Rosario de Acuña: Ráfagas de huracán Rosario de Acuña: Ráfagas de huracán Asun Bernárdez TEATRO VALLE-INCLÁN SALA EL MIRLO BLANCO Temporada 2018 / 2019 AUTORES EN EL CENTRO 55 CENTRO DRAMÁTICO NACIONAL Coordinación editorial: Departamento de Comunicación y Publicaciones Imagen de cubierta: Javier Jaén Diseño, maquetación y preimpresión: Vicente Alberto Serrano ISBN: 978-84-9041-322-7 NIPO: 035-18-049-1 Depósito Legal: M-31485-2018 Imprime: Advantia, Comunicación Gráfica, SA Primera edición: octubre de 2018 © Asunción Bernárdez Rodal, 2018 © Texto sobre la puesta en escena: Jana Pacheco © Fotosde ensayo: marcosGpunto © De la presente edición: Centro Dramático Nacional Tamayo y Baus, 4 28004 Madrid CENTRO DRAMÁTICO NACIONAL Dirección Ernesto Caballero Índice Presentación Asun Bernárdez Cronología mínima La puesta en escena de Rosario de Acuña Jana Pacheco [En letra grande] Rosario de Acuña: Ráfagas de huracán Asun Bernárdez Ficha Selección de textos Rosario de Acuña 9 32 35 41 42 137 La reproducción no autorizada de este texto, por cualquier medio, podrá ser perseguida de acuerdo con la legislación vigente en materia de Propiedad Intelectual. Presentación Asun Bernárdez Un texto surge de una urgencia. O bien de la que nace de la necesidad de entender qué está pasando, o bien del deseo de escapar a un mundo que no existe y que necesitamos encontrar. Rosario de Acuña: Ráfa- gas de huracán es una obra concebida en dos planos tempo- rales y de acción que se van uniendo, a través de los puntos de fuga de temas y situaciones que la autora vivió, y que nosotros seguimos experimentando, y sentimos que nece- sitamos cambiar. La vida de Rosario de Acuña, podía haberme llevado a lugares, momentos o situaciones muy distintas a las que yo he elegido para construir esta obra. En este caso, me he de- jado llevar por el camino de la necesidad de buscar una sa- lida a un momento en el que la palabra pública y la libertad de expresión está siendo limitada. Una época en la que ve- 11 Presentación Asun Bernárdez Rosario de Acuña (1850-1923) PRESENTACIÓN 12 mos crecer la intolerancia, el racismo, el clasismo y mucha gente empieza a pensar, olvidando nuestro pasado oscuro, que la solución está en el totalitarismo, la barbarie, la fuerza o el militarismo. Rosario de Acuña sufrió varias veces en su vida la cen- sura, y se ganó el odio de la gente que cree que tiene que haber un pensamiento único y uniforme. Los personajes contemporáneos de mi obra, también sufren la represión por disentir y decir lo que piensan contra los poderosos. Porque no nos engañemos. La libertad de expresión no es algo abstracto: es un instrumento necesario para enfrentarse al poder y tiene un coste. No es una cuestión estética, no es un «derecho» individual, sino un instrumento necesario para que los ideales de justicia e igualdad lleguen a ser una realidad algún día. En esta obra he podido contar sólo algunas cosas de la interesante biografía teatral, literaria y vital de una autora prácticamente ignorada en nuestro canon, por ser una es- critora comprometida con el pensamiento más radical y progresista de finales siglo XIX, y también, y sobre todo, por ser una mujer. Escribió y estrenó cinco obras de teatro, todas ellas sobre temas políticos y por lo tanto «viriles» en los que las mujeres no debían entrar. Publicó también cuen- tos, ensayos, pero sobre todo artículos de prensa, que era el medio más natural de difusión textual para todas las au- toras del siglo XIX. ASUN BERNÁRDEZ 13 Mi obra es sólo una ficción impresionista sobre los es- critos de Acuña, una biografía intelectual imposible de con- tar en una hora y media de espectáculo. He tenido que sacrificar datos interesantes de su vida, personajes, situacio- nes y textos que me hubiera gustado incluir, escenas que hubieran completado su variada experiencia intelectual y creativa. La obra se divide en tres partes que corresponden a la infancia y a la juventud, un período de transición y la ma- durez de la autora. En la primera he contado sólo un par de sucesos de su sus primeros años que marcaron, sin duda, su vida adulta. He destacado, sobre todo, su formación ra- cionalista, el gusto por la ciencia, el amor a la naturaleza, a los animales, y sobre todo su pasión por aprender. Rosario de Acuña fue una niña enferma con una ceguera intermitente desde los cuatro a los treinta y cinco años. Esta circunstancia adversa, le permitió hacerse con una forma- ción académica alejada de lo que los colegios de monjas proporcionaban a las niñas de buena familia de la época. Fue educada por sus padres. Los viajes fueron una parte fundamental de esa formación y siguieron siéndolo en su vida adulta de escritora ya que, durante once años viajó va- rios meses a caballo por el norte de España para poder tener así un contacto directo con las gentes de los pueblos. Tanto el nacimiento y la formación de Rosario de Acuña, en el seno de una familia madrileña de clase alta, como el PRESENTACIÓN 14 éxito de juventud en el teatro, poco hacían prever el futuro radical que habría de vivir la autora sobre todo al final de su vida. En la segunda parte de la obra, he intentado expli- car ese proceso de transformación vital que se produce en torno a los treinta y cinco años, cuando se declara masona, anticlerical, republicana, feminista, amante de la naturaleza y profundamente progresista. En la tercera parte cuento la madurez de la autora, convertida en una escritora radical, pero también en una empresaria y una mujer que consigue vivir al margen de la buena sociedad. Rosario de Acuña nació en el centro de Madrid en 1850, fue hija única. En mi obra aparece una referencia explícita a su abuelo materno, el doctor Juan Villanueva Juanes, un hombre que se había formado en Alemania y que, junto con otros naturalistas, introdujo las teorías de Darwin en Es- paña. Su voz aparece en la obra a partir de una carta al padre de Rosario en la que anima a su nieta al conocimiento del mundo natural a través de la razón, que es la estrategia mental para dejar de lado la superstición. Esta idea domina la primera parte de mi texto, en el que fabulo una infancia de formación poco común en las mujeres de la época: el cultivo al amor a la ciencia y al racionalismo. He tomado este punto de partida para mi personaje por- que he dado mucha relevancia a su posicionamiento ideo- lógico como autora heredera de los valores ilustrados, en un momento en el que el Romanticismo comenzaba a dar ASUN BERNÁRDEZ 15 sus frutos tardíos en España. La lucha por la razón y los principios de igualdad estuvo viva en muchos intelectuales del siglo XIX, a pesar de haber sido un siglo dominado por los movimientos conservadores y tradicionalistas. En la primera parte de mi texto, las reflexiones sobre la educación están muy presentes. En ellas he querido tender distintos lazos entre la realidad de la autora y la que ahora vivimos. Es evidente que las nuevas tecnologías están alte- rado de forma radical nuestra relación con el conocimiento, pero es cierto también que la educación no es tanto un pro- blema tecnológico, como ideológico y ético. Qué se enseña, qué se considera fundamental o accesorio en la transmisión de los saberes es algo que toda sociedad debería plantearse de forma crítica. En la obra he querido destacar un apren- dizaje fundamental que Rosario de Acuña no abandona nunca: la necesidad de tener libertad para pensar, y por lo tanto para actuar en el medio social y cultural en el que se vive. En esta primera parte, la ceguera intermitente y el dolor que le produce la enfermedad que padece la autora desde los cuatro años hasta los treinta y cinco, ha sido un ele- mento poético que me ha dado pie para plantear el sufri- miento asociado a cualquier forma de «no-ver». La búsqueda de la visión, es un camino que la autora recorre y que le ayudó sin duda a valorar otros sentidos para acercarse a la realidad. Ella misma habla del dolor producido por los PRESENTACIÓN 16 tratamientos cauterizantes sobre sus ojos, y que hacía que sus manos se mostrasen «ávidas de ver» del mundo. Un efecto de la ceguera es que se educó en casa, dejando de asistir al colegio de monjas que era siempre el destino de las jóvenes de clase alta de la época. Acuña cuenta cómo su padre fue también su maestro de Historia, y quien imprimió en ella su sentimiento patriótico y progresista que aparecerá en todas sus obras de teatro posteriores. Su madre ocupó también un importante papel ya que la enseñó a valorar la importancia de las tareas de los cuidados necesarios para el sostenimiento de la vida. Rosario fue una mujer que en su vida adulta cuidará de su casa, de su cotidianidad, de sus animales, no como lo harían las mujeres acomodadas, sino como lo haría cualquier mujer trabajadora. A lo largo de su existencia, hizo gala de esta condición de mujer hábil para las tareas domésticas aprendidas en la infancia. La escritora fue educada a base de lecturas, pero también a base de experiencias en la naturaleza. Sus abuelos y padres se preocuparon de que estuviera lo más posible en contacto con todos los medios naturales, con todos los climas: el mar, la montaña, el campo. La naturaleza fue una terapia que se aplicó a sí misma durante toda su vida. En la primera parte del texto, destaco también la impor- tancia de la idea del viaje como aprendizaje a través de la experiencia de haber viajado a París con dieciséis años para ver la Exposición Universal con sus padres. No he podido ASUN BERNÁRDEZ 17 contar otros viajes tan importantes en la biografía de la au- tora como la estancia que tuvo en Bayona durante el Sexe- nio liberal, un período de juventud en el que comienza a escribir la poesía que publica a partir de 1876. En 1875 vi- sita también Italia, una experiencia que contó en varios de sus textos poéticos difundidos en distintos periódicos. Para las mujeres, el ser «poetisas», (un término del que reniega la autora, por feminizado y devaluado) era la salida más aceptable para una escritora. Rosario de Acuña viajó también por todo el norte de Es- paña durante muchos veranos a lomos de un caballo, acom- pañada primero por su criado, y después seguramente por su nueva pareja Carlos de Lamo. El primer año fue en 1884, precisamente cuando se separa de forma definitiva de su es- poso. Los viajes duraban de mayo a septiembre recorriendo las montañas del litoral cantábrico y Galicia. En esta primera parte vemos a una Acuña que comienza a ser conocida como escritora de poesía, algo propio de las mujeres en la época. Y hasta ahí, todo normal y previsible en la biografía de una mujer de su época que quería ser es- critora. Lo que fue excepcional es el éxito del estreno de su obra de teatro Rienzi el tribuno estrenada en el Teatro del Circo el 5 de febrero de 1876, obra calificada enseguida de «viril» por su contenido político. En esta obra hay algo ex- cepcional, pero no único en la época. Cuando he leído acerca de los posibles antecedentes de este texto, he encon- pués en 1901, momento en el cual Rosario adquirirá la con- dición legal de viuda. Nunca más volvió a casarse, segura- mente porque perdería esa condición que le aseguraba una pequeña pensión y, por lo tanto, una relativa autonomía económica. En la segunda parte de la obra, he contado el proceso de cambio vital y creativo de la autora que se inicia con dos su- cesos trascendentales en su vida: la separación definitiva de su marido a la que acabo de aludir, y la muerte de su padre al que dedicará varios textos. Ambos sucesos ocurren en 1883. Su transformación vital, contada por ella misma, es un proceso altamente intelectual. Es curioso cómo lo narra la autora, atribuyéndolo al azar y a la casualidad, como que- riéndole quitar importancia. Cuenta que un día llegó a su casa con unos paquetes hechos de papel de periódico. Una de esos hojas era del semanario Las Dominicales del Libre- pensamiento (fundado por Ramón Chíes, amigo de Acuña y Fernando Lozano Montes que se publicó entre 1883 y 1909). Lo lee y se queda extasiada con su lectura y con el encuentro de otras personas que piensan como ella: «Aquel periódico (…) era el grito primero y más valiente (…) de un pueblo que despierta, de un pueblo desperezándose, como el león harto de míseros despojos». Es significativa esta construcción literaria de su compromiso político. ¿Por qué insiste en que es algo que le ocurre de manera azarosa cuando se trata de todo un ejercicio de voluntad? Ninguna 19 ASUN BERNÁRDEZPRESENTACIÓN 18 trado la constante alusión a la ópera de Wagner, Rienzi, el último de los tribunos estrenada en 1842. Sin embargo, es para mi más interesante referirme a la escritora Mary Rus- sell Mitford que en 1928 había estrenado también una tra- gedia política titulada Rienzi: una tragedia. Esto me permite no caer en la tentación del «pionerismo» que afecta a las obras de las mujeres, que suelen ser contadas desde una es- pecie de «heroísmo menor» porque son las primeras en ha- cer algo, eliminando así toda una genealogía que ha existido y que la historia literaria no se ha ocupado de analizar. El texto de Acuña es excepcional, pero no lo es tanto si rastre- amos las creaciones femeninas en la época. Antes que Ro- sario de Acuña, Gertrudis Gómez de Avellaneda (1814-1873) había estrenado siete obras de teatro. Con dos ellas: Saúl (1847) y Baltasar (1858) había obtenido grandes éxitos de público y crítica, y eran obras escritas con un claro sentido político. Dos años después estrenará su segundo drama Amor a la patria en Zaragoza (bajo el seudónimo Remigio Andrés De- lafón), y seguirá publicando sus poesías en distintos perió- dicos. El estreno en Zaragoza se debe a que la escritora había trasladado allí su residencia tras casarse con el militar Rafael Pablo Ramón de Laiglesia y Auset. ¿Por qué una au- tora de éxito utilizó un seudónimo? Nada ha dejado escrito al respecto. Lo que sí sabemos es que este matrimonio no dura más que tres años y medio. El esposo falleció años des- fama». El amor de la pareja ha dejado huella en los escritos de Acuña. En el testamento redactado en 1907, lega toda sus propiedades a su compañero al que se ocupa de proteger más allá de su la muerte. Fue también en 1884 cuando, en un acto público, anun- ció su adhesión a la causa del librepensamiento. ¿Qué su- ponía esto? A grandes rasgos, asumir el republicanismo, el agnosticismo, el ateísmo, el derecho a poder enterrarse y casarse civilmente, el derecho al divorcio, el feminismo, la abolición de la pena de muerte, el naturalismo y sin duda la fe en el cientifismo. El librepensamiento resumía así los valores más progresistas de la Revolución Francesa, pasados en estos momentos por el racionalismo y el pensamiento científico, dominado por el principio de «verdad» formado sobre la lógica y el empirismo. Todos estas ideas chocaban de forma frontal con el tradicional dominio de la iglesia ca- tólica en España sobre el poder político. Rosario de Acuña participa del pensamiento crítico de la época organizado en torno al librepensamiento y la ma- sonería, y lo hizo muy atenta a su condición de mujer que debe preocuparse por todas las mujeres. Sin embargo, se mantiene al margen de lo que eran los grupos más organi- zados. Es un verso suelto dentro de la masones y el espiri- tismo de la época. El librepensamiento para Acuña, es la asunción de la libertad total y absoluta para pensar y para actuar de forma individual. Las presiones para que partici- 21 ASUN BERNÁRDEZ persona en esa época (y posiblemente menos, una mujer) se pondría a remar a contracorriente como fruto de una ca- sualidad. Situarse en la vanguardia más progresista de la época como masona y anticlerical, tal como hizo la autora, fue sin duda un ejercicio de voluntad, de deseo, transfor- mando de forma activa el querer en poder, que es la base de la acción vital de la escritora a partir de entonces. Hay muchos sucesos interesantes en la biografía de Acuña en esta época, que no he podido contar. Uno de ellos es el apoyo a la protesta estudiantil que tuvo lugar en Ma- drid en 1884 para defender la libertad de cátedra. En ese momento la escritora hizo pública una carta en la prensa anunciando que estaba dispuesta a «becar» al estudiante re- presaliado más brillante, asumiendo el gasto de su matrí- cula. Es en estos momentos cuando conoce al que será su nueva pareja para el resto de su vida: Carlos de Lamo Jimé- nez, un activo estudiante de Derecho en la Universidad Central, que se significa en las protestas estudiantiles. En varios de sus escritos podemos rastrear este encuentro que cambió la vida de Acuña para siempre. Debió ser una rela- ción al principio cautelosa, dada la situación no reconocida legalmente de mujer «separada» que tenía la autora, y tam- bién la diferencia de edad entre ambos: Carlos tenía 19 años y Rosario 36. El abogado permaneció al lado de la autora hasta su muerte en 1923, tal como ella dijo: «sacrificando su carrera, sus naturales talentos, su porvenir, y hasta su 20 PRESENTACIÓN influyendo en la conciencia de la gente, que serán los fero- ces ejecutores de una ideología caduca que sólo puede man- tenerse con el ejercicio de la fuerza y la irracionalidad más absoluta. El año 1893 marca el final de ese período de cambio al que aludimos: Rosario de Acuña abandona Madrid definiti- vamente, después del último estreno La voz de la patria, para instalarse primero en Cantabria y más tarde y de forma de- finitiva en Asturias. Para completar su economía montó en dos ocasiones granjas de gallinas y patos. Cuando se va de Madrid, está prácticamente arruinada, y además sufre un re- vés económico al poco tiempo de llegar a Cantabria. Fue en 1898 cuando despega el proyecto de Rosario, después de po- nerse en contacto de una manera muy «racionalista» con el pionero avicultor Salvador Castelló que había estudiado zo- otecnia en Bélgica. Ella se ocupó personalmente del man- tenimiento de la casa y de la granja, y obtuvo un gran éxito tanto con la venta de sus productos como por la divulgación en la prensa del conocimiento práctico que fue generando. La sansimoniana idea de la regeneración por el trabajo, es el leit-motiv de la mayoría de los textos del período, muchos de ellos dedicados a dar herramientas a las mujeres trabaja- doras para que puedan ganar autonomía económica. Pero no todo son cosas buenas en la vida de Acuña en este período. La dueña del terreno donde ha situado la granja, le pide que se vaya, seguramente impulsada por la 23 ASUN BERNÁRDEZ pase en algún grupo debieron ser considerables. En 1886, mientras la autora reside en la localidad madrileña de Pinto, es invitada a formar parte de la logia Constante Alona de Alicante, tomando de forma significativa el nombre de Hi- patia, la científica griega que vivió en Alejandría en el siglo V de nuestra era y que murió a manos de radicales cristia- nos. Los textos anticlericales de Rosario de Acuña pueden resultan todavía hoy escandalosos e hirientes para mucha gente en el contexto español donde continúan los juicios a personas por delitos contra los sentimientos religiosos. En la biografía de Acuña, es también muy importante la prohibición por parte de las autoridades madrileñas de la obra El padre Juan, estrenada en 1891. Y lo fue sobre todo porque ese montaje fue un deseo personal que no consiguió el apoyo de ningún empresario. Rosario decidió financiar ella todo el proyecto poniendo en riesgo su patrimonio per- sonal. Dirige a los actores, se hace cargo de la escenografía, de los trajes, y hasta alquila un teatro para poder representar la obra, que hubiera sido un éxito de no haber sido suspen- dida por el gobernador civil la primera noche del estreno. El padre Juan es una obra anticlerical, a mi juicio la más in- teresante de todas las que escribió la autora. Un texto en prosa en el que unos personajes jóvenes quieren casarse por lo civil y modernizar la vida en un pueblo. Para ello, tienen que limitar el poder de un clérigo que ni siquiera es un per- sonaje encarnado en la obra: no actúa más que en la sombra 22 PRESENTACIÓN consigue poner en marcha el proyecto de la Escuela Neutra Graduada de Gijón, es ella una de los que darán el discurso inaugural en 1911. En la última parte de mi obra, Rosario de Acuña es ya el resultado de un proceso vital de compromiso ético y so- cial. Su vida se ha transformado. Ya no es una joven poeta que triunfa en el teatro en un mundo de hombres. Es una señora cuyo matrimonio no ha funcionado, un hecho que la sitúa al margen del éxito social. Han censurado una obra de teatro, y tiene que ganarse el pan con su trabajo. Es una mujer cercana a las nuevas teorías sobre la organización de la clase obrera, ideas que llegan tarde a España, pero lle- gan. Hay varios sucesos que cuento y que me han resultado muy significativos para explicar la vida de la autora. En esta parte, me he permitido algunas licencias narrativas para condensar todo el compromiso político que va adquiriendo la autora. Una escena importante en mi texto es la que cuenta el exilio de Rosario de Acuña provocado por la crítica a un caso de acoso a unas estudiantes en el Universidad de Ma- drid en el año 1911. La autora lee un artículo sobre la agre- sión verbal a la que fueron sometidas seis estudiantes de la cátedra de Literatura General y Española publicado el 14 de octubre en El Heraldo de Madrid. Envía entonces un ar- tículo «La jarca de la universidad» a su amigo Luis