La ciudad de las estrellas, una mirada nostálgica a los musicales clásicos de Hollywood Siendo malévolos, la película podría resumirse así: chico conoce chica y se enamoran, pero como los dos quieren ser artistas, sus carreras les distancian y su amor se hace imposible. ¿No les suena este argumento? ¿Tal vez no nos han contado ya esta historia varios centenares de veces..? Aunque sospechemos que sí, la parca sinopsis se corresponde con una de las películas más aclamadas del año (que no falte quien la deteste parece condición indispensable del éxito), una de las que más espectadores está llevando a las salas de todo el mundo… Esto no puede ser una casualidad. Desde luego no es que los espectadores hayan perdido todo criterio a la hora de apreciar las novedades del séptimo arte. “La, la, land” nos demuestra, una vez más, que siempre hay una manera diferente y fascinante de contarnos la vida del común de los mortales, una historia que puede ser tachada de trillada, consabida, como un cuento de siempre que periódicamente volvemos a escuchar... Y sin embargo, “La, la land” es cualquier cosa menos una película vulgar, aunque pueda ser previsible, o de fácil argumento… Pero seguramente nos da igual. Sí, lo repito, nos da igual. Disfrutamos de su música, de una fantasía que no necesita reinventarse, de su propuesta para transformar a una joven pareja de espléndidos actores en mitos ya consagrados, en una pareja que apunta a mítica como Debbie Reynols y Gene Kelly, o como Giger Rogers y Fred Astaire… El cine sigue siendo magia. Se nos van los pies detrás de la música y nos agarramos por la cintura de la imaginación a la chica de nuestros sueños, o viceversa… Son estrellas de un firmamento común, el celuloide. Después de identificar el arquetipo, nos dejaremos llevar por la magia de siempre, la de la fantasía hollywoodense al alcance de la mirada universal y la prototípica ambición por el éxito de los jóvenes que sueñan con ser estrellas del espectáculo, sin que falte como edulcorante la infalible química del elixir de la felicidad: una historia de amor. Nunca el amor es una vulgaridad, aunque sea vulgar decirlo, aunque sea un bien común asequible a las masas y a todos los públicos. No deberíamos decir que no lo entendemos, más fácil no nos lo pueden poner en la pantalla… ¿No será que a veces se nos olvida que el cine es un arte emocional, que todavía es capaz de distanciarnos con un cosquilleo de la rutina y la monotonía, de hacernos danzar ingrávidos por paisajes estrellados, de transformarnos como por arte de magia en eternamente jóvenes e irremisiblemente enamorados del amor? Si todo esto se pone a nuestro alcance por nueve euros, habré de decir que nunca una película me pareció tan barata, ni tan modesta cantidad una inversión de insuperable rentabilidad. Critiquémosla cuanto nos venga en gana, pero que esto no nos impida disfrutar de la película, aunque se nos tache de frecuentar los lugares comunes de la cultura. Sean inteligentes: cálcense sus zapatos de volar y déjense llevar… Un musical nostálgico y evocador En las múltiples entrevistas que han acompañado al lanzamiento de la película, su creador, Damien Chazelle, se ha definido como un cinéfilo empedernido y gran amante de los clásicos musicales americanos, donde ya se acuñaron todos los elementos que sirven para construir la línea argumental de La ciudad de las estrellas: La La Land. Esto es, un romanticismo juvenil y exacerbado, la importancia de luchar por los sueños, la delgada frontera entre el éxito y el fracaso; y naturalmente, las circunstancias que convierten un amor idílico en un amor imposible de caracteres épicos. Sin mucho esfuerzo podremos identificar, y no sólo en la parte musical, el influjo de los grandes musicales clásicos, desde Melodías de Broadway a Cantando bajo la lluvia, de Sombrero de copa a Un americano en París. Los