ARBOR Ciencia, Pensamiento y Cultura Vol. 188 - 756 julio-agosto (2012) 781-794 ISSN: 0210-1963 doi: 10.3989/arbor.2012.756n4011 ACCIÓN COLECTIVA Y MOVIMIENTOS SOCIALES EN LAS REDES DIGITALES. ASPECTOS HISTÓRICOS Y METODOLÓGICOS Igor Sádaba Departamento Sociología IV Facultad Ciencias Políticas y Sociología Universidad Complutense de Madrid igor.sadaba@cps.ucm.es ABSTRACT: The shift in certain episodes of collective action towards the communications landscape and, more specifically, towards the new technology and digital media space, has led to the emergence of a complex variety of sociological phenomena, challenging some of the legacy of theoretical assumptions about the sociology of social movements. Moreover, the types of inte- raction and intertwining between these social movements and communication technology networks depends on multiple factors. Analysing them from this perspective allows historical periods to be distinguished and classified analytically. Similarly, the well known fact of the emergence of new forms of collective action and unconventional political participation entails the development of research methods that depart in some respects from those tra- ditionally used. In this paper we aim to present some of the me- thodological tools of this "virtualization of political protest", such as Audience Studies or Virtual Ethnography, which are valid socio- logical research methods to analyse some contemporary cases of collective action. One of the particularities of social movements using new digital media is the need to rethink the methodological approach to their comprehension due to their sporadic, dynamic and fluid nature. KEY WORDS: Collective Action; New Tecnologies; Internet; social research methods; history of social movements. IntroduccIón Resulta difícil, hoy en día, soslayar el amplio consenso que existe entre los estudiosos de los movimientos sociales respecto al papel renovador que han supuesto las nuevas tecnologías en el ámbito de la acción colectiva1 (Atton, 2003; Della Porta et al., 2006 y 2009 o Bennet, 2003 y, muy recientemente, Carty 2010 son algunas de las múltiples referencias interesantes). Autores tan consagrados como el recientemente fallecido Charles Tilly (1929-2008) se han percatado de las transformaciones que las tecnologías digitales están operando en el ámbito de los movimientos políticos, dedicándole tanto sesudas reflexiones teóricas (Tilly, 2009) como análisis empíricos o estudios de caso significativos (Tilly, 2005). En los últimos años, se ha con- vertido en un lugar común o cliché sociológico reconocer los cambios que lo técnico genera en lo político y dar como prueba de ello algunos acontecimientos o episodios singu- lares. Hasta ahí no estaríamos aportando nada nuevo. Sin embargo, esta inicial fascinación por el papel de la mediación técnica en la conformación y desarrollo de la COLLECTIVE ACTION AND SOCIAL MOVEMENTS ON DIGITAL NETWORKS. HISTORICAL AND METHODOLOGICAL ASPECTS RESUMEN: El desplazamiento de cierta parte de los episodios de acción colectiva al terreno comunicativo y, más en concreto, al espacio gene- rado por las nuevas tecnologías y los medios digitales ha supuesto un fenómeno sociológicamente complejo y variado, que cuestiona algunos de los viejos axiomas que arrastraba la sociología de los movimientos sociales. Además, las tipologías de interacción o imbricación entre dichos movimientos y las redes comunicativas tecnológicas dependen de múltiples factores, lo que nos permitirá en este trabajo realizar una cierta periodización histórica y una clasificación analítica de las mis- mas. Asimismo, este hecho notorio de emergencia de nuevas formas de acción colectiva y de participación política no convencional implica la utilización de metodologías y técnicas de estudio que se apartan en algunos aspectos de las tradicionales. En esta presentación se preten- den mostrar algunas de las herramientas metodológicas de esta “vir- tualización de la acción política” tales como los estudios de audiencias digitales o la etnografía virtual, métodos de producción de información sociológica válida para el análisis de ciertos casos de acción colectiva contemporánea. Una de las peculiaridades de los movimientos sociales o de la acción política enmarcados en los “nuevos medios digitales” supone también el replanteamiento de las formas efectivas de acceso metodológico a los mismos, dado su carácter esporádico y fugaz. PALABRAS CLAVE: Acción colectiva; nuevas tecnologías; Internet; metodología; historia movimientos sociales. ARBOR Vol. 188 756 julio-agosto [2012] 781-794 ISSN: 0210-1963 doi: 10.3989/arbor.2012.756n4011 756Nº 782 A C C IÓ N C O LECTIVA Y M O VIM IEN TO S SO C IA LES EN LA S R ED ES D IG ITA LES. A SP ECTO S H ISTÓ R IC O S Y M ETO D O LÓ G IC O S y repentinamente, sin percatarse de toda una genealogía variada y compleja. Si intentamos periodizar las relaciones de los movimientos sociales con los medios de comunicación virtuales podría- mos hablar nuevamente de un cambio de fase o de actitud en las últimas décadas. Se ha pasado de un momento reactivo, defensivo o pasivo frente a los mismos, a un pe- ríodo donde prima una actividad propositiva y afirmativa con ellos; es decir, de la simple crítica a la manipulación de los media a la actividad política a través de los mismos. Se ha dejado atrás la denuncia al monopolio de la opinión pública legítima a formar agendas alternativas incansable- mente. Ha sido, como gusta decirse ahora, un cambio de actitud o de talante que reorienta estrategias y metas. Y, en ello, ha tenido un papel crucial la llegada de Internet. Mantenemos aquí (con ciertas precisiones y cuidados) que el cambio tecnológico ha transformado de alguna manera los modos de percibir o plantear el cambio social en los úl- timos 20 ó 30 años. Dicho con otras palabras, partimos de que la irrupción de las nuevas tecnologías ha inaugurado un nuevo tipo de existencia política para muchos activistas y para la acción colectiva en un mundo globalizado, algo que no es nada nuevo, lo complicado es mostrar el cómo y cuándo. Una manera de formular esta paulatina transformación de la posición de los movimientos políticos respecto a las nuevas tecnologías puede resumirse en la tabla cronoló- gica que aparece en la página siguiente. En ella sugerimos ciertos momentos clave y determinados tipos ideales de interacción entre movimientos sociales y tecnologías di- gitales. Es decir, tal y como mencionábamos, ese encuentro contex- tual entre tecnologías digitales y política no convencial ha venido modulado por una cierta actitud que ha basculado de una abierta y firme tecnofobia (que tachaba toda inno- vación técnica como la última expresión satánica