Bona- foux, director del periódico El Internacional que se editaba 25 ASUN BERNÁRDEZ presión de la gente más conservadora de la zona. Una se- ñora librepensadora, masona y viviendo «en pecado» no debía ser muy bien considerada por los poderes fácticos lo- cales. Pese a todo, vuelve a montar una granja en Bezana en 1904. Sin embargo, este nuevo intento duró poco tiempo. El robo de varios animales la llevaron de nuevo a la desesperanza y la ruina. Por fin se instala la escritora en Gijón en 1909, acom- pañada siempre por Carlos, y su hermana Regina que será la que se ocupe de la recopilación y difusión de su obra des- pués de su fallecimiento. Con ella comparte sus ideas femi- nistas y sufragistas, pero también el gran amor a los animales. Ambas pueden ser consideradas de las primeras animalistas de España. Regina en concreto, participó en la creación de la primera Federación Ibérica Protectora de Animales y Plantas. En una finca cercana a un acantilado en Gijón, el Cer- vigón, construyó la que sería su casa para el resto de la vida. Comienza entonces a colaborar con el Ateneo Obrero y los distintos grupos progresistas y obreristas de la zona. Este contacto constante la convierte en una personalidad muy querida por los más necesitados. Su talante práctico la em- puja a actuar de forma directa ayudando a los más pobres, pero también la lleva a asimilar como propias las ideas sobre la revolución proletaria como la solución a un mundo ex- plotador y decadente. Cuando el movimiento anarquista 24 PRESENTACIÓN presenta en su casa para detenerla, pero la autora y su com- pañero se habían ido ya al exilio en Portugal. Volvió a Es- paña al resultar indultada en 1913. Sin duda este suceso le produjo una gran amargura, ya que se sintió abandonada por muchos de los que consideraba sus amigos. La vida de Rosario de Acuña después del exilio en Por- tugal supuso un acercamiento al movimientos sociales em- prendidos por la clase obrera en España. No milita, sin embargo, en ningún partido aunque sus escritos apoyarán la causa obrera y republicana. En concreto dió su apoyo pú- blico a las organizaciones de mujeres obreras que comien- zan a surgir en Asturias en la primera década del siglo XX, como el primer Grupo Femenino Socialista. En mi obra, me he permitido una licencia temporal: pongo en palabras de los personajes un texto de Virginia González Polo, la primera dirigente del PSOE, que en 1919 pronunció un discurso en la Casa del Pueblo de Turón. También ha sido importante para mi contar la reacción de Rosario de Acuña ante la posibilidad de ser propuesta para formar parte de la Academia. Como sabemos, ninguna mujer formó parte de esa institución hasta muy avanzado el siglo XX, cuando en 1976 Carmen Conde Abellán, ocupó uno de sus memorables asientos. La primera mujer que lo había intentado fue la ya citada Gertrudis Gómez de Ave- llaneda en 1852. En 1889 se presentó también la de Emilia Pardo Bazán, quien utilizó precisamente el rechazo a la au- 27 ASUN BERNÁRDEZ en París. El artículo fue replicado por el periódico El Pro- greso de Barcelona, y a partir de ahí se desencadena un furor inexplicable en contra de la autora. ¿Cómo es posible que un texto que se dedica a criticar a unos abusadores de mu- jeres levante semejante odio y rechazo? Si leemos el contenido del texto de Acuña, es evidente que la autora lanza serias andanadas en contra del señori- tismo español que refrenda los privilegios de una clase sobre otra y de un sexo sobre el otro. Es un texto apasionado, pero razonado. Acuña se mantiene en su línea dialéctica, con sus ejemplos, sus ironías, su colorismo verbal y su pasión racio- nalista. ¿Cómo es posible que se produjera una huelga ge- neral de estudiantes apoyada por la mayoría de los rectores de España, todos ellos en su contra? Sin duda, como la pro- pia autora reflexionará mas tarde, con esa carta se situó en el centro de un huracán educativo que estaba teniendo lugar en esas fechas. En 1910 se había admitido la presencia de mujeres en las aulas sin que tuviesen que pedir un permiso especial, una medida que no gustó a muchos, aunque tuvie- ron que acatarla más o menos en silencio. Además, en esos momentos se estaba debatiendo el futuro de algunos títulos universitarios y las diferencias entre conservadores y pro- gresistas estaba siendo alimentada de una forma incluso vio- lenta. Rosario de Acuña fue denunciada por la Fiscalía de Barcelona que interpuso una querella por un delito de ca- lumnias. El uno de diciembre de 1911 la Guardia Civil se 26 PRESENTACIÓN gura después de su muerte. Como a otras muchas otras vo- ces críticas, el régimen franquista intentó enterrarla en el olvido. Pese a todo, su memoria comienzó a recobrarse en los años sesenta del siglo XX, y esta obra que ahora se re- presenta en el Centro Dramático Nacional forma parte del reconocimiento a esta y otras escritoras que formaron parte de la historia, y que se merecen no ser olvidadas. Hoy y gracias al esfuerzo de algunas personas, el trabajo de Rosario de Acuña está muy accesible para su lectura. A través de Internet está disponible la excelente página Web www.rosariodeacuna.es elaborada por Macrino Fernández Riera, que es un ejemplo de cómo se pueden divulgar de forma muy interactiva y amena los textos de autores y au- toras que no han pasado el filtro de la historia, y que nos conviene recuperar para poder tener una idea de lo que fue- ron las generaciones pasadas, cribadas de forma injusta. También la página dedicada a la autora en el proyecto www.cervantesvirtual.com se ha puesto a disposición de los y las investigadoras muchos de los trabajos realizados so- bre ella. Por último, quiero destacar aquí la importancia que la edición más completa de sus obras realizada por José Bolado entre los años 2007 y 2009, publicada en Oviedo con el título Obras Reunidas (cinco tomos) y que nos dan una idea de la obra ingente producida por Rosario de Acuña en una infatigable tarea de escritura a lo largo de toda su vida. 29 ASUN BERNÁRDEZ tora teatral como argumento principal para presentarse ella misma haciendo todo un ejercicio de lo que hoy denomi- naríamos «genealogía feminista». La de Rosario de Acuña fue muy particular porque, como cuento en la obra, es ella la que se posiciona en contra de la iniciativa porque la con- sidera ridícula. En ese momento llevaba ya viviendo muchos años alejada de los placeres y disgustos que puede propor- ciona el personalismo literario. Todo ocurrió en 1917 cuando el periódico El Liberal de Madrid puso en marcha un plebiscito popular para que fuesen directamente los lec- tores los que propusieran a los académicos, proponiendo una lista de 36 candidatos. Roberto Castrovido, el director de El País presentó su lista en la que aparecían cuatro nom- bres de mujeres: Emilia Pardo Bazán, Blanca de los Ríos, Sofía Casanova y Rosario de Acuña. La respuesta pública de la escritora está recogida en un divertido texto que está prácticamente recogido de formar íntegra en la obra. No he querido contar el fallecimiento de la autora en 1923 cerca de los 73 años. Pese a que había dejado dicho que no quería que se difundiesen noticias sobre su muerte, la gente del pueblo se enteró y se organizó un gran acom- pañamiento en su entierro en la que participaron además integrantes del Ateneo Obrero, del Círculo Reformista o de las logias Jovellanos y Riego. Otra cuestión importante que no he podido contar, ha sido la trascendencia y lo que le ocurre a sus obras y a su fi- 28 PRESENTACIÓN ideal para el desarrollo de sociedades humanas justas y fe- lices. Eso que se ha llamado «filosofía posmoderna» ya no nos sirve. La fe en la libertad individual sin límites o del auto-ajuste del capitalismo liberal, ya no explican ni solu- cionan los problemas de este mundo en crisis. Aquí nos queda la vertiente utópica Rosario de Acuña ¿nos atrevere- mos alguna vez a imaginar un mundo más justo y caminar hacia él? 31 ASUN BERNÁRDEZ En cuanto al montaje realizado por Jana Pacheco de este texto, quiero decir que ha sido para mi una experiencia en- riquecedora ver a una directora como ella desplegar una energía y una pasión infinitas. Esta obra hubiera sido otra sin ella, porque Jana me ha ayudado a pensar, a meditar so- bre el proceso creativo y, sobre todo, a dar vida a algo que no son más que palabras. He aprendido, sigo aprendiendo muchas cosas de ella. Hemos colaborado, hablado, y todas nuestras palabras nos han sabido a poco. Jana ha hecho su propia creación a través de la mía. Ha alterado tiempos y espacios, al mismo tiempo que ha querido y ha sabido ser fiel a lo que yo quería contar. Por último, quiero decir que he tomado a Rosario de Acuña como una escritora que sigue hablándonos en el pre- sente. Hoy seguimos teniendo problemas acerca de cómo definir los límites de la libertad de expresión, de cómo de- bemos organizar la educación, sobre la profesionalización de las mujeres, su acceso a la vida pública, etcétera. Pero sobre todo, a mi me ha fascinado el incesante trabajo inte- lectual de la autora intentando definir una utopía sobre cómo vivir y construir las relaciones sociales porque hoy, más que nunca, tenemos una gran necesidad de imaginar mundos posibles que nos hagan superar la profunda crisis económica y cultural que vivimos. Estamos en un momento crucial de la historia en el que es muy importante definir qué queremos ser como sociedad, pensar cuál es el modelo 30 PRESENTACIÓN 1880. Estreno de Tribunales de venganza en el Teatro Español de Madrid. 1881. Junto con su marido, se instala en Pinto, Madrid. 1883. Fallece su padre al que tanto amaba. Se separa definitiva- mente de su esposo. 1884. Lee sus poemas en el Ateneo de Madrid. Ninguna mujer lo había hecho hasta entonces. Comienza a colaborar con Las dominicales del Libre Pensamiento. 1885. La opera con éxito el oftalmólogo Santiago Albitos, y se re- cupera para siempre de sus dolencias oculares. 1886. Se adhiere a la logia masónica Constante Alona de Alicante. Tomó como nombre simbólico el de Hipatia. 1887. Comienzan sus viajes por las montañas del norte de España. 1888-89. El estudiante y presidente del Ateneo Familiar de Pinto, Carlos de Lamo se convierte en su pareja. 1891. Estreno y prohibición de El padre Juan. 1892. Padece una grave enfermedad infecciosa. 1893. Estreno de su obra La voz de la patria en el Teatro Español de Madrid. 1898. Se va a vivir a Cantabria, a Cueto con Carlos de Lamo y su madre. Monta su primera granja avícola. 1905. Fallece su madre. 1906. Desmantela la granja. 33 CRONOLOGÍA MÍNIMA 1850. Nace el 1 de noviembre en Madrid en la calle Fomento, al lado de la Gran Vía. 1854. Comienza a padecer una enfermedad ocular muy dolorosa que le produce ceguera intermitente. 1867. Visita con sus padres la Exposición Universal de París. 1870. Comienza a escribir y publicar poesía en distintos periódicos. 1873. Se instala a vivir un tiempo en Bayona, en el sur de Francia. 1875. Visita Roma. 1876. Estreno de Rienzi el tribuno en el Teatro del Circo de Madrid. Contrae matrimonio con Rafael de la Iglesia con el que se va a vivir a Zaragoza. Allí se representará de nuevo, y en años posteriores también en Valladolid, Cartagena, Jaén, etcétera. 1878. Estreno en Zaragoza de Amor a la patria, que firma con el seudónimo Remigio Andrés Delafon. 32 Cronología mínima La puesta en escena de Rosario de Acuña: Ráfagas de huracán Jana Pacheco 1907. Escribe en Santander su testamento ológrafo. 1909. Compra un terreno en Gijón donde construirá su casa. 1911. Se publica el polémico artículo «La jarca de la universidad». Protestas estudiantiles. La Audiencia de Barcelona dicta una orden de busca y captura. Se va a Portugal para no ser dete- nida. 1913. Es indultada y hacia finales del año regresa a su casa. 1917. Asiste a un mitin en Madrid. La presentan como candidata a ocupar un asiento en la Academia. 1919. Participa en un mitin con Virginia González con ocasión de la fundación de la Agrupación Femenina Socialista en Turón (As- turias). 1920. Recibe el Premio Ayuso que galardonaba la escritura anticle- rical. En Portugalete se representa El padre Juan. 1923. Fallece el 5 de mayo en su casa de una embolia cerebral. Recibe el reconocimiento de la gente obrera y sindicalista de Gijón. 34 CRONOLOGÍA MÍNIMA 37 La puesta en escena de Rosario de Acuña: Ráfagas de huracán Jana Pacheco La puesta en escena nace, en primer lugar, del trabajo conjunto con Asun Bernárdez, con quién he dialo- gado e intercambiado ideas desde la escritura del texto hasta los ensayos. Haber trabajado de forma conjunta, desde el origen de la dramaturgia a la puesta en escena, ha sido el camino para tratar que texto, acción y plástica escé- nica dialoguen en el escenario hacia un objetivo común: en- salzar la figura de Rosario de Acuña y contar una historia contemporánea que transmita al espectador la vigencia de sus ideas. Una de las cuestiones que plantea Asun Bernárdez es la censura. Rosario de Acuña la padeció en vida y en la actuali- dad continua siendo una sombra que amenaza nuestra liber- tad de expresión. Esto se verá reflejado en el semi-montado en el que estamos trabajando, donde las voces del pasado, En el proceso de dramaturgia escénica hemos contado con el músico Gastón Horischnik, para trabajar el texto como parte del espacio sonoro de la obra, y que la música sean también esas ráfagas de huracán que vienen a sacudir el presente. También contamos con Alessio Meloni en el diseño del espacio escénico y el vestuario que, de forma simbólica, nos invitan a reflexionar sobre el interés de Ro- sario de Acuña por los descubrimientos científicos de la época. Iván Martín, a través de la iluminación, consigue que los dos tiempos –pasado y presente– dialoguen entre si hasta fusionarse en un espacio mágico, el de las ideas y el pensamiento de Rosario, que atraviesan la escena hasta el presente. Las coreografías han sido diseñadas gracias a la asesoría de Xus de la Cruz, que consigue llevar a escena la metamorfosis personal que vivió Rosario de Acuña. Gabriel Fuentes es la persona con la que comparto el trabajo de la dirección de actores, que en esta obra es especialmente compleja, ya que todos ellos tienen que transformarse en distintos personajes. El reparto lo componen cinco actrices (Lola Robles, Mariana Carballal, Verónica Ronda, Beatriz Llorente y Lara Fernán) que además de representar a Rosario, encar- nan un personaje de la actualidad. Todas son mujeres fuer- tes y valientes. Luchan por sobrevivir haciendo lo que les gusta. También tenemos un actor (Pablo Sevilla) que repre- senta al padre y al amante de Rosario. Hemos tenido en 39 JANA PACHECO como ráfagas de huracán, se cuelan en el presente. Porque como dice Juan Mayorga «La posibilidad del teatro histórico no es aquello que diferencia unos tiempos de otros, sino aquello que atraviesa los tiempos y que permite sentir como coetáneo al hombre de otro tiempo».1 Por otro lado, nos gustaría transmitir la idea de conti- nuidad en la lucha que las mujeres han mantenido desde la época de Acuña, por conseguir la igualdad de derechos. Esta continuidad se rompe porque siempre se nos considera «pioneras». Pero en realidad solo somos la continuación del trabajo y la militancia que han llevado a cabo mujeres feministas, anteriores a nosotras. En este sentido, la autora plantea un paralelismo que a mi me gustaría destacar en la puesta en escena. La obra se sucede en dos tiempos, el de Acuña y el nuestro. Todos los personajes contemporáneos son en algún momento Rosario. Las cinco actrices la en- carnan en distintas etapas de su vida, pero todas ellas for- man la personalidad de la escritora. Nos interesa destacar que el feminismo es una lucha conjunta, y también que en la evolución personal, cuando llegamos a una edad madura, somos todas las mujeres que hemos sido. De la misma ma- nera que las mujeres actuales y nuestros logros sociales son la suma de lo que han peleado todas las mujeres que nos precedieron. 38 LA PUESTA EN ESCENA DE ROSARIO DE ACUÑA: RÁFAGAS DE HURACÁN 1 Mayorga, Juan: «El dramaturgo como historiador». En Escribir para el teatro, Espagafic, 2007. Pág. 144. [EN LETRA GRANDE] Rosario de Acuña: Ráfagas de huracán Asun Bernárdez 40 LA PUESTA EN ESCENA DE ROSARIO DE ACUÑA: RÁFAGAS DE HURACÁN cuenta que la escritora tuvo, en su infancia y juventud, una enfermedad ocular que hacía que, de manera intermitente, se quedara ciega. Los problemas desaparecieron después de una operación a la que se sometió cuando tenía unos 35 años. Para encarnar la etapa de juventud contamos con Lola Robles, actriz invidente. Estamos muy entusiasmados con su trabajo. Creo que el viaje de Rosario, desde la oscuridad a la luz, será el que vamos a disfrutar todas nosotras durante el proceso. Tenemos mucho que aprender de los actores y actrices con diversidad, que son para el teatro una fuente de inspiración creativa, y un potencial enorme para trabajar nuevos caminos en la escena. Nuestra esperanza es que la voz de Rosario de Acuña lle- gue a los espectadores y espectadoras como una ráfaga del pasado, para pensar, para disfrutar y para que salgan del te- atro con interés de leer a Rosario, una autora que, de haber sido un hombre, estaría en el palmarés de nuestro teatro es- pañol contemporáneo. Sus éxitos, en vida, fueron conde- nados, pero su memoria está siendo recuperada. Rosario de Acuña: Ráfagas de huracán de Asun Bernárdez Dirección: Jana Pacheco se estrenó en la Sala El Mirlo Blanco del Teatro Valle-Inclán el 16 de octubre de 2018, dentro del ciclo En letra grande con el siguiente reparto y equipo artístico: REPARTO (por orden alfabético) Producción Centro Dramático Nacional Escenografía y vestuario Iluminación Espacio sonoro y música original Diseño audiovisual Proyecciones Ayudante de dirección Ayudante de iluminación Asesorías Diseño de cartel Fotos Alessio Meloni (AAPEE) Iván Martín Cruz Gastón Horischnik Volver Producciones Pascu Mulet Pedro y Unai Martín Gabriel Fuentes Cristina Santoro Xus de la Cruz (Coreografía) Gabriel Fuentes (Dirección de actores) Javier Jaén marcosGpunto Cristalina Laia / Rosario de Acuña, niña Agnes Rosario de Acuña Laura Antón Mariana Carballal Lara Fernán Beatriz Llorente Lola Robles Verónica Ronda Pablo Sevilla EQUIPO ARTÍSTICO En esta obra, todos los personajes representarán a Rosario de Acuña en algún momento. También se desarrollarán va- rios cambios temporales. Desde el momento actual, la ac- ción se traslada al momento de la vida de la autora, que irá haciéndose más y más presente conforme avanza la obra. Convendría marcar con algún objeto específico los tiempos para que el público pueda seguir las transformaciones. Respecto a la escenografía debería ser mínima. Sin em- bargo, la iluminación y el entorno sonoro serán de gran im- portancia. Se pueden contar algunas cosas con un audiovisual. Por ejemplo, es interesante señalar la transfor- mación de nuestro personaje en torno a los treinta y cinco años. Podría hacerse con unas grandes alas hechas de papel de periódico en el fondo del escenario, o con imágenes pro- yectadas. 45 PERSONAJES CRISTALINA (60 años) Profesora. Catedrática de Historia. LAURA (42 años) Productora y directora de vídeo. AGNES (35 años) Amiga y empleada de Laura. LAIA (22 años) Becaria de la empresa de Laura. ANTÓN (22 años) Hermano de AGNES y compañero de estudios de LAIA, que lo llama «Walden» (en referencia a H. D. Thoreau). (Los sucesos en la vida de Rosario de Acuña se cuentan de forma ordenada en el tiempo) 44 PRIMERA PARTE La juventud PRIMERA ESCENA En el coche (Se escuchan las voces rapeando de LAIA y ANTÓN. Iluminada, vemos a ROSARIO, como si fuera ella la que dice el texto) Aire de ideas, vendaval de ocurrencias, libertad para pensar, libertad para hablar. Los que sufrimos con una patria enferma, con las mujeres abusadas, indignados por la falta de futuro, por la corrupción obscena, por el mercadeo de la justicia, por el abuso de los animales y la depredación de la Tierra. Asomados a la barandilla, Navegamos salpicados por ráfagas de huracán. 47 También la música es fundamental. He apostado por in- cluir canciones de la cultura pop porque me parecen apro- piadas para crear una cercanía de la gente joven con la vida de Rosario de Acuña. En las transiciones temporales, lo ideal es que pudieran aparecer de forma neutra, de negro, por ejemplo, con algún objeto identificable, sobre todo que podamos ver clara- mente a Rosario en las tres fases de la vida que se represen- tan en la obra. En todo caso, estas son sólo indicaciones que deberán adaptarse a cada momento histórico concreto, y a cada montaje particular. 46 ANTÓN.- Ni puñetera idea. Si es una escritora… LAURA.- La conoce poca gente. En Gijón sí, porque allí murió y vivió los últimos años de su vida. LAIA.- ¿No era de allí? LAURA.- No, de Madrid. Se dice que somos de donde nos criamos, pero cuando nos vamos al otro barrio, perte- necemos a quienes se empeñan en guardarnos en la memoria. ANTÓN.- Mejor sería que nadie se acordase de mi. (Suena el teléfono. Lo coge AGNES) AGNES.-Si, si, no te preocupes. Déjalo que vea un rato la televisión. Luego te llamo. (Mira a LAURA, como si le reprochara algo) No empieces tú ahora. LAURA.- ¿Qué no empiece, qué? AGNES.- No puedo trabajar contigo siempre, con la cámara a cuestas. (A ANTÓN) Y tú podías echarme una mano con tus sobrinos. ANTÓN.- ¡Buenó! Para el carro, que no he dicho nada. LAURA.