UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID FACULTAD DE FILOLOGÍA TESIS DOCTORAL Crónicas de Indias entre la historia y la literatura: las crónicas sobre el Río de la Plata MEMORIA PARA OPTAR AL GRADO DE DOCTOR PRESENTADA POR Gabriela Esther Fariñas Maciel Directores Juan Felipe Villar Dégano Claudio Felipe González Alcázar Madrid © Gabriela Esther Fariñas Maciel, 2019 1 UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID FACULTAD DE FILOLOGÍA Doctorado en Estudios Literarios. TESIS DOCTORAL Crónicas de Indias entre la historia y la literatura: las crónicas sobre el Río de la Plata Gabriela Esther Fariñas Maciel DIRECTORES: Dr. D. Juan Felipe Villar Dégano Dr. D. Claudio Felipe González Alcázar Madrid, 2019 2 4 5 Agradecimientos A mi padre, que me inició en las letras a los ocho años cuando me regaló Colmillo Blanco. A Juan Diego, quien muchas veces perdió la paciencia, pero nunca la esperanza ni el amor. A Adriana Fariñas, que a doce mil kilómetros, lidió con las erratas y fabricó gualichos eficaces porque ella es una bruja buena. A Bonifacio Pindado, quien a pesar del calor de junio, me ayudó con las erratas. A Juan Carlos Giménez, que aunque vive a doce mil kilómetros, cuando estuvo cerca lo timé para que ayude con las correcciones. A mis directores, Juan Felipe Villar Dégano y Claudio Felipe González Alcázar para quienes como el tango dice: “Sentir que es un soplo la vida, que veinte años no es nada”. Gracias por la paciencia y el apoyo en los momentos difíciles. 6 7 Contenido INTRODUCCIÓN ............................................................................................................................................ 9 PRIMERA PARTE ........................................................................................................................................ 19 CAPÍTULO I: BREVE RESEÑA HISTÓRICA DEL RÍO DE LA PLATA ............................................ 21 I.1 LAS OBRAS CONTEXTUALIZADAS HISTÓRICAMENTE ............................................................... 32 I.2 LAS CRÓNICAS DEL CORPUS SOBRE DEL RÍO DE LA PLATA. ARGENTINA Y SUS VICISITUDES HISTÓRICAS .................................................................................................................................. 44 CAPÍTULO II: CARACTERÍSTICAS DE LA PARALITERATURA .................................................... 47 II. 1 UNA REFLEXIÓN PREVIA PARA SITUAR LAS CRÓNICAS DE INDIAS ........................................ 56 CAPÍTULO III: ASPECTOS, CUESTIONES Y PROBLEMAS DE LA CRÓNICA INDIANA ........... 65 III.1 LAS CARTAS RELATORIAS .................................................................................................... 69 III.2 LAS RELACIONES DE INDIAS. ................................................................................................ 74 III.3 LAS CRÓNICAS DE INDIAS .................................................................................................... 78 CAPÍTULO IV: LOS MITOS DE LA CONQUISTA Y EL IMAGINARIO EN LA CRÓNICA INDIANA ........................................................................................................................................................ 87 IV.1 EL IMAGINARIO EN LA CRÓNICA DE INDIAS .......................................................................... 88 IV.2 LA LITERATURA DE LOS CRONISTAS DE INDIAS: LA INFLUENCIA DE LAS LEYENDAS Y LOS MITOS .......................................................................................................................................... 92 IV.3 LA INFLUENCIA DE MARCO POLO Y OTROS RELATOS DE VIAJEROS EN LA CONQUISTA ......... 96 IV.4 EL MITO DE EL DORADO, UN CASO DE SUPERPRODUCCIÓN ESCRITA .................................. 101 IV.5 EL MITO DE LAS AMAZONAS .............................................................................................. 105 IV.6 LAS NOVELAS DE CABALLERÍA Y LOS RELATOS SOBRE EL DESCUBRIMIENTO ..................... 107 IV.7 OTROS MITOS ..................................................................................................................... 110 SEGUNDA PARTE ...................................................................................................................................... 113 CAPÍTULO V: LA CRÓNICA EN VERSO .............................................................................................. 115 V.1 LOS ROMANCES DE LA CONQUISTA ...................................................................................... 116 V.2EL PRIMER POETA DEL RÍO DE LA PLATA: LUIS DE MIRANDA: ROMANCE ELEGÍACO ........... 120 V.3 MARTÍN DEL BARCO CENTENERA: ARGENTINA .................................................................. 137 CAPÍTULO VI: LA CRÓNICA EN PROSA ............................................................................................. 151 VI. 1 LA ARGENTINA, OBRA DEL PRIMER CRONISTA MESTIZO ...................................................... 152 VI. 2 LA FICCIÓN EN LA CRÓNICA DE RUY DÍAZ DE GUZMÁN .................................................... 154 VI. 3 VIAJE AL RÍO DE LA PLATA DE ULRICO SCHMIDL ................................................................ 171 VI. 4 NAUFRAGIOS Y COMENTARIOS DE ÁLVAR NÚÑEZ CABEZA DE VACA ................................ 183 VI. 5 LA LITERARIEDAD EN LAS OBRAS DE ALVAR NÚÑEZ ........................................................ 185 VI. 6 CARTA DE DOÑA ISABEL DE GUEVARA: LA VOZ FEMENINA DE LA CONQUISTA ................. 195 CONCLUSIÓN ............................................................................................................................................. 207 BIBLIOGRAFÍA .......................................................................................................................................... 221 CORPUS ....................................................................................................................................................... 222 CRÓNICAS DE INDIAS AJENAS AL CORPUS ..................................................................................... 223 BIBLIOGRAFÍA GENERAL ..................................................................................................................... 226 RESUMEN / SUMMARY………………………………………………………………..…………………247 8 9 INTRODUCCIÓN 10 La paraliteratura se presenta como un sistema paralelo al sistema de la literatura canónica que es aceptada como parte importante de las instituciones sociales, y se encuentra constituida como un sistema de signos donde el fenómeno más importante es el “lenguaje literario”. La paraliteratura, por su parte, es un sistema paralelo de signos donde el lenguaje literario tiene peculiaridades estéticas y sociológicas. Los géneros paraliterarios se dividen en dos grupos al primero pertenece un conjunto de géneros propios de la cultura de masas, como los cómics, grafitti, novelas de vaqueros, novelas sentimentales, novelas de aventuras, fotonovelas, la canción de autor, etcétera. En el segundo grupo, encontramos textos que pertenecen a los géneros institucionalizados, es decir, vienen de la cultura llamada “alta”, pero no constituyen fenómenos de masas. En este apartado encontramos tratados y crónicas de Indias, biografías, autobiografías, memorias y libros de viajes. Todos los géneros paraliterarios nombrados antes poseen unas características especiales que los aúnan. El nivel de intencionalidad en función del texto marca aspectos determinados tanto para el emisor como para el receptor de este. En el nivel formal el texto paraliterario tiene un tipo de discurso que es imposible determinar a qué tipo pertenece exactamente, es decir, el discurso paraliterario es híbrido. El hibridismo aparece por la utilización de elementos pertenecientes a distintos sistemas semióticos, tenemos así el hibridismo textual de elementos formales logrado por la mezcla de géneros, y el hibridismo del sistema icónico, por la unión de lo literario con la imagen. En cuanto al nivel del canal la naturaleza de la producción condiciona el texto, la realidad empírica hace que este tipo de literatura tenga una producción destinada al consumo inmediato, y que sea leído por una parte del estrato social, que varía según el género paraliterario. El lugar que ocupan las crónicas entre los géneros varía. ¿Dónde situar las crónicas de Indias teniendo en cuenta las tradicionales y convencionales áreas genéricas Épica, Lírica, Dramática y Didáctica? Hay quien los sitúa en la didáctica en tanto que es un texto con el objetivo comunicar y divulgar datos de la realidad o conocimiento científico de forma creativa o artística. Los subgéneros del género didáctico incluyen algunos como la biografía, el ensayo, la crónica, los tratados filosóficos y la oratoria o discursos, entre otros. Otros estudiosos, Juan Felipe Villar Dégano entre ellos, los sitúa en la paraliteratura. Por tradición se las ha situado en la Didáctica entre los géneros históricos, pero teniendo en cuenta el 11 concepto de paraliteratura, consideramos que puede encajar entre los géneros paraliterarios por una serie de características comunes. En el presente trabajo nos centraremos en las crónicas de Indias y vamos a considerarlas como parte de los géneros paraliterarios por su carácter híbrido, analizaremos las principales características de estos textos que forman parte del corpus histórico y son también incluidos en algunos géneros literarios. Básicamente, analizaremos varios tipos de crónicas con el objetivo de mostrar un abanico de géneros híbridos. Así estudiaremos en el corpus: crónicas propiamente dichas, relatos, informes, cartas, relaciones e incluso poemas históricos como: Romance elegíaco de Luis de Miranda [1537] Viaje al Río de la Plata de Ulrico Schmidl [1567], Argentina de Luis del Barco Centenera [1602], La Argentina de Ruy Díaz de Guzmán [1836], Naufragios y comentarios de Álvar Núñez Cabeza de Vaca [1555] y la Carta de Isabel de Guevara [1556] para mostrar el abanico de subgéneros que se pueden encontrar relacionados con una sola región y cómo en estos textos, aunados por el referente, el espacio y una historia común que comienza a entretejerse se cuelan tanto lo histórico, lo institucional y la subjetividad que permite encontrar literariedad en textos institucionales o la historicidad en textos literarios. Por supuesto, no dejaremos de lado la obra colombina, de la que citaremos varios ejemplos, y otras crónicas pertinentes al tema como Relación del nuevo descubrimiento del Río Grande de las Amazonas de Fray Gaspar de Carvajal [1894], El Dorado de Francisco Vázquez [1562], La conquista de Nuevo México de Bernal Díaz del Castillo [1632], Comentarios Reales de Inca Garcilaso de la Vega [1609], etcétera. Existen numerosos estudios sobre la literatura del descubrimiento y la colonia. Las nuevas corrientes de estudios han cambiado la noción de literatura por la de discurso, entendido como el estudio de las prácticas culturales sincrónicas, dialógicas, relacionales e interactivas y que cubre un espectro más amplio de la palabra y las voces no escuchadas. Por eso se incluyen como objeto de estudio tanto al sujeto europeo como a los criollos, mujeres, mestizos e indígenas, es decir, individuos que se alejan del prototipo base de la ideología imperial dominante en la época de producción de las obras (Rolena Adorno1). De esta 1Rolena Adorno, “El sujeto colonial y la construcción cultural de la alteridad” en Revista de crítica literaria latinoamericana, Lima, año XIV, Nº 28, 1988, pp. 55-68. “Nuevas perspectivas en los estudios literarios coloniales hispanoamericanos” en Revista de Crítica Cultural Latinoamericana, Año XIV, Nº 28, Lima, pp. 11-27, 1988. 12 manera, aunque la historia de los discursos hegemónicos (Gramsci2) domine la materia y el poder de las clases dominantes sobre las sometidas, se están estudiando los textos desde una nueva perspectiva como la de Ángel Rama (1989)3 que incluye en el corpus los discursos de los silencios, los intersticios culturales, dando paso a un amplio grupo antes no contemplado, como la del criollo y mestizo, la del colonizado y el conquistador. El concepto de transculturación también cobra importancia en las nuevas perspectivas analíticas. (Contrapunteo cubano del tabaco y el azúcar, obra del polígrafo cubano Fernando Ortiz4 publicada en 1940 donde es presentado por primera vez el concepto de transculturación). Y Ángel Rama aplica este concepto a la narrativa colonial en América. A su vez, Walter Mignolo (1995)5 señala la emergencia de un nuevo paradigma en los estudios coloniales de la literatura. Desde este nuevo enfoque, se entiende la literatura colonial como un conjunto de texto híbrido, con fuentes multiculturales diversas y distintas a la de las metrópolis. Así, los textos de la conquista y colonización se definen por el referente como sostienen Adorno y Mignolo, y ya no solo por los escritores. La visión del otro, propuesta por Todorov6 (1987), adquiere especial relevancia en los estudios coloniales en su obra La conquista de América: la cuestión del otro; y aportes como los de Edward Said7 son esclarecedores cuando se toca el tema de la alteridad, y el poscolonialismo en obras fundamentales tales como Cultura e imperialismo (1996) y Orientalismo (2002). El hibridismo de los textos estudiados, en un principio, se dirigía hacia las obras estrictamente literarias, muchas de ellas incluidas dentro del canon literario como La Araucana de Ercilla, pero luego se ha ampliado el corpus con nuevas perspectivas, ya no tan cercanas a la literariedad. Tanto Alfonso Reyes8 (1995) como Pedro Henríquez Ureña9 (2013) 2 Antonio Gramsci, Escritos sobre el lenguaje, (Edición de Diego Bentivegna), Buenos Aires, Edeuntref, 2013. 3 Ángel Rama, Transculturación narrativa en América Latina, México, Fundación Ángel Rama, 1989. 4 Fernando Ortiz, Contrapunteo cubano del tabaco y el azúcar, Madrid, Cátedra, 2002. 5 Walter Mignolo, “Occidentalización, imperialismo, globalización: herencias coloniales y teorías postcoloniales” en Literatura colonial. Identidades y conquista de América, Revista Iberoamericana, Pittsburgh, Nº 170-171. Instituto Internacional del Literatura Iberoamericana, Pittsburgh, 1995. 6 Tzvetan Todorov, La conquista de América: la cuestión del otro, México, Siglo XXI, 1987. 7 Edward Said, Orientalismo, Trad. de María Luisa Fuentes, Barcelona, Debolsillo, 2002; Cultura e imperialismo, Trad. de Nora Catelli, Barcelona, Anagrama, 1996. 8 Alfonso Reyes, “La conquista de la libertad”, Obras completas II, FCE, México, 1995, pp. 249-261. 9, Pedro Henriquez Ureña, Historia cultural y literaria de la América Hispánica, Madrid, Verbum, 2013. 13 señalaron el valor literario de los escritos históricos sobre la conquista de América y trabajaron en busca de nuevas formas de expresión histórico – literaria. En Argentina resultan muy importantes los estudios de Emilio Carilla10 (1969), Marcos Morínigo11 (1959) y Ricardo Rojas, autor de dos volúmenes de “Los coloniales” en su Historia de la Literatura Argentina.12 En esta misma perspectiva de unificar literatura y ficción, Enrique Pupo-Walker13 (1982) señala la relación entre historia y ficción, Beatriz Pastor14 (1982) se ocupa del discurso narrativo de las crónicas y J.J. Arrom15 (1977) y Raquel Chang Rodríguez16 (1985) y los chilenos Cedomil Goic17 (1988) y Jaime Concha18 (2018) siguen este enfoque en las crónicas. Por su parte, Rolena Adorno (1988) ofrece una nueva mirada y otra manera de abordar la producción literaria de la colonia. Establece un parámetro sobre las categorías estéticas, género literario y los problemas de definición del género crónica en la gran complejidad y cantidad de discursos. De esta manera, los discursos históricos, míticos, teológicos y jurídicos que se manifiestan en formas artísticas y documentales son incluidos dentro del corpus de estudio. Desde estos nuevos enfoques las cuestiones relacionadas con la producción discursiva de los textos de la conquista y la colonia se amplían considerablemente. Se empiezan a estudiar, por ejemplo: el criollismo, la alteridad, la semiosis, la importancia de la oralidad, la ideología y el discurso, el poder, los viajes y el hibridismo, el estudio de la biblioteca de autor (Roger Chartier19 (1992), Pierre Bordieu20 (1997) con el concepto de capital cultural), del 10 Emilio Carilla, Literatura Argentina. Palabra e imagen I, Buenos Aires, Eudeba, 1969. 11 Marcos A. Morínigo, Programa de filología hispánica, Editorial Nova, Buenos Aires, 1959. 12 Ricardo ROJAS, La literatura argentina. Ensayo filosófico sobre la evolución de la cultura en el Plata, Buenos Aires, Coni, 1917 – 1922. 4 Vol 13 Enrique Pupo-Walker, La vocación literaria del pensamiento histórico en América, Desarrollo de la prosa de ficción: siglos XVI, XVII, XVIII y XIX, Madrid, Gredos, 1982. 14 Beatriz Pastor, Discurso narrativo de la conquista de América, La Habana, Ediciones Casa de las Américas, 1983. 15 José Juan Arrom, Esquema generacional de las Letras Hispanoamericanas, Bogotá, Caro y Cuervo, 1977. 16 Raquel Chang-Rodríguez, Poesía hispanoamericana colonial. Historia y antología, Madrid, Alhambra, 1985. 17 Cedomil Goic, “Temas y problemas de la literatura hispanoamericana colonial” en Historia y crítica de la literatura hispanoamericana, T. I., Cedomil Goic (ed.), Barcelona, Crítica, 1988. 18 Jaime Concha, “Reflexiones sobre una historia de la literatura” en Revista de la Casa de las Américas, Nº 292, 2018, págs. 96-105. 19 Roger Chartier, El orden de los libros. lectores, autores, bibliotecas en Europa entre los siglos XIV Y XVIII, Barcelona, Gedisa, 2017. 20 Pierre Bourdieu, Capital Cultural, Escuela y Espacio Social, México, Siglo XXI Editores, 1997. https://dialnet.unirioja.es/servlet/autor?codigo=127065 https://dialnet.unirioja.es/servlet/revista?codigo=274 https://dialnet.unirioja.es/ejemplar/513809 https://dialnet.unirioja.es/ejemplar/513809 https://www.todostuslibros.com/autor/chartier-roger https://www.todostuslibros.com/editorial/gedisa 14 imaginario social de una época (Durkheim21 (1898) y su concepto de las representaciones colectivas en la textualidad colonial), entre otros aspectos. Las revistas también son relevantes. Una de ellas se ocupa de la crítica de la literatura colonial Colonial Latin American Review, actualmente dirigida por Raquel Chang- Rodríguez, otros artículos muy interesantes son el de Isaías Lerner, con su edición crítica de La Araucana de Ercilla o el de Mercedes López Baralt de la Universidad de Puerto Rico, antropóloga con sus estudios sobre Guaman-Poma, también de Rolena Adorno, entre otros. Esta revista constituye la única publicación periódica de carácter interdisciplinario dedicada al estudio del período colonial en Latinoamérica. Otra revista importante es Dispositio: revista hispánica de semiótica literaria, dirigida por Walter Mignolo, que cuenta con colaboradores como Beatriz Pastor, Rolena Adorno, Roberto González Echevarría y Margarita Zamora... Con respecto a los manuales de literatura e historias de la literatura destacaremos la obra conjunta que coordina Luis Iñigo Madrigal (1992) con estudios de Lucena Samoral sobre Hispanoamérica en la época colonial y de Jean Franco sobre la cultura hispanoamericana en esta época. Es fundamental el capítulo de Walter Mignolo dedicado a cartas, crónicas y relaciones, el de Manuel Alvar sobre Bernal Díaz del Castillo, y el de Rodolfo Borello sobre Carrió de La Vandera, entre otros interesantes aportes. Cedomil Goic en Historia de la literatura hispanoamericana (1988) dedica el primer volumen a la época colonial y en él reúne a especialistas que se ocupan de distintos temas. El criterio es historicista y múltiple, con una gran variedad de enfoques en el tratamiento de las cuestiones fundamentales. Otro texto de interés es Historia y crítica de la literatura hispanoamericana (1988) planificado por Francisco Rico; comprende las contribuciones más importantes de la crítica desde los más variados puntos de vista, destacando los diferentes aspectos de las obras, autores, géneros y períodos, los problemas fundamentales de las letras hispanoamericanas con artículos, ensayos y fragmentos de libros, según un orden cronológico y temático. También rinde tributo a quienes tradicionalmente han trabajado en literatura hispanoamericana: Pedro Henríquez Ureña, Alfonso Reyes, Rafael Lapesa, Edmundo O´Gorman, Cedomil Goic, José Juan Arrom, entre otros. La Historia de la literatura hispanoamericana de José Miguel Oviedo, en el Volumen I “De los orígenes de la emancipación”, (1995) incluye estudios sobre el legado de las literaturas indígenas, el 21 Émile Durkheim.La división social del trabajo, Akal, Madrid, 1987. 15 descubrimiento y los primeros testimonios: la crónica, el teatro evangelizador y la poesía popular y el primer Renacimiento en América. La Historia de la literatura hispanoamericana (1954) de Enrique Anderson Imbert tiene un enfoque clásico sobre los textos de la colonia, pero con aspiraciones universales en los contenidos. Los estudios coloniales desde la crítica literaria permiten volver a ese corpus textual de las crónicas existentes desde el siglo XV, con miradas del siglo XX y XXI. Desde nuevas perspectivas, los estudiosos presentan nuevos paradigmas desde los cuales reinventar, redescubrir y repensar el mundo americano y las primeras producciones que inspiró la nueva tierra. De esta manera, se reinterpreta la historia a través de las reformulaciones de aquella época, y aparecen nuevas reflexiones sobre esta problemática. Se trata de contemplar el pasado en el presente, de indagar, de preguntarle a ese pasado. La subjetividad de cada cronista presente en los textos estudiados deja apreciar la literatura colonial reescrita en un texto del siglo XX. Como objetivo principal nos planteamos abordar las crónicas del Río de la Plata citadas para situarlas de forma objetiva en el contexto y también para aclarar sus características significativas y formales. Analizaremos cada texto teniendo en cuenta sus particularidades para demostrar que tienen características propias de la paraliteratura. Así, trabajaremos intentando hallar el hibridismo de cada crónica, esa parte de ficción y aquella de historia. Además, intentaremos relacionar el éxito editorial y de público con el creciente interés de los lectores por los libros de viaje propios de la época, con la aparición de la imprenta y de una clase burguesa cada vez más fuerte que se interesaba en el arte y la lectura. El trabajo de los libreros más populares se tendrá en cuenta para entender el éxito de algunas ediciones. El impulso de las distintas colecciones de viajes, crónicas e informes desató el imaginario de Indias que surge ante el espacio novedoso y los mitos que renacen en contacto con los nativos, aspecto que también analizaremos en este trabajo. La metodología empleada que vamos a seguir consiste en describir y a analizar diacrónicamente las obras seleccionadas para intentar establecer las semejanzas y diferencias de cada uno de los textos, partiendo de lo histórico, de un espacio-tiempo histórico en el cual se pueden analizar las perspectivas e imaginario propio de estos textos. Además de relacionarlos con los géneros paraliterarios y tener en cuenta la literatura que cada texto ha generado en el ámbito ficcional. La crónica de Indias es un género de naturaleza híbrida, a 16 caballo entre la historia y la literatura. Pertenece a la historia por la intención objetiva, o en muchos casos, descriptiva, y a la literatura porque revela la personalidad creativa del autor. A lo largo de este estudio nos ocuparemos de la parte literaria de las crónicas y haremos hincapié en el análisis que valora más el aspecto subjetivo, el entrecruzamiento del recuerdo y la imaginación, la expectación del cronista ante un mundo extraño y desconocido. Al abordar las crónicas de Indias como parte de los géneros paraliterarios tendremos en cuenta varios aspectos relacionados con el género crónica y su problemática. En primer lugar, consideramos la crónica como un género híbrido que tiene características propias, porque en este tipo de textos existe una mezcla de niveles. En su discurso se combinan características personales con objetivos históricos. La referencialidad es importante puesto que el narrador escoge referentes reales, lo cual condiciona el tipo de discurso, por lo tanto, no se trata de una pura ficción como invención absoluta. A su vez, lo híbrido en la crónica de Indias se articula a través del fuerte contenido lingüístico literario: el yo subjetivo del cronista, unido a lo ficcional presente en las creencias personales de cronistas y conquistadores, y en ciertos recursos literarios como la hipérbole, la metáfora, la descripción, la comparación, empleados para comunicar esa realidad objetiva al lector. La ficción invade la crónica cuando el discurso histórico pierde validez. Seguiremos en este apartado, los textos teóricos de Enrique Pupo Walker22 (1982, 1987, 1995) y de Irving A. Leonard23 (1959), entre otros. 22 Enrique Pupo-Walker, La vocación literaria del pensamiento histórico en América, Desarrollo de la prosa de ficción: siglos XVI, XVII, XVIII y XIX, Madrid, Gredos, 1982. Enrique Pupo-Walker, “El relato virreinal” en Pupo-Walker Enrique (coord.), El cuento hispanoamericano, Madrid, Castalia, pp. 55-77, 1995. Enrique Pupo-Walker, “Los Naufragios de Álvar Núñez Cabeza de Vaca: notas sobre la relevancia antropológica del texto” en Revista de Indias, 1987, vol. XLVII, Nº 181, pp. 755-776. Enrique Pupo-Walker, “Pesquisas para una nueva lectura de los Naufragios de Álvar Núñez Cabeza de Vaca” en Revista Iberoamericana, 1987, vol. 53, N° 140, pp.517-539. Enrique, Pupo-Walker, “Sobre el legado retórico en los "Naufragios" de Alvar Núñez Cabeza de Vaca en Revista de estudios hispánicos 1992, Nº 19, (Número especial de 1992 dedicado a las letras coloniales), pp. 179-190, Enrique Pupo-Walker, “un imperio cultural en busca de su política”, en Lateinamerika-Studien, 1995, vol. 37, pp. 99-117. 23 Leonard Irving A., Los libros del conquistador, México, F.C.E. 1959. https://dialnet.unirioja.es/servlet/revista?codigo=1165 https://dialnet.unirioja.es/ejemplar/13767 17 Se evidencia también un doble valor presente en el discurso histórico testimonial frente al discurso literario encontrado en las ficciones y en el lenguaje literario. Por esta razón, dividimos en dos partes este estudio. En la primera parte, haremos un repaso del contexto histórico de las obras del corpus, las cuestiones relacionadas con la paraliteratura señaladas hasta aquí, además del problema que conlleva el nombre genérico de crónica. Además, los cronistas de Indias eran hombres de comienzos del Renacimiento, pero todavía muy vinculados a la Edad Media, por lo tanto, estaban muy influenciados por la religión, las leyendas, los libros de caballerías, los mitos y los libros de viajes. La unión y mezcla de todos los géneros, más otros como tratados y discursos contribuyen a que la crónica se convierta en un género híbrido. En esta primera parte trataremos también los temas del imaginario de Indias y los mitos ya que sitúan en concepto de imaginería relacionada con las crónicas del norte y las del sur. En la segunda parte, abordaremos el estudio de las crónicas propuestas en el corpus separando las que están escritas en verso y las que se encuentran en prosa. La división se relaciona más con la naturaleza del verso y de la prosa, aunque en realidad los dos textos en verso sean poemas históricos que sirven de apoyo para la reconstrucción de esos primeros hechos ocurridos en el Río de la Plata. Las obras en prosa presentan más claramente un objetivo por parte de sus respectivos autores y pertenecen a subgéneros, uno de ellos es una carta, el otro un comentario donde se exculpa al Segundo Adelantado, y otro es una descripción de lo vivido por un soldado a lo largo de sus veinte años. En este apartado, por falta de tiempo, varios textos muy interesantes quedan sin análisis, como el caso de más cartas, la obra de los jesuitas y el texto de Pigafetta, entre otros. A lo largo de este estudio pretendemos arribar a conclusiones que aclaren los aspectos paraliterarios de las crónicas y de los textos literarios que toman inspiración en los duros sucesos ocurridos durante la conquista del Río de la Plata, sin dejar de lado cuestiones de interés como la abundancia de crónicas, y la aceptación que tenían entre los lectores de la época, la importancia del imaginario que surgió ante el nuevo mundo y preguntarnos si estos textos forman parte de la incipiente literatura argentina y qué nexo existe entre sus diferentes tipologías textuales. Además, compararemos los textos del norte y del sur y tendremos en cuenta la importancia de la obra jesuítica. 18 19 Primera parte 20 21 CAPÍTULO I: BREVE RESEÑA HISTÓRICA DEL RÍO DE LA PLATA 22 Las regiones del norte de América conquistadas por los españoles estaban pobladas por grandes civilizaciones indígenas, que formaban verdaderos imperios, y tenían muchas riquezas y especialmente oro. La región que actualmente ocupa Argentina estaba escasamente poblada y menos desarrollada que las zonas de Perú y México antes de la llegada de los exploradores españoles hacia el 1500. Los nativos se agrupaban en tribus nómadas o en grupos pequeños, más bien pobres, dedicados a la agricultura, y en toda la zona que posteriormente sería el Río de la Plata había escasez de metales preciosos. La conquista española se consolidó entre 1519 y 1540, ya que a lo largo de esos 21 años se establecieron, con mayor o menor éxito, diversas colonias en extensas zonas de América, exceptuando el área jurisdiccional adjudicada a Portugal por el Tratado de Tordesillas, que poblaron los conquistadores de esa nación. Los españoles penetraron en América del Norte y del Sur a través de dos grandes arcos de Conquista. Uno, organizado desde Cuba, se adentra en México entre 1519 y 1522 y a partir de 1524 avanza por Guatemala, El Salvador, México central, oeste y norte. Y ya entre 1540 y 1542 Francisco Vázquez Coronado buscaba las 7 ciudades de Cíbola cerca del río Mississippi. El otro arco de la conquista comienza en Panamá entre 1523 – 1524, luego toma la ruta del Pacífico hacia el sur para llevar a cabo la conquista del Imperio Inca en 1531 – 1533. Desde el norte se avanza hacia Quito (1534) y Bogotá (1536). Gonzalo Pizarro explora el Amazonas en 1541 y Pedro de Valdivia funda Santiago en 1542. Una expedición capitaneada por Pedro de Mendoza trata de ocupar el Río de la Plata entre 1535 – 1536 y funda la primera Buenos Aires que es destruida en 1541, pero consigue dejar un puesto en Paraguay, Asunción, lugar desde donde partirán los hombres que restablecen Buenos Aires en 1580. En febrero de 1516, el navegante español Juan Díaz de Solís, a quien habían encargado la búsqueda de un estrecho hacia el este de las Indias, - “las espaldas de Castilla del Oro” o la zona pacífica de Panamá, donde Núñez de Balboa había encontrado el Mar del Sur- se encontró con un gran estuario al que se conoció como mar de Solís, más tarde bautizado como Río de la Plata. Solís se dedicó a explorar la desembocadura pensando que era un estrecho que comunicaba con el Pacífico y allí encontró la muerte en una isleta del estuario. La expedición de Magallanes, que terminó con la primera vuelta al mundo, descubrió la costa argentina desde el Río de la Plata hasta el Estrecho que actualmente lleva su nombre. 23 Esta expedición constituyó la empresa náutica más extraordinaria de su tiempo: cinco naves con 250 hombres zarparon de España el 10 de agosto de 1519 con la intención de encontrar un camino de ida y vuelta a las Molucas. Antonio Pigafetta fue el encargado de poner palabras a esta aventura una vez que Magallanes murió. Antonio Pigafetta fue un gentilhombre italiano que logró integrarse a la expedición moviendo influencias y pagando su pasaje porque “sabía que navegando en el Océano se observaban cosas admirables”. Durante tres años llevó un diario en el que narró las peripecias del viaje, y tuvo la suerte de tener buena salud y escribir sin interrupciones. Cuenta, sencillamente, todo lo que ve, las traiciones, las decepciones, las deserciones y la justicia administrada en cada caso, pero, sobre todo, las penurias vividas en un viaje increíble. Describe minuciosamente: la tierra, la fauna, la flora los nativos, sus vestimentas y costumbres, nada escapa a su pluma. Algunas veces se deja llevar por el entusiasmo y describe como vistas por él, cosas que seguramente le contaron. Exagera también y es el culpable de la creencia generalizada de que los patagones eran gigantes. Pigafetta registró detalladamente cada hazaña, cada curiosidad de su viaje y luego redactó una Relazione, que entregó al emperador Carlos y a otras personalidades de la época. Su relato de los hechos se titula Relazione del primo viaggio intorno al mondo [1524 primera edición en francés, 1536 en italiano, en 155 en inglés pero se considera más completa la edición del siglo XIX] y también se conoce como Relación de Pigafetta o Primer viaje alrededor del mundo24. Este relato es la fuente principal de información sobre el viaje de Magallanes y del propio Pigafetta, que quien se tienen muy pocos datos biográficos. La importancia de estas fantásticas y maravillosas descripciones se puede apreciar en las palabras iniciales del discurso de aceptación del Premio Nobel de Literatura de 1982 del gran escritor del Realismo Mágico, Gabriel García Márquez: Antonio Pigafetta, un navegante florentino que acompañó a Magallanes en el primer viaje alrededor del mundo, escribió a su paso por nuestra América meridional una crónica rigurosa que sin embargo parece una aventura de la imaginación. Contó que había visto cerdos con el ombligo en el lomo, y unos pájaros sin patas cuyas hembras empollaban en las espaldas del macho, y otros como alcatraces sin lengua cuyos picos parecían una cuchara. Contó que había visto un engendro animal con cabeza y orejas de mula, cuerpo de 24 Antonio Pigafetta, Primer viaje alrededor del mundo, ed. de Leoncio Cabrero Fernández, Madrid, Dastin, 2002. https://es.wikipedia.org/wiki/1524 24 camello, patas de ciervo y relincho de caballo. Contó que al primer nativo que encontraron en la Patagonia le pusieron en frente un espejo, y que aquel gigante enardecido perdió el uso de la razón por el pavor de su propia imagen. 25 El 29 de noviembre de 1519, los conquistadores avistaron un cerro al que llamaron Monte Vidi (Montevideo) y tras explorar el río de Solís se dirigieron al sur, donde les sorprendió el crudo invierno austral. En agosto de 1520 la flota continuó hasta la actual Santa Cruz; y a fines de noviembre pasado el Estrecho de Magallanes, siguieron con el descubrimiento de la costa chilena rumbo a las Molucas. La travesía transcurrió entre calamidades de todo tipo, como por ejemplo pasar cuatro meses en el Pacífico sin provisiones. Magallanes murió en las islas Filipinas y Juan Sebastián Elcano tomó la decisión de volver a España, dando así la primera vuelta al mundo. Sebastián Caboto, un navegante italiano al servicio de España, visitó el estuario en 1526. El objetivo inicial de su expedición había sido llegar hasta las Molucas, y desde allí encontrar una vía mejor que la establecida por Elcano para volver a España, pero en la costa del Brasil encontró náufragos de la expedición de Solís que le informaron de la existencia de una sierra de Plata donde vivía un rey blanco a la cual se llegaba a través del río de Solís, que ya comenzaba a denominarse Río de la Plata. Ya en el lugar, en busca de alimentos, Caboto y sus hombres remontaron el actual Río Paraná, y cerca de la actual Rosario, Argentina, en una región que hoy pertenece al Paraguay, construyeron un fuerte, Sancti Spiritus. Allí dejó una pequeña guarnición mientras él realizaba reconocimientos por el río Paraná, donde Caboto recibió numerosas piezas de Plata de parte de los nativos, razón por la cual la región comenzó a llamarse definitivamente Río de la Plata. Al mismo tiempo, encomendó al capitán Francisco César una expedición hacia el oeste de la actual Argentina, donde recogió leyendas sobre una tierra rica en oro y plata, lo que originó el mito de la ciudad de los Césares. Los indios destruyeron Sancti Spiritus, y Caboto decidió regresar a España. Mientras tanto, en el Río de la Plata se habían originado ya dos mitos, el de la ciudad de los Césares, que era en realidad una historia de los naturales de esta zona sobre el Perú y los incas, y el de la Sierra de la Plata y del rey Blanco, que había sido contado por 25Gabriel García Márquez "La soledad de América Latina", su discurso de aceptación del Premio Nobel de Literatura en Estocolmo, 8 de diciembre 1982. Recuperado de [https://cvc.cervantes.es/actcult/garcia_marquez/audios/gm_nobel.htm] 25 unos náufragos y Alejo García que se habían internado hasta Bolivia donde hallaron un gran botín en piezas de plata, para luego morir a manos de los indígenas del río Paraná. La colonización de la región comenzó en 1535 de la mano del Primer Adelantado del Río de la Plata, don Pedro de Mendoza. En febrero de 1536 fundó el puerto de Santa María del Buen Aire, pero la hostilidad de los indios y las dificultades para obtener comida obligó al abandono del asentamiento. De estas primeras experiencias tan duras sale el primer romance que inspira la región. Son los primeros versos que un español escribe en el Río de la Plata y surgen como un reproche; la tierra no se deja conquistar y la sucesión de desgracias -el proceso del sitio al que los sometían los naturales, las consecuencias del hambre y la destrucción- es el referente inmediato del primer sistema de imágenes que la literatura del conquistador compone. Luis de Miranda escribe su Romance elegíaco en 153726. El primer Adelantado no desistió y trasladó la ciudad a otra parte. Mientras, sus capitanes exploraban el río Paraguay donde Juan de Ayolas erigió Corpus Christi el 15 de junio de 1536 y luego continúa por el río Paraguay, donde fundó el fuerte de La Candelaria, zona en la cual quedó su lugarteniente, Martínez de Irala. Desde allí, Ayolas se dirigió a buscar la Sierra de la Plata y en Bolivia recogió un gran botín con el que regresó al fuerte, donde fue asesinado por los indígenas. Mendoza envió a Juan de Salazar a buscarlo. Cuando se enteró de lo acontecido a la expedición, Salazar fundó la ciudad de Asunción el 15 de agosto de 1537 y regresó a Buenos Aires para notificar lo sucedido al Adelantado. Pero Mendoza, cansado y enfermo, delegó su autoridad en Martínez de Irala y decidió regresar a España, muriendo en el trayecto. De esta primera gran expedición dio testimonio Ulrico Schmidl con su obra Viaje al Río de la Plata [1567, considerada la primera crónica sobre el Río de la Plata. Llama la atención que los dos primeros testimonios de las conquistas de dos grandes territorios, como México y el Río de la Plata, sean contados por dos simples soldados, quienes dieron su visión ingenua y verdadera sobre los acontecimientos que vivían. Desde su perspectiva personal, cuentan sus impresiones en primera persona y en un estilo histórico peculiar sus impresiones. Tanto Bernal Díaz del Castillo como Ulrico eran simples soldados, sin la cultura de los grandes capitanes, adelantados y clérigos que firman muchas otras crónicas. Además, ambas obras 26 Más tarde Mujica Lainez va a escribir "El hambre", cuento integrado en Misteriosa Buenos Aires, donde establece una relación intertextual con el Romance elegíaco. 26 complementan las grandes crónicas, escritas desde la visión de los “capitanes”. Así, las Cartas de Cortés no serían lo mismo sin la visión dada por Díaz del Castillo, y Los comentarios de Álvar Núñez no tendrían sentido sin el punto de vista aportado por Schmidl sobre los primeros conquistadores, porque faltaría la opinión que los soldados rasos que los acompañaban tenían de ellos. Domingo Martínez de Irala gobernó la actual capital de Paraguay, lugar que se convierte en el primer asentamiento permanente de la Región del Río de la Plata y ordenó despoblar Buenos Aires y para concentrar a los pobladores en Asunción, que durante unos años fue capital del territorio. Desde esta base, los conquistadores españoles fueron controlando gradualmente el territorio comprendido entre los ríos Paraná y Paraguay. La pequeña cantidad de animales domésticos y ganado traídos desde España se multiplicaron y diseminaron por la pampa argentina, creando así las condiciones para una economía agrícola estable. Álvar Núñez Cabeza de Vaca, miembro de la fracasada expedición de Pánfilo de Narváez a la Florida (1527), vivió durante ocho años entre los indios norteamericanos y, tras un largo y penoso viaje, logró reunirse con los españoles en México. En 1537, después de participar en numerosas aventuras tras la desafortunada expedición de Pánfilo de Narváez, volvió a España. Una vez en la Península escribió su relación, que se conoce como Naufragios. El éxito de su escrito fue tal que rebasó las esferas oficiales. Por ese motivo, y por su linaje, obtuvo de la Corte, el 18 de marzo de 1540, el título de Adelantado del Río de la Plata. En la capitulación se estipulaba que con los títulos de Gobernador, Adelantado y Capitán General debía socorrer a los supervivientes de la expedición de Pedro de Mendoza. El dos de noviembre de 1540 partió del puerto de Cádiz con tres navíos y unos cuatrocientos hombres. Con esta flota arribó a las actuales costas brasileñas, tomó posesión en nombre del Rey de Castilla y León de unas tierras cercanas a Río de Janeiro y luego continuó navegando hasta la Isla de Santa Catalina, donde llegó a finales de marzo de 1541, tras cinco meses de accidentada navegación. Allí conoció Álvar Núñez las noticias sobre la muerte de Ayolas (el gobernador dejado por Mendoza), el abandono de Santa María del Buen Ayre (Argentina), la huida de la colonia española, y el traslado de la capital a Asunción (Paraguay). Decidió entonces, tras enviar pequeñas expediciones de reconocimiento, llegar por tierra hasta Asunción siguiendo la ruta que había abierto Alejo García quince años antes. 27 Desde esta ciudad envió un navío para socorrer a Buenos Aires, pero este regresó rápidamente a causa del invierno. A esto se suma también la llegada a la isla de nueve hombres huidos de Buenos Aires, argumentando malos tratos por parte de las autoridades. Con este dato, Álvar Núñez Cabeza de Vaca recibe las primeras críticas acerca de la gobernación de Martínez de Irala, y se entera también de que existe un grupo reducido de gente en Buenos Aires. El Adelantado, temeroso del estado del mar, hizo el viaje hacia Asunción por tierra con 250 hombres y 26 caballos. Su expedición terrestre duró cuatro meses hasta que arribó a Asunción a principios de 1542. Su itinerario fue seguir el curso del río Iguazú hasta llegar al Paraná, a través de los estados de Santa Catalina y Paraná del actual Brasil. En su marcha, que se inició en noviembre de 1541, atravesó parte de las selvas brasileñas y descubrió las cataratas del Iguazú. Cuando llegó a Asunción presentó sus credenciales de Gobernador y Adelantado, y aunque con reservas, fue reconocido como el nuevo gobernador, cargo que hasta la fecha había ejercido Martínez de Irala. Durante su gobierno en Paraguay llegó a tratos con los indios guaraníes para pacificar el país y mantener bajo control otras tribus indígenas más belicosas, y a pesar de que fracasó en su intento de repoblar Buenos Aires y de adentrarse por la región del Chaco, remontó el río Paraná y fundó en 1543 el puerto de los Reyes. De su corta etapa como Adelantado, cabe destacar las jornadas que realizó durante septiembre de 1543 en busca de la sierra de la Plata y del Rey Blanco hasta las fuentes del río Paraguay, y a pesar de regresar sin botín, las noticias que suministró sobre estas regiones y los indígenas que las habitaban son de gran importancia. A su regreso de la sierra de la Plata, en 1544 Cabeza de Vaca se encontró con una rebelión promovida por Irala, deseoso de recuperar el poder y fue encarcelado. Las dificultades más importantes de su gobierno surgieron en su relación con los oficiales del rey y con la camarilla de Martínez de Irala, que ambicionaba todavía el gobierno del Río de la Plata. Este acusó a Álvar Núñez de llevar un gobierno personalista y dictatorial y de proteger en exceso a los indios, este no pudo responder personalmente a estos cargos por un ataque de malaria que le había postrado en cama; por lo que fue apresado, juzgado y encerrado durante diez meses, al cabo de los cuales fue deportado a España, saliendo de Asunción a bordo del navío “El Comunero” en marzo de 1545. A su llegada a España, el Consejo de Indias confirmó el destierro, deportándolo a Orán (Argelia). Tras un periodo de ocho años, Felipe II le concedió el indulto y el cargo de juez en la Casa de Contratación de Sevilla. Los últimos http://www.biografiasyvidas.com/biografia/m/martinez_domingo.htm 28 años de su vida los pasó como prior de un convento sevillano, donde, según todos los indicios, falleció. Su segunda obra, Comentarios, es precisamente la versión que Alvar Núñez le dictó a Pedro Hernández, sobre todo lo sucedido durante la misión en el Paraguay. Su otra obra, Naufragios, fue publicada en 1542 en Zamora y en 1555 en Valladolid se publicó una edición corregida y aumentada con la adición del viaje del autor al Río de la Plata. Las leyes nuevas de 1542 establecieron una división territorial diferente. Las Indias se dividieron en los dos virreinatos de Nueva España y Perú, separados por el istmo de Panamá, y estas a su vez se dividieron en audiencias. Una nueva oleada de descubrimientos llegó desde el norte, impulsada por el visitador de Perú, Vaca de Castro, con la intención de erradicar a los aventureros que recogían botines sin autorización de la Corona, y para establecer una ruta de comunicación con la nueva colonia del Río de la Plata. La expedición fue dirigida por el Capitán Diego de Rojas que salió de Cuzco en 1543, siguiendo la ruta del Incario, hasta llegar a Tucumán que les pareció la mejor tierra del mundo. Una flecha envenenada mató a este capitán y el mando pasó a Francisco de Mendoza, quien dirigió la expedición hasta el fuerte de Sancti Spiritus donde encontraron al grupo de Martínez de Irala. Luego regresaron a Asunción creando la ruta de enlace entre el Río de la Plata y Cuzco. Santiago del Estero, el primer asentamiento permanente de la actual argentina, fue establecida en 1553 por los españoles llegados desde Perú. En 1573 el tercer Adelantado, Juan Ortiz de Zárate, llega a Asunción, lo acompaña Diego Ortiz de Zárate y Mendieta, su sobrino, quien funda Santa Fe de la Vera Cruz el 25 de noviembre de 1573. Cuando su tío muere fue designado de manera provisoria Teniente de Gobernador y Capitán General de todas las provincias del Río de la Plata (1576), y recibe el encargo de refundar Buenos Aires, que fue poblándose lentamente hasta que el 11 de junio de 1580 se produce la segunda fundación de Buenos Aires a cargo de Juan de Garay quien emplazó la ciudad cerca del lugar elegido por Pedro de Mendoza en 1536 para la primera fundación. Garay la bautizó como Ciudad de la Trinidad y Puerto de Santa María del Buen Ayre. https://es.wikipedia.org/wiki/Zamora https://es.wikipedia.org/wiki/Valladolid http://www.wikiwand.com/es/Diego_Ortiz_de_Z%C3%A1rate_y_Mendieta https://surdelsur.com/es/primera-fundacion-de-buenos-aires/ https://surdelsur.com/es/primera-fundacion-de-buenos-aires/ 29 El itinerario de Álvar Núñez Cabeza de Vaca fue seguir el curso del río Iguazú hasta llegar al Paraná, a través de los estados de Santa Catalina y Paraná del actual Brasil. En su marcha, que se inició en noviembre de 1541, atravesó parte de las selvas brasileñas y descubrió las cataratas del Iguazú. Imagen extraída de: [https://www.correodelmaestro.com/publico/html5032016/capitulo2/el_fluir_de_la_historia.html] En 1620 la región completa del Río de La Plata fue adicionada al Virreinato del Perú en lo concerniente a las actividades administrativas. Buenos Aires se convirtió entonces en el centro de un floreciente comercio agrícola y la población fue en ascenso, ya https://www.correodelmaestro.com/publico/html5032016/capitulo2/el_fluir_de_la_historia.html 30 en la mitad del siglo XVII era de 20.000 habitantes. En 1776 el territorio actualmente ocupado por Argentina, Bolivia, Paraguay, y Uruguay fue separado del Perú e incorporado al Virreinato del Río de La Plata. La creación del Virreinato del Río de la Plata, dispuesta el 1° de agosto de 1776, significó para Buenos Aires una suerte de tercera fundación, ya que a partir de entonces comenzó a desarrollarse política, económica y culturalmente. Cuestiones políticas impulsaron la creación del cuarto y último Virreinato de España en las Indias: la cuestión de los límites con Portugal y las amenazas de su aliada Inglaterra. Buenos Aires se había convertido en un poblado con gran riqueza agropecuaria, además de contar con una ubicación estratégica sobre el Atlántico, y esos aspectos eran muy valiosos para la corona española. El virreinato del Río de la Plata fue una división política y administrativa que España estableció en sus colonias de América. Estaba formado por los siguientes territorios: Buenos Aires, Paraguay, Tucumán, Potosí, Santa Cruz de la Sierra, Charcas (Alto Perú) y Cuyo. Era una zona muy extensa de América del Sur. El espacio del virreinato del Río de la Plata era el que en la actualidad ocupan Argentina, Uruguay, Paraguay, Bolivia y parte de Brasil y Chile. Hasta 1776, toda esa extensa zona había formado parte de otro virreinato español, el del Perú, que, lógicamente, desde ese momento se redujo no solo en tamaño, sino también en importancia. El virreinato del Río de la Plata duró hasta que sus territorios lograron independizarse de España, ya en el siglo XIX. Buenos Aires, la aldea pobre, que durante dos siglos había estado olvidada en el sur, junto a un estuario de escaso movimiento marítimo y en medio de una gran pampa despoblada e inmensa, comienza a despegar durante el siglo XVIII. Cevallos, el 15 de octubre de 1777 regresó a Buenos Aires convertido en el primer virrey; el 6 de noviembre firmó el Auto de libre internación que abrió el puerto de la ciudad al comercio. Este hecho junto al Reglamento para el comercio libre de España e Indias, promulgado por Carlos III, en 1778, que favorecía especialmente a Buenos Aires cambió radicalmente la historia de la ciudad. La gobernación de Pedro de Cevallos (1756 - 1766), quien fue el encargado de El mapa muestra el territorio del Río de la Plata. 27 27 Ilustración de Descubrimiento de América de Manuel Lucena, Madrid, Anaya, 1988, p. 104. 31 dirigir las acciones contra los lusitanos con resultado victorioso fue muy beneficiosa para impulsar el desarrollo de Buenos Aires, ya que defendió el comercio marítimo de su ciudad siempre postergado en beneficio de Lima y de su puerto El Callao. El siguiente mapa ilustra las divisiones político – administrativas del siglo XVIII28 28 Imagen extraída de: [https://www.socialhizo.com/geografia/mapas/america-siglo-xviii-virreinatos-y- capitanias-generales] 32 I. 1 Las obras contextualizadas históricamente Martín Barco de Centenera (o Martín del Barco Centenera), acompañó al Tercer Adelantado Juan Ortiz de Zárate en su viaje al Río de la Plata, participó en la repoblación de Buenos Aires junto al teniente de la Gobernación Juan de Garay, que asumió el mando tras la muerte de Zárate. Centenera permaneció nueve años en Asunción, donde ocupó el cargo de arcediano, y finalmente estuvo un año en Buenos Aires antes de volver definitivamente a Europa. Regresó a España en 1594, después de pasar más de veinte años en América. Escribió Argentina y conquista del Río de la Plata, que fue publicada en Lisboa en el año 1602 en la Imprenta de Pedro Crasbeeck. Su título original es Argentina y conquista del Rio de la Plata, con otros acaecimientos de los Reynos del Peru, Tucuman, y estado del Brasil. No existe acuerdo entre los críticos respecto de si fue compuesta durante su estancia en América o a su regreso a Europa, aunque para algunos es probable que la haya comenzado a escribir alrededor de 1580 para concluirla en España a su regreso, en 1593. El Estrecho de Magallanes nunca perdió el interés de la Corona. Pedro Sarmiento de Gamboa, soldado y marino, gran navegante, fue un estudioso de las matemáticas, la cosmografía, las lenguas clásicas y la historia, e interesado por la geografía y las costumbres de los lugares que recorría, fue requerido en 1579 por el virrey Francisco de Toledo para terminar con las andanzas de Drake en el Mar del Sur y para afianzar la presencia española en esas zonas. Nombrado gobernador y capitán general del Estrecho de Magallanes, preparó en 1581 una importante expedición con el doble objetivo de fijar definitivamente el paso desde el Pacífico al Atlántico y de implantar en la zona una serie de colonias permanentes. Los avatares de este segundo viaje, el trágico final de los colonos y el apresamiento de Sarmiento -por los navíos ingleses, primero, y por la Armada francesa, después- marcan los últimos años del navegante, que mantuvo viva, hasta el final, la preocupación por el Estrecho como objetivo prioritario de la Corona y el interés por la suerte de los colonos que allí quedaron. El relato de la expedición, Los viajes al estrecho de Magallanes emprendidos por el capitán Sarmiento de Gamboa, está impregnado de un profundo humanismo y salpicado de agudas observaciones Su obra, titulada originalmente Relación y derrotero del viaje y descubrimiento del estrecho de la Madre de Dios, antes llamado de Magallanes fue 33 publicado en 1768 por Bernardo de Iriarte bajo el título de Viaje al estrecho de Magallanes por el Capitán Pedro Sarmiento de Gamboa. Alrededor de 1600 aparece la crónica del primer autor autóctono de la zona, criollo. Historia Argentina del descubrimiento, población y conquista de las provincias del Río de la Plata, escrita por Ruy Díaz de Guzmán, en el año de 1612. Guzmán ha sido considerado como parte integrante inicial de la historiografía rioplatense. Precursor entre los cronistas de Indias de esta zona sur del Continente, no dejó más que un libro, breve y por momentos algo difuso. La obra fue escrita para justificar la actuación de los españoles que "con valor y suerte emprendieron aquel descubrimiento, población y conquista, en la cual sucedieron algunas cosas dignas de memoria, aunque en tierra miserable y pobre", según dice en su dedicatoria al duque de Medina Sidonia. Sobre la publicación de la obra se sabe que los ejemplares son versiones de copias hechas por terceros, pues la que el autor envió al Archivo de la Asunción, poco después de terminar el original, en 1612, fue sustraída en 1747 por el gobernador Larrazábal, sin que hasta ahora se hayan tenido noticias de ella. Es decir, que estuvo durante 145 años sin publicarse hasta que don Pedro de Angelis29 lo publicara en 1835, basándose en 29 Pedro de Angelis, en la primera edición de este texto de Guzmán, explica el derrotero de las distintas copias de esta obra en la siguiente cita: “Lo que no admite duda es el ningún conocimiento que se tenía en España de la historia de Guzmán. En prueba de este aserto baste citar el catálogo que el docto valenciano don Justo Pastor Fuster, ha publicado de las obras inéditas, recogidas por su compatriota don Juan Bautista Muñoz, cuando se propuso escribir la Historia del Nuevo Mundo. En este prolijo inventario, en que se registran con escrupulosa exactitud los papeles más insignificantes, se echa de menos la Argentina, ¡sin embargo de ser la historia más completa que nos queda del descubrimiento y de la conquista del Río de la Plata! Ignoramos la suerte que ha cabido a la copia, que en testimonio de gratitud, envió su autor, al Duque de Medina Sidonia, de quien su padre había sido paje y secretario. La extinción de la rama principal de esta ilustre familia puede haber ocasionado algún trastorno en estos gloriosos recuerdos de sus antepasados. Ni fue más afortunado el otro, autógrafo, que destinó Guzmán al archivo del Cabildo de la Asunción, de donde según afirma Azara, fue sustraído en 1747, por el mismo Gobernador Larrazábal. Felizmente existían muchas copias manuscritas, que, a pesar de tantas causas de destrucción, nos han conservado intacta esta obra. Las que han llegado a nuestra noticia son seis, de las que solo tres hemos podido procurarnos, a saber: Copia núm. 1. Un tomo en folio perteneciente al señor Dr. don Paulino Ibarbaz; de una letra moderna e inteligible, con grandes márgenes, en que su anterior dueño, el finado Dr. don Julián de Leiva, ha agregado de su puño algunas correcciones y variantes; a más de otros apuntes, reunidos en un pequeño apéndice al fin del volumen. Copia núm. 2. perteneciente al señor Dr. don Saturnino Segurola, Canónigo de la Santa Iglesia de Buenos Aires. Quisiéramos hallar expresiones bastantes para manifestar públicamente nuestra gratitud a este benemérito argentino, no sólo por la amistad con que nos honra, sino por la generosa condescendencia con que ha puesto a nuestra disposición las riquezas literarias que se hallan reunidas en su selecta biblioteca. No hay obra, no hay documento, por más raro y reservado que sea, que no se complazca de franquearnos para fomentar nuestra empresa. El manuscrito de que hablamos es el más antiguo de los que hemos consultado; y por el abuso que en él se hace de duplicar las consonantes, contra las reglas de la ortografía castellana, inferimos que sea la obra de algún jesuita italiano. La letra es bien formada, pero el tiempo ha apágado el color de la tinta, y a veces cuesta trabajo interpretarlo.” 34 tres copias. De esta manera se convierte en la primera edición hispanoamericana. La segunda será la mandada a imprimir por don Carlos Antonio López en 1845, y la tercera, rioplatense, corrió a cargo de Florencio Varela al año siguiente. Cronistas que dejan patente su deseo de dar a conocer las nuevas tierras son muchos. Sus obras son cercanas a los libros de viajes. Tal es el caso de Fray Reginaldo de Lizárraga quien es autor de una obra historiográfica importante para conocer los primeros años de la conquista: Descripción breve de toda la tierra del Perú, Tucumán, Río de la Plata y Chile (1605). De tono familiar y basada en recuerdos espontáneos, abunda en detalles pintorescos y notas curiosas porque el espacio geográfico que describe es inmenso: el imperio incaico, más los territorios marginales del oriente ecuatoriano, peruano y boliviano, noroeste de Argentina y sur de Chile. Aunque el Río de la Plata se integra tardíamente, la incorporación a la nueva política comercial de la Corona (disposición del virrey Cevallos en 1777 sobre libre internación de productos- hace que la región despegue económicamente de manera rápida-. Una de las últimas crónicas es de autor anónimo: Noticias sobre el Río de la Plata: Montevideo en el siglo XVIII. Fueron publicadas por primera vez en 1953, en Montevideo, pero la redacción del texto se fecha hacia 1794. En esta crónica ya se observa un intento de objetividad con respecto a los demás textos. La obra tiene dos partes. Una primera, donde se aportan datos sobre el comercio, y sobre la principal fuente de riqueza, el ganado; y una segunda, en la que aparece una argumentación contra el Reglamento del comercio libre, en las que el autor analiza los problemas que causa la aplicación de este. El tiempo transcurrido desde esta última fecha hasta 1810, año de la revolución, se convierte en el primer capítulo de la literatura porteña, primer paso que se hace desde Buenos Aires, ya durante el Romanticismo, para ser la capital literaria del continente. Copia núm. 3. De propiedad del señor don José Nadal y Campos, que con suma bondad, se ha prestado al deseo que le manifestamos de examinarla, y de la que nos hemos valido para aclarar nuestras dudas.” Cita extraída de: En: Díaz de Guzmán, Ruy, Historia Argentina del descubrimiento, población y conquista de las provincias del Río de la Plata, Buenos Aires, Imprenta del Estado, 1835.Notas de reproducción original: Edición digital a partir de Pedro de Angelis, Colección de obras y documentos relativos a la Historia Antigua y Moderna de las provincias del Río de La Plata. Tomo Primero, Buenos Aires, Imprenta del Estado, 1835. [URI: http://www.cervantesvirtual.com/nd/ark:/59851/bmc9c6w2] [http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/historia-argentina-del-descubrimiento-poblacion-y- conquista-de-las-provincias-del-rio-de-la-plata--0/html/ff57d7e8-82b1-11df-acc7-002185ce6064_12.html] http://www.cervantesvirtual.com/obras/autor/diaz-de-guzman-ruy-1558-1629-796 http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/historia-argentina-del-descubrimiento-poblacion-y-conquista-de-las-provincias-del-rio-de-la-plata--0/html/ff57d7e8-82b1-11df-acc7-002185ce6064_12.html http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/historia-argentina-del-descubrimiento-poblacion-y-conquista-de-las-provincias-del-rio-de-la-plata--0/html/ff57d7e8-82b1-11df-acc7-002185ce6064_12.html 35 Los temas y tópicos que surgen a lo largo de la historia de la crónica indiana son variados y complejos. Una de ellas es la cuestión de la ambición española en la conquista que no está solamente relacionada con el aspecto económico. Leslie Bethell en Historia de América latina afirma que: La contribución de las Indias a la Hacienda real era menos espectacular de lo que las preocupaciones de la época pudieran sugerir. Un miembro del Parlamento inglés en esos años solo repetía un lugar común cuando se refería a las minas del rey de España en Indias, «que proporcionan combustible para alimentar su vasto y ambicioso deseo de una monarquía universal». En realidad, los ingresos americanos de la corona, aunque eran cuatro veces más en los años 1590 que en los de 1560, representaban sólo aproximadamente el 20 por 100 de sus ingresos totales a finales del reinado de Felipe II. Pero este 20 por 100 era, de hechos, crucial para las grandes empresas de los últimos años del monarca: la lucha para suprimir la revuelta de los Países Bajos, la guerra naval contra la Inglaterra de Isabel y la intervención en Francia. Era precisamente porque consistía en capital líquido en forma de plata, y era objeto por tanto de fuerte demanda por los banqueros, por lo que formaba una parte tan atractiva de sus ingresos. Era sobre la base del reforzamiento de los envíos de plata desde América como el rey podía negociar con sus banqueros alemanes y genoveses aquellos grandes «asientos», o contratos, que mantenían a sus ejércitos pagados y ayudan a pasar los periodos difíciles antes de que una nueva ronda de impuestos volviera a llenar las arcas reales. 30 La conquista de América pudo llevarse a cabo con éxito debido a múltiples y complejos motivos: “ambición, espíritu de cruzada, honor y fama, enriquecimiento rápido, deseo de aventuras, servicio al Rey, etcétera.”31 El dinamismo de la empresa colonizadora se apoyaba en parte en el carácter particular que la impulsó, ya que era privada y limitada a quienes pudieran aportar algo. Así, cada soldado se inscribía voluntariamente entregando su caballo, sus armas o algo de dinero. De esta manera formalizaba su compromiso con una transacción que le daba derecho a una parte del botín que se lograse hallar en las Indias: “dos partes si era caballero, parte y media si era arcabucero y una parte si era peón.”32 El objetivo principal, sin embargo, no era el simple botín, sino la posibilidad de conseguir tierras. Los territorios descubiertos entraban en posesión de la Corona, que a su vez los distribuía entre los 30 Leslie Bethell (ed). Historia de América latina. 2. América latina colonial: Europa y América en los siglos XVI, XVII, XVIII. Barcelona. Crítica (Grijalbo Mondadori). 1998. pp. 30-31. 31 Manuel Lucena Salmoral, “Hispanoamérica en la época colonial” en Historia de la literatura hispanoamericana T, I, Luis Íñigo Madrigal (coordinador), Madrid, Cátedra, 1982.p. 13. 32 Íbid. 36 colonos, pero siempre dejando algo de territorio a los vencidos, previa aceptación del cristianismo. Esta norma impidió que los aborígenes se quedasen sin tierras. Manuel Lucena Salmoral explica que la cantidad de tierras otorgadas a los colonizadores no era excesiva, medida que impidió la aparición de terratenientes, hecho que ocurrió mucho después en Latinoamérica: Las concesiones territoriales no pasaron (...) de cinco peonías o de tres caballerías. La peonía era la parcela de tierra que correspondía a un infante transformado en colono y, en la época de Felipe II, se fijó en 50 pies de ancho por 100 de largo y una tierra de labor de 100 fanegas para cereales. La caballería era lo que se otorgaba comúnmente a un caballero: dos veces el solar de la peonía y cinco veces la tierra de labor.33 La sociedad española asentada en las tierras conquistadas también tiene un gran interés porque la Corona Española pensó en una población doble, separada: españoles e indios, pero la falta de mujeres facilitó la unión entre ambas culturas. A este hecho se deben añadir varias cuestiones que favorecieron el mestizaje de la población: el atractivo de las aborígenes, la libertad sexual y, muy importante, la falta de prejuicios raciales de los españoles (sí tenían prejuicios religiosos y sociales, pero no raciales). Otro hecho destacable era la costumbre de la poligamia indígena y el hábito de los indígenas principales de emparentar con los conquistadores para tenerlos como “amigos”, caso que se da, sobre todo en Paraguay. La población sufrió un constante mestizaje y surgieron varias clasificaciones que dan lugar a los textos y pinturas de raza, como, por ejemplo: el español- indio, era mestizo; el español – negro, era mulato; el negro – indio, era zambo, y el hijo de españoles nacido en América era criollo… La futura literatura hispanoamericana bebería de esta intensa mezcla, producto del multiculturalismo y sincretismo cultural. La historia de la literatura no se pone de acuerdo sobre el nacimiento de la literatura argentina, en particular, y americana en general, porque la literatura que llega con los conquistadores primero y con los colonizadores después forma parte de la expresión original de países europeos con una gran tradición escrita. Algunos críticos excluyen de la historia de la argentina los textos producidos durante la época colonial, sosteniendo que una expresión original solo puede producirse en un contexto histórico específico, creado a partir de la independencia (1816), que es cuando realmente los autores pueden expresar sus verdaderos 33 Manuel Lucena Salmoral, Op.cit. p. 14. 37 ideales y anhelos nacionales. En este sentido, Enrique Anderson Imbert en su Historia de la Literatura Hispanoamericana34 sostiene que la literatura argentina propiamente dicha comenzó después de la Independencia, en 816. Aunque, críticos como Luis Ricardo Furlán35 indican que el primer mestizo, Ruy Díaz de Guzmán, nativo de Asunción y criollo, es considerado como el primer cronista del Río de la Plata y Luis de Tejeda y Guzmán (1604 - 1680) es el primer poeta argentino. Ya después de la independencia aparecen las letras de la época virreinal y aparecen los poetas como Vicente López y Planes, autor del Himno Nacional Ar2gentino. Sin embargo, estudiosos, consideran que el primer texto puramente argentino es “El matadero” de Echeverría (escrito en 1840 pero publicado después de su muerte por problemas políticos), autor también de La cautiva (1837). En forma general se consideran como textos fundacionales de la literatura nacional los libros de Echeverría y El Facundo de Sarmiento, propios ya del Romanticismo. 36 Antonio Níguez Bernal estudia las características de la nueva literatura Hispanoamérica, que por supuesto tiene conexión con su pasado colonial y sus momentos históricos claves como las independencias de cada región, y en dicho artículo llega a la conclusión de que el cambio se produce a partir de Azul de Rubén Darío, Octavio Paz también se pronuncia diciendo que la importancia del Modernismo fue esencial para las nuevas características de la literatura de latinoamericana. Además, una peculiaridad de esta literatura es que incluso en la prosa, siempre estuvo vertebrada con la poética: “De aquí surge precisamente una de las características de la nueva narrativa: la incidencia de la lírica en el tono de la novela que se vertebra en una estructura poética.”37 Quizá ese tono poético que mantiene la literatura argentina tiene su origen con el primer texto que inspiró Buenos Aires al clérigo Luis de Miranda. Establecer una periodización para las letras hispanoamericanas resulta una tarea ardua. Ya desde la época colonial se ha hecho el intento de catalogar las crónicas por regiones, por ejemplo, es el caso de Alonso de Zorita (1512-1566?) que escribió el catálogo 34 Enrique, Anderson Imbert, Historia de la literatura hispanoamericana, México, F.C:E, 1979, T. I. 35 Furlan, Luis Ricardo, Esquema de la poesía lunfardesca. Con un breve léxico de la rima lunfarda, Torres Agüero Editor, Buenos Aires, 1996. 36 Ezequiel Martínez Estrada, “Literatura y vida,” en Para una revisión de las letras argentinas, Buenos Aires, Editorial Losada, S.A., 1967, pp. 142-158. 37 Antonio Ñíguez Bernal “La nueva literatura hispanoamericana estado actual y perspectivas” en Universidad Complutense: Departamento de Historia de América Quinto centenario, Nº 13, 1987, págs. 37-96. Pág. 38. http://catalogosuba.sisbi.uba.ar/vufind/Author/Home?author=Furlan%2C+Luis+Ricardo%2C+1928- https://dialnet.unirioja.es/servlet/autor?codigo=1438041 https://dialnet.unirioja.es/servlet/revista?codigo=1551 https://dialnet.unirioja.es/ejemplar/8151 38 de autores que han escrito Historias de Indias38. El periodo colonial de la literatura argentina suscita múltiples cuestiones, preguntas y opiniones. La principal, consiste en establecer que existió una cultura y una literatura anterior propia a los movimientos de emancipación de los países latinos. Otra cuestión aparece al intentar discriminar entre literatura española y la propiamente latinoamericana o argentina, en nuestro caso, durante los siglos XVI, XVII y XVIII. Incorporar textos a una literatura nacional cuando los países no estaban definidos, las fronteras geográficas por ende tampoco, la nacionalidad de los autores, la lengua e incluso la noción de “literatura” se vuelve indeterminada ante el heterogéneo conjunto de crónicas, poemas, relaciones, cartas y memorias que constituyen la bibliografía colonial, aspectos que forman parte de los varios problemas que surgen al intentar establecer un comienzo en la literatura nacional. Enrique Anderson Imbert escribe en Historia de la literatura hispanoamericana, TI. La colonia: A veces grandes talentos de España visitaban las colonias. Fueron visitas y apenas influyeron en América. En cambio, algunos escritores nacidos en Hispanoamérica fueron a establecerse en España: por ejemplo, el Padre Bruno de Solís y Valenzuela (Colombia, 1616-1677), autor de la primera obra teatral colombiana. Otro escritor americano hizo una larga visita a España, y sin decir una sola palabra de América, como si se hubiera olvidado de ella, se entregó a España y dejó allí el sello de su genio: Juan Ruiz de Alarcón.39 Además de estas cuestiones, la literatura hispanoamericana colonial se concentró en dos grandes virreinatos, Perú y México, porque la actividad política, económica y cultural eran mucho mayores, y todo este conjunto permitió un impulso de las letras. En los demás territorios, más aislados, la literatura tardaría más tiempo en asentarse. En el sur del continente, Chile estuvo al frente en el aspecto literario con la publicación de La Araucana de Alonso de Ercilla, pero con el paso del tiempo ese impulso fue decayendo y la región del Río de la Plata fue cobrando más fuerza, sin embargo, en Argentina, Uruguay y Paraguay, la literatura tuvo un desarrollo tardío. Como hemos señalado antes, la región que luego sería el Río de la Plata y que configura el mapa actual de Argentina y otros países vecinos fue descubierta en el año 1516, cuando Juan Díaz de Solís llegó a Paraná Guazú. Veinte años después se fundó Buenos Aires 38 Alonso de Zorita, Relación de la Nueva España, México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 2 vols, 1999. 