UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID FACULTAD DE FILOLOGÍA PRINCIPIOS DE POÉTICA EN LOS PRECEPTISTAS ESPAÑOLES DEL SIGLO XIX MEMORIA PARA OPTAR AL GRADO DE DOCTOR PRESENTADA POR Claudio Felipe González Alcázar Bajo la dirección del doctor Juan Felipe Villar Dégano Madrid, 2002 ISBN: 84-669-1931-7 TESIS DOCTORAL UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID P R I N C I P I 0 S D E P 0 É T I CA ^I^`IJT^CA EN LOS N PRECEPTISTAS ESPANOLES DEL SIGLO XIX UNIVERSIDAD COMPLUTENSE I IIIIII IIIII IIIII IIIII IIIII IIIII IIIII IIIII IIIII IIIII IIII IIII 5317333412 CLAUDIO FELIPE GONZÁLEZ ALCÁZAR DIRECTOR: JUAN FELIPE VILLAR DÉGANO CONTENIDOS E ÍNDICE PREFACIO. ACLARACIONES GENERALES CAPÍTULO I- LA POÉTICA. CONCEPTOS Y TRANSFORMACIONES DEL SIGLO XIX. RECEPCIÓN Y JUICIO DE LA PRECEPTIVA ESPAÑOLA DEL SIGLO XIX. FUNDAMENTOS Y PROPÓSITOS DE ESTA TESIS DOCTORAL I-1 LA POÉTICA. CONCEPTOS Y TRANSFORMACIONES DEL SIGLO XIX I-2 JUICIO DE LA PRECEPTIVA ESPAÑOLA DEL SIGLO XIX I-3 PROPÓSITOS DE ESTA TESIS DOCTORAL CAPÍTULO II- LA PRECEPTIVA ESPAÑOLA DEL SIGLO XIX EN EL MARCO DE SU DESARROLLO HISTÓRICO: CARACTERÍSTICAS GENERALES. MODELOS Y CRONOLOGÍA II-1 LA PRECEPTIVA ESPAÑOLA ENTRE DOS SIGLOS: 1790-1810 II-1-1 La polémica Blair-Batteux v su influencia en la teoría literaria española II-1-2 El triunfo de Blair-Munárriz II-2 LA PRECEPTIVA DESDE PRINCIPIOS DEL SIGLO XIX HASTA LOS AÑOS 60 II-2-1 E1 marco leaal II-2-2 Preceptivas o manuales en el campo educativo II-2-3 Las últimas poéticas II-3 LA PRECEPTIVA ESPAÑOLA A FINES DEL SIGLO XIX II-3-1 El marco educativo II-4 ALGUNAS CUESTIONES GENERALES SOBRE PRECEPTIVA DEL SIGLO XIX II-4-1 La Estética II-4-2 La Educación v el didactismo II-4-3 Fuentes del sistema educativo español II-4-4 Descripción diacrónica de las preceptivas españolas II-5 CRONOLOGÍA DE LAS PRECEPTIVAS ESPAÑOLAS DE 1790 A 1900 CAPÍTULO III- LAS IDEAS POÉTICAS EN LA PRECEPTIVA ESPAÑOLA DEL SIGLO XIX III-1 EL LUGAR DE LA POÉTICA III-1-1 La situación de la Poética III-1-2 La Poética y las preceptivas III-1-2-1 Poética. Retórica. Preceptiva III-1-2-2 Poética educativa III-2 EL PLANO DE LA DEFINICIÓN III-2-1 La ambiaiiedad de los términos III-2-2 Las definiciones hasta mediados de sialo III-2-3 Armonización de conceptos v triunfo de la "Literatura" III-3 FILOSOFÍA Y POÉTICA: LA CIENCIA DE LA LITERATURA. LA INFLUENCIA DE LAS CATEGORÍAS ESTÉTICAS EN LA LITERATURA III-3-1 La Estética y la Preceptiva: historia y relaciones III-3-2 El Saber literario: un concepto filosófico III-3-3 E1 declinar de las poéticas miméticas III-3-3-1 De la Mímesis a la Belleza III-3-3-2 El ascenso de la Belleza III-3-4 La posibilidad de una Ciencia de la Literatura III-3-5 Cateaorías estéticas influventes en la Teoría literaria del siglo XIX III-3-5-1 Cateaorías esenciales de la Literatura. E1 iuicio de gusto. La belleza y sus clases III-3-5-2 Cateaorías creativas de la Literatura. La imaqinación. La sensibilidad. El aenio III-3-5-3 Otras categorías. El fondo v la forma III-3-6 Finalidad del Arte y de la Literatura III-4 RETÓRICA Y POÉTICA. LA PRECEPTIVA Y LA CREACIÓN LITERARIA: ASPECTOS DE LA COMPOSICIÓN Y LA PRODUCCIÓN POÉTICA. LA IMITACIÓN Y LA FICCIÓN. EL ESTILO. LOS TÓPICOS DE LA POÉTICA CLASICISTA III-4-1 Procesos qenerales v evolución de la Retórica: la "literaturización" III-4-2 La Preceptiva literaria como vehículo de la Poética III-4-3 El Estilo: pervivencia de una Retórica "literaturizada" y el concepto de lengua^e poético III-4-4 Creación literaria: imitación, ficción III-4-5 Las dualidades clásicas de la Poética: ingenium-ars, res-verba, docere-delectare III-4-6 Algunas cuestiones sobre Poética de la Ciencia de la Literatura III-5 LOS GÉNEROS Y SU SISTEMA. PROSA Y VERSO: EL LENGUAJE POÉTICO. LOS GÉNEROS DE LA POÉTICA: LÍRICA, ÉPICA Y DRAM^TICA. LA PARTICULARIDAD DE LA NOVELA III-5-1 La sistematización aenérica en la Preceptiva española del sialo XIX III-5-2 Géneros poéticos y prosaicos: diferencias entre el verso y la prosa. El lenauaje de la Poesía III-5-3 Géneros poéticos: la Lírica III-5-4 Géneros poéticos: la Épica III-5-5 Géneros poéticos: la Dramática III-5-6 Géneros poéticos: mixtos, de transición y didácticos III-5-7 La particularidad de la novela II-6 LITERATURA ESPAÑOLA: HISTORIA, CRÍTICA Y DIDÁCTICA. FUENTES DE LA PRECEPTIVA III-6-1 Fuentes de la Preceptiva CAPÍTULO IV- CONCLUSIONES CAPÍTULO V- BIBLIOGRAFÍA V-1 MANUALES. PRECEPTIVAS Y CRÍTICA LITERARIA HASTA 1900 V-2 ESTUDIOS, ENSAYOS, ARTÍCULOS Y DOCUMENTACIÓN GENERAL 1 PREFACIO. ACLARACIONES GENERALES Acerca de esta tesis doctoral es necesario, por el volumen de notas y de textos citados, aclarar algunas circunstancias de tipo formal y tipográfico bajo cuyo criterio se escriben las siguientes páginas. En primer lugar, las citas a pie de página se numeran a partir de cada epígrafe principal de los respectivos capítulos. Por ejemplo, en el capítulo II, el II-1 lleva notas del 1 al 76 distribuidas en II-1-1 y II-1-2; el II-2 empieza a numerar del 1 al 163, entre II-2-1, II-2-2 y II-2-3. Así hasta el final. Debido a problemas tipográficos del sistema de escritura del ordenador, no hay distinción entre negrilla y cursiva, siendo la primera la única variante en el texto. Cuando por diferencia de matiz es necesario presentar esta distinción, procuro hacerlo mediante notas aclaratorias. Los textos citados del siglo XIX (y los anteriores) han sido modernizados y armonizados en su ortografía por un criterio de operatividad que puede no ser considerado científico en una tesis doctoral de distinto signo, en la cual las diferencias ortográficas (principalmente las acentuaciones de monosílabos y ciertos grupos vocálicos, las reducciones de grupos latinos, las variaciones particulares de imprenta...) serían signos básicos y necesarios en la comprensión, datación y respeto a la materialidad de los textos. En nuestro trabajo carece de importancia, o es relativamente nimio, el hecho de que hayan sido modernizados, puesto que el contenido o el mensaje no sufren variación alguna, por cuanto las condiciones fonéticas, morfosintácticas y semánticas del lenguaje español eran tan similares a las actuales. Por otro lado entiendo que estas circunstancias dan pie a una libertad de criterio que he ejercido con la mejor voluntad de procurar una más cómoda lectura. Por ese mismo motivo, en las citas a pie de página y en la Bibliografía procuro respetar la ortografía original; así resulta más fácil comprobar las escasas variaciones en el cuerpo de los textos a que me refería anteriormente. De la ortografía deseo destacar que he pretendido usar las mayúsculas para discriminar los significados de algunas palabras de uso común. Así doy la doble versión de enciclopedismo y eclecticismo como actitudes frente al Eclecticismo y Enciclopedismo, escuelas de pensamiento. En general he procurado 2 resaltar el objeto de que trataba el capítulo, los sistemas ideológico-filosóficos, las grandes conceptualizaciones o la terminología crítica para fijar la atención durante la lectura y evitar duplicidades erróneas. En las citas utilizo principalmente el sistema tradicional. En algunas ocasiones, desde el capítulo III-3, cuando los títulos de las preceptivas han sido excesivamente repetidos o carece de importancia la referencia concreta, uso el sistema moderno de fecha entre paréntesis tras el nombre del autor o de la obra para evitar recurrir al pie de página cuando es innecesario. Se procura que la lectura sea lo más ágil y coherente posible. Además, tanto en la Bibliografía como en la Cronología del capítulo II es posible acceder a la cita completa con bastante comodidad. Sin embargo aquellos manuales y aquellas obras generales de uso común en el mundo académico que hayan sido traídos a colación para presentar una simple referencia, o un marco general, o una cita concreta (caso de los manuales de Historia de España o de algunas obras literarias en particular), no serán incluidos en la Bibliografía. Abundando en el capítulo de notas, he optado por no variar el formato ni el tamaño de letra. Me ha parecido que el cuerpo de notas no debía encogerse frente al cuerpo de texto como suele ocurrir, por diversas circunstancias. Entre ellas, la importancia que les concedo por su función explicativa y orientativa, pero también como complemento, ejemplo o breve digresión aclaratoria. Merecen ser leídas cómodamente con atención y sin verse obligado a forzar o cansar excesivamente la vista hasta llegar a enfadar con el esfuerzo necesario. Por las mismas razones de comodidad y eficacia en la lectura no separo ni reduzco el tamaño tipográfico cuando la cita forma parte del cuerpo del texto aunque sea extensa. Para finalizar quisiera dar las gracias a todos aquellos, amigos y profesores, a veces ambas categorías a la vez, de la Facultad de Filología de la Universidad Complutense de Madrid y de alguna otra, que han ayudado a llevar este empeño a buen puerto con sus advertencias, ayuda en documentación, juicios y atenciones. Y sobre todos, a mi director de tesis, el doctor Villar Dégano, cuyos liberales criterios y buen consejo han sido fundamentales para escribir estas páginas. 3 CAPÍTULO I- LA POÉTICA. CONCEPTOS Y TRANSFORMACIONES DEL SIGLO XIX. RECEPCIÓN Y JUICIO DE LA PRECEPTIVA ESPAÑOLA DEL SIGLO XIX. FUNDAMENTOS Y PROPÓSITOS DE ESTA TESIS DOCTORAL 4 I-1 LA POÉTICA. CONCEPTOS Y TRANSFORMACIONES DEL SIGLO XIX Antes de señalar los fenómenos a que se ve sometida la Poética en el siglo XIX es preciso aclarar qué entendemos y qué queremos decir cuando nos referimos a este término en concreto, y cómo vamos a hacer uso de él en nuestra tesis doctoral. Adelanto que mi criterio no será restringido, tal y como juzgo que debe ser interpretado, frente a la pura mecanización terminológica y a la limitación a que pudo verse sometido a lo largo de la historia. Acaso uno de los puntos neurálgicos de toda disciplina científica sea la necesaria clarificación de sus límites, más aún cuando hablamos de un conocimiento tan duradero en el tiempo, imbricado en procesos culturales y educativos de toda índole. A mayor abundamiento si la palabra en sí, cuya etimología y significados son tan marcados, ya proclama unos contenidos en tal grado determinados que marcan un espacio a la vez concreto y difuso. Poética es un término esencialmente extenso y globalizador para gran parte de la Teoría y de la Crítica actuales. La amplitud a que me refiero parte principalmente de la moderna acepción generalista que equipara ese término al también moderno y preferiblemente académico de Teoría de la Literatural o de otros similares2, atendiendo a criterios de rigor, tradición histórica y continuidad. Pero inicialmente significaba la 1- Garrido Gallardo, por dar un ejemplo, se refiere a ella como "denominación omnicomprensiva" a la hora de distinguir las delimitaciones necesarias de la Semiótica o de la Estilística dentro de la Ciencia de la Literatura. Vid. Estudios de semiótica literaria, Madrid, CSIC, 1982, pág.89 2- "Entendida como Teoría General del lenguaje literario, o más brevemente, Teoría de la Literatura, la Poética no se reduce al estudio de la poesía (poesía lírica), sino que aspira a constituirse en conocimiento científico, sistemático, de todas las obras literarias, tanto aisladamente consideradas, como ordenadas en series cronológicas, esperando alcanzar una comprensión totalizadora de sus principios, criterios y categorías generales." En Esteban Torre, Manuel Ángel Vázquez Medel, Fundamentos de Poética, Sevilla, Alfar, 1986, pág.1ó 5 reflexión que Aristóteles aplicó para el análisis del "arte que imita sólo con el lenguaje, en prosa o en verso, y, en este caso, con versos diferentes combinados entre sí o con un sólo género de ellos."' Incluso podemos restringirla si afirmamos que se ocupa de la epopeya y del poema trágico, así como de la comedia y la poesía ditirámbica. Pronto se adivinó que lo que Aristóteles había instituido era una disciplina (ciencia o no, todavía no importaba) cuyo objeto tendría como propósito analizar, describir y clasificar las obras literarias. Los problemas que se trataban en aquel libro han atravesado las barreras del tiempo; la terminología técnica también. De tal manera que cuando los formalistas rusos resucitan el término de "poética" a principios del siglo XX no se encuentran con esa palabra enmarcada fuera del tiempo, sino con toda la continuidad del saber teórico-literario en Occidente durante veintitrés siglos encajados en ella9. Hoy día tendemos con total normalidad a considerar que Teoría de la Literatura y Poética son estrictamente sinónimos y que sus contenidos se pueden equiparar: el sistema de conceptos, principios, modelos y terminología para explicar la Literatura. De hecho esa identificación es natural en las divisiones formales que afectan a la variedad de escuelas u orientaciones: la poética lingiiística, la poética de la recepción, la poética estructural o la poética textual y la teoría literaria lingiiística, la teoría de la recepción... La palabra "poética" posee otras identificaciones pretendidamente científicas o solamente de uso común en el ámbito literario (la poética de Machado o de cualquier otro poeta, la función poética, Poética\Retórica, poeticidad\literariedad...). Quedémonos con esa identificación común que respetábamos arriba 3- Poética, edición trilingiie de Valentín García Yebra, Madrid, Gredos, 1988, pág.l28 4- El camino de recuperación de la palabra provenía de Valéry, y ya contenía la semilla del objeto que Eichenbaum y Jakobson aplicarían en búsqueda de la literariedad. Cuando Lázaro Carreter señala fecha, el congreso de Indiana de 1958 con la comunicacíón de Jakobson, la famosa "Linguistics and Poetics", hacía tiempo que los formalistas rusos usaban ese término con toda normalidad. Internacionalmente, sin embargo, la reflexión crítica sobre la Literatura prefería conocerse bajo otros términos. En el mundo anglosajón, incluido los Estados Unidos que habían restituido el aristotelismo con la Escuela de Chicago, triunfaba "theory of literature"; en Alemania, predominaba "Literaturwissenschaft" o Ciencia de la Literatura, novedad científica de carácter experimental propuesta por Elster en 1897 y confirmada por Ermatinger en 1930. La terminología internacional no es cuestión baladí cuando para el idioma inglés resulta un poco confuso por la identificación con composiciones en verso o poemas, dejando fuera todo lo demás. Vid. Lázaro Carreter, Estudios de Poética, Madrid, Taurus, 1983, págs.9 y ss. 6 y desde ella planteemos el verdadero problema que se nos presenta al enfocar detenidamente la historia de la Poética cuando el término parece desaparecer y después volver a surgir. Hablamos de la Poética tradicional conectada de alguna manera a la Poética moderna o lingiiística (mediante la que los formalistas pretendían investigar "lo que hace de una obra dada una obra literaria" ) por un intermedio, el Romanticismo. Ese elemento puede verse como desestabilizador, como puente o como el eslabón necesario para la recuperación del saber teórico clásico con inquietudes distintas. Históricamente, la Poética que llega a los albores del siglo romántico por excelencia, el XIX, es una disciplina compleja, disuelta por diferentes intereses pero atada a las tradiciones que la definen como una disciplina necesaria para la comprensión de los productos literarios, a los que norma, sitúa y explicas. Por el camino, desde Aristóteles hasta Luzán6, en España, se habían ido incorporando principios crítico-teóricos que complacían en verse como naturales a la Poética, provocando internamente las contradicciones que llevarían a la disolucibn de lo que Bobes llama Gran Teoría, de acuerdo con Tatarkiewicz, caracterizada por sostener a lo largo del tiempo algunos principios fundamentales estéticos, literarios, críticos y genéricos que la definen'. Creamos en esta unidad o noó, son 5- No voy a explicar detenidamente los procesos históricos que determinan a la Poética a través del tiempo por encontrarse fuera de lugar y de interés en este momento. Remito a la bibliografía conocida y de uso común en la esfera universitaria española. 6- Dice Luzán al lector sobre la ausencia de "novedades" que encontrar en su obra que "ha dos mil años que estas mismas reglas (a lo menos en todo lo sustancial y lo fundamental) ya estaban escritas por Aristóteles, y luego, sucesivamente, epilogadas por Horacio, comentadas por muchos sabios y eruditos varones, divulgadas entre todas las naciones cultas, y, generalmente, aprobadas y seguidas." La Poética, eds. de 1737 y 1789, introducción y notas de Isabel Cid, Madrid, Cátedra, 1974, pág.59. Lo que no obsta para que critique a Aristóteles en aquello que considere oportuno como la escasa atención que dedicó a la poesía lírica. '- Carmen Bobes Naves et alii, Historia de la Teoría literaria l, Madrid, Gredos, 1995, págs.7-8 e- Lo cierto es que los teóricos no dejaron de afirmarlo por prestigio, por criterio de autoridad y también por convicción. Escribe Luzán como si se reafirmara en el credo de su fe: "Una es la Poética y uno el arte de componer bien en verso, común y general para todas las naciones y para todos los tiempos; así como es una la oratoria en todas partes;..." Op.cit., pág.88 sustancialmente parte de un tronco común definido por la dimensión inequívoca de la imitación como base de explicación del mecanismo creativo-poético. Pero la especulación sobre el objeto poético, de raigambre filosófica inicial, también apareció a ojos del mundo grecolatino como una técnica para construir textos similar a la conversión de la Retórica en un sistema de elaboración de discursos. Unidas en un tronco de disciplinas lingiiísticas comunes, la mayor sistematización de la Retórica, su capacidad para reflexionar sobre las capacidades intelectivas que inciden en el manejo del lenguaje con un sentido determinado, provocb que la Poética siguiera en parte su mismo camino en imperfecta cohabitación. Esta imperfección se observa con mayor radicalismo en dos aspectos: uno, en la adopción por la Poética del tratado elocutivo retórico en aras de una mejor explicación del aspecto estilístico de las obras poéticas, y otro, en la inserción de la Poética como elemento adjunto al final de los tratados educativos de Retórica, entendida como vía de conocimiento humanístico fundamentalmente en Roma, para exponer ante el aula la totalidad del conocimiento literario (en ese extenso concepto que traspasó los siglos)9. Este sistema se institucionalizó en cierta manera asociado a sistemas de enseñanza y a la pedagogía de las aulas a través de los tiempos y de diversas circunstancias como las artes poetriae medievales (en la mayoría de los casos meros cartularios y recetarios de técnicas de tipologización textual: por ejemplo, escribir cartas a diferentes destinatarios) o la más cercana vía de diseño curricular de los jesuitas conocida como ratio studiorum. Este caminar conjuntamente permitió amplios procesos de contaminación mutua, de poetización y retorización, unidos a procesos internos como la restricción elocutiva de la Retórica en el ramismo, lo que favoreció el programa general de literaturización asumiendo el papel de gran sustentadora y suministradora de fenómenos de manipulación artística del 9- Las relaciones entre Retórica y Poética han sido objeto de la pretensión moderna, proceso abierto en esta tesis, por imponer la relegación a un segundo plano de los elementos retóricos disueltos en el paradigma moderno de la literatura, condicionada por sus marcadores poéticos y el desdén antirretórico del Idealismo filosófico y el naturalismo estilístico de la crítica romántica. Hace años que Kibédi Varga volvió a situar esta tentación de periclitación retórica en su justo punto, por lo menos en cuanto al Clasicismo se refiere. Hoy día existe un amplio consenso en articular una recomposición del elemento dual tradicional de las disciplinas lingiiístico- discursivas. Como ejemplo de estas tendencias últimas vid. José Antonio Mayoral, "La Retórica en los años 90. Algunas ideas y referencias para un estado de la cuestión de los estudios retórico-literarios", en Glosa, 6, 1995, págs.91-123, principalmente págs.102-111 8 elemento estilístico-poético. En el alborear del siglo XIX, las tradiciones de la Poética acaban de someterse a un período revitalizador que había puesto de manifiesto la variedad de posibilidades formales10 y textuales de estos conocimientos teóricos. Los elementos de la Teoría se desenvuelven en diversas variedades. Principalmente tres: el tratado normativo-especulativo, como la poética de Luzán, el poema didáctico-normativo, como los de Moratín o Quintana sobre aspectos dramáticos o Martínez de la Rosa a ejemplo de Boileau, y el tratado de Preceptiva enfocado a la utilización escolar, por lo tanto partido entre sus funciones explicativo-descriptiva y normativa. La Preceptiva, debido a las necesidades educativas de los gobiernos, se convierte en el general y común vehículo de conocimiento de la Literatura en las aulas. Pero más aún, la utilidad del vehículo se juzga prontamente como el modelo de especulación general para la Teoría literaria cuando la modernidad profesional del mundo burgués convierta a los antiguos diletantes, filósofos o literatos, incluso nobles desocupados, en profesores de asignaturas normadas por el Estado para la racionalidad pedagógica de titulacíones académicas. Las preceptivas son manuales de clase, los autores son profesores especialistas en conocimientos teórico-críticos. Consecuencia inevitable será la ordenación del pensamiento teórico en los moldes de la Preceptiva. En ella se encontrarán los elementos necesarios para la comprensión intelectiva de la Literatura, para la formación de ciudadanos cultos, para la composición de modelos textuales de uso común, para el conocimiento del panorama diacrónico, para la educación del elemento valorativo del gusto ( lo que supone un grado de intencionalidad en la propuesta de unos aspectos determinados)..., y por su omnipresencia para la evolución del paradigma clasicista. Sus contenidos representan un intento de totalidad de conocimientos de reglas y normas clasicistas sostenidas a lo largo del tiempo para la manipulación del lenguaje con grado artístico bajo una concepción generalista o extensa de la Literatura como ejemplo de textos sometidos a manipulación retórico-poética. Por ello son su objeto tanto los géneros poéticos como los oratorios o los conocidos como didácticos: textos históricos, epistolográficos, filosóficos... Pero el fin de la Gran Teoría o de los principios del Clasicismo en la Poética suele coincidir comúnmente con el radical cambio debido a las crisis de las poéticas miméticas y al ascenso de nuevas intencionalidades propuestas para el lo- Rosa María Aradra hace unas breves calas sobre distintos aspectos del vehículo formal de la Teoría literaria en el siglo XVIII: los poemas, los tratados dialogados, las referencias secundarias alusivas... En "Las formas de la Teoría literaria en el siglo XVIII. E1 Frav Gerundio como retórica novelada", Revista de Literatura, LXI, 121, Madrid, CSIC, 1999, págs.ól-81 9 díscurso poético por el desplazamiento del centro de interés sobre dicho discurso desde el objeto exterior (la imitación de la realidad o la naturaleza) al sujeto emisor, al poeta, y los mecanismos de creación con la potenciación de la imaginación como nuevo instrumento de conocimiento de la realidad penetrado por la elevación del sentimentalismo bajo pretensiones de universalidad y totalización del sistema del Artell. Comúnmente reconocido como una cesura, lo verdaderamente cierto sobre estas nivelaciones es que en cierto modo responden a la radicalización de propuestas que se encontraban inmersas en el propio Neoclasicismo, potenciando aquellos principios que orientan a la Literatura hacia su concepción moderna: ficcional o imaginativa e indudablemente poética. Esta radicalización condujo a una proyectada autonomía del discurso literario frente a otros tipos de discurso, objetivando su autonomía en la compleja nivelación de su estructura formal retórico-expresiva frente a la lengua de comunicación usual. Dicho de otra manera, potenciando las teorías expresivas que persuadieron a los formalistas rusos a definir el desvío como la norma del lenguaje poético12. Los caminos transitados desde el Idealismo estético alemán, pasando por las corrientes positivistas, nos llevan hasta la modernidad de la Teoría de la Literatura a través del socavamientos de los elementos que componían el sistema de normas y reglas eternas para la composición y el entendimiento literario. La incidencia en aspectos desniveladores del paradigma clasicista13 se puede ver como un auténtico asedio o como un 11- García Berrio, Teoría de la Literatura, Madrid, Gredos, 1994, 2a ed., págs.3ó-39 12- Abrams no afirma que esta secuenciación sea una consecuencia de la sucesividad de modelos teóricos puros (miméticas, pragmáticas, expresivas y objetivas) sino que estos modelos suelen aparecer mezclados o reelaborados según potencien uno o varios de los elementos fundamentales que definen a la obra de arte: autor, lector, obra y universo. En El espe^o y la lámpara, Barcelona, Barral, 1975, págs.l5-58 13- No es el momento de referir detalladamente las Historia de la Teoría o de la Crítica en el siglo diecinueve en sus hitos más relevantes. Remito a la bibliografía especializada de uso corriente en el panorama español: René Wellek, Historia de la crítica moderna (1750-1950), Madrid, Gredos, 7 vols.; Antonio García Berrio, Teresa Hernández Fernández, La Poética: tradición y modernidad, Madrid, Síntesis, 1990 y en las páginas de resumen histórico de la Teoría de la Literatura, op.cit., págs.21-39; Pedro Aullbn de Haro, "La construcción de la Teoría Crítico- literaria moderna en el marco del pensamiento estético y poético", en Teoría de la Crítica literaria, ed. de Pedro Aullón de Haro, Madrid, Trotta, 1994, págs.27-112; Manuel Asensi Pérez, Historia de la Teoría de la Literatura, Valencia, Tirant lo 10 desmoronamiento interno, quizás ambas cosas a la vez. Su resultado final no es otro que la especulación para la construcción de una Ciencia literaria que tenga como objeto al conocimiento literario vinculado a la creación cultural, al sistema^artístico como producto de la actividad creadora de los hombres. En ese sentido hay una continuidad necesaria en la Poética, nombre incluido14, desde la tradición al surgimiento de una Teoría de la Literatura como reflexión sobre la creación literaria en particular. Pensemos en que la transformación de la orientación normativa de los repertorios de reglas preceptivas pasan a convertirse en tratados descriptivos, que analizan cómo están constituidas estructuralmente las obras literarias. Ese proceso de continuidad y ruptura es el que vamos a describir en esta tesis doctoral, obedeciendo por tanto a los principios elementales que distinguen los tópicos de la Poética: la creación literaria, los modos de imitación, la valoración estética, la técnica expresiva (en contacto con la Retórica), los géneros... Será objeto de controversia la perennidad de las respuestas junto a la ubicación necesaria de otros tópicos del desarrollo teórico romántico: la imaginación, la estilización formal, el idealismo estético, la pretendida disolución de los límites genéricos, la relativización historicista... Blanc, 1998, vo1.I;... 'a- García Berrio, Teoría de la Literatura, op.cit., pág.53 11 I-2 JUICIO DE LA PRECEPTIVA ESPAÑOLA DEL SIGLO XIX DIBLIUTL-G.1 Los estudios llevados a cabo para explicar esta parte importantísima del pensamiento teórico-literario español no han sido especialmente numerosos ni han ahorrado críticas rigurosísimas ante la esterilidad, la monotonía, la falta de aspiraciones o la simple pesadez que su lectura, ya no digamos aprendizaje, contagiaba en los lectores. Convengamos en que la visión que cien años de reflexión pueden producir, inmersos en los moldes perennes y reconocibles para todo escolar cercano a ellos, puede sufrir un desenfoque de inmensas proporciones si nos atenemos al criterio de repetición continuada de las mismas materias, fijándonos en los tópicos marcados del género preceptivo aunque sea alterado por los modernos. En aquello cercanos años, a finales del siglo XIX, algunas Historias de la Literatura ya aventuraban sus particulares juicios sobre la Preceptiva. En general, el hastío causado por la proliferación de manuales en los últimos decenios y las características determinadas (repeticiones, imposiciones teóricas, falta de reflexión...) que se reconocían en ellos, predispusieron a una crítica negativa, cegadora de los avances que hubieran de conseguirse. Si hemos de hacer caso al espíritu estricto del padre Blanco García, la crítica literaria de la primera mitad del siglo XVIII tuvo lugar en torno a las "indigestas traducciones de Blair y Batteux"1 aplicados a la enseñanza, con normas que los más doctos tomaban de La Harpe o Marmontel. De esa manera se juzga la negativa impresión que causaban los manuales de Martínez de la Rosa2 y de Gómez Hermosilla3, junto al poco interés que parecía tener la propuesta 1- La Literatura española en el sicrlo XIX, Madrid, Sáenz de Jubera hnos., 1891, vo1.I, págs.393-394 2- "Todas aquellas generalidades sobre la imitación de la naturaleza y sus fundamentos, todas las impertinentes divisiones de los géneros poéticos, hechas con la puntual minuciosidad de un Colonia o un Hermosilla, junto con las imprescindibles unidades y demás rentas del dogmatismo clásico, forman parte de esta celebrada Poética, que aún sigue reimprimiéndose en varios textos de Literatura, no faltando quien la considere superior a la epístola horaciana." En op.cit., vo1.I, pág.123 3- "... genuino representante de la intolerancia [...]; excelente gramático, compendiador de Condillac y Destutt-Tracy, pero infelicísimo guía de esa reata de dómines pedantes que 12 renovadora de Gil de Zárate a finales de siglo, cuando fueron escritas estas palabras4. Comprendidas simplemente como "retóricas", con toda la carga negativa y empobrecedora que tenía a fines de siglo la palabra, únicamente pareció que podía recuperarse la Teoría literaria por el lugar clave en la renovación de estos estudios. Pese a que se difundió más a través de Coll y Vehí, la obra de Milá y Fontanalss se encontraba más cerca de la modernidad de Blanco García; y junto a él, los autores de manuales que consideraba más útiles: Coll y Vehí, Canalejas, Fernández-Espino y Manuel de la Revilla, de fines de los cincuenta hasta los años sesenta. La acritud del juicio sobre el panorama inicial del siglo contrasta con la simpatía sobre años posteriores. Esto reclama nuestra atención sobre los elementos que componen sus afirmaciones: hay un cambio de renovación frente a las "retóricas" bajo unas teoría estéticas determinadas desde el Idealismo, esos estudios tienen unos autores destacados, su destino es la utilidad en las aulas y su sistema de producción es de influencia interna ("plagiados de otros análogos"). Blanco García nos hurta que la visión que él tenía era verdaderamente interesada: él tuvo que memorizar los contenidos de esas preceptivas y servirse de ellos para sus primeros ejercicios de lecturas de modelos y de aplicación de críticas según se acomoden los textos. Y más aún, el espacio natural del pensamiento crítico-literario en los niveles universitarios, era también un tipo de preceptiva reelaborada sobre "bases filosóficas". E1 primero que decidió enfrentarse a la complej idad y la cantidad ingente de los manuales de Preceptiva tomados como obras particulares y no como un conjunto informe fue Menéndez y Pelayo. Su manual sobre las ideas estéticas en España faltó precisamente de concluirse con el repaso a los autores que escribieron sobre Estética y su derivación teórico-literaria en lo que respecta a la adopción de las ideas románticas y a su desarrollo y invadió las aulas de Retórica y de que aún queda algún ejemplar [...], pues para él no existía otra verdad artística que la contenida en Aristóteles, Horacio y Boileau." Idem, pág.399 '- "Ha gozado hasta hace poco de una reputación muy superior a su mérito el Manual de Literatura de don Antonio Gil de Zárate, que no pasa de ser una Retórica de tantas en su primera parte y en la segunda un Resumen histórico de la Literatura española, bastante vulgar y con noticias tomadas de otros autores, aunque metódico y no mal escrito." Idem, pág.427 5- "Sus Elementos de Literatura y su Estética y Teoría literaria inician la restauración de tan difíciles y desdeñados estudios sobre amplias y filosóficas bases, no en todo ajenas al idealismo germánico, pero en las que predomina un espíritu de selección prudente." Idem, vo1.II, pág.582 13 evolución. Acaba el tomo I de la edición moderna6 con los últimos preceptistas importantes y dignos de mención del Neoclasicismo español según sus criterios : Sánchez Barbero', Pérez del Caminoe, Hermosilla9 y Martínez de la Rosa10. Sobre ellos, aparte del necesario, en su momento, enclave situacional, resalta algunas virtudes (la llaneza y benevolencia de Martínez de la Rosa frente a la sequedad y falta de mesura de su modelo, Boileau; algunos aciertos pedagógicos de Sánchez y de Hermosilla...), entre las que no se encuentra el verdadero motivo por el cual prefiere dejar para más adelante el relato sobre otros teóricos. Quiero hacer mención de la Estética, la verdadera intención detrás de la cual escribió esta obra Menéndez y Pelayo. Bajo un modo determinado por el Romanticismo alemán, combinado con elementos tomados de su propia evolución, a fines de siglo, cuando comenzó este trabajo, pretendía subrayar cuál fue la influencia real de la Filosofía en la Teoría literaria española. Bajo esos parámetros, los de la incidencia de las diferentes escuelas estéticas (el Espiritualismo ecléctico, la escuela escocesa, el hegelianismo, el neoescolasticismo...) pensó que podrían determinarse algunas derivaciones en sus tratados dignas de ser tenidas en cuenta. Según ello, una escuela estética, tenida en su consideración y desarrollada en toda su profundidad, debería ofrecer a los lectores unas ideas literarias particulares como consecuencia de su aplicación. Esto, como ya veremos, debía haber sucedido así. En cualquier caso, tomadas algunas ideas de sus escritos y de sus relaciones epistolares con su maestro en tantas cosas, Gumersindo Laverde, el responsable de la edición moderna, Enrique Sánchez Reyes, presenta un índice detallado de las perspectivas que pretendía abrir el crítico santanderino desde la llegada del Romanticismo hasta sus días junto a una bibliografía de temas filosófico-estéticos poco sistemáticall. El caso es que esta perspectiva, clarificadora o simplemente descriptiva, no pudo salir a la luz por causa de los numerosos intereses y prioridades que dispersaron algunas pretensiones de Menéndez y Pelayo. Poco después de su muerte, dentro de una crítica militante y abierta contra el cansancio que producía la repetición final, 6- Historia de las ideas estéticas en España, Madrid, CSIC, 1974, 2 vols. Ha habido una impresión reciente de esta obra que no modifica a la anterior. '- Op.cit., vo1.I, págs.1380-1384 e- Idem, págs.1387-1440 9- Idem, págs.1447-1450 lo- Idem, págs.1450-1455 11- Idem, vol.II, págs.969-981 14 insisto, y la barroquización de los manuales, Max Henríquez Ureña publica un discurso en 191912 atacando el dogmatismo literario, entendido como la aplicación rígida de las reglas retóricas y resaltando los lados oscuros y contradictorios de la Preceptiva: su falta de reflejo de la realidad genérica de su época, la imposición de criterios estéticos inaplicables, la compleja terminología incluyente... No obstante, muchos de estos defectos no son culpa de la Preceptiva sino de su mala lectura o de la superficialidad de algunas preceptivas escolares que deben escribirse para jóvenes13. Pretender que las reglas no se comprenden porque son escritas para la lengua latina es desconocer que las figuras son elementos válidos y universales. La falta de perspectiva le impide ver que muchas de sus ideas alternativas ya habían sido escritas en esas obras que reduce a cartularios o catecismos elementalesl'. La militancia, con armas que la propia Preceptiva había ofrecido a quien quisiera leerlas, era consecuencia última de sello de inestabilidad que ellas mismas sembraron. Igualmente crítico será el artículo de Entrambasaguasls dedicado a estos temas bajo la misma intención pedagógica de cambiar la rutina de la enseñanza de reglas, que en su momento aparecían desintegradas en la Historia literaria. Esa "novedad" de 1933 no es achacable más que a la perduración de la Preceptiva escolar cuando la realidad teórica había dinamitado ese sistema de enseñanza. Su propósito consistirá en renovar un sistema de reglas clásicas junto a los principios establecidos por la Literatura Comparada y una selección coherente de textos. Dicho lo cual, el propósito nos conduce a que a fin de cuentas, su deseo de renovar la pedagogía literaria 12- "E1 ocaso del dogmatismo literario", La Habana, Imprenta "E1 siglo XX" de la Sociedad Editorial Cubana Contemporánea 13- Como apunta en la página 10 con similares palabras a las nuestras. 14- Las siguientes palabras sobre el estilo encontrarán respuesta en las páginas de esta tesis, como se verá en el capítulo correspondiente: "E1 estilo, como manifestación individual que es, se forma y se perfecciona gradualmente mediante la selección que cada escritor hace de los elementos que recoge en el campo del lenguaje, y mediante la adopción constante de ciertas formas y de ciertos giros predilectos que, por medio de un cultivo perseverante, llegan a grabar en la obra de arte el sello inconfundible de la personalidad." Op.cit., pág.14. Estas palabras se pueden leer en muchas perceptivas desde los años sesenta del siglo XIX. ls- Entrambasaguas y Peña, "La llamada "Preceptiva literaria" y su enseñanza en España", en Conferencias de extensión cultural, Castellón, Publicaciones del Instituto Nacional de Segunda Enseñanza de Castellón, 1933 15 en la Secundaria, tiene que contar todavía con elementos de las Preceptivas clásicas en el primer tercio del siglo XX español. No será culpa del género didáctico, sino de su utilización. En 1954, los tratados de Preceptiva forman parte integrante del catálogo que Juana de José Prades dedica a la Teoría literaria en España con el propósito de alentar una Historia de estas materias. Reúne material con aportaciones críticas (como el artículo de Henríquez Ureña) con base en los fondos de la Biblioteca Nacional y bajo rigurosos criterios de descripción. No obstante, algunas ediciones no fueron fichadas correctamente o no lo fueron en absoluto16 Un artículo de Carballo Picazo, alentado por Prades, volvió a incidir en la descripción de la Teoría literaria preceptiva en la España del siglo XIX17, repitiendo autores, dejando un poso de rechazo por su esterilidad, pero tratando de poner en claro ciertas salvedades y autores importantes con alguna justificación: Coll y Vehí, Manuel de la Revilla, Campillo... Tras unos años en los cuales se perdió el interés por lo que parecía un ciclo de repeticiones escolares1e, a mediados de los años ochenta la profesora de la Universidad de Cádiz, María del Carmen García Tejera, comenzó a sentir inquietudes por el conocimiento de algunos manuales ligados en principio a la conexión geográfica andaluza, sobre los cuales trabaja en una disección de principios totales19 o parciales20. Bajo sus estudios, dirigidos después hacia Lista, con una gran profusión 16- La Teoría Literaria. (Retóricas, Poéticas, Preceptivas, etc. , Madrid, Instituto de Estudios Madrileños, 1954. Dice sobre nuestro objeto de interés: "Causa pasmo el aluvión de preceptistas y la multiplicidad de ediciones que nos trajo el siglo XIX y aún los primeros años del nuestro. Esta inquietud por la Preceptiva literaria no se debió a loable afán investigador, sino !ay;... a•los cuestionarios oficiales de los centros de enseñanza." Op.cit., pág.7 17- "Los estudios de Preceptiva y de Métrica españolas en los siglo XIX y XX", en Revista de Literatura, VIII, 1955, Madrid, CSIC, págs.23-55 le- Si se exceptúa un breve artículo de Mourelle-Lema sobre el filosofismo normativo en la Retórica titulado "La retórica en España en el siglo XIX" en Atlántida, 36, 1969, págs.195-206 19- "Análisis crítico de la Literatura General de Mudarra. Sevilla, 1895", en Archivo Hispalense, LXVIII, 209, Sevilla, Diputación Provincial, 1986, págs.115-136 20- "La concepción estética en la Teoría de la Literatura de Álvarez Cádiz, Espino y Góngora Fernández. Cádiz. Diputación, 1987, págs.183-204 1870", en Gades, 15, 16 de referencias a la Preceptiva posterior21, promete en compañía del profesor Hernández Guerrero, una vía de trabajo sobre las Retóricas y Poéticas españolas del siglo XIX según unos supuestos epistemológicos, presentados como "mezcla de expectativas e intuiciones, de dudas e ignorancias"22. Son una transformación en vías de estudio de las ideas que Menéndez y Pelayo dejó apuntadas como indicamos arriba según la vinculación de los autores con escuelas de pensamiento. Esta vía, como se verá, pronto permaneció aparcada hasta el punto que sus últimos trabajos sobre esta materia se aprovechan del impulso inicial que llevó a ver estas producciones con mayor rigor bajo la necesidad de establecer alguna tipología de estudio23. Vuelta de nuevo a una cierta luz, la Preceptiva decimonónica24 empezaba a verse con otros ojos y, sobre todo, dentro de un momento de remonte significativo de los estudios sobre Retórica, sobre todo hacia la recuperación dél pensamiento histórico español. Bajo esos parámetros, a la par que yo trabajaba en la adquisición de materiales orientados desde el principio hacia continuidad del pensamiento crítico-literario, apareció la tesis doctoral, y la publicación de gran parte de la misma, de Rosa María Aradra titulada "La Retórica en España en los siglos XVIII y XIX", fijando su atención en la historia retórica de una época que adolecía de un estudio sistemáticoZS. Su trabajo presenta un enfoque histórico, unas investigaciones de los procesos que transformaron a la Retórica y un apéndice biobibliográfico sobre los autores de los manuales. Este último fue especialmente aprovechable para confrontar mis propias averiguaciones, constatando que dejando aparte algunos despistes y errores que señalo, el catálogo de Preceptiva es el mejor y más completo de los que han podido aparecer hasta hoy. E1 resto de Z1- Conceptos y teorías literarias españolas del sialo XIX: Alberto Lista, Cádiz, Universidad, 1989 ZZ- "Presencia de las corrientes de pensamiento en las Retóricas y Poéticas españolas del siglo XIX", en Investigaciones semióticas III, I, Madrid, UNED, 1990, pág.449 Z3- Vid. por ejemplo el volumen conjunto con José Antonio Hernández Guerrero, Historia breve de la Retórica, Madrid, Síntesis, 1994, sobre todo en las páginas dedicadas a describir algunas Perceptivas típicas del siglo XIX sin ningún intento de ofrecer un esquema de trabajo conjunto. Págs.156-169 Z4- Algún catálogo la tiene en cuenta, pero las toma con mucha falta de rigor. Vid. Don Paul Abbot, "A bibliography of Eighteenth-and Nineteenth-Century Spanish Treatises", en Rhetorica, vo1.4, número 3, 1986, págs.275-292 25- De la Retórica a la Teoría de la Literatura lsiglos XVIII y XIX), Murcia, Universidad de Murcia, 1997, pág.13 17 su excelente estudio se orienta hacia la transformación interna de la Retórica en sus diferentes etapas hasta que a fines del siglo XIX parece subsumirse en las pretensiones de producir una Ciencia de la Literatura, para la cual, la Retórica por sí sola de nada servía. Pero la Preceptiva pertenece a nuestro juicio al campo más particular de la Poética triunfante, sobre todo cuando desde la inclusión de la Estética y la transformación de los manuales, las bases de análisis permitieron y apoyaron el ascenso de elementos propios. Si bien las pretensiones de una Retórica General literaria pueden encontrar apoyo en la particular evolución de la Preceptiva, no es menos importante resaltar cuáles son los elementos de continuidad y de cambio que se abren hacia el pensamiento literario en función del análisis del concepto de mímesis y su abandono, de las cualidades que debe tener un texto, de la tipificación de los estilos y de la expresión, de la sistematización genérica... Constato que el hecho de provocar un modelo de estudio y explicación para el pensamiento teórico español del siglo XIX a través de la creación literaria y los principios poéticos que se emanan de ella es necesario para no pensar en la Preceptiva como un simple material de estudio en clase. Esta vía debe ser explorada, sin menoscabo de la descripción de diferentes tratados que se consideren importantes a la hora de acercar el conocimiento general y la explicación de los mismos al debate habitual sobre la Teoría y la Historia literariaz6. Z6- En ese sentido se explican las recientes reseñas descriptivas sobre los manuales de Hermosilla, Raimundo de Miguel y Milá y Fontanals en el volumen conjunto coordinado por Isabel Paraíso, Retóricas y Poéticas es^añolas. Siglos XVI-XIX, Valladolid, Universidad de Valladolid, 2000 18 I-3 PROPÓSITOS DE ESTA TESIS DOCTORAL Trabajando sobre la base material de la Biblioteca Nacional uno se encuentra con casi todos los tratados de Teoría literaria que podemos rastrear en diferentes catálogos. Sorprende a simple vista el exagerado número y reconforta encontrar una uniformidad de temas y de estructuras generales que permiten observar con mucha prontitud los puntos cardinales de su continuidad y de su evolución. Sobre ese motivo comenzamos a reflexionar intentando responder a preguntas cuya elementalidad aparente esconde una verdádera dificultad. ^Qué era para los tratadistas y teóricos españoles del siglo XIX la Literatura? Para responder a esa pregunta deberíamos darle vueltas al concepto: su definición, su finalidad, sus límites, los medios sobre los cuales van a dar respuesta a esta pregunta... Claramente aparecía un sentido especial entre las lecturas atentas que íbamos realizando mientras nosotras mismos encontrábamos los datos necesarios para responder. En ese sentido nos pareció evidente que la metodología debía responder al modelo que ellos encontraron para exponer sus ideas: la Preceptiva. Abandonando casi toda especulación sobre Poética en un sentido estricto por medio de otros géneros didácticos tradicionales, la Preceptiva, como comunión perfecta de intereses^ de la Retórica y la Poética (una para textos en prosa y otra para los en verso), sobre una concepción extensa del concepto de Literatura, tendía a perpetuar un sistema fuerte de normas y reglas que actuaban sobre casi todos los aspectos fundamentales de la Poética: su definición, la creación, la sistematización genérica... Y como siempre, dependía del sistema retórico para conferir al sistema poético los principios lógicos de ordenación y planificación del discurso, así como los mecanismos elocutivos que permitían describir con sutileza la elocución o el lenguaje étipo co. Pronto se nos hizo evidente que los límites se tornaban imprecisos, que había una pugna interna, y como consecuencia, una adaptación constante, en cuya dinámica influía la necesidad de actualizar el pensamiento teórico entre los resquicios que el fuerte paradigma clásico, que vivía a sus anchas en el género preceptivo, iba dejando en retirada. Y esto era así porque los nuevos principios, y es uno de los motivos usuales de crítica hacia la Preceptiva, no disolvieron las estructuras paradigmáticas, sino que procuraron ocupar los espacios que éstas dejaban: así se explica la adopción sin traumas de las teorías creacionistas antimiméticas o de la teoría genérica de Hegel. Por ello el esquema de trabajo era necesario que lo plantearan aquellos que dedicaron sus esfuerzos a la enseñanza de la Literatura como profesionales en el sentido moderno. De esta manera poder enf rentarse a los problemas en un orden lógico . Por ello decidimos presentar el panorama histórico primero, 19 analizando cuestiones sociológicas de gran interés y trascendencia, y sentando las claves del trabajo sobre el objeto externamente mediante su descripción tipológica. Luego era preciso responder a las demandas de los preceptistas: la presentación y la definición en primer lugar, y después, punto por punto, cada uno de los tres elementos fundamentales en que dividieron sus tratados. Dentro de ellos debíamos ir presentando diacrónicamente la evolución, la dinamización y la perennidad de principios, bajo ese sistema oscilatorio tan propio de ese proceso. Evidentemente, a modo de descargo, la elevada cantidad de manuales y la presencia de elementos especialmente distintos, no puede derivar hacia la anécdota, que será señalada en su momento, toda la mecánica de repeticiones y fuentes homogéneas. Para acentuar esta cercanía al método, hemos optado por recuperar muchos textos cercanos en el tiempo, así como testimonios de estudiosos, que de alguna manera se vieron involucrados en la vivencia sobre la Teoría literaria decimonónica. La falta de perspectiva se suple con la cercanía material y vital. Por último señalaré que la estructura, simple en apariencia, de esta tesis, será efectiva (siempre los preámbulos están hechos después de los trabajos a que anteceden, que dirá Gómez de la Serna) a la hora de ir planteando .las cuestiones vitales que surgirán a modo de señales en el camino en medio de las preguntas sobre cuestiones poéticas, siempre eternas, que los preceptistas, con el simple hecho de abundar en la estructura modélica sobre la que trabajan, vuelven a poner ante nuestros ojos con la misma capacidad sugestiva que siempre han despertado desde el comienzo del pensamiento teórico-literario. 