%0 Book Section %T Competencia emprendedora vinculada al área social: el capital social %T Entrepreneurial competence linked to the social area: social capital publisher Tirant Lo Blanch %D 2022 %U 9788419286741 %@ https://hdl.handle.net/20.500.14352/128260 %X Derivado de la sociedad capitalista y, en consecuencia, de la búsqueda de las posibilidades que generan valor monetario, empiezan a surgir diferentes conceptos que, sin tener un carácter económico, aparecen ligados al término “capital”. Pueden destacarse entre otros, el capital humano (Lawler, 2006), el capital intelectual (Stewart y Zadunaisky, 1998), el capital cultural (Bourdieu, 1997) o el Capital Social (Bourdieu, 1980; Coleman, 1988; Putnam, 1993). De entre todos ellos, la noción de “Capital Social” despunta en varios campos de las ciencias sociales, especialmente en los que se relacionan con la educación y, poco a poco, también con el emprendimiento. Es una metáfora que pone de relieve el hecho básico de que ciertas relaciones sociales favorecen la eficiencia de diversas formas de actuar en el medio social, constituyéndose además en un factor determinante del éxito en el mercado de trabajo actual (Fernández-Salinero y García-Álvarez, 2020). Desde esta perspectiva, el Capital Social estaría conformado por dos elementos: la relación social, que permite a las personas estar conectadas mutuamente, y las ventajas (cantidad y calidad de recursos) que se acrecientan en los individuos gracias a esa construcción deliberada de sociabilidad (Coleman, 1990). Estos elementos nos permiten elaborar nuestra identidad personal en interacción con otras personas y resultan fundamentales cuando nos referimos a la identidad emprendedora, aquella que se concibe como un “proceso dinámico y evolutivo, en marcos de interacción social, donde la crónica del yo incorpora narrativamente la carga de la experiencia vital, la consideración de la circunstancia existencial presente y las expectativas de futuro” (Bernal, 2021, p.26). Es aquí donde se pone de manifiesto la necesidad de interactuar con el tejido social, crear vínculos de cooperación, establecer acuerdos y sobre todo generar y transmitir confianza. Pues como en su momento sugirió Fukuyama (2003), solo las sociedades con un alto nivel de confianza social tendrán la capacidad de crear empresas flexibles y de gran escala, necesarias para competir exitosamente en la economía global. Las redes de relaciones, entendidas como Capital Social, conllevan en este sentido a emprender ideas de negocio. Y en la medida en que se fortalezcan las redes de relaciones entre las personas en el nivel individual, colectivo e institucional, será posible fortalecer los procesos de emprendimiento, principalmente si contamos con el apoyo expreso de las instituciones educativas y de sus agentes. De ahí el interés de este capítulo, en el que pretendemos analizar el Capital Social como un elemento fundamental de la competencia emprendedora vinculada al área social. %X Derived from capitalist society and, consequently, from the pursuit of opportunities that generate monetary value, various concepts begin to emerge that, while not economic in nature, become associated with the term capital. Among these are human capital (Lawler, 2006), intellectual capital (Stewart & Zadunaisky, 1998), cultural capital (Bourdieu, 1997), and social capital (Bourdieu, 1980; Coleman, 1988; Putnam, 1993). Of these, the notion of social capital stands out across several fields of the social sciences, particularly those related to education and, increasingly, to entrepreneurship. This concept functions as a metaphor highlighting the fundamental premise that certain social relationships enhance the efficiency of various forms of action within the social sphere, and that they constitute a decisive factor for success in today’s labor market (Fernández-Salinero & García-Álvarez, 2020). From this standpoint, social capital is composed of two elements: the social relationship, which enables individuals to remain mutually connected, and the advantages (i.e., the quantity and quality of resources) that accrue to individuals as a result of the deliberate construction of sociability (Coleman, 1990). These elements allow us to construct our personal identity through interaction with others and are crucial when discussing entrepreneurial identity, understood as a “dynamic and evolving process within frameworks of social interaction, wherein the chronicle of the self narratively incorporates the weight of lived experience, the consideration of present existential circumstances, and expectations for the future” (Bernal, 2021, p. 26). It is at this juncture that the importance of interacting with the social fabric becomes evident—of forging cooperative ties, establishing agreements, and, above all, generating and transmitting trust. As Fukuyama (2003) posited, only societies with high levels of social trust possess the capacity to create flexible, large-scale enterprises capable of competing successfully in the global economy. Relationship networks, understood as social capital, thus contribute to the initiation of entrepreneurial ventures. Moreover, to the extent that relational networks are strengthened at the individual, collective, and institutional levels, it becomes possible to reinforce entrepreneurial processes, particularly when supported explicitly by educational institutions and their actors. This chapter therefore seeks to examine social capital as a fundamental component of entrepreneurial competence within the social domain. %~