- Tenía que haber hecho Icade, Empresariales o Económicas. Y no haberme dedicado a organizar ac- tividades culturales mientras leía a Simone de Beavuoir en la Facultad. LAIA.- ¿A qué viene eso? 49 ASUN BERNÁRDEZ (En un coche. LAURA conduce y AGNES va a su lado. Detrás, LAIA y ANTÓN. Al fondo se escucha la tormenta que se acerca. Se van proyectando texturas de la naturaleza) AGNES.- (Dirigiéndose a LAURA) He podido dejar a los niños solos con Andrés. LAIA.- Si están con su padre no están solos. AGNES.- Bueno, es una forma de hablar. ¿Me vas a pitar las faltas? LAURA.- Agnes, vale. Y tú, cállate un poco… aún nos que- dan varias horas de viaje y no es plan ir de mal rollo. LAIA.- No, si yo no digo nada. Esos comentarios son como la sal en los ojos, ¡tendré que frotármelos! AGNES.- Para ti todo es muy fácil. Cuando tengas hijos, a ver cómo te apañas. LAURA.- Parar ya. Lo importante es que el trabajo salga bien. ANTÓN.- ¿Qué vamos a grabar? LAURA.- Testimonios sobre una escritora que nació en 1850: Rosario de Acuña. Exteriores, y todos los recur- sos que podamos. Estos documentales históricos son complicados. ¡Les falta el punto heroico! ANTÓN.- ¿Es conocida? LAIA.- (Irónica) ¿Tú la conoces? 48 ROSARIO DE ACUÑA: RÁFAGAS DE HURACÁN SEGUNDA ESCENA Entrada en la casa (Entran en la casa y dejan caer las bolsas que traen colgadas. Mi- ran a todas partes, extrañados. Mientras tanto, la música va des- apareciendo. Cuando cesa, suena un tremendo trueno. Los cuatro se estremecen) LAURA.- ¡Madre de dios, menos mal! ANTÓN.- (Mirando el móvil) Están avisando que va a haber vientos huracanados. Una «ciclogénesis explosiva». AGNES.- ¿De dónde se habrán sacado semejante nombre? LAURA.- No nos acordamos de quiénes fueron los últimos ministros, la última mujer muerta, pero repetimos como papagayos esto de la «ciclogéneis explosiva». ANTÓN.- Hay palabras que te llenan la boca, como si te die- ran de comer. LAIA.- Y de paso nos vacían la cabeza. (Vuelve a sonar el estruendo de un trueno y es escucha azotar la lluvia y el viento) AGNES.- (En voz alta) ¡Hola! ¿Hay alguien? LAIA.- (Cogiendo una nota que hay encima de la mesa) «Bienvenidos, podéis instalaros en cualquiera de las habitaciones del primer piso. Espero que estéis a gusto.» 51 ASUN BERNÁRDEZ LAURA.- Nada, voy dándole vueltas a la vida mientras os oigo despotricar. AGNES.- Ya veo por dónde vas. ¡Pero a buenas horas mangas verdes! Hasta esos están ahora en el paro. O en el ex- tranjero. LAIA.- Cambiar de país no es tan malo. LAURA.- Si tienes dinero, no. Las pelas no entienden de patrias. ANTÓN.- ¡Venga a quejaros de que no tenéis pelas! Hay que pasar de todo: del consumo, del trabajo y tener tiempo para hacer lo que te da la gana. LAURA.- Si, si. Yo también fui ácrata de joven. Pero mien- tras el mundo no se precipita en un futuro feliz, aquí estamos, teniendo que comer todos los días. AGNES.- Calla un poco, Antón. Vives en las nubes. ANTÓN.- A ver si ahora no vamos a poder hablar1. ANTÓN y LAIA.- (Resoplando al mismo tiempo, como si fueran niños) ¿Cuánto queda? (De nuevo suena un trozo del rap del principio, todos lo can- tan de buen rollo) 50 ROSARIO DE ACUÑA: RÁFAGAS DE HURACÁN 1 Esta obra trata una realidad histórica: lo que está produciendo en nues- tra sociedad la aprobación de la Ley Orgánica 4/2015, de 30 de marzo de protección de la seguridad ciudadana, que ha generado una gran po- lémica a nivel nacional e internacional. La denominada «Ley mordaza» fue aprobada con el apoyo parlamentario del Partido Popular, y que ha tocado derechos fundamentales para la ciudadanía. madre, en un acto de laicismo republicano. Y a mis tías les llamaron a una Diamantina y a la otra Clorinda, nada menos. LAIA.- ¿Y qué significan? CRISTALINA.- Son elementos naturales. No poner a sus hijas nombres católicos tan españoles como Angustias, Concepción, Socorro, Amparo, Inmaculada, Dolores era una forma de objeción de conciencia. En fin, son cosas de otros tiempos. LAIA.-Vaya, parecía un cuento banal. CRISTALINA.- ¡Los signos siempre han sido signos! Se nos me- ten en la cabeza y bajo la piel y nos significan a nosotros. (Va a replicar pero no le da tiempo porque suena el teléfono de Antón mientras está hablando. Lo coge en la mano, lo mira, indeciso. Lo silencia) AGNES.- ¿No lo coges? ANTÓN.- No, mejor no. CRISTALINA.- (Notando la tensión que se ha producido) Si que- réis vuelvo en otro momento. LAURA.- No, no, por favor. Quédese con nosotros. No te- nemos mucho tiempo. La subvención es pequeña y sólo podemos grabar un par de días. CRISTALINA.- Yo sólo tengo esta noche ¿Se puede resumir una vida en las tomas de un par de días? 53 ASUN BERNÁRDEZ LAURA.- Esta casa fue un ateneo obrero hace un siglo. Me la buscó un amigo que me ha hecho también el con- tacto con la especialista en Rosario de Acuña. Ha sido muy atenta. Cuidarla bien y no metáis la pata. Estas profesoras universitarias tienen el ego un poco subido. Se creen que lo saben todo y que los de los medios so- mos gente superficial. Se llama Cristalina Riobó. Una autoridad en la historia de la mujeres. LAIA.- ¿Cristalina? Ja, ja, ja… ¿Quién se puede llamar Cris- talina? ¡Qué cool! (Entra CRISTALINA) CRISTALINA.- ¿Qué significa «cool»? siempre había oído decir de mi nombre «qué raro», qué «feo» ¡pero qué cooooool! LAIA.- (Momento de tensión. No están seguras de si ha escuchado el comentario negativo) ¡Ay disculpe! Quería decir ¡qué bonito! LAURA.- Encantada de conocerla, soy Laura. Le agradezco mucho que participe en el documental. Estos son mis compañeros: Agnes, Laia y Antón. CRISTALINA.- (Utiliza de vez en cuando algunos giros y acento asturiano) Encantada. No te disculpes, hija. Y tute- arme, por favor. Soy Cristalina. María Cristalina, por- que el cura del pueblo no quiso ponerme un nombre tan poco cristiano. Mis güelus se lo habían puesto a mi 52 ROSARIO DE ACUÑA: RÁFAGAS DE HURACÁN CRISTALINA.- Me vine aquí a vivir para tener tiempo. No me gusta perderlo. AGNES.- ¿Da todavía clase? CRISTALINA.- Sí. Cada año acabo más cansada. Hablar se parece a escribir, solo que todo se pierde en el aire. (AGNES va ayudándole a ponerse el micrófono) LAURA.- Mi madre me decía que la cultura es eso que nos queda en la cabeza cuando parece que lo hemos olvi- dado todo. CRISTALINA.- ¿Luego lo editaréis, verdad? LAURA.- Si, sólo usaremos algunas cosas. Alguna frase, al- guna idea, alguna imagen, ya sabes. CRISTALINA.- Me lo imagino. No quiero ver el resultado. Me parece que lo simplificáis todo demasiado. AGNES.- (Mirando a su alrededor y como intentando suavizar el momento de tensión) ¿Y estos dos dónde se han ido? LAURA.- Han subido arriba, déjalos. AGNES.- Pues vaya unos ayudantes. LAURA.- Yo te planteo la pregunta y, si te parece bien, ese es el pie por el que debe empezar tu respuesta. ¿De acuerdo? Estamos con la Profesora Cristalina Riobó. Catedrática de Historia de la Universidad de Sala- manca. ¿Cuál fue el principal valor de Rosario de Acuña como escritora? 55 ASUN BERNÁRDEZ LAIA.- ¡Ay, la mía si! Se la cuento en un momento ANTÓN.- ¡No, por favor! CRISTALINA.- Pues hala, venga, cuéntamela. LAIA.- Pues mire, nací en Buenos Aires en 1995. Me traje- ron a España con dos años. Mis abuelos maternos eran gallegos, y cuando las cosas se pusieron mal, mis pa- dres desanduvieron el camino. Fui a un colegio con- certado. Tengo un hermano. Me encanta la música. Estudié Imagen, hice un máster de producción audio- visual¿De qué trabajaré? ¿Cuántos hijos tendré? ¿Cuántas veces me casaré? ANTÓN.- La película se titula Incertidumbre. CRISTALINA.- (Sonriendo) No está mal tener por delante mas futuro que pasado, como me pasa a mi. LAIA.- La juventud está sobrevalorada. CRISTALINA.- Cuando más la valoras es cuando la pierdes. LAURA.- (Mientras las dos hablaban, ha ido abriendo una bolsa y saca de ella un ordenador. También unos papeles. Inte- rrumpe, cortante) Tengo algunas dudas sobre la historia de Acuña. CRISTALINA.- Hablemos, a eso he venido. AGNES.- ¿Grabamos ya? (LAURA asiente y le hace gestos a AGNES para que se espabile sin que CRISTALINA lo vea) 54 ROSARIO DE ACUÑA: RÁFAGAS DE HURACÁN LAURA.- No, no lo pondremos, pero cuéntanos, que es muy interesante. CRISTALINA.- (Laura le hace gestos para que siga) Hice carrera universitaria, pero nunca dejé atrás mi pueblu, a las muyeres, a las ignoradas de las ignoradas. Así me en- contré, con Rosario de Acuña, una escritora que pro- cedía de alta burguesía, pero que tuvo que ganarse el pan. Recibió una educación especial, sus padres le en- señaron a amar el racionalismo y la ciencia. Suena un golpe, como si se cerrase una puerta. Se asustan CRISTALINA.- Es el viento. 57 ASUN BERNÁRDEZ CRISTALINA.- El valor principal de Rosario de Acuña como escritora para mi es su extraña mezcla de racionalismo, realismo y vitalismo. Siempre me sorprendió su deseo de cambiar el mundo, de construir una utopía. Perdió muchas batallas, pero nunca se dio pena a sí misma. LAURA.- ¿Por qué elegiste estudiar a Rosario de Acuña? CRISTALINA.- Era un encuentro inevitable. Soy de aquí. Mio pa trabajó en lo poco que quedaba de las minas. Yo quería estudiar, pero en aquellos años era impen- sable. Me casé, como la que se suicida, con un francés a los dieciocho años. Me fui a París y allí me puse a hacer una carrera y luego una tesis sobre las sansimo- nianas2. En España mis colegas comenzaba a estudiar a las intelectuales del siglo XX: la Residencia de Seño- ritas y el Lyceum Club, mujeres que procedían de la burguesía. Pero yo me preguntaba por las trabajadoras (Se interrumpe a sí misma) . Esto no lo vais a poner, ¿verdad? Estas profundidades no os interesan. 56 ROSARIO DE ACUÑA: RÁFAGAS DE HURACÁN 2 Se denomina «sansimonismo» a los seguidores de Henri de Saint-Si- mon (1760- 1825) que inició una de las primeras experiencias socialistas después de la Revolución Francesa. Proponía que los estados debían estar gobernados por científicos e industriales. La racionalización de la vida y las bondades del trabajo, eran la base de una nueva espiritualidad. De- fendieron el derecho de la emancipación de las mujeres, y en torno a este movimiento trabajaron por ejemplo Clara Démar, Suzane V oilquin o Clara Bazard. ROSARIO.- Pobrecitos… ¡no habrán dejado que se estrella- ran! ¡Ay!, me duelen los ojos, papá. ¿Qué tengo? PADRE.- Ya lo sabes, se te forman úlceras en las córneas que no te dejan ver4. No lo pienses, acaricia la paloma. La ciencia avanza muy, muy deprisa. Un día un médico te curará y nunca más volverás a estar ciega. Toca las co- sas, escucha los sonidos. Puedes anestesiar el dolor sin- tiendo la naturaleza. ROSARIO.- ¿Y cuándo llegará ese médico y esa ciencia? Me duele mucho cuando me las queman. PADRE.- Pero merece la pena. Luego vuelves a ver. ROSARIO.- Odio el nitrato de plata. PADRE.- Me ha escrito el abuelo, y me ha dicho que hay un científico que ha descubierto el origen de todas las es- pecies de animales de la tierra. ROSARIO.- (Como recitando de memoria una lección) Dios los creó, y también a los hombres para que los dominaran. De la costilla de Adán hizo nacer a Eva, la pecadora. Luego los castigó y los echó, desnudos al mundo. PADRE.- ¿Quién te ha contado todo eso? 61 ASUN BERNÁRDEZ TERCERA ESCENA En el palomar (Se produce un momento de oscuridad. Se escucha ahora un gran revoloteo. A partir de aquí, LAIA se transforma en ROSARIO DE ACUÑA, niña de diez años, está ciega y ANTÓN en su padre) ROSARIO.- Vamos papá, sube conmigo. ¡Cómo huele! PADRE.- Siéntate aquí. Coge una. Toma ésta y tócala. ROSARIO.- ¿Me picará? PADRE.- No. Sujétala contra el cuerpo con una mano, tócale la cabecita con el pulgar. Le gusta. Voy a abrir más las ventanas para que puedan salir. ROSARIO.- ¿Se van muy lejos? PADRE.- Sí. Saben encontrar el camino de vuelta. Tienen muy buena orientación y, sobre todo, buena vista. ROSARIO.- Ojalá yo pudiera volar y mirar el mundo desde muy, muy alto. Me gustaría viajar en un globo grande de esos que van por los aires. PADRE.- Y yo me iría contigo, ¿Sabes que los primeros seres vivos que volaron en globo fueron un gallo, una oveja y un pato que lanzaron al aire en el Palacio de Versalles?3. Vaya un capricho. 60 ROSARIO DE ACUÑA: RÁFAGAS DE HURACÁN 3 La anécdota se refiere a la primera vez que un globo aerostático viajó llevando seres vivos dentro. Este vuelo fue organizado por los hermanos Montgolfier el 19 de septiembre de 1873. La exhibición se organizó en los jardines de Versalles ante el rey Luis XVI y la reina María Antonieta. En el globo viajaron una oveja, un pato y un gallo. 4 El diagnóstico parece que fue «conjuntivitis escrofulosa», que la propia autora describió como una auténtica tortura infantil. llegado a la conclusión de que las especies no han sido creadas de forma independiente, sino que descienden unas de las otras, a partir de cambios producidos por la «selección natural». ROSARIO.- «Selección natural», que difícil. ¿Eso qué es? PADRE.- Espera, espera. «Cuéntale a Rosario todo esto, que la niña es de claro entendimiento. Le gustará saber que no somos tan distintos al resto de los animales, y que sólo tenemos la razón como propia. Pensar, y pensar bien es lo que nos hace humanos. Darwin afirma que los órganos se atrofian si no los usamos. Dile que use siempre la cabeza, que es lo más humano que tene- mos.» ROSARIO.- Yo ya pienso mucho papá. PADRE.- Ya lo sé, por eso el abuelo escribe estas cosas. ROSARIO.- Somos iguales, pero los animales no hablan. Aunque también tienen miedo, se dicen cosas, se arru- llan, se avisan. PADRE.- (Sigue leyendo) Darwin se fijó en que los animales domésticos difieren entre ellos más que los salvajes. Por ejemplo, los perros. Los hay muy grandes y muy 63 ASUN BERNÁRDEZ ROSARIO.- Las monjas en el colegio. PADRE.- Me parece que no vas a ir allí. Tu madre y yo te enseñaremos todo lo que sabemos. Subiremos a la montaña, iremos al mar, recorreremos el campo. Via- jaremos, y así lo aprenderás todo. ROSARIO.- Pero no puedo leer papá. PADRE.- Nosotros te leeremos. No hay saber sin experien- cia, y la lectura nos la da. Te contaremos historias de conquistadores y te recitaremos las coplas que cantan los más pobres. No te preocupes. Te voy a leer la carta del abuelo en la que nos habla de un libro que dice que venimos de los monos. ROSARIO.- Entonces ¿Somos también animales? PADRE.- Sí, claro que sí. Solo que nos enseñan a creernos dioses. ROSARIO.- ¿Por eso tenemos las palomas aquí encerradas? ¿Porque creemos que son nuestras? PADRE.- A lo mejor quieres que bajemos. ROSARIO.- No, no. Vamos a acercarnos a la luz, puedo verla un poco. Siéntate conmigo y lee. PADRE.- «Querido Felipe, noticias te doy de un nuevo libro que está generando una gran controversia en Inglate- rra y Alemania, escrito por Charles Darwin5, quien ha 62 ROSARIO DE ACUÑA: RÁFAGAS DE HURACÁN 5 Charles publicó El origen de las especies en 1859, justo cuando Rosario cumplió nueve años de edad. No es histórico que Acuña conociese a Dar- win desde tan niña, pero esta licencia histórica me ha permitido describir el ambiente cientifista que fue generándose en España a partir de 1850. Sin embargo, el detalle de su abuelo como conocedor y difusor de sus ideas en España, es cierto. ROSARIO.- Papá ¿volveré a ver pronto? (Todos cantan a coro) ¡No me dejéis en la sombra! ¡solo pensarlo me espanta! ¡antes que dejarme ciega quédese el cuerpo sin alma! ¡Un rayo de luz tan solo, un rayo solo me basta!» 65 ASUN BERNÁRDEZ pequeños, con distinto pelo, hocico y orejas, aunque todos descienden de los lobos. Son como pequeños monstruos. ROSARIO.- (Asombrada) ¡Monstruos! ¿Dios no hizo a los pe- rros o los gatos? ¿los hicimos nosotros? PADRE.- (Dándole un beso en la cabeza) ¡Pero qué lista eres Rosario! No, pero los hemos domesticado. Darwin es- tudió sobre todo las palomas. Hay muchísimas varie- dades: la mensajera inglesa, la volteadora, la buchona inglesa, la turbit, la capuchina, pero todas pueden te- ner hijitos entre ellas. ROSARIO.- ¿Y las nuestras qué son? PADRE.- Son pichonas moñudas6. Si algún día todo te falla, las pobres palomas podrán darte de comer. ROSARIO.- Cuando recupere la vista voy a leer un libro so- bre palomas ¿habrá alguno? PADRE.- Hay libros para todo. ROSARIO.- Pero no en todos te dicen la verdad. PADRE.- La tarea de la vida es aprender a aprender (Se le- vanta su padre y la toma de la mano) Saber cuándo un li- bro nos dice cosas sensatas o cuándo nos está haciendo daño. Mira la naturaleza, ella no te engaña nunca. 64 ROSARIO DE ACUÑA: RÁFAGAS DE HURACÁN 6 Esta es la raza de la que explícitamente habla Rosario de Acuña cuando montó sus corrales. AGNES.- Cuido niños en casa de gente que conozco y no quieren llevar a los suyos a una guardería. No quieren o no tienen presupuesto. Cojo críos de uno a tres años. CRISTALINA.- ¿Si? ¿No hay guarderías públicas en Madrid o qué? AGNES.- Haberlas haylas, pero para poca gente. Empecé con esto cuando tuve a mi hija. Una vecina me pidió que cuidara a la suya mientras tanto, y luego vino otra, y luego otra. Yo pongo mi casa. Hay otras dos madres que están conmigo. Nos sustituimos, nos apoyamos, y todas vamos viviendo juntas. CRISTALINA.- ¿Y tus hijos? ¿Cuántos años tienen? AGNES.-Tengo una niña de ocho y un niño de tres. CRISTALINA.- ¿Y vives en pareja? Perdona, a lo mejor estoy preguntando demasiado. AGNES.- No, no, no te preocupes. Hablar siempre viene bien. Sí, vivo con el padre de mi hijo pequeño. ¿Y tú tiene hijos? CRISTALINA.- No. Bueno, sí, tuve uno que murió. AGNES.- Vaya, lo siento. Debe ser terrible. CRISTALINA.- Sí, lo es. Nació en Francia, a los cuatro años de casarme, con síndrome de Dawn. Pero su padre nunca lo aceptó y se acabó marchando. Así que lo crié sola. Fui- mos muy felices juntos. ¿Ya van los dos al colegio? 67 ASUN BERNÁRDEZ CUARTA ESCENA La educación (Se ilumina de nuevo la escena en la que están ahora AGNES y CRISTALINA, mientras LAURA, se va retirando con un teléfono en la mano que acaba de sonar. CRISTALINA se levanta y se queda enganchada al micrófono) CRISTALINA.- Perdón AGNES.- Espera que te los quito. CRISTALINA.- Es sólo un momento para ponerme de pie. (AGNES saca tabaco de liar) CRISTALINA.- ¿Puedo hacerme uno? AGNES.- (Sorprendida) Vaya, si, claro. CRISTALINA.- (Viendo a LAURA hablar crispada y con cierto aba- timiento) Demasiadas palabras por el mundo sueltas. ¿Y tú estás contenta con este trabajo? AGNES.- Sí, sí, me encanta. Estoy con Laura desde hace diez años. Pero no trabajo siempre, el negocio no da para tanto. Ahora a duras vive una persona. (Mirando a Laura) Es muy buena directora y sabe buscar gente in- teresante, como tú. Tampoco cobra demasiado. Yo me busco la vida con otras cosas. Vengo sólo cuando puedo. CRISTALINA.- ¿Dónde trabajas, además? 66 ROSARIO DE ACUÑA: RÁFAGAS DE HURACÁN AGNES.- Ha salido a hablar por teléfono. (ANTÓN se va acercando, como escuchando) AGNES.- ¿Y tú dónde vas? (En voz baja a ANTÓN) ¿Conti- nuamos la grabación, Cristalina? (Va poniéndole el mi- crófono, de nuevo) LAIA.- Hemos estado viendo el temporal desde la ventana de lo que debía ser un palomar. ANTÓN.- (Como interesándose, pero en el fondo, sigue pendiente de LAURA) ¿Rosario vivió siempre en España? CRISTALINA.- (Ya de nuevo delante de la cámara) Vivió casi siempre en España excepto alguna temporada en Fran- cia, Italia y Portugal. A los diecisiete años fue a París con sus padres. No podemos ni imaginar lo que supo- nía viajar en el siglo XIX. Ahora cuando llegamos a un sitio ya tenemos miles de imágenes en la cabeza. ANTÓN.- Sobre todo cuando los españoles iban a los países «científicos» como los calificó Julio Verne7, como 69 ASUN BERNÁRDEZ AGNES.- También tenemos una escuelita para nueve niños y niñas que hemos montado un grupo de amigos. CRISTALINA.- ¿No va tampoco al colegio? ¿Por qué? AGNES.- Porque no me gusta lo que hacen. Es antinatural que los críos tengan que estar sentados tantas horas, regañados por los adultos que quieren hacer de ellos personas competitivas y estresadas. CRISTALINA.- ¿No está prohibido dejar a los niños sin es- colarizar? AGNES.- No sé. Aprenden igual a leer y escribir, el conoci- miento de las cosas. De momento está bien así, más adelante, ya veremos. CRISTALINA.- Rosario de Acuña sólo fue el colegio de las monjas un tiempo muy breve. Al tener una ceguera in- termitente tuvo que estar en casa. AGNES.- ¿Sí? Qué curioso CRISTALINA.- En su época el objetivo de los colegios era ha- cerlas dóciles y obedientes, «Ángeles del hogar»: bue- nas esposas. Costura, bordado, piano, un poco de lectura y mucha historia sagrada. Censurada, eso sí, porque la Biblia está llena de traiciones, adulterios y asesinatos, poco adecuadas par las señoritas. (Entran LAIA y ANTÓN) ANTÓN.- ¿Dónde está Laura? 68 ROSARIO DE ACUÑA: RÁFAGAS DE HURACÁN 7 En esta escena cuento la importancia del viaje que Rosario hizo con sus padres a la Exposición Universal de París, en 1867, cuando estaba a punto de cumplir 17 años. El progreso y la paz fueron sus temas funda- mentales. Allí se presentaron varios inventos técnicos que iban a revolu- cionar la arquitectura futura como el hormigón o el aluminio. La referencia a Julio Verne (1828-1905) es traída a colación porque es un ejemplo para mi, de una literatura que no existió en España: la literatura de interés científico que dará lugar a los géneros de la ciencia ficción. La conexión está en que Julio Verne, para escribir su novela Veinte mil leguas LAIA.