los marineros, donde los recogen y curan cuando están enfermos” 1161 . En 1746 se destruyó el de Bellavista como consecuencia del 1157 T. P. ¡A la cárcel todo cristo! (1796), crónica de la época del virrey inglés. 1158 T. P. Nadie se muere hasta que Dios quiere (1801-1806), crónica de la época del trigésimo séptimo virrey del Perú. 1159 T. P. El resucitado (1776), crónica de la época del trigésimo segundo virrey del Perú. Vid. Coloma Porcari, César. La culinaria peruana en las Tradiciones de Ricardo Palma. Op. cit., pp. 202 y 210. Por cierto, el protagonista de esta tradición recibe la mala noticia de que su enfermedad es mortal. El pobre hombre decide entonces encargar a un funcionario del hospital que lo entierre con una buena mortaja y le dedique algunas misas. (Vid. Huarag Álvarez, Eduardo. La independencia y el movimiento nativista en las Tradiciones Peruanas de Ricardo Palma. En: Aula Palma IX-2010, Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 152, Lima, 2010.) 1160 T. P. Rudamente, pulidamente, mañosamente (1768), crónica de la época del virrey Amat. Vid.: Reyes Tarazona, Roberto. La Lima contemporánea de Palma. Op. cit., p. 241. 1161 Descripción del Virreinato del Perú (Crónica inédita de comienzos del siglos XVII). Edición, prólogo y notas de Boleslao Lewin. Universidad Nacional del Litoral, Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias de la Educación, p. 61, Rosario 1958. Manuel de Guirior, marqués de Guirior, virrey del Perú 288 terremoto, que asoló Lima y alrededores, el Hospital del Callao, que estaba a cargo de los Religiosos de San Juan de Dios, y que servía para auxiliar a la gente de mar y tropa. Por ello, Amat, aprovechando la expulsión de los jesuitas (de 1767), puso el Colegio que estos poseían, al cuidado de los Bethlemitas proveido en Junta de aplicaciones de 7 de julio de 1770, dándoseles además la Hacienda Bocanegra para que se construyera un hospital “...donde se curasen los vecinos de aquel contorno sin excepción de hombres y mujeres (sic), calidades y clases, como no menos los soldados que residen en el Presidio del Rl. Felipe, y la Tropa y Tripulación de los navíos del Rey...” Valdizán cuenta que Amat “concedió a los religiosos del Orden de San Juan de Dios la autorización necesaria para que les fuese permitido realizar estudios de Medicina y de Farmacia. Entendido que la autorización fué puramente en lo civil, pues en lo eclesiástico, esta autorización había ya venido de Roma” 1162 . La idea no fue de Amat. Como ha explicado muy bien recientemente Fernández Alonso 1163 , en epoca de anterior virrey, el Conde de Superunda, “aparte de una iglesia, continuadora de la parroquia que había en el Callao, para cuya construcción se valieron de los auxilios resultantes de las corridas de toros, no se permitió el levantamiento de otros locales en la ciudadela de Bellavista que no fueran militares, salvo, por instancia del virrey aprobada por real cédula de 17 de marzo de 1756, un colegio de jesuitas y un hospital de betlemitas”. Se procedió pues a la construcción del establecimiento sanitario, provisto de salas con la separación correspondiente que evitase los inconvenientes de la confusión y mezcla de ambos sexos. Los Bethlemitas no quisieron hacerse cargo de su construcción. Amat ordenó al director de Temporalidades lo construyera con las formalidades respectivas. Se concluyó en 1775, con capacidad para 200 enfermos. El virrey consiguió algunas rentas para su funcionamiento e hizo construir a su lado una escuela pública para que la juventud aprendiese a leer y escribir. En tiempos de este virrey -lo cuenta él mismo en su Memoria de Gobierno- había “siete Ospitales (sic) que corren á cargo de Mayordomos, Diputados y Hermandades seculares, uno que administran los Religiosos de San Juan de Dios, y los de la Religión Bethlemíica... ay (sic) otro Ospital nombrado de San Pedro, donde se curan los pobres sacedotes á cargo de los P.P. de la Congregación y Oratorio de San Felipe Neri” 1164 . En 1778 ya funcionaban en Lima doce hospitales. El Hospital de los Bethlemitas sirvió de asilo al poeta español y calavera, don Esteban de Terralla y Landa, amigo -y consejero aúlico- del virrey don Teodoro de Croix, Caballero de 1162 Valdizán, Hermilio. Diccionario de Medicina Peruana. Tomo I, Talleres gráficos del asilo “Victor Larco Herrera”, Imp. César Torres Benavides, Lima 1923. 1163Fernández Alonso, Serena. Condiciones de la sanidad pública en la época virreinal: notas sobre el hospital de Bellavista de Lima en el siglo XVIII. Asclepio 1992:XLIV(1):135-63. 1164 Amat y Junient, Manuel de. Memoria de Gobierno. Edición y Estudio Preliminar de Vicente Rodríguez Casado y Florentino Pérez Embid. Publicaciones de la Escuela de Estudios Hispano-Americanos de Sevilla, pp. 41-4, Sevilla 1947. 289 Croix 1165. Terralla había vivido primero en México y, desde 1783, en el Perú. Murió pobre en ese hospital. Le había dado fama su libelo Lima por dentro y por fuera, que con el pseudónimo de Simón Ayanque había escrito hacia 1792. En opinión de Ricardo Palma, su mejor composición es el testamento que escribió días antes de su muerte. En sus obras enjuicia la corte de los virreyes como una sociedad parásita que vive de las apariencias y carece de una sólida base mercantil, y sus críticas más duras van dirigidas contra los limeños adinerados que se niegan a financiar la minería y a fomentar así el desarrollo del país1166. En realidad, coincido con Lohmann1167 en lo soez y zafio de las observaciones de Terralla, que con amarga acritud hace sobre el teatro limeño y sobre otros temas. En su tradición sobre los llamados “Barbones”1168, es decir, los frailes bethlemitas, don Ricardo da muchas noticias de la labor de esta hospitalaria comunidad que en vida del escritor ya había desaparecido. Los bethlemitas fueron convocados por el obispo de Huamanga don Cristóbal de Castilla y Zamora, para fundar un centro hospitalario en Huanta1169. El último belethmita, dice Palma, murió en Lima hace quince años, desempeñando el cargo de prefecto en el hospital del Refugio. En este centro, fundado en 1702 para enfermos incurables, Ortega1170 aclara que ejercían la misma labor que los juandedianos. Según sus primitivos estatutos, poco evangélicos en mi concepto, debían medicinar en sus hospitales únicamente a cristianos. Para con los enfermos de religión distinta no les era obligatoria la caridad. Pero el Papa Inocencio IX, por bula de 26 de marzo de 1667, reformó los estatutos ordenándoles no excluir de sus cuidados a los infieles y privándolos de funciones sacerdotales, por no ser los ejercicios manuales y humildes decorosos para los ministros del altar. También dispuso el Padre Santo que a los hermanos aspirantes se les enseñase algo de botánica y medicina. Hacia 1652 el tinerfeño don Pedro de Bethancourt, que había pasado a Indias en 1651 con 24 años, vistió el hábito de la Orden Tercera y dio principio a la fundación de un hospital de convalecientes, al que bautizó con el nombre de Bethlem1171. Poco a poco fueron agregándose devotos, y a su muerte, acaecida en Guatemala el 25 de abril de 1667, eran ya más de treinta los hospitalarios. Palma es exacto en la fecha de fallecimiento de este santo. En efecto San Pedro de San 1165 T. P. El poeta de las adivinanzas (1787). Lectura hecha en el club literario en la noche del 13 de mayo de 1874 (“Quis nesciat Trojae” ¿quién no ha oido hablar de Terralla?). 1166 Higgins, James. Orígenes coloniales de la poesía peruana. Revista de Indias 1988, vol XLVIII, núms. 182- 183: pp. 593-611. 1167 Lohmann Villena, Guillermo. El arte dramático en Lima durante el Virreinato. Publicaciones de la Escuela de Estudios Hispano-americanos de la Universidad de Sevilla, pág. 508, Madrid, 1945. 1168 T. P. Los barbones (1671). Dedicada a Juan Muelle. 1169 Santillana Cantella, Tomás. Ayacucho en las Tradiciones Peruanas de Ricardo Palma. Fondo Editorial del Banco Central de la Reserva del Perú, p. 79, Lima, 2002 1170 Ortega Lázaro O.H., Luis. Lo juandediano en las “Tradiciones Peruanas” del ilustre escritor Ricardo Palma. En: Para la Historia de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios en Hispanoamérica y Filipinas. Op. cit., p. 616. 1171 Vid. Vásconez, José Miguel. El Ecuador en las Tradiciones de Ricardo Palma. Op. cit., p. 318. 290 José Bentancur, como es ahora conocido, fue el fundador de la Orden de los Bethlemitas. El Papa Clemente XIV lo declaró Venerable el 25 de julio de 1771. Fue beatificado en San Pedro del Vaticano el 22 de junio de 1980 y canonizado en Ciudad de Guatemala el 30 de julio de 2002. Había nacido en Vilaflor, Tenerife, el 21 de marzo de 1626 y falleció, concretamente, en la ciudad de Santiago de los Caballeros, actualmente denominada Antigua Guatemala, en Guatemala. Sus restos se encuentran en la Iglesia de San Francisco en la Antigua Guatemala. El año de la muerte de Pedro de Bethancourt, Rodrigo Arias de Maldonado, Marqués de Talamanca y ex- Capitán General de Costa Rica, vistió el hábito como fray Rodrigo de la Cruz, en esta la única Orden americana fundada en el Nuevo Mundo, y redactó la Constitución o Estatutos de los belethmitas, que Clemente X sancionó por bula de 2 de mayo de 1672, si bien ya la reina gobernadora, doña Mariana de Austria, por cédula de 26 de junio de 1667, había autorizado la erección de hospitales belethmíticos en el Perú y México. En 1671 vino a Lima fray Rodrigo de la Cruz, y patrocinado por el virrey conde de Lemos procedió a la fundación del hospital, fundación aprobada después por Roma en bula de 3 de noviembre de 1674. Con motivo de la fundación del primer hospital, que se llamó del Carmen, y que fue destinado a la convalecencia de los enfermos de Santa Ana, un señor, don Juan Solano de Herrera, le asignó renta de dos mil pesos al año sobre un capital de cuarenta mil, impuesto en las Cajas Reales; pero fray Rodrigo se empeñó en que el donante emplease mejor esa suma en la fundación de un monasterio en Guatemala. Solano de Herrera le contestó que caudal tenía para ambas fundaciones; pero pocos días antes de morir pretendió que lo gastado ya por él en Guatemala se reintegrase en beneficio del hospital de Lima. El hijo de Solano de Herrera, que era un clérigo, quiso obligar a su padre a que desistiese de tal determinación, pero no cediendo éste, convinieron en someter el asunto a la decisión de la suerte. Al efecto - dice un cronista - escribieron tres cédulas con los nombres Santa Rosa, Carmen y Jerusalén, y llamaron a un niño para que de un ánfora extrajese una de ellas, saliendo la papeleta Carmen el las tres veces que se hizo el sorteo. De esta manera casi prodigiosa se acrecentó la renta del hospital. Después de las de Lima y Cuzco, fray Rodrigo hizo una fundación en Chachapoyas, la cual se suprimió en 1721. Casi a la vez que ésta realizó las de Cajamarca, Piura, Trujillo y Huanta, a donde fueron llamados los belethmitas por el obispo de Huamanga don Cristóbal de Castilla y Zamora, hijo natural del rey. San Pedro de San José Betancur (o Bethancourt) 291 Finaliza Palma relatando que después de hacer fundaciones en Potosí, Huaraz y Quito, pasó a México, en cuya ciudad murió, por consecuencia de un ataque de gota, el 23 de septiembre de 1716. Fray Rodrigo nació en Marbella y fue bautizado en esa ciudad el 6 de enero de 1638. Era hijo de Andrés Arias Maldonado y Velasco y de Melchora de Góngora y Córdoba y Ávila, fallecida en 1681. Se trasladó a América con su padre que en 1659 asumió el cargo de Gobernador de Costa Rica y murió en su ejercicio en 1661. Un año después de la muerte de su padre, Rodrigo fue nombrado Gobernador interino de Costa Rica por la Real Audiencia de Guatemala. Asumió el cargo el 27 de febrero de 1662 y efectuó varias actividades para someter al dominio español la región de Talamanca, al sudeste de la Tierra Adentro, tarea en la cual avanzó notablemente gracias al trato cordial humanitario que dio a los indígenas. Sin embargo, una noche fue abandonado por sus tropas españolas, y fueron los indígenas talamanqueños quienes lo condujeron sano y salvo hasta el primer pueblo de Tierra Adentro. El 11 de agosto de 1664 entregó el mando a Juan de Obregón y Ovando, nombrado por la Audiencia como Gobernador interino desde el 26 de mayo, y se trasladó a Santiago de Guatemala. Allí conoció a San Pedro de San José Betancur, cuyo ejemplo lo decidió a ingresar a la vida religiosa. Poco después de iniciar su vida religiosa como novicio en Guatemala, recibió la noticia de que la Corona le había concedido el Marquesado de Talamanca, pero decidió declinar esa dignidad, que quedó extinta, posiblemente por no haberse pagado el derecho de lanzas o impuesto sobre la creación de títulos nobiliarios, es decir, que no se llegó a emitir el Real Despacho. Los buenos bethlemitas hubieron de sufrir todo tipo de peripecias en el tiempo en que prodigaron sus bondades en América. Algunas tan tristes como cuando a los indios del Cuzco les hizo creer algún bellaco que los belethmitas degollaban a los enfermos para sacarles las enjundias y hacer manteca para las boticas de Su Majestad (sic). Así, cuando encontraban en la calle a un belethmita, le gritaban: ¡Naca! ¡Naca! (degolladores o verdugos), lo colmaban de injurias, le tiraban piedras, y aún sucedió que, por equivocación, mataron a un religioso de otra Orden. Pero, para que quede claro el aprecio que Palma les tenía, escribe: ...los belethmitas del Perú distaron mucho de parecerse a sus hermanos de los otros países de América, en cuanto a poca pureza de costumbres, y que por su caridad para con los pobres enfermos se hicieron siempre merecedores de cariñoso elogio social y de bendiciones de los agradecidos convalecientes. En sus mejores tiempos, los belethmitas peruanos asistían en el hospital del Refugio o de Incurables hasta a cincuenta infelices, al cargo de ocho religiosos, y en la casa grande de Barbones hubo ocasión en que cuarenta hermanos asistieron a ciento sesenta enfermos. Y en el Cuzco donde la enfermería tuvo capacidad para admitir hasta ciento veinte tarimas, llegaron a veintiocho los conventuales. El hospital de Incurables que cita Palma era también conocido como Asilo de Mendigos. Fue construído en 1669 en el mismo lugar que ocupa en la actualidad, cerca del Cementerio General 292 Presbítero Maestro. Desde 1858 fue administrado por las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl. Desde 1933 se le ha llamado hospital Santo Toribio de Mogrovejo, en homenaje al segundo arzobispo de Lima1172. No debía ser muy agradable servir en un hospital limeño a finales del siglo XVIII, realizando lo que ahora harían los celadores o sanitarios. Esto lo deducimos no sólo por las condenas de la Inquisición a ejercer ese oficio, como veremos más adelante. Baste recordar, por ejemplo, la condena que en época de Amat, recibiera por robo una tal María Olivitos, a vivir por siempre en el Hospital para negros de San Bartolomé 1173 . En un bando o reglamento de duelos que el virrey don Teodoro de Croix mandó promulgar en Lima con fecha 31 de agosto de 1786 prohibiendo el empleo de plañideras, se lee: El uso de lloronas o plañideras tan opuesto a las máximas de nuestra religión como contrario a las leyes, queda perpetuamente proscrito y abolido, imponiéndose a las contraventoras la pena de un mes de servicio en un hospital, casa de misericordia o panadería 1174 . Y en el mismo sentido, hacia 1824 el brigadier español don Mateo Ramírez 1175 condenó al servicio de los hospitales a varias muchachas del genio alegre por el crimen de haber cantado esta copla, muy popular a la sazón: A don Simón Bolívar por Dios le pido: que por sus oficiales me dé marido 1176 Como es sabido, los hospitales solían ser para personas con pocos recursos económicos. 1172 Arias Schreiber Pezet, Jorge; Zanutelli Rosas, Manuel. Op. cit., p. 19. 1173 Galvez, José. Rondas y ladrones, estampa del siglo XVIII. En: Estampas limeñas. Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Departamento de Publicaciones, Lima 1966. 1174 T. P. La llorona del viernes santo (1807). Cuadro tradicional de costumbres antiguas. 1175 Mateo Ramírez llegó al Perú en agosto de 1816. Como capitán de la compañía de preferencia del Batallón Expedicionario Gerona que mandaba el coronel Alejandro González Villalobos, pasó a servir en el Ejército del Alto Perú. En 1817 fue ascendido a teniente coronel y se le encargó el mando de la provincia de Tarija donde hubo de hacer frente primero a las guerrillas altoperuanas al mando del caudillo Uriondo a quien logró derrotar y luego a la división del comandante Gregorio Araoz de Lamadrid que puso sitio a Tarija y obtuvo la rendición de la plaza en mayo de ese año. Fue enviado prisionero junto a su subordinado el capitán Andrés de Santa Cruz al depósito de las Bruscas, de donde ambos lograron fugar y reintegrarse al Ejército Real. Fue uno de los jefes firmantes de la intimación de Aznapuquio, que depuso al virrey Pezuela. Bajo el mando del general Canterac combatió en la batalla de Ica por la cual fue ascendido a coronel. Fue luego trasladado a la guarnición del Callao donde mandó el batallón de Arequipa con el que el general José Ramón Rodil formó una columna volante para hostilizar a los sitiadores, con la llegada desde la península de los navios Asia y Aquiles, se embarcó con 200 hombres de su batallón como parte de la guarnición de dichos buques participando en los combates y tiroteos que se sostuvieron con la flota independentista, marchando luego las naves españolas al sur para reconocer los puertos intermedios donde la tripulación tuvo conocimiento del desastre de Ayacucho por lo que tras desembarcar a los soldados del batallón de Arequipa el navio Asia al mando del capitán Gruzeta se dirigió a Manila. Compartiendo el mismo equipaje del brigadier Ramirez iba su antiguo camarada de armas el también brigadier Andrés García Camba quien capitulado en Ayacucho habíase embarcado a bordo del Asia. Durante la travesía la marineria se amotinó pese a los esfuerzos desplegados por los brigadieres Ramirez y Camba, siendo estos desembarcados junto al capitan Gruzeta en las islas Marianas donde fueron socorridos por las autoridades españolas. La nave insurrecta continuó su travesía y se entrego al gobierno mexicano. 1176 T. P. El primer cónsul inglés (1824), dedicada a don Modesto Basadre. 293 Prueba de que el de Santa Ana, de Lima, era para pobres de solemnidad, es este párrafo en que Palma relata el origen del refrán “No tener ni cara en que persignarse”: Hallábase en covacha del hospital de Santa Ana una enferma, llegada a tal punto de consunción y flacura, que cuando se pasaba la mano por el enjuto rostro decía suspirando: - ¡Ay, ya esta cara no es la mía! Antes de ir a parar en el santo asilo había sido poseedora de algunos realejos, que se evaporaron en médicos y menjunjes de botica 1177 . Los centros hospitalarios no son siempre lugar de llantos y sufrimientos. También, además de lograr recuperar la salud del cuerpo enfermo, han sido escenario de reconciliaciones, que es un modo de recuperar la salud del alma. Fue lo que les ocurrió a los hermanos Castilla. Don Ramón, que corriendo los tiempos llegaría a Mariscal y Presidente de la República, era ocho o nueve años menor que su hermano don Leandro quien a la muerte del padre de ambos ejerció para con aquel funciones casi paternales. Era don Leandro capitán del ejército español, y cuando la campaña contra los patriotas de Chile llevó a su hermano en condición de cadete, obteniéndole a poco el ascenso a subteniente. Al proclamarse en 1821 la independencia del Perú, don Ramón, que investía ya la clase de teniente, se separó de los realistas, incorporándose como capitán en el ejército patriota. En la batalla de Ayacucho, herido don Ramón en un brazo, fue conducido en camilla al hospital de sangre, donde se le colocó en un salón destinado para jefes, así vencedores como vencidos. Terminaba el cirujano de hacerle la primera curación, cuando se oyó una voz que preguntaba: - ¿Dónde está el comandante Castilla? - Aquí, a la derecha - contestó don Ramón, a la vez que otro herido decía: - Aquí, a la izquierda. 1177 T. P. Refranero limeño (S.F.). Vid. Rada Bernasconi, Eduardo. La magia de don Ricardo, el más masivo de los escritores peruanos. Op. cit., p. 228. Mariscal don Ramón Castilla y Marquesado, presidente del Perú (Colección José Cabieses, Lima) 294 - Los dos hermanos, heridos en defensa de distinta bandera, estaban en el hospital de sangre 1178 , y, ¡coincidencia curiosa!, la lesión de ambos era en un brazo. De más está decir que aquella tarde fué de fraternal reconciliación 1179 . Tras la batalla de Ayacucho, el comandante realista Leandro Castilla y Marquesado marcharía a España donde años más tarde combatiría en el bando carlista durante la primera guerra de ese nombre. En el siglo XIX no habían proliferado en nuestras grandes ciudades, como hogaño, los tanatorios donde, por un precio más o menos -cada vez menos- asequible, puede uno tener los servicios fúnebres más completos. Por eso quizás vecino del hospital de San Juan de Dios, había un chiribitil conocido por el De Profundis o sitio donde se exponían por doce horas los cadáveres de los fallecidos en el santo asilo 1180 . Ese hospital, situado en el Callao, se construyó en 1770 durante el gobierno del virrey Amat. Aunque ya en 1573 hay noticias sobre un hospital llamado de San Nicolas en el Callao, situado cerca de la Plaza Mayor, y fundado por el griego Miguel Acosta. En 1581, a este hospital se le denominaba del Espíritu Santo, por la Cofradía de esta advocación, que la sostenía con sus limosnas. Años después se le denominó Hospital de Nuestra Señora de la Covadonga, quizá por estar junto al Baluarte de la Muralla del Callao del mismo nombre. En octubre de 1605, se entregó este hospital a la Hermandad y Orden del Beato Juan de Dios, quienes lo tuvieron a su cargo hasta 1826, cuando en febrero de ese año, el Comandante en Jefe del Callao, Don Bartolome Salóm, disolvió el Hospital de San Juan de Dios, en atención a un decreto del Supremo Gobierno, relacionada a otros sucesos como la rendición de Rodil en la Fortaleza del Real Felipe. Quizá tuvo que ver que religiosos de este hospital prestaran sus servicios humanitarios y médicos a la tropa española allí sitiada. La sanidad hospitalaria de Lima gozaba, a principios del siglo XIX, de una buena situación. El viajero inglés William Bennet Stevenson, que en las dos primeras décadas del pasado siglo estuvo en Lima en cuatro largas residencias, nos dejó, en tres volúmenes, su Historical and descriptive narrative of twenty year’residence in South America... (Londres, 1829). “Según el cuadro 1178 Sobre los hospitales de sangre volverá a hablar Palma en una carta a su hijo Ricardo de 15 de abril de 1910, al comentar las expediciones contra el Ecuador: Esa tercera parte de limeños pasará a los hospitales de sangre. (Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 161.) 1179 T. P. El godo Maroto (1847). Minucias históricas. (Vid. Santillana Cantella, Tomás. Ayacucho en las Tradiciones Peruanas de Ricardo Palma. Fondo Editorial del Banco Central de la Reserva del Perú, p. 110, Lima, 2002.) 1180T. P. La viudita (1834). Vid. Cáceres, Tito. Arequipa en las Tradiciones de Palma. Op. cit., p. 395. Antiguo Hospital de San Juan de Dios, del Callao 295 de la asistencia hospitalaria que nos presenta Stevenson, Lima tenía para los 50 mil habitantes de 1810 mucho mejor atención” -en cuanto a camas por habitante- “que en tiempos actuales, aún dentro de la sociedad estamental de entonces: el Hospital de San Bartolomé, destinado a la ‘gente blanca’, tenía 600 camas; el de San Bartolomé, ‘para negros’ 1181 , otras tantas; el de Santa Ana, ‘para indios’, fue fundado” -como ya dijimos- “por Catalina Huanca; el del Espíritu Santo era ‘para marineros’; el de San Pedro, ‘para clérigos pobres’; los de San Pedro de Alcántara y la Caridad 1182 , ‘para mujeres’; el de San Lázaro, ‘para leprosos’; y había, además, las casas de convalescencia de Belén y San Juan de Dios: cerca de 3 mil camas para 50 mil habitantes” 1183 . Pacheco Vélez duda que se haya superado tan óptima relación. En un hospital todas las labores son importantes. Incluso lo era la que realizaba el milagrero Fray Gómez, que ejercía, en el convento de los padres seráficos, las funciones de refitolero en la enfermería u hospital de los devotos frailes 1184 , es decir, era el monje a cuyos cuidados se encontraba el refectorio de la enfermería del cenobio y, por tanto, encargado de la alimentación de los pacientes. Ricardo Palma utilizó un símil hospitalario cuando hablaba de las publicaciones estadísticas. Así, decía 1185 : se escribe, por ejemplo: Al hospital x entraron durante el año 120 tuberculosos de los que murieron 40, lo que da un porcentaje de… 1181 De hecho, fue llamado un tiempo "Hospital Real de Pobres Negros". En los primeros años de la República fue convertido en hospital militar y como tal funcionó hasta 1958, fecha en que se inauguró el que da frente a la Av. Pershing y que lleva el nombre de Hospital Militar Central Coronel Luis Arias-Schreiber. (Arias-Schreiber Pezet, Jorge. Los médicos en la independencia del Perú. Ed. Universitaria, p. 11, Lima, 1971). 1182 Fundado en 1559 y sostenido por los hacendados. 1183 Pacheco Vélez, César. Memoria y utopía de la vieja Lima. Universidad del Pacífico, Departamento Académico de Humanidades, Ediciones de la Avispa Blanca, p. 60, Lima 1985. 1184 T. P. El alacrán de Fray Gómez (1587-1631), dedicada a Casimiro Prieto Valdés. 1185 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 61. 296 297 XVI. DE LOS HONORARIOS MEDICOS La cuestión de los honorarios médicos no es tema objeto de prolijos comentarios. De hecho el magnífico tratado de Lastres lo roza en pocas ocasiones. Señala, por ejemplo, las tarifas que se percibían en el siglo XVI por parte de los miembros de lo que podríamos llamar “el gremio sanitario”. “Las tarifas eran variables. Un examen de médico costaba seis ducados. De cirujano cuatro ducados y cuatro para los boticarios. Los sueldos del médico de hospital, eran modestos. Trescientos pesos anuales ganaba el médico del Hospital de Huamanga. Medio peso se pagaba por una sangría y otro tanto por un clíster. Algunas veces, a los médicos de Hospital, se les adeuda muchos sueldos, y en cambio los charlatanes, cobraban sumas exorbitantes”1186. Nos cuenta Gálvez que en 1578 en el testamento del presbítero don Luis de Medina otorgó al famosísimo protomédico Sánchez de Renedo un salero labrado en oro y plata, y al licenciado Hidalgo, quien lo atendió en su última enfermedad, encargó se le pagase en prendas o dinero como el médico quisiera. Como era de práctica en esos días de empirismo, Hidalgo cobró por la asistencia y por las medicinas, porque, dice Gálvez “acostumbraban entonces los ‘físicos’ fueran también, algo boticarios, con la particularidad, en este caso de ser la cuenta de las ‘melecinas’ mayor de la de los honorarios”1187. Por cierto, dice este autor, que entre los libros de la biblioteca de Medina estaba la Medicina breve de Montemarial. Quizás se cobrara Hidalgo con esta obra, entre otras cosas. A veces, si no se pagaban los honorarios, los médicos realizaban la correspondiente denuncia. Así sucedió en 1594 cuando el licenciado Marco Antonio Gentil, médico genovés, no cobró los salarios que le adeudaban los indios de la comunidad de Surco1188. En la segunda mitad del siglo XVII, un médico del Hospital de Huancavelica1189 cobraba 975 pesos mientras que un cirujano del Hospital de Huánuco recibía un estipendio de 281 pesos de dos reales1190. 1186 Lastres, Juan B. Op. cit. pág. 81. Sobre el salario de los médicos de la Inquisición, ver ese capítulo en este mismo trabajo. 1187Gálvez, José. Una estampa del siglo XVI. En: Estampas limeñas. Departamento de Publicaciones, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima 1966. 1188 AGN-DI, Leg. 3, Cuad. 33, 1594 “Autos seguidos por el licenciado Marco Antonio Gentil. Médico genovés contra los indios de la comunidad de Surco sobre pago de salarios que le adeudaban”. (Cit. por Saravia Salazar, Javier Iván. Los miserables y el Protector. Evolución de la protectoría de indios en el Virreinato peruano. Siglos XVI-XVIII. Tesis para optar al título profesional de Licenciado en Historia. Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Facultad de Ciencias Sociales, E.A.P. de Historia, p. 344, Lima, 2012.) 1189 Precisamente en Huancavelica era médico y allí vivía desde 1617 Lope de Saavedra Fajardo quien inventó un método para obtener azogue por destilación. Sobre él sabemos que nació en la villa Siruela (Badajoz). El 14 de noviembre de 1633 presentó al conde de Chinchón un memorial dedicando su invento al monarca. Después de exponer las ventajas que ofrecía su método, solicitó una dotación de peones para consumar los experimentos en mayor escala. (Vid. Saravia Salazar, Javier Iván. Los miserables y el Protector. Evolución de la protectoría de indios en el Virreinato peruano. Siglos XVI-XVIII. Op.cit., p. 266, Lima, 2012.) 298 En el año 1790 había en Lima veintiséis facultativos. Sin embargo, su ejercicio era obstaculizado, con frecuencia, por lo abigarrado y diverso del gremio sanitario, constituido, “además de los bachilleres, licenciados y doctores en medicina, por cirujanos algebristas, cirujanos latinos y romancistas, maestros de cirugía, barberos cirujanos, barberos sangradores, sangradores o flebotomistas, boticarios, enfermeras, enfermeros (llamados también ‘hospitaleros’) y practicantes. Los fígaros actuaron a la vez de sangradores y dentistas. En cuanto a las comadronas, ‘recibidoras’ o parteras, su hegemonía, en su campo, fue absoluta. Era el Protomedicato la institución que regulaba el ejercicio de la Medicina en el Perú. El tribunal del Protomedicato nació en Indias –en la península ya existía desde 1442- con el objeto de calificar, otorgar grados y títulos académicos, reglamentar la práctica médica e incluso hacer las veces de “Ministerio de Salud”, entre otros cometidos1191. Al principio de la Conquista no fue necesaria tal institución dada la escasez de médicos existentes1192. Cuenta Garcilaso de la Vega en La Conquista del Perú, de las dolorosas y sangrantes verrugas1193 que les crecieron a los compañeros de Pizarro, primera enfermedad de que las crónicas hablan. En aquel primer momento quienes limpiaban heridas, sangraban, aplicaban ventosas o clísteres, cobraban honorarios según la calidad del cliente. El Tribunal del Protomedicato se nutrió de la llegada a Lima en el siglo XVI de la obra de Galeno1194. Fue establecido en 1570 con sede en Lima y el primer protomédico fue Antonio Sánchez de Renedo. Duró hasta su abolición el 30 de diciembre de 1848 siendo sustituido por la Junta Directiva de Medicina. El último protomédico peruano fue Cayetano Heredia1195. La mayoría de los médicos provenía de familias en las cuales su profesión era tradición. Nunca médico alguno fue corregidor o capitán en las guerras civiles (1532-1560), y sólo uno o dos, hacia finales de ese período, recibieron encomiendas. Por contar un caso, citemos el del doctor Hernando de Sepúlveda que se mudó de Santo Domingo al Perú en 1536 y llegó a ser, además de médico, gran empresario de mercadería y ganado, poseyendo “bienes raíces y un galeón para el transporte de sus artículos”1196. Fue en Lima el primer 1190 Saravia Salazar, Javier Iván. Los miserables y el Protector. Evolución de la protectoría de indios en el Virreinato peruano. Siglos XVI-XVIII. Op. cit., pp. 342-343. 1191 Zavala Batlle, Abraham. El Protomedicato en el Perú. Acta méd. peruana v.27 n.2 Lima abr./jun. 2010. 1192 Recordemos que probablemente el primer médico que llegó a América fue Diego Álvarez de Chama, sevillano, conminado por los Reyes Católicos a acompañar a Colón en su Segundo Viaje. 1193 Parece que se trataba de la verruga peruana o Enfermedad de Carrión. 1194 García Cáceres, Uriel. Galeno en la Academia Nacional de Medicina. Dos milenios de historia. Separata de la revista Acta Herediana. Volumen doble 26/27, pp.. 33-43. Abril 1999 – Marzo 2000. 1195 Los protomédicos fueron por este orden cronológico: Antonio Sánchez de Renedo, Alvaro de Torres, Martín Enríquez, Íñigo de Hormero, Francisco Franco, Melchor de Amusco, Juan de Vega, Pedro de Requena, Fernando López de Fuentes, Francisco del Viso, Francisco del Barco, Francisco Bermejo y Roldán, José de Avendaño, Francisco Vargas Machuca, Bernaza Ortiz de Landaeta, Juan de Avendaño y Campoverde, Juan José de Castillo, Hipólito Bueno de la Rosa, Isidro José de Ortega y Pimentel, Juan José de Aguirre, Hipólito Unanue, Miguel Tafur, Juan Gastañeta, José Manuel Valdez y Cayetano Heredia. 1196 Lockhart, James. El mundo hispanoperuano 1532-1560. Fondo de Cultura Económica, 1ª ed., pp. 86-8, México 1982. 299 médico que ejerció, siendo el galeno de Pizarro y arquiatra del Conquistador, lo cual le facultaba para organizar y crear hospitales como el de Lima en 1538. También el licenciado Álvaro de Torres, que pasó al Perú en 1542, llegó a acumular en 1552 una hilera de nueve casas en una de las principales calles de Lima, que vendió a la ciudad en la enorme suma de 15.000 pesos. Fue el primer médico hispano-americano en recibir una encomienda, y llegó a Alcalde de Lima. Casó en 1533 con doña Bernardina de la Barrera y fue el médico de cámara que atendió al virrey Conde de Nieva cuando éste falleció, firmando luego la carta1197 que comunicó tal deceso a la Corte. Parece que algunos médicos querían cobrarse “en especias”. Veámoslo en esta tradición de aire donjuanesco. De todos es sabida la dificultad que cualquier mortal tiene para penetrar a través de las benditas rejas de los monasterios de clausura. Laura de Venegas, hija de don Egas de Venegas, garnacha de la Real Audiencia de Lima, amaba locamente a un joven médico español llamado don Enrique de Padilla, el cual, deseperado de no alcanzar el consentimiento del viejo, había puesto mar de por medio y marchado a Chile. La niña prefirió tomar el velo de novicia en el Convento de Santa Clara. Una tarde hallábase nuestra monja acompañando en la portería a una anciana religiosa, que ejercía las funciones de tornera, cuando se presentó el nuevo médico nombrado para asistir a las enfermas del monasterio. Las dos monjas, al anuncio del médico, se cubrieron el rostro con el velo; la portera le dio la entrada, y la más anciana, haciendo oir el metálico sonido de una campanilla de plata, precedía en el claustro al representante de Hipócrates. Llegaron a la celda de la enferma, y allí, sor Laura, no pudiendo sofocar por más tiempo sus emociones, cayó sin sentido. Desde el primer momento había reconocido en el nuevo médico a su Enrique. Una fiebre nerviosa se apoderó de ella, poniendo en peligro su vida y haciendo precisa la frecuente presencia del médico. Una noche, después de las doce, dos hombres escalaban cautelosamente una tapia del convento, conduciendo un pesado bulto, y poco después ayudaban a descender a una mujer. El bulto era un cadáver robado del Hospital de Santa Ana. Media hora más tarde, las campanas del monasterio se echaban a vuelo anunciando incendio en el claustro. La celda de sor Laura era presa de las llamas. Dominado el incendio, se encontró sobre le lecho un cadáver completamente carbonizado. Pocos meses después, Enrique, acompañado de una bellísima joven, a la que 1197 En dicha carta se lee: "El conde de Nieva de cierta enfermedad que havía días tenía una noche acelerándose su mal quiso nuestro señor fuese privado del sentido y dentro de 5 horas muriese cosa que dio gran pena en lo general y particular por representar la real persona de vuestra majestad y por ser quien era esta ciudad en su entierro y honras hizo lo que acostumbra hazer con los que han governado". (Deza B., Luis. La muerte del virrey Conde de Nieva y la aparición de las enfermedades vasculares en la historia médica peruana. Revista de Neuro- Psiquiatría del Perú. Tomo 64(4), diciembre 2001.) Iglesia y Molino de Santa Clara, Lima 300 llamaba su esposa, fijó su residencia en Chile1198. Fueron sus honorarios muy altos. Nada menos que el exclaustrar a su paciente y amada. La Medicina es muy cara ahora. Los sofisticados medios diagnósticos, los complicados procedimientos terapéuticos, los modernos edificios hospitalarios…. Antes quizá no lo era tanto, relativamente. En cualquier caso había que pagar al médico. El licenciado don Mariano de Mendoza, que había sido apaleado por proferir injurias contra las hijas del oidor don Juan Bazo y Berry1199, escribió en un recurso:... en efecto, así porque me hallaba en cama con las costillas maltratadas como, porque con ese dinero podía auxiliarme para la curación, alimentos, médico y medicinas, accedí a firmar dicho escrito1200. Pero, naturalmente, para cobrar hay que trabajar. Desde el punto de vista crematístico, que no hubiera enfermos como ocurrió, dice la leyenda, en Ica en cierta legendaria visita del Divino Maestro, durante la cual los médicos no pelechaban, ni los boticarios vendían drogas: no hubo siquiera un dolor de muelas o un sarampioncito vergonzante1201. Así que los médicos y boticarios celebraron acuerdo para subir el precio del acqua fontis. En el caso de médicos jerarquizados en alguna institución nacional, como es el caso de la Sanidad Militar, las retribuciones estaban estrictamente estipuladas. Así, el 26 de febrero de 1880 Nicolás de Piérola señaló mediante decreto "los haberes del cuerpo facultativo de los ejércitos de campaña". Según el artículo 1º, el cirujano en jefe ganaba, durante la guerra, la mitad de su sueldo, es decir de 600 libras al año quedó reducido a 300, o sea 25 libras mensuales. El cirujano mayor de 480 a 240 al año, lo que al mes equivalía a 20 libras; el de 1ª clase recibía 15 al mes; el de 2ª 10, el farmacéutico de 1ª 12 libras con diez chelines; el farmacéutico de 2ª 8; el practicante de medicina 7 libras con 10 chelines; el secretario del cirujano en jefe y el ayudante 7 chelines1202. 1198 T. P. Muerta en vida (1716), crónica de la época del vigésimo sexto y vigésimo séptimo virreyes. 1199 Don Juan Bazo y Berry nació en Málaga en 1756, hijo de Lorenzo Bazo y Ana Berry. Estudió en Lima, en el Colegio de Santo Toribio. Al obtener en 1777 el título de abogado, se trasladó a Trujillo donde ejerció de Teniente Asesor Letrado y de Administrador de las fábricas del Real Estanco de Tabacos. Fue Juez de Aguas por desiganción del cabildo y cuando se ausentaba el Intendente ejercía el gobierno interinamente. En la época de la tradición de Palma, 1801, fue nombrado Oidor de la Real Audiencia de Buenos Aires. Para retornar a Lima hubo de esperar hasta 1809, cuando se le nombró Alcalde del Crimen, y Oidor en 1815. Retornó a España en 1822, poco después de proclamarse la independencia. 1200T. P. Una colegiala (1801). 1201 T. P. Dónde y cómo el diablo perdió el poncho (1816-1824) (Cuento disparatado). 1202Arias Schreiber Pezet, Jorge; Zanutelli Rosas, Manuel. Médicos y farmacéuticos en la Guerra del Pacífico. En: Colección documental de la Historia del Perú (1879-1884). Ed. DESA, p. 174, Breña, 1984. 301 XVII. LOCOS Y MANICOMIOS No sólo somos los hombres susceptibles de contraer enfermedades físicas, sino también psíquicas. Esta capacidad, en parte derivada de nuestra condición de seres con inteligencia y voluntad, crea un concepto, el de “loco”, amplio, inexacto y muy difícil de definir. En él incluyen nuestros escritores todo tipo de enfermos de la mente, e incluso muchos que, por su sintomatología, parecen dementes sin serlo. Me acuerdo ahora de El Idiota de F. Dostoiewski, nada más que la plasmación de la experiencia del literato como epiléptico. Pero nos podemos remontar a Lope de Vega y su El cuerdo loco o a Cervantes con el Licenciado vidriera o el mismísimo Quijote. Cuando el joven Ricardo Palma se encontraba desterrado en Valparaíso, resultó cautivado por Isabel Jiménez Blanco1203, que se hospedaba en su misma pensión. Precipitada, parece ser, por la suma pobreza en que cayó la madre de la muchacha, ésta perdió la razón1204. De este modo, el poeta sufrió los rigores de estas enfermedades. Palma, cuyos inicios literarios se emarcan en el tardío romanticismo llegado al Perú, la truculencia en el relato es frecuente, al igual que en los de sus colegas de movimiento. Lo mismo sucede con los modernistas. Por tanto, como ha destacado Huárag1205, Palma coincide con la tendencia de la época. Ello explica por qué algunos casos de despecho amoroso terminan en venganza e insanía. Palma se ocupó en sus Tradiciones de muchos tipos de personajes y –entre ellos- de lo que Kapsoli llama los “locos mansos de la calle”1206, de esos locos que pululaban por los jirones limeños quizás con la mirada ausente y una sonrisa en los labios. Precisamente, para atender a ese extenso grupo de pacientes que llamaremos dementes, sirvió muchos años en Lima el Real Hospital de San Andrés, que aún se encuentra ubicado en la cuadra 7 del jirón Huallaga de Lima, que recibió ese nombre por ser su principal mecenas el virrey don Andrés Hurtado de Mendoza, marqués de Cañete1207 como ya apunté en el capítulo dedicado a los hospitales. En una tradición situada cronológicamente en 1814, Palma relata la historia de un maestro, don Bonifacio, que se caracterizaba por sus desatinos, en especial por una arraigada costumbre de descargar furiosos “chicotazos”, es 1203 Miró, César. Don Ricardo Palma, el Patriarca de las Tradiciones. Op.cit., p. 70. 1204 Sobre la insanía mental de esa joven y del olvido de Palma de ese amor, Eduardo Cavieres cita un poema de nuestro autor: “¡Adiós! ¡Adiós! ¡La suerte lo ha querido! Si se borra un nombre de tu mente, también, también sepulta en el olvido la pobre imagen de tu amigo ausente”. (Cavieres, Eduardo. Ricardo Palma y las (re)conciliaciones entre el pasado y el presente. Op. cit., p. 333.) 1205 Huárag Álvarez, Eduardo. Estructuras y estrategias narrativas en las Tradiciones de Ricardo Palma. Universidad Ricardo Palma, Editorial Universitaria, p. 46, Lima, 2004. 1206 Kapsoli Escudero, Wilfredo. Apostillas de Ricardo Palma a las acuarelas de Pancho Fierro. Op. cit., p. 239. 1207 De quien, por cierto, escribió Palma que: era todo un cascarrabias (y tanto que murió de una rabieta). Vid. Bazán, Dora. Las Tradiciones Peruanas y sus fuentes. En: Aula Palma III 2002-2003. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 295, Lima, 2003. 302 decir, varapalos, sobre sus alumnos. A la postre, don Bonifacio fue conducido a San Andrés, que a la sazón servía de hospital de locos, con gran contentamiento de los muchachos, para quienes la locura del dómine no era reciente, sino de antigua data1208. Fue, afirma Huárag1209, un lógico final para quien, haciendo del castigo una obsesión, acabo desquiciado. Ese lugar se llamaba la loquería de San Andrés y funcionó como tal hasta 1859 en que se construyó un verdadero manicomio en Lima. Justamente un año después de la fecha en que se sitúa la citada tradición de Palma se fundó junto al hospital de San Andrés el Colegio de San Fernando, escuela de Medicina dirigida por Hipólito Unanue, cuyos estudiantes hacían prácticas en dicho hospital1210. A este Hospital de San Andrés citó Palma en su obra Rodil. En el personaje de Vicente nos ofrece una crítica a la política y los políticos de la época de ese militar que defendió el Callao en el famoso sitio: La política ¡Oh mujer es una cosa a mi ver complicada… pues… así ¿Has visto tú en San Andrés que si un loco reflexiona disparates amontona? Ese un político es 1211 . Siempre se ha tenido al manicomio por lugar lúgubre y desagradable. Por eso cuenta el tradicionista de una mujer, Rosa de nombre, que no se atrevió a enviar a sus padres dementes, al hospital de locos, porque comprendía el bárbaro tratamiento que allí se daba a los enfermos1212. Muchos morían sin llegar nunca a curar. Así sucedía en el de San Andrés, donde un sacerdote, don José María Sáenz1213, cura de Caraz, falleció loco sin remedio. 1208 T. P. Tras la tragedia, el sainete (1814). 1209 Huárag Álvarez, Eduardo. Estructuras y estrategias narrativas en las Tradiciones de Ricardo Palma. Universidad Ricardo Palma, Editorial Universitaria, p. 36, Lima, 2004. 1210 Tras la Independencia, la Escuela de Medicina será denominada Colegio de la Independencia. En las décadas de 1860 y 1870 el Perú gozó de enorme bonanza gracias a la producción y comercialización del guano y el salitre. Eso incrementó los ingresos y permitió, en el caso de San Andrés cambiar el suelo de tierra pisada por otros de alquitrán, instalar teatinas, grandes ventanales, destruir las covachas e instalar camas, tuberías de agua caliente y fría, bañeras y nuevos servicios de cama y menaje. Después de la Guerra del Pacífico se usó como Casa de Maternidad, albergue para recién nacidos, hospicio de parturientas y Colegio de Maternidad y Obstetricia. Al principios del siglo XX fue ocupado por las Hijas de María Inmaculada, dedicadas a la enseñanza de niños de escasos recursos. En 1950 San Andrés se convirtió en Colegio Nacional Oscar Miro Quesada de la Guerra. En 2007 fue abandonado debido al terremoto de ese año y declarado inhabitable. 1211 Palma, Ricardo. Rodil. Cit. por: Pérez Garay, Carlos Alberto. Liberalismo criollo. Ricardo Palma, ideología y política (1833-1919). Editorial Universitaria, Universidad Ricardo Palma, p. 77, Lima, 2015. 1212 T. P. El Nazareno (1774). De cómo el cordero vistió piel de lobo. 1213 T. P. Un santo varón (1850). Vid.: Ángeles Caballero, César A. Temas palmistas. Editorial Universitaria, Universidad Ricardo Palma, p. 77, Lima, 2008. 303 Noticias de locuras las hay, y muchas, a lo largo y ancho de las Tradiciones. Un caso famoso fue el del hidalgo don Pedro Pablo Rosel, de Arequipa, hijo de español y de arequipeña, y que se tenía nada menos que por príncipe heredero del trono de Camaná. Y parece que la locura de Rosel obligó a la familia a adoptar medidas, no sólo para evitar conflictos posteriores, sino también para curarlo, si posibilidad de ello había en los recursos de la ciencia. Pero, a pesar de galenos, el loco iba de mal en peor, y poniéndose cada día más furioso, era peligro permanente para vecinos y deudos. Sólo su hija Regina, que no era ninguna “señoritinga” asustadiza, ejercía algún dominio sobre él1214. Y de la locura de alguien más famoso que Rosel, el dictador del Paraguay, doctor José Gaspar Rodríguez de Francia, que no debió estar muy en sus cabales a pesar de haber sido quien llevó a Paraguay a la Independencia, nos recomienda Palma que a los que deseen conocer con más amplitud el tipo caracterizado por el doctor Francia, les recomendamos la lectura del libro recientemente escrito por el ilustrado médico bonaerense Ramos Mejía, titulado “Las neurosis célebres”1215. Esta obra, cuyo título completo es Las neurosis de los hombres célebres en la historia argentina, la publicó don José María Ramos Mejía (1842-1914) en 1878- 1882. De ella escribió Vicente Fidel López: “Nos ha llamado la atención, a los lectores reflexivos de este libro, la teoría de las localizaciones cerebrales. La exquisita claridad y la mano firme con que el autor la condensa justificándola con una vasta y escogida erudición, demuestra a todas luces la competencia de sus estudios y la convicción con que ha incorporado a su mente el resultado de los más nuevos descubrimientos hechos en tan ardua materia”. Ramos Mejía, creador de la Psiquiatría en Argentina, se había doctorado en la Facultad de Medicina de Buenos Aires con la tesis “Apuntes sobre el traumatismo cerebral”. Ingresó en la Academia de Medicina en 1905 y fue profesor de Enfermedades Nerviosas desde 1887. Amén de la citada, escribió La locura en la historia (1895) y tuvo abundante obra periodística firmando 1214 T. P. El rey de los camanejos (1823), dedicada a José María Zuviría, en Buenos Aires. 1215 T. P. Entre libertador y dictador (1825), dedicada a Julio S. Hernández (1853-1906). Don Julio fue Secretario de la Prefectura de Piura y Diputado por esa provincia y por Chincha, Prefecto de Ica y Piura, Senador por Huancavelica, Director de El País, diario del Partido Demócrata, Oficial Mayor del Ministerio de Relaciones Exteriores, Fiscal del Ejército y Jefe del Batallón “Regeneración”, y Ministro Plenipotenciario en Argentina y Uruguay. José Gaspar Rodríguez de Francia Dr. José María Ramos Mejía, psiquiatra 304 sus trabajos con el seudónimo de El Licenciado Cabra1216. Como ha dicho Guerrino, “el responsable de Las neurosis procedió como Pigmalión: esculpió estatuas literarias y se enamoró de ellas”, y añade: “su labor precursora servirá de ejemplo a quienes intenten aplicar el conocimiento de la medicina en la composición histórica”1217. Recuerda todo ello la labor del llorado Dr. don Juan Antonio Vallejo- Nájera y su Locos egregios. Qué duda cabe de que en la última centuria, hemos conocido varios pintores locos, o al menos cuya cordura podía ponerse en duda. A veces esto se ha confundido o solapado con el genio. Fue el caso del inigualable Salvador Dalí pero también el de Vincent Van Gogh, Séraphine de Senlis, Edvard Munch, Adolf Wölfli –que empezó a pintar en un manicomio-, Aloïse Corbaz, Louis Wain, William Kurelek o Martín Ramírez, cuyas esquizofrenias no les impidieron pintar hasta el último día de sus vidas. En el Perú también hubo un pintor alucinado, que pintó un Cristo de la agonía tan real que, para concluir con perfección la expresión facial del dolor, optó por atravesar con una lanza el costado del mancebo que le servía de modelo, que era uno de sus estudiantes, a quien antes había atado a la cruz. Miguel de Santiago, que así se llamaba el artista al que los agustinos habían encargado la obra, atacado desde el día de su crimen artístico de frecuentes alucinaciones cerebrales, falleció en noviembre de 1673, y su sepulcro está al pie del altar de San Miguel, en la capilla del Sagrario1218 de Quito. En realidad Miguel de Santiago, pintor de la escuela quiteña, falleció en 1706 y su famosa obra “El Cristo de la agonía” puede admirarse en el Museo de Arte Colonial de Quito. Era, en efecto, considerada persona de carácter impulsivo y hasta violento. El propio Palma, empleando un símil médico, afirma que nuestro artista era de un geniazo más atufado que el mar cuando le duele la barriga y le entran retortijones1219. Además de esta leyenda corre otra según la cual en un ataque de ira cortó una oreja a su esposa1220. En su trabajo Concepción y evolución histórica de la epilepsia en el Perú 1216 Santillán, Diego A. de. Gran Enciclopedia Argentina. Ediar Soc. Anon. Editores, tomo VII, p. 29, Buenos Aires 1961. 1217 Guerrino, Antonio Alberto. La Psiquiatría argentina. Editores Cuatro, Col. De Doctor a Doctor, pp. 137-9, Buenos Aires 1982. 1218 T. P. El Cristo de la agonía (1673), dedicada al doctor Alcides Destruge. En efecto, la parroquia del Sagrario de la catedral tiene además de su altar mayor, cinco retablos dedicados a San Cristóbal, San Miguel, Nuestra Señora de las Aguas, Nuestra Señora del Carmen, así como el baptisterio que no tiene altar. (Vid. Velázquez Rojas, Manuel. El humorismo en las Tradiciones de Ricardo Palma. Op.cit., p. 271. Vid. también: Vásconez, José Miguel. El Ecuador en las Tradiciones de Ricardo Palma. Op. cit., p. 293.) 1219 T. P. El Cristo de la agonía (1673), dedicada al doctor Alcides Destruge. (Vid. Tanner, Roy L. El humor de la ironía y la sátira en las Tradiciones peruanas. Op.cit., p. 140. Vid. también: Vásconez, José Miguel. El Ecuador en las Tradiciones de Ricardo Palma. Op. cit., p. 292.) 1220 Parece que el pintor tuvo que hacer un viaje a Guápulo. Encargó entonces a su esposa que velase por el retrato terminado de un oidor de la Real Audiencia, para que se secara en el patio de la casa. En un descuido, un Cristo de la Agonía, de Miguel de Santiago 305 precolombino y Virreinato el Dr. Cruz-Campos1221 entiende que lo que Palma describe en esta Tradición es una crisis psicomotora. Manuel Velázquez nos da, por cierto, respuesta a la pregunta de Palma sobre el destino del cuadro1222: “Regresó por intérposita persona, de España al Ecuador. Y en Quito, casi al finalizar el siglo XIX, fue comprado por el Dr. Eduardo Luque, embajador del Perú; quien lo trajo al retornar a nuestro país y comprometió a sus hijos que, al morir él, fuese obsequiado al Convento de los Descalzos de Lima1223. Ellos cumplieron y lo donaron cuando era Guardián de los Carmelitas el Padre L. Cortés, ya en la primera década del siglo XX. Allí ha sido, ‘El Cristo de la agonía’, no sólo admirado sino venerado por los historiadores Carlos Wiesse y Raúl Porras Barrenechea”. El mismo Velázquez nos cuenta en otra de sus obras que “el primero en contar su insólita factura fue el poeta ecuatoriano Juan León Mora”. Y después de Palma será tratado por Ventura García Calderón en uno de sus cuentos peruanos (1919). Uno de los más cercanos discípulos de Porras, el diplomático e historiador Félix Álvarez Brun, dijo: “A ese cuadro venía a orar el Doctor Porras”1224. Otras alucinaciones pueden conducir a afirmar haber visto cosas que no han existido nunca. El doctor don Ignacio de Castro, cura del pueblo y parroquia de Checa y Rector del Real Colegio de San Bernardo del Cuzco, sostenía en su obra Disertación sobre la Concepción de Nuestra Señora que las revelaciones y apariciones de santos son inciertas e inducen a error. Y tiene la originalidad de relacionar estos hechos con la personalidad del protagonista: Las revelaciones privadas, atendiendo a la calidad de la persona que las recibe, como si es enfermiza, melancólica, muy abstinente o muy dada a vigilias, o si tiene afectado el cerebro, deben tenerse por ilusorias. Si la edad es caduca, hay riesgo de delirio senil, y si no lo es, lo hay de alucinación o ligereza1225. cerdo tumbó la pintura y ésta se manchó. La mujer, asustada, pidió a Nicolás Javier de Goríbar, uno de los mejores estudiantes de su esposo, que lo arreglara. Al regresar Santiago, y ver que su obra había sido retocada en la mano despidió a su discípulo y atacó a su esposa con una espada, cortándole una oreja. Luego el oidor fue a retirar su retrato pero tuvo que marcharse debido a que Santiago tenía intenciones de matarlo también. Este hecho pudo ser cierto pues Miguel de Santiago pidió asilo en el convento de San Agustín durante un tiempo, para así evitar el juicio planteado por su esposa. (Vásconez, José Miguel. El Ecuador en las Tradiciones de Ricardo Palma. Op. cit., p. 292.) 1221 Cruz-Campos, G. Concepción y evolución histórica de la epilepsia en el Perú precolombino y Virreinato. Rev Per Neurol 1999; 5(3): 97-102. 1222 Velázquez Rojas, Manuel. El humorismo en las Tradiciones de Ricardo Palma. Op. cit., p. 272. Vid. también: Vito Paredes, Jaime. Relato y Nación a mediados del siglo XIX en América Latina: las Tradiciones de Ricardo Palma y el descubrimiento de la fuerza histórica de lo cotidiano. Op. cit, p. 307. 1223 En efecto, “el cuadro reposa en el Museo que la Orden de los Franciscanos mantiene en el Convento de los Desamparados (sic), en el Distrito del Rímac. Personalmente” –dice Vásconez- “he visitado el Museo y admirado la obra, al pie de la cual los regentes del museo han colgado la siguiente leyenda: Señor crucificado pintado por Miguel de Santiago (Ver las Tradiciones de Ricardo Palma). Un Señor Luque, Embajador del Perú en Quito lo compró allí y lo trajo al Perú y lo tuvo en su casa y dijo a sus hijos que al morir trajeran el dicho cuadro al Convento de los Descalzos…” (Vásconez, José Miguel. El Ecuador en las Tradiciones de Ricardo Palma. Op. cit., p. 293.) 1224 Velázquez Rojas, Manuel. Minitradiciones escritas con el pulso de Palma. En: Aula Palma X-2011, Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 150, Lima, 2011. 1225 T. P. Excomunión de versos (1798). 306 Hasta hace bien poco el tratamiento de muchas enfermedades mentales ha estado muy en pañales. En el Perú surgían de vez en cuando personajes que, como Julia Retamoso, la “doctora del Cercado” presumían de curar esas dolencias. Leemos en Gálvez que la Retamoso encargó al doctor don Francisco García Calderón que le tradujera la obra de Giacomini. Con ella y sus propias ideas se lanzó a la profesión de alienista. Se permitió sostener hacia 1864, que podía curar fácilmente la epilepsia y la alienación mental. Lo hacía con “protoioduro de mercurio, sulfato de quinina, estricnina, extractos de belladona, beleño, estramonio, árnica, alcanfor y bromuro de potasio, que debían tomarse en unos enormes bolos que a veces era necesario fraccionar”, - vamos, nada que ver con la homeopatía -, “sin perjuicio de usar la lanceta y sangrar al enfermo cuantas veces se le antojaba. Además de las sangrías utilizaba los baños, pero advertía que por nada se debería mojar la cabeza a los enfermos ni ponerles nieve”1226. El insomnio es enfermedad, hoy por hoy, muy extendida entre los estresados ejecutivos y en otras muchas personas. Quizás es que no han descubierto una obra literaria que es mano de santo para su mal. Se trata de La Argentina, de don Martín Barco de Centenera1227, cuyo título completo es La Argentina y conquista del Río de la Plata, con otros acaecimientos de los Reynos del Perú, Tucumán y estado del Brasil, publicada en Lisboa en 1602. Se trata de un poema o crónica rimada con más de diez mil versos y veintiocho cantos. Nos relata la acción que el Virrey Don Francisco de Toledo desplegó contra el inca Túpac Amaru, el III Concilio Limense y las impresiones sobre la Ciudad de los Reyes y sus mujeres, y las piraterías de Drake y Cavendish, así como sobre los terremotos de la época. De este escrito dice Palma que no aconsejamos que se haga auto de fe con la obra que muy ruda fatiga ocasionara al pobre cerebro del extremeño arcediano, sino que se lea, siquiera no sea con más propósito que el de conciliar el sueño en noche de tenaz insomnio. Es receta de eficacia comprobada1228. Pues, ¡adelante con el somnífero!... claro que no se encuentra en farmacias, ni creo que en librerías. 1226 Gálvez, José. Médicos y curanderos. En: Nuestra pequeña historia. Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima 1966. 1227 Este sacerdote y poeta, nacido en Logroño en 1535 y fallecido en 1602, había acompañado como capellán a don Juan Ortiz de Zárate en la expedición al Río de la Plata (1572), asistiendo a la fundación de Buenos Aires. No se equivoca Palma al llamarle “arcediano”, pues lo era de la Iglesia de Paraguay. Lima la conoció al asistir, con el Obispo Alonso Guerra, al III Concilio Limense en 1583. Además de La Argentina escribió la novela Desengaños del mundo. 1228 T. P. La Argentina (1602). Poema del Arcediano Barco Centenera. La Argentina, de Martín Barco de Centenera 307 Repasemos ahora a tres alienados peruanos históricos, de distinto pelaje. Uno es don José Gabriel Aguilar y Narvarte (1773-1805), natural de Huánuco, hijo de un jerezano y nieto materno de un corregidor de Huánuco. También él fue corregidor de Huánuco y se le considera uno de los precursores de la independencia del Perú. A principios del siglo XIX se le ocurrió nada menos que destruir el poder colonial y restablecer la monarquía incásica. Después de buscar y encontrar Inca que, como dice la Biblia, quien con fe busca siempre encuentra, eligió el Cuzco para centro de sus operaciones y trabajó con tanto tesón y cautela, que en menos de un año tuvo afiliados a sus planes muchos caciques, abogados, médicos, sacerdotes, hombres de guerra y hasta regidores del Cabildo. Todo acabó bastante mal, sin embargo, debido a la delación de Mariano Lechuga. Se condenó a muerte a Aguilar y a su compañero el abogado arequipeño don Manuel Ubalde y fueron ahorcados en la Plaza Mayor del Cuzco el 5 de diciembre de 1805. Un cacique, tres clérigos, un fraile franciscano, un médico y otros individuos de poca importancia social fueron también sentenciados a penas menores. El caso es que don Ricardo creía que Aguilar nunca estuvo muy en sus cabales, y como por algo se ha dicho siempre que un loco hace ciento1229, se explicaba sus muchos seguidores. Nada más lejos de mi pensamiento que considerar loco a un suicida. Del mismo modo que no podemos tildar de alienado a Sócrates, Larra, Zweig, Hemingway o, en el Perú, al ministro y embajador Aníbal Víctor de la Torre y Vidaurre1230, hermano de mi tatarabuela Virginia, o al escritor José María Arguedas, tampoco sería consecuente tachar de lo mismo a Luzuriaga, protagonista del siguiente párrafo. Muchas veces, basta cierta personalidad melancólica predisponente, sazonada de circunstancias adversas y el fugaz olvido de lo Trascendente del ser humano, para precipitar a algún desdichado en el abismo, e inducirle a adquirir el billete de un desgraciado viaje del que sólo se vende la ida. Don Toribio de Luzuriaga y Mejía de Estrada (1782-1842), primer gran mariscal que en el Perú hubo, cargó a lo largo de su vida con muchas decepciones y sufrimientos que produjeron en su 1229 T. P. Loco y patriota (1805). 1230 En una nota de Palma sobre este diplomático dice que éste publicó en Arequipa, en 1846, un cuadernito de versos y una leyendita, “La cruz de Limatambo”, Lima, 1853. La nota nos dice que el poema inicial de sus versos fue un soneto titulado “Suicidio”, siniestro presentimiento que, en los días juveniles, tuvo el desventurado poeta, quien en 1881, abatido por las funestas noticias que sobre la suerte de su patria le llegaban, se suicidó en la ciudad de Buenos Aires, donde estaba en misión diplomática del Gobierno Peruano. (Cáceres, Tito. Arequipa en las Tradiciones de Palma. Op. cit., p. 401.) Don Toribio de Luzuriaga, mariscal del Perú, por Luis Gonzaga Cerrudo Don José Gabriel Aguilar y Narvarte (1773-1805) 308 organismo, dice Palma, un principio de reblandecimiento cerebral. Su palabra se hizo lenta, su paso vacilante, y lo acometieron accesos de profundísima melancolía. El concepto de reblandecimiento cerebral, encéfalomalacia o cerebromalacia abarcaba en la época de Palma la necrosis aguda o crónica del cerebro, provocada por una hemorragia, arteriosclerosis, trombosis, etc. y que se traducen en pérdida o disminución de la conciencia, hemiplejía en mayor o menor grado y degeneración de las funciones cerebrales según la zona afectada. Hoy le llamaríamos ictus, apopolejía o accidente vascular cerebral o, en inglés, “stroke”. Enfermo y arruinado por la sequía, puso término a su larga y trabajada existencia en Argentina el 1 de mayo de 1842. Aunque Palma asegura que fue el 4 de mayo... cuando el cañón de una pistola puso tristísimo fin a la angustiosa existencia de nuestro desventurado patriota1231. El tema del suicidio lo aborda Palma de nuevo en su tradición Nadie se muere hasta que Dios quiere, cuya ironía ha sido glosada por Tanner1232. En ella, el platero Román decide suicidarse y provisto de cuerda y sin cuidarse de escribir previamente esquelas de despedida, como es de moda desde la invención de los nervios y del romanticismo, se dirigió nuestro hombre al estanque de Santa Beatriz1233, lugar amenísimo entonces y rodeado de naranjos y otros árboles que no parecía sino que estaban convidando al prójimo para colgarse de ellos y dar al traste con el aburrimiento y pesadumbres. Principió Román por pasar revista a los árboles, y a todos hallaba algún pero que ponerles. Este no era bastante elevado; aquel no ofrecía consistencia para soportar por fruto el cuerpo de un tagarote como él; el otro era poco frondoso, y el de más allá un tanto encorvado. Cuando uno se ahorca debe siquiera llevar el consuelo de haberlo hecho a su regalado gusto1234. Finalmente el platero no se suicidó por un cambio repentino de su suerte poniendo de manifiesto cómo circunstancias externas pueden influir de modo determinante en decisiones tan graves como suicidarse o no. El hecho me recuerda la comedia de Alejandro Casona Prohibido suicidarse en primavera estrenada en el Teatro Lara de Madrid en 19651235. En el sanatorio “Hogar del suicida”, creado por el Dr. Ariel y dirigido por el Dr. Roda, existían entre otros métodos para suicidarse un árbol donde el interesado podía colgarse a su gusto. El final es feliz como en el caso de Palma. Luego de una serie de encuentros y desencuentros entre los personajes de la obra, que resultan entre cómicos y dramáticos, se cumple el principal y quizás único objetivo de la clínica: lograr que los enfermos se desentiendan de ese deseo de morir. 