FACULTAD DE GEOGRAFÍA E HISTORIA MÁSTER UNIVERSITARIO EN ESTUDIOS AVANZADOS DE MUSEOS Y PATRIMONIO HISTÓRICO-ARTÍSTICO TRABAJO FIN DE MÁSTER EL MUSEO NACIONAL DE CIENCIAS NATURALES DE MADRID DURANTE EL PRIMER FRANQUISMO (1939-1951) THE NATIONAL MUSEUM OF NATURAL SCIENCES OF MADRID DURING THE FIRST FRANCOISM (1939-1951) AUTOR: Alba Lérida Jiménez TUTOR: Helena Pérez Gallardo y José María López Sánchez Departamento de Historia del Arte Madrid, Junio de 2021 El Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid durante el primer franquismo (1939-1951) The National Museum of Natural Sciences of Madrid during the first francoism (1939-1951) RESUMEN Los museos de historia natural han vivido una gran transformación a lo largo de su historia, consolidándose hoy en día como verdaderos centros de cimentación social. El caso concreto del Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid no ha sido una excepción. A continuación, se pretende llegar a dicha idea, analizando una época clave de este Museo, la Posguerra Española, y las consecuencias que esta ha podido ocasionar. Se trató de una época en la que acontecieron grandes pérdidas de material, cambios adminsitrativos, depuraciones de personal y, en definitiva, una sensación generalizada de desinterés y vorágine El inicio de esta etapa de oscuridad se alejó del ambiente modernizador que se venía fraguando durante la Edad de Plata y, en definitva, paralizó rotundamente la actividad científica y museográfica de la institución. PALABRAS CLAVE: Museo Nacional de Ciencia Naturales, Historia Natural, colecciones, ciencia, franquismo, Instituto José de Acosta, museografía. ABASTRACT Natural history museums have undergone a great transformation throughout their history, consolidating today as true centers of social foundation. The specific case of the National Museum of Natural Sciences in Madrid has not been an exception. Next, it is intended to arrive at this idea, analyzing a key period of this Museum, the Spanish Post- War period, and the consequences that this could have caused. It was a time in which there were great losses of material, administrative changes, personnel purges and, ultimately, a generalized sense of disinterest and vortex. The beginning of this stage of darkness moved away from the modernizing environment that had been forging during the Silver Age and, in short, completely paralyzed the scientific and museum activity of the institution. KEY WORDS: National Museum of Natural Science, Natural History, collections, science, Francoism, José de Acosta Institute, museography. Líneas de Investigación: La principal línea de investigación es la Historia del coleccionismo natural, la historia de la ciencia y museografía. ÍNDICE INTRODUCCIÓN ............................................................................................................ 1 Estado de la cuestión ................................................................................................... 6 Templos Natura: Tratamiento de los Museos de Ciencias Naturales. Coleccionismo en Historia Natural ................................................................................................... 7 La cimentación de un nuevo discurso histórico sobre las ciencias naturales en España ..................................................................................................................... 11 Aproximación al objeto de estudio: MNCN durante el primer franquismo (1940- 1951) ........................................................................................................................... 18 Depuración política e intelectual dentro de la institución ...................................... 19 Nuevo organismo que conjuga ciencia y catolicismo: creación del CSIC y su relación con el MNCN............................................................................................. 26 Desarrollo administrativo del Museo tras la contienda. Desmembramiento del Museo: El Instituto José de Acosta, el Instituto Lucas Mellada y el Instituto de Entomología ............................................................................................................ 30 Tratamiento de la colección y de las exposiciones ................................................. 38 Protección de la colección del MNCN durante la Guerra Civil ............................. 39 Devoluciones de las colecciones incautadas, nueva organización de la colección y exposiciones ............................................................................................................ 45 Sobre la colección de aves y mamíferos del MNCN ............................................... 51 CONCLUSIONES .......................................................................................................... 55 BIBLIOGRAFÍA ............................................................................................................ 59 ANEXOS ........................................................................................................................ 64 1 INTRODUCCIÓN “Los Museos de Historia Natural no se componen hoy, como hace un siglo, de colecciones de objetos raros o extraños, producto de la Naturaleza o del Arte, sin más conexión que la de hallarse reunidos por su rareza y expuestos al público para excitar la curiosidad o la admiración, sino que, juntándose en los dichos Museos producciones o seres naturales, todos se exponen sistemáticamente para dar a conocer relaciones de origen o procedencia con que se demuestran los fenómenos naturales, procurando al mismo tiempo hacer resaltar la utilidad o la aplicaciones a que pueda dar lugar lo prestado, con lo cual es evidente que se trata de conseguir que todo país busque prosperidad en el conocimiento y acertado empleo de sus producciones naturales.” […] Discurso de Ignacio Bolívar, Director del Museo Nacional de Ciencias Naturales, en su entrada a la Academia de las Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, 20 de julio de 1915 El Museo de Ciencias Naturales ha desarrollado a lo largo de su historia un devenir muy concreto y, se podría aseverar, muy diferente al resto de instituciones; marcado por las intensas idas y venidas en su ubicación, por las pérdidas que estas han ocasionado, por el gran abandono que, durante mucho tiempo, tuvieron sus colecciones y por la desatención a las condiciones de la institución, en términos museográficos y científicos. Nos hemos encontrado, en definitiva, con el relato de un centro que ha tenido que sobrevivir a pesar de todas estas carencias, pero que ha sabido aprovechar también sus mayores logros, sus mentes excepcionales y sus épocas de esplendor y gloria, enmarcados, gran parte de ellos, en el contexto de la Edad de Plata. La Guerra Civil Española, sin embargo, trajo consigo un periodo de intensa depresión científica que implicó el punto final a un entramado científico que se había ido fraguando merced a la Junta para Ampliación de Estudios. El régimen franquista instauró un nuevo concepto de ciencia y arte, cuyos principios se basaban en la fe, en el tradicionalismo y nacionalismo, bases que se implantaron en la mayoría de instituciones académicas o científicas, fueran de la condición que fueran. Ignacio Bolívar, director del Museo de Ciencias Naturales entre 1901-1939, atestiguó ya en los inicios del siglo XX, a través de sus palabras en el discurso dado con motivo de su entrada a la Academia de las Ciencias Exactas, Físicas y Naturales el 20 de julio de 1915, el cambio producido en la concepción de los Museos de Historia Natural, dejando a un lado ese matiz de exotismo, de repositorio y de curiosidad, y dando paso a una actividad sistemática, divulgadora y a un conocimiento mucho más preciso del origen de las especies que nos rodean, en un marco donde todo se encuentra en constante discusión y diálogo. Esta idea supondrá el punto de partida de nuestra disertación y hará que en el 2 transcurso de la misma nos planteemos cuestiones tales como la naturaleza y la cantidad de material que han presentado los Museos de Historia Natural, así como el patrimonio histórico-artístico que albergan estas colecciones y las relaciones que pueden existir entre estos mundos dispares pero complementarios, tales como son la ciencia, el arte y la historia. Las páginas aquí presentadas han sido el resultado de un proceso de estudio y elaboración modesto pero esforzado, diseñado para llevar a cabo una investigación lo más sólida posible acerca del desarrollo del Museo durante el primer franquismo y su pertinente tratamiento de las colecciones y exposiciones. El principal objetivo de este ha sido identificar y analizar las diferentes vías de investigación que existían de antemano sobre el tema; examinar los conceptos claves que se deben abordar para un buen estudio y, del mismo modo, intuir cuáles son algunos de los vacíos historiográficos y puntos más débiles que aún no están lo suficientemente trabajados y que hacen más o menos completo el asunto en cuestión. Nuestro propósito se centra en estudiar el Museo de Ciencias Naturales, previa contextualización, entre 1940 y 1951, años en los que José Ibáñez Martín dirigía el Ministerio de Educación Nacional y fue Presidente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, organismo al que quedó adscrito el Museo tras la guerra.. Concretamente la etapa más agitada de la primera posguerra, en la que la política del régimen siguió los preceptos más ortodoxos del nacionalcatolicismo, y que continuaron vigentes hasta bien entrada la década de los años cincuenta. El tema que hemos abordado, enmarcado en esta cronología, no ostenta una gran producción historiográfica previa, por lo que nos hemos visto en la necesidad de ampararnos bajo el análisis de las fuentes primarias encontradas en diferentes archivos, lo que nos ha permitido también encauzar nuevas líneas de investigación hasta ahora poco conocidas. Es preciso hacer mención a las fuentes administrativas, ya que constituyen una base fundamental en nuestra tesis. El estudio y análisis de todas ellas es imprescindible para conocer las peculiaridades y características de cada una de las instituciones, de la legislación vigente en aquel momento y, sobre todo, de las relaciones entre ellas y de la potestad ejercida por las autoridades académicas del régimen. Traemos a colación en primer lugar, el archivo del Museo Nacional de Ciencias Naturales donde están depositados el grueso del fondo documental que hemos necesitado; a través de este se extrae la información necesaria (tanto administrativa como histórica) para reconstruir la historia del Museo antes de la guerra -con sus donaciones, sus incorporaciones en 3 plantilla, etc.-, durante la guerra -mediante informes, expedientes, telegramas- y en época posterior -en relación al nuevo desarrollo museístico-.Todo lo concerniente a la historia de la institución se encuentra aquí. Sus fondos se presentan esenciales para desgranar el desarrollo de la historia natural y de las ciencias naturales, así como de sus personajes más relevantes. Aunque los fondos archivísticos del Museo son los fundamentales y cobran especial importancia a la hora de realizar el análisis museístico posbélico, es cierto que nuestra vinculación directa con el estudio de la creación del CSIC y su adscripción al Instituto José de Acosta nos hace centrarnos en otro de los archivos referentes donde encontrar los fondos históricos del CSIC conservados en el Archivo General de la Administración (AGA) situado en Alcalá de Henares. En los fondos procedentes de la secretaría general, así como en las cajas que conforman su fondo histórico pueden encontrarse los datos básicos para la reconstrucción administrativa del Museo y de los institutos que se conformaron, en nuestro caso nos hemos ocupado a conciencia con cualquier información sobre el Instituto José de Acosta, nombre con el que se hace referencia al propio Museo Nacional de Ciencias Naturales. La investigación de estos fondos nos ha permitido diseñar relaciones del personal, recogidas a través de las nóminas de todos los años estudiados, así como analizar los datos anuales presupuestarios del CSIC y el porcentaje concreto de dinero que proporcionaba al Instituto José de Acosta. En última instancia, debemos destacar una fuente complementaria que es el Boletín Oficial del Estado (BOE), repositorio donde se publicaron todas las leyes y disposiciones del gobierno. Más alejado de lo administrativo, destacamos el Fondo Personal de José Cuatrecasas en Archivo del Real Jardín Botánico, donde encontramos un gran número de correspondencia que informa sobre los más relevantes acontecimientos de los últimos años de guerra y los inicios del exilio. Se hace referencia a numerosos naturalistas y personajes relevantes dentro del mundo científico-natural, destacando José Cuatrecasas, Ignacio Bolívar y Cándido Bolívar. Con estos estos documentos hemos trazado un discurso concreto que deriva en tres capítulos bien diferenciados: en primer lugar se hará un breve recorrido sobre, lo que hemos llamado, los Templo Natura: tratamiento de los Museos de Ciencias Naturales. En él se hará un estudio, de forma global y en el tiempo, sobre los inicios del coleccionismo de historia natural y cómo su desarrollo, a través de las diferentes prácticas de recolección, conservación e interpretación, ha llevado a crear verdaderos templos con colecciones científicas inigualables . Nos basaremos en la concepción de la collection history, que se 4 ha constituido como un campo con identidad propia y que comienza a considerar estas prácticas como procedimientos complejos que han sido inherentes al ser humano. De forma paralela se tratará este asunto en el ámbito español, destacando la creación del gabinete regio y el proceso de cimentación de un nuevo discurso histórico sobre las ciencias naturales en nuestro país. El siglo XX, fue fundamental para crear una nueva andadura y consolidar una política científica que se opuso al academicismo y cuyos principios estaban en consonancia con la recién creada Junta para Ampliación de Estudios. El nuevo discurso sobre la ciencias naturales en España tuvo su mayor encarnación en el Museo Natural de Ciencias Naturales, que vivió una de sus etapas más brillantes en los Altos del Hipódromo bajo el mando de Ignacio Bolívar. Una época de publicaciones, de avances y modernización, de independencia y autonomía con respecto a la universidad y su carácter encorsetador, y sobre todo, de fomento de la labor de investigación, especialización y divulgación científica. Este desarrollo previo a la Guerra, se plantea para analizar a posteriori las diferencias y los cambios producidos en el Museo a partir del año 1939. El segundo capítulo del trabajo se centrará en la propia aproximación al objeto de estudio, que se fundamenta en el desarrollo histórico-artístico del Museo de Ciencias Naturales durante el primer franquismo (1940-1951), dividido a su vez en tres subapartados. Los estudios que se llevan a cabo en este capítulo versan en torno a la depuración política e intelectual que se produjo en la institución a partir del año 1939, siendo Filiberto Díaz Tosaos el encargado de llevar a cabo esta estremecedora labor, encontrando todos los expedientes depuradores en el archivo del Museo; Se hace especial hincapié, además, en la conjugación entre ciencia y catolicismo y en la puesta en juego de toda aquella infraestructura de investigación que se había ido fraguando y que quedó representada, según las nuevas exigencias ideológicas, primero en el Instituto de España, y más tarde en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas; en última instancia nos centraremos en el desarrollo administrativo del Museo en estos años, analizando el desmembramiento del Museo en los diferentes institutos: El instituto José de Acosta, el Instituto Lucas Mellada y el Instituto de Entomología. Como se ha avanzado con anterioridad, la metodología utilizada, se basará, en gran parte, en estudiar las fuentes de carácter administrativo destacando los libros de cuentas anuales, los oficios y correspondencias, así como las nóminas. 5 El último de los puntos a tener en cuenta abordará el aspecto más puramente museístico, relacionado con la actividad curatorial, con la colección y la exposición de piezas. Se realizará un recorrido cronológico, iniciando el capítulo con la protección de la colección del MNCN durante la Guerra Civil (1936-1939) y con el análisis de las diferentes incautaciones, así como los movimientos constantes de la colección y el definitivo traspase a Valencia. Asimismo, nos centraremos en las posteriores devoluciones de las colecciones incautadas, que formaron verdaderos tesoros y que pertenecieron al duque de Medinaceli, a Fernández de Villota, a Luis de Olivares, al vizconde de la Armería, a los Urquijo, etc., lo que mapeará la situación, en cuanto a la colección se refiere, del Museo a partir de 1939, asistiendo a sus pérdidas, su rendimiento, a las exposiciones y a las nuevas donaciones. En último lugar traeremos a colación el caso concreto de las colecciones de Aves y Mamíferos del MNCN (1940-1951), una de las más importantes del Museo que contó con varias adaptaciones y reubicaciones. A modo general nos plantearemos, en todo este episodio, cómo fue la producción museográfica del momento y si el Museo contaba con los medios adecuados y el personal especializado para un buen desarrollo de la colección. Nos cuestionaremos de forma permanente y a lo largo de todo el trabajo, el debate inherente a estas colecciones donde entran en escena las variantes expositivas y científicas. 6 CAPÍTULO PRIMERO Estado de la cuestión Durante los dos últimos siglos no han sido pocos los obstáculos y dificultades que ha habido en España para poder desarrollar una política científica que pudiera responder a los retos del país, tanto en docencia como investigación. El caso de las ciencias naturales no ha sido una excepción y, si bien es cierto que no carecemos de una tradición de investigación y docencia en estas materias, también lo es el hecho de que han estado posicionadas en un nivel, quizás, insignificante o subordinado a lo largo de su historia. El Estado no centró suficientemente sus esfuerzos en dicha materia, y careció de un instrumento útil y eficiente que garantizase la materialización de un discurso y una política científica moderna; Francisco Giner de los Ríos apuntó que el atraso científico español estaba causado por la falta de contacto con Europa; y al menos así ocurrió hasta el primer tercio del siglo XX (García Madrazo, 2003: 51). Esta época supuso un punto de inflexión para las ciencias naturales, un nuevo comienzo, una verdadera transformación que tuvo una repercusión histórica, tanto por su progreso científico como institucional; dos evoluciones que se fraguaron en la Junta para Ampliación de Estudios1 y que supusieron la construcción de un nuevo discurso moderno sobre estas ciencias en nuestro país. En general la historia de las ciencias naturales en España se ha ligado íntimamente con el desarrollo y la evolución de su institucionalización merced a la creación del Gabinete de Historia Natural y del Real Jardín Botánico allá por los tiempos de Carlos III. El primero terminó por dar lugar al Museo Nacional de Ciencias Naturales2. Los relatos que se ofrecen en torno a ambas instituciones se han presentado siempre como tristes y desmembrados y, a través de sus líneas se ha podido entrever e intuir esa expresión melancólica y lánguida de lo que pudo ser y no fue. Además, en esta narración no sólo irrumpe la relevancia de la ciencia y de sus museos, sino la de aquellos protagonistas, científicos, investigadores, etc., que, a pesar de tener la férrea intención de cambiar y mejorar todo este panorama deficiente, fueron menospreciados y maltratados por gran parte de los estamentos oficiales. Todos estos personajes lograron que la ciencia y sus centros sobrevivieran en sus tiempos más difíciles, y es algo a lo que se nos hace necesario atender. 