FACULTAD DE CIENCIAS ECONÓMICAS Y EMPRESARIALES UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID MÁSTER UNIVERSITARIO EN ESTUDIOS FEMINISTAS INSTITUTO DE INVESTIGACIONES FEMINISTAS NOMBRE ALUMNA: Virginia Hidalgo Rivas TÍTULO TFM: Prácticas feministas de resistencia al patriarcado: Aborto clandestino en contexto de criminalización. TUTORA: Beatriz Moncó Rebollo FECHA DEFENSA: 28 de Junio de 2017 CURSO ACADÉMICO: 2016/2017 2 “Tengo ganas de salir con carteles a la calle y encontrarme en multitudes para cambiar la vida” Julieta Kirkwood. 3 Índice 1.- Introducción 4 2.- Aspectos metodológicos y teóricos de la investigación 2.1 Etnografía: observación participante y entrevista 6 2.2 Transitando entre el etic y el emic 12 3.- Cuerpo central de la investigación 3.1 Declaración de intenciones 15 3.2 Una mirada antropológica del aborto 17 3.3 Contexto chileno 22 4.- Rebeldía: desde la autoconciencia hacia el empoderamiento 25 4.1 Desmedicalización 30 4.2 Desobediencia 35 4.3 Despenalización 41 4.3.1 ¿Qué significa poner el cuerpo? 44 4.3.2 Cuerpo político colectivo: Red FEIALSA y #MisoPaTodas 47 4.3.3 Cuerpo político individual: mujeres que abortan 51 5.- Conclusiones 56 6.- Bibliografía 59 4 Este texto, como el feminismo, es el resultado de una reflexión colectiva. 1.- Introducción Este trabajo pretende abordar un fenómeno crucial e histórico en la lucha feminista, la reivindicación de los derechos sexuales y reproductivos, en concreto el derecho a decidir de las mujeres sobre sus cuerpos, particularmente, la libre elección en torno al aborto. Enmarcado en un contexto de absoluta restricción y criminalización, en este texto se lleva a cabo un análisis y descripción sobre como diversas colectivas 1 feministas y lesbofeministas 2 en Chile se articulan en torno a una Red de Entrega de Información para un Aborto Libre, Seguro y Autónomo. (Red FEIALSA) A partir de un desarrollo teórico y que bebe de la genealogía feminista, y haciendo uso del método etnográfico, se aborda la experiencia de mujeres feministas que a modo de grupo de autoconciencia desarrollan mediante esta articulación, una estrategia política con la intención de trabajar desde el activismo en base a dos líneas: por una parte acompañando a mujeres que abortan entregándoles información contrastada y fiable que les facilita el acceso al aborto, y de otro, llevando a cabo diversas acciones de impacto público con el objetivo de contribuir a la despenalización social del aborto en Chile. El trabajo por tanto tiene una base metodológica antropológica con el uso de la etnografía que comprende un trabajo de campo que incluye técnicas como la observación participante, que tuvo lugar durante un año en la experiencia que como activista abortera 3 tuvo quien escribe, y además incluye cuatro entrevistas que recogen información muy específica sobre la labor de defensa de los derechos humanos, realizadas tanto a compañeras feministas activistas como a una mujer acompañada en su proceso de aborto. 1 La Red FEIALSA está conformada por once colectivas: Línea Aborto Norte (Iquique), Gritonas y Morganas (Copiapó), Tijeras y Línea Aborto Libre (Santiago), Nosotras Decidimos (Valparaíso), Info Aborto (Concepción), AcciónFem (Temuco), Histeria Colectiva (Valdivia), Mestizas (Chiloé) y Desnudando (Coyhaique). Las dos organizaciones situadas en Santiago de Chile se definen como lesbofeministas. 2 Las mujeres lesbianas también abortan, literalmente como consecuencia de violaciones y simbólicamente abortan el sistema heteropatriarcal. Así el lesbofeminismo concede una identidad particular en el ser feminista “es una propuesta política y colectiva, y no sólo una práctica sexual privada. Es revolucionario porque busca cuestionar de fondo y transformar las sociedades en que vivimos, a través de la deconstrucción y, sobre todo, destrucción del sistema heteropatriarcal.” (Falquet, 2006: 10). Además como señala Rich (1980) en su artículo “Heterosexualidad obligatoria y existencia lésbica” el lesbofeminismo realiza una crítica a la heterosexualidad obligatoria y habla de un “contínuum lésbico” proponiendo la construcción de una “sororidad” feminista, la cual se refiere a una relación de amor entre mujeres, tanto heterosexuales como lesbianas, intencionada y política con el fin de unirse en contra de las opresiones y buscar la liberación. 33 Esta palabra denota un uso político de un término que provoca rechazo. “Sustituimos a la mujer en abstracto por la abortera y la abortienta que enfrentan el mandato de maternidad todos los días. Se trata de una serie fecunda e inagotable de figuras de mujeres que no son heroínas, sino que son señaladas por su comportamiento, por su rebeldía. Si sumamos a todas esas señaladas, a esas fugitivas y desobedientes, tenemos un sujeto político indigesto e imposible de disciplinar, ni conciliar: las locas”. (Galindo, 2015 :44) 5 Así mismo, el texto tiene un sello muy personal y político pues se imprime en él una mirada descolonizadora y despatriarcalizadora 4 , que va transitando del emic al etic cuestionando cada uno de los mecanismos que operan en las relaciones de poder 5 que someten a las mujeres en todos los ámbitos del ser y estar en el mundo. En relación al marco teórico se le concede gran relevancia, se realiza una declaración de intenciones para situar la construcción de conocimiento, contempla un acercamiento al aborto desde una mirada antropológica presentando esta práctica como constructo social universal, y para cerrar el capítulo “Cuerpo teórico” se realiza una breve alusión al contexto chileno, una reseña histórica-legal-social y estado de la cuestión sobre el aborto. Un tercer bloque recoge narrativas de las mujeres que han participado en las entrevistas, articulando estos relatos en un capítulo denominado “Autodeterminación: de la autoconciencia al empoderamiento” que gira en torno a tres conceptos que son clave en el proceso de emancipación de las mujeres por la libre decisión sobre nuestros cuerpos, una triple “des”: desmedicalización, desobediencia y despenalización social. Tres ejes que permiten recoger de forma muy clara y concisa las prácticas que son importantes en este proceso de conquista de la autonomía y que además permiten entender lo que significa “poner el cuerpo 6 ” dentro del feminismo. Por tanto, la intención de este trabajo es sistematizar una experiencia de activismo feminista que se presume internacional y que varía en lugar y tiempo pero que sigue lógicas similares tanto en relación al control patriarcal, como en cuanto a la resistencia feminista a esta dominación masculina. Así, esta es una oportunidad para poder conceptualizar a través del análisis de una experiencia vivida y viva, la de poner el cuerpo por los derechos, la justicia social y la dignidad de las mujeres, haciendo memoria y construyendo memoria feminista. 