UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID FACULTAD DE PSICOLOGÍA TESIS DOCTORAL MEMORIA PARA OPTAR AL GRADO DE DOCTOR PRESENTADA POR María Cristina López Altschwager Madrid, 2015 © María Cristina López Altschwager, 1983 Criterios y predictores directos del alcoholismo Departamento de Psicologia General 5 3 0 9 8 6 1 7 1 0 * UNIVERSIDAD COMPLUTENSE Marla Cristina L6pez Altschwager CRITERIOS Y PREDICTORES DIRECTOS DEL ALCOHOLISMO Departamento de Psicologla General Facultad de Psicologla Universidad Complutense de Madrid 1983 Colecci6n Tesla Doctorales. N@ I6O/83 Cristina L6pez Altschwager Edita e imprime la Editorial de la Universidad Complutense de Madrid. Servicio de Reprografia Noviciado, 3 Madrid-8 Madrid, 1983 Xerox 9200 XB 480 Depdsito Legal: M-2I428-I983 Universidad Complutense de Madrid Pacultad de Psicologîa CRITERIOS Y PREDICTORES DIRECTOS DEL ALCOHOLISMO Director: Prof. Dr. D. José Luis îinillos 3>îaz Doctorando: DS Cristina I*6pez Altschwager # Madrid, Mayo de 1982 A Fernando I N D I C E # pSgina I. MARCO TEORICO, METODOLOGICO Y EMPIRICO I. MARCO TÈORICO 1*1. Dafiniciones y modelos.................. 1 1,2. El concepto de alcoholismo como enfermedad 6 1.2.1. Implicaciones......................... 6 1.2.2. Consecuencias sociales del concepto de enfermedad............................ 8 1.2.3» Consecuencias para el alcohélico. 9 1.2.4. Consecuencias para el diagnéstico. 10 1.2.5» Consecuencias para la terapia.... 10 1.2.6. Consecuencias para la prevenci6n. 11 1.2.7* Consecuencias para la investigacién 12 1.3* Adicci6n, ”ansia" y "pérdida de control".. 13 1.4. Dependencia y tolerancia................ 16 1.3* EL "bebedor-problem&tico" o "consumo problem&tico de alcohol” .......... 17 1.6. Teorias acerca de los predictores o ”cova- riables" directas del consumo problem&tico de alcohol.............................. 21 1.6.1. El concepto de "covariables" directas... 21 1.6.2. Teorîas sociocultural es............... 23 1.6.2.1. Estructura general de estas teorîas... 23 1.6.2.2. Confusién o ambivalencia en las normas de consumo............ ;............ 28 1.6.2.3. Finalidad del consumo de alcohol 32 1.6.2.4. EL modelo de "rotulacién" (labeling).. 34 1.6.2.5. EL modelo de "distribucién y consumo". 39 II p&gina 1.6.3* Teorîas basadas en el aprendizaje 40 1.6.3.1. Estructura general de estas teorîas.. 41 1.6.3.2. Efecto positivo real del alcohol 42 1.6.3.3. el modelo de reduccién de la ansiedad 43 1.6.3.4. Alcoholismo como forma inadecuada de consumo.............. *...... 43 1.6.3.5. Alcoholismo como forma de interaccién social............................. 43 2. METODOLOGIA 2.1. Nétodos indirectes..................... 48 2.1.1. Froblem&tica general de estos métodos.. 48 2.1.2. El método de JELLINEK................ 49 2.1.3. EL mêtodo de LEDERMANN............... $4 2.1.4. Otros métodos indirectos. ....... 36 2.2. Nétodos directos...................... 37 2.2.1. Observaciones en entomos naturales.... 38 2.2.1.1. Observaciones no-tipificadas........ 38 2.2.1.2. Observaciones tipificadas........... 60 2.2.2. Observaciones en condiciones expéri­ mentales............................. 61 2.2.3. Ticnicas proyectivas................. 63 2.2.4. Encuestas ...... 63 2.2.4.1. Problemas générales y especîficos de este método ................. 63 2.2.4.2. Escalas para la evaluacién de la cant idad de alcohol consumido 67 2.2.4.3. Escalas para la deteccién de los problemas causados por el consumo de alcohol......................... 71 2.2.4.4. Escalas para la evaluacién de las covariables directas............... 74 Ill p&gina 2.2.4.5. Escalas para la deteccién de una personalidad alcoh6lica........ 75 5. MARCO EMPIRICO 3.1. Extensi6n y tipos de consumo problemé- tlco de alcohol........................ 77 3.1.1. Volumen de consumo alcohélico......... 77 3.1.2. Problemas causados por el consumo alcoh6lico ......................... 80 3.1.2.1. Problemas relacionados con la salud.. 85 3.1.2.2. Accidentes e infracciones de tr&fico, 90 3.1.2.3. Problemas laborales........... 95 3.1.2.4. Problemas conyugales.......... 96 3.1.2.3. Delincuencia.................. 96 3.2. Predictores (covariables) directos..... 98 3.2.1. Modos de consumo y situaciones en las que se ingiere alcohol............... 98 3.2.2. Normas y actitudes frente al consumo... 106 3.2.3. Motivaci6n para el consumo alcoh6lico.. 114 3.2.4. Actitudes frente a los alcohélicos 122 3.2.3. Efecto inmediato del alcohol.......... I30 3.2.5.1. Efectos percibidos subjetivamente.... I3I 3.2.3.2. Efectos sobre las conductas sociales. 137 1) Efecto sobre la conducta sexual....... 137 2) Efecto sobre la conducta agresiva..... 141 3) Efecto sobre otras conductas sociales...... 144 3.3. Relaci6n con caracterîsticas demogr&ficas 143 3.3.1. Sexo y edad.......................... 147 3.5.2. Estado civil......................... 138 3.5.5. Nivel socioecon6mico................. 138 3.5.4. Domicilio........................... 163 IV p&gina II. ESTÜDIO ACERCA DEL ALCOHOLISMO, SUS CRITERIOS T PREDICTORES 1. JUSTIFICACION DEL TRABAJO REALIZADO 1.1. Planteamiento del prbblema........... 16? 1.2. Eleccién de criterios........... 168 1.5* ELecci6n de las covariables directas 170 1.4. Inclusi6n de caracterîsticas demogr&ficas 171 1.3* ELeccién del m&todo ............ 171 1.6. Elecci&n de la muestra................. 172 2. METODOLOGIA EMPLEADA 2.1. Planteamiento global de la investigaci5n. 176 2.2. Construcci6n y elaboraciën de las escalas 176 2.5» Obtenci6n de la muestra................ 179 2.4. Realizaci6n del estudio................. 179 2.3. Elaboraci6n de los datos y an&lisis estadîstico............................ 181 2.6. Limitaciones del valor informâtivo de los resultados......... 183 3. RESULTADOS 3*1• Caracterîsticas demogr&ficas de la muestra................................ 188 3.1.1. Sexo y edad............. 188 3.1.2. Situaci6n familiar................... 189 3.1.3. Nivel socioecon6mico................. 191 3.1.4. N&mero de habitantes de la poblacién de origen............................ 191 3.1.3. Comparàci6n de la muestra con datos estadîsticos oficiales............... 191 3.1.6. Resumen de los datos demogr&ficos 200 p&gina 5.2. Resultados respecto a las variables- -criterio.............................. 201 3.2.1. Elecci6n de criterios................ 201 3.2.2. An&lisis de las variables criteriales.. 203 1) Nivel de consumo de alcohol.............. 203 2) Problemas ra&s o raenos frecuentes causados por el consumo de alcohol................ 211 3) Relaciones entre cantidad de consumo alco- hélico y los problemas causados por el con sumo................................ 218 3.2.3. Resumen de los datos referentes a las variables de criteria................ 224 3.3. Relaciones entre las variables de crit^ rio y las variables de control.......... 225 3.3.1. Relaciones con edad y sexo............ 225 3.3.2. Relaciones con situacién familiar • 228 3.3.5. Relaciones con el nivel socioecon6mico. 230 3.3.4. Resumen de las relaciones entre va­ riables criteriales y de control...... 233 3.4. An&lisis factorial de las covariables directas del consumo................... 234 3.4.1. Grupos tem&ticos de las escalas....... 234 3.4.2. T&cnica de an&lisis de datos 236 3.4.3. Descripci6n de los factor es........... 238 1) Normas y actitudes frente al consumo de alcohol, los alcohélicos y los abstemios... 238 2) Motivaci6n para el consumo alcohélico 242 3) Patrones y circunstancias de consumo...... 248 4) Efectos inmediato9 del alcohol............ 252 3.5. Relaciones entre los factores de las covariables directas y las variables de control........................ 253 VI p&gina 3.6. Relaciones entre los factores de las covariables directas j las variables de criteria................. 239 3.6.1. Predicci6n de los criterios en base a las covariables directas............ 260 3.6.2. Interpretaci6n de las correlaciones entre los factores de las covariables directas y las variables criteriales, atendiendo al contenido............... 268 1) Factores irrelevantes de las covariables directas................................. 269 2) Factores de las covariables directas que no se relacionan con el consumo problem^ tico de alcohol.......................... 270 3) Covariables directas que se relacionan con el consumo problem&tico del alcohol.... 273 4) Elaboracién de nuevos modelos del consumo problem&tico de alcohol......... 280 3.6.3. Resumen .......... 284 3.7. Diferencias entre alcohélicos, bebedores con problemas y otros consumidores de al cohol............................. 286 3.7.1. Definici6n de los grupos.............. 286 3.7.2. Diferencias en los criterios de consumo 288 1) Problemas causados por el consumo......... 289 2) Nivel de consumo de alcohol............... 293 3) Diferencias en'las variables de control.... 298 4) Diferencias en los factores de las covariables .directas..................... 305 5) Diferencias eh la "escala de mentiras" 515 6) Resumen de los resultados........... 515 V I I p&gina EPILOGO: CONCLUSIONES GENERALES.............. 517 BIBLIOGRAFIA................................ 526 I - I. MARCO TBORICO, METODOLOGICO T EMPIRICO Esta tesis tiene por finalIdad presentar una investi- gaci6n extensiva j de amplio espectro en base a cuestio- narios, destinada a explorar, determinar j analizar las relaciones entre una serie de variables consideradas co­ mo definitorias (tambien denominadas criteriales) del al coholismo, y una serie de predictores o covariables del consumo alcohélico. Los términos te6ricos, metodol6gicos y expérimentales utilizados se detailan a continuacién. 1. MARCO TBORICO 1.1. Definiciones y modelos.- Aunque el presente trabajo est& asentado en el terre no de la investigaci6n acerca del alcoholismo, utiliza y analiza empîricamente un concepto de alcoholismo dife rente al tradicional. Por este motive, parece adecuado comenzar anteponiendo a la parte erapîrica una discusi6n amplia acerca de las definiciones y conceptos en este te rreno, con la finalidad de dejar en clare las razones pa ra la elecciSn del concepto utilizado en el trabajo. No se puede resaltar suficientemente la importancia de una reflexi6n acerca de las definiciones y modelos, as! como de su trasfondo hist6rico, puesto que habitualmente sue- . len guiar, a veces como mecanismos implîcitos de control, los trabajos de investigacién, determinando en parte la interpretaci6n de los resultados obtenidos. Al revisar el material acerca del tema parece, a pri­ mera vista, que la definicién del fen6meno mismo ("iQuS es el alcoholismo?"), se ha visto relegada a segundo tSr mino en favor de sus déterminantes ("iCuSles son las cau­ sas del alcoholismo?"). Esta tendencia general la verba- - 2 - liz6 hace algunos anos SCHEFP (1973), en una cita harto conocida: "Los psic6logos e investigadores sociales a- ceptan demasiado a menudo como absolutamente v&lidos los resultados de los diagnésticos psiqui&tricos. Al fin j al cabo, para el investigador significa un gran alivio poder adoptar la medida convencionalmente aceptada por la sociedad para la variable dependiente que constituye la anormalidad psiquica, compleja j diflcil de puntuali- zar. Asî queda libre para realizar mediciones précisas, fiables y v&lidas de las variables independientes elegi- das. A causa de esta falacia, existe hoy en dîa un numé­ ro angustiosamente grande de trabajos en los cuales se refleja una absurda situaclén, en la cual se hah désa­ rroi 1 ado mêtodos extraordinariamente finos y complejos para medir las variables independientes, sean genéticas, bioquîmicas, psicolégicas, culturales, o de cualquier o- tro tipo, mientras que los métodos de medicién de la "en fermedad mental" quedan sujetos al juego de azar oscuro e imprévisible del proceso de esclarecimiento psiqui&tri co." Los intent os de definici6n se cristalizan en tomo a los términos "alcoholismo" y "alcohëlico". Desde hace al gunos anos, tambl&n se maneja el t&rmino "bebedor-probl^ m&tico" o "problemas del consumo alcohélico" ("drinking problems"). Se utilizan también términos m&s amplios, ta les como "adiccién" y "dependencia", en la definicién y, segfin la divisién del sîndrome total, se habla de "pérd^ da de control" y de "ansia" ("craving")."Consumo alcohé- lico" y "consumo excesivo" habitualmente no se definen. No existe, hoy por hoy, ninguna definicién unitaria del término "alcoholismo", pesa a que éste se ha impuesv to universalmente y a que se utiliza con frecuencia como si existiera un acuerdo obvio, cuasi dado por la natura- leza del fenémeno, acerca de lo que se deba entender por êl. Por el contrario, en la actualidad hay una controver - 3 - sia violenta acerca de su definici6n. En gran parte, la dificultad para llegar a un acuerdo en cuanto a su definicién surge del hecho que el "alcoho lisfflo" es un fen6meno que ocupa a una gran diversidad de disciplinas, con conceptos b&sicos muy diversos y mode­ los de pensamiento divergentes: psiquiatrîa, farmacolo- gîa, sociologie, bioquîmica, antropologîa, neurologie, etc. Adem&s, el consumo de alcohol fue durante siglos ob jeto de controversies morales, religiosas, politicas y emocionales, lo que sin duda sigue influyendo en los pun tos de vista defendidos actualmente. SIEGLER y cols, elaboraron en 1968 una lista de ocho modelos b&sicos, seg&n los cuales se califica al alcoho- lismo como mal o pecado, como enfermedad, como problème social, o como alteraci&n emocional. Los ocho modelos se diferancien, de acuerdo con su concepto del alcoholismo, de la siguiente manera; 1) "Modelo de incapacidad"; Considéra al alcohélico co­ mo un inv&lido y bebedor sin esperanza, al cual s6lo se puede resguardar, pero jam&s sanar o ayudar; 2) "Modelo moraltsta seco": Ve el alcoholismo como un error moral cuyo castigo naturel son las consecuencias negatives para el bebedor. Se rechaza todo tipo de consu mo alcohélico; 5) "Modelo moraliste b&nedo": Ve al alcoh6lico como un bebedor que no obedece las reglas de la sociedad. Se considéra el alcoholismo como una manera inadecuada, ina ceptable, de beber; 4) "Modelo de Alcoh6licos An6nimos": Ve el alcoholis- mo como una enfermedad incurable, progresiva y a menudo fatal, adem&s de un problème espiritual y religioso para el afectado. El alcohol es "veneno" para el alcohélico, aunque no para el bebedor normal; 5) "Modelo psicoanalitlco"t En este caso, el alcoho- - 4 - llsmo es el sinterna de una neurosis subyacente grave: Los alcohélicos son personalidades dependientes; 6) "Modelo de interaccién familiar"t Considéra el al- coholismo dentro de un juego de roles con varies partiel pentes, en el cual se adjudic6 a une de elles el roi de alcohélico, siendo esta adjudicacién beneficiosa para to dos los participantes; 7) "Modelo médico tradicional": Ve el alcoholismo co­ mo una grave enfermedad progresiva, a menudo fatal, pro- vocada por la conducta inmoral (consume excesivo de alco hol) del paciente mismo; 8) "Modelo médico *nuevo*": Bi este caso, el alcoho- lismo también es una enfezrmedad progresiva, a menudo fa­ tal, pero posiblemente hereditaria, en la cual el metabo lismo del enferme est& conformado de manera tal, que lo hace depender del alcohol. SIEGLER y cols. (1968) describen cada une de estos mo delos con respecto a once dimensiones (por ejemplo: tra- tamiente, pronéstico, actitud frente al suicidio de alco hélicos), utilizando la definicién b&sica como punto de partida para la actitud en cada una de estas dimensiones. WARD, en 1980, ratifica en parte estos modelos, en su re visién acerca de la teoria y el tratamiento del alcoho- lismo, aunque prefiere unir en el "modelo sociolégico" los dos "modelos moralistes", agregando, adem&s, el "mo­ delo conductual", el cual negaria el concepto de enfeime dad fisica y el concepto de alcoholismo como resultado de motivaciones inconscientes, centr&ndose m&s bien en el aprendizaje de pautas erréneas para el consumo de al­ cohol. Por otra parte, numerosos autores, entre elles, ZIMERING y CALHOUN (1976), decantan très modelos princi­ pales: El modelo de "adicci6n fisica", del cual JELLINEK (i960) es el principal représentante, el modelo de"ÿas- gos de personalidad alcoh6lica", que defienden, entre o- - 5 - tros, BLANE (1970) y LIZANSKY (1972), y, por Ultimo, el modelo basado en las teorlas del aprendizaje, planteado por CONGER (1951), KEPNER (1964), ZWERLING y ROSENBAUM (1959) y muchos m&s. Aunque los modelos m&s impregnados de actitudes mora- listas ya no se propagan hoy en dîa de modo oficial, a&n est&n activos dentro de la sociedad. Por otra parte, una actitud moralista difîcilmente puede tener mucha fuerza, afin en el &mbito cientîfico, en paîses con tradicién en el cultive de vides y cebada. Es difîcil mantener tal ac titud en paîses que, como Italia, tienen el vino como a- limento fundamental en su dieta y en los cuales una gran parte de la poblacién vive de la produccién vinîcola. Ta les paîses no han tenido nunca Ipocas de prohibicién de venta de alcohol, las cuales son signos seguros del "mo­ delo moraliste seco". La actitud anti-alcohélica corres­ ponde m&s bien a la ética puritana-protestante que influ y6 histéricamente en Norteam&rica. Tal actitud contra el alcohol no se refiere s6lo al consumo, sino tambi&n a conductas socialmente prohibidas que, se teme, surgir&n a partir de &ste. La difusién de la "moral seca" tambi&n se puede deducir del nfimero de abstemios voluntarios en un paîs, asî como de las restricciones impuestas por las normas sociales, que se plasman en leyes respecto a la venta y consumo de bebidas alcohélicas. En Alemania Federal, paîs en el cual se obtuvo la muestra para este estudio, la descal if icacién moral parje ce m&s bien tomar la forma de la "moral huraeda". Esta fue defendida en anos anteriores de modo oficial y. cien­ tîfico y, hoy en dîa, de modo no-oficial. En contraste . con el "modelo moraliste seco", en este caso se hace una' severe distincién entre el bebedor normal y el alcoh6li- co. Mientras que el consumo moderado de alcohol se san- ciona generalmente de mddo positive (m&s bien se sospe- — 6 — cha, socialmente, de los que no beben), se considéra el estereotipo del alcohélico como negativo y repelente (WIESER, 1975; KRAMPEN y NISPEL, 1979). El modelo mora­ liste se séparé en Alemania Federal oficialmente de los modelos médicos, aunque esto sélo fue posible très el "Tercer Reich". Tal separacién se detects en un cambio de la terminologie al uso (BERGER y cols., 1979). 1.2. El concepto de alcoholismo como enfermedad.- 1.2.1. Implicaciones. Entre todos los modelos en discusién, los modelos mé­ dicos han ocupado el mayor volumen de publicaciones y po lémicas. Como ejemplos se pueden citer las publicaciones de WEXBERG (1951), SEELEY (1959), MARCONI (1959), JELLI­ NEK (I960), MAYFELD (1967), EDWARDS (1968), MOORE (1968), DARGENT (1968), MELLO (1972), GITLOW (1975), SYTINSKY (1973), TOLOR y TAMERIN (1973), HARPER (1974), CULL y HARDY (1974), TAMERIN y NEUMANN (1974), EWING (1977), LOPEZ-IBOR (1977), SNYDER (1980). De todos estos autores, el modelo m&s conocido es el de JELLINEK (1952), en el cual se describe el transcurso cuasi natural del alcoholismo, dividido en cuatro fases, dentro de las cuales se distinguirîa unacordenacién ca- racterîstica de los sîntomas. Brevemente, describe lo s^ guiente: 1) Fase pre-alcohélica: Bi la que se observa un paso paulatino desde el consumo ocasionaJ. al consumo constan­ te de alcohol, con el fin de aliviar incomodidades fî’si- cas o emocionales. Adem&s, se observa un aumento de tol^ rancia al alcohol. 2) Fase prodrémicat Se caracteriza por amnesias fren­ te a los acontecimientos acaecidos durante el consumo de - 7 - alcohol, aim en cantidades mlninas. Otros sîntomas son el consumo &vido de alcohol y una ocupacién incrementa- da, aunque secreta, con el tema. 5) Fase decisiva: En la cual el bebedor pierde el control do su consumo. Cada episodic alcohélico se transforma en una reaccién en cadena, en la cual se vi- vencia la necesidad fîsica de beber. Los episodios de a buso alcohélico se separan tîpicamente por fases de ab­ solute abstinencia. La conducta anémala frente al alco­ hol se acompana de sentimientos de miedo, culpabilidad, agresiones y aislamiento social. Es en esta fase en la que el bebedor cumple por vez primera los requisites pa ra la calificacién de "alcohélico". Comienza a beber por las mananas, a descuidar su alimentacién y debe su- frir las primeras hospitalizaciones. 4) Fase crénica: Se caracteriza por largos perîodos de intoxicacién, en los cuales se produce lentamente un desmoronamiento fîsico y psîquico. Aparecen fuertes sîn tomas de privacién y la tolerancia al alcohol desciende a los nivales normales, o por debajo de ellos. Las principales ventajas de la definicién del alcoho lismo como enfermedad residen en que permite centrarse en las complicaciones médicas del problema y la necesi­ dad de su tratamiento, dejando de lado los aspectos mo­ rales. Bin embargo, el concepto de enfermedad subyacen- te es, a su vez, ouestionable. Se postula a veces una e tiologîa gen&tica, org&nica o fisiolégica (MARCONI, 1967, 1969; EDWARDS, 1968; STIBLER y cols., 1980) cuya comprobacién es, sin embargo, muy difîcil. Otros auto- , res definen el proceso patolégico simplemente como una interaccién entre estilo de vida, agente, y ambiente (MENDELSOHN y MELLO, 1969; MELLO, 1972; VAN-DIJK,1979). Tal concepto de enfermedad se acerca mucho m&s a los conceptos sociol&gicos y conductuales, en contraste con — 8 — el antiguo modelo médico. Desde el punto de vista socio- légico, se objetaba justamente en contra del modelo ra&di CO el hecho que dejaba de lado los condicionamientos so­ ciales, es decir, que situaba autom&ticamente la g&nesis de la enfermedad en el individuo (SEELEY, 1959a; REINERT, 1968; SARGENT, 1968; WILLIAMS, 1974; SADAVA, 1978). La definicién de MELLO y MENDELSOHN soslaya esta crîtica y tiene adem&s la ventaja de subrayar la importancia del a gente indispensable, el alcohol: Este agente distingue al alcoholismo de la mayor parte de las alteraciones corn portamentales, las cuales no necesitan un ingredients fi siolégico tan especîfico para su desarrollo. Por otra parte, el problema de una definici&n tan am­ plia radica en la dificultad de distinguir entre alcoho- lismo y los procesos que no lo serlan. Seg&n esta défini cién, cualquier ingestién de alcohol, aun m&s, cualquier ingestién de alimentes, podrîa interpretarse como "enfer miza", en determinadas condiciones, o de acuerdo con de- terminadas normas. 1.2.2. Consecuencias sociales del concepto de enferme­ dad. Puesto que las causas del alcoholismo, sean cuales s^ an, se atribuyen al individuo mismo, la sociedad queda libre en gran medida de toda responsabilidad. Por asî dê cirlo, el alcoholismo es el destine del sujeto que lo pa dece. A lo m&s, se asume una responsabilidad caritativa de apoyo a la vîctima; por ejemplo, permitiendo que la Seguridad Social cubra los gastos de tratamiento hospita' lario. Adem&s, se pueden tomar medidas para la deteccién temprana de taies personas. Sin embargo, ni la propagan­ da, ni nualquier otra influencia de la industrializacién del alcohol puede considerarse responsable del problema. - 9 - La enfermedad del individuo no tiene nads que ver con la diôtribucién del alcohol, puesto que el sujeto estaba "predestinado" a convertirse en alcohélico. Desde este punto de vista, se puede hacer, sin problemas êticos,pr£ paganda de todos los aspectos positivos del consumo de alcohol, puesto que el bebedor "normal", no portador de la enfermedad, no corre peligro - su consumo alcohélico no lo llevar& a consecuencias negatives. 1.2.3. Consecuencias para el alcohélico. De acuerdo con el nuevo modelo mêdico, el individuo no es tampoco responsable de su alcoholismo. Puesto que pa­ ra éste es m&s f&cil admitir una enfermedad de la que no es responsable que admitir un vicio, se espera de la pro pagacién de este modelo una mayor disposiciSn para some- terse a tratamiento. Sin embargo, otros aspectos del con cepto disminuyen esta posible consecuencia positiva del modelo! Al plantearse la enfermedad como irreversible ("una vez alcohélico, siempre alcohélico"), las personas en estadios tempranos de alcoholismo temen admitirse a sî mismas como taies. REINERT (1968) afirraa que de este modo, la irreversibilidad se convierte en una profecîa autocumplida: Si el entomo social del afectado cree en ella, lo tratar&n con el correspondiente reparo, convir- tiêndolo en un marginado social. No es de admirarse en- tonces que la mayorîa se niegue a admitir publicamente su alcoholismo, empleando todo tipo de "estrategias de disimulo" para librarse de los estigmas y discriminacio- nes producidos por la admisién de su "enfermedad". Finalmente, el concepto erapuja al afectado hacia el roi paeivo de "enferme", el cual nada puede hacer por si solo contra su alteracién y al cual hasta se le puede forzar a admitir un tratamiento. SZASZ (citado en CAHA- — 10 • LAN, 1970), considéra esto una cat&strofe desde el punto de vista moral y social, puesto que el resultado final es la privacién de libertades personales en nombre de una a yuda m&dica. Tal idea tambi&n surge en las revisiones posteriores del problema y de sus consecuencias, enfati- z&ndose el circule vicioso que implica (McCARTHT, 1975; BACK y SULLIVAN, 1978). 1.2.4, Consecuencias para el diagnéstico. CAHALAN (1970) atribuye la tajante diferenciaci&n en­ tre bebedores normales de alcohol y alcoh&licos, content da en el modelo de enfermedad, al pensamiento aristot&l^ co tan difundido en nuestra cultura, el cual define en t&rminos absolûtes de "todo o nada". Seg&n este tipo de enfoque diagnéstico, no deberlan existir casos limltro- fes. Si, pese a ello, se observan, se utilizan las si- guientes razones para justifIcarlos * La enfermedad a&n no se manifiesta totalmente, el enferme aûn no observé suficientemente los sîntomas o, el enferme miente u o- culta sîntomas. A la vez, taies mentiras pueden servir de confirmacién complementaria del diagnéstico, pese a la falta de una sintomatologla compléta. CAHALAN plantea que este tipo de pensamiento se hizo popular en la época de lo que êl denomina los "cazadores de microbios", pero que su eficacia sélo parece demostrable en el caso de en fermedades infecciosas. 1.2.3. Consecuencias para la terapia. Como se dijo anteriormente, se considéra al alcohéli- co como necesitado de atencién m&dica y se ponen a su disposicién las posibilidades de tratamiento. Sin embar­ go, como comenta MULFORB (citado en CAHALAN, 1970), si - 1 1 - bien el cambio de concepto segûn el cual los que ayer e- ran "viciosos” poseidos por el "demonio del alcohol” se consideran boy ”alcoh6licos" poseldos por la enfermedad "alcoholismo", conllev6 un trato m&s humanitario para el afectado, ' el clînico orientado por este modelo se ve tan impotente como el moralista de antano para lograr "exhorcizar” el alcoholismo. Puesto que el modelo lleva consigo la idea de irreversibilidad, las posibilidades de tratamiento no son precisamente optimistes. En el fon do, la enfermedad se considéra incurable, de modo que ca da nuevo contacte con el alcohol lleva consigo el peli- gro de un nuevo ”brote" de alcoholismo. Por esta raz6n, la meta teraplutica de todos los tratamientos a los que subyace este modelo, es la abstinencia total (véase, por ejemplo, BOGAHI, 1975)« S6lo se pueden tomar medidas pre ventivas y protectoras para entorpecer el desarrollo de la enfermedad - al menos, mientras no se encuentre un an tldoto quîmico contra alla. Consecuentemente, la Socie- dad de Alcoh6licos An6nimos considéra necesario un trata miento de por vida para el afectado. Esta postura escSptica y pesimista pof parte de los terapeutas parece justificada. MULPORP (1970) afirma: "La enfermedad 'alcoholismo' afin no se ha definido y no tiene un tratamiento especifico. Es difîcil esperar de los mSdicos que utilicen un tratamiento inexistente para una enfermedad no definida y en una poblaci6n que niega la existencia de tal enfermedad y rechaza el tratamiento? 1.2.6. Consecuencias para la prevenci6n. Una prevenciën basada en el modelo de enfermedad se tiene que limitar a la detecci6n teraprana de los afecta- dos, por ejemplo, a travSs de leyes genêticas (CADORETH y CATH, 1978), o por medio de pruebas espectficamente - 12 - construîdas para tal fin (APFELDORP, 1978; GOOD y cola., 1977). No es posible unir al modelo una educàci6n tempra na en modos adecuados de consume ni una informàci6n acer ca de modos peligrosos y no-peligrosos de beber, puesto que la enfermedad afectar& de todos modos al que est& predispuesto a ella, mientras que el bebedor "normal" no correrfi peligro. Al hablar de pruebas especîficas para la detecci6n temprana del alcoholismo, es necesario destacar que gran parte de estas pruebas se basan en el concepto de la "personalidad alcoh6lica". No entraremos en détails en este tema, puesto que la mayoria de los estudios m&s re- cientes parecen indicar que tal "personalidad alcoh6li- ca" no existe en forma unitaria. Remitimos al lector in- teresado a los escritos de KLINE y cols. (1973)$ LOPER y cols. (1975), DEMEL (1974), PEREZ de FRANCISCO (1974), TARTER (1975), ZIMERING y CALHOON (1976), KÜRTINES y cols. (1978), BACK y SULLIVAN, 1978), ESHBAUGH y cols. (1978), BLOUIN y cols. (1978) y SADAVA (1978). En cuanto a las pruebas mismas, nos ocuparemos de ellas nuevàmente al hablar de la metodologîa utilizada para aborder el te ma "alcoholismo" y "consumo problemôtico de alcohol". 1.2.7* Consecuencias para la investigaci6n. Al considérer el alcoholismo como enfermedad, el con­ sumo alcoh6lico como tal, asî como los problemas que ori gina, se consideran simples epifen(menos, sîntomas den- tro de un proceso. Taies sîntomas interesan s6lo como in dicios o pruebas, pero no son en sî mismos objeto de in­ terns para la investigaci6n, puesto que lo que reaimente importa es la enfermedad de base. s6lo asî se puede com- prender que existan cientos de publicaciones acerca de la personalidad o el metabolismo del "alcoh6lico", mien- - 13 - tras que faltan casl por complete estudios mfis exactes a cèrca del comportamiento del alcohélico o su modo de con sumo. Este tambiên es consecuencia del hecho de ver al alcoh8lico como alguien cualitativamente diferente del bebedor normal, con lo cual- se buscan las diferencias en caracterîsticas b&sicas de personalidad, m&s que en la forma directa de comportarse frente al alcohol, Otra con secuencia de esta actitud es la de preserver al observa- dor de cuestionarse su pro^a forma de beber y sus pro- pias normes al respecto, asî como las conductas y normes que rigen el consumo general en la poblaci8n. El investi gador no se siente solidario con el alcoh6lico, introdu­ ce un distanciamiento que répite en forma encubierta la discriminaci6n abierta de la que es objeto el alcoh6lico en la sociedad. ROEBUCK (1974) formula este punto de vi£ ta de la siguiente manera: "Al psic6logo, como a la so­ ciedad, puede resultarle m&s sencillo localizer los fen6 menos que le interesan en la persona aislada del pacien- te, en vez de localizarlos en los procesos -mucho m&s di fîciles de contrôler e investigar- que se desarrollan en el medioambiente extemo" (pag. 150). 1.3. Adicci6n. "ansia" y "p&rdida de control".- Con o sin el concepto de enfermedad como trasfondo,el alcoholismo se ordena por parte de muchos autores dentro del grupo de las adicciones, puntualiz&ndose que existen muchas conductas que pueden convertirse en adicci6n, es decir, que se trata de un exceso conductual. Por supues- to que tal ordenaci&n, por sî sola, no signifies un aven ce, puesto que solamente signifies un desplazamiento del dilema definitorio. El concepto de "exceso conductual" es muy inespecîfico. Por ello se incluye habitualmente en la definici6n de los conceptos de impulse, necesidad. — l4 — deseo, etc. Este tipo de definiciones tienen a menudo el concepto de "ansia", o "compnlsi6n hacia el alcohol", co mo idea central, incluyendo las subcategorlas de "p&rdi­ da de control" y de "incapacidad de resistir el deseo de consumir alcohol". El concepto de "ansia" ("craving") y sus concomitan­ tes, se expandi6 sobre todo por los trabajos de JELLINEK (i960) y especialmente en los medios psiqui&tricos. Por el moments, parece ser el modelo m&s ampliamente utiliza do. Seg&n el mismo autor, la "p&rdida de control", dividi da en las fases descritas anteriormente, llevarîa al al- coh&lico hacia un consumo compulsive contînùo, a partir del momento en el cual el afectado bebe una cantidad mi­ nima de alcohol. Por otra parte, la "incapacidad de re­ sistir el deseo de consumir alcohol" aparecerîa algunas horas tras el <imo consumo, siendo paliado por cantida des moderadas de alcohol. A los dos fen6menos subyacerîa el "ansia" por el alcohol, una compulsi&n patol6gica que diferenciarîa los normales de los alcoh6licos. Las dis­ tintas formas de darse de este "ansia" sirvieron a JELLI NEK para diferenciar tambi&n distintos tipos de alcoh&li COS (alcoholismo gama, delta y epsilon), a los cuales les agreg& dos tipos m&s leves de alcoholismo. Describi& del siguiente modo taies tipost 1) Alcoholismo alfa* En este caso, el dano provocado por el consumo de alcohol se limita al &rea social. La dependencia del alcohol es meramente psicol6gica, se be­ be para aliviar sensaciones emocionales o fîsicas desa- gradables; 2) Alcoholismo beta* El dano se limita a la salud fl- sica del afectado. No existe dependencia flsica ni psl- quica del alcohol; 3) Alcoholismo gama: El bebedor adquiere dependencia - 15 - flsica del alcohol. El "ansia" se caracteriza en este ca- 80 por la incapacidad de dejar de beber (p&rdida de con­ trol), una vez que se empez8. Sin embargo, el sujeto es capaz de permanecer sin beber durante largos périodes temporales; 4) Alcoholismo delta: T^bi&n en este caso existe una dependencia flsica, pero el "ansia" no se caracteriza por la p&rdida de control, sino por la incapacidad de abstenerse de beber durante périodes temporales Iprgos; 5) Alcoholismo epsilon: En este caso, se trata de un alcoholismo intermitente, en el cual la p&rdida de con­ trol surge en intervalos peri6dicos ("bebedor cuartal", "alcoh&licos juerguistas"). Desde el punto de vista cllnico, los tipos m&s signi- ficativos son los gama y delta. La divisi&n se hizo en base a observaciones transculturales, en las cuales se encontr& una mayoria de âlcoh6licos tipo gama y epsilon en Estados Unidos, donde de desarroll6 el modelo, mien­ tras que en Italia, por ejemplo, estas modalidades son pr&cticamente desconocidas, predominando el tipo delta. Posteriormente, se atac6 el concepto de "ansia" o "craving" por ser una definiciôn circular que no expli- carla nada (MELLO, 1972). En nuestra opini&n, el modelo adolece de un defecto principal:Se puede explicar cual- quier conducta por un deseo de realizar tal conducta, transfiriendo asl simplemente el problems a otro nivel de an&lisis, el cual ya se sustrae a la observaci&n di­ recta. Si alguien tiene, por ejemplo, la costumbre de morderse las unas, se podrla decir que sufre de un "an­ sia" de morderse las unas y que a causa de ello, es inc^ paz de resistir largo tiempo sin mord&rselas. Sin embar-r go, tal supuesto "deseo irresistible" m&s bien mistifica las cosas, en vez de explicarlas. Aparté de argumenter la circularidad de tal explica- — i6 — ci8n, MELLO (1972) present6 una aerie de dates emptrices que hablan en contra de la persistencia de tal "ansia", pese a que los afectados mismos informan a menudo que no pueden dejar de beber tras el primer vase, o que se sien ten atratdo8 una y otra vez hacia el alcohol. En el caso de la p&rdida de control, parece tratarse m&s bien de un fen6meno cognitive: Los alcoh6licos saben, por experien- cias anteriores, que habitualmente no dejan de beber tras una copa y que pronto vuelven a beber. Elios com- prueban que su consume alcoh&lico sobrepasa las normas establecidas y se "resignan" a ese mode de actuar. 1.4. Dependencia y tolerancia.- En vez de utilizer el concepto de "ansia", otros auto res, como por ejemplo MELLO (1972), consideran que la conditio sine qua non para hablar de alcoholismo es la a parici&n de una dependencia ftsica, acompanada de una e- levaci&n de la toierancia al alcohol. Tal dependencia se deduce de la aparici&n de stntomas de privaci&n, tales como temblor, sudoraci6n, alucinaciones, y, en casos gra ves, convulsiones y delirio. EL efecto de toierancia se observa a trav&s del hecho de que el sujeto necesita ca- da vez mayores cantidades de alcohol para lograr alcan- zar las mismas modificaciones en sus vivencias o modos de comportamiento. En este caso, se centra la atenci6n s6lo en los efec- tos que tiene el consumo prolongado y excesivo de alco­ hol sobre el individuo. Hoy por hoy, el mecanismo a la base de los stntomas de privaci&n se desconoce, pero su" aparici&n es sin duda un dato emptrico. Lo mismo se pue­ de decir con respecto al fen&meno de toierancia acrecen- tada. Sin duda que ofrece algunas ventajas esta definici&n. - 17 - basada en fen6roenos directamente observables. En su con­ tra, se puede decir que deja de lado algunos aspectos ira portantes del alcoholismo, como son por ejemplo los pro­ blemas psîquicos que lo acompanan. Por otra parte, una definici6n que intente inclutr la "dependencia pstquica" est& condenada al fracaso, por las mismas razones que dĵ ficultan el concepto de "ansia". KELLER (citado en CAHA- LAN, 1970), prefiere hablar de "perjuicio pstquico", m&s que de dependencia. Ve en &ste el n&cleo del alcoholismo, defini&ndolo en el sentido de que el alcoh6lico no puede elegir libremente si realizar o no su conducts inadecua- da. Posteriores trabajos hen intentado centrer la aten- ci6n en la percepci6n subjetiva de "p&rdida de control" y sus repercusiones sobre la conducts de consumo alcohS- lico (DONOVAN y cols., 1975; STORM y CUTLER, 1975; WElSS BACH y cols., 1976; CLARK, 1976; O'LEARY y cols., 1978). Sin embargo, no parecen existir relaciohes claras entre control y comportamiento, como tampoco se logra diferen­ ciar claramente entre alcoh&licos y no-alcoh&licos en ba se a esta variable (ROHSENOW y O'LEARY, 1978a, 1978b). 1.5* El "bebedor-problem&tico" o "consumo problem&ti- co de alcohol.- Determinadas definiciones operacionalizan el concepto de alcoholismo dividi&ndolo en diferentes elementos. La definici&n de KELLER (1958, 1962) recibi& aceptaci&n por parte de numérosos autores, pudiendo formularse de la si guiente manera: "El alcoholismo es una alteraci&n cr&nica del compor- tamiento, que se manifiesta en el consumo repetido de b̂ e- bidas alcoh&licas, en cantidades taies, que supera los limites diet&ticos y sociales establecidos por la comunj. dad y que interfieren con la salud, la eficacia social o — 18 — la economîa del bebedor" (KELLER, 1958). Esta definicifin es m&s espécifies que la de JELLINEK, seg&n el cual todo consumo que produzca alg&n daüo se considéra alcoholismo. No da ninguna hip&tesis acerca de la etiologla de la alteraci&n, pero incluye en cambio la interdependencia de la definici&n con la sociedad en que vive el afectado. Este detalle es especialmente importan te si se toma en cuenta que no existe ninguna cantidad absolute de alcohol cuyo consumo se considéré en todas las sociedades como una alteraci&n conductual. CLARK (1966) enumera cuatro elementos que deberlan in cluirse en una definici&n operacional del alcoholismo: 1) Consumo excesivo de alcohol; 2) Alteraciones psîqûicas a causa del alcohol; 3) Alteraciones en la eficacia tan- to social como laboral; 4) Descripci&n subjetiva de p&r­ dida de control sobre el propio consumo. Los mismos ele­ mentos aparecen en los trabajos que reune CHAPETZ (1975). Por su parte, EDWARDS (1968) incluye los siguientes e lementos b&sicos: 1) Conciencia acerca de una dependen­ cia alcoh&lica; 2) Retraimiento; 3) Aumento de la tole- rancia; 4) Episodios de amnesia. Este tipo de definiciones surgieron fundamentalmente a partir de las definiciones del Comit& de Expertes de la WHO (Organizaci&n Mundial de la Salud), publicadas en 19511 1952 y 1955. La WHO distinguîa entre bebedores ex- cesivos y alcoh&licos, siendo &stos <imos una subcate- gorfa de los primeros. En el informe publicado en 1952, se caracteriza al bebedor excesivo de la siguiente mane­ ra: "... (el consumo excesivo) serfa todo consumo que ex céda la medida de 'utilizaci&n dietStica' establecida por la tradici&n y costumbres, o que sobrepase los limi­ tes establecidos por las normas de la sociedad en cues- ti&n, independientemente de los factores etiol&gicos que 11even a tal conducts, asi como de la medida en que es- — 19 “ tos factoree etiol6gicos dependan de la herencia, cons- tituci&n o caracterîsticas metab6licas adquiridas del su­ jeto". Por BU parte, se calificarîa de alcoh6licos a "aque- llos bebedores excesivos cuya dependencia del alcohol ha ya alcanzado un grado tal, que se puede registrar una al teracifn psîquica o una interferencia en la salud corpo­ ral o mental del afectado, en sus relaciones interperso- nales o en el transcurso normal de su vida social y eco- n&mica; (tambi&n serîan alcoh&licos aquellos bebedores excesivos) ... que mostraran sîntomas prodr&micos de ta­ les desarrollos. Necesitan, por lo tanto, un tratamien­ to." Asî pues, este tipo de definici&n incluye dos tipos de criterios principales* 1) Aumento del consumo alcoh&- lico y 2) Problemas surgidos a causa de este consumo. Se podrîa unir tal definici&n con el concepto de enferme­ dad (ver KELLER, 1962), pero en principio es independien te de &1. SEELEY (1959a) objet& que los t&rminos utilizados en estas definiciones son m&s bien relatives y sociol&gicos, en vez de absolûtes y fisiol&gicos. Por supuesto que es­ te es verdad. Tambi&n es cierto que no otorgan medidas tipificadas con las cuales se pueda medir al alcoh&lico. Cabe preguntarse, sin embargo, si estas caracterîsticas no son m&s bien ventajas de taies definiciones, puesto que dejan claro que se est& trabajando con acuerdos, que el punto en el cual se califica a una persona de alcoh&- lica es, en principio, m&vil, que depende de las normes de cada sociedad. Tambi&n los problemas que pueden sur­ gir a causa del consumo alcoh&lico dependen de las nor- ■ mas y reacciones del entomo social en el que se mueve el individuo y no del individuo por sî s&lo. Adem&s, estas definiciones tienen la gran ventaja de - 20 - basarse exclusivamente en dates observables (consumo ex­ cesivo y problemas), prescindiendo de constructos subya- centes. Partiendo de estes fundamentos, PLAUT (195?) ofreci6 el concepto de "bebedores-problem&ticos" ("problem-drin- kers"), dentro del cual los alcoh6licos formarîan nueva- mente una subcategorîa* Su definiciën del "bebedor-pro- blem&tico" es la siguiente: "(persona en la que se obser Va) el consumo constante de alcohol, el cual produce, ya sea en el bebedor o en otras personas, danos fîsicos,psr col6gicos o sociales" (pegs. 57-58). En general, al hacerse encuestas dentro de una pobla- ci6n, se utilizaron definiciones de este tipo, quedândo sin responder la cuesti6n acerca de cu&ntos de los "bebe dores-problem&ticos" detectados de esta manera podrîan considerarse alcoh6licos. Tampoco queda claro que el al­ coholismo sea realmente una subcategorîa dentro de tales "bebedores-problem&ticos". Finalmente, CAHALAN (1970), SOBELL (1978), POLEY y cols. (1979), y muchos otros autores abandonan el t&rmi- no "alcoholismo", en favor de los conceptos de "consumo problem&tico de alcohol" o "bebedor-problem&tico". Estos autores incluyen dentro de su definici&n a los "alcoh&l^ cos", pero prefieren centrarse en los problemas, puesto que consideran que ésta es una estrategia heurîsticamen­ te fructîfera. El concepto de "bebedor-problem&tico"ofr^ ce, desde su punto de vista, las siguientes ventajas en comparaci&n con el de "alcoholismo": 1) El acento est& puesto en la conducta, no en la per sona. Asî se dificulta una etiquetaci&n permanente del sujeto; 2) Acent&a desde un comienzo el hecho que existen di- versos tipos de problemas y de "bebedores-problem&ticos", mientras que "alcoholismo" tiene m&s bien la connotaci&n - 21 - de una enfermedad unitaria y especîfica, que ee padece o no se padece; 5) El t&rmino "bebedor-problemôtico" afin no estô tan sobrecargado de connotaciones emocionales, moralistes y demonîacas como "alcoh6lico"; 4) El concepto podrîa ayudar a centrer la responsabi- lidad en la sociedad y en los directa o indirectemente implicados. .Adhiri&ndonos a este enfoque, decidimos utilizer en lo sucesivo los t&rminos "bebedor-problem&tico" y "con­ sumo problem&tico de alcohol", dejando el t&rmino "alco­ h&lico", no como una subcategorîa del anterior, sino pa­ ra designar a las personas que hayan sido catalogadas de tal manera por alg&n organismo oficial. 