Los vínculos comerciales entre la UE y los países de Europa Oriental: avance a distintas velocidades

Abstract

Tras más de trece años desde su establecimiento, la Asociación Oriental presenta un balance heterogéneo en cuanto al impulso de unas relaciones políticas más estrechas e integración económica, de conformidad con el acquis communautaire, con los países de la región. Este avance a distintas velocidades es liderado por los Estados de Moldavia, Georgia y Ucrania con quienes, a tenor de la ambiciosa convergencia normativa llevada a cabo en los últimos años, la UE ha establecido las medidas más ambiciosas implícitas en la Asociación Oriental. En concreto, destacan los acuerdos de asociación y, sobre todo, las DCFTA las cuales favorecen la integración paulatina en el mercado interior y que, hasta la fecha, han reforzado los vínculos comerciales con la UE de forma notable. En una posición intermedia se encuentra Armenia con quien ha UE ha sido capaz de acordar un nuevo marco de cooperación conforme a sus particularidades internas y con una especial atención a la sociedad. Desde enero de 2022, Armenia ya no se beneficia del sistema de preferencias generalizadas ni tampoco del sistema de preferencias generalizadas plus. Sin embargo, se prevé que el nuevo acuerdo facilite reforzar los vínculos con el país vecino en los próximos años. Más alejado encontramos a Azerbaiyán cuya participación en la Asociación Oriental ha sido limitada y, sobre todo, se ha orientado hacia una mayor colaboración con la UE en el sector energético. En materia de comercio, el nuevo diálogo Bruselas – Bakú facilitará de forma paulatina una mayor cooperación siendo de gran interés para ambas partes. En último lugar, destaca Bielorrusia con quien tradicionalmente la UE ha mantenido tensas relaciones, también en el ámbito comercial. Dichas relaciones se han visto aún más deteriorados tras el apoyo del régimen de Lukasehnko a Moscú en la agresión a Ucrania a finales de febrero y la posterior aprobación de sanciones por parte de la UE, las cuales inciden negativamente en los ya escasos vínculos comerciales entre Bruselas y Minsk.