1231 T. P. El primer gran mariscal (1821). 1232 Tanner, Roy L. El humor de la ironía y la sátira en las Tradiciones peruanas. Op.cit., p. 43. 1233 En efecto, hasta 1940 aproximadamente existió una laguna en el Campo de Marte en Santa Beatriz, formada por una antigua acequia que se originaba en el Huatica, y que regaba esta otrora zona rural y agrícola de Lima. 1234 T. P. Nadie se muere hasta que Dios no quiere (1801-1806). Crónica de la época del trigésimo séptimo virrey del Perú. (Vid. Rodríguez Chávez, Iván. Túpac Amaru en las Tradiciones. En: Otra ventana sobre Ricardo Palma. Universidad Ricardo Palma, Editorial Universitaria, p. 76, Lima, 2003.) 1235 Diario ABC, Madrid, sábado 13 de febrero de 1965, p. 65. 309 En un poema de su libro Verbos y gerundios relata también un suicidio, en este caso dos ahorcamientos sucesivos de las sucesivas esposas de un pobre desgraciado1236: -¿Es eucalipto, es fresno, es atrapea ese árbol primoroso que, en su jardín, se eleva tan frondoso? ¡Qué sombra! ¡Qué frescor! ¿Quién no desea un árbol tal? –Decíale a un ricacho Ayer cierto mancebo vivaracho; y el dueño del jardín lanzó un suspiro contestando: -¡Ay! mi amigo, según miro ignora usted la historia de ese árbol en que cree cifro mi gloria y que, en medio de tanta preeminencia, por siempre ha envenenado mi existencia. Dos veces viudo soy. Mis dos conjuntas de tal árbol se ahorcaron en las puntas. dolor no habrá cual mi dolor tremendo… Salid, sin duelo, lágrimas corriendo! Y el infeliz marido rompió a llorar de la aflicción transido. Naturalmente Palma sabía que el suicidio era un pecado. Hoy en día la Iglesia Católica sigue considerándolo así, aunque en el Catecismo se aclara: “No se debe desesperar de la salvación eterna de aquellas personas que se han dado muerte. Dios puede haberles facilitado, por caminos que El solo conoce, la ocasión de un arrepentimiento salvador. La Iglesia ora por las personas que han atentado contra su vida”1237. Palma decía al respecto del ya antiguo problema de vivir como si el diablo no existiese: Es preciso convenir en que lo que llaman civilización, luces y progreso del siglo, nos ha hecho un flaco servicio al suprimir al diablo. En los tiempos coloniales en que su merced andaba corriendo cortes, gastando más prosopopeya que el cardenal camarlengo, y departiendo familiarmente con la prole del padre Adán, apenas si se ofrecía cada cincuenta años un caso de suicidio o de amores incestuosos. Por respeto a los tizones y al plomo derretido, los pecadores se miraban y remiraban para cometer crímenes que hogaño son moneda corriente1238. 1236 V.G. El árbol sin rival. Vid.: Rodríguez Chávez, Iván. Otra ventana sobre Ricardo Palma. Op. cit., pp. 32- 33. 1237 Catecismo de la Iglesia Católica #2283. 1238 T. P. El Alcalde de Paucarcolla (1614). De cómo el diablo, cansado de gobernar en los infiernos vino a ser alcalde en el Perú. Vid. también: Forgues, Roland. Revisitando a Palma en el sigo XXI. Disidencia y utopía. Op. cit., p. 255. 310 Es sabida la predilección de Palma por la poesía y los poetas, y por todo su mundo; lo que él llamaba la “bohemia” de su tiempo. De un miembro de ese conjunto de vates, Clemente de Althaus y Flores del Campo1239, romántico y apasionado, lejano pariente de mi madre, cuenta que en 1876, atacado de gravísima enfermedad cerebral, marchó Althaus a París donde se sometió a los cuidados de un célebre médico alienista. Los recursos de la ciencia fueron estériles, y el más culto de los poetas peruanos de mi tiempo murió1240 completamente loco, en 1881. Sus restos reposan en el cementerio del Padre Lachaise1241 de la capital francesa, lugar por cierto que merece la pena visitar y pasear para ver la gran cantidad de celebridades allí sepultadas. Sobre su enfermedad Estremadoyro1242 dice que “a los 20 años sufrió una neurosis que lo llevó a Europa viajando por espacio de 8 años por Inglaterra, Italia, España y Alemania”. Y que “en 1874 resurgió nuevamente la neurosis que lo llevó por segunda vez a Europa sin lograr su curación”. La hija de Palma, Angélica, lo calificó de “poeta pulido y clasista, hombre de exagerado refinamiento”. El 19 de diciembre de 1905 don Ricardo Palma escribía a su amigo Miguel de Unamuno contándole de la triste historia clínica de Francisco García Calderón, amigo de José de la Riva-Agüero y Osma. Era hijo del que fuera presidente de la República del Perú don Francisco García Calderón, depuesto de la presidencia por los chilenos y llevado prisionero a Chile de donde pasó a Europa. Parece que, como cuenta Palma1243, desde Julio de este año empezó a sufrir el joven García Calderón de una neurastenia1244 aguda que agrió su carácter y lo mantenía en perpetua lucha doméstica con algunos de sus parientes. A principio de Septiembre y siguiendo los consejos médicos, su madre, lo envió a Chile donde era casi seguro que se restablecería con sólo la influencia del clima y la tranquilidad de espíritu. Y continúa Palma relatando la historia clínica del 1239 Era hijo del general peruano, de ascendencia alemana, don Clemente de Althaus y von Hessen-Philippstal (1790-1836), Barón de Althaus y de doña Manuela Flores del Campo y Tristán. Nieto paterno de Clemens August, Barón von Kaas y de la Princesa Amalia Sophia Julian Wihelmina Louisa von Hessen-Philippstal (n. 1761). Nieto materno del doctor don Manuel Flores del Campo y Pérez (1755-1830) y de doña Petronila Tristán y Moscoso (n. 1769). (Barreda, Felipe A. Al servicio del Perú: General Clemente de Althaus. Edición privada, Lima 1958). 1240 Rovira, José Carlos. Clemente Althaus y la tradición italiana. En: Scriptura, nº 8-9, p. 57, 1992. 1241 B. T. La bohemia de mi tiempo (XIX). 1242 Estremadoyro Robles, Camila. Diccionario Histórico Biográfico Peruanos Ilustres. Ed. Científica, 3ª ed., Lima 1990. 1243 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op.cit., pp. 11-12. 1244 Sobre esta cuestión de la neurastenia vale la pena leer el interesante trabajo de Paulo Drinot: Drinot, Paulo. Locura, neurastenia y “modernidad”: interpretaciones médico-legales y populares del suicidio en la República Aristocrática. En: Cueto, Marcos; lossio, Jorge; Pasco, Carol (eds.). El rastro de la salud en el Perú. Universidad Peruana Cayetano Heredia, Instituto de Estudios Peruanos, pp. 211-258, 1ª ed., Lima, 2009. Palma usaba a veces la palabra “neurasténico” con un matiz algo despectivo, como cuando comentando el nombramiento como ministro de Jorge Polar le decía a Francisco Mostajo, el 30 de marzo de 1910: El infeliz neurasténico creía que con ceñir la faja de ministro había adquirido ciencia infusa…” (Palma, Ricardo. Epistolario General (1905- 1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 153.) Clemente de Althaus 311 paciente: Finalmente cuando apenas llevaba el joven (García) Calderón ocho o diez días en Chile le llegó un cablegrama (acépteme amigo Unamuno la palabreja) avisándole que su padre había tenido una recaída de la dolencia crónica que padecía. Y prosigue: Ha seis días supe por noticia crónica de un diario que había intentado suicidarse, pero que felizmente había esperanzas de salvarlo. La crónica de esta mañana lo da ya por libre de peligro. Digamos finalmente que existe una hierba, de la que luego hablaremos, el chamico, que es mencionada por Palma en diversas ocasiones a lo largo de su obra. En una de sus Tradiciones, y al referirse a los peligros del consumo de determinadas plantas dice que no lo es menos la del chamico, hierba que entontece o vuelve loco a un hombre1245. 1245 T. P. Supersticiones de los peruanos (18…). Vid. Coloma Porcari, César. La flora del Perú en las Tradiciones de Ricardo Palma. Op. cit., p. 68. Y: Coloma Porcari, Cesar. La medicina tradicional peruana en la obra de Ricardo Palma. Op. cit., p. 53. 312 313 XVIII. LOS MÉDICOS, LA MEDICINA Y LA INQUISICIÓN DE LIMA Exurge, Domine, et iudica causam tuam (Salmo 73) (Lema del emblema de la Inquisición) El establecimiento de la Inquisición en el Perú, y en el resto de la América hispana, - dice Hampe citando a Guibovich1246- no obedeció únicamente al interés de perseguir las manifestaciones de heterodoxia y controlar la moral, sino que formó parte de un ambicioso proyecto político lanzado por el rey Felipe II en la década de 1560, con el objetivo de robustecer el poder de la Corona en las colonias indianas, en las provincias de ultramar. Sabido es que la creación de los tribunales de la Inquisición de México y Lima se resolvió en el curso de la Junta Magna, celebrada en la corte real en el año 1568, bajo la presidencia del omnipotente cardenal Diego de Espinosa. El Santo Oficio fue visto como la institución más adecuada para imponer la vigilancia sobre las costumbres y el control sobre las desviaciones ideológico-políticas. En este contexto se propuso que el quinto virrey del Perú, don Francisco de Toledo, y la Inquisición actuaran conjuntamente para garantizar el principio de autoridad estatal. La Medicina tuvo un doble papel en la Inquisición Española. Por un lado hubo médicos que colaboraban con ella ayudando a “medicalizar” las prácticas inquisitoriales, judicializándola, mientras que otros fueron víctimas de las investigaciones del Santo Oficio. Algunos han apuntado su extrañeza por el hecho de que no hubiera más médicos perseguidos por la Inquisición dado que muchos de ellos eran de origen semítico. Aunque pocos, algunos médicos fueron perseguidos o investigados por el Santo Oficio en Castilla, generalmente por el contenido de lo publicado en sus libros. En el mejor de los casos, el libro era incluido en algunos de los Índices de libros prohibidos (el “Gran Índice” de 1559, el “Índice de Quiroga” de 1583 y el “Índice Tridentino” de 1564), donde se prohibían algunas obras in totum, o sólo donec corrigatur. Como ha recordado José María Medina1247, El Examen de los ingenios para las ciencias (1575) de Juan Huarte de San Juan se incluyó en el Índice de 1583 por la relación que el autor establecía entre vida anímica y temperamento corporal. También se vio incluida en el Índice La 1246 Hampe Martínez, Teodoro. Ricardo Palma cronista de la Inquisición. Op. cit., p. 147. 1247 Medina Esteban, José María. Médicos españoles bajo la Inquisición. En: http://medicablogs.diariomedico.com/jena/2011/03/06/medicos-espanoles-bajo-la-inquisicion/ 314 Celestina (1632) e incluso el propio Quijote por un pasaje en el que don Quijote recomienda a Sancho: “…las obras de caridad que se hacen tibia y flojamente no tienen mérito ni valen nada…”. Entre los médicos perseguidos por la Inquisición en la península podemos citar al judío converso Francisco López de Villalobos, médico de la corte de Fernando II de Aragón y del emperador Carlos V, Fernando de Aragón, médico del papa León X, Cristóbal de Losada, médico sevillano, Juan de Nichólas y Sacharles, Miguel Serveto (o Servet) y Reves, o el murciano y médico de la corte de Felipe V Diego Mateo López Zapata. Sobre médicos e Inquisición existen diversos trabajos como son los de Adelina Sarrión Mora: Médicos e Inquisición en el siglo XVII1248, de Sagrario Muñoz Calvo: Influencia de la Inquisición sobre diversos aspectos de la Medicina y la Farmacia en España1249, el del estadounidense Timothy Walker: Doctors, folk medicine and the Inquisition: the repression of magical healing in Portugal during the Enlightenment1250, el de José Pardo Tomás y Alvar Martínez Vidal: Victims and experts: medical practitioners and the Spanish Inquisition1251, o el del investigador de la Universidad de Southampton François Soyer: Un médico entre las garras de la Inquisición: el proceso de Simón de Castro (1728-1730)1252. Es curioso señalar, a título anecdótico, que el edificio que antiguamente albergaba en México el Tribunal del Santo Oficio fue destinado luego a Escuela de Medicina y actualmente alberga el Museo de la Medicina Mexicana, el Departamento de Historia y Filosofía de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México, y su Archivo Histórico y la Biblioteca Dr. Nicolás León. En Lima José Toribio Medina1253 se ocupó con detalle de la historia del Santo Oficio durante todo el tiempo en que funcionó allí. Los dos volúmenes de que consta contienen expedientes 1248 Sarrión Mora, Adelina. Médicos e Inquisición en el siglo XVII. Colección Monografías, nº 51, Ediciones de la Universidad de Castilla-La Mancha, Cuenca, 2006. 1249 Muñoz Calvo, Sagrario. Influencia de la Inquisición sobre diversos aspectos de la Medicina y la Farmacia en España. Madrid, 1975. 1250 Walker, Timothy. Doctors, folk medicine and the Inquisition: the repression of magical healing in Portugal during the Enlightenment. Leyden, 2005. 1251 Pardo Tomás, José; Martínez Vidal, Alvar. Victims and experts: medical practitioners and the Spanish Inquisition. En: Coping with sickness: Medicine, Law and Human Rights: Historical Perspectives, 9, nº 4 (2009), pp. 1-18. 1252 Soyer, François. Un médico entre las garras de la Inquisición: el proceso de Simón de Castro (1728-1730). En: Cadernos de Estudos Sefarditas, nº 10-11, 2011, pp. 373-388. 1253 Medina, José Toribio. Historia del Santo Oficio de la Inquisición de Lima (1569-1820). Tomos I y II. Santiago de Chile, 1887. 315 de procesos vistos por el tribunal, correspondencia entre los inquisidores, cédulas relativas al funcionamiento y administración de la institución y órdenes expedidas por el Consejo de Inquisición al tribunal limeño, desde su instauración por el virrey Toledo en 1569, hasta su disolución definitiva en 1820 Los médicos tenían a su cargo en el Santo Oficio el cuidado y control de la salud de los reos. En los casos en que se aplicaba la tortura tenía a su cargo la supervisión de la misma para impedir que se realizara algún daño físico al procesado o se pusiera en riesgo su vida y salud. Había también un barbero o anterior que ayudaba al médico en su labor1254. La participación de los médicos y cirujanos en las actividades del Santo Oficio, tribunal instalado en el Perú en virtud de Real Cédula de 7 de febrero de 1569, viene reflejada en los Anales de la Inquisición de Lima, que fueron editados por primera vez en 1863, con segunda edición en 1872 y siendo luego publicados en Madrid en 1897, en la imprenta de Ricardo Fe. Ya sea como peritos o como penitenciados o, de modo más indirecto, los galenos aparecen mencionados con frecuencia por el tradicionista. No cabe duda de que la Inquisición y la Medicina tuvieron influencias recíprocas durante todos los años en que el Santo Oficio estuvo funcionando1255. Lo mismo pensaba el gran historiador de la medicina en el Perú, don Juan B. Lastres1256. El médico dictaminaba sobre si el reo podía o no soportar tormento, y le curaba después de haberlo sufrido. A lo largo de este capítulo, vamos a recorrer dichos anales, de los que el mismo Palma, que casualmente había nacido a pocos metros de la plaza de la Inquisición, decía que “en puridad de verdad, son también tradiciones”, como nos recuerda Miró-Quesada1257. Obra comenzada por nuestro escritor durante su destierro chileno1258 gracias en parte a la ayuda de don Gregorio Beeche, que puso a su disposición su valiosa biblioteca, y que vio la luz en la Revista de Sud América en 1863, sostiene Bellini, que “già rivelano l’orientamento dello scrittore verso la rievocazione del passato nazionale”1259, no estando exentos de cierta posición ideológica, en un momento en que la Reina 1254 Ayllón, Fernando. El Tribunal de la Inquisición. De la leyenda a la historia. Ediciones del Congreso de la República del Perú, p. 147, Lima, 1999. 1255 Muñoz Calvo, Sagrario. Influencia de la Inquisición sobre diversos aspectos de la Medicina y la Farmacia. Madrid 1975. 1256 Lastres, Juan B. La Medicina en el virreinato. En: Historia de la Medicina Peruana, Vol. II, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, pp. 155-168, Lima, 1951. 1257 Miró-Quesada Sosa, Aurelio. Piura en las Tradiciones de Palma. Col. Algarrobo nº 11, Universidad de Piura, 1973. 1258 Miró, César. Don Ricardo Palma, el Patriarca de las Tradiciones. Op. cit., pp.70-71. 1259 Bellini, Guiseppe. La letteratura ispano-americana dall’età precolombiana ai nostri giorni. Sansoni/Accademia, p. 268, Firenze-Milano 1970. 316 Doña Isabel II de España miraba con ojos codiciosos los antiguos dominios de España en América. Un chileno, Guillermo Feliú Cruz, considera que la obra, escrita en Valparaíso, es la serie más importante de estudios históricos escritos por el peruano, una de sus creaciones más representativas1260. Como he mencionado, Ricardo Palma se hallaba en Chile entre 1860 y 1863 cuando pergeñó los Anales de la Inquisición. Parece ser que tuvo conocimiento, si bien ligero, de los monumentales trabajos que preparaba José Toribio Medina sobre la Inquisición en Chile y en el resto de América. Probablemente con vehemencia de adulto joven, se quiso adelantar al ilustre polígrafo chileno y, en cierta manera, lo hizo1261. En los Anales de la Inquisición, afirma Miró, está la semilla, el derrotero de su producción futura, en el camino de las Tradiciones, aunque las primeras aparecieron antes y durante su estancia en la nación sureña. Incluso, no les falta a los Anales de la Inquisición el especial humor con que Palma tiñe la mayoría de su obra. Hampe reconoce ese humor en cada uno de los escritos con transfondo histórico de nuestro autor y dice, con el antropólogo e historiador Luis Millones, prologuista de la moderna reedición de los Anales, lanzada por el Congreso de la República del Perú en 1997, “sombrías y fúnebres como son las páginas sobre cualquier aparato represeor, don Ricardo supo ponerles la pimienta necesaria para que las torturas y los hierros se iluminen con una ácida sonrisa”1262. Guillermo Lohmann Villena tiene una visión muy diferente de esta obra de Palma cuando afirma que “…de redondear cumplidamente esta visión tenebrosa y repulsiva se encargó una literatura folletinesca, del sesgo de los Anales de la Inquisición de Lima, de Palma, en que bajo el eufemismo de Estudios Históricos, el lector desprevenido caía en la trampa”1263. Según Palma, esos capítulos “nos fueron inspirados por el sentimiento de ocuparnos en el destierro de algo que tuviese relación con la patria y que sirva en el porvenir a las inteligencias privilegiadas que se consagren a explorar la crónica casi ignorada de los tiempos coloniales”. En realidad, los Anales no son sino tradiciones despojadas de su ropaje festivo pero con el mismo contenido, con igual intención crítica al juzgar los autos de fe, las fórmulas del tormento -ese “dislocar las coyunturas” o los azotes que menciona Martos1264-, las pérfidas delaciones, con la misma técnica 1260 Cavieres, Eduardo. Ricardo Palma: relato, memoria y tradiciones en la construcción de la historia. Op. cit., p. 297. 1261 Martos, Marco. Anales de la Inquisición de Lima, Ricardo Palma, la vela verde y el sambenito. En: Aula Palma. Discursos de incorporación al Instituto Ricardo Palma 1998-1999. Universidad Ricardo Palma, 1ª ed., pp. 205-206, Lima, 1999. 1262 Hampe Martínez, Teodoro. Ricardo Palma cronista de la Inquisición. Op. cit., p. 150. 1263 Lohmann Villena, Guillermo. La Inquisición, centinela de la Fe. Prólogo. En: Ayllón, Fernando. El Tribunal de la Inquisición. De la leyenda a la historia. Ediciones del Congreso de la República del Perú, p. IV, Lima, 1999. 1264 Martos, Marco. Anales de la Inquisición de Lima, Ricardo Palma, la vela verde y el sambenito. Op.cit., p. 210. 317 de narrar los procesos contra los portugueses judaizantes, la participación de los virreyes, las penas del fuego, el grotesco sambenito o la historia del crucifijo de resortes1265. Sobre la autoridad de este trabajo de Palma, José Miguel Oviedo ha afirmado que "tuvo el carácter de definitivo hasta 1887, en que apareció la 'Historia del Santo Oficio de la Inquisición de Lima' de José Toribio Medina"1266. El mismo Palma explicó que1267 este libro hizo brotar en mi cerebro el propósito de escribir Tradiciones. Por eso estimo, como complementario de mi afortunada labor, terminar esta publicación reproduciendo, a guisa de remate y contera, estos Anales, que, en puridad de verdad, son también Tradiciones. Teodoro Hampe se ha ocupado sobre Palma como cronista de la Inquisición1268 y otros autores han glosado esa actividad del tradicionista. Hampe es además autor de otros trabajos sobre el tema1269. Palma se dedicó a indagar sobre esta cuestión especialmente durante su destierro en Chile. En el Archivo y Biblioteca Nacional exploraba los vetustos legajos del Tribinal del Santo Oficio. Al realizar este ejercicio de investigación histórica se acercaba a los documentos –según lo describe Mario Vargas Llosa- “con ojos de artista y creador de ficciones”1270. Don Ricardo editó por vez primera su obra sobre la Inquisición bajo el título Anales de la Inquisición de Lima. Estudio histórico1271, aunque luego fue reeditada varias veces. A. MEDICOS PENITENCIADOS En tiempos del virrey don Luis Jerónimo Fernández de Cabrera y Bobadilla, IV Conde de Chinchón se celebraron tres autos de fe. En el tercero, y el más importante de ellos, ocurrido el 23 de febrero de 1639, comparecieron ochenta reos. Uno de ellos, que fue quemado, era el bachiller Francisco Maldonado, cirujano afamado, 1265 Miró, César. Don Ricardo Palma, el Patriarca de las Tradiciones. Op. cit., p. 74.. 1266 Oviedo, José Miguel. Genio y Figura de Ricardo Palma. Editorial Universitaria de Buenos Aires, p. 125, Buenos Aires 1965. 1267 A.I.L. Cap. I. 1268 Hampe Martínez, Teodoro. Ricardo Palma cronista de la Inquisición. Op. cit, pp. 145-164. 1269 Hampe Martínez, Teodoro. Inquisición y sociedad en el Perú colonial (1570-1820): una lectura crítica de la bibliografía reciente. En: Histórica, vol. 19:1, pp. 1-28, julio 1995, Lima. Este trabajo fue traducido al inglés como Recent works on the Inquisition and Peruvian colonial society, 1570-1820. En: Latin American Research Review (Albuquerque, NM), vol. 31:2, 1996, pp. 43-65. 1270 Vargas Llosa, Mario. Prólogo a: Iwasaki Causi, Fernando. Inquisiciones peruanas, donde se trata en forma breve y compendiosa de los negocios, embustes, artes y donosuras con que el demonio inficiona las mientes de incautos y mamacallos. Promoción Editorial Inca (PEISA), p. 7, Lima, 1996. 1271 Palma, Ricardo. Anales de la Inquisición de Lima. Estudio histórico. Tipografía de Aurelio Alfaro, Lima 1863. Francisco Maldonado da Silva Placa en el monolito que recuerda el prendimiento del médico Francisco Maldonado da Silva 318 natural de Tucumán e hijo de portugués. Sucedió que a las tres de la tarde y en el momento en que iban a arrojar a las llamas a los relajados, se levantó furioso huracán, fenómeno que por primera vez se vio en Lima. La violencia del viento rompió el toldo que daba sombra al tablado, y el cirujano Maldonado exclamó: “Esto lo ha dispuesto así el Dios de Israel para verme cara a cara desde el cielo”. Más adelante nos dice la edad del cirujano, treinta y tres años y lo califica de el mayor judío que ha tenido el Perú1272. En el mismo auto fue también procesado el bachiller Tomé Cuaresma, natural de Serpa, cirujano, de cuarenta y cinco años, el cual parece que murió impenitente1273 y quemado junto a otros nueve condenados. Francisco Maldonado da Silva1274 o Elihau Hanazir nació en efecto en San Miguel de Tucumán en 1592 y su vida profesional la desarrolló entre los actuales territorios de Argentina, Chile y Perú, habiendo estudiado Medicina en Lima aunque luego ejerció mucho tiempo en la ciudad chilena de Concepción1275. Maldonado fue cristiano hasta los 18 años cuando su padre, que fue condenado por la Inquisición a seis años de cárcel y al secuestro de sus bienes, lo introdujo al judaísmo. Aunque cristiano nuevo, la Inquisición le acusó de judaizante y por esa razón fue quemado en la hoguera. Era de familia de marranos portugueses. Su madre era de familia de cristianos viejos. Su padre, Diego Núñez da Silva era también médico y lo mismo que sus hermanas fue llevado ante el Santo Tribunal por prácticas criptojudías. Las acusaciones provinieron de miembros de su misma familia. El 8 de julio de 1626, por mandato de su confesor, Isabel Maldonado denunció ante el comisario de la ciudad de Santiago, que su hermano Francisco era judío y que "guardaba la ley de Moisés". Decían que Francisco observaba rituales judíos como el Shabat y festividades como el Yom Kipur. El 12 de diciembre de 1626, la Inquisición secuestró los bienes de Maldonado. Así que fue apresado de noche, llevado a Lima y encarcelado en una celda del convento de Santo Domingo el 29 de abril de 1627, permaneciendo bajo proceso por seis años. Ante la Inquisición en 1272 A.I.L., Cap. I. Vid. Huárag Álvarez, Eduardo. Estructuras y estrategias narrativas en las Tradiciones de Ricardo Palma. Universidad Ricardo Palma, Editorial Universitaria, p. 117, Lima, 2004. 1273 De hecho, durante el juicio sorprendió a los inquisidores con su erudición judaica recitando de memoria capítulos enteros de la Torá y de los Salmos. Fue sometido a intensas torturas, sin lograr su abjuración. 1274 Francisco da Silva es el protagonista de dos novelas históricas: La Gesta del Marrano (1991) del escritor argentino Marcos Aguinis, y Camisa Limpia (1989), del chileno Guillermo Blanco. 1275 Considerado el primer médico de esa ciudad se le erigió un monolito en su memoria. Auto de Fe celebrado en Lima el 23 de enero de 1639 319 Lima, en su primera audiencia, desafió al tribunal declarando "yo soy judío, señor, y profeso la ley de Moisés y por ella he de vivir y morir". Durante el juicio se recurrió a los teólogos más eminentes de Lima para demostrarle que estaba en un error, pero él se enfrascó en interminables disputas teológicas. El 26 de enero de 1633, Maldonado fue condenado a "relajar justicia y brazo seglar y confiscación de bienes". Finalmente, el 23 de enero de 1639, fue condenado a muerte: "flaco, encanecido, con la barba larga y los libros que había escrito atados al cuello, mientras era conducido a la hoguera el viento rompió el telón del tablado y él viendo esto exclamó, como apuntó Palma: esto lo ha dispuesto así el Dios de Israel para verme cara a cara desde el cielo". Sobre el bachiller Francisco Maldonado da Silva se han escrito algunas obras rehabilitando su figura como médico. Una de las obras más importantes sobre él es la publicada en la colección de Historia de los Judíos en Chile de la que es autor Günther Böhm. Bajo el gobierno de Don Luis Henríquez de Guzmán, Conde de Alba de Liste, no se celebraron autos de fe. No obstante, la Inquisición conminó a este virrey a entregar un opúsculo herético escrito por el holandés Guillermo Lombardo y a poner a disposición del Santo Tribunal a su médico César Vandier (o César Nicolás Wandier, como escribe en otras ocasiones), sospechoso de luteranismo1276. El noble conde hizo lo posible para libertarlo de caer bajo las garras de los feroces torniceros; pero no era cosa fácil arrebatarle una víctima a la Inquisición....Acusáronlo, entre otras quimeras, de que con apariencias de religiosidad tenían en su cuarto un crucifijo y una imagen de la Virgen a la que prodigaba palabras blasfemas1277. Finalmente, no fue llevado a la hoguera, sino que permaneció 1276 A.I.L., Cap. I. (Vid. Rodríguez Chávez, Iván. Los conflictos por la supremacía del poder virreinal en una tradición de Palma. En: Aula Palma XIII-2014. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 201, Lima, 2014.) 1277 T. P. Un virrey hereje y un campesino bellaco (1656), crónica de la época del décimo séptimo virrey del Perú. Iglesia del Monasterio de Nuestra Señora del Prado, Lima Luis Henríquez de Guzmán, conde de Alba de Liste, virrey del Perú 320 ocho años encerrado en las mazmorras del Santo Oficio. Hubo procesión de desagravio y otras solemnes ceremonias que terminaron trasladando de casa de Vandier a la iglesia del Prado las insultadas efigies. Esto sucedió en 8 de octubre de 1667, en auto privado efectuado en la capilla de la Inquisición. Mugaburu en el Diario de Lima (1640-1694) le califica como el mayor hereje, a pesar de ser hijo de padre y madre cristianos. Siendo él sacerdote, se casó en Roma y se trasladó a Constantinopla, donde fue grande herbolario y curó al Gran Turco... Fue médico del Hospital de Santa Ana de Lima donde mató a más de dos mil indios. Negó la inmortalidad del alma "y en sus errores fue peor que Lutero". La iglesia mencionada es la de Nuestra Señora del Prado, del Monasterio del mismo nombre que, desde 1640 en que fue fundado por doña Ángela Zárate y Recalde, ha sido habitado por religiosas agustinas. Por tanto, el episodio contado por Palma sucedió nada más que veintisiete años después de su fundación. El mencionado conde de Alba de Liste, primer Grande de España que fue al Perú, fue luego procesado por tener en su biblioteca tres o cuatro libros prohibidos y negarse a poner a disposición del Santo Oficio a su médico. Al virrey se le dio un bledo del proceso inquisitorial, y apoyándose en sus fueros de grande de España y en sus prerrogativas como representante de Felipe IV, se negó a comparecer ante sus jueces. El rey, al que enviaron una queja los inquisidores, dio al asunto un sesgo prudente, reemplazando a Henríquez de Guzmán, en 1661, con el Conde de Santisteban1278. No fue el único extranjero del gremio sanitario procesado en Lima por el Santo Oficio. Diego de La Granja (Lagrange), natural del Reino de Francia y cirujano de profesión fue encausado por el delito de decir que era francmasón1279. Una primera parte de este sumario fue enviada por la Inquisición de los Reyes, es decir de Lima, el 25 de febrero de 1774, al Consejo de la Inquisición en España. Tras el proceso se le declaró “atroz y abominable reo del crimen de diferentes hechos hereticales que lo constituían hereje formal, cismático y dogmatizante”. Se pidió que fuera preso en las cárceles secretas con secuestro de bienes, aunque al haber estado ya recluido en el Presidio del Callao por otros delitos, y haber salido desterrado a España el 2 de diciembre de 1775, se le encarceló en Cádiz en 1776. En el auto público de fe dispuesto por el pesquisidor doctor Ruiz del Prado, inquisidor, el 30 de noviembre de 1587, fue penitenciado Juan Díaz, barbero español, por haber jurado por las orejas del Papa y dicho que era mejor ser casada que monja, y que tener acceso carnal con una india en Semana Santa era pecadillo venial1280. 1278 T. P. Pepe Bandos (1724-1736). Apuntes sobre el virrey Marqués de Castelfuerte, dedicada a José Antonio de Lavalle. 1279 Ferrer Benimeli, José A. Masonería e Inquisición en Latinoamérica durante el siglo XVIII. Universidad Católica “Andrés Bello”, Instituto de Investigaciones Históricas, pp. 29-37, Caracas 1973. 1280 A.I.L., Cap. II. 321 En el último auto de fe del siglo XVI, celebrado el 10 de diciembre de 1600, fue penitenciado, entre otros, por bígamo, el barbero Cristóbal Juárez1281. El 23 de diciembre de 1736 el Santo Oficio celebró auto público en el que Tomás José de Vertiera, un mulato del Callao, de veinticinco años y de oficio barbero1282, fue condenado por bigamia a tres años en el presidio de la Isla de San Lorenzo, después de propinarle unos cuantos azotes. Estaba casado en el Callao y en Nepeña, proeza nada desdeñable, si observamos que esta ciudad está cerca de Chimbote. Entre las causas leídas el 12 de junio de 1732, siendo virrey el Marqués de Castelfuerte, existía la de Domingo Llanos de Espínola, genovés, de treinta y tres años y cirujano1283; era un tanto aficionado a casarse deshaciéndose de sus consecutivas esposas mediante la aplicación de una lanceta o propinándoles una pócima. Los de la profesión -que siempre es bueno tener “compinches”- se empeñaron en que se le relevase de la azotaina, y el Santo Oficio se limitó a enviarlo por cuatro años a Valdivia. Fue denunciado en 1799 don Bartolomé Alcántara, cirujano, por proposiciones heréticas y calumnia a la condesa de Fuente González1284. En efecto, la Condesa de Fuente González había sido denunciada por su médico nueve años antes por una proposición herética... y por leer libros vedados1285. Se refiere sin duda a doña Rosa de Viterbo de la Fuente González de Argandoña, nacida en Lima y bautizada en su catedral el 3 de octubre de 1731, casada en la parroquia limeña de San Sebastián el 11 de febrero de 1763 con don José González Gutiérrez, natural de Villavelayo, Burgos, conde de Fuente González, teniente coronel de Dragones Provinciales de Lima. Doña Rosa había estado casada en primeras nupcias con don José del Villar, conde de Villar de Fuentes1286. 1281A.I.L., Cap. II. 1282 A.I.L., Cap. IV. 1283 A.I.L., Cap. V. 1284 A.I.L., La Segunda Inquisición. 1285 A.I.L., La Segunda Inquisición. 1286 Lohmann Villena, Guillermo. Los americanos en las órdenes nobiliarias. Tomo I, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2ª ed., p. 176, Madrid, 1993. Auto de Fe en la Plaza Mayor de Lima 322 Don Félix Devoti1287, romano y médico por proposiciones heréticas, denunciado en 1796 por los inquisidores de Cartagena. Devoti fue un médico de gran reputación y figuró mucho en la política del Perú en los primeros años de la Independencia1288. En efecto, nacido en Roma en 1760, obtuvo el título de médico en la Real Universidad de San Marcos de Lima, en 1806. Fue Catedrático de Clínica Externa, Médico de la Vacuna y Cirujano del Apostadero del Callao, Miembro de la Junta Conservadora del Fluido Vacuno, Médico del Regimiento de Voluntarios de la Concordia, uno de los fundadores del Colegio de Medicina y Cirugía de San Fernando, Sustituto de la Cátedra de Prima de Medicina -equivalente a la actual de Clínica Médica-, la de mayor jerarquía docente, Alcalde examinador de Cirugía del Tribunal del Protomedicato. Sin embargo, cuando Palma alude a su figuración en política, se refiere sin duda a su participación como editor y redactor de numerosos periódicos de Lima, difundiendo incansablemente las doctrinas enciclopedistas; a su implicación en el complot revolucionario de Lima en 1820, que le costó la cárcel en la Inquisición junto a Riva-Agüero, Pezet, Mansilla y otros; a su condición de firmante del Acta de Independencia; a su pertenencia a la Sociedad Patriótica de Lima y a sus cargos de Tesorero de la Dirección General de Censos y Obras Pías del Ministerio de Hacienda, de Administrador del Teatro Principal de Lima y de Juez de Balanza de la Casa de la Moneda1289. Se le ha llamado “campeón de la lucha contra la viruela”1290, sustituyendo al Dr. Pedro Belomo en la propagación del fluido vacuno. No fue Félix Devoti el único médico que en el Perú participó de los movimientos políticos emancipadores, como ha destacado el profesor y académico Óscar G. Pamo Reyna1291 en su trabajo sobre médicos próceres de la Independencia del Perú, cuyo antecedente fue una conferencia que pronunció en la Sesión Solemne en Homenaje al 188° Aniversario de la Independencia, en el Auditorio Pedro Weiss del Colegio Médico del Perú, el 17 de julio del 2008. De hecho, “en 1821, por la activa participación de los médicos en la lucha por la independencia del país, a la antigua escuela médica regia sanfernandina se le cambió el nombre por Colegio de la Independencia.” Entre ellos podemos citar a Hipólito Unanue, José Gregorio Paredes, José Pezet, Gabino Chacaltana, José Manuel Valdés o Miguel Tafur. Sobre Devoti dice Pamo que “fue colaborador y gran animador de diversos periódicos donde trasuntaba el espíritu emancipador de la época”. El Dr. Pamo da noticia en el citado artículo de algunos de los médicos o sanitarios que tuvieron relación con esos movimientos: “El cirujano Benito del Barco, residente en el Callao, fue hecho prisionero por haber participado en el movimiento insurgente de Lima en 1818; Francisco Santiago Mascote, profesor sanfernandino en 1821, sería jefe del hospital de sangre en el combate de Junín; Nicolás Alcázar, joven cirujano que fue 1287Era hermano de Mons. Giovanni Devoti, Obispo de Agnani y Arzobispo de Cartago, Profesor de Derecho Canónico del Colegio de la Sapienza, y acompañante del papa Pío VII en el acto de coronación de Napoleón I. 1288 A.I.L., La Segunda Inquisición. 1289 Arias-Schreiber Pezet, Jorge. Los médicos en la Independencia del Perú. Editorial Universitaria, pp. 70-3, Lima 1971. 1290 Lastres, Juan. El Colegio de San Fernando y la vacuna. Revista Peruana de Epidemiología, vol. 9, nº 1, enero 1996, p. 60. 1291 Pamo Reyna, Óscar G. Los médicos próceres de la Independencia del Perú. Acta méd. peruana v.26 n.1 Lima ene./mar. 2009. 323 detenido por participar en la conspiración de 1818 y fue ejecutado en la plaza mayor de Lima; José Santos Montero, el doctor santitos, cirujano de los hospitales de San Bartolomé y San Andrés, del Escuadrón de Caballería Cívica de pardos y cirujano mayor durante los sitios del Callao; los cirujanos Laurencio Béjar y Juan Eucejo sirvieron en el ejército de Pumacahua; el cirujano Tadeo Marchani acompañó a José Angulo en la frustrada revuelta de Huamanga; José Isidoro Alcedo, farmacéutico y cirujano romancista que participó en los sitios del Callao.” El doctor don Gabriel Moreno, médico, denunciado en 1793 por proposiciones heréticas y tener libros prohibidos. El doctor Moreno fué uno de los hombres más científicos de su siglo1292. Efectivamente, Gabriel Moreno, nacido en Canta en 1735 y fallecido en Lima en 1809, fue uno de los fundadores de la escuela médica peruana del siglo XVIII. Fue Fiscal del Real Tribunal de Protomedicato y Catedrático de Anatomía, pasante de la cátedra de Prima de Matemáticas que regentaba en la Universidad Mayor de San Marcos Cosme Bueno, -Médico, por cierto, del Santo Tribunal- y a quien sustituyó cuando éste murió. Igual que él, fue maestro del gran Unanue, así como del Dr. don José Gregorio Paredes. Precisamente Hipólito Unanue por le dedicó su obra cumbre sobre el clima de Lima1293. También fue Cosmógrafo Mayor del Virreinato del Perú, Miembro de la Sociedad Académica de Amantes del País y de la Asociación Médica de Madrid. Era seguidor de las doctrinas de Hermann Boerhaave y difusor de las obras de Anton van Haen así como de las ideas iatroquímicas y iatromecánicas. Como clínico participó en el movimiento a favor de la vacuna, fundamentalmente en la epidemia de 1802, en el contexto de la cual afirmó que “ya nuestros profesores tenían los extractos de las obras de Jenner, su inventor, y de Pearson, su comentador”. El doctor don José Pezet (médico de gran ciencia), denunciado en 1812 por proposiciones heréticas. Su hijo don Juan Antonio Pezet fue Presidente del Perú1294. Don José Pezet y Monel (1774-1825), era hijo de Antoine Pezet Eustache D’Omonville, natural de la villa de Viscés, arzobispado de Narbona, y de María Josefa Monel y Salbo, natural de Lima. Discípulo de Unanue, fue Fiscal en el Real Tribunal del Protomedicato, Catedrático de Anatomía, Médico del Regimiento de Voluntarios de la Concordia, redactor de la Gaceta de Gobierno y El Investigador, director de El Peruano Liberal y encargado de la correspondencia con los suscriptores de El Verdadero Peruano. Asociado a la Orden del Sol, Diputado por Cuzco y Vicepresidente del Congreso de Diputados, fue uno de los redactores de la primera Constitución 1292 A.I.L., La Segunda Inquisición. 1293 Salinas Flores, David. La ciencia de Unánue. Rev Med Chile 2013; 141: 942-943. 1294 A.I.L., La Segunda Inquisición. Dr. José Pezet y Monel 324 peruana. Su procesamiento se debió a su actividad como difusor de libros prohibidos que propagaban las ideas liberales y enciclopedistas1295. El doctor don Miguel Tafur (médico insigne) denunciado en 1800 de leer libros vedados1296. Nació en Lima el 29 de septiembre de 1766, hijo de don Francisco Tafur de Córdova, natural de Chachapoyas, y de doña Francisca Zea, natural de Lima. Fue Catedrático de Método de Curar o Cátedra de Galeno, Catedrático de Vísperas de Medicina, uno de los fundadores y Director del Colegio de San Fernando, Protomédico interino del virreinato, Médico de Cámara de Su Majestad, Alcalde Examinador del Tribunal del Protomedicato, Firmante del Acta de la Independencia, miembro de la Sociedad Patriótica de Lima y de la Junta Directiva del Ateneo del Perú, Diputado por Cuzco, Protomédico General del Perú, Catedrático de Prima de Medicina y Rector de la Universidad de San Marcos. La razón de su procesamiento fue la misma que la de sus compañeros; esto es, la propagación de las ideas liberales y la posesión de libros prohibidos. A la inversa, es decir, sobre los libros, escritos por médicos, que hayan sido objeto de censura por la Inquisición, es notorio el trabajo de Pardo Tomás, cuyos primeros resultados publicados en 1986, correspondientes al siglo XVI, incluían las censuras a veintiocho autores médicos. Luego, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas publicó el total de su investigación abarcando ya hasta finales del siglo XVII1297. Este trabajo fue ampliado y publicado en un libro relativamente reciente1298 que llega a la conclusión de que "la medicina fue, sin duda, el área científica más afectada por la censura inquisitorial. Casi la tercera parte de la obras científicas que figuran en los índices son textos de caracter médico". Entre los siglos XVI y XVII, Pardo ha identificado 245 títulos (un 32,27 % del total de obras científicas). Para la España del siglo XVIII, y concretamente para 1790, Sagrario Muñoz publicó un total de 103 autores médicos, españoles o no, cuyas obras se prohibían o se permitían leer sólo previamente expurgadas1299. Además de los casos mencionados por Palma, Lastres1300 nos recuerda que fueron procesados por la Inquisición el licenciado Juan Alvarez, médico natural de Zafra, su cuñado Alonso Alvarez y su mujer, hijos y casa, sobre cosas y ceremonias de la ley de Moisés. 1295El Dr. Pezet contrajo matrimonio en dos ocasiones. La primera, en 1803, con doña María del Rosario Rodríguez Piedra, de la que tuvo sucesión, como bien apuntaba Palma. Y la segunda, con doña María Antonia Cabrera y Zegarra, con la que no tuvo hijos. 1296A.I.L., La Segunda Inquisición. 1297Pardo Tomás, José. Autores médicos en los índices inquisitoriales españoles del siglo XVI. Dynamis 1985- 86;5-6:201-14.// Ciencia y censura. La Inquisición española y los libros científicos en los siglos XVI y XVII. Estudios sobre la Ciencia, 13, C.S.I.C., Madrid 1991. 1298 Pardo Tomás, José. Ciencia y censura. La Inquisición Española y los libros científicos en los siglos XVI y XVII. Consejo Superior de Investigaciones Científicas, pág. 193, Madrid 1991. 1299 Muñoz Calvo, Sagrario. Inquisición y Ciencia en la España moderna. Editora Nacional, pp. 197-212, Madrid 1977. 1300Lastres, Juan B. Op. cit., p. 162. 325 B. MEDICOS PERITOS Tanto el médico, como el cirujano y el barbero, formaban parte de los llamados “oficios menores” del Santo Oficio. Eran designados por los mismos inquisidores del Tribunal siendo los menos favorecidos económicamente. La Cédula por la que se crea el oficio de médico de los presos está en el lib. 242, fol. 77r. de la Sección de Inquisición del Archivo Histórico Nacional. En 1656 el salario del médico del Tribunal del Santo Oficio de Lima, era de 13.600 maravedíes. Menos que en los otros dos tribunales de América: México (16.320 ms.) y Cartagena (15.000 ms.). Algo curioso, pues el salario del resto de los funcionarios inquisitoriales era mayor en Lima que en las otras dos ciudades, con excepción del pagado al Contador y Portero (mayores en México). En la misma fecha, el cirujano no cobraba en Lima ni en Cartagena, aunque sí en México (8.160 ms.)1301. En cualquier caso, los miembros del gremio sanitario eran de los peor pagados del Tribunal. Castañeda y Hernández1302 han investigado sobre las funciones sanitarias de la Inquisición de Lima durante el período comprendido entre los años 1570 y 1635. Han obtenido datos de los médicos “Licenciado Torres, y el doctor Iñigo de Hornero, que murió en 1611, Melchor de Amusco, casado y natural de Toledo, que había sido familiar y alguacil de la Inquisición en Panamá. Al morir su mujer se hizo sacerdote y el rey le nombró protomédico de la ciudad de los Reyes. Pedro Remón, Pedro Rodríguez de Toro, natural de Medina del Campo y casado con una hija del Dr. Hornero; Juan del Castillo, titular y familiar, que servía sin salario desde 1629, y Manuel Pérez, nombrado por el Tribunal en octubre de 1633, sin salario. Los cirujanos eran el Licenciado Hidalgo, que servía en tiempos de la visita de Ruiz de Prado, Juan Pérez de Zumeta, que murió en 1613; y Pedro Montesdeoca, sevillano y casado, servía desde 1613 sin salario y tenía 60 años en 1634. Los boticarios fueron: Jerónimo Rodríguez y el titular Pedro de Bilbao, que trabajaba en el Oficio desde 1596 y tenía 66 años en 1634. Los barberos eran Pedro Salvago; Benito Pacheco, cacereño y soltero, que servía desde de julio de 1596; y Hernando del Pozo, nombrado por el tribunal en 1628 sin salario”. En España, sobre los médicos en la Inquisición durante el siglo XVI, Tellechea llegó a las siguientes conclusiones: “Existían algunos médicos que podríamos llamar de plantilla de la Inquisición, ligados a ella y con juramento que regulaba su ética profesional-inquisitorial. En caso de duda o disparidad de dictámenes, se podía llamar a un tercero independiente sometiéndolo a juramento previo, que alcanzaba por igual la veracidad de su dictamen y la eliminación de cualquier otra intervención fuera de lo profesional. 1301 Martínez Millán. José. La Hacienda de la Inquisición (1478-1700). Instituto Enrique Flórez, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, pp. 235-6 y 280, Madrid 1984. 1302 Castañeda Delgado, Paulino; Hernández Aparicio, Pilar. La Inquisición de Lima. Tomo I (1570-1635), Ed. Deimos, Madrid 1989. 326 Su intervención podía tener el fin específico y profesional que corresponde a la misma, esto es, velar por la salud de los presos; y podía servir de base competente para ulteriores pasos procesales, como eran los de precipitar la ratificación de los testigos en caso de peligro de muerte”1303. Otra función perital de los médicos consistía en dictaminar acerca de presuntos casos de brujería. “Como se conocían enfermedades mentales que proporcionaban síntomas similares, era necesario poder diagnosticar con conocimiento de causa cuándo se trataba de brujería y cuándo no”1304. La labor de los cirujanos, además de realizar las sangrías, era la de inspeccionar a los reos acusados de judaismo, para saber si estaban circuncidados. Precisamente, entre los 104 hombres condenados por esta causa en el auto de fe celebrado en Madrid el 30 de junio de 1680, un 6’75% eran médicos1305. El tormento y la tortura eran utilizados por la Inquisición, en algunos casos, para obligar a declarar. De la obra de Natamiel Jomtob La Inquisición sin máscara reproduce Palma este fragmento en que habla de la participación de los médicos en el reconocimiento del preso: Cuando creía el reo que los indicios no formaban prueba semiplena, cual se requería para la sentencia del tormento, podía apelar al Consejo de la Suprema y también podía reclamar ante los inquisidores cuando por algún achaque o por su delicada complexión no lo podía soportar. En el primer caso le concedían la apelación si la juzgaban fundada, enviando con toda reserva los autos al Consejo. En el segundo le reconocían los facultativos, y siendo cierta la causa, se subrogaba a la tortura ordinaria otra más ligera o se le administraba la misma con menos rigor1306. Durante el tormento del fuego, cuya duración no podía exceder de una hora, según Bula de Paulo III, solía suceder, que el paciente, por lo intenso del dolor, quedase sin sentido y para este caso estaba previsto el médico el cual informaba al Tribunal si el paroxismo era real o figurado y en su dictamen se suspendía o continuaba el martirio1307. 1303 Tellechea Idígoras, J. Ignacio. Médicos e Inquisición: Dictámenes sobre el Azobispo Carranza y otros procesados de Valladolid (1559-1562). Cuadernos de Historia de la medicina Española, Año XII, pp. 467-83, Salamanca 1973. 1304Amorós, José Luis. Brujas, médicos y el Santo Oficio. Menorca en la época del Rey Hechizado. Institut Menorquí d’Estudis y Torre del Puerto, p. 11, Mahón 1990. 1305Escamilla-Colin, Michèle. Crimes et chatiments dans l’Espagne inquisitoriale: essai de typologie délictive et punitive sous le dernier Habsbourg et le premier Bourbon. Tome 1, pp. 506-7, Berg International éditeurs, Paris 1992. 1306 A.I.L., Cap. III. 1307A.I.L., Cap. III. 327 Aquel informe de los médicos, acerca de la salud de los procesados, era, como hemos visto, definitivo a la hora de evitarles suplicios y reducirles los padecimientos. Algo así ocurrió con el francés Franciso Moyen, natural de París, soltero, pintor y músico, que fue condenado, entre otras cosas, a recibir doscientos azotes. Sin embargo, la sentencia puntualiza: ... mandamos, que no se le den, por el accidente de gota coral que padece1308. La gota coral nada tiene que ver con lo que hoy se denomina gota sino que es uno de los muchos nombres que tenía la epilepsia, como también los de gota caduca, mal de corazón, enfermedad sagrada, morbus hercúleus, etc. Y si el reo sufría de enfermedad, estaba dispuesto en el apartado 71 de la Compilación de las Instrucciones del Oficio de la Santa Inquisición, hechas en Toledo año de mil quinientos y sesenta y uno, promulgadas por el Inquisidor General don Fernando de Valdés, lo siguiente: “Si algún preso adoleciere en la cárcel, allende que los Inquisidores son obligados a mandarle curar con diligencia y proveer que se dé todo lo necesario a su salud con parecer del médico o médicos que le curasen, si pidiere confesor se le debe dar persona calificada y de confianza...” Este texto, según Tellechea “confiere estatuto legal a la actuación del médico”1309 dentro de la institución inquisitorial. La edad del reo, cuando era elevada, servía también como atenuante de la pena. Así, al brujo Feliciano Canales, llamado el Ayanque1310 mulato limeño, viudo, tintorero, de sesenta y seis años, se le condenó a diez años de reclusión en el Hospital del Refugio y se le relevó de la pena de azotes en atención a lo mucho que hubiera sufrido en el tormento y a su avanzada edad1311. Se refiere Palma al Hospital del Refugio de Incurables “Santo Toribio de Mogrovejo”, convertido mucho más tarde en el Instituto Nacional de Ciencias Neurológicas. En sus últimos años en el Santo Oficio de Lima existía un médico (con sueldo, según Real Orden de 1572) entre su personal. Como empleado subalterno se contaba también un barbero. Sin embargo, los enfermos de la cárcel del Tribunal eran cuidados por la Orden hospitalaria de San Juan de Dios1312. 1308 A.I.L., Cap. V. 1309 Tellechea Idígoras, J. Ignacio. Médicos e Inquisición. Dictámenes sobre el Arzobispo Carranza y otros procesados de Valladolid (1559-1562). En: Tiempos recios: inquisición y heterodoxias. Ed. Sígueme, p. 228, Salamanca 1977. 1310 Ayanque es el nombre de un pescado que el norte del Perú recibe el nombre de cachema. 1311A.I.L., Cap. V. 1312 A.I.L., Cap. VII. Patio del Hospital del Refugio 328 En ocasiones, el peritaje de los médicos consistía en otras tareas como la de certificar la efectividad de instrumentos de ejecución. En este caso, aunque no fuera para reos de la Inquisición, dejo aquí la historia por lo peculiar. Don José Pequeño, maestro armero del Regimiento Real de Lima, construyó en 1813 un garrote para dar muerte a los reos. Se probó con un perro. Dos minutos permaneció el pescuezo del animal bajo la presión del garrote, transcurridos los cuales se dio la contravuelta, y el perro echó a correr ladrando furiosamente. No me extraña su furia. Pequeño culpó al verdugo Manongo Ramos del fracaso e hizo una disertación anatómica sobre el cuerpo humano y el cuerpo del perro pidiendo que se hiciese un nuevo ensayo, con asistencia de médicos. Accedió la Audiencia y nombró a los doctores don José Pezet, don José Manuel Valdés, don Félix Devoti y don José Manuel Dávalos -a quien Palma llama el egregio médico Dávalos, tan ensalzado por la Universidad de Montpellier1313-, lumbreras de la ciencia médica en el Perú los cuales informaron en su peritaje que la máquina del maestro Pequeño no servía ni para matar perros. El certificado que emitieron los facultativos fue el siguiente: Habiéndonos reunido el día de la fecha, en cumplimiento del auto superior, en la cárcel de la ciudad, al reconocimiento de la máquina de garrote presenciamos su operación en un perro, resultando que la referida máquina es inútil pues queda el animal con vida. - Lima, julio 14 de 1814. José Manuel Valdés - José Pezet - José Manuel Dávalos1314. Esto consigue evocarme los ensayos que realizaron en 1782, en el patio del hospital de la cárcel de Bicêtre, el doctor Guillotin y Antoine Louis, secretario de la Academia de Cirugía de París. En aquella ocasión el instrumento de ejecución, construido por un artesano de pianos y violines alsaciano llamado Tobías Schmidt, era la terrible guillotina, que puso en funcionamiento el viejo Samson, verdugo mayor de París. Y, a diferencia del garrote limeño, con gran efectividad. C. MISCELÁNEA La huelga de hambre no es invención moderna. Ha sido siempre un método reivindicativo y de chantaje empleado por reos u otras personas. Palma nos cuenta el caso de cierto presbítero, don Manuel Núñez Almeida que murió de hambre por haberse resistido a comer desde el día en que fue preso1315. Ocurría esto en época del virrey Marqués de Guadalcázar. En principio, la muerte por inanición suele sobrevenir entre los 60 y 90 días del comienzo de dejar de comer. No sabemos cuánto duraría el reo. 1313 T. P. La gatita de Mari-Ramos, que halaga con la cola y araña con las manos (1788). Crónica de la época del trigésimo cuarto virrey del Perú. Dedicada a Carlos Toribio Robinet. 1314 T. P. El garrote (1813). Dedicada a Guillermo E. Billinghurst y Angulo (1851-1915), que fuera Presidente de la República del Perú, además de Senador, Presidente de su Cámara, Ministro Plenipotenciario en Chile y Alcalde de Lima. 1315 A.I.L., Cap. I. 329 Una de las condenas que se estilaban en tiempos de la Inquisición, era servir en un hospital. A eso fueron reos como Alfonso de Medina, de cincuenta años, huamanguino, labrador de oficio. Acusado de bigamia, se le condenó a doscientos azotes y cuatro años de servicio en un hospital. Juan García Muñoz, de cuarenta y ocho años, arriero, natural de Cailloma y vecino de Cochabamba, fue convicto de bigamia y condenado a cuatro años de servicios en el Hospital de San Juan de Dios del Cuzco. A idéntica pena fue sentenciado Benito de la Peña, de treinta y dos años, natural del Cuzco y acusado del mismo delito1316. En 1736 fue condenada a servir cuatro años en el hospital de San Bartolomé1317 la negra María Josefa Canga, casada, de cincuenta años y cocinera. La habían acusado de maleficiar a su marido para vivir tranquilamente con otro. Pascuala González, negra, trujillana, soltera, de cuarenta años, acusada de sortilegios mereció la misma sentencia. Y a Catalina de Vera, india, viuda, natural del Cuzco, de profesión lavandera y de cincuenta años que había estado mucho tiempo al servicio de don Juan de Loyola y sido del número de los que lo calumniaron, se le condenó a diez años de encierro en el Hospital de la Caridad y a doscientos azotes1318. En tiempos del virrey Conde de Superunda, don Antonio de Ormaza, blanco, natural de Quito, boticario, y de veinticinco años de edad, fue acusado de trígamo, y salió al auto con soga de dos nudos al cuello. Se le desterró por seis años a Guayaquil, previa azotaina1319. Eso ya era 1316 A.I.L., Cap. III. 1317 A.I.L., Cap. IV. El hospital de San Bartolomé fue marco para una de las obras de Pancho Fierro, titulada “Zamacueca de hospital o escena en el Hospital de San Bartolomé”. Con ella empieza su escrito sobre Arte y literatura en el costumbrismo peruano décimonónico Maida Watson, del Departamento de Lenguas Modernas de la Florida International University, de Miami. En esa imagen vemos a una monja de las Hermanas de la Caridad y a un militar bailando una danza popular de la época llamada “mozamala” o “zamacueca”, en una celda del citado hospital. (Watson, Maida. Arte y literatura en el costumbrismo peruano decimonónico. En: Revista de la Casa Museo Ricardo Palma, nº 6, p. 41, Miraflores, diciembre de 2006.) Como subraya el Dr. Rabí, se llamó “Hospital de San Bartolomé de los morenos libres” y fue fundado en 1646. Este autor ha estudiado con profundidad su historia desde 1646 a 2000. (Rabí Chara, Miguel. El Hospital de San Bartolomé de Lima (1646-2000). La protección y asistencia de la gente de color. En: Tomo III. Historia de la Medicina Peruana, Lima, 2001) 1318 A.I.L., Cap. V. 1319 A.I.L., Cap. V. Vid. Vásconez, José Miguel. El Ecuador en las Tradiciones de Ricardo Palma. Op. cit., p. 305. Hospital de San Bartolomé Hospital de San Bartolomé 330 tener un harén, ¿No sería musulmán el boticario? El lunes 16 de marzo de 1693, siendo virrey del Perú don Melchor Portocarrero Lasso de la Vega, conde de la Monclova, se celebró en la Iglesia de Santo Domingo, de Lima, un auto solemne. Entre otros, fue procesada Petronila Guevara, limeña de sesenta inviernos, llamada “la Cimbreadora”, que, entre otras lindezas con auxilio de una calavera que se robó del Hospital de Santa Ana, practicaba ciertas hechicerías que nos abstenemos de apuntar en gracia al decoro1320 . En ocasiones, hasta podemos conocer los ingredientes de los filtros que preparaban las alcahuetas de la época, como María de la Cruz, conocida como la “Precio Fijo”, negra, natural de Lima, libre, de treinta y seis años y casada, había sido penitenciada por la Inquisición en 1717, y reincidiendo en ser buscona y componer filtros con ambar gris y cebolla albarrana fue nuevamente procesada en el auto de 1732, del que salió con coroza, soga al cuello, y vela verde. Abjuró de levi, paseó con bestia de alabarda con chilladores delante y zurradores detrás y fue por cinco años desterrada a Arica1321. Habitualmente la Inquisición perseguía “a las curanderas no por intrusas en la profesión médica, circunstancia que a pesar de su importancia jamás se alude, sino por aparecer en sus métodos algún hecho considerado como hechiceril o supersticioso, ya que junto a medios naturales empleaban oraciones y conjuros que mezclaban lo sagrado con lo profano”1322. Dentro de este mismo ámbito, Martinengo1323 ha subrayado las prácticas de magia erótica y de lo que él llama “medicina celestinesca” que acabaron por conducir ante el Santo Tribunal a una mulata a la que se acusaba de atar la agujeta, de componer figuritas de cera para atraerse a los hombres y de ser monedera falsa de virginidades y diestra en arquitectura de doncelleces1324. Era la penitenciada Sabina Rosalía de la Vega, natural de Caravelí, en Camaná, de cuarenta años y casada. Según el citado autor, se trata de un modo de expresión de inconfundible linaje quevedesco, y la descubre en otros lugares de la obra palmiana en la forma de zurcidora de voluntades1325, refiriéndose a Luisa Lizárraga del Castillo, o de sastre de roturas viriginales1326, en referencia al negro, viudo y esclavo de la hacienda San Juan, Manuel de Jesús Saboya. Naturalmente está hablando de la llamada himenoplastia o restauración del himen, también denominada ninfoplastia, y que se realizaba para recuperar la virginidad. 1320 A.I.L., Cap. V. 1321 A.I.L., Cap. V. 1322Blázquez Miguel, Juan. Hechicería y superstición en Castilla-La Mancha. Servicio de Publicaciones de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, p. 91, Toledo 1985. 1323 Martinengo, Alessandro. El estilo de Ricardo Palma. Op. cit., pp. 46-47. 1324 A.I.L., Cap. IV. 1325 A.I.L., Cap. V. (Vid. Tanner, Roy L. Aproximaciones al estudio de las Tradiciones peruanas. Op. cit., p. 38.) 1326 A.I.L., Cap. V. (Vid. Tanner, Roy L. Aproximaciones al estudio de las Tradiciones peruanas. Op. cit., p. 38.) 331 Al restablecerse en España y sus colonias el régimen absoluto, Fernando VII, por Real Cédula de 21 de julio de 1814, dispuso que la Inquisición se restableciera también en Lima. En efecto, el 16 de enero de 1815 quedó reinstalado el Tribunal teniendo por inquisidor decano al licenciado don Francisco Abarca1327 y por compañero de éste a los doctores don Pedro de Zalduegui y don Juan Ruiz Sobrino actuando como secretario del secreto el licenciado don Manuel de Arrescurrenaga. El primer acto de la resucitada Inquisición fue formar un cuadro de los miembros de la Universidad de San Marcos que en 1812 suscribieron un acta hostil para el Santo Oficio. Entre los sesenta y cuatro doctores firmantes, aparecen los insignes médicos Unanue, Valdés, Dávalos y Pezet...1328 1327 Francisco de Abarca Calderón naciò en Santander en 1748 y falleció en Lima. Estudió primero en el colegio franciscano de su ciudad natal y luego en la Universidad de Oñate donde se licenció en Teología. En 1774 fue ordenado sacerdote. Regentó la cátedra de Instituta en su Universidad de la que posteriormente fue elegido rector. En 1779 fue nombrado inquisidor fiscal en Logroño y luego en Lima. En 1789 presidió las ceremonias con motivo de la proclamación de Carlos IV. En 1798, sus funciones como inquisidor de Lima fueron delegadas al canónigo de Trujillo, José Ruiz Sobrino y luego a Pedro de Zalduegui. En 1813 fue apartado de sus funciones en el Tribunal del Santo Oficio y tres años más tarde se jubiló presentando al virrey Pezuela un informe sobre la reforma general de la Universidad de San Marcos. Recibió la Orden de Carlos III y fue nombrad miembro honorario del Consejo de Indias. 1328A.I.L., La Segunda Inquisición. Firmas de Francisco de Abarca, Pedro de Zalduegui y Josef Ruiz Sobrino 332 333 XIX. CAJÓN DE SASTRE "Son cajones de sastre que de todo poseen un retacito " (Carta de Palma a Juan María Gutiérrez, 10 de diciembre de 1875) Con este título, que utilizara Nipho1329, allá por 1760, para encabezar el efímero semanario que fundó, pretendo reunir todos los fragmentos que no he podido asignar a ninguno de los anteriores capítulos, debido a la diversidad de su temática. Pues, en efecto, cajón de sastre en sentido coloquial significa “conjunto de cosas diversas y desordenadas” o “persona que tiene en su imaginación gran variedad de ideas desordenadas y confusas”. En este capítulo trataré de aquellas referencias médicas en la obra de Palma que no pueda clasificar en ninguno de los demás capítulos. Comencemos pues en orden más o menos cronológico del tiempo en que se desarrolla el suceso. En 1732 dijo un día al rey su ministro de colonias: -Señor, tiene Vuestra Majestad que nombrar virrey para México. -¡Qué! -exclamó, sorprendido, Felipe V- ¿Ha muerto acaso mi buen marqués de Castelfuerte? -A Dios gracias, vive; pero ha enviado renuncia, fundándola en que sus enfermedades lo imposibilitan para firmar. Parece que está afectado de parálisis de un brazo. -¡Bah, bah, bah! -repuso don Felipe-. Pues lo autorizamos para el uso de estampilla. Y se expidió real cédula acordando al achacoso virrey de México una prerrogativa que lo igualaba al soberano, y que antes ni después alcanzara representante alguno del monarca de España e Indias1330. Y he aquí que Castelfuerte, que quizás hubiera deseado ya retirarse a sus estados y descansar, tuvo que continuar, a pesar de su enfermedad, al servicio de la corona en su alto puesto. Son bastantes los episodios guerreros que se citan en las Tradiciones, especialmente en los tiempos de la Conquista. Y, naturalmente, de dichos lances surgían heridos. Uno de ellos aparece en Lope de Aguirre, el traidor, donde Palma, al biografiar a su protagonista, dice que …combatió después contra Francisco Girón y recibió una herida en la pierna de la cual quedó 1329 Francisco Mariano Nipho (1719-1803), de origen napolitano, fundó muchos periódicos en España. Uno de los más importantes fue el semanario literario "Caxón de sastre literario o percha de Mauleño erudito" que duró alrededor de un año, con una totalidad de sesenta números (siete tomos). En ellos reedita a los clásicos y aborda temas sociales, políticos, eruditos, culturales, etc... con una orientación moralizadora. 