1.6. Teorîas acerca de los predictores o "covariables" directes del consumo problem&tico de alcohol.- 1.6.1. El concepto de "covariables" directes. El concepto de "covariables" directes, no aparece, hesta hace poco, en las publicaciones acerca del tema. Implica todas las formas de conducta que tienen que ver de forma inmediata con el consumo de alcohol y el compor tamiento del bebedor, en el sentido m&s amplio de la pa­ labra. Hemos introducido este concepto por los siguientes mo tivos: Mientras la relaci&n causal permanezca inexplica- da, parece, en principio, m&s adecuado hablar de "cpva- riables" o de "correlaciônes", que de "causas" o "déter­ minantes". Aunque la causalidad no puede verificarse sin estudios longitudinales y, hasta que &stos se realicen, la suposici&n de una influencia mutua compleja, no veri*̂ ficable de forma empîrica, entre consumo de alcohol y — 22 — problemas del cpnsumidor, por una parte, 7 las covaria­ bles mencionadas, por otra, parezca la soluci6n m&s plan sible, el estudio de las correlaciones simples entre es­ tas variables no parece un trabajo infructuoso. Las cova riables inmediatas constituyen precisamente aquellas par te del consumo problem&tico combatible eventualmente con terapia y prevenci6n. La cantidad de alcohol ingerido y los problemas posteriores que tiene el bebedor son mucho menos contrôlables y f&ciles de modificar a corto y lar­ go plazo. Por otra parte, si se enfoca el problems con vistas a una terapia o prevenci&n, el tema de la causal! dad <ima pierde relevancia. Si se consideran como covariables directes à aqu&llàs que inmediata y realmente est&n relacionadas con el alco hol (taies como actitudes frente al alcohol y razones pa ra beber alcohol), no es necesario demostrar que estas variables tienen que ver con el alcohol, puesto que ésto est& dado por la definici6n misma. Se trata m&s bien de comprobar si estas formas de comportamiento, cuando apa­ recen en un individuo, se relacionan con la cantidad de su consumo de alcohol y con la aparici6n de problemas o si, por el contrario, son aspectos de la conducta rela- cionados con el alcohèl irrelevantes para taies crite­ rios. (En contraposici&n con esto, se consideran como co variables indirectes a aqu&llas que no est&n relaciona- das de forma inmediata con el alcohol, por lo menos en cuanto se refiere a la conducta concrete del individuo como, por ejemplo, factores de personalidad o datos bio- gr&ficos. Por otra parte, la palabra "directe" no afirma nada acerca del tipo y manera de la relaci&n. Es posible que s&lo se establezcan relaciones a trav&s de las cova- riables directes, pero tambi&n se pueden hipotetizar o- tras formas de interacci&n). Dos tipos de investigaciones se ocuparon sobre todo - 23 - de las covariables directes del consumo alcohélico. Por un lado, la sociologîa, es decir, la investigaci6n socio cultural y, por otro lado, las teorîas del aprendizaje. Pero -como veremos- este tema se ha tratado de manera fragmentaria, tanto a nivel te6rico, como empîrico. No e xiste, por el momento, une teorîa comprehensive que en­ globe todas las covariables directes. Esto se debe, segu ramente, al prolongado predominio del modelo de enferme­ dad, en base al cual existen estudios y teorîas mucho m&s complejas acerca del tema, pese a que se podrîa pen­ ser que un an&lisis de las covariables directes deberîa preceder l6gicamente a un estudio m&s amplio de materias m&s lejanas. Por estas razones, debemos conformâmes m&s bien con fragmentes de teorîas, en vez de teorîas complje tas. 1.6.2. Teorîas sociocultureles. 1.6.2.1. Estructura general de estas teorîas. La mayorîa de las teorîas de este tipo proceden de los anos 40 y $0, cuando los investigadores se percata- ron por vez primera que cultures y grupos sociales dife­ rentes muestran tipos de alcoholismo tambi&n diferentes. LLamaron la atenci&n especialmente los irlandeses, por el nivel elevado de su consumo alcoh&lico, asî como los judîos, por su bajo consumo alcoh&lico. Partiendo de es­ tos grupo8 especîficos, se intent& desarrollar una teo­ rîa general del alcoholismo. S&lo recientemente, se en- cuentran teorîas ancladas en teorîas sociol&gicas m&s gé­ nérales. Hasta dodde esto fue posible, las hemos ordena-, do seg&n conceptos centrales. La mayorîa de las teorîas parten de la base de que e- xiste algo asî como "el" alcoholismo, es decir, que se - 24 - puede teorizar acerca de un fen6meno unitario. Intenta- remos extraer les factores que son relevantes en la mayjo rîa de las teorîas y que destacan siempre. Las teorîas en sî mismas se componen de diferentes formas de relacionar estos factores, de acuerdo con el concepto causal acepta do en cada caso. En general, el curso de pensamiento se- guido es, m&s o menos, el siguiente: Parten de la base que diferentes estructuras sociales, o condiciones dis­ tintas de vida, provocarîan: a) un acceso diferencial al alcohol y/o, b) estructuras diferentes de personalidad, asî como diferentes exigencias, necesidades, temores, ten- siones, etc., entre sus miembros y/o, c) actitudes y normas diferentes frente al consumo de alcohol y/o, d) suposiciones diferentes acerca de los efectos o la funci&n del alcohol y/o, e) reacciones diferentes frente a un consumo elevado de alcohol y/o, f) distintas formas altemativas de conducta y, final mente, g) diferentes niveles de consumo de alcohol y de alco holismo. La jerarquizaci&n de cada uno de los factores depande de cada una de las teorîas en concrets. Asimismo, seg&n las distintas teorîas, algunos de los factores se consi­ deran como esenciales o no-esenciales, o como condiciona dos socialmente. Todas estas teorîas relacionan el alco­ holismo con la forma normal o tîpica de beber de una cul tura o grupo social. Ninguna acepta el concepto de enfer medad. En general, s&lo se incluyen en forma asistem&ti- ca la estructura social y las condiciones de vida como punto de partida de las diferentes teorîas y no se anal^ zan empîricamente, excepto en estudios antropol&gicos, - 25 - los cuales se ocupan de pequenos sistemas sociales limi- tados, que tienen muy poco en com&n con las sociedades complejas. Se citan habitualmente los siguientes factores socia­ les como favorecedores del alcoholismo y del incremento en la ingesti6n de alcohol* a) "Civilizaci&n progresiva", que producirîa una sen- saciSn de vacîo en los sujetos (LUSTIG, 1966); b) "presiones de adaptaci6n", que conducirîan a regrji siones en los trabajadores y empleados (MORIN y COURTOIS, 1969); c) sobrevaloraciën de la producci6n y el consumo, dejs cuid&ndose, al mismo tiempo, la satisfacci&n de instin- tos, por lo que el alcohol representarîa un sîmbolo de consumo y una distracci6n, en una sociedad que oblige constantemente al rendimiento productive (MORIN y COUR­ TOIS, 1970); d) el inevitable destino biol6gico de vejez y muerte, asî como las exigencias siempre nuevas por parte de la sociedad, que conducirîan a dificultades de adaptaci6n. En este caso, el alcohol se transformarîa en un medio para que la juventud olvide el pasado y no piense en el future (CATOVIC, 1969); e) socializaci6n alterada (ANDORRA y cols., 1970); f) conflicto cultural, que se observarîa tambi&n en la forma de consumo alcoh&lico dentro de la cultura y que conducirîa al temor y a sentimientos de culpabili- dad (BACON, 1957; STRAUSS y BACON, 1955); g) confusi&n de valores, criterios ambivalentes (FALK, 1970; ROOM, 1971) h) ambivalencia cultural, que ofrecerîa escasas po­ sibilidades de identificaci&n y conducirîa a sentimien­ tos de vacîo interior y de impotencia frente a los pro­ blemas (REINHARDT, 1966; HANSON, 1975); - 26 - i) falta de modeloa culturales (STRAUSS, 1966); j) ambivalencia social productora de tensiones (REA­ DER, 1967); k) heterogeneidad de grupos y tradiciones culturales, que llevarîan a una ambivalencia general, puesto que Ca­ da grupo intentarîa imponerle sus costumbres al otro. La ambivalencia en las normas de consumo representarîa tan s6lo un ejemplo de la ambivalencia general (VERDEN,1958; ROOM, 1976). Estas teorîas se desarrollaron casi exclusivamente en Estado8 Unidos, o en base a las costumbres norteamerica- nas. Algunas veces, se referîan a tribus en fase de acul turaci6n. La teorîa respecto al clima, de LTNN (1971a, 1971b), représenta un caso &nico y diferente. Seg&n este autor, un fuerte calor solar provocarîa un aumento de la activî dad nerviosa en los habitantes de los paîses afectados, lo que se manifestarîa, a su vez, en un elevado nivel de ansiedad, contra la cual se ingerirîan cantidades eléva­ das de alcohol. Ocasionalmente se cita una superproducci6n de vino co mo factor que conducirîa a un aumento del h&bito social de ingerir alcohol (AMIEL, 1968). De este tema nos ocupa remos m&s tarde, al hablar de las teorîas acerca del ma­ yor o menor acceso al alcohol. HORTON (1943) tambi&n ha- bla de la escasez de alimentes, la aculturaciôn y la gu^ rra como factores que produces ansiedad y restricciones, y contra los cuales se emplearîa el alcohol. Por lo tanto, las covariables directes de consumo ten drîan, en estos casos, una funci&n mediadora entre côndl ciones socialea y consumo de alcohol, por lo que algunas teorîas partes, àdem&s, desde variables de la personali- dad originadas por la sociedad. Por otra parte, a menudo se sit&an las variables de la personalidad en el aspecto - 27 - proplamente individual del consumo de alcohol (vêase, por ejemplo, JELLINEK, I960; SARGENT, 1968; DeLINT y SCHMIDT, 1971; y KURTINES y cols., 1978). S5lo cuando es tos factores personales, es decir, la vulnerabilidad per sonal frente al alcoholismo (surgida de la inadaptaci6n emocional, del neuroticismo, de la ansiedad, de priva- ci6n patema, u otros factores), se unen a determinados factores culturales, especificamente referidos al consu­ mo de alcohol, se llegaria al alcoholismo. Por ejemplo, SARGENT (1968) nombra tres series de eventos posibles: ic) Vulnerabilidad - refuarzo por parte de grupos de be­ bedores - consumo excesivo - alcoholismo; 2c) Refuerzo por parte de grupos bebedores - consumo excesivo - fac­ tor desencadenante - alcoholismo; y 32) Vulnerabilidad - - consumo alcoh6lico en solitario - consumo en companîa- - alcoholismo. EWING (1977), GITTER y ÜGHT (1978) y BER­ GER y cols. (1979) defienden una pbstura similar. Si se atribuyen los factores de la personalidad a in- fluencias sociales, se llega a veces a teorîas psicocul- turales, en vez de socioculturales: las sociedades se consideran, en conjunto, como entidades individuales. A- sî por ejemplo, la teorîa de HORTON (1945) représenta u- na transposici&n de los constructos de PREUD y HULL al piano de la sociedad. El alcohol se emplea para combatir los temores, lo que a su vez provoca contratemores, a causa de la liberaci6n de la sexualidad y agresividad. El empleo del alcohol est& sujeto a la interacci6n de los diferentes temores. El consumo de alcohol se consid_e ra como un indicador de temor. En forma parecida, LTNN (1971), BAOON (1975) y ROHAN (1975), entre otros, rela­ cionan los m&s diverSOS sîntomas psîquicos, entre ellos, el alcoholismo, con el nivel general de ansiedad de la sociedad en cuesti&n. Otros autores, como LEMERT (1951), piensan que el al- - 28 - cohol no se consume para una reducci6n de la ansiedad, sino que sociedades y grupos pueden diferenciarse preci­ samente por el tipo de relaciones interpersonales que prédomina en ellas. El alcohol servirîa para romper el contacte ya formalizado, que conduce a sentimientos de distanciamiento. WILKINSON (1971), habla de una repre- si6n incompléta de impulsés agresivos, la cual provoca­ rîa la ingesti6n excesiva de alcohol. Con respecto a las covariables directes, todas las teorîas presuponen, en todos los casos, que los indivi­ duo s que muestran un consumo elevado perciben un efecto inmediato del alcohol, el cual vivencian de forma posit^ va (reducci6n de la ansiedad, facilidad para el contacte social, liberaci&n de la agresividad. 1.6.2.2. Confusi6n o ambivalencia en las normas de consumo. Las normas de conducta establecidas frente al consumo de alcohol son factores especîficos que varîan de acuer­ do con las sociedades o grupos sociales. En parte se las refiere a los factores sociales générales antes menciona dos, o a los factores de personalidad condicionados so­ cialmente, pero comunmente se estudian por separado. Se consideran como causas m&s frecuentes para el alco holismo la falta de claridad y la contradicci5n en las normas de consumo, la insuficiente especificidad (respec to al momento, cantidad y circunstancias en que se bebe), o la falta de integraci6n con otras costumbres. Todos e^ tos factores conducirîan a un consumo de alcohol ilimita do y sin control._ BACON (1967) habla de una fragraentaci&n de las sancio nés. En una sociedad compleja, la fuerza de las sancio- nes de cada grupo estarîa potencialraente debilitada por - 29 - las normas diferentes de otros grupos. Por lo tanto, el individuo se verîa reforzado al seguir normas de consumo diferentes e incompatibles. Por otra parte, tambi&n la funci&n de control la ejercerlan diferentes grupos, de mo­ do que las sanciones no llegarîan a ser relevantes. La falta de definiciones cl aras respecto a una conducta ace£ table en el consumo de alcohol conducirîa, por la forma- ci&n de sentimientos de culpa y temor, a cuotas m&s ele- vadas de alcoholismo (v&ase tambi&n BACON, 1945; STRAUSS y BACON, 1953; HANSON, 1975; ROOM, 1975, 1976; WOLIN y cols., 1979). En estos estudios se senalan sobre todo las cuotas e- levadas de alcoholismo en los grupos de inmigrantes ame- ricanos, como los irlandeses, asî como entre grupos de personas que proceden de ambientes abstemios (como los mormones o los metodistas), y que comienzan a beber. Es­ tos <imos no dispondrîan de ning&n tipo de norma de rje ferencia respecto a un consumo adecuado. SKOLNIK (1958) opina, sin embargo, que estas personas sî que disponen de una norma obvia respecto al alcohol, precisamente la de las consecuencias aversivas que tiene el consumo exce sivo. Seg&n FIELD (1962), y LOLLI y cols. (1955, 1958), se produce un mînimo de problemas sociales y familières por motivos del alcohol, cuando &ste juega un papel institu- cionalizado dentro de la vida familiar. Esta hip&tesis se apoya ante todo en la cultura china e itâllana, que presentan una baja incidencia de alcoholismo (que signi- ficarîa, en este caso, pocos problemas sociales provoca- dos por un elevado consumo de alcohol). En ambas cultu­ res se habit&a a los individuos, desde ninos, a dosis . cada vez mayores de alcohol. Asî como para los judîos, para los chinos el alcohol représenta una parte de su ri tuai religioso; sin embargo, no (de forma palpable) para - 30 - los Italianos. Pero en estos tres grupos el alcohol jue­ ga un papel institucionalizado en el sisteraa familiar, estando relacionado con rituales familières, tales como fiestas, comidas y vacaciones. ULLMAN (1958) intenta unificar las hip6tesis menciona das hasta shore con la siguiente afirmaci6n: En toda so­ ciedad en la cual las costumbres, valores y sanciones re ferentes a la ingesti6n de alcohol, est&n claramente es­ tablecidas y reconocidas por todos los segmentos de la misma, estando adem&s adecuadas al tipo de culture, la incidencia de alcoholismo es baja. En condiciones bajo las cuales el bebedor individual no sabe lo que le espe- ra, o en que las expectatives cambian de situaci&n en si tuaci&n, desarrollar& sentimientos ambivalentes respecto al consumo. Puesto que esta hip6tesis toma en considera- ci&n los altos Indices de alcoholismo en los irlandeses y americanos del Noroeste, asî como los bajos îndices de alcoholismo en los judîos, chinos e italianos, pero, sin embargo, no explica la elevade incidencia de alcoholismo en los franceses (que tambi&n se habit&an desde ninos al alcohol), BLACKER (1966) la ampli&, afirmando que, para una incidencia minima de alcoholismo, tienen que existir adicionalmente normas prescriptivas contra el consumo ex cesivo. Por lo tanto, BLACKER incluye aportaciones de MIZRUCHI y PERUCCI (1962), seg&n los cuales las normas fuertemente proscriptivas (es decir, aqu&llas que plan- tean una meta negative y exigen la abstenci&n de determi nadas actividades) conducirîan con mayor facilidad hacia una.conducta desviada, en comparaci&n con las normas prescriptivas (es decir, aqu&llas que prescriben un de­ term inado tipQ de comportamiento y fijan una meta positi va). Con esta hip&tesis puede explicarse la frecuente a- parici&n de bebedores excesivos en personas procedentes de families abstemias, puesto que, cuando empiezan a be- - 31 - ber, tan s6lo disponen de normas proscriptivas (MAYER y FILSTEAD, 1980). Sin embargo, entre los franceses pr&cticamente no exi^ ten normas proscriptivas, por lo que la alta incidencia de alcoholismo no queda explicada satisfactoriamente. LARSEN y ABU-LABAN (1968) consideran que las normas que denominan "no-scriptivas" (es decir, indiferenciadas, po co claras o contradictorias), conducen a la incidencia m&s elevada de alcoholismo, mientras que las normas pros criptivas, si se considéra a la poblaciôn en conjunto, llevan a cuotas m&s bajas (exceptuando las personas que no las respetan). Afirman que las normas prescriptivas o cuparlan una posici6n intermedia. Sin embargo, tambi&n ellos est&n de acuerdo con KNUPFER y cols. (1965), en cuanto a que este proceso se ve influîdo por otra varia­ ble, en concrete, por la formaci&n de una actitud indivj. dual frente al alcohol. Esto implibarîa que las personas procedentes de una sociedad con normas "no-scriptivas" o proscriptivas, pueden llegar a beber m&s f&cilmente por una raz6n personal (puesto que no han aprendido ninguna actitud social positiva frente al alcohol). A su vez,las razones personales para el consumo de alcohol conlleva- rîan un riesgo m&s elevado de llegar a un consumo exces^ vo. Las normas especîficamente referidas a un roi dentro de la sociedad (es decir, en las cuales se exige un com­ portamiento distinto segun sexo, edad, nivel socioecon&- mico o profesi&n), est&n integradas de modo asistem&tico en las diversas teorîas. Comunmente, s&lo se afirma que existen taies normas diferenciales (STRAUSS, 1956;BRUYN, 1966). KNUPFER y ROOM (1964) opinan que existen ante to­ do normas restrictivas de acuerdo con el nivel socioeco- n&mico y que las normas restrictivas referentes a las mu jeres est&n relacionadas con el hecho de que las normas - 32 - générales respecto a su roi sexual tambi&n son restricti­ vas, y se verlan amenazadas por un consumo elevado de al cohol, puesto que &ste podrîa provocar una desinhibici6n generalizàda. Por el contrario, la tendencia a romper normas générales parece estar dentro del roi especîfico asignado al hombre (MJtKELS, 1975; LANGONE y LANGONE, 1980). 1.6.2.3» Finalidad del consumo de alcohol. Este aporte te&rico surge de BALES (1944, 1946, 1952). Seg&n su teorîa, como tambi&n seg&n SNTDER (1962), la in cidencia de alcoholismo en una sociedad no s&lo depende de las necesidades de equilibrar las tensiones persona­ les que evoca en sus miembros y de las altemativas que pone a su disposici&n para la soluci&n de estas tensio­ nes, sino tambi&n de las finalidades del consumo alcoh&- lico que tal sociedad sanciona positivamente dentro de su estructura normativa. BKIÆS enumera las siguientes p£ sibles finalidades del consumo de alcohol: a) La utilidad personal (se consume alcohol por razo­ nes personales, por ejemplo, para lograr mejorar el estado de &nimo); b) la raz&n ceremonial (por ejemplo, el consumo de al cohol en rituales religiosos); c) la utilidad social (beber con los amigos). BALES cita tambi&n la norma de abstinencia que, sin embargo, no parece adecuarse completamante a este modelo, puesto que en este caso el consumo estarîa prohibido, sea cual sea su utilidad. El aporte de. BALES se incluy& en otros modelos te&ri- cos. Asî, KNUPFER y cols. (1963) plantearon una hip&te­ sis de "contra-presi&n"* Las personas de las cuales se espera que no beban mucho, taies como las mujeres, las - 33 - personas con creencias rellgiosas antag6nicas al alco­ hol y aqu&llas cuyos padres muestran una actitud contra­ ria al consumo de alcohol tienen, al consumir alcohol, u na motivaci6n personal. Por otra parte, aquellos sujetos que proceden de grupos en los cuales el consumo no est& sancionado negativamente,. denotan m&s bien motives socia les pera beber alcohol, no sinti&ndose obligados a ir en contra de las presiones de su grupo. LARSEN y ABU-LABAN (1968), MARCONI (1969), MJtKELJt (1979) y HEATH (1981) tarn bi&n apoyan este razonamiento. JESSOR y cols. (1970) formulan la hip6tesis que tan s6lo existe una relaci6n entre las variables de la perso nalidad y los problemas de consumo alcoh5lico dentro de una sociedad, cuando en esta sociedad existe al mismo tiempo una primacla de las razones personales para consu mir alcohol, es decir, cuando el alcohol se considéra co mo un medio para la soluci&n de dificultades personales (por ejemplo, para la reducci&n de la ansiedad). Adem&s, anaden otras finalidades de consumo; por ejemplo, el al­ cohol como alimento (Italia), como fuente de placer(Pran cia), como alimento energ&tico necesario tras alg&n es- fuerzo fîsico (Francia). Sin embargo, la discusi&n se centra cada vez m&s en tomo a la utilidad social y per­ sonal del alcohol. MULFORD y MILLER (i960), consideran este punto de vis ta dentro de la teorîa del interaccionismo simb&lico. El alcohol surtirîa efecto en aquellos aspectos que estuvi^ ran definidos socialmente. Tanto el alcohol, como el "sî -mismo" del bebedor se consideran como objetos en el am- biente simb&lico. Estos autores tambi&n diferencian b&si camante entre la utilidad social y personal del alcohol o, desde el punto de vista subjetivo, entre utilidad so­ cial y motivaciones internas. Seg&n su planteamiento,las personas con una motivaci&n personal para beber alcohol, - 34 - lo consideran ante todo como un medio para conseguir u- ha redefinici5n de su "sî-mismo" déficiente y de sus re­ laciones con los dem&s. En ocasiones, lo utilizarîan pa­ ra conseguir una reconceptualizaci&n general de su am­ biante simb6lico. QÜERESHI y SOAT (1976), DROLET (1972), asî como CARROLL y cols. (1978), tambi&n se centran en el concepto de "sî-mismo" y sus implicaciones para el consumo de alcohol. CARROL y cols. (1978) indican que las alteraciones en el concepto de "sî-mismo" est&n pré­ sentas tanto en sujetos dependientes del alcohol, como en drogadictos. 1.6.2.4. El modelo de "rotulaci&n" (labeling). En la teorîa de la "rotulaci&n" no se trata, en con­ traposici&n a las teorîas eaqpuestas anteriormente, de u- na elaboraci&n conceptual especîficamente para los probl^ mas del alcoholismo, sino m&s bien de una teorîa sociol& gica compleja a un nivel general, que pretende explicar el origen de comportamientos desviados y que se refiere tambi&n al problema del alcoholismo. Por cierto, &sta tambi&n es una aportaci&n del interaccionismo simb&lico. Bajo el concepto de "rotulaci&n" (labeling) se entiende la aplicaci&n e imposici&n de esquemas de interpretaci&n y estereotipos, el procedimiento de forzar La introduc- ci&n de determinadas personas en taies esquemas hasta que &stas act&en de acuerdo con los comportamientos esta blecidos en dichos esquemas. El piwceso de labeling y de desviaci&n conductual se basa en desviaciones primaries mînimas, que pueden ser de la m&s distinta naturalezà, toda vez que no se consigne su normal i zaci&n mediante un cambio en el marco interpretativo. Partiendo de la inse- guridad que se origine al lesionarse la imagen de norma- lidad y naturalidad de la persona, la sociedad reacciona - 35 - con castigos j rechazo, que conducen a los afectados ha­ cia un comportamiento aun m&s discrepante. Este efecto de reciprocidad avanza hasta provocar la acci6n formal de la sociedad, la estigmatizaciôn y degradaci6n de los individuos, quienes aceptan finalmente el rol impuesto y se rigen por &1. Por lo tanto, el punto central de esta teorîa son las actitudes hacia los alcoh6licos, el distanciamiento de ellos y el proceso de aceptaci6n del rol por ̂ parte del a feetado. La teorîa del labeling parte de datos que otros modelos consideran precisamente como factores de error. Asî, las diferencias entre "datos reales de prevalencia" y datos oficiales no se atribuyen a interferencias, sino que se sit&a el origen de estas diferencias en el foco central de inter&s. Por ejemplo; segun c&lculos aproxima dos, existen alrededor de cinco millones de alcoh6licos en EE.UU. (en base a c&lculos que parten de modificacio­ nes de la f6rmula de JELLINEK). Pese a esta cifra supues ta, RUBINGTON (1972), estima que s&lo el "̂ 0% se conoce o ficialmente, ya sea a trav&s de "Alcoh&licos An&nimos" (alrededor de 300,000), a trav&s de los centros de reha- bilitaci&n oficiales (alrededor de medio mill&n), o por intermedio de las instituciones jurîdicas o pedag&gicas (otro medio mill&n). Los alcoh&licos m&s évidentes son los que residen en los barrios m&s pobres ("Skid-Row") y los que cometen delitos en estado de embriaguez cr&nica. Con respecto al alcoholismo, se pone de relieve que en ciertas sociedades o grupos sociales el consumo mesu- rado o controlado se sanciona positivamente, pero el con sumo excesivo se castiga con el aisiamiento social y el rechazo por parte de los bebedores moderados. Esta margi naci&n y estigmatizaci&n conducirîan a los afectados a encerrarse en grupos de bebedores que refuercen su con­ ducta desviada (LEMERT, 1954; TRICE, 1956; SARGENT,1968; — 36 — SAINT, 1969; WARD, 1980). En los mismos eujetos, el re- chazo.llevarîa a sentimientos de culpabllldad y t&cticas de negacl6n, caracterîsticas de los alcoh6licos. Begun TRICE (1956), la pêrdida de control serîan tambiën un producto del consume cada vez m&s Inadecuado, que irîa a la par con el rechazo social. Cuanto m&s integrado est# el consume elevade de alco­ hol dentre de otras caracterîsticas comportamentales de una cultura, m6s probable es que sus miembros consideren inadecuado el modelo de enfermedad para explicar el alco holisme. Asî, per ejemplo, en Francia, donde prédomina el alcoholismo delta, el consume habituai sin dependen- cia psîquica, pocos medicos le conceden importancia a los aspectos psicol6gicos (BADOUN y cols., 1966). Bin em barge en EE.UU., donde predômina el alcoholismo gamma, se le concede una gran importancia a los aspectos mora­ les y psicol5gicos (BARGENT, 1968; RUBINGTON, 1972). Es tes dos ûltimos autores, asî como ROMAN y TRICE (1971), consideran que el proceso de labeling tiene importancia en una fase m&s tardîa del alcoholismo. principio ten drîa lugar una desviaci6n primaria por parte del indivi- duo, provecada por stress y por factores ansi6genos de su medio ambiente. Luego, el sujeto intentarîa evitar el ser clasificado como alcoh6lico, puesto que este conlle- varîa un descenso en su roi social. Este intente se ve- rîa apoyado por determinadas personas de su entomo. ROMAN y TRICE (1971)$ que se preocuparon principalmen te de las reacciones ante los consumidores de alcohol en el lugar de trabajo, consideran que, en la situaci6n la­ teral, la presi6n hacia una normalidad y el ocultamiento del problema no. surgirîan, de acuerdo con estes autores, de la ignorancia o de fines humanitarios, sino que esta- rîan causados por el temor a una rotulaci6n del sujeto y, de pasOÿ a una rotulaci6n de los sujetos que interac- - 37 - trôan con 6l. Por otra parte, una percepciôn reducida o faita de control del problema permitirlan que la desvia- ci6n permanezca oculta durante largo tiempo. Tambiên BACON (1969), pone de relieve la importancia de la desviaci6n primaria j piensa que los siguientes factores contribuyen a su aumento:: a) Un nivel indefini- do de tolerancia por parte de la sociedad; b) sanciones poco Claras, irregulares e inconsistantes; c) desinterls o evitaci6n de compromise por parte de las autoridades sociales; d) falta de reacciones, o inadecuacifin de las mismas con el rol correspondiente, por parte de los fun- cionarios encargados. Segfin SARGENT (1968), el que se ponga en marcha o no el proceso de labeling depende de diverses factores y, entre elles, en primer lugar de las normas respecte al consume de alcohol. Cuanto m&s prohibitiva es una nôrma, m&s infrecuentes son las infracciones, m&s f&cilmente se rotula como alcoh6lico al que la quebranta, més severe es el juicio y mucho m&s pronto se ejercerâ presi6n so­ bre el sujeto para que se someta a un tratamiento o cas- tigo. Para demostrar estes postulados, estudiô muestras de sujetos provenientes de tradiciones partidarias de la abstinencia. Efectivamente, en estas muestras se détecta ron pocos sujetos que consumieran alcohol, pero aquêllos que le hacîan, desarrollaban muy r&pidamente los sinto- mas del alcoh6lico"tîpico". Estudios con resultados simi lares se encuentran en STRAUS y BACON (1955), MIZRUCHI y PERUCCI (1962) y GALANTER (1981). Como segundo factor, SARGENT nombre la frecuencia y tipo de quebrantamiente de la norme. Las infracciones graves, repentinas y violentas son menos prévisibles y promueven reacciones casi tan intensas como elles mismas. Esto queda demostrado en las investigaciones acerca de las reacciones de esposas de alcoh6licos (por ejemplo,en — 3® “ JACKSON y KOGAN, 1955), que indican que elTas son las que de sign an a sus maridos como alcoh6licos ai aparecer los prî meros sîntomas de violencia, mostrando un fuerte descon- tento, criticando a sus maridos y emprendiendo las san­ ciones negatives m&s intensas de las que disponen. Seg&n RUBINGTON (1972), las reacciones en el puesto de trabajo tambi&n son m&s masivas, cuanto mayor sea el dano ocasio nado. El tercer factor est& representado por la proporci&n entre aqu&llos que infringen la norma y aqu&llos que no la infringen. Cuanto menor sea el n&mero de sujetos que la vulneran, tanto m&s fuertes son las sanciones y el pr£ ceso de labeling. Esto se comprueba al observar las fuer tes reacciones contra las mujeres que beben en exceso. Por otra parte, en los grupos laborales en los que se b^ be mucho, se puede observar una mayor tolerancia y una reacci&n minima frente al consume excesivo. Como cuarto factor, SARGENT nombra el nivel socioeco- n6mico del que infringe la norma. Cuanto m&s elevade es su nivel, m&s demora su entomo en calificarlo de alcoh& lice y asignarle ese rol. Pero, a la vez, la reacci6n de las personas del entomo es entonces m&s intense. En un nivel socioecon&mico elevade, las reacciones sociales que surgen al conocerse la desviaci6n del comportamiento adecuado son muy fuertes y provocan graves perjuicios. A si lo demuestra un elevade n&mero de investigaciones(TIŒ CE, 1962; WARKOW y cols., 1965; TRICE, 1970; WOITITZ, 1978), las cuales encuentran que trabajadores no-especia lizados eran identificados como alcoh6licos mucho m&s r& pidamente por sus colegas y superiores, en comparaci&n con trabajadores de mejor posici&n laboral. Por otra par te, cuando el consume excesivo de alcohol era conocido y évidente, las sanciones aplicadas a personas de un ni­ vel laboral inferior eran relativamente benignas en com- - 39 - paraci6n con los sentimientos y acciones frente a las sanciones de niveles superiores. De acuerdo con los re­ sultados de WARKOW y cols. (1965), parece ser que la pr£ babilidad de que una conducta divergente frente al alco­ hol se divulgue es mayor en niveles sociales inferiores, pero que, por otra parte, tambi&n un numéro mayor de per sonas ayuda a ocultar el alcoholismo del afectado en el lugar de trabajo. Por el contrario, segun FITZGERALD y MULFORD (1981), el alcoholismo privado se admite y se o- culta m&s f&cilmente en un nivel socioeconômico elevado, mientras que en niveles inferiores se llama con mayor fa oilidad a la policia cuando se cometen delitos por em- briaguez. En el momento en que ocurre el proceso de labeling, el individuo afectado es aisiado frecuentemente mediante una hospitalizaci6n, castigado con encarcelamiento o san cionado por su pareja, que se sépara de &1. Es rechazado por la sociedad como persona inadaptada, siendo aceptado posiblemente al mismo tiempo como miembro de un grupo distinto a la norma, ya sea en Alcoh6licos An&nimos, o como intégrante de un grupo formado exclusivamente por alcohôlicos. Asî, se le refuerza en su rol discrepante, y el camino de retomo se le hace m&s diflcil (TRICE y ROMAN, 1970). 1.6.2.3. El modelo de"distribuci6n y consume". Este modelo lo plante® por primera vez LEDERMANN (1954) y SEELET (I960) lo ampli®. Desde I960 hasta la aç tuaiidad lo han defendido principalmente DeLINT y . SCHMIDT (DeLINT y SCHMIDT, 1968, 1971; SCHMIDT y DeLINT, 1970). El modelo toma como punto de partida la relaci®n entre consume alcoh®lico por cabeza, en algunos patses, y la incidencia de cirrosis hep&tica en estes paîses. El - 4o - alcoholismo se define a qui exclusivamente por la apeuri- ci6n de cirrosis hep&tica. Defensores del modelo opinan que las curvas de consume por cabeza dentro de grandes po blaciones se asemejan invariablemente a una distribuci6n normal logarîtmica. Seg&n estes autores, el car&cter ge­ neral de la distribuci6n es estable, no varia ni con la cantidad de consume hlcoh&lico, ni con elvtipo de siste- ma normative que lo reglamente. Adem&s, se supone que la cirrosis es una funci6n directa de la cantidad de alco­ hol que se consume por cabeza j que tal cantidad est& re gulada exclusivamente por la accesibilidad j los costes relatives del alcohol. Por accesibilidad se entiende,por ejemplo, el n&mero de locales en los cuales se vende be- bida alcoh6lica, as! como las horas en que permanecen a- biertos tales locales. Por costes relatives se entiende los precios del alcohol en comparaci6n con los precios de otros alimentes j en conq>araci6n con el salarie medio. A diferencia de todos los modelos nombrados hasta ah£ ra, la teorla de distribucl6n y consume afirma que el al coholismo (y con esto -seg&n se acepta en este modelo- la aparici&n de problèmes causados por el alcohol) es t£ talmente independiente de las "covariables directes", es. tando determinado tan s6lo por la cantidad misma de alco hoi consumido y no por las actitudes, normas, estilo de bèblda, etc. Por su parte, la cantidad de alcohol consu­ mido y el n&mero de bebedores excesivos se determinan de acuerdo con la accesibilidad y los costes. Depender& de la vnlnerabilidad personal de cada individuo el centerse o no dentro de la cifra de los bebedores excesivos deter minados por estos factores (BEAUCHAMP, 1975; STORM y CUT LER, 1975; CARTWRIGHT y cols., 1978). 1,6.5, Teorias basadas en el aorendlzaje. - 4l - 1.6,5.1. Estructura general de estas teorias. Las teorias que fundamentan el origen y mentenimiento del consumo problem&tico de alcohol en el aprendizaje, surgen de très fuentes iniclales: a) Opiniones générales tradicionales acerca del efecto del alcohol; b) intentes de condicionamiento con alcoh6licos diagnosticados, en estado de sobriedad, y c) expérimentes con animales. Per estas razones, se dedicaron por mucho tiempo fundeunental mente al efecto fisiol6gico del alcohol, pero no al as- pecto social y tampoco a la conducta del bebedor "normal" Adem&s, adoptaron inadvertidamente parte de las teorias psiqui&tricas y de "sentido comûn" m&s extendidas acerca del alcoholismo, que se distingue por un concepto del al coholismo muy poco diferenciado. Identificaron el alcoho lismo ya sea con un consumo excesivo, o con una forma de beber distinta a la aceptada por la sociedad (pero sin analtzar qui&n establece la norma, qui&n la apiica o cu&l es la norma de la cual el alcohélico se desvla) o, en fin, consideraron el alcoholismo como una entidad psi qui&trica, por lo que la terapia de conducta durante mu­ cho tiempo s6lo era apiicable para un cambio en los h&bd. tos de consumo. Ahora bien, en general no atribuyeron el inicio del alcoholismo a una enfermedad, sino que plantearon m&s bien un proceso de moldeamiento (CAUDILL y LIPSCOMB, 1980). Sin embargo, para explicar el hecho de que no to- das las personas llegan a ser alcoh6licàs pese a consu- mir alcohol, aceptaron tambi&n divergencias primarias subyacentes en el individuo (por ejemplo, un êlevado ni­ vel de ansiedad o una deficiencia en la capacidad de a- daptaci&n al medio). Tampoco ouestionaron la hip&tesis que s&lo la conducta de la persona afectada motiva los problemas, por lo que no se realizaron en un principio - 42 - investigaciones de los problemas como taies: EL concepto de "consumo problem&tico de alcohol" pr&cticamente no a- parece en estos estudios te6ricos, partiêndose del su- puesto que existe algo asî como "el alcoholismo". 86I0 en base a estos supuestos pueden entenderse las diferen­ tes terapias para alcohôlicos basadas en estas primeras teorîas del aprendizaje. Asî, por ejemplo, la meta tera- p&utica de abstinencia total se basa en la hip6tesis im- plîcita de la no-modificabilidad fundamental de los h&b^ tos de consumo alcoh6lico (o dicho de otra manera, en el concepto de la p&rdida de control). S6lamente en los ûltimos tiempos se incluyeron progr^ sivamente no-alcoh6licos, condiciones sociales y formas concretas de conducta en el desarrollo de la teorîa y del trabajo empîrico. 8in embargo, se excluyen en gran medida aspectos sociol6gicos y culturales. En conjunto, pueden distinguirse b&sicamente cuatro mç delos te6ricos diferentes dentro de este enfoque, los cuales resefiaremos brevemente a continuaci6n. 1.6.5.2. Efecto positivo real del alcohol. La opini6n de que el alcohol se bebe en exceso porque su efecto en el hombre és primariamente agradable, est& muy difundida, pese a no tener relevancia en la teorîa clînica del alcoholismo. Aunque se acepta comânmente que el consumo de alcohol se aumenta y mantiene por su efec­ to inmediato positivo, por su sabor y por el aumento del bienestar corporal que puede producir, de esto difîcil- mente se deduce en forma explicita el origen del* alcoho­ lismo. Por otra parte, este modelo es la base implicite de la terapia aversiva contra el alcoholismo. A trav&s de elle, los estîmulos que supuestamente fueron positi- vos, se transforman en no-significativos o aversivos pa- — 43 — ra el sujeto. En general, este modelo se investig® principalmente en animales, intentSndose comprobar si éstos tenian una preferencia innata por el alcohol, lo que no parece ser el case. Sin embargo, LEGNABO y REUBAND (1979), detecta- ron una correlaci®n positiva entre la b®squeda de viven- cias agradable s y consumo alcoh®lico en estudi antes uni. versitarios, observaci®n ratificada tambiên en diverses muestras de sujetos adultos por BUEHRINGER (1980) y VOLL MER y KRAIMER (1981). 1.6.5*5. El modelo de reducci®n de la ansiedad. Este ha sido durante mucho tiempo el modelo prédomi­ nante del enfoque que nos ocupa. El mecanismo de aprendi zaje a la base se retrotrae a los conceptos de HULL: La conducta se aprende mediante una reducci®h de impulses, entre los que tambiên figura la ansiedad. El supuesto fundamental est® présente tanto en las teorias del apren dizaje, como en las teorias de la personalidad, y en una parte de las teorias socio-culturales: El alcohol ten- dria el efecto de un antidote contra estimulos desagra- dables, reduciendo la ansiedad y la tensi®n. Las teorias se diferencian s®lamente en los supuestos acerca del or^ gen de la ansiedad, o de otros estados desagradables. En tre los estados aversivos que el alcoh®lico intentaria evitar o disminuir mediante el alcohol, se citan comun- mente: Depresi®n, dolor, ansiedad, stress, intranquili- dad, inseguridad, sentimientos de inferioridad, aburri- miento o soledad (vêase, por ejemplo, LAZARUS, 1965; BANDURA, 1969; STEFFEN, 1974; RUSSEL y MEHRABIAN, 1975; SADAVA y cols., 1978; SCHWARZ y cols., 1978; HAMM y cols., 1979; wisïMAN, 1981). - 44 - Seg®n LAZARUS (1965), quien nos servir® de paradigms de muchos otros autores, se puede considérer el desarro llo del alcoholismo de la siguiente forma: El futuro al- coh6lico vivencia en algunas ocasiones el efecto del al^ vio pasajero que proporciona el alcohol. Por refuerzo in termitente llega a la formaci6n del h&bito de consumo de alcohol cada vez que surge tensi6n. El consumo excesivo le provocar® problemas (de salud, sociales y psicolëgi- cos) que significarSn a su vez un aumento de tensi6n, pa ra cuya eliminaci®n beber® dosis de alcohol aun m&s ele- vadas. De esta manera se forma un circulo vicioso que va en aumento y se autorefuerza. En fases posteriores, se a naden como condiciones desencadenantes esenciales los f^ n6menos de privaci6n fisiol6gica, que se viven en forma aversiva y que s6lo pueden evitarse a travês del consumo alcoh6lico. A esta teorîa tambiên se anade un principio bêsico de aprendizaje, que afirma que los reforzadores inmediatos son mês efectivos que los que se aplican pos- teriormente. Por ello, el efecto positivo inmediato, ac- tâa como refuerzo, mientras que las consecuencias negat^ vas posteriores del consumo (por ejemplo, la cefalea tras la borrachera, o la pêrdida de un empleo tras varios ep^ sodios alcohêlicos), no surten un efecto tan intenso co­ mo serîa esperable. En esta teorîa general tambiên se incluye la suposi- ciên que el alcohol desinhibe y hace m&s valiente, en el sentido de mayor actividad sexual, agresividad y capaci­ dad de contacte. Por lo que respecta a la teorîa del a- prendizaje, esto puede expresarse diciendo que, tras el consumo de alcohol, el potencial de evitaciên se reduce y el potencial de aproximaciên frente a una situaci6n di fîcil se aumenta. En los individuos con alteraciones en su capacidad de contacte, el alcohol posibilita, por lo tanto, la liberaciên de formas de comportamiento que ti^ - 45 - nen un valor de refuerzo positivo inmediato (vêase, por ejemplo, CONGER, 1956; COHEN, 1975; FREED, 1978; BROWN y cols., 1980). 1.6.5.4.Alcoholismo como forma inadecuada de consumo. A esta aportaci6n no se le puede 11amar propiamente teorîa. Be origin® de la necesidad pr&ctica de los tera- peutas de conducta de aislar, antes de empezar la tera­ pia, aquellas formas de conducta frente a la bebida que diferencien a los alcoh®licos de los bebedores "norma­ les" . En observaciones sistem&ticas se consiguieron descu- brir tales caracterîsticas de conducta, aunque su elec- ci®n es m&s o menos arbitraria. Se trata, por una parte, de par&metros de exceso de conducta al beber alcohol y , por otra, de circunstancias situacionales y sociales. Por lo tanto, se supone que el alcoholismo es equivalen­ ts con el consumo excesivo y/o con una forma de beber no admitida socialmente, sin que interesen primordiaimente las causas ni el origen del h&bito (v&anse, para esta a- portaci®n, los trabajos de MILLS y cols., 1971; NATHAN y O'BRIAN, 1971; SCHAEFER y cols., 1971; SOBLER y cols., 1972; VOGLER, 1972;:POLET y cols., 1979). 