39 Enrique Anderson Imbert, Op.cit., pág. 134 http://www.todo-argentina.net/Literatura_argentina/Biografias_de_literatura/juan_diaz_de_solis.htm 39 y el actual territorio argentino formó parte del Virreinato del Perú hasta 1776. Este lento proceso afecta tanto a la historia como a la creación de la literatura. La literatura de Argentina y de toda Hispanoamérica surge como resultado de un sincretismo cultural, un mestizaje y una retroalimentación. Caballero Bonald en su artículo “Del mestizaje y la lengua literaria” publicado en El País sostiene: Los primeros cronistas de Indias se enfrentan a un mundo insólito por desconocido, sin ningún previo referente cultural, a una realidad maravillosa (a lo “real maravilloso”, por usar el término acuñado por Carpentier). Y crean una prosa como recién alumbrada, cuya vitalidad exuberante se correspondía con la exuberante vitalidad de las nuevas realidades. En el castellano de fines del XV, de principios del XVI, se opera algo así como una conmoción imaginativa. No había palabras para nombrar las cosas desconocidas, las sensaciones ignoradas. Como en Macondo, “el mundo era tan reciente que muchas cosas carecían de nombre”. Pero en vez de señalarlas con el dedo, se moviliza una confluencia de voces hispanas y prehispanas: todo un enriquecimiento mutuo propiciado por la invasión - por la invención, diría Vargas Llosa- de la realidad. La literatura se inyecta así sus propios tónicos verbales. El asombro ante la naturaleza inusitada posibilita el asombro de otra nueva especie de literatura más integradora. Basta releer a los grandes historiadores de Indias - Díaz del Castillo, López de Gómara, Fernández de Oviedo- para corroborar hasta qué punto la realidad de un mundo nuevo ha movilizado un nuevo enriquecimiento de la lengua. ¿Cómo referirse si no, en castellano, a los animales, plantas, alimentos, utensilios de la vida cotidiana propiedad de los indios? Ahí se delimita teóricamente una conducta del lenguaje ante la realidad no muy distinta a la usada por los consecutivos renovadores latinoamericanos de la literatura. Pensemos en esa común cultura literaria que va, por ejemplo, de sor Juana Inés de la Cruz a César Vallejo, del Inca Garcilaso a Rubén Darío, de José Asunción Silva a Alfonso Reyes, entre los que se va estabilizando, por así decirlo, una literatura criolla, es decir, una literatura nacida en América de padres españoles. O una literatura propiamente mestiza, gestada en el cruce léxico y sintáctico de lo amerindio y lo español. En cualquier caso, se trata de un mestizaje lingüístico tan natural y prolífico como el de la sangre, similar en cierta manera al sincretismo religioso. Algo que realmente solo ocurrió -conviene reiterarlo- en el ámbito social y cultural de la conquista de América por parte de españoles y portugueses y que constituye, a no dudarlo, un paradigma histórico: el más digno fundamento de una coexistencia que prevaleció a pesar de tantos expolios culturales, atropellos doctrinarios, desmanes sin cuento.40 Ricardo Rojas con sus dos volúmenes de Los coloniales en su Historia de la Literatura Argentina41 admite que la existencia de la literatura argentina en esos inicios es 40 José Manuel Caballero Bonal, “Mestizaje y cultura” en un artículo cultural del periódico El País [http://cultura.elpais.com/cultura/2012/11/11/actualidad/1352656848_784959.html] 41 Ricardo Rojas, La literatura argentina. Ensayo filosófico sobre la evolución de la cultura en el Plata, [1917- 1922.], Buenos Aires, Editorial Kraft, 4 Volúmenes, 1957. http://cultura.elpais.com/cultura 40 solo cuestión de referente: el objeto del relato es la conquista, evangelización y fundación de ciudades en el territorio argentino, más allá de la lengua en que fueran escritos, la nacionalidad o la intención original de sus autores al redactarlos. El hibridismo es una constante en los comienzos de las literaturas hispanoamericanas. Ricardo Rojas, en su fundacional Historia de la literatura argentina, admite que pensar en la existencia de una literatura nacional en esas tempranas fechas es casi “una ilusión retrospectiva”. El grupo de crónicas que incluye entre las primeras obras están escritas en español, inglés, alemán, latín, la elegía sobre Buenos Aires, relaciones por encargo o textos religiosos que tienen el objeto de promover la conquista espiritual. También aparecen textos donde las referencias a la región son mínimas, y el gran objeto tratado es siempre el poderoso imperio de los aztecas o de los incas. Así, los primeros textos relacionados con los inicios de la literatura propiamente argentina se producen más como objeto de relato que como temática propia. Ricardo Rojas tiene en cuenta una literatura administrativa y la divide en cuatro grandes grupos a) actas y protocolos (documentos notariales donde se consigna el aspecto de la vida municipal de las ciudades fundadas en territorio argentino); b) informaciones y probanzas (textos entre la biografía y el discurso judicial, que describen la vida de un conquistador para dar testimonio de servicios o probar acusaciones; refutarlas, etcétera.); c) cartas y memoriales (dos variantes del género epistolar, en los cuales los emisores informan sobre episodios de la conquista, denuncian abusos, solicitan reconocimientos); d) descripciones y relaciones (también epistolar sobre temas geográficos o históricos, que siguen los puntos basados en la solicitud del Rey o sus Consejos). Entre todos los ejemplos de tipos textuales consignados, cabe destacar la carta remitida por Isabel de Guevara en 1556 a la princesa doña Juana (hija de Carlos V y gobernadora de Castilla y los reinos de ultramar entre 1554 y 1559) ya que es una de las más difundidas y aparece como un ejemplo de esta "literatura administrativa", sobre todo porque abre otra perspectiva alrededor de la cotidianidad de las expediciones conquistadoras. Otro ejemplo es la Descripción breve del reino del Perú, Tucumán, Río de la Plata y Chile (1605), escrita por el fraile de la orden de Santo Domingo, Reginaldo de Lizárraga. Es un texto que se origina en los viajes que, como visitador de los conventos de su orden el autor realiza a http://www.todo-argentina.net/Literatura_argentina/Biografias_de_literatura/ricardo_rojas.htm http://www.todo-argentina.net/Literatura_argentina/Biografias_de_literatura/reginaldo_de_lizarraga_y_obando.htm 41 pie desde Lima hasta el Tucumán (recorriendo las comarcas y pueblos de las provincias de Salta, Santiago, Córdoba y Mendoza), su texto muy cercano a un libro de viajes, incluye anécdotas y observaciones heterogéneas y amenas. El libro de Lizárraga se asocia a una bibliografía denominada como textos de la "conquista espiritual" (término acuñado por el jesuita Antonio Ruiz Montoya en su libro Conquista espiritual hecha por los religiosos de la Compañía de Jesús en las provincias del Paraguay, Paraná, Uruguay y Tape, 1639). Estos textos pertenecen a las órdenes de jesuitas y franciscanos que llevaban adelante la empresa evangelizadora en territorio argentino, y las cuales producían una bibliografía copiosa. Entre ellas se encuentran: vidas de evangelizadores; estudios de diversa índole sobre el ámbito en el que se desarrolla la labor religiosa (ciencias naturales, medicina, geografía, etcétera, sobre las regiones en las que actúan); cartas denominadas annuas por su periodicidad, o edificantes por su influencia moral; y gramáticas o vocabularios bilingües, escritos por los mismos sacerdotes (en Argentina es particularmente importante la adopción, para la prédica, de la lengua guaraní, hablada por los indios de la región del litoral). Una constante de la crítica literaria argentina al describir la literatura colonial es referir las cuantiosas pérdidas de textos orales, de manuscritos y la existencia de muy pocas obras y de escaso valor estético de las que se conservan. Sin embargo, las obras de este periodo han sido poco estudiadas por la crítica y además poco valoradas (actualmente existe una revaloración de la Argentina de Centenera, por ejemplo). La clave de esta falta de material puede radicar en las estrictas leyes con las que España controlaba la circulación de libros en las colonias. Los textos que no se ajustaban a los preceptos religiosos estaban mucho más controlados en América, sobre todo los libros de la imaginación. Otra cuestión interesante es que la impresión se hacía en España, con lo cual los manuscritos muchas veces se extraviaban o perdían durante los viajes. A pesar de las prohibiciones y de las complicaciones, en las zonas más prósperas como México y Perú, pero también en el resto de los territorios, la literatura se fue abriendo paso. En la zona del Río de la Plata la vida cultural fue en aumento. La primera universidad en Córdoba (1613), la instalación de dos colegios preparatorios universitarios (el de Monserrat en Córdoba -1659- y el San Carlos en Buenos Aires -1773-), la introducción de la imprenta por la Compañía de Jesús (1765), la creación del Virreinato del Río de la Plata (1776), la organización en 1780 en Buenos Aires de la Imprenta de los niños expósitos, dieron los impulsos decisivos a la http://www.todo-argentina.net/Literatura_argentina/Biografias_de_literatura/antonio_ruiz_de_montoya.htm 42 cultura. Los conquistadores y encomenderos formaron parte importante de la historia militar, pero, la historia cultural se debe fundamentalmente a la figura de los religiosos y evangelizadores. Sobresale la figura de los jesuitas y de los franciscanos. Referencias a su labor se hallan en las historias producidas por los "cronistas oficiales" de la Corona: en la Historia natural y general de las Indias, islas y tierra firme del mar océano (1535) de Gonzalo Fernández de Oviedo, en la Historia general de las Indias Occidentales (1601) de Antonio de Herrera y en la historia de las iglesias americanas de Gil González Dávila encargada por el rey. No obstante, se debe expresar el pensamiento que una literatura nacional no se gesta de repente, sino que es el efecto de un proceso histórico, cultural y lingüístico que procede de esas primeras obras coloniales. Además, los géneros literarios que cultivan en los albores de la literatura nacional argentina son propios de España y Europa. La historiografía de la literatura sobre el territorio que más adelante se convertiría en Argentina comienza con un humilde romance. Luego del primer testimonio sobre el Río de la Plata –el Romance de Luis de Miranda- aparece la primera crónica cuyo autor es el secretario de Álvar Núñez Cabeza de Vaca, segundo adelantado del Río de la Plata (sucesor de Pedro de Mendoza). Pero Hernández redacta en España durante 1554 una narración del viaje y de lo sucedido durante la estancia de dos años de Álvar Núñez Cabeza de Vaca. La crónica se titula Comentarios y se publica en Valladolid en la imprenta de Francisco Fernández de Córdoba en 1555, los ya conocidos Naufragios del citado autor. Los Comentarios, de prosa un tanto notarial, incluyen observaciones sobre el ambiente, descripciones del paisaje, impresiones sobre las Cataratas descubiertas por Cabeza de Vaca, referencias a algunas leyendas como el Dorado, etcétera. Estas características hacen que esta crónica se considere una de las primeras expresiones narrativas sobre la región del Río de la Plata, pero centrada sobre todo en la ciudad de Asunción. Durante el siglo XVI aparece la crónica de Ulrico Schmidl, soldado alemán de la expedición de don Pedro de Mendoza, quien de regreso a su patria escribe en bávaro la crónica titulada Viaje al Río de la Plata. Schmidl es considerado el primer cronista del Río de la Plata, puesto que su obra es la primera narración conocida sobre la región propiamente dicha del Río de la Plata. Fue publicada en 1567 en alemán, y luego traducida al latín y al castellano, narra el viaje realizado por el alemán entre 1534 y 1554. Schmidl era simplemente http://www.todo-argentina.net/Literatura_argentina/Biografias_de_literatura/gonzalo_fernandez_de_oviedo_y_va.htm 43 un soldado, por ello la investigación histórica ha tenido que rectificar las referencias geográficas, etnográficas, así como muchos episodios narrados que han sido, en la mayoría de los casos exagerados, para así magnificar sus propias hazañas. La crónica narra los hechos acaecidos veinte años antes, durante la primera fundación de Buenos Aires. Schmidl relata el hambre y las penurias soportadas por los hombres de Mendoza. Sobresale entre las aventuras narradas una expedición en busca del fantástico reino de las Amazonas. Fray Reginaldo de Lizárraga es autor de Descripción breve del reino de Perú, Río de la Plata y Chile, conocida también con el título abreviado de Descripción de las Indias. Su crónica es un relato personal y libre, ya que este clérigo viajaba solo, sobre las casas que veía, los sucesos y personas que conoce a lo largo de su reconocido por el Virreinato del Perú y de las provincias del Río de la Plata. Su viaje en solitario ha permitido que pueda adentrarse en aspectos de la sociedad nunca tratados, por eso denuncia dos hechos importantes que observa: la degradación moral del indio y el deterioro de los descendientes de los conquistadores. En 1602 se publica en Lisboa un largo poema titulado Argentina y conquista del Río de la Plata, con otros acaescimientos de los Reynos del Perú, Tucumán y estado del Brasil. Su autor, el español Martín del Barco Centenera llega al Río de la Plata con la expedición del tercer adelantado don Juan Ortiz de Zárate, en 1572. Se supone que comenzó a escribir su obra hacia 1580, concluyéndola hacia 1593 ya en España. Es el primero en llamar Argentina a una parte del Río de la Plata probablemente imitando el título del famoso poema de Ercilla, La Araucana. Así, titula Argentina a su poema según el imperante uso de los cultismos durante el Renacimiento: el nombre hará alusión a las supuestas inmensas riquezas de la Sierra del Plata, buscadas incansablemente por los conquistadores: “Y aunque uso este nombre por respeto a quien vido cierta plata allí primero yo entiendo que ha de haber grande tesoro algún tiempo de plata allí, y de oro.” Centenera elige el verso para narrar acontecimientos históricos, aunque la mayoría de las veces se describen hechos fantásticos. La obra en general es mediocre y la calidad poética escasa. Hacia finales del siglo XVI y principios del XVII aparece la crónica del primer historiador del Río de la Plata: Ruy Díaz de Guzmán, quien fue autor de la Argentina Manuscrita, en la que sobresalen anécdotas novelescas como los de Lucía Miranda y la Maldonada. 44 I.2 Las crónicas del corpus sobre del Río de la Plata. Argentina y sus vicisitudes históricas Reunimos aquí el conjunto de crónicas por orden cronológico que vamos a analizar, repitiendo la contextualización histórica. Juan Díaz de Solís fue el descubridor del Río de la Plata en el año 1516. Se sostenía que allí se encontraban grandes riquezas en la Sierra de la Plata y en poder del Rey Blanco. Las primeras ciudades fundadas fueron Buenos Aires y Asunción, lugar que mantuvo despoblada Buenos Aires durante varios años, puesto que en la primera la resistencia de los aborígenes fue muy fuerte. Los orígenes de la literatura argentina, como antecedentes españoles, se remontan al período de la Conquista y Colonización del Río de la Plata, estas primeras producciones literarias se inspiran en las hazañas, tragedias e ideales de la conquista. Don Pedro de Mendoza fundó Santa María de los Buenos Aires en 1536, el fraile que lo acompañaba, inaugura las letras rioplatenses, el canto a la ciudad que no tiene mucha calidad literaria, a lo largo de ciento cincuenta versos octosílabos en coplas de pie quebrado, relata el hambre y la miseria de la fundación. El cronista de esta expedición fue Ulrico Schmidl, autor de Viaje al Río de la Plata (publicado en Frankfurt, 1567), escrito en bávaro, abarca el periodo de 1536 a 1553 y es el primer libro sobre la historia del Río de la Plata, aunque escrito en alemán. Los problemas en Buenos Aires hacen que Asunción sea el centro de colonización del Río de la Plata, su posición, aislada en medio de la selva, la convierten en idónea para ocupar regiones claves. Álvar Núñez Cabeza de Vaca, segundo Adelantado del Río de la Plata, llega a Buenos Aires, pero se sitúa en Asunción. Su secretario escribe los Comentarios [1554], escrito que resume lo ocurrido entre 1540 y 1545, es este el primer libro español sobre la conquista del Río de la Plata. Varias cartas toman protagonismo en esos tiempos, sobresalen las de un clérigo, Martín González, quien escribió cartas a las autoridades españolas, reflejando así la sorprendente y dura vida de los colonizadores, pero la que se analizará será la misiva de Isabel de Guevara con su Carta a la princesa doña Juana [1556], donde se queja de la vida 45 que llevan las mujeres y resalta la importancia que tuvieron ellas en la conquista y la colonización. Martín del Barco Centenera publicó en Lisboa en 1602 La Argentina, un poema histórico de escaso valor literario según los críticos clásicos, aunque realista en algunos episodios, la exageración domina la obra. Ruy Díaz de Guzmán es autor de La Argentina manuscrita, crónica que abarca los sucesos ocurridos entre 1516, año de llegada de Díaz de Solís al Río de la Plata, hasta la fundación de Santa Fe en 1573. Se supone que la obra fue escrita hacia 1612 y publicada recién en 1830. Su autor es criollo, por eso es considerado el primer escritor argentino. Entre los jesuitas sobresale la obra de Antonio Ruiz de Montoya, Conquista espiritual hecha por los religiosos de la Compañía de Jesús en las provincias del Paraguay, Paraná, Uruguay y Tape (1639), crónica que recoge los trabajos realizados en las misiones jesuíticas junto a los aborígenes de la región, pero que por cuestiones de espacio y tiempo se analizará. Así, el corpus que se analizará será el siguiente. 1. Luis de Miranda: “Romance elegíaco”. [1537]. 2. Ulrico Schmidl: Viaje al Río de la Plata [publicado en Frankfurt, 1567]. 3 Álvar Núñez Cabeza de Vaca: Comentarios [554]. 4 Isabel de Guevara: Carta a la princesa doña Juana [1556]. 5 Martín del Barco Centenera: La Argentina [1602]. 6 Ruy Díaz de Guzmán: La Argentina manuscrita [1830]. 46 47 CAPÍTULO II: CARACTERÍSTICAS DE LA PARALITERATURA 48 Los conceptos de Paraliteratura y Productos de Masas, comienzan desde finales del siglo XIX , especialmente en el siglo XX desarrollada por teóricos franceses, y llegan hasta la actualidad como consecuencia de la aparición de géneros difíciles de clasificar, por la irrupción de la industria42, las nuevas tecnologías y una nueva concepción sobre la sociedad basada en nuevos criterios económicos, funcionales, ideológicos surgidos por la creciente importancia de los mass media y el concepto de ‘aldea global’. Las características de la paraliteratura, independientemente de épocas o autores, son interesantes para clasificar algunas obras literarias que escapan a los estereotipos genéricos habituales. Los criterios para definir la paraliteratura son variados, contradictorios, podríamos decir que el único juicio en común es la falta de unicidad para caracterizarla. Muchos teóricos de la literatura suelen coincidir al definir a la paraliteratura como lo hace Enrique Páez en Escribir: “toda literatura degradada y degradante, destinada al consumo de masas, prefabricada con un objetivo básicamente comercial y destinada a satisfacer las aspiraciones insatisfechas del gran público y a manipular los sentimientos humanos.”43 Sin embargo, no toda la literatura “degradada y degradante” forma parte de la paraliteratura. Muchas son las opiniones extendidas entre los críticos, quienes denominan paraliteratura o subliteratura a un grupo de textos que se aparta del canon de la literatura. Las fronteras entre ambas se encuentran poco definidas, aunque se da por hecho que a la primera pertenecen textos de ínfima calidad, casi sin pretensiones, poco profundos y hasta plagiadas o con formatos muy similares que están destinados al consumo de las masas, que tienen detrás una gran campaña de promoción y que reciben grandes beneficios económicos. Dentro del grupo de textos considerados paraliterarios se suelen incluir textos como los cómics, la novela rosa, las fotonovelas, los ‘best sellers’, las novelas de vaqueros, las novelas de investigadores, la novela juvenil, entre otros varios subgéneros. Definir qué es paraliteratura es complicado, al igual que decir qué es subliteratura, porque tachar una serie de textos de 42 “The term industry was perhaps used for the first time in the book Dialectic of Enlightenment, which Horkheimer and I published in Amsterdam in 1947. In our drafts we spoke of “mass culture”. We replaced that expression with “culture industry” in order to exclude from the outset the interpretation agreeable to its advocates: that it is a matter of something like a culture that arises spontaneously from the masses themselves, the contemporary form of popular art. From the latter the culture industry must be distinguished in the extreme. The culture industry fuses the old and the familiar into a new quality. Theodor Adorno, W. “Culture Industry Reconsidered”, en: Theodor Adorno, The Culture Industry: Selected Essays on Mass Culture. London, Routledge, 1991, Pp. 52. 53. 43 Enrique Páez, Escribir. Manual de técnicas narrativas, Madrid, Ediciones S.M., 2005, pág, 17. 49 ‘mala literatura’ es relativamente fácil. No toda obra destinada al consumo de masas, o que sin estar destinada al consumo de masas puede ser calificada de paraliteratura. Claro ejemplo son las grandes ventas de los autores del “boom” hispanoamericano. En general se establece que esta es un conjunto de géneros paralelos y afines que se relacionan al sistema literario. Es decir, que representan un sistema de signos paralelos con los de la literatura canónica. Mientras el término subliteratura implica entretenimiento, más propia de quiosco, y tiene un matiz peyorativo, la paraliteratura, en cambio, no implica ese juicio de valor tan degradante como el anterior. Así, la paraliteratura representa un grupo de géneros textuales que comparte el contraste y la diferencia entre ocio/negocio. Esto lleva a veces a tener ciertos problemas de ficcionalidad (por la prueba de la verdad) en algunos géneros cono en las crónicas de Indias, las biografías, relatos de viajes, etcétera. La dicotomía ocio/negocio se relacionan íntimamente con la intencionalidad tanto del emisor como del receptor, unidad siempre ligada al entretenimiento (funcionalidad). El ocio/negocio enfrentados a otro tipo de obras donde el placer no es el fin último. En la literatura canónica propiamente dicha, por el contrario, la ficción domina siempre, se privilegia la invención, existe un enfrentamiento entre la ficcionalidad y la prueba de verdad. Y perseguir el placer no siempre es fundamental. Es llamativa también la zigzagueante línea divisoria entre literatura, subliteratura y paraliteratura. Los planteamientos para delimitar la frontera entre ellas son difusos y cambiantes. Francisco Umbral defendía a la incansable autora Corín Tellado, y, sin embargo, escritores muy conocidos, difundidos y leídos como Julio Verne, Jack London o Agatha Christie no forman parte de la subliteratura según la crítica. Los textos paraliterarios se asocian también al término kitsch (palabra alemana que significa ‘baratija de bisutería’, ‘imitación artística cursi y de mal gusto’) que, en principio, designaba edificios baratos y de poco gusto que imitaban palacios y castillos. Luego, en Francia y en Alemania designaba un tipo de literatura sentimental y patriótica, con trama estereotipada y de composición y efectos fáciles. Ejemplos son las novelas de vaqueros, las novelas sentimentales, las novelas románticas destinadas a mujeres, de autoras como la española Corín Tellado o la estadounidense Danielle Steel. En este grupo de textos se pueden encontrar un conjunto de géneros propios de la cultura de masas como los cómics, graffiti, fotonovela, canción de autor, todos productos que conllevan literatura, pero con peculiaridades especiales, pero también géneros institucionalizados que no son fenómenos 50 de masa entre los que podemos nombrar tratados de Indias, biografías, memorias de viajes, por ejemplo. Géneros de todas las épocas históricas literarias como las glosas, las misceláneas, la literatura de cordel44, hagiografías, libros de viajes, cartas de relatos, discursos académicos, sermones, misceláneas, “mirabilias” medievales45, textos a veces con base real, toda clase de literatura popular como chistes, folclore, chirigotas, coplas, textos de carnaval, saetas, sermonarios, devocionarios, medicina popular, almanaques, cantos de ciegos, romances, relatos de crímenes, leyendas. También todos los subgéneros de novelas: rosa, oeste, policíacas, aventuras, ciencia ficción, terror, gótica erótica, revolucionaria, entre otros. Otro factor importante se encuentra el límite cronológico, es decir, en qué momento comienza y termina la consideración de una obra como paraliteraria. Ya desde la Edad Media se tenía consciencia de la literatura de masas. Bob Ashley en The Study of Popular Fiction afirma: 44 La literatura de cordel es un tipo de poesía que al principio fue oral, y más tarde apareció escrita en los pliegos de cordel puestos en venta en tendederos de cuerdas, de ahí su nombre. Fueron típicas en España y Portugal. La mayoría consta de rima y algunos poemas están ilustrados con xilografías. Las estrofas más comunes son de diez y de seis sílabas. Los autores, o cordelistas, recitaban los versos de forma melodiosa acompañados de viola. La historia de la literatura cordel empieza ya en la Edad Media y en el Renacimiento. Hay pocas composiciones de prosa de este tipo. Los temas tratados son mayoritariamente de hechos cotidianos, episodios históricos, leyendas y religión. Eran vendidos de forma habitual en mercados y ferias por los propios autores. Había, además, exportación hacia otros estados. Los poetas brasileños Leandro Gomes de Barros (1865-1918) y João Martins de Athayde (1880-1959) son los principales autores de este género. (Julio Caro Baroja, Ensayo sobre la literatura de cordel, Istmo, Madrid, 1990; Julio Caro Baroja, Ensayos sobre la cultura popular española, Madrid, Dosbe, 1971, p. 48.) 45 Maravilla cuya etimología procede del verbo mirari que en latín significa admirar, mirar con admiración, asombrarse. De su plural neutro, mirabili, deriva la palabra "mirabilia", a partir de la cual se derivan ‘maravilla' y ‘admirable'. Con el término mirabilia los hombres de la Edad Media designaron a las acciones admirables que Dios realizaba por medio de la naturaleza. Para el hombre del Medioevo ‘lo maravilloso' no era una categoría mental sino que simplemente las eran realidades físicas. Los relatos de viajeros medievales que llegaban a Oriente transmiten un cúmulo de la mirabilis medieval. Pero no todos los viajes eran reales. Los Libros de Maravillas de la Edad Media, o Mirabilia fueron las enciclopedias de aquella época, una Imago Mundi dibujada con fabulas que contaban lo más extraño y prodigioso del mundo o de los mundos por descubrir. Un ejemplo es el Viaje de San Brandan, del siglo XII sobre la búsqueda del Paraíso Terrenal. Además de los viajes de Marco Polo, son muy conocidos los viajes imaginarios de Sir John Mandeville autor de Livre des Merveilles du Monde (1356) donde, además de datos geofísicos se encuentran descripciones fantásticas de razas monstruosas y prodigios varios. Así, la idea de que la Tierra es esférica se difunde por Europa gracias a esta obra. Ambos textos fueron lectura favorita del Almirante de las Indias Cristóbal Colon. (Jesús Paniagua Pérez, “Los mirabialia medievales y los conquistadores y exploradores de América” en Estudios humanísticos. Historia, Nº 7, 2008, pp- 139 – 159.) http://es.wikipedia.org/wiki/Poes%C3%ADa http://es.wikipedia.org/wiki/Pliegos_de_cordel http://es.wikipedia.org/wiki/Espa%C3%B1a http://es.wikipedia.org/wiki/Portugal http://es.wikipedia.org/wiki/Rima http://es.wikipedia.org/wiki/Xilograf%C3%ADa http://es.wikipedia.org/wiki/Viola http://es.wikipedia.org/wiki/Edad_media http://es.wikipedia.org/wiki/Renacimiento http://es.wikipedia.org/wiki/Leyenda http://es.wikipedia.org/wiki/Religi%C3%B3n http://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Leandro_Gomes_de_Barros&action=edit&redlink=1 http://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Jo%C3%A3o_Martins_de_Athayde&action=edit&redlink=1 http://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Jo%C3%A3o_Martins_de_Athayde&action=edit&redlink=1 51 If we look hard at the mid-eighteenth century, when it all properly began, it comes clear to us that the notion of literary standards, along with the emergence of the critic-pedagogues as their official ‘enforces’, is a product of the cultural insecurity of the rich merchants and nascent industrialists, who were just then taking over control of society in the Western World. 46 Los valores estéticos varían constantemente. Por ejemplo, los romances de la Edad Media fueron considerados como literatura para “gente baja”. Marcelino Menéndez Pelayo explica esta situación citando palabras de un poeta culto, Íñigo López de Mendoza, Marqués de Santillana, quien consideraba que los romances no forman parte de la literatura importante. El primer texto que hace referencia a las diferencias entre poesía popular y la erudita, es el famoso Prohemio del Marqués de Santillana, cuya fecha se coloca entre 1445 y 1448. El marqués escribe «Infimos poetas son aquellos que sin ningún orden, regla ni cuento facen estos cantares e romances de que la gente baja e de servil condición se alegran.» Sobre esto, Menéndez y Pelayo precisa Esta condenación doctrinal no implicaba, sin embargo, que los poetas más artificiosos, y entre ellos alguno muy admirado por el Marqués y unido con él por amistad muy estrecha, atendiesen de vez en cuando a los ecos de la musa popular, y aun imitasen por gala o capricho la forma del romance, aclimatándole así en el Parnaso lírico. Cuando Juan de Mena en el Labyrinto (copl. 190), al recordar la muerte del Adelantado Diego de Ribera, llama a Álora «la villa no poco cantada», apenas puede dudarse que tenía presente el romance fronterizo que empieza: Álora la bien cercada, —tú que estás al par del río». 47 Igual consideración tiene la literatura de entretenimiento, es decir, series de novelas como las de detectives, la ciencia ficción, el cómic, la literatura erótica y hasta la infantil, con alguna salvedad, bien delimitada. A pesar de la dificultad para definir este tipo de literatura, se pueden tener en cuenta las características que el profesor Villar Dégano apunta en su curso de doctorado, y que 46 Bob Ashley, The Study of Popular Fiction, London, Pinter Plublishers, 1989. P. 16 47 Marcelino Menéndez Pelayo, Antología de poetas líricos castellanos desde la formación del idioma hasta nuestros días en [http://www.larramendi.es/menendezpelayo/i18n/corpus/unidad.cmd?idCorpus=1000&posicion=1&idUnidad =100382. ] http://www.larramendi.es/menendezpelayo/i18n/corpus/unidad.cmd?idCorpus=1000&posicion=1&idUnidad=100382 http://www.larramendi.es/menendezpelayo/i18n/corpus/unidad.cmd?idCorpus=1000&posicion=1&idUnidad=100382 52 Umberto Eco en Apocalípticos e integrados48 y Hermann Broch49 en Kitsch, Vanguardia y el arte por el arte, aplican a los textos considerados fuera del canon en sus obras respectivamente. Eco sostiene que la industria es la creadora de la obra de arte fetiche porque “evoca montajes, producción en serie, circulación extensa y comercio de objetos”50. Muy importante para la aparición de textos para la masa fue la creación de la imprenta. A partir de ese momento, aumentan los lectores y son estos los que condicionan la obra literaria. Ya en la Edad Media son numerosos los géneros destinados a un público específico. Dichos textos tienen una serie de características como: • Son efímeros. • Emplean tópicos, lenguaje y temas de la literatura alta pero no crean nada nuevo. • Sujetos a la ley de oferta/demanda, la intencionalidad en la producción y el consumo, para lograr los mayores beneficios económicos. • Ofrecen una serie de sentimientos y pasiones que buscan provocar determinado efecto en el lector. Tienden a provocar emociones vivas, en lugar de simbolizarlas. Eros y Thánatos simplificados. Fenómeno del lenguaje estereotipado, unido al uso de léxico y temas que apelan a los sentimientos más simples, emociones primarias. Melodrama, porque se juega con las emociones, rara vez con la inteligencia reflexiva. • Generan expectativas y hábitos en el público consumidor. • Son relativamente baratos. • Ideologización: predomina el maniqueísmo. • Literatura de evasión y consolación, busca el placer sencillo y eficaz. Suele llevar implícito un final feliz, por ejemplo, la novela rosa siempre acaba en boda. • Tienen títulos llamativos. • Las imágenes son muy importantes. La iconicidad adquiere un valor central en géneros como fotonovelas, cómics, publicidad, chiste gráfico, en las pintadas de la 48 Umberto Eco. Apocalípticos e integrados. Barcelona. Tusquets 49 Sostiene H. Broch en su obra: “The maker of kitsch does not create inferior art, he is not an incompetent or a bungler, he cannot be evaluated by aesthetic standards; rather, he is ethically depraved, a criminal willing radical evil. And since it is radical evil that is manifest here, evil per se, forming the absolute negative pole of every value-system, kitsch will always be evil, not just kitsch in art, but kitsch in every value-system that is not an imitation system.” En Kitsch, Vanguardia y el arte por el arte, Barcelona, Tusquets, 1970 50, Umberto Eco, Op.Cit, pág. 31. http://www.goodreads.com/author/show/15386.Hermann_Broch 53 calles, en los vídeos musicales, etcétera. Y por ende, también la música en ciertos géneros. • La aparición del periódico acelera la producción de estos géneros. • Se dirigen a un público lector heterogéneo, la mayoría de las veces receptor pasivo de mensajes, con una estética homogénea. • Los textos repiten esquemas, evitan las soluciones originales, son previsibles. • Los lectores a los que se dirigen no tienen conciencia de pertenencia a ningún grupo social, son meros consumistas de un tipo específico de literatura sin saber qué ideología los soporta. Eco sostiene que la masa consume productos impuestos por la clase hegemónica de cada periodo histórico. El lector es lo más importante para los productores. Casi se considera una droga lectora, sobre todo en los textos de best sellers. • Forman parte de un fenómeno mimético, copian esquemas de otras obras del pasado, ausentes de originalidad y capacidad creadora. Son reiterativos y esquemáticos, simplifican y trivializan los temas y técnicas de los grandes autores. No tienen renovaciones estéticas. Repiten esquemas fijos que se adaptan al gusto de cada época. • Forman parte del arte, pero, un arte que desfigura la realidad. Los autores no buscan buena literatura, sino textos fáciles de consumir. Por eso, no suelen soportar una segunda lectura. • El autor, en ciertos casos, desaparece para dar paso a un grupo o a un seudónimo. • Son textos puramente comerciales. Se ofrece a los lectores lo que desean, e incluso se sugiere a los lectores lo que deben desear. El nivel del canal es importantísimo: las vías de comunicación condicionan la producción y el consumo de los textos, así se convierten en obras propias de la realidad empírica. Realmente, se busca el simple placer del lector. • No resisten dobles ni segundas lecturas. Alientan una visión pasiva y acrítica del mundo. Es literatura de usar y tirar, que no suele resistir una segunda lectura. Rara veces se conservan textos. Se centran en el tiempo presente, se imponen arquetipos fácilmente reconocibles, y se siguen patrones de conducta maniqueístas. Muchas veces, paternalistas porque son conductas que reflejan, no la cultura baja, sino arquetipos impuestos por la cultura dominante. O, incluso impuesta desde una 54 perspectiva comercial, y financiada por empresas que buscan el mero interés comercial. En este apartado de obras, se deben considerar productos puramente comerciales como todos aquellos de temporada escritos por un grupo de personas que, no suele tener nada interesante que decir pero sí mucho que vender, tales como futbolistas, modelos, políticos y famosos de la TV o del papel cuché quienes, en determinadas épocas festivas, firman libros que jamás han escrito con el único fin de lucrarse. No siempre, pero aquí suelen aparecer los “negros” literarios, que les escriben el libro, o plagian allá donde fuera necesario. El producto resultante no es ningún instrumento de crecimiento interior o de evolución personal, sino un simple objeto, saturado de obviedades, esquemático, y que contiene todas las características de los textos paraliterarios nombrados. • El hibridismo suele ser fundamental. Planteamientos de distintos sistemas semióticos confluyen en un hibridismo textual donde se mezclan elementos formales de géneros diferentes: imagen, música, iconicidad, texto, ficción, no ficción. Sin embargo, la cultura de masas tiene sus defensores. Umberto Eco Apocalípticos e integrados cita a Edwars Shils, autor del artículo “Mass Society and Its Culture” y defensor de la cultura de masas, preguntándose si es conveniente siempre la alta cultura: “¿No será más correcto pensar que la cultura de masas es menos nefasta para las clases inferiores que la existencia lúgubre y difícil que llevaban en la época menos evolucionada?” He aquí la pregunta que generalmente nunca se hacen los que sueñan en un retorno al equilibrio inferior del hombre griego. ¿Qué hombre griego? ¿El esclavo o el meteco, excluidos de los derechos civiles y de la instrucción? ¿Las mujeres o los recién nacidos abandonados en los estercoleros? Los consumidores de la cultura de masas representan hoy los equivalentes modernos de aquello, y nos parece que se los respeta más, aunque sean atiborrados constantemente de vulgares programas de televisión.51 En este sentido, es llamativo ver que, desde hace algunos años, la estética cursi y kitsch forman parte de las obras de grandes artistas. Así, Andy Warhol y Costus, en pintura; Manuel Puig y Guillermo Cabrera Infante, en literatura, o Pedro Almodóvar, en cine, han 51 Umberto Eco, Op.cit. P. 61. 55 bebido del kitsch y han sabido reinterpretar los patrones, realizando una lectura crítica deconstructivista, para crear productos bien considerados por la crítica y público. Pierre Bourdie propone la idea de campo literario. Dentro de ese campo se admiten unas obras y otras no, así como unos temas y valores porque la literatura está dominada por fuerzas institucionales que presionan según sus intereses. Una de las apuestas mayores de las luchas que se desarrollan en el campo literario y artístico es la definición de los límites del campo, es decir la participación legítima en las luchas. Decir de tal o cual corriente, de tal o cual grupo, que "no es poesía", o "literatura", es rehusarle la existencia legítima, es excluirla del juego, excomulgarla. Esta exclusión simbólica no es sino el adverso del esfuerzo por imponer una definición de la práctica legítima para constituir un ejemplo, una esencia eterna y universal y una definición histórica de un arte o de un género que corresponde a los intereses específicos de los poseedores de un cierto capital específico.52 (Bourdieu. 2000: 146) En la estética contemporánea se considera que todo es texto, sin diferencias entre literatura y no literatura porque en este caso, depende del campo literario que siempre estará subordinado al campo del poder. En este sentido, las obras no serán estudiadas como “creación” sino como una especie de “apuesta” hecha por agentes sociales y motivados por intereses específicos. Este caso en particular se puede observar una de las características más llamativas de las obras que son “impulsadas” ya desde la Edad Media por los libreros y editores más famosos. Incluían determinadas obras de la crónica indiana dentro de libros de viajes con títulos adecuados para que los lectores tomen interés en esas colecciones de relatos. Por eso, para Bordieu, no existen interacciones o vínculos intersubjetivos entre agentes (escritores-lectores), sino "relaciones objetivas que, parafraseando a Marx, existen independientemente de la conciencia y la voluntad de los individuos"53 (Bourdieu-Wacquant. 1995: 64). 52 Pierre Bourdieu, Cosas dichas, Barcelona, Gedisa, 2000, pág. 146. 53 Pierre Bourdieu, y Wacquant, Loïc J. D., Respuestas. Por una antropología reflexiva, México, Grijalbo, 1995, pág. 64. 56 II. 1 Una reflexión previa para situar las Crónicas de Indias La historiografía indiana incluye una inmensa cantidad de textos que no encajan propiamente en el discurso histórico. Se pueden encontrar entre sus páginas obras totalmente históricas, es decir con un discurso propiamente histórico, pero también anécdotas, leyendas, obras de teatro, cuentos, versos entremezclados. Ejemplos muy conocidos se encuentran en Historiografía de las Indias del Padre las Casas, quien incluye las andanzas del cacique taíno Enriquillo54 y también realiza comentarios sobre el maravilloso perro Becerrillo55 al igual que los relatos novelescos sobre las aventuras del náufrago Pedro Serrano56 del Inca Garcilaso. Por otra parte, se encuentran incorporadas dentro del género “crónicas” obras que tienen una tipología textual particular. Textos muy conocidos son por ejemplo El carnero57 54 Enriquillo fue un cacique taíno que se rebeló contra los españoles en La Hispaniola. La rebelión de Enriquillo ocurrió entre 1519 y 1533. Su padre murió en una protesta pacífica de indígenas y el huérfano fue criado en un monasterio en Santo Domingo. Uno de sus tutores fue Fray Bartolomé de Las Casas quien lo cristianizó con el nombre de Enrique. 55 Fray Bartolomé de las Casas comentaba que los españoles tenían la costumbre de azuzar a sus perros en cualquier ocasión contra los indios. Algunos perros fueron famosos y pasaron a la historia recordados por su nombre. Becerillo fue el perro del conquistador y colonizador de Puerto Rico Juan Ponce de León. Era de color bermellón, grande e inteligente. Reconocía a los indios dóciles, a los que no hacía daño, pero a los indígenas combativos los atacaba. Diez soldados acompañados de Becerrillo eran más temidos que cien sin el perro. Por eso se ganó el derecho de tener su parte de botín e incluso una pága como soldado. 56 El Inca Garcilaso de la Vega publica su Primera Parte de los Comentarios Reales en 1609. En el capítulo VIII relata el origen del nombre de la isla Serrana. Explica el cronista: “La isla Serrana, que está en el viaje de Cartagena a la Habana, se llamó así por un español llamado Pedro Serrano, cuyo navío se perdió cerca de ella, y él solo escapó nadando, que era grandísimo nadador, y llegó a aquella isla, que es despoblada, inhabitable, sin agua ni leña, donde vivió siete años con industria y buena maña que tuvo, para tener leña y agua, y sacar fuego de cuyo nombre llamaron la Serrana aquella isla, y Serranilla a otra que está cerca de ella, por diferenciar la una de la otra.” En ese mismo capítulo relata cómo Serrano sobrevive durante siete años. Luego de tres años, comparte su soledad con otro hombre hasta que son rescatados. 57 Juan Rodríguez Freyle escribió El Carnero entre 1636 y 1638. Tanto por su contenido como por su género es una obra emblemática de la historia de la literatura colonial. La intención primordial es relatar los hechos de la Conquista y de la primera sociedad colonial. Tiene veintiún capítulos y dos catálogos complementarios. La primera parte describe la forma en que estaba distribuida la tierra de los chibchas, quiénes eran sus caciques principales y cuáles sus costumbres, también se centra en la expedición de Gonzalo Jiménez de Quesada y la fundación de Bogotá. Posteriormente, se hace un listado de los gobernadores, encargados de la Real Audiencia y arzobispos del reino. Rodríguez Freyle incluye algunas historias sobre robos, problemas relacionados con mujeres, juicios a particulares, etcétera. de las que fue testigo directo y otras por simples comentarios, de oídas. Sus principales fuentes de información fueron los propios conquistadores, por eso quizá, los grandes desaciertos históricos. En cuanto al género, El carnero no es una crónica histórica en sentido estricto porque combina el relato picaresco y el sermón moral. Además, el grupo de narraciones breves que aparecen intercaladas son un antecedente del cuento. Estas historias son asombrosas, divertidas y hasta picantes para la época. 57 de Juan Rodríguez Freile, Historia imperial de Potosí58 de Bartolomé San Arzán de Ursúa, La Araucana de Alonso de Ercilla, Lazarillo de ciegos y caminantes desde Buenos Aires hasta Lima59 de Alonso Carrió de la Vandera Walter Mignolo, en su imprescindible artículo “Cartas, crónicas y relaciones del descubrimiento y la conquista”60 expone como abordar la tipología del género crónica. Al final del recorrido podremos mostrar que, de acuerdo con la epistemología del momento en que se escriben los textos de la historiografía indiana, muchos de ellos se inscriben explícitamente en la formación discursiva historiográfica. Desde este punto de vista es impropio tomar las crónicas como género literario. En cambio, tal clasificación no es impropia si se considera que cuando se la hace (e.g. A. Reyes) el concepto de historiografía ha cambiado y la formación discursiva ha sufrido una clara reactualización de sus reglas.61 Por su parte, Catherine Poupeney Hart62 advierte que ese tipo de textos híbridos, con contenidos particulares o tipología textual diferente, son considerados crónicas más alejadas del concepto moderno de historia y, por ende, quedan relegadas al apartado literatura. En un 58 Historia de la Villa Imperial de Potosí, escrita supuestamente por Bartolomé Arzáns de Orsúa y Vela entre los años 1705 y 1736 y continuada por su hijo Diego hasta el año 1737. Esta obra, aunque presenta rigor historiográfico, tiene la intencionalidad de agradar a los lectores y de dar a conocer las tradiciones y leyendas que formaban parte de la cultura de los pobladores de la Villa Imperial. Además de narrar los episodios más importantes de la historia del Virreinato del Perú desde 1545 hasta 1736 y numerosas anécdotas locales de Potosí, existen varias referencias a personajes relevantes de la Villa, y también relatos y narraciones breves que, muy cercanas al género cuentístico, dan a este texto una aproximación a la literatura. La parte ficcional de este texto es sumamente interesante porque los datos históricos quedan en todo momento condicionados a la construcción narrativa de la obra. Es curiosa la invención de obras históricas que, supuestamente, le sirven al autor de base histórica y fuentes fidedignas. Aparecen citados "historiadores" de la villa de Potosí, todos desconocidos, sin referencias bibliográficas como Antonio de Acosta, Juan Pasquier, Juan Sobrino, Pedro Méndez y Bartolomé Dueñas. De esta manera, Arzáns crea un espacio mítico con referencias históricas ficticias, este procedimiento literario sería más adelante uno de los preferidos de los autores de Hispanoamérica. Esta obra influyó decisivamente en los textos de Ricardo Palma, Guillermo Francovich Néstor Taboada Terán, entre otros. 59 Esta obra es muy curiosa y ha sido revalorizada recientemente. Fue publicada en 1908 por la Junta de Historia y Numismática Americana. El título de la obra lo acerca a la novela picaresca, pero trasciende el género. Es, en realidad, un libro de viajes, una guía pintoresca y útil, documentada y veraz, con varias «jocosidades para entretenimiento de caminantes», según su prólogo. El viaje se produce durante la segunda mitad del siglo XVIII, 1771 a 1773. En un largo camino que va desde Montevideo hasta Lima pasando por Buenos Aires, Córdoba, Salta, Potosí, Chuquisaca y Cuzco. El texto muestra una visión concreta y exacta de la vida cotidiana durante la colonia. El ambiente de las ciudades, los usos, costumbres y oficios de sus habitantes, son descritas minuciosamente, además, aparecen los tipos más representativos de la sociedad del momento, en un marco de exactitud rigurosa. La naturaleza también queda incorporada al relato 60 Walter Mignolo. "Cartas, crónicas y relaciones del descubrimiento y la conquista", en Luis Íñigo Madrigal (ed.). Historia de la literatura hispanoamericana, I (Época colonial), Madrid, Cátedra, 1982, pp. 57-116. 61 Walter Mignolo, Op.Cit, pág. 363. 62 Catherine Poupeney Hart, “La crónica de Indias: intentos de tipología” en Revista de Estudios Hispánicos (Universidad de Puerto Rico), 1992, Nº 19, Número especial dedicado a las letras coloniales, pp. 117 – 126. En [https://ibero2umich.files.wordpress.com/2013/02/poupeney-hart_crc3b3nica-intentos-de-tipologc3ada.pdf] http://www.mcnbiografias.com/app-bio/do/show?key=francovich-salazar-guillermo http://www.mcnbiografias.com/app-bio/do/show?key=taboada-teran-nestor 58 principio, la discusión sobre la delimitación de los géneros se centró sobre el eje historia/ficción. Pero es en este punto en concreto en el que comienza la problemática en torno al concepto crónica propiamente dicho porque debemos tener en cuenta el concepto de historia de la época de producción. La historia tenía un sentido laxo, permitía el uso de la imaginación y de las impresiones personales, de la subjetividad. Por ello, la verdadera separación genérica debería tener en cuenta el binomio historia verdadera/historia inventada o falsa. Por su parte, Pupo Walker interpreta que la verdadera definición del género ya no se relaciona tanto con la historiografía, sino más con la interpolación de los libros de viaje y exploración del Medioevo: “Al considerar la aceptación de que disfrutó esa suerte de narraciones, creo que el título de Naufragios fue adoptado -probablemente en consultas con el editor- para insertar el texto de Núñez en esa categoría exitosa de narrativa viajera a la que sin duda pertenecía”63 A partir del siglo XVI comenzó a desarrollarse con fuerza las publicaciones relacionadas con el descubrimiento y la conquista y que tomaron el título de crónicas de Indias. La temática es casi el único punto en común que comparten estos escritos: las maravillas de América, la novedad indiana, el referente. Todos los textos del descubrimiento y la conquista, con su tipología diversa (diarios, cartas de relación, relaciones de la conquista y la colonización, crónicas e historias), tienen dos puntos en común: tanto su ubicación en el periodo colonial como su indeterminado (en ese momento) referente geográfico e histórico, “Las Indias”. Los estudiosos marcan la periodización de las crónicas como inicio y finalización con la escritura del Diario de navegación (1492) de Cristóbal Colón y la Historia del Nuevo Mundo (1793) de Juan Bautista Muñoz. El problema radica en que las crónicas al ser confrontadas según sus instancias de recepción, en las que se las considera unas veces como “literarias” y otras veces como “documentos históricos” pone en debate tanto el estatuto discursivo como las funciones comunicativas de las crónicas de Indias. Frente a esa dualidad y tomando en cuenta que las crónicas fueron escritas en atención a las retóricas que de una y otra manera tenían más próximas sus autores, quizás se puede pensar en una definición un poco más amplia, menos restrictiva. La crónica como género es un contratexto paraliterario que ha necesitado de un texto previo. Es un texto híbrido, en su momento 63 Alvar Núñez Cabeza de Vaca, Los Naufragios, (edición, introducción y notas de Enrique Pupo-Walker), Madrid, Castalia, 1992, pág. 135. 59 reconocido como texto histórico y hoy como literario, y que se estructura como un palimpsesto en el que se superponen textualmente distintos planos de la realidad. Esta perspectiva, evidentemente optimista en cuanto a la literariedad de las crónicas, no es en modo alguno unánime, porque otros enfoques determinan específicamente las definiciones de esta tipología discursiva en algunas obras de referencia españolas, como por ejemplo el Diccionario Akal de términos literarios, donde se explica: “los cronistas de Indias (siglo XVI) historiaron momentos de la conquista de América, pero sus obras no pueden ser consideradas crónicas, a pesar de la denominación”64 Como se puede observar, el problema de la definición del género crónica en cierta medida ha continuado. Numerosos estudiosos, entre los que podemos citar a Menéndez y Pelayo y Enrique Anderson Imbert, entre otros, incluyen las crónicas dentro del apartado de literatura. Sin embargo, actuales estudios, circunscriben estos textos a la historiografía, teniendo en cuenta el concepto de historia antes indicado. Walter Mignolo propone una línea divisoria que tiene en cuenta distintas formaciones de discursos (historia, ciencia, literatura) que se integran en tipos discursivos como la carta, el diario, las relaciones, que separa de géneros mixtos como por ejemplo La Araucana, El carnero, El lazarillo de ciegos caminantes. De este modo, Mignolo considera las crónicas como un tipo de discurso de la historiografía de la conquista y exploración de América. Hayden White65 en su texto El contenido de la forma separa el relato de la historia en tres apartados y expone su percepción de lo que es la narrativa y cuál es su valor (primordialmente hablando del relato histórico), inmediatamente nos introduce a la problemática que esta pudiera enfrentar en el momento en que es utilizada para narrar hechos históricos. Otro aspecto interesante es clarificar o mostrar la diferencia entre la narrativa propiamente pensada, como el deseo de crear una obra de ficción, y lo que se da en llamar ‘narrativización’ de hechos reales. De tal forma que, en una narración (de ficción), encontramos la existencia de un narrador que es quien relata los acontecimientos, mientras que en el discurso (histórico específicamente) se supone que los hechos relatados hablan por sí mismos. White agrega que nuestra proclividad para intentar ‘narrar’ los hechos tal cual sucedieron nos conduce a una problemática: aspirar a la objetividad al momento de relatarlos, 64Victoria Ayuso de Vicente et al., Diccionario Akal de términos literarios, Madrid, Ediciones Akal, 1997, pág. 87. 65 Hayden White, El contenido de la forma, Barcelona, Paidós, 1992. 60 toda vez que estos tienen que derivar, forzosamente, de un análisis y una reflexión, con el objeto de diferenciar entre una narración de ficción y la ya mencionada ‘narrativización’ de los hechos que surge con la invención del discurso histórico en épocas modernas. De tal forma, y una vez que White establece esta posición, a continuación, añade que conforme al canon historiográfico moderno, existen tres tipos de ‘representación histórica’: los anales, la crónica y la historia propiamente dicha. Así, los anales son una relación de hechos que normalmente se registran cronológicamente (por días, meses, años, etcétera, según sea el caso-) en forma de lista y en donde los hechos se anotan simple y llanamente, tal cual sucedieron y sin ningún otro agregado. En cuanto a la crónica, la sucesión de hechos continúa registrándose en forma cronológica; sin embargo, en ella hallamos una descripción más amplia de los acontecimientos, lo cual puede conducir a un tratamiento no completamente objetivo de lo que se relata debido a que quien hace la ‘crónica’ por lo regular lo hace desde una posición, ya sea crítica, analítica e ideológica, aun cuando quien lleva acabo la labor de registrar los hechos no tenga, explícitamente, la intención de tomar determinada posición. Y, por último, tenemos lo que se ha dado en llamar el discurso historiográfico, que vendría a ser la idealización de la forma narrativa histórica, que es lo que ya antes había mencionado como ‘narrativización’, es decir, el relato de los hechos contados por sí mismos. Sin embargo, a pesar de los numerosos intentos de clasificación de un grupo tan heterogéneo de obras, los límites siguen siendo difusos. Las crónicas de Indias son obras narrativas historiográficas que reciben esta denominación por la cronología de su contenido. Su génesis ocurre un momento puntual en la historia en la cual existía la necesidad de transmitir información sobre el descubrimiento las nuevas conquistas americanas, tanto en el plano territorial como espiritual. Aunque la motivación para la redacción, por un lado, y la publicación, por otro, no fueron los mismos, se trata de obras con una gran variedad discursiva y genérica, pues engloban desde la famosa carta de relación escrita por Colón de su primer viaje al nuevo mundo hasta obras escritas por conquistadores y soldados que narran y describen la conquista de distintos territorios, así como también, obras de etnología que tratan los ritos y costumbres de los distintos pueblos y civilizaciones encontrados en estos nuevos territorios, la historia de estos antes de la llegada de los europeos, e incluso obras un poco más tardías escritas por mestizos y criollos que tratan temas como las religiones indígenas, la organización de sus sociedades, sus idiomas, etcétera. También, se añaden a la 61 temática indiana las obras de misioneros sobre la conquista espiritual y la difusión de la religión católica en el nuevo mundo, según lo prescrito por las Bulas de Donación. Además de textos que incluyen sucesos y a la par se preocupan por informar sobre el nuevo territorio, su geografía, flora y fauna. Son obras complicadas de clasificar, ya se incluyen dentro de la literatura e historiografía, pero en realidad son más bien obras innovadoras, híbridas de historia, etnografía, geografía y como señala Stephanie Merrim, también autobiográficas. Esto las hace muy difíciles de clasificar y sobre todo, dificulta definir qué textos de historiografía americana son estrictamente “crónicas de Indias”, si pertenecen a la historiografía o a la literatura. La variedad es extensa, la mayoría está escrita en prosa, pero existen obras de una naturaleza historiográfica y cronológica sobre el Nuevo Mundo redactadas en verso como la Historia de la Nueva México de Gaspar Pérez de Villagrá66, propias de la epopeya pero que tratan materias muy variadas, y suelen ser obras pioneras en varias disciplinas, incluyendo etnografía, antropología, geografía, relaciones de viajes, biografías e historia. La dificultad en cuanto a la selección de obras atendiendo a su materia se hizo patente desde el primer momento. A pesar de que los intentos de definiciones del género y de que las historias de literatura son muy útiles no ofrecen una lista exhaustiva con todas las obras que pertenecen al género “crónicas de Indias”, sino que ilustran solo algunos ejemplos que conforman el canon literario, o el conjunto de obras consideradas esenciales del género. Por otro lado, las fuentes sobre la historiografía e historiadores de la época incluyen muchas obras de historiografía que no podemos considerar solo como crónicas. Para dar unos ejemplos, está claro que la obra Historia natural y moral de José de Acosta67 es una crónica, pero 66 Gaspar Pérez de Villagrá, Historia de la Nueva México, Alcalá de Henares, Luis Martínez Grande, 1610. El poeta-soldado Gaspar Pérez de Villagrá es originario de Puebla de los Ángeles México. En 1555, cuenta en su obra los hechos de la conquista de Nuevo México. Es un escritor que pertenece a varios países porque nació en Nueva España, estudió en Salamanca y es autor de un poema sobre el nuevo México. Por eso, es un autor importante para las historias literarias de México, España y Estados Unidos. Fue testigo de lo narrado y su poema cuenta más la verdad histórica que la verdad poética. Su obra se puede considerar como la primera historia de Nuevo México, aunque hubo antecedentes escritos sobre estas tierras, por ejemplo, Alvar Núñez Cabeza de Vaca, entre otros. Su obra no es muy conocida, pero ha servido de fuente documental como testimonio histórico. Sin embargo, poco se ha escrito de su dimensión literaria. El poema de Villagrá trata sobre la expedición del conquistador Don Juan de Oñate a la región de Nuevo México en los años finales del siglo XVI. El poema incluye tres documentos de archivo en prosa que sirven de estructura histórica ya que el texto poético expone los acontecimientos siguiendo la tradición literaria. En este texto la relación entre poesía y la historia es muy fluida. 67 José de Acosta, Historia natural y moral de las Indias, Sevilla, Juan de León, [1590]. 62 también es una obra de etnografía y antropología, ofreciendo conjeturas sobre el origen de “los indios” y hablando sobre sus ritos, idiomas, etcétera. También es una obra de ciencia natural, que se ocupa de describir las plantas y sus utilizaciones. Sin embargo, no todas las crónicas poseen esa mezcla de temas y naturaleza híbrida; así, se pueden encontrar textos que son más bien biografías de personas importantes o un estudio sociológico de los Incas como los Comentarios reales de Garcilaso de la Vega68 Ahora bien, si consideramos como integrantes del género a algunas crónicas que tienen solo algunas de características relacionadas con el periodo de producción o el referente, es posible encontrar alguna obra que no encaja dentro del amplio cajón de sastre en que ha devenido el género crónica de Indias. Por ejemplo, existen dos casos: las obras de Nicolás Monardes69 sobre las plantas medicinales de las Américas o el Túmulo Imperial de la gran ciudad de México de Francisco Cervantes de Salazar70, impreso en México en 1560 y el cual describe un templo. Una de las características propias de algunos géneros paraliterarios es la interpolación de narraciones mezcladas con la historiografía. Este rasgo se manifestaba en los relatos de viajes del medioevo, por ejemplo, la obra de Juan de Mendeville. Las hagiografías, muy populares durante la Edad Media, también recurren a la anécdota que se extendieron también a la crónica indiana. La posible causa de la abundancia de la interpolación es el deslumbramiento temático ante la inmensidad de la nueva realidad americana. Así, las crónicas, a pesar de su diversidad textual y discursiva, presentan rasgos estructurales comunes como el pacto referencial (contrato de información), el eje cronología/topología y la dimensión ilocutoria del lenguaje (la pragmática del acto de habla ligada al conocimiento de la intención del enunciador por parte del enunciatario.) La influencia de la literatura imperante en la época de producción de estos textos está siempre presente. La relación con las novelas de caballerías es un punto de referencia externo. En su Historia general y natural de las Indias, Gonzalo Fernández de Oviedo expresa la 68 Inca Garcilaso de la Vega, Comentarios reales de los Incas, Lisboa, Pedro Craesbeeck, [1609]. 69 Nicolás Monardes. Dos libros: el uno trata de todas las cosas que traen de nuestras Indias Occidentales, que siruen al uso de Medicina, Sevilla, Sebastián Trujillo, [1565] 70 Francisco Cervante de Salazar, Tumulo Imperial de la gran ciudad de Mexico, Por Antonio de Espinosa, [1560]. Este autor también escribió una crónica de Indias, pero no llegó a ser publicada hasta el siglo XX, el libro es: Crónica de la Nueva España. Madrid: Hispanic Society of America, [1914]. 63 inquietud de que su obra no se relacione con la literatura de caballerías: “pues no cuento los disparates de los libros de Amadís ni los que de ellos dependen”. Oviedo también fue autor de una novela de caballería: Don Claribalte71 y quizá temía que su obra no ficticia se confundiese. Sin embargo, cuando da comienzo a su crónica, afirma la “lectura de cosas nunca oídas ni vistas”. Irving Leonard en Los libros del conquistador72 plantea la hipótesis de que los populares libros de caballerías influyen en la visión de los conquistadores y cronistas. Y también, al contrario. Las sergas del muy esforzado caballero Esplandián [1510] fue uno de los libros más leídos de su época, tanto en Europa como en el llamado «Nuevo Mundo». Garci Rodríguez de Montalvo adapta el género caballeresco con esta primera continuación del Amadís para elaborar una obra propagandística que apoya la ideología de los Reyes Católicos en la unificación de la Península Ibérica y en su empresa de conquista cristiana del Mediterráneo y, eventualmente, de las Américas. Esta obra refleja la transición del mundo medieval al mundo renacentista al elaborar un nuevo modelo que propone la transformación del caballero andante feudal en un caballero cristiano leal a una monarquía católica. Destaca la influencia del Diario de Colón en la creación de la reina Calafia en los últimos capítulos de Las sergas y su influencia en el pensamiento de los conquistadores y en la onomástica del Nuevo Mundo. Es decir, que algunos libros de caballerías también toman referencias de las crónicas y cartas, en este caso de Colón. Irving Leonard es el primero en sugerir esta interrelación al encontrar que el episodio de las amazonas de Las Sergas está inspirado en una mención de Colón de la “Carta del descubrimiento” que a su vez estaba tomada del relato de Marco Polo. La realidad que a los cronistas les tocaba describir era tan fantástica, novedosa y compleja que muchas veces se acercaba a la ficción de las novelas de caballerías. Por eso, los cronistas intentaban dejar claro a sus lectores que lo que relataba era real y verdadero, pero para transmitir esa visión, a veces necesitaban acercarse a las técnicas narrativas de la ficción y otras poner distancia para asegurar la veracidad de los hechos relatados. La comparación de sus obras con la ficción imperante en la época era inevitable. En Los libros del conquistador Irving Leonard analiza detalladamente esa interrelación, 71 El título original de la obra es Libro del muy esforzado e invencible caballero de la Fortuna propiamente llamado Don Claribalte, publicado por primera vez en Valencia en 1519 y reimpreso en Sevilla en 1545. La Real Academia Española la reeditó en una edición facsimilar en 1956. 72 Irving A. Leonard, Los libros del conquistador, México, F.C.E. 1959. https://es.wikipedia.org/wiki/Valencia https://es.wikipedia.org/wiki/Sevilla https://es.wikipedia.org/wiki/Real_Academia_Espa%C3%B1ola 64 sobre todo en la obra de Bernal Díaz del Castillo. Por otra parte, la referencia a “lo visto y real” era ya un tópico de muchos libros de viajes. El género crónica intentaba reflejar la desbordante realidad del nuevo continente, y a menudo, en las obras que buscaban ser “reflejo fiel de la realidad” y huir de los engaños de la ficción, se colaban técnicas ficcionales muy llamativas como la ficcionalización del hablante y del receptor, la dramatización del diálogo, ficcionalización del espacio (América como paraíso o infierno), juegos con la temporalidad, analepsis y prolepsis, y sobre todo, la gran importancia del relato intercalado. La crónica indiana nace a la par de la novela moderna y comparte con esta muchas características. 65 CAPÍTULO III: ASPECTOS, CUESTIONES Y PROBLEMAS DE LA CRÓNICA INDIANA 66 Al abordar temas relacionados con las crónicas de Indias –los escritos sobre el descubrimiento y la conquista de América- se plantean diferentes problemas, ya sean de carácter genérico, literario, histórico, tipológico o textual, de intencionalidad, de confrontación cultural, etcétera. En cuanto a la génesis de la crónica indiana se debe tener en cuenta que los primeros escritores pertenecían todavía a la Edad Media, y durante esta época las crónicas constituían uno de los géneros más utilizados. La línea temporal de estos textos servía para fijar el “ahora” de la historia. El objetivo de la crónica indiana era común: informar sobre las historias acontecidas en un pueblo. Un problema básico es dilucidar el carácter literario o no, de las crónicas, textos unidos por una parte a la historia, mientras que en el aspecto textual al entremezclarse a qué tipo de discursos pertenecen los textos de cada una de las crónicas indianas. Una de las soluciones que se da a ambas cuestiones es considerar este tipo de textos como crónicas literarias y organizarlas en periodos literarios, cosa que hacen la gran mayoría de los historiadores literarios73. Una característica inherente al género radica en la gran cantidad de crónicas que se escribieron durante un relativo, aunque bastante amplio marco temporal, lo cual da lugar la superproducción textual. Eran tantas las crónicas y tan variadas que ya en el siglo XVI existía un catálogo escrito por Alonso de Zorita (1512 –1556) titulado Catálogo de los autores que han escrito historias de Indias. Unido a lo anterior hay que tener en cuenta también la superposiciones textuales, ya que muchos cronistas recuentan lo antes contado, insertan en sus crónicas textos de otros autores, o descaradamente copian textos ajenos. La variedad de superposición es amplia: existen varias versiones de una misma situación histórica: ya sea glosada, parafraseada o plagiada, lo ajeno se entreteje con lo propio, a veces de manera inextricable. Un ejemplo lo encontramos en la Historia general de las Indias de Fernández de Oviedo que incluye la relación Descubrimiento del río Amazonas de fray Gaspar de Carvajal. Otro ejemplo, que une ambas características, la superproducción y la “superposición” textual, es el relato de la búsqueda de El Dorado. El cronista de esta expedición fue Francisco Vázquez74 autor de El Dorado. Crónica de la expedición de Pedro 73 Seguimos la periodización propuesta por el profesor Anderson Imbert en su Historia de la literatura hispanoamericana, México, F.C. E, 1979. 