El conde farsante. Byron Khun de Prorok, arqueologo, cineasta y traveloguer en el África colonial
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2024
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Esta ponencia aborda la figura del arqueólogo aficionado, divulgador de la arqueología y explorador Byron Khun de Prorok (1896-1954). Pese a ser hoy bastante desconocido, entre las décadas de 1920 y 1950 organizó diversas empresas arqueológicas y geográficas en Túnez, Argelia, Egipto, el desierto de Libia, Etiopía, Arabia y México, y era muy habitual encontrar noticias acerca de sus andanzas en la prensa. En 1925, tras dirigir importantes excavaciones en Cartago -por ejemplo, en su célebre Tofet púnico- y Utica (Túnez), comenzó a potenciar su faceta aventurera, alejándose paulatinamente de los aspectos científicos de la profesión. Hasta su fallecimiento se caracterizaría por su papel de difusor de una arqueología sensacionalista, que a través del rodaje de travelogues y documentales -aún se conserva parte de este material fílmico- promocionaba su búsqueda de la tumba de Alejandro Magno, o los descubrimientos de las minas del rey Salomón en Etiopía y de la capital de la reina de Saba en Yemen. En su vertiente de científico diletante, fue todo un pionero en documentar cinematográficamente la arqueología.
Description
Exploraciones geográficas y arqueología en el periodo de entreguerras: gentlemen, espías y aventureros en busca de las civilizaciones antiguas.
La primera mitad del siglo XX fue la época gloriosa de los viajeros, en la que se emprendieron expediciones científicas de diversa índole (geológicas, antropológicas, arqueológicas, botánicas, geológicas…), que, en su esfuerzo de indagar en el presente y en el pasado de nuestro mundo, y en las costumbres, la historia, el medio ambiente y las formas de vida de quienes lo habitaban, hollaron hasta sus últimos rincones en aeroplanos y automóviles, con cámaras fotográficas y cinematográficas en sus bagajes, las nuevas tecnologías que el progreso industrial ponía a su disposición.
Explorar y descubrir se traducían en una apropiación de esos parajes desérticos -la cuna de antiguas civilizaciones-, tan exóticos a ojos de Occidente, sobre los que las potencias europeas extendían sus ambiciones. Los pioneros que anduvieron por esas regiones, y que asoman en este ciclo de ponencias, vivieron en tiempos convulsos, estuvieron al servicio de esos intereses coloniales y mantuvieron perspectivas eurocentristas en la comprensión del continente africano. El etnólogo Leo Frobenius, protagonista de una extravagante expedición de espionaje en el noreste de África en plena Gran Guerra, o John Pendlebury, excavador de Tell el-Amarna (Egipto) y del palacio de Cnosos, asesinado a manos de los alemanes, son prototipos de esa figura del científico comprometido con el momento histórico. En unos años en los que la arqueología y la antropografía trataban de definirse en sus teorías y métodos, supieron impregnar sus misiones de un halo romántico, heroico, hoy desaparecido, de tintes casi decimonónicos, en los que mitos y realidad compartían una frontera indescifrable. ¿Quién puede sustraerse a la seducción que despierta el conde de Almásy y su búsqueda del fabuloso oasis de Zarzura, en pleno yermo líbico? ¿O a la pesquisa del célebre Tofet púnico de Cartago, a cargo de Byron Khun de Prorok, un lugar plagado de incógnitas e interpretado desde una ideología orientalista y discriminatoria, pero natural en la Era del Jazz? En una actualidad inexplicable sin móviles, iPads, portátiles y redes sociales, los conferenciantes proponen un regreso a un pasado en el que existían ciudades ocultas en el desierto y se despertaba a los faraones de su sueño.