1.6.3*5*Alcoholismo como forma de interacci®n social. Desde un modelo m&s bien intrapsîquico (refuerzo por efecto inmediato del alcohol), se 11eg® recientemente a. un modelo m&s bien social (refuerzo social de la conduc­ ta de beber alcohol o del comportamiento bajo efectos del alcohol). Se puede considerar a SKINNER como promo­ tor de tales teorîas: El refuerzo no se produce por re­ duce i®n de la ansiedad, sino en forma opérante. La teo- - 46 - rîa del refuerzo social se encuentra especialmente en BANDURA. Partiendo del supuesto de un refuerzo por be­ ber alcohol, algunos autores continûan hacia el supues­ to que el beber mismo es una forma de interacci6n y de comunicaci6n social. En este punto se funden nuevamente las teorîas del aprendizaje con las teorîas sociocultura les, especialmente con el interaccionismo simb6lico, ex­ tendi êndose, tal como las teorîas socioculturales, m&s all& de los fenémenos clînicos del alcoholismo o, dicho de otro modo, considerando estos fen6menos como extremos del consumo "normal" (PENN, 1974; MOOS y cols., 1977î VUCHINICH y TUCKER, 1980). KEBSN (1970) destac® especialmente las posibilidades del refuerzo social del consumo alcoh®lico. Beber alco­ hol puede considerarse en nuestra sociedad como una par­ te integral constitutiva de la vida social, ante todo, de la conducta de tiempo libre y del establecimiento de contactes personales, por lo que en ciertas situaciones, por determinado s act os sociales, o en determinadas prof ê siones, se ejerce una presi®n social dirigida hacia el consumo de alcohol. Asî, el consumo se recompensa social mente, mientras que se sanciens negativamente el no con- sumir alcohol. Tambi&n un consumo excesivo se refuerza positivamente hasta cierto lîmite, por ejemplo, como a- tributo de "hombrîa", "fuerza" o "adultez" (vêase tam­ bi&n VOGEL-SPROTT, 1967; LISANKY y GONBERG, 1968). El miedo a quedar en ridîculo y a perder el reconocimiento social hace que muchos -asî se supone- beban m&s de lo que beberîan por propia iniciativa (MILLS y cols.,1971). Eh este contexte, el aprendizaje vicario represents un mecanismo importante, como destaca BANDURA(1969)« El in­ dividuo recibe un refuerzo social especial por beber en grupos selectos y, en especial, en grupos de iguales. El consumo de alcohol puede servir aquî como foco y vehîcu- - k i ­ lo para una serle de interacciones sociales y como estî- mulo discriminâtivo para la aprobaciôn social. Al dejar de beber, el individuo puede verse amenazado por un ais- 1amiento social (SKOLNIK, 1957; LAZARUS, 1965; BANDURA, 1969; GABOON, 1972; SOBELL y SOBELL, 1975; WI801 AN,1981). KEEHN (1970) elabor® tambiên un modelo de refuerzo so cial para el bebedor solitario y/o secreto, en el cual se realza la eficacia de programas de refuerzo intermi­ tent e escaso. El castigo social se convierte en desenca- denante para beber y en estîmulo discriminâtivo de una recompensa inmediata. Otro refuerzo social para el consu mo excesivo puede verse en el hecho que el estado de em- briaguez exime, en nuestra cultura, de responsabilidad social. EL individuo puede permitirse algunas formas de comportamiento no aceptadas habitualmente (taies como aç tos agresivos o de indole sexual) (GODARD, 1971; SOBELL y SOBELL, 1975, 1978; ARMOR y cols., 1978). STEINGLAS y cols. (1971), asi como TAMERIN y MENDEL­ SOHN (1969), WEINER y cols. (1971) y WIS01AN (1981), dé­ fi enden un enfoque aûn m&s orientado hacia la teorîa in- teraccionista y de sistemas. En este modelo, el excesivo consumo de alcohol forma parte de un estilo de interac- ci6n, necesario para el mantenimiento de un sistema in­ terpersonal. Los autores citados incluyen en su punto de vista tanto los sistemas de consumo alcohÔlico con deter minadas "reglas de juego", distribuciones de roles y cam bios de roles dentro de grupos o parejas, como tambi&n los modos de interacci6n entre el miembro no-bebedor y el bebedor, dentro de una pareja. En estos casos, el al­ coholismo de una de las partes se considéra como necesa­ rio para el mantenimiento de los roles atribuîdos a cada une. Por lo tanto, en este enfoque se superpone la teo­ rîa del labeling con las teorîas del aprendizaje. - 48 - 2. METODOLOGIA 2.1. Mêtodos indirectea.- 2.1.1. Froblem&tica general de estos mêtodos. Sin lugar a dudas, la epidetniologîa social respecte al alcoholismo, conducta del bebedor y problemas causa­ dos por el alcohol, se encuentra en una situaciên relat^ Vamente favorable. A diferencia de lo que sucede, por e- jemplo, con neurôticos, disponemos aquî no s6lo de los dates oficiales de las clînicas y otras instituciones, sino tambiên de dates acerca de otros par&metros impor­ tantes, de manera que pueden realizarse c&lculos indireç tos sin recurrir al engorroso proceso de la b®squeda di- recta de casos. Asî por ejemplo, se pueden investigar, en base a una muestra representativa, una serie de factores importantes, taies como la cantidad aproximada de consu­ mo (por medio de los datos de venta), las consecuencias para la salud (a travês del estudio de enfermedades y fa llecimientos causados por el alcohol), las consecuencias sociales y econêmicas (gracias a los datos de bajas labo raies en la industria, o el reçuento de accidentes de trabajo bajo influencia del alcohol), etc., llegando asî a estimaciones acerca de la extensiên del problema. Sin embargo, estas estimaciones y comprobaciones .de­ pend en considerablemente de la definiciên de "alcoholis­ mo", aunque esto comunmente se descuide. Como el alcoho­ lismo no es un sîndrome uniforme, no puede deducirse sin m&s la importancia de distintas variables a travês de la mediciên de una sola de elles. Si se define el alcoholis mo en el sentido mêdico, se puede en buena ley deducir la extensiên del alcoholismo a partir de los datos acer­ ca de enfermedades y fallecimientos causados por el alc£ - 49 - hoi, pero esto implies una limitaci6n de la definiciên. Por esta causa, los mêtodos que corrientemente se apli­ can para el c&lculo de prevalencia de "el alcoholismo" poseen s6lo un grado limitado de generalizaci6n j s6lo pueden utilizarse para el cêlculo de prevalencia de un problema especîfico. La dificultad general de todos los mêtodos indirectos reside en que apenas pueden relacionarse los datos obte- nidos por los diferentes caminos y que no deberîan sim- plemente correlacionarse, aunque esto sea una pr&ctica habitual. Puesto que con tales mêtodos los individuos de los cuales se recogen los datos ya no son identificables, tampoco se puede comprobar si los datos obtenidos por las diferentes vîas se refieren a los mismos sujetos.Por esto es pr&cticamente imposible llegar a travês de estos mêtodos a afirmaciones acerca de las relaciones entre los problemas surgidos a partir del consumo alcoh6lico y las "covariables directes", aunque se encuentren con Ire cuencia en la bibliografîa afirmaciones de este tipo. 2.1.2. EL mêtodo de JELLINEK. Este es, con mucho, el mêtodo m&s conocido y general zado para évaluai; el indice de alcoholismo. Parte de los fallecimientos por cirrosis hep&tica, puesto que sierapre se ha observado un nûmero desproporcionadamente alto de muertes causadas por esta enfermedad entre sujetos alco»? hélicos (LIPSCOMB, 1955; SCHMIDT y DeLINT, 1969;SUNDBY, 1967; TAMERIN, 1975; EWING, 1977). Con la f&rmula de JELLINEK, se calcula el nômero de alcohêlicos con complicaciones en base a los casos de fa llecimiento pbr cirrosis oficialmente registrados, es de cir, el nûmero de aquellas personas que muestran cambios fîsicos o psîquicos diagnosticables, provocados por un - 50 — consumo de alcohol excesivo y prolongado. La fêrmula or^ ginaria es la siguiente: H T Siendo: A » cifra total de alcohêlicos que pendanecen con vida en un ano determinado; R * proporci6n entre todos los alcohélicos y los alcohêlicos con complicaciones; PD = nûmero de defunciones por cirrosis hep&tica registradas en un ano determinado (prevalen cia); K « porcentaje de alcohêlicos con complicaciones y que mueren a causa de cirrosis hep&tica. Muchos autores acogen este mêtodo con escepticismo. Los argumentss que m&s corrientemente se oponen son los siguientes: Las estadîsticas oficiales de mortalidad ge­ neral mente dan un c&lculo poco fiable acerca de la inci­ dencia real de fallecimientos a causa de cirrosis, subeç tim&ndola. Adem&s, muchos otros factores influyen en la frecuencia de cirrosis hep&tica, fuera del alcoholismo. El c&lculo se oscurece especialmente por episodios pasa- jeros, taies como las hepatitis epidêmicas (IPSEN y cols., 1952). En una investigaciên directa sobre los datos de mortalidad en Finlandia (BRUNN y cols., I960), se viê que los cêmputos de las autopsias ofrecîan m&s casos de cirrosis hep&tica de los que se habîan diagnosticado cli nicamente. Puesto que en la mayorîa de los paîses s6lo se practice la autopsia en un nûmero muy reducido de fa­ llecimientos, résulta lêgico suponer una subestimaciên de la incidencia de esta enfermedad. De la investigaciên finlandesa se deduce que la diferencia puede ser hasta de un 50$. Por otra parte, la selecciên especial de la - 51 - muestra que se somete a autopsia (casos policiales, vaga bundos^ etc.) puede hacer ascender el numéro de casos de cirrosis hep&tica, de manera que la diferencia efectiva no serîa quiz&s tan grande. En paîses o en ciertos perîç dos con una gran incidencia de hepatitis infecciosa o de desnutriciên, tampoco deberîa aplicarse esta fêrmula (SJOEVALL, 1952). Pero la m&s dura crîtica al m&todo de JELLINEK se re­ fier e al c&lculo de los valores P(PD), K y R. SEELEY (1959) ya demostrê que no es viable un proceso de c&lcu­ lo riguroso de los valores P a partir de los datos ten- denciales ("trends"). El valor P no s6lo varîa de un paîs a otro, sino que muestra tambiên diferencias régio­ nales y cambios moment&neos en la prevalencia del alcoho lismo de un paîs. JELLINEK considéré el valor K como una constante para todos los paîses. El obtuvo este valor a partir del c&lculo de promedios en base a datos frecuen- ciales, obtenidos de las muestras de autopsias realiza- das en alcohêlicos con complicaciones org&nicas, facili- tados por autores de los m&s diversos paîses (WHO-Report, 1951). POPHAM (1956) objetê que, incluso si la frecuencia de mortalidad por cirrosis hep&tica entre alcohêlicos fuera constante para todos los paîses, la frecuencia de otras complicaciones org&nicas probablemente serîa dis­ tinta. Con lo cual la incidencia de cirrosis hep&tica en tre alcoh&licos con complicaciones org&nicas y, por lo tanto, tambiên el nûmero de defunciones, estarîan suje­ tos a una variaciûn intemacional. Por este mismo moti- vo, no podrîa admitirse una constancia de K a lo largo • del tiempo. Tambiên SJOEVALL (1952) puso en duda el mêtodo de an& liais de promedios obtenidos a base de datos tan diver­ sos, alegando que la diferencia en el empleo de crite­ rion diagnûsticos entre diferentes patûlogos y la influen cia de condicionantes taies como la hepatitis infecciosa, - 52 - influyen significativamente en el c&lculo. Por su parte, SEELET (1959) objet& contra el valor K, basado en datos de autopsia, que no debîa equipararse el nûmero de fallecimientos por cirrosis hep&tica con el nû mero de alcohûlicos vivos con complicaciones org&nicas, puesto que esto llevarîa a subestimaciones gruesas de la incidencia, a menos que interviniese otro error compensa torio. Tambi&n opuso objeciones contra el factor R, cuyo valor est& basado en muestras clînicas, considerando que probablemente es demasiado bajo, puesto que la apariciûn de enfermedades org&nicas a causa del consumo de alcohol es un motivo que lleva al alcohûlico a visitar un hospi­ tal, cabiendo suponer que la cantidad de alcohûlicos con complicaciones org&nicas que se encuenthan en el hospi­ tal es proporcionalmente mayor a la que se puede esperar en la poblaciûn total de alcohûlicos. Debido principalmente a las crîticas de SEELET, se su girieron diverses modificaciones en el c&lculo. El pro- pio JELLINEK (1959) sugiriû nuevos valores para K y R y propuso un m&todo alternativo. Hubo aûn una ardua discu- siûn en tomo a la estructuraciûn exacte de la fûrmula (BRENNER, 1959, I960; KELLER, 1962; POPHAM, 1970; SEELEÏ, I960). Finalmente, POPHAM y SCHMIDT (1962) plantearon u- na serie de exigencies mînimas previas a la utilizaciûn del m&todo en cualquier paîs. Con elles, el mêtodo se ha ce ya tan complejo, que cabe plantearse si realmente va­ le la pena el esfuerzo, o si el proceso de obtenciûn di­ recta de datos no résulta m&s econûmico y menos complejo. Sin embargo, y a peser de los defectos lûgicos ya deç critos, se intenté una validaciûn del mêtodo de JELLINEK, poniêndolo en relaciûn con los valores correspondientes a otros indices. Se comprobaron las correlaciones entre la mortelidad por cirrosis hep&tica y hospitalizaciûn por alcoholismo (POPHAM, 1956; SCHMIDT, 1959) -aunque “ 53 - estas dos variables seguramente no son independientes en tre sî-. Tambiên se correlacionû cirrosis hep&tica con condenas por embriaguez (BRUNN y cols., I960), datos de consumo por cabeza en diferentes paîses (BRESARD, 1959» SCHMIDT y BRONETTO, 1962; DeLINT y SCHMIDT, 1971) y los resultados obtenidos en algunos estudios de campo (LIPS­ COMB, 1966; SCHMIDT, 1969; MILLER, 1976). Por régla general, la correlaci&n es relativamente àl ta, pero tratamos aquî con correlaciones entre hechos y no entre personas (por ejemplo: iCon quê frecuencia se prèsentan cirrosis hep&tica y arresto por embriaguez en una y la misma persona?). Tampoco se pueden formuler prç dicciones acerca de grupos de personas. Los di'ferentes datos o frecuencias pueden ser iguales sin aparecer nece sariamente en la misma persona. Esto se confirma, por e- jemplo, en la investigaciên de BJURULF y cols. (1971): Estos autores examinamn 1.091 fallecimientos en los que se practicû la autopsia (el 70$ de todas las muertes en un espacio de 15 meses,en una ciudad), para averiguar cu&ntas de estas personas tenîan a su haber delitos de embriaguez, habîan recibido un tratamiento, o habîan pa- decido un endureciraiento hep&tico. No obtuvieron ninguna correlaciên significativa entre las variables, mientras que sî obtuvieron correlaciones significatives entre las diverses medidas y distintas variables sociales. Asî, el 44$ de aquêllos que perdieron la vida en accidentes y el 55$ de aquêllos que se suicidaron, estaban registrados o ficialmente por delitos en estado de embriaguez, aunque ninguna de estas personas hubiera padecido una cirrosis • hep&tica. Si se considéra el alcoholismo como un conjunto de problemas, el mêtodo de JELLINEK se podrîa utilizar como un mêtodo para resolver un problema especîfico, el de las estimaciones de las lesiones de hîgado ocasionadas — 54 — por el alcohol. Este mêtodo es muy limitado para un estu dio del alcoholismo en general. Penra los otros numéro so s aspectos del alcoholismo es necesario elaborar otros mê­ todos de mediciên, por ejemplo, mêtodos psicolêgicos,que estudien h&bitos de consumo, o sociolêgicos, que estu­ di en la influencia del grupo en el consumo alcohêlico, 2.1.5. El mêtodo de LEDERMANN. El mêtodo basado en datos de consumo por cabeza, de a cuerdo con las estadîsticas oficiales, puede retrotraer- se a LEDERMANN (1956). Tambiên se utilizê en principio para la evaluaciên de los problemas de alcoholismo en la poblaciên. En base al an&lisis de un gran nûmero de esta dîsticas acerca del consumo alcohêlico y a los datos ob­ tenidos en una serie de estudios directos de h&bitos de consumo, LEDERMANN dedujo que la distribuciên del consu­ mo de alcohol en toda poblaciên podîa describirse teêri- camente como una distribuciên normal logarîtmica. La re- presentaciên de una curva de distribuciên de este tipo se ofrece en la Figura 1. - Colocar aquî Figura 1 - Si se lograra verificar empîricamente que el consumo de alcohol dentro de grandes poblaciones muestra en prin cipio la misma curva de desarrollo -aûn cuando la canti­ dad de consumo sea diferente- bastarîa conocer el consu­ mo total de alcohol en un paîs, por ano, y su nûmero de habitantes, para poder calcular cu&ntas personas beben alcohol en càntidades daninas para la salud. Este mêtodo indirecto depende, por lo tanto, de una comprobaciên directa de ciertas reglas, lo que ya se con siguiê parcialmente. SEELET (i960) y, de forma aûn m&s - 55 - Figura 1: Distribuciôn teôrica del consumo alcohôlico en Francia (c±>teriida de POPHAM, 1970) In^ercrM — $6 — conslstente, DeLINT y SCHMIDT (1971) $ construyeron el ni£ delo de distribuci6n y consumo, presentado m&s arriba, en base a este m&todo. Los estudios fisiol6gicos indican que el punto de separaci6n debe situarse aproximadamente entre los quince a veinte centilitres de alcohol puro al dla. Se puede decir, casi con seguridad, que tal canti­ dad es danina para la salud. De acuerdo con los estudios de DeLINT y BRONETTO (1964, citado en POPHAM, 1970), &s- ta tambi&n parece ser la cantidad que beben, como t&rrai- no medio, los alcoh6licos hospitalizados en E E.U U. Sin embargo, el m&todo tropieza con dificultades en paîses con una proporci6n elevada de abstemios, como E E. Ü U, y Ganad&. Los datos de consumo por cabeza subesti- man en este caso el consumo de aqu&llos que beben y, por lo tanto, tambi&n el de aqu&llos que beben con exceso. Las diferencias en el consumo por cabeza pueden represen tar en este caso diferencias entre bebedores y abstemios, en vez de représenter diferencias en el consumo medio por individuo. Por estas razones, DeLINT y SCHM1DT(1971) utilizaron valores corregidos para los distintos paîses, considerando el consumo alcoh6lico por bebedor, en vez del consumo medio simple por cabeza. Por otra parte, el m&todo tambi&n muestra falacias en los paîses que tienen una elevada producci6n e importa- ci6n ilegal de alcohol como, por ejemplo, los paîses es- candinavos. 2.1.4. Otros m&todos indirectos. Para llegar a evaluaciones acerca de todos los casos ya registrados en alguna parte, se realizan en ocasiones los denominados "informes comunitarios" o "estudios de campo". Sin embargo, este procedimiento es inadecuado pa ra grandes poblaciones, tales como paîses completes. Se - 57 - basa en encuestar a tantas y tan diverses personas e ins tituciones, relacionadas con el tema, como sea posible. Naturalmente que &stos no son datos "autênticos" de pre­ valencia, pero normalmente dan un cuadro m&s exacte que el que arroja un estudio limitado a los datos de clînicas e instituciones hospitalarias. Un ejemplo de este enfoque lo provee el estudio de ZAX y cols. (1967), en un proyecto realizado en Monroe County, que emple6 una gran variedad de fuentes: médicos, p&rrocos, clînicas y prisiones. HENSMAN y cols. (1968) informan acerca de un estudio en Inglaterra, en un suburbio de Londres: Allî se reali­ zaron encuestas a m&dicos y religiosos, a travês de cuejs tionarios por correo, acerca de la cantidad de alcohêli- cos y bebedores con problemas existantes en sus comunida des. En el caso de las consultas privadas, se observé u- na relacién negativa entre la cantidad total de pacien- tes atendidos y los datos de prevalencia. Los religiosos dieron datos diferentes segûn el credo al que pertenecî- an, identificando a s6lo 3.9 alcohélicos por cada 10 que detectaron los m&dicos. En Nueva York, MARGULIES y cols. (1977) realizaron un estudio similar con cuestionarios para detectar el surgimiento del consumo alcohêlico en jévenes, estableciendo una curva de aumento de consumo a lo largo del ano acad&mico. 2.2. M&todos directos.- Denominaremos "m&todos directos" a aqu&llos en los cuales es aun posible una identificacién de los indivi­ duos y en los que no se eraplearon datos que procedîan de estadîsticas générales realizadas con otros propésitos. A diferencia de los m&todos indirectos, se pueden identic ficar aquî las variables teéricamente interesantes, que — 58 — permitan establecer una relacién entre loa lazos epide- mioléglcos y las estructuras sociales. Por ello, los mê­ todos directos son m&s apropiados para la comprobaciên de teorias. 2.2.1. Observaciones eri entomo s natural es. 2.2.1.1. Observaciones no-tipificadas. Este mêtodo puede encontrarse ante todo en el estudio antropolêgico de pequenas tribus y ofrece en general com probaciones cualitativas, no cuantificadas, y datos obt£ nidos sin tipificaciên de los instrumentos. Con LEMERT (1968) distinguimos aquf: a) Estudios de casos individus les y b) An&lisis comparatives. Los estudios de casos individuales en distintas cultu ras habitualmente tienen un car&cter primariamente des­ criptive, trat&ndose aspectos teêricos sêlo de modo se- cundario o marginal. Generalmente, taies estudios descri ben h&bitos de consumo, en forma puramante literaria o con datos de evaluaciones. Be régistran diferencias in­ ternas y se hacen afirmaiciones acerca de las relaciones entre h&bitos de consumo y factores socioculturales esp£ cîficos. Por lo tanto, éste es un m&todo de constataciên, apoyado por ejemplos. Algunos estudios m&s formaies in- tentan comprobar alguna hipêtesis, mientras que otros in tentan refutar o mostrar excepciones de opiniones exten­ didas acerca del consumo alcohêlico. El inter&s prédomi­ nante por apoyar o poner en cuestiên diverses hipêtesis influye en la selecciên de los datos descriptivos presen tados. Bin embargo, deben tomarse en con aideraciên tam­ bi&n algunas de las investigaciones mejor cualificadas a cerca de h&bitos de consumo alcohêlico dentro de esta clasificaciên, como por ejemplo el trabajo de BNYLER “ 59 “ (1958) acerca del alcohol y los judîos, el trabajo de HEATH (1958) acerca de las costumbres de los cambas bolj. vianos, las descripciones de LOLLI y cols. (1958) y de SADOUN y cols. (1965) acerca de los h&bitos italianos y franceses reôpecto al consumo alcohêlico y el trabajo de ALONSO-FERNAHDEZ (1976) respecte a la epidemiologîa y etiologîa del alcoholismo en Espana, que incluye el estu dio de los h&bitos de consumo espanoles y la progresiva diferenciaciên en los motives de consumo: del consumo pa ra acompanar el alimente, al consumo a todas horas y por motives personales y sociales fomentados por la propagan da comercial. Este tipo de estudios del consumo de alcohol en cultu ras especîficas puede servir para cuestionar o senalar los limites de- afirmaciones generalizadas. Su valor prin cipal reside en la forraulaciên de nuevas hipêtesis y en la ampliaciên de datos para investigaciones comparatives o estadisticas. Por otra parte, no son frecuentes los autênticos estu­ dios comparâtivo8 entre la forma de beber y los proble­ mas causados por el consumo de alcohol. Una obra ya cl&- sica dentro de esta categoria es la de BUNZEL (1940), que estudia el papel que juega el alcoholismo en dos cul turas centroamericanas. Tambiên se puede incluir bajo es te rubro la obra de GLAD (1947), que compara los h&bitos de consumo de judios e irlandeses, tanto jêvenes como a- dultos, asi como la investigaciên acerca del alcoholis­ mo, la "magia" y el asesinato en dos comunidades mexica- nas, realizada por VIQUIERA y PALERM (1954). Un an&lisis comparâtivo que intente relacionar diferencias entre la forma de beber alcohol con la presencia o ausencia de o- tros factores, se transform aria, en su forma m&s ambicijo sa, en un an&lisis tipolêgico. Como pionero en esta di- recciên puede valer BALES (1946), con su distinciên en- “ 6o — tre el "beber ritual-religioso" de los judios y el "be­ ber social-afectivo" de los Irlandeses, al cual anade un subgrupo, el del "beber utilitario". LEMERT (1964) propu so una tipologia triple: Consumo alcohêlico festivo, con sumo ritual-disciplinario y consumo secular, referida a las dif erentes costumbres de diverses pueblos del Pacific CO Sur. La clasificaciên de JELLINEK (i960) de alcoholismo al fa, beta, gamma, delta y epsilon, se desarrollê tambiên a partir de la observaciên de las diferencias culturales en las manifestaciones patolêgicas del consumo alcohêli­ co en Francia y E E.U U. Los anêlisis comparatives representan un gran avance hacia la validaciên cientifica de los estudios de casos individuales. Se encuentran entre el valor heuristico de los ejemplos confinnativos de hipêtesis y el an&lisis ob jetivo realizado mediante estudios estadisticos sistem&- ticos. Sin embargo, en general les faltan criterios de control y/o son imprecisos y poco objetivos al intentar ajustar los datos a determinadas tipologias. Por otra parte, permiten al investigador aislar las variables con las que trabaja, precisar la descripciên y ofrecer expli caciones êtiles dentro de limites précisés. 2.2.1.2. Observaciones tipificadas. Pr&cticamente no existen investigaciones tipificadas acerca de los h&bitos de consumo diferentes de pueblos o subgrupos sociales. OSSENBERG (1969) constituye una de las pocas excepciones, puesto que estudiê el comportamien to social, el nivel de ruido, el ambiente, etc., en ba­ res y establecimientos de diverses niveles socioeconêmi- cos, en Canad&. DeLINT y SCHMIDT (1968) realizaron un e£ tudio acerca de la compra de bebidas alcohêlicas en Onta — 6x — rio. Sin embargo, este tipo de estudio s6lo parece rea­ lizable en unos pocos estados, puesto que precisamente en Ontario existe la obligaci6n de rellenar un formala- rio especial indicando nombre y direcci6n, en cada com- pra de alcohol. Mediante tales formularies, se puede com probar quiên ha comprado, quê cantidad de alcohol se com pr6 y cu&ndo se hizo la compra. Con observaciones direc- tas en los puestos de venta se pueden identificar adem&s los bebedores patol6gicos, gracias a determinados tipos de conducta, tales como comprar alcohol poco despues de la apertura del establecimiento y la preferencia por las bebidas m&s baratas. Por lo que respecta a investigaciones directas, tipi- ficadas y cuantificables, salvo algunas como las excep- ciones citadas, s6lo existen hasta el moments encuestas m&s o menos représentâtivas en paises o ciudades especî- ficas (vêase CLARK, 1976; MARDEN y cols., 1976; ALONSO- -FERNANDEZ, 1976; KHAVARI y FABER, 1978; NUREZ y cols., 1979). 2.2.2. Observaciones en condiciones expérimentales. En general, los experimentos realizados van dirigidos a examinar el efecto inmediato del alcohol. La mayorla de las veces se estudian individualmente en el laborato- rio "personas normales", a las que se administra una can tidad mayor o manor de alcohol. Este tipo de experimen­ tos, muy ûtil para un estudio de variables especîficas, tales como el efecto del alcohol sobre el rendimiento psicol6gico y la autocrîtica frente a tareas concretas, estudiadas en la investigaciën de SANTO DOMINGO (1977), no puede llevar sin m&s a conclusiones acerca de los e- fectos producidos en suje%os alcoh6licos, en una situa- ci6n real. Debe verse luego si lo que se estudia y regi^ - 6 2 - tra en el laboratorio tiene alguna aemejanza con lo que sucéde fuera de êl. Ta en 1952, CLARK intenté resolver esta cuesti6n organlzando fiestas expérimentales con es- tudiantes. Bin embargo, lo que sucede en estos aconteci- mientos breves, ûnicos y no dirigidos, est& bajo la In- fluencia de tantos factores situacionales momentfineos, que este tipo de ambiante se convierte en un desencade- nante casual. Por ello, es muy limitada la posibilidad de generalizaci6n de los resultados expérimentales obteni- dos. s6lo en 1964 se reallzë un tipo de experimento con­ trol ado m&s prëximo a la vida real (MMDELSOHN y cols.), el cual fue replicado luego por V06LER (1972) y posee u- na gran relevancia para nuestro objeto de estudio. Se d^ ferencia de los anteriores en los siguientes puntos: 1. Los sujetos experimentales fueron alcoh6licos diag nosticados como taies, con un grupo control de bebedores normales; 2. Se estudiaron durante un lapso de tiempo significa tivamente m&s prolongado (hasta treinta dîas); 3. Las investigaciones no se realizaron en el labora­ torio, sino en una estaclën clInica especial, en la cual se intenté recrear las condiciones naturales de consumo; 4. Las pruebas se realizaron con un grupo de sujetos a la vez, no con un s6lo sujeto aisiado. EL factor de in teracci6n social entre experimentador y suj etc experimen tal se control6 parcialmente; 5. Mediante esquemas operacional1zados de acci6n, se pudieron examinar tanto las reacclones, como la accl6n espoht&nea de los sujetos o, al menos, una parte del com portamiento espopt&neo. 6. Be estudiarôn a la vez una serie de variables y su interdependencia. Este tipo de experimentos, que en la parte emplrica — 63 — de este trabajo se describen m&s en detaile junto a sus principales resultados, represents el instrumente m&s exacte y creative que se posee actualmente y una a- portaci6n importante para el tema. Los estudios menciona dos anteriormente s6lo poseen escasa importancia, por las diferencias individuales, las condiciones sociales y la especificidad tante temporal como situacional. Sin embargo, y a&n teniendo en cuenta todos estos faç tores, los experimentos como el realizado por MENDELSOHN y cols, implican un procedimiente muy coraplejo, m&xime por deberse realizar con sujetos muy diverses (con dife- r ente s antecedentes de consumo alcohôlico). Por ello, dê ben considerarse como un instrumente 6ptimo para los es- tadios m&s avanzados de la investigaci6n, en los que ya se poseen hip&tesis muy précisas. Lo que generalmente no puede capteirse en ning&n experimento -tampoco en el de este tipo- son los problèmes causados por el alcohol. In cluse en experimentos a largo plazo, s6lo se pueden pro- ducir problèmes relativamente pasajeros. Por ejemplo, se pueden provecar unos sîntomas de "resaca" très el consu­ mo excesivo de alcohol, pero no una estigmatizaci6n so­ cial o una disrupci&n matrimonial. Por sî soles, taies experimentos no son ûtiles para examinar estas cuèstio- nes. 2.2.5. T&cnicas proyectivas. Las t&cnicas proyectivas se aplicaron con mucha fre- cuencia en los estudios acerca de la "personalidad alco- h6lica", pero s6lo rares veces en el &rea que nos inter^ sa en este memento, es decir, en estudios acerca de los déterminantes directes del consumo alcoh6lico. Adem&s, se aplicaron para la captaci6n de reacciones producidas por el alcohol, en las que se suponîa que su - 64 - expresi6n directa estaria limitada por fuertes tabues como, por ejemplo, el aumento del inter&s sexual o de la agresividad bajo efectos del alcohol (CLARK, 1952; CLARK y SENSIBAR, 1955; KALIN, 1964; KALIN y cols., 1965; McLE LLAND, 1970). En general se emplearon versiones del Test de Aperce^ ci6n Temâtica (TAT). Por ejemplo, MADDOX y ALLEN (1961) emplearon cuadros del TAT, instruyendo a los sujetos que imagineran que todas las ilustraciones se referîan, di­ recta o indirectamente, al uso de bebidas alcoh6licas. Aûn para las modificaciones que centran m&s fuertemen te las verbalizaciones de los sujetos en un determinado tipo de conducta, siguen siendo parcialmente v&lidas las objeciones habituales contra las t&cnicas proyectivas.Bu alto grado de abstracci6n respecte al comportamiento re­ al y sus amplias posibilidades de respuesta las hacen muy dificiles de operacionalizar, con el fin de lograr criterios unitarios acerca de su fiahilddad y validez. ENCEL y cols. (1971) utilizaron una forma m&s estruc- turada de têcnica proyectiva, en sus encuestas en Austra lia. Elles presentaron cinco l&minas dentro de una situa ci&n de entrevista estructurada: Cada una de ellas mos- traba una situaci6n diferente de consumo de alcohol, pi- di&ndosele a los sujetos que dieran su opini&n al respê ç to. Un procedimiento de este tipo tiene sentido para la obtenci&n de material y formaci&n de hip6tesis. En una primera fase del estudio puede ser m&s &til que las en- trevistas expérimentales totalmente estructuradas. Pero, por lo general, estos m&todos "abiertos" de estudio, en los cuales se establecen a posteriori las categorizacio- nes, estén m&s indicados para investigaciones prelimina- res en pequenos grupos. En poblaciones mayores se llega a un dilema de evaluaci6n, puesto que la multiplicidad de contenidos no est& limitada por preguntas y respues- — 65 — tas pre-estructuradas. El procedimiento se hace entonces muy laborioso y los resultados dependen en gran parte de los criterios de cada evaluador. 2.2.4, Encuestas. 2.2.4.1, Problèmes générales y especîficos de este m&todo. Las encuestas sistem&ticas son el ûnico instrumente con el cual todas las variables que nos interesan (es de cir, cantidad de consume, problèmes ocasionados, h&bitos de consumo, etc.) pueden abarcarse al mismo tiempo. Hési­ ta ahora, este m&todo se aplic6 ante todo en encuestas entre la poblaci6n genezal, pero se pueden utilizer tam- bi&n entre alcoh6licos. Actualmente, la encuesta sisterafi tica es posiblemente el raêtodo que de la informaci6n m&s objetiva acerca de h&bitos y problèmes de consumo en di- ferentes sociedades y grupos, puesto que las poblaciones encuestadas se someten a un mînimo de preselecci6n y puesto que se pueden obtener datos cuantitativos que son m&s f&ciles de comparer que las afirmaciones cualitati- vas obtenidas a travês de observaciones. Sin embargo,sus defectos quedaron claros en encuestas acerca de otros tje mas, como por ejemplo, la dificultad de saber el signif j. cado que los enouestados dan a las preguntas y el efecto que tiene la interacciën entre entrevistado y entrevista dor sobre las respuestas. Asî por ejemplo, MULFORD y MI­ LLER (1965) y COSPER (1969), encontraron diferencias sig nificativas en las respuestas a un cuestionario acerca del consumo alcoh6lico seg&n la actitud del encuestador frente a la conducta de beber alcohol. Dejando de lado taies problèmes générales, parece ad^ m&s especialmente difîcil obtener informaciones v&lidas — 66 - justamente en este &rea del alcohol y alcoholismo. El tema conlleva una fuerte carga emocional en determina­ dos grupos, de manera que las respuestas se desfiguran parcialmente en direcci6n a lo dictado por la deseabili- dad social (HABEElMAN, 1965, 1970). La experiencia cl ini­ ca subray6 una y otra vez la especial falta de sinceri- dad de los alcoh&licos. Por otra parte, muchos par&metros importantes de los h&bitos de consumo alcoh6lico se sustraen a la autoobser vacién no dirigida o entrenada, por ejemplo, lo que se consume en un sorbo, o la curva de concentraci6n de alco hol en la sangre. Y estos son factores que, seg&n las ûl timas investigaciones, parecen discriminer entre alcoh6- licos y bebedores "normales" (SCHAEPER y cols., 1971; NA THAN y O’BRIEN, 1971; SOBELL y cols., 1972; FEÜERLEIN y cols., 1976; KRAMPEN y NISPEL, 1979). Adem&s, en el autoenjuiciamiento frenté al consumo y al comportamiento bajo la influencia de alcohol, se en- cuentran dificultades provocadas por el mismo consumo. Segun los ûltimos estudios expérimentales, parece exis- tir un efecto directo especifico sobre la memoria a cor- to plazo, provocado por el alcohol (CARPENTER y ROSS, 1975; GOODWIN, 1969; RYBAGK y cols., 1970; BIRNBAUM y PARKER, 1977). Por ello, résulta dificil evaluar objeti- vamente el propio comportamiento durante el consumo de alcohol. En todo caso, las observaciones sistem&ticas de alcoh&licos indican que existen grandes discrepancies en tre sus descripciones acerca de su propio comportamiento y las observaciones realizadas por terceros (TAMERIN y • cols.; McNAMEE y cols., 1968). Hasta el momento, no sab^ mos en quê medida esto afecta tambiên al bebedor normal. Una investigaci&n realizada para la validaciên de una en cuesta en Finlandia (MAKKLA, 1971) mostrê una dependen- cia entre la frecuencia con que se olvidan hechos y si- — 6 7 ” tuaciones, y la frecuencia del consume alcohêlico. Ex­ cepte en aquelle8 sujetos que solamente beblan algunas veces al mes, la frecuencia de olvidos aumentaba al dis- minuir la frecuencia de consumo. En general, los datos de la encuesta no correspondîan con la curva evolutiva del consumo. Tambiên es cuestionable la fiabilidad de los datos ob tenidos en encuestas. Al evaluarlos, se encuentra habi- tualmente una concordancia minima entre las afirmaciones del bebedor y las observaciones de terceros (T0UNG,1966; GOLDSTEIN, 1965). Tampoco se observa una alta correla- ciên en procedimientos de re-test, como ya mostraron ALE XANDER y BRIGHT en 1965 y BAILEY y cols. (1966). Sin em­ bargo, cabe preguntarse si en el estado actual de la in- vestigaciên se necesitan ya resultados tan estrictamente controlados y firmes, si no nos encontramos m&s bien en la fase de formaciên de hipêtesis, y de obtenciên y es- tructuraciên del material, en la cual el mêtodo m&s eco- nêmico es, sin duda, el de las encuestas de este tipo. 2.2.4.2. Escalas para la evaluaciên de la cantidad de alcohol consumido. El criterio m&s simple y m&s f&cilmente cuantificable de los h&bitos de consumo y del alcoholismo parece ser la determinaciên de la cantidad de alcohol ingerido. Por ello, pr&cticamente en todas las encuestas se recogen da tos acerca del volumen consumido. Daremos en las lineas siguientes un breve resümen de algunas encuestas al res­ pecte, en las que se apreciar& la dificultad de comparar entre si los datos obtenidos, incluse en el caso de par& metros tan sencillos. El volumen de consumo alcohêlico se divide al menos en dos par&metros: frecuencia y cantidad por ocasiên. — 68 — CAHALAN y cols. (1959) encuestaron en EE.UU. a una muestra representativa de 2746 personas de todo el pais, por medio de un cuestionario tipificado. Utilizaron un indice combinado de cantidad y frecuencia, basado en los indices clasificatorios de STRAUS y BACON (1955), MULFORD y MILLER (i960), MAXWELL (1952) y KNUPFER (1966). Este indice se compone de una combinaciên de 3ôs siguientes par&metros: Cantidad de bebida consumida en una ocasi&n -lo que se midiê por separado para vino, cerveza y bebi­ das "fuertes" (con alta gradaciën alcoh6lica), pregunt&n dose la frecuencia con que el sujeto bebia 5 & 6, 3 & 4, 1 6 2 vasos, de cada una de estas bebidas-; Frecuencia con la que cada sujeto bebia normalmente estos très ti­ pos de bebida; Variabilidad en el consumo (en la cual se combiné la cantidad bebida normalmente con la m&xima can tidad bebida en una ocasién. Inicialmente se formaron once sub-categorlas por medio de la combinacién entre cantidad y variabilidad. Median­ te la combinacién con los par&metros de frecuencia, se realiz6 luego una subdivisién en cinco categories, des- de el bebedor excesivo hasta el abstemio. Las très primeras categories comprenden a su vez sujê tos con costumbres muy diferentes de consumo. Asi, la clase de los "bebedores excesivos" comprends tanto pers£ nas que afirmaban beber alcohol dos o très veces por dia, y de uno a très vasos, como personas que bebian dos o très veces al mes de cinco a sais vasos. Por ello, tanto el consumo excesivo ocasional, como el consumo constante de cantidades menores,caen dentro de la misma categoria. Este procedimiento permits situer mucha informacién en muy pocas categories, f&cilmente manejables, pero las categories que se obtienen poseen contenidos poco unita­ rios, con lo que se llega a una pêrdida considerable de - 69 - inforraacién. CAHALAN y CISIN (1968) elaboraron otro in­ dice, que reduce estos defectos, colocando, por ejemplo, sélo a personas con un volumen elevado de consumo medio de alcohol, y con poca variabilidad, dentro de la catego ria de "consumo m&ximo". ENCEL y cols. (1972) realizaron en Sidney, Australia, una encuesta tipificada en una muestra estratificada. En total, se encuestaron a personas procédantes de 1000 ho- gares, reuniéndose cada cinco hogares en una sub-muestra. La regién compléta se dividié en 20 zonas, comprendiendo cada zona 11 muestras. El indice de pêrdida de sujetos ascendiê al 18'75'̂» por lo cual se obtuvieron datos com- pletos de 820 personas. En este caso tambiên se calculé una medida combinada de cantidad-frecuencia, pero mante- niêndose una subdivisién en distintas categorias de fre­ cuencia dentro de las categorias de cantidad media y mi­ nima de consumo. De esta forma, los autores llegan a una sub-divisién en seis categorias o dimensiones de consumo alcohêlico. La falta de unidad dentro de una dimensién tan sélo se mantiene en la categoria de los "bebedores excesivos", quedando resuelta en las otras dimensiones (por ejemplo, se establece una sub-divisién entre "con­ sumo moderado-frecuente" y "moderado-poco frecuente"). En Inglaterra, EDWARDS y cols. (1972) informan acer­ ca de una encuesta tipificada a 928 personas raayores de 18 anos en 555 hogares, que se realizé con un indice de pêrdida del 11$, en un distrito de Londres. Se eligieron seis grandes bloques de edificios que, segun la inforraa- cién local y las declaraciones de renta, se repartian en un rango socio-econémico muy amplio. La eleccién de los participantes se basé en su representatividad de acuerdo con los distintos grupos socioeconémicos. Para la cuanti ficacién y categorizacién de los h&bitos de consumo, se utilizé un indice simple de cantidad/frecuencia, en el - 70 - cual la frecuencia abarcé echo categorias, desde el be­ bedor cotidiano, hasta el abstemio (desde un ano antes de realizada la encuesta). La cantidad se midi6 de acuer do con el volumen m&ximo consumido habitualmente por oca sién. 8e realizé un c&lculo global del contenido alcohé- lico de las bebidas, medido en "unidades de cerveza". De esta forma se crearon seis categories* (1) Abstemios; (2) Bebedores ocasionales; (5) Bebedores de consumo bajo e infrecuente; (4) Bebedores de consumo bajo y frecuen­ te; (5) Bebedores moderados; (6) Bebedores de alto consu mo. WALLACE (1972) realizé en Noruega una encuesta estan- darizada a 5964 personas, que formaban una muestra reprje sentativa de la poblacién noruega segén factores socioe­ conémicos. En este caso se llevé a cabo la siguiente aub divisién simple segôn la cantidad* (1) Abstinencia (no haber bebido nada de alcohol durante el afîo pasado) y (2) Consumo (haber bebido cualquier cantidad en el espa- cio de un ano). La frecuencia se subdividié luego en nue ve categorias, desde "una vez al ano", hasta "por lo me­ nos très veces a la semana". Tambiên se subdividié a los sujetos en "bebedores regulares"(por lo menos una vez a la semana), "bebedores poco frecuentes" y abstemios. En Alemania Federal, WIESER (1968) interrogé en forma estandarizada a una muestra de 408 personas, mayores de 14 anos y representativa para la poblacién de Bremen. La frecuencia de consumo alcohêlico se dividié en una esca- la de cuatro frases* (1) casi a diario; (2) una a dos v£ ces por semana; (5) una a dos veces al mes; (4) una a dos veces por trimestre o menos. No se realizé ninguna encuesta respecte a la cantidad, salvo el preguntarles a los sujetos si les gustaba beber hasta quedar ligeramen- te embriagados. Ademês, se calculé la cantidad por medio de la férmula de LEDERMANN. - 71 - Las diferentes investigaciones se pueden comparar con relativa facilidad por lo que respecta a la propor- ci6n entre bebedores y no-bebedores, aunque aqui tambiên se hicieron divisiones muy distintas, de manera que, en algunos estudios, las mismas personas podian aparecer en la ûltima categoria, mientras que en otros, estarîan cia sificadas en la penûltima. Sin embargo, este criterio tan simple (consumo o no consumo de alcohol) no tiene sentido en grupos en los que no existen prêcticamente abstemios. En todo caso, permite comprobar que, por ejem plo, en los Est ado s Unidos existe un mayor nêmero de abs, temios que en Alemania. Pero cuanto mês se profundiza en estas categorias respecto a la forma de consumo, m&s di­ ficil se hacen las comparaciones entre las diverses in­ vestigaciones, puesto que sêlo es posible la mediciên de dos par&metros (Cantidad y Frecuencia),que puedan consi­ derarse, elaborarse y evaluarse diferencialmente, y que posean diferentes puntos de contacte con las otras cate­ gorias, con un nûmero diferente de categorias y con uni­ dad es variables de alcohol consumido. A partir de estos datos no pueden hacerse sifirmaciones taies como: "La po- blaciên alémana tiene un indice mês elevado de bebedores con consumo alto que la poblacién americana". Se depende demasiado de suposiciones y c&lculos aproximados. 