- Joven, pero no idiota. Mis profesores no paran de quejarse. Cuatro duros para investigación, trabas bu- rocráticas. Resultado: los estudiantes buenos tienen que pedir becas fuera. A seguir aumentando la ciencia de esos países «científicos». ¿Para qué quedamos nos- otros? ANTÓN.- Para ponerle copas a los borrachos de toda Eu- ropa que se vienen aquí a dejarnos unos euros. LAURA.- (Ha escuchado la última parte de la conversación mien- tras entra) Por lo menos vivimos del turismo, algo es algo. ANTÓN.- «El turismo es una forma de colonialismo» LAIA.- ¡Ese es mi Walden! Pontificando desde sus lecturas favoritas: las pintadas ácratas. ¡Vaya una literatura! ANTÓN.- Ojalá fuera literatura. La revolución empieza por uno mismo. Yo paso de viajar. Prefiero dejar a los na- tivos en paz, también a los de Florencia o de París. LAURA.- Centrémonos en lo que nos interesa. Cristalina, ¿fue importante viajar al extranjero para Rosario? 71 ASUN BERNÁRDEZ Francia, Inglaterra o Alemania, era como hacer un viaje al futuro. LAIA.- ¿Y cómo llamaba Verne a España? CRISTALINA.- El resto éramos los «países zumbones». Aquí no había interés por la ciencia. A las clases altas sólo le importaba disfrutaban de sus privilegios, mientras amansaban al pueblo a base los toros y catecismo. ANTÓN.- Tampoco ahora hay mucho interés. CRISTALINA.- La ciencia requiere imaginación y hasta fan- tasía. LAIA.- Vuestra literatura es puro realismo. CRISTALINA.- Y al no haber ciencia, no hubo tampoco lite- ratura fantástica. ANTÓN.- (Lo descubre) ¡Por eso no tenemos ciencia ficción! LAIA.- ¡Qué realidad más espesa! Aquí, no hay científicos sino burócratas de la ciencia. CRISTALINA.- (Riéndose con ganas) Pero bueno, parece que conoces bien la universidad, ¿no eres muy joven para tanto escepticismo? 70 ROSARIO DE ACUÑA: RÁFAGAS DE HURACÁN de viaje submarino (1875) se documentó sobre la vida en el fondo del mar en esta Exposición Universal de 1867. Los animales marinos que apare- cen citados en mi obra, pertenecen al texto de Verne, así como la distin- ción entre «países científicos» y «países zumbones». ROSARIO.- (Ahora vuelve a ver) Venid, venid, mirar, un traje para respirar bajo el mar. Se llama (leyendo) «Escafandra». Oh… y un acuario gigante. ¡Vamos a ver todos los peces! (Entre todos rapean) Luz, luz, ¡La ciencia y la razón traen la luz! Desde aquí puedo ver, las esponjas marinas de Siena8, el Virgulario de Noruega, las madréporas, los corales, las estrellas de mar. Luz, luz, que entre la luz El martillo del océano Índico, el de los mares de Nueva Holanda, los papagayos verdes de los mares de China. Luz, luz, dame luz. Perlas rosas del Mar Rojo, Perlas verdes, azules, amarillas. Rayas chinas, labro verde… el espolón de Nueva Zelanda. Luz, luz, quiero luz. (Ahora ROSARIO se aproxima a un telescopio. Empieza a so- nar, muy bajita la canción Angel by the Wings’ de Sia) 73 ASUN BERNÁRDEZ QUINTA ESCENA la Exposición Universal (Con un juego de luces, de nuevo, el contexto cambia y Laia vuelve a ser Rosario con 16 años, Laura se convierte en su madre, y An- tón en su padre. La música, se baja, pero sigue sonando. Rosario a ratos ve y a ratos no ve) LAIA (ROSARIO).- Venga, venga, vamos a perder el tren. ANTÓN (PADRE).- Tranquila. Ya está el equipaje en la esta- ción. LAURA (MADRE).- Veremos La Exposición Universal del Arte y la Industria. Hay maravillas de todo el mundo que está cambiando. Rosario. Vamos, vamos. (Vuelve a elevarse la música. De la mano entran en un es- pacio maravilloso) PADRE.- Son piezas paleolíticas. ROSARIO.- (Ahora no ve. Hace como que toca los objetos en el aire) ¿Puedo tocarlas? PADRE.- Y mira, Rosario, aplicaciones para el nuevo metal, el aluminio. Es increíble cómo se dobla. Es fuerte y flexible ¡No pesa nada, y dicen que no se oxida! MADRE.- ¡Y un pequeño piano para poner pegado a la pa- red! ¡En cuanto podamos, compraremos uno! Tócalo Rosario, mira qué pequeño es. 72 ROSARIO DE ACUÑA: RÁFAGAS DE HURACÁN 8 El poema está construido con los animales marinos que cita Julio Verne en Veinte mil leguas de viaje submarino. SEXTA ESCENA El éxito de Rienzi (Ahora se quedan solos LAURA y ANTÓN.) LAURA.- No tenías que haber venido. ANTÓN.- Quería estar contigo. LAURA.- Este no es el sitio, estoy trabajando. ANTÓN.- Laura, no te mosquees. (Se va acercando, cariñoso) No sé si te gusta oírlo, pero me encanta verte trabajar. Además, tengo, tenemos un problema. (Por el fondo se acercan los tres riéndose. Suena un trueno y se callan) LAIA.- ¡Dios! (Mientras entran suena el teléfono de ANTÓN. Se aparta un poco y lo coge) ANTÓN.- ¿Qué pasa tío? Joder ¿A que hora fueron? ¿Qué les dijiste? Bueno, bueno… ya hablamos. (AGNES le ayuda a ponerse el micrófono a CRISTALINA. Arregla las luces que la enfocan totalmente) CRISTALINA.- Por curiosidad, los jóvenes ¿sabíais algo de Rosario de Acuña? ANTÓN.- (Sacado el móvil y buscando en google, es un momento en el que se pueden proyectar algunos retratos de la autora) Algo he leído. Por ejemplo, que triunfó muy joven en 75 ASUN BERNÁRDEZ ROSARIO.- ¡Un telescopio! MADRE.- Lo tienen dirigido a Venus. El planeta del amor. ROSARIO.- Cómo brilla. Nunca había visto nada tan bonito. MADRE.- Tiene que estar todo demasiado caliente, está más cerca del Sol que La Tierra. Gira en sentido contrario al resto de los planetas. PADRE.- Su signo es un círculo con una crucecita debajo. (Pícaro, hacia ROSARIO) Debe ser por eso de llevar la contraria que es un planeta tan femenino. ROSARIO.- Tiene que existir un dios creador9. PADRE.- (Irónico) Rosario. ¿Estás llorando? No me digas que has visto a Dios por la lente. ROSARIO.- Alguien ha tenido que inventar esta naturaleza tan perfecta. Déjame ver también la Luna. Sí, ahí está, es de plata. ROSARIO.- «Bendito seas Dios de la Naturaleza, que pueblas los cielos con las maravillosas huestes de los mundos estelares». «Dios en la naturaleza, la ciencia, la virtud» (Mientras, han aparecido en escena unos grandes globos con las palabras: Naturaleza, Ciencia, Razón, Virtud, Verdad, Libertad, Pensamiento que unos se van pasando a otros mien- tras bailan. Se puede simular que todos estallan al mismo tiempo. Aparecerán también en el cierre final de la obra) 74 ROSARIO DE ACUÑA: RÁFAGAS DE HURACÁN 9 Rosario de Acuña habla de la emoción de ver a través del telescopio como una experiencia casi mística que le confirma que Dios existe. CRISTALINA.- Pero ¿qué ocurriría si todo el mundo hiciera lo mismo? LAURA.- Nos quedaríamos sin las escuelas que tantos siglos costó levantar. AGNES.- Yo no puedo cambiar el mundo. Ojalá las cosas pú- blicas funcionaran bien. CRISTALINA.- Ahora os preocupan otras cosas, ¿verdad Laia? ANTÓN.- (Amanerado y burlón) Ay, sí… ahora preocupan mucho las identidades: viva el postgénero, el transgé- nero y el poliamor. (Mientras ANTÓN se ha ido poniendo unos cascos y un mi- crófono y retransmite lo ocurrido en el teatro en el estreno de Riezi el Tribuno como si fura un partido de fútbol. Suena el Waka Waka el Himno Oficial de la Copa Mun- dial en 2010. Pueden hacer los gestos de la canción) ANTÓN y LAIA.- En directo, desde el teatro del Circo, co- mienza la función. Rienzi el tribuno, de autor descono- cido, está causando gran expectación en el público teatral madrileño. El teatro está hasta la bandera, se- ñoras y señores. Rafael Calvo, uno de nuestros mejores actores, interpreta al tribuno del pueblo, y la actriz Elisa Galdón a su fuerte y virtuosa esposa. Vibran las bancadas. Grandes aplausos al final del primer acto. Emoción contenida en el segundo. Los 77 ASUN BERNÁRDEZ el teatro en Madrid con su «primera obra de teatro, Rienzi el tribuno –un alegato contra la tiranía– cuando no había cumplido los veinticinco años de edad. Y…» CRISTALINA.- «.. y no solo el público asistente, sino además críticos como Clarín o venerables dramaturgos como José de Echegaray o Núñez de Arce, le dieron su aplauso». Si, eso pone en la Wikipedia. ¡Lo he escrito yo! La maravillosa Wikipedia. LAIA.- Altera la construcción del canon literario, ja, ja. Y muchos profesores no nos la dejan usar. CRISTALINA.- ¡Pagaría yo por tener en la cabeza todo lo que hay en Wikipedia! LAIA.- No me puedo imaginar cómo hacíais antes. CRISTALINA.- Había que ir a los libros. LAIA.- ¿Y si no los tenías? CRISTALINA.- Estabas fuera de juego. Mi abuelo me contaba que había aprendido mucho en las tabernas. Eran las tertulias de obreros. Unos pocos leían para los demás, y todos escuchaban y debatían. LAIA.- ¿Y las mujeres? CRISTALINA.- Para la mayoría no había ni bibliotecas ni ta- bernas. AGNES.- ¿Veis? La formación está en todas partes. Luego me lleváis la contraria con el tema de los niños. 76 ROSARIO DE ACUÑA: RÁFAGAS DE HURACÁN daban, eran cosa de hombres. Ellas eran las poetisas sensibles, emocionales, apasionadas. Pero Rosario de Acuña no quería ese papel, a pesar de haber sido la pri- mera que leyó sus poemas en el Ateneo de Madrid. ¡Menuda debía ser Rosario! (Se cierra la primera parte de la obra cantando o rapeando LAIA una canción con el poema que ROSARIO DE ACUÑA es- cribió quejándose de que la llamaran poetisa Poetisa10 … (Que se puede ir repitiendo alternativamente) Si han de ponerme nombre tan feo, todos mis versos he de romper; Poetisa no me cuadra tal palabra; no la quiero; yo prefiero que a mi acento lleve el viento Poetisa y cual sombra que se aleja y no deja ni señal, Poetisa a mi canto, que es mi llanto, arrebate el vendaval. 79 ASUN BERNÁRDEZ empresarios temen algún alboroto. Rafael Calvo, tiene que salir a escena a aguantar al gentío que ya no puede más. Y allí aparece, como de otro mundo, Rosario de Acuña, una joven de veinticinco años que asombra y deja sin palabras a un público enloquecido. Carácter «viril», grandes dotes de «autor dramá- tico». Escribe como un hombre, profunda, trascen- dente, vigorosa. Habla de historia, de política y ¡se atreve con una tragedia! Espíritu libre. Acuña toca el Parnaso literario, al cielo del éxito que la envuelve en la emoción de que todo el mundo la quiere ¿De qué planeta viniste? Qué obra de arte nos acaba de regalar, qué espectáculo señoras y señores. (Aquí cambia el tono de voz que suena trascendente y hueco… recuerda la muerte del protagonista en Apocalipsis Now con la patética exlamación: ¡El horror, el horror! ) CRISTALINA Y LAURA.- (Los dos a coro, la voz distorsionada ) ¡El éxito, el éxito! (Se vuelve a iluminar todo el escenario) LAURA.- (Dirigiéndose a CRISTALINA) ¡Tuvo un éxito enorme! CRISTALINA.- Para muchas mujeres es una tormenta de verano. AGNES.- Ahora ya no pasa tanto. CRISTALINA.- Claro que pasa. En el siglo XIX había miles de escritoras, publicando en revistas femeninas, donde no había dinero. Las novelas por entregas, que sí lo 78 ROSARIO DE ACUÑA: RÁFAGAS DE HURACÁN 10 Texto de Rosario de Acuña SEGUNDA PARTE La transformación PRIMERA ESCENA Bebiendo (ANTÓN y LAIA están preparando algo en la mesa. Se iluminan alternativamente dos diálogos. Todos beben.) LAIA.- Walden ¿Has hablado con Laura? ANTÓN.- No LAIA.- Tuviste que cagarla. ¿Cómo se te ocurrió subir el ví- deo sin decírmelo? ANTÓN.- ¿Para qué lo hicimos? Cuando se hace protesta es para compartirla. (En otro espacio AGNES y LAURA) AGNES.- Este es el rap que colgaron. (Con el teléfono en la mano, suenan los últimos acordes de un rap ) Ya se lo han retirado. LAURA.- Ya lo sabía. No es para tanto. Una canción de ado- lescentes creciditos cagándose en todo. 81 LAURA.- No AGNES.- Sólo he dejado de comer mamíferos. Se parecen demasiado a nosotros. LAIA.- Vegana. CRISTALINA.- ¿Os da asco la carne, o es una cuestión polí- tica? LAIA.- En realidad es lo mismo. El cuerpo está gobernado por las ideas, y las ideas son política. CRISTALINA.- Qué listas sois. A tu edad, yo era una pánfila. LAIA.- Qué remedio. Nos están dando duro. CRISTALINA.- También nos daban duro a nosotras, no te creas. ANTÓN.- Mira cómo acabaron muchas y muchos hippies de la transición: yonkis del poder y del dinero. CRISTALINA.- Los jóvenes sois muy exagerados. No todo la gente de mi edad es una choriza. ANTÓN.- No he dicho eso. LAIA.- A las mujeres nos van dando generación tras gene- ración. ¿Quieres decir eso? LAURA.- Mírame a mi. Con más de cuarenta años y aquí es- toy, arrastrando cámara y empresa ruinosa. Tirando de una tesis doctoral que nunca termino, con novios que no se enteran de que se les acabó el chollo, y viviendo 83 ASUN BERNÁRDEZ AGNES.- Pero mira las consecuencias que ha traído. (De nuevo LAIA y ANTÓN) LAIA.- No puedes ir siempre a tu bola. Hay que contar con los colegas. Si no hacemos estrategias conjuntas no va- mos a ningún sitio. ANTÓN.- Yo no tengo paciencia para echar mil horas en las asambleas. Canto lo que me da la gana, y ya está. LAIA.- ¡Pero no estabas solo! Nunca estamos solos. ANTÓN.- Sí, lo siento. (Otra vez AGNES y LAURA) AGNES.- Tienen que irse LAURA.- ¿Pero a dónde? AGNES.- No saben qué hacer. LAURA.- Es mejor que se queden. Hay que confiar en la jus- ticia. AGNES.- ¿Cómo puedes decir eso? Los han pillado y los usarán para darán ejemplo. (Cambio de luz. Todos en escena. Beben…) AGNES.- Siéntate Cristalina y come algo. ANTÓN.- Hay vino, queso y unas albóndigas de Seitán. CRISTALINA.- (Notando de nuevo la tensión, siente curiosidad por saber lo que ocurre) Debería irme, pero con esta llu- via… ¿Sois vegetarianos? 82 ROSARIO DE ACUÑA: RÁFAGAS DE HURACÁN LAIA.- Puedes llegar a la parálisis con tanto análisis. ANTÓN.- (A CRISTALINA) ¿Nunca has tenido que pagar por tus ideas, verdad? CRISTALINA.- ¿Qué quieres decir? ANTÓN.- Nada, nada. Es una suerte sentar cátedra, y que además te paguen. CRISTALINA.- Hay que estudiar bastante además, no te ol- vides. LAIA.- ¿Y la opinión de los que no estudian, no cuenta? CRISTALINA.- Pues claro que sí. Vivimos en democracia. ANTÓN.- Ya, eso dicen, pero si insultas al poder, eres un de- lincuente. AGNES.- Lo que es de idiotas es inmolarse para nada. CRISTALINA.- A veces hay que quemarse para poder resuci- tar. Como Rosario, que a los 35 años, se fue convir- tiendo en otra cosa. LAURA.- Espera, espera, que grabamos sólo tu voz. Monólogo de LA METAMORFOSIS11 (Comienza a sonar la canción de Sia, Chandelier y todos danzan unos segundos mientras beben. Se apagan las luces, 85 ASUN BERNÁRDEZ en un piso que compraron mis padres funcionarios con los ahorros de su vida. AGNES.- No seas tan dura contigo misma. ¡Si hasta tienes un premio de la Asociación de Productoras Audiovi- suales! LAURA.- Que no pintan nada en el mundillo. AGNES.- Pegarse por llegar a donde están los tíos, eso es un error. Yo sobrevivo sin pringarme demasiado: piso de alquiler, nada de créditos, nada de coches caros, nada de colegios de pago ni ropa pija. LAURA.- ¿No se llama a eso falta de ambición? ANTÓN.- (Como queriendo rebajar la tensión. En esto se alía con CRISTALINA) ¿Está bueno el vino? LAIA.- Sí. Está riquísimo y se sube, se sube. CRISTALINA.- El vino es mágico. El blanco y el tinto, el yin y el yang, lo sagrado y lo profano. El espíritu y la ma- teria, el alma y el cuerpo, el control y el abandono. Luego viene la muerte, plana y sin tiempo. ANTÓN.- Ya estamos con la muerte. Si hay que morir, te mueres y ya está. En esta vida o lloriqueas o peleas, no hay otra. (CRISTALINA se ríe con esta idea) CRISTALINA.- Me encanta lo fácil que lo ves todo. Pero no hay cambios sin dolor. ¿Sufrirán las crisálidas? (Todos la miran, pensando que se le ha subido el alcohol). 84 ROSARIO DE ACUÑA: RÁFAGAS DE HURACÁN 11 Estos textos son una actualización de los de Rosario de Acuña. fe: que la ciencia y la razón traerán la luz. (Levanta la cabeza y deja de leer. El rostro se ilumina) (Al público, reflexionando) Lo bueno de la lectura, es que trae compañía. Mi dolor no es nada sin vosotros. No he tenido hijos, pero os tengo a todos, humanidad sufriente, humanidad abusada, a todos los que creéis en la libertad de pensamiento. Las leyes de la naturaleza triunfarán en maravillosa utopía. Soy mujer, pienso como mujer en las otras que so- breviven en míseras existencias en los hogares de los hombres. No habrá libertad si no podemos pensar, ac- tuar y hablar. A partir de ahora, me declaro librepensadora, ma- sona, creo en un Dios de la Naturaleza y de la vida, y no acepto más autoridad que la razón y la naturaleza, sin ellas, el mundo se convierte en un inmenso pudri- dero. Por eso quiero dejar claro, y escrito de mi puño y letra el siguiente testamento: «Habiéndome separado de la religión católica por una larga serie de razonamientos derivados de múlti- ples estudios y observaciones conscientes y meditados, quiero que conste así después de mi muerte, que no consiento que mi cadáver sea entregado a la jurisdic- ción eclesiástica. (…) Lo digo ahora y para siempre en 87 ASUN BERNÁRDEZ queda un foco cenital que ilumina a AGNES que será ahora ROSARIO y los demás desaparecen. Comienza el monólogo de la transformación vital de ACUÑA. Al fondo unas alas tam- bién de papel de periódico que se van abriendo por detrás del personaje al final del soliloquio. Como indiqué al inicio, puede ser una imagen proyectada en vídeo. Sonido de insec- tos) AGNES (ROSARIO).- ¡Y que las muertes y las ausencias ten- gan que venir todas juntas! Morir es rendirse. Mis ojos han sanado, ¡puedo ver! La luz para siem- pre. Se ha muerto mi padre, mi mejor amigo, mi maes- tro. Atrás dejo también un marido de deseo precario, inmediato, pegado al fango de la tierra. (En el suelo hay un paquete envuelto en un papel de perió- dico, lo coge y lee concentrada. Es un ejemplar de Las Do- minicales del Libre Pensamiento. Mientras, las alas comienzan a desplegarse, leyendo con pasión) «Nosotros, los librepensadores, emancipados del poder de la Iglesia, no reconocemos más poder que el de la naturaleza y más objetivo que mejorar la especie humana. Nosotros, que observamos el mundo y nues- tros cuerpos y en ningún lado encontramos al dios que pintó la Iglesia. Los que afirmamos la unidad entre la materia y el espíritu, y no podemos ni queremos des- prendernos de la carne. Nosotros no nos arrodillamos ante las imágenes. Nosotros, los ateos, tenemos una 86 ROSARIO DE ACUÑA: RÁFAGAS DE HURACÁN SEGUNDA ESCENA El amor CRISTALINA.- Después de operarse y recuperar definitiva- mente la vista, se separó de su marido y conoció a Car- los, que fue su pareja el resto de su vida. (LAURA y ANTÓN, que se transforman en ROSARIO y su nuevo amor, CARLOS LAMO. Ella tiene 36 años y él 19) LAURA.- (Coge un libro de la mesa, lo abre y comienza a leer en voz alta) «Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía» ANTÓN.- ¿Qué libro es ese? LAURA.- Lolita, Vladimir Nabokov. ANTÓN.- Me hicieron ver la película en una asignatura el año pasado. Se armó un buen lío. LAURA.- ¿Quién la dirigió? no me acuerdo. ANTÓN.- Kubrick, y Nabokov hizo el guión. El profesor nos la puso para hacer un de análisis de la estructura narrativa. Había dos compañeras que decían que era la historia de un pederasta, y que ya estaba bien de bus- car ejemplos machistas para los análisis. Y tenían ra- zón. Pero el profesor, nada, con que es arte y no podemos dejar de analizarlo. 89 ASUN BERNÁRDEZ un estado de conciencia serena derivada de un cerebro saludable y un organismo en equilibrio». (Termina el momento onírico. La transición es un sonido de vuelo de insectos, que se intensifica) 88 ROSARIO DE ACUÑA: RÁFAGAS DE HURACÁN tanta charla sobre la vida para que luego nos cortemos a la hora de vivirla. (La pareja se transforma a través del lenguaje verbal y cor- poral en ROSARIO y CARLOS) ROSARIO.- Querido Carlos. Eres demasiado joven para amarme. Debes acabar tu carrera de derecho, hacerte una vida profesional. He apoyado vuestras reivindica- ciones, admiro vuestra sangre joven y luchadora. CARLOS.-Ya nada ni nadie me separará de ti. Tus ideas son mis ideas, tus escritos serán los míos, tus pasos marca- rán mi camino. Yo también he escrito a favor de la li- bertad de pensamiento, del ateísmo, de la libertad… Me quedaré a tu lado. Son tuyas mis palabras, tuyos mis pensamientos y mis ideas. (Hay una transición de nuevo a oscuro. La luz se ilumina de nuevo. ROSARIO está de pie, nerviosa y angustiada) 91 ASUN BERNÁRDEZ LAURA.- No hay ningún problema en analizarlo. Lo impor- tante es que puedas decir que te gusta o te disgusta. ¿Por qué disfrutará tanto la gente de las historias mor- bosas? ANTÓN.- ¡Pensé que no iba a volver a encontrarte a solas! ¿Me puedo quedar contigo esta noche? Tengo una cosa que contarte. LAURA.- Ya veremos ANTÓN.- ¿Te da miedo que se entere Agnes? No le has di- cho que estamos juntos. LAURA.- Antón. Es que no estamos juntos. ANTÓN.- Bueno, dilo como quieras, que tenemos un rollo, una historia, un… LAURA.- Para, para. Soy mucho mayor que tú y soy una mu- jer. ANTÓN.- ¿Y? LAURA.- Pues eso, que tengo más de cuarenta ¿qué hago yo con un chaval tan joven? ANTÓN.- Pues lo mismo que con uno mayor. LAURA.- Si, y menos picardeado (se ríe). Pero no es una broma Antón. Pienso ¿qué dirá tu madre? ¿Qué dirá tu padre? Los conozco desde hace años. ANTÓN.- Ven, me da igual. Paso de lo que piense Agnes, de lo que piense Laia o la profesora. Tanto discurso y 90 ROSARIO DE ACUÑA: RÁFAGAS DE HURACÁN que me alquile el teatro de la Alhambra durante unos días. CARLOS.- Te arruinarás. ROSARIO.- Carlos. No te preocupes, siempre he tenido su- ficiente dinero para lo que he querido. Y ahora quiero poner en pie esta obra. Estoy segura que será un éxito. Hay mucha gente que quiere cambiar la superstición, la ignorancia y el fanatismo por la razón y la tolerancia. Vendrán al teatro, estoy segura. ¡Lo conseguiremos, Carlos! CARLOS.