1 El origen de la desigualdad y el Estado. El caso de Uruk. Diana García Díaz Trabajo de Fin de Máster Tutores: Carlos G. Wagner y Víctor M. Fernández Máster de Arqueología Prehistórica 2016-2017 2 Índice: I. Introducción……………………………………………………….………………………………….3. II. Historiografía y conceptos claves……………………………………………………………4. III. Mapa y cronología………………………………………………………………………………….11. IV. El periodo Obeid 3-4…………………………………………………….……………………..…12. V. El desarrollo de las ciudades-estado en el Uruk Antiguo……………………….16. VI. La expansión de Uruk en el Uruk Medio y Tardío……………………………………24. VII. El colapso de Uruk………………………………………………………………………………....36. VIII. Conclusiones……………………………………………………………………………………….…39. IX. Bibliografía…………………………….……………………………………………….……………..42. 3 I. Introducción. Este trabajo es un ensayo crítico en el que se revisan las últimas investigaciones llevadas a cabo sobre el origen del Estado en Mesopotamia, en concreto en Uruk, la primera ciudad en la que apareció la desigualdad y el Estado. No hay que entender el Estado con el concepto del siglo XIX de estado-nación, sino que los primeros estados durante la Prehistoria se correspondieron con el concepto de ciudades-estado que se define a continuación. El Estado se origina debido a una serie de condiciones que comienzan en el periodo de Obeid, algunas de las cuales continúan o se acrecientan durante su desarrollo (Yoffee, 2005). Los nuevos estudios han revelado que el desarrollo de la economía desigual, la escritura y la administración no solo se produjo en el sur sino también en el norte mesopotámico (Oates, 2007; Stein, 2002, 2012). Se debate entonces si realmente existió una expansión imperial hacia el norte como se pensaba, y en qué condiciones se produjo. Asimismo se analiza el supuesto “colapso” de esta civilización, proponiendo esta sociedad como ejemplo de resiliencia, pues pervivieron sus características fundamentales en las sociedades históricas sucesoras. La elección de Mesopotamia para este estudio se debe a que fue la región donde aparecieron por primera vez la agricultura, los sistemas desiguales, y la escritura. Es muy interesante también el análisis del final de la Prehistoria y el inicio de la Historia, hasta qué punto existe una división real entre ambos periodos que suponga formas de mentalidad y percepción del mundo distintas, modos de vida diferentes etc., teniendo como factor fundamental de dicha división la aparición de la escritura. Por tanto, para conocer el alcance de la trascendencia de cambios tan señalados y de la propia sociedad de Uruk, y el resto de sociedades mesopotámicas contemporáneas, se tienen en cuenta en este estudio tanto fuentes escritas como arqueológicas. En el trabajo también se revisan cuestiones de metodología arqueológica e historiografía, especialmente las carencias de la teoría arqueológica que han conllevado problemas como la búsqueda de patrones universales en la historia llevada a cabo por la corriente evolucionista, o la toma de los principios antropológicos y los ejemplos etnográficos actuales como fuentes históricas absolutas (Adams, 2001; Yoffee, 2005; Lull y Micó, 2007). Estas teorías pueden ayudarnos a analizar las funciones y usos del registro material, pero no debemos aplicar categorías de las sociedades actuales a sociedades del pasado, con un contexto histórico totalmente distinto. En la actualidad Mesopotamia, que ocupa las regiones de Irán, Iraq, y parte de Siria, es una zona bastante afectada por los conflictos existentes. La mayor parte de la información arqueológica que poseemos proviene de las excavaciones arqueológicas llevadas a cabo en el siglo XIX-XX por equipos alemanes y franceses. A comienzos del siglo XXI se llevaron a cabo investigaciones en el área siro-mesopotámica, sin embargo la guerra de Siria finalizó estas investigaciones y se destruyó gran cantidad de patrimonio histórico (Algaze, 2004; Pollock, 1992; Ur, 2014; Yoffee, 2017). Es precisamente la protección del patrimonio una de las mejores razones para investigar hoy Mesopotamia, pues para proteger el patrimonio primero hay que conocerlo. En los últimos años se han revisado las teorías existentes gracias a las nuevas tecnologías aplicadas a la arqueología, especialmente el papel que tuvieron las sociedades del norte mesopotámico y suroeste de Anatolia en el periodo de la colonización, en las relaciones comerciales y la interacción con las ciudades-estado del sur mesopotámico (Wright, 2016; Emberling y Minc, 2016; Sanjurjo et al., 2016). 4 II. Historiografía y conceptos clave. Antes de analizar cómo se desarrolló la sociedad desigual y el Estado por primera vez en la Historia, en Mesopotamia, es necesario definir qué es el Estado y qué elementos lo caracterizan. Dentro de esta cuestión, las dos tendencias historiográficas que más peso han tenido han sido la teoría (neo)evolucionista y la corriente marxista. El evolucionismo social fue una corriente que aplicó la teoría biológica de la evolución de Darwin al desarrollo social e histórico de las civilizaciones, un desarrollo lineal y progresivo donde existían sociedades primitivas que no habían evolucionado y sociedades que eran el ejemplo del culmen de este progreso, como Occidente. Dentro del evolucionismo, y en concreto de la investigación de la Historia de Oriente Medio, destacó la figura de Gordon Childe y su teoría difusionista. Un factor fundamental para Gordon Childe (19961) y el evolucionismo en el paso de una comunidad aldeana a una ciudad son las condiciones climáticas. Cuando este factor supone el desencadenante único de los cambios sociales, dicha investigación está dominada por el llamado determinismo ecológico. En un primer momento las condiciones climáticas tienen que ser húmedas para producir excedentes y crecimiento demográfico, pero ello conlleva una sobreexplotación que convierte estos recursos en escasos y valiosos generando una competencia por ellos y nuevos métodos de explotación que implican la participación y organización de todo el grupo (Childe, 1996: 130-132). Esto es lo que llama “preludio a la segunda revolución”, caracterizada por cambios rápidos y profundos. Los recursos disponibles (e inmovibles), el trabajo del campo, y la construcción de canales y diques para garantizar el agua fomentaron el apego al territorio y con ello la aparición de la propiedad privada. La propia región con recursos hídricos proporciona a la comunidad un poder coercitivo, en tanto a que puede negar el acceso al agua y a los canales de irrigación. Es entonces cuando la voluntad social se expresa a través de un jefe que no solo tiene autoridad moral sino poder coercitivo (Childe, 1996: 134-136). La convivencia entre comunidades agrícolas y grupos de pastores, cazadores, y pescadores, y la producción de excedentes, generaron el comercio entre estas sociedades, la especialización, y la interdependencia (Childe, 1996: 139). Asimismo el uso de tracción animal, la aparición de la metalurgia, y el desarrollo del transporte son condiciones necesarias para el comienzo de la segunda revolución, la revolución urbana (Childe, 1996: 152). Una figura similar a la realeza antes de producirse la revolución urbana, consiguió dicho puesto a través del éxito económico, la conquista, o el prestigio religioso. Con el nacimiento del Estado se pasó de una producción autosuficiente a una economía basada en la manufactura especializada y el comercio exterior, lo cual promovió el aumento demográfico y la denominación de este periodo como revolución. Esta revolución se impuso a través de la violencia y el imperialismo, difundiendo las nuevas ideas y técnicas de unas sociedades a otras (Childe, 1996: 168- 212). En esta corriente difusora ninguna sociedad aparece de la nada sino que se desarrolla a partir de un estadio anterior o por el contacto con otra (Yoffee, 2005; Lull y Micó, 2007). Childe sin embargo también utilizó algunas ideas marxistas como la importancia de los cambios tecnológicos en el desarrollo social (Liverani, 2006: 13-20). 1 La obra Los orígenes de la civilización, es de 1936 pero en este trabajo se ha utilizado una edición más actualizada de 1996. 5 La teoría neoevolucionista se vuelve a basar al igual que el evolucionismo en la idea de progreso. Ambas corrientes han servido para justificar el racismo y el colonialismo (Yoffee, 2005a: 4). El neoevolucionismo concibe el Estado como una herramienta necesaria para garantizar la supervivencia, establecida con el beneplácito del conjunto de la sociedad puesto que busca el bien común, una idea arrastrada del pensamiento platónico y aristotélico. Apenas hay diferencia entre el Estado y la sociedad jerárquica, únicamente en que el Estado tiene el monopolio de la violencia. El neoevolucionismo adapta las sociedades objeto de estudio a unas categorías de progreso inamovibles y presentes desde su comienzo. Sin embargo en ocasiones estos modelos no se adaptaron a la variedad de sociedades estudiadas, lo cual solucionaron simplemente creando nuevos tipos de subcategorías (Lull y Micó, 2007: 175-182). Lull y Micó explican las implicaciones que tiene este modelo de estudio: “La comparación entre civilizaciones en busca de regularidades implica antes de nada seleccionar el conjunto de casos que van a ser sometidos a comparación. Y, precisamente, dicha selección descansa en una clasificación previa que ya tuvo en cuenta la presencia de una serie de factores comunes a la hora de incluir ciertas sociedades bajo la propia categoría de civilización. Por tanto, a nadie debe sorprender que las similitudes estructurales y organizativas sean mayores que las diferencias y singularidades, porque la proximidad entre las unidades comparadas ya estaba sentada de partida” (Lull y Micó, 2007: 218). Además estas tipologías han desviado la atención investigadora de elementos culturales y sociales como las creencias de las sociedades, centrándose únicamente en aspectos económicos y políticos (Yoffee, 2005a: 6). La carencia de una teoría arqueológica propia hizo depender a los investigadores de la teoría antropológica y/o sociológica (Adams, 2001; Yoffee, 2005; Lull y Micó, 2007), lo que conllevó a considerar a las sociedades actuales no urbanas como ejemplos del desarrollo de los primeros estados de la Prehistoria A partir de 1960 los investigadores de esta corriente se denominaron “arqueólogos procesualistas” con Lewis Binford (discípulo de Leslie White) a la cabeza (Yoffee, 2005a: 6-7). Se establece entonces la clasificación de bandas, tribus, jefaturas y estados, o sociedad igualitaria, jerarquizada, estratificada y estatal (Lull y Micó, 2007: 209-2010). Estudian la evolución de la cultura humana como un todo, no analizan las sociedades individuales, y conciben este proceso evolutivo como irreversible y no repetitivo (Yoffee, 2005a: 9). Flannery (1972) ya criticó la aplicación de características de las sociedades contemporáneas al pasado. Es uno de los investigadores que analizaron esta división en bandas, tribus, jefaturas, y estados alegando que a pesar de que las sociedades complejas se desarrollasen en distintos contextos, tienen una serie de características comunes. Las bandas y tribus son sociedades igualitarias, ambas compuestas por familias o grupos de familias, sistemas de parentesco y ceremonias que unen a la comunidad, sin embargo en las tribus ya hay un cierto sistema de propiedad, culto a los ancestros, ceremonias organizadas a través de un calendario, y un “débil y efímero liderazgo” (Flannery, 1972: 402). En las tribus las diferencias de estatus y riqueza apenas son percibidas (Flannery, 1972: 400-404). En las jefaturas existe un puesto de jefe ocupado por una persona o linaje, cuyo poder radica en una especial relación con el dios gracias a lo que obtienen el apoyo de la comunidad y sus tributos. Solo los religiosos y encargados de los rituales, entre ellos el jefe, son especialistas a tiempo completo. El jefe asimismo para legitimarse y diferenciarse del resto puede utilizar 6 bienes suntuosos como piedras preciosas u otros objetos singulares, y se casa con personas de alto estatus o de su propia familia. Las jefaturas pueden sostener una amplia población. Se diferencian de los estados en que estos están altamente jerarquizados, con un gobierno central formado por una clase gobernante profesional, en la que no priman tanto los lazos de parentesco. El patrón de residencia se basa en la especialización ocupacional, y no en los lazos familiares. Esta élite gobernadora controla el sistema económico basado en la redistribución, teniendo un acceso preferencial a bienes y servicios. El Estado tiene el monopolio de la violencia y la ley, tiene un ejército de soldados que puede llevar a la guerra e imponer tributos y tasas. Existe una especialización a tiempo completo de los artesanos, y edificios públicos monumentales que suelen tener relación con la religión. Una religión compuesta por varios dioses que puede reflejar la organización estratificada de la sociedad. El Estado se define por la segregación y la centralización, en su aparición no está implicado necesariamente el factor de estrés socio-ambiental (Flannery, 1972: 402-405). Flannery defiende que la multivariedad de factores (irrigación, guerra, aumento demográfico y estrés socio-ambiental, y comercio) llevan a la aparición del Estado, y establece distintos modelos de cambio (promoción y linealización2), entre los que destaca el factor del control de información. El proceso de evolución se basa en la generación de instituciones y su transformación, de instituciones serviles o dependientes a instituciones autosuficientes. Las instituciones más importantes son las que controlan el proceso de información. En los estados la trasmisión de información se produce a través del sistema burocrático centralizado, costeado a partir de tributos, esclavitud, y frecuentemente el espolio de vecinos menos poderosos. Una de las principales características que dan lugar a la evolución de bandas, tribus, jefaturas y estados es el procesamiento, el almacén, y el análisis de la información (Flannery, 1972: 405-411). Asimismo, defiende en línea con otros autores (Adams, 2001; Liverani, 2006; Yoffee, 2005, 2017) que la jerarquización elevada puede generar la desestabilidad del sistema. La centralización sigue siendo una herramienta ante la necesidad de resolución de conflictos. Como bien explica Yoffee (2005), la importancia de los lazos de parentesco no desaparece de repente cuando surge el Estado, sigue manteniendo su peso a nivel local en la política y la economía. Es la dificultad para distinguir entre estados y no estados, la que conllevó el uso de términos como sociedades complejas y sociedades simples (Yoffee, 2005a: 16). Wright (1994) definía jefatura como una unidad socio-política en la que el conjunto de las actividades sociales están dentro de un subsistema especializado externamente, pero no internamente (en cuanto a ámbitos de gobierno y coerción). Dentro de esta definición diferenciaba entonces jefaturas simples donde gobiernan élites locales cuyo rango estaba definido por la distancia de los ancestros comunes, y complejas en las que había una jerarquía regional (centro-periferia) con un jefe que controlaba a subjefes tomando decisiones dentro de 2 La promoción se basa en el desarrollo de las instituciones hacia posiciones más elevadas, convirtiéndose en autosuficientes y ampliando su número, lo cual implica una mayor segregación. La linealización se produce cuando los controles de nivel inferior son anulados por controles de nivel superior, porque han fracasado en el mantenimiento de determinadas condiciones claves para la sociedad (irrigación, tributos…) durante un periodo de tiempo largo. La linealización contribuye a la centralización (Flannery, 1972: 413). 