2.2.4.5. Escalas para la deteccién de los problèmes causados por el consumo alcohêlico. Para la deteccién de problèmes causados por el consu­ mo alcohêlico, se utilizaron a menudo escalas con dife- rentes formas de presentacién. Aqui se incluyen las esca las acerca del consumo problem&tico ("preocupacién por el alcohol"), que se basan en las fases del alcoholismo de Jellinek (JELLINEK, 1952), examinadas y ampliadas por - 72 - TRICE y WAHL (1958), JACKSON (1957; 1958), JACKSON y CONNOR (1954), KRAMPEN y NISPEL (1979) y FEUERLEIN (1977), entre otros. Como ejemplo, nos servirS la esca­ le utilizada por MULFORD y MILLER (I960), en su versién elémana* Se divide en cuatro partes: (a) - Yo estoy ebrio varies dîas seguidos. - Me preocupa no poder conseguir nada para beber cuando lo necesito. - Bebo a escondidas, cuando nadie me ve. (b) - Cuando empiezo a beber, me es difîcil dejarlo antes de quedar completamente ebrio. - Tambiên estoy ebrio en dîas laborables. - Lo primero que hago por las mananas es beber al cohol. (c) - Cuando me despierto al dîa siguiente, no puedo acordarme de algunas de las cosas que hice mien tras bebîa. - Antes de ir a una fiesta, me tomo r&pidamente un par de copas, para asegurarme mi raciên. - Cuando bebo, descuido mis comidas regulares. (d) - No paladeo demasiado la bebida, la consumo de- prisa. - Bebo por el efecto del alcohol, sin fijarme es­ pecialmente en el tipo o la marca de la bebida. - Hoy en dîa, el alcohol me produce menos efecto que antes. Como puede verse, taies escalas contienen una mezcla de formas de comportamiento frente a la bebida (que des- tacan por su duraciên o por sus circunstancias tempora­ les, situacionales, o sociales), y de situaciones, moti- vaciones y problemas fisiolêgicos del alcoholismo. Las escalas para la deteccién de problèmes ocasiona- dos por la bebida son muy diferentes en cuanto a su al- - 73 - canoe y precisién. La escala de "consumo problem&tico" de PARK (1958), es la m&s conocida y utilizada en muchas versiones. PARK la élaboré en base a los datos de las in vestigaciones de STRAUS y BACON (1955), verificada par­ cialmente por WILLIAMS (1967). Investigaciones m&s re- cientes (ORPORD y POSTOYAN,-1970), apoyan la hipêtesis de que esta escala y sus variantes mide m&s bien la in- tensidad de la preocupacién por el consumo, que el n&me- ro de problèmes que ocasiona. Por lo tanto, deberîa en rigor induira e entre los cuestionarios anteriormente mencionados, puesto que se refiere a preocupaciones indi viduales y especîficas. Por otra parte, tambi&n se elaboraron escalas que, aunque estudiaban asimismo aspectos integrados dentro de las escalas de "preocupacién por el alcohol" (por ejem­ plo, problèmes de salud o dependencia alcohélica), adi- cionalmente tematizaban problèmes interpersonales -taies como discusiones con el cényuge, con extranos, o con fa­ milières por causa del alcohol-, y problèmes sociales -taies como conflictos con la policîa, en el trabajo, y hospitalizacién por alcoholismo-. Las formulaciones son, en parte, muy sunplias y poco précisas ("A causa de su consumo alcohêlico, tuvo Vd. alguna vez dificultades con ...") (MULFORD y MILLER, I960), y, en parte, m&s préci­ sas en cuanto a aspectos cualitativos, cuantitativos y temporales. Entre las escalas de problèmes m&s précisas, pueden designeurse la del estudio americano de CAHALAN (1970) y la de la investigacién inglesa de EDWARDS y cols.(1972). Sin embargo, la escala de CAHALAN contiene, junto a pre­ guntas précisas acerca de los &mbitos de problèmes ya descritos, preguntas acerca del "consumo sintom&tico" y de las motivaciones para beber alcohol (las que, en sî, no representan ningun problème). La escala inglesa, por - 74 - el contrario, est& orientada especîficamente hacia la deteccién de 25 problèmes ocasionados por el consume y formulados con precisién. Como ejemplo, pueden citarse los siguientes Items: "iTuvo Vd, alguna vez problèmes econémicos a causa de su consumo de alcohol?", o, "&Ll_e gé Vd. alguna vez con retraso al trabajo por ester em- briagado?". Se respond!an todas las preguntas en base a 4 posibilidades escalonadas de respuesta. Otros estudios m&s recientes, en la misma lines de investigacién, se en cuentran en GUZE y GOODWIN (1972), MORTIMER y cols.(1973), DANTON y PRIMO (1975), PREEDBERG y SCHERER (1977), McAU- LEÏ y cols.(1978), SCHWARZ y GRAHAM (1979), MAYER y FIL- STEAD (1980) y APFELDORF y HUNLEY (1981). 2.2.4.4. Escalas para la evaluaciên de las covaria- bles directas. Los items y escalas aplicadas aqui fueron esencialmen te los mismos que se utilizan en otras &reas de estudio. En general sélo se realizaron preguntas en forma espor&- dica y asistem&tica. En*las preguntas referidas al modo de beber predominaron los items con catégories de fre­ cuencia. Las actitudes se midieron generalmente a travês de preguntas sencillas, o de afirmaciones que se debîan confirmer o negar. Por ejemplo, KNUPFER y ROOM (1967) u- tilizaron seis items "verdadero-falso" en su encuesta en tre irlandeses, judios y protestantes en Amêrica, inten­ tende medir las actitudes de los sujetos frente a la e- briedad. Esta &rea de estudio esté poco estructurada a&n. Exis ten sélo algunas-investigaciones que midan algo m&s que la dimensién de "actitud positiva / actitud negative" frente al alcohol. Una excepcién la constituye el traba­ jo de ORFORD y POSTOYAN (1970), que presentaron un Dife- - 75 - rencial Sem&ntico con 16 pares de adjetivos polares a estudiantes londinenses de 17 a 19 anos, realizando pos- teriormente un an&lisis factorial de los datos. Obtuvie­ ron tres factores relacionados con el volumen de consumo y problèmes ocasionados por la ingestién de alcohol: Un factor de evaluaciên, uno*de importancia y uno referido a la intensidad del efecto causado. Si las preguntas de. criterios se formulan habitualmen te como afirmaciones générales, frente a las cuales debe indicarse el grado de aceptaciên o rechazo, las afirma­ ciones acerca de la motivaciên para beber se formulan de modo que el sujeto las acepte o rechace como una opiniên personal acerca de sî mismo (MULFORD y MILLER, I960;'WIL KINS, 1975; VAKICHUK, 1978). 2.2.4.5. Escalas para la deteccién de una personali- dad alcohélica. Al hablar del modelo médico de alcoholismo, ya nos re ferimos a los intent os psira lograr una deteccién tempra- na de los problèmes y al hecho que, pese a los esfuerzos realizados, la llamada "personalidad alcohélica" no sur­ ge como un concepto unitario. Sin entrai* en détail e respecto al sinnumero de esca­ las y de investigaciones en el tema, queremos llamar la atencién acerca del hecho que los estudios que utilizan como punto de partida el MMPI sin duda sobrepasan en can tidad, en una proporcién significativa, a otros estudios. APFELDORF, por ejemplo, viene realizando estudios en di­ verses poblaciones desde 1974, ano en el cual ya revisa 11 trabajos hechos con el MMPI, clasific&ndolos en dos tipos principales: a) Estudios que consideran el alcoho­ lismo como alteracién grave independiente y disenan esca las especiales para su deteccién y b) Estudios que acep- — 76 — tan nn slstema nosolégico que incluye alteraciones neu- réticas, psicéticas y psicop&tlcas slmllares y que exclu yen o subestiman las escalas especiales, utilizando para el alcoholismo las escalas clînicas générales. El mismo autor continué en esa lînea de investigacién (APFELDORF, 1974, 1978, 1981), defendiendo el primer tipo de estudio, Tanto en su revisién del ano 1978, como en su trabajo del ano 1981, enfatiza la consistencia de la escala de Me ANDREW a la hora de discriminer entre alcohélicos y su jetos de control. El lector interesado en ese tipo de es calas puede recurrir a PANTON (1972), McLACHLAN (1974), HODO y FOWLER (1976), HODO y BARKER (1976), ERICKSON y O'LEARY (1977), WILSON y cols. (1977), DONOVAN y cols. (1978), OONLEY y KAMMEIER (1980) y GALANTER (1980). Sin embargo, otros autores, taies como KNOX (1976) y CLOPTON (1978), subrayan la diversidad de perfiles que a rrojan los estudios con el MMPI en alcohélicos, adaran- do que no existe apoyo empîrico respecto a la posibili­ dad de prediccién de êxito terapêutico, o de la conducta de consumo post-terapêutica, en base a este inventarid. Por su psœte, no niegan el valor discriminativo de las escalas especîficas cuando se trata de diferenciar entre alcohélicos y sujetos de control. Existen adem&s algunos estudios con el MMPI especîfi­ cos para mujeres (McANDREW, 1978; KRAUTHAMER, 1979), sin que se observen diferencias marcadas con los resultados obtenidos en varones. 5. MARCO EMPIRICO Antes de presenter los resultados de nuestra propia investigacién, ofreceremos un resumen de alg&n material empîrico ya disponible, que podr& compararse luego con - 77 - los propio8 resultados. Con ello no s6lo se pueden com­ probar los datos ya existantes, sino tambiên los aspec­ tos que no se ban estudiado con suficiente detalle, y en los que las teorîas se encuentran prêcticamente flotando en el vacîo. Primeramente veremos los resultados obtenidoé respec­ to a los criterios acerca del consumo problemêtico del al cohol, planteados anteriormente, para luego pasar a las diversas covariables, dando pref erencia a aquellas investî gaciones en las cuales las covariables no sêlo se estu­ dian descriptivaraente, sino que tambiên se intenta detec- tar su relaciên con el consumo problemêtico. Nos pareciê mês econêmico y claro ordenar los résulta dos segun las distintas variables centrales, en vez de pr£ sentar por separado los datos en favor de las distintas teorîas. Aunque estas teorîas se superponen frecuentemen te, las variables a las que se refieren pueden aislarse y ordenarse con relativa facilidad. 3.1. Extensiên y tipos de consumo problem&tico de alcohol.- 3.1.1. Volumen. de consumo alcohêlico. Empezaremos con datos obtenidos en el mismo paîs en el cual obtuvimos nuestra muestra, es decir, la Republi- ca Federal Alémana, para luego dar una breve panorêmica a nivel intemacional. Con respecto al nivel de consumo de alcohol en la Re- publica Federal, tenemos sêlamente tres estudios directos: Un estudio de'GRÜNTZIG y cols. (1970), realizado entre los funcionarios de edades comprendidas entre los 40-50 anos, de empresas municipales de Heidelberg, una encues­ ta de WIESER (1968) con una muestra representativa de la — 78 — poblacién adulta de BREMEN y otra, del mismo autor (1975), con una muestra de toda la Repêblica Federal Alémana. El 66$ de la muestra de Heidelberg déclaré que bebîa diariamente, el 6*7$ era abstemio. El volumen medio de consumo de alcohol puro era de 252'8 gramos por semana. Este estudio no tomé en cuenta los problemas causados por el alcohol, con excepcién del registre de algunos datos médicos. De la investigacién de Bremen (1968) se deduce que el 24$ de la poblacién bebe diariamente; el 57$, de una a dos veces por semana; el 18$, de una a dos veces al mes y el 20$ una o dos veces por trimestre o menos. Por des­ gracia, no se estudié ni la cantidad de alcohol consumi­ da, ni la incidencia de problèmes relacionados con el consumo. El Ouadro 1, que présentâmes a continuacién, se con- feccioné en base a los resultados de Wieser (1973), en la encuesta realizada en toda la Repêblica Federal. Tam- bién en esta investigacién se estudié sêlamente la fre­ cuencia, pero en forma separada para cada tipo de bebi­ da alcohélica. - Colocar aquî Ouadro 1 - Como se observa, la cerveza es la bebida que m&s se consume. Sin embargo, seg&n WIESER, se producen diferen­ cias régionales muy grandes, sobre todo respecto al con­ sumo de cerveza y vino, mientras que el consumo de bebi­ das de alta gradacién alcohélica, de diverses tipos, se mantiene bastanbe constante. Para una comparacién y una mejor jer^quizàcién de los datos expuestos, ofrecemos a continuacién la traduccién de un cuadro por De LINT y SCHMIDT (1971)* Contiene los - 79 - î II a gKK F Ia — So — datos comparâtIvos acerca del consumo alcohêlico de di- ferentes paîses, obtenidos por medios indirectes, el nu­ méro aproximado de bebedores excesivos, calculados en ba se a la fêrmula de LEDERMANN, y los datos acerca de fa- llecimientos por cirrosis hep&tica. - Colocar aqui Cuadro 2 - De acuerdo con ALONSO-FERNANDEZ (1976), la adicciên psicolêgica al alcohol, en varones espaRoles, muestra la siguiente distribuciên de edad: 18$ entre los 10 y 14 a- nos, 54$ entre los 15 y 19 anos, 14$ entre los 20 y 24 a nos, 11$ entre los 25 y 29 anos y 5$ a partir de los 50 anos. Estos datos complementan los presentados por DeLINT y SCHMIDT. Aunque renunciaraos a seguir realizando comparaciones, queremos destacar sin embargo el hecho de que en EE.UU., segun datos convergentes, un tercio de la poblacién adul ta es totalmente abstemia. Esta indicacién parece tanto m&s importante, cuanto que la mayoria de las investiga-. ciones a las que se hace referenda en este trabajo pro- ceden de EE.UU. o Canad&. Pareceria que en Europe predo- minan otros c&nones respecto al alcohol. Es posible que muchos sujetos que en las investigaciones norteamerica- nas serian designados como alcohélicos, no caerian den­ tro de esa catégorie en la Rep&blica Federal Alémana o en Espana. 5.1.2. Problèmes causados por el consumo alcohêlico.. Para faciliter una impresién global acerca de lo que se incluye bajo eôta rûbrica, mencionaremos a continua­ cién los principales problèmes relacionados con el alco­ hol y algunos datos acerca de su incidencia. Se pueden - 8 1 - Cuadro 2; Consvmo anual por persona en litros de alcchol puro , datos acerca de bdaedores con un consumo itayor a los 15 cl. diaries de alcohol puro (*), y nùmero de falle- clmientos por cirrosis hepâtica (segûn DELINT y SCHMIDT, 1971). (*) Fôrraula lÆiæRMAm Paîs COTistrno anual por persona (1966/1967) Datos de be­ bedores exce siVDs en ba­ se a una muestra de 100.000 per­ sonas mayo­ res de 15 anos NAnero de falle- cimientos por cirrosis hepSti- cà sdbre. una muestra de 100.000 perscmas mayores de 15 anos (1963,1964, 1965) FRANCIA 25'9 9405 45'3 ITALIA 20'0 5877 27'3 PORTUGAL 19*5 5652 42'7 ESPARA 17'1 4635 24'3 AUSTRIA 16’0 j m 35'0 REPUBLICA FEDERAL ALEMANA Y BERLIN OCCIIÆNEAL 16'0 3978 26'7 SUIZA Î 5 ^ 3901 IP7 LUXEMBURGO 12'5 2988 34'2 HUNGRIA 12'4 2952 12*9 USA 12'0 2198 18’4 CHEOOSLCWAQUIA 11'4 2655 13*1 CANADA ll'l 2272 lO'O GRAN BRETARA 10'9 1946 3*7 IRLANDA 10*9 1946 4'5 DINAMARCA 9*4 1848 10'2 BELGICA 9'3 2052 12’9 POLCNIA 9'0 1752 8'6 SÜBCIA 8*4 1515 7'9 HOLANDA 7'7 1456 4'9 FINIANDIA 5*9 945 4'6 NORUEGA 5'9 945 4*7 Como se observa, el alemSn consume 16 litros de alcohol puro por ano y par bebedor, con lo cual su consumo es elevado y s61o svçerado por los paîses productores de vino: Francia, Italia, Portugal y Espana. Eiitre Espana y Alemania Federal, de hecho, media s61o Austria. - 82 - obtener m&s detallee acerca del tema en la obra de POHL (1975). Aquelle que en una investigacién se détecta como pro­ bl ema individual causado por la ingestién de alcohol, tambiên se puede detectar en gran medida en grandes po­ blaciones o grupos, puesto que cada sociedad reacciona frente a las conductas que le parecen problem&ticas, corn probando los danos, tomando medidas preventivas y regis- trando su incidencia. Precisamente aqul se hace claramen te visible la dependencia cultural de la definicién de un problème. De acuerdo con lo que aparece como problem& tico en una sociedad, se pueden observer distintas reac­ ciones y registres, que luego se utilizan en los estu­ dios de prevalencia. Taies datos no deben compararse sin m&s de ninguna manera. Los problèmes no surgen por si mismos, sino que deben definirse primero como taies. Por esto, se producen diferencias tanto cuantitativas como cualitetivas en las definiciones y en las reacciones: Di ferencias cuantitativas, seg&n el nivel de tolerancia o intolerancia; cualitativas, seg&n si un comportamiento determinado se llega o no a considérer como un dano, o como un problème para la sociedad. La diferencia cualita tiva es m&s f&cil de ilustrar: Por ejemplo, los casos de detencién por embriaguez en p&blico, que en EE.UU. y al­ gunos paîses escandinavos se consideran un problème muy serio, tanto social como individuel, puesto que van uni- dos a gastos para el Estado y pueden tener consecuencias graves para el individuo. Eh Espana, Francia o Alemania Federal, por el contrario, no parecen représenter une forma de conducta demasiado problem&tica, puesto que se toleran en gran medida, tanto a nivel privado como ofi- cial. Por esto mismo, no existe naturalmènte ningûn re­ gistre oficial de taies conductas, a menos que vayan uni des a conductas delictivas. Adem&s, los datos frecuencia — 83 " les se ven influîdos por la eficacia, extensiên y selec- tividad del sisterna de deteccién y asistencia. Como en la mayoria de estos problèmes ya existen medidas oficia- les respecto a ellos, se debe considérer su incidencia como influîda de antemano por el conociraiento acerca de taies medidas. No se debe tomar en cuenta sélo la supre- sién de taies conductas por temor a las sanciones, sino tambiên el ocultamiento, la negacién, el encubrimiento y las omisiones en los registros. Otros problèmes se produ cen justamente a causa de las medidas de control, como por ejemplo el contrabando de alcohol en paîses con le- yes de limitacién en el consumo y venta, Los sucesos que se calificaron con mayor frecuencia como problem&ticos, en los diversos paîses, son los siguientes: (1) Danos a la salud y aumento de la mortalidad (inclusive el suici- dio) por ingestién excesiva de alcohol; (2) Conduccién de vehîculos bajo efectos del alcohol, accidentes de tr& fico; (5) Otros accidentes (accidentes laborales, inVali dez); (4) Problèmes familières; (5) Delincuencia. En estos problèmes no sélo interesa si aparecen fre- cuentemente en personas que habitualmente est&n bajo in­ fluencia del alcohol, sino tambiên si aparecen con m&s frecuencia en grupos que normalmente beben m&s alcohol que la poblacién niedia, o que tien en otros problèmes re­ lacionados con el alcohol. Est& claro que los datos oficiales que mencionaremos a continuacién sélo se refieren a problemas graves, mien tras que los problèmes m&s leves y aquêllos que sélo se manifiestan"como experiencias puramente subjetivas, de­ ben detectarse interrogando al propio individuo. Asî,por ejemplo, no todas las discusiones conyugales provocadas por el alcohol acaban en un divorcio, aunque algun dîa pueden conducir a êl. Tampoco puede encontrarse en ningu na cifra oficial las presiones psicolégicas que impulsan - 84 - al suicidio. En este caso, pueden den̂ se sîntomas previos taies como: Temor a la dependencia alcohélica, intentes inutiles de dejar de beber, y pensamientos de suicidio» Todos ellos sélo serîan détectables interrogando al mis­ mo àfectado o a sus familières cercanos. HORN y WANBERG (1969) ya llevaron a cabo una emplie investigacién entre 2.500 alcohélicos, con miras a la de teccién de sîntomas. Ellos observaron que eran precisa­ mente los problèmes subjetivos y m&s simples, es decir, aquêllos que no estaban registrados oficialmente, los que mostraban una elevada prevalencia en la muestra, sien do detectados en casi todos los alcohélicos, mientras que los otros sîntomas y formas de conducta relacionados con el alcoholismo mostraban una considerable variabili­ dad. Los siguientes problèmes mostraron la mayor preva­ lencia: (1) Beber en busca de alivio (97$) î (2) Senti- mientos de vergüenza por el comportamiento bajo efectos del alcohol (90$); (3) Miedos y temores difusos tras un episodio de ebriedad (84$); (4) Sensibilidad frente a los comentarios de los dem&s acerca del consumo alcohé- lico, consumo de alcohol por la manana, temblores des- puês de beber y episodios de pêrdida de conciencia (82$). Tambiên se puede averiguar la incidencia de taies pr£ blemas entre la poblacién global y en parte esto se ha hecho ya, pero vamos a renunciar a una exposicién de los resultados procédantes de estas fuentes, puesto que, en • primer lugar, son muy escasos y, en segundo, en investi­ gaciones de esta îndole normalmente todos estos problè­ mes se han sumado y evaluado en una puntuacién ûnicâ, de manera que ya no es posible una subdivisién en las dife- rentes êreas. — 85 — 3.1.2.1. Problemas relacionados con la salud. ûitre los problèmes relacionados con la salud cuentan las hospitalizaciones y tratamientos en rêgimen ambulato rio por alcoholismo, las psicosis alcohélicas y otras en fermedades relacionadas con el alcohol, la reduccién de expectatives de vida a causa de estas enfermedades, como tambiên a causa de una mayor tendencia al suicidio y un mayor riesgo de accidentes. Como destaca SCHMIDT (1966), no puede darse una cifra totalmente exacte acerca de los enfermos alcohélicos en Alemania Federal y Berlin Occidental. No existe una ver- sién oficial unitaria ni un registre unitario de datos, como tampoco existe una asistencia especial para enfer­ mos alcohélicos y, por ello, no se posee una estadlstica global fiable. SCHMIDT y De LINT (1972) analizaron la mortalidad y causas de fallecimientos en 6478 personas (entre ellas 1119 mujeres), que hablan sido tratadas en una clînica para alcohélicos en Canadê entre los anos 1951 y 1964. La proporcién entre los casos de muerte observados y los esperados, fue de 2'02 para los hombres y de 3*19 para las mujeres, es decir, la mortalidad fue de dos a très veces mayor que en la poblacién general. El mayor nûmero de muertes tuvo lugar en los grupos de edades comprendi­ das entre los 55 a 44 anos. Las causas de muerte m&s fr£ cuentes fueron las siguientes: - C&ncer de los tramos digestivo y respiratorio superio- res, con una proporcién de 2*79 en los hombres y de 1*88 en las mujeres; - "Alcoholismo", con una proporcién de 24*00 en los hom­ bres y 55'55 en las mujeres; - Arterioesclerosis cardîaca, con una proporcién de 1*74 en hombres y 4*10 en mujeres; “ 86 — - Infecciones pulmonares, con una proporci6n de 5'07 en hombres y en mnjeres; - Cirrosis hep&tica, con una proporci6n de 11*49 en hom­ bres y 25*00 en mujeres; - Ulcéras estomacales e intestinales: 5*55 en hombres y 6*66 en mujeres; - Accidentes: 2'52 en hombres y 12*40 en mujeres; - Suicidio: 6'02 en hombres y 8*69 en mujerés. WILKINSON y cols. (1971) examineron 1000 pacientes al coh6licos de una clînica especializada en Australia. Las enfermedades agudas m&s frecuentes fueron, en este caso, las siguientes: - Enfermedades hep&ticas (25'1^ de todos los casos); - Neuropatla perifêrica (19#); - Hipertensi6n (16*8#); - Gastritis (15*5#). Por otra parte, detectaron las siguientes enfermedades cr6nicas m&s frecuentes: - Bronquitis cr6nica (17*3#); - Cirrosis (9*8#); - Lesiones cerebrales cr6nicas (8*8#); - Epilepsia (7*8#); - Ulcéras gastro-intestinales (7*2#). CIMOPI y ElSERT (1969)» corapararon en Suiza las cau­ sas de muertes en 1468 personas hospitalizadas por alco- holismo, y nacidas todas entre los anos 1875 a 1877» con la poblaci6n general, comprobando una disminuciën signi- ficativa de la duraci6n de vida, que lleg6 al 12# en.las mujeres y al 15# en los hombres. Se produjo una reduc- ci6n especialmente fuerte de la duraciën de la vida en los casos de alcoholismo grave con alteraciones cerebra­ les. Las siguientes causas de muerte fueron m&s frecuen­ tes en alcoh6licos, en comparaci6n con la poblacién nor­ — 87 ■" mal; Suicidio, cirrosis hep&tica, "delirium tremens" y alteraciones del sistema nervioso. Por el contrario, las alteraciones del sistema circulatorio se detectaron con menor frecuencia. Por dltimo, en 1981 HYMAN correlacion6 los très tipos de mortalidad por cirrosis hep&tica: "alcoh6lica", "ines pecîfica" y "con otra especificaci6n", con los datos a- cerca del consume de alcohol en los EE.UU., demostrando que, si bien hay una relaci6n clara entre consume y ma­ yor mortal idad por cirrosis, êsta no se refiere especiM camente a las cirrosis diagnosticadas como "alcoh6licas", afectando m&s bien a la enfermedad en general. En los ultimes anos se efectuaron varies estüdios ré­ férantes a los danos psico-orgênicos provocados por el alcohol. ECKABDT y cols. (1980) estudiaron los déficits neuropsicolégicos padecidos por varones alcohélicos de _e dades comprendidas entre los 50 y los 55 anos, mientras que ADAMS y cols. (1980) analizaron el mismo problema en varones alcohélicos de 55 a 40 anos. Ambos relacionaron el consume de alcohol con una disminucién en el rendi- miento intelactual general, en la eficacia psicomotora y en la capacidad de razonamiento abstracto, medidos en di. versos tests. PARKER y cols. (1980) ratifican esta rela- ci6n en una muestra de jévenes estudiantes. Por otra parte, la mayor tendencia a los accidentes y al suicidio, por parte de personas que informan acerca de un consume excesivo de alcohol, ha recibido una aten- ci6n especial por parte de los investigadores. Referire- mos primeramente algunas investigaciones respecte al pe- ligro de accidentes en general, para luego pasar a ocu- pamos de los accidentes de circulaciÔn, como tema espe­ cial. WECHSLER y cols. (1969) realizaron pruebas de alcoho- lemia en 5622 pacientes de una Clînica de Urgencies den- — 88 — t r o d e u n h o s p i t a l g e n e r a l e n EE.UU, EL p o r c e n t a j e d e ca SOS p o s i t i v e s ( e s d e c i r , q u e s e n a l i z a r o n c o n s u m e d e a l c o h o i ) f u e e l s i g u i e n t e ; - en 22'5# de los accidentes en casa, BAC = 0'05# en el 11'5#; - en 29'5# de los accidentes de tr&fico, BAC = 0'05# en el 17'1#; - en 15'5# de los accidentes de trabajo » BAC = 0'05# en el 4*9#; - en 24'1$ de los dem&s accidentes "varies", BAC = 0'05# en el 15'2#; - en 56'0# de los pacientes con heridas recibidas en pe- leas, BAC = 0'05 en el 59#» Por otra parte, en 1222 pacientes no-accidentados, el porcentaje de resultados positives en las pruebas de al­ cohol emia fue s6lo de 8'9# (p(.O'Ol). BRENNER (1967) realiz6 un seguimiento de 1545 elcohé- licos que habîan side tratados en cuatro instituciones distintas de EE.UU., entre los anos 1954 y 1957* De es­ tes pacientes, 217 murieron en 1961, y de elles, 55 por accidentes diverses: 10 en accidentes de tr&fico, 14 por caîdas, 6 por envenenamiento y 5 por otros accidentes. BRENNER llega a la conclusi6n de que los alcohélicos co- rren siete veces ro&s peligro de sufrir un accidente mor­ tal , con una proporcién de 480 muertes en 100.000 perso­ nas por ano, en comparaciôn de 68 muertes en 100.000 per sonas por ano en la poblaci6n total. BAUMGÏRTEL y cols. (1968) detectaron un 4^ de sujetos en estado de ebriedad entre los pacientes heridos por accidente, en una Clînica de Urgencies de Berlîn, en el ano 1965. Es psible que él alcohol no s6lo lleve a la delincuen cia, sino también a una mayor probabilidad de ser ataca- do. MEDINA (1970) présenta datos del Institute Médico-Ju rîdico de Santiago de Chile, en los que se observa que - 89 - en muchas de las vîctiraas de homicidio (en el 62# de los hombres y en el 35# de las mujeres) aparece un nivel de alcohol en la sangre de 50njg./lCX)ml, Con respecto a la tendencia al suicidio bastan, como ejemplos, las siguientes cifras: - De acuerdo con SCHNEIDMANN y FABEROW (1956), la prê sencia de alcohol en la sangre, en casos de suicidio., va rîa entre el 2# y el 10#, segûn el pais; - WATSON (1969) informa de Inglaterra que en una mue^ tra de 55*848 hospitalizados en una clînica de urgencies de un hospital de Londres, se détecté ingestién de alco­ hol en el 10# de todos los pacientes que habîan realiza- do intentes de suicidio. - ROLLER y CASTAROS (1968) detectaron en una clînica para alcohélicos de AustraCLia un 20$ de pacientes que rê alizaron intentes de suicidio. - KAPAMADZIJA (1969) examiné 2281 suicidiop en Yugoe^ lavia, desde I960 hasta 1965* LLegé a un 52# de alcohéM ces y a un 55# de sujetos que estaban intoxicados con al cohol en el memento del suicidio. De 500 alcohélicos con anamnesis conocida, 55# habîan realizado un intente de suicidio, o habîan sentido el impulse de suicidarse. - Segun MEDINA (1970), en Chile el alcohol juega un papel importante en el 56# de los suicidios de varones y el 14# de suicidios de mujeres (BAC sobre 49mg/100ral). - WHITLOCK y SHAPIRA (1967) observaron que, de 274 pa­ cientes (180 mujeres, 94 hombres), que fueron intema- dos por intentes de suicidio en un Hospital General de Australia, el 52# estaba bajo efectos de alcohol. - LANG y cols. (1967), en Yugoeslavia, detectaron in tentes o pensamientos de suicidio en el 19# de sus pa­ cientes alcohélicos. Y por ûltimo, segun BLEIN (1970), el 50# de los erapleados que se suicidaron en una empresa francesa eran alcohélicos (en la empresa habîa un total - 90 - de 4'6 empleados alcohélicos). Sin embargo, rara vez se utiliza el alcohol como me­ dio directe de suicidio. Los suicidios por sobredosis de alcohol son relativamente escasos, aparentamante porque se necesitarîa una dosis demasiado alta. 5.1.2.2. Accidentes e infracciones de tr&fico. Muy a menudo se estudian las causas de los accidentes de tréfico. En los ûltimos anos se centré la discusién en tome a la cuestién de si el riesgo elevado de acciden tes es una funcién simple del nivel de alcohol en la san gre, o si las personas con otros problamas relacionados con el alcohol implican un factor de riesgo adicional. Con toda seguridad, el riesgo de accidentes se eleva ba­ jo efectos del alcohol; con toda seguridad también, el peligro de accidentes es m&s elevado en los alcohélicos, pero esto posiblemente se deba sélo a su BAC promedio m&s alto que el normal. Expondremos a continuacién algunos datos, como ejem- plos del mayor riesgo de accidentes bajo efectos del al­ cohol y en los alcohélicos. MEDINA (1970) cita una investigacién sueca, en la cual se compararon los nivelas de alcohol en la sangre entre personas que sufrieron un accidente de tr&fico y un grupo.de control elegido al azar, comprob&ndose la frecuencia de accidentes. De acuerdo con los resultados, el riesgo de accidentes con un BAC = l'OO es 10 veces m&s elevado que en conductores sobrios y se eleva nueva- mente con un BAC = 1'25, llegando a ser 40 veces mayor con un BAC - 1'5> INOBERSTEG y BffUMLER (1967) examinaron 528 pacientes hospitalizados por accidente en Suiza: En el 24# de los heridos en accidente de circulacién, y en el 15# de los - 91 - heridos en accidentes laborales y caseros, la prueba de alcoholemia fue positiva, Dos tercios de los heridos en accidentes de tr&fico con alcoholemia positiva mostraron nivales de alcohol mayores a 0'8 ml/Kg. En datos oficiales m&s antiguos del NATIONAL SAFETY CX)UNCIL (Accident Facts) (i960) de EE.UU., se observa que entre el 20# y el 50# de los accidentes mortaies se produjeron bajo efectos del alcohol. En los accidentes no-mortales, el porcentaje fluctûa entre el 50# y el 60#. ORANGER y QUIRIN6 (1969) utilizaron el fichero de una Comisarîa de tr&fico para averiguar cu&ntos de los 515 pacientes ingresados en un hospital con el diagnéstico de "alcoholismo crénico" tenîan una licencia de conducir vigente. En 575 casos, la licencia no estaba en régla. Corapararon luego a los 140 conductores restantes con 228 conductores de la misraa comarca, que tenîan su licencia de conducir vigente. En comparacién con el grupo-control, los alcohélicos habîan provocado significativamente m&s accidentes y recibido m&s multas (por circular en estado de ebriedad, por conduccién descuidada, por delitos de huîda, por conducir sin licencia, y por conducir sin res petar las normas de tr&fico). WALLER y G00D(1969) llegaron a resultados similares al comparer los datos de conduccién de alcohélicos, per­ sonas con otras alternatives psicosociales, y personas con alteraciones org&nicas, con una muestra de la pobla- cién normal. Los alcohélicos mostraron significativamen­ te m&s accidentes por errores al conducir, m&s acciden­ tes por exceso de velocidad, m&s accidentes por adelant^ mientos, m&s accidentes que sélo involucraban un vehîculo o vehîculos aparcados, m&s multas de tr&fico por condu­ cir en estado de ebriedad, m&s multas por faites multi­ ples y m&s multas por conducir sin licencia o con la li­ cencia caducada. - 92 - WALLER (1967) recogié informes acerca de contactes ante- riores con instituciones municipales, especialmente por problèmes relacionados con el alcohol, en 150 conducto­ res en estado de ebriedad, 35 conductores bajo efectos del alcohol, involucrados en accidentes sin ser arresta- dos, 117 sobrios involucrados también en accidentes, 151 conductores que habîan cometido infracciones de tr&fico, y 150 conductores libres de accidentes y multas. Como criterios de seleccién para calificar a los sujetos como bebedores-problema, se utilizaron dos o m&s arrestos por beber o la identificacién, por parte de las institucio­ nes pertinentes, como bebedor con problèmes. Se obtuvo u na alta correlacién entre dos o m&s arrestos por beber y la calificaci6n de "bebedor con problèmes". El 87# de los conductores ebrios eran conocidos por las institucio nés. WALLER (1969) (Véase SMART y WALLER, 1969) resume los resultados afirmando que la proporcién de accidentes protagonizados por alcohélicos es m&s o menos dos veces mayor que la de sujetos no-alcohélicos. El BAC promedio en accidentes es de 150 rag/#, siendo el riesgo de acci­ dentes, con esta concentracién, aproximadamente 25 veces mayor que con un BAC = 0. WALLER calcula que sélamente el 5 a 10# de la conduccién de los sujetos alcohélicos se realize en estos niveles de BAC, pero que, de acuerdo con los datos obtenidos, el alcoholismo o el consumo pro blem&tico del alcohol juega un papel importante en por lo menos un tercio de todos los accidentes de tr&fico graves o mortales. Estudios posteriores (ZELHART,1972; SANDLER y cols., 1975) confirman estas cifras. ABERASTÜ- RI y cols. (1976) nombran el consumo de alcohol como cuarto antecedente de accidentes de tr&fico, inmediata- mente después de preocupaciones econémicas, familiares y profesionales, en un estudio realizado en Madrid. - 93 - 5.1.2.5. Problemas laborales. En este caso no podemos presentar informes muy complê tos, puesto que la mayorîa de los problemas se tratan en forma privada dentro de las empresas. Los problemas que se relacionan con m&s frecuencia con el alcohol, son los siguientes: - Disminuci6n de la eficacia cualitativa y cuantitativa del trabajo; - Ausentismo laboral; - Cambios frecuentes en el puesto de trabajo; - Invalidez a consecuencia de un consumo excesivo de al­ cohol. - Descenso en el escalafén profesional o dificultades en el ascenso. TRICE, uno de los especialistas de EE.UU, en el campo de los problemas laborales relacionados con el alcohol, destaca en una revisién global (en POPHAM, 1970) que se encuentran casi exclusivamente investigaciones acerca de trabajadores no-cualificados u obreros en esta &rea de estudio, y muy poca informacién acerca de empleados en posiciones elevadas o diractivas. Por ello, el volumen de gastos adicionales ocasionados por el alcohol difîcil mente se puede calculer, puesto que, seguramente, un di­ rective con problemas laborales ocasionados por el alco­ hol puede ocasionar considerablemente m&s danos a su em­ presa que un obrero. TRICE (1970) afirma que los superiores de obreros al- coh&licos se quejan repetidamente de su faite de .efipa— cia, tanto cuantitativa, como cualitativa. A este respec to, SKUJA y cols. (1976) analizaron la eficacia laboral de ex-alcoh6licos y alcohélicos, medida en base a la es- timacién de sus supervisores. Sus datos sugieren que los empleados eficaces beben significativamente menos que - 94 - los ineficaces y que esta relacién permanece constante a lo largo de 6 meses, 12 meses, 2 anos y 5 anos, de acuer do con sus estudios de seguimiento. Segûn TRICE (1962, 1970), las afirmaciones, basadas en impresiones clînicas, acerca del frecuente cambio de empleo en los alcohélicos crénicos, tampoco se puede ratificar empfricamente. Este autor menciona una investigacién, segén la cual los alco hélicos permanecieron 20 a 30 anos en una misma empresa. Sin embargo, no parece existir aquf ninguna informacién unitaria. VASEV y cols. (1968) informan acerca de 5OO pa cientes alcohélicos en Belgrade, entre los cuales el 87# habîa cambiado de empresa al menos una vez y el 48# habîa cambiado su puesto de trabajo dentro de la misma organi- zacién. Aquelles empleados que ejercîan su profesién me­ nos de 5 anos, habîan cambiado su lugar de trabajo con especial frecuencia, en concrete, cada 10 meses aproxima damente. La inestabilidad fue el motive fundamental adu- cido para justificar el sueldo m&s bajo que percibîan los alcohélicos. Tambiên el paro laboral dentro de esta poblacién se justificarîa ante todo por los problemas la borales relacionados con el alcohol, tales como ausenti^ rao, retraso y faltas de disciplina. Los accidentes laborales se trataron ya anteriormente, al hablar de los accidentes en general. Ta ahî se podîa entrever que los accidentes de trabajo bajo efectos del alcohol son relativamente menos frecuentes en compara- cién con otros accidentes provocados por el consumo de alcohol, TRICE (1970) menciona una investigacién de 1962, segûn la cual los alcohélicos tienen pocos accidentes de trabajo, aunque la cifra de sus accidentes en otras si- tuaciones sea mtQr elevada. Este autor considéra que los alcohélicos quieren demostrar con ello que se encuentran en perfectas condiciones. Con respecto al ausentismo, HUDOLIN (1969) informa a- - 95 - cerca de una industria con 1000 trabajadores, entre los cueüLes habîa 55 alcohélicos, que a su vez eran responsa­ bles del 50# de las ausencias al trabajo. Investigacio­ nes de OBSERVER y MAXWELL (1959), y TRICE (1965), indi- can que los alcohélicos faltan al trabajo con una fre­ cuencia très a cinco veces mayor que los dem&s. A menudo, estas ausencias crénicas se pueden prolonger por largo tiempo, sin que se informe de elles. PELL y D 'ALONZO (1970) obtuvieron unas cuotas algo m&s bajas al comparer los dîas de ausencia por enferme­ dad de 764 alcohélicos, con las de un grupo control de 865 personas, durante un ano (1965). En los alcohélicos, se dieron 984 ausencias por _enfermedad, con un total de 9941 dîas de incapacitacién laboral; en el grupo control se dieron 569 ausencias, con 5046 dîas de incapacitacién. Un estudio de SAAB y MADDEN (1976) détecta una pérdida de horas de trabajo, por ausentismo, de 121.7 dîas al a- no por persona, en 75 alcohélicos, en comparacién con 15,9 dîas al ano por persona, a nivel nacional, en el ca so de varones que trabajan. Existen informes de Yugoeslavia acerca de cifras ele­ vadas de invalidez en alcohélicos. HUDOLIN (1969) corapro bé que, de aproximadamente 18.000 personas que anualmen te solicitan pensién por invalidez, en 1964, el 5# eran alcohélicos; en 1967, el 11#. SPICER (1969), utiliza tara biên los datos oficiales yugoeslavos de los anos 1964 a 1966, obteniendo una media de 6'5# de alcohélicos entre los inv&lidos. El 61# estuvieron impedidos durante un a- no, y 55# quedaron completamente incapacitados. Tambiên. STOJILJKOVIG y cols. (1969) examinaron casos de invali­ dez en Yugoeslavia, con una muestra de 6000 inv&lidos en la regién de Belgrade. El 61# de éstos fueron identifica dos como alcohélicos, aunque no habîan sido clasifIcados como taies con anterioridad a la investigacién. - 96 - 3.1.2.4. Problemas conjugales. Estos problemas est&n menos documentados. Sin embargo, un estudio de Suiza (HEDRI, 1971), informa acerca de 1350 matrimonies procédantes de families relativamente a comodadas que solicitaron la separacién. El 20# de estas parejas consideraron como causa fundamental de la sépara cién el alcoholismo de uno de los cényuges. Exist en numje rosas publicaciones respecto a diverses grupos sociocul­ tural es, incidiendo en el mismo tema, aunque con mues- tras m&s pequenas (BALLARD, 1959; LEVINGER, 1966; GELLES, 1974; ORFORD y cols., 1976; HELL y cols., 1976; EDMUND y SHAWN, 1977; PAOLINO, 1977; McCRADT, 1977; WEIL, 1979). Por otra parte, existen algunos estudios m&s especîfi ces que analizan el impacto de un alcohélico sobre sus hijos o su esposa. STEINGLASS (1981) realiz6 una investi gacién muy compléta acerca de la sintomatologîa psiqui&- trica présenta en las esposas de alcohélicos, en la cual no entraremos por salirse de los m&rgenes de nuestro es­ tudio. El lector interesado en el tema de la repercusién del alcoholismo en los hijos del afectado, puede consul­ ter, entre otros, a HECHT (1975), BARNES (1977), WOITITZ (1978), FRANKS y THACKER (1979), MITCHELL y cols.(1979), GOODWIN (1979) y WHITFIELD (1980). En todos estos traba- jos se enfatizan los trastomos emocionales que sufren los hijos de alcohélicos y el mayor riesgo que corren de ser, a su vez, alcohélicos. 5.1.2.5. Delincuencia. Como se mencioné anteriormente, la ebriedad misma ya es punible en algunos paîses, como por ejemplo, en Fin­ landia, Noruega, Suecia, Dinamarca (en este pats debe a- nadirse sin embargo un comportamiento inadecuado), EE.UU. - 97 - y Checoslovaquia. Sin embargo, existen normas diferen­ tes , y las leyes se apiican en forma m&s o menos estric- ta. En cualquier caso, en este momento los arrestos por embriaguez paracen représenter para estos paîses un pro­ blema grave. Por ejemplo, sè informa que en EE.UU. (ZAX y cols., 1964; STERN, 1967; PITÎMAN, 1968), este delito provoce un tercio de todos los arrestos. Por EPSTEIN y cols. (1970) sabemos que en 46.000 arrestos registrados en San Francisco, este delito provoce el 45# de todas las faltas cometidas por personas menores de 60 anos y el 82# en personas mayores de 60 anos. PITTMAN (1968) calcula los gastos que este problema ocasiona al Estado en 100 millones de dôlares anuales. Tambi&n son un grave problema otros delitos, cometi­ do s en relacién con la ingesti&n de alcohol. MEDINA(1970) menciona una investigacién del Institute Criminolégico en una prisién de hombres, en Santiago de Chile, seg&n la cual un tercio de todos los actos criminal es se come- tieron bajo efectos del alcohol. En el 58# de estos he- chos punibles se trataba de asesinato; en el 28#, de ro- bo con violencia; en el resto, de atraco y otros delitos. Seg&n LANGE y TRUBSBACH (1969), en 1962, el 25#, y en 1966, el 52# de todos los delitos se cometieron por jévê nés bajo efectos del alcohol, segun las estadîsticas of2 ciales de Alemania Oriental. TARDIF (1968) examiné 556 personas en Canad&, que habîan sido juzgadas en el ano 1964 por delitos de violencia. La cantidad de lesiones causadas por personas que habîan ingerido alcohol, fue considerablemente mayor a las causadas por personas que- no habîan bebido. En una investigacién en Londres (GIB- BENS y SILBERMAN, 1970), con 7.404 presos de très c&rce- les, se pudo comprobar que aproximadamente la raitad de estos criminales tenîan problemas graves relacionados - 96 - con el alcohol, aunque la mayorîa no habîan sido juzga- dos por delito de embriaguez. NEDOMA y cols. (1969), de Checoslovaquia, tras una investigacién referida a 20 cul pables de incesto, comprobaron que el 60# de elles prov_e nîan de estratos sociales muy bajos y/o eran alcohélicos crénicos. También MARINKOVIC (1968) destaca la elevada incidencia de alcohélicos entre los culpables de incesto en Yugoeslavia. DAVIS y cols. (1968) informan acerca de un 22# de alcohélicos entre los culpables de estafàs con cheques. WECHSLER y 'JHUM (1975), asî como RUFP y cols. (1972), destacan la relacién de consumo entre utiliza- cién de drogas, delincuencia, conducta antisocial y alco holismo, en adolescentes y adultos. FILSTEAD y cols. (1976) ratifican posteriormente esta relacién en otra muestra de adolescentes. Por éltimo, KNOTT y cols.(1977) realizan una revisién de los estudios referent es a crîmê nés violentes y consumo de alcohol, subrayando que no sê rîa la ingestién de alcohol por sî sola la que llevarîa a crîmenes, sino que habrîa una interaccién entre facto- res fisiolégicos, psicolégicos y socioculturales. 5.2. Predictores (covariables) directes.