1Conocida también como “JAE” 2A partir de ahora nos dirigiremos al Museo Nacional de Ciencias Naturales como MNCN 7 El estudio de los museos de ciencias naturales y de sus colecciones presentan claves para entender la importante y desconocida labor que tienen de cimentación social, buscando profundizar en los conocimientos de la tierra y en la gestión responsable del medio ambiente. A través de sus exposiciones, sus estudios y sus programas de divulgación, difunden y popularizan el conocimiento científico y con ello asisten a la concienciación de la sociedad frente a los problemas que desarrolla la preservación de nuestro mundo y de nuestras culturas. Es triste que nuestro caso madrileño, a diferencia de otros a nivel internacional, haya tenido que afrontar - según qué épocas - un lamentable estado de deterioro y una falta considerable de estudio y vacío historiográfico. Sorprende que tras tan azarosa historia de abandono, expolio y pérdidas de fondos, esta institución haya sobrevivido y todavía conserve una colección tan sólida como la que tiene a día de hoy. No hay justificación alguna que dé cuenta de las etapas históricas más dolorosas, simplemente la explicación radica de la indiferencia de la sociedad española con respecto a la ciencia o la política científica y la indisimulada desidia de no pocos gobiernos que en tan baja estima han tenido a estos proyectos. Nuestro trabajo, precisamente, comienza aquí, por cuestionarnos estos tratamientos, la manera de entender y estudiar las colecciones naturales y la proliferación o decadencia historiográfica entorno a estas cuestiones. Templos Natura: Tratamiento de los Museos de Ciencias Naturales. Coleccionismo en Historia Natural El coleccionismo ha sido un proceso y una técnica inherente al ser humano y a todas las culturas a lo largo de la historia. Coleccionismo y coleccionista han sido dos aspectos fundamentales de la modernidad en Occidente y, tanto la historia de la ciencia como la historia cultural, en general, han atendido al estudio de estos rasgos. Se ha ido fraguando en la sociedad la significación de la práctica recolectora relacionada a la configuración de colecciones científicas y, por ende, con el desarrollo institucional de los museos de Historia Natural. Este asunto ha afianzado, per se, un campo de estudio con identidad propia, conocida como Collecting History. Un estudio que asume su relevancia gracias al gran número de obras que incluyen como objeto de análisis las prácticas de recolección científica tratado como un fenómeno complejo y dinámico. Destacan obras como la Pomian (1990); Kholer (2006); Marples y Pickering (2016) o, en el ámbito español, la de González Bueno y Baratas Díaz: Museos y colecciones de Historia Natural: 8 investigación, educación y difusión (2013), donde se explica de forma muy didáctica y detallada todo lo concerniente al coleccionismo en estos “templos natura”, refiriéndose a los museos de historia natural y su actividad en torno a estas colecciones; sin duda, un pilar sobre el que apoyaremos nuestro discurso en este primer capítulo. La génesis del Estado Moderno en Europa conllevó la creación de una incipiente élite social que se encargaría de fomentar toda esta actividad. El coleccionismo supuso para todos ellos una nueva manera de aumentar su prestigio y su nivel social. Algo que deja intuir el matiz extraordinario que buscaban los coleccionistas, es el nombre por el que conocemos a estas colecciones, “gabinetes de maravillas”, donde lo primordial era la exposición de lo extraordinario, el impacto y el espectáculo de la Naturales, por encima de cualquier aspecto analítico (Hernández Martín, 2014: 1-2). Atendiendo a su evolución, se debe destacar cómo a lo largo del siglo XVI, el descubrimiento de la naturaleza del Nuevo Mundo, conllevó a presenciar la aparición de gabinetes de “especialista”, donde se conservó y se estudió, entre otros muchos asuntos, por ejemplo, las nuevas semillas desconocidas en Europa, diferentes antigüedades del mundo precolombino o incluso la fisionomía de la aves americanas (Baratas y González, 2013: 10). Todo ello se comenzó a introducir en estos nuevos entornos y se relacionaron con la construcción de una nueva figura: la del científico y estudioso de la Historia Natural; el interés pasó de ser personal, aristocrático y privado, a ser un conocimiento amplio mucho más especializado. (Baratas y González, 2013: 13). Adalgisa Lugli destaca en su obra Naturalia et mirabilia: il collezionismo enciclopedico nelle Wunderkammern d’Europa algunos de estos gabinetes que contaron con gran importancia y que se ubican todos ellos en la Península Itálica: Gabinete de Francesco Calceolari (1521-1609), situado en Verona; Ulisse Aldrovandi (1522-1593), en Bolonia; o Michele Mercati (Lugli, 2005: 247). Concretamente el Gabinete de Calceolari guardó diferentes objetos y especímenes que hoy se conservan en el Museo Civico di Storia Naturale de Verona El desarrollo de estos lugares fue, cada vez, más complejo y peculiar y ocasionó la contratación de técnicos especialistas, que se encargaron de la conservación de sus colecciones y de su custodia, al mismo tiempo que se instaba al estudio y enriquecimiento de la misma. A lo largo del siglo XVII encontramos un nuevo oficio, el de responsable de la colección, que no es más que una señal de modernización y especialización que sobreviene durante la “Revolución científica”. A partir de la segunda mitad del siglo XVIII, la exhibición de todos estos tesoros al público dieron inicio a una nueva 9 concepción educativa, donde los horizontes se ampliaron y el conocimiento científico se popularizó y difundió, algo que hoy en día sigue suponiendo un objetivo y principio fundamental de los museos de Historia Natural (Baratas y González, 2013: 10). En España, de forma paralela a este auge ilustrado científico, económico y artístico, debemos tener en cuenta el comienzo de la actividad llevada a cabo en instituciones como las Reales Academias, Observatorios y la continuación y ampliación de los viajes que se realizaban a ultramar. Todo ello sucedía a la par y en consonancia con el creciente e intenso desarrollo y progreso de las Ciencias Naturales en Europa; unos estudios que ya requerían de un método: clasificación, recolección, investigación y conservación de todos los ejemplares. Nuestro país destaca en todo este entramado con las colecciones de vegetales, animales y minerales, que fueron los orígenes del Real Gabinete de Historia Natural. Los primeros Reales Gabinetes que se crearon, tenían como germen una o varias colecciones privadas; así ocurre, por ejemplo, en el mundo anglosajón y la importante donación que hizo en 1675 Elías Ashmole de sus colecciones a la universidad de Oxford, origen de la creación de 1683 del Ashmolean Museum, considerado como el primer museo de Historia Natural de carácter pedagógico. Lo mismo ocurrió en nuestro caso, que fue consolidado a instancias de la colección privada de Pedro Franco Dávila (1711- 1786). Sin embargo, fue Carlos III, con los sabios consejos de sus más cercanos asesores y ministros, quién favoreció aquella colección, ordenando la creación y el establecimiento de esta institución en Madrid en 1771. La comprensión entre ambos personajes, hizo que, en aquellos primeros años, el Gabinete creciera y mejorara de forma considerable (Calatayud, 1988: 11). El Real Gabinete español se ubicó en el piso alto del Palacio de Goyaneche y, compartía espacio con la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Su historia, presenta numerosos contratiempos y vacíos que han condicionado muchísimo su progreso como institución (Barreiro, 1992: 61). De todo ello nos informa Mª Ángeles Calatayud la que fuera Jefe de del Archivo del MNCN, especializada en la biografía de Franco Dávila, que se ocupó de llevar a cabo una ordenación, clasificación y estudio extraordinario de los documentos, que plasmó en sus numerosos catálogos razonados; catálogos que hoy en día siguen siendo de utilidad para cualquier usuario e investigador del Museo. Su impecable trabajo marcó el inicio de una reconstrucción histórica y museológica fundamental, que no ha hecho sino enriquecer el recorrido del MNCN (Calatayud, 1987: 12) . 10 Además de las potencias ya mencionadas, en el ámbito del coleccionismo natural, se debe destacar cómo en la mayoría de las cortes europeas ilustradas se fundaron, al menos, un gabinete regio y, asimismo, un Real Jardín Botánico, lo que suponía un verdadero símbolo de poder, prestigio y aproximación al pueblo -aunque este acercamiento fuera un tanto inexacto- de los tesoros naturales y su diversidad. Durante las últimas décadas del siglo XVIII y primeras del XIX, los países desarrollados decidieron acometer estas empresas; proyectos de mejora y modernización de los edificios que albergaban las colecciones de historia natural. Anecdótico resulta el caso francés, cuyo gobierno revolucionario de 1789 transformó el Palacio Real en museo público (lo que hoy conocemos como Museo del Louvre). Al poco tiempo se decidió fusionar las colecciones del Jardin du Roi, junto con las colecciones de historia natural bajo una misma institución: El Museum Nationale d’histoire Naturelle. Este museo ha servido como centro de difusión de las enseñanzas de Ciencias Naturales. La mayoría de obras y autores muestra que en estos templos natura, se debe considerar que su definición está íntimamente ligada a dos roles fundamentales: la difusión del conocimiento y el cuidado de los materiales que son los testigos de la investigación científica y que deben conservarse como parte intrínseca de la actividad investigadora. El siglo XIX resultó igualmente determinante como momento clave del progreso y la modernización de las colecciones de todo tipo, incluidas las de historia natural. La creciente abundancia de medios, periódicos, revistas, investigaciones, etc., tiene una clara relación con la evolución de los museos. Durante todos estos años, los museos se habían consolidado como “grandes templos” de conocimiento e investigación dedicados a los especialistas, con cierta exclusividad; ahora bien, en este cambio de siglo, comenzaría a incluirse un matiz mucho más social, con un público más abierto dispuesto a deleitarse con todo tipo de objetos, herramientas modernas y tecnológicas o artilugios como “lagartos terribles”, a los que la iconografía había dado ya cierta relevancia a través de la publicación y la impresión de sus documentos (Baratas, 2004: 174). En este contexto cabe mencionar la importancia que detentaron las exposiciones universales, que marcarían un antes y un después en la tendencia del coleccionismo natural. Estas exposiciones fueron grandes eventos globales que favorecieron y dieron un gran giro a la interpretación social, cultural y artística del mundo (Blom, 2010: 21). Dedicados a encontrar soluciones a los desafíos fundamentales de la sociedad, ofrecieron desde el primer momento “un viaje” a través de diversas actividades y ejercicios inmersivos (Bureau Internarnational des 11 Expositions, 2020). En estos grandes eventos tuvieron lugar la presentación de numerosas innovaciones industriales y tecnológicas, y se organizaron a la manera de un museo y una exposición temporal donde agruparon los productos, no con un fin comprador, sino con una finalidad expositiva donde dar a conocer el perfeccionismo logrado, alcanzado a través de los novedosos medios, con un propósito también de marcado carácter nacional (Bourdón Fernández, 2020: 44). El ejemplo que todos conocemos es la Gran Exposición llevada a cabo en Londres en 1851, para la cual se construyó el grandioso edificio de acero y cristal, el Cristal Palace. Una vez terminada la exposición, los espacios construidos, fueron reutilizados como depósitos de las obras de Historia Natural Este modelo fue desarrollándose poco a poco; la interacción del público con los investigadores, las nuevas aportaciones, estudios y los testigos materiales inspiraron la creación de instituciones centradas en la ciencia más pura (science centers, Museos de Ciencia y Tecnología, etc.). La difusión de la ciencia mediante la participación activa del público es, hoy en día, algo fundamental. Destaca, por antonomasia, el Exploratorium de San Francisco que, instalado en 1969, ha supuesto un verdadero ejemplo que se ha generalizado a lo largo del siglo XX (Exploratorium, 2020). En definitiva, en estas líneas se ha venido, indirectamente, dejando claro el inigualable patrimonio histórico-artístico y científico que albergan estos museos. En este sentido la vinculación entre arte y ciencia es evidente y, en ningún caso, cabe menospreciarlo. A día de hoy en estos se debe tratar, por un lado, la parte expositiva, y por otro, la división de conservación e investigación como parte de un mismo conjunto. Ambos asuntos, junto con la difusión, educación, etc., resultan imprescindibles para entender el nuevo coleccionismo natural y los nuevos museos. Este tipo de centros cuenta con una labor divulgativa fundamental y propone un nuevo papel promotor de la conciencia social, ambiental y cultural. De la misma manera, no se puede olvidar el componente académico- investigador, así como la custodia de sus ejemplares, su herramienta docente, la naturaleza como testimonio directo de la investigación, etc. Un museo preparado para los nuevos horizontes, que destaque en este siglo XXI debe tener bien equilibrados todos estos pilares sobre los que se apoya. El desajuste de uno u otro provocaría que este tipo de instituciones no expusiera su mejor versión. La cimentación de un nuevo discurso histórico sobre las ciencias naturales en España 12 Las primeras décadas del siglo XX fueron determinantes para crear en España una nueva andadura; para consolidar una conciencia científica que se estaba fraguando y para establecer -algo que en Europa ya se venía haciendo tiempo atrás, asumiendo el conocimiento de la sistemática clásica: Linneo, Buffon y Cuvier- un nuevo discurso histórico sobre las ciencias naturales en nuestro país (López-Ocón Cabrera, 1999: 411- 413). Este relato arranca desde la ya mencionada creación del Gabinete de Historia Natural por Carlos III y por la inauguración del Real Jardín Botánico de Madrid por Fernando VI, así como las diversas expediciones que se realizaron al continente americano. Una de las principales obras que nos relata todo lo concerniente a esta nueva construcción y cimentación social y científica es La Lucha por la Modernidad de Luis Enrique Otero Carvajal y José María López Sánchez (2012). En ella se hace una descripción las vicisitudes políticas e históricas que atravesó la política científica en España durante el siglo XIX, marcada por un matiz marginal y atrasado, víctima de las inestabilidades políticas y las debilidades presupuestarias de un Estado liberal con unos graves problemas hacendísticos e incapaz de dotar de presupuestos adecuados a sus principales instituciones educativas y científicas. Hubo que esperar a comienzos del siglo XX, con la puesta en marcha de la Junta para Ampliación de Estudios, para que pudiera garantizarse la financiación sostenida de una política científica con visos de éxito (López Sánchez y Otero Carvajal, 2012: 561). En nuestro país, la construcción de un relato basado en la improrrogable modernización de las estructuras científicas, tuvo una intención clara de oponerse radicalmente al academicismo más conservador e inmovilista, sostenido por los presupuestos del catolicismo más tradicionalista. Este proyecto encontró su encarnación en el proyecto de la JAE, pero también en el regeneracionismo catalanista del Institut d’Estudis Catalans. Ignacio Bolívar, director del Museo entre los años 1901-1934, fue la encarnación de las ambiciones de la Junta en Madrid y dejó entrever, en uno de sus discursos más analizados y estudiados, las dificultades que tuvieron que afrontar las ciencias naturales en España y concretamente el MNCN: […] siguiendo este camino hubieran llegado en poco tiempo el Museo y el Jardín a una situación y desarrollo comparables a los que hoy disfrutan otros establecimientos análogos, que nacieron próximamente en la misma época y que tuvieron análogo origen: pero, desgraciadamente, les faltó protección cuando les era más necesaria para asegurar los resultados obtenidos y consolidar sus triunfos. Había pasado la época de esplendor, sus fundadores y favorecedores se habían adelantado a su tiempo […]. A ello contribuyó, justo es decirlo, la gravedad de los sucesos políticos que se desarrollaron en España (Bolívar, 1915) 13 Es una interpretación que, como hemos mencionado, no queda aislada o marginada del resto de análisis. Muchos de sus contemporáneos, botánicos, científicos y estudiosos del primer tercio del siglo XX ven la situación de la misma manera […] trae el siglo XVIII a España un renacimiento científico con el advenimiento de la Casa de Borbón […] creándose instituciones científicas, de las que lo que hoy tenemos no es más que una continuación degenerada en muchos casos. Merece citarse, como precursor, a la gloria de esta Casa y de la cátedra que ocupó en estos momentos, a la vez que de España, R. P. Benito Jerónimo de Feijoo Montenegro, quien combatiendo, con un valor que sería grande aún hoy, todo género de preocupaciones y prejuicios, abrió el camino para que, sin ellos, se iniciaran de nuevo los estudios de ciencias naturales (De las Barras, 1907: 289). Los argumentos de Bolívar fueron reforzados por las denuncias de otros naturalistas contemporáneos suyos, implicados asimismo en el proyecto de modernización científica que representaba la JAE y el MNCN, tal como evidencia Lozano Rey en su gran obra: Los peces de la fauna ibérica en la colección del museo en 1 de enero de 1919 (Lozano Rey, 1919:6-7). En ella Lozano Rey insistía en atribuir la culpa o la responsabilidad del atraso científico patrio, no a la incapacidad de los científicos que venían desempeñando sus trabajos de investigación, sino a los medios ínfimos que estos tenían para desarrollar su área de conocimiento. En este caso concreto, el autor habla de su experiencia como ictiólogo y menciona obras de gran calado a nivel internacional como la obra de Cuvier y Valenciennes, Histoire naturelle des Poissons, y el Catalogue of fishes, dejando claro con estos dos ejemplos, y otros muchos no mencionados, que España carecía de este tipo de obras de referencia. Bien es cierto que dicho fracaso se palió parcialmente merced a su manual sobre peces de la fauna ibérica, publicada en 1928. En dicho catálogo insistía en la urgente necesidad de construir obras de referencia como aquella para poner remedio al déficit científico español y que no fueran los científicos extranjeros quienes, habiendo realizado ya sus trabajos nacionales, comenzaran una nueva andadura en “campos de investigación ajenos, donde seguir nuevos filones científicos” (Lozano Rey, 1919: 8). Lo mismo sucedió respecto a las colecciones de mamíferos del Museo desde los tiempos de Dávila, esta vez a cargo de Ángel Cabrera (1912), así como al ámbito de la botánica y su creciente grado de “revolución” a lo largo del primer tercio del siglo XX. Destacan en esta construcción científica Huguet de Villar, cuya influencia fue determinante para uno de sus discípulos, José Cuatrecasas desde finales de los años veinte, lo que tuvo una enorme importancia para el campo de la botánica, no sólo a nivel académico o científico, sino también en el desarrollo institucional del Real Jardín Botánico de Madrid y su evolución a lo la largo de los años treinta (López Sánchez, 2019: 54-56). Toda esta reconstrucción historiográfica da paso a una de las publicaciones más importantes que encargó Bolívar, principalmente con este fin de aglutinar un 14 conocimiento, una evolución y dejarla plasmada para las generaciones futuras. El encargado fue el Padre Barreiro, religioso de la orden de San Agustín que dedicó gran parte de su vida al estudio de las ciencias naturales y que llegó a licenciarse en Ciencias físico-naturales en la Universidad Central de Madrid. Él, fue el encargado de escribir una historia del Museo, El Museo Nacional de Ciencias Naturales (1771-1935), que quería ser una recopilación histórica de los acontecimientos y sucesos más importantes del Real Gabinete y el Museo. La edición con la que contamos de 1992, actualizada y modernizada nos muestra en su prólogo de Pere Alberch, el que fuera director del Museo, la inclusión en dicha edición de los capítulos correspondientes a los años 1901-1935, que habían sido omitidos previamente por tratarse de la historia de personas que aún estaban vivas, tarea complicada, sobre todo por tratarse de los años de guerra y posguerra; convulsos y particularmente delicados, con muchos de sus protagonistas en el exilio (Barreiro, 1992: 11). Este objetivo fue compartido por naturalistas, historiadores e incluso políticos que estaban vinculados directamente con la JAE, y fueron responsables de llevar a cabo una Comisión de Estudios Retrospectivos de Historia Natural en la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. Con esta Comisión se pretendía recuperar la memoria histórica de las ciencias naturales en España y reconocer la importancia de una labor histórica en la investigación de las ciencias naturales que en nada desmerecía a la europea y que podía enlazar con la tradición científica más moderna. Fueron muchos de ellos los precursores a la hora de reivindicar una tradición científica similar a las tendencias racionalista europea, modernas y actualizadas, que además se habían encargado de atribuir a España conceptos como la ignorancia, la anti modernidad y el oscurantismo. La Edad de Plata en Madrid se define por absorber un panorama cultural y científico muy concreto, donde se llevaban a cabo exposiciones en las academias, conciertos en el Conservatorio o la Sociedad Filarmónica, óperas en el Teatro Real y los estrenos del teatro en la Comedia, el Apolo o la Zarzuela. Aquí, tanto escritores, como músicos y dramaturgos tenían su mejor punto de encuentro. Los espectáculos eran una de las fuentes más importantes para que se produjera el acercamiento de la cultura a todos los ámbitos sociales y clases (Fernández García, 1993). Este Madrid de espectáculos y de luz se contrapone a un Madrid en el que todavía predominaba el analfabetismo y el sistema económico de producción manual, en la ciudad cortesana y políticamente enferma, 15 predominaba todavía la arquitectura tradicional, la poética postromántica y la erudición por encima de la ciencia (Fernández García, 1993). Los cambios producidos en el nuevo siglo determinaron de alguna manera que el ámbito de la cultura y el de la ciencia marcharan por diferentes caminos. Como ya hemos ido entreviendo, la nueva sociabilidad, así como la urbanización, los lugares de espectáculo, los centros intelectuales, etc., continuaron nutriendo los trabajos de las nuevas figuras que emergían en dicho campo, como artistas, escritores, pintores, etc. (López Sánchez y Ribagorda, 2018: 109). Sin embargo, los investigadores científicos asumieron un nuevo camino que difería en todo con respecto a lo recorrido con anterioridad. En este campo se comienza a originar y preservar la especialización y profesionalización. Aunque el mismo Ramón y Cajal siguiese concurriendo a los cafés madrileños, se necesitaba de