7 una autoridad centralizada. Estos jefes competían entre sí por el poder, y podían movilizar recursos no solo para la comunidad sino para sí mismos, gracias a una ideología religiosa por la cual los jefes eran los sostenedores del universo, mantenían el equilibrio. El sistema de distribución estaba basado en la recogida de tributos y su redistribución a través de subjefes y oficiales (Wright, 1994: 67-70). Ello implicaba que la centralización política precedía a la estratificación social y la diferenciación económica (Yoffee, 2005b: 26). Wright ya rechazó la concepción de jefatura como un mero estadio de transición al Estado, caracterizándolas como ejemplos de resistencia, e incluso hablaba de la existencia de una ideología pre-estatal (Wright, 1994: 81). De esta concepción se pasó a la idea de que las jefaturas solo se diferencian de los estados en términos cuantitativos. Apareció otra línea teórica basada en la consideración de las jefaturas como alternativa al desarrollo del Estado, fuera de la línea evolutiva no se convertían en estados sino que su estructura basada en el parentesco llevaba al colapso. Podía haber una transición entre jefatura y Estado pero únicamente mediante difusionismo, a través del contacto de las jefaturas con estados ya desarrollados. Sin embargo esta teoría conllevaba que las jefaturas no eran unidades políticas estratificadas sino que estaban basadas en el sistema de parentesco, con líderes dedicados al control de las ceremonias y ofrendas a los dioses, los cuales no acumulaban demasiada riqueza (Yoffee, 2005b: 26). Para Liverani el Estado no se desarrolla gradualmente a partir de la jefatura, no existe un cambio cuantitativo sino un cambio estructural de las relaciones debido a la introducción de la administración centralizada. Las teorías gradualistas defienden que hay un incremento y una regulación administrativa de la obtención de excedente como producto. Sin embargo, en el cambio estructural, la obtención del excedente es a través del trabajo, lo cual se refleja en los textos. Ese excedente en las jefaturas se invierte en la ostentación del jefe y su familia, mientras que en el Estado esa ostentación se exhibe de forma más comunitaria como en templos, infraestructuras etc. La coerción ideológica fue la que permitió la obtención de excedentes (Liverani, 2006: 32-38). La élite manipuló el sistema de creencias para legitimar su estatus y privilegios generando una ideología religiosa ejercida a través del templo, por la cual la recaudación se hacía en nombre de la divinidad, además justificaba la estructura desigual siendo percibida como un puzle donde todas las piezas encajan sin distinción si siguen su función (Liverani, 2006: 85-94). Para Yoffee sí que existe una transición gradual entre las jefaturas y los estados en determinadas ocasiones, y pone como ejemplo los cambios ocurridos en las jefaturas de Obeid que llevaron a la aparición del Estado en Uruk. En este caso existía una desigualdad económica provocada por el desarrollo de la agricultura de irrigación y la especialización que se estaba gestando en la artesanía. Además el comercio estaba generando una serie de redes interregionales que conectaban la zona del sur mesopotámica, y habían aparecido unos nuevos líderes, no solo religiosos (habían destacado en otras actividades como la caza etc.), que acumularon riqueza y generaron una nueva ideología legitimadora, uno de los factores responsables de la aparición del Estado. Esta ideología hace que la población vea de manera natural la acumulación de riqueza y poder por parte de estos líderes y élites, encargados de mantener el sistema de desigualdad. Su transmisión era a través de ceremonias religiosas y festividades (Yoffee, 2005b: 31). 8 Yoffee sigue la idea marxista de que el poder económico procede de la diferenciación de tareas en la producción de subsistencia y almacenamiento, y la distribución de excedentes. La forma de transformar producción agrícola en poder económico se basa en la conversión de la riqueza almacenada en un sistema de dependencias de restringido acceso a la tierra y trabajo. La riqueza es una característica esencial en los primeros estados, no se ve como un fin en sí mismo sino como un elemento que permite garantizar el orden social. Por supuesto otras herramientas para garantizar el orden social eran la coerción militar e ideológica, y la creación de una identidad cultural común, generada por una élite poseedora de conocimiento (sacerdotes y literatos), presente en edificios ceremoniales, arte y literatura. En los estados antiguos ese orden suele ser frágil y se rompe rápidamente, comúnmente en las unidades independientes que el Estado trató de unir (Yoffee, 2005b: 35). En esta línea, Adams (2001) defiende que en el desarrollo social devenido de procesos acumulativos (aumento demográfico, división de trabajo, especialización, institucionalización, innovaciones tecnológicas…), pueden haber cambios repentinos de autorganización de los individuos. Para él, el Estado no se puede concebir sin coerción en forma de tributo o corvée (trabajo estacional; Adams, 2001: 352-355). Dentro de la arqueología marxista, las características que se le atribuyen al Estado son distintas: el prestigio y el poder se perciben como explotación del pueblo por parte del gobernante y la élite, y el consenso en la necesidad de un Estado que garantice la seguridad de los ciudadanos y el orden social se ve realmente como la imposición de un líder que ejerce una coerción sobre la población (Lull y Micó, 2007: 238). La innovación tecnológica es un factor fundamental para el cambio social, puesto que provoca transformaciones en el modo de subsistencia. Esta transformación se tradujo durante la Prehistoria en la división de tareas o funciones, que conllevó la fragmentación de la comunidad y nuevas formas relacionales en las que poco a poco la individualización fue ganando más peso (Lull y Micó, 2007: 242-244). La división social de la producción se basa en la dislocación entre los lugares de producción, los lugares de distribución, y los lugares de uso y consumo de una sociedad. Esta multiplicación de ámbitos propicia ideas, opiniones, y formas de percepción de la vida diaria distintas y contrapuestas (Lull y Micó, 2007: 242-244). Para Marx la evolución social es el “producto histórico” de la interacción entre el hombre y la naturaleza. El inicio de la desigualdad se produce cuando el hombre se separa de la naturaleza como su medio de producción, instrumento de trabajo, y medio generador de plustrabajo o excedentes. A través de factores como la división de trabajo y el intercambio el trabajador ya no es dueño de su propio trabajo, no produce para su sustento y el de su familia, sino que es dependiente, una condición que aumentará con el desarrollo de nuevas relaciones sociales (Marx y Hobsbawm, 2009: 67-71). Al mismo tiempo, la separación del hombre respecto a las condiciones naturales primitivas de producción condujo al desarrollo de la individualización humana y la transformación de las relaciones del individuo y su comunidad (Marx y Hobsbawm, 2009: 14). “El hombre solo se aísla a través del proceso histórico” (Marx y Hobsbawm, 2009: 94). Un cambio decisivo fue el desarrollo del Neolítico y la sociedad campesina, pues se instauró el modo de producción ordenado por el parentesco. La importancia de esta transición radica en que las primeras formas de desigualdad aparecen en la familia, que actúa como unidad productora e ideológica. El trabajo de la tierra se transmitía de padres a hijos, por lo que la 9 información la controlaban los ancianos, al igual que controlaban los matrimonios de las mujeres, y por tanto la producción y reproducción. El control de la producción da paso al control sobre la población, y genera un sistema de desigualdad productiva en el que unas familias tendrán mayor poder (más excedente y mujeres) que otras (Fernández Martínez, 2006: 48-49). La explotación se produce cuando un colectivo se ve privado del consumo de la parte del producto social que le correspondería en función de su aportación (Lull y Micó, 2007: 250). El sistema de parentesco se refuerza en las jefaturas, en las cuales se amplían las desigualdades formándose redes verticales en las que la élite, y en concreto los jefes varones, se apropian del excedente a través del tributo (Fernández Martínez, 2006: 50). El poder coercitivo no se ejecuta mediante la fuerza violenta sino a través del control ideológico (Yoffee, 2005; Lull y Micó, 2007; Fernández Martínez, 2006), sin embargo es más frecuente la resistencia a este poder y el retorno al sistema tribal (Fernández Martínez, 2006: 50). La explotación económica, y la coerción ideológica fueron factores determinantes dentro del análisis de la desigualdad y el funcionamiento del Estado en el Marxismo. La importancia dada a uno u otro factor provocó una escisión dentro de la arqueología marxista. Los marxistas clásicos adoptaron las tesis de Marx y Engels de manera estricta inclinándose a favor del determinismo económico, estando la ideología subordinada a la economía, mientras que los neomarxistas defendían una menor influencia proveniente de la economía con respecto a la ideología (Fernández Martínez, 2006: 37). En cualquier caso, el marxismo al contrario que el evolucionismo, se preocupó por analizar los cambios sociales y las herramientas de resistencia y factores que llevaron al colapso, a pesar de las limitaciones del conocimiento histórico y arqueológico en la época. En su obra Formen, Marx investiga el proceso histórico hasta el desarrollo del capitalismo. En este estudio utiliza el concepto progreso no en el sentido evolucionista, sino que para él el progreso es el camino hacia la libertad e igualdad de todos los hombres en la comunidad humana (Marx y Hobsbawm, 2009: 12), pues parte del principio del hombre como animal social (Marx y Hobsbawm, 2009: 81). Marx establece cuatro tipos de sociedades, oriental, antigua (o romana), germánica o feudal, y la eslava, son cuatro caminos posibles desarrollados desde el comunismo primitivo (el estado de naturaleza). La sociedad oriental es aquella cuyo núcleo básico es la aldea, en la que la propiedad (apropiación de la tierra y sus productos) es comunitaria, y es autosuficiente; en la sociedad antigua tiene especial protagonismo la ciudad y se caracteriza por ser un sistema esclavista; la sociedad germánica tiene un sistema basado en la casa individual como centro productor (social y económico), siendo la comunidad un grupo de casas que ocasionalmente se unen para la guerra, religión etc., (Marx y Hobsbawm, 2009: 69-80); de la eslava únicamente explica que tiene afinidades con la sociedad oriental (Marx y Hobsbawm, 2009: 32). El desarrollo de estas formas sociales depende del sistema económico -basado en el tipo de explotación del suelo y de propiedad-, el clima, la relación con las sociedades vecinas, y los cambios producidos durante el desarrollo histórico (Marx y Hobsbawm, 2009: 82). Es interesante la idea de Marx de que la sociedad oriental, la más cercana a la naturaleza, es la que “se mantiene con mayor persistencia y duración” puesto que el individuo no se independiza de la comunidad (Marx y Hobsbawm, 2009: 82). Esta teoría podría tener relación 10 con la idea de las jefaturas como ejemplos de resistencia y de alternativas al Estado, y que factores como la desigualdad social, la propiedad individual, el desarrollo de la individualización son los que ocasionan el colapso de las sociedades. Cuando Marx explica el sistema antiguo, donde ya existe la propiedad individual, dice que el aumento de la población es un impedimento para este sistema, y la herramienta para superarlo es la colonización y la guerra de conquista, que tiene como consecuencia la obtención de esclavos, pero eso significa la destrucción de la estructura de la sociedad puesto que implica nuevas formas de trabajo y producción (Marx y Hobsbawm, 2009: 91). El comercio facilita esta expansión (Marx y Hobsbawm, 2009: 29), y el desarrollo de la individualización (Marx y Hobsbawn, 2009: 94). Se podría relacionar el sistema germánico de Marx con un concepto que en los últimos años está teniendo fuerte peso en la investigación, relacionado con la sociedad desigual y diferenciado de las jefaturas, las sociedades de casas o house societies. Estas sociedades están basadas en un sistema de parentesco con alianzas endogámicas cuyo fin es la perpetuación y engrandecimiento del patrimonio físico e ideológico. La casa se yergue como una institución social que une la riqueza material e inmaterial, transmite propiedad, perpetuación del nombre, fortuna, títulos, y otorga legitimidad. Esta sociedad está compuesta por varias casas con acceso desigual a los recursos y al poder. La aparición de altares y casas utilizadas como templos, indica la importancia de la simbología y la ideología en este sistema social (González Ruibal y Ruiz Gálvez, 2016: 383-388). Ur (2014) utiliza este modelo teórico para dar respuesta a por qué ganaderos y pastores deciden vivir en las grandes urbes y aceptar la subyugación de la élite, cuando sería más beneficioso para ellos vivir en el campo que es su medio de producción. Ur, bajo la teoría de la agencia, o voluntad humana, la cual ve a las personas no como meros agentes pasivos a la orden de élites o reyes y en general de la estructura del sistema en el que viven, intenta alejarse de la teoría evolutiva que da respuestas exógenas a cambios internos, y se fija en los cambios internos de cada sociedad, explicando que las sociedades de casas pueden tener componentes de parentesco y territorialidad (Ur, 2014: 3- 4). Por último dentro de este debate terminológico y teórico sobre la formación de la desigualdad social y del Estado, hay que tener en cuenta que el concepto de Estado es actual, ni si quiera en las tablillas cuneiformes de la III Dinastía de Ur, cuando se consolida el Estado monárquico y patrimonial, aparece la palabra Estado, únicamente aparecen términos como palacios o grandes casas (e2-gal; Ur, 2014: 7). 11 III. Mapa y cronología. Figura 1 Mapa del Próximo Oriente con los principales yacimientos de Uruk (Algaze, 2004: 12). SUR MESOPOTÁMICO NORTE MESOPOTÁMICO, SURESTE ANATÓLICO Y OESTE DE IRÁN Periodo Cronología a.C. Periodo Cronología AC Obeid/Ubaid 5.100-4.100 Ubaid 3-4 5.300-4.500 LC1 4.500-4.200 Uruk Antiguo 4.100-3.700 LC2 4.200-3.850 LC3 3.850-3.700 Uruk Medio-Tardío 3.700-3.400 LC4 3.700-3.300 Uruk Tardío 3.400-3.100 LC5 3.300-3.100 Datos obtenidos de Stein, 2012, y Aubet, 2007. 