- 5.2.1. Modes de consumo y situaciones en las que se ingiere alcohol. Los datos empîricos acerca de las relaciones entre m£ dos y situaciones de consumo alcohélico y nivel de alco­ hol ingerido, asî como sus relaciones con la aparicién de problemas ocasionados por el consumo, se pueden obte- ner a través de très fuentes de informacién: - A partir de investigaciones socioculturales acerca de los hâbitos de distintos pueblos y grupos culturales; - a partir de descripciones clînicas del fenémeno "alco- - 99 - holismo"; y - a partir de observaciones conductuales controladas, du rante el consumo alcohélico inducido experimentalmente, para establecer la lînea base previa a una terapia. Los datos de la primera fuente en general consisten en observaciones m&s o menos incontroladas o en estereo- tipos nacionales, en las cuales la descripcién de los e^ tilos de consumo no résiste coménment«=*una comprobacién m&s objetiva. Por ejemplo, se ha descrito repetidas veces el estilo italiano de beber. En ese pais se considéra el al cohol, en forma de vino, ante todo como un alimento bara to (no como una droga). Se bebe en cantidades mînimas, pero con gran frecuencia, y regularmente en las comidas. Los ninos se acostumbran pronto al alcohol. La ebriedad y la agresividad bajo efectos del alcohol, asî como los abstemios, son pr&cticamente desconocidos (véase, por e- jemplo, LOLLI y cols., 1958; JESSOR y cols., 1970). En general se habla de una baja incidencia de alcoholismo en los italianos. El estilo de beber italiano contrasta con el finlan- dés (como también con el sueco y el noruego). Segun una investigacién de BRUUN (1967), una gran parte de la po­ blacién es abstemia. Aquéllos que beben, lo hacen pocas veces (en general, el fin de semana), pero entonces en grandes cantidades. El 43# de los hombres finlandeses bê ben como promedio m&s de 7'5 cm^ de alcohol absoluto por ocasién, y aproximadamente el 17#, al menos 15cm^ de al­ cohol absoluto por ocasién (lo que équivale a media bot^ lia de vodka). Aquî, el principê , problema relacionado con el alcohol es la embriaguez, unida, de forma caractje' rîstica, con un comportamiento fuertemente agresivo, lo que se explica histéricamente. Permanecen incuestionables estos estilos de consumo, pero es discutible la afirmacién acerca de su relacién — 100 — con la incidencia del alcoholismo, consider&ndose m&s bien como variantes condicionadas histéricamente. Asî, es posible que se atribuya a los italianos un consumo de alcohol nada problem&tico y una incidencia tan mînima de alcoholismo, porque ellos mismos tienden a no problemati zar el tema, con lo cual sélo se producen, o se conocen, los problemas relacionados con el alcohol en dimensiones mînimas. iCémo, por ejemplo, puede alguien sufrir sînto- mas de privacién, si nunca deja de beber? &Cémo puede al guien sentirse culpable por beber alcohol, si a su alre- dedor se acepta generalraente su comportamiento? De LINT y SCHMIDT (1971), représentantes del raodelo de distribu- cién y consumo, demuestran que Italia y Francia (donde se bebe en cualquier ocasién), encabezan la lista de pal ses no sélo de mayor consumo por cabeza, sino tambi&n de mayor cantidad de bebedores excesivos entre la poblacién (calculado seg&n LEDERMANN), y de fallecimientos por ci­ rrosis hep&tica (vêase el cuadro 2). Finlandia ocupa siempre en estas listas uno de los éltimos puestos. Los autores concluyen que es el nivel de alcohol ingerido, y no el estilo de consumo, lo que détermina la incidencia de alcoholismo. Habrîa que agregar, eso sî, que esta a- firmacién tan sélo es v&lida si se acepta el concepts de "alcoholismo" como "consumo excesivo y cirrosis hep&tica" con lo cual se debe tomeœ en euenta que el mismo consumo excesivo ya depends de muchos otros factores. En esta conceptualizacién se soslayan claramante los problemas psîquicos y sociales. De LINT y SCHMIDT (1971) destacan, seguramente con razén, que algunos h&bitos de consumo ig plican una ingestién mayor de alcohol, como por ejemplo, la costumbre esparlola y francesa de beber tambi&n fuera de las horas de comer, durante todo el dîa. Se puede llê gar a una mistificacién del tema si se le atribuye un pô der especial a los usos y costumbres como taies. Se po- - 101 - drîan explicar los estereotipos que se observan en estas investigaciones acerca de los datos de consumo por cabe­ za y cirrosis-hep&tica, diciendo que las naciones han ad quirido un renombre de bebedores excesivos o de tener un gran n&mero de alcohélicos, porque muestran una conducta llamativa bajo efectos del alcohol, o porque ellas mis- mas problematizan su consumo de alcohol. Para el primer caso, valen como ejemplo los finlandeses o irlandeses (los irlandeses tienen un consumo por cabeza comparâtiva mente bajo y una incidencia también baja de cirrosis he­ p&tica). En estos paîses, el consumo se realiza entre gritos y risas y llamando la atencién del p&blico. Para el segundo caso, en el cual se problematiza el consumo, se pueden citar los paîses con antecedentes de prohibi- cién (EE-.UU., paîses escandinavos), en los cuales también hoy en dîa una gran parte de la poblacién es abstemia o contraria al alcohol. Es posible que la misma realizacién de investigacio­ nes cientîficas acerca de la conducta alcohélica sea tam biên un producto o parte de la problematizacién del con­ sumo de alcohol de un paîs. De acuerdo con una primera impresién, el monto de dinero empleado en estudios de e^ te tipo parece ser directamente proporcional al volumen de alcohol ingerido. Asî, por ejemplo, Estados Unidos y Finlandia tienen un volumen muy elevado de investigacién en este campo, mientras que los paîses productores de vĵ no, como Francia, Italia, Espana y Portugal, sélo han re alizado hasta el momento algunos trabajos de investiga­ cién en el tema. Dentro de las investigaciones socioculturales, deben contarse también las encuestas pûblicas acerca de h&bi­ tos de consumo en la poblacién. Estas se limitan en genje ral a la mera descripcién del estilo de consumo de la pô blacién de un paîs, o de grupos seleccionados dentro de - 102 - una poblacién, pero no eatudian las relaciones con los problemas cercanos. Sirva como ejemplo la investigacién pionera de WIESER (1968, 1970) acerca de la conducta del consumo alcohélico de los alemanes. Tales descripciones dan la impresién de asemejar las antiguas descripciones de usos y costumbres de tribus primitives. Estos estu­ dios adquirlan interês por lo esotSrico de tales costum­ bres. Pero cabe preguntarse si hoy en dîa las meras des­ cripciones de estilos de consumo tienen un interés espe­ cial. En principle no se le pusieron a este campo de in­ vestigaciones ningfin tipo de limites cuantitativos. Las posibles variaciones del dénde, quS, cu&ndo y con quiên son poco m&s o menos inagotables, como tambiên las varian tes en cuanto a la distribucién de distintas muestras de individuos, en los que se podîan investigar estos puntos de vista ("iLa mujer inglesa bebe m&s a menudo con la a- miga que la alémana?; "iPrefieren los funùionarios cerve za rubia o negra?"). Sin embargo, seg&n nuestro parecer, êstos son datos que quiz&s puedan servir a la industria del alcohol, o para la publicidad, pero que son irrele­ vantes para la investigacién cientîfica. Para los inter^ sados en el tema, recomendamos los artîculos de GRIFFITH y cols. (1975), HARFORD (1975), ARGERIOU (1975), HORNIGK y MILES (1975), WALLER y LORCH (1977), ENGS (1977), DOB- KIN y FELDMAN (1977) 7 BILLINGS y cols. (1978). La segunda fuente de informacién, las descripciones clînicas del alcoholismo, ofrecen habitualmente escalas evolutivas para las fases individuales de consumo, basa- . das generalmente en JELLINEK (1952, I960). Contienenj en tre otros datos, tambi&n las conductas inadecuadas o mativas que aparecen en el transcurso de las distintas fases, y que pueden considerarse como parte del proceso patolégico (por ejemplo, beber a escondidas, beber solo, beber de un sor o los primeros vasos, etc.). Aunque es­ - 103 - tas conductas se han podido demostrar clînicamente en pa cientes alcohélicos (generalmente norteamericanos), fal­ tan aûn investigaciones en grupos de control de personas normales. Sélo entonces s^ podrîa afirmar tajantemente de que son conductas especîficas de las personas alcohé- licas. Tambiên existen algunos estudios clînicos en base a entrevistas, en las cuales se comparan distintos estilos de consumo, sin llegar a conclusiones claras acerca de su correlacién con el alcoholismo (STRAUS, 1975; FELDMAN y cols. (1971), y SOBELL y cols. (1972), detectaron deter minados modos de consumo, en virtud de los cuales podrîan diferenciarse seg&n estos autores, los alcohélicos diag- nosticados de los otros sujetos estudiados. Asî, consid^ ran que los alcohélicos: - Beben siempre mês de 12 vasos en un intervalo de 4 horas; - piden com&nmente bebidas alcohélicas puras, no com- binados; - beben significativamente m&s de prisa, algunas ve­ ces hasta très veces m&s de prisa que un bebedor normal; - beben a sorbos m&s lentos, pero en cada sorbo ingi^ ren una cantidad mayor que la del bebedor normal. NATHAN y O'BRIEN confirmaron estas observaciones(l97l), agregando, seg&n ellos, que los alcohélicos tambiên: - Renuncian a las comodidades del consumo social m&s refinado (taies como hielo, vasos limpios, serville tas, etc.); - mantienen la concentracién alcanzada de alcohol en la sangre por m&s tiempo y vuelven a menudo a ella; - beben estando sucios y/o no completamente vestidos; - llenan los vasos con una dosis doble de alcohol; - permanecen tranquilos mientras beben; - 10 4 - - no desean dejar de beber, mientras haya alcohol disponible. Sin embargo, este tipo de investigaciones realmente e^ tS. en sus comienzos y se ha realizado a&n con muy pocos sujetos, por lo que los resultados no deberîan generali- zarse. Tampoco poseen a&n un marco teérico de referenda. Por supuesto que tambiên se incluyen dentro de las si tuaciones relacionadas con el consumo las reacciones del ambiente social del bebedor. Estas pueden reforzar posi­ tiva o negativamente el acto de beber alcohol mismo, el comportamiento bajo efectos del alcohol, una forma deter minada de beber, o la conducta abstemia. Aportaciones m&s socio-psicolégicas e interaccionis- tas intentan basar el consumo alcohélico, no tanto en èu efecto euforizante, como en el modo de interaccién so­ cial y de comportamiento que se da bajo efectos del alco hol, y que en la vida normal no se puede realizar (WEI­ NER y cols., 1971; STEINGLASS y cols., 1971). Estos auto res investigaron el modelo de interaccién en parejas de alcohélicos crénicos antes, durante y despuês de un pe­ riods de 14 dlas de intoxicacién inducida experimental­ mente. En très de las parejas, pudieron observar un sis­ tema de interaccién en base a reglas prefijadas y una distribucién exacts de los roles, para lo cual era indiŝ pensable la ingestién de alcohol. Se tumaban en repré­ senter, uno de ellos el papel de alcohélico, in&til e irresponsable, mientras el otro adoptaba el papel de pro tector, superior y prudente. Aunque los estilos de inter accién en las parejas investigadas eran diferentes, en cada una se pudo establecer un sistema de consumo de a- cuerdo con las reglas prefijadas. Se llega a résultados similares en investigaciones a- cerca de matrimonies de alcohélicos (en general, son com binaciones, hombre alCohélico/mujer no alcohélica). Por - 105 - ejemplo, DESHAIE8 (1965), coraprobé que en tedes matrimo­ nies el consumo alcohélico puede ser una peurte del vin­ culo astable de la pareja. Habitualmente, la mujer se siente ambivalente frente a la conducta alcohélica del marido, presionando primero para que se interne de inme- diato en una clînica, para luego exigir r&pidamente su alta de la misma. Résulta diflcil establecer si el com­ port ami ento ebrio del marido es un mero efecto directe del alcohol o si existe porque es necesario para ambos miembros de la pareja. A travês de cuestionarios, JAMES y GOLDMAN (1972) de­ tectaron diferentes tipos de reacciones de esposas de al cohélicos ante las siguientes conductas relacionadas con el consumo alcohélico del marido: (a) consumo en situa­ ciones sociales; (b) consumo excesivo; (c) conducta "tl- pica" del alcohélico; (d) abstinencia de alcohol. Los distintos tipos de raccién, se dividieron en: Retraimien to, preocupacién y ayuda, agresién, vigilancia de los in tereses familiares y catarsis. La reaccién m&s comôn de las esposas fue de retraimiento, aun cuando el marido e^ taba abstemio o bebîa en una situacién social. Las muje­ res, cuyos esposos actuaban en forma agresiva y violenta, reaccionaban m&s a menudo con agresividad y retraimiento. El m&todo m&s eficaz para lograr la abstinencia a corto plazo del marido fue la amenaza, por parte de la mujer, de abandonarlo. Desde este punto de vista, el alcoholis­ mo se convierte en un sistema complejo de interaccién s£ cial, en el cual el alcohol sirve m&s bien de intermedia rio para la adopcién de determinados rôles (véase tam­ bién MITCHELL y cols., 1979; WEIL, 1979; WHITFIELD,1980). Tambiên en situaciones "normales" de consumo se en­ cuentran refuerzos sociales positives, taies como: Invi­ ter a unas copas, inciter a beber, brindar, admiracién por la cantidad que se puede soportar, formacién de pe- “ 10 6 — nas, competencias para ver quiên bebe m&s, etc. Sin em­ bargo, teunbiên en estos aspectos faltan aun estudios es- pecîficos. 3*2.2. Normas y actitudes frente al consumo. Muchos autores han resaltado la importancia de la co- rrelaciôn entre actitudes y datos de prevalencia; sin em bargo, la relacién entre ambas apenas se estudié sistemê ticamente, y no se sabe casi nada acerca del grade de co rrelacién. En general, se dan por sabidas las distintas actitudes y normas, sin evaluarlas sistem&ticamente. Se refieren generalmente a los diferentes niveles de consu­ mo, a los bebedores excesivos y los distintos problemas relacionados con el alcohol, a los h&bitos y sistemas de control diferentes para cada paîs y subcultura, pero ap£ nas existen datos para apoyar taies suposiciones. Tam­ bi&n se describen o se miden actitudes y normas frente al alcohol sin ponerlas en relacién directa con consumo o con los problemas posiblemente relacionados con êl. (Têa se como ilustracién de taies investigaciones GLOBETTI, 1967; SARGENT, 1967; DAHL, 1967; PRESTON, 1968; DEMOGEOT y cols., 1969; VALSESCHINI, 1969; GLOBETTI y POMEROY, 1970; PARFREY, 1974; O'CONNOR, 1977; KILTY, 1978). Tanpo co existen investigaciones comparatives directes de las actitudes en los distintos paîses. Sin embargo, se encuentran bastantes investigaciones acerca de la prevalencia del consumo alcohélico y de los problemas que conlleva en subcultures m&s bien abstemias. Se confirma a menudo que la actitud hacia la bebida al̂ cohélica es m&s negative en taies grupos que en la pobla cién que bebe habitualmente. Generalmente, los abstemios tienen una actitud m&s negative hacia la bebida que los bebedores (CAHALAN y cols., 1969; HARRISON y cols.,1968; - 107 - GOODWIN y cols., 1969; HARRISON, 1970; KNÜPFER y ROOM, 1967). Pero estos son naturalmente resultados banales. Seg&n la encuesta de HANSON y SAARMAN (1970), entre estu diantes suecos, tanto los abstemios como los que abusan del alcohol- tienen menos informacién exacte y actitudes menos tolérantes frente al alcohol, que los que beben con mesura. Tambiên parece demostrado que las personas que proceden de grupos abstemios (a travês de la actitud y/o comportamiento de los padres, adscripcién a una reli gién anti-alcohélica, etc.) beben menos en general, pero que cuando beben, es especialmente elevado el porcentaje de bebedores excesivos, bebedores con problemas o alcohé licos (MIZRUCHI y PERUCGI, 1962; DEMONE, 1966; GLOBETTI, 1967; GLOBETTI y WINDHAM, 1967; LARSEN y ABULABAN,1968; ABULABAN y LARSEN, 1968; PRESTON, 1969; GOODWIN y cols., 1969). A causa de estos datos la iglesia metodista nort£ americana anulé su prohibicién de beber alcohol y apoya ahora el consumo moderado, senalando que la exigencia de abstinencia de alcohol induce al consumo excesivo(MOORE, 1969). Sin embargo, el riesgo de caer en un consumo exce sivo dentro de cultures abstemias sélo vale, seg&n LARSEN y ABULABAN (1968) en los sujetos que se apartan de las normas establecidas por la religién a la que estén adscri tos. Ouando se discrepa de normas que provienen de ami­ gos, familiares o colegas de trabajo, el consumo excesi­ vo se da m&s bien en grupos con normas prescriptivas. De hecho el n&mero m&ximo de bebedores excesivos, seg&n LAR SEN y ABULABAN, se détecté en personas provenientes de ambientes sin normas definidas. Es probable que las normas de abstinencia o prdiscriptivas de alcohol, no representen' un peligro en sî, sino que êste surja en la confronta- cién con otras normas. Pero no queda claro a&n si la e- xistencia de normas contradictorias, poco claras o esca- sas, promueve al consumo excesivo por la falta de orienta - 108 - cién y por las sanciones contradictorias, como postulaui DEMORE (1966), HARRISON*(1970) y BRITT y CAMPBELL(197?) , o si provoca un traslado hacia un grupo de referencia con normas positivas (SHAW y CAMPBELL, 1962). RICHARDSON (1964), observé una falta de acuerdo en las actitudes de estudiantes universitarios y sus padres frente al tema. Acerca del papel que juegan los grupos de referenda se encuentran generalmente investigaciones en adolescentes. PEEK (1971) y PRENDERGAST y SCHAEFFER (1974), en sus in­ vestigaciones con estudiantes universitarios, llegan a la conclusién que pr&cticamente no se puedededucir nada ' acerca de la intensidad de las sanciones en base al grado de consenso frente a las normas. MADDOX (1968), quien tambiên trabajé con estudiantes, observé que los abste­ mios socialmente activos, cuyos amigos bebîan, empezaban a beber. Por otra parte, los bebedores sociales, cuyo consumo alcohélico no fue apoyado por sus amigos, se hi- cieron abstemios en el curso del ano acadêmico. COCKER- HAM (1975), asî como HANSON, en sus numerosas publicacio nés (1973a, 1973b, 1974, 1977), tambiên se ocupan de las relaciones entre el consumo en adolescentes y las actitu des de sus padres y de su grupo de iguales, demostrando una Clara reduccién de la influencia de los primeros en favor de los segundos. La encuesta de ALEXANDER y CAMPBELL (1967), entre estu diantes de BUP, demostré que la frecuencia de consumo C£ rrelaciona directamente con la cantidad de apoyo social que reciben los jévenes por parte de sus amigos. Un 60# de los jévenes abstemios informaron acerca de presiones sociales para consumir alcohol, y el monto de estas pre­ siones correlaciona directamente con la cantidad de ami­ gos bebedores. Sin embargo, nunguna de estas investiga­ ciones se centra en tomo al consumo probl em&tico de al­ cohol, sino que estudia el hecho de beber en sî. — 109 ” El tema del trabajo de BAHR (1957), que investigé la socializacién en un grupo de bebedores desadaptados (que viven en la barrio de los marginados de Nueva York "Skid Row"), es diferente. Este autor comprobé en una muestra de 92 hombres elegida alnazar, que la identificacién con el barrio variaba en forma inversaraente proporcional a la contidad de interaccién con personas "normales" y que la interaccién con los hombres del barrio variaba en for ma directamente proporcional a la conformidad con las normas de consumo alcohélico de "Skid-Row". De los estudios revisados tampoco queda claro si a los diferentes prototipos de consumo y de problemas, que e- xisten en los distintos grupos sociales, corresponden tambiên actitudes diferentes. CAHALAN y cols. (1969),tam biên hicieron unas pocas preguntas acerca de actitudes en su encuesta representativa. De acuerdo con la perte- nencia a una clase social deterrainada, se pueden resu- mir las respuestas a taies preguntas de la siguiente mè­ nera: Tel como se dijo anteriormente, las clases sociales bajas mostraron un numéro reducido de consumidores de al cohol, pero a la vez, una proporcién relativamente mês elevada de bebedores excesivos. La actitud frente al al­ cohol en la clase baja fue generalmente negative, es de- cir, parecîan ver mês riesgos en el consumo. Un porcenta je minime déclaré que echarîa de menos el alcohol si tu- viera que dejarlo. Un porcentaje mês elevado de este gru po social estuvo de acuerdo con la afirmacién de que "la bebida hace m&s mal que bien". Entre los efectos negativos del consumo, los sujetos pertenecientes a las clases so­ ciales m&s bajas resaltaron sobre todo la agresividad y disputas violentas que produce, mientras que las perso­ nas con un nivel socioeconémico m&s elevado mencionan con mayor frecuencia los problemas de salud. M&s sujetos de clase socioeconémica baja declararon que una persona cer - 110 - cana a ellos la habîa intentado alejar de la bebida du­ rante el <imo ano. Sin embargo, no se puede deducir de estos resultados la proporcién de estas diferencias de actitud que se or^ gina simplemente por el mayor n&mero de abstemios exis- tentes en las clases sociales inferlores, como tampoco se puede saber si el volumen y frecuencia de consumo co- rrelacionan con la actitud frente al alcohol. De la mis- mt forma deberîa matizarse el resultado obtenido con re£ pecto a diferencias de actitud seg&n el sexo: Un mayor porcentaje de mujeres estuvo de acuerdo con que la bebi­ da trae ra&s problemas que ventajas y con,que el alcoholi£ mo représenta un problema serio. WANBERG y KANPP (1970), que encuestaron a 1657 varo­ nes y 565 mujeres alcohélicas en base a un cuestionario, observaron que las mujeres tendîan a opinar que su alco­ holismo iba en aumento. Posiblemente, las mujeres se sen tîan m&s culpables que los hombres por su alcoholismo, puesto que dentro de su roi social est& m&s mal visto el consumo excesivo de alcohol (Ver tambiên, a este respec­ to, WELSH, 1975; COHEN, 1976; LEE, 1978). Seg&n una investigacién australiana (ENCEL y KOTOWICZ, I960; ENCEL y cols., 1971) el volumen de consume de los distintos grupos sociales covarîa muy poco con la permi- sividad diferencial frente al alcohol, pareciendo existir m&s bien normas diferenciadas de acuerdo con roles y si­ tuaciones especîficas, que se distribuyen en forma bastan te unitaria en todos los grupos sociales. ENGEL y cols, mostraron a los 823 sujetos participantes en la investiga cién, cinco im&genes sobre las que debîan emitir un jui- cio: 1) trabajadores que beben en un Bar despuês del trabajo; 2) un joven de 18 anos al que se le esté aniinando a be­ ber, en un Bar; - Ill - 5) j6venes de 18-19 anos, que beben en une fiesta; 4) un marido que una vez por semana llega a casa tarde y ebrio; 5) amas de casa, que después de la compra beben algo, reunidas en su hogar, Aunque se observaron diferencias en cuanto a la permi sividad con que los diferentes grupos toleraban el consu mo de alcohol en estas situaciones, estas diferencias a- penas coincidieron con el volumen de ingesti6n de alco­ hol dentro de los mismos grupos. Asî, las divergencias de actitud frente a actitudes sexuales fueron relativaraen te pequenas en comparaci6n con las grandes diferencias en cuanto al volumen de consumo de alcohol. Aprbxiraada- mente el 70$ de los hombres, y s6lo el 50$ de las muje- res entraron en la clasificaciôn de "bebedores frecuen- tes y de consumo elevado", s6lo se vieron diferencias no signifientivas en cuanto a la permisividad de las muje- res (menor) en comparaci6n con los hombres, en todas las situaciones. En otras comparaciones se encontraron co- rrespondencias parciales entre volumen de bebida y acti­ tud, pero tambiên se encontrauron tendencies exactemente opuestas. Al comparer las respuestas frente a las distin tas im&genes, se observaron claras diferencias. Por una parte, hubo una coincidencia general en la condenaci6n de la ebriedad del marido (72$ de los hombres y el 78$ de las mujeres expresaron rechazo incondicional), como tambiên se observ6 un rechazo elevado frente al cuadro del joven de 18 anos al que se le aniraaba a seguir be- biendo (60$ de los hombrep y 70$ de las mujeres expresa­ ron rechazo incondicional). Por el contrario, la imagen del trabajador que bebe en el Bar recibiô aceptaci6n por parte del 80$ de los hombres y del 76$ de las mujeres(^jB^^'-, forma incondicional en un 54$ y 42$, r e s p e c t i v a m e n t e ' Por otra parte, la condufta de las amas de casa prc\^W- '"a.- - 112 - menos permisividad y menos acuerdo, Aunque la mayorîa lo acept6 (72$ de los hombres y 65$ de las mujeres), en ge­ neral se plantearon limitaciones, especialraente por par­ te de las mujeres. Segûn otros an&lisis cualitativos de las respuestas, muchos vieron en la mujer que bebe un riesgo de alcoholismo, pero no en el hombre que consume alcohol. El esposo ebrio fue considerado por muchos como irresponsable y provoc6,* especialmente en las mujeres, u na veheraente desaprobaciën, pero nadie considerô que co- rrîa el riesgo de convertirae en alcoh6lico. Aparté del trabajo de ENGEL y cols., tan s6lo conoce- mos algunos trabajos poco importantes, que al menos ha- yan investigado las normas especîficas a situaciones y roles, aunque de forma asistemâtica. (Vêase, por ejemplo, JUPP, 1969; FORSLUND y GUSTAFSON, 1969; NOREN, 1970; Me CARTHY, 1975; SCHUKIT y cols., 1976; SHORT y VOGEL-SPROTT, 1978). TambiSn KNUPFER y ROOM (1967) encontraron diferen cias m&s pequenas en el 6rea de las actitudes que en el de la conducta observada. Estes autores estudiaron a su- jetos americanos de procedencia irlandesa, a protestantes y a judîos, que segdn lo esperado, se diferenciaban en la cantidad y frecuencia del consumo: Menos abstemios,em briaguez poco frecuente y m&s bebedores moderados entre los judlos, ocupando los irlandeses el polo opuesto y los protestantes, una posiciôn intermedia. Al preguntarles por su opini6n acerca de la embriaguez, declareron el 45$ de los irlandeses, el 51^ de los protestantes y el 55$ de los judîos, que consideraban a las personas e- brias como completamente inofensivos, mientras que 69$,. 75$ y 61$ respectivamente, consideraban que provocaban rechazo. Sin embargo, es posible que esta gran coinciden cia se base en un concepto diferente de la embriaguez: los judîos parecen hablar, ya a nivelas bajos de consumo, de ebriedad. En otra investigacién con una muestra seme- - 113 - jante, se produjeron algunas diferencias mayores: Una parte considerable de los judîos desaprobô la embria­ guez: 65$ de los judîos, 44$ de los protestantes y 56$ de los irlandeses; pero s6lo algunos expresaron una desa probaci6n violenta (15$, 17$, y 17$, respectivamente). Una posibilidad de determiner la fuerza de la presiôn social hacia el consumo de alcohol (aunque no sea un con­ sumo elevado), est& en la investigaciôn acerca de las a- tribuciones referentes a los no-bebedores, es decir, en la investigaci6n de los estereotipos respecto a l''s abs­ temios. WIESER (1975) determin6 este estereotipo en una encuesta realizada en Alemania Federal, a travês de una pregunta de respuesta abierta. La posterior categoriza- ci6n de las respuestas dio como resultado que, aunque un tercio de los encuestados no podîa o no querîa dar una rea puesta précisa, los restantes dos tercios sî que tenîan formado un estereotipo, pese a que s6lo muy pocos habîan conocido alguna vez personalmente a un abstemio. En genê ral, las respuestas eran de tipo emocional, predominando las actitudes negatives. Se expresaron principalmente sen tiraientos de rechazo y menosprecio, aunque en muchos ca- sos también surgîan connotaciones de un cierto reconoci- miento, simpatîa y admiraci6n. GRUNER confirma estos re­ sultado s en encuestas posteriores en Alemania Federal (1977), en un trabajo que revisa, asimismo, las publica- ciones acerca del tema. Resta ahora se ha prestado poca atenciôn, en la bi- bliografîa pertinente, las organizaciones y personas pûblicas que influyen en forma m&s o menos abierta en la formaci6n o en el csumbio de normes y criterios. Se han presentado algunos trabajos, la mayorîa de e- llos, cr6nicas hist6ricas, acerca del trabajo que reali- zan las asociaciones para la moderaciôn en el consumo de alcohol (vêase, por ejemplo, WAHL, 1966; RUMBERGER,1968; - 114 - HARRISON, 1958). Pero no encontramos ningun anêlisis de­ tail ado acerca de la influencia de los medios de comuni- caciên. PFAUTZ (1962) llev6 a cabo un an&lisis de conte- nido en el tema del alcohol dentro de los "bestsellers” americanos publicados entre 1900 y 1904 y entre 1946 y . 1950. El alcohol, el consumo alcohêlico y la embriaguez son temas freçuentes. En el période m&s reciente se escri be con m&s detalle, aumentando tambiên la cantidad de r^ ferencias. Aunque la influencia de la publicidad sobre las actitudes frente al alcohol salta a la vista, s6lo pudimos encontrar dos trabajos acerca de este tema.JOHAN SON (1970) constata que los adultes no parecen sèntirse afectados por la publicidad en favor de las bebidas alco hêlicas, mientras que los adolescentes y abstemios pare­ cen m&s susceptibles a esta forma de tentaciên. Por otra parte, las delegaciones de asociaciones para la modérai ci6n del consumo alcohêlico en Suecia, fuèron informadas por el gobiemo que la represiên de la publicidad para las bebidas alcohêlicas, representarîa una limitaciên ina ceptable de la libertad de prensa. La ûnica investiga- ci6n empîrica acerca del tema proviene tambiên de Suecia. SODERLING (1969) conté, durante un mes, los anuncios de bebidas alcohélicas en algunos periédicos y revistas del paîs, calculando luego los porcentajes para cada tipo de bebida. No reproducimos taies porcentajes, al no ser ge­ neral izabl es y no pasar de tener un valor casi anecdéti- co. 5.2.5. Motivacién para el consumo alcohélico. Al hablar de motivaciones para el consumo de alcohol nos referimos a làs razones que dan diferentes indivi­ dus s para explicar por quê beben. Aunque êstas podrîan incluîrse entre las actitudes y opiniones, los tratare- - 115 - mo8 por separado, dada su importancia. Fundamentalmen- te, se puede distinguir entre motivos sociales j moti­ ves personales. A êstos se puede anadir el sabor del al­ cohol, razones de salud y otros no clasificables en un grupo especial. A la vez hay que resaltar que esto no significa de ninguna manera que el alcohol cumpla con el objetivo indicado por la persona. Estas variables motivacionales se estudiaron frecuen­ tament e en las muestras populares norteamericanas. MUL- FORD y MILLER (1960b, 1960c) realizaron la primera inves tigacién sistemfitica de este tipo con una escala: "Defi­ nitions of Alcohol" ("Definiciones del alcohol"). Eneues taron una muestra representativa de la poblaciéh adulta de lowa, eliminando de la muestra un 5$ de alcohélicos mediante una escala de "Preocupacién a causa del alcoholV Los autores llegaron a lâ conclusién que la cantidad de alcohélicos existante en un segmente social determinado, corresponde a la valoracién que, por sus efectos, recibe el elevado nivel de consumo alcohélico dentro de este segmente social. Por lo dem&s, de acuerdo con los resul­ tado s de esta investigacién parecerîa que, cuando se in- dican motivos personales para beber, êstos se acompanan con motivos sociales. Las afirmaciones acerca de motivos personales para el consumo correlacionan tanto con el vo lumen de alcohol ingerido, como con la intensidad de la preocupacién que causa el alcohol. A resultados similares llegaron KNUPFER y cols. (1965), CARMAN (1968,1971) y GRUNER (1977). EDWARDS y cols. (1972) interrogaron a personas que vivîan en suburbios de Londres acerca de sus motivos para beber, realizando luego un an&- lisis factorial. Identificaron un factor, que denominaron "ataraxic motivation", el cual corresponde al consumo en busqueda de alivio. Este factor mostré una correlacién sig nificativa con problemas relacionados con el alcohol. El 52$ de las personas identificadas como bebedores con pro- — Il6 — blemas obtuvo una puntuacién superior a .20 en este factor, mientras que s6lo un 6$ de la poblacién restante alcanzé este puntaje. Esta motivacién personal para ingerir alcohol tambiên aparece con mêxima frecuencia en alcohélicos que vuelven a beber tras el tratamiento (25$ = tensién psicolé- gica; 15$ = problemas familiares), de acuerdo con las en­ cuestas realizadas en EE.UU. por LUDWIG (1972). Entre las motivaciones personales de tipo emocional se citan con fre cuencia: Estados de tensién, ansiedad o miedo (SIASpI y SP]̂ RO, 1975; KUCEK, 1978; BACON, 1979); sentimiantos de soledad (NERVIANO y GROSS, 1976; ALONSO-FERNANDEZ, 1976) ; estados dé depresién (GIBSON y BECKER, 1975; FINE, 1979; GORENSTEIN, 1980); sentimientos de impotencia (DONOVAN y cols., 1979) y ansiedad social, la cual impulsarîa a beber para imple- mentar la eficacia en el trato con los demês (ROSS, 1972; BROWN, 1977; WISEMAN,'1981). Los factpres cognitivos - ta­ ies como expectatives de cambio en el autocontrol, concepto de sî misrao, o en la actitud frente a situaciones de ten^i sién- tambiln parecen influir en el consumo (MULES y cols. 1977; MAISTO y cols.,1977; MOOS y cols., 1977;RYCHTÎRIK y WOLLERSHEIM, 1978; BOLON y BARLING, 1978), pero er. esta investigacién se realizé con una muestra reducida de 295 mujeres alcohélicas admitidas en un centro asistencial de EE.UU. Por otra parte, un estudio més complete, en base a las investigaciones realizadas en la ôltima década, ci ta los factores de estigmatizacién y sentimientos de cu^ pa, asî como problemas personales, como los principales responsables de las recaîdas en mujeres alcohélicas(JOHN SON y GARZON, 1978). Por su parte, CAHALAN y cols. (1969), utilizaron una escala de 11 îtelhs en una encuesta norteamericana. Estos autores denominan los motivos de consumo personales "mo­ tivaciones de evasién". En conjunto, la muestra norteam^ ricana considéré m&s importantes los motivos sociales. - 117 - que las motivaciones para la evasién. Pero tambiên en e£ te caso surgen correlaciones significativas entre volu­ men de consumo y confesién de motivos personales. No se observaron diferencias esenciales entre hombres y muje­ res: 52$ de los hombres y 26$ de las mujeres afirmaron tener motivos de evadirse. Aunque menos mujeres bebîan grandes cantidades, aquéllas que sî lo hacîan, confesa- ron con mayor frecuencia taies motivos personales. 64$ de las mujeres y 48$ de los hombres que consumîan mucho alcohol, fueron considerados como bebedores por evasién. Estos datos coinciden con los resultados de CISIN(1965). CAHALAN y cols, opinan que en estos casos esté présente una mezcla de las siguientes variables: (1) La mujer que bebe mucho tiene con mayor frecuencia problemas especiales, tensiones interiores o carac- terîsticas de personalidad, que la obligan a romper los convencionalismos con su consumo excesivo; (2) Este tipo de mujer en general tambiên es menos con­ formiste, dando, por lo mismo, menos razones social- mente aceptadas para su conducts; y, ppr ultimo, (5) Tiene problemas justamente por su forma de beber. No se encontré ninguna diferencia en la frecuencia con que se daba la evasién como raotivo para beber alco­ hol en las distintas clases sociales. Tampoco se encon­ traron diferencias entre los distintos grupos de edad. Al dividir la muestra de acuerdo con los diferentes sub- grupos religiosos, los judîos aparecieron con el menor porcentaje de motivos de evasién, mientras que los pro­ testantes y personas sin vinculacién especial religiosa, mostraron el porcentaje m&s elevado. En general, las per sonas m&s desvinculadas de la sociedad mostraron m&s mo­ tivaciones para la evasién. Se confirmé la hipétesis de "cross-pressure" (contra-presién) de KNPFER y cols.(1965), y los resultados del estudio de BERKELEY, segun los cua- — ii8 — les, las personas con un elevado consumo y motivos per­ sonales para la ingestién de alcohol provenîan sobre to- do de grupos con sanciones fuertes contra el consumo ex­ cesivo, como, por ejemplo, mujeres pertenecientes a reli giones protestantes conservadoras, cuyas ensenanzas re- chazan el alcohol. Sin embargo no se confirmé la hipéte­ sis para el caso de aquellas personas que en el ano ant^ rior habîan sido objeto de sanciones o reprimendas por parte de sus personas allegadas, a causa de su consumo alcohélico. Tambiên en Canadê ABULABAN y LARSEN (1968) detectaron una relacién entre volumen de consumo y motivos persona­ les para beber alcohol. Pudieron tambiên respaldar su tê orîa, segén la cual son ante todo las personas pertene­ cientes a una sociedad con normas no-prescriptivas (nor- mas permisivas, que dejan la decisién al individuo mis­ mo), las que dan motivos personales para ingerir alcohol, raientras que aquêllas que provienen de un grupo social con normas prescriptivas, citan motivaciones sociales. Las personas de ambientes con normas proscriptivas (Abs- tinencia) no dan ningén raotivo o, al menos, no dan moti­ vos consistantes. Sin embargo, este autor tambiên consi­ déra que la discrepancia con las normas de abstinencia lleva a motivos personales para beber alcohol. JESSOR y cols. (1970) han investigado las diferentes motivaciones hacia el consumo en un estudio transcultu- ral. Como se sabe por otros trabajos no sistem&ticos (so bre todo LOLLI y cols. 1952, 1953, 1955), en Italia no ^ xiste primordiaimante una motivacién personal, es decir, los italianos no consideran que el alcohol contribuya al alivio r&pido de las dificultades personales. Lo inclu- yen mês bien entre los alimentos que entre las drogas. Por otra parte, en EE.UU. por lo menos una parte de la poblacién tiene una motivacién personal para beber alco­ hol. JESSOR y cols, interrogaron a jévenes varones de - 119 - Boston (79), Roma (94) y Palermo (108), con diversos cuestionarios de personalidad y consumo, planteando la hipétesis de que las motivaciones culturales actuarîan como variables moduladoras entre caracterîsticas de per­ sonalidad y consumo de alcohol, o, dicho en forma més de tallada, que: - Expectatives m&s bajas en la consecucién de metas alta mente valoradas (frustracién); - mayor alienacién en los valores, y una - menor posibilidad de control intemo (impotencia o in- capacidad), conllevan, de acuerdo con su hipétesis: Mayor consumo de alcohol (en criterios de cantidad y frecuencia) y una ma yor frecuencia de périodes de embriaguez, pero sélo en la muestra norteamericana, y no en las muestras italianas, y precisamente a causa de las motivaciones diferenciales respecto al alcohol. Los resultados de esta investigacién muy bien controlada corroboraron la hipétesis. Y esto,pê se a ]̂ e- las muestras de sujetos italianos obtuvieron puntuaciones incluse m&s altas, en relacién con frustra­ cién, alienacién e impotencia, que los norteamericanos. Sin embargo, no se encontré en elles ninguna, o m&s bien una relacién inversa no significativa entre variables de personalidad y consumo. En Francia, un paîs con una elevada incidencia de al­ coholismo, parece predominar la siguiente opinién: Se considéra que el alcohol posee un poder fortificante, y que es necesario para el manteniraiento cuando se realize un esfuerzo fîsico prolongado (ANDERSON, 1968; FRÊDUR y cols., 1969). Aunque desde 1948 esta opinién ha ido per- diendo adeptes, seg&n una encuesta (N=100) en Bordeaux, 1967, afin el 59$ de los encuestados (1948: 79$), creîan en el poder fortificante del alcohol, y el 55$ (1948: 79$) pensaban que el vino era absolutaraente necesario pa ra personas que realizaban labores manuales pesadas. Sin - 120 - embargo, el 79$ opiné que un deportista abstemio podîa ser tan bueno o incluso mejor que uno que bebiera vino (FREDUR y cols., 1959). SARGENT (1971), verificé la teorîa de BALES en Austra lia, con estudiantes chinos, judîos, australianos, y con un grupo de estudiantes en Japén. Inicialmente verifica­ ron si estos grupos êtnicos representaban las diferentes motivaciones hacia el alcohol, sugeridas por BALES, call ficando a los estudiantes australianos de utilitarios; a los judîos, de espiritualistas; a los chinos, de semi- -abstemios; y a los japoneses de bebedores sociales(véa- se HIRAYAMA y cols., 1970). Los resultados corroboraron los supuestos, salvo en el caso de los judîos, que cita- ron con igual frecuencia motivos personales y utilitaris^ tas para el beber. Tal como se predijo, el porcentaje de sujetos con un consumo elevado varié de acuerdo con*las motivaciones, en el siguiente orden descendente: Bebîan m&s los australianos, luego los japoneses, y finalmente, los chinos. Estos datos coincidîan tambi&n respecto a los bebedores con problemas. Tambi&n en este caso, los valores obtenidos por la muestra judîa resultaron mayo­ res a los esperados, y en las mujeres judîas incluso fu^ ron m&s altos que en las australianas. Pero adem&s, los judîos tenîan tambiên la proporcién m&s elevada en cuan­ to al consumo de drogas. SARGENT asume que los judîos su frieron un proceso de aculturacién. Segûn los an&lisis cualitativos de reacciones frente a im&genes de escenas y situaciones relacionadas con el alcohol (ENGEL y KOTO- WICZ, 1970; ENGEL y cols., 1971), en Australia parece prédominer una motivacién utilitaria para el consumo, p_e ro, a la vez, parece haber una "doble moral" respecto al tema. Aunque ambos sexos opinan que la funcién primordial del alcohol es la de aliviar tensiones, malestar, etc., ambos sexos coinciden en admitir este uso sélo para el hombre. Gonsideran que el hombre se gané esta gratifica- - 121 - cién, mientras que el consumo en la mujer laci6n general n®de cuestionarios respcxKÜdos % de la muestra total MesserscNnidt-Boelkcw-Bl(±gn 129 8'5 Gienger Sanitaranlagen 17 l’I Bayerische Hypotheken- und Wechsel-Bank 166 ll'O IBM 105 6'9 FrauenwcAmheims 17 l'I lodenfrey 26 l'7. Innungskrankenkasse 31 2'5 Pfanni-Werke 14 0'9 Cbdachlosenasyl 59 3'9 Bundesbahn-AusbesserungsMarke 245 16’2 Bundespost 285 18’8 Bayerisches Landesamt fur Lhweltschutz 48 3'1 Soeffing KG, Essen 85 5'6 Loewenbrâu / Thcsti-Bauaj±)eiterwohnheijn 17 l'I Sienens-Kurklinik 64 4'2 ’ 1308 86'6% Muestras de n® de % de la muestra alcohôlicos cuestionarios total diagnosticados respcmdidos Hospitaies: Annabrunn, Roanerhof, Ringenhof, Hoechsten, Gauting 135 8'9 Hospitaies psiquiStricos: Haar, Guenzburg, 58 3'8 Policlînica del Institüto Max Plank de Psiquiatrîa 11 0'7 204 13'4% — 183 — An&lisis 2: Estudio de los criterios. 1) Determinacién de los criterios de consumo: - Frecuencia de consumo (A^^ hasta A^^): Cada persona encuestada recibié, para cada una de las tres cla­ ses de bebida, un valor que refleja la frecuencia de consumo correspondiente. Se hizo una ponderacién simplificada de las posibilidades de respuesta para cada item. - Cantidad de alcohol consumida: El an&lisis factorial de todos los nivel es de respuesta acerca de cantidad justificé cuatro valores globales por persona: Can­ tidad de cerveza, de vino, de "bebidas fuertes" y abstinencia (cantidades mînimas de los tres tipos de bebida) (A^^ a A^^). - Adicionalmente, se sumaron los valores de cantidad y frecuencia, obteniéndose de esta manera una "pun- tuacién global de consumo" (A^^). 2) An&lisis factorial del cuestionario acerca de proble­ mas ocasionados por el consumo de alcohol (Critrerios B, 5 factores). 3) Validacién de los diferentes criterios entre s£. Co­ rrelaciones de los criterios de A (frecuencia y cant^ dad) y B (problemas causados por el consumo) entre sî. Correlacién de todos los criterios A descritos ( ^̂ , A^^, A^^, y A^^_^^), con los factores B y los items de B por separado. An&lisis 3: Estudio de las covariables. 1) An&lisis factorial de las escalas (C - H) referidas a las covariables del consumo problem&tico. Comparacién de varies procêdimientos de extraccién para mejorar la estructura de los factores. Interpretacién del conte- nido de los factores. Deterrainacién de la varianza ex plicada por los items en cada factor y extraccién de — i84 — una lista representativa de items de cada factor. 2) Validacién de los factores de las covariables: - Correlaciones en todos los factores de covariables (e items individuales) y puntuajes de los criterios A y B (factores e items). - Determinacién de la correlacién multiple entre los factores de cada uno de los cuestionarios de cova- riables y los distintos criterios (para todas las e£ calas de covariables). 3) Seleccién orientada en base a los criterios de las co variables del consumo problem&tico: Indepndientemente de los resultados del an&lisis factorial, se seleccio_ naron los items de las escalas por medio de una regr£ sién multiple, para la prediccién de los criterios (tres escalas). Determinacién de las correlaciones multiples entre estos items y los criterios. An&lisis 4: Estudio de las diferencias entre grupos. l) Formacién de los grupos: Alcohélicos, bebedores con problemas, bebedores normales. Criterios de seleccién: - Para alcohélicos: Pertenencia a una de las muestras de alcohélicos o respuesta afirraativa ante la pre- gunta: "iHa estado Vd. sometido a un tratamiento pa ra alcohélicos?"; - Para bebedores con problemas: Obtencién de un pun- tuaje igual o superior a .65 en uno de los factores B (el valor de .65 se eligié porque el 2 0 extreme de las muestras de la poblacién general cae en esta puntuacién); - Para bebedores normales: Eleccién al azar entre los restantes encuestados. Se eligié esta forma de agrupacién independientemente de los criterios A de consumo (frecuencia y cantidad), - i85 - con el fin de investigar relaciones no-lineal es entre conducta frente al alcohol y covariables (an&lisis de varianza, ver m&s abajo). 2) Diferencias entre los grupos: An&lisis de varianza y test t entre los grupos "alcohélicos", "bebedores con problemas" y "bebedores normales", para detectar dife rencias significativas entre ellos en los factores criteriales y de covariables, y en los items indivi­ dual es de los criterios A y B, asî como en las varia­ bles de control. En el caso de las variables de con­ trol discontînuas (nominales), se utilizé el test de Chi^. 2.6. Limitaciones del valor informative.