- ¿Y quién hará los decorados, el vestuario…? Es una locura. ROSARIO.- Los haré yo, por supuesto. (Se produce una profunda oscuridad. Grandes aplausos. Comien- zan unas voces. ROSARIO, dormida apoyada sobre la mesa) CARLOS.- Despierta, despierta, Rosario. Vamos, vamos. Eres increíble. ¿Cómo puede ser que no hayas ido al estreno?12 ROSARIO.- ¡Me quedé dormida!¿Qué pasa? ¿Qué es esto? ¿Vamos ya a la cárcel?, ¿Me van a detener? ¡Estoy tan cansada después de dos meses de ensayos! Dejé todo hecho, yo no hacía falta para nada. 95 ASUN BERNÁRDEZ TERCERA ESCENA El Padre Juan ROSARIO.- ¿Qué ocurre? No traes buena cara. CARLOS.- Tienes que ir a hablar con el director del teatro. No he podido hacer nada. No quieren montar la obra. ROSARIO.- Me habían dicho que sí. No voy a dejar que El Padre Juan se muera en un cajón. Es mi obra más im- portante, la mejor, la que desenmascara el poder que no deja respirar a la gente. CARLOS.- Unos jóvenes enfrentándose a un cura que con- trola a la gente del pueblo les parece un argumento peligroso. Casarse por lo civil, derruir una ermita y construir un hospital, una escuela y un asilo como sím- bolo de modernidad. Demasiado para una misma obra. ROSARIO.- Me habían dado todos los permisos. Yo no es- cribo vodeviles entretenidos. Ya que el racionalismo no pasado por aquí, hago obras de teatro que por lo menos nos den la esperanza de que las cosas pueden ser de otra manera. CARLOS.- ¿Qué vas a hacer? ROSARIO.- (Se queda unos segundos meditando y paseándose) Montaré El Padre Juan como sea. Alquilaré un teatro. Me haré empresaria. Buscaré a los actores y los dirigiré yo misma. Hablaré con el conde de Michelena para 94 ROSARIO DE ACUÑA: RÁFAGAS DE HURACÁN 12 Puede parecer increíble que Rosario de Acuña se durmiera de agota- miento justo antes de ir al estreno de una obra que tanto le había costado. Así lo cuenta ella en uno de sus textos. daño. No quiero leer las críticas cínicas de los que ayer me aplaudían. Nunca más confiaré en las glorias del teatro. Si no nos vale para expresar nuestras ideas ¿para qué sirve entonces? Es un mueble viejo que nadie sabe qué hacer con él. Nos da pena tirarlo, pero quisiéra- mos cambiarlo por algo más alegre y entretenido. ¡Mi obra! ¡mi obra perdida! pero no será para siempre. ¿Han prohibido también la venta del texto? Pues a venderlo, a publicar el doble de ejemplares. No podré verla representada, pero mientras estén los libros, El Padre Juan estará en la cabeza de quien lo lea. (Una transición de luz, indica un cambio de tiempo) CRISTALINA.- Rosario no se rindió. Siguió escribiendo, vol- vió a estrenar otra obra de teatro. A la prohibición de El Padre Juan le siguió una larga enfermedad y un gran desengaño. VOZ DE LA MADRE DE ROSARIO.- Rosario, hija, deja de es- cribir. Ya tienes demasiados disgustos en el cuerpo. Es- tás enferma. ROSARIO.- No puedo Madre. La fiebre no aplaca en mí el dolor por lo que está ocurriendo. Los jóvenes al ma- tadero marroquí. Veinte mil van a mandar a defender Melilla. Veinte mil madres en un mar de miedo sin fondo. ¡Maldita guerra! VOZ DE LA MADRE DE ROSARIO.- Alégrate Rosario, ¡tu nueva obra se estrena nada menos que en el Teatro Es- 97 ASUN BERNÁRDEZ AMIGA 1.- Que no Rosario. Corre al teatro ¡la gente te aclama! AMIGA 2.- ¡Al teatro!, ¡Pronto, pronto que el público está delirante aplaudiendo y esperando! ROSARIO.- ¿Me estáis tomando el pelo? ¿Será verdad que España está regenerándose? (Se escuchan aplausos) ROSARIO.- Por fin este país despierta. ¡He tenido que salir a saludar cinco veces! ¡Y todas las entradas de mañana vendidas! (Los aplausos se detienen en seco. Se produce de nuevo una oscuridad total. Un toque que música militar. Una voz anuncia) Por Orden del Gobernador se prohíbe terminantemente la representación de la obra El Padre Juan en el Teatro de la Alhambra de Madrid. Dos guardias impedirán la venta de entradas a la puerta del teatro. (Voces anónimas, que flotan en el aire) «Ese drama es un desahogo de bilis o una manifes- tación neurótica». «Obra inmunda». «Esto es un dra- món archinecio». «Bruja». «Conspiradora», «Librepensadora». »¡Predica el matrimonio civil en el infierno!». «Obra diabólica», »Loca feminista». ROSARIO.- (Empieza a sonar el estribillo de la Band Imagine Dragons, la canción It’s Time) Las palabras pesan, hacen 96 ROSARIO DE ACUÑA: RÁFAGAS DE HURACÁN CUARTA ESCENA Las granjas de gallinas CRISTALINA.- (Que ha seguido bebiendo, deja caer la cabeza sobre la mesa, mientras dice) Rosario y su familia se fueron de Madrid. Primero a Cueto en Santander, y después a Gijón. Fue un exilio volun- tario. (Suena el teléfono de LAIA) AGNES.- ¿No lo coges? (Coge el teléfono, lo observa unos segundos mientras suena) LAIA.- Sí, dime (…) Pues sí. Seguramente nos iremos los dos. Ahora lo hablamos. Ya, ya sé que no es el mismo caso, pero lo mejor es que me vaya también. Bueno, en cuanto decidamos, te aviso. Muchas gracias. Buenas noches. ANTÓN.- ¿Quién era? LAIA.- La abogada. Quiere saber qué voy a hacer. Qué va- mos a hacer. Piensa que el irnos juntos podría perju- dicarme. No tiene claro que yo tenga que ir a la cárcel. (Entra LAURA) LAURA.- ¿Qué? Laia, por dios… LAIA.- Si, si. Y pagar una multa. No pasa nada, nadie sabe donde estamos. 99 ASUN BERNÁRDEZ pañol! Verás cómo el público vuelve a aplaudirte. La voz de la patria, es un buen título. Te hará olvidar los sinsabores de hace dos años de El padre Juan ROSARIO.- Este país no perdona. Será mi última obra. Cua- tro dramas he escrito dando vueltas a una patria co- mún, a una unión imposible en un pueblo dividido. Se avecina un destino trágico por culpa de aquellos que no creen en la palabra, en la negociación, en el en- cuentro y en la libertad de las ideas. ¡Vámonos, vámo- nos a vivir lejos de aquí! 98 ROSARIO DE ACUÑA: RÁFAGAS DE HURACÁN CRISTALINA.- Arruinada, le dio vueltas a la cabeza sobre cómo ganarse la vida. Montó en dos ocasiones granjas de gallinas para sobrevivir. AGNES.- ¿No se ganó la vida escribiendo? ¿Con su teatro? CRISTALINA.- Era tan difícil para ella vivir de la escritura, como a vosotras de la cámara. LAURA.- Yo vivo de la cámara. Hago documentales, algo de publicidad y… CRISTALINA.- Si, lo que se necesita menos dinero, ¿a qué si? Las cosas no han cambiado tanto. A ver si convences tú a alguna productora para que te ponga en la mano unos cuantos millones de euros para una película de ciencia ficción o de aventuras. LAURA.- (Ofendida) A mi me gusta hacer cine comprome- tido (Se pone de nuevo a montar la cámara) (Vamos viendo las imágenes proyectadas al mismo tiempo que se ruedan de las manos de CRISTALINA ahora ya ROSA- RIO, está sentada desgranando dos mazorcas de maíz para sus poyos, comienzan a escucharse una serie de cacareos de gallos y gallinas.) ROSARIO.- (Llamando) ¡Carlos!, ¡madre! ¡qué orgullosa es- toy de estos artículos! Los han premiado en la Expo- sición Internacional de la Avicultura de Madrid. Se están dado cuenta de que sólo trabajando por el pro- greso se podrá cambiar la realidad del campo, de las 101 ASUN BERNÁRDEZ LAURA.- Alucino. ¿Habéis venido a esconderos? ¡Pueden rastrear los móviles! AGNES.- (Riéndose) No te pases Laura, que este país no es tan operativo. Y menos para dar caza a unos perroflau- tas. LAURA.- Depende de si les interesa para la campaña política. ANTÓN.- Ya salió mi sentencia. Tengo que entrar en la cár- cel en una semana. Los dos grabamos la canción, pero cargan sobre mí por haberla metido en redes sociales. LAIA.- No queremos implicar a nadie. LAURA.- Estamos en la era de las redes sociales ¿y me dices que no quieres implicar a nadie? Es alucinante. LAIA.- ¿Qué te crees que son las redes, Laura? Cada peña se mueve dentro de su burbuja. LAURA.- Pero ¡tendréis que hacer algo! Manifestarnos, ape- lar al tribunal de Derecho Humanos. ¡No sé! ANTÓN.- No tenemos dinero. Y no quiero que me usen para los líos políticos. Nos vamos. AGNES.- Pero ¿a dónde?, ¿a dónde? CRISTALINA.- (Despertándose) Vaya, ¡me he quedado dor- mida un momento! ¿He soñado que alguien tiene que irse? AGNES.- (Conciliadora siempre) Síguenos contando. ¿Qué pasó después de la prohibición de El Padre Juan? 100 ROSARIO DE ACUÑA: RÁFAGAS DE HURACÁN QUINTA ESCENA Trabajar por las mujeres CRISTALINA.- Una de sus grandes preocupaciones fueron las mujeres. Pensó siempre en cómo mejorar su vida: la posibilidad de estudiar y trabajar, conseguir autono- mía económica. Terminar con la esclavitud femenina, en una palabra (Vuelve a adormecerse un poco) (ANTÓN se transforma en ROSARIO, y en un número de an- tiguo Burlesque, recita alguna de las frases que ROSARIO dice sobre las mujeres. La voz está grabada y suena como un antiguo consultorio de la Señorita Elena Francis, con ruido de interferencias de radio y la sintonía del programa) (Suena la voz de LAIA como cuando hacía de niña en la pri- mera parte) Querida señorita Francis. Me atrevo por fin a contarle mi desasosiego. Fui una niña feliz, pero ahora no veo claro el porvenir. No sé qué hacer con mi vida: no sé siquiera si quiero ser una mujer, aceptando el destino que me espera… Me dicen que tengo que convertirme en mariposa, pero no quiero ¿Qué será de mi? Prefiero seguir siendo un gusano con púas irritantes, prefiero ser una polilla que devora libros y muebles viejos. ¿Qué puedo hacer? 103 ASUN BERNÁRDEZ mujeres pobres, que con pequeñas explotaciones aví- colas podrán mantener a sus hijos y sus familias. (Al público, a través de la cámara) Yo misma, para de- fenderme de la miseria, comencé criando unas cuantas gallinas y patos. Del corral tradicional pasé al parque- cito en miniatura, compré una incubadora. Qué satis- fecha estoy de mis gallinas del Prat, de las pintarrajeadas gallegas, de las andaluzas puras negras, de las brama- pootra armiñadas, de los patos de Rouen y de Ho- landa. Yo sola me aventuré por el camino de mezclar las cuatro razas principales, cuando todo el mundo pen- saba que se debía mantener la «limpieza de sangre» entre ellas. Aprendí por mi misma, leyendo a Darwin, que lo mejor es el mestizaje, que intuía siempre más fecundo. Ya dijo Cervantes en El Quijote que «todo li- naje que pretende conservarse puro suele acabar en punta». El mestizaje es el motor de la vida y por eso tiene que ser también la bandera de la libertad y de la democracia. (En esta parte comienza a sonar la música de la cantante guatemalteca Rebeca Lane con la canción Bandera Negra. Se proyectan imágenes de gallinas y personas de distintas razas. La transición se hace de nuevo con el sonido del hu- racán) 102 ROSARIO DE ACUÑA: RÁFAGAS DE HURACÁN cio son vuestros. Antes de ser hijas, esposas y madres, sois criaturas racionales. Querida amiga, recuerda que en el trabajo y en la Naturaleza encontrarás el camino a la felicidad y a la satisfacción por haber nacido. (Termina el momento radio. Se ilumina otra parte de la es- cena) 105 ASUN BERNÁRDEZ RESPUESTA: ANTÓN.- «Querida amiga, un solo consejo: haz lo que te dé la gana. Por desgracia sé, que no hablo para todas las mujeres, porque no todas podéis, sabéis o queréis prescindir de la vida trivial que os ofrece la vanidad. Trabajad, lidiar con la vida sin descanso, que no hay más compensación que la vida misma». ROSARIO 1.- «Os hablo a vosotras, hermanas mías: Vosotras, como yo, las librepensadoras, que os nombro para que no olvidaros, y para que no digan luego que no habéis existido». ROSARIO 2.- «Luisa Cervera, Dolores Navas, Cándida Sanz de Castellví, Valentina Muñoz de Mynou, Adela Par- dina de Infante, Josefa Obertín, Braulia Igea, Juliana Barrios, Cristina Redal, Encarnación Ramírez, Luisa Hidalgo, Amalia Domingo Soler, Carmen Piferrer y Ángela de Sira». ROSARIO 3.- «Con vuestra escritura mantenéis el espíritu liberal del pueblo español, y anunciáis que el lugar de las mujeres está al lado de la libertad y el progreso». LAS TRES JUNTAS.- «Os nombro a todas para libraros de la muerte del olvido». (Estos nombres podrían proyectarse, y no tener que decirlos) ANTÓN.- «La humanidad tiene derecho a vuestro trabajo y el deber de remunerarlo. El estudio, la carrera, el ofi- 104 ROSARIO DE ACUÑA: RÁFAGAS DE HURACÁN se fiaba de una señora andando sin rumbo por las montañas de pueblo en pueblo. Una vez subió al Pico Cordel a dos mil metros de altura y plantó una bandera republicana al grito de ¡Viva la República! y ¡Viva la libertad de pensamiento! Dos días duró allí puesta, porque un cura de una pa- rroquia del valle Campóo mandó subir a unos pastores a quitarla. ¡Los signos, son los signos! (Suenan unos golpes en la puerta.) CRISTALINA.- ¿Qué es eso? ¡Está abierto! (Vuelven a sonar los golpes, más insistentes. Los demás se quedan paralizados) Iré a ver. LAURA.- No, espera. CRISTALINA.- ¿Pasa algo? Se te ha puesto cara de miedo. AGNES.- (A LAIA y ANTÓN) Iros a la cocina. CRISTALINA.- ¿Qué pasa? LAURA.- ¡No, espera! (Alguien ha tirado una piedra, suenan cristales rotos) ANTÓN.- (Se agacha y la coge. Saca el papel en la que viene en- vuelta la piedra y lee) «Desde que vive aquí con sus es- píritus y sus diablos nunca jamás ha vuelto a brotar una hierba en este ribazo; los ganados de Babueñes pade- cen enfermedades que antes no tenían, y hasta algunos niñinos se van secando, secando sin saber por qué». 107 ASUN BERNÁRDEZ SEXTA ESCENA Rosario en la montaña LAURA.- Cristalina, ¿te encuentras bien? CRISTALINA.- Si, claro, no ha sido nada. Me he mareado un poco. LAURA.- Tráele un poco de agua Antón. CRISTALINA.- No, no pasa nada. Ponme un poco más de vino. Coge esa caja que hay encima de la mesa. Os he traído algunas fotos. AGNES.- Son antiguas (Comienzan a proyectarse fotos de mon- tañas en la pared). Son montañas de Asturias y Galicia. LAURA.- Síguenos contando. CRISTALINA.- Durante varios años en los meses de verano, Rosario se ponía a andar los montes a caballo. Las ex- cursiones duraban de junio a noviembre. Muchos días dormían en una tienda de campaña. (Se proyecta su ima- gen en las montañas, con el bastón y otra en que se ve con la tienda detrás) Era una mujer imponente. LAIA.- ¿Iba sola? CRISTALINA.- Al principio iba acompañada de su criado, un año fue con el marido que tan poco tiempo le duró, y más tarde viajó con Carlos su joven compañero. En más de una ocasión la persiguió la Guardia Civil. No 106 ROSARIO DE ACUÑA: RÁFAGAS DE HURACÁN y la justicia. Todas las mentiras que embrutecen, per- vierten y corrompen: la religiosa, la política, la econó- mica, la familiar, la sexual, todas cederán ante la piqueta demoledora. ¡Proletarios del mundo! Aunque el polvo de mis huesos esté mezclado con la tierra cuando lo consigáis, estoy segura de que llegaréis a la felicidad, la verdad y la ciencia. 109 ASUN BERNÁRDEZ Usted, mujerona horrible, «ha venido a esparcir por estos sitios un aliento fatal». (Vuelven a escucharse ráfagas de huracán. El sonido de tor- menta se convierte ahora en el ruido de las olas del mar azo- tando un acantilado. Diálogo con CARLOS) ROSARIO.- Dos veces han conseguido echarme. Dos veces me han arruinado. Aquí estamos, frente al mar, pera empezar una vida nueva. Con lo que me queda cons- truiré una casa al borde del mar, donde pueda escribir y leer, tener un huerto… El Cervigón, mi casa, cerca de los más necesitados: los presos, las mujeres maltra- tadas, los obreros explotados. Carlos, esta casa será tuya, para que arruinándome a mi, no puedan nunca arrebatártela. CARLOS.- Vamos a Gijón. Vamos al estreno de La voz de la patria, llegaremos tarde Rosario. ROSARIO.- No importa. Está el trabajo hecho. Todo mi te- atro ha sido ya escrito. Pero iré a dar las gracias. El pa- dre Juan, me duele El padre Juan. Lo dejaron vivir una sola noche, y no moriré feliz si no sé que resucitará de nuevo algún día. CARLOS.- No estés triste Rosario. Vamos al teatro. ROSARIO.- Volveremos aquí esta noche a ver el paso del co- meta Halley. Con él llega la vanguardia de la gente proletaria que trae como emblemas la verdad, la razón 108 ROSARIO DE ACUÑA: RÁFAGAS DE HURACÁN TERCERA PARTE La madurez PRIMERA ESCENA La jarca de la universidad. (Vuelven a sonar golpes en la puerta. Entra CRISTALINA con un montón de cartas en la mano) CRISTALINA.- (Un poco temblorosa) No había nadie. Sólo este montón de cartas a mi nombre. LAURA.- ¿No vas a abrirlas? CRISTALINA.- No, no. (Las demás se ponen de nuevo a manipular el equipo de gra- bación) LAURA.- Nos estabas contando que al poco de instalarse en Gijón tuvieron que marcharse. CRISTALINA.- En 1910 se había aprobado en España una ley que permitía a las mujeres matricularse en la Univer- sidad sin tener que pedir un permiso especial a los rec- tores. Pero su integración en las aulas no fue fácil. 111 LAS MUJERES HACIENDO DE HOMBRES.- «Guapa. Quien fuera rayo de luna para entrar en tu ventana» «Me gustas tanto, que me enredo con las redes de tu encanto.» «Quisiera ser mariposa para volar hacia ti y decirte niña hermosa, que estoy muriendo por ti» «Del cielo bajó un pintor para pintar tu figura, pero no encontró color para tanta hermosura» «Aquí estoy ¿qué más puedes desear, hermosa?» «Además de ser sexi, ¿a qué te dedicas?» «Menuda extranjera guapa, ¿qué has venido a bus- car aquí? ¿Un buen instrumento español?» «Un poco golfa sí que debes de ser ¿qué haces sola por aquí?» Sé buena con nosotros. Sé buena chica. Good girl (Mensajes de wasup del caso de la manada La Manada14, que pueden ir proyectándose en la pared, no hay por qué identificarlos, ni siquiera leerlos) 113 ASUN BERNÁRDEZ El caso fue que en la Universidad Central de Ma- drid, seis alumnas de la Cátedra de Literatura General y Española fueron acosadas por algunos compañeros. Cuando Rosario se enteró, se indignó y escribió un texto titulado «La jarca13 de la universidad» que envió a un periódico que dirigía un amigo suyo en París, que fue replicada en otro de Barcelona. Las palabras de Acuña corrieron por toda España levantando una gran indignación. Mucha gente enloqueció diciendo barba- ridades contra aquella señora radical que se atrevía a meterse con los jovencitos de las mejores familias de España. (Un grupo de hombres, que son nuestras mismas protagonis- tas, acosan a una mujer. Podemos hacer un cambio de papeles y que sea Antón el acosado. Al principio las frases son graciosas y hasta poéticas mientras ella se va acercando, poco a poco, la situación se va transformando en algo desagradable) JARCA.- Esperemos a esa zorra en la esquina de la calle An- cha. Se va a enterar. La otra no vino ayer, pero ésta se merece un escarmiento. Que se vayan a zurcir y a criar hijos. Esto es la degeneración de la patria. Si están ellas en las aulas, nuestros títulos valdrán menos. 112 ROSARIO DE ACUÑA: RÁFAGAS DE HURACÁN 13 La palabra se utilizaba para describir a los rebeldes marroquíes. Colo- quialmente se utiliza como término despreciativo con el sentido de «gen- tecilla». 14 El caso de La Manada se refiere a un hecho que ha generado un gran debate nacional e internacional. Una joven denunció haber sufrido una violación colectiva de cinco hombres durante las fiestas de San Fermín en Pamplona. Uno de ellos era Guardia Civil y otro, un miembro del Ejército español. Todos fueron detenidos, juzgados y condenados por abusos sexuales (y no por violación) en 2018. El caso ha tenido una gran repercusión por la movilización del movimiento feminista y distintos co- lectivos que organizaron grandes protestas masivas que los medios de comunicación convencionales han recogido. rados, a los tribunales, a las cátedras, a las timbas y a las mancebías de machos. Las mujeres a la parroquia o al locutorio. Las de la clase media, a soltar el gorro y la escarcela15, a ponerse el mandil de tela y a aliñar las alubias de la cena. La clase alta, a cambiarle, sema- nalmente, de cuernos al marido, unas veces con los la- cayos y otras con los obispos. ¡Anda y que siga la danza! Señores carreteros, fogoneros, mineros, poceros y demás ilustrísimos HOMBRES de la clase proletaria espa- ñola, (…) ¡salven, por caridad, la raza nuestra, que lleva el camino de producir unos bichos con cabeza humana, sexualidad de ostra e inteligencia de asno loco! ¿No será posible, proletario español, que renegases de la casta? Se hace necesario volver al buen camino. Hay que producir hombres llenos de dulzura, de bon- dad, de amor, que son la esencia de la fortaleza. Hay que producir mujeres, con todas las sutilidades de la inteligencia y todas las audacias, energías, resistencias y firmezas de la feminidad. Hay que engendrar la pareja humana, de tal modo que vuelva a prevalecer el símbolo del olmo y la vid, que tal deber sea el hombre y la mujer: los dos subiendo al infinito de la inteligencia, del sentimiento de la sabidu- ría, del trabajo, de la gloria y de la inmortalidad (...) 115 ASUN BERNÁRDEZ «Hay que empezar a buscar cloroformo, las cuer- das…. Para no cogernos los dedos porque después queremos violar todos» «¿Llevamos burundanga? Tengo reinoles tiraditos de precio. Para las violaciones» «Todo lo que cuente es poco. Puta pasada de viaje. Hay vídeo» «Cabrones…, os envidio» Esos son los viajes gua- pos. Jajajajajajaja CRISTALINA.- Por suerte para la chica, pasó por allí un ca- rretero, y los espantó a codazos. (ROSARIO comienza a escribir la carta) ROSARIO.