4 María Galindo, activista del colectivo Mujeres Creando (feminismo comunitario), afirma que no se puede descolonizar sin despatriarcalizar y no se puede despatriarcalizar sin descolonizar. “La despatriarcalización representa esa nueva reinvención del feminismo entero porque supone al mismo tiempo un horizonte de lucha no liberal, ni de inclusión dentro del patriarcado sino de desmontaje de este como estructura de poder; una metodología de práctica política que supone la capacidad de decodificar, desmontar, desmantelar los mandatos y estructuras patriarcales y el reconocimiento de un nuevo punto de partida (…) un camino de reapropiación de nuestros cuerpos, de nuestras voluntades y de nuestras decisiones”. (Galindo, 2015:40-41) 55 Es interesante el aporte de Grosfoguel (2011) que pretende romper con la visión exclusivamente economicista de la realidad develando las múltiples jerarquías de poder que intersectan: “sistema-mundo capitalista/patriarcal occidentalocéntica/cristianocéntica moderno-colonial”. 6 “Poner el cuerpo” es una expresión muy usada entre las activistas feministas chilenas y denota la necesidad de involucrarse en la lucha por la emancipación de las mujeres, estando presente en las acciones, participando de cada espacio de reflexión, arriesgando en cierto sentido la individualidad en favor de la lucha colectiva en una práctica que tiene elementos de ilegalidad. Para mayor profundidad: capítulo 4.3, página 45. 6 2.- Aspectos metodológicos y teóricos de la investigación 2.1 Etnografía La base metodológica de este proyecto de investigación tiene una mirada puramente cualitativa y se inclina por un instrumento de las ciencias sociales, en concreto el alma mater de la Antropología: la etnografía 7 . Según Woods (1987) etimológicamente el término etnografía proviene del griego “ethnos” (tribu, pueblo) y de “grapho” (yo escribo) y se utiliza para referirse a la descripción del modo de vida de un grupo de individuos(as). La etnografía surge, o más bien se convierte en un método antropológico para la descripción de la cultura, a finales del siglo XIX y principios del XX con el trabajo de dos clásicos; el polaco Bronislaw Malinowski de la escuela británica y su trabajo de campo en el pacífico occidental, y el alemán Franz Boas de la escuela estadounidense vinculada a la antropología cultural con los estudios nativos. A partir de 1920 la etnografía se introduce en la Escuela de Chicago con los estudios sociológicos de pobreza y marginación, de tal manera que comenzó a extenderse a diversas disciplinas. La etnografía ha transitado por diferentes momentos dentro de la ciencia a lo largo de su historia, pero como el resto de métodos que no se rigen por los parámetros de la ciencia hegemónica, ha sido víctima del conflicto entre positivismo 8 y naturalismo 9 . Hammersley y Atkinson (1994) señalan que uno privilegia los métodos cuantitativos y el otro promociona la etnografía como el método central, si no el único legítimo, de investigación social. Superada a priori la disputa del eterno conflicto y obtenido el reconocimiento y la validez científica que el método posee, lo cierto es que para conocer la realidad de las relaciones humanas, de los fenómenos sociales y de las culturas en toda su complejidad, la etnografía es una legítima respuesta, pues posibilita: “describir a un grupo humano en su contexto, a partir de la vida cotidiana, en el entorno natural en el que tienen lugar las diferentes interacciones sociales, reguladas por instituciones, sistemas de creencias y valores, normas y patrones de comportamiento incorporados por cada uno(a) de los 7 Antes de ser sistematizado en medios académicos de occidente, el término etnografía era acuñado por A. Schlozer, profesor de la Universidad de Gottinga y asesor del Zar, quien sugirió el neologismo "etnografía" en 1770 para designar a la "ciencia de los pueblos y las naciones". Para la expansión oriental del estado multinacional ruso, el Zar requería una metodología distinta a la "estadística". (Vermeulen & Alvarez, 1995) 8 El positivismo se basa en un dogma, la existencia de leyes universales que se validan mediante el experimento, por tanto, el conocimiento científico va a ser aquel que se construye desde lo observable y tangible y solo así se considera neutro y objetivo, reduciéndolo a una única ciencia observable: la física. 9 El naturalismo ha de ser fiel a la naturaleza del fenómeno que estudia, evitando la intervención y respetando ese estado “natural” de la cultura sin ser contaminado por quien investiga. 7 miembros que configuran esa colectividad a través de un proceso de enculturación”. (Guerrero, 2014: 237) Además, la descripción etnográfica como señala Geertz (1991) presenta tres rasgos característicos: es interpretativa, interpreta el flujo del discurso social y la interpretación consiste en tratar de rescatar "lo dicho" en ese discurso. Además posee una cuarta característica: es microscópica, es decir, puede hablar de grandes categorías como el poder, la opresión o la dominación, pero también narra esas mismas grandes categorías en pequeños relatos o anécdotas de lo cotidiano, desde lo micro. Por tanto la etnografía es una herramienta útil para abordar los fenómenos sociales y comprender las culturas desde la perspectiva de sus miembros, siendo crucial que quien investiga realice un acto de extrañamiento 10 pero también de ruptura con el etnocentrismo, incorporando una mirada que posibilite interpretar los sistemas de creencias, las representaciones sociales, los valores, es decir la “otredad” sin ser comparada con la cultura propia de quien mira, sino desde los ojos de la cultura que se mira. Marcel Proust decía que el verdadero viaje de exploración no consiste en buscar nuevas tierras sino en tener nuevos ojos. Así la etnografía nos permite observar, describir, interpretar y comparar desde una cultura y su sistema de creencias, su organización social, hasta un fenómeno social, o dicho de otra manera, posibilita construir conocimiento en base a lo que los grupos humanos hacen, lo que dicen y lo que dicen que hacen, teniendo en cuenta, como señala Wolcott (1985), la tensión que se da entre lo que hacen y lo que dicen que deberían hacer. Por tanto, una etnografía implica llevar a cabo un trabajo de campo de una duración determinada, que ha de tener una serie de características para ser considerada como tal. Angrosino (2012: 35-36) afirma que una etnografía ha de tener los siguientes elementos: a) Un método de campo: la investigación se realiza in situ, en los entornos donde viven las personas y se relacionan entre sí. b) Personalizado: el(la) investigador(a) observa y participa, está en contacto directo con las personas a las que estudia. 