Aviso: para depositar documentos, por favor, inicia sesión e identifícate con tu cuenta de correo institucional de la UCM con el botón MI CUENTA UCM. No emplees la opción AUTENTICACIÓN CON CONTRASEÑA
 

El vacío, que lo contiene todo. Una conversación con Rafael Aranda, Carme Pigem y Ramón Vilalta

dc.book.titleRCR Arquitectes 2012 - 2017: significado en la abstracción
dc.contributor.authorEsteban Maluenda, Inmaculada
dc.contributor.authorEncabo Seguí, Enrique
dc.contributor.editorMárquez Cecilia, Fernando
dc.contributor.editorLevene, Richard
dc.date.accessioned2024-02-20T18:16:14Z
dc.date.available2024-02-20T18:16:14Z
dc.date.issued2017
dc.descriptionEn 2017 el equipo RCR recibió el Premio Pritzker
dc.description.abstractLA FORMACIÓN DE LA MIRADA Se suele establecer el origen de RCR en el año 1987, cuando finalizaron sus estudios universitarios y tomaron la decisión de establecer su oficina en Olot. Desde entonces, han transcurrido exactamente 30 años. ¿Qué importancia tiene esta efeméride para ustedes? CP (Carme Pigem): Todos los años, en enero, nos reunimos expresamente para hablar entre nosotros y hacer una revisión y puesta en común de ideas, y un planteamiento global del año. Este enero, precisamente, se cumplían 30 años desde que Rafael y Ramón terminaron sus estudios en 1987; en mi caso, los acabé meses más tarde, en noviembre. Nada más finalizar comenzamos a trabajar juntos. Los primeros meses estuvimos en casa de Ramón, pero en marzo de 1988 alquilamos un espacio propio. Por eso, siempre hemos estado a caballo entre esas dos fechas. Cuando arrancó 2017, sentimos que era un momento particularmente importante. RV (Ramón Vilalta): Cuando pensamos sobre nosotros y nuestro trabajo, solemos hacerlo por décadas, porque es un tiempo suficientemente significativo para reflexionar. Pero no existen etapas como tal, sino que, cuando uno mira atrás y revisa lo que ha producido en un ciclo de 10, 20 o 30 años, toma consciencia de que no dejan de ser periodos en los que, probablemente y de manera natural, confluyen determinadas ideas y vivencias. RA (Rafael Aranda): Siempre pensamos que lo bueno todavía está por venir. Desde el primer día que empezamos a trabajar juntos, hemos compartido el mismo planteamiento vital y arquitectónico: estar continuamente aprendiendo. Nos gusta esa sensación. Tanto Ramón como Carme fueron alumnos de la Escuela de Bellas Artes de Olot (1973-1976 y 1977-1979, respectivamente) antes de formarse como arquitectos. ¿En qué medida creen que ese primer filtro ha podido matizar su visión de la arquitectura? RV: En mi caso, mi vivencia es de carácter biográfico: fui a estudiar a esta escuela porque mi padre ejercía allí como docente. Pero era una escuela de artes y oficios, es decir, junto a las materias más troncales de las Bellas Artes, una parte muy importante de la enseñanza la ocupaba el dibujo técnico. RA: En esta zona, la actividad industrial siempre ha sido muy intensa; la escuela existía porque se necesitaba esa formación. Yo no estudiaba allí, pero Ramón era mi amigo, desde el instituto, y aún me acuerdo, cuando iba a su casa, de aquellas estanterías, completamente repletas de libros de arte. CP: Es cierto que la formación era más técnica que artística. En cualquier caso, es curioso que allí ya dibujásemos láminas, sobre todo plantas y axonometrías. Lo que no consigo recordar es cuándo, una vez terminé, decidí estudiar arquitectura. Mi madre sí. Siempre contaba que un día llegué a casa y, de repente, les dije: ""Quiero ser arquitecta"". RV: Empecé los estudios previos sin saber si me decantaría por Bellas Artes o por Arquitectura. Aunque mantuve esa dualidad hasta el final, creo que estaba más predispuesto a la arquitectura, pues mi proximidad con las artes tenía en realidad más que ver con mi padre. Seguramente, si hubiera sido capaz en aquel momento, habría cursado las dos carreras. RA: En cambio, yo no lo pensé mucho. Crecí viendo a mi padre hacer casas con sus propias manos, trabajando como paleta. Todos los fines