El arte es un veneno sin antídoto
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2021
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Ayuntamiento de Santa Fe
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A Julio Juste lo conocí mucho antes de haberlo visto por primera vez. En ese momento en que uno empieza a configurar su carácter y lo que será como persona, Julio ya era una presencia de la que oía hablar por todas partes, en Granada. Después comencé a conocer su obra. Primero sus cuadros. Uno de ellos, especialmente, me acompañó a lo largo de muchas vivencias, fue espectador y receptor, un cofre en el que han quedado guardadas. Mirar sus cuadros en el contexto frío de la galería, cuadros que yo había vinculado a mi propia biografía, a distintos espacios en Granada, se me hacía ajeno y extraño. Porque son todo menos fríos. Sus cuadros últimos, que expuso en la madrileña galería Antonio de Suñer en diciembre de 2016 son ráfagas, momentos fugaces, bien con toda la complejidad que caracteriza la obra de Julio, en sus lenguajes y sus pensamientos —pintor, videocreador, teórico, diseñador—, bien con toda la sencillez con la que se es capaz de rememorar un instante breve. Son una imagen en proceso de cambio para convertirse en otra. Y eso, por el camino de la pintura, en este caso, conduce al vídeo, la formalización literal de ese estar siempre a punto de moverse y transformarse.
Second Life fue fundamental para Julio en su obra y sus vivencias. Dos años después del nacimiento de HOLALA, en 2010, Julio leyó su tesis doctoral y no se apartó ya de SL. En marzo de 2013 realizó su primera exposición individual allí con la Galería Artemis, de la que Duna Gant era directora. En su trayectoria como galerista, fue un hito su descubrimiento de HOLALA como artista visual. Se habían conocido un año antes, y, desde entonces, entablaron una profunda relación emocional y profesional.