10 El proceso de extrañamiento, como posición cognitiva, implicaría a la vez un distanciamiento y un acercamiento que trata de transformar lo exótico en familiar cuando estudia culturas ajenas, y lo familiar en exótico cuando investiga sobre la propia. Un transitar entre el “nosotras” y el “otras”, entre la mismidad y la alteridad que posibilite convertirse en una “outsider” como señala Lins Ribeiro (1988), una intrusa que está en un dentro-fuera continuo. 8 c) Multifactorial: se emplean diferentes técnicas de recogida de datos, que más tarde pueden ser analizados a través de sistemas de triangulación11. d) Un compromiso a largo plazo: la investigación etnográfica lleva consigo el contacto con las personas durante un largo periodo de tiempo, aunque el marco temporal exacto puede variar de varias semanas a un año o más. e) Inductivo: parte de la recopilación de datos para contrastar hipótesis. f) Dialógico: los resultados de la investigación pueden ser valorados también por las personas que han sido estudiadas, y por tanto participan en la elaboración de las interpretaciones y conclusiones del estudio. g) Integral: su pretensión es holística, es decir, se lleva a cabo para producir un retrato lo más completo y exhaustivo posible del grupo estudiado. La etnografía por otro lado, es un método de investigación social cualitativo que contempla diversas técnicas: observación participante, entrevista, grupo de discusión, método biográfico, análisis de redes sociales, grupo triangular, análisis del discurso y análisis de documentos. Por ello, el qué y el cómo queramos abordar un fenómeno cultural va a delimitar las técnicas que vayamos a aplicar en nuestro trabajo de campo etnográfico. “La flexibilidad de la etnografía radica en que las estrategias metodológicas y técnicas que cabe seguir en la etnografía son muy diversas, pues varían en función de múltiples factores, entre los que se hallan la naturaleza y la amplitud del objeto de estudio, el grado de conocimiento que ya existe sobre él, los aspectos concretos a los que se quiere prestar atención, las características de la población y de los escenarios en los que se ha pensado investigar, el alcance teórico que se le desea dar a los resultados y/o la intención más o menos comparativista que se alberga desde un principio. (Jociles, 1999: 11) La etnografía señala Agar (1980) es método y es producto, como método implica recogida de información mediante las técnicas señaladas y como producto etnográfico se trata de elaborar un documento que recoge esa información detallada y amplia de forma descriptiva. El trabajo de campo realizado, y partir del cual se recoge la información que se ha convertido en producto en este texto, se desarrolló desde Septiembre de 2015 hasta Agosto 11 Según Denzin (1975) la triangulación es la combinación de dos o más teorías, fuentes de datos, método de investigación en el estudio de un fenómeno singular. Hay diferentes tipos y se trata de un proceso de validación de la información obtenida para construir conocimiento. En este caso la triangulación se ha llevado a cabo con los datos obtenidos de las distintas técnicas usadas -observación participante y entrevista-, junto a datos de fuentes secundarias, que se analizan por separado y se comparan para validar. 9 de 2016 en Valparaíso, Chile. Comenzó con mi participación en la conformación de una colectiva feminista, que parimos con la intención de abordar un fenómeno que entendíamos era necesario: ¿Cómo abortamos las mujeres en contexto de clandestinidad? De tal manera que a priori mi participación tenía un sentido únicamente desde el activismo feminista, desde el compromiso de contribuir a la transformación social y emancipación de mi mitad de iguales. Pero ese sentido se fue transformando a medida que iba tomando conciencia de la importancia de sistematizar 12 la experiencia de lo que allí se estaba tramando y del aporte que esto podría ser, pues como sabemos en el movimiento feminista toda reivindicación va de la mano de una redefinición de la realidad, y eso lo ofrece la reflexión teórico-práctica. Y en ese desarrollo como colectivo feminista fui despertando la mirada antropológica, aquella que proporciona las herramientas para observar, describir, interpretar y comparar un fenómeno cultural. Dicho esto, las técnicas de investigación que darán forma a esta etnografía y que es importante definir someramente 13 son la observación participante y la entrevista, ya que el uso de ambas permite obtener por un lado datos “puros” y por otro información “inducida”, ya que como asevera Jociles (1999) los procesos sociales se observan tanto en situaciones cotidianas como en situaciones especialmente preparadas para la investigación. Observación participante La observación participante implica observar desde la participación de aquello que se observa, es decir, requiere establecer una relación de confianza que permita a quien investiga ser parte de ese grupo, estar presente en el grupo con quien quieres construir conocimiento siendo una más del mismo, y además, precisa de un posicionamiento ético y de un compromiso personal, donde la horizontalidad y lo colectivo debe ocupar un lugar preeminente. “La observación participante se refiere a la práctica que consiste en vivir entre la gente que uno estudia, llegar a conocerlos, a conocer su lenguaje y sus formas de vida a través de una intensa y continua interacción con ellos en su vida diaria (…) conversar con la gente, trabajar con ellos, asistir a sus funciones sociales y rituales, visitar sus casas.” (Berreman 1968: 337). 12 Acompañar es una práctica que implica una postura política donde se concede autonomía a las mujeres en sus propios procesos. Quienes acompañan llevan a cabo una labor de democratización del conocimiento desde la horizontalidad rompiendo con el rol de expertise que jerarquiza las relaciones en el binomio profesional-paciente. 13 Para profundizar sobre el método etnográfico, véase la obra de la antropóloga Anastasia Téllez Infantes, “La Investigación antropológica” (2007), Editorial Club Universitario. 