1330 T. P. El virrey limeño (1722). 334 un tanto lisiado1331. En su perdida novela Los Marañones cuyo original fue quemado en el incendió a que los chilenos sometieron a su casa durante le ocupación de Lima, trataba de la vida de Aguirre. Seguramente Palma conoció la relación del Bachiller Vásquez sobre ese personaje. En ella se dice que “sufría insomnios”, situación que no recoje el tradicionista, a lo que habría que agregar, según Palma, que Lope era cojo de una pierna. Giuseppe Garibaldi visitó el Perú. El 6 de diciembre de 1851 tuvo un altercado en Lima con el comerciante francés don Carlos Ledos por mofarse éste, en un artículo, de Carlos Alberto de Saboya, rey de Cerdeña, del valor de los italianos y del mismo Garibaldi, a quien tachaba de héroe de pacotilla. Hallaron a Ledos en su escritorio con una regla en la mano y a Garibaldi a pocos pasos de él. El francés pugnaba por desasirse del doctor Douglas (médico de gran fama en Lima) y de otras personas que lo sujetaban1332. El italiano y Ledos tenían el rostro ensangrentado. Probablemente tuvo luego que emplear su arte el citado médico. Hay defectos que son inspiración para todo tipo de motes y apodos. A don José Pardo y Aliaga (1820-1877), poeta y diplomático, le tocó la sordera. Y por éste beethoveniano o goyesco mal pudo escribir Palma de él que llegó una tarde don Pepe Pardo (el Sordito) con su melena romántica a lo Zorrilla. Incluso habla en uno de sus versos de esa tara física, concretamente en La carta. Veamos un fragmento: "...Empiezo, pues. Seré breve que ya mi cabeza irrita. Hoy, sábado veintinueve, señorita, apenas la divisé sentí en mi interior (no embromo) no sé qué, ni sé cómo; más lo cierto es que estoy sordo, que ya no duermo ni engordo, por más que procure yo un consuelo a mi destino con fricasé y fricandó, con cerveza y con buen vino..."1333 Cuando Pepe Pardo se metió con Miranda en unos versos aparecidos en el diario El Comercio, de Lima, el agraviado le respondió de esta guisa1334: Antes de mirar la agena (sic) 1331 T. P. Lope de Aguirre, el traidor (1544). Vid. Bravo, José Antonio. La novela perdida de Ricardo Palma. En: Aula Palma V 2005-2006. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 65, Lima, 2006. 1332 T. P. Entre Garibaldi... y yo (1851). 1333 B. T. (XXV). De Pepe Pardo se dice también que era también “enfermizo, pero de una joroba sin grandes pretensiones”. (Vid. Holguín Callo, Oswaldo. La librería de Pérez, Pepe Pardo y Ricardo Palma. En: Aula Palma X-2011, Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 175, Lima, 2011.) 1334 Holguín Callo, Oswaldo. La librería de Pérez, Pepe Pardo y Ricardo Palma. Op. cit., p. 176. 335 Repara bien tu joroba, Y córtate esa melena, Sordo de Terranova, etc. etc. No es por casualidad que cita Palma a don José Zorrilla, pues tuvo la dicha de tratarle en España. El escritor vallisoletano, padre espiritual de la bohemia de 1848, se disculpó así ante don Ricardo y su hija Angélica por no salir mucho de casa: Tengo la aprensión de que estos bultos y lacras de la cabeza no son para lucidos. Eran -prosigue Palma- para mi noble amigo motivo de tristeza frecuente los tumores del cráneo, que lo imposibilitaban para descubrirse. Así lo expresa en estos versos de una composición escrita veinte días antes del de su muerte: Enfermedad ridícula, nativa, hereditaria, no menos dolorosa, ridícula por ser, condéname ha tres años a vida solitaria; tal vez a vivir muchos años aislado como un paria, del mundo a no ver nada y no dejarme ver. Yo ya ni veo ni oigo lo que en el mundo pasa; los que con un estigma marcados cual yo están en sociedad no viven, y gozan en su casa lo que gozar les dejan o su ambición escasa, o su feliz carácter por todo sin afán".1335 Es cierto que para Zorrilla esos tumores eran una verdadera preocupación. De hecho una operación para extirpárselos le produjo la muerte1336. César Miró escribió que esos tumores en el cráneo parecían como pago de las culpas de Don Juan y le obligaban a no descubrirse1337. En varios lugares este autor relacionó su enfermedad con la locura que, decía, regía su obra. Varias de sus obras tratan del tema de la locura con recurrencia. Parece que esos tumores desde joven le habían procurado espasmos y sonambulismo y finalmente le costaron la vida. En sus tiempos de político, de los que salió por cierto bien desengañado, sabemos que Palma fue senador y diputado. Pues bien, también de la sordera habla Palma al describir a un diputado de la Cámara como un venerable anciano, orador tan famoso por lo agudo de sus ocurrencias como por lo crónico de su sordera, achaque que lo obligaba a nunca separarse de su trompetilla acústica1338. Como afirma Tanner1339, “resultaba que la afirmación no contenía ninguna afrenta. De haberla tenido”, se le asegura al lector habría sido antiparlamentario y grosero y dado motivo justo para que el agraviado le rompiese, por lo menos, la trompetilla, “para no decir algo así como la nariz, la cara, o la cabeza”. 1335 R. E. Esbozos: Zorrilla. 1336 Palenque, Marta. Zorrilla y su concepto del “tiempo nuevo” (lectura de la poesía de sus últimos años). Philologia hispalensis, Nº 4, 1, 1989, p. 333. 1337 Miró, César. Don Ricardo Palma, el Patriarca de las Tradiciones. Op.cit., p. 154. 1338 T.P. El chocolate de los Jesuitas (1765). 1339 Tanner, Roy L. El humor de la ironía y la sátira en las Tradiciones peruanas. Op.cit., p. 174. 336 Otro de los escritores -famosos en su época- que conoció Palma fue el asturiano don Ramón de Campoamor. De él cuenta que estudió dos años de medicina y la dejó, porque no acertaba a explicarse la teoría del estornudo ¡Bonita excusa! Se dedicó otros dos años a la jurisprudencia, y las Pandectas lo hicieron bostezar y aburrirse. Como había dicho el poeta que eso de discutir a Dios se hizo para los holgazanes que no tienen en qué ocuparse, afirma Palma que no aviniéndose a ser teólogo, médico ni abogado, fue poeta y gran poeta1340. Lo cierto es que Campoamor empezó en la Universidad Central de Madrid la carrera de Medicina pero un catedrático le aconsejó con vehemencia dedicarse a la literatura, ya que creyó descubrir en él la natural inclinación a las letras más que a las ciencias debido a que vomitaba en las disecciones anatómicas. La ceguera, real o figuarada, es otro tema tratado por Palma en algunas partes de su obra. En su poema Una mendiga ciega, dice así:1341 A la puerta de un templo, una doncella de quince abriles caridad pedía y, aunque nunca miró la luz del día, dicen que la muchacha era muy bella. Ved cómo empieza una tradición sobre un tal Andrés, víctima de una hipercifosis galopante: Lector, ¿eres jorobado? Si, por desgracia, la mano del Creador puso sobre tus espaldas el abultado pan de azúcar que se llama joroba, arroja esta página sin leerla, y júrote que no perderás mucho. Siempre se ha dicho que los jorobados son sarcásticos y malignos, y que la protuberancia que los adorna es un depósito de venenosas sátiras y picantes blasfemias. Líbreme Dios de acoger tal opinión, yo que he conocido a uno de esos desgraciados que tenía el corazón de ángel bajo una tosca y deforme corteza. Andrés era como un hermoso brillante engarzado en una sortija de hierro1342 ... Vamos, algo así como el Jorobado de Nôtre Dame de París, la novela histórica por excelencia de Víctor Hugo. Sobre este defecto físico habla también Palma en otras ocasiones aunque empleando otra expresión. Cuando describe a don Martín Calleja, que en 1815, dice, era capitán de la quinta compañía del batallón Talavera, anota de él que era de pequeña estatura, cargado de espaldas y de vulgarísimo rostro…1343 1340 R. E. Esbozos: Campoamor. 1341 V.G. Una mendiga ciega. En: Ricardo Palma 1833-1983, Revista nº 6, Universidad Ricardo Palma, pp. 180- 181, Lima, 1983. 1342 T. P. Consolación (18...). Ver sobre esta tradición el exhaustivo trabajo de Juan Díaz Falconí, de la Universidad Nacional del Centro del Perú: Díaz Falconí, Julio. Cronología de las Tradiciones Peruanas (Conclusión). En: Revista de la Casa Museo Ricardo Palma, nº 5, p. 110, Miraflores, diciembre de 2004. 1343 T. P. Más malo que Calleja (1815). Vid. Tanner, Roy L. Aproximaciones al estudio de las Tradiciones Peruanas. Op. cit., p. 265. 337 Don Ricardo prueba que conocía algo de urología cuando cuenta los sucesos de su Tradición La Maldición de Miller. Había tres hermanas que, en tiempos emancipadores, eran tan encarnizadas enemigas de los insurgentes que una vez creyeron hacer acto meritorio en pro de su causa perfumando con ácido úrico al prestigioso general patriota1344 Miller. Claro que el inglés profirió ante tamaño atentado una maldición que se cumplió a rajatabla hasta la muerte de las tres hermanas: “¡Permita Dios que siempre duerman solas!”. Se trataba de William Miller (1795- 1861), inteligente y culto general británico que contribuyó de manera sobresaliente en la guerra de Independencia de Argentina y Chile. En la batalla de Ayacucho fue herido y después de reconocer en su cuerpo el médico varias cicatrices de sables y balas, Miller desdeñosamente aseveró: “A mí la muerte no me quiere”1345. En 1892 Ricardo Palma estuvo en España como Delegado del Perú, con rango de Ministro, en las celebraciones de IV Centenario del Descubrimiento de América. Con tal motivo, y refiriéndose a la obsequiosidad de los españoles con la Reina Regente Doña María Cristina, utilizó una expresión con sabor médico al decir1346: “Allí admiramos los republicanos de América la flexibilidad de la espina dorsal en los súbditos de una monarquía”. En la inauguración de un monumento conmemorativo en La Rábida, don Ricardo decidió no asistir, y volvió a utilizar la figura de sabor médico al decir “pero yo, que evito ocasiones de hacer gimnasia con la cintura, tomé el tren para Sevilla, cumplida como quedaba la misión con que, para el Congreso de Huelva, me honrara el gobierno de mi patria”. En otro de sus textos, Palma demuestra que conocía cómo se denomina la membrana que envuelve el corazón al decir de ciertas palabras de amor que el doctor Gaspar de Angulo y Valdivieso le cantó a una bella Anita: Y para mi que la tal letanía debió de llegar al pericardio del corazón y a las entretelas del alma, porque la muchacha abandonó una noche el hogar materno y fuese a hacer las delicias de la casa parroquial, con no poca murmuración de las envidiosas comadres del pueblo1347. Don Ricardo menciona en sus cartas una cierta cantidad de médicos de los que da diversas noticias. En carta a su hijo Ricardo, de 14 de julio de 1909, le decía1348: Un joven médico Escardó (quien se casará el día 25 con la señorita Juana Rosa Garagorri, hija de un español acaudalado) hace grandes elogios de Cayaltí y sobre todo de un parquecito de la hacienda. Se 1344 T. P. La Maldición de Miller (1824). Vid. Cáceres, Tito. Arequipa en las Tradiciones de Palma. Op.cit., p. 391. 1345 Ayala Olazábal, José Luis. Palma y los hechos en la Batalla de Ayacucho. Op. cit., p. 271. 1346 Miró, César. Don Ricardo Palma, el Patriarca de las Tradiciones. Op.cit., p. 157. 1347 T. P. El Manchay-Puito (17…) (Vid. Tanner, Roy L. Aproximaciones al estudio de las Tradiciones Peruanas. Op. cit., p. 105. 1348 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 62. 338 trataba de Enrique Escardó Salazar, nacido en Pisco en 1878, casado en realidad no con Juana Rosa sino con Carmen Rosa Garagorri Cebrián, hija de Juan F. Garagorri y de Carmen Cebrián. El Dr. Escardó era hijo de Florencio Escardó Nordenflicht y de Clorinda Salazar Penagos, era de Pisco y fue representante por Ica. Es sabido que la sangre es roja, y más roja la sangre arterial que la venosa. No obstante. La expresión “sangre azul” para referirse a la que supuestamente portan los nobles y los príncipes es utilizada desde antiguo, se dice que porque la piel de las personas de alta cuna era muy blanca por no dedicarse a las labores del campo o manuales y que, por tanto, las venas se veían más azules que en personas que pasaban el tiempo al aire libre. Fuera como fuese, Palma utiliza esta expresión en varias ocasiones. Dice por ejemplo: Muy pagada de lo azul de su sangre1349, o La aristocracia de sangre azul1350 o bien: echaba bocanadas de sangre azul1351. 1349 T. P. Capricho de limeña (1727). 1350 T. P. ¡Feliz barbero! (1620). Vid. Rosas Domínguez, Javier. Metáforas en la Perricholi y otras tradiciones. Op. cit., p. 314. 1351 T. P. ¡Feliz barbero! (1620). Vid. Rosas Domínguez, Javier. Metáforas en la Perricholi y otras tradiciones. Op. cit., p. 314. 339 XX. NEOLOGISMOS Y AMERICANISMOS MÉDICOS "Me ocuparé de examinar los peruanismos que, por ser más generales, merezcan carta de naturalización en nuestra lengua" (Carta de Palma al académico español Tamayo y Baus) Tanner afirmó en cierta ocasión que “sumergirse en la expresividad de las Tradiciones Peruanas constituye un deleite lexicográfico. El despliegue deslumbrante de vocablos arcaizantes y castizos se combina con una sarta alucinante de neologismos interesantes y divertidos… A lo largo de los años este gran afán lexicográfico lo impelió a coleccionar cantidades de neologismos, fueran ellos americanismos, peruanismos, limeñismos o españolismos”1352. En efecto, una preocupación constante de Ricardo Palma, a lo largo de su obra, fue la del enriquecimiento del castellano con los términos acuñados en América. Como él decía, lengua que no evoluciona y enriquece su léxico con nuevas voces y nuevas acepciones, va en camino de convertirse en lengua litúrgica o lengua muerta1353. Marco Martos lo considera, en este sentido, un científico, un precursor de la moderna ciencia de la lexicogafía siendo sus libros Neologismos y americanismos (1893), y Papeletas lexicográficas (1903) adelantados de una actitud que se desarrollaría un siglo más tarde, la de exigir para el lenguaje del español americano el mismo respeto y consideración que para el español peninsular. “Fue sin duda”, afirma Martos, “un lector de Covarrubias y manejaba el Diccionario de Autoridades en el que había colaborado el presbítero piurano Diego de Villegas y Quevedo”1354. Como vemos, por tanto, sus Papeletas lexicográficas tuvieron un precedente en su libro Neologismos y americanismos en que presenta las trescientas cincuenta y tantas palabras que propuso a la Real Academia Española para discutir su incorporación al Diccionario. Explica cuáles fueron sus fuentes: “He añadido rápidas apreciaciones y aún más de cuarenta vocablos, teniendo a la vista el Diccionario de chilenismos de Zorobabel Rodríguez, el de peruanismos por Juan de Arona, el río- platense de Daniel Granada, y los trabajos lingüísticos de los Cuervo, Baralt, Irisarri, Seijas, Armas, Batres Jáuregui, Pablo Herrera, Pedro Fermín Cevallos, Amunátegui Reyes, Eduardo de la Barra, Tomás Guevara, y otros muchos filólogos americanos”1355. Ricardo Palma, afirma Tanner1356, “admiraba a los grandes neólogos contemporáneos del castellano y cambió ideas y cartas con muchos 1352 Tanner, Roy L. Aproximaciones al estudio de las Tradiciones Peruanas. Op. cit., pp. 190 y 191. 1353 Vid. Tanner, Roy L. Aproximaciones al estudio de las Tradiciones Peruanas. Op. cit., p. 164. 1354 Martos, Marco. Reflexión sobre Ricardo Palma y Manuel González Prada. Op. cit., p. 67. 1355 Arrizabalaga Lizarraga, Carlos. Fuentes de la lexicografía peruana. En: Revista de la Casa Museo Ricardo Palma, vol. 7, pp. 48-49, Miraflores, abril de 2012. 1356 Tanner, Roy L. Aproximaciones al estudio de las Tradiciones Peruanas. Op. cit., p. 192. 340 de ellos. En sus misivas ensalza a este respecto a Eduardo Benot, Juan Valera, Pereda, José de Echegaray, y, en particular, a Unamuno y a Galdós. A éste lo llamó ‘creador de infinitos neologismos’. Al rector de la Universidad de Salamanca lo identificó como ‘el más fecundo de los neólogos’. Por supuesto, Palma mismo tampoco titubeó en acuñar términos nuevos cuando la ocasión lo exigía: ‘Si para expresar mi pensamiento necesito crear un vocablo, no me ando con chupaderitos ni con escrúpulos: lo estampo, y santas pascuas’”. Pero también debemos señalar que Palma tuvo antecesores en esa labor de renovación de la lengua. No sólo Juan de Arona1357, del que luego hablaremos. Existen compilaciones de peruanismos como la lista de voces que incluyó el presbítero Antonio Pereira y Ruiz en su Noticia de Arequipa y la que incluyó Ramón Soler en su novela Adela y Matilde, o los últimos cinco años de dominación española en el Perú (Madrid, 1843)1358. El primer repertorio de peruanismos se encuentra en la primera edición del Arauco domado de Pedro de Oña (1596), aunque se trate de un glosario de apenas ocho indigenismos, entre los que se encuentran chicha, macana o molle. También es muy temprano el glosario que incluyó en su Miscelánea austral (1602) el también limeño Diego Dávalos y Figueroa. A estos precedentes habría que añadir la Tabla de las cosas notables, y personas, contenidas en el primer tomo de los Comentarios reales del Inca Garcilaso de la Vega. Esa tabla que ocupa una extensión de treinta y tres páginas en tres columnas incluye un verdadero glosario lexicológico anterior a la Noticia de Arequipa y también al propio Antonio de Alcedo1359. La condición de Académico Correspondiente de la Real Academia Española de la Lengua que ostentaba Palma espoleaba aún más ese interés lexicográfico, que en ocasiones se vio recompensado con la aceptación de algunas de sus propuestas, sobre todo por iniciativa de Nebot y otros lexicógrafos. Aunque a veces le costara lo suyo en esfuerzo y tiempo. A fines del siglo XX el 68% de los términos propuestos en su obra Neologismos ya habían logrado entrada en el Diccionario de la Lengua Española y el 88% se hallaban en el Pequeño Larousse1360. Esta preocupación lingüística estuvo centrada sobretodo en la incorporación de voces americanas a la lengua literaria y su posterior admisión en el Diccionario de la Real Academia Española1361, al que a veces se refería como un cordón sanitario entre España y América1362. Su 1357 Me refiero al lingüista y diplomático Pedro Paz Soldán y Unanue, casado con Cipriana Valle-Riestra y de la Torre, hermana de mi bisabuela Isabel. 1358 Arrizabalaga Lizarraga, Carlos. Fuentes de la lexicografía peruana. Op. cit., p. 35. 1359 Arrizabalaga Lizarraga, Carlos. Fuentes de la lexicografía peruana. Op. cit., p. 36. 1360 Tanner, Roy L. Aproximaciones al estudio de las Tradiciones Peruanas. Op. cit., p. 192. 1361 Hay autores, como Pastor Obligado, que han escrito sobre la relación entre el Diccionario de la RAE y el español de América parrafos como el siguiente: “Encuentro un poco exagerada la profecía de Villergas, pues que si no prestamos vasallaje a la antigua Academia Española, que poco renueva sus viejas vestiduras, menos es porque, al independizarnos de la Metrópoli, nos independizamos, a la vez, de la expresión de sus ideas en la manifestación de nuevos principios, sino porque no podemos ir a buscar en un Diccionario escrito a tan larga distancia de la tierra por personas que nunca la conocieron, voces, palabras y significados de cosas que no se nombran ni se conocen en España, porque sólo en América existen y son conocidas”. (Barcia Pedro Luis. Ricardo Palma y la Argentina: Pastor S. Obligado, un discípulo argentino. Op. cit., p. 43) 341 interés rebasaba lo puramente filológico –piensa Moreano1363- para extenderse a un mecanismo de legitimación de lo americano. “Hablemos y escribamos en americano”, decía. No quería permancer inmóvil en materia de léxico. Este interés lexicográfico, que se manifestó a lo largo de toda su obra, le llevó a escribir los dos citados libros: Neologismos y americanismos (1893) y Papeletas lexicográficas (1903). Para Palma “americanismo” no se limita a voces de procedencia indígena que han pasado al español, sino que también incluye formas de origen castellano que han dejado de usarse en la Península, o que en América se emplean con otro sentido, y voces formadas en América con elementos propios del español1364. Debe ser usado en tres repúblicas americanas, por lo menos, para que lo considere americanismo de uso generalizado. En efecto, Roy L. Tanner ha destacado que Palma comentó con frecuencia en sus Tradiciones, gracias a su gran afán lexicográfico, toda clase de americanismos, peruanismos, limeñismos o españolismos. Los comentó también en su masivo epistolario y más tarde en su vida los recogió en los dos mencionados opúsculos. El mismo Tanner, por otra parte, citando a Emilio Carilla, dice estar de acuerdo con él cuando comenta que “indudablemente es Quevedo –en comprensible adaptación- el mejor modelo de Ricardo Palma. Tanto que sus neologismos (…) recuerdan, si no la forma, por lo menos el procedimiento inconfundible del autor de Los sueños”1365. Esa preocupación por el idioma era compartida con su amigo Miguel de Unamuno, que el propio Palma consideraba “el más fecundo neólogo del día”1366, y quien, en una de sus cartas a Palma se presentaba así: “Me dedico, como tal vez sepa usted, desde hace años a la lingüística de los idiomas neolatinos, explico en esta Universidad la cátedra de filología comparada del latín y castellano que estaría mejor llamar Gramática histórica de la lengua española y cada vez me arraigo más en más convicciones en punto a lenguaje. Es necesario un inventario de la lengua española, es decir, un registro de las voces todas usadas por los escritores y el pueblo en las distintas regiones. Pero, esto no se puede hacer, porque: ‘el pecado original de la Academia es aspirar a ser una autoridad que define lo que es bueno y lo que es malo, y no una corporación que investigue el lenguaje. Tan absurdo me parece que niegue entrada a un vocablo en extensa región, como el que una Academia de Ciencias naturales rechace un insecto porque no lo conoció antes”1367. Palma podía pues contar con la ayuda o comprensión de Unamuno en la labor en pro de la aceptación por parte de la Academia 1362 Hildebrandt, Martha. Prólogo. En: Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., pp. XVI y XX. 1363 Moreano, Cecilia. Americanismos en la obra de Ricardo Palma. En: Revista de la Casa Museo Ricardo Palma, vol. 4, pp. 29 y 31, Miraflores, 2003. 1364 Moreano, Cecilia. Relaciones literarias entre España y el Perú: la obra de Ricardo Palma. Op.cit., p. 49. 1365 Tanner, Roy L. Aproximaciones al estudio de las Tradiciones peruanas. Op. cit., p. 38. 1366 Tanner, Roy L. Ricardo Palma, neólogo por excelencia. En: Revista de la Casa Museo Ricardo Palma, vol. 6, p. 23, Miraflores, diciembre 2006. No solamente compartía su preocupación filológica con Unamuno. También con Gutiérrez, en su frecuente correspondencia, incide sobre este tema. (Vid. Juárez, Adriana. (Para) los que ahora lean estas mis confidencias. Una aproximación al epistolario de Ricardo Palma. En: Aula Palma IV 2003- 2004. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 52, Lima, 2004.) 1367 Kapsoli Escudero, Wilfredo. Miguel de Unamuno y Ricardo Palma: una amistad epistolar. Op. cit., pp. 142- 143. 342 Española de neologismos o americanismos, médicos o no. Tanner1368, hablando de las categorías en las que se pueden clasificar los términos propuestos por Palma explica que algunos provienen de determinados ámbitos o esferas como la científica, la médica o la del comercio. Las nacientes conciencias nacionales, fruto de la emancipación americana, fueron parte de la causa de que a mediados del siglo XIX los hombres de letras hispanoamericanos estuvieran interesados en que las variedades léxicas de su región se incluyesen en los diccionarios de la Lengua Española. Es en ese ambiente cuando nacen varios intentos de recolectar voces regionales americanas. El primero lo lleva a cabo en 1836 Esteban Pichardo y Tapia con su Diccionario provincial casi razonado de voces y frases cubanas1369. Luego, una labor parecida la realizó Pedro Paz Soldán y Unanue, más conocido como Juan de Arona, autor del Diccionario de Peruanismos que luego citaremos y que empieza a elaborar en 1861. Palma, ha subrayado Tanner1370, practicó lo que predicó, empleando una o más veces en sus Tradiciones peruanas un 24% de los vocablos propuestos en Neologismos y un 18% de los recomendados en Papeletas. Este autor1371, de la Truman State University, Kirksville, Missouri, Estados Unidos, ha recordado que Palma declaró en su breve escrito Charla de viejo: Han de saber ustedes que yo soy un chiflado del siglo XIX, y que mi inofensiva chifladura consiste en preocuparme de cuestiones sobre gramatiquería y lingüística castellana”. Las fuentes que empleó Palma para sus estudios lexicográficos fueron variadas y las expresa él mismo en su introducción a sus Papeletas1372: “autores como Bello, Irisarri, los Cuervo, Baralt, Pichardo, Miguel Macías, Merchán, Eduardo de la Barra, Zorobabel Rodríguez, Alberto y Fidelis del Solar, Amunátegui Reyes, Juan de Arona, Seijas, Batres Jáuregui, Alberto Membreño, Carlos Cagini, Santiago Barberena, Ferraz, Pablo Herrera, Carlos Tobar, Pedro Fermín Ceballos, Daniel Granada, Washington Bermúdez, Ernesto Quezada, Carlos Martínez Vigil, García Icazbalceta, Rivodó y muchos más que a mi memoria se escapan”. En varias ocasiones y en particular en 1892-1893, don Ricardo propuso numerosas palabras a la Real Academia Española de la Lengua (sic). Aunque al principio desairado en muchos casos, Palma persistió hasta el fin de su vida en abogar ante la Academia por las voces que él creía merecían entrada en el léxico. Así lo asevera Compton1373. El mismo Palma afirmó que si para expresar su pensamiento necesitaba crear un vocablo no se andaba “con chupaderitos ni con escrúpulos”. Y como él decía: “lo estampo y santas pascuas”. 1368 Tanner, Roy L. Ricardo Palma, neólogo por excelencia. Op. cit., p. 24. 1369 Moreano, Cecilia. Relaciones literarias entre España y el Perú: la obra de Ricardo Palma. Op.cit., p. 48. 1370 Tanner, Roy L. Ricardo Palma, neólogo por excelencia. Op. cit., pp. 19-20. 1371 Tanner, Roy L. Las Tradiciones Peruanas como foro lingüístico. En: Revista de la Casa Museo Ricardo Palma, Año III, vol. 3, p. 150, Miraflores, diciembre 2002. 1372 Palma, Ricardo. Papeletas léxicográficas. Imprenta La Industria, p. X, Lima, 1903. 1373 Compton, Merlin D. Ricardo Palma. Twayne Publishers, Boston, 1982. 343 No quiero dejar de citar la mención que se le hizo a Palma acerca de la Real Academia Nacional de Medicina en sus debates en la Real Academia Española defendiendo la incorporación de diversos neologismos y americanismos. En la discusión del jueves 22 de diciembre de 1892, cuando defendía que quien defendía la incorporación de determinados vocablos al Diccionario no era sólo él mismo sino toda una corporación, la Academia Peruana, se le advirtió que la Real Academia “había rechazado ó modificado propuestas de tan respetables Corporaciones como las Academias de Medicina y de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales.”1374 Sigue la discusión el juéves 22 de diciembre de 1892, fols. 253 verso, 254 recto, verso. Esta labor en defensa de términos acuñados en América ha sido glosada por Juan Manuel Ugarte Eléspuru1375 cuando habló de “su esforzada labor de lingüista defendiendo y propugnando hasta conseguirlo, la incorporación de peruanismos en el diccionario de la Real Academia Española, que es algo así como el evangelio de nuestro idioma y la que a fuerza de resabios colonialistas, se mostraba renuente a aceptarlos como una de las varias vertientes derivadas del castellano original, lo que ahora es lugar común aceptado, pero en tiempos de nuestro tradicionista no lo era y éste tuvo que viajar a Madrid para defender la aceptación académica de los vocablos neocastellano-peruanos y por ende los de las demás regiones iberoamericanas.” En sus Parrafadas de Crítica Palma escribió: Empiezo a convencerme de que no hay corporación más dócil que la Real Academia, y de que yo anduve un mucho desatinado y con los nervios en total sublevación cuando, en las veinte sesiones a que concurrí en el ahora legendario caserón de la calle de Valverde, comprometí batalla ardorosa en favor de más de trescientas voces que en América son de uso corriente. Yo ignoraba que con paciencia y saliva se alcanza todo en España1376. A veces llegó a ser muy crítico con la tiranía que, a su juicio, ejercía la Academia obstaculizando la incorporación de voces o acepciones de uso común en Hispanoamérica. En una carta a Núñez de Arce, Palma se quejaba de que "La Academia de Madrid, con su intransigencia para con los neologismos y americanismos, mató el entusiasmo, pues mis compañeros no aceptaron le seguir constituidos en corporación de oropel, que no otra cosa éramos..."1377 Como es sabido, Palma representó al Perú, y en algunos momentos a todas las repúblicas americanas, en el Congreso de Americanistas celebrado en La Rábida en 1892. En la 1374 Hernández, María Isabel. Ricardo Palma en Madrid en 1892. En: Anales de Literatura Hispanoamericana, núm. 13, Ed. Universidad Complutense, p. 55, Madrid, 1984. 1375 Ugarte Eléspuru, Juan Manuel. Lima incógnita. Fondo Editorial del Banco Nacional de Reserva del Perú, 1ª ed., p. 451, Lima, 1992. 1376 P. C. Charla de viejo. 1377 Rama, Carlos M. Historia de las relaciones culturales entre España y la América Latina. Siglo XIX. Fondo de Cultura Económica, 1ª ed., p. 144, México, 1982. 344 sección literaria del Congreso, que tuvo lugar entre el 13 de octubre y el 13 de noviembre de ese año, su intervención fue en la línea de defender los americanismos como parte esencial del idioma español1378. Dice Piotrowski que “Ricardo Palma empleó todos los niveles del español: la lengua culta y la cotidiana, la popular; a veces, hasta acudía a sugerir, en casos necesarios y justificados por algunas razones estéticas o conceptuales, a algunas expresiones de la lengua vulgar. Tampoco le quedaban ajenas las terminologías especializadas, tomadas de los lenguajes más variados, desde el hípico o el náutico hasta el heráldico, militar o filosófico.”1379 A estos podríamos y deberíamos añadir el médico, en tanto en cuanto, como intentamos demostrar en este trabajo conocía muchos términos de esa ciencia. Seguramente Palma habría visto con regocijo la reciente publicación en Lima del Diccionario de Americanismos, dirigido por Humberto López Morales y editado por la Asociación de Academias de la Lengua Española, que a lo largo de sus 2.396 páginas logra reunir cerca de 55.000 artículos correspondientes a palabras registradas, primero, en el acervo histórico de la Real Academia Española -28.000 según afirma su introducción-; después en “casi 150 diccionarios de americanismos –generales y nacionales- publicados desde 1975 a la fecha” y otros más todavía inéditos1380. Su ensayo Neologismos y Americanismos, publicado en 18961381 en Lima (Prince) y reeditado al año siguiente en Buenos Aires por Peuser, e incluido en la edición que manejamos de las Tradiciones, esto es, en la sexta de Editorial Aguilar, contiene bastantes términos de contenido sanitario que pasamos a reseñar1382. A la vez recogeremos los términos de similar contenido que contiene su obra Papeletas lexicográficas. Hemos utilizado la edición facsimilar de la de 1903, prologada en 2003 por Martha Hildebrandt y publicada por la Academia Peruana de la Lengua en combinación con la Universidad San Martín de Porres. A ABOTAGADO, A: Persona muy gorda, hinchada. Este adjetivo se encuentra en prosadores de los siglos XVI y XVII1383. 1378 Martínez Riaza, Ascensión. Sociedad y cultura en las relaciones Perú-España: finales del siglo XIX y principios del XX. En: Europa e Iberoamérica: cinco siglos de intercambios, IX Congreso Internacional de Historia de América, Actas, vol. III, Asociación de Historiadores Latinoamericanistas Europeos y Consejería de Cultura y Medio Ambiente de la Junta de Andalucía, págs. 193-208, Sevilla, 1992. 1379 Piotrowski, Bogdan. ¿Por qué las Tradiciones Peruanas constituyen un valor? Op.cit., p. 99. 1380 Lara, Luis Fernando. Diccionario de Americanismos. En: Panace@,Vol. XIII, nº 36, pp. 352-355, Segundo semestre, 2012. 1381 Más tarde, en 1903, publicaría "Papeletas lexicográficas"; según él "dos mil setecientas voces que hacen falta en el Diccionario, fruto de mi chifladura lexicográfica". 1382 El tema ha sido estudiado, aunque no bajo el punto de vista médico, por: Carrión Ordóñez, Enrique. Los neologismos y americanismos de Ricardo Palma. En: Boletín de la Academia Peruana de la Lengua, Nueva Época, 28, pp. 119-23, Lima, 1997. 1383 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. (Prólogo de Martha Hildebrandt). Academia Peruana de la Lengua y Universidad San Martín de Porres, Escuela Profesional de Ciencias de la Comunicación, p. 5, Lima, 2003. 345 ABULIA: Parálisis de la voluntad1384. ALIENACIÓN: Enfermedad cerebral, locura. Si se acepta al enfermo, como se ha aceptado al médico, no hay por qué excluir á la enfermedad1385. ALIENADO, A: Atacado de enfermedad mental. Si el Diccionario trae alienista (médico) ha debido admitir también al alienado, pues ambas palabras han pasado del lenguaje científico al social1386. ALOPÁTICAMENTE: Conforme al sistema alopático1387. AMPUTABLE: Que conviene amputar1388. ANESTESIAR: Privar de sensibilidad por medio de anestésicos1389. ANTIPIRINA: Medicamento moderno para los nervios1390. El Diccionario de la Real Academia (DRA) dice que es una “Base oxigenada blanca y cristalina que se emplea en medicina como antipirético, analgésico y antirreumático”. La antipirina (o fenazona) es el nombre que hoy en día se da a un antiinflamatorio no esteroideo derivado pirazolónico (aminopirina, dipirona, fenilbutazona), con actividad antiinflamatoria y analgésica. En la actualidad su indicación se limita al uso local (colirio, gotas óticas) en diferentes asociaciones farmacológicas con antibióticos [gentamicina, neomicina, gramicidina, sulfamidas (sulfatiazol)] o antisépticos (cetrimida). APUNADO, A: El atacado del mal de la puna1391. APUNARSE: Sufrir el fatigoso malestar propio de las frigidísimas punas de los Andes, dolencia que, en ocasiones, produce la muerte del viajero1392. En Papeletas Lexicográficas (P.L.) lo define como: Sufrir el malestar propio de las frigidísimas punas (del quechua) andinas1393. Valdizán1394llama también al soroche “mal de puna” y da la descripción de Palma para 1384 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 5. 1385 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 15. 1386 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 15. 1387 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 16. 1388 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 287. 1389 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 20. 1390 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 21. 1391 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 24. 1392 N.A. En: Palma, Ricardo. Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1385, Madrid, 1968. Vid. Tanner, Roy L. Ricardo Palma, neólogo por excelencia. Op. cit., p. 25. Vid. Tanner, Roy L. Aproximaciones al estudio de las Tradiciones Peruanas. Op. cit., p. 198. 1393 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 24. 1394Valdizán, Hermilio. Diccionario de Medicina Peruana. Tomo I, Impresor César Benavides en Talleres Gráficos del Asilo “Victor Larco Herrera”, Lima 1923. 346 el término “apunarse”. El DRA dice que es “padecer puna o soroche”1395, al igual que el de Álvarez Vita1396, que además constata su origen quechua y su uso en Argentina, Bolivia, Chile y Perú. ASFIXIANTE: Lo que puede producir la asfixia, como una atmósfera viciada ó el gas en una habitación.1397 ASOROCHADO, A: Atacado de soroche1398. ASOROCHARSE: Sufrir del soroche en las cordilleras andinas. Es dolencia tan grave como la de apunarse, siendo distinta la causa que la origina1399. En P.L. lo define como: Sufrir del soroche (voz quechua) en las cordilleras andinas, sufrimiento que, en ocasiones, produce la muerte del viajero1400. DRA: Amer. Merid. “padecer soroche”. ARONA: “coger el soroche al pasar ciertos puntos de la Cordillera o al llegar sin estar aclimatado a algunas poblaciones de la Sierra. Es el mareo de tierra... peruana”1401. Puede usarse como sinónimo de intoxicación por las emanaciones de una veta mineral. En Arequipa significa también acobardarse1402. ALVAREZ VITA: “Padecer soroche”; en Chile: “ruborizarse, abochornarse”1403. Éste autor también recoge la palabra “asorochado, da”, que en Argentina, Bolivia, Ecuador y Perú significa persona que padece soroche y, además, en Perú persona intoxicada por las emanaciones de una veta mineral. En Arequipa, Perú, se refiere a una persona “que es cobarde”. Palma, en sus Papeletas Lexicográficas anota lo que Luis Jaime Cisneros llama “esta briosa y vehemente afirmación”1404: Llamemos, sin temor de hablar o de escribir mal, pampero al huracán de las palmas, y conjuguemos sin escrúpulo empaparse, sorocharse, apunarse, desbarrancarse y garuar verbos que en España no se conocen, porque no son precisos en país en que no hay pampas, ni soroche, ni punas, ni barrancos sin peñas, ni garúa1405. Soroche es una de las palabras que Palma considera merecedora de entrar en el 1395 Diccionario de la Lengua Española, Real Academia Española, 20ª ed., Madrid 1984. A partir de esta nota todas las acepciones que vayan precedidas de “DRA”, se refieren a esta edición del Diccionario. 1396 Alvarez Vita, Juan. Diccionario de Peruanismos. Librería Studium Ediciones, p. 59, Lima 1990. 1397 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 26. 1398 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 26. 1399 N.A. En: Palma, Ricardo. Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1386, Madrid, 1968. 1400 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 26. (Vid. Tanner, Roy L. Aproximaciones al estudio de las Tradiciones Peruanas. Op. cit., p. 198.) 1401 Arona, Juan de (Pedro Paz Soldán y Unanue). Diccionario de Peruanismos. Presentación, notas y suplemento de Estuardo Núñez, Ediciones PEISA, Lima 1974. Sobre otro mareo, el que se sufre en el mar, habla Palma en una de sus tradiciones cuando hace decir a uno dirigiéndose a otro que bebía alcohol en cuernos de plata: ¡Que mundo tan cochino don Tadeo!, páseme un cacho, que es contra el mareo. (Vid. Santillana Cantella, Tomás. Ayacucho en las Tradiciones Peruanas de Ricardo Palma. Fondo Editorial del Banco Central de la Reserva del Perú, p. 58, Lima, 2002.) 1402 Alvarez Vita, Juan. Diccionario de Peruanismos. Librería Studium Ediciones, p. 66, Lima 1990. 1403 Alvarez Vita, Juan. Diccionario de Peruanismos. El habla castellana en el Perú. Universidad Alas Peruanas, 2ª ed., p. 76, Lima, 2009. 1404 Cisneros V., Luis Jaime. Palma y su pasión lexicográfica. En: Aula Palma V 2005-2006. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 105, Lima, 2006. 1405 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. XII. 347 Diccionario debido a que “una de las condiciones para que un vocablo halle cabida en el léxico es la de que no se en encuentre en éste la palabra equivalente.”1406 En esa condición estima que se encuentran entre otras la palabra soroche así como la de cocaína y la de quina, como luego veremos. ATRAGANTAMIENTO: El hecho de atragantarse1407. B1408 BACILO: Microbio que tiene la forma de un bastoncillo1409. BACTERIA: Forma general del microbio1410. BACTERIOLOGÍA: Estudio de las bacterias1411. BACTERIOLÓGICO, A: Lo que se refiere á la bacteriología1412. BACTERIÓLOGO: El competente en bacteriología1413. BALDADO, A: El Diccionario trae la voz, pero sin la acepción de tullido o inutilizado para caminar1414. BARCHILÓN, A: Persona contratada para cuidar enfermos en los hospitales. Esta palabra es hija del agradecimiento popular, pues se ha querido perpetuar con ella el recuerdo de un caritativo español, apellidado Barchilón, que vivió en el Perú en el siglo XVI. La palabrita tiene ya fecha de existencia, y se ha generalizado en América, con tanta mayor razón cuanto que, en el Diccionario, no hay vocablo para designar a los enfermeros de hospital1415. DRA: “(De Barchilón, apellido de un español caritativo que vivió en el Perú en el siglo XVI), m. y f. Amér. Enfermero de hospital”. ALVAREZ VITA recoge la misma definción que el DRA. Y añade: “En su 1406 Ángeles Caballero, César A. Temas palmistas. Editorial Universitaria, Universidad Ricardo Palma, p. 69, Lima, 2008. 1407 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 27. 1408 En la letra “B” de sus Papeletas Lexicográficas Palma recoge el término “Beneficente” y explica: “El Diccionario sólo trae el superlativo. No siempre hay propiedad en llamar benéfica á una sociedad de beneficencia. Una píldora puede ser benéfica pero no beneficente, y menos beneficentísima.” (Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 31.) 1409 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 290. 1410 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 290. 1411 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 290. 1412 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 291. 1413 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 291. 1414 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 30. 1415 N.A. En: Palma, Ricardo. Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1386, Madrid, 1968. Palma se ufanó de haber conseguido la introducción en el Diccionario de la Real Academia Española un cierto número de términos. Entre ellos, el de “barchilón”. (Vid. Cisneros V., Luis Jaime. Palma y su pasión lexicográfica. Op. cit., p. 107. Vid. también: Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. III.) 348 obra ‘Peruanismos’ Martha Hildebrandt hace una serie de precisiones con respecto al origen y actual uso de la palabra barchilón, valiosos aportes que fueron recogidos, destacándolos en negritas, en la edición de 1990 de nuestro Diccionario de Peruanismos: La voz deriva del nombre de Pedro Fernández Barchilón, natural de Córdoba, España, español caritativo que vivió en el Perú en el siglo XVI. Aunque el Drae señala que su uso es general en América hemos verificado que es desconocido completamente en América Central y también en las Antillas. Se emplea sólo en algunas áreas de América del Sur. En el Ecuador y en el Perú, alude a quien atiende a los enfermos en los hospitales sin tener la categoría de enfermero. En el Perú la voz está cayendo en desuso debido, quizás, a que hoy la mayoría de las personas que realizan esas funciones poseen un título profesional de enfermero. En el norte de Argentina y en Bolivia, designa al curandero. En este último país se aplica, además, al enfermero de la sanidad militar. En Chile, como anota Martha Hildebrandt, ha derivado en las voces guachilón o huachilón.”1416 Arona no da noticia de este término pero sí Núñez en el suplemento al diccionario de éste: “Medicastro, y más generalmente practicante o asistente de hospital. Este peruanismo es muy antiguo, puesto que lo hallamos usado en el Mercurio Peruano, que se publicaba en Lima, hace un siglo ‘Sujeto hubo que perdió la herencia de su tío por las sandeces que en el juego le dijo, y un devoto barchilón purgó en un hospital la culpa de haberse comido una baraja (Merc. Per. nº 6, pág., 247)’”1417. El término se emplea tanto en el Perú como en Ecuador. Sin embargo, en el norte de Argentina y en Bolivia su acepción es la de curandero, aunque en este último país puede usarse como enfermero de sanidad militar. En Chile ha derivado en las voces de guachilón o huachilón. El nombre completo del causante de la palabra era Pedro Fernández Barchilón y era natural de Córdoba (España)1418. En 1886, como ha recordado Roy L. Tanner1419, dedicó Palma toda una tradición a la voz barchilón cuya ausencia en el Diccionario lamenta junto con la ausencia de otros vocablos. Cecilia Moreano, glosando las polémicas de Palma con la Real Academia Española recoge el modo más bien irónico con el que nuestro escritor comenta la actitud de dicha Corporación en relación a la voz “barchilón”1420 y también Tanner habla del tema1421: Ni el Diccionario de la Real Academia en su última edición, ni otro alguno de los diversos que he hojeado y ojeado, traen la palabra barchilón, muy familiar en Lima. Y sin embargo, pocas son las voces que mejor derecho que ésta podrían alegar para merecer carta de naturalización en la lengua de Castilla. Tuve, hace 1416 Alvarez Vita, Juan. Diccionario de Peruanismos. El habla castellana en el Perú. Op. cit., p. 87. 1417 Núñez, Estuardo. Suplemento al Diccionario de Peruanismos de Juan de Arona. Tomo II, p. XI, Ediciones PEISA, Lima 1974. 1418 Alvarez Vita, Juan. Diccionario de Peruanismos. Librería Studium Ediciones, p. 78, Lima 1990. 1419 Tanner, Roy L. Ricardo Palma ante la Real Academia Española de la Lengua. En: Lexis XXVI. 2 (2002):502. 1420 Moreano, Cecilia. Americanismos en la obra de Ricardo Palma. Op. cit., pp. 39-40. Vid. también: Bazán de Devoto, Dora. Ricardo Palma, pionero de los estudios terminológicos. Op. cit., p. 133. 1421 Tanner, Roy L. Aproximaciones al estudio de las Tradiciones Peruanas. Op. cit., p. 166. 349 cinco años, el honor de proponerla a la Real Academia, que si bien aceptó más de doce de los peruanismos que me atreví a indicarle, me desairó, entre otros, el verbo exculpar, tan usado en nuestros tribunales de justicia; el adjetivo plebiscitario, empleado en la prensa política de mi tierra, y el verbo panegirizar, que no contrasta ciertamente con el verbo historiar que el Diccionario trae. Por mucho que respete los motivos que asistiera (n) a mis ilustrados compañeros para desdeñarme estas y otras palabrillas, no quiero callar en lo que atañe a la voz barchilón, (…) Del de Guamanga pasó a los de Lima y a los de México, y los de toda la América latina, la palabra barchilón, con que se designa a la última jerarquía de sirvientes de hospital. Hasta los franceses dicen Monsieur le barchilon. Sépalo la Real Academia de la Lengua. La que al principio fue peruanismo es ya reconocido americanismo. Y el mismo Palma continúa: ¡Gloria a Pedro Fernández Barchilón! Su caridad inmortalizó su apellido1422. Pues bien, desde 1899, en el Suplemento al Diccionario, la Academia incorpora la voz “barchilón” con la siguiente acepción: “Barchilón, ona (De Barchilón, apellido de un español caritativo que vivió en el Perú en el siglo XVI). m. y f.Amér. Enfermero de hospital”. En realidad el término aparece por vez primera en el Diccionario en 1889. Omar López Mato1423 ha recordado que el vocablo “hace alusión a don Pedro Fernández Barchilón, soldado de fortuna llegado al Perú a las órdenes de Gonzalo Pizarro. Cuando éste fue condenado a muerte, y para evitar ese desagradable final, Barchilón se refugió entre los indios, haciendo vida de penitente predicador y cumpliendo tareas asistenciales. En 1556, cuando los conflictos entre los conquistadores habían amainado, reapareció como administrador del Hospital de Huamanga. Tal fue su prestigio que su nombre se convirtió en sinónimo de enfermero”. El Dr. Alfredo Alberdi intentó aclarar algunos puntos oscuros en relación con la historia del tal Pedro Fernández1424. Y así explica que “una de las facetas importantes del hospital de los naturales de Huamanga es la leyenda del personaje llamado en vida Pedro Hernández Barchichón (sic) conocido más tarde como Barchilón que no es la misma persona que ‘Pedro Fernández’ con quien fue confundida por varios escritores al ocuparse de este personaje.” Se refiere entonces al personal de servicio que atendía el hospital y que se agrupaba en la Hermandad de la Limpia Concepción de Santa María Peña de Francia, que dependía del convento de los franciscanos de Huamanga. Y prosigue Alberdi hablando de “aquellos servidores” que se ocupaban de la limpieza del local, “del lavado de las ropas de cama de los enfermos, desechar los excrementos, servir la comida… Estos trabajadores estuvieron al amparo del primer administrador del hospital Pedro Hernández el Leal (así se declaraba él mismo) quien donó el apellido de ‘barchilón’ a sus pupilos de trabajo que merecieron esta gracia de 1422 Santillana Cantella, Tomás. Ayacucho en las Tradiciones Peruanas de Ricardo Palma. Fondo Editorial del Banco Central de la Reserva del Perú, p. 68, Lima, 2002 1423 López Mato, Omar. La Patria enferma: Males de héroes, próceres y de quienes no lo fueron tanto. Sudamericana, Buenos Aires, 2010. 1424 Alberdi Vallejo, Alfredo. El Hospital de los Naturales de Huamanga (1542-1600). Un ensayo de antropología médica en la historia peruana. En: Runa Yachachiy, Revista Electrónica Virtual, Berlín, 2011. 350 tan encumbrado personaje. Este tipo de trabajo sanitario fue cubierto por mestizos de buena reputación familiar y, generalmente, por nativos quechuas de élite, conservándose esta costumbre hasta mediados del siglo XX. Además de figurar una severa selección de personal según los linajes de familias y vocación de sus trabajadores –es decir, antes de la existencia de la formación de enfermeras, enfermeros y obstetrices de educación escolar- ese proceso de aprendizaje del personal estaba a cargo de la administración de dicho hospital. Por eso mismo, antes de la reapertura de la Universidad de Huamanga, el personal de enfermeras estaba basada en los conocimientos curativos y en los apellidos de buenas familias locales. Mediante esa selección de los aspirantes (para ambos sexos) se aceptaba a ‘barchilón’ o ‘barchilona’ (en esta categoría se encontraba también el barchilón que conducía a los cadáveres a la morgue o los que diseccionaban a los cadáveres en las autopsias) hasta la categoría de ‘meritoria’ o ‘meritorio’ (trabajo sin sueldo con el fin de hacer méritos y aprendizaje), etapa que duraba un largo tiempo de prueba al trabajo, éstos aceptaban un salario mínimo." El autor del citado trabajo sobre el hospital de naturales de Huamanga dedica un capítulo del mismo “Acerca de Pedro Hernández, sus apodos y su leyenda con una disquisición histórica y filológica sobre estos asuntos”. En él Alberdi dice querer acalarar “algunos equívocos hallados por los investigadores que repitieron el mismo error en que incurrió don Ricardo Palma al escribir una sucinta biografía del personaje”. Este estudioso, tras recordar que la palabra “barchilón” tiene fama de proceder del nombre de un tal “Pedro Fernández Barchilón”, y de señalar que muchos le hacen natural de Córdova (sic), y que estuvo sentenciado a muerte en 1548, capturado en la batalla de Jaquijahuana por los “leales” del licenciado Pedro de La Gasca porque aquél abrazó el bando de Gonzalo Pizarro, afirma haber hallado un manuscrito donde aparece dicho personaje y que tal vez sea el único en su género puesto que éste se presenta como testigo, pero con diferentes nombre y apellidos: “Pedro Hernández (y no Fernández) Barchichón (y no Barchilón)” en Lima en 1568. Y añade “Don Ricardo Palma no indica la procedencia de sus datos que contiene su tradición ya citada. Alberdi transcribe en parte ese documento que es una “Probanza en la Ciudad de los Reyes” con testigos numerosos presentado por el capitán Diego López Zúñiga en el pleito contra Alonso de Palomares por una encomienda adscrita al Cuzco. La declaración que Zúñiga hace sobre su persona y la de Palomares dice literalmente: “Fol. 55v. Testigo 1 / Pedro Hernandez Barchichon (sic) (sobre el renglón está testado con posterioridad como: “Barchilón”) de mas de 50 años conoco de mucho a las partes y tiene noticia de lo demas de las preguntas. / A la 6ª. Que en aquella sazon havia ido el testigo con Gonzalo Pizarro á Quito para ir a la Canela y no sabe de la pregunta. / A las 9. Que al tiempo que aquella ciudad havia nueva como venia Lorenzo Aldana con la armada de S.M. por la mar por el puerto de aquella ciudad é que en aquella sazon salieron de ella con el capitan Juan de Acosta algunos soldados para la ciudad del Cuzco, entre los quales sabe este testigo que fue el dicho Alonso de Palomares, entre los quales iba este testigo y Martin de Almendras y Martin Dolmos y Diego de los Rios y otros que el dicho Alonso Palomares e que muchos de los del dicho Gonzalo Pizarro se huyeron en Vilcas y se fueron al Presidente Gasca y no sabe si se huio (sic) ó no Palomares. / 351 Añadidas. A la 3ª. Que no ha visto a Palomares con cargo en guerra, ni fuera de ella, sino por un hombre honrado y de á caballo”1425. Como se lee en el documento transcrito, el verdadero nombre del personaje era “Pedro Hernández” y el supuesto segundo “apellido” más parece un apodo, “Barchichón”, que se repite por dos veces en el citado manuscrito, tanto en el bloque 1 como en el 2. Posteriormente fue modificado como “Barchilón” sobre la misma palabra escrita en original y firmada por el mismo declarante. El nombre “Barchichón” –afirma Alberdi- habría sido dado a este personaje por los “tiranos” Francisco Hernández Girón teniendo en cuenta su procedencia marrana (judía) y el talle del sujeto que era rechoncho y bajo de estatura. En el antiguo lenguaje así se designaba con la dicción de “bachicha” a todo: “extranjero en general, italiano, sujeto bajo y grueso, gordo, apodo”1426. En muchos lugares de la sierra peruana la palabra “bachichón” se usa hoy en día para designar a una persona del tipo gordinflón lo que rechazaba el soldado y que sus enemigos así le apodaban. De esta manera, el apodo del soldado Pedro Hernández se modificó con el de “Barchilón” ya tardíamente, cuando este personaje sonaba en oro y plata debido a los transportes, bajo su amparo, de esos metales preciosos de varios personajes que tenían ancestros judíos desde las Indias hasta España. Entre ellos, vale destacar que llevó una cuantiosa suma de barras de plata y oro del clérigo Hernando de Luque desde Panamá, para entregar a sus parientes que vivían en Sevilla. Este hecho nos confirma, una vez más, que Pedro Hernández tendía mucha afinidad con los ancestros de procedencia sefardita que llegaron al Perú del siglo XVI. En definitiva, Alberdi afirma que el antiguo hospital de naturales de Huamanga llegó a funcionar, como tal, recién en 1555 después de haberse edificado el local lo que estuvo a cargo de Juan de Mañueco por encargo del cabildo de Huamanga. El primer fundador de la Hermandad de la Limpia Concepción de María habría sido Pedro Hernández Barchichón (Barchilón y despúes “el Leal”) cuya historia desconocida dio rienda suelta a la leyenda equivocada, durante muchos siglos, de que este personaje se libró de la pena de muerte dictada por La Gasca lo que no es exaco, ni tampoco que Pedro Hernández haya sido un español caritativo, ni menos que haya sido natural de Córdoba, sino de la villa de Oliva, en Badajoz. No podría haber duda en cuanto que su sobrenombre de “bacchichón” o “barchilón” haya quedado como una rechifla por la actitud inconstante del administrador, comerciante, negrero, usurero, traidor y soldado veleidoso como fue dicho personaje. La antigua acepción “barchichón” se encuentra ligada al adjetivo de “gordo, panzón, marrano” y luego ya modificada esta primigenia palabra por la de “barchilón”, en toda Iberoamérica, pasó a designar a todo trabajador de menor ranto en los hospitales. 1425 A.G.I. Pleito por Parinacocha entre el capitán López de Zúñiga contra Juan de Palomares, Justicia, 417 B 1-2 del 5 de junio de 1568 en la Ciudad de los Reyes. En este documento aparecen de testigos, entre otros, Pedro Hernández Barchichón, el capitán Francisco de Cárdenas, de Huamanga, y asimismo Garci Diez de San Miguel, Diego de Porras, el capitán Juan de Reinaga, Antonio de Osnayo, Nicolás de Rivera, Diego Maldonado, etc. 1426 Alberdi cita para ello un “Glosario criollo argentino”, anónimo y sin fecha. Y citando a Martha Hildebrandt dice que en Chile existe la palabra “guachilón” y “huachilón” para designar al asistente de farmacia de un barco. 352 BUBÓNICO, A: Lo relativo á los bubones y á la peste bubónica1427. C CARACHA: La sarna1428. En P. L. dice: La sarna (Amer.)1429. Viene del quechua: ccaracha sapa = “lleno de empeines”; o ccarachino = dar dolor de escocimiento: Enfermedad cutánea caracterizada por el escozor y el desprendimiento de una especie de caspa. DRA: “(Voz quechua) m. Enfermedad de los pacos o llamas y otros animales, semejante a la sarna o roña. En el Perú se llama también así la sarna de las personas”. ARONA: “Enfermedad cutánea, especie de sarna, y carachoso el que la lleva, muy común en los negros”. Y prosigue, citando a Tschdi: “Quichua, caracha: toda clase de enfermedad de la piel principalmente las que vienen acompañadas de caspa”1430. Unda dice que procede de "karacha": sarna seca sin materia, descomponiéndose etimológicamente así: kara; cuero, pellejo, corteza; cha, es un sufijo para formar diminutivos. Derivados: descarachar, carachudo, carachoso"1431. Se utiliza también en el noroeste de Argentina, Bolivia, Colombia y Ecuador1432. CARACHOSO, A: Persona que tiene sarna1433. En P. L. dice: Persona atacada de sarna1434. DRA: adj. “Perú, sarnoso”. ALVAREZ VITA: “Bol. y Perú. 1. Adj. Sarnoso (//que tiene sarna)”. Además, añade este autor, existe el sinónimo carachento1435. CASCARILLERO: El que comercia en cascarilla1436. CATARRIENTO, A: Este adjetivo americano es el que expresa bien que una persona sufre habitualmente de catarro. Voz catarrienta es la del que padece esa dolencia, ya constitutiva en el individuo. Estar acatarrado es accidente; pero no lo es ser catarriento1437. CATARROSO, A: Dice el Diccionario que es la persona que habitualmente padece de catarro. No encuentro fiel la definición. Cuando decimos, por ejemplo: -fulano tiene hoy la voz catarrosa – expresamos que no tiene hoy el metal de voz habitual1438. 1427 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 36. 1428 N.A. En: Palma, Ricardo. Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1388, Madrid, 1968. 1429 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 43. 1430 Arona, Juan de. Diccionario de Peruanismos. Tomo I. Op. cit., p. 121. 1431 Unda Lozada, Eduardo. Quechuismos en algunas regiones de Colombia. Universidad Surcolombiana de Neira, p. 21, Neira 1980. 1432 Alvarez Vita, Juan.. Diccionario de Peruanismos. Librería Studium Ediciones, p. 119, Lima 1990. 1433 N.A. En: Palma, Ricardo. Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1388, Madrid, 1968. 1434 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 43. 1435 Alvarez Vita, Juan. Diccionario de Peruanismos. El habla castellana en el Perú. Op. cit., p. 119. 1436 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 45. 1437 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 46. 1438Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 46. 353 CLOROFORMIZABLE: Que tolera la acción del cloroformo1439. COCAÍNA: Poderoso anestésico extraído de la coca1440. La coca se emplea, habitualmente mascada, en las regiones andinas para, gracias a su acción estimulante, poder trabajar o moverse con mayor facilidad. Siempre recordaré que al llegar por vez primera al hotel del Cuzco donde me alojaba, me hicieron tomar inmediatamente un “mate de coca”, infusión preparada con las hojas secas de la planta. DRA: f. “Alcaloide de la coca del Perú, que se usa mucho en medicina como anestésico de las membranas mucosas, y en inyección hipodérmica como anestésico local de la región en que se inyecte. También se usa como droga y estupefaciente”. ALVAREZ VITA: Recoge la misma defición que el DRA salvo lo referido a su uso como droga y estupefaciente, pero añade “Droga adictiva que se obtiene de las hojas de coca”1441. Durante el virreinato ya existían corregimientos en los que la coca era uno de sus principales productos. En la descripción que realiza el coronel don Antonio de Alcedo de la provincia de Guanta, en su Diccionario Geográfico Histórico de las Indias Occidentales o América, publicado entre 1786 y 1789, dice que en ese corregimiento “se cultiva todo género de frutas y semillas y hacia la parte que confina con las montañas se coge bastante coca y otros frutos. Respecto de la coca la cosecha se hace tres veces al año… este es el principal género de comercio de esta provincia”1442. Antonio Raimondi, al referirse a la coca, afirma que “algunos han supuesto que es (un) narcótico, pero esta hipótesis está destruida desde que se sabe, por el contrario, que produce insomnio; otros piensan que está cargada de principios nutritivos y que es una substancia alimenticia. Si bien es verdad que la coca contiene principios azoados y que a éstos se debe la propiedad de mantener las fuerzas por algunas horas, si se considera la cantidad tan pequeña que consumen en el día, se vendrá en cuenta de que no puede bastar para la alimentación. La opinión más generalmente admitida es que tiene propiedades excitantes, pero con la especialidad de no obrar como el café, el té, etc., con una acción localizada, sino, como lo ha hecho notar el doctor Weddel, de un modo difuso y lento, sobre todo el sistema nervioso”1443. COCAVI: Del quechua. Pequeña provisión de víveres, principalmente de coca, que hacen los indios para un viaje. Dar el cocaví, es dar dinero a un individuo, cuando se le manda en comisión lejos del pueblo, para que compre lo que necesite para mantenerse durante el 1439 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 294. 1440 N.A. En: Palma, Ricardo. Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1389, Madrid, 1968. 1441 Alvarez Vita, Juan. Diccionario de Peruanismos. El habla castellana en el Perú. Op. cit., p. 173. 1442 Santillana Cantella, Tomás. Ayacucho en las Tradiciones Peruanas de Ricardo Palma. Fondo Editorial del Banco Central de la Reserva del Perú, pp. 29-30, Lima, 2002 1443 Raimondi, Antonio. Elementos de Botánica aplicada a la Medicina y la Industria, en los cuales se trata especialmente de las plantas del Perú. Segunda Parte. Taxonomía, fitografía y geografía botánica. Op. cit., p. 257. Vid. también: Coloma Porcari, César. La medicina tradicional peruana en la obra de Ricardo Palma. Op. cit., p. 53-54. 354 viaje1444. DRA: Amér. Merid. “Provisión de coca, y en general, de víveres que llevan los que viajan a caballo”. ALVAREZ VITA: (“Del quichua ccocaui) Am. Mer. 1. m. Provisión de coca. //2. Am. Mer. Provisión de víveres que llevan quienes viajan a caballo”1445. COMADRONA: El Diccionario sólo trae comadrón; pero es de uso corriente dar el nombre de comadrona á la partera que no ha obtenido diploma de obstetriz1446. CONJUNTIVITIS: Enfermedad de la membrana conjuntiva1447. Posteriormente, en la Addenda, Suprimenda, Corrigenda de sus Papeletas Lexicográficas, Palma rectifica y dice: (pág. 57) Suprímase esta papeleta por encontrarse yá la palabra en el suplemento al Diccionario1448. COPULABLE: En lenguaje jurídico americano se dice que una mujer es copulable, cuando su organismo, después de cumplidos los catorce años, la hace expedita para llenar las funciones sexuales1449. COTO: Del quechua. Un grueso tumor o bulto que se dearrolla en el pescuezo. Hay, en América, pueblos donde la mayoría de los vecinos tienen esta deformidad. La voz está en Diccionario, pero no trae la acepción que apuntamos1450. En P. L. dice: (Del quechua) Grueso tumor que se desarrolla en el pescuezo. Hay, en América, pueblos en que la mayoría de los vecinos luce esta deformidad1451. La palabra en quechua (ccoto o koto) significa “papo”, “papera”. Es una carnosidad, dice Juan de Arona, a veces horriblemente desarrollada, a veces en estado rudimental, que suelen traer bajo la barba algunos habitantes de la serranía del Perú, cuyo clima es peculiar esta repugnante enfermedad. Refiere el jesuita Bernabé Cobo que los indios curaban en Cuzco esta enfermedad mediante una culebra ponzoñosa: “tienen algún tiempo sin comer una destas culebras, y asiéndola con la mano del cuero del pescuezo, la aplican a que muerda la papera, con lo cual se viene a secar; y para quitar el horror al paciente, le vendan los ojos, y si es muchacho, no le dicen la cura que le hacen ni sabe lo que le causa el dolor”. Lira1452 explica así una variante del tratamiento: "se coge una lagartija (kkaragwa). Se le agarra de las patitas y con eso se le pasa sobre el 'koto a la persona que lo tiene. Después de pasar, en la boquita de la kkaragwa la persona tratada debe escupir 3 veces. Entonces se suelta vivo al animalito". 1444 N.A. En: Palma, Ricardo. Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1389, Madrid, 1968. 