%0 Journal Article %A Carretero, José Miguel %A Arsuaga Ferreras, Juan Luis %A Martínez Mendizábal, Ignacio %A Quam, Rolf %A Lorenzo Merino, Carlos %A Gracia Téllez, Ana %A Ortega Martínez, Ana Isabel %T Los humanos de la Sima de los Huestos (Sierra de Atapuerta) y la evolución del cuerpo en el género Homo %D 2004 %@ 1579-7384 %U https://hdl.handle.net/20.500.14352/124612 %X Algunos de los aspectos más ampliamente discutidos sobre la morfología del esqueleto postcraneal de los homínidos, tienen relación con las diferencias en el tamaño, la forma y las proporciones del cuerpo entre las distintas especies que forman nuestro género. A lo largo de la evolución de los homínidos, tres “revoluciones” corporales han tenido lugar. La primera de ellas ocurrió a finales del Mioceno y consistió en la aparición de la bipedestación, protagonizada por los primeros homínidos reconocidos, como los recientemente propuestos Sahelanthropus, Orrorin o Ardipithecus. La segunda revolución corporal fue el dramático incremento en el tamaño corporal y la adquisición de proporciones corporales humanas que protagonizó la especie Homo ergaster hace 1,8 millones de años en África. Finalmente, la tercera revolución corporal es la marcada gracilización protagonizada hace 200.000 años por nuestra propia especie, Homo sapiens. Entre H. ergaster y H. sapiens un largo período de estasis evolutivo caracteriza la evolución corporal dentro del género Homo. El registro fósil existente del esqueleto postcraneal de los humanos siempre ha sido muy escaso, sin embargo, los fósiles del Pleistoceno Inferior del yacimiento de la Gran Dolina y sobre todo, los del Pleistoceno Medio del yacimiento de la Sima de los Huesos, ambos en la Sierra de Atapuerca, han ampliado significativamente este registro, aportando información decisiva con la que elaborar un modelo sobre la evolución del cuerpo en los humanos desde hace al menos 1,8 m.a. En nuestro modelo, un cuerpo extremadamente ancho y robusto (frente a un cuerpo estrecho y esbelto), de gran peso y elevada estatura, y con índices braquial y crural elevados sería el biotipo primitivo de Homo ergaster. Este biotipo habría caracterizado a todas las especies de Homo posteriores en el tiempo, hasta la aparición de Homo sapiens, que presenta un cuerpo mucho más grácil. Además, el registro fósil parece indicar que la evolución del cuerpo en los humanos es un proceso de Evolución en Mosaico. %X Some of the most widely discussed aspects of hominid postcranial morphology are related to differences in body size, shape and proportions between the different species which comprise our genus. Throughout human evolution, three morphological “revolutions” have occurred in hominid body size, shape and form. The first of these, the emergence of bipedalism, took place at the end of the Miocene epoch and is seen in the earliest known hominids, such as the recently proposed Sahelanthropus, Orrorin and Ardipithecus. The second “revolution” was the dramatic increase in body size and the acquisition of human-like limb proportions around 1.8 mya in Africa in the species Homo ergaster. This was followed by a long period of evolutionary stasis until the emergence of our own species, Homo sapiens, around 200 kya. The third and final “revolution” was represented by the marked gracilization of the skeleton in Homo sapiens. The human fossil record for the postcranial skeleton has always been scant. Nevertheless, the fossils from the Lower Pleistocene site of Gran Dolina and, in particular, the Middle Pleistocene site of the Sima de los Huesos, both located in the Sierra de Atapuerca, have significantly augmented the available sample. This material can provide decisive information with which to formulate a model to describe the evolution of the human body from at least 1.8 mya to the present. In our model, the primitive biotype, as seen in Homo ergaster, would be represented by an extremely wide and robust body (in contrast to a narrow and thin body form), which is both heavy and tall and has high brachial and crural indices. This biotype characterized all the later species of the genus Homo, until the appearance of Homo sapiens, which presents a much more gracile skeleton. Further, the fossil record indicates that the evolution of the human body is a process of mosaic evolution. %~