74 Francisco Vázquez, El Dorado, Introducción de Javier Ortiz de la Tabla, Madrid, Alianza, 1989, pp. 34-35. 67 de Ursua y Lope de Aguirre, con el título original de Relación de todo lo que sucedió en la jornada de Amagua y Dorado, que fue a descubrir el gobernador Pedro de Ursua, con poderes y comisiones que le dio el Virrey Marqués de Cañete Presidente de Perú. Tratase, asimismo, del alzamiento de Don Fernando de Guzmán y Lope de Aguirre y otros tiranos. Este cruel y espectacular episodio histórico75 ha desencadenado una inmensa cantidad de crónicas y relaciones por parte de los implicados en ella. Los marañones, es decir, los expedicionarios a El Dorado, escribieron un gran número de crónicas sobre esta aventura, cada cual pensando que sería la más exacta, completa y verdadera. Más tarde otros escritores, no marañones, también escribieron sobre el tema, pero estos textos son más fantasiosos. Las crónicas escritas por los marañones son mucho más realistas, tal vez por lo inmediato de la redacción y por el hecho de haber vivido los acontecimientos personalmente. La expedición de Ursúa al Dorado y la rebelión de Lope de Aguirre es la tesis doctoral del profesor Emiliano Jos76 que investigó en el Archivo General de Indias y encontró numerosos manuscritos sobre este fantástico viaje que no se habían publicado (algunos de estos textos tienen publicación 75La fantástica empresa que tuvo como protagonista a Lope de Aguirre comenzó en Perú en el año 1559, y fue autorizada por el Virrey marqués de Cañete. La expedición a Omagua y El Dorado se encontraba a cargo de Pedro de Ursúa. Fue desastrosa desde sus inicios. Contra el capitán Ursúa se levantaron primero don Fernando de Guzmán y luego Lope de Aguirre, quien ya como jefe se convirtió en un tirano implacable, que mató a muchas personas, y hasta desafió al Rey por medio de una famosa carta donde renegaba de la autoridad real y amenazaba con conquistar Perú. “Rey Felipe, Natural español, hijo de Carlos, invencible”, comenzaba la carta al monarca español, luego añadía: “He salido con mis compañeros de tu obediencia y desnaturizándonos de nuestra tierra, que es España, voy a hacerte la más cruda guerra que nuestras fuerzas pudieran sustentar y sufrir (…). Por cierto lo tengo que vais pocos reyes al infierno porque sois pocos; que si muchos fuésedes, ninguno podría ir al cielo, porque creo que allí seríades peores que Lucifer, según tenéis hambre y ambición de hartaros de sangre humana…” Francisco Vázquez es el cronista de la búsqueda de una ciudad de oro. La persecución del mito dorado terminaría en un desastre, con la muerte de muchos soldados a manos del tirano Lope de Aguirre, un hombre antimonárquico y ateo. La expedición fue muy complicada, nunca se encuentró oro, muchos expedicionarios intentaron huir, los cuales fueron ahorcados frente a los compañeros, o sometidos a humillaciones públicas. Al fin lograron escaparse algunos de los partidarios del tirano, y consiguieron atraparlo “...y el tirano con harto dolor y tristeza los miraba como se le iban (...) y viéndose solo sin ninguno de sus marañones, desesperado, revestido el demonio en él, hizo una crueldad mayor que todas las demás, que fue dar de puñaladas a una sola hija que traía en el campo mestiza y muy hermosa, que se miraba en ella, y cuando la mató, dijo que lo hacía porque no se quedase en el campo y la llamasen hija del tirano entre sus enemigos (...) y que mejor era que habiendo él de morir no quedase ella viva para ser puta de todos.” (p. 164.). Este hombre en solo cinco meses y cinco días siembra el terror, “habiendo muerto más de 60 hombres, y entre ellos dos frailes, un clérigo y cuatro mujeres con sus hijas. Dijo tres días antes de su muerte estas palabras: “si yo tengo de ser desbaratado en esta gobernación de Venezuela, ni creo en la fe de Dios ni en la secta de Mahoma ni Lutero ni la gentilidad, ni tengo que hay más de nacer y morir. Murió descomulgado sin arrepentimiento, y de muchas excomuniones reservadas a Su Santidad, por donde se puede colegir cual estaría su alma.” (p. 167) 76 Emiliano Jos Pérez. La expedición de Ursúa al Dorado, la rebelión de Lope de Aguirre y el itinerario de los Marañones, según los documentos del Archivo de Indias y varios manuscritos inéditos. Huesca. Imprenta V. Campo. 1927. Se puede consultar online en: http://1886.u-bordeaux-montaigne.fr/items/show/7417 68 reciente como la obra de Pedrarias de Almesto en 2012). Llama la atención la gran cantidad de textos sobre este tema en particular. Quizás los marañones a través de la escritura querían desvincularse de la actuación de Lope de Aguirre. Además de Francisco Vázquez, cuya obra hemos nombrado antes, Emiliano Jos señala también los siguientes manuscritos sobre El Dorado: 1. Relación verdadera de todo lo que sucedió en la Jornada de Amagua y Dorado. De Pedrarias de Almesto. 2. Relación de lo que sucedió en la jornada que le fue encargada al gobernador Pedro de Ursua que se dezía el Dorado y las muertes y daños que en ella uvo después que los tiranos lo mataron al dicho gobernador. De Pedrarias de Almesto. 3. Relación breve fecha por Pedro de Monguia... de lo más sustancial... de la jornada del Gobernador Orsua... e del alzamiento de Lope de Aguirre. De Pedro de Munguia. 4. Relación muy verdadera de todo lo sucedido en el río Marañón en la provincia del Dorado. De Gonzalo de Zúniga. 5. Jornada del Río Marañón de Toribio de Ortiguera. 6. Esta es parte de una relación de un tirano que se dize Lope de Aguirre y no va entera porque no ubo lugar. En el texto se dice hijo de Juan Pérez de Usanos, Guadalajara. 7. Relación muy berdadera que trata de todo lo que acaeció en la entrada de Pedro de Orsua en el descubrimiento del Dorado y Amagua y de la rebelión de don Hernando de Guzmán y del muy cruel tirano Lope de Aguirre. Anónima. 8. Relación de todo lo sucedido en la governación de Omagua que por otro nombre se llama el Dorado des que fue encargada a Pedro de Ursua. Anónima. 9. Carta – Relación de Juan Vargas Zapata. 10. El Marañón de Diego de Aguilar y Córdoba. 11. Relación de la jornada del Dorado. Del Capitán Altamirano 69 El problema que aparece con la clasificación de la crónica indiana radica en la gran cantidad de textos que se incluyen dentro de la denominación genérica. Existen, sin embargo, características comunes, como el referente como ya se señaló con anterioridad. Walter Mignolo añade al referente un segundo criterio que denomina cronológico-ideológico. Según señala Mignolo, la cronología coincide con la etapa de descubrimiento y conquista desde El Diario de a bordo de Cristóbal Colón hasta la obra de J. B. Muñoz. Historia del Nuevo Mundo (1798)77, o sea con la época de la Colonia. Respecto con el criterio ideológico, este autor indica que relaciona con el cambio de nomenclatura del territorio conquistado. Pasa de llamarse Indias o Nuevo Mundo a denominarse América, aspecto que coincide con la independencia de los territorios coloniales y, por tanto, con el inicio de las literaturas nacionales de cada incipiente país. Para analizar la gran producción de las crónicas de Indias debemos tener en cuenta también un factor importante, y es que, en general, estos textos han sido elaborados para informar a la Corona Española acerca de los descubrimientos y toma de posesiones en las nuevas tierras. Son informes para el gobierno sobre riqueza, organización y descripción. Por eso, están destinados a cumplir una obligación, nunca pensados como futuros libros. Sin embargo, la cultura los ha convertido en textos literarios, y existen historiadores de la literatura que los consideran los primeros inicios de la literatura hispanoamericana. Si los textos de las crónicas de Indias pertenecen a la literatura y a la historiografía no se debe a la intención de escritura de los autores de estas (Colón nunca pretendió hacer literatura y menos historia) sino porque hubo un cambio epistemológico que mezcla la literatura con la historia y más adelante el deseo de encontrar en esos textos las claves de un importante período de la historia de América. III.1 Las cartas relatorias Las cartas relatorias se separan de las cartas consideradas meros documentos, pues el adjetivo ‘relatorias’ indica que relatan los hechos sucedidos durante el descubrimiento. Por 77 Es la cronología marcada por Walter Mignolo en “Cartas, crónicas y relaciones del descubrimiento y la conquista”, Op.cit. Anderson Imbert, en cambio propone otros autores, pero ya no se refiere específicamente a la crónica. 70 un lado, la carta se encuentra inscrita como práctica verbal en el nivel primario, pero si tenemos en cuenta el género epistolar, muy común en la Edad Media, esta se constituye como tipo discursivo del nivel secundario. En el caso de las cartas que escribían los conquistadores las mismas funcionan como medio de comunicación entre ellos y los receptores, en este caso los reyes. Estamos así en el nivel primario, que más tarde pasará a tener el nivel secundario cuando formen parte esos textos de la literatura y de la historia. La extensión de las cartas de Colón, relativamente reducida, nos permite observar las diferencias existentes entre los textos del descubrimiento y los textos de la conquista, que más allá del tema, se reflejan en la extensión de los mismos. En el caso de las cartas de Colón podemos observar que su nivel es primordialmente primario: es un medio que permite la comunicación con los reyes que no están co-presentes en el acto verbal. Además, las cartas y los diarios de Colón son el resultado del deber y de la obligación de comunicar lo hallado a los reyes, y es por ello que en sus escritos no se evidencian aspectos marcadamente literarios, sino más bien cognitivos. En sus textos las descripciones, ejercicio típicamente literario, son de poca extensión y repetitivas, y en ellas interfiere el objetivo principal del descubridor de América: las expectativas de encontrar oro y especias. A pesar de esa “falta de estilo” las cartas y diarios de Colón destaca siempre hiperbólicamente las características positivas del hombre de las Indias – lo cual ayudó a conformar el mito del buen salvaje- y los intentos de transmitir lo “nuevo” que presentaba la tierra descubierta mediante moldes antiguos y comparaciones con lo “conocido”. Las cartas relatorias son los primeros textos surgidos de la acción emprendida por la Corona Española. La abundancia de todo tipo de crónicas y de cronistas tiene estrecha relación con la obligación impuesta por los reyes de que se escriba todo lo que acontece en las nuevas tierras. Walter Mignolo cita ejemplos que indican lo deseado por los Reyes, quienes en una carta dirigida a Colón le ordenan: “...facer memorias de todas las dichas islas, y de la gente que en ellas hay y de la calidad que son, para que de todo nos traigas entera relación.”78 Colón fue el primero en describir la tierra descubierta, y al no tener modelos anteriores para hacerlo sigue pautas asumidas por el imaginario colectivo. Por ello, careciendo de un 78 Citado por Walter Mignolo, Op.Cit, p. 59. 71 lenguaje específico, opta por describir lo nuevo comparándolo con lo ya conocido. Enrique Anderson Imbert afirma: […] al leer el relato de Colón los europeos confirmaron viejos sueños utópicos y pudieron dar sustancia a dos de los grandes temas renacentistas: el hombre natural, feliz y virtuoso, y la naturaleza, pródiga como un paraíso. Sin embargo, en el fondo de los paisajes más vívidos de Colón no había una visión directa de América, sino el reflejo, como de nubes en un lago quieto, de figuras literarias tradicionales. Colón se movía con los impulsos descubridores de un hombre del Renacimiento, pero su mente era de temple medieval. Aunque no fuera letrado toda una literatura de viajes reales o imaginarios, de mitos, romances y cuentos populares se le había deslizado al alma y desde allí coloreaba y transfiguraba la realidad americana (...) También la constante comparación con Europa nubló su percepción de las singularidades de América; y la lengua se puso a clasificar los objetos nuevos en categorías europeas. No describía por afán de describir, según harán algunos de los conquistadores que vengan. Inventariaba... 79 El uso de modelos literarios típicos de la Edad Media por parte de los cronistas hace que el texto resultante adquiera un doble sentido. Por un lado, la estructura y por otro, como transmisor de las obsesiones personales de cada autor. Por ejemplo, se advierte en todos los escritos de Colón que lo principal era descubrir, conquistar y encontrar oro. Una intencionalidad y una obligación administrativa que tenía que cumplir, ya que hizo un viaje comercial y tenía que informar a su inversor. Sabía que los reyes y otras personas deseaban tener noticias precisas sobre todo lo que ocurriera en esos viajes subvencionados por la Corona, y por ello escribía, para cumplir con una obligación. Todo lo contrario ocurría con Alonso de Ercilla, autor de La Araucana, quien sí recurre a los modelos literarios para dejar una marca poética. Ercilla también sabe que hay muchos lectores esperando leer crónicas, en su prólogo afirma que tiene miedo de publicar su obra pero que “... considerando ser la historia verdadera y de cosas de guerra, a las cuales hay tantos aficionados, me he resuelto en imprimirla (...)”80 En El diario de a bordo81 Colón plasma sus obsesiones personales en las que se observan dos direcciones que, aunque son consideradas las más literarias, no se pueden considerar estrictamente literatura. Por un lado, en su diario de navegación describe el paisaje, los animales y las plantas, comparándolas con lo conocido de Europa y con un claro 79 Enrique Anderson Imbert, Op.cit., pp. 18–19. 80 Alonso de Ercilla, La Araucana, Buenos Aires, Editorial Kapelusz, 1974, pág. 39. 81 Cristóbal Colón, Op.cit., pág. 34. 72 deseo de aumentar el valor de las tierras descubiertas; por otro relaciona todo con la imaginería típica de la Edad Media: los mitos y sobre todo lo religioso, que lo lleva a pensar que esas tierras son el Paraíso Perdido. Esas obsesiones van unidas a sus intereses subjetivos: descubrir valiosas tierras, hallar en ellas abundantes riquezas tanto en especias como en oro. En realidad, Colón halló bellos paisajes, pero sin metales preciosos, poblada por pobre gente desnuda. En su afán de aumentar la valía de las tierras tejió dos ideas que harán fortuna: América como “tierra de abundancia” y los indios como “nobles salvajes”, es decir como gente sencilla, feliz y virtuosa. Al describir el paisaje paradisíaco, casi un locus amoenus, por medio de monótonas hipérboles reiterativas para subrayar las expresiones superlativas referidas a cantidad, variedad y bellezas, esconde un gran desencanto. Ni tierra firme, ni Catay, ni grandes señores, nada de los que anhelaba encontró Colón, y por ello en su español de escasos matices, realzó cuanto pudo el valor de aquellas islas y de su paisaje. Luego de describir la vegetación infinita y abundante, se dedica al hombre americano. Colón subraya ciertos rasgos de los indígenas como la desnudez, la belleza física, la ausencia de malicia, el hablar dulce y la falta de codicia. Con esta descripción contribuyó al mito del “buen salvaje”. Con esta imagen benévola de los indígenas realza el valor del descubrimiento. en su Diario de a bordo, el 25 de diciembre anota: «El, con todo el pueblo, lloraban tanto, dice el Almirante, son gente de amor y sin codicia y convenibles para toda cosa, que certifico a Vuestras Altezas que en el mundo creo que no hay mejor gente ni mejor tierra: ellos aman a sus prójimos como a sí mismos y tienen una habla la más dulce del mundo, y mansa y siempre con risa. Ellos andan desnudos, hombres y mujeres, como sus madres los parieron, mas crean Vuestras Altezas que entre sí tienen costumbres muy buenas, y el rey muy maravilloso estado, de una cierta manera tan continente que es placer de verlo todo, y la memoria que tienen, y todo quieren ver, y preguntaban qué es y para qué» Todo esto dice así el almirante.82 Con el descubrimiento del Nuevo Mundo renació el ideal utópico. Colón con su esquemática síntesis de la tierra abundante y el buen salvaje había abierto el camino. El almirante en su escritura demuestra fe en sus hallazgos, describiendo un paisaje donde se suceden las imágenes paradisíacas. Covadonga López Alonso analiza la representación 82 Cristóbal Colón, Op.cit., p. 119. 73 espacial presente en el Diario del Almirante y a partir de los ejes marcados por los verbos del comienzo de su texto, resalta la siguiente frase “era el camino para” y añade: Esta apertura inaugura, desde las primeras líneas, una lógica interna entre el narrador y el espacio tiempo; ese Nuevo Mundo que va a descubrir tiene como sistema y eje de referencia un actor que establece una relación estrecha entre su visión egocéntrica del mundo y la capacidad prospectiva de una dimensión inédita.83 El nuevo espacio descubierto era inédito, como sostiene Covadonga López Alonso, por eso lo describe comparándolo con regiones de España en tiempos de primavera, con los árboles sucede lo mismo “había gran cantidad de palmas de otra manera que las de Guinea y de las nuestras, de una estatura mediana y sin aquellas camisas y las hojas muy grandes, con las cuales cobijan las casas...”84 También describe animales y frutos “(…) en una de las cuales (casas) halló un perro que nunca ladró. Esas tierras son muy fértiles, ellos las tienen llenas de mames, que son como zanahorias, que tienen sabor de castañas, y tienen faxones y habas muy diversas de las nuestras.85 Algunas veces el paisaje se torna casi un locus amoenus, tópico propio de la época, un lugar común de uso general que demostraba cultura, reconocimiento y productividad, este tópico continúa en progresión hasta terminar convertido en el Paraíso Terrenal. Extraemos varios fragmentos de las descripciones del paisaje, los números de páginas se indican entre paréntesis: porque vi este cabo de allá tan verde y tan hermoso, así como todas las otras cosas y tierras de estas islas que yo no sé adónde me vaya primero, ni se me cansan los ojos de ver tan hermosas verduras y tan diversas de las nuestras, y aún creo que ha en ellas muchas hierbas y muchos árboles que valen mucho en España para tinturas y para medicinas de especiería, mas yo no los conozco, de que llevo grande pena. Y llegando yo aquí a este cabo, vino el olor tan bueno y suave de flores o árboles de la tierra, que era la cosa más dulce del mundo. (43) Aquí es unas grandes lagunas, y sobre ellas y a la rueda es el arboleado en maravilla, y aquí y en toda la isla son todos verdes y las hierbas como el abril en el Andalucía; y el cantar de los pajaritos, que parece que el hombre nunca se querría partir de aquí, y las manadas de los papagayos que oscurecen el sol; y aves y pajaritos de tantas maneras y tan diversas de las nuestras que es maravilla. Y después hay árboles de mil maneras y todos dan de su manera fruto, y todos huelen que es maravilla... (44 – 45) 83 Covadonga López Alonso, “Viaje y representación espacial” en Compás de Letras, N°7, Madrid, UCM, diciembre de 1995, pág.5. 84 Cristóbal Colón, Op.cit., “Domingo 28 de octubre” pp. 49-50. 85 Cristóbal Colón, Op.cit., p. 57. 74 Dice maravillas de la lindeza de la tierra y de los árboles, donde hay pinos y palmas, y de la grande vega (...) la más hermosa cosa del mundo, y salen por ella muchas riberas de aguas que descienden de estas montañas. (77) Concluyendo, dice el Almirante que bien dijeron los sacros teólogos y los sabios filósofos que el Paraíso Terrenal está en el fin de Oriente, porque, es lugar temperadísimo. Así que aquellas tierras que agora él había descubierto, es –dice él- el fin del Oriente. (163)86 Visión idílica, plagada de fantasías provenientes de la Biblia. Eric Auerbach recalca en Mímesis87 la importancia y autoridad, tanto formal como ética, que imponían la Biblia y los textos hagiográficos, considerados como libros de historia. A cada momento el Almirante cree ver señales divinas Esto fijó en la fantasía europea una imagen idílica que perduraría para siempre. En el siglo XVIII desde Rousseau hasta Chateaubriand desarrollarían el mito del buen salvaje y de la naturaleza americana, temas iniciados por Colón. Las cartas y diarios de Colón son los informes de su empresa, tanto política como comercial y reflejan sus obsesiones personales y la influencia de los mitos, lo cual indica que sus escritos son el resultado de un acto secundario: escribir, siendo el primero descubrir y conquistar. Estos textos pragmáticos se encuentran marcados por la intencionalidad del sujeto. III.2 Las relaciones de Indias. Otro grupo de textos son las relaciones de la conquista y de la colonización. Se distinguen también por los rasgos pragmáticos y organizativos y se diferencian de las cartas, los diarios y las crónicas. Su disposición tiene que ver con un esquema fijo relacionado con una serie de preguntas confeccionadas por el Consejo de Indias, sin embargo, no todas las relaciones siguen estrictamente el esquema prefijado. Relación según el Diccionario de Autoridades significa “narración o informe que se hace de alguna cosa que sucedió” y es el vocablo castellano correspondiente a relatio y narratio. Así, por un lado, corresponde al relato actual, pero en el contexto de las relaciones de la conquista y la colonización el sentido que adquieren tiene que ver con un informe pedido por la Corona. 86 Cristóbal Colón, Op.cit., pp. 43, 44, 45, 77, 163. 87 Eric Auerbach, Mímesis, Madrid, F. C. E., 1983. 75 Con respecto al último sentido indicado existen dos períodos bien diferenciados la elaboración de relaciones: 1) el período no oficial que comprende los años 1505 a 1574. 2) El período oficial, posterior a 1574 donde los libros se rigen por un principio organizativo cuya base es el cuestionario oficial. Para el desarrollo de este trabajo nos interesa el primer período, donde se comienza con el pedido de informes, pero todavía no de manera oficial. Los Reyes en una carta que le envían a Colón le piden informes para conocer aspectos sobre las islas, las tierras que encuentre, etcétera, aunque sin emplear el término relación. Pero ya en la carta que los reyes le envían a Colón con motivo de su cuarto viaje, aparece una orden explícita y el término relación: “Y habéis de informarnos del grandor de las dichas islas, e facer memoria de todas las dichas islas y de la gente que en ellas hay y de la calidad que son para que de todo nos traigáis entera relación.”88 A partir de esa carta comienzan las relaciones. La que nos ocupa en este estudio es la Relación del nuevo descubrimiento del famoso río Grande de las Amazonas escrito por el fraile dominico Gaspar de Carvajal. Todas las relaciones se organizan siguiendo unas pautas detalladas sobre la gente que habitaba las tierras descubiertas, el terreno, las islas y ríos, frutos, árboles, especias, idiomas y costumbres del lugar. Gaspar de Carvajal es el cronista encargado de escribir todo lo sucedido en el viaje emprendido por Francisco de Orellana89. El relato resultante es una obra 88 Fernández de Navarrete, Colección de los viages y descubrimientos que hicieron por mar los españoles desde fines del siglo XV, Vol I, Buenos Aires, Guaranía, 1845, p. 401. 89. Francisco de Orellana (Trujillo, España, 1511 - Amazonas, 1546) fue un explorador y conquistador español, que descubridor de la selva amazónica y fue el primer navegante del Amazonas. Era pariente de Pizarro y cuando se enteró de que este estaba organizando una expedición al País de la Canela, Orellana se ofreció a acompañarlo, pero cuando llegó a Quito se enteró de que Pizarro ya había partido, dejando el encargo de que siguiera sus pasos. Cuando llegó al campamento, no había árboles de canela ni comida. Construyeron un bergantín para pedir ayuda. No la encontraron. Los hombres de Orellana no quisieron remontar el río para encontrarse con Pizarro como habían acordado. Transcurrido un mes y puesto que no había noticias de Gonzalo Pizarro, los exploradores embarcaron de nuevo y descubrieron el Amazonas, al que bautizaron con este nombre después de tener un sorprendente encuentro con las legendarias mujeres guerreras. Puesto que se desvanecía toda esperanza de reunirse con Gonzalo Pizarro, verdadero jefe de la expedición, Orellana fue elegido de forma unánime capitán del grupo. Se decidió construir un nuevo bergantín, al que se puso por nombre Victoria, y continuar por el río hasta mar abierto. Francisco de Orellana regresó a España en mayo de 1543, y tuvo que responder ante el Consejo de Indias de las acusaciones formuladas contra él por Gonzalo Pizarro. Los cargos de abandono, alzamiento y traición fueron desestimados. Al año siguiente fue nombrado adelantado de la Nueva Andalucía y firmó con el príncipe Felipe las capitulaciones para una nueva expedición al Amazonas que no terminó bien. Murió en algún punto de la selva, consumido por las fiebres. 76 célebre de la exploración de América del Sur hecha por los españoles en el siglo XVI. El descubrimiento de esa importante zona se llevó a cabo por casualidad, pues lo que en realidad se buscaba era el “País de la Canela”. La Relación de Fray Gaspar de Carvajal es el único documento que se conserva del emprendimiento capitaneado por Francisco de Orellana. Abarca desde diciembre de 1541 al 11 de septiembre de 1542. Si bien el relato contiene grandes proezas y aventuras, está escrito con simplicidad. La geografía de la zona explorada comprende la región oriental de Quito, donde se encuentran las montañas andinas que se extienden hasta las grandes selvas amazónicas, hoy aun poco exploradas. Con total normalidad y con un estilo simple, sin excesivos adornos, Carvajal relata grandes e increíbles aventuras, que van desde la visión de edificios fabulosos, costumbres, animales y frutos novedosos. Entre lo más interesante de su relación sobresale la historia de un fantástico pájaro que advertía de los peligros a los conquistadores: Estando en esto nos acaeció una cosa no poco de maravillar, y es que se puso una ave sobre un roble, la cual nunca vimos y comenzó a decir a muy gran priesa “huid”, y esto dijo muchas veces, y decíalo tan claro y distintamente como uno de nosotros lo podía decir. Esta ave nos siguió más de mil leguas y vino con nosotros, y cuando estábamos cerca de poblado, en amaneciendo, cuando queríamos comenzar a caminar, nos lo manifestaba diciendo “buhio”, que quiere decir casas, y era tan cierta, que era cosa maravillosa y fue mucha parte para que no nos hicieran daño, porque íbamos sobre aviso.90 Carvajal también describe un extraño edificio encontrado en medio de la selva amazónica: En este pueblo estaba una plaza muy grande y en medio de la plaza estaba un tablón muy grande de diez pies en cuadra, figurada y labrada de rel e una cibdad murada con su cerca y con una puerta: a esta puerta estaban dos torres muy altas de cabo con sus ventanas, y cada torre tenía una puerta frontera la una de la otra, y a cada puerta estaban dos columnas, y toda esta obra estaba cargada sobre dos leones muy feroces (...) los cuales tenían con los brazos y las uñas toda la obra (...), y, en fin, el edificio era cosa de mucho ver, y el capitán y todos nosotros, espantados de tan (gran) cosa, preguntó a un indio que aquí se tomó qué era aquello...91 90 Carvajal, Gaspar de, Relación del nuevo descubrimiento del Río Grande de las Amazonas, México FCE. 1955, pág. 109 91 Gaspar de Carvajal, Op.cit., pág. 86. 77 Pero sin lugar a duda, lo más importante en su relación es la historia de las fantásticas mujeres guerreras. Carvajal escuchó historias a partir de las declaraciones de algunos indios que traían oro, para él relacionadas con las Amazonas griegas, así nace la leyenda: y veían con sus joyas y patenas de oro, y jamás el capitán consintió de tomar nada ni aun solamente mirarlo, porque los indios no entendieran que le teníamos en algo, y mientras más en esto nos descuidábamos más oro se echaban a cuestas. Aquí nos dieron noticia de las Amazonas y de la riqueza que abajo hay... 92 Más tarde ve a unas mujeres guerreando junto a unos hombres y cree que son las Amazonas: Quiero que sepan cuál fue la causa por qué estos indios se defendían de tal manera. Han de saber que ellos son sujetos y tributarios de las amazonas, y sabida nuestra venida, vanles a pedir socorro y vinieron hasta diez o doce, que éstas vimos nosotros, que andaban peleando delante de todos los indios como capitanas, y peleaban ellas tan animosamente que los indios no osaban volver las espadas, y al que la volvía delante de nosotros le mataban a palos, y esta es la causa por que los indios se defendían tanto. Estas mujeres son muy altas y blancas, y tienen muy largo el cabello y entrenzado, y son muy membrudas y andan en cueros, tapadas sus vergüenzas, con sus arcos y flechas en las manos, haciendo tanta guerra como diez indios; y en verdad que hubo mujer de éstas que metió un palmo de flecha por uno de los bergantines, y otras que menos, que parecían nuestros bergantines puerco espín. 93 Siempre insiste en que las intenciones del capitán y del resto de los aventureros es descubrir tierras y no quitar oro a los indios: También se halló en este pueblo oro y plata, pero como nuestra intención no era sino de comer y procurar como salvásemos las vidas y diésemos noticia de tan gran cosa, no curábamos ni se nos daba por ninguna riqueza. (82)94 La exageración se nota a veces, por ejemplo, entre las monótonas descripciones de batallas, Carvajal afirma que se preparaban para luchar “Cuando vienen más de diez mil indios por el agua y por la tierra”95. Al fin, luego de diversas penurias pueden encontrar el 92 Gaspar de Carvajal, op.cit., pág. 53 93 Gaspar de Carvajal, op.cit., pp. 97-98. 94 Gaspar de Carvajal, op.cit., pág. 82. 95 Gaspar de Carvajal, op.cit., pág. 76. 78 mar y liberarse: “Con este trabajo salimos por las bocas del dragón, que tales se pueden llamar para nosotros, porque por poco nos quedamos dentro. Salidos de esta cárcel...”96 Las relaciones se diferencian claramente de las cartas y de los diarios, pues las primeras siguen un modelo organizativo creado a partir de las instrucciones dadas por la Corona, y en ellas se pueden encontrar relatos y descripciones hechas ya, no por los adelantados, o gobernadores sino por hombres de letras, como se ha visto en la relación analizada. El aspecto pragmático de las relaciones reside en el hecho de ser escritas por hombres de letras, mientras que el aspecto sintáctico-semántico se basa en modelos formados por las necesidades del momento: describir las nuevas tierras descubiertas. III.3 Las crónicas de Indias Un tercer grupo de textos con características diferenciadas es aquel que lleva en su título la palabra “historia” y como sinónimo “crónica”. Sin embargo, ambos términos tienen significados diferentes. Historia proviene del griego ἱστορία y se emplea con el sentido de ver o formular preguntas a testigos. También adquiere el sentido de informe de lo visto o aprendido por medio de preguntas. Es importante destacar que el componente temporal no se enfoca dentro de esta definición, por lo tanto, durante los siglos XVI y XVII hispánicos el concepto de historia no estaba unido al componente temporal. La palabra crónica se utiliza para denominar el informe del pasado o del presente, estructurado por el componente temporal. Por eso se formaba como una lista de acontecimientos importantes organizada sobre la base de fechas. Durante el siglo XV los términos historia y crónica coexisten, y las crónicas se avecinan a la historia. Esto significa que se escribían crónicas no como un mero listado, sino como un discurso con estilo, y se unía lo temporal con la retórica; y las actividades que designan tanto a la crónica como a la historia, tienden a resumirse en la historia. A. García Berrio y J. Huerta Calvo, tratan el tema de los escritos retóricos de Cicerón, y recogen su división tipos de narración, aquí nos interesa la tercera, que se 96 Gaspar de Carvajal, op.cit., pág. 118. 79 subdivide en dos modalidades, la primera de ellas toca lo literario y se divide en tres categorías, la fábula, la historia, y el argumento. Sobre la historia, Cicerón escribe que pertenecen a ella los “hechos verdaderos, pero lejanos de nuestra edad.”97, mientras “Quintiliano concibe la historia como un género próximo a la Poesía.”98 Hacia el siglo XVI las crónicas van desapareciendo y son reemplazadas por la palabra historia, y este es el sentido que se emplea en los escritos de la conquista y la colonización titulados crónicas. Los escritores de historias de la conquista y la colonización no escriben, como en el caso de los autores de las cartas y de las relaciones de Indias, solo por la obligación de informar impuesta por la Corona, sino porque existe un fin que los impulsa a escribir. Este fin tiene dos niveles, uno filosófico y otro público. El nivel filosófico apunta a que la historia se ocupa de verdades particulares a diferencia de la poesía que lo hace de generalidades verosímiles. El fin público de la historia es el de la utilidad comunitaria. Los propósitos de los escritores pueden variar según los propósitos de cada escritor. Por ejemplo, el padre Las Casas en su Historia de las Indias expone sus causas en el prólogo, y a pesar de la sinonimia entre crónica e historia, cree en la función útil de la última, por eso, las personas que opten por escribir historias deben ser varones doctos y sabios. Francisco López de Gómara en dos de sus obras, Crónica de los Barbarrojas e Historia general de las Indias con todo el descubrimiento y cosas notables que han acaecido desde que se ganaron hasta el año 1551 expone sus opiniones sobre el significado de la historia. En la dedicatoria presente en Crónica de los Barbarrojas comenta las maneras de escribir historia, allí dice que “...es el común uso que todos tienen de escrebir, de la cual, para satisfacer al oyente, bastará relatar solamente las hazañas, guerras, victorias y desastres del capitán...”99, se nota a través de estas palabras que era ese el modelo discursivo predominante. A continuación, especifica que “... pues, no escribo vida, sino historia...”100 Puesto que titula a su obra Crónica y en la dedicatoria sostiene que escribe historia se nota que los términos funcionaban como sinónimos, sin embargo, se diferencian de escribir vidas. 97 A. García Berrio y J. Huerta Calvo, Los géneros literarios. Sistema e historia, Madrid, Cátedra, 1992, pág. 103. 98 A. García Berrio y J. Huerta Calvo, op.cit., pág. 104. 99 Francisco López de Gómara, Crónica de los Barbarrojas en Antología López de Gómara, T. I., Madrid, Ediciones Fe, 1945, pág. 33. 100 Francisco López de Gómara, op.cit., pág. 34. 80 Otra importante cuestión aparece cuando leemos el prólogo “A los leyentes” de la Historia General de las Indias. López de Gómara escribió sus textos desde España, al igual que otros, con esto surge la diferencia entre experiencia y la verdad en la historiografía indiana y la cuestión de que si la experiencia directa, ser testigo de los hechos, además de escribirlos simultáneos, garantiza la verdad en la crónica, y si esa verdad vale lo mismo cuando el cronista tiene testigos oculares, o usa simplemente documentos. Para López de Gómara lo necesario para justificar la verdad es el justo manejo de documentos y de testigos oculares: Para entender en estas historias he hecho gran diligencia y la hago todavía y haré de aquí adelante para poder de esto decir toda verdad, sin haber de fingir mentiras o virisimilitudines, como hacen los que no alcanzan lo verdadero de las historias y los que escriben cosas antiguas y allá del otro siglo. Muy dificultoso y muy trabajoso es saber la verdad, aun en la historia moderna, quanto más en la vieja: porque en la una hemos de acudir a lo antiguo y por ventura a lo olvidado, y en la otra tomar lengua y noticias de los que se hallaron presentes en las guerras y cosas de que tratamos, y aun a las veces de quien lo oyó contar al que lo vio, los quales todos suelen por odio o por ynvidia o por gracia y lisonja, encubrir la verdad, contando las cosas muy al revés de lo que fue.101 Llegar a la verdad es el fin de la historia, evitando la verosimilitud que es el propósito de la poética y la oratoria. Sin embargo, durante el siglo XVI la historicidad del texto se fundamentaba en la formulación meticulosa y elocuente de lo probable, por eso mismo, se permitía incluir en el discurso histórico episodios fabulosos, sucesos extraños e inauditos. Así la historicidad en el Renacimiento se relaciona con la coherencia estructural del texto. Enrique Pupo Walker sostiene que la verosimilitud era una característica de las crónicas de la época: “La construcción organizada y sugestiva del Orlando furioso o de la Araucana de Ercilla, confería a esas obras –según el criterio de la época- un grado admirable de verosimilitud, que se le negaría, por ejemplo, a la Araucana”102. Por su parte El Pinciano sostiene que lo verosímil en el discurso histórico “... tiene por objeto el verosímil, que todo lo toca”.103 Antonio García Berrio y J. Huerta Calvo sostienen que “La historiografía fue considerada en la Antigüedad un género literario hasta la aparición de la historiografía 101 Francisco López de Gómara, op.cit., p. 86. 102 Enrique Pupo Walker, La vocación literaria del pensamiento histórico en América. Desarrollo de la prosa de ficción: siglo XVI, XVII, XVIII y XIX, Madrid, Gredos, 1982, pág. 75. 103 Alonso López Pinciano, Philosophía antigua poética, Madrid, CSIC, 1953, pág. 220. 81 positivista. Y esta misma consideración mereció en la Edad Media en que se dan diversas modalidades en torno a la gran actividad de Alfonso X.104 El discurso verosímil se modela a partir del discurso general del texto, coherente y bien estructurado. Cabe resaltar que López de Gómara, en Historia general, y a pesar de tratar de ser objetivo, aduce que “Si hay hiperbóreos habrá también hipernoicos, como dijo Herodoto, que serán vecinos del sur y quizá son los que viven en la tierra del estrecho de Magallanes, que sigue la vía del otro polo, lo cual aún no se sabe.”105 Walter Mignolo diferencia tres actitudes en la forma de narrar los hechos acaecidos, según la distancia cronológica que media entre los acontecimientos narrados y el momento en que se los narra: a) escritores con acceso directo a la información por ser testigos de lo narrado (Oviedo, Las Casas, Fray Gaspar de Carvajal, Álvar Núñez Cabeza de Vaca, etcétera.) b) escritores que se basan en informaciones indirectas-inmediatas, y escriben desde España en el momento mismo de los hechos que narran (Anglería, López de Gómara, etcétera.) También se agrupan aquí los que habiendo vivido en las Indias escriben con posterioridad los acontecimientos (Fernández de Piedrahita, etcétera.) c) los cronistas que se basan en informaciones indirectas-mediatas, son los que desde España, y con un lapso muy posterior a los hechos que narran solo consultan documentos (Antonio de Herrera, Antonio de Solís y otros.) Para la época, la experiencia de los acontecimientos vividos era muy importante, se le otorgaba mayor credibilidad al cronista – testigo, a pesar de que este se basaba, muchas veces, en el ‘seudo’ diálogo con los indígenas, los cuales tenían sus leyendas, sus mitos y su propia manera de pensar y de actuar, teniendo además en cuenta que mucho de lo que contaban eran también leyendas, invenciones o informaciones muchas veces inexactas. Sin duda el esfuerzo de los humanistas por ser objetivos era importante, sin embargo, la crítica, 104 A. García Berrio y J. Huerta Calvo, op.cit., pág. 229. 105 Francisco López de Gómara, op.cit., pág. 95. 82 la idealización surgían sacando a la luz la mentalidad de los conquistadores y los conquistados.106 Por su parte, la obra que analizamos aquí, Comentarios107 de Álvar Núñez Cabeza de Vaca no incluye en su título ni historia ni relación. Sin embargo en la carta que le dedica al Rey al comienzo de su obra dice “... di cuenta a su majestad en la breve relación que con estos comentarios va...”108 pero también creemos que este texto pertenece a la historia por sus características, pues ha sido escrito con un propósito bien claro, por un lado defender y aportar pruebas de la inocencia de Álvar Núñez Cabeza de Vaca ante las acusaciones por las que estuvo en la cárcel, y por otro, poder comercializar los Comentarios, pues la primera parte de sus aventuras, Los Naufragios habían tenido mucho éxito entre los lectores de la época. Con respecto al primer fin, recordemos que la paraliteratura utiliza continuamente tópicos. En los Comentarios aparece uno repetido a lo largo de toda la obra, y consiste en que Pero Hernández resalta la mala actuación de los oficiales reales de la provincia a la que iban, estos actuaban en su propio beneficio causando daños a los españoles residentes y a los indígenas. Luego, otro tópico insiste en la buena actuación de Álvar Núñez para con los nativos. Otra característica de la crónica en este texto es que el componente cronológico del texto es muy fuerte, las fechas son muy importantes. La princesa Juana109 otorga su autorización para la impresión de los Naufragios y Comentarios en nombre del Rey. En el siguiente fragmento se deduce la importancia del primer libro de Álvar Núñez, y los deseos de este de comercializar el segundo. Y aquí aparece una de las características de la paraliteratura, la importancia de la superproducción y venta de un género que interesa a muchos lectores. por cuanto por parte de vos, el gobernador Álvar Núñez Cabeza de Vaca, vecino de la ciudad de Sevilla, nos hicisteis relación diciendo que vos habíades compuesto un libro intitulado Relación de lo acaescido en las Indias en la armada de que vos íbamos por gobernador. Y que asimesmo habíades hecho componer otro intitulado Comentarios, que tratan de las condiciones de la tierra y costumbres de la gente de ella. Lo cual era obra muy 106 De este tema se ocupa Todorov en La conquista de América, La cuestión del otro, México, Siglo XXI, 1987, al centrarse en el comportamiento de los conquistadores respecto al otro y según las distintas fases de esa empresa: descubrir, conquistar, comprender, conocer, colonizar. 107 Los Comentarios fueron escritos por el escribano de Álvar Núñez Cabeza de Vaca, Pero Hernández, hombre de confianza y testigo de los hechos que narra en este texto. 108 Álvar Núñez Cabeza de Vaca, Naufragios y Comentarios, Madrid, Dastin, 2000. pág. 137. 109 Juana fue gobernadora de España durante los años 1554 a 1556, por ausencia de su padre Carlos I. Fue reina de Portugal. 83 provechosa para las personas que habían de pasar aquellas partes. Y porque el un libro y el otro era todo una misma cosa, y convenía que de las dos se hiciese un volumen, nos suplicastes os diésemos licencia y facultad para que por diez o doce años los pudiésedes imprimir y vender, atento el provecho y utilidad que de ello se seguía, o como la nuestra merced fuese.110 En los Comentarios Álvar Núñez además de defenderse de las acusaciones de Martínez de Irala, presenta su modo de tratar a los indios, siempre con respeto, su correcta y justa actuación en todo momento. El texto se encuentra escrito con estilo ameno, recordemos que es producto de la pluma de un hombre de letras, el escribano Pero Hernández. Tal vez por eso encontramos fantasías literarias como el relato del canto de un grillo perteneciente a un soldado, que enfermo lo embarcó para oír su canto durante la travesía. Sin embargo, el grillo solo cantó al sentir la cercanía de la tierra, a la vez que alertaba a los marinos, evitando que el barco naufragase en unas peñas cercanas a la costa brasileña. Otro elemento literario viene dado por las continuas descripciones, una de las más curiosas es la de un grupo de nueve cristianos que se encuentra la comitiva de Álvar Núñez Cabeza de Vaca: “uno con la faz partida por el chirlo de un mandoble; el otro algo bizco, mirando con el relámpago de un ojo y con la maligna burla oblicua del defectuoso, (...) uno más con la nariz verrugosa y colorada del buen creyente de Baco, que aunque había poco vino en las Yndias, el poco que había él lo quería para él...”111 Siempre se trata de justificar de alguna manera la estancia en esas tierras, en este caso la búsqueda de riquezas es explícita, no se esconde bajo un manto de humildad tal cual sucedía en Relación del nuevo descubrimiento del río grande de las Amazonas. Se narra una expedición y se supone que “Como se ha visto por experiencia; y según la manera de la tierra, se tiene por cierto que si minas de plata ha de haber, ha de ser allí.”112 Álvar Núñez Cabeza de Vaca fue el descubridor de las Cataratas del Iguazú, consideradas una de las maravillas de la naturaleza del mundo. En el siguiente fragmento cuenta cómo fue: E yendo por el dicho río de Iguazú abajo era la corriente de él tan grande, que corrían las canoas por él con mucha furia; y esto causólo que muy cerca de donde se embarcó da el río un salto por unas Peñas abajo muy altas, y da el agua en un bajo de la 110 Álvar Núñez Cabeza de Vaca, op.cit., pág. 135. 111 Álvar Núñez Cabeza de Vaca, op.cit., pág.149. 112 Álvar Núñez Cabeza de Vaca, op.cit., pág. 162. 84 tierra tan grande golpe, que de muy lejos se oye; y la espuma del agua, como cae con tanta fuerza sube en alto dos lanzas Y mas, por manera que fue necesario salir de las canoas y sacallas del agua y llevarlas por tierra hasta pasar el salto, y a fuerza de brazos las llevaron mas de media legua...113 En el momento del descubrimiento Álvar Núñez pierde un hombre: “Y al pasar del río se trastornó una canoa con ciertos cristianos, uno de los cuales se ahogó porque la corriente lo llevó, que nunca más paresció. Hace este río muy grandes remolinos, con la gran fuerza del agua y gran hondura de él”.114 Se narra también la costumbre de los guaraníes de comer a sus prisioneros: Y luego las viejas lo despedazan y cuecen en sus ollas y reparten entre sí, y lo comen, y tiénenlo por cosa muy buena comer dél, y de allí adelante tornan a sus bailes y placeres, los cuales durante por otros muchos días, diciendo que ya es muerto por sus manos su enemigo, que mató a sus parientes, que agora descansarán y tomarán por ello placer.115 Álvar Núñez y los suyos tampoco escapan al encanto de los mitos, en los Comentarios volvemos a tener noticia de las Amazonas. Recordemos que la región que más adelante sería Brasil no se encuentra alejada de la zona de Asunción: A la banda del Oesnorueste, habitaban y tenían muy grandes pueblos unas mujeres que tenían mucho metal blanco y amarillo, y que los asientos y servicios de sus casas eran todos del mismo metal y tenían por su principal una, mujer de la misma generación, y que es gente de guerra y temida de la generación de los indios; y que antes de llegar a la generación de las dichas mujeres estaba una generación de los indios (que es gente muy pequeña), con las cuales, y con la generación de éstos que le informaron, pelean las dichas mujeres y les hacen guerra, y que en cierto tiempo del año se juntan con estos indios comarcanos y tienen con ellos su comunicación carnal; y si las que quedan preñadas paren hijas, tiénenselas consigo, y los hijos los crían hasta que dejan de mamar, y los envían a sus padres; y de aquella parte de los pueblos de las dichas mujeres habían muy grandes poblaciones y gente de indios que confinan con las dichas mujeres (...) los cuales son negros, y a lo que señalaron, tienen barbas como aguileñas, a manera de moros.116 Los testigos, como en el caso de la relación de Fray Gaspar de Carvajal son indios que dan noticias un tanto vagas e inciertas: 113 Álvar Núñez Cabeza de Vaca, op.cit., pp. 163 – 164. 114 Álvar Núñez Cabeza de Vaca, op.cit., pág. 164. 115 Álvar Núñez Cabeza de Vaca, op.cit., pág. 173. 116 Álvar Núñez Cabeza de Vaca, op.cit., pp. 191 – 192. 85 Dijeron que porque los habían visto sus padres y se lo decían otras generaciones comarcanas a la dicha tierra, y que eran gente que andaban vestidos, y las casas y pueblos los tienen de piedra y tierra, y son muy grandes, y que es gente que poseen mucho metal blanco y amarillo, en tanta cantidad, que no se sirven con otras cosas en sus casas de vasijas y ollas y tinajas muy grandes y todo lo demás.117 En la historia de la época colonial se distinguen tres períodos que se corresponden con tres tipos de textos. El primer período se corresponde con la etapa del descubrimiento, y los textos que corresponden son los diarios, las cartas de Colón y de Vespucio; el segundo período es el de la conquista que unimos a las relaciones y a las cartas de Cortés. Y en último lugar, aparece el período de la colonización, cuando los españoles ya se asientan en los sitios que antes conquistaron, a esta etapa pertenecen las crónicas y las historias de Indias. Dentro de la denominada crónica de Indias se encuentra un gran conjunto de textos. Varias modalidades: las cartas, las relaciones y las historias. Pero aún quedan otras tipologías textuales que no se pueden englobar en las anteriores, pero que pertenecen a la familia, pues tienen como referente el descubrimiento, o conquista de las Indias, sin embargo, su ambigüedad discursiva implica el tema de su clasificación. Estos textos son por ejemplo La Araucana de Alonso de Ercilla, Conquista y descubrimiento del Nuevo Reino de Granada o El carnero de Rodríguez Freile, Romance elegíaco de Luis de Miranda, entre otros. Como se ha observado a lo largo de este capítulo, el género crónica presenta como característica primordial lo híbrido, en el sentido en que se presenta el discurso histórico– testimonial a la vez que mantiene un lenguaje literario. Dentro de ese género híbrido encontramos distintos tipos discursivos como: diarios, cartas, relaciones, autobiografías, memorias, libros de viajes, todos ellos emparentados con la paraliteratura. Señala Juan Felipe Villar Dégano118 en su artículo “Paraliteratura y libros de viajes” que las particularidades del libro de viaje son: la hibridez, la experiencia real del emisor, el discurso informativo práctico e histórico y concluye que tanto los libros de viajes como las crónicas de Indias o las biografías son géneros no oficializados que no pueden incluirse dentro de la literatura, porque son “un género peculiar y fronterizo” que se deberían incluir dentro de la paraliteratura. 117 Álvar Núñez Cabeza de Vaca, op.cit., pág. 192. 118 Juan Felipe Villar Dégano, “Paraliteratura y libros de viajes” en Compás de Letras, N° 7, Madrid, UCM, diciembre de 1995. 86 87 CAPÍTULO IV: LOS MITOS DE LA CONQUISTA Y EL IMAGINARIO EN LA CRÓNICA INDIANA 88 IV.1 El imaginario en la crónica de Indias Los textos del descubrimiento y la conquista de Indias son muchos y variados. En ellos se puede observar una gran abundancia de mitos, leyendas, narraciones incluso hasta fragmentos paródicos. En esos espacios imaginarios se pueden ver los primeros estadios de la interpretación cultural y de la actividad literaria que supuso el descubrimiento y la conquista de América. Las noticias que había de transmitir el cronista eran tantas que exigían al narrador recursos expresivos propios de la literatura del momento. La unión de la historia y de esos espacios imaginarios, discursos disímiles, configuran una nueva forma de escribir, informativa, por un lado, y por otro, imaginación creativa y espectacular en lo narrado. Así, con los primeros textos del descubrimiento, se rescatan viejos mitos y leyendas, que poco a poco, poblarían de habitantes extraños, de una geografía particular en toda la nueva tierra descubierta. Las noticias del nuevo mundo se transmutan en creaciones imaginarias en parte debido a la resurrección de las leyendas y creencias de la Antigüedad Clásica y de la Edad Media. Surge así un “logos” narrativo característico de las crónicas: la normatividad trasciende el lenguaje del discurso histórico, es decir, en el proceso creativo de las crónicas, la fabulación opera ordenando el discurso, o sea, lo imaginario organiza lo histórico propiamente dicho, los sucesos acaecidos, las descripciones geográficas del nuevo mundo, la población autóctona y las riquezas que allí se hallaban. En los primeros textos producidos por el descubrimiento y la conquista se configura un tipo especial de escritura, en la que la elaboración creativa de lo ‘visto’ y lo ‘vivido’ resalta como elemento distintivo de la crónica. En este proceso, los mitos y leyendas condicionaron la visión que el europeo tenía de América. J. A. Maravall considera: Es una transposición de los esquemas mentales con que se pensaban las cosas europeas, a las del Nuevo Mundo –en lo que tal vez hay que ver la más colosal empresa intelectual española–. Al modo que llevamos ya visto en el ámbito europeo, también el modelo de los antiguos y la referencia a sus escritos están siempre presente en la mente de estos españoles que emprenden las grandes aventuras transoceánicas.119 119 J. A. Maravall, Antiguos y modernos, Madrid, S. E. P., 1966, pág. 439. 89 Muchos de los cronistas del siglo XVI se empeñaban en superponer mitos clásicos a lo que observaban en América. Así aparecen los mitos de la Atlántida y de las Amazonas, entre otros. Los mitos clásicos, a su vez, logran que los conquistadores deseen emular las grandes aventuras y hechos heroicos que habían leído u oído en los libros históricos -como la Historia natural de Plinio, o las obras de Heródoto, Platón, Próculo o Aristóteles- y en los de ficción –los libros de caballería–. J. A. Maravall apunta al respecto: “...lo que más llama la atención es la constante presencia, en su recuerdo, del mundo de la Antigüedad y el vigor del mito clásico, aun en estos escritores [los cronistas] que tratan de invadirlo superponiendo el valor de las cosas americanas.”120 En muchos de esos libros clásicos – Medea de Séneca, entre otros- aparecen profecías sobre un nuevo mundo más allá de los mares, o describen fabulosas tierras lejanas y transoceánicas. Al hilo de esas profecías, los conquistadores configuran un mundo imaginario y concreto a la vez, con una geografía prefigurada por leyendas y mitos clásicos y medievales. Enrique Pupo Walker analiza en La vocación literaria del pensamiento histórico en América los espacios imaginarios presentes en la gran mayoría de las crónicas. Describir a América poblándola de mitos y leyendas era una manera de europeizarla -opina este autor- todo lo que no se encontró en la geografía del viejo mundo, podía hallarse en el nuevo. Pupo Walker sostiene: en las primeras décadas del siglo XVI, América se presentaba, en la mente de muchos europeos, como un vasto espacio imaginario, verificado y a la vez incógnito; fue una realidad observada, al mismo tiempo, con rigor excepcional, pero también con espanto y fascinación. Unos vieron lo que había en aquellas tierras, y otros contemplarían libremente lo que deseaban encontrar.121 La mente del cronista de Indias se ve desbordada por el exceso de información que debe transmitir a Europa como sorprendentes visiones producidas por los animales, frutos, flores y árboles nuevos, y sobre todo los relatos fantásticos escuchados de boca de los indios que mezclan con leyendas y mitos traídos desde la Europa medieval. Y precisamente eso produce un curioso desequilibrio entre realidad y fantasía, la falta de equilibrio se encuentra en que nada de lo que se pretende transmitir es fantasía o ficción, sino una realidad desbordada para una mente medieval. Hernán Cortés escribe a los reyes en las Cartas de 120 J. A. Maravall, op.cit., pág. 438. 121 Enrique Pupo Walker, op.cit., pp. 47-48. 90 Relación: “...y quisiera hablarle de otras cosas de América, pero no teniendo las palabras que las define ni el vocabulario necesario no puedo contárselas”. La realidad vista por el escritor es tan diferente a lo conocido por él que se ve obligado a traducirla por medio de los viejos moldes europeos, es una interpretación de esta construida para dar crédito a lo visto con ojos propios, y eso, lo visto es una realidad y una verdad. Edmundo O’Gorman122 sostiene que el nuevo continente antes de ser una realidad fue una prefiguración fabulosa de la cultura europea. Los cronistas de Indias iniciaron una formulación demostrativa y racional de lo narrado, puesto que lo hallado en el nuevo mundo superaba ampliamente las esquemáticas visiones del hombre de la Edad Media, por eso se explicaba lo “visto” con lo conocido, esto es, textos clásicos, mitos, leyendas, y la autoridad máxima de los textos bíblicos. En los textos de las crónicas de Indias se percibe ese esfuerzo realizado para describir lo nuevo. Gabriel García Márquez definió el intento de contar lo sorprendente como “la interpretación de la realidad con esquemas ajenos”, y hablando de sí mismo agrega: Yo soy escritor realista porque creo que en América todo es posible, todo es real. Es un problema técnico en la medida en que el escritor tiene dificultad en transcribir los acontecimientos que son reales en la América Latina porque en un libro no se creerán (...) vivimos rodeados de esas cosas extraordinarias y fantásticas (...) Yo creo que tenemos que trabajar en la investigación del lenguaje y de formas técnicas del relato, a fin de que toda mágica realidad latinoamericana forme parte de nuestros libros y que la literatura latinoamericana corresponda en realidad a la vida latinoamericana, donde suceden las cosas más extraordinarias todos los días (...) Yo creo que lo que hay que hacer es asumirla [la realidad] de frente, que es una forma de realidad que puede dar algo nuevo a la literatura universal123. Los conquistadores, comenzando por el descubridor, buscaban oro. Dos países se lo dieron: Perú y México. Luego, fueron tras la conquista de las leyendas que florecieron en Europa durante la Edad Media, alentadas por las tribus de los indios más pobres: la leyenda del Dorado, con grandes riquezas (el cacique del lugar se bañaba en oro); la fuente de la juventud eterna, la sierra de la plata, el país de la canela, las amazonas, la Patagonia. Enrique Anderson Imbert sostiene que los mitos trasplantados al Nuevo Mundo tienen que ver con la 122 Edmundo O’Gorman, La invención de américa, México. F.C. E., 1958. 123 Citado en Gloria Bautista Gutiérrez, Realismo mágico, cosmos latinoamericano, Bogotá, América Latina, 1991, pp. 26 -27. 91 curiosidad intelectual de los españoles ante esa “nueva realidad”. El cómo había sido creado ese mundo y sus gentes despierta la imaginación. Aparecen por eso extrañas criaturas y ciudades: el paraíso, las siete ciudades encantadas, las siete mil vírgenes, gigantes, pigmeos, mujeres con barba y además la inmensidad de la naturaleza. La combinación de realidad y fantasía se puede interpretar como una suerte de “Realismo mágico” precoz, la corriente literaria latinoamericana desarrollada entre los años 60 y 70 del siglo XX. Según Alejo Carpentier la unión de realidad y maravilla ocurre cuando el escritor tiene fe en que esa América es realmente extraordinaria. En palabras de Enrique Anderson Imbert se produce una visión en los escritores vista con ojos nuevos, y el mundo aparece “si no maravilloso al menos perturbador”124. En estas narraciones primeras de América los sucesos siendo reales “producen una ilusión de realidad”125. Es decir, lo real se transforma en maravilloso al ser visto con esquemas diferentes, traídos del viejo continente. Los libros que leían los cronistas y conquistadores modelan, en gran parte, como ya se ha apuntado antes, la visión que tendrían del nuevo mundo. Los siguientes apartados de este capítulo tratarán ese aspecto de la doble configuración de este tipo de textos. También se hará hincapié en los algunos de los mitos y leyendas, producto de las crónicas de Indias. Tal profusión de ‘espacios literarios’ hacen pensar que las historias surgen de la historia, la ficción entra cuando el discurso histórico pierde su validez, aparecen así, historias de náufragos, de tesoros escondidos, de seres fabulosos, y también de venganza, traiciones – como la sufrida por Álvar Núñez Cabeza de Vaca-, de horror – como la del tirano Lope de Aguirre-. En la gran mayoría de los textos del descubrimiento y de la conquista se encuentran esos espacios imaginarios, el escritor de historia, objetivo, de pronto se convierte en escritor omnisciente, es decir, puede penetrar en los pensamientos de los personajes que forman parte de su crónica, esto demuestra que este tipo de textos es híbrido, en él se entrecruzan tanto el discurso histórico como el literario. 124 Enrique Anderson Imbert, El realismo mágico y otros ensayos, Buenos Aires, Monte Ávila Editores, 1975, p.19. 125 Enrique Anderson Imbert, Op.cit., p. 19. 92 IV.2 La literatura de los cronistas de indias: la influencia de las leyendas y los mitos El descubrimiento de América representa el contacto de una Europa que sale de la Edad Media con un nuevo mundo, con una geografía totalmente distinta, gente diferente, climas tropicales, en fin, un mundo nuevo lleno de colores y exuberante. Esta situación despertó la fantasía en la gran mayoría de los europeos, no solo en los cronistas de las aventuras que luego vivirían. Los ávidos exploradores encontraban oro y riquezas, algunos creían, como Colón, haber llegado al paraíso terrenal. La expectación que levantaba cualquier noticia llegada de las Indias tiene mucho que ver con el apoyo de los Reyes Católicos al primer viaje de Colón y a los siguientes: el descubrimiento nunca fue un secreto, al contrario de los reyes de Portugal que ocultaban los viajes y descubrimientos avalados por su corona, en una actitud contraria a la de los españoles. En 1493, la noticia del gran viaje de Colón se difundió rápidamente por toda Europa. De ese año es el documento en que se cita por primera vez una carta, hoy perdida, escrita por el genovés, en ella habla de las “islas” descubiertas el 12 de octubre de 1492. Es el primer escrito sobre el Nuevo Mundo. A finales del siglo XIX, apareció en el catálogo de un librero francés, lo que hoy se considera la primera edición impresa de la carta, tal vez en Barcelona fechada en marzo o abril de 1493. En ella describen los territorios descubiertos, la “gente de muy lindo acatamiento” y también promete a los Reyes Católicos “oro sin cuento”. Pocas semanas después del envío de la misiva a los monarcas españoles, en distintas ciudades de Europa ya se estaban leyendo copias de esa carta. La carta estaba fechada el 15 de febrero de 1493, y en Barcelona, para marzo o abril fue impresa una copia. En latín y en Roma, Amberes, Basilea y París fueron impresas seis copias, en 1493. A finales de ese año Giovanni Dati transcribió la carta a verso heroico italiano. Como vemos, la imprenta también jugó un papel muy importante en la difusión de esta empresa. Esa primera carta de Colón fue seguida de otras relaciones de viajes y exploraciones de las Indias. Los textos impresos no solo describían los descubrimientos, sino que también impulsaban los descubrimientos porque Colón, sus marineros y los cronistas posteriores habían leído (también oído) acerca de las fantásticas criaturas existentes más allá de “la mar 93 océana”. La mente de los cronistas fue preparada de antemano por los escritos de viajeros medievales y las novelas de caballería, esos textos narraban historias de tesoros escondidos, seres míticos, etcétera. De este modo, muchos aventureros se lanzaron a explorar y a conquistar las tierras nuevas repletas de promesas, escalando montañas, navegando caudalosos ríos a través de selvas intrincadas fueron detrás de fantasías: Juan Ponce de León buscó la isla de Bimini, cerca de Cuba, allí pensaba encontrar la fuente de la juventud eterna; en el Río de la Plata esperaban encontrar una “Sierra de Plata”, Francisco Vázquez de Coronado dirigió una exploración para hallar las “Siete ciudades de Cíbola”, otros buscaban la mítica ciudad de “El Dorado”, “El país de la Canela” y el “Reino de las Amazonas”. Todas estas historias tienen origen en los mitos clásicos y las leyendas medievales. Durante la Edad Media las fábulas, las leyendas y la superstición tenían vida propia, eran numerosas y se acrecentaban constantemente. Un ejemplo de leyenda religiosa fue la del preste Juan. Lo que se creía de este rey-sacerdote es que moraba en un lugar extenso y poblado de las Indias, que su poder era tal que había vencido al Islam, que poseía inmensas riquezas y además era cristiano. Fue una idea viva con la que soñaron misioneros, caballeros y navegantes. Tan fuerte e importante fue esta leyenda que incluso existe una carta apócrifa de este rey impresa en Venecia el 4 de marzo de 1478 titulada Epistola del Prete Ianne ad Emanuel rector de Greci dele cosse mirabili de Iudea (sic por India). En ella se enumeran distintos pueblos monstruosos, como el de los faunos, sátiros, hombres con cuernos, hombres sin cabeza, cinocéfalos, hombres con ojos y bocas ubicados en el pecho, etcétera. y que luego sirvieron de referencia a los conquistadores. Desde la Antigüedad se creía que en regiones lejanas del mundo habitado y conocido existía un mundo de monstruos y animales fantásticos, como el basilisco, el grifo, el ave fénix, sirenas y dragones. También creían en la existencia de razas monstruosas, como las guerreras amazonas, antropófagos, pigmeos, hombres cíclopes, descabezados, cinocéfalos (con cabeza de perro), hipópodos (con pezuña de caballo), hombres con labios enormes que les servían de sombrilla, etcétera. Con estos relatos, cualquier viajero o navegante con imaginación trataba de relacionar lo que veía con aquello que había leído o le habían contado. Colón fue un pionero en eso de situar geográficamente las leyendas en los lugares descubiertos. El origen de las creencias del Almirante radica en que los 94 geógrafos clásicos sitúan todas las maravillas en el último cabo de oriente, en India o en Etiopía, lugares donde se hallan las criaturas arriba descritas. Si bien en ese primer viaje Colón no había encontrado muchos monstruos y los indios no tenían nada de seres extraños, describe en su Diario de a bordo varias criaturas, por ejemplo: ❖ Cinocéfalos, cíclopes y antropófagos: el “4 de noviembre” Colón habla con algunos naturales de la zona y cree comprender lo que le dicen, pues “Entendió también que lejos de allí había hombres de un ojo y otros con hocicos de perros que comían a los hombres, y que en tomando uno lo degollaban y le bebían la sangre y le cortaban su natura”126 ❖ Amazonas: el “6 de noviembre” Colón es nuevamente el primero en situar a las amazonas: “También diz que supo el Almirante que allí, hacia el Leste, había una isla a donde no había sino solas mujeres, y esto diz que de muchas personas lo sabía”.127. El “15 de enero” ya conoce el nombre de la isla de las amazonas: “y a la (isla) de Matinino, que diz que era poblada toda de mujeres sin hombres...”128 ❖ Hombres con cola: En la Primera Carta de Colón se hacen referencias a este tipo de seres. Colón relata que le quedan dos islas por explorar: “... me quedan de la parte del poniente dos provincias que yo no he andado, la una de las cuales llaman Ava, adonde nace la gente con cola.”129 ❖ Las sirenas: el “9 de enero” aparecen estas mitológicas criaturas: El día pasado, cuando el Almirante iba al Río del Oro, dijo que vido tres sirenas que salieron bien alto de la mar, pero no eran tan hermosas como las pintan, que en alguna manera tenían forma de hombre en la cara. Dijo que otras veces vido algunas en Guinea, en la costa de la Manegueta.130 Entre todas las noticias acerca de gente extraña, en su Primera Carta Colón escribe: 126 Cristóbal Colón, op.cit., pp. 56-57. 127 Cristóbal Colón, op.cit., pág. 134. 128 Cristóbal Colón, op.cit., pág. 143. 129 Cristóbal Colón, op.cit., pág. 138. 130 Cristóbal Colón, op.cit., pág. 136. 95 En estas islas hasta aquí no he hallado hombres monstruosos, como muchos pensaban, mas antes es toda gente de muy lindo acatamiento, ni son negros como en Guinea, salvo con sus cabellos corredios, y no se creían a donde hay ímpetu demasiado de los rayos solares; es verdad que el sol tiene allí gran fuerza ... (...) Así que monstruos no he hallado ni noticia, salvo de una isla que es la segunda a la entrada de las Indias, que es poblada de una gente que tienen en todas las islas por muy feroces, los cuales comen carne humana. (...) Ellos no son más diformes que los otros, salvo que tienen en costumbre de traer los cabellos largos como mugeres ... (...) Esto son aquellos que tratan con las mugeres de Matinino, ques la primera isla partiendo de España para las Indias que se halla, en la cual no hay hombre ninguno.131 Colón, además de describir paradisíacamente los lugares descubiertos, de enumerar las especias que allí se pueden encontrar, es también el primero en hablar de fabulosas islas repletas de oro “Otra isla me aseguran mayor que la Española, en que las personas no tienen ningún cabello. En esta hay oro sin cuento, y destas y de las otras traigo conmigo Indios para testimonio.”132 El simple hecho de estar ante el Océano o Mar Tenebroso (nombres que en la época recibía el océano Atlántico) la imaginación de los navegantes empezó a alimentar el tema de las islas perdidas (San Brandán, Antilla o Antilia, Siete Ciudades de Cíbola) que para los aventureros tan pronto aparecían como desaparecían. Estaban dentro de la tradición de islas paradisíacas, de infinitas delicias que mezclaban reminiscencias de las islas de los Bienaventurados con las fantasías orientales de Las mil y una noches. Su fuerte arraigo las hizo aparecer en la cartografía durante siglos. La tradición cristiana con su gran influencia se vio en la obligación de localizar en los mapas cada uno de los parajes bíblicos que aparecían en las Sagradas Escrituras: el Paraíso Terrenal y sus alrededores, las regiones de Tarsis y Ofir, el reino de Saba. Decían, y así lo creían, que se encontraban en el Extremo Oriente, siempre tan impreciso como lejano, lo que suponía no decir nada. Colón ubicó el Paraíso terrenal, como ya lo explicamos en el capítulo I, en las Indias descubiertas por él: Concluyendo, dice el Almirante que bien dijeron los sacros teólogos y los sabios filósofos que el Paraíso Terrenal está en el fin de Oriente, porque, es lugar 131 Cristóbal Colón, Op.cit., pp. 180 – 181. 132 Cristóbal Colón, Op.cit., p. 181. 