1445 Alvarez Vita, Juan. Diccionario de Peruanismos. El habla castellana en el Perú. Op. cit., p. 173. 1446 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 55. 1447 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 57. 1448 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 296. 1449 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 297. 1450 N.A. En: Palma, Ricardo. Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1390, Madrid, 1968. 1451 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 62. 1452 Lira, Jorge A. Medicina andina: farmacopea y rituales. Centro de Estudios Rurales Andinos "Bartolomé de las Casas", p. 14, Cuzco 1985. 355 En verdad el coto se reduce a una hipertrofia de la glándula tiroides, es decir, al bocio. DRA: “(Del quechua ‘koto’, papera) m. Amér. Merid. Bocio o papera”. ARONA: “Esta palabra no tiene nada que ver con lo que en el Diccionario castellano arrastra un buen número de importantes acepciones. Es una voz indígena, del quechua ccoto, según el Diccionario de Markham, y es el nombre de una carnosidad, a veces horriblemente desarrollada, a veces en estado rudimental, que suelen tener bajo la barba algunos habitantes de la serranía del Perú, a cuyo clima es peculiar esta repugnante enfemedad. Los habitantes del cantón del Valais en Suiza, como lo pudimos ver por nuestros propios ojos, ostentan igualmente la papada que los franceses llaman goître y que allí es el indicio del crétinisme o idiotismo; el coto de por acá es más inocente, sin que sea precisamente papera como dice Salvá. Entendemos que la papera pasa, el coto no”1453. La voz se usa asímismo en Argentina, Bolivia, Colombia, Ecuador, Panamá, Chile, Venezuela y Guatemala1454. ALVAREZ VITA: (“Del quechua koto). Am. Mer. 1. m. Bocio.” Además este autor señala otra acepción para coto no relacionada con la medicina y que se usa en Cajamarca, Perú: “Se dice de todo lo que cuelga”1455. COTUDO, A: La persona que tiene coto1456. En P. L. dice: Persona que tiene coto1457. DRA: “(De coto) adj. Amer. Que tiene coto o bocio”. ALVAREZ VITA: (“De coto) 1. Am. Mer. Adj. Que tiene coto. Nota: Hemos comprobado su difusión en la Argentina, Bolivia, Colombia, Chile, Ecuador, Perú y Venezuela (Táchira), pero no tenemos noticia de su empleo en el Paraguay ni en el Uruguay.”1458 CURCUNCHO: Del quechua. Jorobado, torcido1459. En P. L: dice: (Del quechua) jorbado1460. Una segunda acepción, figurada, utilizada en Chile, Ecuador, Bolivia y Perú1461, es: persona a quien se ha fastidiado con bromas tan pesadas que se le ha puesto “curcuncho”, harto, molesto. DRA: En Argentina y Chile se dice “curcucho”; m. El Salvador y Nicaragua: “Jorobado, corcovado”. ALVAREZ VITA: “NO Arg. Bol. Chile y Ec. 1. Adj. Jorobado. Nota: En nuestro Diccionario de Peruanismos, edición de 1990, indicamos que esta voz es de origen quechua, curcu, jorobado y su uso se da también en el Perú, aunque el Drae no lo considera en la zona de uso. Además señalamos un grupo de acepciones. Esta voz, en su variante curcucho, en sentido de jorobado, 1453 Arona, Juan de. Diccionario de Peruanismos. Tomo I. Librería Studium Ediciones, p. 147, Lima 1990. 1454 Alvarez Vita, Juan.. Diccionario de Peruanismos. Librería Studium Ediciones, p. 153, Lima 1990. 1455 Alvarez Vita, Juan. Diccionario de Peruanismos. El habla castellana en el Perú. Op. cit., p. 185. 1456 N.A. En: Palma, Ricardo. Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1390, Madrid, 1968. 1457 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 62. 1458 Alvarez Vita, Juan. Diccionario de Peruanismos. El habla castellana en el Perú. Op. cit., p. 185. 1459 N.A. En: Palma, Ricardo. Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1390, Madrid, 1968. 1460 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 65. 1461Alvarez Vita, Juan. Diccionario de Peruanismos. Librería Studium Ediciones, p. 162, Lima 1990. 356 corcovado, se extiende a El Salvador, Honduras y Nicaragua y ha sido recogida en el Drae.” Además el citado autor dice que existe otra acepción en Bolivia, Chile, Ecuador y Perú que es la de fastidiado, molesto, harto. Y en Lima, se usa la expresión “no enderezo curcunchos” que denota “negativa rotunda para realizar algo que se considera imposible”. Además, también en el Perú, “tener a alguien curcuncho” significa “molestarlo constantemente.”1462 CH CHAMICO: Del quechua. Yerba que administran los indios para entontecer a una persona. También la usan como afrodisíaco1463. En P. L. dice: (Del quechua). Yerba que administran los indios para entontecer á una persona. También la emplean, en dosis mínimas, como afrodisíaco1464. DRA: “(Voz quechua) m. Bot. Amér. Merid. y Cuba. Arbusto silvestre de la familia de las solanáceas, variedad de estramonio, de follaje sombrío, hojas grandes dentadas, blancas y moradas, y fruto como un huevo verdoso, erizado de púas, de olor nauseabundo y sabor amargo. Es narcótico y venenoso; pero lo emplean como medicina en las afecciones del pecho”. ARONA: “Planta silvestre comunísima en nuestros campos, de la familia de los floripondios, por lo que es llamada en botánica Datura stramonium. Su flor es un floripondio pequeño, sin olor, y matizado de unas listas de un morado subido. Cuando forma monte, la mata se confunde con el capulí cimarrón. Da por fruto una especie de bellota oval armada de púas como la del cardo santo y el achote (bixa arellana). Vista de cerca se asemeja a la planta de la berenjena. ALVAREZ VITA: “(Del quechua chamiku) Am. Mer. Cuba y R. Dom. 1. m. Arbusto silvestre de la familia de las Solanáceas, variedad de estramoño, de follaje sombrío, hojas grandes, dentadas, blancas y moradas, y fruto como un huevo verdoso, erizado de púas, de olor nauseabundo y sabor amargo. Es narcótico y venenoso; pero lo emplean como medicina en las afecciones de pecho”. Además añade la siguiente nota: “El nombre científico de esta planta es Datura stramonium. En el Perú es utilizado también en las prácticas de los brujos maleros. Se le conoce además como manzana del diablo o manzana espinosa”1465. 1462 Alvarez Vita, Juan. Diccionario de Peruanismos. El habla castellana en el Perú. Op. cit., p. 191. 1463 N.A. En: Palma, Ricardo. Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1390, Madrid, 1968. Lo mismo indica en Papeletas Lexicográficas. (Coloma Porcari, César. La flora del Perú en las Tradiciones de Ricardo Palma. Op. cit., p. 68.) 1464 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 65. Vid.: Coloma Porcari, Cesar. La medicina tradicional peruana en la obra de Ricardo Palma. Op. cit., p. 53. 1465 Alvarez Vita, Juan. Diccionario de Peruanismos. El habla castellana en el Perú. Op. cit., p. 134. Datura stramonium (Chamico) 357 El chamico está rodeado de misterio y supersticiones; se cree que engendra la locura. Lo que hay de positivo es que como el floripondio, la adelfa, y otras plantas funestas en medio de su galanura, encierra propiedades narcóticas y venenosas; mas también la excelente de aliviar el asma administrando su simiente en cigarrillos de papel. En los Estados Unidos la llaman Apple of Peru, (Jamestown weed & Barlett, Diccionario de Americanismos), después de registrarla con sus dos nombres y de calificarla de Datura stramonium, agrega: ‘Sus nombres en el Norte son semilla hedionda y manzana del Perú. Parece que fue introducida de la América tropical, y que apareció primero en Jamestown, en Virginia, en donde se propagó con el lastre y morralla que traían los barcos’. Viene en seguida este ejemplo: ‘El Jamestown weed es uno de los mayores refrigerantes del mundo. Estando la planta tierna fue recogida por algunos de los soldados para hacer una ensalada cocida que ayudara la digestión del tocino; algunos comieron en abundancia, de lo que resultó una graciosa comedia, porque naturalmente se volvieron locos por varios días` (Beverly, Hist. de Virginia, Lib. II)”1466. En América también se llama Chamisco, Gigantón, Tapate, Hoja de tapa, Ñongué, Vuélvete loco, Pedro noche y Pedro de fraile1467. De esta planta, que no es otra que el estramonio, dice una descripción anónima del siglo XVII que “hálla (n) se en el Perú unos granos que se parecen a simiente de cebollas, son mayores, se llaman chamico, éste lo cocen con agua o vino, y si quieren hacer burla de alguna persona o la quieren robar le dan a beber esta agua o se la echan en el vino, y en la bebiendo la persona que la bebió queda dormida por veinte y cuatro horas, y si esta persona que gustó ésta bebida estaba riendo o llorando o de otra suerte ansí se queda llorando o riendo, y de la suerte que estaba ansí se queda. Y con esta invención han robado la hacienda a algunos y han feito a otros excesos y demasías con la bebida de este chamico”1468 . Por extensión, se emplea la palabra chamicar con el significado de hacer maleficios mediante la solapada administración de pócimas. En Chile y Perú es chamicada la persona taciturna o la que está perturbada por la embriaguez1469. En México incluso se habla de desenchamicar: quitar a una persona los efectos del chamico, o enchamicar: dar a uno una porción de chamico1470. De otra planta de la misma familia, el floripondio (Datura arbórea L.), habla Palma en una de sus tradiciones destacando sus efectos. En efecto, en La monja de la llave cuenta que una señorita para dormir a su guardiana, debía echar en el chocolate de la dueña algunas gotas de extracto de floripondios, que producían en la beata un sueño que distaba no mucho del 1466 Arona, Juan de. Diccionario de Peruanismos. Tomo I, Op. cit., p. 160. 1467 Font Quer, Pío. Plantas medicinales, el Dioscórides renovado. Ed. Labor, 13ª ed., p. 595, Barcelona 1992. 1468 Descripción del Virreinato del Perú (Crónica inpedita del comienzo del siglo XVII). Edición, prólogo y notas de Boleslao Lewin, Universidad Nacional del Litoral, Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias de la Educación, p. 76, Rosario 1958. 1469 Alvarez Vita, Juan. Diccionario de Peruanismos. Librería Studium Ediciones, p. 172, Lima 1990. 1470Sala, Marius; Munteanu, Dan; Neagu, Valeria; Sandru-Olteanu, Tudora. El español de América. Publicaciones del Instituto Caro y Cuervo, Tomo I, parte primera, p. 60, Bogotá, 1982. 358 eterno1471. Igualmente, en otra tradición se refiere a un conquistador que le sacaba consonante al floripondio1472. Antonio Raimondi afirma que “la tribu de las Datureas comprende algunas plantas venenosas, de flores grandes, cuyos frutos son a veces espinosos y contienen semillas dotadas también de principios narcótico-acres muy activos, debido a un alcaloide cristalizable llamado Daturina, que tiene la singular propiedad de fijar y dilatar la pupila del ojo”1473. CHAPETONADA: Acción propia de chapetón ó de chapetona. Pagar la chapetonada era una locación con que expresábamos que todo español para aclimatarse tenía que sufrir algunas semanas, y aún meses, de una fiebrecilla endémica, propia del país, conocida con los nombres de terciana y de cuartana. También esta definición del Diccionario debe cambiarse por inexacta1474. CHINGADO, A: Adjetivo que, en México y las repúblicas centroamericanas, equivale al chiflado de España1475. En P. L. dice1476: En unas repúblicas es sólo el chiflado; pero en la mayor parte es también el desacertado y el chasqueado. En el DRA viene solamente “chingar” señalando que, en Argentina, Chile, Colombia y Perú (y en las Islas Canarias también según Alvarez Vita), significa “no acertar, fracasar, frustrarse, fallar”. Usado en forma reflexiva expresa desprecio. En México la Chingada es palabra malsonante y tiene múltiples aplicaciones. Una de ellas, “estar bien chingado” significa estar enfermo o en situaciones económicas desfavorables1477. CHUECO, A: Patizambo (Amer.)1478 1471 T. P. La monja de la llave (1587). Crónica de la época del sexto y séptimo virreyes del Perú. Vid. Coloma Porcari, César. La flora del Perú en las Tradiciones de Ricardo Palma. Op. cit., p. 72. Y: Coloma Porcari, César. La medicina tradicional peruana en la obra de Ricardo Palma. Op. cit., p. 55. 1472 T. P. Quizá quiero, quizá no quiero (1535). Vid. Coloma Porcari, César. La flora del Perú en las Tradiciones de Ricardo Palma. Op. cit., p. 72. 1473 Raimondi, Antonio. Elementos de Botánica aplicada a la Medicina y la Industria, en los cuales se trata especialmente de las plantas del Perú. Segunda Parte. Taxonomía, fitografía y geografía botánica. Op. cit., p. 158. Y: Coloma Porcari, César. La medicina tradicional peruana en la obra de Ricardo Palma. Op. cit., p. 55. 1474 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 66. Vid. Tanner, Roy L. Aproximaciones al estudio de las Tradiciones Peruanas. Op. cit., pp. 198-199. 1475 N.A. En: Palma, Ricardo. Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1391, Madrid, 1968. 1476 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 69. 1477 Como ha recogido por ejemplo: Gómez de Silva, Guido. Diccionario breve de mexicanismos. Fondo de Cultura Económica, México, 2001. 1478 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 71. 359 CHUÑO: Del quechua. Harina de papas con la que se hace un alimento muy nutritivo para los niños y para los enfermos1479. En P. L. dice: (Del quechua) Harina de papas con la que se hace un alimento muy nutritivo para niños y enfermos1480. Viene de chuñu o chunu, aunque los cronistas españoles le llaman chuno. DRA: “(Del quechua ch’uñu, patata helada y secada al sol) m. Amér. Merid. Fécula de la patata”. ARONA explica que es una papa curada o pasada al sol y al hielo1481, es decir, deshidratada por el sol y el frío nocturno. En Chile y Perú es también la harina obtenida del bulbo del yuyo serrano1482. El chuño puede ser blanqueado y en tal caso se denomina tunta y tiene más valor. ALVAREZ VITA: “(Del quechua ch’uñu) Am. Mer. 1. M. Fécula de la patata. //2. Bol. y Perú. Papa deshidratada, muy usada en la comida criolla de las regiones andinas. Nota: En nuestro Diccionario de Peruanismos, edición de 1990, habíamos señalado que el uso de chuño no se extiende a toda la América Meridional como lo indica el Drae. Hemos registrado su uso sólo en la Argentina, Bolivia, Chile y Perú. El chuño tiene una coloración que va del blanco al negro. En el primer caso se le conoce también como tunta. Si bien se le (sic) hace generalmente de papa, también se le (sic) prepara de otros tubérculos y también de quinua. En Chile y Perú es la harina obtenida del yuyo serrano. En todos los casos, se le (sic) elabora a través de un proceso de deshidratación por efecto de los rayos del sol y del frío nocturno de la cordillera de los Andes. Se le (sic) emplea también para elaborar un cierto tipo de almidón que se consume como alimento, principalmente como mazamorra y, además, para atiesar la ropa después de lavada”1483. D DESARTICULACIÓN: Acción de desarticular1484. DESARTICULAR: Separar huesos articulados1485. DESCHAVETADO, A: Sin chaveta, sin juicio, alocado1486. 1479 N.A. En: Palma, Ricardo. Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1391, Madrid, 1968. Vid. Tanner, Roy L. Aproximaciones al estudio de las Tradiciones Peruanas. Op. cit., p. 200. 1480 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 72. 1481 Arona, Juan de. Diccionario de Peruanismos. Tomo I, Op. cit., p. 175 1482Alvarez Vita, Juan. Diccionario de Peruanismos. Librería Studium Ediciones, p. 210, Lima 1990. 1483 Alvarez Vita, Juan. Diccionario de Peruanismos. El habla castellana en el Perú. Op. cit., pp. 166-167. 1484 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 75. 1485 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 75. 1486 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 81. Chuño 360 DESDONCELLAR: Creo haber leído el verbo en una jácara de Quevedo; pero á la vista tengo una décima del siglo XVII que termina así: el vicio va tras sus huellas, es más sucio que una tripa, y se ocupa en Arequipa en desdoncellar doncellas. Barrunto, pues, que este verbo no es un americanismo, y menos un neologismo, sino que es una de las muchas voces que, en España, han caído en desuso y que aún conservamos en algunas repúblicas. En la causa seguida en 1576 á María Pizarro, en la Inquisición de Lima (publicada en 1887), y al jesuita Luis López, su confesor, se lee: “y porque la dicha doña María dijo á cierta persona ‘mirad vos que lo que debe un hombre á una mujer que la desdoncella, eso me debe á mí Luis López”1487. DESENTUMECIMIENTO: Acción de desentumecerse1488. DESNUCAMIENTO: Acción de desnucarse1489. DESVIRGABLE: Se dice por la joven que está apta para perder la virginidad1490. DIAGNOSTICAR: La misma razón que tuvo la Academia para sacar de pronóstico, pronosticar, existe para admitir diagnosticar1491. DRA: “(De diagnóstico tr. Med. Determinar el carácter de una enfermedad mediante el examen de sus signos”. Fue uno de los términos que Palma logró se incorporase a la 13ª edición del Diccionario de la Real Academia1492. DIPSOMANIA: Delirio con sed1493. Es la misma defición que da en P.L.1494 En el DRA: “(Del gr. , sed y ). f. Tendencia irresistible al abuso de la bebida”. DIPSÓMANO, A: Enfermo de dipsomanía1495. 1487 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 82. (Vid. Tanner, Roy L. Aproximaciones al estudio de las Tradiciones Peruanas. Op. cit., p. 204.) 1488 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 83. 1489 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 86. 1490 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 301. 1491 N.A. En: Palma, Ricardo. Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1392, Madrid, 1968. Vid. también: Tanner, Roy L. Aproximaciones al estudio de las Tradiciones peruanas. Op. cit., p. 208. 1492 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. III. 1493 N.A. En: Palma, Ricardo. Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1392, Madrid, 1968. 1494 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 91. 1495 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 91. 361 DISÉPTICO, A: Que excita la sed1496. En P.L. figura como “Dipséptico” con idéntica definición1497. Como recuerda Posada1498, no trae el Diccionario esta palabra, pero sí está con tal definición en el Campano1499. También la trae Bescherelle (dipsétique) y Webster (Diseptio). DISLOCADOR, A: Quien disloca ó saca algo de su sitio1500. La consignamos aquí por su frecuente aplicación al acto de realizar una luxación en una articulación. DISPENSARÍA: Lugar en que se da, gratuitamente, á los pobres medicamentos proporcionados por alguna asociación beneficente1501. DOSIFICAR: Determinar la dosis1502. Lo consignamos aquí por su frecuente aplicación en medicina y farmacología, si bien también se usa en otras ciencias y artes como la gastronomía o cocina. DRAGONEAR: Desempeñar accidentalmente un cargo. Probablemente viene este neologismo americano de que el dragón es soldado que unas veces hace el servicio a pie y otras a caballo....Dragonear de comadrona, decimos por la que, sin ser obstetriz, asiste a una parturienta en su desembarazo1503. En P. L. dice: … Dragonea de comadrona la que, sin ser obstetriz, asiste a una parturienta1504. DRA: “(De dragón) intr. Amér. Ejercer un cargo sin tener título para ello. DRAGONEA de médico, de comisario”. En Chile, Guatemala y Perú significa asímismo desempeñar accidentalmente un cargo1505. E EMBRIONARIO, A: Fue uno de los términos que Palma logró se incorporase a la 13ª edición del Diccionario de la Real Academia1506. 1496 N.A. En: Palma, Ricardo. Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1392, Madrid, 1968. 1497 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 91. 1498 Posada, E. Palabras. En: Revista Gris. Publicación Mensual. Año I, Entrega 9ª, p. 279, Bogotá, junio de 1893. 1499 González de la Rosa, Manuel. Campano ilustrado. Diccionario castellano enciclopédico. 1899. Vid. al respecto de este tema: Antepazo Brun, Olaya; Anaya Revuelta, Inmaculada. Nuevo apunte sobre el Campano Ilustrado: incidencia de los americanismos en el Diccionario castellano enciclopédico de González de la Rosa. En: Esparza Torres, Miguel Ángel; Fernández Salgado, Benigno; Niederehe, Hans-Josef (eds.). SEHL 2001. Estudios de Historiografía Lingüística. Actas del III Congreso Internacional de la Sociedad Española de Historiografía Lingüística, pp. 757-765, Vigo, 7-10 de febrero de 2001. Helmut Buske Verlag, Hamburg, 2002. 1500 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 91. 1501 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 93. 1502 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 94. 1503 N.A. En: Palma, Ricardo. Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1392, Madrid, 1968. 1504 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 94. 1505Alvarez Vita, Juan. Diccionario de Peruanismos. Librería Studium Ediciones, p. 226, Lima 1990. 1506 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. III. 362 EMPINADOR, A: Persona que empina. Regularmente se dice por los borrachos1507. ENCHICHARSE: Embriagarse de chicha (Amer.)1508 ENCLAVIJADOR, A: Decíase por las brujas y charlatanes que enclavijaban ó producían la impotencia en el hombre. Falta esta acepción en el verbo1509. ENMONAR: Emborrachar1510. En P.L. dice: Emborrachar ó emborracharse (Amer.)1511 ENMONARSE: Emborracharse, tener una mona (borrachera) de padre y muy señor mío1512. DRA: “prnl. Chile y Perú. Pillar una mona, emborracharse”. En la actual versión del DRA: “Bol., Chile y Perú. emborracharse (beber hasta trastornarse los sentidos)”. ARONA: “Tomarse como acá decimos, coger o pillar una mona, como tal vez diría un español. Mona significa borrachera en buen castellano, y no hay más provincialismo de nuestra parte que la formación de un verbo reflexivo sobre esta voz; como lo hemos hecho en ahuecarse, de hueco, etc... Hidalgo en sus Diólogos de apacible entretenimiento (1606) diserta larga y jocosamente sobre la causa de esta metáfora que debería estar principiando a usarse o a generalizarse, puesto que aun no se decía tomarse una ni estar con una, sino estar hecho una mona; frase que marcaba el principio de una futura metáfora, así como nuestro reflexivo provincial marca el término o perfeccionamiento de ella. He aquí las palabras de Hidalgo: ‘Supuesto que un borracho está tan torpe como le vemos, y una mona tan diligente y placentera ¿por qué al que está borracho le dicen que está hecho una mona?’ Los interlocutores aducen varias razones, siendo la mejor la siguiente: ‘Y el borracho que está en este estado’ (asomado como dice el mismo autor) ‘le dicen propiamente que está hecho una mona; porque todos aquellos meneos y desgaires que hace, toda aquella chacota y ruido que mete, y también toda aquella alegría y placer que trae consigo es muy propio de las monas’”1513. ALVAREZ VITA: “Bol. Chile y Perú. 1. Prnl. Emborracharse. (// beber hasta trastornarse los sentidos)”1514. (Para estar borracho, dice Palma que también se emplean las expresiones: estar como una humita y estar jalado). 1507 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 99. 1508 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 101. 1509 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 101. 1510 N.A. En: Palma, Ricardo. Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1393, Madrid, 1968. 1511 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 104. 1512 N.A. En: Palma, Ricardo. Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1393, Madrid, 1968. 1513 Arona, Juan de. Diccionario de Peruanismos. Tomo II, Op. cit., pp. 192-3. 1514 Alvarez Vita, Juan. Diccionario de Peruanismos. El habla castellana en el Perú. Op. cit., p. 207. 363 EPIDEMIOLOGÍA: Ciencia ó estudio de las epidemias1515. EPIDEMIÓLOGO1516: El consagrado al estudio de epidemias1517. EQUIS: Víbora que se encuentra en América y cuya picadura rara vez deja de ser mortal1518. En P. L. dice: Viborilla americana cuyo veneno es casi siempre mortal1519. DRA: dice que en Colombia y Perú es una “serpiente cuyo veneno es casi siempre mortal. A lo largo del espinazo tiene marcadas unas especies de equis, y de ahí su nombre”. En efecto, su mordedura es muy peligrosa. Su veneno contiene una hemotoxina cuyos síntomas son dolores locales y grandes inflamaciones que llegan al torso. Produce fallo renal agudo, alteraciones de la coagulación, necrosis, y fallo en el sistema cardiovascular. Su veneno es particularmente letal y de acción rápida. La tasa de mortalidad solía ser elevada en tiempos de Palma, pero hoy en día el tratamiento suele ser posible si la víctima recibe atención médica a tiempo. El promedio de rendimiento del veneno es 124 mg, aunque puede llegar hasta 342 mg. La dosis mortal en los seres humanos es sólo 62 mg. ESPERMATOZOIDE: Animálculo generador1520. ESTERILIZABLE: Que se puede esterilizar1521. EXTIRPABLE: Lo que debe ser extirpado. Esta muela está extirpable, dicen los dentistas, por ejemplo1522. EXTRAUTERINO: Fuera del útero1523. EYACULAR: Expeler una secreción1524. EYACULACIÓN: La acción de eyacular1525. 1515 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 106. 1516 Obsérvese que en este caso no consigna la versión femenina que sí existe ya hoy. 1517 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 106. 1518 N.A. En: Palma, Ricardo. Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1393, Madrid, 1968. 1519 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 110. 1520 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 110. 1521 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 306. 1522 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 115. 1523 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 116. 1524 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 116. Bothrops asper; también conocidas como terciopelo o equis 364 EYACULADOR: Aparato que eyacula1526. F FALO: Entre los paganos el miembro viril1527. FISIOLÓGICAMENTE: Conforme á la fisiología1528. FOTÓFOBO, A: Que odia la luz1529. FRENOLÓGICAMENTE: Conforme á la frenología1530. G GAGUEAR: Hablar como gago ó gangoso1531. GALIQUIENTO, A: La persona atacada de gálico. De uso más general es este adjetivo que su equivalente sifilítico, como que el vocablo sífilis1532 es menos antiguo1533. DRA: en él figura la voz “gálico, ca” remitiendo a “morbo gálico” donde dice que son “bubas”. También da otra acepción como “sífilis”. Sobre los gálicos le cuenta Villarroel a Quevedo muerto, que “... de gálicos y cólicos es general la epidemia. En tu timpo las bubas desacreditaban a un linaje, y hoy es deshonra no buscarlas, Unos las heredan, otros las hurtan, y los demás las compran”1534. Quevedo utiliza bastante la voz “gálico”. Veamos un fragmento de su jocosa “Relación que hace un Jaque de sí, y de otros”: “Con la grande polvareda Perdimos a Don Beltrán, Y porque paró en Galicia, se teme que paró en mal”1535. 1525 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 116. 1526 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 116. 1527 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 117. 1528 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 122. 1529 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 124. 1530 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 125. 1531 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 127. 1532 Sobre la sífilis en Lima en los últimos años de la vida de Palma es recomendable el siguiente artículo: Pasco Álvarez, Carol; Núñez Espinoza, Julio. Medicina, prostitución y sífilis en Lima y Callao: 1910-1930. En: Cueto, Marcos; lossio, Jorge; Pasco, Carol (eds.). El rastro de la salud en el Perú. Universidad Peruana Cayetano Heredia, Instituto de Estudios Peruanos, pp. 181-210, 1ª ed., Lima, 2009. 1533 N.A. En: Palma, Ricardo. Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1394, Madrid, 1968. 1534 Torres Villarroel, Diego de. Químicos y médicos. En: Visiones y visitas de Torres con don Francisco de Quevedo por la Corte. Edición, introducción y notas de Russell P. Sebold. Espasa-Calpe, p. 52, 2ª ed., Madrid 1976. 1535 Quevedo Villegas, Francisco de. Relación que hace un Jaque de sí, y de otros. En: Poesía varia. Edición de James O. Crosby, Ed. Cátedra, p. 328, 2ª ed., Madrid 1982. 365 Aquí, “paró en Galicia...paró en mal” alude a Francia (en latín, Gallia, en donde los compañeros de Beltrán iban a enterrarle) y también al mal gálico o mal francés (sífilis). El Diccionario de Autoridades menciona la voz “buba o bubas” (pues, es usado generalmente en plural), afirmando que Francisco López de Gómara, en su Historia de las Indias (fol. 14) las denomina Morbus Gallicus 1536. Es de referencia en este asunto la tesis del Dr. Julio C. Tello1537, presentada en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, de Lima, en 1909, para optar al grado de Bachiller. En ella dedica uno de sus primeros capítulos a la sinonimia de la sífilis “en las lenguas keshua y aymará”. Se explaya en ese capítulo, especialmente, sobre el término “huanthi” y el uso de la palabra “buba”. GAÑOTE: En lenguaje familiar es la garganta (Amer.)1538 GINECÓLOGO: El docto en ginecología1539. GUAGUA: Del quechua. El niño en estado de lactancia. Las mujeres del pueblo nunca dicen mi hijo, sino mi guagua1540. DRA: “(Del quechua wawa, niño de teta)”. ARONA: dice que en “Arequipa y toda la Sierra: niño, del quichua huahua que significa esto y también cachorro de animal etc... Ahora muchos años no corría en Lima esta voz, aunque se conocía; después se ha generalizado bastante, sin duda por las frecuentes y fáciles comunicaciones con Arequipa; pero hoy se halla casi desterrada con la introducción de bebé, importada por las muchas familias limeñas que emigran a Europa y vuelven después de algunos años con costumbres y hasta con locuciones nuevas. Ninguna de las dos palabras vale gran cosa; la una parece ladrido de perro, y la otra balido de oveja, pero, ¿qué más puede exigirse en voces tomadas probablemente de los mismos sonidos inarticulados que se oye proferir a los niños?”1541 En verdad, no ha sido desterrado el popular quechuismo; y por el contrario, se ha difundido a los países vecinos. Unda1542 asegura que en Colombia también se oye a los campesinos decir "guagüita" para designar al niño de corta edad. Otras palabras derivadas1543 son: aguaguacharse, guaguachar, aguaguachado, guaguatero, guagüero, guagüilo, guaguarear, guagualote, guagualón, guaguón, guagual, guagüito. ALVAREZ VITA: “Del quechua waw, niño de teta) f. A. Andes, de pecho. En Ecuador, u.c. com. 2. F. Perú. Pan dulce con forma de niño”. Y añade la 1536 Real Academia Española. Diccionario de Autoridades. (Edición Facsímil), Editorial Gredos, Tomo I, Madrid 1984. 1537 Tello, Julio C. La antigüedad de la sífiis en el Perú. Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 1909. 1538 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 128. 1539 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 131. Como he apuntado en el caso de “epidemiólogo”, también aquí se omite la versión femenina que ya existe. 1540 N.A. En: Palma, Ricardo. Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1395, Madrid, 1968. 1541 Arona, Juan de. Diccionario de Peruanismos. Tomo II, Op. cit., p. 225. 1542Unda Lozada, Eduardo. Quechuismos en algunas regiones de Colombia. Op. cit., p. 41. 1543 Sala, Marius et al. El español de América. Op. cit., pp. 97-8. 366 siguiente nota: “Concretamente hemos oído ambas acepciones de esta voz en el norte de la Argentina, Bolivia, Chile, Colombia (Caldas y Nariño), Ecuador y Perú. Cabe precisar que el pan llamado guagua se hace principalmente con ocasión de la fiesta de Todos los Santos.”1544 H HEBE: Vello que nace sobre el pubis1545. HIGIÉNICAMENTE: Conforme á la higiene1546. HIPNOTIZABLE: Persona fácil de ser hipnotizada1547. HIPNOTIZACIÓN: Acción de hipnotizar1548. HIPOFOSFITOS: Sal química muy recetada para combatir algunas dolencias1549. HIPOSTENIA: Disminución de fuerzas1550. HOMEOPÁTICAMENTE: En dosis ó forma homeopática1551. HOSPITALIZABLE: Que puede ser admitido en el hospital1552. HOSPITALIZACIÓN: El acto de hospitalizarse1553. HOSPITALIZADOR, A: El empleado ó hermana de caridad que hace la inscripción1554. HOSPITALIZAR: Inscribir en un hospital a un enfermo1555. En P. L. dice: Inscribir ó inscribirse un enfermo en el hospital1556. DRA: “llevar a uno al hospital para prestarle la asistencia que necesita”. 1544 Alvarez Vita, Juan. Diccionario de Peruanismos. El habla castellana en el Perú. Op. cit., p. 207. 1545 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 135. 1546 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 136. 1547 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 137. 1548 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 137. 1549 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 137. 1550 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 137. 1551 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 138. 1552 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 139. 1553 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 139. 1554 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 139. 1555 N.A. En: Palma, Ricardo. Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1395, Madrid, 1968. 1556 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 139. 367 HOSPITALIZARSE: Hacerse inscribir1557. HUAMANRRIPA: (Del quechua) Planta americana, muy usada para combatir las afecciones bronquiales1558. Antonio Raimondi designó esta planta con el nombre de Cryptochaete andicola, y afirma que “es una compuesta que crece en los lugares muy frígidos de la cordillera del Perú; es conocida por los indígenas con el nombre de Huamanripa, y forma uno de los principales medicamentos contra las hemorragias y las enfermedades del pulmón”1559. HUMITA: Del quechua. Especie de tamal o bollo dulce hecho de maíz. Estar como una humita, dócil a todo, muy enamorado o muy borracho1560. Arona recoge esta palabra, pero sólo en su acepción gastronómica. ALVAREZ VITA: “(Del quechua humint’a) Arg., Bol., Chile, Ec.. Perú y Ur. 1. f. Comida criolla hecha con pasta de maíz o granos de choclo triturados, a los que se agrega una fritura preparada generalmente con cebolla, tomate y ají colorado molido. Se sirve en pequeños envoltorios de chala, en empanadas o a modo de pastel. //2. f. Chile. Cierto guisado hecho de maíz tierno. //3. f. Chile. Pajarita (// corbata que se anuda por delante en forma de lazo). Nota: Se trata de una comida de origen prehispánico que, con los años, ha ido evolucionando y adquirido algunos matices que la diferencian de un lugar a otro. En el Perú el uso tradicional siempre ha sido el de envolverla en panca de maíz. En la actualidad, la culinaria peruana ha creado muchas clases, algunas de ellas dulces. La tercera acepción, de uso en Chile, se debe a que dicha corbata tiene forma de humita”1561. I INFIBULAR: Practicar la infibulación1562. INFIBULACIÓN: Operación quirúrgica que se realiza empleando un anillo ó argolla1563. INGESTIÓN: Absorción por las vías digestibles1564. 1557 N.A. En: Palma, Ricardo. Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1395, Madrid, 1968. 1558 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 140. Martha Hildebrandt ha desctado el hecho de que Palma utilice doble “rr” tras la “n” en esta palabra. Andrés Bello establecía esta regla ortográfica: “Escribir rr siembre que se pronuncia rr: rrei, prórroga, Enrrique, etc. Pero el caso de huamanrripa representa la excepción en la ortografía de Palma. (Hildebrandt, Martha. Prólogo. En: Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., pp. XXVIII-XXIX.) 1559 Raimondi, Antonio. Elementos de Botánica aplicada a la Medicina y la Industria, en los cuales se trata especialmente de las plantas del Perú. Segunda Parte. Taxonomía, fitografía y geografía botánica. Op.cit., p. 187. 1560 N.A. En: Palma, Ricardo. Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1395, Madrid, 1968. 1561 Alvarez Vita, Juan. Diccionario de Peruanismos. El habla castellana en el Perú. Op. cit., p. 249. 1562 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 153. 1563 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 153. 1564 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 154. 368 INMUNIZAR: Preservar1565. INOCULABLE: Que puede inocularse1566. INSÁPIDO, A: El Diccionario dice: Sápido, a. (del latín, sapidus) – la sustancia que tiene algún sabor. En buena filología insápido, a, debe expresar lo opuesto á sápido, esto es, la carencia de sabor. El Léxico lo excluye y trae insípido, a. Ambos adjetivos deben coexistir, siendo insápido de más correcta formación que el otro. El poeta Zorrilla empleó el calificativo insápido en unos versos que se encuentran en el semanario madrileño La Risa, con el título de Flacos y Gordos1567. INTOXICADOR, A: Que intoxica ó envenena1568. INTRAGABLE: Que no se puede tragar1569. INTRAUTERINO: Que se verifica dentro del útero1570. J JALAR: ...Estar jalado se dice, caritativamente, por estar borracho1571. DRA: “Jalado, a. Cuba. Ebrio (embriagado por la bebida)”. ALVAREZ VITA: recoge varias acepciones de jalado, y entre ellas: “Perú. 1. f. Fam. Des. Dicho de una persona, estar ebrio”1572. JERINGUERO, A: En los hospitales se da este nombre al sirviente que aplica lavativas1573. JERINGATORIO: Paree que, para el Diccionario, la acción de jeringar es jeringazo1574. JOROBETA: Diminutivo de jorobado. Es un jorobeta equivale á es un jorobadito1575. 1565 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 155. 1566 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 156. 1567 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 156. 1568 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 158. 1569 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 158. 1570 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 158. 1571 N.A. En: Palma, Ricardo. Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1396, Madrid, 1968. 1572 Alvarez Vita, Juan. Diccionario de Peruanismos. El habla castellana en el Perú. Op. cit., p. 257. 1573 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 164. 1574 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 164. 1575 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 165. (Vid. Tanner, Roy L. Aproximaciones al estudio de las Tradiciones Peruanas. Op. cit., p. 212.) 369 L LOQUERÍA: Hospital de locos, manicomio. –Esta casa es una loquería decimos familiarmente1576. M MANGAJO: Desgarbado, hombre sin voluntad para nada y del que se hace lo que se quiere. Las crónicas médicas de Lima hablan de una epidemia que se desarrolló en 1814, con los mismos caracteres que la influenza contemporánea, á la que se bautizó con el nombre de mangajo1577. MICROBIÓLOGO: El consagrado al estudio de los microbios1578. MORFINÓMANO, A: Persona que, por hábito, abusa de la morfina1579. MORROÑOSO, A: Decimos en América por la persona, planta ó fruta mal desarrollada, débil, raquítica1580. N NARCOTIZABLE: Persona que puede ser narcortizada1581. NARCOTIZAR: Administrar un narcótico1582. DRA: “Producir narcotismo”. Años antes Núñez, había escrito que “este lindo verbo tan naturalmente derivado de narcótico, no se encuentra en el diccionario. Ya le llegará su día. Es la historia de la mayor parte de los verbos derivados de sustantivos”.1583 NEURÓPATA: Especialista en enfermedades de nervios1584. NINFOMANÍACA: Enferma de ninfomanía, voz que está en el Diccionario1585. 1576 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 173. 1577 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 178. 1578 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 185. Falta la forma femenina que hoy ya existe. 1579 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 189. 1580 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 189. 1581 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 191. 1582 N.A. En: Palma, Ricardo. Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1398, Madrid, 1968. 1583 Núñez, Estuardo. Suplemento al Diccionario de Peruanismos de Juan de Arona. Op. cit., tomo II, p. XXIV. 1584 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 192. 1585 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 192. 370 NOSOGRÁFICO, A: Que se refiere á la nosografía ó descripción de las enfermedades1586. Ñ ÑATO, A: Equivale a chato, a, de España. La Ñata, en América, es la muerte1587. Sin embargo, ñata ha quedado como sinónimo de nariz cualquiera que sea su forma o tamaño. En P. L. dice1588: Equivale al chato de España - Figuradamente llamamos la Ñata á la Muerte. DRA: adj. Amér. “De nariz corta y aplastada, chato”. Luego en su 22ª ed. (2001) ha cambiado a “Am. chato (de nariz poco prominente)” y añade que deriva del quechua “natu”. ARONA: “Así dice todo el mundo por chato o de nariz roma. Probablemente ñato no es más que un corrupción de chato, o del provincialismo de Asturias nacho, que significa esto mismo”1589. Según Unda1590, ñato procede posiblemente de ñitiy. La forma Hañu-senka significa nariz achatada. Alvarez Vita1591 recoge la voz ñatoso,sa con idéntico significado, así como la calidad de ñato o ñata que es la ñatura. Además, este autor en la segunda edición de su diccionario añade que la palabra se usa también como tratamiento afectuoso que se da a los niños1592. O ODONTÁLGICO, A: Lo que se refiere á la odontalgia1593. OMOFAGIA: Hábito de comer carne cruda1594. OMÓFAGO, A: Persona que come carne cruda1595. ONFACOMELI: Según el Diccionario es una bebida medicinal; pero en América era un licor de aguardiente, miel, ámbar y otros condimentos, con que se emborrachaban los negros en las haciendas1596. OPERATORIO, A: Sistema ó práctica de operar1597. 1586 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 193. 1587 N.A. En: Palma, Ricardo. Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1398, Madrid, 1968. 1588 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 194. 1589 Arona, Juan de. Diccionario de Peruanismos. Tomo II, Op. cit., p. 290. 1590 Unda Lozada, Eduardo. Quechuismos en algunas regiones de Colombia. Op. cit., p. 59. 1591Alvarez Vita, Juan. Diccionario de Peruanismos. Librería Studium Ediciones, p. 371, Lima 1990. 1592 Alvarez Vita, Juan. Diccionario de Peruanismos. El habla castellana en el Perú. Op. cit., p. 309. 1593 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 196. 1594 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 197. 1595 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 197. 1596 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 197. 1597 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 197. 371 P PACO: Del quechua. La enfermedad a que la ciencia da el nombre de afta, enfermedad que, generalmente sufren los niños en la lactancia...1598 Núñez consigna que es “enfermedad de los párvulos, lactantes, especie de afta. Es una voz quichua. En francés: muguet”1599 . DRA. En la edición de 2001 afirma que deriva del quechua “p'aqo”, rojizo. ALVAREZ VITA: “(voz quechua) Perú. 1. m. Especia de afta propia de los párvulos”1600. En P. L. Palma dice: El escritor que, por prurito de purismo, escriba afta en vez de paco… será comprendido en España pero no en el pueblo americano para el cual escribe1601. Fue uno de los términos que Palma logró se incorporase a la 13ª edición del Diccionario de la Real Academia1602. PANOFOBIA: Estado del ánimo en que predominan la melancolía y el terror1603. Esta voz no figura en el DRA. También es denominada: omnifobia, polifobia, pantofobia o panfobia. PARASITARIO, A: Este adjetivo es de uso más corriente que el parasítico que trae el Léxico. No he tenido la fortuna de encontrarlo en otro libro1604. PARES: En lenguaje corriente son las secundinas que arroja la mujer después de un alumbramiento1605. PSICOLÓGICAMENTE: En forma psicológica1606. R RECETABLE: Que se puede recetar1607. RECIBIDORA: Damos, en América, este nombre á la mujer del pueblo que, sin ser obstetriz, atiende á una parturienta por pequeño salario1608. RECONVALECER: Dice el Diccionario que este verbo viene del latín y que significa volver á convalecer. Para mí huelga el tal verbo, porque ó se convalece ó no se 1598 N.A. En: Palma, Ricardo. Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1399, Madrid, 1968. 1599 Núñez, Estuardo. Suplemento al Diccionario de Peruanismos de Juan de Arona. Op. cit., tomo II, p. XXV. 1600 Alvarez Vita, Juan. Diccionario de Peruanismos. El habla castellana en el Perú. Op. cit., p. 321. 1601 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. XII. 1602 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. IV. 1603 N.A. En: Palma, Ricardo. Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1400, Madrid, 1968. 1604 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 204. 1605 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 205. 1606 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 225. 1607 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 236. 1608 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 236. 372 convalece. Claro es que si se convalece no hay para qué repetir la función por falta de objeto. Al acto de reconvalecer probablemente lo bautizará la Academia (que aún no lo ha bautizado) con el nombre de reconvalecencia. Nunca he oído decir estoy reconvaleciente ni en reconvalecencia1609. REVACUNADOR, A: Que revacuna1610. RINOPLASTIA: El Léxico trae sólo rinoscopia1611. DRA:”(Del gr. ,  y , formar) f. Cir. Operación quirúrgica para restaurar la nariz”. S SACRAMENTABLE: En condición para recibir el viático. El enfermo está sacramentable, se dice cuando está libre de vomito, por ejemplo1612. Lógico este ejemplo. Se considera que la Santa Comunión, el Santísimo Cuerpo de Cristo, no se puede recibir si se puede llegar a vomitar. Decían los teólogos que “si hay peligro de irreverencia, vómito o expulsión”1613 no se puede administrar el sacramento. SESERA: El espacio cerebral en que están los sesos. Este neologismo lo han empleado muchos escritores humorísticos. – Fulano tiene aserrín y virutas en la sesera, es locución ya familiar1614. SIETECUEROS: Tumor dolorosísimo que se forma en algún dedo de la mano y que con frecuencia exige los cuidados del cirujano1615. En P. L. dice: Tumor dolorosísimo que se forma en algún dedo de la mano y que, con frecuencia exige los cuidados del cirujano. Es americanismo generalizado (Amer.)1616. Es una afección que se caracteriza por el endurecimiento y enrojecimiento de las yemas. Se recomienda introducir sucesivamente el dedo afectado en agua caliente y fría, una y otra vez, y envolverlo luego en lana. DRA: En Colombia, Cuba, Chile, Ecuador, Honduras, Perú y Venezuela es un “tumor que se forma en el pie, especialmente a quien anda descalzo”. Antes se decía en DRA que en Costa Rica, Cuba, Nicaragua y Perú es el “panadizo de los 1609 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., pp. 238-239. 1610 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 247. 1611 N.A. En: Palma, Ricardo. Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1403, Madrid, 1968. 1612 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 252. 1613 Pacheco, Fray Bernardo. Suma moral escrita en breve compendio aumentada y dispuesta por don Manuel Rico, Comissario del Santo Oficio, Maestro de Theologia Moral en el Obispado de Calahorra, Capellán Real de la Capilla del Santo Christo, sita en la insigne Colegial de la Ciudad de Logroño, Beneficiado delas Parroquiales de Luecas, y Zúñiga. Imprenta de los herederos de la Viuda de Juan García Infanzón, p. 328, Madrid, 1760. 1614 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 255. Vid. también: Tanner, Roy L. Aproximaciones al estudio de las Tradiciones Peruanas. Op. cit., p. 181. 1615 N.A. En: Palma, Ricardo. Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1403, Madrid, 1968. 1616 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., pp. 255-256. 373 dedos”. ALVAREZ VITA: “Col., Cuba, Ec., Hond., Perú y Ven. 1. m. Tumor que se forma en el pie, especialmente a quien anda descalzo. //2. C. Rica, Cuba, Hond. y Perú. m. Panadizo de los dedos. Nota: La última edición del Drae incluye al Perú entre los países en los que se usa esta voz. No lo hace aún con respecto a México, Panamá y Puerto Rico, áreas geográficas que ya habíamos señalado en nuestro Diccionario de Peruanismos, edición de 1990.”1617 En una de sus tradiciones Palma bautiza a un director de orquesta con el nombre de “Sietecueros”. Tanner1618 ha subrayado que con tal nombre se mueve a la risa al crear el emblema de un hombre a quien le han salido tumores en los dedos, tal vez por tocar un instrumento durante muchos años. SORDOMUDEZ: La dolencia del sordomudo1619. SOROCHE: Del quechua. Dolencia, a veces mortal, que acomete a los viajeros en la cordillera andina1620. En P. L. dice: (Del quichua) Dolencia, á veces mortal, que acomete á los viajeros en las cordilleras andinas. Véase verbo asorocharse1621. Se puede escribir también “Suruchi”1622, o Enfermedad de Monge, Mal de altura o Enfermedad de la puna. Se ocasiona por el brusco ascenso a las alturas y la consiguiente disminución de la presión atmosférica. Se manifiesta por una aguda cefalalgia, vómitos, dificultad respiratoria, y disnea, y a veces afluencia de sangre por la nariz y las orejas. Puede ocasionar pérdida del conocimiento, y aun la muerte en casos extremos. Se recomienda un examen médico previo, sobretodo a las personas que sufren alteraciones de la presión sanguínea; y, ya en la altura, evitar agitaciones o esfuerzos excesivos. Para su tratamiento se indica: oler ajos, frotar ají tostado sobre las sienes, y descanso. Algunos viajeros han hallado particularmente benéfico el uso del chullo. Guibovich del Carpio nos aumenta los datos sobre su tratamiento al indicar que “se le da de comer al paciente ají o rocoto picante, cancha, bebidas alcohólicas, así mismo se le da a tomar hielo, en otros casos se le castiga a la persona con un látigo para que entre en calor, es por esta razón que se recomienda chupar caramelos de limón, ponerse un periódico a la espalda y al pecho, y para prevenir los vómitos se utiliza las hojas y flores del talwiz o lupino, que se desarrolla y crece en los Andes”1623. 1617 Alvarez Vita, Juan. Diccionario de Peruanismos. El habla castellana en el Perú. Op. cit., p. 407. 1618 Tanner, Roy L. Aproximaciones al estudio de las Tradiciones Peruanas. Op. cit., p. 182. 1619 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 260. (Vid. Tanner, Roy L. Aproximaciones al estudio de las Tradiciones Peruanas. Op. cit., p. 210.) En una carta de Palma a su hijo Ricardo, de 16 de marzo de 1910, le contaba de un regio sordomudo, el infante Don Jaime, hijo del rey Don Alfonso XIII de España. Sin embargo le llamaba “Príncipe de Asturias” cuando en realidad se trataba del que sería Duque de Segovia: Parece que el principito de Asturias, que va a cumplir tres años, ha resultado sordomudo. ¡Lucidos están los españoles! (Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 145.) 1620 N.A. En: Palma, Ricardo. Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1404, Madrid, 1968. Vid. Tanner, Roy L. Ricardo Palma, neólogo por excelencia. Op. cit., p. 25. 1621 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 260. 1622 Montalvo de Maldonado, Dora. La Medicina tradicional en el Perú: Contribución a su estudio. Imp. Ed. Lumen, 2ª ed., Lima 1989. 1623 Guibovich del Carpio, Lorgio A. Medicina folklórica en el antiguo Perú y su proyección en el mundo moderno. Facultad de Ciencias Sociales, Universidad Nacional “Federico Villarreal”, Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, Guiboldelcar 1989. 374 DRA: “(Del quechua suruchi) m. Amér. merid. Mal de montaña”. ARONA: “Nombre de un metal argentífero de que hablan las Memorias de los Virreyes y el Mercurio Peruano, y de que no nos ocuparíamos si no fuera por el derivado asorocharse, y por el mismo soroche, accidente, guardando perfecto paralelismo estos nombres con los de veta y envetarse, dada la creencia supersticiosa y sin fundamento de que el mareo que se experiementa en las alturas andinas, y de que pocos se escapan, no estando aclimatados, proviene de las emanciones de alguna veta metalífera subterrránea (o soroche). El soroche es un accidente de los más incómodos, y quizá deja atrás al mareo, aunque dura menos. Garcilaso de la Vega habla de él empleando cándidamente el verbo marearse. El Mercurio Peruano lo califica de desfallecimiento en el artículo sobre la veta”1624 . Antonio de Ulloa, en su Noticias Americanas denomina a esta enfermedad "Mal de la Puna" y relata que es "un mal incómodo y penoso como el del Mar, guardando el orden de los accidentes que son comunes en aquel. La cabeza se desvanece y se acalora con fuertísimos dolores; a esto se acompañan náuseas y fatigas que producen vómitos biliosos, el cuerpo decáese y siente falta de fuerza, que es regular, y también suele acarrear calentura: el alivio que hay en ello es el vómito... Dura esta incomodidad uno o dos días y después quedan buenos.... Este accidente no puede atribuirse al frío... y es preciso que proceda de la cualidad del aire, bien sea por su ligereza o por otra que no está bien conocida"1625. El propio Palma, en carta a Daniel Granada, de 8 de marzo de 1889, lista la palabra “soroche” entre el inventario de provincialismos propios de las repúblicas del Plata que se usaban en el Perú con la misma acepción1626. Álavarez Vita: “(Voz quechua). Amer. Merid. 1. Mal de montaña. //2. Bol. y Chile. Galena.”1627 En la anterior edición de su Diccionario de Peruanismos, edición de 1990, ya indicó que antiguamente se usaba en el Perú con esa acepción de galena. SUBLIMIZAR: El Diccionario trae sublimar con la acepción de engrandecer, exaltar. Nos parece que á sublimar debe dejársele con sólo la significación que tiene entre químicos y farmacéuticos. Para los americanos sublimizar viene de sublime, y no de sublimado1628. 1624 Arona, Juan de. Diccionario de Peruanismos. Tomo II, Op. cit., p. 359. 1625 Orozco Acuaviva, Antonio. "Aspectos médicos en los viajes a América de Jorge Juan y Antonio de Ulloa". En: Ciencia, Mdicina y Sociedad en la España Ilustrada, Juan Riera (coord.), Instituto de Ciencias de la Educación, Universidad de Valladolid, p. 43, Valladolid 1990. 1626 Ángeles Caballero, César A. Temas palmistas. Op.cit., p. 60. 1627 Alvarez Vita, Juan. Diccionario de Peruanismos. El habla castellana en el Perú. Op. cit., p. 411. 1628 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 261. 375 SURUMPE: Ceguera que dura muchas horas, producida en las serranías andinas por la reverberación del sol sobre la nieve. Este accidente se precave usando una careta de lienzo ó anteojos ahumados1629. T TERCIANIENTO, A: La persona propensa á adquirir terciana. También, más que tercianario, como trae el Léxico, decimos país o clima tercianiento1630. TETELEMEME: Tonto. Hacerse el tetelememe, simular tontería1631. En P. L. dice: Tonto – Estar hecho un tetelememe es como estar idiotizado. Este peruanismo tiene ya siglos de existencia, pues á uno de los primeros obispos de Huamanga, á quien entontecieron con auxilio de una yerba llamada chamico, lo obsequiaron sus feligreses con el apodo de Tetelememe. Así está impreso e las crónicas, y la palabra es hoy de uso corriente en la conversación familiar. No puede desconocerse que hay en la voz cierta gracia onomatopéyica1632. Se utiliza como adjetivo y como sustantivo y también se dice tetelemeque1633. La palabra no figura en el DRA. ALVAREZ VITA: “Perú 1. Com. Adj. Tonto, idiotizado, carente de voluntad”1634. TOLÚ: Bálsamo muy usado en América1635. TOXICÓLOGO: El especialista en toxicología1636. TUTUMA: La cabeza. Ser duro de tutuma, ser torpe, sin entendederas1637. Es la fruta del tutumo (Crescentia cujete), cuya pulpa es aplicada en cataplasmas, para favorecer la supuración; y su cocimiento es administrado por vía oral como antiasmático; la flor, en aplicaciones locales, como analgésico. ARONA: “La tutuma se dice familiarmente por la cabeza”1638. ALVAREZ VITA: En su tercera acepción dice que es “cabeza” y en su cuarta: “Perú. Tener tutuma. Frase que se utiliza para denotar la inteligencia de una persona.” También puede significar torpeza si se dice “Ser duro de tutuma”1639. 1629 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 313. 1630 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 267. 1631 N.A. En: Palma, Ricardo. Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1404, Madrid, 1968. 1632 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 268. 1633 Alvarez Vita, Juan. Diccionario de Peruanismos. Librería Studium Ediciones, p. 510, Lima 1990. 1634 Alvarez Vita, Juan. Diccionario de Peruanismos. El habla castellana en el Perú. Op. cit., p. 422. 1635 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 269. 1636 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 269. Nótese que falta la forma femenina que ya existe en la actualidad. 1637 N.A. En: Palma, Ricardo. Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1405, Madrid, 1968. 1638 Arona, Juan de. Diccionario de Peruanismos. Tomo II, Op. cit., p. 380. 1639 Alvarez Vita, Juan. Diccionario de Peruanismos. El habla castellana en el Perú. Op. cit., p. 435. 376 Además, cita Palma algunas voces usuales que no estaban en el Diccionario, entre las cuales hay varias de contenido más o menos médico como: androginismo, deprimente, fatigante, hipnotismo, hipnotizar e hipnotización, neurópata, neurótico. Y en una tradición, hablando de una tal Juana María Valladolid, apodada la Collota, porque le faltaban dedos de la mano, nuestro autor aclara a pie de página que ese término significa manca o lisiada1640. También se puede decir totume o totuma1641. V VACUNADOR: El médico ó persona designada por la autoridad para vacunar1642. VERDUGÓN: Roncha ó señal formada en la piel por los azotes. El Diccionario trae esta definición entre las acepciones de la palabra verdugo, como si alguno de los más autorizados hablistas de España hubiera llamado verdugo á lo que siempre fue verdugón1643. VINCHUCA: Especie de chinche casi del tamaño de una cucaracha. En los sitios en que abunda este insecto es forzoso dormir con luz, para libertarse de copiosa sangría ocasionada por las picaduras de la vinchuca1644. Y YODURACIÓN: Acción de yodurar1645. 1640 T. P. Haz bien sin mirar a quien (1737). Vid. Cáceres, Tito. Arequipa en las Tradiciones de Palma. Op. cit., p. 393. Vid. también: Maldonado Zedano, Soledad. Arequipeñismos y localismos en las tradiciones de Ricardo Palma. En: Aula Palma XIII-2014, Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 295, Lima, 2014. 1641 Sala, Marius et al. El español de América. Op. cit., p. 200. 1642 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 275. 1643 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 276. 1644 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 314. 1645 Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. Op. cit., p. 281. 377 XXI. TERMINOLOGÍA MÉDICA EN LA OBRA DE PALMA Además de los neologismos y americanismos que he consignado creo que puede ser interesante relacionar aquí qué términos médicos o directamente relacionados con la Medicina se hallan en la obra de Ricardo Palma. Sólo con la enumeración de estos vocablos podemos descubrir el inmenso valor histórico-médico de la obra palmiana o palmista, algo seguramente no buscado a propósito por él, pero cuyo resultado es evidente. Esta relación está ordenada alfabéticamente, indicando en qué obra de Ricardo Palma se encuentra la correspondiente referencia médica. En el caso de las Papeletas Lexicográficas se consigna como “P.L.” cuando el término constituye una voz en dicha obra palmista. Cuando se trata de la mención de un determinado término médico en otra voz se indica con “P.L.” seguido de la voz donde se puede encontrar dicho término. En el caso de los boticarios, cirujanos, médicos u hospitales, se relacionan, también alfabéticamente, las personas o centros sanitarios mencionados y, como en los anteriores casos, en qué obra de Palma se pueden hallar. Algo similar sucede en el caso de los libros de Medicina y tesis de bachiller en Medicina o doctorales que Palma menciona.  Aborto o T. P. La niña del antojo (1742)  Abotagado o P. L.  Abulia o P. L.  Acatarrado o P. L. Catarriento  Accidente lazarino (por lepra) o A.I.L., Cap. V  Ácido Úrico o T. P. La Maldición de Miller (1824)  Acto médico o T. P. Pan, queso y raspadura (1824)  Achacoso/a o Carta al general Vicente Riva Palacio (1887) o T. P. El virrey limeño (1722)  Achaque o A.I.L., Cap. III o T.P. El chocolate de los Jesuitas (1765) 378  Afecciones bronquiales o P. L. Congona o P. L. Huamanrripa  Afrodisíaco o N.A. En: Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1390, Madrid, 1968. o P. L. Chamico  Afta o N.A. (Paco) En: Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1399, Madrid, 1968. o P. L. Paco  Agua de borrajas o T. P. El latín de una limeña (1793), dedicado a José Rosendo Gutiérrez.  Agua de culén o T. P. Los panecitos de San Nicolás (1616)  Agua de hierbaluisa o T. P. Los panecitos de San Nicolás (1616)  Agua de melisa o T. P. La emplazada (1688), crónica de la época del virrey arzobispo. o T. P. Una astucia de Abascal (1805) o T. P. De esta capa nadie escapa (1806)  Alambique o T. P. ¡A nadar peces! (1805)  Alcalinas o T. P. De esta capa nadie escapa (1806)  Alcoholismo o T.P. La monjita de Ayacucho (1839). o T.S.V. El clavel disciplinado  Aletargamiento o T. P. El abad de Lunahuaná (1581)  Alfombrilla o T. P. Un virrey hereje y un campanero bellaco (1656), crónica de la época del decimosétpimo virrey del Perú  Alienado o P. L.  Alienación o P. L. 379  Alienista o B. T. La bohemia de mi tiempo (XIX) o P. L. Alienado, a  Alopáticamente o P. L.  Alopático o P. L. Alopáticamente  Alquimista o T. P. El “Aviso” (17…)  Altea o raíz de Altea o T. P. El primer toro (1768) o T. P. ¡A nadar peces! (1805)  Alucinación/Alucinaciones cerebrales o T. P. El Cristo de la agonía (1673), dedicada al doctor Alcides Destruge. o T. P. Excomunión de versos (1798)  Alumbramiento o P. L. Pares o T. P. Los pacayares (1780)  Ámente o T.P. Un Obispo de Ayacucho  Amígdalas o E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 92. Carta a Ricardo Palma Román de 7 de octubre de 1909.  Amputable o P. L.  Amputación o V.G. Típico  Amputar o P. L. Amputable  Anatomía o E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 165. Carta a Ricardo Palma Román, de 28 de abril (de 1910).  Anatómica o T. P. Amor de madre (1616), crónica de la época del virrey Brazo de Plata.  Anemia cerebral o Carta al general Vicente Riva Palacio, 1889. 380 o Filigranas. Receta  Anemia crónica o Filigranas. Receta  Anestésicos o P. L. Anestesiar  Anestesiar o P. L.  Anestésico o N.A. En: Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1389, Madrid, 1968.  Aneurisma en labio inferior o T. P. La “Apología del pichón palomino” (1804). Tradición bibliográfica  Antídoto o T. P. Glorias del cigarro. Charla con Leónidas Ballén.  Antipirina o P. L.  Aparato de Masticación o T. P. El Abad de Lunahuaná (1581)  Apendicitis o E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, pp. 113-114. Carta a Ricardo Palma Román, 8 de diciembre de 1909.  Apoplejía o T. P. Un pronóstico cumplido (1561-1564), crónica de los virreyes Marqués de Cañete y Conde de Nieva o T. P. Motín de limeñas (1601) o T. P. La trenza de sus cabellos (1734-1738). Dedicada al poeta español Tomás Rodríguez Rubí, autor de un drama que lleva el mismo título de esta tradición  Apoplético o T. P. El encapuchado (1651), crónica de la época del décimo sexto virrey del Perú  Apunado o P. L.  Apunarse o N.A. En: Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1385, Madrid, 1968. o P. L. 381  Arenillas (biliares) o T. P. El baile de la Victoria (1853). Reminiscencias  Arterio-Esclerosis o E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 92. Carta a Ricardo Palma Román, 7 de octubre de 1909.  Asfixia o P. L. Asfixiante  Asfixiante o P. L.  Asorochado o P. L.  Asorocharse o N.A. En: Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1386, Madrid, 1968. o P. L.  Ataque cardíaco/Ataques de corazón o E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 119. Carta a Ricardo Palma Román de 28 de diciembre de 1909. o T. P. La pantorrilla del Comandante (1822)  Ataques de nervios (por crisis histérica) o T. P. De esta capa nadie escapa (1806)  Atragantamiento o P. L.  