espacios concretos para realizar las actividades de laboratorio y de cátedra universitaria. Solo es entonces, cuando se llevó a cabo un nuevo modelo científico vinculado a la ciencia moderna, y protagonizado por la JAE. Algunos de los científicos involucrados alcanzaron un notable protagonismo (López Sánchez y Ribagorda, 2018: 110). Especialmente, y a raíz del Premio Nobel a Ramón y Cajal en 1906 se empezó a diseñar una nueva andadura; se comenzó a extender una de idea de regeneración patria a través de la educación y la moral de la ciencia, que caló con moderando éxito. Otras personalidades como Giner de los Ríos y sus discípulos institucionalistas consiguieron conquistar algunas posiciones dentro del sistema político de la Restauración. La creación de algunas instituciones, a principio de siglo, principalmente la del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes y en 1907 la JAE, hizo que este panorama científico fuera prosperando considerablemente (López Sánchez y Ribagorda, 2018: 111). En los años diez y veinte se implementó una nueva forma de hacer ciencia, donde destacó la creación de nuevos espacios: laboratorios de biología, de histopatología del sistema nervioso, física, fisiología, etc., que los dirigían Cajal, Blas Cabrera, Negrín y otros destacados científicos. Además de estos laboratorios, son imprescindibles instituciones como el Museo Nacional de Ciencias Naturales o el Jardín Botánico, así como el Centro de Estudios Históricos, donde desarrollaron sus investigaciones los más importantes filólogos e historiadores: Menéndez Pidal, Américo Castro, Sánchez-Albornoz, Gómez Moreno, Elías Tormo o Navarro Tomás. Todas estas nuevas organizaciones fueron creciendo en importancia, pues en ellas, comenzaron a impartirse las metodologías 16 implantadas en universidades y centros de primera vanguardia en Europa o los EE.UU. Este proceso acabó transformando el panorama científico español y madrileño (López Sánchez, 2006; Otero Carvajal, 2017). Dichas actividades desbordaron los viejos caserones de la Universidad Central para ocupar los espacios de la nueva Ciudad Universitaria, y poco a poco aquellos profesionales, que contaban con una mentalidad y experiencia forjada en Europa, extendieron su pensamiento y su labor a las instituciones situadas en los Altos del Hipódromo, que se convirtieron en los nuevos símbolos científicos de la capital que situaron a España, en pocos años, en una buena posición en el mapa exterior de la ciencia (Pérez-Villanueva Tovar, 2016). Como se ha avanzado, en este contexto y, situado concretamente en este emplazamiento, destaca el Museo Nacional de Ciencias Naturales que vivió una de sus etapas más brillantes, formando parte de la JAE y del Instituto Nacional de Ciencias Físico-Naturales (INCFN). Esta nueva incorporación le permitió, por otro lado, desligarse del mundo de la docencia en la Universidad, algo que Ignacio Bolívar Bolívar, director en aquel momento, había deseado intensamente, dando lugar a un centro con autonomía plena en sus funciones científicas y académicas, y abiertos a una nueva enseñanza libre, a la divulgación y a la especialización: Así nació en mí el deseo de restituir al Museo a los fines para los que fue creado; empresa difícil en verdad, porque para ella hubiera sido preciso la separación de la Universidad, a lo que todos los profesores de la facultad eran opuestos. Sin embargo, poco a poco se fue venciendo aquella resistencia y gradualmente mis esfuerzos, ayudado de los profesores jóvenes inspirados en los mismos deseos, se logró al cabo de treinta años de perseverancia en los mismos propósitos una situación compatible con el desarrollo del Museo y el funcionamiento del mismo con la autonomía deseable (Bolívar, 1915: 11) Durante el primer tercio del siglo XX el MNCN fue un centro diferente, ilusionante, con la prioritaria tarea de estudiar y representar la naturaleza. Con una continua labor divulgadora y científica que se traduce, por ejemplo, en la edición de la colección de monografías “Trabajos del Museo de Ciencias Naturales”. No cabe dudas de que la nueva localización en el Palacio del Hipódromo supuso una nueva etapa para el Museo e Ignacio Bolívar tuvo gran parte de responsabilidad (Bolívar, 1915: 60). Durante este primer tercio de siglo, y con el desarrollo mismo del Museo volvieron a aparecer los problemas de espacio que antaño habían mermado a la institución y a sus colecciones. La falta de sitio y el desorden generalizado seguía existiendo, y las condiciones no eran las mejores: los falsos techos de lienzo y tabiques de tela remplazaban al ladrillo; la techumbre se componía con grietas y rendijas; y las estufas encendidas desafiaban al buen mantenimiento de las colecciones. Sin embargo la figura 17 de su director fue clave en la modernización y actualización del centro, en la conservación de sus colecciones y en el fortalecimiento de sus fondos. Gracias a su labor, y al apoyo que prestaron sus colaboradores más cercanos, se originó y organizó en el Museo bastas colecciones, como la entomológica, y se fomentó el formar y educar a largas generaciones de naturalistas, creando un profesorado cualificado, competente y capaz de continuar con sus enseñanzas en institutos, universidades y otros tipos de centro educativos, que además estarían muy vinculados al MNCN, tanto por el intercambio de personal como de piezas de exposición. Las intenciones fueron inmejorables y los avances se hicieron efectivos, reflejados en la unión entre ciencia y arte; entre investigación y musealización. La institución se financió gracias a los Presupuestos Generales del Estado y las subvenciones de la JAE, además de las donaciones, las retribuciones por cursos y conferencias, la venta de entradas, de publicaciones y tarjetas postales. La JAE fue, en definitiva, costeando profesores, becarios, viajes, estudios, publicaciones, libros y materiales, la encargada de hacer bullir la ciencia y el desarrollo del Museo antes de que todo se malograra en el año 1936 (Albaladejo, 2020: 32). 18 CAPÍTULO SEGUNDO Aproximación al objeto de estudio: MNCN durante el primer franquismo (1940- 1951) Durante la Guerra Civil la subsistencia del museo fue una ardua tarea y casi misión imposible, protagonizada por un puñado de naturalistas al mando de Antonio de Zulueta que, a pesar de todas las dificultades, intentaron mantener su actividad de forma ininterrumpida (Puig-Samper, 2007: 312). La permanencia de esta plantilla en Madrid tuvo que ver con una orden que llegó directamente desde Valencia el 25 de septiembre de 1937, de acuerdo con las órdenes de la Presidencia del Consejo de Ministros del 6 y 23 de septiembre de ese mismo año. Los nombres de estos naturalistas que no pudieron trasladarse a Valencia y que tuvieron que hacerse cargo del Museo fueron: Antonio de Zulueta, Luis Crespí, Luis Benedito, José Abajo, Conrado Chaves, Julio Patón, Agustín Vargas, German Borrega, Timoteo Andrés Santa María, Domingo de Mingo, Honorio González y Jerónimo Hernández Hernández3. El MNCN sobrevivió a tantísima violencia durante los años de contienda no con pocos problemas; se produjeron diferentes daños y perjuicios ejemplificados con casos de bombardeos. Antonio de Zulueta, sustituyó a Ignacio Bolívar, desplazado a Valencia, y lo gobernó hasta el final de la guerra4. Zulueta fue un reconocido científico encargado de introducir la genética moderna en España, conservador del Museo a partir de 1911 y condiscípulo y amigo personal de Theodosius Dobzansky, con quien comenzó a tener relación durante su etapa en el Laboratorio de Morgan Caltech, entre febrero y abril de 1930 (Galera, 2020). Tras la guerra fue acusado de militancia en la izquierda, sobre todo por sus relaciones familiares con Azaña y con el presidente del PSOE y de las Cortes Constituyentes de la Segunda República, por lo que tuvo que dar cuenta de dichas vinculaciones. Además, fue inhabilitado para ejercer cualquier puesto de confianza o directivo. En un informe emitido por Emilio Fernández Galiano el 3 de marzo de 1940, aparece como profesor auxiliar de Biología de la facultad de Ciencias de Madrid. Su expediente concluye, afortunadamente en que, a través de sus contactos y férreos esfuerzos, contó con cierto éxito y se libró del pleito político al que muchos tuvieron que 3AMNCN, ACN0352/011.Expediente de traslación de personal del Museo Nacional de Ciencias Naturales a Valencia, por Orden del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, 16 de octubre de 1937. Expediente de gestión personal. 4AMNCN, ACN0312/001.Carta al subsecretario del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, de fecha 23 de septiembre de 1936, LRS, 23/09/1936, p. 278. 19 enfrentarse; su relación personal con José María Albareda le ayudó en esta empresa. A pesar de todo Zulueta regresó al Laboratorio de Biología Experimental y obtuvo en 1945 la cátedra de Genética de España, aunque tuviera que darse en la institución privada Fundación Conde de Cartagena (Galera, 2020). No sólo Zulueta fue perjudicado en este sentido; se movilizaron a la ciudad del Turia gran parte de la plantilla, dos jefes de sección, cuatro conservadores, tres auxiliares artísticos, ocho preparadores y cinco auxiliares subalternos; todos ellos formaban la nómina del personal técnico desplazado hacia octubre de 19375. Además, no sólo parte de la colección tuvo que dirigirse a Valencia, sino que también existen documentos que corroboran el depósito voluntario de varios ejemplares en el Museo del Prado buscando, de nuevo, la máxima seguridad y atención frente a los acontecimientos surgidos durante la guerra; dicho depósito se llevó a cabo el 20 de diciembre de 1937 y fueron confiados diferentes grupos y ejemplares de aves y mamíferos contenidos en vitrinas6. En definitiva, el futuro del MNCN se avecinaba muy fatigoso y amargo. Si su historia hasta entonces no había hecho más que entorpecer su colección, y aunque en sus últimos años se abrieron las puertas a un nuevo horizonte, en 1936 se atrancaron definitivamente. La miseria, la destrucción y el odio emergieron y nublaron cualquier atisbo de transformación y progreso. Depuración política e intelectual dentro de la institución El MNCN había tenido una gran participación en la resignificación de la biología y de las ciencias naturales en general. Fue un centro importante de la JAE y acogió a los principales investigadores que impulsaron el desarrollo de las ciencias naturales en España durante el primer tercio del siglo XX, entre ellos Cándido Bolívar y José Royo Gómez, quienes tuvieron un gran nexo con la actividad política republicana del momento. Esto, a su vez, implicó que durante la posguerra cualquier relación o amistad con uno de aquellos científicos que se habían mantenido fieles al gobierno republicano podía ser un motivo suficiente para ser depurado del Museo y de las demás instituciones académicas que continuaron tras la guerra. 5AMNCN, ACN0352/011/04, Personal trasladado a Valencia por Orden Ministerial, 16 de octubre de 1937. 6Depósitos del Museo de Ciencias Naturales (vitrinas con grupos y ejemplares de aves y mamíferos) durante la Guerra Civil. AMP, caja I000, leg. II, exp. I. 20 El 28 de marzo de 1939 entraron las tropas franquistas en Madrid y las nuevas autoridades se pusieron en marcha con la situación sobrevenida. A los pocos días, el director provisional del MNCN fue cesado y suspendido de su actividad y junto a él, marcharon la práctica totalidad del personal del Museo (Otero y López, 2012: 1081). La dureza del proceso depurador se va a apreciar desde sus mismos orígenes, en el preámbulo de la Ley de Responsabilidades Políticas de 9 de febrero de 1939 el carácter integrador de la depuración de responsabilidades y se expuso que los “Tribunales encargados de imponer las sanciones estarán compuestos por representantes del Ejército, de la Magistratura y de la Falange Española Tradicionalista y de las J.O.N.S, que drán a su actuación conjunta el tono que inspira el Movimiento Nacional”7 (Álvaro Dueñas, 1990: 145). Además, podemos vincular este momento con la crisis del exilio que se produjo; muchos de los miembros más reconocidos y destacados del MNCN y demás instituciones científicas se vieron en la obligación de partir lejos de España, donde poder continuar con su labor científica, artística, cultural, etc. Por ejemplo, Ignacio Bolívar y Urrutia y su hijo Cándido Bolívar que, tras prolijas gestiones y dificultades para viajar, se instalaron en México, falleciendo el primero en 19448. No fueron los únicos, son ingentes las personalidades científicas que siguieron el mismo patrón; destaca también Odón del Buen del Cos, catedrático de Biología General y director del Instituto de Oceanografía, quien con 80 años también partió a México, falleciendo en 19459. Resulta llamativo cómo México fue considerado un escenario privilegiado del exilio republicano, especialmente, el científico. La protección que proporcionó Lázaro Cárdenas fue fundamental (López Sánchez, 2013:46-47). Una vez finalizada la guerra se plantearon diferentes cuestiones; entre otros muchos dilemas, despuntó la necesidad de encontrar ciertos puestos para aquellos intelectuales y profesores fieles al Gobierno de la República, cesados de sus puestos en las universidades españolas. Y antes de que esto fuera un problema sin solución, el gobierno de Lázaro Cárdenas se puso manos a la obra y llevó a cabo una labor que tuvo mucha trascendencia: la creación de la Casa de España en México, germen del Colegio de México. Desde allí, una vez concluido el conflicto bélico, 7Boletín Oficial del Estado, nº 44, 9 de febrero de 1939, p. 824. 8AGA, Sección de Educación, 31/15399. Expediente personal de Ignacio Bolívar y Urrutia. 9AGA, Sección de Educación, 31/15422. Expediente personal de Odón de Buen y del Cos. Encontramos en la misma caja expedientes personales de tres de sus seis hijos, que se relacionaron directamente con las Ciencias Naturales y la Medicina: Sadí de Buen y Lozano, Fernando de Buen y Lozano y Rafael de Buen y Lozano. 21 se barajaron los diferentes nombres de las personalidades de gran relevancia dentro del mundo académico que tenían la posibilidad de ingresar en alguna institución mexicana. Muchos de los que recibieron su invitación desde el país azteca no acabaron aquí, como pudo ser el caso de Claudio Sánchez Albornoz, Tomás Navarro Tomás o Dámaso Alonso; algunos de los motivos de esta negativa pueden citarse a través de Dosil Mancilla, quien asegura que quizás “el reconocimiento académico de los profesores españoles sirvió de argumento al Gobierno cardenista para justificar ante la sociedad mexicana su apoyo incondicional a los exiliados; de este modo no solo se ayudaba a un país en apuros, sino que se garantizaba un beneficio seguro para México. Se trató de en cualquier caso de una etiqueta […] que se presentó constantemente ante la opinión pública para contener las aceradas críticas de ciertos sectores de la sociedad […]. En consecuencia, la lista más parece un calculado elenco de destacadísimas personalidades bien conocidas en Latinoamérica, preparado para dar un golpe de efecto, que un índice real de profesionales dispuestos a trasladarse en esas fechas a México” (Dosil Mancilla, 2010: 251-252). Sin embargo, otros muchos nombres señalados sí acogieron la ayudada ofrecida por dicho gobierno; Francisco Giral, Rafael Altamira, León Felipe, Isaac Costero, José Gaos, Agustín Millares Carlos o Fernando de Buen y Lozano10 aceptaron la oferta. El final de la guerra supuso una situación gravísima en España y todos y cada uno de ellos vivieron momentos de urgencia y desesperanza; la Casa comenzó a trabajar y a funcionar aceleradamente como “un centro de distribución e irradiación de talento republicano hacia las distinta esferas profesionales mexicanas en las que pudiera ejercerse con mayor fruto” (Lida, 1992: 114). Aunque la Casa de España resultó ser una intermediaria en la incorporación de los profesores exiliados, gracias a los miembros mexicanos que la componían, por su influencia académica y económica, no es menos cierto que toda aquel complejo entramado se nutrió de las relaciones que tiempo atrás, antes de la propia guerra, se habían creado entre España y los países latinoamericanos. La JAE fue, sin lugar a dudas, una gran impulsora para la consolidación de estos vínculos (Dosil Mancilla, 2010:252). En México, precisamente, se llevaron a cabo otros grandes esfuerzos para continuar con la labor científica, traducidos, por ejemplo, en la creación de la revista Ciencia. Revista hispano-americana de Ciencias puras y aplicadas (Puig-Samper, 2001); pensada 10AGA, Sección de Educación, 31/15422. Expediente personal de Fernando de Buen y Lozano. 22 y ejecutada, inicialmente, por Ignacio Bolívar, ligado de manera directa con La Casa de España. Contó con el apoyo de numerosos naturalistas e investigadores y supuso una continuación de las publicaciones y de la ciencia que se comenzó a hacer en España y que se paralizó de forma inmediata; sus tres redactores principales fueron Cándido Bolívar Pieltaín, Isaac Costero y Francisco Giral. En el primer consejo de redacción que se llevó a cabo, aparecieron numerosas personalidades vinculados a diferentes especialidades, aunque despuntaron por encima de todas la biología y la medicina. Destacaron José Giral, Enrique Rioja Lo-Bianco o Gonzalo R. Lafora (López Sánchez, 2014) . Además, también se puede señalar la innegable e importante labor de José Cuatrecasas, que fue un fiel colaborador y desde el primer momento confió y respaldó dichas publicaciones: […] me ha gustado mucho, tanto en presentación como en contenido; me parece muy buena la orientación y tengo la seguridad de que será un gran éxito. Aquí he visto que ha gustado mucho y tiene algún entusiasta decidido11. Después del cese de Zulueta, el 19 de abril de 1939, el encargado de la dirección del centro fue Eduardo Hernández Pacheco quien se mantuvo al frente de la dirección del Museo a lo largo de unas semanas, hasta el 15 de mayo que fue sustituido por Pedro de Novo. No obstante, entretanto fue Filiberto Díaz Tosaos, agustino y conservador del Museo hasta que se jubiló en 1936, a quién nombraron director del Museo durante unos pocos días: Se traslada al Jefe provisional de la sección de universidades del Ministerio de Educación Nacional cofia del oficio del nombramiento a favor de D. Filiberto Días Tosaos para hacerse cargo provisionalmente del Museo y hecho este nombramiento por el instituto de España12. Las noticias que se iban dando desde la capital española se recibían lejos de nuestras fronteras con temor, asombro, expectativas y un largo etcétera. Concretamente desde México, por parte de Cándido Bolívar, se recibió esta noticia de la dirección de Díaz Tosaos con algo de tranquilidad pues Filiberto era un trabajador conocido y que contaba con cierta aprobación por parte de los científicos exiliados: De Madrid supimos el nombramiento de Director del Museo recaído en Pacheco, pero nos ha llegado la noticia de su sustitución por el padre Filiberto. Esta noticia le gustará especialmente a Royo. A nosotros nos ha satisfecho pues Filiberto es buena persona y se ocupará seguramente de que las colecciones no se pierdan, que es cuanto hay que pedir en esta etapa de la vida del Museo y Botánico13. 11Carta de José Cuatrecasas a Cándido Bolívar, Bogotá, 20 de mayo de 1940. ARJB, Fondo José Cuatrecasas, Correspondencia científica, caja 4, exp. Div. XV, 2, 1, 14. 12AMNCN, ACN1022. Oficio del Director del Museo, 11 de octubre de 1939. 13Carta de Cándido Bolívar a José Cuatrecasas, México, 3 de junio de 1939. ARJB, Fondo José Cuatrecasas, Correspondencia científica, caja 4, exp. Div. XV, 2, 1, 14. 23 Una vez que Pedro de Novo tomó posesión del cargo como director, Díaz Tosaos pasó a formar parte de la vicedirección, y lo que resultó más llamativo, accedió al cargo en funciones para organizar el régimen interno del centro en cuanto a la depuración se refiere (Canales Serrano y Gómez-Rodríguez, 2017: 465) . Su labor consistía en estudiar cada uno de los casos de los trabajadores y en depurar desde su base la institución, obteniendo informes y exigiendo información sobre la conducta política-social de los compañeros, trabajadores del Museo. Descrito en las fuentes como cura represor, el jueves 4 de mayo clausuró el edifico por completo. Ninguna persona podía asistir o entrar allí sin su consentimiento previo. Más tarde, el 6 de mayo concretamente, ante la cantidad de trabajo que aquello acarreó, nombró a Josefina Sanz Echevarría, preparadora de ictiología, como principal ayudante en la actividad depuradora14 y a finales del mismo mes la vicepresidencia del Instituto de España comunicaba al director del museo que el personal debía presentar una declaración del Juzgado Militar de Funcionarios y otra del Instituto de España, además de una instancia trasladada al presidente del instituto, incluidos alumnos y becarios15. El extremo celo depurador se hace evidente a través de varios factores. En primer lugar, se destaca la persecución de todas las escalas de trabajadores dentro del Museo, sin excluir personal subalterno. Es por ello que el jefe de personal de Ministerio de Educación Nacional determinó que no sólo el cuerpo facultativo, bibliotecarios, archiveros, etc., sino que el resto no quedaba exento: Pendiente de depuración el diverso personal de las plantillas que realizan una función docente, administrativa y subalterna, no es lógico quede exenta de tal medida quienes en la última de las citadas clases prestan sus servicios con carácter de obreros sirvientes o encargados de trabajo manual de la limpieza de los edificios; y en su virtud he dispuesto que por los Jefes de los Centros, antes de que se efectúe la remuneración de su trabajo sea cualquiera el concepto y la forma, se proceda a una selección provisional que lleve consigo la eliminación de cuantos no hayan simpatizado con el Glorioso Movimiento Nacional o distingo por su actuación contraria al mismo, bien con hechos o de palabra, prohibiéndoles, en consecuencia, la no prestación de su trabajo y el acceso al local del Establecimiento16. Además otro de los factores que acreditan la dureza del proceso depurador en estos meses es que se llegó a solicitar informes sobre personas que ya habían fallecido años antes de la guerra; así ocurrió con el preparador Ángel Zarco García, muerto en 1933, del que se solicitó información de su conducta política y social17. Por todo ello el juzgado 14AMNCN, ACN1022, expediente noviembre-diciembre 1939. Oficio del 27 de noviembre de 1939. 