10 La observación participante como recoge Gamella (1993) permite hoy obtener muestras más completas y exhaustivas a nivel comunitario que ningún otro método y, por lo tanto, puede contribuir a alcanzar una comprensión y explotación más acertada de los datos disponibles y de sus interrelaciones. El objetivo de la observación participante como señala Sanmartín (2003) es acumular un corpus teórico de información etnográfica que facilite la elaboración de un conocimiento antropológico de algún problema de alguna de las ciencias humanas o sociales. En el caso de quien escribe, el proceso de acercamiento etnográfico fue algo distinto, pues ya había transitado por ese camino de conocer, conversar, compartir y hablar un mismo lenguaje. La observación participante ya estaba rodando, ya tenía la comprensión del fenómeno encarnada, entonces solo fue necesario un “despertar” para comenzar a observar desde la conciencia de que era mi “yo antropóloga” quien observaba. Observé desde el primer día que sin conocernos ya empezó nuestra historia como colectiva feminista. El impulso fue un encuentro entre mujeres a propósito del día por la despenalización del aborto (28 de Septiembre 2014), que fue la semilla para la conformación de la colectiva y posterior Red FEILSA. De repente nos encontramos en una sala once mujeres, todas profesionales de las ciencias sociales, que sin previa relación personal confluimos de tal manera que comenzamos a darle forma a una colectiva feminista de defensa de los derechos sexuales y reproductivos, que fue creciendo a medida que semanalmente nos íbamos encontrando para problematizar en torno al aborto. Ese fue el punto de partida. En ese observar y participar que implica la técnica, entran en juego el vínculo, la confianza, la aceptación y cobra importancia tanto lo que se ve como lo que se escucha, además de los intangibles porque cuando la experiencia atraviesa el cuerpo mediante el estar, lo desconocido se torna familiar y así puede ser sistematizado con cierta fidelidad. A medida que la colectiva iba tomando forma, se sucedieron reuniones donde se politizaba desde lo personal, tertulias donde se iban creando sinergias y perfilando postura política y líneas de trabajo. Se dieron encuentros con otras compañeras profesionales para nuestra formación sobre aborto, emprendimos un trabajo que desde la autogestión iba a contrarreloj pero que finalmente cristalizó en el lanzamiento de la primera campaña por la despenalización social del aborto, impartimos talleres en diversos espacios sobre aborto con pastillas, marchamos juntas por la calle gritando “aborto libre”, “sin culpa ni permiso, aborta con miso”... Participamos en seminarios en la Universidad de Chile y en una red de 11 medicas/os pro elección, y poco a poco fuimos tejiendo sororidad nacional y transnacional que dieron forma a lo que somos como colectiva y que facilitó la conformación de una red nacional. Una concatenación de vivencias comunitarias, observables muchas e intangibles algunas, que fueron y son el germen para la construcción de conocimiento colectivo. Entrevista Para conocer con mayor profundidad los sentires y pensares de las personas que forman parte del grupo que se pretende estudiar, esto es su cosmovisión y sus discursos, la entrevista etnográfica es una herramienta que en el trabajo de campo permite recabar información que no es susceptible de ser observada. “la entrevista es más eficaz, penetra mejor en aquello que debe alcanzar, cuando, siendo fiel a la vida real por la cual se pregunta, a esa misma vida se amolda como uno de sus fenómenos, convirtiendo la entrevista en una de sus situaciones normales”. (Sanmartin, 2000: 106) Es en esa interacción entre quien investiga y las personas informantes donde se establece un traspaso de información, de tal manera que la entrevista genera conocimiento mediante la sistematización de los relatos y su posterior análisis. Posibilita obtener interpretación de los fenómenos sociales a partir de personas clave dentro del grupo donde se realiza la observación participante, a través de reflexiones que están guiadas por una serie de preguntas abiertas, preguntas que quien entrevista ha preparado a propósito de la información que pretende recabar. “La entrevista es una estrategia para hacer que la gente hable sobre lo que sabe, piensa y cree” (Spradley, 1979: 9) La entrevista etnográfica ha de contemplar una serie de elementos, un procedimiento meticuloso que le proporciona las características propias de esta técnica antropológica, entre los que nos interesa destacar especialmente, más allá de la parte técnica que es tremendamente importante, la ética profesional que ha de tener muy presente la confidencialidad y el consentimiento informado. Con la intención de triangular la información obtenida de la observación participante y del análisis teórico, se han llevado a cabo cuatro entrevistas para tener datos en mayor profundidad sobre algunos de los ejes que se han definido en este trabajo como cruciales: despenalización, desobediencia y desmedicalización. Se considera relevante que esta etnografía contemple las narrativas de mujeres que de un lado, han sido y son clave en la colectiva y la red, y de otro, a una de las 12 decenas de mujeres que contactan con la red para solicitar información sobre aborto seguro con pastillas y que realizó su proceso de interrupción del embarazo acompañada por nosotras. Por ética profesional los nombres de las mujeres entrevistadas son ficticios. 2.2 Transitando entre el etic y emic 14 Tan solo unos meses fueron suficientes para generar lazos, para incorporar otras miradas y entrar de lleno en la lucha feminista que se presume universal. Porque cuando una se mueve de una cultura a otra consciente de que a los seres humanos nos unen y separan múltiples elementos, nos interseccionan diversas opresiones, es imposible no sentirse en un dentro y fuera constante. Se despliega algo así como una doble ausencia 15 o doble presencia -según se sentipiense 16 - que conforma una nueva identidad personal y profesional posibilitando el desarrollo del privilegio epistémico 17 de quienes cuestionamos el androcentrismo, colonialismo, racismo, clasismo, y demás ismos en el quehacer investigativo, pero también en la vida cotidiana. Y entonces empieza a crecer una sujeta que es activista e investigadora a partes iguales pues, difícilmente se puede escindir lo personal de lo profesional y de lo político. Y de una experiencia de colectividad feminista obtiene los elementos necesarios para hablar de cuerpo, de derechos sexuales y reproductivos, de derechos humanos, de empoderamiento y sororidad, pero sobre todo de desmedicalización, desobediencia y despenalización social. Entrar en contacto con otra cultura, con otras realidades y con un fenómeno social con características que entran en contradicción con los significados que tu experiencia de vida le otorga al mismo, implica transitar por un camino que danza entre el emic y el etic, que 14 Esta distinción cuyo origen nace con el lingüista Kenneth L. Pike comenzó a ser utilizada en antropología cultural para poner de manifiesto la diferente manera en la que se interpretan las culturas. Son dos extremos de un continuo donde la postura emic implica interpretar la cultura desde la mirada de quien actúa y etic desde la mirada de quien observa. 