Atragantarse o P. L. Atragantamiento  Avicena o Filigranas. Receta o T. P. La gatita de Mari-Ramos, que halaga con la cola y araña con las manos (1788), crónica de la época del trigésimo cuarto virrey del Perú. Dedicada a Carlos Toribio Robinet  Bacilo/s o P. L. o T. P. Fruslerías  Bacteria/s o P. L. o T. P. Fruslerías  Bacteriología o P. L. 382 o T. P. Fruslerías  Bacteriológico o P. L.  Baldado/a o P. L.  Bálsamo o P. L. Tolú  Baños de arena o T. P. Doña Manuela Sáenz (“La Libertadora”) (1856)  Baños medicinales o T. P. Un caballero de industria (1778)  Barbero/s o Díaz, Juan  A.I.L., Cap. II o Vertiera, Tomás José de  A.I.L., Cap. IV o A.I.L., Cap. II o A.I.L., Cap. IV o T. P. El Abad de Lunahuaná (1581) o T. P. Los ratones de fray Martín (1610-1639) o T. P. ¡Feliz barbero! (1620) o T. P. La gran querella de los barberos de Lima (1626), dedicada a Emilio Gutiérrez de Quintanilla y Flores (1858-1935) o T. P. La Astrología en el Perú (1660) o T. P. Zurrón-Currichi (1672). Conseja popular. o T. P. Entre Libertador y Dictador (1825), dedicada a Julio S. Hernández o T. P. Refranero (S. F.) o T.S.V. Pato con arroz.  Barchilón o N.A. En: Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1386, Madrid, 1968. o P. L.  Barriga o T. P. El Cristo de la agonía (1673), dedicada al doctor Alcides Destruge.  Bazo o P. Comp. Heroicidad 383 o T. P. El “Aviso” (17…)  Beriberi o E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, pp. 113-114. Carta a Ricardo Palma Román, 8 de diciembre de 1909.  Bicho alto o T. P. El rosal de Rosa (1581), dedicada a su hija Augusta  Bilis o Carta a Benjamín Vicuña Mackenna, de 2 de diciembre de 1878. o P. Comp. Heroicidad o T. P. Genealidades de la Perricholi (1762). Al Señor Enrique de Borges, ministro de Francia en el Perú, y traductor de mis “tradiciones”. o T. P. El poeta de las adivinanzas (1787). Lectura hecha en el club literario en la noche del 13 de mayo de 1874. (Quis nesciat Trojae? ¿Quién no ha oído hablar de Terralla?)  Bodoque (por pene) o T.S.V. Un calembourg  Borracho/s o N.A. En: Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1386, Madrid, 1968. o P. Comp. Heroicidad o T. P. La monjita de Ayacucho (1839) o T. P. Un Maquiavelo criollo (1872). Episodios contemporáneos o T.S.V. El clavel disciplinado o V. G. Heroicidad o V. G. Un sacramento  Botánica (aplicada a la Medicina) o T. P. Los barbones (1671). Dedicada a Juan Muelle  Botica o B. T. (XIII) o T. P. Justos y pecadores (1625). De cómo el lobo vistió la piel del cordero. Dedicada a don José María Torres Caicedo o T. P. Los barbones (1671), dedicada a Juan Muelle o T. P. La capa de San José (1696) o T. P. Un reo de Inquisición (1751) o T. P. De asta y rejón (1760) o T. P. Lapsus linguae episcopal (1765) 384 o T. P. La misa negra (1803). Cuento de la Abuelita. Dedicado “a mis retoños Clemente y Angélica Palma”. o T. P. ¡A nadar peces! (1805) o T. P. Garantido, todo lino (1822) o T. P. Glorias del cigarro. Charla con Leónidas Ballén o T. P. Refranero limeño (S. F.)  Boticario/s (ver también Farmacéutico) o Gadea, Juan de  T. P. La fundación de Santa Liberata (1711), crónica de la época del vigésimo quinto virrey del Perú. o Gatiessa, Crispín  T. S. V. Matrícula de colegio o Gato  T. P. La faltriquera del diablo (1651) o Ormaza, Antonio de  A.I.L., Cap. V. o Rodríguez, Juan  T. P. El “Aviso” (17…) o A.I.L., Cap. III. o T. P. Los refranes mentirosos (1556) o T. P. La faltriquera del diablo (1651) o T. P. La Astrología en el Perú (1660) o T. P. Mírense en este espejo (1671) o T. P. La emplazada (1688), crónica de la época del virrey arzobispo. o T. P. Un reo de Inquisición (1751) o T. P. ¡Mata! ¡Mata! ¡Mata! (1753) o T. P. Donde y cómo el diablo perdió el poncho (1816-1824). Cuento disparatado o T. P. Coronguinos (1865) o T. P. Refranero (S. F.) o T.S.V. Matrícula de colegio  Botiquín/es o T. P. La “Apología del pichón palomino” (1804). Tradición bibliográfica o T. P. El judío errante en el Cuzco (1856)  Bubones o P. L. Bubónico, a  Bubónico/a 385 o P. L.  Bultos de la cabeza o R. E. Esbozos. Zorrilla.  Calambres o T. P. El Abad de Lunahuaná (1581)  Calentura (por fiebre) o T. P. Zurrón-currichi (1672)  Cámaras o T. P. El demonio de los Andes (1544-1565). Noticias históricas sobre el Maestre de Campo Francisco de Carbajal. Dedicada a Ricardo Becerra.  Camilla o T. P. El godo Maroto (1847). Minucias históricas.  Cáncer en el estómago o T. P. Racimo de horca (1676), crónica de la época del vigésimo virrey del Perú  Cansancio cerebral o Carta a Octavio Espinosa de 27 de octubre de 1906.  Capón (por anorquia) o T.S.V. Pato con arroz  Caracha o N.A. En: Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1388, Madrid, 1968. o P. L.  Carachoso/a o N.A. En: Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1388, Madrid, 1968. o P. L.  Caries maxilar o T. P. El Abad de Lunahuaná (1581)  Cartílago o T. P. Amor de madre (1696), crónica de la época del virrey Brazo de Plata.  Casa de misericordia o T. P. La llorona del viernes santo (1807). Cuadro tradicional de costumbres antiguas.  Cascarilla o P. L. Cascarillero 386 o T. P. Los polvos de la condesa (1631), crónica de la época del décimocuarto virrey del Perú. Dedicada al doctor Ignacio La-Puente.  Cascarillero o P. L.  Catalepsia o T. P. El resucitado (1776), crónica de la época del trigésimo segundo virrey del Perú  Cataplasma/s o T. P. El Abad de Lunahuaná (1581) o T. P. Zurrón-Currichi (1672). Conseja popular o T. P. El latín de una limeña (1765), dedicada a José Rosendo Gutiérrez.  Catarral bilioso o T. P. ¡¡Buena laya de fraile!! (1816), crónica de la época del virrey marqués de Viluma  Catarriento/a/os o Cartas a Cristina (5 de septiembre de 1892) o P. L.  Catarro/Catarrazo o Cartas a Cristina  2 de septiembre de 1892  3 de septiembre de 1892  5 de septiembre de 1892 o E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 82. Carta a Ricardo Palma Román, 15 de septiembre de 1909. o P. L. Catarriento, a; Catarroso, a  Catarroso/a o P. L.  Cauterio o T. P. Una aventura del virrey-poeta (1618)  Ceguera o E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, pp. 23. Carta a Mariano Catalina, 16 de marzo de 1906. o P. L. Surumpe o V.G. Una mendiga ciega  Cerebro o T. P. La Argentina (1602). Poema del Arcediano Barco Centenera.  Ciencia odontálgica 387 o T. P. El Abad de Lunahuaná (1581)  Ciencia médica o T. P. Los panecitos de San Nicolás (1616) o T. P. La Astrología en el Perú (1660) o T. P. La emplazada (1688), crónica de la época del virrey arzobispo. o T. P. La gatita de Mari-Ramos, que halaga con la cola y araña con las manos (1788). Crónica de la época del trigésimo cuarto virrey del Perú. Dedicada a Carlos Toribio Robinet.  Cirujano o Alcántara, Bartolomé  A.I.L., La Segunda Inquisición. o Cuaresma, Tomé  A.I.L., Cap. I. o Hanazir, Elihau (ver Maldonado da Silva, Francisco) o Llanos de Espínola, Domingo  A.I.L., Cap. V o Maldonado da Silva, Francisco  A.I.L., Cap. I. o Rivilla, José  T. P. La “Apología del pichón palomino” (1804). Tradición bibliográfica o A.I.L., Cap. I. o A.I.L., Cap. V. o A.I.L., La Segunda Inquisición. o E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 100. Carta a Ricardo Palma Román, 4 de noviembre de 1909. o N.A. En: Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1403, Madrid, 1968. o P. L. Sietecueros o T. P. La endemoniada (1561) o T. P. El Abad de Lunahuaná (1581) o T. P. La gran querella de los barberos de Lima (1626), dedicada a Emilio Gutiérrez de Quintanilla y Flores (1858-1935) o T. P. La Astrología en el Perú (1660) o T. P. La “Apología del pichón palomino” (1804). Tradición bibliográfica o T. P. El rey del monte (1815) o T. P. Pan, queso y raspadura (1824) 388 o T. P. El primer cónsul inglés (1824), dedicada a don Modesto Basadre y Chocano o T. P. El godo Maroto (1847). Minucias históricas. o T. P. Un Maquiavelo criollo (1872). Episodios contemporáneos o V.G. Típico  Clister/es o T. P. La Astrología en el Perú (1660) o T. P. Zurrón-Currichi (1672). Conseja popular.  Clítoris1646 o T.S.V. Fatuidad humana  Cloroformizable o P. L.  Cloroformo o P. L. Cloroformizable o V. G. Típico  Clorótica o T. P. El divorcio de la condesita (1755).  Coca o T. P. Supersticiones de los peruanos (18...) o T. P. La soga arrastra (1842)  Cocaína o N.A. En: Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1389, Madrid, 1968.  Cocavi o N.A. En: Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1389, Madrid, 1968.  Cojear o T. P. El divorcio de la condesita (1755)  Cojera o T. P. Dos palomitas sin hiel (1616). Dedicada a Domingo Vivero o T. P. De gallo a gallo (1828). Historia de dos improvisaciones.  Cojones o T.S.V. Un calembourg  Colegio de San Fernando para estudiantes de Medicina o T. P. El virrey de la adivinanza (1806), crónica de la época del trigésimo octavo virrey del Perú. 1646 Escrito como “clítores” en la edición manejada (Palma, Ricardo. Tradiciones en Salsa Verde. Librería Editoria Distribuidora Lima, 1ª ed., p. 34, Lima, s.f.) 389  Cólera o Cartas a Cristina  5 de septiembre de 1892  7 de septiembre de 1892  17 de septiembre de 1892  Cólera asiático o T. P. El Judío Errante, en el Cuzco (1856)  Cólera morbo o T. P. La fruta del cercado ajeno (1551)  Cólera negra o T. P. Un capítulo de frailes (1793-1797)  Cólicos o Cartas a Cristina (24 de septiembre de 1892) o T. P. El demonio de los Andes (1544-1565). Noticias históricas sobre el Maestre de Campo Francisco de Carbajal. Dedicada a Ricardo Becerra. o T. P. Carta canta (1558)  Cólicos hepáticos o T. P. El baile de la victoria (1853). Reminiscencias.  Cólico/s miserere/s o T. P. Los panecitos de San Nicolás (1616) o T. P. La capa de San José (1696) o T. P. El alma de fray Venancio (17...) o T. P. La misa negra (1803). Cuento de la Abuelita. Dedicado “a mis retoños Clemente y Angélica Palma”. o T. P. Los endiablados (1835)  Colmillos o T. P. El Abad de Lunahuaná (1581)  Comadrón/Comadrona o Dolorita Cárdenas  E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 150. Carta a Ricardo Palma Román, de 22 de marzo (de 1910). o Josefa Esperanza Martínez Pinto  E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 150. Carta a Ricardo Palma Román, de 22 de marzo (de 1910). o Clorinda Olivera Vallejos  E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 150. Carta a Ricardo Palma Román, de 22 de marzo (de 1910). 390 o P. L. o T. P. Mujer-hombre (1803) o T. P. La “Apología del pichón palomino” (1804). Tradición bibliográfica. o T. P. La daga de Pizarro (1856)  Concha (por vulva y/o vagina) o T.S.V. La moza del gobierno  Congona (Ver Hoja de Congona)  Conjuntiva o P. L. Conjuntivitis  Conjuntivitis o P. L.  Constipado (constipadillo, en la expresión de Palma) o T. P. Don Dimas de la Tijereta (1706). Cuento de viejas que trata de cómo un escribano le ganó un plato al diablo  Consultas (médicas) o P. C. Refutación a un texto de historia  Contraveneno o T. P. La venganza de un cura (1853)  Convalecencia/Convaleciente o T. P. Los barbones (1671). Dedicada a Juan Muelle o T. P. Lapsus linguae episcopal (1765) o T. P. ¡¡Buena laya de fraile!! (1816), crónica de la época del virrey Marqués de Viluma, dedicada a Aurelio Villarán  Convulsiones o T. P. Montalván (1779) o T. P. Una astucia de Abascal (1805) o T. P. La última frase de Bolívar (1830)  Contraveneno o T. P. La venganza de un cura (1843)  Coño o T.S.V. La consigna de Lara  Copulable o P. L.  Corazón o T. P. Amor de madre (1696), crónica de la época del virrey Brazo de Plata. o T. P. La pantorrila del Comandante (1822) 391  Costillas o T. P. Una colegiala (1801)  Coto o T. P. Una hostia sin consagrar (1766), dedicada a Benjamín Vicuña Mackenna o N.A. En: Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1390, Madrid, 1968.  Cotudo/a o N.A. En: Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1390, Madrid, 1968. o P. L.  Cráneos o E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 63. Carta a Ricardo Palma Román, 14 de julio de 1909.  Cráneoscopia o E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 107. Carta a Ricardo Palma Román, 24 de noviembre de 1909.  Cucaracha (por vulva y/o vagina) o T.S.V. La moza del gobierno  Cueva (por vulva y/o vagina) o T.S.V. Un calembourg  Culén (Ver Agua de culén) o T. P. Los panecitos de San Nicolás (1616)  Cuartana o P. L. Chapetonada  Cuerpo médico o E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 127. Carta a Ricardo Palma Román de 20 de enero (de 1910) o P. C. Refutación a un texto de historia  Cúralotodo o T. P. Glorias del cigarro. Charla con Leónidas Ballén  Curandero/a o A.I.L., Cap. V o T. P. El Abad de Lunahuaná (1581) o T. P. Fray Juan Sin Miedo (1640) o T. P. La faltriquera del diablo (1651) o T. P. Un caballero de industria (1778) o T. P. Supersticiones de los peruanos (18...) 392 o T. P. La venganza de un cura (1853)  Curcuncho o N.A. En: Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1390, Madrid, 1968. o P. L.  Chamico o N.A. En: Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1390, Madrid, 1968. o P. L. o T. P. Un Obispo de Ayacucho. o T. P. Supersticiones de los peruanos (18...)  Chapetonada (Pagar la) o P. L. o T. P. La casa de Francisco Pizarro (1535) o T. P. El rosal de Rosa (1581), dedicada a su hija Augusta  Chato o N.A. (Ñato, a). En: Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1390, Madrid, 1968. o P. L. Ñato, a  Chiflado o N.A. En: Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1391, Madrid, 1968. o P. L. Chingado, a  Chinchona o T. P. Los polvos de la condesa (1631), crónica de la época del décimocuarto virrey del Perú. Dedicada al doctor Ignacio La-Puente.  Chingado/a o N.A. En: Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1391, Madrid, 1968. o P. L.  Chueco o P. L.  Chuño o N.A. En: Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1391, Madrid, 1968. o P. L.  Dedo 393 o A. V. De cómo desbanqué a una rival. Artículo que hemos escrito entre Campoamor y yo, y que dedico a mi amigo Lauro Cabral  Deformidad o N.A. En: Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1391, Madrid, 1968. o P. L. Coto  Delirio o N.A. En: Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1392, Madrid, 1968.  Delirio senil o T. P. Excomunión de versos (1798)  Dentición o T. P. El sueño de un santo varón (1544)  Dentistas o P. L. Extirpable  Desarticulación o P. L.  Desarticular o P. L. Desarticulación  Deschavetado/a o P. L.  Desdoncellar o P. L.  Desembarazo1647 o N.A. En: Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1392, Madrid, 1968.  Desentumecerse o P. L. Desentumecimiento  Desentumecimiento o P. L.  Deshauciado o T. P. El Abad de Lunahuaná (1581)  Desirritante o T. P. El latín de una limeña (1765), dedicada a José Rosendo Gutiérrez  Desnucamiento o P. L. 1647 Empleado aquí por Palma en el sentido de parir o dar a luz. 394  Desnucarse o P. L. Desnucamiento  Desvirgable o P. L.  Diabetes o E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 42. Carta a Lola Rodríguez de Tió, 19 de abril de 1907.  Diagnostican o diagnosticar o N.A. En: Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1392, Madrid, 1968. o T. P. Supersticiones de los peruanos (18...)  Diente/s o T. P. Una trampa para cazar ratones (1715) o T. P. La trenza de sus cabellos (1734-1738) o T. P. Mogollón (1747) o V. G. Un sacramento.  Dipsomanía o N.A. En: Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1392, Madrid, 1968. o P. L.  Dipsómano/a o P. L.  Disección anatómica (o examen anatómico) o T. P. La “Apología del pichón palomino” (1804). Tradición bibliográfica.  Disentería o T. P. Los tres motivos del oidor (1544) o T. P. El rosal de Rosa (1581), dedicada a su hija Augusta.  Diséptico/a o N.A. En: Palma, Ricardo. Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1392, Madrid, 1968. o P. L.  Disertación anatómica o T. P. La gatita de Mari-Ramos, que halaga con la cola y araña con las manos (1788). Crónica de la época del trigésimo cuarto virrey del Perú. Dedicada a Carlos Toribio Robinet.  Disloca o P. L. Dislocador, a 395  Dislocada (pierna) o T. P. Dos palomitas sin hiel (1616). Dedicada a Domingo Vivero.  Dislocador/a o P. L.  Dispensaría o P. L.  Dispepsia o T. P. Mujer y tigre (1601) o T. P. El baile de la victoria (1853). Reminiscencias.  Doctor o T. P. El poeta de la Ribera don Juan del Valle y Caviedes (1683) o T. P. La última frase de Bolívar (1830) o T. P. Glorias del cigarro. Charla con Leónidas Ballén. o T. P. Los primitos (S.F.)  Dolamas o T. P. El virrey de los milagros (1604-1606), crónica de la época del décimo virrey del Perú. o T. P. El divorcio de la condesita (1755) o V. G. Típico  Dolencia o E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 12. Carta a Miguel de Unamuno de 19 de diciembre de 1905. o Memoria Anual (1911) como Director de la Biblioteca Nacional del Perú o N.A. En: Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1404, Madrid, 1968. o P. L. Hipofosfitos, Sordomudez, Soroche o T. P. Las orejas del alcalde (1551), crónica de la época del segundo virrey del Perú. o T. P. El Abad de Lunahuaná (1581) o T. P. El rosal de Rosa (1581). Dedicada a su hija Augusta o T. P. La Astrología en el Perú (1660) o T. P. Lapsus linguae episcopal (1765) o T. P. Dónde y cómo el diablo perdió el poncho (1816-1824). Cuento disparatado.  Dolor de estómago o T. P. Montalván (1779)  Dolor de muelas 396 o T. P. Las orejas del alcalde (1551), crónica de la época del segundo virrey del Perú o T. P. El Abad de Lunahuaná (1581) o T. P. La Astrología en el Perú (1660) o T. P. Un litigio original (1698). Traducción en que el autor halaga pantorrillas y vanidades como candidato que anda a pesca de votos para calzarse una diputación al próximo congreso o T. P. La misa negra (1803). Cuento de la abuelita, dedicado a mis retoños Clemente y Angélica Palma o T. P. Dónde y cómo el diablo perdió el poncho (1816-1824). Cuento disparatado. o T.S.V. Los inocentones  Dolor de oído o E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 82. Carta a Ricardo Palma Román de 15 de septiembre de 1909.  Dolor en las sienes o T. P. El abad de Lunahuaná (1581)  Dolor de tripas/dolor de barriga o T. P. El sueño de un santo varón (1544) o T. P. El Cristo de la agonía (1673), dedicada al doctor Alcides Destruge.  Dolores de cabeza o T. P. La Astrología en el Perú (1660)  Dosificar o P. L.  Dosis o P. L. Dosificar  Dragonear de comadrona o N.A. En: Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1392, Madrid, 1968. o P. L.  Drogas o T. P. Un reo de Inquisición (1751) o T. P. ¡A nadar peces! (1805) o T. P. Dónde y cómo el diablo perdió el poncho (1816-1824). Cuento disparatado.  Elixires odontálgicos o T. P. La trenza de sus cabellos (1734-1738) 397  Embarazada o T. P. La Astrología en el Perú (1660) o T. P. La niña del antojo (1742)  Emborrachar o Emborracharse o N.A. En: Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1392, Madrid, 1968. o P. L. Enmonar, enmonarse  Embriagarse o P. L. Enchicharse  Embrionario/a o P. L.  Emoliente/s o T. P. El Abad de Lunahuaná (1581) o V. G. Heroicidad  Empinador/a o P. L.  Empirisimo médico o T. P. El rosal de Rosa (1581). Dedicada a su hija Augusta  Emponzoñada o T. P. Maldición de mujer (1544)  Encanijamiento o T. P. El latín de una limeña (1765), dedicada a José Rosendo Gutiérrez.  Encinta (ver embarazada)  Enclavijador/a o P. L.  Enchicharse o P. L.  Endémica o P. L. Chapetonada o T. P. Los polvos de la condesa (1631), crónica de la época del décimocuarto virrey del Perú. Dedicada al doctor Ignacio La-Puente.  Enfermar o T. P. Monja y cartujo (1640). Tradición en que se prueba que del odio al amor hay poco trecho o T. P. La Astrología en el Perú (1660) o T. P. Zurrón-currichi (1672). Conseja popular o T. P. El conde condenado (1750) 398 o T. P. Un Maquiavelo criollo (1872). Episodios contemporáneos  Enfermedad/es o Carta a Mariano Catalina, de 16 de marzo de 1906. o N.A. En: Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1399, Madrid, 1968. o P. L. Alienación; alienado, a; conjutivitis, paco o R. E. Esbozos: Zorrilla. o T. P. Los refranes mentirosos (1556) o T. P. La endemoniada (1561) o T. P. Puesto en el burro, aguantar los azotes (1591) o T. P. El virrey limeño (1722) o T. P. Las barbas de Capistrano (1780) o T. P. Fray Venancio (17…) o T. P. Supersticiones de los peruanos (18...) o T. P. De esta capa nadie escapa (1806) o T. P. El primer cónsul inglés (1824), dedicada a don Modesto Basadre  Enfermedad cerebral/Enfermedad mental o B. T. La bohemia de mi tiempo (XIX) o P. L. Alienación, alienado, a  Enfermedades de la garganta o T. P. Una hostia sin consagrar (1766), dedicada a Benjamín Vicuña Mackenna  Enfermería o T. P. El alacrán de Fray Gómez (1587-1631). Dedicada a Casimiro Prieto Valdés o T. P. Los barbones (1671). Dedicada a Juan Muelle  Enfermizo/a o T. P. Excomunión de versos (1798)  Enfermo/a/s o A.I.L., Cap. V o E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 73. Carta a Ricardo Palma Román de 19 de agosto de 1909. o E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 151. Carta a Ricardo Palma Román, de 30 de marzo (de 1910). o P. L. Alienación; chuño; dipsómano, a; hospitalizar; ninfomaníaca o T. P. Barchilón (1555) o T. P. El Abad de Lunahuaná (1581) o T. P. La moda en los nombres de pila (1584) 399 o T. P. Los panecitos de San Nicolás (1616) o T. P. Los polvos de la condesa (1631), crónica de la época del décimocuarto virrey del Perú. Dedicada al doctor Ignacio La-Puente. o T. P. Fray Juan Sin Miedo (1640) o T. P. Monja y cartujo (1640). Tradición en que se prueba que del odio al amor hay poco trecho o T. P. La Astrología en el Perú (1660) o T. P. Los barbones (1671). Dedicada a Juan Muelle. o T. P. La emplazada (1688), crónica de la época del virrey arzobispo o T. P. Muerta en vida (1716), crónica de la época del vigésimo sexto y vigésimo séptimo virreyes. o T. P. El conde condenado (1750) o T. P. El latín de una limeña (1765), dedicada a José Rosendo Gutiérrez o T. P. El Nazareno (1774). De como el cordero vistió piel del lobo o T. P. El resucitado (1776), crónica de la época del trigésimo segundo virrey del Perú o T. P. Un caballero de industria (1778) o T. P. La misa negra (1803). Cuento de la abuelita, dedicado a mis retoños Clemente y Angélica Palma o T. P. La última frase de Bolívar (1830) o T. P. Supersticiones de los peruanos (18...) o T. P. Los primitos (S.F.) o T.S.V. Los inocentones. o V. G. Galantería  Enjuagatorios o T. P. El Abad de Lunahuaná (1581)  Enmonar o N.A. En: Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1393, Madrid, 1968. o P. L.  Enmonarse o N.A. En: Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1393, Madrid, 1968. o P. L.  Envenena o P. L. Intoxicador, a  Envenenado 400 o T. P. Montalván (1779)  Epidemia/s o E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 129. Carta a Ricardo Palma Román de 2 de febrero de 1910. o P. L. Mangajo o T. P. Muerta en vida (1716), crónica de la época del vigésimo sexto y vigésimo séptimo virreyes. o T. P. Un virrey y un arzobispo (1746), crónica de la época del trigésimo virrey del Perú. o T. P. De cómo a un intendente le pusieron la ceniza en la frente (1808), dedicada a Manuel Aurelio Fuentes o T. P. ¡¡Buena laya de fraile!! (1816), crónica de la época del virrey Marqués de Viluma, dedicada a Aurelio Villarán o T. P. El judío errante en el Cuzco (1856) o T. P. Fruslerías  Epidemiados o T. P. El judío errante en el Cuzco (1856)  Epidémico o T. P. El padre Talamantes (1808). Homenaje a un peruano por el pueblo y gobierno de México.  Epidemiología o P. L.  Epidemiólogo o P. L.  Epilepsia o T. P. La Astrología en el Perú (1660)  Equis o N.A. En: Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1393, Madrid, 1968. o P. L.  Escalofrío o T. P. Entre si juro y no juro. Sucedido de actualidad y que con el correr del tiempo dará tela para una tradición.  Escalpelo o T. P. La Astrología en el Perú (1660)  Escorbuto o T. P. El primer cónsul inglés (1824), dedicada a don Modesto Basadre o T. P. El fraile y la monja del Callao (1826) 401  Escrófulas o E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 63. Carta a Ricardo Palma Román de 14 de julio de 1909.  Esófago o T. P. Una trampa para cazar ratones (1715)  Espermatozoide o P. L.  Estado sanitario o T. P. El Aviso (17…)  Esterilizable o P. L.  Esterilizar o P. L. Esterilizable  Estómago o T. P. El divorcio de la condesita (1755) o T. P. El latín de una limeña (1765), dedicada a José Rosendo Gutiérrez. o T. P. Lapsus linguae episcopal (1765) o T. P. Supersticiones de los peruanos (18...) o T. P. La misa negra (1803). Cuento de la abuelita, dedicado a mis retoños Clemente y Angélica Palma  Estornudo o T. P. Un cerro que tiene historia (1536) o R. E. Esbozos: Campoamor.  Eunuco o T.S.V. Pato con arroz  Extirpable o P. L.  Extirpado o P. L. Extirpable  Extrauterino o P. L.  Eyaculación o P. L.  Eyaculador o P. L.  Eyacular o P. L. 402  Facultad de Medicina/Escuela de Medicina o T. P. El “Aviso” (17...). o T. P. El virrey de la adivinanza (1806), crónica de la época del vigésimo octavo virrey del Perú.  Facultativos o A.I.L., Cap. III.  Falo o P. L.  Farmacéutico (ver también Boticario/s) o Mavila, Manuel  T. P. Un reo de Inquisición (1751).  Farmacopea o T. P. ¡A nadar peces! (1805)  Febrífuga o T. P. Los polvos de la condesa (1631), crónica de la época del décimocuarto virrey del Perú. Dedicada al doctor Ignacio La-Puente.  Ferrochuco o T. P. La desolación de Castrovirreina (1661-1666), crónica de la época del decimooctavo virrey del Perú.  Feto o T. P. La niña del antojo (1742) o T. P. La “Apología del pichón palomino” (1804). Tradición bibliográfica  Fiebre o P. L. Chapetonada o T. P. El Abad de Lunahuaná (1581) o T. P. Los polvos de la condesa (1631), crónica de la época del décimocuarto virrey del Perú. Dedicada al doctor Ignacio La-Puente. o T. P. El godo Maroto (1847). Minucias históricas o T.S.V. El lechero del convento  Fiebre amarilla o Cartas a Cristina (2 de agosto de 1892) o T. P. Cortar el revesino (1681), crónica de la época del vigésimo segundo virrey del Perú, dedicada a José Agustín de la Puente y Cortés o T. P. Pepe Bandos (1724-1736). Apuntes sobre el virrey marqués de Castelfuerte o T. P. ¡¡Buena laya de fraile!! (1816), crónica de la época del virrey marqués de Viluma 403 o T. P. El desafío del mariscal Castilla (1839) o T. P. Las mentiras de Lerzundi (1840) o T. P. La conga (1867). Reminiscencias  Fiebre maligna o B. T., XXIV.  Fiebre nerviosa o T. P. Muerta en vida (1716), crónica de la época del vigésimo sexto y vigésimo séptimo virreyes.  Fiebre periódica (ver terciana) o T. P. Los polvos de la condesa (1631), crónica de la época del décimocuarto virrey del Perú. Dedicada al doctor Ignacio La-Puente.  Físico/s o T. P. ¡A iglesia me llamo! (1575), dedicada al doctor con Juan Antonio Ribeyro y Estrada o T. P. La moda en los nombres de pila (1584) o T. P. Los polvos de la condesa (1631), crónica de la época del décimocuarto virrey del Perú. Dedicada al doctor Ignacio La-Puente. o T. P. El conde condenado (1750) o T. P. La pantorrilla del Comandante (1822) o T. P. Los endiablados (1835) o T. P. Un Maquiavelo criollo (1872). Episodios contemporáneos  Fisiología o P. L. Fisiológicamente o T. P. Los primitos (S.F.) Dedicada a Francisco Sosa, en México  Fisiológicamente o P. L.  Floripondio o T. P. Quizá quiero, quizá no quiero (1535) o T. P. La monja de la llave (1587). Crónica de la época del sexto y séptimo virreyes del Perú o T. P. La venganza de un cura (1853)  Fluxión o T. P. El Abad de Lunahuaná (1581)  Fósforo cerebral o Carta al general Vicente Riva Palacio, Lima, 25 de septiembre de 1885. o Filigranas. Receta  Fotófobo/a 404 o P. L.  Fracturas de la pierna o E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, pp. 113-114. Carta a Ricardo Palma Román de 8 de diciembre de 1909.  Frenología o P. L. Frenológicamente  Frenológicamente o P. L.  Gaguear o P. L.  Galeno/s o E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 145. Carta a Ricardo Palma Román, de 16 de marzo de 1910. o T. P. Los tres motivos del oidor (1544) o T. P. El Abad de Lunahuaná (1581) o T. P. La Astrología en el Perú (1660) o T. P. La niña del antojo (1742) o T. P. Un reo de Inquisición (1751) o T. P. El latín de una limeña (1765), dedicada a José Rosendo Gutiérrez o T. P. Las barbas de Capistrano (1780) o T. P. Los pacayares (1780) o T. P. El rey de los camanejos (1823), dedicada a José María Zuviría, en Buenos Aires. o T. P. Glorias del cigarro. Charla con Leónidas Ballén  Gálico o N.A. En: Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1394, Madrid, 1968.  Galiquiento/a o N.A. En: Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1394, Madrid, 1968.  Gangoso o P. L. Gaguear  Gangrenado o T. P. Cortar por lo sano (1664)  Gañote o P. L.  Garganta 405 o P. L. Gañote  Gargarismos o T. P. La Astrología en el Perú (1660)  Garrotillo o T.S.V. Pato con arroz  Ginecología o P. L. Ginecólogo  Ginecológo o P. L.  Golondrinos o T.P. Los primitos (S.F.). A Francisco Sosa, en México.  Goma arábiga o T. P. La emplazada (1688). Crónica de la época del virrey arzobispo. o T. P. ¡A nadar peces! (1805)  Gorja o T. P. El sueño de un santo varón (1544)  Gota o T. P. Los barbones (1671). Dedicada a Juan Muelle o T. P. Glorias del cigarro. Charla con Leónidas Ballén.  Gota coral o A.I.L., Cap. V. o T. P. El divorcio de la condesita (1755)  Guagua o N.A. En: Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1395, Madrid, 1968  Hebe o P. L.  Hemiplejia o E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 99. Carta a Luis González Obregón de 4 de noviembre de 1909.  Herido/a/as o T. P. Lope de Aguirre, el traidor (1544) o T. P. Maldición de mujer (1544) o T. P. Un hombre inmortal (1646) o T. P. El rey del monte (1815) o T. P. Pan, queso y raspadura (1824) o T. P. El godo Maroto (1847). Minucias históricas 406 o T. P. Las orejas del Alcalde, crónica de la época del segundo virrey del Perú  Herida de flecha o T. P. Maldición de mujer (1544).  Hidrofobia/Hidrofóbica o T. P. Dónde y cómo el diablo perdió el poncho (1816-1824). Cuento disparatado o T. P. Delirios de un loco (1857). Colección de poesías de Angel Fernando de Quirós.  Hidropático o T. P. Los refranes mentirosos (1556)  Hidropesías o T. P. La Astrología en el Perú (1660)  Hierba del Paraguay o A.I.L., Cap. V o T. P. Manchay-Puito (17…) o T. P. Un zapato acusador (1805) o T. P. Garantido, todo lino (1822) o T. P. El abogado de los abogados (S.F.)  Hierba/s medicinal/es o T. P. Los amores de San Antonio (1544) o T. P. Supersticiones de los peruanos (18...)  Hierba santa o T. P. El Abad de Lunahuaná (1581)  Hierbaluisa (Ver agua de Hierbaluisa) o T. P. Los panecitos de San Nicolás (1616)  Hígado o P. Comp. Heroicidad o T. P. El “Aviso” (17…)  Higiene o P. L. Higiénicamente  Higiene militar o E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 115. Carta a Ricardo Palma Román de 15 de diciembre de 1909.  Higiénicamente o P. L.  Hinchazones o A.I.L., Cap. V 407  Hipnotizable o P. L.  Hipnotización o P. L.  Hipnotizada o P. L. Hipnotizable  Hipnotizar o P. L. Hipnotización  Hipo o T. P. Quizá quiero, quizá no quiero (1535) o T. P. Una trampa para cazar ratones (1715)  Hipócrates o E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 92. Carta a Ricardo Palma Román de 7 de octubre de 1909. o T. P. La emplazada (1688), crónica de la época del virrey arzobispo. o T. P. Muerta en vida (1716), crónica de la época del vigésimo sexto y vigésimo séptimo virreyes. o T. P. El latín de una limeña (1765) o T. P. Un caballero de industria (1778) o T. P. Glorias del cigarro. Charla con Leónidas Ballén  Hipofosfitos o P. L.  Hipostenia o P. L.  Hoja de congona o T. P. De esta capa nadie escapa (1806)  Homeopáticamente o P. L.  Homeopático/a o P. L. Homeopáticamente o T. P. Los pasquines del bachiller “Pajalarga” (1560). Tradición sobre el origen de la fiesta y feria de Guadalupe  Honorario médico o E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 139. Carta a Ricardo Palma Román de 22 de febrero de 1910.  Hospicio de Ayala o E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 126. Carta a Ricardo Palma Román de 10 enero de 1910. 408  Hospicio de Jesús Nazareno o E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 126. Carta a Ricardo Palma Román de 10 enero de 1910.  Hospicio de lactantes o E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 102. Carta a Ricardo Palma Román de 10 de noviembre de 1909.  Hospital/les o Hospital de la Caridad  T. P. La fundación de Santa Liberata (1711), crónica de la época del vigésimo quinto virrey del Perú.  A.I.L., Cap. V. o Hospital del Carmen  T. P. Los barbones (1671). Dedicada a Juan Muelle o Hospital carmelitano  V. G. In extremis. o Hospital de Cochabamba  T. P. Un marido feroz (1835) o Hospital de Convalencientes de Bethlem  T. P. Los barbones (1671). Dedicada a Juan Muelle o Hospital de Convalecientes de San Pedro-Mama  T. P. Los malditos (1601), crónica de la época del noveno virrey del Perú. o Hospital Dos de Mayo  E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, pp. 72-73. Carta a Ricardo Palma Román de 19 de agosto de 1909. o Hospital de Españoles de San Andrés  Rodil  T. P. Un propósito cumplido (1561-1564), crónica de los virreyes Marqués de Cañete y Conde de Nieva.  T. P. El resucitado (1776), crónica de la época del trigésimo segundo virrey del Perú  T. P. Tras la tragedia, el sainete (1814) o Hospital del Espíritu Santo  T. P. El rosal de Rosa (1581), dedicada a su hija Augusta. o Hospital de Leprosos  T. P. Un propósito cumplido (1561-1564), crónica de los virreyes Marqués de Cañete y Conde de Nieva o Hospital de Marineros de Bellavista 409  T. P. Rudamente, pulidamente, mañosamente (1768), crónica de la época del virrey Amat o Hospital del Refugio o de Incurables  A.I.L., Cap. V.  T. P. Los barbones (1671). Dedicada a Juan Muelle o Hospital del Refugio para mujeres  T. P. Nadie se muere hasta que Dios quiere (1801-1806), crónica de la época del trigésimo séptimo virrey del Perú. o Hospital de San Bartolomé  A.I.L., Cap. IV.  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 125. Carta a Ricardo Palma Román de 12 de enero de 1910.  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 162. Carta a Ricardo Palma Román de 15 de abril de 1910.  E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 165. Carta a Ricardo Palma Román, de 28 de abril (de 1910).  T. P. La “Apología del pichón palomino” (1804). (Tradición bibliográfica). o Hospital de San Juan de Dios (o de los padres juandedianos, como lo llama Palma) y Orden Hospitalaria de San Juan de Dios  A.I.L., Cap. VII  T. P. ¡A nadar, peces! (1805)  T. P. La viudita (1834) o Hospital de San Juan de Dios del Cuzco  A.I.L., Cap. III. o Hospital de Santa Ana  A.I.L., Cap. V.  T. P. Los tesoros de Catalina Huanca (1642)  T. P. Racimo de horca (1676), crónica de la época del vigésimo virrey del Perú  T. P. Muerta en vida (1716), crónica de la época del vigésimo sexto y vigésimo séptimo virreyes.  T. P. Refranero limeño (S.F.) o Hospital de tísicos  T. P. Traslado a Judas (S.F.). Cuento disparatado de la tía Catita. o Hospital de variolosos de Guía 410  E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, pp. 104 y 106. Cartas a Ricardo Palma Román de 17 de noviembre de 1909 y de 23 de noviembre de 1909, respectivamente. o A.I.L., Cap. III o A.I.L., Cap. V o E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 61. Carta a Daniel Granada de 22 de abril de 1909. o E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 74. Carta a Ricardo Palma Román de 21 de agosto de 1909. o N.A. En: Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1395, Madrid, 1968. o T. P. Un propósito cumplido (1561-1564), crónica de los virreyes marqués de Cañete y Conde de Nieva o T. P. El rosal de Rosa (1581). Dedicada a su hija Augusta o T. P. El alacrán de Fray Gómez (1587-1631). Dedicada a Casimiro Prieto Valdés o T. P. Los tesoros de Catalina Huanca (1642) o T. P. Rudamente, pulidamente, mañosamente (1768), crónica de la época del virrey Amat. o T. P. ¡Pues bonita soy yo, la Castellanos! (1768), dedicada a Simón y Juan Vicente Camacho. o T. P. El resucitado (1776), crónica de la época del trigésimo segundo virrey del Perú o T. P. Un fraile suicida (1780), dedicada al doctor don José Viterbo Arias (1839-1904) o T. P. ¡Ijurra! ¡No hay que apurar la burra! (1790) o T. P. ¡A la cárcel todo cristo! (1796), crónica de la época del virrey inglés. o T. P. Un camarón (1802) o T. P. La llorona del viernes santo (1807). Cuadro tradicional de costumbres antiguas. o T. P. Tras la tragedia, el sainete (1814) o T. P. El rey del monte (1815) o T. P. El primer cónsul inglés (1824), dedicada a don Modesto Basadre. o T. P. Pan, queso y raspadura (1824) o V. G. Galantería  Hospital/es de sangre 411 o E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 161. Carta a Ricardo Palma Román, de 15 de abril (de 1910). o T. P. El godo Maroto (1847)  Hospitalizable o P. L.  Hospitalización o P. L.  Hospitalizador/a o P. L.  Hospitalizar o N.A. En: Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1395, Madrid, 1968. o P. L.  Hospitalizarse o N.A. En: Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1395, Madrid, 1968. o P. L.  Huamanrripa o P. L.  Hueso/s o P. L. Desarticular o T. P. Brazo de plata (1689-1705)  Hueso palomo o T. P. Un litigio original (1698). Traducción en que el autor halaga pantorrillas y vanidades como candidato que anda a pesca de votos para calzarse una diputación al próximo congreso  Humita o N.A. En: Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1395, Madrid, 1968.  Ictericia o T. P. La Astrología en el Perú (1660)  Impotencia o P. L. Enclavijador, a  Indigestión o T. P. Garantido, todo lino (1822)  Infibulación o P. L.  Infibular 412 o P. L.  Influenza o Cartas a Cristina  3 de septiembre de 1892  17 de septiembre de 1892  24 de septiembre de 1892 o P. L. Mangajo  Ingestión o P. L.  Inmunizar o P. L.  Inoculable o P. L.  Inoculación o T. P. La “Apología del pichón palomino” (1804). (Tradición bibliográfica).  Inocularse o P. L. Inoculable  Insápido/a o P. L.  Insípido/a o P. L. Insápido, a  Insomnio o T. P. El Abad de Lunahuaná (1581) o T. P. La Argentina (1602). Poema del Arcediano Barco Centenera.  Instituto Fisioterápico o E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 99. Carta a Ricardo Palma Román de 6 de enero de 1910. o E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 129. Carta a Ricardo Palma Román de 2 de febrero de 1910. o E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 134. Carta a Ricardo Palma Román de 8 de febrero de 1910. o E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 139. Carta a Ricardo Palma Román de 22 de febrero de 1910.  Intoxica o P. L. Intoxicador, a  Intoxicador/a o P. L. 413  Intragable o P. L.  Intrauterino o P. L.  Jalapa (O polvos de Jalapa) o T. P. Entre jesuitas, agustinianos y dominicos (1589) o T. P. La emplazada (1688), crónica de la época del virrey arzobispo  Jalar o N.A. En: Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1396, Madrid, 1968.  Jaqueca o T. P. El alacrán de Fray Gómez (1587-1631). Dedicada a Casimiro Prieto Valdés.  Jaropes o T. P. La Astrología en el Perú (1660) o T. P. La capa de San José (1696) o T. P. Un reo de Inquisición (1751)  Jeringar o P. L. Jeringatorio  Jeringatorio o P. L.  Jeringazo o P. L. Jeringatorio  Jeringuero/a o P. L.  Jodienda (por copulación) o T.S.V. Un calembourg  Joroba o T. P. La Astrología en el Perú (1660) o T. P. Consolación (18...)  Jorobado o N.A. En: Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1391, Madrid, 1968. o P. L. Jorobeta o T. P. Consolación (18...)  Jorobeta o P. L.  Lactancia 414 o N.A. En: Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., pp. 1395 y 1399, Madrid, 1968.  Lanceta o T. P. Los ratones de fray Martín (1610-1639)  Lavativas o P. L. Jeringuero, a o T. P. Los panecitos de San Nicolás (1616)  Lazareto o E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 127. Carta a Ricardo Palma Román de 20 de enero (de 1910)  Lepra o E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, pp. 113-114. Carta a Ricardo Palma Román de 8 de diciembre de 1909. o E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 127. Carta a Ricardo Palma Román de 20 de enero (de 1910)  Leprosos o T. P. Un propósito cumplido (1561-1564), crónica de los virreyes marqués de Cañete y Conde de Nieva  Libros y tesis de Medicina o “Desvíos de la naturaleza” de Pedro de Peralta  T. P. La “Apología del pichón palomino” (1804). Tradición bibliográfica o “Disertación anatómica”, de Juan Jerónimo Navarro  T. P. La Astrología en el Perú (1660) o “La apología del pichón palomino” de José Pastor de Larrinaga  T. P. La “Apología del pichón palomino” (1804). Tradición bibliográfica o “La astrología en la medicina”  T. P. La Astrología en el Perú (1660) o “La lepra en el Perú” (Dr. Patiño)  E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, pp. 113-114. Carta a Ricardo Palma Román de 8 de diciembre de 1909. o « Las neurosis célebres » (Dr. Ramos Mejía)  T. P. Entre libertador y dictador (1825), dedicada a Julio S. Hernández. o “Technique Opératoire”, de Monet y Vauvert  E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 105. Carta a Ricardo Palma Román de 17 de noviembre de 1909. 415 o Tesis sobre Apendicitis (Dr. Belaunde)  E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, pp. 113-114. Carta a Ricardo Palma Román de 8 de diciembre de 1909. o Tesis sobre el Beriberi en Lima (Dr. Montoya)  E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, pp. 113-114. Carta a Ricardo Palma Román de 8 de diciembre de 1909. o Tesis sobre Craneoscopia (Dr. Carlos Morales Macedo)  E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 107. Carta a Ricardo Palma Román de 24 de noviembre de 1909. o Tesis sobre “Etiología del delito” (Dr. Valdizán)  E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, pp. 113-114. Carta a Ricardo Palma Román de 8 de diciembre de 1909. o Tesis sobre Fracturas de la pierna (Dr. La Torre)  E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, pp. 113-114. Carta a Ricardo Palma Román de 8 de diciembre de 1909. o Tesis sobre Higiene Militar (Dr. Elías Samanez)  E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 115. Carta a Ricardo Palma Román de 15 de diciembre de 1909. o Tesis sobre Medicina Legal (Dr. Caravedo)  E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, pp. 113-114. Carta a Ricardo Palma Román de 8 de diciembre de 1909.  Liendres o T. P. La gran querella de los barberos de Lima (1626), dedicada a Emilio Gutiérrez de Quintanilla  Lisiado/a o T.P. Las hechas y por hacer (1544). o T. P. Haz bien sin mirar a quien (1737)  Litina o Cartas a Cristina (5 de septiembre de 1892)  Loco/s o B. T. La Bohemia de mi tiempo (XIX) o P. L. Loquería o Rodil o T. P. Lapsus linguae episcopal (1765) o T. P. El Nazareno (1774). De cómo el cordero vistió piel de lobo. o T. P. Loco y patriota (1805) o T. P. Tras la tragedia, el sainete (1814) 416 o T. P. El rey de los camanejos (1823), dedicada a José María Zuviría en Buenos Aires. o T. P. Supersticiones de los peruanos (18…)  Locura o A.I.L., Cap. III. o P. L. Alienación o T. P. Tras la tragedia, el sainete (1814) o T. P. El rey de los camanejos (1823), dedicada a José María Zuviría en Buenos Aires.  Loquería o P. L.  Lunar/Lunareja o T. P. La pantorrilla del Comandante (1822) o T. P. Una moza de rompe y rasga (1822)  Llaga/s o A.I.L., Cap. V o T. P. Una aventura del virrey-poeta (1618)  Llantén o T. P. El Abad de Lunahuaná (1581)  Mal de corazón o A.I.L., Cap. III.  Mal de piedra o A.I.L., Cap. V.  Mal de la puna o P. L. Apunado, a  Mal de siete días o T. P. El latín de una limeña (1765), dedicada a José Rosendo Gutiérrez  Malestar o P. L. Apunarse  Manco/a o T. P. Brazo de plata (1689-1705) o T. P. Haz bien sin mirar a quien (1737)  Mandíbulas o T. P. La trenza de sus cabellos (1734-1738)  Mangajo o P. L.  Manicomio 417 o P. L. Loquería  Marearse/Mareo o Cartas a Cristina.  De 27 de julio de 1892  De 13 de agosto de 1892  Mascarilla (quirúrgica) o E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 62. Carta a Ricardo Palma Román de 14 de julio de 1909.  Matasanos (ver también Médico/s) o T. P. El Abad de Lunahuaná (1581) o T. P. El conde condenado (1750) o T. P. Un caballero de industria (1778) o T. P. Montalván (1779).  Medicamento/s o P. L. Antipirina o T. P. Monja y cartujo (1640). Tradición en que se prueba que del odio al amor hay poco trecho. o T. P. El latín de una limeña (1765), dedicada a José Rosendo Gutiérrez.  Medicina/s o R. E. Esbozos: Campoamor. o T. P. La Astrología en el Perú (1660) o T. P. Los barbones (1671). Dedicada a Juan Muelle o T. P. Mogollón (1747). Origen del nombre de esta calle (en este caso Palma utiliza la forma popular “Melecina”) o T. P. El latín de una limeña (1765), dedicada a José Rosendo Gutiérrez o T. P. Una colegiala (1801) o T. P. De esta capa nadie escapa (1806) o T. P. Asunto concluido (1814) o T. P. El médico inglés (1819)  Medicinado o T. P. El resucitado (1776), crónica de la época del trigésimo segundo virrey del Perú  Medicinal o P. L. Onfacomeli  Medicinarse o T. P. La Astrología en el Perú (1660)  Médico/s (ver también Matasanos) 418 o A.I.L., La Segunda Inquisición. o A.I.L., Cap. I. o A. V. Los padrinos. o B. T. La bohemia de mi tiempo (XIII) o B. T. La bohemia de mi tiempo (XIX) o Carta a Flora Abasolo de 12 de febrero de 1908. o Carta a Victoriano Agüeros de 10 de febrero de 1905. o Carta a Marcelino Menéndez y Pelayo de 6 de marzo de 1906. o Dr. Aguilar, Eudoro  E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, pp. 92-93. Carta a Ricardo Palma Román de 28 de octubre de 1909.  E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 145. Carta a Ricardo Palma Román, de 16 de marzo (de 1910). o Dr. Alcarrás  T.S.V. Pato con arroz. o Dr. Aljovín  E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 167. Carta a Ricardo Palma Román, de 3 de mayo de 1910. o Dr. Almenara  E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 149. Carta a Ricardo Palma Román, de 22 de marzo (de 1910). o Dr. Arce  E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 145. Carta a Ricardo Palma Román, de 16 de marzo (de 1910).  E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., pp. 161- 162. Carta a Ricardo Palma Román de 15 de abril (de 1910). o Dr. Arias Soto, Enrique  E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 150. Carta a Ricardo Palma Román, de 22 de marzo (de 1910).  E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 165. Carta a Ricardo Palma Román, de 28 de abril (de 1910). o Dr. Avendaño, Leónidas  E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 149. Carta a Ricardo Palma Román, de 22 de marzo (de 1910).  E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 159. Carta a Ricardo Palma Román, de 8 de abril de 1910.  E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., pp. 161- 162. Carta a Ricardo Palma Román de 15 de abril (de 1910). 419 o Dr. Ballesteros, Carlos  T. P. Ir por lana y volver trasquilado (1550). Dedicada a Adolfo Saldías, en Buenos Aires o Dr. Barrios  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 63. Carta a Ricardo Palma Román de 14 de julio de 1909.  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 79. Carta a Ricardo Palma Román de 3 de septiembre de 1909.  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 83. Carta a Ricardo Palma Román de 15 de septiembre de 1909.  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 84. Carta a Ricardo Palma Román de 22 de septiembre de 1909.  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 87. Carta a Ricardo Palma Román de 29 de septiembre de 1909.  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 100. Carta a Ricardo Palma Román de 4 de noviembre de 1909.  E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 150. Carta a Ricardo Palma Román, de 22 de marzo (de 1910).  E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 165. Carta a Ricardo Palma Román, de 28 de abril (de 1910). o Dr. Barton  Carta a su hijo Ricardo, de 6 de marzo de 1912. o Dr. Becerra  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 84. Carta a Ricardo Palma Román de 23 de septiembre de 1909.  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 106. Carta a Ricardo Palma Román de 23 de noviembre de 1909.  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 111. Carta a Ricardo Palma Román de 2 de diciembre de 1909. o Dr. Belaunde  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, pp. 113-114. Carta a Ricardo Palma Román de 8 de diciembre de 1909. o Dr. Cabrera Martínez  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 102. Carta a Ricardo Palma Román del 10 de noviembre de 1909. o Dr. Camino  E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 162. Carta a Ricardo Palma Román de 15 de abril (de 1910). 420  E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 165. Carta a Ricardo Palma Román, de 28 de abril (de 1910). o Dr. Caravedo  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, pp. 113-114. Carta a Ricardo Palma Román de 8 de diciembre de 1909. o Dr. Carvajal  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 130. Carta a Ricardo Palma Román de 2 de febrero de 1910.  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 134. Carta a Ricardo Palma Román de 8 de febrero de 1910. o Dr. Carvallo  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 120. Carta a Ricardo Palma Román de 29 de diciembre de 1909. o Dr. Chacaltana, Gabino  T. P. La “Apología del pichón palomino” (1804). (Tradición bibliográfica). o Dr. Dam  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 144. Carta a Ricardo Palma Román de 9 de marzo de 1910.  o Dr. Dávalos, José Manuel  T. P. La gatita de Mari-Ramos, que halaga con la cola y araña con las manos (1788). Crónica de la época del trigésimo cuarto virrey del Perú. Dedicada a Carlos Toribio Robinet.  T. P. La “Apología del pichón palomino” (1804). (Tradición bibliográfica).  A.I.L., La Segunda Inquisición. o Dr. Delgado, Miguel  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 84. Carta a Ricardo Palma Román de 22 de septiembre de 1909. o Dr. Delgado, Vicente  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 84. Carta a Ricardo Palma Román de 22 de septiembre de 1909. o Dr. Denegri, Juvenal  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 82. Carta a Ricardo Palma Román de 15 de septiembre de 1909. 421  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 92. Carta a Ricardo Palma Román de 7 de octubre de 1909. o Dr. Devoti, Félix  T. P. La gatita de Mari-Ramos, que halaga con la cola y araña con las manos (1788). Crónica de la época del trigésimo cuarto virrey del Perú. Dedicada a Carlos Toribio Robinet.  A.I.L., La Segunda Inquisición. o Dr. Douglas  T. P. Entre Garibaldi... y yo (1851) o Dr. Erausquin  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 79. Carta a Ricardo Palma Román de 3 de septiembre de 1909. o Dr. Escardó  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 62. Carta a Ricardo Palma Román de 14 de julio de 1909.  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 104. Carta a Ricardo Palma Román de 17 de noviembre de 1909.  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 106. Carta a Ricardo Palma Román de 23 de noviembre de 1909.  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 111. Carta a Ricardo Palma Román de 2 de diciembre de 1909. o Dr. Estigarribia, Juan Vicente  T. P. Entre Libertador y Dictador (1825), dedicada a Julio S. Hernández o Dr. Eyzaguirre, Romualdo  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 93. Carta a Ricardo Palma Román de 18 de octubre de 1909. o Dr. Febres Odriozola  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 75. Carta a Ricardo Palma Román de 25 de agosto de 1909. o Dr. Fernández de Colunga, Miguel  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 79. Carta a Ricardo Palma Román de 3 de septiembre de 1909. o Dr. Fernández Cocha, Nemesio  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 130. Carta a Ricardo Palma Román de 2 de febrero de 1910. o Dr. Flórez, Ricardo 422  E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 159. Carta a Ricardo Palma Román, de 8 de abril de 1910. o Dr. Galindo, Sixto Antonio  T. P. Dolores Veintimilla (1855). Apuntes de mi cartera, dedicada a Flor de Té-Remember. o Dr. García, Alberto  E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 167. Carta a Ricardo Palma Román, de 3 de mayo de 1910. o Dr. Garviso, Cayetano  T. P. El judío errante en el Cuzco (1856) o Dr. Graña, Francisco (Pancho)  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 84. Carta a Ricardo Palma Román de 22 de septiembre de 1909.  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 102. Carta a Ricardo Palma Román de 10 de noviembre de 1909.  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 124. Carta a Ricardo Palma Román de 6 de enero de 1910.  E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 159. Carta a Ricardo Palma Román, de 8 de abril de 1910. o Dr. Guevara  E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 126. Carta a Ricardo Palma Román de 10 enero de 1910. o Dr. Hercelles, Oswaldo  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, pp. 72-73. Carta a Ricardo Palma Román de 19 de agosto de 1909.  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 100. Carta a Ricardo Palma Román de 4 de noviembre de 1909.  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 105. Carta a Ricardo Palma Román de 17 de noviembre de 1909.  E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 165. Carta a Ricardo Palma Román, de 28 de abril (de 1910). o Dr. La Puente (o de la Puente)  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 104. Carta a Ricardo Palma Román de 17 de noviembre de 1909.  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 106. Carta a Ricardo Palma Román de 23 de noviembre de 1909. o Dr. La Torre, Felipe 423  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, pp. 113-114. Carta a Ricardo Palma Román de 8 de diciembre de 1909.  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 167. Carta a Ricardo Palma Román de 3 de mayo de 1910. o Dr. Lavorería, Daniel Eduardo  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, pp 72-73. Carta a Ricardo Palma Román de 19 de agosto de 1909.  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 127. Carta a Ricardo Palma Román de 20 de enero (de 1910.)  E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., pp. 161- 162. Carta a Ricardo Palma Román de 15 de abril (de 1910). o Dr. Lorente, Jorge  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 78. Carta a Ricardo Palma Román de 2 de septiembre de 1909.  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, pp. 92-93. Carta a Ricardo Palma Román de 28 de octubre de 1909.  E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 167. Carta a Ricardo Palma Román, de 3 de mayo (de 1910). o Dr. Llanos de Espínola, Domingo  A.I.L., Cap. V. o Dr. Madalengoitia  E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 145. Carta a Ricardo Palma Román, de 16 de marzo (de 1910). o Dr. Magill, Santiago  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 82. Carta a Ricardo Palma Román de 15 de septiembre de 1909.  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 130. Carta a Ricardo Palma Román de 2 de febrero de 1910. o Dr. Matto, David  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 100. Carta a Ricardo Palma Román de 4 de noviembre de 1909. o Dr. Molina, Wenceslao  E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 150. Carta a Ricardo Palma Román, de 22 de marzo (de 1910). o Dr. Monje Medrano, Carlos  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., pp. 119-120. Carta a Ricardo Palma Román, de 29 de diciembre de 1909. o Dr. Montoya 424  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, pp. 113-114. Carta a Ricardo Palma Román de 8 de diciembre de 1909. o Dr. Morales Macedo, Carlos  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 107. Carta a Ricardo Palma Román de 24 de noviembre de 1909. o Dr. Morante  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 75. Carta a Ricardo Palma Román de 25 de agosto de 1909. o Dr. Moreno, Gabriel  A.I.L., La Segunda Inquisición. o Dr. Mostajo  E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 165. Carta a Ricardo Palma Román, de 28 de abril (de 1910). o Dr. Navarro, Juan Jerónimo  T. P. La Astrología en el Perú (1660) o Dr. Olaechea  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, pp. 72-73. Carta a Ricardo Palma Román de 19 de agosto de 1909. o Dr. Odriozola, Ernesto  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, pp. 92-93. Carta a Ricardo Palma Román de 28 de octubre de 1909.  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 100. Carta a Ricardo Palma Román de 4 de noviembre de 1909.  E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 149. Carta a Ricardo Palma Román, de 22 de marzo (de 1910).  E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 159. Carta a Ricardo Palma Román, de 8 de abril de 1910. o Dr. Padilla, Enrique de  T. P. Muerta en vida (1716), crónica de la época del vigésimo sexto y vigésimo séptimo virreyes o Dr. Pareja Llosa  E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 162. Carta a Ricardo Palma Román de 15 de abril (de 1910).  E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 165. Carta a Ricardo Palma Román, de 28 de abril (de 1910). o Dr. Parodi  E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, pp. 95-96. Carta a Ricardo Palma Román de 28 de octubre de 1909. 425 o Dr. Pastor de Larrinaga, José  T. P. La “Apología del pichón palomino” (1804). (Tradición bibliográfica). o Dr. Patiño  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, pp. 113-114. Carta a Ricardo Palma Román de 8 de diciembre de 1909. o Dr. Patrón, Pablo  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 104. Carta a Ricardo Palma Román de 17 de noviembre de 1909.  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 106. Carta a Ricardo Palma Román de 23 de noviembre de 1909.  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 144. Carta a Ricardo Palma Román de 9 de marzo de 1910.  E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 146. Carta a Ricardo Palma Román, de 16 de marzo de 1910.  E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 149. Carta a Ricardo Palma Román, de 22 de marzo (de 1910). o Dr. Paz Soldán, Carlos  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, pp. 72-73. Carta a Ricardo Palma Román de 19 de agosto de 1909.  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 123. Carta a Ricardo Palma Román de 6 de enero de 1910.  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 129. Carta a Ricardo Palma Román de 2 de febrero de 1910.  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 135. Carta a Ricardo Palma Román de 16 de febrero de 1910.  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 141. Carta a Ricardo Palma Román de 2 de marzo de 1910. o Dr. Pazos Varela  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 123. Carta a Ricardo Palma Román de 6 de enero de 1910. o Dr. Pezet, José  A.I.L., La Segunda Inquisición.  T. P. La gatita de Mari-Ramos, que halaga con la cola y araña con las manos (1788). Crónica de la época del trigésimo cuarto virrey del Perú. Dedicada a Carlos Toribio Robinet. 426  T. P. La “Apología del pichón palomino” (1804). (Tradición bibliográfica). o Dr. Pflucker  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 111. Carta a Ricardo Palma Román de 2 de diciembre de 1909. o Dr. Ramos Mejía  T. P. Entre libertador y dictador (1825), dedicada a Julio S. Hernández. o Dr. Revoredo, Federico  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 75. Carta a Ricardo Palma Román de 25 de agosto de 1909.  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 79. Carta a Ricardo Palma Román de 3 de septiembre de 1909.  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 83. Carta a Ricardo Palma Román de 15 de septiembre de 1909.  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 84. Carta a Ricardo Palma Román de 22 de septiembre de 1909. o Dr. Rey y Álvarez-Calderón  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 93. Carta a Ricardo Palma Román de 18 de octubre de 1909.  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 102. Carta a Ricardo Palma Román de 10 de noviembre de 1909. o Dr. Romero, Pancho  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 167. Carta a Ricardo Palma Román de 3 de mayo de 1910. o Dr. Rotalde  Cartas a Cristina.  29 de julio de 1892  2 de agosto de 1892  4 de agosto de 1892 o Dr. Salazar  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, pp. 72-73. Carta a Ricardo Palma Román de 19 de agosto de 1909. o Dr. Samanez, Elías  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 67. Carta a Ricardo Palma Román de 31 de julio de 1909.  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 115. Carta a Ricardo Palma Román de 15 de diciembre de 1909. 427  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, pp. 119-120. Carta a Ricardo Palma Román de 29 de diciembre de 1909. o Dr. San Bartolomé  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 75. Carta a Ricardo Palma Román de 25 de agosto de 1909.  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 83. Carta a Ricardo Palma Román de 15 de septiembre de 1909. o Dr. Sauri Sacio, Ricardo  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 93. Carta a Ricardo Palma Román de 18 de octubre de 1909. o Dr. Talbot, M.  T. P. Los polvos de la condesa (1631), crónica de la época del décimocuarto virrey del Perú. Dedicada al doctor Ignacio La-Puente o Dr. Tafur, Miguel  T. P. La “Apología del pichón palomino” (1804). (Tradición bibliográfica).  A.I.L., La Segunda Inquisición. o Dr. Tamayo  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 75. Carta a Ricardo Palma Román de 25 de agosto de 1909. o Dr. Tello, Julio C.  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 57. Carta a Luis González Obregón de 12 de marzo de 1909.  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 58. Carta a Francisco Sosa de 20 de abril de 1909.  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 63. Carta al Dr. Hunter de 23 de septiembre de 1909.  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 66. Carta a Ricardo Palma Román de 31 de julio de 1909.  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 74. Carta a Ricardo Palma Román de 21 de agosto (de 1909).  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 78. Carta a Ricardo Palma Román de 2 de septiembre de 1909.  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 81. Carta a Ricardo Palma Roman de 8 de septiembre (de 1909)  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 100. Carta a Ricardo Palma Román de 4 de noviembre de 1909. 428  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 104. Carta a Ricardo Palma Román de 17 de noviembre de 1909.  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 105. Carta a Ricardo Palma Román de 17 de noviembre de 1909.  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 107. Carta a Ricardo Palma Román de 24 de noviembre de 1909. o Dr. Thorne, Jaime  T. P. La carta de “La Libertadora” (1824)  T. P. Doña Manuela Sáenz (“La Libertadora”) (1856) o Dr. Unanue, José Hipólito  A.I.L., La Segunda Inquisición.  T. P. La gatita de Mari-Ramos, que halaga con la cola y araña con las manos (1788). Crónica de la época del trigésimo cuarto virrey del Perú. Dedicada a Carlos Toribio Robinet.  T. P. La “Apología del pichón palomino” (1804). (Tradición bibliográfica) o Dr. Uribe  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 123. Carta a Ricardo Palma Román de 6 de enero de 1910. o Dr. Valdés, José Manuel  A.I.L., La Segunda Inquisición  T. P. La gatita de Mari-Ramos, que halaga con la cola y araña con las manos (1788). Crónica de la época del trigésimo cuarto virrey del Perú. Dedicada a Carlos Toribio Robinet.  T. P. La “Apología del pichón palomino” (1804). (Tradición bibliográfica) o Dr. Valdizán  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, pp. 113-114. Carta a Ricardo Palma Román de 8 de diciembre de 1909.  