elementos químicos del romance imposible en estado puro, que va de la épica de Romeo y Julieta al sacrificio de los amantes en Casablanca. Pero también los destellos de una mirada de autor, que reivindica paisajes propios, como hizo Coppola en esa joya caprichosa (ruinosa) que se llamó Corazonada; o Jacques Demy, a la francesa, en Las señoritas de Rochefort, inspiradoras de números musicales callejeros, como en La Calle 42 o en West Side Story. Es decir, con un presunto afán de autoría que se deja impregnar, como cualquier mitómano, del legado de las imágenes reverenciadas que anidan en la imaginación del guionista y director. De esa necesidad de transitar por mundos propios o vampirizados, de hacer aterrizar en personajes reales, actuales e identificables, los mitos embalsamados en el celuloide, se identifica una línea de coherencia entre el anterior film de Damien Chazelle, la película que “le descubrió”, Whiplash, (el sacrificio del aprendizaje musical) a la actual La La Land (la fascinación que ejerce la ciudad de Los Ángeles sobre los jóvenes que acuden a la Meca del cine en busca de gloria). Una línea, se ha dicho, autobiográfica, que cabe rastrear en el cine de Damien Chazelle. La música de Justin Hurwitz, autor de la banda sonora, y las interpretaciones de Emma Stone y Ryan Gosling, ponen el resto. No es simplemente un musical urbano, sino que lo esencial es la identidad de ese escenario, las calles de Los Ángeles, y la ambientación entre las callejuelas y las bambalinas de los estudios de Hollywood. Un mundo abierto al paisaje estrellado, que sirve de geografía, de estructura y de estilo, donde todo elemento escenográfico y humano queda supeditado a la concepción global del musical. Es un conjunto de piezas audiovisuales que, como las propias notas, y como las propias palabras del guión, parecen escritas en, por y para, la partitura, donde todo se integra rítmicamente orquestado, especialmente, muy especialmente, en los logrados planos secuencia en que se convierten cada uno de los números musicales. Invierno, primavera, verano, otoño e invierno… los ciclos emocionales y la arquitectura dramática del film. En su parte diacrónica la historia se inscribe en los ciclos de las cuatro estaciones, que circunscriben la historia a las etapas y la cronología de un año, que comienza y acaba en el invierno. Pero en su construcción dramática, La La Land responde al esquema más simple en tres actos clásicos (planteamiento, desarrollo, desenlace), perfectamente identificable en el célebre paradigma de Syd Field, que como un chicle pegadizo acaba poniendo su corsé multi- elástico a las historias que nacen de la fábrica de los sueños cinematográficos, etiquetadas para ser consumidas por el gran público. Tras un fantástico prólogo, que merece mención aparte, el planteamiento de la historia presenta por separado a cada uno de los personajes para reunirlos por fuerza de la casualidad, o del misterio, para que surja primera la chispa de la confrontación que precede a la chispa del enamoramiento (primer, previsible, giro dramático). Así planteada la aventura amorosa, su desarrollo, la historia de amor, con el ritmo trepidante de un clip (Summer Montage) conduce al cénit de la película, al climax central, con la pareja entonando a dúo el tema musical central del film (City of Stars). El segundo giro dramático llega con la separación por motivos profesionales, la exposición del pequeño trecho entre el éxito y el fracaso que conduce a la ruptura, al sacrificio, a exprimir a tope los sentimientos. El verdadero desenlace adopta la forma de epílogo, la parte épica, con el reencuentro de los personajes cinco años después, y las emociones finales que mejor no escribir aquí, donde, solo diremos en beneficio del análisis, el final imaginado se disuelve en la realidad de la moraleja pero también podríamos decir, del