- Algunos hombres no son ni machos siquiera. ¡No!, porque ni los perros, ni los verracos, ni los gara- ñones, ni aun los mochuelos machos acometen a las hembras (…) La mayoría han sido engendrados de un para de sayas (la de la mujer y la del cura o el fraile) y de unos solos calzones (los del marido o querido) (…) ¡Ahí es nada! ¡No morder aquellos estudiantitos a sus compañeras! ¿Qué les quedaría que hacer a esos chicos, si las mu- jeres van a las cátedras, a las academias, a los ateneos? ¡Arreglados quedarían todos estos machihembras españoles si la mujer adquiere facultades de persona! ¿Qué va a ser de ellos? ¿Amas de cría? No, no. Los destinos hay que separarlos: los hombres a los docto- 114 ROSARIO DE ACUÑA: RÁFAGAS DE HURACÁN 15 Cofia ¡A la calle, vamos a la calle a protestar contra esta chantajista del sufragio universal! ¡Huelga general de estudiantes en todas las univer- sidades! ¡La apoyamos los rectores y los profesores! Todos en contra de la harpía. Fuera el Gobernador que consiente estos insultos a los hijos del pueblo español. Vamos a presentar una querella contra esa bruja. ¡Que lo destituyan!, ¡Que lo destituyan! (La misma voz que había anunciado la prohibición del Pa- dre Juan, dice lo siguiente) La Fiscalía de Barcelona presenta una querella en ejercicio de derecho por el delito de calumnias contra la señora Rosario de Acuña ante el Juzgado de Instruc- ción de esta ciudad. Como se puede apreciar en el texto publicado en El Progreso de Barcelona el día 22 de noviembre de 1911, la demandada ha insultado gra- vemente el honor de los españoles. El artículo es «por su fondo y por su forma una grosería tal, que no es po- sible consentirlo sin mengua del decoro público» CARLOS.- Tenemos todos lo necesario. Vámonos Rosario. ROSARIO.- ¿Estás seguro que debemos irnos? CARLOS.- Claro que sí. Han emitido una orden de búsqueda y captura. No nos queda tiempo. Vamos. 117 ASUN BERNÁRDEZ ¡Si no es por vosotros, proletarios, esto se acaba, se acaba! Así como se van a cazar alimañas al África, para repartirlas luego por las colecciones zoológicas, así se vendrán a cazar indígenas a España para luego repartir- los, de barraca en barraca, enseñándolos como ejemplo de hasta dónde puede llegar la degeneración humana. ¡Qué bien estarían esos estudiantitos de la Universi- dad de Madrid con un libro de retórica en la diestra, y relamiendo una lagartija recién chamuscada; sin taparra- bos, con un aro de cobre en las narices; cuatro plumas de gallo tiesas en la coronilla… Puestos así, haciéndolos bailar en un tablado, al son de la Marcha de Cádiz, el himno de nuestras gloriosas, y con un letrero anuncián- dolos como la élite de la raza española, la falange de ma- chos españoles serían la diversión del mundo. (Ráfaga de huracán conforme se va diciendo el texto: voces y gritos de gente en manifestación) VOCES.-16 ¡Artículo repugnante!¡Bruja loca! ¡Histérica! ¡Cretina! ¡Degenerada! ¡Alcohólica! ¡Harpía laica! A la huelga, compañeros, todos a la huelga general. Cerremos todas las universidades. ¡Que se entere esta señora quienes somos los estu- diantes en este país! ¡Trapera de inmundicias! 116 ROSARIO DE ACUÑA: RÁFAGAS DE HURACÁN 16 Todos estos insultos fueron publicados en prensa en contra de la autora. SEGUNDA ESCENA La decisión CRISTALINA.- Voy yo a abrir, será alguien del pueblo. AGNES.- (Susurrando) ¿Buscamos un hotel? LAURA.- Qué tontería. (Vuelve a entrar CRISTALINA) CRISTALINA.- Nada, no había nadie. Habrá sido la lluvia. LAURA.- Sí, seguramente. CRISTALINA.- Tenéis miedo. LAIA.- Sí AGNES.- No, no tenemos miedo. Estamos metidos en un lío. (Entra ANTÓN) LAIA.- Tenemos que decir si irnos al extranjero o entrar en España en la cárcel. CRISTALINA.- ¿Por qué? ¿Qué habéis hecho? ANTÓN.- Grabar un rap y subirlo a Internet. LAURA.- Lo siento, Cristalina. Sabía que tenían un pro- blema, que las cosas estaban mal. Ni siquiera se les ha ocurrido dar a conocer el caso a la prensa, hacerlo cir- cular por redes sociales ni nada… así que aquí estamos, solos y sin saber qué hacer. 119 ASUN BERNÁRDEZ ROSARIO.- Dios mío. A los 61 años y tener que partir al exi- lio. ¿Dónde iremos? CARLOS.- A Portugal. Su gobierno liberal no pondrá pro- blemas. ROSARIO.- Lo siento Carlos. Tener que irnos ahora. ¿Qué será de nuestros animales, de nuestras plantas? ¿Quién cuidará nuestra casa? ¿Es tan grave lo que escribí? CARLOS.- No, no lo es. Es sólo una ráfaga del huracán con- servador que nos barre y nos destroza. Pero los hura- canes también pasan. Tenemos amigos que nos ayudarán. Vámonos, vámonos. Este país no soporta la verdad. (Se cierra con el Couplet de actualidad en la época con mú- sica de La gatita blanca de Giménez y Vives) «¡Tire usted la pluma, haga usté el favor que zurciendo calcetines estará mucho mejor» :::::::::::::::::: «Las mujeres literatas me molestan sin querer como esposa y como madre me entusiasma una mujer» (De nuevo golpes en la puerta.) 118 ROSARIO DE ACUÑA: RÁFAGAS DE HURACÁN TERCERA ESCENA El compromiso (ROSARIO y CARLOS, entrando en casa del vuelta del exilio) CARLOS.- Nuestros animales están bien cuidados. Mira el gallo Pipaón. Te está esperando. ROSARIO.- Aunque el Conde de Romanones haya firmado el indulto, no estoy tranquila del todo. La caverna no perdona. Les escribiré para agradecerle a los diputados Morote, Castrovido y Melquíades Álvarez que hayan intercedido por mi. No me hubiera gustado morir le- jos de casa. CARLOS.- No digas esas cosas, Rosario. Te queda mucha vida y mucha lata que dar. ROSARIO.- (Abrazándole) Me consuela que tendré la suerte de morir antes que tú, y no tendré que sobrevivirte. A partir de ahora quiero estar tranquila. CARLOS.- (Se acerca a mesa y coge un periódico) ¿Tú tranquila? ROSARIO.- Ya no confío en toda esa gente ilustrada, que dejó que me condenaran por hablar, por escribir lo que pensaba. Insulté a alguno de los hijos del señoritismo español ¿Y qué? Más hicieron ellos abusando de esas pobres mujeres en las aulas, y mandándome al exilio. CARLOS.- A mi no tienes que contármelo Rosario. 121 ASUN BERNÁRDEZ CRISTALINA.- (Después de meditar un momento) Marcharos. Tenéis derecho, como Rosario de Acuña a escaparos de una justicia que obedece unas leyes que no son jus- tas. LAIA.- Las cosas no son tan fáciles. No tenemos a dónde ir. CRISTALINA.- Sois jóvenes. Las cosas cambian. (Se acerca a la mesa y escribe) Tengo un apartamento en las afueras de París. Iros allí de momento. Llamaré para que os esperen. ANTÓN.- ¿Por qué vas a hacer esto por nosotros? LAURA.- ¿Por qué lo haces Cristalina? Puedes meterte en líos. CRISTALINA.- Porque me habéis recordado lo soy. Lo que siempre he querido ser. Podríais ser mis hijos. Yo no hago más que hablar, y os admiro porque actuáis. (Se acerca a la mesa y sin decir nada, comienza a romper los so- bres de las cartas que antes ha traído, sin abrirlas) He gas- tado demasiado tiempo con esto. LAIA.- Cristalina, ¡Vente con nosotros! CRISTALINA.- Mi sitio es éste y mi tiempo es otro. 120 ROSARIO DE ACUÑA: RÁFAGAS DE HURACÁN Nos da también para comprar jabón y unos zapatos porque «ya andan los pies con vergüenza de las zapa- tillas de invierno». Con los cuarenta duros que quedan y mi pensión de viudedad, iremos tirando. (Terminar con la parte de canción que dice: I Got Life…) 123 ASUN BERNÁRDEZ ROSARIO.- Ojalá que los proletarios sepan construir una unidad duradera. Ahora somos pobres, como ellos. CARLOS.- Se está preparando una gran huelga de trabaja- dores. Y un gran mitin en la plaza de todos de Madrid. (ROSARIO ha ido abriendo una carta que lee en silencio) ROSARIO.- Me invitan a participar en el mitin. Estoy muy cansada. ¿Debo ir? CARLOS.- (Irónico) ¿No ibas a retirarte y convertirte en una dulce ancianita que cuida sus gallinas, sus plantas y dis- fruta del mar los domingos tumbada en la hierba en vez de ir a misa? ROSARIO.- Si, si, claro. Haré todo eso después de ir a Ma- drid. De momento voy a hacer las cuentas de lo poco que nos queda. Estamos arruinados Carlos. (CARLOS levanta la vista del periódico, pero vuelve a ba- jarla, desinteresado, mientras ella hace las cuentas con un papel. Comienza a sonar baja la canción de Nina Simone, Ain’t Got No, I Got Life) Veamos. Tenemos mil pesetas que me han dado con el Premio Ayuso. Menos mal. Voy a emplear 50 duros para rescatar las joyas de mi madre que tuve que em- peñar hace seis meses, y mucha pena me da perderlas. 35 duros para pagar la hipoteca, 70 duros para saldar las deudas de la comida fiada de los últimos meses y 10 para pagar el carbón que debíamos de todo el año. 122 ROSARIO DE ACUÑA: RÁFAGAS DE HURACÁN socialización de la tierra, la equivalencia de los dere- chos y deberes entre las mujeres y los hombres, el aca- bamiento de todo poder dictatorial, de todas las dinastía. (…) Por un momento, mientras las ráfagas del hu- racán rodaron entre la muchedumbre, España perte- neció a Europa; sobre ella soplaba la renovación, la liberación… (…) (Descienden las ráfagas de huracán hasta desaparecer) Las ráfagas de huracán pasaron; las manos y los pies se tendieron hacia las argollas, las palabras cesaron, los endiosamientos y los personalismos, volvieron a su cauce como si no hubieran pasado por la plaza ráfagas de huracán. 127 ASUN BERNÁRDEZ CUARTA ESCENA El mitin (Narración radiofónica del mitin en la plaza de toros. Es el texto que ROSARIO DE ACUÑA escribe contando lo que allí ocurrió) «El sol esplendente en un cielo azul, diáfano, caldeaba el redondel de la plaza de toros de Madrid. Era el 27 de mayo de 1917. (…) (Sobre el toril, ese toril blasón de la crueldad, de la brutalidad y salvajismo de la patria, se alzaba un ta- blado amplio, gualdrapeado con el oro y la sangre de la bandera española (…) (…) Por aquí y por allá banderas rojas venidas del Oeste, del Sur, del Este y del Norte; notas aguadas de valor y energía, (…) sin cohesión, sin ideal determi- nado (…) las banderas no flameaba y los que se cobi- jaban en su sombra miraban recelosos, murmurando rencorcillos y envidiejas… (…) Se agitó un pañuelo (…) una mesnada de jóve- nes, muy jóvenes, andaba de acá para allá compo- niendo desafueros de impaciencia. (…) Todo era silencio y calma. (Otra vez comienzan a sonar las ráfagas de huracán) (…) De pronto, se oyó un rumor y una respiración de galerna se metió en el redondel. ¿De dónde venía? Del vigor de todos los pueblos puestos en pie hacia la 126 ROSARIO DE ACUÑA: RÁFAGAS DE HURACÁN CARLOS.- (Abriendo y leyendo una carta) Rosario, ven. El bueno de Catrovido quiere proponer que te den un si- llón en la Academia. ROSARIO.- (Gran carcajada) ¡Yo, en la Academia! Yo hace mucho que rompí con esa sociedad para siempre. Aun suponiendo, en un ensueño de imaginación pertur- bada, que pudieran ofrecerme un sillón en la Academia ¿qué iba yo a hacer con semejante armatoste? Lo primero que haría sería limpiarlo pulcramente con zorros, cepillo y esponja; luego, antes de sentarme en él, pondría a mi lado la escoba, el cubo de fregasue- los, la pala de lavar, el estropajo, las agujas, el hilo y unos retazos para remendar camisas y sábanas; el pu- chero y la sartén para poner el cocido y freír la cena; las planchas y un plumero, y ya con mis útiles de tra- bajo y sesenta años de mi vida, cogería en brazos mi Patita vieja, que a los catorce años aún me pone hue- vos, a mi gallo Sanchito, un hermoso caballero que me quita el maíz de la mano, las biografías de mis animales muertos: mis perros, mis yeguas, mis tórtolas; la selec- tísima sociedad de amor y confianza y alegría con quién conviví más de la mitad de mi vida; pondría a mis pies mi silla de montar a caballo, sobre la que re- corrí media España; las polainas de alpinismo, mi pe- queño revólver, y una pala y un azadón para limpiar mi cuadra y gallinero y quitar zarzas a mi prado, y 129 ASUN BERNÁRDEZ QUINTA ESCENA La Academia AGNES.- ¿Por qué las rompes? CRISTALINA.-Me equivoque. En este proyecto he perdido dos años enteros de mi vida. Gracias a vosotros me he dado cuenta de que había tomado un camino equivocado. LAIA.- ¿Pero qué son? CRISTALINA.- Me animaron a que pidiera la entrada en la Academia. Vosotros ni sabréis lo que es, mejor así. LAURA.- Claro que sí. Te mereces estar ahí, es importante que estés ahí. CRISTALINA.- (Riéndose) Llevo dos años convenciéndome a mí misma de que quería entrar para cambiar las cosas. Pero es sólo vanidad. ¿Sabéis lo que hay que hacer para entrar? LAIA.- Ni idea. Será por los méritos. CRISTALINA.- Si, se supone. Alguien te propone, pero luego tienes que escribir cartas y más cartas a los que están sentados allí, alabándoles para conseguir su voto. Y mi- rar, pensándolo bien, ¡qué les den! Laura, vamos, grá- bame, que os lo cuento. (Se transforma de nuevo CRISTALINA en ROSARIO DE ACUÑA, que también quisieron proponerla como miembro de la Academia). 128 ROSARIO DE ACUÑA: RÁFAGAS DE HURACÁN SEXTA ESCENA La clase obrera CRISTALINA.- Al final de su vida recibió el reconocimiento de la gente. Sobre todo de la clase obrera. CARLOS.- (Abriendo y leyendo una carta) Mira, Rosario. Esto te va a alegrar. Los obreros de Portugalete han deci- dido montar el próximo mes de mayo17 El padre Juan. Lo harán en el homenaje que te van a hacer. ROSARIO.- Los primeros de mayo, vienen en peregrinación aquí al Cervigón. Poco he podido hacer por ellos, más que escribir y escribir. CARLOS.- La gente te quiere. ROSARIO.- Y a algunos les doy miedo. CARLOS.- ¡Es lo que le pasa a la gente interesante! ROSARIO.- El Padre Juan. Ninguna obra es más querida por mi. Ni siquiera Rienzi el tribuno que tanto me alabó el ego. El Padre Juan es mi pobre hijo en el exilio, el que nadie entiende, el que odian por recordarnos lo miserables que somos. Moriré feliz si consigo volver a verla montada. CARLOS.- Dicen que no tienen muchos medios, que agra- decen tu apoyo a la causa, y la firma una mujer (leyendo) «Señora de Acuña, sepa usted que sus palabras han 131 ASUN BERNÁRDEZ cuando ya estuviera todo esto a mi alrededor, me arre- llanaría en el sillón y preguntaría a los señores del mar- gen: ¿Y ahora qué hago? Les advierto que yo no rezo el rosario. (…) Y si ellos no quieren todo esto que es mi vida, yo me vuelvo a mi rincón para vivir mi existencia, rién- dome a carcajada limpia de toda clase de Academias, porque desprecio a esa sociedad de hombres y mujeres que se pasan la vida dándose bombo y cumplidos mu- tuos a la cara, mientras por detrás se arrancan la piel y la epidermis del alma… 130 ROSARIO DE ACUÑA: RÁFAGAS DE HURACÁN 17 (1923) y Largo Caballero, pero no pudo ser diputada como ellos. El Partido Socialista presentó a los cuatro como candidatos en las elecciones del 1918 ¿te acuerdas? CARLOS.- Sí, claro. Fueron elegidos y el gobierno tuvo que indultarlos. Pero ella no hubiera podido presentarse a las elecciones en ningún caso. ROSARIO.- ¿Ves? Ya lo dijo Olimpy de Gouges en la Revo- lución Francesa: Si las mujeres tienen derecho a subir al cadalso y que se les corte la cabeza, también deben tener derecho a la ciudadanía. (Todos los personajes a la vez cantan y se van pasando los globos gigantes, mientras cantan) «Feliz si allá en los siglos que vendrán, las mujeres elevadas a compañeras de los hombres racionalistas se acuerdan de las que haciendo de antemano el sacrificio de sí mismas, empeñaron la bandera de su personali- dad en medio de una sociedad que la considera mer- cancía o botín.» TODOS LOS PERSONAJES.- (recitan un pequeño texto de El Pa- dre Juan,mientras se abrazan y se despiden) «Se hace preciso que algunos traigan lo bueno... Nuestra gente está sumida en la ignorancia más espantosa, en un atraso moral repug- nante. Creo de necesidad que la Escuela, la Granja mo- delo, el Instituto industrial con el Hospital y el Asilo, se levanten en nuestros campos como templos benditos, 133 ASUN BERNÁRDEZ sido inspiradoras para todas nosotras. Recuerdo el mo- mento preciso en que me leyeron la frase que usted es- cribió en un artículo: «De las mujeres del pueblo, que son las que aguantan las bestialidades de toda clase de machos, ha de surgir el núcleo de las rebeldes. A partir de ese momento, se selló mi destino porque quise per- tenecer a ese grupo de rebeldes. Montaremos su obra para que más gente entienda que vivimos en la espe- ranza de cambiar el mundo, de hacerlo más justo y por lo tanto más hermoso. Suya afectísima Virginia González18» ROSARIO.- ¡Ah, Virginia! La guarnicionera. Fue detenida por preparar la huelga general del 17. Luego la solta- ron, dicen que por ser mujer. Sus compañeros decla- raron que «sólo estaba en la casa para ayudar en los quehaceres domésticos», y la dejaron en libertad. CARLOS.- Bueno, mira, tuvo suerte. Algo de bueno tiene que tener ser mujer. ROSARIO.- Ese tipo de suerte, para las mujeres es tramposa. Se libró de ir a la cárcel, a la que fueron sus compañe- ros juzgados por sedición: Saborit, Besteiro, Angiano 132 ROSARIO DE ACUÑA: RÁFAGAS DE HURACÁN 18 En este caso me he permitido también una licencia histórica. Virginia González Polo (1873-1923) fue la primera mujer que formó parte de Comité Nacional del Partido Socialista Obrero Español en 1915. Co- noció a Rosario de Acuña, estuvo en contacto con ella, pero nada tuvo que ver con el montaje de la obra El padre Juan. COLOFÓN Esta obra es una ficción y no intenta ser completamente fiel a los sucesos ocurridos en la vida de Rosario de Acuña. Y mientras pienso esto se me ocurre que tampoco lo histórico es la historia en sí misma. Pero poco importa. Me interesan los textos pasados, en la medida en que nos ayudan a pensar sobre el presente. Me he tomado muchas libertades, espero que los y las entendidas sepan disculparme. El teatro es una ilusión, una impresión sobre la vida. Por eso me he permitido mezclar en muchos pasajes mis palabras con las de Rosario de Acuña. Estoy convencida de que a ella no le hubiera impor- tado, ya que, a lo que le dio vueltas en sus escritos fueron a las ideas y las acciones que los seres humanos debemos aco- meter para ser mejores y mejorar la vida del resto del pla- neta. La obra contiene también fragmentos de textos de la au- tora que me he permitido transcribir sin alterar, ya que la riqueza de vocabulario y de imágenes de los textos de Acuña, son imposibles de imitar. 135 ASUN BERNÁRDEZ donde el pueblo español empiece a comulgar en la re- ligión del racionalismo... Soy rico, joven, feliz: ¿será bien que vaya a aumentar la hueste del vicio de la va- nidad?... Mi sitio es éste, debo ser útil a mis compa- triotas: mi inteligencia y mis riquezas deben sembrar de beneficios el solar de mis mayores.» ROSARIO.- (Dirigiéndose al público) Esta es mi historia. Ha- blarme, contarme. Acuerpémonos, sintiendo, pen- sando, deseando ¡No me dejéis en la sombra! (La obra termina proyectando en los títulos de crédito como si fuese una película. Mientras, suena la canción de The Cranberries- Dreams) FIN 134 ROSARIO DE ACUÑA: RÁFAGAS DE HURACÁN Selección de textos de Rosario de Acuña La educación agrícola de la mujer, 1883 Primero (…) veamos qué es la mujer. Con breves palabras se puede definir su personalidad. La mujer es lo que se quiera que sea; sentimiento, fuerza, imaginación e inteli- gencia, todo fue en ella repartido al igual que en el hombre, que para ser su mitad la formó el Creador, y no hay mitad que no participe de los beneficios del todo. Trabajos de ex- cesiva maternidad, acarreada tal vez por intemperancia de varón, tendencias de la ignorancia hacia una soberanía ex- cesiva y otras causas afines perdidas en el transcurso in- menso de los siglos, la rebajaron de su primitivo nivel, oscureciendo algunas de sus dotes nativas, viéndose al pre- sente relegada a una inferioridad más aparente y aceptada que efectiva, y mucho más funesta para el hombre que para ella misma: por lo tanto, y séame permitido usar del símil, la mujer es materia dispuesta a realizar todos los fines, siem- pre que no se separen de aquellos que le impuso la Natura- leza al destinarla para esposa y madre del hombre; la mujer puede serlo todo menos aquello que sea incompatible con su condición de mujer: cátedras, doctorados, derechos, no niego nada, y aun es más, lo acepto, si el catedrático, el doc- tor y el legista pueden ser buena esposa y buena madre. 