15AMNCN, ACN1022, expediente enero-mayo 1939. Véase oficio de la vicepresidenta del Instituto de España al director del MNCN, 22 de mayo de 1939. 16AMNCN, ACN1022, expediente enero-mayo 1939. Oficio del jefe de personal del Ministerio de Educación Nacional al director del MNCN, 27 de abril de 1939. 17AMNCN, ACN1022, expediente enero-mayo 1939. Véase oficio del jefe provisional de la Sección de Universidades del Ministerio de Educación Nacional al director del MNCN, 29 de abril de 1939. El 1 de mayo, el director del momento, Eduardo Hernández-Pacheco, comunicaba al jefe provisional de la Sección de Universidades: 24 militar de Funcionarios determinó el cuestionario que se debía rellenar para proceder a la depuración del personal, común para todos los empleados públicos: 1ºconducta política-social del funcionario, anterior y posterior al 18 de Julio de 1936. 2º Actuación del funcionario con anterioridad al 18 de julio de 1936, haciendo constar a qué partidos políticos o sindicales pertenecía y especificando si se distinguió como propagandista de los ideales marxistas. 3º Concrétese en relación con la pregunta anterior la actuación del funcionario en el lapso de tiempo que media entre el 16 de febrero y el 18 de julio de 1936. 4º Actuación del funcionario desde el 18 de julio de 1936 hasta la entrada en la población de su destino de las Fuerzas Nacionales, haciendo constar los partidos políticos o sindicales a que se afilió, si lo hizo voluntario o forzoso. 5º Si coadyuvó de alguna forma con la revolución marxista o con el llamado Gobierno de la República, especificándose cualquier concomitancia o contacto con las Autoridades rojas y sus organismos oficiales (excepto las obligadas de su cargo) o con los Partidos del Frente Popular. 6º Caso de ser el funcionario Maestro Nacional, concrétese su actuación en la Escuela antes y después del 18 de Julio de 1936. 7º Especifíquese cualquier otro hecho que afecte al funcionario y que no se haya consignado en los párrafos que preceden18. El proceso depurador del museo fue una de las herramientas e instrumentos fundamentales para su reconstrucción sobre las nuevas bases ideológicas del régimen franquista durante los primeros años. Su principal objetivo pasaba por reorganizar el centro y garantizar la lealtad política, asumiendo, de este modo una nueva plantilla que se encargara de las nuevas secciones y departamentos. Las primeras personalidades afectadas por este proceso fueron Fernando Martínez de la Escalera y José Luis Bernaldo de Quirós, a quienes denegaron su solicitud de reingreso en la institución y cesaron de su actividad realizada hasta la fecha del 18 de julio de 193619. En rasgos generales, el comportamiento de la comisión depuradora del museo afectó sobre todo a los cargos medios y subalternos del centro; esta comisión envió en junio de 1939 al juez instructor un listado del personal que no figuraba en plantilla y que seguía recibiendo remuneraciones a cargo de la ya desaparecida JAE, para su consiguiente depuración. Dicho listado lo constituían un total de trece personas: Lucía Velasco Simarro, Carlos Vidal Box, Adela Martínez González, Servando Rodríguez de Paz, Ángel Chaves Esteban, Ramón Agenjo Cecilia, Santiago del Pozo Moñibas, Manuel Sánchez Fernández, Mercedes Muñoz Vázques, Fernando Galán Gutiérrez, Eugenio Morales Agacino, Augusto Gil Lletget y Jacinto de Mingo Sanz20. Como ya hemos comentado la depuración afectó mayoritariamente a cargos medios, pues los jefes y conservadores de las diferentes secciones también eran catedráticos de universidad y con ellos fue “en respuesta a su comunicación de 29 de abril último, en la que se traslada el cuestionario del Juzgado Militar de Funcionarios sobre la información y antecedentes del Preparador y Habilitado que fue de este centro D. Ángel Zarco García. Esta dirección solo puede contestar que dicho señor falleció el día 28 de noviembre de 1933 y que durante el tiempo que perteneció a este Centro no se le conoció ninguna actividad política. 18AMNCN, ACN1022, expediente enero-mayo 1939. 19AMNCN, ACN1022, expediente enero-mayo 1939. Oficio del 12 de mayo de 1939. 20AMNCN, ACN1022, expediente junio-octubre 1939 Oficio del vicedirector del museo al juez instructor para la depuración de funcionarios del Instituto de España, 6 de septiembre de 1939. 25 suficiente la depuración universitaria para resolver sus coyunturas (Otero y López, 2012: 1092-1093). Aunque muchos de ellos fueron propuestos para este proceso no todos tuvieron el mismo final; un número, más bien escaso, de personalidades fueron reintegradas o, al menos no fueron culpadas por su nula participación o afiliación a cualquier partido político y sindical que hubiese formado parte del Frente Popular. Fue el caso de Carlos Vidal Box que a pesar de estos cargos, acabó siendo propuesto como conservador de geología: En contestación a su oficio de 4 del corriente, tengo que manifestarle que esta Dirección ve con sumo gusto y acepta su propuesta respecto al proponer para la plaza de Conservador de Geología con carácter interino al Profesor D. Carlos Vidal y Box, haciéndose con esa fecha la oportuna proposición a la mesa del Instituto de España21. También se destaca el caso de Mª Mercedes Cebrián de quién se responde a un anterior oficio, por parte de Josefina Sanz, sobre su comportamiento y sus posibles relaciones políticas, dejando entrever que un poderoso argumento para su exoneración era su actividad religiosa: Tengo noticias bastante seguras de que no ha pertenecido a ningún partido político ni sindical; debido quizás al ambiente en que vivía sus manifestaciones fueron izquierdistas, aunque en un medio de orden y convivencia para todos. Durante el periodo rojo he podido observar sus favorable disposición de ayudar a toda persona que podía, sin fijarse en ideas, censurando enérgicamente el crimen y atropello marxista, afectándose sinceramente al hablar de las persecuciones que eran objeto las personas de derechas. Puedo asegurar haberla visto en la Iglesia y recuerdo perfectamente haberla oído protestar cuando quemaron los conventos22. Filiberto Díaz Tosaos concluyó el proceso de depuración a finales de noviembre de 1939,23 una fecha algo temprana pues se sabe que los militares se posicionaron en un emplazamiento preponderante en la depuración de las responsabilidades hasta la reforma de 1942, un período caracterizado por la ingente e intensa actividad de Tribunales y Juzgados, así como por la cantidad de expedientes emprendidos y la significación política de los inculpados (Álvaro Dueñas, 1990: 156). El encargado depurador, en momentos posteriores a 1939 siguió redactando informes sobre el personal adscrito, petición que procedía del Juzgado Militar de Depuración de Funcionarios. A finales de ese año, Pedro de Novo estaba en condiciones de presentar al presidente del Instituto de España una 21AMNCN, ACN1022, expediente noviembre-diciembre de 1939. Oficio del 11 de octubre de 1939. 22AMNCN, ACN1022, expediente noviembre-diciembre de 1939. Expediente de depuración del 12 de diciembre de 1939. 23AMNCN, ACN1022, expediente noviembre-diciembre de 1939. Oficio de Filiberto Díaz Tosaos en el que asegura que su colaboradora más cercana en el proceso depurativo es Josefina Sanz, a la vez que daba por cumplida dicha misión depuradora, 27 de noviembre de 1939. 26 primera reorganización y puesta en funcionamiento de las dependencias y secciones del MNCN. Nuevo organismo que conjuga ciencia y catolicismo: creación del CSIC y su relación con el MNCN Merced al trabajo desplegado por la JAE durante las décadas anteriores la ciencia española había conseguido emprender una senda de modernización y convergencia con los países que lideraban las diferentes disciplinas. La sublevación, la guerra y el Estado totalitario resultante de la victoria militar interrumpió y frenó en seco la continuidad de las actividades científicas que tanto le había costado desarrollar a la Junta para Ampliación de Estudios. En efecto, en la zona sublevada se promovió y, finalmente, se logró el desmoronamiento de la JAE pues fue directamente acusada de ser “la culpable intelectual y moral de la situación” que había dado paso a la Guerra Civil (García Camarero, 2016: 149). Al alargarse la guerra años, se dio un aspecto de “normalidad” a un gobierno insurgente mientras se libraba una batalla cruenta e ideológica. Dentro de esta normalización administrativa, cabe también destacar la actividad de las instituciones culturales y científicas. Un momento de particular importancia en el terreno científico y cultural fue el Decreto de 19 de mayo de 1938 (“Decreto confiriendo al Instituto de España la misión de orientar y dirigir la alta cultura y la investigación superior en España”) (CSIC, 2021). Algunos de los hombres que se adentraron de lleno en esta nueva entidad, pero de corta duración, fueron: Pedro Sainz Rodríguez, Eugenio D’Ors, Pedro Muguruza, Miguel Artigas, Agustín G. Amezúa, José María Pemán y Enrique Suñer, entre otros (García Camarero, 2016: 151). Conforme a las palabras de Pedro Sainz Rodríguez, en aquél momento Ministro de Educación, fue él mismo quien asignó las tareas de la Junta al Instituto de España, hecho que se justifica en la teoría con el artículo primero del Decreto mencionado: El Instituto de España, además del carácter corporativo de Senado de la Cultura Patria, que le atribuye el Decreto de ocho de diciembre de mil novecientos treinta y siete será el órgano a través del cual el Estado orientará y dirigirá la alta Cultura y la investigación superior en España, viniendo a sustituir, en parte a la Junta de Ampliaciones de Estudios y Pensiones para el extranjero24. 24Boletín Oficial del Estado, nº 576, 20 de mayo de 1938, pp. 7.418- 7.419. 27 Por su parte, otros centros pasaron a depender directamente a las universidades y algunos, directamente, se suprimieron tal y como expresa el segundo artículo del Decreto25. Al acabar la guerra estaba en juego el destino de toda aquella infraestructura de investigación que se había venido levantando años anteriores, la gestión de las bibliotecas, el patrimonio científico de los laboratorios, las publicaciones y, no de menor importancia, las relaciones científicas internacionales que se habían ido tejiendo. Esta problemática ha supuesto un verdadero debate historiográfico sobre la idea de continuidad o ruptura, entre otros, por García Camarero (2016): “¿Sería el Instituto de España capaz de continuar tan vasta obra?”. Una vez terminada la guerra, se abandonó definitivamente la idea de transferir toda la gestión de investigación científica al Instituto de España, a cuyo cargo estaba Julio Palacios, doctor en físicas formado en la Junta y, por tanto, no libre de recelos y desconfianzas (García Camarero, 2016: 153-154). Se procedió a la elección de un nuevo Ministro de Educación, tras la destitución de Pedro Saiz Rodríguez, siendo nombrado José Ibáñez Martín(1898-1969), más ortodoxo en sus creencias (Orella, 2016: 181). Fue el precursor de una nueva política científica y de un nuevo organismo que buscó, por encima de todo, conjugar los principios del catolicismo y de la ciencia, además de sepultar el pasado científico más inmediato, y así lo declaró en su discurso del acto inaugural del Consejo Superior de Investigaciones Científicas el 28 de octubre de 1940: Queremos una ciencia católica, esto es, una ciencia que por sometida a la suprema del universo, por armonizada con la fe “en la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo” (Ioan., I, 9), alcance su más pura nota universal. Liquidamos, por tanto, en esta hora todas las herejías científicas que secaron y agostaron los cauces de nuestra genialidad nacional y nos sumieron en la atonía y decadencia26. El CSIC fue un proyecto impulsado de forma decidida por el nuevo Ministro de Educación Nacional como principal instrumento rector de la vida científica española durante los siguientes años. Ibáñez Martín fue uno de los pesos pesados dentro de la nueva institución, alguien que tuvo una gran capacidad para ganarse apoyos económicos y políticos que favorecieron al CSIC; junto a él sobresalió otro gestor fundamental del Consejo, José María Albareda (1902-1966), secretario general del CSIC, quien desde 1936 hasta 1966 se convirtió en el símbolo principal de este organismo y uno de los más poderosos en el panorama de la política científica de la España franquista (López Sánchez, 2016: 173). Albareda fue un importante edafólogo que tuvo la férrea preocupación de aplicar a la agricultura los conocimientos de la ciencia del suelo. Fue 25Boletín Oficial del Estado, nº 576, 20 de mayo de 1938, pp. 7.418- 7.419. 26Memoria de la Secretaría General 1940-1941, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, p. 32. 28 pensionado por la JAE durante 29 meses para investigar en Bonn (Institut für Chemie der Land), Zúrich (Agrikulturchemischen Laboratorium de la Escuela Politécnica) y Königsberg (Pflanzebau-Institut) (López-Ocón Cabrera, 2003: 391). Sin embargo su actividad al frente del CSIC y su gestión como Secretario General se vincula directamente con el hecho de que perteneció a la organización del Opus Dei, que se ordenó sacerdote en 1956, y que concilió durante seis años de vida su puesto de secretario general del CSIC con su rectorado de la Universidad de Navarra (Díaz Hernández, 2020). El Consejo fue creado por ley de 24 de noviembre de 193927 y su reglamento se fijó el 10 de febrero de 194028. Llegó a ser, de este modo, el órgano científico supremo que tenía representación en Universidades, Reales Academias, Escuelas de Ingenieros, los departamentos de la investigación técnica, el Ejército, la Iglesia, e incluso una figura del Instituto de Estudios Políticos (Claret, 2006: 58). Además de la estructura conformada en presidencia y secretaría se nombraron dos vicepresidentes, Miguel Asín Palacios y Antonio de Gregorio Rocasolano (Otero Carvajal, 2014: 76). En última instancia, por Decreto de 10 de febrero de 1940 se especificaron los distintos patronatos del Consejo: Raimundo Lulio (Ciencias Filosóficas, Teológicas, Jurídicas y Económicas), Marcelino Menéndez Pelayo (Humanidades), Alfonso el Sabio (Ciencias Físicas, Químicas y Matemáticas), Santiago Ramón y Cajal (Ciencias Biológicas y Naturales), Alonso de Herrera (Ciencias Agrícolas, Forestales y Pecuarias), y Juan de la Cierva Codorniú (Investigación Técnico-Industrial) (Urquijo Goitia, 2007: 263). Acerca de la relación entre el MNCN y el Consejo se han realizado algunos análisis, la mayoría de ellos englobados en publicaciones generales de la historia del Museo. Destaca la obra que Puig-Samper (2007) dedica al estudio detallado de la ciencia en España y de la JAE y el CSIC en la que se incluye, por ejemplo, un estudio de Alfonso Navas y donde se analiza esta relación del MNCN con el nuevo organismo y su desarrollo durante la etapa franquista. En oposición, existe un capítulo más específico dedicado concretamente a la sección de Paleontología del MNCN, explicada a través de las diferentes dependencias institucionales (JAE, Instituto de España, CSIC) en el que ayuda a entender grosso modo las vicisitudes del Museo ofrecidas a raíz de sus nuevo vínculos (Santos Mazorra, Bravo Arce y Fraile García, 2020). Al margen de todo esto, sorprende 27Boletín Oficial del Estado, nº 332, 24 de noviembre de 1939, pp. 6-668- 6.671. 28Decreto de 10 de marzo de 1941 por el que se crea en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas el Instituto Español de Entomología. Boletín Oficial del Estado, nº 81, 22 de marzo de 1941. 29 no encontrar ninguna monografía más especializada que se centre en ambos organismos. En general, se suele destacar el papel del CSIC en la configuración de la ciencia de posguerra, pero sólo contamos con algunos artículos y con muy pocas publicaciones que, además, se centran en temas más concretos dentro de la historia de la institución. El Museo Nacional de Ciencias Naturales, a partir de los inicios del franquismo, con sus diferentes colecciones fue incluido en el Patronato Santiago Ramón y Cajal formando parte del Instituto José de Acosta de Ciencias Naturales que agrupaba en su totalidad al Real Jardín Botánico y al MNCN con sus estaciones en Guadarrama y Marín (Santos Mazorra, Bravo Arce y Fraile García, 2020: 72). Aunque también hay que atender a ciertos conflictos en relación a la designación y a los límites de cada uno de estos centros y sus campos de trabajo. En el acto inaugural del CSIC del 28 de octubre de 1940 ya se expresó cuál sería la nueva estructura del Museo, si bien la Memoria del Consejo, que asume la síntesis de actividades durante los años 1940 y 1941, deja entrever la falta de un criterio establecido y de unas pautas sobre el MNCN y todo lo que concernía a los centros y/o institutos29. En la página 4 se alude por primera vez al Instituto José de Acosta, que se crea inicialmente con la sección de Petrografía de Laboratorio de Geología de la Universidad de Barcelona, el Museo Nacional de Ciencias Naturales, Jardín Botánico y la sección de Helmintología y Parasitología de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Granada (Navas, 2007: 315). Y aparece adscrito a dos patronatos diferentes en dicha memoria, algo que sin duda resulta contradictorio; por un lado parece que pertenece al Patronato Santiago Ramón y Cajal pues así se indica en el índice y página 197, y por otro lado se asume como dentro del Patronato Alfonso X el Sabio, apareciendo esta referencia en la página 101. El CSIC acumuló los cargos de director del Instituto José de Acosta y la dirección del Museo en Pedro de Novo y Fernández Chicarro, geólogo e ingeniero de minas (Navas, 2007: 315). Su labor no fue fácil a la hora de establecer los límites y de comenzar una andadura bien establecida. Este entramado suponía un adelanto de lo que se iba a acontecer pocos meses después, la fragmentación administrativa del Museo Nacional de Ciencias Naturales en tres centros diferentes. Una fragmentación interna que contradecía sus principios de identidad heterogénea e investigadora. 29Memoria de la Secretaria General, 1940-1941, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas. 30 Desarrollo administrativo del Museo tras la contienda. Desmembramiento del Museo: El Instituto José de Acosta, el Instituto Lucas Mellada y el Instituto de Entomología Es cierto que durante la primera posguerra y después de haberse conformado el CSIC como órgano superior científico, hubo una gran falta de criterio y de pautas que concretaran el nuevo desarrollo administrativo de los diferentes institutos, centros, etc. (Santos Mazorra, Bravo Arce y Fraile García, 2020: 72). Sin embargo ya aparecía en el reglamento del CSIC ciertos preceptos y disposiciones que determinaban, por ejemplo, que los institutos podían distribuirse en secciones, y la plantilla de investigadores se formaba por directores de institutos, jefes de sección, ayudantes, becarios y alumnos, teniendo en cuenta del mismo modo, a los profesores adjuntos y extraordinarios. Los institutos y las secciones de renombre y que contaran con especial relevancia estarían dirigidos por un director, un vicedirector y un secretario estipulados por el Ministerio a propuesta del Consejo Ejecutivo. Así es el caso concreto del MCNC, que se encontraba bajo la dirección administrativa del Instituto José de Acosta. Como se señala más arriba, Pedro de Novo, director del Museo, también ostentó la dirección del Instituto José de Acosta, siendo así hasta su dimisión en octubre de 1941. En su lugar se nombró a Emilio Fernández Galiano (1885-1953) como director, a Arturo Caballero Segares y Celso Arévalo Carretero como vicedirectores y a Rafael Ibarra Méndez como secretario30. La aparición del IJA fue la primera clave de todo este entramado. La nueva entidad sostuvo la matriz, las secciones disgregadas y las de nueva aparición. La realidad de todo este asunto es que el IJA es una mera sección administrativa del Museo, con quien compartía domicilio, director y secretario (Galera Gómez y Martín Albaladejo, 2020: 43). Emilio Fernández Galiano explicó que este era el antiguo museo y subrayó en torno al año 1944 que la misión del Museo se presentaba como doble, educativa y científica31: El Museo Nacional de Ciencias Naturales, núcleo del Instituto «José de Acosta», ha continuado sus tareas como centro de investigación, sin desatender la misión educativa que tradicionalmente lleva a cabo mediante la exposición al público de sus colecciones de rocas, minerales y animales32 En el Museo o Instituto «José de Acosta» se continuó con las habituales Secciones de Geología y Geografía Física (jefe de sección, Eduardo Hernández Pacheco); de Mineralogía (conservadora, Josefina Pérez Mateos); de Vertebrados (jefe, Luis Lozano 30Memoria de la Secretaria General, 1940-1941, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, p. 181. También se pueden consultar las nóminas del Instituto José de Acosta, Museo Nacional de Ciencias Naturales. AGA, Educación, Fondo CSIC, (00) 004 Libros 281 y 296. 