12 IV. El periodo Obeid/Ubaid 3-4. Los elementos definitorios de la cultura de Uruk, como son la desigualdad, el comercio, la especialización artesanal etc., tienen sus antecedentes en la cultura de Obeid o Ubaid, existiendo una continuidad en ambos periodos. En el Obeid se produjo la transición hacía la estratificación económica y funcional. Las nuevas tecnologías agrícolas como el arado y el sistema hidráulico provocaron la intensificación de la producción y la especialización funcional, pudiendo existir así artesanos a tiempo completo. Esta intensificación afectó al comercio que se desarrolló en gran medida, llegando algunos investigadores a hablar de un comercio a larga distancia en este periodo (Espejel Arroyo, 2015; Stein, 2000, 2002). También aparecen las primeras evidencias de jerarquía en los asentamientos, con estructuras de planta tripartita donde se encontraron los primeros sellos, y una concentración de la población en grandes centros. El norte y el sur mesopotámico tienen conexión desde la cultura de Hassuna y Samarra, y posteriormente Halaf, existiendo un comercio entre las distintas aldeas desde finales del neolítico (Yoffee, 2005c: 207-208). Es en el periodo Obeid cuando se formaliza el sistema de creencias en Mesopotamia, con la aparición de los templos y los símbolos de cultura comunal. Se origina en este periodo la identidad y cultura Mesopotámica. La ciudad de Uruk/Warka era considerada la primera ciudad de entre un grupo de ciudades que emergieron por primera vez en el sur mesopotámico, debido a que contaba con el templo de Eridú (Yoffee, 2005c: 209), sin embargo el descubrimiento de Tell Brak en el norte cambió esta percepción (Figura 1; Yoffee, 2017: 75). Oates defiende que incluso Tell Brak es anterior a las ciudades del sur mesopotámico. Asimismo aparecieron otras ciudades similares en el norte mesopotámico como Hamoukar o Tepe Gawra (Oates, 2007: 585-586). Para Yoffee “Es difícil no pensar en Obeid como el precursor cultural de la civilización Mesopotámica histórica, en la que la región norte de Asiria y la del sur de Babilonia fueron igualmente mesopotámicas. Compartían los mismos amplios contornos de creencias, literatura, educación, y cultura material, pero también mantenían sistemas políticos separados al igual que aduanas, deidades, y ceremonias particulares.” (Yoffee, 2005c: 210). Se pensaba que solo existía un foco civilizatorio en el sur mesopotámico que se desarrolló a partir del V y IV milenio AC, sin embargo Stein (2012) defiende que existieron tres focos civilizadores distintos, en el sureste anatólico, norte de Mesopotamia y sur mesopotámico, relacionados entre sí, y con una clara influencia del sur mesopotámico sobre el resto de zonas, especialmente en el periodo de Obeid (5.300-4.500 AC) y Uruk Medio y Tardío (3.700-3.100 AC; Stein, 2012: 125). A pesar de esta influencia, cada territorio tenía una economía y una política local diferente. En el periodo de Obeid aparecen ya diferencias regionales que se pueden observar en las distintas tradiciones locales (Espejel Arroyo, 2015: 136). La explicación del dominio del sur sobre el norte radica en los cambios ambientales ocurridos durante el Holoceno, que favoreció el acceso a recursos como el agua y tierra fértil (Algaze, 2001; Yoffee, 2005; Kennett y Kennett, 2007). Existió una trasgresión marina en el Holoceno, datada a finales del V milenio e inicios del IV milenio, que elevó el nivel marino del Golfo Pérsico 2m, lo cual significó una intrusión del mar de 200 km en terreno continental, y un acceso más cercano a recursos –pantanos y estuarios, nuevas plantas y animales, tierras 13 fértiles– (Figura 2; Algaze, 2001: 201). Estos cambios climáticos favorecieron el aumento demográfico, la estabilidad de las comunidades, el desarrollo del comercio marítimo, y la emergencia de jerarquías. Durante los periodos de Obeid y Uruk se ha documentado la existencia de un ambiente más húmedo, con mayores precipitaciones, y un nivel de oxigeno más alto en el Mar Rojo, relacionado con una menor salinidad en el agua. Los restos carbonizados de vegetales del periodo de Obeid en los niveles del Tell Oueli, indican la existencia de irrigación, o de una humedad suficiente como para hacer viable la agricultura de secano, aprovechando las zonas de humedales y las lluvias monzónicas. Sin embargo, el hecho de no encontrar asentamientos ordenados de forma lineal junto a recursos hídricos, hace pensar que no tenía tanto peso la irrigación, tal vez por las favorables condiciones húmedas existentes. Las distintas posibilidades económicas facilitaron la dispersión de los grupos y no la formación de grandes asentamientos (Kennett y Kennett, 2007: 231-251). Figura 2 Línea de costa existente durante el periodo Obeid (Kennett y Kennett, 2007: 235). No hubo una introducción repentina de la cultura Obeid, sino una transición gradual (Espejel Arroyo, 2015: 136). Durante el periodo de Ubaid seguían existiendo restos culturales del Halaf (Stein, 2012: 136). En Tepe Gawra en los niveles XIX y XVII se aprecia una influencia de la cultura de Obeid sobre un contexto local del Halaf (Espejel Arroyo, 2015: 136). En Tell Zeidan existen en la fase Ubaid una combinación de estilos indígenas locales de Halaf y de estilos sureños del periodo Ubaid. Ejemplo de ello son unas figuras halladas que continúan la morfología del Halaf (Figura 3). También se han encontrado en el sur mesopotámico estilos cerámicos que combinaban el estilo local del norte mesopotámico del periodo Ubaid y del periodo Halaf. Para Stein, la interacción cultural en el periodo Ubaid pudo facilitar el comercio a larga distancia (Stein, 2012: 128-129). 14 La influencia del sur en el registro material se puede percibir en yacimientos como Degirmentepe en la región de Malatya (Stein, 2012: 128-129), donde se encontraron cerámicas de estilo Obeid en edificios de planta tripartita. En este yacimiento se encontraron edificios aglutinados, tanto estructuras con varias habitaciones como edificios tripartitos, con salas centrales, habitaciones a los lados y una segunda planta. En estas salas centrales había nichos en las paredes del sur, una plataforma en el centro, y un hogar con forma de herradura, que pudo corresponder a un horno usado para fundir cobre, cocinar etc. Ninguno de estos edificios tenía puertas que permitiesen su acceso al exterior. Cinco de ellos tenían restos de pintura, recreando posiblemente motivos abstractos (Espejel Arroyo, 2015: 137-138). Figura 3 Figuras del periodo Obeid. Las figuras a-c proceden del norte mesopotámico en las que se percibe aún la tradición del Halaf, mientras que la d procede del sur (Stein, 2012: 130). La economía de Obeid era mixta, se basaba en agricultura a pequeña escala, donde tenían mayor importancia los cultivos tolerantes a la sal, pero también se obtenían recursos de la crianza de animales domésticos, la caza y la pesca (Kennett y Kennett, 2007: 251). En Kosak Shamali, en el norte de Siria, se encontraron pequeños husos de costura gracias a los cuales se pudieron producir textiles más finos. En Tell Zeidan se documenta una intensificación del 15 pastoreo de ovejas, existiendo así una producción especializada. En este yacimiento se hallaron hornos complejos y talleres de tallado de pedernal, que se han interpretado como indicios de una especialización en la producción de cerámica y producción lítica. Tell Zeidan, Tell Gawra, y Tell Arpachiyah tienen una serie de objetos de lujo con materiales exóticos que prueban un comercio a larga distancia como paletas de pedernal, cabezas de maza, tazas de obsidiana tallada, objetos de esteatita, hachas de bronce, o cuentas de lapislázuli (Stein, 2012: 130). En cuanto a la arquitectura, los asentamientos eran pequeñas aldeas compuestas por varias viviendas de forma circular o rectangular, dispersos y con un tamaño de unas 2 o 3 ha. Las estructuras que tenían un tamaño más pequeño y carecían de puertas y hornos se han interpretado como establos o almacenes. En el norte algunos edificios tenían una plataforma en forma de T, y estaban compuestos por una sala central y salas más pequeñas a sus lados (Watfa, 2016; 371-372). Las salas centrales se utilizarían para comidas u otras actividades comunales. En su mayoría se han descrito como edificios seculares y residenciales, aunque algunos se han identificado como templos, por ejemplo el caso de Eridu, atendiendo a características como su tamaño, decoración, o emplazamiento en zonas que posteriormente eran identificadas como sagradas (Ur, 2014: 11). En este periodo aparecen también talleres, zonas destinadas exclusivamente a la producción por ejemplo de cerámica, con grandes hornos (Watfa, 2016; 371-372). En Tepe Gawra en torno al 4.500- 4.200 AC se evidencian diferencias en el tamaño de las casas, su plan, y los objetos que contiene reflejando la existencia de desigualdad económica (Stein, 2012: 132). En el valle del Balikh existió en este periodo una jerarquía de asentamientos, con centros de 10-12 ha como Tell Zeidan y Hammam et-Turkman con pequeñas aldeas a su alrededor de no más de 3 ha (Espejel Arroyo, 2015: 138). En la llamada “Sala Blanca” en el nivel XII de Gawra, han aparecido pequeños objetos de oro y lapislázuli, interpretados como objetos de prestigio de la élite cuyo estatus y poder todavía se estaba desarrollando (Stein, 2012: 132). En otros yacimientos -Tell Zeidan, Tell Arpachiyah- también aparecieron paletas, cuencos de obsidiana, hachas de bronce, o cuentas de lapislázuli (Espejel Arroyo, 2015: 138). Además se hallaron sellos estampados distribuidos en varias casas de Tepe Gawra, y no concentrados en la Sala Blanca, por lo que la administración no tenía todavía un carácter centralizado (Stein, 2012: 132). Es a partir del periodo Obeid 3-4 cuando se produce una expansión de la población en el sur, y se inicia la agricultura de irrigación, apareciendo en el norte objetos del sur, y los primeros asentamientos fortificados en la zona norte a finales del periodo de Obeid (Kennett y Kennett, 2007:245). La agrupación de la población en zonas húmedas pudo ocasionar una rápida sequía regional que reduciría la extensión de los hábitats lacustres en el sur de Mesopotamia. Sin embargo el nivel del mar siguió alto, favoreciendo así la expansión del comercio marítimo, y contrarrestando esta sequía, generando mayor proliferación de hábitats acuáticos y zonas húmedas. Ello generó una mayor competencia por los recursos localizados en estas áreas. Estas condiciones climáticas variables pudieron ocasionar la búsqueda de seguridad y refugio en grupos más grandes, dominados por élites. La expansión hacia el oeste pudo ser debida a migraciones provocadas por la presión demográfica y climática en el sur, donde continuó la sequía (Kennett y Kennett, 2007: 251-252). 16 V. El desarrollo de las ciudades-estado en el Uruk Antiguo. Todos los cambios que comienzan en el periodo de Obeid se desarrollan durante el periodo de Uruk en las primeras ciudades en el sur y norte mesopotámico. En la Baja Mesopotamia la irrigación y la subida del nivel del mar generaron una serie de llanuras aluviales, y provocaron el aumento de los excedentes, el aumento demográfico, y el desarrollo de la estratificación institucionalizada, con administradores públicos, artesanos y especialistas. La estabilización marina también facilitó la estabilidad y el crecimiento de los asentamientos (Kennett y Kennett, 2007: 252). Comparando los datos sobre agricultura del sureste de Turquía, norte de Siria, y norte de Iraq, con los del sur de Iraq, se ve que utilizando en el norte y el sur el sistema de irrigación, la llanura aluvial del sur era el doble de productiva que la zona del norte mesopotámico. En las fuentes escritas del III milenio se recoge un mayor peso de la producción del sur frente al norte, y un mantenimiento de las estructuras de los canales de irrigación (Algaze, 2001: 201). A pesar de esta situación, y de manera contemporánea a la aparición de las primeras ciudades en la Baja Mesopotamia, en el norte mesopotámico se estaba desarrollando un proceso histórico caracterizado asimismo por el desarrollo de una élite hereditaria, demandante de bienes de prestigio, que impulsó el comercio a larga distancia, y cuyos asentamientos estaban comenzando a urbanizarse, teniendo como ejemplo Hamoukar, que se extendió por un área de 300 ha, o Tell Brak que ocupó 55 ha (Stein, 2012: 139). ¿Es posible que hubiese un desarrollo urbano paralelo en ambas regiones, sin influencia aparente? ¿Puede que el desarrollo del sur haya sido más llamativo debido a su mayor riqueza correspondiente a factores ambientales? ¿Fue anterior el comercio a larga escala que el Estado? ¿Por qué no hay registro funerario de las poderosas élites del sur, al contrario de lo que sucede en el norte? A partir del 4.200 AC, coincide el desarrollo de las desigualdades en el norte con el inicio del periodo de Uruk en el sur, también caracterizado por el origen de la desigualdad, pero aún no se constata ninguna influencia sureña. Es entonces cuando aparece en el registro arqueológico de la Alta Mesopotamia y sureste anatólico la emergencia de líderes políticos con un estatus ya formalizado, que se aprecia en el ámbito arquitectónico en el nivel XIA/B de Tepe Gawra, con la aparición de grandes casas redondas que dominaban el resto de viviendas más pequeñas y menos elaboradas (Stein, 2012: 135). En Tell Brak se halló el primer edificio de carácter religioso del IV milenio, el Templo de los Ojos, llamado así por las figurillas de piedra con ojos de gran tamaño encontradas en el templo (Figura 4). El templo estaba localizado sobre una de las zonas más altas del tell, sobre una superficie aterrazada, y tenía una estructura de planta tripartita con un altar construido con piedras semipreciosas (Watfa, 2016: 384). Dichos ídolos se han encontrado asimismo en otros yacimientos como Hamoukar o Hacinebi (Stein, 2012: 138), lo cual puede hacer pensar en una religión con características comunes en el norte mesopotámico. 