96 temperadísimo. Así que aquellas tierras que agora él había descubierto, es –dice él- el fin del Oriente. (163)133 Hacia 1500 – 1501, Cristóbal Colón recopilaba y anotaba textos bíblicos, indicando cómo se sintió elegido para cumplir una gran misión. Estas notas se publicaron bajo el nombre de Libro de las profecías que junto al Almirante don Cristóbal Colón, de la recuperación de la Santa Ciudad de Jerusalén y del descubrimiento de las Indias. Ya señalamos antes que en su tercer viaje estaba convencido de haber llegado al paraíso terrenal. Años después, en el siglo XVIII, Antonio de León Pinelo, un jurista reconocido por participar en la edición de Recopilación de las leyes de Indias, escribe El paraíso en el Nuevo Mundo, comentario apologético, historia natural y peregrina de las Indias Occidentales, con el fin de demostrar que el Paraíso Terrenal se encuentra en el nuevo continente. En América también sitúa Tomás Moro su Utopía. Es sabido que Colón leyó libros escritos por viajeros y autores medievales. Según sus biógrafos, se nota la influencia de tres libros en especial, los cuales marcaron sus pautas de navegación, sus ideas acerca de las poblaciones que encontraría y sobre todo, el modo de encontrarlas. Dos de esos relatos eran libros de viaje; uno, Libro de las cosas maravillosas fue escrito por John Mandeville, supuesto marino inglés. El otro, por el veneciano Marco Polo. Estos textos contaban la existencia de gente extraña, de ciudades maravillosas, repletas de oro y especias, de curiosidades. El tercero de los libros del descubridor es un tratado titulado Imago Mundi, escrito por un teólogo francés, el cardenal Pierre d’Ailly, en su texto propone la posibilidad de navegar hacia el oeste para llegar a las Indias Orientales, y Colón siguiendo su lectura, creyó haber encontrado el Paraíso terrenal al encontrarse con la desembocadura del Orinoco. IV.3 La influencia de Marco Polo y otros relatos de viajeros en la conquista La literatura de viajes, híbrido de literatura y experiencia directa, era de gran importancia durante la Edad Media porque el deseo de conocer nuevas tierras era muy fuerte. En la Antigüedad el mundo clásico tenía definidas las fronteras del mundo conocido 133 Cristóbal Colón, op.cit., p. 163. 97 por las incursiones más alejadas de algunos conquistadores como Alejandro Magno. Los escritores del mundo clásico informaron acerca de esos confines del mundo a través de sus obras que oscilan entre la geografía y la fábula. Estos autores funcionaron como referentes y fuentes de científicos y literatos desde la Antigüedad hasta el Renacimiento. Entre esos autores referenciales podemos nombrar a Heródoto, Ctesias, Estrabón, Pomponio Mela, Plinio el Viejo y Arriano. Los textos de estos autores sirvieron de orientación a los hombres de la Edad Media antes de la llegada de las nuevas noticias traídas por los viajero árabes y por los encargados de embajadas a países distantes, como la del fraile franciscano Juan de Pian del Carpine cuya embajada al Gran Kan (1245 - 1247) le permitió escribir Historias de los mongalos a los que nosotros llamamos tártaros, o la obra de otro franciscano, Guillermo Rubruck, autor de otro libro de viaje sobre Mongolia (1252 - 1258), obras importantes hasta la aparición de los textos de Marco Polo e Ibn Battuta. Marco Polo y su Libro de las cosas maravillosas tuvieron un enorme éxito durante esa época. En este texto se relatan las vivencias del veneciano, que a los diecisiete años, emprendió un viaje a China acompañando a su padre Niccolò y a su tío Matteo. Dejaron Venecia en 1271 y tres años después llegaron a las tierras orientales del gran kan. Kublai Kan recibió a los tres venecianos con grandes honores. Marco Polo se ganó la confianza del Gran Kan, quien le nombró su secretario y más tarde gobernador de Yangzhou. Así de este modo, Marco Polo recorrió China. Después de diecisiete años de estancia, en 1295, regresaron a Venecia. En su famoso Libro muchas páginas describían las riquezas de Oriente, la corte del Gran Kan, el Catay, las especias, las perlas, el preste Juan, el Cipango. La influencia ejercida en Cristóbal Colón, quien tiene como uno de sus libros de cabecera el escrito de Marco Polo, hace que en el descubrimiento de América sea trascendental lo que se diga en el texto de Marco Polo acerca de Cipango (Japón). A pesar de que Marco Polo no visitó Cipango supo que allí, tan solo a 1.500 millas al este de la costa de China o Catay, la riqueza era inmensa y sobrepasaba, según los chinos, todo lo imaginado: oro, perlas y piedras preciosas en grandes cantidades; muebles y techos del palacio imperial de oro macizo. Por todo esto, el Cipango será la gran obsesión colombina en 1492. Los frailes viajeros, sobre todo franciscanos impulsados por el deseo de evangelizar a los infieles, recorrieron grandes extensiones de África y Asia. A su regreso describieron sus experiencias y de este modo impulsaron una literatura geográfica que incitó la 98 curiosidad de Occidente por conocer y acercarse a esas tierras. Fueron los grandes viajeros de los siglos XIII y XIV, como Juan de Pian Carpini, Guillermo de Rubruck, Oderico de Pordenone, o Montecorvino Los árabes y judíos también fueron grandes viajeros por tradición y costumbres de sus pueblos, mostrándose interesados por la geografía y la cartografía. Entre los árabes, Ibn Batuta, a mediados del siglo XIV, quizá sea el más conocido. Después de veinticuatro años de viajes, recorrió todo el mundo musulmán, llegó hasta China e Insulindia y penetró en el interior de África. Otro de los viajeros famosos fue el judío español Benjamín de Tudela, a fines del siglo XII, visitó China y Ceilán. El contacto con Extremo Oriente prosigue por medio de los escritos de misioneros franciscanos que en su mayoría escriben cartas donde describen costumbres, geografía, etcétera. Sobresale el relato de una embajada encargada por Enrique III de Castilla a Ruy González de Clavijo, cuyo destino era Asia Central, este describió el viaje y su estancia en Embajada a Tamorlán, publicada recién en 1582. Las exploraciones realizadas por Portugal y España durante los siglos XV y XVI lograron precisar con mayor detalle la geografía africana, facilitar el descubrimiento de América, hallar nuevas rutas marítimas, descubrir numerosas islas. Las crónicas de Indias dan cuenta de todas estas actividades. Hacia el siglo XVII se experimenta una parálisis descubridora en comparación con la frenética actividad desarrollada durante los siglos anteriores, en parte por la necesidad de estabilidad y asentamiento en las tierras conquistadas. La empresa descubridora presenta una clara merma por parte de España a partir de 1605. Las expediciones del XVIII representan un retorno a las exploraciones que se encauzan con renovadas energías por mar y por tierra. Los adelantos de la navegación propiciaron la exploración marítima, de la que quedaron varios textos de los viajes realizados por gente de distintas nacionalidades, por el inglés William Dampier, el holandés Jacob Roggeveen, el francés Yves J. de Kerguelen – Trémanec y George Anson. Inglaterra patrocinó entre 1764 y 1790 numerosos viajes de circunnavegación con fines científicos que también dejaron varios textos, de los que destacamos los de John Byron (1766), Philip Carteret (1773), Samuel Wallis (1773), Alexander Dalrymple (1770), de William Bligh 99 (1792). Los más famosos son los del capitán James Cook que realizó tres grandes viajes reflejados en sus célebres Viajes La nutrida relación de viajes de exploración marítima es muy amplia y en ella España y Francia también participaron activamente. Las exploraciones por vía terrestre no sufrieron una paralización tan evidente como la marítima durante el siglo XVII, por la expansión rusa, francesa e inglesa. España, si bien detiene su gran empresa descubridora, comienza durante ese siglo una exploración interna en sus nuevos dominios que es tan intensa que se ha hablado de un “segundo descubrimiento de América”. Las colonias españolas ya estaban asentadas, así que los hombres se dedicaron a explorar tierra adentro, en la inmensidad territorial de América, hacia el norte de México, y también a partir de las misiones de los jesuitas en el sur de América. Este proceso de interiorización o de regionalización de la América española hizo que las crónicas de indias propiamente dichas, es decir los escritos centrados en el descubrimiento y la conquista, y las historias sobre la antigüedad prehispánica de los pueblos indígenas fuesen sustituidos por tratados sobre la fauna, la flora, historia natural y la geografía de América. Los numerosos viajes de exploración del siglo XVIII se deben a la curiosidad científica de la Ilustración, de modo que frente al apogeo de los tratados científicos, la literatura de viajes también experimentó un auge importante, ya que se publicaban muchas aventuras autobiográficas sobre la visita a lugares exóticos, aunque estos ya fuesen conocidos, así lo ponen de relieve Carlos Martínez Shaw y Marina Alfonso Mola en Europa y los Nuevos Mundos en los siglo XV – XVIII. Ya en el siglo XVIII, las grandes expediciones que se realizaban tenían carácter científico, impulsados por el afán de conocimientos de la historia natural, la flora, la ampliación de datos geográficos, la observación de fenómenos astronómicos, el estudio de las sociedades primitivas y las costumbres indígenas, además del interés en conseguir una mejor explotación de los territorios conquistados. Los viajes de investigación ampliaron el panorama científico, cabe citar una expedición francesa – española, en la que colaboraron Jorge Juan y Santacilla y Antonio de Ulloa, que redactaron tres textos, de los que destacamos Relación histórica del viaje a la América Meridional (1748)134. El naturalista y geógrafo Félix de Azara escribió en este contexto dos obras: Apuntamientos para la 134 Jorge Juan y Santacilla y Antonio de Ulloa, Relación histórica del viaje a la América Meridional, Madrid, Antonio Marin, 1748. 100 historia natural de los cuadrúpedos del Paraguay y Río de la Plata135 (1802) y Voyages dans l’Amérique méridionale136 (1809). Las expediciones españolas se centraron sobre todo en la botánica, pero uno de los últimos grandes viajes antes de la caída del imperio estuvo a cargo del navegante italiano Alejandro Malaspina bajo bandera española. No se trató solo de una expedición científica sino también política. Dos corbetas, Descubierta y Atrevida, navegaron y exploraron varios lugares en un viaje de circunnavegación (Patagonia, Acapulco, México, Alaska, Nueva Zelanda, Australia y Polinesia). Los trabajos elaborados por Malaspina y sus hombres tras cinco años de navegación incluyeron cartas hidrográficas, experimentos físicos y químicos, estudios de la fauna y flora, geología y geografía, descripciones etnográficas, antropología e inventarios económicos y estadísticos de todos los territorios visitados. A su regreso presentó su trabajo en la Corte. Su influencia política era cada vez mayor, y Manuel Godoy urdió una intriga que lo llevó a prisión. Por este motivo sus estudios fueron publicados137 recientemente. Uno de los viajes más importantes es el de Alexander von Humboldt y Aimé Bonpland, producto de una expedición privada que quedó reflejada en una obra en treinta volúmenes: Viaje a las regiones equinocciales del Nuevo Continente realizado de 1799 a 1804138 (1805 - 1832). Todas las regiones de América fueron minuciosamente recorridas, aun las no españolas: las actuales Jamaica, Canadá, las Guayanas francesas, etcétera. El mismo proceso se dio en el resto de la geografía mundial: expediciones a Arabia Saudí, al Sudán, etcétera. Durante la Ilustración la literatura de viajes formaba parte de la actualidad, por ejemplo, una de las obras españolas más importantes, Cartas Marruecas (1789) de Cadalso, presenta la importancia del viaje a través de Gazel. Sin embargo, los viajes ficticios no tuvieron la misma importancia que los relatos reales de expediciones. Aunque en este siglo existen algunos textos importantes, como la obra de Daniel Defoe, además de Robinson Crusoe (1719), una novela: Nuevo viaje alrededor del mundo (1724) que copiaba el título 135 Félix de Azara, Apuntamientos para la historia natural de los cuadrúpedos del Paraguay y Río de la Plata, Madrid, Imprenta de la Viuda de Ibarra, 1802. 136 Félix de Azara, Voyages dans l’Amérique méridionale, Paris, Dentu, 1809. 137 La expedición Malaspina 1789-1794: viaje a América de las Corbetas «Descubierta» y «Atrevida», Madrid, Ayuntamiento, Ministerio de Cultura, Ministerio de Defensa, 1984. 138 Alexander von UMBOLDT, Viaje a las regiones equinocciales del Nuevo Continente, (2.ª ed.), Caracas– Venezuela, Monte Ávila Editores, 1991. 101 tan repetido en los relatos de viajes reales. Otro viaje, completamente ficticio que se realizaba a mundos imaginarios es el de Jonathan Swift, Los viajes de Gulliver (1726). IV.4 El mito de El Dorado, un caso de superproducción escrita En el mito de El Dorado es donde confluyen realidades y fantasías. El Nuevo Mundo activó la imaginación y las ansias de riqueza. El dorado es el nombre que los descubridores españoles del siglo XVI en América dieron al soberano legendario de una civilización aborigen, probablemente chibchas, que se creía habitaba una región en las cercanías de Bogotá, hoy capital de Colombia. Según la mitología indígena, era enormemente rico y en una fiesta anual se cubría el cuerpo entero con polvo de oro. El término vino a utilizarse también para referirse a su imperio, supuestamente abundante en oro y en piedras preciosas. A su fabulosa ciudad de oro se hacía referencia en la leyenda de Manoa u Omoa. Estas historias animaron a los españoles a gastar enormes sumas de dinero organizando y enviando exploraciones, la mayoría de las cuales volvieron diezmadas por las penalidades y la enfermedad. La expedición más famosa fue la del conquistador español Francisco de Orellana, que en 1540 y 1541 recorrió desde los Andes el río Amazonas hasta su desembocadura, en un infructuoso intento por encontrar la ciudad. De esa empresa es el texto del fray Gaspar de Carvajal Relación del descubrimiento del famoso río grande de las Amazonas, que daría lugar a otra de las grandes leyendas de los conquistadores. El viaje en busca de El Dorado ha dado lugar a obras literarias entre las que destaca La aventura equinoccial de Lope de Aguirre (1964) del escritor español Ramón José Sender, Lope de Aguirre, príncipe de la libertad, (1979) de Miguel Otero Silva; El camino de El Dorado, (1947)de Arturo Uslar Pietri; Los caballeros de Eldorado (1915)de Ciro Bayo y a películas como El Dorado del director español Carlos Saura y Aguirre, o la cólera de Dios del suizo Werner Herzog, Ursúa y Aguirre, por supuesto, tuvieron sus cronistas: Francisco Vásquez, Pedrarias de Almesto, entre otros. 102 El nombre de El Dorado se ha venido usando para cualquier lugar, normalmente ficticio, de riquezas fabulosas o con posibilidades de enriquecimiento y es frecuente encontrar en la literatura referencias a la leyenda, especialmente en poesía. La fantástica empresa que tuvo como protagonista a Lope de Aguirre tuvo origen en Perú en el año 1559, autorizada por el Virrey marqués de Cañete. La expedición a Omagua y El Dorado se encontraba a cargo de Pedro de Ursúa. Fue desastrosa desde sus inicios. Contra el capitán Ursúa se levantaron primero don Fernando de Guzmán y luego Lope de Aguirre, quien ya como jefe se convirtió en un tirano implacable, matando a muchas personas, desafiando inclusive al Rey, amenazando con conquistar Perú. El cronista de esta expedición fue Francisco Vázquez autor de El Dorado. Crónica de la expedición de Pedro de Ursua y Lope de Aguirre, con el título original de Relación de todo lo que sucedió en la jornada de Amagua y Dorado, que fue a descubrir el gobernador Pedro de Ursúa, con poderes y comisiones que le dio el Virrey Marqués de Cañete Presidente de Perú. Tratase, asimismo, del alzamiento de Don Fernando de Guzmán y Lope de Aguirre y otros tiranos. En ese texto relata esa fantástica empresa: la búsqueda de una ciudad de oro. La persecución del mito dorado terminaría en un desastre, con la muerte de muchos soldados a mano del tirano Lope de Aguirre. En ningún momento de la obra se duda acerca de la existencia de este fantástico lugar, simplemente se cuenta que el lugar está cada vez más lejos, sin embargo, siempre encuentran pistas ofrecidas por los nativos sobre ese oro anhelado. Esta obra tiene el aspecto de una novela de aventuras, las descripciones, muchas veces hiperbolizadas y subjetivas son abundantes. La ficción se cuela mediante las descripciones de los momentos intensos: cuando atrapan al tirano Lope de Aguirre, se relata el episodio de esta manera: ...y el tirano con harto dolor y tristeza los miraba como se le iban, y volviendo al cercado halló que todos los más que allí habían quedado se habían ido por una puerta de bajareques, que estaba en las espaldas del cercado, y viéndose solo sin ninguno de sus marañones, desesperado, revestido el demonio en él, hizo una crueldad mayor que todas las demás, que fue dar de puñaladas a una sola hija que traía en el campo mestiza y muy hermosa, que se miraba en ella, y cuando la mató, dijo que lo hacía porque no se quedase en el campo y la llamasen hija del tirano entre sus enemigos (...) y que mejor era que habiendo él de morir no quedase ella viva para ser puta de todos.139 139 Francisco Vázquez, El Dorado, Madrid, Alianza, 1989, p. 164. 103 A pesar del aspecto novelesco de la crónica el autor intenta ser veraz, para crear la idea de objetividad: “He contado todas las maldades, tiranía y crueldades que este tirano hizo en la dicha Isla Margarita.”140 En otro apartado del texto demuestra su participación en los hechos, y aunque no “vio” atestigua lo comentado en una carta: “A esta carta respondió el provincial, y yo no he visto la respuesta, mas de que en suma le decía...141 Presentamos aquí algunos fragmentos que describen momentos de terror vividos por el grupo: Muchos soldados de las islas, que se habían ofrecido a ir con el dicho tirano, viendo sus crueldades y tiranías se la había ya huido, era tan cruel y malo que a los que no le habían hecho mal los mataba sin causa ninguna. , como se había dicho atrás, y a otros que tampoco le habían hecho porque, que él no tenía voluntad ni causa de matarlos, porque nadie se escapase dél y tuviesen que contar los afrentaba, y mandó que trajesen un mancebo que estaba en la isla que no le había venido a ver, y en pena de su descuido mandó que le rapasen la barba lavándosela primero con orines hediondos, y le mandó que pagase al barbero, y le hizo traer cuatro gallinas por paga...142 ...y pareciendo que satisfacía más arremetió al cuerpo del maese delante de todos, y tendiose sobre él y le chupó la sangre que por las heridas salía y a vueltas le chupó partes de los sesos diciendo: a este tirano traidor beberle la sangre...143 Es curioso observar cómo cuando el autor se describe a sí mismo lo hace en tercera persona, para dar idea de objetividad. Desembarcando que fue el tirano en esta isla se le huyeron cuatro soldados deseosos de servir a Su Majestad y se escondieron en el monte, el uno llamado Francisco Vázquez, y otro Gonzalo de Zúñiga, y otro Juan de Villatoro, y Luis Sánchez del Castillo, por lo cual el dicho tirano andaba muy bravo, y pateaba... (...) A Francisco Vázquez y Gonzalo de Zúñiga, aunque pusieron gran diligencia en buscarlos, ellos se escondieron tan bien que no los hallaron, y principalmente por Dios que los ayudó.144 140 Francisco Vázquez, op. cit., pág. 131. 141 Francisco Vázquez, op. cit., pág. 125. 142 Francisco Vázquez, op. cit., pág. 129. 143 Francisco Vázquez, op. cit., pág. 122. 144 Francisco Vázquez, op. cit., pp. 116-117. 104 También hay descripciones de la naturaleza, por ejemplo, cuando se describe el río Marañón el cronista queda sin palabras, una constante en casi la totalidad de las crónicas. La naturaleza exuberante, inmensa ante el hombre. Uno de los momentos más novelescos dela crónica El Dorado se encuentra al final, cuando se narra la muerte de Lope de Aguirre: Murió el dicho tirano un lunes a 27 de octubre de 1561. Desde ahí a seis días que llegó a la ciudad de la Nueva Segovia de Barraquisinieto, habiendo mandado él solo en su tiranía desde 22 de mayo del dicho año que mató a D. Fernando de Guzmán, su príncipe, hasta el día que murió, que fueron cinco meses y cinco días, habiendo muerto más de 60 hombres, y entre ellos dos frailes, un clérigo y cuatro mujeres con sus hijas. Dijo tres días antes de su muerte estas palabras: si yo tengo de ser desbaratado en esta gobernación de Venezuela, ni creo en la fe de Dios ni en la secta de Mahoma ni Lutero ni la gentilidad, ni tengo que hay más de nacer y morir. Murió descomulgado sin arrepentimiento, y de muchas excomuniones reservadas a Su Santidad, por donde se puede colegir cual estaría su alma. Era este tirano Lope de Aguirre hombre de hasta 50 años pequeño de cuerpo, y de muy poco, mal agestado y chupada la cara, los ojos que si miraban fijo le bullía, en especial estando enojado; era de agudo y vivo ingenio para ser hombre sin letras. Fue natural de la ciudad de Oñate, no se han podido conocer sus padres, mas de lo que dice en la carta que escribió a Su Majestad. No dio muestras de una sola virtud, era bullicioso y determinado en cuadrilla, gran sufridor de trabajos, especialmente del sueño: en todo el tiempo de su tiranía, no le vieron dormir sino un rato de día; caminaba mucho a pie y cargado; sufría muchas armas a cuestas; era naturalmente enemigo de la virtud y amador de toda maldad; era fementido y engañador, aunque los que mataba pedían confesión, y hubiese aparejo, no lo quería consentir; nunca dijo bien de nadie, ni aun de sus amigos, y finalmente todos los vicios del mundo juntos, y ninguna bondad tenía.145 La prueba de la verdad, la razón de por qué debemos creer lo contado por el autor, radica en que este soldado es hombre de bien y de verdad, y sobre todo porque siempre acompañó al tirano, aunque no se unió a él en el seguimiento de sus ideas antimonárquicas y ateas: Esta relación hizo el Bachiller Francisco Vázquez, soldado del dicho tirano, uno de los que no quisieron jurar a D. Fernando de Guzmán por su príncipe, ni negar su Rey y señor, ni patria. Es digno de crédito por ser hombre de bien y de verdad. Vino siempre con el tirano y le trató muy bien a él y a los demás, que no quisieron ser en la rebelión, y fue la causa, como se ha dicho, que primero que se rebelase el tirano y D. Fernando, amonestaron a todo el campo, a que cada uno manifestase su voluntad, y que al que no 145 Francisco Vázquez, op. cit., 167. 105 quisiese ser en el rebelión no le harían fuerza, por cuya causa no están libres de culpa los que siguieron al tirano.146 Los marañones, es decir, los expedicionarios a El Dorado escribieron un gran número de crónicas sobre esta aventura, cada cual pensando que sería la más precisa, completa y verdadera. Sin embargo, otros escritores, no marañones, más tarde también escribieron sobre el tema, pero de manera más fantasiosos. Las crónicas escritas por los marañones son mucho más realistas, tal vez por lo inmediato de la redacción y por el hecho de haberlo vivido personalmente. Además de Francisco Vázquez han escrito sobre El Dorado otros muchos autores como hemos nombrado con anterioridad IV.5 El mito de las Amazonas Mary R. Lefkowitz147 sostiene que el legado más importante que han dejado los griegos no es la democracia, sino la mitología. De la misma opinión es William Blake Tyrrell148 sostiene que esos mitos han dejado un gran calado en la sociedad y llegan a ser la base de la sociedad. Es el caso de las Amazonas, un mito griego en que intervienen temas tan importantes como las dualidades femenino - masculino o civilización – barbarie, y en el cual también se ahonda en el tema del matriarcado. Los geógrafos e historiadores griegos tenían especial interés en el pueblo de las mujeres que vivían sin hombres, que eran grandes arqueras y fomentaban el matriarcado. En el mito de origen, las amazonas son hijas de Ares y Armonía y están gobernadas por una reina, pero existen infinitas variaciones como sucede con la mayoría de la mitología. Desde Homero a la historiografía de Heródoto, el tema fue siempre recurrente. Floreció en la península Ibérica, en las crónicas medievales, también fueron estudiadas por Alfonso X el Sabio, con los libros de caballería. Con el descubrimiento de América, el mito volvió a coger fuerza. Para el jesuita José Acosta149, autor de Historia natural y moral de las Indias, publicada en Sevilla en 1550 –y traducida al francés y al inglés– 146 Francisco Vázquez, op. cit., p. 170. 147 Mary R. Lefkowitz, Women in Greek Myth, Baltimore, Bristol Classical Press, 1986. 148 Willian Blake Tyrrell, Las amazonas. Un estudio de los mitos atenienses, México, Fondo de Cultura Económica, 1989. 149 José Acosta, Historia natural y moral de las Indias, [Sevilla,1550], Madrid, F.C.E., 2008. https://www.bloomsbury.com/uk/author/mary-r-lefkowitz 106 , menos en lo concerniente a la religión, el mundo grecorromano seguía siendo la norma de la civilización. La historia de las Amazonas es de los mitos caballerescos, pero de profundas raíces clásicas, según vimos antes, con mayor influencia sobre los conquistadores del Nuevo Mundo. Los viajeros medievales habían escrito sobre ellas, Ruy González de Clavijo, uno de los escritores de relatos de viaje, sitúa la ubicación de las mismas en las cercanías de Catay. Pero la obra con más influjo fue Las sergas de Esplandián, escrito por Garcí Ordóñez de Montalvo, continuación del Amadís, pues en esta obra Montalvo sitúa a las Amazonas “a la diestra mano de las Indias” y llama a la isla California. Colón es el primero en nombrar a las Amazonas. Los conquistadores que primero emprendieron su búsqueda en el norte fueron Nuño de Guzmán y Cristóbal de Olid, por encargo de Hernán Cortés, esas expediciones dieron el nombre de California a una parte de Norteamérica. Por el sur se las buscó luego y destacan en esta travesía Francisco de Orellana y su cronista fray Gaspar de Carvajal. Fray Gaspar no era un literato, pero su afición a registrar todo lo que ocurría lo convirtió en cronista accidental de una expedición fabulosa, la de Gonzalo Pizarro en busca del País de la Canela pasando Quito. Ese país no existía y los viajeros encontraron la inmensidad de la selva amazónica. Orellana se convirtió entonces en uno de los personajes de la literatura amazónica, y su carácter varía entre el héroe abnegado, humanista y gran guía de hombres que aparece en la crónica de Fray Gaspar de Carvajal, hasta el villano que traiciona a Pizarro, desaparece con el barco de la expedición llevándose cien mil pesos de oro, la paga de los soldados, y las piedras preciosas que había encontrado la expedición en la obra Juan de Velasco, Historia del reino de Quito150. Veinte años después del viaje de Orellana siguió la expedición al Amazonas de Pedro de Ursúa, que originó el ciclo literario de Lope de Aguirre. En 1561 Ursúa intentó repetir la aventura de Orellana y encontrar el país del oro. Pero cometió dos errores, incluir en su viaje a una mujer muy hermosa y a Lope de Aguirre, quien encabezó la sublevación que dio muerte a los dos amantes, se convirtió en jefe de la expedición, realizó un viaje demencial y se rebeló 150 Juan de Velasco, Historia moderna del Reino de Quito y crónica de la provincia de la Compañía, [1789], Madrid, Imprenta de la Caja del Seguro, 1941. 107 ante el Rey. Su brutal aventura en busca de las Amazonas lo hizo protagonista de varias obras literarias. IV.6 Las novelas de caballería y los relatos sobre el descubrimiento Así como los relatos de viajes influyeron en la mente de los cronistas las novelas de caballería también lo hicieron. El caballero real, el de la conquista de América emula al caballero andante de la literatura. En España, a partir del siglo XII las novelas de este tipo eran parte de la literatura oral y escrita. Una de las primeras en ser impresa fue el Amadís de Gaula, publicada en 1508, aunque la historia se conocía desde 1325. En la España de ese tiempo las novelas de caballería se convierten en un entretenimiento adecuado a todas las clases sociales. Alberto Sánchez en su artículo “Los libros de caballerías en la conquista de América”151 comenta que, a pesar de los esfuerzos de los escritores eclesiásticos, los libros de caballería eran de lectura habitual durante el siglo XVI, comenzando por el mismo emperador Carlos V, inclusive Ignacio de Loyola (antes de su conversión) y Santa Teresa eran lectores de libros de caballería, esta última incluso llegó a escribir un texto de este género con su hermano, Rodrigo de Cepeda152. El libro, que se ha perdido, tenía como título El caballero de Ávila. La influencia de ese tipo de textos literarios hizo mella sobre todo en los más crédulos, pues las narraciones aparentaban autenticidad ya que era habitual que el autor emplease la técnica ficcional del autor empírico autoficcionalizado, a través de la cual afirmaba que la historia central se basaba en antiguos manuscritos recientemente descubiertos y traducidos. La gran mayoría de libros de caballerías fingen ser traducciones de antiguos libros escritos en lengua otra lengua como el griego, latín, árabe, etcétera, por sabios cronistas y que fueron encontrado en lugares insospechados o circunstancias maravillosas. El texto original tiene la estructura discursiva de una crónica y el cronista utiliza los recursos propios de la historiografía. El verdadero autor de la obra aparece por consiguiente como simple traductor de un libro ajeno, lo que le 151 Alberto Sánchez, “Los libros de caballerías en la conquista de América”, Anales Cervantinos, 7, 1958, pp. 246-247 152María Carmen Marín Pina, “El caballero de Ávila y las fiestas zaragozanas por la beatificación y canonización de Santa Teresa en el siglo XVII” en Thesauros, Tomo LIV, Nº 1, pp- 155-179, 1999. 108 permite un juego de distanciamientos y perspectivas en relación con la narración, a la vez que logra así protegerse de las críticas y censuras que pudiera recibir. No solo el realismo mágico poblaba la crónica en el momento de descripción de la geografía, fauna y flora. También se acudía a mitos y leyendas como explicamos antes, y a libros de caballería, es decir, a todo lo que poblaba la mente de los cronistas. Los parangones entre uno y otro mundo se lograban desde lo conocido. La fantasía muchas veces servía para describir la realidad. La novela de caballería, el tipo de novela con más difusión, competía con la crónica. Las dos alimentan el gusto por la aventura y los horizontes lejanos, los hechos históricos que a veces alcanzan la dimensión de la ficción. Irving A. Leonard, en su trabajo titulado Los libros del conquistador, destaca la importancia de los libros de caballería, sobre todo a partir de finales del siglo XV, periodo que marca el verdadero principio de la democratización de la lectura: Facilitó además [la literatura de caballería] un escape agradable de la dura monotonía de una existencia esencialmente primitiva, y puso algún color en la existencia gris de los lectores, quienes a pesar de las denuncias de los moralistas contra aquellas “historias mentirosas”, continuaron hallando en ellas retratos auténticos de la vida, de los que adquirieron no solo modalidades de conducta e ideas sobre una realidad más amplia, sino una incitación para las hazañas.153 Bernal Díaz del Castillo escribe Historia Verdadera de la conquista de Nueva España para reivindicar la labor de todos los conquistadores, de los soldados, no solo del capitán Hernán Cortés, protagonista casi único de otra Historia de López de Gómara. Más asombrosas que las historias de Amadís son las crónicas de Indias, y entre todas destaca con luz propia la de Bernal Díaz del Castillo. Relatar esos sucesos es para Díaz del Castillo, frente a la imponente visión de la capital azteca, por ejemplo, narrar un encantamiento digno del Amadís, la novela de caballería por antonomasia. Al respecto opina Alejo Carpentier: Abre la gran crónica de Bernal Díaz del Castillo y se encuentra con el único libro de caballería real y fidedigno que se haya escrito –libro de caballeriza donde los hacedores de maleficios fueron teules visibles y palpables, auténticos los animales desconocidos, contempladas las ciudades ignotas, vistos los dragones en sus ríos y las montañas insólitas en sus nieves y humos. Bernal Díaz, sin sospecharlo, había superado las hazañas de Amadís de Gaula, Belianis de Grecia y Florismarte de Hircania. Había descubierto un mundo de monarcas coronados de plumas de aves verdes, de vegetaciones que se remontaban a los 153 Irving A. Leonard, Los libros del conquistador, México, F.C.E, 1959, p. 29. 109 orígenes de la tierra, de manjares jamás probados, de bebidas sacadas del cacto y de la palma, sin darse cuenta aún que, en ese mundo, los acontecimientos que ocupan al hombre suelen cobrar un estilo propio en cuanto a la trayectoria de un mismo acontecer.154 En la obra de Bernal Díaz del Castillo la realidad contada se identifica con el mundo fantástico de los libros de caballerías. La fábula toma color y se funde con esa realidad. En el capítulo LXXXVII se describe a la ciudad de México como surgida de las aguas. Compara las construcciones de los mexicanos con mezquitas que él conocía de su España natal, además de recordar las lecturas del Amadís. Describe así la ciudad, de un modo que se ha vuelto famoso: Y desque vimos tantas ciudades y villas pobladas en el agua, y en tierra firme otras grandes poblazones, y aquella calzada tan derecha y por nivel como iba a Méjico, nos quedamos admirados, y decíamos que parescía a las cosas de encantamiento que se cuentan en el libro de Amadís, por las grandes torres y cues y edificios que tenían dentro en el agua, y todos de calicanto, y aun algunos de nuestros soldados decían que si aquello que veían, si era entre sueños, y no es de maravillar que yo lo escriba aquí desta manera, porque hay mucho que ponderar en ello que no sé cómo lo cuente: ver cosas nunca oídas ni vistas, ni aun soñadas como vimos. 155 Es importante destacar el plural “decíamos”, como muestra de la gran cantidad de lectores soldados de los libros de caballerías. En otros capítulos describe la fabulosa vestimenta de los caciques, los manjares que estos comían “oí decir que le solían guisar carnes de muchachos de poca edad, y como tenía tantas diversidades de guisados y de tantas cosas, no lo echábamos de ver si era de carne humana o de otras cosas”156 Este tipo de descripciones, tan insólitas pero muy comunes entre los conquistadores que ya hablaron de canibalismo, provienen tal vez, del mismo tipo de textos. La lectura del Amadís y de distintos libros de caballería poblaba de fantasías la mente de los soldados y conquistadores. Muchos no lo decían, pero Díaz del Castillo lo cuenta sin problemas, él era un hombre común. Por eso los aventureros españoles se lanzaron en la búsqueda de antiguos mitos difundidos por ese tipo de novelas. Muchos recorrieron caminos en busca de las amazonas, de la ciudad de El Dorado o de la fuente de la eterna juventud, por 154 Alejo Carpentier, Tientos y diferencias, Montevideo, Arca, 1967, pp. 105 – 106. 155 Bernal Díaz de Castillo, Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, Madrid, Espasa-Calpe, 1975, pág. 178. 156 Bernal Díaz de Castillo, op.cit., p. 186. 110 citar los más destacados. Irving A. Leonard apunta que “la aparente historicidad de estos relatos y la enorme expansión del horizonte físico que resultaba de los recientes descubrimientos en África y en el Nuevo Mundo”, hacían verosímiles las fantasías con que los escritores pudiesen salpimentar sus obras.”157 El mundo se hacía cada vez más grande, lo cual movilizaba a los aventureros en busca de tesoros y lugares maravillosos. La realidad sobrepasaba a la fantasía, un nuevo mundo se abría en las mentes y en los mapas de los más osados. Los cronistas no pudieron escapar a esto, como tampoco los conquistadores. Tras las amazonas anduvieron Hernán Cortés, Álvar Núñez Cabeza de Vaca y muchos otros. El mito de estas mujeres guerreras fue recreado en uno de los episodios de Las sergas de Esplandián [1510], libro muy leído por los lectores de la Edad Media y del Renacimiento, pues el mito original era de procedencia griega como lo hemos señalado antes. Su autor, Garcí Ordóñez de Montalvo158, ubicó el reino de estas damas en una misteriosa isla “a la diestra mano de las Indias”. IV.7 Otros mitos La “Ciudad de los Césares” era otro de los mitos extendidos. El primero en tener noticias de la fantástica ciudad fue Sebastián Caboto al llegar a las costas del Brasil dos marinos le contaron que hacia el oeste del Paraná se hallaba una sierra con oro y plata suficiente para todos. Además, esta ciudad representaba mucho más que sus enormes tesoros. Los europeos pensaban en ella como la sociedad perfecta. Los informes de los exploradores que viajaban a África y a América hacían que las novelas de caballerías parecieran verosímiles, además debemos pensar en la mentalidad de los lectores, quienes acostumbrados por la fe católica a creer en lo imposible, daban crédito a ese tipo de textos. A medida que la exploración del Nuevo Mundo avanzaba, las novelas de caballerías y las crónicas se convirtieron en mutuas fuentes de inspiración. El nombre de la reina de las Amazonas, California, pasó a ser el nombre de una isla (que en realidad es tierra firme). Amazonas se llama a una región de Brasil, al igual que al río más caudaloso del Nuevo 157 Irving A. Leonard, op.cit., p. 35. 158 Garcí Ordóñez de Montalvo, Las Sergas de Esplandián, Madrid, Doce Calles, 1998. 111 Continente. La búsqueda de una fuente maravillosa159 iniciativa de Juan Ponce de León dio como resultado el descubrimiento de Florida, en Estados Unidos, nombre que perdura. Orlando, en el mismo territorio, es otro topónimo con reminiscencias caballerescas. Patagonia, al sur de Argentina, procede del nombre de un monstruo Patagón, de la novela Primaleón de Francisco Vázquez, continuación del Palmerín de Oliva. Con todo, no podemos dejar de pensar que la historia de la América del siglo XVI sigue siendo un conglomerado en donde es difícil separar la ficción del hecho histórico. 159 Las primeras referencias al mito de la fuente de la eterna juventud se encuentran en Historias de Heródoto (siglo IV a. C.). Heródoto, Historias, Madrid, Cátedra, 2006. https://es.wikipedia.org/wiki/Palmer%C3%ADn_de_Oliva https://es.wikipedia.org/wiki/Her%C3%B3doto 112 113 Segunda parte 114 115 CAPÍTULO V: LA CRÓNICA EN VERSO 116 V.1 Los romances de la conquista Los romances producidos durante la conquista fueron numerosos. El romancero, en boga durante el siglo XV, también llegó a América en la memoria y en el gusto de los hombres que participaron en la empresa. La voz anónima de la soldadesca se hace oír en el ritmo del romance, texto épico–lírico que sirvió también para contar la nueva realidad americana. Los romances épicos son formas poéticas de vida colectiva, pequeñas epopeyas de campamento, pues donde hubo soldados floreció un rico romancero, por lo general, popular y anónimo. Los de la conquista pueden incluirse dentro del grupo de los romances noticieros160, y dentro de estos como fronterizos por la temática de la guerra o luchas contra el nativo, y en otro caso por las rivalidades existentes entre los mismos españoles por los extensos territorios y botines de guerra. Entre los textos que conforman la crónica indiana es posible encontrar algún romance, aunque los ejemplares son pocos, tratándose de un fenómeno de poesía oral. Los romances formaban parte del acervo cultural de todos los hombres de la época. Mercedes Díaz Roig en “El romance en América” dice al respecto: los siglos XV y XVI son la época en la que el romancero tiene mayor esplendor y difusión entre todas las clases sociales. Los miles de pliegos sueltos para el consumo de las clases populares que se editaron desde fines del XV hasta finales del XVI, y los muchos Cancioneros y Romanceros del XVI, para personas de mayores recursos, son señal del éxito y la acogida de todo el público a los romances tradicionales. Este florecimiento coincidió con la conquista de América, y capitanes y soldados llevaron consigo, a las nuevas tierras, este patrimonio.161 Bernal Díaz del Castillo refleja esta situación en su crónica cuando transcribe en 1519, mientras navegaban las costas de México, lo que Cortés comentaba a sus hombres sobre lo que decían otros conquistadores que anteriormente ya habían explorado la zona: 160 Los romances noticieros de la península deben su nombre a su función: anoticiar en los siglos XIV y XV a los oyentes acerca de los suceso locales o nacionales de España. Dentro de este grupo se encuentran los fronterizos, que tratan asuntos vinculados con la guerra contra los moros en el frente granadino, escenario de las últimas batallas de la Reconquista. Esta situación se repite en el Nuevo Mundo, donde durante la conquista hubo una frontera imprecisa entre las tierras sometidas y las que aun pertenecían a los indígenas. 161 Mercedes Díaz Roig, “El romance en América” en Luis Íñigo Madrigal (coordinador), Historia de la Literatura Hispanoamericana, I: Época colonial, Madrid, Cátedra, 1882, pp. 301 – 303. 117 ...y acuérdome que se llegó un caballero, que se decía Alonso Hernández Puerto Carrero, e dijo a Cortés: «Parésceme, señor, que os han venido diciendo estos caballeros, que han venido otras dos veces a estas tierras: Cata Francia, Montesinos; Cata París, la ciudad; cata las aguas del Duero do van a dar en la mar Yo digo que mire las tierras ricas, y sabeos bien gobernar luego.» Cortés bien entendió a qué fin fueron aquellas palabras dichas, y respondió: «Denos Dios ventura en armas, como al paladín Roldán, que en lo demás teniendo a vuesa merced y a otros caballeros por señores, bien me sabré entender.» Y dejémoslo y no pasemos de aquí. Y esto es lo que pasó, y Cortés no entró en el río de Alvarado, como lo dice Gómara.162 En este fragmento se observa que la presencia de los romances era muy importante, puesto que en el diálogo de Cortés se evidencian alusiones en verso de conocidos romances épico-carolingios de asunto francés. Más adelante, ante la pérdida de Tenochtitlán, un soldado le dice a Cortés, otra vez utilizando un romance muy conocido (usado también en La Celestina por Sempronio, el criado de Calisto en el Auto I): “Señor capitán, no esté vuestra merced tan triste, que en las guerras estas cosas suelen acaecer, y no se dirá por vuestra merced: Mira Nero de Tarpeya / a Roma como se ardía” Los romances no solo persistían en la memoria de los conquistadores, también eran creados nuevos textos ante las situaciones vividas por los soldados y sus capitanes durante la conquista. Ramón Menéndez Pidal dice que estos ejemplos “valen por millones”, además afirma que ...en la memoria de cada capitán, de cada soldado, de cada negociante, iba algo del popularísimo romancero español, que [...]reverdecería a menudo para endulzar el sentimiento de soledad de la patria, para distraer el aburrimiento de los inacabables viajes o el temor de las aventuras que brindaba el desconocido mundo que pisaban...163 162 Bernal Díaz del Castillo, op. cit., p. 83. 163 Ramón Menéndez Pidal, Romancero Hispánico (hispánico – portugués- americano y sefardí), Teorías de la investigación, Madrid, Espasa – Calpe, 1927, p. 189. 118 Bernal Díaz del Castillo rememora un romance sobre Hernán Cortés surgido de las guerras de la conquista en México. El pasaje se debe al momento en que Cortés, que ha huido de la capital azteca después de la “noche triste”, contempla la ciudad desde Tacuba. El cronista sólo recuerda el comienzo de este romance “fronterizo”, que seguramente como tantos otros circulaba oralmente entre la soldadesca: ...Y en ese instante suspiró Cortés con una muy gran tristeza, muy mayor de la que antes traía, por los hombres que le mataron antes que en el alto cú subiese, y desde entonces dijeron un cantar o romance: En Tacuba está Cortés con su escuadrón esforzado, triste estaba y muy penoso, triste y con gran cuidado, una mano en la mejilla y la otra en el costado, etcétera.164 Este es un ejemplo que permite comprobar que durante ese tiempo y ante la situación brotaban numerosos romances nuevos, sobre todo en la crónica del Perú ante la guerra civil entre Pizarro y Almagro, ejemplos que transcribe Pedro Cieza de León165. 164 Bernal Díaz del Castillo, Op.cit., p. 342. 165 Como muestra de los romances peruano reproducimos los siguientes relatos del ciclo de Gonzalo Pizarro: Almagro pide la paz, los Pizarro, guerra, guerra, ellos todos morirán y otro mandará la tierra Non creyades, Rey Felipe lo que acaso os contarán, que el hermano de Pizarro Rey se quiso coronar. Mañanita, rey Felipe el cuello me cortarán, mis cabellitos al aire uno a uno los darán. Las señoras peruleras luto por mí llevarán, meteránme en una urna de azabache y de cristal 119 La dureza de la conquista, los largos caminos llenos de peligros, el hambre, la guerra con los naturales, en fin, las duras condiciones de la empresa española fueron temas fecundos para iniciar un romancero de la conquista, que con el paso del tiempo inician la épica popular. En el siglo XIX las guerras de la independencia y los problemas de la organización nacional son material para que se produzcan nuevos cantares históricos. En Argentina destacan los ciclos de las invasiones inglesas y el de Juan Facundo Quiroga. y en una huaca de plata a luego me enterrarán. 120 V.2El primer poeta del Río de la Plata: Luis de Miranda: Romance elegíaco La primera fundación de la ciudad de Buenos Aires en 1536, capitaneada por el primer adelantado don Pedro de Mendoza fue una verdadera tragedia. Al gran sufrimiento de la población incipiente le pone voz y verso el "Romance elegíaco" de Luis de Miranda, fraile español integrante de la expedición. Se considera que este romance, compuesto entre 1541 y 1546, es la primera producción poética en la región: 150 versos octosílabos de pie quebrado en los que el autor convierte a las tierras del Plata en una traidora cruel, que se resiste a la conquista y se come metafóricamente a seis "maridos" y mil ochocientos hombres. En el poema se describe como el hambre degrada a eso primeros pobladores colonos. Cada vez, ingieren alimentos más y más degradante: hierbas, cardos, raíces, pescado podrido, estiércol, heces, "carne de hombre", "asadura de hermano" y, a la vez, el sencillo lenguaje se deforma hasta convertirse apenas en llanto, en la mudez de expedicionarios que apenas sobreviven en esa triste ciudad fortín. El primer asentamiento de Pedro de Mendoza (1536) sobre la margen izquierda del río de la Plata terminó en un desastre, el asedio de los indios llevó la hambruna al pobre poblado que habían edificado los primeros hombres de Buenos Aires. Junto al hambre llegó la muerte, el desengaño y las traiciones. Para contar esta terrible historia se alzó la voz del clérigo Luis de Miranda de Villafaña que llegó a Buenos Aires con la armada del Adelantado Don Pedro de Mendoza. Este sacerdote nació en Plasencia (España). Luego de participar en las guerras de Italia, se ordenó sacerdote y acompañó, con 35 años, a Pedro de Mendoza al Río de la Plata. Cuando Irala ordenó la despoblación de Santa María de los Buenos Aires, marchó a Asunción, y cuando llegaron los problemas con la gobernación de Álvar Núñez Cabeza de Vaca, estuvo de su parte. Intentó provocar un incendio para liberar al adelantado de la prisión, pero su intento fracasó y por eso estuvo ocho meses en prisión. Se sabe que aún vivía y ejercía su ministerio en 1570. El texto de Miranda tiene un fuerte carácter histórico. Los primeros interesados en su contenido fueron los historiadores. El manuscrito llegó al Archivo de Indias de Sevilla a través del gobernador Francisco Ortiz de Vergara quien consideró oportuno incluirlo en los informes que llevaba para recalcar los sufrimientos de los pobladores del Río de la Plata. El http://www.todo-argentina.net/Literatura_argentina/Biografias_de_literatura/pedro_de_mendoza1.htm http://www.todo-argentina.net/Literatura_argentina/Biografias_de_literatura/fray_luis_de_miranda_de_villafan.htm 121 expediente de Vergara se archivó sin fechar con el título de Relación de los españoles que residen en el Río de la Plata procedentes de la expedición de Mendoza, Cabeza de Vaca, Gaboto y otros. El carácter documental del poema hace que los historiadores lo consideren fundamental para contextualizar la temprana fundación de Buenos Aires. Fue copiado a finales del siglo XVIII por el historiador español Juan Bautista Muñoz y publicado en 1881. En Argentina también los historiadores lo estudiaron como parte fundamental de la fundación durante las primeras décadas del siglo XX, en especial Enrique de Gandía quien profundizó en los aspectos históricos del poema y biográficos del poeta. Más adelante, a mediados del siglo XX comienzan los estudios críticos literarios. El “Romance” se cree escrito hacia 1546 cuando Miranda residía en Asunción. Además, en esta ciudad, el clérigo de Plasencia también escribió Comedia pródiga que tiene una única edición de 1554 en Sevilla. Está escrita en verso y pertenece al teatro semiculto con influencias con influencias de La Celestina y el episodio bíblico del hijo pródigo. El principal objetivo de esta obra teatral es la enseñanza moral166. El “Romance” de Luis de Miranda en realidad no es tal, pero es ese el título que le fue asignado tradicionalmente por el encabezamiento que llevaba en el expediente del Archivo General de Indias (Sevilla): Síguese el romance que V.S. Ilustrísima me pidió y mandó que le diese, el cual compuso Luis de Miranda, clérigo de aquella tierra. Este poema fue hallado a finales del siglo XIX, y aunque se titule romance, en realidad se trata de coplas octosilábicas de pie quebrado, con la siguiente estructura a b b c / c d d e. El cuarto verso (el pie quebrado) de cada copla tiene cuatro sílabas y a veces es pentasilábico. Los ciento treinta y seis versos del “Romance” constituyen, cronológicamente, el primer poema que inspira Buenos Aires, es por lo tanto, el primer texto de Río de la Plata. Las coplas de Luis de Miranda son de estilo medieval con continuas alusiones bíblicas, además son monótonas y pobres en factura poética, pero aun así, pese a la mala calidad de los versos, la voz del poeta se alza desgarradora para ilustrar las miserias que tuvieron que soportar los primeros fundadores de Buenos Aires. De su pobreza lírica es posible rescatar la primera metáfora que inspira Buenos Aires, entendida por el clérigo como una mujer traidora que devora a sus maridos: 166 Luis de Miranda, Comedia pródiga, Sevilla, 1554, ed. Facsímil de Antonio Pérez Gómez, Valencia, 1953. 122 Conquista la más ingrata a su señor; desleal y sin temor, enemiga del marido, que manceba siempre ha sido que no alabo; cual los principios el cabo aquesto ha tenido cierto que seis maridos ha muerto la señora... A continuación, enumera los nombres de los maridos fallecidos. La lista de esposos traicionados con la muerte nombra a Juan de Osorio “el valiente capitán”, asesinado en Río de Janeiro por orden de Pedro de Mendoza en 1535. Esta muerte fue considerada por todos lo expedicionarios como un funesto presagio que traería desgracias sobre todos los exploradores en general, y sobre los que firmaron su sentencia de muerte en particular. Ruy Díaz de Guzmán se refiere al delicado tema en su crónica La Argentina donde relata “todos lo querían y estimaban por su grande afabilidad y valor”. “Súpose –continúa el cronista- que algunos envidiosos lo malquistaron con don Pedro.” La muerte de este hombre, según creían los conquistadores, fue la causante de tanta desgracia. Ruy Díaz de Guzmán agrega “sobrevinieron [por su muerte] por castigo de Dios, grandes guerras, muchas desgracias y muerte.” La sentencia de muerte fue dictada directamente por el Capitán Pedro de Mendoza, tras un proceso secreto con cuatro testigos de confianza, las palabras del Primer Adelantado que transcribe el cronista son brutales “Sea muerto a puñaladas o estocadas o en otra manera que lo pudiera ser, las cuales le sean dadas hasta que el alma le salga de las carnes.” El siguiente marido muerto de la lista es Juan de Ayolas con el cargo de alguacil mayor de Pedro de Mendoza y uno de los hombres de más confianza. Junto a Pedro de Luján, Galaz de Medrano y Juan Salazar de Espinosa, firmó como testigo, la sentencia de muerte contra Juan Osorio. Murió a manos de los aborígenes en 1538 cuando realizaba una exploración en tierras hoy paraguayas, según Ruy Díaz de Guzmán “lo hicieron pedazos.” Otro de los “maridos” traicionados es Pedro de Luján, uno de los capitanes de la expedición colonizadora, fue herido mortalmente por los indios querandíes durante el combate de Corpus Christi el 15 de junio de 1537, su muerte se produjo mientras intentaba huir de los indios, a orillas del río que lleva hoy su apellido. El capitán Galaz de Medrano, el cuarto esposo según la metáfora del clérigo – soldado, murió asesinado en su cama, mientras dormía. Ruy Díaz de Guzmán lo 123 comenta en La Argentina: “muerto en su cama [...] de cuatro o cinco puñaladas, sin que se pudiera saber quien lo hubiese verificado.” El quinto hombre nombrado en el poema es Juan de Salazar, quien por orden de don Pedro de Mendoza partió en busca de Ayolas desde Buenos Aires en enero de 1537. Cuando se enteró de la muerte de Ayolas, dejó de buscarlo, y fundó Asunción (15 de agosto de 1537). Murió en 1560, pero es posible que el poeta lo creyera muerto. El último de los muertos es don Pedro de Mendoza, Primer Adelantado y según el poeta “el cortesano magnífico y disoluto” que arriesgó la vida, el honor y su gran fortuna en una frustrada empresa que lo llevó a la muerte. El cronista alemán Ulrico Schmidl escribe en su crónica Viaje al Río de la Plata: “...nuestro capitán general tenía la malatia francesa, no podía mover pies ni manos y además había gastado en el viaje más de cuarenta mil duros.”167 El 22 de abril de 1537 parte, enfermo ya, en la Magdalena, rumbo a España. El cronista alemán continúa “No quiso [Mendoza] estar más tiempo con nosotros en esta tierra y decidió volver a España. (...) Mas cuando (...) había llegado a mitad de camino, Dios Todopoderoso le deparó una muerte miserable.”168 Muere de sífilis en alta mar, cerca de las Islas Canarias, y es arrojado al agua, sin embargo, Ruy Díaz de Guzmán sostiene en su crónica que la muerte del capitán se produjo por comer carne “de perra salida.” Luis de Miranda sostiene que la desgracia se cierne sobre el poblado por el injusto asesinato de Juan de Osorio: “Y comenzó la traidora / tan a ciegas y siniestro/ que luego mató al maestre [Juan de Osorio]”. La responsabilidad recae en los testigos y autores de aquello, a quienes no duda en llamar cobardes: [....] por cuya mano tanto mal nos sucedió, Dios haya quien lo mandó tan sin tiento, tan sin ley ni fundamento, con tan sobrado temor, con tanta envidia y rencor, y cobardía. En punto, desde aquel día, todo fue de mal en mal, la gente y el general, y capitanes. 167 Ulrico Schmidl, op.cit., p.27. 168 Idem. 124 Trabajos, hambres y afanes, nunca nos faltó en la tierra, y así nos hizo la guerra la cruel. A partir de este punto, los versos describen las calamidades que allí sucedieron, especie de danza macabra de la muerte de la que nadie se salva: los sabios, los ricos, los valientes, todos sufren las terribles consecuencias del asedio: Pocos fueron o ninguno que no se viese citado, sentenciado y emplazado de la muerte; más tullido el que más fuerte, el más sabio más perdido, el más valiente caído y hambriento Los escalofriantes versos narran el hambre “ruina tamaña / fue el hambre más extraña / que se vio” y la desesperación de los españoles ante la falta de comida, el poeta nos transmite las acciones que la crueldad del hambre obliga a cometer, porque el único sustento era una pequeña cantidad de biscocho que no saciaba a los hombres (“La ración que allí se dio/ de harina y de biscocho169,/ fueron seis onzas u ocho/ mal pesadas) quienes buscaban sustento desesperados, sin duda los que más llama la atención es el caso del soldado que se come a su hermano muerto, un suceso espeluznante que fue corroborado por otros cronistas del Río de la Plata: las viandas más usadas eran cardos que buscaban, y aun estos no los hallaban todas veces; el estiércol y las heces que algunos ni digerían muchos tristes los comían que era espanto. [....] Las cosas que allí se vieron no se han visto en escritura, 169 Cuando se consulta la palabra "biscocho" en el Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia Española (RAE) se remite a la palabra "bizcocho". Por lo tanto, ambas palabras son correctas, sin embargo, la RAE prefiere la variante "bizcocho. En el original de Miranda aparece como ‘biscocho’. 125 comer la propia asadura de su hermano! El hambre y la desesperación de estos primeros colonos fue descrita por Ulrico Schmidl, Díaz de Guzmán y Martín del Barco Centenera. El soldado alemán Ulrico Schmidl fue testigo directo de los horrores de la primera fundación, ya que había llegado a Buenos Aires como integrante de la expedición de Pedro de Mendoza. Según este cronista el asedio de Buenos Aires empezó el día de San Juan, 24 de junio de 1536 y duró quince días. Los indios que cercaron la ciudad eran querandíes o pampas, charrúas de la costa del actual Uruguay, guaraníes de las islas del Delta, y chanaes y timbúes del norte argentino. Sus relatos son interesantes ya que los hechos narrados constituyen un valioso testimonio de un conquistador no español. El hambre, terrible, es protagonista de esos primeros momentos de colonización, y Ulrico Schmidl relata los mismos hechos que Luis de Miranda había descrito en sus versos, el biscocho que no alcanzaba (“apenas se nos daba a cada uno, cada día, tres medias onzas de bizcocho”). Señala también los casos de antropofagia, una vez más, llama la atención el muerto devorado por su hermano. ...la gente no tenía qué comer y se moría de hambre y padecía gran escasez, al extremo que los caballos no podían utilizarse. Fue tal la pena y el desastre del hombre que no bastaron ni ratas ni ratones, víboras ni otras sabandijas; hasta los zapatos y cueros, todo tuvo que ser comido. sucedió que tres españoles robaron un caballo y se lo comieron a escondidas; y así que esto se supo se les prendió y se les dio tormento para que confesaran. Entonces se pronunció la sentencia de que se ajusticiara a los tres españoles y se los colgara de una horca. Así se cumplió y se les ahorcó. Ni bien se los había ajusticiado, y se hizo la noche y cada uno se fue a su casa, algunos otros españoles cortaron los muslos y otros pedazos del cuerpo de los ahorcados, se los llevaron a sus casas y allí los comieron. También ocurrió que un español se comió a su propio hermano que había muerto. 170 Ruy Díaz de Guzmán, a quien estos sucesos le llegaron a través de algunos sobrevivientes de la tragedia, escribe en su crónica acerca de los mismos sucesos: En este tiempo padecían en Buenos Aires cruel hambre, porque faltándoles totalmente en la ración, comían sapos, culebras, y las carnes podridas que hallaban en los campos, de tal manera, que los excrementos de los unos comían los otros, viniendo a tanto extremo de hambre como en tiempo que Tito y Vespasiano tuvieron cercada a Jerusalén: 170 Ulrico Schmidl, op.cit., pp. 20 – 21. 126 comieron carne humana; así le sucedió a esta mísera gente, porque los vivos se sustentaban de la carne de los que morían, y aun de los ahorcados por justicia, sin dejarle más de los huesos, y tal vez hubo hermano que sacó la asadura y entrañas a otro que estaba muerto para sustentarse con ella. Finalmente murió casi toda la gente.171 Páginas después, Ruy Díaz de Guzmán vuelve a referirse al mismo caso que ha sido confirmado por los historiadores como verídico. El hombre en cuestión se llamaba Diego Gonzáles Baytos: ...no cesaba la cruel hambre que padecían en el puerto de Buenos Aires, pues de los que allí estaban murieron muchos, y otros se huyeron al Brasil en unos bateles, en que atravesaron aquel golfo [...] en cuyo viaje murieron algunos a manos de indios, otros de hambre y cansancio, y tal vez hubo hombre, que mató a su compañero para sustentarse de él, a quien yo conocí que se llamaba Baito.172 Como referencia cultista, la situación en que se encontraba Buenos Aires asediada por los aborígenes es comparable para Luis de Miranda a la sufrida en Jerusalén por el asedio de Tito, de acuerdo con la versión de Flavio Josefo (¿37? - 95) en su obra Guerras de los judíos173. Exactamente la misma comparación la trae a colación Ruy Díaz de Guzmán, en el fragmento antes trascripto. Allegó la cosa tanto que como en Jerusalén, la carne de hombre también la comieron. Luis de Miranda comenta que de los dos mil hombres que llegaron a Buenos Aires, sólo sobrevivieron al asedio unos doscientos. Ulrico Schmidl también relata esa considerable merma de hombres: “Juan Ayolas mandó convocar la gente e hizo una revista general, encontrando que de los mil quinientos hombres, quedaban con vida unos quinientos sesenta de entre la gente de guerra; los demás habían hallado la muerte por hambre o habían sido muertos por los indios”174 171 Ruy Díaz de Guzmán, op.cit., pág. 115. 172 Ruy Díaz de Guzmán, op.cit., pág. 131. 173 Flavio Josefo, Guerras de los judíos, Madrid, Gredos, 1999. 174 Ulrico Schmidl, op.cit., pág. 24. 127 En el romance de Luis de Miranda se encuentran los primeros acontecimientos de la conquista del Río de la Plata. Sus versos tienen la virtud de ser una crónica real de lo vivido en esos días. A pesar de la mala calidad de la versificación de este romance, su autor el clérigo Luis de Miranda tiene tres elementos que lo hacen importante para la historia de la literatura bonaerense: a) Es el primer texto literario en que se nombra a la región del Río de la Plata. b) Es un tema histórico recreado a partir del verso y del tono elegíaco. c) La figura alegórica utilizada (mujer fatal, peligrosa) se respetará constantemente en la lírica rioplatense. La alegoría de Buenos Aires como una mujer fatal que destruye a sus maridos españoles, en la última parte del poema se convierte en una “viuda” al ser abandonada por don Pedro de Mendoza, primero, y luego por los demás pobladores que marcharían a Asunción. Tendrían que pasar más de 40 años para que un buen marido apareciera y que sería finalmente Juan de Garay. El carácter elegíaco del poema se asemeja al estilo de Jorge Manrique en unos cuantos aspectos: el tono elegíaco, la presencia constante de la muerte y la métrica. Para Manrique la Muerte es “la gran igualadora” y también para Miranda, la soldadesca culpa de todos los males a don Pedro de Mendoza, quien a través de sus imprudentes acciones es el responsable de la situación en que se hallan: verse “así tan juntos / a la muerte” Las historias tremendas de los primeros colonizadores del Río de la Plata hicieron fortuna en las letras argentinas. Cuatro siglos después Enrique Larreta supo arrancar arte a ese horrendo comienzo con Las dos fundaciones de Buenos Aires (1933) donde dice: Quien sabe si la sensibilidad futura, más golosa de expresión que de brillo, no acabará un día por encontrar mayor belleza en la quijotesca desgracia de ese cuadro nuestro, con su fondo de horizonte salvaje, que en las aventuras espléndidas del Perú y de México, al empezar la conquista.175 175 Enrique Larreta, Tenía que suceder; Las dos fundaciones de Buenos Aires, Madrid, Espasa-Calpe, 1960, p. 123. https://www.iberlibro.com/servlet/SearchResults?an=Larreta%2C%20Enrique&cm_sp=det-_-bdp-_-author 128 Manuel Mujica Lainez también recrea el árido comienzo de la historia argentina en la primera parte de Canto a Buenos Aires (1943), y en dos cuentos de Misteriosa Buenas Aires (1951): “El hambre” y “El primer poeta”. “El hambre” se centra en la descripción de la escasez de alimentos que soportaron los españoles, y sobre todo en la historia del soldado Baytos, quien presa de odio y resentimiento hacia sus superiores termina comiéndose a su hermano, muerto antes. “El primer poeta” relata la historia de Luis de Miranda que una vez concluido su “romance” busca oyentes para su historia, entre ellos sobresale Isabel de Guevara, una de las mujeres de la expedición de Mendoza, conocida por haber escrito una carta que también analizamos en nuestro trabajo. Nadie tiene tiempo ni paciencia para la poesía, nadie la escucha: “Así leyó Fray Luis de Miranda, para el agua, para la luna, para los árboles, para las ramas y para los grillos, el primer poema que se escribió en Buenos Aires.”176 Sintetizando el contenido de la obra, destacamos los siguientes rasgos del Romance elegíaco: 1. El título es impropio en cuanto a la métrica, ya que son coplas de pie quebrado, así que asistimos a la unión de un romance narrativo que cuenta las miserias sufridas por el pueblo con la elegía que nos recuerda a las coplas de pie quebrado de Manrique. 2. El poeta evoca las guerras de los comuneros en Castilla (1519-1520). La secuela de muertos y de rivalidad vividas en la expresión de Pedro de Mendoza le recuerdan aquellos terribles años de “cuando fue la gran porfía en Castilla”. No es improbable que la evocación tenga valor autobiográfico. El romance de Miranda tiene como fuente el poema de Juan Del Encina conocido como las Coplas sobre el año de quinientos y veynte y uno, una composición menor que fue recogida al final de un manuscrito del Viaje a Jerusalén. El poema de Encina trata sobre el levantamiento de los comuneros castellanos, y de la terrible hambruna que Castilla sufre durante ese año 1521. Se percibe un tono aleccionador y moralizante, por eso el hambre que sufren los soldados es un castigo divino por el levantamiento de los comuneros frente a la autoridad 176 Manuel Mujica Lainez, Misteriosa Buenas Aires, Buenos Aires, Sudamericana, 1996, pág. 22. 129 imperial, que se ve como una como una deslealtad de estos frente al emperador Carlos V y por lo tanto frente a Dios. 3. El autor subraya el sentido comparativo de la guerra de las comunidades con los sucesos ocurridos en el Río de la Plata. 4. Intervienen como personajes: su señor, Pedro de Mendoza, la manceba: mujer asesina de maridos. Es la figura retórica que perdura de este poema y que se convierte en la primera metáfora que inspira Buenos Aires. Los seis maridos: los jefes de las expediciones, ya nombrados antes. Y el maestro que es el maestre de campo de Pedro de Mendoza, Juan de Osorio. Ricardo Rojas incorpora este romance a la historia de la literatura argentina porque considera que, además del peso histórico por el carácter de testigo del autor en los hechos contados, se puede apreciar a lo largo de sus versos un gran sentimiento trágico ante el fracaso rotundo de unos aventureros que encontraron la muerte y el hambre en una zona tan apartada. Pedro Barcia ha señalado en su artículo “El romance” de Luis de Miranda: imagen de la tierra americana. Poesía e historia”177 que en el poema aparecen tres tópicos recurrentes propios del romancero. En primer lugar, la alusión a la fecha. En segundo lugar, la personificación de la tierra como mujer. Y, por último, el tema recurrente del hambre de Jerusalén en estado de sitio. Sin embargo, Barcia reconoce que el poema es básicamente una elegía por el carácter trágico de los hechos narrados. En esta mezcla de géneros poéticos y en el carácter histórico – literario se puede ver el carácter híbrido de este texto que comparte particularidades de tres géneros: la crónica, el romance y la elegía. 177 Pedro Luis Barcia, “El “romance” de Luis de Miranda: imagen de la tierra americana. Poesía e historia” en Edad de oro, Nº10, 1991, pp. 13-32. 130 Romance elegíaco Año de mil y quinientos que de veinte se decía, cuando fue la gran porfía de Castilla, sin quedar ciudad ni villa, que a todos inficionó178 por los males digo yo comuneros,179 que los buenos caballeros quedaron tan señalados afinados y acendrados como el oro. Semejante mal que lloro cual fue la comunidad tuvimos otra en verdad subsequente, en las partes del Poniente, en el Río de la Plata, Conquista la más ingrata a su señor; desleal y sin temor, enemiga del marido, que manceba siempre ha sido que no alabo; cual los principios el cabo aquesto ha tenido cierto que seis maridos ha muerto la señora... Y comenzó la traidora tan a ciegas y siniestro que luego mató al maestre que tenía, Juan Osorio que decía el valiente capitán; Juan de Ayolas y Luján, y Medrano, Salazar por cuya mano tanto mal nos sucedió, Dios haya quien lo mandó tan sin tiento, 178 Inficionó: contagiar, corromper. tan sin ley ni fundamento, con tan sobrado temor, con tanta envidia y rencor, y cobardía. En punto desde aquel día todo fue de mal en mal, la gente y el general, y capitanes. Trabajos, hambres y afanes, nunca nos faltó en la tierra, y así nos hizo la guerra la cruel. Frontero de San Gabriel, a do se hizo el asiento, allí fue el enterramiento del armada, cosa jamás no pensada, y cuando no nos catamos de dos mil aun no quedamos en doscientos. Por los malos tratamientos muchos buenos acabaron y otros los indios mataron en un punto. Lo que más que aquesto junto nos causó ruina tamaña fue el hambre más extraña que se vio; la ración que allí se dio fueron seis onzas u ocho mal pesadas; las viandas más usadas eran cardos que buscaban, y aun estos no los hallaban todas veces; el estiércol y las heces que algunos ni digerían muchos tristes los comían que era espanto. Allegó la cosa tanto que como en Jerusalén, la carne de hombre también la comieron. Las cosas que allí se vieron no se han visto en escritura, 179 Comuneros: aficionados a las comunidades de Castilla. 