prototipo. Es decir, concluiríamos, un guión de arquitectura clásica, que permite ir hilvanando la historia a través de los quince números musicales, sin duda lo mejor, lo esencial, lo mágico, las verdaderas piezas maestras de la película. Fellini, ocho y medio, o El gran atasco. El prólogo: Another day of sun. Como un cebo primorosamente colocado en la caña de pescar espectadores, el film nos engancha con su primera escena, el prólogo, que hace un homenaje a Fellini, ofreciendo uno de los números musicales más espectaculares del film y también, quizás, de la historia del cine. Uno de los grandes atascos, habituales en las autopistas de Los Ángeles, en donde ambos protagonistas, aun sin conocerse, están atrapados y que cumple perfectamente su función narrativa, que no es otra que la de atrapar también al espectador. Another Day Of Sun es un espectacular número musical, orquestado con múltiples voces e instrumentos y un centenar de actores participando en una coreografía realizada en complejo plano secuencia, un alarde de conjunción musical, coreográfica y visual, en la que la cámara (y por tanto los espectadores) participan como uno más de los elementos integrados en la coreografía, que sus continuos saltos hacia adelante y atrás, arriba y abajo, explorando, y volteando, el atasco en todos sus horizontes. Cuatro minutos de chicle para los ojos. Los sueños de una joven que quiere ser una estrella en Hollywood: Someone in the crowd. La joven Mía ofrece a la actriz Emma Stone la posibilidad de brillar en el número musical destinado a descubrir los sueños de la joven aspirante a actriz, que comparte piso con otras tres amigas, y que como cualquier adolescente cuelga en la pared de su cuarto un gran póster de la estrella de sus sueños, en este caso, Ingrid Bergman. Detalle premonitorio, que anticipa su historia, con semejanzas de idolatría con la mítica Casablanca, que nos ofrece a modo de esquema referencial su historia de amor y sacrificio. Hay en este número un claro homenaje a Bob Fosse y Noches en la ciudad (1969)1, con el grupo de chicas danzando en la calle con sus vestidos de vistosos colores y sus faldas al vuelo. Es uno de los muchísimos mensajes encriptados que hacen del film un homenaje a los grandes referentes del género. Mía hace buenos los consejos de Bob Fosse: “vive como si fueras a morir mañana, trabaja como si no necesitaras dinero, baila como si nadie te estuviera mirando”2, que no quedan muy lejos de los de otro grande de la danza, Maurice Béjart: “El sitio de la danza está en las casas, en las calles, en la vida”. Para presentar al espectador el personaje de Mía se eligen diferentes contextos referenciales: su mundo íntimo y sus aspiraciones de ser una estrella; sus ganas de divertirse y disfrutar de la vida, como en la escena en la que acude con sus amigas a la sala de fiestas a tomar unas copas, con el 1 https://www.blogdecine.com/reflexiones-de-cine/16- peliculas-para-entender-la-magia-de-la-ciudad-de-las- estrellas-la-la-land . Este blog hace referencias y comparaciones con los films que inspiran La La Land. 2https://pasiondanzaoriental.wordpress.com/2013/09/20/c uando-las-frases-se-convierten-en-la-expresion-del- movimiento/ . Hace un recopilatorio de citas: “cuando las frases se convierten en expresión del movimiento” https://www.blogdecine.com/reflexiones-de-cine/16-peliculas-para-entender-la-magia-de-la-ciudad-de-las-estrellas-la-la-land https://www.blogdecine.com/reflexiones-de-cine/16-peliculas-para-entender-la-magia-de-la-ciudad-de-las-estrellas-la-la-land https://www.blogdecine.com/reflexiones-de-cine/16-peliculas-para-entender-la-magia-de-la-ciudad-de-las-estrellas-la-la-land https://pasiondanzaoriental.wordpress.com/2013/09/20/cuando-las-frases-se-convierten-en-la-expresion-del-movimiento/ https://pasiondanzaoriental.wordpress.com/2013/09/20/cuando-las-frases-se-convierten-en-la-expresion-del-movimiento/ https://pasiondanzaoriental.wordpress.com/2013/09/20/cuando-las-frases-se-convierten-en-la-expresion-del-movimiento/ colofón de fuegos artificiales; y su mala suerte y desamparo (su coche lo llevó la grúa y debe caminar en solitario por la noche para regresar a casa). Pero también su forma de lucha y ganarse la vida, como camarera de un café en el corazón de Hollywood, donde la entrada de una estrella que hace callar a todos y polariza las miradas es un hecho habitual, que el destino le reserva… Sebastian versus Ryan Gosling Quince minutos después de comenzar, la película vuelve a su origen para presentar a Sebastian, un joven compositor algo arrogante y seguro de sí mismo (lo que tiene proyección en su forma de conducir su despampanante descapotable clásico), que sobrevive ganándose la vida tocando temas manidos en un convencional bar de tapas, que soporta resignadamente los reproches de su hermana, con el con sabido llamamiento a hacer un uso responsable de su vida. Es un rebelde que busca su causa… La presentación de los rasgos esenciales del personaje concluye con la escena en la que él desafía a su jefe para acabar tocando su propia música… Por primera vez escuchamos el tema de Mia&Sebastian al piano, tema central, lírico-romántico, en una escena a la que el destino ha conducido a Mía, que se convierte así en testigo del despido y del hechizo de la música. Sin embargo la joven sufre la humillación de ser ignorada por el arrogante joven (que remite a los bocinazos del atasco en el prólogo de la película), astucia de guion para enaltecer el encuentro posterior, uno de esos recursos convencionales pero eficaces que se enseñan a los alumnos en las clases de guion de todas las escuelas. Y que una vez más, funciona, gracias a Damien Chazelle por volver a demostrarlo. A lovely Night Después de una escena que nos recuerda a Boogie Nights de Paul Thomas Anderson con música de Michael Penn, (1997) con el despliegue de una fiesta pop con música de los 70 y los 80, que sirve de punto de inflexión para la “chispa” entre la pareja, el flechazo culmina a lo Cantando bajo la lluvia, con su escena de claqué y su exaltación romántica que nos hace evocar a la tristemente de moda, Debbie Reynolds, y a otro de los grandes iconos del musical, el gran Gene Kelly, sin que falte la correspondiente farola. Poner un paraguas hubiese sido demasiado, y en lugar de agua se ponen las imprescindibles estrellas, las estrellas de la noche más hermosa de la ciudad que nunca duerme, que sirve de escenario eterno e incombustible. La escena concluye con el contrapunto de la despedida, sobre el precedente de ella caminando sola por la noche, caminando por la noche esta vez acompañada. A estas alturas del film sus protagonistas ya se han instalado en los corazoncitos de los espectadores y el camino parece trazado para recorrerlo por el camino previsible, según los convencionalismos del género, tan asumidos por el espectador como los argumentos épico histriónicos y los personajes voluminosos y grandilocuentes de las óperas de Verdi. Sin menoscabo de la magia, como una geografía natural para la música. Como todo dúo en un musical entregado sin reservas al star system y al ejercicio mitomaníaco, la escena tiene en su inspirado cóctel mucho de Sombrero de copa (1935), y de la química de ironía y encantamiento que mueve las piernas de Gingers Rogers y Fred Astaire, un referente imprescindible en el cielo, en los altares, del séptimo arte. Es esa fase necesariamente ágil del guion, para llevar la historia a su climax central, ese punto dramático que sirve para afianzarla como el soporte de una percha donde colgarla en la filmoteca, que nacerá, no es casualidad, en la sala de un cine donde se proyecta otro de los títulos mitificados por Damien Chezelle: Rebelde sin causa (1955), con la maestría de