15 Como consecuencia de habitar un mundo global donde los flujos migratorios son inherentes a la existencia humana, Abdelmalek Sayad (2011) señala con la doble ausencia, cómo las configuraciones identitarias están atravesadas por nuevos vínculos, valores, y fruto de ello, se generan nuevas subjetividades que empujan a incorporar en la identidad esa doble ausencia, la de origen y la de destino. 16 Le dijo un pescador en San Benito Abab (Sucre) al sociólogo Orlando Fals Borda al hablar de la cultura anfibia colombiana "Nosotros actuamos con el corazón, pero también empleamos la cabeza, y cuando combinamos las dos cosas así, somos sentipensantes". Sentipensar es el lenguaje que habla la verdad. 17 De corriente marxista, la Teoría feminista del punto de vista (feminist standpoint theory) tiene a Sandra Harding (1986) como máxima exponente, aunque ha sido desarrollado por otras autoras como Nancy Hartsock (1983), y parte del reconocimiento del carácter socialmente situado de las creencias. Ser mujer(es) otorga un privilegio epistemológico en un mundo androcéntrico y sexista dominado por hombres, así las mujeres pueden ver lo que es invisible a los hombres por su lugar de poder. 13 te empuja a rescatar ciertos elementos de tu subjetividad que como observadora se incorpora mediante la cultura propia, pero también incita a deconstruir parte de esa identidad para comprender la realidad en su contexto, desde el lugar de quienes la habitan. En este sentido este trabajo de campo ha implicado un proceso de descolonización del saber/poder 18 , pero también a lo largo de este tiempo de activismo feminista que se diluye con lo denominado académicamente como trabajo de campo -muy cercano por cierto a la Investigación-Acción-Participativa 19 - se ha dado un caminar hacia una postura crítica, entendiendo que la Antropología además de feminista, será aplicada o no será. De esta manera resignificar la antropología y su forma de hacer ciencia también es uno de los objetivos propuestos en el desarrollo de este trabajo, junto con, principalmente, el acercamiento a una realidad concreta: ¿Cómo se organizan y resisten frente al patriarcado las mujeres feministas en Chile? “Desde la etnografía feminista hemos tratado de visibilizar las aportaciones de las mujeres a la reproducción social , no sólo como un ejercicio sistemático de añadir mujeres a la muestra, sino desde un posicionamiento teórico y político que se propone cuestionar categorías y metodologías androcéntricas que han ignorado y silenciado a los grupos situados en posiciones de subalteridad en el entramado de relaciones de poder —de género pero también de clase, extranjería, sexualidad” (Gregorio, 2011: 107) 18 Boaventura de Sousa Santos (2010) entiende que la descolonización del saber/poder implicar un acto de despensar para poder pensar: pensar desde la exclusión y rechazar el modelo eurocéntrico de pensamiento hegemónico dominante, y así crear otra epistemología que rompa con la monocultura del saber que cuestiona y dinamita el pensamiento abismal. “El pensamiento occidental moderno es un pensamiento abismal, consiste en un sistema de distinciones visibles e invisibles. Las invisibles constituyen el fundamento de las visibles y son establecidas a través de líneas radicales que dividen la realidad social en dos universos, el universo de «este lado de la línea» y el universo del «otro lado de la línea»(…)«el otro lado de la línea» desaparece como realidad, se convierte en no existente, y de hecho es producido como no existente (…) Lo que es producido como no existente es radicalmente excluido porque se encuentra más allá del universo de lo que la concepción aceptada de inclusión considera es su otro”. (De Sousa, 2010: 29). El pensamiento abismal es un paradigma político que se basa en la apropiación/violencia generando una tensión entre regulación/emancipación que hace que hasta el pensamiento crítico reproduzca las lógicas de dominación. Y lo hace en base al derecho moderno y el conocimiento científico “verdadero”. La propuesta contrahegemónica sería la epistemología del sur, tomando conciencia de la existencia de este abismo, y proponiendo una ecología de saberes. “Es una ecología porque está basado en el reconocimiento de la pluralidad de conocimientos heterogéneos (uno de ellos es la ciencia moderna) y en las interconexiones continuas y dinámicas entre ellos sin comprometer su autonomía. Se fundamenta en la idea de que el conocimiento es interconocimiento”. (Ibidem: 49). Frantz Fanon, el pensador que más ha profundizado al respecto, diferencia entre la zona del ser, donde hay privilegios, aunque también oprimidas/os, y de otro lado la zona del no ser, donde la opresión está atravesada por lo racial. La gente en la zona del no ser, como su humanidad no es reconocida, todas sus formas de pensar, de existir, espirituales, de actuar y de ser, son consideradas inferiores. En la zona del ser se usan regulación y emancipación y en la zona del no ser utilizan violencia y desposesión. 19 “La tarea principal para la IAP es aumentar no solo el poder de la gente común y corriente de las clases subordinadas, debidamente ilustradas, sino también su control sobre el proceso de producción de conocimientos, así como el almacenamiento y uso de ellos”(Fals Borda, 1980: 14) 14 Participar durante un año de una colectiva feminista que trabaja en la defensa de los derechos sexuales y reproductivos, y sistematizar parte de esa experiencia para construir genealogía feminista, ha sido el punto de inflexión que permite tomar conciencia del papel tan importante que tienen las ciencias sociales en los procesos de transformación social y de reconocimiento de los derechos de las mujeres. Por tanto las ciencias sociales han de ser útiles para las personas. Sol Tax (1975) propuso la “action anthropology” donde la producción de conocimiento de la disciplina sirviera para generar un impacto positivo en la vida de las personas que son “sujetas de estudio”, en un proceso de acompañamiento donde