131 comer la propia asadura de su hermano! ¡Oh, juicios soberanos, que notó nuestra avaricia y vio la recta justicia que allí obraste! A todos nos derribaste la soberbia por tal modo que era nuestra casa y lodo todo uno. Pocos fueron o ninguno que no se viese citado, sentenciado y emplazado de la muerte; más tullido el que más fuerte, el más sabio más perdido, el más valiente caído y hambriento; almas puestas en tormento era vernos, cierto, a todos de mil maneras y modos ya penando; unos contino llorando, por las calles derribados, otros lamentando echados tras los fuegos, del humo y cenizas ciegos, y flacos, descoloridos, otros de desfallecidos tartamudos, otros del todo ya mudos aquel huelgo echar no podían, así los tristes morían rabiando; los que quedaron gritando decían: ¡Nuestro General ha causado aqueste mal que no ha sabido gobernarse, y ha venido aquesta necesidad. Causa fue su enfermedad, que si tuviera más fuerzas y más pudiera, no nos vierámos a puntos de vernos así tan juntos a la muerte. Múdenos tan triste suerte, dando Dios un buen marido, sabio, fuerte y atrevida a la Viuda! El hambre Manuel Mujica Lainez Alrededor de la empalizada desigual que corona la meseta frente al río, las hogueras de los indios chisporrotean día y noche. En la negrura sin estrellas meten más miedo todavía. Los españoles, apostados cautelosamente entre los troncos, ven al fulgor de las hogueras destrenzadas por la locura del viento, las sombras bailoteantes de los salvajes. De tanto en tanto, un soplo de aire helado, al colarse en las casucas de barro y paja, trae con él los alaridos y los cantos de guerra. Y en seguida recomienza la lluvia de flechas incendiarias cuyos cometas iluminan el paisaje desnudo. En las treguas, los gemidos del Adelantado, que no abandona el lecho, añaden pavor a los conquistadores. Hubieran querido sacarle de allí; hubieran querido arrastrarle en su silla de manos, blandiendo la espada como un demente, hasta los navíos que cabecean más allá de la playa de toscas, desplegar las velas y escapar de esta tierra maldita; pero no lo permite el cerco de los indios. Y cuando no son los gritos de los sitiadores ni los lamentos de Mendoza, ahí está el angustiado implorar de los que roe el hambre, y cuya queja crece a modo de una marea, debajo de las otras voces, del golpear https://www.taringa.net/enciclopedia/hambre https://www.taringa.net/enciclopedia/hambre 132 de las ráfagas, del tiroteo espaciado de los arcabuces, del crujir y derrumbarse de las construcciones ardientes. Así han transcurrido varios días; muchos días. No los cuentan ya. Hoy no queda mendrugo que llevarse a la boca. Todo ha sido arrebatado, arrancado, triturado: las flacas raciones primero, luego la harina podrida, las ratas, las sabandijas inmundas, las botas hervidas cuyo cuero chuparon desesperadamente. Ahora jefes y soldados yacen doquier, junto a los fuegos débiles o arrimados a las estacas defensoras. Es difícil distinguir a los vivos de los muertos. Don Pedro se niega a ver sus ojos hinchados y sus labios como higos secos, pero en el interior de su choza miserable y rica le acosa el fantasma de esas caras sin torsos, que reptan sobre el lujo burlón de los muebles traídos de Guadix, se adhieren al gran tapiz con los emblemas de la Orden de Santiago, aparecen en las mesas, cerca del Erasmo y el Virgilio inútiles, entre la revuelta vajilla que, limpia de viandas, muestra en su tersura el “Ave María” heráldico del fundador. El enfermo se retuerce como endemoniado. Su diestra, en la que se enrosca el rosario de madera, se aferra a las borlas del lecho. Tira de ellas enfurecido, como si quisiera arrastrar el pabellón de damasco y sepultarse bajo sus bordadas alegorías. Pero hasta allí le hubieran alcanzado los quejidos de la tropa. Hasta allí se hubiera deslizado la voz espectral de Osorio, el que hizo asesinar en la playa del Janeiro, y la de su hermano don Diego, ultimado por los querandíes el día de Corpus Christi, y las otras voces, más distantes, de los que condujo al saqueo de Roma, cuando el Papa tuvo que refugiarse con sus cardenales en el castillo de Sant Angelo. Y si no hubiera llegado aquel plañir atroz de bocas sin lenguas, nunca hubiera logrado eludir la persecución de la carne corrupta, cuyo olor invade el aposento y es más fuerte que el de las medicinas. ¡Ay!, no necesita asomarse a la ventana para recordar que allá afuera, en el centro mismo del real, oscilan los cadáveres de los tres españoles que mandó a la horca por haber hurtado un caballo y habérselo comido. Les imagina, despedazados, pues sabe que otros compañeros les devoraron los muslos. ¿Cuándo regresará Ayolas, Virgen del Buen Aire? ¿Cuándo regresarán los que fueron al Brasil en pos de víveres? ¿Cuándo terminará este martirio y partirán hacia la comarca del metal y de las perlas? Se muerde los labios, pero de ellos brota el rugido que aterroriza. Y su mirada turbia vuelve hacia los platos donde el pintado escudo del Marqués de Santillana finge a su extravío una fruta roja y verde. Baitos, el ballestero, también imagina. Acurrucado en un rincón de su tienda, sobre el suelo duro, piensa que el Adelantado y sus capitanes se regalan con maravillosos festines, mientras él perece con las entrañas arañadas por el hambre. Su odio contra los jefes se torna entonces más frenético. Esa rabia le mantiene, le alimenta, le impide echarse a morir. Es un odio que nada justifica, pero que en su vida sin fervores obra como un estímulo violento. En Morón de la Frontera detestaba al señorío. Si vino a América fue porque creyó que aquí se harían ricos los caballeros y los villanos, y no existirían diferencias. ¡Cómo se equivocó! España no envió a las Indias armada con tanta hidalguía como la que fondeó en el Río de la Plata. Todos se las daban de duques. En los puentes y en las cámaras departían como si estuvieran en palacios. Baitos les ha espiado con los ojos pequeños, entrecerrándolos bajo las cejas pobladas. El único que para él algo valía, pues se acercaba a veces a la soldadesca, era Juan Osorio, y ya se sabe lo que pasó: le asesinaron en el Janeiro. Le asesinaron los señores por temor y por envidia. ¡Ah, cuánto, cuánto les odia, con sus ceremonias y sus aires! ¡Como si no nacieran todos de idéntica manera! Y más ira le causan cuando pretenden endulzar el https://www.taringa.net/enciclopedia/hambre 133 tono y hablar a los marineros como si fueran sus iguales. ¡Mentira, mentiras! Tentado está de alegrarse por el desastre de la fundación que tan recio golpe ha asestado a las ambiciones de esos falsos príncipes. ¡Sí! ¿Y por qué no alegrarse? El hambre le nubla el cerebro y le hace desvariar. Ahora culpa a los jefes de la situación. ¡El hambre!, ¡elhambre!, ¡ay!; ¡clavar los dientes en un trozo de carne! Pero no lo hay... no lo hay... Hoy mismo, con su hermano Francisco, sosteniéndose el uno al otro, registraron el campamento. No queda nada que robar. Su hermano ha ofrecido vanamente, a cambio de un armadillo, de una culebra, de un cuero, de un bocado, la única alhaja que posee: ese anillo de plata que le entregó su madre al zarpar de San Lúcar y en el que hay labrada una cruz. Pero así hubiera ofrecido una montaña de oro, no lo hubiera logrado, porque no lo hay, porque no lo hay. No hay más que ceñirse el vientre que punzan los dolores y doblarse en dos y tiritar en un rincón de la tienda. El viento esparce el hedor de los ahorcados. Baitos abre los ojos y se pasa la lengua sobre los labios deformes. ¡Los ahorcados! Esta noche le toca a su hermano montar guardia junto al patíbulo. Allí estará ahora, con la ballesta. ¿Por qué no arrastrarse hasta él? Entre los dos podrán descender uno de los cuerpos y entonces... Toma su ancho cuchillo de caza y sale tambaleándose. Es una noche muy fría del mes de junio. La luna macilenta hace palidecer las chozas, las tiendas y los fuegos escasos. Dijérase que por unas horas habrá paz con los indios, famélicos también, pues ha amenguado el ataque. Baitos busca su camino a ciegas entre las matas, hacia las horcas. Por aquí debe de ser. Sí, allí están, allí están, como tres péndulos grotescos, los tres cuerpos mutilados. Cuelgan, sin brazos, sin piernas... Unos pasos más y los alcanzará. Su hermano andará cerca. Unos pasos más... Pero de repente surgen de la noche cuatro sombras. Se aproximan a una de las hogueras y el ballestero siente que se aviva su cólera, atizada por las presencias inoportunas. Ahora les ve. Son cuatro hidalgos, cuatro jefes: don Francisco de Mendoza, el adolescente que fuera mayordomo de don Fernando, Rey de los Romanos; don Diego Barba, muy joven, caballero de la Orden de San Juan de Jerusalén; Carlos Dubrin, hermano de leche de nuestro señor Carlos V; y Bernardo Centurión, el genovés, antiguo cuatralbo de las galeras del Príncipe Andrea Doria. Baitos se disimula detrás de una barrica. Le irrita observar que ni aun en estos momentos en que la muerte asedia a todos han perdido nada de su empaque y de su orgullo. Por lo menos lo cree él así. Y tomándose de la cuba para no caer, pues ya no le restan casi fuerzas, comprueba que el caballero de San Juan luce todavía su roja cota de armas, con la cruz blanca de ocho puntas abierta como una flor en el lado izquierdo, y que el italiano lleva sobre la armadura la enorme capa de pieles de nutria que le envanece tanto. A este Bernardo Centurión le execra más que a ningún otro. Ya en San Lúcar de Barrameda, cuando embarcaron, le cobró una aversión que ha crecido durante el viaje. Los cuentos de los soldados que a él se refieren fomentaron su animosidad. Sabe que ha sido capitán de cuatro galeras del Príncipe Doria y que ha luchado a sus órdenes en Nápoles y en Grecia. Los esclavos turcos bramaban bajo su látigo, encadenados a los remos. Sabe también que el gran almirante le dio ese manto de pieles el mismo día en que el Emperador le hizo a él la gracia del Toisón. ¿Y qué? ¿Acaso se explica tanto engreimiento? De verle, cuando venía a bordo de la nao, hubieran podido pensar que era el propio Andrea Doria quien venía a América. Tiene un modo de volver la cabeza morena, casi africana, y de hacer relampaguear los aros de oro sobre el cuello de pieles, que a Baitos le obliga a apretar los dientes y los puños. ¡Cuatralbo, cuatralbo de la armada del Príncipe Andrea Doria! ¿Y qué? ¿Será él https://www.taringa.net/enciclopedia/hambre https://www.taringa.net/enciclopedia/hambre https://www.taringa.net/enciclopedia/hambre 134 menos hombre, por ventura? También dispone de dos brazos y de dos piernas y de cuanto es menester... Conversan los señores en la claridad de la fogata. Brillan sus palmas y sus sortijas cuando las mueven con la sobriedad del ademán cortesano; brilla la cruz de Malta; brilla el encaje del mayordomo del Rey de los Romanos, sobre el desgarrado jubón; y el manto de nutrias se abre, suntuoso, cuando su dueño afirma las manos en las caderas. El genovés dobla la cabeza crespa con altanería y le tiemblan los aros redondos. Detrás, los tres cadáveres giran en los dedos del viento. El hambre y el odio ahogan al ballestero. Quiere gritar mas no lo consigue y cae silenciosamente desvanecido sobre la hierba rala. Cuando recobró el sentido, se había ocultado la luna y el fuego parpadeaba apenas, pronto a apagarse. Había callado el viento y se oían, remotos, los aullidos de la indiada. Se incorporó pesadamente y miró hacia las horcas. Casi no divisaba a los ajusticiados. Lo veía todo como arropado por una bruma leve. Alguien se movió, muy cerca. Retuvo la respiración, y el manto de nutrias del capitán de Doria se recortó, magnífico, a la luz roja de las brasas. Los otros ya no estaban allí. Nadie: ni el mayordomo del Rey, ni Carlos Dubrin, ni el caballero de San Juan. Nadie. Escudriñó en la oscuridad. Nadie: ni su hermano, ni tan siquiera el señor don Rodrigo de Cepeda, que a esa hora solía andar de ronda, con su libro de oraciones. Bernardo Centurión se interpone entre él y los cadáveres: sólo Bernardo Centurión, pues los centinelas están lejos. Y a pocos metros se balancean los cuerpos desflecados. El hambre le tortura en forma tal que comprende que si no la apacigua en seguida enloquecerá. Se muerde un brazo hasta que siente, sobre la lengua, la tibieza de la sangre. Se devoraría a sí mismo, si pudiera. Se troncharía ese brazo. Y los tres cuerpos lívidos penden, con su espantosa tentación... Si el genovés se fuera de una vez por todas... de una vez por todas... ¿Y por qué no, en verdad, en su más terrible verdad, de una vez por todas? ¿Por qué no aprovechar la ocasión que se le brinda y suprimirle para siempre? Ninguno lo sabrá. Un salto y el cuchillo de caza se hundirá en la espalda del italiano. Pero ¿podrá él, exhausto, saltar así? En Morón de la Frontera hubiera estado seguro de su destreza, de su agilidad... No, no fue un salto; fue un abalanzarse de acorralado cazador. Tuvo que levantar la empuñadura afirmándose con las dos manos para clavar la hoja. ¡Y cómo desapareció en la suavidad de las nutrias! ¡Cómo se le fue hacia adentro, camino del corazón, en la carne de ese animal que está cazando y que ha logrado por fin! La bestia cae con un sordo gruñido, estremecida de convulsiones, y él cae encima y siente, sobre la cara, en la frente, en la nariz, en los pómulos, la caricia de la piel. Dos, tres veces arranca el cuchillo. En su delirio no sabe ya si ha muerto al cuatralbo del Príncipe Doria o a uno de los tigres que merodean en torno del campamento. Hasta que cesa todo estertor. Busca bajo el manto y al topar con un brazo del hombre que acaba de apuñalar, lo cercena con la faca e hinca en él los dientes que aguza el hambre. No piensa en el horror de lo que está haciendo, sino en morder, en saciarse. Sólo entonces la pincelada bermeja de las brasas le muestra más allá, mucho más allá, tumbado junto a la empalizada, al corsario italiano. Tiene una flecha plantada entre los ojos de vidrio. Los dientes de Baitos tropiezan con el anillo de plata de su madre, el anillo con una labrada cruz, y ve el rostro torcido de su hermano, entre esas pieles que Francisco le quitó al cuatralbo después de su muerte, para abrigarse. El ballestero lanza un grito inhumano. Como un borracho se encarama en la estacada de troncos de sauce y ceibo, y se echa a correr barranca abajo, hacia las hogueras de los https://www.taringa.net/enciclopedia/hambre https://www.taringa.net/enciclopedia/hambre https://www.taringa.net/enciclopedia/hambre 135 indios. Los ojos se le salen de las órbitas, como si la mano trunca de su hermano le fuera apretando la garganta más y más.180 180 Manuel Mujica Lainez, Misteriosa Buenos Aires, Buenos Aires, Sudamericana, 1996, pp. 9 – 16. 136 137 V.3 Martín del Barco Centenera: Argentina Martín del Barco Centenera, parte del Monumento a España, en Puerto Madero, Buenos Aires 138 Haré con vuestra ayuda este cuaderno, del Argentino Reino recontando diversas aventuras y extrañezas, prodigios, hambres, guerras, proezas. Martín del Barco Centenera Martín del Barco Centenera es autor de La argentina, el único poema épico en el período hispánico del Río de la Plata. En el título, un adjetivo poético, se encuentra lo mejor del poema según la crítica clásica. El título de la obra es más extenso que el conocido y, en el original aparecen los territorios recorridos por Martín del Barco Centenera: Argentina y conquista del Río de la Plata, con otros acaecimientos de los reinos del Perú, Tucumán y estado del Brasil. Muchos críticos consideran que lo mejor de la obra del arcediano es el título porque da nombre a toda una nación. La palabra "Argentina" proviene del latín argentum (plata). Ya desde las épocas de Pedro de Mendoza para referirse a la región del Río de la Plata, se utilizaron los nombres de Gobernación del Río de la Plata y Provincias del Río de la Plata. En 1776 el nombre del territorio se oficializó como Virreinato del Río de la Plata. Este río es el que en 1516 Juan Díaz de Solís denominó Mar Dulce, llamado también Río de Santa María y Río de Solís. Los portugueses lo denominaban Rio da Prata por los rumores que postulaban la existencia de metales preciosos. La latinización del nombre apareció en 1602, cuando Martín del Barco Centenera, miembro de la expedición de Juan Ortiz de Zárate, publicó su largo poema de la historia del Río de la Plata y de los reinos del Perú, Tucumán y del Estado del Brasil, bajo el título La Argentina. Sin embargo, algunos autores sostienen que el nombre ya se usaba activamente entre la soldadesca, y que es de ahí de donde lo toma Centenera. Así, la región le dio el nombre al poema y no este a aquella. El nombre comenzó poco a poco a ser más utilizado. A finales del siglo XVIII y comienzos del XIX el poeta Manuel José de Lavardén incluyó el adjetivo "argentina" en su obra, y desde el periódico El Telégrafo Mercantil se expandió el adjetivo "argentino" para referirse a todo lo relacionado con el Río de la Plata o la ciudad de Buenos Aires. El nombre apareció en la obra de Vicente López y Planes Triunfo Argentino, así como en el texto de la Marcha Patriótica. En el ámbito político y en las constituciones, sin embargo, el nombre no fue utilizado de manera sistemática hasta 139 1860, cuando el General Mitre utilizó el nombre de presidente de la República Argentina. A partir de este gobierno, quedó fijado desde entonces definitivamente el nombre con el que se reconocería mundialmente a este país. Enrique Peña181 se encarga de realizar una biografía del autor y una edición facsímil de La Argentina, escrita por el arcediano don Martín del Barco Centenera, e impreso en Lisboa en 1602. Este estudioso indica que esta publicación fue precedida del estudio que realizó el doctor don Juan María Gutiérrez, y que vio la luz en los tomos 6, 7 y 12 de la Revista del Río de la Plata. Los datos oficiales indican que Martín Barco de Centenera nació en Logrosán, en Extremadura, en 1535. Centenera hizo sus estudios en Salamanca, y allí obtuvo el título de licenciado en teología; aunque Unamuno afirma que no encontró los títulos en los libros de la universidad de la que era rector. Cuando Juan Ortiz de Zárate preparaba la expedición para dirigirse al Río de la Plata, se alistó entre los expedicionarios y consiguió que el Consejo de Indias, le diese el título de arcediano de la Iglesia del Paraguay. La Armada de Ortiz de Zárate se hizo definitivamente a la vela en octubre de 1572. La formaban cinco buques que arribaron a Asunción el 8 de febrero de 1575. Barco de Centenera empezó, desde el primer momento, a ejercer el cargo de arcediano para el que había sido designado y desempeñando también, al mismo tiempo, los deberes que le imponía su ministerio, oyendo confesiones y predicando el Evangelio a los españoles, ya que no podía hacerlo a los naturales que sólo entendían el guaraní porque, como dato curioso, en la conquista del Paraguay, los naturales impusieron, desde el primer día, su idioma a los conquistadores, de modo que Centenera tuvo que aprender la lengua de los nativos. Ortiz de Zárate falleció en la Asunción pocos meses después de su llegada y según Centenera, ni fue acertado en su gobierno, ni querido por su pueblo. Juan de Garay lo sucedió en 1578 y tampoco tuvo un gobierno muy afortunado. Más adelante, Centenera obtuvo licencia del Cabildo Eclesiástico para trasladarse, durante dos años, al Perú. Después de la impresión del libro, no se tienen más noticias del arcediano, salvo la que da Ricardo Palma cuando dice: “En cuanto a la época de su fallecimiento, si hemos de dar fe a lo que dice un librito de efemérides españolas, acaeció en Portugal a fines de 1605.” 181 Enrique Peña, “Apuntes bio-bibliográficos” en La Argentina. Poema histórico, reimpresión facsimilar de la primera edición [1602], Buenos Aires, Peuser, 1912, pp. XI-LII. 140 Estuvo veinte años en América (1573 - 1593), las regiones visitadas fueron varias: Río de la Plata, Alto Perú y Perú. En 1593 se encontraba en Buenos Aires, desde donde regresó a España, ya con el manuscrito de La Argentina escrito el que en 1602 editó en Lisboa, obra de la que quedan muy pocos ejemplares. La obra de Centenera tuvo desde el principio muy mala crítica por compararlo con el texto maestro de Ercilla. Desde siempre se consideró el poema del arcediano émulo de La Araucana. El texto de Martín del Barco Centenera ha sido injustamente comparado con La Araucana porque La Argentina posee su propia originalidad y merecimientos en una línea épico-cómica de valor histórico y doctrinario. Uno de sus primeros críticos fue Juan María Gutiérrez (1809-1878), que formaba parte de la generación argentina romántico-iluminista de 1837, generación liberal en política, impregnada del sentimiento nacional de la patria naciente y adversa al “oscurantismo” colonial hispánico que vieron reflejado en el gobierno de don Juan Manuel de Rosas. Gutiérrez fue continuador de los estudios del erudito napolitano Pedro de Angelis y uno de los críticos más importantes de su generación. La lectura que realiza, aunque profunda, está teñida de algunos prejuicios anticlericales y anticolonialistas de época. En su interpretación, gadameriana182, sin duda se pueden observar varios aspectos. Por ejemplo, sigue la interpretación de uno de los críticos clásicos, el español Félix de Azara, quién acusó al extremeño de querer desacreditar a los jefes de la expedición que integró. Juan María Gutiérrez continúa esta perspectiva, y otorga a Centenera el lugar de cronista oficial en la expedición de Ortiz de Zárate: “Se infiere de la lectura de este poema que el autor tenía compromiso con Zárate de escribir los hechos de que este se prometía ser el héroe.”183 Sin embargo, las críticas hacia los adelantados y las autoridades se hacen patentes durante toda la obra. Incluso alcanzan al virrey Toledo. Apunta Gutiérrez: “La maquiavélica y cruel conducta del Virrey, de ánimo intrigante, aparece también en los versos de Centenera con toda su crudeza, porque la presenta rodeada de minuciosos incidentes, que le dan un relieve verdaderamente negro y satánico, y podría servir de asunto para una preciosa 182 El texto más importante de Gadamer es obra Verdad y Método, desde el diálogo con filósofos como Dilthey, Husserl y Heidegger se cuestiona críticamente sobre las modalidades del entender. Se trata de una hermenéutica filosófica. La primera de las condiciones hermenéuticas es la precomprensión que determina en una serie de prejuicios que cada lector crítico acarrea porque pertenece a una tradición. Hans Georg Gadamer, Verdad y método I, Salamanca, Editorial Sígueme, 1998. 183 Juan María Gutiérrez, Estudios histórico-literarios, Selección, prólogo y notas de Ernesto Morales, Buenos Aires, Estrada, 1940, pág. 25. 141 novela o para una composición dramática de sumo interés poético y filosófico."184 Las críticas a los conquistadores son constantes y duras a lo largo de todo el poema. Centenera llama salteador a Pedro de Mendoza por el saqueo de Roma, y alude a su enfermedad, la sífilis como "el morbo que de Galia tiene nombre"; de Ortiz de Zárate muestra la indisciplina y la codicia, la inmoralidad de Mendieta, la soberbia de Juan de Garay, el ánimo intrigante del Virrey Toledo, la ambición de Hernando de Lerma, la crueldad de los capitanes, la falta de fe de algunos clérigos. Juan María Gutiérrez observa agudamente la índole moral de la obra, pero no concede al arcediano suficiente autoridad moral para ejercer esa crítica. De todas formas, Juan María Gutiérrez realizó una lectura inteligente, alejada de los prejuicios de la generación a la que pertenecía porque, a través de una hermenéutica, fue capaz de articular intuitivamente el pasado con el presente. Además, fue el continuador de Pedro de Angelis (quien estudió todos los textos liminares de la literatura argentina que fueron rechazados por Echeverría185). Martín del Barco Centenera leyó la primera parte de La Araucana (1569) de Alonso de Ercilla en España. La obra del arcediano pretende imitar a la de Ercilla, pero sólo guarda un poco de parecido en el título, división en cantos, empleo de la octava real, contenido americano y carácter autobiográfico. En esas características se acaban las similitudes, los escasos méritos literarios, o mejor dicho estilísticos de La Argentina son evidentes: es muy extenso, la rima es, en su mayor parte, mala y la métrica es variable, los casi 10.000 versos se distribuyen en veintiocho cantos. La obra de Barco Centenera carece de un argumento central que otorgue coherencia a los sucesos narrados. Las historias que recoge su poema son en parte vistas y vividas por el autor y en parte producto de testimonios directos de los hombres que conoció a lo largo de su periplo americano. La Argentina relata la historia del descubrimiento y la conquista desde 184 Juan María Gutiérrez, op.cit., pág 105. 185 José Esteban Echeverría; (Buenos Aires, 1805 - Montevideo, 1851) Escritor argentino, una de las figuras fundamentales del Romanticismo argentino e hispanoamericano. Autor de La cautiva, El Matadero, entre otras obras que inauguran el Romanticismo en Argentina. Varios críticos consideran estas obras como fundacionales de la Literatura Argentina. Además, escribe crítica literaria como Ojeada retrospectiva sobre el movimiento intelectual en el Plata desde el año 37, y Dogma socialista (1846), donde expone sus propuestas en el campo cultural, como, por ejemplo, el rol de conductor que asumió en el Salón Literario, que es una forma de organización cultural nueva en el Río de la Plata semejante a las reuniones de los románticos franceses. Echeverría manifiesta su oposición a la tradición española porque la concibe como expresión del despotismo colonial, por este motivo considera los textos coloniales como reflejo de la barbarie. 142 las primeras exploraciones de Solís hasta los sucesos ocurridos próximos al regreso del autor a España. Arturo Giménez Pastor hace referencia a esa falta de unidad temática que sí se halla en La Araucana, pero que en La Argentina no se encuentra, y es por eso por lo que en esta obra las historias y los territorios se multiplican: ...su primitivo tema central, la expedición del adelantado Ortíz de Zárate, atrae como antecedente la narración de la desgraciada empresa fundadora de don Pedro de Mendoza, la aventura del esforzado Álvar Núñez Cabeza de Vaca, y los hechos de Irala; y tras oscilante rumbo que lo lleva a la fundación de la segunda Buenos Aires por Garay, el narrador desplaza su relato hacia los lugares a que se refiere la segunda parte del título de su libro, derramándose en crónicas de la vida limeña, excursiones magallánicas e incursiones de corsarios y piratas que con Cavendish lo llevan también a las costas del Brasil.186 El interés del poema es más histórico que poético, porque a pesar de la mala calidad de sus versos y las rimas sorprendentes, la lectura es amena, ya que a lo largo de sus páginas aparecen detalles pintorescos: la descripción -ingenua o maliciosa- de algún detalle menor, algún episodio contado con suspense, observaciones inteligentes, y sobre todo, es admirable la gran cantidad de noticias que recoge: exactitudes históricas junto a extravagancias fantásticas, proezas, aventuras de viaje, costumbres indígenas, relatos amorosos, datos sobre la fauna y la flora, reflexiones morales. Marcelino Menéndez y Pelayo subraya que “...muchas curiosidades [...] hacen tolerable y a ratos entretenida su lectura, sobre todo, si uno se olvida que está leyendo versos.”187 Y Bernardo Canal Feijoo agrega sobre la importancia histórica más que poética de la obra que: “Parece difícil de entender el motivo por el cual Centenera elige la forma versificada para narrar acontecimientos que más bien pertenecen a la prosa histórica.”188 El material de su epopeya se encuentra muy bien seleccionado, pero el autor falla en el ritmo y en la organización estética. Esta crónica rimada sobresale, sin embargo, en contadas ocasiones, sobre todo cuando se ocupa de la descripción de los indígenas charrúas: 186 Arturo Giménez Pastor, Historia de la Literatura Argentina, Buenos Aires, Labor, 1945, T. I, p. 25. 187 Marcelino Menéndez y Pelayo, Historia de la Poesía Hispanoamericana, Edición Nacional de las Obras Completas de Menéndez Pelayo, Madrid, C. S. I. C., 1948, Vol. 27, pág. 304. 188 Bernardo Canal Feijoo, “La literatura virreinal”, En Historia de la literatura argentina, Buenos Aires, CEAL, 1967.Pág 32. 143 La gente que aquí habita en esta parte Charruahas se dicen, de gran brío, a quien a repartido el fiero Marte su fuerza, su valor y poderío, .................................................... Es gente muy crecida y animosa, empero sin labranza y sementera, en guerras y batallas belicosa, osada y atrevida en gran manera, ..................................................... Tan sueltos y ligeros son, que alcanzan corriendo por los campos los venados, tras fuertes avestruces se avalanzan hasta dellos se ver apoderados; con unas bolas que usan los alcanzan si ven que están a lo lejos apartados, y tienen en la mano tal destreza que aciertan con la bola en la cabeza.189 Versos más adelante, y después de las alabanzas a sus destrezas, describe las “malas” costumbres de los charrúas: el desuello de la piel del rostro de los enemigos “¡maldito y crudo antojo!”, y otra aun “más mala”: la de seccionar falanges de pies y manos a los parientes que han perdido algún miembro de la familia. Por otro lado, Gutiérrez no tuvo en cuenta otros aspectos de la obra, como por ejemplo, la actitud del autor con respecto a los indígenas, muy en consonancia con la línea humanista de Las Casas y Ercilla. Graciela Maturo sostiene en su artículo “Humanismo y denuncia en la épica cómica de Martín del Barco Centenera”190 que este error se produce por la fallida interpretación de un pasaje de la obra, el Canto I: “Del indio chiriguano encarnizado En carne humana origen canto solo…” Maturo aclara: “Si ese "solo" equivale a "solamente", sin duda el arcediano crea una falsa expectativa de lectura al anunciar que va a ocuparse solo del indio chiriguano, al que 189 Canto X, vs. 3457 – 3480. 190 Graciela Maturo, “Humanismo y denuncia en la épica cómica de Martín del Barco Centenera” en Relectura de las crónicas coloniales del cono sur, Graciela Maturo et al, Buenos Aires, Universidad del Salvador, 2004, pp. 31 – 73. 144 califica de encarnizado en carne humana.” Centenera describe a varias tribus: los charrúas o charusúes, los guaraníes, chiriguanos, tambús, chanás, calchines, chiloazas, melpenes, mañue o minuanes, veguanes, cherandíes, meguay, curuces y tapui-miries. Desde el canto VII se ve a los indígenas ayudando a unos poco agradecidos conquistadores, y esa es la visión humanista que Gutiérrez no alcanza a percibir en La Argentina. En varios pasajes se observa una entereza, una honorabilidad en los indígenas que no tienen los conquistadores. Por ejemplo, en las descripciones de las batallas en la que los conquistadores vencen, se puede apreciar un cierto abuso de estos sobre los vencidos: El Zapicano ejército venía Con trompas y vocinas resonando Al sol la polvareda oscurecía, La tierra del tropel está temblando: De sangre el suelo todo se cubría, Y el zapicano ejército gritando, Cantaba la victoria lastimosa Contra la gente triste y dolorosa. Otra de las expediciones de la tropa enviada por Zárate y capitaneada por Garay y Ruy Díaz Melgarejo tuvo un encuentro con los chaná, donde los españoles hicieron dos prisioneros. Más adelante se encuentran con los guaraníes, a quienes tomaron por sorpresa. Los cristianos hacen prisionero al hijo del cacique Cayú. Este se presenta a recobrar a su hijo, y ofrece a cambio una “moza”. Los cristianos, y Zárate, sobre todo, no cumplen lo pactado: El Juan Ortiz la moza recibía Y al indio sin su hijo en paz envía El humanismo, además en esta obra, se puede ver en las páginas de otros autores, de manera más abierta o más velada, como Alvar Núñez Cabeza de Vaca, Ulrico Schmidl, Alonso de Ercilla, Centenera, el Inca Garcilaso, el indio Guamán Poma, entre otros. Es evidente la importancia que da Centenera a la valentía, al coraje de los indígenas. Rara vez se puede ver ese “indio encarnizado en carne humana” que aparece al principio de la obra. Centenera emplea el detalle fantástico, como, por ejemplo, cuando transmite el horror de una doncella perseguida por un monstruo marino: 145 Un pece de espantable compostura del mar salió reptando por el suelo, subiose ella huyendo en una altura con gritos que ponía allá en el cielo. El pece la siguió, la sin ventura temblando está de miedo con gran duelo; el pece con sus ojos la miraba, y al parecer gemidos arrojaba.191 Las anécdotas curiosas, muchas veces fantasiosas, hacen que la lectura sea más agradable. A modo de digresión, cada tanto, aparecen anécdotas, como la del mono viejo, que el cronista afirma verdadera “de oídas”. La historia es sorprendente porque en América no existen grandes monos, pero sirve para ilustrar el respeto que por la fauna tenían los aborígenes. Los españoles, al ver un animal nuevo, siempre optan por matarlo, tal es el caso del mono, considerado un rey por los indios, o el de la Anaconda que aparece en la crónica de Ruiz Díaz de Guzmán: Mas quiero yo contar aquí primero de monos una cosa muy galana, que cierto me contó este caballero, diciendo que él lo vido una mañana, estando en esta isla muy entero su juicio, y razón muy libre y sana. De monos vio juntarse gran canalla, y él púsose a escondidas a miralla. Un mono grande, viejo como alano, estaba a la cuadrilla predicando, hería y apuntaba con la mano, mudando el tono a veces, y gritando. El auditorio estaba por el llano, y él subido en un alto y seco tronco, de dar gritos y voces está ronco. -A su lado en el tronco dos estaban, a la banda siniestra y la derecha. Aquéstos la saliva le quitaban que gritando el monazo vierte y echa. Concluso su sermón, todos gritaban, y la cuadrilla y junta ya deshecha, aprieta cada cual dando mil gritos, y despacio va el mono y pajecitos. 191 Canto IX, vs. 3057 - 3064. Rui Díaz muy confuso contemplaba el bruto razonar de aquel monazo. Y como el arcabuz presto llevaba tirando le mató de un pelotazo. Los dos monillos pajes que llevaba oyendo aquel terrible arcabuzazo, aprietan por el monte dando gritos, mas en breve acudieron infinistos. Fue tanta multitud la que venía de monos a la muerte de aquel viejo, que la tierra do estaba se cubría, y huye de temor el Melgarejo. Un indio del Brasil que allí venía, con sobrado dolor y sobrecejo le dice, y embebido en cruda saña: “¿Por qué has muerto al señor de la montaña?” Entre los indios era conocido aquel monazo viejo y respetado, y por señor y rey era tenido de aquel áspero monte y despoblado. Rui Díaz de esta isla fue partido, 146 el rumbo al Argentino enderezado.192 Además de la fantasía y las descripciones, en La Argentina el discurso moralizante es muy marcado. Esta intención asoma constantemente en los numerosos versos del poeta con estrofas empapadas de sentencias y conclusiones aleccionadoras. Por ejemplo, al referirse a la fracasada expedición de Mendoza, alude al saqueo de Roma, y en el cual, al parecer, se habría enriquecido. Fue esa la fortuna que le permitió realizar y solventar de su bolsillo la costosa expedición al Río de la Plata. En el canto IV, donde se trata la expedición de Mendoza, el poeta escribe: Lo que ha sido muy justo y bien ganado muchas veces se pierde, como vemos, pues de lo que con mal se ha granjeado, que se pierda y el dueño esperemos. Don Pedro de Mendoza fue soldado. cuando hubo disensión entre Supremo, y al tiempo de pillar hinchó la mano; mas todo su trabajo salió en vano.193 Cuando se refiere a la muerte del Primer Adelantado aparece la sentencia aleccionadora con clara intención moralizante: Así no gozó bien ni su linaje, al tesoro que en Roma hubo pillado. Dichoso el que atesora allá en el cielo, que es burla atesorar acá en el suelo.194 Las terribles hambrunas sufridas por los colonizadores llegados con Pedro de Mendoza, además de los tristes casos ocasionados por el asedio de los indios, hacen surgir de los versos sentencias como las que siguen: Que claro está el casto y continente mejor pasa el hambre que el vicioso...195 192 Canto X, vs, 3529 – 3574. 193 Canto IV, vs. 1073. 1080. 194 Canto IV, vs. 1249 – 1256. 195 Canto IV, vs, 1326 – 27. 147 El hambre es el recuerdo imborrable que había dejado la frustrada empresa de don Pedro de Mendoza, Martín del Barco Centenera es otro de los cronistas que transmite a través de sus versos los horrores vividos durante esos días, y también el romance elegíaco que hemos tratado antes. Además de contar la historia del hermano antropófago y otras calamidades, relacionadas con el tópico del hambre relata el episodio de una mujer –la bella Ana- que acepta prostituirse a cambio de una cabeza de pescado. Como al final ella no acude a la cita, el marinero la denuncia al capitán Ruiz, quien sentencia que la mujer cumpla lo pactado o devuelva el alimento: Un hecho horrendo digo lastimoso, aquí sucede: estaban dos hermanos; de hambre el uno muere, y el rabioso que vivo está, le saca los livianos y bofes y asadura, y muy gozoso los cuece en una olla por sus manos y cómelos; y cuerpo se comiera, si la muerte del muerto se encubiera. Comienzan a morir todos rabiando, los rostros y ojos consumidos; a los niños que mueren sollozando las madres les responden con gemidos. El pueblo sin ventura lamentando, a Dios envía suspiros doloridos, gritan viejos y mozos, damas bellas, perturban con clamores las estrellas. Esa hambre enfermedad más rabiosa que puede imaginar ningún cristiano; la mano está temblando temerosa, no quisiera de tal ser escribano. Mi Dios, por vuestra sangre tan preciosa, libradme de este azote, que el tirano que llegaba a tentaros, bien sabía que es grave mal el hambre en demasía. Fue cierto celebrada allí su saña, de aquesta matadora sin medida, con tanta crueldad y tan estraña, que no podrá de alguno ser creída, 196 Canto IV, vs. 1273 – 1328. no hizo ella jamás tal otra hazaña en Roma, ni en Judea referida, como ésta: de dos mil que se contaron, con la vida doscientos no escaparon. No quiero referir extrañas cosas causadas de esta perra y vil tirana, que bien pudiera yo muy dolorosas. Una mujer había, llamada Ana, entre otras damas bellas y hermosas; tomó paga del cuerpo una mañana, forzada de el hambre, y hecha iguala, al pretensor envía en hora mala. Era el galán pretenso un marinero, el precio una cabeza de pescado; acude a la posada muy ligero, y viendo que la dama le ha burlado, al capitán Ruiz, buen justiciero, de la dama se había querellado el cual juzga que cumpla el prometido, o vuelva lo que tiene recibido. Maldito seas, juez, si no quisieras mirar a nuestro Dios omnipotente, y de esto a buen juzgar te conmovieras, y a quitar el pecado subsecuente por evitar la muerte, lo hicieras. Que claro está que el casto y continente mejor pasa la hambre que el vicioso y dado al vicio y acto lujurioso.196 148 El hambre también aparece tratada de manera cómica, casi con toques de humor negro como en el caso del mozo que perdió una oreja por robar en una fonda, y la usa como medio para obtener comida. En pasajes como estos se puede observar también la presencia del humanismo: el hambre para Virgilio se encuentra en la puerta del infierno y para Centenera es “la enfermedad más rabiosa que pueda imaginar ningún cristiano” (Canto VI, octava 28). El tema de la fortuna era un tópico medieval que aparecía constantemente en la conquista del Río de la Plata, lugar donde se los hombres sufrieron terribles desengaños, todos habían puesto su esperanza en sueños de oro y se encontraron con la triste realidad del hambre y la miseria: Quien quisiere saber cual dio a la rueda su vuelta la fortuna burladora.197 El tema del revés de la fortuna puede ejemplificarse con el caso de Álvar Núñez Cabeza de Vaca, cuya historia es contada por el poeta en el canto V: Sobre cuarenta el quinto año corría cuando el buen Álvar Núñez ha llegado, y no el cuarenta y siete se cumplía, cuando se ve de cadenas rodeado.198 Otra característica que llama la atención en la lengua de La Argentina, son los rasgos arcaizantes. La lengua se encuentra salpicada de arcaísmos como disiunctas, superno, detractura, querimonia y latinismos varios. Esta lengua y versificación contribuyen a acentuar el tono antiguo del poema. Otros rasgos que ayudan a crear el carácter medieval del poema son los contrastes como: loor y vejamen, codicia y miseria, vida y muerte; las conclusiones de estrofas moralizantes o en sentencias, el detallismo en los numerosos casos horrendos, el gusto popular por los refranes y la actitud didáctica. La Argentina parece más un fruto tardío del siglo XV que una obra escrita casi a fines del Renacimiento. Julio Caillet- Bois sostiene que “La Argentina debía parecer un poema de rasgos anticuados hasta a sus 197 Canto X, vs., 1581-82. 198 Canto V, v., 1 149 lectores de principios del siglo XVII.”199 Los críticos coinciden en que La Argentina, posterior a La Araucana, parece un siglo más vieja. Las opiniones más críticas del poema muestran un consenso sobre dos temas: su pobreza estética y su valía como testimonio meta-referencial. Es un texto que incluye aspectos variados y trascendentes para la compresión de la cultura regional: desde su legado terminológico del guaraní hasta la incorporación de relatos legendarios e históricos, topónimos y antropónimos. Además, la constante mezcla de historia con elementos fantásticos lleva a considerar La Argentina como iniciadora del realismo mágico americana. A Centenera se le critica la rima, pero no se tiene en cuenta su gran inventiva. En sus páginas encontramos datos históricos junto a perros que se suicidan bailando, figuras míticas como el añagpitán y el carbunclo, peces que lloran, gigantes, monstruos, sirenas, leyendas indias y mártires cristianos… La parte histórica es contundente: el poema tiene veintiocho cantos donde se relata la llegada de la expedición del adelantado Juan Ortiz de Zárate al Río de la Plata, de la que el autor forma parte. Además, los primeros cantos describen el espacio conquistado y en la última parte del poema, se narran sucesos como el primer Concilio de Lima o el arribo de Drake a las costas del Pacífico. A ese discurso histórico se unen otros. Se trata claramente de un texto que incorpora la heteroglosia (Bajtin) por el dialogismo presente en la obra. La convivencia de la voz del narrador con diversos componentes del habla y la presencia de diversos discursos dentro del texto. La heteroglosia encuadra la obra de Centenera en su tradición discursiva: la épica americana y a la vez su condición de texto permeado por la intercalación de discursos: desde las anécdotas de marcado didactismo hasta una insistente tendencia al grotesco y la comicidad. En definitiva, son elementos que muestran con claridad el hibridismo de las obras históricas con un claro sincretismo cultural propio de la cultura hispanoamericana, donde lo literario y lo culto se mezclan con lo paraliterario didáctico, popular, moralizante, etcétera. 199 Julio Caillet-Bois, «La Argentina de Martín del Barco Centenera», en Historia de la literatura argentina, I, dir. Rafael Arrieta, Buenos Aires, Peuser,1958, p. 81. 150 151 CAPÍTULO VI: LA CRÓNICA EN PROSA 152 VI. 1 La argentina, obra del primer cronista mestizo La Argentina, crónica que también se conocía con el nombre de La Argentina manuscrita,200 de Ruy Díaz de Guzmán, es considerada como la obra del primer cronista mestizo del Río de la Plata. El título original era en realidad Anales del descubrimiento, población y conquista de las provincias del Río de la Plata, pero la tradición siempre denominó a este libro con el título de Argentina manuscrita, obra que por su composición no pertenece propiamente al género de los anales. El autor era hijo de un español y de una mestiza paraguaya, nació hacia 1544, es decir, era “un mancebo o mozo de la tierra”, como entonces se decía. Su abuela materna era india, por lo tanto, doña Leonor, su madre, una mestiza. Su abuelo paterno, hermano de Álvar Núñez Cabeza de Vaca, pertenecía a una familia de abolengo, la casa de Medina Sidonia. Su abuelo materno, Domingo Martínez de Irala, fue desde la muerte de don Pedro de Mendoza y de su teniente Ayolas, hasta su muerte acaecida en 1566, el hombre más importante del Río de la Plata. Ruy Díaz de Guzmán era originario de Asunción, fundada como fuerte por Juan Salazar de Espinosa el 15 de agosto de 1537, algunos meses después de la primera fundación de Buenos Aires. Asunción se convirtió en ciudad en 1541, cuando Domingo de Irala inauguró el cabildo, ya que, según las disposiciones de la época, una población se convertía en ciudad con la presencia de una corporación de este tipo. En general, la crítica clásica considera a Díaz de Guzmán un cronista mediocre comparado con otros historiadores de Indias, pero de gran calidad comparado con las crónicas existentes sobre el Río de la Plata. La Argentina abarca la descripción de una parte limitada del continente del sur - menos rica e impresionante que otras tierras como México, Nueva Granada o Perú- en gran parte desiertas, que comprenden la región noroeste de la actual Argentina y parte de Bolivia. Cabe tener en cuenta que el cronista nunca abandonó América, donde había nacido, no tuvo, pues, experiencia peninsular, ni tampoco conoció Lima, la capital del Virreinato. Su vida transcurrió en el Río de la Plata, Tucumán y el Alto Perú. Ruy Díaz de Guzmán se movía en el territorio del Río de la Plata, una región donde las espadas y las plumas se cruzaban y convivían en armonía, junto a ilusiones y 200 Dos crónicas del Río de la Plata coinciden en título: La Argentina de Martín del Barco Centenera y la obra de Ruy Díaz de Guzmán. El poema de Martín del Barco Centenera se publicó en Lisboa en 1602, y la crónica de Guzmán permaneció inédita hasta 1835, antes se la conocía como La Argentina manuscrita, pero una vez impresa se la titula sin el adjetivo. 153 espejismos inalcanzables. El primer Adelantado del Río de la Plata, don Pedro de Mendoza, era un hombre ilustrado que poseía una biblioteca en la que se encontraban textos de Erasmo y de Virgilio. Enrique de Gandía, en la nota preliminar de La Argentina, apunta que Buenos Aires y Ciudad del Espíritu Santo fueron las únicas ciudades fundadas con una mínima biblioteca, cuyas obras eran consultadas por los conquistadores, muchos de gran cultura, entre los que se encontraba, por ejemplo, un hermano de Santa Teresa de Jesús, Rodrigo de Ahumada. Las cartas escritas por los conquistadores hacen ver que la gente que colonizó las tierras del sur sabía describir con precisión y talento, por ejemplo, entre la correspondencia dirigida a las autoridades españolas de la Península, destacan las cartas del clérigo Martín González y las de Isabel de Guevara. Las letras en la región del Río de la Plata fueron muy cultivadas desde sus inicios. La crónica de Ruy Díaz de Guzmán fue la primera gran historia del Río de la Plata, ya que en ella se recogen distintos momentos históricos desde el descubrimiento de estas provincias, pero recordemos que antes existieron otros textos: el Romance (1536) del Padre Luis de Miranda, las relaciones del secretario de Álvar Núñez Cabeza de Vaca (1555), La Argentina del arcediano Martín del Barco Centenera, publicada en Lisboa en 1602. Además, Ulrico Schmidl, un soldado que acompañaba a Mendoza, cuando regresó a su patria publicó en 1567 (Francfort) una historia del Río de la Plata, pero se supone que Díaz de Guzmán no tuvo acceso al texto del cronista bávaro. Ricardo Rojas, autor de Historia de la literatura argentina considera a Ruy Díaz de Guzmán como el fundador de la historiografía argentina. La Argentina fue escrita hacia 1612, pero se mantiene como manuscrita hasta su publicación. El manuscrito original nunca fue hallado, pero fue copiado varias veces en Argentina, Paraguay y Chile, de ahí los numerosos errores, supresiones o agregados que aparecen en las distintas versiones de las que se supone que existían seis copias, todas con la falta de una o más páginas, lo que demuestra que provienen de una única copia a la que le faltaba dicha página. Fue publicada por primera vez por Pedro de Angelis en su Colección de documentos, en 1835; por segunda vez en Paraguay en 1845, por tercera vez en Montevideo en 1846 y por cuarta vez en Buenos Aires en 1854. La materia de esta crónica o Anales está distribuida en tres libros: el primero abarca desde el descubrimiento del Río de la Plata por Juan Díaz de Solís en 1512, hasta la despoblación de Buenos Aires, en 1541. La descripción que se da del Río de la Plata es muy interesante. El segundo libro comprende desde 1540, fecha en que salió de España el Adelantado Álvar Núñez Cabeza de Vaca, hasta la llegada del primer obispo, fray 154 Pedro de la Torre, en 1566. El tercero concluye con la llegada de Ortiz de Zárate y la fundación de Santa Fe, en 1573. Todas las copias de La Argentina señalan la falta de algunas páginas finales, y terminar el texto se lee: “...de cuyos sucesos, y de los demás que acerca de esta provincia se ofreció, se podrá largamente dar individual noticia en el libro siguiente.” Ese libro siguiente nunca apareció, muchos críticos lo creen inexistente, pues consideran que Díaz de Guzmán no lo terminó, pero Enrique de Gandía sostiene su existencia y supone que fue utilizado y aprovechado por historiadores de la colonia posteriores al autor: Estos historiadores pudieron ser hombres como Pedro Lozano, José Guevara y otros. ¿De dónde sacaron tantos datos posteriores a la partida de Juan de Garay, un hidalgo vizcaíno, según Díaz de Guzmán, quienes escribieron acerca de la segunda fundación de Buenos Aires y sucesos siguientes? No lo dicen, pero la única fuente era Díaz de Guzmán. Hay datos que no se encuentran en los archivos y sólo pudieron hallarse en obra escrita por un hombre de Asunción que conocía muy bien toda esa gente y lo que en el Río de la Plata había ocurrido.201 VI. 2 La ficción en la crónica de Ruy Díaz de Guzmán Ruy Díaz de Guzmán intenta recrear la historia del descubrimiento y conquista del Río de la Plata de manera fidedigna. Comienza con “la descripción y descubrimiento de las Provincias del Río de la Plata efectuada por Juan Díaz de Solís desde el año de 1512 y 1516 (...)”202 En la dedicatoria sostiene que su libro es materia que trata de “nuestros españoles” quienes con valor emprendieron el esforzado trabajo de conquista y población de la región “ en la cual sucedieron a las personas cosas dignas de memoria, y aunque en tierra miserable y pobre (...)”203 La adjetivación es a propósito de la escasez de oro y de plata en la zona, además de otras riquezas de la época como las especias. El autor intenta dejar noticia de la gente tan esforzada que había hecho tanto por la tierra en la que este vivía, a pesar de la escasez, y por eso ha “procurado satisfacer esta deuda con la narración más fidedigna posible”, teniendo en cuenta que “el alma de la historia es la pureza y verdad, será fuerza pasar adelante con el fin de ella”.204 201 Enrique de Gandía, en introducción a La Argentina, op. cit., p. 44. 202 Ruy Díaz de Guzmán, op.cit., pág. 56. 203 Ruy Díaz de Guzmán, op.cit., pág. 50. 204 Ruy Díaz de Guzmán, op.cit., pág. 54. 155 Podemos sintetizar los tres propósitos fundamentales de su obra: • Rescatar la memoria de esos ochenta años de historia y de sus protagonistas. • Exponer aquellos sucesos en una narración veraz. • Satisfacer una deuda de gratitud por la tierra en que nació, su patria, escenario de los hechos narrados. Sin embargo, algunos críticos, consideran que su crónica es en parte un relato familiar, donde se esconde el afán por conciliar los puntos de vista de los revoltosos o “tumultuosos” –representados por su abuelo Irala- y de los leales –Álvar Núñez, su tío abuelo, y su propio padre, Alonso Riquelme Guzmán. Díaz de Guzmán considera que su crónica es “fruta primera de tierra tan inculta y nueva”, aunque son anteriores los textos de Centenera (1602), de Pero Hernández y Álvar Núñez (1545), de Schmidl (1567) y de Luis de Miranda (1536). Ya en prólogo explicita lo anterior, sostiene que hasta el momento no ha habido escritor que dejase constancia de los sucesos acaecidos hasta entonces, así como de la memoria de las personas nobles o no que habían padecido hambre, guerra y miserias, es decir “de las cosas sucedidas en 82 años, que hace que comenzó esta conquista”205 Con las fechas dadas por Díaz de Guzmán aparecen los primeros problemas cronológicos, ya que el autor pone como finalización de su obra el 25 de julio de 1612, con lo cual la cifra de 82 años no concuerda, ya que se remonta a 1530, en lugar de 1512. Enrique de Gandía sostiene que con estos datos se podrían establecer la fecha verdadera de conclusión de la crónica. El afán de verdad que pretende Ruy Díaz de Guzmán se debe en parte a que su labor de historiador la hizo consultando a los cronistas de su tiempo, y especialmente a muchos de los hombres que participaron en las expediciones de Sebastián Caboto, de don Pedro de Mendoza y de Álvar Núñez Cabeza de Vaca, entre otras. En su crónica se entrecruzan los testimonios escritos (por la lectura de las crónicas más famosas de su tiempo y algunos documentos) y los orales, los cuales son más abundantes; y es por eso por lo que en su “historia fidedigna” esa tradición oral es la causante de algunas confusiones, de algún cambio de nombre o de algún episodio de guerra elevado a la condición de epopeya o de alguna expedición convertida en mito y leyenda. Salvo algunos documentos citados o transcriptos y la mención de algunos cronistas, las fuentes orales de Ruy Díaz de Guzmán provienen de la tradición familiar y 205 Ruy Díaz de Guzmán. Op.cit. p. 53. 156 de testigos que el autor conoció. Por ello, la veracidad de la obra es relativa, a pesar del propósito enunciado en su prólogo: “he procurado satisfacer esta deuda con la narración más fidedigna que me fue posible”. Enrique de Gandía sostiene que los principales errores de Ruy Díaz de Guzmán son principalmente anacronismos, producto de su escritura a partir de los informes de los recuerdos de los conquistadores que él conoció, por ello, entiende que los lapsus, los olvidos son humanos, y como tal no faltaban en aquellos testigos consultados. Los cronistas e historiadores oficiales se habían ocupado poco de la región sur, apenas se tenían noticias del descubrimiento del Río de la Plata y de las expediciones de Solís y Mendoza. Álvar Núñez a través de su secretario Pero Hernández se ocupó de describir los sucesos acaecidos durante su mandato como adelantado, Schmidl de contar sus peripecias de gran soldado, la crónica rimada de Martín del Barco Centenera era, además de tener poco valor literario, muy fantasiosa. Ruy Díaz de Guzmán es el primero en contar todo lo que pudo sobre la historia general del Río de la Plata, desde sus inicios, mediante lecturas y fuentes orales, hasta los sucesos que ocurrieron durante su propia vida. Uno de los primeros episodios -que ya hemos referido antes- y que dio mucho que hablar, ocurrió durante la primera fundación de Buenos Aires. Tras el asedio de los indios, muchos de los primeros conquistadores perecieron de hambre y de los dos mil hombres de don Pedro de Mendoza se sabe que solo sobrevivieron la mitad. Este hecho fue contado por Luis de Miranda y por Ulrico Schmidl. También Díaz de Guzmán escribió sobre los sufrimientos espantosos de los españoles. En su crónica cuenta la tremenda historia de antropofagia que ya hemos mencionado antes. Paul Groussac206 considera este comentario como falso, producto del afán de novelizar de este cronista, sin embargo, otros críticos avalan su versión. Como todos los hombres de su tiempo, Guzmán cree en los mitos más populares de su época, muchos con reminiscencias clásicas. Así, en su texto aparecen referencias a 206 Groussac, Paul (Toulouse, 1848 - Buenos Aires, 1929) Escritor y erudito franco argentino. Llegó a la Argentina a los dieciocho años (1866) y pronto ejerció trabajos relacionados con la enseñanza, más tarde fue director de la Biblioteca Nacional desde 1885 hasta su muerte. Paul Groussac influyó poderosamente en sus contemporáneos y en las generaciones posteriores. Este crítico tenía una fuerte animadversión sobre todo lo relacionado con España, lo español y lo americano con raíces hispánicas. Su superioridad sobre historia y literatura lo convirtieron en un gran crítico al cual nadie se atrevía a rebatir. Sus obras más destacadas son Fruto vedado (viaje de Córdoba a Tucumán), Relatos argentinos, Del Plata al Niágara (con motivo de un viaje a Estados Unidos realizado en 1892). Como periodista escribe las columnas de la Revista Argentina, de Sur América, de La Biblioteca y de La Nación. Cómo crítico es autor de Estudios de historia argentina, El viaje intelectual y Crítica literaria. Reúne documentos para la historia y la geografía del Río de la Plata en Los anales de la biblioteca. 157 El Dorado, a la Ciudad de los Césares, a las Amazonas, a los patagones. Igualmente, afirma haber visto monstruos mitológicos, animales extraordinarios, que en realidad eran serpientes pitón o yacarés, muy abundantes en la zona de Asunción, lugar de clima subtropical. Al comienzo de su libro cuenta detalles de los gigantes hallados durante la expedición de Magallanes, de los cuales ya había dado noticias Antonio Pigafetta en su Primer viaje alrededor del mundo, se supone que influenciado por el mapamundi del benedictino Andrea Walsperger de 1488, donde en la costa que se corresponde con la actual Patagonia se lee: Hic sunt gigantes (aquí hay gigantes). Ruy Díaz de Guzmán en el siguiente fragmento se refiere al rostro triste del gigante apresado. Luego comenta su falta de apetito y su posterior muerte, todos elementos propios de la ficción literaria (el subrayado es mío): ...y reconocido el Río de la Plata, fueron costeando lo que dista para el estrecho hasta 50 grados, donde saltando en tierra siete arcabuceros, hallaron unos gigantes de monstruosa magnitud, y trayendo consigo tres de ellos, los llevaron a las naos, de donde se les huyeron dos, y metiendo el uno en la capitana, fue bien tratado de Magallanes, aceptando algunas cosas, aunque con rostro triste; tuvo temor de verse en un espejo, y por ver las fuerzas que tenía, le hicieron que tomase a cuestas una pipa de agua, la cual se la llevó como si fuese una botija, y queriendo irse, cargaron sobre él ocho o diez soldados, y tuvieron bien que hacer para atarle, de lo cual se disgustó tanto que no quiso comer, y de puro coraje murió. Tenía de altura trece pies, otros dicen que quince207. Cuando trata el descubrimiento del Río de la Plata, junto a las referencias geográficas de la época añade la idea que los conquistadores tenían de los mitos y su situación en los mapas para lograr una mayor precisión en cuanto a lo geográfico. Así se refiere a los Gigantes, que tenían asignada una región específica y a la Ciudad del César, cuya búsqueda propició el descubrimiento del río durante una expedición del gobernador Hernando Arrias de Saavedra. Ya en el siglo XVIII, la ciudad, como no pudo ser hallada, andaba errante a lo largo de toda la cordillera de los Andes y era invisible para quienes pisaban sus calles o se elevaba al cielo cuando alguien se aproximaba a ella. Los estudiosos sostienen que esa ciudad era la de los incas y que los indígenas del norte de Argentina se referían al gran Imperio Inca cuando hablaban de riquezas sin fin, sin embargo, los conquistadores, en su sed de oro, no hallaron la conexión entre los incas y sus tributarios más lejano, de tal forma que hasta del mismo Cuzco partían expediciones para encontrar la Ciudad del César que en realidad era el Cuzco: 207 Ruy Díaz de Guzmán. op.cit., p. 59. 158 ... un gran río, que los de Buenos Aires descubrieron por tierra el año de 1605, saliendo en busca de la noticia, que se dice de los Césares, sin que por aquella parte descubriesen cosa de consideración, aunque se ha entendido haberla más arrimado a la Cordillera, que de Chile para el estrecho, y no a la costa del mar por donde fueron descubriendo; y más adelante el de los Gigantes hasta el de Santa Úrsula, que está en 53 grados hasta el Estrecho208. Como en todas las crónicas la descripción de la naturaleza ocupa un importante lugar, en las relaciones de Cristóbal Colón, Ruy Díaz de Guzmán realza el valor de las tierras en las que vive a partir de su riqueza geográfica, de la belleza natural que había en ellas, porque de oro y otros metales preciosos muchas veces no se podía hablar más que a través de las ilusiones que los conquistadores ponían en los mitos de El Dorado, de la ciudad de los césares o de las Amazonas. De ahí la gran cantidad de descripciones de las maravillas de la naturaleza, en las que el paisaje se convierte en un locus amoenus, donde todo es verde, rico, impresionante, fresco y abundante. Por ejemplo, en uno de los muchos que describen, se citan los abundante animales: “(...) porque además de la fertilidad y buen juntamento del cielo, es abundante de caza, pesquería y volatería, juntando la Divina Providencia en aquella tierra tantas y tan nobles cualidades, que muy pocas veces se habrán visto juntas en un parte, como las que vemos en este país...”209 Con estas palabras se refiere a una población en la provincia del Paraguay llamada Villa de Ontiveros, de la que también describe con gran precisión la catedral, casas y edificios que “ennoblecieron aquella ciudad, de modo que estaba la República tan aumentada, abastecida y acrecentada en su población, abundancia y comodidad...”210 Siguiendo con la descripción, cada vez más hiperbólica, termina el capítulo con un locus amoenus, donde no falta nada: el río, el frescor, los pájaros, la abundancia de árboles y coincide plenamente con la tópica descrita por Ernst Robert Curtius en Literatura europea y Edad Media Latina,211donde se refiere al paraje ameno como un tópico que aparece en los clásicos de la literatura grecolatina: un lugar hermoso y umbrío; sus elementos esenciales son un árbol (o varios), un prado, una fuente o arroyo, el canto de las aves, las flores y el soplo de la brisa…: aunque se templa mucho con la frescura de aquel gran río caudaloso, abundante de todo género de peces, así grandes como pequeños. Los campos provistos muchas gamas, ciervos, jabalíes que vulgarmente llaman puercos monteses, y antas casi del tamaño de una vaca, de muy buena carne, tienen éstas una trompa, y un cerviguillo alto, que es la más gustosa carne de toda ella, y suelen cogerse en las lagunas y ríos donde 208 Ruy Díaz de Guzmán, op.cit., p. 62. 209 Ruy Díaz de Guzmán, op.cit., p. 194. 210 Idem. 211 Ernst Robert Curtius, Literatura europea y Edad Media Latina, (I), Madrid, FCE, 1999. 159 de ordinario viven muchos tigres, onzas, osos, y algunos leopardos, pero no muy carnívoros. Los montes se componen de mucha diversidad de árboles frutales, de frutos dulces y agrios, con que se sustentan y regalan los naturales, y los campos de otros tantos y muy diversos. Es la tierra muy agradable en su perspectivas, y de mucha cantidad de aves hermosas y canoras, que lisonjean la vista y oído, así en las lagunas y arroyos, como en los montes y campos, en los cuales hay avestruces y perdices en mucha cantidad. Finalmente es muy abundante de todo lo necesario para la vida y sustento de los hombres, que por ser la primera fundación que se hizo en esta provincia, he tenido a bien tratar de ella en este capítulo, por ser madre de todos los que en ella hemos nacido, y de donde han salido los pobladores de las demás ciudades de aquella gobernación212 En el siguiente fragmento, el cronista hace referencia a las Cataratas del Iguazú, descubiertas por Álvar Núñez Cabeza de Vaca durante su travesía desde Brasil hacia Asunción. Estas cataratas son las más grandes del mundo, y Ruy Díaz de Guzmán no puede ocultar su asombro ante el espectáculo y no escatima los elogios que hace hacia los saltos: ...y bajando por el sur, entra por los pueblos de los que llaman Chobas, Munuz, y Quis o Chiquis, tierra fría, y de grandes pinales hasta entrar en este del Paraná, por el cual subiendo treinta leguas, está aquel extraño Salto, que entiendo ser la más maravillosa obra de naturaleza que hay: porque la furia y velocidad con que cae todo el cuerpo de agua de este río, son más de 200 estados por once canales, haciendo las aguas un humo espesísimo en la región del aire, de los vapores que causan sus despeñadores por los canales que digo. De aquí abajo es imposible poderse navegar con tantos batientes y rebatientes que hace con grandes remolinos y borbollones, que se levantan como nevados cerros213. Fotografía de una parte de las Cataratas del Iguazú, en Misiones, Argentina. Fotografía de Freepik.com 212 Ruy Díaz de Guzmán, op.cit., p. 195. 213 Ruy Díaz de Guzmán, op.cit., p. 67. https://www.google.com/url?sa=i&source=images&cd=&ved=2ahUKEwiBt_rRnJ7jAhWjD2MBHYkICpYQjB16BAgBEAQ&url=https%3A%2F%2Fwww.freepik.es%2Ffotos-premium%2Fvista-impresionante-area-garganta-diablo-cataratas-iguazu-lado-brasileno-arco-iris-brasil_3761334.htm&psig=AOvVaw1koOj-fe4pn1fw5l1WfqKx&ust=1562431305221340 160 La naturaleza es en realidad la única riqueza que los conquistadores hallan en el Río de la Plata. El cronista señala las consecuencias de una confusión sobre la procedencia de un tesoro. El hecho se produce porque consiguió con relativa facilidad objetos de plata y de oro de los indios del Río de la Plata, que en realidad fueron tomados por estos al asesinar a Alejo García, un explorador que había conseguido esos tesoros en Perú. Caboto se ilusionó pensando que los guaraníes eran propietarios de grandes cantidades de oro y plata, y “por este motivo Sebastián Caboto estaba muy alegre y gozoso, con la esperanza que la tierra era muy rica, según la fama y relaciones que de los indios tuvo (aunque como tengo dicho todo aquello emanaba del Perú),” por ello “determinó luego partirse para Castilla a dar cuenta a S. M. de lo que había visto y descubierto en aquellas provincias”.214 Con esta relación se pone en evidencia que en la época de su cronista ya se tenía certeza de que el Río de la Plata era una provincia pobre en metales preciosos. El mito del Dorado también es nombrado en el texto y por ello se pensaba que, en las regiones del Río de la Plata, cercanas al actual Brasil, lugar muy abundante en ríos y lagunas, debía encontrarse la mítica ciudad donde todo era de oro. Recordemos que el mito del oro en las Indias nació en la Laguna de Guatavita, en la actual Colombia. La leyenda indígena del lugar contaba la historia de un cacique que se bañaba en polvos de oro para sumergirse en la laguna. Rápidamente se extendió el nombre de Dorado como sinónimo de lugares fabulosos, pero donde siempre debía haber una laguna importante, por eso cada vez que se encontraba un río o laguna se comenzaba a especular con que en las proximidades se hallaba la tan ansiada ciudad de oro: ...dice sale de la laguna del Dorado, que viene de la parte del norte, de donde han entendido algunos portugueses que cae aquella laguna tan mentada. Los moradores de ella poseen muchas riquezas, del cual adelante viene este poderoso río por grandes poblaciones de naturales, hasta donde se disminuye en muchos brazos y fuente, de que viene a tomar todo su caudal, según hasta donde lo tengo navegado, el cual dicen los portugueses, tiene su nacimiento en el paraje y altura de la bahía, cabeza de las ciudades del Brasil215. Donde más se aprecia la entrada de la ficción en la historia es en dos episodios narrados por Díaz de Guzmán. La mayoría de los críticos, entre ellos Paul Groussac, Manuel Domínguez y Enrique de Gandía coinciden en que son producto de la invención 214 Ruy Díaz de Guzmán, op.cit., pp. 89 – 90. 215 Ruy Díaz de Guzmán, op.cit., pág. 69. 161 de este cronista, la prueba más patente es que se ha comprobado que en la expedición de Sebastián Caboto no embarcaron mujeres, por eso sostienen que se trata de dos pequeñas novelas, la de Lucía de Miranda y la de la Maldonada. Ambas historias eran muy conocidas y han servido también de inspiración a posteriores cuentos y novelas. La historia de Lucía de Miranda es la más compleja de las dos y también la más extensa. Ruy Díaz de Guzmán cuando relata estos sucesos trágicos confunde nombres y fechas. Lucía de Miranda era una mujer que supuestamente formaba parte de la expedición de 1526 al mando de Sebastián Caboto. Este parte a España con los sobrevivientes de la tragedia de Sancti Spiritus, dejando en el fuerte a 110 hombres que queda al mando de Nuño de Lara, Díaz de Guzmán cita, además, los nombres de otros cuatro hombres principales, que según los historiadores son todos inventados, pues no aparecen en los documentos relativos a la expedición de Caboto. Según las fuentes históricas el nombre verdadero del capitán que quedó a cargo de Sancti Spiritus fue Gregorio Caro. Ruy Díaz de Guzmán confunde a Sebastián Caboto, del que dice “hombre afable” cuando en realidad era muy estricto, con Pedro de Mendoza, y lo mismo le sucede con el fuerte Sancti Spiritus, destruido en 1526, con el Corpus Christi de don Pedro de Mendoza, incendiado en 1536. Por su parte el nombre de Lucía de Miranda y el de su marido, Sebastián Hurtado, no se encuentran en ningún documento de las expediciones de Caboto ni de Mendoza. Tampoco los nombres de los caciques implicados, Siripó y Mangoré, por lo tanto, parecen también inventados. Debemos recordar que está perfectamente comprobado que ninguna mujer embarcó en la expedición al mando de Sebastián Caboto, sí las hubo en la de Mendoza, con lo cual se observa la confusión de Díaz de Guzmán. Esta historia es posiblemente la que inicia la ficción en el Río de la Plata y en el resto de América por su carácter inventivo, aunque en apariencia se apoya en la realidad. El suceso de Lucía de Miranda relata la trágica historia de esta mujer. Después de la destrucción del fuerte Sancti Spiritus, Caboto regresa con la mayoría de los sobrevivientes a España, dejando a cargo del fuerte al capitán don Nuño de Lara. Este procuraba mantener buenas relaciones con los indios vecinos y por tal motivo eran comunes las visitas de estos al fuerte. Los caciques eran hermanos, Siripó y Mangoré, el cual se enamoró de una mujer española, Lucía de Miranda, casada con Sebastián Hurtado. (...) el capitán don Nuño procuró conservar la paz que tenía con los naturales circunvecinos, en especial con los indios Timbúes, gente de buena marca y voluntad 162 (...), y en particular el Mangoré [uno de los caciques], el cual en esta ocasión se aficionó de una mujer española, que estaba en la fortaleza llamada Lucía de Miranda, casada con un Sebastián Hurtado, naturales de Écija. A esta señora hacía el cacique muchos regalos y socorros de comida, y en agradecimiento ella le daba amoroso tratamiento, con que vino el bárbaro a aficionársele tanto, y con tan desordenado amor, que intentó hurtarla por los medios a él posibles.216 Mangoré intenta alejar al marido de Lucía, y como este no acepta, el cacique intenta provocar una rebelión. Este episodio revela el verdadero pensamiento de Ruy Díaz sobre la falsa bondad de los indios, que en realidad son siempre traicioneros según su punto de vista. Finalmente, Mangoré ataca el fuerte. El capitán, mata al cacique, pero todos los españoles mueren. Los únicos supervivientes del asalto fueron cinco mujeres, entre las que se encontraba Lucía de Miranda, y tres o cuatro niños. Este dato parece confirmar que se trataba de la expedición de Don Pedro de Mendoza, y no de la de Caboto, donde no consta la presencia de ninguna mujer, según afirma el historiador Diego de Gandía. Cuando Siripó descubre la muerte de su hermano toma como cautiva a Lucía de Miranda, y decide hacerla su esposa, diciéndole que “como tal puedes ser señora de todo cuanto tengo, y hacer a tu voluntad uso de ello de hoy para siempre, y junto con esto te doy lo más principal que es mi corazón.”217 La mujer, muy apenada, ve aumentar su tristeza cuando pasado un tiempo contempla la entrada de su marido, Sebastián Hurtado, en la aldea indígena. Siripó ordenó la inmediata muerte del marido, pero accediendo a los ruegos de su esposa favorita, decide tenerlo como esclavo, con la única recomendación de mantenerse alejado de Lucía. La historia continúa de la siguiente manera, la cita aunque larga tiene el objetivo de mostrar el estilo literario, donde entran en juego sentimientos, celos, amor, venganza y redención divina: Los dos [Lucía y Sebastián] prometieron de cumplir lo que se les mandaba, y así se estuvieron por algún tiempo sin dar ninguna nota; mas como quiera que para los amantes no hay leyes que les obliguen a dejar de seguir el rumbo donde los lleva la violencia del amor, no perdían la ocasión, siempre que había oportunidad, porque de ordinario tenía Hurtado los ojos puestos en su Lucía, y ésta en su verdadero consorte, de manera que fueron notados por algunos de la casa, y en especial de una india, mujer que había sido muy estimada de Siripó, y repudiada por la española; esta india, movida de rabiosos celos, le dijo a Siripó: muy contento estáis con vuestra nueva mujer, mas ella no lo está con vos, porque estima más al de su nación y antiguo marido, que a cuanto tenéis y poseéis; por cierto lo habéis muy bien merecido, pues dejasteis a la que 216 Ruy Díaz de Guzmán, op.cit., pp. 90-91. 