31AMNCN, ACN1183. carpeta 1960 correspondencia, carta de Fernández Galiano al jefe de sección Biología Experimental del 14 de julio de 1944. 32AMNCN, ACN1031. Memoria 1941-1942 del MNCN. 31 Rey); de Moluscos y animales inferiores (jefe, Celso Arévalo); de Histología comparada (jefe, Emilio Fernández Galiano y Laboratorio de Fisiología Comparada, Salustio Alvarado Fernández) y una Sección de Biología experimental (jefe, Antonio de Zulueta). Tal y como se aprecia, el personal del Instituto José de Acosta estuvo formado por numerosos investigadores de gran calado, muchos de ellos vinculados al Museo en etapas anteriores. En este subcapítulo pretendo llevar a cabo un estudio más pormenorizado del desarrollo administrativo del Museo, prestando especial atención a sus secciones y personal33. El empeño fundamental que tuvo el CSIC por evitar dar la sensación de parálisis conllevó que desde el primer momento se buscara garantizar el correcto funcionamiento de los trabajos que se realizaban en cada una de las Secciones. Desde el mismo momento en que la estructura administrativa del nuevo organismo empezó a funcionar lo hizo asimismo, el nombramiento de los diferentes Jefes de Sección, así como de los demás cargos de responsabilidad, tales como el Director, el Secretario, Vicesecretario, etc. Además, según la documentación consultada, poco a poco se fueron introduciendo otros cargos que nos resultan más relevantes en tanto que nuestro objeto de estudio es un museo de historia natural. Destaca la figura de los profesores, los conservadores, los auxiliares artísticos, los colectores, preparadores, ayudantes de sección y mecanógrafas. Las personalidades más abundantes en el Museo fueron los profesores y preparadores, llegando a encontrar un número de diez preparadores y doce profesores. Sin embargo las nóminas revisadas nos ofrecen un panorama en el que se aprecia la carencia de otras figuras profesionales indispensables, lo que conllevó que el funcionamiento del mismo no estuviera al nivel de otros centros extranjeros. Encontramos, por ejemplo, cuatro conservadores, un colector, y tres auxiliares artísticos. Además cabría destacar la ausencia de figuras de especial relevancia tales como bibliotecario o archivero en las nóminas de estos once años. No se ha encontrado documentación que permita una descripción completa de las responsabilidades que correspondían a cada uno de los puestos mencionados, pero de las cartas, nóminas y Memorias del Consejo podemos extraer algunas conclusiones. Las funciones eran muy variadas, pero principalmente destaca la labor científica que se debía traducir en el desarrollo de investigaciones y posterior publicación, así como la 33Se adjunta en anexos las tablas correspondientes al personal del Museo (cargos de responsabilidad, otros cargos y becarios). 32 preparación y conservación de las colecciones. De este modo se explicaba la distribución de personal según la diferente funcionalidad de cada uno: La labor que realiza el Instituto de Ciencias Naturales “José de Acosta” exige una distribución del personal en armonía con las diversas actividades peculiares de este Centro. El mencionado Instituto desempeña: a) Funciones propias de carácter general: servicios de secretaría, mecanógrafas, dibujantes, etc. b) Funciones propias de Museo: arreglo y conservación de colecciones; taxidermia, trabajos de laboratorio, sistemáticos, geográficos, etc. c) Funciones de investigaciones biológicas en Histología comparada, fisiología comparada y Biología experimental34. La realidad por aquel entonces, que podría proyectarse como una prolongación hasta nuestros días, es que la actividad científica e investigadora en el Museo ha prevalecido, en gran medida, frente a los interés museísticos o artísticos. Conclusiones que obtenemos a raíz del análisis de sus plantillas. Además de esto se intuye un marcado interés por implementar una misión pedagógica sólida, reforzando la idea de funcionalidad en el centro, en la que el apoyo a los alumnos era fundamental. Destaca en este sentido el envío de alumnos en formación a establecimientos científicos externos donde podían complementar y ampliar sus conocimientos en ciencias naturales, como ocurrió con el caso de la Estación Biológica de Galicia35. También es preciso subrayar la aparición de la figura de becarios que enriquecían el entorno del Museo con nuevas aspiraciones científicas, nuevas visiones y aires de renovación. Entre los nombres más repetidos, despuntan los de Mª Teresa Rodríguez Mellado y Josefa Menéndez Amor, que posteriormente ostentarían un papel importante dentro y fuera del Museo a nivel científico: Tengo el honor de remitir a V.E. las adjuntas instancias de las Srtas. Josefa Menéndez Amor y Mª Teresa Rodríguez Mellado, Becarias de este Instituto, que solicitan una pensión para ampliar estudios de su especialidad en Portugal, con el informe favorable del Jefe de la Sección que dirige los trabajos36. Normalmente estos becarios se contrataban por periodos anuales, pero algunos de ellos, como fue el caso de estas dos mujeres, eran renovados durante más tiempo, hasta finalizar la labor que habían emprendido. Es un dato a destacar la notable la presencia de mujeres entre los becarios, más numerosas que los hombre, si bien es cierto que no existe ningún caso de puesto de dirección o jefe de sección que estuviera en manos de una mujer. 34AGA, educación, fondo CSIC, (05) 004, caja 31/8537, Carpeta Instituto José de Acosta, 1942. 35AGA, educación, fondo CSIC, (05) 004, caja 31/8537, Carpeta Instituto José de Acosta, 1942, Oficio de Emilio Fernández Galiano al Secretario del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. 36AGA, educación, fondo CSIC, (05) 004, caja 31/8578, legajo 638, Carpeta Instituto José de Acosta, 1948. Oficia del Director, Emilio Fernández Galiano, al Secretario General del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. 33 Por otra parte, la presencia femenina en el cuerpo administrativo del Museo se adaptó a su presencia en puestos que guardaban coherencia con las concepciones de género de la década de los años cuarenta: las mujeres se ocupaban mayoritariamente de actividades como la mecanografía, una labor aceptada socialmente y relacionada con la construcción de la feminidad franquista. Durante los últimos años del desarrollo de la JAE habían comenzado a incorporarse cada vez más mujeres, pero la nueva España con sus valores tradicionalistas y falangistas había impuesto una perspectiva mucho más conservadora del acceso de la mujer al espacio público. Además de la información sobre las nuevas plantillas, también forma parte de este nuevo desarrollo administrativo y no tuvo poca importancia, el elemento presupuestario del IJA. El Consejo tenía un presupuesto general propio y poseía la capacidad de distribuir estos recursos a sus diferentes centros, lo que no dejaba de ser un síntoma de autonomía e independencia garantizada porque Ibáñez Martín era a la vez ministro de Educación Nacional y Presidente del CSIC. Era el Consejo Ejecutivo el órgano que se encargaba de redactar los presupuestos de cada uno de los Institutos que se habían creado, enviándolo posteriormente al Ministerio de Educación Nacional para su aprobación (Fernández Gallego, 2014: 66). En cuanto a lo que respecta al IJA, es necesario mencionar que el grueso del presupuesto se destinaba al pago de las nóminas del personal investigador, pero también destacan grandes cantidades reservadas a publicaciones propias y a excursiones, viajes y trabajos de campo. El IJA no tuvo con problemas económicos reseñables, aunque los primeros años de vida tras la guerra parece que afectaron a la actividad científica del Museo. Se observa, sin embargo, un incremento considerable de presupuesto en los últimos años, quizás fruto de la mejora económica y de un desarrollo más próspero museístico y científico37. Este modelo administrativo que representó el IJA sirvió posteriormente para que se fueran implementando otros organismos que reprodujeron una estructura organizativa y científica semejante al original. El IJA fue, por tanto, una especie de ensayo y un punto de partida para dar paso posteriormente a otros Institutos que se inspiraron en el mismo. El primer ejemplo no se hizo esperar, el 10 de marzo de 1941 se creó un nuevo organismo, llamado Instituto Español de Entomología (IEE), que formó parte del patronato Alonso Herrera. El decreto de creación del Instituto se hace sobre la base de la extinta sección de 37Se adjunta en anexos la tabla referente a los presupuestos de los años 1940-1951. 34 Entomología del MNCN; una sección que a lo largo de muchos años había sido la indiscutible protagonista de los estudios entomológicos españoles y que al término de la Guerra Civil quedó sin muchos de los investigadores más destacados que la formaban: Ignacio y Cándido Bolívar, Dionisio Peláez o Juan Gil Collado, depurados o exiliados (Albaladejo, Notario y Carrascosa, 2016: 2). Las principales funciones que se le confiaban al nuevo instituto, tal y como expresa el segundo artículo de dicho decreto, fueron […] la recolección, conservación y determinación de la fauna entomológica, especialmente la de España, así como toda clase de investigaciones que, relacionadas con dicha fauna, redunden en beneficio de la economía e interés nacional38. La sección de Entomología del Museo pasó de tener veinticuatro empleados, en 1935 a nueve en 1941 (Navas, 2007: 316); si bien es cierto que en las posteriores relaciones de personal se observa un mínimo incremento en la plantilla. En el mes de agosto de 1941 la relación del personal técnico que firmaba el secretario, Eduardo Zarco, previa supervisión de Gonzalo Ceballos, el director, contaba, entre otros muchos, con la participación de Manuel Martínez Escalera (entomólogo), Ramón Agenjo Cecilia (entomólogo), José Abajo Trujillo (preparador), Laura Aguirre Hilla (preparador)39. Además, el IEE quedó, finalmente, dividido en tres secciones diferentes: Sección de Entomología general, Sección de Entomología agrícola y Sección de Entomología forestal40. El académico Manuel García de Viedma Hitos, ingeniero y entomólogo asturiano, escribió sobre el fundador y director del IEE constatando que buscó, desde el primer momento de andadura del Instituto, cierto distanciamiento con respecto al Museo y al CSIC (García de Viedma, 1968). Entre las medidas que tomó para ello, destacan la prohibición del acceso por la escalera interior de Museo (a excepción del público, que previamente debía haber pagado); la apertura de un acceso directo, con ascensor incluido, desde una de las esquinas laterales del edificio; y la colocación de una placa con el nombre del Instituto Español de Entomología, acompañado de un águila imperial, sustituyendo el tradicional árbol de la ciencia. Asimismo, se sabe que existió una gran colaboración por parte de Ceballos y Zarco, lo que ayudó a que la institución prosperara y estructurara una importante labor científica desde sus inicios (Gomis, 2014: 44). Esta compenetración tuvo mucho que ver con aspectos como la salida y representación internacional por parte de 38Decreto de 10 de marzo de 1941 por el que se crea en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas el Instituto Español de Entomología. Boletín Oficial del Estado, nº 81, 22 de marzo de 1941, pp. 1932-1933. 39AMNCN, ACN0456/001. Relación del personal técnico del Instituto Español de Entomología, en el mes de agosto de 1941, que se envía al secretario del CSIC. 40Memoria de la Secretaria General, 1940-1941, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, p. 215. 35 ambos entomólogos españoles en el VIII Congreso Internacional de Entomología que se celebró en Estocolmo del 9 al 14 de agosto de 1948 (Sanchiz y Martín, 1997: 184); la normalización de la publicación de la revista Eos a los pocos meses de terminar la guerra, o con la puesta en marcha de Graellsia, revista de entomólogos españoles, que sería fundamental para consolidar las publicaciones de esta rama científica y dar salida a los trabajos de investigación del IEE41. En 1950 el presupuesto general para las publicaciones de estas dos revistas es de 122.000 pesetas, una cifra bastante elevada si se compara al resto de gastos, siendo mayor incluso que la adquisición de nuevas colecciones o la realización de excursiones42. Sin abandonar el terreno de las publicaciones y de la producción científica destaca la abundancia de estas y el esfuerzo de los investigadores por impulsar sus trabajos desde bien temprano; eso sí, con la ausencia de numerosas figuras de gran calado, relacionadas con la entomología, que habían liderado las investigaciones entomológicas durante las décadas anteriores, pero que ahora no pudieron formar parte de este nuevo panorama porque se encontraban en el exilio o habían sido sancionados durante la depuración. De esta manera, en la Memoria de los años 1940-1941, por ejemplo, se destaca el estudio completo realizado por Ceballes de los Cryptinae (Ichneumonidae) españoles, con la publicación de la tribu Phygadeuonini o el estudio de Martínez de la Escalera que concluye con el conocimiento de las Hymenoplia de España (Gomis, 2014: 45); con ellos, se debería mencionar una larga lista de investigadores, como Agenjo, Puyol, Zarco, Giner Marí, etc., que intentaron revitalizar los trabajos entomológicos a través de sus escritos y publicaciones, sus observaciones y, sobre todo, su pasión por este conocimiento43. Además, aunque con menos asiduidad que en momentos anteriores, el IEE retomó una de sus actividades más relevantes o , al menos, más formativas y educativas, que consistió en el envío de las colecciones a los centros de enseñanza. Tal y como se comunica en la Memoria del CSIC del año 1945, desde ese verano el Instituto contó con una pequeña Estación en la Sierra de Guadarrama permitiendo el incremento de las colecciones que 41AGA, educación, fondo CSIC, (05) 004, caja 8578, legajo 638, Carpeta del Instituto Español de Entomología, 1948. Autorización tras la Sesión del Consejo Ejecutivo celebrada el 14 de abril de 1948. 42AGA, educación, fondo CSIC, (05) 004, caja 8630, legajo 638, Carpeta del Instituto Español de Entomología, 1950. Presupuesto para el año 1950. Se publicaron “Fauna del Olivo”, Hojas divulgadoras, “Odonatos de España”, Tomo extraordinario de la Rev. EOS (25 aniversario). 43En el Discurso leído por José Mª Dusmet y Alonso en la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, se hace mención a una larga lista de entomólogos españoles que participaron de toda esta actividad. “Discurso de D. José María Dusmet y Alonso. Recuerdos para contribuir a la historia de la entomología de España”, leído en Acto de su Recepción ante la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, el día 21 de junio de 1944. 36 posteriormente se destinarían a estos centros educativos44. En definitiva, el IEE consiguió alcanzar una posición sólida dentro del CSIC y, a pesar de romper con el MNCN, buscó, por encima de todo, el desarrollo de sus propias colecciones, la constante recolección de material y favorecer la puesta en marcha de un programa educativo y pedagógico a través de sus colecciones. Dos años más tarde, concretamente el 10 de abril de 1943, se creó un nueva institución, bajo la denominación de Centro de Investigaciones Geológicas “Lucas Mellada”, que en 1946 pasó a llamarse Instituto Lucas Mellada de Investigaciones Geológicas. Todo ello en honor al ingeniero de Minas oscense que ostentó un lugar fundamental en este contexto, por su labor y obra geológica, además de ser un importante miembro del regeneracionismo español (Cuchí, 2017: 135-136). Formó parte del Patronato Ramón y Cajal y su director fue Maximino San Miguel de la Cámara (1887- 1961). El nuevo instituto vino a consagrar el desarrollo de la antigua Sección de Petrografía de Barcelona. El nuevo centro de investigaciones se dividió en varias secciones iniciales: Sección de Petrografía; Sección de Paleontología; Sección de Geomorfología y Sección de Fisiografía45. Más tarde se añadieron las secciones de Investigaciones Cristalográficas, Mineralógicas e Hidrognósticas; y en el año 1946 se agregó la Sección de Estratigrafía (Navas, 2007: 317). En suma, fue un centro dedicado a la investigación pura y a la recolección de muestras que catalogaron, aumentaron y enriquecieron las propias colecciones del MNCN. Nos encontramos, de nuevo, con otra de las ramas científicas desgajadas previamente de la administración de la institución, pero que físicamente tuvo que asumir el propio Museo; un museo que ya contaba con numerosos ocupantes. En la planta baja de este se dispuso un espacio dedicado a la Sección de Petrografía, organizando un laboratorio, con una gran sala de becarios a su lado donde ordenaban el material y lo estudiaban con microscopio46. Un nuevo espacio sería pensado para el Instituto Lucas Mellada y para el Sebastián Elcano de Geografía en la calle Serrano número 117. La construcción se llevó a cabo pero nunca lo ocuparon. La complejidad del tejido de relaciones que se creó entre dichos centros aumenta cuando en una sesión del Consejo Ejecutivo del CSIC, celebrada en octubre de 1945, se pensó en crear un centro más 44Memoria del año 1945, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, pp. 339-340. 45Memoria del año 1943, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, pp. 219-223. 46AMNCN, ACN1031, carpeta 2, carpetilla 10. Maximino San Miguel, Memoria Anual de la Sección de Petrografía del Museo de Ciencias Naturales, 13 de octubre de 1943. 37 dependiente del IJA, el Centro de Investigaciones Zoológicas47, cuya función primordial fue fomentar los estudios sobre anatomía, fisiología animal, genética e histología y fue dirigido por el mismo Fernández Galiano, contando con el apoyo profesional de Antonio de Zulueta y colaboradores como Salustio Fernández. (Martín Albaladejo y Peña de Camus Sáez, 2018: 270). La interesada reorganización que promovió el CSIC no hizo más que ramificar el Instituto Acosta y finalmente acabaría por convertirse en un ente inestable, lo que conllevó un gran deterioro del Museo. Asimismo, el espacio cedido a otros institutos conllevó un gran deterioro y empobrecimiento organizativo. Este hecho supuso el inicio de una lucha “soterrada por el espacio “, cuya solución pasaba por construir un nuevo edificio que mantuviera la unidad física de la institución así como los intereses particulares de cada Instituto. Las peticiones llevadas a cabo48 fueron en vano y el Museo ha permanecido en su sede hasta la actualidad. Nos aventuramos a declarar que fueron varios los institutos y los centros que ocuparon el mismo edificio; una entidad que carecía de unión administrativa y, que pese a los esfuerzos por continuar con los trabajos, las traducciones, etc., su faceta investigadora se resintió enormemente, resultando perjudicada también su actividad expositiva. La conservación fue reducida y la actitud predominante fue la clasificación y amontonamiento de las piezas, como si de un mero repositorio se tratara. Los medios económicos con los que se contaban fueron muy reducidos y esto provocó la parálisis de la mayoría de proyectos museísticos y de las investigaciones científicas a lo largo de bastantes décadas. El organigrama del Museo, además, invita a pensar en una institución muy segregada y muy jerarquizada donde las altas esferas ostentaban un poder prominente, planteamiento que procede del propio Consejo, conjugado con un entorno político e ideológico muy concreto. Todo ello fomentaba una atmósfera de subordinación que no ayudaba al desarrollo profesional de la plantilla y, ni mucho menos, a la deontología del Museo. 47Memoria del año 1946-1947, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, p. 289. 48AMNCN, ACN1102, carpeta 2. Carta al subsecretario del Ministerio de Educación Nacional, 25 de marzo de 1947. 38 CAPÍTULO TERCERO Tratamiento de la colección y de las exposiciones Todos los ejemplares de la colección de Historia Natural perteneciente al Museo, se habían ido acogiendo y estudiando durante muchas décadas, concretamente desde el siglo XVIII, momento en el que despunta el crecimiento de estas, acaecidas por las vicisitudes históricas españolas, tales como las expediciones científicas, o incluso a través de grandes donaciones realizadas por particulares y cesiones entre centros extranjeros o nacionales con importantes colecciones naturales (Barreiro, 1992). Todo ello vale para confirmar que al dar inicio la Guerra Civil, el MNCN contaba en su interior con una colección muy nutrida, tanto en el ámbito de la zoología, como en el de invertebrados, vertebrados, mineralogía y paleontología. Antes del año 1936, la estructura del Museo y de sus colecciones se estructuraban dentro de secciones, especializadas cada una de estas en diversas áreas de conocimiento; en 1936 encontramos concretamente ochos secciones, la de Vertebrados, Geología, Entomología, Mineralogía, Animales Inferiores y Moluscos, Paleontología, Geografía Física y Ecología y tres laboratorios, el de Anatomía Microscópica, Taxidermia y Biología Experimental (Otero y López, 2012: 612-613). Más tarde, una vez finalizada la guerra en noviembre de 1939, a raíz de un proyecto organizativo del Museo llevado a cabo en 1939, encontramos información sobre estas secciones, que cambiaron mínimamente, manteniéndose en número pero dando prioridad a otras ramas científicas diferentes, destacando la sección de vertebrados, entomología, animales inferiores y moluscos, histología y fisiología comparadas, mineralogía, geología y paleontología, geografía física y excursiones y expediciones49. Las colecciones sufrieron a lo largo de estos años a consecuencia de todos los cambios producidos en la sociedad, en la cultura y en la ciencia, sobre todo por el constante trasiego y por sus movimientos y agitaciones. La marcha desfavorable de la guerra para la república obligó a la salida apresurada de personal y a la búsqueda inminente de la mayor y mejor protección de todos los ejemplares ¿Cómo se salvaguardaron las colecciones? ¿tuvieron que trasladarse a otros edificios? ¿sufrieron grandes pérdidas o desperfectos dentro del propio Museo? Y una vez terminada la guerra ¿cuál y cómo fue su gestión? 