17 Figura 4 Ídolos ojo encontrado en yacimientos de la Alta Mesopotamia (Stein, 2012: 138). Tanto Tell Brak como Hamoukar son yacimientos importantes por situarse en una posición estratégica, con acceso a zonas de potencial agrícola y tierras pastorales (Oates et al., 2007: 586). En el área de TW se hallaron monumentos no relacionados con el ámbito religioso, sino con la producción artesanal y la manufactura de bienes de prestigio, la administración, y la provisión laboral, todo ello en una cronología de finales del V milenio y principios del IV milenio AC. El edificio monumental del nivel 20 o TW20, tiene una entrada masiva con torres en cada lado y una enorme puerta compuesta de una única pieza de un tipo de basalto no nativo. Las habitaciones aunque estaban vacías, permitieron indicar la construcción de su estructura, como que las paredes no se habían construido sobre zanjas o fosos, algo común en la construcción de edificios monumentales en la época, sino que se erigieron sobre una plataforma de guijarros y arcilla roja de 80 cm. En la zona norte apareció una gran sala cubierta 18 de yeso de cal blanca usado como aislante del agua, y la entrada tenía un suelo de madera, otra característica arquitectónica inusual. El patio exterior fue repintado más de tres veces, y se ha documentado al menos una reconstrucción del edificio. Alrededor del edificio había pequeñas habitaciones también vacías, las de la entrada se han interpretado como salas de guardia, y el resto como tiendas o almacenes, o como salas de administración. Los investigadores han concluido que este edificio monumental no tuvo un carácter religioso, pues la estructura es diferente de los edificios sagrados como el Templo de los Ojos, y se ha datado gracias a la cerámica encontrada en un edificio contemporáneo, a finales del V milenio o principios del periodo de Uruk en el norte (ENU3; Oates et al., 2007: 587-590). Se encontró también un edificio con evidencias de producción artesanal, el edificio del nivel 20 occidental, donde se hallaron husos cerámicos, piedras de moler, mazos de basalto, paletas de piedra y otros objetos de trabajo de pedernal, hojas y discos de obsidiana, incrustaciones de nácar cortadas de conchas locales de moluscos, grandes hornos y vertederos. Destacan también los sellos de arcilla impresos, algunos de los cuales se usaron para sellar las puertas y por tanto contenían un sello oficial, y un suelo con un pavimento de fragmentos de cerámica en el lado oeste (Oates et al., 2007: 590). Otro edificio con una función claramente industrial por su abundancia de hornos es el edificio de ladrillo rojo en el nivel 19 del área TW. Se han identificado tres distintos suelos, por lo que tuvo un uso prolongado, de hecho se ha hallado cerámica del Uruk Tardío y el Uruk Medio – teniendo los cuencos pequeños ya marcas incisas de artesano-. Se encontró en este edificio obsidiana, piedras preciosas como jaspe y diorita entre otras, cuentas, betún, moluscos sin las perlas, usos de arcilla… pero el objeto que más llamó la atención fue un cáliz de obsidiana y mármol blanco (Figura 5). El núcleo de obsidiana fue hundido para hacer esa forma profunda de copa, y se le añadió el mármol pegado con betún. En la parte superior se añadió otra capa de betún, lo que se ha interpretado como una intención de añadir otro material de lujo como pudiese ser el oro. El contraste entre estos bienes de lujo y la cerámica producida en masa (cuencos de diverso tamaño), indican prácticas de comensalía diferenciadas que reflejarían el incremento de la estratificación social. Otro hallazgo importante fueron los sellos con motivos de león impresos, muy típicos de la cultura mesopotámica (Figura 5) y de los gobernadores de la sociedad. Otros sellos encontrados tenían impresiones en ambos lados, sugiriendo distintos niveles de administración o distintos oficiales (Oates, 2007: 590-593). 3 Early Northen Uruk, que coincide con el LC2 (Late Calcolitic 2/Calcolítico Tardío 2) fechado entre el 4400-3900 AC, (Oates, 2007: 590). 19 Figura 5 Cáliz de obsidiana y mármol de 16 cm datado en el 4000 AC y sello con impresión de León, ambos del edificio de ladrillo rojo del nivel 19 de área TW (Oates, 2007: 594). Es en este periodo cuando se empiezan a documentar diferencias dentro del registro funerario (Stein, 2012: 135). En el sur mesopotámico durante el periodo de Uruk hay una marcada ausencia de enterramientos (Gil Fuensanta, 2011; Brereton, 2013: 232; Pollock, 1992: 298). Esta ausencia puede estar motivada por el tipo de ritual –pudiendo haber seguido rituales vikingos o rituales basados en dejar que los animales devoren el cadáver-, por un cambio social y étnico –pues en el periodo dinástico sí que se documentan enterramientos-, o simplemente aún no hayan aparecido en el registro arqueológico (Gil Fuensanta, 2011: 105-107). Sin embargo en el norte se han encontrado las primeras evidencias de una élite hereditaria, puesto que existen enterramientos de niños con ricos ajuares en Tepe Gawra, Grai Resh, y Hacinebi, que demuestran la emergencia de una élite con estatus hereditario a comienzos del IV milenio AC (Brereton, 2013: 233), además de atestiguar un comercio de bienes exóticos (Espejel Arrollo, 2015; Stein, 2012). En línea con la anterior teoría citada de las sociedades de casa (Ur, 2014; González Ruibal y Ruíz Gálvez, 2016), en las que primaba la herencia de patrimonio, nombre y estatus, Gared Brereton propone la importancia de los niños como continuación de líneas descendientes, y el acceso de las familias a beneficios sociales y productivos relacionados con los niños, con los que también aseguran la perpetuidad y una mayor importancia que otras familias dentro de la comunidad. En esta conciencia también interviene la relación de los niños con el otro mundo debido a que no están completamente socializados dentro del mundo de los adultos, al igual que los ancianos. Brereton estudia el papel de los niños como ofrendas sacrificiales para contactar con el otro mundo u obtener alguna acción concreta de los dioses y espíritus. El depósito de ricas ofrendas funerarias permite transmitir el capital tangible e intangible, y es 20 una forma de que el patrimonio no se separe de la casa, como sucedería otorgándolo por ejemplo en matrimonios (Brereton, 2013: 235). Al contrario que a finales del Neolítico, se aprecia una distinción entre los enterramientos de adultos y de niños en torno al V milenio AC (Figura 6). Los adultos eran enterrados en cementerios comunales situados en los márgenes de las zonas de habitación, y los niños se enterraban dentro de las habitaciones. Ejemplo de ello son Tell Abada (Obeid 2-3, Iraq) donde de 125 enterramientos infantiles en el nivel I-II, 59 fueron encontrados en grandes edificios de planta tripartita relacionados con tareas de contabilidad. Se encontró asimismo un grupo de 20 enterramientos debajo de los primeros suelos de la estructura que se han identificado como un posible depósito de fundación. La distribución de enterramientos se restringió con el tiempo a las viviendas privadas, al mismo tiempo que desaparecieron los almacenes comunitarios y se introdujeron los graneros privados en las habitaciones centrales de las viviendas. En Tepe Gawra se repite este patrón, siendo un 84% de los 120 enterramientos hallados en el nivel XII (Final de Obeid/Calcolítico Tardío) atribuidos a niños. Una concentración de 25 enterramientos apareció relacionada con una gran residencia de planta tripartita cuyas características arquitectónicas se han asociado con prácticas rituales, donde se encontraron materiales importados (lapislázuli, cobre, oro, obsidiana), y objetos relacionados con el almacenamiento y la administración de bienes (sellos de arcilla y de otros tipos). También se encontró un conjunto de 10 enterramientos asociado a este edificio en el nivel XII que se ha identificado como depósito de fundación (Brereton, 2013: 236-238). Figura 6 Tabla de la distribución locacional de enterramientos en función de la edad de los difuntos (Brereton, 2013: 237). Otra característica del mundo funerario del Calcolítico Tardío es la asociación entre las prácticas de enterramiento de los niños y el procesado y almacenamiento de alimentos, pues se han hallado cerámicas usadas para procesar y almacenar material orgánico como parte del 21 ajuar. En Tell Abada y Tepe Gawra se han encontrado enterramientos de bebés en cerámicas con cuerpo y bases anchas perfectas para el almacenaje de alimentos, y jarros utilizados para el consumo y almacenaje de líquidos. En Degirmentepe (Obeid 4, Turquía) se encontraron enterramientos de bebés y niños bajo el suelo de las casas, dentro de las paredes de las viviendas, en habitaciones donde había hornos de fundición de cobre, o dentro de compartimentos de almacenaje. Otra posibilidad es que estas prácticas funerarias pudieran utilizarse para legitimar los privilegios de la nueva élite emergente (Brereton, 2013: 240-241). Otros enterramientos infantiles aparecen en Hacinebi (sureste de Turquía) donde se encontró un enterramiento de un niño en un jarrón con un anillo de cobre y dos de plata, o Grai Resh (norte de Iraq), donde se halló otro enterramiento infantil con cuentas exóticas de oro, lapislázuli, y coralina. Todo ello evidencia la existencia de redes comerciales a larga distancia, y el desarrollo de una élite demandante de bienes de prestigio durante el Calcolítico tardío II (LC2: 4.200-3.850 AC; Stein, 2012: 136). El comercio marítimo tuvo fuerte peso en dicho periodo y favoreció el intercambio de productos de subsistencia y de lujo en el interior de las regiones -entre el campo y el centro de las ciudades-, y entre las distintas urbes (Kennett y Kennett, 2007:252). En Hamoukar/Khirbat al Kakhar, han aparecido también indicios del comercio a larga distancia de obsidiana procedentes del este anatólico. En Tepe Gawra y Grai Resh se han encontrado objetos de lapislázuli, cuya procedencia podría ser de las minas Badakhshan de Afghanistan. En Hacinebi se han encontrado sellos estampados con decoración compleja, y sellos con elementos geométricos simples, que reflejan tanto la desigualdad social como la descentralización administrativa. En Tell Zeidan, los sellos procedentes de los niveles LC2 se asemejan a sellos del este de Anatolia de Arslantepe VII, Tell esh-Sheikh, Norsuntepe y Tepe Gawra. Ello podría reflejar la aparición de una iconografía y simbología perteneciente a la élite compartida en el norte mesopotámico (Stein, 2012: 136). Es en este periodo cuando los asentamientos del norte comienzan a crecer en tamaño y aumenta la concentración de la población, ejemplo de ello es Hamoukar con una extensión de 300 ha y un núcleo de 30 ha, o Tell Brak con una dimensión de 55 ha (Stein, 2012: 136-139). Esto ha llevado a algunos investigadores a ver dichos yacimientos como ciudades que podrían haberse desarrollado a nivel estatal (Watfa, 2016: 386; Oates et al., 2007; Stein, 2012). Se llega a afirmar que estas ciudades, Tell Brak y Hamoukar fueron anteriores a la ciudad de Uruk (Oates et al., 2007). Hay que aclarar que no es lo mismo ciudad que ciudad-estado, y que la diversificación de los sellos en distintos edificios, incluyendo viviendas, ha reflejado la carencia de administración central en el norte mesopotámico por lo que sin administración central no se puede hablar de Estado, aunque sí de un desarrollo paralelo y distinto del norte y sur. En el sur mesopotámico continuaron sucediendo las condiciones de aridez, lo que acrecentó la conflictividad por los recursos y la concentración de población en la ciudad. La ciudad tenía unas dimensiones de 100 ha, y una arquitectura religiosa monumental llamada “el área sacra de Eanna”, que ya muestra la riqueza de excedentes y la capacidad administrativa del templo, que gestionaba la ciudad de forma redistributiva (Aubet, 2007: 181). Para Ur, contrario a las teorías de la revolución urbana evolucionista, es en el periodo de Uruk cuando se expande el sistema de sociedades de casa, originado en el periodo Ubaid. Igualmente en este sistema se 22 desarrolla una estructura de jerarquías y dependencias, pero en el que son fundamentales las relaciones familiares (Ur, 2014: 14). El comercio en el sur se basaba en la importación de productos a granel del norte a un coste bajo, y los transformaba en productos procesados en sus ciudades que se exportaban a un precio más alto. Entre ellos exportaban grano procesado, objetos de cuero, pescado seco, dátiles, productos lácteos y textiles. También importaban productos inexistentes en el sur como metales, madera, betún, piedras preciosas y otros productos exóticos, lo cual atestigua una interdependencia entre ambas regiones, aunque existiera un dominio del sur sobre el norte (Algaze, 2001: 204-206). Las condiciones de humedad existentes, la trasgresión marina, y los cambios de los cauces de los ríos Éufrates y Tigris documentados por fotografía aérea, han llevado a pensar en la posibilidad de que ambos cauces estuvieran más próximos en el IV milenio a.C., uniéndose en determinados puntos geográficos del norte de la llanura aluvial. Este gran caudal facilitaría el comercio, y crearía en sus alrededores zonas fértiles donde se podrían obtener varios tipos de recursos desde frutas a cereales. Es después del periodo de Uruk cuando los ríos se separan definitivamente, tanto por la aridez como por la explotación humana. Tras siglos de irrigación durante el cuarto milenio se habría producido un proceso de salinización en la llanura aluvial, que conllevó una explotación del suelo más intensa, con barbechos más cortos y cultivando zonas más alejadas. Las condiciones de aridez y extrema estacionalidad se establecieron plenamente a inicios del tercer milenio. En el norte sin embargo la erosión no era tan acusada, y el uso de las nuevas tecnologías agrícolas acortaba las diferencias en ambas regiones (Algaze, 2001: 201-204). Para Liverani (2006) el factor clave de la aparición del Estado y de la administración centralizada en la Baja Mesopotamia fue la aparición del campo largo. Existían dos tipos de riego del campo, el riego a manta, y el riego por surco. El riego a manta o por sumersión consistía en inundar completamente el campo bajo una fina capa de agua. Se utilizaba en zonas acotadas y llanas, para tener una cobertura del suelo homogénea, y en ámbitos familiares y locales. El riego por surco se practicaba sin embargo en campos largos de cientos de metros, en pendiente ligera y regular. La dimensión y funcionamiento de los campos, y el tipo de riego, implicaba una coordinación y planificación para abarcar dicha zona. Al mismo tiempo fueron fundamentales el arado de tracción animal, el trillo, y el carro de ruedas. El trillo estaba formado por fragmentos de pedernal, los cuales se han hallado con las características huellas de uso de espigas de cereales. Para la siega se utilizaban hoces de barro cocido documentadas también durante el Obeid tardío (Liverani, 2006: 25-30). La aparición del templo estuvo ligada al aumento de la producción agrícola, puesto que fue el organismo que dirigió la transformación de la sociedad hacia el Estado (Liverani, 2006: 36). El desarrollo económico se basó en la cerealicultura extensiva e intensiva. En la economía destacó con un gran peso la producción de cebada y la oveja (Liverani, 2006: 49). En el sur mesopotámico la cebada constituía el cereal básico de la dieta desde el periodo Ubaid antiguo debido a su rápida maduración y su tolerancia a suelos salinizados. La cebada asimismo podía hacer frente a otros dos problemas existentes en la agricultura mesopotámica, la no correspondencia entre el ciclo anual del cultivo de cereales y los niveles fluviales (pues las 23 crecidas del final de la primavera podían provocar la pérdida de los cereales en proceso de maduración), y las plagas de langosta por las cuales se intentaba segar lo antes posible. También había que tener cuidado con evitar la irrigación