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., pp. 119-120. Carta a Ricardo Palma Román de 28 de diciembre de 1909.  E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 145. Carta a Ricardo Palma Román, de 16 de marzo (de 1910). o Dr. Valera, Oscar  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 102. Carta a Ricardo Palma Román de 10 de noviembre de 1909. 429 o Dr. Valero  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 93. Carta a Ricardo Palma Román de 18 de octubre de 1909. o Dr. Vandier, César  A.I.L., Cap. I o Dr. Vásquez de Velasco  E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 150. Carta a Ricardo Palma Román, de 22 de marzo (de 1910). o Dr. Vázquez  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, pp. 113-114. Carta a Ricardo Palma Román de 8 de diciembre de 1909. o Dr. Vega, Juan de  T. P. Los polvos de la condesa (1631), crónica de la época del décimocuarto virrey del Perú.. Dedicada al doctor Ignacio La-Puente o Dr. Velasco  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 111. Carta a Ricardo Palma Román de 2 de diciembre de 1909. o Dr. Velásquez  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 51. Carta a Alberto Ulloa de 30 de diciembre de 1908.  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 63. Carta a Ricardo Palma Román de 14 de julio de 1909.  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 87. Carta a Ricardo Palma Román de 29 de septiembre de 1909.  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 88. Carta a Ricardo Palma Román de 29 de septiembre de 1909.  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 100. Carta a Ricardo Palma Román de 4 de noviembre de 1909.  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 105. Carta a Ricardo Palma Román de 17 de noviembre de 1909.  E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 159. Carta a Ricardo Palma Román, de 8 de abril de 1910. o Dr. Villagarcía  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 79. Carta a Ricardo Palma Román de 3 de septiembre de 1909. o Dr. Villar 430  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 106. Carta a Ricardo Palma Román de 23 de noviembre de 1909.  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 111. Carta a Ricardo Palma Román de 2 de diciembre de 1909. o Dr. Villarán, Carlos  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 75. Carta a Ricardo Palma Román de 25 de agosto de 1909.  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 79. Carta a Ricardo Palma Román de 3 de septiembre de 1909.  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 83. Carta a Ricardo Palma Román de 15 de septiembre de 1909.  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 84. Carta a Ricardo Palma Román de 22 de septiembre de 1909. o Dr. Villarreal  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. o Dr. Vomipurga, Ruperto  T. P. Fruslerías o Dr. Wandier, César Nicolás (ver Dr. Vandier, César) o Dr. Zapata  E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 150. Carta a Ricardo Palma Román, de 22 de marzo (de 1910). o Dr. Zúñiga, G.  E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 130. Carta a Ricardo Palma Román de 2 de febrero de 1910. o A.V. Los padrinos o B. T. La Bohemia de mi tiempo (XIX) o Cartas a Cristina (4 de agosto de 1892) o E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 119. Carta a Ricardo Palma Román de 28 de diciembre de 1909. o E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 130. Carta a Ricardo Palma Román de 2 de febrero de 1910. o E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 131. Carta a Balduque de 8 de febrero de 1910. o E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 151. Carta a Ricardo Palma Román, de 30 de marzo (de 1910). o E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 165. Carta a Ricardo Palma Román, de 28 de abril (de 1910). 431 o E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 167. Carta a Ricardo Palma Román de 3 de mayo de 1910. o Filigranas. Receta o P. C. Refutación a un texto de historia o P. L. Vacunador o R. E. Esbozos: Campoamor. o T. P. La “Nariz de Camello” (1547) o T. P. Los refranes mentirosos (1556) o T. P. El Abad de Lunahuaná (1581) o T. P. Puesto en el burro, aguantar los azotes (1591) o T. P. La gran querella de los barberos de Lima (1626), dedicada a Emilio Gutiérrez de Quintanilla y Flores (1858-1935) o T. P. El encapuchado (1651), crónica de la época del décimo sexto virrey del Perú o T. P. La Astrología en el Perú (1660) o T. P. Un señor de muchos pergaminos (1671) o T. P. La emplazada (1688), crónica de la época del virrey arzobispo. o T. P. La capa de San José (1696) o T. P. Muerta en vida (1716), crónica de la época del vigésimo sexto y vigésimo séptimo virreyes. o T. P. Pepe Bandos (1724-1736). Apuntes sobre el virrey Marqués de Castelfuerte, dedicada a José Antonio de Lavalle. o T. P. Las cuatro PPPP de Lima (1750) o T. P. ¡Mata! ¡Mata! ¡Mata! (1753) o T. P. Lapsus linguae episcopal (1765) o T. P. El resucitado (1776), crónica de la época del trigésimo segundo virrey del Perú o T. P. Montalván (1779) o T. P. La gatita de Mari-Ramos, que halaga con la cola y araña con las manos (1788). Crónica de la época del trigésimo cuarto virrey del Perú. Dedicada a Carlos Toribio Robinet. o T. P. Una colegiala (1801) o T. P. Mujer-hombre (1803) o T. P. La “Apología del pichón palomino” (1804). (Tradición bibliográfica). o T. P. Loco y patriota (1805) o T. P. De esta capa nadie escapa (1806) 432 o T. P. Dónde y cómo el diablo perdió el poncho (1816-1824). Cuento disparatado o T. P. Entre libertador y dictador (1825), dedicada a Julio S. Hernández. o T. P. La última frase de Bolívar (1830) o T. P. Entre Garibaldi... y yo (1851) o T. P. Dolores Veintimilla (1855). Apuntes de mi cartera, dedicada a Flor de Té-Remember. o T. P. El judío errante en el Cuzco (1856) o T. P. Doña Manuela Sáenz (“La Libertadora”) (1856) o T. P. La historia del Perú por el padre Urías (1858), dedicada a Carlos Wiesse y al padre agustino Martínez Vélez, sacerdote español residente en Lima y muy disntinguido literato y orador. o T. P. Fruslerías o T. P. Glorias del cigarro. Charla con Leónidas Ballén. o T. P. Refranero limeño (S.F.) o T.S.V. Los inocentones o V. G. Por una letra  Melancolía o N.A. En: Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1400, Madrid, 1968. o T. P. El primer gran mariscal (1821)  Melón o T. P. El latín de una limeña (1765), dedicada a José Rosendo Gutiérrez  Mellado de un ojo o T. P. Las hechas y por hacer (1544)  Meningitis epidémica o E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 125. Carta a Ricardo Palma Román de 12 de enero de 1910. o E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 129. Carta a Ricardo Palma Román de 2 de febrero de 1910.  Mesa (quirúrgica) o E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 62. Carta a Ricardo Palma Román de 14 de julio de 1909.  Microbio/s o Cartas a Cristina (17 de septiembre de 1892) o P. L. Bacteria, Microbiólogo o T. P. La Astrología en el Perú (1660) 433 o T. P. Fruslerías  Microbiólogo o P. L.  Miembro viril o P. L. Falo  Mona (por borrachera) o T. P. Dónde y cómo el diablo perdió el poncho (1816-1824). Cuento disparatado.  Mordeduras de los monos bravos o T. P. Dónde y cómo el diablo perdió el poncho (1816-1824). Cuento disparatado.  Morfina o P. L. Morfinómano, a  Morfinómano/a o P. L.  Morroñoso/a o P. L.  Mudos o T. P. Una trampa para cazar ratones (1715) o T.S.V. Los inocentones.  Muela/s o T. P. Un virrey hereje y un campanero bellaco (1656), crónica de la época del decimosétpimo virrey del Perú o T. P. Zurrón-Currichi (1672). Conseja popular. o T. P. La trenza de sus cabellos (1734-1738).  Muleta o T. P. De gallo a gallo (1828). Historia de dos improvisaciones  Músculos o T. P. Brazo de plata (1689-1705)  Nalgas o T.S.V. Pato con arroz  Narcótico o N.A. En: Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1398, Madrid, 1968. o T. P. La gatita de Mari-Ramos que halaga con la cola y araña con las manos (1788), crónica de la época del trigésimo cuarto virrey del Perú. Dedicada a Carlos Toribio Robinet.  Narcotizable 434 o P. L.  Narcotizada o P. L. Narcotizable  Narcotizar o N.A. En: Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1398, Madrid, 1968.  Nariz roma y rubicunda o T. P. ¡Beba padre, que le da la vida! (1668), crónica de la época del mando de una virreina  Náuseas o T. P. El Abad de Lunahuaná (1581)  Nervios o P. L. Neurópata o T. P. Nadie se muere hasta que Dios quiere (1801-1806). Crónica de la época del trigésimo sexto virrey del Perú. o T. P. Doña Manuela Sáenz (“La Libertadora”) (1856)  Neumonía o E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 144. Carta a Ricardo Palma Román de 9 de marzo de 1910.  Neurastenia o Carta a Miguel de Unamuno, de 19 de diciembre de 19051648. o E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 12. Carta a Miguel de Unamuno de 19 de diciembre de 1905.  Neurasténico o E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 153. Carta a Francisco Mostajo, de 30 de marzo de 1910.  Neurópata o P. L.  Nicotina o T.P. Glorias del cigarro. Charla con Leónidas Ballén.  Ninfomanía o P. L. Ninfomaníaca  Ninfomaníaca o P. L.  Nosografía o P. L. Nosográfico, a 1648 Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Editorial Universitaria, Universidad Ricardo Palma, pp. 11-12. Lima, 2006. 435  Nosográfico/a o P. L.  Ñato/a o N.A. En: Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1398, Madrid, 1968. o P. L.  Obstetriz o N.A. En: Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1392, Madrid, 1968. o P. L. Recibidora  Odontalgia o P. L. Odontálgico, a  Odontálgico/a o P. L.  Ojo o T.P. Las hechas y por hacer (1544)  Ombligo o T. P. El ombligo de nuestro padre Adán (1607)  Omofagia o P. L.  Omófago/a o P. L.  Onfacomeli o P. L.  Operación de amígdalas o E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 92. Carta a Ricardo Palma Román de 7 de octubre de 1909.  Operación del peroné o E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 83. Carta a Ricardo Palma Román de 15 de septiembre de 1909.  Operación de pico de liebre o T. P. La “Apología del pichón palomino” (1804). Tradición bibliográfica  Operación quirúrgica o E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 100. Carta a Ricardo Palma Román de 4 de noviembre de 1909. o P. L. Infibulación  Operar 436 o P. L. Operatorio, a  Operatorio/a o P. L.  Orden Hospitalaria de San Juan de Dios o A.I.L., Cap. VII.  Órganos respiratorios o B.T., XXIV  Paciente o T. P. Las barbas de Capistrano (1780) o T. P. Supersticiones de los peruanos (18...) o V. G. Típico  Paco o N.A. En: Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1399, Madrid, 1968. o P. L.  Pájaro (por pene) o T.S.V. Matrícula de colegio  Paludismo o E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 88. Carta a Ricardo Palma Román de 29 de septiembre de 1909.  Panofobia o N.A. En: Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1400, Madrid, 1968.  Paperas o T. P. Una hostia sin consagrar (1766), dedicada a Benjamín Vicuña Mackenna  Parálisis o Paralítico o P. L. o T. P. El robo de las calaveras (1565) o T. P. El virrey limeño (1722)  Parasitario/a o P. L.  Parasítico o P. L. Parasitario, a  Pares o P. L.  Parir o A.I.L., Cap. III 437  Paroxismo o T. P. El resucitado (1776), crónica de la época del trigésimo segundo virrey del Perú  Partera/Parterita o E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 150. Carta a Ricardo Palma Román, de 22 de marzo (de 1910). o P. L.  Parto o T.S.V. La consigna de Lara  Parturienta o P. L. o T. P. Las brujas de Ica (1611)  Patizambo o P. L. o T. P. Pancho Sales, el verdugo (1795), crónica de la época del virrey bailío.  Pediluvios o T. P. El Abad de Lunahuaná (1581)  Pericardio o T. P. El Manchay-Puito (17…)  Peste o A.I.L., Cap. III. o T. P. La monja de la llave (1587), crónica de la época del sexto y séptimo virreyes del Perú. o T. P. Las brujas de Ica (1611) o T. P. La “Apología del pichón palomino” (1804). Tradición bibliográfica o T. P. El fraile y la monja del Callao (1826) o T. P. El Judío Errante, en el Cuzco (1856) o T. P. Los primitos (S.F.), dedicada a Francisco Sosa, en México  Peste bubónica o E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 123. Carta a Ricardo Palma Román de 6 de enero de 1910. o E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 123. Carta a Ricardo Palma Román de 8 de febrero de 1910. o E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 149. Carta a Ricardo Palma Román, de 22 de marzo (de 1910). 438 o E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 151. Carta a Ricardo Palma Román, de 30 de marzo (de 1910). o P. L. o T. P. Fruslerías.  Pestoso o E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 149. Carta a Ricardo Palma Román, de 22 de marzo (de 1910).  Picaduras o P. L. Vinchuca  Pierna o T.P. Las hechas y por hacer (1544)  Píldoras o T. P. La Astrología en el Perú (1660) o T. P. Asunto concluido (1814) o Naderías (1896)  Pócimas o T. P. La “Nariz de Camello” (1547)  Poción calmante o T. P. La última frase de Bolívar (1830)  Pólipo de la nariz o E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 63. Carta a Ricardo Palma Román de 14 de julio de 1909.  Polvos de la condesa o T. P. Los polvos de la condesa (1631), crónica de la época del décimocuarto virrey del Perú. Dedicada al doctor Ignacio La-Puente.  Polvos de Jalapa (ver Jalapa)  Polvos de los jesuitas o T. P. Los polvos de la condesa (1631), crónica de la época del décimocuarto virrey del Perú. Dedicada al doctor Ignacio La-Puente.  Polvos de Pirlimpimpin o T. P. Un predicador de lujo (17…)  Postema o T. P. Lapsus linguae episcopal (1765)  Profesor de Anatomía o T. P. La Astrología en el Perú (1660)  Pronosticar o N.A. En: Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1392, Madrid, 1968. 439  Pronóstico o N.A. En: Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1392, Madrid, 1968.  Protocirujano o T. P. La “Apología del pichón palomino” (1804). Tradición bibliográfica  Protomedicato/Protomédico o T. P. La Astrología en el Perú (1660) o T. P. La “Apología del pichón palomino” (1804). Tradición bibliográfica  Protuberancias de oriente y occidente (por mamas) o T. P. Los escrúpulos de Halicarnaso (1800)  Psicológica o P. L. Psicológicamente  Psicológicamente o P. L.  Pubis o P. L. Hebe  Pulmones o Cartas a Cristina (24 de septiembre de 1892) o T. P. Supersticiones de los peruanos (18...)  Pulmonía/s/Pulmonía aguda o E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 100. Carta a Ricardo Palma Román de 4 de noviembre de 1909. o E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 149. Carta a Ricardo Palma Román, de 22 de marzo (de 1910). o T. P. La capa de San José (1696) o T. P. Don Dimas de la Tijereta (1706). Cuento de viejasm que trata de cómo un escribano le ganó un plato al diablo o T. P. Las barbas de Capistrano (1780) o T. P. Un zapato acusador (1805)  Pulsaciones o T. P. La Astrología en el Perú (1660)  Pulso o T. P. ¡A iglesia me llamo! (1575), dedicada al doctor don Juan Antonio Ribeyro y Estrada o T. P. El Abad de Lunahuaná (1581)  Purga o Purgación 440 o T. P. La Astrología en el Perú (1660) o T.S.V. Pato con arroz.  Purgante o T. P. La Astrología en el Perú (1660)  Purgativo o T. P. Entre jesuitas, agustinianos y dominicos (1589)  Quina/Quinina o T. P. Los polvos de la condesa (1631), crónica de la época del décimocuarto virrey del Perú. Dedicada al doctor Ignacio La-Puente. o T. P. La “Apología del pichón palomino” (1804). (Tradición bibliográfica)  Quinua o T. P. Supersticiones de los peruanos (18...)  Rabadilla o T.S.V. Fatuidad humana  Rabia o T. P. El Inca Bohorques (1667)  Raigón o T. P. ¡Feliz barbero! (1620)  Raquítico/a o B. T. (XIII) o P. L. Morroñoso, a  Reblandecimiento cerebral o T. P. El primer gran mariscal (1821)  Receta/s o T. P. La Argentina (1602). Poema del arcediano Barco Centenera o T. P. La Astrología en el Perú (1660) o T. P. La emplazada (1688), crónica de la época del virrey arzobispo. o T. P. Un reo de Inquisición (1751) o T. P. El latín de una limeña (1765), dedicada a José Rosendo Gutiérrez o V. G. Por una letra  Recetable o P. L.  Recetar o P. L. Recetable  Recibidora o P. L. o T. P. Los amores de San Antonio (1544) 441  Récipe o T. P. Los polvos de la condesa (1631), crónica de la época del décimocuarto virrey del Perú. Dedicada al doctor Ignacio La-Puente. o T. P. Mírense en este espejo (1675) o T. P. Los pacayares (1780)  Reconvalecencia o P. L. Reconvalecer  Reconvalecer o P. L.  Reconvaleciente o P. L. Reconvalecer  Remedio/s o T. P. Quizá quiero, quizá no quiero (1535) o T. P. Justos y pecadores (1625). De cómo el lobo vistió la piel de cordero. Dedicada a José María Torres Caicedo o T. P. El latín de una limeña (1765), dedicada a José Rosendo Gutiérrez o T. P. Lapsus linguae episcopal (1765) o T. P. La misa negra (1803). Cuento de la Abuelita. Dedicado “a mis retoños Clemente y Angélica Palma”.  Retortijones o T. P. El Cristo de la agonía (1673), dedicada al doctor Alcides Destruge.  Reumatismo/s o T. P. La Astrología en el Perú (1660) o T. P. Refranero (S. F.)  Reuma gotoso o T. P. La excomunión de los alcaldes de Lima (1717)  Revacuna o P. L. Revacunador  Revacunador o P. L.  Rinoplastia o N.A. En: Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1403, Madrid, 1968. o T. P. Ir por lana y salir trasquilado (1550). Dedicada a Adolfo Saldías, en Buenos Aires  Rinoscopia 442 o N.A. En: Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1403, Madrid, 1968.  Riñones o T.S.V. La moza del gobierno  Romadizo o T.P. Glorias del cigarro. Charla con Leónidas Ballén. o T. P. Un maquiavelo criollo (1872). Episodios contemporáneos.  Roncha o P. L. Verdugón  Roturas virginales (por rotura del himen) o A.I.L., Cap. V.  Sacramentable o P. L.  Sala de Partos o E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 150. Carta a Ricardo Palma Román, de 22 de marzo (de 1910).  Salubridad pública o T. P. El resucitado (1776), crónica de la época del trigésimo segundo virrey del Perú o T. P. Truenos en Lima (1877)  Sanatorio de Bellavista o E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 144. Carta a Ricardo Palma Román de 9 de marzo de 1910. o E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 146. Carta a Ricardo Palma Román de 16 de marzo de 1910.  Sangrador o T. P. Los ratones de fray Martín (1610-1639)  Sangrar o T. P. La Astrología en el Perú (1660)  Sangre o T. P. ¡Feliz barbero! (1620) o T. P. Capricho de limeña (1727)  Sangrías o T. P. El Abad de Lunahuaná (1581) o T. P. La Astrología en el Perú (1660)  Sanguijuelas o T. P. ¡Feliz barbero! (1620) o T. P. ¡A nadar peces! (1805) 443  Sanitario o T. P. El Aviso (17...)  Sarampión o T. P. Un virrey hereje y un campanero bellaco (1656), crónica de la época del decimosétpimo virrey del Perú o T. P. Dónde y cómo el diablo perdió el poncho (1816-1824) (Cuento disparatado).  Sarna o N.A. En: Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1388, Madrid, 1968. o P. L.  Secreción o P. L. Eyacular  Secundinas o P. L. Pares  Seis dedos o T. P. La Astrología en el Perú (1660)  Sesera o P. L.  Sesos o P. L. Sesera  Siete cueros o Sietecueros o N.A. En: Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1403, Madrid, 1968. o P. L. o T.P. Los primitos (S.F.). A Francisco Sosa, en México.  Sífilis o E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 124. Carta a Ricardo Palma Román de 6 de enero de 1910. o N.A. En: Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1394, Madrid, 1968. o T. P. La Astrología en el Perú (1660)  Sifilítico o N.A. En: Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1394, Madrid, 1968.  Sinapismos o T. P. ¡Feliz barbero! (1620)  Sobrepartos 444 o A.I.L., Cap. III.  Sordera o E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 92. Carta a Ricardo Palma Román de 7 de octubre de 1909. o T.P. El chocolate de los Jesuitas (1765)  Sordo o B. T. (XXV)  Sordomudez o P. L.  Sordomudo o E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 145. Carta a Ricardo Palma Román, de 16 de marzo (de 1910). o P. L. Sordomudez  Soroche o N.A. En: Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1404, Madrid, 1968. o P. L. Asorocharse  Sublimar o P. L. Sublimizar  Sudores o T. P. El Abad de Lunahuaná (1581)  Sudorífico o T. P. El latín de una limeña (1765), dedicada a José Rosendo Gutiérrez  Sueño o T. P. La Argentina (1602). Poema del Arcediano Barco Centenera.  Suicidio o T. P. El Alcalde de Paucarcolla (1614). De cómo el diablo, cansado de gobernar en los infiernos vino a ser alcalde en el Perú o T.P. Nadie se muere hasta que Dios no quiere (1801-1806). Crónica de la época del trigésimo séptimo virrey del Perú o T. P. El primer gran mariscal (1825) o V. G. El árbol sin rival  Surumpe o P. L.  Tabaco de bracamoro o T. P. El abad de Lunahuaná (1581)  Tabardillo/s 445 o T. P. Un pronóstico cumplido (1561-1564), crónica de los virreyes Marqués de Cañete y Conde de Nieva. o T. P. La capa de San José (1696) o T. P. El latín de una limeña (1765), dedicada a José Rosendo Gutiérrez. o T. P. Creo que hay infierno (1790)  Tartamudo o T. P. El obispo “Chicheñó” (1780) o T.S.V. Los inocentones  Terciana/s o P. L. Chapetonada, Tercianiento, a o T. P. El rosal de Rosa (1581), dedicada a su hija Augusta. o T. P. Los polvos de la condesa (1631), crónica de la época del décimocuarto virrey del Perú. Dedicada al doctor Ignacio La-Puente o T. P. La excomunión de los alcaldes de Lima (1717) o T. P. Creo que hay infierno (1790) o T. P. Entre si juro y no juro. Sucedido de actualidad y que con el correr del tiempo dará tela para una tradición.  Tercianiento/a o P. L.  Tesis o disertaciones médicas o T. P. La niña del antojo (1742)  Tetas o T.S.V. Matrícula de colegio  Tetelememe o N.A. En: Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1404, Madrid, 1968.  Tifo, Tifoidea o Tifus o B. T. (XXI) o B. T. (XXVI) o E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 83. Carta a Ricardo Palma Román de 15 de septiembre de 1909. o E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 134. Carta a Ricardo Palma Román de 8 de febrero de 1910. o E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 144. Carta a Ricardo Palma Román de 9 de marzo de 1910. o E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 146. Carta a Ricardo Palma Román de 16 de marzo de 1910. 446 o E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 149. Carta a Ricardo Palma Román, de 22 de marzo (de 1910). o T. P. La desolación de Castrovirreina (1661-1666), crónica de la época del decimooctavo virrey del Perú. o T. P. Mírense en este espejo (1675) o T. P. Más malo que Calleja (1815) o T. P. El Judío Errante, en el Cuzco (1856) o T. P. Los primitos (S.F.), dedicada a Francisco Sosa, en México  Tisana o T. P. Los tres motivos del oidor (1544)  Tísica/Tísicos o T. P. El divorcio de la condesita (1755) o T. P. La Virgen del sombrerito y el chapín del Niño (18...) o T. P. Traslado a Judas (S.F.). Cuento disparatado de la tía Catita.  Tisis o tisis tuberculosa o T. P. El virrey de los milagros (1604-1606), crónica de la época del décimo virrey del Perú. o T. P. La Astrología en el Perú (1660) o T. P. Don Dimas de la Tijereta (1706). Cuento de viejas, que trata de cómo un escribano le ganó un plato al diablo  Tolú o P. L.  Tonto o N.A. En: Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1404, Madrid, 1968.  Torpe o N.A. En: Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1405, Madrid, 1968.  Tos o Cartas a Cristina (24 de septiembre de 1892) o T. P. La última frase de Bolívar (1830)  Tósigo o T. P. El Abad de Lunahuaná (1581) o T. P. Monja y cartujo (1640). Tradición en que se prueba que del odio al amor hay poco trecho.  Toxicología o P. L. Toxicólogo  Toxicólogo 447 o P. L.  Tratamiento médico o E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 151. Carta a Ricardo Palma Román, de 30 de marzo (de 1910).  Trompetilla acústica o T.P. El chocolate de los Jesuitas (1765)  Tuberculosos o E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 61. Carta a Daniel Granada de 22 de abril de 1909.  Tuerto o T.P. Un santo varón (1850)  Tullido o P. L.  Tumor o N.A. En: Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1403, Madrid, 1968. o P. L. Sietecueros  Tumores del cráneo o R. E. Esbozos: Zorrilla.  Tumores en el vientre o T. P. La Astrología en el Perú (1660)  Tutuma o N.A. En: Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., p. 1405, Madrid, 1968.  Ungüentos o T. P. La Astrología en el Perú (1660)  Unión Fernandina o E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 159. Carta a Ricardo Palma Román, de 8 de abril de 1910. o E. G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Op. cit., p. 161. Carta a Ricardo Palma Román, de 15 de abril (de 1910).  Útero o P. L. Extrauterino o P. L. Intrauterino  Vacuna (e Instituto de Vacuna) o E.G. (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º, p. 115. Carta a Ricardo Palma Román de 15 de diciembre de 1909. 448 o T. P. La “Apología del pichón palomino” (1804). (Tradición bibliográfica).  Vacunador o P. L.  Vacunar o P. L. Vacunador  Valeriana o T. P. Supersticiones de los peruanos (18...).  Vena o T. P. La pantorrila del Comandante (1822)  Vendaje o T. P. Pan, queso y raspadura (1824)  Veneno/s o P. L. Equis o T. P. Un Obispo de Ayacucho  Ventosas o T. P. ¡Feliz barbero! (1620) o T. P. La Astrología en el Perú (1660) o T. P. Zurrón-Currichi (1672). Conseja popular. o T. P. De asta y rejón (1760)  Verdugón o P. L.  Vértigos o Carta al general Vicente Riva Palacio de 1889. o Carta al general Vicente Riva Palacio de 1891.  Vías digestibles (por vías digestivas o aparato digestivo) o P. L. Ingestión  Vinchuca o P. L.  Viruela/s o T. P. La monja de la llave (1587), crónica de la época del sexto y séptimo virreyes del Perú. o T. P. Las brujas de Ica (1611) o T. P. La desolación de Castrovirreina (1661-1666), crónica de la época del decimooctavo virrey del Perú. o T. P. Mírense en este espejo (1675) o T. P. Los plañideros del siglo pasado (1701-1789). Apuntes literarios. 449 o T. P. La “Apología del pichón palomino” (1804). (Tradición bibliográfica). o T. P. ¡A nadar peces! (1805) o T. P. Más malo que Calleja (1815) o T. P. ¡Que repiquen en Yauli! (1834). Origen histórico de esta frase.  Vomipurga o T. P. Mogollón (1747). Origen del nombre de esta calle.  Vomitivo o T. P. La Astrología en el Perú (1660)  Vómito o P. L. Sacramentable  Vómito prieto o T. P. Pepe Bandos (1724-1736). Apuntes sobre el virrey marqués de Castelfuerte o T. P. El padre Talamantes (1808). Homenaje a un peruano por el pueblo y gobierno de México.  Yoduración o P. L.  Yodurar o P. L. Yoduración  Zaratomes o T. P. La capa de San José (1696) 450 451 XXII. Y TRAS LA ÚLTIMA ENFERMEDAD..., LA MUERTE "Nadie se muere hasta que Dios quiere" (Título de una tradición de Ricardo Palma) Última vanidad que tiene el hombre: un epitafio en el que esté su nombre” (Naderías, Ricardo Palma, 1896) La muerte es un cuchillo que Dios usa para partirnos por la… hipotenuca (Naderías, Ricardo Palma, 1896) “Hacer yo me propuse populares Hechos nada vulgares, Y exhumando esqueletos de difuntos, A destajo hallé asuntos Para sacar del historial osario…” (Sinfonía a toda orquesta, Ricardo Palma, 1880)1649 Naturalmente, el final de muchas enfermedades es la muerte. Palma refleja este hecho con profusión en su obra. No tanto como los poetas románticos al uso, enamorados de la muerte, algunos de los cuales, como Larra, llegarían a desposarse para siempre con ella, pero sí recoge don Ricardo, quitándole hierro al momento, varios últimos minutos de sus protagonistas. El propio Palma estuvo al menos en una ocasión en su juventud muy cerca de la muerte, cuando el barco de la Marina de Guerra en el que prestaba sus servicios como contador naufragó. Sesenta y seis náufragos perecieron en aquella dura jornada y los que, según relatará Palma “por vigorosos o afortunados logramos llegar a Chaviña, Chocavento o Acarí, más semblanza teníamos de espectros que de humanos seres…”1650 Sobre la capacidad de los médicos de pronosticar el fatal desenlace da un ejemplo en su tradición Los Primitos, cuando dice de un amigo suyo que cuando fue a visitarlo lo encontró con un calenturón que volaba. El doctor –dice Palma1651- me aseguró que de un momento a otro las liaba el enfermo, y cuando él fulmina una sentencia, no hay más que, sin pérdida de minuto, comprar mortaja y cajón. 1649 Miranda, Antonio. Ricardo Palma en Brasil a propósito de la traducción de un poema portugués. En: Aula Palma VI (Edición del Décimo Aniversario), Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 281, Lima, 2007. 1650 Miró, César. Don Ricardo Palma, el Patriarca de las Tradiciones. Op.cit., p, 57. 1651 T.P. Los Primitos. (S.F.) A Francisco Sosa, en México. Vid. Tanner, Roy L. El humor de la ironía y la sátira en las Tradiciones peruanas. Op.cit., p. 63. 452 En los revueltos tiempos de la Conquista era fácil morir de forma violenta, sobre todo si se ejercía el noble oficio de las armas. Eso fue lo que le sucedió, allá por el siglo XVI, al Gobernador Capitán don Diego de Rojas que falleció por consecuencia de una leve herida de flecha emponzoñada1652. Una muerte como la que durante el asedio de Troya -batalla final de la guerra librada entre griegos y troyanos-, usó Paris para matar a Aquiles. De esa misma y convulsa época del siglo XVI trata la tradición Un hombre inmortal en la que Palma relata un episodio que tuvo como protagonistas a Francisco de Carbajal, el Demonio de los Andes, y a uno de sus enemigos vencidos, Juan Morales de Abad. Fue vencido por don Francisco en Pocona y fue herido en dicha batalla. El vencedor estableció1653: “Arreglen vuesas mercedes sus cuentas con la conciencia, que el herido, después de sano, habrá de serme enemigo mayor. Usarcedes, los de la Entrada, gente sois de mucho brío y de grandes humos, y debo andarme con tiento”. Aquellos soldados fueron entregando el cuello al verdugo hasta que tocó el turno a Juan Moranes de Abad. Éste, tenía la pierna derecha atravesada por una pelota de arcabuz. Fuese que su coraje hubiera desmayado al ver ajusticiados a sus ocho compañeros, o que de suyo fuera mandria, enderezóse como Dios le ayudó, y dijo: -Señor don Francisco, conmigo no reza el bando, que yo estoy sano, y apenas si tengo un rasguño que se cura con agua de la fuente. –Señor Morales –le contestó Carbajal-, juro cierto que vuesa merced está malherido, y así no puede dejar de morir. –Protesto, señor don Francisco. –Pues, hermano de mi alma, la mejor prueba es de que pruebe a andar, que por salvo le doy si de la puerta pasa. Intentó el sentenciado dar un paso, y cayó exánime de dolor. –Ahora que estáis convencido, señor Morales –continuó Carvajal- concluyamos, y que Cantillana haga su oficio. Finalmente logró escapar de la horca gracias a una argucia que no es para contar aquí1654. Los médicos, no obstante, no se hallaban exentos de estos avatares. Tres siglos más tarde, sufriría asimismo una muerte feroz el doctor Thorne, médico inglés, esposo de doña Manuela Sáenz, amante de Bolívar. Thorne, asociado con un señor Escobar, trabajaba en la hacienda de Huayto, sobre cuya propiedad mantuvo ruidoso litigio con el coronel don Justo Harcelles que alegaba también derechos al fundo como parte de su herencia materna. Una tarde de 1840 ó 1841 en que Thorne, de bracero con una buena moza, que lo consolaba probablemente de las ya rancias infidelidades de doña Manuela, paseaba por uno de los callejones de la hacienda, se echaron sobre él tres enmascarados y le dieron muerte a puñaladas1655. Don Ricardo conocía bien otros muchos episodios de muerte violenta en el Perú. El asesinato, en 1825, de Bernardo Monteagudo, y el envenenamiento el mismo año de José Faustino Sánchez Carrión; el suicidio del Almirante español Pareja, el ahogamiento del novelista Aréstegui en 1652 T. P. Maldición de mujer (1544). 1653 T. P. Un hombre inmortal (1646) 1654 Vid. Huárag Álvarez, Eduardo. Estructuras y estrategias narrativas en las Tradiciones de Ricardo Palma. Universidad Ricardo Palma, Editorial Universitaria, pp. 74-75, Lima, 2004. 1655T. P. Doña Manuela Sáenz (“La Libertadora”) (1856). 453 el Lago Titicaca en 1869, o la muerte del entonces Presidente del Senado don Manuel Pardo y Lavalle, en 1878, por los disparos del sargento Montoya. Pero también se fallecía en la cama, como hogaño. Y si no, que se lo pregunten al Oidor Zárate que lo hizo de disentería1656. Más de cerca le tocaba el fallecimiento de sus amigos Manuel Nicolás Corpancho, en 1863, en el incendio del barco que le traía de México1657 o José Balta, Presidente de la República, ejecutado en el cuartel de San Francisco. Todo ello le enseñaba que no sólo en los rudos tiempos de la Conquista había gentes que se tomaban la justicia por su mano. Además, Palma sufrió en carne propia la desaparición de sus seres queridos, como la de su hijo Cristián, de diez meses, a causa de una meningitis o, en 1911, la de la madre de sus hijos, doña Cristina Román, a causa de un epitelioma en la región nasal. De cómo designa Palma a la muerte, es ejemplo el óbito de uno de los fundadores de Trujillo y su primer Gobernador, el Capitán don Diego de Mora, “natural de Ciudad Real y feudatario de los valles de Chicama, Chimo y Huanchaco”1658, parte en cierto proceso que duraría hasta hoy día de la fecha si a Diego de Mora no se le hubiera llevado al otro mundo la Tiñosa en 15561659. Pero, cuando el virrey Marqués de Cañete llegó ese año a Trujillo, se alojó en la casa de la ya viuda de don Diego, doña Ana de Valverde. También es simpática la expresión que gasta hablando de la muerte del clérigo don Higinio Falcón de quien el curandero o matasanos declaró que el doliente las liaba sin vuelta de hoja1660. Fijémonos en el modo tan curioso como denomina la inminencia del fallecimiento del general don Enrique del Castillo y Fajardo, capitán de la compañía de gentileshombres lanzas: ...encontróse (su mujer doña Jacobina Lobo Guerrero) con éste tan enfermo, que los físicos le habían mandado hacer los últimos aprestos para el viaje eterno1661. Esos aprestos los hacían los partidarios de don Francisco Pizarro cuando caían en manos de sus adversarios. Así lo declara Palma al decir que los pizarristas no ganaban para sustos, pues menudeaban las ordenanzas que les ponían la gorja en peligro de intimar relaciones con la cuerda de cáñamo1662. Menos brutal pero también violenta fue la muerte de don Demetrio O’Higgins, hijo de don Bernardo O’Higgins, ex- Director Supremo de la República de Chile. Una noche murió ...envenenado con esencia de 1656T. P. El sueño de un santo varón (1544). 1657 Harth Bedoya, Alfonso. Ricardo Palma: el egregio tradicionalista e ilustre masón peruano. Ed. San Marcos, p. 41, Lima 1992. 1658 Riva-Aguëro y Osma, José de la. El Perú de 1549 a 1564. En: La Conquista y el Vireinato (Estudios de Historia Peruana), Obras Completas, tomo VI, págs. 174-5, Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima 1968. 1659 T. P. La “nariz de camello” (1547). Tradición en que se narra el por qué en la nochebuena de 1547 no hubo en Trujillo Misa de Gallo, sino Misa de gallinas. 1660 T. P. Un caballero de industria (1778). 1661 T. P. La moda en los nombres de pila (1584). 1662 T. P. El sueño de un santo varón (1544). 454 almendras amargas en una copa de aguardiente1663. Pues ya sabemos de un veneno más. Si lo hubiera conocido Agatha Christie... Otro episodio en el que Palma habla de un envenenamiento que causó la muerte de un virrey fue el siguiente: es fama que el 26 de abril de 1784 el virrey don Agustín de Jáuregui recibió el regalo de un canastillo de cerezas, fruta a la que era su excelencia muy aficionado, y que apenas hubo comido dos o tres cayó al suelo sin sentido. Treinta horas después se abría en palacio la gran puerta del salón de recepciones; y en un sillón, bajo el dosel, se veía a Jáuregui vestido de gran uniforme. Con arreglo al ceremonial del caso, el escribano de cámara, seguido de la Real Audiencia, avanzó hasta pocos pasos distante del dosel, y dijo en voz alta por tres veces: ‘Excelentísimo señor don Agustín de Jáuregui’. Y luego volviéndose al concurso, pronunció esta frase obligada: ‘Señores, no responde. ¡Falleció! ¡Falleció! ¡Falleció!’ Enseguida sacó un protocolo, y los oidores estamparon en él sus firmas. Así vengaron los indios la muerte de Tupac-Amaru1664. En la partida de defunción del virrey Jáuregui, desde luego, no se hace referencia alguna al modo en que murió don Agustín pues dice así1665: “Certifico que en primero de Mayo de mil setecientos ochenta y quatro enterré en la Iglª de mi padre Santo Domingo al Exmo. Sor. Dn. Agn. De Jauregui, Virey que fue de estos Reynos; con advertencia de que murió en el Carmen Alto, en casa de Dn. Jayme Palmer y lo Sacramentó el Dr. Dn. Fernando Román, cura de la Parrochia de mi Sr.ª Snta. Ana; pero haviendose determinado por el Superior Gobierno que se enterrase en la misma forma, que actual Virey, fue llevado su cuerpo y puesto en la capilla de el Palacio, de donde salió para ser sepultado: En cuias sircunstansias aleg(u)é que respecto de enterrarse como actual Virey y salir de el Palacio, me tocava el entierro, en razón de que los curas de el Sagrario lo son de los Señores Vireyes: Verificóse de facto y pasé con toda solemnidad (rotos dos reglones)… la Misa, vigilia, etc. volviéndose en la misma forma a mi Iglesia. Hizo el entierro el Sor. Arzobispo Dr. Dn. Juan Domingo de la Reguera, a quien acompañé con estola, acreditando mi jurisdicción. Y para que conste y obre los efectos que convengan firmé esta Partida en dho dia, Mes y Año. Dr. Dn. Josef Morales de Aramburú” (rb). La cuestión es que Jáuregui, había cesado como virrey el 6 de abril de 1784, es decir, 1663 T. P. Montalván (1779). 1664 T. P. El corregidor de Tinta (1780). Crónica de la época del trigésimo tercero virrey del Perú. (Vid. Espezúa Salmón, Boris. Ricardo Palma y los mitos andinos. En: Aula Palma IV 2003-2004. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 220-221, Lima, 2004. Y: Rodríguez Chávez, Iván. Túpac Amaru en las Tradiciones. En: Otra ventana sobre Ricardo Palma. Universidad Ricardo Palma, Editorial Universitaria, p. 83, Lima, 2003.) 1665 Parroquia del Sagrario de Lima, Libro de Defunciones, nº 9, fol. 165. Cit. por: Zudaire,, Eulogio. D. Agustín de Jáuregui y Aldecosa (II). Virrey Interiono del Perú (1780-1784). Op. cit., p. 552. Agustín de Jáuregui y Aldecoa, virrey del Perú 455 veintiún días antes de su fallecimiento. Dado que murió –como dice Tauro1666- “en decorosa pobreza”, o como afirma Córdoba y Urrutia “en tanta miseria que no tuvo su familia ni para costear el entierro”1667, el Cabildo de Lima sufragó los gastos del entierro y del funeral siendo enterrado en la iglesia de Santo Domingo como hemos visto1668. También así, envenenada, murió la poetisa ecuatoriana doña Dolores Veintimilla, a quien conociera Palma en 1855 en Guayaquil, donde había llegado siendo oficial de la Armada Peruana1669. El 23 de mayo de 1857 esta señora, casada por cierto con un tal Galindo, médico de profesión y ausente por entonces de Cuenca, se suicidó en lo que Falconí dice fue un acto de evasión, protesta y venganza. Y como suele ser habitual en casos similares, se le realizó la autopsia. Dos médicos y algunos estudiantes1670 la hicieron descubriendo que había muerto envenenada. La escritora quiteña, nacida en 1829, casó en efecto a los 18 años con el médico colombiano Sixto Antonio Galindo, natural de Vélez, quien la llevó a vivir, primero a Guayaquil y luego a Cuenca1671. Es ya más raro morir y resucitar en la tierra. Sin embargo algo así debió acontecer en Lima a raiz de que cierta mujer, que esgrimía un genio de mil demonios, sufriera un sofocón tan tremendo peleándose con su marido, que se la convirtió en un tabardillo entripado, y no hubo más que administarle, encerrar el cuerpo en el ataúd y conducir el bulto a San Sebastián. Y es que, he aquí que, durante la noche la difunta se escapó del féretro y corría por la iglesia, gritando como una loca. Le administraron un cordial, la tranquilizaron y le condujeron al domicilio conyugal. Ni por Dios ni por sus santos quiso el pícaro volver a ayuntarse con la resucitada. Y termina: Consta también que este fue el primer caso ocurrido en Lima de haber vuelto a la vida persona tenida ya por difunta, en concepto de médicos1672. Ahora, casi con seguridad, habríamos diagnosticado una crisis histérica. Esa expresión “administarle”, derivada naturalmente de la administración de la Extremaunción, era usada habitualmente por el físico cuando alguien enfermaba de mucha gravedad. Disponía así que se le administrase1673, que eran, y son, esos los aprestos para entrar con buen pie en el otro mundo. En cuanto a la expresión “tabardillo entripado” la usa Palma también en otra tradición 1666 Tauro, Alberto. Enciclopedia Ilustrada del Perú. Vol. 3, p. 1074, PEISA, 1ª ed., Lima 1987. 1667 Siles, Gustavo (ed.). Incas, virreyes y presidentes del Perú. Sus biografías y retratos. P. 115. 1668 Vid. Montoro, Jose. Virreyes españoles en América. Ed. Mitre, p. 287, Barcelona. 1669 Oviedo, José Miguel. Genio y figura de Ricardo Palma. Editorial Universitaria de Buenos Aires, p. 57, Buenos Aires 1965. 1670 T. P. Dolores Veintimilla (1855). Apuntes de mi cartera, dedicada a Flor de Té-Remember. Vid. Vásconez, José Miguel. El Ecuador en las Tradiciones de Ricardo Palma. Op. cit., p. 302. 1671 Falconí Piedra, Gabriela. Las mariposas y el fuego: la mirada de Ricardo Palma sobre cuatro mujeres ecuatorianas. Op. cit., pp. 437-438. 1672 T. P. Un pronóstico cumplido (1561-1564), crónica de los virreyes marqués de Cañete y conde de Nieva. 1673 T. P. Un emplazamiento (1630). 456 en la que para definir el carácter imposible de una mujer dice que a determinada persona se le forzó a contraer matrimonio con una hembra de peor carácter que un tabardillo entripado1674. En Las orejas del Alcalde Palma explica cómo y de qué murió el licenciado don Diego de Esquivel, alcalde de Potosí. La tradición se desarrolla en 1550 y cuenta cómo un soldado de los tercios de Tucumán, Cristóbal de Agüero, se venga de una afrenta cortándole las orejas al edil. Y dice que don Cristóbal solicitó audiencia a Carlos V a quien hizo juez de su causa y mereció, no sólo el perdón del soberano, sino el título de capitán de un regimiento que se organizaba para México. El licenciado murió un mes después, más que por las consecuencias de las heridas, de miedo al ridículo de oírse llamar el Desorejado1675. Otra causa de muerte figurada es la afamada catalepsia. A veces se ha salvado más de uno por los pelos de ser enterrado en ese estado. En el año de los tres sietes (número apocalíptico y famoso por la importancia de los sucesos que se realizaron en América) presentóse un día en el hospital de San Andrés un hombre que frisaba los cuarenta agostos, pidiendo ser medicinado en el santo asilo. Desde el primer momento, los médicos opinaron que la dolencia del enfermo era mortal, y le previnieron que alistase el bagaje para pasar a mundo mejor. Sin inmutarse oyó nuestro individuo el fatal dictamen, y después de recibir los auxilios espirituales o de tener el práctico a bordo, como decía un marino, llamó a Gil Paz, ecónomo del hospital, con fama de avaro, y a quien dejó su fortuna. Por entonces no existía aun en Lima el cementerio general, que, como es sabido se inauguró el martes 31 de mayo de 1808; y aquí es curioso consignar que el primer cadáver que se sepultó en nuestra necrópolis al día siguiente fue el de un pobre de solemnidad llamado Matías Isurriaga, quien, cayéndose de un andamio sobre el cual trabajaba como albañil, se hizo tortilla en el atrio mismo del cementerio. Los difuntos se enterraban en un corralón o campo santo que tenía cada hospital, o en las bóvedas de las iglesias, con no poco peligro de la salubridad pública. Así que dos negros esclavos del hospital cogieron el cadáver y lo transportaron al corralón que servía de cementerio. En tanto que el sepulturero abría la zanja, una brisa fresca y retozona oreaba el rostro del muerto, quien ciertamente no debía estarlo en regla, pues sus músculos empezaron a agitarse débilmente, abrió luego los ojos y, al fin, por uno de esos maravillosos instintos del organismo humano, hízose cargo de su situación. Un par de 1674 T.P. Creo que hay infierno (1790). Vid. Tanner, Roy L. El humor de la ironía y la sátira en las Tradiciones peruanas. Op.cit., p. 146. Y también: Domínguez Condezo, Víctor. Pervivencia de palabras y frases de creación popular, versos y demás picardías peruleras en Tradiciones Peruanas. Op. cit., p. 275. 1675 T.P. Las orejas del Alcalde, crónica de la época del segundo virrey del Perú. Ver sobre este tema: Zavaleta, Carlos Eduardo. Nuevos aspectos de las “tradición” de Palma. En: Revista de la Casa Museo Ricardo Palma, vol. 1, p. 60, Miraflores, 2000. Sobre el mismo episodio, que en realidad es un lance de honor, habla Compton en su estudio sobre el sentimiento del honor en las tradiciones de Palma (Compton, Merlin D. El sentimiento del honor en las Tradiciones peruanas de Ricardo Palma. Revista de la Casa Museo Ricardo Palma Nº 1, p. 43, 2000.) Y también: Huárag Álvarez, Eduardo. Estructuras y estrategias narrativas en las Tradiciones de Ricardo Palma. Universidad Ricardo Palma, Editorial Universitaria, p. 95, Lima, 2004. 457 minutos que hubiera tardado nuestro español en volver de su paroxismo o catalepsia, y las paladas de tierra no le habrían dejado campo para rebullirse y protestar1676. Y es que declarar la defunción de un enfermo no es cosa fácil. Otro susto parecido sufrió su ilustrísima don Manuel Jerónimo Romaní y Carrillo (1685-1778), obispo de Cuzco, natural de Huamanga y que fue electo para esa sede en 17631677, quien una noche agravada su dolencia...quedóse exánime, y hasta el médico, teniéndolo ya por difunto, dijo a sus familiares: - ¡Ea, amigos, amortajen a su ilustrísima! Los canónigos que esperaban noticias en la sala, derramaron unas cuantas lágrimas de cocodrilo, enjugáronselas luego con el dorso de la mano, y dijeron: - Pues, señor, sede vacante y a trabajar por ella, que a camarón que se duerme se lo lleva la corriente. Uno de los familiares quiso tener prenda de su ilustrísima y enamoróse de un cuadrito de la Virgen, que, con marco de oro, tenía el difunto a la cabecera de lecho. Para descolgarlo tuvo necesidad de encaramarse, y sin respeto al cadáver apoyó la rodilla sobre el estómago de éste. El muerto se estremeció, lanzó un gemido y arrojó una postema, que era el mal que lo llevaba a la tumba. El enamorado, no sé si del marco o de la pintura, echó a correr gritando como loco: -¡Milagro! ¡Milagro! ¡Su ilustrísma resucita! El obispo Romaní entró en convalecencia y gobernó su diócesis por dos años más, gracias al ladronzuelo que, sin quererlo, hizo por él lo que no lograron médicos ni remedios de botica1678. Falleció, esta vez de veras, el 15 de septiembre de 1778. Para algunos la última enfermedad podía ser también la primera. Así, sucedió que hasta 1584, párvulos (mestizos o de pura sangre española) nacidos en Potosí eran ángeles para el cielo. No había memoria de que ningún niño hubiese llegado a la época de la dentición. El frío mató más inocentes que el rey de la degollina1679. Para evitar que sus hijos murieran de frío muchas madres decidían parir en valles cercanos de clima más moderado. Doña Leonor de Guzmán, relata Palma en otra tradición1680, dama castellana y esposa de don Francisco Flores, veinticuatro de la imperial villa, había tenido un cardumen de hijos que vivieron lo que las rosas de que habla el 1676 T. P. El resucitado (1776), crónica de la época del trigésimo segundo virrey del Perú. Sobre este pasaje vid. Tanner, Roy L. El humor de la ironía y la sátira en las Tradiciones peruanas. Op.cit., pp. 71-72. Y: Rodríguez Chávez, Iván. Tùpac Amaru en las Tradiciones. En: Otra ventana sobre Ricardo Palma. Universidad Ricardo Palma, Editorial Universitaria, p. 75, Lima, 2003. 1677 Alcedo, Antonio de. Diccionario geográfico-histórico de las Indias Occidentales o América, es a saber, de los Reynos del Perú, Nueva España, Tierra-Firme, Chile y Nuevo Reyno de Granada. Tomo IV, Imprenta de Manuel González, p. 38, Madrid, MDCCLXXXVIII. 1678 T. P. Lapsus linguae episcopal (1765). 1679 T. P. El sueño de un santo varón (1544). 1680 T. P. La moda en los nombres de pila (1584). Vid: Compton, Merlin D. Bartolomé Martínez Vela y las Tradiciones de Ricardo Palma. En: En: Revista de la Casa Museo Ricardo Palma, nº 3, p. 45, Miraflores, diciembre de 2002. 458 poeta francés. En vano la pobre madre adoptaba todo linaje de precauciones para salvar la existencia de los niños, no siendo la menor la de darlos a luz en algún valle templado y traerlos a Potosí después de pocos meses, que era como traerlos al cementerio. Fue conocidísima en Lima la caída y muerte de un virrey ambicioso en lo económico y donjuanesco en amores, el Conde de Nieva. Ocurrió al descender de uno de esos corridos y cerrados balcones de la tricoronada Villa, tras haber visitado a una dama. Sin embargo, cuenta don Ricardo, que los restos del virrey fueron llevados a palacio antes del amanecer, y la Audiencia procuró hacer creer al pueblo que había fallecido repentinamente en su cama, por consecuencia de un ataque de apoplejía1681. No era raro recurrir a este falso diagnóstico de muerte ya que, en otro pasaje asevera Palma que verdad es que antaño era más frecuente morir de un hartazgo apoplético1682. Se refería a los opíparos banquetes de época virreinal que podían causar, por lo que se ve, empachos que demostraban que “de grandes cenas están las sepulturas llenas”. Sobre Ricardo Palma y la comida peruana, César Coloma, del Instituto Latinoamericano de Cultura y Desarrollo, ha publicado interesantes trabajos en donde demuestra que Palma ofreció valiosa información sobre la comida en el Perú virreinal y en el siglo XIX1683. Ahora que está tan de moda el asunto de la legalización de la eutanasia, para desgracia de nuestra civilización que, suplantando a Dios cree tener derecho a decidir cuando conviene mandar a uno al otro barrio, quizá nos asombraría saber que en el Perú virreinal ya se practicaba bajo la forma del “despenador”: Cuando el curandero del lugar desahuciaba a un enfermo y estaba éste aparejado para el viaje, los parientes, deseando evitarle una larga y dolorosa agonía, llamaban al despenador de la comarca. Era el sujeto por lo general, un indio de feo y siniestro aspecto, que habitaba casi siempre en el monte o en alguna cueva de los cerros. Recibía previamente dos o cuatro pesos, según los teneres del moribundo, sentábase sobre el pecho de éste, cogíale la cabeza, e introduciendo la uña, que traía descomunalmente crecida, en la hoya del pescuezo, lo estrangulaba y libraba de penas en menos de un periquete. Pero Palma define su postura ante este hecho cuando afirma: A Dios gracias, hace cincuenta años que murió en Huacho el último despenador, y el oficio se ha perdido para siempre1684. Hoy vuelven a proliferar, aunque sean de guante blanco o de guante de látex, para ser más exactos. 1681 T. P. Un pronóstico cumplido (1561-1564), crónica de los vireyes marqués de cañete y conde de Nieva. 1682T. P. El encapuchado (1651), crónica de la época del décimosexto virrey del Perú. Sobre este episodio vid. Tanner, Roy L. El humor de la ironía y la sátira en las Tradiciones peruanas. Op.cit., p. 127. 1683 Sobre este tema se puede consultar: Coloma Porcari, César. Apuntes sobre Ricardo Palma y la comida peruana. En: Revista de la Casa Museo Ricardo Palma, nº 4, p. 135, Miraflores 2003. Coloma Porcari, César. Ricardo Palma y los tamales. En: El Comercio, Lima, 8 de enero de 1998, p. A-3. Y Coloma Porcari, César. Ricardo Palma y el pisco. En: El Comercio, Lima, 28 de julio de 2003, p. E-7. 1684 T. P. Fray Juan Sin Miedo (1640). 459 A veces, el paciente sobrevivía a pesar del matasanos, término por cierto muy usado por Palma1685. Por fortuna eso le sucedió a uno del médico-boticario Pantaleón que en cierta ocasión, administró a uno de sus enfermos jalapa en vez de goma arábiga1686, y en un tumbo de dado estuvo que lo despachase sin postillón al país de las calaveras1687. Y otras veces, era el cirujano el que moría, como el de la expedición científica que a las órdenes del sabio La Condamine visitó la América, que fue muerto por los fanáticos habitantes de Cuenca1688. Se refiere Palma al doctor Jean Seniergues. Pilar Gonzalbo Aizpuro1689 relata cuál puede ser el origen de la muerte de este médico. Parece que fueron los favores de una criolla llamada Manuela Quesada los que, cautivándolo, provocaron los celos de un tercero involucrado con ella, y, tan importante como lo anterior, la molestia de la población de Cuenca que censuró su conducta, tachando a los franceses de libertinos y agnósticos, cuando no de ateos. Este situación, en medio de una sociedad conservadora dominada por 1685 Tanner ha destacado que en la obra de Palma proliferan los modos eufemísticos de decir al identificar oficios, partes del cuerpo, médicos, la mujer, el hombre, niños, años, fechas, edades, nacionalidades, religiones y ciudades. Como ejemplo pongamos cómo se refiere al dedo: el punterillo de nácar y rosa, vulgo dedo (A. V. De cómo desbanqué a una rival. Artículo que hemos escrito entre Campoamor y yo, y que dedico a mi amigo Lauro Cabral. Vid. Tanner, Roy L. Aproximaciones al estudio de las Tradiciones Peruanas. Op. cit., pp. 101 y 111.) O cómo hace referencia a las mamas: protuberancias de oriente y occidente (T. P. Los escrúpulos de Halicarnaso (1800). Vid. también: Tanner, Roy L. Aproximaciones al estudio de las Tradiciones Peruanas. Op. cit., p. 113.) 1686 Se refiere Palma a la Acacia vera Bauhin; A. gummifera Willdenow; o A. arabica Willdenow. Vid.: Coloma Porcari, César. La medicina tradicional peruana en la obra de Ricardo Palma. Op. cit., p. 55. Sobre la goma arábiga también habla palma en otra tradición (T. P. ¡A nadar peces! (1805)). En ella relata que un joven aventurero convenció a un poco casto sacerdote para poner junto una botica, si el fraile aportaba todo el capital. Para ello era necesario adquirir unas cuantas onzas de goma y otros productos. Sobre este producto Antonio Raimondi dice: “Las Acacia vera, gummifera y arabica, que suministran la goma tan usada como pectoral y conocida en el comercio como Goma arábiga. Estas especies de acacias son pequeños árboles de hojas bipinnadas, con dos espinas estipulares y sus legumbres con bordes sinuosos”. (Raimondi, Antonio. Elementos de Botánica aplicada a la Medicina y la Industria, en los cuales se trata especialmente de las plantas del Perú. Segunda Parte. Taxonomía, fitografía y geografía botánica. Op.cit., p. 220.). Sobre la jalapa vid.: Coloma Porcari, César. La medicina tradicional peruana en la obra de Ricardo Palma. Op. cit., pp. 57-58. 1687 T. P. La emplazada (1688), crónica de la época del virrey arzobispo. 1688 T. P. Lucas el sacrílego (1743), crónica de la época del vigésimo nono virrey del Perú. Vid. Vásconez, José Miguel. El Ecuador en las Tradiciones de Ricardo Palma. Op. cit., p. 298. 1689 Gonzalbo Aizpuro, Pilar. Amor e historia. La expresión de los afectos en el mundo de ayer. El Colegio de México. Centro de Estudios Históricos, México DF, 2013. Representación de la corrida de toros donde fue herido de muerte el doctor Jean Seniergues en la ciudad de Cuenca 460 la Iglesia y una élite muy tradicional, se arguye influyó también en el alzamiento que terminó costándole la vida a Seniergues en 1739. Entre otros, por respresentar valores contrarios a las costumbres españolas en medio de un ambiente tenso, contrario a las reformas y en donde la llegada de la comisión francesa fue vista con resquemor. En la coyuntura fatídica para él, en su afán por mostrarse con su querida una tarde de toros, el día de la festividad de Nuestra Señora de las Nieves, Seniergues se dejó ver con ella presumiendo su compañía y mostrando una actitud despectiva para con la sociedad local, que se sumaba a sus conocidas burlas en contra de un cura de la ciudad. Todo en medio de una multitud que se calcula llegaba a las cuatro mil personas. Los hechos se precipitaron cuando Diego León y Román, uno de los prohombres de la ciudad, y también en amores con Manuela, exigió a los franceses apaciguar al médico que en la jornada se había mostrado exaltado, lo cual motivó un intercambio de palabras con Seniergues. Pasar de las palabras a los hechos fue la siguiente etapa de la querella, transformada en refriega, poco a poco fue involucrando a todos los presentes, hasta que el francés fue agredido y cayó herido, falleciendo cuatro días después. Según La Condamine, la relación entre Jean Seniergues y Manuela Quesada, quienes vivían juntos con el consentimiento de la familia de ella, fue sólo una excusa esgrimida por los agresores, alentados por el vicario de la ciudad y Nicolás de Neira pues, en realidad, el motivo de los sucesos era la animadversión en contra de los científicos, todos los cuales estuvieron en serio peligro al ser acometidos por la turba. De este modo, la acusación de concubinato en contra de Seniergues, que sin duda dio lugar a un conflicto personal, fue sólo una excusa para expresar las tensiones acumuladas en una sociedad tradicional, expuesta a una crisis económica severa, que encontró en los franceses un instrumento para liberar los malestares existentes. Sin embargo, para la historiografía ecuatoriana, “ya muchos del pueblo habían estimulado a que se reprimiera los excesos de Seniergues”. Las noticias de la metrópoli llegaban con bastante retraso a Indias. Y el viaje, evidentemente siempre por mar, podía sufrir mil y un avatares, de la naturaleza y de otro tipo. Pues esa tardanza hizo que se diera, en 1746, una coincidencia curiosa entre el terremoto de Lima y la muerte del rey, ya que casi a la vez que caía de su pedestal el busto del monarca, recibióse en Lima la noticia de la muerte de Felipe V a consecuencia de una apoplejía fulminante, que es como quien dice un terremoto del organismo1690. Ya durante los últimos años de su reinado, la enfermedad mental y el deterioro físico de Felipe V se fueron acentuando. Hasta los pintores de cámara como Jean Ranc y Van Loo, habían tenido que reflejar la decrepitud del rey, hinchado y torpe, con las piernas arqueadas y la mirada perdida. Su muerte por apoplejía se produjo, en efecto, en la noche del 9 de julio de 1746. 1690 T. P. La trenza de sus cabellos (1734-1738). Dedicada al poeta español don Tomás Rodríguez Rubí, autor de un drama que lleva el mismo título de esta tradición. 461 Había a quien le tardaba en llegar su hora y –como dice Palma tantas veces- en tener que “hacer el petate”. No era frecuente que en el siglo XVII se llegara a la edad que alcanzó Antonio López Quirós1691 que llegó a tener tanta edad (ciento nueve años) que era necesario sustentarle con leche de los pechos de las mujeres, dándole de mamar. Pasó de esta vida al descanso de la eterna por el mes de abril del año 16991692. Curioso método de proporcionar dieta líquida. Todavía siguen matando las pulmonías o neumonías. De una de ellas murió don Juan Capistrano Ronceros, rico minero de Pasco, avecindado en Lima; concretamente, de una pulmonía doble de esas que no perdonan. Cinco galenos, en junta, declararon que la enfermedad era tan incortable como un solo de espada, con cinco matadores, salvo un renuncio, obra de la Providencia. Pero como ésta no quiso tomar cartas en el juego, tuvo el paciente que emprender el viaje al otro barrio1693. Fray Ramón Terón, Provincial de los agustinos de Lima, el 4 de agosto (de 1797), a los quince días de su elección, murió atacado repentinamente de cólera negra, que así escribe el cronista, sin que atine yo ni me atreva a descifrar cuál es el nombre que hoy da la ciencia a ese mal1694. La cólera negra era para los antiguos la melancolía, que tiene como compañeros al temor y la tristeza, aunque hay quien considera que hay melancólicos para quienes su melacolía es agradable y paradójicamente gozosa1695. Otro fraile, el padre Sanabria, de la Orden de Santo Domingo, famoso enemigo del virrey Toledo, falleció de una de esas fiebres centroamericanas. Al desembarcar en Panamá atacólo una fiebre maligna, que lo llevó sin muchos perfiles al mundo de donde no se vuelve1696. La mortífera guadaña no distingue nobles y plebeyos. Entre 1825 y 1826 murieron víctimas del escorbuto y de la disentería en la mal abastecida plaza del Callao, el Presidente de la República don José Bernardo de Tagle y Portocarrero (1779-1825), Marqués de Torre-Tagle y su 1691 Según Hanke y Mendoza Palma podría haber confundido a Antonio López de Quiroga con José de Quirós, otro azoguero posterior. Los dos eran azogueros ricos, pero Antonio murió en 1699 y José todavía vivía en 1704 según Arzáns. Pero para Compton, no hay nada en la tradición que se relacione con José de Quirós. Si Palma es culpable de confundir estas personas, sólo es en los nombres, no en los datos de la vida de ellos. (Compton, Merlin D. Bartolomé Martínez Vela y las Tradiciones de Ricardo Palma. En: En: Revista de la Casa Museo Ricardo Palma, nº 3, p. 36, Miraflores, diciembre de 2002.) 1692 T. P. Después de Dios, Quirós (1640). 1693 T. P. Las barbas de Capistrano (1780). 1694 T. P. Un capítulo de frailes (1793-1797). 1695 Burton cita a Hércules de Sajonia y su Tractatus posthumus de melancholia como defensor de esta visión de algunos melancólicos. (Vid. Burton, Robert. Anatomía de la melancolía. Alianza Editorial, Madrid, 2006. La primera edición es de 1621 y constituye un minucioso examen de la melancolía humana, rasgo de numerosos temperamentos que, vinculado a veces al genio y otras a la locura, ha hallado forma de manifestarse desde la antigua hipocondria al moderno spleen o los contemporáneos trastornos psíquicos. Y afirma: “Y de todas las enfermedades, que Plinio cuenta en más de trescientas, desde la coronilla hasta la planta del pie, pocas tan extrañas, para los antiguos, como la cólera negra, la melancolía, locura sin fiebre, que tiene como compañeros al temor y la tristeza.” 