49AMNCN, ACN1022. Proyecto de organización del MNCN realizado en noviembre de 1939, expediente noviembre- diciembre 1939. 39 Protección de la colección del MNCN durante la Guerra Civil El Museo de Ciencias Naturales en 1936 pasó a formar parte de una entidad que englobaba a dos institucione más. Ignacio Bolívar, presidente de la Junta de Profesores de los Museos de Historia Natural, propuso el 21 de agosto de 1936 denominar con un único nombre, el Instituto Nacional de Ciencias Naturales, al conjunto de centros que se dedicaban al estudio de la ciencias naturales. Este grupo lo formaban además del Museo Nacional de Ciencias Naturales, con sus anejos la estación Alpina de Biología de Cercedilla y la Estación de Biología Marina de Marín (Pontevedra), el Jardín Botánico y el Museo de Antropología50. De esta forma se llegó a materializar un plan que había sido largamente deseado, y que ya se había dado con otros campos científicos, como con las ciencias biomédicas con el Instituto Cajal o las físico-químicas con el Instituto Nacional de Física y Química. Su objetivo fue desarrollar labores y actividades culturales y científicas y su principal centro de actuación fue Madrid aunque poco tiempo después pasó a ser Valencia, al ser trasladada parte de todas sus plantillas y colecciones a esta ciudad por causa de los acontecimientos surgidos por la guerra. En julio de 1936, ante la situación insurrecta, en lugares donde las organizaciones obreras triunfaron sobre el levantamiento, se produjeron durante las primeras semanas de guerra una oleada de incautaciones sin precedente alguno. Las milicias populares, por ejemplo, ocuparon en Madrid una cantidad ingente de edificios aristocráticos como los Palacios de Medinaceli, Bailén y Liria; sedes de partidos de derecha; Casinos y, en general, los círculos más conservadores y católicos de Madrid51. La prensa del momento se hizo eco de todo este asunto e incluso, tal y como expone Álvarez Lopera (2019: 75), se asistió a un “carnaval de anuncios” en la prensa republicana, que se centraba en todo momento en señalar los hallazgos de armas o documentos monárquicos en los palacios ocupados con chanza y burla. Algo que a las pocas semanas dio un cambio de sentido dando paso a artículos de prensa que respetaban y valoraban, los tan abundantes, objetos artísticos que contenían estos grandes palacios. Los dos palacios que más pudieron suscitar el interés periodístico fueron el de Lázaro Galdiano y el de Medinaceli, 50AMNCN, ACN0311/002. Libro de Actas de las Sesiones celebradas por la Junta de Profesores de los Museos de Historia Natural (Museo Nacional de Ciencias Naturales, Jardín Botánico y Museo de Antropología), p. 91. 51Álvarez Lopera en su libro La política de bienes culturales del Gobierno republicano durante la guerra civil española (2019) da cuenta de algunas de las listas de los palacios incautados con sus nuevos destinos, pudiéndose también localizar en artículos originarios de los grupos franquistas, como por ejemplo, “Las colecciones particulares de arte de Madrid”, ABC, Sevilla, 19 de enero de 1938; “La barbarie marxista en las iglesias del antiguo Madrid y en las colecciones particulares madrileñas de arte”, Ideal, Granada, 9 de diciembre de 1936. 40 convertido en hospital de sangre y Cuartel General de la Sección Motorizada de las Milicias Obreras del Partido Socialista52. Las incautaciones continuaron haciéndose durante toda la guerra y los edificios siguieron estando ocupados por estas organizaciones obreras, que resistieron hasta el final (Álvarez Lopera, 2019: 77). La mayoría de estos edificios guardaba en su interior verdaderos tesoros artísticos, colecciones privadas que se habían ido adquiriendo y que contaban con un valor y riqueza artística significativa. Todas ellas quedaron confiscadas. Esta situación provocó la inmediata creación, por parte de la Administración, de la Junta de Incautación y Protección del Tesoro Artístico Español, por un decreto de 23 de julio, en cuyo preámbulo se intuía ya un matiz de preocupación que comenzaba así: Habiendo sido ocupados distintos Palacios en los que se encierra una riqueza artística e histórica de extraordinario valor, debe procederse sin pérdida de tiempo a la intervención de ella, trasladándola en caso necesario a lugares que permitan, no sólo su instalación adecuada, sino su conocimiento por el pueblo para su mayor educación y cultura53. El patrimonio científico encontrado fue copioso y su gestión la dirigieron los principales expertos en ciencias naturales. En primer lugar se contactó con Ignacio Bolívar y, tanto él como sus colaboradores del MNCN, trabajaron para lograr la salvaguardia de las colecciones de historia natural, sólo ellos tenían la potestad para llevar a cabo estas incautaciones. Primeramente se recogieron las colecciones más importantes y famosas como las de Dusmet, la del Instituto Nebrija y sobre todo la del Duque de Medinaceli, sin duda una de las más importantes colecciones cuya incautación y correspondientes informes dan cuenta de la gran cantidad de objetos biológicos que poseía: vitrinas repletas con ejemplares de cabezas de ciervos, jabalíes, antílopes, gacelas; vitrinas con aves marinas, halcones, conejos, alces, buitres flamencos; tableros con escudos y patas de aves; cuadros con grabados de aves marinas y alces, etc., además de un depósito de unos 390 volúmenes que fueron entregados en el Museo; una larga serie de catálogos, diarios y libros que recogían los más importantes estudios de historia natural del momento54. Ignacio Bolívar se encargó, en una de sus artículos de prensa, de describir la colección de Medinaceli como una hermosa colección, formada por grupos biológicos, avalados en su mayoría con las firmas de los hermanos Benito, que nada tenía que 52[Anónimo] “Una visita al palacio de Medinaceli, verdadero museo de guerra, de caza y de pintura, convertido hoy en hospital de sangre y cuartel de milicianos”, Crónica, nº 351, 2 de agosto de 1936, s. p. 53Gaceta de Madrid, decreto de 23 de julio de 1936, nº 207, p. 834. Disponiendo se constituya una Junta, en relación inmediata con el Director general de Bellas Artes, encargada de intervenir con amplias facultades cuantos objetos de arte o históricos y científicos se encuentren en los palacios ocupados. 54AMNCN, ACN0279/016. Expediente sobre la incautación de colecciones durante la Guerra Civil Española con destino al Museo Nacional de Ciencias Naturales, 31 de julio de 1936 al 12 de diciembre de 1939. 41 envidiar en belleza y composición a la del Museo Británico. Se recalcó, además, el esmero y el esfuerzo llevado cabo para que los objetos no sufrieran un mínimo daño, y la utilidad y el atractivo de estos a la hora de conservarse en un Museo público, en el que se podía satisfacer los intereses de todos, a nivel cultural y formativo, y no sólo los de unos cuantos privilegiados que tenían curiosidad en el asunto55. Una justificación férrea de las incautaciones científicas por parte del, por entonces, director del Museo Nacional de Ciencias Naturales, que no hacían más que acreditar un relato de salvaguardia y defensa de estas colecciones. Poco a poco irían llegando al Museo un gran acopio de objetos artísticos y naturales que la Junta del Tesoro Artístico iba incautando y, aunque hubo proyectos iniciales en los que se defendía el establecimiento y la continuidad de las colecciones en sus palacios o casas de origen, sin necesidad de ser trasladadas al MNCN, las circunstancias de la guerra, sobre todo a consecuencia de los bombardeos, acabaron con estas intenciones. Así ocurrió con el caso del Palacio de Liria56. La disposición de la colección del MNCN en la época de guerra, es un tema que, a día de hoy, sigue entrañando gran dificultad por el desconocimiento e inexactitud de los diferentes puntos de depósito y el caos generalizado que imperó en el asunto de las colecciones, a las que se otorgaba, de forma general, poco interés. En primer lugar, al darse comienzo la guerra y los continuos bombardeos en la capital, la biblioteca y las colecciones se trasladaron a los lugares más seguros y resguardados del museo, al mismo tiempo que las piezas más importantes se depositaban en una caja fuerte del Banco Central en mayo del año 1936, como por ejemplo las colecciones de minerales del Museo que contenían, entre otros muchos piezas, oro, topacios tallados, cristales rosa rodados de rubí espinela, amatista, esmeralda tallada, etc. Fueron retiradas de aquí en enero del año 1937 por un delegado del gobierno57. Era esencial pensar en la salvaguardia de las propias colecciones científicas, ya que aunque hubo alguna salida excepcional, la mayor parte de la colección no salió de las inmediaciones del MNCN, algo que decidió la Junta Directiva de Profesores de los Museos de Historia Natural58. Bolívar advirtió que las colecciones 55Ignacio Bolívar, “Unas cuartillas del sabio naturalista español don Ignacio Bolívar Urrutia, director del Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid. ¿Quiénes son los amantes de la cultura?”, El Pueblo, Valencia, 29 de agosto de 1937, p. 5. Además de este artículo, encontramos otras referencias periodísticas de este asunto: Bolívar, Ignacio: “Cultura Española. Se han salvado y se conservan colecciones de gran valor en Ciencias Naturales”, El Socialista, n. 8556, 29 de agosto de 1937, p. 4. 56Íbidem. 57AMNCN, ACN1019. Inventario de los minerales de las colecciones del Museo Nacional de Ciencias Naturales guardados en el Banco Central, mayo de 1936. 58AMNCN, ACN0311/002. Libro de Actas de las Sesiones celebradas por la Junta de Profesores de los Museos de Historia Natural (Museo Nacional de Ciencias Naturales, Jardín Botánico y Museo de Antropología), Sesión del 12 de Noviembre de 1936, pp. 94-95. 42 entomológicas, así como la mayoría de volúmenes eran frágiles y muy sensibles a los posibles bombardeos, aún más si cabe, con una amenaza persistente al existir en el propio edificio del museo un cuartel de la Guardia Civil (Otero y López Sánchez, 2012: 619- 620). Se sugirieron diferentes planteamientos para resolver estos problemas de custodia, aunque no resultó sencillo. Uno de ellos fue el establecimiento de los libros en uno de los torreones del Museo para protegerlos de los incendios. Por otro lado, se creó oportuno instalar en el sótano de la Sección de Biología los libros, instrumental, y colección del Laboratorio de Biología, del que había sido tiempo atrás director Antonio de Zulueta. Además se consideró que las colecciones entomológicas no debían trasladarse fuera del museo; la situación de las mismas fue un punto de constante debate y discusión por su delicadeza y valor. Estas, que se situaban también en los sótanos, se movieron posteriormente hasta el Laboratorio del piso alto a causa de las humedades que surgieron y que se alejaban de la idea de conservación de la colección. Cándido Bolívar, secretario de la Junta durante toda esta coyuntura, no estimó apropiado este traslado ofreciendo, por ello, una casa de propiedad de su misma familia en Chamartín, con el fin de asentar de forma más segura al menos una parte de la colección, la de ortópteros. El resto de colecciones de insectos procedieron a llevarse al pabellón del patio, pues se protegerían más y mejor de los bombardeos que en los laboratorios, cuyas fachadas daban al exterior y poseían grandes ventanales (figura 1) (Pelayo, 2019: 6). Al igual que sucedió en muchos de los edificios, museos, iglesias e instituciones científicas madrileñas, el MNCN sufrió algunos daños -aunque en menor medida- por causa de los bombardeos. Encontramos el caso más claro en la noche del 15 de junio de 1937 en la que cayeron varios obuses en el museo produciendo perjuicios de cierta consideración en el edificio. El director provisional del Museo escribió en forma de telegrama la información más relevante en pos de recibir cierta atención por parte del Subsecretario del Ministerio de Instrucción Pública: […] Anoche cayeron varios obuses Museo produciendo daños mucha consideración edifico y grandes lunas vitrinas pero solo pequeñísimos desperfectos en ejemplares y colecciones y ninguna desgracia personal. (Punto) ante peligro derrumbamiento parciales requiero servicios Ayuntamiento, pero agradecería Ministerio enviase arquitecto reconocer edificio. Salúdale respetuosamente escribe Zulueta59. Las demandas del director provisional fueron atendidas, siendo el arquitecto Vicente Eced y Eced el encargado de realizar un informe con los desperfectos y daños sufridos y 59AMNCN, ACN0315/007. Texto para telegrama del Director Provisional del Museo al Subsecretario del Ministerio de Instrucción Pública solicitando la inspección de un arquitecto que valore los daños habidos en el Museo a causa de la guerra, 16 de junio de 1937. 43 las posibles soluciones. En dicho informe se recogía que el edificio había sufrido los efectos de dos proyectiles de cañón, uno de ellos estalló en el exterior y otro en interior del Museo, afectando este último a los locales destinados a la exposición de animales disecados pero sin tener que lamentar ninguna pérdida de material científico por haber sido trasladados días antes la colecciones de insectos. El técnico ofreció en su memoria dos visiones diferentes del centro. Por un lado consideraba que la parte del Museo Zoológico no ofrecía ninguna seguridad contra los futuros bombardeos, lo que provocaba que la protección y defensa del material científico fuera mucho más costosa por las condiciones en que había que hacerla, aún más teniendo en cuenta la escasez de material con el que se contaba en aquellos años. No obstante, establece una visión positiva de la parte del edificio dedicada a la mineralogía, reformada hacía poco tiempo, disfrutaba de una mayor facilidad a la hora de ser protegida de los efectos de bombas y disparos60. El arquitecto, dada esta situación crítica, propone la idea de llevar al Círculo de Bellas Artes los grupos más valiosos de aves, mamíferos y otras colecciones por tratarse de una construcción de fácil defensa y óptima situación: Por lo cual creo debe hacerse lo siguiente: Desalojar todos los ejemplares y colecciones de zoología no de gran tamaño y de verdadero interés colocándolos en otro local. (Podría ser la sala de exposiciones del Círculo de Bellas Artes). […] En la sala de exposiciones del Círculo de Bellas Artes solamente habría que proteger unas tres ventanas aparte que el edificio ofrece mucha seguridad por su orientación y construcción61. Fue una idea, que sin embargo, se acabó rechazando pues los riesgos que entrañaba esta situación, eran considerables. La Junta Directiva pensó, sin embargo, en buscar un local en la parte alta del barrio de Salamanca, al que se pudieran llevar algunas colecciones, considerando esta localización mucho más segura que la anterior62. A pesar de esta inicial decisión tomada por la Junta, encontramos documentación posterior procedente del Museo Nacional del Prado que da cuenta del depósito voluntario de varios ejemplares en este museo buscando, de nuevo, la máxima seguridad y atención frente a los acontecimientos surgidos durante la guerra; dicho depósito se llevó a cabo el 20 de diciembre de 1937 y fueron confiados diferentes grupos y ejemplares de aves y mamíferos contenidos en vitrinas. El oficio de entrada al Museo del Prado fue firmado por el director provisional Antonio de Zulueta y daba parte de los ejemplares trasladados, que habían 60AMNCN, ACN0315/006. Informe del Arquitecto Vicente Eced y Eced sobre los daños sufridos por el Museo después de la explosión de dos proyectiles y Resolución del Subsecretario del Ministerio de Instrucción Pública y Sanidad concediendo con cargo a la Delegación de Hacienda en Madrid 15.000 pts. para traslados y reparaciones. 61Íbidem. 62AMNCN, ACN1019. Junta directiva de los museos de ciencias naturales, antropológico y jardín botánico 18, 19 y 21 de octubre de 1937 44 pertenecido a la Colección Medinaceli, Colección Olivares, Colección Fernández Villota, Colección Armería y colecciones del Infante D. Sebastián63. Además de estas circunstancias, Antonio de Zulueta también reclamó y suplicó la construcción de un posible refugio contra bombardeos aéreos, con una capacidad de alrededor sesenta persona, algo que ya se había solicitado en repetidas ocasiones a la Comandancia de Obras y Fortificaciones pero que habían sido ignoradas y que continuaron siéndolo64. La guerra avanzaba y se tuvieron que tomar decisiones. Una vez establecida la relación de personal indispensable que se veía “obligado” a quedarse en Madrid y a partir a Valencia, y la clausura de algunos de los centros del Instituto Nacional de Ciencias Naturales -algo que no ocurrió con el MNCN puesto que siguió con cierta actividad durante los años de guerra- en torno a finales del verano de 1937, lo oportuno era disponer qué ocurriría con las colecciones y con la actividad científica que se llevaría a cabo en la ciudad de Valencia. La masiva movilización del personal del Museo permitió, de alguna manera, la continuación de algunas actividades investigadoras centrados en el litoral valenciano. Como por ejemplo el caso de Enrique Rioja quien consideró acertado el estudio de las albuferas y formaciones litorales desde el mar Menor a los Alfaques, del mismo modo que investigar los yacimiento fósiles de esta zona levantina, o la presentación de los cuadernos tercero y cuarto de EOS. El Museo no sólo se desprendió de su plantilla, sino también de parte de su colección, instrumental y material científico con vistas a crear una nueva delegación o junta en Valencia y recrear nuevos espacios como laboratorios y salas de investigación, asunto protagonista en la reunión llevada a cabo el 24 de octubre de 1937 por la Junta Directiva bajo la presidencia de Ignacio Bolívar (Otero y López, 2012: 1001). En dicha reunión se llegó a buen término pues se decidió que el edificio que contaba con mejores condiciones para acoger todo este material era el antiguo Hospital de Sacerdotes pobres, que dependía de la Junta Central del Tesoro Artístico y cuyo piso alto se dedicó al establecimiento de los laboratorios, que obtuvieron los medios necesarios para adquirir y conseguir más material65. Pese a las dificultades con las que contaban, la idea versaba sobre el trabajo y esfuerzo, por ello el plan era continuar con las labores que correspondían a un naturalista o científico, como el estudio de aves y moluscos, trabajo de laboratorio, el estudio de yacimientos mineralógicos, 63AMP, caja I000, leg. II, exp. I Depósitos del Museo de Ciencias Naturales (vitrinas con grupos y ejemplares de aves y mamíferos) durante la Guerra Civil. 64AMNCN, ACN0315/005/001, 29 Noviembre de 1937. Solicitud a la Comandancia de Obras y Fortificaciones de un refugio contra posibles bombardeos aéreos. 65AMNCN, ACN1019. Expediente del Instituto Nacional de Ciencias Naturales en Valencia. 45 actividades de pescas de la fauna ictiológica del litoral mediterráneo, etc. Algo que pudo hacerse efectivo gracias a la llegada en 1938 a Valencia de muebles, libros y algún material científico procedente de Madrid. Además, encontramos, incluso, ciertas solicitudes de material, con sus pertinentes préstamos que otorgaban cierta apariencia de normalidad a esta situación tan insólita, como la del Centro Experimental Pedagógico de Valencia de colecciones de minerales e insectos en 193866 y la del director del Instituto para Obreros de Valencia que solicita la entrega de colecciones zoológicas, prehistóricas y botánicas a finales del año 193767. Ese mismo año, desde sus inicios, y con la guerra inclinándose hacia la derrota de la república, parte de las colecciones y de este material salió desde Valencia a Barcelona, siguiendo los pasos del gobierno republicano. Aun así, entre finales de los años 1938 y 1939, tal y como aparece en uno de los expedientes del MNCN, se dieron órdenes de regreso a Madrid de muchos de los trabajadores, así como de la mayor parte de la colección trasladada con anterioridad. Se devolvieron un total de ochenta y cuatro bultos que contenían todo tipo de material: paquetes de archivo fotográfico de J. Royo, álbumes de J. Royo, ejemplares paleontológicos de la provincia de Valencia, una colección de preparaciones micrográficas de rocas del curso práctico de Mineralogía, una lista de los objetos de la Expedición al Amazonas, un microscopio binocular, libros del laboratorio de paleontología, cuadernos de notas de campo, diecisiete colecciones de vistas estereoscópicas…68. La vuelta a Madrid de todos estos naturalistas destinados a Valencia como de las propias colecciones supusieron el final de la estructura del INCN, y la causa de esta fue la inminente pérdida de la guerra por parte de la República. No fue solo una derrota militar, pues dio al traste con una larga producción y labor científica, artística y cultural. La colección del MNCN sufrió idas y venidas en vano, pues el final que le aguardaba durante mucho tiempo sería desesperanzador. Devoluciones de las colecciones incautadas, nueva organización de la colección y exposiciones 66AMNCN, ACN0303/019. Solicitud del Centro Experimental Pedagógico de Valencia al Museo Nacional de Ciencias Naturales de colecciones de minerales e insectos y la concesión de ellas por el Museo, 14/11/1938. 