en exceso pues hacía que los sedimentos se acumulasen creando una capa que imposibilitaba el cultivo. Prácticamente existía un monocultivo de cebada, mientras que en el norte mesopotámico la agricultura era más equilibrada (Liverani, 2006: 49-50). Se cultivaban las tierras del templo, cuyo excedente iba destinado integro al templo restando las raciones para los trabajadores. Existían trabajadores a tiempo completo, totalmente dependientes del templo, y trabajadores estacionales que trabajaban durante periodos concretos (corvée). A los dependientes fijos se les podía pagar con raciones de comida o con la asignación de tierra. La facilidad de almacenamiento, conservación y redistribución de la cebada la convirtió en un elemento esencial de la relación económica entre el templo y los trabajadores. Es confuso el término trabajadores dependientes porque algunos investigadores lo utilizan para hablar de la existencia de esclavos y otros no. El trabajo estacional era obligatorio y se realizaba por fidelidad al dios. Para Liverani la administración central se basaba en un sistema tripolar compuesto por la agencia central (el templo), el pueblo (de donde se obtenían tributos y corvée) y la hacienda agrícola del templo, lo cual implicaba una diversificación del territorio y la población. Había tierras de administración central, tierras de asignación condicionada, de propiedad familiar y administración directa, y de arriendo y aparcería (Liverani, 2006: 51-52). Además de raciones de cebada, se pagaba a los trabajadores con raciones de lana o telas cada año. Entre las actividades artesanales especializadas destacó la producción de textil, que proporcionó mucho trabajo a las ciudades, y la industria maderera. Para Algaze (2001) las actividades especializadas harían necesario una mayor organización e institucionalización de la sociedad, y con ello se desarrollaría el sistema desigual. Este sistema se habría caracterizado por la competencia y la emulación entre las élites que favorecería la difusión de nuevas tecnologías y prácticas por Mesopotamia y fuera de la llanura aluvial (Algaze, 2001: 206-207). Liverani (2006) sin embargo no le atribuye tanta importancia a la especialización, que ya estaba presente en periodos anteriores. Para él la nueva organización no recibió un impulso de la especialización, sino que adaptó sus funciones. Defiende que no desapareció la especialización a tiempo parcial, sino que en unos sectores pudo ser útil y en otros no, teniendo en cuenta la convivencia de grupos autosuficientes y la administración central. Además, determinados productos como la cerámica se podían fabricar tanto en el ámbito familiar como en el estatal, en los templos, existiendo un sector económico privado. En cada casa había un telar, reflejado en el registro arqueológico en la acumulación de pesas de telar, así como molinos, pues se han hallado los rodillos y las muelas. Del mismo modo, el templo tenía talleres textiles y salas de molienda como las halladas en Ebla (Liverani, 2006: 66-67). La cerámica era un sector artesanal fundamental tanto por su uso cotidiano como por su fragilidad, pues obligaba a reemplazarla con frecuencia. Era por ello el sector menos centralizado. Tanto la materia prima básica, el barro, como los desgrasantes, vegetales (paja) y minerales (arena), eran materiales baratos, además la decoración pintada de Obeid entra en crisis en el periodo de Uruk por lo que el coste era menor. En este tipo de artesanía tenía un mayor peso el cliente privado que el público. A pesar de esto, la organización central dio un 24 gran impulso cuantitativo a la cerámica, muy importante para la acumulación y la redistribución, adoptando los alfareros el torno veloz. En el ámbito privado también se beneficiaron de este nuevo sistema, que abarataba los costes, pero suprimía la decoración local y familiar. El alfarero era un trabajador dependiente fijo (Liverani, 2006: 69-70). Otra actividad artesanal, la metalurgia que ya se documentó en el periodo Ubaid, se expande durante el periodo de Uruk, especialmente a través del comercio y la colonización, y marca el comienzo de la Edad de Bronce. Liverani piensa que la metalurgia fomentó la administración central que controlaba el comercio, sin embargo hemos visto que en yacimientos como Hacinebi hay restos de producción de cobre en varias zonas del yacimiento con lo cual no habría una un control centralizado de la producción al menos en el norte mesopotámico (Stein, 2012: 136). Los trabajadores eran dependientes fijos, y su producción iba en gran medida destinada al ámbito público, sin embargo también pudieron tener encargos privados dentro de lo que Liverani llama “sistema mixto” (Liverani, 2006: 71). El comercio a gran escala desarrollado según algunos autores a partir del Uruk tardío con la colonización de Uruk (Algaze, 2001, 2004; Aubet, 2007; Pollock, 1992), o según otros ya en el periodo de Obeid y comienzo del Calccolítico Tardío (Stein, 2012; Espejel Arroyo 2015), favoreció la difusión de las distintas industrias y artesanías, la división especializada y la desigualdad económica reflejada en el comercio de productos de lujo destinados a la élite. VI. Expansión de Uruk en el Uruk medio y tardío. El proceso de expansión de Uruk se inicia en el Uruk medio y tardío, y su explicación suele girar en torno al comercio, como medio para la expansión económica, política y cultural de Uruk hacia el norte mesopotámico, sureste anatólico y oeste de Irán. Se piensa que la colonización llevada a cabo por Uruk se realizó con la función de garantizar determinados recursos y materias primas a las ciudades del sur mesopotámico que carecían de ello, entre ellas madera, piedra y metales (Algaze, 2001, 2004; Aubet, 2007: 183). La creación de colonias y enclaves para abastecer de recursos y materias primas al sur mesopotámico, requería instaurar organismos administrativos que creasen y gestionasen estas colonias, garantizando la obtención de recursos (Aubet, 2007: 181). En los últimos años, el análisis de los materiales encontrados ha determinado que no hubo un sistema central que gestionase el comercio inter e intra regional (Wright, 2016; Emberling y Minc, 2016; Sanjurjo et al., 2016; Swchart y Hollander, 2016). Guillermo Algaze (2001, 2004), propuso el modelo colonizador basado en el “sistema-mundo” o “imperio informal” por el cual se habría llevado a cabo un proceso de colonización no planeado (variable y heterogéneo), en el que se establecieron colonias y puestos avanzados en aquellas zonas estratégicas donde controlar el acceso a recursos fundamentales y las redes de transporte, lo que implicaba cierta resistencia por parte de las sociedades indígenas locales, puesto que se impedía el acceso de estas comunidades a sus propios recursos (Algaze, 2001: 208). Se ha criticado este modelo por la consideración de Algaze de que las sociedades del norte mesopotámico y la periferia estaban menos desarrolladas política y económicamente. El uso de las palabras periferia y núcleo o centro ya tiene una serie de implicaciones relacionadas con un modelo imperial obtenido del proceso reciente de colonización europea sobre Asia y 25 África. El núcleo está muy desarrollado, y se caracteriza por la desigualdad económica, y la especialización y producción de productos acabados dedicados tanto para consumo interno como para su exportación a la periferia. La producción está controlada por el núcleo de forma directa mediante la administración, o indirecta mediante la dependencia de las élites locales del centro, y provee de materias primas al centro. Se minimiza el papel de las sociedades locales en su desarrollo interno, que se ven como sumisas ante el liderazgo del núcleo (Stein, 2002: 904). En el modelo de las sociedades de casa, son estas casas familiares las unidades que se perpetúan en el tiempo y en las que se desarrolla el proceso de desigualdad social y de expansión del poder de la élite. No se produce un cambio repentino de sociedad estructurada mediante el parentesco a sociedad donde prima la territorialidad como sucede en el modelo evolucionista, sino que entre estas familias se genera una jerarquía en la que son fundamentales las relaciones personales, y a partir de estas relaciones (definidas a través de pactos de fidelidad, parentesco, y/o alianzas matrimoniales) aparece una élite que va acumulando más relaciones de fidelidad con más familias, y por tanto más poder. Las sociedades de casas se caracterizan tanto por el parentesco como por la territorialidad (Ur, 2014: 8-9). La terminología es muy importante a la hora de hablar de la colonización de Uruk. Es importante distinguir entre colonias, puestos avanzados, y pequeños asentamientos o aldeas. Las colonias son asentamientos establecidos por una sociedad en el territorio no habitado u ocupado por otra sociedad, creado con la intención de un establecimiento a largo plazo (Stein, 2000: 12). Las colonias son yacimientos donde se encuentran todos los tipos de cerámica de Uruk, arquitectura típica de Uruk, y elementos de la administración como cilindros-sellos y tablillas escritas (Stein, 2002: 909). Si el territorio está ocupado, se tiene que distinguir espacial y políticamente a una sociedad de otra (Stein, 2000: 12). Algunos de estos enclaves coloniales fueron, en la zona siro-mesopotámica, Habuba Kabira-süd, Tell Qannas, Jebel Aruba y Tell Brack; en el Alto Éufrates la mayoría fueron pequeñas bases cerca de las rutas terrestres como Godin Tepe, Tepe Sialk, y Palmirene; y en el sureste de Anatolia destaca Arslantepe (Algaze, 2004: 57-118). La localización de estas colonias reveló que estaban orientadas en un eje este- oeste dominando las rutas terrestres (Algaze, 2004: 74). Algaze distinguía principalmente las colonias de los puestos avanzados por su tamaño. Los puestos avanzados eran pequeños asentamientos localizados en las principales rutas, con cultura material procedente de Uruk, pero no en todos los ámbitos, que servían para facilitar el movimiento de bienes y personas (Algaze, 2001, 2004). Algaze reconoció como puestos avanzados a Godin Tepe, Tepe Sialk y Palmirene, en la ruta de ida y vuelta de siro- Mesopotamia a Juzestán (Irán) (Algaze, 2004: 95), sin embargo, con el hallazgo posterior en Godin Tepe de una estructura arquitectónica, material administrativo y cerámico de Uruk, se recalificó el yacimiento como colonia comercial (Gopnik, 2016: 836-838). Algaze llega a afirmar que estos puestos avanzados quizá fueron formas de ocupación al margen del Estado (Algaze, 2004: 199), pudiéndose haber llevado a cabo una colonización privada o realizada por comerciantes particulares. 26 Emberling y Minc (2016) defienden que distintos modelos de colonización producen distintas formas de intercambio: una expansión de Uruk llevada a cabo por un único centro en Uruk requeriría una extensiva comunicación entre el centro y la periferia, e implicaría un alto nivel de coordinación administrativa, reflejado en el registro arqueológico en la aparición de material restringido a la élite; una expansión desde múltiples centros en la Baja Mesopotamia, donde el registro arqueológico mostraría claras conexiones entre las distintas ciudades del sur y sus áreas de expansión; una situación de convivencia entre colonialistas y población local, pudiendo existir una relación igualitaria que se mostraría en una relación simétrica entre los distintos objetos del registro material, o una reacción asimétrica en la que habría por ejemplo más material colonial que local, y podría indicar una relación tributaria; otra posibilidad es la expansión por el colapso de una sociedad, es decir la migración de la población a otras zonas, ello reflejaría pocas conexiones comerciales entre el núcleo y las zonas de expansión, pudiendo haber un comercio interior en estas nuevas zonas de ocupación (Emberling y Minc, 2016: 821). La ciudad de Uruk no era la única gran urbe sino que había distintas ciudades en el sur aluvial situadas en las cercanías de los canales y recursos hídricos, entre ellas destacaba la ciudad competidora de Warka, Susa. A pesar de que la ciudad de Uruk/Warka fuera la más grande no hay evidencias de que ejerciera un control hegemónico sobre el resto de ciudades del sur (Algaze, 2001: 210). Algaze defiende que las distintas ciudades del sur fuesen estados rivales que competían entre ellas por la fundación de enclaves para asegurar el acceso a las redes de transporte y a los recursos, así como impedir a los rivales este acceso (Algaze, 2004: 229). El área geográfica no urbanizada por estas ciudades independientes funcionaría como zonas neutrales donde existiría una competencia entre ellas por su control (Algaze, 2001: 209). En el Uruk Medio y Tardío, la ciudad de Uruk ocupó unas 300 ha con una población aproximada de unas diez mil personas. Es en este periodo, cuando se unen en una misma ciudad dos recintos sagrados, el recinto de Eanna y el Zigurat de Anu, que pertenecían a comunidades distintas y se unieron en torno a mediados del IV milenio (Yoffee, 2017: 75). Los edificios del área sagrada de Eanna tienen la estructura tripartita característica ya del periodo Ubaid, con un mayor tamaño y decoración. El Templo D tiene unas medidas de 55m x 11m. En el IV milenio AC se comenzó a decorar los muros con pintura, en algunos casos con motivos geométricos en forma de mosaico, y se decoraba también con conos de arcilla. Los grandes edificios tenían podios en las salas centrales interpretados como altares. La excepción a la estructura de planta tripartita es el Edificio E, con una planta cuadrada y múltiples entradas que dan a un patio central, siendo un edificio único en la arquitectura mesopotámica (Figura 7; Ur, 2014: 14). 27 Figura 7 Área sagrada de Eanna en el 3100 AC (Ur, 2014: 13). En el área sagrada de Eanna que llegó a ocupar unas 9 ha (Yoffee, 2017: 75), se halló en los niveles IV-III las primeras tablillas escritas, los Textos Arcaicos, reflejo de la función del templo como administrador de la ciudad (Aubet, 2007: 181). La escritura tenía un fin fundamentalmente administrativo. En un principio la escritura se llevaba a cabo con signos pictográficos incisos, mientras que a partir del nivel Eanna III, aparecen una serie de cambios formales que se van desarrollando hasta crear la escritura cuneiforme (Aubet, 2007: 181). En las tablillas recogen transacciones económicas como el número de ganado y productos que ha de entregarse o han sido recibidos por la administración, desde grasa, lana y queso, a estiércol, que era usado para cocinar y proporcionar calor. Se cuentan los animales por cabezas y se especifica a qué sexo pertenecen, y si son adultos o crías. Asimismo han aparecido nombres y oficios de las personas que se encargaban de criarlos (Englund, 1995: 127-128; 1995: 33). En el Uruk IV se describían en los textos grandes cantidades de ganado, al contrario que en el periodo posterior donde raramente aparece registrado. En cambio, en el periodo Uruk III hay un mayor registro de productos alimenticios básicos como grasa o leche (Englund, 1995: 34- 35). En el periodo Uruk III se especifica la edad y sexo de los animales, sin embargo a partir de ese periodo la información y la escritura se simplifican, y solamente se utiliza un signo para designar al animal (Englund, 1995: 132; 1995: 34-35). La administración confiaba sus rebaños a unos pastores y desconocía la tasa de crecimiento del rebaño y producción. Solo podían hacer controles anuales o semestrales y establecer parámetros de crecimiento y productividad constantes. Estos controles anuales aparecen reflejados en los Textos Arcaicos de Uruk IV-III. En yacimientos como Arslantepe se documenta un crecimiento del porcentaje de restos óseos de ovicápridos en relación con los huesos de otros animales en el tránsito del Calcolítico tardío a la fase de Uruk tardío, cuando se produce la expansión (Liverani, 2006: 55-58). El esquileo de la oveja requería mayor mano de obra por lo que se recurría de nuevo al trabajo estacional (Liverani, 2006: 57). En las primeras tablillas de Uruk, los Textos Arcaicos, hablan del pago de textiles acabados (Algaze, 2001: 206). 