son ellas quienes marcan el camino. “All over the world there are communities of people under pressure to change their ways. In anthropology this is often called the acculturation situation […] Cultures are always changing, of course, but they do not always change in the direction of another culture.” (Tax, 1957; 514) 20 Cabe señalar que no siempre un proceso de investigación es delimitado previamente sino que puede surgir una vez se ha tomado contacto con el fenómeno en el que nos interesa profundizar. Se despiertan inquietudes comunes, y de repente te sorprendes poniendo en práctica las técnicas clásicas de la etnografía, que son prácticamente inherentes a la experiencia humana en cierto sentido: observar y preguntar. Así me posiciono en los márgenes de lo “puro” asumiendo este trabajo de campo como diferente, pues ya era parte del grupo, ya había establecido una relación de confianza con las personas que lo conformamos y ellas serán (seremos) sujetas de estudio e investigadoras al mismo tiempo, puesto que hay una experiencia compartida y una (co)construcción del conocimiento, un conocimiento colectivo que es fruto de un compromiso político que va a delimitar todo el proceso y el producto final. Para cerrar este resumen metodológico, se considera importante exponer que lo que permite aceptar una investigación con la etiqueta de antropológica como expresa Jociles (1999) no es el recurrir a un procedimiento, a un campo, a una técnica o conjunto de técnicas determinado, sino el uso que de ellas hace quien investiga incorporando y aplicando una 'mirada' antropológica. 20 “Alrededor del mundo hay comunidades bajo presión para cambiar sus formas. En Antropología esto es frecuentemente llamado aculturación (…) Las culturas están siempre cambiando, por supuesto, pero estas no siempre cambian en la misma dirección que otra cultura”. (traducción propia) 15 3.- Cuerpo central de la investigación 3.1 Declaración de intenciones Escribo con la intención de hacer uso de este lugar que ocupo en el mundo, deseando que sea un aporte desde esas otras miradas periféricas, las insurgentes y rebeldes que optan por subvertir las lógicas del sistema desde un dentro/fuera académico, como una especie de territorio de lucha feminista para la construcción del conocimiento. Pretendo generar por tanto un conocimiento que implica una contribución al debate minoritario dentro de la disciplina antropológica, dando énfasis en que la mirada de quien investiga esté bañada de un “nosotras” apostando por una ruptura epistemológica, haciendo memoria de la genealogía feminista en la que se insertan todas aquellas que nos preceden en este cuestionar el status quo patriarcal y el androcentrismo de las ciencias sociales. Porque mirar desde el feminismo, la antropología y la salud de las mujeres implican: “un compromiso ético y político con la salud de las mujeres, se activa un dispositivo que hace pasar el nivel que podríamos llamar metarreflexivo: el que se ocupa de esclarecer una serie de supuestos bajo los cuales se opera sin haberlos puesto nunca en cuestión, así como de condiciones asumidas de un modo acrítico” (Valls, 2009: 9) Repetimos como un mantra que lo personal es político 21 , tornándose imprescindible incorporarlo en la tarea investigativa, de tal manera que la investigación con enfoque feminista como metodología de politización, nos ofrece la base para desmitificar por un lado, la figura de quien investiga completamente desligada de una ideología e idealmente neutral, y de otro, otorga la validez que merece a una forma de construir ciencia que cuestiona las miradas tradicionales y hegemónicas. Por tanto, con la intención de darle valor al privilegio epistémico que portamos las investigadoras feministas, se hace crucial poner sobre la mesa no solo la necesidad sino la obligatoriedad de posicionarnos ideológicamente cuando hacemos ciencia, porque esto permite una antropología comprometida con la transformación social de las desigualdades, porque cuestiona desde una mirada crítica que no le resta validez empírica a los resultados. Así, parafraseando a Haraway (1995) reconociendo que el conocimiento es situado y con la intención de romper con una antropología aséptica que se pretende objetiva en términos positivistas, para lo cual termina por escindirse de la propia cultura, afirmamos que “poner el cuerpo” ya no es una opción sino un acto obligado de justicia social. 21 “Política Sexual” (1970), Kate Millet. 16 A modo de guiño a Mari Luz Esteban, a quien considero referente en este ámbito de la antropología periférica, voy a señalar algunos elementos clave que se entrecruzan en mi identidad, que van a ser definitorio del lugar en que me sitúo cuando miro el mundo, la manera en que me acerco a la realidad y de paso pone sobre la mesa los sesgos que porta quien escribe. En primer lugar me define el haber sido enculturada en una sociedad, la occidental, que me privilegia una serie de derechos de los que no dudo en sacudirme en un intento de descolonización 22 , para desplazarme del etnocentrismo que supone asumir la cultura propia como la medida perfecta de todo. También merecen ser mencionadas las intersecciones que me atraviesan en los diferentes aspectos de mi identidad personal y profesional que a modo de yoes orientan mi accionar; haber sido construida como mujer 23 , autonombrarme feminista, con conciencia de clase, blanca, de formación trabajadora social y antropóloga, habitante de un sur del norte, esto es, en palabras de De Sousa (2010) oprimida por la línea de arriba. Son aspectos que conforman una identidad concreta atravesando mi subjetividad y la manera en que miro los fenómenos sociales. Además no puedo dejar de reafirmarme en ese nosotras que le da sentido a este trabajo, un nosotras que guía este proceso y resultado, que me ha obligado a repensarme y a repensar sobre la colectividad, la horizontalidad y la importancia que tiene la ética, esto es el compromiso de la militancia en los procesos conjuntos de construcción de conocimiento. 