del capi- talismo imperante) a una tecnofilia generalizada (llegando a instalarse una hegemónica visión dentro de la mayoría de grupos ciudadanos que vincula éxito de una movilización a un uso intensivo de las nuevas tecnologías). Esto supone, en unos pocos años, un giro de ciento ochenta grados en la mirada que se tenía del campo tecnológico desde el uni- verso movimientista que ha ido desplazando el foco de sus críticas desde un monolito formado por Estado-Empresas- acción colectiva ha solido quedarse, en muchas ocasio- nes, en una fase inicial limitada a teorizaciones apoca- lípticas (rupturas y cortes históricos, cambios completos de paradigma, transformaciones radicales, etc.) o en la mera descripción densa de ejemplos únicos (13-M, anti- globalización, hackers, redes sociales, smart mobs, etc.). Entremedias, ríos de tinta y grandes esfuerzos se han de- dicado a definir y redefinir los conceptos fundamentales y los términos generales de la teoría de los movimientos sociales. Poco se ha podido leer de dos hechos que se nos antojan significativos en el estudio de la modulación tecnológica de la práctica política no convencional: i) el proceso histórico (fulgurante, dados los tiempos típicos en estos casos) de progresiva incorporación de las nuevas tecnologías al escenario político (y los tipos de conflictos y movimientos que emergen debido a ello) y ii) la necesidad de repensar la metodología de estudio de los elementos de- finitorios de esta nueva acción colectiva virtual o política digital que encarnan los movimientos sociales del recién estrenado siglo xxI. Es nuestro firme propósito, como una cierta consideración o mención al citado Tilly y a algunas de sus frecuentes obsesiones, plantear los retos que estas dos preguntas originan. Pensamos que estas dos cuestio- nes ayudarán a salvar muchos atolladeros y rompecabezas imposibles en los que ha quedado atrapada la teorización de la acción colectiva. Asimismo, algunos de los más fruc- tíferos enfoques en el estudio de los movimientos políticos o el cambio social y la sociología histórica tienen como horizontes estas mismas materias. 1. la cuestIón hIstórIca Si realmente aceptamos que existe algún tipo de cesura o cambio histórico real en las formas y maneras de la acción colectiva global, debemos indagar en cómo se han ido produciendo, en los puntos centrales sobre los que ha pivotado tal transformación y en las mutaciones concretas producidas. Como ningún fenómeno social emerge de la nada, apareciendo de un día para otro, hemos de tratar de evitar una cierta naturalización (muy frecuente en el uni- verso sociológico, por desgracia) del nuevo hermanamiento entre tecnologías digitales y movimientos ciudadanos. Una mirada histórica nos servirá a tal fin, como el propósito de no representar el uso político de lo tecnológico como algo nacido ex nihilo (from scratch dicen los ingleses), súbita ARBOR Vol. 188 756 julio-agosto [2012] 781-794 ISSN: 0210-1963doi: 10.3989/arbor.2012.756n4011 783 IG O R Sá D A B A país conocemos bien) y los falsos consensos que parecen operar en su interior no incorporan, en ningún caso, las agendas alternativas (Humphreys, 1996). Esa imposibilidad para “ingresar o entrar” en los medios oficiales, imper- meables a algunas temáticas o actores sociales, induce un repliegue de la acción colectiva a zonas no tan vedadas o aún accesibles. Dando un paso más, y siguiendo una propuesta de Lovink, podemos distinguir o clasificar el tipo de influencia tecno- lógica en la actividad política en Internet según tres tipos ideales2 o principales (Lovink, 2003: 217), dependiendo de cómo se enfaticen unos aspectos u otros: – Conexión dentro de un movimiento (webs, foros, listas de correo, etc.): éste sería un primer nivel en el que la utilización de las tecnologías digitales tendría un tinte esencialmente instrumental e interno. Las herramientas asociadas a las redes funcionarían como ejes de orga- nización, coordinación, difusión interna, cohesión, pu- blicitación, etc., de grupos, organizaciones o colectivos. La tecnología haría, en este caso, de cemento, esqueleto o columna vertebral de grupos y organizaciones3. Pero también se podrían incluir en estas categorías las pági- nas de organizaciones4. Todos ellos funcionan facilitando información y herramientas a individuos y miembros de organizaciones para orientar o fomentar su actividad. Tecnología a otro agregado bastante más disperso centrado en instituciones locales e internacionales en los últimos años. La tecnología ha dejado de caer en el lado de lo criticable fervientemente para pasar a engrosar las filas de los recursos legítimos de cualquier protesta social. No obstante, antes de deslizarnos por la peligrosa pen- diente del determinismo tecnológico (todo el peso ex- plicativo recaería en las nuevas tecnologías), hemos de ser prudentes. El movimiento de pieza realizado por los movimientos sociales hacia estrategias de relación más estrecha e intensa con los medios de comunicación no viene dado únicamente por la aparición de la comunica- ción mediada por redes de ordenadores (Mattelart, 2002, proporciona un buen enfoque en ese sentido). Hay que tener en cuenta, al menos, dos factores más. Uno, como decíamos antes, es el desplazamiento de gran parte del eje de gravedad político al terreno mediático, algo que afecta a todas las opciones ideológicas y actores sociales, instituciones y fuerzas políticas. Un cambio de escenario de la lucha política al terreno de los media que viene produciéndose desde hace ya unas pocas décadas. El otro factor tiene que ver con los procesos de cierre mediático que se producen cuando el trío prensa-televisión-radio se vuelve, cada vez, más hermético a las demandas sociales y ciudadanas (Jerez, Sampedro y Baer, 2000). Los procesos de concentración (monopolios de medios que en nuestro AÑOS Fase de Internet Ejemplo de Movimientos Sociales Postura de los movimientos sociales 1969-1992/1993 Comienzos incipientes, Hackers, redes académicas, tecnología “elitista”, desa- rrollo inicial, ámbitos restringidos, inves- tigación, Internet como “ciencia ficción”, etc. Free, APC, ONGs, etc. Postura más bien tecnofóbica, recelo y prejuicios salvo escasos visionarios aisla- dos. Distanciamiento y escepticismo. 1992/1993-1999 Boom, mitología cibernética, era de las punto.com, expectativas sobredimensio- nadas, auge de todo lo ciber, esperanzas y optimismo, etc. Movimiento feminista o movimiento de okupación. Punto de inflexión, cambios de actitud, primeros proyectos, la telemática como una herramienta más, etc. División de posturas y pareceres. 