28 En este periodo se crearon los cilindros sellos que imprimían escenas en tablillas de arcilla, cerámica, y en los sellos de las puertas, indicando la autoridad responsable de dichas transacciones (Yoffee, 2017: 76). Estos sellos generalmente tenían escenas naturalistas de animales y de su caza o producción, y servían para facilitar la administración de la producción agrícola o del almacenaje (Englund, 1995: 123). En los sellos aparecieron escenas de mujeres trabajando con telares (Algaze, 2001: 206). Estos trabajadores pudieron ser los primeros esclavos, obtenidos a través de conflictos como prisioneros de guerra. También se ofrecían mujeres u oblatas (término sumerio) al templo. Es a partir del II milenio cuando tiene más peso la esclavitud por deudas. El uso de mujeres y niños esclavos suponía un ahorro, pues se entregaban las raciones en función del peso, y se consideraban más adecuados para las labores domésticas (Liverani, 2006: 58). Adams afirma que este uso de las mujeres y sus hijos en la industria tuvo consecuencias secundarias en las relaciones de género, como uno de esos elementos que se originan en las sociedades prehistóricas y condicionan la evolución histórica posterior (Adams, 2001: 355). En los sellos aparecen escenas de prisioneros e individuos armados, evidenciando la violencia física existente (Pollock, 1992: 298). En los Textos Arcaicos del periodo Uruk Tardío se enumeran grupos de esclavos describiendo su edad y sexo como si fueran ganado (Algaze, 2001: 212), la única diferencia entre la enumeración de animales y personas es que cuando hablan de personas, después de describir la edad y el sexo, aparece el nombre de dichos individuos (Figura 8). El símbolo de humanos se translitera como SAL+KURa, representando SAL a las mujeres y KURa a los hombres (Englund, 1995: 133). Figura 8 Copia y transliteración de la tablilla W2399,1 en la que aparece descrito un grupo de ocho esclavos donde se especifica su sexo, edad, y nombre (Englund, 1995: 132). 29 Algaze (2001) califica al sistema laboral esclavista como “Revolución del trabajo”, por el cual el sostenimiento de la desigualdad social, la economía, y la organización se apoya en estos “trabajadores dependientes” (Algaze, 2001: 210). Las fuentes del III y II milenio hablan de que en casi todos los periodos hubo un flujo de materias primas y esclavos entre norte y sur (Algaze, 2004: 20). Las élites locales podrían haber desempeñado un papel fundamental en la colonización favoreciendo el acceso a los recursos y mano de obra barata a los comerciantes sureños a cambio de potenciar su posición y estatus y menguar la de sus rivales (Algaze, 2004: 165). Otra posibilidad podría ser que llegasen a estas ciudades grupos de refugiados que huyesen de la sequía y/o el hambre, y se les permitiese vivir en la ciudad a cambio de tributos o de la prestación de servicios (Childe, 1996: 167). En el mismo nivel en el que aparecieron los Textos Arcaicos empezaron a aparecer los cuencos de borde biselado, a los que se les atribuyó la función de ser los cuencos donde se repartían las raciones de comida, y que han servido para indicar qué zonas eran colonias o puestos avanzados en el norte mesopotámico, sureste anatólico, y oeste de Irán. En el nivel IV de Uruk también aparecen por primera vez nuevas formas de escultura, destacando el Vaso de Uruk, de un metro de largo, decorado con escenas de producción agrícola, almacenamiento y transporte de dichos productos llevado a cabo por esclavos, posteriormente ofrendados a la diosa Inanna, la diosa adorada en el área sacra de Eanna (Figura 9; Yoffee, 2017: 76). Figura 9 Vaso de Warka. Imagen obtenida de www.google.com. En este periodo se amuralla la ciudad de Uruk (Aubet, 2007: 181). El amurallamiento de las ciudades, y algunas colonias del norte mesopotámico, nos habla de la conflictividad del periodo y de la inestabilidad de la hegemonía del sur mesopotámico, lo cual choca con la idea del sistema mundo o imperio informal de Algaze, caracterizado especialmente por la hegemonía económica. Asimismo hay que pensar en un mayor coste del establecimiento de los enclaves en el norte puesto que estaban a una distancia mayor, lo cual hacía más difícil su defensa (Algaze, 2004: 188). 30 Hablamos entonces de varios núcleos poblacionales que compiten por establecer una hegemonía por las zonas colindantes, pero ¿qué sucede con zonas más alejadas como el sureste anatólico y norte mesopotámico? Stein establece un modelo teórico basado en el factor de la distancia, es decir, existiría un mayor control de las zonas cercanas al sur mesopotámico, donde se establecerían colonias, y un menor control sobre zonas más alejadas donde incluso podrían existir relaciones simétricas entre los comerciantes del sur y los habitantes locales, estableciendo así puestos avanzados. Ejemplo de ello es el yacimiento de Hacinebi, cuyo registro material nos habla de relaciones simétricas y de una separación entre la población local y los habitantes del sur mesopotámico (Stein, 2000, 2002, 2012). ¿Se puede entonces hablar de imperio o de hegemonía económica? ¿Es posible que existiese un imperio controlado por un grupo de ciudades que encima se piensa que eran rivales entre sí? En concordancia con el modelo de Stein, según Algaze la colonización se habría realizado primero en la llanura susania, y después se habrían creado los puestos avanzados o enclaves coloniales en la zona siro-mesopotámica, el Alto Éufrates sucesivamente (Figura 10; Algaze, 2004: 186). Los niveles Uruk de la Acrópolis I de Susa tienen la misma cultura material que los niveles VI-IV de Eanna, en Warka (Aubet, 2007: 186). Sin embargo, ambas colonizaciones son diferentes, en Susa la población de Uruk habría llegado en un momento en que los asentamientos existentes se habían abandonado, y las ciudades de Susa y Choga Mish se hallaban en un momento de contracción. Sin embargo, en el norte las sociedades existentes no se encontraban sumidas en ningún tipo de crisis sino al contrario en un periodo de florecimiento (Algaze, 2004: 188), lo cual choca en cierta medida con su hipótesis de que la colonización habría sido facilitada por la diferencia en el grado de complejidad y desarrollo de las sociedades de norte y sur. Con la colonización de la llanura susania la población de Uruk accedió a una región muy fértil, con agua abundante que permitía producir gran cantidad de excedente agrícola, asimismo pudo acceder a las zonas mineras del interior de Irán. Es un caso de colonización agrícola totalmente distinta de la colonización del norte mesopotámico y sureste anatólico. El resultado fue la aparición de dos centros rivales e independientes en el valle, Susa y Choga Mish. En ambos centros existía una producción, distribución, y administración centralizada, edificios monumentales, gestión de intercambios, y una población en aumento prolongado hasta el Uruk medio, existiendo un declive demográfico en el Uruk tardío o reciente plasmado en el reagrupamiento de la población de las aldeas en las ciudades (Aubet, 2007: 186-188). Con el crecimiento de la población y del urbanismo, la importación de madera para tejados y cobre utilizado para herramientas fue fundamental para el crecimiento de las ciudades. Los productos de lujo fueron utilizados para legitimar la desigualdad social y el estatus. En Jebel Aruda se encontró un depósito con varios tipos de piedras preciosas y lingotes de cobre. En el nivel IV de Eanna se encontraron piedras preciosas incrustadas en muebles. También se importaron productos de lujo ya terminados, procedentes de regiones con una larga tradición en la extracción y el trabajo del metal. A pesar de la importación del metal, se documenta además su procesado en Warka, donde se han encontrado restos de cobre y de instalaciones en los niveles del periodo Uruk (Algaze, 2001: 208). 31 Figura 10 Mapa de la expansión de Uruk (Aubet, 2007: 185). La escritura y la administración no eran exclusivas del sur sino que ya existían en el norte sistemas de cálculo y tablillas rudimentarias, al igual que sellos de arcilla, producción artesanal, extracción minera, estructuras de planta tripartita, representaciones iconográficas y simbología similares a las del sur… Ejemplo de ello son Arslantepe, yacimiento que contiene un templo indígena y pudo controlar el comercio del área de Malatya (Algaze, 2004: 234-235), y Tell Brak donde también encontraron tablillas con escritura (Watfa, 2016; Ur, 2014; Oates, 2007). Una de las consecuencias de la colonización para el norte sería la pérdida de flexibilidad y viabilidad de su economía, debido a la creciente sobreexplotación en la extracción de materias primas para la exportación hacia el sur (Algaze, 2004: 22). Stein (2012) defiende que en el Uruk Medio y Tardío cuando se produjo la colonización, las sociedades del norte mesopotámico eran ya sociedades complejas y en algunos casos urbanas. En el registro arqueológico de la Alta Mesopotamia, se pueden percibir diferencias económicas y élites emergentes, estratificación social, especialización artesana, liderazgo formal reflejado en la existencia de edificios públicos y la administración central, instituciones rituales centralizadas, comercio a larga distancia, jerarquía de asentamientos y centros regionales diferenciados (Stein, 2012: 128). Ambas zonas tenían sociedades urbanizadas y estratificadas; entonces si realmente hubo una colonización, un dominio económico, político y cultural, de una sobre otra, este dominio tendría una mayor trascendencia que si se realizase sobre una sociedad menos compleja. ¿Pero, realmente existió tal dominio? ¿Realmente la sociedad de Uruk formó a través de la colonización del norte mesopotámico, sureste anatólico, y oeste de Irán, el primer imperio de la historia? 32 Algaze formula la teoría de que la élite no ejerciera un férreo control sobre todo el ámbito económico, es decir que hubiese un comercio llevado a cabo por particulares privados ajeno al control estatal y se sirviera de estos puestos avanzados para prosperar (Algaze, 2004: 199). Recordemos que Gordon Childe explicaba que una de las funciones del Estado era el complemento de las actividades económicas privadas para satisfacer las necesidades del país (Childe, 1996: 190). Se han llevado a cabo análisis recientes de betún, muy utilizado en arquitectura por sus propiedades como adhesivo y repelente del agua, de Hacinebi Tepe y Sheik Hassan correspondientes al Uruk Medio y de Godin Tepe, Habura Kabira, Jerablus Tahtani y Tell Brak correspondientes al periodo Uruk Tardío. También se han analizado muestras de Hacinebi de la fase anterior al contacto y durante el contacto. Cada depósito de betún tiene una historia geológica por lo tanto se puede estimar de qué recurso se obtuvo mediante un análisis geoquímico. Se analizó su composición isotópica y su caracterización molecular. El betún de Hacinebi Tepe prueba la teoría de que este sitio y la región del Alto Éufrates estaban conectados mediante el comercio con las sociedades del norte mesopotámico, (Schwartz y Hollander, 2016: 895) lo cual demuestra que la sociedad de Uruk se insertó en unas redes comerciales ya existentes (Stein, 2002; 2012). Los investigadores han relacionado este descubrimiento con la afirmación de Algaze de que los enclaves estaban orientados según un eje este-oeste dominando así las rutas terrestres (Algaze, 2004:78). Los restos provenían de la zona de Magda/Kirkuk, y fueron extraídos desde el periodo de Obeid. Sin embargo, a partir del Uruk Medio se dejó de extraer betún de esta zona y se obtuvo del centro de Mesopotamia. Es a partir del contacto entre ambas sociedades cuando comienza a importarse betún del sur de Mesopotamia. En Sheik Hassan los restos de betún analizados proceden del sur mesopotámico. En este enclave encontraron un almacén de betún con lingotes apilados, y se ha interpretado como una posible estación de suministro o un punto de embarque para los comerciantes, puesto que el betún se pudo utilizar como material de embalaje y como repelente de agua para barcos (Schwartz y Hollander, 2016: 896). Otro material abundante en Mesopotamia en este periodo y utilizado para distinguir tipos de yacimientos ha sido la cerámica. Los restos cerámicos han permitido establecer dataciones, y se han analizado para dilucidar aspectos claves sobre el comercio de Uruk. En los últimos años se han llevado a cabo intervenciones arqueológicas en Siria, ejemplo de ello son los trabajos de la Universidad de A Coruña, y la Dirección General de Antigüedades del Museo de Damasco en Tell Humeida (2011) en el valle medio del Éufrates. Ahí se ha encontrado un pequeño asentamiento de Uruk de 6 ha localizado en una zona estratégica en la que se podía controlar el tráfico fluvial, y posiblemente también el canal de navegación nahr Semínaris, que conectaba el Medio Éufrates con el valle del río Habur. Se han encontrado en la cuadrícula J-13 tres fases de ocupación correspondientes al Uruk Medio/Reciente. En la fase Reciente se encontraron un muro que conservaba tres hiladas de adobe típico del periodo (riemchen). En la segunda fase se halló un depósito abundante de carbón vegetal, cenizas, huesos de animal y cerámica, en su mayoría cuencos de borde biselado, identificado como un basurero del periodo Uruk, cuyo perfil descendía dos metros más (Figura 11). Debajo de este vertedero se encontró otro muro muy erosionado, con cuatro hiladas de altura, que 33 pertenecía a la fase más antigua del periodo Uruk (Montero Fenollos et al., 2011: 311-315; Montero Fenollos, 2011: 654-657) Figura 11 Vertedero de Tell Humeida, y jarra con pitorro vertedor y cuencos con borde biselado. Los cuencos de borde biselado de este yacimiento y de Tell Ramadi han sido analizados mineralógica y químicamente usando rayos X fluorescentes (XRF), espectrometría de masas de plasma inducido (ICP-MS), y análisis de activación de neutrones (INAA). Tell Humeida se encuentra en la orilla izquierda del Éufrates, y Tell Ramadi en la derecha, a