217 Ruy Díaz de Guzmán, op.cit. pág. 94. 163 por naturaleza y amor estabais obligado, y tomasteis la extranjera y adúltera por mujer. Siripó se alteró, oyendo estas razones, y sin duda ninguna ejecutara su saña en los dos amantes un castigo atroz; mas déjolo de hacer hasta certificarse de la verdad de lo que se decía, disimulándolo; de allí en adelante andaba con mucho cuidado, por ver si podía pillarlos juntos, o como dice, con el hurto en la mano. Al fin se le cumplió su deseo, y cogidos, con infernal rabia mandó hacer una grande hoguera para quemar a la buena Lucía, y puesta en ejecución la sentencia, ella la aceptó con gran valor, sufriendo aquel incendio donde acabó su vida como verdadera cristiana, pidiendo a Dios Nuestro Señor hubiese misericordia de ella y perdone sus grandes pecados; y en seguida el bárbaro cruel mandó a asaetar a Sebastián Hurtado, y así lo entregó a muchos mancebos, que le ataron de pies y manos, y amarraron a un algarrobo, donde fue flechado por aquella bárbara gente, hasta que acabó su vida; arpado todo el cuerpo, y puesto los ojos en el cielo, suplicaba a Nuestro Señor le perdonase sus pecados, de cuya misericordia es de creer que marido y mujer están gozando de su santa gloria. Todo lo cual sucedió el año de 1532.218 La fecha de 1532 tampoco coincide con los datos históricos, lo cual refuerza la tesis de que esta historia incluida en la crónica de Ruy Díaz de Guzmán es inventada, con lo cual se inaugura la ficción en el continente. Con este relato Guzmán inaugura en la literatura rioplatense el tópico de la cautiva blanca. Esta historia de (des) amor que tiene como espacio el fuerte fundado por Caboto ha sido reelaborada en la literatura. Manuel Lassala escribe una tragedia, Lucía Miranda, estrenada en Bologna en 1784, Lavardén escribió en 1789 la tragedia Siripó, en 1860 se publicó Lucía Miranda de Rosa Guerra y Eduarda Mansilla con el mismo título en 1882, obras del Romanticismo, en 1929 Lucía Miranda de Hugo Wast y hay también una ópera Siripó de Felipe Boero, estrenada en 1937 en el Teatro Colón de Buenos Aires. La historia de la Maldonada se ambienta en otra época, esta vez en 1536. Don Pedro de Mendoza y su gente, afincados en Buenos Aires, padecían hambre por el brutal asedio de los indios querandíes, charrúas, guaraníes y timbúes. Según Ulrico Schmidl el asedio comenzó el 24 de junio de 1536, durante la noche de San Juan. La mitad de la gente se murió de hambre y de este triste suceso nos queda el relato del Padre Miranda en su Romance, que es el primer texto poético de Argentina, pero también contaron los horrores del hambre los cronistas Schmidl, Martín del Barco Centenera y Ruy Díaz de Guzmán. Según este último, Don Pedro de Mendoza resuelve partir a Brasil en busca de alimentos, aunque tenía intenciones ocultas: su deseo era regresar a Castilla al ver que aquella tierra era de una pobreza extremada. Finalmente, decide ir a supervisar en persona el fuerte Corpus Christi y parte en agosto de 1536. Su travesía fue muy penosa los 218 Ruy Díaz de Guzmán, op.cit., pp. 95-96. 164 expedicionarios estaban muy débiles y la mayoría moría durante la expedición, las penurias de este viaje son narradas por Ulrico Schmidl en Viaje al Río de la Plata. Al partir Mendoza, deja como segundo a Francisco Ruiz Galán, capitán famoso por su gran crueldad. Durante ese tiempo el azote del hambre fue brutal y esta tragedia sirve a Ruy Díaz de Guzmán como marco para recrear la historia de la Maldonada, una mujer española que decide ir a servir a los indios antes que perecer de hambre. Durante el camino hacia la aldea de los indígenas, la Maldonada halla a una leona a punto de parir y la ayuda. En esta parte, el cronista fragmenta la historia, prometiendo volver a ella más adelante. Tal vez sea esta una forma de atraer la atención del lector: En este tiempo padecían en Buenos Aires cruel hambre, porque faltándoles totalmente en la ración, comían sapos, culebras, y las carnes podridas que hallaban en los campos, de tal manera, que los excrementos de los unos comían los otros, viniendo a tanto extremo de hambre como en tiempo que Tito y Vespasiano tuvieron cercada a Jerusalén: comieron carne humana; así le sucedió a esta mísera gente, porque los vivos se sustentaban de la carne de los que morían, y aun de los ahorcados por justicia, sin dejarle más de los huesos, y tal vez hubo hermano que sacó la asadura y entrañas a otro que estaba muerto para sustentarse con ella. Finalmente murió casi toda la gente donde sucedió que una mujer española, no pudiendo sobrellevar tan grande necesidad fue constreñida a salirse del real, e irse a los indios, para poder sustentar la vida; y tomando la costa arriba, llegó cerca de la Punta Gorda en el monte grande, y por ser ya tarde, busco adonde albergarse, y topando con una cueva que hacía la barranca de la misma costa, entró en ella, y repentinamente topó con una fiera leona que estaba en doloroso parte, que vista por la afligida mujer quedó ésta muerta y desmayada, y volviendo en sí, se tendía a sus pies con humildad. La leona que vio la presa, acometió a hacerla pedazos; pero usando de su real naturaleza, se apiadó de ella, y desechando la ferocidad y furia con qué le había acometido, con muestras halagüeñas llegó así a la que ya hacía poco caso de su vida, y ella, cobrando algún aliento, la ayuda en el parto en que actualmente estaba, y venido a luz parió dos leoncillos; en cuya compañía estuvo algunos días sustentada de la leona con la carne que traía de los animales; con que quedó bien agradecida del hospedaje, por el oficio de comadre que usó; y acaeció que un día corriendo los indios aquella costa, toparon con ella una mañana al tiempo que salía a la playa a satisfacer la sed en el río donde la sorprendieron y llevaron su pueblo, tomándola uno de ellos por mujer, de cuyo suceso y demás que pasó, haré relación adelante219. Antes de continuar con la singular historia de esta mujer, el cronista relata la vuelta al fuerte de don Pedro de Mendoza quien queda profundamente apenado al ver el estado de su gente, totalmente “flaca de hambre, que se temía no quedase ninguna de ella con vida”. Afortunadamente, llegan víveres desde el Brasil en una nave al mando de Gonzalo de Mendoza. Cuando el Adelantado se entera de esto se emociona profundamente “y le nació derramar muchas lágrimas”. Ruy Díaz de Guzmán relata los 219 Ruy Díaz de Guzmán, op.cit., pp. 115-116. 165 sucesos históricos a la vez que resalta emociones y sentimientos que no tienen fundamento histórico. Luego de la partida de Gonzalo de Mendoza, el primer Adelantado decide regresar a Castilla y abandona la ciudad el 22 de abril de 1537, dejando todo a cargo del capitán Francisco Ruiz Galán. De su regreso a España y posterior muerte circula la leyenda de la “perra salida”, tal como la relata Ruy Díaz de Guzmán, aunque en realidad la nave estaba bien provista de alimentos para el largo viaje. El episodio contado en La Argentina es el siguiente: Haciendo su viaje con tiempos contrarios y larga navegación, le vino a faltar el matalotaje, de manera que se halló don Pedro tan debilitado de hambre, que le fue forzoso el hacer matar una perra que llevaba en el navío, la cual estaba salida, y comiendo de ella, tuvo tanta inquietud y desasosiego, que parecía que rabiaba, de suerte que dentro de dos días murió, lo mismo sucedió a otros que de aquella carne comieron. Al fin los que escaparon, llegaron a España al fenecer el año 37, donde se dio cuenta a S. M. de lo sucedido en aquella conquista220 La realidad histórica confirma que don Pedro de Mendoza murió de sífilis, y fue arrojado al mar antes de llegar a las Islas Canarias. El capitán que lo sustituyó tras la partida de Mendoza tenía muy mal carácter y se llevaba mal con la población. Esta situación hace de nexo entre la historia de la Maldonada y los castigos de Ruiz Galán, entre los que cita el cronista: ...Estaba malquisto con los soldados por ser de condición áspera, y muy rigoroso, tanto que por una lechuga cortó a uno las orejas, y a otro afrentó por un rábano, tratando a los demás con la misma crueldad, de que todos estaban con gran desconsuelo, y también por haber sobrevenido al pueblo una furiosa plaga de leones, tigres y onzas, que los comían saliendo del fuerte; de tal manera que era necesario una compañía de gente, para que pudiesen salir a sus ordinarias necesidades.221 Las fieras y el riguroso carácter del capitán sirven de preámbulo para retomar la historia “admirable” de la Maldonada. En ella se hace hincapié en el mal genio y la crueldad de Francisco Ruiz Galán; y el cronista tiene especial cuidado en mencionar que él conoció personalmente a la Maldonada como la prueba de la verdad irrefutable en aquella época: 220 Ruy Díaz de Guzmán, op.cit., pp. 119. 221 Ruy Díaz de Guzmán, op.cit., pág. 120. 166 En este tiempo sucedió una cosa admirable, que por serio la diré, y fue que habiendo salido a correr la tierra un capitán en aquellos pueblos comarcanos, halló en uno de ellos, y trajo a aquella mujer española de que hice mención arriba, que por el hambre se fue a poder de los indios. Así que Francisco Ruiz Galán la vio ordenó que fuese echada a las fieras, para que la despedazasen y comiesen; y puesto en ejecución su mandato, que llevaron a la pobre mujer, la ataron muy bien a un árbol, y la dejaron como una legua fuera del pueblo, donde acudieron aquella noche a la presa gran número de fieras para devorarla, y entre ellas vino la leona a quien esta mujer había ayudado en su parto, y habiéndola conocido, la defendió de las demás que allí estaban, y querían despedazarla. Quedándose en su compañía, la guardó aquella noche, el otro día y la noche siguiente, hasta que al tercero fueron allí unos soldados por orden de su capitán a ver el efecto que había surtido dejar allí aquella mujer; y hallándola viva, y la leona a sus pies con sus dos leoncillos; quedaron admirados del instinto y humanidad de aquella fiera. Desatada la mujer por los soldados la llevaron consigo, quedando la leona dando muy fieros bramidos, mostrando sentimiento y soledad de su bienhechora, y haciendo ver por otra parte su real ánimo y gratitud, y la humanidad que no tuvieron los hombres. De esta manera quedó libre la que ofrecieron a la muerte, echándola a las fieras. Esta mujer yo conocí, y la llamaban la Maldonada, que más bien se le podía llamar Biendonada; pues por este suceso se ve no haber merecido el castigo a que se expusieron, pues la necesidad había sido causa a que desamparase a los suyos, y se metiese entre aquellos bárbaros. Algunos atribuyen esta sentencia tan rigorosa al capitán Alvarado, y no a Francisco Ruiz, mas cualquiera que haya sido, el caso sucedió como queda dicho, y no carece de crueldad casi inaudita.222 Paul Groussac sostiene que este episodio es producto de la lectura de algunos clásicos por parte de Díaz de Guzmán, en este caso en particular encuentra coincidencias con la historia de un esclavo que se salvó de un león en el circo romano ya que tiempo antes lo había curado de una espina en África y como lo había reconocido no lo devoró, este relato se encuentra en Las noches áticas de Aulio Gelio. Además de la naturaleza, otro tema recurrente era la fauna. Los animales no conocidos en Europa son motores que disparan la imaginación, esto sucede con la gran serpiente anaconda. Ulrico Schmidl también la describe comparándola con un dragón al igual que Ruy Díaz de Guzmán. La Anaconda es la serpiente más grande y con más fuerz del mundo, propia del hemisferio sur, puede llegar a medir 6 metros de largo y pesar hasta 107 Kilos. Son propias de la Amazonia y su hábitat es cercano al río. Los conquistadores se horrorizaban al contemplar tan extraño animal y lo comparaban con los parámetros de lo conocido por ellos: las leyendas de dragones: Y habiendo corrido todo el pueblo, hallaron en la plaza principal una casa muy formidable en el círculo de un fuerte de muy buena madera en figura piramidal, cubierta por lo alto de ciertas empleitas de hojas de palmas, dentro de la cual estaba encerrada un monstruosa culebra, o género de serpiente, de tan horrible figura, que a todos causó 222 Ruy Díaz de Guzmán, op.cit., pp. 120-121. 167 espanto; era muy gruesa y llena de escamas de diversos colores, con unos como ojos rubicundos, que la añadían más fealdad; cada escama era del tamaño de un plato: la cabeza muy grande y chata con unos colmillos tan diformes, que sobrepujan y salían fuera de la boca; los ojos pequeños, aunque tan encendidos, que parecían centellas de fuego; tenía de larga más de 25 pies, y de grueso en medio del cuerpo como novillo: la cola era en forma de tabla, de un hueso duro y negro; al fin era tan horrible y monstruosa, que a todos llenos de horror. Los españoles con arcabuces, y los amigos con saetas, comenzaron a herir a este feroz dragón, que echaba gran copia de sangre: y revolcándose dentro del palenque, hacía estremecer todo el suelo, dando al mismo tiempo tan espantosos silbos, que a todos tenían aterrados: en fin quedó muerto, y averiguando lo que era, dijeron los naturales que todos los de aquella comarca tenían a este monstruos en grande veneración y culto, porque el demonio hablaba dentro de él, y les respondía a todo lo que le preguntaban: sustentábase de carne humana, para cuyo efecto movían guerra entre sí los indios comarcanos por coger cautivos para su diario pasto. Este día fue Dios Nuestro Señor servido de que cesase el motivo de esta horrible carnicería, en que el infernal dragón ocupaba aquella engañada gente.223 Tópicos habituales de la gran mayoría de las crónicas son los provenientes de la mitología clásica: las amazonas, las ciudades de oro, las ciudades escondidas… Durante unas jornadas que realizó Domingo de Irala hasta el Perú, los conquistadores recibieron muchas noticias acerca de tierras maravillosamente ricas. Ruy Díaz de Guzmán recopila los datos que le aportaron esos aventureros. Por este motivo hace que dos leyendas se aúnen en un territorio vecino: las tierras de las amazonas hacen frontera con la Laguna del Dorado. Cabe destacar la referencia a los clásicos en el tema de las amazonas ... entre el Brasil, Marañón y cabeceras del Río de la Plata había una provincia de mucha gente situada a las riberas de una gran laguna, y que ésta poseía mucho oro de que se servían aquellos indios, por cuya razón la llamaban los españoles la Laguna del Dorado. Estos pueblos dijeron que confinaban con otro de sólo mujeres, que tienen solamente el pecho del lado izquierdo, porque consumen el del derecho con cierto artificio, para usar sin embarazo del arco y flecha, de que son diestras y ejercidas, como aquellas mujeres de Scitas antiguos que refieren los escritores, por lo que los españoles llamaron aquella tierra de las Amazonas. Confirmóse esta noticia con la que adquirió el capitán Orellana en la jornada que hizo con Gonzalo Pizarro a la Canela, bajando por el Marañón, donde le dieron relación de esta gente y sus pueblos: y dudando el general a qué parte había de tomar, resolvió volver al poniente a buscar ciertos pueblos de indios, que decían tenían plata y oro, llamados Smócosis y Sibócosis, y yendo en su demanda, llegaron al Río Guapay, brazo principal del Marañón. (...) Allí hallaron muchas muestras de oro y de plata. 224 Las fantásticas leyendas cuando se confrontan con las noticias de la realidad toman un cariz casi cómico. Casi al finalizar el texto, el cronista relata los sucesos que ocurrieron cuando los habitantes del actual Paraguay descubrieron unas piedras preciosas pero de escaso valor. Este tipo de piedras preciosas son muy comunes en la región de 223 Ruy Díaz de Guzmán, op.cit., pág. 153. 224 Ruy Díaz de Guzmán, op.cit., pág. 170. 168 Paraguay, Brasil y noreste de Argentina, su belleza es grande pero sólo se utilizan como recuerdos turísticos, son variedades de cuarzo, ágata, cristales de roca, amatistas y topacios, trabajadas por los artesanos toman forma de ceniceros, pájaros, etcétera. Los habitantes del Guirá creyeron, cuando descubrieron las piedras, que eran muy valiosas y decidieron huir con ellas hacia España, pero al enterarse el superior de las intenciones de algunos de sus hombres decide apresarlos. Finalmente hubo un motín que se resolvió pacíficamente al enterarse del escaso valor de las piedras: Descubriéronse en aquel territorio unas piedras muy cristalinas, que se crían dentro de unos cocos de pedernal, tan apretadas como juntas, haciendo unas puntas piramidales, que ocupan toda aquella periferia. Son de diversos y lucidos colores, blancas, amarillas, moradas, coloradas y verdes, con tanta diafanidad y lustres, que fueron reputadas por piedras finísimas y de gran valor, diciendo eran rubíes, esmeraldas, amatistas, topacios y aun diamantes. Estos cocos por lo común se crían bajo de tierra en los montes, hasta que sazonados los granos, revientan, dando un grande estruendo, y tanta fuerza, que se han hallado algunos pedazos de pedernal más de diez pasos de distancia de adonde reventó el coco, que con el incremento que toma dentro de aquellas piedrecillas, hace tal estrago al reventar debajo de tierra que parece que con la fuerza de estruendo estremece los mones. Con haber hallado estas tan lucidas piedras creyeron aquellos hombres que poseían la mayor de las riquezas del mundo, con lo cual resolvieron dejar la población y caminar hacia la costa del mar, y por uno de sus puertos irse a España con sus familias.225 Grupo de piedras preciosas de la región descritas por Ruy Díaz de Guzmán [https://www.welcomeargentina.com/wanda/minas-wanda.html] 225 Ruy Díaz de Guzmán, op.cit. pág. 245. https://www.welcomeargentina.com/wanda/minas-wanda.html 169 Ruy Díaz de Guzmán comenta las primeras extinciones de los numerosos grupos indígenas que habitaron las regiones conquistadas por los españoles, sostiene que se produjeron por acción de los españoles, pero también por las guerras que mantenían los naturales con otras tribus: ...esta provincia antiguamente fue muy poblada de naturales, y al presente se sabe se han extinguido, así por los continuos asaltos que les daban los españoles, que se servían de ellos, como por las crueles y sangrientas guerras de los Chiriguanas, que con sola su sed carnicera de humana sangre han destruido varias naciones de esta provincia, como queda dicho.226 Páginas más adelante, insiste en esta misma idea cuando afirma que los Guaicurúes cortaron más de mil cabezas a sus enemigos, con lo cual aporta otra prueba de que también los indios se eliminaron mutuamente. Ruy Díaz de Guzmán fue acusado de inventar nombres e historias, pero su crónica, pese a algunos pasajes evidentemente ficticios, es la primera gran historia del Río de la Plata además de estar muy completa, sin lugar a duda es la mejor crónica de esta parte de América. Como es el escritor que inicialmente incorpora el paisaje argentino a la creación literaria y el que además, como dice María Rosa Lida227 ve la creciente unidad étnica entre la población nativa y la advenediza, de cuya fusión en estas tierras es el primer representante. Cabe apreciar en la crónica de Ruy Díaz de Guzmán -que él mismo califica de libro “pequeño” y “humilde”- su sobriedad. A pesar del elogio de su tierra considerada como fértil y hermosa, pocas veces cae en la hipérbole. Es interesante rescatar la vivencia directa de la tierra, que es la propia, y de los personajes de la historia, a los que él conoció personalmente o por testigos de vista. Por su sentido de patria y por el amor puesto en la elaboración de su obra, por los recuerdos familiares y por su sangre mestiza, ha sido el autor comparado –sin olvido de la distancia estética- con el Inca Garcilaso de la Vega. Sin embargo, en Ruy Díaz no se observa una excesiva devoción por su sangre guaraní pues aprecia más su abolengo español, aunque en una parte de la obra hace elogio de los mestizos, pero siempre remarcando que su admiración cae del lado de los españoles, los conquistadores del Río 226 Ruy Díaz de Guzmán., op.cit., pág. 221. 227 María Rosa Lida de Malkiel, Jerusalén. El tema literario de su cerco y destrucción por los romanos. Buenos Aires, Universidad de Buenos Aires. 1972. 170 de la Plata, y en este sentido, omite narrar la importancia que tuvieron los indios guaraníes en la concreción del Río de la Plata. En su visión de la conquista y la colonización, aparecen detalles pintorescos y numerosas anécdotas, además de un buen manejo del suspenso, recordemos el relato de la Maldonada, compuesta en dos partes. Todo esto, desde el punto de vista literario da color a la parte histórica de la conquista del Río de la Plata. En cuanto al valor histórico, destaca el hecho de que se observa la unidad histórica que formarían las gobernaciones separadas que formaban el actual territorio de Argentina, ya que, el tema central era el Río de la Plata, pero no se dejan de lado hechos paralelos ocurridos en Tucumán, aunque estén narrados a modo de digresión. 171 VI. 3 Viaje al Río de la Plata de Ulrico Schmidl El alemán Ulrico Schmidl viajó con la expedición de don Pedro de Mendoza hacia el incipiente territorio del Río de la Plata y permaneció en las Indias desde 1534 hasta 1554 cuando volvió a Alemania a petición de su hermano quien envió una carta solicitando que le permitan regresar a su país. Domingo Martínez de Irala, capitán que estaba en ese momento al mando, al principio no quiso licenciar al soldado, pero luego concedió el permiso e incluso aprovechó el viaje de este para enviar cartas al Rey con el fin de hacerle llegar las noticias del Río de la Plata. Su viaje dura, por lo tanto 20 años y forma parte así del primer período del adelantazgo de don Pedro de Mendoza (capitulación de Sevilla de 1534) y también del segundo de don Alvar Núñez Cabeza de Vaca (capitulación de 1540). En 1567 Ulrico Schmidl publicó en Baviera, trece años después, la crónica donde cuenta sus aventuras con el largo título de: Verídica descripción de varias navegaciones como también de muchas partes desconocidas, islas, reinos y ciudades... también de muchos peligros, peleas y escaramuzas entre ellos y los nuestros, tanto por tierra como por mar, ocurridos de una manera extraordinaria, así como de la naturaleza y costumbres horriblemente singulares de los antropófagos, que nunca han sido descriptas en otras historias o crónicas, bien registradas o anotadas para utilidad pública. Es la única crónica sobre el Río de la Plata que fue publicada ocho veces entre 1567 y 1625. Este título indica la modalidad textual escogida por un autor que escribirá sus vivencias desde el recuerdo al igual que Álvar Núñez Cabeza de Vaca quien relató sus famosos Naufragios apelando a la memoria. En el texto de Schmidl la descripción funciona como garante de la veracidad, como sostiene Loreley El Jaber en su artículo “El Afán de nombrar” El título original no sólo establece la modalidad elegida para el presente texto sino que también la expande en su propia enunciación; la especificidad predice la rigurosidad del texto. El título cifra el relato y permite leer las operaciones y los conflictos que lo recorren. La clave de abordaje parece resonar en las primeras palabras: la descripción se ofrece como operador de legibilidad del texto y como garante de la veracidad del mismo. 228 228 Loreley El Jaber, “El afán de nombrar” en Noé Jitrik, Sesgos, cesuras y métodos, Buenos Aires, Eudeba, 2005, pág, 63. 172 Aunque no es muy extenso, en su gran mayoría sobresale la descripción. Se trata de un texto complicado ya que en su corta extensión acumula el relato de veinte años de vivencias, dificultades y penurias en el Río de la Plata. En primer lugar, es llamativo el uso de la primera persona y de un “nosotros”, un plural orgulloso y fuerte, la voz de la soldadesca. En segundo lugar, destaca por ser un autor de habla no española. Formaba parte de un grupo de alemanes que viajaron al Río de la Plata, lo cual no era extraño porque reinaba el emperador Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico (1516 – 1556) La primera edición aparece en Frankfurt en 1567 como adición a un texto principal de Sebastian Franck229, un famoso humanista protestante cuya edición estaba a cargo de Sigmund Feyerabend, un conocido librero y editor. Durante el siglo XV y XVI los libros de viajes fueron muy populares. Blanca López de Mariscal le dedica un libro este tipo de escritos titulado Relatos y relaciones del Nuevo Mundo en el siglo XVI230 y se centra fundamentalmente en el libro de viajes editado por el geógrafo italiano Juan Bautista Ramusio en 1556 titulado Delle Navigazioni e Viaggi, en el cual aparecen textos tan heterogéneos como cartas, crónicas, relaciones, historias, muy del gusto de la época. Durante este siglo aparecieron varias colecciones de viajes como la de Ramusio en casi todos los países. Por ejemplo, en Inglaterra se edita The Principall Navigations, Voyages, Traffiques and Discoveries of the English Nation de Richard Hakluyt (1600). Por eso, el libro de Schmidl se incluye como parte de los grandes viajes que publica Jean Theodore de Bry entre 1590-1640 en la Parte VII con el título: América. Descripción verídica e interesante de algunos países e islas de importancia, de que no se ha hecho mención todavía en ninguna crónica, y cuyas exploraciones han sido llevadas a cabo por primera vez en el viaje de navegación del Ulrich Schmidl de Straubing, con grandes peligros y que han sido descritos y explicados por él con toda diligencia. En 1599 formó parte de la colección de Levinus Hulsius. en la Parte IV con el título de Verídica historia de una navegación maravillosa, llevada a cabo por Ulrich Schmidl de Straubing, desde el año 1534 hasta el año 1554, en América o Nuevo Mundo, en el Brasil y Río de la Plata. En ese mismo año De Bry, edita el texto en latín con la traducción de Gothard Arthus Verídica historia de una navegación maravillosa, llevada a cabo por Ulrich Schmidel de 229 Sebastian Franck escribió sobre el avance de las ideas religiosas de los protestantes en su obra más famosa: Chronica Zeitbuch und Geschichtsbibel en 1531. En 1534 se suplica un suplemento a su obra: Weltbuch y el conjunto vuelve a ser reimpreso en 1567 con el añadido de la crónica de Schmidl. 230 Blanca López de Mariscal, Relatos y relaciones del Nuevo Mundo en el siglo XVI, Ediciones Polifemo, Madrid, 2004. 173 Straubing, desde el año 1534 hasta el año 1554, en América o Nuevo Mundo, en el Brasil y Río de la Plata. Llama la atención que el texto de Schmidl es publicado varias veces, hasta ocho, lo que en la época era un gran logro. Según Lucien Febvre y Henri-Jean Martin231 en La aparición del libro ocho ediciones con tiradas de entre 1000 y 1500 libros representaban un gran éxito editorial, lo mismo que ocurría, por ejemplo, con Naufragios de Alvar Núñez Cabeza de Vaca. Así, “la aparición de la imprenta puede considerarse como una etapa hacia una civilización de masas y estandarización”232 El Viaje de Schmidl se edita cuatro veces por de Bry y otras tres veces por Levinus Hulsius, en latín ya con grabados en la Colección de veintiséis viajes a diferentes partes del mundo (1598-1660), en su portada aparece el autor montado en una llama, y escoltado por indios. Estos grabados se reproducen a posteriori en casi todas las publicaciones. De las modernas, destacan la publicación de 1903 de Bartolomé Mitre: Viaje al Río de la Plata, 1534-1554. Notas bibliográficas y biográficas por Bartolomé Mitre. Prólogo, traducción y anotaciones por Samuel A. Lafone Quevedo. López de Mariscal sostiene que el trabajo de los editores, es decir, la elección, la edición y posterior publicación que todas estas colecciones de viaje tienen como objetivo llegar a un lector ávido de esas experiencias tan maravillosas y difíciles de realizar para una persona de aquellos tiempos, poner al alcance a través de las letras a ese nuevo mundo y a esas tierras desconocidas. Por eso, el editor escoge cuidadosamente los títulos que representan el primer paso para captar la atención. Además, se complementan los 231 Febvre, Lucien y Henri-Jean Martin, La aparición del libro, trad. de Agustín Millares Carlo, México, FCE, Libraria, Conaculta - Fonca, 2005, pp. 321-301. 232 Febvre, Lucien y Henri-Jean Martin, op.cit, pág. 201. Edición Levinus Hulsius, en latín con grabados en la Colección de veintiséis viajes a diferentes partes del mundo (1598-1660), en su portada aparece el autor montado en una llama, y escoltado por indios. Imagen extraída de: [http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/viaje-al-rio-de-la-plata- 1534-1554/html/ff3a9778-82b1-11df-acc7-]002185ce6064_82.html] http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12586186423471506765435/index.htm http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12586186423471506765435/index.htm javascript:Ventana('imagenes/latin.jpg','450','625') http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/viaje-al-rio-de-la-plata-1534-1554/html/ff3a9778-82b1-11df-acc7-%5d002185ce6064_82.html http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/viaje-al-rio-de-la-plata-1534-1554/html/ff3a9778-82b1-11df-acc7-%5d002185ce6064_82.html 174 volúmenes con dibujos o grabados que en el caso del texto de Ulrico aparecen con la edición en latín. Por ello, tanto De Bry como Hulsius utilizan todos los mecanismos posibles para captar lectores, de ahí los títulos tan importantes, llamativos, largos y con palabras clave. En todas las publicaciones se remite a una historia “verídica”. A partir de este rótulo se intenta abrir un espacio donde el posible lector encuentre algo primigenio, original. La edición de Feyerabend (1567) hace hincapié en los verídico, en los peligros, peleas, costumbres de los antropófagos y recalca que nunca habían sido descritos antes tales horrores. De Bry (1590 – 1640) indica en su titulado que lo que se describe en estas páginas es interesante, verídico y que nunca ha sido contado antes. Además, se recalca que el relato viene de la propia mano del autor. Hulsius (1599) hace notar al lector el tiempo que estuvo el escritor en tierras extrañas y maravillosas, además del recorrido que hizo el autor y la importancia de lo verídico. Los editores que incluyen la crónica de Schimdl en sus colecciones prometen un contenido maravilloso, extraordinario que no se corresponden con lo narrado ni con el espacio descrito. Pero sí se adapta al género de la colección dentro de la cual se lo incluye: el relato de viaje. Los tres elementos que el lector espera hallar en esas páginas, esto es, aventura, maravilla y exotismo, son recreados por los editores. La aventura sí está presente en las escaramuzas con los indígenas, pero lo maravilloso apenas tiene lugar, algún animal extraño y la historia fallida de la búsqueda de las amazonas. El exotismo está presente en lo otro, lo diferente. En este caso, sería la importancia de las descripciones de la mujer que ocupan un lugar central, se habla de sus tatuajes, su belleza o la falta de ella, la ropa o la desnudez, su manera de hablar, sus bailes. El editor Hulsius también las convierte en protagonistas al incluirlas en varios grabados. Ulrico Schmidl en la portada de su libro. Fotografía extraída de: [https://es.wikipedia.org/wiki/Ulrico_Schmidl] 175 Los editores De Bry y Hulsius incorporan en sus titulados la importancia de que los sucesos estén contados de primera mano, el autor es también el viajero, el soldado que sufrió las desgracias durante ese viaje tan largo y es quien escribe de su puño y letra. Se construye así la figura del viajero-explorador-escritor como la garantía de “veracidad” como titula Hulsius: “todo descripto por el propio Schmidl”. Los editores crean una imagen de viajero escritor –y no de escritor viajero–porque esto es lo que distingue la crónica de Schmidl frente a otros textos. Blanca López de Mariscal sostiene: [Los relatos de viajes] son textos en los que se establece una doble tensión, entre el horizonte de expectativas del narrador y los nuevos referentes a los que se están enfrentando. Por un lado tenemos una fuerza centrípeta que tiende hacia la tradición y hacia la cohesión, debido a la cual entran en juego, como una parte muy importante de la trama narrativa, el conocimiento heredado de la antigüedad, lo que han establecido las "autoridades", lo que es sabido que se ha de encontrar; y por otro lado una fuerza centrífuga, que tiende hacia la diversidad, la necesidad de dar cuenta del nuevo conocimiento del mundo, los espacios recientemente encontrados, los pobladores hasta entonces desconocidos, sus costumbres y creencias. En la tensión que se establece entre estas dos fuerzas se está construyendo una nueva actitud frente al mundo y frente al conocimiento, la postura que será propia de una nueva edad, la edad moderna. Esta nueva postura está avalada por el prestigio que le da al narrador el presentarse como un testigo presencial de los hechos narrados y de los espacios descritos. Su testimonio irá poco a poco dándole valor a la experiencia como una nueva forma de acceder al conocimiento. Esta será una de las grandes revoluciones que acompañarán al "nuevo cocimiento del mundo", cuya gestación encontramos en la primera mitad del siglo XVI.233 Durante la Edad Media, los viajes ya sean imaginarios o reales, daban la posibilidad de ingresar a mundos desconocidos. Los mirabilia abrían la puerta a lo maravilloso, a la otredad y a la concepción del espacio a un lector europeo que tenía muy pocas posibilidades de realizar viajes. Ejemplos ya nombrados son Los viajes de Marco Polo y los de John de Mandeville con su Colección libro de las maravillas del mundo. En este tipo de viaje la presencia de lo maravilloso, extraño y monstruoso constituía parte de las expectativas del lector, sin embargo, en la obra de Ulrico Schmidl, un viaje verídico, no se halla ese componente, exceptuando la búsqueda de las amazonas. Así, lo curioso es que en este texto no aparecen esos esperados y tópicos elementos antes nombrados. Lo narrado y descrito es claramente disonante, distópico incluso. El autor llega a decir que el Río de la Plata es una tierra “maldita”, “malsana” hasta el punto en que los expedicionarios en algunos momentos no pensaban en el oro, en los botines ni en las ganancias: “(…) en ese viaje hubo una gran escasez de agua, tanto que uno no se 233 Blanca López de Mariscal, op.cit., pág. 207. 176 preocupaba ni del oro ni de la plata, ni de la comida no de otros bienes, pues solo importaba el agua.”234 Por eso, lo maravilloso que en esta crónica no se encuentra, se suple constantemente a través de los títulos por la insistencia en la aventura, el exotismo de las mujeres, la presencia de los antropófagos, el hambre constante, las críticas a los capitanes, sobre todo a Alvar Núñez. Sin lo maravilloso y lo monstruoso, el relato discursivo de Ulrico queda especificado en los títulos escogidos por los editores, por ejemplo, en los Grands voyages de Bry: Idea verdadera y genuina de todas las principales historias… Así, los editores convierten esta larga desventura en una experiencia única, dolorosa, sufrida e irrepetible, donde, además, el oro y las fantasías no son los protagonistas. Este texto se basa fundamentalmente en la descripción, como se comentó con anterioridad. Destacan las importantes descripciones sobre plantas, animales y personas como las mujeres, la mandioca, el maíz, el algodón, la miel, los tipos de árboles, el tapir, el guanaco, la boa, los peces y los molestos insectos. También son muy importantes las enumeraciones de las costumbres de las diversas tribus que se iban encontrando. Philippe Hamon señala en Introducción al análisis de lo descriptivo235 que en una narración el lector espera contenidos, pero en una descripción busca un léxico abundante, un paradigma de palabras. “en una narración espera una terminación, un terminus; en una descripción, espera términos.”236 Ulrico Schmidl trata de satisfacer al descriptario (el receptor del texto, según Hamon), ofreciendo enumeraciones que muchas veces se quedan cortadas ante la inmensidad de la naturaleza que observa a su alrededor: “...Entre los susodichos Carios y Guaranís hallamos trigo turco o maíz y mandiotín, batatas, mandioca- poropí, mandioca-pepirá, maní, bocaja y otros alimentos más, también pescado y carne, venados, puercos del monte, avestruces, ovejas indias, conejos, gallinas y gansos y otras salvajinas las que no puedo describir todas en esta vez.”237 Hamon concluye que la modalidad descriptiva funciona como un operador de legibilidad fundamental del texto, y a la vez como “operador” lo que facilita al lector el acceso a lo fundamental de la obra. Schmidl se centra fundamentalmente en la descripción de mujeres, y a veces, en este aspecto, se deja llevar por el erotismo. Este tema se retomará más adelante. En cuanto a las descripciones de los animales, el narrador se encontraba entre dos mundos: el real, 234 Ulrico Schimdl, Viaje al Río de la Plata. Buenos Aires, Ediciones Nuevo Siglo S.A.,1995, pág. 97. 235 Philippe Hamon, Introducción al análisis de lo descriptivo, Buenos Aires, Edicial, 1991. 236 Philippe Hamon, op.cit., pág. 49. 237 Ulrico Schimdl, op.cit., pág.54. 177 que era el que veía con sus propios ojos y el que vivía con sus experiencias, y el imaginario propio de la mentalidad fantástica de la Edad Media, los comentarios y mitos de los indígenas. En el caso concreto de la descripción del yacaré, se permite dudar de esas creencias: “pero todo esto es fábula; si fuere así, yo hubiere muerto cien veces, pues yo he comido y cazado más de tres mil de ellos.”: Esta nación se llama Yacaré es por un yacaré, que es un pez que lleva un cuero tan duro que no se le puede herir con un cuchillo ni entrarle con flechas indias. Y a eso es un pez grande y hace daño grande a los otros peces. Sus huevas las tira de sí o las pone en la tierra a más o menos dos o tres pasos del río; estas huevas o simiente de este pez tienen un gusto igual al almizcle y él es bueno para comerlo; la cola es lo mejor para comer de este pescado, y él no es nocivo en sí mismo. Él vive siempre en el agua. Pero allá afuera entre nosotros se le cree a este pez yacaré un animal sumamente horroroso y dicen que debe ser un basilisco y que envenena y hace gran daño en las Indias. Y cuando este pez o animal sopla su aliento a alguno, entonces éste debe morir; pero todo esto es fábula; si fuere así, yo hubiere muerto cien veces, pues yo he comido y cazado más de tres mil de ellos. Yo no hubiera escrito de este pescado si yo no hubiere visto su cuero en Munich en la casilla de tiro de mi benévolo señor duque Alberto la que tiene en el coto. Por ello tuve que hablar enseguida de esto. En dicha localidad de Yacaré hay la máxima cantidad de ellos, mucho mayor que en otros lugares; por eso es que hay tantísimos llaman yacarés a las naciones.238 Bastantes descripciones tienen como tema la mujer, que tal como corresponde al contexto de esa época, es un objeto más. Por eso, la mujer indígena se puede regalar, vender, intercambiar. Al soldado le llama la atención el exotismo, lo diferente. Siempre que describe a una tribu, nombra a las mujeres. Muchas veces las considera feas, pero en alguna ocasión las encuentra bellas y exóticas por la vestimenta o falta de ella y sobre todo, por los tatuajes: “Las mujeres son horribles y, tanto jóvenes como viejas, tienen la parte baja de la cara llena de rasguños azules.”239 Le atraen mucho las mujeres jaraches: “Las mujeres están pintadas en otra linda manera desde los senos hasta las partes en color azul, muy bien hecho. Un pintor allá afuera tendría que esforzarse para pintar esto y ellas van completamente desnudas y son bellas mujeres a su manera”240 Más adelante, agrega comentarios sobre el arte amatorio y suele dejar algo a la imaginación del lector: “Las mujeres son bellas a su manera y van completamente desnudas. Pecan llegado el caso, pero yo no quiero hablar demasiado de eso en esta ocasión”241 y luego: “Estas mujeres son muy lindas y grandes amantes y afectuosas y muy ardientes de cuerpo, según mi 238 Ulrico Schimdl, op.cit., pp. 67- 68. 239 Ulrico Schimdl, op.cit., pág. 25. 240 Ulrico Schimdl, op.cit., pág. 53. 241 Ulrico Schimdl, op.cit., pág. 69. 178 parecer”242. En estas palabras se observa la subjetividad que apoya el exotismo que busca encontrar el lector en este tipo de escritos. También, se permite comparar con una especie de chascarrillo la vitalidad de los soldados frente a la de su capitán: “Nuestro capitán hacia la media noche había perdido sus tres mozas. Tal vez él no pudo haber contentado en la misma noche a las tres juntas, pues él era un hombre viejo de 60 años; si el hubiere dejado a estas mocitas entre nosotros los peones, ellas tal vez no se hubieren escapado.”243 Una aldea de los Carrios. Grabado de la edición del relato de U. Schmidl publicado en 1599. Imagen extraída de: [https://pueblosoriginarios.com/textos/ulrico/36.html] Todos estos actos, tan brutales y condenados en los tiempos actuales, son legitimados por la conquista y es ahí donde se nota la impasibilidad de Ulrico cuando se refiere a estos hechos, él simplemente se limita a describirlos. Esto mismo sucede, cuando relata las matanzas que realizan contra algunas tribus, cuando afirma que mataban incluso a mujeres y niños: “[…] asaltamos la aldea y entramos en ella y matamos cuantos encontramos y cautivamos muchas de sus mujeres, lo que fue una gran ayuda…”244, “[…] disparamos nuestros arcabuces, matamos a cuantos encontramos y cautivamos como dos mil, entre hombres, mujeres, muchachos y chicos, y luego quemamos su aldea y tomamos cuanto allí había, tal como podéis pensar vosotros que ocurre en tales casos.”245 “[…] atacamos a los Carios. Antes de haber pasado tres horas, ya habíamos destruido y ganado las tres palizadas y entramos en el pueblo y matamos mucha gente, hombres, mujeres y niños.”246 Cristina Iglesia señala ese tono que parece muy normal para describir esos 242 Ulrico Schimdl, op. cit., pág. 70. 243 Ulrico Schimdl, op. cit., pág. 56. 244 Ulrico Schimdl, op .cit., pág. 62. 245 Ulrico Schmidl, op. cit., pág. 78. 246 Ulrico Schmidl, op .cit., pág.85. https://pueblosoriginarios.com/textos/ulrico/36.html 179 hechos, matanzas y abusos está directamente relacionado con “con la legitimidad de la conquista ante sus ojos y ante la posible conciencia de sus lectores.”247 En la elección de la modalidad textual se encuentra el objetivo del autor, centrarse en cómo era el lugar, su gente y cómo se sentían los soldados, cómo actuaban. Por eso, aparece la subjetividad del yo “soldado”, que forma parte de la estrategia textual. Hamon afirma que la descripción tiene peso por sí misma, y que no siempre deber estar al servicio de la narración Esto ocurre en la obra de Schimdl, mayoritariamente descriptiva: Esbozar una teoría de lo descriptivo sería entonces esforzarse por no catalogarlo como práctica previa…, ni reducirlo a su transitividad, encerrándolo en una finalidad que lo pone perpetuamente al servicio de instancias narrativas superiores jerárquicamente… donde lo descriptivo ya no esté pensado en el seno o al servicio de una narración más englobante.248 A pesar de las numerosas descripciones, aparecen también narraciones y relatos muy significativos. Por ejemplo, en el capítulo II, cuenta la historia de un primo del general Pedro de Mendoza. La historia de amor entre Jorge Mendoza y la hija de un vecino rico de La Palma, lugar donde los barcos que partían hacia Las Indias solían hacer su primera parada. Más adelante, en el capítulo V, relata la suerte que corrió Juan Osorio, a quien Pedro de Mendoza nombra gobernador porque él ya se encontraba enfermo. Pero, para dar ejemplo por un amotinamiento, lo hace ejecutar y es entre estos relatos, donde encuentra Schmidl su vericueto para deslizar sus opiniones: “[…] era un recto y buen militar y siempre trató muy bien a los soldados.”249 Desde el capítulo VII al XII narra, además de describir, la fundación de Buenos Aires y la hambruna que pasaron durante esos meses. Relata los mismos sucesos que, en el primer poema que inspira Buenos Aires, evoca Luis de Miranda: el episodio del caballo y el del español que se comió a su propio hermano: “Esto sucedió en el año 1535, en el día de Corpus Christi, en la referida ciudad de Buenos Aires.”250 Participa también en la Fundación de Asunción: “Tomamos esa localidad en el día de Nuestra Señora de la Asunción, en el año de 1539, y le pusimos ese nombre y aún se llama así la ciudad.”251 247 Cristina Iglesia, y Schvartzman, Julio, Cautivas y misioneros. Mitos blancos de la conquista, Buenos Aires, Catálogos, 1987, p. 23. 248 Philippe Hamon, op.cit., pág. 43. 249 Ulrico Schimdl, op.cit., pág. 15. 250 Ulrico Schimdl, op.cit., pág. 21. 251 Ulrico Schimdl, op.cit., pág. 41. 180 Y el plural orgullo como soldado se cuela en las líneas sobre la elección de Irala como capitán, mismo plural orgullo que cuando aprovecha los intersticios para dar su opinión sobre la llegada del nuevo gobernador: “[…] resolvimos que mandara el capitán Domingo Martínez de Irala, pues había mandado durante largo tiempo, tratando bien a los soldados, era bien querido por todos.”252 Más adelante se centra en contar minuciosamente la problemática que aparece con la llegada del nuevo adelantado, Álvar Núñez Cabeza de Vaca. Deja bien claro desde el principio que los soldados no lo estimaban y, entre relato y relato, vierte su opinión que deja patente su condición de extranjero y de soldado raso: Entonces llegó de España un capitán general llamado Alvar Núñez Cabeza de Vaca, persona que había sido enviado por su cesárea majestad con cuatrocientos hombres y treinta caballos, vino este capitán en cuatro buques, dos grandes y dos carabelas, con los que había llegado al Brasil, […] traía desde España el nombramiento de gobernador dado por su Cesárea Majestad para que el capitán general Domingo Martínez de Irala le transfiriese el mando. Con esto el capitán y la gente estuvieron conformes, y le obedecieron. Esto no lo entendieron muy bien los soldados…253 […] nos amotinamos con otros amigos seguros que teníamos en tierra para que nuestro capitán Álvar Núñez Cabeza de Vaca dejase suelto y libre a Hernando Ribera y además nos devolviera todo lo que nos había quitado y robado.254 Y entró nuestro capitán en la tierra [de los Carios], pero no hizo mucho, pues él no era hombre para esto […] era un hombre que en toda su vida había ni gobernado ni tenido un mando. 255 Cuando llegamos a esta ciudad de Nuestra Señora de Asunción, nuestro capitán estuvo enfermo con fiebres y quedó en su palacio sin salir para nada, durante catorce días, pero ello fue más por picardía y soberbia que por enfermedad, pues así evitaba hablar con la gente. Se portó de esa impropia manera pues un capitán que quiere gobernar un país debe siempre prestar y dar atención tanto al grande como al chico…256 Es evidente que la legitimación de Irala está otorgada por los soldados y validada por su experiencia como capitán y no a través de documentos firmados por un rey lejano como en el caso de Cabeza de Vaca. La subjetividad jerarquiza el saber del cronista y a través de las muestras de apoyo a Irala y su fuerte oposición al capitán impuesto se da más fuerza al título de los editores: la veracidad de lo contado. Además, deja patente su 252 Ulrico Schimdl, op.cit., pág. 49. 253 Ulrico Schimdl, op.cit., pp. 57-59. 254 Ulrico Schimdl, op.cit., pág. 75. 255 Ulrico Schimdl, op.cit., pp. 82- 83. 256 Ulrico Schimdl, op.cit., pág. 78. 181 opinión sobre el poder de la corona que gobierna desde lejos y la realidad de los soldados que se encuentran sobre el terreno: “Yo creo que si su Cesárea Majestad en propia persona hubiere tomado preso a este susodicho Gonzalo Pizarro, le hubiere perdonado la vida, porque a uno le duele cuando se instituye dueño sobre los bienes de otro”257; “Y este Juan Ramallo no quiere estar sometido al rey de Portugal o a su lugarteniente del rey en este concepto, pues él dice y declara que él ha estado cuarenta años en esta tierra en Las Indias y la ha habitado y la ha ganado ¿por qué no ha de gobernar él la tierra como cualquier otro?”258 Esta opinión tiene como fin apoyar la decisión de imponer a Irala como nuevo capitán y justificar la prisión de Álvar Núñez. A lo largo del relato sabe como mantener la atención del lector, ya que en varios pasajes escribe con las siguientes fórmulas para atraer la atención del lector: “Como le fue luego, muy pronto lo habréis de saberlo.” 259 “Ya sabréis más adelante lo que luego le pasó a nuestro capitán Álvar Núñez Cabeza de Vaca.”260 Sin lugar a duda, su fuerte es el discurso descriptivo que se ajusta a la realidad percibida, por ejemplo, la descripción del yacaré que se ha citado antes, donde se permite dudar de la veracidad de ciertas creencias. Sin embargo, no cuestiona la existencia de las amazonas. En una de sus expediciones, encuentran al Rey Jerú, quien no les da más plata porque afirma que las amazonas les habían quitado el oro y la plata. El cronista relata la historia de la persecución de estas míticas mujeres, y como intentaron durante varios días encontrarlas, a pesar de las malas condiciones climáticas. El camino escogido estaba inundado y los soldados caminaban empapados hasta la cintura, circunstancia que luego le pasaría factura a su salud. Entonces marchamos contra esas Amazonas. Tienen esas mujeres un solo pecho y se juntan y tienen comunicación carnal con sus maridos tres o cuatro veces en el año. Si entonces se preñan y nace un varoncito, lo envían a casa del marido; pero si es una niñita la guardan con ellas y le queman el seno derecho para que éste no crezca y pueda así usar sus armas, los arcos, pues ellas son mujeres guerreras que hacen la guerra contra sus enemigos. Viven estas mujeres amazonas en una isla, que es grande y está rodeada por agua y hay que viajar en canoa si se quiere llegar allá. En esta isla las Amazonas no tienen oro ni plata, sino en Tierra Firme, que es donde viven los maridos; allí tienen gran riqueza y son una gran nación que tiene un gran Rey llamado Iñis, como después nos dijo el Ortués.261 257 Ulrico Schimdl, op.cit., pág. 99. 258 Ulrico Schimdl, op.cit., pág. 101. 259 Ulrico Schimdl, op.cit., pág. 59. 260 Ulrico Schimdl, op.cit., pág. 76. 261 Ulrico Schimdl, op.cit., pág.71. 182 Sin duda, la descripción se encuentra presente -según Hamon- para neutralizar la falsedad, para provocar un efecto de verdad, la búsqueda de lo “verídico” que aparece en todos los títulos de las primeras ediciones. Ulrico insiste en el plural y en su marca personal: “Yo en esto he estado presente”; “Yo mismo lo he visto”. El efecto de realidad creado por la descripción se ve duplicado a través de la autorreferencia y el lector puede estar seguro de que se encuentra ante un viajero – escritor. 183 VI. 4 Naufragios y Comentarios De Álvar Núñez Cabeza de Vaca Alvar Núñez Cabeza de Vaca nació en Jerez entre el año 1490 y 1507. Existen dos obras fundamentales que relatan sus peripecias por el norte y por el sur de América. La primera de ellas, Naufragios, relata sus aventuras en el norte del continente americano, por zonas inexploradas en ese momento por los españoles y que hoy en día pertenecen al Golfo de México y el actual estado de Texas. La expedición dirigida por Pánfilo de Narváez (1478-1528) partió de España en junio de 1527 para establecer una colonia en la “Florida” fue muy accidentada, hubo tormentas, abandonos, enfermedades y penalidades. El 5 y 6 de noviembre de1528, 80 expedicionarios naufragaron cerca de la isla de Galveston, Texas. Las esperanzas de conseguir grandes riquezas se desvanecieron pronto. Al mando de Pánfilo Narváez, los sobrevivientes fueron esclavizados por los indígenas. Pasaron momentos muy complicados y Álvar Núñez fue testigo de asombrosas costumbres: vio el canibalismo de sus compañeros, dio noticia de indios homosexuales, pero su actitud observadora y cauta lo llevó a convertirse en una especie de curandero. Socializó y aprendió varias lenguas indígenas y por eso se lo considera como el primer etnógrafo de Norteamérica. Pánfilo de Narváez y la mayoría de los expedicionarios murieron. Después de seis años, Cabeza de Vaca y otros tres sobrevivientes se dirigieron a la ciudad de México, convirtiéndose en los primeros europeos en explorar esas tierras de Norteamérica. La narración en primera persona cuenta el camino desde el sur de Texas, el río Grande y los actuales estados mexicanos de Coahuila, Chiguagua y Sonora, para encontrarse con exploradores españoles que los guiaron hasta Ciudad de México, donde fueron recibidos por el virrey Antonio de Mendoza y por Hernán Cortés con grandes honores. Allí comentó que habían oído acerca de ciudades legendarias ricas en oro. Aunque posteriormente se enviaron expediciones, nunca se encontraron esos maravillosos lugares porque la ruta que hicieron estos aventureros no se pudo nunca precisar y aún hoy sigue siendo un misterio y desconcertando a los geógrafos, pero se calcula que recorrieron unos 8.000 km. La Relación o Naufragios es el relato oficial de Cabeza de Vaca de sus viajes durante nueve años por el norte, que escribió para la Corona española. La obra se publicó por primera vez en Zamora, España, en 1542. Cuando volvió a España en 1537, Núñez consiguió que el rey Carlos I le otorgara una capitulación para sustituir a Pedro de Mendoza, el primer adelantado del Río de la Plata, quien había muerto poco antes y también para socorrer a la colonia española de la zona. El nuevo adelantado se financió él mismo la expedición. Carlos I lo nombró capitán 184 general, gobernador y adelantado del territorio del Río de la Plata. Entre 1540 y 1544 fue gobernador del Río de la Plata. La expedición salió de Cádiz en noviembre de 1540. Álvar tenía más de cincuenta años cuando se hizo a la mar. Esta nueva andadura es relatada en Comentarios a través de su secretario, Pero Hernández, a quien le dicta su visión de los hechos sucedidos durante su periodo como adelantado. La situación del Río de la Plata era totalmente diferente a las zonas incas y aztecas. Frente a una conquista y ocupación relativamente sencilla de territorios como el mexicano o el peruano, en los que existía una estructura y un estado bien organizado, los territorios explorados por Alvar eran muy difíciles de controlar porque resultaba mucho más difícil reducir a nativos que no estaban sometidos a un poder parecido al de un estado que a grupos diseminados e independientes que se rebelaban y luchaban con más tesón. Cuando llegó a Brasil, a la isla de Santa Catalina, tuvo noticias de la muerte de Mendoza, de la despoblación de Buenos Aires y del traslado de la capital a Asunción. Así, decidió enviar grupos de reconocimiento y emprender una ruta a pie hasta la nueva capital. En su camino descubrió las Cataratas del Iguazú. Cuando arribó a su destino, en marzo de 1542, tuvo problemas con Martínez de Irala quien aspiraba a ser el gobernador del Río de la Plata. Sin embargo, el trato con los indígenas guaraníes fue muy fluido y llegó a comprender que el idioma de cada tribu, aunque con diferencias, tenía rasgos comunes. En 1544, de regreso de una de sus expediciones, se encontró con una sublevación. Enfermó gravemente de malaria y no pudo hacer frente a las acusaciones por lo que fue apresado durante diez meses y juzgado. Lo deportaron a España en marzo de 1545 y en España, el Consejo de Indias ratificó la pena, enviándolo a Orán. Después de ocho años, Felipe II lo indultó y le da el cargo de Juez en Sevilla. Se cree que falleció en esta ciudad en 1564. 185 Itinerario de Cabeza de Vaca en el Río de la Plata. Imagen tomada de G. Llorente en Alvar Núñez Cabeza de Vaca, Naufragios y Comentarios, Edición de Roberto Ferrando, Madrid, Dastin, 2000, pág. 134. En cuanto a las ediciones de Naufragios, mediante el testimonio de Gonzalo Fernández de Oviedo, se sabe que existió una anterior a la Príncipe de Valladolid de 1555 que insertó en su obra Historia de las Indias (tomo IV), pero tradicionalmente Naufragios va unido a Comentarios cuya primera edición es la de Valladolid citada antes impresa por Francisco Fernández de Córdoba. VI. 5 La literariedad en las obras de Alvar Núñez Los textos de Álvar Núñez Cabeza de Vaca transmiten valiosísima información sobre el idioma, las costumbres y la geografía por donde se movían los indígenas tanto del norte como del sur. Sin embargo, no deja de ser el testimonio de un cronista que en Naufragios muestra su punto de vista personal y en Comentarios utiliza la redacción de su secretario como justificación. Es en esos intersticios donde aparece la literariedad, la ficción en sus obras. Antonio García Berrio262 quien define la literariedad como un “conjunto de propiedades y peculiaridades lingüístico-estéticas” que hacen que un texto sea reconocible como literario. Una de las características es que se cuenta una historia real pero la función estética tiene para el lector más interés que la función referencial, otra que el lenguaje se usa también con finalidad poética. Además, García Berrio sostiene que la literatura es “imprevisible”, se cuela. También es importante la capacidad de sugerencia del texto, que siempre invita a una relectura. Un texto literario, por supuesto, es inagotable y resiste las relecturas, traspasa las modas y se sigue leyendo como ocurre con las aventuras de Álvar Núñez, porque los hechos que cuenta son muy novelescos y extraños. Naufragios es uno de los más leídos en su época y en tiempos posteriores porque se convirtió poco a poco en una especie de clásico juvenil. Se publicó en Zamora, en 1542, titulado La Relación y Comentarios del gobernador Alvar Núñez Cabeza de Vaca, de lo acaescido en las dos jornadas que hizo a las indias y luego se conoció con el nombre de Naufragios. Fue escrito cinco años después de haber regresado, así, el narrador apela a la memoria para componer este texto con la clara intención de conseguir los favores del monarca. En sus páginas, aparecen muchas miserias, mucha tierra pobre, sin oro ni plata, 262 Antonio García Berrio, Teoría de la literatura, Madrid, Cátedra, 1994, p. 71. 186 a diferencia de otros descubridores que habían hallado imperios y grandes riquezas. Por eso, en su texto prevalece la imaginación, las aventuras novelescas, el hambre, descripciones de pueblos y sus costumbres. En el prólogo de esa primera edición, Núñez advierte a los lectores: Mas como ni mi consejo ni diligencia aprovecharon para que aquello a que éramos idos fuese ganado conforme al servicio de Vuestra Majestad, y por nuestros pecados permitiese Dios que de cuantas armadas a aquellas tierras han ido ninguna se viese en tan grandes peligros ni tuviese tan miserable y desastrado fin, no me quedó lugar para hacer más servicio de éste, que es traer a Vuestra Majestad relación de lo que en diez años que por muchas y muy extrañas tierras que anduve perdido y en cueros, pudiese saber y ver, así en el sitio de las tierras y provincias de ellas, como en los mantenimientos y animales que en ella se crían, y las diversas costumbres de muchas y muy bárbaras naciones con quien conversé y viví, y todas las otras particularidades que pude alcanzar y conocer, que de ello en alguna manera Vuestra Majestad será servido: porque aunque la esperanza de salir de entre ellos tuve, siempre fue muy poca, el cuidado y diligencia siempre fue muy grande de tener particular memoria de todo, para que si en algún tiempo Dios nuestro Señor quisiese traerme a donde ahora estoy, pudiese dar testigo de mi voluntad, y servir a Vuestra Majestad. Lo cual yo escribí con tanta certinidad, que aunque en ella se lean algunas cosas muy nuevas y para algunos muy difíciles de creer, pueden sin duda creerlas: y creer por muy cierto, que antes soy en todo más corto que largo, y bastará para esto haberlo ofrecido a Vuestra Majestad por tal. A la cual suplico la reciba en nombre del servicio, pues éste solo es el que un hombre que salió desnudo pudo sacar consigo.263 Además de la desbordante imaginación, en la obra se puede ver que Núñez utiliza una fórmula textual que ya había funcionado a otros escritores. José Andrés Rivas en su artículo “El último viaje de Alvar Núñez Cabeza de Vaca” 264 señala que son muy similares las palabras de Cartas y Relaciones de Hernán Cortés al Emperador Carlos V a las de Álvar Núñez en su Proemio al rey. Cortés escribe: “Más como pudiere diré algunas cosas de las que vi [...] que serán de tanta admiración, que no se podrán creer [...] Pero puede V.M. ser cierto que si alguna falta en mi relación hobiere, que será antes por corto que por largo, así en esto como en todo lo demás de que diere cuenta aV.A.” 265 La veracidad en el primer texto de este autor es difícil de precisar, la similitud con las Cartas de Hernán Cortés y el texto de Marco Polo es evidente, las descripciones y episodios novelescos, por ejemplo, los elementos literarios muy al gusto de la época como 263 Dedicatoria de Cabeza de Vaca al emperador Carlos V en la edición de 1542 EN [http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/naufragios--0/html/feddcf8e-82b1-11df-acc7- 002185ce6064_2.html] 264 José Andrés Rivas, “El último viaje de Alvar Núñez Cabeza de Vaca” en [http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/el-ultimo-viaje-de-alvar-nunez-cabeza-de- vaca/html/5f8c321c-6a9d-4d0f-895d-e4047235e4c9_2.html] 265 José Andrés Rivas, “El último viaje de Alvar Núñez Cabeza de Vaca” en [http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/el-ultimo-viaje-de-alvar-nunez-cabeza-de- vaca/html/5f8c321c-6a9d-4d0f-895d-e4047235e4c9_2.html] 187 el ataque de los piratas o las predicciones de una mora son abundantes, las interpolaciones anecdóticas como las del capítulo XXII aparecen frecuentemente, además de la importancia de la retórica y los tópicos empleados hacen se acerque a la paraliteratura. Además, la finalidad resulta clara. J. Maura opina al respecto en El gran burlador de América: Álvar Núñez Cabeza de Vaca : En otras palabras, sería lo que en el mundo académico anglosajón se conoce como «grant proposal», es decir, un tratado de intenciones escrito por el protagonista, en el que resalta su capacidad para localizar y explotar todo el potencial económico de las tierras objeto de su interés así como su compromiso en la labor evangelizadora de las gentes naturales de dichos territorios. Todo ello a cambio de una serie de privilegios y títulos. En el caso de Alvar Núñez, los de adelantado, gobernador y capitán general del Río de la Plata y todo lo que esto conllevaba, como queda bien estipulado en las capitulaciones que a tal efecto estableció con la Corona. Nada nuevo, por otra parte, ya que muchas de las relaciones escritas por conquistadores iban destinadas al monarca como forma de conseguir privilegios y prerrogativas. Las Cartas de Relación de Cortés serían el mejor ejemplo.266 Naufragios ha generado gran cantidad de bibliografía teórica. No ocurre lo mismo con la segunda obra del autor, Comentarios que tiene menos estudios. Desde el punto de vista del narrador es un texto muy rico en matices porque está redactado por el secretario, Pero Hernández, y detrás de esa tercera persona “el gobernador” se esconde una primera perfectamente orquestada. Es interesante porque la finalidad de este escrito es exculpar a Núñez de los cargos que se le imputaban. Con lo cual, se vuelve a tener una intencionalidad específica. Comentarios se ciñe más a los sucesos acaecidos porque no se escribe apelando a la memoria como en el caso del libro anterior. Es menos sorprendente, naturalmente, pero a lo largo de la obra se pueden encontrar pequeñas historias o episodios muy literarios y curiosos. Lo primero que llama la atención a varios críticos es el “Prohemio” firmado por Álvar Núñez. Si se compara la sintaxis y retórica de este con el texto de Naufragios se encuentran diferencias significativas tal como lo señala en su exhaustivo análisis Juan F. Maura. Por eso es muy probable que el “Prohemio” haya sido escrito por otro autor, quizás un humanista cercano a la corte o el editor y librero Juan Pedro de Musetti, también conocido como “Musete” quien se encargaba de la imprenta de Medina del Campo. A mediados del siglo XVI, comienza el auge de los libreros267 (muchos viajan a América) 266 Juan F. Maura. El gran burlador de América: Álvar Núñez Cabeza de Vaca. En [http://parnaseo.uv.es/Lemir/Textos/Maura2.pdf. P. 16.] 267 Sobre este tema es muy interesante el libro de Carmen Castañeda, Del autor al lector: libros y libreros de la historia, México D. F., Porrúa. 2002. 188 y se rompe el monopolio de las grandes imprentas que se encontraban en las ciudades más prósperas, por eso, ocurre la entrada de libreros europeos y el traslado de las imprentas a otras ciudades como Medina del Campo, ya que está alejada de Sevilla, territorio muy controlado por el monopolio. Pupo Walker268 mantiene otra teoría y propone que Pero Hernández es también el autor del Proemio. Sin embargo, es evidente que se aprecian notables diferencias entre su estilo en Comentarios y el exordio, tanto en redacción, estilo como en retórica culta. Al respecto, opina J. F. Maura: Más bien al contrario, el lenguaje y la redacción de Comentarios se asemeja en casi todo a su obra anterior, Naufragios, y pienso que la razón de tener un redactor nominal diferente al del autor de Naufragios no es otra que la de querer dar un ambiente de veracidad a la narración de los hechos del gobernador Alvar Núñez. Por eso está escrita en tercera persona, de otra manera una obra del carácter apologético de ésta tendría mucha menos credibilidad. Merece la pena leer con detenimiento y estudiar la retórica y estrategia utilizada por Álvar Núñez, o en su caso del autor del proemio, que emplea un estilo y léxico muy diferente al del autor de Naufragios.269 Álvar Núñez intenta conseguir la exculpación del monarca. La verdad representa su mayor preocupación. De ahí la estratagema de la tercera persona, que otorga mayor objetividad al texto. En el proemio se lee “estos comentarios (que con grande diligencia y verdad escribió Pero Fernández, secretario del Adelantamiento y Gobernación, a quien yo los encargué)270 Comentarios, como se explicó antes, relata el arribo a Brasil del nuevo Adelantado y su larga travesía hasta Asunción donde llega con sus documentos para sustituir al gobernador Mendoza. No es bien recibido tanto por su interés en imponer su autoridad, cambiar la forma de gobierno impuesta por el sustituto Irala, como por exigir la evangelización de los indígenas, su buen trato y protección, además de prohibir agravios y vejaciones que hasta el momento cometían los oficiales. De todos estos cambios da detallada cuenta Ulrico Schimdl en su crónica cuando expone su punto de vista sobre los cambios que “los soldados no entienden.” Comentarios tiene el claro objetivo de exculpar al nuevo adelantado, justificar y alabar todas sus acciones frente a las grave acusaciones a las que tuvo que hacer frente. Gran parte de la relación enumera los rescates con que premia Álvar Núñez a los 268 Enrique Pupo-Walker, Los Naufragios, Madrid, Castalia, 1992, pág. 72 269 Juan F. Maura, op.cit. pág. 152. 270 Álvar Núñez Cabeza de Vaca, Naufragios y Comentarios, Edición de Roberto Ferrando, Madrid, Dastin, 200, pág. 137. 189 indígenas, el buen trato que les da, el respeto hacia las mujeres y como evita tratarlos como esclavos al entregarlos a los sacerdotes para que sean evangelizados: en presencia de los oficiales de Su Majestad, dijo que él era venido a aquella tierra a dar a entender a los naturales de ella cómo habían de ser cristianos y enseñados en la fe, y que diesen la obediencia a Su Majestad y tuviesen paz y amistad con los indios guaraníes, pues eran naturales de aquella tierra y vasallos de Su Majestad, y que, guardando ellos el amistad y otras cosas que les mandó de parte de su Majestad, los recebiría por sus vasallos y como a tales los ampararla y defenderla de todos, guardando la paz y amistad con todos los naturales de aquella tierra, y mandaría a todos los indios que los favoresciesen y tu viesen por amigos y dende allí los tuviesen por tales, y que cada y cuando que quisiesen pudiesen venir seguros a la ciudad de la Ascensión a rescatar y contratar con los cristianos y indios que en ella residían, como lo hacían los guaycurúes después que asentó la paz con ellos; y para tener seguro de ellos, el gobernador recebió las mujeres y hijos que le dieron, y también por que no se enojasen, creyendo que, pues no los tomaba, no los admitía; las cuales mujeres y mochachos el gobernador dio a los religiosos y clérigos para que los doctrinasen y enseñasen la doctrina cristiana, y los pusiesen en buenos usos y costumbres; y los indios se holgaron mucho de ello, y quedaron muy contentos y alegres por haber quedado por vasallos de Su Majestad, y dende luego como tales le obedescieron y propusieron de cumplir lo que por parte del gobernador les fue mandado; y habiéndoles dado muchos rescates, con que se alegraron y contentaron mucho, se fueron muy alegres.271 Se narra de manera detallada y continua como el Gobernador es acusado injustamente, a través de traiciones. Desde el punto de vista de los Comentarios, Álvar intenta hacer respetar las Nuevas Leyes de 1542. Las Leyes Nuevas de Indias de 1542 o “Leyes y ordenanzas nuevamente hechas por su magestad para la gobernación de las Indias y buen tratamiento y conservación de los indios” representan una parte de la evolución de las primeras leyes que se fueron ampliando para otorgar un marco legal y justificar el dominio de las tierras conquistadas, y también para regular la vida de la población que vivía en ellas y mejorar las condiciones de los indígenas bajo soberanía de la corona española. La medida más importante fue la abolición de la encomienda y la prohibición del trabajo forzado de los indios, a pesar de que se mantenía la obligatoriedad del trabajo. La encomienda tiene diferencias con el repartimiento, que es una institución de origen castellano-medieval la cual permitía disponer de la mano de obra nativa, y de la asignación de tierras para un colono que había prestado servicios beneficiosos para la corona. El primer repartimiento lo realizó en América Cristóbal Colón en 1496. La cantidad de indígenas que cada colono poseía era un signo de su estatus social. 