1999-2004 Acceso masivo, cibermasas, desmitifica- ción, socialización, descreimiento, prag- matismo, intentos de regulación, etc. Oposición a la guerra de Irak. Mediactivismo, ofensiva hacia los medios, reapropiación, estrategias comunicativas, acción comunicativa como acción políti- ca, etc. Consenso más o menos global, la tecnofobia queda arrinconada o casi extinguida. Auge de la antiglobalización y el software libre. 2005-actualidad Movimientos P2P, usos de Facebook, flash MOBS y móviles, etc. Web 2.0, comunidades virtuales, redes sociales, etc. ¿Excesiva tecnofilia? ARBOR Vol. 188 756 julio-agosto [2012] 781-794 ISSN: 0210-1963 doi: 10.3989/arbor.2012.756n4011 756Nº 784 A C C IÓ N C O LECTIVA Y M O VIM IEN TO S SO C IA LES EN LA S R ED ES D IG ITA LES. A SP ECTO S H ISTÓ R IC O S Y M ETO D O LÓ G IC O S no necesariamente estamos tratando con un recorrido fijo y obligado por el que tendría inexorablemente que peregri- nar todo modelo o caso de acción colectiva contemporánea sino que la casuística es muy extensa. Otra forma de clasificar (inspirada en lo anterior) el lugar de la tecnología respecto de la acción social según su nivel de dependencia (la segunda respecto de la primera) puede verse en la siguiente tabla: – Conexión entre movimientos y grupos sociales: en un siguiente nivel, asistimos a una comunicación intergru- pal o inter-organizaciones, que extiende las actividades circunscritas a organizaciones concretas a la formación de movimientos más amplios. Es el tejido que permite desplegar consignas, convocatorias, documentos, infor- maciones o coordinación más allá de un simple grupo. Y aquí podría ser significativo hablar de movimientos en un sentido pleno, cuando la cantidad de aportaciones es suficiente y heterogénea. Las tecnologías entonces extienden su alcance hasta vincular nodos y tejer macro- redes conectadas virtualmente5. – Movimientos virtuales (net-activismo): en este caso, un tercer nivel, nos referimos a lo que podrían ser ejemplos de acción colectiva o grupos sociales cuya única o mayor expresión vital es la telemática, virtual o electrónica; o, en otro caso, que de una primera instancia comunicativa se ha pasado, en un segundo momento, a una concre- ción material. Primero “existe” en Internet y luego fuera de él: una especie de “escaneo inverso”, de lo digital al papel. Constituyen redes sociales puntuales o temporales que se mantienen básicamente sobre lo comunicativo por encima de otros medios o métodos. Es un cajón de sastre algo heterogéneo pero cada vez más presente y protagonista del activismo político. Los ejemplos clásicos son los hackers, sus reuniones (hackmeetings) u otras organizaciones similares6. En esta categoría también se suelen incluir los grupos u organizaciones que trabajan en torno a los nuevos conflictos asociados a las nuevas tecnologías (propiedad intelectual, libertad de expresión, informática social, etc.)7. Esta distinción tipológica, basada en tres estadios o cate- gorías permite percibir la gradual y desigual anexión entre el conjunto de nuevas tecnologías digitales (páginas web, foros y listas de correo, teléfonos móviles y SMSs, redes sociales, etc.) y los movimientos sociales. Por un lado, nos informa del gradiente de interiorización tecnológica en la acción colectiva (de lo instrumental puntual al pretexto general, del uso al objeto de demanda), de la utilización circunstancial en lo organizativo a objetivo político gene- ral. Por otro, nos sugiere que hay incluso grupos, colectivos o agentes que pasan por cada uno de estos pasos o fases (paulatinamente o simultáneamente) evidenciando la for- ma dinámica entre la relación comunicación/tecnología y los movimientos sociales. Y, asimismo, nos demuestra que Ámbito Actuación de la tecnología Ejemplo Comentario (Importancia de lo técnico) Nivel 1 Intra-grupal: co- hesiona grupos y fomenta la cons- trucción de iden- tidad compartida Lista de Correo de una asociación ecologista local El grupo puede existir sin la ayuda tecnológica (sim- ple herramienta o complemento) Nivel 2 Inter-grupal: Teje redes y conforma movimientos Página Web de una serie de organiza- ciones en defensa de los DDHH El movimiento se unifica y globali- za más fácilmente (la tecnología es parte del movi- miento) Nivel 3 “Movimientos vir- tuales” o activismo relacionado con la red y la tecnología Portal de Redes inalámbricas gra- tuitas La tecnología es imprescindible (eje sobre el que se articula y define la politicidad del grupo) Estas tres capas no siempre actúan en armonía sino que pueden existir cada una al margen del resto y, además, entrar en conflicto. No existen, por tanto, aislada y crista- linamente, sino recombinándose y formando mezclas8. La creación de redes cada vez menos rígidas o formalmente estructuradas y más basadas en un vínculo comunicati- vo, el debilitamiento de la identificación puramente lo- cal (frente a las posibilidades de vincular las protestas a temáticas globales e internacionalmente compartidas), la creación de campañas trasnacionales permanentes, el manejo estratégico de las redes telemáticas como recursos que compensan la poca participación, etc., son los efectos de una composición o mezcla heterogénea de los niveles anteriormente mencionados. Igualmente, y siguiendo las intuiciones reflejadas por mu- chos autores sobre las dos innovaciones que producen las ARBOR Vol. 188 756 julio-agosto [2012] 781-794 ISSN: 0210-1963doi: 10.3989/arbor.2012.756n4011 785 IG O R Sá D A B A Por otra parte y, por finalizar con los ejemplos de tipologías movimientos-tecnologías, cabría la posibilidad de estudiar históricamente la superposición de las neotecnologías y las intervenciones políticas no convencionales desde el punto de vista del timing de la protesta o la acción. Esto es, en los últimos tiempos, el uso estratégico de ciertas innovaciones digitales ha dado lugar a episodios de acción colectiva cada vez más cortos. De esta forma, situándonos en la casilla [4] del cuadro anterior nos topamos, llevando al extremo estas características, con actuaciones singulares y extrañas en las que una súbita organización-convocatoria puede dar lugar a una brevísima acción-performance: los flash-mobs o smart mobs (Reinghold, 2004). Lasén y Mar- tínez de Albéniz (2008) han teorizado sobre estos lapsos colectivos o estos minutos de acción colectiva que, con frecuencia, no se apoyan en identidades colectivas previas sino en la mera efervescencia tecnológica y un deseo de transgresión compartido. Los SMSs se llevan la palma en el lanzamiento de estos flashes callejeros (también se nutren de blogs y otros web- sites que sirven como guías o campamentos-base) donde las taxonomías de movimientos sociales apenas alcanzan y donde esporádicamente pequeñas multitudes se juntan para reivindicar o simplemente para expresar algo. Es- tas herramientas