67AMNCN, ACN0272/028. El director del Instituto para Obreros de Valencia agradece al Museo de Ciencias el envío de una colección mineralógica y paleontológica y solicita la entrega de colecciones para la enseñanza de la Zoología, la Prehistoria y la Botánica, 11/05/1937. 68AMNCN, ACN1019. Expedición de material de 1938 para los Centros de Madrid, dirigida al Museo Nacional de Ciencias Naturales. 46 Una vez finalizada la guerra, además de la partida al exilio de núcleo principal del INCN y los procesos de depuración llevados a cabo, se procedió a las devoluciones de las colecciones incautadas durante los años anteriores. Filiberto Díaz Tosaos fue la persona encargada de ponerse en contacto con los antiguos dueños del material incautado que se depositaron en el MNCN. De esta manera, en mayo de 1939, mientras ocupó de manera efímera la dirección del Museo, se dirigió al duque de Medinaceli, a Fernández de Villota, a Luis de Olivares, al vizconde de la Armería, a los Urquijo, al agustino Luis de Unamuno, un micólogo vinculado al Jardín Botánico que residía en el convento de los agustinos, al superior del colegio de los Sagrados Corazones, al director del colegio del Pilar y a los jesuitas del colegio de Nuestra Señora del Recuerdo de Chamartín, apuntando que tenían a sus disposición aquellos objetos de su propiedad en el Museo. Tal y como consta en el Archivo del MNCN fueron recuperados aquellos que pertenecían a Fernández de Villota, Romualdo Céspedes, el conde de Villagonzalo y el duque de Medinaceli69. Además de esto, destaca la información que se obtiene de la biografía de Filiberto Díaz Tosaos, a quién se le otorga la conservación de la colección entomológica de Lauffer, abandonada en un piso evacuado del distrito del Congreso; según la fuente, Tosaos la transportó al Museo intacta y sin ningún deterioro. Algo que fue agradecido por los familiares de los naturalistas, donando posteriormente esta colección al MNCN (García Bayón- Campomanes, 1945)70. Esta devolución de la colecciones científicas terminaría con la incansable labor de los naturalistas en un Madrid bombardeado y hostigado durante la Guerra Civil. Una heroica labor, callada y constante, que no reparó en las dificultades y peligros, y que dio su cosecha de sazonados frutos a la inteligencia española a pesar de ser frustrada y perseguida71. A partir del año 1939 se comenzó una nueva andadura en el MNCN; el museo reabrió sus puertas en este mismo año y, según los expedientes, el número que asistió fue muy elevado, según las fuentes se contaban por miles72, aspecto que se cuestiona y que podría llegar a extrañar dadas las circunstancias de la realidad madrileña de posguerra. Entre 69AMNCN, ACN0279/033 y 016. Expediente sobre la incautación de colecciones durante la Guerra Civil Española con destino al Museo Nacional de Ciencias Naturales, doc. 2 y 7. 70Del mismo modo la familia del Dr. D. Luis Baguena también hizo un valioso donativo a la sección de Entomología del Museo de importantes colecciones de insectos y de libros entomológicos. AMNCN, ACN1023. 71[Anónimo], “Mientras ellos destruyen. Las Instituciones culturales que ha salvado la República”, El Socialista, 10 de septiembre de 1937. 72AMNCN, ACN1022, expediente noviembre-diciembre 1939. 47 1939 y 1940 se intentó regularizar y organizar la apertura del centro. Dado que los desperfectos eran notables se consideró la idea de exigir al público visitante una cuota: Reparados los desperfectos más urgentes, ocasionados en las salas de exposición del MNCN durante el dominio rojo, se han abierto al público las salas de vertebrados y la de Biología del Mar. Con el fin de regularizar el flujo de visitantes y de impedir prudentemente el estacionamiento de estos, que hacían del local lugar de refugio de las intemperies y molestaban al público que acude con deseo de instrucción (fenómeno que hacía sentir en los años anteriores al dominio de los rojos en la capital), esta dirección propone a V.E se exija una pequeña cuota de entrada a los visitantes; medio que a más de evitar el inconveniente expresado, permite se disponga en el centro de pequeñas cantidades suplementarias para mejorar los servicios de limpieza y pequeños gastos en beneficio del público visitante73. En un primer momento se llevó a cabo el ya mencionado proyecto de organización, tras lo que designaron la “dominación roja”74. Si nos centramos en el punto de la organización propuesta y exposición, despuntan los escasos medios con los que contaban, pero sobre todo, las nuevas disposiciones en diferentes salas de los ejemplares de mamíferos, aves, anfibios y reptiles y el acondicionamiento en 1939 de la “sala del mar”, donde reunieron peces y organismos inferiores marinos y crustáceos. Por otro lado, se deja constancia en este proyecto organizativo, de la relevancia de las colecciones de geología y paleontología, de geografía física y mineralogía, que se encontraban instaladas en el ala izquierdo del edificio, parte renovada hacía pocos años, por lo que sus condiciones museográficas eran mucho mejores. Sin embargo, no contentos con esto, encontramos en el Archivo General de la Administración, documentación que ampara el interés por llevar a cabo una mejor instalación de una sala de exposición de ejemplares de rocas, dado que en su momento todavía no existía, así como por reestructurar y unificar las Secciones de Paleontología y de Geología75, algo que ocurrió en el año 194476. En el informe leído, se vislumbra una clara predisposición por parte del Museo hacia la función didáctica. Con objeto de ampliar y enriquecer esta, se proyectaron instalaciones donde se exponían las características principales de los seres exhibidos en cada una de las salas - 73AMNCN, ACN1024, expediente I, 10 de enero de 1940. 74AMNCN, ACN1022. Proyecto de organización del MNCN realizado en noviembre de 1939, expediente noviembre- diciembre 1939. El índice de este proyecto cuenta con los siguientes puntos: Importancia y antigüedad del museo y su significación actual; Organización propuesta. Exposición; Estaciones marítimas y serranas; Posibles filiales del Museo; parques zoológicos; parques naturales y reserva de caza; Reincorporación al museo del instituto español de oceanografía; Laboratorios y colecciones de estudio; Enseñanzas; Número y organización de las secciones; Material de excursiones; Intercambio y correspondencia; Publicaciones; Historia; Presupuesto. 75AGA, educación, fondo CSIC, (05) 004, caja 31/8537, Instituto José de Acosta, 1940. Oficio de Emilio Fernández Galiano al Secretario de Consejo Superior de Investigaciones Científicas. 76“En la sesión del Consejo Ejecutivo de este Superior de investigaciones científicas celebrada el día 17 del corriente, de conformidad con la propuesta formulada por V.E…, se acordó incorporar la sección de Paleontología del Museo de Ciencias Naturales, a la de Geología del indicado Museo, quedando el conjunto bajo la jefatura de D. Eduardo Hernández Pacheco, subsistiendo la Sección de Paleontología del Centro de Investigaciones Geológicas “Lucas Mellada”.” AGA, educación, fondo CSIC, (05) 004, caja 31/8544, Carpeta del Instituto José de Acosta, 1944. 48 en este caso las correspondientes a los mamíferos, aves, peces e insectos-. Además se deja intuir la necesidad de búsqueda de herramientas y los recuros óptimos para crear un entorno y un discurso expositivo abierto a todo tipo de público: […] aunque ambas categorías de público sientan necesidades distintas, pueden llenarse simultáneamente por la adecuada presentación de las colecciones y su discreta rotulación en forma que esta tenga valor didáctico para la parte de público capaz de seguir sistemáticamente la ordenación, pero, que a la vez, orienten al público general acerca del significado y valor de los objetos, utilidad y el respeto que merecen los seres vivos77. Con arreglo de este plan didáctico se proyectó ampliar la sala principal, habilitando los huecos de los ventanales mediante la construcción de una terraza exterior, para alojar en cada uno, panoramas con grupos biológicos y animales más característicos de la fauna española, tales como el oso, jabalí, venado águila, etc., pretendiendo atender no sólo al aspecto artístico sino científico de la fauna y de la flora del lugar y época del año que el paisaje representaba. Asimismo, se prepararon vitrinas donde, mediante piezas anatómicas, detalles de estructura y siempre con rótulos concisos y significativos, contaban las particularidades de los diferentes tipos de seres a que cada sala se dedicaba. Se deseaba crear con el tiempo, también, una sala de Anatomía Comparada, Biología general e Histología, que tal y como se expone, sería la más instructiva del Museo y enlace de la Zoología con la Paleontología. Además de contar con ese matiz formativo sería un homenaje al insigne Cajal, cuya escuela se deseaba perdurase en la sección de Biología e Histología que este proyecto proponía78. Aparte de estas resoluciones y planes futuros, se intentó plasmar de forma persistente la elevación de prestigio del centro frente a otros y, con él, el enriquecimiento de la colección ya fuera por las nuevas adquisiciones, como es el caso de la colección de minerales y cristales que hace 36 años el Museo había facilitado a la Universidad, para que el Catedrático Salvador Calderón pudiera explicar su asignatura de Mineralogía descriptiva, la colección de insectos propiedad de Anatael Cabrera Díez de la Laguna de Tenerife, que tras su fallecimiento legó su colección al Museo79 y la adquisición de un meteorito depositado en Almuñécar a cargo de Antonio Pontes Vílchez80, entre otros ejemplos; o por los intercambios y las propias donaciones realizadas a otras instituciones 77AMNCN, ACN1022. Proyecto de organización del MNCN realizado en noviembre de 1939, expediente noviembre- diciembre 1939. 78Íbidem. 79AGA, educación, fondo CSIC, (05) 004, caja 31/8540, Carpeta del Instituto José de Acosta, 1943. 80AGA, educación, fondo CSIC, (05) 004, caja 31/8578, legajo 638, Carpeta del Instituto José de Acosta, 1948. Oficio del Director, Emilio Fernández Galiano, al Ministro de Educación Nacional. 49 de consolidado reconocimiento como el Real Monasterio del Escorial, el Colegio de la Organización Nacional de Ciegos de Pontevedra o al Colegio Alemán: En nombre de este colegio Alemán expreso a Vd. Mi más sincero agradecimiento por la magnífica colección de moluscos que Vd. ha tenido a bien conceder a este establecimiento de enseñanza, accediendo así a la petición por mí formulada en este sentido. […] Nuestra labor de enseñanza se ha de ver extraordinariamente beneficiada con los 87 géneros y especies que componen esta colección, tan generosamente puesta a nuestra disposición por ese instituto “José de Acosta” de Ciencias Naturales81. Tras el final de la guerra, la realidad preponderante fue de confusión, desasosiego y desorden general. La secuencia de culpabilidades hacia los destrozos de las colecciones y de las instalaciones dominó en aquellos años. Sin embargo, a pesar de existir una intención por arreglarlos, la realidad fue bien diferente. Fueron años muy duros y sufridos para aquellos objetos que se vieron en la obligación de amontonarse en sótanos y en recónditos lugares con pésimas condiciones de conservación. El propio director del, por entonces José de Acosta, Salustio Alvarado Fernández, así lo expresó posteriormente en el año 1961 en una de las memorias anuales: […] cuando el Museo fue alojado en el edificio que actualmente ocupa, la Biblioteca y ciertas colecciones se dispusieron ordenadamente en el segundo piso, que es el último (el primero, como es sabido, está formado por las salas de exposición al público). De él fueron desalojados, con la Dirección, la Secretaría y las Secciones de vertebrados e invertebrados no artrópodos, en 1940, para dejar en él tan solo a la Sección de Artrópodos, convertida en Instituto Español de Entomología. No hubo más remedio que hacinar todo aquello en recónditos locales de la parte baja, que, por sus malas condiciones no habían sido utilizados nunca. El CSIC ha querido remediar este triste estado de cosas, pero sin conseguirlo. En estos últimos años -sin la menor intervención mía- ha invertido el Consejo unas 400.000 pesetas en una obra de habilitación de locales -unos 300m2 tan sólo- que aún no son aprovechables, pues falta, para completar la obra, rasgar las ventanas, instalar la calefacción y amueblar las habitaciones. En estos locales se guardan hoy día -tirados por el suelo- ejemplares de estudio en seco o conservados en alcohol, entre libros y ficheros, sin las debidas precauciones frente al peligro de un incendio82. Otra de las novedades expositivas durante estos años y, probablemente, una de mayor calado, es la creación y organización de la Sala de Geomorfología o Geografía Física que aúna Geografía y Geología y que busca conseguir plasmar una interpretación científica del paisaje. Durante el año 1946 el Museo estuvo cerrado por obras de acondicionamiento y mejora de la Sala de Mamíferos, y concluyendo la instalación de la nueva sala en la zona sur del Museo. La novedad de esta sala de Geomorfología radica en que todos los materiales utilizados fueron producidos para la muestra que se articula en torno a seis secciones: Glaciología, Morfología fluvial, Morfología litoral, Volcanismo, Morfología estructural y Modelado climático. El Museo reabrió sus puertas el 15 de diciembre de 194683 con los nuevos montajes. Carlos Vidal y Box, conservador de la Sección de 81AMNCN, ACN1025. Informe de donación de moluscos al Colegio Alemán, 7 de diciembre de 1940. 82AMNCN, ACN1183/004. Memoria anual de 1961-1962. Informe escrito por Salustio Alvarado. 83[Anónimo] “El Museo de Ciencias Naturales volverá a abrirse el domingo”, ABC, 14 de diciembre de 1946, p. 15. 50 Geología y titular de la cátedra del Instituto de Enseñanza Media de Guadalajara84, señaló que este área de conocimiento contaba con ciertas referencias y se exponía en algunos museos extranjeros de ciencias naturales, tales como los de Lucerna, Basilea, Múnich, Leipzig, etc., pero no dejaban de ser una excepción y una novedad, que se encontraba mínimamente representada en cualquier institución, posiblemente a causa de “la reciente incorporación de la Geografía Física, en su amplio sentido, y la moderna Geomorfología o ciencia de las formas terrestres del acervo científico” (Vidal y Box, 1944: 477-478). Con el paso de los años se fueron incorporando nuevas obras a las exposiciones, aunque si tuviéramos que destacar un hecho relevante sería el montaje del Megatherium americanum que fue montado en 1949 con la colaboración de Agustín Vargas Torres85 por primera vez desde que fuera desmontado de la exposición de la calle Alcalá en 1895. El esqueleto articulado del valioso fósil permaneció desmontado tanto en la sede la Biblioteca Nacional, como en el Salón del Diplodocus del Palacio de la Industria, y el nuevo montaje se prolongó hasta 1951 pues se vio la necesidad de restaurarlo debido a su mal estado de conservación (Boscá, 1903: 211). Se montó manteniendo la posición cuadrúpeda y colocado detrás del diplodocus; actualmente el megaterio se dispone igualmente en el fondo de la sala, pero paralelamente al diplodocus. A día de hoy el Megaterio se sigue considerando como uno de los ejemplares más valiosos del Museo por tratarse de un ejemplar único tanto desde el punto de vista histórico como científico. Cabe mencionar, del mismo modo, el ingreso al Museo de un ejemplar muy importante como el antílope sable gigante (Hippotragus niger variani) que fue cazado por el conde de Yebes en Angola86 y texidermizado en el MNCN por un discípulo de Luis Benedito. La presente pieza se trata de un ejemplar que pertenece a una especie protegida y cuya caza solo se permitía con fines científicos y batió récords por sus dimensiones (Peña de Camus y Martín, 2018: 147). En 1952 un artículo del ABC testimoniaba la valiosa aportación de este animal al MNCN por su severa protección y por tratarse de un raro y fabuloso ejemplar que en todo el continente africano no existe más que en Angola87. 84AGA, educación, fondo CSIC, (05) 004, caja 31/8540, Carpeta del Instituto José de Acosta, 1940. Comunicación del Emilio Fernández Galiano, director del IJA, a la Secretaría General del Consejo. 85Agustín Vargas Torres fue colector de la Sección de Paleontología del Instituto José de Acosta. AGA, educación, fondo CSIC, (05) 004, caja 31/8630, legajo 703, Carpeta del Instituto José de Acosta, 1950. 86Conde de Yebes, “Horizontes africanos. Palanca Petra”, ABC, 8 de noviembre de 1949, pp. 8-9. 87[Anónimo] “Una aportación considerable a nuestro museo de ciencias naturales”, ABC, 22 de junio d 1952, p.27. 51 En última instancia, se debe destacar que a lo largo de esta década se siguieron produciendo, aunque de manera menos activa, servicios de publicaciones, actividad directamente vinculada al buen funcionamiento de un museo de cualquier índole. Se subraya, en este caso, el ejemplo del año 1944 en el que incluso se dotó de un crédito extraordinario dirigido a la publicación de artículos y libros científicos. El proyecto de las publicaciones que se llevarían a cabo ese año fue el siguiente: Mamíferos fósiles del Terciario, por Federico Gómez Llueca; El Devónico de Aragón, por Bermudo Meléndez Meléndez; Datos Geológicos de la zona septentrional del Sahara, por Manuel Alía; Sinopsis de las aves de España, por Augusto Gil Lleget; Historia del Museo, por el Rvdo. Agustín Barreiro, con prólogo del profesor Eduardo Hernández Pacheco; Estudio sobre las Turmalinas, por Josefa Pérez Mateos88. Sobre la colección de aves y mamíferos del MNCN Como se ha expuesto previamente, el Museo retomó muy pronto su actividad, y pese a haber hecho referencia a las diferentes colecciones y secciones, nos centramos aquí, concretamente, en la de aves y mamíferos durante los años posteriores a la guerra en el MNCN. En 1940 existió ya un proyecto de reforma para adaptación de los locales donde se instalarían las salas de aves y mamíferos (figura 2). La memoria del proyecto89 lleva la firma del arquitecto P. Sánchez Sepúlveda y atestiguaba la creación de dos salas que quedarían en comunicación directa con la principal del Museo, una de ellas rectangular y otra con planta cuadrada y con previsión de la instalación de una cúpula esférica, con un presupuesto total que no excedería de las 50.000 pts. En la memoria además se atiende a la necesaria conservación de estas colecciones: El objeto de adoptar esta estructura y disposición es el aislar lo más posible del excesivo calor que se desarrolla durante el verano en esta dependencia, que dado el objeto para el que ha de ser destinada perjudicaría grandemente a la disecación, por eso tanto en la sala descrita como en la otra rectangular se dispone un segundo techo, que aísle lo más posible del exterior, evitándose también el exceso de iluminación90. Los resultados que obtenemos de la lectura del proyecto, localizado en el Archivo General de la Administración, es que el objetivo principal fue reubicar las aves que estaban junto a los mamíferos en la sala principal. Y aunque el proyecto inicial 88AGA, educación, fondo CSIC, (05) 004, caja 31/8544, Carpeta del Instituto José de Acosta, 1944. Proyecto de presupuesto para el año 1944. Crédito extraordinario para publicaciones. 89Además de la memoria, se deja constancia de los planos, del presupuesto general, de las mediciones, de los cuadros de precio y de un resumen general del proyecto. 90AGA, 32-17366. Proyecto de reforma para adaptaciones de locales a salas de aves en el Museo de Ciencias Naturales de Madrid. 52 arquitectónico se diera en el año 1940, no se hizo efectivo hasta el año 1944, cuando se atestigua en la prensa y en las memorias del museo la reapertura de estas salas y la visita que realizó el ministro de Educación Nacional, José Ibáñez Martín, acompañado de José María Albareda, a estas, en julio de ese mismo año91. En la sala rectangular se establecerían las aves procedentes del antiguo fondo del Real Gabinete de Historia Natural del Rey Carlos III, de expediciones como la de la Comisión del Pacífico en el siglo XIX o del desaparecido Museo de Ultramar, ubicado en el actual Palacio de Velázquez. Además los grupos biológicos, un grupo de más de cuarenta ejemplares, ocuparon la posición central. En una salita más pequeña y circular se instalaron cuatro escaparates con grupos de aves marinas, flamencos, patos y buitres a los que les llegaba la iluminación a través de un dispositivo a cuyo favor la luz natural llega directamente a los grupos zoológicos (Albaladejo, 2020: 377). En el centro de la sala, sobre una mesa de lapidarios del siglo XVIII, tal y como expone Rafael Ybarra, se exhibían aves exóticas en fanales antiguos de la época del esplendor colonial en América, entre las que figuran algunos del famoso Quexal, ave heráldica de Guatemala, el ave del paraíso y el ave lira (Ybarra, 1945). El Quetzal había sido donado al Museo por el capitán Francisco Iglesias Brage a quien se lo habían regalado tras su vuelo a América en el avión Jesús del Gran Poder en 1929 (Albaladejo, 2020: 378). Recientemente (2020) salió a la luz un estudio sobre la colección de aves y mamíferos del MNCN, sobre su crecimiento, su evolución y sus vicisitudes más destacadas. En él se plasman abundantes datos sobre los ejemplares, pues su cronología es amplia (1940- 2009), no obstante trazamos aquí una breve historia de esta, durante el periodo de 1940- 1951, en el que versa nuestro trabajo. En las tablas que se muestran a continuación se adjuntan los datos numéricos recogidos para la Colección de Aves (tabla 5) y para la de Mamíferos (tabla 6)92, dentro de la fase considerada del José de Acosta, concretamente la década de 1940 y 1950. Como se puede apreciar en la primera de las dos tabla, la colección de Aves incrementó sus ejemplares en gran medida; el número de muestras es mayor en la primera década, disminuyendo el número en la segunda. No obstante se sigue considerando una cantidad elevada si se compara con otras etapas anteriores o posteriores. El alto número 91[Anónimo] “ El ministro de Educación Nacional visita las nuevas salas del Museo de Ciencias Naturales”, ABC (Madrid), 8 de julio de 1944, p. 16. 