de semana se dedicaba a construir casas para sí mismo; a lo largo de su vida construyó hasta cuatro. Seguí sus pasos, me decidí por la arquitectura. Quizá esa formación en artes y en dibujo, o esa experiencia tan directa de la construcción antes de empezar sus estudios de Arquitectura, los dotase de un armazón y de una visión propia. CP: No estoy segura. Lo que sí recuerdo, con absoluta nitidez, fue cómo me entusiasmó en la Escuela una visita que hicimos el primer año al pabellón de Mies [de Barcelona]. Tuvimos que dibujarlo y me quedé absolutamente atrapada en aquella planta en la que todo cuadraba, y descubrí un mundo que no sabía que existía. También me acuerdo de cómo, cuando era más pequeña, de camino al colegio, todos los días me fijaba en una casa que me tenía completamente fascinada. RA: Sin embargo, yo tuve que quitarme el conocimiento que traía de obra: qué era un tocho, qué era hacer pasta, qué era el yeso… Tuve que liberarme de toda esa capa para abrirme a otro mundo, mientras que en la Escuela la mayoría de mis compañeros no sabían ni lo que era una bovedilla [risas]. CP: Aunque mi padre no estudió, ejercía como 'ingeniero' de oficio. Siempre ha hecho todo tipo de inventos; incluso montó su propio taller electromecánico. Es alguien capaz de imaginar, por ejemplo, cómo construir un taburete para que pueda moverse y lograr que lo haga exactamente como él quiere. Mi madre era una persona muy activa. Siempre hizo cosas muy distintas, además de cuidarnos, desde hacer de locutora en Radio Cantabria, un tiempo corto, a gestionar el despacho de mi primo. RV: Además de esa dualidad entre la arquitectura y las bellas artes, que creo que aún conservo, desde muy pequeño he tenido una necesidad ineludible de construir cosas. Me refiero a construir en el sentido de imaginar algo y llevarlo a cabo. Creo que es algo que compartimos los tres. RV: Los puntos fundamentales con los que arrancamos persisten. Quizá la única diferencia real sea que, tras el paso de todo este tiempo, tenemos un mayor entendimiento de lo que sucede. Ahora es mucho más amplio, y no se restringe a una única disciplina. Aunque uno se forme en un campo específico, con una metodología y en el conocimiento de unos instrumentos concretos, llegado un momento sientes que esa percepción se queda muy limitada.
dc.description.departmentDepto. de Diseño e Imagen
dc.description.facultyFac. de Bellas Artes
dc.description.refereedTRUE
dc.description.statuspub
dc.identifier.citationMaluenda I. E., Encabo E. El vacío, que lo contiene todo: una conversación con Rafael Aranda, Carme Pigem y Ramón Vilalta = Conditions Conditions for Habilability: a conversation with Toni Gironés. El Croquis, 2017, pp. 10-29.
dc.identifier.isbn978-84-88386-96-0
dc.identifier.officialurlhttps://elcroquis.es/products/190-rcr-arquitectes-2012-2017?variant=43574647572
dc.identifier.urihttps://hdl.handle.net/20.500.14352/101609
dc.issue.number190
dc.language.isospa
dc.page.final29
dc.page.initial10
dc.page.total20
dc.publication.placeMadrid
dc.publisherEl Croquis
dc.rights.accessRightsrestricted access
dc.subject.cdu502.5
dc.subject.cdu741
dc.subject.keywordVacío
dc.subject.keywordEspacio
dc.subject.keywordArtesanía
dc.subject.keywordPaisaje
dc.subject.keywordDibujo
dc.subject.ucmHumanidades
dc.subject.unesco6201 Arquitectura
dc.subject.unesco6203 Teoría, Análisis y Critica de las Bellas Artes
dc.titleEl vacío, que lo contiene todo. Una conversación con Rafael Aranda, Carme Pigem y Ramón Vilalta
dc.title.alternativeThe void, which contains everything. A conversation with Rafael Aranda, Carme Pigem and Ramón Vilalta
dc.typebook part
dc.type.hasVersionVoR
dspace.entity.typePublication
relation.isAuthorOfPublicationd75bc769-69ba-44c5-b5ab-6affa7b33dd5
relation.isAuthorOfPublication.latestForDiscoveryd75bc769-69ba-44c5-b5ab-6affa7b33dd5

Download

Original bundle

Now showing 1 - 1 of 1
Loading...
Thumbnail Image
Name:
El_vacio_que_lo_contiene_todo.pdf
Size:
3.79 MB
Format:
Adobe Portable Document Format

Collections