actúan como elementos tácticos, piezas del esqueleto organizativo y fuentes de dispersión de las convocatorias de manera que llega, de alguna manera, a confundirse organización y evento, estructura y acción, disposición formal y actuación final. Reinghold, que en su famoso libro define a estos fenómenos como “gente que es capaz de actuar conjuntamente aunque no se conocen entre sí” (2004: 12), enfatiza el soporte tecnológico de estas “multitudes inteligentes”. Nosotros deberíamos su- brayar, igualmente, el hecho de que es posible acción sin estructura o movimiento sin organización (en un sentido clásico). Ejemplos, incluso políticos, hay muchos y pueden encontrarse, cada vez más, en los medios de comunicación clásicos (ver, por ejemplo, Tilly y Wood, 192-193). Esta aparente desconexión entre los momentos o factores de organización formal (durabilidad del movimiento) y los momentos de plasmación y visibilización de la acción co- lectiva, resulta un rasgo cada vez más presente en los nuevos movimientos globales, dando la impresión de tener mucho que ver con la forma en la que se aprovechan los circuitos comunicativos informales que las nuevas tecno- logías proveen. tecnologías digitales en los movimientos sociales (estruc- turas organizativas y acciones reivindicativas, Tilly y Wood, 2009: 193) podemos clasificar los tipos de movimientos sociales, de una forma muy analítica, en función del gra- do de incorporación o transformación que ha sufrido en estos dos ámbitos principales (Estructura organizativa vs. Repertorio de acción): Acciones reivindicativas clásicas Acciones reivindicativas novedosas (repertorios de acción que utilizan nuevas tecnologías para materializarse) Estructuras organi- zativas clásicas (pre-digitales) [1] Movimientos so- ciales clásicos (previos a los años 1970). [2] Movimientos cuya organización todavía depende del encuen- tro cara a cara pero que se expresan por Internet. Estructuras organiza- tivas novedosas (reticulares y basadas fundamentalmente en la comunicación digital) [3] Movimientos so- ciales cuya organiza- ción cotidiana des- cansa en las redes de comunicación telemá- tica pero cuyo reper- torio de acción sigue siendo clásico. [4] Movimientos socia- les que operan diaria- mente desde lo digital y actúan a través de las nuevas tecnologías. En general, la mayoría de los ejemplos o casos de movi- mientos que conocemos actualmente han transitado fun- damentalmente de [1] a [2] ó [3]9 y, finalmente, se han formado grupos o movimientos que pasan directamente a [4]. De esta forma pueden plantearse biografías o recorri- dos tales como: [1] – > [2] / [3] – > [4] Sin embargo, esto no deja de ser una idealización teori- zada frente a nuestras pantallas de ordenador y convie- ne reconocer que la dinámica de un movimiento social puede seguir caótica o erráticamente cualquier tipo de trayectoria imaginable en función de las vicisitudes ex- ternas e internas. Cada caso tendrá su propio itinerario y nosotros aquí sólo estamos ofreciendo unos tipos ideales o modelos de engarce entre acción colectiva y redes digitales. ARBOR Vol. 188 756 julio-agosto [2012] 781-794 ISSN: 0210-1963 doi: 10.3989/arbor.2012.756n4011 756Nº 786 A C C IÓ N C O LECTIVA Y M O VIM IEN TO S SO C IA LES EN LA S R ED ES D IG ITA LES. A SP ECTO S H ISTÓ R IC O S Y M ETO D O LÓ G IC O S habitan en artículos, libros y congresos dedicados al tema. Hasta ahora se han destinado muchos más esfuerzos a predecir futuros revolucionarios que a investigar en deta- lle cómo se incorpora lo digital a la cotidianeidad de los movimientos. En esta misma línea, se nos ocurre un argumento más con- tra los excesos indeseables del determinismo tecnológico en el campo de la acción colectiva10. Evitar tal efecto dis- cursivo en el estudio del cambio social pasa por reconocer el papel mismo de los movimientos sociales en la adopción (gradual, parcial, incompleta, contingente, etc.) de ciertas tecnologías. El papel activo y sustantivo de los grupos y organizaciones sociales en la apropiación y utilización de algunas tecnologías o aplicaciones concretas muestra la no autonomía o independencia del universo tecnológico. Ello se puede percibir en el mapa extenso de casos y ejemplos diversos y distantes donde las relaciones entre las nuevas tecnologías y los movimientos sociales distan de ser únicas y monolíticas, sino, más bien, ricas y polimórficas. 2. la cuestIón metodológIca Ante las llamativas novedades que la política virtuali- zada o los movimientos digitales ocasionan, repletas de espectáculos multimedia y tupidas redes comunicativas, se ha consagrado poca atención en nuestras latitudes so- ciológicas a los requeridos ajustes metodológicos. Nueva- mente Tilly ha sido de los pocos teóricos que en su largo caminar investigador ha dedicado esmero y vigilancia al enfoque metodológico como garante de unas ciencias sociales realmente interesantes o coherentes (Tilly, 1991). Precisamente, el tipo de acontecimientos o fenómenos que caracterizan a los movimientos sociales dependen en gran medida de la fiabilidad y validez de los estudios empíricos realizados, muchos de los cuales adolecen de una gran falta de rigor metodológico (Klandermans y Sta- ggenborg, 2002). Si nuestro objeto de estudio (la acción colectiva y los movimientos sociales) comienza a transitar por nuevos espacios, si se materializa de nuevas formas, si se representa originalmente, si existen fenómenos que hace un par de décadas no éramos capaces de siquiera imaginar o predecir (un flash-mob, por ejemplo), de- berán existir herramientas de investigación ligeramente distintas para dar cuenta de ello. Las mutaciones en Lo importante de toda esta digresión histórica y taxonó- mica es rescatar una visión que sortee el mal del determi- nismo tecnológico, un punto de vista que enfatiza el poder conformador de la técnica por encima de otros factores como un elemento dado y final. Los rasgos esenciales de los movimientos sociales actuales tienen que ver con el contorno tecnológico pero son esculpidos a través del marco cultural y político general en el que se insertan. Justamente la intensidad y dirección en la que se apropian los movimientos sociales de las tecnologías digitales vie- nen determinadas por una miscelánea de factores sociales, ideológicos y culturales más generales. Todo ello puede verse en los diversos grados, utilizaciones o evoluciones de los mismos a lo largo de unas 2 ó 3 décadas. Una tendencia malamente extendida en los últimos tiem- pos en la literatura de los movimientos sociales ha sido un marcado determinismo tecnológico (débil o fuerte, según se mire) que ha ido describiendo y refiriendo cada nove- dad en la evolución y desarrollo de la acción