Nicholas Ray y otra pareja incombustible para los cinéfilos, la de Natalie Wood y James Dean, alter egos de Mía y Sebastian. Pero antes la película nos reserva una sorpresa, un juego de prestidigitación que el guionista se saca de la manga, tal vez sin la destreza del gran Houdini, pero da igual, todos aceptamos que la magia tiene sus trucos. Descubrimos repentinamente que Mía tiene un novio que la lleva a cenar con otra pareja (en un lapsus freudiano ella se había olvidado) el día más inoportuno, el de su cita con Sebastian, que pasa así a la categoría bergmaniana de amor clandes- tino. Un anticlímax como un piano, que amenaza con dar al traste con la cita esperada, pero que Mía resuelve con el instinto que parece heredado de la ascensorista de El apartamento (1960), con ese mismo impulso irracional que brilla en los ojos de Shirley McLaine cuando huye de su cita con Fred MacMurray (Sheldrake), cuando repentinamente sale corriendo. Emma Stone, impulsa el mismo resorte y hace que Mía corra huyendo de la escena donde no quiere estar, para ir al encuentro con su príncipe, que la espera solo y aparentemente “plantado” en la sala del cinematógrafo. Así el ascenso a las estrellas de la pareja comienza desde el punto más bajo posible y nace de un impulso irracional. City of Stars: Todos dicen I Love You El tema central del film coincide con el climax dramático, en uno de los más deslumbrantes números musicales, que toma como pretexto la escena del Planetario de Rebelde sin causa, pero que tiene tal vez más parentesco con Todos dicen I Love You (Woody Allen, 1996) donde ya se presenta la idea de los amantes bailando y volando por los aires flotando en sus emociones. Es una escena con los amantes trasladados al mejor lugar para ver las luces de la ciudad, pero también para situarlos bajo la bóveda celeste como si el mundo existiera solo para ellos. La escena tiene un comienzo lento y melódico, con Mía y Sebastian tomándose de la mano en una danza circular y envolvente que acaba bajo la cúpula del planetario para que allí se haga la oscuridad, emergiendo un paisaje estrellado para que surja la magia: sus emociones les hacen volar y danzan ingrávidos entre las estrellas, mientras se van incorporando instrumentos a la sinfonía. Hasta que la música cesa, los personajes caen suavemente en silencio sobre dos butacas y allí se produce el beso, subrayado por una cortinilla que cierra a negro en círculo, el broche clásico y más emblemático para sellar un beso desde que el cine es cine. Barreras al amor Ya se sabe, no hay amores épicos sin barreras, sin obstáculos en el camino. Es de primero de guion. Como en Casablanca se recurrió al flash back para contar, como en un largo videoclip, el pasado romántico entre Ilsa y Rich (Bergman&Bogart) en París (referencia que tampoco falta en La La Land), en esta ocasión y sin flash back por medio, el fragmento narrativo de dos personajes enamorados se resume en un recorrido visual, en flashes, por las escenas de su encantamiento, en un rítmico montaje al que sirve de soporte el vibrante tema musical de Justin Hurwitz. Donde hubiese podido estar el colorín colorado de un cuento convencional, toma su punto de partido el romance épico que necesita de barreras y desencuentros, donde ambos sueños colisionan en una realidad que hace de su romance una misión imposible sin traicionarse a sí mismos. El detonante es un nuevo personaje que aparece en escena para dar un giro dramático a la comedia: en un encuentro casual aparece Harry (Damon Gupton), antiguo amigo de Sebastian, que le ofrece trabajo en su banda de jazz. Un trabajo que destapa el pozo de las contradicciones… Es el momento para que la trama se bifurque en dos historias paralelas, las que distancian a Mia y Sebastian, porque ella permanece luchando por ser actriz y él viaja de bolo en bolo… un fuerte y largo anticlímax, un