- Ya se explicé anteriormente con detalle el valor de las afirmaciones cientîficas que pueden hacerse en base a este tipo de investigaciones. Habiendopresentado nues­ tro diseno, se pueden anadir a&n los siguientes comenta- rios: Respecto a la representatividad, en base a un primer estudio de los datos se conocîan, antes de los an&lisis, las siguientes caracterîsticas demogr&ficas de la mues­ tra: Los sujetos provenientes de la poblacién general fueron casi exclusivamente personas résidantes en Bavie­ ra y principalmente, muniquenses, puesto que se estable­ cieron fundamentalmente contactes con empresas de la re- gién de Munich. Solamante 14? personas, es decir, un po­ co m&s del 10^, residîan en el momento del estudio en o-' tras regiones de Alemania Federal. Las personas diagnos- ticadas como alcohélicas residîan en ese momento en las respectivas instituciones de Baviera y Baden-Wuerttenberg. A juzgar por el &rea de atencién hospitalaria que cubrîan estas instituciones, también fueron sujetos résidantes - 186 - principalmente en el Sur de Alemania Federal, aunque no solamente en el Srea de Munich. Puesto que los sujetos fueron casi exclusivamente em­ pleados de empresas estatales o privadas (excepte los que vivîan de la Beneficiencia y una parte de los alcohé­ licos), la poblacién no-profesional (como, por ejemplo, los estudiante, las amas de casa y los jubilados), prâc- ticamente no esté representada, como tampoco estSn repr£ sentadas las profesiones libérales y profesionales inde- pendientes. Adem&s, la obtencién de la muestra a través de empresas détermina también un limite de edad. Segén el reglamento legal acerca del limite de edad laboral en A- lemania, no participan en nuestra muestra personal menores de 14 é 15 anos, ni tampoco sujetos mayores de 65 anos. P_e ro esto corresponde en gran parte a nuestra intencién, ya que dese&bamos estudiar la poblacién que habitualmente con­ sume m&s alcohol. El comienzo del consume de alcohol ha­ bitual (m&s que espor&dico) parece coincidir en nuestra sociedad con el inicio de la vida laboral, seguramente porque représenta a la vez la adopcién del roi de adulte (es évidente que también conicide con la entrada en un centre de estudios superiores, tal como la Universidad, pero esta poblacién por desgracia no se pudo incluir). También parece que el consumo de alcohol, asî como los problemas causados por su ingestién, disminuyen signifies tivamente en personas mayores de 65 anos (CAHALAN, 1970; ZIMBERG, 1974). En todo caso, es difîcil realizar un labor preventiva en los niveles superiores de edad. Otra caracterîstica de la muestra reside en el hecho' que los sujetos son exclusivamente voluntarios y sélo se - puede expecular acerca de sus motivos, puesto que, salvo los sujetos acogidos a la Beneficencia, nd recibieron corn pensacién econémica. Segun nuestras observaciones, también influyeron en gran medida prodesos de din&mica de grupos, determinados principalmente por la actitud de los direct^ - 187 - vos de las empresas frente a la investigaci6n, y por las relaciones existantes entre les directives y les emplea- dos. No nos fue posible detectar posibles mécanismes de selecci6n dentro de cada una de las empresas, por el ca- rScter an6nimo de las respuesta. Sôlamente se interrog6 a las personas acerca de su propio comportamiento y sus propios puntos de vista y no directamente acerca de las normas del ambiente social y que posiblemente fueron im­ portantes en.algunos cases. Hemos intentado al menos ave- riguar las normas y el comportamiento del entomo social en la medida en que las percibe directamente el sujeto. Por este motive, como tambiên por la circunstancia de que se trata de un corte transversal, no se puede detectar cia ramente una estructura interaccional. Por diseno mismo, hay que destacar que las relaciones entre las diferentes covariables no pueden hacerse visibles. Este es, con toda seguridad, un déficit muy serio, porque de esta manera no sabemos qué redundancia poseen los dates obtenidos. Teé- ricamente, es posible que sus intercorrelaciones sean tan altas que ya no puedan considerarse como aspectos diferen tes, o que, al menos, se reduzca el numéro de aspectos dd ferentes. Sinembargo, la reparticién de las escalas de co_ variables entre los sujetos fue un paso necesario, porque el trabajor de responder a todos los Items hubiera sobre- pasado ampliamente la capacidad de una persona y no pese^ amos, en ese momento, ningén criteria para su reduccién. Este paso quedé reservado para la validacién cruzada, con lo cual se continué el proyecto global. Sin embargo, no es prévisible que los resultados se modifiquen significative mente en la validacién cruzada, puesto que la muestra am­ ple ada en esta primera parte fue, en primer lugar, muy am plia y, en segundo lugar, se compuso de muchas muestras individuales heterogêneas. También se debe tener en eu enta en el diseno estadîs-* tico que, en la mayoria de los casos, sélo permite la de — l88 — teccién de relaciones simples, lineales y correlatives. Las relaciones m&s complétas que puedan existir no pue­ den detectarse con esta forma de anélisis. Para ello, se deberîan extraer itéras individuales y aplicar mêtodos mu cho m&s complejos. Esto se puede realizar con el material de datos ya existante y se est& llevando a cabo, dehecho, en base a varias tesinas de licencîatura. Por estas razones, los dates descritos a continuacién no agotan el material obtenido, sino que describen sola- mente las relaciones m&s simples que se pueden detectar en 11. 5. RESULTADOS 3.1. Caracteristicas demogr&ficas de la muestra (varia­ bles de control).- En este apartado resurairemos los dates biolégicos (se­ xe y edad), los dates referentes a la situacién families? (estado civil, nûmero de hijos, numéro de personas que conviven en un hogar), los datos socioeconémicos (forma- cién escolar, profesién o cualificacién del empleo, per- tenencia subjetiva a una clase social). Adem&s, se averi- gué el n&raero de habitantes de la poblacién en la cual crecié cada sujeto. Verenos primeramente una descripcién general de las respuestas en los items correspondientes, que servirâ pa­ ra la caracterizacién de la muestra global. 3.1.1. Sexe y edad. En la muestra totalparticiparon 1.148 hombres (76,13^) y 360 mujeres (23,87^). De ello se obtiene una relacién entre hombres y mujeres de 3,2:1. Una proporcién casi idên tica aparece en la muestra parcial de "alcohélicos". En el - 189 - caso de los alcohélicos, tal proporcién se establecié in tencionalmente, puesto que considérâmes que correspondis a la proporcién real, por lo menos en lo que se refiere a la poblacién general. Por ello, deberâ procurarse major representacién de las mujeres en una validacién cruzada, aunque las mujeres actualmente formen una poblacién menor del sector laboral, asi como de los bebedores con un con­ sume més elevado. - Colocar aqui Figura 2 - La distribucién segun edad en la muestra total se pré­ senta en la Figura 2, en la cual se establecieron 11 gru- pos, de cinco en cinco anos. La distribucién va desde los quince hasta los setenta anos. Como era de esperar, no par ticiparon grupos de edad m&s jévenes o majores, puesto que la muestra consta casi exclusivamente de personas en edad laboral. Como puede verse, la distribucién est& algo incli nada hacia la izquierda, o sea, hacia los grupos jévenes; especialmente los sujetos entre los 25 y los 40 anos est&n m&s representados que los dem&s. La media aritmêtrica de la distribucién esté en los 57,9 anos; la mediana, en los 56 anos; la moda, en los 52,5 anos y la desviacién tipica, es de 11,1. Los dem&s items contenidos en estas escalas, referentes a peso y estatura, se excluyen aqui, puesto que sélo son de inter&s para la parcializacién de las variables de se- xo y sélo en tantosirven para calcular la relacién entre peso y volumen de consume alcohélico. 5.1.2. Situacién familiar. La distribucién en las distintas categorias se puede observer en el Cuadro 5. - 190 - I ë I rvj so^aCns ap ojaiupN - 191 - - Colocar aquî Cuadro 3 - 5«1*3* Nival socioecon6mico. El nival socioaconômico da los sujatos qua componan la muastra global sa midiô an base a cuatro tamas: nival adu cativo alcanzado, tipo da ocupaci6n labordL, ingraso man^ suai neto y partanancia subjetiva a una clasa social. Los resultados astSn resumidos an los siguiantas cuadros : - Colocar aqui Cuadro 6 - - Colocar aquî Cuadro 7 - - Colocar aquî Cuadro 8 - - Colocar aquî Cuadro 9 - 3.1.4. N6maro da habitantes da la poblaci6n da origan. Con al fin da detectar la proveniencia rural, da paqu^ na o de gran ciudad, da los sujatos, sa les consult6 acerca del numéro de habitantes del lugar en que pasaron su in- fancia y juventud, Los resultados se pueden observer en el Cuadro 10. - Colocar aquî Cuadro 10 - 5.1.5. Comparaciôn da la muestra con datos estadîsticOs oficialas. Para obtener una idea de la medida en que nuestra mue^ tra se correspondis con la estructura de la poblaci6n gene ral, révisâmes 1 a^inf or mac i6n del Anuario; Estadîstico y - 192 - Cuadro 5; SituaciCn familiar (dlstrlbuclôn de las respuestas en cada categorla) Estado civil % n Solteros 28'11 425 Casados 63M3 959 Dlvorclados 6'68 101 Vludos 0'99 15 Separados 0’79 12 Nûmero de hi jos % n 0 46'26 6981 25'38 3832 18*42 278 3 6 4 8'28 125 5 6 mâs 1*66 25 Ccxivlvencla (distrlbuclôn de las respuestas a la pregunta: "êCon qulén vive Vd. % n Solo 18*29 276 Con cônyuge y/o hljos 64*35 971 Ccm los pcidres 10*01 151 Con parlantes 0*86 13 Ccn otras personas 6*49 98 - 193 - ro m VO VD—) CO o a) 8'6 26'8 BUP 2'2 8'3 Escuela Têcnica _ 8’6 11'5 Licenciatura 2'9 7'0 - 200 - variable del nivel escolar alcanzado, concretamente en las categories de "Primera etapa de E.G.B." y "Segunda etapa de E.G.B." (correspondientes a "Volksschule" y "Mittlere Reifé", en Alemanîa Federal). Seg&n estos datos, las personas que alcanzaron "Segunda etapa de E.G.B." es t&n sobre-representados en nuestra muestra en coraparaci6n con los que alcanzaron s6lo "Primera etapa de E.G.B.". Esto puede deberse a la sobre-representaciSn de varones y a la sub-representaci6n de sujetos de mayor edad, pues to que, seg&i parece, en Alemanxa Federal el nivel de for maci6n de los hombres de generaciones m&s j6venes es, en general, m&s alto que el de las mujeres y el de los hom­ bres de mayor edad. Por los dem&s, la distribuci6n de edad de la muestra concuerda bastante bien con los diferentes sectores de la poblaci&n. Tambi&n en la poblaci6n general se observa el mayor numéro de sujetos entre los 25 a 30 anos. Sin embargo, nuestra curva sube algo m&s abruptamente. LIaman la atenci&n, por otra parte, las coincidencias que existen en las variables "estado civil" y "n&mero de hijos". 3.1.6. Resumen de los datos demogr&ficos. Hemos descrito las caracterlsticas générales demogr&- ficas de la muestra de 1.300 personas procédantes de la poblaci6n general y de 200 alcoh6licos diagnosticados; es tas caracterlsticas se obtuvieron por la elecciSn de la muestra y adem&s, por el an&lisis de las 10 variables dé control. Hemos comparado los datos, para un control de la- representatividad, con los datos de la estadîstica general de la poblaciSn. A causa del procedimiento principal uti- lizado para la selecci6n de los sujetos, nuestra muestra se compone casi exclusivamente de personas que trabajan, con una edad entre los 15 y los 70 anos. La cuarta parte - 201 - de los sujetos son mujeres. Segun la distribuci6n en la poblaci6n general, las mujeres est&n muy sub-representa- das, no asî, sin embargo, si se compara la distribuci6n de la muestra con la distribuci6n en la poblaci6n de alco h&licos o bebedores m&s asiduos. Adem&s, se pudo realizar unacomparaciôn con la distri- buci6n en la poblaci6n general de las variables "edad", "estado civil", "n&raero de hijos" y "nivel escolar alcnn zado". Se comprob6 que la muestra concuerda bastante bien en estas variables con la estructura general de la pobla ci6n, a excepci6n de una sobre-representaci&n de personas que terminaron "Segunda etapa de E.G.B.". En resumen, se puede constater que, pese a que no se utiliz5 un procedimiento directo para lograr la represen tatividad de la muestra (es decir, un procedimiento con­ crete de muestreo al azar o un procedimiento de selecciôn realizado de antemano en base a cuotas représentatives), se consigui6 un espctro amplio y una distribucién a lo largo de todas las categorias de las variables de control. 3.2. Resultados referentes a las variables de criterio.- 3.2.1. Eleccién de criterios. Elegimos como criterios del consume problem&tico: 1) Nivel de consume alcohélico (Criterios A); se uti­ lizer on dos par&metros de consume, frecuencia y cantidad. Las posibilidades de respuesta se dividieron de modo de abarcar el espectro total (desde la abstinencia total ha£ ta el consume extreme de alcohol), como también cualquier otra clase de combinacién y variabilidad intrsiindividual posible en este par&metro (por ejemplo, beber frecuente- mente pequenas cantidades o beber pocas veces grandes can tidades). Estos Indices de frecuencia y cantidad se capta ron individualmente para las très principales clase de b^ - 202 - bidas (vino, cerveza y bebidas "fuertes). 2) Froblemas causados por el consume de alcohol (Cri­ terios B): El segundo complejo de criterios abarca una s_e rie de problèmes que pueden aparecer en las diferentes â reas de vida en relacién con la ingestién de alcohol,siem pre que sean accesibles en base a la autoevaluacién. Es­ tes (78) probleraas ocasionados por el consume de alcohol abarcaron los "cl&sicos” sîntomas del alcoholismo (por e jemplo, pêrdida de control, malestar por las mananas, au mente y descenso de la tolerancia), asî como también pr£ bleraas m&s o menos graves de îndole hasta ahora inespecî fica. Estas consecuencias del consume, que segun cada su jeto pueden considerarse como problem&ticos o deseables, se formularon de modo que sélamente se recogen cuando se evaluan negativamente. Asî, por ejemplo, une de los items rezaba de la siguiente manera: "Cuando bebî alcohol, me senti m&s excitado sexualraente de lo que me es agradable". La siguiente descripcién facilitaré una irapresién gljo bal acerca del contenido de esta escala: Descripcién de la escala "Problemas causados por el con­ sume de alcohol": 1) Problemas sociales: Conflictos con amigos, conocidos, companeros de trabajo y dem&s personas del entomo so­ cial; discusiones, alteraciones sexuales y agresiones, rompimiento de relaciones. 2) Problemas laborales: Déficiente eficacia en el traba­ jo, ausentismo, cambio de empleo y descenso profesio- nal. 5) Problemas econémicos: Elevados gastos por el consume de alcohol y derroche de dinero bajo influencia del al' cohol, limitacién en otras esferas de vida, contraer de deudas. 4) Conflictos con la ley: Embriaguez al conducir, delitos bajo influencia del alcohol. - 203 - 5) Problemas de salud; Enfermedades especîficamente atri buîbles al consurao de alcohol, de îndole psiqui&trica y no-psiqui&trica; accidentes, descenso del estado gje neral de salud, inapetencia. 6) Dependencia fisiolégica y tolerancia: Mayor toleran­ cia del alcohol, pêrdida del conocimiento, sîntomas pasajeros de privacién. 7) Problemas psîquicos: (Percepcién subjetiva de proble­ mas) : Ocultamiento de la cantidad bebida, sentiraien- tos de culpabilidad, intentes inûtiles de reducir el consume de alcohol, peticiones de ayuda, miedo a la dependencia, pensamientos de suicidio, preocupacién por el alcohol, pêrdida de control. 3.2.2. An&lisis de las variables criteriales. l) Nivel de consume de alcohol: Como se mèneion6 anteriormente, preguntamos por la can tidad y frecuencia del consume de alcohol. Las preguntas se referîan especialmente a los dos ûltimos meses y, en el caso de los pacientes alcohêlicos, a los dos &1times me­ ses antes del tratamiento. En el caso de la cantidad, preguntamos tambiên la variabilidad intraindividual. Sin embargo, tuvimos la impresiên de que las preguntas refe- rentes a cantidad y variabilidad eran demasiado comple- jas para una serie de sujetos, por lo cual no deberîan interpretarse en forma estrictamente literal. Se conside^ rê recomendable seguir un formate m&s sencillo de pre­ guntas en la validacién cruzada. (a) Frecuencia de consume : La Figura 3 présenta una descripcién gr&fica de la distribucién por frecuencias de las diferentes clases de bebida alcohélic^, en relacién con la muestra total. El Cuadro 12 présenta el mismo cémputo en puntuaciones por- - 204 - centuaies. En la Figura 3 se observa en seguida la dife­ ren te distribucién segun clase de bebida. La frecuencia de consume de cerveza es claramente mayor que la de vino y la de bebidas "fuertes". Eh el caso de la cerveza se ob serva uria distribucién casi normal a lo largo de las cate gorîas, estando m&s ocupadas las categorias de frecuencia media. - Colocar aquî Figura 3 - - Colocar aquî Cuadro 12 - Las distribuciones de consume de vino y de bebidas "fuertes" se diferencian claramente de la de consumo de cerveza, pero son muy similares entre sî. Las frecuencias mînimas est&n m&s ocupadas que las m&ximas. La frecuencia modal en estas dos clases de bebida es de 1 a 3 veces por mes. A esta categorîa pertenece el 34 '24;̂ de los sujetos que consumen vino y el 30*77^ de los que consumen bebidas "fuertes". Hay que constater que las très frecuencias son aditivas con respecto a la frecuencia de consurao. Consumi. dores de cerveza pueden beber adicionalmente vino y bebi das "fuertes", en igual, mayor o menor cantidad. El hecho que la frecuencia de consumo de cerveza sea mucho m&s alta que la de las restantes bebidas, se debe segur ara ente a que esta invest igacién se reàlizé principal- mente en Baviera. La distribucién de la frecuencia de consumo coincide sorprenderttemente con los datos de WIESER (1973), para Alemania Federal (ver Cuadro 1) y no sôlamente en cuanto a la distribucién total de las frecuencias, sino tambiên con respecto a los diferentes tipos de bebida. Sôlamente el consumo de cerveza es -en comparacién con los datos de WIESER- m&s elevado, lo que también coincide con sus pro- - 205 - Figura 3; Distribuci&i de la frecuencia de consumo Cerveza Nunca Menos de 1 al mes 1-3 veces por mes 1-2 veces por senena 3-4 veces por senana Casi todos los dîas Una vez al dla Dos veces al dla 3-4 veces al dla Todo el dla =158 152 =1171 1247 D179 224 3 202 158 127 = 89 Vino Nunca Menos de 1 al mes 1-3 veces por mes 1-2 veces por semana 3-4 veces por semana Casi todos los dlas Una vez al dla Dos veces al dla 3-4 veces al dla Todo el dla 1257 3217 3516 Î305 390 150 i37 3 12 t3 6 □ 17 Bebidas de alta gradaciôn alcchôlica ("fuertes") Nunca Menos de 1 al mes 1-3 veces por mes 1-2 veces por semana 3-4 veces por semana Casi todos los dlas Una vez al dla Dos veces al dla 3-4 veces al dla Todo el dla 3257 1217 3454220 91 177 =346 122 3 23 327 - 206 - VOtH tHtHtH*—#v4 r>rM inininCv0 0 VOO 0 0 fOtHCO m m CO0 0 o> rom tHVOtHTfroo 0 0 mtHtHtHtHtHtH m n m . (d oi m m ro CM Tf > > rr q I I I 3 @ 3 I "RSr-lfHroüêSroH - 207 - pios resultados: En su investigacién, los b&varosdesta- can por un consumo extremadamente elevado de cerveza (el 39^ de los sujetos bâvaros afirmaron beber diaria- mente cerveza). Cuando se suman las puntuaciones indi­ catives de consumo diario (Cuadro 12), se obtiene como resultado que el 38*2^ de los sujetos beben cerveza por lo menos una vez al dîa. Por otra parte, tambiên WIESER comprobê que la cer­ veza es la bebida que m&s se consume en Alemania Fede­ ral y que es bebida de los bebedores diarios y ha- bituales. Por lo tanto, Baviera no représenta sôlamente una poblacién extrema. Considerando el diferente car&cter de nuestra mues­ tra, en comparacién con la de WIESER, sorprende la gran coincidencia de resultados, la cual nos permite afirmar que obtuvimos una muestra representativa respecto a la frecuencia de consumo y a las preferencias por los dife rentes tipos de bebida. Tal vez se logré este resulta- do al influir en êl dos distorciones muestrales que se anularon entre sî: La muestra incluyé menos mujeres de lo usual (que normalmente consumen menos alcohol), pe­ ro mâs "alcohêlicos" (que normalmente tienen una frecuen cia elevada de consumo). (b) Cantidad de consumo: - Distribucién uorcentual de las cantidades consumidas: El Cuadro 13 muestra la distribucién porcentuai de las cantidades consumidas en las très clases de bebida. Como se puede ver, en general se prefieren m&s bien las" cantidades menores: Se diferencia otra vez claramente el consumo de cerveza, frente al vino y las bebidas "fuertes". Evidentemente, se consumen cantidades mayo- res de cerveza, con m&s frecuencia y por m&s sujetos, qua otro tipo de-bebida. Estos datos también coinciden - 208 - con los resultados de WIESER (1975), segun los cuales, la cerveza es la bebida preferida para conseguir un li­ ge ro estado de ebriedad (como se recordarê, en ese estu dio no se hicieron preguntas directes acerca de las can tidades ingeridas). - Colocar aquî Cuadro 15 - - An&lisis factorial de la e&cala ref erente a catitidad de consumo; Puesto que las puntuaciones anteriores nos parecieron aun demasiado complejas y poco claras, y puesto que no es posible deducir del Cuadro 15 las relaciones de los valores entre sî, hemos factorizado los resultados. Se obtuvieron asî cuatro factores, que est&n representados, con sus saturaciones, en el Cuadro 14. Elios explican, en conjunto, un 56$ de la varianza total y son casi i- gualmente fuertes. Las cantidades mayores de consumo de cada clase de bebida forman claramente un factor (res- pectivamente, Quj, QVjjj y QUjy), mientras que las can­ tidades mînimas de cada bebida forman, en conjunto, un factor aparte (Qu^j). A1 utilizer estos factores para former una tipologîa, se puede afirmar que existen per­ sonas con una preferencia explîcita por un tipo de be­ bida (bebedores de cerveza, bebedores de vino y bebedo­ res de bebidas "fuertes") y un tipo de consumidores de alcohol que no muestra preferencia determinada por una bebida, sino que bebe lo que sea, pero sôlamente en pe­ quenas cantidades. - Colocar aquî Cuadro 14 - - Puntuaciones sumativas de las cantidades consumidas: Partiendo del an&lisis factorial antes descrito, se su- - 209 - n h 111 > “ à- U ? >H r*- in vo O O O 0 0 vo - 210 - tfl8 fi i I i' o CMr>r4 I''CMm 0 0 0 0 0 0 VDVOinr- mrHVDO VO VOOVo r» o .S'o in VOVOr~0 0 inCM inVOVOroro VOr~n- ro o o o o o o o o o o o o o o O 0 0 OVin0 0 VOVO o VOq ro o OVo 0 0 0 0 TTCOVOr-in0 0 0 0 inCMrHrH o>o r.o q Oro(N1-4 o O m CMr4 O O VO0 0 r-in'—1 TT ????o ?i ??o ????? CM ^ in VO ro COo 1-4 1-4 CM1-4 o ? O O O O ? CM 1 I I ^ VD 00 oi o H fN CO ̂ In VD r~ 00 ov or4 r4 t-4 tH CM CM (N lenias aloohdlicos que se senalaron con mayor y menor frecuencia en la nuestra to ta l % de respuestas a) Problemas mSs frecuentes a firm ativas 1) Cuando he bebido demasiado, se me nota 60*12 2) Puedo tolerêur menos a lcc iio i que antes 40*78 3) Tolero menos alcc*K)l que la mayorfa 37*23 4) Cuando estpy bebido, mêilgasto e l d inero 33*97 5) A causa d e l a lcoh o l, he estado mal de salud varios d ias seguidos 32*04 6) A veces no recuezdo lo que hioe m ientras estaba bajo in flu e n c ia del alcohol 29*97 7) Mi fa m ilia me ha aconsejatdo beber menos 27*72 8) Creo que gas to demasiaKlo en bdaidas alcohdlicas 25*05 9) Me he propuesto en vano d e ja r e l a lcdx^l 23*15 10)Tras haber bebido, me se n ti mâs excitado , sexualmente, de lo que me es g rato 22*21 U ) A causa d e l a lc (*o l tuve d ific u lta d e s para term inar mi tra b a jo 22*15 b) Problemas menos frecuentes 1) Estando bajo in flu e n c ia d e l alocdiol he ccmetido un d e lito grave 1*25 2) Me han tira d o de casa a causa de mi abuse d e l a lo c ^ l 2*71 3) A causa d e l alcohol no he eprobado, o no he podido presentarme a un examen 2*91 4) Me han anulado e l contrato de eü.quiler de mi vivienda a causa de mis excesos adcohdlicos 2*91 5) Gasté tan to dinero en a lo ch o l, que otros tuvieron que tra b a ja r por ml 3*30 6) A causa de mis excesos alcchdlicos me han excluido de fie s ta s e inv itacion es 3*31 7) He debido vender cpsas para bener s u fic ien te dinero peira bebidas alcohôlicas 4*16 8) A causa d e l alcohol he conseguido un peor puesto de tra b a jo 4*43 9) Mi pareja me abandond por culpa de mis excesos alcohdlicos 4*63 10)Me han prohibido la entrada a un lugar p(%>lico a causa de mi consimo de alcohol 4*63 11)A causa de la bebida tuve d ific u lta d e s en conseguir un prdstamo 4*95 - 214 - - Colocar aquî Cuadro 16 - - Factor "Crîtica familiar y autocrîtica frente al consumo de alcohol" : Présenta îteras con saturaciones 'nuy altas; las diez m&s altas estfin entre .71 y .78. En este factor rauestran saturaciones altas sobre todo aquellos îtems que refiejan si el afectado, o sus familiares, con sideran el consumo de alcohol como un problema, o si el consumo represents un foco de crîtica, preocupaciones o discusiones familiares. Parece manifestarse aquî el pro- ceso de problematizacidn postulado anteriorraente: Escru- pulos, sentiraientos de culpabilidad, autocrîtica por la ingestion de alcohol; sensaci6n de no poder controlar su conducts, unida a intentes vanos de modificarla; preocu- paci6n, consejos y reproches por parte del entorno so­ cial m&s cercano. Parecerîa que tanto la autocrîtica,co­ mo los reproches de terceros, se refieren s6lo al consu­ mo de alcohol en sî: El consumo (relativamente) excesivo, el excesivo gasto de dinero en alcohol, etc., se ven .san cionados négativemente. Por otra parte, la crîtica no se refiere a infracciones externes de las normes sociales, al comportamiento antisocial y descuidado bajo efectos del alcohol, a desviaciones sexuales o agresiones. Este factor coincide con el factor "concern over drinking" d^ tectado por ORFORD y POSTOYAN (1970)« Sin embargo, en nuestro trabajo se anaden los reproches de familières (que no se preguntaron en el trabajo citado). Naturel- mente, el an&lisis factorial no perraite decidir cuSl-de' las dos reacciones provoca la otra. Ambas posi,bilidades son imaginables : Los reproches ajenos provocan autocrîtj. ce, puesto que el afectado se los tome rauy a pecho o, la autocrîtica provoca los reproches o despierta la suspica cia del entomo mâs cercano. Lo mâs plausible es suponer - 215 - Cuadro 16: Factores obtenidos en los 78 problemas ocasionados por la ingestiôn de alcchol (Escala B; N = 1507; % de v .e . = 49%) FeK±or Bj " C rîtic a fa m ilia r y a u to c rîtic a a causa del alochol" (% de v .e . = 23*2) Item Saturacidn 33. Me he sentido culpable a causa de mis excesos alodhôlicos . 78 7. Mi ccaisuno alcchôlioo ha preoccçado a mi fa m ilia ;77 14. Mi fa m ilia me ha aconsejado beber maios .76 34. Me he propuesto en vano d e ja r e l alcohol .76 41. Creo que gasto demasiado dinero en adochol .75 20. He temido convertirm e en dependiente d e l alcchol .74 6. La bebida me ha deshecho los nervios .73 16. He ten ido la lupresidn de perder e l contro l sobre mi consuno de alcdhol .72 29. üna vez que he ocmenzado a beber, no puedo d e ja rlo .72 17. Tuve discusiones y peleas con mi fa m ilia a causa de mi consuno de alcohol .72 Factor B^j "Prdblemas laborales y econfimicos" (% de v .e . = 19*0) Item S aturaci& i 45. A causa de la bebida he estado Icurqo tienpo sin tra b a jo .73 9. A causa de la bebida tuve d ific u lta d e s en conseguir un préstamo .72 59. He canbiado de tra b a jo a l temer d ific u lta d e s a causa de mi consumo de alochol .69 12. He pedido prestado d inero para conprar bebidas aloohdlicas .69 55. fb han amenazado con despedirme d e l tra b a jo por beber .69 62. A causa d e l alcohol he conseguido un peor puesto de tra b a jo .68 10. A causa de la bebida he permanecido alejado de mi lugar de tra b a jo .67 60. He pasado la noche en la c â rœ l por ebriedad .67 - 216 - Cuadro 16 (continuacidn) Item Saturacidn 22. A causa de la bebida no he podido cancelar la cuenta en locales pCblioos .67 28. He debido vender cosas peura tener s u fic ie n te dinero para bebidcus alcchdlicas .66 Factor "Prcblemas sociales y de salud" (% de v .e . = 7*0) Item S aturaciA i 77. A causa de la bdaida he perdldo peso .56 68. Se me ha hecho d i f îc i l renunciar a l alcohol durante un d îa entero .52 74. Las personas que me rodean podrîan haberse dado mSs satisfacciones s i yo hubiese beb^ do menos .51 67. Gasté tan to dinero en alcoh ol, que otros tu v ie rw î que tra b a ja r por mî . .50 75. A causa de la bebida se me han entunecido las piem as .50 76. Por causa de mis problanas relacicsiados con e l alcohol he pensado en suicidarm e .48 66. Desde que bebo, mis superiores ya no estân s a tls fechos con mi tra b a jo .47 72. Por causa de la bebida he ten ido problemas con mi hîgado .46 70. Por causa de la bebida se me ha hecho d if îc i l conseguir p are ja .43 21. Por la manana he sentido nâuseas que se han pasado cuando he bebido .39 - 217 - una interacci6n mutua, es decir, una mutua escalada del proceso de problematizaci6n. Tambiên llama la atenci6n el hecho que las autocrîticas aparecen especialmente en uni6n con las crîticas de fami liares, pero no de otras personas de referenda (aunque présentâmes suficientes Items relatives al tema). Este hecho podrîa interpretarse afirmando que la familia a5n es el represor social m&s poderoso en lo que se refiere al consume alcoh6lico, y que las amonestaciones proceden tes de este entomo se intemalizan m&s f&cilmente y pro vocan m&s intentes de cambio de conducta, mientras que los intentes de controlar la conducta del sujetp por par te de tereeras personas menos allegadas no lo afectan tan intensaraente. Adem&s, se puede observer que todos los fterns referen tes a p&rdida de control y a dependencia psiquica se en- cuentran entre los Items de saturaci6n alta del factor Bj (54, 20, 16 y 29). Este resultado apoya la hip&tesis que la asî denorainada "p&rdida de control" no es un sîn- toraa de enfermedad, sino uha reacci&n cognitivo-emocional del sujeto frente al consumo: EL individuo nota con pre£ cupaci&n que el consumo da alcohol sobrepasa sus propias normas y/o las de su entomo social m&s cercano. - Factor Bj^: "Problemas laborales y econ6micos": Presen ta tambiên una serie de items con muy altas saturaciones. Los diez m&s altos tienen saturaciones entre .66 y .73* En su mayorîa se refieren a problemas de inestabilidad laboral y dificultades econ&micas provocadas por el alco. hol. En los problemas laborales destacan los siguientes îtems con saturaciones altas: Desempleo, cambio de puesto de trabajo, amenaza de despido, descenso profesional y ausentismo. Como dificultades econ&micas frecuentes se ob servan: Necesidad de vender objetos por encontrarse en a- - 218 - purOS, contraer de deudas y petici6n de préstamos para financiar el consumo de alcohol. Al contrario del primer factor, se trata aquî m&s bien de una conducta observa­ ble, inadecuada, fuera del ambiante familiar. A causa de la ingesti6n del alcohol, se descuida la regularidad en el trabajo y el orden en los gastos. Tambiên se podrîa denominar este factor: "Informalidad econêmica y labcral". Si el primer factor se considéra m&s bien como un factor de neurotizaciên, el segundo podrîa interpretarse como un factor de abandono o descuido. No aparece en primer pla no la escrupulosidad por la propia conducta, sino una es- pecie de "acting out" o reacciôn impulsiva, sin sentimien toë de culpabilidad. - Factor :"Problemas sociales y de salud".;E1 tîtulo de este factor caracteriza insuficientemente al mismo. Présenta una explicaciên del 7# de la varianza total, con sus m&s altas saturaciones entre .40 y .56* Es cierto que détecta una serie de danos org&nicos cr6nicos causados por el alcohol, pero paraielamente aparece un congloméra do poco claro de problemas psîquicos y familiares. Es po sible que sea un factor especîfico de la muestra, que se obtiens sobre todo por el grupo de sujetos provenientes de la Beneficencia. 5) Relaciones entre la cantidad de consumo alcohêlico y los problemas ocasionados por el consumo: El Cuadro 17 présenta los coeficientes de correlaciên entre las diferentes variables criteriales, es decir,- en tre las variables individuales del consumo alcoh&lico, y • los factores de los problemas causados por el consumo (Bj, Bjj y Bjjj)» Se puede observer que estas correlacio nés son relativamente bajas. La m&s alta se sit&a cerca de .45. Por tanto, parece que la apariciên de problemas - 219 - causados por el consumo alcohêlico no es directamente proporcional con la cantidad de alcohol ingerido. Estas correlaciones bajas eran esperables, de acuerdo con el modelo de alcoholismo descrito en p&ginas anteriores. cordemos que, segun este modelo, se plantea la hip6tesis de que el consumo de alcohol es s6lo una parte -aunque indudablemente necesaria- del alcoholismo, pero que la aparici&n de problemas referentes al tema depende adem&s de una serie de otros factores y no es una consecuencia directa de la cantidad de alcohol consumido. Esta tesis se encuentra tambiên en las teorîas socioculturales, con excepciên del modelo de distribuciên y consumo, el cual no recibe apoyo por parte de los datos obtenidos: Por lo menos en el &rea individual, la magnitud de los problemas referentes al alcohol no est& determinada exclusivamente por la cantidad de alcohol ingerido. Esta afirmaciên es v&lida aunque se tome en consideraciên la posible distor siên de las correlaciones provocada por la desigualdad de las distribuciones. - Colocar aquî Cuadro 17 - Partiendo de los problemas ocasionados por el alcohol, en el Cuadro 17 se observa que, correspondiendo con la fuerza relativa de los factores, el Factor Bj ("Crîtica familiar y autocrîtica") muestra en total el nûmero m&s elevado de correlaciones altas con las variables de con­ sumo , seguido del Factor Bjj ("Problemas laborales y ec£ nêmicos"), mientras que el Factor ("Problemas socia, les y de salud") solaraente muestra correlaciones mînimas y, en parte, ligeramente negativas, respcto a la canti­ dad de consumo. Esto êltimo confirma la suposiciên de que el Factor B^^^ es m&s bien un factor especîfico de la muestra. Adem&s, destaca que la diferencia del nivel de correlaciên entre B^ y B^j aparece sobre todo en los - 220 - a HCM n r- tH o o o in(N Tf 00rH o o 1 H X X X H lO Ol (M (X) n VO ^ in N M •«a* o ̂r>j rH m ICM VO O 0> OV V rH m m V in tH rH rH < < < < < < S-S-S cn a! Ü J 3 IHi I i âïld - 221 - criterios de frecuencia, pero no en los criterios de can tidad. Al resumir los resultados emplricos de otros tra- bajos ya se indicé repetidamente que la magnitud de los problemas relacionados con el alcohol depende, sobre to- do , de la cantidad consumida en cada ocasién, y no de la frecuencia. Asî, EDWARDS y cols. (1972) tambiên afirman que el consumo rauy frecuente de cantidades reducidas prSc ticamente no causa problemas (inclusive cuando esta for­ ma de beber impiica en total un consumo relativamente alto). Si se consideran en conjunto todos los problemas, los resultados confirman esta relaciên. Podemos precisar nuestra afirmaciên diciendo que el consumo frecuente de cantidades reducidas de alcohol esté relativamente libre de riesgo, sobre todo con respecto a los problemas extra familiares. Esto podrîa explicarse de la siguiente mane- ra: Cantidades mînimas -inclusive cuando se bebe con mu­ ch a frecuencia- prêcticamente no causan alteraciones in- mediatas y visibles en la conducta, ni efectos posterio­ res apreciables(por ejemplo, no hay "resaca”, ni quedan efectos del alcohol al presentarse al trabajo y, por lo tanto, no hay una disminuciên en el rendimiento). Con es­ te estilo de consumo, el individuo no parece informai ni poco fiable, puesto que nunca se lo abserva bajo una cia ra influencia del alcohol. Tal consumo de alcohol no se détecta en el entomo social m&s lejano. Por otra parte, este estilo de consumo -con una elevada frecuencia de in gestiên alcohêlica- sî puede causar una problematizaciên desde el individuo mismo o desde su entomo social m&s cercmo, puesto que en ese entomo sî que se détecta. Para que esta hipêtesis tuviera un asidero real, debe suponerse, sin embargo, que el consumo de alcohol -aun de cantidades reducidas- serîa en estos sujetos princi- palraente una actividad de tiempo de ocio,' es decir, que el consumo cumplmîa con normas especîf i cas situaciona- les. - 222 - Partiendo de las variables de nivel de consumo, puede verificarse adem&s lo siguiente: El voluraen total de al­ cohol ingerido, que se compone de los valores sumados de frecuencia y cantidad para cada uno de los tipos de bebi da, y que aquî queda reflejado en la "puntuaci6n global de consumo", muestra en general correlaciones algo m&s altas con la amplitud de los problemas que cada uno de los valores por separado. Esto se entiende si se consid£ ra que las puntuaciones separadas ya muestran correlacio nes con los problemas y que, al sumarlas, este efecto se potencia. Como era de esperar, la puntuaci6n de "absti- nencia" (o, mejor dicho, de "cantidades mînimas"), que se calculé con todos los tipos de bebida, muestra corre­ laciones negativas con los factores de problemas causa­ dos por el consumo. # En cuanto al tipo de bebida, se observa lo siguiente: La m&xima relacién con los factores problem&ticos la. muestra el consumo de cerveza y de bebidas "fuertes" El consumo de cerveza muestra las correlaciones mas altas en relacién con los valores de frecuencia. El consuno de vino en general présenta las correlaciones m&s bajas con los problemas causados por el consumo alcohélico. La co- rrelacion relativamente m&s alta se refiere a la canti­ dad de vino ingerido y a su relaciéii co- 1 a aparicién de problemas laborales y econémicos. Sin embargo, al interpretar estos resultados se debe tener en cuanta lo siguiente: La relacién entre los pro­ blemas causados por el consumo y la cantidad y frecuen­ cia de ingestién de cerveza, puede verse influîda por i- diosincrasias régionales. Como se ve en los Cuadros 12 y 13, la cerveza es la bebida que se consume en maĵ or can­ tidad y con mayor frecuencia por un gran numéro de suje­ tos, en Baviera. Es posible que la bebida que se consume en una determinada regién o paîs en cantidades y frecuen cias m&ximas, sea la que muestre siempre la mayor rela- - 223 - ci6n con las incidencias de problemas, como serîa el ca­ se del vino en paîses vinîcolas como Italia, Espafia o Chile. Esto confirmarîa la hipêtesis de SCHMIDT y DeLINT (1971), segun los cuales, la cuota de alcoholismo serîa independiente de la bebida especîfica y los alcohélicos siempre preferirîan la bebida que tiene mayor consumo en su regién o paîs. Cuando surgen problemas causados por el consumo excesivo de alcohol, siempre aparece una rela cién m&s elevada con la bebida que se consume habitual- mente en grandes cantidades, lo cual por supuesto varîa de regién a regién y de paîs a paîs. Adem&s, es posible que en el presents estudio desciendan las correlaciones con el consumo de vino por el hecho de que las indicacio nes acerca de frecuencia y cantidad de cada sujeto se r£ gistraron por separado para cada tipo de bebida, o sea que aquellos sujetos que consumen mucha cerveza o bebi­ das "fuertes" y que sufren frecuentes problemas a causa del consume, pero que beben poco o nada de vino, falsean las correlaciones de las variables acerca del consumo de vino: Tienen numerosos problemas causados por el consumo -aunque no beben mucho vino- puesto que sus problemas sur gen del alto consume de otras bebidas. Por lo tanto, no se deberîa deducir sin m&s de las diferencias en las co­ rrelaciones que el consumo de una bebida determinada sea m&s "peligroso" que el consumo de otra. Por otra parte, los argumentes presentados hasta aho- ra contra la especifidad de una bebida como productor de problemas no son v&lidos para el consumo de bebidais "fuer tes" (con alta gradacién alcohêlica). Eh general, las con sumen sélo algunas personas en forma m&s o menos regular y, asimismo, pocas*personas las ingieren en cantidades elavadas. Pero parece que el consume m&s o menos regular - 224 - de este tipo de bebida ya produce una problematizacién interna intensa. Esta mayor problematizaciên interna no se refleja uniformemente en correlaciones altas con los problemas extemos (Bjj)» por lo que puede suponerse que no se trata tanto de un efecto de la bebida misma, sino de la consecuencia de una actitud especîfica frente a las bebidas de alta gradacién alcohêlica, que se consi­ deran como m&s "duras" y peligrosas. Esta actitud queda ya reflejada en el hecho de que llevan un impuesto m&s alto, asî como en la prohibiciên existente en algunos paîses de venderlas a adolescentes. Es posible que esta actitud frente a las bebidas "fuertes" sea la que provo­ que la problematizaciên de su consumo regular, o en can­ tidades mayores. 5*2.5» Resumen de los datos referentes a las variables de criteria. De acuerdo con nuestra definiciên del alcoholismo, e£ tudiamos como criterios de alcoholismo, o del consumo pr£ blem&tico de alcohol, los par&metros de nivel de consumo, es decir, frecuencia y cantidad, adem&s de una serie de problemas causados por el consumo de alcohol. Las varia­ bles de frecuencia y cantidad muestran una predominancia del consumo de cerveza, que no extrana, al haberse extra- îdo la muestra en Baviera. El an&lisis factorial de las cantidades de consumo y de las variaciones cuantitativas aportê tres factores especîficos seg&n el tipo de bebi­ da (cerveza, vino y bebidas "fuertes", consumidos en-gràn des cantidades), asî como un factor de cantidad mînima que se extiende sobre los tres tipos de bebida. Los 78 problemas causados por el consumo de alcohol tambiên se factorizaron. Se obtuvieron tres factores que explican el 45'8# de la veurianza total. Por su contenido. - 225 - puede denominarse el primer factor "Crîtica familiar y autocrîtica", a causa del consumo de alcohol, mientras que el segundo factor incluye "Problemas laborales y eco, némicos". EL tercer factor no se puede interpretar tan claramenta. Incluye, adem&s de problemas de salud, otros de diferente îndole. Los dos tipos de criterios mostra- ron correlaciones relativamente bajas entre sî. Por lo tanto, puede suponerse que la aparici&n de problemas oca sionados por la ingestién de alcohol no depende sélo de la cantidad ingerida. Las diferentes bebidas, asî como los valores de frecuencia y cantidad, muestran patrones especîficos de correlaciones con los distintos factores de problemas. 5.3. Relaciones entre las variables de criterio y las variables de control.- 3.3.1. Relaciones con edad y sexo. El Cuadro 18 refleja refleja las correlaciones con las variables biolégicas (edad y sexo). Estas variables biolé gicas corresponden naturalmente a determinados roles en el piano social. Como puede observarse, los coeficientes de correlaciên son generalmente bajos. - Colocar aquî Cuadro 18 - La variable "edad" muestra solamente dos correlacio­ nes que sean dignas de mencién: La columna "cantidad mî-' nima" disminuye con el aumento en la edad (-.102) y las puntuaciones en el factor ("Problemas sociales y de salud"), aumentan con la edad (.142). Sin embargo, debe­ rîa considerarsç que justamente en la variable "edad" ca be esperar relaciones curvilîneas, como indican especial - 226 - IVD 0>CO N V n o o rs o o o o ? ? i {5 s 'S' -S - 227 - mente las encuestas en la poblacién de Estados Unidos (CAHALAN y cols., 1968; CAHALAN, 1970). üi estos estudios se encontré, tanto en la cantidad de consumo de alcohol, como en los problemas causados por el consumo, un aumen­ to con la edad (desde los adolescentes hasta los adultos de edad media), seguida de un r&pido descenso al traspa- sarse cierto limite de edad. WIESER (1975) détecté una polarizacién de la frecuencia de consumo en la edad avan zada. Es posible que la faita de correlaciones significa tivas en esta variable, en nuestra investigacién, se pu£ da atribuir a las dos tendencias contradictorias, que se anularon recîprocamente. Un as correlaciones al go m&s el évadais aparecen en la variables "sexo", pero sélo con el nivel de consumo de alcohol y no con los problemas causados por el consumo; Con la pertenencia al sexo femenino correlacionan sig nificativamente y en forma negativa: - Frecuencia de consumo de cerveza = -.341 - Cantidad de cerveza consumida = -.243 - Puntuacién global de consumo = -.170 Por lo tanto, parece ser que las mujeres beben general mente un poco menos cerveza, especialmente con menor fre­ cuencia y en menores cantidades, que los hombres. Estos datos concuerdan con los resultados de WIESER, quien ad£ m&s détecté un elevado consumo de bebidas "fuertes" y un consumo global mayor, en los hombres, especialmente en cuanto a la cerveza. Podemos ampliar los datos de WIESER, afirmando que no sélo hay una diferencia segûn la frecuen cia de consumo, sino tambi&n respecto a la cantidad inge-. rida en cada ocasién. La diferencia entre los sexos pro- bablemente séria m&s elevada si no nos hubi&ramos limita • do casi exclusivamente a mujeres que trabajan y hubi&ra­ mos incluîdo tambiên amas de casa. Estas probablemente eg t&n m&s ligadas g la imagen tradicional del roi del sexo femenino, lo que se reflejarla seguramente en un consumo — 228 — menor de alcohol. Es sorprendente que este menor consumo de alcohol en las mujeres no se refleje en los problemas causados por la ingestién. No parece haber ninguna rela­ cién entre la pertenencia a un sexo y las puntuaciones obtenidas en los factores relacionados con problemas. De momento, parece ofrecerse la hipêtesis de que las mujeres comienzan a tener problemas a partir de un consumo m&s reducido de alcohol. Esto se atribuirîa, por una parte, a que las mujeres tendrîan una menor resistencia fisiolé gica al alcohol, pero, por otra, serîa posible que las normas especîficas del roi, que las mismas mujeres y/o su entomo social admit en, 11 even a una probl ematizaciên del consumo de alcohol a niveles m&s bajos de ingestién. 