colectiva en función de cada ciclo tecnológico. La mayor parte de los teóricos de los movimientos sociales han alertado de es- tos deslices teóricos peligrosos (Tilly y Wood, 2009: 194). Todo ello tiene que ver, de una manera más profunda, con una cierta actitud o perspectiva última respecto a qué papel tiene o tendrá la tecnología actual de cara al progreso de los movimientos sociales. Mientras teóricos de las nuevas tecnologías, como Reinghold, abogan por una transformación radical no sólo de la fisonomía sino también de las estrategias centrales de los movimientos globales, académicos más templados o comedidos, como Tilly y Wood, auguran cambios específicos puntuales de- pendientes de otros elementos culturales y políticos más amplios, dentro de los cuales la técnica es sólo un factor más (Tilly y Wood, 2002: 202). De hecho, cabe recalcar que los mecanismos comunicativos que vehiculan las nuevas tecnologías refuerzan ciertos tipos de circuitos de acción pero también niegan o debilitan otros; igual que los pri- meros periódicos con una tirada amplia supusieron un impulso a ciertos modelos de intervención política sindical o nacional pero limitaron otros (Tarrow, 1997). Una postura intermedia es la de Haythornth-Waite y Wellman (2002) que insinúan que las tecnologías digitales no hacen sino acelerar o impulsar tendencias previas o inercias pasadas con siglos de tradición (recordemos que el teléfono es de 1876). Asumir esta mirada conduce a no caer en algunos debates estériles e infructuosas, preguntas retóricas que ARBOR Vol. 188 756 julio-agosto [2012] 781-794 ISSN: 0210-1963doi: 10.3989/arbor.2012.756n4011 787 IG O R Sá D A B A además del manual de Fielding et al., 2008). Libres ya de las ataduras espaciales o geográficas e inmersos en un nuevo régimen temporal, la etnografía virtual permite acceder a grupos en muchos casos vedados o vetados al investigador clásico. Recordemos que uno de los mayores problemas de la observación participante clásica a la hora de estudiar los movimientos sociales es el proceso de “entrada”, presentación o conocimien- to inicial del movimiento (Lichterman, 2002: 125). La etnografía virtual permite visualizar la cotidianeidad de los movimientos que se mueven a través de las redes sin necesidad de tener que romper barreras simbólicas para penetrar en los angostos centros donde se forman y participan los movimientos sociales. Por otro lado, más allá de sus manifestaciones concretas en las que la acción colectiva se materializa (una protesta, una ma- nifestación, una acción directa, una asamblea, etc.), la etnografía virtual facilita una mirada a la organización cotidiana, a la construcción de identidades colectivas, a la estructuración reticular de los movimientos, a la capilaridad de sus interacciones, etc. Permite, igual- mente, acceder a información sensible donde pueden representarse conflictos internos, liderazgos, procesos de captación de miembros, perfiles sociodemográficos de los activistas, cambios de estrategia o incluso datos relativamente secretos. Ahora se trataría de concebir a los movimientos sociales como el resultado de un conjunto de comunidades virtuales que interaccionan comunicativamente en el día a día (acción colectiva online) hasta que puedan llegar a generar acciones colectivas offline a partir de ellas. Un ejemplo magní- fico de esta posible técnica de investigación podría ser el uso de las TIC en el activismo político y social en el caso de grupos étnicos específicos o pueblos nativos cuya visibilidad y capacidad de acceso a los media tradicionales son muy reducidas. El trabajo de O. Grillo (2009) describe la actividad del pueblo mapuche de la Provincia del Neuquén, en el Sur de Argentina, como movimiento social y el discurso identitario que colocan en circulación en Internet. A partir del análisis de caso de un conflicto específico, se investiga la capacidad de expresarse culturalmente con los nuevos medios y así de construir una presencia identificable en Internet (visibilidad electrónica que es parte constitutiva de su visibilidad política) haciéndose con un lugar dentro de las redes globales de un mundo multicultural. Tam- bién valdría, a otro nivel, el estudio de Steve Jones y los fenómenos a examinar deben venir acompañadas del pulido y mejora de las técnicas de investigación social que manejemos. La teoría de los movimientos sociales ha sufrido una impe- tuosa renovación en las últimas dos o tres décadas con una producción teórica ingente donde han emergido nuevas y valiosas teorías y enfoques. Sin embargo, la revolución teórica que ha tenido lugar en torno a la acción colectiva durante los años 1970-1980-1990 no hubiera sido po- sible llevarla a buen puerto sin la inestimable ayuda de una profusión de técnicas de investigación cada vez más exhaustivas y de un amplio arsenal de datos empíricos (Klandermans y Staggeborg, 2002). Por ejemplo, a raíz de las últimas novedades teóricas en el estudio de los movi- mientos sociales se han desarrollado áreas de investigación muy potentes como el análisis de marcos (frame analysis), el protest event analysis, la teoría de redes sociales asocia- da a los actores políticos o las simulaciones matemáticas (Snow, Soule y Kriesi, 2004). Nuestra aportación, siguiendo ligeramente la línea iniciada por este tipo de trabajos anteriormente mencionados, con- siste en identificar las técnicas de investigación óptimas para los nuevos movimientos sociales que ven la luz al calor del ciclo tecnológico digital (desde aproximadamen- te los años 1980-1990 y tomando cuerpo ya entrado el siglo xxI). Más directamente vamos a plantear la aper- tura de cuatro grandes enfoques de investigación social que están comenzando a ser recurrentes y valiosos para comprender la relación íntima y dinámica entre la acción política informal y la comunicación derivada de las redes telemáticas. Valga esta selección no como examen íntegro y penetrante de todas las técnicas de investigación que se abren sino como selección representativa del tipo de herramientas más potentes o con más virtudes: i) Etnografía virtual o digital: La observación parti- cipante, en sus diferentes versiones, ha sido siempre una de las técnicas esenciales del análisis de los mo- vimientos sociales (Lichterman, 2002). Al otro lado del continente sociológico, lejos seguramente de las pre- ocupaciones de la confrontación política, teóricas como Christine Hine (2004) han mostrado la potencialidad de estudiar la interacción de grupos sociales a través de la mediación tecnológica (en nuestro país, Gómez, 2002, o Rodríguez et al., 2007, son referencias interesantes ARBOR Vol. 188 756 julio-agosto [2012] 781-794 ISSN: 0210-1963 doi: 10.3989/arbor.2012.756n4011 756Nº 