Representaciones culturales de la metrópoli bifronte

Abstract

La forma en que se ha desarrollado la urbanización no ha sido ni es un proceso homogéneo en el tiempo o en el espacio. Tampoco se da con la misma intensidad o con las mismas consecuencias. Mientras algunas sociedades conocieron una urbanización precoz, poseían una tradición de ciudades y algo parecido a una cultura urbana reconocible, otras acaban de incorporarse a esta precipitada carrera por concentrar actividades y población en espacios relativamente reducidos. Los datos demográficos que revelan el incremento exponencial de la población urbana mundial no dejan dudas: si en 1950 menos de un tercio de la población mundial era urbana, las proyecciones realizadas por la ONU avanzan que en 2030 se alcanzará un porcentaje próximo al 60% y para 2050 la tasa de urbanización será del 70%. Este hecho es considerado un cambio de civilización, donde lo urbano -forma y contenido siempre in fieri- se antoja una estructura “estructurante”, ya sea en un plano macro (economías de aglomeración, por ejemplo), como en un plano micro (comportamientos de consumo, estilos de vida, valores…). En este sentido, mucha literatura insiste en la ver las grandes concentraciones como estructuras “estructurantes”. A partir d ellos postulados simmelianos nos proponemos analizar aquí las variables físicas o puramente geográficas -es el caso de la densidad material- en relación con una vida social cada vez más compleja, integrando el potencial efecto de otras dimensiones sociales. Entendemos que los efectos de la concentración sobre el orden moral y sobre los comportamientos no son mecánicos ni unívocos en el medio urbano