20 CAPÍTULO II- LA PRECEPTIVA ESPAÑOLA DEL SIGLO XIX EN EL MARCO DE SU DESARROLLO HISTÓRICO: CARACTERÍSTICAS GENERALES. MODELOS Y CRONOLOGÍA 21 II-1 LA PRECEPTIVA ESPAÑOLA ENTRE DOS SIGLOS: 1790-1810 "A pesar de que en el siglo XVIII se publicó un apreciable número de tratados de poética, un gran número de retóricas y bastantes escritos sobre teoría de la literatura, la mayor parte de ellos vieron la luz en la segunda mitad de la centuria, y más exactamente en los últimos veinte o treinta años."1 En estas palabras del especialista en Poética del siglo XVIII, José Checa Beltrán, apreciamos el camino de productividad que los tratados de preceptiva siguieron durante la época posbarroca (hasta los años treinta, escasos y demasiado apegados al gusto barroco todavía) y los años del triunfo clasicista (sobre todo a partir de la publicación de la Poética de Luzán2 en 1737). Después del triunfo general del Clasicismo en España hubo unos años de recuperación general de los estudios literarios. Se publicaron algunas retóricas que contribuyeron a la recuperación de la disciplina desde presupuestos conservadores: ya fuese por acudir a fuentes clásicas de los tratados españoles o por imitar directamente mediante la traducción de textos extranjeros. La innovación no resultaba coherente con una disciplina muy cercana a la enseñanza desde que la ratio studiorum de los jesuitas, que la colocaba en la cúspide de un sistema educativo basado en el predominio de las Humanidades, fue adoptada por los principales centros de estudios desde fines del siglo XVI3. A1 acabar el siglo, y encontrarnos con las poéticas y retbricas del último decenio, viviremos una sen ŝación ambivalente de no saber con certeza si ya hemos llegado a una etapa distinta, (y por lo tanto aparecen marcas distintivas), o si por el 1- José Checa Beltrán, Teoría literaria, en Francisco Aguilar Piñal (ed.), Historia literaria de España en el sialo XVIII, Madrid, Trotta-CSIC, 1986, pág.427 2- Ignacio de Luzán, La Poética. o realas de la poesía en general v de sus principales especies, Zaragoza, Francisco Revilla, 1737 '- José A. Hernández Guerrero, Ma del Carmen García Tejera, Historia breve de la Retórica, Madrid, Síntesis, 1994, págs.108 y ss. Sobre la Retórica en el siglo XVIII más específicamente, págs.121-148 22 contrario se debe a la tentación que el estudioso moderno ha recibido para convencerse de que el cambio de siglo es también un cambio de temperamento o ideología. Y no hay ningún caso tan evidente como el tránsito del Neoclasicismo al Romanticismo. En primer lugar, la nómina de autores y de obras, después de un período de cierto cansancio, no para de crecer desde los años ochenta. Algunas de ellas son manuales escolares que trascienden su siglo y se editan en el siguiente con gran éxito, es el caso de los Elementos de Retórica del padre Hornero° y de otros libros vinculados a centros educativos. Escasean los escritos en latín, aunque persisten todavía, la mayoría vinculados a la predicación sermonaria y a los medios que ésta debe emplear. El texto más editado será la retórica del padre Colonia (la edición, Lyon, 1708) junto con la poética del padre Jouvancy (1a edición, Venecia, 1718), elegido por los jesuitas para sustituir a la retórica del padre Cipriano Suárezs como manual, y que se imprimió en Villagarcía desde 17266. Para muchos eclesiásticos y también para otros alumnos educados en centros vinculados a la Iglesia supuso la preceptiva por excelencia. El tipo de manual que presentaba unidos como un todo a la Retórica y a la Poética fue el equivalente de la síntesis de Vossio en el siglo anterior'. Su ideal enciclopédico conoció cierta fortuna en España en el siglo XVIII a través de la edición de Francisco Cerdá, en la que se incluía un comentario histórico sobre los autores de Retórica españoles^. A pesar de exceder los límites cronológicos que nos 4- Calixto Hornero de la Resurrección, Elementos de Retórica, Valencia, Benito Monfort, 1777 5- Cipriano Suárez, De arte rhetorica libri tres, Conimbricae, I. Barrerium, 1562. Son numerosísimas las ediciones posteriores, véase por ejemplo el catálogo de Víctor Arizpe el alii en Disgositio, VIII, 22-23, University of Michigan, 1983, págs.l9-64 6- Cito por pomingo de Colonia, De arte rhetorica libri uinque...accesere in hac novissima editione Institutiones Poeticae, auctore P. Josepho Juvencio, Villagarsiae, Typis Seminarii, 1762. Menéndez y Pelayo afirma en su Historia de las ideas estéticas en España, Madrid, CSIC, 1974, tomo I, pág.298, que la primera edición en el Seminario de Villagarcía fue en 1726. '- Vid. Jean-Paul Sermain, Le code du bon goút (1725-1750), en Marc Fumaroli (dir.), Histoire de la rhétoriQUe dans 1'Europe moderne (1450-1950), Paris, P.U.F., 1999, pág.884 B- G. J. Vossius, Rhetorices contractae, sive de partitionum oratorium libri quinque, ed. de Francisco Cerdá y Rico, Madrid, Antonio Sancha, 1781 23 proponemos para esbozar un primer acercamiento a la preceptiva decimonónica, conviene retomar las palabras con las cuales Checa Beltrán quiere resumir cómo se desarrolló este fenómeno en un fin de siglo que él identifica también como el fin del Clasicismo en la Teoría literaria9: "Poco aportaron en estas décadas finales de siglo los tratados de poética y retórica, anquilosados en la repetición mecánica de unas normas archiconocidas: entre 1780 y 1808 se publicaron 23 retóricas, muchas al igual que en los años anteriores, en latín y eclesiásticas. En este período ven la luz una decena de tratados de poética -todos ellos publicados entre 1787 y 1805-, incluida la reedición de la Poética de Luzán"lo. A pesar de que algunas retóricas incluían breves nociones de Poética como las de Merinoll y Traggial^, ésta última escrita para las Escuelas Pías, al uso del manual de los padres Colonia y Juvencio, las ideas de poética se expresaban con mayor profundidad en los tratados de Poética específica. La mayoría de ellas nacieron al calor de la implantación de esta disciplina en la cúspide de las materias universitarias que se impartían en los todavía así llamados Reales Estudios de San Isidro (1770-1816), como complemento de la Retórica13. El resto de las universidades 9- En un trabajo posterior, Razones del buen uq sto, Madrid, CSIC, 1998, el doctor Checa Beltrán cierra el período de la Poética clasicista con la publicación de la Poética de Martínez de la Rosa, en 1827, a la manera de Menéndez y Pelayo, Historia de las ideas estéticas..., op.cit., tomo I, pág.1455: "La Poética de Martínez de la Rosa es la llave que cierra el período abierto por la Poética de Luzán." lo- Checa Beltrán, Teoría literaria, op.cit., pág.457 11- Andrés Merino, Tratado de Rhetórica ^ara uso de las escuelas, Valencia, Oficina de Burquete, s.a. Este tratado atribuido al padre Merino carece de fecha de edición; a juicio de Rosa María Aradra (De la Retórica a la Teoría de la Literatura fsialos XVIII v XIX), Murcia, Universidad, 1997, pág.191) es otra edición de la obra del mismo título y autor en Madrid, Juan Antonio Lozano, 1775. En cualquier caso la inclusión de un breve capítulo de Poética tuvo lugar en la edición de Valencia, que carece de fecha de publicación. Sobre su datación en 1790 se inclina Checa Beltrán en Teoría literaria, op.cit., pág.458 y en Biblioarafía de teoría literaria del sialo XVIII, en AA.W., El sialo que llaman ilustrado. Homenaje a Aauilar Piñal, Madrid, CSIC, págs.221-229 12- Joaquín Traggia, Rhetórica filosófica, o principios de la verdadera elocuencia, Zaragoza, Vda. de F. Moreno, 1793 13- José Simón Díaz, Historia del Coleaio Imperial de Madrid, Madrid, I.E.M., 1992, 28 ed., págs.331 y ss. 24 vivía en crisis constante, entre cambios de planes y propuestas que la desidia y la inercia del Estado no lograba hacer encajar. Si a ello se añade el poco interés de la Iglesia a perder sus privilegios universitarios y a cubrir con su manto teológico la enseñanza de todo tipo de materias, el resultado es una Universidad desprestigiada, a caballo entre una reforma radical que pueda dotarla de la vida que le faltaba, y el progresivo proceso de centralización y control que los gobiernos sucesivos se arrogaron. Como botón de muestra recordemos que la principal aportación del reinado de Fernando VII en 1818, fue la adopción del plan de la Universidad de Salamanca de 1771 para todas las universidadesl'. De la educación anteríor apenas podemos recordar los centros privados para las clases altas y los establecimientos de caridad de la Iglesia como las Escuelas Pías. La evolución de las materias que trataban las preceptivas estará profundamente unida a la necesidad de convertirlas en parte de un programa educativo. De momento, hasta que no se produzca ese cambio definitivo, casi todos convenían en reflexionar en lo que ellos entendían por poesía: casi siempre literatura en verso, sujeta a una serie de reglas y mecanismos (la imitación, a veces referencias a la fantasía o a la fábula), unos géneros muy determinados por la tradición clásica (épica, gran atención al drama, poesías líricas), los principios de la versificación, y, por fin, según la categoría de algunos se hacía referencia a otras cuestiones ya fueran de Estética, historia literaria, el estilo, las reglas, ... La segunda edición muy aumentada de la Poética de Luzán15 en 1789, rompió con la falta de atención que estos saberes habían tenido desde mediados del siglo. Si en realidad esta obra no produjo ahora debate alguno, no podemos dejar de notar que los principales puntos de discusión tratados en ella fueron y seguían siendo aquellos que conforman la totalidad del pensamiento poético clásico. Incluso esta nueva edición, con su profusión de ejemplos de modelos y autoridades de literatura castellana16, 'g- Sobre la crisis de la Universidad hasta las reformas liberales del período isabelino véase Mariano Peset, José Luis Peset, La Universidad española, Madrid, Taurus, 1974, págs.114- 144 15- Madrid, Antonio de Sancha, 1789, 2 vols. Sobre el problema de la responsabilidad de la segunda edición de la Poética de Luzán, apuntando a su hijo, Juan Ignacio de Luzán, y a Eugenio Llaguno, véase la Introducción a la edición de la obra por Isabel Cid de Sirgado, Madrid, Cátedra, 1974, págs.27-31 16- El profesor Russell Sebold realiza un acopio porcentual de fuentes y ejemplos en El rapto de la mente. Poética y poesía dieciochescas, Barcelona, Anthropos, 1989, págs.98-128. El mayor interés de este trabajo es el de ratificar la influencia italiana en las doctrinas de Luzán frente al influjo francés. 25 volvió a ser crucial para la revisión de la Historia de la literatura. Para observar el debate literario de estos años en su justo punto no debemos de olvidar la labor de críticos y eruditos que con sus trabajos en los más diversos campos literarios contribuyeron a crear un clima de interés y preocupación por estos saberes. No olvidemos tampoco la "necesidad" nacional de responder al desdén generado internacionalmente tras las críticas a la civilización y a la cultura española de algunos estudiosos como Nicolás Masson de Morvilliers en su artículo sobre España en la Encvclopédie Méthodique en 178217. Por otro lado no debemos desdeñar la cantidad de traducciones y ediciones de autores clásicos y contemporáneos a partir de la reactivación intelectual producida a mediados del siglo XVIII, desde clásicos grecolatinos como Cicerón, Horacio, Aristóteles o Quintiliano, hasta clásicos españoles en teoría literaria como Díaz Rengifo, Nebrija, Sánchez de las Brozas, Cascales,...En los últimos años el nivel de ediciones no paró de crecer. Dice al respecto Checa Beltrán: "En estas décadas de finales de siglo, además, no se detuvo (incluso se incrementó) la publicación y traducción de autores extranjeros. Así entre los teóricos se editaron Vosio, Muratori, Longino, Horacio, Boileau, Gibert, Cunillati, Fénelon, Batteux, Blair, Aristóteles, Quintiliano, Du Marsais, Addison, Burke."18 En 1793 vieron la luz las Instituciones poéticas19 de Santos Díez González, escritas para uso de sus alumnos en los Reales Estudios de San Isidro, en que era profesor. Fue impulsor de un fenómeno que habrá de conformar el paradigma creativo teórico del siguiente siglo. Por necesitar un texto para sus clases, y 17- No sería el momento de detenernos en casos concretos de autores de obras que podemos considerar apologéticas o cuanto menos combativas del desprecio en que habían caído nuestros autores clásicos y nuestra cultura en general, pero tal vez muchas de las antologías de obras de siglos pasados publicadas con otras excusas, como los ejemplos del siglo XVI en la Rhetorica de Mayans (Valencia, Hrdos., de J. Comejos, 1757, 2 vols.) se deban a esta reacción. En cualquier caso la Historia de la Literatura en España por estos años le debe quizás su nacimiento a polémicas semejantes, como la respuesta del abate Llampillas a Tiraboschi y Bettinelli. Sigue siendo de interés consultar las páginas que dedica Sáinz Rodríguez a los eruditos del siglo XVIII en su Historia de la Crítica Literaria en España, Madrid, Taurus, 1989, págs.81-178. Acerca de la polémica sobre el artículo de Masson conviene consultar las referencias de Juan Luis Alborg, Historia de la Literatura española, Madrid, Gredos, 1985, tomo III, págs.685-695 le- Checa Beltrán, Teoría literaria, op.cit., pág.457 ly- Madrid, Benito Castro, 1793 26 reconocer que ya había otros mejor escritos, renuncia a escribir un texto nuevo y se limita a traducir y adaptar el conocidísimo texto del padre Jouvancy, sobre el que antes tratamos. Pero no se limita a una simple traducción sino que se permite completarlo en aquellos puntos en los cuales podría explayarse con sus conocimientos de literatura española, sobre todo en materia teatra120. Se inaugura una tipología de manuales con un sentido educativo, traducidos en su mayor parte de autores extranjeros y adicionados en aquellas materias de literatura española (modelos, ejemplos de versificación, opiniones acerca de materias específicas o controvertidas como las relacionadas con la licitud de las reglas y el ejemplo de nuestra comedia clásica del siglo XVII,...) de las que los libros originales carecen. La tradición clásica como herencia, y los principales representantes de la misma en aquellos años, conforman las fuentes de la mayoría de estos manuales; así el propio Díez González "completa" con las autoridades de Arteaga, Batteux, Vida o Rollin las Institutiones poeticae de Juvencio, o incluso desvirtúa o contrasta. Otro caso similar, aunque más cercano a la educación que hoy entenderíamos básica, son los famosísimos Elementos de Poética del padre LosadaZl, escritos en forma de preguntas y respuestas a modo de un catecismo escolar, declarando así una mayor elementalidad en cuanto a los receptores de esta preceptiva. La influencia del Clasicismo francés había sido demasiado fuerte como para que no hubiera intentos de reproducir esquemas y formas que incluso para aquel país, sumido ahora en una época de incertidumbre, resultaba anticuada. En 1787, Madramany publicó su traducción en verso de la Poética de Boileau22, que había sido publicada en Francia por primera vez en 1674. La influencia de esta obra había superado enormemente su calidad y profundidad teórica, pero más de cien años después, en España, tenía vigencia como propuesta de regeneración de las letras patrias. Incluso se generó un verdadero interés por reproducir este esquema gracias a sus capacidades pedagógicas y a su prestigio como heredero del poema de Horacio. Desde unos años antes los escritores clasicistas españoles venían ensayando una serie de obras doctrinales en verso sobre la literatura y sus reglas, alentadas desde la Academia o sólo por interés del autor, revelando un clima de interés por el género didáctico-poético, hijo lógico del 20- Hay un artículo específico de Checa Beltrán, "Ideas poéticas de Santos Díez González. La tragedia urbana", en Revista de Literatura, LI, 102, Madrid, CSIC, 1989, págs.411-432 Z1- Juan Cayetano Losada, Elementos de Poética, Madrid, Imp.de la Vda. e Hijo de Marín, 1799 2z- Nicolás Boileau, El arte poética de .. traducida de1 verso francés al castellano por Juan Bautista Madramany y Carbonell, Valencia, Joseph y Tomás de Orga, 1787 27 clasicismo de herencia francesa, que acentuaba el fin utilitario de las Letras y su capacidad para formar y educar2^. En ese contexto surgen varias obras de muy diverso carácter. En primer lugar, el escolapio padre Ibáñez, publica unas Reglas de la poética29, en 1795, como texto para sus alumnos. Se trata de un poema en endecasílabos en el cual se nos explican los principios básicos del clasicismo en su vertiente de vía pedagógica de enseñanza literaria, abogando por la moralidad y por la utilidad de la poesía y lamentando la decadencia de nuestros clásicos del Siglo de Oro, su poco respeto por las reglas del drama y la exageracibn de la poesía gongorina. Mayor interés parece tener a priori el Ensavo de un poema de la poesía escrito por Félix Enciso Castrillón25 en 1799. En la Advertencia preliminar afirma el interés en que España produzca un "poema didáctico donde la poesía se cante a sí misma", rechazando por no tener las bellezas de un poema a los de Horacio y Boileau, y en España a Luzán por incompleto y a Rengifo26 por carecer de preceptos apreciables27. Las expectativas de que este poema sirva para superar los tratados de los anteriormente citados pronto se verá frustrada; estamos solamente ante el "diseño de un Poema que todos desean", escrito en silvas, dividido en tres cantos (I, sobre versificación; II, presenta las cuatro caras de la poesía, hablando de las dos primeras: los salmos y la dramática; III, sobre la épica y la lírica y breves notas estéticas)28 y completado con unas escasas notas al final. No se propone tanto una explanación doctrinal cuanto una ^3- Conviene recordar las Fábulas literarias de Tomás de Iriarte o las sátiras de Forner o de Leandro Fernández de Moratín sobre temas literarios diversos. 24- Joaquín Ibáñez de Jesús, Reglas de la poética, Zaragoza, Francisco Magallón, 1795 25- Félix Enciso Castrillón, Ensayo de un poema de la poesía, Madrid, Imp. de Joseph López, 1799 26- Juan Díaz Rengifo, Arte Poética Española, Salamanca, Miguel Serrano de Vargas, 1592 27- Op.cit., págs.3-6 28- El poema se presenta como una alegoría situada en un contexto de poesía bucólica donde un anciano, Danteo, instruye a su pupilo Dorindo. La poesía se les presenta en el templo de Apolo como una preciosa doncella con cuatro caras, cada una de ellas responde a uno de los cuatro géneros analizados por Castrillón. Al final, en consonancia con el tema tratado en ese momento, las pasiones expresadas por los autores en cuanto almas sensibles, Danteo se emociona y no puede continuar la explicación. 28 propuesta de construcción de obras ajustadas a unas reglas de las que no debe salir. En 1791 Quintana compuso un poema en tercetos para acudir a un concurso de la Real Academia Española, cuyo tema debía ser las reglas del drama, y así fue titulado. Lo publicó, junto a unas anotaciones escritas mucho después, en 182129, y consistía en tres partes, una primera sobre preceptos generales y las dos siguientes sobre la tragedia y la comedia respectivamente. La preceptiva neoclásica era nuevamente la base y el fin de Las reglas del drama, sin apartarse un ápice de las consabidas apreciaciones sobre la decadencia de nuestro teatro clásico aún en su época de mayor esplendor3o. Ya en la frontera entre los dos siglos, Masdeu publicará su Arte poética fácil31. No se trata de otro poema sino de un tratado de versificación en forma de nueve diálogos entre un profesor, Metrófilo, y su alumna, Sofronia, en el que se habla de cuestiones generales (los temas, la armonía, la composición...), de las diversas composiciones poéticas, el lenguaje poético y un excurso acerca de la mitología ("breve noticia de Fábulas antiguas"). La intención del autor es crear poetas y enseñar poesía sin necesidad de saber gramática, retórica o latín, únicamente siguiendo el concurso de las reglas que expondrá32. Se trata de una obra curiosísimamente moderna dentro del Clasicismo, incluyendo novedosas divisiones de la poesía en largas (poemas heroicos y teatrales) y breves (alegres y tristes, nobles y bajas, serias y jocosas), reflexiones sobre la materia y la forma de la poesía junto a principios absolutamente integrados en la doctrina que le sirve de guía. Para finalizar nuestro breve acercamiento a la Teoría literaria marcadamente neoclásica de estos años debemos consignar la existencia de otra traducción en verso de la Poética de Boileau33 , esta vez por Arriaza, en 1807, considerada por entonces la más elegante y mejor ajustada. Curiosamente el camino que lleva desde el final del siglo XVIII al comienzo del siguiente, en cuanto a la doctrina de la 29- Manuel Joseph Quintana, Poesías, Madrid, Imprenta Nacional, 1821, 3 vols. 30- Checa Beltrán aprecia una interesante evolución desde la rigidez de sus ideas juveniles hasta las aparecidas en las notas al poema, escritas en fecha cercana a su publicación 28 años después, en Teoría literaria, op.cit., pág.478 31- Arte poética fácil, Valencia, Burguete, 1801 32- Op.cit., págs.l-2 33- Arte poética de Mr. Boileau Déspréaux. Traducido en verso suelto castellano por D. Juan Bautista de Arriaza, Madrid, Imprenta Real, 1807 29 poesía del Neoclasicismo más estricto, se abre y se cierra con la traducción del mismo poema. Más adelante, como se verá en el capítulo II-2-3, se retomará esta vía de acercamiento teórico, unido a una reacción que no podemos considerar como estrictamente propia del mundo literario. 30 II-1-1 La p_olémica Blair-Batteux y su influencia en la Teoría literaria española Checa Beltrán, a propósito del cambio operado en la teoría poética de Quintana entre la primera versión de 1791 y las notas de la publicación de su poema Las realas del drama en 1821, cree que se ha sobrepasado una etapa de rigidez propia del Clasicismo más normativista y resume así el estado de la cuestión:"...la pugna literaria que se produjo a finales de los años noventa y en la primera década del siglo XIX entre quintanistas y moratinistas (o seguidores de Blair-Munárriz y seguidores de Batteux-Arrieta), representaba esencialmente la pugna entre los seguidores más firmes del Neoclasicismo (los moratinistas), y los defensores de un cierto cambio de gusto. Sus disensiones pudieron ser fundamentalmente de tipo político, pero no faltó en ellas la componente literaria, tal y como lo atestiguan ciertas polémicas y escritos de entonces.i34 Se trata a priori de una polémica que reúne todas las características de las que habían enfrentado a muchos de nuestros escritores a lo largo del siglo XVIII; pensemos por ejemplo en el máximo exponente de los polemistas españoles, Forner, sosteniendo en su corta vida, 1756-1797, una polémica detrás de otra, en defensa las cuales ningún tema, ya fuese personal o político quedaba al margen'S. Y la vida cultural española, acogiéndose a un bando o a otro según sus intereses, se polarizaba inevitablemente. El primero que refirió los términos de la última del siglo fue Alcalá Galiano, quien en sus Recuerdos de un anciano, 34- Checa Beltrán, Teoría literaria, en F. Aguilar Piñal (dir.), Historia literaria de España en el sialo XVIII, Madrid, Trotta-CSIC, 1996, pág.478. Acerca de esta polémica y de la relevancia de su influencia en la Teoría literaria española hay una abundante bibliografía. Conviene destacar a Menéndez y Pelayo, Historia de las ideas estéticas en España, Madrid, CSIC, 1974, tomo I, págs.1384 y ss.; Ma José Rodríguez Sánchez de León, "Batteux y Blair en la vida literaria española a comienzo del siglo XIX", en E. Caldera, R. Fuoldi (dirs.), Entresiqlos, Roma, Bulzoni, 1993, págs.227-235; J. Checa Beltrán, Teoría literaria, op.cit., págs.485-489 y Razones del buen austo, Madrid, CSIC, 1998, págs.283-311. 3s- Vid. a este respecto de Forner, Emilio Cotarelo y Mori. Iriarte v su época, Madrid, Sucesores de Rivadeneyra, 1987, págs.394 y ss. Creemos que Checa Beltrán tiene mucha razón al quejarse de la escasez de estudios sobre las disputas previas al enfrentamiento entre clásicos y románticos, en Razones del buen ug sto, op.cit., pág.284 31 publicados entre 1862 y 1864 en forma de artículos, analiza la situación de la Literatura española en 1806 dividida en dos bandos irreconciliables desde los años noventa pasados, formados por autores provenientes del Clasicismo en ambos casos, cuya única expresión de diferencia se basaba en la mayor o menor pureza de su clasicismo. La facción más "pura" estaba encabezada por Leandro Fernández de Moratín y Pedro Estala; la segunda contaba en sus filas con escritores jóvenes por entonces, y poco a poco fueron incorporándose los más importantes de esos años, Quintana y Cienfuegos, a los que se unirían otros como Jovellanos. Para Alcalá Galiano, los moratinianos resultaron ser también los gubernamentales, protegidos por Manuel Godoy, mientras que los quintanistas aparecían como el factor innovador y progresista, importadores de ideas revolucionarias y filosóficas de la Revolución francesa36. Detrás de estas formaciones se podían encontrar tanto problemas poéticos como políticos, engendrados años atrás desde la formación de un nuevo gusto literario, nacido bajo la égida primigenia de Meléndez Valdés, provocando la creación de la escuela literaria "salmantina," de la que tenemos referencias desde los años ochenta37 . En el marco de las preceptivas la polémica adquiere tintes de extrema complejidad, llegando a indiferenciarse hasta tal punto algunas teorías de ambos bandos que no podemos dejar de pensar en si Menéndez y Pelayo no llevaría razón al minusvalorar la batalla intelectual:"...mirando de lejos las cosas, apenas alcanzamos a percibir la diferencia sustancial o de doctrina en las escuelas españolas de fines de siglo.i38 En cualquier caso la adscripción a las doctrinas se fundamenta en dos traducciones de dos obras teóricas extranjeras a las que los traductores añadieron infinidad de información relativa a la cultura y literatura española para la ejemplificación de modelos, así como materiales nuevos, llegando casi a construir nuevos libros, pues así se considerarían bajo nuestro actual concepto de traducción respetuosa y fiel en lo posible al original. Se trata de las ediciones en español de los Principios de Batteux (cuyo responsable fue García Arrieta, dentro del bando más clasicista de Moratín) y de las Lecciones de Blair (por Munárriz, dentro del grupo innovador)39. 36- Antonio Alcalá Galiano, Obras escogidas de don..., Madrid, B.A.E., 1955, tomo LXXXIII, págs.23-25 37- Checa Beltrán, Razones del buen gusto, op.cit., págs.286-289 38- Historia de las ideas estéticas en España, op.cit., tomo I, pág.1049 39- Dice Alcalá Galiano: "...tenía cada uno a manera de un catecismo de su fe, o dicho con más propiedad un libro en que a 32 Se ha apuntado alguna de las opiniones de Menéndez y Pelayo en el párrafo anterior. Corriendo parejas a las de Alcalá Galiano, son aún menos benévolas, basándose sobre todo en la mala calidad de las traducciones y en el carácter compilatorio y excesivo de la edición de Batteux40. Resulta evidente que la importancia de esta "querelle" española, desde el punto de vista estrictamente literario, no puede quedarse al margen de los problemas generados en el cambio de mentalidad que se venía gestando desde la propia llustración, y de una nueva manera de enfrentarse al fenómeno literario. Dice al respecto Rodríguez Sánchez de León: "Quiere esto decir [se refiere a las huellas que los cambios políticos, sociales y culturales dejaban en las manifestaciones artísticas] que a la vez que el artista de entre siglos sintió la necesidad de que su obra representara las inquietudes propias de su tiempo histórico, el erudito dedicado al estudio de las ciencias exactas o el encargado de disciplinas como la historia, la filosofía, la estética o la erudición y la crítica propiamente dichas también creyó conveniente que su trabajo reflejara el deseo de reforma que alentaba la modernidad. Así, mientras las artes y las letras expresaban los caracteres de una nueva mentalidad, la estética, la historia de la literatura y la crítica, es decir, el estudio teórico de las producciones literarias habrían también de acomodarse a su progreso."41 Aquello que molestaba a Menéndez y Pelayo, que evidentemente intuía este cambio, era la poca entidad ideológica, la debilidad filosófica de este debate, negando incluso la consistencia y el liderazgo en alguno de los grupos92. En 1797 aparece el primer tomo de los Principios filosóficos de la Literatura de Charles Batteux, traducido por Agustín García la par promulgaba sus doctrinas, y en las aplicaciones de éstas daban satisfacción a sus afectos. E1 libro de los moratinistas era los Principios de Literatura de Batteux, el de los quintanistas, las Lecciones del escocés Hugo Blair.", en Obras escoqidas de don..., op.cit., pág.23 40- Menéndez y Pelayo en su Historia de las ideas..., op.cit., tomo I, considera la traducción de las dos "pésimas entre las malas de aquel siglo" (pág.1159) y la de Batteux en particular "compilación o masa indigesta de muchos tratados o fragmentos" (pág.1410). '1- Rodríguez Sánchez de León, "Batteux y Blair en la vida literaria española a comienzos del siglo XVIII", op.cit., págs.228-229 °2- Afirma que García de Arrieta no tuvo que ver con el grupo de Moratín y que éste negaba ser cabecilla de facción alguna, Historia de las ideas..., op.cit., tomo I, págs.1398 y ss. 33 de Arrieta93. E1 abate Batteux, 1713-1780, había escrito entre otras muchas, dos obras que le dieron a conocer como reformulador de principios literarios y doctrinales del Neoclasicismo: Les Beaux-Arts réduits á un principe, en 1746, y los Principes de la Littérature, entre 1746 y 1748. De la fortuna de estas obras, considerada la última como continuación y desarrollo de la primera, dan fe las numerosas traducciones y ediciones que se llevaron a cabo de la misma en todo Europa94. Arrieta deduj o que la intención de Batteux fue llevar a cabo una novedosa, por entonces, iniciativa para fundamentar los estudios literarios en un principio filosófico, "verdadero y sencillo", la imitación, común a todas las artes. En realidad, la verdadera intención del abate francés fue restablecer la teoría de la imitación tomando para su desarrollo todo el cuerpo doctrinal del Clasicismo45 con ese concepto enciclopedista, casi de summa medieval, que en tantas preceptivas inducía a una visión global de la doctrina común de poéticas y retóricas. La obra de Arrieta se convierte en un complejo y abigarrado conjunto de doctrinas. Urzainqui repasa en su notable artículo°6 el rompecabezas de fuentes en que se había convertido la versión al español, y no faltan algunas de las más importantes en lo referente a Teoría literaria de su época. Se pueden rastrear teóricos, en su mayor parte franceses, por ejemplo los autores de monografías en la famosa Encyclopédie méthodique (Beauzée, Sulzer, Du Marsais...), Marmontel, Rollin, Voltaire, Fontenelle,..., y sobre todo de La Harpe, cuyo Lvcée, que se continuaba publicando interminablemente desde 1786 (menos en los años de cautiverio durante la Revolución), le dio el diseño de la obra, así como la idea de que la traducción, al ser publicada 43- Princioios filosóficos de la Literatura, o curso razonado de Bellas Letras y Bellas Artes. Obra escrita en francés ,por el señor abate Batteux...traducida al castellano e ilustrada con alctunas notas críticas y varios apéndices sobre la Literatura española. Por don AQUStín García de Arrieta, Madrid, Imp. de Sancha, 1797-1805, 9 vols. Fueron apareciendo a razón de uno por año. Sobre esta obra en particular tenemos un excelente artículo de Inmaculada Urzainqui, "Batteux español", en Francisco Lafarga (ed.), Imágenes de Francia en las Letras Hispánicas, Barcelona, PPU, 1989, págs.239-260 °4- García de Arrieta usó la 5a edición francesa, París, 1775, con objeciones del autor a la traducción alemana de Schlegel, obviadas por el español. Se trata de Johann Adolf Schlegel (1721-1793), padre de August y de Friedrich. 95- Así lo indica Cassirer en La Filosofía de la Ilustración, apud I. Urzainqui, "Batteux español", op.cit., pág.241 96- Op.cit., págs.248-251 34 a razón de un volumen por año, debía ir actualizándose y tratando todos los temas posibles dentro de la literatura. Curiosamente también recurrirá a Hugo Blair para hablar de la lírica sagrada, la novela moderna y aconsejará el uso de su libro para todo lo relativo a problemas de estética: gusto, genio, belleza...47 Recomponer ese rompecabezas es un trabajo de especialistas y eruditos, que no debían faltar entonces; el lector desconocedor del original no podía distinguir con facilidad al autor de la doctrina sobre la sátira o el periodismo. Todavía se consideraba el saber, exceptuando las grandes autoridades del pasado, patrimonio del común de la Humanidad. No podemos buscar la distinción y el rigor actual en el campo del uso de fuentes, avisando al lector de la procedencia de tal o cual texto. Así señala Urzainqui48 que Arrieta, y casi todos sus contemporáneos, se limitaban a indicar con un impreciso "dice La Harpe" o cualquier otro, sin señalar siquiera cuando acaba la cita o el resumen o la nota, el momento en que recurrían a otra fuente. Parece más común en obras divulgativas o didácticas para las cuales la trasmisión de saberes era primordial y a ello se supeditaba todo lo demás (incluidos problemas de economía editorial). • En cualquier caso la polémica levantada en círculos literarios apenas rozaba el ámbito de la Teoría literaria neoclásica. Se encontraba en aquellas adiciones que Arrieta incorporó para analizar autores y obras españolas. Ya que Batteux explicaba la teoría de la tragedia con dramaturgos franceses, por ejemplo, él haría lo propio con los patrios: en las Notas a la traducción del tomo II advierte que allí donde Batteux se refiere a la literatura francesa aquí se incluirán textos españoles con comentario y notas complementarias de otros preceptistas, y señala a La Motte, Fontenelle, Beauzée, Du Marsais, Marmontel, Jacourt y Blair "que los ha tomado a todos antes"49. Los españoles a que acude son Luzán, Montiano, LLampillas, Capmany o Velázquez50. Como resultado de todo ello, incluidas ideas propias de Arrieta, se nos da una especie de historia fraccionada de nuestra literatura sometida a juicio de gusto. Celebra a los líricos del Renacimiento (Garcilaso, Fray Luis Villegas), la comedia clásica se observa con cierta indulgencia (no es Arrieta dado a excesiva rigidez en cuanto al cumplimiento de las unidades o de otras reglas en general: al hablar en el tomo IV de las que atenazan a las tragedias actuales reniega de algunos críticos "ciegos pedisecos (permítaseme por esta vez el uso de este 97- Arrieta afirma usar una traduccibn francesa reciente, según comenta en el tomo II, 1798, pág.319 4B- Op.cit., pág.245 49- Op.cit., págs.II-III so_ Urzainqui, op.cit., pág.248 35 epíteto) de Aristóteles, quien no pudo dar sino unas reglas muy limitadas y acomodadas precisamente a los modelos de su tiempo."51), se lamenta la falta de poemas épicos (aún con el concurso de Ercilla y Valbuena)... La obra en sí comienza con una introducción en la que manifiesta el fin didáctico que hermana a las Bellas Letras y las Bellas Artes: "En fin, son, por decirlo así, la educación del género humanoí52. Tras defender el concepto de imitación en el prólogo da paso al tratado sobre las Bellas Artes y a la definición, caracteres y género de la poesía. A partir del tomo II se traducen los Principes de la Litérature desde los orígenes de la poesía, y luego sus especies: apólogo, pastoril (II),la dramática en general, la comedia (III), la tragedia, la epopeya (IV), la lírica y sus géneros, la didáctica, un análisis de los temas de la Poética de Aristóteles, un discurso sobre la verdadera poesía (V}, la elocuencia retórica, los géneros en prosa (VI), el estilo, la versión de Boileau del tratado Sobre lo sublime de Longino, un excurso sobre el decoro (VII), temas de construcción sintáctica sobre el ritmo y la armonía (IX) y el último tomo que contiene noticias mezcladas sobre géneros que no trató Batteux: la narración histórica, la epistolar, la erudicibn, la crítica, el periodismo... E1 texto de Hugo Blair (1718-1800}, Lectures on Rhetoric and Belles-Lettres, era una muy conocida Retórica fruto de las clases que este profesor y religioso escocés impartió en la Universidad de Edimburgo desde 1756, y publicadas en 1783, cuando ya se había jubilado. Pese a la dificultad lingiiística, entre los estudiosos de entonces no había muchos que supieran inglés frente al número de ellos que podía acceder al francés, en España se conocía a su autor y su fama europea a través de la obra del padre Juan Andrés. Este jesuita escribió en el exilio una obra histórico-apologética de la literatura de todos los tiempos y lugares para rebatir la acusación de Tiraboschi y Bettinelli acerca del origen español en la corrupción del gusto literario del siglo pasado. En ese trabajo, Origen, proaresos v estado actual de toda la literatura53, el padre Andrés se refiere a Hugh Blair para alabar el estilo de sus sermones, considerándolo uno de los más brillantes oradores sagrados en lengua inglesa, y como comentarista de los famosísimos y controvertidos poemas del bardo Ossian59 . sl- Op.cit., tomo IV, 1800, pág.227 52- Op.cit., tomo I, 1797, pág.III s3- Madrid, Sancha, 1784-1806, 10 vols. La obra se tradujo del original italiano, Dell'origine, proQressi e stato attuale d'oQni letteratura, Parma, Stamperia Reale, 1782-1798, 7 vols. 5°- El bardo Ossian resultó una invención del poeta James Macpherson, pero eso no fue óbice para que la capacidad de Hugh 36 La primera persona que tradujo la retórica de Blair, si bien parcialmente y muy resumida fue Jovellanos, como apunta Abbotss, parece que en 1794, pero el gran público sólo pudo llegar a las Lectures con la traducción que José Luis Munárriz comenzó a publicar bajo el título de Lecciones sobre la Retórica y las Bellas Letras5fi a partir de 1798, un año después que la traducción de García de Arrieta y siguiendo su misma cadencia de un tomo por año. Aunque Arrieta se enfrentó a esa tarea absolutamente solo, Munárriz según confiesa él mismo y repite Menéndez y Pelayos' se sirvió de sus amigos Quintana y Cienfuegos como ayuda suplementaria. Esta traducción, común en sus características a otras ya comentadas anteriormente, tampoco fue exactamente fiel: se traducían los ejemplos ingleses y grecolatinos y se añadían comentarios sobre la literatura española. No obstante el grado de fidelidad al original es altísimo excepto en los añadidos58. Blair como crítico fuera valorada en toda Europa. Tras su libro Critical dissertation on the poems of Ossian, the son of Finaal, de 1763, la poesía tradicional y popular, de raíz medieval, comenzó a ser juzgada con una mayor simpatía. En España se conoció a Ossian por José Alonso Ortiz, Obras de Ossián, Valladolid, 1778; allí se habla del análisis de Blair. Vid. Isidoro Montiel, Ossián en España, Barcelona, Planeta, 1974, págs.218-224 ss_ Don Paul Abbot, "The influence of Blair's Lectures in Spain", en Rhetorica, VIII, 3, 1989, págs.275-298. Jovellanos resumió y tradujo la obra para su "Curso de Humanidades castellanas", bajo el título de Lecciones de Retórica y Poética. No se publicaron hasta la edición de las obras de Jovellanos en 1836. Francisco Jarrín y Morro las adaptó al programa educativo y las publicó con el mismo título, Gijón, Imp. y Lib. de Torre y Cía., 1879 s6- Lecciones sobre la Retórica v las Bellas Letras, traducidas v adicionadas a partir del oriainal inalés de Hugo Blair, Madrid, Imp. de A. Cruzado y Cía., 1798-1801, 4 vols. Acerca de la traducción de Munárriz, además del artículo citado de Abbot se puede consultar también a Andrés Soria Olmedo, "Notas sobre Hugo Blair y la retórica española en el siglo XIX", en Estudios sobre Literatura y Arte dedicados al prof. E. Orozco Díaz, Granada, Universidad, 1979, tomo III, págs.363-368 s'- Historia de las ideas..., op.cit., tomo I, pág.1385 5e- Dice Abbot: "He produced a translation which, while remaining fundamentally faithful to Blair's Lectures, also presented a distincly Peninsular perspective on the belles lettres.[...] Yet in spite of any deficiencies of Munárriz' English, his translation must nevertheless be regarded as an 37 La polémica nació cuando en el primer volumen publicado Munárriz opone el sistema utilizado por Blair frente al de Batteux. Además de mostrar animadversión por la manera de traducir de Arrieta. Así, en la Introducción, tras resaltar la facilidad, el plan perfecto y el elegante estilo de la obra inglesa, y no pudiendo en esto criticar al original francés, los contrapone: "Los que en gracia de Batteux encontrasen excesiva esta alabanza de Blair, podrán considerar la diferencia de un libro a otro en la diversidad de sus planes, de su ejecución y de sus fines. El escritor francés reduce su enseñanza a sistema, el inglés a la observación: los preceptos y ejemplos del uno son más bien un curso de literatura francesa; mientras que las lecciones del otro tienen una utilidad y aplicación universal.t59 La obra en sus cuatro volúmenes comprende las reflexiones iniciales del propio Blair en su Advertencia, señalando que las ideas del texto son propias pero no se han rechazado aquellas ideas de otros que se crean convenientes. A continuación se citan los autores en los que se basó principalmente Blair: sobre el gusto Gérard, D'Alembert, Du Bos; sobre el placer, Addison; en temas de gramática, Adam Smith, Harris, Condillac, Du Marsais, Rousseau,..., y Batteux. El primer tomo continúa con reflexiones sobre estética: el gusto, el genio, lo sublime,..., para pasar a especificar problemas lingiiísticos acerca del origen y la estructura del lenguaje, el estilo, sus cualidades y la estructura de las sentencias. A continuación en el siguiente tomo se repasan las figuras, los complejos tipos de estilo, deteniéndose en ejemplos de Cervantes (en estos años se va imponiendo como lectura canónica El Ouiiote) y Saavedra Fajardo, una breve historia de la elocuencia y los géneros del discurso retórico. El tercero comprende el análisis retórico (partes artis, comparación de antiguos y modernos oradores...), así como los géneros en prosa: historia, diálogos, cartas, historia ficticia o novela. También incluye el comienzo de los géneros poéticos, naturaleza y definición de la poesía y el género pastoral y el lírico. E1 tomo IV desarrolla el resto de los géneros mayores, épica y dramática. El esquema general suele ser ejemplificar la doctrina con modelos clásicos grecolatinos, franceses, ingleses y españoles; esto último, los juicios sobre literatura española, son responsabilidad de Munárriz y sus ayudantes, y el resultado de sus apreciaciones creó las bases de la polémica. Fundamentalmente las opiniones de ambos, Arrieta y Munárriz, tienden a coincidir en muchos puntos en los cuales no cabía discusión: la corrupción del gusto en el siglo XVII, algunas carencias de modelos considerados clásicos de tragedias y extremely effective endeavour.", op.cit, págs.282-283 59- Lecciones sobre Retórica..., op.cit., tomo I, 1798, pág.IX 38 epopeyas de calidad equiparable a otras grecolatinas como sucedía en las vecinas culturas europeas, la comedia se valoraba positivamente "a pesar" de no haber sido demasiado respetuosa con las reglas y unidades... Con algunas consideraciones nimias, incluso enfrentándose a Luzán a pesar de ser su teórico español más citado, se observa una clara unanimidad general que se rompe básicamente en la consideración negativa que Munárriz y su grupo tienen de la lírica española del Siglo de Oro, desaconsejando aprender a hacer versos con autores considerados ya canónicos como Garcilaso 0 Fray Luis y prefiriendo a algunos modernos, Meléndez Valdés en este caso, carentes de versos desaliñados ya que liman y perfeccionan sus poemas. A juicio de Menéndez y Pelayo la causa de este desdén radica en una parte de la poesía española de imitación italiana o latina, "mostrando, al contrario, singular predilección por la literatura francesa del siglo XVIII, por lo que pudiéramos llamar el filosofismo poético y revolucionario, de que comenzaban a ser intérpretes en España Cienfuegos y Quintana . i6o Para nuestros inmediatos intereses en el campo de la Poética la importancia de Batteux y de Blair carece de gran consideración en el especial momento del cambio de siglo. Ninguno ha sido valorado por la crítica posterior entre los más importantes de su época. El francés compite con autores de la relevancia de Marmontel (1723-1799) y sobre todo La Harpe (1739-1803), contemporáneos suyos, que escribieron sobre los mismos temas con mayor profundidad y riqueza; el escocés es hijo de las doctrinas filosóficas de Lord Kames, Addison, Smith...