92Ambas tablas se adjuntan en anexos. 53 de ejemplares recogidos durante la primera fase se debe a la expedición llevada a cabo a Guinea Ecuatorial en la que se reunieron un total de 361 especímenes, lo que supuso un 64% de los capturados en esos momentos. La expedición la compusieron cuatro personalidades, Augusto Gil Lleget, ornitólogo, Manuel García Lloréns, taxidermista, Pascual Curats y Juan de Lizaur Roldán, jóvenes aprendices. Los tres primeros comprendían “el gripo zoológico”, mientras que el último se centró en la representación geológica. Además, Pascual Curats quedó en Guinea por tres años más para desarrollar una labor de recolección y preparación de toda aquella fauna y enriquecer, de este modo, la colección del MNCN (De Lizaur y Roldán, 1941: 574). En esta etapa de José de Acosta, a pesar de las dificultades económicas por el escaso presupuesto otorgado aquel año y por los obstáculos a la hora de salir al extranjero a causa de los acontecimientos políticos tan convulsos, se llevó a cabo esta expedición, algo que permite cuestionarnos y preguntarnos acerca de la naturaleza de esta. No está claro si pudo existir un interés patrio, a parte del científico y museográfico, que acreditase la visita a esta colonia, que por entonces seguía siendo española, y que enalteciera esos símbolos nacionales fuera de nuestras fronteras peninsulares: Esto es cuánto puede contaros este torpe aprendiz de geólogo de su expedición por nuestra pequeña colonia, que de ser pobre resto, como se decía en los regímenes antiguos de nuestro perdido Imperio Colonial, ha llegado, en los momentos actuales, a ser floreciente embrión de las colonias que necesita España para ser poderosa, y que todos tenemos la obligación ineludible de ganar con nuestro esfuerzo y nuestro trabajo para ser dignos de aquellos que todo lo dieron por una España grande, muriendo heroicamente en los campos de batalla o en los amaneceres siniestros de la cárceles rojas (De Lizaur y Roldán, 1941: 574). Hay que destacar que este tipo de expedición de recolecta científica y de esta magnitud no se vuelve a repetir en este periodo, ni el siguiente, si bien es cierto que existen ingresos concretos de ejemplares extranjeros originarios de proyectos de investigación del MNCN. La colección de Mamíferos, por su parte, no experimentó grandes cambios. En los años estudiados fueron mínimas las entradas que se produjeron en el Museo, debido, en gran medida, a la falta de personal especializado; el Museo no contaba con los suficientes mastozoólogos que se encargaran de este tipo de estudio, algo que cambió con el paso del tiempo, en la década de los sesenta. (Barreiro y Garvía, 2020: 353). En cuanto a la producción museográfica es necesario tener en cuenta la función y el trato que tenía este tipo de fondos. Se plantea un debate inherente a estas colecciones en el que entran las variantes, por una lado expositivas y por otro científicas. Si nos centramos en las cifras, como norma general los especímenes que se recogen para investigación son muchos más abundantes que los destinados exclusivamente a la 54 exhibición (Barreiro, 1997). Concretamente el porcentaje de los ejemplares de aves que se emplearon para su exhibición al público fue, por ejemplo, en la década de 1950 de un 12%. En mamíferos, sin embargo, el esfuerzo fue mayor que en el de aves a la hora de la preparación de ejemplares destinados a exposición, el porcentaje en las dos décadas propuestas rondan el 16-17% (Barreiro y Garvía, 2020: 354). En este contexto no se debe olvidar que se trata de una taxidermia científica que, aunque su principal función fue expositiva, también cumple una función científica, tanto en el momento de su producción para criterio taxonómicos, como en la actualidad por sus datos asociados y como fuente de obtención de ADN para estudios genéticos. Por tanto, se debe destacar la relevancia de las colecciones de taxidermia por sus ambas naturalezas, por su utilidad en investigación y exhibición, permitiendo esta segunda acepción obtener deducciones sobre la política museística de la institución. De estos datos podemos concluir que en esta primer periodo del José de Acosta el “arte” de la taxidermia fue heredera de su momento de máximo esplendor con el equipo formado por los hermanos Benedito, José Mª y Luis. 55 CONCLUSIONES En la fascinante evolución del mundo, ha surgido una condición extraordinaria que consiste en la consustancialidad del ser humano a la actividad coleccionista, una capacidad que ha permitido conocer nuestro propio mundo y nuestra historia, la creación de una conciencia identitaria y una profunda acumulación y difusión de conocimiento. Algo está claro. Las imágenes que se nos presentan sobre el coleccionismo de historia natural y, fundamentalmente, sobre los museos especializados en este asunto, muestran sin ninguna dificultad las grandes transformaciones que se vivieron a lo largo de los siglos XVIII y XIX en este sentido. En primer lugar, es necesario apuntar el estudio de la Collecting History como una de las tesis que ha permitido establecer las bases y los pilares del inicio de nuestro trabajo. Gracias a este nuevo campo se constata la intensificación y revalorización de la importancia de la historia natural y de la recolección científica, incluyendo, para ello, un número amplio de obras que justifican y que enriquecen estas líneas. Todas estas, a su vez, nos han permitido crear un recorrido cronológico a través del desarrollo de los gabinetes, de las Reales Academias, de los Observatorios, de los jardines botánicos y de los museos más modernos de Historia Natural y de las Ciencias Naturales. Además, al inicio de esta investigación cabía plantearse el protagonismo de una institución concreta: El Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid, enmarcado en un punto en que se explica la cimentación del nuevo discurso sobre las ciencias naturales en España. Esta primera aproximación al Museo, incluyendo un breve análisis sobre su etapa de esplendor durante el primer tercio del siglo XX, nos hace percatarnos, a posteriori, de las diferencias y los enormes cambios, a nivel científico y expositivo, que se produjeron en el centro como consecuencia de la Guerra Civil Española. Se concluye que la etapa previa del Museo a esta coyuntura bélica, con Ignacio Bolívar como director, y con la JAE como principal impulsor, experimentó una evolución ascendente, donde se logró tener cierta autonomía con respecto a la Universidad, donde se buscó el fomento de la interdisciplinaridad y donde se percibieron aumentos y minuciosos cuidados en sus colecciones. En definitiva, el centro vivió una modernización y un progreso, que vio cambiar de rumbo a una dirección completamente opuesta, donde se comenzaron a legitimar los preceptos más ortodoxos del nacionalcatolismo y donde se instauraron una nuevas y rígidas bases que afectaron a todo su desarrollo posterior. 56 La segunda parte del trabajo, se ha compuesto del propio análisis del objeto de estudio a través de sus fuentes primarias, buscando aportar pequeñas novedades y aportaciones en un terreno que todavía está abierto a nuevas líneas de investigación y en el que no se ha profundizado demasiado. Se deduce, de este modo, que no existe un gran número de monografías, artículos o capítulos que traten específicamente la conjunción y relación existente entre el CSIC y el Instituto José de Acosta. Se halla un gran desconocimiento sobre la organización del CSIC y todos los nuevos institutos que se adscriben a él, si bien es cierto, en nuestro caso concreto, por tratarse de un centro que contaba con cierto valor y reputación nacional, hemos encontrado más datos e información que probablemente en otras instituciones. El Instituto José de Acosta, cuya nominación resulta controvertida, en este periodo de estudio (1940-1951) asume unos cambios administrativos muy destacables. Descollando, por un lado, la depuración política llevada a cabo en el centro. Se evidencia, a través de los documentos tratados, que estos procesos, que se alargaron aproximadamente hasta el año 1942, fueron una de las principales herramientas y mecanismos para reconstruir el centro e instaurar unos nuevos cimientos ideológicos que han perdurado en este a lo largo de muchas décadas. Por otro lado sobresale el desmembramiento y la creación de numerosos centros más pequeños que no hacían sino detener y paralizar la unión administrativa que hasta ahora había existido, llevando a modificar también el organigrama del centro. De todo ello, deriva una idea generalizada de segregación y jerarquización, y de resentimiento de las propias colecciones y de la labor más puramente museística. A través de las fuentes, en esta parte del trabajo hemos podido proporcionar datos más concretos que nos hacen comprender todo su desarrollo interno de forma más juiciosa. Aunque estos datos están abiertos a procesos de investigación y análisis más profundos en el futuro, se han presentado algunos aspectos que han pretendido enriquecer y ofrecer originalidad. Primeramente se ha incluido los nombres que aparecen en todas las nóminas del Museo desde los años 1940 hasta 1951, diferenciado entre las personas que ostentaron cargos de responsabilidad, tales como directores, secretarios, jefes de sección; entre otros cargos de interés, como profesores, auxiliares artísticos, preparadores, conservadores, etc., y en último lugar los becarios que asistieron y trabajaron en el centro. De todos estos datos hemos obtenido que las funciones eran muy variadas, pero principalmente destaca la labor científica que se debía traducir en el desarrollo de 57 investigaciones y posterior publicación así como la preparación y conservación de las colecciones. El estado de entonces se proyecta como una continuación del presente donde la actividad científica prevalece, de alguna forma, sobre la museística, argumento que se defiende, no sólo por las nóminas sino por el uso que se daba a los ejemplares que recolectaban; como norma general los especímenes que se recogían para investigación eran muchos más abundantes que los destinados exclusivamente a la exhibición. Del mismo modo, se obtiene información sobre la actividad de los becarios y sobre los roles de género, destacando la ausencia de mujeres en cualquier alto cargo y vinculándola a actividades que cumplían con las concepciones de género de la época. En última instancia se hace un recorrido sobre el elemento presupuestario del centro, el cual no tuvo grandes problemas económicos pero sí ciertas varianzas. La principal labor que se ha llevado a cabo consiste en el análisis de los presupuestos generales del CSIC, así como los del IJA, utilizando dichos datos para valorar el porcentaje económico que el CSIC otorgaba a dicho centro; un presupuesto que se vio incrementado con el paso de los años. En última instancia, se concluye con el aspecto museístico, de las colecciones y exposiciones y de cómo han evolucionado. Sobre todo, partiendo desde el punto de la protección que se llevó a cabo durante la Guerra Civil. La marcha de la guerra motivó a que las colecciones tuvieran que ser trasladadas, ya fuera a otras instituciones o edificios madrileños, ya fuera lejos de la capital. Valencia fue, sin duda, un enclave fundamental. Respondiendo a las preguntas iniciales, es preciso deducir que las colecciones se salvaguardaron gracias a la labor infatigable de numerosos naturalistas; a pesar de ello sufrieron muchos movimientos que provocaron el descuido de estas e incluso la pérdida de algún ejemplar. El regreso al Museo, supuso el inicio de la desorganización y confusión. El presente trabajo se abre, ahora, hacia la posibilidad de ser objeto de una investigación de mayor calado y envergadura, que comprenda, por ejemplo, periodos temporales diferentes. Se han afianzado las bases administrativas e historiográficas y nos hemos cuestionado nuevos interrogantes de cara al análisis que rodea al MNCN. Se ha permitido entender su funcionamiento en uno de los periodo más convulso y agitados de sus historia. Por todo lo anteriormente expuesto, la realización de este estudio supone una modesta aportación para actualizar y revalorizar la historia del MNCN. Un museo que nos ha hecho aprender la importancia de los fondos y las piezas que atesora. Un museo que 58 cuenta con una esencia muy personal, debido, en gran parte, a las vicisitudes históricas a las que se ha tenido que someter. Un museo maltratado que ha sabido crecerse y reunir un patrimonio de muchas generaciones, resultando uno de los mayores depósitos de información científica de incalculable valor. 59 BIBLIOGRAFÍA Álvarez Lopera, J. (2019): La política de bienes culturales del gobierno republicano durante la guerra civil española, Madrid, Ministerio de Cultura, 2ª edición. Álvaro Dueñas, M. (1990): “Los militares en la represión política de la posguerra la jurisdicción especial de responsabilidades políticas hasta la reforma de 1942”, Revista de estudios políticos (69), pp. 141-162. Barreiro, J. A. 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En la fotografía aparecen Cándido Bolívar y Martínez de la Escalera. AMNCN, ACN004/001/08763. Figura 2: Plano de la sala de aves y mamíferos realizado en 1940. AGA, 32-17366 65 Tabla 1: Cargos de Responsabilidad. Fuente: Nóminas del Instituto José de Acosta, Museo Nacional de Ciencias Naturales. AGA, Educación, Fondo CSIC, (00) 004 Libros 281, 296, 307, 320, 358, 363, 384,427, 442, 471, 527; caja 8544. Cargos de responsabilidad del Instituto José de Acosta, Museo Nacional de Ciencias Naturales 1940-1951 Nombre Cargo desempeñado Años Pedro de Novo y Fernández Chicharro Director 1939-1941 Emilio Fernández Galiano Profesor hasta 1941. Director 1941-1953 Rafael Ibarra Méndez Secretario Desde 1941 Celso Arévalo Carretero Vicedirector y Jefe de Sección de invertebrados 1941-1944 Cayetano Escribano Peix Vicesecretario 1949-1951 Luis Lozano Jefe de Sección Profesor Desde 1941 1940 Filiberto Díaz Tosaos Jefe de Sección 1941-1944 Eduardo Hernández Pacheco Jefe de Sección Desde 1941 Francisco Hernández Pacheco Jefe de Sección Desde 1941 Salustio Alvarado Jefe de Sección Profesor Profesor Agregado 1941-1946 1940-1941 1945 Clemente Saénz Jefe de Sección 1942 Federico Gómez Llueca Jefe de Sección 1945 Pablo Martínez Strong Jefe de Sección Profesor Desde 1945-1946 1940 Juan Gómez Menor Jefe de Sección Desde 1945 Gabriel García Cardoso Jefe de Sección Desde 1947 Bermudo Meléndez Meléndez Jefe de Sección Desde 1950 66 Tabla 2. Otros cargos de interés dentro del IJA. Fuente: Nóminas del Instituto José de Acosta, Museo Nacional de Ciencias Naturales. AGA, Educación, Fondo CSIC, (00) 004 Libros 281, 296, 307, 320, 358, 363, 384,427, 442, 471, 527; caja 8544. Otros cargos de interés del Museo de Ciencias Naturales: Conservadores, preparadores, auxiliares artísticos, etc., 1940-1951 Nombre Cargo desempeñado Años Gonzalo Ceballos Profesor 1940-1941 Luís Crespí Profesor 1940-1941 Manuel Pujol Fiol Profesor 1940-1941 Manuel Martínez de la Escalera Profesor 1940-1941 Ramón Agenjo Cecilia Profesor 1940-1941 José Rioja Martín Profesor 1942-1943 Josefa Sanz Echevarría Auxiliar Desde 1940 Antonia Bardan Mateu Auxiliar 1940-1941 Augusto Gil Lleget Auxiliar Ayudante 1940 Desde 1942 Juan Blanco Díez Auxiliar 1940-1941 Carmen Simón Sanchís Dibujante Auxiliar Artístico 1940 Desde 1942 Eduardo Zarco Segalerva Preparador 1940-1941 Mercedes Bohigas Gavilanes Preparadora 1940-1941 José Abajo Trujillo Preparador 1940-1941 Adela Martínez González Preparador 1940-1941 Ángel Chaves Esteban Preparador 1940-1941 Lucía Velasco Simarro Preparadora Desde 1940 Ilse Weider Preparador 1940-1941 Felipe Carazo Pérez Preparador Desde 1942 Jacinto de Mingo Preparador Desde 1942 Luisa Velasco Preparadora Desde 1945 Carlos Vidal y Box Conservador Profesor Agregado Desde 1941 Desde 1951 Josefa Pérez Mateos Conservadora Desde 1942 Federico Gómez Llueca Conservador Desde 1942 Serapio Martínez González Conservador Auxiliar Artístico Desde 1942-1945 Desde 1946 Adolfo Blanco García Auxiliar Artístico Desde 1942 Rosa Palacios Martínez Auxiliar Artístico Mecanógrafa Desde 1946 Teresa Zulueta Colaboradora 1943-1947 Jerónimo Hernández Colector Desde 1940 Luis Alaejos Profesor agregado Desde 1945 Francisco de San Román Profesor agregador Desde 1945 67 Emilia García San Nicolás Ayudante de Sección Desde 1946 Mª Elisa Ceberó Dorvier Ayudante de Sección Desde 1949 Francisco Bernis Madrazo Ayudante de Sección Desde 1949 Pablo Martínez Strog Químico analítico Desde 1946 Carmen Carazo Díez Encargada fichero Auxiliar Administrativa 1948-1951 Desde 1951 Mª Teresa Rodríguez Mallada Auxiliar de sección Desde 1949 Josefina Menéndez Amor Auxiliar Desde 1950 Mercedes Muñoz Vázquez Mecanógrafa 1942-1950 Marina Pasto Mínguez Mecanógrfa 1942-1947 Carmen Muñoz Mecanógrafa Desde 1940 Manuel Sánchez Mecanógrafo 1940 Tabla 3: Becarios del IJA. Fuente: Nóminas del Instituto José de Acosta, Museo Nacional de Ciencias Naturales. AGA, Educación, Fondo CSIC, (00) 004 Libros 281, 296, 307, 320, 358, 363, 384,427, 442, 471, 527; caja 8544. Becarios del Instituto José de Acosta, Museo Nacional de Ciencias Naturales 1940-1951 Nombre Periodo de Disfrute Cargo posterior Bermudo Meléndez Meléndez 1940 Jefe de Sección José Altamirano Durán 1940 Sin datos Mª Teresa Rodríguez Mellado 1946-1948 Auxiliar de sección Trinidad del Pan Arana 1946-1950 Ayudante de Laboratorio Josefa Menéndez Amor 1948-1949 Auxiliar Rosa Lasso Lacha 1948-1949 Sin datos Saturio Ramírez del Pozo 1948 Catedrático Universidad de Granada Mª de los Ángeles Albariño González 1949 Sin datos Felipe Cabañas Ruesgas 1950-1951 Sin Datos Oria Arribas Gimeno 1950-1951 Sin datos 68 Tabla 4: Presupuesto 1940-1951. Fuente: Capítulo de presupuestos y cuentas en las Memorias del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1940-1951. Presupuestos 1940-1951 (en pesetas) AÑO CSIC MNCN % del total del CSIC 1940 2.992.570 100.127,02 3,34 1941 4.448.730 166.887,18 3,75 1942 8.740.890 230.998,33 2,64 1943 11.083.090 234.999,90 2,12 1944 12.412.833,02 242.978,00 1,95 1945 15.946.139,81 258.396,18 1,62 1946 18.002.549 288.061,56 1,60 1947 18.002.549 288.061,56 1,60 1948 42.516.442,61 256.269,50 0,60 1949 56.876.076,61 390.463,95 0,68 1950 65.941.640,00 408.422,17 0,61 1951 50.165.629,95 416.827,95 0,83 0,00 100.000,00 200.000,00 300.000,00 400.000,00 500.000,00 1940 1941 1942 1943 1944 1945 1946 1947 1948 1949 1950 1951 Presupuestos anuales del MNCN 3,34 3,75 2,64 2,12 1,95 1,62 1,6 1,6 0,6 0,68 0,61 0,83 0 1 2 3 4 1940 1941 1942 1943 1944 1945 1946 1947 1948 1949 1950 1951 Porcentaje del presupuesto del CSIC otorgado al MNCN 69 Tabla 5: Evolución de la Colección de aves durante los años 1940-1959. Teniendo en cuenta el número de ejemplares, el país de procedencia, el colector y el tipo de conservación. DÉCADA EJEMPLARES PAÍS COLECTOR CONSERVACIÓN 1940-1949 568 Guinea Ecuatorial: 64% España: 34% Otros: 2% Expedición Guinea Ecuatorial: 65,3% Colectores del Museo:13,7% Científicos Colaboradores: 12,5% Otros: 8,5% Piel de estudio: 91% Huevos y nidos: 4,5% Piel montada: 4,5% 1950-1959 318 España: 1’8% Marruecos: 3,1% Guinea Ecuatorial: 4’7% Otros: 4,2% Sin datos: 28,3% Colectores Museo: 14% Científicos colaboradores: 44% Otros: 13,7% Piel de estudio: 46% Huevos y nidos: 41% Piel montada: 12% Esqueleto: 1% Fuente: Estudio llevado a cabo por Barreiro, J. y Á. Garvía (2020): “Las colecciones de aves y mamíferos del MNCN (1940-1984): Tendencias en su crecimiento”, en C. Martín Albaladejo, ed., Del elefante a los dinosaurios: 45 de años de historia del Museo Nacional de Ciencias Naturales (1940-1985), Madrid, Ediciones Doce Calles, pp. 366. 70 Tabla 6: Evolución de la Colección de Mamíferos durante los años 1940-1959. Teniendo en cuenta el número de ejemplares, el país de procedencia, el colector y el tipo de conservación. DÉCADA EJEMPLARES PAÍS COLECTOR CONSERVACIÓN 1940-1949 40 España: 62,5% Guinea Ecuatorial: 30% Otros: 7,5% Colectores del Museo: 30% Expedición Guinea Ecuatorial: 22,5% Otros: 27,5% Sin datos: 20% Piel y cráneo: 37,5% Piel: 22,5% Cráneo: 22,5% Piel montada: 17,5% 1950-1959 6 España: 50% Guinea Ecuatorial: 33% Otros: 17% Científicos colaboradores: 50% Colectores Museo: 33% Sin datos: 17% Piel y cráneo: 16,7% Piel: 33,6% Fluido: 33% Piel montada: 16,7% Fuente: Estudio llevado a cabo por Barreiro, J. y Á. Garvía (2020): “Las colecciones de aves y mamíferos del MNCN (1940-1984): Tendencias en su crecimiento”, en C. Martín Albaladejo, ed., Del elefante a los dinosaurios: 45 de años de historia del Museo Nacional de Ciencias Naturales (1940-1985), Madrid, Ediciones Doce Calles, pp. 367.