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En esta primera parte del cuarto capítulo se abordan, por un lado, los daños que la luz azul (380-500nm) pueden producir sobre el sistema visual y, por otro lado, los mecanismos fisiológicos de protección que presenta el ojo contra esta radiación.
Si bien la radiación electromagnética del espectro visible es necesaria para la visión, se sabe desde hace muchas décadas que también puede dañar las estructuras oculares. En este punto es importante recordar que para que una radiación produzca un efecto sobre un tejido debe ser absorbida por este.
De todas las estructuras oculares, la más vulnerable frente a la radiación visible es la retina, por su propia función fotorreceptora. La fototoxidad producida como consecuencia de la absorción de la radiación puede ser de tres tipos: térmica, mecánica y química.