5.5.2. Relaciones con la situacién familiar. Las correlaciones de estas variables con los crite­ rios son, en total, menores aûn que las de las variables biolégicas, como refleja el Cuadro 19. - Colocar aquî Cuadro 19 - La énica variable que muestra correlaciones signifies tivas, aunque bajas, con los criterios, es "numéro de h^ jos", y parecerîa que con el n&mero de hijos aumentan eg pecialmente las puntuaciones en el factor "Crîtica fami­ liar y autocrîtica" (.155). Cuanto m&s hijos tiene el su jeto, tanto m&s pronto surge seguramente una amonestacién por parte del entomo cercano respecto a sus responsabi- lidades. Al estudiar los resultados, hay que tener en cuenta, sin embargo, que las otras dos variables no son conti­ nuas, sino m&s bien nominales, por lo que es posible que con una clasificacién distinta y otra ordenacién de las - 229 - o a ü o S § § o in ^ o> «N OH m o o oo o o o VO o OV f' rH tH m o 00 CHo o o o o OV 00 00 00o CM M *Ho O O fN O ? O ? ? ? 3 H ? ° H O o Y i i i i i I I (N VO rH in VO r"fV| rH o «N o o 3 3 (N rH 0\ 0> XrH O» roVOO o o ? ? ? 5 - r ̂ Z §ii ol ?f?iilil Nlllî I ̂. 0. s I s â I ^ a (d (d m I I I•H *H *H ? ; . 5 111 ̂ia ^>1 • I - 232 - da. La que da el vino seguramente encaja mejor con los valores y el estilo de vida de las clases superiores. Los resultados coinciden en parte con WIESER (1975). En su trabajo, la fracuencia de consumo aparece como re­ lativamente independiente de la clase social, sélo se de tecté un consumo menor de vino en la clase m&s baja, asî como una menor ingestién de cerveza entre los indigentes. En el nivel de consumode bebidas "fuertes", coinciden nuestros resultados con los de WIESER, aunque no coinci­ den respecto a la cerveza (por otra parte, nuestra inves tigacién no considéré por separado a los indigentes). GRÜMTZI6 y cols. (1970), detectaron en Heidelberg un fuerte aumento del consumo de alcohol a medida que se descendîa en el nivel social, aumentando especialmente el consumo de cerveza y bebidas "fuertes". Esto coincide con nuestros resultados acerca del nivel de consumo de cerveza. Posibliemente influyen aquî algunos factores ré­ gionales. Recordemos que el consumo de cerveza de los b&varos es mucho m&s elevado en comparacién con los de­ m&s ciudadanos de Alemania Federal. Gabe suponer que el valor medio m&s elevado obtenido en Baviera se deba prin cipeüLmente al elevado consumo de cerveza de las personas de clase social baja. Al parecer, para estas personas la cerveza es una bebida universal econémica, m&s que una bebida alcohêlica. Los factores de problemas causados por el consumo de alcohol sélo muestran correlaciones mînimas con las va­ riables del nivel socioeconémico. Sin embargo, la tenden cia de las correlaciones es hacia niveles de consumo es­ pecîficos para cada grupo social. Todos los factores de problemas causados por el consumo disminuyen levemente con el ascenso en la clase social y, sobre todo, con el aumento de los ingresos netos. El hecho de que precisa- mente los ingresos netos jueguen aquî un papel especial depende, probablemente, de que una parte de lôs proble- - 233 - mas causados por el consumo (en cada factor) sea de ori­ gan econémico, por lo cual pierden relevancia con el au­ mento de los ingresos. A excepciên de esta relacién, pa­ recerîa que el nivel socioeconémico tiene poca importan- cia en el proceso de problematizaciên. Es probable que la ingestién frecuente de grandes cantidades de cerveza sea una conducta admitida en la clase social baja. Al eg tablecerse como conducta habituai en este nivel social, no surgen motives para una problematizaciên. Por otra parte, dentro de la muestra estSn representadas varias prof esiones en las cual es es normsüL beber cerveza duran­ te el trabajo (obreros de la construccién o personal de las industrias cerveceras). Las correlaciones con la variable "Nûmero de habitan­ tes de la poblacién de origen" fueron todas no-significa tivas, por lo que no dedicaremos a elle una atencién dé­ tail ada. 5.2.4. Resumen de las relaciones entre variables cri­ teriales y de control. Se puede decir que la relacién entre los criterios, es decir, nivel de consumo alcohélico y problemas causa­ dos por el consumo, y las variables de control es mîni­ ma. La mayorîa de los coeficientes de correlaciên, a pe­ ser de la gran cantidad de sujetos (aproximadamente 1.500), no se aleja significativamente de cero. Las po­ cas correlaciones significatives se refieren principal- mente a la variable "sexo" y a las variables del nivel . socioeconémico, relacionûndose ante todo con variables referidas a cantidad de consumo. Parecerîa que las mu­ jeres beben, en general, menos que los hombres y, sobre todo, menos cerveza. El consumo de cerveza tambiên parg ce disminuîr con el aumento del nivel socioeconémico,pe­ ro aumentando a la vez la frecuencia de consume de vino. - 234 - Por lo tanto, parecerîa que las variables de control determinan sobre todo el estilo y el nivel de consume, pero no la aparicién de problemas causados por el alcohol. Se puede sugerir tambiên la hipêtesis de que, en algunos grupos de la poblacién, especialmente en las mujeres, ya una ingestién mînima de alcohol produce problemas, mien­ tras que otros grupos pueden consumir elevadas cantida­ des de alcohol sin sufrir problemas por ello (por ejem- plo, los obreros de la construccién). 5.4. An&lisis factorial de las covariables directas del consumo.- 3.4.1, Grupos tem&ticos de las escalas. (a) "Normas y actitudes frente al consumo de alcohol,los alcohélicos y los abstemios"; Esta escala (G) se basé en reflexiones y estudios sociolégicos, que en su mayorîa sélo tienen un car&cter descriptivo-epidemiolégico, de manera que hasta ahora no se habîa aclarado la relacién de estas variables con el nivel de consumo de alcohol, ni con la aparicién de problemas causados por este consumo. Este grupo de îtems incluyé: - Dimensiones bipolares de acuerdo con puntos de vista de salud, morales, sociales y econémicos; - Actitudes frente al comportamiento bajo efectos del alcohol; - Actitudes frente a alcohélicos y abstemios; - Normas especîficas para determinadas situaciones; - Normas especîficas para un roi social ; - Actitudes frente a la publicidad y a la informacién acerca del alcohol. (b) La escala "Motivaciones para el consumo alcohélico" (Escala D) se formé en base a distintas variantes de la - 235 - escala "definition of alcohol" construîda originalmente por MULFORD y MILLER (i960), los cuales se basaron a su vez en la teorîa sociocultural de BALES. Para diferenciar claramente esta escala de las actitudes y para explorar en forma lo m&s directa posible la conducta de los suje­ tos , se forraularon los Items de manera que describieran concretamente los déterminantes del consumo y los efec­ tos de la ingestién alcohêlica que inducen a seguir be- biendo. Dicho de otra manera, los Items se refieren a sg tuaciones concretas que puedan provocar un aumento o re­ duce ién en el consumo habitual de alcohol. Dentro de es­ tas situaciones déterminantes del consumo distinguimos: - Déterminantes o reforzadores sociales: Presién hacia el conformisme, imitacién de modelos, crîtica, facilita- cién o alteracién de los contactes sociales; - Déterminantes o reforzadores intrapsîquicos: Estados de &nimo o tensiones, vivenciadas negativamente; esta­ do s de &nimo y conductas vivenciadas positivamente; - Agrado por el consumo en sî; - Circunstancias extemas; - Variables fisiolégicas; - Déterminantes de la eleccién del tipo de bebida. (c) La escala "Patrones y circunstancias de consumo" tu- vo como punto de partida una combinacién de descripcio- nes socioepidemiolégicas del estilo de ingestién alcohé- lica en los diferentes tipos de poblacién, algunos an&- lisis de conducta aislados de bebedores normales y alco­ hélicos y, finalmente, descripciones psiqui&tricas del • patrén de consumo de alcohélicos. El conjunto de îtems incluyé: - Par&metros situacionales y temporales; - Conducta al comprar alcohol; - Motivos y ocasiones especiales; - 236 — - Actividad.es que acompanan el consume; - Conducta de consumo al interactuar con el entorno so­ cial ; - Formas cultivadas y ritualizadas de consumo. (d) La escala "Efectos inmediatos del alcohol" (Perfiles bipolares Hg), consté de dos perfiles bipolares idênti- cos, extraîdos del "Emotionalitaetsinventar" (EMI) ela- borado por el Institute Max Planck de Psiquiatrîa de Mu­ nich, para la evaluacién del estado general de los pa- cientes del Institute. En uno de los perfiles, se enla- zaron las polaridades con el comienzo de frase siguien­ te: "Cuando bebî un poco de alcohol, me senti predominan temente..."; en el otro perfil, se utilizé el comienzo de frase: "Cuando bebî mucho alcohol, me senti predomi- nantemente..." Puesto qué hasta ese momento no habîa nin gûn an&lisis factorial del EMI, intentâmes formar catego rîas segûn su contenido, d&ndoles una representacién simî lar dentro de cada perfil. Las categorîas fueron: - Niveles de activacién; - Agresividad; - Sensacién de cobijo y seguridad en sî mismo; - Euforizacién. Como se puede observer, se eligieron dimensiones en las que se puede esperar un cambio bajo efectos del al­ cohol . 3*4.2. T&cnica de an&lisis de los datos. Làs escalas de covariables directas del consumo in- cluîan un total de 582 îtems que, aunque se agruparon por temas en escalas individuales, parecié oportuno div£ dirlos en sub-escalas de îteras homog&neos en cuanto a su contenido, para una mayor claridad y para reducir los po - 237 - sibles problemas de predicci6n futures. Como indica la experiencia» al emplear rauchos predictores -en este caso, items individual es- se obtienen resultados dificiles de reproducir; las correlaciones multiples résultantes siem pre son considerablemente m&s altas en la primera mues- tra, en comparaci6n con un subsiguiente estudio experi­ mental realizado independientemente. Este efecto de re- ducci6n de correlaciones es tanto mayor, cuanto m&s pre­ dictores se incluyen. Para la deterrainaci6n de complejos de items homogêne- os, se utiliz6 el anSlisis factorial. Cada una de las cuatro escalas de covariables de consume se factoriz6 in dependientemente (n = 250 aproximadamente, para cada es- cala). Queda clarc que en una reducciôn tan dr&stica de dates, necesaria para lograr una vision de conjunto de las multiples variables, no hay m&s remedio que aceptar cierta pêrdida de informaciën. En este case, se pudo con centrer el 42*5^ de la variaci6n interindividual total de respuestas (varianza), en unes pocos factores, cuyo numéro (20) corresponde a Vl9 del nûmero inicial de items. Para evitar que en este procedimiento interne de selecciën se eliminaran items importantes para la validaci6n cruza da, que pudieran correlacionar con les criterios de con­ sume problem&tico, pero que no tenian cabida dentro de les factores seleccionados, se completaron las escalas factoriales mediante otras escalas obtenidas por dife- rentes medios. El procedimiento de an&lisis factorial (standard) em­ pl e ado consistiô en la determinaci6n del nûmero de facto res para cada escala, mediante una transformaci6n de ejes centrales de la matriz de correlaciones, imponiendo "1" en la diagonal. Para la determinaciôn de la cantidad de factores a mantener, se emple6 un criteria combinado: Los valores propios de los factores no debîan quedar ba- - 238 - jo el valor 1 y, a la vez, s6lo se mantuvieron los fac­ tores interpretables tras la rotaci6n Varimax. Todos los anSlisis se realizaron con los programas DATATEXT, en u- na computadora IBM 560/91. Para la interpretaci6n del con tenido de los factores se emplearon los diez items de ma yor saturaci6n en cada uno de elles. 3.4.5. Descripci6n de factores. Describiremos brevemente cada uno de los factores de las covariables directes, anadiendo para cada escala (es decir, para cada grupo tem&tico) un cuadro-resumen con el ndraero de items y de sujetos, el nombre de los factores y el porcentaje de la varianza explicada, adem&s de una relaci6n de los factores con los diez items de mayor sa turaci6n. 1) Normas y actitudes frente al consumo de alcohol, los alcoh6licos y los abstemios (Escala C): El anSlisis arrojS cuatro factores, que juntos sola- mente explican un 27*5^ de la varianza total. Dos de los factores se refieren m&s bien a las normas respecte al consumo de alcohol, mientras que los otros dos incluyen actitudes frente al alcoh6lico y al alcoholismo; - Colocar aqui Cuadro 21 - - Factor Cj (10$ v.e.): "Alcohol como fomentador del con tacto social"; Aparece como un factor que corresponde a la definiciôn social del alcohol de BALES. El consumo de alcohol se caracteriza como un comportamiento socialmen- te aceptado y deseado, que facilita las relaciones y la sociabilidad. - 239 - Cuadro 21; Factores de la Escala C: "Normas y actitudes frente al ccaisvano de alccdiol, los alcohôlicos y los abstemios" (N = 257; v.e. = 27*5%; n“ de items = 118) Factor Cj "Alcohol cato fcmentador del ccxitacto social" (% de v.e. = 19*0) Item SaturaciCn 102. Las personas que han bebido algo de alcohol son mSs siirpSticas .66 47. Sin alochol habrîa menos jovialidad .63 80. El que no se ha emborrachado nunca, pierde algo de la vida .62 105. Es agradable estar con personas algo bebidas .61 29. A las visitas se les deberla ofreœr alguna bebida alcohôlica .61 54. Un anfitri&i sdbrio es mSs aburrido .61 2. Beber de forma raizonable es mejor que no beber .58 43. Una fiesta sin alcohol es aburrida .58 17. De vez en cuando se dd^erla ir a beber algo con los oolegas o ccnpaneros de trabajo .57 87. La mayorîa de las personas se sienten mejor tras beber un vasito de alocAïol .55 Factor Cjj. "Reccroendaci&i de tratamiento por alteracicxies conductuales" (% de v.e. = 4'8) Item Saturacidn 51. Ya en la escuela se deberlan exponer los peligros del consumo de alcdiol .59 57. Se deberla ayudar a los que desean limitar su ccmsumo adocdiôlico .56 92. Los exœsos alc(*61icos perjudican la vida familiar .51 49. No se puede llevar una vida matrimonial oon una mujer que se emborracha a menudo .49 68. Deberlan existir mSs cllnicas para alcchôlicos .49 ' 53. No se puede llevar una vida matrimonial ccn un hcnbre que se entxDrracha a menudo .49 52. Un ala^iôlico es un hcnbre enfermo .46 64. Los borrachos scxi impredecibles .42 79. Los alcchôlicos se deberlan scmeter volunta- riamente a terapicis de desinboocicaci&i .41 109. Lo que roSs me molesta son las personals que se ponen agresivas bajo efectos del alcohol .39 - 240 - Cuadro 21 (continuaciôn): Factor Cjjj "Normas restrict!vas" (% de v.e. = 7’4) Item Saturaclôn 63. No se deberla beber nunca alcohol .59 59. Las mujeres cteberlan beber menos alcchol que los honbres, puesto que el alcohol desinhibe sexualmente . 58 48. Se deberlan prcmulgar leyes contra el consimo de alcohol .57 22. S61o se debe bdaer alcohol oxi las conidas, nunca entre ellas .52 85. El aloohol dana la salud, aün en cantidades mlnimas .52 30. Es elegante beber menos que los dernSs .51 37. 1*1 padre de familia nunca deberla estar bebido .50 21. El alccbol dana el oerebro, alSn en cantidades mlnimas . 49 99. Las mujeres que beben desatienden mSs a menudo que los hcnbres sus (bligaciones .48 73. La mayorla de los alcohôlicos se parecen entre si .47 Factor Cjy "Segregaciôn social de los alcchôlicos" (% de v.e. = 5) Item ■ Saturaci&i 115. No podrla ser amigo de un alcohôlico .65 84. Nunca me casarla con un/a alcohôlico/a . .59 86. Me desagrada ver beber a los alcchôlicos .51 100. Dberlan obligar a los alcohôlicos a scmeterse a tratamiento .49 93. Si yo tuviera que enplear a alguien, tanbiôn darla arpleo a un alcchôlico ".48 11. Muchos alcohôlicos ya carecen de perscsialidad .47 97. Los alcohôlicos sôlo deberlan beber en lugares en los cuales no molesten a nadie .44 27. Los alcohôlicos a menudo producer asco .44 110. JamSs se deberla beber alcchol ccm la intenci&i de enborracharse .44 117. Un alcohôlico es un hcnbre sin fuerza de voluntad .43 — 241 — - Factor Cjj- (4'8$ v.e.): "RecomendaciSn de tratamiento, por alteraciones conductuales" (para alcohôlicos). Aqui se destaca la araenaza a las relaciones sociales y espe- cialmente a las relaciones familiares, tras el consumo excesivo de alcohol. Al bebedor excesivo se lo considéra imprévisible, agresivo y enfermo: Debe someterse a tera- pia. En este factor se defiende un concepto de alcoholi^ mo como enfermedad, pero con la imagen de una enfermedad mental peligrosa e imprévisible como transfondo. Sin em­ bargo, no se atribuye responsabilidad moral ni al sujeto afectado ni a su entomo social, mSs bien, se considéra que son las instituciones compétentes las que deben hacer se cargo del tratamiento. - Façtor_Çjjj(7'4$ v.e.): "Normas restrictives". Este factor, que también se podrîa denominar "de ley y orden", abarca una serie de normas fuertemente restrictives, ha^ ta proscriptivas, referentes al consumo de alcohol. Se defienden reglas externes rigides y cantidades minimes. Se defienden particularmente normas especificas del roi, que, en su mayoria, se refieren a las mujeres y padres de familia, por el riesgo de desenfreno sexual y descuido de las obligaciones y responsabilidades que puede conlle var el consumo alcohôlico. - Factor Cjy (5^ v.e.): "Segregaciôn social de los alco­ hôlicos". Este factor impiica una descalificaciôn y se­ gregaciôn moral del alcohôlico, en la interacciôn social. Se lo considéra como dêbil de voluntad, repulsivo y ipo- lesto, y se le excluye de las relaciones sociales norraa- . les. Se aconseja un tratamiento forzoso. Obviamente, en este caso no se trata de un modelo mêdico del alcoholis­ mo , sino de una actitud moralista. Es posible que con este factor se detecte una parte del proceso social de - 242 - estigmatizaciôn y distanciamiento que expone la teorîa de "etiquetaciôn" (labeling). 2) Motivaciôn para el consumo alcohôlico (escala D): - Colocar aqui Cuadro 22 - Una parte de esta escala incluye situaciones concre- tas que pueden inducir al consumo de alcohol, mientras que la otra se refiere a situaciones concretas que pue­ den conllevar la reduceiôn del consumo. En primer lugar se hizo un an&lisis factorial conjunto de todos los items, pero luego pareciô mâs indicado analizarlos por separa- do, puesto que esto permitia la formaciôn de factores con un contenido m&s unitario. Las 74 items que implican desencadenantes inmediatos del aumento en la ingestiôn alcohôlica formaron très fac tores, que conjuntamente explican un 49'3^ de la varian­ za total. - Factor Dlj (25*4$ v.e.): "Reacciôn a la critica y al mal humor". Asi como el primer factor referente a pro­ blemas de consumo alcohôlico, aqui nuevamente se unen en un factor la critica de terceros y la insatisfacciôn con sigo mismo. Adem&s se mencionan otros tipos de malestar, cuyo origen no queda claro, pero que tambiôn podrian ha ber sido provocados por criticas. Este factor se puede comprender muy bien desde el planteamiento de KEEHN (1970): Las sanciones negativas pueden transformarse en estimulos discriminativos para la ingestiôn de alcohol, la cual se convertiria en un refuerzo inmediato. Desde el punto de vista del aprendizaje, se trataria en este caso de una conducta de evitaciôn y escape. El factor corresponderia en parte al modelo descrito en la biblio- - 243 - Cuadro 22; A n âlis îs fa c to r ia l de las Escalas D: "Motivaciôn para e l ccxisuno alcohôlico" (N = 249) Escala D l; Aumento d e l consumo (N° de item s; 74; v .e .=49*3%) Factor D lj "Reacciôn a la c r it ic a y a l mal humor" (% de v .e . = 25 '4) Item Saturaciôn 6. Bebl alcohol cuando me h ic iero n reproches .82 56. Bebl alcchol cuando me c ritic a rc a i .80 7. B b l a l e s ta r nervioso .80 49. B b l cuando te n la pensamientos tr is te s .80 48. Bebl cuando pensé que nadie me observaba .79 37. Bebl cuando tuve miedo .79 34. Bebl êd s e n tir que me fa lta b a perseverancia .79 35. Bebl a l sentirm e insatisfech o cxamlgo mismo .77 53. Bebl cuando tuve poca oonfianza en ml mismo .76 1. Bebl a l sentirm e deprim ido .75 Factor "Demanda so c ia l y d is fru te d e l consumo" (% de v .e . = 7 '8 ) Item Saturaciôn 42. Bebl cuando e l a lcch ol te n la un sabor especialmente bueno .72 47. Bebl aloohol jun to con una ccmida sabrosa .70 32. Bebl alcx)hol cnjando necesitaba refresccunme .69 66. Bebl cuando se n ti sed .64 59. B b l cuando brindarcm por ml .61 41. B b l porque me o frec ie rc n edcohol y no podla negarme .53 43. Bebl alcohol para darme un gusto .51 27. Las fie s ta s sôlo me pêunecen agradables tra s beber alcchol .46 21. Bebl alcxhol cuando tuve mucho f r lo .45 • 65. Cuando b b l a lc ch o l, me pude re la ja r .43 - 244 - Cuadro 22 (continuaciôn) : Factor "Svçeraciôn de la inseguridad so cia l" (% de v .e . = 14 '9) Itan Saturaci&i 16. A l beber alcchol me se n ti cada vez mSs seguro .76 17. Tras un par de copas pude contacter m ejor con e l sexo opuesto .76 15. Bebiendo me entiendo m ejor ccm los demés .71 26. Tras un par de cx>pas pude m ostrar mâs in ic ia tiv â fre n te a los demSs .70 14. A l beber tengo mSs fa c ilid a d p>ara hab lar .70 25. Tras algunas copas pude defender m ejor mis ideas .70 63. Bbiendo me pude e;q)resar mSs librem ente .69 10. Tras haber b b id o a lc ch o l, me inportô menos lo que los demôs p^ensaran de ml .67 13. Treis algunas oop>as ya no ne se n ti ais lado .66 2. A l b b e r me se n ti mSs c e ^ z de lle v a r a cabo grandes cosas .64 Escala D2: Disminuclôn d e l cxusuno (N°de item s:44;v .e .=57'2%) Fac±or D2^ "Neœsidad de rendim iento" (% de v .e . = 24 '6) Item Saturaciôn 72. Bebl menos (no b b l) alcchol cuando ten la muchcis o tras cx>sas que hacer .77 110. B b l menos cuando fue necesario cxaiservar la lucidez mental .77 71. Bebl menos cniando tuve que re a liz a r un tra b a jo cjue requerla toda mi atenciôn .76 84. Bebl menos cuando debla acudir a una c ita inportan te .74 108. Bebl menos cuando pnrecisaba de todas mis energies .74 87. Bebl menos al ten er que mantener bajo co n tro l una situaciôn scxzial .71 104. Bebl menos cuando te n la que re n d ir mucho .71 91. Bebl menos a l ten er que re a liz a r algo que requerla mucha constancia .70 69. Bebl menos alcchol cuando estaba flsicam ente mal .69 74. Bebl menos cusmdo me re p e lla e l o lo r d e l a lcch ol .61 - 245 - Cuadro 22 (cxjntinuaci&i) : Factor D 2 jj "Temor a l rid lc u lo " (% de v .e . = 23 '4) Ita n Saturaciôn 98. Bebl menos (no bebl) alcchol cuando ta n l parecer tern to o rid lcru lo delante de los demSs .75 97. Bebl menos a l s e n tir dudas acerca de lo que la gente pensarla de ml .73 78. Bebl menos cuando me c ritic a ro n por mi consumo de alcchol .73 106. Bebl menos cuando ta n l poneime agresivo .72 93. B d)l menos a l darme cuenta que a s l me entendla m ejor cxn los danSs .70 102. Bebl menos a l s e n tir que te n la é x ito .69 100. Bebl menos a l d ism inulr mi capacidad sexual .69 83. Bebl menos cuando estaba preoccpado por mi apariencia personal .66 85. Bebl menos a l penseur en las personas que no me gusta ver ebrias .64 86. Bebl menos porque ta n l haoer e l r id lc u lo estando eb rio .64 Factor D 2 jjj "Motives de salud" (% de v .e . = 9 ’ 1) Ita n Saturaciôn 89. Bebl menos (no bebl) alcchol cuando me prcxlujo acidez .66 94. Bebl menos a l s e n tir m olestias estomacales .63 95. Bebl menos ed ten er la tensiôn a r te r ia l a lta .54 90. Bebl menos a l s e n tir que e l alcchol me hacla sudar mucho .48 109. Bebl menos cuando no podla soportar e l alcxhol .48 96. Bebl menos a l e s ta r enfermo .48 105. Bebl menos cuando e l alcchol no me gustô .45 81. Bebl menos a l s e n tir nâuseas ccasionadêis por e l alcchol .42 92. Bebl menos cuando me d l cuenta que e l alcchol me deprim la .40 88. Bebl menos cuando me enteré cjue e l alcxhol danaba la salud .39 - 246 - grafîa como "modelo de reducciôn de la ansiedad", o al planteamiento de una raotivaciôn personal, interna, para consumir alcohol. Tambiôn podrîa interpretarse como un "beber en senal de protesta". - Factor Pljj (7'8$ v.e.): "Demanda social y disfrute del consumo". Aquî se describen situaciones que implican sed, bu en sabor y brindis social. El factor parece detectar el genuino efecto positivo del alcohol, quedando en primer lugar sensaciones corporales de olor y sabor. El mecanis mo de aprendizaje impiicado séria el de refuerzo positi­ vo, incluyêndose en Ô1 el refuerzo social por ingerir al cohol. - Factor Pljjj (14'9^ v.e.): "Superaciôn de la inseguri­ dad social". Este factor incluye sobre todo un aumento de la iniciativa personal -especialmente en companîa-, de la capacidad de establecer contactes sociales, de la habilidad social y de la ingeniosidad verbal, tras el consumo de alcohol. Corresponde seguramente al factor que mencionan las teorias del aprendizaje como "libera- ciôn de conductas inhibidas", que es percibido positiva mente por el sujeto. Esto reforzaria el consumo alcohô­ lico e invitaria al sujeto a seguir bebiendo. Por otra parte, los desencadenantes directes de una reducciôn en la ingestiôn alcohôlica (44 items), tam­ biôn se dividieron en très factores, que explican un 57*2$ de la varianza total. - Factor D2j (24'6$ v.e.): "Necesidad de rendimiento". En este caso, se reduce el consumo de alcohol para raejo- rar la concentraciôn, poder pensar con claridad y mante­ ner un control de la situaciôn. Parece ser un factor cia - 247 - ro de control del consumo, que résulta eficaz en la roedi- da en que el interês del sujeto estS centrado en una ne­ cesidad de rendimiento. El factor sugeriria que el consu mo de alcohol implies una conducta de evitaciôn frente a exigencias de rendimiento. - Factor (23'4$ v.e.): "Temor al ridiculo". Aquî se subraya el temor al ridiculo, a la critica, al rechazo social y a la burla. Pareceria que la conducta se guia ante todo por las sanciones negativas ante un comporta- miento inadecuado bajo efectos del alcohol (no ante el consumo en si). Aunque MULFORD y MILLER (i960) postulan que se consume alcohol por el temor de perder una auto- imagen positiva, lo cierto es que ese mismo temor parece ser un factor que influye en la reducciôn del consumo. - Fa£tor_D2jjj (9*1^ v.e.): "Motives de salud". Este fa£ tor incluye una serie de alteraciones som&ticas provoca- das por la ingestiôn alcohôlica, tales como malestar es- toraacal, presiôn arterial muy elevada, sudores, acidez, etc. Esto iraplica que el alcohol tambiôn se puede consi­ dérer bajo el aspecto de sus efectos sobre la salud, sir viendo el riesgo de enfermedades como un mecanismo de control que lleva al sujeto a frenar la ingestiôn de al­ cohol . En general, se puede afirmar que en base a esta esca­ la se obtiene un cuadro de la motivaciôn para el consu­ mo môs diferenciado que la raera divisiôn entre motiva- . ciones sociales y personales. El aspecto social parece actuar tanto como_desencadenante, como de redactor del consumo alcohôlico. Se perciben sanciones sociales posi­ tivas, asi como negativas. Por otra parte, los motivos personales tambiôn pueden contribuîr tanto en el aumen­ to, como en la disminuciôn de la ingestiôn de alcohol. - 248 - 3) Fatrones y circunstancias de consumo (Escala E): Mientras la escala anterior exploraba las razones in- raediatas que llevan a un mayor o menor consumo de alcohol, esta escala se ocupa del c6mo y dônde, de las circunstan- cias y de la évolueiôn de la ingestiôn de alcohol. De los 114 items se obtienen cuatro factores, que explican, en conjunto, un 32*6$ de la varianza total. -, Colocar aqui Cuadro 23 - - Factor Ej (14’1$ v.e.): "Excesos alcohôlicos en todo moraento y lugar". Los items de este factor describen si­ tuaciones y momentos en los cuales en nuestra sociedad no se bebe habitualmente alcohol (en la cama, al reali­ zar labores del hogar, por las mananas en ayunas, etc.). Incluye, por lo tanto, la infracciôn de normas situaciona les y temporales respecte al consumo. El sujeto no se li mita a las circunstancias en las cuales la ingestiôn de alcohol estS sancionada en forma positiva (por ejemplo, ■durante la comida o en fiestas). Aqui se detectan, por una parte, las conductas descritas en la parte teôrica referentes a las teorias del aprendizaje bajo el rôtulo "alcoholismo como forma inadecuada de consumo" y, por o- tra parte, este factor se integra en las teorias socio­ cultural es acerca de la confusiôn en las normas y esti- los de consumo: De forma quizôs môs acertada que en las teorias del aprendizaje, no se describe esta conducta como un estilo concreto, o la infracciôn de normas si- tuacionales y temporales. Segûn estas teorias, este dé­ ficit se debe a una ausencia de normas claras respecto al consumo o a la existencia de normas contradictorias. Por otra parte, en el modelo de la "distribuciôn y con­ sumo" , estas conductas representan modes de actuar en los cuales el estilo en si es irrelevante, puesto que, por su raisma forma, causan un consumo excesivo de alco- - 249 - Cuadro 23: A n âlis is fa c to r ia l de la Escala E: "Patrcmes y circunstancias de oonsuno" (N = 250; v .e . =32'6%; n" de items 114) Factor E^ "Eîxoesos alcchôlicos en todo memento y lugar" (% de v .e . = 14 '1) Item Saturaciôn 32. Bebo alcchol inmediatamente despuôs de levantarme por las mananas .84 36. Paso vario s d îas seguidos bajo in flu e n c ia d e l alcchol .81 5. Cuando ccmienzo a beber con los amigos, continûo bebiendo luego a solais .80 45. Bebo alcchol por la s mananas .77 68. Ccxtpro bdhidas alcxhôlicas por las mananas .75 22. Bebo alcchol m ientras re a liz o las faenas d e l hogeir .71 85. Bebo alcxhol en la cama .70 67. Me paso nœhes enteras bdaiendo .68 109. Me da ig u a l lo que bebo, s i ccmtiene alcchol .67 64. Bebo cxjn mâs velcxridad que los demSs .67 Factor E jj "C u ltivo y p la n ificx ic i& ) del cxxisvmo" (% de v .e . = 6'8) Item S aturaci& i 18. Gucurdo una réserva de bebidas alcch ô licas .69 48. In te n to tener la bebida adecuada para cada cxmida .61 43. Me tono e l tienpo necescurio para d is fru ta r de cxida cxipa .60 33. Caipro bebidas alcchôlicas en cantidades grandes a la vez .57 47. P la n ific o mis conpras de bebidas alcx»hôlicas .53 25. Bebo alcchol con la fa m ilia .51 35. Bebo alcxhol en mi hogar .49 91. P re fie ro las bebidas alcxhôlicas de una <3eterminada regiôn .48 17. U tiliz o para cada bebida la cxpa adecuada .49 44. Bebo con personas cgue me caen sinpéticas .47 ’ — 250 — Cuadro 23 (cxjntinuaciôn) : Factor E j j j "Consumo so cia l e x tra fa m ilia r" (% de v .e . = 7'5) Item Saturaciôn 12. Me voy a beber con dos o trè s amigos .67 50. Bebo alcchol con amigos o ccnpaneros de tra b a jo .60 75. Me dejo ccxivencer por los demSs para i r a beber unas copas .58 106. Bebo en oçasiones so cia les, ta ie s ccro an ive rsario s , acanpadas oon ccnpaneros de tra b a jo , o fie s ta s en la o fic in a .53 100. Habitualm ente v is ito e l mismo Bar o Pub .52 56. Bebo en casa de amigos o concxzidos .51 99. V is ito regulcumente un C lih scxzial . .50 80. In v ito a otros a beber cxmdgo .50 65. Bebo con perscxias de un n iv e l socioeconômioo mâs bajo que e l mio .50 30. Bebo con personas desconcoidea .49 Factor E j^ "Consimo ocasional y mînimo" (% de v .e . = 4*1) Item Saturaciôn 26. Paso semanas s in probar e l alcohol .71 4. Paso d ias s in beber alcchol .63 73. Paso meses sin beber alcxhol .62 58. Eh e l corso de una noche me paso a bebidas no-alcxhôlicas . 59 35. Bebo alcchol en mi hogcur ” .46 62. Danoro mucho en va c ia r mi cxpa .45 3. Dejo vasos de alcchol a médias, s in term iner los .44 88. Muchos de mis amigos no beben alcxhol .37 89. Cuando me reôno con buenos amigos, habitualm ente beberoos alcxhol - . 35 63. No necesito esperar una ocasi(h especial para beber - . 3 4 - 251 - hoi. La persona que bebe alcohol siempre y en todos los lugares necesariaraente bebe môs que las personas que sô­ lo lo hacen en circunstancias prefijadas. - Factor Ej-j- (6'8$ v.e.): "Cultivo y planificaciôn del consumo". Este factor describe una conducta segun la cual se planifies la compra y aprovisionamiento de bebidas al cohôlicas; se escoge el vaso de acuerdo con el tipo de bebida y la bebida de acuerdo con la comida; se bebe en casa y se elige el momento para saborear lo que se consu me. En resumen, se es exigents en todo lo que se refie­ re a la ingestiôn de alcohol. NATHAN y 0*BRIEN (1971) describen taies formas de con ducta en sus observaciones expérimentales de alcohôlicos y no-alcohôlicos, caracterizôndolas como el estilo tîpi- co de los sujetos no-alcohôlicos. En el modelo socio-cul^ tural, se califica esta conducta como forma ritualists de consumo. En estos casos, el alcohol no se utiliza co­ mo alimento o droga, sino que se bebe como parte de un determinado estilo hedonists, que se cultiva en casa y como anfitriôn. - Factor Ejjj (7'5^ v.e.): "Consumo social extrafamiliar"; Este factor describe una forma de consumo que se practi­ ce siempre acompanado, ya ses con amigos, companeros de trabajo, desconocidos, en el club, o en fiestas de em­ press, animôndose unos a otros a beber. Probablemente se detecten aquî las conductas descritas en los modelos de aprendizaje social como "consumo alcohôlico como for-̂ ma de interacciôn social". La ingestiôn de alcohol sir- ve como un vehîculo de contacte social o como foco alre- dedor del cual se agrupan otras actividades sociales; se utiliza como sîmbolo de uniôn, armonîa y amistad. - 252 - - Factor Ej-y (4'1$ v.e.): "Consumo ocasional y mînimo". Este factor incluye îtems segôn los cuales aparentemen- te se bebe alcohol s6lo por convenciôn social, en cier- tas ocasiones y circunstancias, sin un interês personal. Los sujetos pueden pasar mucho tierapo sin consumir alco­ hol, no beben en casa, las reuniones que celebran no im­ plican ingestiôn de alcohol. Cuando beben, dejan los va­ sos sin acabar. Este comportamiento se encuentra môs fô- cilmente en abstemios o sujetos primariamente desintere- sados en el alcohol, dentro de una sociedad que consume alcohol y , en la cual, el ingerir alcohol significa una parte considerable de la cultura y de la vida social. Por lo tanto, se participa porque no se tiene otra alter nativa (SOBELL y cols., 1972; FOY y SIMON, 1978). Por otra parte, esta conducta tambiôn es posible en­ tre personas que reaimente son bebedores excesivos y que intentan controlar y regular su consumo, pasando por lax gos perîodos de abstinencia de alcohol, los cuales pue­ den estar seguidos por perîodos de consumo .excesivo (V/I- SEMAN, 1981). 4) Efectos inmediatos del alcohol(Perfiles bipolares Hg): Los sujetos evaluaron su estado de ônimo subjetivo tras el consumo de alcohol en base a pares de adjetivos bipolares (por ejemplo: "triste...alegre"). Puesto que se podîa suponer que los efectos serîan diferentes segun la cantidad ingerida, se les pidiô que evaluaran su es­ tado subjetivo tras el consumo de pequenas y elevadas dosis de alcohol. Al realizar el anôlisis factorial por separado de estos perfiles, idônticos, salvo por la can­ tidad de ingestiôn, se obtuvieron cuatro factores concor dantes para cada uno. Estos factores se pueden interpre- tar en paralelo y explican, como media, un 45*8$ de la varianza total. Los factores se denominaron: "Depresiôn- - 253 - -Euforia", "Autoafirmaclôn", "Apagamiento" e "Irritabili- dad agresiva". Se pueden considerar como formas bâsicas de cambio de humor por efectos del alcohol. Corresponden a las diraensiones segôn las cuales se construyeron los perfiles bipolares. La correspondencia entre los factores nos hizo suponer que dosis pequenas y elevadas de alcohol producen los mi^ mos efectos subjetivos, por lo cual se realizô un anôlisis factorial, conjunto. Con êl, se obtuvieron seis factores: Nuevamente, los factores "Apagamiento" e "Irritabilidad agresiva", que por lo visto aparecen en las mismas persd nas tanto si consumen mucho como poco alcohol, por lo que parecîan independientes de la dosis ingerida. Por otra parte, aparecen dos factores de "Depresiôn-Euforia" y dos factores de "Autoafirmaciôn", para dosis pequenas y ele­ vadas, respectivamente. En este caso, los sujetos que re- acccionan con euforia y/o autoafirmaciôn tras el consumo de pequenas cantidades de alcohol, no reaccionan asî ante dosis mas elevadas y viceversa. La bibliografia revisada hacîa pensar en la probabili dad de un efecto dependiente de la cantidad ingerida. En la primera parte de este trabajo se informô acerca de in vestigaciones que detectaron un primer efecto instigador y euforizante del alcohol que, tras la ingestiôn de cant^ dades m.ayores revertîa, produciendo apagamiento, depresiôn y -ocasionalmente- ansiedad, en el sujeto. Sin embargo,la posibilidad de un proceso inverso no se habîa planteado y no tiene aun explicaciôn teôrica. Tampoco se explica por quê no surge este fenômeno en el factor "Apgamiento"^ ni por que hay personas que reaccionan de una u otra forma. - Colocar aquî Cuadro 24 - 3.5* Relaciones entre los factores de las covariables directes y las variables de control.- - 254 - Cuadro 24: A n âlis is fa c to r ia l de la Escala H2: "Efectos inm ediatos d e l alcchol" (N = 230; v .e . = 45*8%; n" de item s: 34) Factor H2^ "Depresi&î tra s e l oonsvmo de mucho alcchol" (% de v .e . = 8'8) Item : "Tras haber bebido mucho a lcch o l, me s e n ti " Saturaciôn 96. .. contente - deprimido .75 97. .. esper^zado - resignado .70 85. .. desinhibido - inhibido .68 94. .. a gusto - cohibido .64 82. .. relajado - tenso .55 92. .. ordenado - confuse .46 98. .. desanimado - animoso - .3 5 Factor H 2jj "Depresiôn tra s e l ccaisumo de poco alcohol" (% v .e . = 9'3) Item : "Tras haber bebido un poco de ailcchol, me s e n ti " S aturaci& î 80. ... esperanzado - resignado .77 79. ... contente - deprimido .71 77. ... a gusto - cohibido .65 68. ... desinhibido - inhibido .65 75. ... ordenado - confuse .50 65. ... relajado - tenso .50 72. ... pacifico - agresivo .44 Factor H 2 j j j "Autoafirm aciôn tra s e l consuio de poco alcchol" (% de v .e . = 9'3) Item : "Tras haber bebido un poco de a lc c h o l, me s e n t i . . . " Saturaciôn 67. . . . tim ido - autoafirm ativo .73 81. . . . desanimado - animoso .67 71. . . . sin energlas - enérgico .61 74. . . . impotente - dominante .60 78. — desanparado - protegido .56 69. . . . muy sensible - insensib le .56 73. . . . ir r ita d o - ecuânime .52 - 255 - Cuadro 24 (ccMitinuaciôn): Factor H 2^ "Apagamiento" (% de v .e .=5 '4 ) Item Saturaciôn "Tras haber bebido mucho a lcxh o l, me s e n t i . . . " 87. . . . despierto - cansado .62 83. . . . excitado - agradablemente re la jad o .61 88. . . . s in energlas - enérgico -.47 92. . . . ordenado - confuso .37 "Tras haber bebido un poco de a lcxh o l, me s e n t i . . . " 80. . . . esperanzado - resignado .16 "Treis haber b ^ id o mucho a lc xh o l, me se n t i . . . " 82. . . . re la jad o - tenso .16 "Tras haber bebido un poco de a lcch o l, me s e n t i . . . " 77. . . . a gusto - cchibido .16 Factor H2^ "Ir r ita b ilid a d agresiva" (% de v .e . = 5'3) Item Saturaci& i "Tras haber bebido mucho a lcch o l, me s e n ti " 89. . . . p a c ific o - agresivo .61 "Tras haber bdoido un poco de a lcoh o l, me s e n t i . . . " 73. . . . ir r ita d o - ecuânime .47 "Tras haber bebido mucho a lcch o l, me s e n ti " 92. 86. 94. 84. 82. . ordenado - craifuso .40 . muy sensible - insensib le - .2 9 . a gusto - cchibido .26 . tim ido - au to afirm ativo .20 . re la jad o - tenso .15 - 256 - Cuadro 24 (co n tin u açi& i): Factor H 2^ "AutosdEirmaciôn tra s e l consumo de mucho alcchol" (% de v .e . = 7'4) Item :"Tras haber bebido mucho a lcxh o l, me s e n ti " Saturaciôn 91. . . . inpotente dominante .68 98. . . . desanimacio - animoso .65 34. . . . tim ido - autoafirm ativo .60 95. . . . (3esanparado - protegi(3o .53 88. . . . s in energlas - enérgico .51 86. . . . muy sensible - insensib le . .40 93. . . . desatendido - estimado .40 - 257 - Para no extendemos excesivaraente, no presentaremos un informe détailado de las correlaciones entre todas las caracterîsticas demogrâficas y los factores de las distin­ tas covariables, limitSndonos a dar una visiôn global de aquelles factores que mostraron correlaciones significa tivas (mînimo .20) con las caracterîsticas demogrâficas: - El factor 0^^%' "Normas restrictives", présenta correla ciones negativas con todas las caracterîsticas del nivel socioeconômico (de -.205 hasta -.323)• La restrictividad de las normas disminuye, por lo tanto, con el aumento del nivel socioeconômioo. Esto coincide con el "sîndrome auto ritario" que, se supone, existe en la clase social baja y del cual las normas referentes al alcohol representarîan sôlo una parte. Tambiôn CAHALAN y cols. (1969), en su muestra représentâtiva americana, detectaron una restric^ tividad mayor en las normas de consumo de la clase baja. Por otra parte, el resultado confirma tambiôn la suposi- ciôn en sentido que se trata de un factor que correlacio- na con inteligencia y cultura. - El factor "Segregaciôn social de los alcohôlicos". evidencia una relaciôn positiva con la edad (.250). 