Psicología comunitaria: una historia inconformista

Abstract

La necesidad de un mundo más seguro, próspero y equitativo puede que haya existido siempre, pero solo desde hace unas décadas esta necesidad se expresa políticamente y constituye una meta para los gobiernos y la ciudadanía de muchos países (Sethi & Schepers, 2014; Zelenev, 2015; Pinker, 2011). En perfecta alineación con esta meta se encuentran los valores de justicia y compromiso social que inspiraron, y siguen haciéndolo, a la psicología comunitaria; también sus objetivos de cambio social y sus enfoques metodológicos que combinan investigación, acción y participación de la comunidad. Además, y pesar de la complejidad que conlleva trabajar con y entre agentes pensantes y sintientes en constante interacción, la psicología comunitaria se posiciona entre las ciencias y con ello se enviste de algunos de sus condicionantes para actuar con parsimonia, precisión y rigurosidad. Todas estas características hacen de la psicología comunitaria una disciplina tan versátil como prometedora en la construcción de un mundo más justo en el que todas las personas puedan disfrutar de la salud, ampliamente entendida en sus dimensiones física, psicológica y social (OMS, 1979; Declaration of ALMA-ATA; Fee & Brown, 2015).