788 A C C IÓ N C O LECTIVA Y M O VIM IEN TO S SO C IA LES EN LA S R ED ES D IG ITA LES. A SP ECTO S H ISTÓ R IC O S Y M ETO D O LÓ G IC O S (Ibrahim, 2010), una técnica no siempre habitual en la mochila del “movimientólogo” pero que ha tenido fructíferos resultados incluso en nuestro país (ver, por ejemplo, los trabajos de Ramón Adell, 2000 y 2005). Actualmente, los ciclos de vida (actividad) de la acción colectiva global pueden representarse a través de los ciclos de visita y uso de algunos nuevos medios. Un ejemplo en el que ha participado el autor de estas líneas se centraba en el uso de ciertas páginas web durante las movilizaciones subsiguientes a los atenta- dos del 11-M de 2004 y previas a las elecciones gene- rales del 13-M de ese mismo año (Alcalde y Sádaba, 2008, o en Alcalde, Sádaba y Sampedro, 2005). En él comparábamos dos portales de contrainformación para dilucidar el papel de información y de convo- catoria que ejercía cada medio (de qué manera y en qué momento), encontrando una cierta especializa- ción funcional para cada uno de ellos. Reproducimos a continuación unos ejemplos de gráficos con los que se trabajó en el intento de desentrañar la dinámica de acción de los movimientos esos días: Francisco Seoane sobre los grupos de apoyo ciudadano a Howard Dean en las elecciones legislativas norte- americanas de 2004 (Jones y Seoane, 2008). Y otro ejemplo, ligeramente distinto, puede ser el estudio de las “resistencias juveniles” encarnadas por alguna sub- cultura urbana musical (como las raves) a través de dichas metodologías de observación virtual realizado por Wilson (2006). ii) Análisis de audiencias: Si mucha de la actividad de los movimientos políticos contemporáneos se canaliza a través de los nuevos medios de comunicación, un examen riguroso de la utilización de los mismos puede reportar información significativa. ¿Qué website es el más visitado? ¿En qué fechas? ¿Qué perfil sociode- mográfico posee un portal web orientado a ciertas protestas? ¿A qué horas del día o en qué días de la se- mana alcanza su número máximo de visitas?. Este tipo de estudios de “audiencias digitales” entronca con un ya clásico método cuantitativo de visibilización de la acción colectiva, el análisis de los ciclos de protesta ARBOR Vol. 188 756 julio-agosto [2012] 781-794 ISSN: 0210-1963doi: 10.3989/arbor.2012.756n4011 789 Ig o r Sá d a b a Accesses Nodo50 March 2004 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 Days 0 200000 400000 600000 800000 1000000 1200000 1400000 1600000 Ac ce ss es Accesses Indymedia Barcelona March 2004 0 50000 100000 150000 200000 250000 300000 350000 400000 450000 Ac ce ss es 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 Days iii) Análisis de redes sociales: Durante muchos años se ha planteado el posible aprovechamiento del “análisis de redes sociales” (social network analysis) como mé- todo de estudio de los movimientos sociales (Mario Diani es uno de sus mayores difusores). Se argu- mentaba que la mejor forma de visibilizar o repre- sentar las estructuras subyacentes a organizaciones informales, dispersas y no formales era tomar pres- tadas las herramientas que habían sido fabricadas para mostrar las interconexiones sociales a todas las escalas (Molina, 2001, o Política y Sociedad, 2000). Incluso autores como Diani (2002) y Diani y McAdam (2002) han sentenciado que la forma privilegiada de los nuevos movimientos sociales debe ser la de red. ARBOR Vol. 188 756 julio-agosto [2012] 781-794 ISSN: 0210-1963 doi: 10.3989/arbor.2012.756n4011 756Nº 790 A C C IÓ N C O LECTIVA Y M O VIM IEN TO S SO C IA LES EN LA S R ED ES D IG ITA LES. A SP ECTO S H ISTÓ R IC O S Y M ETO D O LÓ G IC O S que producen su propio material fílmico asistimos, en muchas ocasiones, a datos en estado puro generados dentro de los marcos interpretativos de los propios actores. A la vista de lo anterior nos podemos sentir tentados a pensar que a cada fase de los movimientos sociales o, a cada ciclo de protesta, corresponde una metodología espe- cífica o apropiada. Nuestra opinión no es exactamente ésta y no es nuestra intención favorecer dicha idea. Más bien, la conclusión que puede desprenderse es que para las nue- vas formaciones de acción colectiva en íntima interacción con las nuevas tecnologías: a) existen técnicas específicas (no necesariamente originales) de acceso, visualización y representación que quizás no eran tan adecuadas para casos o ejemplos en los que la mediación técnica era tan significativa y b) gracias a estos utensilios o dispositivos de producción de información sociológica podemos ac- ceder a aristas y recovecos de la acción colectiva local y global que no eran fácilmente sondables mediante las técnicas más habituales (encuestas, entrevistas, grupos de discusión, etc.). Salvo el mencionado libro de Klandermans y Staggenborg (2002), pocos materiales han reparado en la posible es- pecificidad del objeto “acción colectiva” o “movimiento social” y de los especiales requerimientos técnicos para una investigación empírica coherente. Y salvo las técnicas participativas que se han erigido en supuestos métodos de investigación social específicos de la participación política no convencional (Villasante, 1995), pocos han reparado en la necesidad de pulir las técnicas de producción de datos para una sociología de los movimientos sociales más fruc- tífera. Sí que comienzan a proliferar las producciones cien- tíficas y académicas dedicadas a lidiar con los métodos de estudio del mundo digital y la reconversión de las técnicas de investigación social (Fielding et al., 2008, Hine, 2005, Hewson, 2003, etc.) pero con una nula o escasa dedicación a la acción colectiva. conclusIones La irrupción de un nuevo ciclo de fenómenos de acción colectiva vinculados a los usos de las nuevas tecnolo- gías ha producido un enorme revuelo en el panorama Esto es, la topología fundamental o la geometría por excelencia de los movimientos sociales globales es, sin lugar a dudas, la forma reticular (Bennet, 2003; Della Porta y Mosca, 2005, y Della Porta et al., 2006). Ante ese intento de representar y hacer visibles los nodos, las conexiones y los circuitos por los que corría la savia de la acción colectiva era complicado entrar las guías o los nexos reales que iban enlazando agen- tes, grupos o personas. Justamente, las redes comuni- cativas, telemáticas, virtuales, digitales, se muestran y brotan como los soportes visibles buscados para las interacciones de los movimientos sociales. Más aún, las así llamadas ahora “redes sociales” (Face- book, Twitter, Tuenti, etc.) se convierten en un suelo fecundo para que germinen acciones colectivas11. Por ejemplo, “un 55% de los internautas españoles de 16 a 45 años declara acceder a diario a redes sociales o comunidades online” [The Cocktail Analysis, Informe de resultados Observatorio Redes Sociales (2.