El «consumismo conspicuo» de las artes en el siglo XV valenciano

Abstract

¿Cómo una ciudad se convierte en uno de los grandes centros artísticos del momento? Esta pregunta que nos hacemos los historiadores del arte para comprender determinadas situaciones concretas en urbes que se convierten en focos culturales es similar a la que otros investigadores se han planteado en otros aspectos, como, por ejemplo: ¿Cómo llegó Estados Unidos, después de la Guerra de Secesión (1861-1865), con una contienda civil que había diezmado la población y sus recursos, a ser en poco más de 50 años una gran superpotencia que definió la victoria de los aliados en la Primera Guerra Mundial? Pero, mientras que la segunda pregunta ha sido respondida en múltiples monografías y estudios, y tiene una prolija literatura en libros y artículos hasta hoy en día ; la primera resulta de interés a un grupo reducido de estudiosos de la historia cultural. Estos cambios sociales, más que la revolución de las formas artísticas, son en muchos casos los aspectos que mejor pueden explicar una renovación estilística como el nacimiento de un movimiento pictórico. El estudio de la sociología del arte, disciplina que desde un enfoque multidisciplinar emplea la cultura, la política, la antropología, la filosofía y otras ciencias sociales, para estudiar el arte como producto de la sociedad, se desarrolló desde mediados del siglo XX con grandes historiadores como Friedrich Antal, Arnold Hauser, Pierre Francastel, Francis Haskell, Michael Baxandal o Peter Burke, entre otros, hasta llegar a la actualidad, y unirse al conglomerado de metodologías de estudio de la historia del arte. Nuestra propuesta en el presente artículo es explicar cómo Valencia a partir de 1390-1400 se convirtió en una de las grandes capitales del estilo gótico internacional, recibiendo grandes maestros de pintura, confeccionados magníficas obras de arte, exportando piezas al resto de la Península Ibérica, e incluso Italia, cuando desde su conquista en 1238, es decir, durante 160 años no existieron talleres de pintura o escultura permanentes, y ni la urbe ni el reino se había caracterizado por una especial atención a la producción artística. Y cómo esta eclosión marcó la evolución de todo el siglo XV.