(podemos apreciarlo en el mínimo espacio que se les dedica en obras de conjunto como la Historia de la crítica moderna de Wellek o las reflexiones que venimos apuntando de Menéndez y Pelayo y también del revelador de la polémica, Alcalá Galiano)61. La disposición del material teórico es similar en ambos originales, también la necesidad de fundamentar las teorías literarias en principios filosóficos, tomados de distintas escuelas estéticas evidentemente, y la escasa incidencia de esa necesidad compartida en la doctrina poética o en la reflexión genérica. También en ambos se produce un singular cruce de caminos, convirtiéndose en divulgadores de una definición básica de la poesía, posteriormente extendida a toda la literatura: Batteux es el compilador de la doctrina de la imitación, mientras que Blair lo es de la doctrina de la imaginación. Si la primera culminaba el fin de un camino nacido, como tantas cosas, en Aristóteles y sancionado por Horacio, la 60- Historia de las ideas estéticas..., op.cit., tomo I, pág.1384 61- René Wellek, Historia de la crítica moderna (1750-1950), Madrid, Gredos, 1989, tomo I. Apenas dedica unos párrafos a Batteux, pág.37. Igual a Blair, pese a ser más citado, específicamente en pág.139 39 segunda era el punto de partida de la modernidad teórica que acabaría imponiéndose; no siendo tampoco una novedad absoluta, sí significativa. Esa radical distancia en el punto de partida, que no condicionaba reglas, sin embargo confería matices. El hecho de definir a la poesía como el lenguaje de la imaginación inclinaba la balanza hacia aspectos de la Teoría clásica que sin duda relacionamos superficialmente con el Romanticismo, y casi inherentemente, con la modernidad literaria: la novedad en la retractatio, el hincapié en la invención del tema frente a la expresión lingiiística ( ingenium-ars) o el propósito placentero antes que la finalidad instructiva ( docere-delectare),... E1 proceso no es nuevo pero fue considerado fundamental, y sobre todo, imposible en su reversibilidad. Así algunos géneros pasan a ser revalorizados o redescubiertos, la creación literaria lo manifiesta, y por lo pronto Blair no puede menos de mostrar interés por la lírica (presentada en forma de oda) o por la novela (historia ficticia)62. Junto a ello, la constante presencia del clasicismo doctrinal en forma de decoro, de utilidad, entendida ahora como pedagogía, de géneros tradicionales prestigiados (la poesía bucólica, la epopeya) en una realidad que los ignora o los reforma (pensemos en el éxito de la poesía estacional o descriptiva de Gessner), la tradicional división en géneros en prosa o retóricos y en verso o poéticos ... Esa ambivalencia forma parte de la polémica que la traducción españolizada de las dos preceptivas provocó en un momento preparado a tal efecto, incluso políticamente (los defensores de la influencia francesa eran ahora los de los valores de la Revolución, no los de la Ilustración), y esa es a mi juicio la causa por la cual se ha juzgado artificiosa y estéril. Desde la teoría poética exclusivamente no la hubo. Incluso el fino análisis hasta el detalle que Checa Beltrán desarrolla en su obra Razones del buen qusto63 buscando diferencias irreconciliables entre los dos grupos, no exclusivamente entre las dos preceptivas, encuentra solamente indicios de renovación, no formalizados sino dispersos aquí o allá; nuevos modelos literarios, que reflejan un interés por el concepto de imaginación como idea precursora de la obra, expresado a manera de antiformalismo neoclásico, o mejor, res antes que verba. Para acabar con sus palabras: "Así pues, no hay duda de que existen indicios de renovación en la teoría literaria del período analizado, pero las obras teóricas más importantes (poéticas, escritos sobre estética, etc.) no recogen ninguna 62- Todo ello tiene su reflejo en la desaparición gradual de la inventio y la dispositio tradicionales en los tratados de Retórica, y su preterición ante la lógica interna del discurso. 63- Op.cit., págs.283-311, sobre todo su resumen en 5 puntos de las Teorías del cambio de siglo, págs.309-310 40 novedad siqnificativa; las únicas novedades aparecen en debates muy específicos, no forman parte de un sistema teórico nuevo y alternativo al anterior, y son defendidas por autores cuyo pensamiento es fundamentalmente neoclásico, es decir son novedades que se oponen al neoclasicismo desde dentro, como discrepancias internas.^t69 64- Op.cit., págs.310-311 41 II-1-2 El triunfo de Blair-Munárriz La polémica, o el conjunto de ellas, que cristalizó en el enfrentamiento por los juicios literarios contenidos en las ediciones españolizadas de Batteux y Blair, pudo nacer al calor de estas preceptivas, pero si continuó en ellas fue sólo por la cadencia de publicación de un tomo por año. Este aplazamiento constante del debate desfavoreció a Arrieta, la obra más extensa. Y no fue la única causa. El esquema de la obra del autor escocés y la mayor fidelidad del traductor, la extensión más manejable, una cierta novedad y cercanía a los fenómenos literarios de su época, y la armonía, pareja a esa novedad, con la doctrina del Clasicismo, convirtieron a las Lecciones en la obra teórica culminante de la transición al siglo XIX. Para comparar podemos acudir a las palabras de Romero Tobar: "En el orden de la novedad crítica o teórica ninguna de las dos obras contiene nada rigurosamente original, pero en el plano de la sistematización de la materia analizada y, en el nivel más significativo aún, de la flexibilidad interpretativa y la capacidad de asimilación de la teoría literaria que ha ido abriéndose camino a lo largo del siglo XVIII, el libro de Blair es rotundamente más innovador y sugestivo."6s Opuesto a la sistematización encontramos un viejo concepto enciclopédico, sugerido por el propio Batteux en la obra original, ajeno por completo a la novedosa manera de definir la preceptiva que se iba imponiendo, no como un recetario, no como una imposición normativa, más bien como un manual descriptivo que no olvide el caudal de conocimientos clásicos. Sin duda, el eclecticismo a que se refiere Abbot cuando analiza las causas del triunfo de Blair dando la razón a Allison Peers66. 65- ^^La Poética de Braulio Foz en el marco de la preceptiva literaria contemporánea", en Cuadernos de estudios borjanos, Borja, Centro de estudios borjanos-Instituto "Fernando el Católico", XV-XVI, 1985, pág.116 66- ^^E. Allison Peers, for example, in The History of the Romantic Movement in Spain, maintains that Romanticism, though popular in Spain, ultimately failed there and was replaced by what he calls the eclectic ideal. Peers defines this eclecticism as a self-conscious movement which sought a fusion or a reconciliation between Romantic and neoclassical ideals. This movement, which affected both literary theory and practice, became apparent about 1820 and ultimately triumphed later in the century. Blair, in attempting just such a fusion between Romantic and neoclassical doctrines, may well have contributed to the 42 Batteux-Arrieta pronto perdió la batalla del público. Alcalá Galiano, poco sospechoso de ser acusado de romántico, sí quizás de innovador, dice de la obra: "Los Principes de Littérature del abate Batteux, obra insignificante, fueron traducidos por el señor Arrieta bajo el patronato de los triunviros. A la traducción que revelaba una ignorancia total hasta de la lengua francesa, se le añadieron varias y extensas disertaciones sobre literatura española sacadas en su mayor parte de libros impresos antiguos y modernos; el resultado de tal empalme fue una producción no injustamente comparada por el Memorial Literario con el monstruo horaciano.i67 No volvió a ser editado. Tampoco fue la base doctrinal de tratados posteriores identificados con el Neoclasicismo; es el caso del Arte de hablar en prosa v verso de Gómez Hermosilla6e, y cabría preguntarse cómo es posible que un representante del supuesto grupo de Moratín prefiera utilizar las Lecciones de Blair para elaborar una preceptiva. Únicamente parecen encontrarse rastros del concepto de imitación proveniente de Batteux en los Elementos de Poética del padre Losada69, en cuya introducción el autor afirma extraer sus preceptos de Luzán, Cascales, Batteux y Boileau, dentro de su afán pedagógico. En ese afán debemos situar el triunfo de Blair, esa es la respuesta que a nuestro juicio cabe aducir ante la extrañeza que nos producía el caso de Hermosilla. Todos los principios favorables a Blair son aún más favorables si se aplica el factor pedagógico. Las Lecciones, ya desde su origen, son un manual escolar, escrito para ser estudiado en las aulas de la Universidad de Edimburgo. Abbot70 afirma que las mismas causas por las cuales triunfó en Inglaterra y en los Estados Unidos debieron influir en el éxito español, magnificadas por su conversión en un texto españolizado. Igualmente pensamos que la extrañeza que causa a los estudiosos actuales tal éxito ante otros autores de mayor talla en el mundo anglosajón, como en nuestra esfera sucede con Menéndez y Pelayo, es una situación mal explicada y mal comprendida. Nuestra perspectiva actual reflexivo-teórica no tiene nada que ver con la consideración de la Preceptiva en este cambio de siglo y más aún en el nuevo: se emergence of this eclectical ideal in Spain.", en "The influence of Blair's Lectures in Spain", Rhetorica, VIII, 3, 1989, págs.287-288 67- Literatura Española Sialo XIX, Madrid, Alianza, 1969, págs.32-33 68- Madrid, Imprenta Real, 1826, 2 vols. 69- Madrid, Vda. e Hijos de Marín, 1799 70- "The influence of Blair's Lectures...", op.cit., págs.285 y ss. 43 busca un manual que enseñe a escribir y a apreciar los modelos literarios, no un tratado especulativo, que indudablemente había habido, pero carecía de aplicación práctica. No pretendemos afirmar que se pretendía una total desaparición del pensamiento teórico en el ámbito de las retóricas y poéticas. Simplemente se reubica, conformando un apartado más en una concepción ampliada de la Teoría como lugar de encuentro de los saberes literarios y de sus aplicaciones prácticas: educar ciudadanos para que fuesen cultos. La enseñanza y la divulgación del corpus doctrinal de la clasicidad es una marca simultánea de eclecticismo y uniformización del conocimiento poético, cada vez más alejado de la creación. La capacidad de Blair-Munárriz para ser aceptado en amplias esferas educativas duró mucho tiempo, sumó muchas unanimidades, y sirvió de base y fuente para numerosísimas preceptivas que nacieron a su sombra deseosas de gozar del favor oficial concedido a las Lecciones71. Si exceptuamos la traducción directa del inglés y la consiguiente versión para uso del Instituto resumida por Jovellanos, el primer caso de influencia directa lo tenemos en los Principios de Retórica v Poética de Francisco Sánchez Barbero72, obra muy editada en todo el siglo XIX. El propósito de Sánchez Barbero era conjuntar las teorías de Condillac, Batteux, Du Marsais y fundamentalmente Marmontel, con las clásicas de Horacio, Cicerón,...Pero la fuente fundamental en muchos de sus catorce capítulos es Blair, aceptando la misma concepción de la poesía y sus géneros73 y la importancia concedida a la novela. El interés de este manual, pues ya nació para serlo, se basa en la actualidad de sus fuentes, según opina Checa Beltrán74, y en la importancia que concede a las pasiones y la imaginación: "...por consiguiente la elocuencia es el lenguaje de la pasión y de la 71- Idem, pág.283. Abbot recuerda que la Universidad de Salamanca propuso la traducción de Munárriz como texto para la enseñanza de las Humanidades en su Plan de Estudios renovado de 1807. Para entonces ya existía una segunda edición, Madrid, Imp. Real, 1804, 4 vols. 'Z- Madrid, Imp. de la Admón. del Real Arbitrio de Beneficencia, 1805 73- Sánchez Barbero incluye entre los géneros la tragedia urbana y el melodrama pero confunde lírica y oda; en cualquier caso nada más novedoso que el volumen 9 de Arrieta, que apareció también en 1805, donde el afán enciclopédico pudo influir en el deseo de describir todo el fenómeno literario-creativo. 74- "La poéticas españolas del período 1790-1810", en E. Caldera, R. Fuoldi (dirs.), Entresiglos, Roma, Bulzoni, 1993, págs.87-98 44 imaginación, el cual varía la proporción de los sentimientos: como éstos toma diverso carácter, diverso colorido, diverso grado de extensión y de fuerza."75 La obra de Sánchez Barbero supuso un punto de inflexión para la Teoría literaria española no por contener novedosas doctrinas sino por decantarse hacia posturas eclécticas entre la rigidez normativista, que rechaza, y las más actuales posiciones estéticas, nacidas en el seno del propio Clasicismo76. 75- Sánchez Barbero, Principios de Retórica v Poética, op.cit., pág.l 76- Desde que las traducciones de Batteux y, sobre todo, Blair, incluyesen capítulos sobre cuestiones de Estética (el genio, el gusto, lo sublime...) y se proclamase el afán de que estas cuestiones se transformen en principios fundamentales aplicables a la Retbrica y la Poética y, andando el nuevo siglo, a toda creación literaria, no dejó de añadirse un apartado en los tratados escritos por los españoles. El propio Barbero tiene un "Apéndice" resumiendo a Arteaga y a Filangieri. 45 II-2 LA PRECEPTIVA DESDE PRINCIPIOS DEL SIGLO XIX HASTA LOS AI^OS 60 II-2-1 El marco leaal Es lugar común entre los historiadores del siglo XIX1 , y sobre todo entre aquellos que se dedican a la historia de la educación2 en particular, comenzar sus reflexiones acerca de esta materia con el Informe3 que el escritor y político Manuel 1- Véase, por ejemplo, Hans Juretschke, Manuel Revuelta González, Antonio Heredia Soriano, Juan Vernet Ginés y Dalmacio Negro Pabón, La época del Romanticismo (1808-1874), en José M. Jover Zamora (dir.), Historia de España, Madrid, Espasa-Calpe, 1981, vol.XXXV; Miguel Artola, La burauesía revolucionaria (1808- 1874), en Miguel Artola (dir.), Historia de España Alfaquara, Madrid, Alianza-Alfaguara, 1985, vol. 5; Emiliano Fernández de Pinedo, Alberto Gil Novales, Albert Dérozier, Centralismo, Ilustración y aqonía del Antiauo Régimen 1715-1833, en Manuel Tuñón de Lara (dir.), Historia de España, Madrid, Labor, 1989, vol.7 Z- Véase Julio Ruiz Berrio, Política escolar de España en el sialo XIX (1803-1833), Madrid, CSIC, 1970; Alfonso Capitán Díaz, Historia de la educación en España, Madrid, Dykinson, 1991, 2 vols.; Carmen García García, Génesis del sistema educativo liberal en España, Oviedo, Universidad, 1994; Mariano Peset, José Luis Peset, La Universidad española (siglos XVIII y XIX), Madrid, Taurus, 1974; J. M. Sánchez de la Campa, Historia de la Instrucción pública en España, Burgos, Imp. de T. Arnaiz, 1871, tomo I y 1874, tomo II 3- Informe de la Junta creada por la Re^encia para proponer los medios de proceder al arreglo de los divérsos ramos de la Instrucción Pública, en Manuel José Quintana, Obras completas, Madrid, B.A.E., 1946, págs.175-191 46 Quintana, verdadero valedor del clasicismo dieciochesco4 en plena cronología románticas, elevó a la Junta de Regencia para desarrollar el Título IX de la Constitución de 18126. Dicho Informe, escrito en 1813, supuso la cristalización efectiva de las ideas que los liberales moderados españoles, encabezados por Jovellanos, heredaron de sus lecturas del sistema educativo francés posterior a la Revolución. La importancia del Informe de Quintana radica en que muchos de sus principios pasarán casi intactos al Reglamento General de Instrucción Pública de 1821, y formarán la base de las posteriores reformas liberales del siglo XIX'. Estamos ante un documento de trabajo enormemente productivo: "Las Comisiones de Instrucción Pública empiezan a funcionar con las Cortes de Cádiz. Martín González de Navas, José Vargas Ponce, Eugenio de Tapia, Diego Clemencín, Ramón de la Cuadra y Manuel José Quintana (presidente casi siempre) redactan proyectos generales de instrucción pública. Estos trabajos se presentan en las diferentes legislaturas, al par que los dictámenes de la misma comisión sobre archivos, universidades, "libros y papeles pertenecientes a las casas religiosas suprimidas", etc."g Repasando las propuestas que Quintana y sus compañeros ilustrados elevaron para su discusión en las sesiones de las Cortes, nos encontramos con que las más importantes de ellas fueron básicas tanto para la historia de la educación en España en general como para la historia de las preceptivas en particular. Veremos cómo, demasiado pronto, en plena efervescencia de productividad teórica de la Poética del Romanticismo9, nuestros autores de poéticas y retóricas van convirtiéndose poco a poco, de manera masiva, en profesionales de la enseñanza y por lo tanto en escritores de manuales 4- Joaquín Arce, La poesía del siqlo XVIII, en José Ma Díez Borque (coor.), Historia de la Literatura española, Madrid, Taurus, 1987, vo1.III, pág.194 5- (1772-1857), contemporáneo de otros escritores que tampoco aclimataron su cronología vital a la corriente que imperaba en la cultura europea en aquellos años como Martínez de la Rosa (1787-1862). 6- Capitán Díaz, Historia de la educación en España, op.cit., vol. II, pág.32 '- Idem, págs.43-44 e- Dérozier, Visión cultural e ideolóQica, en Centralismo, Ilustración..., op.cit., pág.387 9- Véase, por ejemplo, el clásico manual de René Wellek, Historia de la crítica moderna 1750-1950, Madrid, Gredos, 7 vols., sobre todo el dedicado al período romántico, tomo II, 1973 47 ajustados a las materias y temas que sancionan progresivamente las sucesivas legislaciones sobre educación. En primer lugar el Informe de la comisión dedica largos párrafos a considerar la decadencia general de todo tipo ( material, humana, económica, ...) que atenazaba al sistema educativo del Antiguo Régimen desde hacía demasiado tiempo: "Muchos años ha que la sana razón y la filosofía pedían entre nosotros una reforma radical y entera de esta partei10. Tras dejar constancia de algunos logros de los ilustrados (Sociedades, Academias,..., y sobre todo, quejas y memoriales), no puede evitar lamentarse de las contradicciones del sistema: "Quedaba siempre la contradicción monstruosa entre escuelas y escuelas, entre estudios y estudios.[...] ^ De qué servían aquellas pocas excepciones sino de hacer más deplorable el desorden y nulidad de los demás estudios?"11. Tratando de las materias, estas se hallaban sujetas y constreñidas por dos motivos: la presencia de la Inquisición (suprimida por Napoleón en 1808 y abolida en 1813, volvió a ser restaurada efímeramente desde 1814 a 1820. Las últimas disposiciones en materia de publicaciones fueron especialmente funestas para los lectores como los problemas de Jovellanos al no querer censurar el Libro del Arcipreste para la famosísima edición de Tomás Antonio Sánchez12 0 la desgraciada idea de prohibir en el último fndice de 1793, publicado en 1801, La Celestina, obra que apenas sufrió alguna mínima mutilación en plena efervescencia contrarreformista del siglo XVII13) y la falta de libertad de imprenta, verdadero caballo de batalla de los liberales durante todo el siglo XIX. Gracias a la Constitución se ha "restituido al pensamiento su libertad" y"la nación ha recobrado por ella el ejercicio de su voluntad"14. Desde esa voluntad el Estado asume como una de sus principales determinaciones la de llevar a cabo una profunda renovación del sistema educativo. Sigue el Informe su andadura para llegar al capítulo de Reglas Generales, donde los intereses de historiadores de la Educación y de la Teoría literaria convergen. Se considera que la educación, para ellos Instrucción pública, ha de ser universal lo- Quintana, Informe de la Junta..., op.cit., pág.175 11- Idem, págs.l75-176 12- Nos referimos a la Colección de poesías castellanas anteriores al siglo XV, Madrid, Sancha, 1779-1790, 4 vols., suceso remitido por José Amador de los Ríos, Historia de la Literatura española, (ed. facs.), Madrid, Gredos, 1969, vol. IV, págs.581-589 13- Marcelino Menéndez y Pelayo, La Celestina, Madrid, Espasa-Calpe, 1973, pág.67 14- Op.cit., pág.176 48 y gratuita15. Esta doble afirmación se realiza de dos maneras. La universalidad, esto es, el libre acceso de todos los ciudadanos a la educación, necesita como garantía que el Estado establezca un Plan de Estudios uniforme, general, controlado y dirigido; arropado por unos manuales u obras elementales ajustados a las materias que se decidan. El resultado será un control constante de Planes de Estudios y Manuales, que periódicamente se recomendarán o se cambiarán, como más adelante veremos. Por otro lado, para garantizar la gratuidad, el Estado no tendrá más remedio que disponer de fondos para pagar los medios (aulas, sobre todo) y los profesores, que de esta manera pasarán a ser progresivamente funcionarios profesionales especializados en las asignaturas que impartanlb. Un tercer presupuesto será crucial en la andadura de nuestros teóricos-profesores: la absoluta determinacibn de que el vehículo adecuado para la enseñanza será el castellano, incluso en niveles universitarios. Dice Quintana, tras criticar duramente el latín universitario ("guirigay bárbaro"): "La lengua nativa es el instrumento más fácil y más a propósito para comunicar uno sus ideas, para percibir las de los otros, para distinguirlas, determinarlas y compararlas."17 Llegamos al fin a las propuestas de división de la enseñanza en primera o básica, segunda, más o menos una especie de bachillerato, y tercera o universitaria. Después de las primeras letras y saberes varios como nociones de álgebra o geografía, se pasará a una educación secundaria que tendrá doble valor: formar un grupo de ciudadanos cultos o ilustrados( todavía no se reconocerá la existencia de una clase media de funcionarios, contables, etc...) propios de una "nación civilizada", y como preparatorio del nivel universitario que por esta razón verá elevados sus contenidos: "No se conocía, ni se pedía generalmente, más preparación para matricularse en las facultades mayores que alguna tintura más o menos superficial de la lengua latina, y algunas nociones de lógica, metafísica y moral, por lo común absurdas o viciosas."1B En el repaso de las asignaturas sólo es de incumbencia para nuestros propósitos aquellas que conforman las enseñanzas de "literatura y artes". Se dice en el Informe que estos estudios sirven para "la adquisición del arte de escribir, que explican los principios generales de las bellas artes..."19 La razón para el ilustrado Quintana exige que primero se estudie lengua 1'- Idem, págs, 176-177 16- Idem, pág.178 1'- Idem, pág . 17 7 18- Idem, pág.180 19- Idem, pág . 181 49 castellana, después latina, más adelante lógica y por fin literatura, como culminación de un proceso de aprendizaje. Sigue a continuación la descripción de la asignatura de Literatura que no podemos dejar de reproducir, pese a la extensión del párrafo, pues ahí queda expresado gran parte del desarrollo de los problemas de la preceptiva española en lo sucesivo: "Hemos creído conveniente reunir en un curso de dos años, y bajo el nombre genérico de literatura, lo que antes se enseñaba separadamente con el nombre de retórica y poética. Ningún humanista separa ya estos estudios, que tienen unos mismos principios y deben ir dirigidos a un mismo fin. Éste es más general todavía que la teórica particular y aislada de la poesía o la elocuencia, a que se ha reducido generalmente el estudio en estas clases hasta ahora. No es precisamente la formación de poetas u oradores lo que ha de buscarse en el estudio de la literatura: es la adquisición del buen gusto en todos los géneros de escribir que se conocen; es el tacto fino y delicado que hace sentir y disfrutar las bellezas de composición y de estilo que hay en las obras del ingenio y del talento; es, en fin, el instinto de encontrar en sus pensamientos y sentimientos habituales los medios de expresión que debe emplear para manifestarlos convenientemente. Así el curso de literatura, aún con la mayor extensión que bajo este aspecto adquiere, es más breve que lo que a primera vista aparece. Pocos preceptos, y muchos y bien escogidos ejemplos, que puedan fijar la atención del discípulo y ejercitar su crítica y su juicio: a esto es a lo que en nuestro concepto debe atenerse un profesor de bellas letras, dejando a la sensibilidad, a las pasiones y al amor de la gloria el cuidado de perfeccionar después los estudios, de encender el fuego y desplegar las alas al ingenio de los que están llamados por la naturaleza a enriquecer el ímperio de las artes y de las letras."20 La enseñanza universitaria también será objeto de una profunda renovación como la reducción a nueve centros en la península (Salamanca, Santiago, Burgos, Zaragoza, Barcelona, Valencia, Granada, Sevilla y Madrid, por motivos de distancia y prestigio histórico) y la creación de uno nuevo en Canarias. No obstante, debido al respeto a la autonomía universitaria o la presión del profesorado en su mayoría de carrera eclesiástica todavía21, la cautela del Quintana se hará patente excusándose en propuestas de régimen interno por la carencia de noticias e informaciones, excepto en lo referido a la Universidad Central, para la que ofrece una "atención separada"22. La Universidad venía sufriendo una larga y dolorosa decadencia, apenas parcheada 20- Idem, pág.l82 21- M. Peset, J. L. Peset, La Universidad española (siglos XVIII y XIX), op.cit., págs.242 y ss. 22- Op.cit., pág.185 50 con medidas limitadas como la supresión de aquellas consideradas menores y carentes de fondos suficíentes, a partir de 1807 (Sigiienza, Baeza, Toledo, Almagro...). Todavía quedará sin superar el anacronismo de considerar los estudios superiores patrimonio de la Teología y el Derecho, adornados de otras Escuelas de Medicina, Comercio, Navegación,... Interesante a todas luces nos parece la determinación de enseñar Historia Literaria, que sería impartida por uno de los bibliotecarios23, como una ciencia auxiliar para los teólogos y los juristas a fin de que los conocimientos bibliográficos les permitan una visión histórica de sus saberes ( evidentemente la Comisión tenía del concepto Literatura el más amplio de los posibles). Va culminando el Informe con la petición de creación de una Dirección General de Estudios que sea la garante de las condiciones generales (la uniformidad de las materias, las comisiones que deben examinar que los textos se ajustan a ellas, las becas,...) y del profesorado (la provisión de fondos para sus sueldos, las oposiciones a cátedra,...)24. Los avatares y las complejidades de los vaivenes políticos de España, sobre todo los constantes cambios de gobierno (liberales, moderados,...) del período isabelino, no tanto los años más rígidos del gobierno de Fernando VII, 1823-1833, conocidos como la Década Ominosa, supusieron una sucesión constante de Reglamentos, Planes o Leyes de Enseñanza que o no pudieron ponerse en marcha siquiera o fueron anulados por los anteriores sin esperar a que pudiesen dar el mínimo frutoZS. Como ejemplo baste un simple repaso a la legislación más significativa2ó: - Título IX de la Constitución de 1812 - Informe Quintana de 1813 - Reglamento General de Instrucción Pública de 1821 - Plan General de Instrucción Pública de 1824 - Plan General de Instrucción Pública de 1836 (Plan de Rivas) - Ley de Enseñanza Primaria de 1838 23- Idem, idem. No es novedosa la importancia de estos saberes. Responde a propuestas de los ilustrados que ya pretendieron su inclusión en los Reales Estudios de Madrid desde la época de Carlos III (se creó esa primera cátedra en 1786). Vid. Cándido María Trigueros, Discurso sobre el estudio metódico de la historia literaria, Madrid, Benito Cano, 1790 24- Op.cit., págs.l87-194 25- Capitán Díaz, Historia de la educación..., op.cit., vol. II, págs.l3 y ss. 26- Ministerio de Educación y Ciencia, Historia de la educación en España, Madrid, M.E.C., 1985, vol. II 51 - Plan de Instrucción de 1845 (Plan Pidal) - Ley de Instrucción Pública de 1857 (Ley Moyano) Las sucesivas reformas, pese a su mayor o menor fortuna, van dejando entre los legisladores el poso de casi todas las propuestas que hemos repasado en el Informe de Quintana: educación universal, gratuita en lo posible a las arcas del Estado (sobre todo la primaria), uniforme, dirigida, en castellano,.. Es uno de los grandes triunfos del partido liberal que se mantendrá inamovible, excepto en retoques técnicos o a veces sólo terminológicos. Nos interesa ahora revisar ciertos puntos que afectan a nuestro repaso histórico de la preceptiva en relación al sistema educativo, que tan determinante habrá de resultar. Para ello propongo dejarnos guiar por Antonio Gil de Zárate, verdadero factótum del Plan de 1845 desde su cargo de Director General de Instrucción Pública ( cargo que ostentó desde 1846 a 1850) y autor del famosísimo Manual de Literatura27, que en su obra De la Instrucción Pública en España2B hace un resumen de anteriores planes, interesado por ser en descargo de conciencia, y una descripción del aprobado entonces. Pertrechado en su trinchera liberal Gil de Zárate observa con cierta displicencia los intereses del absolutismo fernandino que anularon el Plan de 182129, reflejo a grandes rasgos de los requerimientos del Informe de 1813. Para nuestros intereses cabe apuntar que en su función de convalidación de los textos apropiados para las asignaturas de Poética y Retórica30 de segunda enseñanza se recomendará la obra de Sánchez Barbero31 para la primera y la del padre Domingo de Colonia32 para la segunda. Durante los años sucesivos y hasta la nueva ley de 1836, promovida por el Duque de Rivas (terminada en Enero del 34), los gobiernos del rey apenas llevan a cabo mejoras influidos 27- Manual de Literatura o Arte de hablar v escribir en prosa v verso, Madrid, Ignacio Boix, 1842, tomo I. La obra completa con el mismo título y añadiendo los temas de historia literaria se publicó en Madrid, Ignacio Boix, 1844, 4 vols. 26- Madrid, Imprenta de Sordomudos, 1855, 3 vols. Zg- Op.cit., tomo I, págs. 95 y ss. 30- Artículo 25 de la Ley 29 de Junio de 1821, en Ministerio de Educación y Ciencia, Historia de la educación..., op.cit., vol. II, pág.72 31- Principios de Retórica v Poética, Madrid, Imp. de la Admón. del Real Arbitrio de la Beneficencia, 1805 32- De arte rhetorica libri quinque...accesere in hac novissima editione Institutiones Poeticae, auctore P. Josepho Juvencio, Villagarsiae, Typis Seminarii, 1762 52 por la vuelta de los jesuitas contrarios a las ideas liberales. Volvieron para controlar, junto a clérigos de otras Órdenes, el conjunto del sistema educativo ajenos a toda idea de modernidad. Solamente la herencia del racionalismo francés en Gil de Zárate le permitirá aprobar la creación de la Inspección General de Instrucción Pública que atribuye al afán centralista del régimen33,y que será otorgado a José Mamerto Gómez Hermosilla en 1825. Hay un cierto paralelismo entre los dos, pues Hermosilla también publicó un libro, fruto sin duda de sus clases de Retórica en los Reales Estudios de San Isidro34 desde 1802 a 1814, año en que perdió su cátedra para no volver a recuperarla. Recuerda Menéndez y Pelayo que el Arte de hablar en prosa y verso35 de Hermosilla fue declarado el 19 de Diciembre de 1825 texto único para las cátedras de Humanidades en sustitución de las Lecciones de Blair y así se mantendrá hasta 183536, publicado además por la Imprenta Real. Más adelante, tras la muerte de Fernando VII en 1833, los liberales ocuparán el poder e impulsarán un nuevo Plan, el de 1836, base del de 1845, que no llegará a ponerse en marcha según Gil de Zárate por "problemas económicosi37, que nosotros traduciríamos por la incapacidad del Estado para llevar a fin una reforma de tal índole en medio de fuertes tensiones (regencias, pronunciamientos, las primeras guerras carlistas, las sucesivas inflaciones,..)3g Por fin, en 1845, en un panorama a todas luces distinto39, y con una nueva Constitución de corte moderada promulgada el 23 de Mayo, aparece el Plan de Estudios Nacionales, que regulaba la enseñanza desde la secundaria pues la primaria ya lo estaba por la Ley de 1838, aprobado bajo el mandato ministerial de Pedro José Pidal°Ó. 3j- Op.cit., tomo I, pág.97 39- José Simón Díaz, Historia del Coleqio Imperial de Madrid, Madrid, Instituto de Estudios Madrileños, 1992, 2a ed., pág.332 's- Madrid, Imprenta Real, 1826, 2 vols. 36- Historia de las ideas estéticas en España, Madrid, CSIC, 1974, tomo I, pág.1448 3'- Op.cit:, tomo I, págs.106-107 38- Vid. Casimiro Martí y Martí, Afianzamiento v despliec^ue del sistema liberal, en M. Tuñón de Lara (dir.), Historia de España, Madrid, Labor, 1989, tomo VIII, págs.170-237 3y- Op. cit., págs.237-268 40- Op.cit., pág.241 53 La nueva ley retorna a los principios del Informe de 1813. Se pretende la educación universal y gratuita, el control gubernamental como garante de todo el desarrollo del sistema, y como novedad, la secularización de la enseñanza o"el traslado de la soberanía a la sociedad civil" como quiere Gil de Zárate41. La importancia de la reforma se basó tanto en la realización de sus objetivos mínimos (educación primaria a cargo de los ayuntamientos, creación de institutos provinciales, dignificación del oficio de profesor, control absoluto sobre el diseño de asignaturas y textos...) cuanto en la altura de miras del espíritu de los objetivos máximos (faltó la búsqueda efectiva de financiación económica, que estructurase la mayor parte del sistema desde los presupuestos del Estado). De hecho, se puede decir que hay un antes y un después en la educación española a partir de 1845 y de la culminación del proceso liberal con la ley de 1857, durante el ministerio de Claudio Moyano, cuya vigencia, retocada sólo en detalles puntuales según las necesidades del momento, se mantuvo hasta bien entrado el siglo XX42. No fue fácil la andadura de los dos Planes e incluso en sus primeros años supuso un retroceso importante debido en parte a los problemas de financiación (de repente los ayuntamientos debían proveer fondos para las escuelas primarias, las únicas gratuitas) y a la sucesiva desaparición de centros privados o regentados por la Iglesia°3. Incluso la Universidad se despobló de alumnos y profesores (muchos de ellos clérigos, mientras se formaban nuevas generaciones de profesionales) y sólo se recuperb a finales de los años 6049. Volviendo a nuestro repaso al libro de Gil de Zárate y centrándonos en aquellos aspectos que se relacionan con las preceptivas de una u otra manera, llegamos al crucial asunto de los libros de texto. En 1836 se llegó a la solución de formar una lista selecta cada tres años por un Consejo de Instrucción Pública (no olvidemos que el control directo del Estado será norma infranqueable, incluso para centros privados que hubieron de adaptarse a los planes y exámenes comunes). El Plan de 1845 preveía seis obras máximo por asignatura pero en la ley se rebajó a tres45. La reducción no tuvo valedor en Gil de Zárate y así nos lo explica en dos párrafos que casi resumen la historia de las 41- Op.cit., tomo I, pág.139 42- Miguel Artola, La burauesía revolucionaria (1808-1874), op.cit., pág.279 03- M. Peset, J. L. Peset, La Universidad española (sialos XVIII v XIX), op.cit., págs.581-588 94- Op.cit., pág.531 A5- Op.cit., tomo I, pág.191 54 preceptivas escolares venideras. Permítaseme esta larga cita: "Aquel número (seis) dejaba siempre en la lista algunos huecos que alentaban a los autores para dedicarse a la composición de obras nuevas con probabilidad de ser adoptadas; el de tres, cubriéndose fácilmente, cierra esta puerta, quita el estímulo, anula la esperanza; y yo conozco a personas capaces de escribir una buena obra que por esta razón se han abstenido de emprenderla. El gran pretexto para disminuir el número de obras elegibles, es la uniformidad de la enseñanza en todos los establecimientos, y la facilidad que entonces hay para los alumnos de mudar de escuela; y de ser examinados en todas partes sin que les hagan preguntas extrañas para ellos. Pretexto frívolo, perjudicial a la ciencia y a la misma enseñanza; y que llevado a sus últimas consecuencias, ha hecho volver al texto único, esto es al sistema de paralización en las ideas y las doctrinas que ha perjudicado a nuestros progresos intelectuales.i96 Juntamente si el catedrático se limita a leer el texto, deja un poso de uniformidad que paraliza el pensamiento, y deposita el peso del sistema en la memoria (para nosotros reglas y preceptos como la lista de las figuras retóricas reorganizadas una y otra vez). Parafraseando sus palabras, la mera repetición no hace progresar la ciencia47. No obstante el Gobierno se percató de la necesidad de mejorar la calidad de los textos promoviendo un concurso que al final se anuló, dejando a muchos profesores a punto de concluir sus trabaj os48 . El Plan fracasado de 1836 situó la enseñanza de la preceptiva escolar entre las asignaturas de secundaria bajo el nombre, heredado del Informe Quintana, de "Elementos de Literatura, principalmente la española"99. En 1845 y 1857, con sus reajustes sucesivos de 1847 0 185050, formará parte de la 46- Idem, idem, pág.192 47- Idem, idem, págs.192-194 48- Idem, idem, pág.198 49- Artículo 28 de la Ley de agosto de 1836, vid. Ministerio de Educación y Ciencia, Historia de la educación en España, op.cit., pág.130 5U- Son los planes de los gabinetes sucesivos, que a lo largo del siglo se reproducirán como retoques a la ley de 1845 o del 57 y a los que sólo me referiré si en algo influyen a nuestro repaso de las preceptivas directa o indirectamente. Si a ello se añaden las numerosísimas reglamentaciones sobre textos recomendados y disposiciones adicionales harían enfadoso e inútil este capítulo y los restantes sobre el marco educativo; podemos 55 preparación de los alumnos de secundaria dentro de un programa de conocimientos lingiiístico-literarios progresivos de los que sería la cumbre, ya con el nombre definitivo de Retórica y Poéticasl . En primer lugar se haría hincapié en la "lengua patria" ya que según Gil de Zárate "Tan necesario es en todas las transacciones de la vida el arte de hablar y escribir con cierta perfección, que no se concibe se haya descuidado, como generalmente ha sucedido entre nosotros, esta parte esencialísima de la educación."52 El destierro del latín no será total pues suponía el paso siguiente, eso sí, en su justo punto, buscando la utilidad y aplicándolo en traducciones e interpretación, de tal manera que permitan relacionarlo con el español; así se alargaba en edad el estudio profundo hasta llegar al conocimiento de la Retórica y la Poéticas'. Había un desfase entre los textos propios de otros planes y la edad y conocimientos de los alumnos, que precisaban de mayor elementalidad54.Pero ahora al final del proceso, tras cuatro años de gramática latina vendría por fin la asignatura de Retórica y Poética. En sus palabras: "Unido todo esto al curso de literatura reservado para los estudios preparatorios, resultaba en su conjunto una enséñanza tan extensa, metódica y profunda como es dado apetecer para formar excelentes latinos, conocedores de todas las bellezas de la lengua y de sus riquezas literarias, diestros en el manejo de los autores clásicos, y dotados de buen gusto y sana crítica, que es lo que sobre todo se necesita en el día.^^ss Pero la reforma quedaría coja si en la Universidad no había correspondencia y seguimiento de este programa, empezando observarlo en las colecciones legislativas del siglo XIX, por ejemplo, Colecciones de Decretos referentes a la Instrucción Pública, Madrid, Manuel Tello, 1891, 3 vols. sl- En algunos planes, como el de 1857, tomará el nombre de "Elementos de Retórica y Poética", sin variar un ápice su contenido. s2- Op.cit., tomo II, pág.5 s3- Idem, idem, págs.l5-18. Debemos hacer notar que en el plan de estudio esta asignatura iba dirigida a niños de 13 0 14 años, de la que recibían una clase diaria. 54- "E1 plan de 1807, introdujo en esta parte alguna mejora, señalando por texto a Hugo Blair, traducido por Munárriz, si bien esta obra no es propia para clases elementales. El de 1824 adoptó las retóricas del padre Colona y de Sánchez, y posteriormente el Arte de hablar de Hermosilla.", Gil de Zárate, op.cit., tomo II, Pág-32 ss_ Op.cit., tomo II, pág.38 56 igualmente por nuestro idioma: "...la lengua castellana se formó por sí sola y a despecho de las aulas que la escarnecían y le cerraban sus puertasi5ó y volviendo a lamentar el poco saber del latino por parte de alumnos y profesores: "SÓlo las escasas nociones que pueden suministrarse en los cursos de retórica o humanidades."5' Repasando brevemente los logros de años anteriores, Gil de Zárate observa que desde la gramática de la Academia5^ hubo una avance decisivo en los saberes humanísticosSQ: "Al propio tiempo las humanidades y los principios fundamentales de la poesía y elocuencia se empezaron a aprender con más amplitud, filosofía y gusto en las obras de Blair, Sánchez, Hermosilla y de la Rosa60; contribuyendo al mismo objeto las colecciones de Quintana, Capmany, Silvela, Bohl de Faver61, que a la buena elección añadían la sana crítica y la erudición histórica.i62 La nueva ley no podía quedar al margen y por lo tanto se creó en la facultad de filosofía "un curso de literatura castellana, cosa que jamás se había visto en nuestras escuelas de donde estaba proscrito el idioma nativo"63. No debe dejarnos indiferentes la presencia de las 56- s^_ Idem, idem, pág.35 Idem, idem, pág.38 58- Real Academia Española, Gramática de la lengua castellana, Madrid, Ibarra, 1771. Para juzgar los logros y las consecuencias de la edición de la primera gramática de la Academia véase Fernando Lázaro Carreter, Las ideas linaiiísticas en España durante el siglo XVIII, Madrid, Crítica, 1985, principalmente págs.152-157 59- Ignoramos en qué se basó Gil de Zárate para realizar esta observación, como no fuera un exceso de admiración por la Docta Casa, a la que pertenecía desde 1841. 60- Textos ya citados aquí con profusión, excepto Francisco Martínez de la Rosa, Poética, en Obras literarias, París, J. Didot, 1827, 2 vols. 61- Manuel José Quintana, Poesías selectas castellanas desde el tiempo de Juan de Mena hasta nuestros días, Madrid, Fuentenebro y Cía., 1807, 3 vols.; Antonio de Campmany, Teatro histórico-crítico de la elocuencia española, Madrid, Antonio de Sancha, 1786-1794, 5 vols.; Manuel Silvela, Biblioteca selecta de literatura española, Burdeos, 1819, 4 vols.; Juan Nicolás Báhl de Faber, Floresta de rimas antiQUas castellanas, Hamburgo, Brockhaus, 1821-1825, 3 vols. 62- Op.cit., tomo III, pág.41 63- Op.cit., tomo II, pág.39 57 humanidades en la renovación de los programas de los cursos preparatorios en las universidades, que por primera vez pasan a depender del régimen estataló4. Se creó, y fue así hasta no hace tanto, "en la facultad de filosofía65, y se hizo extensiva a todas las universidades, una cátedra de literatura española que diese a conocer los principales autores castellanos, y la índole especial de sus escritos, tan distintos en muchos ramos de los autores llamados clásicos.i66 Era necesario aprobar esa asignatura para obtener el grado de Licenciado en Letrasó7. Evidentemente los estudios de facultades mayores exigían cursos de literatura distintos como ocurría en Teología y en Jurisprudencia ( las otras mayores eran Medicina y Farmacia); y más aún para ser poctor en Letras en la abigarrada y todavía informe facultad de Filosofíafi8. Y en esto consistía la creación de un curso de literatura general que no podía ser una simple ampliación de la preceptiva de la enseñanza secundaria sino que debía ser en su planteamiento algo fundamentalmente distinto: "Esta diferencia hacía indispensable la exposición de los principios filosóficos de toda literatura. Enhorabuena se conservase en la segunda enseñanza, con la acostumbrada asignatura de retórica y poética, la explicación de las reglas generales del bien decir, sacadas de la literatura antigua, que en esta parte debe indudablemente servir de modelo; mas no bastaba esto; y para subir a las fuentes eternas de la poesía y de la elocuencia, para asentar la literatura en las anchas bases que requiere la civilización moderna, sacándola del carril estrecho por donde tantas veces ha sido arrastrada, sin extraviarla entero por sendas de perdición, se necesitaba y se creó un curso de literatura general, debiéndose principiar por la Estética palabra que por primera vez resonaba en nuestras aulas. Así pues, toda esta clase de estudios recibía una fi°- M. Peset, J. L. Peset, La Universidad española (sictlos XVIII y XIX), op.cit., págs.729 y ss. 65- La Facultad de Filosofía no existía como tal; era un conjunto de ampliaciones de cátedras que incluía todo el diseño curricular desde la secundaria hasta el doctorado. Vid. M. Peset, J. L. Peset, op.cit., págs.622 y ss. 66- Op.cit., tomo III, pág.118 67- Artículo noveno de la Ley de 1845, en Ministerio de Educación y Ciencia, op.cit., tomo II, pág.212 fi8- Sobre la creación de la Facultad de Filosofía y Letras y sus programas de asignaturas véase Antonio Heredia Soriano, Política docente y filosofía oficial en la España del sialo XIX, Salamanca, Universidad de Salamanca, 1982 58 extensión jamás conocida en España."69 La ley del 57, conocida como ley Moyano, supuso la realización efectiva de los intentos de los liberales moderados por adoptar el sistema educativo reformado desde Napoleón en Francia, que ya fue la guía del plan de 1845, y desde luego era hijo de las reflexiones de los ilustrados franceses. Hacía más de medio siglo que los españoles intentaban trasponer esas ideas que ahora se plasmaban en la centralización, universalización, secularización(en mucho menor grado) y control absoluto de todo el sistema de enseñanza. (No cabe ahora hablar de la intención de adoptar también el Eclecticismo filosófico como doctrina oficial en el que habremos de entrar más adelante) . La ley Moyano abundó en las disposiciones anteriores y fue responsable de la definitiva división de los estudios en dos vías, Letras y Ciencias. Mediante la creación de una facultad de Filosofía y Letras se sustentaba una formación académica de tipo humanístico completa hasta el doctorado'Ó. Las preceptivas escolares cubrían un vasto campo que iba desde las Retóricas y Poéticas de la secundaria a la Literatura de los cursos preparatorios y de los específicos humanísticos bajo la denominación de Literatura General y Española71. Los programas y los textos se controlaban desde comisiones gubernativas que periódicamente sacaban a la luz una lista de libros recomendados para la enseñanza'Z. Ni las instituciones privadas, religíosas o no, ni las de beneficencia, se quedaron al margen73. Poniéndolo en palabras de Gil de Zárate: "Porque digámoslo de una vez, la cuestión de enseñanza es cuestión de poder: el que enseña domina; puesto que enseñar es formar hombres, y hombres adaptados a las miras del que los 69- Op.cit., tomo III, pág.118 70- M. Peset, J. L. Peset, La Universidad española (siQlos XVIII y XIX), op.cit., págs.461 y ss. 71- "Artículo 33. Los estudios propios de la Facultad de Filosofía y Letras son: Literatura General. Lengua y Literatura griega. Literatura latina. Literatura de las lenguas neolatinas. Literatura de las lenguas de origen teutónico. Literatura española. Historia universal. Historia de España. Filosofía. Historia de la Filosofía.", en Ministerio de Educación y Ciencia, op.cit., tomo II, pág.264 72- "Artículo 86. Todas las asignaturas de la primera y segunda enseñanza, las de las carreras profesionales y superiores y las de las facultades hasta el grado de Licenciado, se estudiarán por libros de texto: estos libros serán señalados en listas que el gobierno publicará cada tres años.", en idem, tomo II, pág.264 73- Por ejemplo en la labor que llevaron a cabo las Escuelas Pías con la publicación de manuales para su propio uso. 59 adoctrina...i74 '"- Op.cit., tomo I, pág.185 60 II-2-2 Preceptivas o manuales en el marco educativo La nómina de autores de preceptivas escritas únicamente para la enseñanza en alguno de sus grados desde los años 10 del siglo, más o menos coetáneos del Informe Quintana, hasta los años previos a la reforma educativa de 1845, es poco numeroso si se compara con los años posteriores. Cualquiera de los repertorios que barajamos, incluido el más reciente y documentado de Rosa María Aradra75, nos ofrecen una nómina relatívamente escasa para este tipo de trabajos. Recordemos que los planes de estudio que se sucedían no se aplicaron en toda su extensión por cambios políticos, por desidia o simplemente por falta de dinero. Paralelamente el Estado va adquiriendo más atribuciones desde la creación de la Inspección General de Estudios en 1825, cuya dirección ocupó Gómez Hermosilla. Si antes era la obra de Blair76 la única recomendada como manual en las clases de Humanidades, ahora habrá de ser el texto de Hermosilla" el que formará un tapón de productividad. Posteriormente, cuando el Estado decidió que serían tres los textos recomendados y se sucedan las listas aprobadas por el Gobierno, aumentará el número de manuales. Evidentemente, el libro de Gil de Zárate'g no podrá sostenerse por la exclusividad, como los anteriores, sino por su pertenencia a un programa de asignatura determinado, en competencia con otros autores y obras. Veamos ahora el proceso poco a poco, con un sentido cronológico. Desde finales del siglo pasado, como pudimos observar en el capítulo II-1, las Lecciones de Blair son el libro por excelencia. En estos años conocerá una segunda edición79 y una reducción en forma de compendio adaptada a los planes de estudio 75- Rosa Ma Aradra Sánchez, De la Retórica a la Teoría de la Literatura (sialos XVIII y XIX), Murcia, Universidad, 1997. Sobre todo las reseñas bibliográficas comentadas de las páginas 175-320 76- Lecciones sobre la Retórica y las Bellas Letras, op.cit. "- Arte de hablar en prosa y verso, op.cit. 7e- Manual de Literatura o Arte de hablar y escribir en orosa y verso, op.cit. 79- Madrid, Ibarra, 1816-1817, 3° ed., 4 vols. 61 vigentes°0. La fortuna de este nuevo Blair recompuesto fue inmensa tanto en ediciones81 como por su influencia en otros autores de manuales coetáneos que reprodujeron esquemas o definiciones82. Era opinión unánime entre los especialistas que se trataba de la obra más completa escrita hasta la fecha: "En cuanto a humanidades es el mejor el de Blair. En él puedes hacer le división de los tres años, principios generales, elocuencia, poesía. Si es menos sistemático que el de Batteux, también trae observaciones más profundas, y nadie te quita (sirviéndote el autor solamente de índice para las explicaciones) sistematizar tu enseñanza según el principio de imitación, e insertar todas tus observaciones y las de Batteux, o las de otro cualquiera, según lo exijan las materias. Pero el libro que deben comprar los estudiantes, a mi parecer, es el de Blair."g3 Esta carta de Lista a Reinoso de 1816 nos demuestra que las Lecciones habían triunfado irremisiblemente sobre los Principios de Batteux, y que conformaban la espina dorsal de los estudios humanísticos. Por lo menos el material básico con el cual debían contar para sus clases y para sus investigaciones. Sírvanos otro ejemplo como botbn de muestra. Braulio Foz en su Plan v método para la enseñanza de las letras humanas84, de 1820, opina que el maestro de humanidades no ha de separarse para la sus clases del "Compendio de Blair con la obra entera y de la Poética de Luzán."85 Incluso debe empezar sus temas con él y que los alumnos manejen los Elementos de Mata y AraujoB6 que deberán ser corregidos mediante la comparación de un autor con otro, "pues hay mucho que enmendar o quitar."87 Evidentemente de este tour de force saldría ganancioso el profesor escocés. Pero ni siquiera esta obra, con todo su prestigio, pudo ser eo_ Madrid, Ibarra, 1815 61- 1819, 1822..., 1868. Vid. Aradra Sánchez, op.cit., pág.205 82- E1 caso más interesante es el de Alfredo Camus, Curso elemental de Retórica v Poética. Retórica de Hugo Blair. Poética de Sánchez, Madrid, Imp. de Rivadeneyra, 1847. Edición anotada y adicionada con un tratado de versificación. 63- Hans Juretschke, Vida, obra v pensamiento de Alberto Lista, Madrid, CSIC, 1951, pág.513 64- Valencia, Muñoz y Cía., 1820 65- Op.cit., pág.12 ^6- Elementos de Retórica y Poética, extractados de los autores de me^or nota, Madrid, M. Avellano, 1818 87- Op.cit., págs.l8-23 62 capaz de escapar al proceso reductivo de conocimientos teóricos al que ella misma había contribuido. A veces por factores de pura sociología coyuntural. Pensemos en el Compendio de 1815, reestructurado en torno a los tres bloques temáticos sancionados en las cátedras de retórica y poética( principios generales, elocuencia y géneros en prosa y en tercer lugar, los géneros poéticos) y resumido hasta el punto de convertir los cuatro tomos de la traducción, además de las inclusiones de Munárriz, en uno sólo, más manejable y desde luego más barato^e. En otras ocasiones sucederá que los teóricos-profesores se den cuenta de la dificultad de que sus más jóvenes alumnos aprendan retórica y poética con las Lecciones de Blair o incluso con el Compendío y prefieran escribir ellos mismos los textos acomodados al plan de las asignaturas. Surgen una serie de manuales ajenos a todo deseo de innovación, preferiblemente escritos en forma de preguntas y respuestas para ayudar a la memorización, con fines únicamente didácticos. Son, por ejemplo, e$- E1 precio de los libros no es una cuestión baladí en estos años (algunos autores de manuales ofrecían rebajas al comprar una cierta cantidad) . Son todavía un objeto de lujo y aún seguirán siendo caros hasta la plena revolución editorial de los años 30-40. Posteriormente técnicas más modernas y un mayor número de clientes potenciales producidos por la extensión de la alfabetización y de la educación, conseguirán algunas rebajas proporcionales en el precio. Gran parte de estas rebajas tienen que ver con la pérdida de calidad del papel y su tratamiento químico, la encuadernación o la tipografía. Cualquier investigador dedicado a estos saberes ha podido comprobar empíricamente esa pérdida cualitativa. No he encontrado merma alguna en los libros que he manejado hasta los años 50, especialmente los ejemplares de finales del XVIII y primeros del XIX: el Arte poética de Masdeu (1801) o las ediciones de Batteux (la única de 1798-1801), Blair (1816-1817 o el Compendio de 1815) y Hermosilla (1826) eran agradabilísimos a la vista y al tacto. Muchos de los posteriores a los años 50 habían envejecido fatalmente hasta el punto de, en ocasiones, desmoronarse trozos de páginas al pasarlas con el mayor de los cuidados. Sobre esto, Ma del Carmen Artigas-Sanz, El libro romántico en España, Madrid, CSIC, 1955, 4 vols.; Jean-François Botrel, Libros, orensa y lectura en la España del sialo XIX, Madrid, Fundación Germán Sánchez Ruipérez, 1993; José A. Martínez Martín, Lecturas v lectores en la España isabelina, Mádrid, CSIC, 1986, 2 vols. Por otra parte Sánchez de la Campa en su Historia de la Instrucción Pública en España, op.cit., tomo II, pág.488, cree que uno de los signos de avance en la enseñanza española era lo asequibles que resultaban los libros en 1876 comparado con el comienzo de siglo. 63 el ya citado de Mata y AraujoB9, García de la Madrid90, Herrera Dávila y Alvear91, o Castrillóng2. Todos se componen en cierto modo como un puzzle cuyas piezas parten de manuales anteriores (al menos los títulos no llaman a engaño: "sacada de...", "extractados de los autores..."), principalmente de Blair, o incluso de aquellos que como Sánchez Barbero ya habían reelaborado el texto de las Lecciones acompañándolo con las doctrinas clasicistas de Marmontel, Capmany, Le Bossu,... Por lo que se refiere a las ideas estéticas, sólo tienen cabida en el Compendio de García de la Madrid, en muy pequeño grado, y resumiendo lo que Blair extrae de D'Alembert sobre el Genio y Addison sobre el Gusto93. Forman un grupo de obras fronterizas que no acaban de decidirse entre el clasicismo y la novedad, reproduciendo el debate que arrastraban desde el siglo pasado. Así no distinguen entre la modernidad de considerar a la poesía como producto de la imaginación (tomado de Blair)99 y no de la imitación, y la rigidez más absoluta al repetir los principios de la clasicidad más opuestos a esta definición95. En 1826 sale a la luz, con Patrocinio Real, el Arte de hablar de Gómez Hermosilla. Hemos de sospechar que desde su elaboracibn9ó el autor pretendía escribir un manual que, basando sus principios en la actualidad de las Lecciones de Blair, cumpliese también los propósitos de construir algo nuevo, didáctico en lo posible, y muy completo, de manera que no fuese necesario acudir a otras fuentes. No nacía esta obra, a pesar de 89- Cito por la 4a ed., Madrid, Eusebio Aguado, 1834 90- Compendio de Retórica sacada de los autores de me^or nota, Barcelona, Brusi, 1817 91- Lecciones de Retórica y Poética, Sevilla, M. Caro, 1827 92- Principios de Literatura, acomodados a la declamación, estractados de varios autores españoles y estrangeros..., Madrid, Repullés, 1832 93- Op.cit., págs.6-8 94- Define Mata y Araujo en sus Elementos: "Poesía es el lenguaje de la imaginación expresado en verso.", op.cit., pág.105 9s- El mismo Mata dirá más adelante acerca de la Poética: "es la colección de reglas observadas en la imitación de la naturaleza para componer o conocer cualquiera poema de la clase que sea.", op.cit., pág.106 96- Menéndez y Pelayo afirma que hay un manuscrito de 1818 en su Historia de las ideas estéticas en España, op.cit., tomo I, pág.1448 64 sus mentores y de la posición privilegiada de su autor, exenta de problemas y de trabas. En la carta que reproducimos en parte a continuación, podemos darnos cuenta del ambiente intelectual de España, agarrotado por una censura a todas luces anacrónica: "Sepa usted que en la noche del 14 de mayo en que presenté a SS.MM. y AA. ejemplares de la obra, pasó uno de ellos a manos de [+++] y al día siguiente había fallado su Reverendísima que la tal obra estaba llena de obscenidades, palabras que repitieron en los cuartos reales [+++] sin que ninguno de los tres hubiese visto, ni aún por el forro, el libro que desacreditaban. Dado pues, por sentado que era inmoral e inductiva a lascivia, y que debía prohibirse, se empezó a tratar sobre los medios de conseguirlo. La cosa no era muy fácil, porque había sido examinado y aprobado por el obispo de Málaga y recomendado por la Comisión Regia de Estudios, y declarado por el Rey libro de asignatura para las clases de Humanidades, y estaba dedicado a la Reina con Real permiso, y el Ministerio de Gracia y Justicia le había elogiado con entusiasmo y el público le había elogiado benignamente. Fue, pues, necesario poner en movimiento altos y poderosos personajes, tales como el Nuncio y el confesor de la Reina, y hasta el mismo Consejo de Estado, que en consulta formal elevada a manos del Rey, acusó a la obra de inductiva a la molicie. Sin embargo, los meses iban corridos y nada se conseguía, pero al fin el confesor presentó personalmente al Rey una exposición muy breve, en la cual manifestaba que siendo obscenos varios pasajes de la obra, y señaladamente el idilio Y a su labio tal vez unido el mío era indecoroso que llevase al frente el nombre de la Reina. Pasó la exposición Calomarde, asustado éste al nombre sólo de la Reina, mandó suspender la venta de la obra, y que la examinasen nada menos que el Arzobispo de Toledo, el Patriarca y el Obispo de León; pero a mayor abundamiento, y antes de pasársela a los tres, quiso oír el dictamen del muy reverendo Nuncio de Su Santidad. Este le dió pronto, y sentado que la obra, en su totalidad, era recomendable por su erudición, delicadeza y solidez, dijo que era menester repeler de ella el idilio A la ausencia97 y un verso de Valbuena en que se hablaba de pechos. Y es de notar que el mismo Nuncio había sido el principal autor de la conjuración contra la obra, o más bien, contra el autor, y había estado instigando al Confesor de la Reina, por espacio de 5 meses para que la delatasen. Los tres prelados han tardado ocho meses en dar su censura, pero al fin la dieron...i9^ 97- Se trata del primer verso de una égloga de Leandro Fernández de Moratín. 98- Leandro Fernández de Moratín, Obras póstumas, Madrid, Rivadeneyra, 1868, tomo III, págs.101-104. En la carta de Julio de 1827 Moratín le comenta su respuesta a la censura: "que este idilio es un sermón de capuchino, comparado con los amoríos de 65 Como quiera que fuese, la obra salió adelante y resultó una de las preceptivas más influyentes y editadas de nuestro siglo XIX99. Las advertencias del autor conforman un curioso intento de administrar sus saberes entre la contención exigida por la didáctica y la uníversalidad de conocimientos que definen la amplitud del tema. En las páginas previas al tratado en sí se nos informa que se van a ver entresacados los principios incontestables de las numerosas retóricas y poéticas que ha habido desde la Antigiiedad, ejemplificando las reglas generales (no se hace igual con las particulares por su excesiva cantidad) , con autores de primer orden, procurando usar los términos técnicos con propiedad. Los tiempos exigen que los autores latinos se traduzcan y la función educativa del texto hace necesario omitir algunos tratados como la historia literaria, ya sea de autores o de composiciones, y los temas de gramática histórica y estética. Poco después, Hermosilla, en su particular captatio benevolentiae, revela que no será suya la doctrina que se ofrece, sino de otros autores, "principalmente de Blair, por que es la mejor. ^^loo La obra se divide en dos partes: la primera contiene las reglas comunes a todas las composiciones (esto es, lo referido al material lingiiístico, que será copiado por infinidad de preceptivas, en cuanto a los pensamientos, expresiones, el estilo, las figuras,...) y la segunda, las reglas para los géneros literarios con su consabida distinción de origen retórico entre obras en prosa (oratorias, didácticas, históricas y epistolares) y en verso (consideradas obras poéticas). Se añaden varios apéndices (la invariabilidad de las reglas, el Buen o Mal Gusto), un suplemento con el discurso de Moratín sobre la comedia, y otro apéndice con ejemplos poéticos. El gusto neoclásico con su defensa y conformidad de un sistema basado en reglas inmutables, con toda la fuerza de una carga teórica de siglos, combinado con el afán didáctico respaldado por el Estado en forma de programa o plan de estudios, será el enemigo más formidable con el que habrá de luchar toda la teoría poética del Romanticismo europeo. Más aún, la falta de pensamiento especulativo sobre el fenómeno de la Literatura ha llegado a formar parte intrínseca del sistema educativolol en que están llenos mil libros corrientes..." 99- La edición que preparó Salvá en París, anotada y con apéndices, desde 1837 fue sucesivamente publicada hasta 1929, teniendo una gran acogida en Hispanoamérica, mercado para el que fue pensada. ^oo_ Op.cit., tomo I, págs.I-XII lol- Esta situacibn casi esclerótica de las preceptivas escolares es un fenómeno común a muchos países de nuestro entorno. Nuestro vecino, Francia, del que copiábamos los 66 todos sus niveles. Durante estos años, hasta el que aparezca el libro de Gil de Zárate, bastará con repetir los contenidos del Arte de Hermosilla. El deseo de ajustarse a los programas no quedará exento de la necesidad de ir añadiendo aquellos temas u obras más actuales o de reordenar contenidos según los deseos de cada uno. Por ejemplo, en el Comoendio de Moragues102, ya de 1837, se dan todas las constantes que hemos descrito hasta ahora: didactismo, imitación de autores de prestigio en el ámbito escolar, un cierto deseo de actualización de los contenidos, ausencia de toda creatividad, y una importantísima, de raíz socioeconómica, que sea asequible para los alumnos y por tanto vendible. Comenzando por la imitación del título de la preceptiva de Hermosilla, Moragues nos advierte que se trata de un programa para sus clases. Excusándose por no ser todo lo completo que debería, nos aclara que su intención fue dar la asignatura usando la Gramática de Salvá103 y a Hermosilla pero la junta escolar decidió que era demasiado extenso y caro, teniendo que resumir. Llegará el momento en que pueda ofrecer un trabajo propio (constante que se repetirá en muchos prólogos, sin duda un lugar común), pero mientras eso suceda: "En la parte de doctrina general y de oratoria me ha servido de texto principal el memorado Arte de Hermosilla, en cuyo extracto, que es tomado casi a la letra, me hubiera detenido más de lo que lo he hecho en intercalar una que otra idea escogida de Capmany, Blair y otros autores de mayor aceptación, si no se echase de ver que aquel los tenía tratados a fondo, y supo escoger y apropiarse de lo mejor. Pongo algunos ejemplos de Capmany, parte en que es tan feliz; no porque Hermosilla no los lleve muy selectos y en abundancia, [...] En la poética me propongo insertar a continuación de las doctrinas del mismo autor, trozos escogidos y análogos de la apreciable de don Francisco Martínez de la Rosa, bajo el título de recapitulación; a fin de que los jóvenes estudiosos, al mismo tiempo que se instruyen en la teoría del arte, empiecen a tomar el sabor y la norma de la buena poesía; y con el de que inicien en la moderna revolución del ingenio y el buen gusto en literatura, daré al último en un apéndice, alguna idea del romanticismo. El todo formará un tomo regular y cómodo en octavo menor, a que con el tiempo quisiera añadir otro de modelos, para sucesivos planes de estudios, padeció los mismos problemas. Tal vez debería decir que heredamos sus problemas y 8lgunas de sus soluciones. Véase los capítulos referentes al siglo XIX francés en Marc Fumaroli (dir.), Histoire de la rhétorique dans 1'Europe moderne 1450-1950, Paris, P.U.F., 1999, pá.gs.1071-1214 ^oz_ Miguel Moragues Pro, Compendio del arte hablar y componer en prosa y verso, Palma, Guasp, 1837 l03- Vicente Salvá, Gramática de la lenq.ua castellana seaún ahora se habla, Valencia, S. Mallere, 1837 67 los diferentes ejercicios de la Cátedra."lo9 Otro caso similar lo tenemos en los Elementos de Literatura de Monlaulos, una de las preceptivas más usadas por los estudiantes del siglo XIX. A pesar de pretender citar directamente a Cicerón, Quintiliano, Blair, Capmany, Boileau..., en realidad casi toda la obra es una copia directa de Hermosilla10t' adicionada con algunos apéndices sobre Filosofía de la Literatura, es decir, problemas estéticos como el Buen Gusto o la crítica (tomado del artículo critique escrito por Marmontel para la Enciclopedia). Recoge también en su afán compilador las Fábulas literarias de Iriarte, la Poética de Martínez de la Rosa y la E^ístola a los Pisones de Horacio en latín. En 1842, al igual que Monlau, Antonio Gil de Zárate publica su primera parte del Manual de Literatura, llevando por subtítulo el de Principios aenerales de Retórica v Poética107, diferenciado de la segunda parte que es un repaso a la literatura española escrito para la enseñanza novedosa de la asignatura106. No podemos afirmar que el autor supiera con exactitud cuál iba a ser el programa completo tras la ley de 1845, pero no cabe duda de que no diferiría demasiado del esquema con el que fue trazado este manual. En cualquier caso, en el prólogo confiesa buscar un término medio entre libros demasiado elementales y otros que no convienen a los alumnos jóvenes por su exceso de información. Tampoco desea que su libro sea un conjunto de reglas compuesto para el aprendizaje memorístico; propone un estudio completo y fundado en los principios generales la composición literarialo9. La principal novedad del manual de Gil de Zárate radica en una recomposición, en cierto modo actualización, del esquema de materias que se repetía casi invariablemente desde el Arte de 109- Op.cit., págs.V-VII ^os_ pedro Felipe Monlau, Elementos de Literatura o arte de componer en prosa y verso, Barcelona, Pablo Riera, 1842 l06- Sobre los cambios y diferentes ediciones de esta obra, véase Aradra Sánchez, op.cit., págs.224-226 'o'- Madrid, Ignacio Boix, 1842 ^oa_ Resumen histórico de la Literatura española, en Manual de Literatura, 28 parte, Madrid, Ignacio Boix, 1844, 4 vols. Fue ésta la primera edición completa de una obra que se publicó tanto conjunta como separadamente. Aradra Sánchez, op.cit., pág.223, recoge hasta diez ediciones de la obra completa. De la parte primera en particular se imprimieron hasta 12 en la edición de Madrid, Gaspar y Roig, 1872-1873 l09- Madrid, Gaspar y Roig, 1862, 9aed. corregida y aumentada, pág. 8 68 Hermosilla ( lato sensu desde el Blair español), no siendo capaz todavía de desembarazarse de su magisterio al completo. Así reproduce la división genérica en prosa (composiciones oratorias, históricas,...) y en verso sin que hubiese cuajado todavía el conocido esquema tripartito, quebrado por la indistinción de la lírica en casi todas las preceptivas clásicas; también la diferencia entre reglas generales y particulares es heredada. Incluye sin embargo diferentes secciones como la dedicada a los principios estéticos, todavía relativamente escasos y curiosamente muy cercanos al sensualismo dieciochesco, adornados con reflexiones interesantes sobre el Romanticismo y el clasicismo. La métrica no constituye un apéndice, da lugar a interesantes reflexiones sobre la diferencia entre el estilo poético y el de la prosa. El influjo de la ley de 1845 empieza poco a poco a hacerse notar en las preceptivas mediante las nuevas disposiciones y necesidades a las que deben ajustarse. Van surgiendo otros manuales desde mediados de los años cuarenta y todos los cincuenta en los cuales la semilla de la novedad se va imponiendo filtrada entre los principios repetidos que los alumnos memorizaban. Pero esta novedad no consistía todavía en una nueva fundamentación de los manuales escolares, más bien en una constante evolución con muchos altibajos hasta que en los últimos cuarenta años del siglo cuajen definitivamente diferentes modelos de preceptivas. De momento las más importantes hasta fines de siglo, las de Camusllo, Fernández Espinolll y Coll y Vehí112, van manifestando un curioso maridaje entre las acepciones modernas del fenómeno literario (el Romanticismo ha triunfado ya y las traducciones, casi todas a través del francés, hacen asequibles a autores fundamentales de Teoría literaria, amén de una menor presión de la censura) y la carga fundamental del saber clásico al que se recompone o reestructura(que forma la base didáctica impulsada por el gobierno y a la que ninguno renuncia) para dar lugar al eclecticismo teórico de la segunda mitad del siglo113. El caso de Camus resulta interesante por presentar el signo llo- Alfredo Adolfo Camus, Principios de Retórica v Poética escritos por d. Francisco Sánchez, ilustrados con notas y seauidos de un tratado de arte métrica, Madrid, Imp, de Rivadeneyra y Cía., 1845 111- José Ma Fernández Espino, Curso de Literatura General, Sevilla Geofrín, 1847 112- José Coll y Vehí, Elementos de Literatura, Madrid, Rivadeneyra, 1856 113- Evidentemente no nos referimos al eclecticismo filosófico tomado de Víctor Cousin, Jouffroy..., sino a una actitud ecléctica a la hora de recoger fuentes, esquemas o paradigmas por muy alejados que se encuentren. 69 de los tiempos. Este profesor de la Universidad Central desde 1846, que antes lo fue de bachillerato114, tuvo que proporcionar un libro de texto a sus alumnos. Considerando los programas pensó que lo ideal sería editar a Sánchez Barbero, anotando sus Principios, ya entonces muy usados para la secundaria, añadiendo un apéndice sobre métrica y otro sobre estética (muy corto, resumiendo al padre Arteaga). Son dos las razones: se ajusta al plan de 1845 y se evita el esfuerzo de crear uno nuevo, cuando ya había uno tan completolls. Su antiguo alumno Menéndez y Pelayo recordará cuál era la clave para comprender estos años y los venideros: "En 1845, fecha de la memorable transformación de nuestros estudios, faltaban manuales de muchas artes y ciencias, y Camus y otros profesores, entonces novísimos, acudieron a llenar este vacío, ajustándose a los programas que de Francia había importado Gil de Zárate.i116 Camus no llegó, pese al cariño con que le trata su pupilo, a crear ningún texto original de preceptiva. Lejos de ello, la urgencia a la que se enfrentó en un primer lugar, se vio compensada con el favor del éxitoll' y dos años después saca a la luz una segunda edición avant la lettre sustituyendo a Sánchez en la parte de Retórica( pensamientos, estilo, tropos y figuras, las partes artis..) por los contenidos encontrados en las Lecturas de Blair, remozados en lo necesario (la novela), junto a otros apéndices118. Pero no era Camus un representante del dogmatismo continuista del clasicismo gubernamental, por el contrario pretendía estar al día y responder a las demandas más actuales de la didáctica. Su libro sobre Preceptiva clásica respondía a la llamada de la ley del 45, que siguiendo el método importado de Francia, explicaba los temas con los textos a la vista119. El libro es una antología de clásicos de la Antigiiedad 119- Véase Aradra Sánchez, op.cit., págs.229-231 115- Op.cit., en el prólogo, págs.2-3 116- M. Menéndez y Pelayo, Estudios en torno al siqlo XIX, Madrid, Atlas, 1944, pág.53 11'- "[...] Sin embargo, la circunstancia de haberse concluido tan rápidamente dos ediciones, el haberse señalado entre las obras de texto por orden superior, y adoptado en varias Universidades e Institutos del Reino, me imponía un doble deber de gratitud y de obediencia...", en el prólogo a la edición de 1865. lle- Curso elemental de Retórica v Poética..., op.cit. 119- Aradra Sánchez, op.cit., págs.230-231 70 latina como Cicerón, Quintiliano u Horaciolzo. Los contenidos de las preceptivas en los años siguientes apuntan cambios que habrán de germinar más adelante. José M. Fernández Espino, por ejemplo, concibió su Curso de Literatura aenerallzl como algo distinto a otros manuales al uso. E1 título hace referencia a una concepción novedosa de la materia: la literatura debe responder a unos fundamentos filosóficos que se basan en principios estéticos. Recordemos que Gil de Zárate se jactaba de haber logrado introducir un curso de Estética para renovar los estudios de literatura en niveles universitarios. No obstante la doctrina estética manejada no pasa de ser una aproximación histórica al concepto de belleza en relación con la poesía basado en criterios eclécticos tomados de Léveque, siguiendo la filosofía oficiosa que se trataba de imponerizz. Más interesante nos parece su amplia concepción de la retórica, indicado por Aradra Sánchezlz3, como un proceso válido para cualquier composición en prosa o verso. El manual de Coll y Vehí124, así como su resumenlzs, fue uno de los textos más editados en el siglo XIX. Además de la claridad y el esfuerzo didáctico(se puede observar en la tipografía un nuevo fenómeno: resaltar algunos párrafos en forma de resúmenes o llamadas de atención sobre lo expuesto anteriormente). Su principal virtud es una recomposición moderna de los principios retóricos, relegándolos a la mínima expresión (la oratoria y sus géneros, junto a las partes del discurso retórico clásico), apelando a autoridadeslzb. Una nueva concepción del análisis literario le permite englobar el verso y la prosa, y tratarlos unitariamente. No da apenas espacio al estudio de la Estética, ^zo_ preceptistas latinos para el uso de las clases de Principios de Retórica v Poética, Madrid, Imp. de Rivadeneyra y Cía., 1846 lzl- Op.cit., nota 111 ^zz- Op.cit., págs.I-XXV lz'- Op.cit., pág.232 1z4- Op . cit ., nota 112 12s- Compendio de Retórica y Poética o Nociones elementales de Literatura, Barcelona, Imp. del Diario de Barcelona, 1862 lz6- Elementos de Literatura, Madrid, Imp. de Rivadeneyra, 1857, 2$ ed. corregida, pág.3: "Bacon y Kant dan a la voz retbrica el sentido empleado en el texto de este párrafo. Considerándola Bacon como la tercera parte de la Traditiva, la define: teoría del embellecimiento del discurso. Kant la emplea en este mismo sentido, y la distingue de la oratoria (ars oratoria)." pese a respetar la triple división gubernamental en filosófica, preceptiva(teórica) e histórico-crítica(historia de la literatura). Pero la gran virtud de esta preceptiva no es otra que la gran cantidad de fuentes a las que acude. Empezando por los clásicos, a veces por la Biblia o San Agustín, citados directamente en latín a modo de apoyo explicativo al final de muchas lecciones o ejemplificando con textos literarios latinos, a la par que españoles, y su magnífico tratado de figuras. Continuando con los maestros de la Teoría literaria que le precedieron y a los que no duda en enmendarles la plana cuando es preciso (a Hermosilla le critica su tratado de figuras o a los clasicistas franceses su obsesión por las reglas, cita a Vosio o a Buffon...). Y concluyendo con los extensísimos conocimientos de autores cercanos al Romanticismo o dentro de él (Hegel, V. Hugo, los Schlegel, Schiller, Mme. de Staél, Bouterweck, Villemain..., y españoles contemporáneos). El éxito de la obra es la cantidad y calidad de los conocimientos del autor. En su afán en no renunciar a nada para explicarlo todo, caben las curiosas disecciones de los diferentes tipos de estilo (cortado, enérgico, patético, familiar,...) con las más modernas concepciones genéricas de Hegel o la inclusibn de la novela en la Épica y no entre las obras en prosa. El resultado es un paso más adelante en el camino del criterio eclecticista escolar. No hay que renunciar a nada que suponga merma alguna en el caudal de conocimientos. Si lo hay se suple con apéndices o antologías de textos. Las novedades teóricas van transformándose en parte constitutiva de los manuales siempre que se ajusten a los programas educativos. 72 II-2-3 Las últimas poéticas "La poéticas publicadas fuera de los circuitos de la actividad educativa son las que ofrecen planteamientos más cercanos a la transformación que estaba experimentando la creación contemporánea [...] o marcas de expresión que evidencian una posición particular del autor en las cuestiones que considera. "lZ' Romero Tobar llega a esta conclusión inducido por la idea de que el modo de presentación de muchas de las poéticas de estos años influye en un contacto más próximo al lector, considerándole alguien cercano, idóneo para mantener un tono casi coloquial y para dar una opinión personal sin envolverse en una faramalla de reglas y preceptos. Sin duda la base de comparación establecida no es otra que los manuales escolares. Sujetos a programas y a la necesidad de verter todo el caudal de conocimientos clásicos perdieron la cercanía con los problemas que el mundo de la creación literaria estaba suscitando en aquellos tiempos. Sin ser del todo verdadera esta afirmación, habrá ocasión de comentarlo más adelante, debiéramos de sentirnos interesados en ella. Pero si ahondamos en la idea de Romero Tobar hemos de verla matizada por él mismo: "En lo que toca a esta cuestión nuclear [el principio inalterable de las reglas], a la que debemos sumar otros muchos aspectos parciales no desarrollados en estas páginas, también los tratados extra-académicos se mantienen fieles a una tradición teórica que, con todas las cautelas del caso y las circunstancias históricas y culturales, tuvo vigencia en la estimativa literaria de la primera mitad del XIX."12s No podía ser de otra manera cuando una gran parte de estas poéticas son calcos formales del modelo que Boileau instauró desde 1674. E1 éxito que tuvo en España fue tan duradero como productivo, lo vimos en el capítulo II-1. Lo sorprendente, o quizás lo extravagante es el deseo de Francisco Martínez de la Rosa de resucitarlo en 1827 y además hacerlo desde la Francia ya inundada de Romanticismo, pues allí se publica la primera parte de las Obras literarias de D. Francisco Martínez de la Rosa, París, Didot. Contenía una Poética escrita en verso (silvas) y dividida en seis cantos (I, De las reglas generales de 12'- Leonardo Romero Tobar, Panorama crítico del Romanticismo español, Madrid, Castalia, 1994, pág.336 12e- "La Poética de Braulio Foz en el marco de la preceptiva literaria contemporánea", en Cuadernos de estudios bor^anos, XV- XVI, Borja, Centro de estudios borjanos-Institución "Fernando el Católico", 1985, pág.l25 73 composición; II, De la locución poética; III, De la versificación; IV, De la índole propia de varias composiciones [églogas, madrigales, sonetos,...]; V, De la tragedia y de la comedia; VI, De la epopeya- Conclusión) con el añadido de unas Anotaciones y de cuatro Apéndices (I, Sobre la poesía didáctica española; II, Sobre la poesía épica española; III, Sobre la tragedia española; IV, Sobre la comedia española) que han sido considerados por la crítica muy superiores al poemalZ9 y resultando mucho mayores en extensión130. No es la única incursión en la poesía didáctica de Martínez de la Rosa pues en la misma obra, en el tomo IV, tenemos una traducción de la famosísima E^ístola a los Pisones de Horacio, acompañada también de unas Notas explicativas. Esta versión superaba en cierto modo las anteriores del siglo XVIII y la muy cercana de Javier de Burgos131 e inauguraba una constante riada de traducciones en el siglo XIX132, muchas de ellas en verso que junto a las numerosas ocasiones en que fue editado en latín le hizo convertirse en uno de los textos más frecuentes del mundo escolar español. La razón principal fue la disposición gubernamental de 1850133 de obligar a los alumnos a aprender de memoria la poética de Horacio. Se llevó a cabo de diversos modos, ya fuese con el texto latino, en 1'-9- No es mi propósito entrar en profundidad en todo aquello que la crítica ha dicho en extenso acerca de la Poética de Martínez de la Rosa por hallarse alejado de nuestro propósito de presentar un panorama histórico. Para todo ello remitiré a dos recientes trabajos en los cuales se encuentran muchas de las claves para interpretar esta preceptiva. Uno es un artículo específico y otro es el último capítulo de una obra sobre la Poética neoclásica, un resumen de sus conclusiones al respecto: José Cebrián, "Significación y alcance de la Poética de Martínez de la Rosa", en Revista de Literatura, LII, 103, Madrid, CSIC, 1990, págs.129-150 y José Checa Beltrán, Razones del buen austo, Madrid, CSIC, 1998, págs.311-329 13"- Cebrián ha contabilizado los porcentajes: Poética, 7,290^; Anotaciones, 40,197^; Apéndices, 52,112g, en op.cit., pág.l31 131- Menéndez y Pelayo piensa que no es inferior a ninguna otra de las trasladadas en verso al castellano, casi todas en endecasílabo libre. Las anteriores fueron las de Tomás de Iriarte y Fernando Lozano, ambas de 1777, y la de Javier de Burgos en 1823. Vid. Estudios y Discursos de crítica histórica y literaria, ed. nacional de sus Obras completas, vo1.4, Santander, CSIC, 1942, Pág.278 13z- Vid. Aristóteles, Horacio, Artes noéticas, ed. bilingiie de Aníbal González, Madrid, Taurus, 1988, págs.41-42 133- Aradra Sánchez, op.cit., págs.71 y ss. 74 ocasiones comentado en castellano por párrafos temáticos, o traducido por entero al castellano. Muchos de los manuales reproducían a Horacio en los apéndices de sus tratados, junto a capítulos sobre métrica o temas de Estética como si se tratara de un complemento sin conexión alguna con lo anterior. Ese afán, que yo considero enciclopédico por imperativo gubernamental, sin más pretensiones, no produjo una corriente de renovación o de hermenéutica interpretativa del autor latino. A veces, teóricos más preparados en filología clásica como Coll y Vehí, podían permitirse el lujo de acudir a Horacio cuando necesitaban puntualizar o resumir, en una frase fácil de memorizar, algún precepto13' . Las doctrinas de Horacio hemos de encontrarlas difuminadas a través de otros autores clasicistas (Boileau, La Harpe, Marmontel, Luzán..). Las tres dualidades (res/verba, docere/delectare, ingenium/ars), a que hace referencia García Berrio en su explicación de la doctrina horaciana135, o la primacía de unos géneros sobre otros (la tragedia, para el latino), o el principio de retractatio, no desaparecen, como casi ninguna de las bases del Clasicismo. Entran en una nueva discusión con otros principios que sólo hace poco reconocemos como constantes en la Teoría literaria desde Aristóteles. De momento nos interesa recordar que la reflexión sobre la Epístola a los Pisones fue escasa, pero su autor no dejó de ser considerado canónico y era citado constantemente como ejemplo de teórico y de creador, principalmente al exponer la doctrina de la oda. Lo más notorio por estas fechas es el comentario de Raimundo de Miguel y Navas, de 1855, que fue muy consultado y editado durante aquellos años para memorizar en las clases136. Una parte de las traducciones del siglo XIX registradas por Menéndez y Pelayo o Aníbal González son en verso137, continuando una tradición anterior, cuya última fama venía de Boileau. La 134- Dice Coll y Vehí en sus Elementos..., op.cit., pág.241: "Además de la unidad, exige Horacio en todo poema la sencillez (simplex et unum)." 13s- Antonio García Berrio, Formación de la Teoría literaria moderna, I, Barcelona, Planeta, 1977. Sobre todo el libro segundo. 136- Raimundo de Miguel y Navas, Exposición aramatical. crítica, filosófica y razonada de la Epístola de O. Horacio Flaco a los Pisones sobre el Arte poética, y traducción de la misma en verso castellano, para el uso de los ióvenes aue se dedican al estudio de las Humanidades, Burgos, A. Revilla, 1855 13'- Menéndez y Pelayo, Horacio en España, Madrid, Pérez Dubrull, 1885, 2a ed., págs.336-337 y Aníbal González en su edición de las poéticas de Aristóteles y Horacio, op.cit., págs.41-42 75 idea de proponer un poema didáctico que sirviera de exposición de las doctrinas no era novedoso ni en la Antigiiedad clásica (recordemos los poemas presocráticos en el comienzo de nuestra tradición literaria). Varios eran los motivos por los cuales este modelo gozó de tanto prestigio, entre ellos, el valor concedido al verso como vehículo para la memorización. La facilidad de recordar tiradas de versos gracias al efecto musical de la acentuación, la repetición, la rima en los países románicos, las estrofas, ha sido una de las inequívocas señales del prestigio del verso. No debemos olvidar que la literatura establecía hasta no hace tanto, quizás hasta la lectura meditada y silente de la Modernidad en el Siglo de las Luces, una relación básica entre autor, obra y auditorio. Dicho en otras palabras, se escribía principalmente, no únicamente, para que un auditorio escuchara a un lector o a un actor. El verso gracias a su musicalidad ha servido para recordar extensos pasajes como un mecanismo mnemotécnico en las escuelas. Todo ello nos devuelve a la Poética de Martínez de la Rosa en su intencionalidad educativa. Llegamos a olvidar que el autor vivía inmerso en la concepción didáctica del hecho literario y si se desvirtúa la finalidad de su poema no resulta extraña la decepción que ha producido en la crítica posterior encabezada por Menéndez y Pelayo, frente al interés con que fue acogida y protegida gubernamentalmente. En el prólogo se cita a Moratín por su queja acerca de que España carece de la falta de un poema similar al de Boileau si exceptuamos el "redundante y desaliñado" de Juan de la Cueva13s. Aparte el nacionalismo español, resentido por tantos ataques, algunos verdaderos, otros injustos, de intentar escribir un poema didáctico del que adolecíamos139, el propósito se expresa con toda claridad en el segundo párrafo: "Mas por defectuosa que sea, acarreará la ventaja de allanar a otros el camino para una empresa tan difícil; siendo además muy útil a los jóvenes aplicados encontrar reunidos en un sola obra los preceptos esparcidos en muchas, y frecuentemente sin método ni orden. Hasta el hallarlos en su idioma nativo aumentará la 13s- Francisco Martínez de la Rosa, cito por Obras, B.A.E., Madrid, Atlas, tomo II, pág.227. Cita a Moratín en su sátira, Lección poética, premiada con un accésit por la academia en 1782 y que ganó Forner, y que se refiere al E^emplar poético, de Juan de la Cueva, cuyo manuscrito está fechado en 1606. 139- E1 mismo Martínez de la Rosa en su Apéndice sobre la poesía didáctica española, en Obras, op.cit., tomo III, págs.57- 72, se queja del poco trato que ha tenido este género en España. No olvidemos el prestigio que la poesía didáctica había ganado en la Antigiiedad, expresado en las Geóraicas de Virgilio como modelo de género y de estilo (mediano o templado). No obstante se nos hurta el conocimiento de las poéticas en verso de Ibáñez de Jesús (1795) y de Castrillón (1799), ya vistas en el capítulo II-1. 76 facilidad de comprenderlos, y el estar en verso la de grabarlos en el ánimo y retenerlos en la memoria."140 Las alusiones a los jóvenes como principales receptores del poema se repiten a lo largo de toda la Advertencia inicial. La intención educativa, el deseo expresado de citar autores clásicos y modernos, el modelo en que vierte sus teorías..., todo ello conforma la interpretación completa de esta poética. Checa Beltrán en su agudo análisis critica con dureza algunos aspectos que nosotros vemos justificados dentro de una corriente educativa y formativa de unos valores clásicos como vía curricular del saber literario. Así se explica la ausencia del debate entre clásicos y románticos o la trivialización de las teorías frente a Luzán, por ejemplo. Aún compartiendo con el citado crítico muchas de sus afirmaciones, y las de José Cebrián, nos parece sin embargo una obra escrita para un público especial, aquel que la aprenderá de memoria en las clases como lo demuestra el hecho de ser uno de los textos recomendados en las listas del gobierno para el aprendizaje de la literatura en compañía de Blair, Sánchez Barbero y Mata y Araujo en 1841141. La fecha, dentro de la ya triunfante revolución romántica, nos da la pista. Buscar un debate entre la poética de Martínez de la Rosa y la de Luzán, por ejemplo, como hace Checa Beltrán y antes Menéndez y Pelayo, resulta estéril pues los medios y los propósitos son otros muy distintos. No debía un educador, expositor de reglas y preceptos, crear un estado de discusión en el educando de ciertos niveles sino que debía procurar enseñar con claridad mostrando los modelos más perfectos y formando el gusto con ellos ."he preferido este medio como el más oportuno para lograr el fin que me proponía de encaminar a la juventud por la senda del acierto."1'2 No es de extrañar la presencia de este poema en algunos manuales193 con el propósito de memorizar una serie de preceptos. La decisión de optar definitivamente por el texto de Horacio se debió, diferencias aparte, al prestigio del latino y al interés de mostrar unos conocimientos en la lengua clásica que el alumno debía tener en un curso superior que mezclaba conocimientos anteriores de gramática latina. La obra de Martínez de la Rosa resulta más completa y compleja si atendemos a las anotaciones y a los apéndices. Por descontado formaban un todo, editado conjuntamente, pero los propósitos no son los mismos. Las primeras se escribieron para presentar y justificar con modelos las reglas y preceptos del poema; los segundos son un intento de esbozar un "curso de 140- Op.cit., tomo I, pág.227 141- Aradra Sánchez, op.cit., pág.40 192- Op.cit., tomo I, pág.227 1°3- Moragues Pro, Compendio del arte de hablar, op.cit., Pedro Felipe Monlau, Elementos de Literatura, op.cit. 77 literatura española". Evidentemente el trabajo de componer un poema como aquel suponía recoger datos numerosos que se formalizaron posteriormente149. Centrándonos en las anotaciones, nada hay en ellas que contradigan lo dicho anteriormente sobre la finalidad del poema. Cebrián dice al respecto: "Las Anotaciones giran todas en torno al influjo de los autores clásicos de Grecia y Roma sobre los españoles (Garcilaso, Herrera, Luis de León, los Argensola, Rioja...) e insisten de modo un tanto machacón sobre el papel preponderante que juega el "buen gusto" como árbitro y juez a la hora de la composición."1's Desorienta en los críticos una cierta trivialidad en la exposición de las doctrinas y una de las causas la creemos explicada. Otra, que no podemos obviar, se centra a nuestro juicio en el tono o mejor aún en el estilo en que estos poemas se escribían. Ya Horacio había usado un modelo de epístola en verso para hablar de literatura y respondía al tópico del género desde el comienzo. Curiosamente escogió ese modelo como vehículo para sus famosas sátiras, en un tono desenfadado, casi cercano a la charla, evidentemente elegante y culta, que no se atrevió a llamar arte poética (el primer testimonio escrito parece estar en el libro XII de las Institutiones de Quintiliano), para dar vía a sus consejos como solía hacer al hablar de costumbres romanas e incluso de temas literarios a sus contemporáneos196. El hecho de no presentar de manera sistemática sus ideas y de estar inmerso en una polémica sobre la literatura de su época con especial atención al teatro no evita que el final de su obra sea un conjunto de normas o recetas dedicadas al poeta o artifex147, entendidas como reglas para la creación literaria, manteniendo la dialéctica de relación con el receptor propia de una epístola. Dejando aparte las innúmeras lecturas e interpretaciones posteriores como preceptista de Horacio, conviene recordar que los imitadores, por lo general, tenían un contacto directo con los textos latinos y estaban acostumbrados a reproducir el modelo textual de las composiciones. En este caso tanto Boileau como Martínez de la Rosa han sido acusados modernamente de ligereza expositiva y de trivializar las doctrinas que decían compartir 14"- Idem, idem 1°s- Cebrián, "Significación y alcance de la Poética de Martínez de la Rosa", op.cit., pág.137 196- Jean Bayet, Literatura latina, Barcelona, Ariel, 1982, págs.249-252. José Luis Moralejo se refiere a este modelo de género literario heredado de la Diatriba filosófica y la Comedia Antigua en "La literatura latina en la transición de la República al Imperio", en Unidad v pluralidad en el mundo anticruo, Madrid, Gredos, 1983, págs.170-171 14'- Vid. A. García Berrio, op.cit., págs.229-235 78 y fundamentar. Ambos, entre otros muchos198, no dudaron en responder al principio imitativo más fielmente de lo que la crítica suele referir. Así Boileau cambia a menudo, incluyendo anécdotas, variando el estilo de uno más contenido a otro más cercano o familiarl"g, a veces aconsejando, otras adoctrinando. Sin embargo la poética del español mantiene la misma línea estilística, acomodada a un estilo grave, como correspondía a tales conocimientos, alterada por algunas llamadas de atención. E1 ambiente literario, ya no estrictamente escolar, de Martínez de la Rosa, parecía en muchos aspectos contemporáneos del Clasicismo francés del siglo XVII, sin haber aceptado ninguna de las críticas hechas al poema de Boileau (excesivamente rígido, alejado de la realidad genérica de su época, limitado y reductor..)150. Un grupo de escritores formados en el puro neoclasicismo, dentro de la peculiar cronología hispánica, parecía que esperaban la creación de ese poema que pedía Moratín. En ese clima Reinoso hará la reseña favorable en la Gaceta de Bayona de 1828: "Un poema didáctico sobre la poesía no es una obra aislada y sin trascendencia; no es sólo una nueva composición, añadida al caudal literario de alguna lengua o de algún país; es el código de la poesía nacional, es la norma del buen gusto en la literatura, es la suma de los preceptos que deben tener de memoria y consultar incesantemente los escritores . "lsl No cabe duda que el mimetismo con el fenómeno francés es la clave. A la que debemos añadir un cierto complejo de culpa por la ausencia de un Clasicismo español asimilable al del país vecino. La Poética de Martínez de la Rosa fue un acicate para que otros escritores diesen su aportación persónal a un género que creíamos resucitado para no durar. Después la preceptiva de Martínez de la Rosa aparecen sucesivamente las de Pérez del lQe- Cito sólo a estos dos autores por formar parte de dos extremos fundamentales de un mismo tronco, el comienzo y el final de la Poética neoclásica y por la evidente influencia del primero sobre el español. 199- Vid. Carmen Bobes et alii, Historia de la teoría literaria, II, Madrid, Gredos, 1998, págs.303-319 ^so_ Vid. Alicia Yllera, Teoría de la literatura francesa, Madrid, Síntesis, 1996, págs.132-134 lsl- Vicente Lloréns, El Romanticismo español, Madrid, Castalia, 1989, pág.215 79 Caminols2, Ribot y Fontseréls3, de Crespo154, y la de Braulio Fozlss. Parece además que se perdió otra si hemos de hacer caso a la autobiografía de Mor de Fuenteslsb. Resulta sorprendente que en el lapso de tiempo tan exiguo de diecisiete años desde la primera en 1827 hasta la de Braulio Foz (el autor advierte en el prólogo que fue compuesta en 1844), se hayan escrito tantos poemas didáctico-literariosls'. Digamos con claridad que ninguna de ellas se acerca a la Poética de Martínez de la Rosa ni en fortuna, ni en estilo poético. En pretensiones sólo Ribot, pues lleva notas y comentarios extensos al final. Romero Tobar, comentábamos al comienzo del capítulo, refiriéndose a Ribot y a Foz, encontraba en ellos algo común: un cierto tono satírico, a veces coloquial o desenfadado, opiniones particulares sobre diversos temas y respeto a los códigos básicos del Clasicismo. Además de no hurtar a sus lectores el debate entre clásicos y románticos que Martínez de la Rosa había olvidado comentarlsa . Las dos restantes no se apartan del tono cercano (de Crespo) o dialógico (Pérez del Camino), ni tampoco obvian la presencia de la corriente romántica en el ámbito literario. Si acaso se aprecia en ellos una mayor cercanía al espíritu clásico que distingue a este género. En realidad, frente a Martínez de la Rosa, estos poemas no buscan construir ese edificio de normas y belleza poética que 1s2- Manuel N. Pérez del Camino, Poética y sátiras, Burdeos, Carlos Lawalle, 1829 ls3- Antonio Ribot y Fontseré, Emancipación literaria, Barcelona, Oliva, 1837 ls'- Rafael José de Crespo, Poética, Valencia, Benito Monfort, 1839 ^ss_ Novísima poética española. Poema satírico en XII cantos, Zaragoza, Imp. y Lib. de R. Gallifa, 1859 ls6- Cito por Romero Tobar, "La Poética de...", op.cit., pág.l25: "En uno de estos viajes se me proporcionó leer el único ejemplar que había en Aragón, perteneciente al capitán general, de la Poética de Martínez de la Rosa, recién impresa en París. Parecióme el poema vulgar en la doctrina y friísimo en la ejecución, con cuyo motivo, vuelto a casa, despabilé o concluí en cuatro o cinco semanas otra poética en doce cantos." ls'- Gloria Rokiski Lázaro escribió sobre estas poéticas en su artículo "Poéticas y Retóricas en verso en la primera mitad del siglo XIX", en Varia BiblioQraphica, Kassel, Reichenberger, 1987, págs.595-598 ^sa_ Op.cit., págs.121-125 80 Moratín pedía para España. Fueron escritas desde el enfrentamiento y la convivencia con el Romanticismo; revelan que en la creación literaria de su época había conciencia de estar generándose ante sus ojos una nueva manera de concebir el fenómeno de las letras. Y ellos estaban dispuestos a opinar al respecto. Su formación clásica era tan honda que la respuesta es concebir a manera de sátira, más o menos benevolente o admonitoria, un juego poético respetuoso con la tradición que habían heredado. Todos ellos sabían que uno de los tópicos del género era fingir o inventar un interlocutor, ya que se trataba de una epístola. Y sabían también cuáles debían ser los contenidos y aún la estructura: reglas generales de la escritura (la imitación, el buen gusto), la locución poética y la métrica, los géneros (con especial interés en la épica y la tragedia) y los consejos finales dirigidos al poeta donde caben los juicios de valor159. Es en estos juicios donde los preceptistas daban rienda suelta a sus referencias acerca de los autores y obras que consideraban especialmente ajenos al buen gusto. Leamos parte del alegato final de Rafael de Crespo : " Veis aquí los románticos talento, de Apolo hijos, si esquivase el sonrojo. Y se agrada de ilustres monumentos. [ - l Y dice: ;Tanto orgullo os desvanece! ^Habéis hecho la Eneida o el Edipo? [ • ] Responden los románticos: el tipo de poesía se perdió y le hallamos libre como el deleite de Aristipo. A reglas de Aristóteles hollamos; y, sacudiendo su penoso yugo, las alas del ingenio recobramos." 16° E1 tono paródico se acentúa en el caso de Ribot, verdadero puente entre dos aguas. Si al principio abomina de lo clásico: "^Reglas me pides? No las hay, Lorenzo. [ • ] ;Y qué!•^Será preciso sujetarnos a seguir siempre las usadas huellas de mis predecesores? ^Es el drama ls9- Rafael José de Crespo, p.e.: Canto I, reglas generales de la poesía; Canto II, reglas particulares de poemas. 0 también. Pérez del Camino: Canto I, la imitación; Canto II, la locución poética; Canto III, la fantasía, poemas líricos; Canto IV, la dramática; Canto V, la epopeya; Canto VI, consejos al poeta. 16°- De Crespo, Poética, op.cit., pág.45 81 como el pecado que heredamos de Eva?" 161, y parece que en el asunto de la retractatio ha optado por asumir lo novedoso en forma de invención a la manera romántica, más adelante parodia igualmente las creaciones de la nueva escuela: "Lejos de mí la absurda tolerancia de soportar demonios a docenas, y llenar el proscenio de fantasmas como si fuese mágica linterna. Ni a los paletos embobar pretendo, ni asustar a los niños; ni es mi idea hacer fundir las tablas, remedando los fieros terremotos de Orihuela." 162 Refiriéndonos a las fuentes hay una cierta homogeneidad en todos ellos proveniente de sus conocimientos clásicos: Aristóteles, Horacio, Vida, La Harpe, Boileau, Luzán..., añadiendo como ejemplificación de modelos a los clásicos latinos y españoles (ignorados los medievales y los considerados exageradamente barrocos), así como algunos contemporáneos de clara inspiración dieciochesca y otros cercanos al Romanticismo (sobre todo en el comentario a la lírica romántica de Ribot)163. Dentro de la cronología que venimos manejando, hasta los años sesenta, hay que referirse todavía a algunos textos de índole varia, a veces dentro del ámbito escolar, otras como complemento de tratados de versificación, que son fundamentalmente de Teoría literaria, más aún de Poética. Hay en ellos reflexiones sobre los géneros o la definición, fines y medios de la poesía. En nada se apartan de los mismos criterios eclécticos de los manuales y de sus fuentes clásicas: Blair, Sánchez Barbero... Aquellos que se escribieron como complemento de tratados de versificación, por ejemplo el Diccionario de la rima de Aicart164, siguen las pautas de otros tratados de Poética anteriores en los cuales las obras en prosa, aunque también fueran consideradas poéticas, no cabían en su teoría de los géneros. Cabe considerar la cantidad de manuales que venían incluyendo un apéndice o un capítulo sobre métrica castellana, utilizando los ejemplos como modelos que los alumnos estudiaban. 161- Ribot, Emancipación literaria, op.cit., pág.44 162- Op.cit., pág.48 163- Se cita a Collins, Salas y Quiroga, Escosura, Bretón de los Herreros... Vid. Romero Tobar, "La Poética de Braulio Foz...", op.cit., pág.124 164- Agustín Aicart, Diccionario de la rima, Barcelona, Vda. e hijos de Brusi, 1829 82 La Poética trágica de Avecillalbs, es aún más selectiva, pues se trata de exponer la doctrina sobre la tragedia clásica y su necesidad de adaptarla a algunos criterios del Romanticismo; esto es, a la realidad de 1834, dado que considera que ninguna obra de teatro contemporánea puede llamarse tragedia. Curiosamente el triunfo del Romanticismo en España en los años treinta sugiere a algunos teóricos la necesidad de retomar y actualizar formas y modos de antiguos géneros. La solución ecléctica que ofrece de la Avecilla no es en el fondo una manifestación romántica en su sentido más amplio. Acaso las soluciones conciliatorias que vamos observando en las preceptivas de estos años sean la verdadera opción que muchos escritores asumieron en la creación literaria. 16'- Pablo Alonso de la Avecilla, Poética trágica, Madrid, Imp. que fue de Bueno, 1834 83 II-3 LA PRECEPTIVA ESPAÑOLA A FINES DEL SIGLO XIX Desde los años sesenta la trayectoria de la historia de la educación española ya ha sido marcada. Se desarrollaron los principios de la Ley de 1857 con variaciones mínimas que afectaron a aspectos puntuales según conviniese. Estas décadas hasta el cambio de siglo se caracterizarán por una voluntad fortísima de todas las ideologías por controlar el sistema educativo, favorecido por aquel afán centralista observado en el capítulo II-2-1, a propósito de las intenciones de Gil de Zárate al procurar por todos los medios posibles que el Estado controlase el sistema en cada una de las escalas primaria, secundaria y universitaria. Conforme el Estado liberal fue suprimiendo y ocupando las Instituciones del Antiguo Régimen se produjo un nuevo sistema de centralismo, traducido en forma de dirigismo estatal, así la preocupación por controlar la educación lleva tras de sí las luchas sobre la libertad de enseñanza y de cátedral. En el campo de la literatura dentro del ciclo educativo, el sistema legal no produjo ningún cambio especial que reformara su situación; conviene recordar su presencia en la secundaria bajo el nombre de Retórica y Poética, y en la Universidad tanto en las facultades de Letras como en los preparatorios de diferentes carreras, con el de Literatura General y Española o Principios Generales de Literatura y Literatura Española2. 1- Vid. Ivonne Turín, La educación y la escuela en España de 1874 a 1902: Liberalismo y Tradición, Madrid, Aguilar, 1967, págs.53 y ss. 2- Para la historia pormenorizada de la educación en España, en la que no me cabe entrar en detalle, remito a las entradas de las notas 1 y 2 del capítulo II-2-1. Solamente haré referencia de los hechos puntuales que afecten a la descripción diacrónica de las poéticas y retóricas. 84 II-3-1 El marco educativo E1 camino de la preceptiva española aparecía constreñido desde hacía años por el sistema educativo, marcando sus límites y trazando sus fronteras en los programas de las asignaturas. La pertenencia al ciclo educativo supuso sacar a la luz todas las contradicciones que hoy encontramos: la pervivencia de las teorías clasicistas, los contenidos, la extensión, la forma, el didactismo, incluso la tipografía. Durante los años sesenta todavía el número las preceptivas era razonablemente cuantificable. Más adelante, en los últimos treinta años, las cifras se disparan. Hay años en los cuales aparecen, sin hacer caso a las reediciones de textos anteriores, seis (1890, 1899) y hasta siete (1891) nuevos manuales3. Los motivos son de índole socioeconómico principalmente. Conforme el Estado fue recuperándose económicamente y desarrollando sus funciones efectivas, en un proceso que dura casi todo el siglo, se fueron creando los Institutos provinciales en las capitales. En cada Instituto los profesores procuraban escribir manuales ajustados a los programas que el Gobierno iba disponiendo, para que fuesen utilizados en sus clases. De esta manera se favorecía la publicación de textos, y estos eran invariables en sus contenidos más externos. E1 Estado lo admitía como un sobresueldo o un complemento a unos salarios bastante exiguosq . Leamos lo que comenta Aradra Sánchez al respecto: " Precisamente corresponde a esta época la mayor profusión de libros de preceptiva literaria, directamente relacionada con la demanda de unos centros de enseñanza que los utilizan como libros de texto. las disposiciones oficiales en este terreno, su control de los métodos y planes de estudios y la obligatoriedad de contar con 3- Vid. Juana de José Prades, La Teoría literaria, Madrid, Instituto de Estudios Madrileños, 1954, pág.53, o la Cronología incluida en el capítulo II-5 de esta tesis doctoral. 4- Dice Aradra Sánchez al respecto resumiendo a Ivonne Turín: "La insuficiencia del sueldo de los profesores de instituto y facultad se veía compensada gracias a los beneficios que les proporcionaba la venta de los libros de texto, tanto más caros cuanto más gruesos.", en De la Retórica a la Teoría de la Literatura (siglos XVIII y XIX1, Murcia, Universidad, 1997, pág.42 85 un manual adecuado a cada nivel, inciden en gran medida no sólo en el perceptible aumento de la producción teórico-literaria, sino en su uniformidad, y por ende, en su falta de originalidad en la mayoría de los casos."5 La uniformidad a que alude Aradra no significa una esterilidad absoluta, muchos de estos manuales reflejan novedades interesantes o reestructuran los temas del saber clásico a la luz de recientes terminologías críticas en el análisis literario. Esa demanda también supone una especialización de los textos: usando Plan del 24 de Julio de 1846, Estética o filosofía del arte, Preceptiva, para formar el buen gusto, y Analítico-crítica o la descripción de los modelos en su marco histórico6, se adaptaban los manuales para su uso en la Universidad y en la secundaria. Con los mismos esquemas se profundizaba más en aspectos determinados de la preceptiva oficial y se iban incorporando las novedades comúnmente aceptadas de unas, principalmente las de cursos superiores, a las demás. Normalmente los títulos delataban la pertenencia de cada una de ellas a los ciclos diferentes. Las de secundaria con la denominación de Retórica y Poética a modo de complemento nominal de un grupo de palabras que hacen referencia a su uso educativo, ya fuesen Nociones, Curso, Instituciones, Apuntes, Lecciones... En el caso de los manuales universitarios se repiten los títulos con la distinción de Literatura General y Española. A mediados de la década, en muy cercana fecha a la Revolución de 1868, surgen voces preocupadas por el futuro de la Retórica y la Poética en cuanto asignatura con unos contenidos y unos fines pedagógicos muy concretos. Nos referimos a dos artículos, incluidos en sendas obras recopilatorias de crítica literaria y pedagogía. En primer lugar, por orden de datación, fijamos nuestra atención en el artículo de Gumersindo Laverde, titulado "La asignatura de Retórica y Poética", de 1865, incluido en sus Ensayos críticos'. Laverde parte de una concepción filosófica de la Retórica. La Lógica moderna, heredada de la aristotélica pero radicalmente distinta, basada en Descartes y Locke, no podía admitir fácilmente que los componentes argumentativos del mensaje estuvieran facilitados de antemano desde presupuestos externos al propio mensaje. La inventio y la dispositio de los tratados clásicos hacía tiempo que habían sido desplazadas, primero por la Dialéctica desde Petrus Ramus en el siglo XVI, y después por el Sensualismo y la escuela escocesa del 5- Op.cit., pág.44 6- José V. Fillol, Sumario de lecciones de un Curso de Literatura General y principalmente Española. Cito por Valencia, J. Doménech, 1872, 38 ed. '- Gumersindo Laverde, Ensayos críticos de Filosofía, Literatura e Instrucción Pública españolas, Lugo, Soto Freire, 1868 86 siglo XVIII^. El propio Blair desconfiaba del uso de las teorías argumentativas de la Retórica clásica. En un texto de sus Lecciones sobre la Retórica, citado expresamente por Aradra, se nos dice: "Lo verdaderamente sólido y persuasivo se debe sacar ex nisceribus causae, del conocimiento íntimo de la materia y de su profunda meditación. Los que dirigen a otras fuentes a los que estudian la oratoria los descaminan: y queriendo hacer de la retórica un arte perfectísimo hacen ciertamente de ella un estudio frívolo y pueril. Por tanto tengo por inútil detenerme más sobre esta doctrina de los tópicos, o lugares retóricos.i9 No en vano los primeros libros de su preceptiva sólo tratan de los caracteres de los pensamientos que forman parte de cualquier composición. E1 ejemplo será repetido miméticamente por casi todas las preceptivas españolas. Laverde en realidad funda sus principios en los intereses pedagógicos. E1 plan de estudios debe enseñar a pensar antes de entrar en el conocimiento de la Retórica, dice en compañía del ejemplo de Jovellanos y Quintana10, ambos preocupados por el sistema educativo. Más significativo a nuestro juicio es la determinación de volver a la petición del Informe de Quintana en la denominación y contenidos de la asignatura. Recordemos que Quintana prefería la denominación de Literatura por varios motivos todos presentes en el artículo de Laverde, destacando que ningún humanista separaba los estudios de Retórica y Poéticall. Se propone, ajustándose a modernos criterios, la denominación de Principios de Literatura ya que no se busca la formación de poetas u oradores sino la "adquisición del buen gusto en todos los géneros de escribir que se conocen" de dos maneras principales: educando el gusto para percibir las bellezas de los textos y encontrando medios de expresión adecuados1z. Los manuales de entonces, a juicio de Laverde, incluían diferentes tratados: uno sobre elocución, propiamente retórico, común a todo género de escritos, y tres más e- No pretendemos afirmar categóricamente que la elocutio había sido aceptada como la única parte del discurso retórico generalmente admitido. Solamente queremos señalar que la intención de relegar a la inventio y a la dispositio como mecanismos que prefijaban el discurso (caso de los loci o los topoi) o lo pervertían frente a la Dialéctica nació en la misma Antigiiedad, con Platón (vid. Bice Mortara Garavelli, Manual de Retórica, Madrid, Cátedra, 1991, págs.22-24), si bien es cierto que su ataque tenía por objeto el uso que de la retórica hacían los Sofistas. 9- Apud Aradra Sánchez, op.cit., pág.95 lo- Laverde, Ensavos críticos, op.cit., pág.95 11- Op.cit., pág.100 lz- Op.cit., págs.100-101 87 referentes a obras poéticas, oratorias y didácticas13. Su propuesta consiste en un primer curso de Lógica y Filosofía aunque se incluyan nociones de elocución y arte métrica y, como consecuencia, un segundo de Principios de Literatura con los siguientes contenidos: teoría de géneros de escribir, expresión de la belleza, persuasión al bien, desarrollo de la verdad14. Esta pretensión no tuvo eco, ni siquiera el propio autor llegó a desarrollarla a pesar de sus intenciones de preparar un manual a medias con su alumno y amigo Menéndez y Pelayo, para el que escribiría el tratado de Retórica y don Marcelino el de Estéticals. El segundo artículo, fechado en 1866, titulado "Sobre el estudio de la Retórica y la Poética en la segunda enseñanza", otra vez el interés pedagógico, pertenece a una colección de Estudios literarios16, escritos por Giner de los Ríos. Allí volvemos a observar que en aquellos años se fraguaba una renovación de la preceptiva desde presupuestos filosóficos. Tras un repaso a la historia de la retórica, Giner hace referencia a una Ciencia de la Literatura cuyo nacimiento se debe a la filosofía alemana de su siglo. Considera que en España se notan las tendencias científicas en las preceptivas, no obstante esas tendencias "no son fieles en el transcurso de la obra y no las desenvuelven metódicamente pese a estar dedicadas a la enseñanza."17 Para evitar que la Retórica y la Poética sean vistas como simples reglas compositivas o un mero oficio mecánico se han de organizar bajo el paraguas de la Literatura General, única manera de evitar la separación entre la Preceptiva y la Estética18. Giner de los Ríos confiesa basarse en de la Revilla y Arpa y López, autores de manuales19 en los cuales se intenta 13- Op.cit., pág.102 19- Op.cit., pág.103 ls- Sáinz Rodríguez, Historia de la Crítica Literaria en España, Madrid, Taurus, 1989, pág.246 16- Francisco Giner de los Ríos, Ensayos literarios, Madrid, Imp. de R. Labajos, 1866. Cito por la 2a ed., Estudios de Literatura y Arte, Madrid, V. Suárez- J. M. Pérez, 1876 1'- Op.cit., pág.137 1^- Op.cit., págs.139 y ss. 19- Manuel de la Revilla, Pedro Alcántara, Principios de Literatura General e Historia de la Literatura Española, Madrid, Tip. del Colegio Nacional de Sordomudos y de Ciegos, 1872, 2 vols. y Salvador Arpa y López, Principios de Literatura General o Teoría del Arte literario, Cádiz, Imp. de la Revista Médica, 1874 88 definir los estudios literarios como una ciencia con un fondo filosófico que contiene principios generales del proceso creativo y particulares, pertenecientes a los géneros literarios. Las voces que pretendían reformar los estudios de Preceptiva nunca pensaron en que las lindes de este saber saldrían fuera del campo educativo pese a las pretensiones de construir un edificio filosófico, válido para cualquier perspectiva de análisis. La recepción de estos manuales pasaba por el tamiz del Gobierno, si no se aprobaban carecían de posibilidades de publicarse, y para ser publicados debían responder a los Planes, apenas cambiados. Esa inmovilidad no obedecía a una voluntad de reducir o limitar el saber teórico, sino a que la función gubernamental era asegurarse de que todos los alumnos sabían los mismos contenidos de todas las asignaturas. Sea como fuere, estos fenómenos que hemos venido describiendo en los primeros sesenta años del siglo, principalmente desde las Leyes de 1845 y 1857, con su intervencionismo y la reglamentación de la Preceptiva dentro de las vías curriculares, se multiplicarán a partir de los años setenta. Tanto la repetición de materias como el interés en renovar conceptos y esquemas pedagógicos o el más absoluto plagio conceptual y formal, tendrán amplia cabida. Cabe citar el prólogo de Manuel de la Revilla como muestra de varios de los problemas a que se enfrentaban los autores universitarios, a primera vista los más creativos intelectualmente, para renovarse o actualizarse: "La índole especial de las cátedras de Principios Generales de la Literatura y Literatura Española, nos obligaba a tener muy en cuenta esta última circunstancia. Forman parte estas cátedras del llamado Preparatorio de Derecho, y a ellas concurre abigarrada mezcla de alumnos de todos los años de la carrera y de todas las edades, faltos casi siempre de la preparación necesaria para este linaje de estudios. De aquí que el escribir un libro para tales clases sea empresa en extremo difícil: pues si no ha de confundirse con uno de esos vulgares manuales de Retórica que por ahí pululan, tampoco es posible darle la oportunidad y extensión que requieren estos estudios. ^Cómo exponer con el necesario rigor científico la Estética y la Filología en obras destinadas a alumnos que carecen casi por completo de toda instrucción filosófica, apenas saben el latín y quizá no conocen bien su propio idioma? ^De qué serviría escribir un tratado magistral del que no lograrían entender una sola palabra? Es pues, indispensable mantenerse en un término medio, muy difícil de precisar, y acometer la ardua empresa de escribir un tratado elemental, muy claro, metódico y de poca extensión, que cuando menos sirva para preparar el espíritu de los alumnos para más profundos y detenidos estudios."20 En los últimos treinta años del siglo el marco educativo se 20- Principios de Literatura General, op.cit., pág.VII-VIII del prólogo. 89 rigió por una curiosa mezcla entre las leyes liberales de mediados del XIX y algunas resoluciones del Reglamento aprobado tras la Revolución del 68, en la ley del 25 de Octubre de ese mismo año. Uno de los principios fundamentales de esa ley fue decretar la libertad de texto21. La poca vigencia del Reglamento no bastó para que sus intenciones pedagógicas, muy ambiciosas, cayeran en saco roto. Refiriéndonos a la Preceptiva los legisladores rechazaban los logros que Gil de Zárate aseguraba haber obtenido frente a lo anterior. Se acusaba a anteriores legislaciones de pretender "cortar el vuelo del libre pensamiento y detener el progreso, aspirando a crear solamente retóricos inútiles, latinos rutinarios y argumentadores estériles"22. Era la airada respuesta a la pretensión liberal de dignificar los estudios clásicos, necesitados de una profunda renovación desde la decadencia del sistema educativo del Antiguo Régimen. Ahora se aboga por un sentido distinto y práctico: "Tiempo es ya que la enseñanza pública satisfaga las necesidades de la vida moderna, y tenga por principal objeto no formar sólo latinos y retóricos, sino ciudadanos ilustrados, que conozcan su patria en las diversas manifestaciones de su vida nacional, y puedan enaltecerla y honrarla aplicando ingeniosa y libremente su actividad individual al progreso científico, artístico y literario."Z3 La ley pronto se derogó en favor de otras (como el proyecto del 76 o el Plan del 85) que combinaban principios del 57 y del 6829. A efectos de la influencia del proceso legislativo en la Preceptiva quedan algunos puntos de interés. En primer lugar, la gran inflación de manuales en los últimos treinta años, cerca de setenta, sin contar otras ediciones ni algunas retóricas eclesiásticas ni colecciones de discursos o modelos, tiene explicación en que el Ministerio dejó de promocionar listas oficiales restringidas de libros y aceptó, siempre que siguieran los programas, que cada profesor propusiera su texto como guía obligada durante el curso. Así, conforme se creaban los Institutos provinciales y las cátedras correspondientes, los manuales iban apareciendo. Dice Aradra al respecto: "Si repasamos los lugares de edición de la mayoría de las obras de las últimas décadas del XIX, observamos que son pocas las provincias que no cuentan con alguna representacibn: Granada, Cádiz, Pamplona, Gijón, [...] Los tratados escritos por los catedráticos y profesores de los centros de secundaria de 21- Ivonne Turín, La educación y la escuela en España ..., op.cit., pág.292 22- Ministerio de Educación y Ciencia, Historia de la Educación en España, Madrid, M.E.C., 1985, tomo II, pág.336 23- Op.cit., págs.337-338 29- Vid. I. Turín, op.cit., págs.292 y ss. 90 estas provincias eran publicados en la misma región, y con frecuencia en la misma ciudad en la que estaba ubicado el instituto."25 En segundo lugar, la pugna entre libertad de cátedra y libre elección de textos, en un constante tira y afloja con los sucesivos gobiernos, permitirá que algunos manuales, sobre todo los de tipo universitario, vayan introduciendo novedades. Algunas serán de tipo terminológico (palabras como fondo y forma, crítica literaria, teoría literaria, ciencia literaria, producción y público,...), otras afectarán a la estructura de los manuales (esquemas de llaves, variaciones tipográficas para indicar pasajes importantes, cuadros sinópticos, aligeración de algunos tratados o importancia de otros,...). Esas novedades convivían con toda naturalidad con la terminología más clásica heredada todavía de manuales como el de Blair, así cualquier teoría de los géneros no dejaba de contener la diferenciación prosa-verso y la concepción de literatura como toda manifestación escrita de modelos de textos (epistolar, didáctico-filosófica, histórica,...). Y en último lugar, en un intento de modernización y de reestructuración de los saberes, el Ministerio estableció por Real Decreto el 16 de Agosto de 1880 la división entre Literatura General y Literatura Española. La primera era a grandes rasgos la parte filosófica o Estética y la parte de Preceptiva (principios de Retórica y de Poética como el discurso o las figuras o los géneros) y la Literatura Española se correspondía con la anterior tercera parte de los manuales, o sea, la Historia de la Literatura española, cercana a lo que hoy conocemos: una visión de los autores y obras inmersos en sus respectivas épocas, debidamente caracterizadas y sometidas a criterios cronológicos. La repuesta de algunos autores no se hizo esperar. Por ejemplo, Mudarra se acomodó la nueva legislación reestructurando físicamente su manual. Si en 1876, la versión de sus Lecciones de Literatura General v Literatura Española contenía un sólo volumen, después del nuevo decreto, en 1881, tenemos su obra corregida y aumentada para ajustarse a las nuevas circunstancias publicándose en dos volúmenes con nombres distintos: Literatura General y Literatura Española 26. 25- Op.cit., pág.44 26- Prudencio Mudarra, Literatura general y Literatura española, Sevilla, Gironés, 1876. La segunda edición consistía en dos volúmenes independientes titulados Literatura creneral, tomo I y Literatura española, tomo II, en Sevilla, Imp. de J. M. Ariza, 1881 91 II-4 ALGUNAS CUESTIONES GENERALES SOBRE LA PRECEPTIVA DEL SIGLO XIX II-4-1 La Estética Las cuestiones sobre Estética son parte fundamental de cualquier acercamiento a la Teoría literaria. Saber cuáles eran las ideas acerca de la belleza, el arte, el efecto estético y su finalidad en los tratadistas de todas las épocas desde Aristóteles hasta hoy, es una de las tareas más formidables y clarificadoras que se puedan llevar a efecto. También de las más complejas, entre otras cosas por su radical interdisciplinariedad. Ese "problema de competencias" suele zanj arse con un mirar hacia otro lado en muchos trabaj os teórico- literarios. Curiosamente en el siglo XIX nos encontramos ante preceptistas que abordan la cuestión estética casi en la totalidad de su número por imposición de programas educativos o por presión de las influencias que recibían, pero que a veces parecieran ajenos a cuantos principios estéticos acababan de explicar. En cierto modo los manuales se estudiaban por partes tan definidas que algunas podían saltarse sin que ello supusiera ignorar o malinterpretar lo que venía a continuación, en muchos casos se trataba de cuestiones inconexas. Sin embargo era lugar común en aquellos autores definir y desarrollar una parte integrante del hecho literario llamada Estética, o Calología (como la definió Jungmann), o Literatura filosófica. Desde las consideraciones sobre el gusto a modo de apéndices, caso de Sánchez Barbero en 1805, hasta las preceptivas de finales de siglo, con unos capítulos elaboradísimos acerca de principios estéticos que llegan a ocupar la mitad del manual en algunos textos, hay todo un camino poco mencionado en nuestra tesis todavía. La razón no es otra que evitar la repetición y superposición de temas. Queríamos dejar constancia de la presencia de la Estética en el correr de la preceptiva decimonónica pero remitimos al capítulo III-3 para detallar con particularidad todos aquellos aspectos, incluido el histórico, que ayuden a describir el fenómeno de la Poética. 92 II-4-2 La educación y el didactismo Desde los viejos tiempos de la formación de ciudadanos cultos en Grecia y Roma, la Retórica ha venido considerándose uno de los vehículos educativos más eficientes y el más antiguo conservado. Formaba parte de un proceso asociado a los conocimientos lingiiísticos que comenzaba con el aprendizaje de las palabras, ya fuese en la escritura o la oralidadl. En todos los manuales de Historia de la Retórica podemos reparar en la relación estrechísima entre Retórica y Educación, sobre todo a partir de la consideración que tuvo en Roma, culminando en la visión enciclopédica de Quintiliano cuando ya la efectividad de los géneros discursivos se vio cercenada por la caída del sistema republicano. En ese momento sucede la reconversión de la Retórica; en palabras de David Pujante: "Pero, paradójicamente, la decadencia de la retórica coincidió con el hecho de convertirse en la disciplina más importante de la educación romana. Se debe a que este género se desborda sobre las disciplinas cercanas. E1 refinamiento cultural pone de moda la conferencia pública, apareciendo un nuevo tipo de composición que tiene como tema algo puramente imaginario. La práctica de la lectura en voz alta borra toda frontera entre palabra y libro. La elocuencia impone sus categorías a todas las formas de la actividad del espíritu: poesía, historia e incluso filosofía. Ya no tiene el rétor como objetivo el ingenioso discurso que persuada sobre importantes cuestiones ciudadanas. Su misión es 1- Tendemos a olvidar con frecuencia que la Retórica nació como una disciplina lingiiística fundamentalmente, aunque hoy la recibamos asociada al lenguaje escrito y principalmente a la Literatura. Recordemos lo que opina al respecto López Eire: "La retórica es el arte de conocer y manejar debidamente la fuerza del lenguaje. Como tal nació esta disciplina en la antigua Grecia y así mismo es considerada hoy día merced al afianzamiento y la difusión del punto de vista de la lingiiística pragmática. ", y más adelante remacha: "0, dicho de otro modo, al lenguaje se le empezó a estudiar por sus efectos, por su potencia, por sus maravillosas aplicaciones prácticas a la vida social y política, por su enorme capacidad de acción en la comunidad humana del derecho de libertad de palabra y del de igualdad para hacer uso de ella en público, es decir, de lo que los antiguos griegos llamaron parresía e isegoría.", en Isabel Paraíso (coor.), TÉCHNE RHETORIKÉ. Reflexiones actuales sobre la tradición retórica, Valladolid, Universidad de Valladolid, 1999, pág.19 93 crear personas cultas, educadas. De ahí que se establecieran los niveles de educación, siendo el más elevado el que estaba bajo el control de un rhetor. Los otros eran del control del litterator y del grammaticus."2 No es ahora el momento de esbozar una historia de la Retórica dentro del marco educativo hasta el siglo XIX3, baste la afirmación de que a grandes rasgos toda educación basada en principios lingiiísticos o humanísticos nunca olvidó la enseñanza del proceso retórico en la cúspide, aunque hubo de codearse con disciplinas filosóficas como la Lógica o la Dialéctica y, sobre todo, con los impedimentos que la doctrina eclesiástica puso a la utilización de argumentos que podían ser susceptibles de enfrentarse al Dogma. Retomamos el desarrollo de nuestro tema cuando la propia Iglesia, desde su seno, ampara y protege los estudios retóricos por dos motivos: su uso teórico para la formación de un grupo de personas preparadas dentro de una serie de conocimientos, la llamada ratio studiorum, y su uso práctico en la revitalización y dignificación de las artes praedicandi, que habían pasado de buscar la conversión por el convencimiento bajo el medio de la palabra de la época de San Agustín9 a los excesos verbales de los sermones de la Retórica eclesiástica del siglo XVII. La ratio studiorum de los jesuitas, asociados al proceso de la Contrarreforma y al Barroco5, era un plan de estudios que concedía a la Retórica el más alto papel dentro de las disciplinas humanísticas. Las materias que debían conocer estaban orientadas hacia la comprensión de la Teología y las Sagradas Escrituras, preparándose con el conocimiento de las "letras de Z- David Pujante, E1 hi^o de la persuasión: Ouintiliano y el estatuto retórico, Logroño, Gobierno de La Rioja-Instituto de Estudios Riojanos, 1996, pág.36 3- Desisto de citar todos los manuales de historia de la Retórica a que podemos acceder con facilidad y que resumen la relación con el sistema educativo desde la época clásica, y no por desidia sino por falta de espacio ya que la historia de una es parte de la del otro también. Cualquier manual, y hoy hay infinitud, casi todos interesantes por una u otra razón, nos permitirá echar una rápida ojeada a este fenómeno. '- La Iglesia superó el debate sobre la licitud del uso de este método persuasivo heredado del paganismo romano gracias a las consideraciones de San Agustín en su obra De doctrina christiana, acabada en el 426. Vid. James J. Murphy, La Retórica en la Edad Media, México, F.C.E., 1986, págs.59-76 5- La polémica sobre la asimilación directa entre jesuitismo y Barroco puede revisarse en Antonio García Berrio, Formación de la Teoría literaria moderna, 2, Murcia, Universidad de Murcia, 1980, págs.280-285 94 humanidad" que, excluida la gramática por su elementalidad (se consideraba únicamente como el aprendizaje básico de lectura y escritura), contenía a la poesía, la historia y la retóricaó. Ese camino humanístico se convirtió en un camino trillado por numerosos alumnos de colegios jesuíticos (religiosos y seglares) para los cuales se uniformizaron los conocimientos mediante la enseñanza de los mismos temas y de los mismos libros. En el caso de la Retórica ya conocemos el cambio del clásico manual de Cipriano Suárez al de Colonia-Juvencio desde 1726. Puesto que la Universidad del siglo XVIII había perdido las tradiciones entre la inercia estructural, la desidia y el intento de recuperación de la realidad científica de su época mediante el intento de ciertas reformas que únicamente alargaron el desastre, la tradición retórica pasó por un período en el cual sólo estos colegios y el intento individual de ciertos maestros por recomponer la totalidad del sistema (Capmany, Mayans, Pabón, Hornero,...), mantuvieron su vigencia'. Otra cuestión, no menos importante, sería tratar de clarificar qué tipo de Retórica, y con cuáles contenidos, defienden los jesuitas en la ratio studiorum. Sin duda interesan todas las partes artis, con inclusión de la actio y la memoria, puesto que un gran número de los alumnos habrán de predicar en los púlpitos cuando se ordenen sacerdotes. Se observa también un especial interés en desarrollar una particular teoría elocutiva que pueda ser reconocida como una marca propia y una superación: producir una retórica ecléctica de corte asianista, volcada por tanto en fenómenos de figuras y gran variedad de modelos, según Fumaroli una especie de "segunda sofística" sagradae. Rico Verdú repasa los caracteres de las retóricas españolas y las peculiaridades que se derivan de su pertenencia al sistema educativo de los jesuitas9. Existen puntos inevitables de coincidencia con el caso francés, no obstante son otras las realidades. A1 analizar la Retórica de Cipriano Suárez como libro de texto, Rico Verdú nos disecciona brevemente algunos fenómenos: 6- Vid. José Rico Verdú, La Retórica española de los sialos XVI v XVII, Madrid, CSIC, 1973, págs.58 y ss. '- Vid. Aradra Sánchez, De la Retórica a la Teoría de la Literatura (sialos XVIII y XIX), Murcia, Universidad, 1997, págs.32-34. Aquí se afirma la rareza de las cátedras de Retórica, la escasez de alumnos y profesores en los primeros años del siglo XVIII y su lenta recuperación. ^- J. A. Hernández Guerrero, M8 del Carmen García Tejera, Historia breve de la Retórica, Madrid, Síntesis, 1994, pág.109. Se resumen las indicaciones de Marc Fumaroli acerca de la labor de los jesuitas de Francia en la enseñanza retórica, de su obra L'^1ae de 1'Eloquence, Géneve, Droz, 1984, 2a ed., págs.677 y ss. 9- Op.cit., págs.57-72 95 ofrecer una elocuencia cristiana y moral, aún corriendo y asumiendo el riesgo de apartar a los alumnos de todo contacto con los clásicos, y las claves textuales que permiten abordar la conversión de tratados que recogían toda la materia retórica en manuales. De este modo Suárez escribe un libro de texto claro, bien dividido, con indicaciones marginales de materias y un resumen. Otros autores, el padre Bravo o el padre Alcázar, por ejemplo, en sus respectivos manuales iban reestructurando la doctrina de las figuras hasta convertirla en un inmenso tratado de todos los fenómenos posibles de la elocución retórica, colocadas y recolocadas hasta la extenuación. No debemos olvidar tampoco que las clases de retórica se complementaban con ejercicios prácticos de modelos de textos o imitación, y de los progymnasmata. La tradición práctica hubo de sufrir la primera baja en el proceso de decadencia de la calidad de los estudios humanísticos relacionados con la enseñanza, universitaria o no, que derivó en un final de siglo tan poco prometedor en estos saberes y del que costó tanto poderse recuperar. En el siglo XVIII la relación entre educación y Retórica había de manifestarse como uno más de los campos abiertos entre la Ilustración y su nueva manera de juzgar las realidades humanas, y la Tradición, o, si se quiere, un conflicto al que debía enfrentarse la nueva Lógica. La Retórica siguió considerándose una asignatura importantísima y a su vez no faltaron autores que intentaron renovarla desde presupuestos filosóficos modernos como el Racionalismo francés y el Empirismo inglés, sin olvidar el auge de la concinatoria10, como lo prueba el hecho de que algunos de los más famosos autores de tratados de Retórica eran a la vez oradores sagrados, algo muy común entre los predicadores británicos, caso de Hugo Blair. Hablando del mundo español en particular, Aradra Sánchez lo ve como un proceso que avanza lentamente desde la presencia de la influencia eclesial en la escuela (jesuitas, escolapios, calasancios,...) y el descrédito en el que cayeron los predicadores, reflejado en la literatura en una novela de éxitoll (y otras manifestaciones de signo crítico-literario en forma de lo- Hernández Guerrero, García Tejera, Historia breve..., op.cit., págs.121-123 11- Hablamos de la célebre Historia del famoso predicador fray Gerundio de Campazas, alias Zotes, del padre jesuita José Francisco Isla. Álvarez Barrientos en su edición de la obra (Barcelona, Planeta, 1991), comenta los éxitos de la novela desde la aparición de su primera parte en 1758 y las vicisitudes de la misma cuando fue prohibida por la Inquisición meses después. La gran acogida europea, en Inglaterra llegó a ser publicada por suscripción popular, reclama nuestra atención sobre el hecho de considerar que además de sus virtudes literarias, fue comparada con el Ouij ote, el público lector estaba muy sensibilizado con el tema de la reforma de la Oratoria sagrada. 96 sátiras, apólogos, discursos o comentarios), hacia la secularización, y cuyo fruto serían los nuevos planes de estudio del siglo XIX12. Desde un plano puramente sociológico, los autores del siglo XVIII son profesores (de Latinidad y Retórica, de Letras Humanas o de Humanidades, según Aradra, a quien seguimos resumiendo), eruditos y religiosos, exceptuando algunos incipientes hombres de letras profesionales, que deciden escribir un manual que pueda ser usado en sus clases. La modernidad ilustrada fiaba más de la letra escrita, promovía el uso de manuales en las clases para cada asignatura, y de este modo, el control sobre la enseñanza podía ser efectivo y real en lo referente a los contenidos de la asignatura. Desde la secularización progresiva, el fenómeno forma parte de un proceso natural a todas las culturas europeas, convirtiendo a la sociedad burguesa civil en el centro objetivo de las propuestas y medios educativos de la sociedad. Nosotros ya hemos revisado los principios de las Leyes decimonónicas en lo relativo a los fines de la asignatura de Retórica y Poética: no consiste en crear buenos escritores, hombres de letras o eruditos13, sino en educar para tener disponibles buenos ciudadanos, cultos, eficientes, posibles candidatos a formar parte de las nuevas instituciones que el Estado moderno necesitaba integrar para su Administración o la gestión de las empresas de la esfera privada, en cualquiera de sus escalafones. En cuanto a las técnicas de enseñanza, sobre todo a la práctica de ejercicios, los ya referidos Progymnasmata, conforme la oratoria sagrada iba perdiendo importancia en la sociedad y tomando auge la reflexión libresca y el estudio memorístico, perdían poco a poco importancia en virtud de su escasa necesidad real. Por fin, si atendemos a la biología del alumnado, era común en los profesores del siglo ilustrado quejarse de la complejidad de enseñar preceptos retóricos a niños de corta edad, cuya capacidad y escasa preparación no podían novelarse al alza, procurando construir una nueva Retórica, flexible y adaptada, (^podríamos definirla a la moderna como "light"?), conscientes de que resultaba imposible pedir esfuerzos sobrehumanos a la inteligencia de los más jóvenes para poder asimilar en toda su totalidad un fenómeno tan complejolg. 12- Op.cit., págs.22 y ss. 13- Aradra remite a Paul Bénichou para explicar el cambio de función de los hombres de letras y su nueva significación en el papel de la sociedad, fundamentalmente a través del influjo francés, en La coronación del escritor (1750-1830), México, F.C.E., 1981 14- Al analizar diferentes retóricas podemos caer en la tentación de suponer una escasa y errónea preparación en muchos 97 En estas condiciones llegamos al marco del siglo XIX, en el cual los procesos observados en la última parte de la centuria anterior se completan o se deslizan en mecanismos compensatorios que los equilibran. Si nos referimos a los fundamentos sociológicos de los autores de preceptivas, el proceso de secularización y profesionalización es imparable. En su inmensa mayoría son profesores y catedráticos de los diferentes estamentos educativos del Estado, ya sea en la enseñanza secundaria o universitaria; escriben sus manuales ajustados a los programas para que sean aceptados por el Ministerio. Cumplen varias funciones: son medios para adaptar los saberes a asignaturas y estas a los diferentes programas sancionadó^, son también un sobresueldo aceptado por ambas partes (pues supc^nía un ahorro en aumento de salario para el Estado y daba estabilidad reduciendo las quejas por su exigiiidad) y son parte fundamental del currículo de cada profesor para medir sus posibles ascensos o traslados. Dirigen sus manuales a los alumnos en función de la edad de éstos; como resultante lógico para nuestros intereses, aquellos relativos al mundo universitario preparan obras más complejas y sólidas, dato que se ve respaldado por la diferenciación legal en el nombre de las asignaturas. No dejan de escribirse algunas retóricas religiosas de gran calado y prestigio, caso de Muñoz Garnicals o Miguel Yus16, para uso de estudiantes de los diversos Seminarios. Otros autores son profesionales de un campo muy extenso que incluye el derecho, la política y la literatura, hermanados en cierta manera, respondiendo a la lógica de la formación estudiantil de muchos de ellos: con toda naturalidad pasaban de una disciplina a otra, o de la cátedra al escaño y después al bufete. Merece la pena detenerse en la breve biografía que Aradra incluye en cada resumen de las preceptivas que componen la parte final de su librol', para acabar concluyendo que en la sociedad moderna ha triunfado la especialización y la profesionalización del hombre de letras desde la segunda mitad del siglo pasado. Como no podía de sus autores sin acabar de entender que la pretensión educativa "pervierte" la materia para labrarla a favor de la pedagogía. Aradra Sánchez revisa las objeciones de algunos autores como Capmany, Traggia u Homero a ignorar estos supuestos (op.cit., págs.49-51). ls- Manuel Muñoz Garnica, Retórica saarada, Jaén, Imp. de los Srs. Rubio y Cía., 1868 16- Miguel Yus, Elocuencia saarada. Tratado teórico- práctico, Madrid, Lib. Católica de Gregorio del Amo, 1894, 2a ed. (Aradra deduce que la primera edición es de 1879 por la fecha del prólogo). 17- Op.cit., págs.175-320 98 ser de otra manera, la burguesía triunfante impone sus criterios y en su elevación arrastra hacia arriba a otras capas de la población más desfavorecidas que logran acceder a la educación en un número considerablemente mayor al de otros siglos. Por otra parte, la situación política no debe desdeñarse: la vuelta al parlamentarismo es uno de los factores integrantes del proceso en que se hallaba la Retórica, y el siglo XIX es nominado como el siglo de la oratoria parlamentaria por excelencia en nuestro país. Conocidas son las constantes críticas a la forma y el contenido de los discursos de nuestros políticos actuales, siempre en relación con las cumbres oratorias de antaño, expresado como un lugar común. Dejando atrás consideraciones materiales (la falta de micrófonos nos da la pauta de la actio), de contenido (hoy nos interesa más la efectividad y la concreción, el dato matemático como recurso inapelable y barniz de cientificidad del mismo modo que antes la cita con reminiscencias clásicas) o de estilo (para los discursos del Novecientos el estilo sublime representa lo que para nosotros un estilo neutro del estándar culto), lo cierto es que la preparación educativa de todos aquellos considerados grandes oradores apenas difería entre sí, y la Retórica no era ajena en modo alguno. Todavía se acudía a ella considerándola la única disciplina que contenía una teoría coherente para formalizar y crear discursos, incluso liberada del lastre de las rigideces de la inventio y dispositio tradicionales sustituidas por la lógica interna de cada discurso y cada situación conversaciona118. Son numerosas las colecciones de discursos o actuaciones parlamentarias, forenses o académicas, actuales o pasados, también de historia de la Oratoria y antologías de oradores desde la Clasicidad19. Ello da fe de la importancia que aquella sociedad daba a la Retórica, en sus formas de Oratoria o Elocuencia, no sólo como valor lingiiístico, sino también en el juicio de modelos textuales o literarios a los que procuraban ajustarse. Ahondando un poco más en la influencia que la educación tuvo sobre la Preceptiva debemos destacar la ausencia de retóricas con fines especulativos o no didácticos. Pero no son pocas las que se jactan de fundar las reglas en principios filosóficos; se ls- Nos referimos a la inventio y dispositio mal desarrolladas desde la "muerte" de la Retórica activa dentro ya del mundo clásico y a la que se enfrentan los ilustrados del siglo XVIII, como antes los ramistas y otros, para que acabase venciendo la Lógica. 19- Por ejemplo, Joaquín María López, Lecciones de Elocuencia en Qeneral, de Elocuencia forense, de Elocuencia parlamentaria e Improvisación, Madrid, Imp. de Gabeirós, 1849- 1850, 2 vols. o del mismo autor Colecciones de discursos parlamentarios, defensas forenses v producciones literarias, Manuel Minuesa, 1856-1857, 7 vols. 99 trata de relacionar de alguna manera la parte estética de los tratados con la doctrina de teoría literaria que viene a continuación. Resultado de ello es el título que recibían los textos, que vistos desde la perspectiva actual no deben llamarnos a engaño. Se llaman manuales, apuntes, lecciones2°... Conforme avance el siglo se hará patente la lógica imposición del sistema educativo sobre los títulos. En el siglo XVIII todavía tienen la herencia de la complejidad barroca, aunque los últimos años, respondiendo a la lógica de la claridad expositiva de la Ilustración, se simplifican y son "lecciones", "tratados" (el más clásico), "principios filosóficos" o"curso". Ya en el próximo siglo "elementos", el aséptico y repetido "lecciones", o algunos muy arcaizantes como "arte de hablar o de escribir" (el mismo Gil de Zárate). A veces se hace referencia a particularidades: "catecismo" o"definiciones", para aquellas compuestas en forma de preguntas y respuestas; "nociones", "compendio" o "prontuario" en las que se dirigen a un público muy joven y hacen un resumen básico de los temas,... Desde los años sesenta la marea de títulos se complica, ya no es sólo Retórica y Poética, también Literatura Preceptiva, General, Española, Elemental, Filosófica, junto a títulos y subtítulos de una absoluta modernidad: Teoría del arte literario21 o Teoría de los géneros literarios`2. Surgen también resúmenes de las preguntas y respuestas de la asignatura, preparados para la memorización: "programa", "cuadros sinópticos", "cuestionario". Otros quieren dejar sabor a una ambigiiedad que quizás no asuste a los alumnos, o tal vez se deba a un cierto reparo a atribuirse obras que son fundamentalmente resúmenes y variaciones de otras anteriores: "apuntes", "sumario", "resumen". Fundamentalmente se hacen comunes los títulos como "nociones", "lecciones" y"elementos" que suelen corresponder a los nombres que va adoptando la asignatura a lo largo de la centuria con el complemento del nivel educativo: preceptiva o elemental y general o española. Dos causas debemos añadir a este baile de títulos: por un lado, el descrédito en que cayó el término Retórica, comprobado por nosotros en la propia legislación estatal y, como consecuencia de ello, el intento de reformar la asignatura desde presupuestos educacionales y supuestamente técnicos o filosóficos, que se aceptaran como modernos aunque sólo fuera con 20- Sobre algunos títulos véase Aradra Sánchez, op.cit., págs.74-75 Z1- Salvador Arpa y López, Principios de Literatura aeneral o Teoría del Arte literario, Cádiz, Imp. de la Revista Médica, 1874 ZZ- Santos Santamaría del Pozo, Literatura general o Teoría de los aéneros literarios, Valladolid, Imp. y Lib. de los hijos de Rodríguez, 1883 100 un nombre nuevo23. No sólo los títulos muestran claramente la influencia del sistema educativo, hay otras particularidades fácilmente visibles a primera vista con una causa determinada. La materia de la asignatura, conforme se colocan los diversos manuales en los niveles definitivos, van estructurándose de una manera equilibrada, repartiendo los contenidos en cantidades homogéneas de conocimientos. Los capítulos eran preparados como preguntas posibles de examen y se reducen o amplían los contenidos para que tengan las mismas páginas. Los ejemplos son numerosísimos y es muy fácil toparse con la división en apartados de un tema extenso para que se divida en las mismas páginas, o las agrupaciones de formas métricas, o los diferentes subgéneros. Baste referirse a algunas de ellas. Pedro Juste divide los capítulos de su Literatura general (Madrid, Libr, de Victoriano Suárez, 1895, 2 Vols.) en diez páginas más o menos. Francisco Sánchez de Castro en sus Lecciones de Literatura aeneral y española (Madrid, Lib. de San José, 1887), cuando repasa la historia de los diferentes géneros da a la extensión de los capítulos sobre el drama en Grecia y Roma la misma cantidad de páginas que a la historia del teatro en toda Europa desde la Edad Media hasta el siglo XIX haciendo hincapié en los grandes momentos del teatro inqlés, francés o de nuestro Siglo de Oro. La materia de los manuales se manipula, se estira o encoge a voluntad de los autores. Y a voluntad de los intereses que se derivan de su tarea profesional de educadores y de examinadores: los alumnos debían de responder memorísticamente a preguntas de examen que solían corresponderse con un título concreto ya fuese "concepto de la poesía", "la tragedia" u"origen y desarrollo de la novela", que aparecen como Lecciones en el texto arriba citado de Pedro Juste e Isaba. 23- "El cambio de Retórica y Poética por Literatura Preceptiva o Preceptiva literaria fue favorecido por las disposiciones oficiales que se hicieron eco de la opinión general". En A. Carballo Picazo, "Los estudios de Preceptiva y de Métrica españolas en los siglos XIX y XX", en Revista de Literatura, VIII, Madrid, CSIC, 1955, pág.56 101 II-4-3 Fuentes del sistema educativo español Debemos situar el proceso que contribuyó a convertir los antiguos tratados (no me atrevo a denominarlos manuales pese a que muchos cumplían esa función desde siglos atrás, dejando este nombre únicamente para los modernos textos de pedagogía asimilados a unos programas de asignatura dirigidos por el Estado) en libros de texto dentro de sus cauces históricos. Me refiero a la procedencia de las ideas y la manera en que fueron expuestas por nuestros autores. Si hemos de dejar clara una influencia externa para las ideas que se plasmaron en la legislación educativa española, no puede ser otra, como en tantas esferas del saber, que la ejercida por Francia. E1 problema constante de España desde el advenimiento Borbón y su política de acercamiento familiar a menudo consistirá en la transposición directa de esquemas del país vecino, así como en el reflejo en la sociedad española de grandes enfrentamientos entre aquellos que los admitían sin ningún recelo, ajenos a la idiosincrasia nacional, y aquellos que los rechazaban totalmente, casi siempre con anuencia de la Iglesia. E1 cambio en la frenética existencia de la política francesa a finales del siglo XVIII: la Revolución, el Imperio y la invasión de nuestro país, la Restauración (en ambos países)..., contribuyó a crear en España un ambiente de ansiedad y perplejidad entre partidarios y contrarios a las reformas. Todos quedaron mal ubicados, y los antiguos ilustrados se convirtieron en tradicionalistas o traidores afrancesados o se vieron en fuego cruzado. Y más adelante el siglo XIX, los antiguos liberales progresistas se fueron convirtiendo en conservadores, aunque muchos sufrieron el exilio durante el absolutismo fernandino. Francia y Gran Bretaña dieron refugio para muchos, pero nuestro vecino inmediato sostuvo a la mayor parte de ellosZg . En ese orden de circunstancias, en lo referente al sistema educativo español, no hay otras ideas directas que las recibidas de Francia. Ya en el Informe Quintana se plasman, a juicio de 29- Hago un breve resumen de la materia que cualquiera de los manuales de historia de España y de su cultura citados anteriormente describen de las características generales del siglo XVIII, como, por ejemplo, E. Fernández de Pinedo, A. Gil de Novales, A. Dérozier, Centralismo, Ilustración y agonía del Antiauo Réaimen (1715-1833), en M. Tuñón de Lara (dir.), Historia de España, Barcelona, Labor, 1989, tomo 7 o Francisco Aguilar Piñal (ed.), Historia literaria de España en el sialo XVIII, Madrid, Trotta-CSIC, 1996 102 Capitán Díaz25, principios educacionales derivados de la explosión de creatividad filosófica ilustrada de Condorcet, Condillac y otros pedagogos de la Revolución inspirados en el Sensualismo, el Racionalismo y el Enciclopedismo en cuanto a la teoría educacional. Otras dos vías fueron la política, por la inclusión de esas ideas teóricas en la Constitución francesa y luego en nuestro Informe solicitado por las Cortes a una comisión, y la didáctico-social, con el uso de catecismos civiles a la manera de los Catécismes politiques. Resultado de todo ello es la conformación de una idea de la educación basada en principios humanísticos y el principal eslabón, Jovellanos. El sentido que dio al estudio de la Retórica proponía la racionalización de un sistema humanístico que nacía con el aprendizaje de la Gramática General recién definida en Port-Royal y continuaba por la específica del español hasta hallar un punto de inflexión en la elocuencia castellana: "..., la educación retórica, además del aprendizaje teórico de "pocos y buenos preceptos", tendrá un carácter eminentemente práctico y versará sobre el estudio de numerosos ejemplos de textos escogidos de lengua castellana. La Poética trata de la bella expresión, en verso o en prosa, de lo que el ingenio humano crea. Sus objetivos esenciales pueden cifrarse en: lectura del verso, con sentido y buena dicción; análisis de su métrica, rima y ritmo; composición y creación; imitación de los modelos de los grandes poetas, tanto extranjeros -Horacio, Virgilio, Milton, Pope, Boileau, Racine- como españoles -Meléndez, Moratín, Cienfuegos, Quintana- que pueden citarse sin "vergiienza" al lado de aquellos . "'6 Posteriormente continuaba el proceso con la adquisición de lenguas extranjeras modernas, la Lógica, la Ética y la formación religiosa2'. La concepción filosófica y racional de la educación aquí propuesta no pudo imponerse por las circunstancias históricas conocidas, pero son la base de todo intento de renovación desde Quintana en adelante. La reforma educativa total del siglo XIX en España será la adoptada en los procesos legislativos de 1845 y 1857 por los liberales bajo el impulso primero de Antonio Gil de Zárate, como ya hemos tenido ocasión de recordar en el capítulo II-2. Estos reglamentos son una adaptación de la reforma educativa francesa, con origen a su vez en la reforma napoleónica de primeros de siglo. El plan liberal en concreto proviene del que se impuso en Francia cuando se nombró ministro de Educación a Victor Cousin, 25- A. Capitán Díaz, Historia de la educación en Es^aña, Madrid, Dykinson, 1991, vol. I, pág.995 26- Idem, vol. I, pág.989 27- Para lo referente al esquema pedagógico de Jovellanos, descrito en su Memoria sobre educación pública, véase Capitán Díaz, op.cit., I, págs.988 y ss. 103 divulgador del Eclecticismo filosófico. Se recogía las aspiraciones de la burguesía, o clase media, con su afán centralizador y unifícador, consciente del cambio social y económico que sobrevenía: "Dotar regularmente al profesorado, dar importancia y extensión a los estudios clásicos, a las lenguas y a las ciencias naturales y exactas, restablecer la disciplina y dar cohesión y enlace a la Instrucción pública, son logros irrenunciables para el grupo de personas que perfila el plan."^e La importancia humanística también tiene que ver con las expectativas que abre la vida pública, entre las cuales sobresalen por su prestigio aquellas que suponen un conocimiento particularmente directo de la elocuencia retórica. Sobre la incidencia del sistema educativo francés en su historia retórica particular tenemos una reciente monografía de Françoise Douay- Soublin29, actualizando algunos de sus artículos, que nos alumbra en el reconocimiento de muchos fenómenos curiosamente calcados a los nuestros, sobre todo si hacemos resumen de los cambios provocados en los libros de texto de Retórica y Poética de nuestros dos países. En general el caso francés difiere en problemas de matiz, como el punto de partida (las magníficas retóricas del siglo XVIII francés de Rollin o Gibert junto a los trabajos "generalistas" de Marmontel, La Harpe y otros más apegados a la tradición escolar: Crevier, Maury, Domarion)30 0 los años en los cuales se produjo una mayor inflación de manuales escolares (en el caso francés el número de obras en las primeras décadas del siglo, principalmente los años veinte, denota un desarrollo anterior al nuestro de centros educativos y sus respectivos fines para los cuales se escribieron)31. 28- Gabriel Núñez, Educación v literatura, Almería, Zéjel, 1994, pág.42 Z9- "La rhétorique en France au XIXe siécle á travers ses pratiques et ses institutions: restauration, renaissance, remise en cause", en Marc Fumaroli (dir.), Histoire de la rhétoriQUe dans 1'Europe moderne 1450-1950, Paris, P.U.F., 1999, págs.1071- 1214 30- Op.cit., pág.1128 31- "Or la production des manuels de rhétorique, pratiquement tarie pendant la décenie 1790-1800, va rependre sous 1'impulsion de Napoléon pour culminer dans les années 1820, fléchir un peu dans les années 1830 puis se stabiliser de 1840 á 1880 avant se s'effondrer dans années 1890: rapportée aux épreuves du baccalauréat, cette courbe s'explique aisément; en particulier le pic des années 1820 coincide avec 1'apparition des questions de rhétorique au baccalauréat; déccision législative qui tient autant á la dynamique de la sélection des élites qu'á des motivations conjoncturelles d'ailleurs antagonistes: restauration de la monarquie chrétienne et retour des Jésuites, 104 Los paralelismos son tan evidentes que a veces creemos estar leyendo una historia ya conocida por nosotros. Las materias de los manuales, los títulos, la inclusíón de tratados de Estética a partir de unas fechas determinadas, serían perfectamente intercambiables32. La Poética está presente, con las teorías sobre géneros, sus modelos, las relaciones verso-prosa, la conversión de la materia en Literatura en su concepción moderna... A partir de mediados de siglo la polémica de la influencia externa sobre nuestras conceptualizaciones generales cambia de lugar por la aparición de las ideas krausistas . La unívoca mirada al vecino transpirenaico, con las excepciones que se quiera, se torna en la galofobia de los seguidores de Sanz del Río y en la germanofilia de aquellos que pretendían ser novedosos por el hegelianismo y el neokantismo, abriendo sus perspectivas por los mismos años33. Las críticas a la asignatura de secundaria conocida como Retórica y Poética y la renovación de su equivalente universitaria parten de una concepción filosófica que en toda Europa va a intentar arrumbar los términos y las definiciones clásicas, influidas por el desarrollo de ideas partícipes del nuevo cientifismo positivista e histórico. Desde mediados del XIX no es tan fácil dilucidar cuáles son los autores cuya paternidad reclamarían los principios filosóficos y científicos que inundan el mundo cultural, dicho de otro modo, tras el hundimiento del eclecticismo oficialista el siglo se convierte en un semillero de escuelas que se universalizan desbordando los límites de países. En España los krausistas, muy interesados en la educación, proponen un fin moral no ajeno al nacimiento del Historicismo. Tenían la convicción de que la literatura de cada pueblo los acompaña desde su existencia, los modelos, por tanto, diferían al pasar los tiempos34. La Retórica, al igual que otras materias, debía ser renovada bajo principios del nuevo método deductivo. Los programas se quedaron obsoletos junto a la filosofía que los inspiró. La crítica se hizo general. Por ejemplo, Guillermo Forteza achaca parte de la debilidad de las letras españolas a résurgence du grec et du modéle athénien, d'éviter la guerre civile.", op.cit., pág.1141 32- Entre las páginas 1129 y 1133 hay una lista de cien manuales escogidos en la que podemos observar la evolución de los títulos, las puntas en las fechas de edición,... 3'- Recordemos las críticas de Giner de los Ríos al Romanticismo español por inconsistente e írreal debido a la causa principal de provenir del francés. Vid. Krausismo: Estética v Literatura, selección y edición de J. López Morillas, Barcelona, Labor, 1975, págs.141 y ss. '4- Gabriel Núñez, Educación v Literatura, op.cit., pág.171 105 que los gobiernos plagiaron el plan francés y lo reformaron mal. Su afán centralizador tuvo como efecto: "monopolizar los libros de texto, desatendiendo su valor científico, coaccionando a los profesores favoreciendo a los que se sujeten a sus planes.i3s Los manuales, si querían ser aprobados por el gobierno, no podían apartarse excesivamente de los cauces previstos. Las novedades científicas en el campo de las humanidades se filtra entre las antiguas reglas del clasicismo teórico por algunos poros inevitablemente abiertos. Por ellos entrarían conceptos del romanticismo filosófico alemán, no obstante, la recepcibn de esas ideas venía a través de traducciones al francés, en primer lugar, o al inglés, en un número mucho más alejado. En los últimos cuarenta años del siglo la gran cantidad de preceptivas, con los diversos intereses que las caracterizan, convierte en imposible atravesar la red de ideas que se tejen alrededor, si bien no es difícil que los autores confiesen libremente de dónde las tomaron y por qué eligieron esos autores y no otros para inspirarse. Esa elección se basa en ocasiones en criterios de comodidad, rapidez en la redacción (bastaba una copia o un resumen de algunos de los más importantes autores), o simplemente criterios pedagógicos, si algún manual en concreto merecía ser imitado36. 3s- Guillermo Forteza, Obras críticas y literarias, Palma de Mallorca, P. J. Gelabert, 1882, tomo I, págs.165 y ss. 36- Hay todo tipo de ejemplos, como la reelaboración que del manual de Jovellanos hizo Francisco Jarrín y Morro en 1879, bajo el título de Lecciones de Retórica v Poética, Gijón, De torres y Cía. 106 II-4-4 Descripción diacrónica de las preceptivas españolas Otra manera de situar a las preceptivas a fin de explicar la génesis y el desarrollo de muchas de ellas y de las ideas acerca de la Poética que contienen puede consistir en analizar las relaciones, fuentes y contenidos que los autores declaran o que nosotros apreciamos en una descripción externa. Los años finales del siglo XVIII son aquellos en los cuales se empieza a formar un canon de autores y contenidos de los manuales de Retórica y Poética previos al establecimiento del esquema de la asignatura que sancionaba las conocidas lecciones de Literatura General (Estética y Preceptiva) y Española (Historia de la Literatura española), expresión que formaba parte o totalidad del título de la mayoría. Estos tres apartados temáticos, grandes bloques que formalizaban un esquema general de la asignatura, llegaron a configurar también los contenidos de la Teoría literaria clásica cuando aún la nueva no había nacido; mediatizada por el ascenso de la Crítica y por la socioeconomía del nuevo capitalismo burgués. El cultivo de la primera, heredera de los grandes críticos alemanes, trajo como consecuencia parcial, tal vez consciente si recordamos muchas de las quejas acerca de la rigidez formal de las preceptivas del Neoclasicismo, una adaptación de los principios expresados en las Poéticas y Retóricas a las doctrinas sistematizadas en el Romanticismo, caso de la concepción de los géneros de Hegel, o las teorías estéticas de los filósofos del momento que afectaban a la explicación del hecho literario. El prestigio y el uso de las preceptivas clásicas no se redujo dada su primacía y utilidad para la enseñanza y se adaptó en un complejo proceso en el cual las doctrinas modernas y las heredadas por la tradición convivían en difícil armonía y equilibrio. Respecto a la socioeconomía, la situación de un nuevo estatus para el hombre de letras37 propició un período de transición para lograr la conquista de un público culto al que poder acceder. Una Poética no marcada por el didactismo, a la usanza de la de Luzán, desaparece ya en el propio siglo XVIII, 3'- Nos referimos a la profesionalización del escritor tanto como a la "necesidad" académica y económica del profesor o del erudito de producir un beneficio a través de sus escritos y de sus discursos, conferencias,... 107 quedando restos marginales en algunas poéticas en verso39. La especulación ajena a la enseñanza se expresa en otros vehículos más cercanos a la función de la crítica, ya sea en discursos o artículos de prensa que abordan cuestiones teóricas. Las editoriales publican manuales con la seguridad de que al menos se venderán entre los alumnos del profesor-autor. En ocasiones adoptados por otros, como lo prueba el éxito de ciertos títulos en forma de sucesivas ediciones, muchas veces corregidas para homologarlos a las nuevas disposiciones. Se da la circunstancia de que nunca hubo tantos lectores, tanto número de lectores cultos debemos decir, que conocieran los principios fundamentales de las poéticas y retóricas, si bien se asociaba a un proceso de formación y de aprendizaje. Las críticas a la preceptiva son de dos tipos: la recurrencia y hastío que producía en los alumnos la memorización de conceptos (listas de figuras, autores o reglas) visto desde la perspectiva de la madurez y el "ambiente" cultural nacido con las teorías románticas de libertad y antinormativismo, acusando de estéril y huero a estos conocimientos^^. Unido a la lógica perspectiva de hallarnos ante un saber minoritario, el de los profesionales de la literatura, todos estos factores pueden ayudar a completar la fotografía situacional de un saber que reduce a la mínima expresión los niveles especulativos. Paradójicamente, la preocupación por atender al fenómeno de la literatura en su propia época queda al margen de tanta inflación de producción, como si la literatura fuese un fenómeno muerto o sustentado en el aire, preparado para una visión estática, salvo honrosas excepciones que apreciaremos más adelante. E1 proceso histórico nace marcado en las décadas finales del siglo ilustrado. Las tipologías usadas por los autores más notorios de fines del dieciocho presentan algunas notas interesantes a modo de novedad, pero aún respondían al esquema de las poéticas y retóricas neoclásicas, a veces combinadas y en 3e- La Poética de Martínez de la Rosa, más completa que las obras, que no pasan de ser meros ejercicios poéticos, también apela a la función didáctica como justificación, condición marcada por la teoría de los géneros del clasicismo: no sólo el fin determinado del prodesse, sino incluso la condición del poema didáctico. 39- La crítica proviene de los escritores; para ellos los manuales no sirven, vistos desde la creatividad. La actitud antirretórica de los principios románticos de libertad se añadía al desdén con que se acogían las preceptivas. Pero es una actitud que deriva en lugar común. Recordemos cuando mucho después del Romanticismo algunos escritores criticaban las novedades del Modernismo, por ejemplo, Salvador Rueda frente al primer Rubén Darío, al que acusaba de acompañarse de diccionarios de rimas y de preceptivas. Vid. Guillermo Díaz-Plaja, Modernismo frente a Noventa y ocho, Madrid, Espasa-Calpe, 1979, págs.286-293 108 otras ocasiones fracturadas, si bien desde la concepción generalista de la ratio studiorum ambas disciplinas volvían a unirse bajo un paraguas: en su mayor parte aquellos tratados escritos para la educación eran considerados básicamente Retóricas. 0 por lo menos, se convirtió en lugar común que las cuestiones acerca de la creación literaria y las modalidades de textos (géneros) se incluyeran en estos manuales, en ocasiones como si fueran un apéndice de la doctrina retórica cuyo prestigio intelectual e histórico estructuraba todo el hecho literario40. El texto fundamental para la evolución de la trayectoria de la preceptiva en España de fines del setecientos y gran parte del siguiente, para ser considerado el más influyente y el más citado, es la traducción de las Lecturas del predicador escocés Hugh Blair91. El consenso general de encontrarse ante la mejor preceptiva posible para la enseñanza fue una toma de conciencia superior a aquellas banderías político-literarias descritas por Alcalá Galiano, mérito del autor que venía acompañado de una buena traducción y unos añadidos y apéndices sobre literatura española más atinados para aquellos intelectuales que los incluidos por Arrieta en la traducción de Batteux, prontamente olvidada. Así pues, no fueron pocos los manuales que reprodujeron definiciones, temas y estructuras; que tomaron al autor escocés por fuente primaria de sus textos; que, en suma, lo copiaron de manera directa o indirecta, velada o abiertamente. E1 camino quedó expedito con Sánchez Barbero (1805), y tras él son muy numerosos los autores que declaran tener en el famoso predicador su inspiración doctrinal, en ocasiones filtrada a través del mismo Sánchez Barbero o de Hermosilla (1826), como ya observamos al referirnos al proceso histórico. Y ese proceso va generando un esquema estructural y conceptual sancionado en forma de Programas de asignatura. Era inevitable que todo condujera a una curiosa uniformidad, y que la excesiva repetición y el elevado número de obras reunidas ayuden a dar una impresión de hastío improductivo sin detener la mirada en aquellos lugares más fértiles. Sea como fuere, a mediados de siglo debemos parar esa mirada y tratar de describir la situación de la Preceptiva española, definitivamente convertida en asignatura, alejada de algunos problemas y métodos de las poéticas y retóricas 4U- Es indudable el influjo de las ideas humanísticas de los jesuitas, cuya tradición más antigua se puede encontrar en las referencias que Quintiliano trae a lugar sobre asuntos de Poética al final de sus Institutiones, curiosamente por un similar afán de presentar un modelo pedagógico. 41- Las citas de los manuales remiten a la Cronología del capítulo II-5 por no resultar enfadoso este breve repaso histórico. 109 anteriores4`, pero enfrentada a otros que le son propios. Hasta mediados de siglo es evidente la pervivencia del Clasicismo teórico, con unas circunstancias determinadas. En primer lugar los autores y obras más citados por los españoles son Blair, Batteux, después Gómez Hermosilla y Sánchez Barbero, ocasionalmente Martínez de la Rosa, Marmontel, Boileau, Luzán,..., y los inevitables Horacio, Aristóteles y Quintiliano. La Estética va tomando un lugar poco a poco, todavía dominada por principios filosóficos del Sensismo, de herencia francesa. El Clasicismo no se ofrecía tampoco cerrado homogéneamente, así pues todavía se dudaba entre la definición de la poesía como imitación o como lenguaje de la imaginación, ambas nacidas en su seno, o en la radical diferenciación entre verso (poesía) y prosa (oratoria), desvirtuando su propia teoría de los géneros. El eclecticismo doctrinal es común a casi todos ellos, dominados por el didactismo impuesto por la autoridad académica. La mitad de la centuria son los años más definitivos, desde el manual de Gil de Zárate (1842), tan influyente, hasta el de Coll y Vehí (1856), cuando ya se ha completado la renovación de la Preceptiva, sin marcha atrás posible: el esquema general, la conversión en asignatura, el fin de las poéticas propiamente dichas y la preparación de novedades que cuajarán en los próximos años. E1 programa académico se compone de Estética, Retórica y Poética (Preceptiva) e Historia (Crítica) literaria española, invariado aunque algunos autores depositen un mayor o menor índice de importancia en una parte u otra del programa según convenga. Todavía la influencia filosófica francesa será clave, por el deseo de trasplantar el Eclecticismo de Cousin a España en la misma condición de "ideología oficial". Los sesenta, a través de sus autores más representativos, Fillol (1861) y Canalejas (1868-9), y los críticos de la Preceptiva en cuanto asignatura, Giner de los Ríos (1866) y Laverde (1868), dan entrada a una concepción unitaria de la Literatura, un nuevo concepto que superaba la división tradicíonal de la materia dentro del Clasicismo en Retórica y Poética43 y a conceptos tomados de la Crítica y la Filosofía del momento en Europa que van germinando progresivamente: la teoría de los géneros de Hegel y sus teorías estéticas, el Neokantismo, el Espiritualismo filosófico, el Krausismo,... E1 filosofismo estético pugna por entrar en la teoría literaria y ser su 42- Si hablamos del Clasicismo teórico es evidente que por economía no especificamos que tratamos de relacionar la Preceptiva decimonónica con la anterior a ella, la neoclásica, pero no deseamos separar a esta última de la tradición a la cual pertenece. 43- Aradra Sánchez, De la Retórica a la Teoría de la Literatura (siqlos XVIII y XIX), Murcia, Universidad, 1997, págs.172-173 110 fundamento49. Hay también una progresiva separación entre los tratados dirigidos a alumnos de secundaria, algunos muy completos (Miguel y Navas (1857), Diego M. de los Ríos (1862) ), otros más elementales (Ruiz de la Peña (1866) ) y aquellos que son escritos para los universitarios, indudablemente más trabajados, menos sometidos a los fundamentos educativos. Los treinta últimos años del siglo son ambivalentes para el resultado global de la Preceptiva. Ante todo es un período de inflación máxima de manuales, cuando se produce el final de la progresiva implantación de los Institutos Provinciales de bachillerato y la reorganización universitaria española, y los profesores proponen a sus alumnos los textos que ellos escriben, para que los aprendan, memoricen y preparen el examen de la asignatura. En estos decenios hay una época de mayor interés en lo relativo a las ideas (ciertas novedades en la terminología crítico-literaria y la expansión de las escuelas filosóficas aparecidas años antes ) y a los autores . Se corresponde con la década de los setenta y gran parte de la siguiente, años en los que todavía no se puede hablar de "crisis de superproducción" y sí de respuesta a algunos principios renovadores, ya sean de contenidos, de esquemas pedagógicos o de fundamentos ideológicos. Por entonces, recordemos, en 1880, se consumó la separación legal entre la asignatura de Literatura General y Literatura Española (Historia literaria), dando un primer paso en el ascenso del Historicismo como base para la enseñanza de la Literatura, si bien se trata de un éxito mucho más moderno, que aún hoy permanece en los planes educativos. No es cuestión baladí acercarse al estudio de la Literatura entendido como una sucesión más o menos lógica de épocas, ideas, autores y obras con sus correspondientes fuentes antes que hacerlo desde la perspectiva de la Preceptiva con su tupida red de reglas, formas o géneros cuasiinvariables desde la clasicidad grecolatina, pero es tema que abordaremos en el capítulo III con mayor detenimiento. Junto a ello habremos de pararnos también en la descripción del proceso cambiante de la situación de la Retórica y su "retirada" ante el empuje de la Literatura en su moderna acepción. La nómina de autores de estos años contiene nombres y textos de valía: Espino-Góngora Fernández (1870), De la Revilla- Alcántara (1872), Campillo (1872), Milá y Fontanals (1873), Arpa y López (1874), Espantaleón y Carrillo (1881), Santamaría del Pozo (1883), Mendoza y Roselló (1883-4),... Se produce la consolidación de las diferencias entre los manuales de Secundaria y los universitarios, siendo los últimos mucho más complejos en el tratamiento de cuestiones estéticas. E1 deseo de encontrar un esquema filosófico que fundamente y explique el fenómeno literario en toda su complejidad se hace 44- A juicio de Aradra Sánchez, op.cit., págs.143-144, la nueva concepción estética de la Literatura provoca la reorganización de la materia. 111 "'""`'``V"presente con mayor fuerza, razón por la cual los cimientos del Clasicismo teórico han de confrontarse con conceptos y principios críticos renovadores: fondo y forma frente a cualidades del estilo, Ciencia de la Literatura frente a Preceptiva, el modelo genérico inmutable frente al evolucionismo historicista,... Muchos de esos términos tienen que ver con el auge del Positivismo científico, demostrable en los términos de la familia semántica de nombres técnicos o científicos. La evidencia de la uniformidad se basa en la presencia inevitable aún del eclecticismo pedagógico, necesario en la enseñanza en cualquier nivel. Es también por estas fechas cuando los autores declaran con creciente libertad, fenómeno que se verá acentuado en los años finales del siglo, buscar sus fuentes en autores modernos, casi todos identificables con el Romanticismo crítico y filosbfico, y dialogar con los textos teóricos más próximos, ya fueran los de Gil de Zárate o Coll y Vehí. No faltan los herederos de la tradición grecolatina del XVIII. La época última, hasta el nuevo siglo, no ve refrenada la producción de manuales, antes al contrario, el número crece con la culminacibn de la expansión creativa de textos para la enseñanza. Los manuales se definen por una gran seriedad heredada de una tradición de cuatro decenios que no se ve impulsada por la sugestividad teórico-crítica apuntada en época reciente, inducidos sin duda por la necesidad pedagógica de tener que ofrecer un programa de asignatura. Por tanto, la mayor productividad originó una pérdida del proceso de introducción de novedades teóricas y las repeticiones excesivas una sensación de decadencia pero también la madurez alcanzada permitía la posibilidad de recomponer la materia en esquemas diversos como los de Garriga y Palau (1894) o Giles y Rubio (1897), dando entrada a múltiples posibilidades de enfocar la materia desde diferentes puntos (el público, la creación, técni.ca literaria...). Los textos representativos de los años noventa acrecientan su diálogo con autores y obras anteriores a los que copian o imitan, ya sean De la Revilla, Campillo, Milá y Fontanals y los conocidos Gil de Zárate, Coll y Vehí o incluso Blair, en un corrimiento lógico de fuentes y relaciones45. Curiosamente, en un postrero detalle de originalidad, se nos ofrecen ahora los más variados títulos para las obras. Dos últimos fenómenos merecen captar nuestra atención en este rápido bosquejo. E1 primero, se refiere al aumento de los manuales de Historia Literaria al margen de los más específicos 95- Conviene recordar que muchos autores habían sido alumnos o se hallaban comprometidos con sus antiguos maestros en una cadena de referencias que nos lleva hasta nuestros días. Interesa repasar las biografías de los autores de manuales que incluye Aradra Sánchez, op.cit., en la reseña de preceptivas y sus correspondientes autores, págs.175-320 112 de Preceptiva que en un primer momento contenían todo el fenómeno de la Literatura, señal paradigmática del influyente Historicismo. El segundo da fe del cambio generado en los paradigmas imitativos para la creación de manuales: hablo de las sucesivas ediciones de aquellos que conocerán fama y prestigio. Las pocas editadas en los primeros cuarenta años que conocerán fortuna se ven sometidas a revisiones periódicas para su adaptación a los nuevos planes, caso de Sánchez Barbero (1805) o Mata y Araujo (1818 ) o su prestigio y fama las convierte en un éxito editorial, caso único de las sucesivas ediciones de Gómez Hermosilla (1826) adaptada por Salvá y por Martínez López para el mercado hispanoamericano. No obstante este último, los demás no traspasan la barrera de los años sesenta. Sin embargo, después de la adaptación del manual de Gil de Zárate (1842) a los principios de los nuevos planes de estudio, tras el ejemplo de éste e incluso, es común encontrarse con sucesivas reimpresiones y reediciones de manuales que llegan a finales de siglo (muchas veces coincidentes con la vida académica del autor) o lo traspasan ampliamente como los exitosos libros de Campillo y Correa (1872)96 y de Arpa y López (1878)47, siendo los textos de Secundaria, como asignatura obligatoria, los más productivos y duraderos. 46- Su décimo primera edición es de 1928, Madrid, Hernando 97 La última edición es la décimo segunda, Madrid, Sucesores de Hernando, 1926 113 II-5 CRONOLOGÍA DE LAS PRECEPTIVAS ESPAÑOLAS DESDE 1790 A 1900 No se pretende en este capítulo llevar a cabo una exhaustiva bibliografía sino únicamente acceder con toda facilidad a una lista de las más importantes preceptivas desde el año de 1790 hasta 1900 con el objeto de poder visualizar su desarrollo histórico, su lugar de impresión o su cuantificación numérica. Se incluyen algunos autores y obras que pese a no ser estrictamente preceptistas o preceptivas son, sin embargo, referencias importantes en su evolución y han sido y serán por ello comentadas en diferentes capítulos, como por ejemplo las colecciones de artículos de Alberto Lista y Aragón, de Fernando Giner de los Ríos o Gumersindo Laverde. Las fichas completas de las entradas de esta lista se encuentran en el apartado final de Bibliografía general, capítulo V de esta tesis doctoral, excepto aquellas que por su especificidad se encuentran alejadas del campo de la Poética, que ahora nos concierne para nuestro trabajo (sería el caso de las retóricas eclesiásticas o las varias compilaciones de discursos publicadas en el siglo XIX). Para la ficha completa de las obras no citadas en nuestra Bibliografía remito a los repertorios de preceptivas descritos o referidos en el capítulo I, y principalmente el de Aradra Sánchez por ser el más completo y actualizado hasta hoy. 114 1790 - Andrés Merino, Tratado de Rhetórica para el uso de las escuelas, Valencia, Oficina de Burguete 1791 1792 1793 - Felipe Roxo de Flores, Elocuencia Forense, Madrid, Imprenta Real - Joaquín Traggia, Rhetórica filosófica o principios de la verdadera Elocuencia, Zaragoza, Vda. De Francisco Moreno - Antonio Marqués y Espejo, Principios de la elocuencia sagrada con eiemplos de los más célebres oradores de Francia, Valladolid, Vda. E Hijos de Santander - Santos Díez González, Instituciones poéticas, Madrid, Benito Cano 1794 - Gaspar Melchor de Jovellanos, Lecciones de Retórica v Poética, en su Curso de Humanidades Castellanas. Se editó una versión con el mismo título, tras su publicación en las Obras del autor de 1836, por Francisco Jarrín y Morro, Gijón, Imp. De Torre y Cía., 1878 - Franciscus Mayol, Praeceptiones rhetoricae clare brevique methodo explicatae, Palmae Balear, Tip. Regia 1795 - Manuel Madramany y Calatayud, Tratado de la Elocución, Valencia, Hnos. Orga - Joaquín Ibáñez de Jesús, Realas de la Poética, Zaragoza, Francisco Magallón 1796 1797 - Agustín García de Arrieta, Principios filosóficos de la Literatura o Curso razonado de Bellas Letras y de Bellas Artes, 115 Madrid, Antonio de Sancha, 1797-1805, 9 vols.(Versión de los Principes de Batteux) 1798 - José Luis Munárriz, Lecciones sobre la Retórica y las Bellas Letras, Madrid, Antonio Cruzado y Cía., 1798-1801, 4 vols. (Versión de las Lectures de Blair) , Madrid, Imprenta Real, 1804, 4 vols. , Madrid, Ibarra, 1816-1817, 4 vols. 1799 - Juan Cayetano Losada, Elementos de Poética, Madrid, Vda. E Hijo de Marín - Félix Enciso Castrillón, Ensayo de un poema de la Poesía, Madrid, Joseph López 1800 1801 - Juan Francisco Masdeu, Arte Poética Fácil,Valencia, Burguete ,Gerona, Antonio Oliva, 1826 - Fray Miguel Ferrer, Suma de Retórica, Palma, n.e. 1802 - Felipe Roxo de Flores, Elocuencia militar, Madrid, Imprenta Real 1803 - Antonio Marqués y Espejo, Retórica epistolar, Madrid, Cruzado 1804 1805 - Francisco Sánchez Barbero, Principios de Retórica v Poética, Madrid, Beneficiencia , Madrid, Imp. de Vallín, 1813 , Madrid, N. Llorenci, 1834, 1836 , Barcelona, Tauló, 1848 116 1806 1807 1808 1809 1810 1811 1812 1813 1814 1815 - José Luis Munárriz, Compendio de lecciones de Retórica y Bellas Letras de Huao Blair, Madrid, Ibarra , Madrid, Ibarra, 1822 , Madrid, Ibarra, 1832 1816 1817 - Miguel García de la Madrid, Compendio de Retórica sacado de los autores de me^or nota,Barcelona, Brusi 1818 - Luis de Mata y Araújo,Elementos de Retórica v Poética, Madrid, Imp. José Mártir Avellán , Madrid, Pedro Sanz, 1826 , Madrid, Imp. Llorenci, 1853, 7a ed. 1819 117 1820 1821 1822 1823 - Carmelo de la Resurrección,Arte de Retórica, Barcelona, Gaspar 1824 1825 - Tratado de Retórica para uso de las Escuelas Pías, Valencia, Monfort 1826 - José Gómez Hermosilla, Arte de Hablar en Prosa y Verso, Madrid, Imprenta Real, 2 vols. , París, 1837 (ed. de Salvá) , Madrid, Imp.Nacional, 1839 , Cádiz, Imp. Hidalgo, 1842 , París, 1842, ed.renov. , París, Bouret, 1850, 1853, 1854, 1865, 1866, 1869,1872, 1876, 1883 - Lecciones prácticas de literatura sagrada, Madrid, s.e. 1827 -Francisco Martínez de la Rosa, Poética, Anotaciones v Aoéndices, en Obras Literarias, París, Didot , Palma, Villalonga, 1831 , Londres, S. Bagster, 1838 , Palma, Gelabert, 1843 , Tortosa, Ferreres, 1843 , París, Baudry, 1845 1828 - DCM y CP, Curso elemental de Poesía,Barcelona, Torner 118 1829 - Manuel Norberto Pérez del Camino, Poética y Sátiras, Burdeos, Carlos Lawalle -J. Herrera Dávila,D.A. Alvear, Lecciones de Gramática v Lecciones de Retórica y Poética,Sevilla, Mariano Caro - Agustín Aicart, Díccionario de la rima o consonantes de la lenaua castellana, precedido de los elementos de Poética v arte de versificación española, Barcelona, Vda. e hijos de A.Brusi 1830 1831 - Antonio González y García, Definiciones de Retórica v breve tratado de Poética,Madrid, Leonardo Núñez 1832 - Félix Enciso Castrillón, Principios de Literatura, Madrid, Imp. de Repullés 1833 1834 - Elementos de Retórica, Madrid, Tomás Jordán - Manuel Crespo, Nociones de Retórica v Poética, Madrid, Ibarra - Pablo Alonso de la Avecilla, Poética tráaica, Madrid, Imp, que fue de Bueno 1835 1836 - Alberto Lista y Aragón, Lecciones de Literatura Española, Madrid, Nicolás Arias 119 1837 - Antonio Ribot y Fontseré, Emancipación Literaria, Barcelona,Oliva 1838 - Rafael Urcullu, Catecismo de Retórica, Madrid, Calero , París, 1838 - Miguel Moragues Pro, Compendio del arte de hablar, Palma, J.Guasp - Juan Cortada y Sala, Com.pendio dialoaístico de los principios de Retórica para uso de las Escuelas, Barcelona, Hdos. de Roca 1839 - Prontuario de Retórica y Poética, Madrid, Fuentenebro - Rafael José de Crespo, Poética, Valencia, Benito Monfort - Esteban Paluzie y Cantalocella, Lecciones prácticas de elocuencia castellana, Valencia, Imp, del mismo prof. - Luis de Mata y Araujo, Lecciones elementales de Literatura, Madrid, Llorenci, , Madrid, Llorenci, 1841 1840 - Félix Enciso Castrillón, Lecciones v modelos de elocuencia sagrada v forense, Madrid, Vda. de Calleja e hijos 1841 1842 - Luis de Igartuburu, Diccionario de tropos y figuras de Retórica con ejemplos de Cervantes, Madrid, Imprenta de Alegría y Charlain - Pedro Felipe Monlau y Roca, Elementos de literatura,Barcelona,Imprenta de Pablo Riera , Madrid, Rivadeneyra, 1856, 1860, 1862, 1864, 1866, 1868 , Madrid, Aribau, 1875, 1873 120 - Antonio Gil de Zárate, Principios generales de Retórica y Poética, Madrid, Boix, la parte del Manual de Literatura o Arte de hablar en prosa y verso, Madrid, Boix, 1844, 4vols., 1a y 2$ parte , Madrid, Andrés Díaz, 1848 , Madrid, Martínez Minuesa, 1850 , Madrid, Gaspar y Roig, 1851, 1853, 1856, 1861-2 , París, Garnier, 1865 , Madrid, Gaspar y Roig, 1872-3 , París, Garnier, 1874, 1884, 1889 1843 1844 - Alberto Lista y Aragón , Ensayos literarios y críticos, Sevilla, Calvo-Rubio y Cía. - Manuel Milá y Fontanals, Compendio de Arte Poética, Barcelona, Grau 1845 - Alfredo Adolfo Camus, Principios de Retórica v Poética escritos por don Francisco Sánchez, ilustrados con notas, y seauidos de un tratado de arte métrica, Madrid, Rivadeneyra 1846 - Plácido María Orodea, Compendio de definiciones y principios de Retórica v Poética,Valladolid, Santarén - Manual de elocuencia española,Madrid,Ignacio Boix - Alfredo Adolfo Camus, Preceptistas latinos para el uso de las clases de Principios de Retórica y Poética, Madrid, Rivadeneyra - Tratado de oratoria saarada, Madrid, s.e. 1847 - Alfredo Adolfo Camus, Curso elemental de Retórica v Poética.Retórica de Blair. 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Alemana, 3 vols. vols.l y 2, 1900 vol. 3, 1902 133 CAPÍTULO III- LAS IDEAS POÉTICAS EN LA PRECEPTIVA ESPAÑOLA DEL SIGLO XIX 134 III-1 EL LUGAR DE LA POÉTICA La Poética, aceptando con generosidad los límites propuestos en el capítulo I de esta tesis doctoral, tantos los cronológicos como los que hacen referencia a los contenidos teóricos, tiene un lugar en el discurrir de las preceptivas entre los años de 1790 y 1900. No siempre ese lugar responderá a la denominación de "poética", son años de constante reevaluación terminológica, y en ocasiones ni siquiera su presencia en un libro es clave de hallarnos ante un manual de preceptiva más o menos encubierto; pues puede tratarse de trabajos de crítica literaria o incluso de tratados de métrica o rima y también de discursos para academias y otros centros culturales: ingresos, aceptaciones, inauguraciones de cursos, colecciones de artículos... Nuestro corpus trata de ajustarse y ceñirse a las poéticas y retóricas exclusivamente, si bien es cierto que algunos autores que escriben acerca de estos temas no pueden quedar al margen, ya sea por su importancia en la historia de la Crítica española o por ser autores de preceptivas que aprovechan otros textos para seguir ahondando en temas puramente teóricos: los géneros, el estilo o los fundamentos de la propia Crítica literaria. 135 III-1-1 La situación de la Poética La historia de la Poética está asociada a la de la Retórica desde su nacimiento en la Grecia clásica, si bien en su génesis fueron disciplinas distintas. La segunda, más antigua, nació en la esfera práctica, como respuesta a una necesidad humana de la vida cotidiana de la antigua Grecia y sus zonas de influencia. La primera surge después, cuando Aristóteles analiza filosóficamente el fenómeno de la creación literaria. Se sitúa en comunidad con las demás disciplinas del discurso, entre las cuales se encontraba la Retórica, junto a la Gramática y la Dialéctica. La historia común de ambas deviene en un continuo cruce de tradiciones según conformemos la diacronía de una u otra disciplina, o de ambas a la vezl. En los años finales del siglo XVIII, inicio del ciclo que vamos a describir, tanto la Poética como la Retórica tienen a sus espaldas una dilatadísima herencia de vida común, estructuraban la totalidad del saber literario tradicional (lo que ellos creían que era la lectura correcta de la Teoría literaria grecolatina apelando al Clasicismo)^, acompañadas por la emergente Crítica literaria3. E1 pensamiento teórico clasicista descansaba en un 1- Vid. García Berrio, Teoría de la Literatura, Madrid, Cátedra, 1994, 2a ed., págs.2ó y ss. Z- Pide Luzán acerca de las reglas que no sean desestimadas como novedades, "...; pues ha dos mil años que estas mismas reglas (a lo menos en todo lo substancial y fundamental) ya estaban escritas por Aristóteles, y luego, sucesivamente, epilogadas por Horacio, comentadas por muchos sabios y eruditos varones, divulgadas entre todas las naciones cultas y, generalmente, aprobadas y seguidas.", en La Poética, Madrid, Cátedra, 1974, pág.59 3- Nos referimos al proceso de conversión en disciplina autónoma alejada de los cauces de la Poética tradicional. En palabras de Sultana Whanón Bensusan:"..., en su origen la crítíca literaria no era un discurso definido por oposición a la teoría y a la historia literarias, como lo es hoy, sino un discurso definido por oposición a las Poéticas clasicistas.", en 136 trípode desnivelado, de bases heterogéneas y límites confusos, externos e internos. Más aún, era objeto de numerosos ataques, nacidos algunos en su propio seno, como consecuencia de la revisión de su propia doctrina que la nueva Lógica de la Ilustración, llevada hasta sus últimas consecuencias, no dudó en hacer con casi todos los saberes heredados de la Antigiiedad. La preceptiva finisecular española no es ajena a esta doble inestabilidad de límites: la histórica, producto del entrecruzamiento constante de tradiciones con otros saberes afines, y la generada por la propia evolución de la disciplina en época tan crucial para su desarrollo, en los umbrales de la teoría literaria romántica. Centrándonos exclusivamente en la Poética clasicista debemos afirmar que su situación en los tratados depende en gran medida de la función que se le suponía. Podía ser parte de un tratado de métrica o diccionario de rimas°, de un programa educativos o una disciplina independienteb en la línea más tradicional del clasicismo establecido en España por la obra de Luzán'. Además es común encontrar esbozos de ideas poéticas, no sistematizadas, en otros textos de teoría literaria como libros de crítica, erudición, traducciones, prólogos o las incipientes historias de la literatura españolass. Razón aparte merece la cantidad ingente de material aparecido en la prensa. En los manuales para construir versos se pretendía conocer las leyes básicas de composición del verso, sus elementos (acentos, ritmo, rima...) y clases y las combinaciones métricas, junto a lo cual se incluyen modelos de poemas que suponen un juicio crítico de autores y obras a la vez que ejemplos para el aprendizaje y ejercitación. Muchos tratados considerados de Poética o amparados en ella, solamente eran un repertorio de combinaciones métricas confundidos con géneros de la poesía: cómo Introducción a la historia de las teorías literarias, Granada, universidad, 1991, pág.48 °- i.e., Agustín Aicart, Diccionario de la rima o consonantes de la lengua castellana, Barcelona, Vda. e Hijos de A. Brusi, Barcelona, 1829 5- i.e., cualquier manual de Literatura Preceptiva. 6- i.e., la Poética de Martínez de la Rosa. '- Nos referimos a su Poética en las dos ediciones. 8- i.e., los ejemplos de discursos académicos sobre la novela o los comentarios sobre crítica y estudios literarios en la introducción a la Historia Crítica de la Literatura Española de Amador de los Ríos, Madrid, José Rodríguez, 1861, tomo I, págs. XXXVIII-CVI 137 hacer quintillas, décimas, sonetos, romances o aleluyas9. Válganos el ejemplo del Discurso sobre la Poesía Castellana de Argote de Molina, olvidado como anexo de la edición que su autor hizo del Libro del Conde Lucanor en 1575, y reproducido en estas fechas, 1781, dentro una miscelánea erudita de Nipho10. En esa obra se repasan las diferentes estrofas y tipos de versos que aparecen al final de los cuentos del Infante don Juan Manuel, además de una breve explicación histórica. Cito esta obra no sin cierta razón, a causa de la aparición en el libro de Nipho en fechas tan cercanas a nuestros intereses. E1 profesor pomínguez Caparrós, que dedicó su tesis doctoral al estudio de la teorías métricas de los siglos XVIII y XIX, apuntó la falta de interés del Setecientos en estos temas y el auge que tuvieron como parte de los manuales de Preceptiva de la centuria siguiente, con algunos nombres de valor, ya fuesen Masdeu, Miguel Agustín Príncipe, Coll y Vehí o Eduardo Benot. La Métrica pasó a formar parte de los manuales de Preceptiva como un capítulo más, asimilado al igual que el dedicado a las figuras o al lenguaje poéticoll. Por otro lado, referirse con mayor o menor extensión a la Poética en los tratados de métrica tiene una base profunda: además del lógico solapamíento de intereses comunes, viene heredado de una estrecha visión del fenómeno literario, confundiendo verso con poesía y géneros poéticos, prosa con discurso retórico y sus respectivos géneros (oratoria, historia, novela...)12. E1 debate sobre la necesidad del verso para la 9- Una buena parte de tratados de métrica se acercan a fenómenos creativos o poéticos. Podemos rastrearlos en las viejas leyes del Gay Saber de los trovadores medievales o en los tratados que cita Antonio Vilanova, hechos para imitar a los italianos, en su "Preceptistas españoles en los siglos XVI y XVII", en Historia General de las Literaturas Hispánicas, Guillermo Díaz-Plaja ed., Barcelona, Barna, 1953, tomo III, págs.585 y ss. Para la indistinción entre Poética y artes de rimar en el devenir de la poética grecolatina conviene acercarse a Ernst Robert Curtius, Literatura europea y Edad Media latina, México, F.C.E., 1955, tomo I, págs.212-231 lo- Cito por la edición de E.F.Tiscornia, Gonzalo Argote de Molina, El "Discurso sobre la Poesía castellana", Madrid, Visor, 1995. La edición de la obra de Nipho es Caxon de sastre, Madrid, 1781, tomo III, págs.297 y ss. 11- José Domínguez Caparrós, Contribución a la historia de las teorías métricas en los sialo XVIII y XIX, Madrid, CSIC, 1974, págs.l-50 12- Sería el ejemplo de Juan Cayetano Losada, seguidor de la ortodoxia clasicista, cuando afirma que la poesía es el arte de componer versos y el poeta, el hacedor de ficciones en verso, en Elementos de Poética, Madrid, Vda. e Hijo de Marín, 1799, pág.1 138 creación literaria condicionaba muchas de las ideas que los preceptistas desarrollaron o divulgaron. La presencia de la Poética en otras obras en las que aparece la doctrina asistemáticamente, ya sea bajo etiqueta de erudición o de crítica, es reveladora de algunos fenómenos que conviene reseñar. En primer lugar, la madurez de los procesos de la crítica hasta su moderna conversión no traspasa los condicionamientos de los tratados de Poética. Los diferentes renovadores de la Teoría literaria, principalmente del ámbito del Romanticismo alemán, comienzan a reflexionar sobre los espacios anteriormente ocupados por la doctrina clásica, señal clara de que se reconocía su incidencia en los mismos problemas que ahora aparecían en el horizonte. Como podemos observar desde nuestra perspectiva ya se habían planteado problemas centrales sobre la finalidad del fenómeno creativo o la constitución de las obras literarias o incluso el lenguaje poético, que resucitarán los Formalistas rusos. La época de la Estética y sus primeros logros no consigue hacer olvidar los cauces establecidos por los herederos de Aristóteles, Horacio o Quintiliano. Señalemos las palabras de Cesare Segre cuando nos recuerda la productividad de la doctrina de los géneros desde la Antigiiedad y el acogimiento a este esquema por parte de aquellos que negaban las poéticas miméticas: "Vico traza, por ejemplo, una historia ideal de los géneros y de los subgéneros, en relación con las tres edades de la vida civil del hombre, y Friedrich Schlegel suspicia la fundación de una poética histórica, base para una teoría de la poesía, dado que una obra no es valorable si se prescinde de su género y de sus especies; Hegel usa la falsilla de los tratadistas para su innovador análisis (e historia) de los géneros . i13 Incluso la percepción que podemos desarrollar actualmente sobre este fenómeno difiere de la que pudieran tener en su propia época, pues no olvidemos que el tratado más influyente del Neoclasicismo, el de Boileau, no era ni con mucho tan sistemático y rígido como los italianos de siglos anteriores. Es más, el autor francés fue quien rescató el problema de lo sublime para la Teoría moderna, y tras ese problema se vislumbraban las apariciones de principios distintivos potenciadores del Romanticismo creativo: la imaginación, la nueva sensibilidad, lo inefable, lo subjetivo e incluso lo onírico. Segre nos lo anuncia al resumir: "Por el contrario, no será sino un acto de consolidación el Art Poétique (1674) de Boileau, mucho más cercano, significativamente, a Horacio que a Aristóteles: más que una teoría es un panfleto, lleno, además, de pullas graciosas a sus adversarios, de consejos prácticos y juicios de gusto.i19 En segundo lugar, el fenómeno educativo complica la visión 13- Cesare Segre, Principios de análisis del texto literario, Barcelona, Crítica, 1985, pág.322 14- Idem, pág . 321 139 panorámica de un proceso que nunca podrá reconocerse perfectamente acabado, como ningún otro proceso histórico. Los autores que tratan de Poética sin atreverse a llamarla de este modo no dejan de padecer los mismos condicionantes. Y desde luego, su propia educación en estas materias no es ajena. A modo de ejemplo, las conferencias de Alberto Lista para el Ateneo de Madrid en 1822 0 los artículos que publicó en El Tiempo tratan de aquellos temas que sancionaban las preceptivas escolares en aquellos años: los problemas estéticos (belleza, sublimidad...), la imitación, el lenguaje poético, las figuras...'s La Preceptiva, entendida como manual escolar, perturba la estructura de la Teoría literaria. Y los preceptistas son ahora los profesionales de la Teoría literaria, es decir que ocupan la nómina de autores los que son profesionalmente profesores de estas materias en su mayor parte. Los niveles de identificación con los mismo temas que trataba la Crítica que se consideraba libre de normativismos, es reveladora de que debemos extender aún más el período de transición o convivencia de ambas posturas que se empeñan en aparecer ante nuestros ojos como opuestas. Qué decir del capítulo del estilo, cercano a la Poética y a la Retórica, formando un semillero de problemas comunes agudizados por las teorías acerca de la libertad o individualidad expresiva, actuando a manera de marcas definitorias de cada individuo y obra16. Entendida la Poética al modo de disciplina independiente solamente quedan restos en aquellos poemas didácticos que hemos comentado en el capítulo II. La tentación didáctico-ecléctica y la repercusión del impacto que produjeron los manuales que trataban explicar todo el fenómeno literario hasta la fecha, como el de Blair, ciñeron los límites a la Preceptiva. Hay, eso sí, algunos títulos de manuales que podían llamarnos a engaño, por ejemplo Compendio de Arte Poética de Milá y Fontanalsl' o La escuela del poeta de Ortega y Frías18. Simplemente se trata de libros de texto que obviaban los temas más tradicionalmente retóricos. La Poética del siglo XIX tiene su primerísimo lugar en los manuales educativos de Preceptiva literaria. ls- Vid. M8 del Carmen García Tejera, Conceptos y teorías literarias del sialo XIX: Alberto Lista, Cádiz, Universidad, 1989 16- Tenemos el ejemplo del libro muy académico y conciliatorio de Narciso Campillo y Correa, Del estilo, de sus diversas clases, v de la aplicación de cada una a los diferentes aéneros de composición literaria, Cádiz, Tipografía de la Marina,, 1865 17- Barcelona, DJM de Grau, 1844 le- Badajoz, Imp. de Santamaría y Navarro, 1870 140 III-1-2 La Poética y las preceptivas La Poética, que inició su camino en la Grecia clásica, ha caminado junto a la Retórica, o tal vez haríamos mejor en suponer otro argumento metafórico si decimos que ha navegado bajo su bandera, y ésta, magnificada por el prestigio que se le atribuía, la afectó con sus vaivenes. También ha sufrido una evolución interna que la convierten en dueña de sus propias contradicciones ante la creación literaria (objetiva o subjetiva, normativa o descriptiva, explicación o causa). Trataremos de encuadrar esta relación en el momento crucial del Ochocientos. Fruto de dicha relación y a consecuencia de ella, junto al decisivo afán enciclopedista primero y ecléctico después, el factor educativo acaba por extremar la separación, que nos atrevemos a definir como antiaristotélica, entre teoría, norma, definición y creación literaria. Conforme avance el siglo se pretenderá una disolución de los viejos corsés preceptivos. III-1-2-1 Poética, Retórica, Preceptiva La indiferenciación de las disciplinas que contiene a la Preceptiva literaria no es total sino gradual o de límites. Quiere esto decir que aquellos autores que juzgaban a la Poética como la esfera de reflexión para las obras en verso tenían una idea clara de la separación entre ésta y la Retórica, pero los temas y las necesidades educativas impedían desarrollar estructuras divergentes: el estilo o los géneros en su concepción más rígida, podían interpretrarse desde ambas disciplinas. En palabras de García Tejera: "E1 título Retórica y Poética está en clara conexión con la confusión progresiva que sufrieron los objetos de estas dos disciplinas. Pero hay que tener en cuenta que, en muchos casos, el título Retórica y Poética va apostillado por la explicación o/ o sea Literatura Preceptiva. De todo esto podemos deducir, no sólo que la Retórica y Poética aparecen 141 durante este siglo como disciplinas indisolubles, sino que equivalen a la Preceptiva, o conjunto sistematizado de reglas.i1^ Digamos pues que la Preceptiva es la suma del conjunto de reglas provenientes de la Poética y Retórica tradicionales, aplicadas a la enseñanza. Y ahora buscamos los materiales de un asignatura. Las poéticas de Luzán o de Boileau son producto de la reflexión, herederas de dos corrientes, la aristotélica y la horaciana respectivamente, cuyo fin era normativo y descriptivo-explicativo a la vez. La Preceptiva, por su parte, busca abarcar los conocimientos de la tradición teórica para que sean sometidos a la función pedagógica de ser expuestos para ser aprendidos; no para normar o fijar conceptos, sino para aprender a leer y a e^scribir dentro de unos modelos de prestigio compartidos por una comunidad de individuos cultos20. Pero no es una disciplina ajena a la evolución de ^a Teoría literaria; veremos que parte de sus autores no siguen este criterio de una manera tan estricta y conducen poco a poco sus manuales hacia donde el debate crítico tiene lugar. Ejemplo de la progresiva madurez alcanzada son las preguntas críticas que los autores se harán respecto a su asignatura, ya imposible de deslindar de la pedagogía. Hay dos caminos que nos llevan directamente a la comunidad vivencial de la Preceptiva, aquella que tiene en España como piedra de toque el manual de Blair traducido por Munárriz. Ambos convergen en la evolución del concepto literario y en la nueva función social de la Literatura en el mundo moderno. Serían la tradición educativa de la ratio studiorum y el enciclopedismo. La tradición escolar de los jesuitas en el campo de las humanidades se renovó a primeros del siglo XVII, produciendo el famoso relevo de la vieja retórica del padre Suárez por la del padre Colonia con la publicación anexa de la poética del padre 1'- Ma del Carmen García Tejera, "La Retórica en el siglo XIX", en A. Ruiz Castellanos (dir.), Primer encuentro interdisciolinar sobre Retórica, Texto v Comunicación, Cádiz, Universidad, 1994, tomo I, pág.278 20- Corroboran mi aserto títulos de manuales que contienen el sintagma "arte de hablar y escribir" o similares y afirmaciones acerca de la finalidad de la asignatura, por ejemplo, en las pretensiones educativas de Quintana o Gil de Zárate. Hermenegildo Giner abunda en la utilidad: "Si en el uso general de las relaciones sociales exigimos de toda persona que sea dueña de su palabra para expresar su pensamiento, tanto oralmente en la conversación familiar cuanto mediante cartas o informes, notas, memorias y demás fórmulas corrientes en la vida, dicho se está que en la segunda enseñanza debiera obligarse al joven que frecuenta las aulas de los Institutos, a saber expresarse con facilidad, ya por escrito, ya verbalmente.", Principios de literatura, Madrid, Vda. de Hernando y Cía., pág.2ó 142 Juvencio. Este texto recibió una importante acogida editorial`1, y a su modo contribuyó al común entendimiento de la Poética y la Retórica, integradas en un mismo tomo y refundidas ambas disciplinas. Así, cada vez fue mayor el número de manuales que tomaron por natural acometer el estudio de ambas materias2^-', si bien la perpetuación de esquemas clasicistas (verso-géneros poéticos, prosa-géneros oratorios), no revela una voluntad de reinterpretar las estructuras sino de aumentar por yuxtaposición las materias. Si la ratio studiorum ofrecía un curso completo de humanidades, los manuales escolares de preceptiva ejecutaban ese ideal generalista y aglutinante, falto de productividad. Podemos observar a modo de ejemplo el cuestionario de un programa de la asignatura de Retórica (Rhétorique) en Aix-en-Provence para 1827: comienza por los géneros de las causas, y continúa con las partes artis. Sin distinción alguna aborda las cuestiones de los géneros poéticos: "12. Poésie épique (Épopée. Son origine: exposition; invocation; unité d'objet; épisodes) 13. Poésie dramatique (Tragedie: régles générales; régles particuliéres) 14. Idem (Comédie. Sature. Régles)...", y así hasta el fina123. Si exceptuamos los capítulos dedicados a la Estética de los manuales españoles, poca diferencia hay entre este esbozo de contenidos y los de las preceptivas de Sánchez Barbero, Hermosilla, o cualquiera de los numerosos libros que eternizan el modelo, a no ser el grado de profundidad. Los esquemas de este tipo no precisan cambios ni alteraciones, avalados por sinceros deseos de atemporalidad. La tradición escolar fue responsable directa de la transmisión de unas reglas que directamente conducían a la clasicidad del Neoclasicismo (y no es una tautología). Más aún, inciden en el prestigio concedido a los textos que respetaban dichas reglas y, en consecuencia, la literatura contemporánea podía quedar al margen. Estos manuales escolares son los que generan la idea común de la enseñanza literaria como la de "una inerte repetición de las nociones clásicas reelaboradas por los autores del XVIII y su complementario aditamento del catálogo de figuras retóricas", en palabras de Romero Tobar24. 21- La primera edición en Lyon, 1710 'Z- J.A. Hernández Guerrero, Ma del Carmen García Tejera, Historia breve de la Retórica, Madrid, Síntesis, 1994, pág.122 23- Continúa con la poesía didáctica, pastoral, lírica, el apólogo, las cartas, la oración fúnebre y el panegírico. En Françoise Douay-Soublin, "La rhétorique en France au XIXe siécle á travers ses pratiques et ses institutions: restauration, renaissance, remise en cause", en Marc Fumarolli (dir.), Histoire de la rhétorique dans 1'Europe moderne 1450-1950, Paris, PUF, 1999, págs.1143-11444 Z'- Leonardo Romero Tobar, "La Poética de Braulio Foz en el marco de la preceptiva literaria contemporánea", en Cuadernos de 143 El enciclopedismo merece que nos detengamos en los límites interseccionales de la Retórica y la Poética en momentos justamente anteriores al proceso evolutivo de la Teoría literaria del siglo XIX. Las ideas del Racionalismo francés acerca de la Retórica y la Poética parten de sú reflexión sobre la lógica discursiva. La invención y la disposición del discurso retórico no bastan para explicar los mecanismos que explican la formación de mensajes lingiiísticos. Desplazaron los viejos tópicos, sin recurrir a la Dialéctica, recurso de todo aquel que desdeñaba la intencionalidad pragmática y subjetiva del discurso oratorio, ya fuese Platón o Ramus. La sustitución progresiva de los contenidos no lingiiísticos de las cualidades del orador, a modo de constantes vaivenes a lo largo del tiempo, desnaturaliza la función de la Retórica y la convierte en un mensaje elocutivo, pura expresividad, verba sobre res. No obstante, es difícil separar dispositio de elocutio, y más aún, ésta de la inventio: "Si la inventio comienza el proceso de elaboración textual con la obtención de la estructura de conjunto referencial y la dispositio lo continúa con la construcción de la macroestructura, la elocutio cierra el proceso al producir la superficie textual que, como significante global del texto retórico, llega al receptor. "25 En el artículo que escribe Marmontel en la Encvclopédie méthodique llamado "Littérature", aparece claramente expuesto el fundamento de ese desplazamiento: la Lógica y la Gramática se ocupan de la concepción de las ideas (en el artículo "Grammaire" escrito por Beauzée), mientras que la Literatura, compuesta por cinco apartados26, se componía de la Poética y la Retórica, para hermosear el discurso, y la Crítica, de tipo valorativa. Este "hermosear" se dirige al fondo de la utilidad de la Literatura como auxilar indispensable de una dicción culta. La concepción de ideas concebida como un arte de pensar había sido equiparado por la lógica sensualista de Condillac al arte de hablar y escribir (la Literatura), pero otras lecturas más restrictivas de sus seguidores (Destutt de Tracy, Sicard...), impusieron el modelo que Marmontel expande2'. La manifestación literaria se estudios borjanos, XV-XVI, Borja, Centro de estudios borjanos- Institución "Fernando el Católico", 1985, pág.118 25- Tomás Albaladejo Mayordomo, Retórica, Madrid, Síntesis, 1989, pág.117 26- "1/Style, 2/Versification, 3/Poesie (épique, dramatique, lyrique, didactique), 4/Rhétorique (principes, applications, abus), 5/Littérature (la critique et les études littéraries)", en Douay-Soublin, "La rétorique en...", op.cit., pág.1082 -"- Vid. Manuel Garrido Palazón, La filosofía de las Bellas Letras y la Historia literaria en España (1777-1844), Almería, 144 veía subyugada ante la superioridad de la actividad racional, era pura función elocutiva del lenguaje. La dispositio, como un puente tendido hacia la expresividad, también se hallaba dominada por la coherencia interna del texto: "...que la verdadera retórica y la sana lógica están estrechamente entrelazadas."-'8 Siguiendo este aserto de Blair no son pocos los españoles que reproducen un sistema de pensamiento parecido. Sería el caso de Jovellanos, para el cual las humanidades son un adorno necesario y un manera de aprender a escribir con soltura, acompañándose de modelos, adornando con sus riquezas y difundiendo con mayor convencimiento las ideas de la ciencia. La poesía es el "arte de crear y embellecer", dirá Lista a Reinoso en una carta29. Diluidas en su función elocutiva, Poética y Retórica se ven condicionadas en un nivel paralelístico que las sitúa de igual a igual, con dos campos de actuación distintos: "La Rhétorique est á 1'Éloquence ce que la théorie est á la pratique, ou comme la Poétique est á la Poésie", dirá Marmontel en la Enciclopedia30. En la gran tradición francesa de los estudios literarios del siglo XVII (Lamy, Gibert, Rollin...) se muestra palpablemente que este paralelismo se cruza con la vía tradicional-educativa. Así pues tenemos artes de hablar destinados a la Retórica y artes de escribir para la Poética. No es de extrañar que la recolocación de las ciencias lingiiísticas asimile aún otro paralelismo más en su intento de organizar la Teoría literaria armoniosamente. Dado que la elocución retórica había dotado a la Poética clásica de la suficiente reflexión sobre el lenguaje literario como para no desarrollar una sistematización propia y que la Retórica, al perder su estatuto funcional práctico, se había convertido también en texto, adornado con los mismos mecanismos expresivos, se impuso la consecuencia de aplicar a los textos en prosa el estatuto retórico y a los textos en verso el estatuto poético31. La indistinción de límites y la aplicación sistemática de ese paralelístíco esquema es fundamental para la determinación de perpetuar la indisolubilidad de Poética y Retórica, sub specie Instituto de Estudios Almerienses, 1992, págs.120-121 28- Lecciones sobre la Retórica v las Bellas Letras, traducidas y adicionadas a partir del oriainal inglés de Huao Blair, Madrid, Imp. de A. cruzado y Cía., 1798, tomo I, pág.8 Zy- Garrido Palazón, op.cit., págs.119-120 3U- En Douay-Soublin, op.cit., pág.1082 31- Vid. Antonio García Berrio, "Retórica como ciencia de la expresividad (Presupuestos para una Retórica general}", en Estudios de Linaiiística, 2, Alicante, universidad, 1984, págs.7- 19 145 de Preceptiva, en numerosos autores de manuales hasta fines de siglo. Si únicamente los tratadistas españoles hubiesen buscado perpetuar un esquema, no cabría sino aplicar mecánicamente los reproches que poco antes hemos puesto en boca de Romero Tobar convirtiéndole en estas páginas en portavoz del común desprecio de la Crítica hacia la Preceptiva decimonónica en general. Por el contrario, tampoco las raíces del Neoclasicismo son homogéneas, menos aún en el caso francés, paradigma para toda Europa. Los teóricos como La Harpe, educados en el Sensualismo filosófico, se distinguen por el eclecticismo antidogmático, y ese marbete caracteriza su capacidad de transformación y asimilación: "Cet écletisme montre assez la fécondité du néo- classicisme tel que le Romantisme le reçut en héritage."32 La Preceptiva española del ochocientos no se nos aparece tan homogénea e inalterable como para despreciar las novedades teóricas que el siglo traerá: la Estética (presente ya en Blair), los límites definitivos entre lo literario y lo no literario,... La falta de atención de los estudiosos del período, salvo excepciones muy actuales, ha sido causa para fijar su juicio en los cauces de expresión. Los paradigmas del clacisismo son las falsillas sobre las que se reestructuran las ideas. El afán pedagógico es el signo de los tiempos. III-1-2-2 Poética educativa La comunidad de intereses entre retóricas y poéticas es más palpable en la educación, donde se difuminan los límites, y donde por primera vez se somete una disciplina a otra. Las poéticas educativas se parecen entre sí demasiado, y no debemos olvidar que en muchos casos los años escolares e universitarios son los únicos en los cuales se podía ejercer mínimamente la crítica sobre la Literatura para una gran parte de la sociedad33. Más aún, las comunes ideas acerca de estos temas dependen excesivamente de los años de formación, que si exceptuamos a los estudiantes de Letras, en el siglo XIX, después de las reformas, 3-'- En Douay-Soublin, op.cit., pág.1041 33- Acerca de la influencia de la pedagogía en la situación de las disciplinas del lenguaje vid. Claudio Guillén, Literature as Svstem, Princeton, University Press, 1971, págs.376-383, en el artículo que da título al libro. 146 se centraba en la asignatura de Preceptiva Literaria. A mayor abundamiento, muchos escritores deben a estos años sus propias ideas y es justo preguntarse si la tradición del Clasicismo educativo es tan fuerte como para marcar el camino del Romanticismo español en un primer momento, y si la pesadísima repetición de reglas no pudo frustrar en muchos casos la recepción de ideas teóricas novedosas, insertadas en tratados. Cuestión aparte es el influjo de la Teoría en los creadores o el conservadurismo de los críticos. En cualquier caso, el sometimiento de la Poética a la educación no tiene lugar sin un proceso de adaptación pedagógica. Incluso se pueden rastrear a lo largo de la historia los momentos en los cuales la ideas humanísticas tuvieron una mayor o menor presencia en los sistemas educativos y extraer las consecuencias precisas. La Poética se enseñaba a finales del siglo XVIII dentro de un plan completo de enseñanza humanística basada en sus modelos, como la Retórica tenía los suyos, principalmente colecciones de discursos, para educar el gusto. En la universidad de Alcalá con la reforma de los planes de estudio pretende renovarse totalmente y sustituir los viejos autores (Suárez, Pomey, Puente o Dupont, Colonia y Juvencio...) por la retórica de Mayans, ya que sus ejemplos son "tomados de los mejores autores de nuestra lengua y, al mismo tiempo que no pierden ápice de su belleza, se enseñan los estudiantes a conocer y apreciar los libros de buen estilo, para de este modo ser conducidos a alcanzar la pureza de la lengua castellana, en que hoy se notan muchos defectos". Luego viene el estudio de la Poética para conocer las reglas que tantos españoles ignoran que se encuentran en autores nacionales, poniendo el caso ejemplar de Fray Luis de León39. Ese tipo de enseñanza era fundamental para explicar ciertos fenómenos de la literatura del cambio de siglo. Podemos juzgarlo en los testimonios de exámenes públicos de los jesuitas (que er.an casi siempre certámenes creativos de tipos de versos y discursos retóricos basados en juegos de tropos y figuras, en español y latín)35 o en los planes de estudio que propuso Jovellanos para diferentes instituciones. Por ejemplo, en las normas que preparó para el Colegio de Calatrava el escritor asturiano, se pretendía dar un grupo de autores y obras, con gran consideración a los latinos Cicerón, Virgilio y Horacio, para que se explicasen en clase. Pero esa explicación desplazaba el foco de interés de los textos a las circunstancias externas de cualquier manifestación artística. Por ejemplo, el interés en que cada lectura tenga un comentario adicional: "procure dar en ellas noticia de la historia geográfica, constitución política, y los usos, costumbres y ritos 34- Jean Sarrailh, La España ilustrada de la segunda mitad del sialo XVI^II, México, F.C.E., 1957, pág.144 35- Idem, pág .197 147 de los pueblos de que trataren los autores [...] para que así puedan más bien ser entendidas y se perciban mejor las bellezas de cada uno."'^ Esta idea de la vieja pedagogía nace con la poetarum enarratio de los gramáticos latinos37. No es distinto el plan para el Instituto de Gijón, donde todo el proceso de aprendizaje debe subordinarse a la ciencia. Lo que se busca es un sistema filosófico que clarifique el camino de las disciplinas discursivas, un esquema general sobre el que la formación intelectual se desarrolle con una lógica interna. Para ello hay que arrumbar viejas ideas. E1 estudio de las humanidades tiene diversas utilidades según sea para los que escriben o para los que leen, dice Lista38, a los primeros se les enseña cómo llevar a cabo su arte y los segundos piensan que gracias a esos saberes pueden juzgar las obras de los otros. Antes al contrario: "Se cree generalmente que el estudio de la oratoria sirve para hacer oraciones y el de la poética para hacer poemas. No hay tal cosa. No hay arte de elocuencia ni de poesía. Tan inútil es para hacer una buena oda la obra de Batteux como el arte poético de Rengifo; y ni con el Quintiliano ni con el Colonia se ha formado ni se formara una buena oración". Pero tampoco sirven para enseñar a hablar bien por idéntico motivo39. Lista llega a afirmar que "las humanidades no han sido una ciencia" hasta sus días, cuando se ha decidido que su objeto es educar el gusto y para formarlo nada mejor que acudir a los autores y textos considerados valorativamente útiles. Los principios fundamentales de esta ciencia: "...las teorías de la belleza, del genio, del gusto, los principios de la gramática general, los del arte de escribir, las teorías del estilo y del lenguaje", según dice en carta a Reinoso40, son el marco para el desarrollo de la poesía, la historia y la elocuencia. Sabido es que la Poética no ha permanecido siempre en la cúspide de ese esquema pedagógico debido a la facilidad con que podía fugarse del control de las aulas. Pero el prodesse horaciano se renovará conforme pasen los tiempos, y los resabios 36- Idem, pág.157 3'- Vid. Heinrich Lausberg, Manual de Retórica literaria, Madrid, Gredos, 1991, tomo I, págs.75 y ss. 36- Lecciones de Literatura española para el uso de la clase de Elocuencia y Literatura del Ateneo español, en selección de textos de Ma del Carmen García Tejera, Conceptos y teorías literarias del siQlo XIX: Alberto Lista, Cádiz, Universidad, 1989, pág.34 39- Idem, págs.35-36 40- Hans Juretschke, Vida, obra y pensamiento de Alberto Lista, Madrid, CSIC, 1951, pág.512 148 del anciano Platón acerca de los poetas en Las leyes 91 aparecen una y otra vez disfrazándose de censor del gusto. 91- Vid. Carmen Bobes Naves et alii, Historia de la Teoría literaria l, Madrid, Gredos, 1995, págs.75-77 149 III-2 EL PLANO DE LA DEFINICIÓN Uno de los principios que describen el marco de las ideas acerca de la Poética en los preceptistas españoles del siglo XIX es el de la definición del objeto, esto es, de la Literatura. Y en estos tiempos cruciales de cambios se forma el universo conceptual previo al que nosotros utilizamos. Son los años que marcarán la diferencia definitiva entre lo que es considerado literario (poético) y lo que no lo es. La definición del objeto contiene sus límites, sus fundamentos, y establece el paradigma sobre el cual se expanden las ideas. Definir a la Poética es definir el objeto del que trata y hacerlo con ella misma a la vez, pero definir a la Literatura también implica definir a las obras poéticas y a todas aquellas que comparten un espacio creativo marcado por un uso especial del lenguaje, como podemos observar en el cómputo global de géneros que se explicaban en las preceptivas o en la variedad de textos incluidos en las historias de la Literatura actuales. 150 III-2-1 La ambiqiiedad de los términos Los teóricos de la Literatura han tenido ocasión de ofrecernos un repertorio de definiciones a lo largo de la historia desde la antigiiedad grecorromana. Bajo nuestra perspectiva actual la Literatura es un fenómeno complejo de difícil delimitación asociado a procesos ficcionales. Bajo la perspectiva del mundo de la cultura anterior al Romanticismo el problema se agrava por el significado de la palabra, litteratural, de origen latino, que ya entonces hacía referencia a lo escrito en general y a sus diversas facultades expresadas mediante la escritura: "La afición es la ocupación intelectual constante, aplicada con ardor a algo concreto, que va acompañada por un intenso placer; por ejemplo, la filosofía, la poesía, la geometría o la literatura."2, decía Cicerón, dando cuenta de qué vaguedad contenía para él esta palabra, que podía significar erudición o reflexión acerca de la escritura o el lenguaje, frente al concreto término de "poesía". Esa ambigiiedad etimológica determinó también una ambigiiedad semántica que los tratadistas que recuperaron a Aristóteles y a Horacio en el Renacimiento quisieron solventar dando el nombre de Poesía a la literatura de creación medida, reglada y sometida al sistema de géneros; por eso tenemos una poesía dramática, épica... El concepto de Literatura evoluciona desde un momento inicial en que significaba todo lo que estaba escritoj, sin separar lo que hoy llamaríamos textos poéticos de otros, hasta hoy, que reservamos este término para designar a aquellos textos lingiiísticos peculiares que denominamos como tales por diferentes motivos, ya sean estéticos, formales o similares a aquellos que conducían a Cicerón a llamar "poéticos". En ese camino hay muchos jalones intermedios en los que no cabe detenerse. Baste recordar los seis conjuntos semánticos (el mundo de la cultura, la 1- Según Quintiliano en las Institutiones, libro II, I, 4, era un calco del griego grammatiké, "quam in latinam linguam transferentes litteraturam vocaverunt". Z- Cicerón, La invención retórica, introducción, traducción y notas de Salvador Núñez, Madrid, Gredos, 1997, pág.133 3- René Wellek, Austin Warren, Teoría literaria, Madrid, Gredos, 1985, pág.2ó y ss. 151 condición de escritor, las Bellas Letras, las obras literarias, la Historia literaria y la ciencia literaria) que Escarpit ha podido documentar hasta finales del Siglo de las Luces° y su principal aserto a modo de resumen: "Nada menos diáfano que el concepto literatura. La palabra misma comporta una gran variedad de usos y su contenido semántico es tan rico como incoherente.[...] Resulta de hecho imposible aprehender la literatura en una sola operación intelectual."5 La identificación de la literatura con la moderna acepción, por ir al momento más cercano, es propia del siglo XVIII. Resume Claudio Guillén: "Claro está que es anacrónico, al hablar del Siglo de Oro, el uso de la palabra literatura. Latinismo por aquellos años de reciente acuñación, es voz rara hasta fines del XVII, que yo sepa, y de influencia francesa. Sólo a mediados del XVIII (Lessing, Briefe, die neueste Literatur betreffend, 1759- 1765; Tiraboschi, Storia della letteratura italiana, desde 1772) y principios del XIX (Mme. de Staél, De la Littérature, 1800) se impondrán las principales acepciones modernas: literatura como conjunto de obras literarias; o como arte literario."6 Conviene añadir que hasta los años finales del siglo XVIII hay dos palabras coexistentes que se identifican con la moderna acepción: una es Literatura (común a todo género de escritura y al arte de escribir) y la otra es Poesía, que hacía tiempo daba nombre a toda la literatura de dimensión estética. E1 siglo XIX significa el proceso lento de restricción, para cargarse semánticamente de valores relacionados con lo poético, de la palabra literatura. Por otro lado la palabra Poesía también había significado cosas distintas. Sobre el verbo poiein=hacer, los griegos reciben la palabra poiétiké, cuya traducción parece ser "poética", que viene a significar a juicio de García Yebra', tanto arte de la composición poética como estudio de los resultados de dicho arte. Como tal dependencia del verbo, un griego nunca olvidaba que el poeta=poiétés es un hacedor, y que lo creado es el poiéma y el acto de crear, y por tanto de poner en marcha los mecanismos de composición, es la poiésiss. Es indudable que todo lo llamado a lo largo del tiempo Literatura no lo es hoy para nosotros, pero sí lo es todo lo que se tituló Poesía. La contaminación °- Robert Escarpit et alii, Hacia una socioloaía del hecho literario, Madrid, Edicusa, 1974, pág.l3 '- Op.cit., pág.260 y ss. 6- Claudio Guillén, El primer Sialo de Oro, Barcelona, Crítica, 1988, pág.243 '- Aristóteles, Poética, edición de Valentín García Yebra, Madrid, Gredos, 1988, pág.243 8- Idem, idem 152 terminológica no cedió tampoco en este caso. Para los antiguos teóricos, el verso era parte necesaria y fundamental de la Poesía, rasgo distintivo, y como tal lo trasmitieron. De este comenzó un proceso que acabó en la aplicación del nombre Poética para analizar textos en verso y Retórica para la prosa, con la consabida distribución de géneros. Poética era también el nombre que se daba a los tratados de componer versos o textos rimados y aún en nuestros días algunos diccionarios lo recogen así9. Fue en la Edad Media cuando la palabra poetria pasó a significar tratado sobre obras rimadas, como parte integrante de las artes grammaticae en su acercamiento explicativo de los poetas (poetarum enarratio) y de los modos de escritura o dictamen: prosaicum, metricum, rithmicum10. Al alcanzarse el Renacimiento el término Poética alza el vuelo llevado de la mano de los comentaristas de Aristóteles, deseosos de independizar la Teoría literaria de la Retórica y ponerla a su nivel en un sistema general de ciencias readaptado, siempre dentro de las artes discursivasll. El siglo XVIII hereda las contradicciones de tiempos anteriores. El famoso Diccionario de Autoridades (1726-39) recogía la definición etimológica de Literatura como "Conocimiento y ciencia de las letras". Coexistía con algunas otras maneras de denominar la creación literaria, tal es la Poética o el sintagma de Bellas Letras, traído de Francia, cuyo límite se delimita a medio camino entre los dos anteriores. Las tres palabras tienen funciones diversas, algunas incluyentes, pero no es tan fácil suponer, excepto en la denominación de Poética, que incluyen una reflexión determinada del hecho literario, esto es, no debemos confundir el contenido de la definición con el continente ni con sus efectos o mecanismos. El siglo XIX es aquel en el cual la Literatura se impone como objeto de estudio definitivo, apartado de materias afines así consideradas anteriormente, sometida a un proceso estético, 9- C. K. Stead, "Poetry", en Martin Coyle, Peter Garside, Malcolm Kalsall, John Peck (eds.), Encyclopedia of Literature and Criticism, London, Routledge, 1991, págs.164-165 lo- Vid. James J. Murphy, La Retórica en la Edad Media, México, F.C.E., 1986. Murphy enlaza con la sugerente idea de que la Epístola a los Pisones de Horacio es originalmente un ejercicio de poetarum enarratio dentro de la tradición gramatical. Y como tal apunta que los escritores medievales la conocían como Poetria vetus. A modo de ejemplo el gramático Godofredo de Vinsauf en el siglo XIII llamó a su obra Poetria nova, para diferenciarla de la antigua poética de raigambre clásica. En op.cit., pág.41 11- Vid. Bernard Weinberg, A history of Literary Criticism in the Italian Renaissance, Chicago, University Press, 1974, vol. I, págs.l-13 153 con un valor en sí misma, autosuficiente, institucionalizada en el sistema académico, profesionalizada también. Evidentemente no era posible que la poesía en particular o la Poética en general no sufrieran ningún tipo de evolución semejante, pugnando por desplazar el proceso de la creación literaria de la imitación a la imaginación o al planteamiento estéticol'-. Este estadio crucial, cambio de las poéticas miméticas a las de tipo fantástico-imaginativo, aún hoy vigente, tiene una fecha casi mágica por lo rotundo del guarismo y el ascenso subsiguiente del Romanticismo adosado a ese siglo, 1800, año de la publicación del libro de Madame de Staél, titulado De la littérature considerée dans ses rapports avec les institutions sociales. No hemos de llamarnos a engaño, ni un fenómeno ni otro son exclusivos del año de 1800, sino que forman parte de un proceso que sufre restricciones y avances, matizaciones, cambios progresivos en la sensibilidad, el ascenso de la disciplina estética... Nosotros analizaremos diacrónicamente la formación de un nuevo espacio para la creación poética y sus mecanismos, atenuado por la sempiterna presencia del elemento pedagógico. 1^- José Antonio Hernández Guerrero (ed.), Nociones de Literatura, Cádiz, Universidad, 1995, págs.l0 y ss. 154 III-2-2 Las definiciones hasta mediados de siqlo En los umbrales del siglo XIX español la terminología conceptual es la típica de un período de transición en el cual se solapan los conceptos con solución de continuidad y las contradicciones son evidentes. A juicio de Checa Beltrán13 no se trata de una transición del Neoclasicismo al Romanticismo, más bien estos años de confluencia son el momento del triunfo neoclásico, cuando el enciclopedismo admite la totalidad del fenómeno triunfante con todas sus contradicciones internas: la síntesis completa de todo un sistema que guarda dentro de sí la llave para su disolución. En sus propias palabras: "...la poética neoclásica asumió -y realizó con acierto- la tarea de sistematizar y organizar toda la tradición teórica desde la antigiiedad hasta el siglo ilustrado. Una vez cumplida esa misión, el clasicismo podía morir -o dormir- en paz.i19 La idea de un sistema cerrado, invariable y único, que en su seno recoge todos los influjos y corrientes (un cierto barroquismo, la nueva sensibilidad, las tensiones de siglos de clasicismo, los mismos orígenes en Aristóteles y Horacio, la fidelidad a las reglas y el sentido interno de los argumentos, en definitiva, la autofocalización y autoalimentación) y todo el caudal histórico de textos literarios es en sí tan contradictorio como ecléctico. El sistema tradicional de poéticas y retóricas se había eternizado por la manejabilidad educativa que permitía abarcar todo tipo de textos ya fuesen en verso o en prosa, reconociendo la estrecha relación de la doctrina de una y otra. Así en Vossio: "Quod inde est, quia Oratoria, et Poetice, germanae sunt sorores; ut, quamvis discrepare eas in non paucis cernamus, in multis tamen necesse etiam sit convenire. "ls Dentro de ese sistema la opinión estricta concebía el verso para la poesía como algo necesario, por lo cual se diferenciaban de los historiadores, que escribían en prosa acerca de la realidad y no materias fingidas 13- J. Checa Beltrán, Razones del buen qusto, Madrid, CSIC, 1998, págs.l5-21 14- Op.cit., pág.19 ls- Gerardi Joannis Vossii, De artis poeticae, en Tractatus philologici de Rhetorica, de Poetica, de Artium et Scientiarum, Amstelodami, ex tipographia P. y J. Blaer, 1697, páq.7 155 aunque verosímiles16. Estas materias estaban de algún modo prefijadas por común consenso, y podían ser asuntos sobre la divinidad ("res divinas, ut in hymnis"), la naturaleza ("de rebus naturalibus"), hechos bélicos ("rerum gestarum"), consejos morales ("praecepta vitae prudenter componendae") y sobre la propia poesía ("quo pertinet Horatii de arte poetica epistola ad Pisones")17. La exigencia del verso y las materias prefijadas cubrían el ámbito de la finalidad de la Poética, pues el primero inducía al placer por la armonía rítmica y las segundas a la enseñanza moral (subvirtiendo en parte el ideal horaciano del delectare et prodesse para mezclarlo con la teoría de la catarsis aristotélica): "Duplicem esse Poetae finem: unum arti adaequatum, qui est carmine docere, ac delectare; idque in quovis argumento: alterum principalem, qui est per imitationem, ac figmenta, a vitiis animos purgare humanos."la Para definir a la Poética y a la poesía Aristóteles, por motivos lingiiísticos, decidió definirlas por sus mecanismos, sus especies, sus efectos... Como tal la poesía consistía en imitación; etimológicamente, hacer por medio de las palabras19. Vossio, en su ecléctica compilación, dirá que la poesía se estructura sobre unos temas ( rebus), una disposición (ordine), unas palabras elegidas ( verbis) y un esquema versual ( metro), pero el mecanismo primigenio para crear un poema es la imitación: "Principium Poetae officium est imitari, ac fingere.iLO La etimología estaba muy presente en la Poética del padre Juvencio, que reconoce la poesis como "facere, seu fingere", y la poietiké como el "ars fingere". La Poética es un arte, ya que se crea con un artificio: "modo dicitur opus aliquod ex arte elaboratum". La Poesía se define: "ars imitandi actiones humanas", en la conceptualización más restringidaV1. Esta es principalmente la que podemos llamar corriente etimológico- tradicional para la definición de la Literatura en el Clasicismo restaurado de raíz aristotélica y horaciana, y de influencia italiana, sobre todo de Escalígero, el autor del arte poética más 1°- Idem, págs.9-10 1'- Idem, págs.l6-17 ls- Idem, pág .18 ly- Antonio García Berrio, Introducción a la Poética clasicista, Madrid, Taurus, 1988, págs.55-59 20- Poeticarum Institutionum libri tres, en Tractatus..., op.cit., pág.43 zl- Cito por pomingo de Colonia, De arte rhetorica libre quinQUe...accesere in hac novissima editiones Institutiones Poeticae, auctore P. Josepho Juvencio, Villargarsiae, Typis Seminarii, 1762 156 completo e influyente y paradigma del eclecticismo22. "La teoría poética del dieciocho reconoce en general que la imitación es un requisito fundamental de la poesía, sin imitación no hay poesía."; este aserto de Checa Beltrán23 resume sin paliativos la idea que los teóricos depositaron como herencia en el cambio de siglo. Adosada a ella las consecuentes terminologías, la expansiva, de Literatura, y la concreta, de Poética. La palabra Poética tenía a su favor, además de lo inequívoco de la etimología tradicionalmente aceptada sin discusión, la posibilidad de establecer un paralelo con Retórica, ambas empeñadas en reunir en su seno una totalidad sobre lo expresivo-artístico, en prosa y en verso. Así se recibe por el padre Losada, para el cual la poesía es el "arte de componer versos" y el poeta un "hacedor de ficciones en versoi24. No es de extrañar que restringa su campo de acción a los géneros fundamentales en verso, calcados del padre Juvencio, y que su definición de la Poesía refleje todo el universo clasicista: "Imitación de la naturaleza en lo universal o en lo particular, hecha con versos, para utilidad o para deleite de los hombres, o para uno y otro juntamente."25 A punto de cambiar el siglo, sin embargo, la opinión teórica se hallaba dividida; no existía esa supuesta unanimidad terminológica que acabamos de ejemplificar en algunos autores. Sin duda, el racionalismo planteándose el fundamento de la Poética no podía evitar dar un paso adelante para explicar todo aquello que la definición aristotélica dejaba al margen, principalmente la Lírica. En primer lugar hay que considerar la presencia del sintagma Bellas Letras como una selección dentro de la Literatura de aquellas manifestaciones más cercanas a las Humanidades, a aquellos textos elaborados bajo el influjo de unas disciplinas discursivas determinadas: los textos en verso de los géneros tradicionales y los textos en prosa de diferente variable: los ficticios (novelas), los creados bajo el influjo retórico (discursos oratorios en sus diferentes estilos: académicos, políticos...), los de otras disciplinas humanas (Historia, Filosofía, Moral). En segundo lugar la reestructuración de retóricas y poéticas en el sistema educativo y la resituacibn de la Literatura en el sistema de saberes y ciencias del tránsito de un siglo a otro. Por último, y no menos importante, el 22- García Berrio, Introducción a la..., op.cit., pág.100. La obra de Escalígero, principal fuente de Vossio, es Poetices libri septem, Amherst, apud Antonium Vicentium, 1561 23- Razones del buen austo, op.cit., pág.86 24- Juan Cayetano Losada, Elementos de Poética, Madrid, Vda. e Hijos de Marín, 1799, pág.l 25- Op.cit., pág.10 157 desplazamiento de la definición de la Poesía de su mecanismo de funcionamiento tradicional, la imitación, a la esencialización de un contenido descriptivo basado en lo inasible del efecto estético: la Poesía es el lenguaje de la imaginación y la belleza. Este proceso está perfectamente plasmado en el debate finisecular entre los defensores y detractores de las traducciones de Blair y de Batteux. Centrémonos brevemente en las posiciones de uno y otro al respecto, ahora por la primera en comenzar a editarse, la del abate francés. García de Arrieta, tomado de un impulso pedagógico, decide traducir la monumental obra de Batteux añadiendo algunas ideas y pervirtiendo la modernidad que contenía, pues el francés había considerado establecer una idea restrictiva de la Literatura. En el "Prólogo del Traductor", antesala de la traducción de un primer libro de Batteux muy famoso en su época, Tratado de las Bellas Artes reducidas a un principio26, y que ocupa el primer tomo, se nos dice que las Bellas Letras y las Bellas Artes "son, por decirlo así, la educación del género humano.", y ahondando un poco más "son el adorno y encanto de la sociedad.[...] Ellas nacen con el hombre, o por mejor decir, son hijas de su curiosidad y natural inclinación a imitar, y también de la necesidad de comunicar sus ideas y persuadir a los demás..."27 Ese principio de la imitación une a las Bellas Artes (Música, Pintura, Poesía, Escultura y Baile según Batteux) y es común a todas las manifestaciones de las Bellas Letras. Arrieta decide que es insuficiente el tratado de Batteux, ya que se dedica sólo a la Poesía y la Elocuencia bajo el nombre de Literatura: "pues parece se limitó a tratar con preferencia de estas dos artes, que, aunque muy importantes, no son las únicas, ni acaso las más necesarias de cuantas comprehende el vasto y ameno campo de la Literatura. Este defecto es casi general a todas las obras que hasta el día se han publicado sobre la materia."28 Su idea es común al afán enciclopédico de La Harpe, que veía en la Literatura el continente de "todas las artes del espíritu y de la imaginación."29 A mi juicio una excusa para poder incluir géneros de ciencias humanas (diálogo filosófico, periodismo, ^6- Les Beaux Arts réduits á un principe, París, 1747 Z'- Principios filosóficos de la Literatura, o curso razonado de Bellas Letras. Obra escrita en francés por el señor abate Batteux,...,traducida al castellano e ilustrada con al unas notas críticas y varios apéndices sobre la Literatura española. Por D. Aaustín García de Arrieta, Madrid, Imp. de Sancha, 1797- 1805, 9 vols, vo1.I, pág.III 28- Op.cit., vol.VI, págs.XVII-XVIII 29- Idem, idem. Siguiendo el Lvcée (1786-1805) de La Harpe, coetáneo de su traducción, Arrieta incluirá en su volumen IX, 1805, una miscelánea que sobrepasa el criterio de Batteux. 158 erudición...), junto a géneros literarios excluidos del sistema clásico (la novela y las narraciones ficticias), sin decidir si quedarse con la restricción intermedia de Marmontel, que veía a la Literatura en general como el "conocimiento de las bellas letras", compuestas de poesía, elocuencia, historia, filosofía y moral3o. En suma la idea de Batteux acerca de la Literatura contenía únicamente a la Poesía y la Elocuencia o Retórica, junto a los géneros de cada cual. El título original de la obra, Principes de la Littérature(1746-1748), coincide con la traducción, Principios filosóficos de la Literatura, aunque la segunda parte, o Curso razonado de Bellas Letras v Bellas Artes, indica una extraña indiferencia para quien ha criticado la reducción originaria. La Poética de Batteux, no obstante, es la misma que para otros neoclásicos: "Una Poética no debe ser otra cosa que la exposición del arte de imitar por el medio conveniente a la poesía, es decir, por medio del discurso medido; y así todas las leyes concernientes tanto a las bellezas, como a los defectos que se hallan en las diversas especies de poemas, no pueden ser más que consecuencias del principio de imitación.i31 Esto es, la imitación en la base de la poesía, las reglas o leyes y los géneros que la componen. Respecto de la traducción del manual de Blair, la visión que en su día algunos tuvieron de hallarse ante cantidades homogéneas se debía a la inclusión de elementos críticos de juicio acerca de la Literatura española por parte de Arrieta y de Munárriz. En todo lo demás son obras profundamente distintas, aunque ambas bruñidas de pedagogía. Hugh Blair era un profesor de Retórica que curiosamente fundió los principios de aquella con la Poética tratando en primer lugar de sus mismos mecanismos: la belleza y el gusto y otros criterios estéticos, el lenguaje y las figuras y los estilos que conforman son fundamento común a las composiciones en prosa (donde se incluye la doctrina retórica tradicional bajo el nombre de elocuencia) y a las composiciones en verso32. Ni Blair ni su Munárriz mencionan a la Literatura o la Poética (se le llama Poesía), como se manifiesta en la literalidad del título traducido en Lecturas sobre la Retórica y las Bellas Letras sobre Lectures on Rhetoric and Belles Letres . Es evidente que resulta imposible saber si la Poética era lo único que Blair consideraba como Bellas Artes, en cualquier caso le resultaba más concreto que Literatura. Tampoco le gustaba "arte de hablar y escribir" por parecer engañoso, ya que se trata de "aplicar principios de razón y buen gusto" a toda 30- Idem, pág . 338 31- Op.cit., vo1.II, pág.l 32- Lecciones sobre la Retórica y las Bellas Letras, traducidas v adicionadas a partir del original inalés de HuQo Blair, Madrid, Imp. de A. Cruzado y Cía., 4 vols. 159 manifestación hablada o escrita33. Esa insatisfacción le lleva a desencantarse de la teoría imitativa para definir a la Poesía como el "lenguaje de la pasión o de la imaginación animada, formado por lo común en números regulares.i34 Pese a todo lo que sí pretendía el predicador escocés era renovar la Retórica desde presupuestos novedosos derivados del razonamiento lógico: "...entre las naciones civilizadas ningún arte se ha cultivado con más esmero que el del lenguaje, el estilo y la composición. El aprecio que se ha hecho de él puede tomarse, a la verdad, como señal de progresos de la sociedad: porque, según adelanta y florece ésta, los hombres adquieren mayor influencia unos sobre otros por el raciocinio y por el discurso; y, según se extiende esta influencia, ponen mayor cuidado en los métodos de expresar sus conceptos con propiedad y con elegancia."35 Se pretende destacar la importancia de la Retórica en la ampliación de nuestros conocimientos, en la mej ora del gusto y en la de las facultades intelectuales que se cultivan por la Lógica o en todo caso por que esa comunidad de saberes permite "poder juzgar y hablar entre gente cultai3ó. "Bellas Letras" era un concepto común en el siglo XVIII, pero presto a desaparecer ante el avance de la designación de Literatura para las obras de creación. Mirando hacia atrás, la popularización de este sintagma es en parte culpa del libro de Perrault, Cabinet des beaux arts, 1690, aunque permaneció un tanto aletargado hasta que Batteux lo reincorporó al vocabulario de la Ilustración en su libro de 1747. El nombre refería a las artes liberales en general en un principio, pero pronto pasó a significar casi lo mismo que entonces significaba Literatura, superando a "letras humanas", que también existía, y divorciándose progresivamente de las "Bellas Artesi37. Aradra Sánchez3ó resume la situación en Francia: "Parecido 33- Cito por Madrid, Ibarra, 1816-17, 4 vols., 3a ed. Vol. I, págs.3 y ss. '4- Op. cit ., vol III, págs . 5-6 . En el original :"The most just and comprehensive definition which, I think, can be given of Poetry, is, That it is the language of passion, or of enlivened imagination, formed, most commonly, into regular numbers." 35- Op.cit., vol. I, págs.5-6 36- Idem, págs.7 y ss. 37- Wladislaw Tatarkiewicz, Historia de seis ideas, Madrid, Tecnos, 1997, págs.90 y ss. 38- De la Retórica a la Teoría de la Literatura, Murcia, Universidad, 1997, pág.l69. Los textos citados son de Philippe Caron, Des "Belles Letres" á la "Literature". Une archéoloaie des 160 sentido aglutinante tendrá la expresión bellas letras, que reforzaba la orientación estética de sus contenidos y que viene a representar el último eslabón antes de su sustitución por el definitivo de literatura. Philippe Caron ha señalado la fluctuación que se produce en Francia hasta mediados del XVIII en las materias que abarca la expresión Belles-Lettres. La Elocuencia y la Poesía antiguas están presentes en la mayoría de las acepciones. La Gramática y la Historia antiguas, más la Filosofía, Gramática, Elocuencia, Poesía, Historia en lengua vulgar, Erudición, Crítica y Pintura, representarán los extremos concéntricos de su ámbito referencial.", y aquí: "En España se sigue la misma atención preferente hacia la elocuencia y la poesía, hasta el punto de convertirse casi en sinónimos, como apreciamos en el texto de Reinoso sobre la influencia de las bellas letras en el entendimiento, en el que alternan los sintagmas letras humanas, bellas letras, elocuencia y poesía." También hemos de incluir buenas letras entre las más comunes denominaciones españolas. En cualquier caso eran todas sinónimo de Literatura, que en estos años se debatía en la ambivalencia de su valor restringido o el más amplio referido a las manifestaciones cultas como hizo Arrieta con auxilio de Marmontel. Entre aquellos que consideran que la Literatura no es sólo poesía y quizás elocuencia, destacan los diferentes autores que están ensayando los primeros esbozos de lo que serán las Historias de la literatura, que nacen en plena Ilustración (entre nosotros es un fenómeno que dió sus frutos en años posteriores sobre todo respecto a Francia) bajo la tentación doble de recoger todos los documentos básicos para la historia de la cultura española y enfrentarse al juicio negativo de los autores extranjeros39. Sería el caso de los padres Mohedano o del abate Llampillas, de los que hablaremos en su momento. E1 proceso de conversión de las poéticas y retóricas en Ciencia de la Literatura, y el progresivo olvido en que cayó la teoría imitativa son correlativos a la exposición y el desarrollo de las teorías estéticas que fueron entrando lentamente en España. La propia definición de Literatura como "lenguaje de la pasión o de la imaginación" no se explica sin la clasificación general de las artes y las ciencias y las facultades del hombre del Racionalismo. En España con anterioridad a la traducción de la retórica sianes des savoir profane en lanaue française (1680-17601, Paris, Diffusion Peaters, 1992 y Félix José Reinoso, Sobre la influencia de las Bellas Letras en la me^ora del entendimiento y rectificación de las pasiones, Sevilla, Aragón y Cía., 1816 39- Inmaculada Urzainqui, "El concepto de Historia literaria en el siglo XVIII", en Homena^e a Álvaro Galmés de Fuentes, Madrid, Gredos, 1987, vo1.III, págs.566 y ss. 161 de Blair ya se había optado en algunos casos concretos por asumir que la Poesía, sin olvidar la imitación, debía definirse por el componente imaginativo, que desplaza el centro de interés al escritor y sus funciones, dando paso al auge de la subjetividad romántica, aunque hemos de matizar esta afirmación para darle su justo valor. El testimonio de Philoaletheias (1787) es muy revelador. Después de considerar a la Poesía como "obra de imaginación" y que "debe hablar siempre a la imaginación", acaba por regresar al punto de partida de Batteux: "el verdadero principio de las bellas artes es la imitación", y el objeto de la poesía lírica es pintar las pasiones y los sentimientos40. Vemos confirmado por los documentos de la introducción de José Luis Cano, por ejemplo en la carta de Cienfuegos, que el caso de Philoaletheias resultó en su restringido conocimiento un paradigma más de la indefinición a que llevaba en esos años una mal digerida reflexión acerca de conceptos estéticos en boga como el sentimiento o la pasión o la imaginación enfrentados a la doctrina clásica de la imitación y las reglas como moderadoras de sentimientos de furor poético41. Por su parte, Jovellanos, el primero en traducir a Blair (1794), parece consciente de la insuficiencia de aplicar los conceptos de ficción ("pero ya la opinión común deshecha esta definición, por ser constante que hay muchos puntos que, sin ser fingidos, son muy propios para la poesía") o de imitación ("pero esto es una cosa muy general y que no la define, pues conviene también a otras artes que imitan igualmente que la poesía"). Por eso decide: "La definición más exacta que nos parece se podrá dar de la poesía es, el lenguaje de la pasión o de la imaginación animada, formada por lo común en números regulares. La llamamos lenguaje de la pasión o de la imaginación, porque del mismo modo que el orador, el historiador y el filósofo hablan principalmente al entendimiento, ésta a la imaginación y a las pasiones;..."QZ La obra de Jovellanos continúa como una simple explanación resumida de las Lecciones de Blair sin apartarse de la rigidez del vehículo formal de las poéticas, como era de esperar. Poco después, en 1797, el mismo autor nos demuestra que sus teorías conviven en un extraño maridamiento propio de tiempos de tránsito. En su Oración sobre la necesidad de unir el estudio de la literatura al de las ciencias la idea consistía en unir el estudio conjunto de todas las ciencias con todos los productos de la sabiduría humana entendidos por él como Literatura, según la definición del D.R.A.E. que citamos anteriormente, más o menos un curso de "buenas letras" :". .. así como hemos reducido al curso 90- José Luis Cano, Heterodoxos y Prerrománticos, Madrid, Júcar, 1974, págs.257 y ss. 41- Idem, págs.229-251 42- Gaspar Melchor de Jovellanos, Lecciones de Retórica v Poética, en Obras, Madrid, B.A.E., 1963, vol.XLVI, pág.l37 162 de matemáticas los elementos de todas las ciencias exactas, y al de física los de todas las naturales, reduciremos al de buenas letras cuanto pertenece a la expresión de nuestras ideas. ^Por ventura es otro el oficio de la gramática, retórica y poética, y aún de la dialéctica y la lógica, que el de expresar rectamente nuestras ideas? ^Es otro su fin que la exacta enunciación de nuestros pensamientos por medio de palabras, colocadas en el orden y serie al objeto y fin de nuestros discursos?i43 Estamos en 1800, cuando la famosa obra de Madame de Sta^l, De la littérature, despierta gran atención. A juicio de René Wellek las ideas que se desprenden de su ensayo son más bien vagas e impresionistas que fundadas en sólidos razonamientos; en cualquier caso es indudable su influencia en los escritores románticos. Entre ellas la consolidación del uso de Literatura como "conjunto de textos de un país" a los que se podía aplicar la categoría de poéticos por encima de las poéticas clasicistas, sin poder especificar en qué consistía ese nuevo valor. Únicamente le asistía un concepto teórico impreciso pero perfectamente unido a la sentimentalidad heredada de la Ilustración. Dice Wellek a propósito: "No obstante, hay en el libro cierto meollo de teoría literaria donde se perfila diáfanamente la misma concepción de la poesía ( en lo esencial) que defendió Diderot, en su primera época. Según ella, poesía es sentimiento, sensibilidad, patetismo, melancolía, dulce sufrir, sombrío pesar.t44 Disto mucho de querer decir que fueran las ideas estéticas de Madame de Sta^l las que influyesen directamente en las definiciones que los teóricos españoles del siglc ÁIÁ aplicaban en sus obras pocos años después, únicamente constato el hecho de su presencia cG.«G ur.a señal inequívoca del cambic que los nuevos tiempos traerán consigo. A nuestro juicio tuvo más lIi'ipGrtancia en un pri.Tiĉr lugar la deC'ldida apuesta que se hizo en favor de la traducción de las Lecciones de Blair y su fortuna en ĉl ám^iitG eSCGiñr. i^G ĉr^ vari0 ^la ĉr^ 1805 ^áriCrieZ BarberG reproducía en su manual la idea de que la "poesía es el lenguaje de la pasiór^ c de la i^«agir,ación arai,«ada, for^«adc er. números regulares.t45, pero es incapaz de avanzar un paso más allá y también acaba por admitir la imitación comG ur^ cor,stituyente esencial de la Poesía. Como dice Checa Beltrán: "En resumen, la maycr parte de los autcres que propcnen la imaginación [entre 1790 y 1810] como constitutivo esencial de la poesía no se decider^ a ramper definitivamente ccn el dcgma de la imitación, °'- Op.Cit., págs.203 y Ss. °4- Historia de Ta crítica moderna (1750-1950), Madrid, Gredas, 1973, vol.II, pág.250 95- Principios de Retórica y Poética, Madrid, Imp. de la Ad^rión. del Real ArbitríG de Beneficer^cia, 1805, pág.159 163 que también siguen aceptando.i46 ^^ ^^O ^; .^. i2' ent°S añG° ;^ien tra^ SL CGnSGlid3 la nl12Va teGrfl3Lll 1V 3 3 1 Z literaria oscilan los autores que se deciden por la imitación o pcr la imagirlación. E^ difícil tGdavía decidirse pGr la Literatura frente a la Poesía o las Bellas Artes, términos que se cGrlslderan Ĵ ir1Gr111TtG Ĵ aliri. Los cambios no se hacen esperar pese a todo. Conviene retG^Tiar ĉ i ^TiGIr^ĉ r^tG ĉspeCial de ia EdliCaCióri ĉ r^ ESpa.^a. E1 CaSG del Informe de Quintana es crucial para enjuiciar las idas y venidas de lcs canceptas y el nuevc va1Gr que la sGCiedad iba a concederles. Recordemos las ideas interesantes acerca de la asignatura de Preceptiva çue se accnsejaba fueran adoptadas: "Hemos creído conveniente reunir en un curso de dos años, y bajo ĉl nOi^wr2 genéricG de iit ĉratlira, 1G qu ĉ ariteS S2 ĉn3ĉñaba separadamente con el nombre de retórica y poética. Ningún humanista sĉpara ya estGS ĉ StildiGS, qllĉ ti ĉneri ilriGS iTilSIriOs principios y deben ir dirigidos a un mismo fin. [el fin no es f^vriRar pGetaS i2 Crador ĉ3 SinG dar ur,^vS CGROCiTilentG3 para qlle sean aprovechados por la sociedad; los profesores deben desarrollar en su^ alul«rlos la facultad de juzgar y adquirir buen gusto] ...a esto es a lo que en nuestro concepto debe atenerse un prGfe^Gr de bellas letra^, dejandG a la sensibilidad, a la^ pasiones y al amor de la gloria el cuidado de perfeccionar de Ĵ p'l.le Ĵ 1G Ĵ e Ĵtlld'1GĴ , . . . "47 La modernidad de Quintana no es tal si pensamos que poco más adelante dĉcidĉ qU2 dĉbe existir lin prGfĉ3Gr dĉ HistGria literaria, cargo que ocupará un bibliotecario, como en tiempos antericres, vGi'v'i ĉIIdG a CGriceder a ia Litĉratura 3ll va1Gr extensivo de generalidad de las letras. DentrG del mundG educativG tenemos testimGrlics que responden a la petición de Quintana en los diversos cursos que algunas 1nSt1ti1C1GnĉS CGmO El At ĉneG dĉ iiadrid impart ĉr^. El ĉClĉctiClSmO romántico moderado de sus dirigentes produce un cambio suave desde lGS primerGS curscs de su fur^dación en 1820, que son titulados de Bellas Artes y Bellas Letras, hasta los que a finales de lcs veirlte y erl lcs treinta, dirigidcs pcr Lista y sobre todo por De la Revilla, son dedicados a la Literatura españcla y a su relación cor. las Bellas Artes. En eSGS cursos la ecuación Bellas Letras= Literatura= Retórica y Poética se cumple aceptarldc a partir de 1GS ar'1GS treinta la maycr cperatividad del vocablo Literatura, sobre todo para afrontar las diferencias que se marcaban pccc a pccc er.tre la Literatura, entendida comG preceptiva, y la Historia literaria. No faltaron tampoco las ccnferencias sGbre te:r^as estéticcs, géneros literariGS G unidades dramáticas muy propias del clasicismo de Martínez de la Rosa, °^- Razanes dei buen gustG, ap.cit., pág.293 47- Manuel José Quintana, Obras completas, Madrid, B.A.E., 1946, pág.182 164 director de la sección de Literatura y Bellas Artes en 183648. Er el camp^ de ' a^ pre^ept^ ^Ta^ ec^olares HermG°111a °e alz3l V 1 aJ L V 1 ^.J ^J V , ^J ^J para suplir la unicidad del texto de Blair. Y suprimirla por la suya. Hermosilla quiere redefirair el ccntiraerate de ^u a^igraatura bajo la bandera de la utilidad, por eso propone un "arte de habiar er presa y vĉrsG", ya que Ret ĈiriCa y P G ĉtiCa SOlaaTiente refiere a"tratados particulares sobre composiciones oratorias n ' ' .J T }.. }., ' F ' ly pOfc'tiCa3 , Pr1nC1piG3 ue Li^^ra^ura 2S inSiiilClent ĉ pGr ia "amplitud del término Literatura" y Bellas Letras es "absurdo, rac hay letras feas"99. Procura nc definir la PGesía perc acaba por reconocer en el poeta a un "hacedor o inventor", reflejo de la naturaleza a la que imita G representa pGr mediG del lenguaj eso . Después de esta preceptiva VamGS a ĉnCGntrarraGS CGn ia presencia de definiciones mixtas, incapaces de renunciar al priracipio de imitación cca«G mecanismG perG conscientes de que nc pueden renunciar tampoco a la modernidad estética. Dirán Herrera l h,., -, .. l l n.-. hDávi.la y Al^iear ql'Le 1as GUlCIJ pGetll..a Ĵ ĴGra aqllellaĴ VLra Ĵ escritas con armonía, gusto y bellas imágenes, aunque no tengan crdera ni ríma"sl. Agustín Aicart en la "Idea General de la Poética" que encabeza su D1CCiGriariG de la Ria«a defirae a la FGeSia: "imitaCií^.^n de la bella naturaleza, por medio del lenguaje de la pasión o la laTiaglraaCl^ira anlmada, fG^i«adG pvr iG CGmi,in en nilmeros regulares"s2. FGr Gtra part ĉ la^ FGét1CaS era Vĉ rSv qile Sĉ editñri entre lOS años veinte y treinta no se apartan del principio de imitación. Respcraden al critEriG que i^éllx EraCisc Castrillóra e^ipcrae era sus Principios de Literatura a manera de catecismo de preguntas y respue^tas: "^Qué quiere decir literatura? ar.',i CGriGCiIT'iieritG de ia Retórica y la PGét1Ca. ^Qué es poesía? La lmitaCiC^in de la .rieila raaturaleza. ^Consiste la poesía en el verso? rvG señor, Ĵ lrao eri ia f1CC1Gn. ^Es lo mismo poesía que poética? 4u- Aritonio Ruiz Saivador, Ei AteneG CientíficG, LiterariG y Artístico de Madrid, London, Tamesis Books, 1971 49- Gómez Hermosilla, Arte de hablar en prosa y verso, Madrid, Imprenta real, 1816, 2 vols., vo1.I, págs.III-IV so_ Idem, pág.171 sl- J. Herrera Dávila, A. Alvear, Lecciones de Retórica v PGética, ^ĉJlila, Imprenta de Pi. Carc, 1827, pág.112 s2- Barcelona, Vda. e Hijos de Brusi, 1829, pág.6 165 Se entiende por poética la colección de reglas tomadas de 1(-̂.l r4LGn rl4tlir(. -̂ll y dV laĴ Vb Ĵ l^..r TúCiGnCS dV 1G Ĵ bliV••G Ĵ mGdl..1G^, cuyas reglas dirigen el ingenio para producir las obras de poesía . ^^53 Solventando la excesiva simplicidad del texto, muestra a las claras ia í^iaSe dGCtrinal que 1^vS clasicistas pretendíar. ter.ĉr pvr imperdurable. De hecho el eclecticismo de muchos preceptistas ayudó en esa misiór.. P^ata y Araujc, er^ la cuarta ediciór, de Ĵ l1 Ĵ Elementos de Retórica v Poética nos ofrecerá las siguientes dĉ fir^iClGi^e3: ^«ier.tras ia i^Ge3ia e3 21 "ieriy^ilaje dE ia imaginación expresado en verso", la Poética es la "colección de reglas Gbservadas en la i^«itación de la naturaleza para cGIiipGr^er o conocer cualquiera poema de la clase que sea" y el Poema, una "imitaciór. de la bella r.aturaleza•'S9. E1 ejemplo de Hermosilla no cae en saco roto, así Monlau y Gii dĉ Zárate, aRibGS ĉn i°v42, recurrer^ al Siritagma "art ĉ dĉ escribir en prosa y verso" como sinónimos de Literatura, • ^. , ,^ } • , ,^ , ^. „ ^- „ ^ ;descr^u^ér,uGla pGr e Ĵ l.a ut llldau y ^a Ĵ Í.iLJlguier.^c de^^nici r^ de las obras poéticas como aquellas composiciones literarias en verSC, JGlvi ĉ ri d^v a3i a ia tevria res tririg1da55. En estos años el eclecticismo pedagógico supera toda idea ^ predeterminada qile pvdaiTiGS ter,er scbre 1GS CriterlGS de CuaiqUier autor. Aquellos que dividen estrictamente prosa y verso es común que iuĉgG reccnozcan quĉ r^G ba3ta ei versG para la pcesía G cuando se usa la definición de Blair poco más adelante se recurre ^-....^ a ia f1CCiCii1 para ĉxplicar ia li'iariera de CGnstruir I.GAI.G Ĵ Sln recurrir a las teorías sobre la fábula y la licitud de temas y fo^^as prGpios del decGrG. En 1846 el Ministerio de Educación decide que la asignatura ,C • n .. ^ t•... ,.t ; r ' ^ „ ^ ^ dĉ Ret^r^ca y cvé^ica deuc uividirse ĉ r^ L^^^ra^ura FilGS ^1Ca, Preceptiva y en Española. A partir de ese momento y hasta que en la Universidad se cree la asignatura de Literatura General en 1881 la mayoría de las preceptivas harán hincapié en ese modelo de distribuir la Teoría literaria, cGr^ el subsiguiente triunfG del término Literatura, ya institucionalizado como manifestación dĉ ia CultLira de llri pi.l ĉítiJiG, ĉn eSte CasG ESpaT^ia . Para finalizar los testimonios de esta etapa de transición aÚri parece GpcrtunG acercarse a dGS autGreS Tiás . ii primerG, José María Fernández Espino, es el paradigma del triunfo de una idea filcsófica de lcs estudiGS literarios. BajG esa perspectiva el autor afirma que la Literatura es la "manifestación de la beiieZa pcr ICied1G d2 la paiabra" en tvdaS SliS ramas: pOeSÍa, 5^- iiadrid, Repullés, ie32, pág. i-3 sa_ Madrid, Eusebio Aguado, 1834, págs.105-106 ss_ A. Gil de Zárate, Manual de Literatura o arte de hablar y eSCrlbir ĉri r^rGSa y JerSO, Madrid, I3Gix, i842 y PedrG I'elipe Monlau, Elementos de Literatura o arte de componer en prosa v ver^G, Barcelona, Imp. y Lib. de Pab1G Riera, 1842 166 historia, didáctica...s^ Será la definición triunfante durante el r^ ĴtV dl^..l Ĵ 1g1V ^11L1• E1 segundo, Luis Sergio Sánchez, es un exponente del eclectici^mc teóricc del clasici^^«o educativc. Sir. renunciar a la base amplia de la Literatura que ofreció Marmontel y tomó de él Piattelix, y reccncciendc qiie ni Blair iii H2ri^i^vSliia ia definieron, expone que: "consiste en un estudio profundo de los principics fu,^^dalmentale Ĵ j^ reglaS particulareS de ia3 Y^iellaS letras con relación al hombre y a la sociedad, cuyo conocimiento r.as prcporcicna la facultad de hablar y escribir bier. en los diversos ramos que aquellas comprenden; o al menos nos hace adquirir la aptitud necesaria para juzgar acertadamente las producciones del ingenio."57 ^áiiCileZ aii.ide a qiiĉ Blair defiiiĉ la POĉSla 11 iiv la Literatura en toda su extensión. Se manifiesta que la inestabilldad t^ie ia teriiilnolGgia CGndilCirá a^iL1SCar Gtra m ĉtS adecuada en tiempos próximos, en los cuales la Poesía dejará de Sigr.ificar 1G ^Tiismo que Literatura para ser iir.a Cilaiidad de ella y dar paso al ascenso de la Lírica en el nuevo sistema de géneros pcéticos. ^^- Cur^So de LiLér^aLut^d pener^al, Sevilld, Geott^ín, 1847, pág.2 57- Exposición filosófico-crítica de los principios de la Literatura, Cáceres, lmp. de Concha y Cía., 1847, pág.24 167 III-2-3 Armonización de conceptos v triunfo de "Literatura" La primera mitad del siglo, siempre evitando cualquier presunciór. de rígida cesura temporal, ha sigr.ificado ur. proceso de clarificación terminológica, entrevisto tras los vaivenes pendulares de algunos autores. La perenr^idad de los conceptos es culpa sin duda de dos factores: la inestabilidad en los límites ( la construcción del ^«oderno sigr^ificado de la palabra Literatura y la reubicación de aquellas afines como Bellas Letras, Poesía...) y ei tradiCionaiiSmo d21 Ĵ1Ste1TLa eduCatívo. EStO último es extremadamente lógico. El paradigma clásico, reVi'v'iflCadv y raCioriaii^.ad0 en ei Setecl2ntOS, OfreCía VentajaS en el estudio de las Letras antes que inconvenientes . Los propios escritores todavía no habíar^ llegado a la ruptura total con los corsés del pasado, eran las plantillas que la Poética clásica imponía COIiIo irrenilr^Cia,yJ12S56. Entre los teóricos va imponiéndose la Literatura como un concepto engiobador y delimitador, descrlbe a todaS laS manifestaciones de la escritura bajo criterios estéticos; junto a ellc la Poesía y la Poética ta^«bién se ven SG^Tietidas a prOCeSOs necesarios de redefinición. Las Bellas Artes pasarán a ser un mero reSiduo de otrOS tlemip^vS ahora qlle laS Letras definitivamente pasan a ser una profesión y no el entretenimiento intelectual de algi^r^OS ir,d1L'idliGS CuitoS de alta Clas2 SOCial. Aparte los consabidos escritores para la escena teatral, los únicos verdaderamente profesional2s er^ otres ti2mpos y er. los de este siglo. Ctro factor curioso es la arrnonización y generalización de las ideas teóricas provenientes del sistema educativo ahora que :r^uchos ciudadanos acc2der. a la educación secundaria e universitaria en la que se reciben los mismos programas para todos. En ellos aparece cor. fuerza inusitada la Historia de la Literatura como uno de los polos vertebradores de la asignatura y del papel ir.stitucional que el Estado dará a toda la Literatura: "La palabra literatura había dejado de designar sólo el conjunto de los textos de ur^a nación para pasar a designar también un área de conocimiento en las universidades. Aquí, en las universidades, la cc^«petencia literaria fue atribuida a los 'A- Vid. Roiaiid Barthes, EI c^rado cero de la escritura, Buenos aires, Siglo XXI, 1973, págs.47 y ss. 168 representantes académicos de las ciencias filológicas, que ^iompll^.1llVntÚron lÚ Vr^l.^ld1^ilon 111Jtor1^.^.rÚ Von 14Ĵ ^^..d1V1on^.^..J l^rltl^i^^ de textos, dando origen a ese historicismo filológico tan decimcnónico, del que er. Espa:.a ter^emos tar. preclaros e j emplos en las obras de Menéndez y Pelayo y Menéndez Pidal."59 Esta unifor.^tidad Coincide en Eiirv^pa CCn el HiStOrlCi ĴmO y el subsiguiente ascenso de la Literatura Comparada. Dice Claudio ' l l ^IT T +-„ /^ ^.. lGu^^^én : La i+it2rat_ura .,c.^tparada 2S iin prOjieC^.v plauSi i2 eS ĉ el momento en que, por una parte, hay una pluralidad de literaturas modernas que se recor.ocer. a Ĵ l 1Tti ĴlTla Ĵ ^.Omo taleS y, por otra, la Poética unitaria o absoluta cesa de ser un modelo Vigerite.i60 PerO eSe modĉi0 trató dĉ reStitliirSe bajo lOS auspicios de la Literatura General, que por entonces se oponía a ia CvTiparada, y qile originÓ el nacimierit0 de ia r^llevñ CienCia de la Literatura61, y de las condiciones para el surgimiento de un nUeL`o VOCaíyJi.iiario CrítiCO ConSCCUc.̂-nte COn eStOS planteamientos. Poco a poco, pese al estatismo del sistema educativc, van filtrándose los cor,cep toS entre lOS Iiiáry^eneS d2 las cuestiones clásicas de las retóricas y las poéticas. En lo reSpeCtiVG a eS2 S1Steiua 2diiCati`v'^v referido arriba, 2i térIitlnO Literatura se dedica principalmente a la educación universitaria, prefirléndOS2 "Lit ĉ ratilra preCeptiL'a" O ei CiáS1C0 í^. i.12 definía a la asignatura "Nociones de Retórica y Poética", acarreando la lógica minusvaloraciór. rioiitiriai de eStOS ConCeptOS, ĉntendidos únicamente en la jerarquía de los cursos escolares: situados en la S2Cliridaría, habíar. de aCabar pvr ConSiderarS2 212mentaieS. En ese sentido Delago y David, en la presentación de su manual ĉxplica que ia Retórica y Poética eS "lñ parte rudimental y externa de las Letras", mientras que el estudio de la Literatura supone el conocimier,to de las leyes, las creacione^ y la estética que las afectanó2. La Llteratlira S2 Sigi12 er^tendl ĉr^dG de moment0 en Su concepción abierta: "ciencia y arte a la vez que nos enseña a fOiIiiar tOdO género dĉ COTipOS1C10nĉ S ĉri prOSa y verso; a conocer los buenos modelos en cada una de ellas; y a estimar la influencia que estos han ejercido er^ la sociedad.i63 Tras esta 5n- Sultana Warinón Bensusán, Ilitroduccióii d la liistoria de las teorías literarias, Granada, Universidad, 1991, pág.ó0 60- Claudio Guillén, Entre lo uno y lo diverso, Barcelona, Crítica, 1985, pág.^2 61- Idem, págs.8ó y ss. 6^- Diego Manuel de los Ríos, Instituciones de Retórica v Poética, Madrid, Fernández Cancela, 1B6ç, pág.4 63- José Vicente Fillol, Sumario de lecciones de un Curso de Literatura General v ^rincipalmente Españoia, Vaiencia, Doménech, 1861, 2a ed., pág.20 169 neutra explicación Fillol remarca la excepcionalidad de la PoC^ia: "1t^1 ^xpr^.c_r^.on d^ io b^iio por m^dii^i dCi 1Cng^iia Ĵ C, valiéndose de la verdad relativa, por lo común de la versificación, y ccr. el fin de agradar. ", sir. olvidar que ta.mbién es imitaciónó4, lo que no se puede afirmar de las composiciones er^ prosa co.«o las orator^as o didácticas... Respecto a la Poétíca queda casi reducida a su nivel mecanicista, a iaS reíĵ.iaS para la Co^ipoSición, afeCtando únicamente a las obras en verso y a la novela. En palabras de ú^vaqiilr, Espar 2S Lir.a "COleCCión dĉ pr2C2ptoS qu2 2nSeilan a hacer todo género de composiciones pertenecientes a la poesía."65 No olvideIlloĴ las pretenSlones de Gil de ^árate para la enseñanza, confiriendo a las Letras la capacidad de formar ciudadanos cultos que supieran escribir. E1 debate será cor^star.te 2ntre aquellos que sólo ven en la Retórica y la Poética un conjunto de reglas qll2 ayudan a la COnStrilCcií3n de 2SCritOS eri SIiS d1L'2rS ĉ̂ S variantes y aquellos que piensan que no sirven para gran cosa per0 2S nĉC2Sari0 Su conocimiento . Dice C^vll y ^'eh^: "Sabes que no le doy mucha importancia a los tratados de Retórica y Poética. El pon2r bier^ la plu.«a r.o es cosa que se aprer,da con ur,as reglas más o menos acertadas. La observación de la naturaleza y los l ^.. F .i .d ^ L. .. ^ +- JiajeS, 2^ ĉS^udiO proiuriu0 u2i ^ivíitbrĉ y ia l^iiS^orla, teng0 para mí que son los mejores maestros de literatura.^^66 La Llteratlira Se `v'erá iiiáS afeCtada qile nilnca ariteS por laS consideraciones y criterios de la Estética. Bajo esos criterios se pretende ur^ificar aquellas manifestaciones escritas que se convertían en modelos textuales por su estilo compositivo o por Sii Tivraiidad. En ĉSt2 Ordĉr^ d2 circunstancias 1ñS ter^SlorieS 2r^tr ĉ las definiciones del clasicismo y las actuales se dirimen de la siguiente mar.era: la Literatura es ur. inmenso sistema que incluye dentro de sí a la Poesía y a otros géneros. Ir,teresar^te rĉSiiita ei 2 j empl0 de Cdnaie j aS, afeCtadG de hegelianismo, a la búsqueda de la más completa definición de Llteratlira, Obj ĉtO de eStLid10 filoSóflCG d ĉ ia Literatura General, compuesta por Literatura (entiéndase Poesía), Oratoria y Dldáctica. íT-„'laliZa diStir^taS dĉ flr^iCloriĉ S para recñ,.^ar lOS elementos válidos comunes a casi todas ellas mientras pone reparos a los conter.idos que considera vagos o erróneos. Llamar a la Literatura "manifestación del pensamiento humano por medio de la palabra" supor.e áterider sólo a su for,do (para nasotros contenido temático) y confundirla con la ciencia; "belleza por medio d2 la palabra" Si:^pone atenerSĈ a Ur^ ITiediO meCárilCO, COmO el espejo reflejando la luz; "manifestación de la emoción ĉStétlCa Sui3jetiL'a" ĉS Svlo 21 ĉSti.Id10 pSiCOlóg1C0 dei artista; 69- Ideiii, pdy . 214 6s- Elementos de Poética, Barcelona, Vda. de Pla, 1861, pág.i 66- Diáloctos literarios, Barcelona, Bastinos, 1866, pág.42 170 "bella expresión del sentimiento", un puro decorado y"colección d^ r^rC^r^r^tr^c+ rin l Go ^.^}^rr+o^^ oii hiotr^ri a67. T-i T ;}cratura,l., tJ 1 li \. L./ 1.. V J ^..1^.. 1 J tJ. U l.. V 1 ^.. J J li J V 1 1 L 4 L 1 6. prosigue Canalejas, se compone de elementos invariables: "belleza, el espíritu hu.«anG que la ccntempla, el e^tadc que causa esa contemplación, la expresión de ese estado y la palabra n68 c,çue sirve de instru^«entG a esa ccnte.«placiór.. J^ defir.icián es la yuxtaposición de todos los principios: "manifestación de la bĉileZa ĉ Sĉr^Clal G dĉ laS prcpiedades bĉilaS de laS ideas y dĉ los seres, y de los estados que la belleza causa en el espíritu del iiG.T^bre, expresada pcr ĉl CGrajliritG de facultades y d2 propiedades naturales y adquiridas del género humano, sirviéndose l l L. ,.^ l .d -. ^ tr 69 l ' ^-dE ^a pa^au^a habiĉiua G eSCrit.a . Para ^a Pcesla se dĉ S^.lria uria explicación similar, restringida a su consideración puramente artística, así pues es el "lenguaje de las pasiones c dE lcs sentimientos", una "ingeniosa ficción en verso", en definitiva 2S la CGriCrECi^in dĉ "iG .r`iĉ ilG pdr iTiĉdlG dĉ ia palaíhira"70. En los últimos treinta años las preceptivas se multiplican, y CGn elias ias dĉf'1r111.1Gnes. idG cbstante iGS CvnCeptGS de Literatura, Poesía y Poética no varían sustancialmente, sólo se desplazarár^ según las cor.veniencias y esquemas filcsófices de cada preceptista. La aparición en estos años de la llamada CiĉnCia dĉ ia Literatura trae.iá CGriSigO qil ĉ ia Lit ĉratura Sĉ Vĉa afectada por consideraciones teóricas que se afanarán en arrumbar las retóricas y pGéticas sin ccnseguirlo del tcdG. Para ar.alizar los resultados y procesos de esa Ciencia, como la literatiiriZñciÓn dĉ la Retórica, la p^vetizaciór. de la Literatura y el ascenso del Historicismo, hay que hacer una pausa en el reccrridc diacrór.ico de las definicicnes para conccer la causa del cambio en la visión de la Poética desde la imitación y la imagir.ación a la ^<