desierto de casi veinte minutos sin números musicales, en el que la película cae en su más peligroso bache narrativo, salpicado de escenas convencionales de éxitos y fracasos, de encuentros y desencuentros. Porque de la historia desaparecen de repente sus dos soportes fundamentales, el hechizo y la música. Audition En el momento de mayor crisis de la película aparece Emma Stone al rescate. Lo hace en la escena más desnuda, más cruda, más difícil, de esas que ponen a un actor o a una actriz a los pies de los caballos. De las que te hunden o te encubran a los Oscars… Después de que Sebastian reaccione al fin como se espera del príncipe en un cuento de hadas, tomando las riendas para que la chica regrese de su exilio emocional y se enfrente a la mayor prueba, la mayor oportunidad de su vida que, naturalmente, es una audición que puede reservarle el salto a la fama. Un buen pretexto de guion para llevar la historia a su sendero, situando a su heroína ante el enfrentamiento final, la gran prueba en la que salir airosa o sucumbir a la frustración. Mia no sólo sale brillantemente de su casting, sino que Emma Stone nos pone los pelos de punta en una interpretación memorable, otra vez con la música de Justin Hurwitz como soporte, que lleva de nuevo la película a su terreno, para articular un desenlace en dos pasos, resolución y epílogo, otra vez apelando a las emociones del espectador. The End y City of Stars Como en el final de Casablanca, en el final de La La Land se recurre a la épica y al sacrificio, siendo reseñable la forma magistral de ensamblar los recursos dramáticos, los escénicos y los musicales. Para que no se nos olvide: el cine es un sueño de alguien, y la magia es convertir ese sueño en una realidad efímera de luz que nace y muere en la pantalla. Título original: La La Land Año: 2016. Duración: 127 min. Director: Damien Chazelle Guión: Damien Chazelle Música: Justin Hurwitz Fotografía: Linus Sandgren Reparto: Emma Stone, Ryan Gosling, John Legend, Rosemarie De Witt, J.K. Simmons, Finn Wittrock, Sonoya Mizuno, Jessica Rothe, Jason Fuchs, Callie Hernandez, Trevor Lissauer, Phillip E. Walker, Hemky Madera, Kaye L. Morris Productora: Summit Entertainment / Gilbert Films / Impostor Pictures / Marc Platt Productions http://www.lalaland.movie/ http://www.imdb.com/title/tt3783958/ http://www.filmaffinity.com/es/film689956. html http://www.filmaffinity.com/es/search.php?stype=director&sn&stext=Damien%20Chazelle http://www.filmaffinity.com/es/search.php?stype=cast&sn&stext=Emma%20Stone http://www.filmaffinity.com/es/search.php?stype=cast&sn&stext=Ryan%20Gosling http://www.filmaffinity.com/es/search.php?stype=cast&sn&stext=John%20Legend http://www.filmaffinity.com/es/search.php?stype=cast&sn&stext=Rosemarie%20De%20Witt http://www.filmaffinity.com/es/search.php?stype=cast&sn&stext=J.K.%20Simmons http://www.filmaffinity.com/es/search.php?stype=cast&sn&stext=Finn%20Wittrock http://www.filmaffinity.com/es/search.php?stype=cast&sn&stext=Finn%20Wittrock http://www.filmaffinity.com/es/search.php?stype=cast&sn&stext=Sonoya%20Mizuno http://www.filmaffinity.com/es/search.php?stype=cast&sn&stext=Jessica%20Rothe http://www.filmaffinity.com/es/search.php?stype=cast&sn&stext=Jason%20Fuchs http://www.filmaffinity.com/es/search.php?stype=cast&sn&stext=Callie%20Hernandez http://www.filmaffinity.com/es/search.php?stype=cast&sn&stext=Trevor%20Lissauer http://www.filmaffinity.com/es/search.php?stype=cast&sn&stext=Trevor%20Lissauer http://www.filmaffinity.com/es/search.php?stype=cast&sn&stext=Phillip%20E.%20Walker http://www.filmaffinity.com/es/search.php?stype=cast&sn&stext=Hemky%20Madera http://www.filmaffinity.com/es/search.php?stype=cast&sn&stext=Kaye%20L.%20Morris http://www.lalaland.movie/ http://www.imdb.com/title/tt3783958/ http://www.filmaffinity.com/es/film689956.html http://www.filmaffinity.com/es/film689956.html