ª oleada), enero 2010]. Respecto a esta otra línea de trabajo podemos recomendar algunos de los escritos de Diani (1995, su obra más completa), todos ellos previos a la expansión de las así llamadas “redes sociales” (redes telemáticas de contactos) o, por ejemplo, la investigación de Saunders sobre hasta 149 grupos ecologistas en Londres (2007). iv) Análisis audiovisual online. Otro método que se ha desarrollado a raíz de las innovaciones digitales pero conectando las punteras aplicaciones del mundo audiovisual a la investigación social (Schnettler et al., 2009) es el análisis audiovisual online. Esto es, el estudio de materiales audiovisuales que circulan por los entornos comunicativos y que son produci- dos (normalmente) de manera directa por los actores sociales12. La cultura de la participación espontánea y masiva mediante vídeos colgados en la red ha com- puesto toda una veta para las ciencias sociales como ha podido comprobarse con fenómenos como el de Youtube (Burgess y Green, 2009). La metodología audiovisual orientada a las ciencias sociales ha evo- lucionado mucho desde Flaherty (autor de Nanook el esquimal en 1922, uno de los primeros documentales etnográficos) y ahora hasta los propios objetos de estudio son capaces de autofilmarse y difundir sus propias producciones fílmicas y ejercicios de auto- observación. En el caso de los movimientos sociales ARBOR Vol. 188 756 julio-agosto [2012] 781-794 ISSN: 0210-1963doi: 10.3989/arbor.2012.756n4011 791 IG O R Sá D A B A conveniencia. Hemos planteado que temporalmente la in- corporación de las nuevas tecnologías, tanto a la estructu- ra organizativa como al repertorio de acción de los nuevos movimientos sociales se ha dado en un cierto momento histórico, de forma gradual y escalonada, generando un haz de submovimientos y tipologías intermedias y de la mano de cierto giro copernicano en la actitud social hacia las tecnologías. Finalmente, hemos querido aportar otro desplazamiento que se está produciendo en estos momentos debido a las nuevas tecnologías: nuevas técnicas de investigación de la virtualización de los movimientos sociales. Si la acción colectiva que queremos describir e interpretar se está ma- nifestando mayoritariamente a través de espacios virtua- les y redes comunicativas, tendremos que hacer visible y evidenciar las características de esa política informal mediante nuevas herramientas. Proponemos la etnografía virtual de grupos, el análisis de audiencias digitales, el estudio de redes sociales y el análisis audiovisual online como algunos de los vectores de investigación más fruc- tíferos en los próximos años. En concreto, estas apuestas metodológicas son las que más se han desarrollado en los últimos tiempos, algunas irrumpiendo con fuerza en el es- cenario sociológico (la etnografía virtual o digital) y, otras, el análisis de audiencias, revitalizando antiguos esquemas interpretativos (el estudio de los ciclos de protesta). Prestar atención a los productos finales de este conjunto de me- dios de investigación social va a ser un requisito esencial para quien quiera estar al día de los movimientos sociales del siglo xxI. En general, ambos bloques, el histórico y el metodológico, aparentemente inconexos, recogen una doble preocupa- ción esencial y siempre presente del recientemente falle- cido Charles Tilly (ver, por ejemplo, 1991) en su lucha con los peligrosos tics que los determinismos, en sus diferentes versiones, provocan en el estudio de los movimientos so- ciales. Sirva este texto como un pequeño homenaje, en muy diferente estilo, a sus sanas obsesiones. sociológico, invitando a teorizaciones de muy diversas tonalidades sobre el futuro de los movimientos sociales (por ejemplo, Tilly, 2009, cap. 7). Esta tensión impulsiva a evaluar horizontes futuros ha olvidado, a nuestro enten- der, dos aspectos cruciales. A saber, uno, que la progresiva transformación de los nuevos movimientos sociales en movimientos globales ha seguido un proceso progresivo e histórico en el que se han ido dislocando los marcos tradicionales de organización de la protesta (los tipos de conflicto, las formas de coordinación, los modos de producción de identidad compartida, los repertorios de acción colectiva, etc.) para dar a luz nuevos y origina- les fenómenos de intervención política no convencional. Dicha variada y polifónica metamorfosis sigue en pleno proceso y es particular de cada organización, grupo o movimiento social, de manera que no podemos caer en el determinismo tecnológico (Smith y Marx, 1996) auguran- do discontinuidades radicales planetarias sino desarrollos desiguales y contingentes en la apropiación política de las nuevas tecnologías. Esta precaución obligada, y aviso de multitud de teóricos (Tilly y Wood, 2009: 194), implica que las mutaciones y desplazamientos acaecidos en el seno de los movimientos sociales recientes y contemporáneos no pueden deberse únicamente a un mero ciclo de innovaciones tecnológicas o comunicativas. No existe un modelo prefijado de acción política que venga determinado de forma cerrada por un tipo de tecnología o medio de comunicación. Lo cierto es que las transformaciones de los movimientos socia- les tienen que ver, mayoritariamente, con los contextos políticos y culturales (dentro de los cuales la tecnología hegemónica o los modos de comunicar más extendidos son unos factores más). Precisamente, nuestra apuesta por evitar caer por las res- baladizas arenas del determinismo tecnológico a la hora de dar cuenta cómo los movimientos sociales se han ido metamorfoseando gracias a la llegada de una nueva etapa digital, se basa en ver históricamente este matrimonio de ARBOR Vol. 188 756 julio-agosto [2012] 781-794 ISSN: 0210-1963 doi: 10.3989/arbor.2012.756n4011 756Nº 792 A C C IÓ N C O LECTIVA Y M O VIM IEN TO S SO C IA LES EN LA S R ED ES D IG ITA LES. A SP ECTO S H ISTÓ R IC O S Y M ETO D O LÓ G IC O S NOTAS 1 Howard Reinghold llega a hablar de “coevolución” de acción colectiva, medios y tecnologías. Ver su presen- tación en 2007 en el NMC Symposium on the Evolution of Communication: http://wp.nmc.org/coevolution/ 2 Son modelos exagerados o caricatu- rizados, no tienen por qué existir de forma pura y única. La realidad existe como combinación de estas tres ca- pas. Por supuesto, toda clasificación es arbitraria. 3 Como ejemplos pueden verse las listas de correo públicas de Nodo50 (https:// www.nodo50.org/cgi-bin/mailman/list- info) o RiseUp (https://lists.riseup.net/ www/) [Acceso: 1 de junio de 2012]. 