271 Álvar Núñez Cabeza de Vaca, op.cit., pp 196- 197. https://www.historiadelnuevomundo.com/index.php/2019/01/la-encomienda-indiana/ https://www.historiadelnuevomundo.com/index.php/2010/01/biografia-de-cristobal-colon/ 190 La encomienda, una institución también castellano-medieval, es instituida por el gobernador Fray Nicolás de Ovando en 1505 quien llegó a Santo Domingo en 1502 con instrucciones específicas de los Reyes Católicos de tratar de manera humanitaria a los indígenas, de respetar sus tierras y de ofrecerles trabajos justos y asalariados, enseñarles la religión católica y respetar los descansos. Pero los indígenas no estaban por la labor. Huían. Además, Nicolás de Ovando tuvo que suprimir los privilegios que antes había otorgado Colón y esto provocó enfrentamientos con los colonos. Las injusticias y abusos contra los indígenas continuaron y ante esta situación los religiosos protestaron. El fraile dominico Antonio de Montesinos denunció dichos abusos que llegaron a oídos de los Reyes. En Castilla, el rey Fernando el Católico, reunió una junta de expertos en la ciudad de Burgos para legislar sobre estos dos temas tan importantes: la explotación laboral del indio y la justificación de la guerra a los indios que no colaborasen. Así se crearon las Leyes de Burgos de 1512 llamadas “Ordenanzas reales para el buen regimiento y tratamiento de los yndios” que tenía 35 artículos entre los que se reconocía al nativo la condición de hombre libre con derecho a la propiedad. Además, se creó el requerimiento según el cual antes de conquistar, se debía informar convenientemente a los naturales sobre los derechos de la Corona. Sin embargo, las protestas continuaban, así el dominico Fray García de Loaysa animó al Consejo de Indias a reunirse en Granada en 1526. De allí salieron nuevas ordenanzas en las que se aconsejaba promover buenas costumbres entre los nativos, acercarlos a la fe cristiana, se suspendían las conquistas violentas, y además se castigaba a los colonos que incumplan las leyes contra la esclavitud de los indígenas, entre otras. Aún así, los abusos seguían cometiéndose. Fray Bartolomé de las Casas abanderaba esas quejas. El rey Carlos I de España convocó en 1540 una junta de la Universidad de Salamanca, encabezada por Francisco de Vitoria, para discutir la legitimidad de la conquista. Este catedrático defendió el derecho natural, es decir, la existencia de unos derechos universales de todos los seres humanos que ninguna persona podía eliminar, ni siquiera el papa o el rey. Así, aparecieron las Leyes Nuevas de Indias que fueron promulgadas el 20 de noviembre de 1542 en Barcelona. Constaban de 39 leyes que entre otros temas intentaban solucionar la baja natalidad nativa, garantizar la obediencia de los indios más enfocados al poder real y no hacia los colonos españoles que estaban formando una nueva clase social y volviéndose fuertes. La forma de frenar los intentos independentistas era quitándoles poder económico e insertando en estos territorios funcionarios enviados desde la península cuya lealtad estuviera bien probada, https://www.historiadelnuevomundo.com/index.php/2011/03/fray-nicolas-de-ovando/ https://www.historiadelnuevomundo.com/index.php/2018/11/los-reyes-catolicos/ https://www.historiadelnuevomundo.com/index.php/2010/01/fernando-ii-de-aragon-el-rey-catolico/ https://www.historiadelnuevomundo.com/index.php/2018/02/biografia-bartolome-de-las-casas/ https://www.historiadelnuevomundo.com/index.php/2018/02/biografia-carlos-i-espana-v-alemania/ https://www.historiadelnuevomundo.com/index.php/2018/02/biografia-francisco-vitoria/ 191 como es el caso de Álvar Núñez Cabeza de Vaca, por ejemplo. Las nuevas leyes fueron muy conflictivas. Sobre todo, fueron las referentes al régimen de encomiendas que se traspasaron a la Corona y a la libertad de los indios, a quienes tenían que asalariar. La aplicación fue muy complicada. Muchas de ellas suponían un duro golpe para la forma de vida de los colonos y, estos no colaboraron. Gonzalo Pizarro fue un firme opositor, hizo frente al primer virrey del Perú, Blasco Núñez de Vela, y consiguió la suspensión de las Leyes Nuevas en el Perú. Como esta situación de rebeldía era muy peligrosa para la Corona el rey reaccionó rápido, el 20 de octubre de 1545 derogó varias normas de las Leyes Nuevas. Las reacciones de los soldados, oficiales y colonos del Río de la Plata hacia el nuevo Gobernador no fueron buenas por los problemas que se produjeron cuando Álvar Núñez intentó aplicar las nuevas leyes. De ahí la importancia en el texto de Pero Hernández de las constantes justificaciones de las muestras del buen corazón del Adelantado: fue llegado a la ciudad de la Ascensión el gobernador, visto que había en ella muchos pobres y necesitados, los proveyó de ropas, camisas, calzones y otras cosas, con que fueron remediados, y proveyó a muchos de armas, que no las tenían, todo a su costa, sin interés alguno; y rogó a los oficiales de Su Majestad que no les hiciesen los agravios y vejaciones que hasta allí les habían hecho y hacían, de que se querellarían de ellos gravemente todos los conquistadores y pobladores, así sobre la cobranza de deudas debidas a Su Majestad, como derechos de una nueva imposición que inventaron y pusieron, de pescado y manteca, de la miel, maíz y otros mantenimientos y pellejos de que se vestían, y que habían y compraban de los indios naturales; sobre lo cual los oficiales hicieron al gobernador muchos requerimientos para proceder en la cobranza y el gobernador no se lo consintió, de donde le cobraron grande odio y enemistad, y por vías indirectas intentaron de hacerle todo el mal y daño que pudiesen, movidos con mal celo; de que resultó prenderlos y tenerlos presos por virtud de las informaciones que contra ellos se tomaron.272 Constantemente se relatan las traiciones y las conjuras que sufre el adelantado. Una de ellas es la historia de dos frailes que huyen con cartas escritas por oficiales reales que denuncian los abusos de Álvar Núñez. Por una serie de quejas de indios principales que se presentan ante el gobernador para pedirle noticias sobres sus treinta y cinco hijas desaparecidas que habían sido secuestradas por los frailes, logra el gobernador detenerlos y así frena una de las tantas conspiraciones contra su persona: como estaba concertado, y los oficiales de Su Majestad y religiosos y clérigos lo habían dado por parescer, callada y encubiertamente inducieron y levantaron al 272 Álvar Núñez Cabeza de Vaca, op.cit. pág. 176. https://www.historiadelnuevomundo.com/index.php/2018/02/biografia-blasco-nunez-vela/ 192 comisario fray Bernaldo de Armenia y fray Alonso Lebrón, su compañero, de la orden de Sant Francisco, que se fuesen por el camino que el gobernador descubrió, dende la costa del Brasil por entre los lugares de los indios, y que se volviesen a la costa y llevasen ciertas cartas para Su Majestad, dándole a entender por ellas que el gobernador usaba mal de la gobernación que Su Majestad le había hecho merced, movidos con mal celo por el odio y enemistad que le tenían, por impedir y estorbar la entrada y descubrimiento de la tierra que iba a descubrir, como dicho tengo; lo cual hacían porque el gobernador no sirviese a Su Majestad ni diese ser ni descubriese aquella tierra; y la causa de esto había sido porque cuando el gobernador llegó a la tierra la halló pobre y desarmados los cristianos, y rotos los que en ella servían a Su Majestad; y los que en ella residían se le querellaron de los agravios y malos tratamientos que los oficiales de Su Majestad les hacían, y que por su propio interés particular habían echado un tributo y nueva imposición muy contra justicia y contra lo que se usa en España y en Indias, a la cual imposición pusieron nombre de quinto, de lo cual está hecha memoria en esta relación, y por esto querían impedir la entrada, y el secreto de esto de que se querían ir los frailes, andaba el uno de ellos con un crucifijo debajo del manto, y hacían que pusiesen la mano en el crucifijo y jurasen de guardar el secreto de su ida de la tierra para el Brasil; y como esto supieron los indios principales de la tierra, parescieron ante el gobernador y le pidieron que les mandase dar sus hijas, las cuales ellos habían dado a los dichos frailes, para que se las industriasen en la doctrina cristiana; y que entonces habían oído decir que los frailes se querían ir a la costa del Brasil y que les llevaban por fuerza sus hijas, y que antes que llegasen allá se solían morir todos los que allá iban; y porque las indias no querían ir y huían y que los frailes las tenían muy sujetas y aprisionadas. Cuando el gobernador vino a saber esto, ya los frailes eran idos, y envió tras de ellos y los alcanzaron dos leguas de allí y los hizo volver al pueblo. Las mozas que llevaban eran treinta y cinco273 Luego de este incidente, el gobernador parte hacia una expedición en busca del tesoro del Rey Blanco, pero por las inundaciones debe regresar y además se encuentra muy enfermo. Sus enemigos, muy disgustados por una nueva orden de no quitar las tierras a los nativos, aprovechan esta debilidad, lo encarcelan y lo envían a España para que sea juzgado. Los Comentarios terminan con una escena espectacular de carácter casi bíblico. Los dos oficiales que lo traen encadenado se dan cuenta de su inocencia porque Dios envía terribles tormentas para castigarlos. Cuando deciden liberarlo, la tormenta para y ellos intentan besarle los pies: Los oficiales que traían preso al gobernador les paresció que por el agravio y sinjusticia que le habían hecho y hacían en le traer preso y aherrojado era Dios servido de dalles aquella tormenta tan grande, determinaron de le soltar y quitar las prisiones, y con este presupuesto se las quitaron, y fue Alonso Cabrera, el veedor, el que se las limó, y él y Garci-Vanegas le besaron el pie, aunque él no quiso, y dijeron públicamente que ellos conoscían y confesaban que Dios les había dado aquellos cuatro días de tormenta por los agravios y sinjusticias que le habían hecho sin razón, y que ellos manifestaban que le habían hecho muchos agravios y sinjusticias, y que era mentira y falsedad todo lo que habían dicho y depuesto contra él, y que para ello habían hecho hacer dos mil juramentos falsos, por malicia y por envidia que de él tenían porque en tres días había 273 Álvar Núñez Cabeza de Vaca, op.cit. pp. 213-214. 193 descubierto la tierra y caminos de ella, lo que no habían podido hacer en doce años que ellos había que estaban en ella; y que le rogaban y pedían por amor de Dios que les perdonase y les prometiese que no daría aviso a Su Majestad de cómo ellos le habían preso; y acabado de soltarle, cesó el agua y viento y tormenta, que había cuatro días que no había escampado (…)274 Las últimas líneas de los Comentarios exponen las muertes horribles de todos los implicados en el proceso contra Álvar Núñez, y también se deja patente que nunca fue compensado por todo lo que invirtió personalmente en la expedición una vez puesto en libertad y exonerado de todos los cargos: (…) murió el obispo de Cuenca, que presidía en el Consejo de las Indias, el cual tenía deseo y voluntad de castigar aquel delito y desacato que contra Su Majestad se había hecho en aquella tierra. Dende a pocos días después de haber estado preso ellos, y el gobernador igualmente, y sueltos sobre fianzas que no saldrían de la corte, Garci- Vanegas, que era el uno de los que le habían traído y preso, murió muerte desastrada y súpita, que le saltaron los ojos de la cara, sin poder manifestar ni declarar la verdad de lo pasado; y Alonso Cabrera, veedor, su compañero, perdió el juicio, y estando sin él mató a su mujer en Lora; murieron súpita y desastradamente los frailes que fueron en los escandalos y levantamiento contra el gobernador; que paresce manifestarse la poca culpa que el gobernador ha tenido en ello; y después de le haber tenido preso y detenido en la corte ocho años, le dieron por libre y quito; y por algunas causas que le movieron le quitaron la gobernación, porque sus contrarios decían que si volvía a la tierra, que por castigar a los culpados habría escándalos y alteraciones en la tierra; y así se la quitaron, con todo lo demás, sin haberle dado recompensa de lo mucho que gastó en el servicio que hizo en la ir a socorrer y descubrir.275 La obra y vida de Álvar Núñez sirvió como fuente de inspiración para varias obras literarias como El capitán Vergara (1925) de Roberto Payró, El largo atardecer del caminante (1992) de Abel Posse, la obra de teatro Naufragios de Álvar Núñez o La herida del otro (1992) de José Sanchis Sinisterra y la película Cabeza de Vaca (1990) de Nicolás Echevarría. Sabine Schlickers en La conquista imaginaria de América: crónicas, literatura y cine276 analiza las diferentes obras literarias que se relacionan con las crónicas del descubrimiento y de la conquista. Numerosísimas. En “La Conquista en la crítica literaria” Karl Kohut se centra en la imagen de la Conquista tanto en las crónicas indianas del siglo XVI como en la novelística contemporánea de América latina, y encuentra una unión existente entre la dimensión literaria de la historiografía y la dimensión histórica de la literatura. Sigue las conclusiones de Walter Mignolo, Enrique Pupo-Walker y 274 Álvar Núñez Cabeza de Vaca, op.cit., pág. 287. 275 Álvar Núñez Cabeza de Vaca, op.cit., pp. 288 - 289. 276 Sabine Schlickers, La conquista imaginaria de América: crónicas, literatura y cine. Peter Lang, Frankfurt/M., 2015. https://www.peterlang.com/view/9783653956382/xhtml/toc.xhtml#hc_26 https://www.peterlang.com/view/9783653956382/xhtml/toc.xhtml#hc_24 https://www.peterlang.com/view/9783653956382/xhtml/toc.xhtml#hc_24 https://www.peterlang.com/view/9783653956382/xhtml/toc.xhtml#hc_23 https://www.peterlang.com/view/9783653956382/xhtml/toc.xhtml#hc_23 194 González Echeverría, quienes estudian los aspectos literarios de los textos historiográficos del descubrimiento y la conquista. Y sostiene: La problemática discutida puede resumirse en dos antítesis: los autores del siglo XVI, tanto los humanistas como los cronistas, se empeñaron en distinguir, tanto en la teoría como en la práctica, las narraciones historiográfica y literaria y definir las leyes particulares de cada una de ellas; la discusión moderna pone en duda la diferenciación de ellas y, en el caso extremo, las hace coincidir; los cronistas utilizaron recursos literarios para escribir historia, los novelistas modernos utilizan recursos historiográficos para escribir literatura /.../. Por otra parte pueden considerarse las novelas contemporáneas, en su conjunto, como una crónica colectiva el pasado y presente del subcontinente con lo que continúan, a una distancia de cuatro siglos, la labor de los cronistas primitivos.277 Comentarios forma parte de las crónicas que se mueven entre los límites de la historia y la literatura. Es llamativo el objetivo principal: exculpar al segundo adelantado de los cargos que pesan sobre y alabar su conducta amable con los nativos, y redactado en tercera persona por su secretario para otorgar más objetividad a la obra. A lo largo de sus páginas, se narran diversas aventuras, historias como la del grillo, la expedición en busca del fabuloso Rey Blanco, el final apoteósico, bíblico. Junto a estos elementos novelescos aparecen descripciones de tribus, muchas ya desaparecidas, de gran valor etnográfico y por supuesto, datos históricos que aportan el punto de vista del segundo adelantado. El hibridismo nuevamente forma parte esencial de las crónicas del Río de la Plata. Y como otras crónicas circuló rápidamente entre los lectores europeos con varias traducciones. Al año de la publicación de Valladolid, formó parte de la colección de viajes de Ramusio, traducida al italiano. Luego, en 1571 se tradujo al inglés, y ya en 1837 al francés. Pero cuando verdaderamente se produjo la multiplicación de ediciones fue a partir de finales del siglo XIX y durante el XX. 277 Karl Kohut, “La Conquista en la crítica literaria” en De consquistadores y conquistados, realidad, justificación, representación, Frankfurt am Main, Vervuert Verlag, 1992, p. 44. 195 VI. 6 Carta de doña Isabel de Guevara: la voz femenina de la conquista Isabel de Guevara remitió una carta en 1556 desde Asunción, el Río de la Plata, dirigida a la "muy alta y muy poderosa Señora" doña Juana de Austria, Princesa Gobernadora de los Reinos de España, hija I del emperador Carlos I España y V de Alemania y de la emperatriz Isabel. Juana, nieta de Juana la Loca, nació en 1535. Juana se casó en 1552 con el príncipe don Juan de Portugal, pero enviudó pronto, su padre la hizo regresar a España y la nombró gobernadora de Castilla y los reinos de ultramar. Los historiadores ya han comprobado la identidad de la destinaria, pero los primeros críticos pensaron que la "muy alta y poderosa Señora" era doña Juana de I de Castila, quien llevaba ya un año muerta cuando la remitente envía la misiva, luego de haber pasado 46 años recluida en el castillo de Tordesillas, es decir, "Juana la Loca”, hija de los Reyes Católicos. Isabel de Guevara llevaba ya veintiún años en el Río de la Plata desde que zarpó la gran expedición, la más grande hasta ese momento, de don Pedro Mendoza, el primer adelantado, el 24 de agosto de 1535 de Sanlúcar. La carta de Guevara es un ejemplo de texto administrativo que pasa a formar parte importante de la historiografía como documento y como parte de la literatura ya que enseña una perspectiva diferente de la cotidianidad de las expediciones conquistadoras, y pone el punto de interés en la labor de las mujeres, nunca nombradas en las crónicas más importantes siempre escritas por hombres. En su misiva solicita un repartimiento perpetuo para ella y su marido, en recompensa por los trabajos realizados. Explica que no solo el lavado de ropa, la cura de los enfermos y la cocina forman parte de las obligaciones que recayeron sobre las mujeres, ellas tuvieron que hacer de centinelas, preparar las ballestas durante los enfrentamientos con los indios, ordenar a los débiles soldados, navegar los bergantines, remar, alentar a los hombres, sembrar, preparar la tierra, construir y formar parte activa de la colonización. Ella es una conquistadora más, con los mismos derechos que un hombre por eso reclama que a la hora de premiar servicios, incomprensiblemente, a las autoridades de Asunción se olvidaron de ella y de su marido. Isabel formaba parte de un pequeño grupo de mujeres que llegó con la expedición -entre ocho y once dicen las crónicas- pero que nunca se pudo precisar por falta de documentación. Esta gran expedición, la más numerosa hasta ese momento, era la primera que llevaba hacia las Indias gente distinguida y lucida. Cuentan las crónicas que hacia el Río de la Plata se embarcaron personas de todas las clases sociales. Pero además de los numerosos segundones y "fijosdalgos", se contaban treinta y dos mayorazgos, 196 normalmente el mayor de los hijos, además de ciertos comendadores de San Juan y Santiago, Carlos Dublín, un hermano de leche del futuro emperador Carlos V, Luis Pérez de Cepeda, hermano de Santa Teresa de Jesús, entre otros. También formaban parte de la flota el bávaro Ulrico Schmidl, autor de Viaje al Río de la Plata (1567) quien viajaba junto a otros 150 alemanes, y el clérigo soldado Luis de Miranda, autor del primer romance del Río de la Plata (1545) aunque inédito hasta el siglo XVIII. Se sabe también que en los barcos viajaban grandes cantidades de libros que provenían de las bibliotecas familiares de los principales. La presencia femenina en la expedición no está acreditada por las capitulaciones, que sí fijaban el número de animales (cien caballos y yeguas), y la cantidad de hombres, en torno a los mil. A través de las crónicas, esos números son mayores o menores. Schmidl describe que el número de animales (72 caballos y yeguas,) es menor y que el de los hombres es mayor aumenta a 2500 españoles y 150 sajones, pero no menciona a las mujeres. Como tampoco lo hace en su crónica Ruiz Díaz de Guzmán: “traía 2200 hombres entre oficiales y soldados”. Sobre la presencia de las mujeres hay muy pocos documentos y solo ha quedado constancia de María Dávila, Elvira Pineda, Mari Sánchez, Isabel de Quiroz, María Duarte, María de Angulo, Isabel y Ana Arrieta y Catalina Vadillo, la "Maldonada". De Isabel de Guevara no hay registros, probablemente fuera hija o pariente, de Carlos de Guevara, uno de los principales de la expedición. Tan ilustre expedición terminó en tragedia. Durante el viaje, Mendoza ordenó matar cruelmente al Capitán Juan de Osorio, su segundo comandante por una rebelión y traición. Cuando se asentaron en Buenos Aires e instalaron el fuerte, la relación con los indígenas terminó en asedio, hambre y guerra. Las descripciones de ese primer asentamiento se encuentran en las páginas de los primeros cronistas, que los vivieron en primera persona. Y aunque varían las cantidades de bajas, para Schimdl se perdieron 2500 hombres y sobrevivieron 560, Miranda apunta: “de dos mil aun no quedamos en doscientos”, mientras Guevara escribe: “era tamaña el hambre, que, al cabo de tres meses, murieran los mil.” Cuantos soldados sobrevivieron es difícil de precisar, pero, es evidente, que los tres autores coinciden en la gran pérdida humana. Ulrico Schmidl, soldado alemán de la expedición relata sobre la primera fundación: Y se levantó allí una ciudad con un muro de tierra como de media lanza de alto a la vuelta, y adentro de ella una casa fuerte para nuestro general; el muro de la ciudad tenía de ancho unos 3 pies; mas lo que un día se levantaba se nos venía abajo al otro; a esto la gente no tenía que comer, se moría de hambre, y la miseria era grande; por fin llegó a tal grado que ya ni los caballos servían, ni alcanzaban a prestar servicio alguno. Así aconteció que llegaron a tal punto la necesidad y la miseria que por razón de la 197 hambruna ya no quedaban ni ratas, ni ratones, ni culebras, ni sabandija alguna que nos remediase en nuestra gran necesidad e inaudita miseria; llegamos hasta comernos los zapatos y cueros todos.278 Ni Schimdl ni los demás cronistas mencionan la presencia de las mujeres y la ayuda que ellas dieron a los hombres, su gran fuerza de voluntad. Tampoco las nombra Miranda, cuando habla de la miseria y el hambre: El estiércol y las heces que algunos no digirían munchos tristes lo comían, que era espanto. Allegó la cosa a tanto que, como en Jerusalem, la carne de hombre también la comieron. Las cosas que allí se vieron no se han visto en escritura: comer la propria asadura de su hermano. ¡Oh juicio soberano que notó nuestra avaricia!279 Luego de este desastre, los sobrevivientes decidieron remontar el Paraná, en dos bergantines y fundaron Asunción en un enclave más seguro. Desde allí, casi 21 años después de todas las penurias vividas, el 2 de julio de 1556 Isabel de Guevara envió una carta desde esa ciudad. Su objeto era pedir justicia ante una autoridad femenina para que le fuera dado un "repartimiento perpetuo" en gratificación de sus servicios y también pedía para su marido "algún cargo conforme a la calidad de su persona, pues él, por sus servicios, lo merece." Isabel de Guevara en su carta es la voz femenina, la única, que se dirige también a una autoridad femenina para dar cuenta de todo el esfuerzo de las mujeres, las pocas mujeres de esa desastrosa expedición. Sabe perfectamente a quién se dirige, a Juana de Austria, gobernadora de los Reinos de Ultramar, una mujer que gobierna, que tiene autoridad y por eso, espera encontrar en ella a la persona que la pueda ayudar. En su carta se refiere al hambre y a la muerte de muchos hombres también, pero hace hincapié en la fortaleza de las mujeres y en el gran apoyo que representaron para esos pocos hombres sobrevivientes: 278 Ulrico Schmidl, Viaje al Río de la Plata, (1536), Buenos, Aires, Austral, 1944, Pág. 12. 279 Miranda, Luis de, Romance en Enrique de Gandía, Luis de Miranda, primer poeta del Río de la Plata, Buenos. Aires, 1936, Pág. 36. 198 que tamaña el hambre, que á cabo de tres meses, murieran los mil; esta hambre fue tamaña, que ni la de Xerusalen se le puede yugular, ni con otra nenguna se puede conparar. Vinieron los hombres en tanta flaqueza, que todos los travajos cargavan de las pobres mugeres, ansi en lavarles las ropas, como en curarles, hazerles de comer lo poco que tenian, alimpiarlos, hazer sentinela, rondar los fuegos, armar las vallestas, quando algunas vezes los yndios les venien á dar guerra, hasta cometer á poner fuegos en los versos, y á levantar los soldados, los questavan para hello, dar arma por el canpo á boces, sargenteado y poniendo en orden los soldados; porque en este tiempo, como las mugeres nos sustentamos con poca comida, no aviamos caydo en tanta flaqueza como los hombres. Bien creerá V. A. que fue tanta la soliçitud que tuvieron, que, si no fuera por ellas, todos fueran acabados…280 En su carta se quejaba de la ingratitud que había sufrido “porque al presente se repartió por la mayor parte, de lo que hay en ella (…) sin que de mí y de mis trabajos se tuviese ninguna memoria, y me dejaron de fuera…". En su texto, enumera las actividades que hacían las pocas mujeres, haciendo hincapié en que muchas veces realizaban ellas el trabajo tanto de las mujeres como también el de los hombres. Así no solo cocinaban o limpiaban, sino que también hacían de centinela, preparaban las armas, y luego de las batallas cantaban, componían versos y daban consuelos a los soldados a la vez que ponían orden. De este modo, son las mujeres las que no dejaban caer en el desánimo a los hombres, son ellas las que los mantenían con vida. Son ellas las artífices de la conquista. Además de las tareas antes mencionadas, las pocas mujeres deben aprender incluso a maniobrar con los bergantines. Isabel cuenta que gracias a su esfuerzo conjunto pudieron llegar a Asunción: Despues, determinaron subir el Parana arriba, en demanda de bastimento, en el qual viaje, pasaron tanto trabajo las desdichadas mugeres, que milagrosamente quiso Dios que biviesen por ver que hen ellas estava la vida dellos; porque todos los serviçios del navio los tomavan hellas tan á pechos, que se tenia por afrentada la que menos hazia que otra, serviendo de marear la vela y gouernar el navio y sondar de proa y tomar el remo al soldado que no podia bogar y esgotar el navio, y poniendo por delante á los soldados que no desanimasen, que para los hombres heran los trabajos: verdad es, que á estas cosas hellas no heran apremiadas, ni las hazian de obligación ni las obligaua, si solamente la caridad281 Después de varios años, con la ciudad ya asentada, fueron también ellas las que lograron crear un orden establecido gracias a su esfuerzo. En esos momentos de menos hambre, las mujeres fueron las forjadoras de la normalidad, son otras ya las actividades, así Isabel enumera las nuevas tareas: cultivar, sembrar hasta lograr alimentos propios y 280 Carta publicada por Jiménez de la Espada, Cartas de Indias, imprenta de Manuel G. Hernández, Madrid, 1877. Ha sido reproducida en: [http://americas.sas.ac.uk/publications/docs/genero_segunda1_Guevara.pdf] 281 Isabel de Guevara, Op.cit. 199 explica que con su esfuerzo consiguieron que la comunidad crezca y logre establecerse de manera adecuada y tranquila: Ansi llegaron a esta çiudad de la Asunción, que avnque agora esta muy fértil de bastimentos, entonçes estaua dellos muy neçesitada, que fué necesario que las mugeres bolviesen de nuevo á sus trabajos, haziendo rosas con sus propias manos, rosando y carpiendo y senbrando y recogendo el bastimento, sin ayuda de nadie, hasta tanto que los soldados guareçieron de sus flaquezas y començaron á señorear la tierra y alquerir yndios y yndias de su serviçio, hasta ponerse en el estado en que agora está la tierra.282 Desde un punto de vista práctico se hace muy complicado, hasta casi imposible que seis u ocho mujeres tengan la fuerza y los conocimientos para afrontar todas estas tareas como construir una ciudad, preparar las armas, navegar, etcétera, pero Isabel de Guevara, al convertirse en la única voz femenina tiene el derecho a la exageración, teniendo en cuenta que ninguno de los cronistas, grandes expertos en exagerar por otra parte, ni siquiera tuvieron en cuenta a las mujeres, nunca las nombraron. Ni una sola línea sobre la ayuda y el esfuerzo de las primeras colonas. Sobre su marido hay pocos datos. Se trataba de Pedro de Esquivel, un caballero andaluz que llegó con Alvar Núñez Cabeza de Vaca en 1542 y que tuvo problemas porque formó parte de las contiendas entre "comuneros" y "leales" quienes provocaron inestabilidad en la colonia. Barco Centenera relata en su obra La Argentina (1602) la muerte de Pedro Esquivel. Este apoyaba a fray Pedro de la Torre, Obispo de Asunción, pero el gobernador Felipe Cáceres, vencedor de esas revueltas, lo detuvo, lo condenó a muerte, le cortó la cabeza en la plaza y la expuso en una picota: A Pedro de Esquivel, un caballero de bella compostura y bella traza, amigo del Obispo y compañero, (por sola su pasión) le prende y caza. Con el Obispo ser particionero en su prisión afirma, y en la plaza le corta la cabeza, y en picota la fija, y de traidor le reta y nota283 Literariamente se puede analizar el lenguaje femenino. Paul Groussac en Mendoza y Garay: las dos fundaciones de Buenos Aires 284 califica el texto como un conjunto de 282 Isabel de Guevara, Op.cit. 283 Martín del Barco Centenera, La Argentina digitalizado en: [http://www.biblioteca-antologica.org/es/wp- content/uploads/2018/06/BARCO-CENTENERA-La-conquista-del-R%C3%ADo-de-la-Plata.pdf], pág. 61. 284 Paul Groussac, Mendoza y Garay: las dos fundaciones de Buenos Aires, 1536- 1580, Buenos Aires, J. Menéndez. 1916, pág. 74. http://www.biblioteca-antologica.org/es/wp-content/uploads/2018/06/BARCO-CENTENERA-La-conquista-del-R%C3%ADo-de-la-Plata.pdf http://www.biblioteca-antologica.org/es/wp-content/uploads/2018/06/BARCO-CENTENERA-La-conquista-del-R%C3%ADo-de-la-Plata.pdf 200 lugares comunes y supone que la autoría no es de Isabel de Guevara porque era común en la época que las mujeres no supieran escribir, recurrían normalmente a alguien para dictárselas. Además, cree que las mujeres que formaban parte de esa primera expedición se dedicaban a la prostitución, por eso no constan en los registros. Y comete el error de creer que la carta iba dirigida a Juana “La Loca” quien para esas fechas ya estaba muerta, cuando en realidad su destinataria era Juana de Habsburgo, archiduquesa de Austria e infanta de España que también recibió el tratamiento de princesa. Pero otros críticos y escritores comienzan a ver la belleza literaria de la misiva, como Enrique Larreta, Gladys Lopreto, Mar Langa, Jeffrey C. Barnett, entre otros. Una de las características de este texto es que permite observar la diferencia entre el lenguaje femenino y masculino. Hay silencios, que la autora prefiere callar porque, alega que los cronistas masculinos sabrán explicar mejor esos hechos que ella no narra: “y si no fuera por la honra de los hombres, muchas más cosas escriviera con verdad y los diera á ellos por testigos. Esta relaçión bien creo que la escrivirán á V. A. más largamente, y por eso sesaré.” Posiblemente, prefiere no relatar los casos de canibalismo. Otros elementos silenciados son los nombres concretos de personas, de otros cronistas, de lugares, de fechas, omisión de datos en general. Solo cita al adelantado y a su marido, seguramente la imprecisión se relaciona con la natural falta de poder de las mujeres de esa época. No hay registros fehacientes de cuántas mujeres viajaron en esa primera expedición, y la autora tampoco lo concreta: “A esta provincia del Río de la Plata, con el primer gobernador de ella -Don Pedro de Mendoza- habemos venido ciertas mujeres, entre las cuales ha querido mi ventura que fuese yo la una.” A pesar de que el relato es sintético y no abunda en detalles, permite que el lector tome contacto con los hechos cotidianos de la conquista desde otro punto de vista, desde la lucha contra la naturaleza y desde la guerra por el espacio en que también participan las mujeres que forman parte del Renacimiento, momento durante el cual ellas vieron cómo sus vidas eran reguladas más que nunca285, y a través de esas líneas se puede ver que Isabel se considera una conquistadora con plenos derechos por todos los trabajos tan duros que tuvo que realizar durante veintiún años y por eso, consigue legitimidad para reclamar sus derechos. El texto tiene una clara intención pragmática y pertenece al ámbito 285 Sobre el tema de la mujer el en Renacimiento es interesante el artículo de Joan Kelly “Did Women Have a Renaissance? En History and Theory, Chicago, University of Chicago Press, 1981, pp. 18 – 47. Recordemos también los preceptos de Fray Luis de León en La perfecta casada (1583) sobre el comportamiento que deben tener las mujeres casadas y decentes el siglo XVI. 201 administrativo, pero aún así la carta fue rescatada por los críticos de esos archivos, empieza su amplia difusión en la literatura a partir de la novela de Enrique Larreta Las dos fundaciones de Buenos Aires de 1933. Alicia E. Poderti realizó un estudio de la correspondencia escrita por mujeres desde la colonia tucumana, y halló varios puntos en común que son utilizados por ellas para poder legitimar su discurso: “la evocación de nombres masculinos […] la invocación de religiosos […] y estrategias argumentativas”286 Isabel de Guevara también utilizó esos mecanismos porque pone a los hombres de la expedición por testigos y nombra a su marido, Pedro de Esquivel, y también al adelantado. No nombra a ningún religioso, pero sí se refiere a Dios como artífice de la fortaleza de las mujeres: “en el cual viaje pasaron tanto trabajo las desdichadas mujeres que milagrosamente quiso Dios que viviesen por ver que en ellas estaba la vida de ellos”, y también compara el hambre y el sufrimiento a un Jerusalén bíblico: “esta hambre fue tamaña, que ni de la Xerusalen se le puede ygualar”. En cuanto a las estrategias discursivas, se encuentran a lo largo de toda la carta cuando exagera los trabajos que debieron realizar las mujeres. Hacer memoria sobre las tareas masculinas que las mujeres tuvieron que hacer constituye el centro de su argumentación, y que además está indicada expresamente la intención pragmática cuando dice “E querido escrever esto…” El cuerpo de la narración está bien estructurado: se centra en la enumeración de las tareas que el grupo de mujeres realizó en tres etapas: la primera fundación de Buenos Aires, la navegación del río Paraná en dos tramos y finalmente el asentamiento más tranquilo en Asunción. La misiva sigue el modelo de las ars epistolandi tal como señala Marrero-Fente y por ello encontramos “saludo, exordio, narración, petición y conclusión”287. El objetivo pragmático es doble. Por un lado, Isabel quiere conseguir tierras e indios, y por otro, equipararse a los hombres para ser considerada una conquistadora con los mismos derechos porque realiza las mismas tareas que ellos. Para conseguir estos objetivos argumenta en su misiva callando datos, aunque no sobre el lugar, el espacio es nombrado varias veces. Esto para remarcar lo hostil del terreno, así aparecen en distintas ocasiones con deícticos y sinónimos: “A esta probinçia del Rio de la Plata”, “al puerto de Buenos Ayres”, “el rio arriba”, “á una generación de yndios que se llaman timbues”, “el 286 Alicia E. Poderti, “Hacia la descolonización del discurso femenino: textos ‘escritos’ por mujeres en el Tucumán colonial (siglos XVII y XVIII)” en Cuadernos de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales, Jujuy, 200. Pág. 176. 287 Raúl Marrero-Fente, Al margen de la tradición: relaciones entre la literatura colonial y peninsular en los siglos XV, XVI y XVII, Madrid, Fundamentos, 1999, pág. 100. 202 Parana arriba”, “esta çiudad de la Asunción”, “en esta tierra”, “en ella”, “Desta çibdad de la Asunción.” Se nota la progresión y el movimiento a través de los lugares nombrados y se oponen a un “allá”: “como allá V.A. sabrá…”288 En cambio, el tiempo está señalado por el presente de la enunciación, como marcador temporal aparece el nombre del primer adelantado Pedro de Mendoza, y luego, el paso del tiempo se produce por la sucesión de gobernadores y adelantados. Quizá por las sonadas rivalidades entre estos, solo se alude a los “(gobernadores) antiguos y modernos”, quienes simplemente se olvidan de ella, de premiarla por su sacrificio. Otro elemento destacable es la repetición de dos palabras: mujeres y trabajos. Las mujeres aparecen como un grupo aglutinante en el cual no hay jerarquías sociales, en ningún momento se habla de diferencias entre damas y sirvientas. Algunos historiadores como Paul Groussac consideran que esas primeras mujeres eran prostitutas y por eso, Isabel de Guevara utiliza el término englobador de “mujeres” sin distinción de ningún tipo. Pero otros críticos, como Gladys Lopreto cree que: también podemos pensar que la elección del término surge de una actitud vital, que deja de lado diferencias coyunturales, ya que las continuas situaciones límites vividas habrían tenido un efecto igualitario sobre señoras y siervas. O también por un interés en contrastar la conducta de las mujeres con la de los hombres (en ellos tampoco marca diferencias jerárquicas), quienes por otro lado eran los únicos que detentaban derechos, en tanto a ellas la condición femenina les daba solo obligaciones.289 El término “mujeres” usado como un plural orgulloso, aparte de la inclusividad de todos los estamentos a los que pertenecen ellas, remite a la diferenciación de la inactividad de los hombres, débiles, tristes, derrotados. Y es en esa diferenciación en que se basa Isabel para conseguir la igualdad de derechos, para ser considerada una conquistadora. Relacionado con este término, aparece la palabra “trabajos” y “servicios” que las mujeres realizaron porque los hombres estaban imposibilitados. Aparece repetida cinco veces “trabajo” y dos “servicios”, con la consecuente enumeración de todas las actividades tanto femeninas como masculinas. En contraposición, se destaca la actividad propia, inherente a los hombres que cuando se recuperaron “y començaron á señorear la tierra y alquerir yndios y yndias de su servicio.”290 288 Isabel de Guevara, Op.cit. 289 Gladys Lopreto, La Carta de Isabel de Guevara, 1556, la primera feminista del Rio de la Plata en: https://escritorasunidas.blogspot.com/2010/10/gladys-lopreto-la-carta-isabel-de.html 290 Isabel de Guevara, Op.cit. https://escritorasunidas.blogspot.com/2010/10/gladys-lopreto-la-carta-isabel-de.html 203 En este documento, tan cercano a la literatura por la belleza de su expresión llana y su objetivo pragmático doble, continuamente se sobrepasan los límites entre texto y contexto. Al leer su carta, el lector se acerca a un aspecto poco conocido de la conquista: las labores nunca reconocidas de esas primeras colonas, que con su esfuerzo representaron un pilar fundamental para el inicio de esas primeras ciudades del Río de la Plata. La expedición de Pedro de Mendos posee todos los elementos para recrear obras ficcionales: un viaje muy complicado, una traición, un apuñalamiento, actos de canibalismo, ataques indígenas, fundación de dos ciudades, expediciones en busca de amazonas, etcétera. La carta de Isabel de Guevara también inspiró varias obras ficcionales. Una de ella es el Romance de Hugo Rodríguez Alcalá291 en el cual le reconoce su valentía y que reproducimos en los anexos, a continuación de la carta. También existe un monólogo teatral sobre su figura que fue escrito por Alicia Muñiz y dirigido por María Esther Fernández que se representó en Buenos Aires, en 2004. Por su parte, Mujica Lainez, en el cuento “El primer poeta 1538”, emplea la carta de Isabel y reconoce su valor pero igualmente el personaje se dedica a la prostitución: “Es la mejor. En tiempos del hambre y del asedio, dos años atrás, se portó como ninguna: lavaba la ropa, curaba a los hombres, rondaba los fuegos, armaba las ballestas. Una maravilla. Ahora es una enamorada más, y en ese arte, también la más cumplida”292 Todo el silencio que tuvo Isabel en las crónicas de sus contemporáneos se cambia con la literatura contemporánea. Además, también aparece en la primera de las novelas que componen la trilogía dedicada a su ciudad natal, Primer cielo de Buenos Aires (1960) de Leónidas Barletta, en Los caballos de don Pedro de Mendoza (1968), de Josefina Cruz, en Las piedras del Guairá (1996), del madrileño Rubén Caba, que una novela histórica tradicional, centrada en los cinco primeros años de la fundación de Buenos Aires, De lo dulce y lo turbio (1997) del paraguayo Carlos Colombino, cuyo seudónimo es Esteban Cabañas, se centra en Irala, en Este interior reino de nada (2003) del también paraguayo Luis Hernáez, que trata los primeros años de Asunción. A pesar del silencio que sufrió durante su dura estancia en el Río de la Plata, la literatura se encargó de darle rostro y voz a esta primera colona. 291 Rodríguez Alcalá, Hugo, “Isabel de Guevara escribe su famosa carta. Junio, 1556”, en Romances de la conquista, Asunción, Ingrapar, 2000pp. 27-30. También en:[ http://www.cervantesvirtual.com/obra- visor/romances-de-la-conquista/html/ff409916-82b1-11df-acc7-002185ce6064_4.html] 292 Manuel Mujica Lainez, op.cit., pág 12. http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/romances-de-la-conquista/html/ff409916-82b1-11df-acc7-002185ce6064_4.html http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/romances-de-la-conquista/html/ff409916-82b1-11df-acc7-002185ce6064_4.html 204 ANEXOS: Anexo 1: CARTA ISABEL DE GUEVARA Carta de doña Isabel de Guevara á la princesa gobernadora doña Juana, exponiendo los trabajos hechos en el descubrimiento y conquista del Río de la Plata por la mugeres para ayudar a los hombres, y pidiendo repartimiento para su marido. Asunción, 2 de julio de 1556. Muy alta y poderosa señora: A esta probinçia del Rio de la Plata, con el primer gobernador Della, don Pedro de Mendoça, avemos venido çiertas mugeres, entre las quales a querido mi ventura que fuese yo la una; y como la arma llegase al puerto de Buenos Ayres, con mill é quinientos hombres, y les faltase el bastimento, fue tamaña el hambre, que, á cabo de tres meses, murieron los mill; esta hambre fue tamaña, que ni la de Xerusalen se le puede ygualar, ni con otra nenguna se puede comparar. Vinieron los hombres en tanta flaqueza, que todos los travajos cargaban de las pobres mugeres, ansi en lavarles las ropas, como en curarles, hazerles de comer lo poco que tenian, alimpiarlos, hazer sentinela, rondar los fuegos, armar las ballestas, quando algunas vezes los yndios les venian á dar guerra, hasta cometer á poner fuego en los versos, y á levantar los soldados, los questavan para hello, dar arma por el canpo á bozes, sargenteando y poniendo en orden los soldados; porque en este tienpo, como las mugeres nos sustentamos con poca comida, no aviamos caydo en tanta flaqueza como los hombres. Bien creer· V.A. que fue tanta la solicitud que tuvieron, que, si no fuera por ellas, todos fueran acabados; y si no fuera por la honrra de los hombres, muchas más cosas escriviera con verdad y los diera á ellos por testigos. Esta relaçión bien creo que la escrivirán á V. A. más largamente, y por eso sesaré. Pasada esta tan peligrosa turbunada, determinaron subir el rio arriba, asi, flacos como estavan y en entrada de ynvierno, en dos vergantines, los pocos que quedaron viuos, y las fatigadas mugeres los curavan y los miravan y les guisauan la comida, trayendo la leña á cuestas de fuera del navio, y animandolos con palabras varoniles, que no se dexasen morir, que prestodarian en tierra de comida, metiendolos á cuestas en los vergantines, con tanto amor como si fueran sus propios hijos. Y como llegamos á una generación de yndios que se llaman tinbues, señores de mucho pescado, de nuevo los serviamos en buscarles diversos modos de guisados, porque no les diese en rostro el pescado, á cabsa que lo comian sin pan y estavan muy flacos. Despues, determinaron subir el Parana arriba, en demanda de bastimento, en el qual viaje, pasaron tanto trabajo las desdichadas mugeres, que milagrosamente quiso Dios que biviesen por ver que hen ellas estava la vida dellos; porque todos los serviçios del navio los tomavan hellas tan á pechos, que se tenia por afrentada la que menos hazia que otra, serviendo de marear la vela y gouernar el navio y sondar de proa y tomar el remo al soldado que no podia bogar y esgotar el navio, y poniendo por delante á los soldados que no desanimasen, que para los hombres heran los trabajos: verdad es, que á estas cosas hellas no heran apremiadas, ni las hazian de obligación ni las obligaua, si solamente la caridad. Ansi llegaron a esta çiudad de la Asunción, que avnque agora esta muy fértil de bastimentos, entonçes estaua dellos muy neçesitada, que fué necesario que las mugeres bolviesen de nuevo á sus trabajos, haziendo rosas con sus propias manos, rosando y carpiendo y senbrando y recogendo el bastimento, sin ayuda de nadie, hasta tanto que los soldados guareçieron de sus flaquezas y començaron á señorear la tierra y alquerir yndios y yndias de su serviçio, hasta ponerse en el estado en que agora está la tierra. E querido escrevir esto y traer á la memoria de V.A., para hazerle saber la yngratitud que comigo se a usado en esta tierra, porque al presente se repartio por la mayor parte de los ay en ella, ansi de los antiguos como de los modernos, sin que de mi y de mis trabajos se tuviesen nenguna memoria, y me dexaron de fuera, sin me dar yndio ni nengun genero de serviçio. Mucho me quisiera hallar libre, para me yr á presentar delante de V.A., con los serviçios que á S.M. e hecho y los agravios que agora se me hazen; mas no está en mi mano, porque questoy casada con un caballero de Sevilla, que se llama Pedro d`Esquiuel, que, por servir á S. M., a sido cabsa que mis 205 trabajos quedasen tan olvidados y se me renovasen de nuevo, porque tres vezes le saqué el cuchillo de la garganta, como allá V.A. sabrá. A que suplico mande me sea dado mi repartimiento perpétuo, y en gratificaçión de mis serviçios mande que sea proveido mi marido de algun cargo, conforme á la calidad de su persona; pues él, de su parte, por sus servicios lo merece. Nuestro Señor acreçiente su Real vida y estado por mui largos años. Desta çibdad de la Asunción y de jullio 2, 1556 años. Serbidora de V.A. que sus reales manos besa Doña Ysabel de Guevara Sobre. _ A la muy alta y muy poderosa señora la Princesa doña Joana, Gouernadora de los reynos de ’ España, etcétera. En su consejo de Yndias. Carta publicada por Jiménez de la Espada, Cartas de Indias, imprenta de Manuel G. Hernández, Madrid, 1877. Ha sido reproducida en: [http://americas.sas.ac.uk/publications/docs/genero_segunda1_Guevara.pdf] Anexo 2: ROMANCE DE HUGO RODRÍGUEZ ALCALÁ Isabel escribe su famosa carta: junio, 1556 Aquel año Mil Quinientos Cincuenta y Seis, una carta hará famosa a su autora doña Isabel de Guevara. Escrita fue en una aldea 5 indócil, en la que Irala ejerció su dictadura sobre el Río de la Plata. Juana de Austria, la princesa hija de Carlos de España, 10 el Carlos que ya era el Quinto Emperador de Alemania, era a quien se dirigía Y a esta princesa cuenta las estupendas hazañas 15 —27→ de las mujeres venidas en la Armada malhadada de Don Pedro de Mendoza, el mismo que en Guanabara asesinó a Juan de Osorio, 20 el noble de mala fama, que en el saqueo de Roma, de la Roma de los Papas, «hinchó la mano» ladrona al pillar la ciudad santa. 25 Doña Isabel en la epístola a Doña Juana relata el heroísmo sin par y la caridad cristiana de las mujeres, en días 30 de la conquista del Plata. (En Buenos Aires, infierno en que el hambre, no las llamas, fuera la horrible tortura de los héroes de una raza 35 —28→ de gigantes). Las mujeres, solícitas les curaban en los cuerpos macilentos las heridas y las llagas. Hacían de centinelas, 40 daban por el campo alarma, repelían los asaltos de la belígera indiada, y hasta las bocas de fuego 206 cargaban y disparaban. 45 A gritos, sargenteando, eran fuertes en batalla tal como fueran los hombres, a que ahora, enfermos, sanaban. 50 ¡Muy justo fue encarecer las hazañas silenciadas —29→ de valerosas mujeres que tanto a su sexo honraban! ¡Muy justo el hacer constar 55 el que estas hijas de España tuvieran en la Conquista la grandeza de gigantas! 207 Conclusión 208 La paraliteratura es un concepto acuñado en el siglo XX por teóricos literarios franceses de la segunda mitad de la centuria. La razón de ser de los mismos proviene de una larga discusión teórica en relación con la necesidad de ordenar los géneros literarios. Los géneros literarios históricos o áreas genéricas heredados de la antigüedad: épica, lírica y dramática se enriquecieron por una necesidad clasificatoria y de contenidos con un nuevo campo: la didáctica. Ahora bien, esta área con el nuevo nombre estaba lastrada por la semántica de la propia denominación: lo didáctico es lo educativo, lo pedagógico, lo pedagógico, la historia y campos afines, un terreno de larga tradición, pero muy del gusto del siglo XVIII y en especial del XIX que es cuando se consagró y se organizó el área en géneros, etcétera. A su vez, también tenía una fuerte impronta moralizante. De ahí que muchas obras religiosas tuvieran acogida en la didáctica, por ejemplo, La perfecta casada de Fray Luis de León. A los teóricos y críticos del siglo XX este problema se les hizo más patente cuando entraron en juego una serie de textos: unos nuevos y otros tradicionales: novelas, cuentos, viajes, memorias, biografías con un gran desarrollo ya en el propio siglo XIX y una inmensa eclosión en el XX: vaqueros, amor, cómic, literatura infantil, juvenil, radionovela, etcétera. El problema de nomenclatura surge ante la pregunta ¿dónde incluir esta plétora de textos? Obviamente no en las grandes áreas históricas y tampoco en la didáctica. La opción fue crear un término paraliteratura para vincularlos a un sistema y a la vez evitar lo peyorativo del término “subgénero”. Dado que las crónicas son un tipo de textos híbridos y fronterizos, a la vez historia y a la vez ficción, a la vez orden y a la vez confusión, estilos deplorables junto a llamativas redacciones pueden incluirse dentro de los géneros paraliterarios. La denominación tradicional de didáctica es un poco más comprometida, porque las crónicas ni son esencialmente didácticas (aunque su uso pueda serlo) ni son moralizantes, ni son estrictamente historia totalmente compulsada ni ficción voluntarista, a pesar de que muchos autores apelen a la ficción. Las características básicas de las crónicas permiten que sean consideradas paraliteratura, sobre todo por el hibridismo, ya que los cronistas utilizan todos los recursos que tienen a mano, por su carácter fronterizo jugando con la realidad y la ficción. Pero también por su carácter ambiguo, puesto que sociológicamente pueden usarse como historia verdadera, como alegato para defenderse, como información a instancias superiores, como diario de viajes o notas sobre el mismo, como apuntes geográficos. Así, la crónica no pertenece al didactismo puro, ni a la historia contrastada, tampoco a la ficción totalmente inventada, ni moral, ni epopeya legitimada como La Araucana. 209 Conceptualmente, la tradición situaba estos textos: viajes, crónicas, historia, geografía en la didáctica. Como bajo esta denominación se llegó a incluir un gran número de escritos, la teoría literaria del siglo XX, de manera especial en Francia y como consecuencia del estructuralismo, se empezó a pensar (para ordenar mejor el sistema de la literatura) en crear un sistema paralelo con sus géneros que fue el de la paraliteratura. En este planteamiento intervino también el hecho, sobre todo, desde el siglo XIX del auge de la literatura de masas y de una “relajación” de la “literariedad” en los textos. Esta marca de valor estético no era ya el componente distintivo fundamental de cierto tipo de textos híbridos que, por ejemplo, siendo novelas: rosa, aventuras, sentimentales, etcétera, no tenían esa calidad supuestamente “alta”. Las crónicas se inscriben bien en la paraliteratura por un conjunto de rasgos diferenciadores que se dan en ellas. Cuando se trata el tema de la crónica de Indias inmediatamente surgen subtemas paralelos, muchos sin resolver todavía. En primer término, encontramos el problema de la formación textual, esto es, si los textos de crónica pertenecen o no a la literatura; y el problema de los tipos discursivos, es decir los diferentes tipos de discursos englobados bajo la denominación genérica crónica. Otra de las cuestiones candentes unidas a la crónica de Indias es la eterna pregunta ¿esos escritos pertenecen a la literatura española o representan el inicio de la hispanoamericana? En este trabajo se considera a la crónica como un género híbrido, un sistema lingüístico paralelo entre el discurso histórico y el literario con características especiales, género fronterizo, como lo denomina Juan Felipe Villar Dégano. En primer lugar, se ha tenido en cuenta la cuestión del hibridismo genérico junto a las cuestiones de los tipos discursivos, para así llegar al tema del imaginario en este tipo de textos. Ese imaginario, fuente ficcional dentro de lo histórico referencial, se encuentra unido a los intereses de los escritores que anhelaban encontrar en las Indias (América), por lo tanto, estos intereses condicionaban tanto el tipo textual, el discurso, como lo contado (lo visto). El doble valor: historia - literatura surge del interés del cronista de turno. La razón íntima, personal de cada uno de los cronistas sugestionaba la mirada de este sobre esa “nueva realidad”, en este aspecto se halla lo literario plasmado en lo lingüístico, las hipérboles, las metáforas, las descripciones, las repeticiones, los tópicos, los mitos y leyendas, es decir, el amplio imaginario, la desbordante ficcionalidad se cuela en esos intersticios de la subjetividad. En cuanto al discurso histórico, este aparece en lo 210 referencial, el tema tratado. Se buscaba ofrecer un relato fiel de los que los ojos del cronista, sus ojos veían, basado en la prueba de la verdad, en lo visto, en lo oído. Así, la doble articulación histórica – literaria de la crónica lleva a relacionarla con características discursivas de otros tipos textuales, todos ellos pertenecientes a los llamados géneros paraliterarios: • memorias • biografías y autobiografías • novela de aventuras • libros de viajes • tratados geográficos y de botánica La relación con estos diferentes géneros discursivos se establece porque, a veces, la importancia cronológica no es tan exhaustiva, entonces el escrito adquiere forma de memoria, de recuerdos del protagonista. En el segundo caso, el yo excesivo de los protagonistas puede hacer pensar en una biografía y hay quien sostiene que la crónica de Francisco López de Gómara no es otra cosa que una biografía de Hernán Cortés. Luego, en tercer lugar, las hazañas contadas, junto a la descripción de un lugar extraño, lleno de peligros en todos los rincones, con la naturaleza desbordante, acerca este género crónica a la novela de aventuras. El deseo de rigor histórico se salpica de subjetividad, las creencias en mitos de los conquistadores introducen ficcionalidad en las obras La crónica de Indias, tal como se ha visto en este trabajo, tiene características específicas que la convierten en uno de los textos pertenecientes al género paraliterario. Los intereses subjetivos de los escritores, sus creencias engendran el imaginario en las crónicas, eso que hoy se ve como ficción. Sin embargo, en el momento de la escritura esos relatos eran considerados “verdaderos”, para entender los textos se debe pensar como los hombres de esa época, pensar en el contexto histórico literario, en la concepción del término crónica de ese momento y por supuesto, en esos hombres, descubridores de un mundo ignoto, desconocido, extraño. La crónica se relaciona, como ya se ha apuntado, con varios de los géneros paraliterarios como las memorias, la biografía, los libros de viaje y la novela de aventuras. Y también con otros géneros literarios, como el mito, la leyenda, la epopeya y la novela histórica. Su característica principal es el hibridismo: esa intrincada relación entre la historia y la literatura. Historia por el anhelo de plasmar la realidad y datarla cronológicamente, contando lo visto con objetividad. Literatura por el desarrollo 211 lingüístico de los textos, en los que se trata entre otras cosas la lengua empleada, las descripciones de la nueva realidad, la visión cultural de los otros, el enfrentamiento cultural, otras costumbres, los mitos, la gente, etcétera, todo esto contaminado por el yo del narrador. El doble valor se presenta evidente así en este tipo de textos. Los textos estudiados en nuestro corpus pertenecen al género crónica de Indias, pero la variedad de textos englobados en esa definición es tan variada y amplia que, a veces se relaciona o tiene características discursivas pertenecientes a otros géneros. Es el caso de los libros de memorias. Villar Dégano sostiene que Los libros de memorias son uno de esos géneros fronterizos, paraliterarios (...) Como crónica personal las Memorias transitan por el filo de la navaja de la apología, la justificación, el pensamiento, la crítica y hasta la polémica (...) Su ostensible función expresivo-informativa se tiñe de “verdad”, la del emisor, que ordena y selecciona la información bajo la óptica de su yo y su circunstancia. 293 La Historia Verdadera de la conquista de la Nueva España de Bernal Díaz del Castillo, contada por el autor muchos años después de lo acontecido en el relato -en su vejez- tiene mucho de memoria, de recuerdos, de justificación y deseo de reivindicación de la masa soldadesca de la conquista. Su relato se tiñe de verdad, como opina Villar Dégano. Lo mismo sucede con el Viaje al Río de la Plata de Ulrico Schimdl, otro soldado que recurre a la memoria para contar lo que vio con sus propios ojos durante veinte años, también desde la subjetividad del soldado que no termina de comprender a los mandos y a los vaivenes del poder. Y aunque no pertenezca a las crónicas del Río de la Plata, otro tanto ocurre con Naufragios de Alvar Núñez Cabeza de Vaca, autor que apela a la memoria para relatar unos hechos que todavía no han podido ser señalados en un mapa real. La crónica de Francisco López de Gómara es casi una biografía del conquistador Hernán Cortés, idealizado en sus hazañas, en sus conquistas. Por eso Bernal Díaz del Castillo alza su voz contra el autor de La conquista de México. Álvar Núñez Cabeza de Vaca, a través de su secretario, se justifica de todas las acusaciones que recibe al ser impuesto por la corona como segundo adelantado del Río de la Plata en Relaciones, y el 293 Juan Villar Dégano “Antoni Tàpies, memoria personal” en Letras de Deusto. N° 86 .(Vol. 30). Enero- marzo 2000. Bilbao. Universidad de Deusto. p. 25. 212 contrapunto lo pone de nuevo Schimdl, quien desde la subjetividad cuenta su verdad como parte del colectivo afectado por la imposición de una autoridad que nada tiene que ver con la gente que llevaba años luchando en un medio hostil. Por otra parte, la novela de aventuras, con sus características especiales: la muerte a cada paso, un peligro tras otro, el hambre que acecha todo el tiempo, las inclemencias de la naturaleza, los animales peligrosos, etcétera, está presente en la mayoría de las crónicas. Por eso, resalta el estilo novelesco junto a los increíbles sucesos narrados en Naufragios y comentarios de Álvar Núñez Cabeza de Vaca, en El Dorado de Francisco Vázquez, Relación del nuevo descubrimiento del Río Grande de las Amazonas de Fray Gaspar de Carvajal, en Viaje al Río de la Plata de Ulrico Schmidl como textos con características de la novela de aventuras e incluso en la cara de Isabel de Guevara. La literatura de viajes a su vez mantiene contacto con todo el género crónica, porque en todos los textos se advierte la intencionalidad de “negocio”, este se encuentra reflejado en los intereses de los cronistas y en el de los lectores (en especial los reyes). El objetivo de la crónica de Indias no es entretener al lector, sino brindarle conocimientos sobre la región lejana, informarle de todo lo que allí ocurre. La crónica, pues, es uno más de los variados géneros que forman parte de la paraliteratura. Villar Dégano en su artículo “Paraliteratura y libros de viajes” afirma que además de ser un género paraliterario se encuentra dentro de ese gran apartado formado por los libros de viajes: La paraliteratura abarca un conjunto muy variado de géneros que independiente de sus valores estéticos, no pueden ser definidos como literatura porque no están dentro de los “cánones” con que se reconoce una obra de arte literaria. (...) Entiendo, pues, por paraliteratura todo un conjunto de géneros no canónicos, alguno de los cuales está embutido en las Historias de la Literatura, aunque no tenga en ellas el mismo tratamiento que los géneros oficializados. Para mí la paraliteratura lo mismo puede abarcar un libro de ascética, una biografía o una crónica de Indias.294 Los textos que forman parte de la crónica indiana siguen, a pesar de su gran variedad discursiva y de género, dos puntos fundamentales: 294 Juan Villar Dégano. Op.cit. pp. 18 y 19. 213 . la crónica como “informe del pasado o la anotación de los acontecimientos del presenta, fuertemente estructurado por la secuencia temporal”295, .la crónica caracterizada por la ausencia del componente temporal y que se centra en el relato. 296 Así, Mignolo explica que “las dos actividades que designan ambos vocablos, tienden con el correr de los tiempos a resumirse en la historia, la cual ,por un lado incorpora el elemento temporal y por el otro, desplaza a la crónica como actividad verbal.”297 Así, la crónica de Indias, sería fundamentalmente la narración de una historia en orden cronológico que se relaciona con el relato de viajes por la presencia de un narrador en primera persona, que realiza un recorrido específico, describe hechos, pueblos, gente, vegetación y animales, es decir, relata hechos factuales. En este punto, se encuentran de acuerdo tanto Pupo-Walquer como Felipe Villar Dégano y Luis Alburquerque, quien sostiene en su artículo “ Apuntes sobre crónicas de Indias y relatos de viajes” que el relato de viajes como género ha ido cambiando con el tiempo pero que posee unos rasgos que se mantienen, siempre: a caballo entre la historia y entre la historiografía y la literatura, cuya inclusión dentro del apartado "crónicas" sugiere en principio su pertenencia más adecuada a la primera que a la segunda disciplina. Me refiero a algunos relatos españoles del descubrimiento y de la conquista que, independientemente de su formato (carta, diario, relación), derivan de sucesos vividos, fruto de la experiencia del autor, y que no se levantan, por tanto, sobre otros escritos, como sucede con muchas crónicas propiamente dichas.298 Tanto las crónicas como los relatos de viaje forman parte de los textos factuales, y “a pesar de que hay una larga tradición de literatura de viajes ficcionales, los relatos de viajes estrictamente hablando tienen una dimensión testimonial que forma parte de su especificidad genérica. Nacen de una necesidad personal, natural o forzada por las circunstancias, de relatar las experiencias vividas durante un determinado viaje realizado 295 Walter Mignolo, “El metatexto historiográfico y la historiografía indiana” en Morden Languages, Vol 92, Nº 2, 1981, pág. 375. 296 Walter Mignolo, op. cit., 1982, pág. 73. 297 Walter Mignolo, op. cit., 1982, pp. 75 – 76. 298 Luis Alburquerque García, “Apuntes sobre crónicas de Indias y relatos de viajes” en Letras. Revista de la Facultad de Filosofia y Letras de la Pontificia Universidad Católica Argentina Santa María de los Buenos Aires, Nº 51- 58, enero - diciembre de 2008, pp 11- 23. Tambien en [http://digital.csic.es/bitstream/10261/41763/1/Apuntes%20sobre%20cr%C3%B3nicas%20de%20indias %20y%20literatura%20de%20viajes.pdf], pág 11. 214 por placer o por obligación.”299 Tal es el caso de muchas crónicas, ya sean cartas, como la de Isabel de Guevara, El Viaje al Río de la Plata de Ulrico Schmidl o los Comentarios de Alvar Núñez, por ejemplo. Las crónicas alcanzaron una repercusión importante en el mundo cultural, allí encontramos otra característica paraliteraria. Si bien no se puede hablar de literatura de masas en aquella época, no se puede dejar de lado la relevancia de la gran cantidad de escritores dedicados a este género, ya se han repasado los múltiples escritos para una sola aventura, el viaje a El Dorado. Parece ser que todos los expedicionarios querían escribir sobre el tema, aún hoy se publican textos de esa aventura que van saliendo a la luz por primera vez, hallados en archivos generales como se ha comentado en el apartado pertinente. Las aventuras y los hechos históricos de los conquistadores en América son tan impactantes que inspiran posteriormente centenares de textos literarios de autores reconocidos y no tanto. Esta es una de las características de la paraliteratura: el éxito lleva a las secuelas o en este caso a las recreaciones literarias de las grandes aventuras que vivieron los primeros expedicionarios. Todo empieza en 1492, la mirada de un Nuevo Mundo suscita innumerables textos en forma de cartas, diarios, comentarios, relaciones o crónicas. Las historias, mitos y leyendas, inspiraron, luego, varios siglos después a muchos escritores. Algunos clásicos, ya, como Alejo Carpentier, y muchos otros desconocidos pero que con el aniversario del descubrimiento publicaron textos sobre el tema. Entre los varios libros influenciados por temas relacionados con el descubrimiento y la conquista de América, podemos citar El arpa y la sombra (1978) del citado Alejo Carpentier, relacionado con Colón, del mismo autor es Los pasos perdidos (1953), el diario ficticio de un músico cubano en el Amazonas, que trata de definir la relación real entre España y América siguiendo la conquista española. Otra importante referencia es El tirano Banderas de Ramón María del Valle-Inclán, publicada en 1926, y considerada su mejor novela, síntesis del mundo americano, de muchos personajes y caudillos, que antecede a las llamadas novelas de tiranos, que toca el horror sembrado por Lope de Aguirre. Miguel Ángel Asturias organiza sus novelas en torno a los mitos precolombinos. Su primera obra Leyendas de Guatemala (1930) es una colección de cuentos y leyendas mayas. Este tema mítico vuelve a aparecer en 299 Luis Alburquerque García, op. cit. 2008, pág. 12 215 Hombres de maíz (1949) aunque ahora la luz está representada por los indígenas y las tinieblas por los hombres de maíz, los colonizadores que llegan a explotar las tierras de los campesinos en beneficio propio. En esta obra, Asturias logra hermanar armoniosamente lo mítico-maravilloso con la dura realidad de la vida indígena. Vicente Blasco Ibáñez escribe varias novelas relacionadas con el tema de la conquista, Los argonautas (1914), En busca del Gran Kan (1929), El caballero de la virgen, (1929), entre ellas sobresale La reina Calafia, (1923), con trama erótica en el Madrid de los años veinte, en este texto se resumen los capítulos finales de Las sergas de Esplandián, y continúa con el descubrimiento y exploración de la Alta y Baja California. También el argentino Manuel Mujica Lainez se basó en temas de la conquista para escribir Misteriosa Buenos Aires (1950), un conjunto de cuentos, de los que el primero se basa en el Romance de Luis de Miranda, que aquí reproducimos en los anexos. Es importante también La aventura equinoccial de Lope de Aguirre, de Ramón J. Sender (1964), una novela de carácter histórico que tiene como argumento las desventuras del tirano Lope de Aguirre. Con motivo del V centenario del Descubrimiento de América, resurgieron las crónicas de Indias, y junto a ellas multitud de novelas, biografías y guías de viajes. Sobre Colón sólo nombraremos El rey de la Quimera (1990) de Manuel Gutiérrez-Sousa o la biografía Cristóbal Colón (1986) de Luis Arranz. Y los textos que trataremos aquí, los que tratan otras cuestiones y otros nombres de la conquista, la novela Sumido en verde temblor (1998) de Rodolfo Nicolás Capaccio con temática relacionada con las venturas y desventuras de Alvar Núñez Cabeza de Vaca y el libro de viajes Amazonas: un viaje imposible (2001) de Juan Madrid, libro que hace un recorrido por Brasil siguiendo la pista de la Amazonas. La novela erótica de Rodolfo N. Capaccio y el libro de viajes de Juan Madrid, pertenece también a los géneros paraliterarios, a la vez que parten de una realidad, en ambos casos, crónicas de Indias, para narrar las peripecias de los personajes. Esas crónicas se convierten en la columna vertebral del relato, estructurando, en el caso de Capaccio, el discurso literario ficticio, y en el de Madrid, como estructurante del discurso científico. Otros ejemplos son Los navegantes (1998) de Edward Rosset, Las páginas del mar (2015) de Sergio Martínez, entre otros muchos. La paraliteratura se distingue por el hibridismo y la crónica lo es, se encuentra en esa frontera tenue entre lo historiográfico y lo ficcional, y como dice Villar Dégano “Una https://affiliates.abebooks.com/1OgD6 https://es.wikipedia.org/wiki/Ram%C3%B3n_J._Sender https://amzn.to/2VIcwpc https://es.wikipedia.org/wiki/Edward_Rosset http://amzn.to/2tRcDQX http://amzn.to/2tRcDQX http://www.lecturalia.com/autor/21022/sergio-martinez 216 crónica de Indias por muy literatura y bien escrita que esté no deja de ser un libro de historia”.300 Además de las cuestiones relacionadas con el género y la temática, existen temas que por falta de espacio no se pudieron desarrollar, pero son muy interesantes y están conectados con el referente: las nuevas tierras. El tema del imaginario se dispara con el descubrimiento. Además de conquistadores y cronistas, los religiosos atisbaron una oportunidad para hacer una serie de proyectos. La aparición de este espacio nuevo no solo hizo renacer los mitos medievales, sino también la necesidad de crear con gente “nueva” una sociedad utópica, de llevar la utopía a la práctica. Existieron varios intentos de formar estas sociedades idealizadas. El primero de los experimentos de este tipo fue llevado a cabo por el dominico Pedro de Córdoba, que intentó crear misiones totalmente aisladas en la selva venezolana, pero tuvo problemas con los colonos españoles en busca de tesoros. Vasco de Quiroga, obispo de Michoacán, se inspiró en Utopía de Tomás Moro para fundar comunidades indígenas en 1532, donde había horarios armónicos que permitían labores, economía y predicación cristiana. Otro dominico, Bartolomé de las Casas, también pretendió establecer, en la selva guatemalteca, la colonización y cristianización pacífica. Pero la consolidación de esas sociedades ideales se produciría mucho después y en América del Sur, en las reducciones jesuíticas de los siglos XVII y XVII. En Europa y los Nuevos Mundos, Carlos Martínez Shaw y Mariana Alfonso Mola sostienen que: (...) los ensayos de Córdoba, Quiroga y Las Casas se enmarcan en el proceso que Lewis Hanke designó como la “lucha por la justicia en la América española”. Entre sus protagonistas primeros hay que mencionar al dominico Antonio de Montesinos, que alcanzó la celebridad con sus rotundos sermones condenando el trato dispensado por los españoles a los indios (...) una figura combativa fue (...) la del obispo de México Juan de Zumárraga, cuya acción a favor de los indios, inspirada en los escritos de Erasmo y Thomas More, le llevó a participar en la redacción y en la aplicación de las leyes Nuevas de 1542. 