22 Descolonizar ha supuesto un intento de ruptura con una sujeta enculturada como universal, a pesar de la posición de subalternidad como mujer, pero construida como mismidad y por tanto contada a sí misma y al mundo, leída y vivida desde el conocimiento occidental eurocéntrico. Este acto descolonizador también implica superar el binarismo teoría/práctica en la construcción del conocimiento feminista. En palabras de María Lugones (2008) se trata de una recuperación, de un reconocimiento, de una síntesis, de las propuestas críticas feministas, de Abya Yala, de Estados Unidos y de Europa, situándolas en cada contexto, sin perder de vista que la modernidad occidental fue posible en base al colonialismo, la expansión del capitalismo y la instalación del racismo. “La descolonización para nosotras se trata de una posición política que atraviesa el pensamiento y la acción individual y colectiva, nuestros imaginarios, nuestros cuerpos, nuestras sexualidades, nuestras formas de actuar y de ser en el mundo y que crea una especie de “cimarronaje” intelectual, de prácticas sociales y de la construcción de pensamiento propio de acuerdo a experiencias concretas” (Curiel, 2009: 3) En este sentido, descolonizar tiene que ver con producir otro conocimiento, desde un Sur cuyas producciones no son reconocidas “A lo sumo encontramos “algunas” feministas que extraen materia prima intelectual para la producción académica europea que no impacta más allá de objetivos personales, sean estos definidos desde la solidaridad internacional”. (Ibidem: 6) De tal manera que “el reto ético y político de las feministas europeas y norteamericanas implicará reconocer estas experiencias teóricas y políticas como parte del acervo y la genealogía feminista, pues solo así será posible un feminismo transnacional basado en la complicidad y solidaridad de muchas de las feministas que compartimos los mismos proyectos políticos de emancipación” (Ibidem: 8) Retomando las palabras de Silvia Rivera Cusicanqui (2016), descolonizarse implica tomar conciencia y postura política, teniendo en cuenta además los colonialismos internos que nos atraviesan, se trata de un cambio de paradigma en cómo enfrentar el mudo y relacionarse con él , una episteme que hay que explorar, experimentar y buscar en el corazón de cada mestiza/o y cada persona. 23 No se nace mujer, se llega a serlo. De Beauvoir, S. (2000) Cátedra, Universitat de València, I. Mujer. 17 3.1 Una mirada antropológica del aborto Hablar de aborto desde una visión antropológica implica hacer frente a enormes ausencias de literatura sobre el tema, cuando no una mirada esencialista, androcéntrica y moralizante. Podríamos considerar la obra “A study of abortion in primitive society” (1976) de Georges Devereux como el primer estudio sistemático desde la antropología sobre el aborto, en el que se trataba de demostrar mediante una publicación que se valía de diversas fuentes – antropológicas, pre antropológicas (relatos de viajeros) y archivos de la Human Área Files of Yale University- que el aborto, como otras prácticas culturales, no son centrales en las sociedades y que al no existir prescripciones precisas y explícitas sobre el aborto cabe la posibilidad de una amplia diversidad de comportamientos individuales y colectivos. Teniendo en cuanta la literatura etnográfica podemos afirmar que el aborto provocado de forma voluntaria es una práctica universal y que no se ha hallado una cultura donde no se haya llevado a cabo: “la posibilidad de expulsar del útero a los fetos antes de que se produzca su nacimiento con la intención de destruirlos parece formar parte por tanto de los marcos fundamentales de la existencia humana en la sociedad”. (Boltanski, 2016: 27) De tal manera que este hecho social que es universal, en tanto existe la posibilidad de realizarse, va a materializarse en base a una moralidad que marcará las formas de llevarlo a cabo, es decir, las prácticas que van a ser validadas y las que no. Las creencias y actitudes de cada cultura en torno al aborto son diversas y cada sociedad va a asignarle al aborto valoraciones en función de su contexto cultural, donde entra en juego elementos de la organización social tanto económicos, políticos, jurídicos, médicos como religiosos, y esto va a delimitar en qué punto del continuum se posicionan, que puede ir desde la máxima naturalización hasta la mayor penalización. En múltiples sociedades desde la antigüedad hasta la era moderna y previo a la aparición de la ciencia biomédica, era habitual el empleo de diferentes hierbas abortivas -laxantes, purgantes o diversas plantas productoras de hemorragias como por ejemplo la ruda, granada, sabina o hiedra- pero también se hacía uso de medios mecánicos, ya fuesen internos como la introducción de una varilla de metal, o externos como saltos, golpes o compresión del vientre, e incluso una combinación de ambos con la introducción de sustancias en la vagina. Algunos grupos culturales usaban ciertas fórmulas mágicas como 18 por ejemplo los indios hopi que llevaban a cabo rituales que implicaban sentarse en un determinado árbol, comer o beber cierto alimento o llevar un amuleto, prácticas que les permitían abortar. Estas prácticas formarían parte de lo que Devereux denomina un sistema psicosomático; el simple deseo de abortar tendría efecto abortivo. En esa línea vinculada a lo mágico, los indios aimaras de Bolivia, aunque no se muestran desfavorables a la práctica del aborto, le otorgan una relación directa con tormentas de granizo de carácter catastrófico. Esta idea de la mujer como causante de desgracias no es nueva ni propia de la cultura aimara, sino más bien un patrón que se repite constantemente en diferentes culturas donde a la mujer le son asignadas ciertas características que tienen que ver con elementos contaminantes o desencadenantes de desgracias, cual Pandora o Eva. En la mayoría de sociedades se da un saber común sobre el aborto y en la mayoría de los casos estaría ligado a una figura muy importante de las comunidades en relación a la sanación como era la “comadrona”. “Las mujeres siempre han sido sanadoras. Ellas fueron las primeras médicas y anatomistas de la historia occidental. Sabían procurar abortos y actuaban como enfermeras y consejeras. Las mujeres fueron las primeras farmacólogas con sus cultivos de hierbas medicinales, los secretos de cuyo uso se transmitían de unas a otras. Y fueron también parteras que iban de casa en casa y de pueblo en pueblo. Durante siglos las mujeres fueron médicas sin título; excluidas de los libros y la ciencia oficial, aprendían unas de otras y se transmitían sus experiencias entre vecinas o de madre a hija. La gente del pueblo las llamaba , aunque para las autoridades eran brujas o charlatanas. La medicina forma parte de nuestra herencia de mujeres, pertenece a nuestra historia, es nuestro legado ancestral”. (Ehrenreich y English, 1981:4) En esta breve lectura del aborto cabe señalar que la práctica es objeto de reprobación generalmente, que esta puede ir desde la desaprobación más violenta a la indignación pasiva, que por otro lado pueden ser muy aceptadas y naturalizadas en casos concretos como la violación