139 hace aparecer de un solo golpe el árbol y el fruto, la planta y la semilla, el individuo y el óvulo; los que segregando de la masa encefálica una leve parte habéis arrancado a la vez una facultad cualquiera del alma humana, atestiguando victo- riosamente la unidad indisoluble de la materia y el espíritu, y lo imposible, por lo tanto, de ese desprendimiento abso- luto de la carne, estado de perfección en el cual fundábamos nuestras principales argumentaciones; vosotros, todos los que sin otro mandato que el de vuestra conciencia, ni otras armas que las ciencias exactas habéis trazado una raya en los campos de la vida, y llamando a vuestro lado a las fuerzas de la naturaleza, y dando albergue en vuestro pecho a una generosidad ilimitada, estrecháis la mano al judío, saludáis al mahometano, honráis al budista, y, sin atentar a ningún templo, entráis en todos con la sonrisa de la consideración en vuestros labios; VOSOTROS, dicen la Iglesia Católica y sus adeptos, los que jamás hacéis una genuflexión ante la imagen, ni murmuráis la oración aprendida, y vais altivos, orgullosos con la ira de Satanás en vuestro pensamiento y la mirada fija y penetrante, siempre ultrajando con el amor propio que os devora la humilde religiosidad de los creyen- tes; VOSOTROS sois los ATEOS, los malditos; vuestro corazón está muerto, helado; no creéis en Dios; y si no es vuestra vida un tejido de vicios y de crímenes, es por la misericordia de ese Dios a quien despreciáis, el cual le da permiso a Sa- tanás para que os tiente con la peor tentación, con la vani- dad de vuestras acciones; pero caeréis, seréis malditos de 141 ROSARIO DE ACUÑA ¡Ateos!, 1885 ¿Cuáles son? ¿En dónde están? ¿Quiénes llevan en verdad ese nombre fatídico? Ateniéndose a las razones concretas, relativas, y por lo mismo inmutables en la inteligencia li- mitada del hombre preguntamos: ¿cuáles son los ateos? «VOSOTROS, responden el catolicismo y la Iglesia de Roma, arrojando a nuestro rostro el vaho de sus maldicio- nes y de sus anatemas. VOSOTROS, los libre-pensadores emancipados de nuestro poder, que no reconocéis otro principio de autoridad que la Naturaleza, ni otro fin que el mejoramiento de la especie humana. VOSOTROS, dijo ya el sacerdote de la Edad Media a los que robaban los cadáveres de los cementerios bendecidos, para estudiar en las vísceras del muerto el origen de las enfermedades del vivo. Y antes, y desde entonces, todos VOSOTROS, los que acometéis a los cielos con el telescopio y señaláis el vacío sin límites donde pintó la Iglesia una bóveda de cristales; los que desentrañáis de la tierra la roca granítica y revolvéis las capas pluviales para reconstruir el origen de la vida, partiendo de un vapor condensado, y desarrollándola en el polípero para reasu- mirla en el hombre, hundiendo a vuestros golpes de zapa aquel paraíso terrenal , primer templo edificado, donde se 140 SELECCIÓN DE TEXTOS labras y acoge nuestra presencia; la conversación frívola, in- sustancial, helada, entre vulgaridad rutinarias y triviales su- cesos, sustituye en nuestras amistades a la confianza expansiva del cariño y de la simpatía; el insignificante favor suplicado con espontaneidad, se nos niega con suave corte- sía, pero con inalterable firmeza; la demanda de afecto o consideración que hacemos con el presente, o con la oferta, se nos rechaza con la amabilidad del desagradecimiento, las más dañina de las falsas amabilidades: y con la palabra –Es ATEO– infiltran a nuestro alrededor la desconfianza, el me- nosprecio, la desestimación que invade primero nuestra es- fera social, y penetrando en el hogar, hiela la atmósfera del amor, ahonda los abismos de los caracteres, agiganta los lí- mites de la dignidad personal, prolonga las distancias de las antipatías, y, rompiendo conveniencias y arrollando dere- chos, enciende la discordia entre los esposos, llena de re- pugnancias el corazón de los hijos, vuelve suspicaz e intransigente la ternura de los padres, separa con discusio- nes apasionadas a los hermanos, y por último, hiriendo con su acerada vibración el reconcentrado asilo donde se refugia la conciencia del hombre, le turba más de una vez con el sombrío espectro de la duda y lo arroja indefenso a las elu- cubraciones metafísicas que terminarán la obra llevándolo a las celdas de un manicomio, o lanzándolo caduco, en- fermo y perturbado, a los pies de un confesor, triunfo que pregonará a todos vientos el infalible catolicismo; y si, con- movido por este cuadro de terribles infelicidades y amar- 143 ROSARIO DE ACUÑA esa misma conciencia vuestra que hoy de nada os acusa por- que está ciega por la soberbia nacida de vuestro ateísmo: ne- gáis a Dios, ultrajáis a Dios, osáis a Dios. ¡ATEOS!» Esto se nos dice en todos los tonos y de todas las mane- ras posibles, y desde los púlpitos baja esta palabra a los oídos de la muchedumbre perturbada hábilmente por la Iglesia, que halagándola sus instintos pecadores, la vende después en los confesionarios la tranquilidad de la conciencia por una sarta de padrenuestros y avemarías: y esta palabra des- ciende, desde las tribunas ateneístas, o académicas, sobre otra muchedumbre anómala, mezcla de egoísmo y de huera erudición, que por conveniencia o ignorancia acepta tales conclusiones, y las esparce en los salones de la riqueza y en los templos del arte sobre una sociedad podrida en repug- nantes inmoralidades; y esta palabra se repite en las ermitas de las aldeas, donde hiere las tiernas, a la par que maliciosas imaginaciones de los campesinos, explotadas por una elo- cuencia sentimental, que les pinta a Dios con alas de paloma y al demonio con uñas de gavilán; y esta palabra, cuando no puede pronunciarse donde la oigan los más, se desliza al paso del librepensador, dicha por el católico, siempre que tiene seguridad de que será escuchada por una conciencia egoísta, hipócrita, necia o rudimentaria: y de este modo ha- cen el vacío a nuestro lado; la sonrisa de lástima, finamente modelada bajo esa cultura de las formas con que atenúa la sociedad su falta de sentido moral, responde a nuestras pa- 142 SELECCIÓN DE TEXTOS A las mujeres del siglo XIX, 1887 Hermanas mías: Vosotras, en primer término, las que pu- dierais llamaros «mujeres de Las Dominicales», no con me- nos razón que las «mujeres de la Biblia» y «mujeres del Evangelio». Luisa Cervera, Dolores Navas, Cándida Sanz de Castellví, Valentina Muñoz de Maynou, Adela Pardina de Infante, Josefa Obertín, Braulia Igea, Juliana Barrios, Cristina Redal, Encarnación Ramírez, Luisa Hidalgo, Ama- lia Domingo Soler, Carmen Piferrer y Ángela de Sira, que con vuestra pluma, inspirada en los más generosísimos pen- samientos, contribuís poderosamente a sostener el espíritu liberal en el pueblo español; y vosotras, en segundo lugar, las que con vuestras adhesiones, por cientos contadas, y vuestras firmas al pie de las adhesiones masculinas, sois di- que inconmovible a las iras impías de las ideas teocráticas; y por último, vosotras, todas las que en el silencioso retiro del hogar, de donde ha de surgir la nueva era, sentís en vuestras almas el latido de este siglo, y respiráis esta atmós- fera regeneradora, que comienza a estremecer a las socie- dades, anunciando a la mujer que su sitio está al lado de la libertad y del progreso: ¡oíd a la última de vosotras en mé- rito y altura, a la primera de todas en entusiasmo y fe! 145 ROSARIO DE ACUÑA guras, el libre-pensador vacila un solo instante negándose a sí mismo bajo la presión importante e ineludible de las circunstancias, se vuelve hacia la Iglesia, y lo sinceridad de las almas rectas la dice: Yo no quiero ser ateo, aconséjame para no serlo, le veremos guiado al gran rebaño, donde, como marca de propiedad, se le impondrá, por primera condición de creyente en Dios, la anulación de su ser, es decir, la pro- hibición de pensar y de sentir de otro modo que piense y sienta el director de su conciencia. De un lado el anatema con la palabra ATEO, resonando como un eco fatídico en torno del libre-pensador y causándole la muerte social; del otro lado la palabra OBEDIENCIA matando la sensación, la idea y la voluntad del hombre, dándole la muerte moral; por ambos lados la negación de la vida, es decir, el ateismo… ¡Sí! ellos son los ministros de todo aniquilamiento y de toda anulación. Ellos son los ATEOS. 144 SELECCIÓN DE TEXTOS trataciones sociales como deleite impuro de los sentidos, no como chispa luminosa de las inspiraciones. La sociedad la compra por su carne, o por su oro, y la esposa se levanta en un hogar maldito, de donde el amor avergonzado huyó al entrar en el la lubricidad o la avaricia; y la esposa, en el mundo católico, lleva durante su vida entera dos cadenas anudadas a la garganta: una, la del desprecio, cuando no la del odio de su marido; la otra, la de los vicios, que haciendo presa en ella, por una debilidad impuesta desde su misma cuna con una educación infame, se la enroscan en el seno, hasta dejarla sin piedad y sin conciencia: las dos más altas prerrogativas del alma humana. Y sin conciencia y sin pie- dad, ¡cómo ha de existir la madre! Peor que la de las fieras, pierde, con frecuencia, hasta el instinto heredado de la ani- malidad, que obliga a amar a los hijos más que a la propia vida, y la madre católica se alza en todo su esplendor, sepa- rando el corazón de los hijos del corazón del padre, y sos- teniendo en lo más íntimo del hogar, con la tenacidad propia de una ignorancia completa, la horrible tea de la dis- cordia, al colocar entre ella, su marido y sus hijos, esa más- cara, llena de perdones, y aún de alegrías, para las más repugnantes faltas, con tal de hacer de tercera en la sublime asociación matrimonial, adonde la mujer lleva el último germen de disolución, al llevar, con vanidades de arrepen- tida, las absoluciones del confesionario. Y habiendo sido de virgen fatua, necia e inútil, y de esposa esclava numerada, señuelo de ambiciones, juguete de libertinos y cómplice de 147 ROSARIO DE ACUÑA Una a modo de niebla, llena de hielos y de oscuridades, ro- dea vuestra patria. Sus pliegues, deslizándose desde la ro- tonda de San Pedro de Roma, tejidos por el dogma católico, e impulsados por la soberbia más inusitada que cabe en un cerebro desvanecido con la adulación de diez y ocho siglo, pugnan por extenderse, destructores e infecundos, sobre esta patria nuestra, donde el sol parece que eligió su nido y la Naturaleza canta sus amores. En esa estéril noche que in- tenta rodearnos, ¿sabéis lo que viene para nosotras? Las ar- gollas del esclavo, los escarnecimientos del bruto, las vejaciones del paria. ¡Sí, hermanas mías! El catolicismo, ri- giendo la sociedad, es la esclavitud, el rebajamiento y la hu- millación para la mujer: los varones, dentro de esta secta, podrán acaso individualmente (aunque es difícil), por causas ajenas y aún contrarias al dogma que profesan, considerar a la mujer como su semejante, ¡alto ideal que toca a nuestro sexo defender, aún a costa de cien siglos de tormento!, pe- rola doctrina, la esencia, el alma católica, nos lleva a ser mon- tón de carne inmunda, cieno asqueroso que es necesario sufrir en el hogar por la triste necesidad de reproducirse. ¡He ahí el destino de la mujer católica! Fuera sofismas ridí- culos y necias exclamaciones del idealismo cristiano, la mu- jer, en la comunión de esta Iglesia, es sólo la hembra del hombre… Carga de los padres en su juventud, procuran ha- cerla antes bella que útil, antes sagaz que digna, antes vani- dosa que honrada, antes sensual que inteligente, antes mercadera que trabajadora, viniendo a colocarla en las con- 146 SELECCIÓN DE TEXTOS La jarca de la universidad, 1911 El Heraldo de Madrid hizo el relato del suceso ocurrido a las puertas de la universidad, del que han sido protagonistas unos caballeros estudiantes que se pusieron en acecho, a la salida del claustro, para insultar de palabra, y hasta de obra, a unas jóvenes estudiantas de la Facultad de Filosofía y Le- tras. Un carretero, que pasaba por el sitio del escándalo, puso en fuga vergonzosa a los insultadores de aquellas mu- jeres. Este es el sucedido por el cual se escandalizó el He- raldo, llamando «jarca» a la hueste que acometió a las jóvenes, por la sola razón de ser muchachas guapas y estu- diantas... Esto pasa en la universidad de la capital española. ¿Y qué significa esto? Pues nada más que lo siguiente: excepto unos pocos españoles, la mayor parte, perteneciente a la catego- ría social del carretero, y el resto de dicha parte a la cate- goría de los Costa, Pi y Margall, Linares, Giner y unos poquitos más, todo el resto de los españoles no son ni ma- chos siquiera... ¡No!, porque ni los perros, ni los verracos, ni los garañones, ni aun los mochuelos machos acometen a las hembras, y hasta se dejan morder, cocear y picar por ellas, con la mayor dulzura y benevolencia; y ¿por qué?, 149 ROSARIO DE ACUÑA errores; y de madre núcleo de antipatías, semillero de ren- cillas y potencia de enemistades, llega a la edad más noble de la vida, cuando todas las décadas de los pasados años de- berían asegurarla, con sus recuerdos, el haber sido útil, pre- cisa y amada, como cumplía a su destino de mitad humana, y se encuentra con que sólo por excepción ha sido seme- jante del hombre; y que al principio, buscada por lujuria, vanidad o interés, más tarde sufrida por lástima o por cál- culo, y por último, respetada por rutina o por ocasión, ha consumido su existencia toda sin llevar al engrandecimiento de la especie un átomo siquiera de trabajo fertilizante; antes bien, sirviendo de rémora incansable a la gran nave hu- mana, que marcha sobre el océano de los siglos, con rumbo hacia Dios por la ruta de las perfecciones…¡He aquí la mu- jer en el seno del catolicismo! 148 SELECCIÓN DE TEXTOS ¿Qué va a ser ellos? ¿Amas de cría? No, no; los destinos hay que separarlos: los hombres a los doctorados, a los tribuna- les, a las cátedras, a las timbas y a las mancebías de machos, a ser unas veces ellas y otras veces ellos; las mujeres a la pa- rroquia o al locutorio, a comerse o amasar el pan de san An- tonio; y luego, las de la clase media, a soltar el gorro y la escarcela, a ponerse el mandil de tela de colchón y a aliñar las alubias de la cena, a echar culeras a los calzoncillos o a curarse las llagas impuestas por la sanidad marital; si son de la clase alta, a cambiarle, semanalmente, de cuernos al ma- rido, unas veces con los lacayos y otras con los obispos... Éste, éste es el camino verdaderamente derechito y ejem- plar de las mujeres. ¿A quién se le ocurre ir a estudiar a la universidad? ¡Dios nos libre de las mujeres letradas! ¿A dónde iríamos a parar? ¡Tan bien como vamos en el machito! ¡Pues qué! ¿Es acaso persona una mujer? ¿No andan ya los sabios a vueltas para ver si es posible sustituirlas por engendradoras artificiales?... Además, la juventud española no las necesita; por eso anda toda ella tan rasurada: con un poco de perfume y siendo de noche, ¿qué más da uno que una? ¡Ande y que siga la danza! Señores carreteros, fogoneros, mineros, poceros y de- más ilustrísimos HOMBRES de la clase proletaria española, ¿será posible que ustedes saquen, de las ancas de sus hem- bras, todas unas hembras, seres bisexuales, como esos tan 151 ROSARIO DE ACUÑA porque son machos, porque tienen la conciencia de su des- tino, de amparadores y defensores de sus compañeras. Nuestra juventud masculina no tiene nada de macho. Como la mayoría son engendros de un par de sayas (la de la mujer y la del cura o el fraile) y de unos solos calzones (los del marido o querido), resultan con dos partes de hem- bra o, por lo menos, hermafroditas, por eso casi todos hacen a pluma y a pelo. Tienen, en su organismo, tales partes de feminidad, pero de feminidad al natural, de hembra bestia, que sienten los mismos celos de las perras, las monas, las burras y las cerdas, y ¡hay que ver cuando estas apreciables hembras se enzarzan a mordiscos; las peloteras suyas son feroces...! ¡Ahí es nada! ¡No morder aquellos estudiantitos a sus com- pañeras! Sus órganos semifemeninos les hacen ver una com- petencia desastrosa, para ellos, con que las mujeres vayan al alcance de sus entendimientos de alcancía rellena de ilusio- nes, de doctorados, diputaciones y demás sainetes sociales. ¿Qué les quedaría que hacer a aquellas pobres chicas... digo, pobres chicos..., si las mujeres van a las cátedras, a las academias, a los ateneos, y llegan a saber otra cosa que lim- piar los orinales, restregarse contra los clérigos y hacer a sus consortes cabrones y ladrones, para lucir ellas las zaran- dajas de las modas...? ¡Arreglados quedarían entonces todos estos machihem- bras españoles si la mujer adquiere facultades de persona! 150 SELECCIÓN DE TEXTOS la gloria y de la inmortalidad; y los dos, juntos, sufriendo, con la misma intensidad, los dolores; gozando, en el mismo grado, de los placeres; entrelazados, siempre, en estrecho abrazo, el uno acusando la firmeza y la arrogancia, la otra recostada y amparada en ellas, llenando el mundo de ópti- mos y azucarados frutos. ¡Júntense todos cuantos carreteros sean precisos para se- cundar al carretero apaleador de estudiantes, y lluevan palos sobre esos hijos espurios, amamantados en los hogares de la clase burguesa española, todos ellos convertidos en bea- terios, alcahuetes de vicios y crápulas...! ¡Firmen contra esos micos, sin la gracia del rabo, y sin la utilidad que dan los auténticos al titiritero ambulante! ¡Si no es por vosotros, proletarios, esto se acaba, se acaba! Así como se van a cazar alimañas al África, para re- partirlas luego por las colecciones zoológicas, así se vendrán a cazar indígenas a España para luego repartirlos, de barraca en barraca, enseñándolos como ejemplo de hasta dónde puede llegar la degeneración humana. ¡Qué bien estarían esos estudiantitos de la Universidad de Madrid con un libro de retórica en la diestra, y rela- miendo una lagartija recién chamuscada; sin taparrabos, ¿para qué?, con un aro de cobre en las narices; las piernas (casi todos serán patizambos), llenas de ajorcas; cuatro plu- mas de gallo tiesas en la coronilla, y una lavativa tatuada so- bre los riñones...Puestos así, haciéndolos bailar en un 153 ROSARIO DE ACUÑA asquerosos de la universidad madrileña, que son casi la to- talidad que dan de sí nuestras clases medias y aristocráticas? ¡No, por Dios!, ¡exterminen los hijos que les nazcan así, aunque sea estrellándolos!, ¡salven, por caridad, la raza nuestra, que lleva el camino de producir unos bichos con cabeza humana, sexualidad de ostra e inteligencia de asno loco!¿No será posible, proletario español, que regeneres la casta? Se hace necesario volver al buen camino, de grado o por fuerza; hay que producir hombres machos, fuertes, va- lerosos, testificadores de la verdad dura y desnuda, serenos, conscientes de su masculinidad, con todos los atributos de la soberanía viril y, por lo tanto, llenos de dulzura, de bon- dad, de amor, que son la esenciabilidad de la fortaleza. Hay que producir unas hembras mujeres, no monas, con todas las sutilidades de la inteligencia y todas las audacias, ener- gías, resistencias y firmezas de la feminidad; conscientes de su inmenso poder como generadoras del porvenir y como complementarias semejantes del hombre; sin que las estúpi- das faenas del presente sirvan para clasificarlas de sexo con- trario, pues tan admirablemente puede guisar unas patatas el hombre como la mujer y tan maravillosamente puede ha- cer una combinación química una mujer como un hombre. Hay que engendrar la pareja humana, de tal modo que vuelva a prevalecer el símbolo del olmo y la vid, que tal debe ser el hombre y la mujer: los dos subiendo al infinito de la inteligencia, del sentimiento de la sabiduría, del trabajo, de 152 SELECCIÓN DE TEXTOS ¡Yo, en la Academia!, 1917 A don Rafael Sánchez de Ocaña Mi buen amigo: ya hace muchos años que no leo ningún periódico rotativo español; la prensa que me informa de lo que pasa en el mundo es la portuguesa, con la que estoy completamente acorde. Esta, El Socialista y las revistas de monos (cuyos textos no leo las más de las veces) es lo único que tengo, así es que no había sabido lo dicho por Castrovido hasta ayer, y... la carcajada que lancé debió oírse en el Naranco. Hoy, usted remacha el clavo respecto al asunto que provocó mi risa. El bueno de Castrovido, sin las suspicacias del macho fané, con su gran corazón y su honradez de profesional de la pluma, la más difícil de las honradeces de la actualidad, me colgó un sambenito morrocotudo; usted que me conoce y sabe cómo vivo, y casi para qué vivo, ¿cómo cayó también en la condescendencia de aplaudir semejante cosa? Ni como cuento chino, ni siquiera como motivo para pasar el rato, se me debe a mí mezclar en el tráfago de todas estas oralinas de la sociedad; yo rompí con Ella para siempre y radicalmente, y Ella me descalificó...(e hizo bien, porque 155 ROSARIO DE ACUÑA tablado, al son de la Marcha de Cádiz, el himno de nuestras glorias, y con un letrero anunciándolos como la elite de la raza española, eran el clou del mundo... ¡Ande el movimiento y venga de ahí, ilustrísima, reve- rendísima y sapientísima falange de machos españoles! 