una distancia de 200 km. El estudio quería comprobar si el material utilizado para hacer estas cerámicas en ambos lugares era el mismo. Se ha comprobado que las muestras de ambos sitios son homogéneas y presentan escasa variabilidad en su composición, por lo que pudieron haberse realizado con los mismos materiales, o pudo haber existido un centro de producción donde se realizase la cerámica de ambos yacimientos, sin embargo los investigadores de este estudio no afirman esta suposición debido a la homogeneidad de materiales de la depresión del Éufrates (Sanjurjo et al., 2016: 809-817). Geoff Emberling y Leah Minc (2016) realizaron un estudio más general sobre la cerámica del periodo de expansión de Uruk con muestras procedentes de Jebel Aruda, Tell Hadidi, Tell Brak, Nínive, y yacimientos procedentes de la llanura susania y el sur Mesopotámico. En este estudio además de la procedencia de las cerámicas, teniendo en cuenta la uniformidad de su manufactura (en sus diversos tipos), querían averiguar si el comercio de estas estaba regulado por una única institución o si la producción era independiente. Se seleccionaron muestras cerámicas de tipos clásicos del Uruk Tardío a los que se les atribuye una función comercial como botellas con pitorro y jarras con orejeras (asas), y de tipos que no son considerados aptos para el comercio por su tamaño, resistencia o uso como los cuencos biselados, y conos de arcilla utilizados para decorar las paredes. También se seleccionaron muestras de estilo local para poder realizar una comparación (Emberling y Minc, 2016: 819-824). En la cerámica de la Baja Mesopotamia no se encontraron diferencias de composición en las muestras, siendo por tanto consideradas pertenecientes a la misma región. En la zona siria del Éufrates, en Jebel Aruda y Tell Hadidi, de nuevo los resultados fueron la existencia de una mínima diferencia entre la cerámica considerada local, y las que se consideraban manufacturas importadas. La cerámica de Tell Brak del Calcolítico Tardío tiene una composición similar a la de estilo Uruk, lo cual sugiere que la cerámica de estilo Uruk es una manufactura local. La cerámica de Nínive en cambio sí que es internamente variable. Del total, al menos tres muestras tienen claros valores atípicos con respecto a los principales componentes. En la 34 llanura susania, la cultura material es homogénea y similar a la del sur mesopotámico, y su composición difiere de las muestras del norte mesopotámico. Como se puede comprobar, a pesar de compartir en estos asentamientos las formas del estilo de Uruk y de tener similitudes entre ellas no indican la existencia de un comercio cerámico. Una de las cerámicas de Jebel Aruda parece haber sido importada desde Mesopotamia, y otra pudo haber sido trasladada desde Mesopotamia a Tell Brak, pero son casos aislados y no se puede afirmar un comercio entre estas regiones. En Nínive en cambio, las muestras indican que pudo ser un nexo comercial entre norte y sur mesopotámico. Varias muestras tienen un origen no local, en concreto cuatro jarras de estilo Uruk con orejeras, que albergan una alta probabilidad de pertenecer al sur mesopotámico, en concreto al sur de Susa. Otra de las cerámicas pertenecientes a Nínive se ha atribuido a Tell Brak. Se tienen evidencias asimismo de intercambio cerámico bidireccional entre Mesopotamia y la llanura de Ram Hormuz. Se ha descubierto también que una de las cerámicas recuperadas de Tal-e Geser fue transportada en tiempo anterior a la expansión de Uruk (Emberling y Minc, 2016: 824-832). Este análisis sugiere que sí que existía un comercio a larga distancia entre el sur mesopotámico y sus colonias pero no en gran volumen, puesto que de una amplia muestra han sido escasas las cerámicas que tenían un origen no local entre ellas jarras y botellas. El movimiento era asimétrico, de Mesopotamia a Jebel Aruda, Tell Brak y Ninive, excepto en el caso del comercio con la llanura de Ram Hormuz. Los investigadores con estos resultados concluyen que la teoría de un comercio gestionado por una única institución o único centro no tiene respaldo. Este estudio abre la posibilidad de que pudieran existir múltiples mecanismos de intercambio de bienes e ideas, como un movimiento de artesanos itinerantes, grupos nómadas, o comerciantes independientes. También muestra que el comercio de cerámicas durante la expansión de Uruk era mínimo y que las relaciones entre las distintas zonas de Mesopotamia eran variables (Emberling y Minc, 2016: 832-833). En el asentamiento de Godin Tepe también se realizaron análisis químicos, y petrográficos de cerámica. En el yacimiento se encontró una estructura oval dentro de un asentamiento Calcolítico local, con una gran cantidad de cerámica de Uruk. También se ha encontrado material administrativo como cilindros-sellos y tablas numéricas que no solo se han asociado con el estilo de Uruk sino también de Susa. Con estos hallazgos se calificó el yacimiento como colonia comercial. El incendio que destruyó los edificios ha permitido realizar una datación de C14, estableciendo una cronología de destrucción del asentamiento en el periodo anterior a 3120 ACE. El único edificio que no pereció ante el fuego fue un horno de ladrillo cortado, en una zona donde se halló un suelo de yeso, un gran fuego u hogar, escaleras, y vertedero. El análisis cerámico de las muestras de tipos de Uruk y de cerámica local señala que ambos estilos presentan la misma composición, lo que indica que tienen un origen local. Los análisis petrográficos sugieren un posible intercambio con las regiones vecinas de las tierras altas, por lo que podría haber una producción de cerámicas de estilo Uruk en las tierras altas del oeste de Irán. Una de las cerámicas tiene un origen no local, siendo probablemente importada de Susa (Figura 12). Asimismo este análisis ha revelado que la fibra vegetal era usada comúnmente como desgrasante en la cerámica local y no local, especialmente en los cuencos de borde biselado (Gopnik et al., 2016: 836 -847). 35 Figura 12 Fragmento cerámico atribuido por su composición al sur de Susa (Gopnik et al., 2016: 847). Respecto al uso de la cerámica en la colonia mercantil, tanto los ocupantes de la estructura oval como los restantes utilizaban cerámica hecha en las tierras altas. La estructura oval tiene un mayor porcentaje de cerámica no local, sin embargo la pieza cerámica procedente de la llanura susania fue utilizada en la villa local, lo cual se ha interpretado como que los habitantes de la estructura oval no tenían un monopolio del comercio inter e intraregional. Se ha analizado la tipología cerámica y su origen, y tanto la cerámica local como la no local tenían un uso y funciones similares, en los mismos contextos, por lo que no había una distinción cultural entre ellas. Estos resultados muestran que la separación entre la población local y la población colonial se ha exagerado, los comerciantes estarían integrados en la comunidad. Las cerámicas no locales son cerámicas de cocina que sugieren que el comercio regional incluía productos cotidianos. Pudo ser un comercio independiente o estar dentro del sistema de Uruk, y Godin Tepe pudo ser una escala dentro del comercio con Susa, confirmado tanto a través de la glíptica como la cerámica (Gopnik et al., 2016: 847). Wright propone ante estos análisis la existencia de artesanos itinerantes que utilizasen material local en la producción artesanal pero imitando el estilo de Uruk. Explica que los resultados que hablan de un comercio cerámico limitado no se pueden justificar por ser un material frágil pues materiales más duros como la obsidiana tampoco eran transportados frecuentemente, aunque materiales como el betún, el pedernal o el metal sí que podían transportarse a larga distancia por tramos de más de 100 km. En cualquier caso, no se tiene evidencia de que estos movimientos estuvieran administrados o regulados. Wright propone estudiar otros materiales como la vaselina, o los movimientos del ganado y otros restos de animales a través de las nuevas tecnologías, que pueden identificar compuestos orgánicos prácticamente invisibles en el registro arqueológico (Wright, 2016: 902-903). 36 VII. Colapso de Uruk. ¿Se puede hablar de colapso de una civilización sólo porque haya sufrido un proceso de contracción económico y urbano? Si esa civilización a pesar de tener un periodo de menor auge económico y político, persiste en el tiempo ¿es correcto referirnos a colapso? ¿El colapso de una civilización supone una pequeña crisis o su desaparición del mapa? En definitiva, ¿qué se entiende por colapso?, y ¿qué factores llevan a este dramático desenlace? En este trabajo, propongo la civilización de Uruk como ejemplo de resistencia y de punto de partida y referencia para las posteriores sociedades históricas que sucedieron en Mesopotamia. El colapso implica una serie de cambios ocurridos de forma repentina y abrupta, como por ejemplo el abandono de los asentamientos, el cambio en el sistema de subsistencia, y/o en la organización social, visto por los investigadores evolucionistas como un retroceso histórico. (Weiss y Bradley, 2001: 2). Para Weiss y Bradley (2001) el colapso de las civilizaciones se debe a la inestabilidad climática, mucho mayor de lo que se piensa, que provocó cambios abruptos en las civilizaciones. Esto es un ejemplo de determinismo ecológico. Por supuesto que los cambios climáticos afectan a las sociedades, pero estas pueden tener o no tener una serie de herramientas para conseguir sobrevivir a estos cambios. Desde otro punto de vista, la resiliencia o resistencia, los cambios en la organización política, económica, etc., pueden ser formas de adaptación a unas nuevas condiciones inesperadas. Weiss y Bradley afirman que los cambios climáticos no estaban relacionados con la actividad humana (Weiss y Bradley, 2001: 5), sin embargo la sobreexplotación del medio provocada por un aumento demográfico y la producción de excedente para sustentar los nuevos estados, especialmente en la zona sur, sí que tiene que ver con la actividad humana y pudo afectar al desarrollo de estas sociedades. Otra definición muy famosa del colapso, que ilustra claramente el determinismo ecológico es la de Diamond: “Por colapso me refiero a una drástica disminución del tamaño de la población y/o de la complejidad política/económica/social, sobre un área considerable, durante un extenso periodo de tiempo. El fenómeno del colapso es una forma extrema de suaves tipos de caída, y se convierte en arbitrario decidir cuan drástica debe ser esa caída antes de que sea calificado como colapso” (Diamond, 2006: 23). La propia definición de forma extrema de suaves caídas se contradice a sí misma. Yoffee (2010) defiende que esto no ha ocurrido en Mesopotamia, ni en ninguna otra sociedad antigua (Yoffee, 2010: 177). Para Yoffee, Uruk simplemente tuvo vaivenes, siendo la propia ciudad de Uruk/Warka abandonada pero por un periodo muy corto de tiempo, y reocupada después. La estructura originada en el periodo de Uruk, de distintas ciudades-estado independientes pervivió hasta la unificación de Sargón, que duró poco más de un siglo, y volvió a imponerse numerosas veces a pesar de los intentos de varios reyes por unificar Mesopotamia (Yoffee, 2010: 182-183). “En raras ocasiones una tradición cultural puede colapsar” (Yoffee, 2017: 74). La historia mesopotámica está caracterizada por la lucha y la inestabilidad (Yoffee, 2017: 75). Yoffee (2010, 2017), es uno de los investigadores que piensan que es precisamente el desarrollo de la desigualdad, su institucionalización, y expansión, el factor que provoca la caída en picado de la sociedad compleja. Adams (2001) igualmente defiende que son los Estados más grandes y complejos, con un gran número de población los más sensibles a riesgos y dificultades permanentes como la fluctuación de la recogida de alimentos. En tiempos en los 37 que exista una crisis social o política esas fluctuaciones pueden ser devastadoras, forzando a pastores y agricultores empobrecidos a la dependencia de la élite (Adams, 2001: 355). Entre los factores que llevaron a la crisis de Uruk pudo ser el cambio ambiental tendente a la aridez (Kennet y Kennet, 2007), el monocultivo de cebada (Liverani, 2006), la emergencia económica de la periferia norte (Algaze, 2001, 2004), el fracaso de la ideología opresora (Yoffee, 2005), la crisis económica, y la conflictividad del momento reflejado en el amurallamiento de las ciudades en el norte y sur. Este supuesto colapso afectó de forma diferente al centro y la periferia de la Baja Mesopotamia. Se abandonaron tanto colonias como puestos avanzados. En Arslantepe sobre las ruinas de los templos Uruk tardío se construyó un pueblo de cabañas pertenecientes a pastores, con un jefe sepultado en una rica tumba (Liverani, 2006: 103-105). En este yacimiento se produjo un cambio de influencias, si en el periodo de Uruk existía una administración centralizada que controlaba la tributación de dicho sitio y había una influencia cultural, tras el “colapso” de Uruk la influencia la pasaron a ejercer grupos nómadas del este de Anatolia, aunque continuaron existiendo elementos definitorios de la sociedad local como las cerámicas rojas con sus diversas variantes. La cerámica de periodos posteriores del yacimiento continuó siendo simple, una característica heredada de la influencia de la tradición del periodo de Uruk tardío. Una parte del muro que se creó separando el yacimiento, no rodeándolo, parece haberse construido inmediatamente después de la destrucción del palacio del IV milenio. Frangipane cree que el colapso de la influencia sur mesopotámica en la zona se debió precisamente a la incursión de estos grupos de pastores nómadas. Se piensa que la élite que gobernó este yacimiento pudo deber su legitimidad a su capacidad guerrera y de manejar los conflictos, posiblemente ocurridos tras el vacío de poder dejado por las sociedades del sur mesopotámico (Frangipane, 2012: 237-251). En el norte no se produjeron las mismas condiciones de aridez del sur. Un estudio de restos de cebada carbonizada y semillas de legumbres de yacimientos del norte mesopotámico -Tell Brak, Hamoukar, Tell Zeidan, Tell Sabi Abyad, y Tell Leilan-, ha revelado que el cese de la utilización del abono para aumentar los rendimientos no estuvo relacionado con la aridez, sino con otra herramienta utilizada para aumentar los excedentes productivos, la expansión por tierras adyacentes (Styring et al, 2017: 6-9). Esta expansión se pudo producir también por el aumento de población en el norte mesopotámico, ejemplo de ello es la zona de Biredyik, en Turquía, donde el aumento de la población coincidió con el “colapso” de la zona del Éufrates sirio, pudiendo haberse trasladado dicha población hacia el norte debido a condiciones climáticas, o la inestabilidad política y económica generada por el vacío de poder del sur. En la transición entre el LC5 y el comienzo de la Edad de Bronce en Biredyik, Tilbes Hoyuk, y Meteler, se puede apreciar el desarrollo de una mayor desigualdad en estas sociedades, en