“Si possides amicum, in temptatione posside illum". Alfonso VIII and Peter the Catholic

Abstract

Según las fuentes medievales, el rey de Castilla Alfonso VIII (1158-1214) y el rey de Aragón Pedro el Católico (1196-1213) mantuvieron unas relaciones cordiales que, más allá de la alianza político-militar, algún cronista (el arzobispo de Toledo Rodrigo Jiménez de Rada) describió en términos de amistad. En esta contribución se analizan las personalidades de ambos monarcas a partir de las narraciones coetáneas y el origen de sus buenas relaciones, que cabe situar en la tradicional alianza de ambas monarquías y en la influencia de la madre del rey Pedro, la reina Sancha de Castilla, pariente de Alfonso VIII. Las conexiones de ambos reyes con los reyes de Inglaterra, de la dinastía Plantagenet, también contribuyó a la buena sintonía. Se precisa después el momento en que se conocieron y el desarrollo de sus primeras actuaciones conjuntas en varias operaciones militares contra el rey de León en los años posteriores a la gran derrota castellana en la batalla de Alarcos (1195). La alianza de ambos monarcas se hizo especialmente patente frente al enemigo común almohade. Sus actividades hostiles en las fronteras orientales de al-Ándalus sugieren la existencia de una acción militar concertada por parte de ambos monarcas. De hecho, frente a la visión tradicional que atribuye a Alfonso VIII la iniciativa de la guerra que condujo a la gran cruzada de Las Navas de Tolosa (16 de julio de 1212), más bien parece que fue Pedro el Católico quien atizó la ruptura de hostilidades con el Califato Almohade, probablemente con el visto bueno del monarca castellano. La “amistad” de ambos reyes se haría especialmente manifiesta durante la campaña de Las Navas de Tolosa, que contó con una participación amplia y decisiva de las tropas aragonesas y catalanas de Pedro el Católico. La lealtad del rey de Aragón al rey de Castilla quedó palpablemente demostrada en los sucesos de Calatrava, cuando el grueso de los cruzados ultramontanos abandonó la expedición. Esa misma lealtad es la que ayudó a convencer a Alfonso VIII, en el consejo de guerra celebrado en Salvatierra poco antes de la batalla, de que abandonara su propuesta de desviar la campaña antialmohade contra el rey de León. La derrota y muerte del rey Pedro el Católico en la batalla de Muret (12 de septiembre de 1213), en el curso de una campaña contra el ejército de la Iglesia y en compañía de los barones occitanos acusados de complicidad con la herejía, no alteró la buena imagen que el rey de Aragón había dejado en Castilla. Los cronistas castellanos del siglo XIII lamentaron su triste final y, sin llegar nunca a considerarlo un cómplice de la herejía, como ocurriría en otros lugares, siguieron alabando sus virtudes.