4 Como la sección mexicana de Amnis- tía Internacional (http://www.amnis- tia.org.mx/), Equanimal, Activismo en defensa de los animales (http://www. equanimal.org/), Exgae (http://exgae. net/), Derechos.org (http://www.de- rechos.org/), NoBorder (http://www. noborder.org) o el grupo Afirmación (Mormones gays y mormonas lesbia- nas) (http://www.affirmation.org/). [Acceso: 1 de junio de 2012]. 5 Un ejemplo claro lo constituirían los foros de Indymedia: desde http://ar- gentina.indymedia.org/ a http://beirut. indymedia.org/, pasando por http://bio- tech.indymedia.org/. Otro ejemplo pue- den ser las redes de redes o las agru- paciones de servidores y organizaciones (la APC, por citar alguna). Pero también tiene sentido incluir en este apartado portales (Nodo50: http://www.nodo50. org., Rebelión: http://www.rebelion.org, LaHaine: http://www.lahaine.org, Movi- mientos: http://www.movimientos.org/, etc.) o webs temáticas (Mujeres en Red: http://www.mujeresenred.net/ o http:// www.consumehastamorir.org). [Acceso: 1 de junio de 2012]. 6 Ver: http://www.hackmeeting.org/, http://www.sindominio.net/hack- meeting/ o http://hacklabs.org/. [Acceso: 1 de junio de 2012]. 7 Por ejemplo: Kriptópolis (http://www. kriptopolis.org/), Foundation for a Free Information Infraestructure (http://www.ffii.org/), Free Software Foundation (http://www.gnu.org/) o Computer Professionals for Social Responsability (http://www.cpsr.org/). [Acceso: 1 de junio de 2012]. 8 Por ejemplo, basta echar un vistazo a: Move On (http://www.moveon.org), Fundació per la Pau (http://www.fun- dacioperlapau.org/), Mujeres de Ne- gro (http://wib.matriz.net/) o el Cen- tro Cultural La Piluka (Barrio del Pilar, Madrid) (http://www.lapiluka.org/) y se comprobará cómo no es tan sen- cillo discriminar los niveles. [Acceso: 1 de junio de 2012]. 9 Podemos intuir que la aparición de lo que hemos denominado nivel 1 o casi- lla [3] viene impulsado por el hecho de que las tecnologías digitales “reducen los costes de coordinación entre los activistas” (Tilly y Wood, 2009: 194) a pesar de poder llegar a generar un nuevo tipo de exclusión (los militantes no conectados que pierden el tren de la movilización al carecer de un acceso continuado a las herramientas comu- nicativas del movimiento). Más allá de los debates sobre las brechas digitales internas a los grupos políticos lo que podemos apuntar es una clara tenden- cia a la globalización de la protesta como puede ser la movilización mun- dial contra la invasión norteamericana de Irak el 15 de febrero de 2003, por ejemplo. 10 “Cuestionamos la afirmación de que alguna propiedad característica in- herente de la tecnología puede dar cuenta de su impacto en nuestras vidas. Proponemos, más bien, que Recibido: 2 de julio de 2011 Aceptado: 1 de febrero de 2012 ARBOR Vol. 188 756 julio-agosto [2012] 781-794 ISSN: 0210-1963doi: 10.3989/arbor.2012.756n4011 793 IG O R Sá D A B A movilizaciones y comunicación alter- nativa” en Sampedro, V. (Ed.), 13-M: Multitudes online, Ed. La Catarata, pp. 159-182. Atton, C. (2003): “Reshaping Social Move- ment Media for a New Millennium”, Social Movement Studies 2: (1 April 2003), pp. 3-15. Bennet, L. (2003): “Communicating global activism. 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Un ejemplo relacionado con la ex- clusión social en España podría ser Chicass10 (www.chicass10.org), un blog que trata de visibilizar, inves- tigar y denunciar la situación de las mujeres en el módulo 10 del centro penitenciario de Teixerio (A Coruña). Y, vinculado al mundo de los Dere- chos Humanos está http://www.wit- ness.org, repositorio de vídeos sobre dicho tema. BIBLIOGRAfÍA Adell, R. (2000): “Movimientos sociales en los años noventa: Volumen, actores y temas de movilización”, en Grau, E. e Ibarra, P. (Coord.), Una mirada sobre la red. Anuario de movimientos sociales, Betiko Fundazioa, Icaria/Barcelona, Gakoa/Donosti, pp. 27-54. – (2005): “Manifestómetro: recuento de multitudes y significados de la movilización”, Revista Empíria n.º 9, Departamento de Sociología-I, UNED, pp. 171-208. Alcalde, J. y Sádaba, I. (2008): “Nuovi me- dia e azione collettiva nella Spagna contemporanea: gli eventi del marzo 2004”, Revista Participazione e Con- flitto, n.º 1, Italia, pp. 69-95. Alcalde, J., Sádaba, I. y Sampedro, V. (2005): “Del No a la Guerra al 13-M: Ciclo de hay incontables aspectos de nuestra relación con la tecnología que deben ser tomados en cuenta si queremos lograr una comprensión en torno a sus consecuencias. Entre estos as- pectos se incluyen: nuestras acti- tudes hacia la tecnología, nuestras concepciones de lo que ella puede y no puede hacer, nuestras expectati- vas y asunciones sobre las posibilida- des de cambio tecnológico, y el resto de formas en las que se representa la tecnología, tanto en los medios como en las organizaciones. Intentamos hacer una exploración crítica para afirmar que estos últimos aspectos de la tecnología son fundamental- mente consecuencia de los modos en los que organizamos el trabajo, las instituciones, el tiempo libre y las ac- tividades de aprendizaje. Desde esta perspectiva se requería comprender diversos modos de pensar y represen- tar la tecnología; al menos tan diver- sos como tecnologías haya.” (Grint y Woolgar, 1997: 6). 11 Un ejemplo de este uso con posible aplicación al marco del desarrollo es el estudio de Vidaurte y Ortega (2008) donde se analiza cómo las nuevas redes sociales (Facebook), lejos de constituirse únicamente en plataformas para la amistad ado- lescente, pueden funcionar también como dispositivo de contacto entre los emigrantes mexicanos al sur de EEUU con sus familias en el norte de México. Un espacio de comunica- ción virtual sirve para “no terminar de irse” y mantener telemáticamen- te una serie de vínculos sociales y afectivos que facilitan la estancia en el otro país. De esta forma, la inves- tigación de los procesos migratorios puede enriquecerse a través del papel de las TIC (redes sociales, locutorios, uso de teléfonos móviles, etc.) en el ARBOR Vol. 188 756 julio-agosto [2012] 781-794 ISSN: 0210-1963 doi: 10.3989/arbor.2012.756n4011 756Nº 794 A C C IÓ N C O LECTIVA Y M O VIM IEN TO S SO C IA LES EN LA S R ED ES D IG ITA LES. A SP ECTO S H ISTÓ R IC O S Y M ETO D O LÓ G IC O S Schnettler, B., Knoblauch, H., Raab, J. y Soeffner, H. (2009): Video Analysis: Methodology and Methods: Qualitati- ve Audiovisual Data Analysis in Socio- logy, Peter Lang Publishing. Smith, M. R. y Marx, L. (Eds.) (1996): Histo- ria y determinismo tecnológico, Alian- za Editorial, Madrid. Snow, D., Soule, S. y Kriesi, H. (2004): The Blackwell Companion to Social Move- ments, Blackwell, Oxford. Tarrow, S. (1997): El poder en movimiento, Alianza, Madrid. Tilly, C. 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