las que no hubo una intrusión masiva de nuevos elementos culturales sino únicamente de escasos elementos como la cerámica pulimentada Karaz de tipo transcaucásico, continuando las prácticas rituales sumerias (Gil Fuensanta, 2015: 199-201). Liverani afirma que en la ciudad de Uruk la demografía y la tasa de urbanización apenas bajaron. La escritura y la administración continuaron su uso hasta el protodinástico (2.900- 2.700 a.C.). Teniendo en cuenta estos datos, piensa que la revolución urbana desarrollada a 38 partir de la agricultura de regadío y el riego planificado fue un hecho irreversible (Liverani, 2006: 103-105). Considero que no se puede aplicar este caso como modelo universal, sino como un ejemplo concreto de resistencia, puesto que no se produjo en otras ciudades del sur como Susa. En Uruk, la ciudad urbana pervive gracias a su estructura y a modificaciones introducidas en su sistema como la separación de las decisiones políticas del templo, teniendo así mayor peso el palacio que el templo (Liverani, 2006: 105). Existe una continuidad temática y de soluciones específicas entre los textos arcaicos y sumerios tanto léxicos como administrativos (Figura 13), lo que indica que en Uruk tardío ya estaban establecidas determinadas características de la economía redistributiva periodos posteriores (Liverani, 2006: 23; Englund, 1995: 130-131). La civilización de Uruk sufrió un receso como centro político, urbano, y económico, pero en ningún momento desapareció ni colapsó. De hecho continuó siendo un centro religioso, pues en tablillas del periodo Jemdet Nasr se documenta el envío de recursos como ofrendas a la diosa Inanna desde distintas ciudades sumerias a Uruk, pudiéndose haber arrastrado esta función desde periodos anteriores (Algaze, 2001: 210; Yoffee, 2017: 76). Figura 13 Desarrollo de los signos que representan la palabra cerdo (Englund, 1995: 131). La continuidad religiosa se puede advertir en el norte mesopotámico en Tell Brak. En este yacimiento se encontró en el área de CH –una zona con áreas monumentales que datan del final del periodo Ubaid- un muro fronterizo que en el III milenio marcó el límite oriental del palacio de Naram-Sin, habiendo permanecido en aproximadamente la misma posición desde al menos el V milenio. Esto es un ejemplo de resistencia religiosa pues se ha interpretado que el área debajo del palacio, situada entre este muro límite y los límites occidentales del Templo del Ojo, habían persistido como monumentales o como espacio "sagrado" durante más de dos milenios Oates, 2007: 596). La ciudad de Tell Brak continúo siendo en el III milenio uno de los grandes centros urbanos del norte mesopotámico (Oates, 2007: 587). 39 La ciudad de Uruk sigo existiendo, con sus diversos cambios, en la época Helenística y bajo las distintas dinastías persas, sin embargo no volvió a liderar una hegemonía política en Mesopotamia (Yoffee, 2017: 76). Algaze (2004: 26), cree que el culmen del proceso político desarrollado en Uruk llegó en el Imperio Acadio, con relaciones de dependencia económica y política que abarcaban fronteras ecológicas, culturales y étnicas. Hay que tener en cuenta que las sociedades que “colapsan” o simplemente sufren algún tipo de crisis, no se regeneran volviendo simplemente al estado en el que se encontraban anteriormente. Las sociedades conocen su historia e intentan evitar los problemas del pasado innovando y tomando nuevas decisiones, conservando al mismo tiempo sus tradiciones (Yoffee, 2017: 77). La cultura de Uruk influyó y continuó existiendo en las sociedades que se desarrollaron posteriormente en Mesopotamia, por lo tanto no se puede hablar de colapso o desaparición de la civilización, sino de resistencia de sus elementos fundamentales. VIII. Conclusiones Para concluir voy a volver a poner énfasis en varios elementos claves que se han dicho hasta ahora. En primer lugar, en este trabajo se defiende la idea de que el Estado no es una herramienta de supervivencia sino una herramienta de coerción, que no se encarga de la seguridad de sus habitantes sino de mantener los privilegios de la élite (Fernández Martínez, 2006; Lull, 2007; Marx y Hobsbwan, 2009). Su fin no es la obtención de riqueza, sino que a través de la riqueza puede seguir manteniendo su estructura desigual (Yoffee, 2005; Marx y Hobsbwan, 2009), por ello es clave la generación de excedentes y el abaratamiento de los costes, y con ello el uso de trabajadores dependientes o esclavos. Para que se origine el Estado se tienen que dar una serie de factores (Flannery, 1972; Adams, 2001), como un clima apto para la producción de excedentes y el aumento demográfico, la división y especialización de tareas, la existencia de un sistema de redistribución desigual y de una administración central que lo gestione a través de sus distintas instituciones, el desarrollo de un sistema de coerción física y moral, el intercambio de productos y de información, la existencia de una identidad cultural (que puede convivir con otras identidades locales) y la existencia de una ideología legitimadora del Estado que haga que se perciba por parte de la sociedad como algo natural (Yoffee, 2005). El Estado tiene un origen prehistórico que se documenta por primera vez en Uruk. Los investigadores debaten qué factor tuvo más importancia si fue la agricultura del campo largo (Liverani, 2006), el comercio y la administración (Algaze, 2001, 2004) u otras causas. Sin restarle importancia al resto de factores, creo que la ideología legitimadora es fundamental para el mantenimiento del orden y la estructura desigual del Estado, al igual que el desarrollo de una identidad cultural que se origina en el periodo Obeid. De hecho el origen del Estado está ligado al origen del templo y de la élite, emergida a través de la apropiación de la plusvalía del resto de miembros de la comunidad, y la manipulación de las creencias y tradiciones mediante herramientas como la asociación o identificación de un antepasado con una divinidad o ser sobrenatural, el monopolio de la comunicación con esa divinidad, y/o la gestión de ceremonias, ofrendas y sacrificios (Liverani, 2006; Lull, 2007; Marx y Hobsbawm, 2009; Brereton, 2013). La estatalización se basa en esa ideología religiosa a través de la cual la 40 recaudación de trabajo y excedente se hace en beneficio de la divinidad. Existen proverbios del III milenio en los que elementos opuestos se equiparan cuando se insertan en un mecanismo complejo que no se puede concebir sin alguno de estos elementos. Es decir, todos los individuos tienen su utilidad cuando cumplen con su función dentro del sistema. Asimismo existen mitos de la creación donde la humanidad es creada con la misión de servir a los dioses, pues se trabaja para los dioses y no para la élite (Liverani, 2006). Pero no solo existió una élite religiosa, sino que también destacaron determinados individuos por su valía en actividades como la caza y/o por la acumulación de riqueza (Yoffee, 2005). Por tanto, a pesar de que la mayor parte de la información que se posee proviene del periodo Uruk Tardío, es fundamental hacer hincapié tanto en el periodo de Obeid, cuando comienzan a aparecer cambios fundamentales como la existencia de jerarquía arquitectónica en los asentamientos, los primeros edificios religiosos, o la aparición de los primeros elementos administrativos como los sellos (Stein, 2012; Espejel Arroyo, 2015; Watfa, 2016), como en el periodo de Uruk, en el que se desarrollan estos cambios y aparecen las primeras ciudades- estado (Algaze, 2001, 2004; Yoffee, 2005). Sin embargo, la dificultad para investigar los ámbitos de la identidad y la ideología, y los periodos más antiguos, ocasionan el desinterés de los investigadores, y el freno de las excavaciones no mejora la situación. El análisis de la simbología religiosa y del comercio de bienes de lujo debería ser un punto de partida para la profundización de este estudio. También debería haber un estudio más exhaustivo de las zonas amuralladas. Algaze (2004) defendía la existencia de un imperio informal y heterogéneo, el primer sistema mundo, en el que la colonización no estaría dirigida ni planeada y hablaba de una resistencia de las sociedades locales ante los comerciantes extranjeros por impedir estos el acceso a los recursos a la población local. Hacinebi es un ejemplo de comunidad local amurallada antes del contacto colonial (Aubet, 2007), y curiosamente en la etapa colonial conviven de forma igualitaria ambas poblaciones (Stein, 2002, 2012). En Hamoukar se documentaron signos de violencia, el incendio y la destrucción del yacimiento a mediados del IV milenio (Aubet, 2007). Estos conflictos podían estar relacionados con una necesidad extrema de búsqueda de recursos por parte del sur ante las condiciones de aridez, como forma de prevenir un futuro colapso de las ciudades-estado del sur. Los análisis de betún y cerámica (Swchart y Hollander, 2016; Emberling y Minc, 2016; Sanjurjo et al., 2016) han probado que el comercio no estaba dirigido por una única entidad, y que no hubo contactos frecuentes entre las colonias y el sur mesopotámico, una relación que existiría en caso de migraciones destinadas a evitar ese posible “colapso”. Es por tanto más probable que la colonización se hubiese llevado a cabo por particulares que buscaban tierras con mayor capacidad de producción etc., y que no estuviese dirigida por la administración central, teniendo el sector privado más peso que el que se le atribuye a una economía redistributiva. Asimismo es más común el comercio entre regiones cercanas, siendo casos aislados los elementos procedentes del sur en el norte mesopotámico. Se podría decir que el comercio a larga distancia estuvo centrado en el transporte de bienes de lujo destinados a la élite que se podría permitir gastos más elevados. Sin embargo, esta teoría se descarta con el hallazgo de cerámicas procedentes del sur mesopotámico que tenían un uso fundamentalmente doméstico (Emberling y Minc, 2016). Además, los objetos con estilo de Uruk hechos con 41 material local, no solo podrían indicar la existencia de artesanos itinerantes (Wright, 2016), sino la existencia de un comercio al margen del Estado (pues no se tiene constancia de una admiración estatal). Pienso que es más plausible la existencia de una hegemonía económica y cultural del sur sobre el norte, debido en un principio a una mayor riqueza del sur motivada por las condiciones climáticas, que la existencia de un imperio en el que no existiera un estricto control económico ni político de los territorios bajo su control, y que en cambio tuviese cierto carácter descentralizado y heterogéneo. La ciudad de Uruk pudo tener mayor importancia como centro religioso y cultural, y por tanto dentro de la identidad cultural que se originó en el Obeid, que explicarían sus mayores dimensiones frente al resto de ciudades, pero no está probada su hegemonía política ni dentro del grupo de ciudades del sur, ni en el norte, que no era ni mucho menos una periferia menos desarrollada, sino que experimentó una revolución urbana paralela. Esta importancia cultural, que pervive en las sociedades posteriores, es la que ha hecho que se proponga en este trabajo la sociedad de Uruk como ejemplo de resistencia (Yoffee, 2017). Considero también que la teoría de las sociedades de casa se ajusta más a la realidad que las teorías evolucionistas que descartan la importancia del parentesco en la sociedad estatal. Estoy de acuerdo con Ur (2014) en que la sociedad podía estar estructurada en familias que fueran desarrollando una red de dependencias entre ellas, pero dentro de la propia sociedad estatal, como sucede en las posteriores dinastías. El Estado se evidencia en la existencia de estructuras monumentales de carácter público o la administración estatal que desarrolla por primera vez el sistema de escritura (Englund, 1999; Aubet, 2007). En este sentido, es interesante plantear la pregunta de si el origen de la escritura supuso una ruptura con los conceptos y la mentalidad existentes, y si realmente es un factor clave para la división clásica entre Prehistoria e Historia. Hay que tener en cuenta que nosotros percibimos las consecuencias de los actos de las sociedades históricas a largo plazo, pero ellos no tendrían la misma visión de los hechos (Adams, 2001). Por ejemplo, la sociedad cuando estaba expandiéndose y explotando el campo no pensaría en un principio que eso iba a llevar a una sobreexplotación y la crisis económica. Al igual que no hay que considerar a los individuos como meros agentes pasivos a las órdenes de la élite (Stein, 2002), ni tampoco hay que considerarles como desconocedores de su historia y las condiciones en las que vivían (Yoffee, 2017), pero es difícil percibir las consecuencias a largo plazo de determinados actos. La escritura en este periodo únicamente tenía un fin administrativo y económico (Englund, 1999), y la conocían solo determinados funcionarios. Igualmente, la individualización que comenzaba a desarrollarse (Marx y Hobsbawm, 2009) se restringiría exclusivamente a la élite y los gobernadores que controlaban a la sociedad, siendo entre ellos también importante las relaciones familiares, en cambio la sociedad local continuaría teniendo una identidad colectiva o comunitaria: “Las percepciones sobre el mundo y la propia identidad variarán, pues, dependiendo del grado de poder y, por tanto, de sensación de control de la realidad de la que se disfrute, aunque seguirá siendo colectiva y relacional, basada en la vinculación al espacio, en un recurrente presente y en la ausencia de generalización de la escritura, entre la mayoría aplastante del grupo social: la base productora campesina.” (Hernando, 2002: 160). 42 Por último cabe añadir que ante el freno de las excavaciones en regiones tan conflictivas como Siria, Irán e Iraq, habría que fomentar los estudios de material como los que se han mencionado en este trabajo, realizados gracias a la comunicación y colaboración entre diferentes museos e investigadores. Asimismo sería fundamental motivar a los estudiantes en el estudio de los aspectos simbólicos e identitarios a pesar de su dificultad, para fomentar la aparición de nuevas ideas e interpretaciones sobre estos materiales tan antiguos e importantes en la historia de la humanidad. IX. Bibliografía. Adams, J.: 2001. Complexity in Archaic States. Journal of Anthropological Archaeology, Vol.20, 345–360. Algaze, G.: 2001. Inicial Social Complexity in Southwestern Asia. The Mesopotamian Advantage. Current Anthropology, Vol.42, Nº 2, 199-232. Algaze, G.: 2004. El sistema-mundo de Uruk. La expansión de la primera civilización mesopotámica. Belllaterra, Barcelona. Aubet, M.E.: 2007. Uruk y el primer colonialismo. Cp. VI en Aubet, M.L. 2007: Comercio y colonialismo en Próximo Oriente Antiguo: los antecedentes coloniales del III y II milenios a.C. Bellatera, 179-222. Brereton, G.: 2013. Cultures of infancy and capital accumulation in pre-urban Mesopotamia. World Archaeology, Vol. 45, Nº2, 232–251. 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