154 SELECCIÓN DE TEXTOS revólver, y una pala y un azadón para limpiar mi cuadra y gallinero y quitar zarzas a mi prado, y cuando ya estuviera todo esto a mi alrededor, me arrellanaría en el sillón y pre- guntaría a los señores del margen: ¿Y ahora qué hago? Les advierto que yo no sé rezar el rosario. Pues, claro que lo primero que me dirán los delmargen es que me llevara todos aquellos chirimbolos, animaluchos y artefactos, que allí no tocaban pito y, entonces yo, recogién- dolo todo, les contestaría antes de irme: —¡Pues vaya, agur! Que yo donde no esté con todo esto no tengo para qué estar. Con ello y por ello viví sesenta años sin necesitarles a ustedes para maldita de Dios la cosa; con ello me vuelvo a mi rincón para vivir entre ello hasta el úl- timo día de mi existencia, riéndome a carcajada limpia de toda clase de Academias habidas y por haber, y despre- ciando profunda y soberbiamente a una sociedad de hom- bres y mujeres que llaman subir y llegar a una cofradía de bombos mutuos y vanidades mutuas en la que, de frente, se ponen como jalea a fuerza de cumplidos y zalemas, y por detrás, apenas si dejan algún sitio adecentado a fuerza de quitarse la epidermis y la dermis del alma... Como Diógenes le contestó a Alejandro cuando éste le conminaba a que le pidiera alguna merced, así le diría yo a la sociedad si cometiera la injusticia y la necedad de ofre- cerme algo de lo que ella llama mercedes: 157 ROSARIO DE ACUÑA ninguna de sus leyes, costumbres, ni fines fueron nunca aca- tados, ni siquiera respetados por mí) y yo la descalifiqué a Ella para meterse conmigo, ni para mal ni para bien; claro que para mal Ella se ha metido conmigo siempre que ha podido y como le dió la gana y, por lo tanto, y a la recíproca, yo estoy en mi derecho al mandarla noramala cuando le venga en gana de meterse conmigo para bien. Entre Ella y yo no puede haber ningún acomodo. Aparte que, para mí, ni aun suponiendo, como un en- sueño de imaginación perturbada, que me pudieran ofrecer un sillón en la Academia ¿qué iba yo a hacer con semejante armatoste? Lo primero que haría sería limpiarle pulcra- mente con zorros, cepillo y esponja; luego, antes de sen- tarme en él, pondría a mi lado la escoba, el cubo de fregar suelos, la pala de lavar, el estropajo, las agujas, el hilo y unos retazos para remendar camisas y sábanas; el puchero y la sartén para poner el cocido y freír la cena; las planchas y un plumero, y ya, con mis útiles de trabajo y de sesenta años de mi vida, cogería en brazos mi Patita vieja, que a los ca- torce años aún me pone huevos, a mi gallo Sanchito, un hermoso caballero que me quita el maíz de la mano, las bio- grafías de mis animalines muertos: mis perros, mis yeguas, mis tórtolas; la selectísima sociedad de amor, confianza y alegría con quién conviví más de la mitad de mi vida; pon- dría a mis pies mi silla de montar a caballo, sobre la que re- corrí media España; las polainas de alpinismo, mi pequeño 156 SELECCIÓN DE TEXTOS Ráfagas de huracán, 1917 El sol esplendente en un cielo azul, diáfano, caldeaba el re- dondel de la plaza de toros de Madrid. Era el 27 de mayo de 1917, tercer año de la Revolución del Mundo, llamada guerra europea. Todo el coso se iba llenando de gentes que trepaban por los tendidos y gradas, andanadas y palcos, y cuajaban el re- dondel que, hasta la misma barrera, estaba lleno de sillas. Sobre el toril, ese toril blasón de la crueldad, de la brutali- dad y el salvajismo de la patria, se alzaba un tablado amplio, gualdrapeado con el oro y la sangre de la bandera española, acaso la única vez en su sitio, puesto que tapaba aquel es- carnecedor encerradero de fieras. ¡Un tablado…! El solio de las picotas, de las coronacio- nes, de las retractaciones, de las calificaciones, de los apos- tolados, de los polichinelas, de los embaucadores, de los verdugos y de las víctimas, de los escarnecidos y de los exal- tados… El solio a donde quieren subir todos los hombres y todas las mujeres, todas las castas, todas las razas, para re- vestirse en él de poderes, de mandos, de dominio, y donde, a veces, suben hombres, mujeres, castas y razas, verdugos y 159 ROSARIO DE ACUÑA —Lo único que yo quiero ya de ti es que te quites de en medio, porque me quitas el sol. Para usted y Castrovido mi gratitud por sus intenciones, y déjenme, déjenme reír homéricamente de la ocurrencia. El Cervigón, Gijón, enero de 1917 158 SELECCIÓN DE TEXTOS cía un vilano de agosto volando, indeciso, sobre un campo de amapolas. Una mesnada de jóvenes, muy jóvenes, andaba de acá para allá componiendo desafueros de impaciencia; parecían ser jóvenes valientes, fuertes, decididos; resultaban profun- damente simpáticos, hondamente estimables. ¿Traerán algo dentro? ¿Podremos decir a las jóvenes patricias que empie- cen a tejer ya coronas de laurel y mirto?... En la muchedumbre de la plaza, que rugía, se hizo un silencio de cementerio…Había muchas mujeres, pero ca- llaban también. A pesar del destino a que la mayoría de los hombres españoles (mucho más eunucos per seque per acci- dens) condenan a las mujeres, que es a ser amas de llaves, amas de curas, amas de peripatéticas y amas de cría, aquellas de la plaza supieron callar en el momento solemne po- niendo a tono sus almitas de mitad de la especie humana a donde las lleva su destino secular, no circunstancial de ra- cionales, y a donde las dejará instaladas definitiva la Nueva Edad de la Humanidad, que ya clarea. Todo era silencio y calma; del tablado brotaban las pa- labras, palabras y palabras… Las primeras salidas de aquella altura brotaban del corazón limpias, seguras, con aliento de un cerebro no perturbado por remordimientos ni por am- biciones…, después… Debajo del tablado, en otro campo rojo, formado por mesas, se agitaban manos, trazando aquellas palabras que 161 ROSARIO DE ACUÑA víctimas, para ser arrojados en pedazos a los pueblos por ellos envilecidos o escarnecidos. Aquel tablado brillaba al sol como un rubí engastado en un aro de hierro. El barandal de la andana se salpicaba con cartelones blancos, con letreros muy pequeños; parecían tener miedo de mostrar, con letras grandes, el recuerdo sangriento de nuestros marinos destrozados por la metralla, sumergidos en el océano ennegrecido por el humo de las bombas; no surgían los signos grandes, abarcadores de todo el redondel, señalando a nuestras pobres naves, esmirriado patrimonio de nuestra raquítica potencialidad marítima, pero que lle- vaba cada uno un pedazo vivo del alma española. Por acá y por allá, en la baranda, surgían banderas rojas, venidas del Oeste, del Sur, del Este y el Norte; notas agudas de valor y energía, que andan solitarias en villas y aldeas, sin cohesión, sin ideal determinado; queriendo ir, sin sa- ber a dónde; sin fin preconcebido, como toda obra humana ha de tenerle; sin el aliento de firme voluntad que el poeta pedía para su espíritu… las banderas no flameaban, se esta- ban quietecitas, allá arriba, mientras los que cobijaba su sombra se miraban recelosos, murmurando rencorcillos y envidiejas…(las grandes envidias no son negativas), enemis- tades de viejas, que, cuando se enrabian, no hacen otra cosa que echar escupitinajos por las desdentadas encías… Sonó el clarín… digo, no; se agitó un pañuelo que pare- 160 SELECCIÓN DE TEXTOS y los hombres, el acabamiento de todo poder dictatorial (responsable o no), de todas las dinastías; el grande, avasa- llador impulso de las ciencias positivas con su METAFÍSICA DE LA RAZÓN que ha de levantar a la especie humana a un plano superior, en donde empezará a esbozarse la super-hu- manidad de los remotos futuros siglos… aire saturado de las más extensas, intensas e inagotables fecundidades de progreso y justicia. Y de allá, de la rivera opuesta del Atlán- tico, del oeste, venían los sacudimientos arrastrando una gi- gantesca evolución del materialismo al espiritualismo, evolución que, al pasar sobre Portugal, parecía recoger, de sus paradisíacos vergeles, el alentar divino de la raza ibérica, cuya enseña levantan hoy los lusitanos; y estos soplos enar- decedores, venían a cambiar la vida por la gamella, en la vida por la libertad, por la paz, por la ciencia, por la conciencia y por el amor; desmenuzando el odio, para siempre, en el som- brío ayer de la ancestralidad. Banderas y muchedumbre se agitaron estremecidas… Del tablado seguían saliendo palabras y palabras. De gradas a tendidos, de palcos a redondel, las corrientes telúricas iban dejando caldeadas las mentes, rebosantes de sangre los co- razones, sacudidas las médulas, tembladoras las bocas que gritaban alaridos esperanzados y apóstrofes exterminado- res… La multitud rugía, las banderas flameaban con llama- radas de incendio, como si quisieran escaparse de las manos flébiles, torpes o egoístas que las sujetaban. 163 ROSARIO DE ACUÑA surgían arriba, y que llevaría más tarde el papel a todos los ámbitos; aquellas manos del tecnicismo de un arte admira- ble, era servidoras de otro arte, admirable también, el arte de sobrenadar, por encima de las espumas de todas las po- dredumbres, con la ropa seca, la carne infeccionada y lle- vando la corrupción hasta el último rincón de la patria. Las palabras seguían sonando. De pronto se oyó un ru- mor; los pliegues de las banderas se agitaron; la bandera es- pañola, clavada encima, como debe estar siempre, de todos los palcos presidenciales, se extendió rígida, como plancha de acero dispuesta al aplastamiento… Un remolino con vaho de simoun y respiración de galerna se metió en el re- dondel. ¿De dónde venía?... De allá, del mar jónico, de la cima latina, donde se revuelve la libertad contra uno de esos ti- ranuelos que la estultez de los pueblos tolera por amos; aquel aire atravesaba el Mediterráneo, recogía ecos de la Marsellesa del 93, y acordes del himno de Garibaldi; traía también los crujidos del bamboleamiento del cimborrio del Vaticano, cuya vida debe estar ya contada en el reloj del Destino. Por el sur venía aire de África, de Marruecos… del Ba- rranco del Lobo… Traía gritos de dolor y maldiciones. Por el norte soplaba otra ola de tempestad; la empujaba el vigor de unas razas puestas en pie hacia la socialización de la tie- rra, la equivalencia de derechos y deberes entre las mujeres 162 SELECCIÓN DE TEXTOS Testamento ológrafo, 1886 En la ciudad de Santander a veinte de febrero de mil nove- cientos siete, yo, Rosario de Acuña y Villanueva, viuda de D. Rafael de la Iglesia y ¿Cruset- ¿Anset- ¿Auset (1), de edad de cincuenta y seis años, usando de las facultades que otorga el artículo seiscientos setenta y ocho del Código Civil, en relación con el seiscientos ochenta y ocho del mismo, ha- llándome en pleno uso de mi voluntad e inteligencia, hago este testamento ológrafo que anula cuantos hubiera hecho anteriormente y dejo dispuesto o expresado lo siguiente: Habiéndome separado de la religión católica por una larga serie de razonamientos derivados de múltiples estu- dios y observaciones conscientes y meditados, quiero que conste así después de mi muerte, en la única forma posible de hacerlo constar, que es no consintiendo que mi cadáver sea entregado a la jurisdicción eclesiástica testificando de este modo, hasta después de muerta, lo que afirmé en vida con palabras y obras, que es mi desprecio completo y pro- fundo del dogma infantil y sanguinario, visible e irracional, cruel y ridículo, que sirve de mayor rémora para la racio- nalización de la especie humana. 165 ROSARIO DE ACUÑA Los letreros, que, como piedras de sarcófago, ostentaban los nombres de nuestros pobres barcos destrozados, de nuestros nobles marinos muertos, querían volar y desasirse de su atadura férrea e ir, a impulso de los encontrados vien- tos, para que el mundo entero pusiera sobre la memoria de nuestros mártires una ofrenda digna y merecida. Por un momento, mientras las ráfagas del huracán ro- daron entre la muchedumbre, España perteneció a Europa; sobre ella soplaba la renovación, la liberación, la expiación, la dignificación, el engrandecimiento, la reconquista de sí misma hacia los altos destinos suyos de Madre de pueblos, de razas, de civilizaciones…Allá en el tablado seguían so- nando palabras… palabras… Las ráfagas del huracán pasaron; las manos y los pies se tendieron hacia las argollas; las mujeres volvieron a charlar insustancialmente; los hombres arrollaron su banderas para seguir en la cominería femenil del más eres tú… Los picadores de la corrida de la tarde ya estaban en el patio de caballos, los únicos racionales de la fiesta taurina después del toro… y la abulia, el amodorramiento y la co- bardía, padres y madres de las traiciones, las prevaricacio- nes, los endiosamientos, y los personalismos, volvieron a su cauce como si no hubieran pasado por la plaza ráfagas de huracán. 164 SELECCIÓN DE TEXTOS ni de palabra, que ponga en conocimiento de la sociedad mi fallecimiento: que vaya una persona de confianza a en- tregar mi cuerpo a los sepultureros, y testificar dónde quedé enterrada. Si no se me enterrase en Santander, que no se ponga en mi sepultura más que un ladrillo con un número o inicial; nada más; pero la sepultura sea comprada a per- petuidad. Si muero en Santander entiérreseme en el pan- teón donde yacen los restos de mi madre, y donde hay nicho para mí ya comprado, y cuando yo muera póngase sobre el sepulcro de mi madre una losa de mármol con el adjunto soneto, esté o no esté mi cuerpo enterrado junto al de mi madre. Declaro por mi único heredero a don Carlos Lamo y Gi- ménez, abogado, mayor de edad, a quien lego todos mis bienes muebles o inmuebles, en una palabra, todo cuanto posea en la fecha de mi fallecimiento, salvo las mandas que a continuación expresaré, y es mi voluntad terminante que nadie le dispute la herencia ni en total, ni en parte, pues quiero y mando que todo sea para el dicho don Carlos Lamo y Giménez. La propiedad de todas mis obras literarias, lo mismo las publicadas que las inéditas, se las dejo también a D. Carlos Lamo y Giménez y le hago aquí una súplica, por si quiere cumplirla, bien entendido que es solo por mereced suya el que me la otorgue, pues no tengo derecho ninguno para ello con arreglo a la ley, mas se lo hago por si su bondad me 167 ROSARIO DE ACUÑA Conste pues, que viví y muero separada radicalmente de la iglesia católica (y de todas las demás sectas religiosas) y si en mis últimos instantes de vida manifestase otra cosa, conste que protesto en sana salud y en sana razón de semejante ma- nifestación, y sea tenida como producto de la enfermedad o como producto de manejos clericales más o menos hipócri- tas, impuestos en mi estado de agonía; y por lo tanto ordeno y dispongo que diga lo que diga en el trance de la muerte (o digan que yo dije) se cumpla mi voluntad aquí expresada, que es el resultado de una conciencia serena derivada de un cerebro saludable y de un organismo en equilibrio. Cuando mi cuerpo dé señales inequívocas de descompo- sición (antes de ningún modo, pues, es aterrador ser ente- rrado vivo) se me enterrará sin mortaja alguna, envuelta en la sábana en que estuviese, si no muriera en cama, écheseme como esté en una sábana, el caso es que no se ande zaran- deando mi cuerpo ni lavándolo y acicalándolo, lo cual es todo baladí; en la caja más humilde y barata que haya, y el coche más pobre (en el que no haya ningún signo religioso ni adornos o gualdrapas, de ninguna clase, todo esto cosa impropia de la sencilla austeridad de la muerte) se me en- terrará en el cementerio civil, y si no lo hubiere donde muera, en un campo baldío, o a la orilla del mar o en el mar, pero lo más lejos posible de las moradas humanas. Prohíbo ter- minantemente todo entierro social, toda invitación, todo anuncio, aviso o noticia ni pública ni privada, ni impresa, 166 SELECCIÓN DE TEXTOS mi pobre Tonita; que no los maltrate, y les proporcione una vejez tranquila y cuidada, y que tenga piedad y amor hacia las pobrecillas avecillas que dejé, y si no quiere o puede sos- tenerlas hasta que vayan muriendo de viejas que las mande matar todas, pero de ninguna manera las venda vivas para que sufran los malos tratos que las da el brutal pueblo es- pañol: sean todas muertas antes que vendidas vivas. Recomiendo esto también a mi heredero que aquello que vale hubiera habido que gastar en entierro religioso o social, que lo reparta entre desvalidos, primero ancianos, luego niños y con especialidad ciegos. Creyendo en el Dios del Universo; con la esperanza de poseer un espíritu inmortal el cual no se hará dueño de la conciencia y de la voluntad ínterin vaya unido intrínseca- mente a la naturaleza terrestre; segura de que la inmensidad de la creación nada se pierde ni se anonada; presintiendo, con los fueros la razón, una justicia inviolable cuyos princi- pios y fines no pueden ser abarcados por la flaca naturaleza humana, confiando en la existencia de la verdad, la belleza y la bondad absolutas, Trinidad omnímoda de la Justicia Eterna, me recomiendo a la memoria de las almas que amen la razón y ejerzan la piedad perdonando a todos aquellos que me hicieron sufrir grandes amarguras en la vida, ro- gando me perdonen todos a quienes yo hice sufrirlas. Dejo por ejecutores testamentarios de mi voluntad a don Carlos Lamo y Giménez y a don Luis París y Zejín, y en- 169 ROSARIO DE ACUÑA la satisface. Desearía que a la muerte de don Carlos Lamo y Giménez pasara la propiedad de todas mis obras literarias a poder de los hijos de don Luis París y Zejín, en recuerdo de la fraternal amistad que me unió a su padre. Todas mis ropas de mi uso particular, así blancas como de color, se las dejo a mi prima Petra Solís y Acuña, condesa de Benazuza, para que las use en memoria del cariño que nos unió desde la más tierna infancia. De mis alhajas que elija una para él y otra para su hija D. Luis París y Zejín. Todas mis ropas de cama y mesa, así como colchas, man- tas y demás ropa, sean también para D. Carlos Lamo y Gi- ménez, y le encargo haga, a su voluntad, algunos regalos entre las personas que me hubiesen asistido en mi última enfermedad. Todas las coronas y ramos de laurel que poseo, regaladas en homenaje al mérito de mis escritos, ordeno que sean de- positadas sobre el sepulcro de mi padre Felipe de Acuña y Solís que yace en el cementerio de San Justo, y sean allí de- jadas hasta que el tiempo las consuma, como última ofrenda del inmenso cariño que nos unió en vida. Encargo a mi heredero universal, don Carlos Lamo y Giménez, con el mayor empeño, y se lo suplico encareci- damente, cuide de los animalitos que haya en mi casa cuando yo muera, especialmente mis perros, y sobre todo 168 SELECCIÓN DE TEXTOS cargo a don Luis París y Zejín que ayude a ordenar, colec- cionar, corregir y publicar (poniéndole prólogo a la colec- ción) a D. Carlos Lamo y Giménez todas mis obras literarias publicadas o inéditas, en prosa o en verso, reco- mendándole que para la colección y publicación se atenga al orden de las fechas, con la cual podrá seguirse la evolu- ción de mis pensamientos. Este es mi testamento, que deseo y mando sea fielmente cumplido en todas sus partes, y que escrito de mi puño y letra y por triplicado, en papel rayado de la clase oncena número = 9375,022 y 9375,023 y 7129,419 = y que firmo y rubrico en el sitio y fecha que en la cabeza se dice. 170 SELECCIÓN DE TEXTOS AUTORES EN EL CENTRO 1 Anomia, Eugenio Amaya 2 Proyecto Milgram, Lola Blasco 3 Doña Perfecta, Benito Pérez Galdós Versión Ernesto Caballero 4 Atlas de geografía humana, Almudena Grandes Adaptación Luis García-Araus 5 La comedia que nunca escribió Mihura, Carlos Contreras Elvira 6 Hilvanando cielos, Paco Zarzoso 7 Transición, Alfonso Plou y Julio Salvatierra 8 Kafka enamorado, Luis Araújo 9 La ceremonia de la confusión, María Velasco 10 Serena Apocalipsis, Verónica Fernández 11 Nada tras la puerta Juan Cavestany, José Manuel Mora, Borja Ortiz de Gondra, Yolanda Pallín y Laila Ripoll 12 Amantes, Álvaro del Amo 13 Haz clic aquí, Jose Padilla 14 El viaje a ninguna parte, Fernando Fernán Gómez Versión Ignacio del Moral 15 El arte de la entrevista, Juan Mayorga 16 Teatro, José Ricardo Morales 17 El triángulo azul, Laila Ripoll y Mariano Llorente 18 Los Mácbez, Juan Cavestany 19 Boomerang, Blanca Doménech 20 La calma mágica, Alfredo Sanzol 21 ¡Chimpón!, Petra Martínez y Juan Margallo 22 Fisuras, Diana I. Luque 23 La pechuga de la sardina, Lauro Olmo 24 Salvator Rosa o El artista, Francisco Nieva 25 Adentro, Carolina Román 26 La ciudad oscura, Antonio Rojano 27 Nora, 1959, Lucía Miranda 28 Rapsodia para un hombre alto, Félix Estaire 29 Páncreas, Patxo Telleria 30 Cocina, María Fernández Ache 31 ... y la casa crecía, Jesús Campos García 32 Los dramáticos orígenes de las galaxias espirales, Denise Despeyroux 33 Aquiles y Pentesilea, Lourdes Ortiz 34 Los temporales, Lucía Carballal 35 El hogar del monstruo, Espido Freire, Vanessa Montfort, Fernando Marías y José Sanchis Sinisterra 36 Tratos, Ernesto Caballero a partir de Trato de Argel, de Miguel de Cervantes 37 Cáscaras vacías, Magda Labarga y Laila Ripoll 38 Los Gondra (una historia vasca), Borja Ortiz de Gondra 39 Jardiel en la checa, Ramón Paso 40 La esfera que nos contiene, Carmen Losa 41 #malditos16, Fernando J. López 42 Hablando (último aliento), Irma Correa 43 Refugio, Miguel del Arco 44 El laberinto mágico, Max Aub Dramaturgia José Ramón Fernández 45 Por toda la hermosura (cartografía textual para un jueves), Nieves Rodríguez Rodríguez 46 Rebelión de los hijos que nunca tuvimos, QY Bazo 47 Espía a una mujer que se mata Daniel Veronese 48 La autora de Las Meninas Ernesto Caballero 49 La tumba de María Zambrano (pieza poética en un sueño) Nieves Rodríguez Rodríguez 50 Beatriz Galindo en Estocolmo (Conseja de aquellas mujeres valientes) Blanca Baltés 51 Si no te hubiese conocido Sergi Belbel 52 Islandia Lluïsa Cunillé 53 Una gran emoción política Luz Arcas y Abraham Gragera 54 Un bar bajo la arena José Ramón Fernández 55 Rosario de Acuña: Ráfagas de huracán Asun Bernárdez Rosario de Acuña: Ráfagas de huracán de Asun Bernárdez se acabó de imprimir el 16 de octubre de 2018. COLECCIÓN LABORATORIO 1 Teatro (1926-1946) Cipriano de Rivas Cherif Edición e introducción: Begoña Riesgo 2 Artículos de teoría y crítica teatral Cipriano de Rivas Cherif Edición e introducción: Juan Aguilera Sastre Manuel Aznar Soler 3 Prevenidos Conversaciones con los técnicos, equipo artístico y de dirección de una producción teatral José María Labra 4 Estampas del teatro en los cuarenta Blanca Baltés 5 Producir sin dolor Producción teatral para hedonistas Miguel Cuerdo 6 Historia y antología de la crítica teatral española (1763-1936) Tomo I Coordinadores Fernando Doménech y Eduardo Pérez-Rasilla 7 Historia y antología de la crítica teatral española Tomo II (1936-2014) Coordinadores Fernando Doménech y Eduardo Pérez-Rasilla Servicio de distribución y venta: Publicaciones del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte c/ Abdón Terradas, 7 28015 Madrid Tel.: 91 543 93 66 info.publicaciones@mecd.es