o el incesto, pero que habitualmente seguirá siendo un tema del que se evita hablar. Siguiendo con Boltanski (2016), en muchas sociedades el aborto es tolerado por diferentes motivos, pero siempre existe un doble discurso de reprobación/tolerancia, que relega la práctica a lo privado en un secreto a voces que muestra que sigue siendo tabú. Otra idea que nos da luz de la lógica en que sostiene el aborto como tabú tiene que ver con el patriarcado, concretamente en el binomio oficial-oficioso expuesto por Bourdieu. Lo oficial que es representado por la figura del varón es dotado de un carácter solemne, 19 público y colectivo mientras que lo oficioso que se asocia a la mujer es privado, avergonzante y clandestino. Por tanto teniendo en cuenta la dominación masculina, el aborto se insertaría en el orden de lo femenino quedando relegado a lo íntimo y oculto. Ligado a lo íntimo-privado ya encontramos entre griegos y romanos un claro rechazo a esta práctica. Aunque no era penado por sus leyes estaba mal visto, no solo por el alto riesgo de muerte de las mujeres, sino porque se presupone que quien aborta en lugar de acudir al infanticidio lo hace ocultando una relación de adulterio, o para escatimar hijos al marido, además de ir a contracorriente de las políticas pro natalistas romanas. Posteriormente, con el cristianismo cuando el aborto queda restringido y castigado con la excomunión de la mujer (Papa Pío IX, 1869), por incorporar una nueva concepción sobre la vida donde el alma otorga categoría de ser humano, que vendría a existir desde la concepción. Aunque esta idea no ha sido siempre la misma en el cristianismo. Continuando con la división entre oficial y oficioso, nos sirve para explicar de un lado la ausencia de literatura antropológica con respecto al aborto, que se tornó relevante a partir de la incorporación de la antropología de género en los años 70´, y de otro explicaría el establecimiento de jerarquías del conocimiento con la consecuente invisibilización del aborto. Y es que siguiendo esa lógica divisoria, en antropología el poder masculino oficial se vincula con el parentesco y el poder femenino oficioso con el aborto, siendo históricamente el parentesco el eje central de los análisis de la disciplina. Es por esto que, en contraposición al aborto, todo lo relativo a la procreación tiene valor y visibilidad en tanto que es apropiado por los varones desde una postura utilitarista como una manera de controlar la reproducción. Por tanto sería acertado afirmar que el aborto no ha tenido ni tiene un lugar central en la cultura precisamente por ser un tema de mujeres que no tiene utilidad para los varones, y porque es la máxima negación de la sacralizada maternidad, que si ocupa un lugar central en las culturas, y que en palabras de Audre Lorde (1979) sería la única fuente de poder social a disposición de las mujeres en el marco de la estructura patriarcal. Como señala la antropóloga Emily Martin (1987), el cuerpo femenino es considerado como un sistema que fracasa siempre que no se consiga el objetivo último, que es la procreación. Un fracaso que amerita ser ocultado. Como señalábamos, la ausencia o carencia de literatura sobre el aborto en las diferentes disciplinas científicas es muy sintomático, ya que denota un desinterés – o más bien una invisibilización voluntaria- que tiene como resultado la infrarrepresentación de este proceso del cuerpo femenino, cosa que no ocurre con todo lo relativo a la 20 maternidad/embarazo/parto. Pero no solo del cuerpo femenino sino también de un cuerpo- agencia de las mujeres que es puesto al servicio del orden patriarcal y al deseo del pater familias que veladamente significa que parimos hijos para otras líneas de parentesco. Una explicación posible a esta ausencia de información sobre el aborto que no así del infanticidio 24 tanto en literatura como en documentos médicos, religiosos o representaciones pictóricas, puede estar relacionada con el hecho de que no fue hasta la invención de la ecografía moderna cuando llegó la humanización del embrión/feto. “casi resulta imposible decir que el feto muere ya que todo sucede como si fuera necesario haber nacido, y haber nacido vivo para poder morir”(Boltanski, 2016: 40) Sin embargo sí existen referencias, previas a la ecografía moderna, del aborto como un hecho merecedor de ser castigado y perseguido particularmente por la religión, ya que fueron muchas las mujeres curanderas y comadronas que se vieron señaladas como brujas 25 por los inquisidores, acusadas de matar a recién nacidos para devorarlos o consagrarlos al diablo. Cuando en realidad desde una lectura posterior puede verse a estas mujeres como sujetas empoderadas con amplios conocimientos científicos sobre hierbas medicinales y con un gran control de su sexualidad. En la disputa por la toma de poder de la medicina, una herramienta útil para excluir a las mujeres fue la criminalización de sus prácticas. “como dice la bula pontifica, existen siete métodos de los que se valen para embrujar el acto venéreo y la concepción en el vientre. Primero, inclinando los pensamientos de los hombres hacia una pasión desenfrenada. Segundo, obstruyendo su fuerza procreadora. Tercero, haciendo desaparecer los órganos adecuados para tal acto. Cuarto, transformando a los hombres en bestias con su magia. Quinto, destruyendo la facultad de procrear en las mujeres. Sexto, practicando abortos. Séptimo, ofreciendo niños al demonio, así como también otros animales y frutos de la tierra, con lo cual causan grandes males” (Kraemer y Sprenger, 1976. En Ehrenreich y English, 1981: 12). Posteriormente, en muchas sociedades del siglo XVII el aborto tenia función de control de la población, eran medidas de carácter político e higienistas de los estados occidentales. Medidas de control demográfico que ha sido implementadas a lo largo y ancho del planeta 24 Infanticidio en Polinesia, Tikopia “El nacimiento tiene lugar en un sitio apartado, aislado de la zona en que se desarrolla la vida colectiva pública. La destrucción se produce inmediatamente después de que el recién nacido haya salido del útero, muy a menudo por sofocación. No hay ningún rito de paso de la vida a la muerte que acompañe el acto. Simplemente se hace desaparecer el cuerpo. Dado que se efectúa al margen de la vida pública no es preciso justificar su eliminación. El bebe suprimido no deja ningún rastro en la memoria colectiva. Es solo carne.” (Boltanski, 2016: 82) 25 “Tan amplios eran los conocimientos de las brujas que, en 1527, Paracelso, considerado como el , quemo su manual de farmacología confesando que