301 La concreción de esas utopías tenía un serio inconveniente frente a la dura realidad de la conquista y colonización, donde primaba el deseo de ganancias y tierras. Ante las atrocidades cometidas por los conquistadores surgieron voces de rechazo que conformaron un movimiento intelectual denominado anticolonialismo. Entre las voces que se alzaron para protestar ante las injusticias que sufrían los indígenas se encuentran 300 Juan Villar Dégano, op.cit., p. 19. 301 Carlos Martínez Shaw y Mariana Alfonso Mola, Europa y los Nuevos Mundos en los siglos XV – XVIII, Madrid, Síntesis, 1999, pp. 89 – 90. 217 las del teólogo español Francisco de Vitoria con su curso universitario titulado Relectio de Indis (1539), y por supuesto la famosa obra del padre Bartolomé de las Casas Brevísima relación de la destrucción de las Indias (1542). El oponente de los anteriores y arduo defensor del colonialismo fue Juan Ginés de Sepúlveda, quien escribe una réplica al padre Las Casas, inédita hasta el siglo XIX, titulada Democrates alter, sive de iustis belli causis apud Indios. Las voces que defienden el anticolonialismo desaparecen hasta el siglos de las luces, cuando el mito del buen salvaje302 crea dudas acerca de los beneficios de las colonias fundadas por el hombre blanco. Las ideas de formar una sociedad utópica preconizada e intentada por Córdoba, Quiroga y Las Casas se concretó finalmente en las misiones fundadas en América del Sur por la Compañía de Jesús a partir del siglo XVII. Las primeras experiencias, bajo el nombre general de Provincia Jesuítica del Paraguay, se llevaron a cabo en las regiones paraguayas del Tapé y el Guayrá, que fueron destruidas por los bandeirantes de Sâo Paulo entre 1629 y 1632. Las misiones jesuíticas quedaron ubicadas finalmente en un área situada entre el sur del actual Paraguay, la provincia argentina de Misiones, parte de Uruguay y Sur de Brasil. Otros grupos aislados se establecían en los límites actuales de otras dos provincias argentinas: Santa Fe y Salta. La experiencia utópica llevó a los padres jesuíticos a aspirar a una sociedad donde el orden fuera perfecto, por eso entre los años 1609 y 1768 en las áreas fronterizas del actual Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay se concretó una experiencia sociocultural que deslumbró al mundo: la llamada “Provincia Jesuítica del Paraguay”. Finalmente fue formada por treinta pueblos que llegaron a un nivel social y tecnológico que provocó la ira de los gobernantes españoles y portugueses, y terminó con la expulsión de los jesuitas y la declinación del proyecto. Las reducciones jesuíticas edificaron una sociedad cristiana ideal basada en una organización económica colectiva, todos los aspectos de la vida estaban cuidadosamente articulados y la administración se encontraba a cargo del cacique y del cabildo, bajo la vigilancia general de los misioneros. Estas comunidades 302 Entre los debates más importantes de la ilustración se encuentra el mito del “buen salvaje”, ya que los viajeros habían prestado atención a los indígenas y a las consecuencias de la colonización europea sobre los mismos. Los viajeros describían la belleza del entorno y la inocencia de los salvajes frente a la actitud del hombre blanco, considerado como un intruso y productor de numerosos males. Jean Jacques Rousseau refleja esta postura en su crítica a la civilización en Discours sur l’origine de l’inégalité parmi le hommes de 1775 y Émile ou de l’éducation (1762) donde resalta la importancia del estado de la naturaleza. Los viajeros también contribuyeron a la creación del tópico, cabe destacar las obras de Jean Baptiste du Tertre y Jean Baptiste Labat, Louis Armand barón de La Hontan (Voyages dans l’Amerique septentrionale, 1705), Philibert Commerson (Tahiti ou la Nouvelle Cythére), y también a la de los escritores como Bernardin de Saint – Pierre (Paul et Virginie, 1787) y René de Chateaubriand (Atala, 1801). 218 experimentaron un rápido desarrollo, y su prosperidad pronto levantó la codicia de los colonos vecinos y del expansionismo portugués. El fin de las reducciones quedó sellado con el Tratado de Límites de 1750, donde se entregaba a Brasil siete pueblos, finalmente en 1767 se produjo la expulsión de los jesuitas de todas las reducciones y el fin de la utopía llegó en 1773. De las reducciones jesuíticas quedaron el extraordinario ejemplo de una experiencia civilizadora inédita en todo el mundo, las riquezas arqueológicas, la escultura, el trazado de las ciudades y hoy, las magníficas ruinas que demuestran el esplendor alcanzado por la unión de los jesuitas con los indios guaraníes. Sobre estos proyectos y sociedades, existieron varios escritos que se aunaban bajo la expresión común de textos de la "conquista espiritual", término acuñado por el jesuita Antonio Ruiz Montoya en su libro Conquista espiritual hecha por los religiosos de la Compañía de Jesús en las provincias del Paraguay, Paraná, Uruguay y Tape, (1639). La mayoría de los evangelizadores en este tipo de sociedades pertenecían a las órdenes de jesuitas y franciscanos y solían escribir una gran cantidad de bibliografía. En general entre las obras de los religiosos se encentraban: vidas de santos, vidas de evangelizadores, estudios sobre ciencias naturales, sobre plantas medicinales, geografía, entre otros temas y siempre sobre las regiones en las que se asentaban; además de las cartas denominadas annuas por su periodicidad, o edificantes por la moral; incluso gramáticas o vocabularios bilingües, sobre todo del idioma guaraní. La obra misionera de la Compañía de Jesús en las provincias del Plata, por Antonio Ruiz de Montoya, impresa en Madrid en 1639 https://www.google.es/imgres?imgurl=https%3A%2F%2Fupload.wikimedia.org%2Fwikipedia%2Fcommons%2Fthumb%2Fd%2Fd6%2FSan_Ignacio_Min%25C3%25AD-2.jpg%2F250px-San_Ignacio_Min%25C3%25AD-2.jpg&imgrefurl=https%3A%2F%2Fes.wikipedia.org%2Fwiki%2FMisi%25C3%25B3n_jesu%25C3%25ADtica_de_San_Ignacio_Min%25C3%25AD&docid=MA2L8pOOxtzvrM&tbnid=WvW9hOQ6M8cxjM%3A&vet=10ahUKEwj4_Mb-m9ziAhUK3uAKHQeTCLYQMwhAKAEwAQ..i&w=250&h=167&bih=657&biw=1366&q=ruinas%20jesuiticas%20de%20San%20Ignacio%20misiones&ved=0ahUKEwj4_Mb-m9ziAhUK3uAKHQeTCLYQMwhAKAEwAQ&iact=mrc&uact=8 https://www.google.es/imgres?imgurl=https%3A%2F%2Fupload.wikimedia.org%2Fwikipedia%2Fcommons%2Fthumb%2Fd%2Fd6%2FSan_Ignacio_Min%25C3%25AD-2.jpg%2F250px-San_Ignacio_Min%25C3%25AD-2.jpg&imgrefurl=https%3A%2F%2Fes.wikipedia.org%2Fwiki%2FMisi%25C3%25B3n_jesu%25C3%25ADtica_de_San_Ignacio_Min%25C3%25AD&docid=MA2L8pOOxtzvrM&tbnid=WvW9hOQ6M8cxjM%3A&vet=10ahUKEwj4_Mb-m9ziAhUK3uAKHQeTCLYQMwhAKAEwAQ..i&w=250&h=167&bih=657&biw=1366&q=ruinas%20jesuiticas%20de%20San%20Ignacio%20misiones&ved=0ahUKEwj4_Mb-m9ziAhUK3uAKHQeTCLYQMwhAKAEwAQ&iact=mrc&uact=8 http://www.todo-argentina.net/Literatura_argentina/Biografias_de_literatura/antonio_ruiz_de_montoya.htm 219 Otro tema llamativo y que no se pudo trabajar por falta de tiempo es la gran diferencia entre los textos del sur y los del norte. Es una de las consideraciones surgidas luego de leer varios tipos textuales del género crónica. Tomaremos para este apartado dos textos en particular, Viaje al Río de la Plata de Ulrico Schmidl e Historia verdadera de conquista de la Nueva España de Bernal Díaz del Castillo. Estos autores muestran la otra cara de la conquista, la realizada por los soldados anónimos, y sirven para comparar las diferencias de culturas y riquezas entre el norte y el sur de los territorios descubiertos. Cortés y sus hombres encontraron en el Norte un imperio maduro y refinado, con una civilización muy desarrollada, con ciudades hermosas, extrañas, grandes ejércitos, además de comida en abundancia, exquisitos manjares. A pesar de tanto esplendor y organización social, los españoles obtuvieron una victoria relativamente rápida y fácil, sobre todo por las guerras civiles de estos pueblos. Las Cartas de Hernán Cortés, describen a un pueblo rico, de una vasta cultura, abundante en todo, al que un ejército no muy numeroso pudo derrotar. Al sur de las Indias, en cambio, Pedro de Mendoza solo encontró tribus nómadas que huían en busca de salvación en cuanto veían a los expedicionarios, y que hablaban de oro y plata como algo perteneciente a otras tribus, todas ellas lejanas con el objetivo de aplacar el ansia de los conquistadores. También la comida era escasa, tan pobre que los conquistadores acabaron comiéndose entre sí como relata el clérigo Luis de Miranda en su “Romance elegíaco”, a través del cual transmite toda la tristeza, la miseria de sur. Al norte los conquistadores heredaban imperios. Al sur la muerte y el hambre esperaban a lo largo de ríos y montes. Esta doble visión surge de la lectura de dos obras fundamentales escritas por soldados. Bernal Díaz cuenta las riquezas, los manjares, la belleza de las mujeres, las impresionantes ciudades y los paisajes que comparara muchas veces con los libros de caballerías. Schmidl describe la escasez de comida- esta consistía sólo en pescado y harina, algunas veces carne y muchas veces raíces e hierbas servían para aplacar el 220 hambre- la pobreza, la falta de casas, la fealdad de las mujeres, enumerando las marchas por bosques húmedos e infestados. Es llamativa también la diferencia en la persecución de objetivos míticos. Dos mitos sobresalen entre el numeroso repertorio que resurgieron en la exploración de la parte norte del continente americano: el primero fue la Fuente de la eterna juventud y el segundo, el mito medieval de las siete ciudades encantadas. Mientras que en el sur, varios exploradores se centraron en buscar El Dorado. Los Comentarios de Álvar Núñez Cabeza de Vaca, La Relación de Gaspar de Carvajal La Jornada de Omagua y Dorado de Francisco Vázquez relatan la búsqueda de un espejismo de oro que nunca llega. Las diferencias norte – sur son asombrosas, tal vez hasta hoy en día subsisten. Cuando tratamos el tema de la crónica de Indias inmediatamente surgen subtemas paralelos, muchos sin resolver todavía. En primer término, encontramos el problema de la formación textual, esto es si los textos de crónica pertenecen o no a la literatura; y el problema de los tipos discursivos, es decir los diferentes tipos de discursos englobados bajo la denominación genérica crónica. Otra de las cuestiones candentes unidas a la crónica de Indias es la eterna pregunta ¿esos escritos pertenecen a la literatura española o representan el inicio de la hispanoamericana? 221 BIBLIOGRAFÍA 222 CORPUS ANÓNIMO, Noticias sobre el Río de la Plata: Montevideo en el siglo XVIII, Ed. de Nelson Martínez Díaz, Dastin, 2002. BARCO CENTENERA, Martín del, La Argentina o la conquista del Río de la Plata, Alicante: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2001. Edición digital a partir de Historia de Argentina: desde el descubrimiento, población y conquista de las provincias del Río de La Plata hasta nuestros días. Tomo III, Buenos Aires, Imprenta de la "Revista", 1854. DÍAZ DE GUZMÁN, Ruy, La Argentina manuscrita, Ed. de Enrique de Gandía, Madrid, Dastin, 2002. FERNÁNDEZ DE QUIRÓS, Memoriales de las Indias Australes, Madrid, Dastin, 2000. GONZALES, Martín, Cartas, en AA. VV., Cartas de Indias, recogidas por el Señor Conde de Toreno, Madrid, Ediciones Atlas, 1974, T. II. GUEVARA, Isabel de, Carta dirigida a la princesa gobernadora doña Juana, en AA. VV., Cartas de Indias, recogidas por el Señor Conde de Toreno, Madrid, Ediciones Atlas, 1974, T. II. GUEVARA, Isabel de, Carta publicada por Jiménez de la Espada, Cartas de Indias, imprenta de Manuel G. Hernández, Madrid, 1877. Ha sido reproducida en: [http://americas.sas.ac.uk/publications/docs/genero_segunda1_Guevara.pdf] GUEVARA, Isabel de. Carta a la princesa doña Juana (1556). En Cunningham Graham, R. B. (ed.). The cosquest of the River Plate. Nueva York. Greenwood Press. 1921, pp. 281-287. LIZÁRRAGA, Reginaldo de, Descripción del Perú, Tucumán, Río de la Plata y chile, Ed. de Ignacio Ballesteros, Madrid, Dastin, 2000. LOYOLA, Martín Ignacio de, Viaje alrededor del mundo, Madrid, Dastin, 2002. MIRANDA, Luis de, Romance en Enrique de Gandía, Luis de Miranda, primer poeta del Río de la Plata, Buenos. Aires., 1936. NÚÑEZ CABEZA DE VACA, Álvar, Comentarios. Madrid, Dastin, 2000. NÚÑEZ CABEZA DE VACAS, Álvar. Naufragios. Edición digital basada en la edición de Valladolid, 1555, y cotejada con la edición de Juan Francisco Maura, Madrid, Cátedra, 1989 y la edición de Trinidad Barrera, Madrid, Alianza, 1996: 223 [http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/naufragios--0/html/feddcf8e-82b1- 11df-acc7-002185ce6064_2.html] NÚÑEZ CABEZA DE VACA, Álvar, Los Naufragios. Ed. de Enrique PupoWalker, Madrid, Editorial Castalia, 1992 NÚÑEZ CABEZA DE VACA, Álvar Naufragios. ed. de Juan Francisco Maura, Madrid, Cátedra, 1989. NÚÑEZ CABEZA DE VACA, Álvar, dedicatoria al emperador Carlos V en la edición de 1542. [http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/naufragios-- 0/html/feddcf8e-82b1-11df-acc7-002185ce6064_2.html] PIGAFETTA, Antonio, Primer viaje alrededor del mundo, ed. de Leoncio Cabrero Fernández, Madrid, Dastin, 2002. RUIZ DE MONTOYA, Antonio, Conquista espiritual hecha por los religiosos de la Compañía de Jesús en las provincias del Paraguay, Paraná, Uruguay y Tape, en Colección de libros raros y curiosos que tratan de América, vols. XVI- XIX, Madrid, 1900. SARMIENTO DE GAMBOA, Pedro, Viajes al Estrecho de Magallanes, ed. de Juan Batista Gonzáles, Madrid, Dastin, 2000. SCHMIDL, Ulrico, Viaje al Río de la Plata, (1536). Buenos. Aires. Austral. 1944. SCHMIDL, Ulrico. Viaje al Río de la Plata, Notas bibliográficas y biográficas por Bartolomé Mitre. Prólogo, traducción y anotaciones por Samuel A. Lafone Quevedo. Buenos Aires: Cabaut y Cía. Editores, 1903. SCHMIDL, Ulrico, Derrotero y viaje a España y las Indias, Buenos Aires, Espasa- Caple,1980, traducción: Edmundo Wernicke. VV. AA., Cartas de Indias, recogidas por el Señor Conde de Toreno, Madrid, Ediciones Atlas, 1974, T. II. CRÓNICAS DE INDIAS AJENAS AL CORPUS BARNETT, Jeffrey C. Isabel de Guevara: la persuasión epistolar de una conquistadora. En Celehis, año 2, Nº2. 1992, pp. 144-179. CARVAJAL, Fray Gaspar de, Relación del nuevo descubrimiento del Río Grande de las Amazonas, México, Fondo de Cultura económica, 1955. COLOMBINO, Carlos. De lo dulce y lo turbio, Asunción, Club Centenario. 1997. http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12586186423471506765435/index.htm http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12586186423471506765435/index.htm http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12586186423471506765435/index.htm 224 COLÓN, Cristóbal, Diario de abordo, Madrid, Globus, 1994 COLÓN, Cristóbal, Relación del cuarto viaje. En Relaciones de viajes, cartas y memoriales. Madrid. Alianza. 1982, pp. 291-305. CORTÉS, Hernán, Cartas de la conquista de México, Madrid, Sarpe, 1986. DÍAZ DEL CASTILLO, Bernal, Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, Madrid, Espasa-Calpe, 1975. ERCILLA, Alonso de, La Araucana, Buenos Aires, Kapelusz, 1974. FRANCO, Jean, La cultura hispanoamericana en la época colonial. En Madrigal, L. Íñigo (coord..), Historia de la literatura hispanoamericana, Madrid, Cátedra, 1997, pp. 43-50. GANDÍA, Enrique de, “Lucía Miranda y La Maldonada”. En: Introducción a Ruy Díaz de Guzmán, La Argentina, Buenos Aires, Ángel Estrada y Cia. Editores, 1943. GANDÍA, Enrique de, edición de la obra de Ruy Díaz de Guzmán, Historia argentina del descubrimiento, población y conquista de las provincias del Río de la Plata, Madrid, Historia 16, 1986. GARCILASO DE LA VEGA, Inca, Selección de Comentarios Reales, Buenos Aires, Kapelusz, 1971. GARCILASO DE LA VEGA, Inca (1609), Comentarios reales, Madrid, Imp. de los Hijos de Catalina Piñuela, 1829. GROUSSAC, Paul, Mendoza y Garay: las dos fundaciones de Buenos Aires, 1536- 1580, Buenos Aires, J. Menéndez, 1916. GUEVARA, Isabel de (1556), “Carta de doña Isabel de Guevara”, en Cartas de Indias, Madrid, Ministerio de Fomento, 1877, pp. 619-621. Digitalizada en [http://www.cervantesvirtual.com/FichaObra. html?Ref=4911] HENRÍQUEZ UREÑA, Pedro, “El descubrimiento del Nuevo Mundo en la imaginación de Europa”. En: Las corrientes literarias en la América Hispánica, México, Fondo de Cultura Económica, 1949, pp. 9-23. HERNÁNDEZ SÁNCHEZ-BARBA, Mario, Historia y literatura en Hispanoamérica, Madrid, Castalia, 1978, pp. 31-81. IGLESIA, Cristina, “La mujer cautiva: cuerpo, mito y frontera”, en Georges Duby y ÍÑIGO MADRIGAL, Luis (coord.), Historia de la literatura hispanoamericana, Madrid, Cátedra, 1997. KELLY, Joan, “Did Woman Have a Renaissance?”. En: Women, History and Theory, Chicago, University of Chicago Press, 1981, pp. 18-47. http://www.cervantesvirtual.com/FichaObra 225 LANGA PIZARRO, Mar, “Mujeres en la expedición de Pedro de Mendoza: cartas, crónicas y novelas; verdades, mentiras, ficciones y silencios”, en América sin nombre, no 15, Alicante, 2010, pp. 15-29. LAS CASAS, Bartolomé de, Brevísima relación de la destrucción de las Indias, Madrid, Sarpe, 1986. LÓPEZ DE GÓMARA, Francisco, Antología, Dos tomos, Madrid, Ediciones Fe, 1945. López de Gómara, Francisco, La conquista de México, Madrid, Dastin, 2000. LOPRETO, Gladis, La carta de Isabel de Guevara, Asunción, Instituto Histórico de la Municipalidad, 1987. LUCENA SAMORAL, Manuel, “Hispoamérica en la época colonial”. En Madrigal, L. Íñigo (coord..), Historia de la literatura hispanoamericana, Madrid, Cátedra, 1997, pp. 11-22. MACHAÍN, Ricardo de, Conquistadores del Río de la Plata, Buenos Aires, Ayacucho, 1943. Madero, Eduardo (1892), Historia del puerto de Buenos Aires, Buenos Aires, Compañía Imprenta Argentina, 1955. MUTIS, José Celestino, Viaje a Santa Fe, Madrid, Dastin, 2002. PERROT, Michelle (dirs.), Historia de las mujeres (tomo 3). Del Renacimiento a la Edad Moderna, Madrid, Taurus, 2006, pp. 583-597. PIOSSEK PREBISCHA, Teresa, “Las conquistadoras. Presencia de la mujer española en América durante el siglo XVI”, Revista de la Fundación Cultural de Santiago del Estero, nº 17, 2003. RODRÍGUEZ Freyle, Juan, Conquista y descubrimiento del Nuevo Reino de Granada, Madrid, Dastin, 2000. SCHURZ, William, “The Spanish Woman in the Conquest”. En: This New World, New York, Dumon, 1954, pp. 282-299. SOLÍS, Antonio, Historia de la conquista de México, Buenos Aires, Espasa-Calpe, 1947. VÁZQUEZ, Francisco, El Dorado, Madrid, Alianza, 1989. VIVAR, Jerónimo de, Crónica de los Reinos de Chile, Madrid, Dastin, 2000. VV AA, Visión de los vencidos, Madrid, Dastin, 2000. 226 BIBLIOGRAFÍA GENERAL ACOSTA, José, Historia natural y moral de las Indias, [Sevilla,1550], Madrid, F.C.E., 2008. ADORNO, Rolena, and Patrick Charles PAUTZ. Álvar Núñez Cabeza de Vaca: His Account, His Life, and the Expedition of Pánfilo de Narváez, 3 vols. Lincoln and London: University of Nebraska Press. 1999. ADORNO, Rolena, “El sujeto colonial y la construcción cultural de la alteridad” en Revista de crítica literaria latinoamericana, Lima, año XIV, n° 28, 1988, pp. 55-68. ADORNO, Rolena, “Nuevas perspectivas en los estudios literarios coloniales hispanoamericanos” en Revista de Crítica Cultural Latinoamericana, Año XIV, Nº 28, Lima, pp. 11-27, 1988. AINSA, Fernando, “Presentimiento, descubrimiento e invención de América”, en Cuadernos hispanoamericanos, n° 411, Septiembre de 1984, pp. 5 – 14. ALATORRE, Antonio, “El Nuevo Mundo” en El apogeo del castellano, Madrid, F.C. E., 1998. ALBURQUERQUE, Luis “Crónica de Indias y relatos de viajes: un mestizaje genérico”, en Latasa, Pilar (ed.), en Texto y poder: Discursos coloniales en la América hispana, Madrid, Iberoamericana Vervuert, 2011, pp. 29-42. ALBURQUERQUE, Luis “El ‘relato de viajes’: Hitos y formas en la evolución del género”, en Alburquerque, Luis (ed.), Revista de literatura, número monográfico, Relatos y literatura de viajes en el ámbito hispánico: poética e historia, 145, 2011, pp. 15-34. ALBURQUERQUE, Luis “Apuntes sobre crónicas de Indias y relato de viajes”, en Letras (Buenos Aires), 57-58, 2008, pp. 11-22. También en [http://digital.csic.es/bitstream/10261/41763/1/Apuntes%20sobre%20cr%C3%B3nicas %20de%20indias%20y%20literatura%20de%20viajes.pdf] ALBURQUERQUE, Luis “Los ‘libros de viaje’ como género literario”, en Estudios sobre literatura de viaje, Madrid, CSIS, 2006, pp. 67-87. ALBURQUERQUE, Luis “Periodismo y literatura: el ‘relato de viajes’ como género híbrido a la luz de la pragmática”, en José Antonio Hernández Guerrero, et al. (eds.), Actas del V seminario Emilio Castelar Retórica, Literatura y Periodismo, Cádiz, Universidad de Cádiz, 2006, pp. 167-176. ALBURQUERQUE, Luis “Consideraciones acerca del ‘género relato de viajes’ en la literatura del Siglo de Oro”, en Carlos Mata y Miguel Zugasti (eds.), Actas del Congreso el Siglo de Oro en el nuevo milenio, Pamplona, Eunsa, 2005, pp. 129-141. 227 ALBURQUERQUE, Luis “A propósito de Judíos, moros y cristianos; el género ‘relato de viajes’ en Camilo José Cela”, en Revista de Literatura, LXVI, 132, 2004, pp. 503-525. ALBURQUERQUE, Luis (ed.) Relatos y literatura de viajes en el ámbito hispánico: poética e historia, número monográfico de Revista de literatura, 2011, p. 145. ALCINA FRANCH, José, América en la época de Carlos V, Madrid, Instituto Gonzáles Fernández de Oviedo, 1858. ALTUNA, E. “Introducción: Relatos de viajes y viajeros coloniales por las Américas”. En Revista de Crítica Literaria Latinoamericana, año XXX, Nº 60, Lima-Hanover, 9-23, 2004. ALVAR, Manuel, Americanismos en la “Historia de Bernal Díaz del Castillo” en Revista de Filología española, Anejo LXXXXIX, C.S.I.C., Madrid, 1970. ALVAR, Manuel, Los otros cronistas de las Indias, Madrid, Ediciones Cultura Hispánica, 1996. AMORÓS, Andrés, Subliteraturas, Madrid, Ariel, 1974. ANDERSON IMBERT, Enrique, El realismo mágico y otros ensayos, Caracas, Monte Ávila, 1975. ANDERSON IMBERT, Enrique, Historia de la literatura hispanoamericana, México, F.C:E, 1979, T. I. ANDERSON IMBERT, Enrique, Historia de la Literatura Hispanoamericana, F.C.E., México, 1979, T. I. ANGELIS, Pedro de, Colección de documentos para servir a la historia del Río de la Plata, Buenos Aires, Plus Ultra, 1969 – 1972. ARANA, E. Ulrich Schmidel. Primer Historiador del Río de la Plata. Notas Históricas y Bibliográficas, Buenos Aires, Imprenta de la Universidad. 1931. ARELLANO, Ignacio/Fermín DEL PINO (eds.). Lecturas y ediciones de crónicas de Indias. Una Propuesta interdisciplinar, Pamplona/Madrid/Frackfurt/universidad de Navarra/Iberoamericana/Vervuert, 2004. AROCENA, Luis, Antonio de Solís: cronista indiano. Estudio sobre las formas historiográficas del Barroco, Buenos Aires, EUDEBA, 1963, capítulos. IV, V y VI. ARROM, José Juan, Esquema generacional de las Letras Hispanoamericanas, Bogotá, Caro y Cuervo, 1977. ARROM, José Juan, Imaginación del Nuevo mundo, México, Siglo XXI, 1991. ASHLEY, Bob, The Study of Popular Fiction, London, Pinter plublischers, 1989. ASTURIAS, Miguel Ángel, América, fábula de fábulas y otros ensayos, Caracas, Monte Ávila Editores, 1972. 228 AUERBACH, E, Mímesis, La representación de la realidad en la literatura occidental, México, F,C,E, 1982. AVALLE ARCE, Juan Bautista, La épica colonial, Pamplona, Eunsa, 2000. AYUSO DE VICENTE, Victoria et al., Diccionario Akal de términos literarios, Madrid, Ediciones Akal, 1997. BAEZA FLORES, Alberto, “Pedro Henríquez Ureña, relacionador de las culturas hispánicas”, en Cuadernos hispanoamericanos, n° 411, Septiembre de 1984, pp. 103 – 121. BAL, Mieke, Teoría de la narrativa: una introducción a la narratología, Cátedra, 1985 BARCIA, Pedro Luis, “El “romance” de Luis de Miranda: imagen de la tierra americana. Poesía e historia” en Edad de oro, nº10, 1991, pp. 13-32. BARCO, Miguel del, Historia natural y crónica de la antigua California, Madrid, Portilla, 1989. BAUTISTA GUTIÉRREZ, Gloria, Realismo mágico, cosmos latinoamericano, Bogotá, América Latina, 1991. BELLINI, Giuseppe, Nueva historia de la literatura hispanoamericana, Madrid, Castalia, 1997. BERENGUER CARISOMO, Arturo, Ensayos sobre literatura popular argentina, Buenos Aires, Ediciones Americanas, 1981. BETHELL, Leslie (ed), Historia de América Latina, Barcelona, Crítica, 1998. T. II. BETHELL, Leslie (ed), Historia de América Latina, Barcelona, Crítica, 1990. T. IV: “América Latina Colonial: población, sociedad y cultura.” BOORSTIN, Daniel J., Los descubridores, Barcelona, Editorial Crítica, 1986. BROCH, H., Kitsch, Vanguardia y el arte por el arte, Barcelona, Tusquets, 1970. BOURDIEU, Pierre, Capital cultural, escuela y espacio social, Madrid, Siglo XXI editores, 1997. BOURDIEU, Pierre, Cosas dichas, Barcelona, Gedisa, 2000. BOURDIEU, Pierre. Las reglas del arte. Génesis y estructura del campo literario, Barcelona, Anagrama, 1995 BOURDIEU, Pierre La distinción. Criterios y bases sociales el gusto. Madrid, Taurus, 1998. BOURDIEU, Pierre La dominación masculina, Barcelona, Anagrama. 1999. BOURDIEU, Pierre Razones práctica, Sobre la teoría de la acción, Barcelona, Anagrama, 1997. BOURDIEU, Pierre Las reglas del arte, Barcelona, Anagrama, 1997. BOURDIEU, Pierre El sentido práctico, Madrid, Taurus, 1991. 229 BOURDIEU, Pierre Sobre la televisión, Barcelona, Anagrama, 1997. BOURDIEU, Pierre Sociología y cultura, México, Grijalbo, 1990. BOURDIEU, Pierre, y WACQUANT, Loïc J. D., Respuestas. Por una antropología reflexiva, México, Grijalbo, 1995. BUENO JIMÉNEZ, Alfredo, Hispanoamérica en el imaginario gráfico de los europeos. De Bry y Hulsius. Granada. Editorial de la Universidad de Granada, 2014. Recuperado de [https://hera.ugr.es/tesisugr/23007941.pdf] BURGUERA, María Luisa (ed.), Textos clásicos de teoría de la literatura, Cátedra, 2004. BRUNORI, Vittorio, (1978) Sueños y mitos de la literatura de masas. Análisis crítico de la novela popular, Barcelona, Editorial Gustavo Gili, 1980. CABALLERO BONAL, José Manuel, “Mestizaje y cultura” en un artículo cultural del periódico El País, [http://cultura.elpais.com/cultura/201211/11/actualidad/1352656848_784959.html] Cabrera de Córdoba, De la historia para entenderla y escribirla, Madrid, Instituto de Estudios Políticos, 1948. CAILLET-BOIS, Julio, “La Argentina de Martín del Barco Centenera”, en Historia de la literatura argentina I, dir. Rafael Arrieta, Buenos Aires, 1958. CANAL FEIJOO, Bernardo, “La literatura virreinal”. En Historia de la literatura argentina. Buenos Aires: CEAL, 1967 CANO AGUILAR, Rafael, “Siglo de Oro: los orígenes del español atlántico” en Análisis filológico de textos, Madrid, Taurus, 1991. CÁNOVAS DEL CASTILLO, Antonio, Criterio histórico con que las distintas personas que en el descubrimiento de América intervinieron, Madrid, Ateneo, 1892. CARBIA, Rómulo D., La crónica oficial de las Indias Occidentales, Buenos Aires, Francisco A. Colombo, 1940, pp. 141 – 149. CARPENTIER, Alejo. Tientos y diferencias, Montevideo, Arca, 1967. CAREÑO, Antonio, “Los Naufragios de Álvar Núñez Cabeza de Vaca: una retórica de la crónica colonial” en Revista Iberoamericana, vol. 53, N° 140, pp. 681-694, 1987. CARILLA, Emilio, Un olvidado poeta colonial, Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras, U.B.A., 1943. CARILLA, Emilio, La Literatura barroca en Hispanoamérica, New York, Anaya, 1972. CARILLA, Emilio Literatura Argentina. Palabra e imagen I, Buenos Aires, Eudeba, 1969. 230 CARILLA, Emilio, El Romanticismo en la América Hispánica. Tercera edición revisada y ampliada, Madrid, Gredos, 2 volúmenes, 1975. CARO BAROJA, Julio, Ensayos sobre la cultura popular española, Madrid, Dosbe, 1971. CARO BAROJA, Julio, Ensayo sobre la literatura de cordel, Istmo, Madrid, 1990. CASTANY, Bernat y Mercedes Serna (editores.), Historia de los Indios de la Nueva España, de fray Toribio Benavente “Motolinía”, Real Academia de la Lengua Española, Centro de Edición de los Clásicos Españoles, Madrid, 2015. CASTAÑEDA GARCÍA, Carmen, Del autor al lector: libros y libreros de la historia, México D. F., Porrúa, 2002. CERVANTE DE SALAZAR, Francisco, Crónica de la Nueña España. Madrid, Hispanic Society of America, 1914. CERVANTE DE SALAZAR, Francisco, Tumulo Imperial de la gran ciudad de Mexico. México, Antonio de Espinoso, 1560. CESERANI, Remo. Introducción a los estudios literarios. Barcelona, Crítica. 2004 CHANG RODRÍGUEZ, Raquel. Violencia y subversión en la prosa colonial hispanoamericana, siglos XVI y XVII, México, Porrúa Turanzas, 1982; 2da ed. revisada, 1994. CHANG RODRÍGUEZ, Raquel, Voces de Hispanoamérica: Antología Literaria. Madrid, Heinle, 2003. CHANG-RODRÍGUEZ, Raquel, Poesía hispanoamericana colonial, historia y antología, Madrid, Alhambra, 1985. CHARTIER, Roger, El mundo como representación. Historia cultural: entre práctica y representación. Barcelona, Gedisa. 1995. CHARTIER, Roger, El orden de los libros. lectores, autores, bibliotecas en Europa entre los siglos XIV Y XVIII, Barcelona, Gedisa, 2017. CHARTIER, Roger, Inscribir y borrar. Cultura escrita y literatura (siglos XI-XVIII), Buenos Aires, Katz, 2006. CHARTIER, Roger, (1982): “Debate sobre la historia”, Esprit nº 7-8, pp. 258 y ss. CHEVALIER, Maxime, Folklore y literatura: el cuento oral en el Siglo de Oro, Barcelona, Crítica, 1978. CHIAPPELLI, Fredi (editor), First images of América: The impact, Berkeley, U. California Press, 1976, Vol I y II. CÓCCARO, N., Kirbus, F, Utz Schmidl, su vida, sus viajes, su obra, Buenos Aires, Ediciones Tres Tiempos, 1984. https://www.todostuslibros.com/autor/chartier-roger https://www.todostuslibros.com/editorial/gedisa 231 CONCHA, Jaime, “Reflexiones sobre una historia de la literatura”, en Revista de la casa de las Américas, Nº 292, 2018, pp. 96-105. CORNEJO POLAR, Antonio, "El indigenismo y las literaturas heterogéneas: su doble estatuto socio-cultural" Revista de crítica literaria latinoamericana. Año IV. Vol. 7-8 (1978-1979), pp.7-21. COROMINAS, Juan María, Castiglione y La Araucana, Madrid, Ediciones José Porrúa Turanzas, 1980. COUÉGNAS, Daniel. Introduction á la Paralittérature, Paris, Seuil, Jan 1992. CRO, Stelio, “La nueva utopía” en Francisco Rico, Historia y crítica de la literatura española, Siglos de oro: Renacimiento, Barcelona, Crítica, 1991. PP, 128 – 130. CRUZ, Josefina, Cronistas de Indias, Buenos Aires, Ministerio de Culturas y Educación, 1970. CULLER, Jonathan. Breve introducción a la teoría literaria. Barcelona, Crítica. 2000 CURTIUS, Robert E., Literatura y Edad Media Latina. (I), Madrid, FCE, 1999. DE ACOSTA, José, Historia natural y moral de las Indias, Sevilla, Juan de León, 1590. DE AZARA, Félix, Voyages dans l’Amérique méridionale, Paris, Dentu, 1809. DE LA FUENTE, Machaín, R., Los conquistadores del Río de la Plata, Buenos Aires, Ed Ayacucho, 1943. DE GANDÍA, Enrique, Historia crítica de los mitos de la conquista americana, Madrid, Sociedad española de librería, 1929. DE MIRANDA, Luis, Comedia pródiga (1554), Valencia, ed. Facsímil de Antonio Pérez Gómez, 1953. DE MELO, Veríssimo, "Literatura de cordel- visão histórica e aspectos principais" en Literatura de Cordel (Antología), Banco do Nordeste do Brasil, Fortaleza, 1982. DE VELASCO, Juan, Historia moderna del Reino de Quito y crónica de la provincia de la Compañía (1789), Quito, imprenta de la Caja del Seguro, 1941. DE ZORITA, Alonso, Relación de la Nueva España, México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 2 vols, 1999. DÍAZ DE GUZMÁN, Ruy, Historia Argentina del descubrimiento, población y conquista de las provincias del Río de la Plata, Buenos Aires, Imprenta del Estado, 1835.Notas de reproducción original: Edición digital a partir de Pedro de Angelis, Colección de obras y documentos relativos a la Historia Antigua y Moderna de las provincias del Río de La Plata. Tomo Primero, Buenos Aires, Imprenta del Estado, 1835. [http://www.cervantesvirtual.com/nd/ark:/59851/bmc9c6w2] http://www.cervantesvirtual.com/obras/autor/diaz-de-guzman-ruy-1558-1629-796 232 DÍAZ ROIG, Mercedes, “El romance en América” en Historia de la literatura hispanoamericana T, I, Luis Íñigo Madrigal (coordinador), Madrid, Cátedra, 1982. DÍEZ BORQUE, José María, Literatura y cultura de masas, Madrid, Al-Borak, S. A. de Ediciones, 1972. DURKHEIM, Emile, Las reglas del método sociológico. México. Fondo de cultura económica, 1986. DURKHEIM, Émile, La división social del trabajo, Akal, Madrid, 1987. ECO, Umberto, Apocalípticos e integrados, Barcelona, Lumen, 1999. ECO, Umberto, El superhombre de masas, Barcelona, Lumen, 1995. EL JABER, Loreley, “El afán de nombrar” en Noé Jitrik, Sesgos, cesuras y métodos, Buenos Aires, Eudeba, 2005. EL JABER, L., Un país malsano. La conquista del espacio en el Río de la Plata, Rosario, Beatriz Viterbo, 2012. EL JABER, Loreley, “Lectores, autores y editores en los siglos XVI y XVII El “fenómeno” Ulrico Schmidl “en: Ulrico Schmidl - Revistas científicas de Filo, revistascientificas.filo.uba.ar [http://revistascientificas.filo.uba.ar/index.php/zama/article/viewFile/1147/1127], Buenos Aires, 2013. ELLIOTT, J. H., “España y América en los siglos XV y XVI” en Historia de América Latina, Barcelona, Crítica, 1998, Cap. 1, pp. 3 – 44. ESTEVE Barba, Francisco. Historiografía indiana, Madrid, Gredos, 1964. FEBVRE, Lucien y Henri-Jean Martin, La aparición del libro; trad. de Agustín Millares Carlo, México, FCE, 2005. FERNÁNDEZ DE NAVARRETE, Colección de los viages y descubrimientos que hicieron por mar los españoles desde fines del siglo XV, Vol I, Buenos Aires, Guaranía, 1845. FERNÁNDEZ, T.; Millares, S.; Becerra, Eduardo. Historia de la literatura hispanoamericana. Madrid. Editorial Universitas S. A. 1995. FERNÁNDEZ. Juan Patricio. Relación historial de las misiones de los indios que llaman chiquitos, Asunción del Paraguay, A. de Uribe y Cía., 1896. FERRERAS – SAVOYE, Jacqueline, “Las barreras mentales de la España del siglo XVI ante el Nuevo Mundo” en Crisol, I, 1983, pp, 72 – 84. FRANCO, Jean, “La cultura hispanoamericana en la época colonial” en Historia de la literatura hispanoamericana T, I, Luis Íñigo Madrigal (coordinador), Madrid, Cátedra, 1982. http://revistascientificas.filo.uba.ar/index.php/zama/article/viewFile/1147/1127 http://revistascientificas.filo.uba.ar/index.php/zama/article/viewFile/1147/1127 233 FURLAN, Luis Ricardo, Esquema de la poesía lunfardesca, Con un breve léxico de la rima lunfarda, Torres Agüero Editor, Buenos Aires, 1996. GADAMER, Hans Georg, Verdad y método. Fundamentos de una hermenéutica filosófica., Traducción de Ana Agudo Aparicio y Rafael de Agapito, Salamanca, Ediciones Sígueme, 1988. GALLARDO, Bartolomé José, Ensayo de una biblioteca española de libros raros y curiosos, Gredos, Madrid, 1968. GANDÍA, Enrique de, Historia de la conquista del Río de la Plata y del Paraguay, Buenos Aires, García Santos, 1931. GARCÍA BERRIO, Antonio y Javier Huerta Calvo, Los géneros literarios, sistema e historia, (una introducción), Madrid, Cátedra, 1992. GARCÍA BERRIO, Antonio, Teoría de la literatura, Madrid, Cátedra, 1994. GARCÍA MÁRQUEZ, Gabriel, “La soledad de América Latina”, su discurso de aceptación del Premio Nobel de Literatura en Estocolmo, 8 de diciembre 1982. GARCILASO DE LA VEGA, Inca, Comentarios reales de los Incas, Lisboa, Pedro Craesbeeck, 1609. GEERTZ, C. El antropólogo como autor. Barcelona, Paidós, 1989. GERBI, Antonello, La disputa del Nuevo Mundo, México, F. C. E., 1982. GERBI, Antonello, La naturaleza de las Indias, México, F. C. E., 1978. GIL, Juan, Mitos y utopías del Descubrimiento, Tres vol, Madrid, Alianza, 1989. GIMBUTAS, M., Diosas y dioses de la vieja Europa (7000-3500 a.C). Mitos, leyendas e imaginería, Madrid, Istmo, 1991. GIMÉNEZ PASTOR, Arturo, Historia de la Literatura Argentina, Buenos Aires, Labor, 1945, T. I. GODOY, Manuel, La expedición Malaspina 1789-1794: viaje a América de las Corbetas “Descubierta” y “Atrevida”, Madrid, Ayuntamiento, Ministerio de Cultura, Ministerio de Defensa, 1984. GOIC, Cedomil, “La périodisation dans l´histoire de la litterature hispanoaméricaines”, en Études Littéraires, vol. 8, Nº. 2-3, 1975, pp. 269 – 284. GOIC, Cedomil, “Temas y problemas de la literatura hispanoamericana colonial” en Historia y crítica de la literatura hispanoamericana, T. I., Cedomil Goic (ed.), Barcelona, Crítica, 1988. GOIC, Cedomil, Historia de la novela hispanoamericana, Valparaíso, Ediciones Universitarias de Valparaíso, 1972. http://catalogosuba.sisbi.uba.ar/vufind/Author/Home?author=Furlan%2C+Luis+Ricardo%2C+1928- 234 GONZALEZ BOIXO, José Carlos, Literatura de las Américas, 1898-1998, (editor), León, ed. Universidad de León, 2000, 2.vols. GONZALEZ BOIXO, José Carlos “El mito de las amazonas”, en Ensayos de descubrimiento y colonia, ed. de M. Antonieta Gallegos Ruiz y Alfonso González, Toluca, México, Universidad Autónoma del Estado de México, pp. 53-102, 1996. GONZÁLEZ MEJÍA, Conrado, De algunos cronistas relatores e historiadores de Indias de dos siglos, Medellín, Academia Antioqueña de historia, 1951. GONZÁLEZ ECHEVERRÍA, Roberto. Isla a su fuego fugitiva. Ensayos críticos sobre literatura hispanoamericana, Madrid, José Porrúa Turanzas, 1983 GONZÁLEZ ECHEVERRÍA, Roberto (ed.). Historia y ficción en la narrativa hispanoamericana, Coloquio de Yale. Compilación y prólogo de R. G. E., Caracas, Monte Ávila Editores, 1984 GONZÁLEZ SÁNCHEZ, Carlos Alberto/Enriqueta Vila Vilar (eds.), Grafías del imaginario. Representaciones culturales en España y América (siglos XVI-XVIII), Méjico, FCE, 2003. GOODWIN, Robert T. C., Text and Miracles in the New World. [http://www.ems.kcl.ac.uk/content/pub/b035.html] GRAMSCI, Antonio, Escritos (Antología), Madrid, Alianza Editorial, 2017. GRAMSCI, Antonio, Escritos sobre el lenguaje, (Edición de Diego Bentivegna), Buenos Aires, Untref, 2013. GROSSMANN, Rudolf, Historias y problemas de la literatura latinoamericana, Madrid, Revista de Occidente, 1972. GUERIN, M., “El relato de viaje americano y la redefinición sociocultural de la ecumene europea”. En Dispositio, Vol. XVII, nº 42, 1-19, 1992 GUTIÉRREZ, Juan María, Estudios histórico-literarios, selección, prólogo y notas de Ernesto Morales, Buenos Aires, Ed. Estrada, 1940. GUTIÉRREZ CONTRERAS, F. América a través de sus códices y cronistas, Madrid, Salvat, 1985. HAMON, Philippe, Introducción al análisis de lo descriptivo, Buenos Aires, Edicial, 199. HARTOG, F., Le miroir d’Hérodote. Essai sur la représentation de l’autre, París, Gallimard, 1991. HENRIQUEZ UREÑA, Pedro, Historia cultural y literaria de la América Hispánica, Madrid, Verbum, 2013. 235 HENRÍQUEZ UREÑA, Pedro, Literary Currents in Hispanic America, Cambridge, MA, Harvard University Press, 1945, luego publicada en español como Las corrientes literarias en la América Hispánica, México, FCE, 1949. HERODOTO, Historias, Madrid, Cátedra, 2006. IGLESIA, Cristina y SCHVARTZMAN, Julio, Cautivas y misioneros. Mitos blancos de la conquista, Buenos Aires, Catálogos, 1987. IGLESIAS SANTOS, Montserrat (editor). Imágenes del otro. Identidad e inmigración en la literatura y el cine, Madrid, Biblioteca Nueva. 2010 ÍÑIGO MADRIGAL, Luis, (Coordinador), Historia de la literatura hispanoamericana, T, I, Cátedra, 1982. IRVING A, Leonard, Los libros del conquistador, México, F.C.E. 1959. JIMÉNEZ DE LA ESPADA, Marco, Relaciones Geográficas de Indias, Perú – Madrid, BAE, vol. 183. Sobre cuestionarios para las relaciones de Indias. JIMÉNEZ DEL CAMPO, Paloma, “Evolución de las crónicas de Indias y sus principales modalidades”, en Antonio Cano Ginés y Carlos Brito Díaz (eds.), Oro y plomo en las Indias: los tornaviajes de la escritura virreinal, Madrid/ Frankfurt, Iberoamericana/Vervuert, 2017, pp. 25-45. JITRIK, Noé, Sesgos, cesuras y métodos, Buenos Aires, Eudeba, 200. JOS PÉREZ, Emiliano, La expedición de Ursúa al Dorado, la rebelión de Lope de Aguirre y el itinerario de los Marañones, según los documentos del Archivo de Indias y varios manuscritos inéditos, Huesca, imprenta V. Campo, 1927. JOSEFO, Flavio, Guerras de los judíos, Madrid, Gredos, 1999. JUAN Y SANTACILLA, Jorge y Antonio DE ULLOA, Relación histórica del viaje a la América Meridional, Madrid, Antonio Marin, 1748. KOHUT KARL y Sonia V. ROSE (eds.), Pensamiento europeo y cultura colonial, Madrid, Iberoamericana, 1997. KOHUT, Karl, “La Conquista en la crítica literaria” en De conquistadores y conquistados: realidad, justificación, representación. Frankfurt am Main, Vervuert verlag, pp. 29-51. 1992. KOHUT, Karl (coord.), La ficción de la crónica y la verdad de la épica. Hispanoamérica, siglos XVI y XVII. Iberoromaria nº 58 (número monográfico), 2003. KOHUT, Karl/Sonia V. ROSE (eds.), La formación de la cultura virreinal. I. La etapa inicial. Madrid/Frackfurt, Iberoamericana/Vervuert, 2000. 236 KOHUT, Karl/Sonia V. ROSE (eds.), La formación de la cultura virreinal. II. El siglo XVII, La etapa inicial. Madrid/Frackfurt, Iberoamericana/Vervuert, 2004. LAFAYE, Jacques, “Literatura y vida intelectual en la América española colonial” en BETHELL, Leslie (ed), Historia de América Latina, Barcelona, Crítica, 1990. T. IV: “América Latina Colonial: población, sociedad y cultura.” LAVRIN, Asunción, “La mujer en la sociedad colonial hispanoamericana” en Bethell, Leslie (ed), Historia de América Latina, Barcelona, Crítica, 1990. T. IV: “América Latina Colonial: población, sociedad y cultura.” LARRETA, Enrique, Tenía que suceder; Las dos fundaciones de Buenos Aires, Madrid, Espasa- Calpe, 1960. LEFKOWITZ, Mary R., Women in Greek Myth, Baltimore, Bristol Classical Press, 1986. LERNER, Isaías. “Dos notas al texto de La Araucana”, en Revista Iberoamericana, 40:86, 1974, págs. 119-123. LERNER, Isaías “El texto de La Araucana de Alonso de Ercilla: observaciones a la edición de José Toribio Medina”, en Revista Iberoamericana, 42:94, 1976, págs. 51-60. LESTRINGANT, Frank, Mapping the Renaissance World, Great Britain, Polity Press, 1994. LE GOFF, Jacques, Lo maravilloso y lo cotidiano en el occidente medieval, Barcelona, Gedisa, 1985. LEWIS, Robert E. “Los Naufragios de Álvar Núñez: historia y ficción” en Revista Iberoamericana, vol. 48, n° 120-121, pp. 681-694, 1982. LIDA DE MALKIEL, María Rosa, Jerusalén. El tema literario de su cerco y destrucción por los romanos, Buenos Aires, Universidad de Buenos Aires, 1972. LIENHARD, Martín, La voz y su huella, La Habana, Casa de las Américas, 1989. LÓPEZ DE MARISCAL, Blanca, Relatos y relaciones de viaje al nuevo mundo en el siglo XVI, Madrid, Ediciones Polifemo, 2004. LÓPEZ ALONSO, Covadonga, “Viaje y representación espacial” en Compás de Letras, N° 7, Madrid, UCM, Diciembre de 1995. LÓPEZ DE PALACIOS RUBIOS, Juan. De las islas del mar océano, México, F. C. E., 1954. LÓPEZ ESTRADA, Francisco, Cap, XX: “La madurez literaria medieval: Prerrenacimiento y Humanismo” en Introducción a la literatura medieval española, Madrid, Gredos, 1983. LÓPEZ MORALES, Humberto, La aventura del español en América, Madrid, Espasa, 1998. LÓPEZ PARADA, Esperanza y Evangelina Soltero Sánchez (editoras.). “La Crónica de Indias, cruce de géneros”, en Anales de Literatura Hispanoamericana, Madrid, Universidad Complutense, vol. 41, pp. 13-120, 2012. https://www.iberlibro.com/servlet/SearchResults?an=Larreta%2C%20Enrique&cm_sp=det-_-bdp-_-author https://www.bloomsbury.com/uk/author/mary-r-lefkowitz 237 LÓPEZ PARADA, Esperanza. “La cartografía como relato: intervenir los mapas, narrar las ciudades”, en “Dossier: Discursos coloniales hispanoamericanos: la literatura y sus límites”, en Revista Orbis Tertius Nº18:19, 2013. Repr. online: [http://www.relmecs.fahce.unlp.edu.ar/index.php/OT/article/view/OTv18n19a13/4874 ( 24/02/2014)] LÓPEZ PINCIANO, Alonso, Philosophía antigua poética, Madrid, CSIC, 1953. LÓPEZ, Vicente Fidel, Historia de la República Argentina, Buenos Aires, Sopena, 1883, t. VII. LÓPEZ, Lorenzo, N. Federmann, U. Schmidl. Los alemanes en América, Madrid, Edición de Lorenzo López, Historia 16, 1985. LOTMAN, J., “Dos modelos de comunicación en el sistema de la cultura”. LOTMAN, J., “Dos modelos de comunicación en el sistema de la cultura”. LOZANO, J.; Peña Marín, C. y Abril, G., Análisis del discurso, Madrid, Cátedra, 1993. LUCENA SALMORAL, Manuel, “Hispanoamérica en la época colonial” en Historia de la literatura hispanoamericana T, I, Luis Íñigo Madrigal (coordinador), Madrid, Cátedra, 1982. LUCENA SALMORAL, Manuel, Descubrimiento de América, Madrid, Anaya, 1988. p. 104. MARAVALL, José Antonio, Antiguos y modernos: la idea de progreso en el desarrollo inicial de una sociedad, Madrid, SEP, 1966. MARAVALL, José Antonio, Los factores de la idea de progreso en el renacimiento español, Madrid, Real Academia de la Historia, 1963, pp. 113 y ss. MARCO, Joaquín, Literatura popular en España en los XVIII y XIX (Una aproximación a los pliegos de cordel), 2 Vols. Madrid, Taurus, 1972 MARÍN PINA, María Carmen, “El caballero de Ávila y las fiestas zaragozanas por la beatificación y canonización de Santa Teresa en el siglo XVII” en Thesauros, tomo LIV, Nº1, Barcelona, Ramón Sopena, 1999. MARRERO-FENTE, Raúl, Al margen de la tradición: relaciones entre la literatura colonial y peninsular en los siglos XV, XVI y XVII, Madrid, Fundamentos, 1999. MARTÍNEZ ANDONEGUI, Iñaki: “La presencia del demonio entre los indios de Nueva Granada según las crónicas de Indias (siglos XVI y XVII)”, Mundo Histórico, págs. 1- 18. [https://mhistorico.files.wordpress.com/2014/08/artc3adculo-demonio-en-las- crc3b3nicas-de-indias.pdf] MARTÍNEZ ESTRADA, Ezequiel, “Literatura y vida,” en Para una revisión de las letras argentinas, Buenos Aires, Editorial Losada, S.A., 1967, pp. 142-158. https://www.monografias.com/trabajos901/historia-madrid/historia-madrid.shtml 238 MARTÍNEZ GÓMEZ, Juana, ”El Romance Elegíaco (c.1537) de Luis de Miranda de Villafaña y la fundación de Buenos Aires”, Caliope. Journal of Society for Renaissance and Baroque Hispanic Poetry, Vol. 16, 1, Boston (USA), 2010, pp. 43- 59. MARTÍNEZ MARTÍN, Jaime José, “Del antipertrarquismo en la América colonial: Agustín de Salazar y Torres” en Parnaso de dos mundos. De literaturas española e hispanoamericana en el Siglo de Oro, Madrid, Iberoamericana, pp. 255-269, 2010 MARTÍNEZ SHAW, Carlos y Marina Alfonso Mola, Europa y los nuevos mundos en los siglo XV-XVIII, Madrid, Síntesis, 1999. MATURO, Graciela: “Humanismo y denuncia en la épica cómica de Martín del Barco Centenera” en Relectura de las crónicas coloniales del cono sur, Graciela Maturo et al, Buenos Aires, Universidad del Salvador, 2004, pp. 31 – 73. MAURA, Juan Francisco, El gran burlador de América: Alvar Núñez Cabeza de Vaca. Publicaciones de Parnaseo. 2008. [http://parnaseo.uv.es/Lemir/Textos/Maura2.pdf] Mendoza Díaz-Maroto, Francisco, "Los pliegos de cordel, literatura para analfabetos", Ínsula, Nº 567, marzo de 1994. MAYORAL, José Antonio, Pragmática de la comunicación literaria, Arco Libros, 1999. MENÉNDEZ PIDAL, Ramón, Los romances de América y otros estudios, Buenos Aires, Espasa – Calpe, 1939, Colección Austral 55. MENÉNDEZ PIDAL, Ramón, Romancero hispánico. Teoría e historia, Madrid, Espasa Calpe, 1953, 2 Vol. MENÉNDEZ Y PELAYO, Marcelino, Historia de la poesía hispanoamericana. Edición Nacional de las Obras Completas de Menéndez Pelayo, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1948, Vol 27. MENÉNDEZ Y PELAYO, Marcelino, Antología de poetas líricos castellanos desde la formación del idioma hasta nuestros días, en [http://www.larramendi.es/menendezpelayo/i18n/corpus/unidad.cmd?idCorpus=1000& posicion=1&idUnidad=100382] MIGNOLO, Walter, “Cartas, crónicas y relaciones del descubrimiento y la conquista” en Historia de la literatura hispanoamericana T, I, Luis Íñigo Madrigal (coordinador), Madrid, Cátedra, 1982, pp. 57 – 117. MIGNOLO, Walter, “Experiencia y verdad en la crónica de Indias” en Francisco Rico, Historia y crítica de la literatura española, Barcelona, Crítica, 1991, PP, 124 – 121 MIGNOLO, Walter, Elementos para una teoría del texto literario, Barcelona, Crítica, 1978. 239 MIGNOLO, Walter. “El metatexto historiográfico y la historiografía indiana”, Modern Language Notes, vol. 96, n° 2, marzo 1981, pp. 358-402 MIGNOLO, Walter, Historias locales, diseños globales: colonialidad, conocimientos subalternos y pensamiento fronterizo, Akal. 2003 MIGNOLO, Walter, “Occidentalización, imperialismo, globalización: herencias coloniales y teorías postcoloniales” en Literatura colonial. Identidades y conquista de América, Revista Iberoamericana, Pittsburgh, Nº 170-171. Instituto Internacional del Literatura Iberoamericana, Pittsburgh, 1995. MIGNOLO, Walter, The Darker Side of the Renaissance. Literacy, Territiruality, and Colonization, 2nd Edition. Ann Arbor: University of Michigan Press, 2003. MIRALLES OSTOS, Juan, Hernán Cortés. Inventor de México, Barcelona, Tusquets, 2001 MONARDES, Nicolás. Dos libros: el uno trata de todas las cosas que traen de nuestras Indias Occidentales, que siruen al uso de Medicina. Sevilla, Sebastián Trujillo, 1565. MORALES PADRÓN, Francisco, Historia del descubrimiento y la conquista de América, Madrid, Editorial Nacional, 1971. MORÍNIGO, Marcos Augusto, Diccionario del español de América, Buenos Aires, Anaya, 1993. MORÍNIGO, Marcos Augusto, Programa de filología hispánica, Editorial Nova, Buenos Aires, 1959. MOLLOY, Silvia y Lagmanovich, David, “Los Naufragios de Álvar Núñez”, en Cedomil Goic, Historia y crítica de la literatura, Barcelona, Editorial Crítica, T. I: Época colonial, pp. 135-142, 1988. MORA, Carmen de, Escritura e identidad criollas. Modalidades discursivas en la prosa hispanoamericana del siglo XVIII, Amsterdam/New York, Rodipi, 2001. MÚJICA LAÍNEZ, Manuel, Misteriosa Buenos Aires, Buenos Aires, Sudamericana, 1996. NAVASCUÉS MARTÍN de, Javier, “Monstruos de ultramar y reinos imaginarios en 'Argentina y conquista del Río de la Plata' de Martín del Barco Centenera en Romance Notes, Nº 55, págs.73 – 82, 2015. NAVASCUÉS MARTÍN de, Javier, “Juan Rufo, Alonso de Ercilla y la épica virreinal desde una perspectiva transatlántica” en Creneida, Nº 6 , págs.118 – 145, 2018. NIÑO, Hugo, Primitivos relatos contados otra vez, La Habana, Casa de las Américas, 1978. NOCETTI, Oscar R. y Lucio B. Mir, La disputa por la tierra, Tucumán, Río de la Plata y Chile (1531 – 1822), Buenos Aires, Sudamericana, 1997. NORTHROP, Frye, Anatomía de la crítica, Caracas, Monte Ávila Editores.1991. https://www.unav.edu/web/investigacion/nuestros-investigadores/detalle-publicaciones?publicacionId=98392&titulo=Monstruos%20de%20ultramar%20y%20reinos%20imaginarios%20en%20%27Argentina%20y%20conquista%20del%20R%C3%ADo%20de%20la%20Plata%27%20de%20Mart%C3%ADn%20del%20Barco%20Centenera https://www.unav.edu/web/investigacion/nuestros-investigadores/detalle-publicaciones?publicacionId=98392&titulo=Monstruos%20de%20ultramar%20y%20reinos%20imaginarios%20en%20%27Argentina%20y%20conquista%20del%20R%C3%ADo%20de%20la%20Plata%27%20de%20Mart%C3%ADn%20del%20Barco%20Centenera https://www.unav.edu/web/investigacion/nuestros-investigadores/detalle-publicaciones?publicacionId=194067&titulo=Juan%20Rufo,%20Alonso%20de%20Ercilla%20y%20la%20%C3%A9pica%20virreinal%20desde%20una%20perspectiva%20transatl%C3%A1ntica https://www.unav.edu/web/investigacion/nuestros-investigadores/detalle-publicaciones?publicacionId=194067&titulo=Juan%20Rufo,%20Alonso%20de%20Ercilla%20y%20la%20%C3%A9pica%20virreinal%20desde%20una%20perspectiva%20transatl%C3%A1ntica 240 ÑÍGUEZ BERNAL, Antonio, “La nueva literatura hispanoamericana estado actual y perspectivas” en Universidad Complutense: Departamento de Historia de América Quinto centenario, Nº 13, 1987, págs. 37-96. O’GORMAN, Edmundo, La invención de América: investigación acerca de la estructura histórica del Nuevo Mundo y del sentido de su devenir, México, F. C. E., 1958. OÑORO OTERO, Cristina “Hacia una Retórica (post) contemporánea”, en Interlitteraria, 9, Universidad de Tartu, pp. 288-301, 2004. ORDÓÑEZ DE MONTALVO, Garcí, Las Sergas de Esplandián, Madrid, Doce Calles, 1998. ORTIZ, Fernando, Contrapunteo cubano del tabaco y el azúcar, Madrid, Cátedra, 2002. OVIEDO, José Miguel, Historia de la literatura hispanoamericana, Madrid, Alianza, 1995. pp. 71 – 80. PÁEZ, Enrique, Escribir. Manual de técnicas narrativas, Madrid, Ediciones S. M., 2005, p. 17. PALM, E. B., “España ante la realidad Americana” en Cuadernos Americanos, vol. XXXVIII, núm. 2, 1948, pp. 136 – PALM, E. B., “España ante la realidad Americana” en Cuadernos Americanos, vol. XXXVIII, núm. 2, 1948, pp. 136. PANIAGUA PÉREZ, Jesús ,“Los mirabialia medievales y los conquistadores y exploradores de América” en Estudios humanísticos. Historia, Nº 7, 2008, pp. 139 – 159. PASTOR, Beatriz, Discurso narrativo de la conquista de América, La Habana, Ediciones Casa de las Américas, 1983. PASTOR, Beatriz, El jardín y el peregrino. Ensayos sobre el pensamiento utópico latinoamericano 1492 – 1695, The Netherlands, Rodopi, 1996. PAZ, Octavio, “Conquista y colonia” en Los signos en rotación y otros ensayos, Madrid, Alianza Editorial, 1991, pp. 50-73. PELLICER DOMINGO, Rosa, “Parodia y paradero: Los autonautas de la cosmopista de Julio Cortázar y Carol Dunlop”, en Revista de Humanidades del Tecnológico de Monterrey, México, 17, 33-47. 2004 PELLICER DOMINGO, Rosa, “El viaje a otro mundo en "Una magia modesta" y "De un mundo a otro" de Adolfo Bioy Casares” en El viaje en la literatura hispanoamericana: el espíritu colombino, coordinado por Sonia Mattalía, María Pilar Celma Valero, Pilar Alonso Palomar; Anna Chover Lafarga (col.), Carmen Morán Rodríguez (col.), Nº 2, págs. 761- 774, 2008 PEÑA, Enrique, “Apuntes bio-bibliográficos” en La Argentina. Poema histórico, reimpresión facsimilar de la primera edición [1602], Buenos Aires, Peuser, 1912, pp. 11-52. https://dialnet.unirioja.es/servlet/autor?codigo=1438041 https://dialnet.unirioja.es/servlet/revista?codigo=1551 https://dialnet.unirioja.es/ejemplar/8151 https://dialnet.unirioja.es/servlet/libro?codigo=660476 https://dialnet.unirioja.es/servlet/autor?codigo=512019 https://dialnet.unirioja.es/servlet/autor?codigo=127794 https://dialnet.unirioja.es/servlet/autor?codigo=88552 https://dialnet.unirioja.es/servlet/autor?codigo=88552 https://dialnet.unirioja.es/servlet/autor?codigo=1941565 https://dialnet.unirioja.es/servlet/autor?codigo=553189 241 PÉREZ DE VILLAGRÁ, Gaspar. Historia de la Nueva México, Alcalá de Henares, Luis Martínez Grande, 1610. PÉREZ PARDELLA, Cuando el mundo era de España América era otro mundo, Buenos Aires, Desarrollo Editoria S.R. L., 1992. PIGNA, Felipe, Los mitos de la historia argentina. La construcción de un pasado como justificación del presente, Buenos Aires, Grupo Editorial Norma, 2007. PIÑERO RAMÍREZ, Pedro, “La épica hispanoamericana colonial” en Historia de la literatura hispanoamericana T, I, Luis Íñigo Madrigal (coordinador), Madrid, Cátedra, 1982. PIOSSEK PREBISCH, Teresa, Los hombres de la entrada. Historia de la expedición de Diego de Rojas 1543 – 1546, Tucumán (Argentina), Editorial Edino, 1986. PODERTI, Alicia E., “Hacia la descolonización del discurso femenino: textos ‘escritos’ por mujeres en el Tucumán colonial (siglos XVII y XVIII)”, Cuadernos de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales, Jujui, 2000. POOIE, L. Reginal, Chronicles and Annals, Oxford, Clarendon Press, 1962. POSSE, Abel “La novela como nueva crónica de América: historia y mito” en Karl Kohut (ed.), De conquistadores y conquistados: realidad, justificación, representación, Frankfurt am Main, Vervuert Verlag, 1992, pp. 249-255 POUPENEY HART, Catherine. Relations de I'expédition Malaspina aux confins de I'Enrpire espagnol. L'échec du voyage, Longueuil, Le Preambule, 1987. POUPENEY HART, Catherine, “La crónica de Indias: intentos de tipología” en Revista de Estudios Hispánicos (Universidad de Puerto Rico), 1992, Nº 19, Número especial dedicado a las letras coloniales, pp. 117-126. En [https://ibero2umich.files.wordpress.com/2013/02/poupeney-hart_crc3b3nica-intentos- de-tipologc3ada.pdf] PUPO-WALKER, Enrique, La vocación literaria del pensamiento histórico en América, Desarrollo de la prosa de ficción: siglos XVI, XVII, XVIII y XIX, Madrid, Gredos, 1982. PUPO-WALKER, Enrique, “El relato virreinal” en Pupo-Walker Enrique (coord.), El cuento hispanoamericano, Madrid, Castalia, pp. 55-77, 1995. PUPO-WALKER, Enrique, “Los Naufragios de Álvar Núñez Cabeza de Vaca: notas sobre la relevancia antropológica del texto” en Revista de Indias, 1987, vol. XLVII, n° 181, pp. 755-776. PUPO-WALKER, Enrique, “Pesquisas para una nueva lectura de los Naufragios de Álvar Núñez Cabeza de Vaca” en Revista Iberoamericana, 1987, vol. 53, N° 140, pp.517-539. 242 PUPO WALKER, Enrique, “Sobre el legado retórico en los "Naufragios" de Alvar Núñez Cabeza de Vaca en Revista de estudios hispánicos 1992, Nº 19, (Número especial de 1992 dedicado a las letras coloniales), pp. 179-190, PUPO-WALKER, Enrique, “un imperio cultural en busca de su política”, en Lateinamerika- Studien, 1995, vol. 37, pp. 99-117. PUPO-WALKER, Enrique, Los naufragios, Madrid, Castalia, 1992. RAK, Michele, “Sobre la literatura de entretenimiento” en Criterios, La Habana, 30, VII-91, XII- 91, pp. 196 – 213. RAMA, Ángel, Transculturación narrativa en América Latina, México, Fundación Ángel Rama, 1989. RAMOS TORRE, Ramón (1999): "Homo trágicus." En: Política y Sociedad, (UCM), 30, Madrid: pp. 213-240. RANCIÈRE, Jacques, Los nombres de la historia. Una poética del saber. Buenos Aires, Nueva Visión, 1993. REVELLO, José, “Viajeros, relaciones, cartas y memorias, siglos XVII, XVIII y primer decenio del XIX”, en Historia de la Nación Argentina, REVELLO, José, “Viajeros, relaciones, cartas y memorias, siglos XVII, XVIII y primer decenio del XIX”, en Historia de la Nación Argentina. REYES, Alfonso., Letras de la Nueva España, México, F.C.E., 1948. REYES, Alfonso El Deslinde, México, El Colegio de México, 1944. REYES, Alfonso, La experiencia literaria, Buenos Aires, Losada, 1952. REYES, Alfonso, “La conquista de la libertad”, Obras completas II, FCE, México, 1995, pp. 249-261. RICOEUR, Paul, (1987), “El tiempo contado”, en Revista de Occidente, nº 76, Madrid: 41-64. RICOEUR, Paul, Tiempo y narración. “Configuración del tiempo en el relato histórico”. Vol. I, Madrid, Siglo XXI, 1995. RICOEUR, Paul, Tiempo y narración. “Configuración del tiempo en el relato de ficción”. Vol. II, Madrid Siglo XXI,1998. RICOEUR, Paul, Tiempo y narración. “el tiempo narrado”. Vol. III, Madrid, Siglo XXI, 1996. RICOEUR, Paul, La memoria, la historia, el olvido. Madrid, Trotta, 2003. RIVAS, José Andrés, “El último viaje de Alvar Núñez Cabeza de Vaca” en [http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/el-ultimo-viaje-de-alvar-nunez-cabeza-de- vaca/html/5f8c321c-6a9d-4d0f-895d-e4047235e4c9_2.html] https://dialnet.unirioja.es/servlet/revista?codigo=1165 https://dialnet.unirioja.es/ejemplar/13767 243 RODRÍGUEZ ALCALÁ, Hugo, “Isabel de Guevara escribe su famosa carta, Junio, 1556”, Romances de la conquista, Asunción, Ingrapar, 2000. También en:[ http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/romances-de-la-conquista/html/ff409916- 82b1-11df-acc7-002185ce6064_4.html] RODRÍGUEZ CACHO, Lina, “Historias y experiencias” en Francisco Rico, Historia y crítica de la literatura española, Siglos de oro: Renacimiento, Barcelona, Crítica, 1991, PP, 109 – 123. RODRÍGUEZ, J, C, y A, Salvador, Introducción al estudio de la literatura hispanoamericana, Madrid, Akal, 1994. ROJAS, Ricardo, La literatura argentina. Ensayo filosófico sobre la evolución de la cultura en el Plata, [1917 – 1922.], Buenos Aires, Editorial Kraft, 4 Volúmenes, 1957. ROMERO, José Luis, Sobre la biografía y la historia, Buenos Aires, Sudamericana, 1945. ROSENBLAT, Ángel, La primera visión de América y otros estudios, Caracas, Ministerio de Educación, 1969. SAER, Juan José, El concepto de ficción, Buenos Aires, Ariel, 1998. SAID, Edward, Orientalismo, Traducción de María Luisa Fuentes, Barcelona, Debolsillo, 2002 SAID, Edward, Cultura e imperialismo, Traducción de Nora Catelli, Barcelona, Anagrama, 1996. SAN JOSÉ, Jerónimo de, Genio de la historia, [1651], Edición moderna de Victoria, Ediciones del Carmen, 1957. SÁNCHEZ ALONSO, Benito, Historia de la historiografía española, Madrid, Gredos, 1964. SÁNCHEZ, Alberto, “Los libros de caballerías en la conquista de América” en Anales Cervantinos, VII, 1958, pp, 237-259. SARASA SÁNCHEZ, Esteban, La construcción de una memoria de identidad. El género historiográfico en la Edad Media: de lo europeo a lo hispano, recuperado de [dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/293648.pdf] SCHLICKERS, Sabine, La conquista imaginaria de América: crónicas, literatura y cine. Peter Lang, Frankfurt/M., 2015 SOLOTOREVSKY, Myrna, Literatura paraliteratura. Puig, Borges, Donoso, Cortázar, Vargas Llosa, Ediciones Hispanoamérica, 1988. SULLÀ, Enric (ed.), El canon literario, Arco Libros, 1998. THOMAS, Hugh, El Imperio Español. De Colón a Magallanes, Barcelona, Planeta Historia y sociedad, 2003. 244 TICKNOR, Jorge, Historia de la literatura española, Buenos Aires, Editorial Bajel, 1948, Volúmenes I y II. TIEFFEMBERG, Silvia, Argentina. Historia del Descubrimiento y Conquista del Río de la Plata de Ruy Díaz de Guzmán, (edición crítica, prólogo y notas), Facultad de Filosofía y Letras, UBA, 2012, Edición digital en: [http://publicaciones.filo.uba.ar/sites/publicaciones.filo.uba.ar/files/Argentina.%20Histo ria%20del%20Descubrimiento%20y%20Conquista%20del%20R%C3%ADo%20de%2 0la%20Plata%20de%20Ruy%20D%C3%ADaz%20de%20Guzm%C3%A1n_interactiv o.pdf] TODOROV, Tzvetan, La conquista de América, La cuestión del otro, México, Siglo XXI, 1987. TOPOLSKI, Jerzy, Methodology of Historia, Holland, D. Reidel Publishing Company, 1976. Edicón española, Madrid, Cátedra, 1982. TORO, Mariluz, “La construcción de la alteridad en la Recopilación Historial de fray Pedro Aguado”, Historia y Sociedad, 1997, págs. 117-149. TORRES RAMÍREZ, Bibiano, Álvar Núñez Cabeza de Vaca, Sevilla, Editoriales Andaluzas Unidas, 1990. Tyrrell, W.B., Las amazonas. Un estudio de los mitos atenienses, México, Fondo de Cultura Económica, 1989. UMBOLDT, Alexander von, Viaje a las regiones equinocciales del Nuevo Continente, (2.ª ed.), Caracas-Venezuela, Monte Ávila Editores, 1991. USPENKI, Boris y otros, “Theses of the Semiotic Study of Culture” en Structures of Texts and Semiotics of Culture, Mounton, J. van Der eng y M. Grygar (eds.), 1973, pp. 1– 28. VALBUENA PRAT, Ángel, Historia de la Literatura Española, T. II, Barcelona, Editorial Gustavo Gili, 1981, pp. 75 –94. VARGAS LLOSA, Mario, “Novela primitiva y de creación en América Latina”, en Los novelistas como críticos, Norma Klahn y Wilfrido H. Corral eds., México D.F., Fondo de Cultura Económica, 1991. VÁZQUEZ, Germán y Nelson Martínez Díaz, Historia de América Latina, Madrid, Ediproyectos Europeos, 1990. VEGA, Josefa y otros, Una cronología de Iberoamérica, Madrid, Marcial Pons, 1994. VEGA RAMOS, María José, Imperios de papel. Introducción a la crítica poscolonial, Crítica, 2003. VICENT, Bernard, 1942: el año admirable, Barcelona, Editorial Crítica, 1992. 245 VILLANUEVA, Darío (ed.). Avances en teoría de la literatura: (estética de la recepción, pragmática, teoría empírica y teoría de los polisistemas). Universidad Santiago de Compostela. 1994 VILLANUEVA, Darío (coord.), Curso de teoría de la literatura, Taurus, 1994. VILLAR DÉGANO, Juan Felipe, “Paraliteratura y libros de viajes” en Compás de Letras, N° 7, Madrid, UCM, diciembre de 1995. VILLAR DÉGANO, Juan Felipe, “Antoni Tàpies, memoria personal” en Letras de Deusto, N° 86 (Vol, 30) Enero-marzo 2000, Bilbao, Universidad de Deusto. VILLAR DÉGANO, Juan Felipe, “Compostela y su ángel de Gonzalo Torrente Ballester entre la paraliteratura y la estética”, en Letras galegas en Deusto, Universidad de Deusto, 1991- 2001, pp. 91 – 108. VILLAR DÉGANO, Juan Felipe, “Los errores celebrados de Juan Zabaleta, un tratado dogmático entre el sentido común y el «buen sentido»” en Estudios de Lengua y Literatura, Universidad de Deusto, Bilbao, 1988, pp. 323- 343. VILLAR DÉGANO, Juan Felipe, La mirada del otro. Notas a los recuerdos de viaje por Francia y Bélgica de Don Ramón de Mesonero Romans, Universidad Complutense, Madrid, 1998. VIÑAS, David, Literatura argentina y realidad política, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1982. WHITE, Hayden, El texto histórico como artefacto literario. Buenos Aires, Paidós, 2003. WHITE, Hayden, El contenido de la forma, Barcelona, Paidós, 1992. WHITE, Hayden, Metahistoria, la imaginación histórica en la Europa del siglo XIX, México, Fondo de Cultura económica, 1992. ZAPATA GOLLÁN, Agustín, Mito y superstición en la conquista, Buenos Aires, Eudeba, 1963. ZEA, Leopoldo (Comp.), El descubrimiento de América y su sentido actual, México, Instituto Panamericano de Geografía e historia, F. C. E, 1991. VALCÁRCEL MARTÍNEZ, Simón: Las crónicas de Indias como expresión y configuración de la mentalidad renacentista, Granada, 1997 VV. AA, Historiadores de Indias, Selección, estudio preliminar y notas de Germán Arciniegas, Barcelona, Instituto Gallach, S/ D. VV. AA, “Los cronistas de Indias” en Historia de la literatura, Fascículo 61, Madrid, Hispamérica, 1983. VV. AA, Más allá del boom, literatura y mercado, México, Marcha Editores, 1981. VV. AA. Historia de la literatura argentina. T. 1 Desde la Colonia hasta el Romanticismo, Buenos Aires C.E.A.L., 1986, (19679). 246 247 Resumen / Summary Resumen de la tesis titulada Crónicas de Indias entre la historia y la literatura: las crónicas sobre el Río de la Plata La presente tesis se centra en el análisis de las crónicas de Indias sobre el Río de la Plata consideradas como parte de los géneros paraliterarios por su carácter híbrido. El corpus propuesto es el siguiente, conformado por crónicas propiamente dichas, relatos, informes, cartas, relaciones e incluso poemas históricos como: Romance elegíaco de Luis de Miranda [1537] Viaje al Río de la Plata de Ulrico Schmidl [1567], Argentina de Luis del Barco Centenera [1602], La Argentina de Ruy Díaz de Guzmán [1836], Naufragios y Comentarios de Álvar Núñez Cabeza de Vaca [1555] y la Carta de Isabel de Guevara [1556] para mostrar el abanico de subgéneros que se pueden encontrar relacionados con una sola región y cómo en estos textos, aunados por el referente, el espacio y una historia común que comienza a entretejerse se cuelan tanto lo histórico, lo institucional y la subjetividad que permite encontrar literariedad en textos institucionales o la historicidad en textos literarios. Se parte de la pregunta inicial ¿Dónde situar las crónicas de Indias teniendo en cuenta las tradicionales y convencionales áreas genéricas Épica, Lírica, Dramática y Didáctica? El enfoque considera no solo lo literario sino también lo discursivo y por eso se incluye tanto al sujeto europeo, como a los criollos, mestizos, mujeres e indígenas, es decir individuos alejados de la ideología imperial dominante en la época de producción de las obras propuestas. El cuerpo de la tesis se divide en dos partes. En la primera, la introducción, el concepto de paraliteratura, el contexto histórico del corpus, y los mitos propios del imaginario del siglo XVI. En la segunda parte se analizan las crónicas en verso y luego las obras en prosa. Finalmente, las conclusiones que pretender relacionar las crónicas con la paraliteratura por sus características: el hibridismo, la mezcla de la literatura y la historia, el objetivo personal de cada autor, y la relación con los viajes por la descripción de un itinerario y la fuerza del “Yo”, de la presencia del autor en cada una de las obras. Summary of the PhD work entitled Chronicles of the Indies between History and Literature: the Chronicles on the Río de la Plata This thesis focuses on the analysis of the chronicles of the Indies on the Río de la Plata considered as part of the Paraliterary due to their hybrid nature. The proposed corpus is 248 the following, consisting of own Chronicles, History, Reports, Letters, Relationships and even Historical poems such as: Elegiac Romance of Luis de Miranda [1537] Journey to the River Plate of Ulrico Schmidl [1567], Argentina of Luis del Barco Centenera [1602], La Argentina de Ruy Díaz de Guzmán [1836], Shipwrecks and Comments by Álvar Núñez Cabeza de Vaca [1555] and the Isabel de Guevara Letter [1556] to show the range of subgenres that are due The History and subjectivity that allows to find Literature in texts and historicity in texts. Literary What does it consist of? Where are the chronicles of the Indies considering the traditional and generic areas Epic, Lyric, Dramatic and Didactic? The approach considers not only the literary but also the discursive and why it is included both as a European subject, as creoles, mestizos, women and indigenous people, that is, individuals away from the dominant ideology at the time of production of the proposed works. The body of the thesis is divided into two parts. In the first, the introduction, the concept of Paraliterature, the historical context of the corpus and the myths of the 16th century imaginary. In the second part, the Chronicles are analyzed in verse and then the prose works. Finally, the conclusions that the Chronicles intend to relate to the Paraliterature due to their characteristics: hybridism, the mixture of Literature and History, the personal objective of each author, and the relationship with travel by describing an itinerary and strength of "I", of the author's presence in each of the works. Tesis Gabriela Esther Fariñas Maciel PORTADA CONTENIDO INTRODUCCIÓN PRIMERA PARTE CAPÍTULO I: BREVE RESEÑA HISTÓRICA DEL RÍO DE LA PLATA CAPÍTULO II: CARACTERÍSTICAS DE LA PARALITERATURA CAPÍTULO III: ASPECTOS, CUESTIONES Y PROBLEMAS DE LA CRÓNICA INDIANA CAPÍTULO IV: LOS MITOS DE LA CONQUISTA Y EL IMAGINARIO EN LA CRÓNICA INDIANA SEGUNDA PARTE CAPÍTULO V: LA CRÓNICA EN VERSO CAPÍTULO VI: LA CRÓNICA EN PROSA CONCLUSIÓN BIBLIOGRAFÍA CORPUS CRÓNICAS DE INDIAS AJENAS AL CORPUS BIBLIOGRAFÍA GENERAL RESUMEN/SUMMARY