Objeto y método de la interpretación constitucional

Abstract

En esta aportación el solicitante se ocupa exhaustivamente del análisis del objeto y método de la interpretación constitucional, asunto central de la Teoría de la constitución. Y previene contra los peligros de una interpretación constitucional sin método. Con todo, la interpretación constitucional conservará siempre su inevitable carácter polémico, debido a la imposibilidad de controlar las decisiones de quienes fijan su alcance. Y en este contexto se ha generalizado la opinión de que la interpretación constitucional es inevitablemente creativa debido a la singularidad de su principal objeto, las disposiciones constitucionales que encarnan los valores del ordenamiento. En efecto, el barro que modela el supremo interprete es blando, compuesto por disposiciones de textura abierta que, por añadidura, permanecen en el tiempo debido a su rigidez. Esa apertura ha de cerrarse en un proceso de interpretación, de concreción, para lo cual los intérpretes supremos emplean un arsenal de criterios, topoi, que se ha ido decantando con el tiempo, ofreciendo así cierta certidumbre respecto a los resultados que se obtendrán, al tiempo que se asegura la adaptación de las disposiciones constitucionales a la realidad de cada momento a través de una interpretación evolutiva. Por lo demás, que, en materia de derechos fundamentales, la última palabra se desplace a un jugador internacional no hace sino agravar el problema de esa discutida legitimidad democrática. En este contexto es evidente la utilidad del self restriant que contiene el activismo potencial del intérprete supremo; pero a pesar de este autocontrol son muchos los ejemplos de todo lo contrario, de una gran creatividad que se ha manifestado especialmente en el campo de los derechos fundamentales y se ha plasmado, tanto en la jurisprudencia nacional como, particularmente, en la internacional. El objetivo de activar la Constitución corre el peligro de realizarse a expensas de legislador democrático y a costa de una pérdida de juridicidad de la Constitución, debido al antiformalismo que la creatividad interpretativa necesita. Esta creatividad produce a veces verdaderas mutaciones que paradójicamente se producen a través del órgano encargado de defender la Constitución. En estos supuestos la creatividad del intérprete supremo se impone, pero como amplía el ámbito de los derechos fundamentales y conecta con un amplio sentir social, sus excesos son consentidos y aún aplaudidos. En sus manifestaciones más llamativas que vienen asociadas a Constituciones muy explícitas, la interpretación beligerante es resultado de un constitucionalismo dirigente: cuando la Constitución decide mucho (lo que ocurre con frecuencia en Iberoamérica), menos margen queda al legislador democrático, y el intérprete supremo tienen que hacer valer lo decidido por el constituyente frente al legislador, incluso suplantándolo cuando su lenidad amenaza con dejar inactivos los mandatos del constituyente. Y asociado a lo anterior se corre el riesgo de “sobreinterpretación” o “sobreconstitucionalización”, que podría derivar en una suerte de constitucionalismo mágico mediante la búsqueda de todas las soluciones en la Constitución. Para sortear tantos peligros, al lado del saludable autocontrol, es crucial que la interpretación se despliegue en el marco de una teoría de la Constitución de la que formaría parte la específica de la interpretación constitucional. Esta aportación aporta elementos para que la interpretación constitucional se asiente en la razón jurídica y se aleje de la mera discrecionalidad del intérprete.