5s- posible que esta correlaciôn se pueda atribuir a que los sujetos mas jôvenes han desarrollado una postura mâs to­ lérante frente al alcoholico y a que el concepto morali^ ta respecto al alcoholismo pierde paulatinamente terreno. Con respecto a los factores de "Motivaciôn para el con­ sumo" , se puede decir que casi todos rouestran correlaciones con las distintas caracterîsticas demogrâficas: - El factor Dl^: "Reacciôn a la crîtica y al mal humor" disminuye como motivaciôn para el mayor consumo de alcohol al aumentar el ingreso neto (.297), como tambiôn disminuye. el factor "Temor al ridîculo" como razôn para limi­ tar la ingestiôn del alcohol (.560). Da la impresiôn que el creciente bienestar econômico reafirma al sujeto, o hace inadecuado el alcohol como medio para producir mayor. - 258 - autoafirmaciôn. - El alcohol se utiliza preferentemente como medio de "Su- peraciôn de la inseguridad social" i cuando los su jetos reciden en poblaciones pequenas (.208). - El factor D2j: "Necesidad de rendimiento”, asciende con la cuantificaciôn laboral de los sujetos, como motivo para limitar el consumo, lo que parece comprensible (.239)* - El factor "Motivos de salud".que lleva a la limi taciôn de la ingestiôn de alcohol, muestra tambiôn un as- censo con la edad (.209), lo que puede explicarse por el peor estado general de salud y la mayor preocupaciôn por la misma en personas mayores. Con respecto a los "Patrones y circunstancias de con­ sumo" , destaca sobre todo el factor E^y:"Cultivo y plani- ficaciôn del consumo" el cual muestra correlaciones posi­ tivas con todas las variables referentes a nivel socioeco nômico (desde .220 hasta .590). Este hechô se relaciona seguramente con el diferente estilo de vida de las clases sociales, especialmente con la tendencia a formas cultu­ ral es o estôticas de conducta en las clases môs altas. E^ to harîa tambiôn comprensible el mayor consumo de vino en taies estratos sociales. Otro factor que podrîa intervenir serîa la capacidad supuestamente mâs reducida para sopor­ tar retrasos en sus gratificaciones, de la clase baja (VOLLITER y KRAEMER, 1981). - Los "Excesos alcohôlicos en todo momento y lugar"(E^). disminuyen con el aumento de ingresos econômicos (-.242), mientras que el "Consumo social extrafamiliar"(E^^y)« di^ minuye con la edad (-.29^) y la mayor cualificaciôn labo- ral (-.225). El "Consumo ocasional mînimo"(E^y), parece ser sobre todo una caracterîstica del estilo femenino de ingestiôn de alcohol (.248), lo que concuerda con el hecho que, en general, las mujeres indican menores niveles de consumo. - 259 - En cuanto a los factores referentes a los "Efectos in­ mediatos del alcohol". solamente "Autoafirmaciôn tras el consumo de poco alcéhol"(H2jjj). muestra una correlaciôn relevante, en concreto, con el nivel de escolaridad slcan zado,lo cual, por otra parte, es difîcil de interpretar. Por lo tanto, se pueden resumir estos resultados sfirman do que las variables referentes al nivel socioeconômioo * muestran las relaciones mâs significativas con las ccvaria bles directes, mientras que la situaciôn familiar no par^ ce tener prâcticamente influencia alguna sobre el consumo. El sexo y la edad sôlo juegan un papel relevante en algunas covariables aisladas. Llama especialmente la atenciôn el mayor cultivo y la me nor restricciôn de las normas de las clases sociales altas. Parecerîa que la conducta frente al alcohol en la clase s£ cial alta se rige por normas prescriptivas, mientra que en la clase baja se rige por normas proscriptivas. Puesto que las normas familiares prescriptivas para el cultivo y pla­ nif icaciôn del consumo de alcohol faltan casi totalmente en la clase baja, se podrîa concluir que en este entomo se producen con mayor facilidad excesos alcohôlicos, asî co­ mo un mayor consumo social extrafamiliar. Parace que las clases sociales se distinguen mâs por el estilo y los pa­ trones normatives de la ingestiôn de alcohol, y menos por los déterminantes directes del consumo, o por la modifica­ ciôn subjetiva del estado de ânimo bajo efectos del alco­ hol. Estos ultimes podrîan depender mâs bien de variables de personalidad. 3.6. Relaciones entre los factores de las covariables y las vatriables de criteria.- El estudio global se planificô de manera que la total£ dad de los 1.500 sujetos respondieran a las escalas crite­ ria! es, aunque sôlo una sexta parte respondiô cada vez a — 26o — una escala de covariables. Por ello, fue posible calculer las correlaciones de todos los factores de las covariables con todos los criterios, pero no asî las intercorrelaciones entre las puntuaciones de las distintas covariables. Por lo tanto, no fue posible efectuar una regresiôn multiple con todas las covariables. S6lo se pudieron determiner las correlaciones simples de los distintos factores de las co variables directes con los factores criteriales. En base a esto coeficientes se determinaron las correlaciones mul tiples de todos los factores de cada covariable.directa con los factores criteriales. El Cuadro 25 contiens una liste de estas correlaciones multiples entre los factores de las covariables y las pun tuaciones de los factores criteriales. - Colocar aquî Cuadro 25 - El Cuadro 26 muestra las correlaciones entre los dis­ tintos factores de las covariables y las puntuaciones in­ dividuates de los factores criteriales. - Colocar aquî Cuadro 26 - 5-6.1. Paedicciôn de los criterios en base a las cova­ riables directas. Como se puede observer en el Cuadro 25, entre los co£ ficientes de correlaciôn multiples aparecen algunos valo les bastante altos. En el estudio de CAHAIAN (1970), la correlaciôn mâs alta entre un grupo de covariables y la puntuaciôn de problemas causados por el consumo de alcohol . fue de .350 • Con una baterîa de dies grupos de covaria- bles se logrô sôlo una correlaciôn multiple de .42 con la mencionada puntuaciôn de problemas causados por el consu mo. Sin embargo, habrîa que tomar en cuenta que las corre - 261 - VO in H oOV 00 OV VO rH m M 00 "vf inm cvi H m ro s s rl 00 -f fM OV 00ro VOf-4 *-4 ’—( O O iQ 44 to r-j fSl r-i 00 H O fM Tf 3 8 CQ~ - 264 - flF 00 IT) 00 O O r r 00 N N 3 3 H r r in ■«r in ni 3 3 r r m o wS'S s H I I & Z Z 04 z z iié < < 04 8,1 z- o •Û4 J. o->o oT - 290 - se decide a buscar ayuda externa para remediarlo * es de- cir, a ponerse en tratamiento. Es de suponer que la par- ticipaci6n en la investigacl8n ha sido motivada, tal co- mo el inicio del tratamiento, por taies factores. En los alcoh6licos que ingresaron forzosamente en la Clinica,la disposici6n a cooperar es mucho m&s reducida, la mayorîa se neg8 a responder los cuestionarios. Se puede asumir que entre los pacientes de tratamiento forzoso se en- cuentran sobre todo aquêllos que presentan una reducida problematizaci6n subjetiva de consume alcoh6lico y que, por otra parte, tienen puntuaciones altas en otros fac- tores. Desde este punto de vista, las puntuaciones elevadas que aparecen en los ”alcoh8licos" en el factor de proble matizaci6n puede atribuirse en parte al efecto del tra­ tamiento ya realizado como, por ejemplo, en el caso de la insistencia en el concepto de pêrdida de control. Los test t entre los grupos, referentes a los items individuales de los problèmes ocasionados por la inges- ti6n de alcohol, dan los siguientes resultados: Cada uno de los items diferencia significativamente entre "alcohô licos", "bebedores probleméticos" y "bebedores normales". Los alcoh6licos presentan las puntuaciones m&s altas,los "bebedores problemfiticos", las intermedias, los "bebedo­ res normales", las m&s bajas. Todas estas diferencias en tre los grupos son significatives en el niyel del 0*1$. s5lo los siguientes items, presentados en el Cuadro 27, forman una excepci6n. - Colocar aqui Cuadro 27 - Como se puede ver, los grupos ocupan el orden predi- cho en la mayoria de estos items, pero las diferencias no son tan significatives. S6lamente los très items que - 291 - 04 04 04UlU Ul ̂ -8 I i 1 1 ï s 8 â ^ l « e l - 292 - se refieren a la mayor tolerancia y al aumento de peso représentai! una excepci6n en el sentido de una curvilinea ridad, puesto que aqui las puntuaciones de los"bebedores problem&ticos" son mayores que las de los "alcoh6licos", aunque las diferencias no sean significatives. Una relaci6n de la participaci6n porcentual de los su jetos que en los très grupos habian mencionado cada pro­ blème (y que no mostraremos en detalle), présenta tam- biên, salvo ^gunas excepciones, la jerarquia de la fre- cuencia esperada: Ningûn problème aparece en todos los sujetos alcoh6licos, pero un porcentaje m&s alto de e- llos, en comparaci6n con los "bebedores problem&ticos" y los "normales", indice haber sufrido alguna vez problè­ mes de cada tipo. Por otra parte, ningun problème admiti do por el grupo de "alcoh8licos" est& totalmente ausente en el grupo de los "bebedores problem&ticos", pero el por centaje de personas que responden afirmativamente ante cada problème es menor, siendo a la vez m&s elevado que en el caso de los "bebedores normales". Nueveunente, los items acerca del aumento y descenso de la tolerancia (56, 65, 75» 78), representan una excepciôn. Aproximadamente un tercio de todos los grupos de sujetos informan acerca de un descenso de la tolerancia en el transcurso de los anos; aqui apenas existen diferencias. Pero, sobre todo, los "bebedores problem&ticos" informan acerca de un au­ mento de la tolerancia. Los "bebedores problem&ticos" informan con mayor fre- cuencia que los "alcoh6licos" y los "bebedores normales" acerca de un aumento de peso a causa del alcohol (item 71). Como contrapartida, son los "alcoh6licos" los que sufren m&s frecuentemente una pêrdida de peso debido a la ingesti6n de alcohol (item 77). Entre"alcoh6licos" y "bebedores problem&ticos" se ob- servan diferencias especialmente notables en los items que se refieren a la frecuencia de terapias relaciona- - 293 - das con el consume (intenci6n o participaci6n en terapias, Items 51 y 54, respectivamente). Esto filtimo se comprende por la relaci6n anteriormente mencionada entre la proble- matizaci6n subjetiva del consume y el inicio del trata­ miento , asf como por los antecedentes clinicos (anamne­ sis) de pacientes alcoh8licos que, en la mayoria de los cases, ban pasado por una serie de tratamientos ambulato rios o por varies centres de desintoxicaci6n y terapia. Las preguntas acerca del aumento de la tolerancia pa- recen ser -por lo menos para este modo de evaluaci6n sub jetiva- inadecuadas para la comprobaci6n de una problem& tica del alcoholismo: Tambi&n una gran parte de los su­ jets s "normales" informa acerca de un descenso de la to­ lerancia, pese a que hasta ahora se considéré tal des­ censo como un sintoma de la fase tardia del alcoholismo. Probablemente esta variable no depende tante del avanza- do estado del alcoholismo, como de la edad: Pareceria que, a partir de cierta edad, mucha gente piensa que antes podia consumir m&s alcohol, ya sea porque fisiol6- gicamente se toléra m&s alcohol en la juventud, o, por lo menos, porque êsa es la impresi6n subjetiva que tie- nen los sujetos. 2) Nivel de consume de alcohol; - Colocar aqui Figuras 5, 6 y % - Las Figuras 5, 6 y % muestran las puntuaciones médias de los très grupos en las puntuaciones de frecuencia y cantidad, asi como los resultados de los tests ^ entre las puntuaciones._ Aqui tambi&n se observa que los valo- res de los grupos Se eneuentran en el orden esperadorLos "alcoh6licos" beben en general con mayor frecuencia y ma yores cantidades en cada ocasi6n, en comparaci6n con los - 294 - n O VTf VO -f00 Tf A Z Z CN| \qM 00 fMm V cuZ z X X X n n o r? o> S' Û4 Z Z > > > <<04 ^ 5 ̂ < < 04 < < 04 k >1 Z- OIT) in RiX in X00 n m x-yn m X --.-V» - 295 - S§Pm M (71 o o in 0» o ® pL4 ZZ < <0t 04 z z < < (U o, z z ̂ ̂ ̂ < < 04 (T ^ o"^.o. VO § L»n oo in r-H— » N o • - 296 - li 4Jl 00 H VO r~ V CM 00 o ov 0 VO. OV Ç2 r-» H CO CO g 04 z z I ééi rtî < 04 04 z z iéé < < 04 qv — 3 — » - 297 - otros dos grupos. A su vez, los "bebedores problem&ticos" beben con m&s frecuencia y mayores cantidades que los "normales". Las diferencias entre los grupos son m&s pronunciadas respecto a cantidad que a frecuencia. Los "bebedores pro blem&ticos" y los "normales" no se diferencian significa tivamente respecto a la frecuencia de consume de vino y bebidas de alta gradaci6n alcoh6lica; s6lo los "alcoh&- licos" destacan aqui claramente de los otros dos grupos. Las relaciones respecto a cantidad de consume son sim^ lares: Las diferencias m&s grandes las presentan los tres grupos respecto al consume de cerveza. En cuanto a canti. dad de ingesti6n de vino, no se diferencian "bebedores normales" de "problem&ticos", mientras que los alcohôli- cos si presentan puntuaciones claramente m&s elevadas. Igualraente, la diferencia entre los grupos "bebedores problem&ticos" y "normales" respecto a la cantidad de consume de bebidas de alta gradaci8n es menor que la e- xistente entre "alcoh6licos" y "bebedores problem&ticoq". Naturalmente, los "alcohSlicos" consumen con menor frecuencia cantidades minimes de alcohol, en compara- ci6n con "bebedores problem&ticos", a la vez que éstos las consumen con menor frecuencia que los "bebedores norma­ les". Las diferencias en la puntuaci6n global de consume tambiln son claras, como era de esperar: Pareceria que los "bebedores problem&ticos" en general consumen alco­ hol de manera m&s adaptative y de acuerdo a las normas de frecuencia y cantidad establecidas: Mientras que los "aJ.coh6licos" parecen consumir mayor cantidad de todos los tipos de bebidas y con mayor frecuencia -y eventual mente ya no tienen normas especificas de consume o pref^ rencias personales-, los "bebedores problem&ticos"mues- tran una tendencia a adaptarse a las preferencias de su - 298 - entorno y aun a exagerar la diferenciaci6n entre distin­ tas bebidas. Parecen consumir en mayores cantidades y con m&s frecuencia aquella bebida que las personas de su en- tomo beben preferentemente. Quiz&s, dentro de este con­ texte, la mayor problematizaci&n por parte de los "alco- h6licos" puede atribuirse en parte tambiên a la mayor de£ viaci6n de las normas. 3) Diferencias en las variables de control; Al interpreter estas diferencias en los tres grupos, hay que tener en euenta que las diferencias entre "alco- hSlicos", "bebedores problem&ticos" y "bebedores norma­ les" pueden atribuirse (al menos) a cuatro diferentes combinaciones o relaciones: a) Pueden deberse a errores en el muestreo que no tengan nada que ver, o no tengan una relaci6n causal, con la pertenencia un grupo; b) pueden ser caracterîsticas relacionadas -m&s o menos indirectamente- con los criterios; c) pueden originarse por la selecci6n de determinadas in^ tituciones, a las que acude preferentemente cierto tipo de personas; d) pueden deberse a una selectividad en las respuestas (por ejemplo, si la mayoria de los "bebedores problem&- ticos" pertenecieran a un deterrainado nivel socioecon6- mico). üi todo caso, aceptaremos con menor recelo las rela­ ciones entre las variables de problèmes y aquelles va­ riables de control en las cuales se observen claras di- ferencias entre "bebedores problem&ticos" y "normales", puesto que ambos grupos proceden de la misma muestra ge­ neral . - 299 - - Colocar aqui Figuras 8, 9 y 10 - Las Figuras 8 , ^ y 10 muestran que taies diferencias significatives existen en las variables "edad", "sexo", "estado civil", "personas con que se convive" e "ingre- sos netos". Las personas de la poblaci6n general que su­ fren problèmes a causa del consume de alcohol son, como promedio, algo mayores, m&s frecuentemente del sexo mas­ culine, solteros o divorciados, y m&s a menudo viven so­ les o con personas que no pertenecen a su familia (todo esto, en comparéei6n con las personas sin problèmes ori­ gin ado s por el alcohol). Se autoclasifican, adem&s, como pertenecientes a la clase trabajadora y como promedio tien en ingresos menores. Por lo tante, rectificamos nuejg tra predicci6n anterior, afirmando que, al menos en las variables citadas, hay una relaci8n entre las caracteris ticas demogr&ficas y los problèmes causados por el con­ sume de alcohol, quedando de manifiesto que las correla- ciones est&n distorsionadas en parte por la curvilineari dad de las frecuencias en las categories de los items, o por la nominalidad de las éscalas en cuesti6n. La eléva­ da incidencia de "bebedores problem&ticos"con las carac- teristicas arriba mencionadas confirma las tendencies que aparecen con frecuencia en la bibliografia. Como ya hemos visto, la mayoria de estas caracteristicas se rela cionan tambiên, por una parte, con una elevada ingestiên de alcohol (sobre todo, de cerveza) y, por otra, con ciertas circunstancias concomitantes que est&n relacio­ nadas con una problematizaciên del consume. s6lo en las variables "estado civil" y "personas con que se convive" no podemos establecer estas relaciones con el consume, puesto que los factores pr&cticamente no pueden interpre tarse debido a su nominalidad. Es posible que aqui se reflejen las consecuencias de problèmes familières eau- - 300 - ■pl rl œ V V CO TP (N O 00 (M 1-1 m I VO 3 Si H 00 00CM ' in ? 1 r - i M y 1 3 . 1-4 I 8 11 ->o >VD - 301 - o iH 1H o VO 00 O fT» < 01 2 tt fsi n 4J n Tp o 04 Z 2 < < 04 m m O o\ ^ u) in oi vo 00 in 00 00 m œ H ̂ o ro o LT> LO iH joom ro in ̂ ̂ < Df Z - 302 - O F- •*rt ' >fM t ̂ 21.!?Ko > TT X - 303 - sados por la ingestiôn de alcohol; En un proceso de dis- tanciamiento social, el individuo serîa marginado, en primer lugar, de la familia, es decir, de su grupo de re­ fer encia m&s cercano. Esta interpretaciên encajarla con los resultados de WIESER (1975) citados anteriormente. En algunas variables, el grupo de "alcohôlicos" se distancia claramente de los otros dos grupos, sin que tos se distingan entre si. Asi, las siguientes caracte- risticas parecen especificas de este primer grupo; a) Un mayor numéro de hijos (con lo cual, el consume de alcohol ocasionar& m&s problemas familiares y llamadas a la responsabilidad, con el consiguiente intemamiento en una Clinica), y b) un numéro reducido de habitantes en el lugar de ori- gen. Es posible que este ûltimo date se deba a una distor- si6n de la muestra, puesto que los encuestados de la po- blaciSn general son casi exclusivamente de Munich, mien­ tras que la zona de acciôn de las Clinicas y Sanatorios incluye localidades de todas las dimensiones. 4) Diferencias en los factores de las covariables direc- tas; Los grupos de "alcohôlicos", "bebedores problem&ticos" y "bebedores normales" se compararon respecto a sus co- rrelaciones con todos los factores de covariables, me­ diants un an&lisis de varianza y tests t de las médias. Los valores medios en los factores individuales de las covariables directes y los resultados de los tests t est&n representados en las Figuras 11 a 15. - Colocar aqui Figuras 11 a 15 - - 304 - TP in m o ro VO Sgpl 04 2 2 04 2 2 04 2 2 04 2 2 < < 04 ? 5; ? < < 04 g < < 04 I 4 4-->g ..->0 o o — - — - 305 - P >1 04 Pi T s T X ! m 00 rHVD m U1 a\ rH rJ iH Û4 Z Z 04 z z 04 Z 2 - < < 04 < < 04 < < 04 ->'Z M m ->o ->o o o ' gVfS --->o — 306 — PI (N CM n 00 O' m CO o 00 3 m ?• ? >1 04 Z Z < < 04 04 2 2 m < < 04 04 2 2 ^ g ̂ < < 04 >oo - - — X - - 307 - ? >1 04 Pi CM irt TpVO tn VO CM C' o r~ TP M VO r- CM n VO 1-t VO r- in , Y ' o n CM 1-4 1-4 O o o o 04 Z 2 04 2 2 Di Z Z 04 2 2 i è i iéi i i i < < 04 < < 04 < < 04 < < 04 > ,§^ O (N :>s 04I \/ r~->°i >, M'Y ? \co - 308 - PI M 'f V CO ÏÏ O ? >1 04 2 2 c c 04 04 2 2 m < < ĉ 04 2 2 < < 04 ___>M g a a - 509 - p| ro in H M m in r4 in in in rj n. 04 2 2 é g < < 04 A 2 2 iii < < Oi 2 2 < < O, a I S'in &T-isg, b Cm a m ■+?>. ->•9o > -.->o - 310 - Como el criterio de clasificaciên para los grupos de la poblaciên general fue el nivel de problèmes ocasionados por el consume de alcohol -mostrando los "alcoh6licos", como era de esperar, valores m&s altos que los "bebedores problem&ticos"- se pudo prever que los grupos presenteran los siguientes resultados: a) En tanto no existan relaciones no-monot6nicas, pr&cti­ camente no aparecen diferencias en las correlaciones irr^ levantes arriba mencionadas, como tampoco en aquellas cir cunstancias concomitantes tn las cuales la ingesti6n de al cohol no es problem&tica. b) Sin embargo, en aquellas covariables que est&n relacio nadas con el consume problem&tico de alcohol, se preveîan unos valores m&s altos en los "bebedores problem&ticos", en comparaciên con los "normales" y aun m&s altos en el grupo de los "alcohêlicos". Los datos de las figuras confirman en lo esencial es­ tas expectativas, pero en algunas de las covariables con- sideradas irrelevantes sale a la luz una serie no-monot6 nica, seg&n la cual los "bebedores problem&ticos" (y no los "alcoh6licos"), tienen los valores m&s altos, con lo que queda encubierta la correlaciên. A esto se agrega que, en algunos factures de covariables, quedan patentes valores extremadamente altos para el grupo de los "alco- h6licos". La primera clase de estas covariables la cons.i deraremos como caracterîsticas especîficas del comporta- miento de "bebedores problem&ticos" y la segunda, como rasgos especîficos de los "alcoh6licos". Asî, detectamos las siguientes caracterîsticas espe- cîficas para "bebedores problem&ticos": a) El factor C^: "Alcohol como fomentador del contacte social", en el cual los "alcdhêlicos"muestran un valor ligeramente m&s bajo que los "bebedores normales", pero en el cual los "bebedores problem&ticos" muestran valores - 311 - considerablemente m&s altos; b) ia. factor Dl^^ : "Demanda social y disfrute del consu­ me" , que incluye las cualidades m&s positivas del alco­ hol. Tambiên aqui el grupo de "alcohêlicos" muestra vi- lores ligeramente por debajo de los "bebedores proble­ m&ticos" , estando êstos a su vez considerablemente po? encima de los "bebedores normales"; c) El factor de efecto inmediato del alcohol : "Apa- gamiento", que présenta valores m&s altos en "alcohêli- cos", en comparaciên con "normales", y justamente en sen tido de una mayor activaciên. pero en el cual los "bebe­ dores problem&ticos" obtienen valores aûn m&s elevados. Por su parte, el grupo de "alcohêlicos" présenta las siguientes caracterîsticas especlficas (es decir, factu­ res de covariables con valores especialmente altos): a) El factor de actitudes : "Normas restrictivas"; b) El factor de actitudes : "Segregaciên social de los alcohêlicos"; c) El estilo de consume E^: "Excesos alcohêlicos en tîdo momento y lugar"; d) El estilo de consume "Consume social extrafani- liar". Si se consideran los "bebedores problem&ticos" cono fases evolutivas de un fenêmeno -en las cuales los "bs- bedores problem&ticos" representarîan la etapa m&s ten- prana- se puede comprobar que, aparentemente, al inicio del consume problem&tico de alcohol los valores positi­ ves ocupan (adem&s de los factores descritos al presen- tar los modèles de alcoholismo), un puesto muy destaça- do. El establecimientos de contactes sociales, o un en­ torno social agradable, asî como las caracterîsticas positivas inmediatas de sabor, aroma, etc. y un senti- miento subjetivo de activaciên, son reforzadores que a- niman a beber y premian el consume. Todas estas viven- - 312 - cias referentes al alcohol parecen estar tenidas de to­ nes positives. Por otra parte, podemos interpreter las caracterîsti­ cas conductuales del "alcohêlico" de la siguiente manera: las normas parecen hacerse m&s restrictivas, no. s6lo co­ mo reacci&n al propio consume m&s elevado de alcohol y a la mayor problematizaciên, sine tambiên como consecuen cia de la hospitalizaciên e inicio de tratamiento. La m_e ta terapêutica de abstinencia mantenida en la mayorîa de estos centres es una norma restrictive de consume por ex celencia. Por lo tante, los altos valores de Cjjj pueden reflejar tambiên los esfuerzos del "alcohêlico" por li- brarse totalmente del alcohol. El hecho que justamente este grupo présente valores altos en el factor C^y : "Sje gregaciên social de los alcohêlicos", confirma la ante­ rior suposiciên en sentido de que se trata aquî de una reacciên por parte de individuos amenazados por el pro­ ceso de descalificaciên moral y de exclusiên social, que se defienden contra una estigmatizaciên. Los alcohêlicos diagnosticados como taies recientemente y que viven re- cluîdos en Sanatorios o Clînicas est&n especialmente ame­ nazados por este proceso, o ya lo sufren. Los elevados valores en el factor Eji "Excesos alco­ hêlicos en todo momento y lugar", por parte del grupo de "alcohêlicos", eran prévisibles, puesto que estas perso­ nas beben alcohol sin elegir el momento. Ya hemos visto anteriormente que precisamente taies infracciones de normas correlacionan con una problematizaciên masiva. El hecho que el estilo de "consume social extrafami- liar" se présente sêlo en los "alcohêlicos" con mayor frecuencia, refuerza la suposiciên antes mencionada que la incorporaciên a grupos de bebedores es una reacciên secundaria que sêlo aparece tras una discriminaciên so­ cial m&s amplia. - 313 - Parecerîa que el modelo de "cîrculo vicioso" que pré­ sentâmes en p&ginas anteriores, con respecto al consume problem&tico, serîa especialmente v&lido en las fases pos teriores, en las cuales aparecen cada vez mayores proble- màs, mientras que en fases anteriores juegan un papel re­ levante los aspectos positives del consume. En estos aspejc tos positives se incluye tambi&n la denominada "définiciên social del consume de alcohol", que muchos autores consi deran no-problem&tica. Sin embargo, podemos comprobar que en el proceso de habituaciên al alcohol parece jugar un papel importante, y que s6lo m&s tarde pasa a un segundo t&rmino, en favor de motivaciones personales. Posiblemen te, todas estas cualidades positivas que los"bebedores problem&ticos" ven en la ingestiên de alcohol, son racio nalizaciones frente a su mayor consumo, que luego ya no son posibles en los estadios posteriores, en los cuales aparecen masivamente las consecuencias negativas de tal consume. 5) Diferencias en la "escala de mentiras": Como dijimos al principle, en una de las escalas de criterios (que respondieron todos los sujetos), incluî- mos algunos îtems "detectores de mentiras". Hemos calcu- lado una "puntuaciên de mentiras" en base a la suma de estos îtems, en tante fueron respondidos positivamente, calculando luego, igual que en las dem&s variables y fa^ tores, valores medios, an&lisis de varianza y tests La Figura 16 muestra el resultado obtenido. - Colocar aquî Figura 16 - Se puede observer que todos los grupos se diferencian significativamente y que los "bebedores problem&ticos" muestran las "puntuaciones de mentiras" m&s altas. Como - 314 - ii v\ . 00 00 V£> rH 00M n 0, z z g g < 0» - 315 - los îtems de "mentiras” utilizados estfin orientados ha- cia una conducta de rectitud e integridad moral, el re- sultado puede ser la expresl6n del hecho que los "bebe- dores problemâticos" se sienten amenazados por la estig- matizacl6n del estereotipo del "bebedor descontrolado y con poca fuerza de voluntad" y, por lo tanto, ofrecen u- na autodescripcl6n que es completamente opuesta a este estereotipo. Por el contrario, es posible que el grupo de los "alcoh6licos" ya se haya identificado con el roi del "alcoh6lico tîpico". Sea como sea, cabe suponer que los "bebedores proble- m&ticos", tambiên h an subestimado la realidad en las de- m&s preguntas de las escalas criteriales, en la medida en que las respuestas de menor frecuencia y cantidad cum plen mejor las normas de deseabilidad social, tal y como sucede en el caso de respuestas afirmativas en los "Items detectores de mentiras". 6) Resumen de los datos: Las personas de la muestra total se pueden dividir en très grupos: a) "Alcoh6licos": Todas las personas encuestadas que en el momento de la investigaci6n se encontraban bajo trata miento "anti-alcoh6lico", o que contestaron positivamen- te a la pregunta acerca de un anterior tratamiento; b) "Bebedores problem&ticos": Aquellas personas de la po blaci&n general con los valores mfis altos en los facto­ res de problemas ocasionados por el consume de alcohol; aproximadamente un de las personas encuestadas; . c) "Bebedores normales": El grupo compuesto por las res- , tantes personas de la poblaci6n general. Estos grupos se compararon respecta a su frecuencia porcentual y valores medios en las variables de control e îtems criteriales y, adem&s, respecte al promedio de valores obtenidos en los factores de las cevariables,por — 3l6 — medio de tests t. En los îtems criteriales se observa que casi todos e- llos discriminan significativamente entre los grupos y, por lo tanto, que las escalas criteriales son globalmen- te adecuadas para diferenciar entre "alcoh6licos", perso­ nas que est&n en peligro de ser alcoh6licos y bebedores "normales". Tambiên se diferencian los grupos en algunas variables de control, sin que esto parezca ser un arte­ fact o debido a la elecciên de la muestra. En el caso de las covariables, aquelles factores que mostraron corralaciones altas con los problemas ocasiona dos por el alcohol, tambiên diferenciaron entre los gru­ pos. Por otra parte, se detectaron ademês diferencias sig nificativas en algunos factores que no mostraron correla- ciones elevadas con los problemas de consume. Se refieren sobre todo a las covariables que acentuan los valores po­ sitives de la ingestiên de alcohol y que pueden conside- rarse como especîficos para el grupo de los "bebedores problem&ticos", asî como una forma temprana del consume problemêtico. Finalmente, los grupos se diferenciaron tambiên en los îtems "detectores de mentiras", mostrando ante todo los "bebedores problem&ticos" una puntuaciên mayor, lo cual podrîa interpretarse como una contrarèacciên al estereo­ tipo del "bebedor descontrolado y con poca fuerza de vo­ luntad" . - 317 - EPILOGO: CONCLUSIONES GENERALES El trabajo de investigaciên que présenta esta tesis tuvo como centre de atenciên el estudio extensive y de amplio espectro de las relaciones entre las variables criteriales, définitorias del consume problem&tico del alcohol y una serie de covariables directes de tal con­ sume. Una revision lo m&s détailada posible de la biblio- grafîa acerca del tema, de las ûltimas dêcadas, nos 11^ v6 a la conclusiên que la investigaciên tradicional, fun dada en el concepto de los "alcohêlicos", como un tipo especial de ser humane y que busca e investiga caracte- rîsticas estables que forman parte del alcohôlico y pro­ ve qu en el alcoholismo, s6lo permite una conclusiên con- vincente: que no existe un alcohêlico "tîpico", ni una enfermedad unitaria que pueda denominarse "alcoholismo", como tampoco aparece una personalidad alcohêlica especî- fica que diferencie al "alcohêlico" de otras personas. Sobre todo a partir de las ûltimas investigaciones, surge como hipêtesis plausible el que, en el caso del llamado "alcoholismo" se trata de la transformaciên del consume alcohêlico en un problems, provecado por el individuo mismo y/o su entomo social cercano y lejano. Esta proble matizaciên del consume probablemente se centra en deter- minados aspectos del consume, taies como actitudes y nor­ mas o, dicho de otro modo, en formas de comportamiento relacionadas directamente con este consume alcohêlico". Asî, el trabajo de investigaciên realizado pretendiê indagar empîricamente si, utilizando el concepto de "con sumo problemêtico de alcohol", se curaplîan algunas condl ciones bêsicas que justificaran su preferencia sobre el concepto tradicional de alcoholismo. Las condiciones a - 318 - cumplir son, breveraente, las siguientes: - los problemas detectados en alcohêlicos diagnostica- dos deberîan aparecer tambiên en la poblaciên normal; - los problemas detectados deben ser mês frecuentes en alcohêlicos; - el nivel promedio de consume alcohêlico debe ser mês alto en alcohêlicos que en la poblaciên normal, pero no deben aparecer correlaciones elevadas y unitarias entre nivel de consume y problemas provecados por el mismo; - tante los problemas ocasionados por el consume, co­ mo el nivel de consume deben correlacionar significative mente con determinadas actitudes, normas y formas de con ducta del individuo o de su medio-ambiente social, sien- do similares a las correlaciones que presentan los crite ries entre sî. Dentro de este planteamiento, considérâmes que las c£ variables directes del consume problemêtico de alcohol deberîan estudiarse antes que las relaciones mês lejanas y que el intente por comprobar una teorîa especîfica. Ere probable tambiên que el estudio de las relaciones en tre taies covariables directes y los criterios llevara a conclusiones utiles para una posible prevenciên y trata­ miento del consume problemêtico. Nos pareciê que el mêtodo mês adecuado para la meta planteada era el estudio en base a cuestionarios, apiica do en poblaciones ya diagnosticadas como "alcohêlicas" y en poblaciones consideradas "normales", puesto que con êl se podîan absircar tante los criterios que nos intere- saban, como los datos conductuales, aunque debe tenerse présente que no se analiza el comportamiento mismo, sine las opiniones del individuo acerca de su conducta. Espe- rêbamos que la informaciên obtenida sirviera luego de ba se para estudios mês especîficos de los diverses aspec­ tos que mostraron correlaciones interesantes. - 319 - La investigaciên realizada formé parte de un vasto pro yecto, que abarcê tambiên las "variables indirectes" o mês lejanas, taies como circunstancias actuales de vida y répertorie conductual del individuo, ademês de su biogra- fîa general y de consume alcohêlico y de datos acerca de su relaciên social y laboral. Estas variables se invest^ garon, sin embargo, en sujetos distintos, por lo cual no tienen relevancia para nuestro foco de interês. No entra remos aquî nuevamente en los detalles de la metodologîa utilizada, pero recordemos que se obtuvo una muestra to­ tal de 1.512 personas, con aproximadamente I.5OO perso­ nas de la poblaciên "normal" y 200 "alcohêlicos" diagno£ ticados. Por el procedimiento utilizado, existen datos a cerca de las caracterîsticas demogrêficas, de los crite­ rios y de los îtems detectores de "mentiras" para la to­ tal idad de la muestra, mientras que las distintas esca­ las de covariables fueron respondidas respectivamente por unos 250 sujetos distribuîdos a lo largo de las diferen­ tes muestras. Las escalas criteriales utilizadas se pueden describir brevemente como sigue: 1) Nivel de consumo alcohêlico (Criterios A): Se utiliza ron dos parêmetros de consumo, frecuencia y cantidad.Las posibilidades de respuesta se dividieron de modo de abar car el espectro total (desde la abstinencia total h as ta el consumo extremo de alcohol), como tambiên cualquier 0 tra clase de combinaciên y variabilidad intraindividual posible en este parêmetro (por ejemplo, beber freçuente mente pequenas cantidades o beber pocas veces grandes cantidades). Estos Indices de frecuencia y cantidad se detectaron individualmente para las très principales cia ses de bebidas (vino, cerveza y bebidas "fuertes"). 2) Problemas causados por el consumo de alcohol (Crite­ rios B): El segundo complejo de criterios abarca una se- - 320 - rie de problemas que pueden aparecer en las diferentes êreas de vida en relaciên con la ingestiên de alcohol, siempre que sean accesibles en base a la autoevaluaciên. Estos (78) problemas ocasionados por el consumo de alco­ hol abarcaron los "clêsicos" sîntomas del alcoholismo (por ejemplo, pêrdida de control, malestar por las mana­ nas, aumento y descenso de la tolerancia), asî como tam­ biên problemas mês o menos graves de îndole hasta ahora inespecîfica. Estas consecuencias del consumo, que segên cada sujeto pueden considerarse como problemêticas o de­ ssables, se formularon de modo que sêlamente se recogen cuando se evalûan negativamente. Asî, por ejemplo, uno de los îtems rezaba de la siguiente manera: "Cuando bebî alcohol, me sentî mês excitado sexualmente de lo que me es agradable". Los problemas se tematizaron en: Problemas sociales, laborales y econêmicos, conflictos con la ley, problemas de salud, dependencia fisiolêgica y tolerancia, y proble mas psîquicos. En cuanto a las escalas de covariables directes del consumo, se dividieron en los siguientes grupos temêti- cos: 1) Normas y actitudes frente al consumo de alcohol, los alcohêlicos y los abstemios (Escale C) 2) Motivaciones para el consumo alcohêlico, referidas tanto al aumento como a la disminuciên del consumo (Esca la D) 5) Patrones y circunstancias de consumo (Escale E) 4) Efectos inmediatos del alcohol, referidas tanto a mu- cho, como a poco alcohol consumido (Perfiles bipolares Hg). Vearaos ahora un breve resumen de los resultados mês relevantes obtenidos en la investigaciên. Con respecto a los datos referentes a las variables de - 321 - criterio, se obtuvieron très factores especîficos segun el tipo de bebida (cerveza, vino, bebidas "fuertes") con- sumida en grandes cantidades, asî como un factor de canti dad mînima que se extiende sobre los très tipos. Por su parte, los 78 problemas ocasionados por el alcohol tam­ biên arrojaron très factores: "Crîtica familiar y auto- crîtica", "Problemas laborales y econêmicos" y "Proble­ mas sociales y de salud". Los dos tipos de criterios mo£ traron correlaciones relativamente bajas entre sî, de lo que se deduce que la apariciên de problemas provocados por la ingestiên de alcohol no depende sêlo de la canti­ dad ingerida. Analizando las relaciones entre variables criteriales y las covariables directes, se obtuvieron los siguientes resultados mês relevantes, segûn nuestra opiniên: Las correlaciones multiples de los f actores de los di. ferentes grupos temêticos con los criterios llegan hasta .74 y, tanto las variables relacionadas con el consumo alcohêlico, como los factores del consumo problemêtico, muestran correlaciones altas con las covariables. Algu­ nos factores de las covariables directas correlacionan considerablemente mês con las variables de nivel de al­ cohol ingerido y con los factores de problemas, en com- paraciên con las correlaciones que presentan entre sî. Se puede concluîr, resumiendo, que las correlaciones mês altas con los criterios son las que presentan las esca­ las "Patrones y circunstancias de consumo" y "Motivaciên para el consumo alcohêlico". Adicionalmente a los îtems agrupados en factores aitamente correlacionados, se de­ tectaron tambiên muchos îtems individuales que no muestran una saturaciên alta en los factores, pero que correla­ cionan significativamente con los criterios. Hay que ana dir que parte de estas correlaciones denotan relaciones triviales (recordemos que, por ejemplo, para llegar a un - 322 - alto nivel de consumo seguramente se ingerirâ alcohol en muchas ocasibnes). Pueden comprobarse très tipos de covariables directas: 1) Aquêllas que parecen irrelevantes en relaciên con la totalidad de los problemas del alcoholismo, es decir,que no presentan relaciones dignas de menciên con ninguno de los criterios; 2) aquêllas en relaciên con las cuales el consumo elevado de alcohol no provoca problematizaciên; y finalmente, 5) aquêllas en las cuales el consumo alcohêlico elevado conduce a graves problemas. Entre los problemas provocados por el consumo de alco hol, el factor Bj ("Crîtica familiar y autocrîtica") es el de mês fêcil predicciên en base a las covariables, yendo en segundo lugar el factor Bjj ("Problemas labora­ les y econêmicos"), mientras el factor Bjjj ("Problemas sociales y de salud") sêlo présenta bajas cori;elaciones -aên recurriendo a la regresiên mêltiple-. En tomo a los dos primeros f actores de problemas eau sados por el consumo alcohêlico y sus relaciones con las covariables directas, sugerimos dos nuevos modelos de al coholismo atendiendo a una interpretaciên del contenido de estas relaciones; El primero se centra en tomo al fac tor Bj ("Crîtica familiar y autocrîtica"): Un individuo con un consumo problemêtico de alcohol dispone -por una parte- de normas de consumo muy restrictivas (Cjjj) que al parecer comparte con su entomo social mês cercano. Por otra parte, manifiesta un exceso conductual en cuan­ to a su conducta frente al alcohol (Ej). En estos casos,. la cantidad de alcohol ingerido es sêlo una parte del exceso conductual, de la infracciên a las normas socia­ les, siendo igualmente importante la discrepancia entre las normas referentes a cuêndo y cêmo se bebe alcohol. Esto provoca la crîtica extema y la autocrîtica (B^), - 323 - desencadenando a la vez una serie de reacciones: a) Con­ sumo alcohêlico como reacciên a la crîtica y al mal hu­ mor (Dlj); b) Intentos de restricciên del consumo por t£ mor al ridîculo (D2jj); c) Temor a una descualificaciên moral y a la estigmatizaciên como alcohêlico, con la con siguiente segregaciên social (C^y). Por otra parte, el consumo de alcohol como reacciên a la crîtica y al mal humor se realiza en momentos determinados personalmente y no necesariamente admitidas por la sociedad, con lo cual surge nuevamente un exceso alcohêlico (E^). Paraie- 1amente, el temor al ridîculo (D2jj), a la descalifica­ ciên moral y a la segregaciên social, conllevan un au­ mento de la restrictividad de las normas respecto al pro pio consumo. Con ello se cierra el cîrculo vicioso. En este modelo, el enfrent ami ento entre normas restrictivas y excesos conductuales es esencial para provocar un con­ sumo problemêtico. Uno sêlo de estos factores no parece ocasionar una problematizaciên. El otro modelo se centra en el factor Bjj ("Problemas laborales y econêmicos"): En este caso, puede haber una ingestiên elevada de alcohol, aên en situaciones no adml. tidas por el entomo social mês lejano, pero no hay una problematizaciên intrasubjetiva en la medida en que ni el individuo, ni su entomo social mês cercano compart en las normas restrictivas de la sociedad. Habrîa aquî un "fac­ tor de irresponsabilidad": surgen confrontaciones con el entomo social mês lejano, pero el individuo las vive co mo problemas extemos a êl, s in cuestionarse su conducta. Sin embargo, este segundo modelo no se manifiesta tan claramente como el primero a partir de nuestros datos. Como informaciên complementaria, cabe agregar que la investigaciên se continué, fuera del marco de esta tesis, con una validaciên cmzada en base a los resultados ob­ tenidos, con una muestra similar en tamano y estmctura, pero con un cuestionario reducido construîdo con los fac- - 324 - tores e îtems que mostraron la mês alta relaciên con los criterios. De esta validaciên cruzada, deseamos senalar algunos resultados: 1) La estructura factorial de los f actores de problemas, el factor se mantiene muy bien, agregêndose a su vez îtems que bacen del nucleo de sintomatologîa alcohêlica grave (pêrdida de control y sîntomas de privaciên) el se gundo nucleo importante de este factor. Si recordamos las puntualizaciones de MELLO (1972) respecto a la "pêrdida de control" como un fenêmeno cognitivo, segun el cual el "alcohêlico" esté convencido por sus experiencias ante- riores que habitualmente no deja de beber tras ^gunas copas, asî como la connotaciên de "profecîa autocumplida" que se incluye en este concepto, parece admisible y hasta racional que se intégré dentro de un factor de autocrîti- C8l • 2) El Factor B^^, por su parte, se divide aquî en dos faç tores : "Problemas laborales" y "Problemas econêmicos", con lo cual ambos nêcleos obviamente pierden fuerza y d£ berîan ser impiementados en ocasiones posteriores de a- plicaciên. 3) El factor Bjjj ("Problemas sociales y de salud") apa­ rece mejor representado y se integra en el factor Bj. Parece interesante mencionar estos datos, aunque se salgan del marco estricto de la tesis presentada, puesto que parecen ratificar los modelos ofrecidos en tomo a los problemas provocados por el consumo, agregando a los problemas ya clêsicos en el estudio del alcoholismo o- tros nucleo8 que amplîan la gama criterial y pueden re­ sult ar importantes en la profundizaciên de sus etapas tempranas y en la prevenciên del consumo problemêtico del alcohol. Sin embargo, hay que puntualizar que la metodo­ logîa de investigaciên utilizada no permite inferencias causales. Por lo tanto, en base a los resultados obteni­ dos no debe pensarse en estrategias encaminadas hacia la - 325 - prevenciên primaria del alcoholismo, sino mês bien en po- sibles estrategias de prevenciên secundaria del consumo problemêtico de alcohol. Por lo demâs, êstas ya represen tan en sî, un tema digno de mayor estudio y esperamos que nuestros datos inviten a proseguir en esa lînea de in vestigaciên. Finalmente, y volviendo a nuestra investigaciên, al es' tudiar las caracterîsticas especîficas los très grupos: "alcohêlicos", "bebedores problemêticos" y "bebedores normales", con respecto a su frecuencia porcentual de reg puesta en los criterios, a los valores medios en las va­ riables de control e îtems criteriales y al promedio de valores obtenidos en los factores de las covariables di­ rectas, se pudo observarlo siguiente: En primer lugar, casi todos los îtems criteriales discriminan entre los grupos. En segundo lugar y en el caso de las covariables, aquelles factores que mostraron correlaciones altas con los problemas ocasionados por el consumo de alcohol, taa biên diferenciaron entre los grupos. Asî, tanto las es­ calas criteriales como los factores correlacionados con problemas parecen ser globaimente adecuados para diferen ciar entre alcohêlicos diagnosticados, personas que estên en peligro de serlo y "bebedores normales" Esperamos que los datos obtenidos en este trabajo de investigaciên lleven a otros estudios que continûen, pr£ fundicen y perfeccionen un acercamiento riguroso frente al complejo fenêmeno del consumo problemêtico de alco­ hol . B I B L I O G R A F I A - 327 - AbelscAin, D. y Van der Spuy, H. The age va riab le in alcoholism . J .Stud.A lcohol, 39, 800-808, 1978. Abu-Laban, B. y Larsen, D. The q u a litie s and sources o f norms and d e fin itio n s o f a lcoh o l. Soc.Res., M , 34-43, 1968. Adams, K ., G rant, I . , y Reed, R. Neuropsychology in a lco h o lic men in th e ir la te th ir t ie s : One year fo llo w -rp . Amer.J .P s y c h ia t., 137, 928-931, 1980. Albcis, D ., A lbas, Ch. y McCluskey, K. 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