1696 B. T., XXIV. 462 vicepresidente don Diego Aliaga y Santa Cruz (1784-1825), los condes de San Juan de Lurigancho, don Juan José de Aliaga y Santa Cruz, nacido en Lima en 1780 y fallecido en el Callao en 1825, de Castellón y de Fuente González, y otros personajes de la nobleza colonial1697. Se daba esto durante los últimos coletazos del poder español en el Perú. Se refiere Palma al Segundo Sitio del Callao, que tuvo lugar en realidad entre diciembre de 1824 y el 23 de enero de 1826. Don Juan José de Aliaga y Santa Cruz fue caballero de la Orden de Carlos III y tesorero de la Real Casa de la Moneda de Lima y fue casado con doña Juana de Calatayud y Navia Bolaños. El Conde de Fuente González había sido alcalde de Lima. Los citados, como otros miles de refugiados civiles, fallecieron a causa del escorbuto, la disentería y el hambre durante ese asedio. Eso escandalizó a la sociedad limeña. Torre-Tagle, que se había pasado al bando realista, falleció a causa del escorbuto como también muchos miembros de su familia. Poco después, en 1830, falleció Simón Bolívar a los 47 años. De sus últimos minutos en esta tierra dejó Palma una tradición que no me resisto a transcribir íntegramente dada la importancia del finado y la brevedad del pasaje. La escena pasa en la hacienda San Pedro Alejandrino, y en una tarde de diciembre del año 1830. En el espacioso corredor de la casa, y sentado en un sillón de vaqueta, veíase a un hombre demacrado, a quien una tos cavernosa y tenaz convulsionaba de hora en hora. El médico, un sabio europeo, le propinaba una poción calmante, y dos viejos militares, que silenciosos y tristes paseaban en el salón, acudían solícitos al corredor. Más que de un enfermo se trataba ya de un moribundo, pero de un moribundo de inmortal renombre. Pasado un fuerte acceso, el enfermo se sumergió en profunda meditación, y al cabo de algunos minutos dijo con voz muy débil: - ¿Sabe usted, doctor, lo que me atormenta al sentirme ya próximo a la tumba? - No, mi general. - La idea de que tal vez haya edificado sobre arena movediza y arado en el mar. 1697T. P. El fraile y la monja del Callao (1826). Muerte de Simón Bolívar 463 Y un suspiro brotó de lo más íntimo de su alma y volvió a hundirse en su meditación. Transcurrido gran rato, una sonrisa tristísma se dibujó en su rostro y dijo pausadamente: - ¿No sospecha usted, doctor, quienes han sido los tres más insignes majaderos del mundo? - Ciertamente que no, mi general. - Acérquese usted, doctor..., se lo diré al oído...los tres grandísimos majaderos hemos sido Jesucristo, Don Quijote y... yo1698 . Sobran comentarios. El médico de que habla Palma fue el francés Alejandro Próspero Révérend, que fue contratado para atender a Bolívar por el general Mariano Montilla. El galeno se negó a cobrar honorarios por atender al Libertador. El día 2 de diciembre de 1830, el doctor Révérend escribió sus primeras impresiones sobre su paciente: “Las frecuentes impresiones del paciente indicaban padecimientos morales. Finalmente, la enfermedad de S. E. me pareció ser de las más graves, y mi primera opinión fue que tenía los pulmones dañados". Al día siguiente escribió: “duerme solamente dos o tres horas a prima noche, y el resto lo pasa desvelado, y como con pequeños desvaríos". Un español, Joaquín de Mier y Benitez, le ofreció su casa en la Hacienda de San Pedro Alejandrino, ubicada en las afueras de Santa Marta, para que se recuperase de sus males. La hacienda o quinta de San Pedro Alejandrino fue fundada el 2 de febrero de 1608 por un canónigo de la Catedral de Santa Marta con el nombre de “La Florida San Pedro Alejandrino”, en memoria del mártir español Pedro Godoy. Con el transcurrir del tiempo y la historia, la hacienda cambió quince veces de propietarios entre los que destacan apellidos como Mondragón, Orozco, Zubiría, De Mier entre otros. El 9 de enero de 1808 don Faustino de Mier y Theran compró la hacienda por $11.773 pesos oro, pero años más tarde le fue confiscada la propiedad por no colaborar con la causa patriota. A finales de la segunda década del siglo XIX fue adjudicada al hidalgo español don Joaquín de Mier y Benítez, hombre de negocios, que intensificó los cultivos de caña de azúcar para la producción de la panela, el ron y la miel. Bolivar llegó a la hacienda un poco mejor pero el día 8 tuvo una recaída. Ese día, Révérend escribió: "El enfermo disimula sus padecimientos, pero estando solo da algunos quejidos". 1698 T. P. La última frase de Bolívar (1830). Alexandre Prosper Révérend, médico de Simón Bolívar 464 El día 10 Bolívar le pidió al médico que le hablara francamente y éste le dijo que no creía que pudiera salvarse. Bolívar le dijo: “¿Y ahora, cómo salgo yo de este laberinto?” Se decidió entonces a escribir su última proclama y su testamento. El día 11 escribió su última carta, dirigida a Justo Briceño, y le pidió que se reconciliara con Rafael Urdaneta para salvar la Unión de la Gran Colombia. Desde el día 12 el estado de Bolívar se agravó, delirando a veces, y el 17 entró en agonía. Así lo narró Révérend: "Me senté en la cabecera, teniendo en mi mano la del Libertador, que ya no hablaba sino de modo confuso. Sus facciones expresaban una perfecta serenidad; ningún dolor o seña de padecimiento se reflejaban sobre su noble rostro. Cuando advertí ya la respiración se ponía estertorosa, y el pulso trémulo, casi insensible, y que la muerte era inminente, me asomé a la puerta del aposento, y llamando a los generales, edecanes y los demás que componían el séquito de Bolívar: "Señores, exclamé, si queréis presenciar los últimos momentos y el postrer aliento del Libertador, ya es tiempo". Inmediatamente fue rodeado el lecho del ilustre enfermo, y a los pocos minutos exhaló su último suspiro Simón Bolívar a causa, según su médico, de tisis pulmonar. Del óbito del gran pintor Francisco Laso de la Vega y de los Ríos, más conocido como Francisco Laso, que destacó como excepcional retratista, dejó Palma estas frases: Lazo murió en 1869, en viaje para Jauja, adonde se dirigía en busca de alivio para sus enfermos órganos respiratorios1699. En efecto en 1868 había ingresado en la Cruz Roja para contribuir en la erradicación de la fiebre amarilla; “desgraciadamente se contagió del mal y en camino a la sierra en busca de recuperación falleció en San Mateo”1700 un 14 de mayo. Había nacido en Tacna el 8 de mayo de 1823. En una simpática tradición sobre la universal necesidad de la figura del “padrino”, afirma Palma que hasta para doblar el petate toma uno por padrino al médico y al confesor, y al 1699 B. T., XXIV. 1700 Estremadoyro Robles, Camila. Diccionario histórico biográfico de peruanos ilustres. Editorial Científica, Jesús María, 3ª ed., 1990. Francisco Laso, pintor 465 escriba o fariseo, concluyendo que tener buenos padrinos es casi tanto o más que tener salud y una mina de oro en California1701. Y tras morir habrá que determinar cuál ha sido la causa del fallecimiento. En el siguiente fragmento vemos un anticipo de sesión clínica, en la que se explica por qué murió un anciano. Dice así: Y sucedió que el sábado, la Parca, alguacilada por los rigores del invierno, arrastró al hoyo a un nonagenario o macrobio del pueblo, víctima de un reumatismo que el boticario, el barbero y el albéitar de Vitigudino (en Castilla), reunidos en junta, declararon ser obra maestra de reumatismos1702. El fallecimiento de este gran literato, de don Ricardo Palma, privó a las letras universales de una cabeza lúcida y con buen humor. Mucho antes, en la guerra entre el Perú y Chile, Don Ricardo había perdido varias obras, listas para la imprenta -como apunta Riva-Agüero1703- durante el saqueo de Miraflores en 1881. Uno más de los deplorables efectos de las guerras. Nunca las podremos leer, ni saber si en ellas hubo más referencias a los médicos o a la Medicina. Pero estoy casi seguro de que así habría sido. Don Ricardo Palma, que murió de puro viejo en 1919, padeció –como hemos visto- en sus últimos años algunos achaquillos que él llamaba dolencias físicas propias de la ancianidad1704: sobretodo, vista débil, una sordera que debutó en 1911 e incapacidad para la deambulación. Por eso salía a tomar el sol en silla de ruedas conducido por alguna de sus hijas. Pero, en ningún momento perdió esa lucidez que fuera manantial de tanta gloria para las letras peruanas. 1701 A. V. Los padrinos. 1702 T. P. Refranero (S. F.). 1703 Riva-Agüero, José de la. Polémica histórica sobre el Inca Garcilaso. En: La conquista y el virreinato (Obras completas, tomo IV). Pontificia Universidad Católica del Perú, p. 51, Lima, 1968. 1704 En su última Memoria Anual (1911) como Director de la Biblioteca Nacional. 466 467 XXIII. CONCLUSIONES El recorrido a través de la obra de Ricardo Palma con ojos de médico e historiador, o de amante de la Medicina y de la Historia, me ha permitido aprender cómo se realizaba el cuidado de la salud en el Perú durante la conquista, el virreinato y la época republicana a través de sus múltiples referencias sobre materias sanitarias. Un cuidado que se realizaba tanto por los médicos como por los cirujanos, barberos, boticarios, religiosos y hasta barchilones, cada uno en su ámbito y según su particular arte. Y, sobretodo, me ha facilitado entender mejor al autor, a su carácter jocoso y observador, y difrutar del producto de su ágil pluma y de sus enciclopédicos conocimientos. Las conclusiones más importantes que he podido extraer de este trabajo de investigación son las siguientes: 1. Ricardo Palma nunca pretendió hacer una historia de la Medicina en el Perú, como no pretendió tampoco escribir académicamente sobre historia en general –salvo en algún concreto trabajo que le valió serias preocupaciones y críticas como “Monteagudo y Sánchez Carrión”- pero sí dejó en su obra múltiples referencias a materias de tipo sanitario que han hecho posible, mediante su análisis, conocer mejor el cómo y el por qué de la Medicina y los Médicos en el Perú de los siglos XVI al XIX. 2. En general, la confiabilidad o plena verosimilitud de las referencias históricas en la obra de Palma es relativa, a pesar de que su cercanía a las fuentes primarias – archivos y documentos conservados en bibliotecas- haya facilitado su acceso a lo realmente acontecido. Pero aunque no siempre los datos sean exactos, sus escritos dan las suficientes pistas para poder conocer el conjunto de las circunstancias y servir de acicate para profundizar más en los documentos originales y en las materias abordadas. Él mismo sugiere que esa es una de las virtudes de sus Tradiciones. Hay que subrayar aquí que su cargo de Director de la Biblioteca Nacional del Perú le mantuvo durante largos años muy próximo a las fuentes, que accedió a ellas con facilidad y se nutrió muchas veces de las ediciones originales de los mejores autores. Si bien Palma no pretendió escribir una historia del Perú, hoy por hoy, la obra palmista es casi imprescindible para conocer en toda su extensión y amplitud el modo de vida –y en nuestro caso, las características de la Medicina- en el Perú de siglos pasados. 3. El hecho de que Ricardo Palma Román, hijo del escritor, hubiera sido médico, acercó de modo decisivo a don Ricardo a la práctica de la Medicina, sus vicisitudes, actividades relacionadas y a la docencia de la misma, como queda demostrado por 468 el gran número de referencias que sobre estas materias existen en la correspondencia intercambiada entre padre e hijo, que hemos podido consultar en el Archivo de la Fundación Ricardo Palma situado en la Casa Museo del escritor en Miraflores, Lima. La enfermedad y la Medicina también relacionada con otros de sus hijos, como Clemente o Vital, forman parte de los temas tratados en su correspondencia así como de los cuidados médicos que el propio hijo médico de Palma, el citado Ricardo Palma Román, realizaba sobre su propio padre. 4. Ricardo Palma conoció con variada profundidad a varios médicos peruanos, más o menos insignes. En su obra cita a más de ochenta médicos, algunos de los cuales se dedicaron, como él, a la literatura. En ese sentido, los médicos escritores veían diluirse, a los ojos de Ricardo Palma, su condición de médicos para tener simplemente la condición de literatos lo que les convertía en colegas. Me refiero a Ulloa, Corpancho y otros. Seguía sus enfermedades, se preocupaba por ellos y se mantenía informado del devenir de la salud de sus amigos médicos así como de la del resto de sus amigos. 5. En la manera de asomarse a la actividad médica, Ricardo Palma puede ser considerado, en cierto modo, heredero del estilo de escritores como Francisco de Quevedo, en la Península Ibérica, y de Juan del Valle y Caviedes, en el virreinato peruano. Algunos incluyen en esa nómina de influencias a Molière. La forma irónica, consustancial a su carácter desenfadado y burlón, adoptó, por lo que respecta al trato a la profesión médica, una especial brillantez y agudeza. Llamaba a veces a los médicos “matasanos”, definiendo así su concepto cuando menos escéptico sobre la ciencia médica. En parte ese descreimiento e incluso animadversión –más o menos velada (a veces llamaba “tirano” a su médico el Dr. Velásquez)- se acrecentó cuando –al final de su vida- se le prohibió dedicarse a la escritura debido a su “cerebro fatigado” y a sus problemas de visión. En todo caso gozaba de lo que podríamos denominar una “mala salud de hierro”. Se sentía achacoso con setenta años y sin embargo alcanzó una muy avanzada edad. 6. No obstante lo anterior, considero que sí admiraba a ciertos médicos, especialmente de tiempos pretéritos, como a Miguel Tafur, Félix Devoti, Gabriel Moreno o José Pezet, y el referido hecho de que su hijo estudiara Medicina sirvió para atenuar el rechazo –con algo de pose literaria- que la esa profesión la inspiraba. En este sentido, nuestro autor colaboró incluso con un médico, el Dr. Constantino Carvallo, al prestarse para probar el primer aparato de Rayos X que llegó al Perú, lo que demuestra su sensibilidad hacia la ciencia médica a pesar de las ironías y burlas de que hacía objeto a algunos galenos. Además, como miembro de la Beneficencia Pública de Lima, ahora llamada Sociedad de Beneficencia de Lima Metropolitana, 469 participó activamente en la elección de los médicos que debían ocupar las diversas plazas en dicha institución. 7. Era consciente de que la Medicina en Europa y, en menor medida en aquella época, en los Estados Unidos, estaba más desarrollada que en el Perú y esa es la razón por la que aconsejó a su hijo Ricardo ampliar estudios en el extranjero, lo que supone por parte de don Ricardo, una visión moderna y avanzada de lo que debe ser la formación médica. Además, consideraba que ese entrenamiento en el exterior redundaría en un prestigio como profesional que haría de su hijo un médico más respetado en el Perú. 8. En la obra de Ricardo Palma, que refleja la sociedad de tiempos pasados en el Perú, se hacen frecuentes referencias a lo que podríamos denominar Medicina Popular y Tradicional así como al Curanderismo y otras actividades sanitarias que hoy enmarcaríamos dentro de las llamadas “Medicinas Alternativas”. Deja constancia de tratamientos y recetas curiosas y antiguas, expurgadas de textos, consejas y leyendas y nos aporta así una visión aproximada de esa realidad que, por otra parte, sigue existiendo hoy en día, con su mezcla de magia y de conocimientos ancestrales y empíricos. Se hace mención relativamente copiosa de hierbas medicinales o de tratamientos a base de raíces y sus aplicaciones. En el relato de algunos de estos tratamientos, como el que se daba con quinina (Polvos de la Condesa), la tradición está enteramente dedicada a ellos. 9. Palma, como Director de la Biblioteca Nacional, estaba al tanto de las publicaciones de índole médica que se iban publicando y que llegaban al Perú e incluso de aquellas que, no habiendo llegado, convenía solicitar. Asímismo conocía los temas y materias tratados en las tesis de Medicina que se iban defendiendo en la Escuela de Medicina de San Fernando. Conocía, al menos de nombre, a los catedráticos de esta facultad de Medicina como queda de manifiesto en su correspondencia. 10. Gran conocedor de Lima, su ciudad, conocía muy bien qué hospitales se habían ido fundando durante el virreinato. A través de su obra podemos tener datos sobre qué actividad realizaban, a quienes estaban destinados, o cuál era su antigüedad o ubicación así como sobre las órdenes religiosas que los regentaban. 11. El Perú sufrió regularmente, como por otra parte, otras regiones del continente, un buen número de epidemias que asolaron de modo notable la población. Palma da noticia de ellas, de las de tifus y viruela, de las de vómito prieto (fiebre amarilla) o de peste. Habla también de la tuberculosis o tisis y del escorbuto que, sin ser propiamente epidémico, diezmó poblaciones enteras. 12. A lo largo de su obra he detectado más de seiscientos términos y referencias diferentes relacionadas con la Medicina y ciencias afines, muchas de ellas citadas varias veces, lo que multiplica dichas referencias y hace de la obra de Palma una 470 más de las fuentes a través de las cuales se puede comprender la actividad santaria, en sentido amplio, del Perú desde los siglos XVI al XIX. 13. Ricardo Palma, insigne lexicógrafo, demostró a lo largo de su obra un más que regular conocimiento de la terminología médica más común y de algunos detalles terapéuticos que sobrepasaban lo que era de esperar en alguien no versado en estas materias. Gracias a su actividad en pro del reconocimiento por parte de la Real Academia Española de muchos términos usados en América, el Diccionario de la RAE fue incorporando, con el tiempo, antes o después de su fallecimiento varios términos médicos o sanitarios propuestos por don Ricardo. 14. Su obra histórica Anales de la Inquisición de Lima permite conocer el doble papel que los médicos jugaban en el Santo Oficio. Por un lado su actuación como peritos y como curadores de los reos, con el fin de conocer su estado de salud y su capacidad de soportar tormentos, y por otro, la misma condición de reos de algunos de esos galenos que por sus actividades podían ser procesados y penitenciados. 15. En definitiva, la obra de Ricardo Palma, especialmente sus Tradiciones Peruanas, que por la amplitud del rango cronológico que abarca y la vasta cantidad de temas que trata, ha sido objeto de mútiples estudios destacando diversos aspectos, puede ser considerada también una fuente secundaria y una ayuda para el investigador en historia de la Medicina para conocer mejor la asistencia sanitaria en el Perú durante la Conquista, el Virreinato y la República. 471 XXIV. RESUMEN EN INGLÉS/ABSTRACT IN ENGLISH Introduction Ricardo Palma is a Peruvian writer that lived and developed his work between the XIX and XX centuries, since he was born in 1833 and died in 1919. He is the father of a new literary style, novel in his time, that he named "traditions" and to which he later added the adjective "peruvian", that had and still has a lot of readers and that were the origin of a great quantity of pieces written by other writers, inspired by the “Tradiciones Peruanas” style along the vast Hispanoamerican territory. In his "traditions" he was inspired by facts -in many occassions real facts- of the history of Peru, gathered in old chronics, popular legends, all type of original documents and even the verbal tradition. With this baggage he created short pieces through which the reader is encountered with the Peruvian history, especially with what the French refer to as the "petite histoire" and through that get well acquainted with the facts and the circumstances in which they were developed. His condition as Director, position that he held for many years, of the National Library of Peru, that he himself made a reality and that he rebuilt following the chillean occupation of Lima, allowed him to remain close to the primary and secondary sources that he used to compose his written legacy. I took the caution to set the bases, right from the beginning of this work, to what we could call "historicity", that is the "credibility" or "credit" that the work of Palma offers us when it comes to considering the facts described through it as real and veridic. For that reason, I have wanted to proceed with a wide review of the thinking of a large number of experts on his work, regarding precisely this "historicity". I initiated this work by reading carefully and slowly the "Peruvian Traditions", following my realization -through prior readings of some of his work- of the fact that the author mentioned with relative frequency and made reference to episodes where there was medical or healthcare content, understood in a broad context, and not limiting to the medical profession that live through his work, where there are also repeated mentions to other related terms such as barbers, surgeons, pharmacists or about hospitals or healthcare facilities, epidemics, medicinal herbs, “curanderismo” or popular medicine (traditional native healer or shaman’s activities) or around medical literature or even the teaching of Medicine. I also read his "Traditions in green sauce", in which in a tone unusual for what was accustomed at the time, that today could be considered light, several health related topics are mentioned, even if in passing. 472 Of special relevance in Palma, and something highlighted in his work -similarly to as in the work of Quevedo, Valle y Caviedes or even Molière himself-, is the reference ironic, satiric and humour used when referring to the medical professionals and their duties, without thinking -may be- that a Superior Force, the Divine Providence, would actually grant him a son, who studied precisely Medicine, Ricardo Palma Roman, and whose occupation and relation with his own father has been emphasized in the presented here investigation. Another piece of work of Palma analyzed in the present thesis is around "Annals of the Inquisition of Lima", which was written at the begining of the sixties, in the nineteenth century, during his political exile in Chile, following his participation in a conspiracy against the then Peruvian president, Ramon Castilla. I was interested by the double role of the physicians in their activities for the Holy Inquisition as in a role as prisoners or medical auditor or investigator, in a function that could be seen as contradictory, that of assessing the status of the prisoners to determine their ability to undergo punishment and tortures. This investigation got me also interested in the medical “iter” of Ricardo Palma and his family, as well as the friendship he mantained with some physicians at the time. Ricardo Palma was a heavy smoker and suffered sight and hearing difficulties in his latest years. He was probably also a prostatic patient, that is, he suffered from some kind of bening hyperplasia of the prostate. He also lived very closely the disease of his wife Cristina and of his children, one of which deceased at an early age, Cristian. And, at the end of his life, he used a wheel chair. I realized I could not fully comprehend the thinking of Palma with regards to the physicians and medicine if I did not investigate the correspondence, one of the most extensive written producctions, since he kept communication by letters with a great number of people in Spain and Iberoamerica. In the Ricardo Palma Foundation, whose Archives are stored in the “Casa Museo Ricardo Palma, the Museum Residency of the author in the Lima’s neigborhood of Miraflores, is most of the correspondence from “Don” Ricardo, that I had the opportunity to study either in original version or transcipts found there. Of special interest were those found and written to his physician son, the above mentioned Ricardo, since I intuitively thought -and further confirmed- that from these I could bet a lot of news and comments related with Healthcare. Given its easiness of use, I chose to work with the General Compilation of letters, as gathered by Miguel Angel Rodriguez Rea, who includes precisely these letters to his son. I have also read other letters like the ones written to Cristina, his wife, where I could also find plenty of material, especially of intimate and personal nature, with medical content. Ricardo Palma was besides playwright, poet, novelist, journalist and above all "traditionist", a detailed lexicographist and linguistic concerned, especially in the last third of his life, with the analysis of words and concepts commonly used in the American Republics, and specially in Peru, and propose them to the Spanish Royal Academy of Language, to which he belonged as an 473 academic, so that they would be incorporated or added to the Dictionary of the mentioned Academy. Two pieces are the results of his investigations in this respect, Neologismos y Americanismos and Papeletas Lexicográficas that I had the opportunity to study in detailed to extract from these, all the terms related to Medicine in both publications. As time passed by, many were incorporated to the Dictionary. Some of these victories, he could celebrate while alive, some others were recognized following his death, but in any case demonstrate the clarity of vision of “Don” Ricardo and his interest of making of a Spanish language a living language and not a dead one like latin or Classical Greek. The classification of all the information in chapters has been challenging and would admit, of course, other approaches. I considered it relevant to dedicate one of the chapters to popular medicine and “curanderismo. Current Peru is the actual inheritant of the not only hispanic tradition, culture and relition, brought over by the conquerors and colons of the early days, and especially during the viceroyalty era, but also, logically, of the civilization that pre existed in Peruvian territory and that has prevailed through its divers manifestations, many of which mixed with the hispanic, as a syncretism, usual practice, not only in Peru but in the majority of countries throughout HispanoAmerica. The use of natural medicines in Peru was common, and is still common, and have been highlighted throughout this work on Palma. I have also dedicated a chapter to infections and other gastronterological affections, "De cólicos y cámaras" that in the past as well as in the present, are of concern to those visiting Peru and do not follow certain hygienic dietary precautions. In a similar manner, the apothecaries and apothecs, old name for our current pharmacies, occupy a place in this work, since they are a part, and not a minor one, of the sanitary assistance, and are mentioned with a relative frequency in the work of Palma. The same is true with regard to the hospitals and some of the religious orders that managed and financed these. Lima counted with a large number of these medical facilities, relative to the size of the population of this city. Of all the medical and healthcare information obtained, I have considered it relevant and foremost useful, to gather in a chapter, where all the terms and subjects dealt with to facilitate future research of similar nature through the work of Palma. This alphabetical index of subjects also includes an onomastic one when it refers to names of physicians, surgeons, apothecaries or hospitals Going through the work of Ricardo Palma with the eyes of a physician and historian, lover of Medicine and of History, have allowed me to learn how healthcare provision was given through the conquest of Peru, the viceroyalty era and the republican period through the many references in his work to medicine related matters. That healthcare was delivered from physicians, surgeons, barbers, apothecaries, the clerk, and even “barchilones”, each one of them in their particular scope and with their particular touch. and foremost, has facilitated my undestanding of the writer, his ironic and observatory character and enjoy the result of his agile pen and his encyclopedic knowledge. 474 Conclusions The most important conclusions that I was able to draw from my research on his work are the following: 1. Ricardo Palma never intended to write about the history of medicine in Peru, as he did not intend to write in an academic manner about history in general, except in some scpecific writings which in fact preoccupied him notably and was subject of criticism, as "Monteagudo y Sánchez Carrión", but in his repeated mentions to healthcare related matters, have made possible through the analysis of these, to know the how and the why of medical practice and of physicians of Peru from the XVI to the XIX century. 2. In general, the consistency and similarity of the historical references in the work of Palma are relative, despite the accessibility of primary sources (archives and documents kept in libraries) that have facilitated his access to the actual facts. Despite the fact that some of the events described may not be exact, the work of the author allow, through the different clues, to find out the holistic circumstances and serve as a reference to dig even more in the original document and the topics addresssed. The author himself suggests that this is precisely one of the virtues of his “traditions”. It must be highlighed however that his position as Director of the National Library of Peru, kept him through a number of years close to the sources and having access to them, which allowed him in turn, to comprehend from the original editions of the best writers. Despite the fact that Palma did not intend to write a History of Peru, as we stand, his work is almost necessary to understand in all its extension, the standards and ways of living, and in our case, the issues related to medicine of Peru in the past centuries. 3. The fact that Ricardo Palma Román, son of the writer, had been a doctor, moved decisively to Don Ricardo to the practice of medicine, its vicissitudes, activities and teaching related to it, as evidenced by the large number of references on these matters that exist in the correspondence between father and son. I was able to consult the archives of the Ricardo Palma Foundation located in the Museum of the writer in Miraflores, Lima. Medicine and disease also related to other of his children, as Clemente or Vital, are part of the topics covered in their correspondence as well as the medical care medical that Palma’s own son, Ricardo Palma Roman, performed on his own father. 4. Ricardo Palma met with varying depth to several Peruvian doctors, more or less distinguished. In his works he cites more than eighty doctors, some of which were dedicated, like himself, to literature. In that sense, medical writers saw diluted, in the eyes of Ricardo Palma, their medical condition to simply have the status of 475 writers which made them colleagues. I mean Ulloa, Corpancho and others. He kept their illnesses, he cared for them and was kept informed of the evolution of the health of their doctor friends as well as the rest of his friends. 5. On the way to look out the medical activity, Ricardo Palma can be considered, in a sense, heir to the style of writers like Francisco de Quevedo, on the Iberian Peninsula, and Juan del Valle y Caviedes, in the Peruvian viceroyalty. Some include in this list the influence of Molière. The ironic style, inseparable from his character, carefree and mocking, adopted, with regard to the treatment of the medical profession, a special brilliance and sharpness. Sometimes he called the doctors "matasanos", so defining its concept at least skeptical about medical science. In part this disbelief and even hostility -more or less veiled (sometimes he called "tyrant" his physician, Dr. Velasquez)- increased at the end of his life when he was banned to pursue writing because of its "brain tired" and his vision problems. In any case, he enjoyed what might be called a "poor health of iron". When he was seventy years old he felt ailing, and however he reached an advanced age. 6. Nevertheless, I believe that he really admired some doctors, especially from earlier times in Peru, such as Miguel Tafur, Felix Devoti, Gabriel Moreno and José Pezet, and the aforementioned fact that his son study Medicine served to mitigate the rejection, with something as literary pose, which that profession inspired to him. In this sense, our author even collaborated with a physician, Dr. Constantino Carvallo, to test the first X-ray apparatus that came to Peru, demonstrating his sensitivity to medical science, despite the irony and teasing he did when talking about to some doctors. As a member of the “Beneficencia Pública de Lima” (Public Charity of Lima), now called “Sociedad de Beneficencia de Lima Metropolitana”, he actively participated in choosing physicians who were to occupy the various places in the institution. 7. He was aware that medicine in Europe and, to a lesser extent at that time, in the United States, was more developed than in Peru and that is why he advised his son Ricardo to expand his studies abroad, which supposed a modern and advanced vision about what it should be medical training. In addition, he considered that training abroad would result in a professional reputation and he believed that, like this, his son would become a very respected physician in Peru. 8. In the work of Ricardo Palma, that reflects the society of past times in Peru, there are frequent references to what might be called Popular and Traditional Medicine as well as Quackery and other health activities that today are called "Alternative Medicine". He writes about curious and ancient recipes and treatments, obtained from texts, fables and legends and so he gives us an approximate picture of the 476 reality that, moreover, continues to exist today, with its mix of magic and ancestral and empirical knowledge. Relatively abundant medicinal herbs or roots based treatments, and their applications, are referred. In the story of some of these treatments, such as the one dedicated to quinine (“Countess’ powders”), the “tradition” is entirely dedicated to them. 9. Palma, as Director of the National Library, was aware of the medical publications that were published and that came to Peru and even of those not having arrived, but which was a good idea to request. Likewise, he knew the issues and matters dealt with in the doctoral thesis at the School of Medicine of San Fernando. He knew, at least in name, the professors of the Faculty of Medicine as evidenced in his correspondence. 10. Connoisseur of Lima, his city, he knew very well what hospitals have been founded during the viceroyalty period. Through his work we have data on what activity they carried out, whom they were intended, or what was their antiquity or location as well as the religious orders that ran those hospitals. 11. Peru suffered regularly, as indeed other regions of the continent, a great number of epidemics that devastated the population remarkably. Palma gives notice of them, of typhus and smallpox, black vomit (yellow fever) or plague. He also speaks of tuberculosis and scurvy which, without being properly epidemic, decimated entire populations. 12. Throughout his work, I have detected more than six hundred different terms and references related to Medicine and related sciences, many of them mentioned several times, which multiplies the references and makes the work of Palma one source via which one can understand the health care activity, broadly defined, of Peru from the sixteenth to the nineteenth century. 13. Ricardo Palma, famous lexicographer, demonstrated throughout his work more than a regular knowledge of the most common medical terminology and some therapeutic details that exceeded what was expected of someone not versed in these matters. Thanks to his activity for recognition by the Royal Spanish Academy of many terms used in America, the RAE dictionary (Royal Spanish Academy Dictionary) incorporated, along the years, before or after his death several medical or health words proposed by “Don” Ricardo. 14. His historical work Annals of the Inquisition in Lima allows to know the dual role that doctors played in the Holy Office. On the one hand acting as experts and curators of the prisoners, in order to know how their health was and their ability to withstand torture. And secondly, some of those physicians were prisoners themselves because of their activities against Catholic Religion. 477 15. Finally, the work of Ricardo Palma, especially his “Peruvian Traditions”, because of their wide amplitude and chronological range and the vast amount of topics covered, has been the subject of mutiple studies highlighting various aspects. But can also be considered a secondary source and an aid for the researcher in History of Medicine to better understand health care in Peru during the Conquest, the Viceroyalty and the Republic. Bibliography (Selection)  Palma, Ricardo. Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., Madrid, 1968.  Aula Palma, números I al XIII. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, Lima, 1999 a 2014.  Palma, Ricardo. Epistolario general (1905-1919), Obras Completas, Tomo VIII, Vol. 1º, 2º y 3º. Editorial Universitaria, Universidad Ricardo Palma, Lima, 2005 y 2006.  Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. (Prólogo de Martha Hildebrandt). Academia Peruana de la Lengua y Universidad San Martín de Porres, Escuela Profesional de Ciencias de la Comunicación, Lima, 2003.  Revista de la Casa Museo Ricardo Palma, vols. 1 al 7, Miraflores, 2000 a 2012. 478 479 FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA Fuentes Primarias  Archivo de la Casa Museo Ricardo Palma, Lima, Perú.  Archivo de la Fundación Ricardo Palma, Lima, Perú. Bibliografía. Fuentes secundarias Acea Nebril, B. El cólico miserere (Miserere mei). Aportaciones sobre su etimología y características clínicas e hipótesis sobre su aparición en la literatura médica de los siglos XVII-XVIII. Rev Esp Enferm Dig (Madrid), Vol. 93. N.° 3, pp. 176-180, 2001. Adriazola Silva, Juan Carlos. Ricardo Palma y sus relaciones paterno-filiales. En: Aula Palma X- 2011, Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 239-271, Lima, 2011. Adriazola Silva, Juan Carlos. Don Ricardo y su hijo Clemente, dos desterrados políticos en tierras del Mapocho. En: Aula Palma XII-2013. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 375-427, Lima, 2013. Adriazola Silva, Juan Carlos. Don Ricardo Palma y su homenaje marmóreo a la casa natal de Miguel Grau en Piura. En: Aula Palma XIII-2014. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 105-137, Lima, 2014. Ahlborn III, Bernardo. Don Ricardo Palma para empresarios. Lecciones y reflexiones psicoadministrativas y éticas en las Tradiciones Peruanas. Editorial San Marcos, 1ª ed., Lima, 2014. Alarcón López, J; Valverde, J.L. Casimiro Gómez Ortega y la expedición de 1777 al Perú y Chile. Boletín de la Sociedad Española de Historia de la Farmacia 1987(jun);año XXXVIII;núm. 149- 150:155-64. Alayza Escardó, Francisco. La medicina en las Tradiciones peruanas. En: Revista Médica de la Caja Nacional de (sic) Seguro Social. Lima, jun. 1970, 19: 2, pp. 199-208. Alberdi Vallejo, Alfredo. El Hospital de los Naturales de Huamanga (1542-1600). Un ensayo de antropología médica en la historia peruana. En: Runa Yachachiy, Revista Electrónica Virtual, Berlín, 2011. Alcedo, Antonio de. Diccionario geográfico-histórico de las Indias Occidentales o América, es a saber, de los Reynos del Perú, Nueva España, Tierra-Firme, Chile y Nuevo Reyno de Granada. Tomo IV, Imprenta de Manuel González, Madrid, MDCCLXXXVIII. Alegre Pérez, Mª Esther. Drogas americanas en la Real Botica. En: La ciencia española de ultramar. Actas de las I Jornadas sobre "España y las expediciones científicas en América y Filipinas". Ed. Doce Calles, págs. 217-34, Aranjuez (Madrid), 1991. Álvarez Carrasco, Ricardo. Constantino Carvallo Loli. Acta Med Per 28(1), enero-marzo, 2011, p. 58. Álvarez Carrasco, Ricardo Iván. Constantino Carvallo Loli. Padre de la ginecología y obstetricia moderna, pionero de la radiología, bioseguridad y cirugía en el Perú. Instituto Nacional Materno Perinatal, Lima, 2011. Alvarez Pelaez, Raquel. La medicina en las relaciones de Indias. En: Viejo y nuevo continente: la medicina en el encuentro de dos mundos. (López Piñero, coord.) Edición patrocinada por Labs. Beecham, SANED, Madrid, 1992. Álvarez Perca, Guillermo O.P. Fray Jerónimo de Loayza primer arzobispo de Lima. En: Revista de Historia Eclesiástica, nº 12, pp. 7-28, 2010. Alvarez Vita, Juan. Diccionario de peruanismos. Librería Studium Ediciones, Lima, 1990. Alvarez Vita, Juan. Diccionario de Peruanismos. El habla castellana en el Perú. Universidad Alas Peruanas, 2ª ed., Lima, 2009. Amat y Junient, Manuel de. Memoria de Gobierno. Edición y Estudio Preliminar de Vicente Rodríguez Casado y Florentino Pérez Embid. Publicaciones de la Escuela de Estudios Hispano-Americanos de Sevilla, Sevilla, 1947. Amorós, José Luis. Brujas, médicos y el Santo Oficio. Menorca en la época del Rey Hechizado. Institut Menorquí d'Estudis y Torre del Puerto, Mahón, 1990. Anderson Imbert, Enrique. Historia de la literatura hispanoamericana. Fondo de Cultura Económica, 1ª ed., México, 1954. 480 Ángeles Caballero, César. Los peruanismos en la poesía de Ricardo Palma. En: Aula Palma III 2002-2003. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 173-179, Lima, 2003. Ángeles Caballero, César. Ricardo Palma y el Callao. En: Aula Palma IV 2003-2004. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 141-144, Lima, 2004. Ángeles Caballero, César A. Peruanismos en el Epistolario General de Ricardo Palma. En: Aula Palma V 2005-2006. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 15-20, Lima, 2006. Ángeles Caballero, César A. Peruanismos en el Tomo III del Epistolario de Palma. En: Aula Palma IV 2007. Edición del décimo aniversario. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 19-26, Lima, 2007. Ángeles Caballero, César A. Temas palmistas. Editorial Universitaria, Universidad Ricardo Palma, Lima, 2008. Ángeles Caballero, César. El paisaje en la poesía de Ricardo Palma. En: Aula Palma IX 2010. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 19-26, Lima, 2010. Antepazo Brun, Olaya; Anaya Revuelta, Inmaculada. Nuevo apunte sobre el Campano Ilustrado: incidencia de los americanismos en el Diccionario castellano enciclopédico de González de la Rosa. En: Esparza Torres, Miguel Ángel; Fernández Salgado, Benigno; Niederehe, Hans-Josef (eds.). SEHL 2001. Estudios de Historiografía Lingüística. Actas del III Congreso Internacional de la Sociedad Española de Historiografía Lingüística, pp. 757-765, Vigo, 7-10 de febrero de 2001. Helmut Buske Verlag, Hamburg, 2002. Arana, José Ignacio de. Garrotillo. En: Laboratorio del Lenguaje, Diario Médico, 3 de enero de 2007. Arce Rodríguez, Melitón. Pediatría. En: Salaverry García, Oswaldo (ed.); Delgado Matallana, Gustavo (compilador). Historia de la medicina peruana en el siglo XX. Tomo I. pp. 703-718, Fondo Editorial de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima, 2000. Archila, Ricardo. La Medicina y la Higiene en la ciudad. Revista de Indias 1973-1974;131-138:655- 85. Archivo del Virrey Abascal, Sección de Diversos del Archivo General de Indias: Leg. 5, años 1818, 1819 y 1820) Arias-Schreiber Pezet, Jorge. Los médicos en la Independencia del Perú. Editorial Universitaria, Lima, 1971. Arias-Schreiber Pezet, Jorge; Zanutelli Rosas, Manuel. Médicos y farmacéuticos en la Guerra del Pacífico. En: Colección Documental de la Historia del Perú (1879-1884). Comisión Nacional del Centenario de la Guerra del Pacífico. Ed. DESA, Breña, 1984. Arona, Juan de (Pedro Paz-Soldán y Unanue). Diccionario de Peruanismos. Presentación, notas y suplemento de Estuardo Núñez, Ediciones PEISA, Lima, 1974. Arona, Juan de. Chorrillos-Barranco-Miraflores. La línea de Chorrillos: los tres principales balnearios marítimos que rodean a Lima. Presentación de José A. de la Puente Candamo. Edición de "El Comercio", Lima, 1993. Arquiola, Elvira. La expedición Balmis y la difusión de la vacuna. En: La ciencia española de ultramar. Actas de las I Jornadas sobre "España y las expediciones científicas en América y Filipinas". Ed. Doce Calles, págs. 249-54, Aranjuez (Madrid), 1991. Arrizabalaga Lizarraga, Carlos. Fuentes de la lexicografía peruana. En: Revista de la Casa Museo Ricardo Palma, vol. 7, pp. 25-64, Miraflores, abril de 2012. Arroyo, Eduardo. La Lima de Ricardo Palma. En: Aula Palma III 2002-2003. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 203-233, Lima, 2003. Arroyo Laguna, Eduardo. Características sociourbanas de la Lima de Ricardo Palma. En: Aula Palma XIII-2014. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 21-59, Lima, 2014. Avendaño H., Jorge. Perfiles de la Medicina Peruana. Dirección Universitaria de Bibliotecas y Publicaciones, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima, 1983. Ayala Olazábal, José Luis. Palma y los hechos en la Batalla de Ayacucho. En: Aula Palma-IX, Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 265-273, Lima, 2010. Ayllón, Fernando. El Tribunal de la Inquisición. De la leyenda a la historia. Ediciones del Congreso de la República del Perú, Lima, 1999. Barcia Pedro Luis. Ricardo Palma y la Argentina: Pastor S. Obligado, un discípulo argentino. En: Aula Palma V 2005-2006. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 21-51, Lima, 2006. Baroja, Pío. La Monja Alférez. En: El País Vasco (Guía de España). Ed. Destino, Barcelona, 1953. Barreda, Felipe A. Al servicio del Perú: General Clemente de Althaus. Edición privada, Lima, 1958. 481 Basadre, Jorge. Historia de la República del Perú. Tomo VII. Quinta edición aumentada y corregida. Ed. Historia, Lima, 1963. Batticuore, Graciela (edición crítica, estudio preliminar, coordinación de dossier y diccionario a cargo de). Juana Manuela Gorriti. Cincuenta y tres cartas inéditas a Ricardo Palma. Fragmentos de lo íntimo. Buenos Aires-Lima 1882-1891. Escuela Profesional de Ciencias de la Comunicación (Universidad San Martín de Porres), Instituto de Literatura Hispanoamericana, Facultad de Filosofía y Letras (Universidad de Buenos Aires), Patronato de la Casa Museo Ricardo Palma, Lima, 2004. Bauer, Brian S; Coello Rodríguez, Antonio. The Hospital of San Andrés (Lima, Perú) and the Search for the Royal Mummies of the Incas. En: Fieldiana, Antropology, New Series, nº 39, Field Museum of Natural History, Chicago, Illinois, 2007. Bazán Montenegro, Dora. Los nombres en Palma. Ediciones de la Biblioteca Universitaria, p. 88, Lima, 1969. Bazán, Dora. Mujeres, ideas y estilo en las Tradiciones de Palma. Universidad Ricardo Palma, Editorial Universitaria, Lima, 2001. Bazán, Dora. Las Tradiciones Peruanas y sus fuentes. En: Aula Palma III 2002-2003. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 291-309, Lima, 2003. Bazán de Devoto, Dora. Ricardo Palma, pionero de los estudios terminológicos. En: Aula Palma. Discursos de Incorporación al Instituto Ricardo Palma 1998-1999, 1ª ed., pp. 123-141, Lima, 1999. Bazán de Devoto, Dora. Ricardo Palma, gramaticólogo multilingüe. En: Aula Palma X-2011, Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 191-200, Lima, 2011. Bazán de Devoto, Dora. Ángeles y demonios en Ricardo Palma. En: Aula Palma IX-2010, Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 27-53, Lima, 2010. Bazán, Dora. Un episodio sangriento en Palma y López Albújar. En: Aula Palma XII-2013. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 267-289, Lima, 2013. Bazán Montenegro, Dora. Nueva tipología de la mujer. En: Aula Palma XIII-2014, Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 405-427, Lima, 2014. Bazul, Víctor. El Profesor Doctor Constantinio T. Carvallo y la creación de la Cátedra de Ginecología en la Facultad de Medicina. En: Anales de la Facultad de Medicina, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, vol. 57, nº 4, 1996. Belaunde, Víctor Andrés. Peruanidad (selección). Pontificia Universidad Católica del Perú, Instituto Riva-Agüero, Lima, 1968. Belevan-McBride, Harry. Primeros apuntes sobre la Lima de Palma en las lecturas de Porras y Salazar Bondy. En: Aula Palma XII-2013. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 27-43, Lima, 2013. Beltroy, Manuel. La poesía de Palma. En: Mercurio Peruano, nº 16-17, octubre-noviembre de 1919. Bellini, Giuseppe. La letteratura ispano-americana dall'età precolombiana ai nostri giorni. Sansoni/Accademia, Firenze-Milano, 1970. Beresofki, José. Nota médica. En: Variedades. Revista Semanal Ilustrada, Año XV, nº 612, Lima, 22 de noviembre de 1919. Berg, Mary G. Clorinda Matto de Turner: periodista y crítica (Perú, 1852-1909). En: Osorio, Betty; Jaramillo, María Mercedes (eds.). Las desobedientes: Mujeres de nuestra América. Panamericana Ed., pp. 147-159, Bogotá, 1997. Berruezo, José. Catalina de Erauso, la Monja Alférez. Publicación del Grupo Dr. Camino de Historia Donostiarra. San Sebastián, 1975. Blanco Juste, F.J. Historia del descubrimiento de la quina. Unión Poligráfica edit., Madrid, 1934. Blázquez Miguel, Juan. Hechicería y superstición en Castilla-La Mancha. Servicio de Publicaciones de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, Toledo, 1985. Bossio, Sandro. Huancayo y su entorno geográfico en las Tradiciones Peruanas. En: Aula Palma III 2002-2003. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 375-382, Lima, 2003. Bravo de Amézaga, José Antonio. Aproximación a la multiplicidad de niveles de lectura en las Tradiciones peruanas de don Ricardo Palma. En: Aula Palma. Discursos de Incorporación al Instituto Ricardo Palma 1998-1999. Universidad Ricardo Palma, 1ª ed., pp. 299-318, Lima, 1999. Bravo, José Antonio. Dos novelas de arraigo neopalmista. Una bella muestra de la perdurabilidad de la novela histórica. En: Aula Palma IV 2003-2004. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 131-140, Lima, 2004. Bravo, José Antonio. La novela perdida de Ricardo Palma. En: Aula Palma V 2005-2006. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 61-73, Lima, 2006. 482 Bravo, José Antonio. Don Ricardo Palma, padre de la narrativa peruana. En: Aula Palma IX-2010, Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 59, Lima, 2010. Burton, Robert. Anatomía de la melancolía. Alianza Editorial, Madrid, 2006. Caballero Wangüemert, Mª de. Milagro. "Diente del Parnaso", simbiosis de lo personal y lo tópico en la lírica hispanoamericana del barroco. En: Andalucía y América en el siglo XVII. Actas de las III Jornadas de Andalucía y América. Publicaciones de la Escuela de Estudios Hispano- Americanos de Sevilla, págs. 191-212, Sevilla, 1985. Cabel, Jesús. El Palma de Raúl Porras Barrenechea. En: Aula Palma V 2005-2006. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 75-86, Lima, 2006. Cabel, Jesús. El Bolívar de Ricardo Palma. En: Aula Palma V 2005-2006. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 87-92, Lima, 2006 Cabel, Jesús. Ica en las Tradiciones de Ricardo Palma. En: Aula Palma IV 2007. Edición del décimo aniversario. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 27-35, Lima, 2007. Cabel Moscoso, Jesús. El Palma de la juventud. En: Aula Palma III. 2002-2003. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 71-89, Lima, 2003. Cabel Moscoso, Jesús. Palma, Lima y Luis Alberto Sánchez. En: Aula Palma IX-2010, Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 61-69, Lima, 2010. Cabel, Jesús. Ricardo Palma en el análisis literario de Estuardo Núñez. En: Aula Palma XII-2013. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 83-89, Lima, 2013. Cabel Moscoso, Jesús. Ricardo Palma en las Tradiciones cusqueñas de Clorinda Matto de Turner. En: Aula Palma XIII-2014. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 205-215, Lima, 2014. Cáceres, Eduardo. Ricardo Palma: relato, memoria y tradiciones en la construcción de la historia. En: Aula Palma X-2011, Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 285-301, Lima, 2011. Cáceres, Tito. Arequipa en las Tradiciones de Palma. En: Aula Palma III 2002-2003. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 383-405, Lima, 2003. Calderón, Emilio. El rey ha muerto (Cómo y de qué murieron los reyes de España, desde Fernando el Católico hasta Alfonso XIII). Ed. Cirene, Madrid, 1991. Carazas, Milagros. José Manuel Valdés, una aproximación a su obra poética, ponencia leída en Congreso Internacional: Perú Siglo XXI - Universos discursivos en la prensa peruana, 9 de julio de 2008. Carbó d’Aloy, Narciso. Farmacología especial. 1870. Carmona, Julio. Ricardo Palma ¿Es poeta de la prosa pero no del verso? En: Aula Palma III 2002- 2003. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 311-332, Lima, 2003.) Carrión Ordóñez, Enrique. Los neologismos y americanismos de Ricardo Palma. En: Boletín de la Academia Peruana de la Lengua, Nueva Época, 28, pp. 119-23, Lima, 1997. Castañeda Delgado, Paulino; Hernández Aparicio, Pilar. La Inquisición de Lima. Tomo I (1570- 1635). Ed. Deimos, Madrid, 1989. Castañeda, Carmen (coord.). Del autor al lector. Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, p. 303, 1ª ed., México, 2002. Castillo, Félix; Neyra, José. El Círculo Médico del Perú, Precursor de la Federación Médica y del Colegio Médico del Perú. Anales de la Facultad de Medicina, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Vol. 57, Nº4 – 1996. Castillo Sánchez, Wellington. Tradiciones de Ricardo Palma en la región La Libertad. De huacas, huaqueros, pasquines, líos eclesiales, tesoros encantados, rancia aristocracia y libertarios. En: Aula Palma IV 2003-2004. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 237- 261, Lima, 2004. Castillo, Wellington. Sartenazos que duelen o tiznan. Tradiciones de Ricardo Palma de la Región de La Libertad. Editorial Compañía Editorial Americana, Trujillo, Perú, 2012. Castillo Uculmana, Patricia. El diablo como personaje en las Tradiciones Peruanas. En: Aula Palma V 2005-2006. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 93-102, Lima, 2006. Castresana, Luis de. Catalina de Erauso, la Monja Alférez. Ed. Afrodisio Aguado, Madrid, 1968. Castro Vásquez, Aquilino. Teresa Apolaya. La muy poderosa Sra. Catalina Huanca. Edición del Autor, Chupaca, 2005. Cavieres, Eduardo. Entre la tradición y la historia. Ricardo Palma y las (re)conciliaciones entre el pasado y el presente. En: Aula Palma-IX, Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 321-342, Lima, 2010. 483 Cavieres, Eduardo. Ricardo Palma: relato, memoria y tradiciones en la construcción de la historia. En: Aula Palma X-2011, Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 285-301, Lima, 2011. Céspedes del Castillo, Guillermo. El tabaco en Nueva España. Discurso leído el 10-V-1992, Real Academia de la Historia, Madrid, 1992. Cisneros, Luis Jaime. Palma en su epistolario. En: Revista de la Casa Museo Ricardo Palma, vol. 2, pp. 9-13, Miraflores, 2001. Cisneros V., Luis Jaime. Palma y su pasión lexicográfica. En: Aula Palma V 2005-2006. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 101-110, Lima, 2006. Cisneros, Luis Jaime. Dos notas sobre Palma: americanismos y barroco. En: Revista de la Casa Museo Ricardo Palma, vol. 7, pp. 125-142, Miraflores, abril de 2012. Clement, Jean Pierre. Decadencia y restauración de la medicina peruana a fines del siglo XVIII (I) Asclepio 1987;XXXIX(2):217-38. Coester, Alfred. Historia Literaria de la América Española. Librería y Casa Ed. Hernándo, Madrid, 1929. Colin, Michèle. Le Cuzco à la fin du XVIIe et au début du XVIIIe siècle. Association des publications de la Faculté des Lettres et Sciences Humaines de l'Université de Caen. Coloma Porcari, César. La flora en las Tradiciones peruanas. En: El Dominical de El Comercio, 23 de octubre de 2011, pp. 8-9. Coloma Porcari, César. La flora del Perú en las Tradiciones de Ricardo Palma. En: Aula Palma X- 2011, Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 59-90, Lima, 2011. Coloma Porcari, César. Apuntes sobre Ricardo Palma y la comida peruana. En: Revista de la Casa Museo Ricardo Palma, nº 4, p. 135, Miraflores 2003. Coloma Porcari, César. Ricardo Palma y los tamales. En: El Comercio, Lima, 8 de enero de 1998, p. A-3. Coloma Porcari, César. Ricardo Palma y el pisco. En: El Comercio, Lima, 28 de julio de 2003, p. E-7. Coloma Porcari, César. La culinaria peruana en las Tradiciones de Ricardo Palma. En: Aula Palma VI (Edición del Décimo Aniversario), Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 169-214, Lima, 2007. Coloma Porcari, César. Las antiguas calles de Lima en las Tradiciones de Ricardo Palma. En: Aula Palma-IX, Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 71-106, Lima, 2010. Coloma Porcari, César. Ricardo Palma y los monumentos históricos del Perú. En: Aula Palma XI- 2012. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 71-86, Lima, 2012. Coloma Porcari, César. La medicina tradicional peruana en la obra de Ricardo Palma. En: Aula Palma XII-2013. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 47-64, Lima, 2013. Coloma Porcari, César. Notas sobre el arte popular del Perú en las Tradiciones de Ricardo Palma. En: Aula Palma XIII-2014. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 141-151, Lima, 2014. Compton, Merlin D. Ricardo Palma. Twayne Publishers, Boston, 1982. Compton, Merlin. Dos palomitas sin hiel y su fuente histórica. En: Ricardo Palma 1833-1983. Revista nº 6, Universidad Ricardo Palma, pp. 135-144, Lima, 1983. Compton, Merlin D. La historicidad de las«Tradiciones peruanas» de Ricardo Palma. Biblioteca Nacional del Perú, Fondo Editorial, Lima, 2000. Compton, Merlin D. El sentimiento del honor en las Tradiciones peruanas de Ricardo Palma. En: Revista de la Casa Museo Ricardo Palma Nº 1, pp. 33-53, 2000. Compton, Merlin D. Bartolomé Martínez Vela y las Tradiciones de Ricardo Palma. En: En: Revista de la Casa Museo Ricardo Palma, nº 3, pp. 9-56, Miraflores, diciembre de 2002. Contreras Carranza, Carlos (dir.); O’Phelan Godoy, Scarlett (coord.). Perú, crisis imperial e independencia. En: América Latina en la Historia Contemporánea, Tomo I, 1808/1830. Fundación Mapfre, Ed. Taurus. Cornejo Polar, Antonio. La literatura peruana: totalidad contradictoria. Discurso de incorporación a la Academia Peruana de la Lengua. En: Boletín, nº 17, pp. 73-74, Lima, 1982. Cruz Coke, Eduardo. Historia de la Medicina chilena. Ed. Andrés Bello, p. 70, 1995 Cueto, Marcos. Indigenismo and rural medicine in Peru: the Indian Sanitary Brigade and Manuel Núñez Butrón. Bull Hist Med 1991;65:22-41. Cueto, Marcos. El regreso de las epidemias. Salud y sociedad en el Perú del siglo XX. IPS Instituto de Estudios Peruanos, Lima, 2000. 484 Chávez Lara, Luis Reynaldo. Microhistoria de la fatalidad y peritaje del pasado. La muerte del arzobispo Jorge de Benavente. En: Revista Sans Soleil, Estudios de la Imagen, nº 4, 2012, pp. 272-283. Chiappe Lanatta, Marissa. La nueva Botica Francesa: una tradición que se renueva. En: El Comercio, sábado 1 de mayo de 2010. Damas Espinoza, Gino. Palla-Huarcuna y los tesoros de Catalina Huanca, dos tradiciones de temática legendaria que aún perviven en la literatura oral. En: Aula Palma IV 2003-2004. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 203-213, Lima, 2004. Dávila Vásquez, Jorge. Algunos temas ecuatorianos en Ricardo Palma. En: Aula Palma II 2000- 2001. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, Editorial Universitaria, pp. 13-33, Lima, 2002. Deleuze, Gilles. Lógica del sentido. Ed. Paidos, pp. 32 y 145-151, Barcelona, 1994. Delgado Matallana, Gustavo; Rabí Chara, Miguel. Evolución histórica de la Facultad de Medicina de San Fernando, Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Facultad de Medicina, Lima, 2006. Descola, Jean. La vida cotidiana en el Perú en tiempos de los españoles, 1710-1820. Librería Hachette, Buenos Aires, 1962. Díaz Falconí, Julio. Cronología de las Tradiciones Peruanas (Conclusión). En: Revista de la Casa Museo Ricardo Palma, nº 5, pp. 49-144, Miraflores, diciembre de 2004. Díaz Ortiz, Pedro. Lectura de Palma. En: Ricardo Palma (1833-1983), Revista nº 6, Universidad Ricardo Palma, p. 62, Lima, 1983. Díaz, Pedro. Don Dimas de la Tijereta. Génesis y variantes. En: Aula Palma VI (Edición del Décimo Aniversario), Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 37-43, Lima, 2007. Díaz Ortiz, Pedro. Las Tradiciones como género literario. En: Aula Palma. Discursos de incorporación al Instituto Ricardo Palma 1998-1999. Universidad Ricardo Palma, 1ª ed., pp. 179-194, Lima, 1999. Díaz Ortiz, Pedro. Las primeras tradiciones de Palma. En: Revista de la Casa Museo Ricardo Palma, vol. 7, pp. 65-76, Miraflores, abril de 2012. Díaz Ortiz, Pedro. Zuma. En: Aula Palma XIII-2014, Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 321-329, Lima, 2014. Diccionario de Autoridades, Real Academia Española. (Edición facsimil). Ed. Gredos, Tomo I, Madrid, 1984. Diccionario de la Lengua Española, Real Academia Española, 20ª ed., Madrid, 1984. Diccionario de Medicina y Cirugía o Biblioteca Manual Médico-Quirúrgica. Tomo IV, Madrid en la Imprenta de la calle de la Greda, año de 1807. Diccionario Porrúa de Historia, Biografía y Geografía de México. Ed. Porrúa, 3ª ed., México DF, 1971. Diccionario terminológico de ciencias médicas. Ediciones Científicas y Técnicas, Masson/Salvat Medicina, 13ª ed., Barcelona, 1992. Domínguez Compañy, Francisco. Ordenanzas Municipales Hispanoamericanas (Recopilación, estudio preliminar y notas de). Asociación Venezolana de Cooperación Intermunicipal, Instituto de Estudios de Administración Local, Madrid-Caracas, 1982. Domínguez Condezo, Víctor. Pervivencia de palabras y frases de creación popular, versos y demás picardías peruleras en Tradiciones Peruanas. En: Aula Palma XI-2012. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 269-279, Lima, 2012. Dorvault, François-Laurent-Marie. La Botica o repertorio general de Farmacia práctica. Librería Extranjera y Nacional, Científica y Literaria, Madrid, 1859. Drinot, Paulo. Locura, neurastenia y “modernidad”: interpretaciones médico-legales y populares del suicidio en la República Aristocrática. En: Cueto, Marcos; lossio, Jorge; Pasco, Carol (eds.). El rastro de la salud en el Perú. Universidad Peruana Cayetano Heredia, Instituto de Estudios Peruanos, pp. 211-258, 1ª ed., Lima, 2009. Erazo, Bartolo. Nota de cirugía. En: Variedades. Revista Semanal Ilustrada, Año XV, nº 614, p. 1040, Lima, 6 de diciembre de 1919. Escamilla-Colin, Michèle. Crimes et chatiments dans l'Espagne inquisitoriale: assai de typologie délictive et punitive sous le dernier Habsbourg et le premier Bourbon. Tome 1, Berg International éditeurs, Paris, 1992. Escomel, Edmundo. Notas biológicas sobre la laguna medicinal de Huacachina, Perú. Revista Chilena de Historia Natural, vol. 40, nº 1, pp. 139-143, 1936. Espezúa Salmón, Boris. Ricardo Palma y los mitos andinos. En: Aula Palma IV 2003-2004. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 215-225, Lima, 2004. 485 Espinoza S, Manuel; Cabezas S, César; Ruiz O, Julio. Un acercamiento al conocimiento de la fiebre amarilla en el Perú. Rev Peru Med Exp Salud Publica 2005;22(4):308-315. Esteve Barba, Francisco. Cultura virreinal. En: Historia de América y de los pueblos americanos. (Antonio Ballesteros y Beretta, dir.) Tomo XVIII, Salvat Ed., Barcelona, 1965. Estrella Aguirre, E. Expedición geodésica: mito y realidad de la quina. Anales de las II Jornadas de Historia de la Medicina Hispanoamericana, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cádiz, págs. 25-32, Cádiz, 1986. Estremadoyro Robles, Camila. Diccionario Histórico Biográfico Peruanos Ilustres. Ed. Científica, 3ª ed., Lima, 1990. Falconí Piedra, Gabriela. Las mariposas y el fuego: la mirada de Ricardo Palma sobre cuatro mujeres ecuatorianas. En: Aula Palma XIII-2014, Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 431-448, Lima, 2014. Fanjul, Serafín. ¿Es la novela histórica un fósil literario? En: Lemlij, M.; Millones, L., eds. Historia, memoria y ficción. Biblioteca Peruana de Psicoanálisis, pp. 50-74, Lima, 2006. Fengsen, Bai. Las Tradiciones Peruanas en chino. En: Aula Palma II 2000-2001. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, Editorial Universitaria, pp. 259-264, Lima, 2002. Fernández Alonso, Serena. Condiciones de la sanidad pública en la época virreinal: notas sobre el hospital de Bellavista de Lima en el siglo XVIII. Asclepio 1992:XLIV(1):135-63. Fernández Ñique, Germán. Aspectos socio-culturales de la Medicina Tradicional en el medio rural de Piura. Ed. San Marcos, Piura/Lima, 1992. Fernández Prieto, Celia. El anacronismo: Formas y funciones. En: Actas do Colóquio Internacional Literatura e História. Vol. I. Facultade de Letras do Porto, pp. 247-257, Porto, 2004. Ferrer Benimeli, José A. Masonería e Inquisición en Latinoamérica durante el siglo XVIII. Universidad Católica "Andrés Bello", Instituto de Investigaciones Históricas, Caracas, 1973. Folch Andreu, R. Contribución al estudio histórico de la quina en España. Revista de la Universidad de Madrid (Sec. de Farmacia);I,4:60-84, Madrid, 1941. Font Quer, Pío. Plantas medicinales, el Dioscórides renovado. Ed. Labor, 13ª ed., Barcelona, 1992. Forgues, Roland. Revisitando a Palma en el sigo XXI. Disidencia y utopía. En: Aula Palma VI (Edición del Décimo Aniversario), Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 249-268, Lima, 2007. Forgues, Roland. Claves ocultas del pensamiento de Palma. En: Aula Palma XII-2013. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 305-320, Lima, 2013. Frisancho Pineda, David. Curanderismo y brujería en la costa peruana. Lima, 1986. Frisch M, van den Brule AJ, Jiwa NM, et al. HPV-16-positive anal and penile carcinomas in a young man--anogenital 'field effect' in the immunosuppressed male? Scand J Infect Dis 28 (6): 629-32, 1996. Gálvez, José. Una estampa del siglo XVI. En: Estampas limeñas. Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Departamento de Publicaciones, Lima, 1966. Gálvez, José. Rondas y ladrones, estampa del siglo XVIII. En: Estampas limeñas. Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Departamento de Publicaciones, Lima, 1966. Gálvez, José. La sobremesa. En: Estampas limeñas. Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Departamento de Publicaciones, Lima, 1966. Gálvez, José. La comedia. En: Estampas limeñas. Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Departamento de Publicaciones, Lima, 1966. Gálvez, José. Los fígaros de Lima. En: Estampas limeñas. Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Departamento de Publicaciones, Lima, 1966. Gálvez, José. Médicos y curanderos. En: Nuestra pequeña historia. Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Departamento de Publicaciones, Lima, 1966. Gallego Morell, Antonio. Literatura. Prosa. Verso. En: Gran Enciclopedia de España y América (José María Xavierre, coord.), Tomo VIII, Gela S.A./Espasa-Calpe/Argantonio, Madrid, 1985. Gambetta, Fredy. Aportes para un estudio de la relación de Palma con la bohemia tacneña. En: Aula Palma IV 2003-2004. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 187-202, Lima, 2004. Garayar, Carlos. Prólogo. En: Paredes Calderón, Elizabeth Herminia. Algunos aspectos de la tradición palmista ¡A iglesia me llamo! Universidad Ricardo Palma, Editorial Universitaria, p. 9, Lima, 2006. García Calderón, Ventura. Los románticos. En: Volumen 8 de Biblioteca de Cultura Peruana: Primera Serie. Desclée de Brouwer, 1938. 486 García Cáceres, Uriel. Galeno en la Academia Nacional de Medicina. Dos milenios de historia. Separata de la revista Acta Herediana. Volumen doble 26/27, pp. 33-43. Abril 1999 – Marzo 2000. García Cáceres, Uriel. Juan del Valle y Caviedes, cronista de la medicina: historia de la medicina en el Perú en la segunda mitad del siglo XVII. Banco Central de Reserva del Perú y Universidad Peruana Cayetano Heredia, Lima, 1999. García Carraffa, A. y A. Enciclopedia Genealógica y Heráldica Hispano-Americana, Tomo VII, Madrid, 1922. Garfias Dávila, Marcos Ernesto. La Formación de la universidad moderna en el Perú: San Marcos, 1850-1919. Tesis para optar al título de Licenciado en Historia. Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Facultad de Ciencias Sociales, E.A.P. de Historia, Lima, 2009. Gómez Ratón, José Luis. Capítulos médicos en la obra de los historiadores de Indias. Cuadernos de Historia de la medicina Española, año II, pp. 43-80, 1963. Gómez de Silva, Guido. Diccionario breve de mexicanismos. Fondo de Cultura Económica, México, 2001 González Chumpitaz, María. La intertextualidad en “Santiago el Volador”. En: Revista de la Casa Museo Ricardo Palma, Año III, nº 3, pp. 167.173, diciembre 2002. González Hidalgo, Clara. Presencia de Ricardo Palma y las Tradiciones Peruanas en Cuba. En: Aula Palma IV 2003-2004. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 29-46, Lima, 2004. González Obando, Diana. Cartas a un amigo. En: El Dominical de El Comercio, 23 de octubre de 2011, pp. 12-13. González Ruiz, Nicolás. Dos mujeres bajo la leyenda del veneno: Catalina de Médicis. Lucrecia Borgia. Ed. Cervantes, 2ª ed., Barcelona, 1952. Granjel, Luis S. Médicos novelistas y novelistas médicos. Real Academia de Medicina de Salamanca, Salamanca, 1973. Guerra, Francisco. Los errores de interpretación histórica en la transculturación de la Materia Médica Americana. Asclepio 1974-1975;XXVI-XXVII:397-425. Guerra, Francisco. El descubrimiento de la quina. Medicina e Historia, tomo III, 2ª época, nº 69, Barcelona, 1977. Guerra Pérez, Francisco. La materia médica hispano-americana en la época colonial: inventario crítico y bibliografía de manuscritos. Tesis doctoral, Universidad Complutense de Madrid, Facultad de Medicina, Madrid, 1973. Guerra, Francisco. Los libros de medicina coloniales en Hispanoamérica y Filipinas. Anales de las II Jornadas de Historia de la Medicina Hispanoamericana, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cádiz, Cádiz, 1989. Guerrino, Antonio Alberto. Attualità della storia della medicina in Sudamerica. Cuadernos de Historia de la Medicina Española, nº XXVII, Ediciones del Instituto de Historia de la Medicina Española, Universidad de Salamanca, Salamanca, 1974. Guerrino, Antonio Alberto. La Psiquiatría argentina. Editores Cuatro, Col. De Doctor a Doctor, Buenos Aires, 1982. Guibovich del Carpio, Lorgio A. Medicina folklórica en el Antiguo Perú y su proyección en el mundo moderno. Universidad Nacional "Federico Villarreal", Facultad de Ciencias Sociales, Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, Publicaciones GUIBODELCAR, 1ª ed., Perú, 1989. Guibovich Pérez, Pedro M. Censura, libros e inquisición en el Perú colonial, 1570-1754. Escuela de Estudios Hispano-Americanos, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Universidad de Sevilla, Diputación de Sevilla, Sevilla, 2003. Günther Doering, Juan; Lohmann Villena, Guillermo. Lima. Ed. Mapfre, Madrid, 1992. Gutiérrez Samanez, Tania. La influencia literaria de Ricardo Palma en Angélica. En: Aula Palma VI (Edición del Décimo Aniversario), Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 143-156, Lima, 2007. Hampe Martínez, Teodoro. Inquisición y sociedad en el Perú colonial (1570-1820): una lectura crítica de la bibliografía reciente. En: Histórica, vol. 19:1, pp. 1-28, julio 1995, Lima. Hampe Martínez, Teodoro. Las “Tradiciones Peruanas” y el imaginario de la nobleza titulada del virreinato. En: Aula Palma II 2000-2001. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, Editorial Universitaria, pp. 183-208, Lima, 2002. Hampe Martínez, Teodoro. Ricardo Palma, cronista de la Inquisición. En: Aula Palma IV 2003- 2004, Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 145-164, Lima, 2004. 487 Hampe Martínez, Teodoro. El baile de la Victoria: Ricardo Palma ante un episodio inaugural en la historia del Perú republicano. En: En: Aula Palma IX-2010, Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 121-132, Lima, 2010. Hampe Martínez, Teodoro. Nuevo asedio al “bibliotecario mendigo”: Ricardo Palma en la Biblioteca Nacional. En: Aula Palma X-2011, Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 201-221, Lima, 2011. Hampe Martínez, Teodoro. Tradicionismo vs. Tradicionalismo. En: Aula Palma XI-2012, Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 110, Lima, 2012. Harth Bedoya, Alfonso. Ricardo Palma: el egregio tradicionalista e ilustre masón peruano. Ed. San Marcos, Lima, 1992. Hernández, María Isabel. Ricardo Palma en Madrid en 1892. En: Anales de Literatura Hispanoamericana, núm. 13, Ed. Universidad Complutense, p. 55, Madrid, 1984. Higgins, James. Las Tradiciones peruanas de Ricardo Palma: la Historia como legitimación. En: Revista de la Casa Museo Ricardo Palma, nº 2, pp. 15-28, Miraflores, 2001. Holguín Callo, Oswaldo. Tiempos de infancia y bohemia. Ricardo Palma (1833-1860). Fondo Editorial, Pontificia Universidad Católica del Perú, p. 25, Lima, 1994. Holguín Callo, Oswaldo. Palma y Riva-Agüero: calas a su amistad. En: Boletín del Instituto Riva- Agüero, BIRA 2 (Lima):111-134,(1994). Holguín Callo, Oswaldo. Ricardo Palma, el Ecuador y los ecuatorianos. En: Aula Palma. Discursos de ingreso en el Instituto Ricardo Palma 1998-1999. Universidad Ricardo Palma, pp. 239-260, Lima, 1999. Holguín Callo, Oswaldo. Palma, el Ecuador y los ecuatorianos. Editorial del Cardo, 2006. Holguín Callo, Oswaldo. Ricardo Palma en la obra de Porras (Apuntes y bibliogafía). En: Revista de la Casa Museo Ricardo Palma, nº 1, pp. 10-31, Miraflores, 2000. Holguín Callo, Oswaldo. Palma y Tello: una carta y unas chirigotas. En: Páginas sobre Ricardo Palma, Editorial Universitaria, Universidad Ricardo Palma, p. 149, Lima, 2001. Holguín Callo, Oswaldo. Publicaciones y estudios palmistas en 1997-2002. En: Revista de la Casa Museo Ricardo Palma, Año III, Vol. 2, pp. 113-148, Miraflores, diciembre de 2002. Holguín Callo, Oswaldo. Ricardo Palma, cronista bohemio: el Prólogo al Teatro de Segura (1858). En: Aula Palma IV 2003-2004. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 285- 297, Lima, 2004. Holguín Callo, Oswaldo. Ricardo Palma y la cultura negra. Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, Alicante, 2007. Holguín Callo, Oswaldo. Ricardo Palma en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. En: Aula Palma VI 2007. Edición del Décimo Aniversario. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 45-51, Lima, 2007. Holguín Callo, Oswaldo. La librería de Pérez, Pepe Pardo y Ricardo Palma. En: Aula Palma X- 2011, Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 167-189, Lima, 2011. Holguín Callo, Oswaldo. Cronología corregida y aumentada de Ricardo Palma. En: Revista de la Casa Museo Ricardo Palma, nº 7, pp. 87-98, Miraflores, abril de 2012. Holguín Callo, Oswaldo. Palma y la Perricholi. En: Aula Palma XII-2013. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 161-177, Lima, 2013. Hopkins Rodríguez, Eduardo. Carnavalización de mitos clásicos en la poesía del Juan del Valle y Caviedes. En: Hampe Martínez, Teodoro. La tradición clásica en el Perú virreinal. Fondo Editorial UNMSM, Lima, 1999. Huárag Álvarez, Eduardo. Estructura y estrategias en la narrativa peruana. Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima, 2004. Huárag Álvarez, Eduardo. Estructuras y estrategias narrativas en las Tradiciones de Ricardo Palma. Universidad Ricardo Palma, Editorial Universitaria, Lima, 2004. Huárag, Eduardo. La articulación de planos discursivos, al dador en los relatos extraordinarios y la construcción de un personaje pintoresco. Discurso de incorporación al Instituto Ricardo Palma, Lima, octubre de 2004. En: Aula Palma IV 2003-2004. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 15-25, Lima, 2004. Huárag Álvarez, Eduardo. La imagen de Bolívar en las Tradiciones Peruanas. En. Aula Palma V 2005-2006. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 117-125, Lima, 2006. Huarag Álvarez, Eduardo. La independencia y el movimiento nativista en las Tradiciones Peruanas de Ricardo Palma. En: Aula Palma IX-2010, Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 143-160, Lima, 2010. Huárag Álvarez, Eduardo. La negritud en las Tradiciones de Ricardo Palma . En: Aula Palma X- 2011, Instituto Ricardo Palma, p. 49, Lima, 2011. 488 Huárag Álvarez, Eduardo. Palma y la construcción de la identidad nacional. En: Aula Palma XIII- 2014. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 217-232, Lima, 2014. Huertas Vallejos, Lorenzo. A propósito del registro de las “injurias del tiempo”. En: Aula Palma V 2005-2006. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 127-137, Lima, 2006. Huertas, Lorenzo. Ricardo Palma: las alteraciones naturales. En: Aula Palma VI (Edición del Décimo Aniversario), Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 53-62, Lima, 2007. Huertas Vallejo, Lorenzo. Aspectos ideológicos del mundo andino en las tradiciones de Ricardo Palma. En: Aula Palma-IX, Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 166, Lima, 2010. Iza, Agustín; Salaverry, Oswaldo. El Hospital Real de San Andrés. En: Anales de la Facultad de Medicina, vol. 61, núm. 3, 2000, pp. 247-252, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima. Jiménez Borja, Juan. Significado nacional y vida de don Ricardo Palma. En: Juan Jiménez Borja. Crítico y Maestro de Lengua (selección de textos por Carlos Eduardo Zavaleta. Fondo Editorial de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 1ª ed., p. 167, Lima, 2005. Jochamowitz, Alberto. Ricardo Palma en mi vida (Recuerdos). Homenaje al insigne autor de las “Tradiciones Peruanas” en el cincuentenario de la fecha de su muerte. Imprenta T.P.A., Paris, 1969. Jouve Martín, José Ramón. De monstruos, partos y palomas: José Pastor Larrinaga y las polémicas obstétricas en la Lima colonial. Barroco ilustrado: representaciones y discursos en el ámbito hispánico transatlántico. International Congress. UNAM. México DF, México. October 28-30, 2009. Jouve Martín, José Ramón. De monstruos, partos y palomas: José Pastor Larrinaga y las polémicas obstétricas en la Lima colonial. Sueños de la razón: monstruos, aberraciones y quimeras del Barroco a la Ilustración. En: La Habana Elegante: revista semestral de literatura 48 (2010). Juárez, Adriana. (Para) los que ahora lean estas mis confidencias. Una aproximación al epistolario de Ricardo Palma. En: Aula Palma IV 2003-2004. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 47-59, Lima, 2004. Kapsoli Escudero, Wilfredo. Biografía del libro El demonio de los Andes. En: Aula Palma. Discursos de Incorporación al Instituto Ricardo Palma 1998-1999, 1ª ed., p. 23-43, Lima, 1999. Kapsoli, Wilfredo. Cartas entre Ricardo Palma y Miguel de Unamuno. En: Revista de la Casa Museo Ricardo Palma, Año 2, nº 2, pp. 109-135, Miraflores, julio 2001. Kapsoli, Wilfredo. Las Tradiciones Peruanas en la escuela. En: Aula Palma III 2002-2003. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 241-258, Lima, 2003. Kapsoli Escudero, Wilfredo. Miguel de Unamuno y Ricardo Palma: una amistad epistolar. En: Aula Palma V 2005-2006. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 139-171, Lima, 2006. Kapsoli, Wilfredo. Tradiciones ancashinas de Celso Torres. En: Aula Palma XI-2012, Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 133-161, Lima, 2012. Kapsoli Escudero, Wilfredo. La ironía en El Demonio de los Andes. En: Aula Palma XII-2013. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 65-81, Lima, 2013. Kapsoli Escudero, Wilfredo. Apostillas de Ricardo Palma a las acuarelas de Pancho Fierro. En: Aula Palma XIII-2014. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 233-266, Lima, 2014. Koffi, Kouakou. Miradas de un crítico africano sobre las Tradiciones Peruanas de Ricardo Palma. En: Aula Palma-IX, Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 361-388, Lima, 2010. Laín Entralgo, Pedro. Historia Universal de la Medicina. Vol IV, Salvat Ed., Barcelona, 1973. Lara, Luis Fernando. Diccionario de Americanismos. En: Panace@,Vol. XIII, nº 36. Pp. 352-355, Segundo semestre, 2012. Lastres, Juan B. La Medicina en el Virreinato. En: Historia de la Medicina Peruana. Vol II, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Publicaciones del Cuarto Centenario, Imp. Santa María, Lima, 1951. Lastres, Juan B. La Medicina en la República. En: Historia de la Medicina Peruana. Vol III, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Publicaciones del Cuarto Centenario, Imp. Santa María, Lima, 1951. Lastres, Juan B. El doctor José Manuel Dávalos, Documentos, 3, pp. 329-342, Lima, 1951-1955 489 Lastres, Juan. El Colegio de San Fernando y la vacuna. Revista Peruana de Epidemiología, vol. 9, nº 1, enero 1996, pp. 59-61. Le-Roy. La medicina curativa ó la purgación dirigida contra la causa de las enfermedades. Imprenta de Ildefonso Mompié, Valencia, 1829. Lecuna, Vicente. Papeles de Manuela Sáenz. En: Hojas de Cultura, Bogotá, nº 77, Mayo de 1957. León, Andrés de. Libro primero de annathomia, recopilaciones y examen general de evacuaciones, annathomia y compostura del cuerpo humano, differencias y virtudes del Anima, diffiniciones de Medicina, con muchas cosas curiosas y provechosas de Philosophia y Astrologia. Juan Baptista de Montoya, Baeza, 1590 Lewin, Boleslao (Edición, prólogo y notas de). Descripción del Virreinato del Perú (Crónica inédita de comienzos del siglo XVII). Universidad Nacional del Litoral, facultad de Filosofía, Letras y Ciencias de la Educación, Rosario, 1958. Liévano Aguirre, Indalecio. Bolívar. Ed. Grijalbo, 2013. Lima en el IV Centenario de su Fundación. Monografía del Departamento de Lima. Ed. Minerva, Lima, 1935. Lira, Jorge A. Medicina andina: farmacopea y rituales. Centro de Estudios Rurales Andinos "Bartolomé de las Casas", Cuzco, 1985. Lockhart, James. Los de Cajamarca: un estudio social y biográfico de los primeros conquistadores del Perú. Vol. II. Ed. Milla Batres, Lima, 1972. Lockhart, James. El mundo hispanoperuano 1532-1560. Fondo de Cultura Económica, 1ª ed., México, 1982. Lohmann Villena, Guillermo. El arte dramático en Lima durante el Virreinato. Publicaciones de la Escuela de Estudios Hispano-Americanos de la Universidad de Sevilla, Madrid, 1945. Lohmann Villena, Guillermo. Un poeta virreinal del Perú: Juan del Valle Caviedes. Revista de Indias 1948(jul-dic);33-34:771-94. Lohmann Villena, Guillermo. Una incógnita despejada: la identidad del judío portugués autor de la "Discriçion general del Piru". Revista de Indias 1970 (en-dic);119-122:315-87. Lohmann Villena, Guillermo. Personajes y estampas de la Piura virreinal. Col. Algarrobo nº 23, Universidad de Piura, 1979. Lohmann Villena, Guillermo. Los americanos en las órdenes nobiliarias. Tomo I, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2ª ed., Madrid, 1993. Lohmann Villena, Guillermo. Huellas renancentistas en la literatura peruana del siglo XVI. En: En: Hampe Martínez, Teodoro. La tradición clásica en el Perú virreinal. Fondo Editorial UNMSM, pp. 115-127, Lima, 1999. Lohmann Villena, Guillermo. La Inquisición, centinela de la Fe. Prólogo. En: Ayllón, Fernando. El Tribunal de la Inquisición. De la leyenda a la historia. Ediciones del Congreso de la República del Perú, Lima, 1999. López Mato, Omar. La Patria enferma: Males de héroes, próceres y de quienes no lo fueron tanto. Sudamericana, Buenos Aires, 2010. López Piñero, José Mª; Calero, Francisco. "De pulvere febrifugo Occidentalis Indiae" (1663) de Gaspar Caldera de Heredia y la introducción de la quina en Europa. Instituto de Estudios Documentales e Históricos sobre la Ciencia, Universidad de Valencia-C.S.I.C., Valencia, 1992. López Piñero, José M.; López Terrada, María Luz. Los primeros libros de Medicina impresos en América. En: Viejo y Nuevo continente: la medicina en el encuentro de dos mundos. (López Piñero, coord.), Edición patrocinada por Labs. Beecham, SANED, Madrid, 1992. López Piñero, José María. Historia de la Medicina. Historia 16, Madrid, 1990. López-Ríos Fernández, Fernando. Medicina naval española en la época de los descubrimientos. Ed. Labor, Instituto Social de la Marina y Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, Barcelona, 1993. López Ruiz del Arbol, Joaquín; Rodríguez Baciero, Gerardo; Martínez, M. Ángeles; López Bermejo, Miguel A. Los aztecas: nueva aproximación a la odontología en la América precolombina. Minutos Menarini 1991(nov);177:8-11. Maiz, Claudio. Algunos problemas literarios en la relación epitolar entre Ricardo Palma y Miguel de Unamuno. En: Aula Palma III 2002-2003. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 129-166, Lima, 2003. Maldonado Zedano, Soledad. Tradiciones del Perú Republicano: “Delirios de un loco”. En: Aula Palma-IX, Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 291 y 292, Lima, 2010. Maldonado, Soledad. Palma, las escritoras ilustradas y María Nieves la ausente. En: Aula Palma XI-2012. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 41-51, Lima, 2012. 490 Maldonado Zedano, Soledad. Arequipeñismos y localismos en las tradiciones de Ricardo Palma. En: Aula Palma XIII-2014, Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 293-302, Lima, 2014. Manzano Martí, Victoria; Cabrera-Afonso, Juan-Rafael. Uso clínico del tabaco en el Real Colegio de Cirugía de Cádiz. Anales de la Real Academia de Medicina y Cirugía de Cádiz 1992;XXVIII(1):161-5. Mañé Garzón, Fernando. El mal de los siete días. Arch. Pediatr. Urug. vol.80 no.2 Montevideo jun. 2009. Marcoy, Paul. Historia de la quina. En: Viaje por los valles de la quina (Bajo Perú) 1849-1861. Col. Austral, Espasa-Calpe, 2ª ed., Madrid, 1942. Martinengo, Alessandro. El estilo de Ricardo Palma. Universidad Ricardo Palma, Ed. Universitaria, 1ª ed., Lima, 2007. Martinez DR, Manimala NJ, Rafiei A, Hakky TS, Yang C, Carrion R. The Reduction Corporoplasty: The Answer to the Improbable Urologic Question “Can You Make My Penis Smaller?”. En: The Journal of Sexual Medicine, Vol. 12, Issue 3, pp. 835–839, March 2015. Martínez García, Consolación. Drogas importadas desde Nueva España (1689-1720). Estudio estadístico fármacoterapéutico. Secretariado de Publicaciones de la Universidad de Sevilla, Serie Farmacia, nº 4-1991, págs, 98-100, Sevilla. Martínez Millán, José. La Hacienda de la Inquisición (1478-1700). Instituto Enrique Flórez, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid, 1984. Martínez Riaza, Ascensión. Sociedad y cultura en las relaciones Perú-España: finales del siglo XIX y principios del XX. En: Europa e Iberoamérica: cinco siglos de intercambios, IX Congreso Internacional de Historia de América, Actas, vol. III, Asociación de Historiadores Latinoamericanos Europeos y Consejería de Cultura y Medio Ambiente de la Junta de Andalucía, Sevilla, 1992. Martínez Vidal, Alvar. El nuevo sol de la Medicina en la Ciudad de los Reyes: Federico Bottoni y la 'Evidencia de la circulación de la sangre' (Lima, 1723). Comisión Aragonesa Quinto Centenario. Ed. Pórtico, Zaragoza, 1992. Martos, Marco. Anales de la Inquisición de Lima, Ricardo Palma, la vela verde y el sambenito. En: Aula Palma. Discursos de incorporación al Instituto Ricardo Palma 1998-1999. Universidad Ricardo Palma, 1ª ed., pp. 195-218, Lima, 1999. Martos, Marco. Apostillas al lenguaje de Ricardo Palma. En: Aula Palma IV 2003-2004. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 113-124, Lima, 2004. Martos, Marco. Reflexión sobre Ricardo Palma y Manuel González Prada. En: Aula Palma VI (Edición del Décimo Aniversario), Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 63-72, Lima, 2007. Matuk, Farid. Racionalidad económica en la hacienda Cayaltí: 1859-1895. Pontificia Universidad Católica del Perú, Serie de Documentos de Trabajo, nº 60, Octubre 1984. Medina Esteban, José María. Médicos españoles bajo la Inquisición. En: http://medicablogs.diariomedico.com/jena/2011/03/06/medicos-espanoles-bajo-la-inquisicion/ Medina, José Toribio. Historia del Santo Oficio de la Inquisición de Lima (1569-1820). Tomos I y II. Santiago de Chile, 1887. Mellado, Francisco de P. Enciclopedia moderna diccionario universal de literatura, ciencias y artes, agricultura, industria y comercio. Complemento. Tomo I. Establecimiento tipográfico de Mellado, Madrid, 1864. Mendiburu, Manuel de. Diccionario Histórico-Biográfico del Perú. Tomo Cuarto. Imprenta de J. Francisco Solís, pp. 405-406, Lima, 1880. Miranda, Antonio. Ricardo Palma en Brasil a propósito de la traducción de un poema portugués. En: Aula Palma VI (Edición del Décimo Aniversario), Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 269-286, Lima, 2007. Miró, César. Don Ricardo Palma, el Patriarca de las Tradiciones. Ed. Losada, Buenos Aires, 1953. Miró, César. (comentadas por). Cartas indiscretas de Ricardo Palma. Francisco Moncloa, editores, Colección de Esto y de Aquello, 1ª ed., Lima, 1969. Miró, César. Los oficios de don Ricardo. Ediciones Cuper Perú, 1ª ed., Lima, 1994. Miró Quesada, Aurelio. La fecha de la muerte de Manuelita Sáenz. En: El Comercio, 19 de mayo de 1952. Miró-Quesada Sosa, Aurelio. Piura en las Tradiciones de Palma. Col. Algarrobo nº 11, Universidad de Piura, 1973. Miró-Quesada Sosa, Aurelio. El Inca Garcilaso y otros estudios garcilasistas. Ediciones Cultura Hispánica, Madrid, 1971. http://medicablogs.diariomedico.com/jena/2011/03/06/medicos-espanoles-bajo-la-inquisicion/ 491 Miroli, Alejandro B. La medicina en el tiempo. Librería "El Ateneo" Editorial, Buenos Aires, 1978. Molina Richter, Marcial. Valores éticos y pedagógicos en algunos cantares y epigramas insertos en las Tradiciones de don Ricardo Palma. En: Aula Palma XI-2012. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 31-40, Lima, 2012. Molina Richter, Marcial. Las tensiones en algunas Tradiciones de don Ricardo Palma en la Huamanga colonial. En: Aula Palma XIII-2014, Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 339-355, Lima, 2014. Montalvo de Maldonado, Dora. La medicina tradicional en el Perú: contribución a su estudio. Imp. Lumen, 2ª ed., Lima, 1989. Montello, Josué. Ricardo Palma, clássico da América. Rio de Janeiro, 1954. Montoro, Jose. Virreyes españoles en América. Ed. Mitre, Barcelona. Moreano de Vargas, Cecilia. Palma detrás de XYZ. Un aporte al catálogo de sus seudónimos. En: Revista de la Casa Museo Ricardo Palma, vol. 2, p. 103-108, Miraflores, 2001. Moreano, Cecilia. Americanismos en la obra de Ricardo Palma. En: Revista de la Casa Museo Ricardo Palma, vol. 4, pp. 29-60, Miraflores, 2003. Moreano, Cecilia. Relaciones literarias entre España y el Perú: la obra de Ricardo Palma. Editorial Universitaria, Univerisdad Ricardo Palma, Lima, 2004. Moreno, Gabriel René (Prólogo de Luis H. Antezana y Josep Maria Barnadas). Últimos días coloniales del Alto Perú. Vol. 2. Fundación Biblioteca Ayacucho, 2003. Moreno Cebrián, Alfredo. El corregidor de indios y la economía peruana del siglo XVIII. Insituto Gonzalo Fernández de Oviedo, CSIC, Madrid, 1977. Moreu Rey, Enric. Un barceloní a la cort de Maria Antonieta: Sartine. Ed. Selecta, 1ª ed., Barcelona, 1955. Muñoz Calvo, Sagrario. Influencia de la Inquisición sobre diversos aspectos de la Medicna y la Farmacia. Madrid, 1975. Muñoz Calvo, Sagrario. Inquisición y Ciencia en la España moderna. Editora Nacional, Madrid, 1977. Muñoz Ochoa, Maruja. Entre ingas y mandingas. En: El Dominical de El Comercio, 23 de octubre de 2011, pp. 10-11. Neyra Ramírez, José. El Hospital de San Lázaro de Lima. En: Folia Dermatológica Peruana, vol. 7, nº 3, pp. 149-150, Lima septiembre/diciembre 2006. Nieto y Cortadella, Rafael. El virrey Abascal: su familia. Revista del Instituto Peruano de Investigaciones Genealógicas 1963(dic);13:17-23. Nueda, Luis. Mil libros. Ed. Aguilar, Tomo II (M-Z), 6ª ed., Madrid, 1969. Nuñez, Estuardo. Suplemento al Diccionario de Peruanismos de Juan de Arona. Tomo II, Ed. PEISA, Lima, 1974. Núñez, Estuardo. Ricardo Palma en el tiempo y en el espacio. En: Aula Palma. Discursos de Incorporación al Instituto Ricardo Palma 1998-1999. Universidad Ricardo Palma, 1ª ed., pp. 11-21, Lima, 1999. Núñez, Estuardo. Ricardo Palma, escritor continental. Las huellas de Palma en los tradicionistas hispanoamericanos. Fondo Editorial del Banco de Reserva del Perú, Lima, 1998. Nuñez Hague, Estuardo; Pantigoso Pecero, Manuel. Prólogo. Aula Palma V 2005-2006. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 9-10, Lima, 2006. Núñez Pérez, Bernardo Manuel; Peguero Morejón, Hilda Aleida. Presencia en la Literatura Universal de charlatanes, sacamuelas y barberos. Rev. cuba. estomatol;49(3):232-245,jul.-set. 2012. Ocaranza, Fernando. Gregorio López, el hombre celestial. Ed. Xóchitl, México, 1944. Olaya, Olga Lucía. Costumbrismo: espejo histórico de patrimonio y memoria latinoamericana. La visión de Ricardo Palma. En: Aula Palma VII 2008. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 299-305, Lima, 2008. Orozco Acuaviva, Antonio. Noticias médicas en las "Noticias secretas de América" de Jorge Juan y Antonio de Ulloa. Anales de las II Jornadas de Historia de la Medicina Hispanoamericana, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cádiz, Cádiz, 1986. Orozco Acuaviva, Antonio. Aspectos médicos en los viajes a América de Jorge Juan y Antonio de Ulloa. En: Ciencia y Medicina y Sociedad en la España ilustrada (Juan Riera, coord.). Instituto de Ciencias de la Educación, Universidad de Valladolid, Valladolid, 1990. Orozco Acuaviva, Antonio. Ciencia y Cultura en la América Virreinal. En: La América de los Virreyes (I), V Centenario del Descubrimiento y Evangelización de América. Delegación Diocesana de Cádiz-Ceuta, Cádiz, 1990. 492 Orrillo, Winston. Ricardo Palma, Cronista. En: Aula Palma III 2002-2003. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 423-436, Lima, 2003. Orrillo Ledesma, Winston. Algo más sobre el periodismo de Ricardo Palma. En: Aula Palma X- 2011, Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 97-106, Lima, 2011. Orrillo, Winston. Aproximaciones al periodismo de Ricardo Palma. En: Aula Palma III. 2002-2003. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 39-69, Lima, 2003. Ortega García, J.L.; Neira Reina, F. El Hospital de Nuestra Señora del Carmen de Lima. Actas del VIII Congreso Nacional de Historia de la Medicina, vol. III, págs. 1597-1602, Murcia, 1988. Ortega García, J.L.; Neira Reina, F. El Hospital de San Andrés de Lima durante la segunda mitad del siglo XVI. Actas del VIII Congreso Nacional de Historia de la Medicina, vol. III, págs. 1587-96, Murcia, 1988. Ortega García, J.L.; Neira Reina, F. El Hospital de San Lázaro de Lima durante el siglo XVII. Actas del VIII Congreso de Historia de la Medicina, vol. III, págs. 1581-6, Murcia, 1988. Ortega Lázaro O.H., Luis. Lo juandediano en las "Tradiciones Peruanas" del ilustre escritor Ricardo Palma. En: Para la Historia de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, Secretariado Permanente Interprovincial, Hermanos de San Juan de Dios, Fundación Juan Ciudad, Madrid, 1992. Ortiz Sotelo, Jorge; Castañeda Martos, Alicia. Diccionario biográfico marítimo peruano. Asociación de Historia Marítima y Naval Iberoamericana, Lima, 2007. Osorio Valverde, Felizardo. Clínicas privadas. En: Historia de la Medicina Peruana en el siglo XX (Oswaldo Salaverry García, ed.; Gustavo Delgado Matallana, comp.). Tomo I. Fondo Editorial, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, p. 54, Lima, 2000. Oviedo, José Miguel. Genio y figura de Ricardo Palma. Editorial Universitaria de Buenos Aires, Buenos Aires, 1965. Pacheco, Fray Bernardo. Suma moral escrita en breve compendio aumentada y dispuesta por don Manuel Rico, Comissario del Santo Oficio, Maestro de Theologia Moral en el Obispado de Calahorra, Capellán Real de la Capilla del Santo Christo, sita en la insigne Colegial de la Ciudad de Logroño, Beneficiado delas Parroquiales de Luecas, y Zúñiga. Imprenta de los herederos de la Viuda de Juan García Infanzón, Madrid, 1760. Pacheco Vélez, César. Memoria y utopía de la vieja Lima. Universidad del Pacífico, Departamento Académico de Humanidades, Ediciones de la Avispa Blanca, Lima, 1985. Palenque, Marta. Zorrilla y su concepto del “tiempo nuevo” (lectura de la poesía de sus últimos años). Philologia hispalensis, Nº 4, 1, 1989, pp. 327-342. Palma Castro, Alejandro. Relaciones e influencias de las Tradiciones de Ricardo Palma en el siglo XIX mexicano. En: Aula Palma X-2011, Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 36, Lima, 2011. Palma, Angélica. Ricardo Palma, el tradicionista. Codex, Buenos Aires, 1958. Palma, Ricardo. Anales de la Inquisición de Lima. Estudio histórico. Tipografía de Aurelio Alfaro, Lima 1863. Palma, Ricardo. Papeletas léxicográficas. Imprenta La Industria, Lima, 1903. Palma, Ricardo. Papeletas Lexicográficas. (Prólogo de Martha Hildebrandt). Academia Peruana de la Lengua y Universidad San Martín de Porres, Escuela Profesional de Ciencias de la Comunicación, Lima, 2003. Palma, Ricardo. Epistolario. (Prólogo de Raúl Porras Barrenechea). Vol. I, Editorial Cultura Antártica, Lima, 1949. Palma, Ricardo. Tradiciones Peruanas Completas. Edición y Prólogo de Edith Palma. Aguilar, 6ª ed., Madrid, 1968. Palma, Ricardo. (Selección, prólogo y cronología de José Miguel Oviedo). Cien tradiciones peruanas. Biblioteca Ayacucho nº 7, Caracas, 1977. Palma, Ricardo. Tradiciones Peruanas. Edición crítica: Ortega, Julio; Rodríguez-Arenas, Flor María (coords.). Ed. USP, Colección Archivos, 2ª ed., Madrid, París, México, Buenos Aires, Sao Paulo, Río de Janeiro, Lima, 1996. Palma, Ricardo. Poesías Completas. Casa Editorial Maucci, Barcelona, 1911. Palma, Ricardo. Verbos y gerundios. Lima, 1877. (Fundación Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, www.cervantesvirtual.com) Palma, Ricardo. Filigranas. Aguinaldo a mis amigos. Biblioteca Virtual Universal. http://www.biblioteca.org.ar/libros/300771.pdf Palma, Ricardo. Epistolario general (1905-1919), Obras Completas, Tomo VIII, Vol. 3º. Editorial Universitaria, Universidad Ricardo Palma, Lima, 2006. Palma, Ricardo. Tradiciones en Salsa Verde. Librería Editoria Distribuidora Lima, 1ª ed., Lima, s.f. http://www.cervantesvirtual.com/ 493 Pamo Reyna, Oscar G. El Doctor Miguel Fernández de Colunga (1836-1914), el médico del jardín botánico. En: Boletín de la Sociedad Peruana de Medicina Interna - Vol.5 Nº 4 – 1992 Pamo Reyna, Oscar G. In Memoriam. Dr. Miguel Rabí Chara (1932-2007). Rev Soc Peru Med Interna 2007; vol 20 (2):83-84. Pamo Reyna, Óscar G. Los médicos próceres de la Independencia del Perú. Acta méd. peruana v.26 n.1 Lima ene./mar. 2009. Paniagua, Juan A. Un médico europeo en el Descubrimiento: Diego Álvarez Chanca. En: Viejo y Nuevo Continente: La medicina en el encuentro de dos mundos (López Piñero, coord.). Edición patrocinada por Laboratorios Beecham, SANED, Madrid, 1992. Pantigoso Pecero, Manuel. El sentido del pasado y la actualidad de la lengua en las Tradiciones de Palma. En: Aula Palma. Discursos de Incorporación al Instituto Ricardo Palma 1998-1999. Universidad Ricardo Palma, 1ª ed., pp. 143-158, Lima, 1999. Pantigoso, Manuel. Los versos dentro de la poesía de las Tradiciones. En: Aula Palma VI (Edición del Décimo Aniversario), Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 73-83, Lima, 2007. Pantigoso Pecero, Manuel. Las Tradiciones de Palma: lo clásico como continuidad esencial en el tiempo. En: Aula Palma IX-2010, Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 219-228, Lima, 2010. Pantigoso, Manuel. Luis Enrique Tord: vitalización de la historia y la tradición palmista. En: En: Aula Palma XI-2012, Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 235-246, Lima, 2012. Pantigoso Pecero, Manuel. Reflexión y análisis de las páginas de Aula Palma. En: Aula Palma XIII- 2014. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 15-17, Lima, 2014. Pantigoso Pecero, Manuel. El discurso de Ricardo Palma en el III Congreso Americano de Estudiantes de 1912. En: Aula Palma XIII-2014, Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 267-292, Lima, 2014. Pardo Tomás, José. Autores médicos en los índices inquisitoriales españoles del siglo XVI. Dynamis 1985-86;5-6:201-14. Pardo Tomás, José. Ciencia y censura. La Inquisición española y los libros científicos en los siglos XVI y XVII. Estudios sobre la Ciencia, 13, C.S.I.C., Madrid, 1991. Pardo Tomás, José; Martínez Vidal, Alvar. Victims and experts: medical practitioners and the Spanish Inquisition. En: Coping with sickness: Medicine, Law and Human Rights: Historical Perspectives, 9, nº 4 (2009), pp. 1-18. Paredes Carbonell, Juan. La transtextualidad en las Tradiciones de Palma. En: Aula Palma II 2000- 2001. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, Editorial Universitaria, pp. 129- 154, Lima, 2002. Paredes Carbonell, Juan. El lenguaje carnavalesco en las Tradiciones en Salsa Verde. En: Aula Palma V 2005-2006. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 209-223, Lima, 2006. Parra Domínguez, Janet. Ricardo Palma y la construcción de la identidad peruana. En: Aula Palma VI (Edición del Décimo Aniversario), Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 125-132, Lima, 2007. Pasco Álvarez, Carol; Núñez Espinoza, Julio. Medicina, prostitución y sífilis en Lima y Callao: 1910-1930. En: Cueto, Marcos; lossio, Jorge; Pasco, Carol (eds.). El rastro de la salud en el Perú. Universidad Peruana Cayetano Heredia, Instituto de Estudios Peruanos, pp. 181-210, 1ª ed., Lima, 2009. Paz-Soldán, C.E. La introducción de la quina en terapéutica. Cía. General Edit. México, 1941. Pemán, José María. La Santa Virreina. En: Obras completas, tomo IV, Ed. Escelizer, Madrid, 1950. Pereyra, Carlos. Historia de la América Española. Tomo VII: Perú y Bolivia. Ed. Saturnino Calleja, Madrid, 1925. Perez Bautista, Florencio L. Sociedad y Medicina en la novela realista española. Cuadernos de Historia de la Medicina Española, nº XXVII, Ediciones del Instituto de Historia de la Medicina Española, Universidad de Salamanca, Salamanca, 1974. Pérez Cantó, Pilar. La población de Lima en el siglo XVIII. Boletín Americanista. Año XXIV, nº 32, pág. 405, Ediciones de la Universidad de Barcelona, Barcelona, 1983. Pérez Cantó, María Pilar. Lima en el siglo XVIII. Estudio socioeconómico. Ediciones de la Universidad Autónoma de Madrid. Cantoblanco, ICI, 1ª ed. Madrid, 1985. Pérez Garay, Carlos Alberto. Una Tradición inédita de Palma: “Pata de Gallina”. En: Aula Palma X-2011, Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 225-237, Lima, 2011. 494 Pérez Garay, Carlos Alberto. Liberalismo criollo: Ricardo Palma, ideología y politica: 1848-1919. Tesis para optar al título profesional de Licenciado en Historia. Universidad Nacinal Mayor de San Marcos, Facultad de Ciencias Sociales, E.A.P. de Historia, Lima, 2010. Pérez Garay, Carlos Alberto. Ricardo Palma y San Marcos. En: Aula Palma XII-2013. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 325-333, Lima, 2013. Pérez Garay, Carlos Alberto. Ricardo Palma y el mundo de la política. Siglos XIX-XX. En: Aula Palma XIII-2014. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 85-103, Lima, 2014. Pérez Garay, Carlos Alberto. Liberalismo criollo. Ricardo Palma, ideología y política (1833-1919). Editorial Universitaria, Universidad Ricardo Palma, Lima, 2015. Peruanos notables de hoy. Biografías de peruanos representativos contemporáneos. Impresores Sanmartí y Cia, 1ª ed., pp. 121-122, Lima, 1957. Pino de Soto, Ladis del. Radiología. En: Salaverry García, Oswaldo (editor). Historia de la Medicina Peruana en el siglo XX. Tomo I. Fondo Editorial de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima, 2000. Piotrowski, Bogdan. ¿Por qué las Tradiciones Peruanas constituyen un valor? En: Revista de la Casa Museo Ricardo Palma, vol. 2, pp. 91-101, Miraflores, 2001. Piscoya, José; Aliaga, Eleazar. Historia de los Anales de la Facultad de Medicina (1918-1998). En: Anales de la Facultad de Medicina, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Vol. 59, Nº 3, pp. 192-201 (1998). Polo, Toribio. Aportes sobre las epidemias en el Perú. En: Revista Histórica, nº 5, 1913, Lima. Porras Barrenechea, Raul. Palma romántico. En: Ricardo Palma 1833-1933. Sociedad Amigos de Palma, pp. 79-122, Lima, 1934. Porras Barrenechea, Raul. De la autobiografía a la biografía de Ricardo Palma. En: Letras Peruanas, Año IV, nº 10, p. 15, 1954. Porras Barrenecha, Raul. Palma, la tradición y el tiempo. (Estudio y recopilación de Jesús Cabel). Universidad Ricardo Palma, Editorial Universistaria, Lima, 2008. Posada, E. Palabras. En: Revista Gris. Publicación Mensual. Año I, Entrega 9ª, p. 279, Bogotá, junio de 1893. Pueblo Continente, Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego. Vol. 23, nº 1, Enero- Junio 2012, pp. 14-109, Trujillo, Perú, Puente Brunke, José de la. Encomienda y encomenderos en el Perú: estudio social y político de una institución colonial. Publicaciones de la Excma. Diputación Provincial de Sevilla, Sevilla, 1992. Puente Candamo, José A. de la. Magdalena Vieja: Recuerdos de una larga historia. Rotary Club de Pueblo Libre, 1ª ed., Lima, 1986. Querol Sanz, José Manuel. Apropiación y modelización de la Antigüedad en la novela histórica contemporánea (Algunas notas sobre el problema de la reconstrucción de modelos y la decadencia de la cultura occidental). En: Romera, J. N.; García-Page, M., coords. La novela histórica a finales del siglo XX. Actas del V Seminario Internacional del Instituto de Semiótica Literaria y Teatral. Cuenca: U.I.M.P. (1 al 4 de julio de 1995). Visor, pp. 367-374, Madrid, 1996. Quevedo Villegas, Francisco de. Quejas del abuso del dar a las mujeres. En: Poesía varia. Edición de James O. Crosby. Ed. Cátedra, 2ª ed., Madrid 1982. Quevedo, Francisco de. Poesia Selecta. Edición, estudio, bibliografía y notas de Lía Schwartz Lerner e Ignacio Arellano. Promociones y Publicaciones Universitarias, 1ª ed., Barcelona, 1989. Quevedo Villegas, Francisco de. Relación que hace un Jaque de sí, y de otros. En: Poesía varia. Edición de James O. Crosby. Ed. Cátedra, 2ª ed., Madrid 1982. Quiroz, Lissell. De la comadrona a la obstetriz. Nacimiento y apogeo de la profesión de partera titulada en el Perú del siglo XIX. Dynamis 2012;32(2).415-437. Quispe Torres, Daniel. Discurso ideológico como tradición y modernidad en las “Tradiciones” de Ricardo Palma. En: Aula Palma IV 2003-2004. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 227-235, Lima, 2004. Rabí Chara, Miguel. Del Hospital de Santa Ana (1549 a 1924) al Hospital Nacional "Arzobispo Loayza" (1925-1999). Lima, 1999. Rabí Chara, Miguel. El Hospital de San Bartolomé de Lima (1646-2000). La protección y asistencia de la gente de color. En: Tomo III. Historia de la Medicina Peruana, Lima, 2001 Rabí, Miguel. La formación de Médicos y Cirujanos durante los siglos XVI a XIX: las escuelas prácticas de medicina y cirugía en el Perú. En: Anales de la Facultad de Medicina Universidad Mayor de San Marcos 2006;67 (2):173-183. 495 Rabí Chara, Miguel. La vida y la obra singular de un cirujano criollo, primer defensor de su gremio en el Perú: José Pastor de Larrinaga (1758-ca.1821). Hospital Nacional Docente Madre niño “San Bartolomé”, Lima, 2006. Rada Bernasconi, Eduardo. La magia de don Ricardo, el más masivo de los escritores peruanos. En: Aula Palma VI (Edición del Décimo Aniversario), Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 218, Lima, 2007. Raimondi, Antonio. Elementos de Botánica aplicada a la Medicina y la Industria, en los cuales se trata especialmente de las plantas del Perú. Segunda Parte. Taxonomía, fitografía y geografía botánica. Tipografía calle del Compás, 202, Lima, 1857. Rama, Carlos M. Historia de las relaciones culturales entre España y América Latina. Siglo XIX. Fondo de Cultura Económica, 1ª ed., México, 1982. Ramos Pérez, Demetrio. Historia de la Colonización Española de América. Ed. Pegaso, Madrid, 1947. Ramos Salinas, José Luis. Una lectura posmoderna de las Tradiciones Peruanas (sobre las olas don Ricardo va). En: Aula Palma VI (Edición del Décimo Aniversario), Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 133-141, Lima, 2007. Remy Valdivieso, Luis. Los Remy en el Perú. Revista del Instituto Peruano de Investigaciones Genealógicas, nº 18, pág. 221, Lima, diciembre de 1991. Reyes Tarazona, Roberto. La Lima de Ricardo Palma. En: Aula Palma. Discursos de Incorporación al Instituto Ricardo Palma 1998-1999. Universidad Ricardo Palma, 1ª ed., pp. 159-178, Lima, 1999. Reyes Tarazona, Roberto. La Lima contemporánea de Palma. En: Aula Palma IX-2010, Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 235-247, Lima, 2010. Reyes Tarazona, Roberto. Ricardo Palma, precursor de la narrativa no ficcional. En: Aula Palma XII-2013. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 147-159, Lima, 2013. Reyes Tarazona, Roberto. Palma como político. En: Aula Palma XIII-2014. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 183-194, Lima, 2014. Rico-Avello, Carlos. La curación de la condesa de Chinchón y el descubrimiento de la Quina. Asclepio 1951;III(1):149-68. Rico-Avello, Carlos. España y el descubrimiento de la quina. Medicamenta;XIII,183:416-7, Madrid, 1950. Rico-Avello, Carlos. Aportación hispánica al conocimiento de la quina. Instituto de Estudios Hispano-Americanos de Sevilla, Sevilla, 1951. Rico-Avello, Carlos. La curación de la condesa de Chinchón y el descubrimiento de la Quina. Arch Iber Hist Med;III:149-68, Madrid, 1951. Rico-Avello, Carlos. Historia y leyenda en el descubrimiento de la quina. Arch Iber Hist Med y Antrop Med 1957;IX:445-8. Rico-Avello, Carlos. La enigmática sexualidad de la monja-alférez. Asclepio 1980;XXXII:353-60. Riera, Juan; Granda-Juesas, J. La inoculación de la viruela en la España ilustrada. Acta Histórico Médica Vallisoletana, nº 23, Secretariado de Publicaciones, Universidad de Valladolid, 1987. Riva-Agüero, José de la. Don José Baquíjano y Carrillo. En: La Emancipación y la República, Estudios de Historia Peruana. Obras completas, vol. VII, Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima, 1971. Riva-Agüero, José de la. El Perú de 1549 a 1564. En: La Conquista y el Virreinato, Estudios de Historia Peruana. Obras completas, vol. VI, Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima, 1968. Riva-Agüero, José de la. Polémica histórica sobre el Inca Garcilaso. En: La Conquista y el Virreinato, Estudios de Historia Peruana. Obras completas, vol. IV, Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima, 1968. Riva-Agüero, José de la. Hipólito Unanue (Discurso pronunciado como alcalde de Lima en la inauguración de la estatua de Hipólito Unanue en el Parque Universitario de Lima, en julio de 1931). En: La Emancipación y la República, Estudios de Historia Peruana. Obras completas, vol. VII, Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima, 1971. Rivas Rivas, Luis. Ricardo Palma y Nicanor de la Fuente. En: Aula Palma III 2002-2003. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 279-289, Lima, 2003. Rivas Rivas, Luis. Ricardo Palma en la historia de Chiclayo. En: Aula Palma-IX, Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 303-304, Lima, 2010. Rizo-Patrón, Paul. La nobleza de Lima en tiempos de los Borbones. Bull Inst fr études andines 1990;19(1):129-63. 496 Rodríguez Arenas, Flor María. Ricardo Palma. En: Diccionario de literatura española e hispanoamericana (Ricardo Guyón, dir.) Alianza Ed., Madrid, 1993. Rodríguez-Arenas, Flor María. El lenguaje coloquial y el humor en las Tradiciones en salsa verde de Ricardo Palma. En: Revista de la Casa Museo Ricardo Palma, vol. 2, pp. 69-90, Miraflores, 2001. Rodríguez Chávez, Iván. La crítica literaria en La Bohemia de Palma. En: Aula Palma. Discursos de Incorporación al Instituto Ricardo Palma1998-1999, 1ª ed., pp. 109-122, Lima, 1999. Rodríguez Chávez, Iván. Otra ventana sobre Ricardo Palma. Editorial Universitaria, Universidad Ricardo Palma, Lima, 2003. Rodríguez Chávez, Iván. Los conflictos por la supremacía del poder virreinal en una tradición de Palma. En: Aula Palma XIII-2014. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 195-203, Lima, 2014. Rodríguez Rabanal, Roberto. Sociedad, comunicación y oralidad en las Tradiciones Peruanas. En: Aula Palma VII 2008. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 371-379, Lima, 2008. Rodríguez Rea, Miguel Ángel. Prólogo a: Palma, Ricardo. Epistolario General (1905-1919). Tomo VIII, Vol. 3º. Editorial Universitaria, Universidad Ricardo Palma, p. XXIII, Lima, 2006. Rodríguez Rea, Miguel Ángel. Ricardo Palma y los jesuítas. En: Aula Palma VI (Edición del Décimo Aniversario), Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 231-246, Lima, 2007. Rodríguez Rea, Miguel Ángel. Ricardo Palma y la cultura nacional. En: Aula Palma XII-2013. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 297-301, Lima, 2013. Roldán, R. Aportación de los españoles al estudio de la quinología. Arch Iber Hist Med y Antrop Med 1956;VIII:343-52. Romero del Valle, Emilia. Diccionario manual de literatura peruana y materias afines. Departamento de publicaciones, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima, 1966. Rosas Domínguez, Javier. Metáforas en la Perricholi y otras tradiciones. En: Aula Palma-IX, Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 305-317, Lima, 2010. Rosas Lauro, Claudia. Madre sólo hay una: Ilustración, maternidad y medicina en el Perú del siglo XVIII. En: Anuario de Estudios Americanos 61.1 (2004): 103-138. Rovira, José Carlos. Clemente Althaus y la tradición italiana. En: Scriptura 1992;8-9:53-72. Rubio Mañé, José Ignacio. El Virreinato(I): Orígenes y jurisdicciones, y dinámica social de los virreyes. Instituto de Investigaciones Históricas (UNAM), UNAM-Fondo de Cultura Económica, 2ª ed., México DF, 1983. Ruiz Somavilla, María José. Los valores sociales, religiosos y morales en las respuestas higiénicas de los siglos XVI y XVII: el problema de los baños. Dynamis 1992;12:155-87. Sagermann Bustinza, Leonor. Ricardo Palma: uno de los creadores de la peruanidad. En: Revista de la Casa Museo Ricardo Palma, vol. 7, pp. 99-108, Miraflores, abril de 2012. Sala, Marius; Munteanu, Dan; Neagu, Valeria; Sandru-Olteanu, Tudora. El español de América. Publicaciones del Instituto Caro y Cuervo, Tomo I, parte 1ª. Bogotá, 1982. Sala Catalá, José. Ciencia y técnica en la metropolización de América. Ed. Doce Calles y Servicio de Publicaciones del C.S.I.C., Madrid, 1994. Salaverry, Oswaldo. José Casimiro Ulloa Bucelo (1829-1891), el paladín del gremio médico. Rev Peru Med Exp Salud Publica vol.27 n.4 Lima Dec. 2010. Salazar Vega, Elizabeth. Histórico Hospital San Andrés fue dañado y alquilado para comercio. En: El Comercio, sábado 13 de marzo de 2010, p. a12. Salinas Flores, David. La ciencia de Unánue. Rev Med Chile 2013; 141: 942-943 Salinas Pineda, Raymundo. Archivo Histórico del Arzobispado de México, Real Cédula de Felipe IV sobre la beatificación de Gregorio López, 1620. En: Un recorrido por archivos y bibliotecas privados II. Asociación Mexicana de Archivos y Bibliotecas Privados, A.C., Fomento Cultural Banamex, A.C., pp. 19-24, 1999. Salvá, Vicente (ed.). Diccionario de la Lengua Castellana por la Academia Española, reimpreso de la octava edición publicada en Madrid en 1857. Librería de D. Vicente Salvá, 2ª ed., Paris, 1841. Samanez Paz, Luz. Ricardo Palma: apurimeño. En: Aula Palma III, 2002-2003, Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 420, Lima, 2003. San Cristóbal, Antonio. Lima de Ricardo Palma. En: Ricardo Palma 1833-1983, Revista nº 6, Universidad Ricardo Palma, pp. 31-55, Lima, 1983. 497 Sánchez de la Cuesta, Gabriel. Presencia de España en el desarrollo de la Medicina Americana. Conferencia inaugural del I Curso de Medicina Tropical, Facultad de Medicina de Sevilla, Sevilla, 1967. Sánchez Téllez, Carmen. Los estudios de Medicina en Hispano-América. Estudios de Historia Social y Económica de América, Nº Monográfico, Actas de las IV y V Jornadas sobre la presencia de la universidad española en América (1990-1991). En: Revista de la Universidad de Alcalá, nº 9, pág, 156. Servicio de Publicaciones de la Universidad de Alcalá de Henares, 1992. Santillán, Diego A. de. Gran Enciclopedia Argentina. Ediar Soc. Anon. Editores, tomo VII, Buenos Aires, 1961. Santillana Cantella, Tomás. Ayacucho en las Tradiciones Peruanas de Ricardo Palma. Fondo Editorial del Banco Central de la Reserva del Perú, Lima, 2002. Saravia Salazar, Javier Iván. Los miserables y el Protector. Evolución de la protectoría de indios en el Virreinato peruano. Siglos XVI-XVIII. Tesis para optar al título profesional de Licenciado en Historia. Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Facultad de Ciencias Sociales, E.A.P. de Historia, Lima, 2012. Sarrión Mora, Adelina. Médicos e Inquisición en el siglo XVII. Colección Monografías, nº 51, Ediciones de la Universidad de Castilla-La Mancha, Cuenca, 2006. Siles, Gustavo (ed.). Incas, virreyes y presidentes del Perú. Sus biografías y retratos. Simón Díaz, José. Bibliografía de la literatura hispánica. Consejo Superior de Investitaciones Científicas, p. 638, Salamanca, 1992. Sirvent de Luca, María Pía. Angélica Palma: su vida y su obra (1878-1935). Tesis doctoral del Departamento de Filología Española IV (Bibliografía Española y Literatura Hispanoamericana), Facultad de Filología, Universidad Complutense de Madrid, Madrid, 2012. Soyer, François. Un médico entre las garras de la Inquisición: el proceso de Simón de Castro (1728- 1730). En: Cadernos de Estudos Sefarditas, nº 10-11, 2011, pp. 373-388. Spang, Kurt. Apuntes para una definición de la novela histórica. En: Spang, Kurt et al. La novela histórica. Teoría y comentarios. EUNSA, pp. 63-125, Pamplona, 1998. Tanner, Roy L. Ricardo Palma and Francisco de Quevedo: A Case of Rethorical Affinity and Debt. En: Kentucky Romance Quarterly, vol. 41, issue 4, pp. 425-435, 1984. Tanner, Roy L. The Humor of Irony adn Satire in the Tradiciones Peruanas. University of Missouri Press, Columbia, 1986. Tanner, Roy L. Museo de Limeñadas, libro de costumbres y prefiguración de las Tradiciones Peruanas. En: Revista de la Casa Museo Ricardo Palma, vol. 1, pp. 65-83, 2000. Tanner, Roy L. Ricardo Palma ante la Real Academia Española de la Lengua. En: Lexis XXVI. 2 (2002):493-507. Tanner, Roy L. Las Tradiciones Peruanas como foro lingüístico. En: Revista de la Casa Museo Ricardo Palma, Año III, vol. 3, pp. 149-166, Miraflores, diciembre 2002. Tanner, Roy L. El humor de la ironía y la sátira en las Tradiciones peruanas. Editorial Universitaria, Universidad Ricardo Palma, Lima, 2005. Tanner, Roy L. Ricardo Palma, neólogo por excelencia. En: Revista de la Casa Museo Ricardo Palma, vol. 6, pp. 19-39, Miraflores, diciembre 2006. Tanner, Roy L. Aproximaciones al estudio de las Tradiciones peruanas. Editorial Universitaria, universidad Ricardo Palma, Lima, 2009. Tauro, Alberto. Enciclopedia Ilustrada del Perú. 6 vols. Promoción Editorial Inca (PEISA), 1ª ed., Lima, 1987. Tauzin Castellanos, Isabelle. La historia del Perú revisada y corregida por Ricardo Palma. En: Revista de la Casa Museo Ricardo Palma, vol. 1, pp. 95-108, Miraflores, 2000. Tauzin Castellanos, Isabelle. Las Tradiciones Peruanas de Ricardo Palma. Claves de una coherencia. Universidad Ricardo Palma, 1ª ed., Lima, 1999. Tellechea Idígoras, J. Ignacio. La Monja Alférez: Doña Catalina de Erauso (IVº Centenario de su nacimiento). Instituto Dr. Camino, San Sebastián, 1992. Tellechea Idígoras, J. Ignacio. Médicos e Inquisición: Dictámenes sobre el Arzobispo Carranza y otros procesados de Valladolid (1559-1562). Cuadernos de Historia de la Medicina Española, Año XII, págs. 467-83, Salamanca, 1973. Tellechea Idígoras, J. Ignacio. Médicos e Inquisición: Dictámenes sobre el Arzobispo Carranza y otros procesados de Valladolid (1559-1562). En: Tiempos recios: inquisición y heterodoxias. Ed. Sígueme, Salamanca, 1977. Ten, Antonio E. Ciencia e ilustración en la Universidad de Lima. Asclepio 1988;XL:187-221. 498 Terrones, Félix. Entre lo público y lo privado: los espacios y sus valores en Los caballeros de la capa, de Ricardo Palma. En: Aula Palma XII-2013. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 429-446, Lima, 2013. Thorne Boas, Carlos. La narrativa latinoamericana del siglo XIX y Ricardo Palma. En: Aula Palma IX-2010, Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp.189-193, Lima, 2010. Thorne, Carlos. Apostillas a la Tradición Palmista. En: Aula Palma XI-2012. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 227-233, Lima, 2012. Tord, Luis Enrique. Literatura e historia en la creación literaria peruana. En: Aula Palma XII- 2013. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 229-245, Lima, 2013. Torres Villarroel, Diego de. Los boticarios. En:Visiones y visitas con don Francisco de Quevedo por la Corte. Edición, introducción y notas de Russell P. Sebold. Espasa-Calpe, 2ª ed., Madrid, 1976. Torres Villarroel, Diego de. Químicos y médicos. En: Visiones y visitas con don Francisco de Quevedo por la Corte. Edición, introducción y notas de Russell P. Sebold. Espasa-Calpe, 2ª ed., Madrid, 1976. Ugarte Eléspuru, Juan Manuel. Lima incógnita. Fondo Editorial del Banco Nacional de Reserva del Perú, 1ª ed., Lima, 1992. Unda Lozada, Eduardo. Quechuismos en algunas regiones de Colombia. Universidad Surcolombiana de Neira, Neira, 1980. Valdés, José Manuel. Vida admirable del bienaventurado fray Martín de Porres. Huerta, Lima, 1863. Valdez Herrera, Jesús. Algunos aspectos de la historia de la medicina de Arequipa. Diagnostico, vol. 37, nº 6, noviembre-diciembre 1998. Valenzuela Garcés, Jorge. Los tradicionistas peruanos de Estuardo Núñez: ¿la tradición se renueva? En: Revista de la Casa Museo Ricardo Palma, Año III, nº 3, pp. 175-181, Miraflores, diciembre 2002. Valdivia y cols. Concepciones psicoculturales en torno al ‘antojo’ en mujeres embarazadas. Rev. Cienc. Psicol. y Neurol. 1967;4(4):299-327. Valdivia Ponce, Oscar. Hampicamayoc: medicina folklórica y su substrato aborigen en el Perú. Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Dirección Universitaria de Biblioteca y Publicaciones, Lima, 1986. Valdizán, Hermilio. Boticas y boticarios. En: Anales de la Facultad de Medicina, Vol. 5, p. 46, 1920. Valdizán, Hermilio. Diccionario de Medicina Peruana. Tomo I, Talleres Gráficos del Asilo "Víctor Larco Herrera", Imp. César Torres Benavides, Lima, 1923. Valega, José M. El Virreinato del Perú: historia crítica de la época colonial en todos sus aspectos. Ed. Cultura Ecléctica, Lima, 1939. Valero Juan, Eva Mª. Ricardo Palma, la historia y El Quijote en América. En: Revista de la Casa Museo Ricardo Palma, vol. 5, pp. 17-28, Miraflores, diciembre de 2004. Valle Caviedes, Juan del. Obras de… En: Clásicos peruanos, Vol. I (Introducción y notas de Rubén Vargas Ugarte, S.J.), 1923. Vargas Llosa, Mario. Prólogo a: Iwasaki Causi, Fernando. Inquisiciones peruanas, donde se trata en forma breve y compendiosa de los negocios, embustes, artes y donosuras con que el demonio inficiona las mientes de incautos y mamacallos. Promoción Editorial Inca (PEISA), p. 7, Lima, 1996. Vargas Llosa, Mario. Palma, valor nacional. En: Revista de la Casa Museo Ricardo Palma, Año III, nº 3, pp. 197-203, Miraflores, diciembre 2002. Vargas Ugarte, R. 1631-1931, Una fecha olvidada, El tercer centenario del descubrimiento de la quina. Revista Histórica;IX:291-301, Lima, 1935. Vargas Ugarte, Rubén. La Biblioteca médica de don José Manuel Dávalos. En: Cuadernos de Estudios, Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Católica del Perú, 2, pp. 325-342 (1943). Vargas Ugarte S.J., Rubén. Historia General del Perú. Tomos III y IV, Editor Carlos Milla Batres, Lima, 1971. Varillas Montenegro, Alberto. La iniciación del movimiento romántico peruano: una relectura de La Bohemia de mi tiempo. Discurso leído el 25 de junio de 2003. En: Aula Palma III. 2002- 2003. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, p. 94, Lima, 2003. Varillas Montenegro, Alberto. Riva-Agüero y Palma. En: Revista de la Casa Museo Ricardo Palma, vol. 5, pp. 29-47, Miraflores, diciembre de 2004. Varillas Montenegro, Alberto. Aula Palma III. En: Revista de la Casa Museo Ricardo Palma, vol. 5, pp. 165-170, Miraflores, diciembre de 2004. 499 Varillas Montenegro, Alberto. Palma periodista. En: Aula Palma IV 2003-2004. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 165-178, Lima, 2004. Varillas Montenegro, Alberto. Flor de Academias y Diente del Parnaso. En: Aula Palma IX-2010, Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 171-179, Lima, 2010. Varillas Montenegro, Alberto. Luis Jaime Cisneros, palmista. En: Revista de la Casa Museo Ricardo Palma, vol. 7, pp. 11-12, Miraflores, abril de 2012. Varillas Montenegro, Alberto. Palma, historiador de 1825. En: Aula Palma XII-2013. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 91-133, Lima, 2013. Vásconez, José Miguel. El Ecuador en las Tradiciones de Ricardo Palma. En: Aula Palma VI (Edición del Décimo Aniversario), Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 287-232, Lima, 2007. Vásconez, José Miguel. El Ecuador en el epistolario de Palma. En: Aula Palma X-2011, Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 303-321, Lima, 2011. Vásquez Peña, José. Influencia de Palma en la obra del tradicionista iqueño Juan Donaire Vizarreta. En: Aula Palma VI (Edición del Décimo Aniversario), Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 157-166, Lima, 2007. Velayos Larraburre, Emmanuel Alberto. De la ambivalencia al cinismo: umbrales y museos en la escritura de Ramón Rojas y Cañas. Tesis para optar el título de Licenciado en Lingüística y Literatura con mención en Literatura Hispánica, Facultad de Letras y Ciencias Humanas, Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima, 2010. Velázquez Rojas, Manuel. El humorismo en las Tradiciones de Ricardo Palma. En: Aula Palma. Discursos de Incorporación al Instituto Ricardo Palma 1998-1999. Universidad Ricardo Palma, 1ª ed., pp. 261-282, Lima, 1999. Velázquez Rojas, Manuel. Minitradiciones escritas con el pulso de Palma. En: Aula Palma X-2011, Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 147-153, Lima, 2011. Vidaurre, Manuel Lorenzo de. Plan del Perú (1810). En: Colección Documental de la Independencia del Perú. Serie "Los ideólogos", vol. I, pág. 101, Comisión Nacional del Sesquicentenario de la Independencia del Perú, Lima, 1971. Vignolo Maldonado, Alfredo. Don Ricardo Palma y la identidad nacional: el costumbrismo. En: Aula Palma V 2005-2006. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 279-295, Lima, 2006. Vignolo, Alfredo. Don Ricardo Palma: esposo y padre. En: Aula Palma VI (Edición del Décimo Aniversario), Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 113-122, Lima, 2007. Vilchis, Jaime; Mazuecos, Antonio. Salud y alimentación. En: Ciencia y técnica entre Viejo y Nuevo Mundo: siglos XV-XVIII (Sociedad Estatal Quinto Centenario 1992 y Ministerio de Cultura), Lunwerg Editores, Barcelona/Madrid, 1992. Villaba, Jorge F., S.J. Manuela Sáenz: epistolario. (Estudio y selección del Dr). Banco Central del Ecuador, Centro de Investigación y Cultura, Col. Epistolarios I, Quito, 1986. Vito Paredes, Jaime. Relato y Nación a mediados del siglo XIX en América Latina: las Tradiciones de Ricardo Palma y el descubrimiento de la fuerza histórica de lo cotidiano. En: Aula Palma XI-2012. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 291-312, Lima, 2012. Walker, Timothy. Doctors, folk medicine and the Inquisition: the repression of magical healing in Portugal during the Enlightenment. Leyden, 2005. Watson, Maida. Arte y literatura en el costumbrismo peruano decimonónico. En: Revista de la Casa Museo Ricardo Palma, nº 6, pp. 41-62, Miraflores, diciembre de 2006. Zanutelli Rosas, Manuel. Ricardo Palma y la Marina. En: Revista de Marina (La Punta, Callao, mar.-abr. 1984), 372, pp. 224-30. Zanutelli Rosas, Manuel. El Senador Ricardo Palma y otros estudios. Universidad Ricardo Palma, Editorial Universitaria, Lima, 2011. Zavala Batlle, Abraham. El Protomedicato en el Perú. Acta Méd. Peruana v.27 n.2 Lima abr./jun. 2010. Zavaleta, Carlos Eduardo. Naturaleza y estructura de la Tradición de Palma. En: Aula Palma. Discursos de incorporación al Instituto Ricardo Palma 1998-1999. Universidad Ricardo Palma, pp. 219-237, Lima, 1999. Zavaleta, Carlos Eduardo. Nuevos aspectos de las “tradición” de Palma. En: Revista de la Casa Museo Ricardo Palma, vol. 1, pp. 55-63, Miraflores, 2000. Zavaleta, Carlos Eduardo. Re-visión de la escritura y estilo en la Tradición de Palma. En: Aula Palma III 2002-2003. Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 167-172, Lima, 2003. 500 Zavaleta, Carlos Eduardo. Palma y la generación de los 50s (Segunda perspectiva). En: Aula Palma IX-2010, Instituto Ricardo Palma, Universidad Ricardo Palma, pp. 181-187, Lima, 2010. Zevallos Quiñones, Jorge. Los fundadores y primeros pobladores de Trujillo del Perú. Tomo I. Ediciones de la Fundación Alfredo Pinillos Goicochea, 1996. Zudaire, Eulogio. Don Agustín de Jáuregui y Aldecoa (II), Virrey interino del Perú (1780-1784). Diputación Foral de Navarra, Institución Príncipe de Viana, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Pamplona, 1979. Zúñiga Segura, Carlos. Ricardo Palma en la Marina. Editorial Universitaria, Universidad Ricardo Palma, Lima, 2004. Tesis Amadeo-Martín Rey Cabieses PORTADA ÍNDICE ABREVIATURAS DE LAS NOTAS A PIE DE PÁGINA I. INTRODUCCIÓN II. MÉTODO III. EL AUTOR: RICARDO PALMA IV. LA MEDICINA EN LA VIDA Y EL ENTORNO FAMILIAR DE RICARDO PALMA V. LA OBRA DE PALMA COMO FUENTE HISTÓRICA VI. MEDICINA POPULAR Y TRADICIONAL. CURANDERISMO VII. LA ENSEÑANZA DE LA MEDICINA Y LA LITERATURA MÉDICA VIII. DE LAS EMBARAZADAS Y SUS RETOÑOS IX. CIRUJANOS, BARBEROS Y SANGRÍAS X. EPIDEMIAS Y ENDEMIAS XI. DE CÓLICOS Y CÁMARAS XII. BOTICAS, BOTICARIOS Y MEDICINAS XIII. DICHOS, REFRANES Y ADAGIOS MEDICOS XIV. IRONÍAS SOBRE LOS MÉDICOS, HOSPITALES Y BOTICARIOS XV. LOS HOSPITALES XVI. DE LOS HONORARIOS MEDICOS XVII. LOCOS Y MANICOMIOS XVIII. LOS MÉDICOS, LA MEDICINA Y LA INQUISICIÓN DE LIMA XIX. CAJÓN DE SASTRE XX. NEOLOGISMOS Y AMERICANISMOS MÉDICOS XXI. TERMINOLOGÍA MÉDICA EN LA OBRA DE PALMA XXII. Y TRAS LA ÚLTIMA ENFERMEDAD..., LA MUERTE XXIII. CONCLUSIONES XXIV. RESUMEN EN INGLÉS/ABSTRACT IN ENGLISH FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA