UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID FACULTAD DE GEOGRAFÍA E HISTORIA METALURGIA Y METALÚRGICOS EN EL VALLE DEL EBRO (C. 2900-1500 cal. A.C.) MEMORIA PARA OPTAR AL GRADO DE DOCTOR PRESENTADA POR María Jesús Rodríguez de la Esperanza Bajo la dirección del doctor Gonzalo Ruiz Zapatero Madrid, 2003 ISBN: 84-669-1998-8 ,- z^^-z^ M ^'T' ^ LUrRG^IA_ % . URG:IC`OS' ^',BRO .. L,% U/ U-' 1. J U' V C.Ql ., 1' 1_ ^^ UNIVERSIDAD COMPLUTENSE I IIIIII IIIII IIIII IIIII IIIII IIIII IIIII IIIII IIIII IIIII IIII IIII 53173566 TESIS PRESENTADA POR MARÍA JESÚS RODRÍGUEZ DE LA ESPERANZA BAJO LA DIRECCIÓN DEL PROF. DR. D. GONZALO RUIZ ZAPATERO CATEDRÁTICO DE PREHISTORIA DE LA UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID MADRID, 2003 T 26721 AGRADECIMIENTOS El trabajo de investigación que se presenta ha contado con el apoyo y el asesoramiento de numerosos expertos. Una mención destacada y muy especial debo realizar al Prof. Dr. D. Gonzalo Ruiz Zapatero, Catedrático de Prehistoria del Departamento de Prehistoria de la UCM, que ha sido mi director de tesis y también mi mentor durante estos años, pues ha sabido conocer los vaivenes de esta doctoranda y sus momentos más y menos álgidos. El supo guiar con magisterio una investigación que parecía no tener fin y dar forma a aquella cantidad ingente de datos. Mi admiración científica y personal hacia él porque ha sido un placer formarme a su lado. El Pro£ Ruiz Zapatero, no sólo ha ejercido como director en este ámbito sino que, también ha sido el asesor principal de esta investigación porque ya desde un principio atisbó que uno de los mayores problemas que debía solventar era el de la integración del territorio y la presentación de sus datos. Mi gratitud más sincera es para él. A los especialistás como el Dr. D. Ignacio Montero (CSIC, Centro de Estudios Históricos) y el Dr. D. Salvador Rovira (Conservador, MAN) les agradezco la interpretación de muchos de los análisis y el haber tenido la paciencia de explicarme reiteradamente asuntos muy técnicos de difícil matización. Su apoyo para el desarrollo y finalización de esta tesis ha sido fundamental. En general debo hacer mención especial a todo el equipo que integraba el Proyecto de Arqueometalurgia porque en múltiples ocasiones les he necesitado para cuestiones puntuales y siempre han estado disponibles y dispuestos a solucionarlos. El Prof. Almagro Gorbea me ha proporcionado muchísima información sobre la Loma de la Tejería y el Sur de Teruel en general, además siempre ha tenido la generosidad de compartir sus ideas del Valle del Ebro ofreciéndome la posibilidad de continuar la investigación én ellas. A1 Dr. Jimeno le agradezco el tiempo empleado en múltiples ocasiones en que hemos hablado sobre asuntos del Calcolítico y de la Edad del Bronce y que siempre haya estado disponible, haya sido tan didáctico y haya sabido interpretar cuestiones bastante enrevesadas que yo le he planteado.También quiero agradecer la colaboración del Dr. Fernández Martínez, quien me facilitó documentación fotográfica inédita sobre actividades mineras en Africa y a la Dra. Hernández Hernández su apoyo y aliento durante estos años. A Enrique Navarro le quiero agradecer haber sabido expresar fielmente con su lápiz las ideas que le expresé en bocetos. En general debo agradecer a todas las personas que integran el Departamento de Prehistoria la atención que me han prestado y su disposición científica y personal en todo I momento. Aunque no se recogen aquí todos sus nombres, su colaboración fue del todo inestimable. Esta Tesis Doctoral se ha beneficiado además del respaldo económico que supuso durante cuatro años (1997-2000) la Beca Predoctoral de Formación Profesorado Universitario y de Investigación de la Universidad Complutense. También he tenido la oportunidad de formarme e investigar en la Universidad de Oxford (Reino Unido), en el Instituto de Arqueología, que me acogió durante dos años consecutivos (1999 y 2000), en un intervalo de tiempo muy corto (dentro del marco de Estancias en el Extranjero que prevén las becas Complutense), y puso a mi disposición todos los medios que tuvieron a su alcance. A1 Prof. Dr. Barry Cunliffe, Director del Instituto de Arqueología, que fue mi supervisor durante aquella época y a sus colaboradores, les debo mi gratitud por haberme hecho disfrutar académica y personalmente de aquella universidad y del Instituto de Arqueología. Por último desearía agradecer sinceramente el apoyo de todos aquellos que, por amistad o por parentesco, han sabido alentarme, darme ánimos y me han ayudado en cualquiera de las formas posibles. Así, quiero poner de manifiesto mi reconocimiento y gratitud a mis jóvenes compañeros investigadores del Departamento y amigos: Laura Alcalá-Zamora, Alicia Castillo, Marta Díaz-Guardamino, Beatriz Díaz Santana, Patricia Juez, Dr. Mariano Torres, y Dra. Teresa Moneo. También agradezco su colaboración y amistad a los siguientes miembros del Departamento de Historia Antigua de esta misma casa: Dr. López Pardo, Dr. González Wagner, y a los becarios Luis Ruiz Cabrero, Beatriz López-García y Pedro Carretero. También a todos los que en algún momento se cruzaron en el camino de esta tesis doctoral y me animaron de cualquiera de las formas porque deben saber que su apoyo fue muy valioso. Agradezco muy sinceramente a mi madre y hermanas por los largos años en que han seguido milagrosamente creyendo en mi.También debo una mención muy especial a Pedro Portellano, quien, por propia experiencia, ha sabido comprender muy bien cada estadio de esta tesis insuflándome ánimo ininterrumpidamente y subvencionándola económicamente. A él y a nuestro hijo Alejandro le dedico esta tesis por haber formado intrínsecamente parte de ella. A todos ellos, porque creo que merecen un descanso psicológico. Madrid, noviembre de 2002. II ÍNDICE GENERAL Capítulo 1: Introducción t. Introducción y exposición de objetivos de la tesis doctoral 5 II. Historia de la Investigación 7 1 Antecedentes en la Península Ibérica 8 1.1.Estructuración de la arqueología del Calcolítico y Edad del Bronce en España. 9 1.2. La Investigación del Calcolítico y la Edad del Bronce en el Valle del Ebro. I4 1.3. La Investigación del Calcolítico y de la Edad del Bronce en nuestros días. 22 2. El marco historiográfico de los inicios de la metalurgia en el Valle del Ebro. 23 2.1. Los comienzos de las actividades metalúrgicas durante el Calcolítico. 24 2.2. Las explicaciones de la metalurgia durante la Edad del Bronce. 27 2.3. Estado de las investigaciones arqueometalúrgicas en la actualidad. 30 III. Metodología empleada y sistemática de la investigación. 31 Capítulo 2: EI Marco geográfico y los recursos minerales del Valle del Ebro I. El marco geográfico 37 2.1Características geomorgfológicas 39 2.11. La evolución geológica 39 2.1.2. Las unidades morfológicas de la Depresión 41 A)Sector Central 41 B)Sector Occidental 44 C)Sector Oriental 44 2.2. Clima y Vegetación 46 II. Los recursos mineros 47 2.3. Vertiente septentrional (indicios de oro, cobre, plata y estaño) 47 2.3.1. Alto Ebro 47 2 2.3.2. Medio Ebro 2.3.3. Bajo Ebro 2.4. Vertiente Meridional 2.4.1. Alto Ebro 2.4.2.Medio Ebro 2.4.3. Bajo Ebro 2.5. Conclusiones Capítulo 3: EI marco cronológico y socio-cultural 49 50 53 53 54 54 ........55 I. Marco cronológico 57 3.1. El Calcolítico y el Campaniforme 58 3.2. El paso a la Edad del Bronce 60 3.3. El Bronce Pleno en el Valle del Ebro: la idiosincrasia de una gran región natural. 3.4. Los datos de cronología absoluta en el Valle del Ebro 3.5. La cronología absoluta del Valle del Ebro objeto de comentario. II. Marco socio-cultural 6l 65 66 68 3.6. El marco socio-cultural desde el Calcolítico a la Edad del Bronce en el Valle del Ebro 68 3.7.Sociedad y Economía . 68 3.8. Mundo Religioso, Funerario e Ideacional. 75 Capítulo 4: Minería prehistórica del cobre: extracción y procesado Introducción 79 4.1. El instrumental minero y metalúrgico. 80 4.1.1.Herramientas para la extracción y el machacado 81 4.1.2. Vasijas de reducción y crisoles 86 4.1.3. Moldes 91 4.1.4. Evidencias de estructuras metalúrgicas 96 4.1.5. Evidencias de minerales asociados a yacimientos 100 4.1.6. Elementos semifacturados: lingotes 101 4.1.7. Resíduos de fundición 102 4.2. Conclusiones: Relación de la producción metalúrgica con los recursos mineros locales. 105 Capítulo 5: La metalurgia durante el Calcolítico Campaniforme y el Bronce Antiguo (2900/Z600- 2030/1800 cal. AC) Introducción 111 5.1. Armas 112 5.1.1. Puñales de lengiieta 112 5.1.2. Flechas 122 3 5.1.3. Alabardas 128 5.2. Herramientas 129 5.2.1. Hachas 130 Hachas planas 130 5.2.2. Punzones 137 5.3. Objetos de adorno 146 5.4. Valoración de la metalurgia durante el Calcolítico Campaniforme y el Bronce Antiguo. 150 Capítulo 6: La metalurgia durante el Bronce Pleno (2030/1800-1520 cal AC) en la Depresión del Ebro Introducción 155 6.1. Armas 156 6.1.1. Puñales de remaches 157 6.1.2. Puntas de flecha 161 6.2. Herramientas 165 6.2.1. Hachas de rebordes 166 6.2.2. Punzones 170 6.3. Objetos indeterminados 174 6.4. Objetos de adorno 175 6.5. Valoración fmal l76 Capítulo 7: Valoración socio-económica de la primera metalurgia en la Depresión del Ebro. Introducción 180 7.1. Las producciones metalúrgicas en los contextos sociales y económicos l 81 7.1.1. El significado de la extracción minera y de la producción metalúrgica . 184 7.1.2. El significado del peso en el volumen de la producción metalúrgica 185 7.2. Comparación entre las producciones líticas, óseas y metalúrgicas durante el Calcolítico y la Edad del Bronce. 189 7.2.1. Complementación o yuxtaposición de la producción lítica y ósea de la producción metalúrgica 191 7.2.2.Interpretación de los útiles: intencionalidad y funcionalidad 195 7.2.3. E1 valor y el prestigio del metal durante el calcolítico y la Edad del 201 Bronce. 7.3. La estructura social de los grupos mineros 204 7.4. Género y edad en la minería y en la metalurgia. 207 7.6. El paisaje minero. 211 7.7. Reflexiones. 212 4 Capítulo 8: Conclusiones: La primera metalurgia en las sociedades prehistóricas de la Depresión del Ebro Introducción 215 8.1. Representación de las producciones metálicas y su significado en las sociedades del III er y II° milenio cal. AC. 216 8.2. El análisis regional: las producciones metalúrgicas desde el Calcolítico al Bronce Medio en el Valle del Ebro y su marco sociocultural. 221 8.3. Modelos peninsulares de emergencia y desarrollo de la metalurgia. Modelos de Europa Occidental y modelos del Próximo Oriente. 229 8.3.1. El modelo de Lull para el Sureste 230 8.3.2. El modelo marxista para el Suroeste peninsular 232 8.3.3. EI modelo materialista cultural de Gilman 233 8.3.4. El modelo metalúrgico de Montero para el Sureste 235 8.3.5. Los modelos extrapeninsulares: Wessex y Dinamarca, Próximo Oriente y los Balcanes. 236 8.4. El modelo de la metalurgia prehistórica del Valle del Ebro en la Península Ibérica. 240 REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS 381 APÉNDICE I: Datos completos de las fechas de radiocarbono calibradas 408 APÉNDICE II: Análisis metalúrgicos FR-X pertenecientes al Calcolítico, Bronce Antiguo y Bronce Medio del Valle del Ebro. 415 LÁNIINAS Y FIGURAS CAPTTULO 1 INTRODUCCIÓN I: Introducción y exposición de los objetivos de la tesis doctoral La tesis que aquí se presenta trata de abordar los aspectos arqueometalúrgicos de los grupos culturales que se desarrollaron durante el tercer y mitad del segundo milenio antes de Cristo en el ámbito natural del Valle del Ebro. El desarrollo de la metalurgia, dentro del subsistema económico, ha sido en múltiples ocasiones valorado inadecuadamente -sobrevalorado o infravalorado- por no haber sabido atribuirle sus implicaciones reales en el resto del subsistema. Por ello era un reto intentar realizar una investigación de estas características que sobrepasase la mera presentación de los datos arqueológicos, realizando una interpretación del significado de estas actividades para las sociedades del Calcolitico y de la Edad del Bronce. He intentado además definir con objetividad los diversos estadios de desarrollo metalúrgico y el grado de normalización de la producción metálica, cuestiones ambas que son reflejo, a mi modo de ver, de la organización social y económica de cada grupo cultural. Además no era esta la primera vez que se intentaba realizar una compilación de los datos arqueometalúrgicos en el Valle del Ebro. En 1986 se publicó la obra de López 6 INTRODUCCIÓN de Calle y Pérez Arrondo sobre este tema que en general tuvo una gran repercusión en el mundo académico. Sus datos estaban basados en los análisis alemanes de Stuttgart publicados en los años setenta. Los autores hicieron una gran labor de localización y sistematización tipológica de las piezas. Hoy su estudio es un ejemplo de aplicación de los principios de tipología y de obligatoria referencia. La razón por la que se decidió comenzar a utilizar los análisis metalúrgicos en la investigación arqueológica fue porque los objetos arqueológicos que habían sido realizados en metal hasta mediados del S. XX tan sólo eran analizados desde el punto de vista de la tipología y esta sabemos que tiene una aplicación con limitaciones. Fue entonces cuando se creyó conveniente empezar a aplicar análisis sobre la composición de estos objetos de metal puesto que aquélla información seguro que complementaba el ámbito de la tipología. Los casos de aplicación suelen ser claros: elementos arqueológicos cuyo análisis pueda hablamos de la composición. Si además tenemos un conjunto de elementos el caso es mejor por cuanto ampliamos el tema de investigación: podemos saber si tienen composiciones homogéneas y por tanto proceden del mismo ámbito, o quizás no es un grupo homogéneo y debemos pensar en el intercambio, etc. Los casos de aplicación son múltiples y el tipo de análisis también. Los análisis metalográficos en su caso nos pueden informar sobre la factura de los objetos: facturas semejantes, talleres que se parecen en las ejecuciones, estilos de decoración, etc. Los resultados suelen ser muy interesantes porque nos informan sobre cómo se llevaron a cabo los objetos, su proceso de creación y técnicas del mismo así como de la obtención de materia prima. Este tipo de análisis comenzaron a aplicarse en Centroeuropa y en el mundo anglosajón. Los resultados fueron tan buenos que una de las ramas que más se han desarrollado en los últimos tiempos en la Arqueología ha sido la Arqueometalurgia. II Proyecto de Arqueometalurgia a partir de 1982 tomó el relevo de los alemanes (Junghans, Sangmeister y Shráder, 1969, 1970, 1974) y adoptó la ambiciosa resolución de intentar realizar un corpus analítico completo de todos los hallazgos metalúrgicos prehistóricos de la Península Ibérica. Su colaboración en muchos de los proyectos de Arqueología que se han llevado a cabo en España hasta la fecha avalan los resultados obtenidos. La elección de la zona de estudio vino dada desde la realización de mi Memoria de Licenciatura en la Universidad Complutense de Madrid (1996), que se desarrolló en un sector del Valle del Ebro, en concreto en el sur del Ebro Medio, y sirvió como estudio piloto del proyecto de esta tesis doctoral. Sin duda era ambicioso el proyecto de realizar una investigación integradora de todo el territorio del Valle del Ebro, tanto por la enormidad de su extensión como por la dispersión de los datos y su fragmentación indiscriminada a través de las seis Comunidades Autónomas que atraviesa (País Vasco, Navarra, La Rioja, Castilla y León, Aragón y Cataluña). Este, quizás, haya sido uno de los problemas más importantes con los que me he enírentado, MARÍA JESÚS RODRÍGUEZ DE LA ESPERANZA 7 junto al desinterés general por la metalurgia prehistórica hasta hace veinte años lo que ha provocado una escasez de datos de esta clase que no se justifica con la realidad del registro arqueológico. II: Historia de la Investigación El hecho de escribir sobre el desarrollo de la investigación referente al Calcolítico y la Edad del Bronce conlleva no pocas dificultades, sobre todo si lo que intentamos es poner el acento en la investigación arqueometalúrgica. Estas dificultades proceden, en su mayor parte, de momentos más o menos brillantes del desarrollo del conocimiento en estas áreas, entrelazados con momentos de auténtico retroceso matizados por controversias y polémicas que, aún en nuestros días, no han visto su fin. Esta situación además ha de ser comprendida desde sus comienzos, allá en los siglos XVIII-XIX, cuando desde los gabinetes de antigiiedades se intentaba dar sentido a una Prehistoria incipiente y eminentemente objetualista. En este contexto fue el danés Christian J. Thomsen (1788-1865) (Fig. 1.1) quien creó, con éxito y amén de posteriores modificaciones, el Sistema de las Tres Edades: Edad de la Piedra, Edad del Bronce y Edad del Hierro (Daniel, 1987; Gráslund, 1987). Su esquema, se basó en la obra del historiador Vedel-Simonsen Udsigt over Nationalhistoriens oeldste og maerkeligste Perioder (1813) cuyas opiniones no fueron escuchadas y se le reservó a Thomsen el privilegio de reafirmarlas de forma clara (Daniel, 1987: 39). Este sistema constituía un esquema básico de clasificación y ordenación de los objetos prehistóricos dependiendo de su materia prima. Este esquema partía de la base de que los seres humanos más primitivos debieron servirse de materias primas más al alcance de ellos y que progresivamente y con el desarrollo de la técnica fueron capaces de modificar estas materias primas (Delibes de Castro, 2001-2002: 30). El primer enunciado claro del concepto de las tres edades se halla en un libro-guía del Museo Nacional titulado Ledetraad til Nordisk Oldkyndighed, que se publicó en Copenhague en 1836. Tanta sensatez desprendía la propuesta del anticuario que, rápidamente, fue aceptada y puesta en práctica en el resto de Europa, con añadiduras que enriquecerían de por sí la primera división. Así en 1837 aparecería una traducción en alemán Leitfaden zur nordischen Alterthumskunde, y en 1848 una traducción al inglés, cuyo autor fue Lord Ellesmere, titulada A Guide to Northern Antiquities (Danie1,1987: 40). De esta forma en Inglaterra la Edad de la Piedra fue desdoblada por John Lubbock en su obra The primitive Inhabitants of Scandinavia (1868), quien precisó dos subperíodos: Paleolítico y Neolítico. En Francia, Mortillet repetiría el esquema aunque adjetivando cada período con los yacimientos franceses más representativos. 8 INTRODUCCIÓN Fig. 1. 1. Chrístian Jŭrgensen Thomsen (77881865) 1. Antecedentes en la Península Ibérica Como no podía ser de otra manera, a finales del XIX esta innovación en la forma de clasificar fue asimilada y posteriormente utilizada por los especialistas españoles que en la época eran representados por estudiosos de Ciencias de la Naturaleza. Además la creación, en torno a 1850 de la Comisión del Mapa Geológico de España y de la cátedra de Geología y Paleontología en la Universidad, a imitación de lo que funcionaba ya en la mayoría de los países del occidente de Europa, testimonian el esfuerzo realizado e esta rama de la naturaleza, a lo que ayudaría la estrecha relación que, a partir de la década de 1850 se establecería entre nuestros geólogos y sus colegas europeos. En estos contactos destacaron los geólogos españoles Prado y Vilanova, a quienes debemos la introducción de la Prehistoria en nuestro país (Vilanova, 1860-61: 211-236; de Prado, 1864). Vilanova y Piera, así como Francisco María Tubino y Antonio Machado Núñez asumieron a inicios del último tercio del siglo XIX la representación española de la Arqueología y la Antropología asistiendo a congresos internacionales de ambas disciplinas (Vilanova y Piera, 1872, 1893, Vilanova y Piera y Rada y Delgado, 1894). Por su parte la historiografía de la Prehistoria y Arqueología es deudora en primer lugar de Casiano de Prado y de Vilanova y Piera. Del primero porque fue suyo el primer documento oficial que en España menciona la industria del hombre fósil, que era una circular de la Comisión de Geología Industrial dirigida a los ingenieros de minas de toda España, fechada en 1865. Vilanova y Piera fue el primer Académico de la Historia en pronunciar un discurso de investidura que tratase sobre un tema de MARÍA JESÚS RODRÍGUEZ DE LA ESPERANZA 9 Protohistoria allá por 1889, además de ser uno de nuestros sabios arqueólogos más importantes que insistió en la existencia de un período neolítico anterior a la Edad de los Metales y en la existencia de una edad del cobre previa a la del Bronce. Sin él el último cuarto del siglo XDC de la historiografía de la Arqueología española estaría teñido de cierto oscurantismo (Ayarzagiiena,1992: 6; Peiro y Pasamar,1989-90: 9-30). 1.1. Estructuración de la arqueología del Calcolítico y Edad del Bronce en España: integración y desarrollo No hay duda de que los antecedentes historiográficos de la Arqueología y la Prehistoria como disciplinas ayudaron enormemente al desarrollo del Sistema de las Tres Edades en España y, en concreto, de lo que vendría a considerarse como Edad del Cobre y Edad del Bronce. El español Casiano de Prado (1797-1866) (de Prado, 1864, 1975), ingeniero de Minas y erudito pionero de la prehistoria madrileña defendió la individualidad de una etapa del Cobre que se situaría entre el Neolítico y la Edad del Bronce (De Prado,1975: 315; Lucas Pellicer, 1992: 4). La sensatez del ingeniero queda reflejada en las palabras que dedicó a este problema en su obra de 1864 con referencia al hallazgo de hachas en Madrid: "Hachas de bronce no se ha hallado ninguna, y se encuentran con frecuencia en otras partes de la Península, sobre todo en los túmuli o sean mamoas y modorras de Galicia y de la parte occidental de Asturias. De este último punto poseo una de cobre, probablemente de tiempo anterior al descubrimiento del bronce. Este no pudo conocerse sino con bastante posterioridad al primero, que no es raro se halle en la naturaleza en estado nativo. Para formar el bronce era preciso antes hallar estaño, que en estado nativo no se conoce, y después descubrir que unido al cobre produce una liga más dura que éste. Se hallan tan pocas hachas de cobre, puede esto pravenir, de que descubierto el bronce se habrán aplicado a formar otras de este último". Esta nueva subdivisión fue aceptada con facilidad por la comunidad científica nacional y extranjera y pasó a convertirse en una referencia común en las secuencias prehistóricas. La causa para que se aceptase esta nueva división fue que la idea en sí reforzaba _ el sentido unilineal de progreso humano (Lucas Pellicer, 1992: 5). El nuevo período diferenciaba e identificaba una fase intermedia o de tránsito en el avance de los conocimientos relativos a las primeras experiencias metalúrgicas y, lo que es más, aceptaba de forma expresa que el mineral de cobre fue el primero que se redujo con el fin de extraer metal y emplearlo en la fabricación de diversos elementos. Bosch Gimpera (1915-1920, 1932, 1980) estructuró los primeros momentos del empleo del metal en la Península Ibérica en dos grandes períodos, de los que uno era el Eneolítico y el otro la Edad del Bronce. Durante el primero se desarrolló el grupo cultural de la "Cultura del Almería" (Martínez Navarrete, 1989: 228-229; Mederos 10 INTRODUCCIÓN Martín, 1999: 9-28). Estos datos se habían basado a su vez en los aportados por las excavaciones realizadas por L. Siret tanto en poblados como en sepulturas. El nombre griego del cobre (jalkós) prestó su etimología para formar el nuevo vocablo, Calcolítico, sinónimo a su vez de Eneolítico, palabra derivada en este caso del término latino aeneus. Lo verdaderamente importante era lo que este nuevo período connotaría desde todos los puntos de vista culturales, tecnológicos y cronológicos. En primer lugar, y desde la perspectiva cultural, más que entender el comienzo de la metalurgia como motor de las trasformaciones culturales habidas durante el Calcolítico, el beneficio del metal tiende a considerarse como un efecto derivado de la complejidad socio-económica dentro de un largo proceso que alcanza su cenit durante esta etapa. El término Calcolítico hace referencia a los cambios surgidos al consolidarse la subsistencia agropecuaria y recae en los patrones sociales, económicos e ideológicos que definen y enmarcan una realidad arqueológica en cuyo desarrollo convergen, primero, la extensión y apogeo del megalitismo; más tarde, en pleno período, hacia finales del tercer milenio, el avance de las novedades impuestas por las renovación campaniforme, fenómeno que a su vez actúa de contrapunto y propicia la trasformación y el agotamiento del período Calcolítico. Desde el punto de vista de cronología relativa, el Calcolítico se sitúa detrás del Neolítico y precede a la Edad del Bronce, etapa de la metalurgia plena y desarrollada. La expansión del trabajo del Cobre en la Península, implicando muy directamente a la Península Ibérica, coincide en fechas absolutas con el tercer milenio a.C. (Kunst,1995 y Gilman,1995). Sin embargo, debemos hacer notar que, tanto el período como el empleo del metal, no es uniforme ni homogéneo en todo el territorio peninsular y que existe cierto desfase cronológico según regiones. Por ello, aunque esta fase se le hace coincidir con el tercer milenio, digamos que no tiene las mismas características y que, hay lugares en donde a pesar de detectarse todas las características del Calcolítico aún no disfrutan del metal y que, por tanto son sociedades calcolíticas no metalúrgicas con lo que implica de autonegación el propio término (Lucas Pellicer, 1992: 6). Además el final del período también es impreciso debido a que aunque en general se acepta que termina en los primeros siglos del segundo milenio a.C., lo cierto es que en algunos puntos de la península parece terminar con antelación, aunque en general, se da por superado el período en torno a 1800/1700 a.C. Desde el punto de vista tecnológico, y derivado del propio nombre, el uso de la reducción de los minerales para la obtención de metal es la primera consecuencia. Por otra parte, la manipulación del oro procedente de los placeres de los ríos, a partir de MARÍA JESÚS RODRÍGUEZ DE LA ESPERANZA 11 Fig. 1.2. Luis Siret (Delibes de Castro, 2000-2001). martilleado, recocido y batido, origen de la primera orfebrería española, es paralelo al desarrollo del cobre. En relación con la Edad del Bronce debemos decir que también sería a finales del XIX cuando se comenzase a estudiar, si bien no con pocas dificultades. Estas no procederían de la falta de documentación sino de la dificultad en identificar yacimientos y objetos como tales. Los verdaderos estudiosos de las culturas de este período fueron los hermanos Siret, y en concreto Luis (2002 [1892]) (Fig., 1.2), quienes de forma fortuita comenzaron a introducirse en el mundo de la Prehistoria y Arqueología españolas. Los hermanos, venidos desde Bélgica como ingenieros de minas en 1880, fueron contratados por la Compañía de Minas de la Sierra Almagrera. Según la crónica, tantos fueron los hallazgos del pasado que encontraban al realizar su tarea, que decidieron sistematizar la búsqueda y realizar un completísimo estudio reuniendo toda la información posible (Delibes de Castro, 2001-2002: 31). Su estudio culminó en la presentación del trabajo Les Prentiers dges du métal dans le Sud-Est de lÉspagne (1886) premiado al año siguiente y publicado en Amberes y Barcelona en 1888 y 1890 respectivamente. Ellos consiguieron, a través de este magnífico trabajo y a través de sus hallazgos, construir una secuencia y establecer una cronología relativa para sus descubrimientos del Sureste que quedaron perfectamente asimilados a tres períodos: 12 INTRODUCCIÓN Neolítico, Edad de Transición y Edad del Bronce, que, como puede imaginarse tenía un sencillo acomodo en el Sistema de las Tres Edades. El Calcolítico estaba muy bien ejemplificado con el yacimiento de Los Millares y, la Edad del Bronce estaría también perfectamente identificada en los yacimientos de El Argar, el de Gatas, Fuente Álamo y El Oficio (Delibes de Castro, 2001-2002: 32). No paró ahí la aportación de Luis Siret. En un intento de superar la mera clasificación objetualista, el belga trató de relacionar y adscribir aquéllos hallazgos con algún pueblo del pasado conocido. Influido por la corriente que entonces capitaneaba Oscar Montelius ("ex oriente lux"), Siret relacionó Los Millares (Edad del Cobre) con los pueblos fenicios y La Edad del Bronce con invasiones celtas desde Centroeuropa. Esta teoría le fue rebatida por otro gran personaje de la prehistoria, Dechelette (1913), quien apostaba más por un continuismo cultural desde el Neolítico que, por una sucesiva arribada de pueblos mediterráneos (fenicios) o centroeuropeos (celtas) como sostenía Siret (1913:153 y 420-425). Muchos de los aspectos de la obra de Siret siguen teniendo vigencia y algunos de los problemas ya planteados entonces aún permanecen abiertos como la cuestión de la aparición de la metalurgia en general y en particular en el sudeste peninsular o el origen de la Cultura del Argar (Goberna, 1986: 34; Siret, 1890, 1892 y 1893). A partir de aquí, el desarrollo de nuestra disciplina se debe, en buena parte, a los estudios de P. Bosch Gimpera (1891-1974). Después de una estancia académica de un año en Alemania volvió acompañado de U. Schmidt, que estaba muy interesado en la prehistoria peninsular, especialmente en la cultura del vaso Campaniforme y en la cronología del eneolítico (Cortadella i Morral,1991: 162 y 163). En la publicación de su obra Etnología de la península ibérica (1932) Bosch ya se inclinaba por el planteamiento de que en aquéllos momentos lo que hubo fue una pervivencia de lo indígena con las aportaciones y el impulso de lo foráneo. El planteó en estos momentos lo que sería la existencia de una Cultura de Almería de larga duración, que comenzaría en el Neolítico y con fases intermedias (suponemos que eran fases que se podían relacionar con el Calcolítico), que culminaría en la cultura de El Argar, o lo que es lo mismo, la Edad del Bronce. La propuesta en sí era la de la evolución de la población indígena ilustrada con contactos, probablemente comerciales, que procederían del Mediterráneo oriental y de Centroeuropa (Cortadella i Morra1,1991:161-166). Fruto de su investigación fue la real y efectiva descolonización de la investigación prehistórica y protohistórica y la creación de una visión particular de la historia peninsular, en la que los pueblos indígenas se convierten en eje y motor de los acontecimientos (Bosch Gimpera,1956,1966,1974,1975; Cortadella y Morral,1991:165). Sin embargo, este nuevo panorama -más indigenista- no perduró durante mucho tiempo, a causa principalmente de que aquel modelo "ex oriente lux" fue retomado por MARÍA JESÚS RODRÍGUEZ DE LA ESPERANZA 13 el gran V. Gordon Childe (1892-1957) (1935, 1950, 1976) y de nuevo se comenzó a justificar el progreso tecnológico a partir de los contactos con pueblos procedentes del otro lado del Mediterráneo. Así, Los Millares fueron considerados como colonias de los pueblos cicládicos en el extremo occidental del Mediterráneo. A partir de los trabajos de los Siret y de Bosch Gimpera lo que también se consiguió fue ampliar la investigación prehistórica en diversas áreas de la Península Ibérica. Desde entonces diversas instituciones de carácter nacional y regional tomaron responsabilidades en materia de arqueología y prehistoria y, con ello, se comenzó a individualizar las características regionales de los diferentes períodos. Algunas regiones destacaron algo más de la mano de eminentes científicos como: Bonsor en el Guadalquivir (Bonsor, 1899, 1927, 1928, 1931; Castillo Yurrita, 1955: 615-635; Maier, 1999), Furgús en Alicante (1937), López Cuevillas en Galicia (1925, 1949, 1956), etc. Como ya Bosch Gimpera propusiera (1954), las diferentes culturas que existían en el momento de apogeo de la cultura Argárica, comenzaron a distinguirse. En primer lugar se definió la existencia de un Bronce Atlántico, localizado en Galicia y Portugal, fruto de las investigaciones de López Cuevillas y Bouza Brey (1927) basadas en las de Dechelette (1913) y Obermaier (1925,1963 reed.). Este Bronce se definía en primer lugar por oposición al Mediterráneo y por similitudes con el de la fachada atlántica: Irlanda, Bretaña y Reino Unido. La síntesis de este planteamiento fue expuesta por Martínez Santa-Olalla (1941,1946) a principios de los años 40. Se definieron entonces otros "Bronces" regionales. Así Tarradell a finales de los 50 y principios de los 60 definió un Bronce Valenciano con unas claras diferencias respecto al Bronce de El Argar y que, con anterioridad, se había querido asimilar totalmente al Bronce del Sureste (Tarradell,1963,1965). Mucho más tarde se perfilarían las características de otros grupos como el de Las Motillas en la Meseta^ Sur (Nájera y Molina, 1977), Cogotas I en la Cuenca del Tajo (Esparza, 1990; Fernández Miranda et alii, 1995; Poyato et alii, 1981) y del Duero (Jimeno, 1984a y b, 1988a y b) o el Bronce caracterizado en las Campiñas del Guadalquivir (Nocete,1989), etc. Una vez conseguido un panorama parcelario del Bronce en España se tuvo que intentar realizar una periodización interna relativa del período. Es decir, poner un orden interno a la propia secuencia del Bronce. A ello contribuyeron sin duda los estudios del s. XDC del sueco Montelius (1903), quien consiguió periodizar y ordenar las secuencias de los ajuares y los depósitos de la Edad del Bronce. Utilizó para este fin la tipología con el fin de diferenciar lo máximo posible en la estructura interna del período. Los especialistas tomaron su ejemplo y durante el siglo XX intentaron refinar el modelo adaptándolo a cada región. 14 INTRODUCCIÓN En la década de los 80 comenzaron a soplar aires nuevos en la investigación prehistórica del Calcolítico y del Bronce. La revisión que hizo M.I. Martínez Navarrete (1989) sobre la Edad del Bronce llevó a los especialistas a estudiar este período con otras perspectivas que ya se estaban aplicando en el resto de Europa. Por su parte, la reunión que a principio de los años 90 se llevó a cabo sobre el Calcolítico que, precisamente se tituló "EI Calcolítico a debate" (1995), abrió un gran espacio de diálogo para plantear y exponer las cuestiones que los especialistas se llevaban (y aún lo hacen) preguntando desde décadas atrás. F1 hecho además de que este Calcolítico peninsular haya sido punto de interés para estudiosos extranjeros (Gilman y Thornes, 1985; Harrison, 1977 y 1988) ha hecho que sea un tema cíclicamente puesto en valor y que aún sigue suscitando polémicas a nivel internacional. El balance final sobre el desarrollo de las investigaciones sobre el Calcolítico y la Edad del Bronce en España y la Península Ibérica en general se podría resumir en un largo período de tiempo con irregularidad de los intereses sociales y políticos y en la preparación académica de los especialistas que, además, solían estar formados en el extranjero, de ahí la influencia de las diversas escuelas foráneas como la alemana (historicismo del XIX), la británica (positivismo), la francesa, etc. Posteriormente los prehistoriadores de estas etapas fueron regionalizando sus investigaciones pasando por etapas más o menos procesualistas, una vez superado el positivismo radical que adoleció nuestra disciplina hasta los años 80, para finalmente verse compelidos a una investigación básicamente regionalista dada la presión indirecta que ejercen las Comunidades Autónomas para que los estudios se ciñan a unas regiones político- administrativas que poco o nada tienen que ver con las regiones naturales en las que desarrollaron sus culturas los pueblos prehistóricos. 1.2. La investigación del Calcolítico y la Edad del Bronce en el Valle del Ebro Tradicionalmente se viene considerando que uno de los grandes estudiosos de la Prehistoria del Valle del Ebro y, en particular, del Bajo y Medio Ebro, fue Bosch Gimpera (Fig. 1.3). Todas sus etapas académicas estuvieron muy marcadas por los maestros respectivos de cada momento. Los trabajos sobre etnología y arqueología tienen el sello de figuras como Frieckenhaus, Schmidt, Schulten y Kossina (Cortadella i Morral, 1991: 164). Lo cierto es que a partir de 1914, ya en Barcelona, empezará una labor impresionante y llevará cabo una gran tarea en el campo de la protohistoria catalana y peninsular. Con él se iniciará la arqueología académica catalana formando la llamada Escuela de Arqueología de Barcelona, que tendrá una fuerte presencia en la prehistoria y arqueología peninsular (Marc-7, 1986; Casassas i Ymbert, 1986: 7-9). Del pasado interesaban dos temas especialmente: los pueblos prerromanos (la base indígena) y la MARÍA JESÚS RODRÍGUEZ DE LA ESPERANZA 15 Fig. 1.3. Bosch Cimpera (Delibes de Castro, 2000-200!). cultura clásica, especialmente la griega (el elemento civilizador). Bosch Gimpera, imbuido en este ambiente, partió de los estudios clásicos pero, por evolución paralela e independiente, llegó a la prehistoria. Además supo aplicar toda la problemática de la prehistoria europea que había interiorizado en sus estancias en Alemania, primero a Cataluña y, después, a toda la Península. Fruto de su trabajo fue la real y efectiva descolonización de la investigación protohistórica y la creación de una visión particular de la historia peninsular, en la que los pueblos indígenas se convierten en eje y motor de los acontecimientos. En Barcelona Bosch mantuvo contactos con Puig y Cadafalch (Jardí, 1975), el cual le propuso ser el organizador, junto a Josep Colominas (MARC-7,1986a, b, y c) del Servei d"Investigacians Arqueologiques. El nuevo organismo, dependiente del Instituto d"Estudis Catalans, se pensaba crear con la intención de potenciar y coordinar la investigación arqueológica en Cataluña y Paisos Catalans (Cortadella y Morral, 1991: 163). Desde el Servei llevará a cabo importantes campañas de excavaciones en Cataluña y el Bajo Aragón. Pero lo que es más importante, iniciará una serie de trahajos de síntesis a partir del neolítico y hasta época ibérica que culminarán en la Prehistoria Catalana de 1919. Paralelamente a los estudios de Bosch, Joan Serrá y Vilaró (WAA, 1994) desarrollaba los suyos en una zona situada entre el Valle del Ebro y el Mediterráneo. 16 INTRODUCCIÓN Sus estudios tuvieron como colofón la creación del Museum Archaeologicum Diocesanum. Las obras que actualmente se consideran más significativas de este estudioso son: EI Vas campaniforme y les coves sepulcrals eneolitiques (1923) y la Civilizació Megalítica á Calalunya (1927), en las que aportaba una cantidad ingente de datos aún no suficientemente valorados y que debieran ser correctamente evaluados. Tres años más tarde Serrá y Ráfols (1930) publicaría una obra de visión de conjunto que tenía carácter de carta arqueológica y que se tituló El poblament prehistoric de Catalunya. Más adelante sería cuando Maluquer de Motes publicó un importantísimo trabajo de síntesis: La provincia de Lérida durante el Eneolítico, Bronce y la Primera Edad del Hierro (1945), en donde ofrecía una interpretación de datos recopilados anteriormente. Con ello se avanzaba imperceptiblemente pero de forma clara y constante en la construcción de una sólida Prehistoria catalana cuyos resultados estamos viendo hoy endía. S. Vilaseca, que centró su atención en la zona del Campo de Tarragona (1939, 1957, 1959, 1969), cerca de Reus, dedicó su esfuerzo a sistetizar los datos y la bibliografía de la zona en su obra de madurez Reus y su entorno en la prehistoria (1972). En Aragón el desarrollo de la investigación del Calcolítico y del Bronce puede ser calificada en mi opinión como de intensa pero desigual. Estas características vienen acompañadas de las personas que, puntualmente, prestaron su atención a la investigación de estos períodos y de su interés, que dependería de numerosos factores como formación, capacidad, presupuesto, etc. Podemos decir que desde el siglo XVI se tomó algún interés aislado por los restos que habían dejado algunos pueblos del pasado, pero hasta finales del siglo XDC y principios del XX no se desarrolló como disciplina. Algunos documentos de la Edad Moderna fueron reaprovechados a inicios del XDC por Evaristo Cólera Soldevilla y casi una centuria más tarde por su pariente Vicente Bardaviú (Bardaviú Ponz,1914,1922 y 1930). Será un grupo de estudiosos del Bajo Aragón el que por primera vez llevará a cabo un estudio sistemático de campo en la provincia de Teruel durante los años 1907 y 1909. El grupo lo integraban Santiago Vidiella, Juan Cabré Aguiló Julián Ejerique, Marías Pallarés y Lorenzo Pérez Temprado. En lo que a nuestro interés atañe llevaron a cabo el descubrimiento de los sepulcros eneoliticos de Calaceite, Valderrobres, y estudio de estaciones prehistóricas en Cretas, Alcañiz, Mazaleón, Calaceite, etc. (Pérez Arrondo y López de Calle, 1986: 24). Hacia 1914 dos sabios religiosos realizan descubrimientos muy importantes: mosén José Pellicer (1914, op. cit. en López de Calle y Pérez Arrondo, 1986) con el sepulcro eneolítico del Cañaret y mosén Vicente Bardaviú MARÍA JESÚS RODRÍGUEZ DE LA ESPERANZA 17 (1914) con estaciones calificadas como neolíticas en Abálate, Alcañiz y Segura principalmente. Bardaviú intervino en las exploraciones de Sena y Villanueva de Sigena en Huesca. Como ya decíamos Bosch Gimpera no sólo se ocupó de forma particular de la investigación prehistórica y protohistórica de Cataluña. Él fue también quien definió la Cultura Pirenaica y caracterizó el Calcolítico en Aragón (v. Fig. 1.4), Por otro lado concluyó que la Edad del Bronce propiamente dicha no existía, existiendo en su lugar una etapa de perduración eneolítica (Andrés Rupérez, 1990: 73). En cuanto a la influencia de la Cultura de Almería, característica según Bosch del Calcolítico aragonés, hoy nadie la acepta como tal influencia, sin embargo continúa la vigencia de su hipótesis sobre que el Calcolítico supuso en el Bajo Aragón el inicio de la ocupación de poblados al aire libre, muchos de ellos en "moles" o"molas". El período que se veía con una clara personalidad y pujanza a juzgar por las tumbas, los ajuares típicos, y la ocupación de poblados era el Eneolítico. Aún conociéndose bastantes poblados en el sur de Huesca y Bajo Aragón cuyos hallazgos apuntaban a una cronología más reciente, la aparición en ellos de saetas de sílex o cerámica de cordones, implicaba su inclusión en las culturas de Almería o de las Cuevas. Sustenta esta idea el que la Edad del Bronce esté representada solamente por una colección de hallazgos metálicos y ocupa exclusivamente tres páginas de la síntesis de Bosch Gimpera de 1923 Notes de Prehistoria Araganesa, Posteriormente, Galiay Sarañana (1945) realizó una síntesis de prehistoria aragonesa en la que no siguió los postulados de Bosch ya que consideró neolíticos poblados del Alcanadre y la Cueva del Moro de Olvena, asimismo consideró neolítica la Cultura megalítica pirenaica. Galiay opinaba en contra de Bosch que el Eneolitico no aparece de modo claro y juzgaba más oportuno incluir algunos objetos metálicos procedentes de yacimientos calificados por su predecesor como neolíticos, como hallazgos fortuitos correspondientes a la Edad del Bronce (Galiay Sarañana,1945: 87), resistiéndose a mi parecer, a realizar asociaciones de ningún tipo entre los períodos considerados tradicionalmente como no metalúrgicos y los metalúrgicos. Además también confirió más entidad a la Edad del Bronce al asignarle algunos yacimientos, concretamente los que ya había señalado Cabré en el Bajo Aragón y cuya fase de esplendor se sitúa durante la Edad del Hierro. De nuevo las etapas iniciales y medias de la Edad del Bronce se daban como desconocidas y tan sólo el poblado de El Cabezo del Cuervo es citado por Galiay -previas excavaciones de Bardaviú y de Paris- como poblado de la Edad del Bronce, con una cronología que perduraba desde el Neolítico a la Edad del Hierro (Andrés Rupérez,1990: 74). m o. t^ o. o^^ .-. ^ d vrná ~ L ^ t d M ^ v°^ç .-, ^ uy Q ^ ^L ^^ V^ _7 V HL O O » ti m Ñ } 1^ ^ L ^ ^ • ^ ^ ç ^ O L } p^ `O Ol ^ ^ Ó ^_ t ^ ^ ç ^ 6 <_ O^ t tn ^- t N L O^ OI Q^ ^-^ -v --^ ry ^(i y ^ ĉ a • • Ó ^ ^ 6 ^ O ^ ^ á ^ ^ ^, } ^ , L°'^^^ĉ ^ ĉL°' ° ^ á} ^ o=^ ^ } ^ d ^ ^_^_ q • q L ^ Q q^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ Q ^ ^ i^ ^ 7 » ^.q ^--1 V^ ^ Ó ^ ^ ^v •^ d ^ ..y ^C u `O dL ^^ N^ `O L ^ ~ d d ^ ^d j ó ^ ^ N V ^` V i ç L q q ^ o^ ^. 0 L ^ } N_ Q i L ^n d á ^Q^ ^^ ^ V ĥ ^ ^ £ ^p -^ O ,-r 7 ^ d '^ N (ñ O L Ĥ VI ^ q £ d 7 ^ ^ ~ ^ ^ .--^ rry C__ ^ ^1''i ç ^ d d O = ^ L y _ `d MO^ o^ Ci ^^ cl^ L Ci ^ ., L ^.y ^ w ^^ ^ C C •- N O C N,O O L á ^^ \^ ^ Q ó d ^ > N q^ Q ^ ^ .--^ q Q 0 0 0 O 00 ^O O O^ O^ N r--^ ^ 0 N 01 ^ ^ .r O .̂^ ^ .^ \O ^ ^ ^ v 0 .a > c ^ ^ 0 ^J V c`nd v ^ Ol I ^ -^. I , I ^ q i Ñ .C N • I ^ O)O V .^ _^ Í ^ H Q ^ V ^ li I l^^ ^ Oq O' C ^ y I ¢ U vo va. ^ c ^i v _o ^ c I ^ O 7 ^ŭC .Ñ II ^ C ' C^ ^ `O J • ^ I o^c ^ v ^ ^ z.^ yY ^ ^ ^ ^ ^ Ó ^ ^1 ó, ^ ^ ^ V ^ Ó ^ O ^ ^ \^ V! ^ ^ ^ a GL 18 INTRODUCCIÓN Tomás Maigi en 1949 realizó un viraje importante en la Prehistoria de Aragón aunque no crearía escuela. En la revisión del Cabezo del Cuervo señaló que el núcleo fundamental del poblado pertenecía a la Edad del Bronce, por comparación a paralelos externos. En este estudio supuso un avance la distinción entre los aspectos formales y los técnicos, la valoración del sustrato, el relativismo respecto a las invasiones, etc. Este precoz inicio de un renovado planteamiento metodológico quizás fue ahogado por visiones estrictamente tipologistas e influencias de otras escuelas que se hacen dominantes en la Prehistoria peninsular. En la investigación de la Edad del Bronce los trabajos no fueron tan numerosos como los referidos al Eneolítico. En 1951 y bajo la dirección de Beltrán Martínez se iniciaron unas prospecciones en el ámbito pirenaico con la colaboración de la Escuela Militar de Jaca. Se hallaron más de un centenar de estaciones dolménicas en Ordesa, Gésera, Bielsa, Guarrinza, Lasaosa, y Tella, todas ellas pertenecientes al ámbito oscense. Unos años más tarde la obra de Almagro, Beltrán y Ripoll (1954), estudió el Bajo Aragón y la concentración en ella de yacimientos susceptibles de pertenecer al Bronce. Beltrán (1955, 1957 y1959) se refiere a perduraciones de etapas precedentes aunque insinúa la posibilidad de una influencia argárica. Siguiendo a Pericot en Cataluña, acepta la posibilidad de la llegada de unos primeros aportes indoeuropeos que estarían representados por las cerámicas con asas de apéndice de botón y la cerámica excisa (Pericot, 1949). Para etapas anteriores al Bronce, Ripoll (1964-1965) solo reconoce los poblados del Cabezo del Cuervo y del Cabezo Sellado, ambos en Alcañiz, además de los hallazgos sueltos que ya catalogó Bosch. Las investigaciones de A. Beltrán tendrán su plasmación en la síntesis Edad de los metales en Aragón de 1955, y muestran una idea del estado de las prospecciones y de los hallazgos sueltos que se conocían entonces sobre el eneolítico y la Edad del Bronce. Años más tarde Vallespí (1959), incapaz de desprenderse del tradicional lastre que exige rellenar los huecos culturales con perduraciones, otorgó a la mayoría de los famosos "talleres de sílex' su auténtico significado de poblados, suponiendo que los de su fase III representarían el primer poblamiento estable bajoaragonés, perdurando con todas sus características a lo largo del Eneolítico y del Bronce, hasta finales de la etapa, cuando se impone el urbanismo (Andrés Rupérez,1990: 75). A partir de 1965 la Cátedra de Arqueología de Zaragoza comienza a dar sus frutos. Barandiarán realizó una revisión de los problemas de la cerámica campaniforme y realizó valiosos trabajos sobre la cueva soriana de Somaén, la Cueva de Los Encantados de Belchite, revisó las colecciones de Luesia junto a Martín Bueno MARÍA JESÚS RODRÍGUEZ DE LA ESPERANZA 19 (Barandiarán y Martín Bueno, 1971-1972) o las prospecciones del Huerto del Raso de Lecina en colaboración con A. Beltrán (1980). Además se impulsó a investigadores nóveles como Gloria Moreno o Teresa Andrés a realizar sus trabajos sobre el campaniforme y ritos funerarios eneolíticos respectivamente (Andrés Rupérez, 1989, 1990a y 1990b 1998; Moreno López,1972: 29-51). Desde los museos provinciales también se comenzó a sistematizar las investigaciones. Baldellou en Huesca, Miguel Beltrán en Zaragoza, y Atrián en Teruel han realizado una labor decisiva intentando organizar los fondos depositados que en muchas ocasiones son difíciles de adscribir local y temporalmente. Ya en los 80 se publicó en Zaragoza el famoso Atlas de Prehistoria y Arqueología Aragonesa (1980) con un amplio elenco de mapas y artículos que explicaban el panorama de aquel momento de la arqueología. Un año más tarde se celebró en Huesca la I Reunión de Prehistoria Aragonesa (1981). Todas esas explicaciones sobre el Calcolítico y el Bronce fueron sintetizadas por Beltrán en 1985 y calificadas por él como intentos de dotar de algún nombre al vacío como el denominado "Bronce Arcaizante local" de Pellicer . Mientras tanto en el País Vasco, Navarra y La Rioja se estaban llevando a cabo interesantes estudios, génesis de los actuales conocimientos del Calcolítico y de la Edad del Bronce en esta área. Podemos, en general, realizar una división entre la historiografía del País Vasco y Navarra y la de La Rioja. Los motivos son básicamente geo-administrativos debido a que el desarrollo de la Prehistoria y de la Arqueología en Navarra y el País Vasco fueron durante mucho tiempo llevados de la mano por los mismos especialistas y, el desarrollo de las mismas disciplinas en La Rioja las desarrollaron otros estudiosos pero lamentablemente no tuvieron el mismo impulso. Precisamente las primeras investigaciones arqueológicas en Álava y Navarra fueron a partir del descubrimiento de la cámara del dolmen de Aizkomendi (Eguí^az) en 1830. A partir de aquí se fueron dando a la luz sucesivos hallazgos sobre todo relacionados con el mundo megalítico y, como veremos en posteriores capítulos, relacionados con los primeros grupos metalúrgicos. Este campo del dolmenismo es casi el exclusivo de estos pioneros del estudio prehistórico. Se descubre los dólmenes de Eskalmendi y Kapelamendi en Arrazúa; San Sebastián I y II, Gurpide y Sendaiano en Cuartango. Además se realizaron síntesis apreciables como las de Becerro de Bengoa o Federico Baraibar sobre los dólmenes de Álava, o la de Ladislao de Velaco sobre dólmenes y antigiiedades prehistóricas (LÓpez de Calle y Pérez Arrondo, 1986). A finales del siglo XIX Apráiz se presenta como punto de conexión con la nueva etapa, 20 INTRODUCCIÓN publicando en 1892 su importantísima aportación "Los dólmenes alabeses". Tres años más tarde se descubriría el importantísimo dólmen del Puerto de San Juan en la Sierra de Entzia (Apráiz,1896). A1 mismo tiempo en Navarra, los trabajos de algunos magníficos sabios de la provincia, como Iturralde, Suit o el padre Fita, mostrarán el interés que sobre el tema tenía la Comisión Provincial de Monumentos (Barandiarán y Vallespí,1984[1980]: 4-6). Sin embargo debemos atribuir la fundación de la ciencia arqueológica de esta zona a la dedicación sistemática de Telesforo de Aranzadi a la prehistoria Navarra y a la publicación de E. De Eguren de "Estado actual de la Antropología ^ Prehistoria Vascas. Estudio Antropológico del pueblo vasco. La prehistoria de Alava" (1913). Después del descubrimiento del conjunto de dólmenes de la Sierra del Aralar navarro-guipuzcoanas se formó un grupo de investigación y colaboración entre Eguren, J.M. De Barandiarán y Aranzadi que supuso el centro "pensador" que impulsó todas las actividades de campo (1925 y 1931). Según Barandiarán y Vallespí (1984[1980]: 7-9) fueron los verdaderos impulsores de la actual prehistoria del País Vasco y de Navarra. La síntesis de Pericot de 1925 sobre la cultura megalítica recoge ya los datos navarro-alaveses. Antes de la guerra civil J. M de Barandiarán realizó una síntesis general de la prehistoria de toda la zona vasca que tituló "El hombre primitivo vasco" (1953) y que resultó de consulta obligada para los posteriores grupos de investigadores interesados por la prehistoria de la zona. Después de la contienda las actividades en la zona fueron múltiples, aunque hay que advertir que durante un tiempo estuvieron capitaneadas por J.M. de Barandiarán. En 1953 se publica el Catálogo dolménico del País Vasco y finalmente veinte años después Apellániz (1973) publica un catálogo con los materiales en cueva y dolmen del País Vasco, con referencia a todo lo publicado hasta entonces. En éste se daba cuenta de los trabajos de exploración y excavación de dólmenes como Gúrpide N., Lazaya, San Sebastián S., Peciña, Alto de la Huesera, Sotillo, San Martín, Aizkomendi y otros trabajos en cuevas sepulcrales como Obenkun, Gobaederra, Las Calaveras, El Lechón, Arralday y en poblados y cavernas de habitación, Solacueva, Cobairada, Husos I y II, La Iglesia y otros. A partir de esta publicación y de la creación de la Cátedra de Prehistoria y Arqueología en la Facultad de Letras de Vitoria en 1979, que ocupara I. Barandiarán, la nueva orientación de la arqueología vasca sería patente y quedará reflejada en cada una de las investigaciones y subsecuentes publicaciones que serán llevadas a cabo. MARÍA JESÚS RODRÍGUEZ DE LA ESPERANZA 21 Mientras, en Navarra, se estuvieron produciendo algunos trabajos dirigidos por Taracena (1941) dentro de la Institución Príncipe de Viana. A1 mismo tiempo el equipo de J.M. de Barandiarán realizará algunos trabajos sobre la provincia (Barandiarán y Vallespí, 1984). A partir de 1952 se produce una nueva etapa en el desarrollo de la prehistoria de Navarra. La incorporación de Maluquer de Motes a la dirección del Servicio de Excavaciones del Instituto Príncipe de Viana, la continuación, en su labor, de J.M de Barandiarán y la inauguración en 1956 del Museo de Navarra, que dirige Ma Angeles Mezquíriz. En las investigaciones sobre el Calcolítico comenzarán a destacar especialistas como López Sellés que enfocará sus investigaciones al mundo dolménico y sus investigaciones serán publicadas en la entonces recién editada Munibe (1956, 1957,1959,1960,1961 a y b,1963,1965 y 1973), al igual que Peña Basurto (1954 y 1960) o el grupo de espeleología navarro que prospectó extensísimas zonas de dólmenes navarros. Todo este panorama tiene su plasmación en el IV Symposium de Prehistoria Peninsular en Pamplona en 1965 y en su casi inmediata publicación (1966). Desde la Universidad de Zaragoza se realizarán trabajos en la zona cuyos resultados han sido inestimables. Nos referimos a los trabajos dirigidos por I. Barandiarán, Andrés y Utrilla Miranda (1977, 1979a, 1979b, 1980, 1982) en Abauntz que aportaron la mejor secuencia Neolítico-Eneolítico-Bronce de todo el Valle del Ebro. Por último, la gestación de la prehistoria reciente de La Rioja es difícilmente rastreable a través de la historiografía debido, sobre todo, a la falta de continuidad de las investigaciones. Esta falta de continuidad era causa de múltiples problemas que hasta que en 1976, cuando fue creado el Servicio de Investigaciones Arqueológicas de la Diputación Provincial, pudieron ser subsanados (Pérez Arrondo y López de Calle, 1986: 22-23). Los primeros documentos a los que se puede hacer referencia son aquellos que se refieren a las investigaciones que realizó Ismael del Pan, siguiendo las de un paleontólogo francés, en torno a la Sierra de Cameros (del Pan, 1915). Siete años más tarde él mismo realiza unas ampliaciones de su investigación sobre Cueva Lóbrega y Peña de la Miel (del Pan,1921). Ya en los años 40, Blas Taracena muestra su interés sobre la zona realizando varios trabajos, sobre todo centrados en la Edad del Hierro. Además de esto se descubrieron talleres de sílex al aire libre y, en los 50, se descubrieron los dos primeros monumentos megalíticos de la zona de La Rioja en su margen izquierda (Peciña y Ribas). En 1958 la revista "Berceo" ofrece la noticia de que se había encontrado un dólmen expoliado al sur del Ebro, en Nalda . 22 INTRODUCCIÓN A partir de los años 70 junto a la creación del Servicio de Investigaciones Arqueológicas se crea una Sección de Arqueología en el Colegio Universitario de reciente fundación (1978). Las investigaciones comienzan tomando dos líneas de investigación muy claras: el Calcolítico y la Edad del Hierro. Los planes de actuación sobre la primera fase pronto ven sus resultados en el descubrimiento y caracterización de dos zonas megalíticas (Nalda y La Viguera) y se re-excava Peña Miel Superior. A partir de aquí la sistematicidad en investigaciones y publicaciones será la nota dominante en las investigaciones de la prehistoria de La Rioja. 1.3. La investigación del Calcolítico y de la Edad del Bronce en nuestros días Aunque ya habíamos adelantado alguno de los trabajos que se llevaron a cabo a finales de los 80 lo cierto es que desde entonces la producción de este tipo de investigación centrada en este punto se ha incrementado de forma exponencial (Ruiz Rodríguez,1993: 307-308). En el País Vasco los estudios de Alday Ruiz (1992 y 1999), Armendáriz Gutiérrez (1997), como los de Ortiz Tudanca (1990), han ofrecido una visión integradora del fenómeno Campaniforme y del mundo dolménico. En Navarra, los exhaustivos trabajos de Sesma Sesma (1991, 1992-1993, 1995) y Sesma y García (1993- 1994) o los de Beriguistain y Veláez (1998) han proporcionado un panorama muy enriquecedor sobre el Bronce Antiguo y Medio del área de las Bárdenas Reales y de la Cuenca Central. La Rioja por su parte, y en concreto desde su universidad, ha publicado estudios específicos de gran interés (Rodanés Vicente,1990,1996,1999). Asimismo, desde los centros de investigación aragoneses de Huesca, Universidad de Zaragoza y Colegio Universitario de Teruel se han impulsado múltiples investigaciones como las centradas en la Edad del Bronce en el entorno del Jiloca (I'icazo Millán,1993), en la Muela de Borja (Harrison et alii,1991,1994,1998), en la zona del Bajo Aragón (Benavente Serrano y Andrés Rupérez, 1992), o en el prepirineo oscense (Baldellou,1985; Rodanés Vicente, 1992, Rodanés Vicente y Ramón, 1996 ). Los últimos estudios que se han llevado a cabo han tenido una considerable repercusión en el mundo académico como: el monográfico dedicado a El Castillo de Frías de Albarracín (Teruel) (Harrison, Rupérez y Moreno, 1998); el estudio sobre el yacimiento de Moncín de Borja (Zaragoza) (Harrison, Moreno y Ledge, 1994); el estudio sobre el yacimiento Campaniforme de La Loma de la Tejería (Albarracín, Teruel) (Montero y Rodríguez de la Esperanza, e.p.); el doble monográfico sobre el yacimiento oscense de la Cueva del Moro en Olvena (WAA, 1996) o la publicación de Aragón/Litoral Mediterráneo (1992) compilación de la reunión con el mismo nombre y que dio la oportunidad de dar a conocer numerosas investigaciones en proceso. MARÍA JESÚS RODRÍGUEZ DE LA ESPERANZA 23 Finalmente Cataluña, en los últimos tiempos, ha generado un volumen impresionante de investigación centrada en el Calcolítico y en la Edad del Bronce con una elaboración metódica y sistemática de los datos que permite a los investigadores tener un acceso sencillo a los mismos. Parte de estos estudios han sido realizados bajo los auspicios de el Servei d'Arqueologia con publicaciones relacionadas tanto con estos momentos culturales como con la metalurgia (Martín C611iga,1992, 1998; Maya,1992a, 1992b,1997; Maya y Petit,1997). 2: El Marco historiográfico de los inicios de la metalurgia en el Valle del Ebro Tal y como expusimos anteriormente, las denominadas "Edades de los Metales" se utilizaron antaño en la Prehistoria para delimitar un período de tiempo caracterizado por la aparición de objetos de metal. Sin embargo, estos períodos se caracterizan por otros muchos aspectos en otros ámbitos ya descritos como el social, económico y cultural -comienzo de las jefaturas, la coerción social, el paso de sociedades eminentemente ganaderas a agrícolas, el cambio de ritos funerarios colectivos a individuales, etc.- (v. cap. 3). En realidad, una sola invención no genera por sí misma grandes transformaciones, sino que depende de todo un proceso de desarrollo. Por ello, la definición cultural mediante la presencia o ausencia de un único elemento -en este caso la metalurgia o la aparición de objetos de metal- no debería ser tomada como criterio principal, ya que es el conjunto de rasgos el que define a una cultura. Sin embargo la necesidad de compartimentar la historia para su estudio provoca y obliga a elegir aquellos elementos que resulten más llamativos como delimitadores de los constantes y permanentes cambios que experimentan las sociedades. Así se han elegido elementos materiales como: la piedra tallada, la piedra pulida, el cobre, el bronce, y el hierro para delimitar períodos amplios de tiempo, que más o menos tienen las mismas características regionales pudiendo matizarse estás en las diferentes áreas. Quisimos plantearnos este apartado como un intento o aproximación a lo que había supuesto en los planos social, económico y cultural el descubrimiento y desarrollo de las actividades metalúrgicas. Por ello intentaremos encajar el proceso metalúrgico en el desarrollo de estas sociedades y lo que en sí mismo supuso o pudo suponer a tenor del registro arqueológico y sus datos, así como la evolución del concepto y su análisis en la bibliografía especializada. 24 INTRODUCCIÓN 2.1. Los comienzos de las actividades metalúrgicas durante el Calcolítico Este período de la Prehistoria, denominado Calcolítico o Eneolítico, se caracteriza en general por ser un momento largo de transición. Como todos los períodos de transición no es fácil de estudiar y menos de encasillar con una serie de características claves. A este período de transición en ciertas partes de Europa se le sigue considerando una parte final del Neolítico. Lo que es más, algunos yacimientos con evidencias de metalurgia plena en la península ibérica han sido clasificados como neolíticos porque sus características generales así lo eran, por ejemplo el caso almeriense de Cerro Virtud (Montero Ruiz y Ruiz Taboada,1996). La mayoría de las evidencias parecen indicar, como vamos a analizar en capítulos posteriores, que las primeras actividades metalúrgicas se desarrollaron trabajando el metal nativo en frío o con algún tipo de recocido (Ramos, 1996: 182; Rovira y Ramos, en prensa). Sin embargo, algunos especialistas no están de acuerdo con esta teoría debido a que parece que la transformación de minerales no debió de ser tan complicada y que, además el punto de transformación de los mismos bajaría al contener más proporción de impurezas (Mohen, 1992; Montero, 1994). Este último hecho se argumenta a través de las evidencias que han llegado hasta nosotros de intentos de transformación de otros minerales desde el Paleolítico tanto para obtener pigmentos diferentes -caso de los hematites y de las goetitas- como para facilitar el trabajo sobre los mismos -caso del calentamiento del sílex para su talla- (Pomiés, Menu y Vignaud, 1999), lo que hace pensar que no sería muy extraño que lo hubiesen intentado con minerales de cobre, sobre todo con los óxidos y carbonatos con un llamativo color azul o verde, al ser los más llamativos en la naturaleza y los más susceptibles de servir para experimentos de esta clase (Sangmeister,1960:131 y 132). Sea como fuere, parece que tenemos algunas evidencias que vendrían a contrastar la primera teoría en toda la Península Ibérica y, en concreto, en el Valle del Ebro. En esta zona sí nos hemos encontrado piezas de oro y cobre, cuentas y punzones en su mayoría, en algunos monumentos funerarios de La Rioja y del País Vasco (Rodanés Vicente, 1999; Alday Ruiz, 1992), así como en algún yacimiento catalán (Martín Cólliga,1999). Sin embargo, la bibliografía especializada sólo ha comenzado a hacerse eco de estos hallazgos a partir de los años 80 (Pérez Arrondo y López de Calle, 1986), cuando los investigadores españoles se empezaron a interesar por los estudios que se estaban realizando en el resto de Europa desde treinta años antes (Coghlan, 1951, 1956 0 1985; Marechal, 1957; Tylecote, 1962; Forbes, 1964; Sangmeister, 1960; Junghans, Sangmeister y Schráder, 1960). Estos estudios europeos analizaban no sólo los tipos metálicos, sino los procesos, además de comenzar a realizar análisis específicos sobre las piezas para conocer su composición. Sin embargo, ni siquiera los estudios de los alemanes tomaron en cuenta estas pequeñas piezas enrolladas realizadas en oro, y en cobre, que iban apareciendo por Europa y también en la MARÍA JESÚS RODRÍGUEZ DE LA ESPERANZA 25 Península Ibérica -zona del estuario del Tajo, Sureste y Suroeste de la Península-. Curiosamente las primeras referencias que se dan de los hallazgos de este tipo de objetos en nuestra área de estudio son mucho más tardías. En concreto los elementos vasco-navarros y sobre todo riojanos se dan a conocer de nuevo en los 80 (Pérez Arrondo,1983,1984 y 1986; Alday Ruiz,1992), suponiéndose hasta entonces un retraso cultural general para toda la zona al no encontrar elementos anteriores, cronológica y tipológicamente hablando, a lo que podríamos suponer un Calcolítico Final o un Bronce Inicial (^• 2200/1900 cal AC). En un principio se consideró que estas piezas tenían un origen extrapeninsular. El motivo era su parecido a las piezas que también se habían encontrado en Francia, Gran Bretaña, en la vertiente atlántica, o en la mediterránea Italia, y la tendencia a analizar el registro desde puntos de vista difusionistas debido a que las cronologías adscritas a aquéllos hallazgos eran aparentemente más antiguas (Clarke et alii, 1985; Roudil, 1972; Peroni, 1971 y 1994). Este tipo de hipótesis, en la que se incluía la colonialista, afirmaban que la "invención' de la metalurgia procedía del Próximo Oriente (Renfrew,1970) y desde allí fue difundiéndose a todo el mediterráneo a través de los colonos o prospectores de metal, que serían los transmisores e implantadores de la nueva técnica en aquellas zonas que colonizasen (v. Fig.1.5). 26 INTRODUCCIÓN Fig. 1.5. Mapa que muestra la difusión de la metalurgia desde el Próximo Oriente (Según Renfrecu, 1970). De esta forma los hallazgos del Sureste peninsular tendrían sentido al haber servido de centros difusores de la metalurgia, habiendo sido realizadas por las propias poblaciones de colonos o por las poblaciones colonizadas que simplemente habrían integrado un nuevo sistema. De nuevo debemos acotar esta teoría debido a que se ha demostrado que muchas innovaciones técnicas han sido inventadas en varios puntos geográficos simultáneamente sin necesidad de comunicación. Ya entonces hubo algún autor que advirtió que la sencillez de los objetos hacía que fuesen difícilmente adscribibles a ninguna cultura externa y que, podrían haberlas realizado también las gentes de la península dentro de lo que serían aquellos procesos de invención e innovación propios de cada área ajenos a los de otras. Poco a poco y a través de la aparición de otros hallazgos comenzó a sugerirse que las teorías autoctonistas podían ser plausibles (Montero,1994). En la Meseta Norte de la Península Ibérica se han hallado evidencias del uso de todas las técnicas de trabajo del metal: desde la fundición en molde (desgraciadamente no se han hallado moldes de este momento), hasta la forja en frío y tratamientos térmicos de recristalización (Rovira y Ramos, en prensa). Sin embargo, podemos decir que la cadena operativa más frecuente que predomina en el Calcolítico es la forja en frío de elementos realizados en el molde.Como estos datos se han obtenido del análisis del punzón de cobre de Las Pozas (Casaseca de las Chanas, Zamora), cuya adscripción cronológica se ubica desde el final del IV milenio hasta la mitad del III milenio AC, podemos aceptar que, casi con seguridad, las técnicas de trabajo del metal se utilizaban en su totalidad durante el tercer milenio (en fechas calibradas). A pesar de esto, lo que MARÍA JESÚS RODRÍGUEZ DE LA ESPERANZA 27 no podemos asegurar es que todas estas técnicas se aplicasen en todos los yacimientos de aquel momento aún conociéndose. Esto es debido, principalmente a un conocimiento intermitente en el espacio y en el tiempo de los yacimientos Calcolíticos de la Península Ibérica. Tal y como dicen Rovira y Ramos (en prensa) se podría especular sobre qué fue lo que medió entre aquel momento de trabajo directo sobre el cobre nativo y el inicio de la plena metalurgia en el Calcolítico pleno, pero solo nos llevaría a conjeturas sin ningún fundamento. 2.2. Las explicaciones de la metalurgia durante la Edad del Bronce Las explicaciones difusionistas también se utilizaban para explicar otro tipo de aspectos referentes a la metalurgia prehistórica, tales como la aparición de los cobres arsenicales y de los bronces y el aprovisionamiento de estaño, la aparición de similares tipos de utensilios, en ocasiones supuestos "lingotes" (como las hachas, etc.), o la metalurgia de la plata que ya pertenece a la Edad del Bronce. La metalurgia del bronce en la península ibérica ha sido estudiada desde múltiples perspectivas por diferentes autores (Delibes de Castro, 1983; Fernández Miranda et alii, 1995; Delibes y Fernández Miranda, 1993; Chapman, 1987 y 1991; Gilman, 1976; Lull, 1983). En casi todas las hipótesis el centro de atención se colocaba en el papel que había jugado la metalurgia en las primeras sociedades complejas para su desarrollo. Las hipótesis funcionalistas consideraban la metalurgia como un indicador de la emergencia de la jerarquización, pero no su elemento causal. En las hipótesis materialistas la metalurgia se concibe como un factor que potenciaría la aparición de las élites pero no provocándola. Por último la hipótesis socioeconómica de Lull (1983) es la que concibe el metal como un factor fundamental para la emergencia y consolidación de las élites y, además, como el factor más importante para la degradación del medio argárico. Tradicionalmente la Península Ibérica había sido considerada como recipendaria de mineral de estaño debido a que se había considerado que, a excepción de Galicia y Portugal, no existían criaderos de este mineral. Afortunadamente los progresivos estudios han demostrado que este elemento se encuentra en la Península en mayores cantidades y en más emplazamientos de lo que se creía. El norte de Madrid, por ejemplo ha sido una de las zonas en las que se ha descubierto que existen criaderos de cobre y estaño, con lo que además estos se podrían obtener bronces naturales no intencionados (Rovira y Montero, 1994: 137-172). En la zona pirenaica catalana también encontramos algunos puntos ricos en casiterita (mineral del estaño), con lo que se podría también barajar aquí su posible extracción en tiempos pretéritos. Estos datos modifican la asunción generalizada de un intercambio-comercio de estaño hacia la península procedente del mundo atlántico o del mundo mediterráneo. Otros datos además nos dan la clave de que el desarrollo de que los primeros bronces en la 2g INTRODUCCIÓN península no tienen contextos culturales tan avanzados como se creía (Fernández- Miranda et alii,1995: 63). Por lo pronto es en nuestra zona, en concreto en Monte Aguilar (Bárdenas Reales, Navarra), donde se han documentado los bronces binarios (Cu+Sn) más antiguos de la península con una fecha en torno a11560+ 20 a. C. (GrN-19671: 3510+ 20) (Sesma Sesma,1994: 142; Fernández-Miranda et alii, 1995: 63) (1890ca1.AC-1740ca1.AC, a 2 sigmas) perteneciente a una muestra del nivel V del sector A en donde aparecieron dos punzones con presencia de estaño. Además en el nivel VII del Sector B con una fecha muy similar pero bastante peor definida (3510+ 100, I-16809) también se encontraron cuatro piezas de bronce. La característica principal de estas aleaciones es su bajo contenido medio de estaño, pues tan sólo una pieza superaba el margen del 10% -que es cuando un bronce se considera de calidad-. Las fechas nos están indicando por una parte, que la metalurgia del bronce ya estaba implantada en la Península durante el Bronce Antiguo y, por otra parte, que no es precisamente un yacimiento costero (atlántico o mediterráneo) el que ha obtenido una cronología calibrada tan antigua para la primera metalurgia del bronce, con lo que habría argumentos más sólidos para dudar de las tesis difusionistas clásicas (Kristiansen, 1998). Incluso podríamos tener elementos para rebatir las hipótesis del difusionismo puntuado que más recientemente se ha planteado. Afortunadamente, como se muestra en el mapa de Pare (2000: 26) (Fig. 1.6), en la actualidad se asume que las dataciones de los primeros bronces en la Península Ibérica son más antiguas en el Norte que en el Sur aunque haya datos, como los de los Tolmos de Caracena (Jimeno y Fernández 1992 y 1991 y Jimeno, 1984a y b) con dataciones más recientes y cercanos al valle del Ebro, que hagan sospechar que mientras algunas comunidades ya utilizaban bronces otras seguían con la tradición de la metalurgia del cobre, aunque sus diferentes subsistemas se hubiesen desarrollado paralelamente al mismo nivel. Más aún, tradicionalmente los moldes de fundición también han sido considerados como elementos que, al menos en su origen, tenían un origen extrapeninsular. Los moldes, que parecen surgir en la Edad del Bronce, han sido considerados, con cierta lógica, los elementos que indican que ya existía una metalurgia desarrollada en las culturas que han aparecido debido a que para su utilización hace falta una licuación total del metal y, por lo tanto, la utilización de c,risoles para el colado y licuado. De hecho, hasta la fecha no se han encontrado moldes que hallan podido ser adscritos a la Edad del Cobre. También en la zona del Valle del Ebro se ha constatado la presencia de moldes desde un momento temprano de la Edad del Bronce en el yacimiento de Cabezo del Cuervo (Alcañiz, Teruel). MARÍA JESÚS RODRÍGUEZ DE LA ESPERANZA 29 Fig. 1.6. Mapa que muestra las dataciones probables más aceptadas para la transición al uso del bronce en Europa. Las flechas indican el gradiente cronológico entre la adopción del bronce en algunas áreas (Pare, 2000: 26). Los depósitos de objetos metálicos fueron interpretados desde antiguo como escondrijos para posteriores amortizaciones o marcadores territoriales (Delibes de Castro, 1997; Maya, Cuesta y López Cachero, 1998; Needham, 2001; Rowlands, 1971; Ruiz-Gálvez Priego, 1995; etc.) dentro también de lo que podría suponerse un momento más avanzado de la Edad del Bronce. Casualmente muchas de las hachas halladas sin contexto en nuestra área de estudio parecen estar depositadas con algún fin, bien ritual o económico. Este tipo de escondrijos nos indicarían al menos una intención clara de ocultar elementos que por su valor social y económico podrían ser recuperados posteriormente manteniendo parte o todo su valor anterior. Las sociedades de aquel momento comenzaron a valorar el metal en sí mismo de tal manera que su valor no desaparecía al deteriorarse o perder utilidad la pieza. Con la metalurgia del bronce comenzarán a diversificarse, al tiempo que se estandarizarán ciertos tipos. Estos marcarán diferencias esenciales en estas sociedades jerarquizadas que se podrán distinguir básicamente en los enterramientos pues aparecerán como ajuares y en los hábitats por delimitar el área de los trabajos relacionados con las actividades metalúrgicas. La adición del estaño al cobre se interpreta en principio como una cuestión de sustitución tecnológica práctica debida estrictamente a las ventajas físicas mecánicas que podría aportar la aleación. Sin embargo, y dada la falta de homogeneidad en la 30 INTRODUCCIÓN aparición de estos objetos aún en zonas muy cercanas y con la mismas oportunidades de acceso al estaño, parece que, en un primer momento se trató más de una cuestión de valor añadido a la pieza que de ventajas mecánicas (Fernández Miranda et alii,1995: 66). 2.3.-Estado de las investigaciones arqueometalúrgicas en la actualidad El panorama actual de las investigaciones arqueometalúrgicas en la Península Ibérica es más halagúeño que hace unos pocos años. Baste citar varios trabajos de entidad como en primer lugar los generados por el Proyecto de Arqueometalurgia de la Península Ibérica con excelentes resultados, en segundo lugar, los numerosos trabajos del equipo de Jordi Rovira i Port, en tercer lugar el estudio pluridisciplinar del Depósito de Llavorsí, y en cuarto y último lugar las recientes excavaciones del pequeño yacimiento de la Loma de la Tejería que han dado la idea de un sistema de minería a muy pequeña escala... para apreciar un aumento cuantitativo y, lo que es más relevante, cualitativo de las investigaciones en este campo. Pero también se puede observar otro aspecto menos halagŭeño en el mismo ámbito de la investigación: la existencia de pocos grupos de trabajo dedicados a esta especialidad y la no proliferación de reuniones específicas periódicas imprescindibles para que se sepa cuál es el estado real y actual de las investigaciones arqueometalúrgicas. El estado de la cuestión, aunque si bien es desigual por regiones, podemos aventurarnos a decir que es mucho más esclarecedor que hace veinte años. Zonas poco investigadas en este punto como: Extremadura, Castilla La Mancha, Comunidad Valenciana, Cantabria o Asturias, actualmente se conocen mucho mejor. Si bien es verdad que, en muchos de estos casos, se debe a los esfuerzos de centros de investigación muy concretos o, lo que es más, a esfuerzos personales de unos pocos investigadores. EI Proyecto de Arqueometalurgia (PB 92-0315; 1992-1996) dirigido hasta 1994 por M. Fernández-Miranda y posteriormente por G. Delibes de Castro, abrió un campo de investigación y canalizó desde sus actuaciones múltiples investigaciones. Pionero en España, fue el primer proyecto de amplias perspectivas que planteaba desde sus primeras fases realizar un estudio integral de los comienzos de la metalurgia en la Península Ibérica. F1 éxito de sus resultados se materializó en la publicación de dos tomos (uno de análisis y otro de interpretación regional) y en el proyecto de la publicación de otros dos, aparbe de varias tesis doctorales y tesis de licenciatura realizadas en el mismo marco de actuación. Aún hoy hay zonas por estudiar, y una de tantas es la zona que se presenta en los siguientes capítulos: el Valle del Ebro, que ya fue objeto de otro estudio similar en los 80 (Pérez Arrondo y López de Calle, 1986), aunque el propósito del mismo era diferente, puesto que no se trataba de un estudio MARÍA JESÚS RODRÍGUEZ DE LA ESPERANZA 31 tan integrador y, aunque utilizaron los análisis de los alemanes, lo que realizaron fue una primera recopilación de los materiales prehistóricos de la zona. En las estribaciones del valle del Ebro, en la comarca de Albarracín, actualmente se está realizando una investigación, subvencionada por la Diputación de Teruel, sobre la explotación de recursos mineros en la prehistoria (Montero Ruiz y Rodríguez de la Esperanza, e.p.; Montero y Rodríguez de la Esperanza, 2003). II estudio se ha centrado en relacionar un pequeño asentamiento a todas luces temporal, La Loma de la Tejería, con los recursos cupríferos de la mina que se sitúa junto al mismo. Los resultados de la excavación que se llevó a cabo en 2000 nos llevó a creer que se deberían realizar otro tipo de invesdgaciones que estudiasen la potencialidad de explotación de estos recursos aislados de cobre y el tipo de asentamiento arqueológico que se suele asociar a estos. En este caso tan concreto la búsqueda de resultados fue fructífera porque, en la campaña de excavaciones de 2002, fue posible registrar en este yacimiento actividades metalúrgicas de transformación ya que apareció en contexto una gotita de fundición de cobre. La previsión de continuar realizando este tipo de investigaciones bajo los auspicios de otros proyectos enfocados a épocas más modernas, como el Bronce Final, hace que podamos prever que, en pocos años, tengamos realmente cubierto este campo de la investigación prehistórica tan sugerente como necesario. III. Metodología empleada y sistemática de la investigación El trabajo de investigación que aquí se presenta como tesis doctoral ha estado condicionado durante su realización por múltiples aspectos que han incidido en el desarrollo del mismo. La metodología así como la sistemática han tenido una conformación especial tanto por el área de estudio elegida y sus condicionantes geográficos, como por los yacimientos y piezas que han podido ser objeto de nuestro estudio. Los materiales que han sido objeto de estudio en esta investigación han sido clasificados de diferentes formas en función de la información que se ha pretendido extraer. Los análisis químicos, cuantitativos, tecnotipológicos y cronológicos, han sido los que han prevalecido, habiéndose incidido especialmente el contexto económico y social que nos parece fundamental para la evaluación del papel de la primera metalurgia en las sociedades del Calcolítico y de la Edad del Bronce. El análisis cuantitativo se ha utilizado para averiguar el porcentaje en peso de cada elemento (Ag, Sb, Cu, Ni, etc.) en las piezas analizadas, el tipo de elementos y, si existen, qué clase de oligoelementos o impurezas; asimismo estos análisis se pueden 32 INTRODUCCIÓN aplicar a los minerales. Además de esto, esta clase de análisis, nos permiten establecer zonalizaciones minerales en dónde estos surgen en menas de composiciones semejantes, pudiendo darnos la pauta para una comparación entre elementos metálicos y minerales para finalmente poder asociar los elementos con las zonas mineralógicas. Para estos análisis de difracción de rayos-X se utilizó un espectrómetro multicanal Kevex Model 7000 operado en Sistema Quantex, de Kevex Corporation, U.S.A. La información tomada por el detector se procesó en un ordenador Kevex Unispec 7000 de Digital System LSI 11/03 programado en lenguaje Fortran. Todo el equipo se encontraba en el Instituto de Restauracion y Conservación de Bienes Culturales de Madrid a cargo del Dr. D. Ignacio Montero Ruiz quien realizó los análisis metalúrgicos y a quien de nuevo le expreso mi gratitud por su disponibilidad. Los análisis pertenecientes a Zaragoza y Teruel ya fueron utilizados en mi Memoria de Licenciatura leída en la Universidad Complutense en 1996. Se ha llevado a cabo un análisis terno-tipológico en cada uno de los grupos de objetos que se han establecido. Estos elementos han sido estudiados tanto desde el punto de vista de los rasgos distintivos meramente descriptivos (forma, tamaño, peso,...), como desde el punto de vista de su funcionalidad e incluso como se hace en el capítulo 7, desde el punto de vista de su utilización si es que puede ser averiguada. Hemos considerado ambos aspectos de este análisis (tipológico y tecnológico) complementarios para la comprensión del proceso de fabricación de una pieza metalúrgica -tanto si tiene relación con el proceso de realización como si es el resultado de este-. Hemos intentado además llevar a cabo un estudio del conjunto de elementos metalúrgicos para relacionarlos con subsistemas específicos dentro de la economía, la guerra y las creencias. La creación de mapas de dispersión tanto de los elementos metalúrgicos -ya fueren los que se han obtenido como resultado, ya fueren los que se han utilizado en el propio proceso de fabricación- como de las minas o afloramientos de cobre más cercanos han sido fundamentales para el establecimiento de zonas de producción o abastecimiento o, simplemente para diferenciar las zonas de producción metalúrgica de las que no lo fueron. A través de estos mapas se han podido trazar posibles vías de comunicación o intercambio tanto de materiales como de minerales, así como se han podido establecer el grado de relaciones (económicas y culturales) de los diferentes grupos culturales del Calcolítico y de la Edad del Cobre en el Valle del Ebro y fuera de este propio ámbito. La cronología relativa ^ absoluta ha sido tratada con detenimiento a pesar de que pocas de las muchas dataciones radiométricas han podido ser relacionadas directamente con el subsistema de la metalurgia prehistórica. Partiendo de esta base, se ha realizado un estudio pormenorizado de la secuencia de C-14 con el objetivo de MARÍA JESÚS RODRÍGUEZ DE LA ESPERANZA 33 poder ofrecer un panorama cronológico sólido de la aparición y desarrollo de la metalurgia en el Ebro. De esta forma se ha intentado enmarcar temporalmente el Calcolítico y la Edad del Bronce aún cuando el proceso que nos ocupa en este estudio comience muy avanzada la primera fase y su grado de desarrollo casi roza el final de la segunda (2900-1520 cal. AC). Todo el tratamiento de los materiales ha sido realizado en función de la finalidad que queríamos dar a nuestro estudio. Es decir, para la interpretación del papel que la metalurgia jugó en el desarrollo cultural durante este período de tiempo y cómo fueron modificándose las técnicas de producción, las composiciones en los metales utilizados, o su importancia socio-económica en el Valle Medio del Ebro. Además de todo ello, se ha tenido la oportunidad de incluir los datos que hemos podido obtener directamente de los trabajos llevados a cabo en el yacimiento de la Loma de la Tejería en Albarracín (Teruel) durante las campañas del 2000-2002, en donde a parte de haber podido distinguir un yacimiento del Bronce Antiguo se ha podido obtener suficiente información como para decir que en el mismo se llevaron a cabo algunas actividades de transformación, puesto que en él apareció una gotita de fundición/ transformación y se localiza justo en el entorno de surgimientos de vetas de cobre. La información que nos ha proporcionado este yacimiento junto a la de otros yacimientos cercanos como Moncín, Majaladares, Monte Aguilar y algún otro, nos ha permitido por una parte tener una idea clara de en qué momento se iniciaron las primeras actividades metalúrgicas y en qué lugares y en qué forma se realizaron. El plan de la investigación ha sido establecido por la propia naturaleza de los datos que he tenido que tratar. Había que integrar los datos geológicos y mineros, con los del procesado y fabricación y los datos de hallazgos, junto con su relación cronológica y además realizar un intento por desentrañar la posible función de los objetos analizados. Se trazaron entonces las lineas básicas del trabajo. Un primer capítulo que trataría la historiografía y la metodología, en donde se darían las claves de la coherencia interna del texto y en donde se explicaría el desarrollo de la investigación. Un segundo capítulo se ocupa de la geología y el análisis minero del Valle del Ebro tanto desde el punto de vista prehistórico como industrial. Además se ofrecen las claves de la interpretación de la ausencia o presencia de un elemento y su posible procedencia. Por último, se aborda una visión completa del aprovechamiento del suelo y de las aguas. 34 INTRODUCCIÓN El siguiente capítulo ha querido ofrecer toda la información cronológica que se tiene hasta nuestros días de la zona y período de estudio. En él hemos realizado un esfuerzo por enmarcar cronológicamente el período y las sociedades que estudiamos así como sus principales características durante el Calcolítico y Edad del Bronce. Temas que por el propio interés de esta investigación serían en principio no abordables han sido tratados con un enfoque general, como el hábifiat, la economía, la religión, etc. El capítulo sobre los trabajos y el procesado del mineral es uno de los más novedosos por cuanto ofrece una compilación exhaustiva de todos los datos que existen hasta nuestros días sobre el Valle del Ebro. Aspectos como la presencia y hallazgo de vasijas de fundición en el registro arqueológico de algunos yacimientos son tratados con la profundidad que se merecen. Además se ha intentado reconstruir el procesado del mineral en algunos yacimientos como Minferri (Lleida) en donde se ha podido recoger datos muy completos del registro. El capítulo 5 y e16 son los que ofrecen el análisis de los datos obtenidos. Todos los elementos metálicos del registro arqueológico del Calcolítico y la Edad del Bronce han sido analizados desde diferentes perspectivas: metalúrgica, tipológica y tecnológica. Algunas de las piezas son inéditas aunque la mayoría ya fueron publicadas en el corpus de los análisis del Proyecto de Arqueometalurgia. Los datos han sido tratados también gráficamente con el fin de ofrecer al lector una idea más directa de algunos elementos o características de estos. De este modo, y para hacer más sencilla la interpretación de los análisis metalúrgicos, hemos clasificado los objetos metálicos en tres grupos: armas, herramientas y adornos tanto del Calcolítico como de la Edad del Bronce. Cada grupo ha sido analizado internamente y comparado sus resultados con los otros dos y con los de la época precedente o antecedente. El séptimo capítulo ha tratado de abordar la valoración social y económica de estos objetos dentro de sus grupos culturales. Es un capítulo en donde se ha recogido toda la información arqueológica y antropológica a la que se ha podido acceder. Es un capítulo que intenta analizar ciertos aspectos arqueometalúrgicos desde perspectivas menos técnicas y, sin embargo, más sociales. Se han abordado temas muy variados como el peso y el volumen de la producción metalúrgica, el coste y el beneficio de estas producciones en la prehistoria del Valle del Ebro, el valor y el prestigio, el género y la edad en los trabajos mineros y en los trabajos metalúrgicos, así como análisis medioambientales y análisis de la religiosidad en la mina, etc. Es un capítulo que intenta mostrar al lector una panorámica diferente de la repercusión que tuvo la metalurgia en cada uno de los ámbitos de los grupos culturales en que allí se desarrollaron. ^ ^ MARÍA JESÚS RODRÍGUEZ DE LA ESPERANZA 35 ^ ^ ^ Por último, el capítulo de las conclusiones dedica una parte substancial a una ^ ^ recapitulación general de la investigación que se ha llevado a cabo y, por otra parte ^ intenta descubrir las claves de la misma en una extensa discusión final. ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ • ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ • ^ ^ ^ ^ • ^ • ^ ^ ^ . ^ • ^ • ^ ^ ^ • ^ ^ ^ • ^ ^ ^ ^ ^ CAPÍTULO 2 EL MARCO GEOGRÁFICO Y LOS RECURS O S MINERALE S DEL VALLE DEL EBRO I. EL MARCO GEOGRÁFICO Entre la Cordillera Ibérica y el Pirineo se extiende la ancha zona deprimida de forma triangular denominada Depresión del Ebro, por ser este río su arteria principal. La Depresión tiene unos 380Km de longitud y una anchura máxima de 150 Km. (De Terán et alii.,1987: 90). Es este un marco geográfiico heterogéneo lleno de contrastes que necesita de una descripción pormenorizada de sus diferentes unidades. Geológicamente, el Valle o Depresión del Ebro es una fosa tectónica del Terciario entre la Meseta Castellana y el Pirineo dotada, como ya advirtiera Casas Torres (1952), de una serie de unidades físicas en su interior. Estas unidades físicas a las que nos referimos son: el Pirineo, la Depresión Central, El Sistema Ibérim, y las Cordilleras Catalanas. Estas unidades geográficas son las que definen las características geográficas y estructurales de la Depresión (Dantín 36 EL MARCO GEOGRÁFICO Y LOS RECURSOS MINERALES EN EL VALLE DEL EBRO Cereceda,1948: 36). De las temperaturas y el número de precipitaciones atmosféricas de las diferentes unidades físicas, se deduce que esta región entra de lleno en lo que Lautensach (1967) denomina Iberin de veranos secos; debemos excluir de este punto a los Pirineos que climatológicamente se clasifican dentro de la "Iberia siempre húmeda" y que geológicamente forman una unidad diferenciada. Como es lógico la vegetación está condicionada por el clima y altitud. En general, la Depresión del Ebro se caracteriza por una cobertura vegetal espontánea y subespontánea xerofítica (Lautensach, 1967: 149). Tal y como se podría pensar los recursos del Valle están íntimamente relacionados con estos factores climáticos. Existe una exquisita aunque antigua descripción que hizo sobre el tema el Profesor José Manuel Casas Torres (1952) y que, por ahora, no ha sido superada. Divide claramente la región en tres zonas: la montaña, los somontanos, y los aledaños del Ebro mn sus esbepas y vegas. Las posibilidades del Valle o Depresión son por lo tanto agrícolas, ganaderas y también geológico-mineras. Las cuarcitas y otras rocas siliceas, necesarias para la elaboración de útiles prehistóricos, están presentes en la composición litológica del Sistema Ibérico y de los Pirineos que la rodean. Y en estos afloran también interesantes rocas metamórficas y cristalinas. Asimismo, las ofitas, tipicas rocas eruptivas de Triásico, se encuentran en la región a lo largo de extensiones variables, y de modo especial en Álava y Navarra. La forma de presenta^ón más frecuente es en diapiros, en fragmentos arrancados del sustrato y entremezclados con otros materiales. Son conocidos los diapiros de Huici-Lecumberri, de Estella, de Alloz, de Ollo-Arteta, de Salinas de Oro, de Atondo, de Echalecu...en Navarra, y los de Murguía, Maeztu-Apellániz, Orduña, Lacerca y Salinas de Añana en Álava. Quedan por señalar otros recursos minerales del Valle en los que, por razones obvias, nos vamos a detener. Interesa hacer constar la presencia abundanfie de minerales de cobre. En la actualidad no parece rentable su explotación debido a la verticalidad de los estratos que impide reconocer su potencia, sin embargo, esta disposición facilitaría una explotación elemental en épocas prehistóricas. Los minerales cupríferos detectados se extienden por Burgos, Logroño, Zaragoza y Teruel, al sur del Ebro, y una gran mancha en las areniscas del Oligoceno Medio desde Álava, Navarra, Zaragoza, Huesca, Lérida, Barcelona, Tarragona y Gerona al norte del río. Entre los minerales cupríferos se han detectado malaquita, azurita, cuprita, tenorita y calcosina. Además de estos minerales también exisben pruebas de la existencia de oro y plata así mmo indicios de estaño en las tres zonas del Valle: Alto, Medio, y Bajo. Por supuesto otro aspecto muy importante del Valle son las comunicaciones. Aparentemente aislado del continente por la barrera de los Pirineos, la Depresión Valle del Ebro está dotada de una serie de vías naturales de penetración que permiten la relación con Europa. MARIA JESÚS RODRÍGUEZ DE LA ESPERANZA 39 Tanto en el sector occidental como en el oriental existen una serie de pasos naturales que han permitido la fluidez de comunicación entre las diferenbes regiones. Otros pasos naturales le ponen en comunicación con el resto de la península. Así, el de Reinosa con Cantabria, el de Pancorbo y del Jalón con la Meseta y la cuenca del Jiloca con el Mediterráneo levantino. Por último la mmunicación del Valle está garantizada por el mismo río, que permite el enlace entre lo occidental con lo oriental, y de Norbe a Sur, a través de los valles excavados por sus afluentes, y de los que hablaremos más adelante con más detenimiento. La denominación de Alto, Medio y Bajo Valle del Ebro es meramente hidrográfica debido a que los afluentes del río Ebro vierten sus aguas a esa altura del río principal, pero expresa con meridiana claridad el tramo de la región que nos disponemos a estudiar. Es esta la división geográfica que utilizaremos paza la localización de los recursos mineros y de los yacimientos arqueológicos, aún cuando en las páginas posfieriores vayamos a realizar un análisis geomorfológico que, por razones obvias, utilizará otras divisorias, esta vez de carácter morfcestructural. De esta forma cuando hablemos del Alto Valle del Ebro nos estaremos refiriendo a la zona de la Cuenca desde Reinosa (Cantabria) hasta Casbejón (Navarra), pasando por las tierras del Sur de Santander, Burgos, Soria, Álava, Logroño y Navarra. Medio Valle del Ebro será la zona comprendida entre Castejón (Navarra) y Mequinenza (Zaragoza), comprendiendo a su vez las tierras de Zaragoza, parbe de las tierras de Huesca y parbe de las del Norbe de Teruel. De Mequinenza al mar, ya en Cataluña, el Valle se reduce pasando por las tierras de Lérida, Barcelona, Tarragona y rozando el Norte de Castellón, y será lo que denominemos como Bajo Valle del Ebro. 2.1.-Características geomorfológicas La Depresión del Ebro, al igual que las otras grandes depresiones terciarias peninsulares, se caracteriza por ser receptora del drenaje procedente de cadenas montañosas circundantes para generar una gran arberia fluvial, que le da nombre. A pensar de ello, los ríos Llobregat y Ter, que nacen en la unidad pirenaica, drenan la parte oriental de esta depresión. La forma de esta unidad es triangulaz, con su lado más estrecho en la Cadena Cosbera Catalana y sus lados mayores formados por los Pirineos y la Cordillera Ibérica. Hacia el sector occidental o vasco- riojano, la depresión se estrecha para enlazar mn la cuenca del Duero a través del corredor de La Bureba (Peña Monné,1991:120) (Fig. 2.1). Se prefiere normalmente llamarla así que Cuenca del Ebro, para evitaz su posible confusión con la cuenca hidrográfiica homónima, de extensión mayor. Como hemos visto, se trata de una zona deprimida, avenada hacia el Mediterráneo por el Ebro, que la recorre de NO. a SE. entre Haro (La Rioja) y Ascó (Tarragona) (Floristán Samanes,1988: 48). 2.1.1.La evolución geológica A lo largo de su evolución geológica, esta unidad ha presentado cambios importantes en sus límites, ya que sus materiales detríticos desbordazon marginalmenbe las cadenas próximas, 40 EL MARCO GEOGRÁFICO Y LOS RECURSOS MINERALES EN EL VALLE DEL EBRO F R A N C I A EI Valle del Ebro y sus prin- r,, cipales accidentes geogr4- ^ ficos. Fig. 2.1. Detalle del Valle del Ebro y sus zonas geográficas limítrofes . como en el caso de los conglomerados residuales existentes en el Prepirineo central o de los rellenos de cubetas en el Norte de la Cordillera Ibérica en conexión con la cuenca terciaria del Ebro. Por esta misma razón resulta muy difícil marcar linealmenfie unos límites concretos de la Depresión, debido a lo cual se pueden contrastar diferentes descripciones de esta que no son coincidentes en sus márgenes. Además, si bien los límites geológicos podrían aclararse, al mismo tiempo se presentan dificultades al valorar esta depresión desde un punto de vista morfológico, ya que frenfie al carácter sobreexcavado que presentan algunas zonas del centro de la cuenca, hay sectores en sus márgenes, caso de los conglomerados del borde de la Cadena Costera Catalana o del Prepirineo, cuya altura supera la de las propias sierras mesozoicas sobre las que se apoyan. Lo mismo ocurre con las zonas sobreelevadas de la Cadena Transversal Catalana, que suele englobarse en una unidad independienbe. Parece que los sedimentos del Terciario reposan sobre el Mesozoico y no sobre el paleozoico, como se creía; el llamado macizo del Ebro no existió emergido durante la era secundaria. Fn su historia sedimentológica se pueden diferenciar dos etapas, una anterior y otra posterior al Priarboniense. En aquella, la sedimentación es marina y se haya estrechamente relacionada con el desarrollo estructural de los Pirineos. En ésta, la más reciente, la sedimentación pasa a ser continental tras el depósito de las formaciones salinas de Cataluña (Cardona) y Navarra (E1 Perdón, Javier) correspondientes a las albuferas del Priarboniense MARIA JESÚS RODRÍGUEZ DE LA ESPERANZA 41 medio alimentadas con aguas del Mediterráneo y del Atlántico respectivamente. Las facies sedimentarias en la primera de estas dos etapas son exorreicas y las de la segunda, endorreicas. Individualizada ya la Cuenca sedimentaria del Ebro, quedó cerrada desde el Priarboniense superior, durante todo el Oligoceno y el Mioceno, a cualquier influencia marina, al contrario que su simétrica cuenca ultrapirenáica de Quitania y que la Cuenca del Guadalquivir, según dijimos, las cuales permanecieron abiertas a las influencias marinas el resto del Terciario. Durante ese largo espacio de tiempo la Depresión funcionó como una cuenca fuertemenbe subsidente que va recibiendo grandes cantidades de sedimentos procedentes de los sistemas montañosos cabalgantes que la rodean, y principalmente del Pirineo. El transporfie de los derrubios debió hacerse en forma de arroyamiento difuso o por medio de ríos endorreicos, y su espesor puede alcanzar en el borde pirenaico de la cuenca varios miles de metros (hasta 7000 en Navarra). Como bien es sabido, la naturaleza de los sedimentos cambia progresivamente desde los bordes de la cuenca hacia el fondo y centro de la misma: la franja externa de litofacies detríticas y centro de la cubeta con evaporitas y calizas lacustres. La orla detrítica incluye conglomerados marginales (relieves montserratinos del los Mallos de Riglos), que forman una banda disrnntinua e interrumpida a lo largo de las tres cordilleras circundanbes y que se depositaron en forma de grandes conos aluviales; las areniscas, correspondientes a las bajadas, y las margas y arcillas, depositadas en ambiente de mud flat. II manchón sedimentario del centro está formado por calizas (ambienbe de laguna carbonatada) y por yesos con o sin halita (lagunas evaporíticas de yesos, sales, calizas). La complejidad sedimentológica, y por consiguiente estratigráfica y litológica, se nos presenta aún mayor si tenemos en cuenta la subsidencia diferencial entre sus sectores navarro- riojano, aragonés y catalán, y por otro, la traslación del surco sedimentario entre el Eoceno superior y el Mioceno berminal, con la particularidad de que las facies centrales de cubeta ,evaporíticas, se encuentran desde las inmediaciones de las sierras exteriores prepirenaicas hasta las sierras exteriores del Sistema Ibérim. 2.1.2. Las unidades morfológicas de la Depresión Tradicionalmente se diferencian tres amplios sectores en el modelado de la Depresión. Por una parbe el sector central donde predominan las influencias estructurales, con amplias plataformas carbonatadas y, por otra, dos sectores marginales: el occidental y el catalán donde, junto a la existencia de relieves plegados, se hace patente el importante vaciado erosivo y las extensas acumulaciones cuaternarias de su fondo (Peña Monné,1991:122) (Fig. 2.2). a) Sector Central II sector central se enmarca entre los ríos Cinca y Aragón. El río Ebro recorre 42 EL MARCO GEOGRÁFICO Y LOS RECURSOS MINERALES EN EL VALLE DEL EBRO longitudinalmente la depresión aunque con una cierta disimetría, ya que discurre más adosado al piedemonte ibérico o meridional, frente a un somontano Norte mucho más extenso. II relleno del Neógeno en este sector corresponde a los páramos carbonatados, coincidiendo con el sector distal de máxima sedimentación evaporítica de la que ya hemos hablado. II inicio de la circulación exorreica de la red del Ebro a partir del Plioceno generó una paulatina incisión tanto de este río como de sus afluentes ibéricos y pirenaicos sobre dicha formación superior, permitiendo la individualización de diferentes plataformas o muelas, que constituyen en la actualidad las macroformas más visibles y caracóerísticas del paisaje del centro de la cuenca. Sin embargo, no se trata de simples plaiaformas estructurales, sino que en su historia geomorfológica se reconocen etapas de suave deformación tectónica, así como fases de aplanamiento, en algunos casos correlacionables con las superficies erosivas neógenas del mazgen Norte de la Cordillera Ibérica. Como consecuencia de todo ello, son unidades subhorizontales, rnn amplias ondulaciones, aplanadas por la posberior erosión y ligeramente basculadas. Las muelas más importanfies son la Plana Negra (644 m.) y los Montes de Castejón (742 m.), separadas por el río Arba, la Muela de Borja (805 m.), y La Plana (695 m.), individualizadas entre los ríos Jalón y Huerva, y los relieves de Alcubierre (811 m.), entre el Gállego y el Cinca, que conforman un relieve estructural estrecho, con subdivisión en plataformas escalonadas menores. Las cumbres aplanadas de algunas de las muelas y otras plataformas intermedias presentan campos de dolinas en cubeta, como las de los Llanos de Bujaraloz y Candasnos, algunas de ellas con lagunas temporales, que se orientan siguiendo direcciones estructurales. Los yesos originan igualmenfie campos de dolinas, tanto superficiales como bajo coberbexas de glacis y terrazas -valle del Gállego y Ebro-, con galerías endokársticas y colapsos recientes. En todo el conjunto de estructuras del centro de la depresión, aunque también localmente en los piedemontes marginales, es carácfierística la existencia de una intrincada red de barrancos de fondo plano, de anchuras variables y potentes espesores de sedimentos, que cronológicamente se sitúan en el Holoceno superior, ya que contienen restos cerámicos iberorromanos y, algunos de ellos, incluso medievales. En tales rellenos dominan los limos, procedenbes de la meteorización de los yesos de las laderas, así como de aportes fluviales y eólicos, cuya génesis parece estaz conectada con la ocupación extensiva de las comunidades humanas en este territorio en las épocas indicadas. Igualmente se han reconocido laderas regularizadas y etapas de incisión achacables a fluctuaciones climáticas del Holoceno superior. Los piedemontes pirenaico e ibérico se localizan entre las muelas del centro de la cuenca y los relieves marginales de las cordilleras circundantes, siendo zonas de fuerfie sobreexcavación, generada por los tributazios locales de los ríos afluentes al Ebro, y ocupando una gran exfiensión MARIA JESÚS RODRÍGUEZ DE LA ESPERANZA los depósitos cuaternarios. 43 F1 piedemonte pirenaico o Somontano se sitúa entre las Sierras Exteriores Pirenaicas y las plataformas centrales. En su margen Norbe se conservan restos de las series detríticas proximales miocenas, adosadas al Pirineo y manteniendo modelados en monolitos o mallos de conglomerados (Riglos, Agiiero), perfectamente individualizados por la red ortogonal de fracturación. Este primer tipo de relieve da paso a un conjunto de depresiones erosivas, denominadas hoyas, en el entorno de la salida de los ríos pirenaicos (Gallego, Cinca Alcanadre) a la depresión del Ebro,: Hoyas de Ayerbe, Huesca, y Barbastro, donde por otro lado, se sitúan alguno de los ^ yacimientos de los que daremos cuenta en otros capítulos. Este tipo de modelado erosivo se prolonga hacia el valle del Cinca-Segre, pero desaparece hacia Navarra, ya que en dicha zona las series de areniscas se prolongan muy al interior de la Depresión del Ebro, modelándose pequeñas plataformas, con profundos encajamientos fluviales (Sierra Carbonera y de Luesia). Más al Sur, y separadas de estas hoyas por relieves estructurales, se encuentran otras depresiones: Las Cinco Villas, excavada por los ríos Arba y Riquel, la de Almudévar y la de Sariñena; esta última conserva un importante foco endorreico modelado sobre una terraza fluvial, y es el enclave de un yacimiento de la Edad del Bronce que lleva el mismo nombre. Todas estas hoyas presentan glacis y terrazas escalonados, así como extensos glacis de piedemonte que testimonian una compleja evolución cuabemaria, con restos de niveles del Cuaternario antiguo o Pliocuaternario formando relieves residuales, denominados mronas en la región. F1 piedemonte ibérico es completamente diferente. Las muelas situadas al sur se encuentran, debido a la ya comentada disimetría sedimentaria neógena, muy próximas a la Cordillera Ibérica y afloran algunos materiales mesozoicos -e incluso paleozoicos en Puigmoreno- como resultado de la escasa potencia de depósitos y del encajamiento de la red, que interrumpen la continuidad morfológica del área. A pesar de ello, siguen dominando las depresiones erosivas, aquí denominadas campos, entre los que destacan los de Borja, Plasencia, Cariñena, Belchibe-Lécera y el Bajo Aragón. Conforman amplias llanuras como resultado del rebajamiento erosivo de las series blandas de la elaboración de sucesivas acumulaciones de glacis desde los inicios del Cuaternario hasta la actualidad, procedentes de la descarga de los ríos ibéricos: Queiles, Huecha, Jalón, Huerva, Aguas Vivas, y Martín. En el sector bajoaragonés, el río Ebro abandona las formaciones blandas y comienza a encajarse en forma ameandrada en las estructuras oligomiocenas orientales, que se convierben en dominantes hacia los valles de los ríos Guadalope y Matarraña, también profundamenbe encajados o incididos y conservando por ello escasas acumulaciones aluviales. Dos tipos de paisaje caracterizan esta región bajo aragonesa: los relieves de paleocanales de arenisca y las dNn ^bl ^j ^v S^N^31Ni S^^N.^n ^ T , ^^ , ^^g ¢ ^ ^ Z ^ . ^ " t . ;e ^fí^ v ...,.^. 4 ^^^' i r ^^ ^^^ _ ^^^ ,• ^qZ ••,^ `^t • Q ^^ ^ '^ .^^ i Li ^,^̂{ ^ ,M 7 ^ ^` : < ^,tt^Y (i ^^^ ^ ^f ^ I o^c •^1a d ^t: ^'Y^.^ . . . ,r^c' - i ^' •^^ ^ Q Ú Z Q ^ ^ r^:> r'• r ° 4 O L Ú ^j (ZS ^ i Q Ó U ^ Z W _ ^ U ^_Ó Q U ^ W^ ^ N ^ ^ `^- Uc o c^ U O J ^ ^ 0_ _ 0m^^ a E ^a r(^,^ ^ Ŵ O ^ g U ^ W H L.L z 0 _U U.Q ŵ ^ U O U .̂Q ^ H ĉo U O ^ ^ .......................................................... 44 EL MARCO GEOGRÁFICO Y LOS RECURSOS MINERALES EN EL VALLE DEL EBRO depresiones endorreicas, algunas de elevada salinidad, como las Saladas de Alcañiz, la Jabonera, etc., que no permiten una gran producción agrícola. b) Sector Occidental Tal y como explicábamos al comienzo, la Depresión del Ebro comienza a estrecharse al Oeste de las muelas de la Plana Negra y de Borja, para enlazar por el corredor de La Bureba con la cuenca del Duero. Las alineaciones que enmarcan este sector occidental por el Norte -Sierras de Izco, Urbasa, Andía, Cantabria y Obarenes- y por el Sur, -Sierras de Cameros y Demanda-, se encuentran muy próximas entre sí y con relieves fuerbemente contrastados con respecto al cercano fondo de la depresión recorrido por el Ebro, acrecentando así la sensación de estrechez. Por otra parte, en esta zona desaparecen las muelas centrales, de manera que el relieve se resuelve en dos amplios piedemontes ligados al nivel de base marcado por el Ebro y sus afluentes, aunque con la interrupción que produce la exisfiencia de pliegues en la parbe Navarra. El piedemonte Norte, al pie de los Montes Vascos, se caracteriza por relieves estructurales en areniscas, en la comarca alavesa de la Sonsierra, con un profundo encajamiento de la red fluvial procedente de la Sierra de Cantabria hacia la Rioja Alavesa, sin que existan arberias destacables, a excepción del Ebro, con curso meandriforme, que conserva en sus lóbulos hasta seis niveles de terraza. Entre este piedemonte y los relieves de las Bárdenas y de la Plana Negra se extiende una zona plegada, constituida por materiales detríticos y yesos oligo- miocenos, con estructuras alineadas de NO a SE y núcleos diapíricos. Los relieves dominantes son combas y cuestas, mrtadas transversalxnente por los rios Ega, Arga, Zidacos y Aragón, afluentes del Ebro. Los depósitos cuaternarios generados en esta importante zona de confluencias fluviales, aparecen localmente deformados por la halocinesis de los yesos. El piedemonte meridional o riojano, que se enraíza en las Sierras de la Demanda y Cameros, se inicia con relieves conglomeráticos marginales (Valle del Iregua), adosados a las sierras ibéricas, a cuyo pie se extiende un complejo sistema de glacis escalonados, cuyos niveles más elevados son atribuidos al Plioceno y los más bajos enlazan con las terrazas del Ebro y de sus afluentes: Cidacos, Iregua, Najerilla, Oja y Tirón. Son rios de fuerbe pendiente y con una gran actividad deposicional duranbe el Pleistoceno, que han construido amplios abanicos aluviales, con importantes desplazamientos laterales. c) Sector Oriental A1 Este de los Monegros y del valle del río Cinca desaparecen las muelas calizas, al igual que en el sector occidental, cambiando totalmente la fisonomía de la depresión, mnocida regionalmente como Depresión Central Catalana. Los relieves que circundan este sector de la depresión forman parbe de la Cordillera Pirenaica, al Norbe, la Cadena Transversal al Noreste y la Cadena Costera Catalana al Este y Sureste. El contacto con estas unidades se produce mediante relieves de conglomerados similares a los señalados en el valle del Iregua y en Riglos, que se modelan a partir de las formaciones proximales eocenas y oligocenas. Su morfología es en MARIA JESÚS RODRÍGUEZ DE LA ESPERANZA 45 monolitos individualizados y mn cumbres redondeadas, entre los que destacan los de Montserrat, Montsant y Sant Llorenç del Munt, conformando relieves sobreelevados junto a la Cadena Prelitoral, y los de Berga, Sant Llorenç de Morunys, Sant Honorat, Comiols, en el margen de las Sierras exteriores Pirenaicas. Una segunda unidad la componen las cuestas de la Segarra y las Garrigues, modeladas en formaciones de calizas, arenisca y margas, configurando relieves monoclinales cuyos frentes se orientan hacia los conglomerados marginales dibujando un amplio arco, mientras que sus reversos se hunden hacia los Llanos leridanos. Entre estos relieves estructurales y los conglomerados marginales se localizan unas pequeñas depresiones ^oncas y planas-, similares a las hoyas aragonesas de Gandesa, Conca de Barberá o Montblanc, Conca d'Oden o Igualada, Plana Bages o Manresa y la Plana de Vic, en donde al igual que en la zona aragonesa se sitúan algunos de los yacimientos que nos inberesan. Estas cuencas han sido generadas por las cabeceras de los rios de la vertiente mediterránea, en cuyo curso medio excavan profundos desfiladeros para salir hacia el Mediterráneo. La zona Noreste de la Depresión Central Catalana se caracberiza por la presencia de Relieves plegados, con anticlinales de núcleo salino (Calaf, Cardona) modelados en combes y sinclinales amplios con costados abruptos de mnglomerados y areniscas del paleógeno. Los ríos del área (Llobregat, Cardoner) mrtan perpendicularmente estas estructuras, mientras que sus tributarios las siguen de forma subsecuente. La parte más occidental de estos pliegues se prolonga a través del valle del río Llobregós hacia el rio Segre por una estructura anticlinal de gran continuidad que se prolonga desde Ponts hasta Barbastro. Este pliegue conforma el contacto entre las Sierras Marginales y la Depresión del Ebro, presentando núcleo yesífero y flancos de areniscas. Morfológicamente puede caracterizarse como una combe o como una superficie de erosión antigua, seguramente pliocuaternaria, con una importante karstificación de los yesos en forma de dolinas, grandes depresiones y endokarst. La última unidad de este sector oriental corresponde a los Llanos Leridanos y la comarca de La Libera (100^00 m.s.n.m.), amplia depresión erosiva modelada en las arcillas y margas oligo-miocenas entre las Sierras Marginales Pirenaicas-anticlinal de Barbastro, las cuestas de Segarra-Garrigues y las plataformas del Este de los Monegros, prolongación de la unidad de Alcubierre. La red del rio Segre, que en este sector recibe a afluenfies tan importantes como el Cinca y el Noguera-Ribagorzana, de procedencia pirenaica, y los rios Sió, Ondara, Corb, Femosa y Set, de los relieves en cuesta meridionales, es la causante de esta inbensa erosión diferencial, así como de la sedimentación de extensos mantos aluviales, que mnstituyen actualmente los relieves dominantes de estos llanos. En el norte del Segre, los relieves más sobresalientes corresponden a los niveles altos de los rios Noguera-Ribagorzana, de procedencia pirenaica, y los rios Sió, Ondara, Corb, Femosa y Set, de los relieves en cuesta meridionales, es la causante de esta inbensa erosión diferencial, así 46 EL MARCO GEOGRÁFICO Y LOS RECURSOS MINERALES EN EL VALLE DEL EBRO como de la sedimentación de exfiensos mantos aluviales, que constituyen actualmente los relieves dominantes de estos llanos. Los primeros componen tres amplias plataformas en la divisoria del Ribagorzana con el barranco de la Clamor, con un desarrollo longitudinal de 36 Km. desde Alfarrás hasta cerca de Fraga, pertenecienbes al Cuaternario antiguo. Junto al Cinca se encuentran las terrazas de San Salvador, a más de 200 m sobre el cauce actual, a cuyo pie se extiende una amplia sucesión de otros 10 escalones de terrazas cuaternarias, la más completa de la Depresión del Ebro, con costras calcáreas a techo en muchos de los niveles altos. Entre estas berrazas elevadas se extienden cuencas erosivas, como los llanos de la Clamor, con extensos glacis en su fondo. Algo similar ocurre entre los niveles altos y medios del Ribagorzana (Segriá) y entre estos últimos y los del Segre (Llanos del Algerri). A1 sur del Segre, los rios que drenan la Plá d'Urgell han generado una amplia llanura por el remodelado continuado durante el Cuatemario de grandes abanicos aluviales formados por cantos calcáreos procedentes de las cuestas de Segarra-Garrigues. I.os niveles más altos, cuyo perfil hipotético les hace enlazar con las terrazas de 80 y 40 m del Segre, forman relieves residuales, mientras que los más bajos han conformado extensos conos de deyección, algunos aún funcionales (Ondara, Corb), o terrazas encajadas en los valles. Estos niveles aluviales se caracterizan por presentar potentes costras a techo, que les convierbe en muchos casos en niveles más resistenbes a la erosión. 2.2.Clima y vegetación A pesar de la estrecha relación morfológica con los territorios periféricos, el clima de la Depresión del Ebro es el más amtinental de la Península. Este hecho es una rnnsecuencia característica no sólo de la situación de la Depresión en la Iberia de veranos secos, sino en primer lugar también del aislamiento debido a las tres mrdilleras que la rodean. Este aislamiento ejerce profunda influencia, ante todo, sobre la cantidad de las precipitaciones anuales. En la parte más ancha de la Depresión se abre una extensa zona con menos de 300mm de precipitaciones anuales, cuyo núcleo son Los Monegros. La altura de las precipitaciones aumenta ligeramente hacia los bordes hasta 500mm. Además de los meses de verano con precipitaciones inferiores a 3(1mm, se dan en la Depresión gran número de meses secos invernales. En el centro de la zona el máximo pluviométrico se da en otoño, debido a la influencia del ciclón de las Baleares. Las precipitaciones de los diferentes años son a menudo muy variables y de ellas depende el cultivo de secano (Lautensach,1967: 400^01). Contrariamente a lo que ocurre en las montañas circundantes, las nevadas y coberturas de nieve no son frecuenbes en la depresión. El carácter continental se manifiesta, además, en la enorme oscilación anual de las temperaturas mensuales. En la depresión se han tomado desde temperaturas medias de 0,8 °C (Coll de Foix) y entre 3-5°C en general en la depresión, hasta medias de 39.1°C en verano; la MARIA JESÚS RODRÍGUEZ DE LA ESPERANZA máxima registrada entre todas ellas procede de Haro con 47°C (Lautensach,1967: 401). 47 Las elevadas temperaturas y la riqueza de insolación en verano son la causa de que la evaporac^ón potencial alcance valores muy elevados. El número de meses áridos, en sentido fisiológico, en el corazón de la depresión es de cinco, y se reduce a tres en los bordes. Por consiguiente, todo el interior de la depresión es semiárido. En ninguna parte de la Península, exceptuando el Sureste, la cobertara vegetal es más xerofítica que aquí. Este es el caso de las regiones más bajas de la depresión, donde a la escasez de precipitaciones se une el calor estival y los pantanos de aire frío en invierno. De abajo a amba se pueden distinguir las tres asociaciones siguientes: I. La asociación de la sabina albar (Juniperus thurifera, hasta 350 y 400 MSN.), generalmente en forma de arbusto. II. La asociación del pino de Alepo y la coscoja, hasta 700 m.s.n.m., predominantemente también en forma de arbusto. III. La asociación de la encina, representada aquí por la variedad rotundifolia del Quercus ilex, por encima de los 700 ms.n.m., que predomina, pues, en la Sierra de Alcubierre y en las montañas que rodean la depresión (Lautensach,1967: 403). Como podemos apreciar tras la descripción, el clima y la vegetación actuales en la Depresión pueden ser clasificados como extremas hasta tal punto que la descripción de la zona como semiárida, que en un principio podría parecer exagerada, no hace sino describir la situación climática y botánica de la región. II. LOS RECURSOS MINEROS 2.3: Vertiente septentrional (indicios de oro, cobre, plata y estaño) 2.3.1.Alto Ebro En la zona del nacimiento del río Ebro que queda fuera de la Depresión del Ebro descrita, salvo las evidencias de los Picos de Europa, no hay noticias de más afloramientos de mineral de cobre (Cu). Sin embargo tenemos una pequeña evidencia en Reinosa donde existe un afloramiento conjunto sulfuroso de cobre y hierro. De acuerdo con lo que el Prof. Delibes de Castro expone (Delibes et alii, 1999:67, nota 2), no se puede obviar que, aunque los sulfuros tuvieron una dudosa viabilidad en el Calcolitico y Edad del Bronce, existen pruebas de que en Ross Island (Gran Bretaña) fueron explotados en este mismo período (O'Brien,1996). En la vertiente alavesa nos encontramos con algún afloramiento de sulfuros y de carbonatos de cobre muy cerca de Vitoria (Salinas de Léniz) según el Mapa Metalogenético de España (1:1,500 000). Según otros estudios, esta vez arqueológicos, podemos encontrarnos con 48 EL MARCO GEOGRÁFICO Y LOS RECURSOS MINERALES EN EL VALLE DEL EBRO evidencias diseminadas de recursos cupríferos. La mayor parte de los datos disponibles se refieren a pequeñas vetas de sulfuros de cobre y presencia de pirita, calcopirita, malaquita y azurita de desigual potencia. Los afloramientos que por lo corriente se describen no tienen mucha envergadura (Alday Ruiz,1995a:132). Aunque la zona de la Depresión del Ebro no sea la que más afloramientos cúpricos demuestre, es una zona que está muy cerca de otros lugares donde el mineral de cobre aflora en mayores cantidades. La cercanía de la Sierra del Aralar, con la Mina Modesta Ollerías, en la zona del término de Arritzaga, o la cercanía de la zona del Gran Bilbao -estos afloramientos eran de gran importancia pero han sido menospreciados y desaprovechados por la explotación de la rica cuenca férrea-, Vera del Bidasoa, Lanz, Goyerri, Arrastaria, Valle del Cuartango donde precisamente se ubica el famoso yacimiento de Gobaederra mn casi veinfie instrumentos metálicos-, y Salinas de Añana (Alday Ruiz,1995:174), nos obliga a pensaz en un aprovechamiento de los minerales más cercanos. Además la composición metalográfica porcentual de estos cobres es muy característica ya que en muchas ocasiones tiene presencia el níquel (Ni) y por otra parte se ha comprobado que buena parte de los análisis porcentuales la presencia de este elemento en el instrumental metálico (Montero y Rodriguez de la Esperanza,1997; Alday Ruiz,1996) con lo que parece que el aprovechamiento de las menas del entomo fue bastante más que una mera posibilidad. Con respecto al estaño debemos decir que no sabemos de la existencia de yacimientos estanníferos en la zona. Las únicas explotaciones históricas de oro (Au) conocidas se sitúan en la zona de la Sierra del Aralar, rio Oria (Anoeta), y en el macizo de Gorramendi con explotaciones documentadas al menos desde Época Romana, continuando en la Edad Media y los últimos trabajos llevados a cabo en 1948 (Valle del Baztán)(Alday Ruiz,1996: 133 y 1995b: 174). Asimismo, este mismo autor no descarta la explotación del oro fluvial recogido en los pláceres de los rios , aunque este dato no está suficienfiemente bien documentado. Además el Dr. Alday Ruiz (1995a) considera que por las caracfierísticas de los materiales áureos que se han analizado no puede apuntarse tanto a una explotación y manufactura local del oro , tal y comó nosotros podríamos decantamos, sino que, en este caso, habría que pensaz en una procedencia norpirinaica del oro ya manufacturado y que esto no provocó una incitación a la explotación del oro de esta zona. Con respecto a la plata (Ag) la información es algo más abundante, sin embargo esta se refiere a explotaciones algo más modernas. Esto no es óbice para desconfiar puesto que como es un elemento más común en la naturaleza no es infrecuente que reaparezcan yacimientos olvidados históricamente durante un tiempo. Tenemos documentados yacimientos de galena argentífera -que pertenece al grupo de los sulfuros, Arseniuros y Sulfosales- en Álava, en Ezcaray (Logroño), Sierra del Aralar, Oñate (Guipúzcoa), Legorreta (Guipúzcoa) y Ezcurra (Navarra) (Minerales de España). Ya en la zona navarra, contamos también con alguna evidencia de surgimientos de minerales de cobre (Cu). Así los del Valle del Baztan, Arive-Garralda-Arriela, Arriete, Mezquíriz, y Lusarreta, todos ellos más alejados de la depresión, así como más al sur, los afloramientos de MARIA JESÚS RODRÍGUEZ DE LA ESPERANZA ^f fi^^^ ,^^D^ar^. F R A, s;' :,:, r r^7 .: 1 ^'^ ^ ^ ^ ^^ ' , ..-• ra^v:-'.i..<.: c ^.^ ., >,.,;--w"ki/ • ^ yfV ,,^ ^ ^'^^ Fig. 2.3. Localización de los recursos de cobre y oro en la Depresión del Ebro y zonas adyacentes. 49 ^ Artajona-Tafalla y Alaiz-La Peña (Alday Ruiz, 1995: 174). Tenemos además noticias de que en las proximidades del dolmen de Aizibita (Cirauqui, Navarra) existen afloramientos de areniscas, cuyo color azul-verdoso delata la presencia de carbonatos de cobre en su seno (Beguiristain y Velaz, 1998: 11). Los análisis realizados por el laboratorio del ICRBC de Madrid sobre dos muestras tomadas en las proximidades del dolmen dieron el resultado de un 96% de Cu con indicios de Fe, Zn, Ag y PB (porcentaje en peso). En esta zona, ni en la bibliografía manejada ni en los mapas metalogenéticos utilizados, tampoco hay ninguna evidencia de afloramientos estanníferos. 2.3.2 Medio Ebro Tal y como se ha podido apreciar con anterioridad hemos expuesto las caracberísticas de la región navarra, por esta razón la descripción del Medio Ebro comenzará por el área oscense y seguirá por la zaragozana y turolense. Hay indicios de cobre nativo (Cu) en Biel y de óxido de cobre en Biel y Ateca (Zaragoza). También se encuentra azurita y malaquita (carbonatos de cobre) en Benabarre, Sallent, Castanesa y Benasque (Huesca). En Frasno y Litago (Zaragoza),como cemento de pudingas en Biel y Almunia del Romeral, en Zaragoza y Huesca, respectivamente. Otras zonas de interés por haber indicios de yacimientos estrato-ligados son el valle de Gistain (San Juan de Plan, Huesca) y 50 EL MARCO GEOGRÁFICO Y LOS RECURSOS MINERALES EN EL VALLE DEL EBRO el metalotecto de Biel (Huesca-Zaragoza). En Tabuenca (Zaragoza), se localizan unos indicios de cobre interestratificado en la serie roja continental del Buntsandstein. Los minerales más abundantes son los carbonatos de cobre (azurita y malaquita y aparecen impregnando los restos orgánicos y rellenando fracturas y planos de laminación (WAA.,1995; Rodríguez de la Esperanza,1999: 97). Finalmente en Huesca hay indicios estratiformes del cobre en Bielsa, Labata-Morrano y Riglos. También tenemos indicios estratiformes en los términos zaragozanos de Castilicar, Uncastillo, Luesia, Fuencalder y Lobera de Onsella (todos sobre areniscas terciarias, e indicios indeterminados en los municipios de la misma provincia en: Santa Eulalia de Gállego, Ardisa, Luna, Villafeliche, Linares de Mora y Villel. Asimismo conocemos la exisbencia de indicios de oro (Au) en el Valle del Sallent (Huesca)(Galán y Mirete,1979:121), en el Valle del Gistaín (Huesca) y en Calatayud (Zaragoza) (Minerales de España). 2.3.3.Bajo Ebro Los sectores centrales de Catalunya se sitúan en la Depresión Geológica del Ebro, ocupando la zona más amplia del territorio. Los indicios de oro (Au) en este sector de la depresión, son menos espectaculares que en la zona del Sistema Pirenáico, sin embargo existe algún indicio más que en el Sistema Mediterráneo. Perbenecen al grupo de los yacimientos mecanicos , es decir a indicios relacionados con placeres, localizados en diversos tramos del Río Segre y el Noguera-Pallaresa, en las comarcas del Segriá y La Noguera. En ambos casos tenemos constancia, en épocas pasadas, de prospección de pepitas de oro nativo en los lechos de los ríos. En la actualidad carecen de aquella importancia. Es posible que existan indicios en otros cursos de agua procedentes del Pirineo, a su paso por la Depresión del Ebro (Martín Cólliga et alii,1999: 121). No podemos olvidar, aunque estén fuera de la estricta área de la Depresión, las referencias a la existencia de este metal precioso en el Valle de Arán (Lkrida) y con cuarzo ahumado aurífero en San Miguel de Cullera y en Ribas de Freser (Gerona) , que en su día ya hicieron Galán y Mirete (Galán y Mirebe,1979:121). La escasa importancia de los yacimientos de oro y su asociación a minerales de cobre permite proponer que los prospectores prehistóricos de cobre pudieron haber descubierto el oro de forma fortuita al buscar el primero. Quizás la pequeña cantidad de oro hallada podría justificar la confección de pequeños adornos y la inexistencia de piezas de mayores dimensiones en Cataluña tal y mmo describiremos en capítulos posteriores. En todo el Bajo Valle del Ebro hay indicios cupríferos de los que sabemos que algunos MARIA JESÚS RODRÍGUEZ DE LA ESPERANZA 51 fueron explotados con anterioridad aunque no ahora. Es en la Depresión del Ebro donde menos indicios encontramos en comparación con sus alrededores. Por supuesto no dejamos de tener en cuenta que tanto en el Sistema de los Pirineos como en el Sistema Mediterráneo existen multitud de indicios de cobre. Asimismo existen evidencias de mineral de estaño en la propia Depresión del Ebro. Las evidencias de cobre (Cu) que se han documentado están en todos los casos asociadas a la presencia de materia orgánica, incluida en tramos rojos ("red-beds", tal y como ocurre en la zona meridional del Alto Ebro), con presencia prŭnaria de calcosina (CuS) y de covellina (Cu2S), más raramente calcopirita (CuFeS2). Sin embargo, los minerales más abundantes son los carbonatos, la azurita y la malaquita (más que el último), formados a partir de la alteración de los anberiores. Parece que es muy habitual que estos minerales aparezcan junto con manifestaciones de uranio. La descripción tan exhaustiva que se va a realizar a continuación perbenece al minucioso trabajo que llevó a cabo el geólogo Josep Casabó para la publicación del estudio arqueometalúrgico de la zona del Nordeste en el segundo tomo de "Las primeras Sociedades metalúrgicaŝ' (1999) ya citado. En la zona central de la provincia de Barcelona nos encontramos con cinco mineralizaciones: en primer lugar los indicios de Taradell-Sau (Osona). Estos se localizan en areniscas rojas y sus caracteres químicos son Cu-Ag U. También se han hallado "cobres Grises" (Cu-Sb) junto con azurita, malaquita y cervantinita. El indicio más importante está en Coll de la Enclusa. En segundo lugar se localizan las mineralizaciones de Cu en Collsuspina-Moiá (Moianés). Se localizan sobre niveles de calizas fétidas, intercaladas entre areniscas rojas. Sobre todo son carbonatos. En tercer lugar encontramos las mineralizaciones de Arbés-Avinyó-Sant Fruitós de Bages (Bages). Los minerales son calcosina y covellina y sus alteraciones de azurita y malaquita. En cuarto lugar las mineralizaciones de Cu en Sallent (Bages) con predominio de la malaquita y algo de azurita. Y finalmente, en quito lugar las mineralizaciones de Cu en Baells- Serrateix-Catelladral (Berguedá y Bages. Minerales primarios calcosina y covelina y sus alfieraciones de azurita y malaquita. Se conoce una antigua explotación en las cercanías de Serrateix. Nos encontramos con 4 indicios situados en las comarcas de Lérida: Primero: Sant Ponç- Joval-Riner-Linya (Solsonés). Se encuentran mn un quimismo de Cu-U. Los minerales que predominan son: calcosina y covellina junto a sus alteraciones. El indicio más conocido arqueológicamenbe es el del Forat de la Tuta de Riner. También ha habido explotaciones en Sant Ponç. Segundo: Olius-Besora (Solsonés). Su quimismo es el mismo que el de la zona anterior. Se ha realizado un intento de explotación en Olius. Tercero: Mineralizaciones de Vall-llebrerola (La Noguera).Quimismo: Cu. Los minerales que están presentes son los de alteración y en concreto predomina la malaquita. .Cuarto: Mineralización de Soses-Serós-Aitona (Segriá). Se localizan sobre areniscas de color ocre. Su quimismo es igual al anterior y los minerales también son los de alteración. 52 EL MARCO GEOGRÁFICO Y LOS RECURSOS MINERALES EN EL VALLE DEL EBRO v ^^`^ii/l^lYl • Indicios de Plata Indicios de Estaflo Fig. 2.4. Localización de Los recursos de plata y estaño en la Depresión del Ebro y zonas adyacentes. Tanto en Tarragona como en Gerona no existen indicios aunque según la bibliografía existen posiblilidades de algún tipo de surgimiento de Cu. Existen posibilidades de hallarse en diferentes zonas de la Ribera del Ebro entre los materiales eocénicos y oligocénicos, rojizos y ocre-rojizos, especialmente en el Montsant y en la Serra de la I1ena. Existen indicios de estaño (Sn) en alguna comarca de Comudella del Monsant (Priorat). Ocasionalmente, en los análisis de las calcopiritas de Cornudella (Barranc Fondo)(PA7909) se denota la presencia de estaño. Se trata de trazas de la presencia de estannita asociada a las mineralizaciones filonianas cuarzo-cupríferas. La bibliografía consultada (Martín Cólliga et alii, 1999:119-12^ nos sugiere que esto es sólo una parbe de lo que realmente puede existir ya que se han descubierto por las evidencias geológicas a las que vienen asociados. Además hacen notar los autores que los minerales que predominan son sobre todo los de alteración, es decir los carbonatos, azurita y malaquita, y en concreto predomina el primero. Este tipo de mineral es muy viable como materia prima para transformar. Debemos hacer notar que en la propia Depresión del Ebro (Vertiente Norte), no existe MARIA JESÚS RODRÍGUEZ DE LA ESPERANZA 53 ningún indicio de estaño (Sn). La casiterita, era el principal mineral utilizado en la producción de estaño y bronce durante la Edad del Bronce. La mayoría de los depósitos eluviales, erosionados y aluviales del mundo del estaño son el resultado del desgaste hidrotermal compuesto esencialmente de filones de casiterita (Meredith, 1998: 7^. La estannita (Cu2FeSnS4), que también aparece en pequeñas cantidades en el Cerro de San Cristóbal, es el otro único mineral de estaño que puede haber sido utilizado en la antigúedad. El problema que se presenta mn este elemento es que, en general, se encuentra por debajo del nivel del agua en gran parte de los depósitos geológicos y, por lo tanto, es imposible el acceso sin utilizar equipos modernos de mina como bombas de vapor o las recienbes bombas eléctricas. Sin embargo debido a su posible captación hacemos hincapié en la existencia de este mineral en las provincias de Gerona y de Lérida, es decir en el limite externo de la depresión. En estas zonas existen evidencias de casiterita (Sn2) en el Cap de Creus y en la sierra de les Alberes (limítrofe entre el Alt Empordá y el Vallespir). También en la zona de Oix-ormoier-Rocabruna-Prats de Molló hay presencia de minerales de estaño y debieron ser los utilizados para la elaboración de metales en la Balma del Serrat del Pont (Alcalde et alii, 1998). También se ha detectado indicios en Arenys de Bar (Alt Urgell, Lérida) donde se han detectado granates ricos en estaño. La plata es un mineral que aparece con cierta abundancia en toda Cataluña. En la Depresión del Ebro se han localizado evidencias en comarcas de Barcelona. En Tarradell-Sau, asociadas a mineralizaciones de cobre. Los minerales más representativos a los que se asocia son los "cobres grises" (Cu+Sb). En todo caso debido a la abundancia de la plata, deberíamos tener en cuenta las posibilidades de explotación de las zonas anejas a la Depresión del Ebro. 2.4.Vertiente Meridional 2.4.1.Alto Ebro El trabajo más reciente que nos aporta información sobre los recursos reales de minerales en la zona sur del Alto Ebro es el que recientemente se ha publicado sobre la metalurgia en Castilla y León (Delibes, Fernández y Herrán, 1999: 65-6^. En este trabajo es donde se detalla donde existen recursos de cobre y de estaño. Respecto a los recursos de cobre (Cu) podemos decir que en la provincia de Burgos, en los términos de Lara, Hortigiiela, y Campolara, se halla el complejo minero denominado Área de Lara. En él, los carbonatos de cobre, que se presentan en mineralizaciones de morfología tipo red bied, encajan en conglomerados y areniscas del grupo Tera y Oncala. Otros veneros de esta zona del Sur del Alto Ebro son los que se sitúan en la Sierra de la Demanda, a caballo entre Burgos y La Rioja, manifestándose igualmente en diversos puntos de la provincia de Soria, que aunque más al Sur de la zona que nos ocupa, debemos tenerlo en cuenta como posible punto de aprovisionamiento. De las muestras analizadas por el Proyecto de Arqueometalugia, la de Carrascosa de la Sierra, con dos muestras, dio los siguientes resultados: una de ellas era de cobre puro y, la otra, de un mineral polimetálico con 1,2% de arsénico y 1,8% de plomo (Ibidem: 65). De la misma forma tenemos noticia de la existencia de venas de cobre de forma estratiforme en 54 EL MARCO GEOGRÁFICO Y LOS RECURSOS MINERALES ElV EL VALLE DEL EBRO Alfaro (La Rioja). Respecto a la presencia del estaño (Sn) debemos decir que esta área concreta no existen evidencias de ninguna clase de su existencia. Ni en los mapas metalogenéticos aparece información alguna ni en documentos antiguos que hicieran suponer antiguos trabajos de extracción de mineral de estaño. 2.4.2.Medio Ebro También en Zaragoza pero al sur del Ebro entre Fombuena y Luesia y Cucalón se comprobó la existencia de antiguas minas de cobre (Cu), tai y como teníamos noticias por el trabajo de Carbonell Trillo-Figueroa (1958). Estos minerales forman unos grupos de Carbonatos (Azurita y malaquita) con altas proporciones de hierro e impurezas de antimonio (Rodríguez de la Esperanza,1996: 81). Además el yacimiento de Calcena (Zaragoza) es un ejemplo de la existencia de "cobres grises" o tetraedrita tipo "Fahlerz". La calcopirita (que es un sulfuro de cobre y no se ha demostrado que en la época que nos ocupa fuese realmente transformable) se encuentra de forma diseminada al norte de la provincia de Teruel, en la Sierra de Albarracín y en Fombuena (Zaragoza). Los surgimientos que afloran en el sur de la provincia de Teruel, en las zonas de Albarracín y en la confluencia de los ríos Turia y Camarena pertenecen ya a la zona del Sistema Ibérico por lo que aunque aquí damos cuenta de su existencia no los describimos por situarse fuera de la Cuenca del Ebro. Simplemente debemos indicar que además en estas dos zonas del sur de Teruel se distinguen tres grupos minerales: un grupo en donde el cobre se acompaña de altos niveles de hierro, arsénico (As) y antimonio (Sb), en el caso de la Loma de la Tejería van acompañados de zinc (Zn), mientras que en El Barranco de Hontanar van ammpañados de plomo. Se han encontrado muestras de plata (Ag) en la Sierra de Albarracín, Teruel, que aunque no pertenece estrictamente a nuestra área, sí podría considerarse como un área de captación (Galán y Mirete, 1979: 119). Además, se ha documentado galena argentífera en Bádenas, Torres de Albarracín, Nogueras, Manzanera, Linares de Mora, todos en Teruel. En Zaragoza la misma clase de mineral se localizó en Fombuena, Embid de Ariza, Daroca, Calcena y Ateca. Finalmente en el temtorio oscense fue localizado en el Valle del Gistaín, Sallent del Gállego Montanuy, Bielsa y Biel. 2.4.3.Bajo Ebro En la zona que comprende el Sur de la Cuenca del Bajo Ebro aparentemente no parece haber indicios de ningún tipo de mineral. Sin embargo, existen posibilidades de hallarse en MARIA JESÚS RODRfGUEZ DE LA ESPERANZA Fig. 2.5. Representación de un fión ideal (según Montero, 2000). 55 diferentes zonas de la Ribera del Ebro entre los materiales eocénicos y oligocénicos, rojizos y ocre-rojizos. Existen indicios de estaño (Sn) en alguna comarca de Comudella del Monsant (Priorat). Ocasionalmente, en los análisis de las calcopiritas de Cornudella (Barranc Fondo)(PA7909) se denota la presenciá de estaño. Se trata de trazas de la presencia de estannita asociada a las mineralizaciones filonianas cuarzo-cupríferas. Respecto a la plata (Ag) por ahora no tenemos indicios de que existan afloramientos argentíferos masivos al sur de la Depresión del Bajo Ebro. Por supuesto esto no quiere decir que no existan porque de hecho se han detectado en La Selva del Campo y en Bonastre. En la zona castellonense de la Depresión del Ebro no sabemos de afloramientos de mbre, estaño, plata u ora En la bibliografía consultada aparece como una zona de escasísimos recursos en lo que a estos metales se refiere (Simón García,1999:182-184). 2.5. Conclusiones A tenor de los datos aportados en este capítulo no podemos sustraernos a la evidencia de que el Valle del Ebro está dotado de notables recursos mineros de cobre, plata y oro. Quizás en los que se refiere al estaño esta muestra es más exigua. Sin embargo, como dijimos en trabajos anteriores, la obtención de este elemento podría proceder de yacimientos situados en el Sistema 56 EL MARCO GEOGRÁFICO Y LOS RECURSOS MINERALES El^i EL VALLE DEL EBRO Central. Quiíás estos recursos carezcan de entidad suficiente para su aprovechamiento actual, de carácóer industrial, sin embargo, parece muy razonable pensar que fueron explotables en cuanto a lo que se refiere a tipos de extracciones de poca entidad o"domésticas" (Rodríguez de la Esperanza, 2002). Además la mayoría de los afloramientos son de minerales de alteración como la azurita y la malaquita, de donde es más fácil la obóención del cobre, ya que para la obtención del mismo a partir de los sulfuros hace falta una técnica mucho más depurada. Sin embargo, en este punto no dejamos de apercibimos de que estamos realizando actualizaciones. Hasta la fecha no ha habido ningún estudio serio en la zona que haya querido relacionar la minería prehistórica con el tipo de mineral utilizado; tan sólo la excavación de La Loma de la Tejería que está en proyecto de estudio es el único ejemplo de una investigación de este tipo cerca del área que estamos investigando. Es decir, que no se han estudiado -y por lo tanto tampoco excavado- los emplazamientos mineros concretos del Calcolitico y del Bronce ni se ha intentado averiguar qué clase de mineral fue sobre el que trabajaron los antiguos mineros. Esta clase de trabajos llevados a cabo por ahora en el Reino Unido (Ixer and Budd, 1998) proporcionan una valiosísima información ya que precisan si en aquellos momentos los mineros trabajaron sobre vetas de óxidos o de sulfuros y cuáles eran sus preferencias (v. Fig. 2.5). Asimismo rnn este tipo de trabajos se está llevando a la desmitificación de que la minería en aquellos tiempos se centraba en las vetas de óxidos y carbonatos por ser más fácil su reducción. Como ya expuso O'Brien (1996) para Mount Gabriel (Irlanda) y más tarde Ixer y Budd (1998: 30) para Great Orme (Reino Unido), se aprecia una explotación de los sulfuros desde la antigiiedad que, además, sugiere una sofisticación de la técnica de la reducción. Más aún, este tipo de trabajos han demostrado que hay que estar muy seguros de que los análisis sobre la procedencia de los isótopos de plomo no procedan de vetas de galena que se hayan formado junto a vetas de cobre, habiéndose creado ambas en la misma mineralización. Pero sobre todo, estos trabajos están llegando a la conclusión de que los metalúrgicos de los tiempos prehistórims no utilizaban para sus trabajos mineral de un sólo emplazamiento, sino que los mezclaban para realizar sus reducciones y sus aleaciones (bcer y Budd,1998: 36). Por esta causa, se propone realizar amplios grupos de caracberización de mineral más que, pequeños grupos caracterizados por trazas que en ocasiones podrían proceder de contextos tan diferentes como distantes. Si a esto añadiésemos un estudio pormenorizado de todos y cada uno de los elementos metálicos (Au, Ag, Co, Ni, Fe, Rh,...) que existen o se dan a niveles no industriales por zonas o áreas, podríamos obtener una clara información de las verdaderas posibilidades de captación de minerales metálicos que tuvieron aquellos grupos del Calcolitico y de la Edad del Bronce amplio territorio que abarca el Valle del Ebro. CAPÍTULO 3 EL MARCO CRONOLÓGICO Y SOCIO-CULTURAL I. Marco Cronológico Actualmente nadie duda de que la cronología absoluta sea uno de los elementos imprescindibles para abordar con rigor la periodización de la Prehistoria. Lo que es evidenbe es que hoy en día es necesario contar con amplios repertorios de fechas si queremos encuadrar los hechos culturales de nuestro pasado más remoto e incluirlos o relacionarlos con los acaecidos en otros territorios. La Prehistoria en la Depresión del Ebro tiene vacíos notables tanto de investigación como de cronología absoluta. En las siguienbes páginas hemos recopilado por zonas todas las dataciones conocidas y publicadas hasta la fecha con la intención de crear un marco de referencia útil para evaluar las actividades metalúrgicas prehistóricas en el Valle del Ebro. En este amplio elenco de fechas también ofrecemos algunas que sobrepasan por arriba o^or abajo el marco cronológico y cultural concreto que nos interesa, por creer que de este modo la panorámica de la periodización es más amplia y, por lo tanto ayuda a comprender mejor la secuencia en que aparecieron o surgieron y se desarrollaron las actividades metalúrgicas. Sg MARÍA JESÚS RODRÍGUEZ DE LA ESPERANZA Los datos que vamos a ofrecer están ordenados por regiones y dentro de estas por cronologías de más antiguas a más modernas. La decisión de utilizar este tipo de clasificación responde a la necesidad de utilizar una tabla de dataciones práctica y en dónde éstas sean fácilmente localizables. La tabla presentará los datos desde el Oeste hacia Este y de Norte a Sur, tal y como será el orden habitual del análisis arqueometalúrgico en esta tesis. Las fechas van a ser expuestas, tal y como se suelen exponer en las publicaciones de ámbito internacional, junto a la referencia explicita de la publicación en qué aparecieron. Los comentarios de algunas de las fechas que dieron en su momento los autores en ocasiones se han incluido, aunque el conjunto de las mismas será discutido al final del apartado. Las fases que vamos a comentar y analizar en este apartado son las que se refieren al horizonte Calcolitim Campaniforme y al de la Edad del Bronce hasta el final de su fase plena, es decir hasta que comienza el llamado Bronce Tardío, que suele coincidir con la aparición de las primeras cerámicas de tipo Cogotas I en varios puntos del Valle del Ebro. I.1.El Calcolítico y el Campaniforme El Calcolitico Campaniforme del Noreste peninsular y, en concreto, de la zona norte del rio Ebro siempre se ha puesto en relación con ciertas culturas del Sur de Francia: Veraza y FontbottYsse. Normalmente estas facies se las viene ubicando cronológicamente entre c. 2700/2500-2000/1800 cal. A.C. (Alday Ruiz,1996; Martín Cólliga,1999; Frer^Sautot, 1998). Comenzando por las zonas más septentrionales del área de estudio debemos hacer hincapié en el hecho de que es este el ámbito donde se aprecia la mayor penuria informativa en cuanto al registro de dataciones radiocarbónicas (Castro Martínez, Lull y Micó, 1996: 102). Las más significativas, aunque fuera del estricto espacio del área de estudio, serían las que se tomaron de unos útiles en asta hallados en las explotaciones mineras de cobre de El Aramo y de El Milagro, en Asturias, en las que las dataciones cronológicas resultantes se situaron entre c 2600 y 2250 cal AC por el método de AMS (Blas Cortina,1999: 47-60;1996: 217-226). Lo que sugiere la realización de unas actividades metalúrgicas en tomo al Calcolitico pleno e inicios del Calcolitico Campaniforme. En la zona cántabra apreciamos un vacío de dataciones que está en relación con la falta de investigaciones arqueológicas en el mismo ámbito geográfico. Llegando a la zona de Euskadi y los Pirineos occidentales, vamos a realizar un comentario global de sus dataciones. La periodización de las manifestaciones arqueológicas se elaboran principalmente a partir de las secuencias estratigráficas y dataciones absolutas obbenidas en cuevas de habitación y funerarias Los Husos, Guerandijo, Las Pajucas, Gobaederra, Abrigo de la Peña, Urtao II, Pico Ramos, Abrigo de Peña Larga, Anton Koba, y Kobeaga (Alday Ruiz, 1996: 168-182; Arias Cabal, 1995: 21-37; Gorrochategui y Yarritu, EL MARCO CRONOLÓGICO Y SOCIO-CULTURAL EN EL VALLE DEL EBRO 59 1990:107-123; Ortiz, Amuritza y Ulibarri,1985-1986:183-190). Como podemos apreciar en esta zona, con respecto a las demás de las que estamos hablando, hay una verdadera concentración de dataciones. Por lo demás es una zona en donde destaca la continuidad de tradiciones neoliticas que, con pocos cambios, llegan a perdurar, en algunas áreas hasta época romana (Castro Martínez, Lull, y Micó,1996: 103). En sentido amplio, el Calcolitico se considera en la zona como una etapa final del Neolitico, tal y como ocurre en otras zonas europeas. Sus materiales están caracterizados por las grandes láminas de sílex retocadas, por dientes de hoz y puntas de flechas tanto foliáceas y de aletas y pedúnculo con un retoque más o menos cubriente y que van sustituyendo a los materiales microliticos anteriores. Entre los materiales cerámicos abundan los lisos, aunque progresivamente van apareciendo más decoraciones. En este punto es cuando aparecen los vasos campaniformes, algunos de cronología bastanbe antigua, aunque, en general, nos indican momentos más modernos. Estos materiales quedan completados con diversos tipos de artefactos metálicos, punzones tipo Fonbou^sse, puñales de lengiieta, y de adornos, colgantes, botones con perforación en "v", a los que se otorga una cronología más tardía. En algunos casos se considera que el segundo período de la Edad del Cobre queda marcado por la incorporación de estos elementos propios del ajuar campaniforme, cuya periodización abarcaría desde mediados del III milenio AC hasta el primer cuarto del II milenio AC. (Castro Martínez, Lull, y Micó,1996:103). Para los mismos autores la aparición de las manifestaciones asociadas al fenómeno campaniforme se data a partir de c 2400 cal AC (Cueva de los Husos I-3985: 2415 cal AC), mientras que la más segura para las primeras manifestaciones metalúrgicas sería en torno a c 2065 cal AC que es una datación obtenida de la Cueva de Gobaederra en donde se hallaron varios punzones de cobre y puñales de lengiieta (Castro Martínez, Lull, y Micó, 1996: 104). En mi opinión, a todas luces esta datación parece un poco baja, más aún cuando se la intenta relacionar con las primeras manifestaciones metalúrgicas de la Península Ibérica. Aún cuando esbemos en acuerdo con los autores en que este período es bastante difícil de estudiar, este planteamiento no es óbice para buscar nuevas hipótesis de trabajo en las que estas dataciones tengan un sentido pleno. Geográficamente más alejadas encontramos dos dataciones que sobrepasan algunos siglos el período de interés pero que lo que vienen a significar son perduraciones excepcionalmente tardías con materiales tipo brazaletes de arquero, botones de perforación en "v" o puntas de flecha de s^1ex con pedúnculo y aletas, se trata de las dataciones de Guerrandijo (I-3197: 1365 cal AC y Kobeaga I-2290: 875 cal AC. Si observamos el Calcolitico aragonés, parece estar vinculado a ocupaciones en cuevas o abrigos (P.e.: Costalena, Teruel) en continuidad con formas de vida anteriores y en emplazamientos estacionales al aire libre, llamados "talleres de sffex" y a otros aparentemenbe más estables, como el Cortado de la Balsega (Teruel) (Burillo Mozota y Picazo Millán, 1991-1992) y Moncín (Zaragoza) (Harrison, Moreno y Legge, 1987, 1994). 60 MARÍA JESÚS RODRÍGUEZ DE LA ESPERANZA Este último, bastante bien conocido por las recientes y numerosas campañas de excavación en fecha reciente ha dado dos dataciones adscritas a su fase IV (BM-2477: 2414 y BM-2479: 2134 cal AC) que, como podemos observar, entra plenamente en el III milenio cal. AC (Harrison,1988: 466). Más al norte, en la zona oscense, se conocen dataciones sobre todo de ámbito funerario (L,a Capilleta, Caseta de las Balanzas) (Castro Martínez, Lull, y Micó, 1996: 104). Estos sepulcros, proporcionaron dataciones a paztir de los esqueletos hallados en su interior (GrN-16051: 2986 cal AC y GrN-16052: 2258 cal AC) lo que les sitúa perfectamente también dentro del III milenio cal AC. En Cataluña tenemos fechas asociadas a enterramientos efectuados en las antiguas galerías de extracción de Can Tintorer (L 12730: 2935 cal. AC y UBAR^6: 3026 cal. AC). En contextos de habitación para la misma zona tenemos una datación de Riera de Masarac (UGRA-154: c. 2390 cal. AC) o Collet de Brics (UBAR-89: 2478 cal. AC) (Martín Cólliga et alii, 1999: 117-118). En realidad podemos percibir una concentración de dataciones de contextos funerarios y habitacionales entre el 2900-2600 cal AC. que se puede ampliar doscientos años más hacia el final del tercer milenio. I.2.E1 paso a la Edad del Bronce Aunque con las debidas salvedades, en general se consideran fechas representativas de la temporalidad campaniforme en la Península Ibérica al intervalo comprendido entre c. 2800-1500 cal AC. La mayor concentración de dataciones se registra entre c. 2600 y 2100 cal AC, pero también existen concentraciones notables alrededor del 2800 cal AC y entre c. 2000 y 1500 cal AC. (Figura. 3.1.). La información cronométrica nos facilita una primera aproximación al intervalo cronológico en que se desazrollaron los diferentes estilos cerámicos campaniformes. Parece ser que los estilos Marítimo y Ciempozuelos se inician sincrónicamente alrededor de12750 cal AC. A las dataciones algo controvertidas de Terrera Ventura en Almería y de Cova de les Cendres (una vinculada al estilo Marítimo y otra vinculada al Campaniforme de transición), le siguen muy de cerca la de los yacimientos funerarios del alto Ebro de La Atayuela (Logroño) y Los Llanos (Araba, Cripán, Alava), que por sus características contextuales (contexto funerario), como por el material sobre el que se ha datado (huesos), parece que se pueden estimar como más fiables a la hora de evaluar el comienzo de los dos estilos decorativos que aparecen simultáneamente en los yacimientos. Los datos obtenidos de ambos yacimientos hacen que nos debamos replantear la hipotética sucesión cronológica de estilos campaniformes y que aboguemos más por una simultaneidad de los mismos. En cambio, lo que sí se puede percibir es una duración diferente: mientras los Marítimos tienen su final hacia e12000 cal AC, los Ciempozuelos parecen perdurar hasta el 1600 cal AC e incluso hasta c. 1500 cal AC (Ibidem,1996:105). EL MARCO CRONOLÓGICO Y SOCIO-CULTURAL EN EL VALLE DEL EBRO 61 Fig. 3.1. Distribución de frecuencias relativas de dataciones radiocarbónicas válidas procedentes de contextos campaniformes (según Castro Martinez, Lull y Micó, 1999: ]07). Tal y como ya se ha puesto de manifiesto, la serie de dataciones campaniformes de la Península Ibérica aporta indicaciones significativas acerca del tema del origen y la difusión del Campaniforme en Europa. Durante los años 60 Sangmeister (1963) situaba el estilo Marítimo como el originario y los territorios del Bajo Tajo como su foco de expansión. Por su parte Lanting y van der Waals en los 70 (1973 y 1976) hicieron lo mismo respecto al estilo A00 y su origen en la desembocadura del Rhin, mientras que otras postulan defendían el origen en el Midí francés de dicho fenómeno cultural. Sin duda este panorama nos hace reflexionar sobre la necesidad de cotejar las dataciones cronológicas con los diferentes estilos decorativos Campaniforme y su hallazgo en contextos habitacionales o funerarios, lo que nos llevará a una mejor comprensión de esta problemática (Fig. 3.1). A pesar de esto, no hay duda de que dentro de los yacimientos que nos han ayudado a situar cronológicamente este fenómeno cultural, contamos con varios que están situados en pleno Valle del Ebro y cuyas dataciones son validísimas a la hora de utilizarlas para nuestro estudio. I.3. El Bronce Pleno en el Valle del Ebro: la Idiosincrasia de una gran región natural. Tal y como ocurre en otras regiones, en las comarcas del valle del Ebro también se ha elaborado una ordenación de las secuencias Bronce Antiguo y Medio (llamados ambos en conjunto Bronce Inicial o Pleno) sobre la presencia de cerámicas de estilos campaniformes como fósiles directores. Ya en el Bajo Aragón 62 MARÍA JESÚS RODRÍGUEZ DE LA ESPERANZA se definió un bronce local que es conocido como Regional (Eiroa, 1985) o Arcaizante, y que se pone en relación directa con el Bronce Valenciano. A esta etapa se le asocia el surgimiento del urbanismo, aunque convive con lugares en donde este es inexistente y tan sólo se registran hoyos rellenos de residuos. En estos asentamientos los conjuntos artefactuales incluyen cerámicas lisas carenadas, decoraciones de filiación campaniforme (Ciempozuelos o Arbolí) o ciertos elementos metálicos (puntas Palmela, puñales de remaches, etc.) que parecen ayudarnos a la adscripción crono-cultural. Contamos con buenas dataciones radiocarbónicas que están vinculadas a la Edad del Bronce en el Valle del Ebro. Las dataciones más utilizadas proceden tanto del área navarra (Marijuán I, Monte Aguilar) como del Bajo Aragón (Cabezo del Cuervo, Cabezo Sellado) (Andrés Rupérez y Benavente Serrano, 1990: 61-62; Vicente Redón, 1982: 243-252). De la zona oscense son las de Cueva del Moro y Cinquilines IV (Utrilla y Baldellou, 1995 y 1996; Rey Lanaspa, 1991: 131-133). También hay una datación para la zona de la llamada Cuenca Baja del Ebro, la de Punta Farisa (Castro Martínez, Lull y Micó, 1996: 152). Además de estos yacimientos que son los más utilizados tenemos otras dataciones que proceden de otros yacimientos y, aunque no son tan fiables, nos ayudan a acotar la cronología (Fig. 3.2). Comenzando con las dataciones de Moncín (Borja, Zaragoza), a pesar de que en su momento tuvieran que ser corregidas, han establecido una cronología bastante alta. La datación más elevada de Moncín corresponde al primer momento del asentamiento y es un nivel donde se encontraron cerámicas campaniformes que también en su momento se clasificaron como de estilo probablemente Campaniforme Marítimo. La datación se situaba en torno a 2400 cal AC (BM.2477) (Harrison y Moreno López, 1990: 20). Sin embargo, a nuestro parecer esta clasificación nos parece algo arriesgada, ya que tan sólo dos fragmentos pudieran pertenecer a esta especie campaniforme y las reutilizaciones en subespecies campaniformes ya están suficientemente probadas. Otra datación fechó el corte VIII c. 2130 cal AC (BM-2479). Otras dos muestras se situaron entre c. 1700-1630 cal AC (BM-2478 y BM-2928) lo que estaría fechando los niveles previos a la aparición de la cerámica de Cogotas I. Pasando a dataciones pertenecientes a lugares situados en la cuenca alta del Ebro tomaremos las del yacimiento de La Hoya (Araba, Cripán, Alava) (Llanos, 1988: 68-71) en cuya primera fase de ocupación se llegaron a encontrar estructuras de construcción de madera. Esta fase también se relacionaba con lo que pudo ser una empalizada de madera. Entre los materiales cerámica campaniforme incisa, EL MARCO CRONOLÓGICO Y SOCIO-CULTURAL EN EL VALLE DEL EBRO 63 recipientes polipodos y vasijas con cordones digitados tan típicas del Bronce Antiguo. Se documenta ya desde esta primera fase de ocupación los enterramientos infantiles bajo los lugares de habitación, que tendrán una larga perduración como tradición. Esta primera fase se data entre 1750 y 1500 cal AC. Las dataciones de los yacimientos navarros de Marijuán I y de Monte Aguilar, que también nos van a servir en el ámbitos del estudio de las comunidades metalúrgicas, se concentran en torno a c. 1900-1800 cal AC. Algunos autores han clasificado estos yacimientos dentro del Bronce Medio debido a la falta de cerámicas de estilo campaniforme (Castro Martínez et alii, 1996: 152). Nosotros también mantenemos esta postura pero más por el desarrollo del ámbito metalúrgico que por otros datos y además, estimamos que la fecha de ocupación de estos yacimientos está en torno a finales del Bronce Antiguo y principios de Bronce Medio Evolucionado (c. 2000-1500 cal AC) (Sesma Sesma y García, 1993- 1994: 278). Aunque más adelante vamos a proporcionar datos de forma exhaustiva y con más profundidad, ahora vamos a adelantar cuales son las dataciones que solemos utilizar para la zona aragonesa. La serie más amplia es la del Cabezo del Cuervo (Alcañiz, Teruel) (Vicente Redón, 1982: 243-252; Rodanés Vicente, 1992: 503). En este yacimiento hemos distinguido diferentes fases constructivas en piedra y en barro. Para la primera fase constructiva de piedra se tienen dataciones entre 1780 y 1610 cal AC (UGRA: 215, 216, 228, 229, 239, 240. Otras dos fechas del mismo laboratorio están en torno a 1500 cal AC y pertenecen a lo que sería la segunda fase de construcción en barro. El siguiente yacimiento de la zona a analizar es el Cabezo Sellado (Teruel) (Andrés Rupérez y Benavente Serrano, 1990: 61-62) del que se obtuvieron cuatro dataciones c. 2050-1400 cal AC (Gr-14710, GrN-18321, GrN-18322, GrN-18323). Desafortunadamente tan sólo se conocen el contexto de la fase más reciente de ocupación de este yacimiento que fue ocupado también en Cogotas I y durante la fase de Campos de Urnas durante el Bronce Final I(Fig. 3.2), Pasando a la zona oscense, tenemos dataciones de la famosa Cueva del Moro (Olvena, Huesca) (Sopena Vivién, 1996 y 1998; Rodanés y Ramón, 1996a; Utrilla y Baldellou, 1996) que ha proporcionado dataciones del Bronce Antiguo y del Bronce Medio (GrN-12115: 1860 y GrN-12118: 1730). Entre las cerámicas que se encontraron se distinguieron las de cordones digitados tan característicos del Bronce Antiguo. La secuencia del Antiguo estaría entre e12250/2030 cal AC y su final entre 1900/1940 cal AC, mientras que el Medio se desarrollaría de forma tradicional entre 1940-1520 cal AC (Sopena Vivién, 1998: 34). También se 64 MARÍA jESÚS RODRÍGUEZ DE LA ESPERANZA detectaron dataciones del Bronce Final I con ocupaciones de Campos de Urnas. Las dataciones de Cinquilines IV (Monflorite, Huesca) (Rey Lanaspa, 1988: 92) disponibles son dos c.1650-1630 cal AC (GrN-15761 y GrN-15760). Este yacimiento no contaba con ninguna estructura sólida. Fig. 3.2. Comparación de distribuciones de frecuencias relativas de dataciones válidas procedentes de los asentamientos de la Cuenra Alta y Media del Valle del Ebro (Castro Martínez, Lull, y Micó, 1996: 153). Con estos datos previos lo que podemos adelantar es que el Valle del Ebro estuvo habitado durante todo este período prehistórico de forma constante y que, después del Bronce Medio se aprecia una nueva fase que coincide en general con Cogotas I ya perteneciente al Bronce Final. En momentos previos al Bronce Final algunos autores diferencian el llamado Bronce Reciente (1500-1150 cal AC) como momento intermedio entre el límite superior del Bronce Medio y la aparición de los Campos de Urnas. Es esta una larga fase en la que no todos los yacimientos EL MARCO CRONOLÓGICO Y SOCIO-CULTURAL EN EL VALLE DEL EBRO 65 son ocupados homogéneamente ni constantemente. Apreciamos de este modo que el momento de mayor acumulación de dataciones cronológicas es c. 1900-1400 cal AC, perteneciendo las dataciones más modernas a fases posteriores como Campos de Urnas dentro de lo que llamamos Bronce Final (Fig. 3.3). Fig. 3.3. Distribución de frecuencias relativas de dataciones radiocarbónicas válidas asociadas a contextos de/ Bronce Antiguo-Medio del nordeste (Castro Martinez, Lull y Micó, /996: I50). L4. Los datos de cronología relativa en el Valle del Ebro A partir de este momento ofrecemos las dataciones absolutas calibradas en tablas con sus referencias indispensables como: laboratorio, matrícula completa si se conoce, bibliografía, y finalmente las fechas calibradas a una y dos sigmas (Fig. 3.4). Un comentario sobre las mismas será realizado al final del apartado. En un Apéndice final de la tesis se ofrecen los cuadros de las curvas de datación calibradas de la mayoría de las fechas utilizadas, así como los rangos con todas las fechas que el programa Oxcal v.3.5. (Ramsey, 2000) ha proporcionado. Debemos advertir que aunque se ha intentado mostrar el mayor elenco posible de dataciones este no es homogéneo. Esta circunstancia se da por muchos motivos: dataciones realizadas en períodos de tiempo muy diferentes, interpretación más o menos precisa de los datos según los autores, dataciones más o menos fiables según muestra y según laboratorios, rangos en ocasiones desestimables por superar la probabilidad en más de un milenio, etc. A pesar de ello, creemos que en esta ocasión ofrecemos un abanico de dataciones lo suficientemente abundante como para que el período que queremos dejar más o menos acotado, quede enmarcado por estas con mayor certidumbre que en el pasado. ^ U Q U d U Q ^ ^ ^̂ U U U O O O O O O O O O N M á̂ W Q̂ ^ I ^ ( ^ j Î I j I ^ ^ I Q ^ ^ I I Qi i^. iz U /^ ¢ j/ ^ ^' z /^ U ^ ^ ^ ^. /^ i ^ ^ ^ ^^ ^^ ó ^ ^ ó. ^ ^ ^ ^ ^UQ ^ Ú ^ ^ / i/ ^/ j / / /! ^ ^ /r / ^^ i ^ ^ ^ ^ ^ - •1 ^ Q U a ^^^ ^ I ó / ^ QI ,^. U ^ ^ ., ^ ` o .. ^ ^ ^ °^ / / `^I ^ `¢ ^ / l ` ÚE-̀. ^. ^ ^ O ^ , U ^ b y ^ /a O^ O ^ N ^ ^ ^ C/1 / ^^ ^ ^I ^^ ^ ^ ri x ^ o ^ c^ ^ ^ ^ W ^^,i ó °I ^, ^ U Ñ^ o W/ ^^ °^^ ^Ñ! 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En los cuadros que presentamos ofrecemos las dataciones calibradas de cada yacimiento y, en ocasiones, varias de cada yacimiento. El programa utilizado ha sido el Oxcal (v.3.5) (Ramsey, 2000). La identificación está realizada a partir de su matrícula o de su número de análisis de laboratorio. Al final del trabajo hemos añadido un apéndice en donde se muestran las dataciones sin calibrar, calibradas a una y dos sigma y el resultado final. En este capítulo lo que presentamos es un gráfico de barras con las dataciones calibradas también a una y dos sigma pero sin especificar los datos numéricos que se presentan completos en el Apéndice I, con el nombre de los yacimientos y con la especificación de la muestra empleada cuando se haya conocido. Comenzando desde las cronologías más antiguas presentamos el diagrama múltiple con los rangos a una y dos sigmas (Fig. 3.4.) Gráfico de barras acumuladas de las dataciones del País Vasco, Navarra, La Rioja, Aragón, y Cataluña (f'ig. 3.4): Datos según: Almagro Gorbea, 1970, 1973, 1974, 1978; Altuna, 1984, 1985 y 1990; Altuna y de la Rua, 1989; Apellániz, 1968, 1974 y 1975; Apellániz y Fernández Mendrano, 1978; Arias Cabal, 1995; Fernández Eraso, 1987 y 1989; Mariezkurrena, 1990; Ortiz, Amuritza y Ulibarri,1985-1986; Sesma Sesma,1993 y 1995; Utrilla,1980 y 1982; Vegas, 1981, 1985. Alvarez y Pérez Arrondo, 1987; Barandiarán, 1978; Barrios y Ceniceros, 1991; Espinosa y Gonzales Blanco, 1978; Harrison, 1988; López de Calle y Pérez Arrondo, 1994; Pérez Arrondo, 1986; Pérez Arrondo y López de Calle, 1987; Rodanés, 1989, 1990 y 1996; Rodanés et alii, 1994; Montes, Utrilla y Hedges, 1996. Baldellou y Utrilla, 1985; Barril, 1985; Beltrán,1985; González, Rodríguez y Peña, 1996; Harrison, Andrés y Moreno, 1998; Burillo y Picazo, 1991-1992; Maya, 1981; Picazo Millán,1991c; Picazo y Rodanés,1997; Rodanés y Mazo,1985; Rodanés y Ramón,1996; Sopena Vivién, 1998; Stevenson et alii, 1991; Utrilla y Rodanés, 1997. Boquer et alii, 1990 y 1995; Carlús y Díaz, 1995; Castany, 1987; Castells et alii, 1983 y 1988; Gascó, 1995; Martín, 1992 y 1998; Martín y Vaquer, 1995; Martín y Tarrus, 1995; Martín et alii, 1996, 1985, 1995; Martín, 1976 y 1977; Maya 1992 a y b y 1997; Maya y Petit,1995; Petit y Surroca,1996; Tarrus,1987 y 1992; Vives y Martín,1992. L5. La cronología absoluta del Valle del Ebro A lo largo de los anteriores apartados hemos intentado situar cronológicamente aleP Pale.lq! ►B^ CIV ►E^000^ VIB^/JflI^^HlE^0U01^flIB^UOUZJHIB^00U£ SII 4u EII zii ill oll GOI 801 L01 901 sol 40^ E01 zol wl Í - _:_._......-,..__.d QO.I^QLk£. ^I.^Y^I ---• --,-._^_dII^.£^SL^^^- _ ___^7._ ^--^-- •-----^--j - •--^--^ ^ _..•--^--^--•---•--'--'--i--_'---•-: ^ ^%^L.I -7iS7 31a.I.b,£_D8 V •._ ,^pu_1_..-.--•--_,._._.__..;.._:__,-.-dfi^.£.^.0£^£^.ii - ,.....•--`---dIIRI_I^Q£.ps`. 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A.C. hasta el 1500 cal. A.C. En primer lugar expusimos una panorámica de las dataciones más 'vnportantes y su asociación arqueológica cultural y a continuación, expusimos sucintamente y de forma diacrónica los datos de las dataciones por regiones. En este apartado tan sólo vamos a intentar explicar cuál es la valoración final de todos estos datos y cómo inciden en el estudio de la metalurgia. Las dataciones radiocarbónicas calibradas nos sirven sobre todo para situar cronológicamente una cultura o un yacimiento en su secuencia temporal absoluta. Como hemos podido observar, al homogeneizar todas las dataciones absolutas que teníamos a través del programa de calibración del que ya hablamos, hemos conseguido una secuencia cronológica continua muy coherente aunque a veces parezca que, en general, no coincide totalmente con los presupuestos culturales que contábamos a través de las evidencias materiales. Tradicionalmente tendemos a ubicar estós restos materiales en los grupos culturales delimitados por los investigadores en el tiempo y en el espacio a través de medios comparativos. Las dataciones absolutas provocan normalmente que estos restos de cultura material no se adecuen perfectamente al período cronológico pre-establecido por los estudiosos. Generalmente la razón de lo anterior se relaciona con que las evidencias culturales parecen perdurar mucho más en el tiempo de lo que los expertos habían imaginado. Así contamos con ejemplos como el "ajuar' que acompaña al Horizonte Campaniforme o los objetos metálicos, como punzones o puñales, fechados anteriormente en un período muy conciso de la Prehistoria y que en la actualidad, suponen ejemplos de elementos característicos de este tipo por su larga perduración temporal y cultural. Las dataciones más antiguas con que contamos son las pertenecientes al Calcolitico Campaniforme de la zona catalana que parecen estar en relación con los grupos veracienses y del Calcolitico también campaniforme de la zona vasco-riojana. Allí parece que la cronología absoluta de algunos monumentos funerarios y en contextos habitacionales de este período pueden remontarse en torno a12900/2600 cal AC. Así, las primeras manifestaciones metalúrgicas adscritas a este período también deben estar relacionadas con este primer período Calcolitico Campaniforme que perdura hasta el 2000/1800 cal. AC. Estas primeras manifestaciones podrían estar relacionadas en un principio con el cobre y el oro nativo. Las primeras piezas serán sencillas y de fácil factura. Durante el mismo período la práctica de la metalurgia se iría perfeccionando posibilitando nuevos tipos más complejos como puñales de lengiieta, cinceles, hachas y finalmente alabardas. Sin duda alguna, a través del registro se percibe un cambio de comportamiento, que la cronología absoluta ha determinado que se comenzaría a producir en torno al final del período anterior, Calcolítico, y cuyas características se 68 MARÍA JESÚS RODRÍGUEZ DE LA ESPERANZA solidificarán hasta lo que sería el final del llamado Bronce Medio, c. 1500 cal AC. Los hallazgos metálicos son en este período mucho más frecuentes, aumentando paulatinamente la proporción de los bronces y su calidad. Se incrementa la variabilidad de los tipos y estos parecen tener mejores cualidades que los del período anterior. Además en este período aumenta también el hallazgo de otros elementos relacionados con las aĉtividades metalúrgicas como instrumentos tanto para la extracción de mineral como para la manufactura de piezas, vasijas de transformación, crisoles para el licuado y colado y por último moldes. Además, en algunos yacimientos los hallazgos relacionados con esta actividad parecen localizarse en zonas concretas. II. Marco socio-cultural II.1.E1 marco socio-cultural desde el Calcolítico a la Edad del Bronce en el Valle del Ebro. Para elaborar un esquema fundamental de las diferentes etapas desde el Calcolitico hasta el Bronce Medio haría falta un importante elenco de excavaciones que documentasen cada subperíodo de manera suficiente. En realidad lo que tenemos son múltiples hallazgos aislados obtenidos a partir de prospecciones, o que se han realizado gracias a la fortuna, o han sido detectados en el mercado negro de antigiiedades, además de esporádicas excavaciones que, afortunadamente se van multiplicando en número desde finales de los años 80. Son estos los datos que utilizaremos en este estudio, en el cual intentaremos ofrecer una panorámica clara de cómo era la sociedad, la economía y los rasgos fundamentales de estos grupos culturales del valle del Ebro. Somos conscientes de las limitaciones de nuestros datos y, por tanto, de las generalizaciones y conclusiones que podemos ofrecer. Sin embargo, una recopilación ordenada y la exposición de los mismos nos llegan a ofrecer una visión socio-cultural global que nos permite acercar a las características que social y culturalmente debieron poseer aquéllas sociedades. IL2.Socíedad y economía En el tránsito del Neolitico al Calcolitico comienza un período de abandono de las cuevas que se sustituyen paulatinamente por asentamientos al aire libre en los que sin duda, debemos incluir los renombrados y poco estudiados "talleres de sílex". En general podemos hablar de una elevadísima densidad de yacimientos de esta época que permiten hablar de una ocupación intensa del territorio tanto en superficie como en altura que ya se iniciara durante el Neolitico y que perdurará durante todo el Calcolitico. Esta ocupación del territorio, a tenor de los datos que nos proporcionan los ,^ ^ ^ y ic ^ ^ ^ ^ ó o ^ fi{^ ^ ^oó,° ^Íii o00 0 0 0 ^ o0000 ^k^ ^ ^ ^ ;^^5 -^„̂ ^ w^ ^^ ^^̂̂ d g ,^,S , ^^y , .. o= 1 ^ ^ c ^_y_ .1:::^^^;^: ^ ^ ^ ^o^ ^ ^ ^^1 ^ . ^ ^ ^^ O Ĉ .^̂ i. L ^ ^+ oa ^^O ^ uĴ __________ -. ^ ^ ^ _________________ _____________________________ ^ s ________________ ____________ R` ^ ^^ ^ ^^ • «i U ^ ® ® ^ ^ ® ^ ^ ^ ® ^ ^ .N ^ I^ ® ® ^ `^^\ ® QQ/ ^ ^ N ^ ^ ^ ^ ^ ^ EEE/// ^ ^^ ^ ^^ . ^^ ^ ^ ^ ^ ^^ ^ ^^ ^ ^ ŝ^ v :z^ `^ ^ O T3 Ô̂ ^ a ^ . 'v .^ ^ V ^ y ` ^ ^^.1 ^ ^ ^ L ;^ ^^ O ^ U 1^ \ Ŭ V ^ ,^' O ^ ^Ĵ .vC ^. w. _V i V ^ EL MARCO CRONOLÓGICO Y SOCIO-CULTURAL EN EL VALLE DEL EBRO 69 estudios de prospecciones y excavaciones, tendría un carácter de temporalidad casi siempre en relación con la explotación de recursos. Los yacimientos Campaniformes pertenecientes aun período del Calcolítico pleno casi siempre se relacionan con zonas de montaña (Martín Cólliga et alii,1999:118). La ocupación del medio durante este amplísimo período de tiempo del Calcolitico se realiza en abrigos y covachas y al aire libre. Su dispersión y ubicación, a veces en lugares recónditos, sugiere un amplio dominio del medio por parte de una población relativamente numerosa, así como la adaptación de considerables espacios para la práctica de la agricultura y la ganadería, que sin duda desde el calcolitico debieron suponer importantes acciones de deforestación (Armendáriz Gutiérrez, 1997: 25). En conclusión, no parece haber una selección del paisaje, sino un uso del medio para fines variados que plantean una economía agropastoral en tierras bajas y un desplazamiento estacional relacionado con tareas de pastoreo y quizás de prospección minera en la montaña (Martín Cólliga,1999: 118) (Fig. 3.5). A1 mismo tiempo, se percibe como existió una compleja red de comunicaciones, a lo largo de valles y cordales de montaña, sobre todo en el sector septentrional, en muchas ocasiones jalonada por monumentos megaliticos que en esta zona perdurarán notablemente a lo largo del tiempo, y por otra parte las comunicaciones a través de las conexiones fluviales, que están caracterizadas al sur del valle del Ebro. Esta red, sin duda abierta al exterior, como atestigua la presencia de elementos exógenos, por ejemplo algunos elementos metálicos de procedencia centroeuropea, como algún puñal decorado o cerámicas Campaniformes de tipo Ciempozuelos, que son características de la Meseta y se distribuyen por un amplio sector del valle del Ebro. Los materiales liticos que aparecen durante la fase del Calcolítico antiguo, sin objetos de metal, son los geométricos, las puntas de retoque plano con pedúnculo y aletas, y algunos adornos realizados también en materiales liticos. Durante el Calcolítico Pleno y ya con metalurgia se comienzan a desarrollar las primeras láminas de oro y cobre nativo batido y los primeros útiles sencillos que fueron los punzones y las puntas de tipo foliáceo, a veces con apéndices laterales que fueron transformándose en aletas en períodos ulteriores (Armendáriz Gutiérrez,1997: 27). La cerámica típica eneolítica es la que encontramos de aspecto tosco, paredes gruesas y utilización de gruesos desgrasantes en la pasta; hay otra de aspecto más fino, de mejor textura y cochura, pulimentada o con espatulado de buena calidad sin llegar al bruñido, y entre esta se encuentra la campaniforme de la que hablaremos más extensamente. Las formas varían, las más frecuentes son las cazuelas de panza baja y cuello de embudo, las formas ovoides, casquetes semiesféricos, vasos coladores y 70 MARÍA JESÚS RODRÍGUEZ DE LA ESPERANZA perfiles carenados de tipo "preargárico". Algunas presentan asas siendo las más habituales las de pezón, de tipo orejeta y de tipo puente. Se dan en general variantes lisas y variantes decoradas: entre las decoradas se distinguen la incisión, la impresión de dedos o de puntas de determinados objetos, el puntillado hecho con peine o ruedecilla y los apliques plásticos. Estas decoraciones se reducen a un simple adorno en el borde, a base de pequeñas ondulaciones o improntas de dedos, o bien se extiende por el cuerpo de la vasija (I'.e: Cabezo del Cuervo, Zaragoza). Es frecuente la decoración plástica a base de pezones o muñoncitos pegados en la panza los cordones adheridos en linea continua adornados con impresiones de dedos, ungulaciones o pellizcos (Domínguez Arranz,1990:153). Durante el Bronce Antiguo estos materiales se van diversificando: brazaletes de arquero, puntas de flecha foliáceas y con pedúnculo y aletas, hachas de cobre y bronce, etc., además de una perduración de la cerámica Campaniforme que convivirá con la característica cerámica de la Edad del Bronce Antiguo de la zona, con gruesas paredes, adornada con cordones y guirnaldas en su ŝ paredes y con incisiones e impresiones los bordes que no se puede decir que haya evolucionado mucho desde el Calcolitico. La diversidad y la complejidad aumentan durante el Bronce Medio. Los elementos metálicos se hacen más complejos y además su composición broncínea ya tiende a tener mejores proporciones lo que añadirá dureza a los artefactos. Siguen utilizándose elementos líticos y óseos y, en ocasiones estos, imitarán las formas de los metálicos (Fernández Manzano y Montero Ruiz, 1997: 109-122). Las cerámicas se tornan más austeras en su decoración y sus formas comienzan a ser más exvasadas, mejorando su factura y diversificándose sus formas y la complicación de su decoración. Aparecen así nuevos tipos: botellas, escudillas, vasos con cazoleta, vasos gemelos, copas y los tamaños variarán desde pequeños cuencos o cazuelas de perfiles carenados hasta grandes vasijas o tinajas• La cerámica campaniforme aparece como un elemento tipico del Calcolítico pleno, con prolongaciones hasta bien entrada la Edad del Bronce. Mal o poco representada en el Valle del Ebro, las excavaciones y prospecciones sistemáticas recientes -fundamentalmente en áreas alavesas, navarras, riojanas, zaragozanas y turolenses- van proporcionando una importante muestra que ya no sólo procede de yacimientos funerarios excepcionales, sino también de asentamientos al aire libre que documentan su empleo en la vida cotidiana (P.e: La Loma de la Tejería y El Castillo de Frías en Teruel, Moncín de Borja en Zaragoza, Peña Guerra o La Atalayuela en La Rioja, Bárdenas Reales en Navarra, Los Husos en Álava. La convivencia de unas subespecies con otras queda atestiguada en algún yacimiento funerario de entidad como en el sepulcro de La Atalayuela (Nalda, La Rioja, con fechas en torno al 4100 BP) y otros ejemplares de tipo pseudo-exciso aparecen asociados ya a cerámicas de la Edad del Bronce (P.e.: Peña Larga , en La Rioja y Bóbila Madurell en Cataluña) y otros EL MARCO CRONOLÓGICO Y SOCIO-CULTURAL EN EL VALLE DEL EBRO 71 realmente tardíos como los de Marijuán y Monteaguilar, ambos en Navarra, aparecen documentados ya hacia mediados del segundo milenio (Armendáriz Gutiérrez, 1997: 29). Los materiales que suelen acompañar a las cerámicas campaniformes contribuyen también a caracterizar el Calcolitico avanzado, desde el plano de la cultura material: metal, con diversos objetos de cobre y de oro; determinadas piezas ornamentales, como los llamados brazaletes de arquero y los botones perforados en V, de los que se conocen distintas variedades (esféricos, cónicos, prismáticos) y puntas de flecha en sílex, ya con pedúnculo y aletas desarrolladas. t 100 b •0 r Y r v rr :e r e e m s ae w w U i A 100 Yoc MN N^ IiE4LA^. Ungulados domésticos ® Moru n !!i Zal 1 31 ® HP lrrrn IIM^ Ywl c lu rv Ic np ue rR e15 Cekoleico Ungulados silvestres ^^^I>3.onrr L.Mp . MOIb Mwl. l MR 01•YBa 01 It tlE7•IC a6] t7! 1701 !IQ [^ awl,. ^.e.tnw ® ^°w^ ^ - - c,avu. d^tus C^dt f.^1flIln^ff^úâ ® D^ a`DSllt® Les Paules Huesca 7t Cueva de Olo te Gerona X Cueva de Font Má or Tarra ona X Cueva de Toloriú Lérida X Fig. 6.25. Contextos de las lrachns del Valle del Ebro durante el Bronce Medio. Finalmente queremos subrayar la localización de estos ejemplares con respecto al VaIIe del Ebro en generaL Todos los ejemplares han sido hallados en la margen izquierda del valle. Además su localización se concentra en el sector más oriental de esta zona, pareciendo indicar que hubo una vía de penetración a través de los Pirineos Orientales hacia zonas más meridionales. II hallazgo más occidental mrresponde al ejemplar de Les Paules (Huesca) que, como ya hemos dicho, es un gran ejemplar de hacha de rebordes realizado en bronce, parecido a los ejemplares que se han podido hallar en las provincias del Languedoc o el Gard franceses (Fig. 6.24). ANÁLISIS ARQUEOMETALÚRGICOS Fit-X DE LAS HACHAS DEL BRONCE MEDIO Provincia Yacimiento Ti Fe Ni Cu Zn As Ag Sn Sb Pb Bi Au PA4871 Sin Hacha plana tr tr 87.82 nd nd 0.047 12.14 tr nd - - rocedencia PA4872 Sin Hacha plana 0.11 0.17 86.51 nd nd 0.030 12.75 0.010 0.42 - - procedencia PA4873 Sin Hacha plana 0.07 0.24 92.65 nd 0.23 nd 6.60 0.197 nd - - procedencia PA4874 Sin Hacha plana 0.23 0.26 98.18 nd 1.19 nd nd 0.138 nd - - rocedencia MARÍA JESÚS RODRÍGUEZ DE LA ESPERANZA 170 PA4881 Sin Hacha de tr 0.19 89.98 nd 0.1 I 0.112 9.60 tr tr - - procedencia rebordes AA0916 San Millán Hacha plana 0.077 0.041 78.42 nd 0.321 O.OI 1 19.64 0.021 2.160 nd - de la Cogolla PA5587 Les Paules Hacha de 0.501 0.091 86.65 nd nd nd 12.77 nd nd - - rebordes PA6861 Sierra de Hacha de 0.120 0.157 88.03 nd nd 0.011 10.06 0.038 1.585 - - Carrodilla ligeros rebordes PA5780 Cueva de Hacha plana 0.057 nd 99.42 nd 0.476 0.009 0.015 0.018 nd - - Majaladazes (frag. talón) PA5588 Cueva de Hacha plana 0.032 nd 99.70 nd 0.155 0.017 tr 0.015 nd - - Majaladares PA5586 Valchica Hacha lana 0.041 0.057 99.37 nd 0.373 0.016 nd 0.144 nd - PA6707 Cabew Hacha plana 0.191 nd 97.40 nd 0.473 0.016 1.835 0.063 nd - - Cariñena Tabla. 6.3. Amílisis químicns de la hadtas del Bronae Medio en el VaUe del Ebro. 6.2.2. Punzones El grupo de los punzones sigue siendo durante este momento un conjunto indeterminado de objetos lonsángims, de los cuáles no sabemos cuáles eran las verdaderas funciones. Ya sabemos por referencias anteriores que dentro de este grupo encontramos: leznas, alambres, recortes, etc. La descripción del punzón arquetipico fue también ofrecida en el capítulo anterior, por lo que no se ha visto la necesidad de repetir la figara. Los que claramente se pueden denominar como tal son aquellos que son estrechos y alargados, muchas veces biapuntados y que, a partir del final del Bronce Antiguo, son generalmente manufacturados en bronce. Además de estas características, este tipo de herramientas que antes predominaban claramente frente a todos los demás, comienzan a no ser tan relevantes, disminuyendo su presencia en hábitat y desapareciendo significativamente casi por completo en contexto funerario. De estos datos tan evidentes se desprende que este instrumento, en un momento precedente importante y simbólicamente relevante puesto que aparecía casi siempre vinculado al mundo de los muertos (ver en este sentido capítulo 5 y capítulo 7), pierde su significación anterior. Los ejemplares encontrados seguramente en su mayoría serán perduraciones de momentos anteriores. Carecemos de datos tanto en el ámbito cantábrico mmo en el ámbito meseteño del Valle del Ebro. Los hallazgos más cercanos al Valle son los de las Burgos y de Soria mn un total tres y cuatro ejemplares respectivamente duranbe el Bronce Medio (Delibes, Femández Manzano y Herrán, 1999: 73 y 77; Jimeno Martínez,1984; Jimeno y Fernández Moreno, 1992; Jimeno, Moreno y Revilla, 1988). Sin embargo, ninguno de ellos se sitúa directamenbe en el Valle del Ebro. En la zona del Alto Valle del Ebro también hemos localizado estas herramientas. En primer lugar en Alava, en Gurpide Sur (Catadiano, Cuartango), en Solacueva Qócano), y Puerto Herrera (Beguiristain Gúrpide,1990). También se han hallado varios ejemplares en la zona riojana: en Peña Guerra I(Nalda) y Cueva Lóbrega (Torrecilla de Cameros). En Peña Guerra I(Nalda) aparecieron dos ejemplares de muy distinta longitud (17mm y 67mm), siendo el más largo de bronce (Pérez Arrondo, 1983; Pérez Arrondo y López de EL DESARROLLO DE LAS PRODUCCIONES METÁLICAS DURANTE 2030/1800-1520 171 CAL.AC. Calle, 1986). Los que son de cobre han sido considerados pertenecientes a este momento por la cronología que se obtuvo de los contextos en que fueron hallados. Las áreas geográficas del Medio Ebro no han deparado muchos más hallazgos de punzones. Comenzando por el Oeste, se encontraron ejemplares en la Plana de Borja (Zaragoza) y muy cercana a ésta en Monte Aguilar I(Bárdenas Reales, Navarra) se encontraron cuatro con presencia de estaño en porcentajes entre 2-4% y en un fragmento se detectó Sn en una ratio en peso inferior al l%(Sesma Sesma,1995) De la siguienfie fase del Bronce Antiguo/Medio en total se han contabilizado 14 ejemplares en la zona de Aragón. Los punzones de Cueva de Punta Farisa en Huesca y el de la Cueva de los Encantados de Belchite (Zaragoza) fueron analizados por el PA y en todos ellos se detectó estaño. En los de Moncín de Borja (Zaragoza) también se detectó estaño (analizados por el British Museum). Los dos ejemplares de Frías de Albarracín no dieron porcentaje de Sn en los análisis, sin embargo si se detectó arsénico y el nivel en el que fueron encontrados fue datado claramente en el Bronce Medio (Atrián, 1974; Andrés y Moreno, 1985; Harrison et alii,1998). En cuanto a las varillas son elementos de difícil clasificación aunque se adscriben normalmente al Bronce Final. No se conoce bien su funcionalidad aunque se las asocie al ámbito doméstico. Se encontraron una varilla y un molde de varilla en el Dólmen del Carnelario (Huesca) pero podrían proceder de intrusiones de otros contextos. No podemos olvidar el punzón que apareció en el Hogar II de Cinquilines IV (Monfloribe, Huesca) el de Tozal de Frache (Chalamera) y el Tozal de las Piedras (Pueyo de Santa Cruz, Huesca) (Baldellou Martínez,1989; Maya,1981 y 1997). El equipo catalán que realizó el trabajo para el Proyecto de Arqueometalurgia sobre la Metalurgia del Nordeste (1999) ha localizado hasta 47 punzones tanto en ámbitos funerarios mmo domésticos. La mayoría de ellos proceden de sepulturas domésticas situándose quince en Barcelona, diecisiete en Gerona, dos en Tarragona y trece en la de Lérida. Lamentablemente, tan sólo siebe perbenecen al Bronce Medio del Sector del Bajo Valle del Ebro. Curiosamente perbenecen a este momento una serie de ejemplares que no perEenecen al ámbito del Valle estrictamente, sino que se sitúan en los márgenes. Además se observa una distribución al norte del Ebro. En realidad tan sólo son los dos ejemplares completos más un fragmento perbenecientes a la Cova d'Aigŭes Vives de Brics (Oliús, Solsonés, Lérida). Los tres contenían trazás o porcentajes de estaño muy bajos (PA7662, PA7663 y PA7664) (Bourhis, Briard, Mataro, Patreau y Toledo,1996). Como podemos observar en el mapa de distribución (Fig. 5.2.2.b.) la densidad de épocas anteriores desaparece, quedando apenas una veintena de ejemplares para todo el bemtorio del Valle del Ebro. Son instrumentos realizados en bronce en su mayoria, lo que nos indica que la nueva aleación se emplea induso en estos instrumentos que MARÍA JESÚS RODRÍGUEZ DE LA ESPERANZA 172 probablemente serian objeto de algún tipo de percusión y la dureza que les aporta el estaño es apreciada por los metalúrgims. Sin embargo no parece que el hecho de mejorar su funcionalidad, al menos de forma objetiva, hiciera que aumentase la producción de los mismos. Punzones del Bronce Meáo ^ 20 ^ e_`v 15 z É 10a^.^ 2 cobre bronce si n análisis Elemento o aleación empleada 17 q Punaones ^ _ ^ Fig. 6.28. Diagrama que expresa el número de yunzones pertenecientes al segundo prríodo mctalúrgim y la representaáón de las armqosíciones. En este caso, los ejemplares que han sido sometidos a analitica química superan en número a los que no fueron analizados. En número de aleaciónes broncíneas en con mucho superior a las composiciones de cobre puro. Por tanto parece haber una generalización del empleo del bronce en la realización de punzones aún cuando estas aleariones no estuviesen muy perfeccionadas. 1^( I^II[:ti'I^O PI2O^ I^( L1 LO^c;l"I^l D(C^15.1 "I'IPO SF.( CIÓti Puerto Herrera Alava 18,00 e Peña Guerra I La Rió a 6,33 q Cueva de los Encantados "Lara oza 6 83 q Cueva de los Encantados Zara oza 6 00 q Castillo de Frías Teruel 4,16 Castillo de Frías Teruel 4,83 q Castillo de Frías Teruel 7 5 q Sima del Ruidor Teruel 5 30 q Cova de Ai iies Vives Lá^ida 5 33 ° Cova de Ai iies Vives Lérida 7 00 q \I^^li,i , i' ^.1r^ii^ui;^ I ^_^^I Fig.6.29. Longitudes y secciones de los punzones del Bronce Medio en el 6'alle de1 Ebro. Las longitudes de los punzones del Bronce Medio son bastante pequeñas si las comparamos mn las de la etapa anterior. Esto se puede deber a una distorsión en las longitudes medias de aquéllas puesto que los punzones de tradición Fontbouisse por lo general son más largos. La media de los de este momento es de unos ocho centímetros. Esta medida se adapta con facilidad a los punzones de otras zonas de Europa pareciendo EL DESARROLLO DE LAS PRODUCCIONES METÁLICAS DURANTE 2030/1800-1520 173 CAL.AC. que es una medida útil o al menos manejable para que el punzón fuera enmangado y la punta quedase operativa. Cronológicamenfie parece haber una tendencia a la aparición de punzones de sección redonda a medida que avanza el Bronce Medio. La explicación del paso de la sección cuadrangular a la redonda es muy sencilla: los metalúrgicos y los usuarios de estos instrumentos se apercibieron de que la manufactura daba igual resultado, siempre y cuando las puntas estuviesen suficientemente trabajadas y endurecidas, realizándola cuadranguIar o redondeada. La sección redondeada lleva consigo bastanbe menos trabajo que la cuadrada y esto supone un ahorro del esfuerzo y tiempo invertido. Vemos así en la figura como cronotipológicamente los punzones más modemos son los más sencillos. YACI^ENT® Il'lEi®VYNC][A C®NTEXTO YDomégtico lFuncr:^rio Il^e ósito Peña Guerra La Rió a X Cueva Lóbre a La Rio'a X X Monte A uilar Navarra X Cueva de Punta Farisa Huesca X Dolmen del Carnelario Huesca X Cin uilines IV Huesca X Tozal de Frache Huesca X Tozal de las Piedras Huesca X Moncín de Bor'a Zara oza X Cueva de los Encantados Zara oza X Cova d'Ai iies Vives Lérida X Fig. 6.30. Relación del tipo de contexto en que se hallaron algunos punzones del Bronce Medio en el va!!e del Ebro. En cuanto al tipo de contexto en el que fueron recuperados alguno de los punzones tan sólo decir que parece haber cambiado su consideración socio/económica. De una mayoritaria aparición en contextos funerarios que podíamos ver durante el Calcolitico y Bronce Medio, pasamos a una mayor aparición en hábitat o contexto doméstico, aunque en la mayor parte de los casos no podamos precisar más. Tan sólo se puede precisar más en el caso del que apareció en Cinquilines IV (Huesca) que fue recuperado de las cenizas de un hogar. Con respecto a la asociación a contextos funerarios tenemos tres ejemplos con dos tipos de interpretación diferentes: el de la Cova d'Aigiies Vives (Lkrida) que no tiene duda porque apareció en el interior de una cista funeraria; igualmente el del Dolmen del Carnelario no tiene ninguna dificultad de interpretación de contexto al haberse hallado en su interior y, finalmente, el de Cueva Lóbrega cuya interpretación es un poco más complicada puesto que se supone que los niveles del Bronce Medio en que se encontró pertenecieron a momentos en que la cavidad fue utilizada simultáneamente para uso habitacional y ftxnerario (Rodanés Vicente,1995: 58-64). ANÁLISIS ARQUEOMETALÚRGICOS FR-X DE PUNZONES DEL BRONCE MEDIO AA1511 Y acim ien to Puerto de ^n Punzón Fe 0.411 tii 0.157 Cu 'l.n 82.78 ^d AS 0.936 A^ 0.047 Sn 14.59 Sb 0.188 1'b 0.727 Bi nd MARÍA JESÚS RODRÍGUEZ DE LA ESPERANZA 174 Herrera PA4689 Monte Punzón (frag.) 0.164 nd 96.95 nd 2.341 0.007 nd 0.215 nd - - A ilar I PA4690 Monte Punzón (frag.) 0.055 nd 96.20 nd tr tr 3.564 0.139 nd - - A ilaz I PA4698 Monte Punzón 0.131 0.095 92.65 0.168 0.335 0.007 5.942 0.058 0.464 - - A ilar f PA4699 Monte Punzón 0.081 0. ] 23 98.93 nd 0.661 nd 0.076 0.121 nd - - A ilaz I bia untado PA4702 Morrte Punzón (frag.) 0.056 nd 98.90 nd 0.877 tr 0.062 0.123 nd - - A ilar [ PA4708 Monte Punzón (frag.) 0.102 nd 97.00 nd nd 0.267 2.452 0.018 nd - - A ilar I PA4710 Monte Punzón 0.147 nd 95.81 nd nd nd 4.025 0.017 - - A ilar I PA4711 Monte Punzbn (frag.) 0.063 nd 87.42 nd nd 0.014 12.41 0.074 nd - - Aguilar I PA 4712 Monte Punzón 0.157 0.158 98.39 nd 0.976 nd nd 0.123 nd - - Aguilaz I biapuntado PA4714 Monte Punzón 0.080 nd 98.80 nd 0.628 nd 0.315 0.123 nd - - Aguilaz I PA4724 Puy Aguila Punzán 0.122 r^ 97.35 nd nd nd 1.627 0.022 0.814 - - IV PA6815 Peiia Guerra Punzón nd 0.234 84.18 nd 1.973 0.222 13.18 0.206 nd - - I PA6814 Cueva Punzúnsec. 0.240 2.168 95.37 nd 1.999 0.098 nd 0.123 nd - - Lóbrega Oval (frag.) PA6869 To7a1 de Punzón sec. 0.231 nd 98.79 nd nd 0.984 nd nd nd - - Franche cuadrada PA3512 Cueva Punta Punzón corto 0.100 0.050 97.60 nd nd nd 2.239 0.030 nd nd Farisa PA3513 Cueva Punta Punzónlargo 0.120 0.050 94.08 nd nd tr 3.951 0.051 1.844 nd - Farisa PA5580 Cueva de los Punzón 0.110 0.170 95.96 nd nd 0.022 3.719 0.037 nd - - Encantados bia untado PA6710 Sima del Punzón nd nd 87.38 nd nd 0.046 12.49 0.281 nd - - Ruidor bia untado PA6712 Castillo de Punzón 0.123 0.149 97.60 nd 1.299 0.029 nd 0.777 nd - Frías PA6713 Castillo de Punzón 0.164 nd 96.65 nd 3.120 nd nd nd nd - - Frías PA6711 Castillo de Punzón nd nd 85.28 nd nd 0.220 12.70 0.492 1.312 - - Frfas PA7679 Cabana del Punzón sec. 0.319 nd 85.40 nd tr 0.103 13.63 0.235 0.272 Moro de cuadrada Colomera PA7664 Cova Punzón (frag.) 0.295 nd 91.92 nd nd 0.289 7.191 nd nd 0.299 d'Aigtles sec. cuadrada Vives PA7677 El Bosc Punzón sec. det det - - cuadrada PA7870 Cova de Toll Punzón sec. 0.407 nd 89.12 nd nd 0.422 9.904 0.147 nd cuadrada Tabla. 6.4. Ancílisis químicos de los punzones dei Brance Medio en el VaUe del Ebro. 6.3. Obj etos indeterminados Hemos catalogado como indeterminados todos aquellos elementos u objetos que no tienen una forma tipológicamente clasificable, son directamente amorfos o es muy improbable su clasificación. En ocasiones se trata de restos de fundición, recortes o fragmentos de algún tipo de herramienta utilizada. En otras ocasiones se trata de partes que podrían haber formado parte de un todo como cuentas de un collar, arandelas que formaban parte de algún objeto, etc, pero dado su estado de deterioro ya sea por EL DESARROLLO DE LAS PRODUCCIONES METÁLICAS DURANTE 2030/1800-1520 175 CAL.AC. deformación o por la corrosión del tiempo, hace imposible su identificación Algunas publicaciones se hacen eco de este tipo de objetos (Pérez Arrondo y López de Calle, 1986; Martín Cólliga et alii, 1999; Rodríguez de la Esperanza, 1999), sin embargo creído necesario el realizar un inventario exhaustivo sobre estos objetos, información que nos aportan y que, en su mayoría, pertenecieron a aquellos experimentos de los metalúrgims de los que hablábamos. Desafortunadamente la tabulación de estos elementos nos ha sido literalmenfie imposible. Dos razones fundamentales nos han impedido la recopilación: en primer lugar que su referencia en los textos es general y la alusión a ellos de forma global y sin cuantificar y, en segundo lugar, la poca importancia que se les ha dado ha limitado, sin lugar a dudas su conocimiento, al no ser descritas con precisión y no haber sido registrados de cualquiera de las formas (dibujo, fotografía, etc.) en cualquiera de los casos analizados. A pesar de su descontextualización generalizada la impresión que se tiene es que estos elemento se distribuyen por todo el valle del Ebro y que son relativamente abundantes, aunque no parece sistematizarse su contabilización y estudio en las excavaciones, sin que ello suponga que superen en cantidad a cualquiera de los demás tipos. 6.4. Objetos de adorno Aunque lo habitual durante el Bronce Medio es que aumente la proporción de los objetos de adorno en el registro arqueológico, la realidad es que durante este período en la Depresión del Ebro, no hay un volumen ni siquiera representativo. Es obvio que las anteriores evidencias en oro y mbre que aparecían con alguna asiduidad en los dólmenes, ahora desaparecen por completo al desaparecer, a su vez el fenómeno dolménim/epidolménico/hemidolménico que en la zona perdura más que en otras regiones. Esto no quiere decir que estas manifestaciones no existieran durante el Bronce Medio, ya que su presencia está ampliamente documentada en el Norte de los Pirineos durante toda la edad del Bronce, sino que no se han recuperado en la misma cantidad y forma que durante el Calcolitico y el Bronce Antiguo. Llama poderosamente la atención que para los comienzos del Bronce Final los adornos reaparezcan de nuevo, si bien no de la misma forma que anfies: brazaletes, alguna ffbula, anillas, pendientes, etc., un ejemplo a citar sería el renombrado depósito de Llavorsi en Pallars Sobirá (Gallart y Fernández,1991: 187-200). Quizás podríamos pensar que símplemente el registro arqueológico durante el período del Bronce Medio no ha aportado hallazgos de estos elementos. Sin embargo, no quiere decir esto que no existieran, sino que simplemente el azar en este aspecto no ha sido favorable. También podemos pensar que estos elementos de adornos se comenzaron a MARÍA JESÚS RODRÍGUEZ DE LA ESPERANZA 176 realizar en otras materias y que el metal se prefería emplear en otra serie de elementos. 6.5. Valoración final La innovación más importante, tal y como avanzábamos al principio, por lo que a la propia materia prima se refiere, es la utilización generalizada de la aleación cobre+estaño, llamada bronce, que añadirá dureza y resistencia a los objetos y bajará el grado de reducción del mineral y de fusión metal y por tanto el tiempo empleado en estas tareas se verá reducido, al menos, parcialmente. En segundo lugar nos encontramos con un cambio generalizado en el sistema de empuñaduras. Se empiezan a buscar nuevos sistemas de sujección de armas y herramientas. F1 modo de fijar las empuñaduras cambia y parecen encontrarse nuevas fórmulas que parecen facilitar el control de la empuñadura y, por ende, del objeto. En las armas vemos un cambio de este tipo en las empuñaduras de los puñales: del típico puñal de la etapa anterior de lengiieta se pasa al puñal con remaches que sujeta de una forma más efectiva la empuñadura normalmente orgánica. Respecto a las herramientas se produce un cambio en la forma de sujección de las hachas que, como ya apuntábamos, se fijan de forma acodada y los rebordes y aletas facilitan esta forma. Cambiando el punto de vista debemos recordar que durante todo este largo período de tiempo se inc7ementan los contactos con el sur de Francia (Fig. 6.32 y 6.33), La tradición en parte "europea' de la Edad del Bronce contrasta con la acentuada tradición peninsular/occidental del Calcolitico Campaniforme. Algunos de los elementos del Bronce Antiguo del Languedoc guardan fuerbes afinidades tipológicas con elementos del Bronce Medio del Valle del Ebro (Fig. 5.36). Por otro lado la mayoría de los objetos en este momento se han encontrado en contextos domésticos y en ocasiones sin contexto (mmo es el caso de la mayoría de las hachas) y sólo unos pocos en contextos funerarios. En contextos domésticos se han llegado a localizar zonas en los propios yacimientos reservadas únicamente para realizar los trabajos de los metalúrgicos (Ej: Minferri, Juneda, Lérida). Los conbextos funerarios no tienen tanta relevancia para la metalurgia durante el Bronce Medio como en anteriores etapas. Lo que es más, los escasos contextos funerarios que se han documentado, dos, son clasificados como mntextos funerarios domésticos puesto que perbenecen a inhumaciones dento de estructuras domésticas. II total de objetos metálicos hallados en la zona y adscritos a esta etapa cultural es de 104 de las cuales 74 han sido encontradas en contexto. Han sido realizados en cobre o bronce, mn predominio de este último y se han repartido desigualmente en la vastísima área del Valle del Ebro. Alguno de los objetos son más masivos que otros, tal y como de nuevo ocurre con las hachas. Fstas, sin embargo, no llegan a bener en ningún caso los EL DESARROLLO DE LAS PRODUCCIONES METÁLICAS DURANTE 2030/1800-1520 177 CAL.AC. pesos que alcanzaban durante el Bronce Antiguo (debemos recordar que al menos en dos ocasiones superaron ampliamente los 1000gr.). Uno de los ejemplares pesados mn más entidad y que perfienece al Bronce Medio es el hacha de rebordes de Les Paules, cuyo peso es de 677.3gr., sin duda es un ejemplar magnífico pero no supera la cantidad de metal que se utilizó para realizar las grandes hachas planas del Bronce Antiguo. En la manufactura de las puntas de flecha de pedúnculo y aletas también se utilizó menos cantidad de material, sobre todo si las comparamos con las puntas palmela, que se asemejan más a lo que hoy en día llamaríamos jabalinas, de mayor entidad y peso que las primeras a las que nos estábamos refiriendo. Las puntas de pedúnculo y aletas tienen, en general, dimensiones más reducidas y, por ende, se utilizó menos metal en su realización. Estos dos ejemplos, junto a la reducción general del volumen de metal empleado (tanto en n° de elementos como en peso de los mismos), 8.516 gr. durante el Bronce Medio (Ver capítulo 6) frenfie a los 22.424,76gr. del período anterior, hace que se pueda pensar que en este período hubo un momento de reducción del volumen del metal en circulación, reduciéndose el empleo del mismo y del número de piezas en sí. De forma global podríamos decir que durante el Bronce Medio hay una clara intención por optimizar tanto las herramientas como las armas de cobre o bronce. Ya fuese por el modo de sujección o por el propio volumen de material empleado, se intenta rentabilizar más el trabajo del metalúrgico que en la etapa anterior. CUANTIFICACIÓN POR GRUPO DE OBJETOS DURANTE EL BRONCE MEDIO 56 : q AR MAS n HERRAMIENTA S Fig.6.34. Cuantificncióri porgrupos de los objetos metalúrgims durante el Bronce Medio. Durante esta etapa serán las armas los objetos que predominen, sin embargo, como podemos apreciar en el gráfim es una supremacía ficticia puesto que tan sólo supera en dos artefactos al grupo de las herramientas. De aquí podríamos pensar que el ámbito de los trabajos domésticos y de las actividades cinegéticas y guerreras estaban igualados en importancia. El empleo del metal desde el punto de vista del valor económico para uno y otro ámbito está muy equilibrado y esto también quiere significar que se dedicaba el mismo esfuerzo en realizar objetos tanto en el primero como en el segundo ámbito. MARÍA JESÚS RODRÍGUEZ DE LA ESPERANZA 178 De la cuantificación según la composición química se desprende un aumento considerable de los objetos realizados en bronce con respecto al primer periodo analizado (Fig. 6.35). No obstante, debemos reconocer que el grupo de los no analizados es tan numeroso que la extrapolación estadística que haría asumir un predominio absoluto de los bronces, falsearía los datos reales. Cuantificación de objetos metálicos según su composición durante el BM 0^0 0^^. ^G^. \^^5 Gp 0^p P^^,̂. 5^^ Elemento o aleación empleada Fig. 6.33. Cuantificación general de los objetos metálicos de! Bronce Medio atendiendo a su composición Por otro lado, los dos grupos que se han podido establecer pertenecen al de las herramientas y al de las armas (Fig. 6.34). Los elementos más masivos de las herramientas son las hachas de reborde que casi son la mitad en número que los punzones: exáctamente 37 punzones frente a 17 hachas de rebordes. La llamada plurifuncionalidad de los punzones hace difícil la explicación de esta herramienta que además no requeria ni una inversión elevada de metal en su conformación ni de tiempo y esfuerzo en su realización. A1 contrario ocurriría con las hachas de reborde que necesitarían de una inversión notable de metal en bruto y una considerable inversión de tiempo puesto que el tipo se iba complicando. Herramientas en el Valle del Ebro durante BM ^ 37 d ^ 40 ^° d 20^ Z ^ 0 Tipos de herramientas ® Grupo de herramientas Fig. 6.37 Cuantificació►i de los tipos de herramientas del Bmnce Medio en el Valle del Ebro . EL DESARROLLO DE LAS PRODUCCIONES METÁLICAS DURANTE 2030/1800-1520 179 CAL.AC. Realmente la distribución de los tipos en el grupo de las armas del Bronce Medio parece sufrir una descompensación mayor aún que en el grupo de las herramientas (Fig. 6.3^. Las puntas de fecha cuadrupican en número a los puñales de remaches (Fig. 6.3^. Bien es cierto que las primeras no necesitan tanta cantidad de material o de volumen de metal como los puñales de remache. Esta descompensación puede proceder , sin embargo, de la necesidad que se tuviese en este momento de cada uno de estos tipos: mientras el empleo de las flechas parece ser mayoritariamente enactividades cinegéticas, el empleo o utilidad de los puñales de remaches parece ser más indicado para las actividades bélico defensivas. Probablemente estas últimas no eran tan frecuentes y no necesitaban un suministro contínuo de armas defensivo- ofensivas en elementos metálicos. Armas en el Valle del Ebro durante el BM N ° 60 _ ^ 40 m ^ 20 a^ a 0 z 55 Puntas de Puñales de flecha rem ache Tipos de armas Fig. 6.38. Cuantificación de !os tipos de armas de! Bronce Medio en e! 1'a!!e del Ebro. cAPfTULO ^ VALORACIÓN SOCIAL Y ECONÓMICA DE LA METALURGIA EN LA DEPRESIÓN DEL EBRO El estudio y el análisis de la metalurgia prehistórica implica la conexión de diferentes aspectos sociales y económicos. La mayoría de estos aspectos deben analizarse desde puntos de vista actuales al ser estos nuestros referentes. La razón es que no tenemos otra forma de análisis alternativos al estudio del registro arqueológico que no requieran la mirada a textos clásicos, medievales o modernos y la mirada a la documentación etnográfica. Por todo ello se ha considerado oportuno realizar un capítulo donde se pueda integrar la información prehistórica de la metalurgia en el Valle del Ebro y la documentación que nos ha llegado de otros momentos posteriores. Ciertas tradiciones relacionadas con el género, la edad, el prestigio social o económico pueden ser detectadas en el registro arqueológico. Sin embargo, ciertos matices de estas tradiciones sólo se pueden extrapolar de otros ámbitos que suponemos han funcionado en algunos aspectos de forma parecida. Los trabajos de minería y los de transformación y de fundición han sido analizados desde el punto de vista arqueológirn y desde el punto de vista etnológico. De esta forma las concordancias en el registro arqueológico y en el etnológico han sido registradas y contrastadas para de esta forma poder ofrecer una panorámica más cercana a lo que VALORACIÓN SOCIO-ECONÓMICA DE LA METALURGIA EN EL VALLE DEL EBRO 181 ocurrió hace cuatro mil años. El registro arqueológico de la metalurgia en el Valle del Ebro en este capítulo va a ser estudiado desde otros puntos de vista, en algunos casos menos ortodoxos, en un intento de "ir más allá" de los tradicionales análisis. 7.1: Las producciones metalúrgicas en los contextos sociales y económicos La investigación sobre los contextos sociales y económicos en los que se desarrollaron las actividades metalúrgicas no ha sido tan intensa como estos mismos contextos respecto a otros materiales no perecederos como: la piedra (Torrence, 1986; Torrence, 1989) o el hueso y el asta (Rodanés Vicente, 1987). Otros materiales específicos, por su propio exotismo (ámbar, obsidiana, marfil, etc.) han generado mucha literatura referida tanto a su procedencia, como a su significado económico 0 como símbolo de prestigio, además de ser indicadores de ciertas relaciones (Renfrew, 1972, 1993; Malinowski, 1995[1961]). La razón de este efecto negativo para nuestro campo específico de estudio quizás deriva del hecho de que no se ha llegado a encontrar el modo de buscar en el registro aquellos significados económicos y sociales que la actividad metalúrgica representó. Lo que sí podemos valorar es que tan sólo su aparición supuso una gran innovación técnica, aun cuando los grupos que lo llevasen a cabo no lo hubiesen percibido de este modo. La cantidad de puntos a evaluar referidos a la práctica de estas actividades y que se refieren a aspectos tanto sociales como económicos son múltiples, y lo que es más, de diversa índole: coste y beneficio en la extracción metalúrgica, coste y beneficio de la transformación y de la producción; aprendizaje y valor de este, tiempo invertido en este aprendizaje hasta la obtención de resultados óptimos (Fig.7.1), También podemos hablar de la evaluación de los beneficios inmediatos o no de la metalurgia y de la división del trabajo que, tras su adopción, debió suponer. El hecho de que implicase una división del trabajo a tiempo completo o a tiempo parcial no es tan importante realmente, tal y como se explicó para el trabajo sobre piedra (Torrence, 1986: 229) porque en aquellos momentos debió de existir una enorme variedad de comportamientos diferentes, que aún ahora no nos sirven para reconstruir un modelo económico ni social, pero sobre todo, no podemos poner el énfasis en que la reconstrucción de este modelo económico y social haya de estar vinculado o haya de tomar como guía la presencia o ausencia de especialistas. Por ahora, en el registro del Calcolitico y de la Edad del Bronce, no ha sido posible distinguir entre "especialización artesanal", "individuo especialista" en economías simples, y tampoco se ha podido distinguir la figura del "especialista independiente" respaldado por una élite y que 182 MARÍA JESÚS RODRÍGUEZ DE LA ESPERANZA opera como si fuera un free-lance y, por supuesto, no se puede hablar de "especialista industrial" en economías de mercado puesto que entonces no existían (Earle,1982). Entre los especialistas en minería y metalurgia prehistórica se han elaborado algunas teorías sobre el impacto que pudo suponer la innovación de la metalurgia durante el IIIer y II° milenio A.C. Algunos como Clarke (1985: 16) han categorizado sobre la metalurgia y su importancia. Según su propuesta, el hecho de que un tipo de piedra calentada al fuego soltase un liquido denso que pudiese tomar la forma que se realizase en un molde, y lo que es más, al solidificarse obtener una dureza y un filo mejores que los de la piedra, tuvo que resultar "mágico°. Esta circunstancia sería la que haría que la actividad en sí y las personas que la llevasen a cabo también fuesen consideradas de algún modo como especiales. Sin embargo, este punto es de difícil solución, ya que no podemos asegurar que esto fuese así desde el principio. Quizás en este punto es donde los ejemplos etnográficos nos son más útiles, aunque casi siempre vinculados al hierro y no tanto al cobre y al bronce (Budd and Taylor, 1995). La circunstancia de que este tipo de actividad desprendiese además algún significado mágico-religioso haría que se tuviese que considerar más como un ritual que como una actividad con un producto final. Socialmente además se le ha querido dar otro significado, y éste es el de la incorporación de la percepción de identidad social, que también está vinculado al género (Sofaer Derevenski, 2000: 392). El planteamiento de que los objetos de metal hallados en contexto funerario podrían tener relación con el género y la edad nos parece lógico. Sin embargo, podría criticarse en este tipo de análisis llevados a cabo en la necrópolis de Tiszapolgar (sin que sepamos qué ocurre con el poblado), que los ejemplares que se han hallado están relacionados exclusivamente con el adorno: brazaletes y anillos de espiral. Es cierto que tanto los brazaletes como los anillos de este tipo se pueden utilizar para diferentes edades y se pueden ir adaptando, pero este dato no parece suficientemente relevante como para que afirmemos que sin duda los objetos de metal tienen un significación social respecto al género y la edad. Dentro del mismo análisis se hace referencia a que los brazaletes de cobre siempre apárecen junto a los restos masculinos de un adulto. Los anillos, en cambio, aparecen junto a los restos femeninos y los restos de niños o adolescentes de los dos géneros. A parte de la crítica realizada anteriormente, en general nos inclinamos positivamente hacia la realización de este tipo de análisis sociales y económicos de la metalurgia tanto en las relaciones verticales como en las horizontales. Las verticales tendrían relación con el lugar que ocupa un individuo respecto al grupo social, su puesto "jerárquico', diríamos, en la pirámide social. En cuanto a las relaciones horizontales se referirían a las relaciones del individuo con respecto a los iguales en VALORACIÓN SOCIO-ECONÓMICA DE LA METALURGIA EN EL VALLE DEL EBRO 183 género y edad. Dice Sofaer Derevenski (2000: 400-401) que durante la Edad del Cobre, la edad y el género debieron de estar íntimamente relacionados y estructurados para separar en el tiempo (edad) los segmentos necesarios y crear una jerarquía desde dentro de un proceso natural. Este punto de vista contrasta con el clásico que entiende que el sexo separa a los individuos como hombres y mujeres casi desde su nacimiento. De este modo también podemos pensar que, posiblemente, durante los primeros momentos de utilización del cobre, uno de sus empleos pudo haber sido el camino por el cual se podía acceder a la ideología social (mundo ideacional) del grupo en cuestión. Todo ello vendría derivado del hecho de que el cobre es un material que puede adquirir una multiplicidad de funciones dependiendo de la forma del artefacto que vaya a tomar y, lo que es más, la asociación ideológica y social que se vaya a adscribir al artefacto hallado en contexto arqueológico. Hoy en día para nosotros resulta un poco difícil establecer una relación directa entre las actividades realizadas en vida y los enterramientos. Por supuesto no podemos realizar analogías entre lo que ocurrió durante el tercer y segundo milenio A.C. y la actualidad, pero lo que sí podemos hacer es analizar cuál fue el marco general en el cuál los ancestros de aquellas primeras sociedades se concebían como algo más natural y cercano que como algo inesperado e inusual. Hasta en la actualidad muchas veces consideramos como "tradicióri' aquellas costumbres que tuvieron nuestros ancestros y que pasaron de generación en generación y a las que no les podemos adjudicar un sentido pleno, pero son legitimadas por el hecho de llevar implicita la invocación de los antepasados. No queremos establecer una correlación directa, pero quizás sí podemos plantear que ciertos objetos pudieron ser depositados en los lugares propios de los muertos como reflejo de una tradición que desde hacía tiempo se venía llevando a cabo (Clarke et alii,1985: 16). A finales del tercer milenio ciertos rituales y la adquisición de bienes de prestigio eran componentes esenciales de este poder (Clarke et alii, 1985: 83 y Briard, 1979: 14) que sin duda ayudaban a demostrar que se estaba en posesión de él. Por ello se piensa que, probablemente, durante los primeros estadios del cobre los útiles no serían tan valorados por su funcionalidad (p.e. las hachas) sino que el componente esencial de los mismos sería el material que marcaría una ventaja en términos de objetos de intercambio, sustento o respaldo del propio prestigio. A través de análisis de marcas de corte se ha llegado a plantear cómo hasta el final de la Edad del Bronce no hay una verdadera utilización de útiles cortantes, siendo su incidencia mínima antes de la Edad del Bronce (Greenfield,1999: 797). Por esto se ha llegado a plantear la tesis de que las primeras sociedades complejas emergieron en ausencia de una generalización del uso del metal en la vida diaria (Greenfield,1999: 807). Lo que parece curioso es que los metalúrgicos no sólo supiesen las técnicas precisas para llevar a 184 MARÍA JESÚS RODRÍGUEZ DE LA ESPERANZA cabo elementos ya conocidos sino, que desarrollaron nuevas formas para otros como por ejemplo, pendientes y cuchillos (Clarke et alii: 86). Es decir, que probablemente aplicaron su inventiva en la producción con el nuevo material dadas las ventajas que parecía comportar. 7.1.1. -EI significado de la extracción minera y de la producción metalúrgica. A pesar de que la investigación sobre la metalurgia prehistórica se ha incrementado en las últimas décadas, la mayoría de los trabajos se han centrado en averiguar cuál era la composición de los artefactos. A parte de este panorama, pocos son los trabajos que se han interesado en las técnicas de extracción y en las técnicas de fabricación de los útiles (Budd, et alii, 1992: 677-686). Podemos decir más si cabe: aún con todas las investigaciones que se han llevado a cabo, no se ha llegado a proponer un modelo consistente de la escala y organización de la producción del metal durante la Edad del Cobre y el Bronce Antiguo. A todo lo anterior se le añade la existencia de un marcado rechazo a aceptar que los restos de trabajos mineros prehistóricos pudieran haber sobrevivido a las remociones de gran escala medievales y postmedievales, lo que ha hecho que tan sólo haga doce años se haya tomado en serio -por primera vez y basándose en dataciones radiocarbónicas- las investigaciones realizadas en las Islas Británicas (Budd et alii,1992: 681). Esto mismo ha sucedido en la Península Ibérica aunque con alguna ralentización, en donde se están empezando a encontrar evidencias de este tipo de minería (Rodríguez de la Esperanza, 2002). Este tipo de investigaciones se han completado con el estudio de los artefactos encontrados en las minas o en sus alrededores. El tipo de artefacto al que nos referimos aquí normalmente es el llamado mazo de minero. Estas piedras tienen diferentes procedencias y normalmente son redondeadas y de algún tipo de roca de considerable dureza. Suelen proceder de los ríos, las playas y de los depósitos glaciares. Este dato nos indica que además de tener un modelo de organización para la extracción en la propia mina, tenían un modelo de planificación de captación de los materiales que les iban a servir como útiles para la explotación de los minerales, que además, probablemente no siempre se pudiesen ser obtenidos de los alrededores inmediatos. En algunos países como Reino Unido e Irlanda, con más tradición en este tipo de investigación, se ha llegado a estudiar el grado de desgaste de estos mazos y su reutilización. Para realizar este tipo de análisis hay que tener una muestra amplia de artefactos de este tipo. Por ahora, en la zona que a nosotros nos interesa no hemos podido estudiar una muestra lo suficientemente amplia como para percibir estos VALORACIÓN SOCIO-ECONÓMICA DE LA METALURGIA EN EL VALLE DEL EBRO 185 grados de utilización y lo que esto puede significar. Sin embargo, la información que se puede obtener de este aspecto aunque no muy relevante, tiene cierto interés. En estos lugares británicos e irlandeses de los que hablábamos se han localizado minas donde reiteradamente se han reutilizado los mismos artefactos, y otras minas donde apenas se han utilizado los ártefactos más que en una ocasión. Las evidencias que hoy en día se tienen de la actividad minera prehistórica nos indican que fueron actividades a pequeña escala y que además se llevaron a cabo durante cortos períodos de tiempo (Budd et alii, 1992: 683) a lo que añadiríamos nosotros, con mucha probabilidad, un carácter esporádico. La idea así de una fundición de minerales llevada a cabo en una simple hoguera cerca de la mina toma fuerza. Es este el contexto a pequeña escala en el que se debería realizar el análisis social y económico que, sin duda, nos apotará más información y se ajustará más a las circunstancias reales de las personas que practicaron la minería y la metalurgia. 7.1.2. -El significado del peso en el volumen de la producción metalúrgica. El peso total de las piezas ha sido de 11.406,67 gr., de los que 9.401,3 gr. pertenecían a hachas planas y a hachas de rebordes. En realidad, este dato es muy relevante en tanto y cuanto el total de piezas pesadas supone un 43.6% de las piezas documentadas (293 documentadas frente a 128 pesadas). Se da la circunstancia de que una gran cantidad de los elementos pesados pertenecen a fragmentos con lo que no pueden ser utilizados para la extrapolación de pesos. A pesar de ello, a partir de los pesos conocidos de piezas completas, hemos podido llegar a realizar medias que son utilizables para la extrapolación a otros elementos de su propio tipo y que sólo están documentados y no pesados. Dos factores son fundamentales para la extrapolación de pesos: por un lado las medidas de las piezas y por el otro, la masa del metal por centímetro cúbico. Las medias de los pesos de cada tipo se exponen en la siguiente tabla: OBJETOS METALICOS PUNZONES PESO MEDIO (GRAMOS) HACHAS PLANAS HACHAS DE REBORDE PuÑALFS ZR PUNTAS PALMELA PUNTAS PEDUNCULO Y ALETAS ALABARDAS PUÑALF.S DE LENGiTETA PUNTAS SIN DETERMINAR LAMINAS AU ^.na.1 ^^' Fig.7.2. Tab/a que muestra las medias de los pesos de cada tipo metálico. 186 MARÍA JESÚS RODRÍGUEZ DE LA ESPERANZA Podría estimarse oportuno utilizar las desviaciones típicas pero, en realidad, para los objetos que nosotros manejamos, no son necesarias, puesto que no se producen grandes cambios en las estimaciones generales de pesos. La relación del tamaño de estos elementos con su peso es directa, a mayor tamaño mayor será el volumen de metal invertido en la misma. Así por ejemplo, las hachas y las alabardas (Fig. 7.2) son los elementos de mayores dimensiones y a su vez de mayor peso. Esta relación directa nos puede solucionar problemas generales de cantidad de metal empleado en una zona, etc. Lo que a nuestro entender es más importante, es que, este parámetro, nos aporta información muy interesante sobre en qué tipo de útiles se empleaba más metal y, si este tipo de elementos eran o no empleados funcionalmente. De forma global se puede decir que, a partir de algunos estudios realizados (Blas Cortina,1999), se ha observado que los elementos metálicos hallados en el Norte de la Península en general suelen ser más masivos que los del mediodía peninsular. Esto puede establecer una pauta de comportamiento de las comunidades metalúrgicas. Además, a partir de este hecho, se podrían distinguir ciertos elementos que por su factura, peso y volumen no parecen pertenecer a una zona determinada o, por el contrario, compartan las características de los elementos de la zona. Este tipo de extrapolaciones solo se pueden realizar con ciertos elementos completos como hachas, punzones, puntas o alabardas, debido a que otro tipo de piezas suelen aparecer fragmentadas o demasiado deterioradas como para que los datos puedan ser fiables. Realizando este tipo de aplicaciones llegamos a realizar un gráfico (Fig. 7.3) en el que se muestran los pesos aproximados parciales y totales de los objetos metálicos del Calcolitico/Bronce antiguo y del Bronce Medio. El peso del total del metal perteneciente al Calcolitico y Bronce Antiguo constituye e172,47% del total de la suma CA/BA+BM (22424.76grs. + 8517.085grs= 30940.845grs). Esto es resultado de varios factores, primero, la duración de cada período establecido, segundo, la remoción diferencial de tierras y tercero, el número de hallazgos aislados respecto a los hallazgos realizados en contexto. De hecho tenemos documentadas 189 piezas del primer período, mientras que, del segundo tan solo hay 104 con lo que esa diferencia de peso se justifica. Lo que no podría justificarse sería realizar una extrapolación calculando el mismo número de piezas para el BM porque no sabemos si esta diferencia se debe a una distorsión en la investigación de cualquier tipo, a un verdadero descenso del registro de este tipo de hallazgos en el Valle del Ebro VALORACIÓN SOCIO-ECONÓMICA DE LA METALURGIA EN EL VALLE DEL EBRO 187 consecuencia a su vez de un descenso del consumo y/o de la producción, o si ambos aspectos se alternan. Del gráfico se desprende además que el número de piezas registradas que han sido encontradas en un contexto arqueológico claro es mínimo en comparación con el número de hallazgos aislados sin contexto alguno. La adscripción de estas piezas puede considerarse en muchos casos dudosa, sobre todo aquéllas cuya tipología es tan básica que no se puede aplicar a un período en concreto. Quizás sean las dos últimas columnas las que nos den datos más explicativos. En primer lugar, la duración en años del primer período (870) respecto del segundo período (510), es tan acusada que justifica en gran medida el hecho de que durante el primer período metalúrgico del Calcolitico/Bronce Antiguo se hallan registrado un porcentaje mayor de piezas metálicas. Sin embargo, lo que no se justifica, a mi modo de ver es la producción gramos/año respecto al total estimado. La razón de esta afirmación es que a pesar de que la suma total de los pesos del primer período hay que dividirla por 360 años más que el período del Bronce Medio, el resultado de la producción metálica por años es notablemente superior en el primer período que en el segundo. Da la impresión de que las piezas en el primer período eran más masivas o se realizaron con una mayor cantidad de metal. Esto se debería sobre todo a una mayor concienciación en el Bronce Medio respecto a la óptima amortización de materiales y a la realización de unas manufacturas más resistentes con una reducción del volumen de metal al mínimo necesario para la obtención de lo objetos. En realidad, con este tipo de cálculos lo que se puede llegar es a establecer relaciones generales de pesos y grandes zonas. Es decir, se puede llegar a conocer si la pauta general de ciertos elementos respecto al peso difiere de unas zonas a otras. Este tipo de estudios permiten poder llegar a distinguir que una pieza aún habiéndose hallado en contexto en un área probablemente por sus características en tamaño y peso se pueda relacionar con otra zona. En general podríamos decir que la producción por año de metal durante el Calcolítico y el Bronce Antiguo casi dobla a la del Bronce Medio (25,77 gr/año frente al 16,16 gr./año). Este resultado se puede deber a varios factores como el que indicábamos más arriba con respecto a el volumen del metal invertido, o a otros que explicamos a continuación. Algunas de las hachas que hemos analizado pesan más de un kilo (adscritas al Bronce Antiguo de la zona) (Ej: Ejea de los Caballeros: 1.120 gr). En general, como decíamos, son más masivas en el norte de la Península que en el sur. Los ejemplares de la Cornisa Cantábrica y los gallegos suelen tener pesos que superan los 500 gr. (San Xurxo de Piquín: 652 gr; Dolmen de Lobán, 635 gr; Museo de Orense, s.p.: 659 gr.; Lérez: 800,3 gr.; Pontevedra: 612 gr.; Asiego: 850 gr.)(Rovira et alii, 1997: 249; 310), acercándose algunos a los 1.000 gr. e incluso superándolos cuando nos acercamos al Noreste peninsular. Dada esta circunstancia se ha llegado a realizar una estimación 188 MARÍA JESÚS RODRÍGUEZ DE LA ESPERANZA sobre los objetos que se podrían realizar con el volumen de metal que tiene una de estas hachas tan masivas (Fig. 7.4). En este cálculo que se expone gráficamente cómo el peso de una sola hacha equivale a una espada, 3 puñales de lengiieta y 23 punzones de la Cueva del Castillo, lo que nos indica que la inversión y el consumo de metal que se hacía para un solo elemento (en este caso las hachas) en muchos casos suponía la potencialidad de realizar otros muchos. Las hachas así pudieron ser una forma de acumulaz metal para su utilización posterior. En realidad encontramos elementos del mismo tipo en la zona meridional de la Península. Las de Sevilla (Estepa:1.052 gr.; 940 gr.; 955,9 gr.;1.072 gr.; 989,4 gr y 1.701 gr.) que son también muy grandes y de un peso semejante a las nuestras, son un claro ejemplo de elementos muy masivos con gran inversión de tiempo y de material. Sin embargo, estos ejemplares son una excepción dentro de la pauta general de los pesos en el ámbito meridional. Este tipo de hachas se pueden poner poner en relación con las del Sur de Francia que suelen ser grandes y muy pesadas (Briazd y Veron,1976). Por otra parte hay un hecho muy carácterístico de este tipo de objetos masivos y este es que aparecen con frecuencia en contextos de depósitos o de escondrijos con lo que la teoría de que estas piezas se esconden para posteriormente ser amortizadas cobra aún mayor fuerza. El hacha y la alabarda, ambos de cobre casi puro, que aparecieron en La Partida de las Naves (Alloza, Teruel), fueron encontrados en depósito. Entre ambos pesaban 850,80 gr. , cantidad suficiente para realizar, tal y como se proponía anteriormente, un número importante de elementos a partir de su refundición. Es decir, que son los objetos más pesados los que suelen aparecen en los depósitos o escondrijos y no los elementos más ligeros como punzones o puntas, aunque estos de vez en cuando hagan aparición en estos depósitos. Este aspecto sin duda está lejos de ser casual debido a que al ser las piezas más masivas son las que tienen más alto grado de aprovechamiento. Sin embargo, no son las más sencillas para su refundición puesto que se da la circunstancia de que cuanto más masivas son las piezas más difícil es llegaz a la temperatura de licuado y se necesita de una mayor inversión de tiempo. Un cobre puro funde a los 1083° y los bronces depende de la cantidad de estaño. La temperatura del paso de estado sólido a liquido es: aproximadamente con un 25% de estaño licua a 800°, o con 20% a algo menos de 900° y, en torno al 10% en torno a 1020°. Esto siempre considerando aleación pura Cu-Sn, cosa que nunca se da en la realidad porque siempre hay impurezas de otros elementos en mayor o menor medida. Este aspecto además nos aporta información sobre la técnica que aplicaban los metalúrgicos que realizaban estos trabajos: por un lado controlaban perfectamente las técnicas de fundición y, por el otro, asumían la inversión de tiempo en tanto y cuanto obtuvieran una cantidad notable de metal potencialmente amortizable. VALORACIÓN SOCIO-ECONÓMICA DE LA METALURGIA EN EL VALLE DEL EBRO 189 7.2. -Comparación entre las producciones líticas, óseas y metalúrgicas durante el Calcolítico y la Edad del Bronce. Algunos de los instrumentos que hemos analizado en cobre o bronce coexistieron con otros realizados en otras materias primas, principalmente en hueso (Rovira Llorens y Gómez Ramos,1994: 371). No sólo eso, si no que también hubo una imitación de objetos fabricados en otros materiales que no fueron metálicos, y además se han detectado imitaciones de tipos inicialmente realizados en cobre en sílex durante el Calcolitico (Shennan,1993 y Taylor,1999). Lo que es más, tenemos evidencias recientes (Taylor, 1999:28) que nos indican que tanto los instrumentos sobre sílex como los realizados en cobre se habían utilizado para una finalidad concreta y no habían sido simplemente objetos de intercambio, ya que los análisis de huellas de uso lo demuestran, en contra de lo que argumentaban Clarke (1985), Briard (1979) y Greenfield (1999). Esta referencia la tomamos del análisis que se llevaron a cabo sobre el famoso "hombre del hielo" hallado en los Alpes de ^tza (Spindler,1995) cuyo ajuar en cuanto a útiles lo formaban un cuchillo realizado en sílex un hacha realizada sobre cobre y un punzón de asta enmangado. Recientes estudios han supuesto que se trataba de un "big man' perteneciente a una sociedad donde el rango se medía a través de la relevancia de los artefactos. Sin embargo, y cuando nos adentramos en la problemática de este hallazgo, empiezan a surgir algunas dudas. En primer lugar, si el rango se medía a través de los instrumentos -y estos en principio no iban a ser utilizados, imaginamos, ya que eran para mostrar o para intercambiar-, no habría razón para que este hombre llevase enmangados todos los instrumentos, tanto el de cobre como el de sílex o el de asta. Se nos podría acusar de ser demasiado funcionalistas, sin embargo, sólo hace falta echar un vistazo a los dibujos y fotografías de estos dos instrumentos para darnos cuenta cuán funcional es su aspecto (Barfield, 1994: 14 y 15; Spindler, 1995: 114 y passim). El hacha va erunangada haciendo codo sobre una rama de tejo y atada con piel, y el cuchillo de sílex va enmangado sobre una madera sin determinar y fijado con cuerdas de algún tipo de fibra vegetal. Podemos deducir que ambas piezas recibieron el mismo tratamiento y que no existió entre ellas ninguna diferencia a la hora de enmangarlas. Quizá la única diferencia sea que cada útil necesitaba de un tratamiento especial a la hora de enmangarlos, tal y como también apunta Taylor (1999: 28), no unificándose este proceso. Así también vemos como el punzón realizado en asta está enmangado en madera. Es decir que los tres instrumentos más relevantes estaban enmangados en madera. Todo parece apuntar a que los tres tenían una funcionalidad precisa, ya que la elección de los enmangues, realizados con diferentes maderas, algunas de las cuáles fue elegida por su elasticidad como el tejo, y fijados con diferentes tipos de cordones - 190 MARÍA JESÚS RODRÍGUEZ DE LA ESPERANZA desde vegetal hasta animal-, así nos lo demuestra. Este ejemplo nos podría llevar a pensar que, por ejemplo, el cuchillo podría haberse realizado en cobre o el hacha en sílex. Sin embargo el hecho de que convivan estos diferentes materiales nos hacen plantear que, al menos durante la fase del Eneolitico las materias primas en las que estaban hechos los instrumentos tenían mucha importancia. Lo que deberíamos tratar de dilucidar es si primó en este momento la importancia del material (el sílex, la madera y el asta eran conocidos y muy utilizados y la industria del cobre se estaba desarrollando) o si, por el contrario, primaba la funcionalidad de los diferentes útiles (Clarke et alii, 1985). Tenemos ejemplos de tipos de hachas y cuchillos realizados en sílex y jadeita con fechas anteriores a los mismos tipos realizados en cobre o bronce, y asimismo, se han localizado tipos en cobre y bronce que "a posteriori" han sido imitados en sílex u otro tipo de roca (Edmons,1995: 55-57, 70,104-105,132). En contra de esta teoría podemos encontrar la de Greenfield (1999: 797-808) en la que, a través de su estudio comparativo sobre huellas de uso de intrumentos metálicos y líticos, llega a la conclusión de que no será sino cuando la Edad del Bronce esté muy avanzada que se adopte totalxnente el metal para realizar útiles funcionales y no sólo de representación o presiigio. En los gráficos que ofrecemos a continuación (7.5a, b y c) se ha querido mostrar cómo ciertos artefactos o elementos arqueológicos de nuestra área de estudio se realizaron en diferentes materiales, utilizándose en los mismos contextos y conviviendo en sus diferentes concepciones, como por ejemplo las puntas de flecha, los punzones, las hachas las sierras, ciertos adornos, e inclusive, existe alguna referencia a algún elemento realizado en hueso semejante a una daga (vide supra, capítulo 5). Quizás lo más relevante de esta situación sea la presencia en todos los ámbitos -herramientas, armas, y adomos (vide fig. 7.5a)-de elementos liticos aunque, por otra parte no podemos estar ajenos a la circunstancia de que fueron los elementos que menos sufrieron los procesos postdeposicionales. En la figura 7.5c observamos vacíos o ausencias en el ámbito de los adornos en madera. En realidad, no sabemos si estos elementos se realizaron o no en este material, lo que sí sabemos es que por razones de conservación, si existieron, no se conservaron hasta nuestros días. Los que sí podemos comparar y, por consiguiente, agrupar, son los elementos que fueron realizados sobre hueso, piedra o metal. En el grupo de los útiles apreciamos que aparecen los mismos tipos en diferentes materiales, es decir, que conviven. Estos elementos son: hachas, punzones y, en alguna ocasión sierrecillas. En el ámbito de las armas, encontramos coincidencia entre las puntas realizadas en hueso, en metal y sobre piedra y además en alguna ocasión se han conservado bien las cachas, bien el VALORACIÓN SOCIO-ECONÓMICA DE LA METALURGIA EN EL VALLE DEL EBRO 191 fuste o, el enmangue de las alabardas. Tenemos una curiosa referencia de la existencia de un puñalito realizado en hueso y este ha sido reflejado en la figura 7.5b (Rodanés Vicente, 1987: 190). Si observamos el grupo de los adornos, nos sorprende el hecho de que aparezcan algunos elementos verdaderamente semejantes realizados tanto sobre hueso como sobre piedra, sin embargo, los realizados en metal son radicalmente diferentes puesto que se trata bien de laminitas de oro o cobre enrolladas sobre sí mismas, bien espirales muy simples con el mismo esquema decorativo. En último término deberíamos intentar dilucidar cual fue el proceso en el que, conviviendo en diferentes materiales el mismo tipo de elementos, comenzaron a compararse los resultados de su eficacia en el uso y quizás jugó aquí un papel fundamental el aspecto de los elementos y su apreciación extra-funcional. Podríamos pensar que en el último grupo de los adornos no importaba tanto el rendimiento como el impacto social que representaba poseer un adorno realizado en aquel material (Au, Cu, Cu+Sn). 7.2.1.-Complementación o yuxtaposición de la producción lítica y ósea y de la producción metalúrgica. La idea de que los útiles de metal llegaron a sustituir en un determinado momento a los realizados en hueso, piedra o madera, puede llegar a ser muy atractiva. Desafortunadamente no parece que este planteamiento tenga mucho que ver con la realidad. Y esta es que, durante el Calcolitico y la Edad del Bronce, hubo una yuxtaposición en la utilización de los útiles de madera, hueso y piedra con los de cobre y bronce. Esto lo sabemos gracias a que el registro nos ha empezado a contar que lo que hubo fue la introducción de un nuevo material que, durante mucho tiempo convivió con los demás. El primer estadio de la adopción de la metalurgia no implicó la total sustitución de los útiles de sílex (Greenfield, 1999: 807), o de otras materias como el hueso o la madera. Sin embargo, lo que por ahora se ha podido evaluar ha sido la importancia del uso de los útiles en unos y otros materiales. De hecho, mientras convivían los instrumentos realizados en diferentes materiales, los de piedra fundamentalmente, conservaban su importancia como útiles prácticos, pero sin embargo, durante el período del Bronce Antiguo fueron gradualmente disminuyendo su rol simbólico como artefactos realizados con tecnologías de relevancia, sustituyéndose por el de los metales, primero el cobre y más tarde el bronce (Edmons, 1995: 177). Acerca del mismo tema este autor también comenta como los instrumentos realizados en piedra pudieron ir perdiendo poco a poco ese rol de hacer significar o expresar las ideas de la comunidad que los llevaba realizando desde mucho tiempo. Sobre todo pudieron ir perdiendo su potencial significativo en su presencia durante las deposiciones formales de cualquier tipo (rituales en general, principalmente funerarios). Para Edmons tampoco se puede sugerir, porque para él serfa demasiado fácil, que la causa del 192 MARÍA JESÚS RODRÍGUEZ DE LA ESPERANZA declive de la piedra pudiera ser atribuida a expansión del metal. Más bien tiene que poder verse en el declive o en los cambios que se produjeron en las raíces de las dimensiones sociales o simbólicas de la piedra o de la industria litica. Quizás donde pudo haber un impacto más dramático de la aparición del cobre y del bronce sería en aquellos instrumentos de piedra que fueron también importantes como recursos simbólicos. Es decir, que donde se podría apreciar un mayor impacto de la aparición de un nuevo material sería en aquellos útiles de mayor significado simbólico dejando aparte su mayor o menor funcionalidad. La aparición de artefactos liticos en excavaciones de Bronce Antiguo, repartidos en torno a las estructuras y esparcidos en los suelos de las casas, hace reflexionar sobre la no restricción de las actividades que utilizaban estos útiles y la no restricción de la fabricación de los útiles en piedra en aquellos momentos. Este hecho se corrobora además con otros dos hechos: primero el de que no se hallen muchos artefactos líticos retocados y segundo que hay una ubicuidad de los nódulos de piedra (Edmonds: 1995: 176). Estas dos circunstancias se dan también en nuestro área de estudio. Yacimientos emblemáticos de nuestra zona y para nuestro estudio que ya hemos citado en innumerables ocasiones como Monte Aguilar en Navarra,el aragonés Moncín de Borja, y Minferri en Cataluña, tienen estas mismas características, lo que hace que pensemos que tampoco en nuestra área se renunció a la realización de artefactos en piedra. Habría que plantearse desde este punto en concreto cómo podemos detectar esta aparición, período de convivencia y superposición de los instrumentos metálicos sobre los instrumentos líticos (Fig. 7.6). Desde el Campaniforme hasta el Bronce Medio se produjo una evolución de este aspecto. Los diferentes tipos liticos y metálicos convivieron y perduraron o desaparecieron en diferentes contextos. Así durante el Campaniforme aparecieron los primeros cuchillos plano-convexos en sílex, pero también aparecieron los primeros objetos de oro y los primeros objetos de cobre. La mayoría de los hallazgos se realizan en contextos funerarios y asociados con más frecuencia a hombres que a mujeres y a niños. Los cuchillos de sílex a menudo se han interpretado como importantes bienes de prestigio durante el Campaniforme. También se han interpretado del mismo modo los cuchillos que han aparecido en enterramientos del mismo período pero de cobre o de bronce. ^CÓmo podemos interpretar esta duplicación de elementos en diferentes materiales que aparecen en los mismos contextos de la misma época? Tenemos que tener en cuenta que además este tipo de cuchillos también han aparecido tallados en hueso. Pues bien, para la zona atlántica de Gran Bretaña y de Dinamarca se ha argumentado que estas similitudes se deben a un proceso de emulación en el que ciertos artefactos asociados a élites fueron copiados en otros materiales o de otra forma por los miembros de grupos subordinados. También se ha sugerido que los cuchillos en sílex pudieron reemplazar en los enterramientos a las formas en metal cuando hubiera existido un suministro VALORACIÓN SOCIO-ECONÓMICA DE LA METALURGIA EN EL VALLE DEL EBRO 193 limitado del material o del artefacto terminado. Esto mismo puede percibirse en otras formas, como las hachas, que aparecen mimetizadas en piedra las que en un principio fueron de cobre y bronce (Edmons, 1995: 146-147). Si esto fuese así la demanda principal de los objetos metálicos procedería de aquellas élites que fueron emuladas por los grupos subordinados y esto fue lo que haría que la demanda de los objetos de mental aumentase gradualmente. No podemos dejar de plantearnos en este aspecto los problemas que implican los diferentes puntos de esta teoría, sobre todo si se pretende aplicar al valle del Ebro. El primer problema que se nos plantea es el de que la misma pieza aparezca en metal y en otro material. Este ejemplo lo podemos ver reflejado en el yacimiento de La Atayuela (La Rioja) en donde se han encontrado, bajo los restos de los cuerpos enterrados en el dolmen, punzones en hueso y un punzón de cobre. ^CÓmo interpretaríamos este hecho? Creo que en este punto deberíamos ver algo más que una simple emulación en uno u otro material. Deberíamos pensar que el nuevo material es tan importante para la sociedad que considera introducirlo en los ritos funerarios y que, además, el nuevo material puede tomar las formas de los artefactos realizados en otros materiales que, como decía Edmonds (vid supra), tenían determinado rol ideacional en las sociedades. Este ejemplo riojano nos obliga a pensar que, probablemente, aunque el metal tenía cierto grado de representación ideacional, no tenía suficiente entidad de representación por sí sólo en las sociedades debido a que aún aparece el mismo artefacto en ambos materiales representando lo mismo en el mismo contexto. También hay que tener en cuenta que los enterramientos colectivos del Campaniforme quizás no se concibieron como tal y fueron enterramientos individuales en tumbas o dólmenes reabiertos en cada ocasión. Entonces, cada evidencia -hoy en día encontrada bajo el conjunto de los esqueletos-, pertenecería a un solo miembro de este "enterramiento colectivo°, siendo en la mayoría de las veces un objeto realizado en piedra o hueso y tan sólo en una ocasión en metal. Este elemento realizado en metal y depositado junto a su "dueño' sí tendría algún carácter distintivo o relevante, sin que podamos saber hoy en día cuál fue, y por encima de todo, habría tenido un rol ideacional diferente del de los instrumentos realizados en piedra, hueso o madera. Desde este mismo punto de vista debemos hacer notar que ya Rodanés Vicente (1987: 190) expuso que posiblemente los instrumentos óseos de la familia de los apuntados encontrados en el Valle del Ebro surgieron como imitación de los tipos metálicos. Lo que es más, el mismo autor nos informa de la existencia de un puñal triangular de lengiieta realizado sobre hueso claramente relacionado con los prototipos metálicos a los que parece imitar y también cita puntas de flechas de tipo lanceolado, de pedúnculo y aletas rectas y de pedúnculo y aletas agudas que parecen estar 194 MARÍA JESÚS RODRÍGUEZ DE LA ESPERANZA imitando a los modelos metálicos (Rodanés Vicente,1987:190-192). Durante el Bronce Antiguo no parece que la aparición del metal marcase el abandono de la piedra, e incluso, una buena variedad de instrumentos de piedra siguieron utilizándose en el día a día y también para la expresión de sus ideas en determinados rituales (Fig. 7.7). En cierto sentido sí que hubo una pequeña y estricta revolución técnica. El metal fue el primer material que pudo ser retrabajado, decorado o embellecido de muchas formas y pudo ser reciclado y manipulado en formas que nunca se pudo hacer con la piedra (Edmons,1995:156) el hueso o la madera, y esto, en nuestra opinión, debió de ser uno de los aspectos que aportaron más prestigio al propio metal como nuevo material e innovación técnica. Desde otro punto de vista parece bastante improbable que todos y cada uno de los artefactos para depósitos votivos sirviesen para un mismo propósito. El depósito de hachas u otros ítems metálicos podría haber tenido diferentes finalidades, y sus usos podrían partir por medio o haber desecho por completo las barreras tipológicas que nosotros mismos hemos construido. Algunos de estos objetos se han encontrado en condiciones prístinas, sin haberse utilizado y habiéndose depositado envueltos en tejidos o cualquier otro tipo de envoltorio. Otros, sin embargo, muestran considerables signos de haberse llevado encima y muchos parecen haber sido rotos o inutilizados deliberadamente. Un número de ellos pudieron ver su destino en atesoramientos o depósitos en ríos en el contexto de rituales funerarios. Otros pueden haberse enterrado en la tierra o arrojados al agua para marcar el final de ciertas relaciones o para propiciar o fraguar nuevos lazos de obligación y autoridad (Fernández y Rodríguez de la Esperanza, 2002, e.p.), aunque estas circunstancias ya se darían en otros momentos cronológicamente más avanzados del Bronce Final. Aún cuando es difícil distinguir entre todos estos diferentes roles en los contextos en los que se suelen hallar los materiales, la evidencia parece sugerir que fue en estas esferas donde el metal, por vez primera, usurpó el lugar a la piedra (en este sentido Edmons, 1995: 158, 177 y passim). Además no podemos dejar de tener bien presente en este tipo de reflexiones que el lugar o posición social que tuvo y fue desarrollando el metal durante el Calcolítico y la Edad del Bronce se fraguó dentro del nivel social de desarrollo de cada una de las comunidades culturales (Gillis,1999: 140). Muchos de los artefactos realizados en metal fueron utilizados sin ningún lugar a dudas, pero hay una pequeñísima evidencia que sugiere que estos objetos sobrepasaron los roles meramente prácticos de la mayoría de los útiles de piedra en este momento. De nuevo entonces podria ser que aquellos cambios tuvieran sus raíces en las dimensiones sociales o simbólicas de la piedra. Estas pequeñas evidencias VALORACIÓN SOCIO-ECONÓMICA DE LA METALURGIA EN EL VALLE DEL EBRO 195 estarían en conexión con que, durante casi toda la primera etapa (Calcolitico+Bronce Antiguo), la cantidad de metal o de elementos de metal en circulación siguió siendo muy restringida (tan sólo hace falta recordar aquéllos 25 gr./año de metal en circulación calculados para esta fase, vid supra). El declive gradual del uso y producción de la piedra pudo estar en relación con, o reflejar como, cambiaron las relaciones sociales dentro de las comunidades. Al menos algunos de los límites territoriales y las clasificaciones dentro de su día a día pudieron ser expresados o renovados a través de los artefactos realizados o a través de diferentes materiales como el oro, el bronce, el ambar, el jade y el azabache. Esta explicación puede no parecer clara pero lo que quiere significar es que, aunque los artefactos de piedra siguieron jugando un papel en las vidas de las gentes de este período, la importancia de la piedra como un medio para la creación de símbolos de valor e identidad tuvo un gran declive. Hasta hacía poco tiempo estos instrumentos de piedra habían sido el medio principal a través del cual las ideas acerca de los roles y las cualidades de la gente eran expresadas, y aquellos instrumentos pudieron haber perdido su potencial de representación de aquellas cualidades en los actos donde hubiera deposiciones formales de alguna clase. 7.2.2. -Interpretación de los útiles. Intencionalidad y funcionalidad Tal y como explicase recientemente Almudena Hernando (1999: 35) "...no es posible interpretar las culturas del pasado sin tener en cuenta sus formas específicas de percepción de la realidad, pero estas formas son accesibles pues son coherentes con el grado de complejidad socioeconómíca. La razón es que hay formas, estructuras generales que pueden suponerse a distintos grupos humanos con similares grados de complejidad, más allá de las características particulares que puedan alcanzar luego la formulación concreta de mitos o de ritos en cada una de ellas. Hay una ordenación y una selección básica de la realidad que se puede conocer en términos objetivos, porque resulta cantrastable entre la diversidad de grupos humanos que hoy existe". Estas reflexiones nos hacen pensar que podemos extrapolar ejemplos etnográficos que sirvan como interpretación para nuestra valoración de la metalurgia y el significado de los útiles obtenidos a partir de aquélla. Vemos así que ciertos objetos que carecían de un significado más allá de supuesto puramente funcional (Ej. : punzones), nos aparecen como útiles llenos de significado y de sentido. Asimismo, con este tipo de extrapolaciones, podemos comprender porqué se encontraron en contextos determinados, doméstico, funerario, e incluso, sin contexto claro. Uno de los aspectos más importantes para la comprensión de una actividad productiva como la metalurgia es la interpretación de los productos, en este caso de los útiles. Algunos de los útiles que hemos analizado con anterioridad no se sabe 196 MARÍA JESÚS RODRÍGUEZ DE LA ESPERANZA exactamente para qué sirvieron. Algunos autores intuyen cuál pudo ser su función pero en realidad se apuesta más por un abanico de posibilidades que por una función simple (Fig. 7.8). Además casi todos los útiles que hemos analizado constaban de dos partes, un enmangue y el instrumento o útil preservado. Salvo condiciones excepcionales de deposición, casi ningún enmangue ha perdurado ya que solian ser de materiales orgánicos y, por lo tanto, hemos perdido la mitad de la información de cómo y en qué posición habrían sido utilizados. Sin embargo, de los pocos que se han conservado hemos podido obtener bastante información (p.e: enmangue de Los Millares con hilo de oro[Almagro y Arribas,1963:109 y 356]). Comenzando por los punzones del Valle del Ebrodiremos que tal y como se ha venido observando son instrumentos realizados a molde aunque por el momento estos no han sido encontrados (Rovira Llorens y Gómez Ramos, 1994: 376). Las valvas que se han encontrado y que en alguna ocasión se identificaron con moldes no parece que pudieran haber servido para esta función ya que carecen de bebedero y fondo y eso ha conducido a pensar que hubiesen servido más bien como pulidores o afiladores (Rovira Llorens y Gómez Ramos,1994: 380). En general lo que se puede observar en los punzones es un interés en endurecer los extremos, suponemos que para que resiŝtiesen alguna acción mecánica. También hay un interés en realizar poco a poco un instrumento resistente aunque como ya hemos visto paulatinamente se van ahorrando esfuerzos en su conformación ya que el cuerpo central deja de ser tan trabajado como los extremos. Este interés en resistir acciones mecánicas podría haberse debido a que debían realizar algún tipo de trabajo de perforación de ahí que los extremos por una parte se aguzaran y por otra parte se endureciesen a base de un martilleo en frío. En cuanto a lo que se refiere al hecho de que en alguna ocasión aparecen doblados por la mitad o retorcidos no podemos aventurar demasiado. Sin embargo, el hecho de que aparezcan de este modo podría llevarnos a pensar que fueron utilizados y en este acto se doblaron. El hecho también es que no parecen ser muy funcionales con este doblez ya que no es una forma útil de trabajar en ningún caso, por lo que llegar a pensar que estos dobleces fueron intencionales no parece ser una alternativa funcional, aunque quizás sí lo fuese como medio de destrucción o como forma de dejarlos inoperantes. Por otro lado debemos analizar el significado de la aparición de estos útiles en contextos funerarios dolménicos. El ejemplo de la aparición de unos punzones debajo de un enterramiento colectivo del yacimiento de La Atayuela (La Rioja) con más de 70 individuos (Rodanés Vicente, 1996: 7) parece ser bastante representativo ya que VALORACIÓN SOCIO-ECONÓMICA DE LA METALURGIA EN EL VALLE DEL EBRO 197 aparecieron junto a otros elementos de ajuar no metálicos como cerámicas campaniformes, puntas de flecha en sílex y una aguja y una punta de flecha en hueso. En este contexto el metal también debió de tener un significado simbólico aunque no parece indicar una diferenciación social. Quizás en los comienzos de la producción del cobre este metal, en cualquiera de sus representaciones formales, significase que aquel grupo compartía un conocimiento, e incluso que este grupo estaba en contacto con otros grupos que tenían este conocimiento y existía un flujo de influencias incluido el intercambio. Si se considera esta hipótesis también podríamos aceptar que ciertos tipos habrían procedido de ámbitos del Mediodía francés tal y como se supone de los tipos Fontbouisse y brújula (Valdés,1989: 7^. En el mismo sentido de la no diferenciación social de los enterramientos en dólmenes a través de objetos realizados en cobre o bronce, podríamos añadir el ejemplo del Dólmen de Echauri (Navarra), en dónde se encontró un punzón de cobre en el interior de los restos de un individuo junto a otro punzón en hueso (Armendáriz, 1997: 26). En este ejemplo podemos apreciar como el artefacto de cobre tendría en aquellos momentos el mismo valor simbólico o ideacional que el realizado sobre hueso. En un intento de "ir más allá" en la explicación de estos artefactos hemos tenido en cuenta un trabajo de interés etnoarqueológico sobre el significado de los punzones (Spector, 1999: 233-256). Los relatos de un descendiente de unos indios Dakota que vivieron en Little Rapids en el siglo XIX, cambiaron la perspectiva y percepción de algunos artefactos que allí se encontraron. Un punzón con enmangue fue encontrado enterrado junto a restos de cenizas, artefactos rotos y restos de animales y plantas. El enmangue estaba agujereado y algunos de estos puntos estaban aún pigmentados de rojo. Según otra investigación sobre los indios Lakota emparentados lingúísticamente con los Dakota, las mujeres Lakota recordaban sus logros registrando estos con puntos incisos en los mangos de los raspadores pulidos de asta de alce. Las marcas de una cara eran negras y de la otra cara eran rojas. Cada punto negro representaba una capa curtida; cada punto rojo diez pieles o un tipi. Cuando una mujer había completado unas cien capas o diez tipis, tenía el privilegio de realizar una incisión circular en la base del mango de su raspador. Los colores con los que se rellenaban las incisiones mostraban la relevancia del trabajo hecho. El mango en sí tenía la función de recordar simbólicamente el aprendizaje de una niña hasta que se había convertido en una mujer preparada para establecer su propio hogar (Spector, 1999: 249). La idea de este tipo de estudios es la de no transmitir "historias' de los artefactos hallados en los yacimientos arqueológicos sin ser conscientes de lo que 198 MARÍA JESÚS RODRÍGUEZ DE LA ESPERANZA realmente fueron y significaron. Es decir, es un intento de ir más allá en la interpretación y significado tradicional de los objetos, en el caso de los punzones como artefactos que únicamente mantienen o reparan otros objetos complejos y además son diferenciados de otros ítems primarios. En realidad, la idea que queremos proponer, paralelamente a la de Spector (1999), es la de que los punzones no tuvieron tan sólo un nivel funcional en su significación, sino que también, como a todas luces parece, y sólo hace falta echar una ojeada al registro del Valle del Ebro para demostrarlo -de nuevo nos remitimos a los punzones aparecidos aisladamente bajo contextos funerarios o los que aparecen aisladamente junto con otros objetos de piedra o hueso-, tuvieron un nivel de significación intelectual o les añadieron un valor afectivo. Otros artefactos de análisis interesante son las hachas. De este tipo de instrumentos tenemos bastante información, pero casi toda enfocada a su clasificación tipológica y búsqueda de paralelos. Algunos estudios más modernos (Pare, 2000) han intentado analizar otros aspectos de estos instrumentos: relaciones de peso, funcionalidad real, significado como elemento y de su aparición en diferentes contextos, así como el valor del elemento en circulación. Los contextos arqueológicos en que aparecen las hachas suelen ser dos: contexto doméstico y depósitos o escondrijos. Además debemos añadir un elevado porcentaje de hallazgos sin contexto y en superficie de los que no podemos decir nada relacionado con su significado o funcionalidad. Algunos de los ejemplares que se han hallado en contexto doméstico han sido asociados a labores de avituallamiento en general y, en ocasiones han sido encontradas en las zonas que se dedicaban a actividades metalúrgicas (ej: Hachas y cincelito de Minferri, Juneda, Lleida). Las hachas son otro tipo de intrumento cuya forma de enmangue se conoce. Por lo pronto han aparecido algunos ejemplares que conservaban el enmangue (Spindler, 1995; Bortenschlager, 2000) y de estos se ha deducido que: primero pudieron haber servido muy bien como arma y no como útil, y segundo que pudieron tener una funcionalidad mixta doméstico/defensiva. Además tal y como ya anotamos, el estudio de las marcas de corte harevelado que por una parte había algunos ejemplares que no fueron utilizados nunca a pesar de ser absolutamente aptos (Greenfield, 1999: 806-807) y pudieron jugar un papel de representación o de intercambio, y por otra parte existen otros que presentan marcas de haber sido utilizados lo que indica que realmente tuvieron una evidente función práctica (Taylor,1999: 30-31). VALORACIÓN SOCIO-ECONÓMICA DE LA METALURGIA EN EL VALLE DEL EBRO 199 A1 igual que con los punzones deberíamos reflexionar sobre el hecho de si cualquiera de estos instrumentos fueron considerados "completos" o"íntegros" sin su enmangue. Además, aunque se pueda deducir con cierta lógica que el enmangue implica una potencial utilización, quizás haya que ser más cauto en esta aseveración puesto que podrían haberse enmangado con previsión de utilización o sin ella. Independientemente de esto, se han dado casos de hachas que han aparecido intencionalmente rotas o inservibles para su uso en depósitos europeos que, previsiblemente, servirían para la amortización de su metal (Pare, 2000) . Esto hace reflexionar sobre la importancia de estos objetos como contenedores de una cantidad de metal que podría ser reaprovechada y volver a ponerse en circulación. Así podríamos deducir que las hachas en sí tendrían una funcionalidad o significación durante su período de vigencia y otra muy diferente después de que se considerasen inservibles. Es ilustrativo el ejemplo del turolense depósito de La Partida de las Naves en Alloza (Fernández y Beltrán, 1951; Rovira et alii, 1997: 371), en el que aparecieron juntas un hacha de 595.5 gr. y una alabarda con un peso de 255.6 gr., ambas de cobre y con una composición muy parecida. Ninguna de ellas presentaba evidencias de inutilización intencionada y su estado de conservación era bueno con lo que la razón de su escondrijo sería casi exclusivamente la plausible amortización de su metal para su uso futuro. Los puñales pertenecen al grupo de las armas o artefactos bélico/defensivos. Los análisis de funcionalidad respecto a su composición y resistencia han informado de que en realidad estos instrumentos no podrían resistir grandes impactos. Es decir que son frágiles y ante un impacto su tendencia es a doblarse o a la rotura. De nuevo la funcionalidad de estos instrumentos quedaría restringida a su representatividad o a su carga simbólica al no poder llegar a poder desempeñar aquellas funciones que desde la comunidad científica se les adjudica. Dentro del terréno bélico o cinegético está el grupo de las flechas. Estas aparecen mayoritariamente en contextos habitacionales y en un porcentaje muy inferior proceden de contextos funerario (Kayser Aguilar, 2000: 175). La presencia de estos elementos en contextos funerarios hace referencia al plano simbólico de su funcionalidad bélica o cinegética. En los contextos funerarios calcoliticos es frecuente la presencia de flechas liticas (Kayser Aguilar , 2000: 176). No es extraño entonces que en un período más avanzado puedan aparecer en el mismo contexto piezas del mismo tipo realizadas en cobre o bronce. 200 MARÍA JESÚS RODRÍGUEZ DE LA ESPERANZA En el mundo Antiguo y Clásico se relacionaba el arco y la flecha con la caza. Tanto Apolo, como la Artemisa griega, o la Diana romana, son representadas con un arco que les sirve para dominar e imponerse a las fuerzas salvajes de la naturaleza; en Siria y en Egipto se le daba el mismo significado (Kayser Aguilar, 2000: 176), con lo que, en general se puede decir que en el ámbito mediterráneo el arco se relacionaba con la caza. Su abundancia en los registros pertenecientes al Calcolitico/Bronce Antiguo y Bronce Medio se justificaría a través de la explicación de que estaría relacionado con el modelo económico del momento en el que la caza supondría un aporte importante para el abastecimiento de los grupos culturales del momento, rarificándose el hallazgo de las mismas según fue evolucionando la Edad del Bronce y sobre todo en la Edad del Hierro (Kayser Aguilar, 2000:177). Por otro lado y apoyando la hipótesis de que también fueron utilizadas para la guerra es la aparición de ciertos enterramientos cuyos individuos han aparecido con impactos de puntas de flecha. Los dos ejemplos documentados se ubican dentro del valle del Ebro. El primero es el del enterramiento colectivo alavés de Laguardia de San Juan Ante Portam Latinam (Vegas et alii,1999; Vegas,1992; C. De la Rua,1996), datado en la transición del Neolitico Final al Calcolítico, con huellas evidentes de violencia al presentar los cadáveres heridas producidas por flechas liticas. De los casi 300 individuos de este enterramiento colectivo, nueve presentaban heridas de fecha, aunque no todos murieron a causa de ellas como demuestra la regeneración ósea de algunas. La mayoría de las heridas se debían a impactos por detrás y la ausencia de mujeres y niños parece indicar que se trató de un enfrentamiento bélico (Guilaine y Zammit, 2002: 168-173). El segundo caso es el de Longar (Viana)(Armendáriz et alii, 1995). En este caso son cuatro los individuos que aparecen con signos de haber sido heridos por flechas. De ellos tan sólo uno se recuperó y otro individuo parece que intentó quitársela pues aparece con la flecha rota en la correspondiente región anatómica -habría que discutir en este punto si fracturas en armas halladas en el interior de una región anatómica son debidas al intento de extracción de la misma o a la fragilidad del propio material-. Por último, analizaremos el grupo de los objetos relacionados con los apliques y adornos. Estos elementos de diminuto tamaño suelen realizarse a partir de láminas de oro, cobre o plata. Muchos de ellos formaban parte de otro objeto. Como ya sabemos se clasifican como apliques tanto para ropajes como para embellecer una forma previa en otra materia, como para adorno simple. De los escasos ejemplares que se han encontrado predominan los realizados en oro. Su contexto suele ser funerario, por lo que debían tener un claro simbolismo hacia el mundo de la muerte. En todo caso, el oro en sí, desde la Antigúedad ha sido considerado como un metal relacionado con el origen divino y su carácter especial se desprende del hecho de que no se emplea VALORACIÓN SOCIO-ECONÓMICA DE LA METALURGIA EN EL VALLE DEL EBRO 201 si no es para aspectos muy especiales: empuñaduras de puñales muy especiales (p.e: espada de con cachas orgánicas recubiertas de lámina de oro, Museo Arqueológico Nacional [Almagro Gorbea,1972: 55-82), enmangues singulares como el del punzón de Los Millares (Almagro y Arribas, 1963: 79-126) o para apliques y adornos. En concreto,l3 de los 31 apliques y adornos de esta primera época hallados en la Península Ibérica, pertenecen al Valle del Ebro. Todos ellos aparecieron en contextos funerarios. Sus formas son simples de lo que se deduce que el simbolismo de la pieza en sí estaba en el metal con que se había realizado y no en la pieza como forma. El oro acompañaba en el viaje de la muerte como elemento singular o diferenciador. 7.2.3. El valor y el prestigio del metal durante el Calcolítico y la Edad del Bronce. No es ninguna novedad el intento de analizar el registro material de la Prehistoria desde el punto de vista del valor y del prestigio, si es que estos dos conceptos fueron asumidos como tales durante los períodos que analizamos. Parece, por las similitudes que encontramos en el registro, que sí lo fueron, sobre todo por las evidencias y diferenciaciones que se han hallado en la forma de ser depositados y al acompañar o ser acompañados de otros objetos que también nos indican cierto valor añadido. En todo caso el valor es función directa de la relación que establece la sociedad con los objetos, de forma que nunca puede ser una propiedad inherente a los mismos, sino algo en constante inestabilidad (Perea, 2001-2002: 17). En primer lugar debemos diferenciar entre el valor intrínseco y el valor extrínseco de cualquier objeto. El valor intrínseco se aplica a la cualidad que es propia de la cosa por sí misma y no procede de una consideración externa. P.e: Un billete de quinientos Euros tiene menos valor intrínseco que una moneda de bronce. De esta forma el valor extrínseco es aquella cualidad añadida y que no pertenece a la cosa por su propia naturaleza sino que es adquirida o superpuesta a ella. Podemos ejemplificar este caso con una tarjeta de crédito, que tiene más valor añadido o extrínseco que el propio del plástico con el que se ha fabricado. El valor intrínseco y el extrínseco pueden cambiar o modificarse durante los diferentes períodos de una cultura. Un bien de prestigio puede tener un valor - intrínseco y extrínseco- tal en un contexto cultural claro y ser considerado o juzgado 0 interpretado como intrínseco por aquélla cultura (Renfrew, 1986: 159). Tal y como propuso Arjún Appadurai (1995, 1988 [1949]), esto puede ser útil para introducir en primer término el valor en relación con aquellos materiales que en una cultura específica son considerados que tienen un valor intrínseco , aunque éste a nuestros ojos pudiera ser extrínseco. Sin embargo, cada objeto específico puede por sí mismo haber 202 MARÍA JESÚS RODRÍGUEZ DE LA ESPERANZA tenido una situación especial o un estatus especial a través de su propia historia de asociaciones, cosa que parece que se hizo con el oro. Teniendo en cuenta nuestras propias ideas preconcebidas sobre el oro, las primeras piezas de oro, muy simples, no tuvieron ningún valor de uso, en sentido de utilidad, y tuvieron un escasísimo valor de labor o de trabajo. Aigunas piezas de cobre y de bronce tal y como se ha demostrado por experiencias actuales no pudieron tener ningún valor de labor (labor value) ya que eran piezas inútiles para llevar a cabo cualquier trabajo bien por su poca resistencia o hagilidad, bien por su extremada maleabilidad. Es decir, que este tipo de objetos debieron tener otro tipo de valor. Generalmente se define como un valor de prestigio a aquel valor, normalmente añadido, que procede también de que el material con el que está realizado la pieza es escaso para la cultura o bien que la forma o significado de dicho objeto simboliza algo que en el plano de la interpretación se puede valorar como un valor ideacional. Este valor de prestigio hace que la pieza en cuestión se utilice en determinados momentos, normalmente escasos o que la pieza se ponga a buen recaudo. Este valor de prestigio en todas las culturas concede poder a la persona que posea estos bienes de prestigio. En el momento actual y en nuestra sociedad capitalista, esta situación la podríamos ejemplificar a través del anillo de oro triple de Cartier. El valor intrínseco de la pieza, aunque alto, es infinitamente inferior al que alcanzará en precio, puesto que al ser un bien de prestigio su valor en el mercado se eleva inmediatamente. La persona que posea este bien de prestigio será considerada poderosa porque tiene el suficiente poder adquisitivo como para obtenerla y el dinero, en nuestra sociedad, es poder. Podemos imaginar qué ocurriría si, de repente, este anillo comenzase a abundar hasta la saturación en el mercado: su valor de prestigio disminuiría y con él su precio y, a su vez, su valor intrínseco se podría mantener, aunque seguramente disminuiría mínimamente al ser inferior el de prestigio. De hecho, las firmas más prestigiosas de joyería aseguran a su clientela la edición limitada de sus objetos. En este año 2002 Cartier ha editado una pluma estilográfica en conmemoración de su aniversario, y tan sólo se van a vender 1830 ejemplares en todo el mundo. Podemos ejemplificar este hecho con otro caso esta vez situado en la Francia del siglo XIV. En esta época feudal se promulgaron reiteradamente leyes suntuarias por las que la población de las clases bajas tenía vedado la posibilidad de vestirse con los mismos ropajes que los nobles y aristocráticas. Este hecho se explica por el miedo que tenían aquellas clases altas a verse imitadas por las clases bajas y no llegar a distinguirse de ellas de modo fehaciente. La magnificencia de los ropajes se consideraba una prerrogativa de los nobles, quienes debían ser identificables por su modo de vestir prohibido a otros (Tuchman,1979: 19). VALORACIÓN SOCIO-ECONÓMICA DE LA METALURGIA EN EL VALLE DEL EBRO 203 El valor entonces de un objeto de metal viene dado por su valor intrinseco, su valor extrínseco, su valor de labor y su valor de prestigio. Sin embargo, hay ciertos valores que no tendrán ciertos objetos o que serán ajenos a ellos: el valor de labor de una pieza ritual o de adorno será nulo, el valor de prestigio de un objeto para el trabajo será bastante menos relevante que el de un bien de prestigio, etc. Analizando los contextos en los que nos encontramos los objetos metálicos puede considerarse que el valor de labor es inversamente proporcional al valor de prestigio aunque estos valores hayan podido modificarse en el mismo objeto con el paso del tiempo: es decir, un hacha cuyas huellas de uso nos demuestran que desempeñó una utilidad tuvo un valor de labor, si la encontramos en un contexto funerario tendremos que considerar que simbolizaba algo en el momento en que fue depositada con el cadáver y en este momento había perdido ya su valor de labor. Un hacha que nunca haya sido utilizada nunca habrá tenido este valor de labor y siempre, sea el que sea el contexto en el que se haya encontrado, conservará ese valor añadido de prestigio. Un hacha hallada en un depósito, esté o no intencionalmente inutilizada o invalidada para su uso, conservará su valor intrínseco, pero habrá perdido su valor de labor y seguramente su valor de prestigio como pieza, aunque en este caso su valor intrínseco esté muy relacionado con el valor de prestigio debido a que el metal era per se lo que se escondía. Después de estas reflexiones debemos considerar cuál y qué clase de valores tendrían por sí mismo el metal (oro, cobre, bronce y plata) y las piezas realizadas en estos materiales y qué tipo de prestigio podría devenir del mismo. Realmente sólo podemos atisbar el significado y el tipo de prestigio a través de los contextos en que aparezcan y esto nos llevará a interpretaciones limitadas. Así sólo podremos atisbar el valor de prestigio de una pieza si aparece en un depósito o escondrijo o si aparece en un contexto funerario, pero a excepción de las huellas de uso, careceremos de datos para intuir que tuvieron alguna consideración de utilidad. Si el hallazgo se produce en contexto de habitación con asociaciones de algún tipo nuestra interpretación se tendrá que adecuar a sus huellas o a las huellas que dichos artefactos hayan dejado. Así pues aunque hayan sido pocos los objetos metalúrgicos del valle del Ebro que se encontraron en contexto, son susceptibles de ser clasificados en este apartado. En primer lugar, los punzones hallados en contextos funerarios dolménicos (Ej: Dólmen de Echauri) podemos decir que tuvieron valor de prestigio. Las pocas hachas que se han hallado en contexto (Ej: La Hoya Quemada y Cabezo del Cuervo) lo han hecho en poblados, es decir, que al menos debieron tener valor de labor y, el hecho de que algunas de ellas no tenga huellas y que tengan formas poco manejables nos está hablando de que seguramente tuvieron un valor extrínseco muy vinculado al prestigio. 204 MARÍA JESÚS RODRÍGUEZ DE LA ESPERANZA Las armas mayoritariamente se han hallado en contextos funerarios (Ej: Gobaederra) lo que nos hace pensar que a parte de su valor de prestigio no debieron tener otro, pues en su mayoría, no son lo suficientemente resistentes como para que tuviesen una verdadera función guerrera o cinegética. Los contextos de depósito, cuya frecuencia aumenta a lo largo de la Edad del Bronce, han sido vistos y analizados como evidencia de que según fue avanzando el período, el metal fue adquiriendo alguna de las funciones de un dinero primitivo, con un valor de almacenaje, valor estandar, y valor de intercambio (Shennan, 1998: 202; Lenerz-De Wilde, 1995). Quizás podríamos aventurar que estos valores se fueron definiendo en el tiempo y que, en los primeros depósitos del Valle del Ebro (Ej: La Iglesia en Teruel), ya comenzaban a adquirirse las primeras pinceladas de aquellos sin que siquiera tuviesen conceptualizado aquellos grupos el sentido de transacción comercial o de dinero primitivo. 7.3. La estructura social de los grupos mineros Hace unos años se propuso la idea de que los especialistas, independientemente del tiempo que dedicasen a su actividad, podrían dividirse a su vez en dos clases: especialistas dependientes y los independientes (Balfet,1965; Rowlands, 1971; Trigger, 1974; Van der Leeuw, 1977, Evans, 1978; Rice, 1981; Muller, 1984; Tosi, 1984 y Beaundry, 1984) . Llamaríamos especialistas dependientes a aquellos que fuesen controlados -las personas o los productos- por otros que no fuesen ellos (Olausson, 1993: 1 y 2; Brumfiel y Earle, 1987: 5). Si estos especialistas están controlados debería ser por un grupo con más poder, es decir por una élite social. Esta élite controlaría aquellas actividades que reportasen beneficios económicos o de prestigio para el grupo. Un grupo de especialistas independientes o free-lance, es decir, no controlados por otro grupo que pudiese ejercer coherción, tendría también que ser considerado por el resto del grupo como una élite, siempre y cuando estemos pensando en personas dentro de un grupo y no en especialistas independientes que trabajasen para grupos diferentes, lo que conllevaría a su vez una movilidad continua. Los objetos fabricados por un especialista dependiente para una élite o para sus patrones, necesariamente tendrían que ser únicos y raros. La razón por la que un patrón mantiene y sostiene a un especialista es porque tiene un talento especial en el trabajo que transmite al objeto final que es el que utiliza el patrón para afirmar su posición en la sociedad. Sin embargo, parece que la emergencia de especialistas independientes se tiene que asociar a momentos más tardíos que los que nosotros estudiamos. Clark y Parry (1990: 322) sugirieron que el proceso fue paulatino: en un momento que podemos VALORACIÓN SOCIO-ECONÓMICA DE LA METALURGIA EN EL VALLE DEL EBRO 205 asociar al Neolitico aparecerían los primeros especialistas y en contextos de sociedades igualitarias; los especialistas dependientes de patrón surgirían ya en sociedades estratificadas y, finalmente los especialistas independientes, centrados ya mayoritariamente en la manufactura de útiles, aparecerían en sociedades plenamente jerarquizadas casi a nivel de estado. Olausson (1993: 6) llega a la misma conclusión porque, en su opinión, un especialista independiente tiene que asumir unos riesgos que necesariamente hace que deba desarrollarse en sociedades de este tipo. Durante el Calcolítico y la Edad del Bronce emergieron las primeras sociedades complejas. En este momento es difícil imaginar que se desarrollasen grupos de especialistas mineros y metalúrgicos independientes. Mas bien, lo que apreciamos en los escasos yacimientos de minería prehistórica es que se trataba de asentamientos esporádicos y efímeros (P.e: La Loma de la Tejería), en donde un grupo de personas trabajaron y que, casi con seguridad, pertenecían a otro grupo mayor que, a parte de ejercer coherción sobre ellos, les protegería y les mantendría, si no perteneciesen los mismos metalúrgicos a la misma clase que los "jefes" o élite (Randsborg, 1986: 188). En los poblados como el de Minferri (Equip Minferri, 1997) hemos encontrado alguna evidencia que nos hace creer que había determinados lugares o zonas destinados a llevar a cabo las actividades metalúrgicas, de lo que podemos inferir que era una actividad a la que se le daba una importancia especial, reservándole un lugar especial para su desarrollo dentro de la población. Estos ejemplos en el Valle del Ebro nos hacen reflexionar sobre el hecho indudable de que coexistieron diferentes niveles de trabajos mineros en ámbitos relativamente cercanos, lo que nos llevaría a pensar sobre el desarrollo diferencial de las mismas actividades en distintos ámbitos socioeconómicos: ámbitos básicamente agrícolas muy sedentarios y ámbitos agro- pastoriles menos estables. Piggot (1998) en su reciente estudio sobre el fenómeno de la metalurgia y la minería prehistórica en Thailandia expone que no se perciben estructuras de jefaturas a pesar de tener un desarrollo dedio de minería de de metalurgia. Lo que sí se distingue es la presencia de una autoridad central que controlaba el acceso y distribución de los recursos mineros. 7.4. Las jornadas y temporalidad de trabajo de los grupos metalúrgicos En la literatura especializada de los últimos tiempos se comenzó a sugerir que la jornada a"tiempo completo" de los mineros era un fenómeno que comenzó en la Era Industrial, en particular, en los dos siglos pasados (Ehrenreich, 1996). Anteriormente a esta opinión se comenzó a denominar como "minería informal" a aquellos trabajos mineros que sólo se llevaban a cabo como una actividad a"tiempo 206 MARÍA JESÚS RODRÍGUEZ DE LA ESPERANZA parcial" (MacMillan, 1995). Antes de la Revolución Industrial aquellos mineros eran granjeros o trabajaban en actividades de laboreo y sólo puntualmente se dedicaban al trabajo de la extracción de minerales. Pero la verdad es que, aun en nuestros días, es muy difícil distinguir en el registro arqueológico entre dedicación parcial y dedicación a tiempo completo (Olausson, 1993: 344). No obstante, la lógica nos sugiere que las pautas de dedicación a las tareas mineras en la prehistoria sería también parcial, interpolándose entre las actividades de subsistencia más importantes como la agricultura, ganadería y aprovechamiento de recursos silvestres. La llamada "temporalidad"de la que hablamos no sólo es una cuestión del tiempo total semanal que se invierte en la actividad, sino que también, es una cuestión de "estacionalidad". Los estudios han revelado que aquellos que se dedicaban a la minería normalmente se dedicaban a la agricultura o al pastoreo lo que hace que se piense que también fue una actividad estacional. La razón por la que se plantea esta hipótesis es que las actividades de minería conllevan un desplazamiento o un movimiento casi-nómada (mucho más acentuado en los tiempos precedentes a la Revolución Industrial). Algunos ejemplos de excavaciones históricas de Estados Unidos sugieren que la organización de las pequeñas comunidades mineras fue bastate fluida, a menudo temporales y efímeras. Los materiales que se consiguieron recuperar revelan evidencias muy limitadas de etnicidad, de clase, género e, incluso, riqueza. Así en nuestra zona apenas se han encontrado evidencias arqueológicas asociadas a los yacimientos mineros. La razón principal es que las remociones posteriores han borrado el registro y, en segundo lugar, el registro debió ser tan escueto que las posibilidades de hallemos alguna evidencia son realmente bajas. Asociadas a las menas del Cantábrico se han hallado evidencias, como picos o mazos, de estas actividades (Blas Cortina,1999: 47). En el Valle del Ebro tan sólo contamos con las evidencias que nos han aportado los recientes trabajos arqueológicos del yacimiento aragonés de la Loma de la Tejería junto a una mena de cobre (Almagro Gorbea y Collado Villalba, 1981) y los que se llevaron a cabo en el catalán de la Solana del Bepo (Reus) (Vilaseca, 1957 y 1963: 167 y 168) que se halla a 7 km. de una mina moderna "ELs Crossos" en donde en 1922 se halló un hacha de basalto incompleta (Martín Cólliga, 1999: 159). Este tipo de evidencias tan sólo indican que hubo actividades mineras prehistóricas, pero en ningún caso nos están informando de ningún aspecto relacionado con el modus operandi de los grupos mineros, de la sistematicidad del trabajo o de la organización o riqueza. Más bien, las escasas evidencias parecen indicar unos trabajos esporádicos de poca duración e intensidad. VALORACIÓN SOCIO-ECONÓMICA DE LA METALURGIA EN EL VALLE DEL EBRO 207 En el caso de la Loma de la Tejería (Albarracín), tras dos campañas de excavaciones, hemos podido recabar la suficiente información in situ como para que apostemos por la hipótesis de que alli se llevaron a cabo trabajos mineros de tipo estacional. El registro arqueológico, la falta de elementos de almacenamiento y la estructura de carácter endeble así nos lo indican. Además, las dimensiones de dicho yacimiento parecen informarnos de que aquel trabajo esporádico y estacional fue realizado por un reducido grupo de personas, a lo sumo cuatro o cinco (Montero y Rodríguez de la Esperanza, 2002: e.p.). Quizás se debería hablar más de un tipo de minería informal, casi de recolección de mineral más que de trabajos sistemáticos para la obtención de minerales. La comunidad científica internacional, sin embargo, aún no apuesta sistemáticamente por este tipo de trabajos mineros de reducidas dimensiones, sin duda la causa es que cuesta mucho no extrapolar nuestra concepción actual de ingeniería de minas a los primeros trabajos metalúrgicos. 6.5. Género y edad en la minería y en la metalurgia No hace muchos años que se intenta distinguir en el registro cierto tipo de información que haga factible diferenciar si las actividades de las comunidades prehistóricas se llevaron a cabo por un determinado género o si se puede adscribir a un determinado grupo de edad. En realidad, estos dos aspectos son casi imposibles de distinguir en el registro arqueológico y, con lo único que podemos trabajar es con analogías etnográficas y con los documentos históricos que han recogido cierto tipo de información (P.e: Herodoto, libro IV). En realidad los documentos gráficos y escritos que tenemos relacionados con el género casi se refieren en exclusiva a la minería del oro. Este elemento, tan preciado desde antiguo, ha sido el que nos ha proporcionado más información respecto a su forma de extracción. Curiosamente los datos que tenemos sobre la extracción del oro están relacionados con el trabajo femenino y no con el masculino: "Frente a ellos (los zcíveces) dicen los carquedonios que se encuentra una isla, cuyo nombre es Círavis, de doscientos estadios de longitud, estrecha por su anchura, abordable desde el continente y llena de olivos y de viñedos; (2) en ella hay un lago, del que las doncellas de los del lugar, con plumas de pájaros untadas con pez, sacan del limo raedura de polvo. Si esto es realmente verdadero, no lo sé, dejo por escrito lo que se dice: todo podría ser, puesto que yo personalmente vi que también en Zacinto se sacaba pez de un lago y precisamente del agua..." (Herodoto, LIBRO IV-195). 208 MARÍA JESÚS RODRÍGUEZ DE LA ESPERANZA A este relato además se le puede añadir el de Diodoro de Sicilia, quien en su obra mencionaba el hecho de que mujeres esclavas eran las encargadas de machacar el mineral de las minas de oro ptolemaicas (Libro IIL13)(Kassianidou,1998: 235). El mismo hecho fue documentado por Polibio (s. II a. C.), cuando hablaba de la riqueza aurífera delos ríos existenten en la franja peninsular noroccidental al N. del Tajo (Geográficos, libro III, 2, 9). Particularmente nos resulta muy relevante la descripción expres que hace del modo cómo las mujeres de los árbatros bateaban la plata, el estaño y el oro blanco de los ríos (Sánchez Palencia y Pérez,1989: 21). Actualmente también se ha documentado que las mujeres de las tribus africanas del Este (Fig. 7.10) son las encargadas de ir a los pláceres de los ríos a recolectar pepitas de oro nativo. Estas mujeres realizan trabajos de minería extrayendo limos de los lugares que ya conocen y llevan estos limos a lavar al río. Con una especie de dedal alargado con una cavidad horadada en la punta, van recogiendo las minúsculas pepitas que se encuentran y las introducen en una bolsita que llevan colgada del cuello. Hasta aquí llega el papel de la mujer respecto al oro puesto que el traslado y la venta en el mercado es asunto que asumen los hombres. También hay documentación gráfica del mismo tipo relacionada con la minería del hierro en la zona subsahariana (Banjeli, Togo), donde las mujeres y los hombres realizan las mismas tareas con respecto a la extracción de este mineral (Figs. 9 y 10), (Herbert,1998:148). En relación con la minería, en el mismo contexto moderno o contemporáneo, se ha documentado como en las minas de estaño de Bolivia los mineros tienen en gran estima a las mujeres que trabajan en este oficio pues históricamente son las que han llevado a cabo duros enfrentamientos con sus patrones que normalmente les explotan (Rodríguez de la Esperanza, 2001; Knapp, 1997: 17; Nash, 1993). Igualmente, en el Africa precolonial la mujer tuvo un papel fundamental en la producción de hierro, siendo quien realizaba la totalidad de las tareas fundamentales de preparación de los minerales y del combustible (Knapp, 1998: 18; Herbert, 1998: 141). A continuación se va a abordar el tema de los trabajos metalúrgicos de transformación y producción prehistóricos y su posible vinculación a un sexo desde el punto de vista de la documentación arqueológica. Realmente debemos decir que los datos que existen en este tema son realmente escuetos y, salvo honrosas excepciones, no se ha documentado adecuadamente el registro. Por estas razones apenas se atisba luz respecto a este tema. Tan sólo se han documentado dos tumbas en Europa nórdica (Dinamarca y Holanda) que hayan podido vincularse a especialistas metalúrgicos (Randsborg,1986; Butler,1961) (Fig. 7.11). Esta asociación se realizó debido a que, por primera vez, apareció asociadas a un contexto funerario la "panoplia" del metalúrgico: VALORACIÓN SOCIO-ECONÓMICA DE LA METALURGIA EN EL VALLE DEL EBRO 209 cinceles, cuarcitas pulidas, afiladores y en ambos también sendas espadas (Randsborg, 1986: 186). El resto de los elementos que aparecieron se relacionaron rápidamente con un ajuar masculino pero, estudiándolo atentamente, nada hace sospechar que deba asociarse a este género porque, tal y como se ha demostrado, las armas no vinculan necesariamente al sexo masculino lo mismo que los elementos domésticos no vinculan necesariamente al sexo femenino, y que el sexo puede adquirirse según las sociedades después del nacimiento (Gilchrist, 1999: Capítulos 3 y 4). No resulta inusual encontrar restos óseos que, de acuerdo con sus rasgos antropológicos físicos, pertenecen a un sexo y que se han encontrado asociados en sus tumbas con bienes relacionados culturalmente con el sexo opuesto. Son célebres los casos de enterramientos femeninos asociados a armas y, enterramietos masculinos asociados con parafernalia de tejer o a joyería (Gilrich, 1999: 69). Estos ejemplos se pueden encontrar desde la Edad del Hierro en Italia hasta la Inglaterra anglosajona (Vida Navarro, 1992; Lucy, 199^. En algunas ocasiones se dan los casos de que en las necrópolis de la Edad del Bronce las tumbas más ricas y con más objetos metálicos pertenecen a mujeres adultas (Rega, 1997: 240-241). Con todo ello lo único que se puede decir es que necesariamente las actividades metalúrgicas del cobre y del bronce no deben adscribirse a priori al sexo masculino. Lo que sí es cierto es que la tradición iconográfica del herrero, desde la Antigiiedad y pasando por la Edad Media hasta nuestros días , nos indica que eran hombres los que manipulaban el hierro (transformación y producción), pero nada sabemos de quiénes se encargaban de los trabajos de transformación y de las manufacturas de oro, cobre y bronce durante la Prehistoria. Más aún, todos los documentos etnográficos parecen indicar que mientras las mujeres y los niños han estado y estuvieron vinculados a todas las actividades mineras, las actividades de fundición y de producción fueron exclusivamente prerrogativa de los hombres (Herbert, 1998: 152). En contra de esta inferencia generalizada se ha localizado un grabado irlandés de la Edad Media dónde parece poder identificarse féminas realizando trabajos o actividades vinculadas con el herrero como la forja, el acarreamiento del agua y la ventilación con fuelle (Scott,1991:192)(Fig. 7.13). La edad es otro de los grupos a distinguir en los trabajos relacionados con la minería y la metalurgia. Cuando se habla de mineros, en general, no se especifica a qué grupo de edad nos estamos refiriendo, asumiéndose de hecho que se trataba de adultos. Esto lleva implícito el hecho de que todos los trabajos relacionados con la minería y metalurgia fueran llevados a cabos por adultos. Sin embargo, algunos indicios como el tamaño de las galerías de las minas nos hacen reflexionar sobre las personas que allí estuvieron trabajando: o bien tenían estaturas muy reducidas, o bien, se trataba de subadultos o infantes. 210 MARÍA JESÚS RODRÍGUEZ DE LA ESPERANZA En relación con la minería del cobre no podemos aportar mucha información. En general las evidencias que nos han llegado hasta nuestros días sobre la minería prehistórica del cobre son los instrumentos o las marcas que no pueden relacionarse con un sexo o un grupo de edad. Si bien esto es así, algún dato nos informa sobre quiénes trabajaban dentro de las galerías desde el punto de vista del grupo de edad. En general las galerías subterráneas que se construyeron para el beneficio del mineral eran angostas. Algunas hacen pensar que los mineros que allí trabajaron tuvieron que realizar su labor en condiciones muy severas de aire/ventilación, luz y postura. Las condiciones debieron ser tan duras que diferentes autores han sugerido la posibilidad que que existiese un sistema de drenaje en la parte inferior del complejo minero (Ixer & Budd, 1998: 25; Dutton et alii, 1994). La razón por la que las galerías tenían este sistema tan tortuoso era porque se seguían estrictamente las vetas de mineral con el mínimo esfuerzo de remoción de tierras y rocas, horadando huecos en la roca de pequeñisimo tamaño conocidos también como gateras. Por esta razón, existe la posibilidad de que fueran niños los que se introdujesen en aquellos espacios tan angostos donde un adulto no podría desarrollar su cometido. Es más, está documentado que hasta la Revolución Industrial esta práctica se ha llevado a cabo en las minas de carbón (Rodríguez de la Esperanza, 2001), con lo que imaginamos que ha sido práctica habitual hasta la fecha. Esta referencia se ve apoyada en la documentación que de nuevo nos dejó Diodoro de Sicilia (Libro III. 13.12). En esta describe cómo entre los esclavos, los hombres maduros eran los encargados de realizar la galería y cómo los chicos que no han llegado a la madurez son los que se introducían en las galerías y las gateras y extraían el mineral. Una vez fuera, las mujeres y los ancianos se dedicaban a machacarlo. Como ya apuntábamos el trabajo infantil en las minas antes y después de la Revolución Industrial no es ninguna novedad. Los niños se utilizaban para introducirse por aquellas galerías y huecos dónde un adulto no podía y extraer de allí el mineral. En la memoria de los mineros de la cuenca minera astur-cántabra queda la utilización del término guaje que significa aquel individuo no adulto que estaba al servicio del minero en sus labores y del que dependía. Este individuo subadulto ascendía en su estatus cuando aprendía el oficio y esto solia ser el momento en que dejaba de utilizar pantalones cortos (com. pers. D. Francisco Torres). A este hecho, deberíamos unir el de que en la Antigiiedad un individuo infantil no era considerado como persona ni tenía sus mismos derechos (Wiedemann, 1989: 5- 49) y las referencias que nos ha dejado la documentación de la minería en época VALORACIÓN SOCIO-ECONÓMICA DE LA METALURGIA EN EL VALLE DEL EBRO 2I I. romana sustentan ambas teorías (Maurín, 1985: 221-230) la de la no consideración como personas de los niños y la de su labor en las minas. Así los estudios centrados en los grupos de edad en la Prehistoria sostienen que el período del aprendizaje y especialización eran fundamentales para la consideración y justificación del individuo adulto (Finlay, 1997: 208) y además, era considerado como el período en el que se aprendían las normas de género (Sofaer Derevenski, 1997:202). En realidad, la regulación y prohibición de trabajo para menores es un hecho muy moderno, que se desarrolló a partir de los años 20 del siglo XX en la regulación del Derecho del Trabajo. Los recientes estudios sobre el género y la edad en la Prehistoria nos están ayudando a comprender mejor ciertos aspectos que por defecto siempre se habían atribuido a adultos masculinos (Shennan,1998: 202-203). Los documentos etnográficos, históricos y arqueológicos aportan nuevas posibilidades y sustentan la teoría de que durante el Calcolitico y la Edad del Bronce las actividades económicas de aquellas comunidades, y en concreto la minería y la metalurgia, fueron realizadas por individuos masculinos y femeninos adultos y subadultos (f^g• 7.13). 7.6. El paisaje minero El paisaje y el entorno del mundo metalúrgico estaba modificado por el género humano. Esto, sin duda, debió generar cambios, en alguna ocasión más abruptos que en otras. Es decir, que las modificaciónes en el paisaje dependerían esencialmente de: por un lado el volumen de mineral y roca removido y por el otro si el mineral obtenido se procesaba alli o, si tan sólo, se trasladaba. En todo caso, el impacto en el paisaje tuvo que ser de grandes proporciones. La razón es que, en primer lugar los primeros trabajos de extracción se hacían siguiendo las vetas visibles en la superficie, con lo que, el sistemático horadamiento del paisaje, conllevaría en un corto espacio de tiempo, una modificación estética con estos hoyos y sus respectivos montículos o terreras de lo que fuera ganga del mineral. Este paisaje sería modificado desde el primer momento hasta que se dejase de explotar la veta o la mina. Un cercano ejemplo lo tenemos en el propio Valle del Ebro, en el cerro albarracinense en de La Loma de la Tejería (Teruel) dónde, a lo largo que cientos de años, se ha llevado a cabo un desmonte antrópico del terreno de tal volumen, que, apenas quedan vestigios de la orografía original. Aquel cerro sirvió como ya hemos visto para extraer no sólo mineral de cobre en forma de óxidos y carbonatos, sino que fue cantera de un tipo rosáceo de arenisca. Estos datos se pueden deducir de las marcas cuadrangulares que han quedado como huella de estos trabajos a lo largo y 212 MARÍA JESÚS RODRÍGUEZ DE LA ESPERANZA ancho del cerro y en las marcas que el agua dejó en los lugares dónde se llevó a cabo la decantación del mineral. Por supuesto, si pensamos en el momento técnico del procesado, también habría una modificación del paisaje. El mineral necesitaría combustible para ser procesado, y este tuvo que proceder de la madera de los árboles. Aún cuando ya se demostró que para procesar el mineral no tuvieron que utilizarse grandes cantidades de madera (Montero, 1994; Rodríguez de la Esperanza, 1996a), lo que sí es cierto que utilizaron los árboles para proveerse de ésta. Es lógico pensar que estos árboles fueran obtenidos de las inmediaciones o lugares más cercanos a donde llevasen a cabo el ' proceso de reducción: la mina o el poblado. Estas masas forestales retrocederían en un nivel muy bajo (en comparación con el retroceso-avance natural en un bosque que depende de incendios naturales, heladas, períodos de intenso frío o calor) a causa del proceso metalúrgico. Finalmente no somos ajenos al hecho de que la combustión de la madera conllevaría necesariamente una contaminación medioambiental ya fuera por las emisiones de los gases desprendidos de aquélla, ya fuera por los detritus generados en las actividades de transformación y procesado del mineral y del licuado del metal (Montero y Orejas, 2000: 7-15). 7.7. Reflexiones La minería prehistórica tradicionalmente ha sido estudiada como una actividad económica y no se la ha querido relacionar con los aspectos sociales, ideológicos y politicos en los que, necesariamente, tenía que estar implicada. Quizás se han estudiado algo más estos mismos aspectos pero relacionados con la metalurgia. El todo caso, aún estamos muy lejos de conocer en profundidad el rol que jugó la minería y la metalurgia del cobre, estaño y plata durante el Calcolitico y Edad del Bronce y, en concreto, durante estos períodos en el Valle del Ebro, centro de nuestro interés. Algunos estudios específicos han comenzado a ofrecernos un panorama muy diferente al que se asumía previamente a aquellos (Wylie, 1993: 15). La vida social de los asentamientos mineros, las implicaciones que tenía el asentamiento y sus relaciones con los vecinos (Shennan, 1998: 202), explotación, modificación y finalmente el abandono de la mina así como el mundo ideológico y de mentalidad de las comunidades mineras. Además los estudios basados en el registro etnográfico nos han aportado datos sobre el papel de las mujeres en las comunidades mirieras, y en las actividades metalúrgicas (Nash, 1993). Finalmente la edad, como grupo de estudio, aporta interesante información, indicándonos como los individuos no adultos también trabajaban en estas actividades. VALORACIÓN SOCIO-ECONÓMICA DE LA METALURGIA EN EL VALLE DEL EBRO 213 El panorama que comenzamos a percibir desde el punto de vista social es muy interesante: las comunidades mineras implicaban en sus actividades a todos sus individuos, independientemente de la edad y el sexo. Sin embargo, parece que las actividades posteriores de producción y de suministro o intercambio eran llevadas a cabo por individuos adultos masculinos. Desafortunadamente no nos quedan restros antropológicos in situ de los individuos masculinos o femeninos que llevaron a cabo aquéllos trabajos de minería en el Valle del Ebro. El valor económico e ideacional del metal y de sus productos cambia con el paso del tiempo pasando de un valor quasi exclusivamente ideológico y representativo o de prestigio, a un valor económico y funcional (vid supra), carácterística que sí podemos percibir en el registro arqueológico. Uno de los ejemplos más emblemáticos que podemos encontrar en la Prehistoria europea es el de la necrópolis balcánica de Varna (Renfrew, 1986: 148-149). En este cementerio se encontraron tumbas con esqueleto y tumbas simbólicas o cenotafios. En muchos de los primeros se hallaron importantes ajuares y en los segundos, que se dividieron en tres categorías, aparecieron espléndidos ajuares con piezas realizadas en oro, entre las que se encontraban las renombradas máscaras. En los enterramientos más pobres aparecían objetos líticos, como hachas de sílex. En enterramientos intermedios aparecieron otro tipo de materiales como hachas realizadas en cobre (Ibidem: 152), Parece que entonces ya en un momento muy temprano del calcolitico en los balcanes se quiso distinguir el rango de las personas a través de los ajuares de las sepulturas que además estaban realizados con un nuevo material y una nueva técnica. Esto también quiere decir que la tenencia de ciertos objetos realizados en ciertos materiales otorgaba prestigio y hacía que se distinguieran entre los diferentes grupos. Esto ocurrió en esta área mucho antes de que ocurriese en otras que creíamos más evolucionadas como el Egeo o las Islas Británicas, en dónde se comienzan a distinguir este tipo de evidencias a partir de la Edad del Bronce. Claramente el oro y el cobre en esta sociedad eran un nuevo medio para expresar el rango o el estatus social (Ibidem: 160). El cobre y el bronce durante un tiempo representaron el prestigio de ciertos grupos sociales pero, con el paso del tiempo, al comenzar a ser utilizados de forma ordinaria perdieron ese valor de prestigio y pasaron a tener valor de labor. Mientras, el oro, hasta nuestros días, ha mantenido ese valor de prestigio que expresa el rango 0 estatus social que tiene poder para poseer bienes escasos. En particular, el Valle del Ebro no parece ofrecer abundantes datos sobre estos aspectos socio-económicos que implicó la práctica de la metalurgia primigenia. Por ahora tan sólo hemos podido establecer unas pinceladas sobre cuál sería el panorama socioeconómico general que allí se dio. Si bien las últimas investigaciones sobre el 214 MARÍA JESÚS RODRÍGUEZ DE LA ESPERANZA tema han conseguido obtener más datos del registro arqueológico, debemos ser conscientes de que se han perdido muchos de estos hasta la fecha. Tenemos la seguridad de que en un futuro próximo la investigación arqueológica estará más sensibilizada con la primera metalurgia y se intentará profundizar en este campo y preservar aquellos datos que sean de utilidad y que hasta ahora no se consideraban tan importantes, e incluso, no se tenían en cuenta (p.e: leznas, restos de estructuras metalúrgicas, gotitas,etc.). A pesar de esto, no podemos dejar de plantearnos que si con tan escasos datos se puede atisbar al menos un panorama general de la metalurgia inicial en el Valle del Ebro, en un futuro la información que se pueda obtener será mucho más rica cualitativa y cuantitativamente hablando. CAPÍTULO 8 CONCLUSIONES: LA PRIMERA METALURGIA EN LAS SOCIEDADES PREHISTÓRICAS DEL VALLE DEL EBRO El propósito de esta tesis ha sido realizar una valoración lo más precisa posible sobre qué supuso en último término la introducción de la primera metalurgia en las sociedades del Valle del Ebro. Con ese fin nos hemos adentrado en temas muy diferentes e incluso, en ocasiones, nos hemos visto obligados a abordar cuestiones tangenciales a los propios de la metalurgia. Hemos realizado un recorrido por todo el Valle del Ebro, cuya idiosincrasia ya ha sido demostrada, analizando desde los recursos minerales, pasando por las evidencias arqueológicas directas o indirectas de la metalurgia e incluso hemos intentado analizar cómo fue el mundo de los metalúrgicos/ as y su entorno más inmediato, el Valle del Ebro, basándonos sobre todo en comparaciones etnográficas. La búsqueda y abastecimiento de los minerales de cobre y estaño, el procesado del mineral de cobre, su posterior trabajo, y su abandono, deterioro, o amortización final, ha sido objeto de múltiples investigaciones y análisis desde muchos puntos de vista (Ej.: Ottaway, 1999 y 2001). Cada uno de los ámbitos del Valle del Ebro ha sido objeto de análisis específicos desde muy diferentes perspectivas, por ejemplo: Cataluña (Alcalde, et alii., 1998 Equip Minferri, 1997; Gallart i Femández, 1991) País Vasco (Alday Ruiz, 1992); Aragón (Benavente Serrano, 1984, Harrison, Andrés Rupérez; Moreno López, 1998; Rodríguez de la Esperanza, 1999) . Las posibilidades de interpretación se multiplican en 216 MARfA JESUS RODRfGUEZ DE LA ESPERANZA cada caso si se aplican diferentes teorías o puntos de vista. Sin embargo, muchos de éstos estudios han obviado o, por el contrario, asumido principios realmente importantes: como la escasez/abundancia de los minerales de cobre y de estaño en las distintas áreas, la posible recolección del mineral, el bajo porcentaje de piezas elaboradas a lo largo del tiempo, la asociación del género masculino a las últimas fases de la metalurgia, etc. Además el impacto de la introducción de esta innovación en el Valle del Ebro tuvo características especiales que no se dieron en otros ámbitos peninsulares. Debido a que son muy abundantes y diferentes las cuestiones que queremos abordar en estas conclusiones hemos creído necesario realizar diferentes apartados donde trataremos cuestiones diferentes y se desarrollarán desde un punto de vista más concreto hasta más general. Hemos creído conveniente que el primero de los apartados tratase de lleno cuál fue la importancia de la metalurgia, a tenor de los datos manejados en el registro arqueológico, en el conjunto de las sociedades del IIIer y II° milenio. Pasaremos a analizar este fenómeno en el conjunto del Valle del Ebro y su caracterización en sus diferentes etapas. Por último hemos elaborado un modelo sobre el origen y la significación de la metalurgia en el Valle del Ebro, y lo hemos comparado con los modelos establecidos para la Península Ibérica, Europa Occidental y Próximo Oriente. 8.1. Representación de las producciones metálicas y su significado en las sociedades del IIIer y II° milenio cal. AC. Uno de los objetivos primordiales de esta tesis doctoral era averiguar cual era el papel que había representado el metal en las sociedades del Calcolítico y de la Edad del Bronce en el Valle del Ebro. Este objetivo era difícil de conseguir por cuanto se nos antojaba ciertamente difícil atisbar si quiera cómo podíamos averiguar o qué cauces debíamos tomar para averiguar no sólo el papel sino su significado a diferentes niveles, como el social y el económico. Fue entonces cuando se nos ocurrió que no sólo debíamos realizar una estimación total del metal en su propio contexto como lo hicimos en el Capítulo 7, sino que, debíamos comparar el ámbito de actuación de los objetos metálicos con otros ámbitos semejantes con los que se complementase o yuxtapusiese o excluyese en algún momento. Estos otros ámbitos de actuación se referían a otras industrias: la lítica y la ósea. Son los únicos ámbitos comparables a los de la actuación de los metales ya que otros no tuvieron relaciones directas con estos (EJ: cerámica o cestería). Por esta razón se ha realizado un estudio comparativo de las industrias metálica, lítica y ósea de yacimientos de la primera etapa y de la segunda para que sus porcentajes pudiesen compararse. En total han podido ser estudiados 12 yacimientos, 6 del Calcolítico/Bronce antiguo y 6 del Bronce Medio que eran los que reunían unos datos cualificados sobre las industrias a tratar. Lamentablemente las memorias de excavación de la mayoría de los yacimientos no están publicadas y, lo que es más, cada especialista valora de diferente forma los mismos temas, no cuantificándose de la misma forma. Por esta razón sólo se han podido tabular los yacimientos cuyos datos están tratados más o menos de forma semejante, o al menos parecidas. Además en la muestra se han tomado CONCLUSIONES 217 ejemplos de yacimientos funerarios y de habitación puesto que la representación de las diferentes industrias en unos y en otros creíamos -y luego demostraremos que así sucedía- debía ser distinta o tener al menos algunas particularidades. Una vez cuantificados todos los elementos de las diferentes industrias los dispusimos en la tabla que más adelante mostramos (Fig. 8.1) y en su consiguiente gráfico (Fig. 8.1bis). En la tabla pudimos percibir las diferencias y las singularidades que en un primer momento no apreciamos. Más tarde realizamos diferenciaciones internas en la tabla ya que entre los propios útiles líticos y metálicos creímos hallar ciertos matices de utilización que merecía la pena indagar. Así, podemos ver en la tabla como hay un incremento generalizado de la industria metálica en los yacimientos seleccionados del Bronce Medio que, aunque no sea en valores totales porque ya vimos que el peso total era inferior sí que es un incremento suave del número de piezas sobre todo en porcentajes y respecto a la industria lítica y ósea. Dejando a un lado la cerámica por cuanto pertenece a otra área económica del ámbito doméstico, la industria lítica representa en los yacimientos analizados de la primera fase, Calcolítico y Bronce Antiguo, una media de166% con respecto a la industria metálica y ósea que representan e19.5% y e122.8% respectivamente. YACIMIENTOS INDUSTRIA INDUSTRIA INDUSTRIA LÍTICA METÁLICA 6SEA N°TOTAL % N°TOTAL % N°TOTAL % La Atayuela 148 93,6% 7 4,4% 3 1,89% Cueva Lobrega (Fase A) 3 27,2% 1 9% 7 63,6% CALCOLITICO Y Dólmen de Cirauqui 13 7,3% 1 0,5°^ 162 92% BRONCE Castillo de Frías (Fase A) 24 88°k 3 11°^ -- ANTIGUO Gobaederra 81 83,5% 16 16,4% sin cuantificar Dólmen de San Martín 27 96,4°k 1 3,5% -- Cueva de los Encantados 6 50% 6 50% --- -- BRONCE Siete Cabezos 25 83,4°^ 5 16,6°h -- MEDIO Minferri 33 76,7°^ 10 23,2°^ - -- Cueva Lóbrega (Fase B) 4 100% - - Moncín de Borja 94 69,6°^ 13 9,6°^ 28 20,7°^ Castillo de Frías (Fase B) 15 71,4% 4 19% 2 9,5% Fig. 8.1. Tabla con los totales de objetos en metal, piedra y hueso de algunos yacimientos y su representación porcentual con respecto a las diferentes materias primas. Inuus^rszlA LITIC.4 r^ • CUEVALOBREGA • CalcollfrCO ^ • 6ronce Medio • ^^^ •̂ CASTILLO DE FRIAS ` Ca7cdlbco ^ Blonce Medio ^ ^ ^ • LAATALAYUELA . CabolRico • . • • DOLMEN DE CIRAUOUI • Calcol7tico ^ ^ • G08AEDERRA • Calcolñico ^ ^ ^ SIETE CABEZOS. • Bronce Aleda ^ ^ • CUEVA OE LOS EN • CANTADOS ^ Brwue 41eda ^ ^ ^ ^ MINFERRI • 8ronce Medio ^ ^ ^ • MONCÍN DE BORIA ^ Bronce Medio ^ ^. ^ ^ INUUS'1^RI.n INDUtiTR1A ,^1 EI^ALiCA OSEA %, ^^ [I^ I'^ a Illillll^^ ^^̂ ^ i i r \ 1 llWIlI} SIN CUANTIF[CAR ^ -S(N ESPECIFICAR SiN ESPEC[FICAR ^^IIIIIL__ 9 i • Fiq. S. lbi^. Represerltacáón por^e^lhlcrl de lu indu ĉtria lítica, mefcílica y ósen por yadrnientos según fipología 218 MARfA JESUS RODRÍGUEZ DE LA ESPERANZA Sin embargo, esta media no es real puesto que hay yacimientos en los que la industria lítica supone un 96.4% y otros en los que supone un 7.3%. Ahora bien, de los 6 yacimientos analizados hay 4 en los que la industria lítica supone más del 80% del total de los objetos fabricados en los tres tipos de soporte. Con estos datos, referentes tanto a poblados como a enterramientos, tenemos la suficiente información como para decir que la industria lítica tenía una gran relevancia económica y social. Económicamente porque parece utilizarse en muchos ámbitos domésticos y socialmente también porque en los yacimientos funerarios aparece depositada como símbolos terrenales que acompañan en el último viaje. Curiosamente en la segunda fase no se aprecia un gran descenso de la industria litica como cabría esperar. La media comparativa total respecto a la industria metálica y ósea aumenta sutilmente hasta el 70%, sin embargo, la media de la mayoría de los yacimientos oscila ahora entre un 50% y un 75% no superándose más que en un yacimiento esta cifra por lo que en términos generales descienden relativamente las producciones en materiales líticos. Esto obviamente no quiere decir que no sea un ámbito de la economía que aún tuviese gran importancia, a juzgar por la multiplicidad de aplicaciones domésticas, agrarias, etc. La industria metálica no es rival para la lítica a juzgar por los porcentajes que hemos manejado. Durante el Calcolítico y Bronce Antiguo las cifras no parecen que despunten. En todos los yacimientos los porcentajes son inferiores al 20% siendo la pauta general los porcentajes entre 0,5% y 5%. Se aprecia un leve incremento de las proporciones durante el Bronce Medio donde las estadísticas nos ofrecen cifras entre el 15% y e150%, lo que en términos generales supone un incremento más notable de lo que a simple vista se podía creer a tenor de las cifras totales con respecto a la industria lítica y a la industria ósea. En el total de las industrias que hemos analizado la industria ósea no aparece siempre representada o bien no se ha estudiado en la profundidad requerida para que pudiera ser ponderada su importancia estadística. Sólo 3 yacimientos de la primera fase han dado cifras de materiales óseos, de los cuales 2 son funerarios. En uno de estos últimos la industria ósea supone e192% del total y esto es así porque en su mayoría lo que se encontraron fueron cuentas de collar; en este yacimiento la única pieza de metal hallada tan sólo suponía el 0,5% del total. En el Bronce Medio aparecen cuantificados elementos óseos en dos yacimientos de habitación y en ellos suponen el 20% y el 9% respectivamente. Una vez que hemos establecido comparaciones estadísticas entre los diferentes ámbitos que hemos estudiado hemos decidido realizar comparaciones internas entre los diferentes objetos y sus posibles aplicaciones en cada uno de los materiales analizados, esto es: piedra, hueso, metal. En general, las comparaciones se han podido establecer entre los materiales líticos y los metálicos. CONCLUSIONES 219 A grandes rasgos podemos decir que en los yacimientos funerarios Calcolíticos es excluyente la presencia de algunos elementos en metal con la presencia de otros objetos en materia lítica. Los materiales que aparecen siguen la siguiente pauta de tipología y material: METALICOS LTTICOS OSEOS Punzones Botones Punzones Puttales de lengiieta Láminas Puñales Adornos de oro Geométricos Puntas de flecha Cuentas Existen dos elementos que aparece tanto en metal como en hueso que son el punzón y el puñal. Los demás son elementos diferenciados y que debieron tener su propia función en los enterramientos. De este hecho se puede inferir que los objetos metálicos en aquel momento tenían más importancia social que económica. El hecho de que diferenciasen a alguno de los individuos podía ser la razón de que se utilizasen como objetos prestigiosos por el material en el que se habían realizado y servirían como signos de diferenciación social que otorgarían poder a sus poseedores. La evidencia de que en el Calcolítico y Bronce Antiguo los planos simbólicos de lo metálico y de lo lítico no se yuxtaponían sino que se excluían queda de manifiesto en este análisis. Quizás los elementos en hueso aún tenían alguna relación interna con el significado del metal que nosotros todavía no sabemos percibir. En los hábitats de la Edad del Bronce Medio la situación cambia y se aprecian relaciones de complementación en algunos casos y de exclusión en otros. Los materiales que aparecen siguen la siguiente pauta de tipología y material: METALICOS LTI'ICOS Hachas* Hachas* Puñales de remaches Placas Puntas Dientes de Hoz Punzones Hojas Hilillos y espirales Láminas Sierras * Sierras * Raspadores Perforadores Cuchillos Machacadores Alisadores Lascas Tapaderas 220 MARÍA JESUS RODRÍGUEZ DE LA ESPERANZA Los elementos que durante el Bronce Medio se realizan tanto en piedra como en metal, según la muestra analizada, son las hachas y las sierras. Ambos elementos tienen funciones económicas domésticas y suelen servir para realizar actividades de corte. Si atendemos al análisis de la etapa anterior hay elementos que no se realizan en materiales líticos: puñales y punzones. En los hábitats la mayoría de los elementos líticos tienen que ver con labores o actividades que necesitan de los filos para las siguientes tareas: cortar, raspar, seccionar, etc. Los elementos metálicos parecen que pueden realizar alguna de estas funciones como las de corte y además las relacionadas con la cinegética y las de guerra. En mi opinión es apreciable a simple vista que existe un paulatino cambio en la consideración de los elementos metálicos. Estos, de ser elementos de prestigio que, como decíamos antes, ciertas personas poderosas poseían para hacer ostentación de ellos y con ello reforzar el poder y, en su caso, la coerción social, pasan a ser elementos más cotidianos que aunque mayoritariamente se utilizan para actividades bélicas y cinegéticas también se utilizan para funciones económicas domésticas como la agricultura, el tratamiento de las pieles, tratamiento de cerámicas, etc. Todo esto no quiere decir que el metal tome una posición más preeminente en todos los niveles ya que, como queda demostrado, lo lítico tiene aún relevancia social y económica. En mi opinión el metal aún no es aquel bien fundamental para las sociedades muy jerarquizadas que divide en clases dependiendo de si se es poseedor o no del mismo (Nocete, 2001: 20-30). Estamos de acuerdo en que las primeras sociedades complejas se fueron generando en un proceso no homogéneo en el tiempo y en el espacio, variando en cada caso su casuística y desarrollo diacrónico (Nocete, 2001: 21). En el Valle del Ebro la primera utilización y producción del metal no supuso una gran revolución política, social y económica. Más bien parece haber ocupado ciertos ámbitos de la industria lítica, conviviendo y complementándose, sin crear muchos conflictos. En los primeros casos, allá en el tercer milenio, en que hallamos objetos de metal parece querer tener un afán de distinción pero nos preguntamos hasta qué punto, cuando los hallazgos se limitan a enterramientos funerarios colectivos, tratándose en muchos casos de enterramientos en diferentes secuencias temporales no simultáneos y en los que parece que un individuo llevaba un punzón o unos apliques de oro. No creemos que en estos primeros casos del valle del Ebro se pueda hablar con rotundidad de élites sociales que controlaban la circulación de ciertos productos. Más bien podríamos hablar de emergencia de élites que comenzaban a distinguirse por la posesión de elementos novedosos por su función o materia o por que el control de ciertos bienes y cuya posesión y observación les daba preeminencia social en el grupo. Parece razonable la propuesta de Nocete (2001: 29) de escoger como unidad de análisis el territorio siempre y cuando los ejemplos que estudiemos no carezcan de CONCLUSIONES 221 algunas premisas. Este es el caso del Valle del Ebro, territorio que en mi opinión no puede compararse con el Valle del Guadalquivir, en primer lugar porque en ambos ámbitos no se dieron las mismas circunstancias sociales, económicas y políticas aún en el mismo período de tiempo, esto es entre el IIIer y II° milenio. A través de los datos que hemos estudiado y que podemos ofrecer no parece que podamos decir que unas y otras sociedades se desarrollaban en los mismos parametros. Nuestro territorio se nos antoja disperso y desordenado aún cuando se puedan apreciar pequeñas ordenaciones del espacio como las relacionadas con el abastecimiento de materia prima de mineral o ciertas zonas de secano dedicadas a la agricultura de cereal. Sin embargo, no se llega a apreciar una ordenación estructurada tal y como se puede apreciar en otros ámbitos de la Península Ibérica como en el Sureste, el Suroeste o la Meseta Sur. Es casi medio milenio después cuando podemos apreciar estas características en torno al Ebro. 8.2. El análisis regional: las producciones metalúrgicas desde el Calcolítico al Bronce Medio en el Valle del Ebro y su marco sociocultural. En un segundo apartado se intentará valorar cuáles son las principales características que diferencian el primer período del segundo analizado. Las producciones de los dos períodos han sido analizadas sin que hallan sido comparadas desde un punto de vista general y de su distribución. Como ya se advirtió en el capítulo 7 hay una clara descompensación entre la duración del primer período analizado con la duración del segundo período. Sin embargo, el establecimiento de una ratio peso/año es lo que nos ha empujado a pensar que también hubo una menor circulación del metal en la segunda fase, cuestión que a priori no parece tener una explicación clara. Como podemos observar a partir del mapa de distribución general del primer período (FIg• 8•2), proliferan las herramientas y los útiles y se distribuyen de una forma más o menos desordenada por todo el Valle del Ebro. A pesar de esta aparente distribución no uniforme no dejamos de distinguir algunas concentraciones. La mayor concentración de elementos metálicos se localiza en lo que sería el Alto Valle del Ebro. También se distingue una clara concentración de hallazgos en el Bajo Ebro, en torno a lo que sería la red del Cinca-Segre, lo que debe tener bastante que ver con la intensidad de la investigación arqueológica y con el presupuesto diferencial que cada Comunidad Autónoma dedica a estas actividades. El resto de los elementos metalúrgicos hallados en el área de estudio tienen una distribución más dispersa y, aunque en ocasiones se encuentren junto a otros, no se puede hablar de concentración como en los dos casos anteriores. En ambas concentraciones predominan los hallazgos de punzones seguidos por las puntas de base simple y las hachas y los puñales de lengiieta. En último lugar se sitúan los adornos que como puede observarse aparecen concentrados mayoritariamente en el Alto Valle del Ebro aunque se detectó la existencia de uno en la concentración del Bajo 222 MARÍA JESUS RODRÍGUEZ DE LA ESPERANZA Ebro. Sin duda uno de los datos más relevantes que se aprecian en la localización de elementos es en el caso de las hachas planas de filo más abierto, que se distribuyen claramente al Norte del Ebro y permite atisbar sus relaciones con el Sur de Francia. Fig. 8.2. DisMbución general de herramientas, armas y adornos de metal en el Valle del Ebro durante el Calcolítico y Bronce Anriguo. En general, se aprecia una metalurgia que comienza a tomar consistencia en su desarrollo. Es una actividad extendida por todo el Valle con zonas de más actividad como las Bárdenas Reales en Navarra, la aragonesa zona de Borja -lindante a su vez con el área anberior- o en Cataluña, en tomo a la comarca de Minferri. Además, todas estas áreas están próximas a zonas de extracción de minerales de cobre, con lo que a prio ►^ parece que el desarrollo de la incipiente metalurgia tuvo relación directa con la explotación de recursos minerales locales. Todas estas áreas tuvieron un desarrollo óptimo de las culturas Calcolíticas tardías y del Bronce Antiguo que está atestiguado por los múltiples yacimientos conocidos mn o sin desarrollo de actividades metalúrgicas. Dentro de los tres grandes grupos que hemos establecido se ha llegado a observar un predominio absoluto de las herramientas (57,14%) frente a un segundo grupo que serían las armas (33,3%) (v. supra Capítulo 5 y 6). A mucha distancia quedarían los adomos que, estadísticamente con una representación del 9.5%, son los que tienen menor relevancza. Las armas, con 63 piezas, supondría un grupo importante, pero la inversión de volumen de metal parece bastante menor que la que se realizó en el primer grupo de las herramientas. Este hecho se relaciona con la cuestión de que el ámbito más relevante en este largo período de tiempo es el doméstico y es en el que se invierbe más tiempo y esfuerzo, CONCLUSIONES 223 consumiendo mayores cantidades de metal. No obstante, podríamos pensar que las puntas de flecha se utilizaron para actividades cinegéticas que son actividades económicas y esporádicamente para los enfrentamientos bélicos -estos hechos están muy documentados en la Península Ibérica en los yacimientos de San Juan Ante Portam Latinam en Alava (Vegas et alii, 1999a y b; Vegas, 1992; C. De la Rua, 1996; Guilaine y Zammit, 2002) y el de Longar (Viana, Navarra) (Armendáriz et alii, 1995), en donde las evidencias de utilización de las puntas de fecha para la violencia quedan sobradamente atestiguadas- . Sin embargo, el dato de que no fuesen tan numerosas quizás quiera decir que la caza en estos momentos ya no era tan relevante o fundamental para la economía de estas sociedades cuya subsistencia se basaba en la agricultura y en la ganadería. La guerra o los enfrentamientos bélicos tampoco debieron suponer un factor de mucha importancia para estos grupos culturales puesto que el número de piezas destinadas a estas actividades no parece ser muy alto con respecto a los otros grupos como las herramientas y las composiciones de las piezas nos hacen sospechar que no fueron utilizadas de hecho para el mmbate, sino como elementos de prestigio. En este primer período metalúrgico las manufacturas de cobre predominan claramente frente a las de bronce. El bronce parece estar en un período de prueba o período experimental y los escasos ejemplos que se han hallado con estaño son composiciones bien altas en estaño, bien bajas en este elemento de aleación. Aquellas composiciones en las que apareció plomo hay que vincularlas a otros períodos más avanzados. II porcentaje de piezas sin analizar es indudablemente muy alto -casi un cincuenta por ciento-. Sin embargo, este hecho no es obstáculo para realizar extrapolaciones y con ello percibir que, mientras que el cobre era el elemento que predominaba, el bronce estaba en sus momentos prístinos. La metalurgia del cobre estába desarrollada plenamente y, tan sólo a finales del Calcolítico y principios del Bronce Antiguo se comenzó a experimentar con las aleaciones broncíneas. Estas tenían ventajas sobre el cobre puro: dureza y resistencia, sin embargo necesifiaban de un proceso metalúrgico más complejo y controlado: abasbecimiento de estaño y aleación en las proporciones mrrectas. Ya hemos explicado que en el análisis por grupos tipológicos hemos diferenciado entre las herramientas y las armas. Lo limitado de los tipos provoca que el análisis elaborado sea muy sencillo. La variedad de herramientas es escasa: apenas dos tipos, con subtipos. Las variedades dentro de los tipos se restringen a diferencias en el filo, tamaño y grosor en el caso de las hachas, y a la sección cuadrangular o redonda y el carácter apuntado 0 biapuntado y su longitud en el caso de los punzones. Estos últimos son los objetos numéricamente más abundantes quizás debido a su sencillez y su más que probable plurifuncionalidad. En el grupo de las armas la situación es similar: tan sólo tres tipos, de los que uno -las alabardas- sólo tiene un objeto representado y dos tipos más, puñales y puntas de flecha, que numéricamente se representan de forma parecida. Las armas debían de tener básicamente un significado de prestigio y representación a tenor de los datos que 224 MARÍA JESUS RODRÍGUEZ DE LA ESPERANZA hemos podido manejar. Los puñales, objetos de más entidad por su peso, tamaño y por sus necesidades para su fabricación, se representan numéricamente en el Valle del Ebro, (V. Cap.6), con la misma entidad que las puntas de flecha. El caso de la alabarda es singular). Un único elemento, que generalmente no suele abundar en la Península salvo en el Sureste, y que se relaciona con los ejemplares centroeuropeos o levantinos (Rodríguez de la Esperanza,1996; Schuhmacher, 2002: 263-266). Contrariamente a lo que se podría suponer, la composición de la nuestra hace referencia a asociaciones minerales cúpricas locales. En general estos análisis nos llevan a proponer que durante el Calcolítico y Bronce Antiguo en el Valle del Ebro hubo un predominio de los objetos de cobre, en concreto de las herramientas, y que en raras ocasiones se hacían intentos de manufacturas en bronces. Las armas seguían en importancia al primero de los grupos -las herramientas- pero no parecían tener aquella relevancia social y económica. Por otra parte, la metalurgia del oro y de la plata -en momentos más avanzados- parece tener otro tipo de tradición y otra clase de destinatario. Todos los elementos de adorno han aparecido asociados a contextos funerarios y parecen haberse vinculado al ámbito del prestigio. Son elementos de pequeñas dimensiones que quizás formaban parfie de un objeto de múltiples piezas y que eran depositados junto a los difuntos o formando parte de sus ropajes y abalorios. En general, son cuentas o semi-espirales y parecen diferenciar a alguno de los individuos dentro de los enterramientos colectivos en los que se han encontrado. Los análisis metalúrgicos de esta primera fase, aun no siendo muy abundantes, sí nos han proporcionado información muy reveladora. Las composiciones de los objetos analizados han resultado tener entre un 85% y un 95% de base mbre, con junto a otros elementos casi siempre presentes como el hierro, el antimonio, el arsénico y en ocasiones el níquel -que no es frecuente y por lo tanto nos aporta una rica información sobre probables procedencias del mineral-. Los análisis de las piezas durante el Calcolitico y Bronce antiguo son en general homogéneos, y tal como se desprende de la comparación de los mismos con las colecciones de referencia de análisis de minerales, en su inmensa mayoría nos refieren a aprovechamiento de mineral local dada su concordancia de composición, como mucho regional, en contra de otras teorías que sostenían hasta la fecha que la mayoria de los primeros elementos metálims en la zona procedían de trueques o intercambios. La consolidación de las actividades metalúrgicas se distingue en la siguiente fase de estudio. Durante el Bronce Medio arraigaron las bases de la producción metalúrgica y esto lo podemos apreciar en las evidencias que han llegado hasta nosotros y que han sido objeto de nuestro estudio. En el Bronce Medio la innovación más importante y que diferencia este período del anterior, por lo que a la propia materia prima se refiere, es la utilización generalizada del bronce. Esta añadirá dureza y resisfiencia a los objetos y bajará el grado de reducción del mineral y de fusión metal. Por tanto, el tiempo empleado en estas tareas se verá reducido, al CONCLUSIONES 225 menos, parcialmente. En un segundo lugar, nos encontramos con un cambio generalizado en el sistema de empuñaduras. Se empiezan a buscar nuevos sistemas de sujeción de armas y herramientas. El modo de fijar las empuñaduras cambia y parecen encontrarse nuevas fórmulas que facilitan el control de la empuñadura y, por ende, del objeto. En las armas vemos un cambio de este tipo en las empuñaduras de los puñales: del típico puñal de la etapa anterior de lengiieta se pasa al puñal con remaches que sujeta de una forma más efectiva la empuñadura normalmente orgánica. Respecto a las herramientas se produce un cambio en la forma de sujeción de las hachas que, como ya apuntábamos, se fijan de forma amdada y los rebordes y aletas facilitan esta forma de enmangue. Desde otro punto de vista, debemos recordar que durante todo este largo período de tiempo se incrementan los contactos con el sur de Francia. La tradición en parte "europea' de la Edad del Bronce contrasta con la acentuada tradición peninsular/occidental del Calcolítico Campaniforme (Delibes de Castro, 1977 y 1983; Alday Ruiz, 1999). Se puede apreciar claramenbe como algunos de los elementos del Bronce Antiguo del Languedoc guardan fuertes afinidades tipológicas con elementos del Bronce Medio del Valle del Ebro (Briard,1979; Briard y Mohen,1983). Por otro lado, la mayoría de los objetos de esta fase se han encontrado en contextos domésticos y, en ocasiones, sin contexto como es el caso de la mayoría de las hachas y sólo contamos con unos pocos contextos funerarios. En áreas domésticas se han llegado a localizar zonas reservadas únicamente para realizar los trabajos de los metalúrgicos (Ej.: Minferri, Juneda, Ileida). II ámbito de los funerario no tiene tanta relevancia para la metalurgia durante el Bronce Medio como en anteriores etapas. Los escasos enterramientos que se han documentado, dos, son clasifiicados como funerarios-domésticos, puesto que peróenecen a inhumaciones dentro de estructuras domésticas. La cuantificación de objetos metálicos hallados en la zona y adscritos a esta época cultural es de 104, de las cuales 74 han sido encontradas en contexto. Los objetos han sido realizados en cobre o bronce, con predominio de esbe último y se han repartido desigualmente en la vastísima área del Valle del Ebro. Alguno de los objetos son más masivos que otros, tal y como de nuevo ocurre con las hachas. Estas, sin embargo, no llegan a tener en ningún caso los pesos que alcanzaban durante el Bronce Antiguo -recordemos que al menos en dos ocasiones superaron ampliamente los 1000gr.-. Uno de los ejemplares pesados con más entidad y que perbenece al Bronce Medio es el hacha de rebordes de Les Paules, cuyo peso es de 677.3 gr. Sin duda, es ése un ejemplar magnífiico, pero no supera la cantidad de metal que se utilizó para realizar las grandes hachas planas del Bronce Antiguo. En la manufactura de las puntas de flecha de pedúnculo y aletas también se utilizó menos cantidad de maberial, sobre todo si las comparamos con las puntas palmela, que se asemejan más a lo que hoy en día llamaríamos jabalinas, de mayor entidad y peso que las primeras a las que nos esiábamos refiriendo. Las puntas de pedúnculo y aletas tienen, en general, dimensiones más reducidas y, por ende, se utilizó menos metal en su realización. 226 MARÍA JESUS RODRÍGUEZ DE LA ESPERANZA Estos dos ejemplos, junto a la reducción general del volumen de metal empleado -tanto en n° de elementos rnmo en peso de los mismos-, 8.516 gr. durante el Bronce Medio frente a los 22.424,76 gr. del período anterior, hace que se pueda pensar que en esta ehapa hubo un momento de reducción del volumen del metal en circulación, reduciéndose el empleo del mismo y del número de piezas en sí (V. Cap. 7, para el desarrollo de esta argumentación). Así, en general, podríamos decir que durante el Bronce Medio hay una clara inbenrión de optimizar tanto las herramientas como las armas de cobre o bronce. Tanto por el modo de sujeción como por el propio volumen de maberial empleado, se percibe el intento de rentabilizar más el trabajo del metalúrgico que en la etapa anterior. Es en este momento cuando las armas serán los objetos que predominen, sin embazgo, es esta una levísima supremacía (tan sólo un 50,08 % frente a un 49,1 %), puesto que tan sólo supera en dos piezas al grupo de las herramientas. Se podría pensar entonces que el ámbito de , los trabajos domésticos y de las actividades cinegéticas y guerreras estaban igualados en importancia. El empleo del metal desde el punto de vista del valor económico para uno y otro ámbito está muy equilibrado y esto también quiere significar que se dedicaba el mismo esfuerzo en realizar objetos tanto en el primero como en el segundo ámbito. Del análisis químico de los elementos se desprende un aumento considerable de los objetos realizados en bronce con respecto al primer período metalúrgico analizado. Debemos reconocer, no obstante, que el grupo de los no analizados es tan numeroso que la extrapolación estadística haría asumir un predominio absoluto de los bronces, y falsearía los datos reales. Aunque en general se advierte una mejora en las aleaciones aún no es completo el control de la producción de bronces. Apreciamos en los análisis que ciertos elementos tienen aleaciones pobres, es decir que la proporción de estaño es inferior a la necesaria paza hablar de un buen bronce. Así en los puñales con remaches aparecen aleaciones con un porcentaje inferior al 5% de Sn (Cueva de los Encantados en Teruel o el de Pialflor en Huesca) con lo que no se conseguiría la dureza buscada en las aleaciones broncíneas. Lo mismo podemos decir que ocurre con los análisis llevados a cabo sobre las puntas de flecha - en las que en ocasiones como en Las Alhambras la proporción de Sn se dispara a más del 30%- y sobre los punzones. Las hachas son los objetos de bronce que mejor aleación pazece haberse realizado estando en torno al 10%-12% de Sn. En resumen, la presencia de las aleaciones broncíneas se generaliza en todo el Valle del Ebro durante el Bronce Medio, aunque aún no está completamente controlada la adicción del estaño en la producción. Según el peso, los elementos más masivos del grupo de las herramientas son las hachas de reborde, que casi son la mitad en número que los punzones: exactamente 37 punzones frente a 17 hachas de rebordes. La plurifuncionalidad de los punzones hace difícil la explicación de esta herramienta que, además, no requería ni una inversión elevada de metal en su conformación ni de tiempo y esfuerzo en su realizarión. A1 contrario ocurriría CONCLUSIONES 227 con las hachas de reborde, que necesitarían de una inversión notable de metal en bruto y una considerable inversión de tiempo puesto que el tipo se iba complicando. La distribución de los tipos en el grupo de las armas del Bronce Medio parece sufrir una descompensación mayor aún que en el grupo de las herramientas. En este sentido, las puntas de flecha cuadruplican en número a los puñales de remaches. Bien es cierto que las primeras no necesitan tanta cantidad de material o de volumen de metal como los puñales de remache. Quizás esta descompensación derive de la necesidad que se tuviese en aquel momento de cada uno de estos tipos: mientras el empleo de las flechas parece ser mayoritariamente en actividades cinegéticas, el empleo o utilidad de los puñales de remaches parece estar más indicado para las actividades bélicas y la propia exhibición. Probablemente estas últimas no eran tan frecuentes y no necesitaban un suministro continuo de armas defensivo-ofensivas realizadas en metal. Como ya habíamos comentado con anterioridad el número de elementos metálicos que se conocen del Bronce Medio en el Valle del Ebro es sensiblemente inferior a los de la fase precedente. Este hecho se puede apreciar en la distribución geográfica de los mismos (Fig. 8.3). Como vemos hay una dispersión generalizada de los elementos. Se aprecia una concentración superior en el Bajo Ebro donde aparecía también una concentración de materiales durante el Calcolítico y Bronce Antiguo. Sin embargo, la concentración de materiales que antaño se apreciaban en el Alto Ebro no es ahora tan significativa. De hecho apenas se aprecia una densidad de hallazgos ligeramente superior a la del resto del Valle. En el Alto Valle del Ebro existe una pequeña agrupación de materiales. Se concentran los yacimientos en donde aparecen puntas de pedúnculo y aletas y punzones. Son materiales simples y cuyas aleaciones aún no están excesivamente controladas. No ocurre lo mismo en la concurrencia que se aprecia en el Bajo Ebro. Allí se encuentran todos los tipos de elementos: puñales de remaches, puntas de flecha, hachas de reborde y punzones. Es apreciable a simple vista que la distribución geográfica de las hachas de reborde tiene una relación con el Sureste francés que coincide con la de los paralelos tipológicos. Los cambios sociales y económicos que se produjeron durante esos dos períodos - Calcolítico y Edad del Bronce- entre el tercer milenio y mitad del segundo no fueron abruptos. Hubo un paulatino incremento poblacional y también se aprecia el aumento del tamaño de las comunidades. De hecho los poblados de mayor entidad que se han podido estudiar en este trabajo pertenecen al Bronce Medio. En estos poblados sí que ha sido posible diferenciar espacios para diferentes actividades económicas -entre ellas la metalurgia-, unidades habitacionales, etc. También se distingue en estos hábitats espacios jerarquizados desde el punto de vista social y económico. Es el momento de la emergencia de las sociedades jerarquizadas en las que en ocasiones ciertos individuos se erigirán con el poder a través de la coerción social y económica y por supuesto a través de 228 MARÍA JESUS RODRÍGUEZ DE LA ESPERANZA los símbolos. Las sociedades eligen productos de difícil acceso para alcanzar papeles sociales más relevantes y además estos elementos implicarán una fuerte contrapartida de productos locales (Nocete, 2001: 21). Los primeros espacios fortificados aparecen en el Valle del Ebro en torno al final del Bronce Antiguo (Ej.: Cabezo del Cuervo, Teruel). No será hasta el Bronce Medio cuando se den los primeros amurallamientos de los hábitats , pareciendo tener los asentamientos un carácter más perdurable que los de antaño y situándose en lugares de menor altitud, debiéndose quizás este aspecto a la ya no tan imperiosa necesidad de controlar el entomo desde puntos estratégicos. n^ ,^,^. . ^ p _.,`! r'^`' ^i^ ^. ^^r.^.',ti'^^`•'" j ^'.^,1'/ . rs .7`j,/ ^ , . ,. - .. .. , ^^ `^ ^.C..: , . S^i. ,. . .. ^ n . 5 ^ -^:',^il: . , "t^R°.^: ^ r n , _ . I% ^ro PWuln de ranadia g^ Punrx de fle^a ^ Hadu' de reborde Pumona ^ ^.i I ^ r ^..yr.. z,^^ .,i^..^ ^ t ^ I`^^^ ^ • .`I^^^r^e^s^^ ei^wrs. z7^mii Fig. 8.3. Dishibución general de herramientas, armas y adornos de metal en el Valle del Ebro durante el Bronce Medio. Durante el Calcolítico y la Edad del Bronce Antiguo comenzó un fuerte incremento del poblamiento del territorio. Sin embargo, el carácter general del poblamiento era más bien temporal. Será al final del Bronce Antiguo cuando el poblamiento comienza a mostrar características más duraderas. No parece haber una selección del paisaje sino un uso del medio para una economía agropastoral con desplazamientos estacionales en relación con el ganado y quizás con la minería. Las poblaciones tenían un profundo conocimiento del medio y de sus posibilidades. Asimismo tenían un buen conocimiento de las comunicaciones, conocían los valles y los cordales de montaña, así como las conexiones fluviales como las que e^cisten en los afluentes de la margen derecha del Ebro. En cuanto a la ganadería podemos decir que se aprecia durante el Calcolítico un aumento de la cabaña bobina, ovicaprina y del cerdo con respecto al Neolítico. Durante la Edad del Bronce se incrementó la bobina y caprina con respecto al resto sin que sepamos muy bien cuáles fueron las razones. A través de los yacimientos estudiados parece que CONCLUSIONES 229 hay una adscripción de los bóvidos en bajas altitudes y de los ovicápridos a yacimientos situados a más altura. Sin embargo, no sabemos a ciencia cierta si esta situación era así o si es resultado del azar de la investigación. Mientras, durante el Calcolítico el consumo de ungulados silvestres sigue siendo relativamente frecuente, en el Bronce Medio queda relegado a un consumo meramente testimonial. En el mundo ideacional, la sociedad durante el Calcolítico asistió a ese proceso de incipiente jerarquización, sin embargo, perduraron en ella características de las sociedades segmentarias del Neolítico como la idea de la tumba colectiva. Durante estos períodos también se vislumbra ya una cierta estratificación social que, sin cambios bruscos, va cimentándose al final de la etapa. Será durante el Bronce Antiguo, cuando la jerarquización paulatinamente se agudice tanto dentro de cada comunidad como entre los diferentes poblados. Ciertos ritos como los primeros enterramientos individuales son indicativos de que este cambio se está llevando a cabo y sobre todo la diferenciación entre los ajuares muestra la existencia de una verdadera estratificación social. Se perciben además diferencias sociales en los poblados a través de las diferencias en la organización de los espacios. Mientras en el Calcolítico no se diferenciaban claramente en los poblados zonas especializadas, en los de la Edad del Bronce se aprecian aquellas: zonas donde se llevaban a cabo actividades metalúrgicas, zonas de habitación, zonas de desecho, etc. Aunque tradicionalmente la base del prestigio y del poder durante la edad del Cobre fue el control de los recursos y la del Bronce el control de los recursos metalúrgicos, actualmente las teorías de cómo se fue conformando este tipo de sociedad jerarquizada comienzan a tomar otras directrices. Aunque es cierto que la metalurgia y el entorno que la rodea conllevaban no pocas novedades, lo que sí es cierto es que como tal en la Península Ibérica no comienza a tomar fuerza hasta el Bronce Final. La producción de objetos de cobre y bronce es mínima en la Península y en el Valle del Ebro en concreto hasta bien entrada la Edad del Bronce -con excepción de áreas muy concretas de la fachada atlántica y del Sureste peninsular-, con lo que actualmente parece arriesgado poner el acento de todos los cambios sociales, políticos y económicos en el desarrollo de la metalurgia. 8.3. Modelos peninsulares de emergencia y desarrollo de la metalurgia. Modelos de Europa occidental y modelos del Próximo Oriente. Tras este análisis y reflexión sobre el desarrollo de la metalurgia en el Valle del Ebro nos era necesario plantear un modelo conforme a todas sus características generales y particulares que pudieran servir para comparar con otros modelos tanto peninsulares como extrapeninsulares. Aunque, en efecto, muchos los modelos teóricos metalúrgicos no han profundizado en todos los aspectos culturales, hemos decidido ofrecer una panorámica general de aquéllos modelos metalúrgicos que han servido para plantear los diferentes 230 MARÍA JESUS RODRÍGUEZ DE LA ESPERANZA papeles que la metalurgia debió jugar en diferentes ámbitos geográficos. A1 final de este capítulo ofrecemos el modelo que a nuestro juicio podríamos plantear para el Valle del Ebro con los rasgos fundamentales que lo caracterizarían. Se planteó como objefivo fundamental dirimir algunas cuestiones que son el núcleo de las discusiones científicas sobre los momentos prístinos de la metalurgia. Así el origen foráneo o local de las producciones, el posible abastecimiento de mineral a través de los recursos cercanos o de redes de intercambio; también los rasgos de las sociedades en donde se da por primera vez y la economía en que se desarrolla su cultura. De esta forma en cada caso se ha llegado a establecer unos modelos en los que a la metalurgia se le ha hecho jugar muy diferentes papeles. Desde uno fundamental, generador de todos los cambios sociales y económicos y modificador del entorno natural atribuyéndole un papel determinante identificando la Cultura del Argar con la "cultura de metalúrgicos" (González Marcén y Lu11,1987:10-11). Otros modelos dan a la metalurgia un papel más discreto, poniendo más énfasis en el control del agua y de los productos agrícolas para establecer jerarquías coercitivas en los mismos grupos del Sureste (Gilman, 1987 y Gilman. y Thornes,1985). Aceptándose desde los años setenta el hecho de que la metalurgia no hubiese llegado, como las hipótesis colonialistas afirmaban, a través de los contactos con las arribadas de los pueblos del Oriente Próximo, si no que fuese resultado del desarrollo interno de cada comunidad, ofrecía nuevos argumentos para ver ahora la Península Ibérica como un foco de invención independiente y autónomo del que quizás otras zonas de la propia península pudieron beneficiarse. También plantea la circunstancia de que las actividades metalúrgicas se desarrollasen independientemente en diferentes comunidades cuando el grado de desarrollo y su entorno lo permitiesen. 8.3.1. El modelo del equipo de V. Lull para el Sureste Uno de los modelos más controvertidos que se han planteado en torno al desarrollo de la metalurgia del SE ha sido el planteado por el equipo del Prof. Lull. Este modelo se enmarca en un planteamiento teórico marxista en donde la propiedad, el control y la coerción son las claves fundamentales del funcionamiento del sistema cultural (Lull y Estévez,1986; Lull, González Marcén y Risch,1992; Lull y otros,1993,1995 y 1998; Lull 2000a y 2000b). Se debe puntualizar que la teoría desarrollada por el equipo catalán comienza en un estadio posterior a la de la propia invención de la metalurgia. En realidad, su hipótesis de trabajo se desarrolla durante el período argárico hasta el final del mismo, en el período de colapso o decadencia de este mundo. El modelo que se nos presenta es el de una sociedad muy jerarquizada. Una gran jerarquización del hábitat, con un centro político, económico y controlador situado en altura junto a recursos metalíferos y otros asentamientos "menores' dedicados al control CONCLUSIONES 231 del territorio y de la población. En los centros rectores se asentaría el artesanado especializado en la producción metalúrgica y la producción cerámica. Los centros más pequeños vigilarían la producción y los excedentes agrícolas y ganaderos. Además la organización social es clasista, cuyo grupo dominante controla las instituciones de carácter estatal y además tiene posesiones privadas (Castro et alii, 1996: 39^6). Hay una institucionalización de la clase dominante y parece denotarse a través del registro funerario la herencia de clase (Castro et alii,1998:26-31). La clase dominante se impone a los súbditos a través de la coerción social por dos vías: la violencia ejercida por los ejércitos y la ostentación de las armas. Estas armas están realizadas en metales: cobre y bronce. Por lo tanto la posesión de las mismas denota una posición social elevada (Castro et alii,1998: 65-70) . La fuerte jerarquización también se puede observar en el mundo funerario (Lull, 2000a). Dentro de las necrópolis se observa una diferenciación de las clases. La clase dominante parece ser hereditaria ya que aparecen armas en enterramientos infantiles lo que sólo puede significar según los autores que el enterrado era el hijo de una persona de alta posición social y que quería que se supiese que los suyos también lo eran (Lull, 2000a: 579-580). Las armas (puñales y hachas) en enterramientos masculinos son interpretadas como pertenecientes a individuos de las clases dominantes (Lull, 2000b: 581, 585-590). En algún enterramiento femenino, por el contrario, aparecen otro tipo de objetos metálicos: agujas, puñales y adornos, que también significa en su opinión que la mujer pertenecía a una clase dominante. Finalmente este modelo ha hecho hincapié en la circunstancia de que, según ellos, parece observarse un solapamiento entre las actividades que realizarían los objetos metálicos y las que se llevarían a cabo por los líticos. Las actividades cotidianas de corte se llevarían a cabo con instrumentos metálicos, mientras que las actividades de siega y trillado se llevarían a cabo por los instrumentos líticos. Los elémentos realizados en hueso se utilizarían para actividades menores (agujerear) y adorno (Lull, 2000b: 589). Esta explicación ha sido muy polémica debido a que el registro arqueológico no acompaña tales afirmaciones (Montero,1994: passim)). Por un lado hasta muy entrada la fase final de la Edad del Bronce, e incluso ya en la Edad del Hierro, no parece que haya una implantación de útiles metálicos para actividades cotidianas como para relegar a un segundo plano los instrumentos líticos. La industria lítica sigue plenamente presente en el registro arqueológico hasta la Primera Edad del Hierro. Otras muchas críticas se han vertido sobre este modelo (Gilman, 1984; Montero, 1994, 1999). En primer lugar le han criticado el importante papel otorgado a la metalurgia en el desarrollo del Mundo del Argar, su rol en el desarrollo de las sociedades de clase y en la degradación total del medio argárico. 232 MODELO 1: EMERGENCIA Y DESARROLLO DE LA METALURGIA EN EL SE MARÍA JESUS RODRÍGUEZ DE LA ESPERANZA Control de producción y de excedentes Agricultura cereales y leguminosas Hábitat muy ierarauizado Ganadería: consumo de oveja, cabra y cerdo. Tracción grandes ungulados Minería.Proxi- midad de los recursos. Centros rectores Asentamientos metalúrgicos especializados H "Menores": control del territorio Centros de producción meta urg^ca i Coerción social: violencia y ostentación. Armas. Metal Artesanos metalúroicos Necrópolis: jerarquización Clase dominante hereditaria: aparición de armas en enterramientos infantiles. Armas en tumbas masculinas (clases dominantes?) Agujas, puñales y adornos en enterramientos femeninos (Clases dominantes?) Fig. 8.4. Emergencia y desarrollo de la metalurgia en el SE (Lul1,1983, 1995, 2000a, 2000b). 8.3.2. El modelo marxista para el Suroeste peninsular A lo largo de las investigaciones sobre la metalurgia en la Península Ibérica uno de los posicionamientos teóricos que más adeptos han tenido ha sido el marxismo. Esta posición teórica ha sido desarrollada con más o menos ortodoxia y grado de militancia por algunos investigadores o por algunos grupos de investigación arqueológica. Así ha ocurrido con Nocete (1989, 1996, 1999a, 1999b, 2001), cuya línea de pensamiento se deja entrever en cualquier zona de la península ibérica en la que profundice. Así lo hizo en el Sureste Peninsular y así lo ha vuelto a hacer en el Suroeste Peninsular. El autor basa su teoría en que el desarrollo de las sociedades está inmerso en el desarrollo de los primeros estados (Nocete, 1989: passim) , con todo lo que la definición implica, puesto que no profundiza en las razones que explicarían el surgimiento de aquéllos debido sobre todo a que su aparición según él se remonta a épocas aún más pretéritas como el Neolítico. Las sociedades están fuertemente jerarquizadas, dividiéndose en clases. Las clases dominantes viven en los centros de control y por supuesto no son productores sino que se dedican a supervisar la periferia que sí lo es. Estos centros de los estados no están junto a los recursos mineros como en el caso de las teorías de Lull (v. supra), sino que controlan a distancia las periferias mineras en donde hay pequeños asentamientos especializados en producción metalúrgica. Otras periferias son meramente coercitivas. Sociedad de clases CONCLUSIONES 233 La Ccerción social en la periferia se centra en el control de los excedentes de producción de la agricultura y ganadería y de la minería, poseyendo la hegemonía los grupos que controlen en primer lugar los recursos mineros. La coerción intrasocial se aplica a través de un sistema tributario, parecido a aquel sistema que Gilman proponía también para el Sureste peninsular, que por supuesto revierte en las clases dominantes. Sociedad de clases. Primeros Estados MODELO II: EMERGENCIA Y DESARROLLO DE LA METALURG[A EN EL SO Coerción social en la periferia Excedentes de producción Minería raana e a - Agricultura y fd Coerción intrasocial a través del sistema tributario Clases dominantes Control de las periferias mineras Hegemonfa de quienes controlen los recursos mineros Territorio jerarquizado centro/periferia ^ Centro Periferias Mineras Periferia En perfodos posteriores pequeños asentamientos especializados en producción metalúrgica Fig.8.5 .Emergencia y desarrollo de /a metalurgia en e/ SO peninsular(Nocete, 2001; Nocete et alii, 1999a, 19996) Periferias coercitivas Las periferias mineras controladas por los centros rectores reflejan en el registro arqueológico una alberación constante y especializada del paisaje que se plasma en una clara deforestación (Nocete et alii, 1999a: 93), y aunque no lo expresa concretamente, suponemos que este hecho es consecuencia inmediata de los desmontes realizados en los trabajos de extracción y quizás en los realizados para la obtención de combustible para el procesado del material. Argumenta Nocete y su equipo que la minería y la metalurgia del cobre en ningun caso debe argumentarse como factor causal de la emergencia de las primeras sociedades de clase y su efecto político (el estado), sino como su consecuencia (Nocete et alii,1999a:102 y Nocete et alii,1999b: 87, 89 y 91). 8.3.3. El modelo materialista cultural de Gilman Otro de los modelos que sin duda han influido más en la investigación de las primeras sociedades metalúrgicas del SE ha sido el desarrollado por Gilman (1976,1987a, 1987b,1991, 2001) y por Chapman (1991). Este modelo, en comparación con los demás parece más simple. De hecho es un modelo cuyo articulación no reside en muchos 234 MARÍA JESUS RODRÍGUEZ DE LA ESPERANZA factores, sino en muy pocos, y cuya clave se basa en un modelo social donde los gobernantes son propietarios (Chapman,1991: 222 y 257). Gilman desarrolla su teoría sobre la base de que las sociedades metalúrgicas eran sociedades de clase (1987: 26-29). El origen de la estratificación habría que buscarlo en el III milenio antes de nuestra era. Las jefaturas están basadas en el parentesco y aunque no lo expresa con claridad, deben ser hereditarias (Gilman,1991:19). Las clases dominantes controlan la explotación de productos secundarios y además obligan a pagar a los campesinos unos arriendos por la utilización de la tierra (Gilman, 1991: 19-20). Hay una producción de productos de lujo que tendría como finalidad su ostentación por parte de la clase dirigente frente a otras clases inferiores. En todo este planteamiento la metalurgia juega un papel discreto. La industria metalúrgica se considera una actividad ocasional que se desarrolla en ámbitos domésticos. Los recursos metalíferos están muy cercanos a los poblados. No es una actividad que conlleve estrés de ninguna clase. Explotaáón de los productos secundarios: ganaderia, arboricultura y regadío MODELO III: EMERGENCIA Y DESARROLLO DE LA METALURGIA EN EL SE Elites que se d I Sociedades de clase. Origen de la estratificación en el III milenio. t Gobemantes propietarios ^ I^-^ ^N Jefaturas basadas en el parentesco apropian e os arriendos de los campesinos. Producción de bienes de lujo. Distribución de Industria estilos. Finalidad: metalúrgica ostentación de la ocasional. clase dirigente. Producción doméstica. ^ Menas cercanas a los poblados. F--il Cambio de ubicación de poblados. Elementos metálicos hallados en el registro funerario Inestabilidad del dominio de las élites. Resistencia de los campesinos a pagar rentas. T Fig. 8.6. Emergencia y desarrollo de la metalurgia en el SE (Gilman 1987a, 1987b, 1991,2001; Chnpman, 1991). CONCLUSIONES 235 La tensión deviene, según se desprende de los trabajos que hemos analizado, de la resistencia de los campesinos a pagar las rentas obligatorias a las élites (Gilman 2001: 77). Estas clases dominantes tendrán períodos de inestabilidad en el poder debido a la presión ejercida sobre los campesinos y la resistencia de estos últimos. En los últimos trabajos, sin embargo, parece que estos especialistas ya no creen que la estratificación social sea tan rígida ni que haya tanto poder de coerción (así, es notable el cambio de posicionamiento 0 la matización que ha sufrido el mismo en Gilman, 2001: passim). En sí son los mismos modelos pero modificando el grado de estrés social y el grado de coerción. 8.3.4. El modelo metalúrgico de 1. Montero Uno de los modelos metalúrgicos más recientes que se han planteado ha sido el que desarrolló I. Montero para su tesis doctoral (1992; 1994) y que en sucesivas publicaciones ha ido matizando y poniendo al día (Montero y Ruiz Taboada,1996a y b; Montero, Rihuete y Ruiz, 1999; Montero, 2000). Este modelo plantea o sugiere de forma muy prudente -en comparación con lo planteado por otros modelos explicados- que la metalurgia como actividad económica y social no pudo suponer una innovación que generase ningún tipo de cambio radical en las comunidades. Más bien lo que se propone en este modelo es que la metalurgia fue una de tantas actividades metalúrgicas con carácter doméstico y que no necesitó de especialistas. Emergencia de élites ^ Incipiente erar uizaciónMODELO IV: qj EMERGENCIA de las Y sociedades DESARROLLO DE LA ^ METALURGIA EN EL SE Individuos que poseen objetos de valor . f Hábitat estables con fluctuaciones temporales Control de recursos desde los asentamientos. Recursos minerales cercanos al hábitat. Industria metálica que no sobrepasa en importancia a la industria lítica V I ^ Base subsistencial: agricultura y ganaderfa. Almacenamiento de excedentes Metalurgia: actividad secundaria. Carácter doméstico. Sin especialistas Fig. 8.7. Emergencia y desarrollo de la metalurgia en el SE de la Península Ibérica (Monte% 1994, 1996, 1999, 2000). Los primeros vestigios de actividades metalúrgicas según I. Montero se dieron en comunidades neolíticas de tipo segmentario (Montero, Rihuete y Ruiz,1999: 126-128). Las sociedades en las que esta nueva actividad se desarrolló de forma plena comienzan a tener unas elites incipientes. Son los individuos quizás vinculados a estas elites los que poseen objetos de metal a los que se atribuye cierto valor. La base subsistencial de estos 236 MARÍA JESUS RODRÍGUEZ DE LA ESPERANZA grupos se vincularía a la agricultura y ganadería y habría un almacenamiento de excedentes. Todos los recursos estarían controlados desde los asentamientos. En concreto, los recursos minerales están cercanos al hábitat pudiendo tener un acceso relativamente rápido a los mismos. El hábitat, aún siendo estable, sufre fluctuaciones temporales debidos a diferentes factores como cambios estacionales, agotamiento de recursos, etc. Con respecto al ámbito de los útiles y armas, este especialista considera que en un momento inicial, que perdura bastante, la industria metálica no sobrepasó de ninguna de las maneras en importancia a la industria lítica. Más bien da a entender que no será hasta bien entrada la Edad del Hierro cuando este hecho se comience a dar. En parte este autor contradice los presupuestos tan vehementemente defendidos por la escuela catalana de Lull ya analizada (1983,1986). 8.3.5. Los modelos extrapeninsulares: Wessex y Dinamarca, Próximo Oriente y Balcanes. Con respecto a los modelos extrapeninsulares hemos escogido tres de los que, a nuestro parecer, han sido más elaborados o por sus característictas propias han servido para suscitar el interés de la comunidad científica especializa. Además estos tres modelos ejemplifican muy bien el denominado Mundo Antiguo Occidental: Wessex y Dinamarca, Próximo Oriente y Balcanes. En realidad a lo largo de los años de investigación en metalurgia prehistórica no ha habido ningún trabajo que, de forma precisa, estableciese un modelo del desarrollo de la metalurgia prehistórica en Wessex y Dinamarca. Lo que ha habido ha sido un importantísimo elenco de publicaciones de alta calidad en cuanto a la minería del cobre y del estaño se refiere y, otro tanto, en cuanto a lo que social e ideológicamente supuso la metalurgia como invención e innovación tecnológica (Spratt, 1989; Braithwait, 1984; Kim, 2001; Shennan,1982). Ha sido a partir de estos trabajos de donde hemos podido elaborar un supuesto modelo general aplicable a estas dos zonas del Norte de Europa con una larga tradición de investigación en cuanto a lo que se refiere a las Edades de los Metales. El modelo propone un desarrollo de la metalurgia en una sociedad ya muy jerarquizada, que si bien algunos especialistas sólo quieren verla en un momento inicial de esta jerarquización, otros, como en el caso de Dinamarca, ya quieren verla con élites que ostentan el poder (Braithwaite, 1984: 104; ICim: 453). En todo caso la legitimación del poder y del prestigio viene a través de la posesión de ciertos objetos a los que el acceso está restringido. Los objetos metálicos se utilizan entonces para el desarrollo de categorías personales dentro de las sociedades. CONCLUSIONES 237 En estas sociedades, donde el rango es hereditario por nacimiento, este también se expresa en el mundo funerario haciendo diferenciaciones según el tipo de rito aplicado: si el rito es la inhumación se supone que el difunto era de alto rango. Si se trataba de una cremación se supone que el rango era inferior. Así los primeros contextos de deposición del metal en estas sociedades son los enterramientos individuales pertenecientes a individuos distinguidos. La legitimación del poder y del prestigio se obtiene también a partir de la posesión (^ostentación?) de objetos singulares o realizados en materiales exóticos. Las investigaciones sobre la prehistoria del Próximo Oriente siempre han llamado la atención de los especialistas por ello no es extraño que uno de los modelos más desarrollados sobre el desarrollo de la metalurgia en el Próximo Oriente haya sido el de este ámbito. Fuerte jerarquización social ^ Acceso desigual a Elites? MODELO V: ^ los bienes EMERGENCIA Y de prestigio. DESARROLLO DE LA ^ ♦ METALURGIA Legitimación Utilización de Conjunción Posesión de EN NW DE tddel poder y objetos de nuevos pro osuc EUROPA prestigio a metal para el p rod uctos= atractivos. través de desarrollo de ^--^I Nuevos ^ ciertos categorfas tipos de objetos i l personales ld t d prestigio Expansión dears ngu es. asen ro e sociedades. los T enterramientos individuales Jerarquía Metales que bajo túmulos i ia porhered tar nacimiento ^ documentan: 1 Primeras Diferenciación de r. ún ritoran o sesociedades jerarquizadas 2. Primer uso del metal. g g funerario: Inhumación: alto estatus Cremación: bajo Primeros contextos de deposición del metal: enterramientos estatus individuales Fig. 8.8. Eme►geucia y desarrollo de la metalu^gia en Wessex y Dimm^arca (Braithwaite,198^ Krin, 2001; Shennan,1982). Superado el modelo colonialista que ya describiese en su día Renfrew (1971) que proponía la difusión de la invención de la metalurgia desde el Oriente hasta el Occidente, comenzaron en los ochenta a proponerse modelos más autoctonistas. Aquellos modelos difusionistas se basaban sobre todo en los hallazgos que hasta la fecha se habían encontrado en la zona del Próximo Oriente en comparación con el vacío -seguramente de investigación- que se constataba en el Occidente. Por ello, a medida que los hallazgos en el Mediterráneo comenzaron a abundar, y sobre todo, pudieron fecharse con precisión, se pudo apreciar como el Oriente y el Occidente funcionaron de diferente forma y que aquel 23g MARfA JESUS RODRÍGUEZ DE LA ESPERANZA modelo romántico que proponía un Ex Oriente Lux no era más que el resultado o la combinación de una serie de factores aleatorios (zonas muy estudiadas junto a otras menos estudiadas, falta de medios en la investigación, etc.). Así las nuevas teorías sobre los períodos metalúrgicos comenzaron a desarrollarse con puntos de vista más introspectivos. Además, estas teorías se han centrado en muchos aspectos de modo que afortunadamente el modelo es diacrónico apreciándose la evolución desde la emergencia de la metalurgia hasta su desarrollo e imposición. Durante la Edad del Cobre el acento se pone en el movimiento de minerales. Son estos los que se mueven y debieron servir como elementos para el intercambio o trueque. Las sociedades calcolíticas del Próximo Oriente están en un estadio de emergencia de la estratificación que apenas es perceptible a través del hábitat en aldeas. La producción de objetos metálicos de adorno parece ser para un consumo inmediato y el desarrollo de las actividades metalúrgicas (procesado y fundición) se desarrollan en contextos domésticos. Los adornos de metal otorgarían prestigio a esas clases emergentes que tienen vínculos de parentesco. A tenor de los análisis realizados los minerales empleados procedían de las minas de Timna, Feinán y Sinaí y eran controlados por las poblaciones cercanas (Hauptmann,1989 y 1996; Golden, 2001). Sin duda el período de mayores cambios es el de la Edad del Bronce. Las sociedades sufren una fuerte jerarquización incrementándose su complejidad, llegándose a distinguirse los primeros estados mesopotámicos. El hábitat también se transforma desarrollándose el urbanismo. II prestigio es mostrado a través de objetos no metálicos, sin embargo la desigualdad no se manifiesta en los ritos funerarios. En este período uno de los cambios fundamentales que se aprecian en el registro arqueológico es el comercio de metales en comparación con el movimiento de minerales del período anterior. Hay un incremento de las actividades metalúrgicas y, aunque se aprecia una tradición en la producción doméstica, comienzan a distinguirse espacios determinados para actividades metalúrgicas, lo que a su vez hace sospechar que hubiese una dedicación parcial a estas actividades (Galvin,1987; Genz, 2001; Heske1,1983). Como se puede apreciar la complejidad de este modelo es superior a otros descritos no sólo por las características intemas del mismo sino también porque los diferentes especialistas han profundizado en cada uno de los aspectos sociales, económicos y políticos de aquéllos grupos pudiéndose mostrar un modelo mucho más elaborado con matices que otros no han podido ofrecer. El modelo propuesto por Renfrew para los Balcanes, si lo comparamos con los demás resulta más suave. Renfrew a través de los años matizó su posición (Renfrew,1972; 1978a; 1978b; 1986) sobre el papel que había jugado la primera metalurgia en aquéllas tierras. En realidad, lo que él intentaba era dar un sentido a la presencia de objetos metálicos en los enterramientos de Varna. Por ello su teoría se enmarca dentro del CONCLUSIONES 239 engranaje propuesto de los aspectos de valor y prestigio para las primeras sociedades metalúrgicas (Renfrew,1986:157). El explica como en sociedades aparentemente igualitarias tanto en su economía como en sus hábitats parece comenzar a distinguirse ciertos rangos en el mundo funerario. Así, aparecen ciertos enterramientos con ajuares verdaderamente ricos en piezas de oro entre otros sin ajuar alguno. Algún otro indicador como enterramientos infantiles con ajuar o enterramientos femeninos o masculinos hacen pensar en algunos indicadores leves de estatus hereditario y diferenciación de sexo (Ivanov,1978). Desigualdad Fuerte no jerarquización manifestada social. en ritos funerarios^ Hábitats en aldeas i d dS1 e a esoc complejas. Prestigio Desarrollo del mostrado a Emergencia de través de Vínculos de urbanismo.N--^ la objetos no arentesco Primerosp estratificación metálicosestados. MODELO VI: Minerales Edad del Edad del EMERGENCIA procedentes de Cobre: Bronce: Y Timna; Feinán; ^ movimiento comercio de DESARROLLO Sinaí,... de metales miner lesDE LA a ETALURGIAM EN EL i Incremento ORIENTE Minerales Producción de las PROXIMO controlados de objetos actividades por metálicos de metalúrgicas bl i dac onespo locales orno paraa consumo 1 inmediato Ocasionalmente .^ i es aciosp Procesado y Objetos de determinados fundición en adorno que Actividades para actividades acioses denotan metalúrgicas metalúrgicas. p diferentes prestigio en contextos Especialistas a . domésticos tiempo oarcial. * Procesado y Tradición fundición en producción los mismos doméstica lugares que perdura Fig. 8.9. Emergencia y desarrollo de la metalurgia en el Próximo Oriente (Golden, 2001; Galvin, 1987,• Heskel, 1983) Su hipótesis de trabajo es que en una primera fase los metales son utilizados como objetos de alto prestigio que tienen mucho valor, sin que tengan valor alguno como útiles 240 MARÍA JESUS RODRÍGUEZ DE LA ESPERANZA (V. Capítulo 7). Estos objetos tienen una consideración simbólica (Shennan,1982) y deben ser mostrados. Por lo tanto la metalurgia supone una innovación más social que técnica durante el Calcolítico de los Balcanes. Su repercusión en el mundo ideacional y simbólico es alta y sin embargo su utilidad efectiva es casi nula. Además supone una demostración material de una incipiente estratificación social que si bien no se aprecia arqueologi ĉamente en otros subsistemas sí que lo hace apreciable en este mundo simbólico de la muerte. Así justifica que pudiera tratarse de las primeras jefaturas con un grado de estratificación incipiente o leve (Gilman,1976). Economía Igualitaria aparente MODELO VII: DESARROLLO DE LA METALURGIA EN LOS ^Jefaturas incipientes? ^ Aparente no diferenciación social en vida ^ Hábitats no jerarquizados Aldeas. i Espacios grandes comunales Metalurgia como innovación más social que técnica Consideración simbólica de los primeros productos metálicos ^ En una primera fase metales utilizados como objetos de alto prestigio Diferenciación de individuos en los enterramientos Asociación alto prestigio=alto valor ^ Procedencia foránea de alguno de los objetos de prestigio Fig. 8.10. Emergencia y desarrollo de la Metalurgia en los Balcanes (Renfrew, 1978a; 1978b; 1982;1986). 1 Ricos ajuares en algunas tumbas Indicadores leves de estatus hereditario y diferencias de sexo 8.4. El modelo de la metalurgia prehistórica del Valle del Ebro en la Península Ibérica. A tenor de los datos aportados por los modelos anteriormente expuestos se ha intentado también establecer un modelo para el origen y desarrollo de la metalurgia en el Valle del Ebro. Nuestra atención se ha dirigido a todos los ámbitos de la cultura: sociales, económicos, políticos. Tal y como percibíamos desde el principio de la investigación aunque el Valle del Ebro no es una unidad geográfica aislada sí tiene características culturales propias que no se dan en otra área. Asimismo la metalurgia no se desarrolló de la misma forma ni en los mismos parámetros culturales ni temporales. Globalmente se puede apreciar en todo el Valle del Ebro una cierta ralentización de los procesos de la cultura. Así por ejemplo ciertos fenómenos funerarios como los dolménicos que en el resto de la península no suelen transgredir la frontera entre el IIIer y II° milenio, podemos registrarlos en el ámbito del Ebro hasta bien avanzado el Bronce Medio, e incluso, Tardío. CONCLUSIONES 241 El fenómeno Campaniforme tiene una duración temporal más extensa que en otros ámbitos geográficos. Normalmente los materiales y estructuras que encontramos del Calcolítico y de la Edad del Bronce aunque cronológicamente se relacionen con una fecha precisa pertenecen a momentos sociales y económicos anteriores. Casi todo lo que para los especialistas suele identificarse con momentos cronológicos y culturales del Bronce Medio en el Valle se tiene que identificar culturalmente con el Bronce Antiguo. Dado que hay una relativa abundancia de minerales de cobre, oro y plata y algo menos de estaño y, que carecemos de argumentos para decir que las primeras evidencias de metalurgia procedían de ámbitos ajenos al Ebro, nos inclinamos a pensar que su origen fue autóctono. Las primeras evidencias que hemos encontrado no van más allá de pequeñas láminas de oro batidas o punzones de cobre de escasas dimensiones, elementos que no necesitarían de un alto nivel conocimiento tecnológico para su manufactura. Los contextos en el que han sido registrados estos primeros objetos han sido funerarios y en convivencia con ajuares la mayoría de las veces, Campaniforme, aunque en algunos casos no esté tan claro y pudiera adscribirse a momentos más antiguos pre-Campaniformes. Las sociedades en las que se generó el desarrollo de esta tecnología comenzaban a tener cierta complejidad y existían élites que harían ostentación de bienes de difícil obtención. Estas élites controlarían ciertos aspectos vitales para su comunidad como la agricultura y ganadería, base de su economía. Sin embargo, y en total acuerdo con Montero (1994), no creemos que estas élites estuviesen interesadas en controlar el mineral, desde luego en un primer momento. Quizás estuvieron más interesadas en distinguirse poseyendo algún objeto de este material, sin embargo, tal y como hemos visto (v. supra ), daban tanta importancia al objeto de metal como a los objetos realizados en materiales líticos u óseos con los que también les enterraban. No se distingue hasta bien avanzado el Bronce Medio estructuras específicas en los poblados del Valle del Ebro dedicadas a actividades metalúrgicas, como es el caso de Minferri (Juneda, Lleida). Por ello tampoco podemos plantear la producción de objetos como una actividad de especialistas sino más bien complementaria. El proceso de reducción de los minerales y de elaboración de objetos también se llevó a cabo en los poblados sin que hayamos encontrado ninguna evidencia de reducción a pie de mina. Tampoco debió de invertirse grandes cantidades de trabajo y materiales en el acondicionamiento de las minas ya que las huellas que hemos encontrado son tan leves que denotan trabajos esporádicos cuyas huella ha borrado el tiempo con gran facilidad. Debieron ser remociones de tierra de dimensiones muy pequeñas. Sin embargo, el hecho de que durante el Bronce Antiguo se hayan apreciado en las inmediaciones del Valle del Ebro (ug. La Loma de la Tejería, Teruel) asentamientos que parecen dedicados exclusivamente a la extracción del mineral y la ausencia en estos de estructuras y elementos que pudieran dar idea de una permanencia, nos hace pensar que los trabajos tuvieron un carácter marcadamente estacional. Además sería una actividad esporádica, 242 MARÍA JESUS RODRÍGUEZ DE LA ESPERANZA sin una estructuración debido a su escasa relevancia dentro de la economía y del conjunto de actividades. Con los datos que hemos ofrecido es muy difícil sostener que la ubicación de los poblados estuvo condicionada por la cercanía de los recursos minerales. En primer lugar porque muchos de los poblados no están cercanos a estos y, en segundo lugar, porque en muchos yacimientos de esta época no aparecen restos de metal o de reducción o producción. Hasta el Bronce Tardío o Final no aparecen los primeros depósitos de metal en el Valle del Ebro (P.e: depósito de Llavorsí). A diferencia con las culturas contemporáneas de las zonas circundantes al Ebro y de las del Norte de Europa, no hay proliferación de depósitos ni votivos ni de metalúrgico para la amortización del metal. Hay tan sólo un ejemplo que nos puede parecer de este tipo pero está descontextualizado (La Partida de las Naves, Teruel). F1 resto de los depósitos pertenecen a etapas posteriores. A partir de la Edad del Bronce se observa un descenso de la variedad de los elementos y un menor número de piezas, circunstancias que seguramente tengan mucho que ver con el menor período de tiempo que ocupa la propia etapa y quizás con una menor atención de investigación. Además, parece que se aprecia una producción relativamente inferior en gramos/año aunque, con respecto a la producción lítica, aumenta relativamente, no superándola. La tipología de los objetos metálicos se adecua a los cánones establecidos en la Península Ibérica para estos períodos. Hachas planas, punzones, puñales de lengiieta, puntas lanceoladas, alabardas y adornos en el Calcolítico y Bronce Antiguo. Hachas con rebordes, punzones, puñales con remaches y puntas con aletas para el segundo período. No obstante apreciamos una diferencia con respecto a otros ámbitos de la Península ibérica, y es que en este segundo período no hallamos un incremento de los adornos porque ni siquiera se han encontrado. No sabemos a qué se debe esta circunstancia y realmente esperamos que sea solo cuestión de una investigación desigual administrativa. En todo caso, no podemos dejar de apreciar la escasa entidad de la metalurgia prehistórica en el Valle del Ebro, no sólo si la comparamos con otros ámbitos geográficos peninsulares sino con otros modelos de Europa Occidental o del Próximos Oriente. La producción de objetos en otros ámbitos como el del Sur de Inglaterra o el Sureste de Francia. En estos ámbitos la producción es masiva casi desde un primer momento, los intercambios culturales y económicos son muy fluidos y se atestiguan en los hallazgos y en las imitaciones. Ocurre lo mismo con los primeros estados mesopotámicos que, carentes de recursos minerales de cobre y estaño, establecieron redes comerciales a gran escala que hoy en día a través de los estudios químicos y con ayuda de los textos podemos distinguir. Esta demanda a gran escala obligaba a trasladar el metal ya procesado, y no el mineral, en pequeños lingotitos. Ninguno de estos fenómenos de gran CONCLUSIONES 243 escala de explotación, circulación ni producción se produjeron en el Valle del Ebro. Más bien apreciamos una explotación y una producción a una reducidísima escala, casi inapreciable en algunos casos y sobre todo absolutamente rudimentaria en su tecnología y en sus manufacturas. Emergencia Economfa Aprovechamiento paulatina de basada en de minerales las la autóctonos sociedades agricultura y complejas la ganadería MODELO ^METALÚRGICO t TrabajosPARA EL Escasa m ineros VALLE DEL Elites relevancia eŝporádicos y EBRO económica de estacionalesincipientes la minería y la metalurgia i ExQlotación, Ostentación transformación de bienes de Primeras y produccibn a difícil ^-^ evidencias escala obtención metalúrgicas doméstica de técnica^ muy sencilla Distinción de individuos en enterramientos colectivos Fig. 8.11. Emergencia y desarrollo de la metalurgia en el Valle del Ebro (R. De la Esperanza, 1996, 1999). Por todo ello, tenemos las suficientes evidencias positivas y negativas como para afirmar que a nivel económico la metalurgia en sus primeros momentos y más allá de estos, aun en el Bronce Medio, no tuvo la relevan^a de otros aspectos fundamentales para la subsistencia de las comunidades del Valle del Ebro. Eso sí, se dieron las circunstancias suficientes para que pudiese llegar a aparecer y desarrollar esta innovación de forma autónoma y que poco a poco fuese perfeccionándose gracias también a la permeabilidad y contactos culturales internos y externos. No sabemos cómo fue percibida esta innovación por los habitantes del Valle del Ebro, sin embargo, podemos intuir que en sus vidas significó en un principio un elemento más de distinción y, posteriormente, comenzarían a apreciar las ventajas intrínsecas que el metal aportaba a los elementos. 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APÉNDICE I APÉNDICE I: DATOS COMPLETOS DE LAS FECHAS CALIBRADAS INFORM : References - Atmospheric data from 95.4% probability Stuiver et al. (1998); OxCal v3.5 Bronk Ramsey 3640BC (80.6%) 3500BC (2000); cub r:4 sd:12 prob usp[chron] 3430BC (14.8%) 3380BC I-14099 : 5300f 140BP CSIC-952 : 4730f30BP 68.2% probability 68.2% probability 4320BC ( 4.7%) 4290BC 3630BC (33.0%) 3580BC 4260BC (63.5%) 3970BC 3540BC (15.1%) 3500BC 95.4% probability 3430BC (20.1%) 3380BC 4450BC (95.4%) 3750BC 95.4% probability 3640BC (64.6%) 3490BC I-15618 : 5190f140BP 3460BC (30.8%) 3370BC 68.2% probability 4230BC ( 5.4%) 4190BC 4170BC (48.5%) 3900BC 3880BC (14.3%) 3800BC 95.4% probability 4350BC (95.4%) 3700BC I-14919 : 5070f140BP 68.2% probability 4040BC ( 1.1%) 4020BC 3990BC (67.1%) 3700BC 95.4% probability 4250BC (95.4%) 3500BC I-14842 : 5070t1 SOBP 68.2% probability 4040BC ( 2.2%) 4020BC 4000BC (66.0%) 3690BC 95.4% probability 4250BC (95.4%) 3500BC I-14594 : 5020f 140BP 68.2% probability 3960BC (65.2%) 3690BC 3680BC ( 3.0%) 3660BC 95.4% probability 4250BC (95.4%) 3500BC CSIC-897 : 4900f110BP 68.2% probability 3910BC ( 4.3%) 3880BC 3810BC (53.4%) 3620BC 3590BC (10.6%) 3520BC 95.4% probability 4000BC (91.6%) 3500BC 3450BC ( 3.8%) 3350BC I-5949 : 4730f 110BP 68.2% probability 3640BC (41.7%) 3490BC 3470BC (26.5%) 3370BC 95.4% probability 3800BC (89.6%) 3300BC 3250BC ( 5.8%) 3100BC B-89386 : 4700t90BP 68.2% probability 3630BC (16.4%) 3560BC 3540BC (51.8%) 3370BC 95.4% probability 3700BC (90.7%) 3300BC 3250BC ( 4.7%) 3100BC I-14778 : 4660t200BP 68.2% probability 3650BC (68.2%) 3100BC 95.4% probability 4000BC (95.4%) 2800BC CSIC-626B : 4640f60BP 68.2% probability 3520BC (68.2%) 3350BC 95.4% probability 3650BC (88.3%) 3300BC 3250BC ( 7.1%) 3100BC CSIC-626A : 4630t90BP 68.2% probability 3650BC (58.5%) 3300BC 3250BC ( 9.7%) 3100BC 95.4% probability 3650BC (95.4%) 3050BC CSIC-969 : 4750f30BP 68.2% probability 3640BC (53.1%) 3550BC 3540BC (15.1%) 3510BC I-14882 : 4610f120BP 68.2% probability 3650BC ( 2.7%) 3600BC 3550BC (65.5%) 3100BC APÉNDICE I: DATOS COMPLETOS DE LAS FECHAS CALIBRADAS 95.4% probability 3650BC (95.4%) 2900BC 3100BC (45.9%) 2840BC 2820BC (22.3%) 2670BC I-14821 : 4490f 180BP 95.4% probability 3350BC (95.4%) 2550BC 68.2% probability 3500BC ( 1.1%) 3450BC 3400BC (67.1%) 2900BC 95.4% probability 3654BC (95.4%) 2650BC 4470f 160BP 68.2% probability 3360BC (58.1%) 3000BC 2990BC (10.1%) 2920BC 95.4% probability 3650BC (95.4%) 2650BC CSIC-1065 : 4270t60BP 68.2% probability 3010BC ( 5.1%) 2980BC 2930BC (39.8%) 2860BC 2810BC (18.0%) 2750BC 2720BC ( 5.3%) 2700BC 95.4% probability 3030BC (61.2%) 2830BC 2820BC (34.2%) 2660BC LY-1693 : 4240f 140BP MC-2297 : 4450f100BP 68.2% probability 3340BC (27.6%) 3210BC 3190BC ( 7.5%) 3150BC 3130BC (25.2%) 3010BC 2980BC ( 7.9%) 2920BC 95.4% probability 3400BC (95.4%) 2850BC I-10826 : 4445f95BP 68.2% probabi 1 ity 3020BC (68.2%) 2580BC 95.4% probability 3350BC (95.4%) 2450BC Gif-6925 : 4240t70BP 68.2% probability 2920BC (25.4%) 2850BC 2820BC (42.8%) 2680BC 95.4% probability 3020BC (95.4%) 2580BC 68.2% probability 3340BC (26.3%) 3210BC I-11533 : 4225f90BP 3190BC ( 6.3%) 3150BC 68.2% probability 3130BC (25.7%) 3010BC 2920BC (21.9%) 2830BC 2990BC ( 9.9%) 2920BC 2820BC (44.4%) 2660BC 95.4% probability 2650BC ( 1.9%) 2630BC 3370BC (95.4%) 2890BC 95.4% probability 3100BC (95.4%) 2450BC B-89387 : 4430f70BP 68.2% probability I-14905 : 4200t130BP 3310BC (18.4%) 3230BC 68.2% probability 3180BC ( 2.6%) 3150BC 2920BC (68.2%) 2570BC 3120BC (47.3%) 2920BC 95.4% probability 95.4% próbability 3350BC (95.4%) 2400BC 3350BC (95.4%) 2910BC UBAR-108 : 4400f 120BP 68.2% probability 3330BC (19.0%) 3220BC 3180BC ( 2.8%) 3150BC 3120BC (46.3%) 2900BC 95.4% probability 3500BC ( 1.1%) 3450BC 3400BC (94.3%) 2650BC BM-2360 : 4350t80BP 68.2% probability 3100BC (68.2%) 2880BC 95.4% probability 3350BC (95.4%) 2700BC GAK-12408 : 4290t120BP 68.2% probability UBAR--288 : 4160f60BP 68.2% probability 2880BC (13.4%) 2830BC 2820BC (51.2%) 2660BC 2650BC ( 3.6%) 2620BC 95.4% probability 2890BC (95.4%) 2570BC I-13133 : 4160f160BP 68.2% probability 2920BC (61.9%) 2550BC 2540BC ( 6.3%) 2490BC 95.4% probability 3400BC (95.4%) 2200BC I-13315 : 4130f110BP 68.2% probability 2880BC (68.2%) 2570BC 409 410 MARÍA JESUS RODRÍGUEZ DE LA ESPERANZA 95.4% probability I-15195 : 4080f 170BP 2950BC (95.4%) 2350BC 68.2% probability 2900BC (68.2%) 2350BC I-14097 : 4130f 160BP 95.4% probability 68.2% probability 3100BC (95.4%) 2000BC 2890BC (68.2%) 2470BC 95.4% probability I-12717 : 4080f100BP 3100BC (95.4%) 2200BC 68.2% probability 2870BC (12.2%) 2800BC BM-2366 : 4120f70BP 2760BC ( 7.2%) 2720BC 68.2% probability 2710BC (48.8%) 2490BC 2870BC (17.5%) 2800BC 95.4% probability 2780BC ( 1.4%) 2770BC 2900BC (95.4%) 2300BC 2760BC (49.3%) 2570BC 95.4% probability BM-2365 : 4060f60BP 2880BC (89.1%) 2550BC 68.2% probability 2540BC ( 6.3%) 2490BC 2840BC ( 6.6%) 2810BC 2670BC (61.6%) 2470BC BM-2367 : 41 l Of60BP 95.4% probability 68.2% probability 2870BC (13.3%) 2800BC 2860BC (17.1%) 2800BC 2790BC (82.1%) 2460BC 2760BC ( 9.8%) 2720BC 2710BC (41.4%) 2570BC UBAR-361 : 4050f70BP 95.4% probability 68.2% probability 2880BC (89.5%) 2550BC 2840BC ( 6.1%) 2810BC 2540BC ( 5.9%) 2490BC 2670BC (62.1%) 2460BC 95.4% probability BETA-64940 : 41 OOf 100BP 2900BC (95.4%) 2350BC 68.2% probability 2870BC (14.7%) 2800BC 2780BC (48.3%) 2560BC 2530BC ( 5.2%) 2490BC 95.4% probability 2950BC (95.4%) 2350BC BETA-90622 : 4100t l 00BP 68.2% probability 2870BC (14.7%) 2800BC 2780BC (48.3%) 2560BC 2530BC ( 5.2%) 2490BC 95.4% probability 2950BC (95.4%) 2350BC UGRA-156 : 4040f 110BP 68.2% probability 2870BC ( 9.5%) 2800BC 2760BC ( 5.5%) 2720BC 2710BC (53.2%) 2450BC 95.4% probability 2900BC (95.4%) 2200BC UBAR-276 : 4030f290BP 68.2% probability 2950BC (68.2%) 2050BC 95.4% probability 3400BC (95.4%) 1700BC UBAR-243 : 4100f60BP 68.2% probabi 1 ity 2860BC (16.1%) 2810BC 2750BC ( 7.2%) 2720BC 2700BC (42.6%) 2570BC 2520BC ( 2.3%) 2500BC 95.4% probability 2880BC (86.6%) 2550BC 2540BC ( 8.8%) 2490BC I-14593 : 4090f120BP 68.2% probability 2870BC (13.0%) 2800BC 2790BC (55.2%) 2490BC 95.4% probability 2950BC (95.4%) 2300BC BETA-64939 : 4020f l 00BP 68.2% probability 2900BC ( 7.1%) 2800BC 2700BC (61.1%) 2350BC 95.4% probability 2900BC (95.4%) 2250BC UBAR-105 : 4020f80BP 68.2% probability 2850BC ( 4.7%) 2810BC 2670BC (61.8%) 2450BC 2420BC ( 1.7%) 2400BC 95.4% probability 2900BC (95.4%) 2300BC Ly-3378 : 4000t110BP 68.2% probability APÉNDICE I: DATOS COMPLETOS DE LAS FECHAS CALIBRADAS 2850BC ( 3.7%) 2800BC 2700BC (64.5%) 2300BC I-14785 : 3910f100BP 95.4% probability 68.2% probability 2900BC (95.4%) 2200BC 2560BC ( 4.1%) 2530BC 2500BC (56.4%) 2270BC B-893 89 : 4000t70BP 2260BC ( 7.8%) 2200BC 68.2% probability 95.4% probability 2630BC (66.7%) 2400BC 2700BC (95.4%) 2000BC 2370BC ( 1.5%) 2350BC 95.4% probability UGRA-154 : 3900f 150BP 2900BC ( 4.6%) 2800BC 68.2% probability 2750BC (90.8%) 2250BC 2580BC (68.2%) 2140BC 95.4% probability MC-2296 : 3990f 100BP 2900BC (95.4%) 1950BC 68.2% probability 2850BC ( 1.7%) 2800BC 2700BC (66.5%) 2300BC 95.4% probability 2900BC (95.4%) 2200BC GrN-21005 : 3975f40BP UBAR-287 : 3890f60BP 68.2% probability 2470BC (68.2%) 2290BC 95.4% probability 2560BC ( 1.7%) 2530BC 2500BC (93.7%) 21906C 68.2% probability 2570BC (36.2%) 25l OBC UBAR-400 : 3870f 110BP 2500BC (32.0%) 2450BC 68.2% probability 95.4% probability 2480BC (64.0%) 2190BC 2580BC (89.2%) 2390BC 2170BC ( 4.2%) 2140BC 2380BC ( 6.2%) 2340BC 95.4% probabi I ity 2700BC (95.4%) 1950BC UBAR-89 : 3960f60BP 68.2% probability B-89388 : 3860t70BP 2570BC (19.5%) 2510BC 68.2% probability 2500BC (39.5%) 2400BC 2460BC (56.6%) 2270BC 2380BC ( 9.2%) 2350BC 2260BC (11.6%) 2200BC 95.4% probability 95.4% probability 2630BC (95.4%) 2280BC 2500BC (95.4%) 2130BC B-89381 : 3950f80BP Gif-7192 : 3850f90BP 68.2% probability 68.2% probability 2580BC (15.2%) 2510BC 2460BC (68.2%) 2200BC 2500BC (53.0%) 23006C 95.4% probability 95.4% probability 2600BC (95.4%) 2000BC 2850BC ( 1.1%) 2800BC 27ooBC (9a.3°io) 2looac BETA-69597 : 3 840f90BP UBAR-13 : 3940f220BP 68.2% probability 2460BC (65.7%) 2190BC 68.2% probability 2160BC ( 2.5%) 2140BC 2900BC ( 4.1%) 2800BC 95.4% probability 2750BC (64.1%) 2100BC 2600BC (95.4%) 2000BC 95.4% probability 3100BC (95.4%) 1700BC B-89390 : 3840t70BP I-3985 : 3920f 100BP 68.2% probability 2460BC ( 5.4%) 2420BC 68.2% probability 2410BC (62.8%) 2190BC 2570BC ( 8.4%) 2520BC 95.4% probability 2500BC (54.9%) 2280BC 2480BC (92.3%) 2120BC 2250BC ( 3.4%) 2230BC 2100BC ( 3.1%) 2030BC 2220BC ( 1.6%) 2200BC 95.4% probability UB AR-106 : 3 81 Of90BP 2900BC ( 1.4%) 2800BC 68.2% probability 2700BC (94.0%) 2000BC 2460BC ( 2.6%) 2420BC 411 412 MARÍA JESUS RODRÍGUEZ DE LA ESPERANZA 2410BC (64.4%) 2130BC 2080BC ( 1.2%) 2060BC 95.4% probability 2ssOBC (9s.4%) 19sOBC LY-7837 : 3810fssBP 68.2% probability 2400BC ( 2.s%) 2380BC 2340BC (s4.6%) 2190BC 2180BC (11.2%) 2140BC 9s.4% probability 2460BC (91.9%) 2130BC 2080BC ( 3.s%) 2040BC MC-1466 : 3 800t 120BP 68.2% probability 2460BC (60.9%) 2120BC 2090BC ( 7.3%) 2040BC 9s.4% probability 2600BC (9s.4%) 18sOBC LY-7838 : 379sfssBP 68.2% probability 2330BC ( 1.1%) 2320BC 2310BC (67.1%) 2130BC 9s.4% probability 2460BC (87.0%) 2110BC 2100BC ( 8.4%) 2030BC I-12396 : 3700t100BP 68.2% probability 2280BC ( 3.1%) 22sOBC 2230BC ( 0.9%) 2220BC 2210BC (64.2%) 1940BC 9s.4% probability 2s00BC (95.4%) 17sOBC UBAR-107 : 3700f80BP 68.2% probability 2200BC (68.2%) 1960BC 9s.4% probability 2400BC (9s.4%) 1800BC UBAR-126 : 3690f120BP 68.2% probability 2280BC ( 4.0%) 22sOBC 2230BC (64.2%) 1880BC 95.4% probability 2s00BC (9s.4%) 1750BC CSIC-970 : 3680f20BP 68.2% probability 2140BC (48.3%) 2080BC 20sOBC (13.2%) 2020BC 2000BC ( 6.7%) 1980BC 9s.4% probability 2140BC (84.s%) 2010BC 2000BC (10.9%) 1970BC UBAR-104 : 3760f90BP 68.2% probability 2300BC (68.2%) 2030BC 9s.4% probability 2s00BC (9s.4%) 1900BC MC-1243 : 37sOf 1 sOBP 68.2% probability 2410BC ( 2.9%) 2370BC 23sOBC (6s.3%) 1940BC 9s.4% probability 2600BC (9s.4%) 1700BC I-130s2 : 3720f100BP 68.2% probability 2290BC (68.2%) 19sOBC 9s.4% probability 2s00BC (9s.4%) 1800BC I-3 s 13 : 3710f 130BP 68.2% probability 2300BC (68.2%) 1910BC 9s.4% probability 2s00BC (9s.4%) 1700BC BM-23s9 : 3710t60BP 68.2% probability 2200BC (64.3%) 2020BC 2000BC ( 3.9%) 1980BC 9s.4% probability 2290BC (9s.4%) 19206C BM-3984 : 3660t 100BP 68.2% probability 2200BC ( 4s%) 2170BC 2150BC (63.7%) 1880BC 9s.4% probability 23sOBC (9s.4%) 1700BC UBAR-83 : 3620f80BP 68.2% probability 2140BC (13.3%) 2080BC 20sOBC (s3.7%) 1880BC 1840BC ( ].3%) 1830BC 9s.4% probability 2200BC (9s.4%) 1740BC BM-23s8 : 3610f60BP 68.2% probability 2110BC ( 2.3%) 2100BC 2040BC (6s.9%) 1880BC 95.4% probability 2140BC (9s.4%) 1770BC MC-229s : 3s90f90BP 68.2% probability 2120BC ( 4.6%) 2090BC 2040BC (s0.1%) 1860BC 18sOBC (13.s%) 1770BC 9s.4% probability 22oosc (9s.a°ro)16sosc 3s30t70BP APÉNDICE I: DATOS COMPLETOS DE LAS FECHAS CALIBRADAS 68.2% probability 1940BC (68.2%) 1740BC 95.4% probability 2040BC (95.4%) 1680BC CSIC-627B : 3450t70BP 68.2% probability 1880BC (68.2%) 1680BC GrN-12115 : 3530t70BP 68.2% probability 1940BC (68.2%) 1740BC 95.4% probability 2040BC (95.4%) 1680BC Ly-3381 : 3510t100BP 68.2% probability 1960BC (61.8%) 1730BC 1720BC ( 6.4%) 1680BC 95.4% probability 2150BC (95.4%) 1500BC UBAR-12 : 3500f230BP 95.4% probability 1940BC (93.0%) 1600BC 1570BC ( 2.4%) 1530BC Ua-506 : 3445f 110BP 68.2% probability 1920BC ( 0.9%) 1900BC 1890BC (67.3%) 1610BC 95.4% probability 2050BC (95.4%) 1450BC MC-1467 : 3440t90BP 68.2% probability 1890BC (68.2%) 1620BC 95.4% probability 1960BC (95.4%) 1520BC 68.2% probability 2150BC (68.2%) 1500BC 95.4% probability 2500BC (95.4%) 1200BC MC-1469 : 3490f80BP Ua-505 : 3430f 110BP 68.2% probability 1890BC (68.2%) 1600BC 95.4% probability 2050BC (95.4%) 1450BC 68.2% probability 1920BC (61.0%) 1730BC 1720BC ( 7.2%) 1690BC 95.4% probability 2040BC (95.4%) 1600BC Ua-426 : 3475f 120BP GrN-12118 : 3430^35BP 68.2% probability 1860BC ( 5.9%) 1840BC 1770BC (62.3%) 1680BC 95.4% probability 1880BC (95.4%) 1620BC 68.2% probability 1950BC (68.2%) 1620BC 3410f90BP 95.4% probability 68.2% probability 2150BC (95.4%) 1500BC 1880BC ( 9.2%) 1840BC 1830BC ( 5.7%) 1790BC GrN-21008 : 3475f35BP 1780BC (53.4%) 1600BC 68.2% probability 95.4% probability 1880BC (24.0%) 1840BC 1950BC (95.4%) 1500BC 1830BC (17.7%) 1790BC 1780BC (26.5%) 1740BC BETA-92280 : 3410t90BP 95.4% probability 68.2% probability 1890BC (85.8%) 1730BC 1880BC ( 9.2%) 1840BC 1720BC ( 9.6%) 1680BC 1830BC ( 5.7%) 1790BC 1780BC (53.4%) 1600BC MC-1468 : 3470f 100BP 95.4% probability 68.2% probability 1950BC (95.4%) 1500BC 1920BC (65.1%) 1680BC 1670BC ( 1.5%) 1660BC CSIC-617 : 3410t60BP 1650BC ( 1.6%) 1630BC 68.2% probability 95.4% probability 1860BC ( 5.2%) 1840BC 2050BC (95.4%) 1500BC 1780BC (63.0%) 1620BC CS[C-627A : 3450f70BP 95.4% probability 1880BC (95.4%) 1520BC 68.2% probability 1880BC (68.2%) 1680BC BETA-92279:3380t70BP 95.4% probability 68.2% probability 1940BC (93.0%) 1600BC 1750BC (57.1%) 1580BC 1570BC ( 2.4%) 1530BC 1570BC (11.1%) 1520BC 413 414 MARÍA JESUS RODRÍGUEZ DE LA ESPERANZA 95.4% probability 1880BC (95.4%) 1510BC UBAR-230 : 3370f80BP 68.2% probability 1750BC (68.2%) 1520BC 95.4% probability 1880BC (95.4%) 1490BC UBAR-87 : 3350f90BP 68.2% probability 1740BC (68.2%) 1520BC 95.4% probability 1880BC (95.4%) 1430BC 68.2% probability 1610BC (65.7%) 1290BC 1280BC ( 2.5%) 1260BC 95.4% probability 1750BC (95.4%) 1O50BC I-3197 : 3090f 100BP 68.2% probability 1500BC ( 2.9%) 1470BC 1460BC (63.1%) 1210BC 1200BC ( 1.1%) 1190BC 1140BC ( 1.2%) 1130BC 95.4% probability 1600BC (95.4%) 1000BC 3340f40BP GrN-12116 : 3040f35BP 68.2% probability 68.2% probability 1690BC (49.9%) 1600BC 1380BC (25.0%) 1330BC 1570BC (18.3%) 1520BC 1320BC (39.0%) 1250BC 95.4% probabi I ity 1230BC ( 4.2%) 1220BC 1740BC ( 4.8%) 1710BC 95.4% probability 1700BC (90.6%) 1520BC 1410BC (91.0%) 12l OBC 1200BC ( 1.7%) 1190BC UBAR-258 : 3280f70BP 1180BC ( 1.1%) 1160BC 68.2% probability 1140BC ( 1.6%) 1130BC 1680BC ( 3.2%) 1670BC 1660BC ( 1.3%) 1650BC Gif-3044 : 3000t110BP 1640BC (57.8%) 1490BC 68.2% probability 1480BC ( 5.9%) 1450BC 1390BC (63.2%) 1110BC 95.4% probability 1100BC ( 3.3%) 1080BC 1740BC ( 2.5%) 1710BC 1070BC ( 1.7%) 1O50BC 1700BC (92.9%) 1410BC 95.4% probability 1500BC (95.4%) 900BC GrN-16314 : 3265^ 5 BP 68.2% probability GrN-16315 : 2970f50BP 1610BC (35.0%) 1550BC 68.2% probability 1540BC (28.0%) 1490BC 1300BC (63.7%) 1110BC 1480BC ( 5.2%) 1460BC 1 ] OOBC ( 3.0%) ] 080BC 95.4% probability 1060BC ( 1.6%) 1O50BC 1680BC ( 1.7%) 1670BC 95.4% probability 1630BC (93.7%) 1430BC 1380BC ( 4.7%) 1330BC 1320BC (90.7%) lOl OBC GrN-12686 : 3260f340BP 68.2% probabi I ity GrN-21006 : 2970f25BP 2000BC (68.2%) IOSOBC 68.2% probability 95.4% probability 1260BC (20.1%) 1230BC 2500BC (95.4%) 700BC 1220BC (48.1%) 1120BC 3220t100BP 95.4% probability 68.2% probability 1310BC (92.5%) 1110BC 1620BC (68.2%) 1390BC 1100BC ( 2.9%) 1O50BC 95.4% probability 1750BC (95.4%) 1200BC I-10039 : 2895f95 BP GrN-17019 : 321 Sf50BP 68.2% probability 1525BC (68.2%) 1425BC 95.4% probability 1620BC (95.4%) 1390BC 68.2% probability 1260BC ( 2.8%) 1240BC 1220BC (61.2%) 970BC 960BC ( 4.2%) 930BC 95.4% probability 1400BC (95.4%) 800BC 3170f 130BP Gi f-3043 : 2895t95BP APÉNDICE I: DATOS COMPLETOS DE LAS FECHAS CALIBRADAS 68.2% probability 126oBC ( 2.8°i°> 12aoBc 1220BC (61.2%) 970BC 960BC ( 4.2%) 930BC 95.4% probability 1400BC (95.4%) 800BC CSIC-621 : 2630f50BP 68.2% probability 890BC ( 3.1%) 880BC 840BC (65.1%) 760BC 95.4% probability 910BC (87.3%) 750BC 690BC ( 2.8%) 660BC 640BC ( 3.7%) 590BC 580BC ( 1.6%) SSOBC I-10040 : 2475^120BP 68.2% probability 770BC (59.9%) 480BC 470BC ( 8.3%) 410BC 95.4% probability 900BC (93.9%) 350BC 300BC ( 1.5%) 200BC Gi f-6776 : 2420t70BP 68.2% probability 760BC (20.3%) 680BC 660BC ( 3.2%) 640BC SSOBC (44.7%) 400BC 95.4% probability 770BC (95.4%) 390BC BIBLIOGRAFÍA ESPECÍFICA DE LAS DATACIONES C-14 POR COMUNIDADES A UTÓNOMAS: Dataciones pertenecientes al País vasco y Navarra: (Almagro Gorbea, 1970, 1973, 1974, 1978; Altuna, 1984, 1985 y 1990; Altuna y dela Rua, 1989; Apellániz, 1968, 1974 y 1975; Apellániz y Fernández Mendrano, 1978; Arias Cabal, 1995; Femández Eraso, 1987 y 1989; Mariezkurrena,1990; Ortiz, Amuritza 415 y Ulibarri, 1985-1986; Sesma Sesma, 1993 y 1995; Utrilla, 1980 y 1982; Vegas, 1981, 1985). Gráficos múltiples de las dataciones pertenecientes a La Rioja: (Alvarez y Pérez Arrondo, 1987; Barandiarán, 1978; Barrios y Ceniceros, 1991; Espinosa y Gonzales Bblanco, 1978; Harrison, 1988; Lopez de Calle y Pérez Arrondo, 1994; Perez Arrondo,1986; Perez Arrondo y Llópez de Calle, 1987; Rodanés, 1989, 1990 y 1996; Rodanés et alii, 1994; Montes, Utrilla y Hedges,1996). Dataciones pertenecientes a Aragón: (Baldellou y Utrilla, 1985; Barril, 1985; Beltrán, 1985; González, Rodríguez y Peña, 1996; Harrison, Andrés y Moreno, 1998; Burillo y Picazo, 1991-1992; Maya, 1981; Picazo Millán, 1991c; Picazo y Rodanés, 1997; Rodanés y Mazo, 1985; Rodanés y Ramón, 1996; Sopena Vivién, 1998; Stevenson et alii , 1991; Utrilla y Rodanés, 1997). Dataciones pertenecientes a Cataluña: (Boquer et alii, 1990 y 1995; Carlús y Dfaz, 1995; Castany, 1987; Castells et alii, 1983 y 1988; Gascó, 1995; Martín, 1992 y 1998; Martín y Vaquer, 1995; Martín y Tarrus, y Petit, 1995; Petit y Surroca, 1996; Tarrus, 1987 y 1992; Vives y Martín,1992). APÉNDICE II: ANÁLISIS METALÚRGICOS FR-X PERTENECIENTES AL CALCOLÍTICO, BRONCE ANTIGUO Y BRONCE MEDIO DEL VALLE DEL EBRO ANÁLISIS ARQUEOIviETALÚRGICOS PERTENECIENTES A HALLAZGOS DEL VALLE DEL EBRO Y VINCULADOS A UNA CRONOLOGÍA DE CALCOLÍTICO O BRONCE ANTIGUO Provincia Yacimiento Ti o Fe Ni Cu Zn As A Sn Sb Pb Bi Au Alava AA1514 El Portillo Hacha 0.303 0.319 97.74 0.339 0.469 0.013 0.010 0.040 0.109 nd - AA1528 Allarán Ptuizón 0.199 0.161 98.81 nd 0.150 0.007 0.043 0.14 0.214 nd - AA1532 El Sotillo Punzón nd 0.372 98.81 0.234 nd 0.011 0.041 0.014 0.394 nd - AA1512 San Martín Puñal len 0.260 nd 98.88 0.375 0.273 0.011 nd 0.012 nd nd -- AA1526 Pto. Herrera Puñal len 0.277 0.1I1 98.14 0.371 0.485 0.006 nd 0.030 nd nd AA1530 Dol. Mina Punzón 0.142 2.393 97.50 nd nd 0.021 0.147 0.064 nd nd AA1502 Gobaederra Puñal 3.468 2.106 91.15 0.641 1.503 0.010 0.044 0.518 0.119 nd -- AA1504 Gobaederra Ptmzón 0.538 2.556 95.42 0.399 0.214 0.077 0.034 0.113 0. ] 56 nd AAI505 Gobaederra Ptutzbn 0.105 2.151 96.82 nd 0.621 0.009 0.006 0.372 nd nd AA1506 Gobaederra Pttnzón 0.281 1.959 96.99 nd 0.717 0.004 tr 0.069 0.303 nd AA1507 Gobaederra Punzón 0.247 3.357 96.67 nd nd 0.381 nd 0.107 nd nd -- AA1527 Gobaederra Puñallen 0.444 0.770 9795 nd 0.261 0.005 nd 0.136 nd nd - AA1552 Gobaederra Puñal fra 0.366 0.789 96.65 0.446 Nd. 0.017 0.067 0.045 0.725 nd AA1553 Gobaederra Punzón 0.213 1.942 97.03 nd 0.581 nd nd 0.258 nd nd AA1554 Gobaederra Punzón 0.333 2.716 95.28 nd 0.811 nd nd 0.129 nd nd AA1555 Gobaederra unzón 0.234 1.984 97.54 nd 0.570 nd nd 0.602 nd nd AA1556 Gobaederra Punzón 0.699 1.444 96.45 nd 0.514 nd nd 0.082 nd nd -- AA1557 Gobaederra Punzón nd 3.042 95.74 nd 0.547 nd nd 0.081 nd nd - AA1560 Gobaederra Puñallen 1.060 0.925 96.60 0.365 0.512 0.022 0.015 0.155 nd nd - AA1561 Gobaederra Puñallen 0.399 2.909 95.08 0.293 0.414 0.004 nd 0.125 nd nd - AA1562 Gobaederra Punzón fr 0.289 0.113 98.80 nd 0.353 nd 0.026 0.025 nd nd - AA1563 Gobaederra Punzón nd 1.190 97.59 nd 0.287 0.005 0.015 0.087 nd nd - AA1564 Gobaederra Punzón 0.982 2.413 95.25 0.300 0.302 0.001 nd 0.151 nd nd - Nnvana PA4860 Andelos-90 Punta P-A 0.114 0.037 98.90 nd 0.941 0.004 nd 0.007 nd -- PA4866 Aralar Cuenta 0.33 0.28 91.75 nd nd nd 7.39 0.254 nd PA4864 Fazan ortea Punzón 0.106 O.IOI 98.37 nd 1.409 0.012 nd 0.005 nd -- - PA4722 Bárdenas R. Ptu^zón 0.628 nd 97.20 nd nd 0.064 1.292 0.801 nd -- -- PA4852 Artavía Punta P.-A 0.18 0.04 99.39 nd 0.38 0.002 nd 0.004 nd nd - PA4679 Doña Blanca Purtta alet. 0.129 nd 99.44 nd 0.415 0.003 0.014 0.008 nd - - PA4855 El Rallón Punta alet. 0.09 nd 96.62 nd 1.04 0.031 2.03 0.175 nd nd PA4851 Mazi'uánI Punzón 0.20 tr 99.78 nd nd nd tr 0.010 nd nd - PA4859 Carcastillo Punta P-B 0.268 nd 99.19 nd 0.516 O.Ol8 0.004 0.005 nd PA4678 Aizibitia Punzón 0.100 0.221 99.08 0.192 0.333 Tr. nd 0.004 nd -- -- PA4865 Echauri Lezna 0.171 0.057 98.21 nd 0.848 0.426 0.025 0.278 nd -- PA4870 Zubeinta Cuenta 0.23 0.26 98.18 nd 1.19 nd nd 0.138 nd - PA4861 Sakulo Punta P-B tr tr 99.94 nd nd 0.042 nd 0.008 nd - -- PA4862 Sakulo Punta P-A 0.06 0.05 99.25 nd 0.20 0.364 nd 0.085 nd - PA4858 Desconocido Hacha Pl. 0.06 0.06 98.58 nd 1.27 0.001 0.010 0.003 nd - PA4871 Desconocido Hacha PI. tr tr 87.82 nd nd 0.047 12.14 Tr. nd PA4672A La Custodia Punta P-A 0.116 0.074 99.50 nd 0.248 0.020 0.024 0.018 nd - PA4672B 0.062 0.072 99.40 nd 0.389 0.021 0.023 0.013 nd -- PA4719 La Raicilla Indeter. 0.061 0.169 99.07 nd 0.448 0.002 0.007 0.007 0.265 - - La Rio'a PA6824 La Ata uela Punzón nd 0.894 98.60 nd 0.430 nd nd 0.086 md -- - PA6825 La Ata uela Punzón nd 1.214 98.46 nd tr nd nd 0.323 nd -- PA6826 La Ata uela Pttnzón fr. 0.256 1.372 98.30 nd nd nd nd 0.094 nd -- -- PA6816 Ribafrecha Lámina -- - nd - - 6.165 nd nd - - 93.83 PA6817 Desconocido Punta Pal. 0.050 nd 98.97 0.160 0.818 0.004 nd tr nd - -- PA6818 Desconocido Punta Pal. 0.125 nd 99.33 nd 0.483 0.002 tr 0.008 0.051 PA6819 Desconocido Punta 0.064 nd 98.50 nd 0.757 0.006 0.019 0.017 0.636 -- - PA6811 Collado Mallo Ptmzón 0.112 nd 99.25 nd 0.499 tr nd nd nd -- - PA6812 Idem Punzón 0.138 0.034 99.12 nd 0.494 0.007 nd 0.102 - - - PA6813 Idem Ptmzón 0.115 nd 99.40 nd 0.370 0.024 nd 0.038 nd - -- PA6820 Idem Lámina - - 0.358 - 9.574 nd nd - - 90.07 PA6837 Collado Palomero Lámina enrrollada - nd - 7.010 nd nd 92.99 PA6838 Idem Idem - nd - - 6.178 nd nd - 93.82 PA6839 Idem Idem - nd -- 12.96 nd tr 87.03 PA6840 Idem Idem nd - -- 7.122 nd nd - -- 92.87 n^coni ra,..., ra.,.... _a 1 L nnA r.. A n^ no 416 MARÍA JESÚS RODRÍGUEZ DE LA ESPERANZA PA6842 Idem Idem - - nd - - 6.838 nd nd - - 93.16 PA6843 Idem Idem - - 0.178 6.967 nd nd 92.85 PA6844 Idem Idem - - nd -- 7.237 nd nd - - 92.76 Provincia Yacimiento Ti o Fe Ni Cu Zn As A¢ Sn Sb Pb Bi Au Huesca PA6862 Chalamera Punta Pal 0.133 0.058 99.13 nd 0.597 0.044 nd 0.028 nd -- -- 7,ara o^n PA5577 Valdunchil Punta Pal. nd nd 99.70 nd 0.263 0.01 ] tr 0.016 nd Teruel PA6714 Partida de las Naves Hacha lana 0.198 nd 99.74 nd tr 0.019 nd 0.008 nd -- PA6715 Idem Alabarda 0.031 nd 99.75 nd 0.201 0.011 nd 0.010 nd PA5565 Las Alhambras Punta dunculo 0.162 0.260 65.21 nd nd 0.017 34.15 nd nd - PA5566 Idem Punta Pal. 0.077 nd 99.62 nd 0.272 0.014 tr 0.007 tr -- - PA6975 Iglesuela del Cid Hacha pl. 0.039 nd 99.31 nd 0.495 0.016 0.20 0.005 0.109 -- - PA6976 La Iglesia Hacha pl. 0.033 nd 99.60 tr 0.324 0.003 nd 0.003 0.029 -- - Tarra onn PA7624 Cova del Calvari Puñal de len eta 0.043 nd 99.73 nd 0.206 0.006 0.014 0.004 nd -- PA7625 [dem Idem 0.064 0.097 99.27 nd 0.295 0.250 nd 0.017 nd -- -- PA7633C Cova G de Arbolí Remache 0.182 nd 99.12 nd nd 0.102 nd 0.054 0.543 -- - PA7602 CovaM de Arbolí Hacha lana 0.021 0.038 99.70 nd 0.184 nd 0.050 0.011 nd -- - PA7603 Idem Hacha I. 0.083 0.070 99.44 nd 0.389 0.006 tr 0.005 nd -- - PA7864 Cova Covertera Punta dúnculo 0.057 nd 99.62 nd 0.284 0.008 0.006 0.003 md -- -- PA7605 Cova Josefina Hacha PI. 0.095 nd 99.33 nd 0.422 0.011 nd 0.010 0.125 -- - PA7861 Barranc de Rifó Punzón doblado 0.125 nd 99.79 nd nd 0.004 0.059 0.023 nd - - PA7608 Cova de L'Arbonés Puñal len "eta 0.099 nd 99.37 nd 0.174 0.067 nd 0.212 0.083 -- -- PA7865 Cova D'en Merla Puña12 remaches 0.056 nd 89.61 nd 0.228 0.017 10.05 0.032 nd - - PA7628 Cova de L'Hewa Punzón 0.053 tr 99.47 nd 0.435 0.008 nd 0.028 tr - PA7634 Cau d'en Serra Cuenta barrilete 0.065 nd 99.85 nd nd 0.092 nd nd nd - -- Lleida ^ PA5257 Gravenrs d'Alfarras Hacha Pl. 0.07 nd 99.44 nd 0.45 0.006 nd 0.006 nd nd -- PA7672 Coll de Creus lI Punzón bní'ula 0.089 nd 99.14 nd 0.632 0.021 nd 0.098 nd -- -- PA7658 Recó dels es artells Punta aletas 0.287 nd 99.33 nd 0.352 0.007 0.017 0.011 nd - PA7682 Coll d'en Bertrán Punzón tr nd 99.54 nd nd 0.019 0.442 nd nd -- - PA7657 Cova d'Aigiies Vives Puña12 remaches 0.20] nd 98.14 nd 0.190 0.008 0.141 0.003 1.320 -- - PA7662 Idem Punzón 0.101 nd 99.75 nd nd 0.040 tr 0.098 nd - - PA7663 Idem Punzón 0.070 nd 99.85 nd nd 0.030 0.022 0.011 nd -- - PA7664 Idem Punzón 0.295 nd 91.92 nd nd 0.289 7.191 nd nd 0.299 PA7681 Collet de Cata la Punzón 0.139 nd 96.05 nd nd 0.103 3.641 0.058 nd - - PA7673 Tossal de Jovell Punzón brú'ula 0.160 nd 97.64 nd 0.871 1.078 0.059 0.187 nd -- -- PA7660 Través Puñallen 0.121 nd 98.37 nd 1.503 0.003 nd 0.004 nd - PA7680 Balma de Can Porta Punzón 0.166 nd 99.63 nd nd 0.212 nd nd nd -- -- PA7604 Rocallaura Puñallen nd nd 99.39 nd 0.541 0.037 0.022 0.011 nd - PA2933 Forat de I'Espluga ne a Punta Palmela C 0.014 0.107 99.58 nd 0.145 0.037 0.010 0.030 tr nd - Barceloraa PA7862 TumulI Serra Clarena Punzón 0.145 0.182 99.07 nd 0.358 0.034 nd 0.207 nd - APÉNDICE 11 417 PA7882 ^ Cistade I'Es ina lndetermin ado nd nd 99.38 nd 0.583 0.008 0.027 0.004 nd - Provincia Yacimiento Ti o Fe Ni Cu 7_n A.g Ae Sn Sb Pb Bi Au PA7883 Pla del Boix [ndeterm. 0.165 nd 98.56 nd 0.682 0.232 nd 0.156 0.190 -- PA7656 Bressol Maze de Du Punzón - - Det - - - Det - - -- - PA7654 Collet de les Forques Puñal lengGeta 0.012 nd 99.47 nd 0.506 0.009 nd 0.007 nd -- -- PA7671 Idem Punzón 0.185 nd 99.53 nd 0.263 0.020 nd 0.006 nd -- - PA7849 Cova del Frare Hacha Plana 0.071 0.604 97.71 nd 0.743 0.562 nd 0.315 nd -- -- PA7876 Arca de Puig Rodo Puñal len "eta 0.059 nd 99.54 nd 0.137 0.217 0.024 0.019 nd -- PA7874 Cista del Cus inar Indeter. 0.080 nd 99.61 nd nd 0.160 0.032 0.113 nd -- -- PA7866 Cova de Toll Puñal2 remaches 0.090 0.165 85.55 nd 2.195 0.298 11.60 0.101 nd - - PA7869 Idem A ^ a 0.230 nd 85.34 nd 1.204 0.045 12.96 0.216 nd - -- PA78721 Idem Punzón - Det -- Det Det Det -- PA7863 Cova de Montnás Punta nd nd 99.67 nd 0.215 0.051 tr 0.020 0.29 - -- PA7879 Plana de Vic Puñal len 0.056 nd 98.82 nd 1.086 0.039 nd 0.004 nd PA7880 Idem Punta 0.262 nd 86.49 nd 1.043 0.071 11.96 0.172 nd - PA7847 Cova Font del Molinot Puñal Fra mento 0.057 nd 99.90 nd nd 0.004 nd nd nd -- -- PA6864 Dolmen de les Maioles Punzón 0.067 0256 98.70 nd 0.88] nd nd 0.095 nd - -- PA7829 Balma dels Ossos Hacha Plana 0.168 0.300 87.10 nd nd 0.038 12.39 nd nd - -- PA7830 Idem Punzón 0.032 nd 86.15 nd nd 0.074 11.57 0.091 2.076 PA7836 Cova del P Hacha Plana 0.144 nd 99.23 nd 0.408 0.136 nd 0.086 nd -- PA7837 Idem Punta Pal. 0.070 nd 97.84 nd 2.041 0.010 nd 0.030 nd - - PA7838 Idem Punzón 0.132 nd 99.84 nd nd 0.010 nd nd nd -- PA7839 Idem Punzón 0.129 nd 99.38 nd nd 0.490 nd nd nd -- PA7846 Camp Cinzano ! Punta Fra mento 0.128 0.225 96.17 nd 1.207 1.901 nd 0.025 0.352 - PA7875 Cova de les Grioteres Puñal 2 n;maches 0.131 nd 90.14 nd 0.370 0.006 8.760 0.594 nd - -- ANÁLISIS ARQUEOMETALÚRGICOS REALIZADOS A HALLAZGOS METALÚRGICOS DEL BRONCE MEDIO DEL VALLE DEL EBRO Y acimiento Tipo Fe Ni Cu 7.n As Ag Sn Sb Pb Bi Au Provincia Alnvn AA1511 Puerto de Punzón 0.41 I 0.157 82.78 nd 0.936 0.047 14.59 0.188 0.727 nd -- Herrera Nm>nrrn PA4671 Cuatro Puñal (hoja) 0.032 nd 98.17 nd nd 0.029 nd 0.454 1.320 - - Cabañas [I PA4687A Gullizo de Resto de 0.116 0.161 93.55 nd nd 0.018 6.125 0.019 nd - -- Abajo II Fundición PA4687B Gullizo de Resto de 0.078 O.127 92.70 nd nd 0.013 6.740 0.045 nd - -- Abajo II Fundición PA4689 Monte Punzón (frag.) 0.164 nd 96.95 nd 2.341 0.007 nd 0.215 nd -- A ilar I PA4690 Monte Punzón (frag.) 0.055 nd 96.20 nd tr tr 3.564 0.139 nd - -- A lar I PA4691 Monte Lámina (frag.) 0.065 nd 92.28 nd nd 0.019 7.551 0.008 nd -- A ^lar [ 4 PA4692A Monte Mineral reduc. 25.88 nd 61.50 nd 10.80 tr 0.090 1.316 0.741 -- Aguilar I Parcial PA4692B Monte Mineral ceduc. 18.59 nd 69.24 nd 8.992 0.071 0.137 0.940 2.035 - - A 'lar I Parcial PA4693 Monte Escoria 32.73 nd 64.75 nd nd 0.150 0.256 0.145 1.959 - - A ^lar 1 PA4695A Monte Mineral 5.550 nd 91.85 nd 2.508 tr nd 0.102 nd - - A 'lar I PA4695B Monte Mineral 2.802 nd 97.09 nd nd 0.020 nd 0.090 nd - - Aguilar I PA4696 Monte Mineral reduc. 0.732 nd 94.70 nd 0.470 0.299 nd 0.067 3.777 - -- Aguilar I Parcial 418 MARÍA JESÚS RODRÍGUEZ DE LA ESPERANZA PA4697 Monte Viruta 0.134 nd 94.18 nd nd nd 5.669 0.009 nd - Aguilar I PA4698 Monte Punzón 0.131 0.095 92.65 0.168 0.335 0.007 5.942 0.058 0.464 -- -- A uilar I PA4699 Morte Punzbn 0.081 0.123 98.93 nd 0.661 nd 0.076 0.121 nd - - A ilar I bia untado PA4700 Monte Anillo(frag.) 0.168 0.084 93.07 nd 0.646 0.027 5.960 0.108 0.218 -- -- A ilar I PA4701 Monte Anillo 2 0.196 0.086 93.32 nd 0.485 0.021 5.298 0.099 0.327 - -- A uilar I weltas PA4702 Monte Punzón (frag.) 0.056 nd 98.90 nd 0.877 tr 0.062 0.123 nd - -- Aguilar I PA4703 Monte Remache 0.111 nd 98.00 nd 1.460 nd nd 0.408 nd -- - A ilar I PA 4704 Morrte Remache nd nd 97.30 nd 2.285 0.027 nd 0.397 nd -- A ilar 1 PA4705A Monte Adeherencia 5.956 nd 90.10 nd 1.104 0.275 1.101 1.207 nd - -- A ilarI cerámica PA4705B Monte Escoria 9.753 nd 78.75 nd 6.078 0.495 2.413 2.480 tr Aguilar I PA4708 Monte Punzón (frag.) O.102 nd 97.00 nd nd 0.267 2.452 0.018 nd - -- A ilar I PA4709 Monte Puñal 0.138 0.049 96.78 nd nd nd 2.933 0.103 nd - -- A uilar I remaches 2 PA4710 Monte Punzón 0.147 nd 95.8] nd nd nd 4.025 0.017 - -- A ilar I PA4711 Monte Punzón (frag.) 0.063 nd 87.42 nd nd 0.014 12.41 0.074 nd - -- A 'lar I PA 4712 Monte Punzón 0.157 0.158 98.39 nd 0.976 nd nd 0.123 nd -- A ilar I bia untado PA4713 Monte Adherencia 1.171 nd 48.50 nd nd nd 50.28 nd nd -- A 'lar I cerámica PA4714 Monte Punzón 0.080 nd 98.80 nd 0.628 nd 0.315 0.123 nd - - Aguilar I PA4684 Monte Grapa (?) 0.090 nd 92.53 nd nd 0.017 7.364 nd tr - -- A ilar II PA4854 Monte Adherencia 2.57 nd 94.94 nd 2.29 nd 0.096 0.103 nd nd - A uilar I[ cerámica PA4680 Peñas del Punta de flecha 0.142 nd 98.45 nd 1.184 nd 0.010 0.008 0.209 - truco PA4686 Portillo Resto de 0.155 0.065 83.05 nd nd nd 16.69 0.023 nd - -- Lobo fundición PA4685 Punta del Lámina 0.263 0.077 98.72 0.172 0.182 0.064 0.137 0.217 0.166 - Olmo IV le ada PA4717 P Aguila [ Escoria det det det det det - - PA4720 Puy Aguila Adherencia 2.382 nd 97.50 nd nd 0.005 0.078 0.044 nd - II cerámica PA4716 Puy Aguila Puñal (frng.) 0.366 nd 97.32 nd 1.609 0.097 0.012 0.572 nd IV PA4724 Puy Aguila Ptmzón 0.122 nd 97.35 nd nd nd 1.627 0.022 0.814 - - IV PA4682 Roncalesa 1 Lezna 0.061 tr 96.09 nd 3.411 0.016 nd 0.134 nd - -- PA4681 Roncalesa 11 Purrta de aletas 0.050 nd 99.15 nd nd 0.023 1.695 0.088 nd PA4687 Capan•oso Punta 0.054 nd 85.90 nd nd nd 13.97 0.073 nd -- pedúnculo y aletas PA4869 Am^endia Anillo 0.23 0.27 85.16 nd nd nd 14.20 0.138 nd - -- PA4868 Dolmen de Pulsera 0.16 nd 86.85 nd nd nd 12.99 nd nd -- Zubeita PA4863 Sakulo Cinta con 0.27 0.14 82.73 nd nd 0.070 16.52 0.275 nd -- -- remaches PA4871 Sin Hacha plana tr tr 87.82 nd nd 0.047 12.14 tr nd - - rocedencia PA4872 Sin Hacha plana 0.11 0.17 86.51 nd nd 0.030 12.75 0.010 0.42 -- rocedencia PA4873 Sin Hacha plana 0.07 0.24 92.65 nd 0.23 nd 6.60 0.197 nd -- rocedencia PA4874 Sin Hacha plana 0.23 0.26 98.18 nd 1.19 nd nd 0.138 nd -- -- procedencia PA4881 Sin Hacha de u 0.19 89.98 nd 0.11 0.112 9.60 tr tr rocedencia rebordes Yacimiento Tipo Pe Ni Cu 7.,n As Ag Sn Sb Pb Bi Au Provincta La Rio^^ PA6815 Pefta Guerra Punzón nd 0.234 84.18 nd 1.973 0.222 13.18 0.206 nd - -- 1 AAf)Qtfi Can Millán Hacha nlana n m^ 0 M1 7R d^. n^i fl i91 n ni i 10 (,d 0(1^1 ^ lhn nd __ APÉNDICE II 419 de la Cogolla PA6814 Cueva Lóbre Punzún sec. Oval fra . 0.240 2.168 95.37 nd 1.999 0.098 nd 0.123 nd - -- Huesca PA6863 Pialflor Puña12R 0.164 nd 95.87 nd nd 0.007 3.887 0.070 nd - -- PA6869 Tozal de Franche Punzón sec. cuadrada 0.231 nd 98.79 nd nd 0.984 nd nd nd - -- PA6868 Tozal de Franche Punta de aletas 0.268 nd 94.42 nd nd 0.005 4.500 0.019 0.382 - - PA3512 Cueva Punta Farisa Punzbn corto 0.100 0.050 97.60 nd nd nd 2.239 0.030 nd nd - PA3513 Cueva Punta Fari sa Punzón largo 0.120 0.050 94.08 nd nd tr 3.951 0.051 1.844 nd -- PA5587 Les Paules Hacha de rebordes 0.501 0.091 86.65 nd nd nd 12.77 nd nd -- PA6873 Tozal de las Piedras Punzón losán co 0.732 nd 98.21 nd 0.307 0.021 nd 0.723 nd -- -- PA5581 Monte Alto Punta de aletas 0.078 nd 99.35 nd nd 0.054 0.210 0.224 0.081 -- PA6861 Sierra de Carrodilla Hacha de ligeros rebordes 0.120 0.157 88.03 nd nd 0.011 ] 0.06 0.038 1.585 -- -- Zarn o^a PA5580 Cueva de los Encantados Punzón bia untado 0.110 0.170 95.96 nd nd 0.022 3.719 0.037 nd -- PA5573 Cueva de los Encantados Punta de atetas 0.169 0.128 87.15 nd 0.320 0.003 0.107 0.128 nd - -- PA5569 Cueva de los Encantados Puñal 2R 0.113 nd 94.49 nd 0.421 0.005 4.921 0.050 nd - - PA5780 Cueva de Majaladares Hacha plana (frag. talón) 0.057 nd 99.42 nd 0.476 0.009 0.015 0.018 nd -- PA5588 Cueva de Ma'aladares Hacha plana 0.032 nd 99.70 nd 0.155 0.017 tr 0.015 nd - PA5585 Cueva de Ma aladares Punta de aletas 0.025 nd 99.22 nd 0.643 0.002 nd 0.008 nd - PA5586 Valchica Hacha lana 0.041 0.057 99.37 nd 0.373 0.016 nd 0.144 nd - -- PA5567 Gelsa Punta de aletas 0.062 nd 99.45 nd 0.474 0.006 nd 0.006 nd -- -- Provincia Yacimiento Tipo Fe Ni Cu 7.n As Ag Sn Sb Pb Bi Au Teniel PA5576 Barranco de Valdoria Punta de aletas 0.099 nd 91.60 nd nd 0.053 7.617 0.018 0.595 -- -- PA6708 Sima del Ruidor Cincel 0.109 nd 92.95 nd nd 0.046 12.49 0.281 nd - PA6710 Sima del Ruidor Punzón bia untado nd nd 87.38 nd nd 0.046 12.49 0.281 nd -- PA6707 Cabezo Caritlena Hacha plana 0.191 nd 97.40 nd 0.473 0.016 1.835 0.063 nd -- PA6709 Castillo de Frías Puñal (frag ho'a nd nd 97.00 nd 3.000 0.003 nd nd nd - - PA6712 Castillo de Frías Punzbn 0.123 0.149 97.60 nd 1.299 0.029 nd 0.777 nd -- -- PA6713 Castillo de Frias Punzón 0.164 nd 96.65 nd 3.120 nd nd nd nd - -- PA6711 Castillode Frías Punzón nd nd 85.28 nd nd 0.220 12.70 0.492 1.312 -- PA5579 Las Alhambras Puña12R decorado 0.162 0.283 80.16 nd 0.343 0.019 18.89 0.154 nd -- -- Tarragona PA7626 Cova de Vallmá or Punta de flecha 0.093 nd 99.85 nd nd 0.006 tr 0.005 nd PA7633A Cova G Recorte ueso 0.095 nd 98.86 nd 0.740 0.066 0.044 0.191 tr PA7633B Cova G Recorte fino 0.188 nd 99.21 nd nd 0.027 nd 0.375 0.199 PA7642 Cova de Font Má or Puñal (fmg.) 0.107 0.078 86.44 nd 0.517 0.009 12.10 nd 0.345 PA7600 Cova de Font Má or Puñal 3R 0.041 nd 93.55 nd nd 0.018 6.260 0.025 0.101 PA7631 Mar á Punta de flecha 0.035 nd 99.36 nd 0.382 0.076 tr 0.070 nd 0.079 PA7848 Cova del Garrofet Puñal (frag.) 0.055 nd 88.17 nd nd 0.035 11.74 nd nd PA7843 Mas Pla Anilla abierta nd nd 84.24 nd nd 0.053 14.87 nd 0.829 PA7844 Mas Pla Anilla abierta nd nd 79.15 nd nd 0.147 19.95 nd 0.751 420 MARÍA JESÚS RODRÍGUEZ DE LA ESPERANZA / leicla PA7669 Cova del Punta de aletas 0.264 nd 90.27 nd 0.377 0.06 8.704 0.113 0.185 Se laminar PA7678 Cabana del Cuenta tubulaz 0.303 nd 82.84 nd nd 0.129 15.52 nd 1.202 Moro de Colomera PA7679 Cabana del Punzón sec. 0.319 nd 85.40 nd tr 0.103 13.63 0.235 0.272 Moro de cuadrada Colomera PA6913 Minferri Punta de Flecha 0.147 nd 89.29 nd 0.134 0.006 10.42 nd nd frag. PA7650 Minferri Crisol fra . 6.079 nd 92.65 nd nd nd 1.224 0.019 nd PA7651 Minferri Crisol fra . 1.025 nd 96.02 nd nd nd 2.925 0.015 nd PA7652 Minferri Crisol fra . 0.682 nd 94.70 nd 0.716 0.167 2.380 ].351 nd PA7653 Minferri Crisol fra . 0.928 nd 84.70 nd 0.758 0.325 10.24 2.732 0.320 PA3212 Cova del Brazalete sec. 0.072 0.103 86.73 nd nd 0.062 12.56 0.074 0.392 nd - Muricecs Planoconv. PA3213 Cova del Brazalete sec. 0.164 nd 87.98 nd nd 0.011 11.72 0.004 0.054 nd - Muricecs biconvexa PA3214 Cova del Brezalete sec. 0.029 nd 92.35 nd nd 0.036 7.369 0.123 nd nd -- Muricecs biconvexa PA3215 Cova del Brazalete sec. 0.155 0.072 86.72 nd nd 0.043 11.11 0.165 1.712 nd Muricecs biconvexa PA3216 Cova del Brazalete sec. 0.186 0.166 84.60 nd nd 0.058 12.43 0.039 2.516 nd -- Muricecs hexa onal PA3217 Cova del Brazalete sec. 0.134 0.141 84.01 nd nd 0.016 14.95 0.011 0.741 nd - Muricecs biconvexa PA3218 Cova del Brazalete sec. 0.051 0.030 89.70 nd nd 0.037 9.784 0.358 0.358 nd - Muricecs biconvexa PA3219 Cova del Brazalete sec. 0.041 0.050 88.39 nd 0.049 0.038 10.46 0.081 0.914 nd -- Muricecs hexa onal PA3220 Cova del Brazalete sec. 0.100 0.070 87.40 nd nd 0.047 10.00 0.076 2.354 nd -- Muricecs lanoconvexa PA3221 Cova del B^azalete sec. 0.075 0.050 90.15 nd nd 0.035 9.41 0.020 0.288 nd -- Muricecs planoconvexa PA3222 Cova del Brazalete sec. 0.088 0.010 84.25 nd nd 0.041 14.87 0.015 0.623 nd -- Muricecs hexa onal PA3223 Cova del Hacha 0.110 0.080 86.35 nd nd 0.049 11.76 0.094 1.553 nd Muricecs rebordes PA7661 Cova Punta 0.279 0.180 87.42 nd nd 0.105 11.64 0.208 0.145 d'Aigiies Vives PA7664 Cova Punzón (frag.) 0.295 nd 91.92 nd nd 0.289 7.191 nd nd 0.299 d'AigGes sec. cuadrada Vives PA7674 Tossall de Cuenta tubular 0.640 0.037 80.96 nd nd 0.076 18.28 nd nd Jovel I Barcelona PA7889 Canal des Punta de aletas 0.187 nd 92.51 nd 0.248 0.043 6.661 0.290 0.065 Avellaners PA7655 Cova de Can Puñal 2R 0.596 nd 85.77 nd nd 0.181 13.46 nd nd Mauri PA7855 Cova Freda Lingote 0.0601 nd 92.36 nd nd 0.009 7.571 nd nd lanoconvexo PA7665 El Bosc Puñal (frag.) 0.288 nd 87.95 nd nd 0.048 11.46 0.050 0.177 - -- PA7666 EI Bosc Bcazalete sec. Det det -- -- biconvexa PA7677 EI Bosc Punzón sec. det det -- cuadrada PA7835 Plana Hacha de 0.051 0.126 89.18 nd 0.389 0.053 10.11 0.078 nd d'Ancosa rebordes PA7870 Cova de Toll Punzón sec. 0.407 nd 89.12 nd nd 0.422 9.904 0.147 nd cuadrada PA7871 Cova de Toll Cuenta 0.136 nd 99.82 nd nd nd nd 0.038 nd cilíndrica PA7866 Cova de Toll Puñal 2R 0.090 0.165 85.55 nd 2.195 0.298 11.60 0.101 nd PA7867 Cova de Toll Lin ote fra . 0.553 nd 84.42 nd 0.450 1.001 12.48 1.091 nd PA7868 Cova de Toll Lin ote fra 0.532 nd 83.03 nd nd 2.342 12.83 1.217 nd PA7869 Cova de Toll Aguja cabeza 0.230 nd 85.34 nd 1.204 0.045 12.96 0.216 nd discoidal PA7845 Cova de Mas Puñal 2R 0.671 nd 89.43 nd nd 0.085 9.810 nd nd Vila PA7881 Savassona Punta aletas 0.499 nd 88.87 nd nd 0.232 9.160 1.238 nd laminar FIGUIZAS Y LÁMINAS ^ew^ +,.f, a^ .^^ ^ l' i¢y - 't^.,e^p..,, , 7 ^ ..,^^;,,,•̂ .^ ^^^ X^^ ,^ t ^^r" ^ ^ ^í ^>` ^^' : ^^^,' ► , ,^.,o ^^^'; :̂ '^^:^i , F R A N C I A ^^^, ,t^.• ..{3. . • ^ ^ ^ ^^ f ^ ^ • ^ ^1t^^ ^^ ^ ^ a''^^ ^ ^^ `^ r^`^^ ^^ ` ^ ♦ •n^ ' 1•,.^^ ^^^ . . .. . ^^ teA ^! y 1. ^:^_. . ;!".r i^ C'?^d.1^3 , ^^^ ^^.^1^i^^:)i^^Aí ^ ^ ^^'r i^' ^' ^ 8 ^ 9^ . ,^ ^ ^ ' ^ t ^ .^.. %* p • -.á LocaliTación de las puntas palmelas: • 1 ejemplar ^ 2 ejemplares ^ 3 ejemplares Fig.5.16 Distribución de las puntas pertenecientes al Calcolítico yBronce Antiguo en el Valle del Ebro: 1.-San Sebastián sur (Alava); 2.-Procedencia desconocida (Alava); 3. Miranda de Ebro (Burgos); 4-6. Aizkomendi (Eguilaz); 7.- EI Sotillo (Alavq); 8.- Los Husos (Alava); 9.-Montejurra (Navarra); 10.-0laberta (Navarra); I1. Baruzteko Erreka (Navarra); 12 y 13.- Sakulo (Navarra); 14.-Leza del rio Leza (La Rioja); I5.- Calahorra (La Rioja); 16.- Bisimbre (Zaragoza); 17.- Carrascoso (Zaragoza); I8.- Grullén (7.aragoza); 19.- Valdunchil (Zaragoza); 20.-Corral Quemado (Zaragoza); 21.-La Peña del Agua (Huesca); 22.- Almudévar (Huesca); 23.-Villanueva del Gállego (Zaragoza); 24.-La Muela (Zaragoza); 25.- Chalamera (Huesca); 26.- Las Valletas (Huesca); 27.- EI Regular de Pinarosa (Teruel); 28.- E! Cañizar (Teruel); 29.-Las Torrazas (Teruel); 30.- Odón (Teruel); 31.- El Arrabal (leruel); 32.- Las Alhambras (Teruel); La Hoya Quemada (Teruel); 34.-EI Calvari d"Amposta (Tarragona); 35.- Marçá (Reus, Tarragona); 36. Abirryana (Reus, Tarragona); 37.- Montnás (Olivella, Barcelona); 38.- Cova d^4igries Vives (Oliús, Lleida); 39.- El Forat de la Espluga Negra de Sta. Maria de ^1eiá (Y'ilanava de Meiá,Lleida). Fig. 5.18. Tipos de alabardas con sus diferentes formas de enmangue y de remaches en !as lengitetas (Briard et Mohen, 1987). Fig. 5.19 . 1. Alabarda de Partida de las Naves (Alloza, Teruel) (Rovira, Montero y Consuegra, 1997.• 374).2.-Alaban^a de tres remaches hallada en La Loma de la Terrera (Alberic, Yalencia) (Simón García, 1999: 213). Fig. 5.20 . Localización del único ejemplar de alabarda en el Valle del Ebro hallado en el tirrcimiento de La Partida de las Naves (Alloza, Teruel) (Escala 1: 5.000.000). TALON EXTREMO PROXIMAL SECCIÓN FILO EXTREMO DISTAL O ACTIVO Fig. 5.21. Representación esquemcítica de un hacha plana idea! con sus diferentes partes. F R A N C I A Localización de lac hachas planac: ^ 1 ejemplaz ^ 2 ejemplazes ^ 9 ejemplazes Fig. 5.22. Dish-ibución general de las hachas planas en el Valle del Ebro durante el Calcolítico y Bronce Antiguo: 1.- Delica (Alava); 2.-Gardélegui (Alava); 4.-Villodas-Trespuentes (Alava); S. San Millán de la Cogolla (La Rioja); 6.- Cornejo (Burgos); 7.- Donana(Burgos); 8.-^liranda de Ebro (Burgos); 9.-Reinoso (Burgos); 10.-Rojas (Burgos); 11.- Toba de Valdiviesa (Burgos); 12. Valdeajos (Bu^gos); 13.- Somaén (Soria); 14.-EI Portillo (Alava); 1 S.^ima del Ruidor (Teruel); 16.- Haya Quemada (Teruel); Cabezo del Cuervo ('1'eruel); I8.- La Escondilla de Villastar (Teruel); 19.- Frías de Albarracin ^1'eruel); 20.- Lre Iglesia (Teruel); 21.-La Iglesuela (Teruel); 22.- La Partida de las Naves (Teruel); 23.- Cabezo Cariñena (Teruel); 24.- Maella (Zaragoza); 25.- Majaladares (Zaragoza); 26-35.-Valchica (Zaragoza); 36.- Zuera (Zaragoza), 37.-Procedencia desconocida (Zaragoza); 38.-Echauri (Navarra); 39.-Huici (Navarra); 40.-Moros de Foz (Navarra); 41.-Raso de la Ortalaza (Navarm); 42.-Procedencia desconocida; 43.-Las Valletas (Huesca); 44.- San Pedro el Viejo de Cajal (Villanueva de Sigena, Huesca); 45.- Cova M de Arboli (Tarragona); 46.-Cava Josefina d"Escornalbou ^1'arragona); 47.-Cova de Joan d"Os de Tartareu (Lleida); 48-49.-Cova dels Canals de Pinyana (Lleida); S0. Moldes de Riner (Lleida) (Escala 1: 5.000.000). Fig. 5.23 . Lámina 1. Hachas planas: 1.-Sima del Ruidor (Aldehuela, Teruel); 2.-Villodas-Tres Puentes (Alava); 3.-Cova Josefina dÉscornalbou (Riudecarrves, Tarragona); 4.-Cova M. De Arbolí (Cingle Blanc, Tarragona); 5. Majaladares (Borja, Zaragoza); 6.-Procedencia desconocida (Rovim et alii, 1997; Pérez Arrondo y López de Calle, 1986; Martin Cólligaetalii, 1999). Fig. 5.24 . Lámina II. Harhas planas: 1.-Partida de las Naves (Alloza, Teruel); 2.-Iglesuela del Cid (Ga Iglesia, Teruel); 3. Huici (Navarra); 4.-Cabezo Cariñena (Teruel); 5. Donana (Burgos); 6.-Cova MArbolí (Cingle, Blanq Tarragona); 7.- La Iglesia (Teruel) (Rovira et alii, 1997; Pérez Arrondo y López de Calle, 1986; Martfn Cólliga et alii, 1999). Fig. 5.25. Lámina III. Hachas p[anas: I.-Las Valletas (Huesca); 2.-Valchica (Ejea de los Caballeros, Zaragoza); 3.- Villodas-Tres Puentes (Alava); 4.-Gardélegui (Alava); S.-EI Portillo (Alava); 6. Maella (Zaragoza); 7.-Zuera (Zaragoza) (Rovira et alri, 1997; Pérez Arrondo y López de Calle, 1986; Martín Cólliga et alii, 1999). Ejemplar ŭnico Vario6 ejemplan^ , ^ ^r^^^ ::,' _,l s 13 • 18• 15 . 1g• • 16 Fig.5.26 . Localización de los tipos I, II, III, de hachas planas distinguidos en el Valle del Ebro durante el Calcolitico y Bronce Antiguo: 1.-Delica (Alava); 2.-Gardélegui (Alava); 4.-Villodas-Trespuentes (Alava); S.-San Millán de la Cogolla (La Rioja); 6.-Cornejo (Bu ►gos); 7.- Donana(Burgos); 8. Mimnda de Ebro (Burgos); 9.-Reinoso (Burgos); 10.-Rojas (Burgos); 11.-Toba de Valdiviesa (Burgos); 12. Valdeajos (Burgos); 13.- Somaén (Soria); 14.-E1 Portillo (Alava); IS.- Sima del Ruidor (Teruel); 16.- Hoyn Quemada (Teruel); Cabezo del Cuervo (leruel); 18.- La Escondilla de Villastar (Teruel); 19.- Frías de Albarracín (Teruel); 20.- La Iglesia (Teruel); 21.-La Iglesuela (Teruel); 22.- La Partida de las Naves (feruel); 23.-Cabezo Cariñena (leruel); 24.- Maella (Zaragoza); 25.- Majaladares (Zamgoza); 26-35.-Valchica (Zaragoza); 36.- Zuera ('Laragoza), 37.-Procedencia desconocida (Zaragoza); 38.-Echauri (Navarra); 39.-Huici (Navarra); 40. Moros de Foz (Navarra); 41.-Raso de la Ortalaza (Navarra); 42.-Procedencia desconocida; 43.-Las Valletas (Huesca); 44.- San Pedro el Viejo de Cajal (Villanueva de Sigena, Huesca); 45.- Cova M de Arbolí (1'arragona); 46.-Cova Josefrna d"Escornalbou ^I'arragona); 47.-Cova de Joan d"Os de Tartareu (Lleida); 48-49.-Cova dels Canals de Pinyana (Lleida); S0. Moldes de Ríner (Lleida) (Escala 1: 5.000.000). Zona distal o punta 1 m ^ b' ^ m v, Zona proxlmal manpo o punta Fig. 5.30 Punzón ideal con las diferentes partes señaladas. Fig. 5.31 .Punzones adscrilos aI Calrnlitirnl. Alto de la Huesera (Laguardia, Alava); 2. Collado Pa/omero I(Viguera, La Rioja); 3. La Atayuela (Agoncillo, La Rioja); 4. Barranc de Rifá (Mont Roig del Camp, Tarragona). Fig. 5.32.Pumones adscritos al Bronce Artiguo: 1 y 3. Echauri (Navarra); 2. Mar^uán I(Navarra); 4.- Gobaederra (Alava); S-. Allarán-Surbi (Alava); 6. Collet de Catapñá (Ribera de Urgellet, Lleida); 7. Tossal de Jovell (Ribera d'Urgellet, Lleida); 8.- Mina de Farangortea (Artajona, Navarra); 9.-Dólmen de la Mina (Salcedo, Alava); 10.- Dólmen del Sotillo (Laguardia, Alava); 11.- Gobaederra (Sub jama-Morillas, Alava) y 12.- La Raicilla (Viana, Navarra). Fig. 5.33 . Distribución de los punzones del Calcolitico y Bronce Antiguo en el Valle del Ebro: 1 y 3.-Echauri (Navarra); 2. Marijuán I(Bárdenas Reales, Navarra); 4-6 y 13-I8.-Gobaederra (Subijama Morillas, Alava); 7. Allarán-Surbi (Asparrena, Alava); 8 y 9.-Collet de Cataplá de Montan de Tost (Ribera d"Urgellet, Lleida); 10.- Tarter de Coll d"Arnat (La Vança i Fornols, Lleida); 11. Mina de Farangortea (Artajona, Navarra); 12.-Dolmen de la Mina (Salcedo, Alava); 19.- La Raicilla (Viana, Navarra); 20.-Cova d"Aigiies Vives de Brics (Oliús, Lleida); Tarter del Tossl De Jovell II (Lleida); 22.- Sant Iscle II de Miraver (Pinell, Solsonés, Lleida); 23.- Cabana del Moro de Colomera (Organyá, Lleida); 24.-Coll den Bertmn (Peramola, Lleida); 25.- Coll de Creus II de Gabarra (Coll de Nargó, Lleida); 26.-Minferri estructura SJ-68 (Juneda, Les Garrigues, Lleida); 27.- Cerro Conejo (Zaragoza); 28.- Losa de la Mora (Rodellar, Huesca); 29.-La Peña del Agua (Grañén, Huesca); 30.- Co[lado Mallo ("1'revi^áno, La Rioja); 31.- Dolmen de Aizibitia (Cirauqui, Navarra); Las Costeras (Formiche Bajo, Teruel); 33.-La Hoya Quemada (Mora de Rubielos, Teruel); 34.- Aizkomendi (Eg:dlaz, Alava); Obioneta Norte (Realengo de Aralar, Navarra); San Antonio (Calaceite, Teruel); 37.- Dolmen del Sotillo (Laguardia, Alava) (Escala 1: 5000000). 1 2 ® 0 8 3 9 o E^ ^ ^ ^^ ^^ 10 : 0 1 11 2 3 4 cros Fig.5.37. Objetos de adorno localizados en el País Yasco, Navar►rry La Rioja: 1 y 2.- Trikuaizti; 3 a 9.-Collado Palomero I; 10 y 11.-Sakulo (Alday Ruíz, 1996: 45). ^ ^ ^ ^ ^ .X ^ .r^. `:r ^ ^. i ĉ^ .. ^ .^`^' n ^ 9{, ,_ • ^.;Y '^: . ^^ ^ ^.Y ;^,^ ^ .^ iq^^^_ • Un ejemplar ^ Vazios ejemplares Fig.5.38. Distribución de los elementos de adorno y apliques del Calcolítico y Bronce Antiguo del Valle del Ebro: 1.- Sakulo (Alava); Z.-Trikuaitzi (Alava); 3.Sierra del Aralar (Navarm); 4.-Collado Mallo (La Rioja); 5.-Collado Palomero (I,a Rioja); 6.-Peña Guerro (Alava); 7.- Balma dels Ossos (Lérida) (Escala 1: 5000000). ^ ^ Fig. 6.2. Reconstrucción hipotética de un puñal de remaches con sus partesfundamentales señaladas 0 3 Fig. 6.3. Puñal de remaches de Pialflor (Conchel, Huesca)(S'egún Rodanés I^icente yMazo Pérez, 1985: 230). Fig. 6.5. Puñales de remaches pertenecientes al Ebro Medio: a la izquierda se puede contemplar el puñal de la Cueva de los Encantados de Belchite (Zaragoza) que aún conserva los remaches; a la derecha se puede contemplar el documentado en el poblado de Las Alhambros (Manzanera, Teruel) en el que se observan unas ltneas decorativas de lo que habrla sido una espada corta reaprovechada (Según Rovira, Montero y Consuegra, 1997.• 406 y 374). Fig. 6.6. Puñales de remache del Bajo Ebro: 1.- Cava del Toll; 2.- Cova de Más Vilá; 3.- Cova de Can Mauri; 4.- Cova de les Grioteres; S.- Cova de la FontMajor (Martín Cólliga et alii, 1999). z• 3• ^z• s• B • 7 • • ^.,^ to-^^ • • Ejemplar único ^ Dos ejemplares , Fig. 6.8. Distribución de los puñales de remaches en /a Depresión del Ebro: 1.-Castilviejo (Soria), 2.-Moncín (Borja, Zaragoza), 3.- Cueva de los Encantados (Belchite, Zaragoza), 4.-El Casti!!o (Frías de Albarracín, Teruel), S.-Cova de les Encantades de Toloriú (Pont de Bar, Lleida), 6.-Cova de Aigiies Vives (Oliús, Solsona, Lleida), 7.-Cova de Font Major (Espluga de Francolí, Tarragona), 8.- Cova dels Assedegats (Montblanc, Tarragona), 9.-Racó dela Bruixeta (Torre del Espanyol, Tarragona), 12.-PialJlor (Conchel. Nuesca). Fig.6.11 . Representación de las puntas de pedúnculo y aletas más habituales de la Edad del Bronce en Francia. Grupo superior:l-4.- puntas con aletas marcadas. Grupo inferior:5-6.- puntas con pedúnculo, aletas y nervio certral (Briard y Mohen, 1983). Fig.6.12. Puntas de pedúnculo y aletas localizadas en el Yalle del Ebro durante la Edad de/ Bronce Medío: 1.. EI Cañizar; 2. Corral Quemado; 3.Cova de Yallmajor; 4.Corral Quemado; S. Sibrana; 6. Majaladares; 7. Cueva de los Encantados de Belchite; 8. Obioneta Sur; 9: Barranco de Yaldoria;l0. Lechón; JI El Cañizar: /2. Corral Quemado; 13.Moncín;l4. Recó dels Espartels; IS. Gelsa; 16. Cova de Reclau (López de Calle y Pérez Arrondo, 1986; Rodriguez de la Fsperanza, 1996; Rovira etalii, 1997). Fig.6.13. Distribución de las puntas de/ Bronce Pleno en la Depresión del Ebro: 1.- Alto de !a Huesera (Alava); 2.- Legaire Sur (Alava); 3.-Lamikela (Alava); 4-.-Armendía (Navarra); 5.-Obioneta Srv (Navarra) ;6.- Cerro Viejo (Navarra); 7. -Tirapu (Navarra); 8. - Mina de Farangort ea (Navarra); 9. -Majaladares (Zaragoza); l 0. -Moncín; 11. - Siete Cabezos (Zaragoza); 12.- Mazaleón (Teruel); 13.- Cueva de los Encantados (Zaragoza); 14.- Gelsa (Zaragoza); I5.- Sibrana (Zaragoza); 16.- Corral Quemado (Zaragoza); 17.- Lechón (Zaragoza); 18.-Montes de Fabara (Zaragoza); 19.-Las Valletas (Fluesca); 20.- San Pedro EI Viejo (Huesca); 21.-EI Tozal de Frache (tluesca); 22.-Monte Alto (Huesca); 23.-Pui de Olivesa (Andorra); 24.- Cova del Segre (Lleida); 25.-Collet del Su (Lleida); 26.-Minferri (Juneda, Lleida); 27.-Recó dels Espartals (Maials, Lleida); 28.-Las Alhambras (Terue!); 29.- La Hoya Quemada (Teruel); 30.- Leza del Río Leza (La Rioja); 31.-Cueva de los Lagos (La Rioja); 32.-La Cascaja (La Rioja). Fig. 6.17. Hachas de rebordes y sus partes fundamentales señaladas. Fig.6.18. Hachas de rebordes pertenecientes Les Paules y Sierra Carrodilla en Aragón (Rodríguez de la Esperanza, 1999: 104 y Rovira et alii, 1997: 230). Fig. 6.22. Hachas de rebordes del Bronce Medio: A. EI Pui (Andorra); B. Cova de Muricecs; C.Plana d"Ancosa (Martín Cólliga, 1999: 137). Frg. 6.23. Hachas de rebordes pertenecientes a1 Bajo Ebro: (Martf Jusmet, 1969-1970). Fig. 6.24. Hachas de rebordes y de sección poligonal de/ Languedoc (Sur de Francia): 1. Gruta de Rousson (Gar^; 2. Mauressargues (Garc^; 3.-Blandas (Garc^; 4.-Gruta de Roc de Midi (Blandas); S, 6, 7.- Espirales en bronce; 8.- Mauressargues (Gard); 9. Hacha de rebordes espaht/ada de Roseaux, Sa/avas (Ardéche); 10 y Il. Hachas po/igonales en cobre de Théziers (Gard)(Roudil, 1972: 32). Fig. 6.26. Mapa de distribución de las hachas de rebordes en el Valle del Ebro durante el Bronce Medio: /.- Sellés; 2.- Les Paules (Zaragoza); 3.-Sierra Carrodilla (Huesca); Cofort de Capolat (Barcelona); 5.-Pla d'Arols de Guardiola de Berguedá (Barcelona); 6.- Santa María de Besora (Solsonés, Barcelona) ; 7.- Plana d'Ancosa (La Uacuna, Barcelona); 8.-Mcís de la Miquelona de Alcarrás (Lleida); 9.- Cova de Muricecs (Llinuana, Lleida); !0.- Cova de les Encantades de Toloriú (Lleida); 11.- Más de la Torra de Pradell (Tarragona); 12.-Cova de !a Font Major (Espluga de Francolí, Tarragona); 13.- Villalonga de! Camp (Tarragona); 14.- El Puí (Andorra). Fig. 6.27. Punzones adscritos al Bronce Medio: 1. Castillo de Frías (Albarracín, Teruel); 2 y 3. Cova d"Aigiies Vives (Brícs, Lleida); 4 y 5. Castillo de Frías de Albarracín ('I'eruel); 6. Sima del Ruidor (Aldehuela, Teruel); 7 y 8. Cueva de las Encantados de Belchite (Zaragoza); 9 Peña Guerra I(Nalda, La Rioja) y]0. Puerto Herrera (Peña Cerrada, Samaniego, Alava) (Rovira, Montero y Consuegra, 1997: passim). Fig. 6.31. Distribución de los punzones deJ Bronce Medio en el Yalle del Ebro: 1,4, y S.- El Castillo de Frías (Albarracin, Terue/); 2 y 3.- cova d"Aigiies Vives de Brics (Oliús, So/sonés, Lleida); 6.- Sima del Ruidor (Aldehuela, Teruel); 7.- Puerto Herrera (Peñacerrada, Samaniego, Alava); 8 y 9.- Cueva de los Encantados (Belchite, Zaragoza); Peña Guerra (Nalda, La Rioja); Cueva de Punta Farisa (Fraga, Huesca); 12.- El Tozal de frache (Chalamera, Huesca); 13. - El/ Tozal de las Piedras (Pueyo de Santa Cruz, Huesca); 14.- Moncin (Borja, Zaragoza); IS.- Dolmen de/ Carnelario (Sariñena, Huesca); 16.- Cueva Lóbrega (Torrecilla de cameros, La Rioja); 17-Monte Agui/ar I(Bcírdenas Reales, Navarra); 18.- Gurpide Sur (Catadiano, Cuartango, Alava); 19.- Solacueva (Jócano, Alava); 20.-cinquilineslV-Hogarll (Monjlorite, Huesca). Fig. 6.32. Punzones, apligues y puñales pertenecientes a la Edad del Bronce del Languedoc Occidental. Los punzones biapuntados de Fontboouiŝse son de cobre (1,2,11); La espiral (6) y el apligue (1 S) pertenecen al Bronce Medio y son de bronce. Los puñales (17 y 20), uno de ellos decorado, son ambos de bronce y pertenecen al Bronce Antiguo de la región. Las agujas de cabeza enrollada pertenecen al Bronce final. Todos los elementos de este conjunto pertenecen a la Gruta de Pirgues (Collias, Gard) (Roudil, 1972: 24). Fig. 6 33. Punzones, puñales, brazaletes, cuentas y agujas pertenecientes al diferentes yacimientos del Bronce `/ Antiguo del Languedoc. Todas los elementos pertenecen al Hérault y a Gard y fueron encontrados en contextos funerarios dolménicos. Los punzones que predominan son los de tipo brújula aunque vemos que ya existen las agujas can cabeza hueca. Los elementos de adorno como el brazalete y el anillo cerrado también pertenecen al Bronce Antiguo de la wna (Basado en Roudil, 1972: 26). Fig. 6.36. Kerramientas, armas y cerámicas pertenecientes al Languedoc Occidental que pueden ser comprrrados por su evidente parecido con los elementos que hallamos durante el Bronce Medio en el Yalle del Ebro. 1 y 3.- Puñales de remaches, uno de ellos con típica decoración centroeuropea en la hoja (Bronce Antiguo); 2.- Fragmento de hacha de rebordes en bronce (Bronce Antiguo);5-13.-Pumones y agujas de diferentes tipos; la de cabeza enrrollacfrr pertenecen al Bronce Final; 4 y 12.-Elementos líticos que acompañan a los conjuntos materiales de la Edad del Bronce: cuchillo monofacial y brazalete de arquero (basado en Roudil, 1972: 28). Los pur"rales, fragmentos de hachas de rebordes y las cerámicas de cordones ungulados son paralelizables directamente con los elementos gue se han recuperado de yacimientos del Yalle del Ebro como Monteaguilar en Navarra, Moncín en Zaragoza y Minferri en Lleida. ^ ^ • ^ ^ • • ^ • • ' • • C06TE Y BENEFICIO DE LA C06TE Y BENEFICIO DE LA • ExTRACCibN ^rwwsP+oRnsACibN • • ^- ^ COSTE Y BENEFICIO _^ Y . DEL APRENDZAJE BTRANSPOR,I,E ^ ACTIVIDADES ^ EVALUACIbN ^ CONSIDERACIbN METALÚRGICAS ^^ Y . ^^ ECONbMICA DEL PRODUC1b FIIVAL • • • ... FUNCIONALIDAD, VALOR^pA^O Spc^A^, • ^ mEACZONAi. • • • + Fig. 7.1. Cuadro explicativo sobre los costes, benefrcios, consideración social de las actividades metalúrgicas • que se darían durante las primeras fases de la metalurgia. • • • • • • • • • • • • • • •- • • • • • • • • • • • • • • ^ o¢^ ^ Q ^^ ^̂ W ^ ,:^^ ,z¢̂ ^ ,z¢, _ ^ ^ `° N̂ ^̂ --^ ^ O .ó o ° 0.I ^ t^ 0 ^ !^ O •--^̂ +^ +^ qm N ^ O ^ Ñ ^ Ú O^ l^ OoD `n N O M O^ ^ ctl ^ I ^ x ^^ ^ O N b ^ ea C ^ 0 c^ •tj cE ^ ^ y N C O .U j ^ iii?:l^:^i}r}.^:^: :biiii^{:i:^i:i:ia: ^r:: =:7.:::•:::::: a •O U c^ ^ ^ k y ^ v^ U C p .^::^:i'.^iN̂yiii}iiiii '^ :i(ii:iA:}ii:.{•ii: ^::^:.t-f.........> :::.N':::^:::•::•: ^ C •G ^cj ^̂ ÚX p 'Y •,_, ^ .- W v^ X a^ ^ .^:.:^}:.^:.^.:^::. ii^:i^:^'i^: ^ b ^a^ ^ ^ :.J-1:•: :•::::.V : k id a^ :;.: .., ^ ri^:i:^.-:^:i^}}i:: ^ ^ M ^ /-i N ^ ^ Vl^ , r^ _ vp ^ A 0 1.N. ^ N^ c^i N ^ ^F a. r1 ^ oó .^. ^io v F R. ^ ^ ^ Ó.^ ^t O c^ ^ N ó F- a -^ ó ó . ^ t-^ a O N [^ M ó .-^ 0 o ^ ^ ^ ^ M ^̂ ^ M F z d V Ñ ^ ^a ^ Ô ^ ^ ^^ z ^ N ^ o,^ _ o ^̂ M W \ ^ O N ^D O 1̂^1 I^ M O ^ W IçG F 0̂ W z0 U á U °. M ^ ^ `n Fig. 7.4_ Esquema donde se muestra !a equiva/encia en peso de un hacha de 850 gr.: rora eŝpa(tq dos puñales y 23 puraones (Blas Cortinq 1999: 43J. i Fig. 7. S. Gráftco que muestra en qué tipo de materiales se rea/izaron los diferentes útiles, armas y adornos, destacárutose en trama los tipos realizados en dos o tres materias diferentes. Fig. 7.6. Gráfico en el que se muestra la complementación o yuxtaposición de la producción de artefactos en otros materiales y en metal. Fig. 7.7. Hacha de s<1ex melado de Gilmerton, East Lothian, Gran Bretaña.Se aprecia que esta hacha se ha realiaado a imitación o emulación de las que se manufacturaban en cobre o brorcce durante el mismo período de tiempo (Clarke et alii, 1985: 59). Fig. 7.9. Mujeres del Africa Sub-sahariana realŭando labores de minería del hierro (Nerbert, /998: 148) Fig. 7.10. Mujer minera dentro de trinchera realizando trabajos de extracción de oro en Shegoldriver (por cortesía de Prof. Víctor Fernández Martínez). Fig. 7.11. Tumbas del Norte de Europa con ajuares interpretados como de especialistas metalú^gico. A. Ajuar de Hesselager (Funen); B. Ommersc/ums (Holanda) (Randsborg, 1984: 186-187). Fig. 7.12. Tumbas anglosajonas femeninas. Tradicionalmente, y a tenor del ajuar, se habían considerado enterramientos masculinos, pero los análisis de ADN demostraron que se trataban de enterramientos femeninos (Gilrich, 1999: 68). Fig. 7.13. Representación medieva! de una herreria en dónde parecen representados hombres y mujeres realizando diferentes actividades (Scott, 1991: 192). Fig. 7.14. La búsqueda de pepitas de oro en Africa sigue sierrto una tarea esencialmente femenina y se desarrolla sobre todo después de la época de l/uvias (Sánchez Pa[encia, 1989: 21). PRELIMINARES ÍNDICE GENERAL CAPTTULO 1: INTRODUCCIÓN I. INTRODUCCIÓN Y EXPOSICIÓN DE OBJETIVOS DE LA TESIS DOCTORAL. II. HISTORIA DE LA INVESTIGACIÓN. III.METODOLOGÍA EMPLEADA Y SISTEMÁTICA DE LA INVESTIGACIÓN. CAPÍTULO 2: EL MARCO GEOGRÁFICO Y LOS RECURSOS MINERALES DEL VALLE DEL EBRO I. EL MARCO GEOGRÁFICO II. LOS RECURSOS MINEROS CAPÍTULO 3: EL MARCO CRONOLÓGICO Y SOCIO-CULTURAL I. MARCO CRONOLÓGICO. II. MARCO SOCIO-CULTURAL. CAPÍTULO 4: MINERÍA PREHISTÓRICA DEL COBRE: EXTRACCIÓN Y PROCESADO 4.1.EL INSTRUMENTAL MINERO Y METALÚRGICO. 4.2. CONCLUSIONES. RELACIÓN DE LA PRODUCCIÓN METALÚRGICA CON LOS RECURSOS MINEROS LOCALES. CAPITULO 5: LAS PRIMERAS PRODUCCIONES METÁLICAS DURANTE 2900/2600- 2030/1800 cal. A.C. EN EL VALLE DEL EBRO 5.1.ARMAS 5.2. HERRAMIENTAS 4.3. OBJETOS DE ADORNO CAPITULO 6: El DESARROLLO DE LAS PRODUCCIONES METÁLICAS DURANTE 2030/1800-1520 cal. A.C. EN EL VALLE DEL EBRO 6.1. ARMAS 6.2.HERRAMIENTAS. 6.3. OBJETOS INDETERMINADOS 6.4. OBJETOS DE ADORNO. 6.5. VALORACIÓN FINAL. CAPITULO 7: VALORACIÓN SOCIAL Y ECONÓMICA DE LA METALURGIA EN LA DEPRESIÓN DEL EBRO 7.1. LAS PRODUCCIONES MATALÚRGICAS EN LOS CONTEXTOS SOCIALES Y ECONÓMICOS. 7.2. COMPARACIÓN ENTRE LAS PRODUCCIONES LÍTICAS, ÓSEAS Y METALÚRGICAS DURANTE EL CALCOLÍTICO Y LA EDAD DEL BRONCE. 7.3. LA ESTRUCTURA SOCIAL DE LOS GRUPOS MINEROS. 7.4. GÉNERO Y EDAD EN LA MINERÍA Y EN LA METALÚRGIA. CAPÍTULO 8: CONCLUSIONES: LA PRIMERA METALURGIA EN LAS SOCIEDADES PREHISTÓRICAS DEL VALLE DEL EBRO 8.1. Representación de las producciones metálicas y su significado en las sociedades del IIIer y II° milenio cal. AC. 8.2. El análisis regional: las producciones metalúrgicas desde el Calcolítico al Bronce Medio en el Valle del Ebro y su marco sociocultural. 8.3. Modelos peninsulares de emergencia y desarrollo de la metalurgia. Modelos de Europa occidental y modelos del Próximo Oriente. 8.4. El modelo de la metalurgia prehistórica del Valle del Ebro en la Península Ibérica. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS APÉNDICE I: DATOS COMPLETOS DE LAS FECHAS CALIBRADAS APÉNDICE II: ANÁLISIS METALÚRGICOS FR-X PERTENECIENTES AL CALCOLÍTICO, BRONCE ANTIGUO Y BRONCE MEDIO DEL VALLE DEL EBRO FIGURAS Y LÁMINAS